Gabriel García Márquez

Eva está dentro de su gato (1948)
[Eva Is Inside Her Cat]

Edición bilingüe, español- inglés, de Miguel Garci-Gomez. Dept. Romance Stydies. Duke. U.
--

De pronto notó que se le había derrumbado su belleza que llegó a dolerle físicamente como un tumor o como un cáncer. Todavía recordaba el peso de ese privilegio que llevó sobre su cuerpo durante la adolescencia y que ahora había dejado caer ¡quién sabe dónde! con un cansancio resignado, con un último gesto de animal decadente. Era imposible seguir soportando esa carga por más tiempo. Había que dejar en cualquier parte ese inútil adjetivo de su personalidad; ese pedazo de su propio nombre que a la fuerza de acentuarse había llegado a sobrar. Sí; había que abandonar la belleza en cualquier parte; a la vuelta de una esquina, en un rincón suburbano. O dejarla olvidada en el ropero de un restaurante de segunda clase como un viejo abrigo inservible. Estaba cansada de ser el centro de todas las atenciones, de vivir asediada por los ojos largos de los hombres. En la noche, cuando clavaba en sus párpados los alfileres del insomnio, hubiera deseado ser mujer ordinaria, sin atractivos. Dentro de las cuatro paredes de su habitación todo le era hostil. Desesperada, sentía prolongarse la vigilia por debajo de su piel, por su cabeza, empujando la fiebre hacia arriba, hacia la raíz de su cabello. Era como si sus arterias se hubieran poblado de unos insectos diminutos y calientes que con la cercanía de la madrugada, diariamente, se despertaban y recorrían con sus patas movedizas, en una desgarradora aventura subcutánea, ese pedazo de barro frutecido donde se había localizado su belleza anatómica. En vano luchaba por ahuyentar aquellos animales terribles. No podía. Eran parte de su propio organismo. Habían estado allí, vivos, desde mucho antes de su existencia física. Venían desde el corazón de su padre que los había alimentado dolorosamente en sus noches de soledad desesperada. O tal vez habían desembocado a sus arterias por el cordón que la llevó atada a su madre desde el principio del mundo. Era indudable que esos insectos no habían nacido espontáneamente dentro de su cuerpo. Ella sabía que venían de atrás, que todos los que llevaron su apellido tuvieron que soportarlos, que tuvieron que sufrirlos como ella cuando el insomnio se hacía invencible hasta la madrugada. Eran esos insectos los mismos que pintaban ese gesto amargo, esa tristeza inconsolable en el rostro de sus antepasados. Ella los había visto mirar desde su apagada existencia, desde su retrato, antiguo, víctimas de esa misma angustia. Todavía recordaba el rostro inquietante de la bisabuela que desde su lienzo envejecido pedía un minuto de descanso, un segundo de paz a esos insectos que allá, en los canales de su sangre, seguían martirizándola y embelleciéndola despiadadamente. No; esos insectos no eran suyos. Venían transmitiéndose de generación a generación sosteniendo con su diminuta armadura todo el prestigio de una casta selecta; dolorosamente selecta. Esos in sectos habían nacido en el vientre de la primera madre que tuvo una hija bella. Pero era necesario, urgente, detener esa herencia. Alguien tenía que renunciar a seguir transmitiendo esa belleza artificial. De nada valía a las mujeres de su estirpe admirarse de sí mismas al regresar del espejo, si durante las noches esos animales hacían su labor lenta y eficaz, sin descanso, con una constancia de siglos. Ya no era una belleza, era una enfermedad que había que detener, que había que cortar en forma enérgica y radical. ALL OF A SUDDEN SHE NOTICED that her beauty had fallen all apart on her, that it had begun to pain her physically like a tumor or a cancer . She still remembered the weight of the privilege she had borne over her body during adolescence, which she had dropped now who knows where? with the weariness of resignation, with the final gesture of a declining creature. It was impossible to bear that burden any longer. She had to drop that useless attribute of her personality somewhere; as she turned a corner, somewhere in the outskirts. Or leave it behind on the coatrack of a second rate restaurant like some old useless coat. She was tired of being the center of attention, of being under siege from men′s long looks. At night, when insomnia stuck its pins into her eyes, she would have liked to be an ordinary woman, without any special attraction. Everything was hostile to her within the four walls of her room. Desperate, she could feel her vigil spreading out under her skin, into her head, pushing the fever upward toward the roots of her hair. It was as if her arteries had become peopled with hot, tiny insects who, with the approach of dawn, awoke each day and ran about on their moving feet in a rending subcutaneous adventure in that place of clay made fruit where her anatomical beauty had found its home. In vain she struggled to chase those terrible creatures away. She couldn′t. They were part of her own organism. They′d been there, alive, since much before her physical existence. They came from the heart of her father, who had fed them painfully during his nights of desperate solitude. Or maybe they had poured into her arteries through the cord that linked her to her mother ever since the beginning of the world. There was no doubt that those insects had not been born spontaneously inside her body. She knew that they came from back there, that all who bore her surname had to bear them, had to suffer them as she did when insomnia held unconquerable sway until dawn. It was those very insects who painted that bitter expression, that unconsolable sadness on the faces of her forebears. She had seen them looking out of their extinguished existence, out of their ancient portraits, victims of that same anguish. She still remembered the disquieting face of the great grand mother who, from her aged canvas, begged for a minute of rest, a second of peace from those insects who there, in the channels of her blood, kept on martyrizing her, pitilessly beautifying her. No. Those insects didn′t belong to her. They came, transmitted from generation to generation, sustaining with their tiny armor all the prestige of a select caste, a painfully select group. Those insects had been born in the womb of the first woman who had had a beautiful daughter. But it was necessary, urgent, to put a stop to that heritage. Someone must renounce the eternal transmission of that artificial beauty. It was no good for women of her breed to admire themselves as they came back from their mirrors if during the night those creatures did their slow , effective, ceaseless work with a constancy of centuries. It was no longer beauty, it was a sickness that had to be halted, that had to be cut off in some bold and radical way.
