Ascendencia y trascendencia del neblí
de Calisto
Efficitur in avibus divina mens.
CICERON
EL AVE GUIA
El animal guía,
(1) un motivo que data de tiempos remotísimos en la tradición
literaria, un motivo ininterrumpido hasta la edad moderna. Es el motivo
de un animal, cuadrúpedo o alado, que en un estado de abandono,
desorientación y zozobra orienta al protagonista de la leyenda,
al hombre elegido, hacia el lugar o la situación en la que se fragua
o corona una misión de importancia. En estas líneas quiero
poner de relieve la ascendencia literaria del motivo del ave guía,
ese ave que Rojas supo hacer revivir, de manera magistral, en el neblí
que guio a Calisto hasta Melibea, un ave de rapiña que, por
otra parte, trascendería en España los confines de La
Celestina, para, bajo el plumaje de sacre, gavilán, halcón
o azor, merodear de aquí para allá, de una época a
otra, de un género literario a otro, buscando una presa amorosa
en que poder cebar su voraz apetito.
En la tradición grecorromana los animales guías aparecían
al lado de los fundadores de las más antiguas y famosas de las colonias
y ciudades, Tebas, Troya y otras muchas. Parece como si esos animales se
hubieran confabulado con los hombres en la primera gran empresa civilizadora,
cuando éstos se decidieron a abandonar la selva para asociarse multitudinariamente
con sus semejantes. Entre los guías de los fundadores abundaban
los animales domésticos, claro está, los que se separaron
de sus congéneres, buscando con sus amos la seguridad de los claustros
amurallados. (2) ¿A qué
razones --podríamos preguntarnos-- respondía ese recurrir
de las leyendas a los animales guías? Quizá, como algunos
estudiosos han dado a entender, a creencias primitivas en la superioridad
de los brutos sobre los racionales. (3)
En los libros sagrados de la Biblia, por ejemplo, no faltan elogios a los
conocimientos de las aves, como muy superiores a los de los hombres.
(4)
-
En el cielo la cigüeña conoce su estación; la tórtola,
la golondrina y la grulla conocen los tiempos de sus migraciones; pero
mi pueblo no conoce los juicios de Dios (Jerem 8:7).
Para los propósitos del estudio literario, bástenos apreciar
que el recurso al animal guía es una manifestación más
de la añoranza del hombre de letras, idealista y soñador,
de una Edad Aurea de armonía y colaboración entre todos los
seres del universo, cuando los brutos se ofrecían voluntariosos
a servir a los hombres. El hombre, en el fondo de toda leyenda áurea,
era el verdadero ser superior; los animales se comportaban como servidores
humildes, sabios y solícitos, atentos a que se cumplieran con éxito
los humanos intereses.
Toda ficción literaria se nutre preferentemente de lo incomprensible
y lo irrealizable; si la mendacidad del escritor no raya en el absurdo,
si en su falsedad la ficción no carece de sustento en la realidad,
la ficción produce efectos deleitables. En esa realidad observable
del hombre que desamparado en el campo tiende instintivamente a mirar hacia
dónde corren los animales o vuelan los pájaros, surgió
y se nutrió la ficción literaria del animal guía.
(5)
En esa ficción se glorificó a aquellos que, guiados por
tales animales, los siguieron por derroteros que les encaminaron a una
eventual victoria.
LA TRADICION ANTIGUA
Data de muy antiguo la creencia
de que el vuelo de las aves auguraba algo trascendente. Qué fuera
ello exactamente, no estaba claro del todo. Y de ahí se originó
en tiempos remotísimos una respetabilísima profesión:
la de los agoreros, los peritos en el arte de interpretar los mensajes
de Júpiter, óptimo y máximo.
(6) Qué significara el mensaje, era discutible; que procediera
de los dioses, pocos lo dudaban.
Quiénes fueron aquellos hombres afortunados, favorecidos de las
aves? Un sinnúmero de ellos, y de muy diverso talante, que dependía
del talante literario del escritor, de la sensibilidad de cada época.
En las leyendas épicas, los guerreros; en las hagiográficas,
los santos; en las románticas, claro está, los apasionados
amantes.
Alejandro Magno se narra que en cierta ocasión, vagando por el
desierto, le salió al encuentro una bandada de cuervos, los cuales
-
volando mansamente delante de los estandartes, ora se posaban en el suelo,
cuando los soldados se demoraban en la marcha, ora levantaban el vuelo,
como si fueran caudillos que les mostraban el camino.
Y en otro lugar nos cuenta el mismo autor que esos cuervos, con sus graznidos,
"reclamaban a los que se extraviaban en la oscuridad de la noche."
(7)
Feliz agüero recibieron Fabio Valiente y sus soldados, cuando marchaban
hacia el combate:
-
El mismo día de la marcha un águila volaba mansamente delante
de ellos como indicándoles el camino. Durante el largo trayecto,
era tanta la calma de la alada, imperturbable en medio del enorme griterío
de los soldados, que el fenómeno fue interpretado como augurio indudable
de grande y próspera campaña. (8)
Al lírico y pius Eneas le envió su madre Venus dos
palomas que le guiaran hasta el ramo de oro, la llave del infierno.
Así rogaba el desconsolado héroe:
-
Oh si ahora en este extenso bosque se me mostrara en un árbol aquel
ramo de oro
Apenas había dicho esto, cuando he ahí que dos palomas llegaron
volando del cielo ante los mismos ojos del varón y se posaron en
el verde suelo. Al momento el héroe reconoce a las aves maternas
y ruega feliz:
-
Oh, si algún camino existe, sedme guía
y dirigid vuestro vuelo por los aires hacia el lugar del bosque,
donde el valioso ramo proyecta su sombra sobre el fértil suelo.Y
tú, diosa madre, no me abandones en estos trances.
Habiendo hablado así, contuvo su marcha para observar qué
agüeros enviarían y hacia dónde dirigirían su
vuelo. Ellas van comiendo y volando manteniéndose a una distancia
que pudieran ser vistas por los ojos de los que las seguían. Así
que llegaron a la entrada del maloliente Averno, levantaron vuelo veloces
y resbalándose por el aire líquido, vinieron a posarse juntas
en los ansiados rodales, en la copa del árbol entre cuyo ramaje
refulgía el brillo del oro" (Eneida, 6, 190 sts.).
