Sherwood Anderson (1876–1941). Winesburg, Ohio. 1919. The Teacher -- [La maestra]
Edición bilingüe, inglés-español, de Miguel Garci-Gomez -- --
The Teacher
La maestra
SNOW lay deep in the streets of Winesburg. It had begun to snow about ten o’clock in the morning and a wind sprang up and blew the snow in clouds along Main Street. The frozen mud roads that led into town were fairly smooth and in places ice covered the mud. “There will be good sleighing,” said Will Henderson, standing by the bar in Ed Griffith’s saloon. Out of the saloon he went and met Sylvester West the druggist stumbling along in the kind of heavy overshoes called arctics. “Snow will bring the people into town on Saturday,” said the druggist. The two men stopped and discussed their affairs. Will Henderson, who had on a light overcoat and no overshoes, kicked the heel of his left foot with the toe of the right. “Snow will be good for the wheat,” observed the druggist sagely.
LA nieve cubría las calles de Winesburg. Había empezado a nevar a eso de las diez de la mañana y luego se levantó un viento que empujó la nieve a lo largo de la calle Mayor. Los caminos helados y embarrados que conducían al pueblo estaban lisos y en muchos sitios el hielo cubría el barro. «Se podrá ir en trineo», dijo Will Henderson acodado en la barra del bar de Ed Griffith. Al salir del bar se encontró con Sylvester West, el farmacéutico, que daba traspiés con los pies enfundados en unos pesados chanclos, de esos que llaman «árticos». «La nieve traerá gente al pueblo el sábado», dijo el farmacéutico. Los dos hombres se detuvieron y charlaron de sus asuntos. Will Henderson, que vestía un abrigo fino y no llevaba chanclos, golpeó el talón de su pie izquierdo con la punta del derecho. «La nieve será buena para el trigo», observó sabiamente el farmacéutico.
Young George Willard, who had nothing to do, was glad because he did not feel like working that day. The weekly paper had been printed and taken to the post office Wednesday evening and the snow began to fall on Thursday. At eight o’clock, after the morning train had passed, he put a pair of skates in his pocket and went up to Waterworks Pond but did not go skating. Past the pond and along a path that followed Wine Creek he went until he came to a grove of beech trees. There he built a fire against the side of a log and sat down at the end of the log to think. When the snow began to fall and the wind to blow he hurried about getting fuel for the fire.
El joven George Willard, que no tenía nada que hacer, se alegró porque no tenía ganas de trabajar ese día. El miércoles por la noche habían impreso y entregado en la oficina de correos el periódico de la semana y el jueves empezó a nevar. A las ocho, después de que pasara el tren matutino, se metió un par de patines en el bolsillo y fue a los depósitos de agua, aunque no a patinar. Pasó de largo y tomó por un sendero que bordeaba el arroyo Wine hasta llegar a un bosquecillo de hayas. Allí encendió una fogata junto a un tronco caído y se sentó a meditar al otro extremo. Cuando se puso a nevar y empezó a soplar el viento, echó a correr de aquí para allá en busca de leña.
The young reporter was thinking of Kate Swift, who had once been his school teacher. On the evening before he had gone to her house to get a book she wanted him to read and had been alone with her for an hour. For the fourth or fifth time the woman had talked to him with great earnestness and he could not make out what she meant by her talk. He began to believe she must be in love with him and the thought was both pleasing and annoying.
El joven periodista estaba pensando en Kate Swift, que en otro tiempo había sido su maestra. La noche anterior había ido a su casa a buscar un libro que ella quería que leyera y habían pasado una hora a solas. Por cuarta o quinta vez, la mujer le había hablado con mucha seriedad y él no había comprendido lo que pretendía con eso. Empezaba a pensar que tal vez estuviera enamorada de él y la idea le complacía e incomodaba al mismo tiempo.
Up from the log he sprang and began to pile sticks on the fire. Looking about to be sure he was alone he talked aloud pretending he was in the presence of the woman, “Oh,, you’re just letting on, you know you are,” he declared. “I am going to find out about you. You wait and see.”
Se levantó del tronco y empezó a apilar ramas en la hoguera. Después de echar un vistazo en torno suyo para asegurarse de que estaba solo, habló en voz alta como si estuviese en presencia de la mujer. «¡Oh!, sabes muy bien que estás fingiendo—afirmó—, pero yo averiguaré lo que estás tramando, ya lo verás».
