"Mr. Higginbotham′s Catastrophe La catástrofe del Sr. Higginbotham [La catástrofe de Mr. Higginbotham] </FONT></H2><HR></TD></TR>"









Nathaniel Hawthorne

Mr. Higginbotham′s Catastrophe
[La catástrofe de Mr. Higginbotham]


A young fellow, a tobacco pedlar by trade, was on his way from Morristown, where he had dealt largely with the Deacon of the Shaker settlement, to the village of Parker′s Falls, on Salmon River. He had a neat little cart, painted green, with a box of cigars depicted on each side panel, and an Indian chief, holding a pipe and a golden tobacco stalk, on the rear. The pedlar drove a smart little mare, and was a young man of excellent character, keen at a bargain, but none the worse liked by the Yankees; who, as I have heard them say, would rather be shaved with a sharp razor than a dull one. Especially was he beloved by the pretty girls along the Connecticut, whose favor he used to court by presents of the best smoking tobacco in his stock; knowing well that the country lasses of New England are generally great performers on pipes. Moreover, as will be seen in the course of my story, the pedlar was inquisitive, and something of a tattler, always itching to hear the news and anxious to tell it again. Un joven, cuyo oficio era el de vendedor ambulante de tabaco, viajaba de Morristown, donde había realizado amplias transacciones con el diácono de la colonia de los "tembladores", hacia la aldea de Parker′s Falls, sobre el Salmon River. Tenía un lindo carromato, pintado de verde, que ostentaba una caja de cigarros reproducida sobre ambos paneles laterales, y la imagen de un jefe indio empuñando una pipa y un tallo dorado de tabaco estampado sobre la parte trasera. El muchacho conducía una vivaz yegÜita; era un joven de excelente carácter, astuto para los negocios, pero no por ello menos querido por los yanquis, de quienes he oído decir que prefieren ser afeitados por una navaja muy afilada antes que por una mellada. Era sobre todo el favorito de las hermosas damiselas que vivían a lo largo del Connecticut, cuyos favores él acostumbraba a cortejar regalándoles el mejor tabaco de su provisión, pues sabía muy bien que las campesinas de Nueva Inglaterra son en general eximias maestras en el arte de fumar en pipa. Además, tal como se verá en el curso de mi historia, el buhonero era curioso, y hasta cierto punto parlanchín, siempre con apetito de novedades y ansias de divulgarlas.
After an early breakfast at Morristown, the tobacco pedlar, whose name was Dominicus Pike, had travelled seven miles through a solitary piece of woods, without speaking a word to anybody but himself and his little gray mare. It being nearly seven o′clock, he was as eager to hold a morning gossip as a city shopkeeper to read the morning paper. An opportunity seemed at hand when, after lighting a cigar with a sun-glass, he looked up, and perceived a man coming over the brow of the hill, at the foot of which the pedlar had stopped his green cart. Dominicus watched him as he descended, and noticed that he carried a bundle over his shoulder on the end of a stick, and travelled with a weary, yet determined pace. He did not look as if he had started in the freshness of the morning, but had footed it all night, and meant to do the same all day. Después de ingerir un temprano desayuno en Morristown, el vendedor ambulante de tabaco, cuyo nombre era Dominicus Pike, había viajado siete millas a través de un bosque solitario, sin hablar una palabra con nadie como no fuera consigo mismo y con su yegÜita zaina. Y como eran casi las siete de la mañana estaba tan ávido por entablar una charla matutina como un tendero por leer el diario de la mañana. Pareció presentársele una oportunidad cuando, luego de encender un cigarro con una lente de aumento, levantó la vista y descubrió a un hombre que se acercaba caminando sobre la cresta del cerro a cuyo pie el buhonero había detenido su carromato verde. Dominicus observó al desconocido mientras éste bajaba la cuesta y notó que llevaba un bulto sobre el hombro, al extremo de una vara, y que marchaba con paso cansado aunque enérgico. No parecía haberse puesto en camino con el fresco de la mañana, sino de haber peregrinado durante toda la noche y de tener el propósito de hacer lo mismo durante todo el día.