LA TRADICION CRISTIANA
Entre los cristianos, los Santos
Padres con sus enseñanzas conseguirían eventualmente desplazar
del todo a los dioses de la mitología y sus oráculos; sin
embargo no les fue tan fácil despedir a los agoreros o extirpar
los agüeros. Con gesto comprensivo de sincretismo se admitió
que el Dios de Israel podía, si así convenía, valerse
de los animales como mensajeros. Así fue que poco a poco los neófitos
cristianos, equipados de su Biblia, subieron al tren cultural de los gentiles
y, para mayor tranquilidad y comodidad, cambiaron de nombre al maquinista.
En materias de agüeros, como en tantas otras, infundieron nueva vida
a los animales: los bautizaron.
Constantino, el emperador converso, no tuvo que envidiar en nada a los
antiguos fundadores de su anterior cultura pagana, pues a él, en
la reedificación de Bizancio, le indicó su caballo por dónde
debían erigirse los muros de Constantinopla.
(9)
Otros muchos buenos y famosos cristianos después de él
se vieron asimismo beneficiados de la guía de animales y aves. Entre
ellos, al norte de los Pirineos, conviene destacar aquí a los héroes
de las epopeyas carolingias, que se vieron con frecuencia favorecidos por
ciervos guías en sus marchas contra los sarracenos.
(10)
En Castilla, también su gran héroe se vio asistido del
favor de los animales guías. Un ave, con plumaje de corneja, voló
de derecha a izquierda ante el Cid del Cantar, tras una breve invocación,
en momentos de gran zozobra y desorientación, para darle esperanzas
y señalarle el camino hacia oriente, hacia Valencia. Tras observar
el fenómeno, exclamó el héroe castellano:
-
¡Albriçias, Alvar Fáñez, ca echados somos de
tierra!" (v. 14).
Se alegró el Campeador de ser desterrado. Se alegró el Campeador
de haber recibido de Dios la señal que tantos héroes
y santos antes de él habían visto e interpretado como garantía
de elección divina. Al destierro, sí, pero ya sin miedo,
pues se sentía cobijado bajo las alas de la Providencia.
Se ha dicho que los santos del cristianismo sustituyeron a los dioses
y semidioses de los paganos. Dentro del cristianismo, en épocas
de cruzadas, el guerrero sustituiría al santo. En época posterior,
el caballero galante sustituiría a su vez al guerrero, y, como éste,
se vería favorecido del favor de las aves en la ruta hacia sus encuentros
amorosos.
En Inglaterra, en 1440, estando aún en boga aquellos romances
carolingios con sus ciervos guías de serio y trascendental talante
bélico, se reelaboró el motivo, revistiendo al animal de
marcado erotismo. Se lee de cierto rey, a quien su esposa le era infiel,
que yendo un día de cacería con varios de sus vasallos, se
alejó de ellos en pos de un ciervo y se perdió. Encontró
una casa, llamó a la puerta, y una hermosa doncella, tras darle
una cordial bienvenida, le invitó a entrar con estas palabras: "Esta
noche entre nosotros engendraremos un hijo que algún día
obrará maravillas. Con ese fin el ciervo te ha guiado hasta aquí."
(11)
LA TRADICION CASTELLANA
En Castilla,
en 1499, se editó la edición más antigua que conocemos
de La comedia de Calisto y Melibea de Fernando de Rojas. Dice el
autor en su CARTA que un buen día se encontró unos papeles
anónimos que le llamaron grandemente la atención y le inspiraron
tan altamente, que decidió darles continuación. Aquellos
papeles comenzaban de esta manera:
-
CAL.__ En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios.
-
MEL.__ ¿En qué, Calisto?
-
CAL.__ En dar poder a natura que de tan perfecta hermosura te dotasse e
facer a mí inmérito tanta merced que verte alcançasse
e en tan conueniente lugar, que mi secreto dolor manifestarte pudies se.
Sin dubda encomparablemente es mayor tal galardón, que el seruicio,
sacrificio, deuoción e obras pías, que por este lugar alcançar
tengo yo a Dios ofrescido, ni otro poder mi voluntad humana puede conplir.
¿Quién has vido en esta vida cuerpo glorificado de ningún
hombre, como agora el mío? (I, 31-32).
¿Que dónde, cómo y cuándo se habían
conocido por vez primera Calisto y Melibea? Esa debió ser la pregunta
que primero que ningún otro se hiciera Fernando de Rojas al leer
aquellos papeles, "sin firma de su auctor," que parecían comenzar
in
medias res. Preocupado por encontrarle una conveniente respuesta a
esa pregunta y lograr con ella una adecuada motivación dramática
a la escena, encargó a Pármeno, en el Acto II, el primero de su
continuación, la explicación de cómo fue que se encontraron
por primera vez Calisto y Melibea:
-
Señor, porque perderse el otro día el neblí fue causa
de tu entrada en la huerta de Melibea a le buscar, la entrada causa de
la ver e hablar, la habla engendró amor, el amor parió tu
pena, la pena causará perder tu cuerpo e alma e hazienda. E lo que
más dello siento es venir a manos de aquella trotaconuentos, después
de tres vezes emplumada (I, 121).
El neblí, perdido, guio a Calisto hasta Melibea.
Grande se nos muestra el genio literario de Rojas. Con el motivo del
ave guía se sumaba Calisto a las filas de eminentes predecesores,
héroes y santos, y su encuentro se revestía, en el contexto
de la escena, de indudable favor providencial. Lo que para Pármeno
había de ser la causa de la pérdida del cuerpo, el alma y
la hacienda de Calisto--admirable técnica de insinuación
del tema dramático--, para éste le había supuesto
abrirle la ruta hacia su visión divina, en el AUTO, su gustoso banquete
en el TRATADO DE CENTURIO.
