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Washington Irving

Tales of the Alhambra



The Truant



El truhán

WE HAVE had a scene of a petty tribulation in the Alhambra, which has thrown a cloud over the sunny countenance of Dolores. This little damsel has a female passion for pets of all kinds, and from the superabundant kindness of her disposition one of the ruined courts of the Alhambra is thronged with her favorites. A stately peacock and his hen seem to hold regal sway here, over pompous turkeys, querulous guinea-fowls, and a rabble rout of common cocks and hens. The great delight of Dolores, however has for some time past been centred in a youthful pair of pigeons, who have lately entered into the holy state of wedlock, and even supplanted a tortoise-shell cat and kittens in her affections.  DESPUÉS de escrito lo anterior, ha ocurrido un pequeño incidente en la Alhambra, que ha venido a ensombrecer el alegre rostro de Dolores. Siente esta joven una femenina inclinación por los animales domésticos de toda clase, y como consecuencia de su muy bondadoso carácter, llenó uno de los ruinosos patios del palacio con los que son sus preferidos. Un arrogante pavo real y su hembra, parece como que ejercen aquí su soberanía sobre vistosos gallipavos, cacareadoras gallinas de Guinea y una caterva de gallos y gallinas comunes. La gran delicia de Dolores, sin embargo, ha sido, durante algún tiempo, un par de pichones que ya han entrado en el sagrado estado del matrimonio y que han venido a sustituir en el cariño de la muchacha a una gata romana con sus gatitos.
As a tenement for them wherein to commence housekeeping, she had fitted up a small chamber adjacent to the kitchen, the window of which looked into one of the quiet Moorish courts. Here they lived in happy ignorance of any world beyond the court and its sunny roofs. Never had they aspired to soar above the battlements, or to mount to the summit of the towers. Their virtuous union was at length crowned by two spotless and milk-white eggs, to the great joy of their cherishing little mistress. Nothing could be more praiseworthy than the conduct of the young married folks on this interesting occasion. They took turns to sit upon the nest until the eggs were hatched, and while their callow progeny required warmth and shelter; while one thus stayed at home, the other foraged abroad for food, and brought home abundant supplies.  A modo de vivienda, y para que en ella empezasen su vida de familia, les había arreglado Dolores una pequeña estancia junto a la cocina, cuya ventana daba a uno de los silenciosos patios moriscos. Allí anidaban los felices palomos, sin conocer otro mundo que el patio y los relucientes tejados llenos de sol; nunca se atrevieron a remontarse por encima de las murallas o irse a lo alto de las torres. Sus virtuosas nupcias se vieron al fin premiadas por dos huevecillos, blancos como la leche, que hicieron saltar de alegría a la cariñosa muchacha. Nada más digno de admiración que la ejemplar conducta del joven matrimonio en aquella ocasión tan interesante; se turnaron en el nido hasta que salieron los polluelos, y mientras la implume prole necesitó calor y abrigo, uno se quedaba en casa y el otro salía fuera en busca de alimento, volviendo al nido con abundantes provisiones.
This scene of conjugal felicity has suddenly met with a reverse. Early this morning, as Dolores was feeding the male pigeon, she took a fancy to give him a peep at the great world. Opening a window, therefore, which looks down upon the valley of the Darro, she launched him at once beyond the walls of the Alhambra. For the first time in his life the astonished bird had to try the full vigor of his wings. He swept down into the valley, and then rising upwards with a surge, soared almost to the clouds. Never before had he risen to such a height, or experienced such delight in flying; and, like a young spendthrift just come to his estate, he seemed giddy with excess of liberty, and with the boundless field of action suddenly opened to him. For the whole day he has been circling about in capricious flights, from tower to tower, and tree to tree. Every attempt has been vain to lure him back by scattering grain upon the roofs; he seems to have lost all thought of home, of his tender helpmate, and his callow young. To add to the anxiety of Dolores, he has been joined by two palomas ladrones, or robber pigeons, whose instinct it is to entice wandering pigeons to their own dovecotes. The fugitive, like many other thoughtless youths on their first launching upon the world, seems quite fascinated with these knowing but graceless companions, who have undertaken to show him life, and introduce him to society. He has been soaring with them over all the roofs and steeples of Granada. A thunder-storm has passed over the city, but he has not sought his home; night has closed in, and still he comes not. To deepen the pathos of the affair, the female pigeon, after remaining several hours on the nest without being relieved, at length went forth to seek her recreant mate; but stayed away so long that the young ones perished for want of the warmth and shelter of the parent bosom. At a late hour in the evening, word was brought to Dolores, that the truant bird had been seen upon the towers of the Generalife. Now it happens that the Administrador of that ancient palace has likewise a dovecote, among the inmates of which are said to be two or three of these inveigling birds, the terror of all neighboring pigeon-fanciers. Dolores immediately concluded, that the two feathered sharpers who had been seen with her fugitive, were these bloods of the Generalife. A council of war was forthwith held in the chamber of Tia Antonia. The Generalife is a distinct jurisdiction from the Alhambra, and of course some punctilio, if not jealousy, exists between their custodians. It was determined, therefore, to send Pepe, the stuttering lad of the gardens, as ambassador to the Administrador, requesting that if such fugitive should be found in his dominions, he might be given up as a subject of the Alhambra. Pepe departed accordingly, on his diplomatic expedition, through the moonlit groves and avenues, but returned in an hour with the afflicting intelligence that no such bird was to be found in the dovecote of the Generalife. The Administrador, however, pledged his sovereign word that if such vagrant should appear there, even at midnight, he should instantly be arrested, and sent back prisoner to his little black-eyed mistress.  