THE CANTERVILLE GHOST
By
Oscar Wilde
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EL FANTASMA DE CANTERVILLE
de
Oscar Wilde
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-- I --
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CAPÍTULO I
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When Mr.
Hiram B. Otis, the American Minister, bought Canterville Chase, every one
told him he was doing a very foolish thing, as there was no doubt at all
that the place was haunted. Indeed, Lord Canterville himself, who was a
man of the most punctilious honour, had felt it his duty to mention the
fact to Mr. Otis when they came to discuss terms.
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Cuando míster
Hiram B. Otis, ministro de los Estados Unidos de América, compró
Canterville Chase, todo el mundo le dijo que cometía una gran locura,
porque la finca estaba embrujada. Hasta el mismo lord Canterville, como
hombre de la más escrupulosa honradez, se creyó en el deber de
participárselo a míster Otis, cuando llegaron a discutir las
condiciones.
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"We have not
cared to live in the place ourselves," said Lord Canterville, "since my
grandaunt, the Dowager Duchess of Bolton, was frightened into a fit, from
which she never really recovered, by two skeleton hands being placed on
her shoulders as she was dressing for dinner, and I feel bound to tell
you, Mr. Otis, that the ghost has been seen by several living members of
my family, as well as by the rector of the parish, the Rev. Augustus
Dampier, who is a Fellow of King′s College, Cambridge. After the
unfortunate accident to the Duchess, none of our younger servants would
stay with us, and Lady Canterville often got very little sleep at night,
in consequence of the mysterious noises that came from the corridor and
the library."
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-Nosotros mismos
-dijo lord Canterville nos hemos resistido en absoluto a vivir en ese
sitio desde la época en que mi tía abuela, la duquesa de Bolton, tuvo un
ataque de nervios, del que nunca se repuso por completo, motivado por el
espanto que experimentó al sentir que las manos de un esqueleto se posaban
sobre sus hombros, estando vistiéndose para cenar. Me creo en el deber de
decirle, míster Otis, que el fantasma ha sido visto por varios miembros de
mi familia, que viven actualmente; así como por el rector de la parroquia,
el reverendo Augusto Dampier, agregado del King′s College de Oxford.
Después del trágico accidente ocurrido a la duquesa, ninguna de las
doncellas quiso quedarse en casa, y lady Canterville no pudo ya conciliar
el sueño a causa de los ruidos misteriosos que llegaban del corredor y de
la biblioteca.
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"My Lord,"
answered the Minister, "I will take the furniture and the ghost at a
valuation. I have come from a modern country, where we have everything
that money can buy; and with all our spry young fellows painting the Old
World red, and carrying off your best actors and prima-donnas, I reckon
that if there were such a thing as a ghost in Europe, we′d have it at home
in a very short time in one of our public museums, or on the road as a
show."
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-Milord -respondió
el ministro-, también me quedaré con los muebles y el fantasma bajo
inventario. Llego de un país moderno, en el que podemos tener todo cuanto
el dinero es capaz de proporcionar, y esos mozos nuestros, jóvenes y
turbulentos, que recorren el Viejo Continente escandalizándolo, que se
llevan los mejores actores de ustedes, y sus mejores prima
donnas, estoy seguro de que si queda todavía un verdadero
fantasma en Europa, vendrán a buscarlo en seguida para colocarle en uno de
nuestros museos públicos o para pasearle por los caminos como un fenómeno.
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"I fear that
the ghost exists," said Lord Canterville, smiling, "though it may have
resisted the overtures of your enterprising impresarios. It has been well
known for three centuries, since 1584 in fact, and always makes its
appearance before the death of any member of our family."
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-El fantasma
existe; me lo temo -dijo lord Canterville, sonriendo-, aunque quizá se
resista a las ofertas de sus intrépidos empresarios. Hace más de tres
siglos que se le conoce. Data, con precisión, de 1574, y nunca deja de
mostrarse cuando está a punto de ocurrir alguna defunción en la familia.
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"Well, so
does the family doctor for that matter, Lord Canterville. But there is no
such thing, sir, as a ghost, and I guess the laws of Nature are not going
to be suspended for the British aristocracy."
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-¡Bah! Los médicos
de cabecera hacen lo mismo, lord Canterville. Amigo mío, un fantasma no
puede existir y no creo que las leyes de la Naturaleza admitan excepciones
en favor de la aristocracia inglesa.
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"You are
certainly very natural in America," answered Lord Canterville, who did not
quite understand Mr. Otis′s last observation, "and if you don′t mind a
ghost in the house, it is all right. Only you must remember I warned
you."
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-Realmente -dijo
lord Canterville, que no acababa de comprender la última observación de
míster Otis-, ustedes son muy sencillos en América. Ahora bien, si le
gusta a usted tener un fantasma en casa, mejor que mejor. Acuérdese
únicamente que yo le previne.
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A few weeks
after this, the purchase was concluded, and at the close of the season the
Minister and his family went down to Canterville Chase. Mrs. Otis, who, as
Miss Lucretia R. Tappan, of West 53d Street, had been a celebrated New
York belle, was now a very handsome, middle-aged woman, with fine eyes,
and a superb profile. Many American ladies on leaving their native land
adopt an appearance of chronic ill-health, under the impression that it is
a form of European refinement, but Mrs. Otis had never fallen into this
error. She had a magnificent constitution, and a really wonderful amount
of animal spirits. Indeed, in many respects, she was quite English, and
was an excellent example of the fact that we have really everything in
common with America nowadays, except, of course, language. Her eldest son,
christened Washington by his parents in a moment of patriotism, which he
never ceased to regret, was a fair-haired, rather good-looking young man,
who had qualified himself for American diplomacy by leading the German at
the Newport Casino for three successive seasons, and even in London was
well known as an excellent dancer. Gardenias and the peerage were his only
weaknesses. Otherwise he was extremely sensible. Miss Virginia E. Otis was
a little girl of fifteen, lithe and lovely as a fawn, and with a fine
freedom in her large blue eyes. She was a wonderful Amazon, and had once
raced old Lord Bilton on her pony twice round the park, winning by a
length and a half, just in front of the Achilles statue, to the huge
delight of the young Duke of Cheshire, who proposed for her on the spot,
and was sent back to Eton that very night by his guardians, in floods of
tears. After Virginia came the twins, who were usually called "The Star
and Stripes," as they were always getting swished. They were delightful
boys, and, with the exception of the worthy Minister, the only true
republicans of the family.
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Algunas semanas
después se cerró el trato, y a fines de la estación el ministro y su
familia emprendieron el viaje hacia Canterville Chase. La señora Otis, que
con el nombre de miss Lucrecía R. Táppan, de la calle West 53, había sido
una célebre beldad de Nueva York, era todavía una mujer muy
bella, de edad regular, con unos ojos hermosos y un perfil magnífico.
Muchas damas americanas, cuando abandonan su país natal, adoptan aires de
persona atacada de una enfermedad crónica y se figuran que eso es uno de
los sellos de distinción europea; pero la señora Otis no cayó nunca en ese
error. Tenía una naturaleza esp léndida y una abundancia extraordinaria de
vitalidad. A decir verdad, era completamente inglesa en muchos aspectos y
era un ejemplo excelente para sostener la tesis de que lo tenemos todo en
común con América hoy día excepto la lengua, como es de suponer. Su hijo
mayor, bautizado con el nombre de Washington por sus padres, en un momento
de patriotismo que él no cesaba de lamentar, era un muchacho rubio, de
bastante buena figura, que había logrado que se le considerase candidato a
la diplomacia, dirigiendo al grupo alemán en los festivales del casino de
Newport durante tres temporadas seguidas, y aun en Londres pasaba por ser
un bailarín excepcional. Sus únicas debilidades eran las gardenias y la
nobleza; aparte de eso, era perfectamente sensato. Miss Virgina E.
Otis era una muchachita de quince años, esbelta y graciosa como un
cervatillo, con mirada francamente encantadora en sus grandes ojos azules.
Amazona maravillosa, sobre su poney derrotó una vez en carreras
al viejo lord Bilton, dando dos veces la vuelta al parque, ganándole por
caballo y medio, precisamente frente a la estatua de Aquiles, lo cual
provocó un entusiasmo tan grande en el joven duque de Cheshire, que le
propuso matrimonjo allí mismo, y sus tutores tuvieron que mandarle aquella
misma noche a Eton, bañado en lágrimas. Después de Virginia venían dos
gemelos, a quienes llamaban Estrellas y Rayas 1
porque se les encontraba siempre juntos. Eran unos niños
encantadores y, con el ministro, los únicos verdaderos republicanos de la
familia.
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"HAD ONCE RACED OLD
LORD BILTON ON HER PONY"
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As
Canterville Chase is seven miles from Ascot, the nearest railway station,
Mr. Otis had telegraphed for a waggonette to meet them, and they started
on their drive in high spirits. It was a lovely July evening, and the air
was delicate with the scent of the pinewoods. Now and then they heard a
wood-pigeon brooding over its own sweet voice, or saw, deep in the
rustling fern, the burnished breast of the pheasant. Little squirrels
peered at them from the beech-trees as they went by, and the rabbits
scudded away through the brushwood and over the mossy knolls, with their
white tails in the air. As they entered the avenue of Canterville Chase,
however, the sky became suddenly overcast with clouds, a curious stillness
seemed to hold the atmosphere, a great flight of rooks passed silently
over their heads, and, before they reached the house, some big drops of
rain had fallen.
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Como Canterville
Chase está a siete millas de Ascot, la estación más próxima, míster Otis
telegrafió que fueran a buscarle en coche descubierto, y emprendieron la
marcha en medio de la mayor alegría. Era una noche encantadora de julio, y
el aire estaba impregnado por el aroma de los pinos. De vez en cuando se
oía una paloma arrullándose dulcemente, o se vislumbraba entre los
helechos, la pechuga de oro bruñido de algún faisán. Ligeras ardillas les
espiaban desde lo alto de las hayas a su paso; unos conejos corrían como
exhalaciones a través de los matorrales o sobre los collados cubiertos de
musgo, levantando su rabo blanco. Sin embargo, no bien. entraron en la
avenida de Canterville Chase, el cielo se cubrió repentinamente de nubes.
Un extraño silencio pareció invadir toda la atmósfera, una gran bandada de
cornejas cruzó calladamente por encima de sus cabezas, y antes de que
llegasen a la casa ya habían caído algunas gotas de lluvia.
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Standing on
the steps to receive them was an old woman, neatly dressed in black silk,
with a white cap and apron. This was Mrs. Umney, the housekeeper, whom
Mrs. Otis, at Lady Canterville′s earnest request, had consented to keep in
her former position. She made them each a low curtsey as they alighted,
and said in a quaint, old-fashioned manner, "I bid you welcome to
Canterville Chase." Following her, they passed through the fine Tudor hall
into the library, a long, low room, panelled in black oak, at the end of
which was a large stained glass window. Here they found tea laid out for
them, and, after taking off their wraps, they sat down and began to look
round, while Mrs. Umney waited on them.
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En los escalones
se hallaba para recibirles una anciana, pulcramente vestida de seda negra,
con cofia y delantal blancos. Era la señora Umney, el ama de gobierno que
la señora Otis, por vehementes requerimientos de lady Canterville, accedió
a conservar en su puesto. Hizo una profunda reverencia a cada uno de la
familia cuando echaron pie a tierra y dijo, con la singular cortesía de
los buenos tiempos antiguos: -Les doy la bienvenida a Canterville Chase.
La siguieron, atravesando un hermoso hall, de estilo Tudor,
hasta la biblioteca, largo salón espacioso con las paredes cubiertas por
madera de roble oscuro que terminaba en un ancho ventanal de cristales.
Estaba preparado el té. Luego, una vez que se quitaron los abrigos, ya
sentados se pusieron a curiosear en torno suyo, mientras la señora Umney
iba de un lado para otro.
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Suddenly
Mrs. Otis caught sight of a dull red stain on the floor just by the
fireplace, and, quite unconscious of what it really signified, said to
Mrs. Umney, "I am afraid something has been spilt there."
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De pronto, la
mirada de la señora Otis cayó sobre una mancha de un rojo oscuro que había
sobre el pavimento, precisamente al lado de la chimenea, y, sin darse
cuenta de sus palabras, dijo a la señora Umney: -Creo que han vertido,algo
en ese sitio.
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"Yes,
madam," replied the old housekeeper in a low voice, "blood has been spilt
on that spot."
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-Sí, señora
-contestó la señora Umney en voz baja-. En ese lugar se ha vertido sangre.
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"How
horrid!" cried Mrs. Otis; "I don′t at all care for blood-stains in a
sitting-room. It must be removed at once."
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-¡Qué horror!
-exclamó la señora Otis-. No quiero manchas de sangre en un salón. Es
preciso quitar eso inmediatamente.
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The old
woman smiled, and answered in the same low, mysterious voice, "It is the
blood of Lady Eleanore de Canterville, who was murdered on that very spot
by her own husband, Sir Simon de Canterville, in 1575. Sir Simon survived
her nine years, and disappeared suddenly under very mysterious
circumstances. His body has never been discovered, but his guilty spirit
still haunts the Chase. The blood-stain has been much admired by tourists
and others, and cannot be removed."
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La vieja sonrió y
con voz misteriosa repuso: -Es sangre de lady Leonor de
Canterville, que fue muerta en ese mismo sitio por su propio marido, sin
Simón de Canterville, en 1565. Sir Simón la sobrevivió nueve años,
desapareciendo de repente en circunstancias misteriosísimas. Su cuerpo no
se encontró nunca, pero su alma culpable sigue embrujando la casa. La
mancha de sangre ha sido muy admirada por los turistas y otras personas y
no puede quitarse.
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"That is
all nonsense," cried Washington Otis; "Pinkerton′s Champion Stain Remover
and Paragon Detergent will clean it up in no time," and before the
terrified housekeeper could interfere, he had fallen upon his knees, and
was rapidly scouring the floor with a small stick of what looked like a
black cosmetic. In a few moments no trace of the blood-stain could be
seen.
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-Todo eso son
tonterías -exclamó Washington Otis-. El producto quitamanchas, el
limpiador incomparable Campeón, marca Pinkerton, y el
detergente Paragon harán desaparecer eso en un instante. Y sin
dar tiempo a que el ama de gobierno, aterrada, pudiese intervenir, ya se
había arrodillado y frotaba rápidamente el entarimado con una barrita de
una sustancia parecida al cosmético negro. A los pocos instantes la mancha
había desaparecido sin dejar rastro.
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"I knew
Pinkerton would do it," he exclaimed, triumphantly, as he looked round at
his admiring family; but no sooner had he said these words than a terrible
flash of lightning lit up the sombre room, a fearful peal of thunder made
them all start to their feet, and Mrs. Umney fainted.
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-Ya sabía yo que
el Pinkerton la borraría -exclamó en tono triunfal, paseando la mirada
sobre su familia llena de admiración. Pero apenas había pronunciado
aquellas palabras cuando un relámpago iluminó la estancia sombría y el
retumbar del trueno levantó a todos, menos a la señora Umney, que se
desmayó.
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"What a
monstrous climate!" said the American Minister, calmly, as he lit a long
cheroot. "I guess the old country is so overpopulated that they have not
enough decent weather for everybody. I have always been of opinion that
emigration is the only thing for England."
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-¡Qué clima más
atroz! -dijo tranquilamente el ministro, encendiendo un largo veguero-.
Creo que el país de los abuelos está tan lleno de gente, que no hay buen
tiempo bastante para todos. Siempre opiné que lo mejor que pueden hacer
los ingleses es emigrar.
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"My dear
Hiram," cried Mrs. Otis, "what can we do with a woman who
faints?"
