EL COBARDE MAS VALIENTE

de
Tirso de Molina (Gabriel Téllez).


Personas que hablan en ella:
  • MARTIN Peláez
  • PAYO Peláez
  • BOTIJA, lacayo
  • El REY
  • BERMUDO
  • NUÑO
  • El CID
  • ALVAR Fáñez
  • SANCHA
  • MUZA
  • ABENAMAR. el rey moro
  • ALVARO, criado
  • ORDOÑO
  • LIDORO
  • PEDRO Bermúdez
  • AMETE
  • CALIN
  • Unos MOROS

JORNADA PRIMERA

Salen MARTIN Peláez, PAYO Peláez, ALVARO, criado, y BOTIJA, villano

PAYO:
     ¿Hasta cuándo pretendías 
   afrentar nuestras montañas, 
   pues al sol de otras hazañas 
   lucen en ti valentías? 
   ¿Tú eres mi hijo? No aguardes 
{5}
   que te dé tal nombre aquí, 
   que no han de llamarme a mí 
   padre de hijos cobardes. 
   Tienes fuerzas superiores 
   al más robusto león, 
{10}
   y siempre tus hechos son 
   regalos, gustos y amores. 
   Cuando gano para ti 
   labrando el campo sustento, 
   marcha tú al campo sangriento 
{15}
   por blasones para mí. 
   ¿No ves que parece mal 
   un necio entre hombres discretos, 
   entre avarientos sujetos 
   al oro, el que es liberal? 
{20}
   Pues ¿qué pretendes, Martín, 
   entre montañeses fieros, 
   tan nobles como guerreros? 
   Vete con Nuño y Laín, 
   tus primos, que con tu tío 
{25}
   el Cid, su fama acreditan, 
   cuyas hazañas incitan 
   a un mármol helado y frío. 
MARTIN:
     Yo no estoy acostumbrado 
   a ver paveses y cotas. 
{30}
PAYO:
     Pues ¿a qué? 
MARTIN:
                     A buscar bellotas. 
PAYO:
     Principio tiene el soldado. 
   El Cid te dará valor. 
BOTIJA:
     ¿Y si no quiere tomallo? 
PAYO:
     Traelde luego el caballo 
{35}
   Y las corazas. 
 

Va ALVAR por ella

MARTIN:
                          Señor, 
   ¿quieres que me maten luego? 
BOTIJA:
     (Lástima le tengo al pobre,       Aparte 
   que cuando fuerza le sobre 
   a verle cobarde llego.) 
{40}
PAYO:
     ¿En los demás no es igual 
   el peligro de la vida? 
MARTIN:
     Padre, y ¿después de perdida? 
BOTIJA:
     (¡No ha preguntado muy mal          Aparte 
   el mozo! 
PAYO:
                    Siendo por Dios 
{45}
   y por su rey, no se pierde. 
BOTIJA:
     Pues yo he visto, Dios me acuerde, 
   y aun sois buen testigo vos, 
   a un ciento y más de soldados 
   cantarles requiem amén. 
{50}
MARTIN:
     Dice Botija muy bién. 
PAYO:
     Pues iréis acompañados 
   los dos. 
BOTIJA:
                  (Ya cantó el cuquillo  Aparte 
   por mí.)  ¿En qué pequé, señor, 
   que no conozco a Almanzor 
{55}
   sino es para servillo? 
PAYO:
     Allá le conoceréis 
   cuando con Martín salgáis 
   al campo. 
MARTIN:
                   En poco estimáis 
   a un hijo. 
PAYO:
                  Bien lo sabéis. 
{60}
   La guerra os despertará 
   adonde echaréis de ver 
   que en ella os puedo querer 
   cuando os aborrezco acá. 
BOTIJA:
     ¿Qué ha de echar de ver, señor? 
{65}
   Eso al amor contradice, 
   que el santo evangelio dice 
   que nos tengamos amor. 
   Nuestro Señor Jesucristo 
   dice también en su historia 
{70}
   Yo tengo linda memoria. 
PAYO:
     ¿Qué dice? 
BOTIJA:
                  Pues ¿no lo ha visto? 
   Que el que el peligro buscare 
   muera muerte supetaña. 
PAYO:
     ¡Hay simpleza más extraña! 
{75}
   De quien el alma arriesgare, 
   habla Dios, del cuerpo no, 
   cuando por él se aventura 
   la vida. 
BOTIJA:
                 Mucho me apura. 
   Como me quedara yo, 
{80}
   diera por buena la ida. 

Sale ALVAR con las armas

ALVARO:
     Las armas están aquí. 
PAYO:
     ¿Trajiste el caballo? 
ALVARO:
                                Sí. 
BOTIJA:
     ¿Y alforjas? Que sin comida 
   no alzaré los pies del suelo. 
{85}
PAYO:
     Este arnés has de llevar, 
   hijo; procúrale honrar, 
   que fue de Sancho, tu agüelo. 
BOTIJA:
     Mucho estas casacas pesan. 
PAYO:
     ¿No hablas? ¿no me respondes? 
{90}
MARTIN:
     No, porque en el pecho escondes 
   las crueldades que profesan 
   las fieras.  No soy tan ciego 
   que no vea que me han dado 
   carga, con que el moro osado, 
{95}
   lidiando, me alcance luego. 
   Menos pesado es mejor. 
   Pues mi padre me destierra, 
   así partiré a la guerra. 
PAYO:
     Y si muestra más valor 
{100}
   el moro, y llega a las manos, 
   sin armas te ha de herir. 
BOTIJA:
     Ahí entra bien el huir. 
PAYO:
     Son consejos de villanos 
   los tuyos. 
BOTIJA:
                    Lo que yo hiciera 
{105}
   digo no más, que mi amo, 
   cuando corra como un gamo 
   será todo. 
PAYO:
                  Considera, 
   si de quien eres no das 
   muestra, como buen soldado... 
{110 }
BOTIJA:
     Sí dará, que es hombre honrado. 
PAYO:
     ...que no has de verme jamás. 
   Caballo y armas te doy, 
   que es de los nobles la herencia. 
MARTIN:
     ¿Tan presto vuestra presencia 
{115}
   me negáis? 
PAYO:
                   Llorando voy, 
   que es hijo al fin. 
MARTIN:
                               ¡Ah, señor! 
   ¿Cómo sin echarme os vais 
   la bendición? 
PAYO:
                      ¿Lloráis, 
   Martín?   Yo tengo temor 
{120}
   de su vida. ¡Ay, hijo mío! 
   Mas ¿qué digo? Vaya y muera 
   antes que afrentarme quiera. 
   Al Cid, mi primo, os envío. 
   Hijo, imitaréisle vos, 
{125}
   pues hay tanta obligación, 
   y alcánceos mi bendición, 
   buen Martín, con la de Dios. 
BOTIJA:
     Echeme también a mi 
   su bendición, y veremos 
{130}
   cuál entre los dos extremos 
   vuelve primero. 
PAYO:
                      Si en ti 
   vive de Sancha el amor, 
   como la fama pregona, 
   ya ves que es otra amazona 
{135}
   en hermosura y valor 
   y ha de buscar, cuando quiera 
   rendirse al yugo amoroso, 
   al marido valeroso. 
   La guerra, Martín, te espera. 
{140}
   Haz en ella alguna hazaña 
   por amante y por soldado, 
   que después, volviendo honrado, 
   te dará nuestra montaña 
   infinitos parabienes 
{145}
   en los brazos de tu esposa. 
MARTIN:
     Fortuna menos dichosa 
   es la que aquí me previenes. 
   Si mi tierno amor conoces, 
   ¿por qué te quitas, señor, 
{150}
   que en prendas de tanto amor 
   regalados nietos goces? 
   Permite que Sancha sea 
   mi esposa, y mándeme luego 
   que donde trocado en fuego 
{155}
   el sol su carro posea, 
   viva entre bárbaros viles 
   o adonde sauces y chopos 
   la borda cuajada en copos 
   hilos de nieve sutiles. 
{160}
   ¡Valientes fueron los godos, 
   su nombre a los siglos dieron, 
   espanto a Italia pusieron, 
   mas no pelearon todos! 
   Yo, que bien lo sabéis vos, 
{165}
   entre la paz me gobierno, 
   porque soy... 
BOTIJA:
                   ¡Bobo es mi yerno! 
   Es un ánima de Dios. 
   Por no matar un cochino 
   lo dejará de comer. 
{170}
PAYO:
     Mi voluntad se ha de hacer; 
   ése es, Martín, el camino. 
   Si os es la guerra molesta 
   y os volvéis, quiero advertiros 
   que saldrán a recibiros 
{175}
   las garras de una ballesta. 

Vase

BOTIJA:
     Ea, cerróse de campiña. 
   ¡No nos echara a la tarde 
   y no en ayunas! Aguarde. 
ALVARO:
     ¿Quién es? 
BOTIJA:
                 ¿Cuándo se aliña 
{180}
   jornada entre hombres cristianos 
   sin tocar de la dispensa? 
   Payo, mi señor, ¿qué piensa? 
   ¿Somos cuerpos soberanos? 
ALVARO:
     Los pueblos por donde has de ir 
{185}
   que han de regalarte espero. 
BOTIJA:
     Pues mientras llego al primero 
   me puedo, hermano, morir; 
   hagamos la alforja yo y tú. 
ALVARO:
     ¿Tú no ves que no hay lugar? 
{190}
   Adiós. 
BOTIJA:
              Tráguete la mar, 
   crïado de Belcebú. 
   Fálteos, plegue a San Millán, 
   en, poblado y en camino 
   casi el agua, todo el vino, 
{195}
   la carne os falte y el pan. 
   Parece esta maldición 
   que me la han echado a mi. 
MARTIN:
     Amigo, vamos de aquí. 
BOTIJA:
     Pidiendo están confesión 
{200}
   mis tripas. 
MARTIN:
                        No hay cosa alguna 
   en nuestra humana opinión 
   que no tema con razón 
   vaivenes de la Fortuna. 
   Perderé a manos del moro 
{205}
   sin saberme defender 
   la vida, para perder 
   con tiempo el fuego que adoro. 
BOTIJA:
     Por lo que dices de fuego, 
   tu Sancha viene hacia acá 
{210 }
   pisando hongos. 
MARTIN:
                         Será 
   burla. 
BOTIJA:
              Pues, ¿soy yo ciego? 
MARTIN:
     Pues di que brotando vienen, 
   sus bellas plantas hermosas 
   muchos claveles y rosas. 
{215}
BOTIJA:
     ¿No hay otras hierbas que tienen 
   virtud para una ensalada? 
   Cuanto pisa una mujer 
   luego dicen que ha de ser 
   ya la violeta morada, 
{220}
   lirio azul, blanco jazmín, 
   bello adorno del verano, 
   haciendo que sea hortelano 
   el cordobán del botín. 

