Historia de los nombres Rachel y Vidaspor Miguel Garci-GomezVIDASAunque en nuestra península, como en el oriente, los Mozárabes solían usar nombres arábigos y los muladíes, fingiendo su origen, fingían abolengos orientales, ya arábigos, ya persas, todavía entre los ingenios que produjo nuestra patria bajo la dominación sarracénica abundan los nombres y apellidos de origen latino y gótico... como Vithax (Vidas)" (7)Para mí, es extender indebidamente el testimonio de Simonet tratar de incluir en él a los judíos. RACHELSi acudimos a la fuente pidaliana, nos encontraremos con el manantial casi completamente seco: "Rachel, judío burgalés"(14). Eso es todo, sin otra documentación que su palabra. Don Ramón no comprendía el papel de una mujer, o la de un cristiano, en ese tipo de transacción prestataria, y conjeturó que Rachel era judío y varón. Ningún comentarista posterior se replanteó el problema del hebraísmo; la polémica sobre Rachel versaría sobre su sexo. Fue Emilio García Gómez quien abordó el tema, al tiempo que abrió la puerta a los correctores:
una piel bermeja, morisca y honrada, Cierto es que, frente a tal uso [la precedencia de la mujer entre judíos] existe también el inverso, como era usual entre los cristianos.(20)
(25) En algún caso vemos que la venta se hace a una mujer, a quien acompaña su marido: a. 1137: Ego Guillelmus de Lanzo et mea filia uendimus una tenda in rua Pelliceria ad uos dona Ermengard et ad vestro marito Arbert ...En otro ejemplo la mujer hace testamento dejando sus bienes al marido: a. 1130: Ego domna Oria de Palazio alexo tota mea hereditate ad don Arramon meo marito cum sua filia ... <6;8.6(26) Queda claro, de la documentación citada, que Rachel podría ser una mujer --en contra de los escrúpulos de Menéndez Pidal--, y que su precedencia sobre Vidas, en asuntos contractuales, no es prueba de su hebraísmo-- en contra de la pretensión de F. Cantera. Mientras que unos han aducido documentos históricos en prueba del judaísmo de los mercaderes, otros se han refugiado en lo emocional y han encontrado el nombre Rachel evocadoramente hebreo. Decía Leo Spitzer:
Que yo sepa, ningún comentarista miocidiano ha cumplido con una obligación primaria: la de documentar el uso del nombre Rachel en los siglos XI y XII, bien entre judíos o entre cristianos. De ahí que se decidieran a cortar por lo sano: sustituir el nombre por otros. Por mi parte--y no pretendo, ni mucho menos, haber investigado el tema exhaustivamente--, he podido encontrar dos variantes de Rachel --Razel y Racel--en documentos leoneses y catalanes. Razel y Racel aparecen entre los firmantes de un reconocimiento a la abadesa Emma, del monasterio de San Juan de las Abadesas (Cataluña, a. 913). En León hay una Razel, nombrada en varios documentos (en 1012 y 1039), que parece haber sido muy rica )(28). Razel y Racel son indudablemente variantes de Rachel,- en la tradición no existe otro nombre con el que emparentarlo y, siendo tan parecidos, no hay por qué creerlos creaciones indígenas. Filológicamente es explicable la fluctuación gráfica, muy frecuente en los manuscritos, entre las grafías -c-, -ch-, - i-, -j-, -x- y -z-. R. Menéndez Pidal ha llamado la atención sobre la influencia francesa de la grafía -ch-, de entrada tardía en el castellano; siendo ello así, deduciremos que hubo en el autor (o en el copista) influencia franca, semejante a la que se daba en las fluctuaciones entre Barchilona, Barzalona y Barcinone, que alternaban sin reparos, incluso en un mismo texto(29). La teoría de Menéndez Pidal sobre la infiuencia de la -ch- francesa ofrece en nuestro caso grandes posibilidades. Mientras que en la Península Ibérica son muy escasos Racel y Razel, al Norte de los Pirineos Rachel no debió ser raro entre cristianas;lo he encontrado repetido en los índices onomásticos de los cenobios medievales (30). No es de extrañar que entre los peregrinos francos, los religiosos y los mercaderes, que pasaban por Burgos o en