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-Querido Hiram
-replicó la señora Otis-, ¿qué podemos hacer con una mujer que se desmaya?
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"Charge it
to her like breakages," answered the Minister; "she won′t faint after
that;" and in a few moments Mrs. Umney certainly came to. There was no
doubt, however, that she was extremely upset, and she sternly warned Mr.
Otis to beware of some trouble coming to the house.
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-Descontaremos eso
de su salario. Así no se volverá a desmayar. En efecto, la señora Umney no
tardó en volver en sí. Sin embargo, veíase que estaba conmovida
hondamente, y con voz solemne advirtió a la señora Otis que algún
contratiempo iba a ocurrir en la casa.
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"I have
seen things with my own eyes, sir," she said, "that would make any
Christian′s hair stand on end, and many and many a night I have not closed
my eyes in sleep for the awful things that are done here." Mr. Otis,
however, and his wife warmly assured the honest soul that they were not
afraid of ghosts, and, after invoking the blessings of Providence on her
new master and mistress, and making arrangements for an increase of
salary, the old housekeeper tottered off to her own room.
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-Señores, he visto
con mis propios ojos unas cosas... que pondríanoos pelos de punta a un
cristiano. Y durante noches y noches no he podido pegar los ojos a causa
de las cosas terribles que pasaban aquí. A pesar de lo cual, míster Otis y
su esposa aseguraron a la buena mujer que no tenían miedo ninguno de los
fantasmas. La vieja ama de llaves, después de haber impetrado la bendición
de la Providencia sobre sus nuevos amos y de discutir la posibilidad de un
aumento de salario, se retiró a su habitación renqueando.
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-- II --
| CAPÍTULO II
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The storm
raged fiercely all that night, but nothing of particular note occurred.
The next morning, however, when they came down to breakfast, they found
the terrible stain of blood once again on the floor. "I don′t think it can
be the fault of the Paragon Detergent," said Washington, "for I have tried
it with everything. It must be the ghost." He accordingly rubbed out the
stain a second time, but the second morning it appeared again. The third
morning also it was there, though the library had been locked up at night
by Mr. Otis himself, and the key carried up-stairs. The whole family were
now quite interested; Mr. Otis began to suspect that he had been too
dogmatic in his denial of the existence of ghosts, Mrs. Otis expressed her
intention of joining the Psychical Society, and Washington prepared a long
letter to Messrs. Myers and Podmore on the subject of the Permanence of
Sanguineous Stains when connected with Crime. That night all doubts about
the objective existence of phantasmata were removed for ever.
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La tempestad se
desencadenó durante toda la noche, pero no produjo nada extraordinario. Al
día siguiente, por la mañana, cuando bajaron a almorzar, encontraron de
nuevo la terrible mancha sobre el entarimado.-No creo -dijo Washington-,
que tenga la culpa el limpiador Paragon; lo he ensayado sobre
toda clase de manchas. Debe ser cosa del fantasma. En consecuencia, borró
la mancha, después de frotar un poco, pero al otro día, por la mañana,
había reaparecido. A la tercera mañana volvió a estar allí, y, sin
embargo, la biblioteca permaneció cerrada la noche anterior, llevándose
arriba la llave la señora Otis. Desde entonces la familia empezó a
interesarse por aquello. Míster Otis se hallaba a punto de creer que había
estado demasiado dogmático negando la existencia de los fantasmas. La
señora Otis expresó su intención de afiliarse a la Sociedad Psíquica, y
Washington preparó una larga carta a Myers y Podmore 1 basado en la
persistencia de las manchas de sangre cuando provienen de un crimen.
Aquella noche disipó todas las dudas sobre la existencia objetiva de los
fantasmas.
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The day had been warm
and sunny; and, in the cool of the evening, the whole family went out to
drive. They did not return home till nine o′clock, when they had a light
supper. The conversation in no way turned upon ghosts, so there were not
even those primary conditions of receptive expectations which so often
precede the presentation of psychical phenomena. The subjects discussed,
as I have since learned from Mr. Otis, were merely such as form the
ordinary conversation of cultured Americans of the better class, such as
the immense superiority of Miss Fanny Devonport over Sarah Bernhardt as an
actress; the difficulty of obtaining green corn, buckwheat cakes, and
hominy, even in the best English houses; the importance of Boston in the
development of the world-soul; the advantages of the baggage-check system
in railway travelling; and the sweetness of the New York accent as
compared to the London drawl. No mention at all was made of the
supernatural, nor was Sir Simon de Canterville alluded to in any way.
At eleven o′clock
the family retired, and by half-past all the lights were out. Some time
after, Mr. Otis was awakened by a curious noise in the corridor, outside
his room. It sounded like the clank of metal, and seemed to be coming
nearer every moment. He got up at once, struck a match, and looked at the
time. It was exactly one o′clock. He was quite calm, and felt his pulse,
which was not at all feverish. The strange noise still continued, and with
it he heard distinctly the sound of footsteps. He put on his slippers,
took a small oblong phial out of his dressing-case, and opened the door.
Right in front of him he saw, in the wan moonlight, an old man of terrible
aspect. His eyes were as red burning coals; long grey hair fell over his
shoulders in matted coils; his garments, which were of antique cut, were
soiled and ragged, and from his wrists and ankles hung heavy manacles and
rusty gyves.
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La familia
había aprovechado la frescura de la tarde para dar un paseo en coche.
Regresaron a las nueve, tomando una ligera cena. La conversación no recayó
ni un momento sobre los fantasmas, de manera que faltaban hasta las
condiciones más elementales de espera y de receptibilidad
que preceden tan a menudo a los fenómenos psíquicos. Los asuntos que
discutieron, por lo que luego he sabido por la señora Otis, fueron
simplemente los habituales en la conversación de los americanos cultos que
pertenecen a las clases elevadas, como, por ejemplo, la inmensa
superioridad de miss Fanny Davenport sobre Sarah Bernhardt, como actriz;
la dificultad para encontrar maíz verde, galletas de trigo sarraceno y el
hominy 2 aun en las mejores casas, inglesas, la importancia de
Boston en el desenvolvimiento del alma universal; las ventajas del sistema
que consiste en anotar los equipajes de los viajeros y la dulzura del
acento neoyorquino, comparado con el dejo de Londres. No se trató para
nada de lo sobrenatural, no se hizo ni la menor alusión indirecta a sir
Simón de Canterville. A las once la familia se retiró, y a las once y
media estaban apagadas todas las luces. Poco después, míster Otis se
despertó con un ruido singular en el corredor, fuera de su habitación.
Parecía un ′ruido de hierros viejos, y se acercaba cada vez más. Se
levantó en el acto, encendió una luz y miró la hora. Era la una en punto.
Míster Otis estaba perfectamente ′tranquilo. Se tomó el pulso y no lo
encontró nada alterado. El ruido extraño continuaba, al mismo tiempo que
se oía claramente el sonar dé unos pasos. Míster Otis se puso las
zapatillas, cogió una aceitera alargada de su tocador y abrió la puerta, y
vio frente a él, en el pálido claro de luna, a un viejo de aspecto
terrible. Sus ojos parecían carbones encendidos. Una larga cabellera
gris caía en mechones revueltos sobre sus hombros. Sus ropas, de corte
anticuado, estaban manchadas y en jirones. De sus muñecas y de sus
tobillos colgaban unas pesadas cadenas y unos grilletes
herrumbrosos.
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"My dear
sir," said Mr. Otis, "I really must insist on your oiling those chains,
and have brought you for that purpose a small bottle of the Tammany Rising
Sun Lubricator. It is said to be completely efficacious upon one
application, and there are several testimonials to that effect on the
wrapper from some of our most eminent native divines. I shall leave it
here for you by the bedroom candles, and will be happy to supply you with
more, should you require it." With these words the United States Minister
laid the bottle down on a marble table, and, closing his door, retired to
rest.
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-Mi
distinguido señor -dijo míster Otis-, permítame que le ruegue vivamente
que engrase esas cadenas. Le he traído para ello el engrasador Tammany
Sol Naciente. Dicen que es eficacísimo, y que basta una sola
aplicación. En la etiqueta hay varios certificados de nuestros adivinos
más ilustres que dan fe de ello. Voy a dejársela aquí, al lado de las
velas, y tendré un verdadero placer en proporcionarle más, si así lo
desea. Dicho lo cual, el ministro de los Estados Unidos dejó la aceitera
sobre una mesa de mármol, cerró la puerta y se volvió a meter en la cama.
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For a moment the
Canterville ghost stood quite motionless in natural indignation; then,
dashing the bottle violently upon the polished floor, he fled down the
corridor, uttering hollow groans, and emitting a ghastly green light.
Just, however, as he reached the top of the great oak staircase, a door
was flung open, two little white-robed figures appeared, and a large
pillow whizzed past his head! There was evidently no time to be lost, so,
hastily adopting the Fourth dimension of Space as a means of escape, he
vanished through the wainscoting, and the house became quite
quiet.
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El fantasma de
Canterville permaneció algunos minutos inmóvil de indignación.
Después tiró, lleno de rabia, la aceitera contra el suelo encerado y huyó
por el corredor, lanzando gruñidos cavernosos y despidiendo una extraña
luz verde. Sin embargo, cuando llegaba a la gran escalera de roble, se
abrió de repente una puerta. Aparecieron dos siluetas infantiles, vestidas
de blanco, y una voluminosa almohada le rozó la cabeza. Evidentemente, no
había tiempo que perder, así es que, utilizando como-medio de fuga la
cuarta dimensión del espacio, se desvaneció a través del estuco, y la
casa, de nuevo, recobró su tranquilidad.
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On reaching
a small secret chamber in the left wing, he leaned up against a moonbeam
to recover his breath, and began to try and realize his position. Never,
in a brilliant and uninterrupted career of three hundred years, had he
been so grossly insulted. He thought of the Dowager Duchess, whom he had
frightened into a fit as she stood before the glass in her lace and
diamonds; of the four housemaids, who had gone into hysterics when he
merely grinned at them through the curtains on one of the spare bedrooms;
of the rector of the parish, whose candle he had blown out as he was
coming late one night from the library, and who had been under the care of
Sir William Gull ever since, a perfect martyr to nervous disorders; and of
old Madame de Tremouillac, who, having wakened up one morning early and
seen a skeleton seated in an armchair by the fire reading her diary, had
been confined to her bed for six weeks with an attack of brain fever, and,
on her recovery, had become reconciled to the Church, and broken off her
connection with that notorious sceptic, Monsieur de Voltaire. He
remembered the terrible night when the wicked Lord Canterville was found
choking in his dressing-room, with the knave of diamonds half-way down his
throat, and confessed, just before he died, that he had cheated Charles
James Fox out of £50,000 at Crockford′s by means of that very card, and
swore that the ghost had made him swallow it. All his great achievements
came back to him again, from the butler who had shot himself in the pantry
because he had seen a green hand tapping at the window-pane, to the
beautiful Lady Stutfield, who was always obliged to wear a black velvet
band round her throat to hide the mark of five fingers burnt upon her
white skin, and who drowned herself at last in the carp-pond at the end of
the King′s Walk. With the enthusiastic egotism of the true artist, he went
over his most celebrated performances, and smiled bitterly to himself as
he recalled to mind his last appearance as "Red Reuben, or the Strangled
Babe," his début as "Guant Gibeon, the Blood-sucker of Bexley
Moor," and the furore he had excited one lovely June evening by
merely playing ninepins with his own bones upon the lawn-tennis ground.
And after all this some wretched modern Americans were to come and offer
him the Rising Sun Lubricator, and throw pillows at his head! It was quite
unbearable. Besides, no ghost in history had ever been treated in this
manner. Accordingly, he determined to have vengeance, and remained till
daylight in an attitude of deep thought.
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Llegado a un
cuartito secreto del ala izquierda, se adosó a un rayo de luna para tomar
aliento y se puso a reflexionar para darse cuenta de su situación. Jamás
en toda su brillante carrera, que duraba ya trescientos años, fue
injuriado tan groseramente. Se acordó de la duquesa viuda, en quien
provocó una crisis de terror, cuando estaba mirándose en el espejo,
cubierta de brillantes y de encales; de las cuatro doncellas a quie nes
había enloquecido, produciéndoles convulsiones histéricas sólo con
hacerles visajes entre las cortinas de una de las habitaciones destinadas
a invitados; del rector de la parroquia, cuya vela apagó de un soplo
cuando volvía el buen señor de la biblioteca a una hora avanzada, y que
desde entonces tuvo que estar bajo el cuidado de sir William
GuW_convertido en mártir de toda clase de alteraciones nerviosas; de la
vieja señora de Tremouillac, que, al despertarse al amanecer y descubrir
un esqueleto sentado en un sillón, al lado de la lumbre, entretenido en
leer su diario, tuvo que guardar cama durante seis meses, víctima de un
ataque cerebral. Una vez curada se reconcilió con la Iglesia y rompió sus
relaciones con el señalado escéptico Voltaire. Recordó también la noche
terrible en que el bribón de lord Canterville fue hallado ahogándose en su
vestidor, con una sota de espadas hundida en la garganta, viéndose
obligado a confesar antes de morir que por medio de aquella carta había
timado la suma de cincuenta mil libras a Jaime Fox, en casa de Grookford.
Y juró que aquella carta se la hizo tragar el fantasma. Todas sus
grandes hazañas le volvían a la memoria. Vio desfilar al mayordomo que
se levantó la tapa de los sesos por haber visto una mano verde tamborilear
sobre los cristales; y a la bella lady Steelfield, condenada a llevar
alrededor del cuello un collar de terciopelo negro para tapar la señal de
cinco dedos, impresos como con un hierro candente sobre su blanca piel, y
que terminó por ahogarse en el vivero que había al extremo de la Avenida
Real. Y, lleno del entusiasmo ególatra del verdadero artista, pasó
revista a sus creaciones más célebres. Se dedicó una amarga sonrisa al
evocar su última aparición en el papel de «Rubén el Rojo, o el niño
estrangulado», su debut como «Gibeón el Flaco, o el vampiro del páramo de
Bexley» y el furor que causó una noche solitaria de junio jugando a los
bolos con sus propios huesos sobre el campo de tenis. ¡Y después de todo
para que unos miserables americanos le ofreciesen el engrasador marca Sol
Naciente y le tirasen almohadas a la cabeza! Era realmente
intolerable. Además, la historia nos enseña que jamás fue tratado ningún
fantasma de manera semejante. Llegó a la conclusión de que era preciso
tomarse la revancha y permaneció hasta el amanecer en actitud de profunda
meditación.
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-- III --
| CAPÍTULO III
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The next
morning, when the Otis family met at breakfast, they discussed the ghost
at some length. The United States Minister was naturally a little annoyed
to find that his present had not been accepted. "I have no wish," he said,
"to do the ghost any personal injury, and I must say that, considering the
length of time he has been in the house, I don′t think it is at all polite
to throw pillows at him,"--a very just remark, at which, I am sorry to
say, the twins burst into shouts of laughter. "Upon the other hand," he
continued, "if he really declines to use the Rising Sun Lubricator, we
shall have to take his chains from him. It would be quite impossible to
sleep, with such a noise going on outside the bedrooms."
|
Cuando a la mañana
siguiente la familia Otis se reunió para el desayuno, la conversación
sobre el fantasma fue extensa. El ministro de los Estados Unidos estaba,
como era natural, un poco ofendido al ver que su ofrecimiento no había
sido aceptado. -No quisiera en modo alguno injuriar personalmente al
fantasma -dijo-, y reconozco que, dada la larga duración de su estancia en
la casa, era correcto tirarle una almohada a la cabeza... Siento tener
que decir que esta observación tan justa provocó-una explosión de risa en
los gemelos. -Pero, por otro lado -prosiguió míster Otis-, si se empeña,
sin más ni más, en no hacer uso del engrasador marca Sol
Naciente, nos veremos precisados a quitarle las cadenas.