Las fuentes del motivo literario del neblí como ave guía
eran, como se deduce de lo hasta aquí dicho, infinitas. Asignarle
una fuente determinada es como presumir de haber descubierto el lago del
que procede esa gota de rocío que tiembla en nuestro rosal.
El neblí de Calisto, según Rojas, puso a su amo en contacto
con Melibea con clarividencia y rapidez, las proverbiales características
con que dicha ave acostumbra a caer sobre su presa.
Neblí llamaba Pármeno al ave de cetrería
de Calisto, con terminología de procedencia arábiga. El autor
del argumento al Acto I la llamó "halcón" (del L. falco),
denominación dominante entre los escritores medievales. Entre los
clásicos había abundado la denominación común
de accipiter, nuestro azor. Eran las aves de esta familia aves "sagradas"
para poetas de la talla de Homero y Virgilio, por estar consagradas a los
dioses y ser portadoras de augurios. (12)
En la caza, en épocas anteriores al uso de las armas de fuego,
es comprensible que estas aves de cetrería gozaran de una estima
sin igual. Su alta reputación y su gran aprecio por su servicio
al hombre en materias de cetrería se remonta a 200 años en
China, 1700 años en Persia, antes de Jesucristo.
LA TRAYECTORIA DEL HALCON
En Europa, junto al aprecio
y precio elevadísimos, gozaban estas aves de la protección
de leyes especiales. El puesto de amigo servicial e inteligente que ha
ocupado tradicionalmente el caballo entre los cuadrúpedos, le ha
pertenecido entre las aves al halcón o azor. En Castilla, un caballo
y un azor dieron impulso y vida a la historia de su independencia con Fernán
González. La pérdida de los halcones y azores contribuyó
a poner en marcha la Gesta de mio Cid. Por toda Europa, en sus ambientes
cortesanos, vemos pulular tanto a caballeros valientes y galantes, como
a tiernas y angelicales damas, ellos y ellas portadores, sobre su puño,
de la insignia del halcón. Ambiente cultural que propiciaba el que
el escritor de temas caballerescos, cortesanos y sentimentales, diera a
estas maravillosas aves un papel muy destacado en sus narraciones. Así,
por ejemplo, Chrétien de Toyes, en ligès (vv. 6425
sts.), cuenta cómo Bertrand perdió su halcón y, en
su búsqueda, saltó unos muros, para descubrir a Fenice y
Cligès, su esposo, durmiendo desnudos sobre la grama.
(13)
El halcón de Bertrand, al contrario del neblí de Calisto,
era un ave sin colores retóricos, sin vistosidad especial en su
plumaje literario. Carecía ese halcón del atuendo típico
del animal guía. Estaban ausentes de la narración de Chrétien
de Troyes los efectos de zozobra, ansiedad, oración ferviente, esperanza;
faltaban en su ambiente la sobrenaturalidad y el gozo triunfal que se respiraban
en el espacio literario del neblí. (14)
No es propiamente ave guía aquella cuya presencia es meramente
decorativa, sin funcionalidad, sin impacto vital en la acción subsiguiente.
El halcón de Bertrand, que asomó hacia el final de la obra,
carecía de trascendencia. El neblí de Calisto, por el contrario
--y a semejanza con la corneja del Cid-- era un ser vivo, llovido del cielo
al comienzo mismo de la acción dramática, con sentimiento
y fuerza para ponerla en marcha. (15)
Es decir, atesoraba en sí aquel neblí perdido una poderosísima
virtud sacramental, que imprimiría en la acción total del
drama un carácter indeleble: toda la obra de Rojas se siente traspasada
por su garra depredadora y su omnímoda hambre de carne, calidades
y efectos que trascienden a todos los personajes, manteniéndolos
presos en redes, engaños y asechanzas, ora sean los verdugos, ora
las víctimas de sus primitivos instintos y sus carnales pasiones.
La voracidad del neblí estaba latente, sin dejar de ser continua
y consumidora, a lo largo de la obra de Rojas, bajo la cobertura, como
veremos más adelante, de las múltiples y variadas imágenes
de la caza: redes, tiros, cebo, anzuelo, calderuela, carne de buitrera,
falsos boezuelos; pájaros, pollos, perdices y otras piezas de caza,
que estudiaremos en el siguiente apartado. (16)
Neblí, ave de rapiña, de naturaleza contenciosa
como las águilas, los gavilanes y aquellos "grosseros milanos" que,
según el Interpolador, en el PROLOGO, "insultan dentro en nuestras
moradas los domésticos pollos e debaxo las alas de sus madres los
vienen a caçar" (21-22). Por todo el cuerpo de la acción
dramática, efectivamente, circula una espléndida imaginería
que entronca con la mejor tradición alegórica y simbólica
de la Biblia y los Santos Padres. La citada imagen del prólogo se
corresponde con la tierna simbolización del evangelio de San Mateo
(23:37): "[Jerusalén, Jerusalén, ...! [Cuántas veces
quise reunir a tus hijos, a la manera que la gallina reúne a sus
polluelos bajo las alas ...!" Para los Padres de la Iglesia Dios quería
proteger a sus pollos de los azores y milanos. "No nos apartemos de sus
alas," decía San Agustín, "para que no rapte el aéreo
azor los pollos aún implumes." (17)
Para San Agustín y San Jerónimo el diablo es como un azor
o un milano. (18)
El simbolismo del ave de presa se mantiene sin interrupción en la simbología
religiosa a lo largo del medievo. (19)
Se ven fundidos en la larga ascendencia literaria del azor, uno al lado
del otro, dos cualidades de muy diversa faz: es, por un lado, el buen amigo
del hombre, sumiso y servicial, cuando se trata del azor amaestrado, encapirotado,
obediente. Por otro, en su estado salvaje --el neblí perdido--,
es un ave temida y odiada por su violenta voracidad. Oigamos a Ovidio:
-
Odimus accipitrem, quia vivit semper in armis (odiamos al azor porque siempre vive en armas) (Ars, 2, 147).
