Dos autores en el Cantar de Mio Cid
Introducción
por Miguel Garci-Gomez
I. INTRODUCCION
PLANTEAMIENTO. "Amigo de los críticos, pero más amigo del texto," es el lema que todo el que indaga y ayuda a indagar, esclarecer y propagar la autenticidad, el arte y la excelencia de los textos consagrados de la literatura debiera enarbolar y esgrimir sin recelos ni compromisos. Razones objetivas de enorme peso y no simples corazonadas, presentimientos o deseos son los únicos motivos que podrían hacerle dudar al crítico literario del testimonio explícito del propio texto sobre la génesis, la creación y la autoría, sobre la composición unitaria o plural, de una obra determinada.
Entre las ocupaciones de mayor relieve que han absorbido mucho tiempo a los críticos de la literatura medieval castellana ocupa un lugar destacado la de pasar por alto o poner en tela de juicio las declaraciones, expresas o implícitas, de algunos textos importantes sobre la unidad o pluralidad de sus partes, la unidad o pluralidad de su autor. Uno de los más altos lances de ingenio para el crítico es el de enmendarle, si puede, la plana al escritor, como si tratara de ir a su caza. Tal es el caso, principalmente, de La Celestina --de la que me ocupado en otro lugar en un estudio semejante a éste-- y del Cantar de Mio Cid. En estas dos obras maestras de nuestra literatura encontramos claros testimonios, internos, de su varia composición, cuando no de su variedad de autor. Al Mio Cid es válido aplicarle también lo que de La Celestina decía el autor del PROLOGO:
E pues es antigua querella e uisitada de largos tiempos, no quiero marauillarme si esta presente obra ha seydo instrumento de lid o contienda a sus lectores para ponerlos en differencias, dando cada vno sentencia sobre ellas a sabor de su voluntad (PROLOGO 22-23).
Han sido muchos y muy prestigiosos los críticos que, llevados por fines particulares de amplio vuelo, han restado valor a las declaraciones de los textos. El reto a la letra del texto ha dado como resultado un considerable esfuerzo analítico e interpretativo, que ha ido acompañado en muchos casos de una alta exhibición de ingenio, aunque en otros no haya pasado de la mera ingeniosidad. El reto al texto dio origen al diálogo, a veces altamente polémico, sobre la unidad o variedad de obras, unidad o variedad de autor; de ahí surgió a la conciencia una inquietud que no cesa de hurgar en la mente de todos los investigadores, hasta el punto de que a muchos les urge tomar partido, a algunos les incita a escribir. Como consecuencia, tal polémica ha promovido y fomentado el estudio cada vez más atento de la cuestión. Y eso no es malo.
Notable es sin duda la algarabía que se ha armado alrededor del tema de la unidad o pluralidad de composición, la unidad o pluralidad de autor, en las dos obras más prominentes del medievo español, el Cantar de Mio Cid y La Celestina. Tal es la diversidad de opiniones formuladas, que cada vez que hayamos de replantearnos la cuestión, haremos bien si no nos dejamos aturdir por la palabrería, si no dejamos que nos ensordezca el griterío de tal modo, que nos enredemos nosotros mismos en rencillas con uno u otro bando y dejemos así de oír la voz del texto mismo; a éste es al que hemos de acudir cada vez que nos planteemos la cuestión.
Planteémonosla de nuevo, en el estado de la mayor inocencia que podamos. Los testimonios que encontramos en el Cantar de Mio Cid son muy escuetos, pero apenas si pueden ser más directos o claros. En el verso 1085, sin transición alguna estilística o temática, se nos dice simplemente que compieça la gesta:
¡Aquí secompieça la gesta de mio Cid el de Bivar! (1085).1
En en el verso 2276 se establece sin ambages, de la manera que solía hacerse en los textos medievales, el final del cantar, seguido de la consabida despedida:
Las coplas d′este cantar aquí se van acabando.
El Criador vos vala con todos los sus santos (2276-77).
Al concluir la obra, en el verso 3730, se establece en términos parecidos otro final, el final de lo que el autor llama razón:
en este logar se acaba esta razón (3730).2
Siempre me parecieron claras estas declaraciones del texto y siempre las acepté al pie de la letra: en el Cantar hay dos composiciones, cada una con un claro final, expresado de idéntica manera: el mismo verbo acabar, con idéntico significado. No hay quien se atreva negar que de veras esa primera composición, la Gesta, --vv. 1-2277--, era una obra completa, con comienzo, nudo y desenlace. No hay lector que pueda negar que si no hubiera llegado a nosotros la continuación, la Razón, no la habríamos echado de menos para poder conseguir la comprensión total y perfecta de la Gesta, para poder estimarla con el debido aprecio. Quiere todo esto decir, pues, que en la mente y en la intención del autor de la Gesta, en el proceso de su composición, no ejerció función alguna el temario de la Razón, por él desconocida. Como consecuencia, el temario de la Razón tampoco debiera ejercer función en la mente del lector en su interpretación de la Gesta:3 la Gesta debe ser interpretada en su texto y su contexto propios: en relación a sí misma.
