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Washington Irving

Tales of the Alhambra


The Author’s Farewell to Granada

El autor se despide de Granada

MY SERENE and happy reign in the Alhambra was suddenly brought to a close by letters which reached me, while indulging in Oriental luxury in the cool hall of the baths, summoning me away from my Moslem elysium to mingle once more in the bustle and business of the dusty world. How was I to encounter its toils and turmoils, after such a life of repose and reverie! How was I to endure its common-place, after the poetry of the Alhambra! MI feliz y apacible reinado en la Alhambra fue bruscamente interrumpido por la llegada de unas cartas —mientras me entregaba a la voluptuosidad oriental en las frescas salas de los baños— requiriéndome a salir de mi paraíso musulmán para sumirme una vez más en el trafago y bullicio del polvoriento mundo. ¿Cómo iba a salir al encuentro de sus afanes e inquietudes, después de semejante vida de tranquilidad y de ensueño? ¿Cómo podría yo soportar su vulgaridad, luego de haber disfrutado la poesía del palacio nazarita
But little preparation was necessary for my departure. A two-wheeled vehicle, called a tartana, very much resembling a covered cart, was to be the travelling equipage of a young Englishman and myself through Murcia, to Alicante and Valencia, on our way to France; and a long-limbed varlet, who had been a contrabandista, and, for aught I knew, a robber, was to be our guide and guard. The preparations were soon made, but the departure was the difficulty. Day after day was it postponed; day after day was spent in lingering about my favorite haunts, and day after day they appeared more delightful in my eyes. ? Pocos preparativos fueron necesarios para mi partida. Un vehículo de dos ruedas, llamado tartana, muy parecido a una carreta cubierta, sería el medio de viaje de un joven inglés y mío, a través de Murcia, Alicante y Valencia, en nuestra ruta hacia Francia; y un individuo de largas piernas que había sido contrabandista y, según yo entiendo, un ladrón, había de ser nuestro guardián y guía. Pronto concluyeron los preparativos, pero surgieron dificultades para la marcha, que un día y otro era aplazada. Así transcurrieron algunos días, en los que me dediqué a vagar por mis lugares favoritos, que cada vez se ofrecían más deliciosos a mi contemplación.
The social and domestic little world also, in which I had been moving, had become singularly endeared to me; and the concern evinced by them at my intended departure convinced me that my kind feelings were reciprocated. Indeed, when at length the day arrived, I did not dare venture upon a leave-taking at the good dame Antonia’s; I saw the soft heart of little Dolores, at least, was brim full and ready for an overflow. So I bade a silent adieu to the palace and its inmates, and descended into the city, as if intending to return. There, however, the tartana and the guide were ready; so, after taking a noonday’s repast with my fellow traveller at the posada, I set out with him on our journey. Asimismo, el reducido mundo social y doméstico en el que me moviera, se me había hecho singularmente querido, y la preocupación que demostraron ante mi proyectada partida, me convenció de que eran recíprocos esos cariñosos sentimientos. Efectivamente; cuando al fin llegó el día, no me atreví a despedirme de la bondadosa doña Antonia, comprendiendo al mismo tiempo que el dulce corazón de la pequeña Dolores estaba cuando menos, repleto y muy propicio a derramarse. Así, que murmuré un silencioso adiós al palacio y a sus moradores, y bajé a la ciudad como si tuviese que volver de nuevo. Allí estaban preparados la tartana y el guía, por lo que, tras de almorzar con mi compañero de viaje en la posada, emprendí con él la marcha.
Humble was the cortege and melancholy the departure of El Rey Chico the second! Manuel, the nephew of Tia Antonia, Mateo, my officious but now disconsolate squire, and two or three old invalids of the Alhambra with whom I had grown into gossiping companionship, had come down to see me off; for it is one of the good old customs of Spain, to sally forth several miles to meet a coming friend, and to accompany him as far on his departure. Thus then we set out, ourlong-legged guard striding ahead, with his escopeta on his shoulder, Manuel and Mateo on each side of the tartana, and the old invalids behind. ¡Humilde era el cortejo y melancólica la partida del segundo Rey Chico! Manuel, el sobrino de la tía Antonia; Mateo, mi oficioso y ahora desconsolado escudero, y dos o tres viejos inválidos de la Alhambra, con quienes había departido en amigables charlas, bajaron para yerme partir, ya que una de las buenas y viejas costumbres españolas es la de salir varias millas a recibir al amigo que llega, y acompañarle otras tantas cuando se va. Así, pues, iniciamos el viaje, nuestro zanquilargo guardián a la cabeza, con su escopeta al hombro; Manuel y Mateo, uno a cada lado de la tartana y los viejos inválidos detrás.
At some little distance to the north of Granada, the road gradually ascends the hills; here I alighted and walked up slowly with Manuel, who took this occasion to confide to me the secret of his heart and of all those tender concerns between himself and Dolores, with which I had been already informed by the all knowing and all revealing Mateo Ximenes. His doctor’s diploma had prepared the way for their union, and nothing more was wanting but the dispensation of the Pope, on account of their consanguinity. Then, if he could get the post of Medico of the fortress, his happiness would be complete! I congratulated him on the judgment and good taste he had shown in his choice of a helpmate, invoked all possible felicity on their union, and trusted that the abundant affections of the kind-hearted little Dolores would in time have more stable objects to occupy them than recreant cats and truant pigeons. A corta distancia, al norte de Granada, el sendero asciende gradualmente por las colinas; allí eché pie a tierra y anduve junto a Manuel, el cual aprovechó esta circunstancia para confiarme el secreto de su corazón y de todos aquellos tiernos amores entre él y Dolores, de los que yo ya estaba informado por el parlanchín y sábelotodo Mateo Jiménez. Su diploma de doctor le había franqueado el camino para la boda, y no faltaba sino la dispensa del Papa, a causa de su consanguinidad. Si por añadidura lograba el cargo de médico de la fortaleza, seria completa su dicha. Le di mi parabién por el juicio y exquisito tacto que había demostrado en la elección de compañera, le deseé toda clase de felicidades posibles en su unión, y expresé mi confianza en que la abundancia de cariño de la bondadosa Dolores tuviera con el tiempo objetos más durables en que ocuparse que los desleales gatos y las pícaras palomas.