"Good morning, mister," said Dominicus, when within speaking distance. "You go a pretty good jog. What′s the latest news at Parker′s Falls?" —Buenos días, señor —dijo Dominicus, cuando el extraño estuvo al alcance de su voz—. Lleva usted muy buen paso. ¿Cuáles son las últimas noticia en Parker′s Falls?
The man pulled the broad brim of a gray hat over his eyes, and answered, rather sullenly, that he did not come from Parker′s Falls, which, as being the limit of his own day′s journey, the pedlar had naturally mentioned in his inquiry. El hombre tironeó de la ancha ala de su sombrero gris hasta cubrirse los ojos y contestó, con tono un poco brusco, que no venía de Parker′s Falls, ciudad que el buhonero había mencionado automáticamente en su pregunta porque era la meta de su propio viaje.
"Well then," rejoined Dominicus Pike, "let′s have the latest news where you did come from. I′m not particular about Parker′s Falls. Any place will answer." —Pues bien, entonces, —respondió Dominicus Pikecuénteme las últimas noticias de la ciudad de donde viene. No me interesa particularmente Parker′s Falls. Cualquier otro lugar me da lo mismo.
Being thus importuned, the traveller--who was as ill looking a fellow as one would desire to meet in a solitary piece of woods--appeared to hesitate a little, as if he was either searching his memory for news, or weighing the expediency of telling it. At last, mounting on the step of the cart, he whispered in the ear of Dominicus, though he might have shouted aloud and no other mortal would have heard him. Al verse así fastidiado, el viajero, que era el personaje menos agradable con el que uno podía desear encontrarse en un rincón solitario del bosque, pareció titubear un poco, como si estuviera hurgando su memoria en busca de noticias, o estudiando la conveniencia de divulgarlas. Por fin trepó sobre el estribo del carromato y susurró junto al oído de Dominicus, aunque podría haber gritado a voz en cuello sin que ningún otro mortal lo oyera:
"I do remember one little trifle of news," said he. "Old Mr. Higginbotham, of Kimballton, was murdered in his orchard, at eight o′clock last night, by an Irishman and a nigger. They strung him up to the branch of a St. Michael′s pear-tree, where nobody would find him till the morning." —Recuerdo una noticia de poca monta —dijo—. Ayer, a las ocho de la noche, un irlandés y un negro asesinaron al viejo señor Higginbotham, de Kimballton, en su huerto. Lo colgaron de la rama de un peral de St. Michael, donde nadie podía encontrarlo hasta la mañana siguiente.
As soon as this horrible intelligence was communicated, the stranger betook himself to his journey again, with more speed than ever, not even turning his head when Dominicus invited him to smoke a Spanish cigar and relate all the particulars. The pedlar whistled to his mare and went up the hill, pondering on the doleful fate of Mr. Higginbotham whom he had known in the way of trade, having sold him many a bunch of long nines, and a great deal of pigtail, lady′s twist, and fig tobacco. He was rather astonished at the rapidity with which the news had spread. Kimballton was nearly sixty miles distant in a straight line; the murder had been perpetrated only at eight o′clock the preceding night; yet Dominicus had heard of it at seven in the morning, when, in all probability, poor Mr. Higginbotham′s own family had but just discovered his corpse, hanging on the St. Michael′s pear-tree. The stranger on foot must have worn seven-league boots to travel at such a rate. Apenas hubo transmitido esta impresionante información, el extraño reanudó la marcha, con más prisa que antes, sin ni siquiera volver la cabeza cuando Dominicus lo invitó a fumar un cigarro español y a contar todos los detalles. El buhonero silbó a su yegua y continuó el viaje cuesta arriba, cavilando acerca del trágico destino del señor Higginbotham, a quien había conocido en el curso de sus actividades comerciales, habiéndole vendido muchos manojos de cigarros y grandes provisiones de tabaco de todas las clases imaginables. Estaba un poco sorprendido por la rapidez con que había circulado la noticia. Kimballton se hallaba casi a sesenta millas de distancia, en línea recta. El asesinato había sido perpetrado a las ocho de la noche precedente, y sin embargo la novedad había llegado a oídos de Dominicus a las siete de la mañana cuando, muy probablemente, la propia familia del pobre señor Higginbotham acababa de descubrir el cadáver, colgado del peral de St. Michael. El caminante desconocido debía usar las botas de siete leguas para viajar a ese paso.