Todavía recordaba las horas interminables en aquel lecho sembrado de agujas calientes. Aquellas noches en que ella trataba de empujar el tiempo para que con la llegada del día esas bestias dejaran de doler. ¿De qué servía una belleza así? Noche a noche, hundida en su desesperación, pensaba que más le hubiera valido ser una mujer vulgar, o ser hombre; pero no tener esa virtud inútil, alimentada por insectos de remotos orígenes que le estaban precipitando la llegada irrevocable de la muerte. Tal vez sería feliz si tuviera el mismo desgarbo, esa misma fealdad desolada de su amiga checoslovaca que tenía nombre de perro. Más le hubiera valido ser fea, para tener un sueño apacible como el de cualquier cristiano. She still remembered the endless hours spent on that bed sown with hot needles. Those nights when she tried to speed time along so that with the arrival of daylight the beasts would stop hurting her. What good was beauty like that? Night after night, sunken in her desperation, she thought it would have been better for her to have been an ordinary woman, or a man. But that useless virtue was denied her, fed by insects of remote origin who were hastening the irrevocable arrival of her death. Maybe she would have been happy if she had had the same lack of grace, that same desolate ugliness, as her Czechoslovakian friend who had a dog′s name. She would have been better off ugly, so that she could sleep peacefully like any other Christian.
Maldijo a sus antepasados. Ellos tenían la culpa de su vigilia. Ellos, que habían transmitido esa belleza invariable, exacta, como si después de muertas las madres sacudieran y renovaran las cabezas para injertarlas en los troncos de las hijas. Era como si la misma cabeza, una cabeza sola, hubiera venido transmitiéndose, con unas mismas orejas, con igual nariz, con idéntica boca, con su pesada inteligencia, en todas las mujeres, quienes tenían que recibirla irremediablemente como un doloroso patrimonio de belleza. Era allí, en la transmisión de la cabeza, donde venía ese microbio eterno que a través de las generaciones se había acentuado, había tomado personalidad, fuerza, hasta convertirse en un ser invencible, en una enfermedad incurable que al llegar a ella, después de haber pasado por un complicado proceso de censuración, ya ni podía soportarse y era amarga y dolorosa... Exactamente como un tumor o como un cáncer. She cursed her ancestors. They were to blame for her insomnia . They had transmitted that exact, invariable beauty, as if after death mothers shook and renewed their heads in order to graft them onto the trunks of their daughters. It was as if the same head, a single head, had been continuously transmitted, with the same ears, the same nose, the identical mouth, with its weighty intelligence, to all the women who were to receive it irremediably like a painful inheritance of beauty. It was there, in the transmission of the head, that the eternal microbe that came through across generations had been accentuated, had taken on personality, strength, until it became an invincible being, an incurable illness, which upon reaching her, after having passed through a complicated process of judgment, could no longer be borne and was bitter and painful . . . just like a tumor or a cancer .
En esas horas de desvelo era cuando se acordaba de las cosas desagradables a su fina sensibilidad. Recordaba esos objetos que constituían el universo sentimental donde se habían cultivado, como en un caldo químico, aquellos microbios desesperantes. En esas noches, con los redondos ojos abiertos y asombrados, soportaba el peso de la oscuridad que caía sobre sus sienes como un plomo derretido. En derredor suyo dormían todas las cosas. Y desde su rincón, ella trataba de repasar, para distraer su sueño, sus recuerdos infantiles. It was during those hours of wakefulness that she remembered the things disagreeable to her fine sensibility. She remembered the objects that made up the sentimental universe where, as in a chemical stew, those microbes of despair had been cultivated. During those nights, with her big round eyes open and frightened, she bore the weight of the darkness that fell upon her temples like molten lead. Everything was asleep around her. And from her corner, in order to bring on sleep, she tried to go back over her childhood memories.
Pero siempre esa recordación terminaba con un terror por lo desconocido. Siempre su pensamiento, después de vagar por los oscuros rincones de la casa, se encontraba frente a frente con el miedo. Entonces empezaba la lucha. La verdadera lucha contra tres enemigos inconmovibles. No podría no, no podría jamás sacudir el miedo de su cabeza. Tenía que soportarlo apretado a su garganta. Y todo por vivir en ese caserón antiguo, por dormir sola en aquel rincón, apartada del resto del mundo. But that remembering always ended with a terror of the unknown. Always, after wandering through the dark corners of the house, her thoughts would find themselves face to face with fear. Then the struggle would begin. The real struggle against three unmovable enemies. She would never no, she would never be able to shake the fear from her head. She would have to bear it as it clutched at her throat. And all just to live in that ancient mansion, to sleep alone in that corner, away from the rest of the world.
