Ojos de perro azul 1950
[Eyes of a Blue Dog] Edición bilingüe, español- inglés, de Miguel Garci-Gomez. Dept. Romance Stydies. Duke. U. --
ENTONCES ME MIRÓ. Yo creía que me miraba por primera vez. Pero luego, cuando dio la vuelta por detrás del velador y yo seguía sintiendo sobre el hombro, a mis espaldas, su resbaladiza y oleosa mirada, comprendí que era yo quien la miraba por primera vez. Encendí un cigarrillo. Tragué el humo áspero y fuerte, antes de hacer girar el asiento, equilibrándolo sobre una de las patas posteriores. Después de eso la vi ahí, como había estado todas las noches, parada junto al velador, mirándome. Durante breves minutos estuvimos haciendo nada más que eso: mirarnos. Yo mirándola desde el asiento, haciendo equilibrio en una de sus patas posteriores. Ella de pie, con una mano larga y quieta sobre el velador, mirándome. Le veía los párpados iluminados como todas las noches. Fue entonces cuando recordé lo de siempre, cuando le dije: «Ojos de perro azul». Ella me dijo, sin retirar la mano del velador: «Eso. Ya no lo olvidaremos nunca». Salió de la órbita suspirando: «Ojos de perro azul. He escrito eso por todas partes».
Then she looked at me. I thought that she was looking at me for the first time. But then, when she turned around behind the lamp and I kept feeling her slippery and oily look in back of me, over my shoulder, I understood that it was I who was looking at her for the first time. I lit a cigarette. I took a drag on the harsh, strong smoke, before spinning in the chair, balancing on one of the rear legs. After that I saw her there, as if she′d been standing beside the lamp looking at me every night. For a few brief minutes that′s all we did: look at each other. I looked from the chair, balancing on one of the rear legs. She stood, with a long and quiet hand on the lamp, looking at me. I saw her eyelids lighted up as on every night. It was then that I remembered the usual thing, when I said to her: "Eyes of a blue dog." Without taking her hand off the lamp she said to me: "That. We′ll never forget that." She left the orbit, sighing: "Eyes of a blue dog. I′ve written it everywhere."
La vi caminar hacia el tocador. La vi aparecer en la luna circular del espejo mirándome ahora al final de una ida y vuelta de luz matemática. La vi seguir mirándome con sus grandes ojos de ceniza encendida: mirándome mientras abría la cajita enchapada de nácar rosado. La vi empolvarse la nariz. Cuando acabó de hacerlo, cerró la cajita y volvió a ponerse en pie y caminó de nuevo hacia el velador, diciendo: «Temo que alguien sueñe con esta habitación y me revuelva mis cosas»; y tendió sobre la llama la misma mano larga y trémula que había estado calentado antes de sentarse al espejo. Y dijo: «No sientes el frío». Y yo le dije: «A veces». Y ella me dijo: «Debes sentirlo ahora». Y entonces comprendí por qué no había podido estar solo en el asiento. Era el frío lo que me daba la certeza de mi soledad. «Ahora lo siento ?dije?. Y es raro, porque la noche está quieta. Tal vez se me ha rodado la sábana». Ella no respondió. Empezó otra vez a moverse hacia el espejo y volví a girar sobre el asiento para quedar de espaldas a ella. Sin verla sabía lo que estaba haciendo. Sabía que estaba otra vez sentada frente al espejo, viendo mis espaldas, que habían tenido tiempo para llegar hasta el fondo del espejo, viendo mis espaldas, que habían tenido tiempo para llegar hasta el fondo del espejo y ser encontradas por la mirada de ella, que también había tenido el tiempo justo para llegar hasta el fondo y regresar ?antes que la mano tuviera tiempo de iniciar la segunda vuelta? hasta los labios que estaban ahora untados de carmín, desde la primera vuelta de la mano frente al espejo. Yo veía, frente a mí, la pared lisa, que era como otro espejo ciego, donde yo no la veía a ella ?sentada a mis espaldas?, pero imaginándola dónde estaría si en lugar de la pared hubiera sido puesto un espejo. «Te veo», le dije. Y vi en la pared como si ella hubiera levantado los ojos y me hubiera visto de espaldas en el asiento, al fondo del espejo, con la cara vuelta hacia la pared. Después la vi bajar los párpados, otra vez, y quedarse con los ojos quietos en su corpiño, sin hablar. Y yo volví a decirle: «Te veo». Y ella volvió a levantar los ojos desde su corpiño. «Es imposible», dijo. Yo pregunté por qué. Y ella, con los ojos otra vez quietos en el corpiño: «Porque tienes la cara vuelta hacia la pared». Entonces yo hice girar el asiento. Tenía el cigarrillo apretado en la boca. Cuando quedé frente al espejo ella estaba otra vez junto al velador. Ahora tenía las manos abiertas sobre la llama, como dos abiertas alas de gallina, asándose, y con el rostro sombreado por sus propios dedos. «Creo que me voy a enfriar ?dijo?. Esta debe ser una ciudad helada». Volvió el rostro de perfil y su piel de cobre al rojo se volvió repentinamente