QQ! " La Biblioteca de Babel [The Library of Babel]"




Jorge Luis Borges

La Biblioteca de Babel -- [The Library of Babel]
Translated by J. E. I.
Edición bilingüe, español- inglés, de Miguel Garci-Gomez. Dept. Romance Stydies
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El universo (que otros llaman la Biblioteca) se componte de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales, con vastos pozos de ventilación en el medio, cercados por barandas bajísimas. Desde cualquier hexágono se ven los pisos inferiores y superiores: interminablemente. La distribución de las galerías es invariable. Veinte anaqueles, a cinco largos anaqueles por lado, cubren todos los lados menos dos; su altura, que es la de los pisos, excede apenas la de un bibliotecario normal. Una de las caras libres da a un angosto zaguán, que desemboca en otra galería, idéntica a la primera y a todas. A izquierda y a derecha del zaguán hay dos gabinetes minúsculos. Uno permite dormir de pie; otro, satisfacer las necesidades finales. Por ahí pasa la escalera espiral, que se abisma y se eleva hacia lo remoto. En el zaguán hay un espejo, que fielmente duplica las apariencias. Los hombres suelen inferir de ese espejo que la Biblioteca no es infinita (si lo fuera realmente ¿a qué esa duplicación ilusoria?); yo prefiero soñar que las superficies bruñidas figuran y prometen el infinito... La luz procede de unas frutas esféricas que llevan el nombre de lámparas. Hay dos en cada hexágono: transversales. La luz que emiten es insuficiente, incesante. The universe (which others call the Library) is composed of an indefinite and perhaps infinite number of hexagonal galleries, with vast air shafts between, surrounded by very low railings. From any of the hexagons one can see, interminably, the upper and lower floors. The distribution of the galleries is invariable. Twenty shelves, five long shelves per side, cover all the sides except two; their height, which is the distance from floor to ceiling, scarcely exceeds that of a normal bookcase. One of the free sides leads to a narrow hallway which opens onto another gallery, identical to the first and to all the rest. To the left and right of the hallway there are two very small closets. In the first, one may sleep standing up; in the other, satisfy one′s fecal necessities. Also through here passes a spiral stairway, which sinks abysmally and soars upwards to remote distances. In the hallway there is a mirror which faithfully duplicates all appearances. Men usually infer from this mirror that the Library is not infinite (if it were, why this illusory duplication?); I prefer to dream that its polished surfaces represent and promise the infinite ... Light is provided by some spherical fruit which bear the name of lamps. There are two, transversally placed, in each hexagon. The light they emit is insufficient, incessant.
 Como todos los hombres de la Biblioteca, he viajado en mi juventud; he peregrinado en busca de un libro, acaso del catálogo de catálogos; ahora que mis ojos casi no pueden descifrar lo que escribo, me preparo a morir a unas pocas leguas del hexágono en que nací. Muerto, no faltarán manos piadosas que me tiren por la baranda; mi sepultura será el aire insondable; mi cuerpo se hundirá largamente y se corromperá y disolverá en el viento engendrado por la caída, que es infinita. Yo afirmo que la Biblioteca es interminable. Los idealistas arguyen que las salas hexagonales son una forma necesaria del espacio absoluto o, por lo menos, de nuestra intuición del espacio. Razonan que es inconcebible una sala triangular o pentagonal. (Los místicos pretenden que el éxtasis les revela una cámara circular con un gran libro circular de lomo continuo, que da toda la vuelta de las paredes; pero su testimonio es sospechoso; sus palabras, oscuras. Ese libro cíclico es Dios.) Básteme, por ahora, repetir el dictamen clásico: La Biblioteca es una esfera cuyo centro cabal es cualquier hexágono, cuya circunferencia es inaccesible. Like all men of the Library, I have traveled in my youth; I have wandered in search of a book, perhaps the catalogue of catalogues; now that my eyes can hardly decipher what I write, I am preparing to die just a few leagues from the hexagon in which I was born. Once I am dead, there will be no lack of pious hands to throw me over the railing; my grave will be the fathomless air; my body will sink endlessly and decay and dissolve in the wind generated by the fall, which is infinite. I say that the Library is unending. The idealists argue that the hexagonal rooms are a necessary form of absolute space or, at least, of our intuition of space. They reason that a triangular or pentagonal room is inconceivable. (The mystics claim that their ecstasy reveals to them a circular chamber containing a great circular book, whose spine is continuous and which follows the complete circle of the walls; but their testimony is suspect; their words, obscure. This cyclical book is God.) Let it suffice now for me to repeat the classic dictum: The Library is a sphere whose exact center is any one of its hexagons and whose circumference is inaccessible.