Siempre su pensamiento se iba por los húmedos pasadizos oscuros sacudiendo de los retratos el polvo seco cubierto de telarañas. Ese polvo inquietante y tremendo que caía de arriba, desde ese sitio en que se estaban deshaciendo los huesos de sus antepasados. Invariablemente se acordaba de “el niño”. Allá lo imaginaba, sonámbulo, debajo de la hierba, en el patio, junto al naranjo con un puñado de tierra mojada dentro de la boca. Le parecía verlo en su fondo arcilloso, cavando hacia arriba con las uñas, con los dientes, huyéndole al frío que le mordía la espalda; buscando la salida al patio por ese pequeño túnel donde lo habían metido con los caracoles. En el invierno lo oía llorar con su llanto chiquito, sucio de barro, traspasado por la lluvia. Lo imaginaba completo. Tal como lo habían dejado cinco años atrás, en aquel hueco lleno de agua. No podía pensar que se hubiera descompuesto. Al contrario, debía de ser bellísimo navegando en esa agua espesa como en un viaje sin salida. O lo veía vivo pero asustado, miedoso de sentirse solo, enterrado en un patio tan sombrío. Ella misma se había opuesto a que lo dejaran allí, debajo del naranjo, tan cercano a la casa. Le tenía miedo. Sabía que en las noches en que la persiguiera la vigilia él lo adivinaría. Regresaría por los anchos corredores a pedirle que lo acompañara, a pedirle que lo defendiera de esos otros insectos que se estaban comiendo la raíz de sus violetas. Volvería a que lo dejara dormir a su lado como cuando era vivo. Ella tenía miedo de sentirlo de nuevo a su lado después de haber saltado el muro de la muerte. Tenía miedo de robar esas manos que “el niño” traería siempre cerradas para calentar su pedacito de hielo. Ella quería, después de que lo vio convertido en cemento como la estatua del miedo tumbada sobre el lino, quería que se lo llevaran lejos para no recordarlo en la noche. Y sin embargo lo habían dejado allí donde ahora estaba imperturbable, astroso, alimentando su sangre con el barro de las lombrices. Y ella tenía que resignarse a verlo regresar desde su fondo de tinieblas. Porque siempre invariablemente, cuando se desvelaba se ponía a pensar en “el niño” que debía estar llamándola desde su pedazo de tierra para que lo ayudara a fugarse de esa muerte absurda. Her thoughts always went down along the damp, dark passageways, shaking the dry cobweb covered dust off the portraits. That disturbing and fearsome dust that fell from above, from the place where the bones of her ancestors were falling apart. Invariably she remembered the "boy." She imagined him there, sleepwalking under the grass in the courtyard beside the orange tree, a handful of wet earth in his mouth. She seemed to see him in his clay depths, digging upward with his nails, his teeth, fleeing the cold that bit into his back, looking for the exit into the courtyard through that small tunnel where they had placed him along with the snails. In winter she would hear him weeping with his tiny sob, mud covered, drenched with rain. She imagined him intact. Just as they had left him five years before in that water filled hole. She couldn′t think of him as having decomposed. On the contrary, he was probably most handsome sailing along in that thick water as on a voyage with no escape. Or she saw him alive but frightened, afraid of feeling himself alone, buried in such a somber courtyard. She herself had been against their leaving him there, under the orange tree, so close to the house. She was afraid of him. She knew that on nights when insomnia hounded her he would sense it. He would come back along the wide corridors to ask her to stay with him, ask her to defend him against those other insects, who were eating at the roots of his violets. He would come back to have her let him sleep beside her as he did when he was alive. She was afraid of feeling him beside her again after he had leaped over the wall of death. She was afraid of stealing those hands that the "boy" would always keep closed to warm up his little piece of ice. She wished, after she saw him turned into cement, like the statue of fear fallen in the mud, she wished that they would take him far away so that she wouldn′t remember him at night. And yet they had left him there, where he was imperturbable now, wretched, feeding his blood with the mud of earthworms. And she had to resign herself to seeing him return from the depths of his shadows. Because always, invariably, when she lay awake she began to think about the "boy," who must be calling her from his piece of earth to help him flee that absurd death.
Pero ahora, en su nueva vida intemporal, inespacial, estaba más tranquila. Sabía que allá, fuera de su mundo, todo seguía marchando con el mismo ritmo de antes; que su habitación debía de estar aún sumida en la madrugada y que sus cosas, sus muebles, sus trece libros favoritos, permanecían en su puesto. Y que en su lecho, desocupado, apenas empezaba a desvanecerse el aroma corpóreo que ocupaba ahora su vacío de mujer entera. Pero, ¿cómo pudo suceder “eso”? ¿Cómo ella, después de ser una mujer bella, con la sangre poblada de insectos, perseguida por el miedo en la noche total, había dejado la pesadilla inmensa, insomne, para ingresar ahora a un mundo extraño, desconocido, en donde habían sido eliminadas todas las dimensiones? Recordó. Aquella noche la de su tránsito hacía más frío que de costumbre y ella estaba sola en la casa, martirizada por el insomnio. Nadie perturbaba el silencio, y el olor que subía del jardín, era un olor a miedo. El sudor brotaba de su cuerpo como si la sangre de sus arterias se estuviera derramando con su carga de insectos. Deseaba que alguien pasara por la calle, alguien que gritara, que rompiera aquella atmósfera detenida. Que se moviera algo en la naturaleza, que volviera la tierra a girar alrededor del sol. Pero fue inútil. But now, in her new life, temporal and spaceless, she was more tranquil. She knew that outside her world there, everything would keep going on with the same rhythm as before; that her room would still be sunken in early morning darkness, and her things, her furniture, her thirteen favorite books, all in place. And that on her unoccupied bed, the body aroma that filled the void of what had been a whole woman was only now beginning to evaporate. But how could "that" happen? How could she, after being a beautiful woman, her blood peopled by insects, pursued by the fear of the total night, have the immense, wakeful nightmare now of entering a strange, unknown world where all dimensions had been eliminated? She remembered. That nightthe night of her passagehad been colder than usual and she was alone in the house, martyrized by insomnia. No one disturbed the silence, and the smell that came from the garden was a smell of fear. Sweat broke out on her body as if the blood in her arteries were pouring out its cargo of insects. She wanted someone to pass by on the street, someone who would shout, would shatter that halted atmosphere. For something to move in nature, for the earth to move around the sun again. But it was useless.
