" Rappaccini′s Daughter [La hija de Rappaccini] "









Nathaniel Hawthorne

Rappaccini′s Daughter
[La hija de Rappaccini]


A young man, named Giovanni Guasconti, came, very long ago, from the more southern region of Italy, to pursue his studies at the University of Padua. Giovanni, who had but a scanty supply of gold ducats in his pocket, took lodgings in a high and gloomy chamber of an old edifice which looked not unworthy to have been the palace of a Paduan noble, and which, in fact, exhibited over its entrance the armorial bearings of a family long since extinct. The young stranger, who was not unstudied in the great poem of his country, recollected that one of the ancestors of this family, and perhaps an occupant of this very mansion, had been pictured by Dante as a partaker of the immortal agonies of his Inferno. These reminiscences and associations, together with the tendency to heartbreak natural to a young man for the first time out of his native sphere, caused Giovanni to sigh heavily as he looked around the desolate and ill-furnished apartment. Hace mucho tiempo, un joven llamado Giovanni Guasconti acudió desde el sur de Italia a proseguir sus estudios en la Universidad de Padua. Giovanni, cuyo patrimonio consistía en unos cuantos ducados de oro, se hospedó en un humilde aposento sito en el piso alto de un viejo edificio, digno de haber sido el palacio de un noble paduano y que de hecho todavía exhibía sobre su puerta de entrada el blasón de una familia extinguida mucho tiempo atrás. El forastero, que conocía las grandes obras literarias de su país, recordó que uno de los antepasados de aquella familia figuraba entre los participantes de los eternos tormentos del Infierno imaginado por Dante. Tales recuerdos y asociaciones, unidos a la melancolía natural en un joven que se aleja por primera vez de su mundo habitual, hicieron que Giovanni se deprimiera al recorrer con la vista su ruinosa y mal amueblada alcoba.
"Holy Virgin, signor!" cried old Dame Lisabetta, who, won by the youth′s remarkable beauty of person, was kindly endeavoring to give the chamber a habitable air, "what a sigh was that to come out of a young man′s heart! Do you find this old mansion gloomy? For the love of Heaven, then, put your head out of the window, and you will see as bright sunshine as you have left in Naples." —¡Cielo Santo, señor! —exclamó la anciana señora Lisabetta, quien, atraída por la llamativa belleza personal del joven, trataba amablemente de dar a la cámara un aire acogedor—. ¿Qué aspecto tiene esto para descorazonar a un joven? ¿Le parece oscura esta antigua mansión? Por amor de Dios, asómese a la ventana y verá un sol tan espléndido como el que dejó en Nápoles.
Guasconti mechanically did as the old woman advised, but could not quite agree with her that the Paduan sunshine was as cheerful as that of southern Italy. Such as it was, however, it fell upon a garden beneath the window and expended its fostering influences on a variety of plants, which seemed to have been cultivated with exceeding care. Guasconti hizo mecánicamente lo que la anciana le aconsejaba, pero no estuvo de acuerdo con ella en que el sol de Padua fuera tan encantador como el del sur de Italia. Tal como era, sin embargo, brillaba sobre el jardín situado debajo de la ventana y prodigaba su influjo vivificante sobre una colección de plantas que parecían haber sido cultivadas con excesivos cuidados.
"Does this garden belong to the house?" asked Giovanni. —¿Pertenece a la casa este jardín? —preguntó Giovanni.
"Heaven forbid, signor, unless it were fruitful of better pot herbs than any that grow there now," answered old Lisabetta. "No; that garden is cultivated by the own hands of Signor Giacomo Rappaccini, the famous doctor, who, I warrant him, has been heard of as far as Naples. It is said that he distils these plants into medicines that are as potent as a charm. Oftentimes you may see the signor doctor at work, and perchance the signora, his daughter, too, gathering the strange flowers that grow in the garden." —Dios nos perdone, señor, si no hubiese tenido flores mejores de las que ahora crecen en él —respondió la señora Lisabetta—. No, este jardín es cultivado por las propias manos del señor Giacomo Rappaccini, el famoso doctor cuya fama, se lo aseguro, ha llegado hasta Nápoles. Se dice que destila de ellas medicinas tan activas como un hechizo. Podrá ver muchas veces al doctor en su trabajo y quizá también a la señorita, su hija, recogiendo las extrañas flores que crecen en el jardín.
The old woman had now done what she could for the aspect of the chamber; and, commending the young man to the protection of the saints, took her departure. La anciana señora hacía todo lo posible para mejorar el aspecto de la habitación y, encomendando al joven a la protección de los santos, se retiró a su aposento.
Giovanni still found no better occupation than to look down into the garden beneath his window. From its appearance, he judged it to be one of those botanic gardens which were of earlier date in Padua than elsewhere in Italy or in the world. Or, not improbably, it might once have been the pleasure-place of an opulent family; for there was the ruin of a marble fountain in the centre, sculptured with rare art, but so wofully shattered that it was impossible to trace the original design from the chaos of remaining fragments. The water, however, continued to gush and sparkle into the sunbeams as cheerfully as ever. A little gurgling sound ascended to the young man′s window, and made him feel as if the fountain were an immortal spirit that sung its song unceasingly and without heeding the vicissitudes around it, while one century imbodied it in marble and another scattered the perishable garniture on the soil. All about the pool into which the water subsided grew various plants, that seemed to require a plentiful supply of moisture for the nourishment of gigantic leaves, and, in some instances, flowers gorgeously magnificent. There was one shrub in particular, set in a marble vase in the midst of the pool, that bore a profusion of purple blossoms, each of which had the lustre and richness of a gem; and the whole together made a show so resplendent that it seemed enough to illuminate the garden, even had there been no sunshine. Every portion of the soil was peopled with plants and herbs, which, if less beautiful, still bore tokens of assiduous care, as if all had their individual virtues, known to the scientific mind that fostered them. Some were placed in urns, rich with old carving, and others in common garden pots; some crept serpentlike along the ground or climbed on high, using whatever means of ascent was offered them. One plant had wreathed itself round a statue of Vertumnus, which was thus quite veiled and shrouded in a drapery of hanging foliage, so happily arranged that it might have served a sculptor for a study. Giovanni no encontró mejor entretenimiento que quedarse contemplando el jardín. Era uno de aquellos jardines botánicos que fueron creados en Padua antes que en ningún otro lugar de Italia y aun del mundo. Era probable que hubiese sido el retiro apacible de una familia opulenta, pues conservaba en el centro una fuente de mármol ruinosa, esculpida con excelente arte pero tan deteriorada ya que era imposible trazar el diseño original utilizando el caos de fragmentos que quedaban. El agua, sin embargo, seguía brotando en surtidor y desgranándose en brillantes perlas. Su tenue murmullo llegaba hasta la ventana del joven y le hizo imaginar que la fuente era un espíritu inmortal que cantaba incesantemente su canción sin preocuparse de lo que sucediese alrededor, mientras un siglo se encarnaba en mármol y otro esparcía la hermosura perdurable por el suelo. En el hoyo donde caía el agua crecían varias plantas que parecían necesitar mucha humedad para nutrir sus gigantescas hojas y magníficas flores. Había, sobre todo, una mata en un jarrón de mármol en medio del charco de la fuente con gran profusión de flores purpúreas, cada una de las cuales ostentaba el brillo y la riqueza de una gema. Y todo reunido formaba una visión tan resplandeciente que bastaba para iluminar el resto del jardín, aunque no hubiese sol. Todo el suelo estaba poblado de plantas y hierbas que, aunque menos bellas, disfrutaban también de asiduos cuidados, como si tuviesen virtudes especiales, conocidas por la mente científica que las protegía. Algunas estaban colocadas en jarrones enriquecidos con relieves antiguos y otras descansaban en vulgares macetas de jardín. Unas reptaban por la tierra como culebras o trepaban a lo alto utilizando para su ascenso todo lo que se interponía. Una enredadera se había enroscado en torno a una estatua de Vertumno, cubriéndola con un ropaje de hojas tan lleno de armonía y gracia que podría servir de modelo a un escultor.
While Giovanni stood at the window he heard a rustling behind a screen of leaves, and became aware that a person was at work in the garden. His figure soon emerged into view, and showed itself to be that of no common laborer, but a tall, emaciated, sallow, and sickly-looking man, dressed in a scholar′s garb of black. He was beyond the middle term of life, with gray hair, a thin, gray beard, and a face singularly marked with intellect and cultivation, but which could never, even in his more youthful days, have expressed much warmth of heart. Mientras Giovanni estaba acodado en la ventana, oyó un crujido detrás de una cortina de follaje y comprendió que una persona trabajaba en el jardín. Su figura pronto se hizo visible y por sus características no se trataba de un vulgar trabajador: alto, delgado, cetrino y con aspecto enfermizo, vestido de negro a la usanza escolar. Había pasado ya de los 50 años; con cabellos grises, usaba una barbita fina y su cara parecía la de una persona culta, inteligente y estudiosa, pero carente de sentimientos.
Nothing could exceed the intentness with which this scientific gardener examined every shrub which grew in his path: it seemed as if he was looking into their inmost nature, making observations in regard to their creative essence, and discovering why one leaf grew in this shape and another in that, and wherefore such and such flowers differed among themselves in hue and perfume. Nevertheless, in spite of this deep intelligence on his part, there was no approach to intimacy between himself and these vegetable existences. On the contrary, he avoided their actual touch or the direct inhaling of their odors with a caution that impressed Giovanni most disagreeably; for the man′s demeanor was that of one walking among malignant influences, such as savage beasts, or deadly snakes, or evil spirits, which, should he allow them one moment of license, would wreak upon him some terrible fatality. It was strangely frightful to the young man′s imagination to see this air of insecurity in a person cultivating a garden, that most simple and innocent of human toils, and which had been alike the joy and labor of the unfallen parents of the race. Was this garden, then, the Eden of the present world? And this man, with such a perception of harm in what his own hands caused to grow-was he the Adam? Nadie podría superar la atención con que este científico jardinero estudiaba las plantas que hallaba en su camino; parecía como si estuviese examinando su naturaleza íntima, haciendo consideraciones relacionadas con la posibilidad de utilizar su esencia y descubriendo por qué estas hojas nacían en esta forma y aquéllas en la otra, y por qué tales y cuales flores diferían entre sí en forma y perfume. A pesar de la profunda inteligencia que su porte manifestaba, nunca se aproximaba lo suficiente como para intimar con la vida de aquellos vegetales. Por el contrario, evitaba su contacto o inhalar directamente sus aromas, desplegando unas precauciones que impresionaron desagradablemente a Giovanni; el hombre se comportaba como si anduviera entre seres malignos, tales como bestias salvajes, ponzoñosas serpientes o espíritus demoniacos, con los que el menor descuido podía acarrear consecuencias terribles. El joven estaba asombrado al ver ese aire de inseguridad en una persona que cultiva un jardín, el más simple e inocente de los entretenimientos del hombre, y que había sido igualmente la diversión y la labor de los felices progenitores del género humano. ¿Era pues este jardín el Edén del mundo presente? ¿Y este hombre, que conocía bien lo que cultivaba con sus manos, un Adán moderno?
The distrustful gardener, while plucking away the dead leaves or pruning the too luxuriant growth of the shrubs, defended his hands with a pair of thick gloves. Nor were these his only armor. When, in his walk through the garden, he came to the magnificent plant that hung its purple gems beside the marble fountain, he placed a kind of mask over his mouth and nostrils, as if all this beauty did but conceal a deadlier malice; but, finding his task still too dangerous, he drew back, removed the mask, and called loudly, but in the infirm voice of a person affected with inward disease- El receloso jardinero se protegía con un par de gruesos guantes para quitar las hojas secas o podar el crecimiento excesivo de los arbustos. No era ésta, sin embargo, su única protección. Al llegar en su recorrido a la magnífica planta que esparcía sus gemas purpúreas al lado de la fuente de mármol, se colocó una especie de mascarilla tapando boca y nariz como si tanta belleza no hiciera sino disfrazar unas cualidades mortales; más aún, considerando todavía su tarea demasiado peligrosa, retrocedió, se quitó la mascarilla y llamó con la voz propia de una persona que sufre una dolencia interna.
"Beatrice! Beatrice!" —¡Beatrice! ¡Beatrice!
"Here am I, my father. What would you?" cried a rich and youthful voice from the window of the opposite house-a voice as rich as a tropical sunset, and which made Giovanni, though he knew not why, think of deep hues of purple or crimson and of perfumes heavily delectable. "Are you in the garden?" —Estoy aquí, padre. ¿Qué quieres? —exclamó una voz juvenil y armoniosa desde una ventana de la casa de enfrente, una voz tan exquisita como una puesta de sol tropical y que hizo a Giovanni, aunque no comprendió el porqué, asociarla con matices intensos de púrpura o carmesí y con fuertes y deliciosos perfumes—. ¿Estás en el jardín?
"Yes, Beatrice," answered the gardener, "and I need your help ." —Sí, Beatrice —contestó el jardinero—, y necesito tu ayuda.
Soon there emerged from under a sculptured portal the figure of a young girl, arrayed with as much richness of taste as the most splendid of the flowers, beautiful as the day, and with a bloom so deep and vivid that one shade more would have been too much. She looked redundant with life, health, and energy; all of which attributes were bound down and compressed, as it were, and girdled tensely, in their luxuriance, by her virgin zone. Yet Giovanni′s fancy must have grown morbid while he looked down into the garden; for the impression which the fair stranger made upon him was as if here were another flower, the human sister of those vegetable ones, as beautiful as they, more beautiful than the richest of them, but still to be touched only with a glove, nor to be approached without a mask. As Beatrice came down the garden path, it was observable that she handled and inhaled the odor of several of the plants which her father had most sedulously avoided. Casi al momento apareció, bajo un artístico pórtico, la figura de una joven vestida con la gracia de la más espléndida de las flores, bella como el día y con una vitalidad tan exuberante que de ser algo mayor parecería exagerada. Anunciaba vida, salud y energía; parecía como si todos esos atributos sólo estuviesen reprimidos por su virginal castidad. Mientras miraba el jardín, Giovanni suponía que se habría criado enfermiza; pero la impresión que la bella desconocida le produjo era como si se tratase de otra linda flor, hermana de aquellas otras del reino vegetal, más hermosa que la más hermosa de todas, pero a la que había que tocar con guantes y aproximarse a ella con mascarilla. Mientras descendía por el sendero del jardín, se podía ver cómo manipulaba e inhalaba el olor de varias de las plantas que su padre había evitado con más celo.
