La Biblioteca de Babel -- [The Library of Babel/SMALL>] Translated by Anthony Kerrigan Edición bilingüe, español- inglés, de Miguel Garci-Gomez. Dept. Romance Stydies --
Y Dios lo hizo morir durante cien años y luego lo animó y le dijo: -¿Cuánto tiempo has estado aquí? -Un día o parte de un día, respondió. Alcorán, II, 261.
And God made him die during the course of a hundred years and then He revived him and said: "How long have you been here?" "A day, or part of a day," he replied – The Koran , II 261
La noche del catorce de marzo de 1939, en un departamento de la Zeltnergasse de Praga, Jaromir Hladík, autor de la inconclusa tragedia Los enemigos, de una Vindicación de la eternidad y de un examen de las indirectas fuentes judías de Jakob Boehme, soñó con un largo ajedrez. No lo disputaban dos individuos sino dos familias ilustres; la partida había sido entablada hace muchos siglos; nadie era capaz de nombrar el olvidado premio, pero se murmuraba que era enorme y quizá infinito; las piezas y el tablero estaban en una torre secreta; Jaromir (en el sueño) era el primogénito de una de las familias hostiles; en los relojes resonaba la hora de la impostergable jugada; el soñador corría por las arenas de un desierto lluvioso y no lograba recordar las figuras ni las leyes del ajedrez. En ese punto, se despertó. Cesaron los estruendos de la lluvia y de los terribles relojes. Un ruido acompasado y unánime, cortado por algunas voces de mando, subía de la Zeltnergasse. Era el amanecer, las blindadas vanguardias del Tercer Reich entraban en Praga.
On the night of March 14, 1939, in an apartment on the Zelternergasse in Prague, Jaromir Hladik, author of the unfinished tragedy The Enemies , of a Vindication of Eternity , and of an inquiry into the indirect Jewish sources of Jakob Boehme, dreamt a long drawn out chess game. The antagonists were not two individuals, but two illustrious families. The contest had begun many centuries before. No one could any longer describe the forgotten prize, but it was rumored that it was enormous and perhaps infinite. The pieces and the chessboard were set up in a secret tower. Jaromir (in his dream) was the first-born of one of the contending families. The hour for the next move, which could not be postponed, struck on all the clocks. The dreamer ran across the sands of a rainy desert - and he could not remember the chessmen or the rules of chess. At this point he awoke. The din of the rain and the clangor of the terrible clocks ceased. A measured unison, sundered by voices of command, arose from the Zelternergasse. Day had dawned, and the armored vanguards of the Third Reich were entering Prague.
El diecinueve, las autoridades recibieron una denuncia; el mismo diecinueve, al atardecer, Jaromir Hladík fue arrestado. Lo condujeron a un cuartel aséptico y blanco, en la ribera opuesta del Moldau. No pudo levantar uno solo de los cargos de la Gestapo: su apellido materno era Jaroslavski, su sangre era judía, su estudio sobre Boehme era judaizante, su firma delataba el censo final de una protesta contra el Anschluss. En 1928, había traducido el Sepher Yezirah para la editorial Hermann Barsdorf; el efusivo catálogo de esa casa había exagerado comercialmente el renombre del traductor; ese catálogo fue hojeado por Julius Rothe, uno de los jefes en cuyas manos estaba la suerte de Hladík. No hay hombre que, fuera de su especialidad, no sea crédulo; dos o tres adjetivos en letra gótica bastaron para que Julius Rothe admitiera la preeminencia de Hladík y dispusiera que lo condenaran a muerte, pour encourager les autres. Se fijó el día veintinueve de marzo, a las nueve a.m. Esa demora (cuya importancia apreciará después el lector) se debía al deseo administrativo de obrar impersonal y pausadamente, como los vegetales y los planetas.
On the 19th, the authorities received an accusation against Jaromir Hladik; on the same day, at dusk, he was arrested. He was taken to a barracks, aseptic and white, on the opposite bank of the Moldau. He was unable to refute a single one of the charges made by the Gestapo: his maternal surname was Jaroslavski, his blood was Jewish, his study of Boehme was Judaizing, his signature had helped to swell the final census of those protesting the Anschluss . In 1928, he had translated the Sepher Yezirah for the publishing house of Hermann Barsdorf; the effusive catalogue issued by this firm had exaggerated, for commercial reasons, the translator′s renown; this catalogue was leafed through by Julius Rothe, one of the officials in whose hands lay Hladik′s fate. The man does not exist who, outside his own specialty, is not credulous: two or three adjectives in Gothic script sufficed to convince Julius Rothe of Hladik′s pre-eminence, and of the need for the death penalty, pour encourager les autres . The execution was set for the 29th of March, at nine in the morning. This delay (whose importance the reader will appreciate later) was due to a desire on the part of the authorities to act slowly and impersonally, in the manner of planets or vegetables.
