Tirso de Molina
La romera de Santiago



Personas que hablan en ella:
  • El rey ORDOÑO:
  • LINDA, Infanta
  • BLANCA, dama
  • XIMENO
  • LAURO
  • Doña SOL
  • ORTUÑO
  • El conde don LISUARDO
  • RELOJ, lacayo
  • El conde GARCI Fernández
  • FRUELA
  • RAMIRO
  • URRACA
  • BERMUDO
  • FAVILA
  • CRIADOS
  • MUSICA


JORNADA PRIMERA

Salen los que pudieren de acompañamiento, y el conde don LISUARDO, de camino, y ORDOÑO:, rey de León, y doña LINDA, infanta, su hermana, y siéntanse el rey ORDOÑO: y la infanta LINDA

ORDOÑO:     ¿ Conde ?
LISUARDO:               ¡ Señor !
ORDOÑO:                         Escuchad.
  La memoria de los reyes
  hace asegurar las leyes
  del temor y la lealtad,
  con el premio y el castigo 5
  que son los polos por donde
  suelen navegarse, conde,
  estos dos mares que digo.
  Porque la difinición
  de la justicia es igual 10
  medida que cada cual
  con la pena o galardón
  da lo que le toca. Yo
  estoy de vos obligado,
  y vos no tan bien pagado 15
  como el valor mereció
  de vuestra heroica persona,
  puesto que para pagallo
  es poco con tal vasallo
  partir, conde, la corona, 20
  y por ver si corresponde
  la paga al valor igual,
  quiero hacer un memorial
  de vuestros servicios, conde.
  Cuando el moro de Navarra, 25
  en ofensa de León
  quiso hacer ostentación
  de su persona bizarra,
  saliendo yo con la mía
  del marte alarbe navarro, 30
  al paso, vos tan bizarro
  anduvistes aquel día
  que nos dimos la batalla,
  que cuerpo a cuerpe le distes
  muerte y en fuga pusistes 35
  toda la alarbe canalla;
  y tanta africana luna
  metistes de esta ocasión
  arrastrando por León,
  que envidié vuestra fortuna 40
  más que la de haber nacido
  rey, en fin, porque es mayor
  imperio el que da el valor
  que el que en la tierra han tenido
  los príncipes que nacieron 45
  con la dicha de heredallo;
  que a tan valiente vasallo
  reyes llegar no pudieron.
  Cuando sobre el feudo entró
  Garci Fernández, el conde 50
  de Castilla, hasta adonde
  el Esla los pies bañó
  a sus soberbios caballos,
  sobre la puente del río
  no mostró el romano brío 55
  de Horacio para estorballos
  el paso más valentía
  que vos, pues a voces dijo
  que erais rayo, que erais hijo
  del sol, Castilla, aquel día. 60
  Cuando el moro cordobés
  las cien doncellas pidió
  que Mauregato le dio,
  rey infame, vil leonés,
  y le obligó mi respuesta 65
  a que pusiese en campaña
  de la morisma de España
  cuanta gente al arco apresta,
  adarga embraza y empuña,
  lanza jineta aprestando 70
  otro berberisco bando
  por la gallega Coruña
  haciendo empeñar el suelo
  y que el Africa se asombre,
  ¿ no levantastes el nombre 75
  de Ordoño segundo al cielo ?
  Si estos los servicios son
  del conde don Lisuardo,
  y hacerle merced aguardo,
  una Infanta de León, 80
  legítima hermana mía,
  sola los basta a pagar,
  y hoy la mano os he de dar;
  de más de que merecía
  vuestra sangre este favor, 85
  que no será la primera
  que honrar vuestra casa espera.
LISUARDO:     A tanta merced, señor,
  ni sé responder, ni acierto
  a agradecer con razones; 90
  bien que en tales ocasiones
  es cordura el desacierto.
  Considere vuestra alteza
  lo que propone mejor,
  porque le viene el favor 95
  muy sobrado a mi nobleza.
ORDOÑO:     Yo tengo considerado,
  conde, el favor que os he hecho,
  y es justicia y es derecho,
  razón y razón de estado; 100
  porque, a granjear los dos,
  conde, venimos así.
  Tanto me conviene a mí
  como os está bien a vos.
  Linda, mi hermana, ha de ser 105
  vuestra esposa, y dad la mano
  a la infanta.
LISUARDO:                   El soberano
  favor me ha de enloquecer.
ORDOÑO:     Levántese, Linda, a dar
  la mano al conde.
LINDA:                         Ocasión 110
  es, según sus partes son,
  que se pudo granjear
  a costa de mis deseos.
LISUARDO:     Llegar a tanto en tan poco
  me ha de hacer que goce loco 115
  tan soberanos empleos;
  traición parece que ha sido
  al gusto y a la ventura.
ORDOÑO:     Quien pagar, conde, procura
  lo mucho que habéis servido, 120
  de esta suerte lo ha de hacer.
  Vuestro valor os levanta
  a la alteza de una infanta.
LISUARDO:     Sólo os puede responder,
  Ordoño, en esta ocasión, 125
  para no caer en mengua,
  el silencio, que en la lengua
  no hay sentimiento en razón
  del saber encarecer
  tan nunca vistos favores. 130
ORDOÑO:     Si pudieran ser mayores
  no los dudara de hacer.
  Dé la mano vuestra alteza,
  hermana, al conde.
LISUARDO:                         Dejad
  que imagine que es verdad 135
  tanto bien, tanta grandeza
  primero, Ordoño valiente,
  generoso, heroico y justo,
  porque el gusto como el susto
  puede matar de repente. 140
  Con mil vidas que perdiera
  por vos, con que derramara
  de sangre un mar, no bastara
  para que comprar pudiera
  lo menos del bien que aguardo 145
  tan sin pensarlo.
LINDA:                       Yo estoy
  pagada en saber que soy
  del conde don Lisuardo.
  Esta es mi mano y con ella
  el alma os rindo también. 150
LISUARDO:     Si no es sueño tanto bien,
  loco estoy. Linda, más bella
  que el sol en belleza y nombre,
  a tanto cristal, a tanto
  del cielo y de amor espanto, 155
  no hay alma que no se asombre
  y mil tener estimara
  para ofrecer con la mano
  a vuestro pie soberano,
  prodigio de la más rara 160
  belleza que ha visto el suelo,
  de cuya mano divina
  con la mía el alma indina
  mide al sol rayo de hielo;
  puesto que en empresa igual 165
  más lince Amor, que Dios ciego
  hoy trueca flechas de fuego
  a cometas de cristal.
  Pero, señor, ¿ con qué intento
  si esta merced me intentastes 170
  hacer, ponerme mandastes
  de camino ? Un casamiento
  tan alto, ¿ no requería
  galas cortesanas, antes
  que cosas que tan distantes 175
  son para tan grande día
  como las botas y espuelas ?
  Perdonad, que enigmas son
  tan notable prevención
  de caminar, tantas velas 180
  de plumas en mis criados,
  tremolando al aire ya,
  adonde copiando está
  la primavera los prados
  en las galas de colores 185
  y a quien el sol hace fiesta,
  de cuya hermosa floresta
  son clarines ruiseñores,
  y tanto apercibimiento
  como León sale a ver, 190
  dando, Ordoño, en qué entender
  al sol, al abril y al viento,
  y todo tan diferente
  que obliga a esta admiración.
ORDOÑO:     No ha sido sin ocasión; 195
  escuchadme atentamente.
  Desde el día que tomé
  la resolución postrera
  de casaros con la infanta,
  mi hermana, con su belleza 200
  premiando vuestros servicios,
  quise que las bodas nuestras
  fuesen en un mismo día,
  para juntar ambas fiestas
  y para mostrar el gusto 205
  que yo tengo, conde, en ellas,
  porque corramos los dos
  en el estado parejas;
  pues para tomarle yo
  fue necesario que hiciera 210
  primero las de mi hermana,
  que es obligación y endeuda
  con que los varones nacen;
  y aunque Polonia y Bohemia,
  Flandes, Borgoña y Castilla 215
  me la han pedido, más fuerza
  las obligaciones, conde,
  que os tengo, me han hecho, y éstas
  con la merced de la infanta
  aún no quedan satisfechas. 220
  Esta es la causa de haberos
  mandado con la grandeza
  que tenéis, conde, aprestada,
  que os pusieseis las espuelas
  para que, luego que a Linda 225
  la mano dieseis, partiera
  vuestra persona a tratar
  mis bodas a Ingalaterra
  con Margarita, segunda
  hija de Enrico, tan bella, 230
  que la fama pasó el mar
  hasta León con las nuevas,
  para cuyo efecto agora
  en la Coruña os esperan
  cuatro bajeles, redondos 235
  escollos que el mar navegan,
  tan valientes y veloces
  caballos en la carrera,
  del campo de las espumas,
  que en pocos días las leguas 240
  que hay desde allí hasta Plemúa
  medirán, poniendo en ella
  duda al viento si son hijos
  de su propia ligereza.
  En aqueste pliego, conde, 245
  va la carta de creencia,
  la instrucción y mi retrato.
  Dadme los brazos y sepa
  lngalaterra por vos
  de la Corona leonesa 250
  la grandeza y el valor.
LISUARDO:     Perdonara a vuestra alteza
  la merced por la pensión
  que viene, Ordoño, con ella.
  Si fuera llevando a Linda 255
  fuera donde el sol no llega,
  adonde trueca en la Libia
  por átomos las arenas;
  pero no sé con qué vida,
  con qué esperanza sin ella 260
  podré llegar donde voy.
ORDOÑO:     Con el gusto de la vuelta
  la ausencia puede sufrirse.
LISUARDO:     Como el rigor de la ausencia
  primero se ha de pasar, 265
  es necesario que sea
  el valor más confiado,
  más valiente la paciencia,
  más sufrida la memoria,
  la esperanza más resuelta; 270
  mas donde méritos faltan
  justo es que haya en recompensa
  tanto infierno a tanto cielo,
  a tal gloria tanta pena.
ORDOÑO:     Esto, es tan forzoso, conde, 275
  como veis, que porque fuera
  a esta embajada con más
  autoridad y grandeza
  vuestra persona, he querido
  honraros de esta manera, 280
  dando primero la mano
  a la infanta.   De su alteza
  os despedid, y adiós, conde.

Vase el rey ORDOÑO

LISUARDO:     No tiene valor ni fuerza
  para tanta empresa el alma. 285
LINDA:     Conde, Dios os guarde y vuelva
  a León con la salud
  que, como es razón, desea
  quien ha de ser vuestra esclava.
  Porque, si es igual la ausencia, 290
  entre dos que están amando
  del que parte y del que queda,
  partamos los sentimientos
  entre los dos, por que sean,
  partidas y acompañadas, 295
  conde, menores las penas;
  que yo os aseguro, conde,
  que lleváis a Ingalaterra
  un alma que os acompaña,
  tan fina y tan verdadera 300
  amante, en fe de la mano
  que os di, que podréis con ella
  tener del tiempo al pesar
  penas y gustos a medias.
  Y a Dios que os guarde.
LISUARDO:                             Esperad, 305
  dejad que deje en la esfera
  de la nieve de esas manos
  con la boca el alma impresa.
LINDA:     En el alma queda, conde,
  donde con firmeza eterna 310
  ha de vivir; Dios os guarde.
LISUARDO:     Haced, Oriente, esas rejas
  para verme partir; nazcan
  vuestros dos soles en ellas
  otra vez, no se me pongan 315
  tan presto.
LINDA:               Conde, quien tenga
  menos causa de querer,
  menos razón de estar ciega,
  atreverse puede a tanto.
  Permitidme, pues es fuerza 320
  el ausentaros, que escuche
  el mal, y que no le vea,
  y guárdeos Dios.

Vase la infanta LINDA

LISUARDO:                     Dios os guarde.
  Loco voy, y no me dejan
  las mismas ansias partir. 325
  ¡ Mal haya, enemiga ausencia
  quien de amor te llama olvido
  siendo pasión que te aumentas
  en la misma privación !

Sale RELOJ, de camino con fieltro

RELOJ:     No ha de ser mi norabuena 330
  la postrera, ¡ vive Dios !
  Perdone la palaciega.
  ceremonia el caminante
  traje de fieltro y librea
  que a pisar indignamente 335
  éntre estas salas; y luengas
  edades goce vusía,
  vueselencia o vuestra alteza
  a la infanta, mi señora,
  que se me ha puesto en la testa 340
  que ha de heredar a León,
  porque le he visto con muestras
  de impotente al rey notables.
LISUARDO:     ¿ De qué suerte ?
RELOJ:                     Es cosa cierta.
  Todo lampiño de barba 345
  y bigotes no procrea,
  porque son en el varón
  señales de fortaleza,
  como en éstos de templanza,
  y si alguna vez engendran 350
  en sus cluecos desposorios,
  son aves para la iglesia.
LISUARDO:     ¿ Cómo ?
RELOJ:             Capón es no más.
  Gente que trae sin vergÜenza
  huevos de avestruz por caras, 355
  que las pestañas y cejas
  les han dado de barato,
  aunque algunos se consuelan
  cuando ven los angelitos
  pintados, pues con ser esta 360
  gente más honrada que ellos,
  en cinco mil primaveras
  de edad jamás han barbado.
LISUARDO:     Siempre estás de una manera.
  ¡ Oh lo que envidio tu humor ! 365
RELOJ:     También tengo mis tristezas;
  también gozo mis pesares;
  también lloro mis ausencias;
  también hay Juana y Lucía,
  Marina, Aldonza y Quiteria 370
  de quien despedirse el hombre;
  que llevo de una gallega
  en el alma atravesados
  trece puntos de chinela
  que, a estar en un facistol, 375
  pudieran cantar por ellas
  un motete, porque anduvo,
  según la apariencia enseña,
  con esta nación de pies
  pródiga naturaleza;         uml; 380
  y no tres puntos, seis puntos...
  ¡ Jesús !   En unas talegas
  traigo los pies, y son vainas
  donde el juanete profesa
  tan gran clausura, que obliga 385
  con las meninas tijeras
  a la cuchillada en cruz,
  y dice abajo una letra,
  "Aquí mataron a un callo,
  rueguen a doña Teresa 390
  que se calce un punto más,
  porque de esta suerte tenga
  su apretado pie en descanso
  de cordobán y de suela."
LISUARDO:     Reírme has hecho sin gana 395
  de tus disparates.
RELOJ:                       Pecas
  mortalmente contra Amor
  y no has de hallar quien te absuelva.
  ¿ Sin gana ? ¡ Qué grosería !
  ¡ Qué ingrata correspondencia ! 400
  ¡ Qué poca fineza ! ¿ Cómo
  te puede sufrir la tierra ?
  ¡ Jesús, Jesús, qué notable
  delito !   Dios te convierta,
  despojado Jeremías, 405
  amante de la ley vieja,
  Heráclito de los Condes.
LISUARDO:     ¡ Ah borracho !
RELOJ:                   ¿ Quién lo niega ?
LISUARDO:     Adiós, Linda; adiós, hermoso
  cielo de amor, pues es fuerza 410
  dejaros, que hasta volver
  el alma en rehenes queda,
  y adiós, que parto sin alma.

