Washington Irving
Tales of the Alhambra
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El viaje
IN THE spring of 1829, the author of this work, whom curiosity had brought into Spain, made a rambling expedition from Seville to Granada in company with a friend, a member of the Russian Embassy at Madrid. Accident had thrown us together from distant regions of the globe, and a similarity of taste led us to wander together among the romantic mountains of Andalusia. Should these pages meet his eye, wherever thrown by the duties of his station, whether mingling in the pageantry of courts, or meditating on the truer glories of nature, may they recall the scenes of our adventurous companionship, and with them the recollection of one, in whom neither time nor distance will obliterate the remembrance of his gentleness and worth.
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En la primavera de 1829, el autor de este libro, que se había sentido atraído a España por la curiosidad, hizo una excursión desde Sevilla a Granada, en compañía de un amigo, miembro de la embajada rusa en Madrid. El azar nos había reunido desde apartadas regiones del Globo, y movidos por semejanza de aficiones, vagamos juntos por las románticas montañas de Andalucía. Dondequiera que lea estas páginas, ya se encuentre ocupado en las obligaciones de su cargo, incorporado al protocolo de las Cortes o meditando en las glorias más genuinas de la Naturaleza, sirvan ellas para recordarle los incidentes de nuestra amigable camaradería y el recuerdo de aquel a quien ni el tiempo ni la distancia harán olvidar su valía y gentileza.
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And here, before setting forth, let me indulge in a few previous remarks on Spanish scenery and Spanish travelling. Many are apt to picture Spain to their imaginations as a soft southern region, decked out with the luxuriant charms of voluptuous Italy. On the contrary, though there are exceptions in some of the maritime provinces, yet, for the greater part, it is a stern, melancholy country, with rugged mountains, and long sweeping plains, destitute of trees, and indescribably silent and lonesome, partaking of the savage and solitary character of Africa. What adds to this silence and loneliness, is the absence of singing birds, a natural consequence of the want of groves and hedges. The vulture and the eagle are seen wheeling about the mountain-cliffs, and soaring over the plains, and groups of shy bustards stalk about the heaths; but the myriads of smaller birds, which animate the whole face of other countries, are met with in but few provinces in Spain, and in those chiefly among the orchards and gardens which surround the habitations of man.
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Y ahora, antes de seguir adelante, permitidme que haga unas previas observaciones acerca del paisaje y los viajes en España. Muchos hay propensos a figurarse a España como una apacible región meridional engalanada con los lozanos encantos de la voluptuosa Italia. Antes al contrario; si se exceptúan algunas de las provincias marítimas, es, en su mayor parte, un áspero y melancólico país, de montes escabrosos y amplias llanuras; desprovistas de árboles; y un silencio y soledad indescriptibles, que tienen muchos puntos de contacto con el aspecto selvático y solitario del África. Y aumenta esta soledad y silencio, la carencia de pájaros canoros, natural por la falta de setos y arboledas. Se ven al buitre y al águila dar vueltas en torno a los picachos de las montañas y planear sobre las llanuras, y bandadas de asustadizas avutardas que merodean en torno a los brezales; pero las miríadas de pajarillos que animan la amplitud del paisaje en otras tierras, se encuentran aquí tan sólo entre los huertos y los jardines que rodean la morada del hombre.
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In the interior provinces the traveller occasionally traverses great tracts cultivated with grain as far as the eye can reach, waving at times with verdure, at other times naked and sunburnt, but he looks round in vain for the hand that has tilled the soil. At length, he perceives some village on a steep hill, or rugged crag, with mouldering battlements and ruined watchtower; a strong-hold, in old times, against civil war, or Moorish inroad; for the custom among the peasantry of congregating together for mutual protection is still kept up in most parts of Spain, in consequence of the maraudings of roving freebooters.
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Algunas veces, en las provincias del interior, atraviesa el viajero amplios terrenos de cultivo, hasta perderse la vista, ondulados en ocasiones de verdura, y otras veces desnudos y abrasados por los rayos del sol; pero inútilmente busca la mano que labró la tierra. Divisa a lo lejos alguna que otra aldea, emplazada sobre algún altozano o sobre un escarpado despeñadero con murallas desmoronadas y ruinosas atalayas, que fue un tiempo fortaleza en la guerra civil o contra las incursiones de los moros. En la mayor parte de España se observa todavía la costumbre de agruparse los aldeanos para una mutua protección, a consecuencia de los merodeos de los bandidos.
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But though a great part of Spain is deficient in the garniture of groves and forests, and the softer charms of ornamental cultivation, yet its scenery is noble in its severity, and in unison with the attributes of its people; and I think that I better understand the proud, hardy, frugal and abstemious Spaniard, his manly defiance of hardships, and contempt of effeminate indulgences, since I have seen the country he inhabits.
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Pero aunque una gran parte de España sea escasa en el adorno de alamedas y bosques y en los más delicados encantos del cultivo, ornamental, es su paisaje, sin embargo, noble en su austeridad, de acuerdo con las características de su pueblo; y concibo al español altivo y osado, frugal y abstemio, y comprendo su desdén por todo lo que signifique afeminado abandono, desde que he contemplado el suelo que habita.
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There is something too, in the sternly simple features of the Spanish landscape, that impresses on the soul a feeling of sublimity. The immense plains of the Castiles and of La Mancha, extending as far as the eye can reach, derive an interest from their very nakedness and immensity, and possess, in some degree, the solemn grandeur of the ocean. In ranging over these boundless wastes, the eye catches sight here and there of a straggling herd of cattle attended by a lonely herdsman, motionless as a statue, with his long slender pike tapering up like a lance into the air; or, beholds a long train of mules slowly moving along the waste like a train of camels in the desert; or, a single horseman, armed with blunderbuss and stiletto, and prowling over the plain. Thus the country, the habits, the very looks of the people, have something of the Arabian character. The general insecurity of the country is evinced in the universal use of weapons. The herdsman in the field, the shepherd in the plain, has his musket and his knife. The wealthy villager rarely ventures to the market-town without his trabuco, and, perhaps, a servant on foot with a blunderbuss on his shoulder; and the most petty journey is undertaken with the preparation of a warlike enterprise.
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Hay algo también en los sencillos y austeros rasgos del paisaje español, que imprime en el alma un sentimiento de sublimidad. Las inmensas llanuras de las dos Castillas y de la Mancha, que se extienden hasta donde alcanza la vista, llaman la atención por su auténtica aridez e inmensidad, y poseen, en sumo grado, la solemne grandeza del océano. Al recorrer estas infinitas extensiones, se contempla acá y allá algún singular rebaño de ganado que vigila un solitario pastor, inmóvil como una estatua, con su larga y delgada vara que blande en el aire como una lanza; o una recua de mulas que camina perezosamente por el llano, como una caravana de camellos por el desierto; o un solitario jinete, armado de trabuco y puñal, que merodea por la llanura. De este modo, el país, los vestidos, el aspecto mismo de sus moradores, participa del carácter árabe. La general inseguridad de la comarca se evidencia en el uso corriente de armas defensivas. El vaquero en la campiña, el pastor en el llano, llevan su mosquete y su cuchillo. El rico aldeano raramente se aventura a ir al mercado sin su trabuco, o tal vez acompañado de un criado a pie con otro al hombro. La mayor parte de estos viajes se emprenden con los preparativos propios de una empresa guerrera.
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The dangers of the road produce also a mode of travelling, resembling, on a diminutive scale, the caravans of the east. The arrieros, or carriers, congregate in convoys, and set off in large and well-armed trains on appointed days; while additional travellers swell their number, and contribute to their strength. In this primitive way is the commerce of the country carried on. The muleteer is the general medium of traffic, and the legitimate traverser of the land, crossing the peninsula from the Pyrenees and the Asturias to the Alpuxarras, the Serrania de Ronda, and even to the gates of Gibraltar. He lives frugally and hardily: his alforjas of coarse cloth hold his scanty stock of provisions; a leathern bottle, hanging at his saddle-bow, contains wine or water, for a supply across barren mountains and thirsty plains; a mule-cloth spread upon the ground is his bed at night, and his pack-saddle his pillow. His low, but clean-limbed and sinewy form betokens strength; his complexion is dark and sunburnt; his eye resolute, but quiet in its expression, except when kindled by sudden emotion; his demeanor is frank, manly, and courteous, and he never passes you without a grave salutation: “Dios guarde a usted! ” “Va usted con Dios, Caballero! ” ( ” God guard you! ” “God be with you, Cavalier! ” )
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Los peligros del viaje ponen asimismo de manifiesto un sistema de viajar semejante, aunque en menor grado, al de las caravanas orientales. Los arrieros o trajinantes, agrupados en convoyes, emprenden la marcha en largas y bien armadas filas, en los días previamente señalados, y entre tanto, otros circunstanciales viajeros se unen a ellos y contribuyen a su mayor seguridad. Por este primitivo procedimiento se realiza el comercio del país. El arriero es el medio y el auténtico viajero que cruza la Península desde los Pirineos y Asturias hasta las Alpujarras, la Serranía de Ronda, e incluso, hasta las puertas de Gibraltar. Vive frugal y sobriamente; sus alforjas, por lo común de burdo paño, guardan sus parcas provisiones, y lleva además una bota de cuero, que pende del arzón de la cabalgadura, con vino o agua, suministro imprescindible cuando cruza los montes estériles o las sedientas llanuras. La manta de la muía, tendida en el suelo, es su lecho por la noche, utilizando la albarda como almohada. Su corto, pero gallardo y vigoroso aspecto, denota energía; de morena tez, tostada por el sol; firme la mirada, pero la expresión serena, excepto cuando se aviva por una súbita emoción; de francos ademanes, varonil y amable, nunca pasa sin pronunciar este grave saludo: ¡Dios guarde a usted! ¡Vaya usted con Dios, caballero!
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As these men have often their whole fortune at stake upon the burden of their mules, they have their weapons at hand, slung to their saddles, and ready to be snatched out for desperate defence; but their united numbers render them secure against petty bands of marauders, and the solitary bandolero, armed to the teeth, and mounted on his Andalusian steed, hovers about them, like a pirate about a merchant convoy, without daring to assault.
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Como estos hombres llevan con frecuencia toda su fortuna comprometida en la carga de sus acémilas, tienen las armas a mano, colgadas de las sillas y preparadas para una desesperada defensa; pero les tranquiliza su número contra las pequeñas partidas de merodeadores y contra el solitario bandolero armado hasta los dientes y montado en su corcel andaluz, al acecho, como un pirata en torno al barco mercante, sin atreverse al abordaje.
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The Spanish muleteer has an inexhaustible stock of songs and ballads, with which to beguile his incessant wayfaring. The airs are rude and simple, consisting of but few inflections. These he chants forth with a loud voice, and long, drawling cadence, seated sideways on his mule, who seems to listen with infinite gravity, and to keep time, with his paces, to the tune. The couplets thus chanted, are often old traditional romances about the Moors, or some legend of a saint, or some love-ditty; or, what is still more frequent, some ballad about a bold contrabandista, or hardy bandolero, for the smuggler and the robber are poetical heroes among the common people of Spain. Often, the song of the muleteer is composed at the instant, and relates to some local scene, or some incident of the journey. This talent of singing and improvising is frequent in Spain, and is said to have been inherited from the Moors. There is something wildly pleasing in listening to these ditties among the rude and lonely scenes they illustrate; accompanied, as they are, by the occasional jingle of the mule-bell.
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El arriero español posee un inagotable repertorio de canciones y baladas con las que se entretiene en su incesante ir y venir. Son tonadas rudas y sencillas, de escasas inflexiones. Las canta en alta voz, con largas y pronunciadas cadencias, sentado a mujeriegas en su muía que, al parecer, las escucha con suma gravedad y las acompaña con sus pasos. Las coplas que canta son, casi siempre, viejos y tradicionales romances de moros, la leyenda de algún santo o cantilenas amorosas; o más corrientemente, alguna halada de un contrabandista valiente o intrépido bandolero, puesto que estos son en España héroes de leyenda para la gente del pueblo. Muchas veces, esta canción del arriero es improvisada y se refiere a algún paisaje local o algún incidente del viaje. Esta facilidad para el canto y la improvisación es corriente en España, y es opinión común que ha sido heredada de los moros. Se experimenta cierta salvaje complacencia al escuchar estas canciones en medio de los áridos y solitarios parajes que describen, acompañadas del ocasional tintineo de las campanillas de las mulas.
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It has a most picturesque effect also to meet a train of muleteers in some mountain-pass. First you hear the bells of the leading mules, breaking with their simple melody the stillness of the airy height; or, perhaps, the voice of the muleteer admonishing some tardy or wandering animal, or chanting, at the full stretch of his lungs, some traditionary ballad. At length you see the mules slowly winding along the cragged defile, sometimes descending precipitous cliffs, so as to present themselves in full relief against the sky, sometimes toiling up the deep arid chasms below you. As they approach, you descry their gay decorations of worsted stuffs, tassels, and saddle-cloths, while, as they pass by, the ever-ready trabuco, slung behind the packs and saddles, gives a hint of the insecurity of the road.
