TO THE traveller imbued with a feeling for the historical and poetical, so inseparably intertwined in the annals of romantic Spain, the Alhambra is as much an object of devotion as is the Caaba to all true Moslems. How many legends and traditions, true and fabulous; how many songs and ballads, Arabian and Spanish, of love and war and chivalry, are associated with this oriental pile! It was the royal abode of the Moorish kings, where, surrounded with the splendors and refinements of Asiatic luxury, they held dominion over what they vaunted as a terrestrial paradise, and made their last stand for empire in Spain. The royal palace forms but a part of a fortress, the walls of which, studded with towers, stretch irregularly round the whole crest of a hill, a spur of the Sierra Nevada or Snowy Mountains, and overlook the city; externally it is a rude congregation of towers and battlements, with no regularity of plan nor grace of architecture, and giving little promise of the grace and beauty which prevail within.
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Para el viajero imbuido de sentimiento por lo histórico y lo poético, tan inseparablemente unidos en los anales de la romántica España, es la Alhambra objeto de devoción como lo es la Caaba para todos los creyentes musulmanes. ¡Cuántas leyendas y tradiciones, ciertas o fabulosas; cuántas canciones y baladas, árabes y españolas, de amor, de guerra y de lides caballerescas, van unidas a este palacio oriental! Fue la regia morada de los monarcas moros, donde, rodeados del esplendor y refinamiento típicos del lujo asiático, ejercían su dominio sobre lo que ellos consideraban un paraíso terrestre y del que hicieron último baluarte de su imperio en España. El palacio real forma parte de una fortaleza cuyas murallas coronadas de torres se extienden irregularmente en torno a la cumbre de una colina, estribación de Sierra Nevada y atalaya de la ciudad. Contemplada por fuera, es una tosca agrupación de torres y almenas, sin regularidad de planta ni elegancia arquitectónica, que apenas da una idea de la gracia y belleza que reinan en su interior.
In the time of the Moors the fortress was capable of containing within its outward precincts an army of forty thousand men, and served occasionally as a strong-hold of the sovereigns against their rebellious subjects. After the kingdom had passed into the hands of the Christians, the Alhambra continued to be a royal demesne, and was occasionally inhabited by the Castilian monarchs. The emperor Charles V commenced a sumptuous palace within its walls, but was deterred from completing it by repeated shocks of earthquakes. The last royal residents were Philip V and his beautiful queen, Elizabetta of Parma, early in the eighteenth century. Great preparations were made for their reception. The palace and gardens were placed in a state of repair, and a new suite of apartments erected, and decorated by artists brought from Italy. The sojourn of the sovereigns was transient, and after their departure the palace once more became desolate. Still the place was maintained with some military state. The governor held it immediately from the crown, its jurisdiction extended down into the suburbs of the city, and was independent of the captain-general of Granada. A considerable garrison was kept up, the governor had his apartments in the front of the old Moorish palace, and never descended into Granada without some military parade. The fortress, in fact, was a little town of itself, having several streets of houses within its walls, together with a Franciscan convent and a parochial church.
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En tiempos de los moros, la fortaleza era capaz de albergar dentro de su recinto un ejército de cuarenta mil hombres, y en ocasiones fue utilizada como refugio y defensa de los soberanos contra sus súbditos rebeldes. Cuando el reino pasó a manos cristianas, continuó siendo la Alhambra patrimonio real y habitada algunas veces por los monarcas castellanos. El emperador Carlos V comenzó a construir un suntuoso palacio en el recinto de sus murallas, pero las continuas sacudidas de tierra impidieron su terminación *. Sus últimos reales huéspedes fueron Felipe V y su bella esposa, la reina Isabel de Parma, al comienzo del siglo XVIII. Para recibirlos se hicieron grandes preparativos. Palacio y jardines fueron restaurados, y se construyó una nueva serie de aposentos que decoraron artistas traídos de Italia. La estancia de los reyes fue transitoria y cuando partieron quedó otra vez desierto el palacio. No obstante, el recinto amurallado estaba sujeto a cierta disciplina militar. El gobernador lo había conseguido de los reyes; su jurisdicción se extendía hasta los arrabales de la ciudad e independiente de la del capitán general de Granada. Mantenía una considerable guarnición; el gobernador se alojaba frente al viejo palacio moro y nunca bajaba a la ciudad sin que le acompañase una escolta de soldados. Porque, efectivamente, era la fortaleza, por si misma, una pequeña ciudad con varias calles y casas en el recinto de sus murallas, además de un convento de franciscanos y una iglesia parroquial.
The desertion of the court, however, was a fatal blow to the Alhambra. Its beautiful halls became desolate, and some of them fell to ruin; the gardens were destroyed, and the fountains ceased to play. By degrees the dwellings became filled with a loose and lawless population; contrabandistas, who availed themselves of its independent jurisdiction to carry on a wide and daring course of smuggling, and thieves and rogues of all sorts, who made this their place of refuge whence they might depredate upon Granada and its vicinity. The strong arm of government at length interfered; the whole community was thoroughly sifted; none were suffered to remain but such as were of honest character, and had legitimate right to a residence; the greater part of the houses were demolished and a mere hamlet left, with the parochial church and the Franciscan convent. During the recent troubles in Spain, when Granada was in the hands of the French, the Alhambra was garrisoned by their troops, and the palace was occasionally inhabited by the French commander. With that enlightened taste which has ever distinguished the French nation in their conquests, this monument of Moorish elegance and grandeur was rescued from the absolute ruin and desolation that were overwhelming it. The roofs were repaired, the saloons and galleries protected from the weather, the gardens cultivated, the watercourses restored, the fountains once more made to throw up their sparkling showers; and Spain may thank her invaders for having preserved to her the most beautiful and interesting of her historical monuments.