Ni siquiera despertarían esos hombres imbéciles que se habían quedado dormidos debajo de su oreja, dentro de la almohada. Ella también estaba inmóvil. Las paredes manaban un fuerte olor a pintura fresca, ese olor espeso, grande, que no se siente con el olfato sino con el estómago. Y sobre la mesa el reloj único, golpeando el silencio con su máquina mortal. “¡El tiempo... oh, el tiempo...!”, suspiró ella recordando a la muerte. Y allá, en el patio, debajo del naranjo, seguía llorando “el niño” con su llanto chiquito desde el otro mundo. There was no waking up even for those imbecilic men who had fallen asleep under her ear, inside the pillow. She, too, was motionless. The walls gave off a strong smell of fresh paint, that thick, grand smell that you don′t smell with your nose but with your stomach. And on the table the single clock, pounding on the silence with its mortal machinery. "Time . . . oh, time!" she sighed, remembering death. And there in the courtyard, under the orange tree, the "boy" was still weeping with his tiny sob from the other world.
Acudió a todas sus creencias. ¿Por qué no amanecía en aquel momento o se moría de una vez? Nunca creyó que la belleza fuera a costarle tantos sacrificios. En aquel momento como de costumbre seguía doliéndole por encima del miedo. Y por debajo del miedo seguían martirizándola esos implacables insectos. La muerte se le había apretado a la vida como una araña que la mordía rabiosamente, dispuesta a hacerla sucumbir. Pero estaba demorando el último instante. Sus manos, esas manos que los hombres apretaban imbécilmente, con manifiesta nerviosidad animal, estaban inmóviles, paralizadas por el miedo, por ese terror irracional que venía de adentro, sin ningún motivo, sólo por saberse abandonada en aquella casa antigua. Trató de reaccionar y no pudo. El miedo la había absorbido totalmente y continuaba allí, fijo, tenaz, casi corpóreo; como si fuera una persona invisible que se había propuesto no salir de su habitación. Y lo que más la intranquilizaba era que ese miedo no tuviera justificación alguna, que fuera un miedo único, sin razón; un miedo porque sí. She took refuge in all her beliefs. Why didn′t it dawn right then and there or why didn′t she die once and for all? She had never thought that beauty would cost her so many sacrifices. At that moment as usual it still pained her on top of her fear. And underneath her fear those implacable insects were still martyrizing her. Death had squeezed her into life like a spider, biting her in a rage, ready to make her succumb. But the final moment was taking its time. Her hands, those hands that men squeezed like imbeciles with manifest animal nervousness, were motionless, paralyzed by fear, by that irrational terror that came from within, with no motive, just from knowing that she was abandoned in that ancient house. She tried to react and couldn′t. Fear had absorbed her completely and remained there, fixed, tenacious, almost corporeal, as if it were some invisible person who had made up his mind not to leave her room. And the most upsetting part was that the fear had no justification at all, that it was a unique fear, without any reason, a fear just because.