"Here, Beatrice," said the latter, "see how many needful offices require to be done to our chief treasure. Yet, shattered as I am, my life might pay the penalty of approaching it so closely as circumstances demand. Henceforth, I fear, this plant must be consigned to your sole charge." —Ven aquí, Beatrice —dijo él—, mira cuántos cuidados necesita nuestro mayor tesoro. Como estoy tan delicado, mi vida correría peligro si me acercase todo lo que las circunstancias requieren. De ahora en adelante me temo que esta planta tendrá que ser vigilada sólo por ti.
"And gladly will I undertake it," cried again the rich tones of the young lady, as she bent towards the magnificent plant and opened her arms as if to embrace it. "Yes, my sister, my splendor, it shall be Beatrice′s task to nurse and serve thee; and thou shalt reward her with thy kisses and perfumed breath, which to her is as the breath of life." —Me alegro de encargarme de ella —exclamó la joven con su armonioso timbre de voz, mientras se dirigía hacia la hermosa planta y abría sus brazos como si fuera a abrazarla—. Sí, hermana mía, mi gloria, será tarea de Beatrice el cuidarte y servirte, y tú, en recompensa, le darás tus besos y tu aliento perfumado, que son para ella fuente de vida.
Then, with all the tenderness in her manner that was so strikingly expressed in her words, she busied herself with such attentions as the plant seemed to require; and Giovanni, at his lofty window, rubbed his eyes and almost doubted whether it were a girl tending her favorite flower, or one sister performing the duties of affection to another. The scene soon terminated. Whether Dr. Rappaccini had finished his labors in the garden, or that his watchful eye had caught the stranger′s face, he now took his daughter′s arm and retired. Night was already closing in; oppressive exhalations seemed to proceed from the plants and steal upward past the open window; and Giovanni, closing the lattice, went to his couch and dreamed of a rich flower and beautiful girl. Flower and maiden were different, and yet the same, and fraught with some strange peril in either shape. Entonces, con la misma ternura en sus maneras que había expresado en sus palabras, dedicó tantas atenciones a la planta como ésta parecía necesitar. Giovanni, desde su elevada ventana, se frotó los ojos y dudó si se trataría en realidad de una muchacha cuidando su planta favorita o de una hermana cumpliendo con otra los deberes del afecto. La escena terminó pronto; bien porque el doctor Rappaccini hubiese finalizado sus trabajos en el jardín, bien porque su mirada de observador hubiese advertido al forastero, el hecho es que cogió a su hija del brazo y se retiró. Estaba anocheciendo y por la ventana abierta penetraban emanaciones sofocantes procedentes de las plantas del jardín. Giovanni cerró la ventana antes de irse a dormir. Soñó con una bella flor y una hermosa joven. La flor y la doncella eran distintas y al mismo tiempo la misma. Ambas anunciaban un extraño peligro.
But there is an influence in the light of morning that tends to rectify whatever errors of fancy, or even of judgment, we may have incurred during the sun′s decline, or among the shadows of the night, or in the less wholesome glow of moonshine. Giovanni′s first movement, on starting from sleep, was to throw open the window and gaze down into the garden which his dreams had made so fertile of mysteries. He was surprised and a little ashamed to find how real and matter-of-fact an affair it proved to be, in the first rays of the sun which gilded the dew-drops that hung upon leaf and blossom, and, while giving a brighter beauty to each rare flower, brought everything within the limits of ordinary experience. The young man rejoiced that, in the heart of the barren city, he had the privilege of overlooking this spot of lovely and luxuriant vegetation. It would serve, he said to himself, as a symbolic language to keep him in communion with Nature. Neither the sickly and thoughtworn Dr. Giacomo Rappaccini, it is true, nor his brilliant daughter, were now visible; so that Giovanni could not determine how much of the singularity which he attributed to both was due to their own qualities and how much to his wonder-working fancy; but he was inclined to take a most rational view of the whole matter. Pero hay algo en la luz de la mañana que tiende a rectificar los errores de fantasía y aun de raciocinio en que incurrimos durante la puesta del sol, entre las sombras de la noche o a la todavía menos saludable luz de la luna. El primer movimiento que ejecutó Giovanni al despertar fue abrir la ventana y mirar al jardín que sus sueños habían hecho tan fecundo en misterios. Se sorprendió y avergonzó un poco al ver qué real aparecía bajo la luz del día. Los rayos de sol doraban las gotas de rocío que, suspendidas en las hojas y flores, realzaban su belleza y devolvían a aquellas flores extrañas su apariencia ordinaria. El joven se regocijó al considerar que en el mismo centro de la ciudad tenía el privilegio de poder disfrutar de la contemplación de aquel rincón de espléndida y frondosa vegetación. Le serviría, se dijo a sí mismo, para seguir conservando el contacto con la naturaleza. No estaban allí ni el doctor Giacomo Rappaccini ni su hermosa hija, así que Giovanni no pudo determinar cuánto había de realidad y cuánto de fantasía en las singulares cualidades que atribuía a ambos, pero estaba dispuesto a adoptar un punto de vista más racional en todo el asunto.
In the course of the day he paid his respects to Signor Pietro Baglioni, professor of medicine in the university, a physician of eminent repute, to whom Giovanni had brought a letter of introduction. The professor was an elderly personage, apparently of genial nature and habits that might almost be called jovial. He kept the young man to dinner, and made himself very agreeable by the freedom and liveliness of his conversation, especially when warmed by a flask or two of Tuscan wine. Giovanni, conceiving that men of science, inhabitants of the same city, must needs be on familiar terms with one another, took an opportunity to mention the name of Dr. Rappaccini. But the professor did not respond with so much cordiality as he had anticipated. Durante el día ofreció sus respetos al señor Pietro Baglioni, profesor de medicina de la universidad y médico de eminente reputación, para quien Giovanni traía una carta de presentación. El profesor era un anciano de carácter afable y maneras, casi podríamos decir, joviales. Invitó a almorzar a nuestro héroe y se mostró locuaz y agradable, sobre todo después de animarse con una o dos botellas de vino toscano. Giovanni creyó que los hombres de ciencia que vivían en una misma ciudad debían de estar en buena armonía y buscó una oportunidad para mencionar el nombre del doctor Rappaccini. Pero el profesor no respondió con la cordialidad que él había imaginado.
"Ill would it become a teacher of the divine art of medicine," said Professor Pietro Baglioni, in answer to a question of Giovanni, "to withhold due and well-considered praise of a physician so eminently skilled as Rappaccini; but, on the other hand, I should answer it but scantily to my conscience were I to permit a worthy youth like yourself, Signor Giovanni, the son of an ancient friend, to imbibe erroneous ideas respecting a man who might hereafter chance to hold your life and death in his hands. The truth is, our worshipful Dr. Rappaccini has as much science as any member of the faculty-with perhaps one single exception-in Padua, or all Italy; but there are certain grave objections to his professional character." —Estaría mal que un maestro del divino arte de la medicina negase el valor a un médico de tanta fama y prestigio como Rappaccini —dijo, en respuesta a la pregunta de Giovanni—; pero estaría peor por mi parte permitir que un joven de mérito como usted, señor Giovanni, hijo de un antiguo amigo, adquiriera ideas erróneas respecto a un hombre que en un futuro podría llegar a tener la vida, y aun la muerte, de usted en sus manos. La verdad es que nuestro respetable doctor Rappaccini tiene más ciencia que ningún otro miembro de la facultad, con quizás una única excepción, en Padua y en Italia; pero hay que hacer ciertas objeciones graves a su carácter profesional.
"And what are they?" asked the young man. —¿Y cuáles son? —inquirió el joven.
"Has my friend Giovanni any disease of body or heart, that he is so inquisitive about physicians?" said the professor, with a smile. "But as for Rappaccini, it is said of him-and I, who know the man well, can answer for its truth-that he cares infinitely more for science than for mankind. His patients are interesting to him only as subjects for some new experiment. He would sacrifice human life, his own among the rest, or whatever else was dearest to him, for the sake of adding so much as a grain of mustard seed to the great heap of his accumulated knowledge." —Amigo Giovanni, ¿está usted enfermo del cuerpo o del corazón para preocuparse tanto de los médicos? —preguntó el profesor con una sonrisa—. Se dice de Rappaccini, y yo que lo conozco bien puedo asegurarlo, que le preocupa mucho más la ciencia que la humanidad. Sus parientes le interesan sólo como material para nuevos experimentos. Sacrificaría una vida humana, la suya propia o la del ser más querido para él, con tal de poder añadir un solo grano de mostaza al gran cúmulo de sus conocimientos.
"Methinks he is an awful man indeed," remarked Guasconti, mentally recalling the cold and purely intellectual aspect of Rappaccini. "And yet, worshipful professor, is it not a noble spirit? Are there many men capable of so spiritual a love of science?" —Me imagino que será un hombre terrible —respondió Guasconti, recordando el aspecto de intelectual puro y frío de Rappaccini—. Y, sin embargo, querido profesor, ¿no es un espíritu noble? ¿Hay muchos hombres capaces de un amor tan espiritual por la ciencia?
"God forbid," answered the professor, somewhat testily; "at least, unless they take sounder views of the healing art than those adopted by Rappaccini. It is his theory that all medicinal virtues are comprised within those substances which we term vegetable poisons. These he cultivates with his own hands, and is said even to have produced new varieties of poison, more horribly deleterious than Nature, without the assistance of this learned person, would ever have plagued the world withal. That the signor doctor does less mischief than might be expected with such dangerous substances is undeniable. Now and then, it must be owned, he has effected, or seemed to effect, a marvellous cure; but, to tell you my private mind, Signor Giovanni, he should receive little credit for such instances of success-they being probably the work of chance-but should be held strictly accountable for his failures, which may justly be considered his own work." —Dios perdone a los que tengan los mismos puntos de vista acerca del arte de curar que los adoptados por Rappaccini —dijo el profesor, con cierta grosería—. Su teoría es que todas las virtudes curativas se hallan encerradas dentro de aquellas sustancias a las que nosotros denominamos venenos vegetales. Los cultiva con sus propias manos y se dice que ha producido nuevas variedades de venenos más mortales que los de la naturaleza, los cuales aun sin la intervención de este hombre plagarían el mundo. Es innegable, empero, que el señor doctor hace menos daño del que pudiera esperarse con sustancias tan peligrosas. En alguna ocasión, hay que reconocerlo, parece haber hecho curas maravillosas; pero si he de ser sincero, señor Giovanni, no son totalmente dignas de crédito, pues quizá sean producto de la casualidad. Se le juzga, en cambio, responsable de sus fracasos, que son los resultados frecuentes de su trabajo.
The youth might have taken Baglioni′s opinions with many grains of allowance had he known that there was a professional warfare of long continuance between him and Dr. Rappaccini, in which the latter was generally thought to have gained the advantage. If the reader be inclined to judge for himself, we refer him to certain black-letter tracts on both sides, preserved in the medical department of the University of Padua. El joven escuchó la opinión de Baglioni con cierta indulgencia, porque sabía que existía una antigua rivalidad entre él y el doctor Rappaccini, y se consideraba al último como el ganador de la partida. Si el lector quiere juzgar por sí mismo, le aconsejamos ciertos opúsculos en letra gótica que sobre ambas partes se conservan en las oficinas de la Universidad de Padua.
"I know not, most learned professor," returned Giovanni, after musing on what had been said of Rappaccini′s exclusive zeal for science-"I know not how dearly this physician may love his art; but surely there is one object more dear to him. He has a daughter." —No sé, querido profesor —volvió a decir Giovanni, después de meditar lo que había oído acerca del celo exagerado de Rappaccini por la ciencia—, cuánto puede amar su arte ese médico, pero seguramente hay algo más querido para él: tiene una hija.
"Aha!" cried the professor, with a laugh. "So now our friend Giovanni′s secret is out. You have heard of this daughter, whom all the young men in Padua are wild about, though not half a dozen have ever had the good hap to see her face. I know little of the Signora Beatrice save that Rappaccini is said to have instructed her deeply in his science, and that, young and beautiful as fame reports her, she is already qualified to fill a professor′s chair. Perchance her father destines her for mine! Other absurd rumors there be, not worth talking about or listening to. So now, Signor Giovanni, drink off your glass of lachryma." —¡Ah! —exclamó el profesor, riendo—. Ya sé el secreto de nuestro amigo Giovanni: ha oído usted hablar de su hija, de quien están enamorados todos los jóvenes de Padua, aunque ni media docena han tenido la suerte de ver su cara. Sé poco de doña Beatrice, salvo que, según dicen, Rappaccini la ha instruido mucho en sus conocimientos y que, joven y bella como es, está ya considerada como apta para ocupar un sillón de catedrático. ¡Quizá su padre la destine para el mío! Otros rumores que corren no merecen ser citados ni oídos. Así que, ahora, bébase su vaso.
Guasconti returned to his lodgings somewhat heated with the wine he had quaffed, and which caused his brain to swim with strange fantasies in reference to Dr. Rappaccini and the beautiful Beatrice. On his way, happening to pass by a florist′s, he bought a fresh bouquet of flowers. Guasconti volvió a su alojamiento algo mareado por el vino que había bebido e imaginando extrañas fantasías referentes al doctor Rappaccini y a su bella hija Beatrice. Al pasar por una tienda de flores entró y compró un ramo recién cortado.
