Los teólogos [The Theologians/SMALL>] Translated by J. E. I. Edición bilingüe, español- inglés, de Miguel Garci-Gomez. Dept. Romance Stydies --
Arrasado el jardín, profanados los cálices y las aras, entraron a caballo los hunos en la biblioteca monástica y rompieron los libros incomprensibles y los vituperaron y los quemaron, acaso temerosos de que las letras encubrieran blasfemias contra su dios, que era una cimitarra de hierro. Ardieron palimpsestos y códices, pero en el corazón de la hoguera, entre la ceniza, perduró casi intacto el libro duodécimo de la Civitas Dei, que narra que Platón enseñó en Atenas que, al cabo de los siglos, todas las cosas recuperarán su estado anterior, y él, en Atenas, ante el mismo auditorio, de nuevo enseñará esa doctrina. El texto que las llamas perdonaron gozó de una veneración especial y quienes lo leyeron y releyeron en esa remota provincia dieron en olvidar que el autor sólo declaró esa doctrina para poder mejor confutarla.Un siglo después, Aureliano, coadjutor de Aquilea, supo que a orillas del Danubio la novísima secta de los monótonos (llamados también anulares) profesaba que la historia es un círculo y que nada es que no haya sido y que no será. En las montañas, la Rueda y la Serpiente habían desplazado a la Cruz. Todos temían, pero todos se confortaban con el rumor de que Juan de Panonia, que se había distinguido por un tratado sobre el séptimo atributo de dios, iba a impugnar tan abominable herejía.
After having razed the garden and profaned the chalices and altars, the Huns entered the monastery library on horseback and trampled the incomprehensible books and vituperated and burned them, perhaps fearful that the letters concealed blasphemies against their god, which was an iron scimitar. Palimpsests and codices were consumed, but in the heart of the fire, amid the ashes, there remained almost intact the twelfth book of the Civitas Dei, which relates how in Athens Plato taught that, at the centuries′ end, all things will recover their previous state and he in Athens, before the same audience, will teach this same doctrine anew. The text pardoned by the flames enjoyed special veneration and those who read and reread it in that remote province came to forget that the author had only stated this doctrine in order better to refute it. A century later, Aurelian, coadjutor of Aquileia, learned that on the shores of the Danube the very recent sect of the Monotones (called also the Annulars) professed that history is a circle and that there is nothing which has not been and will not be. In the mountains, the Wheel and the Serpent had displaced the Cross. All were afraid, but all were comforted by the rumor that John of Pannonia, who had distinguished himself with a treatise on the seventh attribute of God, was going to impugn such an abominable heresy.
Aureliano deploró esas nuevas, sobre todo la última. Sabía que en materia teológica no hay novedad sin riesgo: luego reflexionó que la tesis de un tiempo circular era demasiado disímil, demasiado asombrosa, para que el riesgo fuera grave. (Las herejías que debemos temer son las que pueden confundirse con la ortodoxia.) Más le dolió la intervención - la intrusión - de Juan de Panonia. Hace dos años, éste había usurpado con su verboso De septima affectiones dei sive de aeternitate un asunto de la especialidad de Aureliano; ahora, como si el problema del tiempo le perteneciera, iba a rectificar, tal vez con argumentos de Procusto, con triacas más temibles que la Serpiente, a los anulares... Esa noche, Aureliano pasó las hojas del antiguo diálogo de Plutarco sobre la cesación de los oráculos; en el párrafo veintinueve, leyó una burla contra los estoicos que defienden un infinito ciclo de mundos, con infinitos soles, lunas, Apolos, Dianas y Poseidones. El hallazgo le pareció un pronóstico favorable; resolvió adelantarse a Juan de Panonia y refutar a los heréticos de la Rueda.