A cada uno de los muros de cada hexágono corresponden cinco anaqueles; cada anaquel encierra treinta y dos libros de formato uniforme; cada libro es de cuatrocientas diez páginas; cada página, de cuarenta renglones; cada renglón, de unas ochenta letras de color negro. También hay letras en el dorso de cada libro; esas letras no indican o prefiguran lo que dirán las páginas. Sé que esa inconexión, alguna vez, pareció misteriosa. Antes de resumir la solución (cuyo descubrimiento, a pesar de sus trágicas proyecciones, es quizá el hecho capital de la historia) quiero rememorar algunos axiomas. There are five shelves for each of the hexagon′s walls; each shelf contains thirty-five books of uniform format; each book is of four hundred and ten pages; each page, of forty lines, each line, of some eighty letters which are black in color. There are also letters on the spine of each book; these letters do not indicate or prefigure what the pages will say. I know that this incoherence at one time seemed mysterious. Before summarizing the solution (whose discovery, in spite of its tragic projections, is perhaps the capital fact in history) I wish to recall a few axioms.
El primero: La Biblioteca existe ab aeterno. De esa verdad cuyo colorario inmediato es la eternidad futura del mundo, ninguna mente razonable puede dudar. El hombre, el imperfecto bibliotecario, puede ser obra del azar o de los demiurgos malévolos; el universo, con su elegante dotación de anaqueles, de tomos enigmáticos, de infatigables escaleras para el viajero y de letrinas para el bibliotecario sentado, sólo puede ser obra de un dios. Para percibir la distancia que hay entre lo divino y lo humano, basta comparar estos rudos símbolos trémulos que mi falible mano garabatea en la tapa de un libro, con las letras orgánicas del interior: puntuales, delicadas, negrísimas, inimitablemente simétricas. First: The Library exists ab aeterno. This truth, whose immediate corollary is the future eternity of the world, cannot be placed in doubt by any reasonable mind. Man, the imperfect librarian, may be the product of chance or of malevolent demiurgi; the universe, with its elegant endowment of shelves, of enigmatical volumes, of inexhaustible stairways for the traveler and latrines for the seated librarian, can only be the work of a god. To perceive the distance between the divine and the human, it is enough to compare these crude wavering symbols which my fallible hand scrawls on the cover of a book, with the organic letters inside: punctual, delicate, perfectly black, inimitably symmetrical.
El segundo: El número de símbolos ortográficos es veinticinco. Esa comprobación permitió, hace trescientos años, formular una teoría general de la Biblioteca y resolver satisfactoriamente el problema que ninguna conjetura había descifrado: la naturaleza informe y caótica de casi todos los libros. Second: The orthographical symbols are twenty-five in number. (n1) This finding made it possible, three hundred years ago, to formulate a general theory of the Library and solve satisfactorily the problem which no conjecture had deciphered: the formless and chaotic nature of almost all the books.
Uno, que mi padre vio en un hexágono del circuito quince noventa y cuatro, constaba de las letras MCV perversamente repetidas desde el renglón primero hasta el último. Otro (muy consultado en esta zona) es un mero laberinto de letras, pero la página penúltima dice «Oh tiempo tus pirámides». Ya se sabe: por una línea razonable o una recta noticia hay leguas de insensatas cacofonías, de fárragos verbales y de incoherencias. (Yo sé de una región cerril cuyos bibliotecarios repudian la supersticiosa y vana costumbre de buscar sentido en los libros y la equiparan a la de buscarlo en los sueños o en las líneas caóticas de la mano... Admiten que los inventores de la escritura imitaron los veinticinco símbolos naturales, pero sostienen que esa aplicación es casual y que los libros nada significan en sí. Ese dictamen, ya veremos no es del todo falaz.) One which my father saw in a hexagon on circuit fifteen ninety-four was made up of the letters MCV, perversely repeated from the first line to the last. Another (very much consulted in this area) is a mere labyrinth of letters, but the next-to-last page says Oh time thy pyramids. This much is already known: for every sensible line of straightforward statement, there are leagues of senseless cacophonies, verbal jumbles and incoherences. (I know of an uncouth region whose librarians repudiate the vain and superstitious custom of finding a meaning in books and equate it with that of finding a meaning in dreams or in the chaotic lines of one′s palm ... They admit that the inventors of this writing imitated the twenty-five natural symbols, but maintain that this application is accidental and that the books signify nothing in themselves. This dictum, we shall see, is not entirely fallacious.)