No podremos dormir con todo ese ruido a la puerta de las
alcobas.
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For the
rest of the week, however, they were undisturbed, the only thing that
excited any attention being the continual renewal of the blood-stain on
the library floor. This certainly was very strange, as the door was always
locked at night by Mr. Otis, and the windows kept closely barred. The
chameleon-like colour, also, of the stain excited a good deal of comment.
Some mornings it was a dull (almost Indian) red, then it would be
vermilion, then a rich purple, and once when they came down for family
prayers, according to the simple rites of the Free American Reformed
Episcopalian Church, they found it a bright emerald-green. These
kaleidoscopic changes naturally amused the party very much, and bets on
the subject were freely made every evening. The only person who did not
enter into the joke was little Virginia, who, for some unexplained reason,
was always a good deal distressed at the sight of the blood-stain, and
very nearly cried the morning it was emerald-green.
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Pero, sin embargo,
en el resto de la semana no fueron molestados. Lo único que les llamó la
atención fue la reaparición continua de la mancha de sangre sobre el piso
de la biblioteca. Era realmente muy extraño, ya que la señora Otis cerraba
la puerta con llave por la noche, y las ventanas permanecían con las rejas
cerradas. Los cambios de color que sufría la mancha, comparables a los de
un camaleón, produjeron también frecuentes comentarios en la familia. Una
mañana era de un rojo índigo oscuro, otras veces era bermellón, luego de
un púrpura intenso y un día, cuando bajaron a rezar, según los ritos
sencillos de la libre Iglesia episcopal reformada de América, la
encontraron de un hermoso verde esmeralda. Como es natural, estos cambios
caleidoscópicos divirtieron grandemente a la reunión y hacíanse apuestas
todas las noches con entera tranquilidad. La única persona que no tomó
parte en la broma fue la joven Virginia. Por razones ignoradas, sentíase
siempre impresionada ante la mancha de sangre y estuvo a punto de llorar
la mañana que apareció verde esmeralda.
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The second
appearance of the ghost was on Sunday night. Shortly after they had gone
to bed they were suddenly alarmed by a fearful crash in the hall. Rushing
down-stairs, they found that a large suit of old armour had become
detached from its stand, and had fallen on the stone floor, while seated
in a high-backed chair was the Canterville ghost, rubbing his knees with
an expression of acute agony on his face. The twins, having brought their
pea-shooters with them, at once discharged two pellets on him, with that
accuracy of aim which can only be attained by long and careful practice on
a writing-master, while the United States Minister covered him with his
revolver, and called upon him, in accordance with Californian etiquette,
to hold up his hands! The ghost started up with a wild shriek of rage, and
swept through them like a mist, extinguishing Washington Otis′s candle as
he passed, and so leaving them all in total darkness. On reaching the top
of the staircase he recovered himself, and determined to give his
celebrated peal of demoniac laughter. This he had on more than one
occasion found extremely useful. It was said to have turned Lord Raker′s
wig grey in a single night, and had certainly made three of Lady
Canterville′s French governesses give warning before their month was up.
He accordingly laughed his most horrible laugh, till the old vaulted roof
rang and rang again, but hardly had the fearful echo died away when a door
opened, and Mrs. Otis came out in a light blue dressing-gown. "I am afraid
you are far from well," she said, "and have brought you a bottle of Doctor
Dobell′s tincture. If it is indigestion, you will find it a most excellent
remedy." The ghost glared at her in fury, and began at once to make
preparations for turning himself into a large black dog, an accomplishment
for which he was justly renowned, and to which the family doctor always
attributed the permanent idiocy of Lord Canterville′s uncle, the Hon.
Thomas Horton. The sound of approaching footsteps, however, made him
hesitate in his fell purpose, so he contented himself with becoming
faintly phosphorescent, and vanished with a deep churchyard groan, just as
the twins had come up to him.
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La segunda
aparición del fantasma fue un domingo por la noche. Al poco tiempo de
estar todos acostados, les alarmó un enorme estrépito que se oyó en el
hall. Bajaron, apresuradamente y se encontraron con que una
armadura completa se había desprendido de su soporte, cayendo sobre las
losas, mientras, sentado en un sillón de alto respaldo, el fantasma de
Canterville se restregaba las rodillas, con una expresión de agudo dolor
sobre su rostro. Los gemelos, que se habían provisto de sus cerbatanas,
le lanzaron inmediatamente dos proyectiles, con esa seguridad de puntería
que sólo se adquiere a fuerza de una larga y cuidadosa práctica sobre un
profesor de caligrafía. Mientras tanto, el ministro de los Estados Unidos
mantenía al fantasma bajo la amenaza de su revólver y, conforme a la
etiqueta californiana, le intimaba a levantar los brazos. El fantasma se
alzó bruscamente, lanzando un grito de furor salvaje, y pasó en medio de
ellos, como una nube, apagando de paso la vela de Washington Otis y
dejándoles a todos en la mayor oscuridad. Cuando llegó a lo alto de la
escalera, una vez dueño de sí, se decidió a lanzar su célebre repique de
carcajadas satánicas. Contaba la gente que aquello hizo encanecer en una
sola noche el peluquín de lord Raker. Y que tres sucesivas amas de llaves,
francesas, dejaron su empleo antes de terminar el primer mes. Por
consiguiente, lanzó su carcajada más horrible, despertando paulatinamente
los ecos en las antiguas bóvedas, pero al extinguirse, se abrió una puerta
y apareció, vestida de azul claro, la señora Otis. -Me temo -dijo la
dama2 que esté usted indispuesto y aquí le traigo un frasco de la tintura
del doctor Dobell. Si se trata de una indigestión, podrá comprobar que
éste es un remedio excelente. El fantasma la miró con ojos llameantes de
furor y se creyó en el deber de metamorfosearse en un gran perro negro.
Era un truco que le había dado una reputación merecidísima, y al cual
atribuía el médico de la familia la idiotez incurable del tío de lord
Canterville, el honorable 1 Tomás Horton. Pero un ruido de pasos que se
acercaba le hizo vacilar en su cruel determinación y se contentó con
volverse un poco fosforescente. En seguida se desvaneció, después de
lanzar un gemido sepulcral, porque los gemelos iban a darle alcance.
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On reaching
his room he entirely broke down, and became a prey to the most violent
agitation. The vulgarity of the twins, and the gross materialism of Mrs.
Otis, were naturally extremely annoying, but what really distressed him
most was that he had been unable to wear the suit of mail. He had hoped
that even modern Americans would be thrilled by the sight of a Spectre in
armour, if for no more sensible reason, at least out of respect for their
natural poet Longfellow, over whose graceful and attractive poetry he
himself had whiled away many a weary hour when the Cantervilles were up in
town. Besides it was his own suit. He had worn it with great success at
the Kenilworth tournament, and had been highly complimented on it by no
less a person than the Virgin Queen herself. Yet when he had put it on, he
had been completely overpowered by the weight of the huge breastplate and
steel casque, and had fallen heavily on the stone pavement, barking both
his knees severely, and bruising the knuckles of his right
hand.
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Una vez en su
habitación sintióse destrozado, presa de la agitación más violenta.
La ordinariez de los gemelos, el grosero materialismo de la señora Otis,
todo aquello resultaba realmente vejatorio; pero lo que más le humillaba
era no tener ya fuerzas para llevar una armadura. Contaba con hacer
impresión aun en unos americanos modernos, hacerles estremecer a la vista
de un espectro acorazado, si no ya, por motivos razonables al menos por
deferencia hacia su poeta nacional Longfellow,2 cuyas poesías, delicadas y
atrayentes, le habían ayudado con frecuencia a matar el tiempo mientras
los Canterville estaban en Londres. Además, era su propia armadura. La
llevó con éxito en el torneo de Kenilworth, siendo felicitado
calurosamente por la Reina Virgen en persona. Pero cuando quiso
ponérsela quedó aplastado por completo con el peso de la enorme coraza y
del yelmo de acero. Y se desplomó pesadamente sobre las losas de piedra,
despellejándose las rodillas y contusionándose la muñeca derecha.
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For some
days after this he was extremely ill, and hardly stirred out of his room
at all, except to keep the blood-stain in proper repair. However, by
taking great care of himself, he recovered, and resolved to make a third
attempt to frighten the United States Minister and his family. He selected
Friday, August 17th, for his appearance, and spent most of that day in
looking over his wardrobe, ultimately deciding in favour of a large
slouched hat with a red feather, a winding-sheet frilled at the wrists and
neck, and a rusty dagger. Towards evening a violent storm of rain came on,
and the wind was so high that all the windows and doors in the old house
shook and rattled. In fact, it was just such weather as he loved. His plan
of action was this. He was to make his way quietly to Washington Otis′s
room, gibber at him from the foot of the bed, and stab himself three times
in the throat to the sound of low music. He bore Washington a special
grudge, being quite aware that it was he who was in the habit of removing
the famous Canterville blood-stain by means of Pinkerton′s Paragon
Detergent. Having reduced the reckless and foolhardy youth to a condition
of abject terror, he was then to proceed to the room occupied by the
United States Minister and his wife, and there to place a clammy hand on
Mrs. Otis′s forehead, while he hissed into her trembling husband′s ear the
awful secrets of the charnel-house. With regard to little Virginia, he had
not quite made up his mind. She had never insulted him in any way, and was
pretty and gentle. A few hollow groans from the wardrobe, he thought,
would be more than sufficient, or, if that failed to wake her, he might
grabble at the counterpane with palsy-twitching fingers. As for the twins,
he was quite determined to teach them a lesson. The first thing to be done
was, of course, to sit upon their chests, so as to produce the stifling
sensation of nightmare. Then, as their beds were quite close to each
other, to stand between them in the form of a green, icy-cold corpse, till
they became paralyzed with fear, and finally, to throw off the
winding-sheet, and crawl round the room, with white, bleached bones and
one rolling eyeball, in the character of "Dumb Daniel, or the Suicide′s
Skeleton," a rôle in which he had on more than one occasion
produced a great effect, and which he considered quite equal to his famous
part of "Martin the Maniac, or the Masked Mystery."
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Durante varios
días estuvo malísimo y no pudo salir de su morada más que lo necesario
para mantener en buen estado la mancha de sangre. No obstante, a fuerza
de cuidados acabó por restablecerse y decidió hacer una tercera tentativa
para aterrorizar al ministro de los Estados Unidos y a su familia.
Eligió para su reaparición en escena el viernes 17 de agosto,
consagrando gran parte del día a pasar revista a sus trajes. Su elección
recayó al fin en un sombrero de ala levantada por un lado y caída del
otro, con una pluma roja; en un sudario deshilachado en las mangas y el
cuello y, por último, en un puñal mohoso. Al atardecer estalló una gran
tormenta. El viento era tan fuerte que sacudía y cerraba violentamente las
puertas y ventanas de la vetusta casa. Realmente aquél era el tiempo que
le convenía. He aquí lo que pensaba hacer: iría sigilosamente a la
habitación de Washington Otis, le musitaría unas frases ininteligibles,
quedándose al pie de la cama, y le hundiría tres veces seguidas el puñal
en la garganta, a los sones de una música apagada. Odiaba sobre todo a
Washington, porque sabía perfectamente que era él quien acostumbraba
quitar la famosa mancha de sangre de Canterville, empleando el detergente
Paragon de Pinkerton. Después de reducir al temerario y
despreocupado joven a una condición de terror abyecto, entraría en la
habitación que ocupaban el ministro de los Estados Unidos y su mujer. Una
vez allí, colocaría una mano viscosa sobre la frente de la señora Otis y
al mismo tiempo murmuraría, con voz sorda, al oído del ministro
tembloroso, los secretos terribles del osario. En cuanto a la pequeña
Virginia aún no tenía decidido nada. No le había insultado nunca. Era
bonita y cariñosa. Unos cuantos gruñidos sordos, que saliesen del armario,
le parecían más que suficientes, y si no bastaban para despertarla,
llegaría hasta tirarle de la puntita de la nariz con sus dedos rígidos por
la parálisis. A los gemelos estaba resuelto a darles una lección: lo
primero que haría sería sentarse sobre sus pechos, con objeto de
producirles la sensación de la pesadilla. Luego, aprovechando que sus
camas estaban muy juntas, se alzaría en el espacio libre entre ellas, con
el aspecto de un cadáver verde y frío como el hielo, hasta que se quedasen
paralizados de terror. En seguida, tirando bruscamente su sudario, daría
la vuelta al dormitorio en cuatro patas, como un esqueleto blanqueado por
el tiempo, moviendo el globo de un solo ojo en su órbita, como el
personaje de «Daniel el mudo, o el esqueleto del suicida», papel en el
cual hizo un gran efecto en varias ocasiones. Creía estar tan bien en
éste, como en su otro papel de «Martín el demente, o el misterio
enmascarado».
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At half-past ten he
heard the family going to bed. For some time he was disturbed by wild
shrieks of laughter from the twins, who, with the light-hearted gaiety of
schoolboys, were evidently amusing themselves before they retired to rest,
but at a quarter-past eleven all was still, and, as midnight sounded, he
sallied forth. The owl beat against the window-panes, the raven croaked
from the old yew-tree, and the wind wandered moaning round the house like
a lost soul; but the Otis family slept unconscious of their doom, and high
above the rain and storm he could hear the steady snoring of the Minister
for the United States. He stepped stealthily out of the wainscoting, with
an evil smile on his cruel, wrinkled mouth, and the moon hid her face in a
cloud as he stole past the great oriel window, where his own arms and
those of his murdered wife were blazoned in azure and gold. On and on he
glided, like an evil shadow, the very darkness seeming to loathe him as he
passed. Once he thought he heard something call, and stopped; but it was
only the baying of a dog from the Red Farm, and he went on, muttering
strange sixteenth-century curses, and ever and anon brandishing the rusty
dagger in the midnight air. Finally he reached the corner of the passage
that led to luckless Washington′s room. For a moment he paused there, the
wind blowing his long grey locks about his head, and twisting into
grotesque and fantastic folds the nameless horror of the dead man′s
shroud. Then the clock struck the quarter, and he felt the time was come.
He chuckled to himself, and turned the corner; but no sooner had he done
so than, with a piteous wail of terror, he fell back, and hid his blanched
face in his long, bony hands. Right in front of him was standing a
horrible spectre, motionless as a carven image, and monstrous as a
madman′s dream! Its head was bald and burnished; its face round, and fat,
and white; and hideous laughter seemed to have writhed its features into
an eternal grin. From the eyes streamed rays of scarlet light, the mouth
was a wide well of fire, and a hideous garment, like to his own, swathed
with its silent snows the Titan form. On its breast was a placard with
strange writing in antique characters, some scroll of shame it seemed,
some record of wild sins, some awful calendar of crime, and, with its
right hand, it bore aloft a falchion of gleaming steel.
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A las diez y media
oyó subir a la familia a acostarse. Durante algunos instantes le
inquietaron las estrepitosas carcajadas de los gemelos, que se divertían
indudablemente, con su loca alegría de colegiales, antes de meterse en la
cama. Pero a las once y cuarto todo quedó nuevamente en silencio, y cuando
sonaron las doce se puso en camino. La lechuza chocaba contra los
cristales de la ventana. El cuervo graznaba en el hueco de un tejo
centenario y el viento gemía vagando alrededor de la casa, como un alma en
pena; pero la famila Otis dormía, sin sospechar la suerte que le esperaba.
