Sherwood Anderson (1876–1941).  Winesburg, Ohio.  1919.
The Philosopher – [El filósofo]
Edición bilingüe, inglés-español, de Miguel Garci-Gomez
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The Philosopher

El filósofo

DOCTOR PARCIVAL was a large man with a drooping mouth covered by a yellow mustache. He always wore a dirty white waistcoat out of the pockets of which protruded a number of the kind of black cigars known as stogies. His teeth were black and irregular and there was something strange about his eyes. The lid of the left eye twitched; it fell down and snapped up; it was exactly as though the lid of the eye were a window shade and someone stood inside the doctor’s head playing with the cord. EL doctor Parcival era un hombretón de boca fláccida cubierta por un bigote amarillento. Siempre vestía un mugriento chaleco blanco de cuyos bolsillos asomaban varios cigarros de ésos conocidos como tagarninas. Tenía los dientes irregulares y ennegrecidos y había algo raro en su mirada. Padecía un tic en el párpado izquierdo, que caía y se levantaba exactamente igual que si el párpado fuese una persiana y alguien en el interior de la cabeza del médico estuviera jugueteando con el cordón.
  Doctor Parcival had a liking for the boy, George Willard. It began when George had been working for a year on the Winesburg Eagle and the acquaintanceship was entirely a matter of the doctor’s own making. Al doctor Percival le caía bien George Willard. La cosa venía de cuando George llevaba un año trabajando en el Winesburg Eagle, y su amistad era enteramente obra del médico.
  In the late afternoon Will Henderson, owner and editor of the Eagle, went over to Tom Willy’s saloon. Along an alleyway he went and slipping in at the back door of the saloon began drinking a drink made of a combination of sloe gin and soda water. Will Henderson was a sensualist and had reached the age of forty-five. He imagined the gin renewed the youth in him. Like most sensualists he enjoyed talking of women, and for an hour he lingered about gossiping with Tom Willy. The saloon keeper was a short, broad-shouldered man with peculiarly marked hands. That flaming kind of birthmark that sometimes paints with red the faces of men and women had touched with red Tom Willy’s fingers and the backs of his hands. As he stood by the bar talking to Will Henderson he rubbed the hands together. As he grew more and more excited the red of his fingers deepened. It was as though the hands had been dipped in blood that had dried and faded. A última hora de la tarde, Will Henderson, propietario y director del Eagle, iba al bar de Tom Willy. Salía por un callejón, se colaba por la puerta trasera del bar y empezaba a beber una mezcla de ginebra de endrinas y agua de soda. Will Henderson era un hedonista y rondaba los cuarenta y cinco años. Estaba convencido de que la ginebra lo rejuvenecía. Como a la mayoría de los hedonistas, le gustaba hablar de mujeres y se pasaba casi una hora cotilleando con Tom Willy. El dueño del bar era un hombre bajo y de hombros anchos con una peculiar marca en las manos. Esa llameante señal de nacimiento, que a veces tiñe de rojo el rostro de los hombres y las mujeres, había coloreado de rojo los dedos y el dorso de las manos de Tom Willy. Apoyado en la barra, charlaba con Will Henderson y se frotaba las manos. Y, a medida que se iba emocionando, el rojo de los dedos se iba volviendo más intenso. Era como si hubiese sumergido las manos en sangre y ésta se hubiera secado y decolorado.
  As Will Henderson stood at the bar looking at the red hands and talking of women, his assistant, George Willard, sat in the office of the Winesburg Eagle and listened to the talk of Doctor Parcival. Mientras Will Henderson estaba en el bar mirando las manos rojas y hablando de mujeres, su ayudante, George Willard, sentado en las oficinas del Winesburg Eagle, escuchaba la conversación del doctor Parcival.
  Doctor Parcival appeared immediately after Will Henderson had disappeared. One might have supposed that the doctor had been watching from his office window and had seen the editor going along the alleyway. Coming in at the front door and finding himself a chair, he lighted one of the stogies and crossing his legs began to talk. He seemed intent upon convincing the boy of the advisability of adopting a line of conduct that he was himself unable to define. El doctor Parcival aparecía siempre justo después de que Will Henderson hubiera desaparecido. Cualquiera habría pensado que el médico había estado observando desde la oficina de su consulta y había visto al director pasar por el callejón. Entraba por la puerta principal, buscaba una buena butaca, encendía una de sus tagarninas y, cruzando las piernas, empezaba a hablar. Parecía especialmente preocupado por convencer al muchacho de lo recomendable de adoptar una línea de conducta que él mismo era incapaz de decidir.