El primer sentimiento de Hladík fue de mero terror. Pensó que no lo hubieran arredrado la horca, la decapitación o el degüello, pero que morir fusilado era intolerable. En vano se redijo que el acto puro y general de morir era lo temible, no las circunstancias concretas. No se cansaba de imaginar esas circunstancias: absurdamente procuraba agotar todas las variaciones. Anticipaba infinitamente el proceso, desde el insomne amanecer hasta la misteriosa descarga. Antes del día prefijado por Julius Rothe, murió centenares de muertes, en patios cuyas formas y cuyos ángulos fatigaban la geometría, ametrallado por soldados variables, en número cambiante, que a veces lo ultimaban desde lejos; otras, desde muy cerca. Afrontaba con verdadero temor (quizá con verdadero coraje) esas ejecuciones imaginarias; cada simulacro duraba unos pocos segundos; cerrado el círculo, Jaromir interminablemente volvía a las trémulas vísperas de su muerte. Luego reflexionó que la realidad no suele coincidir con las previsiones; con lógica perversa infirió que prever un detalle circunstancial es impedir que éste suceda. Fiel a esa débil magia, inventaba, para que no sucedieran, rasgos atroces; naturalmente, acabó por temer que esos rasgos fueran proféticos. Miserable en la noche, procuraba afirmarse de algún modo en la sustancia fugitiva del tiempo. Sabía que éste se precipitaba hacia el alba del día veintinueve; razonaba en voz alta: Ahora estoy en la noche del veintidós; mientras dure esta noche (y seis noches más) soy invulnerable, inmortal../i. Pensaba que las noches de sueño eran piletas hondas y oscuras en las que podía sumergirse. A veces anhelaba con impaciencia la definitiva descarga, que lo redimiría, mal o bien, de su vana tarea de imaginar. El veintiocho, cuando el último ocaso reverberaba en los altos barrotes, lo desvió de esas consideraciones abyectas la imagen de su drama Los enemigos.
Hladik′s first reaction was simply one of horror. He was sure he would not have been terrified by the gallows, the block, or the knife; but to die before a firing squad was unbearable. In vain he repeated to himself that the pure and general act of dying, not the concrete circumstances, was the dreadful fact. He did not grow weary of imagining these circumstances: he absurdly tried to exhaust all the variations. He infinitely anticipated the process, from the sleepless dawn to the mysterious discharge of the rifles. Before the day set by Julius Rothe, he died hundreds of deaths, in courtyards whose shapes and angles defied geometry, shot down by changeable soldiers whose number varied and who sometimes put an end to him from close up and sometimes from far away. He faced these imaginary executions with true terror (perhaps with true courage). Each simulacrum lasted a few seconds. Once the circle was closed, Jaromir returned interminably to the tremulous eve of his death. Then he would reflect that reality does not tend to coincide with forecasts about it. With perverse logic he inferred that to foresee a circumstantial detail is to prevent its happening. Faithful to this feeble magic, he would invent, so that they might not happen , the most atrocious particulars. Naturally, he finished by fearing that these particulars were prophetic. During his wretched nights he strove to hold fast somehow to the fugitive substance of time. He knew that time was precipitating itself toward the dawn of the 29th. He reasoned aloud: I am now in the night of the 22nd. While this night lasts (and for six more nights to come) I am invulnerable, immortal . His nights of sleep seemed to him deep dark pools into which he might submerge. Sometimes he yearned impatiently for the firing squad′s definitive volley, which would redeem him, for better or for worse, from the vain compulsion of his imagination. On the 28th, as the final sunset reverberated across the high barred windows, he was distracted from all these abject considerations by thought of his drama, The Enemies .