Ascending to his chamber, he seated himself near the window, but within the shadow thrown by the depth of the wall, so that he could look down into the garden with little risk of being discovered. All beneath his eye was a solitude. The strange plants were basking in the sunshine, and now and then nodding gently to one another, as if in acknowledgment of sympathy and kindred. In the midst, by the shattered fountain, grew the magnificent shrub, with its purple gems clustering all over it; they glowed in the air, and gleamed back again out of the depths of the pool, which thus seemed to overflow with colored radiance from the rich reflection that was steeped in it. At first, as we have said, the garden was a solitude. Soon, however-as Giovanni had half hoped, half feared, would be the case-a figure appeared beneath the antique sculptured portal, and came down between the rows of plants, inhaling their various perfumes as if she were one of those beings of old classic fable that lived upon sweet odors. On again beholding Beatrice, the young man was even startled to perceive how much her beauty exceeded his recollection of it; so brilliant, so vivid, was its character, that she glowed amid the sunlight, and, as Giovanni whispered to himself, positively illuminated the more shadowy intervals of the garden path. Her face being now more revealed than on the former occasion, he was struck by its expression of simplicity and sweetness-qualities that had not entered into his idea of her character, and which made him ask anew what manner of mortal she might be. Nor did he fail again to observe, or imagine, an analogy between the beautiful girl and the gorgeous shrub that hung its gemlike flowers over the fountain-a resemblance which Beatrice seemed to have indulged a fantastic humor in heightening, both by the arrangement of her dress and the selection of its hues. Subió a su habitación y se sentó cerca de la ventana, en la sombra, de forma que podía ver el jardín sin riesgo de ser descubierto. No veía a nadie. Las plantas desconocidas estaban iluminadas por el sol y de vez en cuando inclinaban sus cabezas con gentileza saludándose unas a otras como si hubiese entre ellas relaciones de simpatía y parentesco. En medio, sobre la fuente ruinosa, crecía la planta magnífica, cubierta de gemas purpúreas que brillaban en el aire y se reflejaban en el agua del estanque. Las aguas parecían pobladas con los colores radiantes que se reproducían en ellas. Pronto, como Giovanni había esperado y al mismo tiempo temido, una figura hizo su aparición bajo el antiguo y artístico pórtico. Se fue acercando entre las filas de plantas, y aspiraba sus variados perfumes como si se tratara de uno de aquellos seres de los que cuentan las viejas fábulas clásicas que se alimentaban de dulces olores. Viendo de nuevo a Beatrice, el joven se maravilló de que su belleza excediese aún al recuerdo que tenía de ella; era tan brillante e intensa que resplandecía al sol y, como Giovanni se dijo a sí mismo, iluminaba los rincones más sombríos del camino del jardín. Como tenía la cara más visible que la primera vez que la contempló, llamó la atención del joven su expresión de sencillez y dulzura, cualidades que él no había imaginado que pudiera poseer y que le hicieron preguntarse cómo sería su carácter. De nuevo le pareció hallar ciertas semejanzas entre la hermosa joven y el espléndido arbusto que lucía flores semejantes a gemas purpúreas, analogía que Beatrice acentuaba con la forma de sus trajes y los colores que escogía.
Approaching the shrub, she threw open her arms, as with a passionate ardor, and drew its branches into an intimate embrace-so intimate that her features were hidden in its leafy bosom and her glistening ringlets all intermingled with the flowers. Cerca de la planta abrió sus brazos, como poseída de un ardor apasionado, y oprimió sus ramas en un íntimo abrazo, tan íntimo que medio se ocultó en el seno de las hojas, y los dorados rizos de su pelo se entremezclaron con las flores.
"Give me thy breath, my sister," exclaimed Beatrice; "for I am faint with common air. And give me this flower of thine, which I separate with gentlest fingers from the stem and place it close beside my heart." —Dame tu aliento, hermana mía —exclamó Beatrice—, pues me siento débil con el aire común. Y dame tus flores que separaré con delicadeza de tu tallo y colocaré junto a mi corazón.
With these words the beautiful daughter of Rappaccini plucked one of the richest blossoms of the shrub, and was about to fasten it in her bosom. But now, unless Giovanni′s draughts of wine had bewildered his senses, a singular incident occurred. A small orange-colored reptile, of the lizard or chameleon species, chanced to be creeping along the path, just at the feet of Beatrice. It appeared to Giovanni-but, at the distance from which he gazed, he could scarcely have seen anything so minute-it appeared to him, however, that a drop or two of moisture from the broken stem of the flower descended upon the lizard′s head. For an instant the reptile contorted itself violently, and then lay motionless in the sunshine. Beatrice observed this remarkable phenomenon, and crossed herself, sadly, but without surprise; nor did she therefore hesitate to arrange the fatal flower in her bosom. There it blushed, and almost glimmered with the dazzling effect of a precious stone, adding to her dress and aspect the one appropriate charm which nothing else in the world could have supplied. But Giovanni, out of the shadow of his window, bent forward and shrank back, and murmured and trembled. Con estas palabras la bellísima hija de Rappaccini cortó una de las flores más espléndidas y se dispuso a prenderla en su pecho. Entonces ocurrió algo singular, si no es que el vino había perturbado los sentidos de Giovanni. Un pequeño reptil color naranja, semejante a un lagarto o a un camaleón, pasaba en aquel momento por el sendero al lado de los pies de Beatrice. A Giovanni le pareció —pues a la distancia que estaba apenas si pudo ver una cosa tan diminuta— que una o dos gotas del jugo del tallo roto de la flor caían sobre la cabeza del lagarto. Durante un par de segundos, el reptil se contorsionó con violencia y luego quedó inmóvil. Beatrice observó este fenómeno extraordinario y se santiguó tristemente, pero sin sorpresa, y no dudó en prender la flor fatal en su pecho. Allí se hizo más roja y lanzó unos destellos casi tan vivos como los de una piedra preciosa, que daban al vestido de la joven y a su aspecto un encanto extraordinario. Pero Giovanni, saliendo de la sombra de la ventana, se inclinó hacia delante y se retiró de nuevo, tembloroso.
"Am I awake? Have I my senses?" said he to himself. "What is this being? Beautiful shall I call her, or inexpressibly terrible?" «¿Estoy despierto? ¿Estoy en mi sano juicio? —se dijo a sí mismo—. ¿Qué es lo que pasa? ¿Puede ser bella y, al mismo tiempo, insensible y terrible?»
Beatrice now strayed carelessly through the garden, approaching closer beneath Giovanni′s window, so that he was compelled to thrust his head quite out of its concealment in order to gratify the intense and painful curiosity which she excited. At this moment there came a beautiful insect over the garden wall; it had, perhaps, wandered through the city, and found no flowers or verdure among those antique haunts of men until the heavy perfumes of Dr. Rappaccini′s shrubs had lured it from afar. Without alighting on the flowers, this winged brightness seemed to be attracted by Beatrice, and lingered in the air and fluttered about her head. Now, here it could not be but that Giovanni Guasconti′s eyes deceived him. Be that as it might, he fancied that, while Beatrice was gazing at the insect with childish delight, it grew faint and fell at her feet; its bright wings shivered; it was dead-from no cause that he could discern, unless it were the atmosphere of her breath. Again Beatrice crossed herself and sighed heavily as she bent over the dead insect. Beatrice caminó ahora con cuidado por el jardín, y se puso tan cerca de la ventana de Giovanni que éste no tuvo más remedio que asomar la cabeza por fuera de la ventana con objeto de satisfacer la intensa y dolorosa curiosidad que ella le despertaba. En aquel mismo instante divisó por encima de la tapia del jardín un insecto; quizá había estado vagabundeando por la ciudad y no halló flores o verdor hasta que los intensos perfumes de las plantas de Rappaccini le habían tentado. Sin posarse en las flores, pues parecía no sentir otro atractivo que el de Beatrice, se entretuvo en el aire revoloteando en torno a su cabeza. Ahora los ojos de Giovanni no podían engañarle. El joven vio cómo, mientras Beatrice contemplaba el insecto con infantil alegría, éste se fue debilitando y cayó a sus pies; las brillantes alas temblaron y quedó muerto por una causa que él desconocía. ¿Seria acaso el aliento de la joven? Una vez más Beatrice se santiguó y suspiró al inclinarse sobre el insecto muerto.
An impulsive movement of Giovanni drew her eyes to the window. There she beheld the beautiful head of the young man-rather a Grecian than an Italian head, with fair, regular features, and a glistening of gold among his ringlets-gazing down upon her like a being that hovered in mid air. Scarcely knowing what he did, Giovanni threw down the bouquet which he had hitherto held in his hand. Un movimiento impulsivo de Giovanni hizo que ella mirase a la ventana. Contempló la hermosa cabeza del joven, de rasgos bellos y regulares y ensortijado cabello dorado, más propios de un griego que de un italiano, la cual la miraba desde lo alto como si estuviese suspendida en el aire. Giovanni, dándose apenas cuenta de lo que hacía, le arrojó el ramo de flores que había tenido hasta entonces en su mano.
"Signora," said he, "there are pure and healthful flowers. Wear them for the sake of Giovanni Guasconti." —Señorita —le dijo—, ahí tiene flores puras y saludables, úselas en obsequio de Giovanni Guasconti.
"Thanks, signor," replied Beatrice, with her rich voice, that came forth as it were like a gush of music, and with a mirthful expression half childish and half woman-like. "I accept your gift, and would fain recompense it with this precious purple flower; but if I toss it into the air it will not reach you. So Signor Guasconti must even content himself with my thanks." —Gracias, señor —respondió Beatrice con su armoniosa voz, que sonó como un chorro de música, y con una alegre expresión mitad infantil y mitad de mujer—. Acepto su presente y siento no poder recompensarle con esta preciosa flor purpúrea, porque aunque se la enviara por el aire no le alcanzaría. Así pues, señor Guasconti, tendrá que conformarse con las gracias
She lifted the bouquet from the ground, and then, as if inwardly ashamed at having stepped aside from her maidenly reserve to respond to a stranger′s greeting, passed swiftly homeward through the garden. But few as the moments were, it seemed to Giovanni, when she was on the point of vanishing beneath the sculptured portal, that his beautiful bouquet was already beginning to wither in her grasp. It was an idle thought; there could be no possibility of distinguishing a faded flower from a fresh one at so great a distance. Recogió el ramillete del suelo y entonces, como avergonzada de haber hablado con un extraño en contra de la reserva que debe tener una doncella, se dirigió presurosa hacia la casa atravesando el jardín. Mas a pesar de lo escaso del tiempo, le pareció a Giovanni, cuando ya ella estaba a punto de desaparecer por el pórtico, que su bello ramillete empezaba a marchitarse en sus manos. Era un pensamiento descabellado, no había posibilidad de distinguir unas flores marchitas de otras lozanas a tanta distancia.
For many days after this incident the young man avoided the window that looked into Dr. Rappaccini′s garden, as if something ugly and monstrous would have blasted his eyesight had he been betrayed into a glance. He felt conscious of having put himself, to a certain extent, within the influence of an unintelligible power by the communication which he had opened with Beatrice. The wisest course would have been, if his heart were in any real danger, to quit his lodgings and Padua itself at once; the next wiser, to have accustomed himself, as far as possible, to the familiar and daylight view of Beatrice-thus bringing her rigidly and systematically within the limits of ordinary experience. Least of all, while avoiding her sight, ought Giovanni to have remained so near this extraordinary being that the proximity and possibility even of intercourse should give a kind of substance and reality to the wild vagaries which his imagination ran riot continually in producing. Guasconti had not a deep heart-or, at all events, its depths were not sounded now; but he had a quick fancy, and an ardent southern temperament, which rose every instant to a higher fever pitch. Whether or no Beatrice possessed those terrible attributes, that fatal breath, the affinity with those so beautiful and deadly flowers which were indicated by what Giovanni had witnessed, she had at least instilled a fierce and subtle poison into his system. It was not love, although her rich beauty was a madness to him; nor horror, even while he fancied her spirit to be imbued with the same baneful essence that seemed to pervade her physical frame; but a wild offspring of both love and horror that had each parent in it, and burned like one and shivered like the other. Giovanni knew not what to dread; still less did he know what to hope; yet hope and dread kept a continual warfare in his breast, alternately vanquishing one another and starting up afresh to renew the contest. Blessed are all simple emotions, be they dark or bright! It is the lurid intermixture of the two that produces the illuminating blaze of the infernal regions. Durante varios días después de este incidente, el joven evitó la ventana que daba al jardín del doctor Rappaccini, como si algo frío y monstruoso hubiese apagado su vista. Tenía la impresión de haberse puesto, en cierto modo, dentro del influjo de un poder ininteligible mediante la relación que había entablado con Beatrice. Si su corazón corría un verdadero peligro, el comportamiento más sabio sería abandonar no ya la casa donde se alojaba, sino incluso Padua. No debía acostumbrarse de ningún modo a la cotidiana vista de Beatrice, y aún mejor seria evitar el verla, ya que su proximidad y la posibilidad de trato con ella harían que la fantasía de Giovanni corriese desenfrenada, dando cuerpo y realidad a los encuentros que su imaginación creaba continuamente. Guasconti no era un hombre apasionado, pero tenía una gran fantasía y un ardiente temperamento meridional que tendía a cada instante a las mayores agitaciones. No sabía el joven si Beatrice poseía o no aquel aliento mortífero, la afinidad con aquellas flores tan hermosas y al mismo tiempo fatales como él había creído descubrir, pero lo cierto es que le había instilado un veneno sutil y activo en todo su ser. No era amor, aunque su gran belleza le trastornaba; ni horror, a pesar de que suponía que su espíritu estaría impregnado del mismo perfume pernicioso que parecía poseer su organismo. Era una mezcla desordenada de ambos, de amor y horror; uno lo abrasaba y el otro le hacía temblar. Giovanni no sabía qué temer o qué esperar; esperanza y miedo luchaban sin cesar en su pecho, venciéndose alternativamente e iniciando de nuevo la lucha. Benditas sean todas las emociones simples, sean buenas o malas. Es la lóbrega mezcla de las dos la que produce los resplandores que alumbran las regiones infernales.
Sometimes he endeavored to assuage the fever of his spirit by a rapid walk through the streets of Padua or beyond its gates: his footsteps kept time with the throbbings of his brain, so that the walk was apt to accelerate itself to a race. One day he found himself arrested; his arm was seized by a portly personage, who had turned back on recognizing the young man and expended much breath in overtaking him. Algunas veces trataba de mitigar la fiebre de su espíritu paseando de prisa por las calles de Padua o saliendo de sus murallas; sus pasos seguían el ritmo de sus desordenados pensamientos, de modo que el paseo a veces se convertía en una carrera. Un día se sintió apresado por alguien que se había vuelto al reconocer al joven y que necesitó mucho aliento para alcanzarle.
"Signor Giovanni! Stay, my young friend!" cried he. "Have you forgotten me? That might well be the case if I were as much altered as yourself." —¡Señor Giovanni! ¡Párese, mi joven amigo! —exclamó—. ¿No me ha reconocido? Sería posible si yo estuviese tan cambiado como usted.
It was Baglioni, whom Giovanni had avoided ever since their first meeting, from a doubt that the professor′s sagacity would look too deeply into his secrets. Endeavoring to recover himself, he stared forth wildly from his inner world into the outer one and spoke like a man in a dream. Era Baglioni, a quien Giovanni había evitado desde su primer encuentro por temor a que la sagacidad del profesor pudiese leer sus secretos. Luchando por recobrarse, miró extrañado desde su mundo interior y habló como un hombre en sueños.
"Yes; I am Giovanni Guasconti. You are Professor Pietro Baglioni. Now let me pass!" —Sí, soy Giovanni Guasconti y usted es el profesor Pietro Baglioni. ¡Ahora, déjeme pasar!