triste. «Haz algo contra eso», dije. Y ella empezó a desvestirse, pieza por pieza, empezando por arriba; por el corpiño. Le dije: «Voy a voltearme contra la pared». Ella dijo: «No. De todos modos me verás, como me viste cuando estabas de espaldas». Y no había acabado de decirlo cuando ya estaba desvestida casi por completo, con la llama lamiéndole la larga piel de cobre. «Siempre había querido verte así, con el cuero de la barriga lleno de hondos agujeros, como si te hubieran hecho a palos». Y antes que yo cayera en la cuenta de que mis palabras se habían vuelto torpes frente a su desnudez, ella se quedó inmóvil, calentándose en la órbita del velador, y dijo: «A veces creo que soy metálica». Guardó silencio un instante. La posición de las manos sobre la llama varió levemente. Yo dije: «A veces, en otros sueños, he creído que no eres sino una estatuilla de bronce en el rincón de algún museo. Tal vez por eso sientes frío». Y ella dijo: «A veces, cuando me duermo sobre el corazón, siento que el cuerpo se me vuelve huevo y la piel como una lámina. Entonces, cuando la sangre me golpea por dentro, es como si alguien me estuviera llamando con los nudillos en el vientre y siento mi propio sonido de cobre en la cama. Es como si fuera así como tú dices: de metal laminado». Se acercó más al velador. «Me habría gustado oírte», dije. Y ella dijo: «Si alguna vez nos encontramos pon el oído en mis costillas, cuando me duerma sobre el lado izquierdo, y me oirás resonar. Siempre he deseado que lo hagas alguna vez». La oí respirar hondo mientras hablaba. Y dijo que durante años no había hecho nada distinto de eso. Su vida estaba dedicada a encontrarme en la realidad, al través de esa frase identificadora. «Ojos de perro azul». Y en la calle iba diciendo en voz alta, que era una manera de decirle a la única persona que habría podido entenderla:
I saw her walk over to the dressing table. I watched her appear in the circular glass of the mirror looking at me now at the end of a back and forth of mathematical light. I watched her keep on looking at me with her great hot-coal eyes: looking at me while she opened the little box covered with pink mother of pearl. I saw her powder her nose. When she finished, she closed the box, stood up again, and walked over to the lamp once more, saying: "I′m afraid that someone is dreaming about this room and revealing my secrets." And over the flame she held the same long and tremulous hand that she had been warming before sitting down at the mirror. And she said: "You don′t feel the cold." And I said to her: "Sometimes." And she said to me: "You must feel it now." And then I understood why I couldn′t have been alone in the seat. It was the cold that had been giving me the certainty of my solitude. "Now I feel it," I said. "And it′s strange because the night is quiet. Maybe the sheet fell off." She didn′t answer. Again she began to move toward the mirror and I turned again in the chair, keeping my back to her. Without seeing her, I knew what she was doing. I knew that she was sitting in front of the mirror again, seeing my back, which had had time to reach the depths of the mirror and be caught by her look, which had also had just enough time to reach the depths and return--before the hand had time to start the second turn--until her lips were anointed now with crimson, from the first turn of her hand in front of the mirror. I saw, opposite me, the smooth wall, which was like another blind mirror in which I couldn′t see her--sitting behind me--but could imagine her where she probably was as if a mirror had been hung in place of the wall. "I see you," I told her. And on the wall I saw what was as if she had raised her eyes and had seen me with my back turned toward her from the chair, in the depths of the mirror, my face turned toward the wall. Then I saw her lower her eyes again and remain with her eyes always on her brassiere, not talking. And I said to her again: "I see you." And she raised her eyes from her brassiere again. "That′s impossible," she said. I asked her why. And she, with her eyes quiet and on her brassiere again: "Because your face is turned toward the wall." Then I spun the chair around. I had the cigarette clenched in my mouth. When I stayed facing the mirror she was back by the lamp. Now she had her hands open over the flame, like the two wings of a hen, toasting herself, and with her face shaded by her own fingers. "I think I′m going to catch cold," she said. "This must be a city of ice." She turned her face to profile and her skin, from copper to red, suddenly became sad. "Do something about it," she said. And she began to get undressed, item by item, starting at the top with the brassiere. I told her: "I′m going to turn back to the wall." She said: "No. In any case, you′ll see me the way you did when your back was turned." And no sooner had she said it than she