Vase LISUARDO

RELOJ:     ¿ Sin alma ? ¡ Qué borrachera !
  Dóysela de dos la una 415
  a cualquier difunto. ¡ Oh bestias
  de Amor ! ¡ Oh locos amantes,
  qué presto que el alma dejan,
  y como quien no hace nada
  se van por su pie sin ella 420
  trecientas leguas ! Bien haya
  un lacayo, que si llega
  a despedirse de Elvira,
  de Catalina o de Menga,
  no trata de almas ni trata 425
  de más que de dar la vuelta
  con alma y cuerpo y tomar
  lo que le dan por fineza,
  si son cuellos o camisas
  y sin lágrimas ni quejas, 430
  suspiros ni otras embrollas,
  se despide a media rienda
  con un abrazo en aspón
  y un beso de castañeta;
  y sin hacer más misterios 435
  el se va y ella se queda.
  Yo le sigo.   ¡ Ah, pobre conde !
  ¡ Cuál baja las escaleras
  de palacio ! No me espanto
  de que la causa merezca 440
  este enamorado aplauso,
  que Linda, la infanta, es bella,
  y es infanta de León.

Arriba en una ventana LINDA y BLANCA

BLANCA:     Del conde es esta librea.
LINDA:     Llámale, por vida tuya, 445
  Blanca.
RELOJ:             Adiós, paredes llenas
  de nidos de golondrinas,
  mondongas y urracas dueñas.
  Adiós, patios de palacio
  donde tantas y tan necias 450
  pretensiones paseadas
  hacen señal en las piedras.
BLANCA:     ¡ Hola !   ¡ Ah, lacayo del conde !
RELOJ:     ¡ Qué soberana belleza
  en tiple me está oleando ! 455
  ¿ Quién sin ser cura me olea ?
LINDA:     ¿ Partióse ya el conde ?
BLANCA:                           Mira
  que te está hablando su alteza.
RELOJ:     Ya lo miro con dos ojos
  y con treinta reverencias. 460
LINDA:     ¿ Partióse el conde ?
RELOJ:                         Según
  su sentimiento y su flema
  pienso que no.
LINDA:                   ¿ No eres tú
  su criado ?
RELOJ:               Y de su alteza
  muy servidor, porque soy, 465
  hablando con reverencia,
  a quien tiene el conde muchas
  obligaciones y deudas,
  de hacer merced por servicios,
  que de persona y de lengua 470
  le he hecho veinte años ha.
LINDA:     Privarás con él, que muestras
  desenfado cortesano.
RELOJ:     Tengo muchas excelencias.
LINDA:     ¿ Cómo te llamas ?
RELOJ:                       Reloj. 475
LINDA:     ¡ Notable nombre !
RELOJ:                       A mi abuela
  le debo, después de Dios,
  porque fui desde la teta
  al reloj tan semejante,
  que no hay cosa que convenga 480
  tanto conmigo en tener
  puntualidad en la eterna
  vigilia de no dormir,
  porque tengo la cabeza
  con notable sequedad; 485
  y no se halla quien duerma
  menos que el reloj, pues nunca
  como frenético deja
  de dar en su tema a voces,
  como yo doy en mi tema, 490
  en estar midiendo siempre
  el tiempo en aguar las fiestas,
  diciendo, "Las doce son,
  las dos darán las primeras,
  mañana es viernes, señores." 495
  Y ya que en dar no parezca
  reloj, en pedir lo soy;
  sólo doy en las tabernas,
  que son mis parroquias, donde
  tragos por horas me cuestan 500
  por cuartos y por cuartillos.
LINDA:     Pues haz, Reloj, que no sean
  del tiempo a pesar las horas
  tan largas en esta ausencia;
  apresura al sol los pasos, 505
  los siglos al tiempo abrevia
  y te deberá la vida,
  aunque es tan a costa de ella.

Salen GARCI Fernández y XIMENO, criado

XIMENO:     A gran cosa te aventuras
  si el mismo dia que llegas 510
  enamorado a León
  en demanda de esta empresa
  al conde don Lisuardo
  da el Rey a Linda, pues quedan
  capitulados y dadas 515
  las manos, premisas ciertas
  de que su esposo ha de ser,
  luego que de Ingalaterra
  vuelva el conde.
GARCI:                     Nunca amor
  de lo más fácil se precia. 520
  Garci Fernández, el conde
  de Castilla soy, y heredan
  más altas obligaciones
  mi valor y mi nobleza.
  Y aunque me niegue su hermana 525
  por nuestras pasadas guerras
  y diferencias, Ordoño,
  pretendo ser dueño de ella,
  o en la empresa he de morir.
RELOJ:     Dadme, señora, licencia, 530
  porque el conde, mi señor,
  a estas horas galopea
  fuera de León, por dar
  más presto a veros la vuelta,
  y soy de la infantería 535
  y he de caminar por fuerza
  delante de su caballo
  o al lado de su litera.
LINDA:     Dile al conde...
GARCI:                   Damas hay,
  don Ximén, en estas rejas 540
  que caen a los corredores.
RELOJ:     Guarde Dios a vuestra alteza.
GARCI:     La infanta es, y éste sin duda
  que despidiéndose de ella
  está, es lacayo del Conde. 545
LINDA:     Dios te guarde.
RELOJ:                   Adiós.
LINDA:                           Espera,
  y esta banda que te arroja
  Blanca, al conde, Reloj, lleva
  para que al cuello en mi nombre
  le acompañe en esta ausencia, 550
  a quien le da mi esperanza
  la color y mi firmeza
  el oro, y vuélvale el cielo
  con la salud que desean
  mis ojos verle en León. 555

Da la banda a BLANCA y vase

GARCI:     Ximén, si no pareciera
  locura de amor, matara
  al lacayo.
BLANCA:               Reloj, ésta
  es la banda; adiós...

Echa la banda y vase

RELOJ:                         Adiós.

Llega GARCI Fernández y cógela al vuelo

GARCI:     Aparta, villano, y deja 560
  trofeos de quien tus manos
  son tan indignas, y cuenta
  a tu dueño cómo un hombre
  de más valor, de más prendas,
  enamorado y celoso, 565
  con esta banda se queda;
  que me la pida del modo
  que quisiere cuando vuelva
  de Ingalaterra, que yo
  le aguardo en León, si fuera 570
  un Hércules, un Aquiles,
  que no es razón que merezca
  favores tan soberanos
  menos que quien dueño sea
  del mundo, como Alejandro, 575
  para hacer a Linda reina
  del mundo, o Garci Fernández,
  conde de Castilla, esfera
  donde esta banda ha de ser,
  a pesar de la tormenta 580
  de mis celos, arco hermoso
  de la paz que amor desea
  Vamos, Ximén.
RELOJ:                   ¡ Vive Dios !
GARCI:     ¿ Qué dices ?
RELOJ:                 ¿ Yo ? que me tengas
  por tu amigo.
GARCI:                   Vete, pues. 585
RELOJ:     Ya me voy; pero...
GARCI:                       ¿ Qué esperas ?
RELOJ:     Nada, por cierto; mas mira,
  si es posible con más flema,
  que es de la infanta esa banda
  y que no hay burlar con ella 590
  ni con el conde, mi amo,
  a quien se dirige, y fuera
  razón tener cortesía;
  y cuando no se la tengan
  ausente, soy hombre yo 595
  que la banda de su alteza
  con tanta superchería
  tiranizada por fuerza,
  y en este lugar, sabré...
GARCI:     ¿ Qué sabrás ?
RELOJ:                 Irme sin ella. 600

Vase RELOJ

GARCI:     Loco con la banda voy.
XIMENO:     ¡ Notables cosas intentas !
GARCI:     Para los pechos tan grandes
  se hicieron grandes empresas.

Vanse.   Sale LINDA

LINDA:     Cansada ausencia, dolor 605
  en el alma tan asido,
  parece que habéis nacido
  de un parto con el Amor.
  Vuestro enemigo rigor
  a un mismo tiempo sentí 610
  que del amor conocí
  el movimiento primero,
  tanto que de ausencia muero
  desde que al amor nací.
  Cuando yo no conocía 615
  qué era amor, imaginaba
  que quien a querer llegaba
  de ningún pesar sabía;
  mas agora cada día
  los daños de la apariencia 620
  desengañan la paciencia,
  que hallando a su mal testigos
  va descubriendo enemigos
  en el campo de la ausencia.
  Pensaba yo que el mayor 625
  era la ausencia no más;
  y vanme enseñando más,
  las espías de mi amor,
  porque celoso temor,
  las sospechas y el olvido 630
  acometen al sentido,
  monstruos.de tanto poder
  que se dan a conocer
  primero que hayan nacido.

Sale BLANCA

BLANCA:     Señora.
LINDA:               Blanca.
BLANCA:                     Tu hermano 635
  manda avisarte primero
  porque cierto caballero,
  embajador castellano,
  quiere besarte la mano,
  y él excusa darle audiencia 640
  con esto, que en tu prudencia
  libra el desengaño.
LINDA:                         Ya
  entiendo al rey. ¿ Dónde está ?
BLANCA:     Aquí, aguardando licencia.
LINDA:     Dile que entre, que su intento 645
  justamente de mí fía.
  Notablemente porfía
  Castilla en mi casamiento;
  en pie recibirle intento,
  por que no quiero obligarme, 650
  que se siente con sentarme.

Sale GARCI Fernández con la banda puesta

BLANCA:     Llegad, que su alteza espera.
GARCI:     ¡ Qué hermosamente severa
  el audiencia aguarda a darme !
  ¡ No he visto mayor valor 655
  con tan divina belleza !
  Deme los pies vuestra alteza.
LINDA:     Levantaos, Embajador.
GARCI:     Como otra deidad de amor
  suspende, turba y admira 660
  a quien su hermosura mira.
LINDA:     (O es deseo o ilusión,             Aparte
  o hace la imaginación
  casi verdad la mentira,
  o ésta es la banda que di 665
  para el conde.) Blanca, escucha.
GARCI:     Mucha es su cordura, y mucha
  su beldad; no estoy en mi.
LINDA:     ¿ No es ésta mi banda ?
BLANCA:                             Sí,
  señora, o tan semejante, 670
  que es a engañaros bastante.
LINDA:     La semejanza me está
  quitando el sentido.
GARCI:                         (Ya,           Aparte
  para poder ser amante
  más dichoso y confiado, 675
  en sus divinos despojos
  la infanta ha puesto los ojos
  con particular cuidado;
  siempre la Fortuna ha dado
  victoria al que es atrevido.) 680
LINDA:     (Perdiendo estoy el sentido.       Aparte
  ¡ Qué notable confusión !)
GARCI:     De tan justa suspensión
  como viéndoos he tenido,
  puedo valerme, señora, 685
  para salvar el cuidado
  de no haberos preguntado,
  lo que es tan justo, hasta agora.
  ¿ Cómo estáis ?
LINDA:                   Como quien llora
  la ausencia del conde...
GARCI:                       (¡ Ay, cielos !     Aparte 690
  Cuanto escucho y miro es celos.)
LINDA:     ...que en bienes tan deseados
  es centro de mis cuidados
  y blanco de mis desvelos.
GARCI:     El de Castilla pudiera, 695
  señora, formar de vos
  quejas, pues siendo los dos
  de un nacimiento y esfera,
  permitís que los prefiera
  de vuestro hermano un vasallo. 700
LINDA:     Ya en él tantas partes hallo,
  después que le he dado el sí
  y que la mano le di
  de esposa, que aun igualallo
  quien goza la monarquía 705
  del imperio no podrá;
  y desengañarse ya
  el de Castilla podría
  sabiendo que no soy mía,
  y que a sus cartas molestas 710
  tan diferentes respuestas
  tiene de Ordoño, mi hermano.
GARCI:     Ama como castellano.
LINDA:     Son necias finezas éstas
  cuando me ve en esperanzas 715
  de otro dueño.
GARCI:                   No es razón
  que hasta estar en posesión
  que tenga desconfianza;
  y hasta agora prenda alcanza
  de esas manos, que a su amor 720
  da esperanzas el calor
  con que a dar celos se atreve
  al sol, aunque no le lleve
  otro bien su embajador;
  que está dando afrenta al día 725
  de tus soles que hurtó al viento;
  perdona el atrevimiento
  y sus colores confía,
  que una amorosa osadía
  méritos gana.
LINDA:                   Es verdad, 730
  cuando está la voluntad
  de cobarde recatada;
  mas prenda sin gusto hurtada
  tiene poca calidad;
  porque tan necia osadía, 735
  y a persona como yo,
  si en delito no incurrió
  no escapa de grosería;
  y no es bien que prenda mía
  nadie goce a mi pesar, 740
  que no quiero averiguar
  de la manera que ha sido,
  sino dejarte corrido
  con llegártela a quitar.

Arráncasela del cuello

  De mi firma y de mi mano 745
  esta respuesta y no más
  a tu dueño llevarás,
  embajador castellano;
  y por vida de mi hermano
  y del conde, si en razón 750
  de esto has hecho relación
  de mi autoridad ajena,
  que te cuelguen de una almena,
  la más alta de León.

Vase

GARCI:     Esquivos arrojamientos, 755
  varoniles bizarrías
  contra obstinadas porfías
  de imposibles escarmientos;
  que cuando los pensamientos
  ciegos con su error se casan, 760
  más los límites traspasan
  del fin en que se desvelan
  con desengaños que hielan
  y con desdenes que abrasan.