  “If you have your eyes open you will see that although I call myself a doctor I have mighty few patients,” he began. “There is a reason for that. It is not an accident and it is not because I do not know as much of medicine as anyone here. I do not want patients. The reason, you see, does not appear on the surface. It lies in fact in my character, which has, if you think about it, many strange turns. Why I want to talk to you of the matter I don’t know. I might keep still and get more credit in your eyes. I have a desire to make you admire me, that’s a fact. I don’t know why. That’s why I talk. It’s very amusing, eh?” «Si abres bien los ojos, repararás en que, aunque afirme ser médico, tengo muy pocos pacientes—empezaba—. Tiene una explicación. No es casualidad y tampoco se debe a que no sepa tanta medicina como cualquier otro médico de por aquí. No quiero pacientes. La razón no es evidente. Radica, de hecho, en mi carácter que, si te paras a pensarlo bien, tiene muchas características peculiares. No sé por qué te hablo de ello. Podría callarme y ganar consideración ante tus ojos. Lo cierto es que deseo que me admires. Ignoro el motivo. Por eso hablo. Divertido, ¿verdad?».
  Sometimes the doctor launched into long tales concerning himself. To the boy the tales were very real and full of meaning. He began to admire the fat unclean-looking man and, in the afternoon when Will Henderson had gone, looked forward with keen interest to the doctor’s coming. A veces el médico se embarcaba en largas peroratas a propósito de sí mismo. Para el chico sus historias eran muy reales y llenas de significado. Empezó a admirar a aquel hombre grueso y desaseado; y por las tardes, cuando se marchaba Will Henderson, aguardaba con interés la llegada del médico.
  Doctor Parcival had been in Winesburg about five years. He came from Chicago and when he arrived was drunk and got into a fight with Albert Longworth, the baggageman. The fight concerned a trunk and ended by the doctor’s being escorted to the village lockup. When he was released he rented a room above a shoe-repairing shop at the lower end of Main Street and put out the sign that announced himself as a doctor. Although he had but few patients and these of the poorer sort who were unable to pay, he seemed to have plenty of money for his needs. He slept in the office that was unspeakably dirty and dined at Biff Carter’s lunch room in a small frame building opposite the railroad station. In the summer the lunch room was filled with flies and Biff Carter’s white apron was more dirty than his floor. Doctor Parcival did not mind. Into the lunch room he stalked and deposited twenty cents upon the counter. “Feed me what you wish for that,” he said laughing. “Use up food that you wouldn’t otherwise sell. It makes no difference to me. I am a man of distinction, you see. Why should I concern myself with what I eat.” El doctor Parcival llevaba en Winesburg cinco años. Llegó de Chicago. Por lo visto, estaba borracho y discutió con Albert Longworth, el mozo de equipajes. La discusión fue a propósito de un baúl y acabó con la detención y el encierro del médico en la cárcel del pueblo. Cuando lo soltaron, alquiló una habitación encima de una zapatería que había al fondo de la calle Mayor y mandó colocar un cartel donde se anunciaba como médico. Aunque tenía muy pocos pacientes y la mayoría eran tan pobres que no podían pagarle, parecía contar con medios suficientes para sufragar sus necesidades. Dormía en la consulta, que estaba increíblemente sucia, y comía en la casa de comidas de Biff Cárter, en un pequeño edificio de madera enfrente de la estación de ferrocarril. En verano la casa de comidas estaba llena de moscas y el delantal blanco de Biff Cárter estaba más sucio que el suelo. Al doctor Parcival no le importaba. Entraba en el salón comedor y ponía veinte centavos en la barra. «Sírveme lo que quieras por ese dinero—decía con una risotada—. Dame cualquier cosa que no venderías de otro modo. A mí tanto me da. Ya ves que soy un hombre distinguido. ¿Por qué iba a preocuparme de lo que como?».
  The tales that Doctor Parcival told George Willard began nowhere and ended nowhere. Sometimes the boy thought they must all be inventions, a pack of lies. And then again he was convinced that they contained the very essence of truth. Las historias que el doctor Parcival le contaba a George Willard no tenían ni pies ni cabeza. A veces el muchacho pensaba que debían de ser inventadas, un hatajo de mentiras. Y, al mismo tiempo, estaba convencido de que contenían la esencia misma de la verdad.