The young man got up and went back along the path toward town leaving the fire blazing in the wood. As he went through the streets the skates clanked in his pocket. In his own room in the New Willard House he built a fire in the stove and lay down on top of the bed. He began to have lustful thoughts and pulling down the shade of the window closed his eyes and turned his face to the wall. He took a pillow into his arms and embraced it thinking first of the school teacher, who by her words had stirred something within him, and later of Helen White, the slim daughter of the town banker, with whom he had been for a long time half in love.
El joven se incorporó y volvió por el sendero en dirección al pueblo dejando la fogata encendida en el bosque. Mientras andaba por las calles, los patines entrechocaban en su bolsillo. Una vez en su habitación del New Willard House, encendió la estufa y se tumbó en la cama. Lo invadieron pensamientos libidinosos y bajó la persiana, cerró los ojos y se volvió hacia la pared. Cogió una almohada y la estrechó entre sus brazos pensando primero en la maestra de escuela, que con sus palabras había despertado algo en su interior, y luego en Helen White, la esbelta hija del banquero del pueblo de la que llevaba un tiempo enamoriscado.
By nine o’clock of that evening snow lay deep in the streets and the weather had become bitter cold. It was difficult to walk about. The stores were dark and the people had crawled away to their houses. The evening train from Cleveland was very late but nobody was interested in its arrival. By ten o’clock all but four of the eighteen hundred citizens of the town were in bed.
A las nueve en punto de la tarde, la nieve cubría las calles y el tiempo se había vuelto muy frío. Era difícil andar. Las tiendas estaban cerradas y la gente se había refugiado en sus casas. El tren nocturno de Cleveland llegaba con retraso, pero nadie estaba interesado en su llegada. A las diez en punto, sólo cuatro de los mil ochocientos habitantes del pueblo seguían levantados.
Hop Higgins, the night watchman, was partially awake. He was lame and carried a heavy stick. On dark nights he carried a lantern. Between nine and ten o’clock he went his rounds. Up and down Main Street he stumbled through the drifts trying the doors of the stores. Then he went into alleyways and tried the back doors. Finding all tight he hurried around the corner to the New Willard House and beat on the door. Through the rest of the night he intended to stay by the stove. “You go to bed. I’ll keep the stove going,” he said to the boy who slept on a cot in the hotel office.
Hop Higgins, el sereno, estaba adormilado. Era cojo y cargaba con un pesado chuzo. Las noches sin luna llevaba una linterna. Entre las nueve y las diez, hizo sus rondas. Recorrió renqueando la calle Mayor y se aseguró de que las puertas de las tiendas estuvieran cerradas. Luego se metió por los callejones y comprobó las puertas traseras. Una vez convencido de que todo iba bien, dobló apresuradamente la esquina y llamó a la puerta del New Willard House. Su intención era pasar el resto de la noche junto a la estufa. «Vete a dormir. Yo me ocupo de avivar el fuego», le dijo al chico que dormía en un camastro en el despacho del hotel.
Hop Higgins sat down by the stove and took off his shoes. When the boy had gone to sleep he began to think of his own affairs. He intended to paint his house in the spring and sat by the stove calculating the cost of paint and labor. That led him into other calculations. The night watchman was sixty years old and wanted to retire. He had been a soldier in the Civil War and drew a small pension. He hoped to find some new method of making a living and aspired to become a professional breeder of ferrets. Already he had four of the strangely shaped savage little creatures, that are used by sportsmen in the pursuit of rabbits, in the cellar of his house. “Now I have one male and three females,” he mused. “If I am lucky by spring I shall have twelve or fifteen. In another year I shall be able to begin advertising ferrets for sale in the sporting papers.”
Hop Higgins se sentó al lado de la estufa y se quitó los zapatos. Cuando el muchacho se durmió, él empezó a pensar en sus asuntos. Quería pintar su casa en primavera y estuvo calculando cuánto le costarían la pintura y el trabajo. Eso lo llevó a otros cálculos. El sereno había cumplido ya los sesenta años y estaba pensando en jubilarse. Había combatido en la Guerra Civil y cobraba una pequeña pensión. Tenía la esperanza de ganarse la vida de otro modo y aspiraba a dedicarse a la cría de hurones. Ya tenía, en el sótano de su casa, cuatro de aquellas extrañas y voraces criaturas, que los cazadores utilizan para sacar a los conejos de sus madrigueras. «Ahora tengo un macho y tres hembras —reflexionó—. Con un poco de suerte, en primavera tendré doce o quince. El año que viene podré empezar a poner anuncios en las revistas de caza».