Aurelian deplored this news, particularly the latter part. He knew that in questions of theology there is no novelty without risk; then he reflected that the thesis of a circular time was too different, too astounding, for the risk to be serious. (The heresies we should fear are those which can be confused with orthodoxy.) John of Pannonia′s intervention -- his intrusion -- pained him more. Two years before, with his verbose De septimaaffectione Dei sive de aeternitate, he had usurped a topic in Aurelian′s speciality; now, as if the problem of time belonged to him, he was going to rectify the Annulars, perhaps with Procrustean arguments, with theriacas more fearful than the Serpent. . . That night, Aurelian turned the pages of Plutarch′s ancient dialogue on the cessation of the oracles; in the twenty-ninth paragraph he read a satire against the Stoics, who defend an infinite cycle of worlds, with infinite suns, moons, Apollos, Dianas and Poseidons. The discovery seemed to him a favorable omen; he resolved to anticipate John of Pannonia and refute the heretics of the Wheel.
Hay quien busca el amor de una mujer para olvidarse de ella, para no pensar más en ella; Aureliano, parejamente, quería superar a Juan de Panonia para curarse del rencor que éste le infundía, no para hacerle mal. Atemperado por el mero trabajo, por la fabricación de silogismos y la invención de injurias, por los nego y los autem y los nequaquam, pudo olvidar ese rencor. Erigió vastos y casi inextricables períodos, estorbados de incisos, donde la negligencia y el solecismo parecían formas del desdén. De la cacofonía hizo un instrumento. Previó que Juan fulminaría a los anulares con gravedad profética; optó, para no coincidir con él, por el escarnio.
There are those who seek a woman′s love in order to forget her, to think no more of her; Aurelian, in a similar fashion, wanted to surpass John of Pannonia in order to be rid of the resentment he inspired in him, not in order to harm him. Tempered by mere diligence, by the fabrication of syllogisms and the invention of insults, by the negos and autems and nequaquams, he managed to forget that rancor. He erected vast and almost inextricable periods encumbered with parentheses, in which negligence and solecism seemed as forms of scorn. He made an instrument of cacophony. He foresaw that John would fulminate the Annulars with prophetic gravity; so as not to coincide with him, he chose mockery as his weapon.
Agustín había escrito que Jesús es la vía recta que nos salva del laberinto circular en que andan los impíos; Aureliano, laboriosamente trivial, los equiparó con Ixión, con el hígado de Prometeo; con Sísifo, con aquel rey de Tebas que vio dos soles; con la tartamudez, con loros, con espejos, con ecos, con mulas de noria y con silogismos bicornutos. (Las fábulas gentílicas perduraban, rebajadas a adornos.) Como todo poseedor de una biblioteca, Aureliano se sabía culpable de no conocerla hasta el fin; esa controversia le permitió cumplir con muchos libros que parecían reprocharle su incuria. Así pudo engastar un pasaje de la obra De principiis de Orígenes, donde se niega que Judas Iscariote volverá a vender al Señor, y otro de los Academica priora de Cicerón, en el que éste se burla de quienes sueñan mientras él conversa con Lúculo, otros Lúculos y otros Cicerones, en número infinito, dicen puntualmente lo mismo, en infinitos mundos iguales. Además esgrimió contra los monótonos el texto de Plutarco y denunció lo escandaloso de que a un idólatra le valiera más el lumen naturae que a ellos la palabra de Dios. Nueve días le tomó ese trabajo; el décimo, le fue remitido un traslado de la refutación de Juan de Panonia.
Augustine had written that Jesus is the straight path that saves us from the circular labyrinth followed by the impious; these Aurelian, laboriously trivial, compared with Ixion, with the liver of Prometheus, with Sisyphus, with the king of Thebes who saw two suns, with stuttering, with parrots, with mirrors, with echoes, with the mules of a noria and with two-horned syllogisms. (Here the heathen fables survived, relegated to the status of adornments.) Like all those possessing a library, Aurelian was aware that he was guilty of not knowing his in its entirety; this controversy enabled him to fulfill his obligations with many books which seemed to reproach him for his neglect. Thus he was able to insert a passage from Origen′s work De principiis, where it is denied that Judas Iscariot will again betray the Lord and that Paul will again witness Stephen′s martyrdom in Jerusalem, and another from Cicero′s Academica priora, where the author scoffs at those who imagine that, while he converses with Lucullus, other Luculluses and Ciceros in infinite number say precisely the same thing in an infinite number of equal worlds. In addition, he wielded against the Monotones the text from Plutarch and denounced the scandalousness of an idolater′s valuing the lumen naturae more than they did the word of God. The writing took him nine days; on the tenth, he was sent a transcript of John of Pannonia′s refutation.