Aves de rapiña, llamamos en castellano a toda la familia, y con
razón. Ya Plauto (Persa, 406) llamaba al azor "ladrón
avaro y envidioso." San Isidoro, con su peculiar análisis de profundización
lingüística, leía esa característica natural
en el origen o etimología de su nombre propio, derivado de : accipiter
(ab accipiendo [atrapar]. ... hoc est rapto [es decir, rapto]r, (Etymol., 12, 7, 55).
El neblí de Calisto era, como decía Pármeno, un
neblí perdido, devuelto a los hábitos de su prístina
naturaleza. El neblí era el prototipo del pájaro, y pájaro
en el lenguaje vulgar y la literatura erótica era eufemismo por
pene. (20)
El perdido era Calisto, un intruso en el huerto de Melibea, un "saltaparedes"
(IV, 179), como ésta le llamaría. Asaltaría el huerto
una y otra vez hasta efectuar la ingestión de Melibea, tras haberla cazado,
como los groseros milanos a los domésticos pollos, de debajo las alas
de su madre. Efectivamente, al final de la obra, en el Acto XIX, al vehemente
enamorado se le vería el plumero:
-
MEL.__ Holguemos e burlemos de otros mill modos que yo te mostraré;
no me destroces ni maltrates como sueles. ¿Qué provecho te
trae dañar mis vestiduras?
-
CAL.__ Señora, el que quiere comer el aue, quita primero las plumas
(XIX, 181).
El perdido neblí de Calisto desparramó por toda la obra su
abigarrado plumaje con el silencio y esplendor de un cartucho de pirotecnia.
Por un momento quedaría el espectador en suspenso, deslumbrado y
fascinado, para presenciar cómo todo explotaría al final,
dejándole sumido entre el humo y las tinieblas. Desapareció
el neblí, como ave rapaz de incontrolable carnivoracidad, para ceder
el paso a Calisto, pájaro de cuenta, hambriento de la carne de Melibea.
(21)
sapareció el neblí, como medianero celestial, para ceder
el paso a Celestina, la alcahueta de pueblo, más de una vez emplumada.
Lo había predicho Pármeno:
-
E lo que más dello siento es venir a manos de aquella trotaconuentos,
después de tres vezes emplumada (I, 121).
Celestina era, ¿qué duda cabe?, gavilán, milano, neblí, halcón, cualquiera de aquellas groseras aves
del prólogo. Con ella el halcón, como deseable ave guía,
devino aborrecible pájara. (22)
Curiosa metamorfosis, experimentada en Castilla, por obra y gracia
de Fernando de Rojas.
No faltan estudios críticos en los que se ha tratado el tema
del neblí y su simbolismo en La Celestina. Para F. M. Weinberg
el neblí representaba a Celestina, la encarnación de la rapiña
y la lujuria, que se cebaba en la juventud, especialmente las tiernas doncellas
de la ciudad. (23)
. E. Barbera veía en el neblí no sólo la lujuria
de los propósitos de Calisto, sino también una anticipación
de la pobreza espiritual y la destrucción definitiva. Más
recientemente se ha sumado a los estudiosos del simbolismo del halcón
en la literatura medieval, aportando nuevos documentos, E. Michael Gerli;
nos dice entre sus conclusiones que la interpretación que Rojas
hace del halcón está íntimamente relacionada con el
uso de la imaginería erótica que despliega a lo largo de
su obra; Rojas conocía la tradición literaria cortesana y
el lugar del halcón como símbolo lujurioso y fatídico,
y lo explotó para burlarse de la tradición del amor idealizado
y para destacar las catastróficas consecuencias del deseo desenfrenado.
(24)
Antes de Gerli, Charles B. Faulhaber pareció expresar ciertas
reservas sobre el valor simbólico que propusieron los anteriores
articulistas. (25)
¿Insinuaba Faulhaber que en la cultura española no era
evidente el simbolismo del halcón? En Castilla, como recordé
más arriba, se nos dice en elogio y ennoblecimiento de su fundador,
el Conde Fernán González, que solía montar en su caballo
y llevar un halcón en su puño, como símbolo de su
señoría y prestancia. En los primeros versos del Cantar
de mio Cid nos movemos a piedad por aquel héroe que en el saqueo
de casa y hacienda había perdido sus halcones y azores mudados,
símbolos de sus muchas riquezas y su indiscutible dignidad. No cabe
duda que Rojas intentó sustituir al neblí por Celestina,
pájara de diverso plumaje; el neblí perdido le había
hecho venir a manos de Celestina, la trotaconventos, después
de tres vezes emplumada. Y hay más.
Los psicoanalistas reconocen unánimemente en los pájaros
un símbolo fálico. En la cultura clásica abundaban
las representaciones de penes alados. En la mitología no cabe disputar
que el simbolismo fálico de aquel águila sobre la que volaba
Ganimedes; se cuenta que mientras éste, el más guapo de los
jóvenes de Frigia, cazaba --otros dicen que pastoreaba los ganados
de su padre--, le arrebató un águila que le condujo a Júpiter,
que ardía en amores del joven y en deseos de satisfacer con él
sus torpes y nefandos deseos.
Ahora bien, en ninguna otra cultura se revistió el halcón
del plumaje simbólico con que se engalanó en España.
(26)
El simbolismo del halcón cautivó de tal manera a la comunidad
castellana, que su imagen quedó acuñada en el elemento primario
y esencial de la expresión: la palabra. Que hoy no lo recordemos,
es culpa de nuestra mala memoria. Pero, como avisaba Antonio Machado, "Bueno
es recordar / las palabras viejas / que han de volver a sonar." El significado
metafórico y alegórico de halcón está
documentado en el siglo XVI y recogido en el Diccionario de Autoridades
y otros diccionarios de la lengua. HALCONERA: "dícese de la ramera
o de la mujer que halconea y de sus acciones y gestos deshonestos." HALCONEAR:
"dar muestras de deshonestidad la mujer para atraer a los hombre."
Halcón, es evidente, recibió en castellano una
acepción traslaticia, simbólica, perfectamente asimilada
y explotada, con sus mejores efectos, en el arte de Rojas. Celestina, la
de Rojas, se nos presenta como la halconera por antonomasia, a quien
mejor que a nadie le cae aquello que dice Lope de Rueda en La comedia
de los engaños: "Quiere que me ande yo de calle en calle halconeando"
(Dic. Autorid., v. "halcón").