Sale SANCHA

SANCHA:
     Martín, ¿qué, por olvidarme, 
{225}
   te vas a la guerra? 
MARTIN:
                              Así 
   tuviera piedad de mí 
   quien de ti quiere apartarme. 
   Como la mayor belleza 
   que en nuestro suelo español, 
{230}
   sirviendo de espejo al sol 
   formó la naturaleza 
   tuviera celos de ti 
   cuando mi amor procurara, 
   pues sabes que le negara 
{235}
   el corazón que te di. 
   Y porque no te parezca 
   lisonja, cuando mis labios 
   haciéndole al sol agravios 
   lo que él matiza te ofrezca, 
{240}
   pregunta en tu pecho hermoso 
   al alma que te ofrecí. 
   Si parto, Sancha, sin mí, 
   antes puedo estar quejoso 
   de que presa en tu poder, 
{245}
   mi alma a la tuya asida, 
   me den tus ojos la vida 
   para venirte a perder; 
   pues, si habiéndome robado 
   el alma, muerto quedara, 
{250}
   mi padre no me ausentara 
   del sol que miro eclipsado. 
SANCHA:
     Y muerto, ¿qué habías de hacer 
   en mis manos rigurosas? 
MARTIN:
     El sol, padre de las cosas, 
{255}
   tiene divino poder 
   para dar vida a las plantas, 
   y yo, como planta nueva 
   que a tus bellas luces prueba 
   el ser a que me levantas, 
{260}
   pudiera, Sancha, decir, 
   muerto en Fénix amoroso, 
   que era tu tema dichoso 
   que nace para morir. 
SANCHA:
     ¡Oh, qué bien te has prevenido 
{265}
   de que lisonjas no son! 
MARTIN:
     Verdades del corazón, 
   ¿cuándo lisonjas han sido? 
SANCHA:
     No te he visto tan discreto, 
   o por decirlo mejor, 
{270}
   tan amoroso pintor. 
MARTIN:
     Voy en tu ausencia sujeto 
   a la muerte, y como suele 
   muriendo el cisne cantar, 
   quise agora celebrar 
{275}
   la mía. 
BOTIJA:
               ¡Mucho nos muele! 
   Señora Sancha, si gusta, 
   véngase su poco a poco. 
MARTIN:
     Ya das de pesado en loco. 
BOTIJA:
     Pues una mujer robusta 
{280}
   no vendrá contando cuentos 
   a la sombra del rocín. 
SANCHA:
     Como gustara Martín, 
   no me faltaran alientos 
   para seguir a un soldado. 
{285}
MARTIN:
     ¡Que tal diga una mujer! 
SANCHA:
     Para poderte volver 
   el alma que tú me has dado 
   te quisiera acompañar, 
   que mal llevará la palma 
{290}
   quien va a pelear sin alma. 
BOTIJA:
     Para eso ¿hay más que sacar 
   del purgatorio un par de ellas? 
   ................... 
   ..... 
{295}
   ................... 
{-ellas].
   .................. 
{-una]
   Quédeme yo acá rezando , 
   y se las iré enviando. 
MARTIN:
     Tu amor te ha hecho importuna. 
{300}
   .................. 
{-iga]
   ...... 
   ...... 
   Darás ocasión que diga 
   el Cid que llevo a la guerra 
{305}
   afeminado el valor, 
   cuando entre espanto y rigor 
   pienso matizar la tierra 
   con sangre morisca. 
BOTIJA:
                             Aquí 
   sin haber sido escolar 
{310 }
   hay quien comienza a dudar 
   de lo que has dicho. 
MARTIN:
                             ¡De mí! 
   ¿no sabes que a matar voy 
   mil moros? 
SANCHA:
                  ¿Quién lo dudaba? 
BOTIJA:
     Es verdad, no me acordaba, 
{315}
MARTN:
     Rayo de los moros soy. 
BOTIJA:
     ¡Bien la medida le hinches! 
     MARTIN:
     Pienso matar, Sancha mía, 
   diez mil moros en un día. 
BOTIJA:
     Muchos son, aunque sean chinches. 
{320}
MARTIN:
     ¿Qué dices? 
BOTIJA:
                      Que yo también 
   de un golpe, y tú lo verás, 
   he de matar muchos más 
   como me los pongan bien. 
SANCHA:
     ¡De un golpe solo! 
BOTIJA:
                            ¿No basta? 
{325}
SANCHA:
     ¿Cómo? 
BOTIJA:
               De esta manera 
   voylos poniendo en hilera 
   como si fueran de pasta, 
   y con más fuerza que un toro, 
   dándole con un garrote 
{330}
   al primero en el cogote 
   topa en el segundo moro; 
   luego el tercero, sintiendo 
   el garrotazo que di, 
   cae sobre el cuarto, y así 
{335}
   van topando y van cayendo. 
   ¿Hay quien esto no le cuadre? 
   Esto es juntos y apretados, 
   que si esperan apartados 
   venga a matarlos mi madre. 
{340}
SANCHA:
     Mira que dicen que tiene 
   Burgos, donde agora vas... 
MARTIN:
     Pienso que celosa estás. 
SANCHA:
     Eso mi amor te previene; 
   si alguna mujer tocares 
{345}
   que no te abrases te digo. 
BOTIJA:
     Buen remedio. 
SANCHA:
                    Dile, amigo. 
BOTIJA:
     No hablar en caniculares., 
MARTIN:
     Primero verás arder 
   las aguas, el aire, el fuego, 
{350}
   y al sol de la lumbre ciego 
   precipitado caer, 
   y todo nuestro horizonte 
   sin las que a tu sol reservo, 
   vivir en el mar un ciervo 
{355}
   y un delfín en ese monte 
   que yo te olvide jamás. 
SANCHA:
     Primero que yo te olvide, 
   el tiempo, que el tiempo mide, 
   le verás volver atrás. 
{360}
BOTIJA:
     Primero verás [tornar] 
   una lechuza que yo. 
MARTIN:
     Quien de tu luz me apartó 
   no me concede lugar 
   para que más me detenga. 
{365}
   Dame tus brazos, y adiós. 
BOTIJA:
     ¿Para abrazarse los dos 
   es menester tanta arenga? 
SANCHA:
     ¿Tantos rigores conmigo? 
MARTIN:
     Sancha: adiós. 
SANCHA:
                    Adiós, Martín. 
{370}
BOTIJA:
     Aliñemos el rocín, 
   que mañana yo me obligo 
   que estas hembras tengan dueño 
   que un galápago soldado 
   no ha de faltar. 
MARTIN:
                        Yo he quedado 
{375}
   como el que en profundo sueño 
   en dulces glorias gozaba 
   teniendo aquel bien por cierto; 
   pero, viéndome despierto, 
   echo de ver que soñaba. 
{380}

Vanse MARTIN y BOTIJA

SANCHA:
     ¿Cómo podré yo acabar 
   con mi amor, sufrir su ausencia? 
   Imposible es la paciencia 
   en las que saben amar. 
   Seguiréle, sin que intente 
{385}
   ver lo que me está mejor, 
   porque en contiendas de amor 
   muere el honor más valiente. 

Vase. Salen el REY y BERMUDO por una parte, y el CID, NUÑO Laínez, PEDRO Bermúdez y ORDOÑO por otra, y acompañamiento

REY:
     ¿Para ver a un rey salís 
   de tantos hombres armado? 
{390}
CID:
     Señor, hanme acompañado, 
   si la verdad advertís, 
   aunque es gran dificultad 
   que adonde llega primero 
   la voz de algún lisonjero 
{395}
   pueda caber mi verdad. 
   Y en prueba, Alfonso, que aquí, 
   con alma de engaños llena, 
   os canta alguna sirena, 
   basta no escucharme a mí. 
{400}
BERMUDO:
     ¡Al paso que sois guerrero 
   os preciáis de mal mirado! 
CID:
     Callad vos, pues yo he callado 
   el nombre del lisonjero. 
   Mas, pues que vos desviáis 
{405}
   tan contra justicia y ley 
   de las orejas del rey 
   la verdad que me escucháis, 
   sin duda que tenéis dentro 
   las mentiras que os escucha; 
{410 }
   acométenme en la lucha 
   y hanme salido al encuentro. 
REY:
     Advertid que estoy presente. 
CID:
     No temáis que muestre bríos, 
   porque los agravios míos 
{415}
   llevo con serena frente. 
   No negará mi amistad 
   el que más mi ofensa intenta, 
   que yo perdono la afrenta 
   como al rey trate verdad. 
{420}
REY:
     Los que yo tengo a mi lado 
   me la dicen más que vos. 
CID:
     Engañáisos, ¡vive Dios! 
REY:
     A no haberos desterrado 
   hiciera un nuevo castigo 
{425}
   en vos.  Salíos de mi tierra. 
CID:
     Si de ésta el rey me destierra 
   ya está en su tierra Rodrigo. 

Da unos pasos atrás

REY:
     De Castilla habéis de ir 
   en el plazo de tres días. 
{430}
CID:
     Temeréis verdades mías, 
   pues no las queréis oír. 
   Ya partiré desterrado 
   del reino; pero mirad 
   que a hombres de mi calidad 
{435}
   más término les han dado 
   para levantar su casa. 
   Cuando desterrados van 
   a los ricos hombres dan 
   cuarenta días. 
REY:
                      No hay tasa 
{440}
   en mi gusto; el plazo os niego. 
CID:
     Pues la ley también negáis, 
   y claramente mostráis 
   que de cólera estáis ciego, 
   pues ni en cuarenta podré, 
{445}
   testigos mis infanzones, 
   cargar, señor, los pendones 
   que en vuestras guerras gané. 
   No me neguéis lo que os pido, 
   por éstos, sino por mí, 
{450}
   a quien tantas veces vi 
   defender vuestro partido. 
   Oíd, don Nuño Laín; 
   Pedro Bermúdez, llegad, 
   y en prueba de mi lealtad, 
{455}
   para tan honroso fin, 
   mostrad las heridas fieras, 
   sobrinos, a Alfonso agora, 
   que, si bien no las ignora, 
   las juzgará por ligeras, 
{460}
   que yo iré muy satisfecho 
   si dais para mi partida 
   un día por cada herida 
   de las que muestre su pecho. 
ORDOÑO:
     Pues ¿tan caro ha de costar 
{465}
   que con sangre ajena y mía 
   se ha de comprar cada día 
   de los que le habéis de dar? 
NUNO:
     Muy corta dais la licencia, 
   cuando entre el despojo opimo 
{470}
   Alvar Fáñez, nuestro primo, 
   queda cautivo en Valencia. 
PEDRO:
     Herido y preso quedó 
   por vos en sangrienta lid; 
   merezca por él el Cid 
{475}
   el término que os pidió. 
REY:
     Doy a vuestro ruego aquí 
   nueve días y no más. 
CID:
     No fui tan corto jamás 
   en las victorias que os di. 
{480}
   Desleal me habéis llamado, 
   si a alguno lo habéis oído, 
   cuantos lo han dicho han mentido, 
   y en esta campaña armado, 
   cual noble hidalgo español, 
{485}
   cuerpo a cuerpo los espero 
   desde que salga el lucero 
   hasta que se esconda el sol. 
   Y a no ser mi rey, es llano 
   que me igualaran las leyes, 
{490}
   pues sabes que muchos reyes 
   me han besado a mí la mano. 
   ¿Estos vasallos tenéis, 
   Alfonso, y los desterráis, 
   y--¡vive Dios!--que os quedáis 
{495}
   con traidores? 
REY:
                       No me deis 
   a que os castigue ocasión, 
   que hay fuerzas de rey en mí. 
CID:
     Esas fuerzas yo os las di 
   con mi guerrero escuadrón. 
{500}
   Aunque para hablar severo 
   basta que nombre tengáis 
   de rey, con que substentáis 
   al enemigo más fiero. 
   Vos podéis hablar, señor; 
{505}
   pero no el que hablando lidia 
   que llama, muerto de envidia, 
   deslealtad a mi valor. 
   Ponedle freno en la lengua, 
   que son armas mujeriles, 
{510 }
   armas cobardes y viles 
   de nobleza y valor mengua. 
REY:
     Pues yo gusto de ampararlos. 
CID:
     Si tanto sabor os trueca, 
   con las riendas de Babieca 
{515}
   daré vuelta a castigarlos. 
REY:
     ¡Cid! 
CID:
               !Alfonso! 
REY:
                         Bueno está. 
CID:
     No está, señor. 
REY:
                       ¿Qué decís? 
CID:
     Rey Alfonso, esto que oís. 
REY:
     Vamos, Bermudo. 
BERMUDO:
                      El que va 
{520}
   con su rey disculpa tiene 
   si no responde. 
REY:
                      Es verdad; 
   id tras él, y procurad 
   no andar sin él, que os conviene. 

Vanse. Salen ABENAMAR, rey moro, y ALVAR Fañez, sin espada

ABENAMAR:
     ALVAR Fáñez, no pretendo 
{525}
   de tu persona el rescate, 
   aunque el mismo rey lo trate; 
   de que lo trates me ofendo. 
   Vete en paz, y al rey, tu tío, 
   dale este abrazo por mí. 
{530}
ALVAR:
     Jamás en bárbaro vi 
   tan piadoso señorío. 
   Digo que en valor excedes 
   a Alejandro. 
ABENAMAR:
                     Al fin irás. 
   En casa del Cid, podrás 
{535}
   hacerme en ella mercedes. 
ALVAR:
     Tú puedes, señor, hacellas 
   a quien se rinde a tus plantas. 
ABENAMAR:
     Tú puedes hacerme tantas, 
   que venga a ser rey por ellas. 
{540}
ABENAMAR:
     Pues ¿en qué las puede hacer 
   a un rey un soldado? 
ABENAMAR:
                             (Dudo          Aparte 
   descubrirle el pecho.) Pudo 
   hoy conmigo merecer 
   tanto tu valor... (¿Qué digo? Aparte 
{545}
   Ya estoy ciego. 
ABENAMAR:
                        No te entiendo. 
ABENAMAR:
     (En vano el alma defiendo          Aparte 
   del fuego que adoro y sigo.) 
   Dícenme que Sol y Elvira, 
   del Cid, dos hijas doncellas, 
{550}
   son, como los cielos, bellas. 
ALVAR:
     (¿A qué blanco el moro tira?)          Aparte 
ABENAMAR:
     Más que entre el bello arrebol 
   de Elvira, divina aurora, 
   blandamente luce agora, 
{555}
   Sol, su hermana, como el sol. 
ALVAR:
     Pues ¿qué me quieres decir 
   siendo moro, cuando es ella 
   cristiana? 
ABENAMAR:
                   Que es Sol muy bella. 
   ¿No me podrás permitir 
{560}
   que esto diga? 
ALVAR:
                          ¿Por qué no, 
   supuesto que no la ofendes? 
ABENAMAR:
     Piadosamente me entiendes. 
   La fama, amigo, llegó 
   de su hermosura, de suerte, 
{565}
   que en veneno disfrazada 
   me dejó el alma abrasada. 
   Tuviera a dichosa suerte 
   que tú le hablases por mí, 
   que ansí tu favor podría 
{570}
   vencer a mi cortesía. 
   Mas quisiera darte aquí 
   ................. 
{-or]
   este papel que le lleves; 
   en cuyos renglones breves 
{575}
   verá mi profundo amor, 
   porque pienso en mis fortunas, 
   blasón del cristiano y moro, 
   ofrecer al Sol que adoro 
   postradas mis medias lunas. 
{580}
ALVAR:
     ¿Dícelo el papel también? 
ABENAMAR:
     También el papel lo dice, 
   porque mi amor autorice. 
ALVAR:
     Muestra... 
ABENAMAR:
                   Denme el parabién 
   las mismas glorias de amor. 
{585}