Era casi irrisoriamente breve; Aureliano la miró con desdén y luego con temor. La primera parte glosaba los versículos terminales del noveno capítulo de la Epístola a los Hebreos, donde se dice que Jesús no fue sacrificado muchas veces desde el principio del mundo, sino ahora una vez en la consumación de los siglos. La segunda alegaba el precepto bíblico sobre las vanas repeticiones de los gentiles (Mateo 6:7) y aquel pasaje del séptimo libro de Plinio, que pondera que en el dilatado universo no hay dos caras iguales. Juan de Panonia declaraba que tampoco hay dos almas y que el pecador más vil es precioso como la sangre que por él vertió Jesucristo. El acto de un solo hombre (afirmó) pesa más que los nueve cielos concentricos y trasoñar que puede perderse y volver es una aparatosa frivolidad. El tiempo no rehace lo que perdemos; la eternidad lo guarda para la gloria y también para el fuego. El tratado era límpido, universal; no parecía redactado por una persona concreta, sino por cualquier hombre o, quizá, por todos los hombres.
It was almost derisively brief; Aurelian looked at it with disdain and then with fear. The first part was a gloss on the end verses of the ninth chapter of the Epistle to the Hebrews, where it is said that Jesus was not sacrificed many times since the beginning of the world, but now, once, in the consummation of the centuries. The second part adduced the biblical precept concerning the vain repetitions of the pagans (Matthew 6:7) and the passage from the seventh book of Pliny which ponders that in the wide universe there are no two faces alike. John of Pannonia declared that neither are there two like souls and that the vilest sinner is as precious as the blood Jesus shed for him. One man′s act (he affirmed) is worth more than the nine concentric heavens and imagining that this act can be lost and return again is a pompous frivolity. Time does not remake what we lose; eternity saves it for heaven and also for hell. The treatise was limpid, universal; it seemed not to have been written by a concrete person, but by any man or, perhaps, by all men.
Aureliano sintió una humillación casi física. Pensó destruir o reformar su propio trabajo; luego, con rencorosa probidad, lo mandó a Roma sin modificar una letra. Meses después, cuando se juntó con el concilio de Pérgamo, el teólogo encargado de impugnar los errores de los monótonos fue (previsiblemente) Juan de Panonia; su docta y mesurada refutación bastó para que Euforbo, heresiarca, fuera condenado a la hoguera. Esto ha ocurrido y volverá a ocurrir, dijo Euforbo. No encendéis una pira, encendéis un laberinto de fuego. Si aquí se unieran toda las hogueras que he sido, no cabrían en la Tierra y quedarían ciegos los ángeles. Esto lo dije muchas veces. Después gritó, porque lo alcanzaron las llamas.
Aurelian felt an almost physical humiliation. He thought of destroying or reforming his own work; then, with resentful integrity, he sent it to Rome without modifying a letter. Months later, when the council of Pergamum convened, the theologian entrusted with impugning the Monotones′ errors was (predictably) John of Pannonia; his learned and measured refutation was sufficient to have Euphorbus the heresiarch condemned to the stake. "This has happened and will happen again," said Euphorbus. "You are not lighting a pyre, you are lighting a labyrinth of flames. If all the fires I have been were gathered together here, they would not fit on earth and the angels would be blinded. I have said this many times." Then he cried out, because the flames had reached him.