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Es asimismo muy pintoresco el tropiezo con una fila de arrieros en un puerto de la montaña. En primer lugar, se oyen las campanillas de las mulas de delante, que rompen con su sencilla melodía la paz de las colinas; o quizá la voz del mulero que grita a alguna bestia perezosa o salida de la recua, o canta alguna balada tradicional con toda la fuerza de sus pulmones. Ves, en fin, las mulas en lentos zigzags a lo largo del escarpado desfiladero, o bajando muchas veces tajos profundos hasta que su silueta se perfila sobre el horizonte, o subiendo por las simas ásperas y profundas abiertas a sus pies. Al aproximarse, se divisan los vistosos adornos de sus telas de estambre, sus borlas y jarapas, y al pasar, el trabuco siempre dispuesto, colgado detrás de los collarines y fardos, dando una idea de la poca seguridad del camino.
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The ancient kingdom of Granada, into which we were about to penetrate, is one of the most mountainous regions of Spain. Vast sierras, or chains of mountains, destitute of shrub or tree, and mottled with variegated marbles and granites, elevate their sunburnt summits against a deep-blue sky; yet in their rugged bosoms lie ingulfed verdant and fertile valleys, where the desert and the garden strive for mastery, and the very rock is, as it were, compelled to yield the fig, the orange, and the citron, and to blossom with the myrtle and the rose.
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El antiguo reino de Granada, en el que íbamos a entrar, es una de las regiones más montañosas de España. Vastas sierras, desprovistas de árboles y veteadas de granitos y mármoles matizados, alzan sus crestas quemadas por el sol hasta el azul intenso de los cielos; pero en sus escabrosas profundidades se encuentran fértiles valles de intensa verdura en donde el páramo y el jardín tienen planteada la lucha por su dominio. Incluso la misma roca, por así decirlo, se ve forzada para que brote la higuera, el naranjo y el limonero y florezca la rosa y el arrayán.
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In the wild passes of these mountains the sight of walled towns and villages, built like eagles’ nests among the cliffs, and surrounded by Moorish battlements, or of ruined watchtowers perched on lofty peaks, carries the mind back to the chivalric days of Christian and Moslem warfare, and to the romantic struggle for the conquest of Granada. In traversing these lofty sierras the traveller is often obliged to alight, and lead his horse up and down the steep and jagged ascents and descents, resembling the broken steps of a staircase.
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La contemplación de ciudades y aldeas amuralladas, construidas como nidos de águilas entre las peñas y rodeadas de cresterías moriscas o de ruinosos torreones colgados de altos picachos, hace que la imaginación retroceda, en los pasos agrestes de las montañas, a los caballerescos tiempos de la guerra entre cristianos y musulmanes y a la romántica lucha por la conquista de Granada. Al atravesar estas altas sierras, se ve con frecuencia obligado el viajero a desmontar y a guiar su caballo por zigzagueantes subidas y bajadas, a semejanza de los quebrados peldaños de una escalera.
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Sometimes the road winds along dizzy precipices, without parapet to guard him from the gulfs below, and then will plunge down steep, and dark, and dangerous declivities. Sometimes it struggles through rugged barrancos, or ravines, worn by winter torrents, the obscure path of the contrabandista; while, ever and anon, the ominous cross, the monument of robbery and murder, erected on a mound of stones at some lonely part of the road, admonishes the traveller that he is among the haunts of banditti, perhaps at that very moment under the eye of some lurking bandolero. Sometimes, in winding through the narrow valleys, he is startled by a hoarse bellowing, and beholds above him on some green fold of the mountain a herd of fierce Andalusian bulls, destined for the combat of the arena. I have felt, if I may so express it, an agreeable horror in thus contemplating, near at hand, these terrific animals, clothed with tremendous strength, and ranging their native pastures in untamed wildness, strangers almost to the face of man: they know no one but the solitary herdsman who attends upon them, and even he at times dares not venture to approach them. The low bellowing of these bulls, and their menacing aspect as they look down from their rocky height, give additional wildness to the savage scenery.
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La vereda serpentea algunas veces profundos abismos que carecen de pretil para protegerlo de la honda sima, y que luego se hunde en pronunciados declives, oscuros y peligrosos. En ocasiones, forcejea a través de abruptos barrancos cavados por los torrentes del invierno, sombría senda del contrabandista, en tanto que la presencia frecuente de alguna cruz alzada sobre un montón de piedras, fatídica señal de robo o crimen, advierte al viajero que se halla en la guarida de los bandidos, y acaso en ese preciso momento, bajo la observación de un emboscado bandolero. Algunas veces, al adentrarse en estrechos valles, se siente el viajero sobrecogido por un mugido ronco, y contempla, allá arriba, en un verde repliegue de la montaña, una manada de bravos toros andaluces, destinados a las corridas. He sentido--permitidme la expresión--un terror agradable al contemplar de cerca estos fieros animales de terrible poder, pastando en su indomable bravura, sin preocuparse apenas de la presencia del hombre; tan sólo conocen al vaquero solitario que los vigila y que, en muchas ocasiones, no se atreve a acercarse a ellos. El ronco mugido de estos toros y su aire amenazador cuando miran desde su rocosa altura, hacen más rudo el agreste paraje.
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I have been betrayed unconsciously into a longer disquisition than I intended on the general features of Spanish travelling; but there is a romance about all the recollections of the Peninsula dear to the imagination.
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Inconscientemente me he extendido con una disquisición más amplia de lo que, pretendía sobre los aspectos generales del viaje en España, pero es que hay siempre algo de poético, que subyuga la imaginación, en todos los recuerdos de la Península.
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As our proposed route to Granada lay through mountainous regions, where the roads are little better than mule paths, and said to be frequently beset by robbers, we took due travelling precautions. Forwarding the most valuable part of our luggage a day or two in advance by the arrieros, we retained merely clothing and necessaries for the journey and money for the expenses of the road, with a little surplus of hard dollars by way of robber purse, to satisfy the gentlemen of the road should we be assailed. Unlucky is the too wary traveller who, having grudged this precaution, falls into their clutches empty handed: they are apt to give him a sound ribroasting for cheating them out of their dues. “Caballeros like them cannot afford to scour the roads and risk the gallows for nothing. ”
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Como nuestra proyectada ruta hacia Granada pasaba por comarcas montañosas, donde los caminos son tan sólo un poco mejor que los de herradura y, según se dice, frecuentados por ladrones, tomamos las consiguientes precauciones para el viaje. Un día o dos antes, entregamos a los arrieros la parte valiosa de nuestro equipaje. Tan sólo conservamos las ropas, lo necesario para el viaje y el dinero para los gastos del camino, junto con una pequeña cantidad de dinero suelto, a modo de «robber purse», para en caso de ser asaltados poder complacer a estos caballeros del camino. Desgraciado del viajero que, olvidada esta precaución por exceso de prudencia, cae en su poder con las manos vacías, porque lo más probable es que no le quede un hueso sano, al verse ellos defraudados en sus esperanzas. No pueden unos caballeros así permitirse el lujo de recorrer sin provecho los caminos, con la amenaza de ser ahorcados.
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A couple of stout steeds were provided for our own mounting, and a third for our scanty luggage and the conveyance of a sturdy Biscayan lad, about twenty years of age, who was to be our guide, our groom, our valet, and at all times our guard. For the latter office he was provided with a formidable trabuco or carbine, with which he promised to defend us against rateros or solitary footpads; but as to powerful bands, like that of the “sons of Ecija, ” he confessed they were quite beyond his prowess. He made much vainglorious boast about his weapon at the outset of the journey, though, to the discredit of his generalship, it was suffered to hang unloaded behind his saddle.
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Se nos proporcionaron un par de vigorosos caballos para nuestra montura y otro para nuestro reducido equipaje, que había de conducir un robusto mozo vizcaíno, de unos veinte años; éste seria nuestro guía, caballerizo y criado, y siempre, nuestro guardián. A este fin, se había provisto el hombre de un formidable trabuco con el que prometió defendernos de los rateros (?); en cuanto a las partidas fuertes, como la de los «Niños de Ecija», nos confesó, que desde luego no entraban en el número de sus hazañas. Al comienzo del viaje, alabó con Bolsa para ladrones cierta jactancia las innumerables excelencias de su arma, aunque para su descrédito la colgase descargada detrás de su montura.
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According to our stipulations, the man from whom we hired the horses was to be at the expense of their feed and stabling on the journey, as well as of the maintenance of our Biscayan squire, who of course was provided with funds for the purpose; we took care, however, to give the latter a private hint, that, though we made a close bargain with his master, it was all in his favor, as, if he proved a good man and true, both he and the horses should live at our cost, and the money provided for their maintenance remain in his pocket. This unexpected largess, with the occasional present of a cigar, won his heart completely. He was, in truth, a faithful, cheery, kind-hearted creature, as full of saws and proverbs as that miracle of squires, the renowned Sancho himself, whose name, by the by, we bestowed upon him, and like a true Spaniard, though treated by us with companionable familiarity, he never for a moment, in his utmost hilarity, overstepped the bounds of respectful decorum.
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De acuerdo con lo convenido, el hombre a quien habíamos alquilado los caballos, se encargaría de su alimentación y posada durante el viaje, así como de la manutención de nuestro escudero, el vizcaíno, quien, por supuesto, fue provisto de los fondos correspondientes. Procuramos, sin embargo, hacerle una especial observación: la de que todo iría en su provecho, aunque hubiésemos cerrado el trato con su amo, porque si se portaba honrada y fielmente, tanto él como los caballos correrían a nuestro cargo, y podría así quedarse con el dinero que le habían dado para su manutención. Esta inesperada generosidad, junto con el regalo de algún que otro cigarrillo, ganaron por completo su corazón. Era, desde luego, un hombre alegre y bonachón, lleno de refranes y sentencias, como lo fue aquel dechado de escuderos, el famoso Sancho, con cuyo nombre, por cierto, le bautizamos. Aunque le tratamos con sociable familiaridad, nunca traspasó, como buen español, los límites de una respetuosa corrección, ni siquiera en sus expansiones de más franca alegría.
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Such were our minor preparations for the journey, but above all we laid in an ample stock of good humor, and a genuine disposition to be pleased, determining to travel in true contrabandista style, taking things as we found them, rough or smooth, and mingling with all classes and conditions in a kind of vagabond companionship. It is the true way to travel in Spain. With such disposition and determination, what a country is it for a traveller, where the most miserable inn is as full of adventure as an enchanted castle, and every meal is in itself an achievement! Let others repine at the lack of turnpike roads and sumptuous hotels, and all the elaborate comforts of a country cultivated and civilized into tameness and commonplace; but give me the rude mountain scramble; the roving, haphazard, wayfaring; the half wild, yet frank and hospitable manners, which impart such a true game flavor to dear old romantic Spain!
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Tales fueron los mínimos preparativos de viaje; sobre todo, íbamos bien provistos de buen humor y de una clara predisposición a pasarlo bien. Nos decidimos a viajar como el auténtico contrabandista, aceptando todo como viniere, bueno o malo, y mezclándonos con gente de toda clase o condición, en este nuestro errante compañerismo. Este es, ciertamente, el verdadero modo de viajar en España. Con un estado de ánimo así, ¡qué país éste para el viajero, en el que la más mísera posada está llena de aventuras, como un castillo encantado, y donde cualquier comida es por sí sola una proeza! Quéjense otros de la carencia de buenos caminos y hoteles suntuosos y de todas las refinadas comodidades de un país culto y civilizado, pero sumido en la vulgaridad de costumbres. Por lo que a mí se refiere, prefiero trepar por ásperas montañas o vagar sin rumbo determinado, gozando de las costumbres semisalvajes, aunque francas y hospitalarias, que prestan un verdadero y delicioso encanto a la vieja y romántica España.
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Thus equipped and attended, we cantered out of “Fair Seville city ” at half-past six in the morning of a bright May day, in company with a lady and gentleman of our acquaintance, who rode a few miles with us, in the Spanish mode of taking leave. Our route lay through old Alcala de Guadaira (Alcala on the river Aira), the benefactress of Seville, that supplies it with bread and water. Here live the bakers who furnish Seville with that delicious bread for which it is renowned; here are fabricated those roscas well known by the well-merited appellation of pan de Dios (bread of God), with which, by the way, we ordered our man, Sancho, to stock his alforjas for the journey. Well has this beneficent little city been denominated the “Oven of Seville ” ; well has it been called Alcala de los Panaderos (Alcala of the bakers), for a great part of its inhabitants are of that handicraft, and the highway hence to Seville is constantly traversed by lines of mules and donkeys laden with great panniers of loaves and roscas.
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Así equipados y servidos, salimos a paso lento de la bella ciudad de Sevilla a las seis y media de la mañana de un radiante día de mayo, en compañía de una dama y de un caballero, ambos conocidos nuestros, que cabalgaron con nosotros unas millas y se despidieron según la costumbre española. Nuestra ruta pasaba por la antigua Alcalá de Guadaira (Alcalá del río Aira), que beneficia a Sevilla al suministrarle su pan y su agua. En ella viven los panaderos que abastecen dicha ciudad con ese pan tan delicioso que le ha dado fama; aquí se elaboran esas roscas que se conocen con el merecido nombre de pan de Dios. Por cierto que ordenamos a nuestro criado Sancho que llenase de ellas las alforjas de viaje. Con razón ha sido llamada esta pequeña y beneficiosa ciudad Alcalá de los Panaderos, porque son de este oficio la mayoría de sus habitantes, hasta el punto de que incesantes reatas de mulas y borriquillos, cargados con grandes serones de hogazas y roscas, recorren constantemente la carretera basta Sevilla.