The nightwatchman settled into his chair and his mind became a blank. He did not sleep. By years of practice he had trained himself to sit for hours through the long nights neither asleep nor awake. In the morning he was almost as refreshed as though he had slept.
El sereno se arrellanó en la silla y dejó la mente en blanco. No se durmió. Años de práctica le habían enseñado a pasarse horas sentado a lo largo de la noche sin estar ni dormido ni despierto. Por la mañana se sentía tan descansado como si hubiera dormido de un tirón.
With Hop Higgins safely stowed away in the chair behind the stove only three people were awake in Winesburg. George Willard was in the office of the Eagle pretending to be at work on the writing of a story but in reality continuing the mood of the morning by the fire in the wood. In the bell tower of the Presbyterian Church the Reverend Curtis Hartman was sitting in the darkness preparing himself for a revelation from God, and Kate Swift, the school teacher, was leaving her house for a walk in the storm.
Con Hop Higgins cómodamente sentado en su silla junto a la estufa, sólo quedaban tres personas despiertas en Winesburg. George Willard se encontraba en las oficinas del Eagle fingiendo trabajar en un relato, aunque en realidad seguía con el mismo estado de ánimo que aquella mañana cuando había encendido el fuego en el bosque. En el campanario de la Iglesia Presbiteriana, el reverendo Curtis Hartman estaba sentado en la oscuridad preparándose para asistir a una revelación divina, y Kate Swift, la maestra de escuela, estaba saliendo de casa para dar un paseo bajo la tormenta.
It was past ten o’clock when Kate Swift set out and the walk was unpremeditated. It was as though the man and the boy, by thinking of her, had driven her forth into the wintry streets. Aunt Elizabeth Swift had gone to the county seat concerning some business in connection with mortgages in which she had money invested and would not be back until the next day. By a huge stove, called a base burner, in the living room of the house sat the daughter reading a book. Suddenly she sprang to her feet and, snatching a cloak from a rack by the front door, ran out of the house.
Cuando Kate salió eran más de las diez y aquel paseo era algo imprevisto. Era como si el hombre y el muchacho, al pensar en ella, la hubieran empujado a las calles ventosas. La tía Elizabeth Swift había ido a la capital para tratar de unos asuntos relativos a las hipotecas en las que había invertido dinero y no volvería hasta el día siguiente. Su hija estaba en el salón de la casa leyendo un libro junto a una enorme estufa. De pronto, se puso en pie, cogió un abrigo del perchero de la entrada y salió de la casa.
At the age of thirty Kate Swift was not known in Winesburg as a pretty woman. Her complexion was not good and her face was covered with blotches that indicated ill health. Alone in the night in the winter streets she was lovely. Her back was straight, her shoulders square, and her features were as the features of a tiny goddess on a pedestal in a garden in the dim light of a summer evening.
A sus treinta años, nadie del pueblo tenía a Kate Swift por una mujer hermosa. No tenía buen cutis y su rostro estaba cubierto de manchas que eran indicios de una mala salud. Sola por la noche, en mitad de las calles invernales, resultaba encantadora. Tenía la espalda erguida, las espaldas anchas y sus rasgos parecían los de una pequeña diosa en un pedestal en un jardín a la luz tenue de una noche de verano.
During the afternoon the school teacher had been to see Doctor Welling concerning her health. The doctor had scolded her and had declared she was in danger of losing her hearing. It was foolish for Kate Swift to be abroad in the storm, foolish and perhaps dangerous.
Esa tarde, la maestra había ido a ver al doctor Welling por motivos de salud. El médico la había regañado y le había dicho que corría peligro de quedarse sorda. Era una locura salir así en plena tormenta, una locura peligrosa.
The woman in the streets did not remember the words of the doctor and would not have turned back had she remembered. She was very cold but after walking for five minutes no longer minded the cold. First she went to the end of her own street and then across a pair of hay scales set in the ground before a feed barn and into Trunion Pike. Along Trunion Pike she went to Ned Winters’ barn and turning east followed a street of low frame houses that led over Gospel Hill and into Sucker Road that ran down a shallow valley past Ike Smead’s chicken farm to Waterworks Pond. As she went along, the bold, excited mood that had driven her out of doors passed and then returned again.
