Tirso de Molina
El buraldor de Sevilla

HABLAN EN ELLA LAS PERSONAS SIGUIENTES

D. DIEGO TENORIO, viejo
D. JUAN. TENORIO, su hijo
CATALINON, lacayo
EL REY DE NAPOLES
EL DUQUE OCTAVIO
D. PEDRO TENORIO
EL MARQUES DE LA MOTA
D. GONZALO DE ULLOA
EL REY DE CASTILLA
[DOÑA ANA DE ULLOA]
FABIO, criado
ISABELA, duquesa
TISBEA, pescadora
BELISA, villana
ANFRISO, pescador
CORIDON, Pescador
GASENO, labrador
BATRICIO, labrador
RIPIO, criado
[AMINTA, villana]


[Otras acompañantes, guardas, músicos, enlutados, criados, etc.]



JORNADA PRIMERA



Salen D. JUAN. TENORIO Y ISABELA, duquesa
ISABELA.     Duque Octavio, por aquí
podrás salir más seguro.
D. JUAN. Duquesa, de nuevo os juro
de cumplir el dulce sí.
ISABELA.     ¿Mis glorias serán verdades, 5
promesas y ofrecimientos,
regalos y cumplimientos,
voluntades y amistades ?
D. JUAN.     Sí, mi bien.
ISABELA.   Quiero sacar
una luz.
D. JUAN.              Pues, ¿para qué ? 10
ISABELA. Para que el alma dé fe
del bien que llego a gozar.
D. JUAN.     Mataréte la luz yo.
ISABELA. ¡Ah, cielo ! ¿Quién eres, hombre ?
D. JUAN. ¿Quién soy ? Un hombre sin nombre. 15
ISABELA. ¿Que no eres el duque ?
D. JUAN.                                     No.
ISABELA.     ¡Ah de palacio !
D. JUAN.                            Deténte;
dame, duquesa, la mano.
ISABELA. No me detengas, villano.
¡Ah, del rey ! ¡Soldados, gente !
Sale EL REY DE NAPOLES con una vela en un candelero
REY. ¿Qué es esto ?
ISABELA.                      ¡El rey ! ¡Ay triste !
REY. ¿Quién eres ?
D. JUAN.                    ¿Quién ha de ser ?
Un hombre y una mujer.
REY. Esto en prudencia consiste.
    ¡Ah, de mi guarda ! Prendé 25
a este hombre.
ISABELA.                     ¡Ay, perdido honor !
Sale D. PEDRO TENORIO, embajador de España, y GUARDA
D. PEDRO. ¡En tu cuarto, gran señor,
voces ! ¿Quién la causa fue ?
REY.     Don Pedro Tenorio, a vos
esta prisión os encargo. 30
Siendo corto, andad vos largo:
mirad quién son estos dos.
Y con secreto ha de ser,
que algún mal suceso creo,
porque si yo aquí lo veo 35
no me queda más que ver.  (Vase.)
D. PEDRO.     ¡Prendelde !
D. JUAN.                       ¿Quién ha de osar ?
Bien puedo perder la vida,
mas ha de ir tan bien vendida,
que a alguno le ha de pesar. 40
D. PEDRO.     ¡Matalde !
D. JUAN.                    ¿Quién os engaña ?
Resuelto en morir estoy,
porque caballero soy
del embajador de España.
Llegue; que solo ha de ser 45
quien me rinda.
D. PEDRO.                         Apartad;
a ese cuarto os retirad
todos con esa mujer.  [Vanse.]
    Ya estamos solos los dos;
muestra aquí tu esfuerzo y brío. 50
D. JUAN. Aunque tengo esfuerzo, tío,
no le tengo para vos.
D. PEDRO.     ¡Di quién eres !
D. JUAN.                            Ya lo digo:
tu sobrino.
D. PEDRO.                 (¡Ay, corazón,
que temo alguna traición !) 55
¿Qué es lo que has hecho enemigo ?
¿Cómo estás de aquesa suerte ?
Dime presto lo que ha sido.
¡Desobediente, atrevido !
Estoy por darte la muerte. 60
    Acaba.
D. JUAN.                Tío y señor,
mozo soy y mozo fuiste;
y pues que de amor supiste,
tenga disculpa mi amor.
    Y pues a decir me obligas 65
la verdad, oye y diréla:
yo engañe y gocé a Isabela
la duquesa...
D. PEDRO.                    No prosigas;
tente. ¿Cómo la engañaste ?
Habla quedo y cierra el labio. 70
D. JUAN. Fingí ser el duque Octavio.
D. PEDRO. No digas más, calla, baste.
[Ap.]
(Perdido soy si el rey sabe
este caso. ¿Qué he de hacer ?
Industria me ha de valer 75
en un negocio tan grave.)
    Di, vil, ¿no bastó emprender
con ira y con fuerza extraña
tan gran traición en España
con otra noble mujer, 80
    sino en Nápoles también
y en el palacio real
con mujer tan principal ?
¡Castíguete el cielo, amén !
    Tu padre desde Castilla 85
a Nápoles te envió,
y en sus márgenes te dio
tierra la espumosa orilla
    del mar de Italia, atendiendo
que el haberte recebido 90
pagaras agradecido,
¡y estás su honor ofendiendo
    y en tan principal mujer !
Pero en aquesta ocasión
nos daña la dilación; 95
mira qué quieres hacer.
D. JUAN.     No quiero daros disculpa,
que la habré de dar siniestra.
Mi sangre es, señor, la vuestra;
sacalda, y pague la culpa. 100
    A esos pies estoy rendido,
y ésta es mi espada, señor.
D. PEDRO. Alzate y muestra valor,
que esa humildad me ha vencido.
    ¿Atreveráste a bajar 105
por ese balcón ?
D. JUAN.                         Sí atrevo,
que alas en tu favor llevo.
D. PEDRO. Pues yo te quiero ayudar.
    Vete a Sicilia o Milán,
donde vivas encubierto. 110
D. JUAN. Luego me iré.
D. PEDRO.                      ¿Cierto ?
D. JUAN.                                   Cierto.
D. PEDRO. Mis cartas te avisarán
    en qué para este suceso
triste, que causado has.
D. JUAN. [Ap. ]
(Para mí alegre, dirás.) 115
Que tuve culpa, confieso.
D. PEDRO.     Esa mocedad te engaña.
Baja, pues, ese balcón.
D. JUAN. [Ap. ]
(Con tan justa pretensión
gozoso me parto a España.) 120
Vase D. JUAN. y entra EL REY
D. PEDRO. Ejecutando, señor,
lo que mandó vuestra alteza,
el hombre...
REY.                   ¿Murió ?
D. PEDRO.                                Escapóse
de las cuchillas soberbias.
REY. ¿De qué forma ? 125
D. PEDRO.                         Desta forma:
aun no lo mandaste apenas,
cuando sin dar más disculpa,
la espada en la mano aprieta,
revuelve la capa al brazo,
y con gallarda presteza, 130
ofendiendo a los soldados
y buscando su defensa,
viendo vecina la muerte,
por el balcón de la huerta
se arroja desesperado. 135
Siguióle con diligencia
tu gente; cuando salieron
por esa vecina puerta
le hallaron agonizando
como enroscada culebra. 140
Levantóse, y al decir
los soldados: « ¡Muera, muera ! »,
bañado de sangre el rostro,
con tan heroica presteza
se fue, que quedé confuso. 145
La mujer, que es Isabela,
-que para admirarte nombro-
retirada en esa pieza,
dice que es el duque Octavio
que con engaño y cautela 150
la gozó.
REY.              ¿Qué dices ?
D. PEDRO.                                 Digo
lo que ella propia confiesa.
REY. ¡Ah, pobre honor ! Si eres alma
del hombre, ¿por qué te dejan
en la mujer inconstante, 155
si es la misma ligereza ?
¡Hola !
Sale un CRIADO
CRIADO.             Gran señor.
REY.                               Traed
delante de mi presencia
esa mujer.
D. PEDRO.                 Ya la guardia
viene, gran señor, con ella. 160
Trae la guarda a ISABELA
ISABELA. ¿Con qué ojos veré al rey ?
REY. Idos y guardad la puerta
de esa cuadra. Di, mujer,
¿qué rigor, qué airada estrella
te incitó, que en mi palacio, 165
con hermosura y soberbia,
profanases sus umbrales ?
ISABELA. Señor...
REY.              Calla, que la lengua
no podrá dorar el yerro
que has cometido en mi ofensa. 170
¿Aquél era el duque Octavio ?
ISABELA. Señor...
REY.             No importan fuerzas,
guardas, criados, murallas,
fortalecidas almenas
para amor, que la de un niño 175
hasta los muros penetra.
Don Pedro Tenorio, al punto
a esa mujer llevad presa
a una torre, y con secreto
haced que al duque le prendan, 180
que quiero hacer que le cumpla
la palabra o la promesa.
ISABELA. Gran señor, volvedme el rostro.
REY. Ofensa a mi espalda hecha,
es justicia y es razón 185
castigalla a espaldas vueltas. (Vase EL REY.)
D. PEDRO. Vamos, duquesa.
ISABELA.                            Mi culpa
no hay disculpa que la venza,
mas no será el yerro tanto
si el duque Octavio lo enmienda. 190
Vanse, y sale EL DUQUE OCTAVIO y RIPIO, su criado
RIPIO. ¿Tan de mañana, señor,
te levantas ?
OCTAVIO.                   No hay sosiego
que pueda apagar el fuego
que enciende en mi alma amor.
    Porque, como al fin es niño, 195
no apetece cama blanda,
entre regalada holanda,
cubierta de blanco armiño.
    Acuéstase, no sosiega,
siempre quiere madrugar 200
por levantarse a jugar,
que al fin como niño juega.
    Pensamientos de Isabela
me tienen, amigo, en calma,
que como vive en el alma 205
anda el cuerpo siempre en vela,
    guardando ausente y presente
el castillo del honor.
RIPIO. Perdóname, que tu amor
es amor impertinente. 210
OCTAVIO.     ¿Qué dices necio ?
RIPIO.                                 Esto digo:
impertinencia es amar
como amas. ¿Quies escuchar ?
OCTAVIO. Ea, prosigue.
RIPIO.                     Ya prosigo.
    ¿Quiérete Isabela a ti ? 215
OCTAVIO. ¿Eso, necio, has de dudar ?
RIPIO. No, mas quiero preguntar:
¿y tú, no la quieres ?
OCTAVIO.                                Sí
RIPIO.     Pues, ¿no seré majadero,
y de solar conocido, 220
si pierdo yo mi sentido
por quien me quiere y la quiero ?
    Si ella a ti no te quisiera,
fuera bien el porfialla,
regalalla y adoralla, 225
y aguardar que se rindiera;
    mas si los dos os queréis
con una mesma igualdad,
dime, ¿hay más dificultad
de que luego os deposéis ? 230
OCTAVIO.     Eso fuera, necio, a ser
de lacayo o lavandera
la boda.
RIPIO.             Pues ¿es quienquiera
una lavandriz mujer,
    lavando y fregatrizando, 235
defendiendo y ofendiendo,
los paños suyos tendiendo,
regalando y remendando ?
    Dando dije, porque al dar
no hay cosa que se le iguale; 240
y si no, a Isabela dale,
a ver si sabe tomar.
Sale un CRIADO
CRIADO.     El embajador de España
en este punto se apea
en el zaguán, y desea, 245
con ira y fiereza estraña,
    hablarte, y si no entendí
yo mal, entiendo es prisión.
OCTAVIO. ¿Prisión ? Pues, ¿por qué ocasión ?
Decid que entre.
Entra D. PEDRO TENORIO con guardas
D. PEDRO.                          Quien así 250
    con tanto descuido duerme
limpia tiene la conciencia.
OCTAVIO. Cuando viene vuexcelencia
a honrarme y favorecerme,
    no es justo que duerma yo; 255
velaré toda mi vida.
¿A qué y por qué es la venida ?
D. PEDRO. Porque aquí el rey me envió.
OCTAVIO.     Si el rey, mi señor, se acuerda
de mí en aquesta ocasión, 260
será justicia y razón
que por él la vida pierda.
    Decidme, señor, ¿qué dicha
o qué estrella me ha guiado,
que de mí el rey se ha acordado ? 265
D. PEDRO. Fue, duque, vuestra desdicha.
    Embajador del rey soy;
dél os traigo una embajada.
OCTAVIO. Marqués, no me inquieta nada;
decid, que aguardando estoy. 270
D. PEDRO.     A prenderos me ha enviado
el rey; no os alborotéis.
OCTAVIO. ¡Vos por el rey me prendéis !
Pues, ¿en qué he sido culpado ?
D. PEDRO.     Mejor lo sabéis que yo; 275
mas, por si acaso me engaño,
escuchad el desengaño
y a lo que el rey me envió.
    Cuando los negros gigantes,
plegando funestos toldos, 280
ya del crepúsculo huyen
tropezando unos con otros,
estando yo con su alteza
tratando ciertos negocios
-porque antípodas del sol 285
son siempre los poderosos-,
voces de mujer oímos,
cuyos ecos, menos roncos
por los artesones sacros,
nos repitieron « ¡Socorro ! ». 290
A las voces y al ruido
acudió, duque, el rey propio;
halló a Isabela en los brazos
de algún hombre poderoso;
mas quien al cielo se atreve, 295
sin duda es gigante o monstruo.
Mandó el rey que los prendiera;
quedé con el hombre solo,
llegué y quise desarmalle;
pero pienso que el demonio 300
en él tomó forma humana,
pues que, vuelto en humo y polvo,
se arrojó por los balcones,
entre los pies de esos olmos
que coronan del palacio 305
los chapiteles hermosos.
Hice prender la duquesa
y en la presencia de todos
dice que es el duque Octavio
el que con mano de esposo 310
la gozó.
OCTAVIO.              ¿Qué dices ?
D. PEDRO.                                 Digo
lo que al mundo es ya notorio
y que tan claro se sabe:
que Isabela por mil modos...
OCTAVIO.     Dejadme, no me digáis 315
tan gran traición de Isabela.
Mas si fue su amor cautela,
proseguid, ¿por qué calláis ?
Mas si veneno me dais,
que a un firme corazón toca, 320
y así a decir me provoca,
que imita a la comadreja,
que concibe por la oreja
para parir por la boca.
    ¿Será verdad que Isabela, 325
alma, se olvidó de mí
para darme muerte ? Sí;
que el bien suena y el mal vuela.
Ya el pecho nada recela
juzgando si son antojos; 330
que por darme más enojos,
al entendimiento entró
y por la oreja escuchó
lo que acreditan los ojos.
    Señor marqués, ¿es posible 335
que Isabela me ha engañado,
y que mi amor ha burlado ?
¡Parece cosa imposible !
¡Oh, mujer !¡Ley tan terrible
de honor, a quien me provoco 340
a emprender ! Mas ya no toco
en tu honor esta cautela.
¿Anoche con Isabela
hombre en palacio ?... ¡Estoy loco !
D. PEDRO.     Como es verdad que en los vientos 345
hay aves, en el mar peces,
que participan a veces
de todos cuatro elementos,
como en la gloria hay contentos,
lealtad en el buen amigo, 350
traición en el enemigo,
en la noche escuridad
y en el día claridad,
así es verdad lo que digo.
OCTAVIO.     Marqués, yo os quiero creer. 355
No hay cosa que me espante,
que la mujer más constante
es, en efeto, mujer.