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I have said Alcala supplies Seville with water. Here are great tanks or reservoirs, of Roman and Moorish construction, whence water is conveyed to Seville by noble aqueducts. The springs of Alcala are almost as much vaunted as its ovens; and to the lightness, sweetness, and purity of its water is attributed in some measure the delicacy of its bread.
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Ya he dicho que Alcalá abastece de agua a esta ciudad. Hay aquí grandes depósitos o aljibes, de construcción romana o árabe, desde los que se conduce el agua a Sevilla por medio de magníficos acueductos. Todos se muestran orgullosos de las fuentes de Alcalá, lo mismo que de sus hornos; la exquisitez de su pan se atribuye, incluso, a la pureza y claridad de las aguas.
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Here we halted for a time, at the ruins of the old Moorish castle, a favorite resort for picnic parties from Seville, where we had passed many a pleasant hour. The walls are of great extent, pierced with loopholes; inclosing a huge square tower or keep, with the remains of masmoras, or subterranean granaries. The Guadaira winds its stream round the hill, at the foot of these ruins, whimpering among reeds, rushes, and pond-lilies, and overhung with rhododendron, eglantine, yellow myrtle, and a profusion of wild flowers and aromatic shrubs; while along its banks are groves of oranges, citrons, and pomegranates, among which we heard the early note of the nightingale.
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Nos detuvimos un momento junto a las ruinas de un viejo castillo moro, lugar predilecto de excursiones para los de Sevilla, donde vivimos horas deliciosas. Sus muros, de gran extensión, horadados de aspilleras, rodeaban una gran torre cuadrada o torreón, con las ruinas de algunas mazmorras. El Guadaira tuerce su curso en torno a la colina, al pie de estas ruinas, suspirando entre cañas, juncos y nenúfares, acariciado de rododendros, eglantinas, mirtos amarillos y una profusión de flores silvestres y arbustos aromáticos. Y mientras, a lo largo de sus orillas, bosquecillos de naranjos, limoneros y granados, donde escuchamos el canto matutino del ruiseñor.
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A picturesque bridge was thrown across the little river, at one end of which was the ancient Moorish mill of the castle, defended by a tower of yellow stone; a fisherman’s net hung against the wall to dry, and hard by in the river was his boat; a group of peasant women in bright-colored dresses, crossing the arched bridge, were reflected in the placid stream. Altogether it was an admirable scene for a landscape painter.
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Un puente pintoresco va de una a otra parte del riachuelo, y en uno de sus extremos se encuentra el antiguo molino moro del castillo, protegido por una torre de piedra amarilla; una red de pescar cuelga del muro puesta a secar y, cerca. en el río, está su barca. Un grupo de campesinas con vestidos chillones se refleja en la corriente apacible, cuando cruzan por el arco del puente. El conjunto era magnífico paisaje para un artista.
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The old Moorish mills, so often found on secluded streams, are characteristic objects in Spanish landscape, and suggestive of the perilous times of old. They are of stone, and often in the form of towers with loopholes and battlements, capable of defence in those warlike days when the country on both sides of the border was subject to sudden inroad and hasty ravage, and when men had to labor with their weapons at hand, and some place of temporary refuge.
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Los viejos molinos moros, que con tanta frecuencia se encuentran en los apartados cauces, son característicos en el paisaje español y evocan los azarosos días del pasado. Construidos en piedra, tienen a menudo forma de torres con aspilleras y almenas, capaces para la defensa en aquellos belicosos tiempos en los que el territorio extendido a sus márgenes estaba expuesto a los peligros de una inesperada incursión o al saqueo, cuando los hombres tenían que trabajar con sus armas a mano y cerca de algún sitio que sirviese de refugio temporal.
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Our next halting place was at Gandul, where were the remains of another Moorish castle, with its ruined tower, a nestling place for storks, and commanding a view over a vast campina or fertile plain, with the mountains of Ronda in the distance. These castles were strong-holds to protect the plains from the talas or forays to which they were subject, when the fields of corn would be laid waste, the flocks and herds swept from the vast pastures, and, together with captive peasantry, hurried off in long cavalgadas across the borders.
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Nuestra próxima parada fue en Gandul, con restos de otro castillo moro de ruinosa torre, nido de cigüeñas, y desde donde se domina el panorama de una extensa campiña y la serranía de Ronda a lo lejos. Estos castillos fueron fortalezas que protegían las llanuras de las talas o saqueos a que estaban expuestas; feroces incursiones que convertían la campiña en erial, dispersaban los rebaños y manadas de las vastas praderas y, con la gente del campo cautiva, se alejaban veloces, en largas cabalgadas, a la orilla opuesta.
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At Gandul we found a tolerable posada; the good folks could not tell us what time of day it was—the clock only struck once in the day, two hours after noon; until that time it was guesswork. We guessed it was full time to eat; so, alighting, we ordered a repast. While that was in preparation we visited the palace once the residence of the Marquis of Gandul. All was gone to decay; there were but two or three rooms habitable, and very poorly furnished. Yet here were the remains of grandeur: a terrace, where fair dames and gentle cavaliers may once have walked; a fish-pond and ruined garden, with grape-vines and date-bearing palm-trees. Here we were joined by a fat curate, who gathered a bouquet of roses and presented it, very gallantly, to the lady who accompanied us.
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En Gandul encontramos una tolerable posada. Aquella buena gente no supo ni decirnos la hora que era, porque el reloj del pueblo tan sólo sonaba una vez durante todo el día, a las dos de la tarde, y hasta esa hora, todo era elaborar conjeturas. Convinimos que era hora de comer, y nos apeamos y encargamos comida. Mientras la preparaban, visitamos el palacio, residencia en otro tiempo del marqués de Gandul. Todo se encontraba en ruinas, aunque quedaban dos o tres estancias habitables, pero muy escasas de mobiliario. Sin embargo, todavía guardaba restos de un pasado esplendor: una terraza, por donde algún día pasearon bellas damas y gentiles caballeros; un estanque con peces y un ruinoso jardín con parras y palmeras cargadas de dátiles. En este sitio se nos agregó un obeso sacerdote que cogió un ramo de rosas y lo ofreció muy gentilmente a la dama que nos acompañaba.
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Below the palace was the mill, with orange-trees and aloes in front, and a pretty stream of pure water. We took a seat in the shade, and the millers, all leaving their work, sat down and smoked with us; for the Andalusians are always ready for a gossip. They were waiting for the regular visit of the barber, who came once a week to put all their chins in order. He arrived shortly afterwards: a lad of seventeen, mounted on a donkey, eager to display his new alforjas or saddle-bags, just bought at a fair; price one dollar, to be paid on St. John’s day (in June), by which time he trusted to have mown beards enough to put him in funds.
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Debajo del palacio había un molino con naranjos y áloes enfrente y una regular corriente de agua cristalina. Nos sentamos a la sombra, y los molineros, interrumpidas sus faenas, también lo hicieron para fumar con nosotros, pues los andaluces siempre están dispuestos a charlar. Estaban esperando la acostumbrada visita del barbero, que venía a poner orden en sus barbas una vez por semana. Este llegó poco después; era un muchacho de diecisiete años, montado en un borrico, deseoso de mostrar sus nuevas alforjas, acabadas de comprar en la feria por un dólar , y que debía pagar en junio, el día de San Juan, ya que para esa fecha esperaba haber rapado barbas suficientes para reunir la cantidad necesaria.
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By the time the laconic clock of the castle had struck two we had finished our dinner. So, taking leave of our Seville friends, and leaving the millers still under the hands of the barber, we set off on our ride across the campina. It was one of those vast plains, common in Spain, where for miles and miles there is neither house nor tree. Unlucky the traveller who has to traverse it, exposed as we were to heavy and repeated showers of rain. There is no escape nor shelter. Our only protection was our Spanish cloaks, which nearly covered man and horse, but grew heavier every mile. By the time we had lived through one shower we would see another slowly but inevitably approaching; fortunately in the interval there would be an outbreak of bright, warm, Andalusian sunshine, which would make our cloaks send up wreaths of steam, but which partially dried them before the next drenching.
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Terminamos de comer cuando dieron las dos en el lacónico reloj del castillo. Nos despedimos, pues, de nuestros amigos de Sevilla, y dejando a los molineros todavía en manos del barbero, seguimos camino adelante en nuestras cabalgaduras a través de la campiña. Era una de esas extensas llanuras, tan frecuentes en España, en la que durante millas y millas no se ve ni un árbol ni una casa. Infeliz del viajero que ha de atravesarlas expuesto como nosotros a los fuertes y repetidos chaparrones de agua. No hay modo de evitarlo ni lugar donde guarecerse. Nuestra única protección eran nuestras capas españolas, que casi cubren jinete y caballo, aunque aumentaban de peso a cada milla. ]Cuando creíamos haber escapado de uno de estos aguaceros, veíamos cómo se acercaba otro, lenta pero inevitablemente. Felizmente para nosotros, brillaban, en el intervalo, los claros y radiantes rayos del sol andaluz que hacía brotar círculos de vapor de nuestras capas, pero que también las secaba algo, antes del próximo aguacero.
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Shortly after sunset we arrived at Arahal, a little town among the hills. We found it in a bustle with a party of miquelets, who were patrolling the country to ferret out robbers. The appearance of foreigners like ourselves was an unusual circumstance in an interior country town; and little Spanish towns of the kind are easily put in a state of gossip and wonderment by such an occurrence. Mine host, with two or three old wiseacre comrades in brown Cloaks, studied our passports in a corner of the posada, while an Alguazil took notes by the dim light of a lamp. The passports were in foreign languages and perplexed them, but our Squire Sancho assisted them in their studies, and magnified our importance with the grandiloquence of a Spaniard. In the mean time the magnificent distribution of a few cigars had won the hearts of all around us; in a little while the whole community seemed put in agitation to make us welcome. The corregidor himself waited upon us, and a great rush-bottomed arm-chair was ostentatiously bolstered into our room by our landlady, for the accommodation of that important personage. The commander of the patrol took supper with us—a lively, talking, laughing Andaluz, who had made a campaign in South America, and recounted his exploits in love and war with much pomp of phrase, vehemence of gesticulation, and mysterious rolling of the eye. He told us that he had a list of all the robbers in the country, and meant to ferret out every mother’s son of them; he offered us at the same time some of his soldiers as an escort. “One is enough to protect you, senores; the robbers know me, and know my men; the sight of one is enough to spread terror through a whole sierra. ” We thanked him for his offer, but assured him, in his own strain, that with the protection of our redoubtable squire, Sancho, we were not afraid of all the ladrones of Andalusia.
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Llegamos a Arahal, pueblecito entre cerros, poco después de puesto el sol. Lo encontramos animado por una partida de migueletes que recorrían la comarca a la busca y captura de ladrones. La presencia de extranjeros como nosotros era algo inusitado en los pueblos del interior; un acontecimiento de este tipo asombra y pone fácilmente en conmoción a los pueblecitos españoles de esta categoría. Mi posadero, con dos o tres viejos y sesudos compinches de pardas capas, examinó nuestros pasaportes en un rincón de la posada, mientras que un alguacil tomaba nota a la débil luz de un candil. Los pasaportes en lengua extranjera los dejaron perplejos; pero nuestro escudero Sancho les ayudó en su examen y ponderó nuestras personas con la típica prosopopeya del español. En tanto, la pródiga distribución de unos cigarros puros nos captó las simpatías de todos los circunstantes, que al poco tiempo se apresuraban a darnos la bienvenida. Incluso el mismo corregidor se llegó a presentarnos sus respetos, y la posadera metió con ostentación, en nuestra estancia, un gran sillón con asiento de anea para el acomodo de aquel importante personaje. Cenó con nosotros el jefe de la patrulla, un despierto andaluz, alegre y charlatán, que había sido soldado en la campaña de América del Sur y que nos contó sus proezas bélicas y amorosas, en estilo grandilocuente, lleno de ademanes y contorsiones y con extraña contracción de ojos. Nos dijo que poseía una lista de todos los ladrones del contorno y que era su propósito capturar a todos aquellos hijos de su madre. Al mismo tiempo nos ofreció algunos soldados en calidad de escolta, mientras decía: --Uno sólo es suficiente para protegerles, señores: los ladrones me conocen y conocen también a mis hombres; basta uno de ellos para esparcir el terror por toda la sierra. Le agradecimos su ofrecimiento, aunque le aseguramos, con un tono de voz igual al suyo, que no teníamos miedo a todos los ladrones de Andalucía juntos, por la tranquilidad que inspiraba la protección de Sancho, nuestro valiente escudero.