Vase.   Salen el conde don LISUARDO y FRUELA, LAURO, RAMIRO y RELOJ, criados

LISUARDO:     Ya me parece que es hora 765
  de caminar, que los rayos
  del sol, licencia a las sombras
  por el ocaso van dando;
  que basta lo que hemos sido,
  mientras su fuerza ha durado, 770
  huéspedes de estos laureles
  y de estos cristales claros.
RELOJ:     El marqués de Mantua fuiste,
  hoy con todos tus criados.
LISUARDO:     ¿ Cómo, Reloj ?
RELOJ:                   Porque a todos, 775
  dando a la merienda aplauso,
  alrededor de una fuente
  mandaste sentar.
LISUARDO:                       El campo
  nos brindó.
RELOJ:                 ¿ Qué te parecen
  los de Galicia ?
LISUARDO:                   Retratos 780
  de los jardines Hibleos.
LAURO:              Los Elíseos los llamaron
  muchos antiguos.
LISUARDO:                     Tuvieron
  razón, que pienso que el mayo
  de estos campos, de estas cumbres, 785
  es eterno ciudadano,
  y que pueden a cristales
  hechos en peñas pedazos,
  apostar el Sil y el Miño
  con Guadalquivir y el Tajo, 790
  cuyas fértiles riberas,
  para hacer por abril palio
  al sol, parece que están
  flores a estrellas copiando.
  Plata y verde es la librea 795
  que dan los montes bizarros,
  siendo por faldas y cumbres
  los arroyos pasamanos,
  bendiciendo con las lenguas
  que primero murmuraron, 800
  al zafiro de los cielos,
  la esmeralda de los prados,
  que a no gozarlos tan triste
  de ausente y enamorado,
  fuera pasar por el cielo. 805
RELOJ:     Alabando estás de espacio
  los arroyos y los ríos,
  cuando nos está brindando
  Ribadavia, a quien venera
  santa nación, por el santo 810
  licor, que sobre un magosto
  de castañas, hace raros
  milagros.   Perdonen todos
  cuantos hay, tristes y blancos,
  que éste es el rey de los vinos, 815
  o el monarca.
LAURO:                 Eso está claro.
LISUARDO:     Fértil tierra.
RELOJ:                   De esa suerte
  bien puede un lacayo honrado
  decir que es gallego agora.
LISUARDO:     ¿ Por qué no, si estos peñascos 820
  a Castilla y a León
  tan honrada sangre han dado,
  que para gloria del mundo
  basta el blasón de los Castros,
  en Galicia tan antiguo ? 825
RELOJ:     Y los Relojes, ¿ es barro
  desde que se usaron horas ?
  Gente que siempre está dando,
  a imitación de los condes
  y marqueses.
LISUARDO:                   Reloj, paso, 830
  no te desconciertes.
FRUELA:                         Siempre,
  cuando está desconcertado
  el reloj, suelen decir,
  "el reloj está borracho."
RELOJ:     No quitando lo presente, 835
  señor escudero, hablando
  con reverencia.
LISUARDO:                   En efecto,
  ¿ el camino de Santiago
  es éste ?
RAMIRO:               Y en toda Europa
  no hay camino más cosario, 840
  aunque entre el de Roma y entre
  el del Sepulcro sagrado
  de Jerusalén.
LAURO:                   No tiene
  el mundo provincia en cuanto
  el bautismo se predica 845
  que a este antiguo santuario,
  de nuestro patrón no envíe
  peregrinos, ni apartado
  mar, adonde el pasajero
  y el piloto del naufragio 850
  en la pared de su templo
  no cuelgue tabla o milagro,
  ni en las mazmorras de Fez
  o Argel, cautivo cristiano
  que no traiga la cadena 855
  de su libertad, pagando
  las gracias en esto al cielo
  y al Patrón de España.
FRUELA:                           Es tanto,
  que al camino que en el cielo
  por causa de estar cuajado 860
  de estrellas llamó el gentil
  camino de leche, han dado
  en llamarle vulgarmente
  el camino de Santiago.
RELOJ:     Y es de suerte, que viniendo 865
  cierto labrador cansado
  del campo a su casa humilde
  una noche de verano,
  queriendo hacerle su esposa
  lisonja, en medio de un patio 870
  le puso la cama al fresco;
  mas él, los ojos alzando
  al cielo y mirando encima
  el camino de Santiago,
  dio voces a su mujer, 875
  y dijo, "¿ No habéis mirado
  dónde la cama habéis hecho ?
  ¿ Queréis que se caiga acaso
  un bordón de un peregrino
  de los que van caminando, 880
  frasco lleno o calabaza,
  y que me quiebre los cascos ?"
  Y creyéndolo los dos,
  a un aposento, temblando,
  con más miedo que vergÜenza, 885
  los colchones retiraron.
LISUARDO:     El cuento me ha dado sed.
RELOJ:     ¿ Y risa no ? ¡ Caso extraño !
LISUARDO:     Basta la que aquella fuente
  entre cristalinos labios 890
  muestra, brindando a beberla.
LAURO:     ¿ Quieres agua ?
LISUARDO:                   Tráela, Lauro,
  en un cristal que compita
  con el hermoso y helado
  de esa fuente.

Va por ella

RELOJ:                   ¡ Infame antojo ! 895
  En mi vida me brindaron
  para beber fuentecicas
  ni arroyuelos despeñados
  por traidores contra el vino.
  Siempre entre dientes hablando, 900
  y si por desdicha enferma
  de tercianas un cristiano,
  no hay fuente que le socorra,
  con andar por esos campos,
  sin tener que hacer baldias, 905
  y no puede ser aguado
  sino un rocío.

Sale LAURO con un vidrio de agua

LAURO:                   Aquí está
  el agua.
LISUARDO:               Muéstrala, Lauro,
  y partamos.

Salen doña SOL y URRACA de peregrinas

SOL:               ¿ Señor conde ?...
LISUARDO:     ¡ Notable belleza !
SOL:                       Dadnos 910
  limosna a estas dos romeras
  que vienen de Santiago.
LISUARDO:     Del mismo cielo parece
  que las dos habéis bajado.
  Merced me haced de correr 915
  a los rostros soberanos
  de los volantes dichosos
  las cortinas.
SOL:                 No llegamos
  haciendo esta ostentación;
  si sois servido de darnos 920
  limosna, hacednos merced,
  y si no, el apóstol santo
  en esta jornada os guíe.
LISUARD:     ¡ Esperad, esperad !
SOL:                         Vamos
  con diferentes intentos. 925
LISUARDO:     No es cortés término darnos
  con las espaldas tan presto,
  ni novedad suplicaros
  que los volantes quitéis.
SOL:     A quien es tan cortesano, 930
  tan caballero y señor,
  no será razón negarlo,
  por no parecer nosotras
  descorteses también.

Descúbrense

LISUARDO:                         ¡ Raro
  y más que admirable extremo 935
  de hermosura ! No me acabo
  de persuadir que es verdad
  tan peregrino milagro
  de honestidad y belleza.
SOL:     Bebed, señor, y mandadnos 940
  dar limosna.
LISUARDO:                   ¿ Cómo pide
  limosna quien está dando
  pródiga, al mundo hermosura,
  rica, al sol rayos dorados,
  poderosa, al cielo envidia, 945
  divina, al tiempo milagros ?
  Quien ha menester pediros,
  romera, ¿ cómo ha de daros,
  ni qué ha menester pedir
  quien almas viene robando ? 950
SOL:     Yo soy, conde, una mujer
  de Castilla, noble tanto
  como su conde.   Hice voto
  de visitar el sagrado
  sepulcro de nuestro apóstol; 955
  de esta suerte caminando
  a pie y pidiendo limosna,
  aunque traigo mis criados
  detrás con una litera
  para los forzosos pasos 960
  del camino, vuelvo agora
  después de haber visitado
  su sepulcro y su patrón,
  a Castilla, publicando
  mi devoción en las conchas, 965
  veneras y santiagos
  de azabache y de marfil,
  que; como es costumbre, traigo
  en sombrero y esclavina;
  y quien sois, sabiendo acaso 970
  de los vuestros, a pediros
  las dos limosna llegamos.
  Ved si nos la habéis de dar,
  o guárdeos Dios.
LISUARDO:                     Alejandro
  quedara corto, señora, 975
  en esta ocasión. No hallo
  para serviros, si no es
  esta cadena que alabo
  los diamantes, cuando estén
  en vuestras hermosas manos, 980
  por los mejores que ha visto
  Ceylán.
SOL:             Nosotras no vamos
  sino es pidiendo limosna
  por el voto de que os hago,
  señor conde, relación, 985
  y los diamantes dejadlos
  para quien tan bien los luce,
  que allá en Castilla no estamos
  las mujeres como yo
  tan faltas de ellos, que traigo 990
  algunos con que poder
  serviros y regalaros,
  que pueden desafiarse
  con más de una estrella a rayos.
  Y el cielo os guarde con esto, 995
  que me parece que estamos
  los dos mal de esta manera;
  vos, el tiempo dilatando
  de caminar; yo, con vos
  pasando ya del recato 1000
  los límites que me debo,
  y que por quien soy me guardo,
  y es razón no detenerme,
  ni entreteneros hablando,
  caminaréis más aprisa 1005
  y beberéis más despacio.
LISUARDO:     Detente, que, vive Dios,
  que es rigor demasiado
  partirte de esa manera.
SOL:     Pues ¿ qué quieres ?
LISUARDO:                     ¿ Qué más claro 1010
  te pueden hablar mis ojos
  de lo que te están hablando ?
RELOJ:     Y vos, dulce motilona,
  de este hermoso castellano
  serafín, no os vais; mirad 1015
  que hay también quien os ha dado
  más corazón que a Belerma.
URRACA:     ¿ Y es Durandarte el lacayo ?
RELOJ:     ¡ Qué presto me conociste !
URRACA:     No basta el fieltro por ramo 1020
  a el vinagre que vendéis ?
RELOJ:     Romera de los diablos,
  poco a poco, que, por Dios,
  que somos de un mismo paño,
  y que te haré una manera, 1025
  sin saber cómo ni cuándo,
  en el alma.
URRACA:               ¿ De qué suerte ?
RELOJ:     Con un beso y dos abrazos.
URRACA:     Yo lo doy por recibido;
  pero sepa que me llamo 1030
  Urraca y soy de Castilla,
  y conmigo, señor ganso,
  no hay zorroclocos.
RELOJ:                         Vertiendo
  estás por ojos y labios
  seis mil ducados de renta. 1035
URRACA:     ¡ Encarecimiento extraño !
RELOJ:     ¿ Pues hay más que encarecer
  que con dinero sepamos ?
  ¿ Hay mayor donaire ?   ¿ Hay cosa
  de más hermosura ?
SOL:                       Tanto 1040
  os hacéis desentendido
  de lo que soy, que me canso
  de estar cansada con vos
  de advertiros y escucharos;
  hacedme merced de hacer 1045
  como quien sois, y dejarnos
  proseguir nuestro camino,
  sin que nos impida el paso
  poco decoro a la sangre
  que tengo, al antiguo y claro 1050
  blasón de algún apellido
  que honra a España y que heredaron
  estos nobles pensamientos
  que veis, y que están brotando
  valor y honor por los ojos, 1055
  por las palabras, por cuantos
  átomos de sangre tengo
  de ser mujer; que esto al alto
  y al humilde suele siempre
  obligar, y al más bizarro. 1060
  Sabed ser galán cortés,
  no grosero cortesano.
LISUARDO:     Dejadme besar la nieve
  de una mano.
SOL:               De mi mano
  esperad, conde, más castas 1065
  hazañas, y reportaos;
  no pasen las groserías
  a poder llamarse agravios,
  que--¡ vive Dios !--que mujer
  como soy, sepa dejaros 1070
  con desengaños de libre,
  con presunciones de ingrato,
  con escarmiento de necio
  y castigos de villano.
  Vamos, Urraca.

Vanse doña SOL y URRACA

RELOJ:                     ¡ Y por Dios 1075
  que ella no es mal papagayo !
LISUARDO:     ¡ Mujer peregrina en todo !
LAURO:     ¿ Has de beber ?
LISUARDO:                   No, me abraso;
  para tan poco remedio,
  reparte a esas flores, Lauro, 1080
  ese cristal para perlas,
  y caminemos, que parto
  sin mí, dejando los ojos
  en ese prodigio helado
  de Amor, en ese desdén 1085
  peregrino, en ese mármol
  imposible.
RELOJ:                 ¿ Y Linda ?
LISUARDO:                           Linda,
  de mi amoroso cuidado
  ha de ser eterno dueño;
  y es en semejantes casos 1090
  mujer propia, diferente
  de la que ciego idolatro
  por invencible y ajena,
RELOJ:     ¿ Apenas estás casado,
  cuando al primer trascartón 1095
  quieres dar matrimoñazo ?
LISUARDO:     Déjame, necio.
RELOJ:                   Confieso
  que es verdad, que no te hablo
  al gusto, que eres señor
  al fin, y yo un mentecato. 1100
  Digo, que la peregrina
  es querubín soberano,
  y que puede con los ojos
  matar a Poncio Pilato;
  y el contrapeso me deja 1105
  perdido por sus pedazos,
  y que pretendo ser tordo
  de tan dulce Urraca.
LISUARDO:                         Vamos,
  y pase la gente toda
  delante, y sólo un lacayo, 1110
  que es Reloj, quede conmigo,
  y cuatro o cinco criados,
  que quiero ir un poco a solas.
RELOJ:     ¡ Oh, mental enamorado !
LISUARDO:     Loco por tus ojos voy 1115
  romera de Santiago.


JORNADA SEGUNDA

Salen doña SOL y URRACA solas, de la misma suerte que primero

URRACA:     Notablemente sentiste
  que te pidiese favores
  el conde.
SOL:               Urraca, no ignores
  que esto hasta aquí me trae triste. 1120
  ¡ Que un señor, un caballero
  que más cortés debe ser
  con una honesta mujer
  anduviese tan grosero !
  ¿ Diéronle acaso mis ojos, 1125
  Urraca, alguna ocasión ?
URRACA:     Cuando tan livianos son
  animan a los antojos;
  culpa a tu misma hermosura
  de su atrevimiento.
SOL:                         Calla, 1130
  que estas son disculpas que halla
  la necedad. ¿ Por ventura
  estoy obligada a ser
  fea para no perderme
  el respeto; sin valerme 1135
  el que debe a una mujer
  cualquier hombre principal,
  que es lo que se debe a sí ?
URRACA:     Tienes razón; pero di,
  ¿ cómo te parecen mal 1140
  todos los hombres ?
SOL:                           Urraca,
  nací con esa aspereza.
URRACA:     Siempre fue de la belleza
  la ingratitud sombra.
SOL:                           Saca
  de ese número la mía, 1145
  y llámala inclinación
  honesta, sin la ambición
  de la hermosa hipocresía;
  que se precia, de ordinario,
  de hacer arte del desdén. 1150
URRACA:     Pues que te parezca bien
  algún hombre es necesario;
  siendo mujer y naciendo
  de los hombres.
SOL:                   Necia estás;
  no hace diferencia más 1155
  un hombre presente viendo
  que de un árbol, una fuente,
  un edificio, un retrato.
URRACA:     Corazón tienes ingrato,
  pues no hay hombre que te aumente 1160
  un poco más el deseo
  que lo que está inanimado.
  Sin duda que se te ha helado
  el apetito; no creo
  que para mujer naciste. 1165
SOL:     Esto a quien soy corresponde.
URRACA:     ¿ Es posible que en el conde
  algunas partes no viste
  que te pareciesen bien ?
SOL:     ¿ Quién, dime, por vida mía, 1170
  te paga la tercería ?
  ¿ Quién te encargó mi desdén ?
  Pues ¿ cuándo sueles conmigo
  tener este atrevimiento ?
URRACA:     De tu mismo sentimiento 1175
  son hijos los que te digo.
SOL:     ¡ Qué bien pareces criada,
  pues una apenas se ve
  en el mundo que no esté
  para tercera pagada ! 1180
  ¡ Oh, enemigos no excusados
  de los dueños que ofendéis !
  Murmuráis y malqueréis
  regalados y pagados.
  ¡ Qué de cosas se excusaran 1185
  si excusaros se pudiera !
URRACA:     ¿ Mandaste que la litera
  y los criados pasaran
  adelante ?
SOL:                 Urraca, si;
  porque quiero caminar 1190
  hasta este primer lugar
  a pie:
URRACA:             Deberánte ansí,
  más que a abril, flores los prados.
SOL:     Y yo a ti lo que callares,
  que no son pocos pesares 1195
  sufrirte algunos enfados,
  de mi condición ajenos
  y nuevos en mí hasta agora.
URRACA:     Perdón te pido, señora,
  y estos campos por lo menos 1200
  enamoren tu hermosura.
SOL:     La suya a la vida avisa
  en el marchitarse aprisa.
  Ya parece que procura .
  el sol entrarse en el mar; 1205
  un poco más caminemos,
  Urraca, porque lleguemos
  con luz alguna al lugar.