No me queda más que ver
pues es patente mi agravio. 360
D. PEDRO. Pues que sois prudente y sabio
elegid el mejor medio.
OCTAVIO. Ausentarme es mi remedio.
D. PEDRO. Pues sea presto, duque Octavio.
OCTAVIO.     Embarcarme quiero a España 365
y darle a mis males fin.
D. PEDRO. Por la puerta del jardín,
duque, esta prisión se engaña.
OCTAVIO. ¡Ah, veleta ! ¡Débil caña !
A más furor me provoco 370
y extrañas provincias toco
huyendo desta cautela.
¡Patria, adiós ! ¿Con Isabela
hombre en palacio ?... ¡Estoy loco !
Vanse, y sale TISBEA, pescadora, con una caña de pescar en la mano
TISBEA. Yo, de cuantas el mar, 375
pies de jazmín y rosa,
en sus riberas besa
con fugitivas olas,
sola de amor exenta,
como en ventura sola, 380
tirana me reservo
de sus prisiones locas,
aquí donde el sol pisa
soñolientas las ondas,
alegrando zafiros 385
las que espantaba sombras.
Por la menuda arena,
unas veces aljófar
y átomos otras veces
del sol que así le dora, 390
oyendo de las aves
las quejas amorosas,
y los combates dulces
del agua entre las rocas,
ya con la sutil caña 395
que el débil peso dobla
del necio pececillo
que el mar salado azota,
o ya con la atarraya
que en sus moradas hondas 400
prende cuantos habitan
aposentos de conchas,
seguramente tengo
que en libertad se goza
el alma que amor áspid 405
no le ofende ponzoña.
En pequeñuelo esquife
ya en compañía de otras
tal vez al mar le peino
la cabeza espumosa, 410
y cuando más perdidas
querellas de amor forman,
como de todos río,
envidia soy de todas.
¡Dichosa yo mil veces, 415
amor, pues me perdonas,
si ya, por ser humilde,
no desprecias mi choza !
Obeliscos de paja
mi edificio coronan, 420
nidos, si no a cigÜeñas,
a tortolillas locas.
Mi honor conservo en pajas,
como fruta sabrosa,
vidrio guardado en ellas 425
para que no se rompa.
De cuantos pescadores
con fuego Tarragona
de piratas defienden
en la argentada costa, 430
desprecio soy, encanto
a sus suspiros sorda,
a sus ruegos terrible,
a sus promesas roca.
Anfriso a quien el cielo 435
con mano poderosa,
prodigio en cuerpo y alma,
dotó de gracias todas,
medido en las palabras,
liberal en las obras, 440
sufrido en los desdenes,
modesto en las congojas,
mis pajizos umbrales,
que heladas noches ronda,
a pesar de los tiempos 445
las mañanas remoza;
pues con los ramos verdes
que de los olmos corta,
mis pajas amanecen
ceñidas de lisonjas. 450
Ya con vigÜelas dulces
y sutiles zampoñas
músicas me consagra,
y todo no le importa,
porque en tirano imperio 455
vivo, de amor señora,
que halla gusto en sus penas
y en sus infiernos gloria.
Todas por él se mueren,
y yo todas las horas 460
le mato con desdenes:
de amor condición propia,
querer donde aborrecen,
despreciar donde adoran,
que si le alegran muere, 465
y vive si le oprobian.
En tan alegre día
segura de lisonjas,
mis juveniles años
amor no los malogra, 470
que en edad tan florida,
amor, no es suerte poca
no ver entre estas redes
las tuyas amorosas.
Pero, necio discurso 475
que mi ejercicio estorbas,
en él no me diviertas
en cosa que no importa.
Quiero entregar la caña
al viento, y a la boca 480
del pececillo el cebo.
Pero al agua se arrojan
dos hombres de una nave,
antes que el mar la sorba,
que sobre el agua viene 485
y en un escollo aborda;
como hermoso pavón,
hace las velas cola,
adonde los pilotos
todos los ojos pongan. 490
Las olas va escarbando,
y ya su orgullo y pompa
casi la desvanece.
Agua un costado toma.
Hundióse y dejó al viento 495
la gavia, que la escoja
para morada suya,
que un loco en gavias mora.
            (Dentro: ¡Que me ahogo !)
Un hombre a otro aguarda
que dice que se ahoga. 500
¡Gallarda cortesía !
En los hombros le toma.
Anquises le hace Eneas,
si el mar está hecho Troya.
Ya, nadando, las aguas 505
con valentía corta,
y en la playa no veo
quien le ampare y socorra.
Daré voces: « ¡Tirseo,
Anfriso, Alfredo, hola ! » 510
Pescadores me miran,
plega a Dios que me oigan.
Mas milagrosamente
ya tierra los dos toman,
sin aliento el que nada, 515
con vida el que le estorba.
Saca en brazos CATALINON a D. JUAN., mojados
CATALINON.     ¡Válgame la Cananea,
y qué salado está el mar !
Aquí puede bien nadar
el que salvarse desea, 520
    que allá dentro es desatino
donde la muerte se fragua,
¿donde Dios juntó tanta agua,
no juntara tanto vino ?
    Agua salda, extremada 525
cosa para quien no pesca.
Si es mala aun el agua fresca,
¿qué será el agua salada ?
    ¡Oh, quién hallara una fragua
de vino, aunque algo encendido ! 530
Si de la agua que he bebido
escapo yo, no más agua.
    Desde hoy abernuncio della;
que la devoción me quita
tanto, que agua bendita 535
no pienso ver, por no vella.
    ¡Ah, señor ! Helado y frío
está. ¿Si estará ya muerto ?
Del mar fue este desconcierto,
y mío este desvarío. 540
    ¡Mal haya aquel que primero
pinos en la mar sembró,
y que sus rumbos midió
con quebradizo madero !
    ¡Maldito sea el vil sastre 545
que cosió el mar que dibuja
con astronómica aguja,
causa de tanto desastre !
    ¡Maldito sea Jasón,
y Tifis maldito sea ! 550
Muerto está, no hay quien lo crea.
¡Mísero Catalinón !
    ¿Qué he de hacer ?
TISBEA.                                 Hombre, ¿qué tienes
en desventuras iguales ?
CATALINON. Pescadora, muchos males, 555
y falta de muchos bienes.
    Veo, por librarme a mí,
sin vida a mi señor. Mira
si es verdad.
TISBEA.                    No, que aún respira.
CATALINON. ¿Por dónde ? ¿Por aquí ?
TISBEA.                                     Sí; 560
pues, ¿por dónde ?
CATALINON.                              Bien podía
respirar por otra parte.
TISBEA. Necio estás.
CATALINON.                   Quiero besarte
las manos de nieve fría.
TISBEA.     Ve a llamar los pescadores 565
que en aquella choza están.
CATALINON. Y si los llamo, ¿vernán ?
TISBEA. Vendrán presto. No lo ignores.
    ¿Quién es este caballero ?
CATALINON. Es hijo aqueste señor 570
del camarero mayor
del rey, por quien ser espero
    antes de seis días conde
en Sevilla, donde va,
y adonde su alteza está, 575
si a mi amistad corresponde.
TISBEA.     ¿Cómo se llama ?
CATALINON.                              Don Juan
Tenorio.
TISBEA.             Llama mi gente.
CATALINON. Ya voy. (Vase.)
Coge en el regazo TISBEA a D. JUAN.
TISBEA. Mancebo excelente,
gallardo, noble y galán. 580
    Volved en vos, caballero.
D. JUAN. ¿Dónde estoy ?
TISBEA.                       Ya podéis ver;
en brazos de una mujer.
D. JUAN. Vivo en vos, si en el mar muero.
    Ya perdí todo el recelo 585
que me pudiera anegar,
pues del infierno del mar
salgo a vuestro claro cielo.
    Un espantoso huracán
dio con mi nave al través, 590
para arrojarme a esos pies
que abrigo y puerto me dan.
    Y en vuestro divino oriente
renazco, y no hay que espantar,
pues veis que hay de amar a mar 595
una letra solamente.
TISBEA.     Muy grande aliento tenéis
para venir sin aliento
y tras de tanto tormento
mucho tormento ofrecéis. 600
    Pero si es tormento el mar
y son sus ondas crueles,
la fuerza de los cordeles
pienso que os hacen hablar.
    Sin duda que habéis bebido 605
del mar la oración pasada,
pues por ser de agua salada
con tan grande sal ha sido.
    Mucho habláis cuando no habláis,
y cuando muerto venís 610
mucho al parecer sentís;
¡plega a Dios que no mintáis !
    Parecéis caballo griego
que el mar a mis pies desagua
pues venís formado de agua 615
y estáis preñado de fuego.
    Y si mojado abrasáis,
estando enjuto, ¿qué haréis ?
Mucho fuego prometéis;
¡plega a Dios que no mintáis ! 620
D. JUAN.     A Dios, zagala, pluguiera
que en el agua me anegara
para que cuerdo acabara
y loco en vos no muriera;
    que el mar pudiera anegarme 625
entre sus olas de plata
que sus límites desata,
mas no pudiera abrasarme.
    Gran parte del sol mostráis,
pues que el sol os da licencia, 630
pues sólo con la apariencia,
siendo de nieve, abrasáis.
TISBEA.     Por más helado que estáis,
tanto fuego en vos tenéis,
que en este mío os ardéis. 635
¡Plega a Dios que no mintáis !
Salen CATALINON CORIDON y ANFRISO, pescadores
CATALINON.     Ya vienen todos aquí.
TISBEA. Y ya está tu dueño vivo.
D. JUAN. Con tu presencia recibo
el aliento que perdí. 640
CORIDON.     ¿Qué nos mandas ?
TISBEA.                                 Coridón,
Anfriso, amigos...
CORIDON.                             Todos
buscamos por varios modos
esta dichosa ocasión.
    Di qué nos mandas, Tisbea 645
que por labios de clavel
no lo habrás mandado a aquel
que idolatrarte desea,
    apenas, cuando al momento,
sin cesar, en llano o sierra, 650
surque el mar, tale la tierra,
pise el fuego, y pare el viento.
TISBEA. Ap.
(¡Oh, qué mal me parecían
estas lisonjas ayer,
y hoy echo en ellas de ver 655
que sus labios no mentían !)
    Estando, amigos, pescando
sobre este peñasco, vi
hundirse una nave allí,
y entre las olas nadando 660
    dos hombres; y compasiva,
di voces, y nadie oyó;
y en tanta aflicción, llegó
libre de la furia esquiva
    del mar, sin vida a la arena, 665
deste en los hombros cargado,
un hidalgo y anegado,
y envuelta en tan triste pena
    a llamaros envié,
ANFRISO. Pues aquí todos estamos, 670
manda que en tu gusto hagamos
lo que pensado no fue.
TISBEA.     Que a mi choza los llevemos
quiero, donde, agradecidos,
reparemos sus vestidos, 675
y a ellos los regalaremos;
    que mi padre gusta mucho
desta debida piedad.
CATALINON. ¡Extremada es su beldad !
D. JUAN. Escucha aparte.
CATALINON.                       Ya escucho 680
D. JUAN.     Si te pregunta quién soy,
di que no sabes.
CATALINON.                        ¡A mí !...
¿Quieres advertirme a mí
lo que he de hacer ?
D. JUAN.                             Muerto voy
    por la hermosa pescadora; 685
esta noche he de gozalla.
CATALINON. ¿De qué suerte ?
D. JUAN.         Ven y calla.
CORIDON. Anfriso, dentro de un hora
    los pescadores prevén
que canten y bailen.
ANFRISO.                              Vamos, 690
y esta noche nos hagamos
rajas, y palos también.
D. JUAN.     Muerto soy.
TISBEA.                     ¿Cómo, si andáis ?
D. JUAN. Ando en pena, como veis.
TISBEA. Mucho habláis.
D. JUAN.                        Mucho entendéis. 695
TISBEA. ¡Plega a Dios que no mintáis ! (Vanse.)
Sale D. GONZALO DE ULLOA, y EL REY D. ALONSO DE CASTILLA
REY.     ¿Cómo os ha sucedido en la embajada,
Comendador mayor ?
D. GONZALO.                                Hallé en Lisboa
al rey don Juan, tu primo, previniendo
treinta naves de armada.
REY.                                      ¿Y para dónde ? 700
D. GONZALO. Para Goa me dijo, mas yo entiendo
que a otra empresa más fácil apercibe.
A Ceuta o Tánger pienso que pretende
cercar este verano.
REY.                             Dios le ayude,
y premie el celo de aumentar su gloria. 705
¿Qué es lo que concertasteis ?
D. GONZALO.                                              Señor, pide
a Cerpa y Mora, y Olivencia y Toro;
y por eso te vuelve a Villaverde,
al Almendral, a Mértola y Herrera
entre Castilla y Portugal.
REY.                                       Al punto 710
se firmen los conciertos, don Gonzalo.
Mas decidme primero cómo ha ido
en el camino, que vendréis cansado
y alcanzado también.
D. GONZALO.                                 Para serviros,
nunca, señor, me canso.
REY.                                  ¿Es buena tierra 715
Lisboa ?
D. GONZALO.              La mayor ciudad de España;
y si mandas que diga lo que he visto
de lo exterior y célebre, en un punto
en tu presencia te pondré un retrato.
REY. Gustaré de oíllo. Dadme silla. 720
D. GONZALO. Es Lisboa una otava maravilla.
    De las entrañas de España,
que son las tierras de Cuenca,
nace el caudaloso Tajo,
que media España atraviesa. 725
Entra en el mar Oceano,
en las sagradas riberas
de esta ciudad, por la parte
del sur, mas antes que pierda
su curso y su claro nombre 730
hace un cuarto entre dos sierras,
donde están de todo el orbe
barcas, naves, carabelas.
Hay galeras y saetías
tantas, que desde la tierra 735
parece una gran ciudad
adonde Neptuno reina.
A la parte del poniente
guardan del puerto dos fuerzas
de Cascaes y San Gian, 740
las más fuertes de la tierra.
Está, desta gran ciudad,
poco más de media legua
Belén, convento del santo
conocido por la piedra 745
y por el león de guarda,
donde los reyes y reinas
católicos y cristianos
tienen sus casas perpetuas.
Luego esta máquina insigne, 750
desde Alcántara comienza
una gran legua a tenderse
al convento de Jabregas.
En medio está el valle hermoso
coronado de tres cuestas, 755
que quedara corto Apeles
cuando pintarlas quisiera,
porque, miradas de lejos,
parecen piñas de perlas
que están pendientes del cielo, 760
en cuya grandeza inmensa
se ven diez Romas cifradas
en conventos y en iglesias,
en edificios y calles,
en solares y encomiendas, 765
en las letras y en las armas,
en la justicia tan recta,
y en una Misericordia
que está honrando su ribera,
y pudiera honrar a España 770
y aun enseñar a tenerla.
Y en lo que yo más alabo
desta máquina soberbia,
es que del mismo castillo
en distancia de seis leguas, 775
se ven sesenta lugares
que llega el mar a sus puertas,
uno de los cuales es
el convento de Olivelas,
en el cual vi por mis ojos 780
seiscientas y treinta celdas,
y entre monjas y beatas
pasan de mil y docientas.
Tiene desde allí a Lisboa,
en distancia muy pequeña, 785
mil y ciento y treinta quintas,
que en nuestra provincia Bética
llaman cortijos, y todas
con sus huertos y alamedas.