Rompe ALVAR el papel

ALVAR:
     Esto responde por mí 
   doña Sol. 
ABENAMAR:
                   ¿Perdiste aquí 
   el seso? ¿Con qué valor 
   se ha armado tu atrevimiento 
   para tan gran desvarío? 
{590}
ALVAR:
     No hubo más valor que el mío 
   que tu primer movimiento 
   castigó con divertir 
   esa locura en que das, 
   que a desvanecerte más 
{595}
   fuera más dulce al morir 
   a manos de un tigre fiero 
   que sufrir mi enojo y furia. 
ABENAMAR:
     ¿A un rey un cautivo injuria 
   de quien ya vengarme espero? 
{600}
   La muerte que ya te aguarda 
   te obliga a hablar desa suerte. 
ALVAR:
     ¿Quién podrá darme la muerte 
   cuando mi voz te acobarda? 
   Pues te precias de soldado, 
{605}
   no te valgas de traiciones; 
   arroja tus escuadrones; 
   como esté en el campo armado, 
   y porque acortes los plazos, 
   prueba este brazo español, 
{610 }
   verás, sin que pare el sol, 
   partir tu gente á pedazos; 
   que del varón sabio y fuerte, 
   si en mí es la alabanza impropia, 
   todo el mundo es patria propia, 
{615}
   infeliz o adversa suerte. 
   Y quien en prisión sujeto 
   permite mengua en su honor, 
   tiene al peligro temor 
   lleno de infame respeto. 
{620}
   Mas bien sé que el no arrojarte 
   a venganzas atrevidas 
   es por no perder las vidas 
   que sientes que ha de costarte, 
   pues matara mi furor 
{625}
   a tantos en tu presencia, 
   que no quedara en Valencia 
   quien te llamara señor. 
ABENAMAR:
     Mal en los hombres parece 
   hablar. 
ALVAR:
                  Engañado estás. 
{630}
   Dame una espada y verás 
   cómo la lengua enmudece. 
   La lengua, estando agraviada, 
   la honra tanto provoca, 
   que revienta de la boca 
{635}
   por convertirse en espada. 
ABENAMAR:
     La que en la guerra perdiste 
   con la libertad te doy, 
   veré si ejecutas hoy 
   lo que en la lengua ofreciste; 
{640}
   porque en la espantosa lid 
   donde te he de castigar 
   quiero volverte a sacar 
   de entre los brazos del Cid. 
ALVAR:
     Con humilde cortesía 
{645}
   mi libertad te agradezco 
   y con mi espada te ofrezco 
   lo que vale por ser mía. 
   Vale una ciudad cercada, 
   y en pago de tu clemencia, 
{650}
   pienso ganarte a Valencia, 
   y dártela por mi espada. 

Vanse. Salen MARTIN Peláez y BOTIJA

BOTIJA:
     ¡A buena ocasión llegamos, 
   que están haciendo novenas 
   a San Pedro pescador! 
{655}
   Ponte muy firme de piernas, 
   habla gordo lo posible, 
   porque dicen que en la guerra 
   vale mucho un hombre ronco. 
MARTIN:
     En el alma el pecho tiembla 
{660}
   de ver que a tales varones 
   un hombre cobarde ofrezca 
   mi padre; la culpa es mía, 
   y es bien que la pena sienta. 
BOTIJA:
     Ya salen en procesión, 
{665}
   y pardiez ¡que vienen hembras 
   con ellos! 
MARTIN:
                   Serán mis primas, 
   Elvira y Sol. 
BOTIJA:
                    ¡Guarda fuera! 
   ¿Sol se llama? Abrasará 
   quien se abrazare con ella. 
{670}
MARTIN:
     Desvíate a un lado, necio. 
BOTIJA:
     ¿A un lado? ¿Soy faltriquera? 

Salen el CID, con pendón. NUNO Laín, PEDRO Bermúdez, y ORDOÑO

CID:
     Pendón bendecido y santo, 
   hoy un castellano os lleva 
   por su rey mal desterrado, 
{675}
   bien plañido por su tierra. 
   No ha hecho traición al rey 
   por obra ni por semeja, 
   sino es que traición se llama 
   defenderle sus fronteras. 
{680}
   Por lisonjas de cobardes 
   busco las ajenas tierras, 
   desde lejos arrojado, 
   que no osaren desde cerca. 
   Pero agradézcanlo a Dios, 
{685}
   que a El solo es bien agradezcan 
   que en su ofensa no descubro 
   mi espada y mi cruz bermeja. 
BOTIJA:
     ¿No llegas? 
MARTIN:
                    Tengo temor 
   de ver la grave presencia 
{690}
   del Cid; espanto me pone. 
BOTIJA:
     Si fueran moros, ¿qué hicieras? 
   Yo le diré que has venido. 
MARTIN:
     Aguárdate, necio, espera. 
BOTIJA:
     Yo me arrojo. - ¡Ah, señor Cid! 
{695}
ORDOÑO:
     Un corito a hablarte llega; 
   de lejas tierras parece. 
CID:
     Llegue en buen hora. 
BOTIJA:
                           Así sea. 
MARTIN:
     (Si tanto temor me han puesto      Aparte 
   sosegados en la iglesia, 
{700}
   ¿qué será verlos lidiando 
   al son de roncas trompetas? 
   Jamás me hubiera obligado 
   de mi padre la presencia.) 
CID:
     ¿Cómo no hablas? 
BOTIJA:
                        No puedo. 
{705}
CID:
     Despide el temor, sosiega. 
   Di a lo que vienes. 
BOTIJA:
                           Señor.. 
   venimos... soy de mi tierra 
   y soy Botija también. 
CID:
     Pues ¿entre nosotros tiemblas? 
{710 }
BOTIJA:
     Pues ¿no puedo yo temblar 
   donde quisiere? 
MARTIN:
                          (Mi afrenta       Aparte 
   va publicando su miedo.) 
BOTIJA:
     Payo Peláez, bien se acuerda, 
   tuvo un hijo, y este hijo 
{715}
   quieren decir malas lenguas 
   que salió travieso un poco, 
   y salido, tenga en cuenta, 
   riñó su padre con él, 
   después de muchas pendencias, 
{720}
   porque era acuchillador. 
MARTIN:
     ¡Divinamente lo enmienda! 
BOTIJA:
     Por quítame allá esas pajas 
   le sacó una vez las muelas 
   a un barbero; pero fueron 
{725}
   las que colgaba a la puerta. 
   Díjole su padre entonces, 
   "Vete, Martín, a la guerra." 
   Despidióse y despedíme, 
   y acá estamos todos. 
CID:
                           Venga 
{730}
   en buen hora mi sobrino. 
MARTIN:
     (Porque a vuestros pies merezca    Aparte 
   nombre de vuestro soldado.) 
BOTIJA:
     ¿Venle aquí como una oveja? 
   Pues todo el año es así. 
{735}
CID:
     El alma, Martín, se alegra 
   de veros; seáis bien venido 
   a la militar escuela 
   donde el honor se acrisola. 
MARTIN:
     Quien goza vuestra presencia 
{740}
   tendrá valor que le envidien 
   las naciones contrapuestas. 
CID:
     Visitad a vuestras primas, 
   que Ximena yace enferma 
   en Leon! 
MARTIN:
                   Voy a serviros. 
{745}
CID:
     Como a bisoño en la guerra, 
   quiero en sucintas razones 
   daros de su trato cuenta. 
   No hay trabajos insufribles 
   que el soldado no padezca. 
{750}
BOTIJA:
     (¡Mira con qué le saludan!        Aparte 
   ¡Por Dios que es linda la flema! 
   Pues con buen compás de pies 
   será bueno dar la vuelta 
   a guardar treinta borregos.) 
{755}
MARTIN:
     ¿Quién hay que ignorancia tenga 
   de esos trabajos, señor? 
   Y más quien viene a hacer prueba 
   del valor que me ha prestado 
   mi conocida nobleza. 
{760}
CID:
     ¿Qué os parece, caballeros? 
   ¿Podremos, con la defensa 
   de tan gallardo soldado, 
   buscar moros en su tierra? 
BOTIJA:
     (¡Si lo pudiere excusar!)           Aparte 
{765}
CID:
     Serán las victorias ciertas 
   con su favor. 
MARTIN:
                        (Padre ingrato,     Aparte 
   ¿por qué permites que vean 
   tu afrenta en mi cobardía? 
   ¡Pluguiera a Dios que en la sierra 
{770}
   me hubiera muerto algún oso!) 
CID:
     Sobrino, por nuevas prendas 
   de mi amor, y porque espero 
   que en vuestra defensa tenga 
   mi pendón lugar seguro, 
{775}
   mientras dure la novena 
   le honraréis con vuestras manos. 
MARTIN:
     Donde hay tantos que merezcan 
   este honor... 
CID:
                 A vos se os debe. 
BOTIJA:
     (El hará lo que no deba.)       Aparte 
{780}
MARTIN:
     Razón es obedeceros. 
BOTIJA:
     En oyendo las trompetas 
   lo verán. 
CID:
                Vamos. 
BOTIJA:
                      ¿Y a mí 
   no me darán una vela? 
   Iremos en procesión; 
{785}
   si aguardan que la merezca, 
   Botija soy, y en Asturias 
   es mi casa sola vieja. 
ORDOÑO:
     ¡Solariega! 
BOTIJA:
                  Y en mis armas 
   las botijas de mi tierra 
{790}
   pintan un braguero de oro. 
ORDOÑO:
     Pues ¿por qué? 
BOTIJA:
                      Porque se quiebra. 

JORNADA SEGUNDA

Suena un clarín y salen MARTIN Peláez y BOTIJA

BOTIJA:
     Señor, ¿a qué toca el moro? 
MARTIN:
     Dicen que toca a embestir. 
BOTIJA:
     Pues quiérome prevenir 
{795}
   para esconderme. 
MARTIN:
                          Ya lloro 
   entre las desdichas mías 
   mi ya malogrado amor. 
BOTIJA:
     No hay sino mostrar valor, 
   señor Martín. 
MARTIN:
                       Pues ¿no fías 
{800}
   de mí que sabré mostrar 
   ánimo y pecho gallardo? 
BOTIJA:
     Por eso digo: aquí aguardo, 
   para tener que contar 
   tus hazañas a la vuelta. 
{805}
MARTIN:
     Ya las espadas previene 
   el Cid; mostrar me conviene 
   determinación resuelta 
   de morir, antes que vea 
   la infamia que engendra el miedo. 
{810 }
   Empeñado estoy, no puedo 
   excusar la imagen fea 
   de la guerra.  Amigo, adiós, 
   que ya suben a caballo. 
BOTIJA:
     ¿De veras podré esperallo?. 
{815}
MARTIN:
     Si hemos de volver los dos 
   cargados de mil trofeos 
   para Sancha, claro está. 

Vase

BOTIJA:
     Pues tráigase hacia acá 
   un rey moro. Los deseos 
{820}
   de mi amo buenos son; 
   fuerzas y estómago tiene, 
   corriendo un carro detiene 
   de seis mulas.  No hay Sansón 
   como él si da una puñada; 
{825}
   pero diz que no está en eso; 
   ya temo algún mal suceso. 

Sale SANCHA en hábito de hombre

SANCHA:
     ¿Cuándo un alma enamorada 
   temió peligros de honor? 
   Los imposibles mayores 
{830}
   amor los convierte en flores, 
   porque es lisonjero Amor. 
   Buscando vengo a Martín 
   disfrazada en el vestido, 
   aunque amor, como advertido, 
{835}
   mal puede encubrirse en fin; 
   pues, por templar los enojos 
   que causa mi ardiente fuego, 
   pretende mostrarse luego 
   en el agua de mis ojos. 
{840}
   Y así en el disfraz mayor 
   con que amor cubrirme quiere, 
   verá quien mis ojos viere 
   que vengo muerta de amor. 
   Si, como es Martín gallardo, 
{845}
   sustenta el alma animosa, 
   no habrá mujer más dichosa; 
   verle solamente aguardo 
   que entre las escuadras lidie 
   para darle mis deseos 
{850}
   mil amorosos trofeos 
   que nuestra montaña envidie. 
   Estos son los pabellones 
   del pueblo cristiano, y pienso 
   que quieren lidiar. 
BOTIJA:
                           Suspenso 
{855}
   por más de veinte razones 
   me tiene el montañesillo 
   que está en el valle parado. 
SANCHA:
     Hacia aquí viene un soldado; 
   como él quiera, he de servillo 
{860}
   para encubrirme mejor. 
BOTIJA:
     (¡Qué bien la vista repara!       Aparte 
   ¡Par Dios!  Cortada la cara 
   parece a Sancha.) 
 

Sale ALVAR Fáñez

ALVAR:
                            Al temor 
   de la castellana furia 
{865}
   que arrojan nuestros reales, 
   recoge ya sus cristales 
   en urnas de plata el Turia. 
   Pone el moro sus riberas 
   en banderas y pendones, 
{870}
   el Cid pondrá a sus leones 
   por alfombras sus banderas. 