Salen el conde don LISUARDO y todos sus criados embozados, con bandas por las caras y las espadas desnudas

LISUARDO:     ¡ Teneos !
URRACA:                 ¿ Qué es esto, cielos ?
  ¡ Perdidas somos !
SOL:                       Urraca, 1210
  no te aflijas, no te turbes;
  que estas desnudas espadas
  no quieren sangre.
URRACA:                     ¡ Ay, señora !;
  ¿ Qué quieren ?
SOL:                   Oro y plata;
  que éstos son algunos hombres 1215
  de obligaciones, que pasan
  necesidad y procuran
  de esta suerte remediarla
  saliéndose a los caminos.
  Deja que los hable.
URRACA:                       Acaba, 1220
  y sepamos lo que intentan
  de esta suerte.
SOL:                     Camaradas,
  contra dos mujeres solas
  menos que una espada basta.
  Retiradlas, que si vuestra 1225
  determinación lo causa
  necesidad de dineros,
  y dos mujeres honradas,
  que en este traje caminan,
  os parece qué esa falta 1230
  pueden suplir, reportaos,
  y sin armas ni amenazas
  cortésmente os serviremos.

Descúbrese LISUARDO

LISUARDO:     Romera hermosa y gallarda:
  sólo tu belleza busco. 1235
URRACA:     ¡ Hablara para mañana !
SOL:     ¿ Quién sois ?
URRACA:                 ¿ Al conde, señora,
  no conoces ?
SOL:                 No son trazas
  éstas de hombres como el conde,
  y así en quien era dudaba. 1240
LISUARDO:     Amor me obliga, romera,
  y tu desdén, que con tanta
  violencia a buscarte vuelva.
  Procura menos ingrata
  corresponderme, que estoy 1245
  perdido.
SOL:               Conde, repara
  en quien soy, y juntamente
  que en hacerme ofensa agravias
  lo más noble de Castilla;
  que soy doña Sol de Lara, 1250
  condesa de Lara e hija
  de don Manrique, a quien llama
  España el nunca vencido;
  que puesto que muerto falta
  a mi honor, de él heredé 1255
  sangre tan noble, que basta
  contra las locas porfías.
LISUARDO:     Pues yo te doy, Sol, palabra
  de marido.
SOL:                 Y el primero
  que ha hecho cuando se casa 1260
  estelionato eres tú.
LISUARDO:     ¿ De qué suerte ?
SOL:                     Si a la infanta
  de León la has dado, conde,
  ¿ cómo a un mismo tiempo tratas
  otro casamiento ? Advierte 1265
  que vienes ciego y que pasas
  los límites de quien eres,
  y prosigue tu jornada,
  que no es razón
LISUARDO:                   No hay razón
  en amor.
SOL:               Ya se adelanta 1270
  eso a locura.
LISUARDO:                   Tú misma
  me disculpas.
SOL:                   Y tú infamas
  tu valor.
LISUARDO:             Ya no hay valor.
SOL:     Tendréle yo.
LISUARDO:                 No habrá humana
  resistencia al amor mío. 1275
SOL:     ¿ A un ciego apetito llamas
  amor ?
LISUARDO:     Amor o apetito,
  yo he de gozarte.
SOL:                     Ya manchas
  con las palabras mi honor. 1280
LISUARDO:     No han de ser solas palabras.
SOL:     Pues serán, conde, las obras
  imposibles.   Lo que el alma
  rigiese esta sangre noble,
  animare estas entrañas, 1285
  alentare este animoso
  corazón, esta bizarra
  presunción tuviese en pie,
  o dejaré de ser Lara,
  antes de mis padres hija, 1290
  doña Sol y castellana.
LISUARDO:     Mi bien, ml gloria, mi dueño;
  mujer sois, amor me abrasa;
  vuestro soy, no me matéis
  con tanto desdén, con tanta 1295
  ingratitud y aspereza,
  que no hay ninguna inhumana
  fiera que no quiera bien
  su semejante. Las plantas,
  las peñas, fuentes y ríos 1300
  con ser insensibles, aman.
  Aquel ruiseñor escucha,
  y verás que cuando canta
  amorosas quejas son.
  Mira allí cómo se abrazan 1305
  con los sauces y los olmos
  las hiedras enamoradas.
  Hasta aquel peñasco está
  enamorando las aguas
  de aquel cristal fugitivo. 1310
SOL:     Mira entre esas semejanzas
  de amor, si nadie por fuerza
  lo que le niegan alcanza.
  Amor es correspondencia
  entre dos iguales almas, 1315
  que la costumbre la engendra
  y alimenta la esperanza.
  Las principales mujeres
  de la estimación se pagan,
  y ésta es hija de los días 1320
  con el tiempo acreditadas;
  que accidentes repetidos
  de amor, finezas bastardas
  cuando más arden, se hielan,
  cuando comienzan, acaban; 1325
  que como del apetito
  más que del amor cansadas,
  corten por la posesión
  y sobre el olvido paran.
  Lo que no cuesta deseos 1330
  no lo estima el gusto en nada,
  que a las fáciles empresas
  siempre sigue la mudanza.
  Da tiempo al tiempo, enamora,
  con estimación regala, 1335
  sirve, ruega, desconfía,
  escribe, recela, aguarda
  y no atropelles por fuerza
  prendas de tanta importancia,
  pues no vienen a ser gustos 1340
  los del cuerpo sin el alma.
LISUARDO:     De espacio estás, doña Sol;
  y mis amorosas ansias
  más presurosas caminan.
SOL:     No sé si hallarán posada. 1345
LISUARDO:     Lleva mi amor privilegio.
SOL:     Nunca recibe esta casa
  huéspedes de esa manera,
  porque tiene salvaguarda
  del honor y del valor. 1350
  Tu ciego amor desengaña,
  que no ha de pasar apenas
  los umbrales.   Conde, aparta;
  que el bordón de una romera
  con obligaciones tantas, 1355
  basta y sobra contra todas
  las viles armas villanas
  de un descortés caballero.
  Haz lo que yo hiciere, Urraca,
  o mataréte también. 1360
URRACA:     Haz cuenta qué te acompaña
  una amazona.
RELOJ:                 Urraquilla,
  aceituna sevillana,
  si a Reloj no hay rindibú
  te he de hacer a cuchilladas. 1365
URRACA:     De montante he de jugar;
  lacayo: guardad la cara,
  que he de echaros las narices
  dos leguas de las quijadas.
LISUARDO:     Sol, aunque más rayos eches, 1370
  tu defensa ha de ser vana,
  que eres Sol, y al paso mismo
  que te defiendes, abrasas.
SOL:     Por eso, villano conde,
  te sabré quemar las alas. 1375
LISUARDO:     Ríndete, Sol, a mi amor;
  pues al amor veces tantas
  se ha rendido el sol del cielo.

Entranse acuchillando a doña SOL, y dicen dentro

SOL:     ¡ Ay, que me has muerto !
LISUARDO:                           ¡ Mal haya
  mi espada y mi ingratitud ! 1380
  Tened, tened las espadas.
LAURO:     Sobre la hierba ha caído,
  volviendo en coral la grama.
LISUARDO:     Perderé también la vida
  si a Sol la vida le falta. 1385

Salen la infanta LINDA y BLANCA

BLANCA:     ¿ Cartas del Conde, señora ?
LINDA:     Sí, Blanca, del conde son,
  cuyas letras con razón
  el alma besa y adora.
BLANCA:     Desde el camino te escribe; 1390
  finezas de desposado
  y galán enamorado.
LINDA:     Con estos socorros vive
  mi esperanza y mi deseo;
  que no tiene la paciencia, 1395
  contra el rigor de la ausencia,
  otras armas.
BLANCA:                 No te veo
  alegre como solías.
  Todo te cansa y da guerra.
LINDA:     Con el conde a Ingalaterra 1400
  se fueron mis alegrías.
  Como no has llegado a amar.
  no has sabido qué es tener
  tristeza, llorar, temer,
  esperar, desconfiar; 1405
  y mucho más que da el dueño
  de esta ausencia, en cuya calma
  toda es recelos el alma,
  todo es temores el sueño.
  ¡ Ay, Blanca, qué confusiones 1410
  quien quiere ausente padece;
  y qué de miedo se ofrece
  a las imaginaciones
  cuando discurre quien ama
  de veras ! ¡ Ay, Blanca mía ! 1415
  Ven acá. ¿ El conde podría,
  acaso con otra dama,
  darme en el camino celos,
  y en Ingalaterra, donde
  las hay tan bellas ?
BLANCA:                         El conde 1420
  tendrá los mismos desvelos
  acerca de tu memoria,
  o de tu olvido también,
  pues te quiere el conde bien.
LINDA:     Blanca, del amor la gloria 1425
  mientras la presencia falta,
  tiene suspensiones todas.
BLANCA:     Presto tus dichosas bodas
  el temor que sobresalta
  tu pecho sosegarán. 1430
LINDA:     Entretanto temo, espero,
  desconfío, vivo y muero,
  que es, Blanca, el conde galán,
  y miro en él infinitas
  partes para deseadas. 1435
BLANCA:     A las tuyas obligadas,
  ¿ qué temores solicitas ?
LINDA:     Verdad es; mas puede ser,
  ya que la mano le di,
  que las mire el conde en mí 1440
  como de propia mujer.
BLANCA:     Tiene esta regla excepción
  en quien son como tu eres,
  que, aunque son propias mujeres,
  deidades humanas son. 1445
  Al conde le tengo yo
  lástima, que irá perdido,
  sin consuelo, sin sentido,
  pues el bien que mereció
  por dicha, se le dilata 1450
  con tanto rigor la ausencia,
  valiéndose la paciencia
  de una esperanza que mata
  cuando comenzó el deseo
  de la misma posesión; 1455
  que una infanta de León
  no es tan ordinario empleo,
  que la privación de aquello
  que ha de volver agozar
  no le mate hasta llegar 1460
  a gozarlo y poseello;
  y después de poseído
  y gozado, nunca el bien,
  que es tan soberano en quien
  está pasando, es creído; 1465
  que pasa cuando se alcanza
  con la misma posesión
  el término a la razón,
  el límite a la esperanza.
LINDA:     ¡ Qué bien que sabes hablar, 1470
  sin tener, Blanca, experiencia
  en tan peligrosa ausencia !
BLANCA:     Todo se viene a alcanzar
  con el humano discurso.
LINDA:     Escuchar cantar quisiera, 1475
  porque quien amando espera
  nunca tiene otro discurso.
  ¿ Has traído el instrumento
  contigo ?
BLANCA:               Señora, sí;
  el instrumento está aquí; 1480
  toma, señora, un asiento,
  y templa con más prudencia
  tu grave melancolía.
LINDA:     Cántame, por vida mía,
  algunas cosas de ausencia. 1485

Canta

BLANCA:     "Madre, aquella niña
  de los ojos lindos,
  matadores de hombres
  sin ser basiliscos.
  De su dueño ausente, 1490
  sus ojos son ríos,
  su música endechas,
  sus bailes suspiros.
  Suspensa parece
  que la han dado hechizos, 1495
  sospechas de celos,
  temores y olvidos."
LINDA:     Blanca, no prosigas más,
  que parece que cantando,
  con los temores, hablando 1500
  de mis recelos estás
  y, si como son recelos
  que se dan tanto a temer,
  llegasen acaso a ser,
  Blanca, averiguados celos. 1505
  Pienso que el seso perdiera;
  poco es al seso, la vida.
  Tanto esa causa homicida
  de tantos gustos hiciera
  en mi pecho enamorado; 1510
  y así, desde hoy, no te asombres,
  ni me lo cantes, ni nombres,
  basta que me den cuidado.
BLANCA:     Siempre te he de obedecer.
LINDA:     ¿ Quien viene ?
BLANCA:                   Su alteza.

Sale el rey ORDOÑO

ORDOÑO:                               Hermana, 1515
  ¿ tan á solas ? La cuartana
  de la ausencia debe ser.
  ¿ Cómo se halla vuestra alteza
  de su gran melancolía ?
LINDA:     Con Blanca me entretenía 1520
  cantando.
ORDOÑO:                 Tan gran tristeza,
  sólo puede suspender
  la voz de Blanca.
LINDA:                         Confieso
  que debo infinito en eso
  a Blanca.
BLANCA:               Si encarecer 1525
  lo que servirte deseo
  con eso intentas ahora,
  toda la merced, señora,
  que me estás haciendo creo.
ORDOÑO:     Siempre la música ha sido, 1530
  en el amoroso asedio,
  diversión, si no remedio,
  porque es calma del sentido,
  que ésta es la razón de haber
  fingido que suspendió 1535
  al infierno cuando entró
  Orfeo por su mujer.
  Para encarecer así
  la fuerza de la armonía
  un filosofo decía 1540
  que era deidad de por sí.
  Que en nuestro mundo inferior
  tienen partes soberanas
  y son deidades humanas
  amor, música y olor. 1545
LINDA:     Si añadiera la poesía
  vuestra alteza, de otros cuatro
  elementos al teatro
  humano adornar podía;
  que a la tierra, al agua, al viento 1550
  y al fuego, los cuatro son
  de tan igual proporción
  como cualquier elemento.
  Primeramente la tierra
  imita a la poesía 1555
  en la variedad que cría,
  en la hermosura que encierra.
  La música al agua imita
  que va con músico estruendo
  dulce consonancia haciendo 1560
  cuando al mar se precipita.
  Al aire toca el olor,
  y la cuarta y la postrera
  del cielo, cercana esfera
  que es del fuego, es el amor, 1565
  en cuya ardiente pasión,
  para vengar los desvelos
  de los humanos, los celos
  fieras salamandras son;
  que agua, fuego, tierra y viento 1570
  tanto inficionando aquejan
  con su aliento que no dejan
  privilegiado elemento.
ORDOÑO:     Mal encubre la experiencia
  que es esta su enfermedad. 1575
LINDA:     Diciendo estoy la verdad
  en el potro de la ausencia,
  que aunque a voces la confieso,
  después que sin él me vi,
  ya me trae fuera de mí 1580
  como es dolencia del seso;
  aunque a veces me confía
  el mismo amor y valor
  del conde.
ORDOÑO:                 Siempre el temor
  ser de amor sombra porfia; 1585
  pero para que no salga
  con la suya, es menester
  la imaginación vencer,
  y que del tiempo se valga
  divirtiendo el pensamiento 1590
  el discursivo rigor.