Calisto es halconero, milano grosero a los que alude el PROLOGO,
que saltaría las paredes del huerto para desplumar y comerse el
ave. También se llamaba en Castilla halconero al galán
rico y fanfarrón que se portaba groseramente, como en este pasage
de La pobreza estimada (30 vto) de Lope de Vega:
-
ISAB.__ ¿Qué siente de la invención / deste galán
halconero?
-
DOR.__ Que no ha sido muy grossero / para rico fanfarrón
En ninguna otra lengua tiene la palabra halcón connotaciones
sexuales de tamaña inherencia. En ninguna otra literatura fueron
celebradas las aves de rapiña como símbolo del amor de altanería,
con la frecuencia, variedad y vistosidad con que lo fueron en la literatura
castellana. El halcón cortés ilusoriamente casto de los provenzales
devino salvaje realmente lujurioso entre los castellanos, por obra y gracia
de Fernando de Rojas. Gracias a él la imaginería venatoria
como alegoría del amor ocupa un lugar prominente, central, en la
Tragedia
de Calisto y Melibea.
EL AMOR DE ALTANERIA EN LA TRADICION CASTELLANA
Supo Rojas, con gran acierto,
contrastar la retórica del amor cortés, importado de las
viejas cortes de Provenza, con el lenguaje terreño de las calles
y plazas castellanas del siglo XV. En esas calles y en esas plazas hacía
tiempo que se venía cantado al amor con un lenguaje desplazado,
sí, pero a un plano familiar y emocionante, natural y cruel, con
salpicones de sangre y de ternura. En el romance de Doña Lambra,
catalogado entre los llamados viejos, se ve bien arraigada la imagen del
halcón que gusta meterse por debajo del brial y cebarse dentro del
palomar --sentido sexual de forzar las damas--, (27)
en un ambiente de obvia violencia, odio y venganza, con tintes de sangre
y sexo, con tirones de falda, hasta exponer las vergüenzas. Como en
a
Celestina, las imágenes venatorias van reforzadas con la de
redes --telilla les tengo ordida-- y con la de un guiso sexual --matáronme
un cocinero / so faldas de mi brial:
-
Los hijos de Doña Sancha yo mora me iré tornar."
-
mal amenazado me han Allí habló don Rodrigo,
-
que me cortarían las faldas bien oiréis lo que dirá:
-
or vergonzoso lugar, --Calledes, la mi señora,
-
y cebarían sus halcones vos no digades atal.
-
dentro de mi palomar, De los infantes de Lara
-
me forzarían mis damas yo vos pienso de vengar;
-
casadas y por casar. telilla les tengo ordida,
-
Matáronme un cocinero bien gela la cuido tramar
-
so faldas de mi brial. que nacidos y por nacer
-
Si desto no me vengáis dello tengan que contar.
-
Menéndez Pidal, Primavera núm. 19
En este otro romance viejo, oímos a Doña Jimena pidiendo
al rey venganza de los agravios del Cid, por haber cebado éste el
gavilán en su palomar; otra vez aquí se nos dice que la ropa
interior, el brial de Doña Jimena, quedó manchado de la sangre
de las palomas:
-
--Con mancilla vivo, rey, por hacerme más despecho
-
con ella murió mi madre; cébalo en mi palomar,
-
cada día que amanece mátame mis palomillas
-
veo al que mató a mi padre criadas y por criar;
-
caballero en un caballo la sangre que sale de ellas
-
y en su mano un gavilán; teñido me ha mi brial
-
Primavera 30a
Doña Alda tuvo un sueño, entre sexual y violento, como la
naturaleza de ese azor que busca refugio bajo el brial, que cuenta así
a sus doncellas en busca de interpretación:
-
--"Un sueño soñé, doncellas, --Aquese sueño,
señora,
-
que me ha dado gran pesar; bien os lo entiendo soltar;
-
que me veía en un monte el azor es vuestro esposo,
-
en un desierto lugar: que viene de allén la mar;
-
de so los montes muy altos el águila sodes vos,
-
un azor vide volar, con la cual ha de casar,
-
tras d'él viene un aguililla y aquel monte es la iglesia
-
que lo ahinca muy mal. donde os van a velar.
-
El azor con grande cuita --Si así es, mi camarera,
-
metióse so mi brial; bien te lo entiendo pagar.
-
l aguililla con grande ira Otro día de mañana
-
e allí lo iba a sacar; cartas de fuera le traen;
-
con las uñas lo despluma, tintas venían de dentro,
-
con el pico lo deshace. de fuera escritas con sangre,
-
Allí habló su camarera, que su Roldán era muerto
-
bien oiréis lo que dirá: en caza de Roncesvalles.
-
Primavera 184
La extensión y la belleza de los temas de la caza del amor y amor
cetrero o altanero en la poesía lírica española han
sido ampliamente expuestas por nuestros críticos. El hombre es el
ave de rapiña; la mujer es la presa. Cuando el poeta quería
acentuar el concepto de lucha seleccionaba como víctima a la garza
"de mirar gentil" que, teniendo un tamaño de mayor grandeza y volando
a alturas superiores, ofrecía al halcón más difícil
combate. Ese combate estremecía a Gil Vicente:
-
Halcón que se atreve
-
con garza guerrera
-
peligros espera.
Juan del Encina reflexionaba sobre el alto vuelo y la dificultad del alcance
-- alcance, como se ha explicado, sexual-- de la garza montesina:
-
Montesina era la garza
-
y de muy alto volar:
-
no hay quien la pueda alcanzar.
En uno de los poemas tradicionales contempla el poeta a varios halcones
combatiendo a una garza y ruega a Dios que la maten para librarla de tantos
sufrimientos:
-
Si tantos halcones
-
la garza combaten,
-
por Dios que la maten.