Cayó la Rueda ante la Cruz (1) En las cruces rúnicas los dos emblemas enemigos conviven entrelazados, pero Aureliano y Juan prosiguieron su batalla secreta. Militaban los dos en el mismo ejército, anhelaban el mismo galardón, guerreaban con el mismo Enemigo, pero Aureliano no escribió una palabra que inconfesablemente no propendiera a superar a Juan. Su duelo fue invisible; si los copiosos índices no me engañan, no figura una sola vez el nombre del otro en los muchos volúmenes de Aureliano que atesora la Patrología de Migne. (De las obras de Juan, sólo han perdurado veinte palabras.) Los dos desaprobaron los anatemas del segundo concilio de Constantinopla; los dos persiguieron a los arrianos, que negaban la generación eterna del Hijo; los dos atestiguaron la ortodoxia de la Topographia christiana de Cosmas, que enseña que la Tierra es cuadrangular, como el tabernáculo hebreo. Desgraciadamente, por los cuatro ángulos de la tierra cundió otra tempestuosa herejía. Oriunda del Egipto o del Asia (porque los testimonios difieren y Bousset no quiere admitir las razones de Harnack), infestó las provincias orientales y erigió santuarios en Macedonia, en Cartago y en Tréveris. Pareció estar en todas partes; se dijo que en la diócesis de Britania habían sido invertidos los crucifijos y que a la imagen del señor, en Cesárea, la había suplantado un espejo. El espejo y el óbolo eran emblemas de los nuevos cismáticos.
The Wheel fell before the Cross,*( * In the Runic crosses the two contrary emblems coexist entwined), but Aurelian and John of Pannonia continued their secret battle. Both served in the same army, coveted the same guerdon, warred against the same Enemy, but Aurelian did not write a word which secretly did not strive to surpass John. Their duel was an invisible one; if the copious indices do not deceive me, the name of the other does not figure once in the many volumes by Aurelian preserved in Migne′s Patrology. (Of John′s works only twenty words have survived.) Both condemned the anathemas of the second council of Constantinople; both persecuted the Arrianists, who denied the eternal generation of the Son; both testified to the othodoxy of Cosmas′ TopographiaChristiana, which teaches that the earth is quadrangular, like the Hebrew tabernacle. Unfortunately, to the four corners of the earth another tempestuous heresy spread. Originating in Egypt or in Asia (for the testimonies differ and Bousset will not admit Harnack′s reasoning), it infested the eastern provinces and erected sanctuaries in Macedonia, in Carthage and in Treves. It seemed to be everywhere; it was said that in the diocese of Britannia the crucifixes had been inverted and that in Caesarea the image of the Lord had been replaced by a mirror. The mirror and the obolus were the new schismatics′ emblems.
La historia los conoce por muchos nombres (especulares, abismales, cainitas), pero de todos el más recibido es histriones, que Aureliano les dio y que ellos con atrevimiento adoptaron. En Frigia les dijeron simulacros, y también en Dardania. Juan Damasceno los llamó formas; justo es advertir que el pasaje ha sido rechazado por Erfjord. No hay heresiólogo que con estupor no refiera sus desaforadas costumbres. Muchos histriones profesaron el ascetismo; alguno se mutiló, como Orígenes; otros moraron bajo tierra, en las cloacas; otros se arrancaron los ojos; otros (los nabucodonosores de Nitria) "pacían como los bueyes y su pelo crecía como de águila". De la mortificación y el rigor pasaban, muchas veces, al crimen; ciertas comunidades toleraban el robo; otras, el homicidio; otras, la sodomía, el incesto y la bestialidad. Todas eran blasfemas; no sólo maldecían del Dios cristiano, sino de las arcanas divinidades de su propio panteón. Maquinaron libros sagrados, cuya desaparición deploraban los doctos. Sir Thomas Browne, hacia 1658, escribió "El tiempo ha aniquilado los ambiciosos Evangelios Histriónicos, no las Injurias con que se fustigó su Impiedad"; Erfjord ha sugerido que esas "injurias"(que preserva un códice griego) son los evangelios perdidos. Ello es incomprensible, si ignoramos la cosmología de los histriones.