Sale ORTUÑO

ORTUÑO:     Aquí está el embajador
  de Castilla, con intento
  de hablarte, porque ha venido
  a la audiencia que le has dado 1595
  para este día.
ORDOÑO:                       Cansado
  este embajador ha sido,
  tantos desengaños viendo
  y tanta esquivez mostrando,
  en irle así dilatando 1600
  lugar de escucharle.
ORTUÑO:                           Entiendo
  que con la resolución
  hoy volverse determina
  a Castilla.
LINDA:                 ¡ Peregrina
  castellana obstlnación ! 1605
ORDOÑO:     Aquí quiero darle audiencia,
  porque con más brevedad,
  viendo de tu voluntad
  y la mía la experiencia,
  se canse y se desengañe 1610
  y dé la vuelta a Castilla.
  Entre, y llegadle una silla.

Vase ORTUÑO

LINDA:     Hoy para que te acompañe
  en esta audiencia me obliga
  sólo tu gusto, que estoy 1615
  obligada al que te doy;
  porque de ver que prosiga
  este embajador grosero
  con tan cansada embajada,
  me tiene, Ordoño, cansada. 1620
ORDOÑO:     Que hoy quedes con gusto espero.

Sale el conde GARCI Fernández

GARCI:     A vuestras altezas beso
  los pies.
ORDOÑO:                 Guárdeos Dios; tomad
  asiento y después hablad.
GARCI:     Porque sé lo que intereso 1625
  en el servicio del conde
  de Castilla, mi señor,
  solícito embajador
  parezco.
ORDOÑO:                 Cuando responde
  de su embajada al intento 1630
  el mismo suceso, está
  respondido el conde ya.
GARCI:     Sólo de este casamiento
  que forme quejas ahora
  me manda el conde; pues viendo 1635
  la ventaja que está haciendo
  a un vasallo, la señora
  infanta niegas a un conde
  de Castilla.
ORDOÑO:                     Embajador,
  al mérito del valor 1640
  igual merced corresponde.
  Y como yo me he preciado
  de justiciero en León,
  con esta satisfacción
  los servicios he pagado 1645
  de un vasallo tan valiente,
  demás de que su apellido
  dos veces ha merecido
  ser heroico descendiente
  de nuestra casa real. 1650
  Esto al conde responded,
  y que tengo por merced
  el deseo.
LINDA:               En caso igual,
  también puede ser porfía.
GARCI:     Con ese nombre se infaman 1655
  las finezas de los que aman
  con poca dicha.
LINDA:                   La mía,
  tan grande ha venido a ser,
  que con las demás estoy
  grosera.
GARCI:               Corriendo voy 1660
  por los celos, hasta ver
  mil veces mi desengaño;
  y cada vez que le veo
  nace de nuevo el deseo
  y pasa adelante el daño. 1665

Dentro

SOL:     Dejadme entrar, no me impida
  de todo el mundo el rigor,
  que me va en ello el honor,
  que es mucho más que la vida.
ORDOÑO:     ¿ Qué es eso ?

Sale ORTUÑO

ORTUÑO:                       Una peregrina, 1670
  y peregrina mujer
  que contra todo el poder
  de nosotros determina
  entrarse furiosa a hablar.
ORDOÑO:     Pues llega tan rigurosa, 1675
  con razón viene quejosa,
  sin duda.   Dejadla entrar.
ORTUÑO:     Tanto valor ha mostrado,
  que ella se ha entrado primero.
ORDOÑO:     Escuchar sus quejas quiero, 1680
  pues hoy estoy obligado,
  como rey, por justa ley,
  a no esconder las orejas
  a la justicia y las quejas,
  o he de dejar de ser rey. 1685

Sale doña SOL con el cabello suelto

SOL:     Escúchame atentamente,
  rey Ordoño de León,
  a quien llama el justiciero
  el hemisferio español,
  si es que te precias de serlo, 1690
  o para mí faltan hoy
  todas las cosas que pueden
  ser, Ordoño, en mi favor,
  y alcanzará la Fortuna
  el imposible mayor 1695
  si a quien eres faltas tú,
  porque sobre al mundo yo.
  Yo soy, aunque no quisiera
  después que sin honra estoy,
  de don Manríque de Lara, 1700
  su heredera doña Sol.
  Imagino que esto basta
  para decirte quién soy;
  que don Manriqúe en Castilla
  es el último blasón. 1705
  De visitar desde Burgos
  a pie, en el traje que voy,
  pidiendo limosna, hice
  voto al gallego patrón
  desde una borrasca, adonde 1710
  golfo lanzado corrió
  al mar, de una enfermedad
  la vida leño veloz.
  En cuya fe, como en tabla,
  parece que me sacó 1715
  al puerto de la salud
  esta piadosa intención.
  ¡ Pluguiera a Dios que primero
  muriera !   ¡ Pluguiera a Dios,
  Ordoño, que hubiera estado 1720
  el cielo sordo a mi voz !
  Que a veces sirve la vida,
  a quien más la deseó,
  de dar armas a su ofensa
  y a la desdicha ocasión. 1725
  Daba la vuelta a Castilla
  dando al cielo que me dió
  lugar para visitar
  del apóstol español
  el sepulcro, inmensas gracias, 1730
  con la autoridad y honor
  de criados, que importaba
  a mi persona, aunque voy
  a pie, y limosna pidiendo,
  con esclavina y bordón, 1735
  cuando, entre el Miño y el Sil
  encontré al ponerse el sol
  del conde don Lisuardo
  un cortesano escuadrón,
  que para tratar tus bodas 1740
  iba por embajador
  a Ingalaterra. Llegamos
  otra compañera y yo,
  doncella mía, a pedirle
  limosna, que ambas a dos 1745
  íbamos del mismo modo
  vestidas, con el valor,
  devoción y honestidad
  que pedía el ser quien soy,
  mi estado, mi pensamiento 1750
  y la peregrinación.
  Pero poco importa todo,
  si este monstruo, este escorpión
  a quien llaman hermosura
  --veneno fuera mejor-- 1755
  este basilisco humano,
  esta esfinge que nació
  para vender a su dueño
  de un parto con la traición,
  esta breve tiranía, 1760
  esta lisonjera flor
  de la maravilla, aquesta
  breve mortal ambición
  para romper del respeto
  los privilegios que dió 1765
  la cortesana hidalguía,
  no hubiese dado ocasión.
  ¡ Mal haya amigo tan falso !
  ¡ mal haya bien tan traidor,
  tan villana tiranía, 1770
  tan costosa adulación !
  El conde, al fin
LINDA:                       (¡ Ay de mí !           Aparte
  Del aire pendiente estoy.)
SOL:     Al fin, el conde, resuelto
  con las alas del furor, 1775
  libre como el apetito,
  y ciegos ambos a dos,
  si mudos para el agravio,
  sordos para la razón,
  sin discursos, sin memoria 1780
  de que hay justicia, trazó
  la más fiera alevosía
  que usó humano corazón;
  que gustos desordenados
  de poderoso ofensor, 1785
  atropellando a su dueño,
  corren a la posesión.
  Al fin, el conde, aquí tiemblo,
  aquí me falta la voz,
  aquí el aliento me falta 1790
LINDA:     (Y estoy sin sentido yo.)           Aparte
SOL:     Haciendo pasar delante
  sus criados, eligió
  cinco, que con él vinieron
  a tan infame facción, 1795
  y con desnudas espadas
  al camino nos salió,
  con bandas, como los cinco
  cubierto el rostro traidor.
  Salteadores bien nacidos 1800
  imaginamos que son,
  y con corteses palabras
  llego a reportallos yo;
  cuando, descubriendo el conde
  el aleve rostro, dió 1805
  muestras de su infame intento
  con ciega resolución.
  Yo, con el valor de Lara,
  remito altiva al bordón
  la defensa de mi ofensa. 1810
  Pero ¿ qué importa el valor
  cuando la desdicha es más,
  cuando el poder es mayor,
  el apetito es campal
  y está ciega la razón ? 1815
  Una punta de su espada
  en la frente me alcanzó,
  cuando más mezclada andaba
  la batalla de mi honor.
  Sentí en los ojos la sangre, 1820
  y en el flaco corazón,
  como, al fin, de mujer hizo,
  más que la herida, el temor.
  Ciega de la sangre, en tierra
  el honor conmigo dio, 1825
  que siempre fue mal agÜero
  sangriento eclipse en el sol.
  A este tiempo, entre los brazos
  a recibirme llegó,
  con piadosa tiranía, 1830
  con tirana presunción,
  donde, haciendo a los demás
  que se aparten, comenzó
  a regalarme lascivo,
  a enlazarse adulador. 1835
  Si con la boca me limpia
  la sangre, con el dolor
  fingido, lágrimas vierte,
  que de cocodrilo son.
  Yo, sin aliento, sin alma, 1840
  ni oigo, ni siento, ni estoy
  para resistirle, y loco,
  ciego y tirano intentó
  mi desventura, mi infamia,
  mi deshonra.
LINDA:                 (¡ Muerta soy !)         Aparte 1845
SOL:     Y como en el apetito
  que no es legítimo amor
  suele el arrepentimiento
  seguir a la posesión;
  con la misma tiranía 1850
  en el campo me dejó
  llena de sangre y de afrenta,
  tan desdichada, que doy
  quejas al cielo de verme
  con la vida en la ocasión 1855
  que pudiera ser la herida
  penetrante, porque yo
  con la vida juntamente
  matara mi deshonor.
  Pero, quedando con ella, 1860
  vengo a pedirte, señor,
  justicia de aqueste agravio,
  castigo de esta traición.
  ¡ Justicia, Ordoño; justicia,
  por quien eres, por quien soy, 1865
  que no es bien que falte en ti
  por privanza ni pasión !
  Y cuando falte, a los pies
  me iré del emperador,
  que tiene sobre los reyes 1870
  cesárea jurisdicción.
  Y si él remiso estuviere,
  me iré al papa, y cuando él no
  me quisiese hacer justicia,
  por eso en el cielo hay Dios. 1875
  Demás de que tengo deudos
  en Castilla y en León,
  que sabrán tomar las armas
  en defensa de mi honor.
  Que el conde Garci-Fernández, 1880
  conde en Castilla lo es hoy
  tan mío, que somos hijos
  de dos hermanos los dos,
  y vendrá de mejor gana
  a volver por mi opinión 1885
  con las armas que a pedirte
  el caballo y el azor.
  Y cuando por desdichada
  en ninguno halle favor,
  para vengarme yo misma 1890
  y tomar satisfacción,
  piedras pediré a la tierra,
  al mar pediré furor,
  alas al aire, y al fuego
  rayos que arrojando estoy; 1895
  a las víboras veneno,
  a los áspides rigor,
  ojos a los basiliscos,
  al infierno obstinación.
  Y entretanto morderé 1900
  la tierra que esto sufrió,
  como una perra con rabia,
  como una bestia feroz,
  sin osar alzar al cielo
  sino es la imaginación; 1905
  que doña Sol afrentada
  no es justo que mire al sol.

Arrójaseá los pies del rey   ORDOÑO, y levántase el conde GARCI Fernández

ORDOÑO:     ¡ Raro suceso !
GARCI:                     Hasta aquí,
  Ordoño, he representado
  otra persona, llevado 1910
  del celoso frenesí
  de un amoroso cuidado.
  De ser dejo embajador
  celoso, amante y galán;
  que cesan las del amor 1915
  cuando de por medio están
  obligaciones de honor.
  Garci-Fernández, el conde
  de Castilla soy, a quien
  toca este agravio, por donde 1920
  se ha de restaurar también;
  si al conde el abismo esconde,
  que está mi sangre agraviada,
  en doña Sol y conmigo
  por mayor deuda obligada. 1925
  Y así desde luego digo,
  puesta la mano en la espada,
  que don Lisuardo, el conde,
  es cobarde y es traidor,
  y a quien es no corresponde; 1930
  y que esto hará mi valor
  verdad presto aquí y adonde
  me diere el tiempo ocasión.
  Y conforme al valor mío,
  pondré con esta intención 1935
  carteles de desafío
  en Castilla y en León,
  en Francia, en Ingalaterra,
  en Italia, en Alemania;
  sacándole, si se encierra, 1940
  como prodigio de Hircania
  de las venas de la tierra.
  De doña Sol la opinión,
  teniendo deudos tan buenos,
  verá con satisfacción, 1945
  porque por Lara no es menos
  que una infanta de León.
ORDOÑO:     Conde de Castilla, a mí
  me toca, como a su rey,
  la satisfacción, y así 1950
  por la justicia y la ley,
  seré lo que siempre fui.
  Pues me llama el justiciero
  León, con mi obligación
  cumplir como debo espero, 1955
  cuando fuera de León
  el conde sólo heredero.
  Y entretanto a Sol tendré
  de la infanta en compañía,
  y su honor satisfaré, 1960
  como el de la hermana mía
  quede juntamente en pie,
  que, como es público, ha dado
  la mano al conde de esposa,
  que no es pequeño cuidado, 1965
  en que el alma temerosa
  y confusa ha vacilado.
  Mas todo lo facilita
  la justicia y la prudencia,
  porque el rey que a Dios imita, 1970
  con humana providencia
  lo que importa solicita.
  Este caso pide más
  atención que otro ordinario,
  que pienso que igual jamás 1975
  se ha visto, y es necesario
  ir, conde, con el compás
  de la prudencia midiendo
  la justicia y la ocasión,
  a quien acudir pretendo 1980
  con tanta satisfacción
  como siempre en mí están viendo.
  Vos a Castilla os volved,
  conde, hasta tanto que sea
  ocasión, y agora haced 1985
  que esto más secreto sea,
  que es hacer a Sol merced,
  hasta que el conde haya dado
  de Ingalaterra a León
  la vuelta, y perded cuidado, 1990
  que yo tomo su opinión
  por mi cuenta.
GARCI:                   Confiado
  en esa palabra quiero
  a Burgos la vuelta dar,
  adonde tu gusto espero 1995
  obedecer y esperar
  al conde.
ORDOÑO:                 El es caballero
  tan valiente, que la cara,
  cuando sin rey estuviera
  y vasallo no se hallara, 2000
  a ninguno no escondiera
  de los Manriques de Lara;
  pero las armas aquí,
  conde, no han de sentenciar
  lo que me compete a mí. 2005
GARCI:     La justicia, que en lugar
  de Dios resplandece en ti.