El Conde de Ayala en el Libro de la caza llama altanero al halcón
que persigue a la garza. Como explicaba Dámaso Alonso "esta imagen
del amor profano es llevada en seguida, atrevidamente, a las regiones del
amor divino: Dios es... como una garza, perseguido y cobrado por el amor
del hombre (277). En un poema de 1590 la garza es la Virgen María,
("garza bella"), Dios es el neblí ("de gran vuelo"):
-
Salió un neblí de gran vuelo
-
tras aquella garza bella,
-
y tanto se cebó en ella,
-
que dio con ella en el suelo.
os dice también Dámaso Alonso:
-
El tema de la 'caza cetrera del amor' estaba tan metido en la sensibilidad
del español del siglo XVI que hasta sucesos reales tienen una consecuencia
lírica entre las ramificaciones de la veta que estudiamos. El príncipe
don Carlos se hirió cayendo por una escalera de mármol, en
Alcalá, cuando iba en persecución de doña Mariana
de Garcetas. Era el domingo 19 de abril de 1562, tenía el mozo 17
años. El apellido Garcetas suscitó enseguida un comentario
lírico:
-
Bajóse el sacre real
-
a la garza, por asilla,
-
y hirióse sin herilla" (279-80).
¡Qué lejos nos sitúan estas imágenes de la estética
caballeresca! Tan lejos que ni siquiera es posible reconocerla. Incluso
en los poemas místicos es el hombre el que persigue, conquista y
domina --alcanza-- por la fuerza. En San Juan de la Cruz domina el sujeto
de primera persona, elemento activo de toda la acción:
-
Tras una moroso lance,
-
y no de esperanza falto,
-
volé tan alto, tan alto,
-
que le di a la caza alcance.
Es decir, incluso Dios ha quedado sometido estéticamente al DOMINIUM
del hombre. Ni siquiera el escritor místico se emociona con la lírica
de la pasividad y la contemplación beatífica al modo del
Calisto de la primera escena. Una vez más nos encontramos con que
la lírica religiosa se modela según la lírica secular,
de la que recoge la imaginería y convenciones lingüísticas.
(28)
Estoy de acuerdo con los críticos que defienden que la lírica
medieval en honor a la Virgen María se regía por los modelos
del amor cortés, y no viceversa. De aquí que tan estupenda
nos resulte la caracterización castellana "a lo divino," que lógicamente
presupone la pre-existencia de los modelos humanos. Las alabanzas medievales
de la Virgen eran alabanzas de amor cortés a lo divino, la búsqueda
de nuestros poetas místicos del renacimiento están ambientadas
en el estilo del amor altanero a lo divino. Podríamos decir que
la comida del ave en el huerto fue la Ultima Cena de Calisto.
N O T A S
1
Para mayor documentación sobre este tema, particularmente con relación
a la disparidad de empleo entre los tres autores, véase mi obra Tres
autores en "La Celestina."
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2. Laplanche define así "canibalístico":
"Término utilizado para calificar las relaciones de objeto y las
fantasías correlativas a la actividad oral, aludiendo al canibalismo
practicado por ciertas poblaciones. La palabra expresa, en forma figurada,
las distintas dimensiones de la incorporación oral: amor, destrucción,
conservación en el interior de sí mismo y apropiación
de las cualidades del objeto" (48). Para los psicoanalistas mamar --la
mayor expresión de amor en el infante-- es una especie de canibalización
de la madre (comentarios y bibliografía en G. Devereux, Dreams
193). Una imagen de esta canibalización nos la da también
el Interpolador que intercambia "mamar" y "caçar": Assí
como corderica mansa que mama su madre e la ajena, ella con su segurar
tomará la vengança de Calisto en todos nosotros, de manera
que, con la mucha gente que tiene, podrá caçar a padres e
hijos en vna nidada (XI, 73).
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3. Habrá que tomar como irónico
el juicio de Marciales: "Frase de un amor completamente espiritual" (II,
248n). C. Morón-Arroyo la caracteriza como "frase canallesca" (49),
en cuyo sentido diríamos que el amor cortés devino canallesco,
es decir, Calisto se volvió un canalla, un mal bicho. Siglos más
tarde, en la literatura española, seguirían los ecos del
ave y el amor caníbal, con un canibalismo sublimado por el sinigual
estilo de García Lorca: Thamar
estaba soñando / pájaros en su garganta ("Thamar y Amnón")
y me buscas como cuando te
quieres comer una paloma, que le dice Yerma a Juan (Obras
completas 1259). Ver "pájaro" en C. J. Cela. Comentando sobre
la selección de vocablos en el sueño de Menelaos comentaba
G. Devereux cómo la selección de la palabra, que puede a
veces no corresponderse con la realidad, nos revela la disposición
de ánimo del hablante, su reacción ante la realidad (Dreams
117), y nos refiere la anécdota de una joven que se lamentaba de
que su amante, esquizofrénico y deprimido, manoseaba su cuerpo como
si se tratase de un trozo de carne ("meat" not
flesh). En uno de los comentarios de Rougemont, a los que hice alusión
más arriba, se lee que cuando a la mujer se la considera a par con
el hombre deja de constituir el colmo de sus aspiraciones, pero al mismo
tiempo se la libra del bestial abatimiento que más tarde o más
temprano ha de ser el precio de haber divinizado a una criatura (313).
El "ave" por antonomasia es la pollita. Recuérdese que la asociación
de 'mocita' con 'polla' (no por otra virtud, quizá, que la de estimular
ambas el apetito) data, según Cela, de 754 (Diccionario,
II, 742, donde se explican otras acepciones).
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4. Los psicoanlistas ha hablado de la genitalización del ojo y de la ecuación inconsciente
mirar=comer, como dos formas de introyección (O. Fenichel 208, 227).
Los que gusten de estas teorías no podrán menos de admirar
la realización artística de esa ecuación en La
Celestina.
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5. G. Devereux habla de los casos de hombres que han saciado sus necesidades libidinosas con depravadas rameras
por haberse sentido impotentes con sus esposas a las que han idealizado sobre manera (Dreams .. 136, n296, con la referencia al estudiode S. Freud Ön the Universal Tendency of
debasement in the Sphere of Love") . Sin duda que la explicación
de los psicoanalistas es mucho más interesante que la de aquellos
que creen "ironía" literaria que el amante cortesano ame sexualmente
sin llegar al coito (J. F. Benton, en F. Newman, The
meaning 28).