En medio de la ciudad 790
hay una plaza soberbia
que se llama del Rucío,
grande, hermosa y bien dispuesta,
que habrá cien años y aun más
que el mar bañaba su arena, 795
y ahora della a la mar
hay treinta mil casas hechas;
que, perdiendo el mar su curso,
se tendió a partes diversas.
Tiene una calle que llaman 800
rua Nova o calle Nueva,
donde se cifra el Oriente
en grandezas y riquezas;
tanto, que el rey me contó
que hay un mercader en ella 805
que, por no poder contarlo,
mide el dinero a fanegas.
El terrero, donde tiene
Portugal su casa regia,
tiene infinitos navíos, 810
varados siempre en la tierra,
de sólo cebada y trigo
de Francia y Ingalaterra.
Pues el palacio real,
que el Tajo sus manos besa, 815
es edificio de Ulises,
que basta para grandeza,
de quien toma la ciudad
nombre en la latina lengua,
llamándose Ulisibona, 820
cuyas armas son la esfera,
por pedestal de las llagas
que en la batalla sangrienta
al rey don Alfonso Enríquez
dio la Majestad Inmensa. 825
Tiene en su gran tarazana
diversas naves, y entre ellas,
las naves de la conquista,
tan grandes, que de la tierra
miradas, juzgan los hombres 830
que tocan en las estrellas.
Y lo que desta ciudad
te cuento por excelencia
es, que estando sus vecinos
comiendo, desde las mesas 835
ven los copos del pescado
que junto a sus puertas pescan,
que, bullendo entre las redes,
vienen a entrarse por ellas;
y sobre todo, el llegar 840
cada tarde a su ribera
más de mil barcos cargados
de mercancías diversas,
y de sustento ordinario:
pan, aceite, vino y leña, 845
frutas de infinita suerte,
nieve de Sierra de Estrella,
que por las calles a gritos,
puesta sobre las cabezas,
la venden. Mas, ¿qué me canso ? 850
porque es contar las estrellas
querer contar una parte
de la ciudad opulenta.
Ciento y treinta mil vecinos
tiene, gran señor, por cuenta; 855
y por no cansarte más,
un rey que tus manos besa.
REY. Más estimo, don Gonzalo,
escuchar de vuestra lengua
esa relación sucinta, 860
que haber visto su grandeza.
¿Tenéis hijos ?
D. GONZALO.                      Gran señor,
una hija hermosa y bella,
en cuyo rostro divino
se esmeró naturaleza. 865
REY. Pues yo os la quiero casar
de mi mano.
D. GONZALO.                  Como sea
tu gusto, digo, señor,
que yo lo aceto por ella.
Pero, ¿quién es el esposo ? 870
REY. Aunque no está en esta tierra,
es de Sevilla, y se llama
don Juan Tenorio.
[D. GONZALO.]                          Las nuevas
voy a llevar a doña Ana.
.....................................................................
REY. Id en buen hora, y volved, 875
Gonzalo, con la respuesta.
Vanse y sale D. JUAN. TENORIO, y CATALINON
D. JUAN.     Esas dos yeguas prevén,
pues acomodadas son.
CATALINON. Aunque soy Catalinón,
soy, señor, hombre de bien; 880
    que no se dijo por mí,
« Catalinón es el hombre »;
que sabes que aquese nombre
me asienta al revés a mí.
D. JUAN.     Mientras que los pescadores 885
van de regocijo y fiesta,
tú las dos yeguas apresta;
que de sus pies voladores
    sólo nuestro engaño fío.
CATALINON. Al fin, ¿pretendes gozar 890
a Tisbea ?
D. JUAN.               Si burlar
es hábito antiguo mío,
    ¿qué me preguntas, sabiendo
mi condición ?
CATALINON.                    Ya sé que eres
castigo de las mujeres. 895
D. JUAN. Por Tisbea estoy muriendo,
    que es buena moza.
CATALINON.                                ¡Buen pago
a su hospedaje deseas !
D. JUAN. Necio, lo mismo hizo Eneas
con la reina de Cartago. 900
CATALINON.     Los que fingís y engañáis
las mujeres desa suerte
lo pagaréis con la muerte.
D. JUAN. ¡Qué largo me lo fiáis !
    Catalinón con razón 905
te llaman.
CATALINON.              Tus pareceres
sigue, que en burlar mujeres
quiero ser Catalinón.
    Ya viene la desdichada.
D. JUAN. Vete, y las yeguas prevén. 910
CATALINON. ¡Pobre mujer ! Harto bien
te pagamos la posada.
Vase CATALINON y sale TISBEA
TISBEA.     El rato que sin ti estoy
estoy ajena de mí.
D. JUAN. Por lo que finges ansí, 915
ningún crédito te doy.
TISBEA.     ¿Por qué ?
D. JUAN.                   Porque, si me amaras,
mi alma favorecieras.
TISBEA. Tuya soy.
D. JUAN.              Pues di, ¿qué esperas,
o en qué, señora, reparas ? 920
TISBEA.     Reparo en que fue castigo
de amor el que he hallado en ti.
D. JUAN. Si vivo, mi bien, en ti,
a cualquier cosa me obligo.
    Aunque yo sepa perder 925
en tu servicio la vida,
la diera por bien perdida,
y te prometo de ser
    tu esposo.
TISBEA.                  Soy desigual
a tu ser.
D. JUAN.             Amor es rey 930
que iguala con justa ley
la seda con el sayal.
TISBEA.     Casi te quiero creer;
mas sois los hombres traidores.
D. JUAN. ¿Posible es, mi bien, que ignores 935
mi amoroso proceder ?
    Hoy prendes con tus cabellos
mi alma.
TISBEA.             Yo a ti me allano
bajo la palabra y mano
de esposo.
D. JUAN.               Juro, ojos bellos, 940
que mirando me matáis,
de ser vuestro esposo.
TISBEA.                                Advierte,
mi bien, que hay Dios y que hay muerte.
D. JUAN. [Ap.]
(¡Qué largo me lo fiáis !)
    Ojos bellos, mientras viva, 945
yo vuestro esclavo seré.
Esta es mi mano y mi fe.
TISBEA. No seré en pagarte esquiva.
D. JUAN.     Ya en mí mismo no sosiego.
TISBEA. Ven, y será la cabaña 950
del amor que me acompaña
tálamo de nuestro fuego.
    Entre estas cañas te esconde
hasta que tenga lugar.
D. JUAN. ¿Por dónde tengo de entrar ? 955
TISBEA. Ven y te diré por dónde.
D. JUAN.     Gloria al alma, mi bien, dais.
TISBEA. Esa voluntad te obligue,
y si no, Dios te castigue.
D. JUAN. (¡Qué largo me lo fiáis !) 960
Vanse y sale CORIDON ANFRISO, BELISA, y MUSICOS
CORIDON.     Ea, llamad a Tisbea,
y los zagales llamad
para que en la soledad
el huésped la corte vea.
ANFRISO.     ¡Tisbea, Usindra, Atandria ! 965
No vi cosa mas cruel.
¡Triste y mísero de aquel
que en su fuego es salamandria !
    Antes que el baile empecemos
a Tisbea prevengamos. 970
BELISA. Vamos a llamarla.
CORIDON.                         Vamos.
BELISA. A su cabaña lleguemos.
CORIDON.     ¿No ves que estará ocupada
con los huéspedes dichosos,
de quien hay mil envidiosos ? 975
ANFRISO. Siempre es Tisbea envidiada.
BELISA.     Cantad algo mientras viene,
porque queremos bailar.
ANFRISO. ¿Cómo podrá descansar
cuidado que celos tiene ? 980
(Cantan):      A pescar salió la niña
tendiendo redes;
y, en lugar de peces,
las almas prende. (Sale TISBEA.)
TISBEA.     ¡Fuego, fuego, que me quemo, 985
que mi cabaña se abrasa !
Repicad a fuego, amigos;
que ya dan mis ojos agua.
Mi pobre edificio queda
hecho otra Troya en las llamas; 990
que después que faltan Troyas
quiere amor quemar cabañas.
Mas si amor abrasa peñas
con gran ira y fuerza extraña,
mal podrán de su rigor 995
reservarse humildes pajas.
¡Fuego, zagales, fuego, agua, agua !
¡Amor, clemencia, que se abrasa el alma !
¡Ay, choza, vil instrumento
de mi deshonra y mi infamia ! 1000
¡Cueva de ladrones fiera
que mis agravios ampara !
Rayos de ardientes estrellas
en tus cabelleras caigan,
porque abrasadas estén, 1005
si del viento mal peinadas.
¡Ah, falso huésped, que dejas
una mujer deshonrada !
Nube que del mar salió
para anegar mis entrañas. 1010
¡Fuego, fuego, zagales, agua, agua !
¡Amor, clemencia, que se abrasa el alma !
Yo soy la que hacía siempre
de los hombres burla tanta,
que siempre las que hacen burla 1015
vienen a quedar burladas.
Engañóme el caballero
debajo de fe y palabra
de marido y profanó
mi honestidad y mi cama. 1020
Gozórne al fin, y yo propia
le di a su rigor las alas
en dos yeguas que crié,
con que me burló y se escapa.
Seguilde todos, seguilde. 1025
Mas no importa que se vaya,
que en la presencia del rey
tengo de pedir venganza.
¡Fuego, fuego, zagales, agua, agua !
¡Amor, clemencia, que se abrasa el alma ! 1030
(Vase TISBEA.)
CORIDON. Seguid al vil caballero.
ANFRISO. ¡Triste del que pena y calla !
Mas, ¡vive el cielo, que en él
me he de vengar desta ingrata !
Vamos tras ella nosotros, 1035
porque va desesperada,
y podrá ser que ella vaya
buscando mayor desgracia.
CORIDON. Tal fin la soberbia tiene.
¡Su locura y confianza 1040
paró en esto !
(Dice TISBEA dentro: ¡Fuego, fuego !)
ANFRISO.                   Al mar se arroja.
CORIDON. Tisbea, detente y para.
TISBEA. ¡Fuego, fuego, zagales, agua, agua !
¡Amor, clemencia, que se abrasa el alma !

JORNADA SEGUNDA



<
Sale EL REY D. ALONSO, y D. DIEGO TENORIO, de barba
REY.     ¿Qué me dices ?
D. DIEGO.                            Señor, la verdad digo. 1045
Por esta carta estoy del caso cierto,
que es de tu embajador y de mi hermano;
halláronle en la cuadra del rey mismo
con una hermosa dama de palacio.
REY. ¿Qué calidad ?
D. DIEGO.                      Señor, es la duquesa 1050
Isabela.
REY.            ¿Isabela ?
D. DIEGO.                         Por lo menos.
REY. ¡Atrevimiento temerario ! ¿Y dónde
ahora está ?
D. DIEGO.                 Señor, a vuestra alteza
no he de encubrille la verdad: anoche
a Sevilla llegó con un criado. 1055
REY. Ya conocéis, Tenorio, que os estimo,
y al rey informaré del caso luego,
casando a ese rapaz con Isabela,
volviendo a su sosiego al duque Octavio,
que inocente padece; y luego al punto 1060
haced que don Juan salga desterrado.
D. DIEGO. ¿Adónde, mi señor ?
REY.                              Mi enojo vea
en el destierro de Sevilla; salga
a Lebrija esta noche, y agradezca
sólo al merecimiento de su padre... 1065
Pero, decid, don Diego, ¿qué diremos
a Gonzalo de Ulloa, sin que erremos ?
Caséle con su hija y no sé cómo
lo puedo ahora remediar.
D. DIEGO.                                      Pues mira,
gran señor, qué mandas que yo haga 1070
que esté bien al honor de esta señora,
hija de un padre tal.
REY.                             Un medio tomo
con que absolvello del enojo entiendo:
Mayordomo mayor pretendo hacelle.
Sale UN CRIADO
CRIADO. Un caballero llega de camino, 1075
y dice, señor, que es el duque Octavio.
REY. ¿El duque Octavio ?
CRIADO.                            Sí, señor.
REY.                                          Sin duda
que supo de don Juan el desatino
y que viene, incitado a la venganza,
a pedir que le otorgue desafío. 1080
D. DIEGO. Gran señor, en tus heroicas manos
está mi vida, que mi vida propria
es la vida de un hijo inobediente,
que, aunque mozo, gallardo y valeroso,
y le llaman los mozos de su tiempo 1085
el Héctor de Sevilla, porque ha hecho
tantas y tan extrañas mocedades,
la razón puede mucho. No permitas
el desafío, si es posible. Basta.
REY. Ya os entiendo, Tenorio, honor de padre.
Entre el duque. 1090
D. DIEGO.     Señor, dame esas plantas.
¿Cómo podré pagar mercedes tantas ?
Sale EL DUQUE OCTAVIO, de camino
OCTAVIO.     A esos pies gran señor, un peregrino,
mísero y desterrado, ofrece el labio,
juzgando por más fácil el camino 1095
en vuestra gran presencia.
REY.                                    Duque Octavio...
OCTAVIO. Huyendo vengo el fiero desatino
de una mujer, el no pensado agravio
de un caballero que la causa ha sido
de que así a vuestros pies haya venido. 1100
REY.     Ya, duque Octavio, sé vuestra inocencia.
Yo al rey escribiré que os restituya
en vuestro estado, puesto que el ausencia
que hicisteis algún daño os atribuya.
Yo os casare en Sevilla con licencia 1105
y también con perdón y gracia suya;
que puesto que Isabela un ángel sea,
mirando la que os doy, ha de ser fea.
    Comendador mayor de Calatrava
es Gonzalo de Ulloa, un caballero 1110
a quien el moro por temor alaba,
que siempre es el cobarde lisonjero.
Este tiene una hija en quien bastaba
en dote la virtud, que considero,
después de la beldad, que es maravilla, 1115
y es sol de las estrellas de Sevilla.
    Esta quiero que sea vuestra esposa.
OCTAVIO. Cuando yo este viaje le emprendiera
a sólo eso, mi suerte era dichosa,
sabiendo yo que vuestro gusto fuera. 1120
REY. Hospedaréis al duque, sin que cosa
en su regalo falte.
OCTAVIO.                        Quien espera
en vos, señor, saldrá de premios lleno.
Primero Alfonso sois, siendo el Onceno.
Vase EL REY y D. DIEGO, y sale RIPIO
RIPIO     ¿Qué ha sucedido ?
OCTAVIO.                       Que he dado 1125
el trabajo recebido,
desde hoy por bien empleado.
    Hablé al rey, viome y honróme.
César con el César fui, 1130
pues vi, peleé y vencí;
y hace que esposa tome
    de su mano, y se prefiere
a desenojar al rey
en la fulminada ley. 1135
RIPIO. Con razón el nombre adquiere
    de generoso en Castilla.
Al fin, ¿te llegó a ofrecer
mujer ?
OCTAVIO.           Sí, amigo, mujer
de Sevilla; que Sevilla 1140
    da, si averiguallo quieres,
porque de oíllo te asombres,
si fuertes y airosos hombres,
también gallardas mujeres.
    Un manto tapado, un brío, 1145
donde un puro sol se asconde,
si no es en Sevilla, ¿adónde
se admite ? El contento mío
    es tal, que ya me consuela
en mi mal.
Sale D. JUAN. y CATALINON
CATALINON.               Señor, deténte; 1150
que aquí está el duque, inocente
Sagitario de Isabela,
    aunque mejor le diré
Capricornio.