 Durante mucho tiempo se creyó que esos libros impenetrables correspondían a lenguas pretéritas o remotas. Es verdad que los hombres más antiguos, los primeros bibliotecarios, usaban un lenguaje asaz diferente del que hablamos ahora; es verdad que unas millas a la derecha la lengua es dialectal y que noventa pisos más arriba, es incomprensible. Todo eso, lo repito, es verdad, pero cuatrocientas diez páginas de inalterables MCV no pueden corresponder a ningún idioma, por dialectal o rudimentario que sea. Algunos insinuaron que cada letra podía influir en la subsiguiente y que el valor de MCV en la tercera línea de la página 71 no era el que puede tener la misma serie en otra posición de otra página, pero esa vaga tesis no prosperó. Otros pensaron en criptografías; universalmente esa conjetura ha sido aceptada, aunque no en el sentido en que la formularon sus inventores. For a long time it was believed that these impenetrable books corresponded to past or remote languages. It is true that the most ancient men, the first librarians, used a language quite different from the one we now speak; it is true that a few miles to the right the tongue is dialectical and that ninety floors farther up, it is incomprehensible. All this, I repeat, is true, but four hundred and ten pages of inalterable MCV′s cannot correspond to any language, no matter how dialectical or rudimentary it may be. Some insinuated that each letter could influence the following one and that the value of MCV in the third line of page 71 was not the one the same series may have in another position on another page, but this vague thesis did not prevail. Others thought of cryptographs; generally, this conjecture has been accepted, though not in the sense in which it was formulated by its originators.
Hace quinientos años, el jefe de un hexágono superior dio con un libro tan confuso como los otros, pero que tenía casi dos hojas de líneas homogéneas. Mostró su hallazgo a un descifrador ambulante, que le dijo que estaban redactadas en portugués; otros le dijeron que en yiddish. Antes de un siglo pudo establecerse el idioma: un dialecto samoyedo-lituano del guaraní, con inflexiones de árabe clásico. También se descifró el contenido: nociones de análisis combinatorio, ilustradas por ejemplos de variaciones con repetición ilimitada. Esos ejemplos permitieron que un bibliotecario de genio descubriera la ley fundamental de la Biblioteca. Este pensador observó que todos los libros, por diversos que sean, constan de elementos iguales: el espacio, el punto, la coma, las veintidós letras del alfabeto. También alegó un hecho que todos los viajeros han confirmado: No hay en la vasta Biblioteca, dos libros idénticos. De esas premisas incontrovertibles dedujo que la Biblioteca es total y que sus anaqueles registran todas las posibles combinaciones de los veintitantos símbolos ortográficos (número, aunque vastísimo, no infinito) o sea todo lo que es dable expresar: en todos los idiomas. Todo: la historia minuciosa del porvenir, las autobiografías de los arcángeles, el catálogo fiel de la Biblioteca, miles y miles de catálogos falsos, la demostración de la falacia de esos catálogos, la demostración de la falacia del catálogo verdadero, el evangelio gnóstico de Basilides, el comentario de ese evangelio, el comentario del comentario de ese evangelio, la relación verídica de tu muerte, la versión de cada libro a todas las lenguas, las interpolaciones de cada libro en todos los libros, el tratado que Beda pudo escribir (y no escribió) sobre la mitología de los sajones, los libros perdidos de Tácito. Five hundred years ago, the chief of an upper hexagon(n2) came upon a book as confusing as the others, but which had nearly two pages of homogeneous lines. He showed his find to a wandering decoder who told him the lines were written in Portuguese; others said they were Yiddish. Within a century, the language was established: a Samoyedic Lithuanian dialect of Guarani, with classical Arabian inflections. The content was also deciphered: some notions of combinative analysis, illustrated with examples of variations with unlimited repetition. These examples made it possible for a librarian of genius to discover the fundamental law of the Library. This thinker observed that all the books, no matter how diverse they might be, are made up of the same elements: the space, the period, the comma, the twenty-two letters of the alphabet. He also alleged a fact which travelers have confirmed: In the vast Library there are no two identical books. From these two incontrovertible premises he deduced that the Library is total and that its shelves register all the possible combinations of the twenty-odd orthographical symbols (a number which, though extremely vast, is not infinite): Everything: the minutely detailed history of the future, the archangels′ autobiographies, the faithful catalogues of the Library, thousands and thousands of false catalogues, the demonstration of the fallacy of those catalogues, the demonstration of the fallacy of the true catalogue, the Gnostic gospel of Basilides, the commentary on that gospel, the commentary on the commentary on that gospel, the true story of your death, the translation of every book in all languages, the interpolations of every book in all books.