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While we were supping with our Drawcansir friend, we heard the notes of a guitar, and the click of castanets, and presently a chorus of voices singing a popular air. In fact mine host had gathered together the amateur singers and musicians, and the rustic belles of the neighborhood, and, on going forth, the courtyard or patio of the inn presented a scene of true Spanish festivity. We took our seats with mine host and hostess and the commander of the patrol, under an archway opening into the court; the guitar passed from hand to hand, but a jovial shoemaker was the Orpheus of the place. He was a pleasant-looking fellow, with huge black whiskers; his sleeves were rolled up to his elbows. He touched the guitar with masterly skill, and sang a little amorous ditty with an expressive leer at the women, with whom he was evidently a favorite. He afterwards danced a fandango with a buxom Andalusian damsel, to the great delight of the spectators. But none of the females present could compare with mine host’s pretty daughter, Pepita, who had slipped away and made her toilette for the occasion, and had covered her head with roses; and who distinguished herself in a bolero with a handsome young dragoon. We ordered our host to let wine and refreshment circulate freely among the company, yet, though there was a motley assembly of soldiers, muleteers, and villagers, no one exceeded the bounds of sober enjoyment. The scene was a study for a painter: the picturesque group of dancers, the troopers in their half military dresses, the peasantry wrapped in their brown cloaks; nor must I omit to mention the old meagre Alguazil, in a short black cloak, who took no notice of any thing going on, but sat in a corner diligently writing by the dim light of a huge copper lamp, that might have figured in the days of Don Quixote.
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En tanto que cenábamos con este jactancioso compañero, oímos las notas de una guitarra y el alegre repiqueteo de las castañuelas, y al momento, un coro de voces entonaba un aire popular. En efecto; nuestro posadero había conseguido reunir algunos cantores y músicos aficionados, así como a las bellas aldeanas del vecindario. Cuando salimos, el patio de la posada ofrecía el aspecto de una auténtica fiesta española. Tomamos asiento, junto con nuestros posaderos y el jefe de la patrulla, bajo un arco del patio. Pasó la guitarra de mano en mano y actuó como Orfeo de aquel lugar un alegre zapatero. Era un mozo de agradable continente, con grandes patillas negras, que iba arremangado hasta el codo. Manejaba la guitarra con singular destreza y nos deleitó con una cancioncilla amorosa acompañada de miradas muy expresivas al grupo de mujeres, de quienes, por las trazas, era el favorito. Bailó después un fandango, acompañado de una alegre damisela andaluza, que deleitó a la concurrencia. Pero ninguna de las allí presentes podía compararse con Pepita, la bonita hija de nuestro posadero, la cual se escabulló y se hizo la «toilette» que el caso requería. Volvió poco después con la cabeza cubierta de rosas y se lució bailando un bolero, en compañía de un joven y apuesto soldado de caballería. Por nuestra parte, ordenamos a nuestro posadero que corriesen en abundancia el vino y los refrescos entre los circunstantes. A pesar de ello, y aunque era aquélla una mezcla abigarrada de soldados, arrieros y aldeanos, nadie se excedió de los límites de una moderada alegría. La escena era a propósito para el deleite de un artista: un pintoresco grupo de bailarinas, los soldados con sus uniformes sólo en parte militares y los campesinos envueltos en sus capas verdes. Es asimismo digna de mención, la presencia del viejo y delgado alguacil,, con su negra capilla, que ajeno a todo lo que allí pasaba y sentado en un rincón, escribía activamente a la débil luz que despedía un velón de cobre, digno de los tiempos de Don Quijote.
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The following morning was bright and balmy, as a May morning ought to be, according to the poets. Leaving Arahal at seven o’clock, with all the posada at the door to cheer us off we pursued our way through a fertile country, covered with grain and beautifully verdant; but which in summer, when the harvest is over and the fields parched and brown, must be monotonous and lonely; for, as in our ride of yesterday, there were neither houses nor people to be seen. The latter all congregate in villages and strong-holds among the hills, as if these fertile plains were still subject to the ravages of the Moor.
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La mañana siguiente amaneció fragante y luminosa, como deben ser las mañanas de un día de mayo, según los poetas. Salimos de Arahal a las siete; toda la posada estuvo en la puerta para despedirnos. Proseguimos nuestro viaje atravesando una fértil campiña de resplandeciente verdura, pero que en verano, terminadas las faenas de la cosecha y ya la tierra parda y reseca, debía ofrecer un aspecto monótono y solitario, puesto que en aquella jornada no se vieron ni casa ni personas. La mayoría de la gente se agrupa en las aldeas o en torno a las fortalezas levantadas sobre las colinas, que dan la impresión de que estas fértiles llanuras están expuestas todavía a las incursiones de los moros.
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At noon we came to where there was a group of trees, beside a brook in a rich meadow. Here we alighted to make our midday meal. It was really a luxurious spot, among wild flowers and aromatic herbs, with birds singing around us. Knowing the scanty larders of Spanish inns, and the houseless tracts we might have to traverse, we had taken care to have the alforjas of our squire well stocked with cold provisions, and his bota, or leathern bottle, which might hold a gallon, filled to the neck with choice Valdepenas wine. As we depended more upon these for our well-being than even his trabuco, we exhorted him to be more attentive in keeping them well charged; and I must do him the justice to say that his namesake, the trencher-loving Sancho Panza, was never a more provident purveyor. Though the alforjas and the bota were frequently and vigorously assailed throughout the journey, they had a wonderful power of repletion, our vigilant squire sacking every thing that remained from our repasts at the inns, to supply these junketings by the road-side, which were his delight.
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Llegamos a mediodía a un grupo de árboles situado en las márgenes de un arroyuelo que se desliza por una rica pradera. En este sitio descabalgamos para comer. Era, en verdad, un delicioso paraje, entre flores silvestres y hierbas aromáticas y poblado de pájaros cantores, el que se agitaba a nuestro alrededor. Conocedores, como éramos, de la escasez de víveres en la despensa de las posadas españolas y de los lugares deshabitados que teníamos que atravesar, adoptamos la sana precaución de abarrotar de provisiones frías las alforjas de nuestro escudero, así como su bota, que tenían la capacidad de un galón, llena hasta el cuello de un exquisito vino de Valdepeñas . Dado que nuestro bienestar dependía más de ellas que del trabuco de Sancho, encargamos a éste que tuviese muy buen cuidado de que se encontraran siempre provistas en abundancia; y. debo en justicia decir que, como su homónimo el glotón Sancho Panza, nunca hubo un despensero más previsor. Aunque asaltábamos con frecuencia alforja y bota, tenían, éstas, sin embargo, la extraña virtud de rellenarse, pues nuestro vigilante criado metía en el saco todo el sobrante de lo que comíamos en las posadas. De esta manera colaboraba con nosotros y participaba de nuestra comida, que hacía sus delicias durante todo el viaje.
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On the present occasion he spread quite a sumptuous variety of remnants on the green-sward before us, graced with an excellent ham brought from Seville; then, taking his seat at a little distance, he solaced himself with what remained in the alforjas. A visit or two to the bota made him as merry and chirruping as a grasshopper filled with dew. On my comparing his contents of the alforjas to Sancho’s skimming of the flesh-pots at the wedding of Camacho, I found he was well versed in the history of Don Quixote, but, like many of the common people of Spain, firmly believed it to be a true history.
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En esta ocasión, puso en el césped, delante de nosotros, una completa y espléndida variedad de manjares sobrantes, amén de un excelente jamón adquirido en Sevilla; y entonces, sentado cerca de nosotros, gozó con fruición de lo que todavía quedaba en las alforjas. Varias visitas que hizo a la bota lo pusieron tan alegre y cantarín como un saltamontes en el rocío de la mañana. Cuando comparé su alegría delante de las alforjas con la que experimentó Sancho ante las espumosas ollas, en las bodas de Camacho, comprobé que estaba muy versado en la historia de Don Quijote. Como la mayor parte de la gente sencilla de España, creía firmemente que aquélla era verdadera historia.
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“All that happened a long time ago, senor, ” said he, with an inquiring look.
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--¿Hace mucho tiempo que ocurrió eso?--me preguntó con mirada interrogante.
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“A very long time, ” I replied.
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--Sí, hace mucho tiempo--le contesté.
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“I dare say more than a thousand years ” —still looking dubiously.
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--¿Más de mil años, quizá?--dijo; y había indecisión en su mirada.
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“I dare say not less. ”
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--Eso por lo menos.
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The squire was satisfied. Nothing pleased the simple-hearted varlet more than my comparing him to the renowned Sancho for devotion to the trencher, and he called himself by no other name throughout the journey.
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El escudero quedó satisfecho. Nada agradaba tanto a este criado tan sencillo como el que yo le comparase, dada su afición a los placeres de la mesa, con el famoso Sancho; y no le llamamos por otro nombre durante el viaje.
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Our repast being finished, we spread our cloaks on the green-sward under the tree, and took a luxurious siesta in the Spanish fashion. The clouding up of the weather, however, warned us to depart, and a harsh wind sprang up from the southeast. Towards five o’clock we arrived at Osuna, a town of fifteen thousand inhabitants, situated on the side of a hill, with a church and a ruined castle. The posada was outside of the walls; it had a cheerless look. The evening being cold, the inhabitants were crowded round a brasero in a chimney corner; and the hostess was a dry old woman, who looked like a mummy. Every one eyed us askance as we entered, as Spaniards are apt to regard strangers; a cheery, respectful salutation on our part, caballeroing them and touching our sombreros, set Spanish pride at ease; and when we took our seat among them, lit our cigars, and passed the cigar-box round among them, our victory was complete. I have never known a Spaniard, whatever his rank or condition, who would suffer himself to be outdone in courtesy; and to the common Spaniard the present of a cigar (puro) is irresistible. Care, however, must be taken never to offer him a present with an air of superiority and condescension; he is too much of a caballero to receive favors at the cost of his dignity.
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Terminada la comida, extendimos nuestras capas sobre el césped, debajo de un árbol, y echamos la siesta según es costumbre en España. Pero como amenazase lluvia, nos dispusimos a partir cuando comenzaba a soplar un fuerte viento del Sudeste. A eso de las cinco, llegamos a Osuna, ciudad de quince mi] habitantes, situada en la falda de una montaña, con iglesia y las ruinas de un castillo. La posada se encontraba fuera de sus murallas y ofrecía un lúgubre aspecto. La tarde se presentaba fría; los moradores de la casa estaban reunidos en torno al brasero, en un rincón de la chimenea. La mesonera era una mujer vieja y seca como una momia. Al entrar en la estancia, todos los reunidos nos miraron recelosamente, como acostumbran los españoles a mirar a los extranjeros. Un saludo por nuestra parte, respetuoso y amable, llevándonos la mano al sombrero en señal de deferencia, tranquilizó el orgullo español; y cuando nos sentamos con ellos, pasamos la petaca por la reunión y encendimos nuestros cigarros, nuestra victoria era completa. Nunca conocí a ningún español, sea cual fuere su clase o condición, que tolere el ser superado en cortesía por otro; y para el español corriente el regalo de un cigarro puro es irresistible. A pesar de todo, hay que procurar no ofrecerle nunca nada con aire de superioridad o condescendencia: él es demasiado caballero para aceptar obsequios a costa de su dignidad.
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Leaving Osuna at an early hour the next morning, we entered the sierra or range of mountains. The road wound through picturesque scenery, but lonely; and a cross here and there by the road side, the sign of a murder, showed that we were now coming among the “robber haunts. ” This wild and intricate country, with its silent plains and valleys intersected by mountains, has ever been famous for banditti. It was here that Omar Ibn Hassan, a robber-chief among the Moslems, held ruthless sway in the ninth century, disputing dominion even with the caliphs of Cordova. This too was a part of the regions so often ravaged during the reign of Ferdinand and Isabella by Ali Atar, the old Moorish alcayde of Loxa, father-in-law of Boabdil, so that it was called Ali Atar’s garden, and here “Jose Maria, ” famous in Spanish brigand story, had his favorite lurking places.
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Salimos de Osuna a primera hora de la mañana siguiente y nos internamos en la sierra. El camino que tomamos serpenteaba a través de un pintoresco pero solitario paraje; alguna cruz, señal de asesinato, a uno y otro lado de la senda, advertía que nos aproximábamos a las guaridas de los bandoleros. Este intrincado y agreste lugar, con sus mudas llanuras y sus valles cortados por montañas, ha sido siempre famoso por sus bandidos. ]Fue aquí donde Omar Ibn Hassan, capitán de ladrones musulmán, ejerció un cruel poderío en el siglo IX, e incluso disputó su dominio con los califas de Córdoba. También fue ésta una de las regiones saqueadas constantemente, durante el reinado de Fernando e Isabel, por Aliatar, viejo alcaide moro de Loja, suegro de Boaddil; por este motivo fue llamado el jardín de Aliatar. Aquí, en fin, José María, famoso en la historia del bandolerismo español, tuvo uno de sus escondrijos favoritos.
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In the course of the day we passed through Fuente la Piedra near a little salt lake of the same name, a beautiful sheet of water, reflecting like a mirror the distant mountains. We now came in sight of Antiquera, that old city of warlike reputation, lying in the lap of the great sierra which runs through Andalusia. A noble vega spread out before it, a picture of mild fertility set in a frame of rocky mountains. Crossing a gentle river we approached the city between hedges and gardens, in which nightingales were pouring forth their evening song. About nightfall we arrived at the gates. Every thing in this venerable city has a decidedly Spanish stamp. It lies too much out of the frequented track of foreign travel to have its old usages trampled out. Here I observed old men still wearing the montero, or ancient hunting cap, once common throughout Spain; while the young men wore the little round-crowned hat, with brim turned up all round, like a cup turned down in its saucer, while the brim was set off with little black tufts like cockades. The women, too, were all in mantillas and basquinas. The fashions of Paris had not reached Antiquera.