La segunda composición, la Razón, es pues una composición separada, inspirada en la primera, con su propio comienzo, nudo --peripecia-- y desenlace; para comprenderla del todo, deberá ser leída que leerla en el contexto de la primera parte, la Gesta, en la que se inspira y de la que toma muchísimos elementos: personajes, lugares, formas de dicción, etc.4 Su estructura, sin embargo, su urdimbre literaria, su temario, su visión del mundo, su estética, y muchos de sus elementos de dicción son tan dife rentes y tan peculiares, que reclaman, como corolario, la atribución a distinto autor.
Una vez más, pues, me lanzo aquí, en tono enérgico, apologético,5 en defensa del texto del Cantar de Mio Cid como un compuesto de dos composiciones,6 armado ahora con nuevos datos, datos abundantes que confirman terminantemente que de veras hay dos obras diferentes en el Cantar de Mio Cid, que de veras el primer cantar terminó donde el texto dice:
Las coplas d′este cantar aquí se van acabando.
El Criador vos vala con todos los sus santos (2276-77).
Que nadie diga, sin embargo, que trata este trabajo de negar o destruir la unidad en el Cantar de Mio Cid, pues yo no me atrevería a decirlo en tales término. Resolver que la obra carece de unidad sería un juicio temerario por mi parte, en lo que tiene de simplista, desorientador y equívoco. No es que Mio Cid carezca de unidad, como carece de unidad un cancionero o romancero, o una selección de novelas picarescas. Siempre me he referido a la obra, y me referiré, como Cantar y no Cantares, con lo que quiero establecer y mantener la siguiente proposición: la Gesta es autónoma, literariamente íntegra, independiente de la Razón; ésta, por su parte, es una composición separada, muy diferente, pero que para su buena comprensión depende esencialmente de aquélla.7
La continuación de unos mismos protagonistas, el comienzo de la Razón en Valencia donde había terminado la Gesta, la continuidad del tema del matrimonio más los giros lexicales y estilísticos, numerosos y comunes a las dos partes, pueden muy bien explicarse por ser la segunda continuación y complemento de la anterior; un escrito anterior, la Gesta, sirvió de inspiración, embrión, simiente, al siguiente, la Razón, y ambas obras se escribieron en la misma época, en el lapso de quizá unos años, en el mismo idioma, idioma que seguía en su período de formación. Es decir, puede muy bien aceptarse y defenderse, por una parte, la unidad de los personajes y la presencia de muchas semejanzas lingÜísticas y estilísticas en todo el Cantar, y mantener, por otra, la dualidad de composición/autor, si viene avalada por pruebas de unas notables divergencias.
No son, claro está, las coincidencias en los varios componentes de las obras literarias las que han de servir de criterio para proclamar su composicón unitaria o asignarle una única paternidad; si nos lo propusiéramos, serían innumerables las coincidencias que encontraríamos en los diferentes textos del Mester de Clerecía, del Romancero, e incluso en nuestra novela picaresca. Las semejanzas lingÜísticas entre dos obras literarias que tratan de complementarse no las hacen hijas del mismo escritor, como la semejanza del granito y el parecido de los frisos no hacen de por sí una catedral obra de un solo y mismo arquitecto.
Dada la dependencia de una obra de la otra, son más bien las divergencias las que, de haberlas y de juzgarse significativas, nos habrán de servir de criterio y guía para establecer la pluralidad de obras. Y entre la Primera y la Segunda Parte del Cantar de Mio Cid existen, como han expuesto muchos comentaristas y voy a insistir y ampliar aquí, divergencias de gran peso; no tantas como para destruir su carácter de continuación; sí las suficientes para establecer la unicidad y originalidad de cada una de ellas. Se observan divergencias de peso en el role de sus personajes centrales, en su argumento, en su tema, en su filosofía, en su estética, en su tono, en su rima, giros estilísticos, vocabulario, etc.
He sentido siempre gran fascinación por las obras anónimas, como el Cantar de Mio Cid, y las medio anónimas, como La Celestina. Estoy seguro que somos muchos los que sentimos tamaña admiración porque apreciamos en alto grado los méritos, el ingenio y arte de la magistral colaboración de los genios. En estos casos no nos distraen los comentaristas con los prejuicios de las biografías que, en algunos casos, no pasan de simples e inconsecuentes chismorreos sobre los escritores. Quiero decir que nunca me han apasionado las polémicas sobre la cuestión de la identidad del autor en las obras consagradas de la literatura, de si las escribió fulano o mengano, hombre o mujer, de si era juglar o abogado, si era cristiano o judío, converso sincero o marrano, si manco, mujeriego u homosexual. Tanto es así que J. Horrent reconocía no estar seguro si yo, tras declararme partidario de la doble ición, Gesta y Razón, abogaba por un autor o dos autores; era una polémica que traté de evitar por creer que la autoría era un criterio externo que restaba o añadía poco valor a la obra literaria; encontrarle identidad al autor o autores me parecía, y sigue pareciendo, cuestión externa, lateral o adyacente al texto; una cuestión que nunca debe aceptarse como preliminar al análisis del texto, sino más bien como consecuencia de unas pruebas. Ahora, tras el análisis y la ponderación de estos datos, he podido comprobar que las divergencias entre la Gesta y la Razón son tan numerosas, tan grandes y significativas, que sólo son explicables si se atribuye cada composición a distinto autor.
