Talas of the Alhambra (Cuentos) >





Washington Irving

Tales of the Alhambra



The House of the Weathercock



La casa del gallo del viento

ON THE brow of the lofty hill of the Albaycin, the highest part of Granada, and which rises from the narrow valley of the Darro, directly opposite to the Alhambra, stands all that is left of what was once a royal palace of the Moors. it has, in fact, fallen into such obscurity, that it cost me much trouble to find it; though aided in my researches, by the sagacious and all-knowing Mateo Ximenes. This edifice has borne for centuries the name of “The House of the Weathercock ” (La Casa del Gallo de Viento), from a bronze figure on one of its turrets, in ancient times, of a warrior on horseback, and turning with every breeze. This weathercock was considered by the Moslems of Granada a portentous talisman. According to some traditions, it bore the following Arabic inscription:
Calet et Bedici Aben Habuz,
Quidat ehahet Lindabuz.
Which has been rendered into Spanish:
Dice el sabio Aben Habuz,
Que asi se defiende el Andaluz.
And into English:
In this way, says, Aben Habuz the wise,
Andaluz guards against surprise.
 EN la cima de la alta colina del Albaicín, la parte más elevada de Granada, que se alza desde el estrecho valle del Darro, enfrente mismo de la Alhambra, se encuentra todo cuanto queda de lo que fue un día palacio real de los moros. Ha llegado, en verdad, a tal estado, que me costó mucho trabajo encontrarlo, pese a ser ayudado en mi búsqueda por el sagaz y sabelotodo Mateo Jiménez. Este edificio ha llevado durante siglos el nombre de La Casa del Gallo de Viento, por una figura de bronce colocada en otro tiempo en una de sus torrecillas, que representaba un guerrero a caballo y que giraba a todos los vientos. Esta veleta fue considerada por los musulmanes de Granada como un mágico talismán. Según algunas tradiciones, lucía la siguiente ins cripción arábiga:
Calet el Bedici Aben Habuz
Quidat ehahet Lindabuz
que ha sido traducida al español de este modo:
Dice el sabio Aben Habuz
que así se defiende el Andaluz.
This Aben Habuz, according to some of the old Moorish chronicles, was a captain in the invading army of Taric, one of the conquerors of Spain, who left him as Alcayde of Granada. He is supposed to have intended this effigy as a perpetual warning to the Moslems of Andaluz, that, surrounded by foes, their safety depended upon their being always on their guard and ready for the field.  Este Aben Habuz, conforme a algunas de las viejas crónicas moriscas, fue capitán en el ejército invasor de Tarik, uno de los conquistadores de España, que lo nombró alcaide de Granada. Pretendía, según se cree, que esta efigie fuese como un E aviso perpetuo para los musulmanes del Andalus, puesto que rodeado de enemigos, su seguridad dependía de estar siempre alerta y dispuestos al combate.
Others, among whom is the Christian historian Marmol, affirms “Badis Aben Habus ” to have been a Moorish sultan of Granada, and that the weathercock was intended as a perpetual admonition of the instability of Moslem power, bearing the following words in Arabic:  Otros, entre quienes se cuenta el historiador cristiano Mármol, afirman que Badis Aben Habuz fue un sultán moro de Granada, y que la veleta se interpretaba como continua advertencia de la inestabilidad del poder musulmán, al llevar las siguientes palabras en árabe:
“Thus Ibn Habus al Badise predicts Andalus shall one day vanish and pass away. ”  «De esta forma Ibn Habus el badise profetiza que el Andalus morirá un día y se desvanecerá.»
Another version of this portentous inscription is given by a Moslem historian, on the authority of Sidi Hasan, a faquir who flourished about the time of Ferdinand and Isabella, and who was present at the taking down of the weathercock, when the old Kassaba was undergoing repairs.  Otra versión acerca de esta famosa inscripción la trae un historiador musulmán, fundándose en la autoridad de Sidi Hasan, un faquir que brilló en tiempo de Fernando e Isabel y que estuvo presente al desmontar la veleta, en unas reparaciones de la vieja Alcazaba.