D. JUAN.                   Disimula.
CATALINON. (Cuando le vende le adula.) 1155
D. JUAN. Como a Nápoles dejé
    por enviarme a llamar
con tanta priesa mi rey,
y como su gusto es ley,
no tuve, Octavio, lugar, 1160
    de despedirme de vos
de ningún modo.
OCTAVIO.                        Por eso,
don Juan, amigo os confieso;
que hoy nos juntamos los dos
    en Sevilla.
D. JUAN.                  ¡Quién pensara 1165
duque, que en Sevilla os viera.
¿Vos Puzol, vos la ribera,
desde Parténope clara
    dejáis ? Aunque es un lugar
Nápoles tan excelente, 1170
por Sevilla solamente
se puede, amigo, dejar.
OCTAVIO.     Si en Nápoles os oyera,
y no en la parte que estoy,
del crédito que ahora os doy 1175
sospecho que me riera.
    Mas llegándola a habitar,
es, por lo mucho que alcanza,
corta cualquiera alabanza
que a Sevilla queráis dar. 1180
    ¿Quién es el que viene allí ?
D. JUAN. El que viene es el marqués
de la Mota.
[OCTAVIO.]                 Descortés
es fuerza ser.
[D. JUAN.]                   Si de mí
    algo hubiereis menester, 1185
aquí espada y brazo está.
CATALINON. (Y si importa, gozará
en su nombre otra mujer;
    que tiene buena opinión.)
OCTAVIO. De vos estoy satisfecho. 1190
CATALINON. Si fuere de algún provecho,
señores, Catalinón,
    vuarcedes continuamente
me hallarán para servillos.
RIPIO. ¿Y dónde ?
CATALINON.                 En los Pajarillos, 1195
tabernáculo excelente.
Vase OCTAVIO y RIPIO, y sale EL MARQUES DE LA MOTA
MOTA.     Todo hoy os ando buscando,
y no os he podido hallar.
¿Vos, don Juan, en el lugar,
y vuestro amigo penando 1200
    en vuestra ausencia ?
D. JUAN.                                  ¡Por Dios,
amigo, que me debéis
esa merced que me hacéis !
CATALINON. Como no le entreguéis vos
    moza o cosa que lo valga, 1205
bien podéis fiaros dél;
que en cuanto en esto es cruel,
tiene condición hidalga.
D. JUAN.     ¿Qué hay de Sevilla ?
MOTA.                                   Está ya
toda esta corte mudada. 1210
D. JUAN. ¿Mujeres ?
MOTA. Cosa juzgada.
D. JUAN. ¿Inés ?
MOTA.             A Vejel se va.
D. JUAN.     Buen lugar para vivir
la que tan dama nació.
MOTA. El tiempo la desterró 1215
a Vejel.
D. JUAN.                 Irá a morir.
¿Costanza ?
MOTA.                Es lástima vella
lampiña de frente y ceja.
Llámale el portugués, vieja,
y ella imagina que bella. 1220
D. JUAN.     Sí, que velha en portugués
suena vieja en castellano.
¿Y Teodora ?
MOTA.                    Este verano
se escapó del mal francés
    por un río de sudores; 1225
y está tan tierna y reciente,
que anteayer me arrojó un diente
envuelto entre muchas flores.
D. JUAN.     ¿Julia, la del Candilejo ?
MOTA. Ya con sus afeites lucha. 1230
D. JUAN. ¿Véndese siempre por trucha ?
MOTA. Ya se da por abadejo.
D. JUAN.     El barrio de Cantarranas,
¿tiene buena población ?
MOTA. Ranas las más dellas son. 1235
D. JUAN. ¿Y viven las dos hermanas ?
MOTA.     Y la mona de Tolú
de su madre Celestina
que les enseña dotrina.
D. JUAN. ¡Oh, vieja de Bercebú ! 1240
    ¿Cómo la mayor está ?
MOTA. Blanca, sin blanca ninguna;
tiene un santo a quien ayuna.
D. JUAN. ¿Agora en vigilias da ?
MOTA.     Es firme y santa mujer. 1245
D. JUAN. ¿Y esotra ?
MOTA.                Mejor principio
tiene; no desecha ripio.
D. JUAN. Buen albañir quiere ser.
    Marqués, ¿qué hay de perros muertos ?
MOTA. Yo y don Pedro de Esquivel 1250
dimos anoche un cruel,
y esta noche tengo ciertos
    otros dos.
D. JUAN.                  Iré con vos;
que también recorreré
cierto nido que dejé 1250
en gÜevos para los dos.
    ¿Qué hay de terrero ?
MOTA.                                   No muero
en terrero, que enterrado
me tiene mayor cuidado.
D. JUAN. ¿Cómo ?
MOTA.                 Un imposible quiero 1260
D. JUAN. Pues, ¿no os corresponde ?
MOTA.                                         Sí,
me favorece y estima.
D. JUAN. ¿Quién es ?
MOTA.                Doña Ana, mi prima,
que es recién llegada aquí.
D. JUAN.     Pues, ¿dónde ha estado ? 1265
MOTA.                                          En Lisboa,
con su padre en la embajada.
D. JUAN. ¿Es hermosa ?
MOTA.                     Es extremada,
porque en doña Ana de Ulloa
    se extremó naturaleza.
D. JUAN. ¿Tan bella es esa mujer ? 1270
¡Vive Dios que la he de ver !
MOTA. Veréis la mayor belleza
    que los ojos del rey ven.
D. JUAN. Casaos, pues es extremada.
MOTA. El rey la tiene casada, 1275
y no se sabe con quién.
D. JUAN.     ¿No os favorece ?
MOTA.                              Y me escribe.
CATALINON. [Ap.]
(No prosigas, que te engaña
el gran burlador de España.)
D. JUAN. Quien tan satisfecho vive 1280
    de su amor, ¿desdichas teme ?
Sacalda, solicitalda,
escribilda y engañalda,
y el mundo se abrase y queme.
MOTA.     Agora estoy aguardando 1285
la postrer resolución.
D. JUAN. Pues no perdáis la ocasión,
que aquí os estoy aguardando.
MOTA.     Ya vuelvo.
CATALINON.                   Señor Cuadrado,
o señor Redondo, adiós. 1290
CRIADO. Adiós.
Vase EL MARQUES, y EL CRIADO
D. JUAN.             Pues solos los dos,
amigo, habemos quedado,
    síguele el paso al marqués,
que en el palacio se entró.
Vase CATALINON
Habla por una reja UNA MUJER
MUJER.     Ce, ¿a quién digo ?
D. JUAN.                               ¿Quién llamó ? 1295
MUJER. Pues sois prudente y cortés
    y su amigo, dalde luego
al marqués este papel;
mirad que consiste en él
de una señora el sosiego. 1300
D. JUAN.     Digo que se lo daré;
soy su amigo y caballero.
MUJER. Basta, señor forastero.
Adiós. (Vase.)
D. JUAN.            Ya la voz se fue.
    ¿No parece encantamento 1305
esto que agora ha pasado ?
A mí el papel ha llegado
por la estafeta del viento.
    Sin duda que es de la dama
que el marqués me ha encarecido; 1310
venturoso en esto he sido.
Sevilla a voces me llama
    el Burlador, y el mayor
gusto que en mí puede haber
es burlar una mujer 1315
y dejalla sin honor.
    ¡Vive Dios, que le he de abrir,
pues salí de la plazuela !
Mas, ¿si hubiese otra cautela ?...
Gana me da de reír. 1320
    Ya está abierto el papel,
y que es suyo es cosa llana
porque aquí firma doña Ana.
Dice así: « Mi padre infiel
    en secreto me ha casado 1325
sin poderme resistir;
no sé si podré vivir
porque la muerte me ha dado.
    Si estimas, como es razón,
mi amor y mi voluntad, 1330
y si tu amor fue verdad,
muéstralo en esta ocasión.
    Porque veas que te estimo,
ven esta noche a la puerta,
que estará a las once abierta, 1335
donde tu esperanza, primo,
    goces y el fin de tu amor.
Traerás, mi gloria, por señas
de Leonorilla y las dueñas,
una capa de color. 1340
    Mi amor todo de ti fío,
y adiós. » -¡Desdichado amante !
¿Hay suceso semejante ?
Ya de la burla me río.
    Gozaréla, ¡vive Dios !, 1345
con el engaño y cautela
que en Nápoles a Isabela.
Sale CATALINON
CATALINON. Ya el marqués viene.
D. JUAN.                               Los dos
    aquesta noche tenemos
que hacer.
CATALINON.            ¿Hay engaño nuevo ? 1350
D. JUAN. Extremado.
CATALINON.                 No lo apruebo.
Tú pretendes que escapemos
    una vez, señor, burlados;
que el que vive de burlar
burlado habrá de escapar, 1355
pagando tantos pecados
    de una vez.
D. JUAN.                    ¿Predicador
te vuelves, impertinente ?
CATALINON. La razón hace al valiente.
D. JUAN. Y al cobarde hace el temor. 1360
    El que se pone a servir
voluntad no ha de tener,
y todo ha de ser hacer,
y nada ha de ser decir.
    Sirviendo, jugando estás, 1365
y si quieres ganar luego,
haz siempre, porque en el juego
quien más hace gana más.
CATALINON.     También quien hace y dice
pierde por la mayor parte. 1370
D. JUAN. Esta vez quiero avisarte
porque otra vez no te avise.
CATALINON.     Digo que de aquí adelante
lo que me mandas haré,
y a tu lado forzaré 1375
un tigre y un elefante.
    Guárdese de mí un prior,
que si me mandas que calle
y le fuerce, he de forzalle
sin réplica, mi señor. 1380
Sale EL MARQUES DE LA MOTA
D. JUAN.     Calla, que viene el marqués.
CATALINON. Pues, ¿ha de ser el forzado ?
D. JUAN. Para vos, marqués, me han dado
un recaudo harto cortés
    por esa reja, sin ver 1385
el que me lo daba allí;
sólo en la voz conocí
que me lo daba mujer.
    Dícete al fin que a las doce
vayas secreto a la puerta 1390
(que estará a las once abierta),
donde tu esperanza goce
    la posesión de tu amor,
y que llevases por señas
de Leonorilla y las dueñas 1395
una capa de color.
MOTA.     ¿Qué dices ?
D. JUAN.                      Que este recaudo
de una ventana me dieron
sin ver quién.
MOTA.                  Con él pusieron
sosiego en tanto cuidado. 1400
    ¡Ay, amigo ! Sólo en ti
mi esperanza renaciera.
Dame esos pies.
D. JUAN.                       Considera
que no está tu prima en mí.
    Eres tú quien ha de ser 1405
quien la tiene de gozar,
¿y me llegas a abrazar
los pies ?
MOTA.             Es tal el placer
    que me ha sacado de mí.
¡Oh, sol ! apresura el paso. 1410
D. JUAN. Ya el sol camina al ocaso.
MOTA. Vamos, amigos, de aquí,
    y de noche nos pondremos.
¡Loco voy !
D. JUAN. [Ap.]
               (Bien se conoce;
mas yo bien sé que a las doce 1415
harás mayores extremos.)
MOTA.     ¡Ay, prima del alma, prima,
que quieres premiar mi fe !
CATALINON. (¡Vive Cristo, que no dé
una blanca por su prima !) 1420
Vase EL MARQUES, y sale D. DIEGO
D. DIEGO.     Don Juan.
CATALINON.                   Tu padre te llama.
D. JUAN. ¿Qué manda vueseñoría ?
D. DIEGO. Verte más cuerdo quería,
más bueno y con mejor fama.
    ¿Es posible que procuras 1425
todas las horas mi muerte ?
D. JUAN. ¿Por qué vienes desa suerte ?
D. DIEGO. Por tu trato y tus locuras.
    Al fin el rey me ha mandado
que te eche de la ciudad, 1430
porque está de una maldad
con justa causa indignado.
    Que, aunque me lo has encubierto,
ya en Sevilla el rey lo sabe,
cuyo delito es tan grave, 1435
que a decírtelo no acierto.
    ¿En el palacio real
traición, y con un amigo ?
Traidor, Dios te dé el castigo
que pide delito igual. 1440
    Mira que, aunque al parecer
Dios te consiente y aguarda,
su castigo no se tarda,
y que castigo ha de haber
    para los que profanáis 1445
su nombre; que es juez fuerte
Dios en la muerte.
D. JUAN.                          ¿En la muerte ?
¿Tan largo me lo fiáis ?
    De aquí allá hay gran jornada.
D. DIEGO. Breve te ha de parecer. 1450
D. JUAN. Y la que tengo de hacer,
pues a su alteza le agrada,
    agora, ¿es larga también ?
D. DIEGO. Hasta que el injusto agravio
satisfaga el duque Octavio, 1455
y apaciguados estén
    en Nápoles de Isabela
los sucesos que has causado,
en Lebrija retirado
por tu traición y cautela 1460
    quiere el rey que estés agora,
pena a tu maldad ligera.
CATALINON. (Ap.)
(Si el caso también supiera
de la pobre pescadora,
    más se enojara el buen viejo.) 1465
D. DIEGO. Pues no te vence castigo
con cuanto hago y cuanto digo,
a Dios tu castigo dejo. (Vase.)
CATALINON.     Fuese el viejo enternecido.
D. JUAN. Luego las lágrimas copia, 1470
condición de viejo propria.
Vamos, pues ha anochecido,
    a buscar al marqués.
CATALINON.                                  Vamos,
y al fin gozarás su dama.
D. JUAN. Ha de ser burla de fama. 1475
CATALINON. Ruego al cielo que salgamos
    della en paz.
D. JUAN.                     ¡Catalinón
en fin !
CATALINON.             Y tú, señor, eres
langosta de las mujeres,
y con público pregón, 1480
    porque de ti se guardara,
cuando a noticia viniera
de la que doncella fuera,
fuera bien se pregonara:
    « Guárdense todos de un hombre 1485
que a las mujeres engaña,
y es el burlador de España. »
D. JUAN. Tú me has dado gentil nombre.
Sale EL MARQUES, de noche, con MUSICOS, y pasea el tablado, y se entran cantando
MUSICOS.     El que un bien gozar espera,
cuanto espera desespera. 1490
D. JUAN.     ¿Qué es esto ?
CATALINON.                          Música es.
MOTA. Parece que habla conmigo
el poeta. ¿Quién va ?
D. JUAN.                              Amigo.
MOTA. ¿Es don Juan ?
D. JUAN.                     ¿Es el marqués ?
MOTA.     ¿Quién puede ser sino yo ? 1495
D. JUAN. Luego que la capa vi,
que érades vos conocí.
MOTA. Cantad, pues don Juan llegó.
[Músicos.] (Cantan.) El que un bien gozar espera,
cuanto espera desespera. 1500
D. JUAN.     ¿Qué casa es la que miráis ?
MOTA. De don Gonzalo de Ulloa.
D. JUAN. ¿Dónde iremos ?
MOTA.                      A Lisboa.
D. JUAN. ¿Cómo, si en Sevilla estáis ?
MOTA.     ¿Pues aqueso os maravilla ? 1505
¿No vive, con gusto igual,
lo peor de Portugal
en lo mejor de Castilla ?
D. JUAN.     ¿Dónde viven ?
MOTA.                        En la calle
de la Sierpe, donde ves 1510
a Adán vuelto en portugués;
que en aqueste amargo valle
    con bocados solicitan
mil Evas que, aunque dorados,
en efeto, son bocados 1515
con que el dinero nos quitan.