  “I was a reporter like you here,” Doctor Parcival began. “It was in a town in Iowa—or was it in Illinois? I don’t remember and anyway it makes no difference. Perhaps I am trying to conceal my identity and don’t want to be very definite. Have you ever thought it strange that I have money for my needs although I do nothing? I may have stolen a great sum of money or been involved in a murder before I came here. There is food for thought in that, eh? If you were a really smart newspaper reporter you would look me up. In Chicago there was a Doctor Cronin who was murdered. Have you heard of that? Some men murdered him and put him in a trunk. In the early morning they hauled the trunk across the city. It sat on the back of an express wagon and they were on the seat as unconcerned as anything. Along they went through quiet streets where everyone was asleep. The sun was just coming up over the lake. Funny, eh—just to think of them smoking pipes and chattering as they drove along as unconcerned as I am now. Perhaps I was one of those men. That would be a strange turn of things, now wouldn’t it, eh?” Again Doctor Parcival began his tale: “Well, anyway there I was, a reporter on a paper just as you are here, running about and getting little items to print. My mother was poor. She took in washing. Her dream was to make me a Presbyterian minister and I was studying with that end in view. «Una vez fui periodista, como tú aquí—empezó en una ocasión el doctor Parcival—. En un pueblo de Iowa..., ¿o fue en Illinois? No lo recuerdo, aunque carece de importancia. Puede que esté tratando de ocultar mi identidad a propósito y no quiera ser muy claro. ¿No te extraña que tenga dinero para pagar mis gastos a pesar de no hacer nada? Antes de venir a parar aquí podría haber cometido un desfalco o haber estado implicado en un asesinato. Eso te da que pensar, ¿eh? Si fueses un verdadero periodista, me investigarías. En Chicago asesinaron a un tal doctor Cronin. ¿No lo has oído contar? Lo asesinaron unos desconocidos y lo metieron en un baúl. De madrugada, transportaron el baúl por toda la ciudad. Estaba en el portaequipajes de una diligencia mientras ellos iban en sus asientos como si tal cosa. Fueron por calles tranquilas en las que todo el mundo estaba durmiendo. El sol empezaba a asomar por el lago. Divertido, ¿eh?, imaginarlos fumando sus pipas y charlando tan despreocupadamente como yo ahora. Tal vez yo fuese uno de ellos. Eso sí que daría un giro imprevisto a las cosas, ¿eh?—El doctor Parcival reinició su relato—: En fin, en todo caso, ahí estaba yo, trabajando de periodista como tú ahora, yendo de aquí para allá y buscando minucias que publicar. Mi madre era pobre. Era lavandera. Su sueño era que yo llegase a ser pastor presbiteriano y yo estudiaba con ese propósito.
  “My father had been insane for a number of years. He was in an asylum over at Dayton, Ohio. There you see I have let it slip out! All of this took place in Ohio, right here in Ohio. There is a clew if you ever get the notion of looking me up. »Mi padre se había vuelto loco hacía varios años. Estaba recluido en un manicomio de Dayton, Ohio. ¡Vaya, ya me he delatado! Todo sucedió en Ohio, justo aquí, en Ohio. Ahí tienes una pista, por si alguna vez se te ocurre investigarme.
  “I was going to tell you of my brother. That’s the object of all this. That’s what I’m getting at. My brother was a railroad painter and had a job on the Big Four. You know that road runs through Ohio here. With other men he lived in a box car and away they went from town to town painting the railroad property—switches, crossing gates, bridges, and stations. »Iba a hablarte de mi hermano. Ahí es donde quería ir a parar. Mi hermano era pintor en el ferrocarril y tenía un empleo en la Big Four.2 Como sabes, tienen una línea que pasa por Ohio. Vivía con otros hombres en un vagón de mercancías e iban de pueblo en pueblo pintando las propiedades de la compañía, las barreras, los puentes y las estaciones.
  “The Big Four paints its stations a nasty orange color. How I hated that color! My brother was always covered with it. On pay days he used to get drunk and come home wearing his paint-covered clothes and bringing his money with him. He did not give it to mother but laid it in a pile on our kitchen table. »La Big Four pinta sus estaciones de un horrendo color naranja. ¡Cómo odiaba yo ese color! Mi hermano iba siempre cubierto de pintura. Los días de paga se emborrachaba y volvía a casa vestido con la ropa manchada y con su dinero. No se lo daba a nuestra madre, sino que lo dejaba en un montón sobre la mesa de la cocina.