La mujer no pensó en las palabras del médico mientras deambulaba por las calles y aunque lo hubiera hecho no se habría dado la vuelta. Tenía mucho frío, pero después de andar cinco minutos, se le pasó. Primero fue hasta el final de su calle, luego pasó junto a un par de básculas para pesar la paja que había delante de un silo y llegó a Trunion Pike. Siguió adelante hasta llegar al granero de Ned Winters y giró hacia el este por una calle de casas de madera que conducía a Gospel Hill y a Sucker Road, un camino que recorría una pequeña vaguada junto a la granja de pollos de Ike Smead’s y llevaba a los depósitos de agua. Mientras andaba, la audacia y la excitación que la habían hecho salir de casa desaparecieron y se reavivaron sucesivamente.
There was something biting and forbidding in the character of Kate Swift. Everyone felt it. In the schoolroom she was silent, cold, and stern, and yet in an odd way very close to her pupils. Once in a long while something seemed to have come over her and she was happy. All of the children in the schoolroom felt the effect of her happiness. For a time they did not work but sat back in their chairs and looked at her.
Kate Swift tenía un carácter mordaz e inflexible. Todo el mundo lo notaba. En clase era fría, adusta y silenciosa, pese a que en cierto sentido establecía una extraña intimidad con sus alumnos. De vez en cuando, ocurría algo que la alegraba y todos los niños de la clase notaban los efectos de su felicidad. Por un rato, dejaban de trabajar, se repantigaban en sus asientos y la miraban.
With hands clasped behind her back the school teacher walked up and down in the schoolroom and talked very rapidly. It did not seem to matter what subject came into her mind. Once she talked to the children of Charles Lamb and made up strange, intimate little stories concerning the life of the dead writer. The stories were told with the air of one who had lived in a house with Charles Lamb and knew all the secrets of his private life. The children were somewhat confused, thinking Charles Lamb must be someone who had once lived in Winesburg.
La maestra iba y venía por la clase con las manos a la espalda sin parar de hablar. No parecía importarle mucho qué fuese lo que le hubiera venido a la cabeza. Una vez habló a los niños de Charles Lamb y se inventó varias anécdotas íntimas muy curiosas acerca de la vida del difunto escritor. Por su modo de contarlas, daba la impresión de que hubiera convivido con Charles Lamb y conociese todos los secretos de su vida privada. Los niños se quedaron perplejos, convencidos de que Charles Lamb debía de ser alguien que había vivido en Winesburg.
On another occasion the teacher talked to the children of Benvenuto Cellini. That time they laughed. What a bragging, blustering, brave, lovable fellow she made of the old artist! Concerning him also she invented anecdotes. There was one of a German music teacher who had a room above Cellini’s lodgings in the city of Milan that made the boys guffaw. Sugars McNutts, a fat boy with red cheeks, laughed so hard that he became dizzy and fell off his seat and Kate Swift laughed with him. Then suddenly she became again cold and stern.
En otra ocasión, la maestra les habló de Benvenuto Cellini. Esa vez todos se partieron de risa. ¡Qué jactancioso, bravucón, valiente y encantador parecía el viejo artista según su descripción! También se inventó anécdotas acerca de él. Una de ellas, a propósito de un profesor de música alemán que vivía en Milán encima de las habitaciones de Cellini, hizo que los chicos se desternillaran. Sugars MacNutts, un niño rollizo de mejillas sonrosadas, se rió tanto que se mareó y se cayó de la silla y Kate Swift se rió también. Luego volvió a ponerse seria y fría de pronto.
On the winter night when she walked through the deserted snow-covered streets, a crisis had come into the life of the school teacher. Although no one in Winesburg would have suspected it, her life had been very adventurous. It was still adventurous. Day by day as she worked in the schoolroom or walked in the streets, grief, hope, and desire fought within her. Behind a cold exterior the most extraordinary events transpired in her mind. The people of the town thought of her as a confirmed old maid and because she spoke sharply and went her own way thought her lacking in all the human feeling that did so much to make and mar their own lives. In reality she was the most eagerly passionate soul among them, and more than once, in the five years since she had come back from her travels to settle in Winesburg and become a school teacher, had been compelled to go out of the house and walk half through the night fighting out some battle raging within. Once on a night when it rained she had stayed out six hours and when she came home had a quarrel with Aunt Elizabeth Swift. “I am glad you’re not a man,” said the mother sharply. “More than once I’ve waited for your father to come home, not knowing what new mess he had got into. I’ve had my share of uncertainty and you cannot blame me if I do not want to see the worst side of him reproduced in you.”