Lo de "dos autores" del título es para acentuar la dualidad de composición y llamar la atención del lector. El autor, sobre todo el anónimo, es la obra: "Madame Bovary, c′est moi," dicen que dijo Flaubert; a Miguel A. Asturias le llamaban muchos Señor presidente. El autor, si se prefiere, es el lector, la obra es su lectura; y no cabe duda que el lector del Cantar hace dos lecturas muy diferentes.
La conclusión primaria de este trabajo, la de que el Cantar es un compuesto de dos composiciones muy diferentes, es una conclusión de carácter lógico, que difícilmente podremos evitar ante las premisas de estos datos, de este análisis. La cuestión del doble autor es un corolario de esa conclusión: dado que el Cantar de Mio Cid es anónimo y que en ningún lugar se nos dice que fuera uno solo su autor, y dado que las divergencias entre sus dos partes son muy numerosas y muy importantes, lo más natural será atribuir cada una de esas partes a un escritor diferente. La conclusión lógica de dos composiciones será, pues, la premisa para la conclusión psicológica de dos autores.
Convendrá tener claro que los defensores de una única composición, de un único autor, no han sentido nunca la necesidad de tener que probar esa unidad; para ellos era una suposición incuestionable: la obra se encontraba toda ella en un mismo manuscrito, escrito por un mismo copista, con tinta y letra de semejante calidad ..., luego era una, mientras no se demostrara lo contrario. Lo más que han hecho algunos es demostrar que a lo largo de la obra se daba una coincidencia de términos, de sinónimos, de giros estilísticos, personajes y rima. Presupuesta sobre esas bases la unidad de composición/autor, se ha cargado sobre los hombros de los pluralistas la responsabilidad de la tener que probar la pluralidad.8
Los defensores de la pluralidad aceptan --aceptamos-- la unidad del manuscrito, pero pasan más allá: analizan el texto en su técnica artística, en su estilo, su vocabulario, su rima y su temática, y notan elementos de divergencia entre sus partes que se juzgan lo suficientemente importantes como para sospechar que son dos composiciones unidas. Algunos pluralistas han explicado convincentemente la divergencia entre las dos composiciones, al tiempo que admitían que pudieron ser escritas por el mismo autor; otros las han juzgado tan serias como para atribuírselas a dos autores. Para unos la división de partes debería establecerse hacia la mitad del Cantar, con lo que se procura conseguir dos partes de semejante tamaño; para otros, avalados por el testimonio del propio Cantar, la división de composiciones se da donde debe darse, donde el propio texto indica, entre los versos 1277 y 1278.
No hay crítico que no reconozca la existencia de divergencias internas. La defensa de la doble composición, hasta ahora, se ha llevado a cabo por partes y por separado; unos han estudiado la lengua, otros las rimas, otros la técnica narrativa y los temas, otros sus referencias geográficas, o su contenido histórico o de ficción. Aquí, en este estudio, la cuestión de la unidad o pluralidad de composición/autor me la replanteo con una visión global y al mismo tiempo particularizada; totalizadora y al mismo tiempo detallada; eso sí, siempre con la mirada, el examen, el análisis y el juicio centrados con intensidad, extensión y exclusividad en la dicción no alterada, la palabra, el logos --logoscopia--, del texto original.9
Logoscopia. A muchos lectores les resultará familiar el término demoscopia, así llamados el análisis y estudio de las diversas opiniones de un grupo representativo de individuos sobre un asunto dado con el fin de establecer cómo piensa toda una comunidad. Por logoscopia, término confeccionado bajo ese modelo, entiendo aquí el examen morfológico, sintáctico y semántico del vocabulario representativo y relevante de una obra particular, con el fin de determinar qué nos indica y a qué conclusiones nos conduce con respecto a una cuestión dada, concretamente en este caso la pluralidad de composición/autor en el Cantar de Mio Cid.
El crítico literario, particularmente el que se sienta atraído e ilusionado por los métodos fascinantes y sugerentes que bordeen la adivinación y el ensueño, gustará de asociar el neologismo logoscopia con la ornitoscopia; el que prefiera un sistema de cuantificación, un marco de operación más científico, en el que se indaguen los síntomas para proceder a la diagnosis, asociará la logoscopia con la endoscopia. Es decir, con la ayuda del computador en el escudriño del texto, el crítico literario se sentirá motivado a adivinar o diagnosticar la paternidad de Mio Cid; el computador le hará sentirse, a un mismo tiempo, parte zahorí y parte médico. Siguiendo con el símil de la ciencia, trataremos de hacer aquí una especia de pruebas genéticas de paternidad; al final del trabajo no habremos podido determinar quién fuera el autor de cada una de las dos secciones, es cierto, pero sí podremos establecer con seguridad que no fue el mismo.