was almost completely undressed, with the flame licking her long copper skin. "I′ve always wanted to see you like that, with the skin of your belly full of deep pits, as if you′d been beaten." And before I realized that my words had become clumsy at the sight of her nakedness she became motionless, warming herself on the globe of the lamp, and she said: "Sometimes I think I′m made of metal." She was silent for an instant. The position of her hands over the flame varied slightly. I said: "Sometimes in other dreams, I′ve thought you were only a little bronze statue in the corner of some museum. Maybe that′s why you′re cold." And she said: "Sometimes, when I sleep on my heart, I can feel my body growing hollow and my skin is like plate. Then, when the blood beats inside me, it′s as if someone were calling by knocking on my stomach and I can feel my own copper sound in the bed. It′s like--what do you call it--laminated metal." She drew closer to the lamp. "I would have liked to hear you," I said. And she said: "If we find each other sometime, put your ear to my ribs when I sleep on the left side and you′ll hear me echoing. I′ve always wanted you to do it sometime." I heard her breathe heavily as she talked. And she said that for years she′d done nothing different. Her life had been dedicated to finding me in reality, through that identifying phrase: "Eyes of a blue dog." And she went along the street saying it aloud, as a way of telling the only person who could have understood her:
«Yo soy la que llega a tus sueños todas las noches y te dice esto: ojos de perro azul». Y dijo que iba a los restaurantes y les decía a los mozos, antes de ordenar el pedido: «Ojos de perro azul». Pero los mozos le hacían una respetuosa reverencia, sin que hubieran recordado nunca haber dicho eso en sus sueños. Después escribía en las servilletas y rayaba con el cuchillo el barniz de las mesas: «Ojos de perro azul». Y en los cristales empañados de los hoteles, de las estaciones, de todos los edificios públicos, escribía con el índice: «Ojos de perro azul». Dijo que una vez llegó a una droguería y advirtió el mismo olor que había sentido en su habitación una noche, después de haber soñado conmigo. «Debe estar cerca», pensó, viendo el embaldosado limpio y nuevo de la droguería. Entonces se acercó al dependiente y le dijo «Siempre sueño con un hombre que me dice: “Ojos de perro azul”». Y dijo que el vendedor la había mirado a los ojos y le dijo: «En realidad, señorita, usted tiene los ojos así». Y ella le dijo: «Necesito encontrar al hombre que me dijo en sueños eso mismo». Y el vendedor se echó a reír y se movió hacia el otro lado del mostrador. Ella siguió viendo el embaldosado limpio y sintiendo el olor. Y abrió la cartera y se arrodilló y escribió sobre el embaldosado, a grandes letras rojas, con la barrita de carmín para labios: «Ojos de perro azul». El vendedor regresó de donde estaba. Le dijo: «Señorita, usted ha manchado el embaldosado». Le entregó un trapo húmedo, diciendo: «Límpielo». Y ella dijo, todavía junto al velador, que pasó toda la tarde a gatas, lavando el embaldosado y diciendo: «Ojos de perro azul», hasta cuando la gentes se congregó en la puerta y dijo que estaba loca.
"I′m the one who comes into your dreams every night and tells you: ′Eyes of a blue dog.′" And she said that she went into restaurants and before ordering said to the waiters: "Eyes of a blue dog." But the waiters bowed reverently, without remembering ever having said that in their dreams. Then she would write on the napkins and scratch on the varnish of the tables with a knife: "Eyes of a blue dog." And on the steamed-up windows of hotels, stations, all public buildings, she would write with her forefinger: "Eyes of a blue dog." She said that once she went into a drugstore and noticed the same smell that she had smelled in her room one night after having dreamed about me. "He must be near," she thought, seeing the clean, new tiles of the drugstore. Then she went over to the clerk and said to him: "I always dream about a man who says to me: ′Eyes of a blue dog.′" And she said the clerk had looked at her eyes and told her: "As a matter of fact, miss, you do have eyes like that." And she said to him: "I have to find the man who told me those very words in my dreams." And the clerk started to laugh and moved to the other end of the counter. She kept on seeing the clean tile and smelling the odor. And she opened her purse and on the tiles with her crimson lipstick, she wrote in red letters: "Eyes of a blue dog." The clerk came back from where he had been. He told her: Madam, you have dirtied the tiles." He gave her a damp cloth, saying: "Clean it up." And she said, still by the lamp, that she had spent the whole afternoon on all fours, washing the tiles and saying: "Eyes of a blue dog," until people gathered at the door and said she was crazy.