It was indeed a sorrowful parting when I took leave of these good people and saw them slowly descend the hills, now and then turning round to wave me a last adieu. Manuel, it is true, had cheerful prospects to console him, but poor Mateo seemed perfectly cast down. It was to him a grievous fall from the station of prime minister and historiographer, to his old brown cloak and his starveling mystery of ribbon-weaving; and the poor devil, notwithstanding his occasional officiousness, had, somehow or other, acquired a stronger hold on my sympathies than I was aware of. It would have really been a consolation in parting, could I have anticipated the good fortune in store for him, and to which I had contributed; for the importance I had appeared to give to his tales and gossip and local knowledge, and the frequent companionship in which I had indulged him in the course of my strolls, had elevated his idea of his own qualifications and opened a new career to him; and the son of the Alhambra has since become its regular and well-paid cicerone, insomuch that I am told he has never been obliged to resume the ragged old brown cloak in which I first found him. Triste resultó en verdad la partida cuando me despedí de aquella buena gente y los vi descender lentamente las colinas, volviendo de vez en vez la cabeza para decirme su último adiós. Bien es verdad que Manuel tenía felices esperanzas para consolarse, pero el pobre Mateo parecía realmente abatido. Aquello significaba para él un doloroso descenso desde el cargo de primer ministro e historiógrafo, a su vieja capa parda y su hambriento oficio de tejedor. Pese a su frecuente oficiosidad, se había ganado el pobre diablo, de una forma u otra, un lugar mucho más firme en mi simpatía de lo que yo esperaba. Hubiera sido, en verdad, un consuelo en mi marcha, haberle podido profetizar la buena fortuna que le estaba destinada, y a la que yo había contribuido. La importancia que yo había demostrado otorgar a sus cuentos, hablillas y conocimientos locales, y la frecuente compañía mantenida con él en el curso de mis paseos, le habían elevado la idea de sus propios méritos y abierto una nueva carrera. El hijo de la Alhambra fue desde entonces su cicerone corriente y bien remunerado; hasta el punto de que —según he oído— nunca se ha visto obligado a recobrar la andrajosa y vieja capa parda en que lo encontré por vez primera.
Towards sunset I came to where the road wound into the mountains, and here I paused to take a last look at Granada. The hill on which I stood commanded a glorious view of the city, the Vega, and the surrounding mountains. It was at an opposite point of the compass from La cuesta de las lagrimas (the hill of tears) noted for the “last sigh of the Moor. ” I now could realize something of the feelings of poor Boabdil when he bade adieu to the paradise he was leaving behind, and beheld before him a rugged and sterile road conducting him to exile. Al caer la tarde llegué al sitio en que el camino serpentea entre montañas, y allí me detuve para dirigir una última mirada sobre Granada. La colina en que me encontraba domina un maravilloso panorama de la ciudad, la vega y los montes que la rodean, y esta situada en la parte del cuadrante opuesta a la Cuesta de las Lágrimas, famosa por el «último Suspiro del Moro». Ahora podía comprender algo de los sentimientos experimentados por el pobre Boabdil cuando dio su adiós al paraíso que dejaba tras él y contempló ante sí el áspero y escarpado camino que lo conducía al destierro.
The setting sun as usual shed a melancholy effulgence on the ruddy towers of the Alhambra. I could faintly discern the balconied window of the Tower of Comares, where I had indulged in so many delightful reveries. The bosky groves and gardens about the city were richly gilded with the sunshine, the purple haze of a summer evening was gathering over the Vega; everything was lovely, but tenderly and sadly so, to my parting gaze. Como de costumbre, los rayos del sol poniente derramaban un melancólico fulgor sobre las rojizas torres de la Alhambra. Apenas podía distinguir la ventana de la torre de Comares, donde me había sumido en tantos y tan deliciosos ensueños. Los numerosos bosques y jardines en torno a la ciudad aparecían ricamente dorados por el sol, y la purpúrea bruma del atardecer estival se cernía sobre la vega. Todo era ameno y deleitoso, pero también tierno y triste a mi mirada de despedida.
“I will hasten from this prospect, ” thought I, “before the sun is set. I will carry away a recollection of it clothed in all its beauty. ” «Me alejaré de este paisaje —pensé— antes que el sol se ponga. Me llevaré su imagen revestida de toda su belleza.»
With these thoughts I pursued my way among the mountains. A little further and Granada, the Vega, and the Alhambra, were shut from my view; and thus ended one of the pleasantest dreams of a life, which the reader perhaps may think has been but too much made up of dreams. Luego de este pensamiento, proseguí mi ruta entre montañas. Un poco más, y Granada, la vega y la Alhambra desaparecieron de mi vista. Así terminó uno de los más deliciosos sueños de una vida que tal vez piense el lector estuvo demasiado tejida de ellos.