La saliva se había vuelto espesa en su lengua. Era mortificante entre sus dientes esa goma dura que se le pegaba al paladar y fluía sin que ella pudiera contenerla. Era un deseo distinto a la sed. Un deseo superior que estaba experimentando por primera vez en su vida. Por un momento se olvidó de su belleza, de su insomnio y de su miedo irracional. Se desconoció a sí misma. Por un instante creyó que habían salido los microbios de su cuerpo. Sentía que se habían venido pegados a su saliva. Sí; todo eso estaba muy bien. Bien que los insectos la hubieran despoblado y que ahora pudiera dormir. Pero era necesario encontrar un medio para disolver aquella resina que le embotaba la lengua. Si pudiera llegar hasta la despensa y... ¿Pero en qué estaba pensando? Tuvo un golpe de sorpresa. Nunca había sentido “ese deseo”. La urgencia de la acidez la había debilitado, volviendo inútil la disciplina que había seguido fielmente durante tantos años, desde el día en que sepultaron a “el niño”. Era una tontería, pero sentía asco de comerse una naranja. Sabía que “el niño” había subido hasta los azahares y que las frutas del próximo otoño estarían hinchadas de su carne, refrescadas con la tremenda frescura de su muerte. No. No podía comerlas. Sabía que debajo de cada naranjo, en todo el mundo, había un niño enterrado que endulzaba las frutas con la cal de sus huesos. Sin embargo ahora tenía que comerse una naranja. Era el único remedio para esa goma que la estaba ahogando. Era una tontería pensar que “el niño” estaba dentro de una fruta. Aprovecharía ese momento en que la belleza había dejado de dolerle para llegar hasta la despensa. Pero... ¿no era raro aquello? Era la primera vez en su vida que sentía verdaderos deseos de comerse una naranja. Se puso alegre, alegre. ¡Ah, qué placer! ¡Comerse una naranja! No sabía por qué, pero nunca tuvo un deseo más imperativo. Se levantaría. feliz de ser otra vez una mujer normal; cantando alegremente llegaría hasta la despensa; cantando alegremente, como una mujer nueva, recién nacida. Llegaría inclusive hasta el patio y... The saliva had grown thick on her tongue. That hard gum that stuck to her palate and flowed because she was unable to contain it was bothersome between her teeth. It was a desire that was quite different from thirst. A superior desire that she was feeling for the first time in her life. For a moment she forgot about her beauty, her insomnia, and her irrational fear. She didn′t recognize herself. For an instant she thought that the microbes had left her body. She felt that they′d come out stuck to her saliva. Yes, that was all very fine. It was fine that the insects no longer occupied her and that she could sleep now, but she had to find a way to dissolve that resin that dulled her tongue. If she could only get to the pantry and . . . But what was she thinking about? She gave a start of surprise. She′d never felt "that desire." The urgency of the acidity had debilitated her, rendering useless the discipline that she had faithfully followed for so many years ever since the day they had buried the "boy." It was foolish, but she felt revulsion about eating an orange. She knew that the "boy" had climbed up to the orange blossoms and that the fruit of next autumn would be swollen with his flesh, cooled by the coolness of his death. No. She couldn′t eat them. She knew that under every orange tree in the world there was a boy buried, sweetening the fruit with the lime of his bones. Nevertheless, she had to eat an orange now. It was the only thing for that gum that was smothering her. It was the foolishness to think that the "boy" was inside a fruit. She would take advantage of that moment in which beauty had stopped paining her to get to the pantry. But wasn′t that strange? It was the first time in her life that she′d felt a real urge to eat an orange. She became happy, happy. Oh, what pleasure! Eating an orange. She didn′t know why, but she′d never had such a demanding desire. She would get up, happy to be a normal woman again, singing merrily until she got to the pantry, singing merrily like a new woman, newborn. She would, even get to the courtyard and . . .
Su recuerdo se tronchaba de pronto. Recordaba que había tratado de levantarse y que ya no estaba en su cama, que había desaparecido su cuerpo, que no estaban allí sus trece libros favoritos y que ella no era ya ella. Ahora estaba incorpórea, flotando, vagando sobre una nada absoluta, convertida en un punto amorfo, pequeñísimo, sin dirección. No podía precisar lo sucedido. Estaba confundida. Sólo tenía la sensación de que alguien la había empujado al vacío desde lo alto de un precipicio. Y nada más. Pero ahora no sentía ninguna reacción. Se sentía convertida en un ser abstracto, imaginario. Se sentía convertida en una mujer incorpórea; algo como si de pronto hubiera ingresado en ese alto y desconocido mundo de los espíritus puros. Her memory was suddenly cut off. She remembered that she had tried to get up and that she was no longer in her bed, that her body had disappeared, that her thirteen favorite books were no longer there, that she was no longer she, now that she was bodiless, floating, drifting over an absolute nothingness, changed into an amorphous dot, tiny, lacking direction. She was unable to pinpoint what had happened. She was confused. She just had the sensation that someone had pushed her into space from the top of a precipice. She felt changed into an abstract, imaginary being. She felt changed into an in corporeal woman, something like her suddenly having entered that high and unknown world of pure spirits.
Volvió a tener miedo. Pero era un miedo distinto al del momento anterior. Ya no era el miedo al llanto de “el niño”. Era un terror por lo extraño, por lo misterioso y desconocido de su nuevo mundo. ¡Y pensar que después todo eso había sucedido tan inocentemente, con tanta ingenuidad de su parte! ¿Qué iba a decir a su madre cuando al llegar a la casa se iba a enterar de lo acontecido? Empezó a pensar en la alarma que se produciría en los vecinos cuando abrieran la puerta de su habitación y descubrieran que el lecho estaba vacío, que las cerraduras no habían sido tocadas, que nadie había podido entrar o salir y que sin embargo ella no estaba allí. Imaginó el gesto desesperado de su madre buscándola por toda la habitación, haciendo conjeturas, preguntándose a sí misma “qué habría sido de esa niña”. La escena se le presentaba clara. Acudirían los vecinos y empezarían a tejer comentarios algunos maliciosos sobre su desaparición. Cada cual pensaría según su propio y particular modo de pensar. Cada cual trataría de dar la explicación más lógica, la más aceptable al menos, en tanto que su madre correría por los pasadizos del caserón, desesperada, llamándola por su nombre. She was afraid again. But it was a different fear from what she had felt a moment before. It was no longer the fear of the "boy" ′s weeping. It was a terror of the strange, of what was mysterious and unknown in her new world. And to think that all of it had happened so innocently, with so much naivete on her part. What would she tell her mother when she told her what had happened when she got home? She began to think about how alarmed the neighbors would be when they opened the door to her bedroom and discovered that the bed was empty, that the locks had not been touched, that no one had been able to enter or to leave, and that, nonetheless, she wasn′t there. She imagined her mother′s desperate movements as she searched through the room, conjecturing, wondering "what could have become of that girl?" The scene was clear to her. The neighbors would arrive and begin to weave comments together some of them malicious concerning her disappearance. Each would think according to his own and particular way of thinking. Each would try to offer the most logical explanation, the most acceptable, at least, while her mother would run along all the corridors in the big house, desperate, calling her by name.