La noche invernal en que estuvo deambulando por las calles desiertas y cubiertas de nieve se produjo una crisis en la vida de la maestra. Aunque nadie en Winesburg lo sospechara, su vida había sido muy aventurera. Y todavía seguía siéndolo. Día tras día, mientras trabajaba en la escuela o paseaba por las calles, el pesar, la esperanza y el deseo luchaban en su interior. Detrás de su fría apariencia, sucesos de lo más extraordinario impregnaban su espíritu. La gente del pueblo la tenía por una solterona empedernida, y como hablaba con aspereza y no se relacionaba con nadie, pensaban que carecía de aquellos sentimientos humanos que tanto hacían por conformar y echar a perder sus propias vidas. En realidad, era la más apasionada de todos ellos y, más de una vez, en los cinco años transcurridos desde que regresó de sus viajes para establecerse en Winesburg y convertirse en maestra de escuela, se había visto impelida a salir de casa en plena noche y pasear por el pueblo mientras en su interior se libraba una batalla encarnecida. Una noche lluviosa había pasado fuera seis horas y, a su vuelta, había discutido con la tía Elizabeth Swift. «Me alegro de que no seas un hombre—dijo la madre con sequedad—. Más de una vez tuve que esperar a que tu padre volviera a casa, sin saber en qué nuevo lío se habría metido. Ya he sufrido lo mío y no puedes culparme si no quiero ver reproducido en ti lo peor que había en él».
Kate Swift’s mind was ablaze with thoughts of George Willard. In something he had written as a school boy she thought she had recognized the spark of genius and wanted to blow on the spark. One day in the summer she had gone to the Eagle office and finding the boy unoccupied had taken him out Main Street to the Fair Ground, where the two sat on a grassy bank and talked. The school teacher tried to bring home to the mind of the boy some conception of the difficulties he would have to face as a writer. “You will have to know life,” she declared, and her voice trembled with earnestness. She took hold of George Willard’s shoulders and turned him about so that she could look into his eyes. A passer-by might have thought them about to embrace. “If you are to become a writer you’ll have to stop fooling with words,” she explained. “It would be better to give up the notion of writing until you are better prepared. Now it’s time to be living. I don’t want to frighten you, but I would like to make you understand the import of what you think of attempting. You must not become a mere peddler of words. The thing to learn is to know what people are thinking about, not what they say.”
Kate Swift se consumía pensando en George Willard. Había creído reconocer la chispa del genio en algunos de los trabajos que había escrito en su época de escolar y quería avivar aquella chispa. Un día de verano había pasado por las oficinas del Eagle y, como el muchacho no tenía nada que hacer, se lo había llevado por la calle Mayor hasta los terrenos de la feria, donde se sentaron a hablar en un bancal cubierto de hierba. La maestra trató de hacerle ver al chico algunas de las dificultades a las que debería enfrentarse como escritor. «Tendrás que conocer la vida», afirmó con voz seria y temblorosa. Cogió a George Willard de los hombros y le hizo volverse hacia ella para poder mirarlo a los ojos. Cualquiera que pasara por allí habría pensado que estaban a punto de besarse. «Si vas a ser escritor, tendrás que dejar de tontear con las palabras—le explicó—. Será mejor que abandones la idea de escribir hasta que estés mejor preparado. Ahora debes vivir. No pretendo asustarte, pero quisiera que comprendieras el alcance de lo que piensas hacer. No debes convertirte en un mero mercachifle de las palabras. Lo más importante es que aprendas a saber lo que la gente piensa, no lo que dice».