Cuando se proclamó que la Biblioteca abarcaba todos los libros, la primera impresión fue de extravagante felicidad. Todos los hombres se sintieron señores de un tesoro intacto y secreto. No había problema personal o mundial cuya elocuente solución no existiera: en algún hexágono. El universo estaba justificado, el universo bruscamente usurpó las dimensiones ilimitadas de la esperanza. En aquel tiempo se habló mucho de las Vindicaciones: libros de apología y de profecía, que para siempre vindicaban los actos de cada hombre del universo y guardaban arcanos prodigiosos para su porvenir. Miles de codiciosos abandonaron el dulce hexágono natal y se lanzaron escaleras arriba, urgidos por el vano propósito de encontrar su Vindicación. When it was proclaimed that the Library contained all books, the first impression was one of extravagant happiness. All men felt themselves to be the masters of an intact and secret treasure. There was no personal or world problem whose eloquent solution did not exist in some hexagon. The universe was justified, the universe suddenly usurped the unlimited dimensions of hope. At that time a great deal was said about the Vindications: books of apology and prophecy which vindicated for all time the acts of every man in the universe and retained prodigious arcana for his future. Thousands of the greedy abandoned their sweet native hexagons and rushed up the stairways, urged on by the vain intention of finding their Vindication.
Esos peregrinos disputaban en los corredores estrechos, proferían oscuras maldiciones, se estrangulaban en las escaleras divinas, arrojaban los libros engañosos al fondo de los túneles, morían despeñados por los hombres de regiones remotas. Otros se enloquecieron... Las Vindicaciones existen (yo he visto dos que se refieren a personas del porvenir, a personas acaso no imaginarias) pero los buscadores no recordaban que la posibilidad de que un hombre encuentre la suya, o alguna pérfida variación de la suya, es computable en cero. These pilgrims disputed in the narrow corridors, proferred dark curses, strangled each other on the divine stairways, flung the deceptive books into the air shafts, met their death cast down in a similar fashion by the inhabitants of remote regions. Others went mad ... The Vindications exist (I have seen two which refer to persons of the future, to persons who are perhaps not imaginary) but the searchers did not remember that the possibility of a man′s finding his Vindication, or some treacherous variation thereof, can be computed as zero.
También se esperó entonces la aclaración de los misterios básicos de la humanidad: el origen de la Biblioteca y del tiempo. Es verosímil que esos graves misterios puedan explicarse en palabras: si no basta el lenguaje de los filósofos, la multiforme Biblioteca habrá producido el idioma inaudito que se requiere y los vocabularios y gramáticas de ese idioma. Hace ya cuatro siglos que los hombres fatigan los hexágonos... Hay buscadores oficiales, inquisidores. Yo los he visto en el desempeño de su función: llegan siempre rendidos; hablan de una escalera sin peldaños que casi los mató; hablan de galerías y de escaleras con el bibliotecario; alguna vez, toman el libro más cercano y lo hojean, en busca de palabras infames. Visiblemente, nadie espera descubrir nada. At that time it was also hoped that a clarification of humanity′s basic mysteries -- the origin of the Library and of time -- might be found. It is verisimilar that these grave mysteries could be explained in words: if the language of philosophers is not sufficient, the multiform Library will have produced the unprecedented language required, with its vocabularies and grammars. For four centuries now men have exhausted the hexagons ... There are official searchers, inquisitors. I have seen them in the performance of their function: they always arrive extremely tired from their journeys; they speak of a broken stairway which almost killed them; they talk with the librarian of galleries and stairs; sometimes they pick up the nearest volume and leaf through it, looking for infamous words. Obviously, no one expects to discover anything.