Y ella estaría allí. Contemplaría el momento detalle a detalle desde su rincón, desde el techo, desde las hendiduras del muro, desde cualquier parte; desde el ángulo más propicio, escudada en su estado incorpóreo, en su inespacialidad. La intranquilizaba pensarlo. Ahora se daba cuenta de su error. No podría dar ninguna explicación, aclarar nada, consolar a nadie. Ningún ser vivo podría ser informado de su transformación. Ahora quizás la única vez que los necesitaba no tendría una boca, unos brazos, para que todos supieran que ella estaba allí, en su rincón, separada del mundo tridimensional por una distancia insalvable. En su nueva vida estaba aislada, totalmente impedida de captar sensaciones. Pero a cada momento algo vibraba en ella, un estremecimiento que la recorría, inundándola, la hacía saber de ese otro universo físico que se movía fuera de su mundo. No oía, no veía, pero sabía de ese sonido y de esa visión. Y allá, en la altura de su mundo superior, empezó a saber que un ambiente de angustia la rodeaba. And there she would be. She would contemplate the moment, detail by detail, from a corner, from the ceiling, from the chinks in the wall, from anywhere; from the best angle, shielded by her bodiless state, in her spacelessness. It bothered her, thinking about it. Now she realized her mistake. She wouldn′t be able to give any explanation, clear anything up, console anybody. No living being could be informed of her transformation. Now perhaps the only time that she needed them she wouldn′t have a mouth, arms, so that everybody could know that she was there, in her corner, separated from the threedimensional world by an unbridgeable distance. In her new life she was isolated, completely prevented from grasping emotions. But at every moment something was vibrating in her, a shudder that ran through her, overwhelming her, making her aware of that other physical universe that moved outside her world. She couldn′t hear, she couldn′t see, but she knew about that sound and that sight. And there, in the heights of her superior world, she began to know that an environment of anguish surrounded her.
Hacía apenas un segundo de acuerdo con nuestro mundo temporal que se había realizado el tránsito, de manera que sólo ahora empezaba ella a conocer las modalidades, las características de su nuevo mundo. En torno suyo giraba una oscuridad absoluta, radical. ¿Hasta cuándo durarían esas tinieblas? ¿Tendría que acostumbrarse a ellas eternamente? Su angustia aumentó de concentración al saberse hundida en esa niebla espesa, impenetrable: ¿estaría en el limbo? Se estremeció. Recordó todo lo que había oído decir alguna vez sobre el limbo. Si en verdad estaba allí, a su lado flotaban otros espíritus puros de niños que murieron sin bautismo, que habían estado muriendo durante mil años. Trató de buscar en la sombra la vecindad de esos seres que debían de ser mucho más puros, mucho más simples que ella. Aislados por completo del mundo físico, condenados a una vida sonámbula y eterna. Tal vez estaba “el niño” persiguiendo una salida para llegar hasta su cuerpo. Just a moment before according to our temporal world she had made the passage, so that only now was she beginning to know the peculiarities, the characteristics, of her new world. Around her an absolute, radical darkness spun. How long would that darkness last? Would she have to get used to it for eternity? Her anguish grew from her concentration as she saw herself sunken in that thick impenetrable fog: could she be in limbo? She shuddered. She remembered everything she had heard about limbo. If she really was there, floating beside her were other pure spirits, those of children who had died without baptism, who had been dying for a thousand years. In the darkness she tried to find next to her those beings who must have been much purer, ever so much simpler, than she. Completely isolated from the physical world, condemned to a sleepwalking and eternal life. Maybe the "boy" was there looking for an exit that would lead him to his body.
Pero no. ¿Por qué tendría que estar en el limbo? ¿Acaso había muerto? No. Simplemente fue un cambio de estado, un tránsito normal del mundo físico a un mundo más fácil, descomplicado, en el que habían sido eliminadas todas las dimensiones. But no. Why should she be in limbo? Had she died, perhaps? No. It was simply a change in state, a normal passage from the physical world to an easier, uncomplicated world, where all dimensions had been eliminated.