On the evening before that stormy Thursday night when the Reverend Curtis Hartman sat in the bell tower of the church waiting to look at her body, young Willard had gone to visit the teacher and to borrow a book. It was then the thing happened that confused and puzzled the boy. He had the book under his arm and was preparing to depart. Again Kate Swift talked with great earnestness. Night was coming on and the light in the room grew dim. As he turned to go she spoke his name softly and with an impulsive movement took hold of his hand. Because the reporter was rapidly becoming a man something of his man’s appeal, combined with the winsomeness of the boy, stirred the heart of the lonely woman. A passionate desire to have him understand the import of life, to learn to interpret it truly and honestly, swept over her. Leaning forward, her lips brushed his cheek. At the same moment he for the first time became aware of the marked beauty of her features. They were both embarrassed, and to relieve her feeling she became harsh and domineering. “What’s the use? It will be ten years before you begin to understand what I mean when I talk to you,” she cried passionately.
La tarde anterior a aquella tormentosa noche de jueves, mientras el reverendo Curtis Hartman esperaba en el campanario de la iglesia para ver su cuerpo, el joven Willard había ido a visitar a la maestra para buscar un libro que ésta quería prestarle. Fue entonces cuando sucedió lo que tanto había de conmover al chico. Tenía el libro debajo del brazo y estaba a punto de marcharse. Una vez más, Kate Swift le habló con mucha seriedad. Estaba anocheciendo y la habitación se quedó casi a oscuras. Cuando dio media vuelta para salir, ella pronunció su nombre con mucha ternura y le cogió de la mano con un movimiento impulsivo. El periodista se estaba haciendo un hombre y algo de su atractivo masculino, combinado con su encanto infantil, agitó el corazón de la solitaria mujer. La dominó el deseo apasionado de hacerle comprender la importancia de la vida, de enseñarle a interpretarla sincera y honradamente. Se inclinó hacia él y le rozó la mejilla con los labios. En ese momento, él reparó por primera vez en la notable belleza de sus rasgos. Los dos se quedaron cortados, y ella dio rienda suelta a sus sentimientos poniéndose áspera y dominante. «¿De qué sirve todo esto? Pasarán diez años antes de que entiendas lo que te estoy diciendo».
On the night of the storm and while the minister sat in the church waiting for her, Kate Swift went to the office of the Winesburg Eagle, intending to have another talk with the boy. After the long walk in the snow she was cold, lonely, and tired. As she came through Main Street she saw the fight from the printshop window shining on the snow and on an impulse opened the door and went in. For an hour she sat by the stove in the office talking of life. She talked with passionate earnestness. The impulse that had driven her out into the snow poured itself out into talk. She became inspired as she sometimes did in the presence of the children in school. A great eagerness to open the door of life to the boy, who had been her pupil and who she thought might possess a talent for the understanding of life, had possession of her. So strong was her passion that it became something physical. Again her hands took hold of his shoulders and she turned him about. In the dim light her eyes blazed. She arose and laughed, not sharply as was customary with her, but in a queer, hesitating way. “I must be going,” she said. “In a moment, if I stay, I’ll be wanting to kiss you.”
La noche de la tormenta, y mientras el pastor estaba en la iglesia esperándola, Kate Swift fue a las oficinas del Winesburg Eagle con la intención de hablar otra vez con el chico. Tras el largo paseo por la nieve, se sentía sola y estaba cansada y aterida. Al pasar por la calle Mayor, vio luz en la ventana de la imprenta, abrió la puerta por impulso y entró. Pasó una hora sentada junto a la estufa en las oficinas hablando de la vida. Habló con una seriedad apasionada. El impulso que la había empujado a salir a la calle se transformó en un torrente de palabras. Estaba tan inspirada como otras veces en presencia de los niños en la escuela. Una enorme ansiedad por abrirle la puerta de la vida al chico, que había sido alumno suyo, y de quien creía que podía tener talento para comprender la vida, la dominaba por completo. Tan grande era su pasión, que se había convertido en algo físico. Una vez más, sus manos se posaron en sus hombros y le obligó a darse la vuelta. Los ojos le brillaban a la luz tenue. Se puso en pie y se echó a reír, no de forma mordaz como acostumbraba, sino de un modo extraño y dubitativo. «Tengo que irme—dijo—. Si me quedo, me entrarán ganas de besarte».
In the newspaper office a confusion arose. Kate Swift turned and walked to the door. She was a teacher but she was also a woman. As she looked at George Willard, the passionate desire to be loved by a man, that had a thousand times before swept like a storm over her body, took possession of her. In the lamplight George Willard looked no longer a boy, but a man ready to play the part of a man.