A la desaforada esperanza, sucedió, como es natural, una depresión excesiva. La certidumbre de que algún anaquel en algún hexágono encerraba libros preciosos y de que esos libros preciosos eran inaccesibles, pareció casi intolerable. Una secta blasfema sugirió que cesaran las buscas y que todos los hombres barajaran letras y símbolos, hasta construir, mediante un improbable don del azar, esos libros canónicos. Las autoridades se vieron obligadas a promulgar órdenes severas. La secta desapareció, pero en mi niñez he visto hombres viejos que largamente se ocultaban en las letrinas, con unos discos de metal en un cubilete prohibido, y débilmente remedaban el divino desorden. As was natural, this inordinate hope was followed by an excessive depression. The certitude that some shelf in some hexagon held precious books and that these precious books were inaccessible, seemed almost intolerable. A blasphemous sect suggested that the searches should cease and that all men should juggle letters and symbols until they constructed, by an improbable gift of chance, these canonical books. The authorities were obliged to issue severe orders. The sect disappeared, but in my childhood I have seen old men who, for long periods of time, would hide in the latrines with some metal disks in a forbidden dice cup and feebly mimic the divine disorder.
Otros, inversamente, creyeron que lo primordial era eliminar las obras inútiles. Invadían los hexágonos, exhibían credenciales no siempre falsas, hojeaban con fastidio un volumen y condenaban anaqueles enteros: a su furor higiénico, ascético, se debe la insensata perdición de millones de libros. Su nombre es execrado, pero quienes deploran los «tesoros» que su frenesí destruyó, negligen dos hechos notorios. Uno: la Biblioteca es tan enorme que toda reducción de origen humano resulta infinitesimal. Otro: cada ejemplar es único, irreemplazable, pero (como la Biblioteca es total) hay siempre varios centenares de miles de facsímiles imperfectos: de obras que no difieren sino por una letra o por una coma. Contra la opinión general, me atrevo a suponer que las consecuencias de las depredaciones cometidas por los Purificadores, han sido exageradas por el horror que esos fanáticos provocaron. Los urgía el delirio de conquistar los libros del Hexágono Carmesí: libros de formato menor que los naturales; omnipotentes, ilustrados y mágicos. Others, inversely, believed that it was fundamental to eliminate useless works. They invaded the hexagons, showed credentials which were not always false, leafed through a volume with displeasure and condemned whole shelves: their hygienic, ascetic furor caused the senseless perdition of millions of books. Their name is execrated, but those who deplore the ``treasures′′ destroyed by this frenzy neglect two notable facts. One: the Library is so enormous that any reduction of human origin is infinitesimal. The other: every copy is unique, irreplaceable, but (since the Library is total) there are always several hundred thousand imperfect facsimiles: works which differ only in a letter or a comma. Counter to general opinion, I venture to suppose that the consequences of the Purifiers′ depredations have been exaggerated by the horror these fanatics produced. They were urged on by the delirium of trying to reach the books in the Crimson Hexagon: books whose format is smaller than usual, all-powerful, illustrated and magical.
 También sabemos de otra superstición de aquel tiempo: la del Hombre del Libro. En algún anaquel de algún hexágono (razonaron los hombres) debe existir un libro que sea la cifra y el compendio perfecto de todos los demás: algún bibliotecario lo ha recorrido y es análogo a un dios. En el lenguaje de esta zona persisten aún vestigios del culto de ese funcionario remoto. Muchos peregrinaron en busca de Él. Durante un siglo fatigaron en vano los más diversos rumbos. ¿Cómo localizar el venerado hexágono secreto que lo hospedaba? Alguien propuso un método regresivo: Para localizar el libro A, consultar previamente un libro B que indique el sitio de A; para localizar el libro B, consultar previamente un libro C, y así hasta lo infinito... En aventuras de ésas, he prodigado y consumido mis años. We also know of another superstition of that time: that of the Man of the Book. On some shelf in some (men reasoned) there must exist a book which is the formula and perfect compendium of all the rest: some librarian has gone through it and he is analogous to a god. In the language of this zone vestiges of this remote functionary′s cult still persist. Many wandered in search of Him. For a century they have exhausted in vain the most varied areas. How could one locate the venerated and secret hexagon which housed Him? Someone proposed a regressive method: To locate book A, consult first book B which indicates A′s position; to locate book B, consult first a book C, and so on to infinity ... In adventures such as these, I have squandered and wasted my years.