él establecían su residencia, hubiera Racheles. Rachel, ¿franca? Los elementos en favor del hebraísmo del personaje son mínimos o nulos, mientras que son muchos y muy fuertes los que evocan su carácter franco --si no lo exigen--, tanto los de carácter extrínsecos al texto del Cantar, como los de contexto. Esos varios elementos son los que nos van a ayudar a esbozar el europeísmo del Burgos del siglo XII. Los que prefieran imaginarse a Rachel y Vidas como matrimonio, pueden imaginárselo como matrimonio de nacionalidad mixta: un Vidas, varón, castellano, casado con una Rachel, mujer, y franca, d′Oriente, por usar la terminología del Cantar, pudiendo ser de Cataluña. Es aceptable históricamente el papel de la mujer en cuestiones mercantiles (31). También es aceptable que, si Vidas con su terminación femenina era aplicable a varón, lo fuera igualmente Rachel. La cuestión del sexo no deja de ser un tanto intranscendente. Más interesante es el hecho de que Vidas es versión castellana de un nombre muy internacional o, lo que es más, un nombre de origen gótico --según algunos etimologistas-- y de origen latino, de tradición pagana y tradición cristiana, sin rastro alguno de hebraísmo. Mientras que el hebraísmo de la pareja ha traído a la crítica ecos de oscuras y resabiadas relaciones entre los ciudadanos de Burgos, las reminiscencias francas de Rachel y Vidas nos ayudarán a recrear la estampa histórica y realista de la policromía de aquel Burgos del siglo XII, enclavado en plena ruta jacobea, conocida también como camino de Santiago, vía francisca, francígena, y camino francés. A la crítica
convencida del realismo del Cantar de mio Cid, nada le viene mejor
que la evocación de la realidad social, económica y cultural
más sobresaliente en el Burgos de la época. Hay virtud en
el nombre. Rachel y Vidas tienen la virtud histórica de servirnos
de retrato de una realidad existencial y preponderante en la economía
de la época; tienen la virtud literaria --como estudiaremos aparte--
de responder a unas técnicas muy del gusto de todos los tiempos.
En Rachel y Vidas puede apreciarse la simbiosis de castellanismo y franquismo
en una Castilla que quería ser europea. Al castellano, primordialmente
agrícola y guerrero, se une el franco adinerado y mercader. La evocación
es de enorme interés para el historiador y el crítico literario.
Pasemos, pues, a examinar la policromía urbanística del Burgos anterior al siglo XII. Aunque el poeta del Cantar no nos dejara consignado, expresamente, quiénes eran Rachel y Vidas, hoy sabemos quiénes habitaban el castillo y los palacios de Burgos en aquella época. |
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N O T A SVUELTA AL TEXTO 1. Para una fácil y rápida localización de estas variants en el manuscrito, cf. F. Waltman, Concordance to the Poema de mio Cid, por orden alfabético. VUELTA AL TEXTO 2. El muestrario procede de J. M. Lacarra,«Documentos para el estudio de la reconquista y repoblación del Valle del Ebro (Segunda Serie)», véase el índice: también García Villada, Catálogo de códices y documentos de la catedral de León, passim.Se han seleccionado solamente aquellos ejemplos en los que el sexo masculino del personaje está claramente especificado. VUELTA AL TEXTO 3. Los ejemplos proceden de Z. García Villada, o. c.; Sánchez Albornoz, Viejos y nuevos estudios sobre las instituciones medievales españolas, I, p. 341, n. 34, p. 433, n. 25 y II, p. 629, n. 21; también de Miquel Rossell, Liber feudorum major, I, pp. 409, 410 y 415. VUELTA AL TEXTO 4. Los documentos, en todos los casos anteriores al siglo XII, pueden consultarse en las siguientes fuentes: Barrau-Dihigo,«Chartes de l’Eglise de Valpuesta»; Carlé,«Gran propiedad y grandes propietarios»; Lacarra,«Documentos para el estudio de la reconquista y repoblación del Valle del Ebro (Tercera Serie)»; Lucas Alvarez,«Libro becerro del monasterio de Valbanera»; Martín Duque,«Cartulario de Santa María de Uncastillo (siglo