Para el análisis, como se detallará más adelante, he dividido el Mio Cid en las dos partes principales cuyo final indica el texto, para pasar a hacer el análisis comparativo de la filosofía y la estética de cada autor, de la temática, la lengua, el estilo y variadas formas de expresión de cada una de las partes. Los datos y las cifras me han sido facilitados por el cómputo electrónico mediante ordenador y unos textos desmenuzados y cuantificados con la ayuda del programa WordCruncher.10
El cómputo electrónico me ha facilitado, en el análisis comparativo, masivo y al mismo tiempo minucioso, el cálculo exacto de porcentajes. Aunque el número de los vocablos que sometí al análisis fue exhaustivo, en los presentados en este estudio, sin renunciar a la abundancia, me he limitado a los que muestran divergencias de empleo que he juzgado de mayor peso o de mayor interés con miras al enjuiciamiento de la pluralidad de composición de la obra.
Parto naturalmente del supuesto de que no sabemos a ciencia cierta, por testimonios internos o externos a la obra, quién fuera el autor del Cantar de Mio Cid, o si hubo más de uno. Si nos constara de cierto que un solo escritor fue el responsable del Cantar, estos datos nos ayudarían a establecer que nos hallamos en la presencia de un prodigioso artista, que nos preludia, en la evolución y el perfeccionamiento de su arte y técnica, a un Garcilaso o un Juan Ramón Jiménez. Pero no es ese el caso; arranquemos de un estado de inocencia; no vayamos a la obra partiendo de uno o de dos hipotéticos autores; vayamos al autor o autores partiendo de la obra que conocemos, la obra que podemos analizar. El autor será así un producto de su obra; el autor no tendrá otra vida que la que le da el texto: el autor será el lector. Si establecemos pues que hay dos textos, es porque el lector tiene que hacer dos lecturas, ha de desdoblarse en dos lectores, con los dos autores. Por el fruto se conoce el árbol; el Cantar de Mio Cid nos resultará ser un fruto maduro y deleitoso, como otros frutos de nuestra literatura que han resultado del injerto de dos árboles diferentes.
La división del Cantar en las tres partes hoy en boga --Destierro, Bodas y Afrenta-- me causó siempre, desde mis años de estudiante, cierta perplejidad no sólo por la heterogeneidad de los títulos, sino especialmente por carecer de base firme textual. Al someter el Cantar, así dividido, al análisis comparativo de datos, los resultados me confirmaban la interdependencia mutua de los cantares "Destierro" y "Bodas," entre los que no se da en su línea divisoria (v. 1085) ni siquiera una quiebra en la rima. Por otro lado, la división bipartita de aquellos que quieren lograr un Cantar de partes proporcionadas, dividido en dos partes de semejante tamaño --vv 1- 1860 y 1861-fin--, me pareció en sí inane, si no pueril; criterio que si en matemáticas puede tener cierto interés, carece de base intelectual o verbal en Mio Cid. La división caprichosa en el verso 1860, por ser espúrea e indefendible, ha sido el hazmereír de los que preferían los tres cantares.
Recapitulando, reiteraré que en este trabajo me interesa concentrarme en la división que hace el texto mismo, en las dos secciones que, siguiendo la epigrafía de los propios autores, denomino Gesta y Razón. Lo que pretendo dejar claro, ampliamente demostrado, es algo tan simple y tan fundamental como que el autor tenía razón, y que era verdad aquel aserto suyo:
Las coplas d′este cantar aquí se van acabando.
El Criador vos vala con todos los sus santos (2276-77).