Vanse el rey ORDOÑO y conde GARCI Fernández

BLANCA:     ¡ Qué lastimoso suceso
  en tan divina belleza
  y en tal beldad !
LINDA:                   Dios te guarde, 2010
  mujer, cualquiera que seas;
  retiradla.

Vanse BLANCA y doñ SOL.   Sale RELOJ con fieltro y botas

RELOJ:                   De tus bellas
  plantas los chapines beso
  y en los copos de la densa
  nieve de las blancas manos, 2015
  pongo este pliego que espera
  porte como de una infanta
  que pretende ser condesa.
LINDA:     ¿ Quién eres ?
RELOJ:                 ¿ No me conoces ?
  ¿ Tan presto se olvidan prendas 2020
  de lo que se quiere bien ?
  ¿ Posible es que no se acuerda
  de Reloj, lacayo suyo,
  en tres semanas de ausencia ?
  ¿ El que te habló a la partida 2025
  y al que con tanta terneza
  del conde, encargaste entonces
  la brevedad a la vuelta ?
  El mismo soy; aquí vengo
  en figura de estafeta 2030
  con botas hasta las ingles
  más altas que una cuaresma
  por marzo, y Dios sabe cómo
  traigo las asentaderas,
  que dejo al conde embarcado 2035
  en la Coruña, y con estas
  cartas me despachó, y quiere
  que al desembarcarse vuelva
  a recibilre, señora,
  de tu salud con las nuevas. 2040
  Reloj soy; yo soy Reloj.
LINDA:     Relox: en mal hora vengas.
RELOJ:     Por cierto buenas albricias
  para quién viene por ellas
  de posta en posta, sin tripas 2045
  más de cuarenta y seis leguas.
  ¡ Mal haya el hombre que fía
  después que una vez se ausenta,
  en infantas ni en rocines !
LINDA:     ¡ Hola !   Colgad de una almena 2050
  a este villano.
RELOJ:                     ¿ Qué dices ?
  ¿ Hablas de burlas ó veras ?
LINDA:     Presto lo verás, infame
  cómplice de mis ofensas,
  que en las cartas de ese ingrato 2055
  me traes víboras por letras.
RELOJ:     ¡ Yo he llegado a muy buen tiempo
  para todas mis quimeras !
  ¡ A linda ocasión, por Dios !
  Cuando pensé que me hicieran 2060
  conde en aquesta ocasión
  por albricias de estas nuevas
  hallo tantas novedades.
LINDA:                           ¡ Hola !

Sale el rey ORDOÑO y ORTUÑO

ORDOÑO:     ¿ Qué voces son éstas ?
  ¿ qué tiene la infanta ?
LINDA:                           Celos, 2065
  que es la pasión más inquieta
  que priva del albedrío.
RELOJ:     Yo pienso que está su alteza
  de aquella cabeza loca.
LINDA:     Antes, villano, estoy cuerda, 2070
  pues que sé sentir.
ORDOÑO:                           ¿ Quién eres ?
RELOJ:     Un lacayo sin librea
  del conde don Lisuardo,
  mi señor, que es la primera
  vez que se ha visto en su vida 2075
  con botas y con espuelas,
  que dejándole embarcado
  en la Coruña, desea
  dar a su alteza este pliego
  y volver con la respuesta 2080
  al desembarcarse el conde;
  que hallé estas puertas abiertas
  y me metió el alborozo
  hasta las pies de su alteza,
  y cuando pensé salir 2085
  con un juro para en cuenta
  de un título de vizconde,
  me manda colgar.
LINDA:                     En esa
  relación de tu camino,
  ¿ cómo olvidas la romera 2090
  de Santiago ?
RELOJ:                   Pues yo,
  ¿ qué culpa tuve, o qué pena
  merezco, si a mí y a Lauro,
  a Ramiro y a Fruela
  nos mandó volver con él; 2095
  que nosotros en la empresa
  servimos de tenedor
  y él trinchó el ave ?
ORDOÑO:                           Confiesa
  sin tormento la verdad,
  y la información comienza 2100
  bien por esta confesión.
  Escribe, Ortún, de tu letra
  los nombres de estos criados
  del conde, y a éste le metan
  donde ninguno entretanto 2105
  ni verle ni hablarle pueda;
  y esté todo con silencio
  esto en Palacio.
RELOJ:                     (¡ Que venga         Aparte
  a sólo esto un desdichado
  por la posta tantas leguas 2110
  sobre navajas, en silla,
  sobre tarascas gallegas !
ORDOÑO:     Llevadle.
LINDA:               Guárdete el cielo
  por el socorro que intentas
  dar, Ordoño, a mis agravios. 2115
ORDOÑO:     El pecho, Linda, sosiega,
  que ha de ser tu esposo el conde
  aunque se ponga la tierra
  de por medio, y de tus celos
  las ciegas ansias desecha, 2120
  porque con el escarmiento
  de la suma de la pena
  culpas de la mocedad
  fácilmente se descuentan.
  (Esta lisonja a la vida             Aparte 2125
  y al sexo de Linda es fuerza
  hacer con arte.)
LINDA:                       No mires,
  Ordoño, pues que deseas
  ser católico Trajano,
  ser Numa español; las prendas 2130
  del conde, mi amor, mis celos,
  mi vida, mi honor, la mesma
  sangre que tienes, que es mía,
  si a la justicia que enseñan
  las leyes de tus pasados 2135
  has de faltar; pues sin ella
  falta el poder al poder,
  el decoro a la vergÜenza,
  el miedo a la majestad,
  el amor a la obediencia. 2140
  Desnuda, Ordoño, el estoque
  de la justicia, no pierdas
  el nombre hasta aquí ganado.
  Muera el Conde, aunque yo muera.
  Ni la pasión te acobarde, 2145
  ni la sangre te detenga;
  que eso es política, en fin,
  y en los reyes que gobiernan
  más importa la justicia
  y para la paz la guerra. 2150
  Esto, Ordoño, contra sí
  una loca te aconseja,
  que de llorar, solamente
  morir le queda de cuerda;
  aunque es grande la desdicha 2155
  que la muerte le consuela.

Vase

ORDOÑO:     ¡ Notable suceso ha sido !
  Síguela, Blanca.
BLANCA:                   ¡ Qué fiera
  pásión !
ORDOÑO:               Camina, lacayo.
RELOJ:     ¡ Oh, mal haya la romera, 2160
  que siendo ella la gozada
  padece Reloj la fuerza !


JORNADA TERCERA

Salen doña BLANCA y ORDOÑO

ORDOÑO:     ¡ Blanca !
BLANCA:                   ¡ Señor !
ORDOÑO:                             ¿ Cómo está
  la infanta ?
BLANCA:               Tanto mejor,
  cuanto el agravio al dolor 2165
  dando desengaños va;
  porque ella la misma ha sido
  en tan ciego pensamiento
  causa de su sentimiento,
  es de volverla el sentido; 2170
  que estando la ofensa en medio
  en una honrada mujer,
  una propia viene a ser
  la enfermedad y el remedio.
ORDOÑO:     Bien dices, que en el amor 2175
  lo que el tiempo no ha podido,
  agravios con el olvido
  curan de celos mejor.
  Hoy llega el conde, en efeto.
BLANCA:     Que temo de la presencia 2180
  nueva celosa dolencia;
  y como amor, es efeto,
  de los ojos con los ojos
  se aumentan, justos o injustos,
  los agravios y los gustos 2185
  las glorias y los enojos.
ORDOÑO:     Bien ha menester más vidas,
  sobre su rigor mirando,
  a quien están esperando
  dos mujeres ofendidas. 2190
  El cielo me inspire el modo
  de suerte que, por codicia,
  ni pasión, a la justicia,
  no falte, que es faltar todo
  el bien de un reino sin vella. 2195
BLANCA:     Quien en tan floridos años
  con tan altos desengaños
  ha merecido por ella
  el nombre que le da España,
  demás del mucho valor 2200
  de sus aciertos, señor,
  la experiencia desengaña.
ORDOÑO:     Siempre he de ser el que fui.
BLANCA:     Su alteza viene, señor.

Sale la infanta LINDA

ORDOÑO:     La causa de su dolor 2205
  me tiene, Blanca, sin mí,
  cuando la pena la tiene
  con sentimiento tan grande.
  Hermana.
LINDA:             Ya a que la mande
  vuestra alteza, Linda viene. 2210
ORDOÑO:     Favores son que me hacéis.
  ¿ Cómo estáis ?
LINDA:                   Mucho mejor;
  porque descuento el amor
  en los agravios que veis.
ORDOÑO:     ¿ Qué ha sido la novedad 2215
  de la gala ?
LINDA:                 Venir hoy
  el conde y ser yo quien soy,
  y ya que a la voluntad
  no le debo esta alegría,
  a la obligación responde 2220
  de la venida del conde
  por precisa deuda mía;
  pues hasta agora no puedo
  negar que el conde es mi esposo,
  y entretanto esto es forzoso. 2225
ORDOÑO:     Admirado, Linda, quedo
  de tu raro entendimiento.
LINDA:     ¡ Pluguiera al cielo que fuera
  menos, porque no supiera
  tener tanto sentimiento ! 2230

Sale ORTUÑO

ORDOÑO:     ¿ Qué hay de nuevo, Ortún ?
ORTUÑO:                                     Señor,
  nuevas de que llegará
  muy presto el conde, que ya
  para prevenir mejor
  su entrada, en la sala adonde 2235
  le has de dar pública audiencia,
  con peregrina advertencia
  que a tu ingenio corresponde.
  Del conde un criado está
  una cortina poniendo 2240
  debajo la cual entiendo
  que con propósito va
  de poner de Margarita
  el retrato hermoso y grave,
  porque en el punto que acabe 2245
  la relación, solicita
  enseñártele con toda
  aquesta veneración,
  como a reina de León.
  Al fin tu dichosa boda 2250
  llegue, señor, para bien
  de tus reinos.
ORDOÑO:                     Dios te guarde,
  Ortún.
LINDA:           Aunque llegan tarde
  mis albricias para quien
  tan buenas nuevas ha dado, 2255
  en todo son de estimar.
ORDOÑO:     ¡ Qué valor quiere mostrar !
LINDA:     Toma, y llámame al criado,
  por que también se las dé.

Le da una sortija

ORTUÑO:     ¡ Vivas más años que el sol, 2260
  milagro hermoso español !
ORDOÑO:     Ortún, escucha.

Hablan aparte

BLANCA:                       No sé
  si a tan bizarro valor
  ninguno se ha de igualar.
ORDOÑO:     Esto se ha de hacer sin dar 2265
  sospechas de mi rigor,
  que es importante el secreto,
  como también el cuidado.
  Advierte, Ortún, si el criado
  está en la lista.
ORTUÑO:                           A este efeto 2270
  te entré a hablar; en ella está.
ORDOÑO:     Pues hazle prender.
ORTUÑO:                           Yo voy.
LINDA:     Hoy nombre a tu nombre doy
  con el que valor me da
  pues que te ayudo con él 2275
  a la justicia.   Esa es sola.
ORDOÑO:     ¡ Fénix divina española;
  el oro, el bronce, el laurel
  digno es de escribir tu nombre
  solamente !
LINDA:                 Y del divino 2280
  tuyo solamente dino
  porque la tierra se asombre.

Sale LAURO de camino

LAURO:     De vuestra alteza, señor,
  ..................
  .................. 2285
  .................... -or]
  beso los pies, y los vuestros,
  señora, pido, también,
  añadiendo el parabién
  de los que lo han de ser nuestros, 2290
  pues llega tan presto el conde
  a gozar el bien que aguarda.
LINDA:     Siempre para el alma tarda.
LAURO:     Justamente corresponde,
  señora, tan gran fineza 2295
  a la fe, al notable amor
  con que el conde, mi señor,
  idolatra a vuestra alteza;
  aunque ha estado con cuidado
  de haber visto, y con razón, 2300
  que a su desembarcación
  las cartas le hayan faltado.
LINDA:     Falta de salud ha sido.
  Toma, aunque merecen más,
  estas nuevas que me das. 2305

Dale una sortija

LAURO:     Guarde, a pesar del olvido
  el tiempo, tus verdes años.
LINDA:     Inmortal debo de ser,
  pues no han tenido poder
  en mí algunos desengaños 2310
  para matarme.
LAURO:                       (Recelo           Aparte
  que habla Linda sospechosa.)
LINDA:     Margarita, ¿ es muy hermosa ?
LAURO:     Las dos sois soles del suelo.
  Su beldad es peregrina; 2315
  en la copia podéis ver
  que yo he venido a poner
  debajo de una cortina,
  en la sala en que su alteza
  al conde audiencia ha de dar, 2320
  cuando le llegue a besar
  la mano.
LINDA:               Tanta belleza
  merece este aplauso todo.
ORTUÑO:     El conde ha llegado ya
  a palacio.

A LAURO

ORDOÑO:                 Ven acá. 2325
  ¿ Cómo te llamas ?
LINDA:                       (De modo         Aparte
  la nueva me ha alborotado,
  que estoy sin mí de alegría;
  tanto en la fe pueden mía
  las reliquias que han quedado.) 2330
ORTUÑO:     Lauro es el último aquí
  de la lista.
ORDOÑO:                     Ellos vinieron
  como más menester fueron.
  Prended a Lauro.
LAURO:                     ¡ Ay de mí !
ORDOÑO:     Delitos del conde son 2335
  en que eres cómplice.
LAURO:                         ¡ Ah, cielo !
  No fue vano mi recelo.
  Señora...
LINDA:               En esta ocasión
  no te he de poder valer.
  Llevadle preso.
LAURO:                     (Sin duda           Aparte 2340
  que contra el conde se muda
  de la Fortuna el poder.)

Llévanle

ORTUÑO:     Pienso que el conde está aquí.
ORDOÑO:     Sillas; y despeje, Ortún,
  toda la gente común 2345
  que hubiere, y al conde di
  adonde está la cortina.
ORTUÑO:          A advertirle al conde voy.
LINDA:     (¡ Con qué sobresalto estoy !)           Aparte
BLANCA:     (Tiene fuerza peregrina             Aparte 2350
  Amor, aunque esté ofendido.)

Sale el conde LISUARDO

LISUARDO:     Dadme a besar vuestros pies.
LINDA:     (¡ Ay, alma !   ¿ Qué es lo que ves ?)           Aparte
ORDOÑO:     Seáis, conde, bien venido.
  ¿ Cómo venís ? Levantad. 2355
LISUARDO:     Deseando, por los vientos,
  llegar con los pensamientos
  a los de la voluntad.