Hladík había rebasado los cuarenta años. Fuera de algunas amistades y de muchas costumbres, el problemático ejercicio de la literatura constituía su vida; como todo escritor, medía las virtudes de los otros por lo ejecutado por ellos y pedía que los otros lo midieran por lo que vislumbraba o planeaba. Todos los libros que había dado a la estampa le infundían un complejo arrepentimiento. En sus exámenes de la obra de Boehme, de Abnesra y de Flood, había intervenido esencialmente la mera aplicación; en su traducción del Sepher Yezirah, la negligencia, la fatiga y la conjetura. Juzgaba menos deficiente, tal vez, la Vindicación de la eternidad: el primer volumen historia las diversas eternidades que han ideado los hombres, desde el inmóvil Ser de Parménides hasta el pasado modificable de Hinton; el segundo niega (con Francis Bradley) que todos los hechos del universo integran una serie temporal. Arguye que no es infinita la cifra de las posibles experiencias del hombre y que basta una sola "repetición" para demostrar que el tiempo es una falacia... Desdichadamente, no son menos falaces los argumentos que demuestran esa falacia; Hladík solía recorrerlos con cierta desdeñosa perplejidad. También había redactado una serie de poemas expresionistas; éstos, para confusión del poeta, figuraron en una antología de 1924 y no hubo antología posterior que no los heredara. De todo ese pasado equívoco y lánguido quería redimirse Hladík con el drama en verso Los enemigos. (Hladík preconizaba el verso, porque impide que los espectadores olviden la irrealidad, que es condición del arte.)
Hladik was past forty. Apart from a few friendships and many habits, the problematic practice of literature constituted his life. Like every writer, he measured the virtues of other writers by their performance, and asked that they measure him by what he conjectured or planned. All of the books he had published merely moved him to a complex repentance. His investigation of the work of Boehme, of Ibn Ezra, and of Fludd was essentially a product of mere application; his translation of the Sepher Yezirah was characterized by negligence, fatigue, and conjecture. He judged his Vindication of Eternity to be perhaps less deficient: the first volume is a history of the diverse eternities devised by man, from the immutable Being of Parmenides to the alterable past of Hinton; the second volume denies (with Francis Bradley) that all the events in the universe make up a temporal series. He argues that the number of experiences possible to man is not infinite, and that a single "repetition" suffices to demonstrate that time is a fallacy… Unfortunately, the arguments that demonstrate this fallacy are not any less fallacious. Hladik was in the habit of running through these arguments with a certain disdainful perplexity. He had also written a series of expressionist poems; these, to the discomfiture of the author, were included in an anthology in 1924, and there was no anthology of later date which did not inherit them. Hladik was anxious to redeem himself from his equivocal and languid past with his verse drama, The Enemies . (He favored the verse form in the theater because it prevents the spectators from forgetting unreality, which is the necessary condition of art.)
Este drama observaba las unidades de tiempo, de lugar y de acción; transcurría en Hradcany, en la biblioteca del barón de Roemerstadt, en una de las últimas tardes del siglo diecinueve. En la primera escena del primer acto, un desconocido visita a Roemerstadt. (Un reloj da las siete, una vehemencia de último sol exalta los cristales, el aire trae una arrebatada y reconocible música húngara.) A esta visita siguen otras; Roemerstadt no conoce las personas que lo importunan, pero tiene la incómoda impresión de haberlos visto ya, tal vez en un sueño. Todos exageradamente lo halagan, pero es notorio -primero para los espectadores del drama, luego para el mismo barón- que son enemigos secretos, conjurados para perderlo. Roemerstadt logra detener o burlar sus complejas intrigas; en el diálogo, aluden a su novia, Julia de Weidenau, y a un tal Jaroslav Kubin, que alguna vez la importunó con su amor. Éste, ahora, se ha enloquecido y cree ser Roemerstadt... Los peligros arrecian; Roemerstadt, al cabo del segundo acto, se ve en la obligación de matar a un conspirador. Empieza el tercer acto, el último. Crecen gradualmente las incoherencias: vuelven actores que parecían descartados ya de la trama; vuelve, por un instante, el hombre matado por Roemerstadt. Alguien hace notar que no ha atardecido: el reloj da las siete, en los altos cristales reverbera el sol occidental, el aire trae la arrebatada música húngara. Aparece el primer interlocutor y repite las palabras que pronunció en la primera escena del primer acto. Roemerstadt le habla sin asombro; el espectador entiende que Roemerstadt es el miserable Jaroslav Kubin. El drama no ha ocurrido: es el delirio circular que interminablemente vive y revive Kubin.