Tocan una caja

   Aquella caja señala 
   la sangrienta acometida; 
   aquí es bien perder la vida, 
{875}
   cuando en la fama se iguala 
   un valeroso español 
   al Macedón, cuya gente 
   pisó del Ganges la frente, 
   nevada cuna del sol. 
{880}
   Bien ha menester las manos 
   el fiero ejército vil, 
   aunque trae noventa mil 
   para ocho mil castellanos. 
SANCHA:
     Pienso que volverse quiere, 
{885}
   que le dan las trompas voces; 
   volarán mis pies veloces 
   para decirle que espere. 
   ¡Ah, señor! 
BOTIJA:
                      ¿Adónde va 
   el muchacho? 
ALVAR:
                     ¿Quién me llama? 
{890}
SANCHA:
     Quien quisiera daros fama 
   sobre el sol y os servirá 
   de paje en la paz y aquí 
   de llevaros si gustáis 
   escudo y yelmo. 
ALVAR:
                        ¿Buscáis 
{895}
   a quién servir? 
SANCHA:
                      Señor, sí, 
   porque a la guerra me inclino, 
   y así me perdone Dios 
   que os sirva de balde, a vos. 
ALVAR:
     (¡El muchacho es pergrino!)         Aparte 
{900}
SANCHA:
     Diga: ¿quiere ser mi amo? 
ALVAR:
     (Tiene gallarda presencia.)        Aparte 
   ¿El nombre? 
SANCHA:
                   Con su licencia 
   diré que Sancho me llamo. 
ALVAR:
     Pues, Sancho, no hay ocasión 
{905}
   para que más me detenga; 
   cuando de la guerra venga 
   tomaré resolución 
   en vuestra comodidad. 
SANCHA:
     ¿Cuándo volverá, señor? 
{910 }
ALVAR:
     Si nos da el cielo favor, 
   no llegará a la mitad 
   el sol sin que vuelva aquí. 
SANCHA:
     Pues piense que ha vuelto ya 
   y recíbame, y verá 
{915}
   el favor que tiene en mí, 
   que pienso rezar por él, 
   aunque en guerreros estilos, 
   a San Domingo de Silos. 
ALVAR:
     Ya fuera, Sancho, crüel 
{920}
   a tan buena voluntad 
   si no os recibiera. 
SANCHA:
                           Digo 
   que mil veces le bendigo, 
ALVAR:
     En ese monte esperad 
   mi buena o mala fortuna. 
{925}

Vase

SANCHA:
     Con victoria os vuelva el cielo. 
BOTIJA:
     (¿Qué le ha dicho este mozuelo,   Aparte 
   si el preguntar no importuna?) 
SANCHA:
     (Este es Botija.  ¡Ay de mi!   Aparte 
   que pierdo, si me conoce, 
{930}
   mi pretensión.) 
BOTIJA:
                       No se emboce, 
   que no estoy por bestia aquí. 
   (A Sancha me huele el mozo.)    Aparte 
SANCHA:
     Pues ¿qué es lo que quiere? 
BOTIJA:
                                   Quiero 
   preguntar a lo barbero, 
{935}
   ¿por qué no le sale el bozo 
   para que nos dé provecho, 
   que aquese talle no es barro? 
   Barba muy a lo guijarro 
   no es de hombre de pelo en pecho 
{940}
   ¿Tiene hoyo la barbilla? 
SANCHA:
     ¿Con esas preguntas viene? 
BOTIJA:
     Dígolo, porque no tiene 
   de Adán más que la costilla. 
SANCHA:
     ¿Sueña? 
BOTIJA:
                    Ayer soñaba yo. 
{945}
   Vaya conmigo; esté atento, 
   que en cierto despedimiento 
   cierta mañana se halló 
   su merced en cierto valle 
   que con cierto montañés 
{950}
   se abrazó.  Lo cierto es 
   que fue sueño, escuche y calle. 
   Lloraron mucho, y llorado, 
   venímonos, y venido 
   sentimos mucho, y sentido 
{955}
   hablamos al Cid, y hablado 
   resultó que desperté 
   diciendo, "Sancha divina, 
   la invención es peregrina, 
   no te encubras por la fe 
{960}
   que debes a mi señor." 
SANCHA:
     ¿Cómo, si es Martín mi dueño? 
BOTIJA:
     Pues ¿no le digo que es sueño? 
   ¡No ha estado linda la flor 
   del señorito! Entre manos 
{965}
   se me quiere hacer mujer. 
SANCHA:
     Soñé yo también por ver. 
BOTIJA:
     No hay que ver, que hay sueños vanos. 
   Pero, dígame también, 
   ¿qué dijo a aquel caballero? 
{970}
SANCHA:
     Dije que servirle quiero. 
BOTIJA:
     ¿Halo mirado muy bien? 
   Porque llegar a servir 
   al primero que topó, 
   y más si acaso dejó 
{975}
   buen amo, da que decir, 
   y tanto, que juro a Cristo 
   que estoy para hacer un hecho... 
SANCHA:
     Ya está él alma en más estrecho; 
   ya sin fruto me resisto. 
{980}
   No fue liviandad, Botija. 
BOTIJA:
     ¿Estás borracho, muchacho? 
   Por no llamarme borracho 
   me dió el nombre de vasija. 
   ¿Qué dices? 
SANCHA:
                      Que estoy soñando, 
{985}
   y aun pienso que sueño ha sido, 
   porque aún no me he conocido. 
BOTIJA:
     ¿Dónde has de estar esperando 
   a tu señor? 
SANCHA:
                      Que le aguarde, 
   dijo, en este monte. 
BOTIJA:
                            Sube. 
{990}
SANCHA:
     Alguna dichosa nube 
   porque a sus ojos me guarde, 
   me dió en el disfraz el cielo. 
BOTIJA:
     (Pardiez, que hoy ha de saber      Aparte 
   Martín quién es la mujer.) 
{995}
   ¿Amores buscáis al vuelo? 

Salen el CID y MARTIN, cada uno de su parte

CID:
     Si premio hubiera faltado 
   de honor, a un riesgo mortal, 
   no tuviese un rey caudal 
   para pagar a un soldado. 
{1000}
   Con agradecido amor 
   es bien que lo satisfaga, 
   y no perdiendo en la paga 
   le dé ventajas de honor; 
   que un soldado estropeado 
{1005}
   no siente el dolor crüel, 
   si sabe que dicen de él 
   que peleó como honrado. 
MARTIN:
     (¡Que mi afrenta y mi temor,     Aparte 
   que con mi dolor compiten, 
{1010}
   me traigan donde repiten 
   todos liciones de honor! 
   ¡Qué he de hacér!) 
CID:
                            Ea, capitanes, 
   entrad. 
BOTIJA:
               Bien es si te esfuerzas, 
   lo que perdiste en las fuerzas, 
{1015}
   que con la industria lo ganes. 
   En tropa puedes sentarte, 
   porque, viéndote a su lado, 
   pensarán que has peleado. 
MARTIN:
     Mil abrazos quiero darte 
{1020}
   por el buen consejo. 
 

Sale ALVAR Fáñez

ALVAR:
                                Vamos, 
   antes que él moro vencido 
   vuelva a ganar lo perdido. 
MARTIN:
     Por eso a entender le damos 
   siempre lo que pierde en ello. 
{1025}

Vanse ALVAR Fáñez y MARTIN Peláez

CID:
     ¿Dónde Martín puede estar? 
   Su afrenta me ha de acabar, 
   tengo el alma de un cabello. 
SANCHA:
     (Sin duda el seso ha perdido;   Aparte 
   ansí su infamia previene, 
{1030}
   mas ¿quién tal ansí no tiene 
   vergüenza de haber huido? 
   A la mesá se ha sentado, 
   no es el que buscaba yo; 
   un mar de hielo cayó 
{1035}
   sobre mi pecho abrasado. 
   ¡Si viéredes más, mis ojos, 
   me despedace un león! 
BOTIJA:
     ¿Dónde vas? 
SANCHA:
                   (¡Ay, corazón,        Aparte 
   muerto entre penas y enojos! 
{1040}
   Pero por venganza honrosa 
   del que tan sin honra vi 
   al que por amo escogí 
   daré la mano de esposa, 
   y a un villano, si faltare, 
{1045}
   que una mujer ofendida 
   le dará el alma y la vida 
   al primero que topare.) 

Vase

BOTIJA:
     Mas ¿qué, se va de vergüenza 
   de lo que mi amo ha hecho? 
{1050}
   Luego iré a templarle el pecho. 
CID:
     Con buenos hechos comienza 
   Martín a honrar a su tío. 
   Ya en la montaña estarán 
   juzgándole capitán. 
{1055}
   ¿Qué diré en descargo mío 
   que no multiplique enojos? 
   Llamarále quien le vio 
   infame, pues se atrevió 
   a ser cobarde a mis ojos. 
{1060}
   Pero quiero divertir 
   el ánimo triste un rato. 
   No merece hacer el plato 
   a los que osaron morir 
   tantas veces.  ¿Quién los ve 
{1065}
   comer con tanto sosiego 
   que juzgue un rayo de fuego 
   la estampa de cada pie? 
   ¿Quién no tendrá a maravilla 
   y a nuevo prodigio extraño 
{1070}
   que recoja aquel escaño 
   la defensa de Castilla? 
   Leones domesticados 
   parecen en sus decoros, 
   despedazando más moros 
{1075}
   que están comiendo bocados. 
   Pero ¿quién es el que veo 
   junto a Alvar Fáñez? ¿Sí es él? 
   Mas no fuera tan crüel 
   la Fortuna a mi deseo, 
{1080}
   que el premio de avergonzarlo 
   nunca ha de osar admitillo 
   quien tuvo ante su caudillo 
   temor para conquistarlo. 
   Mas como un cobarde está 
{1085}
   ciego en tan honrosas cuentas 
   topa con honras y afrentas 
   sin saber adónde va. 
   ¡Vive Dios que no ha de estar 
   más un momento en la mesa! 
{1090}

Vase

BOTIJA:
     A alguna afrentosa empresa 
   va el Cid: ¿en qué ha deparar? 

Vase. Sale el CID sacando del brazo a MARTIN Peláez, con una servilleta, un panecillo y un cuchillo

CID:
     Sobrino, advertiros quiero 
   que tiene mal proceder 
   quien se convida a comer 
{1095}
   sin que le llamen primero. 
   El convidaros comienza 
   por acto de voluntad. 
   Ir llamado, es amistad; 
   sin llamaros, desvergüenza. 
{1100}
   Y esto, para entre los dos, 
   que aunque son amigos caros, 
   pues se fueron sin llamaros, 
   quisieron comer sin vos. 
   Demás que aquí se reparte 
{1105}
   la costa a los convidados, 
   y de los que veis sentados 
   puso cada uno su parte; 
   que como ellos han cortado 
   cabezas que Africa llora, 
{1110 }
   lo que están comiendo agora 
   por cabezas lo han echado; 
   y así, no es razón que deis 
   ocasión por tantos modos 
   a decir que compran todos 
{1115}
   lo que sin pagar coméis. 

Vase

MARTIN:
     Vuestras razones notorias 
   dicen del alma sentidas 
   que aquí se dan las comidas 
   a precio de las vitorias. 
{1120}
   Si son los triunfos y glorias 
   con lo que se han de comprar, 
   claro está de averiguar 
   que en vuestra mesa ofendida 
   me negastes la comida 
{1125}
   por que la salga a buscar; 
   y aunque el pan me habéis dejado, 
   Rodrigo, advertiros quiero 
   que sin comprarle primero 
   no he de comer ni un bocado. 
{1130}
   Laurel, tenedlo guardado 
   como en depósito fiel 
   y sed guarda tan crüel 
   que aun a mí, si os lo pidiere 
   no me lo deis, si no os diere 
{1135}
   una victoria por él. 
   Ea, afrentas, acabad 
   vuestro curso acelerado. 
   Si en la cumbre habéis tocado 
   con la cabeza, bajad; 
{1140}
   que tiene tal calidad 
   el honor precioso y bello 
   que aunque luchéis por vencello 
   ha de quedar superior, 
   porque es gran parte de honor 
{1145}
   la vergüenza de perdello. 

Tocan al arma

   Ea, que el moro tocó 
   segunda vez á embestir; 
   la ocasión puedo decir 
   que el cielo me la vendió. 
{1150}
   De mí he de vengarme yo 
   tanto, que los que miraron 
   las afrentas que cargaron 
   sobre mi ofendido honor, 
   viendo ahora mi valor 
{1155}
   presuman que se engañaron. 

Vase. Salen ALVAR Fáñez, NUÑO y el CID

CID:
     ¡Qué, no os dejaron comer! 
ALVAR:
     Antes se lo agradecemos, 
   a les buscar, porque iremos 
   más ligeros al vencer. 
{1160}
CID:
     ¿Quién se ha querido ofrecer 
   a la batalla primero? 
   ¡Qué gallardo caballero! 
ALVAR:
     Martín es quien nos convida. 
CID:
     ¿Veis como no fue huidor 
{1165}
   sino astucia de guerrero? 
   Socorramos a Martín, 
   caballeros. 
NUÑO:
                       Ya embistió; 
   por las batallas se entró. 
ALVAR:
     Engañámonos al fin. 
{1170}
NUÑO:
     Apenas oyó el clarín 
   cuando acometió valiente. 

Vanse todos, menos el CID

CID:
     Ya desbarata la gente, 
   y cual segador, espigas 
   de cabezas enemigas 
{1175}
   tiene una muralla enfrente. 
   No vi más terrible osar; 
   ya empieza el campo a temerle; 
   con el contento de verle 
   se me olvida el pelear; 
{1180}
   mas ¿qué espada ha de faltar, 
   si el mundo en la suya estriba 
   para que la fama escriba 
   que la afrenta del huir 
   la quiere agora cubrir 
{1185}
   con los cuerpos que derriba? 
   En no ayudarle acrisolo 
   el honor que restauró, 
   que pues él solo huyó, 
   gane la victoria solo. 
{1190}
   Ya le ofrece el mismo Apolo 
   para que a la envidia asombre 
   su laurel. 
 