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Sin embargo, la retirada de la Corte fue un golpe fatal para la Alhambra. Sus bellos salones quedaron desiertos y algunos de ellos en ruinas; se destrozaron los jardines y dejaron de correr las fuentes. Poco a poco se llenaron las viviendas de gentes desaprensivas y desordenadas; contrabandistas que se aprovechaban de su jurisdicción independiente para realizar un tráfico de contrabando, peligroso y atrevido, y pícaros ladrones de toda clase, que hicieron de la Alhambra un refugio desde donde poder operar sobre Granada y sus cercanías. El fuerte brazo de la justicia intervino al fin; se investigó la comunidad entera, de pies a cabeza; sólo se autorizó la permanencia a los que eran de honrada condición o tenían legítimo derecho de residencia; la mayor parte de las casas fueron demolidas y no se dejó sino un pequeño barrio con el convento franciscano y la parroquia. Cuando Granada estuvo en manos de los franceses, durante los recientes trastornos en España, fue la Alhambra guarnecida *La verdadera causa de la suspensión de las obras del palacio fue la sublevación de los moriscos, pues estos, a cambio de ciertas libertades, daban 80.000 ducados anuales que se destinaban a la construcción de este edificio. (N. del T.) por sus tropas y habitado algún tiempo el palacio por el comandante francés. Con ese exquisito gusto que ha distinguido siempre en sus conquistas a los franceses, este elegante monumento del esplendor moro fue salvado de la completa ruina y desolación que le amenazaba. Fueron reparados los tejados, protegidos del viento los salones y galerías, cultivados los jardines, restablecidas las conducciones de agua, y las fuentes volvieron a lanzar su lluvia de perlas. España debe agradecer a sus invasores el que hoy se conserve el más bello e interesante de sus monumentos históricos.
On the departure of the French they blew up several towers of the outer wall, and left the fortifications scarcely tenable. Since that time the military importance of the post is at an end. The garrison is a handful of invalid soldiers, whose principal duty is to guard some of the outer towers, which serve occasionally as a prison of state; and the governor, abandoning the lofty hill of the Alhambra, resides in the centre of Granada, for the more convenient dispatch of his official duties. I cannot conclude this brief notice of the state of the fortress without bearing testimony to the honorable exertions of its present commander, Don Francisco de Serna, who is tasking all the limited resources at his command to put the palace in a state of repair, and by his judicious precautions, has for some time arrested its too certain decay. Had his predecessors discharged the duties of their station with equal fidelity, the Alhambra might yet have remained in almost its pristine beauty: were government to second him with means equal to his zeal, this relic of it might still be preserved for many generations to adorn the land, and attract the curious and enlightened of every clime.
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Los franceses, al retirarse, volaron algunas torres de la muralla exterior y apenas dejaron defendibles las fortificaciones. La importancia militar de aquella estratégica posición fue nula desde aquel momento. Su guarnición se compone en la actualidad de un puñado de soldados inválidos, que tienen como misión esencial la guarda de algunas torres exteriores, prisión del Estado alguna vez; el gobernador, que ha abandonado la elevada colina de la Alhambra, reside en el centro de Granada para despachar más cómodamente sus asuntos oficiales. No concluiré esta breve reseña sobre el estado de la fortaleza sin rendir el debido elogio
a los laudables esfuerzos de su actual gobernador, don Francisco de Serna, quien está
empleando los limitados recursos de que dispone para ir reparando el palacio, y con sus
acertadas precauciones ha impedido su inminente ruina. Si sus predecesores hubieran
cumplido los deberes de su cargo con igual esmero, la Alhambra podría haber
permanecido casi en su prístina belleza; y si este gobierno le ayudara con medios iguales
a su celo, este edificio podría conservarse aún como la joya de la nación, y atraería a los
curiosos e inteligentes de todos los países durante largas generaciones.
Our first object of course, on the morning after our arrival, was a visit to this time-honored edifice; it has been so often, however, and so minutely described by travellers, that I shall not undertake to give a comprehensive and elaborate account of it, but merely occasional sketches of parts with the incidents and associations connected with them.
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Fue por supuesto nuestro primer objetivo, a la mañana siguiente de nuestra llegada, visitar este edificio respetado por el tiempo, el cual tantas veces y tan minuciosamente ha sido descrito por los viajeros, que renuncio a una amplia reseña del mismo, limitándome a esbozar algunas de sus partes, junto con los incidentes y recuerdos de aquella primera visita.
Leaving our posada, and traversing the renowned square of the Vivarrambla, once the scene of Moorish jousts and tournaments, now a crowded market-place, we proceeded along the Zacatin, the main street of what, in the time of the Moors, was the Great Bazaar, and where small shops and narrow alleys still retain the oriental character. Crossing an open place in front of the palace of the captain-general, we ascended a confined and winding street, the name of which reminded us of the chivalric days of Granada. It is called the Calle or street of the Gomeres, from a Moorish family famous in chronicle and song. This street led up to the Puerta de las Granadas, a massive gateway of Grecian architecture, built by Charles V, forming the entrance to the domains of the Alhambra.