No me parece inverosímil que en algún anaquel del universo haya un libro total; ruego a los dioses ignorados que un hombre - ¡uno solo, aunque sea, hace miles de años! - lo haya examinado y leído. Si el honor y la sabiduría y la felicidad no son para mí, que sean para otros. Que el cielo exista, aunque mi lugar sea el infierno. Que yo sea ultrajado y aniquilado, pero que en un instante, en un ser, Tu enorme Biblioteca se justifique. It does not seem unlikely to me that there is a total book on some shelf of the universe;(n3) I pray to the unknown gods that a man -- just one, even though it were thousands of years ago! -- may have examined and read it. If honor and wisdom and happiness are not for me, let them be for others. Let heaven exist, though my place be in hell. Let me be outraged and annihilated, but for one instant, in one being, let Your enormous Library be justified.
Afirman los impíos que el disparate es normal en la Biblioteca y que lo razonable (y aun la humilde y pura coherencia) es una casi milagrosa excepción. Hablan (lo sé) de «la Biblioteca febril, cuyos azarosos volúmenes corren el incesante albur de cambiarse en otros y que todo lo afirman, lo niegan y lo confunden como una divinidad que delira». Esas palabras que no sólo denuncian el desorden sino que lo ejemplifican también, notoriamente prueban su gusto pésimo y su desesperada ignorancia. En efecto, la Biblioteca incluye todas las estructuras verbales, todas las variaciones que permiten los veinticinco símbolos ortográficos, pero no un solo disparate absoluto. Inútil observar que el mejor volumen de los muchos hexágonos que administro se titula «Trueno peinado», y otro «El calambre de yeso» y otro «Axaxaxas mlo». Esas proposiciones, a primera vista incoherentes, sin duda son capaces de una justificación criptográfica o alegórica; esa justificación es verbal y, ex hypothesi, ya figura en la Biblioteca. No puedo combinar unos caracteres dhcmrlchtdj que la divina Biblioteca no haya previsto y que en alguna de sus lenguas secretas no encierren un terrible sentido. Nadie puede articular una sílaba que no esté llena de ternuras y de temores; que no sea en alguno de esos lenguajes el nombre poderoso de un dios. Hablar es incurrir en tautologías. Esta epístola inútil y palabrera ya existe en uno de los treinta volúmenes de los cinco anaqueles de uno de los incontables hexágonos, y también su refutación. The impious maintain that nonsense is normal in the Library and that the reasonable (and even humble and pure coherence) is an almost miraculous exception. They speak (I know) of the ``feverish Library whose chance volumes are constantly in danger of changing into others and affirm, negate and confuse everything like a delirious divinity.′′ These words, which not only denounce the disorder but exemplify it as well, notoriously prove their authors′ abominable taste and desperate ignorance. In truth, the Library includes all verbal structures, all variations permitted by the twenty-five orthographical symbols, but not a single example of absolute nonsense. It is useless to observe that the best volume of the many hexagons under my administration is entitled The Combed Thunderclap and another The Plaster Cramp and another Axaxaxas mlö. These phrases, at first glance incoherent, can no doubt be justified in a cryptographical or allegorical manner; such a justification is verbal and, ex hypothesi, already figures in the Library. I cannot combine some charactersdhcmrlchtdjwhich the divine Library has not foreseen and which in one of its secret tongues do not contain a terrible meaning. No one can articulate a syllable which is not filled with tenderness and fear, which is not, in one of these languages, the powerful name of a god. To speak is to fall into tautology. This wordy and useless epistle already exists in one of the thirty volumes of the five shelves of one of the innumerable hexagons -- and its refutation as well.