History knows them by many names (Speculars, Abysmals, Cainites), but the most common of all is Histriones, a name Aurelian gave them and which they insolently adopted. In Frigia they were called Simulacra, and also in Dardania. John of Damascus called them Forms; it is well to note that the passage has been rejected by Erfjord. There is no heresiologist who does not relate with stupor their wild customs. Many Histriones professed asceticism; some mutilated themselves, as did Origen; others lived underground in the sewers; others tore out their eyes; others (the Nabucodonosors of Nitria) "grazed like oxen and their hair grew like an eagle′s." They often went from mortification and severity to crime; some communities tolerated thievery; others, homicide; others, sodomy, incest and bestiality. All were blasphemous; they cursed not only the Christian God but also the arcane divinities of their own pantheon. They contrived sacred books whose disappearance is lamented by scholars. In the year 1658, Sir Thomas Browne wrote: "Time has annihilated the ambitious Histrionic gospels, not the Insults with which their Impiety was fustigated": Erfjord has suggested that these "insults" (preserved in a Greek codex) are the lost gospels. This is incomprehensible if we do not know the Histriones′ cosmology.
En los libros herméticos está escrito que lo que hay abajo es igual a lo que hay arriba, y lo que hay arriba, igual a lo que hay abajo; en el Zohar, que el mundo inferior es reflejo del superior. Los histriones fundaron su doctrina sobre una perversión de esa idea. Invocaron a Mateo 6:12 ("perdónanos nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores") y 11:12 ("el reino de los cielos padece fuerza") para demostrar que la Tierra influye en el cielo, y a I Corintios 13:12 ("vemos ahora por espejo, en oscuridad") para demostrar que todo lo que vemos es falso. Quizá contaminados por los monótonos, imaginaron que todo hombre es dos hombres y que el verdadero es el otro, el que está en el cielo. También imaginaron que nuestros actos proyectan en reflejo invertido, de suerte que si velamos, el otro duerme; si fornicamos, el otro es casto; si robamos, el otro es generoso. Muertos, nos uniremos a él y seremos él. (Algún eco de esas doctrinas perduró en Bloy.) Otros histriones discurrieron que el mundo concluiría cuando se agotara la cifra de sus posibilidades: ya que no puede haber repeticiones, el justo debe eliminar (cometer) los actos más infames, para que éstos no manchen el porvenir y para acelerar el advenimiento del reino de Jesús. Ese artículo fue negado por otras sectas, que defendieron que la historia del mundo debe cumplirse en cada hombre. Los más, como Pitágoras, deberán transmigrar por muchos cuerpos antes de obtener su liberación; algunos, los proteicos, "en el término de una sola vida, son leones, son dragones, son jabalíes, son agua y son un árbol". Demóstenes refiere la purificación por el fango a que eran sometidos los iniciados en los misterios órficos; los proteicos, analógicamente, buscaron la purificación por el mal. Entendieron, como Carpócrates, que nadie saldrá de la cárcel hasta pagar el último óbolo (Lucas 12:59), y solían embaucar a los penitentes con este otro versículo: "Yo he venido para que tenga vida los hombres y para que la tengan en abundancia"(Juan 10:10). También decían que no ser un malvado es una soberbia satánica... Muchas y divergentes mitologías urdieron los histriones; unos predicaron el ascetismo; otros la licencia, todos la confusión. Teopompo, histrión de Berenice, negó todas las fábulas: dijo que cada hombre es un órgano que proyecta la divinidad para sentir el mundo.