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Salimos de nuestra posada y atravesamos la famosa plaza de Bibarrambla, lugar en otro tiempo de justas y torneos moriscos y hoy populoso mercado; seguimos por el Zacatín, importante calle que en tiempos moros fue Gran Bazar y que todavía conserva callejuelas y tiendecillas de sabor oriental. Cruzando una amplia plaza frente al palacio del capitán general, subimos por una estrecha y tortuosa calle, cuyo nombre me recordó los caballerescos días de Granada. Se llama calle de Gomeres, nombre de una familia mora célebre en crónicas y romances. Esta calle desemboca en la Puerta de las Granadas, maciza entrada de estilo griego, construida por Carlos V, que da acceso al recinto de la Alhambra.
At the gate were two or three ragged superannuated soldiers, dozing on a stone bench, the successors of the Zegris and the Abencerrages; while a tall, meagre varlet, whose rusty-brown cloak was evidently intended to conceal the ragged state of his nether garments, was lounging in the sunshine and gossiping with an ancient sentinel on duty. He joined us as we entered the gate, and offered his services to show us the fortress.
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Al lado de la puerta había algunos andrajosos soldados veteranos, sucesores de los Zegríes y Abencerrajes, dormitando en un banco de piedra, en tanto que un alto y delgado individuo, con una raída capa parda que, sin duda, tenía por objeto ocultar el lamentable estado de sus ropas interiores, estaba tomando el sol, charlando con un viejo centinela de servicio. Al pasar la puerta, se acercó a nosotros y se ofreció a mostrarnos la fortaleza.
I have a traveller’s dislike to officious ciceroni, and did not altogether like the garb of the applicant.
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Siento, como todo buen viajero, cierta aversión hacia estos oficiosos guías, y por añadidura no me convenció el aspecto de aquel solicitante.
“You are well acquainted with the place, I presume? ”
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—Supongo que conocerá usted bien este sitio.
“Ninguno mas; pues senor, soy hijo de la Alhambra. ” —( ” Nobody better; in fact, sir, I am a son of the Alhambra! ” )
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—Ninguno más; pues, señor, soy hijo de la Alhambra.
The common Spaniards have certainly a most poetical way of expressing themselves. “A son of the Alhambra! ” —the appellation caught me at once; the very tattered garb of my new acquaintance assumed a dignity in my eyes. It was emblematic of the fortunes of the place, and befitted the progeny of a ruin.
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El español corriente posee, en verdad, un modo muy poético de expresión: « ¡Hijo de la Alhambra! » Este nombre me sorprendió, y el andrajoso aspecto de mi nuevo conocido adquirió incluso cierta dignidad para mí. Era como el símbolo de los destinos de aquel lugar y estaba de acuerdo con el linaje de sus ruinas.
I put some farther questions to him, and found that his title was legitimate. His family had lived in the fortress from generation to generation ever since the time of the conquest. His name was Mateo Ximenes. “Then, perhaps, ” said I, “you may be a descendant from the great Cardinal Ximenes? ” —“Dios sabe! God knows, senor! It may be so. We are the oldest family in the Alhambra—Cristianos viejos, old Christians, without any taint of Moor or Jew. I know we belong to some great family or other, but I forget whom. My father knows all about it: he has the coat-of-arms hanging up in his cottage, up in the fortress. ” —There is not any Spaniard, however poor, but has some claim to high pedigree. The first title of this ragged worthy, however, had completely captivated me, so I gladly accepted the services of the “son of the Alhambra. ”
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Le hice algunas preguntas y comprobé que su titulo era legítimo. Su familia había vivido en la fortaleza, una generación tras otra, desde los tiempos de la conquista. Se llamaba Mateo Jiménez. —Entonces—le dije—, tal vez sea usted descendiente del gran cardenal Jiménez. —¡Dios sabe, señor! Es posible. Somos la familia más vieja de la Alhambra y cristianos viejos sin mancha de moros o judíos. Sí sé que pertenecemos a una noble familia, pero ignoro a cuál. Mi padre sí lo sabe; tiene colgado un escudo de armas en nuestra casa, allá arriba en la fortaleza. No he encontrado un español, por pobre que sea, que no tenga pretensiones de alta estirpe. Fue, sin embargo, el primer título de este harapiento ilustre el que me había cautivado por completo; y así acepté gustoso los servicios de aquel «hijo de la Alhambra».