CATALINON.     Ir de noche no quisiera
por esa calle cruel,
pues lo que de día es miel
entonces lo dan en cera. 1520
    Una noche, por mi mal,
la vi sobre mí vertida,
y hallé que era corrompida
la cera de Portugal.
D. JUAN.     Mientras a la calle vais, 1525
yo dar un perro quisiera.
MOTA. Pues cerca de aquí me espera
un bravo.
D. JUAN.              Si me dejáis,
    señor marqués, vos veréis
cómo de mí no se escapa. 1530
MOTA. Vamos, y poneos mi capa,
para que mejor lo deis.
D. JUAN.     Bien habéis dicho. Venid,
y me enseñaréis la casa.
MOTA. Mientras el suceso pasa, 1535
la voz y el habla fingid.
    ¿Veis aquella celosía ?
D. JUAN. Ya la veo.
MOTA.               Pues llegad
y decid: « Beatriz », y entrad.
D. JUAN. ¿Qué mujer ?
MOTA.                     Rosada y fría. 1540
CATALINON.     Será mujer cantimplora.
MOTA. En Gradas os aguardamos.
D. JUAN. Adiós, marqués.
CATALINON.                       ¿Dónde vamos ?
D. JUAN. Calla, necio, calla agora;
adonde la burla mía 1545
    ejecute.
CATALINON.                 No se escapa
nadie de ti.
D. JUAN.               El trueque adoro.
CATALINON. Echaste la capa al toro.
D. JUAN. No, el toro me echó la capa.
[Vanse D. JUAN. y CATALINON]
MOTA.     La mujer ha de pensar 1550
que soy él.
MUSICOS.               ¡Qué gentil perro !
MOTA. Esto es acertar por yerro.
MUSICOS. Todo este mundo es errar.
(Cantan.)      El que un bien gozar espera,
cuanto espera desespera. 1555
Vanse, y dice D.ª ANA dentro
DOÑA ANA.     ¡Falso, no eres el marqués;
que me has engañado !
D. JUAN.                                  Digo
que lo soy.
D.ª ANA.               ¡Fiero enemigo,
mientes, mientes !
Sale D. GONZALO con la espada desnuda
D. GONZALO.         La voz es
    de doña Ana la que siento. 1560
D.ª ANA. ¿No hay quien mate este traidor,
homicida de mi honor ?
D. GONZALO. ¿Hay tan grande atrevimiento ?
    Muerto honor, dijo, ¡ay de mí !,
y es su lengua tan liviana 1565
que aquí sirve de campana.
D.ª ANA. Matalde.
Sale D. JUAN., Y CATALINON con las espadas desnudas
D. JUAN.            ¿Quién está aquí ?
D. GONZALO. ¡La barbacana caída
de la torre de mi honor,
echaste en tierra, traidor, 1570
donde era alcaide la vida.
D. JUAN.     Déjame pasar.
D. GONZALO.                           ¿Pasar ?
Por la punta desta espada.
D. JUAN. Morirás.
D. GONZALO.              No importa nada.
D. JUAN. Mira que te he de matar. 1575
D. GONZALO.     ¡Muere, traidor !
D. JUAN.                              Desta suerte
muero.
CATALINON.            Si escapo desta,
no más burlas, no más fiesta.
D. GONZALO. ¡Ay, que me has dado la muerte !
D. JUAN.     Tú la vida te quitaste. 1580
D. GONZALO. ¿De qué la vida servía ?
D. JUAN. Huye.
Vase D. JUAN., y CATALINON
D. GONZALO.     Aguarda, que es sangría
con que el valor me aumentaste;
mas no es posible que aguarde.
Seguirále mi furor, 1585
que es traidor, y el que es traidor
es traidor porque es cobarde.
Entran muerto a D. GONZALO, y sale EL MARQUES DE LA MOTA, y MUSICOS
MOTA.     Presto las doce darán,
y mucho don Juan se tarda;
¡fiera prisión del que aguarda ! 1590
Sale D. JUAN., y CATALINON
D. JUAN. ¿Es el marqués ?
MOTA.                          ¿Es don Juan ?
D. JUAN.     Yo soy; tomad vuestra capa.
MOTA. ¿Y el perro ?
D. JUAN.                   Funesto ha sido.
Al fin, marqués, muerto ha habido.
CATALINON. Señor, del muerto te escapa. 1595
MOTA.     ¿Búrlaste, amigo ? ¿Qué haré ?
CATALINON. (Ap.)
(Y a vos os ha burlado.)
D. JUAN. Cara la burla ha costado.
MOTA. Yo, don Juan, lo pagaré,
    porque estará la mujer 1600
quejosa de mí.
D. JUAN.                      Las doce
darán.
MOTA.             Como mi bien goce,
nunca llegue a amanecer.
D. JUAN.     Adiós, marqués.
CATALINON.                           Muy buen lance
el desdichado hallará. 1605
D. JUAN. Huyamos.
CATALINON.               Señor, no habrá
aguilita que me alcance. (Vanse.)
MOTA.     Vosotros os podéis ir
todos a casa, que yo
he de ir solo.
CRIADOS.                 Dios crió 1610
las noches para dormir.
Vanse, y queda EL MARQUES DE LA MOTA
(Dentro.)      ¿Viose desdicha mayor,
y viose mayor desgracia ?
MOTA. ¡Válgame Dios ! Voces siento
en la plaza del Alcázar. 1615
¿Qué puede ser a estas horas ?
Un yelo el pecho me arraiga.
Desde aquí parece todo
una Troya que se abrasa,
porque tantas luces juntas 1620
hacen gigantes de llamas.
Un grande escuadrón de hachas
se acerca a mí; ¿por qué anda
el fuego emulando estrellas,
dividiéndose en escuadras ? 1625
** Quiero saber la ocasión.
Sale D. DIEGO TENORIO, y LA GUARDA con hachas
D. DIEGO. ¿Qué gente ?
[MOTA.]                     Gente que aguarda
saber de aqueste ruido
el alboroto y la causa.
D. DIEGO. Prendeldo.
MOTA.                ¿Prenderme a mí ? 1630
D. DIEGO. Volved la espada a la vaina.
que la mayor valentía
es no tratar de las armas.
MOTA. ¿Cómo al marqués de la Mota
hablan ansí ?
D. DIEGO.                   Dad la espada; 1635
que el rey os manda prender.
MOTA. ¡Vive Dios !
Sale EL REY, y ACOMPAÑAMIENTO
REY.                En toda España
no ha de caber, ni tampoco
en Italia, si va a Italia.
D. DIEGO. Señor, aquí está el marqués. 1640
MOTA. ¿Vuestra alteza a mí me manda
prender ?
REY.                 Llevalde y ponelde
la cabeza en una escarpia.
¿En mi presencia te pones ?
MOTA. ¡Ah, glorias de amor tiranas, 1645
siempre en el pasar ligeras,
como en el vivir pesadas !
Bien dijo un sabio que había
entre la boca y la taza
peligro; mas el enojo 1650
del rey me admira y espanta.
No sé por lo que voy preso.
D. DIEGO. ¿Quién mejor sabrá la causa
que vueseñoría ?
MOTA.                        ¿Yo ?
D. DIEGO. Vamos.
MOTA.              ¡Confusión extraña ! 1655
REY. Fulmínesele el proceso
al marqués luego, y mañana
le cortarán la cabeza.
Y al Comendador, con cuanta
solenidad y grandeza 1660
se da a las personas sacras
y reales, el entierro
se haga; en bronce y piedras varias
un sepulcro con un bulto
le ofrezcan, donde en mosaicas 1665
labores, góticas letras
den lenguas a sus venganzas.
Y entierro, bulto y sepulcro
quiero que a mi costa se haga.
¿Dónde doña Ana se fue ? 1670
D. DIEGO. Fuese al sagrado, doña Ana,
de mi señora la reina.
REY. Ha de sentir esta falta
Castilla; tal capitán
ha de llorar Calatrava. (Vanse todos.) 1675
Sale BATRICIO desposado, con AMINTA; GASENO, viejo; BELISA, y PASTORES músicos
(Cantan.)      Lindo sale el sol de abril
con trébol y toronjil;
    y aunque le sirve de estrella,
Aminta sale más bella.
BATRICIO.     Sobre esta alfombra florida, 1680
adonde en campos de escarcha
el sol sin aliento marcha
con su luz recién nacida,
os sentad, pues nos convida
    al tálamo el sitio hermoso. 1685
AMINTA. Cantalde a mi dulce esposo
favores de mil en mil.
(Cantan.)      Lindo sale el sol de abril
con trébol y toronjil;
    y aunque le sirve de estrella 1690
Aminta sale más bella.
GASENO. Ya, Batricio, os he entregado
el alma y ser en mi Aminta.
BATRICIO. Por eso se baña y pinta
de más colores el prado. 1695
    Con deseos la he ganado,
con obras la he merecido.
MUSICOS. Tal mujer y tal marido
vivan juntos años mil.
    Lindo sale el sol de abril 1700
con trébol y toronjil;
    y aunque le sirve de estrella,
Aminta sale más bella.
BATRICIO.     No sale así el sol de oriente
como el sol que al alba sale, 1705
que no hay sol que al sol se iguale
de sus niñas y su frente,
    a este sol claro y luciente
que eclipsa al sol su arrebol;
y así cantalde a mi sol 1710
motetes de mil en mil.
(Cantan.)       Lindo sale el sol de abril,
con trébol y toronjil,
    y aunque le sirve de estrella,
Aminta sale más bella. 1715
AMINTA.     Batricio, yo lo agradezco;
falso y lisonjero estás;
mas si tus rayos me das,
por ti ser luna merezco;
tú eres el sol por quien crezco 1720
    después de salir menguante.
Para que el alba te cante
la salva en tono sutil,
(Cantan.)     ** lindo sale el sol de abril
con trébol y toronjil; 1725
    y aunque le sirve de estrella
Aminta sale más bella.
Sale CATALINON, de camino
CATALINON.     Señores, el desposorio
huéspedes ha de tener.
GASENO. A todo el mundo ha de ser 1730
este contento notorio.
¿Quién viene ?
CATALINON.                     Don Juan Tenorio
GASENO. ¿El viejo ?
CATALINON.               No ese don Juan.
BELISA. Será su hijo galán.
BATRICIO. Téngolo por mal agÜero; 1735
que galán y caballero
quitan gusto y celos dan.
    Pues, ¿quién noticia les dio
de mis bodas ?
CATALINON.                     De camino
pasa a Lebrija.
BATRICIO.                      Imagino 1740
que el demonio le envió.
Mas, ¿de qué me aflijo yo ?
Vengan a mis dulces bodas
del mundo las gentes todas.
Mas, con todo, un caballero 1745
en mis bodas, ¡mal agÜero !
GASENO. Venga el Coloso de Rodas,
    venga el Papa, el Preste Juan
y don Alonso el Onceno
con su corte; que en Gaseno 1750
ánimo y valor verán.
Montes en casa hay de pan,
Guadalquivides de vino,
Babilonias de tocino,
y entre ejércitos cobardes 1755
de aves, para que las lardes,
el pollo y el palomino.
    Venga tan gran caballero
a ser hoy en Dos Hermanas
honra destas viejas canas. 1760
BELISA. El hijo del Camarero
mayor...
BATRICIO. [Ap.]  (Todo es mal agÜero
para mí, pues le han de dar
junto a mi esposa lugar.
Aún no gozo y ya los cielos 1765
me están condenando a celos.
Amor, sufrir y callar.)
Sale D. JUAN. TENORIO
D. JUAN.     Pasando acaso he sabido
que hay bodas en el lugar,
y dellas quise gozar, 1770
pues tan venturoso he sido.
GASENO. Vueseñoría ha venido
a honrallas y engrandecellas.
BATRICIO. [Ap.] (Yo, que soy el dueño dellas,
digo entre mí que vengáis 1775
en hora mala.)
GASENO.                      ¿No dais
lugar a este caballero ?
D. JUAN..     Con vuestra licencia quiero
sentarme aquí.
(Siéntase junto a la novia.)
BATRICIO.                     Si os sentáis
    delante de mí, señor, 1780
seréis de aquesa manera
el novio.
D. JUAN.             Cuando lo fuera
no escogiera lo peor.
GASENO. ¡Que es el novio !
D. JUAN.                           De mi error
y ignorancia perdón pido. 1785
CATALINON. (¡Desventurado marido !)
DON JUAN. (Corrido está.)
                       [Aparte a CATALINON.]
CATALINON.                     (No lo ignoro;
mas si tiene de ser toro,
¿qué mucho que esté corrido ?
    No daré por su mujer 1790
ni por su honor un cornado.
¡Desdichado tú, que has dado
en manos de Lucifer !)
D. JUAN. ¿Posible es que vengo a ser,
señora, tan venturoso ? 1795
Envidia tengo al esposo.
AMINTA. Parecéisme lisonjero.
BATRICIO. Bien dije que es mal agÜero
en bodas un poderoso.
GASENO.     Ea, vamos a almorzar, 1800
porque pueda descansar
un rato su señoría.
Tómale D. JUAN. la mano a la novia.
D. JUAN. ¿Por qué la escondéis ?
AMINTA.                                     Es mía.
GASENO. Vamos.
BELISA.             Volved a cantar.
D. JUAN..     ¿Qué dices tú ?
CATALINON.                        ¿Yo ? Que temo 1805
muerte vil destos villanos.
D. JUAN. Buenos ojos, blancas manos,
en ellos me abraso y quemo.
CATALINON. ¡Almagrar y echar a extremo !
    Con ésta cuatro serán. 1810
D. JUAN.. Ven, que mirándome están.
BATRICIO. ¿En mis bodas caballero ?
¡Mal agÜero !
GASENO.                   Cantad.
BATRICIO.                                Muero.
CATALINON. Canten; que ellos llorarán.
Vanse todos, con que da fin la Segunda Jornada


JORNADA TERCERA

Sale BATRICIO, pensativo
BATRICIO.     Celos, reloj de cuidados 1815
que a todas las horas dais
tormentos con que matáis,
aunque dais desconcertados;
    celos, del vivir desprecios,
con que ignorancias hacéis, 1820
pues todo lo que tenéis
de ricos tenéis de necios,
    dejadme de atormentar,
pues es cosa tan sabida
que cuando amor me da vida 1825
la muerte me queréis dar.
    ¿Qué me queréis, caballero,
que me atormentáis ansí ?
Bien dije cuando le vi
en mis bodas, « ¡Mal agÜero ! » 1830
    ¿No es bueno que se sentó
a cenar con mi mujer
y a mí en el plato meter
la mano no me dejó ?
    Pues cada vez que quería 1835
metella la desviaba,
diciendo a cuanto tomaba,
« ¡Grosería, grosería ! »
Pues llegándome a quejar
a algunos, me respondían 1840
y con risa me decían:
« No tenéis de qué os quejar,
    eso no es cosa que importe;
no tenéis de qué temer;
callad, que debe de ser 1845
uso de allá de la corte. »
¡Buen uso, trato extremado !
¡Más no se usara en Sodoma !
¡Que otro con la novia coma,
y que ayune el desposado ! 1850
Pues el otro bellacón
a cuanto comer quería,
« ¿Esto no come ? », decía;
« No tenéis, señor, razón »,
    y de delante al momento 1855
me lo quitaba. Corrido
estó; bien sé yo que ha sido
culebra y no casamiento.
    Ya no se puede sufrir
ni entre cristianos pasar, 1860
y acabando de cenar
con los dos, ¿mas que a dormir
se ha de ir también, si porfía,
con nosotros, y ha de ser
el llegar yo a mi mujer, 1865
« Grosería, grosería » ?