This opus preserved the dramatic unities (time, place, and action). It transpires in Hradcany, in the library of the Baron Roemerstadt, on one of the last evenings of the nineteenth century. In the first scene of the first act, a stranger pays a visit to Roemerstadt. (A clock strikes seven, the vehemence of a setting sun glorifies the window panes, the air transmits familiar and impassioned Hungarian music.) This visit is followed by others; Roemerstadt does not know the people who come to importune him, but he has the uncomfortable impression that he has seen them before: perhaps in a dream. All the visitors fawn upon him, but it is obvious - first to the spectators of the drama, and then to the Baron himself - that they are secret enemies, sworn to ruin him. Roemerstadt manages to outwit, or evade, their complex intrigues. In the course of the dialogue, mention is made of his betrothed, Julia de Weidenau, and of a certain Jaroslav Kubin, who at one time had been her suitor. Kubin has now lost his mind and thinks he is Roemerstadt… The dangers multiply. Roemerstadt, at the end of the second act, is forced to kill one of the conspirators. The third and final act begins. The incongruities gradually mount up: actors who seemed to have been discarded from the play reappear; the man who had been killed by Roemerstadt returns, for an instant. Someone notes that the time of day has not advanced: the clock strikes seven, the western sun reverberates in the high window panes, impassioned Hungarian music is carried on the air. The first speaker in the play reappears and repeats the words he had spoken in the first scene of the first act. Roemerstadt addresses him without the least surprise. The spectator understands that Roemerstadt is the wretched Jaroslav gubin. The drama has never taken place: it is the circular delirium which Kubin unendingly lives and relives.
Nunca se había preguntado Hladík si esa tragicomedia de errores era baladí o admirable, rigurosa o casual. En el argumento que he bosquejado intuía la invención más apta para disimular sus defectos y para ejercitar sus felicidades, la posibilidad de rescatar (de manera simbólica) lo fundamental de su vida. Había terminado ya el primer acto y alguna escena del tercero; el carácter métrico de la obra le permitía examinarla continuamente, rectificando los hexámetros, sin el manuscrito a la vista. Pensó que aun le faltaban dos actos y que muy pronto iba a morir. Habló con Dios en la oscuridad. Si de algún modo existo, si no soy una de tus repeticiones y erratas, existo como autor de ././i Los enemigos/i... Para llevar a término ese drama, que puede justificarme y justificarte, requiero un año más. Otórgame esos días, Tú de Quien son los siglos y el tiempo. Era la última noche, la más atroz, pero diez minutos después el sueño lo anegó como un agua oscura.
Hladik had never asked himself whether this tragicomedy of errors was preposterous or admirable, deliberate or casual. Such a plot, he intuited, was the most appropriate invention to conceal his defects and to manifest his strong points, and it embodied the possibility of redeeming (symbolically) the fundamental meaning of his life. He had already completed the first act and a scene or two of the third. The metrical nature of the work allowed him to go over it continually, rectifying the hexameters, without recourse to the manuscript. He thought of the two acts still to do, and of his coming death. In the darkness, he addressed himself to God. If I exist at all, if I am not one of Your repetitions and errata, I exist as the author of The Enemies. In order to bring this drama, which may serve to justify me, to justify You, I need one more year. Grant me that year, You to whom belong the centuries and all time . It was the last, the most atrocious night, but ten minutes later sleep swept over him like a dark ocean and drowned him.
Hacia el alba, soñó que se había ocultado en una de las naves de la biblioteca del Clementinum. Un bibliotecario de gafas negras le preguntó: ¿Qué busca? Hladík le replicó: Busco a Dios. El bibliotecario le dijo: Dios está en una de las letras de una de las páginas de uno de los cuatrocientos mil tomos del Clementinum. Mis padres y los padres de mis padres han buscado esa letra; yo me he quedado ciego, buscándola. Se quitó las gafas y Hladík vio los ojos, que estaban muertos. Un lector entró a devolver un atlas. Este atlas es inútil, dijo, y se lo dio a Hladík. Éste lo abrió al azar. Vio un mapa de la India, vertiginoso. Bruscamente seguro, tocó una de las mínimas letras. Una voz ubicua le dijo: El tiempo de tu labor ha sido otorgado. Aquí Hladík se despertó.