We now found ourselves in a deep narrow ravine, filled with beautiful groves, with a steep avenue, and various footpaths winding through it, bordered with stone seats, and ornamented with fountains. To our left, we beheld the towers of the Alhambra beetling above us; to our right, on the opposite side of the ravine, we were equally dominated by rival towers on a rocky eminence. These, we were told, were the Torres Vermejos, or vermilion towers, so called from their ruddy hue. No one knows their origin. They are of a date much anterior to the Alhambra: some suppose them to have been built by the Romans; others, by some wandering colony of Phoenicians. Ascending the steep and shady avenue, we arrived at the foot of a huge square Moorish tower, forming a kind of barbican, through which passed the main entrance to the fortress. Within the barbican was another group of veteran invalids, one mounting guard at the portal, while the rest, wrapped in their tattered cloaks, slept on the stone benches. This portal is called the Gate of Justice, from the tribunal held within its porch during the Moslem domination, for the immediate trial of petty causes: a custom common to the oriental nations, and occasionally alluded to in the Sacred Scriptures. “Judge and officers shalt thou make thee in all thy gates, and they shall judge the people with just judgment. ”
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Nos encontramos ahora en una profunda y estrecha cañada, poblada de elegante arbolado, con una pendiente alameda y algunos senderos en torno, bordeada de bancos y adornadas fuentes. A la izquierda, por encima de nosotros, divisamos las torres de la Alhambra; a la derecha, al lado opuesto de la hondonada, otras torres que se alzaban sobre una rocosa eminencia. Eran, según nos dijeron, las Torres Bermejas, así llamadas por su color rojizo; nadie conoce su origen y son de una época muy anterior a la Alhambra. Unos suponen que fueron construidas por los romanos; otros, por alguna errante colonia de fenicios. Subiendo por la empinada y sombría alameda, llegamos al pie de una gran torre morisca, cuadrada, a manera de barbacana, que es el principal acceso a la fortaleza. Junto a ella vimos otro grupo de veteranos inválidos, uno de ellos montando la guardia en la puerta, en tanto que los otros, envueltos en sus andrajosas capas, dormían en los bancos de piedra. Se llama esta entrada la Puerta de la Justicia, por el tribunal que se constituía bajo su pórtico en los días de la dominación musulmana para la vista inmediata de pequeñas causas; costumbre usual en los pueblos de Oriente, citada con frecuencia en las Sagradas Escrituras: «Pondrás jueces y escribanos en todas las puertas, y juzgarán a mi pueblo con justo juicio».
The great vestibule, or porch of the gate, is formed by an immense Arabian arch, of the horseshoe form, which springs to half the height of the tower. On the keystone of this arch is engraven a gigantic hand. Within the vestibule, on the keystone of the portal, is sculptured, in like manner, a gigantic key. Those who pretend to some knowledge of Mohammedan symbols, affirm that the hand is the emblem of doctrine; the five fingers designating the five principal commandments of the creed of Islam, fasting, pilgrimage, alms-giving, ablution, and war against infidels. The key, say they, is the emblem of the faith or of power; the key of Daoud or David, transmitted to the prophet. “And the key of the house of David will I lay upon his shoulder; so he shall open and none shall shut, and he shall shut and none shall open. ” (Isaiah xxii. 22.) The key we are told was emblazoned on the standard of the Moslems in opposition to the Christian emblem of the cross, when they subdued Spain or Andalusia. It betokened the conquering power invested in the prophet. “He that hath the key of David, he that openeth and no man shutteth; and shutteth and no man openeth. ” (Rev. iii. 7.)
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El gran vestíbulo o pórtico de entrada está formado por un gran arco árabe, en forma de herradura, que sube hasta la mitad de la altura de la torre. En la clave de este arco hay grabada una gigantesca mano, y en la de la portada, dentro ya del vestíbulo, hay esculpida una gran llave. Los que se llaman conocedores de símbolos mahometanos aseguran que la mano es el emblema de la doctrina; los cinco dedos representan, según ellos, los cinco mandamientos principales de la fe islámica, esto es: ayuno, peregrinación, limosna, ablución y guerra contra los infieles. La llave, afirman, es el emblema de la fe o del poder; la llave de Daoud o David transmitida al Profeta: «Y pondré sobre tus hombros la llave de la casa de David, y abrirá y nadie cerrará, y cerrará y nadie abrirá» (Is., XXII, 22). También nos dijeron que esta llave fue esmaltada de brillantes colores, a la usanza árabe, en oposición al símbolo cristiano de la cruz, en aquellos días en que eran dueños de España o Andalucía. Representaba el poder de conquista de que estaba investido el Profeta: «El que tiene la llave de David, el que abre, el que abre y nadie cierra, y cierra y nadie abre» (Apoc., III, 7).
A different explanation of these emblems, however, was given by the legitimate son of the Alhambra, and one more in unison with the notions of the common people, who attach something of mystery and magic to every thing Moorish, and have all kind of superstitions connected with this old Moslem fortress. According to Mateo, it was a tradition handed down from the oldest inhabitants, and which he had from his father and grandfather, that the hand and key were magical devices on which the fate of the Alhambra depended. The Moorish king who built it was a great magician, or, as some believed, had sold himself to the devil, and had laid the whole fortress under a magic spell. By this means it had remained standing for several hundred years, in defiance of storms and earthquakes, while almost all other buildings of the Moors had fallen to ruin, and disappeared. This spell, the tradition went on to say, would last until the hand on the outer arch should reach down and grasp the key, when the whole pile would tumble to pieces, and all the treasures buried beneath it by the Moors would be revealed.
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Sin embargo, el legítimo hijo de la Alhambra nos dio una interpretación distinta de estos emblemas, más de acuerdo con las creencias populares, que atribuyen algo misterioso y mágico a todo lo que se relaciona con los moros y alimenta toda clase de supersticiones respecto a esta vieja fortaleza musulmana. Según Mateo, era tradición transmitida desde los más antiguos habitantes, y que él conservaba de su padre y abuelo, que la mano y la llave eran una mágica invención de la que dependía la suerte de la Alhambra. El rey moro que la construyó fue un gran mago, o, según creían otros, se había vendido al diablo y edificó la fortaleza por arte de encantamiento. Por este motivo ha permanecido en pie durante siglos, desafiando tormentas y terremotos, en tanto que la mayor parte de las restantes construcciones moriscas quedaron en ruinas o desaparecieron. Añade esta tradición que el mágico hechizo durará hasta que la mano del arco exterior baje y coja la llave; entonces, todo el edificio saltará en pedazos y quedarán al descubierto todos los tesoros que allí escondieron los moros.