Oía con toda claridad los ronquidos regulares del ministro de los Estados
Unidos, que dominaban el ruido de la lluvia y de la tormenta. Se deslizó
furtivamente a través del estuco. Una sonrisa perversa se dibujaba sobre
su boca cruel y arrugada, y la luna escondió su rostro tras una nube
cuando pasó delante de la gran ventana ojival, sobre la que estaban
representadas, en azul y oro, sus propias armas y las de su esposa
asesinada. Seguía andando siempre, deslizándose como una sombra funesta,
que hacía que hasta las tinieblas le maldijesen a su paso. Hubo un momento
en que le pareció oír que alguien le llamaba; se detuvo, pero era tan sólo
un perro, que ladraba en la Granja Roja. Prosiguió su marcha, mascullando
extraños juramentos del siglo xvl, y blandiendo de vez en cuando el puñal
enmohecido en el aire de medianoche. Por fin llegó a la esquina del
pasillo que conducía a la habitación del infortunado Washington. Allí hizo
una breve parada. El viento agitaba en torno de su cabeza sus largos
mechones grises y ceñía en pliegues grotescos y fantásticos el horror
indecible del fúnebre sudario. Sonó entonces el cuarto en el reloj.
Comprendió que había llegado el momento. Con una risa maligna dio la
vuelta al ángulo del corredor. Pero apenas lo hizo, retrocedió lanzando un
gemido lastimero de terror y escondiendo su cara lívida entre sus largas
manos huesudas. Frente a él había un horrible espectro, inmóvil como una
estatua, monstruoso como la pesadilla de un demente. Tenía la cabeza
pelada y reluciente; faz redonda, carnosa y blanca; una risa horrorosa
parecía retorcer sus rasgos en una mueca eterna; por los ojos brotaba a
oleadas una luz escarlata; la boca semejaba un ancho pozo de fuego, y una
vestidura horrible, como la de él, como la del mismo Simón, envolvía con
su nieve silenciosa aquella forma gigantesca. Sobre el pecho llevaba
colgado un cartel con una inscripción en extraños caracteres antiguos.
Quizá era un rótulo infamante, donde estaban escritos delitos espantosos,
una terrible lista de crímenes. Tenía, por último, en su mano derecha una
cimitarra de acero resplandeciente.
|
Never
having seen a ghost before, he naturally was terribly frightened, and,
after a second hasty glance at the awful phantom, he fled back to his
room, tripping up in his long winding-sheet as he sped down the corridor,
and finally dropping the rusty dagger into the Minister′s jack-boots,
where it was found in the morning by the butler. Once in the privacy of
his own apartment, he flung himself down on a small pallet-bed, and hid
his face under the clothes. After a time, however, the brave old
Canterville spirit asserted itself, and he determined to go and speak to
the other ghost as soon as it was daylight. Accordingly, just as the dawn
was touching the hills with silver, he returned towards the spot where he
had first laid eyes on the grisly phantom, feeling that, after all, two
ghosts were better than one, and that, by the aid of his new friend, he
might safely grapple with the twins. On reaching the spot, however, a
terrible sight met his gaze. Something had evidently happened to the
spectre, for the light had entirely faded from its hollow eyes, the
gleaming falchion had fallen from its hand, and it was leaning up against
the wall in a strained and uncomfortable attitude. He rushed forward and
seized it in his arms, when, to his horror, the head slipped off and
rolled on the floor, the body assumed a recumbent posture, and he found
himself clasping a white dimity bed-curtain, with a sweeping-brush, a
kitchen cleaver, and a hollow turnip lying at his feet! Unable to
understand this curious transformation, he clutched the placard with
feverish haste, and there, in the grey morning light, he read these
fearful words:--
YE OTIS
GHOSTE
Ye Onlie True and
Originale Spook,
Beware of Ye
Imitationes.
All others are
counterfeite.
The whole thing
flashed across him. He had been tricked, foiled, and out-witted! The old
Canterville look came into his eyes; he ground his toothless gums
together; and, raising his withered hands high above his head, swore
according to the picturesque phraseology of the antique school, that, when
Chanticleer had sounded twice his merry horn, deeds of blood would be
wrought, and murder walk abroad with silent feet.
|
Como no había
visto nunca fantasmas hasta aquel día, sintió un pánico terrible, y
después de lanzar rápidamente una segunda mirada sobre el espantoso
fantasma, regresó a su habitación, enredándose los pies en el sudario que
le envolvía. Cruzó la galería corriendo y acabó por dejar caer el puñal
enmohecido en las botas de montar del ministro, donde lo encontró el
mayordomo al día siguiente. Una vez refugiado en su retiro, se desplomó
sobre un reducido catre de tijera, tapándose la cabeza con las sábanas.
Pero al cabo de un momento el valor indomable de los antiguos Canterville
se despertó en él y tomó la resolución de hablar al otro fantasma en
cuanto amaneciese. Por consiguiente, no bien el alba plateó las colinas
con su luz, volvió al sitio en que había visto por primera vez al
horroroso fantasma. Pensaba que, después de todo, dos fantasmas valían más
que uno solo y que con ayuda de su nuevo amigo podría contender
victoriosamente con los gemelos. Pero cuando llegó al sitio fue para
encontrarse en presencia de un espectáculo terrible. Algo le sucedía
indudablemente al espectro, porque la luz había desaparecido por completo
de sus órbitas. La cimitarra centelleante deslizándose de su mano, estaba
recostada sobre la pared en una actitud forzada e incómoda. Simón se
precipitó hacia adelante y le cogió en sus brazos; pero cuál no sería su
terror viendo desprenderse la cabeza y rodar por el suelo, mientras el
cuerpo tomaba la posición supina, y notó que abrazaba una cortina blanca
de algodón grueso y que yacían a sus pies una escoba, un machete de cocina
y una calabaza vacía. Sin poder comprender aquella curiosa transformación,
cogió con mano febril el cartel, leyendo a la claridad grisácea de la
mañana estas palabras terribles:
HE AQUÍ EL
FANTASMA OTIS
EL ÚNICO ESPÍRITU
AUTÉNTICO Y VERDADERO /
¡CUIDADO CON LAS
IMITACIONES! / TODOS LOS DEMÁS ESTÁN FALSIFICADOS
Y la entera verdad
se le apareció como un relámpago. ¡Había sido burlado, chasqueado,
engañado! La expresión característica de los Canterville reapareció en sus
ojos, apretó las encías desdentadas y, levantando por encima de su cabeza
sus manos amarillas, juró, según la fraseología pintoresca de la antigua
escuela «que cuando el gallo tocase por dos veces el cuerno de su alegre
llamada se perpetrarían crímenes sangrientos y que el asesinato, de
callado paso, saldría entonces de su retiro».
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Hardly had
he finished this awful oath when, from the red-tiled roof of a distant
homestead, a cock crew. He laughed a long, low, bitter laugh, and waited.
Hour after hour he waited, but the cock, for some strange reason, did not
crow again. Finally, at half-past seven, the arrival of the housemaids
made him give up his fearful vigil, and he stalked back to his room,
thinking of his vain oath and baffled purpose. There he consulted several
books of ancient chivalry, of which he was exceedingly fond, and found
that, on every occasion on which this oath had been used, Chanticleer had
always crowed a second time. "Perdition seize the naughty fowl," he
muttered, "I have seen the day when, with my stout spear, I would have run
him through the gorge, and made him crow for me an ′twere in death!" He
then retired to a comfortable lead coffin, and stayed there till
evening.
|
No había terminado
de formular este juramento terrible criando de una alquería lejana, de
tejado de ladrillo rojo, salió el canto de un gallo. Lanzó una larga
risotada, lenta y amarga, y esperó. Esperó una hora y después otra; pero
por alguna razón misteriosa no volvió a cantar el gallo. Por fin, a eso de
las siete y media, la llegada de las criadas le obligó a abandonar su
terrible guardia y regresó a su morada, con altivo paso, pensando en su
vana esperanza y proyecto fracasado. Una vez allí consultó varios libros
de caballería, cuya lectura le interesaba extraordinariamente, y pudo
comprobar que el gallo cantó siempre dos veces en cuantas ocasiones se
tuvo que recurrir a aquel juramento. -¡Que el diablo se lleve a ese infame
volátil! -murmuró-. En otro tiempo hubiese caído sobre él con mi gran
lanza, atravesándole el gañote y obligándole a cantar otra vez para . mi
aunque reventara. Y dicho esto se retiró a su confortable ataúd de plomo y
allí permaneció hasta la noche.
|
-- IV --
| CAPÍTULO IV
|
The next
day the ghost was very weak and tired. The terrible excitement of the last
four weeks was beginning to have its effect. His nerves were completely
shattered, and he started at the slightest noise. For five days he kept
his room, and at last made up his mind to give up the point of the
blood-stain on the library floor. If the Otis family did not want it, they
clearly did not deserve it. They were evidently people on a low, material
plane of existence, and quite incapable of appreciating the symbolic value
of sensuous phenomena. The question of phantasmic apparitions, and the
development of astral bodies, was of course quite a different matter, and
really not under his control. It was his solemn duty to appear in the
corridor once a week, and to gibber from the large oriel window on the
first and third Wednesdays in every month, and he did not see how he could
honourably escape from his obligations. It is quite true that his life had
been very evil, but, upon the other hand, he was most conscientious in all
things connected with the supernatural. For the next three Saturdays,
accordingly, he traversed the corridor as usual between midnight and three
o′clock, taking every possible precaution against being either heard or
seen. He removed his boots, trod as lightly as possible on the old
worm-eaten boards, wore a large black velvet cloak, and was careful to use
the Rising Sun Lubricator for oiling his chains. I am bound to acknowledge
that it was with a good deal of difficulty that he brought himself to
adopt this last mode of protection. However, one night, while the family
were at dinner, he slipped into Mr. Otis′s bedroom and carried off the
bottle. He felt a little humiliated at first, but afterwards was sensible
enough to see that there was a great deal to be said for the invention,
and, to a certain degree, it served his purpose. Still in spite of
everything he was not left unmolested. Strings were continually being
stretched across the corridor, over which he tripped in the dark, and on
one occasion, while dressed for the part of "Black Isaac, or the Huntsman
of Hogley Woods," he met with a severe fall, through treading on a
butter-slide, which the twins had constructed from the entrance of the
Tapestry Chamber to the top of the oak staircase. This last insult so
enraged him, that he resolved to make one final effort to assert his
dignity and social position, and determined to visit the insolent young
Etonians the next night in his celebrated character of "Reckless Rupert,
or the Headless Earl."
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Al día siguiente
el fantasma se sintió muy débil y cansado. Las terribles emociones de las
cuatro últimas semanas empezaban a producir su efecto. Tenía el sistema
nervioso completamente alterado y temblaba al más ligero ruido. No
salió de su habitación en cinco días y concluyó por hacer una concesión en
lo relativo a la mancha de sangre del salón de la biblioteca. Puesto que
la familia Otis no quería verla, era indudablemente que no la merecía.
Aquella gente estaba colocada a ojos vistas en un plano inferior de vida
material y era incapaz de apreciar el valor simbólico de los fenómenos
sensibles. La cuestión de las apariciones de fantasmas y el
desenvolvimiento de los cuerpos astrales eran realmente para él una cosa
muy distinta e indiscutiblemente fuera de su gobierno. Pero, por lo menos,
constituía para él un deber ineludible mostrarse en el corredor una vez a
la semana y farfullar por la gran ventana ojival el primero y el tercer
miércoles de cada mes. No veía ningún medio digno de sustraerse a aquella
obligación. Verdad es que su vida estuvo llena de crímenes, pero
quitado eso era hombre muy concienzudo en todo cuanto se relacionaba con
lo sobrenatural. Así, pues, los tres sábados siguientes atravesó,
como de costumbre, el corredor entre doce de la noche y tres de la
madrugada, tomando todas las precauciones posibles para no ser visto ni
oído. Se quitaba las botas, pisaba lo más ligeramente que podía sobre las
viejas maderas carcomidas, envolvíase en una gran capa de terciopelo negro
y no dejaba de usar el engrasador Sol Naciente para,
engrasar sus cadenas. Me veo precisado a reconocer que sólo después de
muchas vacilaciones se decidió a adoptar esta última forma de protegerse.
Pero, al fin, una noche, mientras cenaba la familia, se deslizó en el
dormitorio del señor Otis y se llevó el frasquito. Al principio se sintió
un poco humillado, pero después fue suficientemente razonable para
comprender que aquel invento merecía grandes elogios y que cooperaba, en
cierto modo, a la realización de sus proyectos. A pesar de todo, no
se vio a cubierto de molestias. No dejaban nunca de tenderle cuerdas
de lado a lado del corredor para hacerle tropezar en la oscuridad, y una
vez que se había disfrazado para el papel de «Isaac el Negro, o el cazador
del bosque de Hogsley», cayó de bruces al poner el pie sobre una plancha
de maderas enjabonadas que habían colocado los gemelos desde el umbral del
salón de tapices hasta la parte alta de la escalera de roble. Esta
última afrenta le dio tal -rabia que decidió hacer un esfuerzo para
imponer su dignidad y consolidar su posición social, y formó el proyecto
de visitar a la noche siguiente a los insolentes chicos de Eton, en su
célebre papel de «Ruperto el temerario, o el conde sin
cabeza».
|
He had not
appeared in this disguise for more than seventy years; in fact, not since
he had so frightened pretty Lady Barbara Modish by means of it, that she
suddenly broke off her engagement with the present Lord Canterville′s
grandfather, and ran away to Gretna Green with handsome Jack Castletown,
declaring that nothing in the world would induce her to marry into a
family that allowed such a horrible phantom to walk up and down the
terrace at twilight. Poor Jack was afterwards shot in a duel by Lord
Canterville on Wandsworth Common, and Lady Barbara died of a broken heart
at Tunbridge Wells before the year was out, so, in every way, it had been
a great success. It was, however an extremely difficult "make-up," if I
may use such a theatrical expression in connection with one of the
greatest mysteries of the supernatural, or, to employ a more scientific
term, the higher-natural world, and it took him fully three hours to make
his preparations. At last everything was ready, and he was very pleased
with his appearance. The big leather riding-boots that went with the dress
were just a little too large for him, and he could only find one of the
two horse-pistols, but, on the whole, he was quite satisfied, and at a
quarter-past one he glided out of the wainscoting and crept down the
corridor. On reaching the room occupied by the twins, which I should
mention was called the Blue Bed Chamber, on account of the colour of its
hangings, he found the door just ajar. Wishing to make an effective
entrance, he flung it wide open, when a heavy jug of water fell right down
on him, wetting him to the skin, and just missing his left shoulder by a
couple of inches. At the same moment he heard stifled shrieks of laughter
proceeding from the four-post bed. The shock to his nervous system was so
great that he fled back to his room as hard as he could go, and the next
day he was laid up with a severe cold. The only thing that at all consoled
him in the whole affair was the fact that he had not brought his head with
him, for, had he done so, the consequences might have been very
serious.
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No se había
mostrado con aquel disfraz desde hacía setenta años, es decir, desde que
causó con él tal pavor a la bella lady Bárbara Modish, que ésta retiró su
consentimiento al abuelo del actual lord Canterville y se fugó a Gretna
Green con el arrogante Jack Castletown, jurando que por nada del mundo
consentiría en emparentar con una familia que toleraba los paseos de un
fantasma tan horrible por la terraza al atardecer. El pobre Jack fue al
poco tiempo muerto en duelo con arma de fuego por lord Canterville en
terrenos de Wandsworth y lady Bárbara murió de pena en Tumbridge Wells
antes de terminar el año; así es que fue un gran éxito en todos sentidos.