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En el curso del día pasamos por Fuente la Piedra, junto a la laguna salada del mismo nombre; bella extensión de agua, que reflejaba como un espejo las lejanas montañas. Dimos vista a Antequera, la vieja ciudad de fama guerrera, situada en la fal]da de la gran sierra que atraviesa Andalucía. Ante ella se extiende una hermosa vega, fértil campiña incrustada en un marco de rocosas montañas. Atravesando un manso río, nos aproximamos a la ciudad por un paraje poblado de setos y jardines, donde los ruiseñores entonaban sus cantos vespertinos. Al anochecer llegamos a las puertas de la población. Todo tiene en esta venerable ciudad un marcado acento español. Se encuentra situada fuera de la ruta que frecuenta el turista extranjero, y esto explica que no se hayan perdido sus viejas costumbres. Observé en ella que los viejos llevan todavía la montera, antigua gorra de caza muy corriente en otro tiempo en España, en tanto que los jóvenes utilizan un sombrerillo de copa redonda con el ala vuelta, como una taza puesta al revés sobre el platillo, y que tenía los filos adornados con pequeñas borlas negras a manera de escarapelas. En cuanto a las mujeres, todas usan mantillas y basquiñas. Las modas de Paris no habían llegado a Antequera.
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Pursuing our course through a spacious street, we put up at the posada of San Fernando. As Antiquera, though a considerable city, is, as I observed, somewhat out of the track of travel, I had anticipated bad quarters and poor fare at the inn. I was agreeably disappointed, therefore, by a supper table amply supplied, and what were still more acceptable, good clean rooms and comfortable beds. Our man, Sancho, felt himself as well off as his namesake, when he had the run of the duke’s kitchen, and let me know, as I retired for the night, that it had been a proud time for the alforjas.
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Seguimos nuestra ruta por una espaciosa calle y nos paramos en la posada de San Fernando. Como Antequera, según dije, es importante ciudad, pero alejada de la ruta de viaje, supuse que íbamos a encontrar mal alojamiento y comida en la posada. Recibí, pues, una grata sorpresa cuando me hallé frente a una bien provista mesa y, lo que más grato aún, con una habitación limpia y aseada y un confortable lecho. Nuestro buen Sanch9 se encontró tan bien servido como su homónimo cuando tuvo a su disposición la cocina del Duque, y me dijo al retirarnos que aquél había sido un buen día para las alforjas.
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Early in the morning (May 4th) I strolled to the ruins of the old Moorish castle, which itself had been reared on the ruins of a Roman fortress. Here, taking my seat on the remains of a crumbling tower, I enjoyed a grand and varied landscape, beautiful in itself, and full of storied and romantic associations; for I was now in the very heart of the country famous for the chivalrous contests between Moor and Christian. Below me, in its lap of hills, lay the old warrior city so often mentioned in chronicle and ballad. Out of yon gate and down yon hill paraded the band of Spanish cavaliers, of highest rank and bravest bearing, to make that foray during the war and conquest of Granada, which ended in the lamentable massacre among the mountains of Malaga, and laid all Andalusia in mourning. Beyond spread out the vega, covered with gardens and orchards and fields of grain and enamelled meadows, inferior only to the famous vega of Granada. To the right the Rock of the Lovers stretched like a cragged promontory into the plain, whence the daughter of the Moorish alcayde and her lover, when closely pursued, threw themselves in despair.
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A la mañana siguiente, muy temprano--era el cuatro de mayo--di un paseo por las ruinas del viejo castillo moro, construido sobre los restos de una fortaleza romana. Allí, sentado junto a una desmoronada torre, gocé de un amplio y variado paisaje, que, además de bello, estaba cargado de recuerdos históricos. Me hallaba en el verdadero corazón de la comarca, famoso por las caballerescas contiendas entre moros y cristianos. A mis pies, sobre su regazo de colinas, descansaba la vieja ciudad guerrera que con tanta frecuencia se cita en crónicas y romances. Fuera de aquel portillo y al pie de la colina, cabalgaron aquellos caballeros del más alto linaje y fiero aspecto, que hacían correrías en los tiempos de la guerra y conquista de Granada, terminada con una matanza horrible en las montañas de Málaga, que llenó de luto a toda Andalucía. Más lejos se extendía la Vega, poblada de huertas y jardines, con sus campos de mieses y esmaltadas praderas, inferior tan sólo a la famosa vega de Granada. A la derecha, el Peñón de los Enamorados, tendido sobre la llanura como un áspero promontorio, desde donde la bija del alcaide moro y su amante, al verse estrechamente perseguidos, se arrojaron desesperados.
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The matin peal from church and convent below me rang sweetly in the morning air, as I descended. The market-place was beginning to throng with the populace, who traffic in the abundant produce of the vega; for this is the mart of an agricultural region. In the market-place were abundance of freshly plucked roses for sale; for not a dame or damsel of Andalusia thinks her gala dress complete without a rose shining like a gem among her raven tresses.
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Cuando descendía, sonaron dulcemente en el aire de la mañana las campanas de las iglesias y conventos. Comenzaba la plaza del mercado a llenarse de gente que trafica con los abundantes productos de la vega, pues éste es el comercio de una región agrícola. Había gran abundancia de frescas rosas recién cogidas; ni una sola dama o damisela andaluza cree completo su vestido de gala sin que la rosa luzca como una perla entre sus negras trenzas.
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On returning to the inn I found our man Sancho, in high gossip with the landlord and two or three of his hangers-on. He had just been telling some marvellous story about Seville, which mine host seemed piqued to match with one equally marvellous about Antiquera. There was once a fountain, he said, in one of the public squares called La Fuente del Toro, the fountain of the bull, because the water gushed from the mouth of a bull’s head, carved of stone. Underneath the head was inscribed:
| SE HALLEN TESORO.
Al regresar a la posada me encontré a Sancho en animada conversación con el posadero y dos o tres colegas suyos. Acababa de contar una maravillosa historia de Sevilla; que mi posadero se esforzaba en superar con otra, también maravillosa, de Antequera. --Había una vez--decía--una fuente de una plaza pública; se llamaba la Fuente del Toro, porque el agua salía por la boca de una cabeza de toro hecha de piedra. Debajo de ella se leía esta inscripción:
| se halla un tesoro.
Many digged in front of the fountain, but lost their labor and found no money. At last one knowing fellow construed the motto a different way. It is in the forehead (frente) of the bull that the treasure is to be found, said he to himself, and I am the man to find it. Accordingly he came late at night, with a mallet, and knocked the head to pieces; and what do you think he found?
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Muchos cavaron frente a la fuente, pero en vano, porque no hallaron nada. Por fin, uno que se las daba de entendido descifró el enigma: «En la frente del toro--se dijo--es donde esta el tesoro, y soy yo quien lo va a encontrar.» Y así, avanzada la noche, vino con un martillo e hizo la cabeza mil pedazos. Y ¿qué creéis que encontró?
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“Plenty of gold and diamonds! ” cried Sancho eagerly.
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--¡Un montón de oro y diamantes!--gritó Sancho, vehemente.
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“He found nothing, ” rejoined mine host dryly; “and he ruined the fountain. ”
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--No encontró nada--dijo el hostelero con frialdad--y destrozó la fuente.
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Here a great laugh was set up by the landlord’s hangers-on; who considered Sancho completely taken in by what I presume was one of mine host’s standing jokes.
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Los amigos del posadero reventaban de risa, burlándose de Sancho, con lo que me figuro que era una de las bromas favoritas de mi patrón.
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Leaving Antiquera at eight O’clock, we had a delightful ride along the little river, and by gardens and orchards, fragrant with the odors of spring and vocal with the nightingale. Our road passed round the Rock of the Lovers (el Penon de los Enamorados), which rose in a precipice above us. In the course of the morning we passed through Archidona, situated in the breast of a high hill, with a three-pointed mountain towering above it, and the ruins of a Moorish fortress. It was a great toil to ascend a steep stony street leading up into the city, although it bore the encouraging name of Calle Real del Llano (the Royal Street of the Plain), but it was still a greater toil to descend from this mountain city on the other side.
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Salimos de Antequera a las ocho. Fue una deliciosa jornada, a lo largo de un riachuelo por entre fragantes huertos y jardines con olores de primavera y trinos armoniosos de ruiseñores. Nuestra ruta rodeaba el Peñón de los Enamorados, que se alzaba sobre un precipicio, encima de nuestras cabezas. Aquella mañana atravesamos Archidona, emplazada en la ladera de una elevada colina, en la que destacan las ruinas de una fortaleza árabe y un cerro de tres picos. Fue para nosotros muy penoso el subir por una empedrada calle de pronunciada pendiente que conducía a la ciudad, aunque lleve el animoso nombre de Calle Real del Llano; pero fue más arduo todavía el descenso desde esta ciudad, entre cerros, a la ladera opuesta.
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At noon we halted in sight of Archidona, in a pleasant little meadow among hills covered with olive-trees. Our cloaks were spread on the grass, under an elm by the side of a bubbling rivulet; our horses were tethered where they might crop the herbage, and Sancho was told to produce his alforjas. He had been unusually silent this morning ever since the laugh raised at his expense, but now his countenance brightened, and he produced his alforjas with an air of triumph. They contained the contributions of four days’ journeying, but had been signally enriched by the foraging of the previous evening in the plenteous inn at Antiquera; and this seemed to furnish him with a set-off to the banter of mine host.
| SE HALLEN TESORO
Al mediodía nos detuvimos a la vista de Archidona, situada en una pequeña pero agradable pradera entre colinas cubiertas de olivos. Tendimos las capas sobre la hierba, debajo de un olmo, en las márgenes de un arroyuelo de aguas bulliciosas; atamos nuestros caballos donde pudiesen pacer a gusto y ordenamos a Sancho que vaciara las alforjas. Había permanecido toda la mañana en un silencio desusado, desde que se rieron de él, pero ahora se le iluminó el semblante y trajo las alforjas con aire de triunfo. Contenían las raciones de cuatro días de viaje, y se hablan enriquecido bastante con las provisiones de la noche anterior en la bien surtida posada de Antequera; esto parecía ofrecerle una compensación a las bromas del posadero.
| se halla un tesoro
would he exclaim, with a chuckling laugh, as he drew forth the heterogeneous contents one by one, in a series which seemed to have no end. First came forth a shoulder of roasted kid, very little the worse for wear; then an entire partridge; then a great morsel of salted codfish wrapped in paper; then the residue of a ham; then the half of a pullet, together with several rolls of bread, and a rabble rout of oranges, figs, raisins, and walnuts. His bota also had been recruited with some excellent wine of Malaga. At every fresh apparition from his larder, he would enjoy our ludicrous surprise, throwing himself back on the grass, shouting with laughter, and exclaiming “Frente del toro!—frente del toro! Ah, senores, they thought Sancho a simpleton at Antiquera; but Sancho knew where to find the tesoro. ”
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--exclamó con risa burlona, mientras sacaba el heterogéneo contenido, uno a uno, en una serie que parecía no acabar nunca. Sacó en primer lugar un pernil de cabrito asado, casi intacto; luego, una perdiz entera; más tarde, un buen trozo de bacalao envuelto en un papel, los restos de un jamón y media gallina; junto con esto, un montón de naranjas, higos, pasas y nueces. Su bota también estaba llena de un excelente vino de Málaga. A cada nueva aparición de su despensa, gozaba el hombre ante nuestro cómico asombro y se tumbaba de espaldas en la hierba, riendo a carcajadas y exclamando: --¡Enfrente del toro! ¡Enfrente del toro! ¡Ah, señores, se creían en Antequera que Sancho es tonto; pero Sancho supo dónde encontrar el tesoro!
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While we were diverting ourselves with his simple drollery, a solitary beggar approached, who had almost the look of a pilgrim. He had a venerable gray beard, and was evidently very old, supporting himself on a staff, yet age had not bowed him down; he was tall and erect, and had the wreck of a fine form. He wore a round Andalusian hat, a sheep-skin jacket, and leathern breeches, gaiters, and sandals. His dress, though old and patched, was decent, his demeanor manly, and he addressed us with the grave courtesy that is to be remarked in the lowest Spaniard. We were in a favorable mood for such a visitor; and in a freak of capricious charity gave him some silver, a loaf of fine wheaten bread, and a goblet of our choice wine of Malaga. He received them thankfully, but without any grovelling tribute of gratitude. Tasting the wine, he held it up to the light, with a slight beam of surprise in his eye, then quaffing it off at a draught, “It is many years, ” said he, “since I have tasted such wine. It is a cordial to an old man’s heart. ” Then, looking at the beautiful wheaten loaf, “Bendito sea tal pan! ” “Blessed be such bread! ” So saying, he put it in his wallet. We urged him to eat it on the spot. “No, senores, ” replied he, “the wine I had either to drink or leave; but the bread I may take home to share with my family. ”
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Mientras que nos divertíamos con sus ingenuidades, se nos acercó un mendigo que casi ofrecía el aspecto de un peregrino. Tenía una venerable barba gris y, por las trazas, era muy viejo; pero aunque se apoyaba en un cayado, todavía no estaba encorvado por los años. Era alto y erguido y mostraba las ruinas de una elegante figura. Llevaba un redondo sombrero andaluz, una zamarra y pantalones de cuero, e iba calzado con abarcas. Su traje, aunque viejo y remendado, era decente, y su aspecto, viril. Se dirigió a nosotros con esa grave cortesía que se encuentra hasta en el español más humilde. Nos sentimos favorablemente inclinados hacia visitante tal; y con impulsiva generosidad le dimos unas monedas, una hogaza de sabroso pan de trigo y un vaso de nuestro exquisito vino de Málaga. Lo recibió con gratitud, pero sin que le acompañase ningún servil ademán. Al probar el vino, lo miró al trasluz con un asomo de sorpresa en sus ojos; luego, se lo bebió de un trago. --Hace muchos años--dijo----que no he probado un vino así. Es reconfortante para el corazón de un viejo. --Después, contemplando la hermosa hogaza de pan, añadió--: ¡Bendito sea tal pan/--y lo guardó en su zurrón. Le insistimos para que se lo comiera allí. --No, señores--replicó-. El vino, sí, porque tenía que beberlo o dejarlo; pero el pan me lo puedo llevar a mi casa para compartirlo con mi familia.