Notwithstanding this ominous prediction, we ventured to pass through the spell-bound gateway, feeling some little assurance against magic art in the protection of the Virgin, a statue of whom we observed above the portal.
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A pesar de este siniestro augurio, nos aventuramos a pasar por la encantada puerta, y nos sentimos más protegidos contra las artes mágicas cuando contemplamos una imagen de la Virgen sobre la portada.
After passing through the barbican, we ascended a narrow lane, winding between walls, and came on an open esplanade within the fortress, called the Plaza de los Algibes, or Place of the Cisterns, from great reservoirs which undermine it, cut in the living rock by the Moors to receive the water brought by conduits from the Darro, for the supply of the fortress. Here, also, is a well of immense depth, furnishing the purest and coldest of water; another monument of the delicate taste of the Moors, who were indefatigable in their exertions to obtain that element in its crystal purity.
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Luego de atravesar la barbacana, subimos un estrecho pasadizo que serpenteaba entre murallas y desembocamos en una espaciosa explanada que hay dentro de la ciudadela, llamada Plaza de los Aljibes, por los grandes depósitos de agua existentes debajo de ella, abiertos en la roca viva por los moros y destinados a recibir el agua traída por conductos desde el río Darro, para abastecimiento de la fortaleza. También hay un pozo de gran profundidad que da un agua muy fresca y pura, y que es otra muestra del depurado gusto de los moros, infatigables siempre en sus esfuerzos por obtener este preciado elemento en su cristalina pureza.
In front of this esplanade is the splendid pile commenced by Charles V, and intended, it is said, to eclipse the residence of the Moorish kings. Much of the oriental edifice intended for the winter season was demolished to make way for this massive pile. The grand entrance was blocked up; so that the present entrance to the Moorish palace is through a simple and almost humble portal in a corner. With all the massive grandeur and architectural merit of the palace of Charles V, we regarded it as an arrogant intruder, and passing by it with a feeling almost of scorn, rang at the Moslem portal.
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Frente a esta explanada se levanta el magnífico palacio comenzado por Carlos V y destinado, según dicen, a eclipsar la morada de los monarcas árabes. Una gran parte del edificio oriental, proyectado como residencia de invierno, fue demolida para dejar sitio a esta maciza mole. Se tapió la entrada principal, y por esta razón, el acceso actual al palacio árabe se realiza por una sencilla y hasta humilde portada que hay en un rincón. Con toda su imponente grandeza y mérito arquitectónico, miramos al palacio de Carlos V como un arrogante intruso y, pasando delante de él casi con un poco de desprecio, llamamos a la puerta musulmana.
While waiting for admittance, our self-imposed cicerone, Mateo Ximenes, informed us that the royal palace was intrusted to the care of a worthy old maiden dame called Dona Antonia-Molina, but who, according to Spanish custom, went by the more neighborly appellation of Tia Antonia (Aunt Antonia), who maintained the Moorish halls and gardens in order and showed them to strangers. While we were talking, the door was opened by a plump little black-eyed Andalusian damsel, whom Mateo addressed as Dolores, but who from her bright looks and cheerful disposition evidently merited a merrier name. Mateo informed me in a whisper that she was the niece of Tia Antonia, and I found she was the good fairy who was to conduct us through the enchanted palace. Under her guidance we crossed the threshold, and were at once transported, as if by magic wand, into other times and an oriental realm, and were treading the scenes of Arabian story. Nothing could be in greater contrast than the unpromising exterior of the pile with the scene now before us.
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Mientras esperábamos el permiso de entrada, nuestro bien informado cicerone Mateo Jiménez nos dijo que el palacio había sido confiado a los cuidados de una ilustre y anciana señora llamada doña Antonio Molina, aunque, según la costumbre española, era conocida por la Tía Antonia; mantenía en orden los salones y jardines árabes, y se encargaba de enseñarlos a los forasteros. Mientras hablábamos, abrió la puerta una pequeña y regordeta muchacha andaluza de ojos negros, a quien Mateo llamó Dolores, aunque por el brillo de sus miradas y agradable tipo, merecía en justicia un nombre más risueño. Mateo me informó al oído que era sobrina de la Tía Antonia, y observé que seria ella el hada bienhechora que nos iba a conducir por el palacio encantado. Guiados por la joven, cruzamos el umbral, y al momento sentimos que éramos transportados, como por arte de magia, a otros tiempos y a un reino oriental, y que presenciábamos escenarios de la historia árabe. No puede darse un contraste más grande entre el exterior del edificio, tan poco prometedor, y la perspectiva que teníamos ante los ojos.
We found ourselves in a vast patio or court one hundred and fifty feet in length, and upwards of eighty feet in breadth, paved with white marble, and decorated at each end with light Moorish peristyles, one of which supported an elegant gallery of fretted architecture. Along the mouldings of the cornices and on various parts of the walls were escutcheons and ciphers, and cufic and Arabic characters in high relief, repeating the pious mottoes of the Moslem monarchs, the builders of the Alhambra, or extolling their grandeur and munificence. Along the centre of the court extended an immense basin or tank (estanque) a hundred and twenty-four feet in length, twenty-seven in breadth, and five in depth, receiving its water from two marble vases. Hence it is called the Court of the Alberca (from al Beerkah, the Arabic for a pond or tank). Great numbers of gold-fish were to be seen gleaming through the waters of the basin, and it was bordered by hedges of roses.