Sin embargo, fue, permitiéndome emplear un término teatral para aplicarle
a uno de los mayores misterios del mundo sobrenatural o, en lenguaje más
científico, del mundo superior a la Naturaleza, una creación de
las más difíciles y necesitó sus tres buenas horas para terminar los
preparativos. Por fin todo estuvo listo y él contentísimo de su disfraz.
Las grandes botas de montar, que hacían juego con el traje, eran, eso sí,
un poco holgadas para él, y no pudo encontrar más que una de las dos
pistolas de arzón; pero, en general, quedó satisfechísimo, y a la una y
cuarto pasó a través del estuco y bajó al corredor. Cuando estuvo cerca de
la habitación ocupada por los gemelos, y a la que se llamaba el dormitorio
azul por el color de sus cortinajes, se encontró con la puerta
entreabierta. A fin de hacer una entrada efectista, la abrió de par
en par con violencia, pero se le vino encima una jarra de agua que le
empapó hasta los huesos, no dándole en el hombro por unos milímetros. Al
mismo tiempo oyó unas risas sofocadas que partían de la doble cama con
dosel. Su sistema nervioso sufrió tal conmoción que regresó a sus
habitaciones a toda prisa y al día siguiente tuvo que permanecer en la
cama con un fuerte catarro. El único consuelo que tuvo fue el de no haber
llevado su cabeza sobre los hombros, pues de lo contrario las
consecuencias hubieran podido ser más graves.
|
He now gave
up all hope of ever frightening this rude American family, and contented
himself, as a rule, with creeping about the passages in list slippers,
with a thick red muffler round his throat for fear of draughts, and a
small arquebuse, in case he should be attacked by the twins. The final
blow he received occurred on the 19th of September. He had gone
down-stairs to the great entrance-hall, feeling sure that there, at any
rate, he would be quite unmolested, and was amusing himself by making
satirical remarks on the large Saroni photographs of the United States
Minister and his wife which had now taken the place of the Canterville
family pictures.
He was simply but
neatly clad in a long shroud, spotted with churchyard mould, had tied up
his jaw with a strip of yellow linen, and carried a small lantern and a
sexton′s spade. In fact, he was dressed for the character of "Jonas the
Graveless, or the Corpse-Snatcher of Chertsey Barn," one of his most
remarkable impersonations, and one which the Cantervilles had every reason
to remember, as it was the real origin of their quarrel with their
neighbour, Lord Rufford. It was about a quarter-past two o′clock in the
morning, and, as far as he could ascertain, no one was stirring. As he was
strolling towards the library, however, to see if there were any traces
left of the blood-stain, suddenly there leaped out on him from a dark
corner two figures, who waved their arms wildly above their heads, and
shrieked out "BOO!" in his ear.
|
Desde entonces
renunció para siempre a espantar a aquella recia familia de americanos, y
se contentó, por regla general, con vagar por el corredor, en zapatillas
de fieltro, envuelto el cuello en una gruesa bufanda, por temor a las
corrientes de aire, y provisto de un pequeño arcabuz, para el caso en que
fuese atacado por los gemelos. Hacia el 19 de septiembre fue cuando
recibió el golpe de gracia. Había bajado por la escalera hasta el
espacioso hall, seguro de que en aquel sitio por lo menos nadie le iba a
molestar, y se entretenía en hacer observaciones satíricas sobre las
grandes fotografías del ministro de los Estados Unidos y de su mujer,
hechas en casa por Saroni 1 y que ahora ocupaban el lugar de los retratos
de la familia Canterville.
Iba vestido,
sencilla pero decentemente, con un largo sudario salpicado de moho de
cementerio. Se había atado la quijada con una tira de tela amarilla y
llevaba una linternita y un azadón de sepulturero. En una palabra, iba
disfrazado de «Jonás el desenterrador, o el ladrón de cadáveres de
Chertsey Barn». Era una de sus creaciones más notables y de la que
guardaban recuerdo, con más motivo, los Canterville, ya que fue la
verdadera causa de su riña con lord Rufford, vecino suyo.
Serían próximamente
las dos y cuarto de la madrugada, y a su juicio, no se movía nadie en la
casa. Pero cuando se dirigía tranquilamente hacia la biblioteca, para ver
lo que quedaba de la mancha de sangre, se abalanzaron hacia él, desde un
rincón sombrío, dos siluetas, agitando locamente sus brazos sobre sus
cabezas, mientras gritaban a su oído:
-¡Uú! ¡Uú!
¡Uú!
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Seized with
a panic, which, under the circumstances, was only natural, he rushed for
the staircase, but found Washington Otis waiting for him there with the
big garden-syringe, and being thus hemmed in by his enemies on every side,
and driven almost to bay, he vanished into the great iron stove, which,
fortunately for him, was not lit, and had to make his way home through the
flues and chimneys, arriving at his own room in a terrible state of dirt,
disorder, and despair.
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Lleno de pánico,
cosa muy natural en aquellas circunstancias, se precipitó hacia la
escalera, pero entonces se encontró frente a Washington Otis, que le
esperaba armado con la gran regadera del jardín; de tal modo, que cercado
por sus enemigos, casi acorralado, tuvo que evaporarse en la gran estufa
de hierro colado, que felizmente para él, no estaba encendida, y abrirse
paso hasta sus habitaciones por entre los cañones de las chimeneas,
llegando a su refugio en el,, lamentable estado en que lo pusieron la
agitación, el hollín y la desesperación.
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After this
he was not seen again on any nocturnal expedition. The twins lay in wait
for him on several occasions, and strewed the passages with nutshells
every night to the great annoyance of their parents and the servants, but
it was of no avail. It was quite evident that his feelings were so wounded
that he would not appear. Mr. Otis consequently resumed his great work on
the history of the Democratic Party, on which he had been engaged for some
years; Mrs. Otis organized a wonderful clam-bake, which amazed the whole
county; the boys took to lacrosse euchre, poker, and other American
national games, and Virginia rode about the lanes on her pony, accompanied
by the young Duke of Cheshire, who had come to spend the last week of his
holidays at Canterville Chase. It was generally assumed that the ghost had
gone away, and, in fact, Mr. Otis wrote a letter to that effect to Lord
Canterville, who, in reply, expressed his great pleasure at the news, and
sent his best congratulations to the Minister′s worthy wife.
|
Desde aquella
noche no volvió a vérsele nunca en expediciones nocturnas. Los gemelos se
quedaron muchas veces en acecho para sorprenderle, sembrando de cáscaras
de nuez los corredores todas las noches, con gran enojo de sus padres y de
los criados. Pero fue inútil. Su amor propio estaba profundamente herido
sin duda y no quería mostrarse. En vista de ello, míster Otis reanudó de
nuevo el trabajo en su gran obra sobre la historia del partido demócrata,
obra que había empezado tres años antes. La señora Otis organizó un
clambake extraordinario, que dejó muy impresionados a todos
los de la comarca. Los niños se dedicaron a jugar a la barra, al
écarté, al póquer y a otros juegos típicos de
América. Virginia dio paseos a caballo por caminos y veredas, en compañía
del duque de Cheshire, que se hallaba en Canterville pasando su última
semana de vacaciones. Todo el mundo se figuraba que el fantasma
había desaparecido, y en consecuencia, míster Otis escribió una carta a
lord Canterville para comunicárselo, y recibió en contestación otra carta
en la que éste le testimoniaba el placer que le producía la noticia y
enviaba sus más sinceras felicitaciones a la digna esposa del
ministro.
|
The Otises,
however, were deceived, for the ghost was still in the house, and though
now almost an invalid, was by no means ready to let matters rest,
particularly as he heard that among the guests was the young Duke of
Cheshire, whose grand-uncle, Lord Francis Stilton, had once bet a hundred
guineas with Colonel Carbury that he would play dice with the Canterville
ghost, and was found the next morning lying on the floor of the card-room
in such a helpless paralytic state that, though he lived on to a great
age, he was never able to say anything again but "Double Sixes." The story
was well known at the time, though, of course, out of respect to the
feelings of the two noble families, every attempt was made to hush it up,
and a full account of all the circumstances connected with it will be
found in the third volume of Lord Tattle′s Recollections of the
Prince Regent and his Friends. The ghost, then, was naturally very
anxious to show that he had not lost his influence over the Stiltons, with
whom, indeed, he was distantly connected, his own first cousin having been
married en secondes noces to the Sieur de Bulkeley, from whom,
as every one knows, the Dukes of Cheshire are lineally descended.
Accordingly, he made arrangements for appearing to Virginia′s little lover
in his celebrated impersonation of "The Vampire Monk, or the Bloodless
Benedictine," a performance so horrible that when old Lady Startup saw it,
which she did on one fatal New Year′s Eve, in the year 1764, she went off
into the most piercing shrieks, which culminated in violent apoplexy, and
died in three days, after disinheriting the Cantervilles, who were her
nearest relations, and leaving all her money to her London apothecary. At
the last moment, however, his terror of the twins prevented his leaving
his room, and the little Duke slept in peace under the great feathered
canopy in the Royal Bedchamber, and dreamed of Virginia.
|
Pero los Otis
se equivocaban. El fantasma seguía en la casa, y aunque se hallaba
muy delicado, no estaba dispuesto a retirarse, sobre todo después de saber
que figuraba entre los invitados el duque de Cheshire, cuyo tío, lord
Francis Stilton, apostó una vez cien guineas con el coronel Carbury a que
jugaría a los dados con el fantasma de Canterville. A la mañana siguiente
se encontraron a lord Stilton tendido sobre el suelo del salón de juego en
un estado de parálisis tal, que, a pesar de la edad avanzada que alcanzó,
no pudo ya nunca pronunciar más palabra que ésta: -¡Seis dobles!
Esta historia era muy conocida en su tiempo, aunque, en atención a los
sentimientos de las dos nobles familias, se hiciera todo lo posible por
ocultarla, y existe un relato detallado de todo lo referente a ella en el
tomo tercero de las Memorias de lord Tattle
sobre el príncipe regente y sus amigos. Desde
entonces el fantasma deseaba vehementemente probar que no había perdido su
influencia sobre los Stilton, con los que además estaba emparentado, pues
una prima hermana suya se casó en Secondesnoces con el señor
Bulkeley, del que descienden en línea directa, como todo el mundo sabe,
los duques de Cheshire. Por consiguiente, hizo sus preparativos para
mostrarse al joven enamorado de Virginia en su famoso papel del «Fraile
vampiro, o el benedictino sin sangre». Era un espectáculo tan
espantoso que cuando la vieja lady Startup se lo vio representar, es
decir, la víspera del Año Nuevo de 1764, empezó a lanzar chillidos agudos,
que le provocaron un fuerte ataque de apoplejía y su fallecimiento al cabo
de tres días, no sin que desheredara antes a los Canterville que eran sus
parientes más cercanos y legase todo su dinero a su farmacéutico de
Londres. Pero, a última hora, el terror que le inspiraban los
gemelos le retuvo en su habitación y el joven duque durmió tranquilo en el
gran lecho con dosel coronado de plumas del dormitorio real, soñando con
Virginia.
|
-- V --
| CAPÍTULO V
|
A few days
after this, Virginia and her curly-haired cavalier went out riding on
Brockley meadows, where she tore her habit so badly in getting through a
hedge that, on their return home, she made up her mind to go up by the
back staircase so as not to be seen. As she was running past the Tapestry
Chamber, the door of which happened to be open, she fancied she saw some
one inside, and thinking it was her mother′s maid, who sometimes used to
bring her work there, looked in to ask her to mend her habit. To her
immense surprise, however, it was the Canterville Ghost himself! He was
sitting by the window, watching the ruined gold of the yellowing trees fly
through the air, and the red leaves dancing madly down the long avenue.
His head was leaning on his hand, and his whole attitude was one of
extreme depression. Indeed, so forlorn, and so much out of repair did he
look, that little Virginia, whose first idea had been to run away and lock
herself in her room, was filled with pity, and determined to try and
comfort him. So light was her footfall, and so deep his melancholy, that
he was not aware of her presence till she spoke to him.
|
Unos días después,
Virginia y su adorador de cabello rizado dieron un paseo a caballo por los
prados de Brockley, paseo en el que ella se desgarró su vestido de amazona
al saltar un seto, y de vuelta a su casa, entró por la escalera de detrás
para que no la viesen. Al pasar corriendo por delante de la puerta del
salón de tapices, que estaba abierta de par en par, le pareció ver a
alguien dentro. Pensó que sería la doncella de su madre, que iba con
frecuencia a trabajar a esa habitación. Asomó la cabeza para encargarle
que le cosiese el vestido. ¡Pero con gran sorpresa suya quien estaba
allí era el fantasma de Canterville en persona! Estaba sentado junto a la
ventana contemplando las hojas doradas, que danzaban en el aire,
desprendidas de los árboles amarillentos, y las hojas bermejas que
bailaban locamente a lo largo de la gran avenida. Tenía la cabeza
apoyada en una mano y toda su actitud revelaba el desaliento más profundo.
Realmente presentaba un aspecto tan desamparado, tan abatido que la
pequeña Virginia, en vez de ceder a su primer impulso, que fue echar a
correr y encerrarse en su cuarto, se sintió llena de compasión y se
decidió a ir a consolarle. Tenía la muchacha un paso tan ligero y él una
melancolía tan honda, que no se dio cuenta de su presencia hasta que le
habló.
|
"I am so
sorry for you," she said, "but my brothers are going back to Eton
to-morrow, and then, if you behave yourself, no one will annoy
you."
|
-Lo he sentido
mucho por usted -dijo-, pero mis hermanos regresan mañana a Eton y
entonces, si se porta usted bien, nadie le atormentará.
|
"It is
absurd asking me to behave myself," he answered, looking round in
astonishment at the pretty little girl who had ventured to address him,
"quite absurd. I must rattle my chains, and groan through keyholes, and
walk about at night, if that is what you mean. It is my only reason for
existing."
|
-Es absurdo
pedirme que me porte bien -le respondió contemplando estupefacto a la
jovencita que tenía la audacia de dirigirle la palabra-. Perfectamente
inconcebible. Me es necesario arrastrar mis cadenas, gruñir a través de
las cerraduras, y deambular en la noche. Si es a eso a lo que se refiere,
le diré que todo ello es la única razón de mi existencia.
|
"It is no
reason at all for existing, and you know you have been very wicked. Mrs.
Umney told us, the first day we arrived here, that you had killed your
wife."
|
-Ésa no es una
razón para vivir molestando a la gente. En sus tiempos fue usted muy malo,
¿sabe? La señora Umney nos contó el mismo día en que llegamos, que usted
mató a su esposa.
|
"Well, I
quite admit it," said the Ghost, petulantly, "but it was a purely family
matter, and concerned no one else."
|
-Sí, lo reconozco
-respondió petulante el fantasma-. Pero fue un asunto de familia que a
nadie le importa.
|
"It is very
wrong to kill any one," said Virginia, who at times had a sweet puritan
gravity, caught from some old New England ancestor.
|
-Está muy mal eso
de matar a alguien -replicó Virginia, que a veces adoptaba una dulce
actitud puritana, heredada posiblemente de alguno de sus antepasados de la
vieja Nueva Inglaterra.
|
"Oh, I hate
the cheap severity of abstract ethics! My wife was very plain, never had
my ruffs properly starched, and knew nothing about cookery. Why, there was
a buck I had shot in Hogley Woods, a magnificent pricket, and do you know
how she had it sent to table? However, it is no matter now, for it is all
over, and I don′t think it was very nice of her brothers to starve me to
death, though I did kill her."
|
-¡Oh, detesto la
ramplona severidad de la ética abstracta! Mi esposa era muy poco agraciada
y simplona. Nunca pudo almidonar bien mis puños, y no sabía nada de
cocina. Vea usted, un día cacé un magnífico cervatillo en los bosques de
Hogley, un espléndido gamo, ¿y sabe usted cómo me lo sirvió en la mesa?