    Ya viene, no me resisto;
aquí me quiero esconder;
pero ya no puede ser,
que imagino que me ha visto. 1870
Sale D. JUAN. TENORIO
D. JUAN. Batricio...
BATRICIO. Batricio... Su señoría,
¿qué manda ?
D. JUAN.     Haceros saber...
BATRICIO. [Ap.] (¿Mas que ha de venir a ser
alguna desdicha mía ?)
D. JUAN. ... que ha muchos días, Batricio, 1875
que a Aminta el alma di,
y he gozado...
BATRICIO.     ¿Su honor ?
D. JUAN.                         Sí.
BATRICIO. [Ap.] (Manifiesto y claro indicio
    de lo que he llegado a ver,
que si bien no le quisiera, 1880
nunca a su casa viniera.
Al fin, al fin es mujer.)
D. JUAN.     Al fin, Aminta, celosa,
o quizá desesperada
de verse de mí olvidada 1885
y de ajeno dueño esposa,
    esta carta me escribió
enviándome a llamar,
y yo prometí gozar
lo que el alma prometió. 1890
    Esto pasa de esta suerte.
Dad a vuestra vida un medio,
que le daré sin remedio
a quien lo impida, la muerte.
BATRICIO.     Si tú en mi elección lo pones 1895
tu gusto pretendo hacer,
que el honor y la mujer
son males en opiniones.
    La mujer en opinión
siempre más pierde que gana, 1900
que son como la campana,
que se estima por el son.
    Y así es cosa averiguada
que opinión viene a perder,
cuando cualquiera mujer 1905
suena a campana quebrada.
    No quiero, pues me reduces
el bien que mi amor ordena,
mujer entre mala y buena,
que es moneda entre dos luces. 1910
    Gózala, señor, mil años,
que yo quiero resistir,
desengañar y morir,
y no vivir con engaños. (Vase.)
D. JUAN.     Con el honor le vencí, 1915
porque siempre los villanos
tienen su honor en las manos
y siempre miran por sí.
    Que por tantas variedades
es bien que se entienda y crea 1920
que el honor se fue al aldea
huyendo de las ciudades.
    Pero antes de hacer el daño
le pretendo reparar;
a su padre voy a hablar 1925
para autorizar mi engaño.
    Bien lo supe negociar;
gozarla esta noche espero.
La noche camina, y quiero
su viejo padre llamar. 1930
    Estrellas que me alumbráis,
dadme en este engaño suerte,
si el galardón en la muerte
tan largo me lo guardáis. (Vase.)
Sale AMINTA y BELISA
BELISA.     Mira que vendrá tu esposo; 1935
entra a desnudarte, Aminta.
AMINTA. De estas infelices bodas
no sé qué siento, Belisa.
Todo hoy mi Batricio ha estado
bañado en melancolía, 1940
todo en confusión y celos;
¡mirad qué grande desdicha !
Di, ¿qué caballero es éste
que de mi esposo me priva ?
La desvergÜenza en España 1945
se ha hecho caballería.
Déjame, que estoy sin seso;
déjame, que estoy corrida.
¡Mal hubiese el caballero
que mis contentos me priva ! 1950
BELISA. Calla, que pienso que viene;
que nadie en la casa pisa
de un desposado, tan recio.
AMINTA. Queda a Dios, Belisa mía.
BELISA. Desenójale en los brazos. 1955
AMINTA. ¡Plega a los cielos que sirvan
mis suspiros de requiebros,
mis lágrimas de caricias ! (Vanse.)
Sale D. JUAN., CATALINON, GASENO
D. JUAN. Gaseno, quedad con Dios.
GASENO. Acompañaros querría, 1960
por dalle de esta ventura
el parabién a mi hija.
D. JUAN. Tiempo mañana nos queda.
GASENO. Bien decís; el alma mía
en la muchacha os ofrezco. [ Vase.] 1965
D. JUAN. Mi esposa, decid. Ensilla,
Catalinón.
CATALINON.               ¿Para cuándo ?
D. JUAN. Para el alba, que de risa
muerta ha de salir mañana
deste engaño.
CATALINON.                    Allá en Lebrija, 1970
señor, nos está aguardando
otra boda. Por tu vida,
que despaches presto en ésta.
D. JUAN. La burla más escogida
de todas ha de ser ésta. 1975
CATALINON. Que saliésemos querría
de todas bien.
D. JUAN.                    Si es mi padre
el dueño de la justicia
y es la privanza del rey,
¿qué temes ?
CATALINON.                    De los que privan 1980
suele Dios tomar venganza,
si delitos no castigan,
y se suelen en el juego
perder también los que miran.
Yo he sido mirón del tuyo, 1985
y por mirón no querría
que me cogiese algún rayo
y me trocase en ceniza.
D. JUAN. Vete, ensilla; que mañana
he de dormir en Sevilla. 1990
CATALINON. ¿En Sevilla ?
D. JUAN.                  Sí.
CATALINON.                       ¿Qué dices ?
Mira lo que has hecho y mira
que hasta la muerte, señor,
es corta la mayor vida,
y que hay tras la muerte infierno. 1995
D. JUAN. Si tan largo me lo fías,
vengan engaños.
CATALINON.                          Señor...
D. JUAN. Vete, que ya me amohínas
con tus temores extraños.
CATALINON. Fuerza al turco, fuerza al scita, 2000
al persa y al caramanto,
al gallego, al troglodita,
al alemán y al japón,
al sastre con la agujita
de oro en la mano, imitando 2005
contino a la Blanca niña. (Vase)
D. JUAN. La noche en negro silencio
se extiende, y ya las cabrillas
entre racimos de estrellas
el polo más alto pisan. 2010
Yo quiero poner mi engaño
por obra. El amor me guía
a mi inclinación, de quien
no hay hombre que se resista.
Quiero llegar a la cama. 2015
¡Aminta !
Sale AMINTA como que está acostada
AMINTA.              ¿Quién llama a Aminta ?
¿Es mi Batricio ?
D. JUAN.                         No soy
tu Batricio.
AMINTA.                 Pues, ¿quién ?
D. JUAN.                                      Mira
de espacio, Aminta, quién soy.
AMINTA. ¡Ay de mí ! ¡Yo soy perdida ! 2020
¿En mi aposento a estas horas ?
D. JUAN. Estas son las horas mías.
AMINTA. Volveos, que daré voces.
No excedáis la cortesía
que a mi Batricio se debe. 2025
Ved que hay romanas Emilias
en Dos Hermanas también,
y hay Lucrecias vengativas.
D. JUAN. Escúchame dos palabras,
y esconde de las mejillas 2030
en el corazón la grana,
por ti más preciosa y rica.
AMINTA. Vete, que vendrá mi esposo.
D. JUAN. Yo lo soy. ¿De qué te admiras ?
AMINTA. ¿Desde cuándo ?
D. JUAN.                          Desde agora. 2035
AMINTA. ¿Quién lo ha tratado ?
D. JUAN.                                 Mi dicha.
AMINTA. ¿Y quién nos casó ?
D. JUAN.                                Tus ojos.
AMINTA. ¿Con qué poder ?
D. JUAN.                         Con la vista.
AMINTA. ¿Sábelo Batricio ?
D. JUAN.                             Sí;
que te olvida.
AMINTA.                   ¿Que me olvida ? 2040
D. JUAN. Sí; que yo te adoro.
AMINTA.                          ¿Cómo ?
D. JUAN. Con mis dos brazos.
AMINTA.                              Desvía.
D. JUAN. ¿Cómo puedo, si es verdad
que muero ?
AMINTA.                ¡Qué gran mentira !
D. JUAN. Aminta, escucha y sabrás, 2045
si quieres que te lo diga,
la verdad; que las mujeres
sois de verdades amigas.
Yo soy noble caballero,
cabeza de la familia 2050
de los Tenorios, antiguos
ganadores de Sevilla.
Mi padre, después del rey,
se reverencia y estima,
y en la corte, de sus labios 2055
pende la muerte o la vida.
Corriendo el camino acaso,
llegué a verte; que amor guía
tal vez las cosas de suerte,
que él mismo dellas se admira. 2060
Vite, adoréte, abraséme
tanto, que tu amor me anima
a que contigo me case;
mira qué acción tan precisa.
Y aunque lo mormure el reino, 2065
y aunque el rey lo contradiga,
y aunque mi padre enojado
con amenazas lo impida,
tu esposo tengo de ser.
¿Qué dices ?
AMINTA.                     No sé qué diga; 2070
que se encubren tus verdades
con retóricas mentiras.
Porque si estoy desposada,
como es cosa conocida,
con Batricio, el matrimonio 2075
no se absuelve aunque él desista.
D. JUAN. En no siendo consumado,
por engaño o por malicia
puede anularse.
AMINTA.                          En Batricio
todo fue verdad sencilla. 2080
D. JUAN. Ahora bien; dame esa mano,
y esta voluntad confirma
con ella.
AMINTA.               ¿Que no me engañas ?
D. JUAN. Mío el engaño sería.
AMINTA. Pues jura que cumplirás 2085
la palabra prometida.
D. JUAN. Juro a esta mano, señora,
infierno de nieve fría,
de cumplirte la palabra.
AMINTA. Jura a Dios que te maldiga 2090
si no la cumples.
D. JUAN.                           Si acaso
la palabra y la fe mía
te faltare, ruego a Dios
que a traición y alevosía
me dé muerte un hombre... (muerto; 2095
que vivo, ¡Dios no permita !).
AMINTA. Pues con ese juramento
soy tu esposa.
D. JUAN.     El alma mía
entre los brazos te ofrezco.
AMINTA. Tuya es el alma y la vida. 2100
D. JUAN. ¡Ay, Aminta de mis ojos !
Mañana sobre virillas
de tersa plata estrellada
con clavos de oro de Tíbar
pondrás los hermosos pies, 2105
y en prisión de gargantillas
la alabastrina garganta,
y los dedos en sortijas,
en cuyo engaste parezcan
trasparentes perlas finas. 2110
AMINTA. A tu voluntad, esposo,
la mía desde hoy se inclina;
tuya soy.
D. JUAN. [Ap.] (¡Qué mal conoces
al burlador de Sevilla !) (Vanse.)
Sale ISABELA y FABIO, de camino
ISABELA.     ¡Que me robase el dueño, 2115
la prenda que estimaba y más quería !
¡Oh riguroso empeño
de la verdad ! ¡Oh máscara del día !
¡Noche al fin, tenebrosa,
antípoda del sol, del sueño esposa ! 2120
FABIO.     ¿De qué sirve, Isabela,
la tristeza en el alma y en los ojos,
si amor todo es cautela,
y en campos de desdenes causa enojos,
si el que se ríe agora 2125
en breve espacio desventuras llora ?
    El mar está alterado
y en grave temporal; tiempo se corre.
El abrigo han tomado
las galeras, duquesa, de la torre 2130
que esta playa corona.
ISABELA. ¿Dónde estamos ahora ?
FABIO.                                     En Tarragona.
    De aquí a poco espacio
daremos en Valencia, ciudad bella,
del mismo sol palacio. 2135
Divertiráste algunos días en ella,
y después a Sevilla
irás a ver la octava maravilla.
    Que si a Octavio perdiste,
más galán es don Juan, y de notorio 2140
solar. ¿De qué estás triste ?
Conde dicen que es ya don Juan Tenorio;
el rey con él te casa,
y el padre es la privanza de su casa.
ISABELA.     No nace mi tristeza 2145
de ser esposa de don Juan, que el mundo
conoce su nobleza;
en la esparcida voz mi agravio fundo;
que esta opinión perdida
es de llorar mientras tuviere vida. 2150
FABIO.     Allí una pescadora
tiernamente suspira y se lamenta,
y dulcemente llora.
Acá viene, sin duda, y verte intenta.
Mientras llamo tu gente, 2155
lamentaréis las dos más dulcemente.
Vase FABIO y sale TISBEA
TISBEA.     Robusto mar de España,
ondas de fuego, fugitivas ondas,
Troya de mi cabaña,
que ya el fuego, por mares y por ondas, 2160
en sus abismos fragua,
y el mar forma, por las llamas, agua.
    ¡Maldito el leño sea
que a tu amargo cristal halló camino,
antojo de Medea, 2165
tu cáñamo primero o primer lino,
aspado de los vientos
para telas de engaños e instrumentos !
ISABELA.     ¿Por qué del mar te quejas
tan tiernamente, hermosa pescadora ? 2170
TISBEA. Al mar formo mil quejas.
¡Dichosa vos, que en su tormento, agora
dél os estáis riendo !
ISABELA. También quejas del mar estoy haciendo.
    ¿De dónde sois ?
TISBEA.                            De aquellas 2175
cabañas que miráis del viento heridas
tan vitorioso entre ellas,
cuyas pobres paredes desparcidas
van en pedazos graves,
dando en mil grietas nidos a las aves. 2180
    En sus pajas me dieron
corazón de fortísimo diamante;
mas las obras me hicieron,
deste monstruo que ves tan arrogante,
ablandarme de suerte, 2185
que al sol la cera es más robusta y fuerte.
    ¿Sois vos la Europa hermosa
que esos toros os llevan ?
ISABELA.                                        A Sevilla
llévanme a ser esposa
contra mi voluntad.
TISBEA.                          Si mi mancilla 2190
a lástima os provoca,
y si injurias del mar os tienen loca,
    en vuestra compañía
para serviros como humilde esclava
me llevad; que querría, 2195
si el dolor o la afrenta no me acaba,
pedir al rey justicia
de un engaño cruel, de una malicia.
    Del agua derrotado,
a esta tierra llegó don Juan Tenorio, 2200
difunto y anegado;
amparéle, hospedéle en tan notorio
peligro, y el vil gÜésped
víbora fue a mi planta en tierno césped.
    Con palabra de esposo, 2205
la que de esta costa burla hacía
se rindió al engañoso;
¡mal haya la mujer que en hombres fía !
Fuese al fin, y dejóme;
mira si es justo que venganza tome. 2210
ISABELA.     ¡Calla, mujer maldita !
Vete de mi presencia, que me has muerto.
Mas si el dolor te incita,
no tienes culpa tú. Prosigue ¿es cierto ?
TISBEA. Tan claro es como el día. 2215
ISABELA. ¡Mal haya la mujer que en hombres fía !
    Pero sin duda el cielo
a ver estas cabañas me ha traído,
y de ti mi consuelo
en tan grave pasión ha renacido 2220
para venganza mía.
¡Mal haya la mujer que en hombres fía !
TISBEA.     Que me llevéis os ruego
con vos, señora, a mí y a un viejo padre,
porque de aqueste fuego 2225
la venganza me dé que más me cuadre,
y al rey pida justicia
deste engaño y traición, desta malicia.
    Anfriso, en cuyos brazos
me pensé ver en tálamo dichoso, 2230
dándole eternos lazos,
conmigo ha de ir, que quiere ser mi esposo.
Ven en mi compañía.
TISBEA.     ¡Mal haya la mujer que en hombres fía !  (Vanse.)
Sale D. JUAN. y CATALINON
CATALINON.     Todo en mal estado está. 2235
D. JUAN. ¿Cómo ?
CATALINON.               Que Octavio ha sabido
la traición de Italia ya,
y el de la Mota ofendido
de ti justas quejas da,
    y dice que fue el recaudo 2240
que de su prima le diste
fingido y disimulado,
y con su capa emprendiste
la traición que le ha infamado.