"Not yet, not yet, Signor Giovanni Guasconti," said the professor, smiling, but at the same time scrutinizing the youth with an earnest glance. "What! did I grow up side by side with your father? and shall his son pass me like a stranger in these old streets of Padua? Stand still, Signor Giovanni; for we must have a word or two before we part." —Todavía no, todavía no, señor Giovanni —dijo el profesor sonriendo y al mismo tiempo examinando al joven con una mirada atenta—. ¿Cómo va a pasar por mi lado como un extraño el hijo de aquel con quien me crié? Estése quieto, señor Giovanni; debemos hablar dos palabras antes de separarnos.
"Speedily, then, most worshipful professor, speedily," said Giovanni, with feverish impatience. "Does not your worship see that I am in haste?" —Pronto entonces, querido profesor, pronto —dijo Giovanni con febril impaciencia—. ¿No se da cuenta su señoría de que tengo prisa?
Now, while he was speaking there came a man in black along the street, stopping and moving feebly like a person in inferior health. His face was all overspread with a most sickly and sallow hue, but yet so pervaded with an expression of piercing and active intellect that an observer might easily have overlooked the merely physical attributes and have seen only this wonderful energy. As he passed, this person exchanged a cold and distant salutation with Baglioni, but fixed his eyes upon Giovanni with an intentness that seemed to bring out whatever was within him worthy of notice. Nevertheless, there was a peculiar quietness in the look, as if taking merely a speculative, not a human, interest in the young man. Mientras hablaban vieron venir por la calle a un hombre vestido de negro, encorvado y andando con dificultad como si se tratase de una persona enferma. Su cara tenía un tinte enfermizo y cetrino, pero tan llena de aguda y viva inteligencia que el observador pasaba por alto las condiciones físicas para ver en él tan sólo una energía asombrosa. Cuando pasó cambió un saludo frío y distanciado con Baglioni, pero fijó los ojos con tanta intensidad en Giovanni que dio la impresión de que le había extraído todo lo que tenía dentro que valiera la pena. Sin embargo, había una serenidad peculiar en su mirada, como si el interés que le inspirara el joven fuera meramente especulativo y no humano.
"It is Dr. Rappaccini!" whispered the professor when the stranger had passed. "Has he ever seen your face before?" —¡Ese es el doctor Rappaccini! —murmuró el profesor una vez que pasó el desconocido—. ¿Le ha visto a usted anteriormente?
"Not that I know," answered Giovanni, starting at the name. —Que yo sepa, no —contestó Giovanni, sobresaltándose ante el nombre.
"He has seen you! he must have seen you!" said Baglioni, hastily. "For some purpose or other, this man of science is making a study of you. I know that look of his! It is the same that coldly illuminates his face as he bends over a bird, a mouse, or a butterfly, which, in pursuance of some experiment, he has killed by the perfume of a flower; a look as deep as Nature itself, but without Nature′s warmth of love. Signor Giovanni, I will stake my life upon it, you are the subject of one of Rappaccini′s experiments!" —¡Él le ha visto! ¡Tiene que haberle visto! —dijo Baglioni con pasión—. Este hombre de ciencia le está estudiando a usted por algún motivo. ¡Conozco esa manera de mirar! Es la misma frialdad que muestra su cara cuando se inclina sobre un pájaro, un ratón o una mariposa a los que ha matado con el perfume de una flor en el transcurso de un experimento; una mirada tan profunda como la naturaleza misma, pero desprovista de amor. Señor Giovanni, apuesto la vida a que es usted objeto de uno de los experimentos de Rappaccini.
"Will you make a fool of me?" cried Giovanni, passionately. "That, signor professor, were an untoward experiment." —¿Quiere usted volverme loco? —exclamó Giovanni, con intensa emoción—. Eso, señor profesor, sería un desagradable experimento.
"Patience! patience!" replied the imperturbable professor. "I tell thee, my poor Giovanni, that Rappaccini has a scientific interest in thee. Thou hast fallen into fearful hands! And the Signora Beatrice-what part does she act in this mystery?" —¡Paciencia! ¡Paciencia! —contestó el imperturbable profesor—. Le digo, mi pobre Giovanni, que Rappaccini encuentra en usted un interés científico. Ha caído en unas manos terribles. ¿Y la señorita Beatrice, qué papel juega en este misterio?
But Guasconti, finding Baglioni′s pertinacity intolerable, here broke away, and was gone before the professor could again seize his arm. He looked after the young man intently and shook his head. Guasconti, encontrando intolerable la impertinencia de Baglioni, se marchó antes de que el profesor pudiera sujetarlo de nuevo. Éste quedó mirando al joven un rato mientras se alejaba y se encogió de hombros.
"This must not be," said Baglioni to himself. "The youth is the son of my old friend, and shall not come to any harm from which the arcana of medical science can preserve him. Besides, it is too insufferable an impertinence in Rappaccini, thus to snatch the lad out of my own hands, as I may say, and make use of him for his infernal experiments. This daughter of his! It shall be looked to. Perchance, most learned Rappaccini, I may foil you where you little dream of it!" «No puedo consentir esto —se dijo—. El muchacho es hijo de un viejo amigo y quién sabe lo que puede acarrearle la arcana ciencia de la medicina. Por otro lado, es inaguantable la impertinencia de Rappaccini, quien me quitó, podemos decir, al muchacho de las manos y lo quiere utilizar en sus infernales experimentos. ¡Su hija! Todo se verá. ¡Quizás, inteligente Rappaccini, frustre yo tu sueño!»
Meanwhile Giovanni had pursued a circuitous route, and at length found himself at the door of his lodgings. As he crossed the threshold he was met by old Lisabetta, who smirked and smiled, and was evidently desirous to attract his attention; vainly, however, as the ebullition of his feelings had momentarily subsided into a cold and dull vacuity. He turned his eyes full upon the withered face that was puckering itself into a smile, but seemed to behold it not. The old dame, therefore, laid her grasp upon his cloak. Mientras tanto, Giovanni continuó su tortuoso camino llegando por fin a las puertas de su alojamiento. Al cruzar el umbral se encontró con la vieja Lisabetta, quien sonrió zalamera y dio muestras de querer llamar su atención, en vano sin embargo, pues la ardiente ebullición de sus sentimientos se había trocado de pronto en una fría y desinteresada vacuidad. Volvió sus ojos hacia la arrugada cara que se estaba plegando todavía más en una sonrisa, pero pareció no verla. La anciana entonces lo agarró por la capa.
"Signor! signor!" whispered she, still with a smile over the whole breath of her visage, so that it looked not unlike a grotesque carving in wood, darkened by centuries. "Listen, signor! There is a private entrance into the garden!" —¡Señor! ¡Señor! —murmuró, todavía con una sonrisa en los labios que la hacía semejante a una máscara grotesca labrada en madera y oscurecida por los siglos—. ¡Escuche, señor! ¡Hay una entrada secreta al jardín!
"What do you say?" exclaimed Giovanni, turning quickly about, as if an inanimate thing should start into feverish life. "A private entrance into Dr. Rappaccini′s garden?" —¡Qué es lo que dice? —exclamó Giovanni volviéndose con presteza, como una cosa inanimada que adquiriera de pronto una vida intensa—. ¿Una entrada privada al jardín del doctor Rappaccini?
"Hush! hush! not so loud!" whispered Lisabetta, putting her hand over his mouth. "Yes; into the worshipful doctor′s garden, where you may see all his fine shrubbery. Many a young man in Padua would give gold to be admitted among those flowers." —¡Silencio! ¡Silencio! ¡No tan alto! —murmuró Lisabetta poniéndole la mano delante de la boca—. Sí, al jardín del respetable doctor; podrá ver sus espléndidas plantas. Muchos jóvenes de Padua darían una moneda de oro por ser admitidos entre esas flores.
Giovanni put a piece of gold into her hand. Giovanni puso una moneda en la mano de la vieja.
"Show me the way," said he. —Muéstreme el camino —le dijo.
A surmise, probably excited by his conversation with Baglioni, crossed his mind, that this interposition of old Lisabetta might perchance be connected with the intrigue, whatever were its nature, in which the professor seemed to suppose that Dr. Rappaccini was involving him. But such a suspicion, though it disturbed Giovanni, was inadequate to restrain him. The instant that he was aware of the possibility of approaching Beatrice, it seemed an absolute necessity of his existence to do so. It mattered not whether she were angel or demon; he was irrevocably within her sphere, and must obey the law that whirled him onward, in ever-lessening circles, towards a result which he did not attempt to foreshadow; and yet, strange to say, there came across him a sudden doubt whether this intense interest on his part were not delusory; whether it were really of so deep and positive a nature as to justify him in now thrusting himself into an incalculable position; whether it were not merely the fantasy of a young man′s brain, only slightly or not at all connected with his heart. Una sospecha, nacida probablemente de su conversación con Baglioni, cruzó su pensamiento; quizás esta intervención de la vieja Lisabetta estuviera en relación con la intriga, fuera cual fuese su naturaleza, en la que el profesor suponía que el doctor Rappaccini estaba tratando de envolverle. Mas esta sospecha, aunque preocupó a Giovanni, era insuficiente para detenerle. El instante que había esperado de poder acercarse a Beatrice le impulsaba con demasiada fuerza. No importaba si ella era ángel o demonio; estaba dentro de su esfera de forma irremisible y tenía que obedecer la llamada que le impulsaba a girar en círculos cada vez menores, hacia un fin que no intentaba adivinar. Sin embargo, puede parecer extraño, le sobrevino de pronto la duda de si ese intenso interés de su parte no sería ilusorio; si sería tan profundo y positivo como para justificar que se metiese en una empresa cuya trascendencia era imprevisible; si no se trataría de la fantasía del cerebro de un joven, sin participación, o sólo muy ligera, de sus sentimientos.
He paused, hesitated, turned half about, but again went on. His withered guide led him along several obscure passages, and finally undid a door, through which, as it was opened, there came the sight and sound of rustling leaves, with the broken sunshine glimmering among them. Giovanni stepped forth, and, forcing himself through the entanglement of a shrub that wreathed its tendrils over the hidden entrance, stood beneath his own window in the open area of Dr. Rappaccini′s garden. Se detuvo dudando pero, decidido, siguió hacia delante. Su macilenta guía lo condujo por varios pasillos oscuros y, por último, reparó en una puerta por la que, dado que estaba abierta, se oía el susurro de las hojas atravesadas por el sol. Giovanni siguió andando y se metió por entre un arbusto que extendía sus zarcillos sobre la oculta entrada, hasta llegar debajo de la ventana de su habitación en el área descubierta del jardín del doctor Rappaccini.
How often is it the case that, when impossibilities have come to pass and dreams have condensed their misty substance into tangible realities, we find ourselves calm, and even coldly self-possessed, amid circumstances which it would have been a delirium of joy or agony to anticipate! Fate delights to thwart us thus. Passion will choose his own time to rush upon the scene, and lingers sluggishly behind when an appropriate adjustment of events would seem to summon his appearance. So was it now with Giovanni. Day after day his pulses had throbbed with feverish blood at the improbable idea of an interview with Beatrice, and of standing with her, face to face, in this very garden, basking in the Oriental sunshine of her beauty, and snatching from her full gaze the mystery which he deemed the riddle of his own existence. But now there was a singular and untimely equanimity within his breast. He threw a glance around the garden to discover if Beatrice or her father were present, and, perceiving that he was alone, began a critical observation of the plants. Cuántas veces sucede que, cuando se han vencido las dificultades y los sueños han condensado su nebulosa sustancia en una realidad tangible, nos encontramos tranquilos e incluso fríamente dueños de nosotros mismos, en circunstancias que hubiese sido un delirio de júbilo o de agonía el anticipar. El destino se divierte desconcertándonos así. La pasión, que hubiera deseado la ocasión para lanzarse a actuar, vacila perezosamente cuando los sucesos parecen requerir su aparición. Eso era lo que le sucedía ahora a Giovanni. Día tras día su pulso se había agotado febrilmente ante la improbable idea de una entrevista con Beatrice y el deseo de estar con ella cara a cara en este mismo jardín, iluminado por el resplandor oriental de su belleza y tratando de arrancar a su contemplación el misterio que él consideraba el enigma de su propia existencia. Pero en aquel momento había en su pecho una ecuanimidad singular y fuera de lugar. Lanzó una mirada en derredor para ver si veía a Beatrice o a su padre y, dándose cuenta de que estaba solo, inició una investigación crítica de las plantas.
The aspect of one and all of them dissatisfied him; their gorgeousness seemed fierce, passionate, and even unnatural. There was hardly an individual shrub which a wanderer, straying by himself through a forest, would not have been startled to find growing wild, as if an unearthly face had glared at him out of the thicket. Several also would have shocked a delicate instinct by an appearance of artificialness indicating that there had been such commixture, and, as it were, adultery, of various vegetable species, that the production was no longer of God′s making, but the monstrous offspring of man′s depraved fancy, glowing with only an evil mockery of beauty. They were probably the result of experiment, which in one or two cases had succeeded in mingling plants individually lovely into a compound possessing the questionable and ominous character that distinguished the whole growth of the garden. In fine, Giovanni recognized but two or three plants in the collection, and those of a kind that he well knew to be poisonous. While busy with these contemplations he heard the rustling of a silken garment, and, turning, beheld Beatrice emerging from beneath the sculptured portal. El aspecto de todas ellas le desagradó; su esplendor parecía salvaje, apasionado y poco natural. Casi todas las plantas que allí crecían hubieran sobresaltado a quien al atravesar un bosque las hubiera encontrado; como si una cara sobrenatural le estuviese mirando a través de la espesura. Algunas también hubieran llamado la atención de un entendido por su apariencia de artificialidad; parecían una adulteración de varias especies vegetales mezcladas, no muy distintas de las creadas por Dios, pero obra de la fantasía depravada de un hombre. Hasta su inmensa belleza tenía algo de demoniaca. Eran probablemente el fruto del experimento, que en uno o dos casos había alcanzado el éxito, de combinar dos plantas hermosas en una sola que adquiría el sospechoso y siniestro aspecto que informaba todo lo que crecía en el jardín. Giovanni reconoció sólo dos o tres plantas en toda la colección, y de las clases que él sabía que eran venenosas. Mientras estaba entretenido en estas observaciones, escuchó el crujido de un traje de seda y, volviéndose, vio aparecer a Beatrice bajo el artístico pórtico.