In the hermetic books it is written that what is down below is equal to what is on high, and what is on high is equal to what is down below; in the Zohar, that the higher world is a reflection of the lower. The Histriones founded their doctrine on a perversion of this idea. They invoked Matthew 6:12 ("and forgive us our debts, as we forgive our debtors") and 11:12 ("the kingdom of heaven suffereth violence") to demonstrate that the earth influences heaven, and I Corinthians 13:12 ("for now we see through a glass, darkly") to demonstrate that everything we see is false. Perhaps contaminated by the Monotones, they imagined that all men are two men and that the real one is the other, the one in heaven. They also imagined that our acts project an inverted reflection, in such a way that if we are awake, the other sleeps, if we fornicate, the other is chaste, if we steal, the other is generous. When we die, we shall join this other and be him. (Some echo of these doctrines persisted in Léon Bloy.) Other Histriones reasoned that the world would end when the number of its possibilities was exhausted; since there can be no repetitions, the righteous should eliminate (commit) the most infamous acts, so that these will not soil the future and will hasten the coming of the kingdom of Jesus. This article was negated by other sects, who held that the history of the world should be fulfilled in every man. Most, like Pythagoras, will have to transmigrate through many bodies before attaining their liberation; some, the Proteans, "in the period of one lifetime are lions, dragons, boars, water and a tree." Demosthenes tells how the initiates into the Orphic mysteries were submitted to purification with mud; the Proteans, analogously, sought purification through evil. They knew, as did Carpocrates, that no one will be released from prison until he has paid the last obolus (Luke 12:59) and used to deceive penitents with this other verse: "I am come that they might have life, and that they might have it more abundantly" (John 10:10). They also said that not to be evil is a satanic arrogance. . . Many and divergent mythologies were devised by the Histriones; some preached asceticism, others licentiousness. All preached confusion. Theopompus, a Histrione of Berenice, denied all fables; he said that every man is an organ put forth by the divinity in order to perceive the world.
Los herejes de la diócesis de Aureliano eran de los que afirmaban que el tiempo no tolera repeticiones, no de los que afirmaban que todo acto se refleja en el cielo. Esa circunstancia era rara; en un informe a las autoridades romanas, Aureliano la mencionó. El prelado que recibiría el informe era confesor de la emperatriz; nadie ignoraba que ese ministerio exigente le vedaba las íntimas delicias de la teología especulativa. Su secretario - antiguo colaborador de Juan de Panonia, ahora enemistado con él - gozaba de renombre de puntualísimo inquisidor de heterodoxias; Aureliano agregó una exposición de la herejía histriónica, tal como ésta se daba en los conventículos de Genua y de Aquilea. Redactó unos párrafos: cuando quiso escribir la tesis atroz de que no hay dos instantes iguales, su pluma se detuvo. No dio con la fórmula necesaria: las admoniciones de la nueva doctrina ("¿Quieres ver lo que no vieron ojos humanos? Mira la luna ¿Quieres oír lo que los oídos no oyeron? Oye el grito del pájaro. ¿Quieres tocar lo que no tocaron las manos? Toca la tierra. Verdaderamente digo que Dios está por crear el mundo") eran harto afectadas y metafóricas para la transcripción.
The heretics of Aurelian′s diocese were of those who affirmed that time does not tolerate repetitions, not of those who affirmed that every act is reflected in heaven. This circumstance was strange; in a report to the authorities in Rome, Aurelian mentioned it. The prelate who was to receive the report was the empress′ confessor; everyone knew that this demanding post kept him from the intimate delights of speculative theology. His secretary -- a former collaborator of John of Pannonia, now hostile to him -- enjoyed fame as a punctual inquisitor of heterodoxies; Aurelian added an exposition of the Histrionic heresy, just as it was found in the conventicles of Genua and of Aquileia. He composed a few paragraphs; when he tried to write the atrocious thesis that there are no two moments alike, his pen halted. He could not find the necessary formula; the admonitions of this new doctrine ("Do you want to see what human eyes have never seen? Look at the moon. Do you want to hear what ears have never heard? Listen to the bird′s cry. Do you want to touch what hands have never touched? Touch the earth. Verily I say that God is about to create the world.") were much too affected and metaphorical to be transcribed.
De pronto, una oración de veinte palabras se presentó a su espíritu. La escribió, gozoso; inmediatamente después, lo inquietó la sospecha de que era ajena. Al día siguiente, recordó que la había leído hacía muchos años en el Adversus annulares que compuso Juan de Panonia. Verificó la cita; ahí estaba. La incertidumbre lo atormentó. Variar o suprimir esas palabras era debilitar la expresión; dejarlas, era plagiar a un hombre que aborrecía; indicar la fuente, era denunciarlo. Imploró el socorro divino. Hacia el principio del segundo crepúsculo, el ángel de su guarda le dictó una solución intermedia. Aureliano conservó las palabras, pero les antepuso este aviso: Lo que ladran ahora los heresiarcas para confusión de la fe, lo dijo en este siglo un varón doctísimo, con más ligereza que culpa. Después, ocurrió lo temido, lo esperado, lo inevitable. Aureliano tuvo que declarar quién era ese varón; Juan de Panonia fue acusado de profesar opiniones heréticas.