En las oficinas del periódico se produjo cierta confusión. Kate Swift se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta. Era una maestra, pero también una mujer. Al mirar a George Willard, el apasionado deseo de ser amada por un hombre, que mil veces antes había recorrido su cuerpo como una tormenta, volvió a adueñarse de ella. A la luz de la lámpara, George Willard ya no parecía un niño, sino un hombre capaz de comportarse como un hombre.
The school teacher let George Willard take her into his arms. In the warm little office the air became suddenly heavy and the strength went out of her body. Leaning against a low counter by the door she waited. When he came and put a hand on her shoulder she turned and let her body fall heavily against him. For George Willard the confusion was immediately increased. For a moment he held the body of the woman tightly against his body and then it stiffened. Two sharp little fists began to beat on his face. When the school teacher had run away and left him alone, he walked up and down the office swearing furiously.
La maestra dejó que George Willard la estrechara entre sus brazos. En el pequeño despacho, el aire pareció volverse más pesado y la abandonaron las fuerzas. Se apoyó en un pequeño mostrador que había junto a la puerta y esperó. Cuando él llegó y le puso la mano en el hombro, ella se volvió y se abalanzó sobre él. La confusión de George Willard aumentó enseguida. Por un momento, apretó contra el suyo el cuerpo de la mujer, que de pronto se puso rígida. Dos puños pequeños y duros empezaron a golpearle en la cara. Cuando la maestra huyó y lo dejó solo, George se puso a dar vueltas por la oficina sudando copiosamente.
It was into this confusion that the Reverend Curtis Hartman protruded himself. When he came in George Willard thought the town had gone mad. Shaking a bleeding fist in the air, the minister proclaimed the woman George had only a moment before held in his arms an instrument of God bearing a message of truth.
En mitad de aquella confusión irrumpió el reverendo Curtis Hartman. Cuando entró, George Willard pensó que todo el pueblo se había vuelto loco. Sacudiendo el puño ensangrentado en el aire, el pastor le anunció que la mujer que George había tenido hacía un momento entre sus brazos era un instrumento de Dios que llevaba un mensaje de verdad.
George blew out the lamp by the window and locking the door of the printshop went home. Through the hotel office, past Hop Higgins lost in his dream of the raising of ferrets, he went and up into his own room. The fire in the stove had gone out and he undressed in the cold. When he got into bed the sheets were like blankets of dry snow.
George apagó de un soplido la lámpara de la ventana, cerró la puerta de la imprenta y se volvió a casa. Cruzó el despacho del hotel, dejó a Hop Higgins sumido en su sueño de dedicarse a la cría de hurones, subió por las escaleras y entró en su habitación. El fuego de la estufa se había apagado y se desvistió en el cuarto helado. Cuando se metió en la cama, las sábanas le parecieron capas de nieve seca.
George Willard rolled about in the bed on which had lain in the afternoon hugging the pillow and thinking thoughts of Kate Swift. The words of the minister, who he thought had gone suddenly insane, rang in his ears. His eyes stared about the room. The resentment, natural to the baffled male, passed and he tried to understand what had happened. He could not make it out. Over and over he turned the matter in his mind. Hours passed and he began to think it must be time for another day to come. At four o’clock he pulled the covers up about his neck and tried to sleep. When he became drowsy and closed his eyes, he raised a hand and with it groped about in the darkness. “I have missed something. I have missed something Kate Swift was trying to tell me,” he muttered sleepily. Then he slept and in all Winesburg he was the last soul on that winter night to go to sleep.
George Willard se revolvió en la misma cama en que había estado tumbado aquella tarde abrazado a su almohada y pensando en Kate Swift. Las palabras del pastor, que a su entender se había vuelto loco, resonaban en sus oídos. Sus ojos vagaron por la habitación. El rencor característico del macho burlado se le pasó y trató de comprender lo sucedido. No consiguió entenderlo. Una y otra vez, le dio vueltas en su imaginación. Pasaron las horas y empezó a pensar que ya debía de estar llegando el nuevo día. A las cuatro en punto se arrebujó en las mantas y trató de dormir. Cuando estaba adormilado y tenía los ojos cerrados, alzó la mano y tanteó con ella en la oscuridad. «Algo se me escapa. Algo que Kate Swift estaba tratando de decirme», murmuró soñoliento. Luego se sumió en el sueño y fue el último en quedarse dormido esa noche de invierno en todo Winesburg.