Giovanni had not considered with himself what should be his deportment; whether he should apologize for his intrusion into the garden, or assume that he was there with the privity at least, if not by the desire, of Dr. Rappaccini or his daughter; but Beatrice′s manner placed him at his ease, though leaving him still in doubt by what agency he had gained admittance. She came lightly along the path and met him near the broken fountain. There was surprise in her face, but brightened by a simple and kind expression of pleasure. Giovanni no se había parado a pensar en cuál debía ser su comportamiento: si tenía que disculparse por su intrusión en el jardín o fingir que estaba allí con el consentimiento, ya que no por deseo, del doctor Rappaccini o de su hija, pero la conducta de Beatrice le tranquilizó, a pesar de que en su espíritu persistía la duda del motivo por el que habría conseguido la admisión. Ella vino con ligereza por el sendero y se encontraron cerca de la fuente en ruinas. Su cara mostraba sorpresa, pero la iluminaba una sencilla y amable expresión de placer.
"You are a connoisseur in flowers, signor," said Beatrice, with a smile, alluding to the bouquet which he had flung her from the window. "It is no marvel, therefore, if the sight of my father′s rare collection has tempted you to take a nearer view. If he were here, he could tell you many strange and interesting facts as to the nature and habits of these shrubs; for he has spent a lifetime in such studies, and this garden is his world." —Usted es un experto en flores, señor —dijo con una sonrisa, aludiendo al ramillete que él le había echado desde la ventana—. No es extraño que la rara colección de mi padre le haga desear verla de cerca. Si él estuviera aquí podría contarle cosas muy extraordinarias e interesantes acerca de la naturaleza y virtudes de estas plantas, ya que se pasa la vida en tales estudios y este jardín constituye su mundo.
"And yourself, lady," observed Giovanni, "if fame says true-you likewise are deeply skilled in the virtues indicated by these rich blossoms and these spicy perfumes. Would you deign to be my instructress, I should prove an apter scholar than if taught by Signor Rappaccini himself." —Y usted misma, señora —comentó Giovanni—, si la fama no miente, también es muy experta en las virtudes que revela el magnífico desarrollo de tas flores y su olor aromático. Si no tuviera inconveniente en ser mi profesora, yo intentaría ser un alumno más aplicado que si me enseñara el mismo señor Rappaccini.
"Are there such idle rumors?" asked Beatrice, with the music of a pleasant laugh. "Do people say that I am skilled in my father′s science of plants? What a jest is there! No; though I have grown up among these flowers, I know no more of them than their hues and perfume; and sometimes methinks I would fain rid myself of even that small knowledge. There are many flowers here, and those not the least brilliant, that shock and offend me when they meet my eye. But pray, signor, do not believe these stories about my science. Believe nothing of me save what you see with your own eyes." —¿Corren tan falsos rumores? —preguntó Beatrice, con la música de su agradable voz—. ¿Dice la gente que soy una experta como mi padre en conocimientos de botánica? ¡Qué gracioso! No; aunque crecí entre estas flores no conozco más de ellas que su color y perfume, y algunas veces pienso que aun debería ignorar eso. Muchas de estas flores, y quizá de las más hermosas, me repugnan con su olor y me ofenden cuando las veo. Pero le ruego, señor, que no crea esas historias referentes a mi ciencia. No crea de mí otra cosa que lo que vean sus propios ojos.
"And must I believe all that I have seen with my own eyes?" asked Giovanni, pointedly, while the recollection of former scenes made him shrink. "No, signora; you demand too little of me. Bid me believe nothing save what comes from your own lips." —¿Y debo creer todo lo que he visto con mis propios ojos? —preguntó Giovanni con sutileza, al tiempo que el recuerdo de las primeras escenas le hizo estremecer—. No, señora, exige usted poco de mí. Permítame creer solamente lo que proceda de sus labios.
It would appear that Beatrice understood him. There came a deep flush to her cheek; but she looked full into Giovanni′s eyes, and responded to his gaze of uneasy suspicion with a queenlike haughtiness. Pareció como si Beatrice hubiese comprendido. Sus mejillas se colorearon de rubor, pero mirando a los ojos de Giovanni respondió a su mirada de ansiosa sospecha con la altivez de una reina.
"I do so bid you, signor," she replied. "Forget whatever you may have fancied in regard to me. If true to the outward senses, still it may be false in its essence; but the words of Beatrice Rappaccini′s lips are true from the depths of the heart outward. Those you may believe." —Eso es lo que le ruego, señor —respondió—. Olvide todo lo que se ha imaginado acerca de mí. Lo que nos dicen los sentidos externos puede ser falso en esencia, pero las palabras que brotan de los labios de Beatrice Rappaccini salen de lo más profundo de su corazón. Ésas son las que debe usted creer.
A fervor glowed in her whole aspect and beamed upon Giovanni′s consciousness like the light of truth itself; but while she spoke there was a fragrance in the atmosphere around her, rich and delightful, though evanescent, yet which the young man, from an indefinable reluctance, scarcely dared to draw into his lungs. It might be the odor of the flowers. Could it be Beatrice′s breath which thus embalmed her words with a strange richness, as if by steeping them in her heart? A faintness passed like a shadow over Giovanni and flitted away; he seemed to gaze through the beautiful girl′s eyes into her transparent soul, and felt no more doubt or fear. Una gran vehemencia la iluminaba y brilló sobre la conciencia de Giovanni como la luz de la verdad misma, pero mientras hablaba había una fragancia exquisita y deliciosa, aunque imperceptible, en el aire que la rodeaba, que el joven, por una repugnancia indefinible, apenas se atrevía a respirar. ¿Podría ser el olor de las flores? ¿Sería que el aliento de Beatrice embalsamaba sus palabras con una extraña fragancia como si tuviera impregnadas de ella sus entrañas? Giovanni sintió un ligero mareo, pero volvió a recobrarse en seguida; parecía mirar a través de los ojos de la hermosa muchacha su alma transparente, y no volvió a sentir duda ni temor.
The tinge of passion that had colored Beatrice′s manner vanished; she became gay, and appeared to derive a pure delight from her communion with the youth not unlike what the maiden of a lonely island might have felt conversing with a voyager from the civilized world. Evidently her experience of life had been confined within the limits of that garden. She talked now about matters as simple as the daylight or summer clouds, and now asked questions in reference to the city, or Giovanni′s distant home, his friends, his mother, and his sisters-questions indicating such seclusion, and such lack of familiarity with modes and forms, that Giovanni responded as if to an infant. Her spirit gushed out before him like a fresh rill that was just catching its first glimpse of the sunlight and wondering at the reflections of earth and sky which were flung into its bosom. There came thoughts, too, from a deep source, and fantasies of a gemlike brilliancy, as if diamonds and rubies sparkled upward among the bubbles of the fountain. Ever and anon there gleamed across the young man′s mind a sense of wonder that he should be walking side by side with the being who had so wrought upon his imagination, whom he had idealized in such hues of terror, in whom he had positively witnessed such manifestations of dreadful attributes-that he should be conversing with Beatrice like a brother, and should find her so human and so maidenlike. But such reflections were only momentary; the effect of her character was too real not to make itself familiar at once. El tinte de pasión que había coloreado las expresiones de Beatrice se desvaneció; se puso alegre y parecía sentir un placer puro con la presencia del joven, semejante al que sentiría la doncella de una isla solitaria al conversar con un viajero procedente del mundo civilizado. Era patente que su experiencia de la vida se limitaba al recinto del jardín. Unas veces hablaba de materias tan simples como la luz del día o las nubes de verano, otras hacía preguntas referentes a la ciudad, o a la tierra lejana de Giovanni, sus amigos, su madre, sus hermanas, preguntas que indicaban una vida tan retirada y una carencia tal de familiaridad con los modales y trato sociales que Giovanni respondía como si estuviese hablando con una niña. Su espíritu brotaba ante él como un arroyuelo recién nacido que recibiera por primera vez la caricia del sol y se maravillase de la tierra y el cielo reflejados en su fondo. Tenía también pensamientos profundos y fantasías brillantes como gemas, como diamantes y rubíes desgranándose en medio del hervor de la fuente. Mientras ella hablaba, Giovanni se asombraba de estar paseando con la joven a quien su excitada imaginación había dado tintes terroríficos; le maravillaba estar conversando con Beatrice como un hermano, y que pudiera parecerle tan humana y tan llena de candor. Pero estas reflexiones fueron sólo momentáneas; las muestras de su naturaleza eran demasiado reales para sentirse tranquilizado enseguida.
In this free intercourse they had strayed through the garden, and now, after many turns among its avenues, were come to the shattered fountain, beside which grew the magnificent shrub, with its treasury of glowing blossoms. A fragrance was diffused from it which Giovanni recognized as identical with that which he had attributed to Beatrice′s breath, but incomparably more powerful. As her eyes fell upon it, Giovanni beheld her press her hand to her bosom as if her heart were throbbing suddenly and painfully. En esta confiada conversación habían paseado por el jardín, y después de muchas vueltas a lo largo de sus avenidas, llegaron hasta la fuente derruida donde crecía la magnífica planta con su tesoro de flores espléndidas. Se esparcía alrededor de ella una fragancia idéntica a la que Giovanni atribuyera al aliento de Beatrice, aunque mucho más intensa. Cuando ella la vio, Giovanni observó que se oprimía el pecho con la mano como si su corazón estuviera palpitando acelerado y le produjese dolor.
"For the first time in my life," murmured she, addressing the shrub, "I had forgotten thee." —Por primera vez en mi vida me he olvidado de ti —murmuró Beatrice dirigiéndose a la planta.
"I remember, signora," said Giovanni, "that you once promised to reward me with one of these living gems for the bouquet which I had the happy boldness to fling to your feet. Permit me now to pluck it as a memorial of this interview." —Recuerdo, señora —dijo Giovanni—, que una vez me prometió recompensarme con una de estas vividas gemas a cambio del ramillete que tuve el feliz arrojo de echar a sus pies. Permítame ahora coger una en recuerdo de esta entrevista.
He made a step towards the shrub with extended hand; but Beatrice darted forward, uttering a shriek that went through his heart like a dagger. She caught his hand and drew it back with the whole force of her slender figure. Giovanni felt her touch thrilling through his fibres. Dio el joven un paso hacia la planta con la mano extendida, pero Beatrice se precipitó hacia delante lanzando un grito que traspasó el corazón de Giovanni como un puñal. Lo cogió de la mano y le hizo retroceder con toda la fuerza de su delicada figura. El joven sintió su contacto con un temblor en todo su cuerpo.
"Touch it not!" exclaimed she, in a voice of agony. "Not for thy life! It is fatal!" —¡No la toque! —exclamó ella, con voz angustiada—. ¡No lo haga, por su vida! ¡Es letal!
Then, hiding her face, she fled from him and vanished beneath the sculptured portal. As Giovanni followed her with his eyes, he beheld the emaciated figure and pale intelligence of Dr. Rappaccini, who had been watching the scene, he knew not how long, within the shadow of the entrance. Entonces, ocultando la cara entre sus manos, huyó de él y desapareció bajo el pórtico. Al seguirla con los ojos, Giovanni vio la delgada y pálida figura de Rappaccini, que había estado observando la escena, no sabía desde hacía cuánto tiempo, oculto por la sombra del portal.
No sooner was Guasconti alone in his chamber than the image of Beatrice came back to his passionate musings, invested with all the witchery that had been gathering around it ever since his first glimpse of her, and now likewise imbued with a tender warmth of girlish womanhood. She was human; her nature was endowed with all gentle and feminine qualities; she was worthiest to be worshipped; she was capable, surely, on her part, of the height and heroism of love. Those tokens which he had hitherto considered as proofs of a frightful peculiarity in her physical and moral system were now either forgotten, or, by the subtle sophistry of passion transmitted into a golden crown of enchantment, rendering Beatrice the more admirable by so much as she was the more unique. Whatever had looked ugly was now beautiful; or, if incapable of such a change, it stole away, and hid itself among those shapeless half ideas which throng the dim region beyond the daylight of our perfect consciousness. Thus did he spend the night, nor fell asleep until the dawn had begun to awake the slumbering flowers in Dr. Rappaccini′s garden, whither Giovanni′s dreams doubtless led him. Up rose the sun in his due season, and, flinging his beams upon the young man′s eyelids, awoke him to a sense of pain. When thoroughly aroused, he became sensible of a burning and tingling agony in his hand-in his right hand-the very hand which Beatrice had grasped in her own when he was on the point of plucking one of the gemlike flowers. On the back of that hand there was now a purple print like that of four small fingers, and the likeness of a slender thumb upon his wrist. Antes de que el joven llegara a su habitación, Beatrice era ya el objeto de sus apasionadas meditaciones, revestida de todo el hechizo de que la había rodeado desde que la viera por primera vez, e imbuida ahora además con el afectuoso calor de su encantadora feminidad. Era humana; su carácter tenía todas esas cualidades dulces y femeninas que hacen a una mujer digna de ser adorada. Sería capaz, seguramente, de los sacrificios y heroísmos del amor. Aquellas muestras que él había considerado hasta ahora como señales de una temible constitución física y moral eran olvidadas en aquel momento por la sutil influencia de la pasión, y transformadas en una dorada corona de encantos que convertían a Beatrice en la más admirable de todas las mujeres, por ser única. Todo lo que le había parecido feo era ahora hermoso o, si no podía cambiarlo tan radicalmente, se ocultaba y escondía en la tenebrosa región que se halla bajo la zona de la conciencia. Pasó la noche pensando en ella. Cuando se durmió, la aurora comenzaba ya a despertar a las flores que dormitaban en el jardín del doctor Rappaccini. Giovanni, en sueños, también se encontraría allí. Salió el sol a su debido tiempo y lanzó sus rayos sobre los párpados del joven, que despertó con una sensación dolorosa. Después de levantarse notó como una quemadura y latidos en su mano —en la derecha—, la misma mano que le había cogido ella cuando estaba a punto de arrancar una de las flores de aspecto de gema. En el dorso de la mano aparecían ahora unas impresiones rojas, como de cuatro dedos pequeños, y una señal, como de un pulgar delgado, en su muñeca.
Oh, how stubbornly does love-or even that cunning semblance of love which flourishes in the imagination, but strikes no depth of root into the heart-how stubbornly does it hold its faith until the moment comes when it is doomed to vanish into thin mist! Giovanni wrapped a handkerchief about his hand and wondered what evil thing had stung him, and soon forgot his pain in a reverie of Beatrice. ¡Oh, con qué obstinación se defiende el amor! —y aun lo que es astuta semblanza del amor, que florece en la imaginación pero que no tiene profundas raíces en el corazón—, con qué obstinación mantiene su fe hasta que llega el momento en que es condenado a desvanecerse en humo! Giovanni envolvió su mano con un pañuelo, se preguntó qué cosa maligna le habría picado y pronto olvidó su dolor con el recuerdo de Beatrice.