"Ill news flies fast, they say," thought Dominicus Pike; "but this beats railroads. The fellow ought to be hired to go express with the President′s Message." "Dicen que las malas noticias corren de prisa —pensó Dominicus Pike—, pero esta le ha ganado al ferrocarril. Habría que contratar al fulano para que lleve por expreso el Mensaje del Presidente."
The difficulty was solved by supposing that the narrator had made a mistake of one day in the date of the occurrence; so that our friend did not hesitate to introduce the story at every tavern and country store along the road, expending a whole bunch of Spanish wrappers among at least twenty horrified audiences. He found himself invariably the first bearer of the intelligence, and was so pestered with questions that he could not avoid filling up the outline, till it became quite a respectable narrative. He met with one piece of corroborative evidence. Mr. Higginbotham was a trader; and a former clerk of his, to whom Dominicus related the facts, testified that the old gentleman was accustomed to return home through the orchard about nightfall, with the money and valuable papers of the store in his pocket. The clerk manifested but little grief at Mr. Higginbotham′s catastrophe, hinting, what the pedlar had discovered in his own dealings with him, that he was a crusty old fellow, as close as a vice. His property would descend to a pretty niece who was now keeping school in Kimballton. La dificultad se podía solucionar dando por supuesto que el narrador había cometido un error de un día al mencionar la fecha del crimen; de modo que nuestro amigo no titubeó en repetir la historia en todas las tabernas y , almacenes que halló a lo largo de la ruta, vendiendo un paquete íntegro de tabaco español en hojas entre por lo menos veinte auditorios despavoridos. Descubrió que él era invariablemente el primer portador de la noticia, y lo fastidiaban tanto con preguntas que no pudo dejar de llenar los huecos hasta convertir su historia en una versión muy respetable del hecho. También halló una evidencia corroborativa. El señor Higginbotham era comerciante; y un ex empleado suyo, al que Dominicus relató lo sucedido, atestiguó que al caer la noche el anciano acostumbraba a volver a su casa atravesando el huerto, con el dinero y los documentos de valor de su almacén guardados en el bolsillo. El empleado no se mostró muy apenado por la catástrofe del señor Higginbotham, insinuando algo que el buhonero había descubierto en sus propios tratos con él, a saber, que era un viejo tacaño, más agarrado que una prensa de carpintero. Su heredera sería una linda sobrina que en ese momento se desempeñaba como maestra de escuela en Kimballton.
What with telling the news for the public good, and driving bargains for his own, Dominicus was so much delayed on the road that he chose to put up at a tavern, about five miles short of Parker′s Falls. After supper, lighting one of his prime cigars, he seated himself in the bar-room, and went through the story of the murder, which had grown so fast that it took him half an hour to tell. There were as many as twenty people in the room, nineteen of whom received it all for gospel. But the twentieth was an elderly farmer, who had arrived on horseback a short time before, and was now seated in a corner smoking his pipe. When the story was concluded, he rose up very deliberately, brought his chair right in front of Dominicus, and stared him full in the face, puffing out the vilest tobacco smoke the pedlar had ever smelt. Tan entusiasmado estaba Dominicus con la divulgación de noticias para el bien público y llevando a cabo transacciones para el suyo propio, que se demoró por ello en su viaje, y optó por alojarse en una taberna, aproximadamente cinco millas antes de llegar a Parker′s Falls. Después de la cena encendió uno de sus mejores cigarros, se sentó en el despacho de bebidas y repitió la historia del asesinato, la cual se había abultado tan rápidamente que necesitó media hora para narrarla. En el salón había veinte personas, diecinueve de las cuales aceptaron el relato como si fuera el evangelio. Pero el vigésimo parroquiano era un granjero de edad madura que había llegado a caballo poco tiempo antes y que en ese momento estaba sentado en un rincón, fumando su pipa. Cuando terminó la historia, se levantó muy pausadamente, arrastró su silla hasta colocarla justo enfrente de la de Dominicus y lo miró con fijeza a la cara, echando bocanadas de humo del tabaco más infame que el buhonero había olido en su vida.