Toward dawn, he dreamt he had hidden himself in one of the naves of the Clementine Library. A librarian wearing dark glasses asked him: What are you looking for? Hladik answered: God . The Librarian told him: God is in one of the letters on one of the pages of one of the 400,000 volumes of the Clementine. My fathers and the fathers of my fathers have sought after that letter. I′ve gone blind looking for it . He removed his glasses, and Hladik saw that his eyes were dead. A reader came in to return an atlas. This atlas is useless , he said, and handed it to Hladik, who opened it at random. As if through a haze, he saw a map of India. With a sudden rush of assurance, he touched one of the tiniest letters. An ubiquitous voice said: The time for your work has been granted . Hladik awoke.
Recordó que los sueños de los hombres pertenecen a Dios y que Maimónides ha escrito que son divinas las palabras de un sueño, cuando son distintas y claras y no se puede ver quien las dijo. Se vistió; dos soldados entraron en la celda y le ordenaron que los siguiera.
He remembered that the dreams of men belong to God, and that Maimonides wrote that the words of a dream are divine, when they are all separate and clear and are spoken by someone invisible. He dressed. Two soldiers entered his cell and ordered him to follow them.
Del otro lado de la puerta, Hladík había previsto un laberinto de galerías, escaleras y pabellones. La realidad fue menos rica: bajaron a un traspatio por una sola escalera de fierro. Varios soldados -alguno de uniforme desabrochado- revisaban una motocicleta y la discutían. El sargento miró el reloj: eran las ocho y cuarenta y cuatro minutos. Había que esperar que dieran las nueve. Hladík, más insignificante que desdichado, se sentó en un montón de leña. Advirtió que los ojos de los soldados rehuían los suyos. Para aliviar la espera, el sargento le entregó un cigarrillo. Hladík no fumaba; lo aceptó por cortesía o por humildad. Al encenderlo, vio que le temblaban las manos. El día se nubló; los soldados hablaban en voz baja como si él ya estuviera muerto. Vanamente, procuró recordar a la mujer cuyo símbolo era Julia de Weidenau...
From behind the door, Hladik had visualized a labyrinth of passageways, stairs, and connecting blocks. Reality was less rewarding: the party descended to an inner courtyard by a single iron stairway. Some soldiers - uniforms unbuttoned - were testing a motorcycle and disputing their conclusions. The sergeant looked at his watch: it was 8:44. They must wait until nine. Hladik, more insignificant than pitiful, sat down on a pile of firewood. He noticed that the soldiers′ eyes avoided his. To make his wait easier, the sergeant offered him a cigarette. Hladik did not smoke. He accepted the cigarette out of politeness or humility. As he lit it, he saw that his hands shook. The day was clouding over. The soldiers spoke in low tones, as though he were already dead. Vainly, he strove to recall the woman of whom Julia de Weidenau was the symbol…
El piquete se formó, se cuadró. Hladík, de pie contra la pared del cuartel, esperó la descarga. Alguien temió que la pared quedara maculada de sangre; entonces le ordenaron al reo que avanzara unos pasos. Hladík, absurdamente, recordó las vacilaciones preliminares de los fotógrafos. Una pesada gota de lluvia rozó una de las sienes de Hladík y rodó lentamente por su mejilla; el sargento vociferó la orden final.
The firing squad fell in and was brought to attention. Hladik, standing against the barracks wall, waited for the volley. Someone expressed fear the wall would be splashed with blood. The condemned man was ordered to step forward a few paces. Hladik recalled, absurdly, the preliminary maneuvers of a photographer. A heavy drop of rain grazed one of Hladik′s temples and slowly rolled down his cheek. The sergeant barked the final command.
El universo físico se detuvo.
The physical universe stood still.
Las armas convergían sobre Hladík, pero los hombres que iban a matarlo estaban inmóviles. El brazo del sargento eternizaba un ademán inconcluso. En una baldosa del patio una abeja proyectaba una sombra fija. El viento había cesado, como en un cuadro. Hladík ensayó un grito, una sílaba, la torsión de una mano. Comprendió que estaba paralizado. No le llegaba ni el más tenue rumor del impedido mundo. Pensó estoy en el infierno, estoy muerto. Pensó estoy loco. Pensó el tiempo se ha detenido. Luego reflexionó que en tal caso, también se hubiera detenido su pensamiento. Quiso ponerlo a prueba: repitió (sin mover los labios) la misteriosa cuarta égloga de Virgilio. Imaginó que los ya remotos soldados compartían su angustia: anheló comunicarse con ellos. Le asombró no sentir ninguna fatiga, ni siquiera el vértigo de su larga inmovilidad. Durmió, al cabo de un plazo indeterminado. Al despertar, el mundo seguía inmóvil y sordo. En su mejilla perduraba la gota de agua; en el patio, la sombra de la abeja; el humo del cigarrillo que había tirado no acababa nunca de dispersarse. Otro "día" pasó, antes que Hladík entendiera.