Interpretación de los datos. La proporción exacta entre las dos partes, dentro del Cantar de Mio Cid, en relación mutua, es GESTA 61%, RAZON 39%. Los datos que siguen han de interpretarse pues sobre la base de esta relación y proporción. Por ejemplo, el término Dios, el sintagma tipo el Criador vos vala y el número 3 --con terçero-- aparecen en ambas obras con una admirable proporcionalidad:
Frecuencia ---Porcentaje---
Libro Casos %Real %Esperado Diferencia
------------------------------------------
Dios11 GESTA 59 61% 61% 0%
RAZON 38 39% 39% 0%
------------------------------------------
312 GESTA 27 61% 61% 0%
terçero RAZON 17 39% 39% 0%
------------------------------------------
el Criador13 GESTA 11 61% 61% 0%
vos vala RAZON 7 39% 39% 0%
------------------------------------------
Quiere esto decir que en el Cantar de Mio Cid aparece la palabra Dios 97 veces, 59 en la GESTA y 38 en la RAZON, lo que en su porcentaje real significa que en la GESTA encontramos el 61% de los casos y el 39% en la RAZON; estos porcentajes coinciden con los esperados de acuerdo con la extensión relativa de cada sección. La diferencia, pues, de las dos obras en cuanto al empleo de estos vocablos es del 0%.14
En el caso de batalla y vasallo nos encontramos asimismo con una proporción muy equitativa, con una diferencia entre el porcentaje real y el esperado irrelevante del +-1%.15 También es irrelevante la diferencia, +-2%, en el empleo de don (título) y de las frases del tipo besar la mano:
Libro Casos %Real %Esperado Diferencia
------------------------------------------
batalla16 GESTA 13 62% 61% 1%
RAZON 8 38% 39% -1%
------------------------------------------
vasallo17 GESTA 26 62% 61% 1%
RAZON 16 38% 39% -1%
------------------------------------------
don18 GESTA 91 63% 61% 2%
(título) RAZON 54 37% 39% -2%
------------------------------------------
besar la GESTA 33 63% 61% 2%
mano19 RAZON 19 37% 39% -2%
------------------------------------------
- Contrasta con la proporcionalidad de estos usos la desproporcionalidad, por ejemplo, de año, cantar, de grado, exir, falla, gallo, exclusivos de la GESTA. Cuando un término es exclusivo de GESTA (no importa el número de casos), la diferencia en el porcentaje será la diferencia entre el porcentaje real, 100%, y el esperado, 61%, es decir, un 39%, lo cual se traducirá en un -39% (negativo) en la RAZON:
Libro Casos %Real %Esperado Diferencia
------------------------------------------
año20 GESTA 13 100% 61% 39%
RAZON 0 0% 39% -39%
------------------------------------------
cantar21 GESTA 10 100% 61% 39%
RAZON 0 0% 39% -39%
------------------------------------------
de grado22 GESTA 16 100% 61% 39%
RAZON 0 0% 39% -39%
------------------------------------------
exir23 GESTA 32 100% 61% 39%
RAZON 0 0% 39% -39%
------------------------------------------
sin falla24 GESTA 14 100% 61% 39%
RAZON 0 0% 39% -39%
------------------------------------------
gallo25 GESTA 6 100% 61% 39%
RAZON 0 0% 39% -39%
------------------------------------------
La ausencia de exir en la RAZON ha sido considerada hasta ahora la verdadera piedra de escándalo de los unitaristas; a este fenómeno debemos sumar el no menos espectacular --que se explicará más adelante-- del tú en lenguaje del trato familiar abundante y exclusivo de la Razón. Cuando un término no ocurre en la GESTA (como callar, ensayar, león, etc.) la diferencia en el porcentaje negativo en ésta será siempre (no importa el número de casos) la diferencia entre el porcentaje real, 0%, y el esperado, 61%, es decir -61% (negativo), lo cual se traducirá en un 61% (positivo) en la RAZON:
Libro Casos %Real %Esperado Diferencia
------------------------------------------
formas de GESTA 0 0% 61% -61%
tuteo26 RAZON 77 100% 39% 61%
------------------------------------------
callar, etc27 GESTA 0 0% 61% -61%
RAZON 8 100% 39% 61%
------------------------------------------
ensayar28 GESTA 0 0% 61% -61%
RAZON 9 100% 39% 61%
------------------------------------------
león29 GESTA 0 0% 61% -61%
(animal) RAZON 13 100% 39% 61%
------------------------------------------
En la mayoría de los ejemplos que se van a comparar --términos, sintagmas, grupos léxicos o grupos de rima--, los ejemplos citados no son exclusivos de la GESTA o de la RAZON, pero la divergencia en su empleo es tanta que pueden servirnos de premisa para argumentar en favor de la dualidad de composición, de la diversidad de autor.
Para su debida evaluación, con respecto principalmente a los préstamos lingÜísticos y las semejanzas de dicción, conviene tener presente en todo momento que el autor de la Razón era un continuador de la Gesta y que como tal en muchos casos no podría evitar su influencia estilística, en otros muchos trataría de imitarla a propósito, en algunos parece tratar de corregir o mejorar el modelo. Quiere decir que cuando se dé en la Razón el rechazo absoluto de ciertos términos muy frecuentes de la Gesta (como exir) o de imágenes frecuentes y atractivas (como la del canto del gallo), se le debe prestar una atención especial, junto con un aprecio y una valoración que sobrepase el aprecio y la valoración que merezca la mera diferencia en el porcentaje matemático.