XII)»; Prieto y Prieto,«Documentos referentes al orden judicial del Monasterio de Sahagún»; Sánchez Albornoz,«Los siervos en el noroeste hispano hace un milenio»; Serrano, Cartulario de Burgos. VUELTA AL TEXTO 5. Existe un Enneco Bita (archidiácono) en Martín Duque,«Cartulario de Santa María de Uncastillo (siglo XII)», cf. índice; también un Abba Uida, testigo de una transación en Guillart,«Documentos para el estudio de la condición jurídica de la mujer leonesa hace mil años», p. 167 (año 1001). VUELTA AL TEXTO 6. «De nuevo sobre el episodio de las arcas», p. 12. VUELTA AL TEXTO 7. Hemos de reconocer con la debida equidad que Menéndez Pidal se expresó con mayor cautela que sus seguidores; sus palabras textuales sobre Vidas fueron:«nombre usado en la Península por moros y cristianos». Fue Cantera quien extendió los límites del significado al decir:«[Vidas] no es raro tampoco entre judíos y moros, según anota Menéndez Pidal (remitiendo a Simonet, p. LIX) en su magna edición del Cantar de Mio Cid, Madrid, 1911, tomo II, p. 897» (!!!Raquel e Vidas», p. 100). Como puede comprobar el lector, los comentaristas hacen una y otra vez responsable de sus propios asertos y ampliaciones a Menéndez Pidal, quien no dicen que lo documente, sino simplemente que así lo anota. VUELTA AL TEXTO 8. Para mayor información sobre estos (y muchísimos otros) nombres y sus relaciones etimológicas y semánticas, cf. Morllet, Les noms de personne sur le territoire de l’Ancienne Gaule du VIIe au XIIe siécle, II, p. 117 (contiene amplia bibliografía sobre temas de onomástica antigua). A los nombres de clérigos llamados Vidas (o sus variantes) pueden añadirse un Vivas (a. 978), obispo, y un Vivanus (a. 1062), levita, documentados respectivamente, en Font Ríus, Cartas de población y franquicia de Cataluña (citado en García de Cortázar, Nueva historia de España en sus textos, pp. 270 y 273), y en el Liber feudorum major (donde también aparecen varios clérigos con el nombre de Vidal, un sacerdote —a. 1055—, un abad —a. 1062— y un diácono —a. 1181—). En el siglo XIII hay un Vidal, obispo de Huesca y pariente por consaquineidad del rey Jaime I el Conquistador (cf. Durán Gudiol,«Vidal de Canellas, obispo de Huesca [s. XIII]»). VUELTA AL TEXTO 9. Morlet (o. c., I. p. 57), nos informa de un BITA, que relaciona con otros nombres con el prefijo BID-, y que dice ser procedente de un gótico beodan, v. A., bidan, que significa«attendre, spérer» (por documento nos refiere a A. Bruckner, Regesta Alsatiae aevi merovingici et karolini (496-918), 390). VUELTA AL TEXTO 10. Antes de pasar al estudio de Rachel, convendrá hacer la observación de que, por lo general, con anterioridad al siglo XIII los nombres procedentes del Viejo y Nuevo Testamento —como incluso los del santoral— resultaban poco atractivos a los cristianos, quienes preferían nombres profanos (las notables excepciones son Pedro, Juan, María y algún otro), según nos informa Leclerq en su artículo monográfico«Noms propres». Fue en la segunda mitad del siglo XII, precisamente, que la Igleasia empezó a recomendar a los padres el empleo de los nombres del santoral para sus hijos, al ser éstos bautizados (para mayor información remito al lector a Michaëlson, Les noms de personne francais d’aprés les rôles de taille Parisiens, passim). VUELTA AL TEXTO 11. «Raquel e Vidas», p. 99. VUELTA AL TEXTO 12. Baer, History of the Jews in Christian Spain, I, p. 17. El estudio de los nombres de judios a través de los años y de las diversas civilizaciones no carece de interés. En multitud de ocasiones, solían los hebreos adoptar los nombres indígenas, aceptando un nombre ya existente, que a veces tenía su perfect correspondencia en un nombre hebreo —como el caso de Vidas—; otras veces, nos encontramos con un doble nombre uno de rancia tradición latina, otro un hebraísmo, de lo que tenemos un buen ejemplo en Bitas Hayeno (s. XV, en Sefarad, VII, p. 290); Leclercq (!!!Noms propres», col. 1552) dedica un