After the first interview, a second was in the inevitable course of what we call fate. A third; a fourth; and a meeting with Beatrice in the garden was no longer an incident in Giovanni′s daily life, but the whole space in which he might be said to live; for the anticipation and memory of that ecstatic hour made up the remainder. Nor was it otherwise with the daughter of Rappaccini. She watched for the youth′s appearance, and flew to his side with confidence as unreserved as if they had been playmates from early infancy-as if they were such playmates still. If, by any unwonted chance, he failed to come at the appointed moment, she stood beneath the window and sent up the rich sweetness of her tones to float around him in his chamber and echo and reverberate throughout his heart: "Giovanni! Giovanni! Why tarriest thou? Come down!" And down he hastened into that Eden of poisonous flowers. Después de la primera entrevista, una segunda va implícita en lo que nosotros llamamos destino. Una tercera, una cuarta, y pronto los únicos momentos en que vivía feliz y satisfecho eran los que pasaba en compañía de Beatrice ; el tiempo restante transcurría esperando o recordando su entrevista. Eso mismo le ocurría a la hija de Rappaccini. Aguardaba la aparición del joven y corría a su lado con una confianza tan libre de reservas como si hubieran sido compañeros de juegos desde la más tierna infancia, y como si siguieran siéndolo todavía. Si por algún motivo inesperado él no acudía en el momento de la cita, Beatrice se ponía bajo su ventana y cantaba la más dulce de sus canciones, que flotaba en torno a él en su cámara y resonaba en su corazón como un eco: «¡Giovanni!¡Giovanni! ¿Por qué tardas? ¡Ven!», y él bajaba presuroso a aquel edén de flores envenenadas.
But, with all this intimate familiarity, there was still a reserve in Beatrice′s demeanor, so rigidly and invariably sustained that the idea of infringing it scarcely occurred to his imagination. By all appreciable signs, they loved; they had looked love with eyes that conveyed the holy secret from the depths of one soul into the depths of the other, as if it were too sacred to be whispered by the way; they had even spoken love in those gushes of passion when their spirits darted forth in articulated breath like tongues of long-hidden flame; and yet there had been no seal of lips, no clasp of hands, nor any slightest caress such as love claims and hallows. He had never touched one of the gleaming ringlets of her hair; her garment-so marked was the physical barrier between them-had never been waved against him by a breeze. On the few occasions when Giovanni had seemed tempted to overstep the limit, Beatrice grew so sad, so stern, and withal wore such a look of desolate separation, shuddering at itself, that not a spoken word was requisite to repel him. At such times he was started at the horrible suspicions that rose, monster-like, out of the caverns of his heart and stared him in the face; his love grew thin and faint as the morning mist, his doubts alone had substance. But, when Beatrice′s face brightened again after the momentary shadow, she was transformed at once from the mysterious, questionable being whom he had watched with so much awe and horror; she was now the beautiful and unsophisticated girl whom he felt that his spirit knew with a certainty beyond all other knowledge. Pero a pesar de tan íntima familiaridad, aún existía una reserva en la conducta de Beatrice, tan rígida e invariablemente mantenida que raras veces pasaba por la imaginación de él la idea de infringirla. Según todas las apariencias, se amaban; se habían dicho su amor con los ojos, que comunican el secreto sagrado desde las profundidades de un alma a las de la otra; era demasiado grande aquel secreto para expresarlo por medio de la palabra. Sin embargo, se habían dicho su amor en aquellas explosiones de pasión, cuando sus espíritus volaban fuera de sus cuerpos en articulado suspiro, como lengua de una llama escondida demasiado tiempo. En cambio, no había habido sello de labios, ni apretón de manos, ni la caricia más leve que el amor demanda y santifica. Él no había tocado nunca ni uno de los rizos dorados de su pelo; el traje de ella —tan grande era la barrera psíquica que los separaba— nunca había ondeado contra él con la brisa. En las pocas ocasiones en que Giovanni parecía tentado a saltar esa barrera, Beatrice se ponía tan triste, tan severa y mostraba además tal aspecto de desesperación que no se necesitaba ni una sola palabra más para hacerle desistir. En esos casos él se sobresaltaba ante la horrible sospecha que nacía, semejante a un monstruo, en lo profundo de su corazón. La miraba a la cara, su amor se entibiaba y desvanecía, como la niebla matinal ante el sol, y sólo quedaban sus dudas. Pero cuando la cara de Beatrice recobraba su alegría después de la momentánea tristeza, dejaba de ser la persona misteriosa que él observara con miedo y horror, y volvía a ser la muchacha hermosa y sencilla cuyo espíritu comprendía por encima de cualquier otro conocimiento.
A considerable time had now passed since Giovanni′s last meeting with Baglioni. One morning, however, he was disagreeably surprised by a visit from the professor, whom he had scarcely thought of for whole weeks, and would willingly have forgotten still longer. Given up as he had long been to a pervading excitement, he could tolerate no companions except upon condition of their perfect sympathy with his present state of feeling. Such sympathy was not to be expected from Professor Baglioni. Había transcurrido un tiempo considerable desde el último encuentro de Giovanni con Baglioni, cuando una mañana se vio desagradablemente sorprendido por la visita del profesor, en quien había pensado muy poco en las últimas semanas y de quien hubiera querido olvidarse totalmente. Se hallaba en un estado de ánimo que sólo podía aceptar la compañía de personas que no pusieran objeciones a sus sentimientos actuales. Tal comprensión no podía esperarse del profesor Baglioni.
The visitor chatted carelessly for a few moments about the gossip of the city and the university, and then took up another topic. El visitante charló despreocupado durante unos minutos de los chismes de la ciudad y de la universidad, y después tomó otro tema.
"I have been reading an old classic author lately," said he, "and met with a story that strangely interested me. Possibly you may remember it. It is of an Indian prince, who sent a beautiful woman as a present to Alexander the Great. She was as lovely as the dawn and gorgeous as the sunset; but what especially distinguished her was a certain rich perfume in her breath-richer than a garden of Persian roses. Alexander, as was natural to a youthful conqueror, fell in love at first sight with this magnificent stranger; but a certain sage physician, happening to be present, discovered a terrible secret in regard to her." —Estuve leyendo últimamente a un antiguo autor clásico —dijo— y me encontré con una historia que me llamó la atención. Posiblemente podrás recordarla. Es una que trata de un príncipe de la India que envió una bella mujer como presente a Alejandro Magno. Era tan hermosa como la aurora y vistosa como una puesta de sol, pero lo que le caracterizaba era un cierto aliento perfumado, más dulce que el de las rosas de un jardín persa. Alejandro, como es natural en un hombre joven, quedó enamorado de la joven extranjera en cuanto la vio; pero cierto sabio, que estaba presente en aquel momento, descubrió en ella un secreto terrible.
"And what was that?" asked Giovanni, turning his eyes downward to avoid those of the professor. —¿Y en qué consistía? —preguntó Giovanni bajando los ojos para evitar los del profesor.
"That this lovely woman," continued Baglioni, with emphasis, "had been nourished with poisons from her birth upward, until her whole nature was so imbued with them that she herself had become the deadliest poison in existence. Poison was her element of life. With that rich perfume of her breath she blasted the very air. Her love would have been poison-her embrace death. Is not this a marvellous tale?" —En que esa mujer hermosa había sido alimentada con venenos desde su nacimiento —continuó Baglioni con énfasis—, hasta el punto de que habían entrado de tal forma en su organismo que ella misma era el veneno más mortal que existía. Él era su elemento vital. Con aquel delicioso perfume de su aliento emponzoñaba el aire. Su amor hubiese sido veneno. Su abrazo, la muerte. ¿No es un cuento maravilloso?
"A childish fable," answered Giovanni, nervously starting from his chair. "I marvel how your worship finds time to read such nonsense among your graver studies." —Una fábula infantil —contestó Giovanni moviéndose nervioso en la silla—. Me parece maravilloso que su señoría encuentre tiempo para leer tales paparruchas mientras se dedica a estudios serios.
"By the by," said the professor, looking uneasily about him, "what singular fragrance is this in your apartment? Is it the perfume of your gloves? It is faint, but delicious; and yet, after all, by no means agreeable. Were I to breathe it long, methinks it would make me ill. It is like the breath of a flower; but I see no flowers in the chamber." —A propósito —dijo el profesor mirando inquieto en derredor—, ¿qué extraña fragancia es ésta que hay en tu habitación? ¿Es el perfume de tus guantes? Es débil pero delicioso, aunque no se pueda decir que agradable. Creo que si lo respirara mucho tiempo llegaría a ponerme enfermo. Es como la esencia de una flor, pero no veo flores en la alcoba.
"Nor are there any," replied Giovanni, who had turned pale as the professor spoke; "nor, I think, is there any fragrance except in your worship′s imagination. Odors, being a sort of element combined of the sensual and the spiritual, are apt to deceive us in this manner. The recollection of a perfume, the bare idea of it, may easily be mistaken for a present reality." —No hay ninguna —contestó Giovanni, que se había puesto pálido mientras hablaba el profesor—, ni creo que haya aquí otro perfume que el de la imaginación de vuestra señoría. El olor, siendo como es una mezcla de lo sensible y lo espiritual, es apto para engañarnos de esa forma. El recuerdo de un perfume, la mera idea de él puede ser confundido con una realidad presente.
"Ay; but my sober imagination does not often play such tricks," said Baglioni; "and, were I to fancy any kind of odor, it would be that of some vile apothecary drug, wherewith my fingers are likely enough to be imbued. Our worshipful friend Rappaccini, as I have heard, tinctures his medicaments with odors richer than those of Araby. Doubtless, likewise, the fair and learned Signora Beatrice would minister to her patients with draughts as sweet as a maiden′s breath; but woe to him that sips them!" —¡Ah!, pero mi cuerda imaginación no suele gastarme esas bromas —dijo Baglioni—, y si me imaginase algún tipo de olor sería el de cualquier repugnante droga de boticario con la que mis dedos estarían probablemente bastante impregnados. Nuestro querido amigo Rappaccini, según he oído, perfuma sus medicinas con olores más ricos que los de Arabia. La bella y docta Beatrice también podría tratar a sus pacientes con drogas tan dulces como el aliento de una doncella, ¡pero qué desgracia para el que las bebiera!
Giovanni′s face evinced many contending emotions. The tone in which the professor alluded to the pure and lovely daughter of Rappaccini was a torture to his soul; and yet the intimation of a view of her character, opposite to his own, gave instantaneous distinctness to a thousand dim suspicions, which now grinned at him like so many demons. But he strove hard to quell them and to respond to Baglioni with a true lover′s perfect faith. La cara de Giovanni reflejó muchas emociones contenidas. El tono en que aludía el profesor a la pura y encantadora hija de Rappaccini era una tortura para su alma y, sin embargo, la insinuación de un examen de su carácter, opuesto al suyo propio, produjo de un modo instantáneo la claridad de mil sospechas confusas que ahora se burlaban de él como otros tantos demonios. Pero se esforzó por dominarlos y respondió a Baglioni con la fe de un amante perfecto.
"Signor professor," said he, "you were my father′s friend; perchance, too, it is your purpose to act a friendly part towards his son. I would fain feel nothing towards you save respect and deference; but I pray you to observe, signor, that there is one subject on which we must not speak. You know not the Signora Beatrice. You cannot, therefore, estimate the wrong-the blasphemy, I may even say-that is offered to her character by a light or injurious word." —Señor profesor —le dijo—, usted fue amigo de mi padre y quizás es también su propósito actuar con su hijo como un amigo. No puedo sentir hacia usted sino respeto y. deferencia, pero le suplico que se dé cuenta de que hay algo sobre lo que no podemos hablar. Usted no conoce a la señorita Beatrice: por tanto, es incapaz de estimar lo erróneo, la blasfemia, diría mejor, de hablar de su persona con una palabra ligera e injuriosa.
"Giovanni! my poor Giovanni!" answered the professor, with a calm expression of pity, "I know this wretched girl far better than yourself. You shall hear the truth in respect to the poisoner Rappaccini and his poisonous daughter; yes, poisonous as she is beautiful. Listen; for, even should you do violence to my gray hairs, it shall not silence me. That old fable of the Indian woman has become a truth by the deep and deadly science of Rappaccini and in the person of the lovely Beatrice." —¡Giovanni! ¡Mi pobre Giovanni! —contestó el profesor con una tranquila expresión de lástima—. Conozco a esa joven perversa mucho mejor que tú. Vas a oír la verdad respecto al envenenador Rappaccini y a su venenosa hija; sí, tan venenosa como bella. Escucha, pues aunque mancillaras mis cabellos grises no podría guardar silencio. La antigua fábula de la mujer india se ha convertido en real por la profunda y fatal ciencia de Rappaccini, y en la persona de la hermosa Beatrice.
Giovanni groaned and hid his face. Giovanni gimió y ocultó su cara.
"Her father," continued Baglioni, "was not restrained by natural affection from offering up his child in this horrible manner as the victim of his insane zeal for science; for, let us do him justice, he is as true a man of science as ever distilled his own heart in an alembic. What, then, will be your fate? Beyond a doubt you are selected as the material of some new experiment. Perhaps the result is to be death; perhaps a fate more awful still. Rappaccini, with what he calls the interest of science before his eyes, will hesitate at nothing." —Su padre no se refrenó ante el cariño natural —continuó Baglioni—, y la ofreció, de esta manera horrible, como víctima de su loco amor por la ciencia. Hagámosle justicia, es un auténtico hombre de ciencia que destilaría su propio corazón en un alambique. ¿Cuál puede ser entonces tu destino? Has sido cogido como el material para un nuevo experimento. Quizás el resultado sea la muerte o quizás un destino más terrible aún. Rappaccini, por lo que él llama interés por la ciencia, no dudaría ante nada.
"It is a dream," muttered Giovanni to himself; "surely it is a dream." «Es un sueño, probablemente es sólo un sueño», se dijo Giovanni.
"But," resumed the professor, "be of good cheer, son of my friend. It is not yet too late for the rescue. Possibly we may even succeed in bringing back this miserable child within the limits of ordinary nature, from which her father′s madness has estranged her. Behold this little silver vase! It was wrought by the hands of the renowned Benvenuto Cellini, and is well worthy to be a love gift to the fairest dame in Italy. But its contents are invaluable. One little sip of this antidote would have rendered the most virulent poisons of the Borgias innocuous. Doubt not that it will be as efficacious against those of Rappaccini. Bestow the vase, and the precious liquid within it, on your Beatrice, and hopefully await the result." —Pero alégrate, hijo de mi amigo —resumió el profesor—. No es demasiado tarde para la salvación. Es muy posible que tengamos éxito al tratar de volver a esa miserable criatura a la normalidad, de la que ha sido sacada por la locura de su padre. ¡Ten esta pequeña redoma de plata! Fue hecha por las manos del renombrado Benvenuto Cellini y es un presente de amor digno de la dama más deliciosa de Italia. Su contenido es aún más valioso; un pequeño sorbo de este antídoto habría neutralizado el veneno más virulento de los Borgia. No hay duda de que será eficaz contra los de Rappaccini. Dale el pomo a tu Beatrice y espera lleno de confianza los resultados.