    Dice que viene Isabela 2245
a que seas su marido,
y dicen...
D. JUAN.                ¡Calla !
CATALINON.                           Una muela
en la boca me has rompido.
D. JUAN. Hablador, ¿quién te revela
    tanto disparate junto ? 2250
CATALINON. ¡Disparate, disparate !
Verdades son.
D. JUAN.                      No pregunto
si lo son. Cuando me mate
Octavio, ¿estoy yo difunto ?
    ¿No tengo manos también ? 2255
¿Dónde me tienes posada ?
CATALINON. En calle oculta.
D. JUAN.                        Está bien.
CATALINON. La iglesia es tierra sagrada.
D. JUAN. Di que de día me den
    en ella la muerte. ¿Viste 2260
al novio de Dos Hermanas ?
CATALINON. También le vi ansiado y triste.
D. JUAN. Aminta estas dos semanas
no ha de caer en el chiste.
CATALINON.     Tan bien engañada está, 2265
que se llama doña Aminta.
D. JUAN. ¡Graciosa burla será !
CATALINON. Graciosa burla y sucinta,
mas siempre la llorará.
Descúbrese un sepulcro de D. GONZALO DE ULLOA
D. JUAN.     ¿Qué sepulcro es éste ?
CATALINON.                                         Aquí 2270
don Gonzalo está enterrado.
D. JUAN. Este es el que muerte di.
¡Gran sepulcro le han labrado !
CATALINON. Ordenólo el rey ansí.
    ¿Cómo dice este letrero ? 2275
D. JUAN. « Aquí aguarda del Señor,
el más leal caballero,
la venganza de un traidor. »
Del mote reírme quiero.
    ¿Y habéisos vos de vengar, 2280
buen viejo, barbas de piedra ?
CATALINON. No se las podrás pelar;
que en barbas muy fuertes medra.
D. JUAN. Aquesta noche a cenar
    os aguardo en mi posada. 2285
Allí el desafío haremos,
si la venganza os agrada;
aunque mal reñir podremos,
si es de piedra vuestra espada.
CATALINON. Ya, señor, ha anochecido; 2290
vámonos a recoger.
D. JUAN. Larga esta venganza ha sido,
si es que vos la habéis de hacer;
importa no estar dormido,
    que si a la muerte aguardáis 2295
la venganza, la esperanza
agora es bien que perdáis,
pues vuestro enojo y venganza
tan largo me lo fiáis.
Vanse, y ponen la mesa dos CRIADOS
CRIADO 1.º     Quiero apercebir la cena, 2300
que vendrá a cenar don Juan.
[CRIADO] 2.º Puestas las mesas están.
¡Qué flema tiene si empieza !
    Ya tarda como solía
mi señor; no me contenta; 2305
la bebida se calienta
y la comida se enfría.
    Mas, ¿quién a don Juan ordena
esta desorden ?
Entra D. JUAN. y CATALINON
D. JUAN.                        ¿Cerraste ?
CATALINON. Ya cerré como mandaste. 2310
D. JUAN. ¡Hola ! Tráiganme la cena.
[CRIADO] 2.º     Ya está aquí.
D. JUAN.                         Catalinón,
siéntate.
CATALINON.             Yo soy amigo
de cenar de espacio.
D. JUAN.                                  Digo
que te sientes.
CATALINON.                        La razón 2315
haré.
CRIADO 1.º          También es camino
éste, si come con él.
D. JUAN.. Siéntate. Un golpe dentro.
CATALINON.                 Golpe es aquél.
D. JUAN. Que llamaron imagino;
    mira quién es.
[CRIADO]. 2.º                       Voy volando. 2320
CATALINON. ¿Si es la justicia, señor ?
D. JUAN. Sea, no tengas temor.
Vuelve el CRIADO, huyendo
¿Quién es ? ¿De qué estás temblando ?
CATALINON.     De algún mal da testimonio.
D. JUAN. Mal mi cólera resisto. 2325
Habla, responde, ¿qué has visto ?
¿Asombróte algún demonio ?
    Ve tú, y mira aquella puerta.
¡Presto, acaba !
CATALINON.                        ¿Yo ?
D. JUAN.                                Tú, pues.
Acaba, menea los pies. 2330
CATALINON. A mi agÜela hallaron muerta
    como racimo colgada,
y desde entonces se suena
que anda siempre su alma en pena.
Tanto golpe no me agrada. 2335
D. JUAN.     Acaba.
CATALINON.                 Señor, si sabes
que soy un Catalinón...
D. JUAN. Acaba.
CATALINON.             ¡Fuerte ocasión !
DON JUAN. ¿No vas ?
CATALINON.                 ¿Quién tiene las llaves
de la puerta ?
[CRIADO] 2.º                   Con la aldaba 2340
está cerrada no más.
D. JUAN. ¿Qué tienes ? ¿Por qué no vas ?
CATALINON. Hoy Catalinón acaba.
    ¿Mas si las forzadas vienen
a vengarse de los dos ? 2345
Llega CATALINON a la puerta, y viene corriendo; cae y levántase
D. JUAN. ¿Qué es eso ?
CATALINON.                       ¡Válgame Dios !
¡Que me matan, que me tienen !
D. JUAN.     ¿Quién te tiene, quién te mata ?
¿Qué has visto ?
CATALINON.                         Señor, yo allí
vide cuando... luego fui... 2350
¿Quién me ase, quién me arrebata ?
    Llegué, cuando después ciego,
cuando vile, ¡juro a Dios !...
Habló y dijo, « ¿Quién sois vos ? »...
respondió... respondí luego... 2355
topé y vide...
D. JUAN.                    ¿A quién ?
CATALINON.                                    No sé.
D. JUAN. ¡Cómo el vino desatina !
Dame la vela, gallina,
y yo a quién llama veré.
Toma D. JUAN. la vela y llega a la puerta. Sale al encuentro D. GONZALO, en la forma que estaba en el sepulcro, y D. JUAN. se retira atrás turbado, empuñando la espada, y en la otra la velay D. GONZALO hacia él, con pasos menudos, y al compás D. JUAN, retirándose hasta en medio del teatro
D. JUAN. ¿Quién va ?
D. GONZALO.                 Yo soy.
D. JUAN.                          ¿Quién sois vos ? 2360
D. GONZALO. Soy el caballero honrado
que a cenar has convidado.
D. JUAN. Cena habrá para los dos,
    y si vienen más contigo,
para todos cena habrá. 2365
Ya puesta la mesa está.
Siéntate.
CATALINON.            ¡Dios sea conmigo !
¡San Panuncio, San Antón !
Pues, ¿los muertos comen ? Di.
Por señas dice que sí. 2370
D. JUAN. Siéntate, Catalinón.
CATALINON.     No, señor; yo lo recibo
por cenado.
D. JUAN.                 Es desconcierto.
¡Qué temor tienes a un muerto !
¿Qué hicieras estando vivo ? 2375
    ¡Necio y villano temor !
CATALINON. Cena con tu convidado;
que yo, señor, ya he cenado.
D. JUAN. ¿He de enojarme ?
CATALINON.                           Señor,
    ¡vive Dios, que gÜelo mal ! 2380
D. JUAN. Llega; que aguardando estoy.
CATALINON. Yo pienso que muerto soy,
y está muerto mi arrabal.
Tiemblan los CRIADOS
D. JUAN.     Y vosotros, ¿qué decís ?
¿Qué hacéis ? ¡Necio temblar ! 2385
CATALINON. Nunca quisiera cenar
con gente de otro país.
    ¿Yo, señor, con convidado
de piedra ?
D. JUAN.                 ¡Necio temer !
Si es piedra, ¿qué te ha de hacer ? 2390
CATALINON. Dejarme descalabrado.
D. JUAN.     Háblale con cortesía.
CATALINON. ¿Está bueno ? ¿Es buena tierra
la otra vida ? ¿Es llano o sierra ?
¿Prémiase allá la poesía ? 2395
CRIADO 1.º     A todo dice que sí,
con la cabeza.
CATALINON.                      ¿Hay allá
muchas tabernas ? Sí habrá,
si Noé reside allí.
D. JUAN.     ¡Hola ! Dadnos de cenar. 2400
CATALINON. Señor muerto, ¿allá se bebe
con nieve ? Baja la cabeza
                Así, que hay nieve.
¡Buen país !
D. JUAN.                  Si oír cantar
queréis, cantarán. Baja la cabeza
CRIADO 2.º                        Sí, dijo.
D. JUAN. Cantad.
CATALINON.              Tiene el seor muerto 2405
buen gusto.
CRIADO 1.º                 Es noble, por cierto,
y amigo de regocijo.
(Cantan dentro.)     Si de mi amor aguardáis,
señora, de aquesta suerte
el galardón en la muerte, 2410
¡qué largo me lo fiáis !
CATALINON.     O es sin duda veraniego
el seor muerto, o debe ser
hombre de poco comer.
Temblando al plato me llego. 2415
    Poco beben por allá;  (Bebe)
yo beberé por los dos.
Brindis de piedra ¡por Dios !
Menos temor tengo ya.
(Cantan.)      Si ese plazo me convida 2420
para que gozaros pueda,
pues larga vida me queda,
dejad que pase la vida.
     Si de mi amor aguardáis,
señora, de aquesta suerte 2425
el galardón en la muerte,
¡qué largo me lo fiáis !
CATALINON.     ¿Con cuál de tantas mujeres
como has burlado, señor,
hablan ?
D. JUAN.               De todas me río, 2430
amigo, en esta ocasión.
En Nápoles a Isabela...
CATALINON. Esa, señor, ya no es hoy
burlada, porque se casa
contigo, como es razón. 2435
Burlaste a la pescadora
que del mar te redimió,
pagándole el hospedaje
en moneda de rigor.
Burlaste a doña Ana...
D. JUAN.                                   Calla; 2440
que hay parte aquí que lastó
por ella, y vengarse aguarda.
CATALINON. Hombre es de mucho valor;
qué el es piedra, tú eres carne.
No es buena resolución. 2445
Hace señas que se quite la mesa y queden solos
D. JUAN. ¡Hola ! Quitad esa mesa;
que hace señas que los dos
nos quedemos, y se vayan
los demás.
CATALINON.                 ¡Malo, por Dios !
No te quedes, porque hay muerto 2450
que mata de un mojicón
a un gigante.
D. JUAN.                   Salíos todos.
¡A ser yo Catalinón... !
Vete, que viene.
Vanse, y quedan los dos solos, y hace señas que cierre la puerta
                       La puerta
ya está cerrada. Ya estoy 2455
aguardando. Di, ¿qué quieres,
sombra o fantasma o visión ?
Si andas en pena, o si aguardas
alguna satisfación
para tu remedio, dilo;
que mi palabra te doy
de hacer lo que ordenares.
¿Estás gozando de Dios ?
¿Dite la muerte en pecado ?
Habla, que suspenso estoy. 2465
Paso, como cosa del otro mundo
D. GONZALO. ¿Cumplirásme una palabra
como caballero ?
D. JUAN.                          Honor
tengo, y las palabras cumplo,
porque caballero soy.
D. GONZALO. Dame esa mano; no temas. 2470
D. JUAN. ¿Eso dices ? ¿Yo, temor ?
Si fueras el mismo infierno,
la mano te diera yo. Dale la mano
D. GONZALO. Bajo esta palabra y mano
mañana a las diez estoy 2475
para cenar aguardando.
¿Irás ?
D. JUAN.           Empresa mayor
entendí que me pedías.
Mañana tu gÜésped soy.
¿Dónde he de ir ?
D. GONZALO.                           A mi capilla. 2480
D. JUAN. ¿Iré solo ?
D. GONZALO.               No, los dos;
y cúmpleme la palabra
como la he cumplido yo.
D. JUAN. Digo que la cumpliré;
que soy Tenorio.
D. GONZALO.                         Yo soy 2485
Ulloa.
D. JUAN.         Yo iré sin falta.
D. GONZALO. Yo lo creo. Adiós. (Va a la puerta.)
D. JUAN.                            Adiós.
Aguarda, iréte alumbrando.
D. GONZALO. No alumbres, que en gracia estoy.
Vase muy poco a poco, mirando a D. JUAN., y D. JUAN. a él, hasta que desaparece, y queda D. JUAN. con pavor
D. JUAN. ¡Válgame Dios ! Todo el cuerpo 2490
se ha bañado de un sudor,
y dentro de las entrañas
se me yela el corazón.
Cuando me tomó la mano,
de suerte me la apretó, 2495
que un infierno parecía;
jamás vide tal calor.
Un aliento respiraba,
organizando la voz,
tan frío, que parecía 2500
infernal respiración.
Pero todas son ideas
que da a la imaginación;
el temor, y temer muertos
es más villano temor; 2505
que si un cuerpo noble, vivo,
con potencias y razón
y con alma no se teme,
¿quién cuerpos muertos temió ?
Mañana iré a la capilla 2510
donde convidado soy,
porque se admire y espante
Sevilla de mi valor. (Vase.)
Sale EL REY, y D. DIEGO TENORIO, y ACOMPAÑAMIENTO
REY. ¿Llegó al fin Isabela ?
D. DIEGO.                                Y disgustada.
REY. Pues, ¿no ha tomado bien el casamiento ? 2515
D. DIEGO. Siente, señor, el nombre de infamada.
REY. De otra causa procede su tormento.
¿Dónde está ?
D. DIEGO.                    En el convento está alojada
de las Descalzas.
REY.                         Salga del convento
luego al punto; que quiero que en palacio 2520
asista con la reina más de espacio.
D. DIEGO.     Si ha de ser con don Juan el desposorio,
manda, señor, que tu presencia vea.
REY. Véame, y galán salga; que notorio
quiero que este placer al mundo sea. 2525
Conde será desde hoy don Juan Tenorio
de Lebrija; él la mande y la posea;
que si Isabela a un duque corresponde,
ya que ha perdido un duque, gane un conde.
D. DIEGO.     Todos por la merced tus pies besamos. 2530
REY. Merecéis mi favor tan dignamente,
que si aquí los servicios ponderamos,
me quedo atrás con el favor presente.
Paréceme, don Diego, que hoy hagamos
las bodas de doña Ana juntamente. 2535
D. DIEGO. ¿Con Octavio ?
REY.                      No es bien que el duque Octavio
sea el restaurador de aqueste agravio.
    Doña Ana con la reina me ha pedido
que perdone al marqués, porque doña Ana,
ya que el padre murió, quiere marido; 2540
porque si le perdió, con él le gana.
Iréis con poca gente y sin ruido
luego a hablalle a la fuerza de Triana;
por su satisfación y por su abono
de su agraviada prima, le perdono. 2545
D. DIEGO.     Ya he visto lo que tanto deseaba.
REY. Que esta noche han de ser, podéis decille,
los desposorios.
D. DIEGO.                         Todo en bien se acaba.
Fácil será al marqués el persuadille;
que de su prima amartelado estaba. 2550
REY. También podéis a Octavio prevenille.
Desdichado es el duque con mujeres;
son todas opinión y pareceres.
    Hanme dicho que está muy enojado
con don Juan.
D. DIEGO.             No me espanto, si ha sabido 2555
de don Juan el delito averiguado,
que la causa de tanto daño ha sido.
El duque viene.
REY.                        No dejéis mi lado;
que en el delito sois comprehendido.