En este estudio de datos, con el fin de mantener la fuerza del argumento, me he limitado a aducir los ejemplos que aparecen en más de tres casos y que ofrecen una diferencia de uso superior al +-10%. Como se verá, son muchos los vocablos que difieren significativamente. Como muestra, para el análisis introductorio, ofrezco aquí al lector unos cuantos datos más, que espero le sirvan también para irse familiarizando con los esquemas:
Libro Casos %Real %Esperado Diferencia
------------------------------------------
don30 GESTA 17 81% 61% 20%
(regalo) RAZON 4 19% 39% -20%
------------------------------------------
Dios, qué 31 GESTA 15 88% 61% 27%
" cómo RAZON 2 12% 39% -27%
------------------------------------------
esora32 GESTA 8 30% 61% -31%
RAZON 19 70% 39% 31%
------------------------------------------
levantarse33 GESTA 8 19% 61% -42%
RAZON 34 81% 39% 42%
------------------------------------------
N O T A S
I. INTRODUCCION
1. Cantar de mio Cid, ed. Miguel Garci-Gómez (Madrid: CUPSA, 1977). Las
citas del texto se hacen por esta edición, dirigida al lector y estudiante
de nuestros días. Esta edición difiere de las paleográficas sólo en la
ortografía que está uniformada de acuerdo con un criterio interno; es de
cir, entre las diversas grafías con que un mismo término aparece en el
manuscrito, se ha escogido aquella que coincide o más se acerca a las de
nuestros días (por ejemplo, las formas de haber aparecerán
siempre con h
y con b). En alguna ocasión, cuando me parezca necesario para robustecer
el valor de las pruebas, como en el caso de las rimas, cap. IX, citaré por
el manuscrito. Sería demasiado prolijo ofrecer el verso completo en todos y
cada uno de los vocablos o textos cotejados. Al lector interesado en la
comprobación rápida de las referencias le remito al Diccionario de Concor
dancias de José Jurado.
2. Sengún define Menéndez Pidal, razón en este verso final significa
"composición literaria, poema" (Cantar II,820). Con base en este verso y
esta definición --y por otras razones que explicaré más adelante, más por
extenso-- llamaré Razón a la Segunda Parte del Cantar
de Mio Cid; a la
Primera Parte la llamaré Gesta, de acuerdo con el verso 1085, citado más
arriba.
3. De Chasca dice de las escenas en que aparecen los infantes que todas
"están calculadas hábilmente por el poeta para inquietarnos. Cuando los
conocimos en la tirada 82, ambicionaban el casamiento exclusivamente por
codicia" (El arte 99). El comentarista no nos cita ni uno de esos versos
que a él tanto le inquietaban; ha hecho sin duda una lectura retroactiva,
interpretando pasajes de la Gesta a la luz de lo que
pasaría en la Razón.
Cuando él y otros críticos (Milá, Dámaso Alonso) tildan de codiciosos a los
de Carrión que quieren casar con las hijas del Cid, parecen olvidarse de
que no menos codiciosas se nos mostrarían doña Elvira y doña Sol; al ser
pretendidas, responderían éstas: quando vos nos casáredes bien seremos
ricas (2195); y esto es lo único que se les oye decir en toda
la Gesta (he
comentado ampliamente sobre esta "codicia" en Mio Cid
142, 151 y en El
Burgos 92 y 100 n.13). La actitud adversa y la conducta sospechosa de los
Infantes no se nos manifestaría hasta el episodio del león, es decir, en la
Razón.
4. No es mi interés defender ninguna hipótesis particular, pero no
resultaría del todo descabellado pensar que el autor de la
Razón hubiera
tenido una segunda fuente, o una fuente que hubiera sido común a los
dos autores. Me hace pensar en ello la adicción de Ansur González a los
retos de Corpes, adición que me parece injustificada, tanto temática como
estructuralmente, tanto en la perspectiva de la Gesta, en su presente versión, como en la de la Razón. No es fácil justificar que un autor tan
meticuloso en observar las reglas de la justicia poética, de un crimen que
merece un castigo, y castigo proporcionado, extienda el castigo, y a mano
armada, a un personaje que no participó en la afrenta. ¨Obedecería su
inclusión a otra versión de los hechos de la Gesta, en la que Ansur hubiera participado en algún tipo de ofensa? Hasta ahora no he podido justificar la inclusión de este personaje en los duelos.
5. No quisiera que mi estilo distrajera del contenido, de los datos que en
defensa del Cantar y de sus autores se presentan aquí, datos tersos, que
en ningún caso se distorsionan ni siquiera por el afán de elogiar: hablan
por sí mismos. Si alguno se molesta por algún giro estilístico, que piense
que en ningún caso mi agresividad es comparable a la de aquellos cidólogos que en el colmo de su disgusto por Mio Cid, tras aceptar el presunto
judaísmo de Raquel y Vidas, propusieron que el engaño de las arcas era,
en la estima no ya de un personaje de ficción --como hubiera sido el mismo protagonista--, sino en la del autor y del público castellano, una faceta
más del heroísmo del Campeador: "the Cid′s ability to cheat the Jews was
(in the mind of the author and of his twelfth-century audience) just
another facet of his heroic character" (Smith, "Did the Jews" 528). En
ningún caso llego yo a desfigurar la crítica adversaria de tan taimada
manera.
6. Mi primera explicación data de 1975, "Las coplas de este cantar aquis
van acabando (2276)," en Mio Cid 155-172, sobre lo que insití unos años
más tarde en mi edición.
7. De Chasca, que reconoce a lo largo de su libro las diferencias de estilo
en el Cantar, proclama la "innegable unidad orgánica del
Cid", y añade:
"me sería estéticamente repugnante la tesis de dos poetas con sendos estilos, si para defenderla fuera necesario suponer una dicotomía estructural
y falta de conformidad expresiva" (El arte 308). En las páginas siguientes
nos ofrece el crítico un estudio interesante que titula "Dos estilos en dos
parejas de series paralelas," en el que contrasta pasajes de la
Gesta y la
Razón, y en el que el lector podrá apreciar hasta qué punto mucho de lo
que dice de Chasca contribuye a fortalecer mis conclusiones sobre la dualidad de composición.