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Our man Sancho sought our eye, and reading permission there, gave the old man some of the ample fragments of our repast, on condition, however, that he should sit down and make a meal.
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Sancho nos interrogó con la mirada, y al leer en ella nuestra aprobación, entregó al viejo una parte considerable de nuestra comida, aunque con la condición de que tenía que sentarse y comer allí mismo.
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He accordingly took his seat at some little distance from us, and began to eat slowly, and with a sobriety and decorum that would have become a hidalgo. There was altogether a measured manner and a quiet self-possession about the old man, that made me think that he had seen better days; his language too, though simple, had occasionally something picturesque and almost poetical in the phraseology. I set him down for some broken-down cavalier. I was mistaken; it was nothing but the innate courtesy of a Spaniard, and the poetical turn of thought and language often to be found in the lowest classes of this clear-witted people. For fifty years, he told us, he had been a shepherd, but now he was out of employ and destitute. “When I was a young man, ” said he, “nothing could harm or trouble me; I was always well, always gay; but now I am seventy-nine years of age, and a beggar, and my heart begins to fail me. ”
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Y así fue; sentóse a cierta distancia de nosotros y comenzó a comer pausadamente, con la sobriedad y el decoro propios de un hidalgo. Había en aquel anciano tal mesura y tan sereno domino de si mismo, que me hizo pensar si no habría conocido días mejores; hasta en su lenguaje, aunque sencillo, había algo de pintoresco y poético. Supuse que era algún arruinado caballero; pero me equivocaba. Aquella su actitud no era sino la innata cortesía de un español, y sus poéticos giros de lenguaje y pensamiento se encuentran con frecuencia en todos los habitantes de este pueblo de aguda inteligencia, incluso en los tipos de la más ínfima clase social. Nos dijo que había sido pastor durante cincuenta años, pero que ahora se encontraba sin colocación y, por consiguiente, necesitado. --Cuando era joven--añadió-nada me preocupaba ni me hacia daño; siempre me encontraba bien de salud, siempre alegre; pero ya tengo setenta y nueve años, soy pobre, y el corazón empieza a fallarme.
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Still he was not a regular mendicant: it was not until recently that want had driven him to this degradation; and he gave a touching picture of the struggle between hunger and pride, when abject destitution first came upon him. He was returning from Malaga without money; he had not tasted food for some time, and was crossing one of the great plains of Spain, where there were but few habitations. When almost dead with hunger, he applied at the door of a venta or country inn. “Perdon usted por Dios, hermano! ” ( ” Excuse us, brother, for God’s sake! ” ) was the reply—the usual mode in Spain of refusing a beggar.
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No era todavía mendigo profesional, porque hacía muy poco que la necesidad le había obligado a esta condición. Hizo una conmovedora pintura de la lucha que se entabló entre su orgullo y el hambre cuando por vez primera se apoderó de él la más negra miseria. Volvía de Málaga sin dinero; no había comido nada desde hacía algún tiempo y, por añadidura, cruzaba una de las más extensas llanuras de España, que apenas si tenía viviendas. Cuando medio muerto de hambre llamó en una venta, «Perdone usted por Dios, hermano», le contestaron; que es la fórmula corriente en España cuando se quiere denegar la petición de un pordiosero.
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“I turned away, ” said he, “with shame greater than my hunger, for my heart was yet too proud. I came to a river with high banks, and deep, rapid current, and felt tempted to throw myself in: ‘What should such an old, worthless, wretched man as I live for?’ But when I was on the brink of the current, I thought on the blessed Virgin, and turned away. I travelled on until I saw a country-seat at a little distance from the road, and entered the outer gate of the court-yard. The door was shut, but there were two young senoras at a window. I approached and begged. ‘Perdon usted por Dios, hermano!’—and the window closed.
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--Me alejé--siguió diciendo--con más vergüenza que hambre, porque todavía queda mucho orgullo en mi corazón. Llegué a un río de márgenes elevadas y de profunda e impetuosa corriente, y poco faltó para arrojarme a él. «Un viejo desgraciado e inútil como yo--me dije--no tiene por qué vivir.» Pero cuando me vi al borde de la corriente, me acordé de la Santísima Virgen y me alejé. Anduve hasta que divisé un cortijo a poca distancia del camino, y entré en su patio exterior. La puerta estaba cerrada, pero vi a dos señoras jóvenes asomadas en una ventana. Me acerqué e imploré: «Perdone usted por Dios, hermano», y cerraron.
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“I crept out of the court-yard, but hunger overcame me, and my heart gave way: I thought my hour at hand, so I laid myself down at the gate, commended myself to the Holy Virgin, and covered my head to die. In a little while afterwards the master of the house came home. Seeing me lying at his gate, he uncovered my head, had pity on my gray hairs, took me into his house, and gave me food. So, senores, you see that one should always put confidence in the protection of the Virgin. ”
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Salí del patio arrastrándome; el hambre me rindió y desfalleció mi corazón. Creí llegada mi última hora; me tendí en la puerta, me encomendé a la Santísima Virgen y me cubrí la cabeza para morir. Al rato llegó el dueño del cortijo que regresaba a su hogar, y al yerme tumbado en su puerta, descubrió mi cabeza, tuvo compasión de mis canas y me llevó dentro, donde me dio de comer. Porque, señores, nuestra confianza debe ponerse siempre en la protección de la Virgen.
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The old man was on his way to his native place, Archidona, which was in full view on its steep and rugged mountain. He pointed to the ruins of its castle. “That castle, ” he said, “was inhabited by a Moorish king at the time of the wars of Granada. Queen Isabella invaded it with a great army; but the king looked down from his castle among the clouds, and laughed her to scorn! Upon this the Virgin appeared to the queen, and guided her and her army up a mysterious path in the mountains, which had never before been known. When the Moor saw her coming, he was astonished, and springing with his horse from a precipice, was dashed to pieces! The marks of his horse’s hoofs, ” said the old man, “are to be seen in the margin of the rock to this day. And see, senores, yonder is the road by which the queen and her army mounted: you see it like a ribbon up the mountain’s side; but the miracle is, that, though it can be seen at a distance, when you come near it disappears! ”
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El anciano se dirigía a Archidona, su pueblo de origen, que divisaba muy bien desde allí, situado en su escarpada y rocosa colina. Nos señaló las ruinas de su castillo y dijo: --Ese castillo fue habitado por un rey en tiempos de la guerra de Granada. La reina Isabel le puso sitio con un gran ejército; pero el rey moro lo miraba desde su castillo entre nubes y se sonreía desdeñosamente. En esto se apareció la Virgen a la reina y la guió con su ejército por una misteriosa vereda de la montaña, desconocida hasta entonces. Cuando el rey la vio aproximarse, quedó atónito; se arrojó con su caballo por un precipicio y murió destrozado. Las huellas de los cascos de su caballo--continuó el anciano--se pueden ver marcadas en la roca desde aquel día. Y vean, señores; allá se contempla el camino por donde la reina y sus ejércitos subieron; parece una cinta que asciende por la ladera del monte; pero el milagro es que, aunque puede verse a distancia, desaparece cuando uno se acerca.
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The ideal road to which he pointed was undoubtedly a sandy ravine of the mountain, which looked narrow and defined at a distance, but became broad and indistinct on an approach.
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El sendero ideal que señalaba era, indudablemente, un arenoso barranco de la montaña, que parecía estrecho y perfilado a distancia, pero que al aproximarse uno se ensanchaba y desaparecía.
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As the old man’s heart warmed with wine and wassail, he went on to tell us a story of the buried treasure left under the castle by the Moorish king. His own house was next to the foundations of the castle. The curate and notary dreamed three times of the treasure, and went to work at the place pointed out in their dreams. His own son-in-law heard the sound of their pickaxes and spades at night. What they found nobody knows; they became suddenly rich, but kept their own secret. Thus the old man had once been next door to fortune, but was doomed never to get under the same roof.
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Cuando el viejo reconfortó su ánimo con el vino y la Comida, comenzó a contarnos la historia de un tesoro enterrado bajo el castillo por el rey moro. Su propia casa se encontraba junto a los cimientos. El cura y el notario habían soñado tres noches seguidas con aquel tesoro, e incluso habían cavado en el sitio que señalaban sus sueños; el propio yerno del viejo oyó una noche ruido de picos y palas. Lo que se encontraron se ignora; sí consta que de pronto se vieron ricos, aunque guardaron su secreto. Así fue como tuvo el anciano una vez la fortuna al alcance de sus manos, pero estaba condenado sin duda a no poder disfrutar de ella.
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I have remarked that the stories of treasure buried by the Moors, so popular throughout Spain, are most current among the poorest people. Kind nature consoles with shadows for the lack of substantials. The thirsty man dreams of fountains and running streams, the hungry man of banquets, and the poor man of heaps of hidden gold: nothing certainly is more opulent than the imagination of a beggar.
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He observado que las historias de tesoros escondidos por los moros, tan populares en España, son cosa muy corriente entre las personas humildes. La Naturaleza, bondadosa, consuela con las sombras de la fantasía la carencia de realidades. El sediento sueña con el dulce murmullo de las fuentes y los ríos; el hambriento, con suntuosos banquetes, y el pobre, con montones de oro escondido, porque no hay en verdad nada tan rico como la imaginación de un pobre.
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Our afternoon’s ride took us through a steep and rugged defile of the mountains, called Puerto del Rey, the Pass of the King; being one of the great passes into the territories of Granada, and the one by which King Ferdinand conducted his army. Towards sunset the road, winding round a hill, brought us in sight of the famous little frontier city of Loxa, which repulsed Ferdinand from its walls. Its Arabic name implies “guardian, ” and such it was to the vega of Granada, being one of its advanced guards. It was the strong-hold of that fiery veteran, old Ali Atar, father-in-law of Boabdil; and here it was that the latter collected his troops, and sallied forth on that disastrous foray which ended in the death of the old alcayde and his own captivity. From its commanding position at the gate, as it were, of this mountain pass, Loxa has not unaptly been termed the key of Granada. It is wildly picturesque; built along the face of an arid mountain. The ruins of a Moorish alcazar or citadel crown a rocky mound which rises out of the centre of the town. The river Xenil washes its base, winding among rocks, and groves, and gardens, and meadows, and crossed by a Moorish bridge. Above the city all is savage and sterile, below is the richest vegetation and the freshest verdure. A similar contrast is presented by the river; above the bridge it is placid and grassy, reflecting groves and gardens; below it is rapid, noisy and tumultuous. The Sierra Nevada, the royal mountains of Granada, crowned with perpetual snow, form the distant boundary to this varied landscape; one of the most characteristic of romantic Spain.
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Nuestra jornada de aquella tarde nos llevó por un pendiente y escarpado desfiladero de la montaña, llamado Puerto del Rey, uno de los grandes pasos que dan entrada al territorio de Granada y por el que el rey Fernando condujo en cierta ocasión sus ejércitos. A la caída del sol, el sendero que rodeaba una colina nos puso a la vista de la famosa y pequeña ciudad fronteriza de Loja, que rechazó desde sus murallas al rey Fernando. Su nombre árabe quiere decir custodia o protectora, porque lo fue de la vega de Granada, como uno de sus vigías avanzados. Era el baluarte de aquel feroz guerrero, el viejo Aliatar, suegro de Boabdil; y fue allí donde agrupó a su gente y salió a una desastrosa correría que terminó con el cautiverio y muerte del viejo alcaide. Loja ha sido llamada, con razón, la llave de Granada, dada su privilegiada posición en las mismas puertas, por decirlo así, de este desfiladero. Muy agreste y pintoresca, está edificada en la falda de una árida montaña. Las ruinas de un alcázar coronan un montículo rocoso que se alza en el centro de la ciudad. La baña el río Genil, que serpentea entre rocas y arboledas, prados y jardines, y que está cruzado por un puente morisco. Todo se ofrece bravío y estéril por encima de la ciudad, aunque de exuberante vegetación y fresca verdura en su zona baja. El río ofrece un contraste parecido; más allá del puente todo es plácido, fértil y poblado de setos y arboledas; más acá, ruidoso y turbulento. Sierra Nevada, regias montañas de Granada coronadas de nieves perpetuas, forma el límite lejano de este variado paisaje, uno de los más característicos de la romántica España.