Ahora, cuando acabó de hablar, yo seguía en el rincón, sentado, haciendo equilibrio en la silla. «Yo trato de acordarme todos los días la frase con que debo encontrarte ?dije? . Ahora creo que mañana no lo olvidaré. Sin embargo, siempre he olvidado al despertar cuáles son las palabras con que puedo encontrarte». Y ella dijo: «Tú mismo las inventaste desde el primer día». Y yo le dije: «Las inventé porque te vi los ojos de ceniza. Pero nunca las recuerdo a la mañana siguiente . Y ella, con los puños cerrados junto al velador, respiró hondo: «Si por lo menos pudiera recordar ahora en qué ciudad lo he estado escribiendo».
Now, when she finished speaking, I remained in the corner, sitting, rocking in the chair. "Every day I try to remember the phrase with which I am to find you," I said. "Now I don′t think I′ll forget it tomorrow. Still, I′ve always said the same thing and when I wake up I′ve always forgotten what the words I can find you with are." And she said: "You invented them yourself on the first day." And I said to her: "I invented them because I saw your eyes of ash. But I never remember the next morning." And she, with clenched fists, beside the lamp, breathed deeply: "If you could at least remember now what city I′ve been writing it in."
Sus dientes apretados relumbraron sobre la llama. «Me gustaría tocarte ahora», dije. Ella levantó el rostro que había estado mirando la lumbre: levantó la mirada ardiendo, asándose también como ella, como sus manos: y yo sentí que me vio, en el rincón, donde seguía sentado, meciéndome en el asiento. «Nunca me habías dicho eso», dijo. «Ahora lo digo y es verdad», dije. Al otro lado del velador ella pidió un cigarrillo. La colilla había desaparecido de entre mis dedos. Había olvidado que estaba fumando. Dijo: «No sé por qué no puedo recordar dónde lo he escrito». Y yo le dije: «Por lo mismo que yo no podré recordar mañana las palabras». Y ella dijo, triste: «No. Es que a veces creo que eso también lo he soñado». Me puse en pie y caminé hacia el velador. Ella estaba un poco más allá, y yo seguía caminando, con los cigarrillos y los fósforos en la mano, que no pasaría el velador. Le tendí el cigarrillo. Ella lo apretó entre los labios y se inclinó para alcanzar la llama, antes que yo tuviera tiempo de encender el fósforo. «En alguna ciudad del mundo, en todas las paredes, tienen que estar escritas esas palabras: “Ojos de perro azul” dije?. Si mañana las recordara iría a buscarte». Ella levantó otra vez la cabeza y tenía ya la brasa encendida en los labios. «Ojos de perro azul», suspiró, recordando, con el cigarrillo caído sobre la barba y un ojo a medio cerrar. Aspiró después el humo, con el cigarrillo entre los dedos, y exclamó: «Ya esto es otra cosa. Estoy entrando en calor». Y lo dijo con la voz un poco tibia y huidiza, como si no lo hubiera dicho realmente sino como si lo hubiera acercado el papel a la llama mientras yo leía: «Estoy entrando ?y ella hubiera seguido con el papelito entre el pulgar y el índice, dándole vueltas, mientras se iba consumiendo y yo acababa de leer ? ...en calor», antes que el papelito se consumiera por completo y cayera al suelo arrugado, disminuido, convertido en un liviano polvo de ceniza. «Así es mejor ?dije?. A veces me da miedo verte así. Temblando junto al velador».