“I saw it, ” says the venerable faquir, “with my own eyes; it was of a heptagonal shape, and had the following inscription in verse:
The palace at fair Granada presents a talisman.
The horseman, though a solid body,
turns with every wind.
This to a wise man reveals a mystery:
In a little while comes a calamity
to ruin both the palace and its owner. ”
 «La vi—dice el venerable faquir— con mis propios ojos; tenía la forma de un heptágono y ostentaba la siguiente inscripción en verso:
El palacio de la bella Granada ofrece un talismán.
El jinete, aunque un cuerpo sólido,
gira a todos los vientos.
Esto, para el sabio, revela un misterio.
En breve tiempo, sobrevendrá una calamidad
que destruya al palacio y a su dueño.
In effect it was not long after this meddling with the portentous weathercock that the following event occurred. As old Muley Abul Hassan, the king of Granada, was seated under a sumptuous pavilion, reviewing his troops who paraded before him in armor of polished steel, and gorgeous silken robes, mounted on fleet steeds, and equipped with swords, spears and shields, embossed with gold and silver; suddenly a tempest was seen hurrying from the south-west. In a little while, black clouds overshadowed the heavens and burst forth with a deluge of rain. Torrents came roaring down from the mountains, bringing with them rocks and trees; the Darro overflowed its banks; mills were swept away; bridges destroyed, gardens laid waste; the inundation rushed into the city, undermining houses, drowning their inhabitants, and overflowing even the square of the Great Mosque. The people rushed in affright to the mosques to implore the mercy of Allah, regarding this uproar of the elements as the harbinger of dreadful calamities; and, indeed, according to the Arabian historian, Al Makkari, it was but a type and prelude of the direful war which ended in the downfall of the Moslem kingdom of Granada.  En efecto, no había transcurrido mucho tiempo de esta polémica en torno a la veleta portentosa, y ocurrió lo siguiente: Cuando el viejo Muley Abul Hassan, rey de Granada, estaba en cierta ocasión sentado bajo el suntuoso dosel pasando revista a las tropas que desfilaban en su presencia con sus armaduras de bruñido acero y sus vistosos uniformes de seda, montadas en veloces corceles y provistas de espadas, lanzas y escudos repujados de oro y plata, estalló de repente una tempestad que se había precipitado desde el Sudoeste. Rápidamente se oscurecieron los cielos con negras nubes que descargaron un diluvio de agua. Los torrentes bajaban rugiendo desde las montañas, arrastrando rocas y árboles; el río Darro desbordó sus orillas; los molinos fueron arrasados, destruidos los puentes y desolados los jardines; la inundación llegó a la ciudad, socavando las casas, ahogando a sus moradores y anegando, incluso, la plaza de la Gran Mezquita. La gente, aterrada, se dirigió a las mezquitas para implorar el perdón de Ala, interpretando esta conmoción de los elementos como presagio de espantosas calamidades. Efectivamente, según el historiador árabe Al Makkari, fue aquello señal y preludio de la espantosa guerra que concluyó con la caída del reino musulmán de Granada.
I have thus given historic authorities, sufficient to show the portentous mysteries connected with the House of the Weathercock, and its talismanic horseman.  He citado, pues, autoridades históricas suficientes para demostrar los prodigiosos misterios relacionados con la Casa del Gallo de Viento y su talismánico jinete.
I now proceed to relate still more surprising things about Aben Habuz and his palace; for the truth of which, should any doubt be entertained, I refer the dubious reader to Mateo Ximenes and his fellow-historiographers of the Alhambra.  Paso ahora a referir cosas más sorprendentes acerca de Aben Habuz y su palacio. Y si alguien dudase de su veracidad, remito al incrédulo lector a Mateo Jiménez y sus compañeros cronistas de la Alhambra.