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Alighting at the entrance of the city, we gave our horses to Sancho to lead them to the inn, while we strolled about to enjoy the singular beauty of the environs. As we crossed the bridge to a fine alameda, or public walk, the bells tolled the hour of oration. At the sound the wayfarers, whether on business or pleasure, paused, took off their hats, crossed themselves, and repeated their evening prayer—a pious custom still rigidly observed in retired parts of Spain. Altogether it was a solemn and beautiful evening scene, and we wandered on as the evening gradually closed, and the new moon began to glitter between the high elms of the alameda.
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Nos apeamos a las puertas de la ciudad y encargamos a Sancho que llevase nuestros caballos a la posada, en tanto dábamos una vuelta para gozar de la peregrina belleza del contorno. Cuando cruzábamos el puente en dirección a una hermosa alameda, dieron las campanas el toque de oración. Al oírlas, los transeuntes, ya sea por obligación o por complacencia, se descubrían y santiguaban, rezando la oración de la tarde, piadosa costumbre que todavía se conserva en los más apartados rincones de España. Todo ello formaba al atardecer un espectáculo bello y solemne. Paseábamos en tanto que la tarde se iba poco a poco y la luna comenzaba a brillar entre los olmos de la alameda.
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We were roused from this quiet state of enjoyment by the voice of our trusty squire hailing us from a distance. He came up to us, out of breath. “Ah, senores, ” cried he, “el pobre Sancho no es nada sin Don Quixote. ” ( ” Ah, senores, poor Sancho is nothing without Don Quixote. ” ) He had been alarmed at our not coming to the inn; Loxa was such a wild mountain place, full of contrabandistas, enchanters, and infiernos; he did not well know what might have happened, and set out to seek us, inquiring after us of every person he met, until he traced us across the bridge, and, to his great joy, caught sight of us strolling in the alameda.
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La voz de nuestro fiel escudero, que nos llamaba a distancia, nos sacó de este apacible estado de felicidad. Llegó sin aliento a donde estábamos. --¡Ah, señores!--exclamó----. El pobre Sancho no es nada sin Don Quijote. El hombre se había alarmado al ver que no llegábamos a la posada; le constaba que Loja era un agreste lugar montañoso, lleno de contrabandistas, hechiceros e infiernos, y como ignoraba lo que pudiera haber sucedido, salió en nuestra busca, preguntando por nosotros a todo el que topaba, hasta que supo que habíamos cruzado el puente y, con la natural alegría, nos había divisado paseando por la alameda.
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The inn to which he conducted us was called the Corona, or Crown, and we found it quite in keeping with the character of the place, the inhabitants of which seem still to retain the bold, fiery spirit of the olden time. The hostess was a young and handsome Andalusian widow, whose trim basquina of black silk, fringed with bugles, set off the play of a graceful form and round pliant limbs. Her step was firm and elastic; her dark eye was full of fire, and the coquetry of her air, and varied ornaments of her person, showed that she was accustomed to be admired.
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La posada a que nos llevó se llamaba de la Corona, muy en consonancia, según comprobamos, con el aspecto del lugar, cuyos habitantes parecen conservar aún el fiero y resuelto espíritu de los pasados tiempos. La posadera era una joven y bella viuda andaluza, cuya adornada basquiña, de seda negra con flecos 'le abalorios, hacía resaltar los encantos de su airoso cuerpo y de sus torneadas y flexibles piernas. Su andar era firme y elástico, y llenos de fuego sus negros ojos. La coquetería de su movimiento y los adornos varios de su persona mostraban que le era muy familiar el ser admirada.
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She was well matched by a brother, nearly about her own age; they were perfect models of the Andalusian majo and maja. He was tall, vigorous, and well-formed, with a clear olive complexion, a dark beaming eye, and curling chestnut whiskers that met under his chin. He was gallantly dressed in a short green velvet jacket, fitted to his shape, profusely decorated with silver buttons, with a white handkerchief in each pocket. He had breeches of the same, with rows of buttons from the hips to the knees; a pink silk handkerchief round his neck, gathered through a ring, on the bosom of a neatly-plaited shirt; a sash round the waist to match; bottinas, or spatterdashes, of the finest russet leather, elegantly worked, and open at the calf to show his stockings and russet shoes, setting off a well-shaped foot.
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Buena pareja con ella hacía su hermano, casi de su misma edad, y los dos, modelos acabados de majo y maja andaluces. El era alto; vigoroso y bien formado, de tez aceitunada, ojos negros y vivos y rizadas patillas de color castaño que se juntaban bajo la barbilla. Iba airosamente vestido con chaquetilla corta de terciopelo verde ajustada a su cuerpo, muy adornada de botones de plata y un blanco pañuelo en cada bolsillo. Sus calzones, de la misma tela, llevaban una fila de botones desde las caderas hasta las rodillas; tenía asimismo un pañuelo de seda roja entorno a su garganta, recogido con un cintillo sobre la pechera ¿e su camisa, cortada con esmero, y haciendo juego, una faja en la cintura; botines del más fino cuero bermejo, finamente trabajado, abiertos por las pantorrillas para enseñar las medias, y zapatos encarnados que daban realce a su bien formado pie.
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As he was standing at the door, a horseman rode up and entered into low and earnest conversation with him. He was dressed in a similar style, and almost with equal finery—a man about thirty, square-built, with strong Roman features, handsome, though slightly pitted with the small-pox; with a free, bold, and somewhat daring air. His powerful black horse was decorated with tassels and fanciful trappings, and a couple of broad-mouthed blunderbusses hung behind the saddle. He had the air of one of those contrabandistas I have seen in the mountains of Ronda, and evidently had a good understanding with the brother of mine hostess; nay, if I mistake not, he was a favored admirer of the widow. In fact, the whole inn and its inmates had something of a contrabandista aspect, and a blunderbuss stood in a corner beside the guitar. The horseman I have mentioned passed his evening in the posada, and sang several bold mountain romances with great spirit. As we were at supper, two poor Asturians put in in distress, begging food and a night’s lodging. They had been waylaid by robbers as they came from a fair among the mountains, robbed of a horse, which carried all their stock in trade, stripped of their money, and most of their apparel, beaten for having offered resistance, and left almost naked in the road. My companion, with a prompt generosity natural to him, ordered them a supper and a bed, and gave them a sum of money to help them forward towards their home.
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Mientras permanecía en la puerta, llegó un jinete que entabló una seria conversación con él, en voz baja. Vestía de un modo parecido y casi con el mismo primor. Era un hombre de unos treinta años, de buena contextura, vigorosas facciones romanas, de cierta hermosura viril, aunque ligeramente picado de viruelas, de ademanes desenvueltos y de atrevida audacia. Su brioso caballo negro iba adornado con borlas y caprichosos arreos y llevaba colgados un par de trabucos detrás de la silla. Parecía uno de aquellos contrabandistas que había visto en la Serranía de Ronda, y por las trazas, estaba en buena armonía con el hermano de mi posadera. Es más: sí no me equivoco era el pretendiente predilecto de la viuda. Toda la posada y sus ocupantes tenían cierto aspecto contrabandista y en un rincón se veía un trabuco al lado de una guitarra. El mencionado jinete pasó la noche en la posada y cantó con buen estilo algunos atrevidos romances de la montaña. Estábamos cenando cuando entraron dos infelices asturianos que con plañidero tono pidieron comida y cama por una noche. Al volver de una feria habían sido asaltados por los bandidos de la montaña, que les hablan robado el caballo con todas las mercancías propias de su oficio, junto con el dinero. Como habían opuesto alguna resistencia, les destrozaron las ropas, dejándoles en el camino casi desnudos. Mi compañero de viaje, con la espontánea generosidad que le caracteriza, encargó que les preparasen cena y cama, y les dio, además, el dinero suficiente para proseguir el viaje hasta su lugar.
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As the evening advanced, the dramatis personae thickened. A large man, about sixty years of age, of powerful frame, came strolling in, to gossip with mine hostess. He was dressed in the ordinary Andalusian costume, but had a huge sabre tucked under his arm, wore large moustaches, and had something of a lofty swaggering air. Every one seemed to regard him with great deference.
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A medida que la noche avanzaba, las dramatis personae iban aumentando. Un grueso individuo de unos sesenta años de edad y de fuerte contextura, entró con paso cansino y se puso a charlar con mi mesonera. Vestía el traje andaluz corriente y llevaba un enorme sable bajo el brazo; lucía grandes mostachos y ofrecía en todo un aire altivo y fanfarrón. Todos parecían mirarle con gran deferencia.
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Our man Sancho whispered to us that he was Don Ventura Rodriguez, the hero and champion of Loxa, famous for his prowess and the strength of his arm. In the time of the French invasion he surprised six troopers who were asleep: he first secured their horses, then attacked them with his sabre, killed some, and took the rest prisoners. For this exploit the king allows him a peseta (the fifth of a duro, or dollar) per day, and has dignified him with the title of Don.
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Sancho nos murmuró al oído que era don Ventura Rodríguez, héroe y campeón de Loja, famoso por sus hazañas y por el vigor de su brazo. En tiempos de la invasión francesa sorprendió a seis soldados que dormían; primero trabó sus caballos, y después los acometió con su sable, matando a unos y haciendo prisioneros a los restantes. Por esa hazaña le concedió el rey una peseta diaria y le honró con el título de Don.
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I was amused to behold his swelling language and demeanor. He was evidently a thorough Andalusian, boastful as brave. His sabre was always in his hand or under his arm. He carries it always about with him as a child does her doll, calls it his Santa Teresa, and says, “When I draw it, the earth trembles ” ( ” tiembla la tierra ” ).
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Me divertía oír su ampuloso lenguaje y contemplar su tipo. Era, ciertamente, modelo de perfecto andaluz, bravo y fanfarrón. Llevaba siempre el sable en su mano o bajo el brazo, y no lo soltaba nunca, lo mismo que una niña con su muñeca. Lo llamaba su Santa Teresa y decía: --Cuando lo saco, tiembla la tierra.
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I sat until a late hour listening to the varied themes of this motley group, who mingled together with the unreserve of a Spanish posada. We had contrabandista songs, stories of robbers, guerilla exploits, and Moorish legends. The last were from our handsome landlady, who gave a poetical account of the infiernos, or infernal regions of Loxa, dark caverns, in which subterranean streams and waterfalls make a mysterious sound. The common people say that there are money-coiners shut up there from the time of the Moors, and that the Moorish kings kept their treasures in those caverns.
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Estuve sentado allí hasta muy tarde, oyendo los varios temas de conversación de aquel pintoresco grupo, en el que todos estaban mezclados, con esa típica campechanía que reina en las posadas españolas. Oímos romances de contrabandistas, historias de ladrones, así como hazañas de guerrilla y leyendas moriscas. Una de éstas la refirió nuestra bella mesonera, que hizo un poético relato de los infiernos de Loja: oscuras cavernas donde las corrientes de agua y las cascadas producen un ruido misterioso y donde, según el vulgo, hay riquezas escondidas desde aquellos tiempos en que los reyes moros guardaron en ellas sus tesoros.
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I retired to bed with my imagination excited by all that I had seen and heard in this old warrior city. Scarce had I fallen asleep when I was aroused by a horrid din and uproar, that might have confounded the hero of La Mancha himself whose experience of Spanish inns was a continual uproar. It seemed for a moment as if the Moors were once more breaking into the town, or the infiernos of which mine hostess talked had broken loose. I sallied forth half dressed to reconnoiter. It was nothing more nor less than a charivari to celebrate the nuptials of an old man with a buxom damsel. Wishing him joy of his bride and his serenade, I returned to my more quiet bed, and slept soundly until morning.
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Me fui a la cama con la imaginación excitada por todo lo que había visto y oído en esta vieja ciudad llena de bélicos recuerdos. Apenas me había dormido cuando me despertaron un estrépito y algarabía horribles, que hubieran turbado al mismo héroe de la Mancha, cuya estancia en las posadas españolas ocasionaba un continuo alboroto. Dio la impresión, por el momento, de que los moros habían penetrado una vez más en la ciudad, o que se hubiesen derrumbado los infiernos de que mi posadera había hablado. Salí a medio vestir a enterarme de lo sucedido. Era, ni más ni menos, una cencerrada para celebrar el enlace de un viejo con una rolliza damisela. Deseándole que disfrutase de su novia y de aquella serenata, me volví a mi pacífico lecho y dormí de un tirón hasta la mañana siguiente.
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While dressing, I amused myself in reconnoitering the populace from my window. There were groups of fine-looking young men in the trim fanciful Andalusian costume, with brown cloaks, thrown about them in true Spanish style, which cannot be imitated, and little round majo hats stuck on with a peculiar knowing air. They had the same galliard look which I have remarked among the dandy mountaineers of Ronda. Indeed, all this part of Andalusia abounds with such game-looking characters. They loiter about the towns and villages, seem to have plenty of time and plenty of money: “horse to ride and weapon to wear. ” Great gossips; great smokers; apt at touching the guitar, singing couplets to their maja belles, and famous dancers of the bolero. Throughout all Spain the men, however poor, have a gentleman-like abundance of leisure, seeming to consider it the attribute of a true cavaliero never to be in a hurry; but the Andalusians are gay as well as leisurely, and have none of the squalid accompaniments of idleness. The adventurous contraband trade which prevails throughout these mountain regions, and along the maritime borders of Andalusia, is doubtless at the bottom of this galliard character.