Her tightened teeth gleamed over the flame. "I′d like to touch you now," I said. She raised the face that had been looking at the light; she raised her look, burning, roasting, too, just like her, like her hands, and I felt that she saw me, in the corner where I was sitting, rocking in the chair. "You′d never told me that," she said. "I tell you now and it′s the truth," I said. From the other side of the lamp she asked for a cigarette. The butt had disappeared between my fingers. I′d forgotten I was smoking. She said: "I don′t know why I can′t remember where I wrote it." And I said to her: "For the same reason that tomorrow I won′t be able to remember the words." And she said sadly: "No. It′s just that sometimes I think that I′ve dreamed that too." I stood up and walked toward the lamp. She was a little beyond, and I kept on walking with the cigarettes and matches in my hand, which would not go beyond the lamp. I held the cigarette out to her. She squeezed it between her lips and leaned over to reach the flame before I had time to light the match. "In some city in the world, on all the walls, those words have to appear in writing: ′Eyes of a blue dog," I said. "If I remembered them tomorrow I could find you." She raised her head again and now the lighted coal was between her lips. "Eyes of a blue dog," she sighed, remembered, with the cigarette drooping over her chin and one eye half closed. Then she sucked in the smoke with the cigarette between her fingers and exclaimed: "This is something else now. I′m warming up." And she said it with her voice a little lukewarm and fleeting, as if she hadn′t really said it, but as if she had written it on a piece of paper and had brought the paper close to the flame while I read: "I′m warming," and she had continued with the paper between her thumb and forefinger, turning it around as it was being consumed and I had just read ". . . up," before the paper was completely consumed and dropped all wrinkled to the floor, diminished, converted into light ash dust. "That′s better," I said. "Sometimes it frightens me to see you that way. Trembling beside a lamp."
Nos veíamos desde hacía varios años. A veces, cuando ya estábamos juntos, alguien dejaba caer afuera una cucharita y despertábamos. Poco a poco habíamos ido comprendiendo que nuestra amistad estaba subordinada a las cosas, a los acontecimientos más simples. Nuestros encuentros terminaban siempre así, con el caer de una cucharita en la madrugada.
We had been seeing each other for several years. Sometimes, when we were already together, somebody would drop a spoon outside and we would wake up. Little by little we′d been coming to understand that our friendship was subordinated to things, to the simplest of happenings. Our meetings always ended that way, with the fall of a spoon early in the morning.
Ahora, junto al velador, me estaba mirando. Yo recordaba que antes también me había mirado así, desde aquel remoto sueño en que hice girar el asiento sobre sus patas posteriores y quedé frente a una desconocida de ojos cenicientos. Fue en ese sueño en el que le pregunté por primera vez: «¿Quién es usted?». Y ella me dijo: «No lo recuerdo». Yo le dije: «Pero creo que nos hemos visto antes». Y ella dijo, indiferente: «Creo que alguna vez soñé con usted, con este mismo cuarto». Y yo le dije: «Eso es. Ya empiezo a recordarlo». Y ella dijo: «Qué curioso. Es cierto que nos hemos encontrado en otros sueños».
Now, next to the lamp, she was looking at me. I remembered that she had also looked at me in that way in the past, from that remote dream where I made the chair spin on its back legs and remained facing a strange woman with ashen eyes. It was in that dream that I asked her for the first time: "Who are you?" And she said to me: "I don′t remember." I said to her: "But I think we′ve seen each other before." And she said, indifferently: "I think I dreamed about you once, about this same room." And I told her: "That′s it. I′m beginning to remember now." And she said: "How strange. It′s certain that we′ve met in other dreams."
Dio dos chupadas al cigarrillo. Yo estaba todavía parado frente al velador cuando me quedé mirándola de pronto. La miré de arriba abajo y todavía era de cobre; pero no ya de metal duro y frío, sino de cobre amarillo, blando, maleable. «Me gustaría tocarte», volvía a decir. Y ella dijo: «Lo echarías todo a perder ?volvió a decir, antes que yo pudiera tocarla?. Tal vez, si das la vuelta por detrás del velador, despertaríamos sobresaltados quién sabe en qué parte del mundo». Pero yo insistí: «No importa». Y ella dijo: «Si diéramos vuelta a la almohada, volveríamos a encontrarnos. Pero tú, cuando despiertes, lo habrás olvidado». Empecé a moverme hacia el rincón. Ella quedó atrás, calentándose las manos sobre la llama. Y todavía no estaba yo junto al asiento cuando le oí decir a mis espaldas: «Cuando despierto a medianoche, me quedo dando vueltas en la cama, con los hilos de la almohada ardiéndome en la rodilla y repitiendo hasta el amanecer: “Ojos de perro azul”».