Bueno..., eso ahora no importa, ya pasó; pero sin embargo, no hallo nada
bien que sus hermanos me dejasen morir de hambre, aunque yo la hubiese
matado.
|
"Starve you
to death? Oh, Mr. Ghost--I mean Sir Simon, are you hungry? I have a
sandwich in my case. Would you like it?"
|
-¡Le dejaron morir
de hambre! ¡Ay, señor fantasma! ¡Quiero decir, don Simón! ¿Tiene usted
hambre? Tengo un sandwich en mi costurero, ¿no lo quiere?
|
"No, thank
you, I never eat anything now; but it is very kind of you, all the same,
and you are much nicer than the rest of your horrid, rude, vulgar,
dishonest family."
|
-No, gracias,
ahora ya no necesito comer; pero de todas maneras, es usted muy amable. Es
usted mucho más fina y atenta que el resto de su familia que es tan
ordinaria, horrorosa, vulgar, y que se conducen como
bandoleros.
|
"Stop!"
cried Virginia, stamping her foot, "it is you who are rude, and horrid,
and vulgar, and as for dishonesty, you know you stole the paints out of my
box to try and furbish up that ridiculous blood-stain in the library.
First you took all my reds, including the vermilion, and I couldn′t do any
more sunsets, then you took the emerald-green and the chrome-yellow, and
finally I had nothing left but indigo and Chinese white, and could only do
moonlight scenes, which are always depressing to look at, and not at all
easy to paint. I never told on you, though I was very much annoyed, and it
was most ridiculous, the whole thing; for who ever heard of emerald-green
blood?"
|
-¡Basta! -exclamó
Virgina dando con el pie en el suelo-. El brutal, horrible y ordinario es
usted. En cuanto a lo de bandolero y ladrón, usted bien sabe que me ha
robado las pinturas de mi caja para restaurar esa ridícula mancha de
sangre en la biblioteca. Primero me robó todos los rojos, incluyendo el
bermellón, y ya no pude seguir pintando las puestas de sol; después se
llevó el verde esmeralda y el amarillo cromo; y por último no me han
quedado más que el azul añil y el blanco de China, de manera que sólo
puedo pintar escenas de claro de luna, que siempre son tristes y nada
fáciles de pintar. Nunca lo acusé aunque ello me hacía sentir furiosa, y
todo resultaba grotesco, porque, ¿quién ha oído decir que exista la sangre
de color verde esmeralda?
|
"Well,
really," said the Ghost, rather meekly, "what was I to do? It is a very
difficult thing to get real blood nowadays, and, as your brother began it
all with his Paragon Detergent, I certainly saw no reason why I should not
have your paints. As for colour, that is always a matter of taste: the
Cantervilles have blue blood, for instance, the very bluest in England;
but I know you Americans don′t care for things of this kind."
|
-Bueno. en verdad
-dijo el fantasma, con cierta dulzura-, ¿qué iba yo a hacer? Es
dificilísimo en los tiempos actuales agenciarse sangre de verdad, y ya que
su hermano empezó todo esto con su detergente Paragon, no veo
por qué no iba yo a usar sus colores para defenderme. En cuanto al tono,
es cuestión de gusto. Así, por ejemplo, los Canterville tienen sangre
azul, la sangre más azul que existe en Inglaterra... Aunque ya sé que
ustedes los americanos no hacen el menor caso de esas cosas.
|
"You know
nothing about it, and the best thing you can do is to emigrate and improve
your mind. My father will be only too happy to give you a free passage,
and though there is a heavy duty on spirits of every kind, there will be
no difficulty about the Custom House, as the officers are all Democrats.
Once in New York, you are sure to be a great success. I know lots of
people there who would give a hundred thousand dollars to have a
grandfather, and much more than that to have a family ghost."
|
-No sabe usted
nada, y lo mejor que puede hacer es emigrar y así se desarrollará su
mentalidad. Mi padre tendrá un verdadero gusto en proporcionarle un pasaje
gratuito, y aunque haya derechos arancelarios elevadísimos sobre toda
clase de cosas espirituosas a usted no le pondrán trabas en la
aduana. Y una vez en Nueva York puede usted contar con un gran éxito.
Conozco infinidad de personas que darían cien mil dólares por tener
antepasados y que sacrificarían mayor cantidad aún por tener un fantasma
en la familia.
|
"I don′t
think I should like America."
|
-Creo que no me
gustaría América.
|
"I suppose
because we have no ruins and no curiosities," said Virginia,
satirically.
|
-Quizá se deba a
que allí no tenemos ni ruinas ni curiosidades -dijo burlonamente Virginia.
|
"No ruins!
no curiosities!" answered the Ghost; "you have your navy and your
manners."
|
-¡Qué curiosidades
ni qué ruinas! -contestó el fantasma-. Tienen ustedes su marina y sus
modales.
|
"Good
evening; I will go and ask papa to get the twins an extra week′s
holiday."
|
-Buenas noches;
voy a pedir a papá que conceda a los gemelos una semana más de vacaciones.
|
"Please
don′t go, Miss Virginia," he cried; "I am so lonely and so unhappy, and I
really don′t know what to do. I want to go to sleep and I
cannot."
|
-¡No se vaya, miss
Virginia, se lo suplico! -exclamó el fantasma-. Estoy tan solo y soy tan
desgraciado que no sé qué hacer. Quisiera irme a dormir y no puedo.
|
"That′s
quite absurd! You have merely to go to bed and blow out the candle. It is
very difficult sometimes to keep awake, especially at church, but there is
no difficulty at all about sleeping. Why, even babies know how to do that,
and they are not very clever."
|
-Es inconcebible:
no tiene usted más que meterse en la cama y apagar la vela. Algunas veces
es dificilísimo permanecer despierto, sobre todo en una iglesia, pero, en
cambio, dormir es muy sencillo, hasta los niños saben dormir
admirablemente, y no son nada ilustrados.
|
"I have not
slept for three hundred years," he said sadly, and Virginia′s beautiful
blue eyes opened in wonder; "for three hundred years I have not slept, and
I am so tired."
|
-Hace trescientos
años que no duermo -dijo el anciano tristemente, haciendo que Virginia
abriese mucho sus hermosos ojos azules llenos de asombro-. Hace ya
trescientos años que no duermo, y me siento tan cansado...
|
Virginia
grew quite grave, and her little lips trembled like rose-leaves. She came
towards him, and kneeling down at his side, looked up into his old
withered face.
|
Virginia adoptó un
grave continente y sus finos labios temblaron como pétalos de rosa. Se
acercó y, arrodillándose al lado del fantasma, contempló su viejo rostro
marchito.
|
"Poor, poor
Ghost," she murmured; "have you no place where you can sleep?"
|
-Pobre, pobre
fantasma -murmuró-, ¿y no hay ningún lugar donde pueda usted
dormir?
|
"Far away
beyond the pine-woods," he answered, in a low, dreamy voice, "there is a
little garden. There the grass grows long and deep, there are the great
white stars of the hemlock flower, there the nightingale sings all night
long. All night long he sings, and the cold crystal moon looks down, and
the yew-tree spreads out its giant arms over the sleepers."
|
-Allá lejos,
pasado el pinar -respondió él en voz baja y soñadora-, hay un jardincito.
La hierba crece en él alta y espesa; allí pueden verse las grandes
estrellas blancas de la cicuta, allî el ruiseñor canta toda la noche.
Canta toda la noche, y la luna de cristal gélido deja caer su mirada y el
tejo extiende sus brazos de gigante sobre los durmientes.
|
Virginia′s
eyes grew dim with tears, and she hid her face in her hands.
|
Los ojos de
Virginia se empañaron de lágrimas y ocultó la cara entre sus manos.
|
"You mean
the Garden of Death," she whispered.
|
-Se refiere usted
al jardín de la muerte -murmuró.
|
"Yes,
death. Death must be so beautiful. To lie in the soft brown earth, with
the grasses waving above one′s head, and listen to silence. To have no
yesterday, and no to-morrow. To forget time, to forget life, to be at
peace. You can help me. You can open for me the portals of death′s house,
for love is always with you, and love is stronger than death
is."
|
-Sí, de la muerte,
¡la muerte debe ser hermosa! ¡Descansar en la blanda tierra oscura,
mientras las hierbas se balancean encima de nuestra cabeza, y escuchar el
silencio! No tener ni ayer ni mañana. Olvidarse del tiempo y los males de
la vida, quedar en paz. Usted puede ayudarme; usted puede abrirme el
portal de la morada de la muerte, porque el amor le acompaña a usted
siempre, y el amor es más fuerte que la muerte.
|
Virginia
trembled, a cold shudder ran through her, and for a few moments there was
silence. She felt as if she was in a terrible dream.
|
Virginia tembló.
Un estremecimiento helado recorrió todo su ser y durante unos instantes
hubo un gran silencio. Parecíale vivir en un sueño terrible.
|
Then the
ghost spoke again, and his voice sounded like the sighing of the
wind.
|
Entonces el
fantasma habló de nuevo con una voz que resonaba como los suspiros del
viento:
|
"Have you
ever read the old prophecy on the library window?"
|
-¿Ha leído usted
alguna vez la antigua profecía que hay sobre las vidrieras de la
biblioteca?
|
"Oh,
often," cried the little girl, looking up; "I know it quite well. It is
painted in curious black letters, and is difficult to read. There are only
six lines:
|
-¡Oh, muchas
veces! -exclamó la muchacha levantando los ovos-. La conozco muy bien.
Está pintada con unas curiosas letras negras y se lee con dificultad. No
tiene más que estos seis versos:
′When a golden girl can win
Prayer from out the lips of sin,
When the barren almond bears,
And a little child gives away its tears,
Then shall all the house be still
And peace come to Canterville.′
But I don′t know
what they mean."
|
Cuando una joven rubia logre hacer brotar
una oración de los labios del pecador,
cuando el almendro estéril dé fruto
y un pequeño deje correr su llanto,
entonces, toda la casa quedará tranquila
y volverá la paz a Canterville.
Pero no sé lo
que significan.
|
"They
mean," he said, sadly, "that you must weep with me for my sins, because I
have no tears, and pray with me for my soul, because I have no faith, and
then, if you have always been sweet, and good, and gentle, the angel of
death will have mercy on me. You will see fearful shapes in darkness, and
wicked voices will whisper in your ear, but they will not harm you, for
against the purity of a little child the powers of Hell cannot
prevail."
|
-Significan que
tiene usted que llorar conmigo mis pecados, porque no tengo lágrimas, y
que tiene usted que rezar conmigo por mi alma, porque no tengo fe, y
entonces, si ha sido usted siempre dulce, buena y cariñosa, el ángel de la
muerte se compadecerá de mí. Verá usted seres terribles en las tinieblas y
voces malignas susurrarán en sus oídos, pero no podrán hacerle ningún
daño, porque contra la pureza de una niña no pueden nada las potencias
infernales.
|
Virginia
made no answer, and the ghost wrung his hands in wild despair as he looked
down at her bowed golden head. Suddenly she stood up, very pale, and with
a strange light in her eyes. "I am not afraid," she said firmly, "and I
will ask the angel to have mercy on you."
|
Virginia no
contestó y el fantasma retorcióse las manos en la violencia de su
desesperación, sin dejar de mirar la rubia cabeza inclinada. De pronto se
irguió la joven, muy pálida, con un fulgor extraño en los ojos. -No
tengo miedo -dijo con voz firme2 y rogaré al ángel que se apiade de
usted.
|
He rose
from his seat with a faint cry of joy, and taking her hand bent over it
with old-fashioned grace and kissed it. His fingers were as cold as ice,
and his lips burned like fire, but Virginia did not falter, as he led her
across the dusky room. On the faded green tapestry were broidered little
huntsmen. They blew their tasselled horns and with their tiny hands waved
to her to go back. "Go back! little Virginia," they cried, "go back!" but
the ghost clutched her hand more tightly, and she shut her eyes against
them. Horrible animals with lizard tails and goggle eyes blinked at her
from the carven chimneypiece, and murmured, "Beware! little Virginia,
beware! we may never see you again," but the Ghost glided on more swiftly,
and Virginia did not listen. When they reached the end of the room he
stopped, and muttered some words she could not understand. She opened her
eyes, and saw the wall slowly fading away like a mist, and a great black
cavern in front of her. A bitter cold wind swept round them, and she felt
something pulling at her dress. "Quick, quick," cried the Ghost, "or it
will be too late," and in a moment the wainscoting had closed behind them,
and the Tapestry Chamber was empty.
|
El fantasma,
levantándose de su asiento y lanzando un débil grito de alegría, tomó su
mano, e inclinándose sobre ella con la gracia de los viejos tiempos, la
besó. Sus dedos estaban fríos como el hielo y sus labios abrasaban como el
fuego, pero Virginia no flaqueó; después la hizo atravesar la estancia
sombría. Sobre el tapiz de un verde apagado estaban bordados unos pequeños
cazadores. Soplaban en sus cuernos adornados con borlas y con sus lindas
manos le hacían señas de que retrocediese. -Vuelve sobre tus pasos,
Virginia. No sigas. ¡Vete, vete! -gritaban. Pero el fantasma le apretaba
en aquel momento la mano con más fuerza, y ella cerró los ojos para no
verlos. Horribles alimañas de colas de lagarto y de ojos saltones
hacían guiños maliciosos en las esquinas de la chimenea, mientras le
decían en voz baja: -Ten cuidado, Virginia, ten cuidado. Podríamos
no volver a verte. Pero el fantasma apresuró entonces el paso y Virginia
no oyó nada. Cuando llegaron al extremo de la estancia, el
viejo se detuvo, murmurando unas palabras que ella no pudo comprender.
Volvió Virginia a abrir los ojos y vio disiparse el muro lentamente, como
una neblina, y abrirse una negra caverna. Un áspero y helado viento
les azotó, sintiendo la muchacha que alguien tiraba de su vestido.
-De prisa, de prisa -gritó el fantasma-, o será demasiado tarde. Y
en el mismo momento el muro se cerró de nuevo detrás de ellos y el salón
de tapices quedó desierto.
|
-- VI --
| CAPÍTULO VI
|
About ten
minutes later, the bell rang for tea, and, as Virginia did not come down,
Mrs. Otis sent up one of the footmen to tell her. After a little time he
returned and said that he could not find Miss Virginia anywhere. As she
was in the habit of going out to the garden every evening to get flowers
for the dinner-table, Mrs. Otis was not at all alarmed at first, but when
six o′clock struck, and Virginia did not appear, she became really
agitated, and sent the boys out to look for her, while she herself and Mr.
Otis searched every room in the house. At half-past six the boys came back
and said that they could find no trace of their sister anywhere. They were
all now in the greatest state of excitement, and did not know what to do,
when Mr. Otis suddenly remembered that, some few days before, he had given
a band of gipsies permission to camp in the park. He accordingly at once
set off for Blackfell Hollow, where he knew they were, accompanied by his
eldest son and two of the farm-servants. The little Duke of Cheshire, who
was perfectly frantic with anxiety, begged hard to be allowed to go too,
but Mr. Otis would not allow him, as he was afraid there might be a
scuffle. On arriving at the spot, however, he found that the gipsies had
gone, and it was evident that their departure had been rather sudden, as
the fire was still burning, and some plates were lying on the grass.