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Nos encontrábamos en un gran patio, de unos ciento cincuenta pies de longitud y más de ochenta de ancho, con pavimento de mármol blanco y decorado con ligeros peris. tilos árabes en cada uno de sus extremos, uno de los cuales sostiene una elegante galería de calada arquitectura. En las molduras de las cornisas y sobre algunas partes de los muros, escudos y claves y caracteres cúficos y árabes de alto relieve, que repetían piadosas inscripciones de los monarcas musulmanes constructores de la Alhambra, o exaltaban su grandeza y munificencia. En el centro del patio se extiende un inmenso estanque de unos ciento veinticuatro pies de largo, treinta y siete de ancho y cinco de profundidad, que recibe el agua de dos tazas de mármol; de ahí que se llame Patio de la Alberca (de al beerkah; palabra árabe que equivale a pozo o estanque). Se ven brillar en sus aguas una gran abundancia de peces de matizados colores, y se encuentra rodeado de macizos de rosales.
Passing from the Court of the Alberca under a Moorish archway, we entered the renowned Court of Lions. No part of the edifice gives a more complete idea of its original beauty than this, for none has suffered so little from the ravages of time. In the centre stands the fountain famous in song and story. The alabaster basins still shed their diamond drops; the twelve lions which support them, and give the court its name, still cast forth crystal streams as in the days of Boabdil. The lions, however, are unworthy of their fame, being of miserable sculpture, the work probably of some Christian captive. The court is laid out in flower-beds, instead of its ancient and appropriate pavement of tiles or marble; the alteration, an instance of bad taste, was made by the French when in possession of Granada. Round the four sides of the court are light Arabian arcades of open filigree work supported by slender pillars of white marble, which it is supposed were originally gilded. The architecture, like that in most parts of the interior of the palace, is characterized by elegance, rather than grandeur, bespeaking a delicate and graceful taste, and a disposition to indolent enjoyment. When one looks upon the fairy traces of the peristyles, and the apparently fragile fretwork of the walls, it is difficult to believe that so much has survived the wear and tear of centuries, the shocks of earthquakes, the violence of war, and the quiet, though no less baneful, pilferings of the tasteful traveller; it is almost sufficient to excuse the popular tradition that the whole is protected by a magic charm.
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Pasando desde el patio de la Alberca, por debajo de un arco árabe entramos en el famoso patio de los Leones. Ninguna parte del edificio da una idea más completa de su belleza como este patio, ya que ninguna ha sufrido menos los estragos del tiempo. En el centro se encuentra la famosa fuente, cantada en historias y romances. Su taza de alabastro derrama todavía sus gotas de diamantes, y los doce leones que la sostienen —que dan nombre al patio—aún arrojan sus cristalinos caños de agua como en los días de Boabdil. Estos leones, sin embargo, no son dignos de su fama, pues su talla es pobre, probablemente de algún cristiano cautivo. El patio está alfombrado de flores, en lugar de su antiguo y más apropiado pavimento de losas de mármol; la modificación, evidente muestra de mal gusto, la hicieron los franceses cuando fueron dueños de Granada. En torno a los cuatro lados del patio hay unas esbeltas y afiligranadas arcadas árabes, sostenidas por gráciles columnas de mármol blanco que, según se cree, fueron doradas en su origen. Su arquitectura, como casi toda la del interior del palacio, se caracteriza, más que por su grandeza, por su elegancia, que demuestra un gusto gracioso y delicado y cierta predisposición al placer indolente. Cuando se contempla la maravillosa tracería de los peristilos y el frágil, en apariencia, calado de los muros, se hace difícil creer que todo esto haya sobrevivido al través de los tiempos, a las sacudidas de los terremotos, a la violencia de la guerra y a las pacíficas, aunque no menos dañosas, raterías del entusiasta viajero, lo que basta para justificar la popular tradición de que todo aquí está protegido por un mágico hechizo.
On one side of the court a rich portal opens into the Hall of the Abencerrages; so called from the gallant cavaliers of that illustrious line who were here perfidiously massacred. There are some who doubt the whole story, but our humble cicerone Mateo pointed out the very wicket of the portal through which they were introduced one by one into the Court of Lions, and the white marble fountain in the centre of the hall beside which they were beheaded. He showed us also certain broad ruddy stains on the pavement, traces of their blood, which, according to popular belief, can never be effaced.
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A un lado del patio, un pórtico suntuoso da entrada a la sala de los Abencerrajes, así llamada por los gallardos caballeros de ilustre linaje que fueron en ella alevosamente asesinados. Muchos ponen en duda esta historia, pero nuestro humilde guía Mateo nos mostró el verdadero postigo de entrada por donde fueron introducidos uno a uno en el patio de los Leones, y la blanca fuente de mármol en el Centro de la estancia, junto a la cual fueron decapitados. Nos mostró asimismo unas grandes manchas rojizas en el pavimento, huellas de su sangre, que, según la popular creencia, no se podrán borrar nunca.
Finding we listened to him apparently with easy faith, he added, that there was often heard at night, in the Court of Lions, a low confused sound, resembling the murmuring of a multitude; and now and then a faint tinkling, like the distant clank of chains. These sounds were made by the spirits of the murdered Abencerrages, who nightly haunt the scene of their suffering and invoke the vengeance of Heaven on their destroyer.