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6 El Calisto de la primera escena iba a la iglesia para ofrecer a Dios seruicio,
sacrificio, deuoción e obras pías; Pármeno se
expresaría de esta manera ante Celestina: fue
a la maldición, echando fuego, desesperado, perdido, medio loco
a missa a la Magdalena, a rogar a Dios que te dé gracia, que puedas
bien roer los huessos destos pollos e protestando no boluer a casa hasta
oyr que eres venida con Melibea en tu arremango (IX:36).
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7
Mientras que la CARTA pudiera muy bien ser del autor de la Comedia,
el PROLOGO no cabe duda que es del autor de las Interpolaciones, según
se deduce de su regusto en enumerar lo más sobresaliente de la lucha
entre los diversos seres de la naturaleza (ver J. Stamm 24). La inspiración
inmediata del Interpolador arranca de Rojas, adornando aquí su estilo
con frases proverbiales de Heráclito y Petrarca.
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8. Quizás este mundo de referencias
está también relacionado con la concepción del amor
cortés, propio sólo de espíritus nobles. Para Andreas
Capellanus el "amor natural," como el de los caballos y las mulas, era
propio de los plebeyos (Bumke 375).
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0. La imaginería de las aves es de gran predominio a lo largo de la Tragicomedia;
a su enriquecimiento contribuyen todos estos términos y conceptos
desconocidos al Antiguo Auctor: agüeros,
bolar, buche, buela, buelan, emplumada, emplúmenla, nidada, pluma,
plumas (16 casos).
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10. G. Devereux dice que la mordida de una serpiente significa la defloración (Dreams
193). Ver en C. J. Cela (Enciclopedia
I, 218 y IV, 1061) las voces "bicha," "boa," "serpiente" y "sierpe." S.
Freud consideraba la serpiente como uno de los símbolos más
importantes del inconsciente por el órgano sexual masculino (más
sobre esto en E. Gutheil).
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11
Sobre armar,
arma y armadura y
su simbolismo fálico, véanse las voces en C. J. Cela, donde
se ofrecen interesantes ejemplos y bibliografía.
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12. "Todas las complicadas maquinarias y aparatos de los sueños
son, probablemente, genitales --casi siempre
masculinos--, en cuya descripción muestra el simbolismo onírico
tan inagotable riqueza como chistoso ingenio. Las armas y herramientas
más diversas --arados, martillos, pistolas, revólveres, puñales,
sables, etc.-- son también empleados como símbolos del miembro
masculino" (La interpretación
2, 194).
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13 Llaga,
en singular y plural, aparece 3 veces en el AUTO, 16 en la COMEDIA, y
1 en el TRATADO. En Rojas aparece en contextos eróticos en la proximidad
de la frecha, o del caxquillo
... en su aguda punta (VI, 224), incluso en la proximidad de una flor
cuyo nombre era, según Celestina, Calisto: Que,
quando el alto Dios da la llaga, tras ella embía el remedio. Mayormente
que sé yo al mundo nascida vna flor que de todo esto te dé
libre (X, 60).
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14
En La Celestina hay 72
referencias a las armas, de las que sólo se encuentran dos casos
en el AUTO. Remito al lector mi estudio interpretativo del
pasaje del ximio y el cuchillo
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15 García Lorca sabe asociar
en su incomparable, condensado, estilo el sexo, la garganta, el pájaro
y la red:
-
Su sexo tiempla enredado
como pájaro entre zarzas.
-
Martiro
de Santa Olalla 387.
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16 G. Devereux relaciona veneno con semen al referirse al sentido fálico de serpiente en los sueños
de la tragedia griega (Dreams
175. Compárese con la referencia de Pármeno a su "cola de
alacrán," sobre lo que apostilla Celestina: la
tuya hincha por nueue meses (I:96).
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17. La casa era metáfora
convencional de la búsqueda erótica. En las letras descocadas
se hace referencias a la caza del hurón: "Pues hago's saber que
esse hurón no sabe cazar en esta floresta" (La
lozana Andaluza, Mamo. 14, 71); "y con el gran calor de allá
debajo / seis veces fue el hurón a buscar caza" (P. Alzieu núm.
44).
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18 En este pasaje se nota la labor del Interpolador con su tendencia a ampliar y explicar el texto;
quería el segundo continuador que el lector se fijara bien, comprendiera
en lo debido, hasta qué punto había él mismo captado
el sentido de la metáfora de la caza (arco
= alcahuete, páxaras = mochachas)
que había esbozado Rojas.
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19
La imaginería de las aves es de gran predominio a lo largo de la
COMEDIA y el TRATADO; a su enriquecimiento contribuyen todos estos términos
y conceptos, del todo ausentes en el Auto: agüeros,
bolar, buche, buela, buelan, emplumada, emplúmenla, nidada, pluma,
plumas (16 casos).
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20. Góngora habla de las
"desplumadas delicias de el paxaro": Io
le ofrezco en su muslo / Desplumadas la delicias / De el páxaro
de Catulo (II, 299).
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21 Compárese con esta
letrilla erótica en Floresta de poesias eróticas del Siglo de Oro, 133
-
A la media noche / pidió la niña
unos tragos de caldo / sin escudilla
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22
Estos son los 54 términos controlados y distribuidos entre los tres
autores de La Celestina
--sólo un caso en el AUTO: asadores,
bodegones, bote, cuero, cozina, escudilla, lienço, mesa, manteles,
jarrillo, jarro, mesón, migajas, plato, sartén, tauerna,
taça, tinagica.
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23
Cae fuera del propósito de estos datos teorizar sobre el psicoanálisis.
El lector encontrará muy útil la obra la obra de O. Fenichel,
62 y 690.
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24 Constantino el Africano, en su tratado De melancolia,
muy conocido entre los medievales, habla de las personas que tienen la
imaginación y la razón corrompidas, y refiere cómo
Galeno atestiguaba haber visto a una mujer que padecía pensando
tener serpientes en su vientre (Alii
corruptam habent imaginationem / et ratinem. sicut quaedam passa est in
ventre habere autumans / serpentes. quam Galienus se vidisse testatur,
en Della melancolia, trad.a
cura di M. T. Malato - U. de Martini. Roma, 1959, pág. 61.)