La infanta LINDA habla aparte a BLANCA

LINDA:     ¡ Ay, Blanca ! Viendo presente
  al conde, con el rigor 2360
  de la ofensa y del amor
  tiemblo y ardo juntamente.
  Mirándole estoy mortal.
  ¿ Posible es que es éste a quien
  yo llegué a querer tan bien 2365
  y me ha pagado tan mal ?
BLANCA:     Señora, en esta ocasión
  más valor has de tener.
LINDA:     Forzoso, Blanca, ha de ser.
LISUARDO:     Escuchad la relación. 2370
  Luego que con tú estandarte
  los cuatro marinos montes,
  que al mar les diese obligaron
  campo de cristal salobre,
  prósperamente a tu fama, 2375
  lisonjero al viento entonces
  de la Coruña a Piemúa
  en breve tiempo nos pone.
  Apenas sobre la espuma
  nos descubrieron las torres, 2380
  cuando intentaron juntar
  dos elementos conformes;
  porque los alegres fuegos
  fueron tan grandes, que sobre
  el agua su ardiente esfera 2385
  paces juró aquella noche.
  Aquí pasé algunos días
  de Enrique esperando el orden,
  con la cual, desde este puerto,
  partí a la corte de Londres. 2390
  Honró mi recebimiento,
  dando grandeza a la corte,
  su príncipe FedÜardo
  con los ingleses conformes.
  Vine a apearme a palacio 2395
  con todo este aplauso, adonde
  los reyes nos esperaban
  en los mesmos corredores.
  Llegué a besarles las manos,
  y al mismo tiempo se opone 2400
  a escurecer Margarita
  los reales esplendores.
  Besé su mano, y hallé
  más cristal que vale el orbe;
  y entre rayos de oro y nácar 2405
  prodigios de nieve y flores.
  Levantóme con los brazos
  de la tierra, y preguntóme
  por tu salud, juntamente
  con la de Linda, que gocen 2410
  largos años estos reinos,
  y a los reyes que nos oyen,
  y que me esperaban, vuelvo
  y tus cartas doy entonces.
  Leyéronlas, y contentos, 2415
  con un sarao me responden
  dónde la beldad inglesa
  dió hermosas adoraciones.
  Aposentáronme dentro
  de palacio, haciendo pobres 2420
  las grandezas de Alejandro
  con varias ostentaciones.
  Y después de algunos días
  que conferimos la dote,
  se firmaron los conciertos 2425
  de las capitulaciones,
  y, remitiendo a las cartas
  lo demás, partí de Londres
  para embarcarme a Plemúa,
  que estaba dándome voces. 2430
  el deseo de llegar
  a ver a Linda, que logren
  mis esperanzas ausentes
  el fruto de sus amores.
  Y para hacerte lisonja, 2435
  a la partida el rey dióme
  de Margarita un retrato
  a su estatura conforme.
  Debajo de esta cortina
  que te descubro se esconde; 2440
  su gentileza te admire
  y su hermosura te asombre.

Corre la cortina, y está debajo doña SOL, de peregrina

ORDOÑO:     ¿ Es ése, conde, el retrato ?
LISUARDO:     (¿ Qué es esto, cielos ?)                 Aparte
ORDOÑO:                             ¿ Conoces
  esta mujer ?
LISUARDO:                 (¡ Qué suceso         Aparte 2445
  tan extraño !)
ORDOÑO:                     ¿ No respondes ?
LISUARDO:     Señor, sí...
ORDOÑO:                     La turbación
  en el rostro, en las razones,
  el más abonado ha sido
  testigo que tienes, conde, 2450
  contra ti.
LISUARDO:                 Señor, señor...
ORDOÑO:     No te disculpes ni ignores
  que ha de ser contra tal yerro
  el valor ni el blasón noble
  parte para que te valgan 2455
  en culpas que son tan torpes
  de seguros privilegios
  y de libres excepciones.
  Yo te cortaré las alas
  que tan ciegamente rompen 2460
  del cielo en ofensa el viento
  con soberbias presunciones.
LISUARDO:     De vuestra alteza a los pies
  postrado...
ORDOÑO:                 No paséis, conde,
  delante.   Quedaos y haced 2465
  cuenta que para que cobre
  su honor doña Sol no sois
  hombre tan rico, tan noble,
  sino el más triste vasallo
  el más humilde, el más pobre 2470
  que hay en León; y por vida
  de mi corona, que tomen
  en vos todos escarmiento
  y yo más heroico nombre.

Vase el rey ORDOÑO

LISUARDO:     Señora, esposa, mi bien, 2475
  si de vos no se socorre
  mi esperanza, estoy perdido.
  Hablad al rey, no se enoje
  sin escucharme.
LINDA:                     No sé
  quién eres, que vienes, conde, 2480
  tan diferente, que aun tú
  pienso, que no te conoces.
  El rey ha de hacer justicia,
  que son sus obligaciones;
  remédiete el cielo.

Vase la infanta LINDA

LISUARDO:                         Blanca, 2485
  sigue a la infanta; y pues oye
  lo que la dices tan bien,
  con palabras, con razones
  encarecidas disculpa
  sus celos, no la apasiones 2490
  tan a su costa, pues sabe
  que son de la edad errores,
  y con halagos al rey,
  como puede, desenoje,
  porque le temo indignado; 2495
  así dulcemente logres
  tus esperanzas, asi
  tengas...
BLANCA:             No me atrevo, conde,
  a hablar en ello a la infanta,
  ni ella al rey, porque conoce 2500
  la condición de su hermano.
  Busca otros medios que importen.

Vase doña BLANCA

LISUARDO:     ¿ Hay hombre más desdichado ?
  Sol, templad los arreboles
  y serenad los celajes 2505
  que vuestros rayos esconden.
  Medie el rey por ti mi culpa,
  no pido que la perdones,
  que yerros de amor no es mucho
  que tu misma luz los dore. 2510
  Yo quiero ser tu marido
  si de mi mano depone
  la acción que tiene la infanta,
  y esclavo tuyo.   Disponte
  a hablar al rey, porque falto 2515
  de su gracia, no sé dónde
  tengo segura la vida.
  ¿ Qué dices ? ¿ Qué me respondes ?
SOL:     Que el rey sabe lo que debe
  hacer en esto, conforme 2520
  al blasón de la justicia
  que mantiene y que dispone.
  y que cuando correr vea
  tu alevosa sangre, adonde
  un verdugo la cabeza 2525
  de tu vil garganta corte,
  no me hartaré de beberla;
  que de la venganza, conde,
  ha de quedar más sedienta
  mi hidrópica sed entonces. 2530

Quiere irse y la detiene

LISUARDO:     Espera, Sol, no te ausentes
  de mí, que no soy la noche
  de Noruega, aunque estoy puesto
  de tus desdenes al norte.
SOL:     ¡ Ah, sirena, no me encantes ! 2535
  ¡ Aspid libio, no me toques !
  ¡ Basilisco, no me mires !
  ¡ Cocodrilo, no me llores !

Vase

LISUARDO:     Echó la Fortuna el sello
  a mi desdicha.

Salen ORTUÑO y la guarda

ORTUÑO:                     Daos, conde, 2540
  a prisión.
LISUARDO:               Ortún, ¿ qué dices ?
ORTUÑO:     Que vengo, conde, con orden
  de llevaros preso.   Dad
  la espada, y paciencia.
LISUARDO:                           ¿ A un hombre
  como yo, Ortún, se le pide 2545
  la espada ? ¿ A un hombre que sobre
  la luna y el sol ha puesto
  con tantos hechos su nombre
  y el de su rey, manda el rey
  dar la espada, cuyo corte 2550
  tanto católico acero
  y africano reconoce ?
  ¡ Vive Dios !
ORTUÑO:                     Conde, estas cosas
  no se negocian con voces.
  Vasallo de Ordoño sois, 2555
  y es de vasallos traidores
  no obedecer a sus reyes
  y a los que los reyes ponen
  en su lugar.   A esto vengo,
  representando su nombre. 2560
  Obedecedle, o mirad
  que vienen doscientos hombres
  hijosdalgo y caballeros
  conmigo, con orden, conde,
  de mataros, si intentáis 2565
  defenderos. No provoque
  vuestra cólera la ira,
  en tan fuertes ocasiones,
  del rey y de los que vienen
  a vuestra prisión.
LISUARDO:                       Bajóme 2570
  la Fortuna hasta el abismo
  de las desdichas, que corren
  conmigo tormentas. Ortún,
  sobre mi cabeza pone
  mi lealtad la orden del rey; 2575
  toma la espada y no tomes
  ocasión para decir
  que no soy leal.
ORTUÑO:                         Es, conde,
  ésa,la mayor cordura
  y el mayor valor.
LISUARDO:                       Valores 2580
  contra los reyes, no sirven
  de más que de agravios. ¿ Dónde,
  si es licito el preguntarlo,
  Ortún, voy preso ?
ORTUÑO:                         A las torres
  de palacio.
LISUARDO:                 Vamos, pues; 2585
  que no es bien que me congojen
  prisiones, pues las desdichas
  se hicieron para los hombres.

Vanse.   Salen XIMENO y el con GARCI Fernández

GARCI:     ¿ Y sabe el rey que he llegado ?
XIMENO:     Y llegas, conde, a León, 2590
  a tan famosa ocasión,
  que hoy dicen que acompañado
  de sus jueces, adonde
  está su real consejo,
  siendo de otro Numa espejo 2595
  asiste al pleito del conde.
GARCI:     El nombre de justiciero
  le conviene conservar
  si quiere Ordoño reinar;
  si no, el castellano acero 2600
  verá en su vega desnudo,
  y el Ezla argentar las manos
  de los fuertes castellanos.
XIMENO:     De su prudencia no dudo
  que sabrá Ordoño acudir 2605
  a darte satisfacción.
GARCI:     O será Troya León;
  que no se ha de persuadir
  el conde don Lisuardo,
  que menos que con la vida 2610
  satisface la ofendida
  sangre de Lara.
XIMENO:                   Gallardo
  dicen que es el conde.
GARCI:                             Sí,
  y valiente caballero,
  que, aunque enemigo, a su acero 2615
  no niego el valor que vi
  cuando cercando a León
  sobre el feudo de Castilla
  la castellana cuchilla
  temió el sol.
XIMENO:                 Tienes razón; 2620
  que igualó a Marte ese día.
GARCI:     Pero con esto ha borrado
  cuanta opinión ha ganado;
  que es vileza y cobardía
  que contradice al valor 2625
  ofender a una mujer,
  y más tan noble.
XIMENO:                     Al poder,
  a la fuerza del Amor,
  no hay valor, razón ni ley,
  porque su furia amenaza 2630
  hasta lo invencible.

Dentro

VOCES:                         ¡ Plaza !
GARCI:     Debe de salir el rey.

Salen el rey ORDOÑO con memoriales, ORTUÑO y acompañamiento

ORTUÑO:     Todo el consejo te espera,
  y no ha quedado en León
  letrado en esta ocasión 2635
  a quien la fama venera
  que no asista en los estrados
  en la defensa y ofensa
  del conde.
ORDOÑO:                   Poca defensa,
  casos tan averiguados 2640
  pueden tener.
ORTUÑO:                         Aquí está
  Garci-Fernández, el conde
  de Castilla.
ORDOÑO:                     Y corresponde
  al valor que tiene.
GARCI:                         Y ya
  a besar tus manos llega. 2645
ORDOÑO:     Y yo con los brazos, primo,
  tantas mercedes estimo;
  que cuando más en la vega
  de León armado os vi,
  jamás, el cielo es testigo, 2650
  que de pariente y amigo
  la inclinación os perdí.
GARCI:     La misma, Ordoño valiente,
  debe al conde de Castilla
  vuestra alteza.
ORDOÑO:                         La cuchilla 2655
  desnuda y resplandeciente
  de mi justicia real
  verán hoy, como primero,
  ayudando a Sol, y espero
  hacer mi nombre inmortal. 2660
GARCI:     La fama, Ordoño, que en esta
  edad habéis alcanzado,
  en caso tan intrincado
  nos promete y manifiesta
  que ha de tener el suceso, 2665
  que a todos nos esté bien.
ORDOÑO:     Hoy quiero, conde, también,
  que a ver del conde el proceso
  asistáis junto conmigo.
GARCI:     Sois de la justicia espejo. 2670
ORDOÑO:     Venid, que me está el consejo
  esperando, conde amigo.

Vanse. Sale el conde don LISUARDO con cadena

LISUARDO:     Desdichas, ¿ qué me queréis ?
  ¿ Qué pretendéis de mí, agravios ?
  No me persigáis, memorias; 2675
  dejadme morir, cuidados.
  ¿ Qué infierno es este que miro
  adonde ya, por extraño
  y forastero del mundo,
  los rayos del sol no alcanzo, 2680
  si no son los de las iras
  de otro Sol menos avaro,
  en correr los paralelos
  de las fortunas que paso ?
  Mas, en parte--¡ oh Sol hermoso !-- 2685
  muero contento, pensando
  que gozando a Sol, di al sol
  celos y envidia a sus rayos.
  Y si tu desdén supiera
  cuánto más me ha enamorado 2690
  la posesión, podría ser
  que te obligara el milagro.

Tocan dentro una guitarra

  Si no me engaño, imagino
  que un instrumento han tocado;
  músicos deben de ser 2695
  del terrero de Palacio,
  que, al silencio de la noche,
  fía sus ansias cantando
  algún amante. A tocar vuelven,
  ¡ qué ocioso cuidado ! 2700

Cantan dentro

VOCES:     "Preso tienen al buen conde,
  al conde don Lisuardo,
  porque forzó una romera
  camino de Santiago.
  La romera es de linaje; 2705
  ante el rey se ha querellado,
  mándale prender el rey
  sin escuchar su descargo."
LISUARDO:     ¿ Tan públicamente cantan
  mi desdicha ? ¡ Extraño caso ! 2710
  Quiero escuchar, que imagino
  que prosiguen con el canto.

Cantan

VOCES:     "La prisión que le da el rey
  son las torres de palacio,
  que compiten con el cielo 2715
  y confinan con sus cuartos.
  Las guardas que el conde tiene
  todos eran hijosdalgo;
  treinta le guardan de día
  y de noche treinta y cuatro. 2720
  Ya levantan para el conde
  en la plaza su cadahalso,
  y para los delincuentes
  hay dos horcas a los lados."