Having sent off Washington and the two men to scour the district, he ran
home, and despatched telegrams to all the police inspectors in the county,
telling them to look out for a little girl who had been kidnapped by
tramps or gipsies. He then ordered his horse to be brought round, and,
after insisting on his wife and the three boys sitting down to dinner,
rode off down the Ascot road with a groom. He had hardly, however, gone a
couple of miles, when he heard somebody galloping after him, and, looking
round, saw the little Duke coming up on his pony, with his face very
flushed, and no hat. "I′m awfully sorry, Mr. Otis," gasped out the boy,
"but I can′t eat any dinner as long as Virginia is lost. Please don′t be
angry with me; if you had let us be engaged last year, there would never
have been all this trouble. You won′t send me back, will you? I can′t go!
I won′t go!"
|
Diez minutos
después sonó la campana para el té y Virginia no bajó. La señora Otis
envió a uno de los criados a buscarla. No tardó en volver diciendo que no
había podido encontrar a miss Virginia por ninguna parte. Como la
muchacha tenía la costumbre de ir todas las tardes al jardín a coger
flores para la cena, la señora Otis no se preocupó en lo más mínimo. Pero
sonaron las seis y Virginia no aparecía. Entonces su madre se sintió
seriamente intranquila y envió a sus hijos en su busca, mientras ella y su
marido recorrían todas las habitaciones de la casa. A las seis
y media volvieron los muchachos diciendo que no habían encontrado huellas
de su hermana por parte alguna. Entonces se inquietaron todos
extraordinariamente y nadie sabía qué hacer cuando míster Otis recordó de
repente que pocos días antes había permitido acampar en el parque a una
tribu de gitanos. Así pues, salió inmediatamente para
Blackfell-Hollow, acompañado de su hijo mayor y de dos criados de la
granja. El joven duque de Cheshire, completamente loco de ansiedad,
rogó con insistencia a míster Otis que le dejase acompañarle, mas éste se
negó temiendo que pudiese surgir algún conflicto. Pero cuando llegó al
sitio en cuestión vio que los gitanos se habían marchado, y era evidente
que su partida había sido precipitada, pues el fuego ardía aún y quedaban
platos sobre la hierba. Después de mandar a Washington y a los dos
hombres a registrar los alrededores, se apresuraron a regresar y envió
telegramas a todos los inspectores de policía del condado, rogándoles
buscasen a una joven raptada por unos vagabundos o gitanos. Luego
hizo que le trajeran su′caballo, y después de insistir para que su mujer y
sus tres hijos se senta ran a la mesa, partió con un caballerango por el
camino de Ascot. Había recorrido dos millas, cuando oyó un galope a
su espalda. Se volvió, viendo al joven duque que llegaba en su
poney, con la cara sofocada y la cabeza descubierta. -Lo
siento muchísimo -le dijo el joven con voz entrecortada-, pero me es
imposible comer mien= tras Virginia no aparezca. Se lo ruego, no se enfade
conmigo. Si nos hubiera permitido casarnos el año pasado no habría
ocurrido esto nunca. ¿No me rechaza usted, verdad? ¡No puedo ni quiero
irme!
|
The
Minister could not help smiling at the handsome young scapegrace, and was
a good deal touched at his devotion to Virginia, so leaning down from his
horse, he patted him kindly on the shoulders, and said, "Well, Cecil, if
you won′t go back, I suppose you must come with me, but I must get you a
hat at Ascot."
|
El ministro no
pudo menos de dirigir una sonrisa a aquel mozo guapo y atolondrado,
conmovidísimo ante la abnegación que mostraba por Virginia, e inclinándose
sobre su caballo, le golpeó el hombro cariñosamente y le dijo: -Pues bien,
Cecil, ya que insistes en venir, no me queda más remedio que admitirte en
mi compañía; pero, eso sí, tengo que comprarte un sombrero en
Ascot.
|
"Oh, bother
my hat! I want Virginia!" cried the little Duke, laughing, and they
galloped on to the railway station. There Mr. Otis inquired of the
station-master if any one answering to the description of Virginia had
been seen on the platform, but could get no news of her. The
station-master, however, wired up and down the line, and assured him that
a strict watch would be kept for her, and, after having bought a hat for
the little Duke from a linen-draper, who was just putting up his shutters,
Mr. Otis rode off to Bexley, a village about four miles away, which he was
told was a well-known haunt of the gipsies, as there was a large common
next to it. Here they roused up the rural policeman, but could get no
information from him, and, after riding all over the common, they turned
their horses′ heads homewards, and reached the Chase about eleven o′clock,
dead-tired and almost heart-broken. They found Washington and the twins
waiting for them at the gate-house with lanterns, as the avenue was very
dark. Not the slightest trace of Virginia had been discovered. The gipsies
had been caught on Brockley meadows, but she was not with them, and they
had explained their sudden departure by saying that they had mistaken the
date of Chorton Fair, and had gone off in a hurry for fear they should be
late. Indeed, they had been quite distressed at hearing of Virginia′s
disappearance, as they were very grateful to Mr. Otis for having allowed
them to camp in his park, and four of their number had stayed behind to
help in the search. The carp-pond had been dragged, and the whole Chase
thoroughly gone over, but without any result. It was evident that, for
that night at any rate, Virginia was lost to them; and it was in a state
of the deepest depression that Mr. Otis and the boys walked up to the
house, the groom following behind with the two horses and the pony. In the
hall they found a group of frightened servants, and lying on a sofa in the
library was poor Mrs. Otis, almost out of her mind with terror and
anxiety, and having her forehead bathed with eau de cologne by the old
housekeeper. Mr. Otis at once insisted on her having something to eat, and
ordered up supper for the whole party. It was a melancholy meal, as hardly
any one spoke, and even the twins were awestruck and subdued, as they were
very fond of their sister. When they had finished, Mr. Otis, in spite of
the entreaties of the little Duke, ordered them all to bed, saying that
nothing more could be done that night, and that he would telegraph in the
morning to Scotland Yard for some detectives to be sent down immediately.
Just as they were passing out of the dining-room, midnight began to boom
from the clock tower, and when the last stroke sounded they heard a crash
and a sudden shrill cry; a dreadful peal of thunder shook the house, a
strain of unearthly music floated through the air, a panel at the top of
the staircase flew back with a loud noise, and out on the landing, looking
very pale and white, with a little casket in her hand, stepped Virginia.
In a moment they had all rushed up to her. Mrs. Otis clasped her
passionately in her arms, the Duke smothered her with violent kisses, and
the twins executed a wild war-dance round the group.
|
-¡Al diablo los
sombreros! ¡Lo que quiero es encontrar a Virginia! -exclamó el duque
riendo. Y acto seguido galoparon hasta la estación. Una vez
allí, míster Otis preguntó al jefe si no habían visto en el andén a una
joven cuyas señas correspondiesen con las de Virginia, pero no averiguó
nada sobre ella. No obstante lo cual el jefe de la estación expidió
telegramas a las estaciones del trayecto, ascendentes y descendentes, y le
prometió ejercer una vigilancia minuciosa. En seguida, después de
comprar un sombrero para el duque en una tienda de novedades que se
disponía a cerrar, míster Otis cabalgó hasta Bexley, pueblo situado cuatro
millas más allá, y que, según le dijeron, era muy frecuentado por los
gitanos, ya que cerca de allí había una numerosa comunidad rural.
Hicieron levantarse al guarda del lugar, pero no pudieron conseguir ningún
dato de él. Así es que, después, de atravesar y explorar los
contornos, los dos jinetes tomaron otra vez el camino de casa, llegando a
Canterville a eso de las once, rendidos de cansancio y con el corazón
desgarrado por la inquietud. Se encontraron allí con Washington y los
gemelos, esperándoles a la puerta con linternas, porque la avenida estaba
muy oscura. No se había descubierto la menor señal de Virginia. Los
gitanos fueron alcanzados en el prado de Brockley, pero no estaba la joven
entre ellos. Explicaron la prisa de su marcha diciendo que habían
equivocado el día que debía celebrarse la feria de Chorton y que el temor
de llegar demasiado tarde les obligó a darse prisa. Además
parecieron desconsolados por la desaparición de Virginia, pues estaban
agradecidísimos a míster Otis por haberles permitido acampar en su parque.
Cuatro de ellos se quedaron detrás para tomar parte, en las
pesquisas. Se hizo vaciar el estanque de las carpas. Registraron la
finca en todos sentidos, pero no consiguieron nada. Era evidente que
Virginia estaba perdida, al menos por aquella noche, y fue con un aire de
profundo abat¡miento como entraron en casa míster Otis y los jóvenes
seguidos del caballerango que llevaba de las bridas los dos caballos y al
poney. En el vestíbulo se encontraron con el grupo de los criados
llenos de terror. La pobre señora Otis estaba acostada sobre un sofá
de la biblioteca, casi loca de terror y de ansiedad, y is vieja ama de
gobierno le humedecía la frente con agua de colonia. En seguida míster
Otis instó a su esposa para que comiese algo, y dio órdenes para que se
sirviese la cena. Fue una comida triste, pues casi nadie hablaba, y hasta
los gemelos se veían espantados y sumisos, pues querían entrañablemente a
su hermana. Cuando terminaron, míster Otis, a pesar de los ruegos
del joven duque, mandó que todo el mundo se fuese a la cama diciendo que
ya no podía hacerse nada más aquella noche, y que al día siguiente
telegrafiaría a Scotland Yard para que pusieran inmediatamente varios
detectives a su disposición. Pero en el preciso momento en que
salían del comedor sonaron las doce en el reloj de la torre. Apenas
acababan de extinguirse las vibraciones de la última campanada cuando
oyóse un crujido acompañado de un grito penetrante. Un trueno estentóreo
bamboleó la casa; una meiodía, ultraterrena, flotó en el aire. Un lienzo
de pared se desprendió bruscamente en lo alto de la escalera y sobre el
rellano, muy pálida, casi blanca, apareció Virginia llevando en la mano un
cofrecillo. Inmediatamente todos la rodearon. La señora Otis
la estrechó apasionadamente entre sus brazos. El duque casi la ahogó
con sus besos, apasionados, y los gemelos ejecutaron una danza de guerra
salvaje alrededor del grupo.
|
"Good
heavens! child, where have you been?" said Mr. Otis, rather angrily,
thinking that she had been playing some foolish trick on them. "Cecil and
I have been riding all over the country looking for you, and your mother
has been frightened to death. You must never play these practical jokes
any more."
|
-¡Por Dios, hija!
¿Dónde estabas? -dijo míster Otis, bastante enfadado, creyendo que les
había querido dar una broma pesada-. Cecil y yo hemos recorrido toda la
comarca en busca tuya, y tu madre ha estado a punto de morirse de espanto.
No vuelvas a dar bromas de ese género a nadie.
|
"Except on
the Ghost! except on the Ghost!" shrieked the twins, as they capered
about.
|
-¡Menos al
fantasma, menos al fantasma! -gritaron los gemelos continuando sus
brincos.
|
"My own
darling, thank God you are found; you must never leave my side again,"
murmured Mrs. Otis, as she kissed the trembling child, and smoothed the
tangled gold of her hair.
|
-Hija mía querida,
gracias a Dios que te hemos encontrado; ya no nos volveremos a separar
-murmuraba la señora Otis besando a la muchacha, toda trémula y
acariciando sus cabellos de oro, que se veían despeinados.
|
"Papa,"
said Virginia, quietly, "I have been with the Ghost. He is dead, and you
must come and see him. He had been very wicked, but he was really sorry
for all that he had done, and he gave me this box of beautiful jewels
before he died."
|
-Papá -dijo
dulcemente Virginia-, estaba con el fantasma. Ha muerto ya. Es preciso que
vayáis a verle. Fue muy malo, pero se ha arrepentido sinceramente de todo
lo que había hecho y antes de morir me ha dado esta caja de joyas.
|
The whole
family gazed at her in mute amazement, but she was quite grave and
serious; and, turning round, she led them through the opening in the
wainscoting down a narrow secret corridor, Washington following with a
lighted candle, which he had caught up from the table. Finally, they came
to a great oak door, studded with rusty nails. When Virginia touched it,
it swung back on its heavy hinges, and they found themselves in a little
low room, with a vaulted ceiling, and one tiny grated window. Imbedded in
the wall was a huge iron ring, and chained to it was a gaunt skeleton,
that was stretched out at full length on the stone floor, and seemed to be
trying to grasp with its long fleshless fingers an old-fashioned trencher
and ewer, that were placed just out of its reach. The jug had evidently
been once filled with water, as it was covered inside with green mould.
There was nothing on the trencher but a pile of dust. Virginia knelt down
beside the skeleton, and, folding her little hands together, began to pray
silently, while the rest of the party looked on in wonder at the terrible
tragedy whose secret was now disclosed to them.
|
Toda la familia la
contempló muda y asombrada, pero ella tenía un aire muy circunspecto y muy
serio. En seguida, dando media vuelta, les precedió a través del hueco de
la pared y bajaron por un corredor secreto y angosto. Washington les
seguía llevando una vela encendida que cogió de la mesa. Por fin, llegaron
a una gran puerta de roble con clavos recios y oxidados. Virginia la
tocó, y entonces la puerta giró sobre sus goznes enormes y se hallaron en
una habitación estrecha y con bajo techo abovedado, y que tenía una
ventanita enre′ada. Junto a una gran argolla de hierro empotrada en el
muro, a la cual estaba encadenado se veía un esqueleto, extendido cuan
largo era sobre las losas. Parecía estirar sus dedos descarnados,
como intentando llegar a un plato y a un cántaro, de forma antigua,
colocados de tal forma que no pudiese alcanzarlos. El cántaro había estado
lleno de agua indudablemente, pues tenía su interior tapizado de moho
verde. Sobre el plato no quedaba más que polvo. Virginia,
arrodillada junto al esqueleto y, uniendo sus finas manos, comenzó a rezar
en silencio, mientras la familia contemplaba con asombro la horrible
tragedia, cuyo secreto se les acababa de revelar.
|
"Hallo!"
suddenly exclaimed one of the twins, who had been looking out of the
window to try and discover in what wing of the house the room was
situated. "Hallo! the old withered almond-tree has blossomed. I can see
the flowers quite plainly in the moonlight."
|
-¡Oigan! -exclamó
de pronto uno de los gemelos, que había ido a mirar por la ventanita,
queriendo adivinar hacia qué lado del edificio caía aquella habitación-.
¡Oigan! El antiguo almendro, que estaba seco, ha florecido. Se ven
admirablemente las flores a la luz de la luna.
|
"God has
forgiven him," said Virginia, gravely, as she rose to her feet, and a
beautiful light seemed to illumine her face.
|
-¡Dios le ha
perdonado! -dijo gravemente Virginia, levantándose. Y un magnífico
resplandor parecía iluminar su rostro.
|
"What an
angel you are!" cried the young Duke, and he put his arm round her neck,
and kissed her.
|
-¡Eres un ángel!
-exclamó el joven duque rodeándole el cuello con el brazo y besándola.
|
-- VII --
| CAPÍTULO VII
|
Four days
after these curious incidents, a funeral started from Canterville Chase at
about eleven o′clock at night. The hearse was drawn by eight black horses,
each of which carried on its head a great tuft of nodding ostrich-plumes,
and the leaden coffin was covered by a rich purple pall, on which was
embroidered in gold the Canterville coat-of-arms. By the side of the
hearse and the coaches walked the servants with lighted torches, and the
whole procession was wonderfully impressive. Lord Canterville was the
chief mourner, having come up specially from Wales to attend the funeral,
and sat in the first carriage along with little Virginia. Then came the
United States Minister and his wife, then Washington and the three boys,
and in the last carriage was Mrs. Umney. It was generally felt that, as
she had been frightened by the ghost for more than fifty years of her
life, she had a right to see the last of him. A deep grave had been dug in
the corner of the churchyard, just under the old yew-tree, and the service
was read in the most impressive manner by the Rev. Augustus Dampier. When
the ceremony was over, the servants, according to an old custom observed
in the Canterville family, extinguished their torches, and, as the coffin
was being lowered into the grave, Virginia stepped forward, and laid on it
a large cross made of white and pink almond-blossoms. As she did so, the
moon came out from behind a cloud, and flooded with its silent silver the
little churchyard, and from a distant copse a nightingale began to sing.