Salen peleando ABENAMAR, LIDORO, MUZA y otros con MARTIN

ABENAMAR:
                    ¿Quién eres, hombre? 
   ¿Alvar Fáñez, Laín u Ordoño? 
MARTIN:
     Soy un soldado bisoño 
{1195}
   del Cid, que aún no tengo nombre. 

Entralos a cuchilladas

CID:
     Ea, Martín, que fue el valor 
   mientras lo encubristes, mas 
   como el que da paso atrás 
   para dar salto mayor. 
{1200}
   Ya puede llamarse honor 
   su huida, que ofendellos, 
   dando al cuchillo sus cuellos 
   por no darles honra ha sido; 
   que por haber él huído 
{1205}
   no quiere que huyan ellos. 
   Su espada es la vencedora, 
   Dios con vitoria la vuelva. 
   Por una acerada selva 
   de lanzas se arroja agora, 
{1210 }
   espada y brazo mejora, 
   y en su generoso aliento 
   se mezcla el Marte sangriento 
   con el rey.  ¡Heroica empresa! 
   Ya bien merece la mesa, 
{1215}
   que trae sobrado sustento. 
   Pero en tanto que pelean 
   quiero su campo apretar, 
   que la ocasión y el lugar 
   no lloran si se desean. 
{1220}

Tocan al arma, y sale ABENAMAR, el rey moro, ALVAR Fáñez y MARTIN Peláez

ALVAR:
     Así tus vitorias sean 
   a las de Alejandro iguales. 
MARTIN:
     ¿Qué pides? 
ALVAR:
                     Que me señales 
   sola esa batalla aquí. 
MARTIN:
     Pues ¿fáltame esfuerzo a mí 
{1225}
   para batallas reales? 
ABENAMAR:
     Antes te ha sobrado tanto, 
   que quiero competidor 
   no de tan alto valor. 
MARTIN:
     Luego ¿doyte más espanto 
{1230}
   que Alvar  áñez? 
ABENAMAR:
                         Yo sé cuánto, 
   pues una vez le vencí. 
MARTIN:
     Tuya es la batalla aquí; 
   mas si él te vence, ¿qué esperas? 
ABENAMAR:
     La muerte en sus manos fieras, 
{1235}
   pues a sus manos volví. 
ALVAR:
     Antes pagarte pretendo 
   la libertad de aquel día. 
ABENAMAR:
     Pues a tanta cortesía 
   hago mal si me defiendo. 
{1240}
   Tu esclavo soy. 
MARTIN:
                        No pretendo 
   que te adelantes jamás; 
   para vencerle no más 
   te concedí esta victoria, 
   que yo he de ganar la gloria 
{1245}
   de la vida que le das. 
   Rey, el poder escaparte 
   del peligro a que has llegado 
   es por habernos juntado 
   dos hombres para matarte; 
{1250}
   sigue tu propicio Marte, 
   mas confiésate rendido 
   de Alvar Fáñez, que él ha sido 
   el dueño de esta amistad. 
ABENAMAR:
     ¿Y quién me da libertad? 
{1255}
MARTIN:
     El mismo que te ha vencido; 
   que aunque parte de esta gloria 
   llegué a tener merecida, 
   entre los dos repartida 
   viene a ser corta victoria; 
{1260}
   cifre tu famosa historia 
   esta hazaña en mi presencia, 
   mas huye, moro, a Valencia, 
   que si te vuelvo a encontrar, 
   ni te podrá perdonar 
{1265}
   ni yo le daré licencia. 
ABENAMAR:
     Parto a obedecer vencido 
   de vuestro heroico valor. 

Vase. Sale SANCHA

SANCHA:
     Con vergüenza y con temor 
   a su presencia he venido; 
{1270}
   ya los celos que he tenido 
   los han de pagar mis ojos. 
ALVAR:
     No más triunfales despojos 
   honran el templo de Marte; 
   deja que llegue a abrazarte, 
{1275}
   Martín. 
MARTIN:
                 En perdiendo enojos 
   que recelos me han causado 
   podrás llegarme a abrazar. 
ALVAR:
     Nadie se llegó a enfadar 
   conmigo. 
MARTIN:
                   Pues yo me enfado. 
{1280}
   ¿Qué tienes que responder? 
ALVAR:
     Que, más que valor, ha sido 
   soberbia la que has tenido. 
   Pero déjame entender 
   la causa por que te enfadas 
{1285}
   y satisfación haré. 
MARTIN:
     Yo también te la daré. 
ALVAR:
     ¡A mí! ¿Cómo? 
MARTIN:
                        A cuchilladas. 
ALVAR:
     ¿Por una vez que has mostrado 
   valor, te quieres poner 
{1290}
   con el que supo vencer 
   antes que fueras soldado? 
MARTIN:
     Por eso hay más que escribir 
   los blasones que he tenido, 
   pues en valor te ha vencido 
{1295}
   el que una vez viste huir; 
   que, si lo que viendo voy, 
   baldón alguno me das, 
   tan descomedido estás 
   como yo sufrido estoy. 
{1300}
   Y advierte que fue el temor 
   que estas glorias me previene 
   lunar hermoso que tiene 
   la imagen de mi valor; 
   pero la alabanza mía 
{1305}
   dejo librada en mi espada, 
   con más honra acreditada 
   que da luz al mundo el día. 
   ¿Hoy te ha llegado a servir 
   un muchacho montañés? 
{1310 }
ALVAR:
     ¿Es aquél acaso? 
MARTIN:
                          El es. 
ALVAR:
     Pues ¿qué me quieres decir? 
MARTIN:
     Que en mi casa se ha criado 
   y por yerro te ha servido; 
   que me lo vuelvas te pido. 
{1315}
SANCHA:
     (Ya está en el pecho turbado           Aparte 
   el corazón; no quisiera 
   ser de su daño ocasión.) 
ALVAR:
     Aunque tuvieras razón 
   y para darla estuviera, 
{1320}
   por el modo que has tenido 
   te la dejara de dar, 
   que al pedirme han de rogar. 
MARTIN:
     Pues yo mando cuando pido, 
   y en la distancia que ves 
{1325}
   que hay del pedir al tornar, 
   te quise dejar lugar 
   para que el paje me des; 
   pero, pues que no conoces 
   lo que en pedírtele ganas 
{1330}
   excusa ya voces vanas. 
ALVAR:
     Tú eres el que das las voces. 
MARTIN:
     Pues en la fuente te espero 
   del Cisne. 
ALVAR:
                    Y verás allí 
   si importa rogarme a mí. 
{1335}
MARTIN:
     (De rabia y de celos muero.)       Aparte 

Vanse los dos

SANCHA:
     ¡Que así hayan puesto los celos 
   causados de mi venida 
   en riesgo la mejor vida 
   que han dado aliento los cielos! 
{1340}
   No me atrevo, estoy corrida, 
   que yo a sus pies me arrojara 
   para que grillos le echara 
   a su atención atrevida. 

Sale BOTIJA

BOTIJA:
     ¿Qué hay, mancebo? 
SANCHA:
                            Avisa al Cid, 
{1345}
   amigo, que tu señor 
   y Alvar Fáñez--¡ay, amor! 
   para temerosa lid 
   se desafían. 
BOTIJA:
                        ¿Y va 
   con ellos alguna gente? 
{1350}
SANCHA:
     Solos van. 
BOTIJA:
                 ¿Dónde? 
SANCHA:
                        A la fuente 
   del Cisne. 
BOTIJA:
                  Pues no tendrá 
   lugar su furioso intento. 

Vase

SANCHA:
     ¡Que tanto los celos puedan 
   que a toda amistad excedan! 
{1355}
   Iré en los hombros del viento, 
   quizá les dará el Amor 
   algún pacífico medio; 
   que Amor suele hallar remedio 
   en el veneno mayor. 
{1360}

Vase. Sale MARTIN Peláez con rodela

MARTIN:
     Dicen que abrasarse en celos 
   es la causa no estimarse 
   un hombre, porque presume 
   que el competidor amante 
   tiene más mérito que él; 
{1365}
   porque quien lo juzga sabe 
   pues no conoce que el gusto 
   de errados desvelos nace. 
   Si hubiera elecciones justas, 
   fuera amor carga süave, 
{1370}
   hubiera paces dichosas 
   y casamientos süaves. 
   Mas si del cuello de Adonis 
   de la belleza una imagen, 
   Venus mendigando gustos 
{1375}
   va con Vulcano a casarse, 
   ¿por qué no ha de tener celos 
   el mismo Fénix de su áspid, 
   si las mujeres escogen 
   lo más humilde por fácil? 
{1380}
   Celos, es razón que tenga, 
   no digo yo de ALVAR Fáñez, 
   que un esclavo, vive Dios, 
   recelo que me aventaje. 
   Si conoce que es mujer 
{1385}
   no hay sufrimiento que baste; 
   la amistad y el parentesco 
   los he de borrar con sangre. 

Sale SANCHA

SANCHA:
     (Amor, ¿por qué me acobardas,          Aparte 
   si sabes que son bastantes 
{1390}
   las disculpas de mi fe? 
   Mas si me atreví a dejarle 
   y mi inconstancia conoce, 
   razón es que me acobarde 
   la vergüenza, aunque sin culpa.) 
{1395}
MARTIN:
     (Amor, ¿es causa bastante           Aparte 
   el ver a Sancha que el pecho 
   entre volcanes se abrase 
   de celos? ¡Viven los cielos, 
   que viene por ALVAR Fáñez! 
{1400}
   Enamoróse de verle 
   galán, entró por su paje 
   y creció su amor, por vernos 
   a él valiente, a mí cobarde. 
   ¡Quién pudiera reducirla! 
{1405}
   Que, aunque es en belleza un ángel, 
   es en las demás acciones 
   mujer y podrá mudarse.) 

Sale ALVAR Fáñez

ALVAR:
     (Cuando tan poco me importa        Aparte 
   volverle a Martín Peláez 
{1410 }
   el paje, ¿he de ser tan rudo 
   que olvide amistad y sangre? 
   Que, aunque él procedió conmigo 
   atrevido y arrogante, 
   no hubo agravio entre nosotros 
{1415}
   para que el honor se manche. 
   Mas ya me espera en el puesto, 
   y con risueño semblante 
   llega a hablar al pajecillo. 
   Delito será quitarle 
{1420}
   su gusto.  En hablando, pienso 
   firmar nuestras amistades 
   con lazo inmortal.) 
MARTIN:
                           Escucha, 
   para que después me mates. 
SANCHA:
     ¿Qué me quieres? 
MARTIN:
                         Darte un alma 
{1425}
   que despreciada arrojaste 
   del cielo de tu hermosura. 
ALVAR:
     (No se le dicen a un paje,         Aparte 
   Alvar, aquestas razones.) 
MARTIN:
     Sancha, ¿tan presto quebraste 
{1430}
   la fe de tu amor primero? 
   Aquellas finezas grandes, 
   aquellas lágrimas tuyas 
   que dejaron arrogantes, 
   más que si fueran del alba 
{1435}
   las flores de nuestros valles, 
   que luego las consumieron? 
   Mira que no es bien te iguales 
   a los que en la corte viven 
   que sólo traiciones saben, 
{1440}
   y del valor que he podido 
   entre moriscos alfanjes 
   mostrar el valor del pecho 
   otros podrán informarte. 
ALVAR:
     (Esta es mujer, y cual suele           Aparte 
{1445}
   el pajarillo ampararse 
   del águila que le sigue 
   por el imperio del aire, 
   a mi amparo se ha venido, 
   encubriendo de su amante 
{1450}
   el alma con los deseos 
   y el cuerpo con los disfraces. 
   Mas ya que se ha descubierto 
   otra fugitiva Dafne, 
   otra Europa entre las flores 
{1455}
   y otra suspensión de Paris. 
   Deje las selvas de Chipre 
   Amor, si ya de cobarde 
   no se atemoriza en verme 
   teñido de polvo y sangre. 
{1460}
   Ganaré la montañesa 
   si para mi ofensa trae 
   más escuadrones que el griego 
   trajo en sus preñadas naves.) 
   ¿He tardado mucho? 
SANCHA:
                           No; 
{1465}
   que para tratár de paces 
   entre parientes y amigos 
   jamás se ha llegado tarde. 
   En vuestra contienda injusta, 
   pues que de mi causa nace, 
{1470}
   bien es que yo sea tercero. 
   Mi señor Martín Peláez 
   me echó de su casa un día, 
   y yo, viniendo a buscarle; 
   entré, en tanto que le hallaba, 
{1475}
   a serviros. 
MARTIN:
                     Dios te guarde 
   al paso de mis venturas. 
ALVAR:
     Pues ya que conmigo entraste 
   me has de servir--¡vive Dios-- 
   porque no ha de ser bastante 
{1480}
   el miedo que ya le tienes. 
MARTIN:
     Pues nos hace el campo iguales 
   en la defensa y las armas, 
   verás cuando aquí te mate 
   el respeto que me debes. 
{1485}
SANCHA:
     (¡Hay desdicha semejante!)          Aparte 
   Señores, ¡que siendo amigos 
   y tan parientes se maten! 
   Mas ya los cielos piadosos 
   trujeron quien los aparte. 
{1490}
   Mirad al Cid, caballeros. 
ALVAR:
     ¡Cielos! ¿Quién pudo avisarle? 
MARTIN:
     ¿Qué haremos?. 
ALVAR:
                       Lo que yo hiciere. 