8. O. T. Meyers lo expresa con claridad: "A further assumption of this
paper is that the burden of proof lies upon those who would show multiple authorship, that the work is to be considered to be by one hand
unless proven otherwise" ("Multiple 113). Esta actitud crítica parece
aceptable; hay sin embargo en tal actitud un problema, que consiste en
que una vez hecha la asunción de la unidad de autor, se toma muy a
pecho el sostenerla y se suele rebatir cualquier tipo de prueba en contra.
¿Qué grado de fuerza argumental se consideraría necesaria? Sería mejor
no partir de asunción alguna y evaluar las pruebas en estado de inocencia
y sin estar afectado de intereses que vayan más allá de la estricta cuestión de la autoría. De otra forma nos exponemos a sacar soluciones de la
manga, como la de C. Smith, quien tan sentimentalmente se aferró a la idea
de un autor, que al enfrentarse con la abundancia de exir en la primera
parte y su ausencia en la segunda, la achacó al copista y a lo fácil que le
resultaría a éste sustituir exir por salir, "palabra que tiene el mismo
número de sílabas y la misma terminación" (ed. 55). A todos los críticos
que en defensa de sus intereses particulares, obvian el texto o lo tergiversan, quisiera llamarles la atención con el aviso de A. Deyermond: "if
every inconvenient piece of evidence can be dismissed as an interpolation,
there is unlikely to be common ground for serious discussion"
("Mio Cid
Scholarship" 20).
9. El método es muy parecido al que he seguido en mi estudio
Tres autores en "La Celestina." Datos de logoscopia.
10. WordCruncher es un producto de Electronic Text Corporation, 5600
North University Ave. Provo, Utha 84604 USA.
11. Dios (97): GESTA 20, 217, 243, 246, 282, 300, 329, 364, 372,
373, 382, 411, 457, 497, 580, 600, 614, 789, 792, 806, 831, 870,
874, 924, 926, 930, 933, 1052, 1096, 1112, 1118, 1133, 1158, 1267,
1298, 1305, 1396, 1407, 1410, 1435, 1529, 1554, 1598, 1616, 1654,
1656, 1697, 1705, 1740, 1750, 1936, 1942, 2037, 2045, 2126, 2154,
2155, 2213, 2243; RAZON 2332, 2342, 2354, 2366, 2376, 2385, 2388,
2398, 2412, 2447, 2456, 2493, 2524, 2626, 2628, 2630, 2650, 2684,
2725, 2782, 2795, 2855, 2890, 2894, 2990, 3032, 3035, 3038, 3042,
3281, 3391, 3416, 3452, 3461, 3491, 3665, 3690, 3731.
12. tres, terçero (44): GESTA 105, 307, 331, 336, 523, 637, 664, 665, 760,
868, 883, 915, 938, 970, 997, 1030, 1064, 1169, 1194, 1230, 1405, 1559, 1725,
1874, 1962, 2067, 2244; RAZON-1:2420, 2809, 3131, 3466, 3466, 3481, 3487,
3533, 3551, 3571, 3586, 3589, 3598, 3621, 3621, 3634, 3635.
13. el Criador vos vala (18): GESTA 48, 221, 241, 706, 874, 880, 1324, 1342,
1442, 2081, 2277; RAZON 2328, 2559, 2594, 2603, 2798, 3128, 3520.
14. Si dividimos la obra en las tres secciones tradicionales encontramos
también una proporcionalidad extraordinaria en el empleo de
Dios: DESTIERRO, con 28 casos, BODAS con 31, AFRENTA con 38, que da una diferencia
del 0%.
15. También en el caso de la división en tres partes, la diferencia del
porcentaje de vasallo es irrelevante: DESTIERRO con 11 casos, BODAS con
15, y AFRENTA con 16, que da una diferencia del -2%, 4% y -1%, respectivamente.
16. batalla (21): GESTA 662, 688, 793, 814, 876, 984, 987, 989, 990, 1008,
1011, 1023, 1225; RAZON 2321, 2327, 2362, 2427, 2475, 2485, 3555, 3669
17. vasallo (42): GESTA 20, 204, 249, 376, 430, 568, 604, 803, 806, 847, 1044,
1261, 1339, 1479, 1712, 1729, 1739, 1765, 1784, 1847, 1853, 2214, 2243, 2258,
2265, 2273; RAZON 2278, 2341, 2455, 2459, 2473, 2506, 2532, 2901, 2905, 2938,
2948, 2969, 2982, 3193, 3341, 3478.