Suddenly, a sentence of twenty words came to his mind. He wrote it down, joyfully; immediately afterwards, he was troubled by the suspicion that it was the work of another. The following day, he remembered that he had read it many years before in the Adversus annulares composed by John of Pannonia. He verified the quotation; there it was. He was tormented by incertitude. If he changed or suppressed those words he would weaken the expression; if he left them he would be plagiarizing a man he abhorred; if he indicated their source, he would be denouncing him. He implored divine assistance. Towards the beginning of the second twilight, his guardian angel dictated to him an intermediate solution. Aurelian kept the words, but preceded them with this notice: "What the heresiarchs now bark in confusion of the faith was said in our realm by a most learned man, with more frivolity than guilt." Then the dreaded, hoped for, inevitable thing happened. Aurelian had to declare who the man was; John of Pannonia was accused of professing heretical opinions.
Cuatro meses después, un herrero del Aventino, alucinado por los engaños de los histriones, cargó sobre los hombros de su hijito una gran esfera de hierro, para que su doble volara. El niño murió; el horror engendrado por ese crimen impuso una intachable severidad a los jueces de Juan. Éste no quiso retractarse; repitió que negar su proposición era incurrir en la pestilencial herejía de los monótonos. No entendió (No quiso entender) que hablar de los monótonos era hablar de los ya olvidado. Con insistencia algo senil, prodigó los períodos más brillantes de sus viejas polémicas; los jueces ni siquiera oían lo que los arrebató alguna vez. En lugar de tratar de purificarse de la más leve mácula de histrionismo, se esforzó en demostrar que la proposición de que lo acusaban era rigurosamente heterodoxa. Discutió con los hombres cuyo fallo dependía su suerte y cometió la máxima torpeza de hacerlo con ingenio y con ironía. El 26 de octubre, al cabo de una discusión que duró tres días y tres noches, lo sentenciaron a morir en la hoguera.
Four months later, a blacksmith of Aventinus, deluded by the Histriones′ deceptions, placed a huge iron sphere on the shoulders of his small son, so that his double might fly. The boy died; the horror engendered by this crime obliged John′s judges to assume an unexceptionable severity. He would not retract; he repeated that if he negated his proposition he would fall into the pestilential heresy of the Monotones. He did not understand (did not want to understand) that to speak of the Monotones was to speak of the already forgotten. With somewhat senile insistence, he abundantly gave forth with the most brilliant periods of his former polemics; the judges did not even hear what had once enraptured them. Instead of trying to cleanse himself of the slightest blemish of Histrionism, he strove to demonstrate that the proposition of which he was accused was rigorously orthodox. He argued with the men on whose judgment his fate depended and committed the extreme ineptitude of doing so with wit and irony. On the 26th of October, after a discussion lasting three days and three nights, he was sentenced to die at the stake.
Aureliano presenció la ejecución, porque no hacerlo era confesarse culpable. El lugar del suplicio era una colina, en cuya verde cumbre había un palo, hincado profundamente en el suelo, y en torno muchos haces de leña. Un ministro leyó la sentencia del tribunal. Bajo el sol de las doce, Juan de Panonia yacía con la cara en el polvo, lanzando bestiales aullidos. Arañaba la tierra, pero los verdugos lo arrancaron, lo desnudaron y por fin lo amarraron a la picota. En la cabeza le pusieron una corona de paja untada en azufre; al lado, un ejemplar del pestilente Adversus annulares. Había llovido la noche anterior y la leña ardía mal. Juan de Panonia rezó en griego y luego en un idioma desconocido. La hoguera iba a llevárselo, cuando Aureliano se atrevió a alzar los ojos. Las ráfagas ardientes se detuvieron; Aureliano vio por primera y última vez el rostro del odiado: Le recordó el de alguien, pero no pudo precisar el de quién. Después, las llamas lo perdieron; después gritó y fue como si un incendio gritara.