Baglioni laid a small, exquisitely wrought silver vial on the table and withdrew, leaving what he had said to produce its effect upon the young man′s mind. Baglioni dejó una pequeña redoma de plata exquisitamente labrada sobre la mesa y se retiró deseando que sus palabras surtieran efecto sobre la mente del joven.
"We will thwart Rappaccini yet," thought he, chuckling to himself, as he descended the stairs; "but, let us confess the truth of him, he is a wonderful man-a wonderful man indeed; a vile empiric, however, in his practice, and therefore not to be tolerated by those who respect the good old rules of the medical profession." «Te venceremos, Rappaccini —pensaba, riendo, mientras bajaba la escalera—. Sin embargo, debemos reconocer la verdad: es un hombre maravilloso y a la vez un empírico despreciable que no puede ser tolerado por aquellos que respetamos las buenas normas clásicas de la profesión médica.»
Throughout Giovanni′s whole acquaintance with Beatrice, he had occasionally, as we have said, been haunted by dark surmises as to her character; yet so thoroughly had she made herself felt by him as a simple, natural, most affectionate, and guileless creature, that the image now held up by Professor Baglioni looked as strange and incredible as if it were not in accordance with his own original conception. True, there were ugly recollections connected with his first glimpses of the beautiful girl: he could not quite forget the bouquet that withered in her grasp, and the insect that perished amid the sunny air, by no ostensible agency save the fragrance of her breath. These incidents, however, dissolving in the pure light of her character, had no longer the efficacy of facts, but were acknowledged as mistaken fantasies, by whatever testimony of the senses they might appear to be substantiated. There is something truer and more real than what we can see with the eyes and touch with the finger. On such better evidence had Giovanni founded his confidence in Beatrice, though rather by the necessary force of her high attributes than by any deep and generous faith on his part. But now his spirit was incapable of sustaining itself at the height to which the early enthusiasm of passion had exalted it; he fell down, grovelling among earthly doubts, and defiled therewith the pure whiteness of Beatrice′s image. Not that he gave her up; he did but distrust. He resolved to institute some decisive test that should satisfy him, once for all, whether there were those dreadful peculiarities in her physical nature which could not be supposed to exist without some corresponding monstrosity of soul. His eyes, gazing down afar, might have deceived him as to the lizard, the insect, and the flowers; but if he could witness, at the distance of a few paces, the sudden blight of one fresh and healthful flower in Beatrice′s hand, there would be room for no further question. With this idea he hastened to the florist′s and purchased a bouquet that was still gemmed with the morning dew-drops. En sus relaciones con Beatrice, Giovanni había tenido en ocasiones negros presentimientos respecto a su verdadero modo de ser. Pero se había comportado siempre la joven de un modo tan sencillo, cariñoso y cándido que la descripción que acababa de hacer de ella el profesor Baglioni le parecía extraña e increíble, como si no estuviera en concordancia con la realidad. Es verdad que existían recuerdos repugnantes relacionados con las primeras veces que viera a la encantadora joven: no podía olvidar por completo el ramillete que se había marchitado en su mano y el insecto muerto en el aire dorado por el sol, sin otra intervención al parecer que la de la fragancia del aliento de su amada. Estos incidentes, sin embargo, se desvanecieron ante la luz pura de su carácter, dejando de tener la eficacia de los hechos, y fueron considerados como errores de la fantasía, a pesar de que el testimonio de los sentidos parecía probarlo. ¿Hay algo más verdadero y real que lo que podemos ver con los ojos y tocar con los dedos? Sobre esta idea fundaba Giovanni su confianza en Beatrice, aunque en realidad se debía más a la fuerza de las virtudes de ella que a una fe profunda y generosa. Mas ahora su espíritu era incapaz de sostenerse a la altura a que lo había elevado el primer entusiasmo de la pasión; se desmoronaba titubeando entre dudas terrenas y manchaba así la pura blancura de la imagen de Beatrice. No es que fuera a abandonarla; sólo quería probarla. Resolvió hacer alguna prueba decisiva que pudiera convencerle, de una vez por todas, de que aquellas terribles cualidades físicas no tenían correspondencia en su alma. Quizá sus ojos le habían engañado a causa de la distancia en lo referente al lagarto, al insecto y a las flores. Tenía que comprobar estando junto a ella si al tocar una flor recién cortada ésta se marchitaba en su mano. Entonces no cabria ninguna duda. Con esta idea corrió a la floristería y compró un ramillete que estaba aún perlado con las gotas de rocío de la mañana.
It was now the customary hour of his daily interview with Beatrice. Before descending into the garden, Giovanni failed not to look at his figure in the mirror-a vanity to be expected in a beautiful young man, yet, as displaying itself at that troubled and feverish moment, the token of a certain shallowness of feeling and insincerity of character. He did gaze, however, and said to himself that his features had never before possessed so rich a grace, nor his eyes such vivacity, nor his cheeks so warm a hue of superabundant life. Era la hora acostumbrada de su entrevista con Beatrice. Antes de bajar al jardín, Giovanni no resistió la tentación de mirarse al espejo, vanidad que puede disculparse en un joven guapo, aunque con ello demuestre cierta frivolidad de sentimientos y un carácter poco formado. Se miró, y se dijo que sus facciones nunca habían sido tan graciosas, ni sus ojos habían tenido nunca aquella vivacidad, ni sus mejillas un tinte de salud como entonces.
"At least," thought he, "her poison has not yet insinuated itself into my system. I am no flower to perish in her grasp." «Al menos —pensó—, su veneno no ha penetrado aún en mi organismo. No soy una flor para marchitarme en una mano.»
With that thought he turned his eyes on the bouquet, which he had never once laid aside from his hand. A thrill of indefinable horror shot through his frame on perceiving that those dewy flowers were already beginning to droop; they wore the aspect of things that had been fresh and lovely yesterday. Giovanni grew white as marble, and stood motionless before the mirror, staring at his own reflection there as at the likeness of something frightful. He remembered Baglioni′s remark about the fragrance that seemed to pervade the chamber. It must have been the poison in his breath! Then he shuddered-shuddered at himself. Recovering from his stupor, he began to watch with curious eye a spider that was busily at work hanging its web from the antique cornice of the apartment, crossing and recrossing the artful system of interwoven lines-as vigorous and active a spider as ever dangled from an old ceiling. Giovanni bent towards the insect, and emitted a deep, long breath. The spider suddenly ceased its toil; the web vibrated with a tremor originating in the body of the small artisan. Again Giovanni sent forth a breath, deeper, longer, and imbued with a venomous feeling out of his heart: he knew not whether he were wicked, or only desperate. The spider made a convulsive grip with his limbs and hung dead across the window. Con este pensamiento volvió sus ojos al ramillete que mantenía en su mano. Un estremecimiento de horror indefinible sacudió todo su cuerpo al notar que aquellas flores húmedas de rocío estaban comenzando a ajarse; tenían el aspecto de haber sido frescas el día anterior. Giovanni se puso blanco como el mármol y se quedó inmóvil delante del espejo mirando a su propia imagen como si estuviese viendo algo terrible. Recordó el comentario de Baglioni acerca de la fragancia que parecía inundar la habitación. ¡Su aliento debía de estar envenenado! Se estremeció. Luego, recobrándose de su estupor, comenzó a observar con ojos curiosos una araña que estaba atareada fabricando su tela en la antigua cornisa de su habitación, cruzando y recruzando el ingenioso sistema de hilos entrelazados; era una araña tan vigorosa y activa como todas las que se columpian en un techo viejo. Giovanni se inclinó hacia el insecto y exhaló una profunda y larga bocanada de aire. La araña interrumpió de pronto su tarea, la tela vibró por el temblor transmitido desde el cuerpo del pequeño artesano. Giovanni volvió a lanzar el aliento sobre ella, aún con más fuerza que la vez anterior y con un sentimiento venenoso en su corazón; no sabía si era un perverso o es que estaba desesperado. La araña contrajo sus miembros convulsivamente y quedó colgada, muerta, a través de la ventana.
"Accursed! accursed!" muttered Giovanni, addressing himself. "Hast thou grown so poisonous that this deadly insect perishes by thy breath?" «¡Maldito! ¡Maldito! —murmuró para sí Giovanni—. ¿Te has vuelto tan venenoso como para que este insecto muera solamente con tu aliento?»
At that moment a rich, sweet voice came floating up from the garden. En aquel momento ascendió desde el jardín una dulce y agradable voz.
"Giovanni! Giovanni! It is past the hour! Why tarriest thou? Come down!" —¡Giovanni! ¡Giovanni! Ya pasa de la hora. ¿Por qué tardas? ¡Baja!
"Yes," muttered Giovanni again. "She is the only being whom my breath may not slay! Would that it might!" «Sí —murmuró Giovanni—. Ella es el único ser al que mi aliento no puede asesinar. ¡Ojalá pudiera hacerlo!»
He rushed down, and in an instant was standing before the bright and loving eyes of Beatrice. A moment ago his wrath and despair had been so fierce that he could have desired nothing so much as to wither her by a glance; but with her actual presence there came influences which had too real an existence to be at once shaken off: recollections of the delicate and benign power of her feminine nature, which had so often enveloped him in a religious calm; recollections of many a holy and passionate outgush of her heart, when the pure fountain had been unsealed from its depths and made visible in its transparency to his mental eye; recollections which, had Giovanni known how to estimate them, would have assured him that all this ugly mystery was but an earthly illusion, and that, whatever mist of evil might seem to have gathered over her, the real Beatrice was a heavenly angel. Incapable as he was of such high faith, still her presence had not utterly lost its magic. Giovanni′s rage was quelled into an aspect of sullen insensibility. Beatrice, with a quick spiritual sense, immediately felt that there was a gulf of blackness between them which neither he nor she could pass. They walked on together, sad and silent, and came thus to the marble fountain and to its pool of water on the ground, in the midst of which grew the shrub that bore gemlike blossoms. Giovanni was affrighted at the eager enjoyment-the appetite, as it were-with which he found himself inhaling the fragrance of the flowers. Bajó corriendo y en un segundo se halló ante los ojos brillantes y adorables de Beatrice. Un momento antes su rabia y desesperación eran tan fieros que no habría deseado nada tanto como el poder destruirla con una mirada, pero en su presencia surgían influencias demasiado reales e intensas para poder librarse de ellas. Recordaba los ratos en que con su femenina dulzura lo había envuelto en una paz religiosa, los arrebatos santos y apasionados de su corazón ante su presencia. Estos agradables recuerdos convencieron a Giovanni de que Beatrice era un ángel, algo celestial, y que sólo una persona alucinada podría achacarle aquellos horribles misterios. La ira de Giovanni se apaciguó y transformó es un estado de hosca insensibilidad. Beatrice, con un vivo sentido espiritual, comprendió al momento que entre ellos había un mar de tinieblas que ninguno de los dos podría atravesar. Pasearon juntos, tristes y en silencio, y llegaron hasta la fuente de mármol y al charco de agua del suelo en medio del cual crecía la planta de flores como gemas. Giovanni se sorprendió del placer —o mejor, del apetito— con que él mismo inhalaba la fragancia de las flores.
"Beatrice," asked he, abruptly, "whence came this shrub?" —Beatrice —preguntó de pronto—, ¿de dónde vino esta planta?
"My father created it," answered she, with simplicity. —La creó mi padre —respondió ella con sencillez.
"Created it! created it!" repeated Giovanni. "What mean you, Beatrice?" —¡La creó! ¡La creó! —repitió Giovanni—. ¿Qué quieres decir, Beatrice?
"He is a man fearfully acquainted with the secrets of Nature," replied Beatrice; "and, at the hour when I first drew breath, this plant sprang from the soil, the offspring of his science, of his intellect, while I was but his earthly child. Approach it not!" continued she, observing with terror that Giovanni was drawing nearer to the shrub. "It has qualities that you little dream of. But I, dearest Giovanni-I grew up and blossomed with the plant and was nourished with its breath. It was my sister, and I loved it with a human affection; for, alas!-hast thou not suspected it?-there was an awful doom." —Es un gran conocedor de los secretos de la naturaleza, y en el mismo momento en que yo comencé a respirar por vez primera, esta planta se alzó del suelo; es el producto de su ciencia, de sus conocimientos, mientras que yo no soy más que su hija mortal. ¡No te aproximes! —continuó ella, al observar con terror que Giovanni se estaba acercando a la planta—. Tiene cualidades que apenas podrías soñar. Yo, queridísimo Giovanni, he crecido y me he desarrollado con la planta y me nutro con su aroma. Es mi hermana y la amo con afecto humano. Pero, ¡ay!, ¿no lo sospechaste?, hay un destino terrible en ella.
Here Giovanni frowned so darkly upon her that Beatrice paused and trembled. But her faith in his tenderness reassured her, and made her blush that she had doubted for an instant. Entonces Giovanni la miró tan ceñudo que Beatrice se detuvo y tembló. Pero la fe en su cariño la alentó e hizo que se ruborizara un momento por haber dudado de él.
"There was an awful doom," she continued, "the effect of my father′s fatal love of science, which estranged me from all society of my kind. Until Heaven sent thee, dearest Giovanni, oh, how lonely was thy poor Beatrice!" —Ahí hay un destino terrible —repitió—, efecto del fatal amor de mi padre por la ciencia, que me aleja de toda sociedad con los de mi clase. Hasta que el cielo te envió, mi adorado Giovanni, ¡qué sola estuvo tu pobre Beatrice!
"Was it a hard doom?" asked Giovanni, fixing his eyes upon her. —¿Era ése un duro destino? —preguntó Giovanni fijando en ella sus ojos.
"Only of late have I known how hard it was," answered she, tenderly. "Oh, yes; but my heart was torpid, and therefore quiet." —Sólo ahora sé lo duro que era —contestó ella con ternura—. ¡Oh!, sí, y mi corazón estaba adormecido.
Giovanni′s rage broke forth from his sullen gloom like a lightning flash out of a dark cloud. La ira de Giovanni brotó de sus hoscas tinieblas como un relámpago saliendo de una nube negra.