Este cuadro de felicidad conyugal se alteró con un contratiempo. Una mañana temprano, cuando Dolores daba de comer al pichón macho, sintió el capricho de enseñarle el gran mundo. Para ello, abrió una ventana que da al valle del río Darro y lo lanzó fuera de las murallas de la Alhambra. Por primera vez en su vida tuvo la inexperta avecilla que hacer uso de todo el vigor de sus alas. Voló hacia el valle y, alzándose después con un vuelo, se remontó casi hasta las nubes. Nunca había subido a tanta altura ni gozado de las delicias de volar; y como un joven manirroto que se encuentra en su elemento, parecía aturdido por el exceso de libertad y con el infinito campo de acción desplegado ante él. Durante todo el día estuvo dando vueltas, en caprichosos vuelos, de torre en torre y de árbol en árbol. Inútiles resultaron las tentativas para cogerlo, sembrando de trigo los tejados; parecía que se había olvidado de su nido, de su tierna compañera y de sus hijuelos. Aumentó la inquietud de Dolores al ver que su pichón se había reunido con dos palomas ladronas, que tienen la habilidad de atraer a su nido los pichones de otro palomar. El prófugo—a semejanza de muchos jóvenes inexpertos en su primera salida al mundo—parecía muy fascinado con estos astutos y malvados compañeros, que se habían encargado de enseñarle a vivir y de presentarlo en sociedad. Voló con ellos sobre todos los tejados y campanarios de Granada. Estalló una pequeña tormenta sobre la ciudad y, a pesar de ello, no volvía a su hogar el fugitivo; se hizo de noche, y tampoco aparecía. Para agravar la situación, el pichón hembra, luego de permanecer varias horas en el nido sin ser relevado, salió por último en busca de su desleal compañero; pero estuvo tanto tiempo fuera, que uno de los polluelos murió, falto del calor y amparo del cariño materno. A última hora de la noche, se avisó a Dolores que el truhán del pájaro había sido visto en una de las torres del Generalife. Y es que el administrador de este antiguo palacio tenía también un palomar, y entre sus ejemplares, según decían, dos o tres de estos pájaros ladrones, terror de todos los aficionados a palomas en la vecindad. Dolores dedujo al instante que aquellos dos pájaros de cuenta, que habían visto con su fugitivo, eran los del Generalife. Inmediatamente se reunió el consejo de familia en casa de la tía Antonia. El Generalife tiene una jurisdicción distinta de la Alhambra, y reina cierto recelo entre sus conserjes, aunque no abierta enemistad. Se determinó por último enviar allí, en calidad de embajador, a Pepe, el jardinero tartamudo, para exigir la inmediata entrega del fugitivo, súbdito de la Alhambra, caso de encontrarse en aquellos dominios. Así, pues, Pepe partió a cumplir su misión diplomática cruzando por bosques y alamedas bañadas a la luz de la luna; mas volvió al cabo de una hora, con la desagradable noticia de que dicho palomo no se encontraba en el palomar del Generalife. El administrador, sin embargo, prometió bajo palabra de honor, que si dicho vagabundo se refugiaba allí, aunque fuera a medianoche, sería inmediatamente arrestado y enviado prisionero a su joven y bella propietaria.
Thus stands the melancholy affair, which has occasioned much distress throughout the palace, and has sent the inconsolable Dolores to a sleepless pillow.  Así seguía este triste asunto, que ha traído mucha zozobra a todo el palacio y que no ha dejado dormir a la inconsolable Dolores.
“Sorrow endureth for a night, ” says the proverb, “but joy cometh in the morning. ” The first object that met my eyes, on leaving my room this morning, was Dolores, with the truant pigeon in her hands, and her eyes sparkling with joy. He had appeared at an early hour on the battlements, hovering shyly about from roof to roof, but at length entered the window, and surrendered himself prisoner. He gained little credit, however, by his return; for the ravenous manner in which he devoured the food set before him showed that, like the prodigal son, he had been driven home by sheer famine. Dolores upbraided him for his faithless conduct, calling him all manner of vagrant names, though, woman-like, she fondled him at the same time to her bosom, and covered him with kisses. I observed, however, that she had taken care to clip his wings to prevent all future soarings; a precaution which I mention for the benefit of all those who have truant lovers or wandering husbands. More than one valuable moral might be drawn from the story of Dolores and her pigeon.  «La pena sufrida de noche—dice el proverbio— es alegría por la mañana»* Al día siguiente, lo primero que vi, al salir de mi cuarto, fue a Dolores con el truhán del palomo en sus manos y sus ojos brillantes de alegría. Había aparecido a primera hora en las murallas, volando cautelosamente de tejado en tejado; hasta que entró por la ventana y se entregó prisionero. Ganó, por cierto, muy poco crédito con su vuelta; por el modo insaciable de devorar la comida puesta ante él, parecía que, como el hijo pródigo, sólo regresó a su casa al verse acosado por el hambre. Dolores le echó en cara su pérfida conducta, diciéndole toda clase de nombres injuriosos, aun cuando, mujer al fin, lo acariciaba al mismo tiempo contra su pecho y le cubría de besos. Observé, con todo, que adoptó la precaución de cortarle las alas, para evitar cualquier posible intento de fuga; precaución que hago constar en beneficio de todas las que tienen amantes veleidosos o maridos callejeros. Más de una sana moraleja podría sacarse de la historia de Dolores y su pichón.