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Al ver que le oíamos, al parecer, con fe verdadera, añadió que se oía con frecuencia, por la noche, un rumor apagado y confuso en el patio de los Leones, semejante al murmullo que produce una multitud, y de cuando en cuando, un débil tintineo, como lejano rechinar de cadenas. Estos ruidos los hacen los espíritus de los Abencerrajes asesinados, que todas las noches rondan el lugar de su suplicio e invocan la venganza del Cielo para sus verdugos.
The sounds in question had no doubt been produced, as I had afterwards an opportunity of ascertaining, by the bubbling currents and tinkling falls of water conducted under the pavement through pipes and channels to supply the fountains; but I was too considerate to intimate such an idea to the humble chronicler of the Alhambra.
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Los ruidos en cuestión eran producidos, sin duda, y después tuve ocasión de comprobarlo, por el borbollar de las corrientes y la estrepitosa caída de los saltos de agua, conducida bajo el pavimento por tuberías y canales y destinada a surtir las fuentes; pero tuve la prudencia necesaria de no insinuar semejante hipótesis al modesto cronista de la Alhambra.
Encouraged by my easy credulity, Mateo gave me the following as an undoubted fact, which he had from his grandfather:
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Estimulado por mi fácil credulidad, me contó Mateo, como cierta, la siguiente historia que había oído de su abuelo:
There was once an invalid soldier, who had charge of the Alhambra to show it to strangers: as he was one evening, about twilight, passing through the Court of Lions, he heard footsteps on the Hall of the Abencerrages; supposing some strangers to be lingering there, he advanced to attend upon them, when to his astonishment he beheld four Moors richly dressed, with gilded cuirasses and cimeters, and poniards glittering with precious stones. They were walking to and fro, with solemn pace, but paused and beckoned to him. The old soldier, however, took to flight, and could never afterwards be prevailed upon to enter the Alhambra. Thus it is that men sometimes turn their backs upon fortune; for it is the firm opinion of Mateo, that the Moors intended to reveal the place where their treasures lay buried. A successor to the invalid soldier was more knowing; he came to the Alhambra poor; but at the end of a year went off to Malaga, bought houses, set up a carriage, and still lives there one of the richest as well as oldest men of the place; all which, Mateo sagely surmised, was in consequence of his finding out the golden secret of these phantom Moors.
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«Había una vez un soldado inválido, cuyo oficio era enseñar la Alhambra a todos los visitantes. Al pasar una tarde, ya entre dos luces, por el patio de los Leones, oyó rumor de pasos en la sala de Abencerrajes. Suponiendo que eran algunos visitantes que se habían retrasado, se dirigió a atenderlos, y grande fue su asombro cuando contempló a cuatro moros, lujosamente ataviados con doradas corazas y cimitarras y relucientes puñales incrustados de piedras preciosas. Iban de un sitio a otro con andar pausado; pero se detuvieron y le llamaron con un gesto. Entonces, el viejo soldado se dio a la fuga, y ya no se le pudo convencer para que volviese a la Alhambra»; y así ocurre, que muchas veces vuelven los hombres sus espaldas a la fortuna, pues es firme opinión de Mateo, «que aquellos moros se proponían revelar el sitio donde están ocultos sus tesoros. El sucesor de este inválido fue más avisado; llegó pobre a la Alhambra, pero al cabo de un año se fue a Málaga, compró casas, usó coche y todavía vive allí como uno de los ancianos más ricos de la ciudad»; todo lo cual, según la sabia presunción de Mateo, era consecuencia de haber descubierto el dorado secreto de aquellos fantasmas moros.
I now perceived I had made an invaluable acquaintance in this son of the Alhambra, one who knew all the apocryphal history of the place, and firmly believed in it, and whose memory was stuffed with a kind of knowledge for which I have a lurking fancy, but which is too apt to be considered rubbish by less indulgent philosophers. I determined to cultivate the acquaintance of this learned Theban.
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Comprobé entonces que me unía una inestimable familiaridad con este hijo de la Alhambra, conocedor de todas sus leyendas, en las que creía a pie juntillas, y cuya memoria estaba repleta de toda esa clase de conocimientos por los que siento una secreta afición, aunque los graves filósofos, menos indulgentes, los consideren desatinos; y así, decidí cultivar la amistad de este «culto tebano».
Immediately opposite the Hall of the Abencerrages a portal, richly adorned, leads into a hall of less tragical associations. It is light and lofty, exquisitely graceful in its architecture, paved with white marble, and bears the suggestive name of the Hall of the Two Sisters. Some destroy the romance of the name by attributing it to two enormous slabs of alabaster which lie side by side, and form a great part of the pavement; an opinion strongly supported by Mateo Ximenes. Others are disposed to give the name a more poetical significance, as the vague memorial of Moorish beauties who once graced this hall, which was evidently a part of the royal harem. This opinion I was happy to find entertained by our little bright-eyed guide, Dolores, who pointed to a balcony over an inner porch, which gallery, she had been told, belonged to the women’s apartment. “You see, senor, ” said she, “it is all grated and latticed, like the gallery in a convent chapel where the nuns hear mass; for the Moorish kings, ” added she, indignantly, “shut up their wives just like nuns. ”
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Frente por frente a la sala de Abencerrajes, un pórtico bellamente adornado da paso a otra sala que no evoca recuerdos tan trágicos. Es clara y elevada, de deliciosa arquitectura y enlosada de mármol blanco; ostenta el sugestivo nombre de sala de las Dos Hermanas. Muchos destruyen lo novelesco de este nombre al decir que procede de dos grandes losas de alabastro que hay a uno y otro lado del suelo, y que forman una gran parte de su pavimento; opinión ésta firmemente defendida por Mateo Jiménez. Otros se inclinan a dar al mismo una significación más poética, como el tenue recuerdo de las bellas moras que en otro tiempo adornaron con su presencia esta sala, que evidentemente formó parte del harén real. Mucho me alegró que esta opinión la compartiera Dolores, nuestra bonita guía de ojos claros; nos señaló un balcón situado encima de un pórtico interior, cuyo vestíbulo, según dijeron, pertenecía al aposento de las mujeres. —Mire, señor—me dijo—: todo está enrejado y con celosías, como si fuera la galería de un convento, donde las monjas oyen misa, porque—añadió indignada—los reyes moros encierran a sus mujeres como si fueran monjas.