(Un número n de lenguajes posibles usa el mismo vocabulario; en algunos, el símbolo biblioteca admite la correcta definición ubicuo y perdurable sistema de galerías hexagonales, pero biblioteca es pan o pirámide o cualquier otra cosa, y las siete palabras que la definen tienen otro valor. Tú, que me lees, ¿estás seguro de entender mi lenguaje?). (An n number of possible languages use the same vocabulary; in some of them, the symbol library allows the correct definition a ubiquitous and lasting system of hexagonal galleries, but library is bread or pyramid or anything else, and these seven words which define it have another value. You who read me, are You sure of understanding my language?)
La escritura metódica me distrae de la presente condición de los hombres. La certidumbre de que todo está escrito nos anula o nos afantasma. Yo conozco distritos en que los jóvenes se prosternan ante los libros y besan con barbarie las páginas, pero no saben descifrar una sola letra. Las epidemias, las discordias heréticas, las peregrinaciones que inevitablemente degeneran en bandolerismo, han diezmado la población. Creo haber mencionado los suicidios, cada año más frecuentes. Quizá me engañen la vejez y el temor, pero sospecho que la especie humana - la única - está por extinguirse y que la Biblioteca perdurará: iluminada, solitaria, infinita, perfectamente inmóvil, armada de volúmenes preciosos, inútil, incorruptible, secreta. The methodical task of writing distracts me from the present state of men. The certitude that everything has been written negates us or turns us into phantoms. I know of districts in which the young men prostrate themselves before books and kiss their pages in a barbarous manner, but they do not know how to decipher a single letter. Epidemics, heretical conflicts, peregrinations which inevitably degenerate into banditry, have decimated the population. I believe I have mentioned suicides, more and more frequent with the years. Perhaps my old age and fearfulness deceive me, but I suspect that the human species -- the unique species -- is about to be extinguished, but the Library will endure: illuminated, solitary, infinite, perfectly motionless, equipped with precious volumes, useless, incorruptible, secret.
Acabo de escribir infinita. No he interpolado ese adjetivo por una costumbre retórica; digo que no es ilógico pensar que el mundo es infinito. Quienes lo juzgan limitado, postulan que en lugares remotos los corredores y escaleras y hexágonos pueden inconcebiblemente cesar, lo cual es absurdo. Quienes la imaginan sin límites, olvidan que los tiene el número posible de libros. Yo me atrevo a insinuar esta solución del antiguo problema: La biblioteca es ilimitada y periódica. Si un eterno viajero la atravesara en cualquier dirección, comprobaría al cabo de los siglos que los mismos volúmenes se repiten en el mismo desorden (que, repetido, sería un orden: el Orden). Mi soledad se alegra con esa elegante esperanza. I have just written the word ``infinite.′′ I have not interpolated this adjective out of rhetorical habit; I say that it is not illogical to think that the world is infinite. Those who judge it to be limited postulate that in remote places the corridors and stairways and hexagons can conceivably come to an end -- which is absurd. Those who imagine it to be without limit forget that the possible number of books does have such a limit. I venture to suggest this solution to the ancient problem: The Library is unlimited and cyclical. If an eternal traveler were to cross it in any direction, after centuries he would see that the same volumes were repeated in the same disorder (which, thus repeated, would be an order: the Order). My solitude is gladdened by this elegant hope. (04) .
Notes






1 The original manuscript does not contain digits or capital letters. The punctuation has been limited to the comma and the period. These two signs, the space and the twenty-two letters of the alphabet are the twenty-five symbols considered sufficient by this unknown author. (Editor′s note.)
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2 Before, there was a man for every three hexagons. Suicide and pulmonary diseases have destroyed that proportion. A memory of unspeakable melancholy: at times I have traveled for many nights through corridors and along polished stairways without finding a single librarian.
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3 I repeat: it suffices that a book be possible for it to exist. Only the impossible is excluded. For example: no book can be a ladder, although no doubt there are books which discuss and negate and demonstrate this possibility and others whose structure corresponds to that of a ladder.
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4 Letizia Álvarez de Toledo has observed that this vast Library is useless: rigorously speaking, a single volume would be sufficient, a volume of ordinary format, printed in nine or ten point type, containing an infinite number if infinitely thin leaves. (In the early seventeenth century, Cavalieri said that all solid bodies are the superimposition of an infinite number of planes.) The handling of this silky vade mecum would not be convenient: each apparent page would unfold into other analogous ones; the inconceivable middle page would have no reverse.
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