Recuestánse en el suelo y sale el CID

CID:
     (¡Que mal [disimular saben!         Aparte 
   Porque en ocasión que el campo 
{1495}
   sigue el victorioso alcance 
   para cercar a Valencia, 
   no es bien que los Capitanes 
   a descansar se retiren. 
   Vendrán a desagraviarse 
{1500}
   de alguna afrenta, sin duda.) 
ALVAR:
     Tres veces envió a llamar[le] 
   el rey.  Alzóle el destierro. 
MARTIN:
     Es en su corte importante 
   nuestro tío. 
CID:
                   ¡Qué bien fingen! 
{1505}
ALVAR:
     Los casamientos que hace 
   en orden a honrarle ha sido. 
MARTIN:
     Son ricos y principales 
   los condes de Carrión, 
   aunque, si verdades valen, 
{1510 }
   no partieron muy contentas 
   nuestras primas. 
ALVAR:
                         Ya se sabe 
   que os amaba tiernamente 
   doña Sol: 
MARTIN:
                   Amor constante 
   os mostraba doña Elvira. 
{1515}
CID:
     (¡Qué tiernos discursos hacen          Aparte 
   para encubrir sus agravios! 
   Que será bueno dejarles 
   reñir, que si agora estorbo 
   las intenciones que traen 
{1520}
   serán con la paz fingida, 
   en mi presencia cobardes, 
   y después como ofendidos 
   podrán volver a matarse. 
   Más vale que en mi presencia 
{1525}
   riñendo se desagravien, 
   que con las espadas fuera 
   pienso que será bastante 
   a concertarlos.) Sobrinos, 
   ¿agora gozáis el aire 
{1530}
   cuando los demás trabajan? 
ALVAR:
     Como nos toca la parte 
   del mayor trabajo, es bien 
   que el espíritu descanse. 
CID:
     Hoy veré quién es Martín, 
{1535}
   veré quién es ALVAR Fáñez, 
   porque mi rojo pendón 
   quisiera verle colgarle 
   sobre la torre más alta 
   del muro; mas no ha de darse 
{1540}
   sino al mejor Capitán, 
   al de valor más constante 
   en el peligro, que fuera 
   la desdicha más notable 
   que le viniera a Rodrigo 
{1545}
   si el rojo pendón ganase 
   el moro; y así querría, 
   supuesto que os juzgo iguales, 
   que miréis cuál de los dos 
   puede al peligro arrojarse. 
{1550}
ALVAR:
     Sólo yo llevarle puedo. 
MARTIN:
     Yo sólo puedo llevarle. 
CID:
     Alto, pues, sólo el valor 
   es bien que del alma saque 
   la duda. 
MARTIN:
                 Dadnos licencia, 
{1555}
   veréis en pequeño instante 
   quién vuestro pendón merece. 
CID:
     Como eso no más se aguarde, 
   licencia y campo tenéis. 
SANCHA:
     (¡Buen modo de concertarles!        Aparte 
{1560}
   Todo en la guerra es furor, 
   todo es duelo, todo es sangre.) 
ALVAR:
     (¡Dichosa ocasión ha sido!)       Aparte 
MARTIN:
     (Agora podré vengarme.)                Aparte 
CID:
     Mirad que la cortesía 
{1565}
   ni la amistad no os engañen, 
   porque al que viere vencido 
   lo he de juzgar por cobarde. 
MARTIN:
     Primero veréis mi muerte 
   que me dé atributos tales 
{1570}
   vuestra lengua. 
ALVAR:
                         En sangre mía 
   veréis el campo bañarse 
   antes que el rojo pendón 
   ajenas fuerzas le ganes. 

Riñen

CID:
     Cese el enojo, sobrinos, 
{1575}
   que en valor y fuerza iguales 
   podéis hacer competencia 
   en su quinto cielo a Marte. 
   Yo he de llevar el pendón, 
   por que ninguno se agravie. 
{1580}
   Vuestro recebido enojo 
   en el campo ha de quedarse, 
   porque no ha de haber agravios 
   donde el Cid hace las paces. 
   Daos los brazos. 
SANCHA:
                        Dete el cielo 
{1585}
   por dilatadas edades 
   más que a Alejandro vitorias. 
   ¡Que los he visto abrazarse! 

MARTIN Peláez y ALVAR Fáñez hablan aparte

MARTIN:
     Alvar Fáñez, dame a Sancho. 
ALVAR:
     No quiero, Martín Peláez. 
{1590}
MARTIN:
     Pues yo os mataré en Valencia. 
ALVAR:
     Pues allá habrá quien os mate. 
CID:
     Si los deudos son amigos, 
   ¿qué contrario ha de esperarles? 

EL COBARDE MAS VALIENTE, de Tirso de Molina


JORNADA TERCERA

Sale ORDOÑO dando voces

ORDOÑO:
     ¡Ah, invencibles castellanos! 
{1595}
   Al real que se recoja 
   la gente, que le despoja 
   el moro.  Apretad las manos; 
   que si no hacéis resistencia 
   y aquí vengáis vuestro ultraje, 
{1600}
   os lleva todo el bagaje 
   el rey moro de Valencia. 

Tocan dentro a retirarse y sale BERMUDEZ con la espada desnuda

BERMUDEZ:
     ¿Quién ha mandado tocar 
   a tal punto a recoger, 
   cuando llegando a poner 
{1605}
   las escalas y a pisar 
   la corona de los muros 
   que el pagano defendía 
   casi vio el Cid este día 
   los castellanos seguros 
{1610 }
   y señores de Valencia? 

Sale un SOLDADO

SOLDADO:
     ¡Qué donosa retirada, 
   cuando está medio ganada 
   la ciudad! 
 

Sale ALVAR Fáñez

ALVAR:
                    ¡Que haya paciencia 
   que a la voz de un atambor 
{1615}
   retirándose perdido 
   es la ocasión el rüido 
   hechizo de algún traidor! 

Sale el CID

CID:
     A todos los atambores 
   de mi campo haced colgar 
{1620}
   de esos robles. ¿Retirar 
   a tal ocasión, traidores? 
   ¡Por vida de mi Ximena, 
   que a saber quién lo mandó...! 
ORDOÑO:
     Rodrigo de Vivar, yo; 
{1625}
   si merezco alguna pena. 
   Tocar hice a retirar 
   porque, después de asaltado 
   el muro, habiendo dejado 
   sin gente el real y robar 
{1630}
   el bagaje y bastimento, 
   por el moro que salió 
   encubierto y aguardó 
   a ver nuestro alojamiento 
   sin guarnición ni soldados, 
{1635}
   todo el despojo y tesoro 
   que en tantos meses al moro 
   quitaste, gente y ganados 
   y mujeres, sin dejar 
   cosa de importancia, lleva; 
{1640}
   ved si merece esta nueva 
   que toquen a retirar. 
CID:
     Al alcance, pues, amigos, 
   que dejar sin guarnición 
   el real dio la ocasión 
{1645}
   a este daño; sean testigos 
   ellos mismos por su mal 
   del valor que os acompaña. 
   ¡Alarma! No diga España 
   que el moro os despojó el real. 
{1650}
ORDOÑO:
     Por las huertas van, seguid 
   sus pasos. 
TODOS:
                ¡Alarma! 
CID:
                         De esto, 
   ¿qué dirá Alfonso el sexto? 
   ¿Qué dirá España del Cid? 

Vanse. Tocan alarma, sale MARTIN Peláez con la espada desnuda

MARTIN:
     ¿Qué alboroto puede ser 
{1655}
   el que nuestro real provoca 
   que agora a rebato toca 
   y tocaba a recoger? 
   ¡Buena ocasión ha perdido 
   el Cid con su retirada! 
{1660}
   Tuve una torre ganada 
   y el moro casi rendido, 
   y no sé con qué consejo 
   el campo se retiró; 
   pero más sabe que yo 
{1665}
   el Cid y es prudente y viejo. 

Sale BOTIJA llorando

BOTIJA:
     ¡Ay, rocín del alma mía! 
   ¿Qué hará Botija sin vos? 
   Para renegar de Dios 
   os lleva la morería. 
{1670}
   Muy bien pudiera el perrazo, 
   antes de entrar en Valencia, 
   daros, mi rocín, licencia 
   siquiera para un abrazo. 
   Mas, como sois de importancia, 
{1675}
   sin dejaros despedir, 
   ojos que vos vieron ir, 
   no os verán tornar a Francia. 
   Viendo me quedo este día, 
   porque no tendrá, por Dios, 
{1680}
   otro rocín como vos 
   toda la rocinería. 
   No se vió cabalgadura 
   que tuviese, ya que empiezo, 
   como vos cola y pescuezo, 
{1685}
   una legua de andadura. 
   Allá os vais con el bagaje, 
   mi rocín, mi pino de oro, 
   y afrentaréis, siendo moro, 
   todo el rocinal linaje. 
{1690}
   Yo a pata y sin un real 
   diré de noche y de día, 
   "¿Adónde estás, bestia mía, 
   que no te duele mi mal?" 
MARTIN:
     Botija, ¿qué llanto es ese? 
{1695}
BOTIJA:
     ¡Ay de mí! Peláez Martín; 
   renegó nuestro rocín; 
   ved si es justo que me pese. 
   En dándole medio pienso 
   por un haz de mielga fui, 
{1700}
   y apenas del real salí, 
   cuando, menos que lo pienso, 
   el moro robó el bagaje, 
   y Sancha, de hombre vestida, 
   va cautiva y afligida 
{1705}
   sin aprovecharle el traje. 
   Hasta el medio celemín 
   y el arnero se llevó; 
   pero lo que siento yo 
   es el verá mi rocín, 
{1710 }
   que, apenas el pobre toca 
   la cebada que le di, 
   cuando llevárselo vi 
   con el bocado en la boca, 
   aunque sin albarda y cincha, 
{1715}
   y en medio de su tristeza 
   volvió el pobre la cabeza, 
   y mirándome relincha, 
   diciendo, "Botija, adiós, 
   que, pues llevo amo segundo, 
{1720}
   si no es en el otro mundo 
   no nos veremos los dos." 
MARTIN:
     ¿El bagaje lleva el moro? 
BOTIJA:
     Sí, y el Cid le va siguiendo. 
   ¿No oyes la grita y estruendo? 
{1725}
MARTIN:
     Y mi Sancha, a quien adoro, 
   ¿va cautiva? 
BOTIJA:
                      Y mi rocín 
   llevado de los cabellos. 
   ¡Ah, perros! ¡Martín, a ellos! 
   ¡Démosles un San Martín! 
{1730}
MARTIN:
     No tiene amor quien espera, 
   mi Sancha, vuestra prisión. 
BOTIJA:
     Librádmele, San Antón, 
   y os daré un rocín de cera. 

Vanse. Tocan al arma y dase la batalla. Después de algunas salidas, sale MARTIN acuchillando a AMETE y CALIN

MARTIN:
     No lograréis los despojos, 
{1735}
   perros, que del real lleváis. 
AMETE:
     ¡Favor, Alá! 
MARTIN:
                       ¿Tembláis? 
   Mientras no vieren mis ojos 
   a Sancha, que es la luz de ellos, 
   no ha de quedar moro a vida. 
{1740}
CALIN:
     Oye. 
MARTIN:
              ¡Ay, Sancha querida! 
   ¿Qué he de hacer si vivo en ellos? 

Vanse. Sale un MORO acuchillando a BOTIJA, armado a lo gracioso

BOTIJA:
     ¡Ay, que me matan, Martín! 
   ¡Ah, Martín Peláez!  Señor, 
   este moro esgrimidor 
{1745}
   tras llevarme mi rocín 
   me quiere matar. 
MORO:
                         ¡Ah, perro! 
BOTIJA:
     MARTINico, ¿por qué no me vales, 
   que galgos me matan a tus umbrales? 
MORO:
     No huyas. 
BOTIJA:
                 Haga allá el hierro, 
{1750}
   señor moro, así se vea 
   regidor de su lugar, 
   o si es que sabe cantar 
   misa, cante allá en su aldea. 
MORO:
     Muerte he de darte. 
BOTIJA:
                             ¿Quién? ¿El? 
{1755}
MORO:
     Yo te tengo de acabar. 
BOTIJA:
     ¿Y si queda irregular 
   descolgado de un cordel? 
   Que nueso alcalde, por Dios, 
   si de matarme se huelga, 
{1760}
   como perdices los cuelga 
   del rollo, de dos en dos. 
MORO:
     ¡Ea! 
BOTIJA:
               No hay por qué matarme, 
   que ya me muero de miedo. 
MORO:
     ¡Ah, cobarde! 
BOTIJA:
                      Estése quedo; 
{1765}
   ¿no ve que puede lisiarme? 
   ¡Válgame Dios, y qué extraño 
   y qué porfiado está! 
MORO:
     ¡Ea, perro! 
BOTIJA:
                    Acabe ya; 
   ¿ha de durar esto un año? 
{1770}
   ¡Ah, Martín, que están matando 
   a tu Botija! Ven presto, 
   dame un confesor. 
 