The latticed “jalousies, ” in fact, still remain, whence the dark-eyed beauties of the harem might gaze unseen upon the zambras and other dances and entertainments of the hall below.
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-Todavía se conservan, en efecto, las celosías, desde donde las huríes de ojos negros del harén podían ver, sin ser vistas, las zambras y otros bailes y festejos que se celebraban en la sala inferior.
On each side of this hall are recesses or alcoves for ottomans and couches, on which the voluptuous lords of the Alhambra indulged in that dreamy repose so dear to the Orientalists. A cupola or lantern admits a tempered light from above and a free circulation of air; while on one side is heard the refreshing sound of waters from the fountain of the lions, and on the other side the soft plash from the basin in the garden of Lindaraxa.
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A cada lado de esta sala hay nichos y huecos para otomanas y lechos, donde los
voluptuosos señores de la Alhambra se entregaban a ese contemplativo reposo tan grato
a los orientales. Desde lo alto, una cúpula o linterna vierte una suave luz y da paso a una
fresca corriente de aire; mientras que a un lado se oye el suave murmullo de las aguas de
la fuente de los Leones, y al otro, el blando chapoteo de la taza del jardín de Lindaraja
It is impossible to contemplate this scene so perfectly Oriental without feeling the early associations of Arabian romance, and almost expecting to see the white arm of some mysterious princess beckoning from the gallery, or some dark eye sparkling through the lattice. The abode of beauty is here, as if it had been inhabited but yesterday; but where are the two sisters; where the Zoraydas and Lindaraxas!
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Es imposible contemplar este panorama tan perfectamente oriental, sin que evoquemos los recuerdos inmediatos de un romance árabe, y casi esperamos ver el blanco brazo de alguna misteriosa princesa haciéndonos señas desde la galería, o algunos ojos negros brillando tras las celosías. Aún tiene aquí la belleza su morada, como si todavía ayer mismo la hubiese habitado. Pero ¿dónde están las dos hermanas, dónde las Zoraidas y Lindarajas
An abundant supply of water, brought from the mountains by old Moorish aqueducts, circulates throughout the palace, supplying its baths and fishpools, sparkling in jets within its halls, or murmuring in channels along the marble pavements. When it has paid its tribute to the royal pile, and visited its gardens and parterres, it flows down the long avenue leading to the city, tinkling in rills, gushing in fountains, and maintaining a perpetual verdure in those groves that embower and beautify the whole hill of the Alhambra.
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Un abundante caudal de agua, traído desde las montañas por viejos acueductos moros, circula por todo el palacio, llenando baños y estanques, brillando en los surtidores de sus salas, o murmurando en los canalillos de sus pavimentos de mármol. Y cuando ha rendido homenaje al real palacio y visitado sus jardines y patios, corre por la larga alameda que baja hasta la ciudad, susurrante en los arroyuelos, se derrama en las fuentes y mantiene una suprema verdura en los bosquecillos que cubren y hermosean toda la colina de la Alhambra.
Those only who have sojourned in the ardent climates of the South, can appreciate the delights of an abode, combining the breezy coolness of the mountain with the freshness and verdure of the valley. While the city below pants with the noontide heat, and the parched Vega trembles to the eye, the delicate airs from the Sierra Nevada play through these lofty halls, bringing with them the sweetness of the surrounding gardens. Every thing invites to that indolent repose, the bliss of southern climes; and while the half-shut eye looks out from shaded balconies upon the glittering landscape, the ear is lulled by the rustling of groves, and the murmur of running streams.
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Sólo aquellos que han vivido en el ardiente clima del Sur pueden apreciar las delicias de un paraje donde se alía la brisa de la montaña con la lozanía y verdor del valle. Mientras que la ciudad, al fondo, se abrasa con el calor del mediodía, y la vega reseca se esfuma ante los ojos, los delicados aires de Sierra Nevada juguetean por estas suntuosas salas y traen consigo, las fragancias de los jardines que las rodean. El hechizo de los climas meridionales convida en todo momento a un indolente reposo. En tanto que los ojos semientornados se recrean en el brillante panorama, desde estos balcones llenos de sombra, el oído se siente acariciado por el susurro de los árboles y por el murmullo de las aguas al deslizarse.
I forbear for the present, however, to describe the other delightful apartments of the palace. My object is merely to give the reader a general introduction into an abode where, if so disposed, he may linger and loiter with me day by day until we gradually become familiar with all its localities.
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Sin embargo, me abstengo de describir por ahora otros deliciosos departamentos del palacio. Mi propósito era simplemente introducir al lector en una mansión donde, si está dispuesto, puede detenerse y vagar conmigo por ella un día y otro, hasta que nos familiaricemos poco a poco con todos sus rincones.
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