  “About the house he went in the clothes covered with the nasty orange colored paint. I can see the picture. My mother, who was small and had red, sad-looking eyes, would come into the house from a little shed at the back. That’s where she spent her time over the washtub scrubbing people’s dirty clothes. In she would come and stand by the table, rubbing her eyes with her apron that was covered with soap-suds. »Iba por la casa con la ropa cubierta de aquella horrible pintura de color naranja. Me parece estar viéndolo. Mi madre, que era una mujer pequeña de ojos tristes y enrojecidos, volvía del cobertizo que había en la parte de atrás. Pasaba allí la mayor parte del tiempo, inclinada sobre la pila de lavar, frotando la ropa sucia de la gente. Entraba y se quedaba de pie junto a la mesa, frotándose los ojos con el delantal, que estaba empapado de agua y jabón.
  “‘Don’t touch it! Don’t you dare touch that money,’ my brother roared, and then he himself took five or ten dollars and went tramping off to the saloons. When he had spent what he had taken he came back for more. He never gave my mother any money at all but stayed about until he had spent it all, a little at a time. Then he went back to his job with the painting crew on the railroad. After he had gone things began to arrive at our house, groceries and such things. Sometimes there would be a dress for mother or a pair of shoes for me. »“ ¡No lo toques!—rugía mi hermano—. ¡Ni se te ocurra tocar ese dinero! ”, y luego cogía él mismo cinco o diez dólares y se iba a recorrer los bares. Cuando gastaba lo que se había llevado, volvía a por más. Nunca le dio a mi madre ni un centavo, aunque se quedaba en casa con nosotros hasta haberlo gastado todo poco a poco. Luego volvía a su trabajo con la cuadrilla de pintores del ferrocarril. Después de irse, empezaban a llegarnos alimentos, verduras y cosas así. A veces era un vestido para mi madre o un par de zapatos para mí.
  “Strange, eh? My mother loved my brother much more than she did me, although he never said a kind word to either of us and always raved up and down threatening us if we dared so much as touch the money that sometimes lay on the table three days. »Raro, ¿verdad? Mi madre quería a mi hermano mucho más que a mí, aunque él nunca nos dijo una palabra amable y siempre se enfadaba y nos amenazaba si se nos ocurría tocar el dinero que a veces pasaba tres días sobre la mesa.
  “We got along pretty well. I studied to be a minister and prayed. I was a regular ass about saying prayers. You should have heard me. When my father died I prayed all night, just as I did sometimes when my brother was in town drinking and going about buying the things for us. In the evening after supper I knelt by the table where the money lay and prayed for hours. When no one was looking I stole a dollar or two and put it in my pocket. That makes me laugh now but then it was terrible. It was on my mind all the time. I got six dollars a week from my job on the paper and always took it straight home to mother. The few dollars I stole from my brother’s pile I spent on myself, you know, for trifles, candy and cigarettes and such things. »Nos iba bastante bien. Yo estudiaba para cura y rezaba. Estaba obsesionado con los rezos. Cuando murió mi padre me pasé toda la noche rezando, igual que hacía a veces cuando mi hermano estaba emborrachándose en el pueblo o iba por ahí a comprarnos cosas. Por la noche, después de cenar, me arrodillaba junto a la mesa donde estaba el dinero y rezaba horas y horas. Cuando nadie me veía, robaba un dólar o dos y me los guardaba en el bolsillo. Ahora me río, pero entonces me parecía horrible. Me obsesionaba. Ganaba seis dólares a la semana con mi trabajo en el periódico y siempre se los daba a mi madre. Los pocos dólares que robaba del montón de mi hermano los gastaba en cosas mías, en chucherías, ya sabes, cigarrillos, caramelos y otras cosas por el estilo.
  “When my father died at the asylum over at Dayton, I went over there. I borrowed some money from the man for whom I worked and went on the train at night. It was raining. In the asylum they treated me as though I were a king. »Cuando mi padre murió en el manicomio de Dayton, fui para allá. Pedí dinero prestado a mi jefe y tomé el tren nocturno. Estaba lloviendo. En el manicomio me trataron a cuerpo de rey.