Sale MARTIN

MARTIN:
                          ¿Qué es esto? 
   ¿Qué tienes? 
BOTIJA:
                    Aquí andan dando, 
   sin haberle hecho mal, 
{1775}
   este moro de esta tarde 
   en sacudirme. 
MARTIN:
                       ¡Ah, cobarde! 
   ¿Es más de uno? ¿No es tu igual? 
BOTIJA:
     ¿No ves que tira el perrazo 
   como un trueno? Belcebú 
{1780}
   le espere. 
MARTIN:
                    Tírale tú 
   otro, pues tienes buen brazo. 
   Haz cuenta que al pie de un roble 
   con el hacha vas a darle 
   golpes hasta derribarle, 
{1785}
   que yo tuve miedo doble, 
   y empezando a pelear 
   les perdí todo el temor. 
   Gente es sin fuerza y valor. 
   Mira, así es como has de darle. 
{1790}

Dale

MORO:
     ¡Ay, Mahoma, que me han muerto! 
MARTIN:
     Dale, llega, dale así. 
BOTIJA:
     Estéseme quedo aquí 
   y verá cómo le acierto. 

Dale

MORO:
     ¡Ay! 
BOTIJA:
               ¡Matéle! 
MARTIN:
                          ¿No lo ves? 
{1795}
BOTIJA:
     ¡Pardiez; que se murió presto! 
   ¿Esto es matar moros? 
MARTIN:
                               Esto. 
BOTIJA:
     Déjeme con ellos, pues, 
   que yo les daré una mano 
   que se espante quien me viere. 
{1800}
MARTIN:
     Ven. 
BOTIJA:
              Tan fácilmente muere 
   un moro como un cristiano. 

Vanse. Salen ALVAR Fáñez y ORDOÑO

ALVAR:
     Entróse el moro en Valencia 
   con la presa que robó; 
   sólo la gente dejó 
{1805}
   que iba cautiva. 
ORDOÑO:
                           Prudencia 
   digna de desgracia tal. 

Sale el CID

CID:
     ¿Una vez sola que falto 
   os vais todos al asalto 
   y dejáis sin guarda el real? 
{1810 }
   En vosotros mismos hoy 
   tendréis el justo escarmiento. 
   Llevado os ha el bastimento 
   y hacienda; contento estoy 
   de que padezcáis la pena, 
{1815}
   pues todos estáis culpados; 
   de pelear venís cansados, 
   y el moro os lleva la cena. 
   No tengo que os castigar, 
   por mí el moro os da el castigo, 
{1820}
   pues, como si fuera amigo, 
   le habéis dado de cenar. 
   El vuestra locura enfrene, 
   que, mientras comiendo está, 
   yo apostaré que dirá 
{1825}
   que el que no guarda no cene. 

Vase

ORDOÑO:
     El Cid nos corrió y se fue. 
ALVAR:
     Y con sobrada razón. 
   ¡No fuera en esta ocasión 
   más temprano! 
ORDOÑO:
                         ¿Para qué? 
{1830}
ALVAR:
     Para escalar ese muro 
   y quitarle de la mesa, 
   como harpía, vida y presa, 
   que el moro goza seguro. 
   No tenga en mis venas yo 
{1835}
   sangre noble y castellana 
   si no vengare mañana 
   lo que hoy el moro causó. 
   Que restaurando la afrenta 
   que del Cid a sufrir llego, 
{1840}
   cenara, y yo hiciera luego 
   sin la huéspeda la cuenta. 
ORDOÑO:
     O yo perderé la vida, 
   o mañana en el asalto, 
   de sangre y de vida falto, 
{1845}
   seré del moro homicida. 
   ................ 
{-é]
   En la ciudad y en las puertas, 
   dándolas al Cid abiertas, 
   su agravio satisfaré. 
{1850}
   Verá el moro si le cuesta 
   tan barato el robo. 
ALVAR:
                             Vamos, 
   que si esta noche ayunamos 
   mañana será la fiesta. 

Vanse. Sale MARTIN Peláez

MARTIN:
     ¿Sancha cautiva y vivo el que la adora 
{1855}
   ¿Cómo pareceré, cielo, en presencia 
   del gran Rodrigo y de su gente toda, 
   o sin mi Sancha y él sin su Valencia? 
   Cubierto vengo de la sangre mora, 
   que sin poder hacerme resistencia 
{1860}
   el claro acero de mis armas mancha. 
   Mas ¿qué importa, si vuelvo sin mi Sancha? 

Sale el CID

CID:
     Martín, ¡vivo vos! ¿Se atreve 
   a asaltar el real el moro 
   sin que vuestro valor pruebe? 
{1865}
   ¿Vos consentís que el tesoro 
   y el bastimento se lleve, 
   y no le quitáis la presa, 
   ni a que os venguéis os provoca? 
   Yo sé cuando, en cierta empresa, 
{1870}
   con el bocado en la boca, 
   os hice alzar de la mesa 
   donde mi gente comía, 
   y vos, de aquesto afrentado, 
   comprastes desde aquel día 
{1875}
   tan caro cada bocado, 
   que un moro el menor valía. 
   Desde entonces, bien segura 
   pensé yo tener con vos 
   mi mesa y vuestra ventura. 
{1880}
   Juntos comimos los dos 
   en más de una coyuntura; 
   convidado vengo a ser 
   vuestro agora.  De cenar 
   me dad, si os di de comer, 
{1885}
   y si no halláis que me dar, 
   el moro os podrá vender 
   lo que el descuido le ha dado 
   de mis soldados seguros, 
   pues mientras mi campo armado 
{1890}
   desmantelaba sus muros, 
   mi mesa ha desmantelado. 
   Ea, a cenar con vos vengo, 
   siendo vuestro capitán. 
   ¿Tenéis que darme? 
MARTIN:
                            Sí tengo; 
{1895}
   en este árbol hay un pan 
   con que mi valor mantengo. 

Saca del tronco de un árbol un pan y una servilleta

   Cuando, por ser yo cobarde, 
   con la servilleta puesta 
   y el pan hicistes alarde 
{1900}
   de lo que la fama cuesta, 
   y yo volví, aunque tarde, 
   prudentemente avisado 
   por vuestro castigo, en él 
   faltando el primer bocado, 
{1905}
   puse el pan en el laurel 
   que hasta aquí me lo ha guardado. 
   Desde entonces, cada día 
   que alarma el tambor tocaba, 
   si temor en mí sentía, 
{1910 }
   el pan del laurel sacaba 
   y mirándole decía, 
   "Esfuerzo mi valor tome, 
   Martín, aunque el miedo os dome 
   de ver la espantosa lid, 
{1915}
   porque en la mesa del Cid 
   quien no lo gana no come." 
   Y de esta suerte el valor 
   he adquirido que te di; 
   pues podré afirmar, señor, 
{1920}
   que el pan que con vos comí 
   le gané con mi sudor. 
   Con él agora os regalo. 
   Tomadle, que os aseguro 
   que al plato mejor le igualo, 
{1925}
   y si os pareciere duro, 
   a buen hambre no hay pan malo. 
   Mas diréis, según colijo, 
   que si a secas os le dan, 
   escaso banquete elijo, 
{1930}
   y que no sólo de pan 
   vive el hombre. Dios lo dijo. 
   Mas, por que no lo digáis 
   tened, el mío Cid, paciencia, 
   que si un poco esperáis, 
{1935}
   yo os buscaré en Valencia 
   cosa con que lo comáis. 

Vase, desenvainando la espada

CID:
     Martín Peláez, oye, espera; 
   el Cid te manda que aguardes. 
   ¡Ah, buen español! ¡Pluguiera 
{1940}
   a Dios que de estos cobardes 
   mil mi ejército tuviera! 
   ¡Oh, pan sabroso, el mejor 
   que ha sustentado mi casa! 
   La honra os dio harina en flor, 
{1945}
   con sangre mora os amasa 
   y en el horno del valor 
   os cuece el atrevimiento. 
   Hoy, mis nobles castellanos, 
   haceros banquete intento. 
{1950}
   Martín restauró en mis manos 
   el robado bastimento. 
   A un pan somos convidados 
   que es fuerza que bien os sepa; 
   venid a comer, soldados, 
{1955}
   porque, aunque a bocado os quepa, 
   valen mucho estos bocados. 
   Convidados de Martín 
   somos; hacedle favor, 
   que aunque es pan principio y fin, 
{1960}
   amigos, pan y valor 
   no es pan a secas, en fin. 
   Y vos, Martín, a quien dan 
   renombre inmortal, decid 
   que aunque es vuestro capitán, 
{1965}
   os podéis preciar que el Cid 
   ha comido vuestro pan. 

Sale BOTIJA de moro gracioso y SANCHA de cautivo

BOTIJA:
     Sancha, si estáis cautivada, 
   acá estamos todos. 
SANCHA:
                           Pues 
   ¿qué traje es éste? 
BOTIJA:
                          ¿Os agrada? 
{1970}
SANCHA:
     ¿Eres moro? 
BOTIJA:
                      Por un mes. 
SANCHA:
     Como mozo de soldada. 
   ¿Dónde vais de esta manera? 
   ¿Dónde dejas a Martín? 
BOTIJA:
     El libertaros espera, 
{1975}
   yo vo a ver a mi rocín, 
   porque sin él no me muera. 
   Mas si de aquestos galgazos 
   quiere excusar los pesares, 
   libraránle estos dos brazos, 
{1980}
   él tirándolos a pares, 
   yo dando a nones porrazos. 
   Desde que aprendí a matar 
   moros, no les tengo miedo. 
SANCHA:
     ¡Siempre de humor has de estar! 
{1985}
BOTIJA:
     Sin mi rocín, ¿cómo puedo, 
   Sancha mía, sosegar? 
   Mas, ¿cómo os va a vos, decí, 
   después que estáis cautivada? 
SANCHA:
     Trújome el rey moro así, 
{1990}
   y en fe que de mí se agrada 
   se quiere servir de mí. 
BOTIJA:
     Pues ¿sabe que eres mujer? 
SANCHA:
     En reputación estoy 
   de hombre. 
BOTIJA:
                 ¿Y muestra placer 
{1995}
   en veros? 
SANCHA:
                 Dice que soy 
   un ángel. 
BOTIJA:
                 De Lucifer. 
   No tenga después el Papa 
   que absolver. 
SANCHA:
                    ¡Donoso estás! 
BOTIJA:
     Si mi amo no os escapa, 
{2000}
   echaos una chapa atrás 
   y seréis mujer de chapa. 
SANCHA:
     Sólo quiere que de paje 
   le sirva. 
BOTIJA:
                 Si en vos repara 
   y os desconoce en el traje, 
{2005}
   habladle cara con cara, 
   que a traición no es buen lenguaje; 
   que si Martín desde hoy más 
   sabe esto y pasa adelante, 
   tendrá celos a un compás 
{2010}
   de Alvar Fáñez por delante 
   y del moro por detrás. 
SANCHA:
     Anda, necio, en estos baños 
   que están fuera de Valencia, 
   aunque a sus muros extraños, 
{2015}
   pueden en cualquier violencia 
   asegurarnos de daños. 
   El rey servirle me manda 
   y agora a bañarse viene. 
BOTIJA:
     Si Martín en tal demanda 
{2020}
   de aquesto noticia tiene, 
   llevará el rey una tanda... 
SANCHA:
     ¡Buena flema y necedad 
   es la tuya! El rey es éste. 
BOTIJA:
     Pues, Sancha, disimulad 
{2025}
   quien sois, porque no nos cueste 
   triunfo el decir la verdad. 
SANCHA:
     Que te escondas es mejor, 
   no sepa el rey que has entrado 
   aquí, que es lugar vedado. 
{2030}
BOTIJA:
     Aunque ya perdí el temor, 
   me quiero esconder por ti, 
   y en requebrándote el galgo 
   a darle dos cabes salgo 
   de los más lindos que vi. 
{2035}

Escóndese BOTIJA y sale ABENAMAR

ABENAMAR:
     ¡Sancho! 
SANCHA:
                  ¡Señor! 
ABENAMAR:
                            ¿Estás solo? 
SANCHA:
     Solo ha rato que te espero. 
ABENAMAR:
     Solo yo también te quiero 
   más que a Dafne quiso Apolo. 
BOTIJA:
     (¡Oste putol que os chamuscan,   Aparte 
{2040}
   moro, si en mi tierra os cogen. 
ABENAMAR:
     Mis palabras no te enojen 
   que lo que piensas no buscan. 
   Yo he sabido con certeza 
   que eres mujer. 
BOTIJA:
                      (Por ahí, vaya.)   Aparte 
{2045}
SANCHA:
     ¡Yo mujer! No habrá quien haya 
   dicho tal. 
ABENAMAR:
                     Esa belleza 
   lo está diciendo a voces, 
   y el alma que es adivina, 
   en fe que a tu amor se inclina 
{2050}
   quiere que mi reino goces. 
   De mi esposa tendrás nombre; 
   mira que por ti estoy loco; 
   dame... 
SANCHA:
               Señor, poco a poco, 
   que soy cristiano y soy hombre, 
{2055}
   y puesto que estoy cautivo 
   tengo valor castellano. 
ABENAMAR:
     El encubrirte es en vano, 
   y advierte que si recibo 
   desdén, en pago de amarte 
{2060}
   harás que otro medio elija. 
BOTIJA:
     (El perrazo se embotija,           Aparte 
   y aunque estoy en buena parte 
   escondido, a pocas veces 
   que ladre, iré en su socorro, 
{2065}
   y haráme que andando al morro 
   le dé un pan como unas nueces.) 
ABENAMAR:
     Cristiana, dame esos brazos; 
   mi amor paga aquesta vez. 
SANCHA:
     ¡Vive Dios, si descortés 
{2070}
   fueres, que te hago pedazos! 
   Mal sabes, moro, el valor 
   que a estimar mi ley me esfuerza. 
ABENAMAR:
     ¡Crüel, ingrata, por fuerza 
   has de dar fruto a mi amor! 
{2075}

Vanse

BOTIJA:
     Tras ella voy en su ayuda. 
   Galguito, si andáis salido 
   aguardad; mas ¿qué ruido 
   en miedo mi ánimo muda? 