She took two drags on the cigarette. I was still standing, facing the lamp, when suddenly I kept looking at her. I looked her up and down and she was still copper; no longer hard and cold metal, but yellow, soft, malleable copper. "I′d like to touch you," I said again. And she said: "You′ll ruin everything." I said: "It doesn′t matter now. All we have to do is turn the pillow in order to meet again." And I held my hand out over the lamp. She didn′t move. "You′ll ruin everything," she said again before I could touch her. "Maybe, if you come around behind the lamp, we′d wake up frightened in who knows what part of the world." But I insisted: "It doesn′t matter." And she said: "If we turned over the pillow, we′d meet again. But when you wake up you′ll have forgotten." I began to move toward the corner. She stayed behind, warming her hands over the flame. And I still wasn′t beside the chair when I heard her say behind me: "When I wake up at midnight, I keep turning in bed, with the fringe of the pillow burning my knee, and repeating until dawn: ′Eyes of a blue dog.′"
Entonces yo me quedé con la cara contra la pared. «Ya está amaneciendo ?dije sin mirarla?. Cuando dieron las dos estaba despierto y de eso hace mucho rato». Yo me dirigí hacia la puerta. Cuando tenía agarrada la manivela, oí otra vez su voz igual, invariable: «No abras esa puerta ?dijo?. El corredor está lleno de sueños difíciles». Y yo le dije: «Cómo lo sabes?». Y ella me dijo: «Porque hace un momento estuve allí y tuve que regresar cuando descubrí que estaba dormida sobre el corazón». Yo tenía la puerta entreabierta. Moví un poco la hoja y un airecillo frío y tenue me trajo un fresco olor a tierra vegetal, a campo húmedo. Ella habló otra vez. Yo di la vuelta, moviendo todavía la hoja montada en goznes silenciosos, y le dije: «Creo que no hay ningún corredor aquí afuera. Siento el olor del campo». Y ella, un poco lejana ya, me dijo: «Conozco esto más que tú. Lo que pasa es que allá afuera está una mujer soñando con el campo». Se cruzó de brazos sobre la llama. Siguió hablando: «Es esa mujer que siempre ha deseado tener una casa en el campo y nunca ha podido salir de la ciudad». Yo recordaba haber visto la mujer en algún sueño anterior, pero sabía, ya con la puerta entreabierta, que dentro de media hora debía bajar al desayuno. Y dije: «De todos modos, tengo que salir de aquí para despertar».
Then I remained with my face toward the wall. "It′s already dawning," I said without looking at her. "When it struck two I was awake and that was a long time back." I went to the door. When I had the knob in my hand, I heard her voice again, the same, invariable. "Don′t open that door," she said. "The hallway is full of difficult dreams." And I asked her: "How do you know?" And she told me: "Because I was there a moment ago and I had to come back when I discovered I was sleeping on my heart." I had the door half opened. I moved it a little and a cold, thin breeze brought me the fresh smell of vegetable earth, damp fields. She spoke again. I gave the turn, still moving the door, mounted on silent hinges, and I told her: "I don′t think there′s any hallway outside here. I′m getting the smell of country." And she, a little distant, told me: "I know that better than you. What′s happening is that there′s a woman outside dreaming about the country." She crossed her arms over the flame. She continued speaking: "It′s that woman who always wanted to have a house in the country and was never able to leave the city." I remembered having seen the woman in some previous dream, but I knew, with the door ajar now, that within half an hour I would have to go down for breakfast. And I said: "In any case, I have to leave here in order to wake up."
Afuera el viento aleteó un instante, se quedó quieto después y se oyó la respiración de un durmiente que acababa de darse vuelta en la cama. El viento del campo se suspendió. Ya no hubo más olores. «Mañana te reconoceré por eso ?dije?. Te reconoceré cuando vea en la calle una mujer que escriba en las paredes: “Ojos de perro azul”». Y ella, con una sonrisa triste ?que era ya una sonrisa de entrega a lo imposible, a lo inalcanzable?, dijo: «Sin embargo no recordarás nada durante el día». Y volvió a poner las manos sobre el velador, con el semblante oscurecido por una niebla amarga: «Eres el único hombre que, al despertar, no recuerda nada de lo que ha soñado».
Outside the wind fluttered for an instant, then remained quiet, and the breathing of someone sleeping who had just turned over in bed could be heard. The wind from the fields had ceased. There were no more smells. "Tomorrow I′ll recognize you from that," I said. "I′ll recognize you when on the street I see a woman writing ′Eyes of a blue dog′ on the walls." And she, with a sad smile--which was already a smile of surrender to the impossible, the unreachable--said: "Yet you won′t remember anything during the day." And she put her hands back over the lamp, her features darkened by a bitter cloud. "You′re the only man who doesn′t remember anything of what he′s dreamed after he wakes up."