  “The men who had jobs in the asylum had found out I was a newspaper reporter. That made them afraid. There had been some negligence, some carelessness, you see, when father was ill. They thought perhaps I would write it up in the paper and make a fuss. I never intended to do anything of the kind. »Los empleados del manicomio se habían enterado de que yo era periodista. Eso les asustó. Habían cometido ciertas negligencias, algún que otro descuido, ya sabes, cuando mi padre enfermó. Tal vez pensaron que lo publicaría en el periódico y organizaría un escándalo. Aunque nunca tuve intención de hacer nada parecido.
  “Anyway, in I went to the room where my father lay dead and blessed the dead body. I wonder what put that notion into my head. Wouldn’t my brother, the painter, have laughed, though. There I stood over the dead body and spread out my hands. The superintendent of the asylum and some of his helpers came in and stood about looking sheepish. It was very amusing. I spread out my hands and said, ‘Let peace brood over this carcass.’ That’s what I said.” »El caso es que entré en la habitación donde yacía muerto mi padre y bendije el cadáver. Quién sabe qué me empujó a hacerlo. Y cómo se habría reído mi hermano el pintor si me hubiese visto. Ahí estaba yo junto al cadáver y con las manos extendidas. El director del manicomio y algunos de sus ayudantes entraron y me miraron como corderos degollados. Fue muy divertido. Extendí las manos y dije: “Que su cadáver descanse en paz”. Eso dije».
  Jumping to his feet and breaking off the tale, Doctor Parcival began to walk up and down in the office of the Winesburg Eagle where George Willard sat listening. He was awkward and, as the office was small, continually knocked against things. “What a fool I am to be talking,” he said. “That is not my object in coming here and forcing my acquaintanceship upon you. I have something else in mind. You are a reporter just as I was once and you have attracted my attention. You may end by becoming just such another fool. I want to warn you and keep on warning you. That’s why I seek you out.” El doctor Parcival se puso en pie e, interrumpiendo su relato, empezó a andar de aquí para allá por la oficina del Winesburg Eagle donde George Willard estaba escuchándole. Era un poco torpe y, como la oficina era pequeña, tropezaba constantemente con los muebles. «Qué idiota soy al contarte todo esto—dijo—. No es lo que había pensado al venir aquí e imponerte mi presencia. Mi intención era otra. Eres periodista, igual que lo fui yo, y eso me llamó la atención. Si te descuidas, puedes acabar convertido en un imbécil como yo. Quería prevenirte y pienso seguir haciéndolo. Por eso he venido a verte».
  Doctor Parcival began talking of George Willard’s attitude toward men. It seemed to the boy that the man had but one object in view, to make everyone seem despicable. “I want to fill you with hatred and contempt so that you will be a superior being,” he declared. “Look at my brother. There was a fellow, eh? He despised everyone, you see. You have no idea with what contempt he looked upon mother and me. And was he not our superior? You know he was. You have not seen him and yet I have made you feel that. I have given you a sense of it. He is dead. Once when he was drunk he lay down on the tracks and the car in which he lived with the other painters ran over him.” El doctor Parcival empezó a hablar de la actitud de George Willard con los demás. Al muchacho le dio la impresión de que el hombre trataba de conseguir que todos pareciesen despreciables. «Quiero llenarte de odio y de desprecio para que seas un ser superior—afirmó—. Mira a mi hermano. Menudo tipo, ¿eh? Y él también despreciaba a todo el mundo. No imaginas con qué desprecio nos miraba a mi madre y a mí. Y ¿acaso no era superior a nosotros? Tú sabes que sí. Ni siquiera lo conoces, pero ya lo presientes. He logrado transmitirte esa impresión. Hace tiempo que murió. Un día se emborrachó y se quedó dormido en la vía del tren, y el vagón donde vivía con los otros pintores lo atropelló».
  One day in August Doctor Parcival had an adventure in Winesburg. For a month George Willard had been going each morning to spend an hour in the doctor’s office. The visits came about through a desire on the part of the doctor to read to the boy from the pages of a book he was in the process of writing. To write the book Doctor Parcival declared was the object of his coming to Winesburg to live. Cierto día de agosto, el doctor Parcival vivió una aventura en Winesburg. Hacía un mes que George Willard iba cada mañana a pasar una hora en la consulta del médico. Las visitas se debían al deseo de éste de leerle al chico las páginas de un libro que estaba escribiendo. El doctor Parcival aseguraba que el verdadero motivo de que hubiera ido a vivir a Winesburg era poder escribir aquel libro.