Sale MARTIN Peláez

MARTIN:
     Subí al muro por la pica, 
{2080}
   que si es honroso el trabajo, 
   el más soberbio es más bajo. 
   La ciudad se comunica 
   con estos baños y huertas, 
   que, aunque fuera de ella están, 
{2085}
   los que aquí vienen y van 
   en sus muros tienen puerta. 
   De noche es ya; podrá ser 
   que obligado del calor, 
   por resistirle mejor, 
{2090}
   querrá el rey ahora hacer 
   en sus baños asistencia, 
   y que mi suerte sea tal 
   que, si él ha ganado el real, 
   que le gane yo a Valencia. 
{2095}
   Al ejército he avisado 
   que, en viendo en los muros fuego, 
   a lo alto acuda luego. 
   El Cid es mi convidado; 
   si por principio de cena 
{2100}
   a Valencia le presento, 
   convite le hago opulento. 
   Ea, pues, noche serena, 
   a costa de estos paganos 
   dame para él esta presa; 
{2105}
   ve que le dejo en la mesa 
   y con el pan en las manos 
   Mas ¿con quién he tropezado? 

Tropiega con BOTIJA

   ¿Quién está aquí? 
BOTIJA:
                         (De esta vez     Aparte 
   me juntan haz con envés 
{2110 }
   si me hallan en lo vedado.) 
MARTIN:
     ¿Quién es? 
BOTIJA:
                      (Eso no.  ¡Mal haya  Aparte 
   quien en esto me metió! 
MARTIN:
     ¿Quién es? 
BOTIJA:
                 ¿No ve que soy yo? 
MARTIN:
     ¿Quién? 
BOTIJA:
                 Un moro de Vizcaya 
{2115}
   que ando en busca de un rocín... 
MARTIN:
     Si ser posible pudiera, 
   que era Botija dijera. 
BOTIJA:
     (No dirán son que es Martín          Aparte 
   mi amo, en la voz; quizá 
{2120}
   a buscar a Sancha vino.) 
MARTIN:
     ¿Quién sois? 
BOTIJA:
                    Moro vizcaíno. 
MARTIN:
     Eso no, que no hay allá 
   moros; todos son hidalgos. 
   ¿Quién sois? 
BOTIJA:
                 Porque no me aflija, 
{2125}
   yo soy el moro Botija, 
   que, andando a caza de galgos, 
   siendo liebre, represento 
   agora un mundo al revés. 
MARTIN:
     ¡Botija! 
BOTIJA:
                 ¿Mi Martín es? 
{2130}
   Loco me vuelve el contento. 
MARTIN:
     Cautivo debes estar. 
BOTIJA:
     ¿Yo cautivo? ¡Malos años! 
MARTIN:
     Pues ¿quién te trujo a estos baños? 
BOTIJA:
     Mi rocín vengo a buscar 
{2135}
   injerto en moro, y a vos 
   Sancha os debe de traer; 
   pero si la queréis ver, 
   daos prisa, pues, par Dios, 
   que el rey, sabiendo que es hembra, 
{2140}
   por la huerta va tras ella, 
   que quiere probar si en ella 
   un par de MARTINes siembra. 
MARTIN:
     ¿Qué dices, loco? ¿Está aquí 
   el rey moro? 
BOTIJA:
                     Requebrando 
{2145}
   a Sancha, que renegando 
   de sus amores la vi. 
   Huye de él como una gama 
   y si os la agarra, por Dios, 
   que os nazcan de dos en dos 
{2150}
   y el moro os sople la dama. 
MARTIN:
     Mi ventura me ha traído 
   a tan dichosa ocasión. 
   Luces en el muro pon, 
   pues a tal tiempo has venido 
{2155}
   que en los baños hallarás 
   lumbre con que el Cid acuda 
   y venga a darnos ayuda. 
BOTIJA:
     Pues, tú, señor, ¿dónde vas? 
MARTIN:
     A dar a Sancha favor, 
{2160}
   muerte al descuidado Rey, 
   Valencia al Cid y a mi ley 
   y fin dichoso a mi amor. 
   Todo el campo está avisado, 
   y sólo espera del fuego 
{2165}
   la señal. 
BOTIJA:
                 Voy por el fuego, 
   pues tú el temor me has quitado. 
   Sólo el rocín me da pena. 
MARTIN:
     Hoy mi esfuerzo al Cid dará 
   a Valencia, y no dirá 
{2170}
   que ha tenido mala cena. 

Vase. Salen SANCHA y ABENAMAR

ABENAMAR:
     ¿De qué te sirve, crüel, 
   a mi firme amor huir, 
   si no te has de convertir 
   como la ninfa en laurel? 
{2175}
   Escarmienta, ingrata, en él, 
   y la fe con que te adoro 
   estima. 
SANCHA:
               No hay fe en un moro; 
   déjame. 
ABENAMAR:
                 Mal dejará 
   la mesa el que hambriento está, 
{2180}
   y el que es avaro el tesoro. 
SANCHA:
     Que soy castellano advierte, 
   y que la sangre española 
   que me anima basta sola 
   a librarme, y darte muerte. 
{2185}
ABENAMAR:
     Dámela, y sea de suerte 
   que a morir venga a tus brazos. 
SANCHA:
     Será haciéndote pedazos. 

Tómala las manos

ABENAMAR:
     A ser descortés comienzo, 
   por ver si tu rigor venzo, 
{2190}
   viniendo con él a brazos. 
SANCHA:
     Indignamente eres hombre, 
   pues, sin intentarlo el bruto, 
   por fuerza apetece el fruto 
   de amor. 
ABENAMAR:
                  Eso no te asombre. 
{2195}
SANCHA:
     Ah, Martín Peláez... 
 

Sale MARTIN Peláez

MARTIN:
                             Mi nombre 
   escucho. 
SANCHA:
               ...a estar vos aquí 
   no me afrentaran así 
   infieles brazos. 
MARTIN:
                          Sí, estoy, 
   Sancha.  Vuestro Martín soy. 
{2200}
ABENAMAR:
     Pero, ¿quién te metió aquí? 
MARTIN:
     Soy tu muerte; para ella, 
   moro, no hay puerta cerrada, 
   que va, cobarde, en mi espada 
   que a mi Sancha has de ir por ella. 
{2205}
ABENAMAR:
     ¡Mahoma!  ¿Cómo atropella 
   al rey de Valencia así 
   solo un hombre? 
MARTIN:
                         Viene en mi 
   todo un mundo de valor. 
ABENAMAR:
     ¿Eres infierno? 
MARTIN:
                         De amor. 
{2210 }
ABENAMAR:
     Ayuda, moros aquí. 

Vanse los dos. Sale BOTIJA

BOTIJA:
     Con lengua de fuego llama 
   la ocasión a nuestra gente. 
SANCHA:
     ¡Ay Martín Peláez, valiente! 
   Bien pagará quien bien ama. 
{2215}
   ¿Botija? 
BOTIJA:
                ¿No ves la llama 
   que a nuestro ejército avisa? 
   No escuchas tocar aprisa 
   a rebato? 
SANCHA:
                 Sí. 
BOTIJA:
                      El Cid viene; 
   ea, que mañana tiene 
{2220}
   de oir en Valencia misa. 

Cajas, y dice el rey moro ABENAMAR dentro

ABENAMAR:
     Alarma, moros, que el Cid 
   asalta los baños reales. 
BOTIJA:
     Almoneda de almanfales 
   tengo de hacer 
ABENAMAR:
                        Acudid, 
{2225}
   y al cristiano resistid, 
   si para él hay resistencia. 
BOTIJA:
     Remuérdeme la conciencia, 
   Sancha.  Escóndete, que voy 
   a matar dos perros. 
SANCHA:
                           Hoy 
{2230}
   gana Martín a Valencia. 

Vanse. Dice dentro ORDOÑO y ALVAR Fáñez. Luego salne acuchillándose con dos MOROS

ORDOÑO:
     ¡Vitoria! que los pendones 
   del Cid guarnecen los muros 
   de Valencia, y ya seguros 
   la asaltan sus escuadrones. 
{2235}
TODOS:
     ¡Vitoria! 
ALVAR:
                      Gracias a Dios, 
   deseos, que estáis cumplidos. 
MORO 1:
     Muertos, sí; mas no vencidos 
   nos has de ver a los dos. 
ALVAR:
     ¿Sabéis quién soy? 
MORO 2:
                           Bien sabemos 
{2240}
   que eres Alvar Fáñez. 
ALVAR:
                               Pues 
   ¿cómo no ponéis mis pies 
   en vuestros cuellos, blasfemos? 
MORO 1:
     Porque vivir sin Valencia 
   es vivir vida afrentada. 
{2245}
ALVAR:
     Quebrádoseme ha la espada. 
MORO 2:
     Morirás sin resistencia. 
   En ti podemos vengar 
   parte del mal que recibe 
   del Cid nuestra nación. 
ALVAR:
                                  Vive 
{2250}
   en mí, valor singular 
   que más que la espada vale, 
   y cuando muera, al fin muero 
   vencedor. 
 

Sale MARTIN Peláez

MARTIN:
                   Ea, Cid, hoy quiero 
   darte un convite que iguale 
{2255}
   al precio de esta ciudad. 
   Mas ¿qué es lo que miro, cielos? 
   ¿No es la causa da mis celos 
   con quien tengo enemistad 
   éste que está sin espada 
{2260}
   y muerte dos moros dan? 
   Hoy mis agravios verán 
   que la nobleza heredada 
   se sabe vengar aquí. 
   ¡Ea, Alvar Fáñez, a ellos! 
{2265}
   Ya huyen, para vencellos 
   amigo tenéis en mi, 

Huyen los MOROS

   y mientras se aposesiona 
   de Valencia el Cid, hagamos, 
   pues solos y A tiempo estamos, 
{2270}
   nuestro desafío. 
ALVAR:
                           Perdona, 
   que con quien me dio la vida 
   yo no he de tener pendencia. 
MARTIN:
     El Cid ha entrado en Valencia 
   y el moro va de vencida. 
{2275}
   La respuesta es excusada, 
   haz la batalla conmigo, 
   pues aquel moro enemigo, 
   se ha dejado aquí la espada. 
ALVAR:
     Martín, cuando yo quisiera 
{2280}
   a tu Sancha con exceso, 
   pues la vida, te confieso, 
   que me has dado, te la diera. 
   Yo no he de reñir contigo, 
   matarme puedes si quieres. 
{2285}
MARTIN:
     Cortesano, Alvar, eres; 
   desde hoy quiero ser tu amigo. 
   Mas, oye que la presencia 
   del Cid nos sale a alegrar. 
ALVAR:
     Entra, Martín, a triunfar 
{2290}
   pues le has ganado a Valencia. 

Salen el CID y PAYO Peláez con acompañamiento

CID:
     Martín Peláez, bien cumplís 
   vuestra palabra y promesa; 
   ya podéis alzar el pan, 
   pues me habéis dado tal cena. 
{2295}
   Venturosa cobardía 
   para todos fue la vuestra; 
   pero el sol que sale tarde 
   mejor alumbra y más quema. 
   Dadme vuestros brazos. 
MARTIN:
                                 Señor, 
{2300}
   en otro plato quisiera 
   daros por postre a Granada 
   como por ante a Valencia. 
CID:
     Como vos, Martín Peláez, 
   viváis, que me veré en ella 
{2305}
   por dueño. Hablá a vuestro padre. 
MARTIN:
     Vengáis, señor, norabuena; 
   dadme a besar vuestros pies, 
   que es lo que mi alma desea. 

Salen BOTIJA y SANCHA, ya en hábito de mujer

BOTIJA:
     Danos a besar tus pies. 
{2310 }
   Sancha, tu dama, es aquesta 
   que, temerosa de haber 
   dado causa a tu celera... 
   .................... 
CID:
     La historia sé, y con licencia 
{2315}
   de mi buen Payo Peláez, 
   Sancha vuestra esposa sea. 
   Yo la doto en una villa 
   y en un barrio de Valencia. 
PAYO:
     Yo de padre le doy brazos. 
{2320}
MARTIN:
     Yo el alma que vive en ella. 
SANCHA:
     Yo os beso, señor, las manos, 
   y me alegro de ser vuestra. 
BOTIJA:
     Yo pido que me den algo. 
MARTIN:
     Yo enriqueceré tu hacienda; 
{2325}
   vamos, y os veré tomar 
   posesión. 
CID:
                  Valencia es vuestra. 
MARTIN:
     No, sino vuestra, Rodrigo, 
   que la ganáis y desea 
   ser hoy Valencia del Cid. 
{2330}
CID:
     Y este nombre es bien que tenga; 
   llamaráse de esa suerte. 
MARTIN:
     Y tendremos suerte buena 
   si esta historia os satisface, 
   perdonando faltas nuestras. 
 

FIN DE LA COMEDIA