Ahora no tenía que sufrir esos insectos subcutáneos. Su belleza se había derrumbado. Ahora, en esa situación elemental, podía ser feliz. Aunque... ¡oh! no completamente feliz porque ahora su más grande deseo, el deseo de comerse una naranja, se había hecho irrealizable. Era por lo único que hubiera querido estar todavía en su primera vida. Para poder satisfacer la urgencia de la acidez que persistía aún después del tránsito. Trató de orientarse a fin de llegar hasta la despensa y sentir, siquiera, la fresca y agria compañía de las naranjas. Fue entonces cuando descubrió una nueva modalidad de su mundo: estaba en todas partes de la casa, en el patio, en el techo, hasta en el propio naranjo de “el niño”. Estaba en todo el mundo físico más allá. ¡Y sin embargo no estaba en ninguna parte! De nuevo se intranquilizó. Había perdido el control sobre sí misma. Ahora estaba sometida a una voluntad superior, era un ser inútil, absurdo, inservible. Sin saber por qué empezó a ponerse triste. Casi comenzó a sentir nostalgia por su belleza: por esa belleza que ella había desperdiciado tontamente. Now she would not have to bear those subterranean insects. Her beauty had collapsed on her. Now, in that elemental situation, she could be happy. Although … oh! not completely happy, because now her greatest desire, the desire to eat an orange, had become impossible. It was the only thing that might have caused her still to want to be in her first life. To be able to satisfy the urgency of the acidity that still persisted after the passage. She tried to orient herself so as to reach the pantry and feel, if nothing else, the cool and sour company of the oranges. It was then that she discovered a new characteristic of her world: she was everywhere in the house, in the courtyard, on the roof, even in the "boy”′s orange tree. She was in the whole physical world there beyond. And yet she was nowhere. She became upset again. She had lost control over herself. Now she was under a superior will, she was a useless being, absurd, good for nothing. Without knowing why, she began to feel sad. She almost began to feel nostalgia for her beauty: for the beauty that had foolishly ruined her.
Pero una idea suprema la reanimó. ¿No había oído decir acaso que los espíritus puros pueden penetrar a voluntad en cualquier cuerpo? Después de todo, ¿qué perdía con intentarlo? Trató de recordar cuál de los habitantes de la casa podría ser sometido a la prueba. Si lograba realizar su propósito quedaría satisfecha: podría comerse la naranja. Recordó. A esa hora la gente del servicio no acostumbraba estar allí. Su madre no había llegado todavía. Pero la necesidad de comerse una naranja unida ahora a la curiosidad de verse encarnada en un cuerpo distinto al suyo, la obligaba a actuar cuanto antes. Pero no había allí nadie en quien encarnarse. Era una razón desoladora: no había nadie en la casa. Tendría que vivir eternamente aislada del mundo exterior, en su mundo adimensional, sin poder comerse la primera naranja. Y todo por una tontería. Hubiera sido mejor seguir soportando unos años más esa belleza hostil y no anularse para siempre, inutilizarse como una bestia vencida. Pero ya era demasiado tarde. But one supreme idea reanimated her. Hadn′t she heard, perhaps, that pure spirits can penetrate any body at will? After all, what harm was there in trying? She attempted to remember what inhabitant of the house could be put to the proof. If she could fulfill her aim she would be satisfied: she could eat the orange. She remembered. At that time the servants were usually not there. Her mother still hadn′t arrived. But the need to eat an orange, joined now to the curiosity of seeing herself incarnate in a body different from her own, obliged her to act at once. And yet there was no one there in whom she could incarnate herself. It was a desolating bit of reason: there was nobody in the house. She would have to live eternally isolated from the outside world, in her undimensional world, unable to eat the first orange. And all because of a foolish thing. It would have been better to go on bearing up for a few more years under that hostile beauty and not wipe herself out forever, making herself useless, like a conquered beast. But it was too late.
Iba a retirarse, decepcionada, a una región distante del universo, a una comarca donde pudiera olvidarse de todos sus pasados deseos terrenos. Pero algo la hizo desistir bruscamente. En su comarca desconocida se abrió la promesa de un futuro mejor. Sí: había alguien en la casa en quien podría reencarnarse: ¡en el gato! Vaciló luego. Era difícil resignarse a vivir dentro de un animal. Tendría una piel suave, blanca, y habría en sus músculos concentrada una gran energía para el salto. En la noche sentiría brillar sus ojos en la sombra como dos brasas verdes. Y tendría unos dientes blancos, agudos, para sonreírle a su madre desde su corazón felino con una ancha y buena sonrisa animal. ¡Pero no...! No podía ser. Se imaginó de pronto metida dentro del cuerpo del gato, recorriendo otra vez los pasadizos de la casa, manejando cuatro patas incómodas y aquella cola se movería suelta, sin ritmo, ajena a su voluntad. ¿Cómo sería la vida desde esos ojos verdes y luminosos? En la noche se iría a maullarle al cielo para que no derramara su cemento enlunado sobre el rostro de “el niño” que estaría bocarriba bebiéndose el rocío. Tal vez en su situación de gato también sienta miedo. Y tal vez, al fin de todo no podría comerse la naranja con esa boca carnívora. Un frío venido de allí mismo, nacido en la propia raíz de su espíritu tembló en su recuerdo. No. No era posible encarnarse en el gato. Tenía miedo de sentir un día en su paladar, en su garganta, en todo su organismo cuadrúpedo, el deseo irrevocable de comerse un ratón. Probablemente cuando su espíritu empiece a poblar el cuerpo del gato ya no sentiría deseos de comerse una naranja sino el repugnante y vivo deseo de comerse un ratón. Se estremeció al imaginarlo preso entre sus dientes después de la cacería. Lo sintió debatirse en sus últimos intentos de fuga, tratando de liberarse para llegar otra vez hasta su cueva. No. Todo menos eso. Era preferible seguir allí eternamente, en ese mundo lejano y misterioso de los espíritus puros. She was going to withdraw, disappointed, into a distant region of the universe, to a place where she could forget all her earthly desires. But something made her suddenly hold back. The promise of a better future had opened up in her unknown region. Yes, there was someone in the house in whom she could reincarnate herself: the cat! Then she hesitated. It was difficult to resign herself to live inside an animal. She would have soft, white fur, and a great energy for a leap would probably be concentrated in her muscles. And she would feel her eyes glow in the dark like two green coals. And she would have white, sharp teeth to smile at her mother from her feline heart with a broad and good animal smile. But no! It couldn′t be. She imagined herself quickly inside the body of the cat, running through the corridors of the house once more, managing four uncomfortable legs, and that tail would move on its own, without rhythm, alien to her will. What would life look like through those green and luminous eyes? At night she would go to mew at the sky so that it would not pour its moonlit cement down on the face of the "boy," who would be on his back drinking in the dew. Maybe in her status as a cat she would also feel fear. And maybe in the end, she would be unable to eat the orange with that carnivorous mouth. A coldness that came from right then and there, born of the very roots of her spirit quivered in her memory. No. It was impossible to incarnate herself in the cat. She was afraid of one day feeling in her palate in her throat in all her quadruped organism, the irrevocable desire to eat a mouse. Probably when her spirit began to inhabit the cat′s body she would no longer feel any desire to eat an orange but the repugnant and urgent desire to eat a mouse. She shuddered on thinking about it, caught between her teeth after the chase. She felt it struggling in its last attempts at escape, trying to free itself to get back to its hole again. No. Anything but that. It was preferable to stay there for eternity in that distant and mysterious world of pure spirits.