largo espacio al estudio de los nombres propios de los judíos. VUELTA AL TEXTO 13. En la lista de Vidas del índice de la revista Sefarad (vol. XV), a la que suelen referirnos los defensores del judaísmo del personaje, nos encontramos este nombre (en variantes) una docena de veces, a lo largo de los muchos años que cubren los 15 primeros volúmenes de dicha revista. Pues bien, de los doce, sólo cuatro llevan la forma plural Bitas, y los cuatro muy tardíos: Bitas de Jaca (a. 1406). Bitas Francés (fin del s. XIV), Bitas de Tudela (a. 1343), y Bitas Hayeno (s. XV). VUELTA AL TEXTO 14. Cantar de mio Cid, II, p. 818. VUELTA AL TEXTO 15. «Esos dos judíos de Burgos», p. 225. VUELTA AL TEXTO 16. Esta sustitución, que fue introducida por la Tercera Crónica General, edic. de Ocampo (fol. 338 c), fue aceptada por A. de los Ríos, Saroďandi y Huntington (cf. información en Menéndez Pidal, Cantar de mio Cid, II, p. 897; Cantera,«La judería de Burgos», p. 61, y en«Raquel e Vidas», p. 101; Michael, Poema de mio Cid», p. 189. VUELTA AL TEXTO 17. La obsesión sobre el sexo del personaje debió originarse con las dudas de García Gómez, expresadas más arriba; las Crónicas no parecen aclararnos nada a este respecto. La Primera crónica general, tras caracterizar a la pareja como mercaderos, añade:«All uno dizen Rachel et all otro claro, por ser mercader masculino. Sobre las diferentes grafías correctivas, cf. Cantera,«La judería de Burgos», pp. 60-61, y«Raquel e Vidas», p. 101; Salomonski,«Raquel e Vidas», pp. 225-26; Sola-Solé,«De nuevo sobre las arcas del Cid», pp. 12-13; Salvador Miguel,«Reflexiones sobre el episodio de R. y V. …», pp. 189-90. VUELTA AL TEXTO 18. «Raquel e Vidas», pp. 105-106. VUELTA AL TEXTO 19. «El matrimonio judío de Burgos», p. 42; Sola-Solé,«De nuevo sobre las arcas del Cid», p. 14. VUELTA AL TEXTO 20. «Raquel e Vidas», p. 106. VUELTA AL TEXTO 21. Citado por Guallart,«Documentos para el estudio de la condición jurídica de la mujer leonesa hace mil años», p. 155 (nos refiere a la conferencia de Sánchez Albornoz,«La mujer en España hace mil años», en España y el Islam, sin especificaciones ulteriores). VUELTA AL TEXTO 22. Sobre los documentos de Cixilo y Massoria, cf. Guallart (o. c., pp. 150 y 170). VUELTA AL TEXTO 23. En Sánchez Albornoz, Viejos y nuevos documentos sobre las instituciones medievales españolas, I, p. 572, n. 96. VUELTA AL TEXTO 24. Serrano, Cartulario de Burgos, p. 251. VUELTA AL TEXTO 25. Ledesma Rubio,«Colección diplomática de Grisén (siglos XII y XIII)», p. 24. VUELTA AL TEXTO 26. Lacarra,«Documentos para el estudio de la reconquista y repoblación del Valle del Ebro (Segunda Serie)», p. 590 (para Guillelmus) y en la Tercera Serie, p. 549 (para Oria). Otros ejemplos pueden consultarse en Alonso,«La compraventa en los documentos toledanos de los siglos XII-XV», p. 502; García Villada, Catálogo de códices y documentos de la catedral de León, p. 124; Ubieto Arteta, Documentos para el estudio de la historia aragonesa de los siglos XII y XIV: monasterio de Santa Clara de Huesca, p. 259. Tal uso se extendía a Toledo, según unos documentos de 1227, en los que la esposa precede al marido, en Alona,«La compraventa en los documentos toledanos de los siglos XII-XV», pp. 500 y 502. VUELTA AL TEXTO 27. «Sobre el carácter histórico del Cantar de mio Cid», p. 109, n. 4. A lo largo de estas investigaciones sólo he podido localizar a una Rahel, hija de Mar, en una inscripción hebrea de una lápida sepulcral (año 1090), encontrada en la provincia de Gerona (cf. Sefarad, 14 (1954), p. 118). VUELTA AL TEXTO 28. Los documentos sobre Racel y Razel en Cataluña se encuentra en Udina Martorell, El archivo condal de Barcelona en los siglos IX-X, pp. 159, 163, 164. Sobre la Razel de León he encontrado referencias en varios autores; en una ocasión aparece con su marido, Muño Rodríguez, efectuando una donación al monasterio de Santiago de León de las villae de San Esteban, Mansilla y Fuentes de Algastre (en Yáñez Cifuentes, El Monasterio de Santiago de León, núm. 72, pp. 218-20, recogido en García de Cortázar, Historia de España en sus textos, pp. 353-55); la otra, ya viuda, haciendo testamento a favor del Monasterio de San Miguel, sito junto a León, al que dona la Villa de Roperelos (en García Villada, Catálogo de códices y documentos de la catedral de León, p. 124; también Carlé,«Gran propiedad y grandes propietarios», pp. 161, 200, 207). VUELTA AL TEXTO 29. Dice Menéndez Pidal:«Como representación más tardía de z aparece, por último, ch en un conechos, al lado de coneios; … acaso se trata de una grafía de influencia francesa» (Orígenes del español, 7.6; en 8.5 alude a la ch relativamente tardía en castellano). En el mismo Cantar se dan con relativa frecuencia las alternancias c y ch (para el sonido k), en arcas y archas, marcos y marchos (cf. Menéndez Pidal, Cantar de mio Cid, I, p. 208). No creo necesario alargarme en la explicación de lo que no ofrece mayor dificultad; las variaciones gráficas de Barcelona son abundantísimos en los documentos, por lo que creo ocioso citaralos. VUELTA AL TEXTO 30. Liber confraternitatum sancti Galli, Augiensis, Fabiatensis, I, 84.33; 133.21; 168.4; II, 8.2; 121.4; 564.3 Morlet (Les noms de personne sur le territoire de l’Ancienne Gaule du VIe au XIIe siécle, I, p. 183) documenta Razelina, al el Cartulaire Général de Paris, public. por R. de Lasteyre [Paris, 1887], p. 53). Si contrastamos la relativa abundancia de Rachel entre los francos (incluyendo entre éstos los documentos de Barcelona y el de la lápida de Besalú) con la escasez del nombre en Castilla, comprenderemos mejor el semblante no muy castellano del personaje. VUELTA AL TEXTO 31. Más arriba ofrecí un muestrario de documentos en los que la mujer aparecía como la ejecutora de la transacción de bienes. Valga añadir lo que nos dice Dufourcq sobre la igualdad del hombre y la mujer:«Dans ce melieu Urbain fort diversifié, la femme peut être l’egale de l’home come maitre ou comme ouvrier-journalier» (Histoire économique et sociale de l’Espagne Chrètienne du Moyen Age, p. 113). Dentro del ámbito europeo, sabemos que el oficio de cambiador de dinero estaba abierto a las mujeres en Brujas y otras ciudades europeas (cf. de Roover, Money, Banking, and Credit in Medieval Bruges, pp. 173-74 y 217). VUELTA AL TEXTO 32. Al lector interesado en la influencia de las condiciones económicas en la creación literaria, le remitimos a C. Knights,«Shakespeare and Profit Inflation», en Drama and Society (Londres, 1937) y Marc Shell, The economy of literature (Baltimore, 1978); en ambas obras se nos ofrece abundante bibliografía. VUELTA AL TEXTO 33. Cuan persistente sea todavía la creencia en el judaísmo de Rachel y Vidas, con base en sus nombres, nos lo indican dos trabajos bastante recienctes. En uno de ellos, Sola-Solé dice:«A pesar de que el Cantar nada nos dice del judaísmo de los dos prestamistas, es evidente, tanto a través de su misma profesión, como del nombre que ostentan, que se trataba de dos judíos» (!!!De nuevo sobre las arcas del Cid», p. 11). En el otro, Aizemberg contribuye a la difusión del mito y del estereotipo«judío», sin documentación alguna, inflando hasta el extremo el mito de los nombres; se imagina la comentarista que los nombres eran comunes entre los judíos de España, típicamente judíos —!!!two typically Jewish names»,«common Hispano-Jewish names, Raquel and Vidas» (!!!Raquel y Vidas: Myth, Stereotype, Humor», pp. 482-83). ¿Quién de nuestros críticos se atrevería hoy a condenar a nadie sobre las bases con que se ha condenado a Rachel y Vidas, por judíos, o al Cid, por antisemita? Pues bien, los críticos, empeñados en convencer a los dos mercaderes de judaísmo, han espulgado sus linajes —por usar la descriptiva caracterización del método en boca del Berlanga cervantino— y, tras ello, le han cascado las liendres a Castilla. VUELTA AL TEXTO
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