Sale el duque OCTAVIO
OCTAVIO. Los pies, invicto rey, me dé tu alteza. 2560
REY. Alzad, duque, y cubrid vuestra cabeza.
    ¿Qué pedís ?
OCTAVIO.                        Vengo a pediros,
postrado ante vuestras plantas,
una merced, cosa justa,
digna de serme otorgada. 2565
REY. Duque, como justa sea,
digo que os doy mi palabra
de otorgárosla. Pedid.
OCTAVIO. Ya sabes, señor, por cartas
de tu embajador, y el mundo 2570
por la lengua de la fama
sabe, que don Juan Tenorio,
con española arrogancia,
en Nápoles una noche,
para mí noche tan mala, 2575
con mi nombre profanó
el sagrado de una dama.
REY. No pases más adelante.
Ya supe vuestra desgracia.
En efeto, ¿qué pedís ? 2580
OCTAVIO. Licencia que en la campaña
defienda cómo es traidor.
D. DIEGO. ¡Eso no ! Su sangre clara
es tan horada...
REY.                          ¡Don Diego !
D. DIEGO. Señor.
OCTAVIO.              ¿Quién eres que hablas 2585
en la presencia del rey
de esa suerte ?
D. DIEGO.                        Soy quien calla
porque me lo manda el rey;
que si no, con esta espada
te respondiera.
OCTAVIO.                          Eres viejo. 2590
D. DIEGO. Ya he sido mozo en Italia,
a vuestro pesar, un tiempo;
ya conocieron mi espada
en Nápoles y en Milán.
OCTAVIO. Tienes ya la sangre helada. 2595
No vale « Fui », sino « Soy ».
D. DIEGO. Pues fui y soy. (Empuña.)
REY.                       Tened, basta;
bueno está. Callad don Diego;
que a mi persona se guarda
poco respeto. Y vos, duque, 2600
después que las bodas se hagan,
más de espacio hablaréis.
Gentilhombre de mi cámara
es don Juan, y hechura mía,
y de aqueste tronco rama. 2605
Mirad por él.
OCTAVIO.                     Yo lo haré,
gran señor, como lo mandas.
REY. Venid conmigo, don Diego.
D. DIEGO. (¡Ay, hijo, qué mal me pagas
el amor que te he tenido !) 2610
REY. Duque...
OCTAVIO.               Gran señor...
REY.                                   Mañana
vuestras bodas se han de hacer.
OCTAVIO. Háganse, pues tú lo mandas.
Vase el REY, y D. DIEGO, y sale GASENO y AMINTA
GASENO.     Este señor nos dirá
dónde está don Juan Tenorio. 2615
Señor, ¿si está por acá
un don Juan a quien notorio
ya su apellido será ?
OCTAVIO. Don Juan Tenorio diréis.
AMINTA. Sí, señor; ese don Juan. 2620
OCTAVIO. Aquí está. ¿Qué le queréis ?
AMINTA. Es mi esposo ese galán.
OCTAVIO. ¿Cómo ?
AMINTA.                Pues, ¿no lo sabéis,
    siendo del Alcázar vos ?
OCTAVIO. No me ha dicho don Juan nada. 2625
GASENO. ¿Es posible ?
OCTAVIO.                      Sí, por Dios.
GASENO. Doña Aminta es muy honrada,
cuando se casen los dos,
    que cristiana vieja es
hasta los gÜesos, y tiene 2630
de la hacienda el interés,
..................................................................
más bien que un conde, un marqués.
    Casóse don Juan con ella,
y quitósela a Batricio.
AMINTA. Decid como fue doncella 2635
a su poder.
GASENO. No es juicio
esto, ni aquesta querella.
OCTAVIO. [Ap.]     (Esta es burla de don Juan,
y para venganza mía
éstos diciéndola están.) 2640
¿Qué pedís, al fin ?
GASENO.                        Querría,
porque los días se van,
    que se hiciese el casamiento,
o querellarme ante el rey.
OCTAVIO. Digo que es justo ese intento. 2645
GASENO. Y razón y justa ley.
OCTAVIO. [Ap.]     (Medida a mi pensamiento
   ha venido la ocasión.)
En el Alcázar tenemos
bodas.
AMINTA.             ¿Si las mías son ? 2650
OCTAVIO. Quiero, para que acertemos,
valerme de una invención.
    Venid donde os vestiréis,
señora, a lo cortesano,
y a un cuarto del rey saldréis 2655
conmigo.
AMINTA.               Vos de la mano
a don Juan me llevaréis.
OCTAVIO.     Que desta suerte es cautela.
GASENO. El arbitrio me consuela.
OCTAVIO. [Ap.]     (Estos venganza me dan 2660
de aqueste traidor don Juan
y el agravio de Isabela.) (Vanse.)
Sale D. JUAN. y CATALINON
CATALINON.     ¿Cómo el rey te recibió ?
D. JUAN. Con más amor que mi padre.
CATALINON. ¿Viste a Isabela ?
D. JUAN.                           También. 2665
CATALINON. ¿Cómo viene ?
D. JUAN.                       Como un ángel.
CATALINON. ¿Recibióte bien ?
D. JUAN.                          El rostro
bañado de leche y sangre,
como la rosa que al alba
revienta la verde cárcel. 2670
CATALINON. Al fin, ¿esta noche son
las bodas ?
D. JUAN.                 Sin falta.
CATALINON.                              Si antes
hubieran sido, no hubieras,
engañado a tantas antes,
pero tú tomas esposa, 2675
señor, con cargas muy grandes.
D. JUAN. Di, ¿comienzas a ser necio ?
CATALINON. Y podrás muy bien casarte
mañana; que hoy es mal día.
D. JUAN.. Pues, ¿qué día es hoy ?
CATALINON.                                   Es martes. 2680
D. JUAN. Mil embusteros y locos
dan en esos disparates.
Sólo aquél llamo mal día,
aciago y detestable,
en que no tengo dineros; 2685
que lo demás es donaire.
CATALINON. Vamos, si te has de vestir;
que te aguardan, y ya es tarde.
D. JUAN. Otro negocio tenemos
que hacer, aunque nos aguarden. 2690
CATALINON. ¿Cuál es ?
D. JUAN.                 Cenar con el muerto.
CATALINON. ¡Necedad de necedades !
D. JUAN. ¿No ves que di mi palabra ?
CATALINON. Y cuando se la quebrantes,
¿qué importa ? ¿Ha de pedirte 2695
una figura de jaspe
la palabra ?
D. JUAN.                 Podrá el muerto
llamarme a voces infame.
CATALINON. Ya está cerrada la iglesia.
D. JUAN. Llama.
CATALINON.             ¿Qué importa que llame ? 2700
¿Quién tiene de abrir ?, que están
durmiendo los sacristanes.
D. JUAN. Llama a ese postigo.
CATALINON.                                Abierto
está.
D. JUAN..         Pues entra.
CATALINON.                          Entre un fraile
con su hisopo y estola. 2705
D. JUAN. Sígueme y calla.
CATALINON.                       ¿Que calle ?
D. JUAN. Sí.
CATALINON.     Ya callo. Dios en paz
destos convites me saque.
¡Qué escura que está la iglesia,
Entran por una puerta y salen por otra
señor, para ser tan grande ! 2710
¡Ay de mí ! ¡Tenme, señor,
porque de la capa me asen !
Sale D. GONZALO como de antes, y encuéntrase con ellos
D. JUAN. ¿Quién va ?
D. GONZALO.                Yo soy.
CATALINON.                             ¡Muerto estoy !
D. GONZALO. El muerto soy; no te espantes.
No entendí que me cumplieras 2715
la palabra, según haces
de todos burla.
DON JUAN.                       ¿Me tienes
en opinión de cobarde ?
D. GONZALO. Sí; que aquella noche huiste
de mí cuando me mataste. 2720
D. JUAN.. Huí de ser conocido;
mas ya me tienes delante.
Di presto lo que me quieres.
D. GONZALO. Quiero a cenar convidarte.
CATALINON. Aquí excusamos la cena; 2725
que toda ha de ser fiambre,
pues no parece cocina.
..................................................................
D. JUAN. Cenemos.
D. GONZALO.                  Para cenar
es menester que levantes
esa tumba.
D. JUAN.                  Y si te importa, 2730
levantaré esos pilares.
D. GONZALO. Valiente estás.
D. JUAN.                        Tengo brío
y corazón en las carnes.
CATALINON. Mesa de Guinea es ésta.
Pues, ¿no hay por allá quien lave ? 2735
D. GONZALO. Siéntate.
D. JUAN.               ¿Adónde ?
CATALINON.                               Con sillas
vienen ya dos negros pajes.
Entran dos enlutados con dos sillas
¿También acá se usan lutos
y bayeticas de Flandes ?
D. GONZALO. Siéntate tú.
CATALINON.                  Yo, señor, 2740
he merendado esta tarde.
D. GONZALO. No repliques.
CATALINON.                       No replico.
(¡Dios en paz desto me saque !)
¿Qué plato es éste, señor ?
D. GONZALO. Este plato es de alacranes 2745
y víboras.
CATALINON.               ¡Gentil plato !
D. GONZALO. Estos son nuestros manjares.
¿No comes tú ?
D. JUAN.                       Comeré,
si me dieses áspid y áspides
cuantos el infierno tiene. 2750
D. GONZALO. También quiero que te canten.
CATALINON. ¿Qué vino beben acá ?
D. GONZALO. Pruébalo.
CATALINON.                 Hiel y vinagre
es este vino.
D. GONZALO.                   Este vino
exprimen nuestros lagares. 2755
(Cantan.)      Adviertan los que de Dios
juzgan los castigos grandes,
que no hay plazo que no llegue
ni deuda que no se pague.
CATALINON. ¡Malo es esto, vive Cristo !, 2760
que he entendido este romance,
y que con nosotros habla.
D. JUAN. Un yelo el pecho me parte.
(Cantan.)      Mientras en el mundo viva,
no es justo que diga nadie, 2765
« ¡Qué largo me lo fiáis ! »,
siendo tan breve el cobrarse.
CATALINON. ¿De qué es este guisadillo ?
D. GONZALO. De uñas.
CATALINON.               De uñas de sastre
será, si es guisado de uñas. 2770
D. JUAN.. Ya he cenado; haz que levanten
la mesa.
D. GONZALO.             Dame esa mano;
no temas, la mano dame.
D. JUAN. ¿Eso dices ? ¿Yo temor ?
¡Que me abraso ! ¡No me abrases 2775
con tu fuego !
D. GONZALO.                    Este es poco
para el fuego que buscaste.
Las maravillas de Dios
son, don Juan, investigables,
y así quiere que tus culpas 2780
a manos de un muerto pagues;
y si pagas desta suerte,
..................................................................
** ésta es justicia de Dios:
« Quien tal hace, que tal pague. »
D. JUAN. ¡Que me abraso ! ¡No me aprietes ! 2785
Con la daga he de matarte.
Mas ¡ay ! que me canso en vano
de tirar golpes al aire.
A tu hija no ofendí,
que vio mis engaños antes. 2790
D. GONZALO. No importa, que ya pusiste
tu intento.
D. JUAN.                 Deja que llame
quien me confiese y absuelva.
D. GONZALO. No hay lugar; ya acuerdas tarde.
D. JUAN. ¡Que me quemo ! ¡Que me abraso ! 2795
¡Muerto soy ! (Cae muerto.)
CATALINON.                   No hay quien se escape;
que aquí tengo de morir
también por acompañarte.
D. GONZALO. Esta es justicia de Dios:
« Quien tal hace, que tal pague. » 2800
Húndese el sepulcro con D. JUAN. y D. GONZALO, con mucho ruido, y sale CATALINON arrastrando
CATALINON. ¡Válgame Dios ! ¿Qué es aquesto ?
Toda la capilla se arde,
y con el muerto he quedado
para que le vele y guarde.
Arrastrando como pueda, 2805
iré a avisar a su padre.
¡San Jorge, San Agnus Dei,
sacadme en paz a la calle ! (Vase.)
Sale EL REY, D. DIEGO y ACOMPAÑAMIENTO
D. DIEGO. Ya el marqués, señor, espera
besar vuestros pies reales. 2810
REY. Entre luego, y avisad
al conde, porque no aguarde.
Sale BATRICIO y GASENO
BATRICIO. ¿Dónde, señor, se permiten
desenvolturas tan grandes,
que tus criados afrenten 2815
a los hombres miserables ?
REY. ¿Qué dices ?
BATRICIO.                     Don Juan Tenorio,
alevoso y detestable,
la noche del casamiento,
antes que le consumase, 2820
a mi mujer me quitó;
testigos tengo delante.
Sale TISBEA, y ISABELA, y ACOMPAÑAMIENTO
TISBEA. Si vuestra alteza, señor,
de don Juan Tenorio no hace,
justicia, a Dios y a los hombres, 2825
mientras viva, he de quejarme.
Derrotado le echó el mar;
dile vida y hospedaje,
y pagóme esta amistad
con mentirme y engañarme 2830
con nombre de mi marido.
REY. ¿Qué dices ?
ISABELA.                   Dice verdades.
Sale AMINTA y EL DUQUE OCTAVIO
AMINTA. ¿Adónde mi esposo está ?
REY. ¿Quién es ?
AMINTA.                   Pues, ¿aún no lo sabe ?
El señor don Juan Tenorio, 2835
con quien vengo a desposarme,
porque me debe el honor,
y es noble y no ha de negarme.
Manda que nos desposemos.
..................................................................
Sale EL MARQUES DE LA MOTA
MOTA. ** Pues es tiempo, gran señor, 2840
que a luz verdades se saquen,
sabrás que don Juan Tenorio
la culpa que me imputaste
tuvo él, pues como amigo,
pudo el cruel engañarme; 2845
de que tengo dos testigos.
REY. ¿Hay desvergÜenza tan grande ?
Prendelde y matalde luego.
..................................................................
D. DIEGO. ** En premio de mis servicios
haz que le prendan y pague 2850
sus culpas, porque del cielo
rayos contra mí no bajen,
si es mi hijo tan malo.
REY. ¡Esto mis privados hacen !
Sale CATALINON
CATALINON. Escuchad, oíd, señores, 2855
el suceso más notable
que en el mundo ha sucedido,
y en oyéndome, matadme.
Don Juan, del Comendador
haciendo burla, una tarde, 2860
después de haberle quitado
las dos prendas que más valen,
tirando al bulto de piedra
la barba por ultrajarle,
a cenar le convidó. 2865
¡Nunca fuera a convidarle !
Fue el bulto, y convidóle;
y agora, porque no os canse,
acabando de cenar,
entre mil presagios graves, 2870
de la mano le tomó,
y le aprieta hasta quitalle
la vida, diciendo: « Dios
me manda que así te mate,
castigando tus delitos. 2875
Quien tal hace, que tal pague. »
REY. ¿Qué dices ?
CATALINON.                     Lo que es verdad,
diciendo antes que acabase
que a doña Ana no debía
honor, que lo oyeron antes 2880
del engaño.
MOTA.                  Por las nuevas
mil albricias pienso darte.
REY. ¡Justo castigo del cielo !
Y agora es bien que se casen
todos, pues la causa es muerta, 2885
vida de tantos desastres.
OCTAVIO. Pues ha enviudado Isabela,
quiero con ella casarme.
MOTA. Yo con mi prima.
BATRICIO.                           Y nosotros
con las nuestras, porque acabe 2890
El Convidado de piedra.
REY. Y el sepulcro se traslade
en San Francisco en Madrid,
para memoria más grande.