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25
Sobre la relación amor-comer-beber en contextos religiosos puede
serle de interés al lector la información y documentación
de Huizinga.
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26. Desde el punto de vista psicoanalítico
el dolor de muelas puede explicarse como desplazamiento de una emoción
de autoreprensión (S. Freud, Standard Edition, II, 179). A lo largo
de la obra es un motivo incesante el de un Calisto embargado por el sentimiento
de inferioridad e indignidad.
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27
En el diario madrileño YA
(21 de abril, 1984) apareció una curiosa nota de J. M. Bermejo sobre
"Los presuntos restos de Juan de Mena ...", en la que decía: "El
hombre cuyos restos hemos examinado debió sufrir mucho de los dientes
y padecer frecuentes dolores de muelas. Tras examinar el maxilar superior
derecho --el único que se conserva-- se puede asegurar que el hombre
a quien corresponde perdió al menos tres molares a causa de caries
y posibles abscesos alveolodentarios. Cabe recordar que al dolor de muelas
se le conoce popularmente como "mal de amores." Por la biografía
del poeta, sabemos que Juan de Mena se casó dos veces y escribió
mucha poesía amorosa dirigida a un ideal femenino por influencia
de la poesía italiana de la época." Sobre el simbolismo sexual
del dolor de muelas puede consultarse también M. D. Legge. Marcial
hace referencia al dolor de dientes en un pasaje erótico (XI, 41;
citado en Forberg, 242). S. Freud hace mención de cómo la
castración suele representarse simbólicamente por la "extracción
o caída de una muela" (La
interpretación 2, 195).
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28. La expresión "sacarse
una muela" --que duele-- significa en el habla vulgar, recogida en la poesía
erótica, futuere, como
indica P. Alzieu 172, n.9).
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29. Con la entrega del cordón
--cinturón de castidad-- a Calisto se representaba, en esa polifonía
de acepciones fálicas, la renuncia de Melibea a la castidad y su
disposición a entregarse a su amante. Véase el interesante
artículo sobre "cinturón de castidad' en C. J. Cela. También
convendrá recordar que en La
lozana andaluza se equipara "cordón" y "cojón" (Mamo.
26, 110; ver C. J. Cela, I, 325).
VUELTA AL TEXTO
30
Sobre el desplazamiento de los genitales al pie en la tradición
literaria y folclórica intercultural, véase mi artículo
"La abadesa embargada por el pie."
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31. No se ha podido localizar este romance en la tradición escrita. El romance que ha llegado
hasta nosotros dice:
-
>Respondió el buen rey
Rodrigo: / la culebra me comía;
cómeme ya por la parte
/ que todo lo merecía,
por donde fue el principio / de la mi muy gran desdicha
Primavera
I, 7
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32
Paralela a la tradición religiosa de la comunión ("comer
a Dios") y el ayuno, corre la profana y folclórica del lobo de Caperucita,
con los dientes largos: Para
comerte. También las canciones de gran popularidad, como aquella
más antigua "Muérdeme, morenita" y la del gran éxito
de 1990, "Devórame otra vez." Morder
(5 ejemplos), aparece en el Antiguo Auctor con connotaciones sexuales,
3 veces, frente a ninguna en COMEDIA (caso muy excepcional) y 2 en el Interpolador,
con la proporción 45%, -64%, 19%, respectivamente:morder,
muerde, mordían, mordido, mordió (5): AUTO 1:85, 96,
107; TRATADO 4:176; 14:115.
- PARM.-- ¡Como cola de alacrán!
-
CEL.-- E avn peor: que la otra muerde sin hinchar e la tuya hincha por nueue meses.
-
PARM.-- ¡Hy! ¡hy! ¡hy ! (I, 96).
-
de tal manera la tomé, assí la besé, assí me mordió, assí la abracé, assí se allegó (AUTO 107).
En la composiciones de bajo erotismo de los latinos no faltan los usos traslaticios de vorare, devorare
(oculis devorantibus = devorar con los ojos), y la alusión al llamado convivium culi y a las prácticas
de los "cunnilinguos" (los de lingua futurix, impura, moecha, mala; ver voces latinas en Forberg, las castellanas en C. J. Cela).
> vorare, devorare
(oculis devorantibus = devorar
con los ojos), y la alusión al llamado convivium
culi y a las prácticas de los "cunnilinguos" (los de lingua
futurix, impura, moecha, mala; ver voces latinas en Forberg, las castellanas
en C. J. Cela).
>
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33. Quizá debiera anotar
que de acuerdo con ciertas teorías psicoanalíticas hay un
germen de inpulsos canibalísticos en la renuncia del melancólico
Calisto a comer; según A. Abraham responde tal renuncia a la tendencia
del meláncólico a castigarse a sí mismo, por sus impulsos
canibalísticos ("Development of the libido," en Selected
Papers 448).
- CALISTO__ . ...Ni comeré hasta
entonces; avnque primero sean los cauallos de Febo apacentados en
aquellos verdes prados, que suelen, quando han dado fin a su jornada.
-
SEMPRONIO __ Dexa, señor,
essos rodeos, dexa essas poesías, que no es habla conueniente la
que a todos no es común, la que todos no participan, la que pocos
entienden. Di: avnque se pond el sol, e sabrán todos o que dizes. E come alguna conserua, con que tanto esacio de tiempo te sostengas (II, 22)
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34 Tras haber hecho un recorrido a través de la Tragicomedia
y visto sus múltiples pasajes y referencias al mundo de la caza, apenas
si comprendemos aquel aserto de M. R. Lida, de que "aparte del gerifalte
... nadie vuelve a acordarse de la cetrería de Calisto" (201). Sobre
el motivo de la caza como preámbulo a la aventura amorosa --repito
la información anterior-- cfr. D. Devoto. Para mayor ampliación
del tema y bibliografía, cf. G. Armistead y J. H. Silverman.
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