Aurelian witnessed the execution, for refusing to do so meant confessing his own guilt. The place for the ceremony was a hill, on whose green top there was a pole driven deep into the ground, surrounded by many bundles of wood. A bailiff read the tribunal′s sentence. Under the noonday sun, John of Pannonia lay with his face in the dust, howling like an animal. He clawed the ground but the executioners pulled him away, stripped him naked and finally tied him to the stake. On his head they placed a straw crown dipped in sulphur; at his side, a copy of the pestilential Adversus annulares. It had rained the night before and the wood burned badly. John of Pannonia prayed in Greek and then in an unknown language. The fire was about to engulf him when Aurelian finally dared to raise his eyes. The bursts of flame halted; Aurelian saw for the first and last time the face of the hated heretic. It reminded him of someone, but he could not remember who. Then he was lost in the flames; then he cried out and it was as if a fire had cried out.
Plutarco ha referido que Julio César lloró la muerte de Pompeyo; Aureliano no lloró la de Juan, pero sintió lo que sentía un hombre curado de una enfermedad incurable, que ya fuera una parte de su vida. En Aquilea, en Éfeso, en Macedonia dejó que sobre él pasaran los años. Buscó los arduos límites del Imperio, las torpes ciénagas y los contemplativos desiertos, para que lo ayudara la soledad a entender su destino. En una celda mauritana, en la noche cargada de leones, repensó la compleja acusación contra Juan de Panonia y justificó, por enésima vez, el dictamen. Más le costó justificar su tortuosa denuncia. En Rusaddir predicó el anacrónico sermón Luz de las luces encendida en la carne de un réprobo. En Hibernia, en una de las chozas de un monasterio cercado por la selva, lo sorprendió una noche, hacia el alba, el rumor de la lluvia. Recordó una noche romana en que lo había sorprendido, también, ese minucioso rumor. Un rayo, al mediodía, incendió los árboles y Aureliano pudo morir como había muerto Juan
Plutarch has related that Julius Caesar wept for the death of Pompey; Aurelian did not weep for the death of John, but he felt what a man would feel when rid of an incurable disease that had become a part of his life. In Aquileia, in Ephesus, in Macedonia, he let the years pass over him. He sought the arduous limits of the Empire, the torpid swamps and contemplative deserts, so that solitude might help him understand his destiny. In a cell in Mauretania, in a night laden with lions, he reconsidered the complex accusation brought against John of Pannonia and justified, for the nth time, the sentence. It was much more difficult to justify his own tortuous denunciation. In Rusaddir he preached the anachronistic sermon "Light of lights burning in the flesh of a reprobate." In Hibernia, in one of the hovels of a monastery surrounded by the forest, he was startled one night towards dawn by the sound of rain. He remembered a night in Rome when that minute noise had also startled him. At midday, a lightning bolt set fire to the trees and Aurelian died just as John had.
El final de la historia sólo es referible en metáfora, ya que pasa en el reino de los cielos, donde no hay tiempo. Tal vez cabría decir que Aureliano conversó con Dios y que Éste se interesa tan poco en diferencias religiosas que lo tomó por Juan de Panonia. Ello, sin embargo, insinuaría una confusión de la mente divina. Más correcto es decir que en el paraíso, Aureliano supo que para la insondable divinidad, él y Juan de Panonia ( el ortodoxo y el hereje, el aborrecedor y el aborrecido, el acusador y la víctima) formaban una sola persona.
The end of this story can only be related in metaphors since it takes place in the kingdom of heaven, where there is no time. Perhaps it would be correct to say that Aurelian spoke with God and that He was so little interested in religious differences that He took him for John of Pannonia. This, however, would imply a confusion in the divine mind. It is more correct to say that in Paradise, Aurelian learned that, for the unfathomable divinity, he and John of Pannonia (the orthodox believer and the heretic, the abhorrer and the abhorred, the accuser and the accused) formed one single person.