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En tanto que me vestía, me distraje contemplando desde mi ventana el ir y venir de la gente del lugar. Había grupos de jóvenes de buena presencia, vestidos con el típico traje andaluz de caprichosos adornos, pardas capas terciadas, según la auténtica e inimitable costumbre española, y su redondo sombrero majo que les prestaba un aire muy peculiar. Ofrecían la misma gallarda presencia que había observado en los presumidos montañeses de Ronda. Efectivamente, toda esta parte de Andalucía es pródiga en estos tipos tan pintorescos que vagan ociosos por pueblos y ciudades, sobrados, según parece, de tiempo y dinero; «les basta un caballo que montar y un arma que llevar». Muy locuaces, grandes fumadores, tocan hábilmente la guitarra, dan serenatas a su bella maja y bailan muy bien el bolero. Por toda España, los hombres, aunque sean de condición humilde, tienen un concepto un poco caballeresco de la ociosidad; creen, al parecer, que el no tener prisa jamás es atributo del verdadero caballero. En cuanto a los andaluces, son tan ociosos como alegres, y debido a esto últimos, nunca sufren las tristes consecuencias de la haraganería. Indudablemente, el origen de esta manera de ser se encuentra en el atrevido comercio de contrabando que abunda en esta montañosa región, a todo lo largo del litoral de Andalucía.
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In contrast to the costume of these groups was that of two long-legged Valencians conducting a donkey, laden with articles of merchandise, their musket slung crosswise over his back ready for action. They wore round jackets (jalecos), wide linen bragas or drawers scarce reaching to the knees and looking like kilts, red fajas or sashes swathed tightly round their waists, sandals of espartal or bass weed, colored kerchiefs round their heads somewhat in the style of turbans but leaving the top of the head uncovered; in short, their whole appearance having much of the traditional Moorish stamp.
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Contrastaba con el atuendo de estos grupos, el de dos zanquilargos valencianos que llevaban un borriquillo cargado de mercancías, con sus mosquetes al hombro, prontos a la acción. Usaban chalecos redondos, anchas bragas de hilo que apenas les llegaban hasta las rodillas, semejantes a faldillas escocesas, rojas fajas muy ceñidas a la cintura, abarcas de esparto y vistosos pañuelos en torno a la cabeza, a modo de turbante, aunque dejando al descubierto la coronilla. Ofrecían, en suma, el aspecto de una tradicional estampa morisca.
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On leaving Loxa we were joined by a cavalier, well mounted and well armed, and followed on foot by an escopetero or musketeer. He saluted us courteously, and soon let us into his quality. He was chief of the customs, or rather, I should suppose, chief of an armed company whose business it is to patrol the roads and look out for contrabandistas. The escopetero was one of his guards. In the course of our morning’s ride I drew from him some particulars concerning the smugglers, who have risen to be a kind of mongrel chivalry in Spain. They come into Andalusia, he said, from various parts, but especially from La Mancha, sometimes to receive goods, to be smuggled on an appointed night across the line at the plaza or strand of Gibraltar, sometimes to meet a vessel, which is to hover on a given night off a certain part of the coast. They keep together and travel in the night. In the daytime they lie quiet in barrancos, gullies of the mountains or lonely farm-houses; where they are generally well received, as they make the family liberal presents of their smuggled wares. Indeed, much of the finery and trinkets worn by the wives and daughters of the mountain hamlets and farm-houses are presents from the gay and open-handed contrabandistas.
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Al salir de Loja se nos agregó un caballero, bien montado y armado, seguido a pie por un escopetero. Nos saludó cortésmente y pronto nos dio a conocer su clase y condición. Era el jefe de aduanas, o, dicho de otro modo, el jefe de una compañía armada que tiene la misión de patrullar por los caminos a la busca y captura de los contrabandistas. El escopetero era uno de sus guardianes. En el curso de nuestra jornada de aquella mañana, me dio a conocer algunos datos respecto a los contrabandistas, que han llegado a constituir en España una especie de caballería mixta. Nos dijo que venían a Andalucía de diferentes puntos, en especial de la Mancha; unas veces, para recibir el género que será más tarde introducido de contrabando por la aduana de la plaza de Gibraltar, una noche previamente fijada; y otras, para salir al encuentro de un barco que los aguarda, en noche también elegida, frente a cierto lugar de la costa. Se ayudan mutuamente y siempre su trabajo es nocturno. De día descansan tranquilamente en los barrancos o en algún cortijo solitario. Aquí son bien recibidos, por lo general, ya que suelen hacer generosos regalos a la gente del cortijo, a base de las mercancías del contrabando. Y así, muchos de los adornos y baratijas que llevan las mujeres, esposas e hijas, de las aldeas y cortijos de la montaña, son regalos de los alegres y generosos contrabandistas.
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Arrived at the part of the coast where a vessel is to meet them, they look out at night from some rocky point or headland. If they descry a sail near the shore they make a concerted signal; sometimes it consists in suddenly displaying a lantern three times from beneath the folds of a cloak. If the signal is answered, they descend to the shore and prepare for quick work. The vessel runs close in; all her boats are busy landing the smuggled goods, made up into snug packages for transportation on horseback. These are hastily thrown on the beach, as hastily gathered up and packed on the horses, and then the contrabandistas clatter off to the mountains. They travel by the roughest, wildest, and most solitary roads, where it is almost fruitless to pursue them. The custom-house guards do not attempt it: they take a different course. When they hear of one of these bands returning full freighted through the mountains, they go out in force, sometimes twelve infantry and eight horsemen, and take their station where the mountain defile opens into the plain. The infantry, who lie in ambush some distance within the defile, suffer the band to pass, then rise and fire upon them. The contrabandistas dash forward, but are met in front by the horsemen. A wild skirmish ensues. The contrabandistas, if hard pressed, become desperate. Some dismount, use their horses as breast-works, and fire over their backs; others cut the cords, let the packs fall off to delay the enemy, and endeavor to escape with their steeds. Some get off in this way with the loss of their packages; some are taken, horses, packages, and all; others abandon every thing, and make their escape by scrambling up the mountains. “And then, ” cried Sancho, who had been listening with a greedy ear, “se hacen ladrones legitimos ” —and then they become legitimate robbers.
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Cuando han llegado a la parte de la costa señalada para que el barco salga a su encuentro, buscan entonces alguna punta o promontorio rocosos. Si divisan una vela cerca de la orilla, hacen la señal convenida; ésta consiste con frecuencia en alum brar tres veces con una linterna que ocultan bajo los pliegues de sus capas. Si la señal es contestada, descienden a la costa y se entregan con rapidez al trabajo. El barco se aproxima protegido por la oscuridad; todos los botes se apresuran a desembarcar las mercancías, que son preparadas en cómodos fardos para su transporte a los lomos de los caballos. Las arrojan rápidamente a la playa y son cargadas a toda prisa en las caballerías. Luego, los contrabandistas se internan en lo intrincado del monte. Avanzan por caminos escabrosos y solitarios, por lo que es poco menos que inútil el seguirlos; los de aduanas ni lo intentan, sino que, por el contrario, toman camino distinto. Cuando llega a su conocimiento que una de estas partidas regresa con su buen cargamento a través de la sierra, se destaca una fuerza que en ocasiones se compone de doce hombres a pie y ocho jinetes, y se colocan en la entrada de un desfiladero abierto a la llanura. Los de a pie, emboscados a cierta distancia, pero dentro del desfiladero, dejan que pasen y luego abren fuego contra ellos. Prosiguen adelante los contrabandistas, pero entonces se encuentran frente a los jinetes. Surge así una feroz escaramuza. Si la situación es muy apurada, los contrabandistas se ven perdidos. Algunos descabalgan y, usando sus caballos como parapeto, disparan por encima de sus lomos; otros cortan las cuerdas que sujetan los fardos, dejándolos caer con el propósito de obstaculizar a sus enemigos e intentar después darse a la fuga en sus rápidos corceles. Los hay que consiguen huir, aunque pierdan sus fardos; muchos son capturados con todo, caballos y mercancía, y otros, en fin, abandonan todas las cosas y logran escapar trepando como gatos por las montañas. -Y entonces--exclamó Sancho, que había estado escuchando con gran atención, se hacen ladrones legítimos.
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I could not help laughing at Sancho’s idea of a legitimate calling of the kind; but the chief of customs told me it was really the case that the smugglers, when thus reduced to extremity, thought they had a kind of right to take the road, and lay travellers under contribution, until they had collected funds enough to mount and equip themselves in contrabandista style.
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No pude por menos que reírme ante la ocurrencia de Sancho de que existiese tal clase como profesión legítima; pero el jefe de adunas me dijo que se daba, en efecto, el caso de que los contrabandistas, al verse acorralados así, se creían en el legítimo derecho de salir a los caminos e imponer al viajero una contribución, hasta que reúnen los fondos necesarios para prepararse y equiparse al estilo contrabandista.
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Towards noon our wayfaring companion took leave of us and turned up a steep defile, followed by his escopetero; and shortly afterwards we emerged from the mountains, and entered upon the far famed Vega of Granada.
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Hacia el mediodía se despidió de nosotros nuestro compañero de viaje y bajó por un pronunciado desfiladero, seguido de su escopetero; poco después salíamos de entre los montes y entrábamos en la famosa vega de Granada.
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Our last mid-day’s repast was taken under a grove of olive-trees on the border of a rivulet. We were in a classical neighborhood; for not far off were the groves and orchards of the Soto de Roma. This, according to fabulous tradition, was a retreat founded by Count Julian to console his daughter Florinda. It was a rural resort of the Moorish kings of Granada, and has in modern times been granted to the Duke of Wellington.
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Hicimos nuestra última comida de mediodía bajo unos olivos que había a orillas de un riachuelo. Nos encontrábamos en un paraje clásico, ya que no lejos de nosotros se alzaban las alamedas y huertos del Soto de Roma. Era, según nos dice una fabulosa tradición, un lugar de retiro creado por el conde Don Julián para que sirviese de consuelo a su hija. Fue aquél una finca campestre de los reyes moros de Granada, y en la actualidad pertenece al duque de Wellington.
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Our worthy squire made a half melancholy face as he drew forth, for the last time, the contents of his alforjas, lamenting that our expedition was drawing to a close, for, with such cavaliers, he said, he could travel to the world’s end. Our repast, however, was a gay one; made under such delightful auspices. The day was without a cloud. The heat of the sun was tempered by cool breezes from the mountains. Before us extended the glorious Vega. In the distance was romantic Granada surmounted by the ruddy towers of the Alhambra, while far above it the snowy summits of the Sierra Nevada shone like silver.
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El semblante de nuestro buen escudero ofrecía melancólico aspecto cuando extrajo por última vez el contenido de sus alforjas. Se lamentaba de que nuestra excursión tocase a su fin, pues, según dijo, sería capaz de ir hasta el fin del mundo en compañía de tales caballeros. Nuestro refrigerio resultó alegre y hecho bajo buenos auspicios. El cielo brillaba sin una nube. La fresca brisa de la montaña templaba el calor del sol. Ante nosotros se extendía, magnífica, la Vega. Allá a lo lejos, la romántica Granada, coronada por las rojizas torres de la Alhambra; mientras por encima de ella refulgían como la plata las nevadas cumbres de Sierra Nevada.
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Our repast finished, we spread our cloaks and took our last siesta al fresco, lulled by the humming of bees among the flowers and the notes of doves among the olive-trees. When the sultry hours were passed we resumed our journey. After a time we overtook a pursy little man, shaped not unlike a toad and mounted on a mule. He fell into conversation with Sancho, and finding we were strangers, undertook to guide us to a good posada. He was an escribano (notary), he said, and knew the city as thoroughly as his own pocket. “Ah Dios, senores! what a city you are going to see. Such streets! such squares! such palaces! and then the women—ah Santa Maria purisima—what women! ” “But the posada you talk of, ” said I; “are you sure it is a good one? ”
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Terminada la comida, tendimos nuestras capas y echamos nuestra última siesta, al fresco, arrullados por los zumbidos de las abejas entre las flores y el murmullo de las palomas en los olivos. Cuando pasaron las horas de bochorno, proseguimos nuestra ruta. Al rato, alcanzamos a un obeso hombrecillo que parecía un sapo montado en una muía. Comenzó a conversar con Sancho, y al saber que éramos extranjeros, se ofreció a guiamos a una buena posada. Nos dijo que era escribano y que conocía la ciudad tan bien como sus propios bolsillos. -- ¡Ah, Dios, señores! ¡Qué ciudad van a ver ustedes! ¡Qué calles! ¡Qué plazas! ¡Qué palacios! Y si son las mujeres... ¡Ah, Santa María Purísima, qué mujeres! --¿Y está usted seguro--dije yo--de que es buena esa posada que dice?
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“Good! Santa Maria! the best in Granada. Salones grandes—camas de luxo—colchones de pluma (grand saloons—luxurious sleeping rooms—beds of down). Ah, senores, you will fare like King Chico in the Alhambra. ”
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--¿Buena? ¡Santa María! La mejor de Granada. Salones grandes, camas de lujo, colchones de plumas. ¡Ah, señores, comerán como el Rey Chico de la Alhambra!
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“And how will my horses fare? ” cried Sancho.
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--¿Y cómo comerán mis caballos?--preguntó Sancho.
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“Like King Chico’s horses. Chocolate con leche y bollos para almuerza ” ( ” chocolate and milk with sugar cakes for breakfast ” ), giving the squire a knowing wink and a leer.
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