Pero era difícil resignarse a vivir olvidada para siempre. ¿Por qué tenía que sentir deseos de comerse un ratón? ¿Quién primaría en esa síntesis de mujer y gato? ¿Primaría el instinto animal, primitivo, del cuerpo, o la voluntad pura de mujer? La respuesta fue clara, cristalina. Nada había que temer. Se encarnaría en el gato y se comería su deseada naranja. Además sería un ser extraño, un gato con inteligencia de mujer bella. Volvería a ser el centro de todas las atenciones... Fue entonces, por primera vez, cuando comprendió que por sobre todas sus virtudes estaba imperando su vanidad de mujer metafísica. But it was difficult to resign herself to live forgotten forever. Why did she have to feel the desire to eat a mouse? Who would rule in that synthesis of woman and cat? Would the primitive animal instinct of the body rule, or the pure will of the woman? The answer was crystal clear. There was no reason to be afraid. She would incarnate herself in the cat and would eat her desired orange. Besides, she would be a strange being, a cat with the intelligence of a beautiful woman. She would be the center of all attention. . . . It was then, for the first time, that she understood that above all her virtues what was in command was the vanity of a metaphysical woman.
Como un insecto cuando pone en guardia sus antenas así orientó ella su energía por toda la casa en busca del gato. A esa hora debía de estar aún sobre la estufa soñando que despertará con un tallo de valeriana entre los dientes. Pero no estaba allí. Volvió a buscarlo, pero ya no encontró la estufa. La cocina no era la misma. Los rincones de la casa le eran extraños; ya no eran aquellos oscuros rincones llenos de telaraña. El gato no estaba en ninguna parte. Buscó por los tejados, en los árboles, en los canales, debajo de la cama, en la despensa. Todo lo encontró confundido. Donde creyó encontrar, otra vez, los retratos de sus antepasados, no encontró sino un frasco con arsénico. De allí en adelante encontró arsénico en toda la casa, pero el gato había desaparecido. La casa no era ya la misma de antes. ¿Qué había sido de sus cosas? ¿Por qué sus trece libros favoritos estaban cubiertos ahora de una espesa capa de arsénico? Recordó el naranjo del patio. Lo buscó y trató de encontrar otra vez “el niño′′ en su hueco de agua. Pero no estaba el naranjo en su sitio y “el niño” no era ya sino un puño de arsénico con ceniza bajo una pesada plataforma de concreto. Ahora sí dormía definitivamente. Todo era distinto. Y la casa tenía un fuerte olor arsenical que golpeaba el olfato como desde el fondo de una droguería. Like an insect on the alert which raises its antennae, she put her energy to work throughout the house in search of the cat. It must still be on top of the stove at that time, dreaming that it would wake up with a sprig of heliotrope between its teeth. But it wasn′t there. She looked for it again, but she could no longer find the stove. The kitchen wasn′t the same. The corners of the house were strange to her; they were no longer those dark corners full of cobwebs. The cat was nowhere to be found. She looked on the roof, in the trees, in the drains, under the bed, in the pantry. She found everything confused. Where she expected to find the portraits of her ancestors again, she found only a bottle of arsenic. From there on she found arsenic all through the house, but the cat had disappeared. The house was no longer the same as before. What had happened to her things? Why were her thirteen favorite books now covered with a thick coat of arsenic? She remembered the orange tree in the courtyard. She looked for it, and tried to find the "boy" again in his pit of water. But the orange tree wasn′t in its place and the "boy" was nothing now but a handful of arsenic mixed with ashes underneath a heavy concrete platform. Now she really was going to sleep. Everything was different. And the house had a strong smell of arsenic that beat on her nostrils as if from the depths of a pharmacy.
Sólo entonces comprendió ella que habían pasado ya tres mil años desde el día en que tuvo deseos de comerse la primer naranja. Only then did she understand that three thousand years had passed since the day she had had a desire to eat the first orange.