18. don (título, 145): GESTA 22, 155, 159, 179, 185, 187, 189, 192, 196, 199,
237, 243, 246, 248, 256, 383, 387, 467, 556, 816, 911, 912, 938, 973, 975, 987,
1009, 1017, 1018, 1028, 1028, 1034, 1054, 1059, 1066, 1202, 1216, 1243, 1286,
1289, 1302, 1303, 1344, 1460, 1501, 1516, 1546, 1579, 1622, 1628, 1667, 1702,
1706, 1708, 1793, 1797, 1825, 1836, 1840, 1855, 1856, 1859, 1866, 1895, 1922,
1979, 1993, 2011, 2013, 2026, 2036, 2044, 2069, 2075, 2088, 2093, 2094, 2115,
2118, 2125, 2129, 2142, 2147, 2148, 2163, 2168, 2168, 2177, 2238, 2253, 2268;
RAZON 2300, 2311, 2331, 2340, 2352, 2368, 2383, 2441, 2512, 2725, 2725, 2825,
2865, 2997, 3001, 3002, 3002, 3004, 3004, 3007, 3024, 3036, 3037, 3053, 3064,
3108, 3109, 3109, 3115, 3127, 3135, 3135, 3160, 3166, 3171, 3208, 3228, 3237,
3239, 3270, 3344, 3356, 3397, 3423, 3452, 3496, 3496, 3515, 3536, 3548, 3572,
3595, 3675, 3693.
19. besar la mano: GESTA 153, 159, 174, 179, 265, 298, 369, 692, 879, 894,
1252, 1275, 1320, 1322, 1338, 1367, 1443, 1608, 1755, 1769, 1818, 1854, 1858,
1877, 2028, 2039, 2051, 2092, 2108, 2146, 2159, 2190, 2235; RAZON 2607, 2895,
2904, 2937, 2948, 3017, 3034, 3040, 3145, 3180, 3198, 3397, 3414, 3423, 3450,
3486, 3506, 3512, 3574.
20. año (13): GESTA 40, 121, 130, 162, 254, 343, 1075, 1169, 1173, 1754,
1760, 2067, 2271.
21. cantar y canto (10): GESTA 169, 209, 225, 235, 316, 1702, 1707, 2069,
2240, 2276. Como es fácil advertir de los diez casos 5 pertenecen a DESTIERRO y 5 a BODAS.
22. de grado (16): GESTA 21, 84, 136, 149, 261, 570, 819, 1005, 1056, 1139,
1193, 1250, 1718, 1855, 2227, 2234.
23. exir (exco, exe, exida, exidas, exido, exidos, exienlo, exieron, exir,
exirnos, iscamos, ixie, ixiemos, ixiéndose, ixieron, ixió, ixo 32): GESTA 11,
16, 156, 191, 200, 201, 221, 311, 353, 396, 457, 461, 566, 649, 662, 667, 672,
685, 859, 938, 1091, 1125, 1163, 1171, 1205, 1245, 1268, 1316, 1564, 1572,
1619, 1629.
24. sin falla (14): GESTA 443, 464, 514, 523, 920, 1528, 1546, 1551, 1552,
1556, 1806, 1808, 1963, 1968.
25. gallo (6): GESTA 169, 209, 235, 316, 324, 1701.
26. Pueden consultarse las referencias y comentarios extensos en el
capítulo VIII.
27. callar, fincar la voz, mudo (12): RAZON 2558, 2953, 3167, 3211, 3302,
3302, 3310, 3362, 3383, 3390, 3401, 3409.
28. ensayar (9): RAZON 2376, 2381, 2388, 2414, 2460, 2746, 2781, 3318, 3663.
29. león (animal, 13): RAZON 2282, 2295, 2297, 2298, 2548, 2556, 2719, 2762,
3330, 3331, 3337, 3338, 3363. No se incluyen los leones de Daniel (v.340).
29. león (animal, 13): RAZON 2282, 2295, 2297, 2298, 2548, 2556, 2719, 2762,
3330, 3331, 3337, 3338, 3363. No se incluyen los leones de Daniel (v. 340).
30. don, dona (21): GESTA 179, 192, 196, 224, 816, 1018, 1344,
1708, 1856, 1922, 2011, 2115, 2118, 2125, 2129, 2148, 2259; RAZON
2654, 2747, 3115, 3515.
31. ¡Dios, qué ...! ¡Dios, cómo...! (17): GESTA 20, 243, 457, 580, 600, 789,
806, 926, 930, 933, 1052, 1305, 1554, 2213, 2243; RAZON 2388, 2650.
32. esora : GESTA 983, 1282, 1355, 1505, 1692, 1698, 1947, 2052; RAZON
2380, 2735, 3117, 3127, 3161, 3209, 3217, 3280, 3382, 3416, 3473, 3475, 3491,
3516, 3522, 3581, 3660, 3664, 3668.
33. levantarse (42): GESTA 458, 1769, 2027, 2027, 2040, 2091, 2091, 2219;
RAZON 2296, 2296, 2933, 3108, 3108, 3112, 3127, 3145, 3145, 3181, 3199, 3199,
3215, 3270, 3270, 3291, 3291, 3337, 3361, 3361, 3382, 3382, 3402, 3402, 3409,
3409, 3414, 3414, 3422, 3422, 3429, 3429, 3457, 3457.
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