  On the morning in August before the coming of the boy, an incident had happened in the doctor’s office. There had been an accident on Main Street. A team of horses had been frightened by a train and had run away. A little girl, the daughter of a farmer, had been thrown from a buggy and killed. Esa mañana de agosto, antes de que llegara el muchacho, se produjo un suceso a la puerta de la consulta del médico. Ocurrió un accidente en la calle Mayor. Un tronco de caballos se espantó al paso del tren y huyó desbocado. Una niña, la hija de un granjero, salió despedida del calesín y murió.
  On Main Street everyone had become excited and a cry for doctors had gone up. All three of the active practitioners of the town had come quickly but had found the child dead. From the crowd someone had run to the office of Doctor Parcival who had bluntly refused to go down out of his office to the dead child. The useless cruelty of his refusal had passed unnoticed. Indeed, the man who had come up the stairway to summon him had hurried away without hearing the refusal. Todo el mundo se puso muy nervioso y la gente empezó a llamar a gritos a un médico. Los tres galenos en activo del pueblo acudieron a toda prisa, y constataron la muerte de la niña. Alguien corrió a la consulta del doctor Parcival, que se negó a salir para atender a la niña muerta. La inútil crueldad de su rechazo pasó desapercibida. De hecho, el hombre que subió las escaleras para llamarlo se marchó sin oír su negativa.
  All of this, Doctor Parcival did not know and when George Willard came to his office he found the man shaking with terror. “What I have done will arouse the people of this town,” he declared excitedly. “Do I not know human nature? Do I not know what will happen? Word of my refusal will be whispered about. Presently men will get together in groups and talk of it. They will come here. We will quarrel and there will be talk of hanging. Then they will come again bearing a rope in their hands.” Todo eso lo ignoraba el doctor Parcival y, cuando George Willard entró en su consulta, lo encontró temblando de terror. «La gente del pueblo se enfurecerá por lo que he hecho—afirmó muy nervioso—. ¡Como si no conociera la naturaleza humana! Sé muy bien lo que pasará ahora: se correrá la voz de mi negativa. Luego los hombres se reunirán en corrillos. Vendrán a buscarme. Discutiremos y alguien propondrá ahorcarme. Luego volverán con una soga en las manos».
  Doctor Parcival shook with fright. “I have a presentiment,” he declared emphatically. “It may be that what I am talking about will not occur this morning. It may be put off until tonight but I will be hanged. Everyone will get excited. I will be hanged to a lamp-post on Main Street.” El doctor Parcival se estremeció aterrorizado. «Tengo un presentimiento—afirmó en tono enfático—. Tal vez no ocurra esta mañana. Puede que lo dejen para esta noche, pero me ahorcarán. Todo el mundo estará furioso. Me ahorcarán de una farola de la calle Mayor».
  Going to the door of his dirty office, Doctor Parcival looked timidly down the stairway leading to the street. When he returned the fright that had been in his eyes was beginning to be replaced by doubt. Coming on tiptoe across the room he tapped George Willard on the shoulder. “If not now, sometime,” he whispered, shaking his head. “In the end I will be crucified, uselessly crucified.” Asomándose a la puerta de su sucia consulta, el doctor Parcival observó asustado las escaleras que conducían a la calle. Cuando volvió, el miedo que había en su mirada se había trocado en duda. Cruzó de puntillas la habitación y le dio a George Willard una palmadita en el hombro. «Si no es hoy, será otro día—susurró moviendo la cabeza—. Pero al final acabarán crucificándome, crucificándome inútilmente».
  Doctor Parcival began to plead with George Willard. “You must pay attention to me,” he urged. “If something happens perhaps you will be able to write the book that I may never get written. The idea is very simple, so simple that if you are not careful you will forget it. It is this—that everyone in the world is Christ and they are all crucified. That’s what I want to say. Don’t you forget that. Whatever happens, don’t you dare let yourself forget.” El doctor Parcival empezó a suplicar a George Willard. «Debes escucharme—insistió—. Si algo me ocurriera, tal vez tú puedas escribir el libro que, de lo contrario, nadie escribiría. La idea es muy sencilla, tan sencilla que, si no tienes cuidado, podrías olvidarla. Consiste en esto: todo el mundo es Jesucristo y todos acaban siendo crucificados. Eso es lo que quería decirte. No lo olvides. Pase lo que pase, no dejes que se te olvide».