Asómase RELOJ a lo más alto, preso con un tocada en cuerpo

RELOJ:     Cante otra vez, ruego a Dios, 2725
  en galeras el bellaco
  que la historia gargantea
  del conde don Lisuardo,
  por lo que me toca a mí,
  que soy su menor criado, 2730
  por las nuevas de las horcas
  y albricias de cadahalso.
  ¡ Quién pudiera desde aquí,
  músico de los diablos,
  tirarte una almena !
LISUARDO:                       ¡ Ah, cielos ! 2735
RELOJ:     Aquí abajo se han quejado.
  ¿ Si fue del conde el sospiro,
  que, según lo que han cantado,
  debe de estar preso aquí ?
  Quiero saberlo. ¿ Ah de abajo ? 2740
LISUARDO:     Pienso que de las almenas
  de este homenaje llamaron.
RELOJ:     ¿ Conde, mi señor ?
LISUARDO:                   ¿ Quién es ?
RELOJ:     ¿ Quién en este campanario
  puede estar, que no sea tordo 2745
  o reloj ?
LISUARDO:               Reloj, hermano.
  ¿ Ahí estás preso ?
RELOJ:                         Señor,
  dos meses ha que aquí paso,
  con arañas y ratones
  notables casos y es harto 2750
  tener narices y orejas
  a las horas que te hablo.
  ¿ Qué hay del mundo por allá ?
  Que hasta agora que he escuchado
  tu suceso infausto y triste 2755
  cantar a este mentecato
  músico de Bercebú,
  que otra vez cante a Pilatos,
  no supe que estabas preso
  en las torres de Palacio. 2760
LISUARDO:     Apenas a ver el cielo
  a esta plaza de armas salgo
  esta noche,cuando escucho
  también de mi muerte el cuándo.
RELOJ:     También me ha cabido 2765
  a mí un poco de horca; no vamos
  muy lejos uno   de otro;
  pero yo estoy consolado
  con que, en efecto, con esta
  postrera carta de pago 2770
  han acabado conmigo
  alguaciles y escribanos.
  Que salir del susodicho,
  no será el menor descanso
  que puede alcanzar con Dios 2775
  un delincuente lacayo.
  Que me he visto en las parrillas
  de un potro, pasando el trago
  más agrio que pasar puede
  un cómplice sagitario; 2780
  que, a no valerme la lengua,
  hoy era, por mis pecados,
  cecina de la justicia.
LISUARDO:     ¿ Cómo ?
RELOJ:             Confesé de plano.
LISUARDO:     No esperé menos de ti. 2785
RELOJ:     Ni yo.
LISUARDO:     En efeto, villano.
RELOJ:     Luego vi, en siendo Reloj,
  que habían de hacerme cuartos,
  aunque me importa primero, 2790
  no estando desde tan alto,
  si es posible hacer contigo
  de mi conciencia un descargo.
LISUARDO:     Pues descuélgate si puedes
  a esta plaza de armas.
RELOJ:                           Tanto 2795
  lo deseo, que he de hacer
  escala de los pedazos
  de dos mantas, donde he sido
  siete durmiente empanado.
LISUARDO:     La traza mejor elige, 2800
  y baja, Reloj.
RELOJ:                   Ya bajo,
  aunque al turco se lo usurpe.

Vase

LISUARDO:     Cuanto por mí está pasando
  parece sueño.   ¿ Si estoy
  despierto, si durmiendo acaso ? 2805
  Durmiendo debo de estar,
  aunque yo sé que me engaño,
  porque solamente sueña
  la desdicha un desdichado.

Sale RELOJ

RELOJ:     Gracias al cielo que llego 2810
  a verte.
LISUARDO:               Dame los brazos,
  que estoy alegre de verte,
  puesto que me has condenado.
RELOJ:     Confieso, conde, que soy
  para tormentos muy flaco, 2815
  y que jamás en mi vida
  de robusto me he preciado.
  Pero ya que nací al mundo
  con estrella de ahorcado,
  un escrúpulo en tu amor 2820
  te he de revelar.
LISUARDO:                     Di.
RELOJ:                         Cuando
  te partiste de León
  a Ingalaterra, me echaron
  para ti, desde unas tejas,
  de las bellísimas manos 2825
  de Linda, una banda verde,
  de cuya ocasión gozando
  un hidalgo forastero,
  que en lo soberbio y bizarro,
  en lo atrevido, en lo airoso 2830
  me pareció castellano,
  me la arrebató en el viento,
  diciéndome que a mi amo
  le dijese cómo un hombre
  de más valor, de más altos 2835
  merecimientos y prendas,
  celoso y enamorado
  me la quitaba, y que aquellos
  favores tan soberanos
  merecerlos no podía 2840
  un caballero, un vasallo
  como tú, menos que siendo
  monarca, como Alejandro,
  del mundo, o Garci-Fernández,
  conde de Castilla.
LISUARDO:                       ¡ Extraño 2845
  suceso ! ¿ Hay más ?
RELOJ:                       Más.
LISUARDO:                           ¿ Qué más ?
RELOJ:     ¿ Qué más ? Que yo di dos pasos,
  y, requiriendo la espada,
  puesta en el puño la mano,
  le advertí que le dejaba 2850
  con ella, y me fui, callando
  hasta agora, por no darte
  pesadumbre, y procurando
  satisfacer mi conciencia,
  te lo digo al postrer paso. 2855
LISUARDO:     ¡ A buen tiempo, vive Dios,
  que estoy por darte, villano !
RELOJ:     ¿ De qué te enojas ? ¿ Habías,
  yendo entonces caminando,
  de matarle por poderes ? 2860
LISUARDO:     No; mas pudiera el agravio
  a León volverme entonces;
  que las señas que me has dado
  de Garci-Fernández son,
  conde de Castilla, bravo 2865
  pretendiente de la infanta,
  que celoso y despechado
  quiso empeñarme con esa
  bizarría.
RELOJ:               Es temerario;
  un jayán me pareció. 2870
LISUARDO:     Es siempre el miedo muy alto.
RELOJ:     Pienso que agora han abierto
  una puerta, y siento pasos.
LISUARDO:     Los de mi muerte serán,
  pues que la estoy esperando. 2875
  ¿ Qué es eso ?

Sale BLANCA con una vela y la infanta LINDA con una llave

LINDA:                   Conde, yo soy;
  no os turbéis, que vengo a daros
  la vida por esta puerta
  que he abierto ahora en el cuarto
  del rey mi hermano, con esta 2880
  llave maestra. He intentado
  que me debáis por postrero
  bien el de la vida.
LISUARDO:                         Tanto
  os debo, que no imagino
  con muchas poder pagaros. 2885
LINDA:     Dejando a una parte ahora
  las ceremonias, mi hermano,
  con todo el real consejo,
  a muerte os ha condenado,
  que puesto que los jueces 2890
  y todos cuantos letrados
  tiene León, se conforman
  en que pudierais casaros
  con Sol, porque las palabras
  que nos dimos, y las manos 2895
  fueron de tiempo futuro
  y sirvieron de un contrato
  no más, por sólo el decoro
  que se debe al soberano
  nombre de hermana de un rey, 2900
  manda por razón de estado
  que muráis, satisfaciendo
  también con esto al agravio
  de doña Sol; no esperéis
  más, que amanece y los rayos 2905
  del sol pueden ser espías
  del que dejáis agraviado.
  Esa pesada cadena
  recoged entre los brazos
  y caminad, que en el parque 2910
  hallaréis, conde, un caballo
  que, corriendo, con el viento
  compita para escaparos.
  Sueldo os dará el cordobés
  rey o el moro sevillano 2915
  con que paséis, y adiós, conde.
LISUARDO:     Dadme a besar esas manos.
LINDA:     Conde, esto basta; partíos,
  que la piedad me ha obligado
  de haber llegado a tener 2920
  nombre de vuestra.
LISUARDO:                       Yo parto
  sin alma a escapar la vida.
LINDA:     Hasta salir de palacio
  tendréis quien os guíe, adiós.
LISUARDO:     Adiós.
RELOJ:           Yo sigo tus pasos 2925
  y azoto las ancas, conde,
  de ese hipógrifo, pues hago
  de motilón delincuente
  la figura.
LISUARDO:                 Reloj, vamos.

Vanse.   Salen PELAYO y BERMUDO

PELAYO:     Tanto al decoro del rey 2930
  se debe, que declarando
  que el de la infanta no ha sido
  matrimonio, han sentenciado
  a muerte al conde, y levantan
  en la plaza el cadahalso. 2935
BERMUDO:     No puede haber sucedido
  jamás tan notable caso.
PELAYO:     Con esto queda también
  satisfecho el agraviado
  honor de Sol, la opinión 2940
  de Ordoño inmortalizando.
BERMUDO:     Espectáculo espantoso
  ha de ser.
PELAYO:               ¡ Qué alborotado
  por el caso está León !
  Y es tan general el llanto 2945
  de los hombres y mujeres,
  que en el lamentable aplauso
  se conoce lo que quieren
  al conde don Lisuardo.
BERMUDO:     Era de todos bien quisto 2950
  por valiente y cortesano.

Cajas

  Pero ¿ qué cajas son esas ?
PELAYO:     Corriendo va el vulgo vario
  de la ciudad a los muros.

Sale FAVILA

BERMUDO:     FAVILA:,¿ qué es esto ?
FAVILA:                             Un raro 2955
  suceso.
BERMUDO:           ¿ Cómo ?
FAVILA:                     Escuchad.
  A notificar entrando,
  a don Lisuardo, el conde,
  la sentencia el secretario,
  alborotado volvió, 2960
  al rey de no haberle hallado
  en la prisión, sin saber
  quién pudo ponerle en salvo.
  Garci Fernández, el conde
  de Castilla, imaginando 2965
  que de la infanta o del rey
  ha sido caso pensado,
  en la vega de León,
  con cuatro mil castellanos
  que trujo para este efecto 2970
  de escolta en abierto campo,
  desafió al rey y a todos
  cuantos en aqueste caso
  han intervenido, deudos
  y amigos del conde, estando 2975
  de sol a sol en la Vega.
  Después de haberle retado
  de cobarde, si no acude
  en aqueste mismo plazo
  a volver por su opinión 2980
  el conde don Lisuardo.
  Pienso que Ordoño, sin duda,
  pues es su igual, saldrá al campo
  con el conde de Castilla,
  porque tiene de bizarro 2985
  y de valeroso Ordoño
  en las ocasiones, tanto,
  como de rey justiciero.
PELAYO:     A ver este asombro vamos.

Toquen. Salen XIMENO, con bastón, y luego el conde GARCI Fernández, armado, y por otra parte ORDOÑO armado y ORTUÑO con bastón. Doña SOL armada, y por otra puerta la infanta LINDA, armada, con la banda verde por el rostro, y doña SOL con otra, y, BLANCA y URRACA con bastones

ORDOÑO:     Conde de Castilla, ya 2990
  tienes a Ordoño en el campo,
  que no es la primera vez
  que en él me ve el sol amado.
  Bien sabe el cielo que estoy
  libre de lo que imputando 2995
  me estás sin razón; mas debo
  salir, conde, como salgo,
  a tu desafío, viendo
  que eres mi igual; aquí estamos.
  Resuélvete, que en la espada 3000
  la mano puesta te aguardo.
GARCI:     Ordoño, ya ves que estoy
  en la defensa empeñado
  de doña Sol, y no puedo
  volver a Burgos dejando 3005
  sin satisfacer su honor;
  y el conde don Lisuardo
  faltando, es razón que tú
  me des, Ordoño, en tal caso,
  por él la satisfacción. 3010
SOL:     Y yo también a tu lado,
  conde, con aquel valor
  que tengo de Lara, aguardo
  a la Infanta de León;
  porque no hay duda que ha dado 3015
  ella libertad al conde,
  a costa de mis agravios,
  y así la reto y la obligo,
  viéndome armada en el campo,
  que salga a satisfacerme 3020
  con las armas en la mano.
BLANCA:     Doña Sol, a responderte
  dos damas de su palacio
  por Linda vienen.   Espera
  que el rey y el conde hagan campo, 3025
  que luego vernos podrás
  a las dos aquí.
ORDOÑO:                       ¿ Qué estamos
  esperando ?
GARCI:               Que nos partan
  el campo y el sol.
ORDOÑO:                         Ya tasco
  espuma y cólera, como 3030
  suele el andaluz caballo,
  cuando escucha la trompeta
  por ver los aceros blancos
  dando reflejos al día,
  y apurándole al sol rayos. 3035

Sale don LISUARDO armado, y RELOJ con bastón

LISUARDO:     Aguarda, Garci-Fernández,
  que ya va don Lisuardo,
  y el sol, conde de Castilla,
  aún no ha llegado al ocaso.
GARCI:     ¡ Notable valor !
LISUARDO:                     Aquí 3040
  me tienes ya, castellano;
  que el valor más que el peligro
  conmigo ha podido tanto
  que, habiéndome dado Linda,
  por una puerta del cuarto 3045
  de Ordoño libertad hoy
  con piadoso pecho humano,
  y sabiendo en el camino
  que me retabas llamando
  a mi rey a desafío, 3050
  venciendo por el agravio
  con el honor el temor
  de la muerte, desarmando
  un soldado de los tuyos
  que hallé en el Ezla apartado 3055
  de su cuartel, me presento
  antes que se haya ausentado
  el sol a volver por mí,
  como quien soy, disculpando
  a mi rey, y juntamente 3060
  a cobrar determinado
  vengo una banda qué tienes
  contra mi gusto, pensando
  que era tan sufrido yo
  como he sido desdichado. 3065
GARCI:     Soberbio vienes. LISUARD.                     Resuelto
  dirás mejor.
GARCI:                 Tan bizarro
  no te imaginé jamás.
LISUARDO:     Pues has estado engañado;
  que esto que ves es lo menos 3070
  que parezco.
GARCI:                 ¿ Qué aguardamos
  a palabras si hay aceros ?
LISUARDO:     Eso es lo mismo que aguardo.
LINDA:     Deteneos, y pues es
  aquestra banda que traigo 3075
  por los ojos la que dice,
  quiero volverla a su mano
  del conde, con esta mía
  de esposa, porque en el campo
  defenderla mejor pueda 3080
  del conde don Lisuardo;
  que pues está declarada
  la nulidad y han estado
  prendas mías en poder
  del de Castilla esperando 3085
  esta elección, lo que he hecho
  será al gusto de mi hermano,
  que si repara en que di
  la mano a don Lisuardo,
  para besar cada día 3090
  la doy a cualquier vasallo.
  Acuda a su obligación,
  como es razón, entretanto
  que del conde de Castilla
  soy mujer.
GARCI:               Yo soy tu esclavo. 3095
LISUARDO:     Yo, hermosa Sol, si merezco
  la tuya, digo otro tanto.
SOL:     Tuya soy.
ORDOÑO:                 Heroicamente,
  Linda, el pleito has sentenciado;
  dadme, conde de Castilla, 3100
  los brazos.
GARCI:               Siempre mis brazos
  han de estar a tu servicio
  con eterna amistad.
LISUARDO:                       Danos
  tus manos a mí y a Sol.
ORDOÑO:     Quiero también abrazaros. 3105
RELOJ:     ¿ No sobrará.para mi
  algún codo de un abrazo,
  pues soy de los delincuentes
  que se han vuelto a Dios ?
ORDOÑO:                                 A Lauro,
  a Ramiro y a Fruela, 3110
  que están en esto culpados,
  haré contigo merced.
RELOJ:     Vivas tres hanegas de años.
ORDOÑO:     Vamos a León.
LISUARDO:                   Con esto
  da fin, dichoso senado, 3115
  para fines más dichosos
  la romera de Santiago.


FIN DE LA COMEDIA