"Accursed one!" cried he, with venomous scorn and anger. "And, finding thy solitude wearisome, thou hast severed me likewise from all the warmth of life and enticed me into thy region of unspeakable horror!" —¡Estoy maldito! —gritó con un desprecio y rencor venenosos—. Hallando tu soledad aburrida, me has separado igualmente de todo lo noble de la existencia y atraído a esta región de inenarrable horror!
"Giovanni!" exclaimed Beatrice, turning her large bright eyes upon his face. The force of his words had not found its way into her mind; she was merely thunderstruck. —¡ Giovanni! —exclamó Beatrice, mirándolo con sus grandes ojos brillantes. No había comprendido del todo el significado de sus palabras, estaba simplemente asombrada.
"Yes, poisonous thing!" repeated Giovanni, beside himself with passion. Thou hast done it! Thou hast blasted me! Thou hast filled my veins with poison! Thou hast made me as hateful, as ugly, as loathsome and deadly a creature as thyself-a world′s wonder of hideous monstrosity! Now, if our breath be happily as fatal to ourselves as to all others, let us join our lips in one kiss of unutterable hatred, and so die!" —¡Sí, criatura ponzoñosa! —repitió Giovanni, acercándose con pasión—. ¡Tú me has puesto así! ¡Tú llenaste mis venas de veneno! ¡Me hiciste una criatura tan odiosa, tan horrenda, tan aborrecible y fatal como tú misma! ¡Ahora, si nuestro aliento es por suerte tan fatal para nosotros mismos como para los demás, unamos nuestros labios en un beso de indecible odio y muramos!
"What has befallen me?" murmured Beatrice, with a low moan out of her heart. "Holy Virgin, pity me, a poor heart-broken child!" —¿Qué me está pasando —murmuró Beatrice dando un profundo gemido—. ¡Virgen Santa, ten piedad de mí, una pobre niña con el corazón roto!
"Thou-dost thou pray?" cried Giovanni, still with the same fiendish scorn. "Thy very prayers, as they come from thy lips, taint the atmosphere with death. Yes, yes; let us pray! Let us go to church and dip our fingers in the holy water at the portal! They that come after us will perish as by a pestilence! Let us sign crosses in the air! It will be scattering curses abroad in the likeness of holy symbols!" Tú, ¿puedes tú rezar? —exclamó Giovanni, con desprecio diabólico—. Tus oraciones, al salir de tus labios tiñen la atmósfera de muerte. Sí, sí, recemos. ¡Vayamos a la iglesia y mojemos nuestros dedos en la pila de agua bendita! ¡Los que vengan detrás morirán apestados! ¡Hagamos en el aire el signo de la cruz! ¡Serán maldiciones esparcidas con apariencia de símbolos sagrados!
"Giovanni," said Beatrice, calmly, for her grief was beyond passion, "why dost thou join thyself with me thus in those terrible words? I, it is true, am the horrible thing thou namest me. But thou-what hast thou to do, save with one other shudder at my hideous misery to go forth out of the garden and mingle with thy race, and forget that there ever crawled on earth such a monster as poor Beatrice?" —Giovanni —dijo Beatrice, ya calmada, pues su pena era menor que su amor—, ¿por qué te unes conmigo en esas palabras terribles? Yo, es verdad, soy la cosa horrible que me has llamado. Pero tú, ¿qué has de hacer tú, sino estremecerte ante mi miseria espantosa y marchar lejos del jardín y olvidarte de que se arrastran por la tierra monstruos semejantes a la pobre Beatrice?
"Dost thou pretend ignorance?" asked Giovanni, scowling upon her. "Behold! this power have I gained from the pure daughter of Rappaccini." —¿No pretenderás ignorarlo? —preguntó Giovanni, mirándola ceñudo—. ¡Mira, este poder me lo ha proporcionado la candida hija de Rappaccini!
There was a swarm of summer insects flitting through the air in search of the food promised by the flower odors of the fatal garden. They circled round Giovanni′s head, and were evidently attracted towards him by the same influence which had drawn them for an instant within the sphere of several of the shrubs. He sent forth a breath among them, and smiled bitterly at Beatrice as at least a score of the insects fell dead upon the ground. Había allí un enjambre de insectos volando en el aire en busca del alimento prometido por el olor de las flores del jardín fatal. Rodearon, formando un círculo, la cabeza de Giovanni; era evidente que se sentían atraídos hacia él por el mismo influjo que los había atraído por un instante a varios de los arbustos. Él sopló entre ellos y sonrió con amargura a Beatrice cuando por fin una veintena de insectos cayeron muertos al suelo.
"I see it! I see it!" shrieked Beatrice. "It is my father′s fatal science! No, no, Giovanni; it was not I! Never! never! I dreamed only to love thee and be with thee a little time, and so to let thee pass away, leaving but thine image in mine heart; for, Giovanni, believe it, though my body be nourished with poison, my spirit is God′s creature, and craves love as its daily food. But my father-he has united us in this fearful sympathy. Yes; spurn me, tread upon me, kill me! Oh, what is death after such words as thine? But it was not I. Not for a world of bliss would I have done it." —¡Ya veo! ¡Ya veo! —gritó ésta—. ¡Es la ciencia fatal de mi padre! ¡No, no, Giovanni! Yo no fui. ¡Nunca! Yo sólo soñé con amarte y estar contigo un poco de tiempo y luego dejar que te fueras, pero guardando en mi corazón tu imagen. Créelo, Giovanni, aunque mi cuerpo se haya nutrido de veneno, mi espíritu es una criatura de Dios y suplica amor como alimento cotidiano. Pero mi padre nos ha unido con esta terrible afinidad. Sí, despréciame, pisotéame, mátame. ¿Qué es la muerte después de oír palabras como las tuyas? Pero no fui yo. Ni por toda la felicidad del mundo lo hubiera hecho.
Giovanni′s passion had exhausted itself in its outburst from his lips. There now came across him a sense, mournful, and not without tenderness, of the intimate and peculiar relationship between Beatrice and himself. They stood, as it were, in an utter solitude, which would be made none the less solitary by the densest throng of human life. Ought not, then, the desert of humanity around them to press this insulated pair closer together? If they should be cruel to one another, who was there to be kind to them? Besides, thought Giovanni, might there not still be a hope of his returning within the limits of ordinary nature, and leading Beatrice, the redeemed Beatrice, by the hand? O, weak, and selfish, and unworthy spirit, that could dream of an earthly union and earthly happiness as possible, after such deep love had been so bitterly wronged as was Beatrice′s love by Giovanni′s blighting words! No, no; there could be no such hope. She must pass heavily, with that broken heart, across the borders of Time-she must bathe her hurts in some fount of paradise, and forget her grief in the light of immortality, and there be well. El ardor de Giovanni se apagó tras aquella explosión de sus sentimientos. Comenzó a sentir una sensación triste y no desprovista de ternura ante la íntima y peculiar afinidad entre Beatrice y él. Estaban, prácticamente, en soledad absoluta, aunque les rodeara una multitud de gente. ¿Estando abandonados de esta forma por la humanidad, no era lógico que ambos se unieran? Si se trataban con crueldad, ¿quién iba a ser amable con ellos? Por otra parte, pensaba Giovanni, ¿no había una esperanza de volver a entrar en los límites de la normalidad y conducir a Beatrice, la Beatrice redimida, de la mano? ¡Oh, espíritu débil, egoísta y vil, que pensaba aún en una unión terrena y en una felicidad vulgar después de que un amor como el de Beatrice había sido infamado por palabras tan horribles como las dichas por Giovanni! No, no podía caber tal esperanza. Ella debía pasar lentamente, con el corazón partido, a través de las fronteras del tiempo, lavar sus heridas en alguna fuente del paraíso y olvidar su pena en la luz de la inmortalidad, y allí sería feliz.
But Giovanni did not know it. Pero Giovanni no sabía eso.
"Dear Beatrice," said he, approaching her, while she shrank away as always at his approach, but now with a different impulse, "dearest Beatrice, our fate is not yet so desperate. Behold! there is a medicine, potent, as a wise physician has assured me, and almost divine in its efficacy. It is composed of ingredients the most opposite to those by which thy awful father has brought this calamity upon thee and me. It is distilled of blessed herbs. Shall we not quaff it together, and thus be purified from evil?" —Querida Beatrice —dijo aproximándose a ella, que retrocedía como lo hacía siempre que él se le había acercado, pero ahora con impulso diferente—, mi querida Beatrice, nuestro estado no es todavía tan desesperado. ¡Mira! Tengo aquí una medicina enérgica, según me aseguró un médico prestigioso, y con una eficacia casi divina. Está compuesta de ingredientes opuestos por entero a aquellos que tu terrible padre ha vertido sobre nosotros acarreándonos esta calamidad. Está compuesto de hierbas benditas. ¿Podemos tomarlo juntos y purificamos del mal?
"Give it me!" said Beatrice, extending her hand to receive the little silver vial which Giovanni took from his bosom. She added, with a peculiar emphasis, "I will drink; but do thou await the result." —Dámelo —dijo Beatrice extendiendo la mano para coger la pequeña redoma de plata que Giovanni sacó de su bolsillo. Y añadió con su énfasis peculiar—: Lo beberé, pero tú espera hasta ver el resultado.
She put Baglioni′s antidote to her lips; and, at the same moment, the figure of Rappaccini emerged from the portal and came slowly towards the marble fountain. As he drew near, the pale man of science seemed to gaze with a triumphant expression at the beautiful youth and maiden, as might an artist who should spend his life in achieving a picture or a group of statuary and finally be satisfied with his success. He paused; his bent form grew erect with conscious power; he spread out his hands over them in the attitude of a father imploring a blessing upon his children; but those were the same hands that had thrown poison into the stream of their lives. Giovanni trembled. Beatrice shuddered nervously, and pressed her hand upon her heart. Llevó a sus labios el antídoto de Baglioni. En aquel mismo momento surgió por el pórtico la figura de Rappaccini, que venía lentamente hacia la fuente de mármol. Cuando estuvo cerca, el hombre de ciencia mostraba una expresión de triunfo al contemplar a la hermosa pareja como si se tratara de un artista que después de pasar toda su vida en la creación de un cuadro o de un grupo escultórico, al final se sentía orgulloso de su éxito. Se detuvo; su cuerpo encorvado se enderezó consciente de su poder; extendió sus manos hacia ellos en actitud de un padre implorando la bendición de sus hijos, pero esas manos habían sido las mismas que introdujeron el veneno en el cauce de sus vidas. Giovanni tembló, Beatrice se estremeció y se oprimió el corazón con la mano.
"My daughter," said Rappaccini, "thou art no longer lonely in the world. Pluck one of those precious gems from thy sister shrub and bid thy bridegroom wear it in his bosom. It will not harm him now. My science and the sympathy between thee and him have so wrought within his system that he now stands apart from common men, as thou dost, daughter of my pride and triumph, from ordinary women. Pass on, then, through the world, most dear to one another and dreadful to all besides!" —Hija mía —dijo Rappaccini—, ya no estarás sola nunca más. Arranca de tu planta hermana una de esas preciosas gemas y ruega a tu prometido que la lleve en su pecho. Ahora ya no le hará daño. Mi ciencia y la simpatía que existe entre tú y él lo ha traído a formar parte de tu constitución y se aparta de la de los hombres normales, mientras que la tuya lo hace de la de las demás mujeres. Pasaréis por el mundo queriéndoos y siendo temidos por el resto de la gente.
"My father," said Beatrice, feebly-and still as she spoke she kept her hand upon her heart-"wherefore didst thou inflict this miserable doom upon thy child?" —Padre mío —dijo Beatrice débilmente, siempre con la mano sobre el corazón—, ¿por qué otorgaste este destino miserable a tu hija?
"Miserable!" exclaimed Rappaccini. "What mean you, foolish girl? Dost thou deem it misery to be endowed with marvellous gifts against which no power nor strength could avail an enemy-misery, to be able to quell the mightiest with a breath-misery, to be as terrible as thou art beautiful? Wouldst thou, then, have preferred the condition of a weak woman, exposed to all evil and capable of none?" —¿Miserable? —exclamó Rappaccini—. ¿Qué quieres decir, insensata? ¿Consideras miserable el estar dotada con dones maravillosos contra los que la fuerza y el poder de un enemigo no servirían de nada? ¿Miserable ser capaz de matar al más fuerte con sólo el aliento? ¿Miserable ser tan terrible como hermosa? ¿Hubieras preferido, entonces, la condición de una mujer débil, expuesta a todo daño e incapaz de hacer ninguno?
"I would fain have been loved, not feared," murmured Beatrice, sinking down upon the ground. "But now it matters not. I am going, father, where the evil which thou hast striven to mingle with my being will pass away like a dream-like the fragrance of these poisonous flowers, which will no longer taint my breath among the flowers of Eden. Farewell, Giovanni! Thy words of hatred are like lead within my heart; but they, too, will fall away as I ascend. Oh, was there not, from the first, more poison in thy nature than in mine?" —Hubiera preferido ser amada a ser temida —murmuró ella cayendo al suelo—. Pero ya no importa. Me voy, padre, a donde el mal que te has esforzado en mezclar con mi ser desaparecerá como un sueño, como la fragancia de estas flores venenosas que no teñirán más mi aliento entre las flores del Paraíso. ¡Déjame, Giovanni! Tus palabras de odio son como plomo que entristece mi corazón, pero también desaparecerán cuando yo suba.
To Beatrice-so radically had her earthly part been wrought upon by Rappaccini′s skill-as poison had been life, so the powerful antidote was death; and thus the poor victim of man′s ingenuity and of thwarted nature, and of the fatality that attends all such efforts of perverted wisdom, perished there, at the feet of her father and Giovanni. Just at that moment Professor Pietro Baglioni looked forth from the window, and called loudly, in a tone of triumph mixed with horror, to the thunderstricken man of science- El afán científico mal entendido de su padre había transformado a Beatrice en un ser tan innatural que, del mismo modo que el veneno había constituido su alimento, el antídoto supuso su muerte. Y así, la pobre víctima de la ingenuidad y la torcida naturaleza de un hombre, así como de la fatalidad, que corona de modo ineludible los perversos deseos, pereció allí, a los pies de su padre y de su amado. En ese preciso instante, el profesor Pietro Baglioni se asomó a la ventana del aposento de Giovanni y, con un tono en el que se mezclaban el triunfo y el horror, gritó al anonadado científico:
"Rappaccini! Rappaccini! and is this the upshot of your experiment!" —¡Rappaccini! ¡Rappaccini! ¡He ahí el resultado de tu experimento!