She thought of the ghost′s description of the Garden of Death, her eyes
became dim with tears, and she hardly spoke a word during the drive
home.
|
Cuatro días
después de estos curiosos sucesos, a eso de las once de la noche, salía un
fúnebre cortejo de Canterville House. La carroza iba arrastrada por ocho
caballos negros, cada uno de los cuales llevaba adornada la cabeza con un
gran penacho de plumas de avestruz, que se inclinaban como saludando. La
caja de plomo iba cubierta con un rico paño púrpura, sobre el cual estaban
bordadas en oro las armas de los Canterville. A cada lado del carro y de
les coches marchaban los criados, llevando antorchas encendidas. Toda
aquella comitiva tenía un aspecto grandioso e imponente. Lord
Canterville presidía el duelo; había venido del País de Gales expresamente
para asistir al entierro y ocupaba el primer coche con la pequeña
Virginia. Después iban el ministro de los Estados Unidos y su
esposa, y detrás Washington y los dos muchachos. En el último coche
iba la señora Umney. Todo el mundo convino en que después de haber sido
atemorizada por el fantasma por espacio de más de cincuenta años, tenía
realmente derecho a verle desaparecer para siempre. Cavaron una
profunda fosa en un rincón del cementerio, precisamente bajo el tejo
centenario, y dijo las últimas oraciones, del modo más solemne, el
reverendo Augusto Dampier. Una vez terminada la ceremonia, los
criados, siguiendo una an*igua costumbre establecida en la familia
Canterville, apagaron sus antorchas. Luego, al bajar la caja a la
fosa, Virginia se adelantó, colocando encima de ella una gran cruz hecha
con flores de almendro, blancas y rosadas. En aquel momento salió la
luna de detrás de una nube e inundó el cementerio con sus rayos de
silenciosa plata, y de un bosquecillo cercano se elevó el canto de un
ruiseñor. Virginia recordó la descripción que le hizo el fantasma
del jardín de la muerte; sus ojos se llenaron de lágrimas y apenas
pronunció una palabra durante el regreso a la casa.
|
The next
morning, before Lord Canterville went up to town, Mr. Otis had an
interview with him on the subject of the jewels the ghost had given to
Virginia. They were perfectly magnificent, especially a certain ruby
necklace with old Venetian setting, which was really a superb specimen of
sixteenth-century work, and their value was so great that Mr. Otis felt
considerable scruples about allowing his daughter to accept
them.
|
A la mañana
siguiente, antes que lord Canterville partiese para la ciudad, la señora
Otis conferenció con él respecto de las joyas entregadas por el fantasma a
Virginia. Eran magníficas. Había sobre todo un collar de rubíes, en
una antigua montura veneciana, que era un espléndido trabajo del siglo
XVI, y el conjunto representaba tal cantidad que míster Otis sentía
grandes escrúpulos en permitir a su hija el aceptarlas.
|
"My lord,"
he said, "I know that in this country mortmain is held to apply to
trinkets as well as to land, and it is quite clear to me that these jewels
are, or should be, heirlooms in your family. I must beg you, accordingly,
to take them to London with you, and to regard them simply as a portion of
your property which has been restored to you under certain strange
conditions. As for my daughter, she is merely a child, and has as yet, I
am glad to say, but little interest in such appurtenances of idle luxury.
I am also informed by Mrs. Otis, who, I may say, is no mean authority upon
Art,--having had the privilege of spending several winters in Boston when
she was a girl,--that these gems are of great monetary worth, and if
offered for sale would fetch a tall price. Under these circumstances, Lord
Canterville, I feel sure that you will recognize how impossible it would
be for me to allow them to remain in the possession of any member of my
family; and, indeed, all such vain gauds and toys, however suitable or
necessary to the dignity of the British aristocracy, would be completely
out of place among those who have been brought up on the severe, and I
believe immortal, principles of Republican simplicity. Perhaps I should
mention that Virginia is very anxious that you should allow her to retain
the box, as a memento of your unfortunate but misguided ancestor. As it is
extremely old, and consequently a good deal out of repair, you may perhaps
think fit to comply with her request. For my own part, I confess I am a
good deal surprised to find a child of mine expressing sympathy with
mediævalism in any form, and can only account for it by the fact that
Virginia was born in one of your London suburbs shortly after Mrs. Otis
had returned from a trip to Athens."
|
-Milord -dijo el
ministro-, sé que en este país el concepto de vanos muertas, se aplica lo
mismo a los objetos menudos que a las tierras, y es evidente, evidentísimo
para mí, que estas joyas deben quedar en poder de usted como legado de
familia. Le ruego, por lo tanto, que consienta en llevárselas a Londres,
considerándolas simplemente como una parte de su herencia que le fuera
restituida en circunstancias extraordinarias. En cuanto a mi hija, no es
más que una chiquilla, y hasta hoy, me complace decirlo, siente poco
interés por esas futilezas de lujo superfluo. He sabido igualmente por la
señora Otis, cuya autoridad no es despreciable en cosas de arte, dicho sea
de paso, pues ha tenido la suerte de pasar varios inviernos en Boston
cuando era una jovencita, que esas piedras preciosas tienen un gran valor
monetario y que′si se pusieran en venta producirían una bonita suma. En
estas circunstancias, lord Canterville, reconocerá usted, indudablemente,
que no puedo permitir que queden en manos de ningún miembro de mi familia.
Además de que todas esas baratijas y chucherías y todos esos jugetes, por
muy apropiados y necesarios que sean a la dignidad de la aristocracia
británica, estarían fuera de lugar entre personas educadas de acuerdo con
los severos principios, según los inmortales principios, pudiera decirse,
de la sencillez republicana. Quizá me atrevería a decir que Virginia tiene
gran interés en que le deja usted la cajita que encierra esas joyas en
recuerdo de las locuras y de los infortunios de su antepasado. Y como esa
caja ya es muy vieja y, por consiguiente, deterioradísima, quizá encuentre
usted razonable acoger favorablemente su deseo. En cuanto a mí, confieso
que me sorprende grandemente ver a uno de mis hijos demostrar interés por
una cosa de la Edad Media, y la única explicación que le encuentro es que
Virginia nació en un barrio de Londres, a poco de regresar la señera Otis
de una excursión a Atenas.
|
Lord
Canterville listened very gravely to the worthy Minister′s speech, pulling
his grey moustache now and then to hide an involuntary smile, and when Mr.
Otis had ended, he shook him cordially by the hand, and said: "My dear
sir, your charming little daughter rendered my unlucky ancestor, Sir
Simon, a very important service, and I and my family are much indebted to
her for her marvellous courage and pluck. The jewels are clearly hers,
and, egad, I believe that if I were heartless enough to take them from
her, the wicked old fellow would be out of his grave in a fortnight,
leading me the devil of a life. As for their being heirlooms, nothing is
an heirloom that is not so mentioned in a will or legal document, and the
existence of these jewels has been quite unknown. I assure you I have no
more claim on them than your butler, and when Miss Virginia grows up, I
dare say she will be pleased to have pretty things to wear. Besides, you
forget, Mr. Otis, that you took the furniture and the ghost at a
valuation, and anything that belonged to the ghost passed at once into
your possession, as, whatever activity Sir Simon may have shown in the
corridor at night, in point of law he was really dead, and you acquired
his property by purchase."
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Lord Canterville
escuchó con gran atención y muy serio el discurso del digno ministro,
atusándose de vez. en cuando su bigote gris, para ocultar una sonrisa
involuntaria. Una vez que hubo terminado míster Otis, le estrechó
cordialmente la mano y contestó: -Mi querido amigo, su encantadora hija
ha prestado un servicio importantísimo a mi desgraciado antecesor, sir
Simón. Mi familia y yo estamos llenos de gratitud hacia ella por su
maravilloso valor y por la sangre fría que ha demostrado. Las joyas le
pertenecen, sin duda alguna, y creo que si tuviese yo la suficiente
insensibilidad para quitárselas, el viejo malvado saldría de su tumba al
cabo de quince días para hacerme la vida infernal. En cuanto a que sean
joyas de familia, no podrían serlo sino después de estar especificadas
como tales en un testamento en forma legal, y la existencia de estas joyas
permaneció siempre ignorada. Le aseguro que son tan mías como de su
mayordomo. Cuando miss Virginia sea mayor, creo que le encantará tener
cosas tan lindas para lucir. Además, míster Otis, olvida usted que
adquirió el inmueble y el fantasma bajo inventario. De modo que todo lo
que pertenece al fantasma le pertenece a usted. A pesar de las pruebas de
actividad que ha dado sir Simón por el corredor, no por eso deja de estar
menos muerto, desde el punto de vista legal, y su compra le hace a usted
dueño de lo que le pertenecía a él.
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Mr. Otis
was a good deal distressed at Lord Canterville′s refusal, and begged him
to reconsider his decision, but the good-natured peer was quite firm, and
finally induced the Minister to allow his daughter to retain the present
the ghost had given her, and when, in the spring of 1890, the young
Duchess of Cheshire was presented at the Queen′s first drawing-room on the
occasion of her marriage, her jewels were the universal theme of
admiration. For Virginia received the coronet, which is the reward of all
good little American girls, and was married to her boy-lover as soon as he
came of age. They were both so charming, and they loved each other so
much, that every one was delighted at the match, except the old
Marchioness of Dumbleton, who had tried to catch the Duke for one of her
seven unmarried daughters, and had given no less than three expensive
dinner-parties for that purpose, and, strange to say, Mr. Otis himself.
Mr. Otis was extremely fond of the young Duke personally, but,
theoretically, he objected to titles, and, to use his own words, "was not
without apprehension lest, amid the enervating influences of a
pleasure-loving aristocracy, the true principles of Republican simplicity
should be forgotten." His objections, however, were completely overruled,
and I believe that when he walked up the aisle of St. George′s, Hanover
Square, with his daughter leaning on his arm, there was not a prouder man
in the whole length and breadth of England.
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Míster Otis se
quedó muy preocupado ante la negativa de lord Canterville, y le rogó que
reflexionara nuevamente su decisión; pero el excelente par se mantuvo
firme y terminó por convencer -al ministro de que aceptase el regalo del
fantasma. Cuando en la primavera de 1890 la duquesa de Cheshire fue
presentada por primera vez en la recepción de la reina, con motivo de su
casamiento, sus joyas fueron tema de general comentario y admiración.
Porque Virginia fue agraciada con la diadema que se otorga como recompensa
a todas las americanitas de buena conducta, y se casó con su novio en
cuanto éste llegó a la mayoría de edad. Eran ambos tan simpáticos y
agradables, y además se amaban de tal manera, que no hubo quien no
estuviese encantado con aquel matrimonio, menos la anciana marquesa de
Dumbleton que había hecho todo lo posible por "pescar" al joven duque
casarle con alguna de sus siete hijas. Para conseguirlo no dio menos de
tres comidas costosísimas; y, cosa extraña de notarse, míster Otis en
cierto modo la había ayudado. Míster Otis sentía una viva sîmpatía
personal por el duque, pero teóricamente era enemigo de los títulos
nobiliarios y, según sus propias palabras: "era de temer que, entre las
influencias enervantes de una aristocracia ávida de placeres, llegase a
olvidar su hija los verdaderos principios de la sencillez republicana".
Sus observaciones quedaron olvidadas cuando avanzó por la nave central de
la iglesia de San Jorge, en Hanover Square, llevando a su hija, apoyada en
su brazo, hacia el altar. No había en esos momentos un padre más orgulloso
en todo el territorio de Inglaterra.
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The Duke
and Duchess, after the honeymoon was over, went down to Canterville Chase,
and on the day after their arrival they walked over in the afternoon to
the lonely churchyard by the pine-woods. There had been a great deal of
difficulty at first about the inscription on Sir Simon′s tombstone, but
finally it had been decided to engrave on it simply the initials of the
old gentleman′s name, and the verse from the library window. The Duchess
had brought with her some lovely roses, which she strewed upon the grave,
and after they had stood by it for some time they strolled into the ruined
chancel of the old abbey. There the Duchess sat down on a fallen pillar,
while her husband lay at her feet smoking a cigarette and looking up at
her beautiful eyes. Suddenly he threw his cigarette away, took hold of her
hand, and said to her, "Virginia, a wife should have no secrets from her
husband."
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El duque y la
duquesa, pasada ya la luna de miel, regresaron a Canterville Chase; y al
día siguiente de su llegada, por la tarde, fueron a dar una vuelta por el
cementerio solitario del atrio de la iglesia próxima al pinar. Al
principio, se había tenido una serie de dificultades acerca de la
inscripción que debería figurar en la lápida de sir Simón, pero al fin se
decidió grabar sólo las iniciales del nombre de aquel caballero ylos
versos que estaban escritos sobre la ventana de la biblioteca. La duquesa
trajo consigo un ramo de rosas precioso y lo dejó sobre la tumba; y
después de permanecer unos momentos de pie, caminaron dirigiéndose hacia
el claustro en ruinas de la vieja abadía; la duquesa se sentó sobre el
caído pilar de una columna, mientras que su esposo, descansando a sus
pies, fumaba un cigarrillo contemplando a su esposa y mirando sus bellos
ojos. De pronto, tiró el cigarro, le tomó la mano y le dijo: -Virginia,
una buena esposa nunca debe tener secretos para su esposo.
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"Dear
Cecil! I have no secrets from you."
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-¡Querido Cecil!
Yo no tengo secretos para ti.
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"Yes, you
have," he answered, smiling, "you have never told me what happened to you
when you were locked up with the ghost."
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-Sí que los tienes
-contestó él sonriendo-. Nunca me has contado lo que te pasó mientras
estuviste encerrada con el fantasma.
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"I have
never told any one, Cecil," said Virginia, gravely.
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-Nunca se lo he
contado a nadie, Cecil -dijo Virginia con una actitud reposada y seria.
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"I know
that, but you might tell me."
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-Ya lo sé, pero a
mí podrías decírmelo.
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"Please
don′t ask me, Cecil, I cannot tell you. Poor Sir Simon! I owe him a great
deal. Yes, don′t laugh, Cecil, I really do. He made me see what Life is,
and what Death signifies, and why Love is stronger than both."
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-Por favor no me
preguntes, Cecil; no puedo decírtelo. ¡Pobre sir Simón! Le debo mucho. Sí,
no te rías, Cecil, de veras, mucho le debo. Me hizo ver lo que era la
vida, y lo que significa la muerte; y por qué el amor es más fuerte que
ambas.
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The Duke
rose and kissed his wife lovingly.
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El duque se
levantó inclinándose para besar amorosamente a su esposa.
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"You can
have your secret as long as I have your heart," he murmured.
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-Puedes guardarte
tu secreto mientras pueda ser yo el dueño de tu corazón -murmuró.
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"You have
always had that, Cecil."
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-Ese siempre ha
sido tuyo, Cecil.
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"And you
will tell our children some day, won′t you?"
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-Y algún día se lo
contarás a nuestros hijos, ¿no es verdad?
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Virginia
blushed.
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Virginia se sonrojó.
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THE END | FIN
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