The rifles converged upon Hladik, but the men assigned to pull the triggers were immobile. The sergeant′s arm eternalized an inconclusive gesture. Upon a courtyard flag stone a bee cast a stationary shadow. The wind had halted, as in a painted picture. Hladik began a shriek, a syllable, a twist of the hand. He realized he was paralyzed. Not a sound reached him from the stricken world. He thought: I′m in hell, I′m dead .He thought: I′ve gone mad . He thought: Time has come to a halt . Then he reflected that in that case, his thought, too, would have come to a halt. He was anxious to test this possibility: he repeated (without moving his lips) the mysterious Fourth Eclogue of Virgil. He imagined that the already remote soldiers shared his anxiety; he longed to communicate with them. He was astonished that he felt no fatigue, no vertigo from his protracted immobility. After an indeterminate length of time he fell asleep. On awaking he found the world still motionless and numb. The drop of water still clung to his cheek; the shadow of the bee still did not shift in the courtyard; the smoke from the cigarette he had thrown down did not blow away. Another "day" passed before Hladik understood.
Un año entero había solicitado de Dios para terminar su labor: un año le otorgaba su omnipotencia. Dios operaba para él un milagro secreto: lo mataría el plomo alemán, en la hora determinada, pero en su mente un año transcurría entre la orden y la ejecución de la orden. De la perplejidad pasó al estupor, del estupor a la resignación, de la resignación a la súbita gratitud.
He had asked God for an entire year in which to finish his work: His omnipotence had granted him the time. For his sake, God projected a secret miracle: German lead would kill him, at the determined hour, but in his mind a year would elapse between the command to fire and its execution. From perplexity he passed to stupor, from stupor to resignation, from resignation to sudden gratitude.
No disponía de otro documento que la memoria; el aprendizaje de cada hexámetro que agregaba le impuso un afortunado rigor que no sospechan quienes aventuran y olvidan párrafos interinos y vagos. No trabajó para la posteridad ni aun para Dios, de cuyas preferencias literarias poco sabía. Minucioso, inmóvil, secreto, urdió en el tiempo su alto laberinto invisible. Rehizo el tercer acto dos veces. Borró algún símbolo demasiado evidente: las repetidas campanadas, la música. Ninguna circunstancia lo importunaba. Omitió, abrevió, amplificó; en algún caso, optó por la versión primitiva. Llegó a querer el patio, el cuartel; uno de los rostros que lo enfrentaban modificó su concepción del carácter de Roemerstadt. Descubrió que las arduas cacofonías que alarmaron tanto a Flaubert son meras supersticiones visuales: debilidades y molestias de la palabra escrita, no de la palabra sonora... Dio término a su drama: no le faltaba ya resolver sino un solo epíteto. Lo encontró; la gota de agua resbaló en su mejilla. Inició un grito enloquecido, movió la cara, la cuádruple descarga lo derribó.
He disposed of no document but his own memory; the mastering of each hexameter as he added it, had imposed upon him a kind of fortunate discipline not imagined by those amateurs who forget their vague, ephemeral, paragraphs. He did not work for posterity, nor even for God, of whose literary preferences he possessed scant knowledge. Meticulous, unmoving, secretive, he wove his lofty invisible labyrinth in time. He worked the third act over twice. He eliminated some rather too-obvious symbols: the repeated striking of the hour, the music. There were no circumstances to constrain him. He omitted, condensed, amplified; occasionally, he chose the primitive version. He grew to love the courtyard, the barracks; one of the faces endlessly confronting him made him modify his conception of Roemerstadt′s character. He discovered that the hard cacaphonies which so distressed Flaubert are mere visual superstitions: debilities and annoyances of the written word, not of the sonorous, the sounding one… He brought his drama to a conclusion: he lacked only a single epithet. He found it: the drop of water slid down his cheek. He began a wild cry, moved his face aside. A quadruple blast brought him down.
Jaromir Hladík murió el veintinueve de marzo, a las nueve y dos minutos de la mañana.
Jaromir Hladik died on March 29, at 9:02 in the morning.