"Will you make affidavit," demanded he, in the tone of a country justice taking an examination, "that old Squire Higginbotham of Kimballton was murdered in his orchard the night before last, and found hanging on his great pear-tree yesterday morning?" —¿Está dispuesto a jurar —preguntó, con el tono de un juez de campaña que toma una declaración— que el viejo Higginbotham de Kimballton fue asesinado anteanoche en su huerto y que ayer por la mañana lo encontraron colgado de su viejo peral?
"I tell the story as I heard it, mister," answered Dominicus, dropping his half-burnt cigar; "I don′t say that I saw the thing done. So I can′t take my oath that he was murdered exactly in that way." —Yo cuento la historia tal como me la contaron, señor —respondió Dominicus, dejando caer su cigarro consumido a medias—. No digo que vi cómo lo mataban. De modo que no puedo jurar que fue asesinado exactamente en esa forma.
"But I can take mine," said the farmer, "that if Squire Higginbotham was murdered night before last, I drank a glass of bitters with his ghost this morning. Being a neighbor of mine, he called me into his store, as I was riding by, and treated me, and then asked me to do a little business for him on the road. He didn′t seem to know any more about his own murder than I did." —Pero yo sí puedo jurar —dijo el granjero— que si al señor Higginbotham lo asesinaron anteanoche, yo tomé esta mañana una copa de bíter con su fantasma. Como es vecino mío, me invitó a entrar a su almacén, en el momento en que yo pasaba a caballo, y me convidó un trago, y me encargó que le hiciera un favor en el trayecto. No parecía tener más noticias que yo acerca de su propio asesinato.
"Why, then, it can′t be a fact!" exclaimed Dominicus Pike. —¡Entonces no puede ser cierto! —exclamó Dominicus Pike.
"I guess he′d have mentioned, if it was," said the old farmer; and he removed his chair back to the corner, leaving Dominicus quite down in the mouth. —Sospecho que si lo fuera, él lo habría mencionado —contestó el granjero, y transportó una vez más su silla al rincón, dejando mudo a Dominicus.
Here was a sad resurrection of old Mr. Higginbotham! The pedlar had no heart to mingle in the conversation any more, but comforted himself with a glass of gin and water, and went to bed where, all night long, he dreamed of hanging on the St. Michael′s pear-tree. To avoid the old farmer (whom he so detested that his suspension would have pleased him better than Mr. Higginbotham′s), Dominicus rose in the gray of the morning, put the little mare into the green cart, and trotted swiftly away towards Parker′s Falls. The fresh breeze, the dewy road, and the pleasant summer dawn, revived his spirits, and might have encouraged him to repeat the old story had there been anybody awake to hear it. But he met neither ox team, light wagon chaise, horseman, nor foot traveller, till, just as he crossed Salmon River, a man came trudging down to the bridge with a bundle over his shoulder, on the end of a stick. ¡Vaya con la triste resurrección del viejo señor Higginbotham? Al buhonero no le quedó ánimo para volver a mezclarse en la conversación, pero en cambio se consoló con un vaso de ginebra y agua y se fue a la cama donde durante toda la noche soñó que estaba colgado del peral de St. Michael. Para no encontrarse con el viejo granjero (al que detestaba tanto que habría preferido verlo ahorcado a él en lugar del señor Higginbotham), Dominicus se levantó con la gris claridad del amanecer, unció la yegÜita al carromato verde, y enfiló al trotecito hacia Parker′s Falls. La fresca brisa, el camino húmedo de rocío y la apacible madrugada estival le levantaron el ánimo y quizá lo habrían inducido a repetir la antigua historia si alguien hubiera estado despierto para oírlo. Pero no encontró ni un carro de bueyes, ni un calesín ligero, ni un jinete, ni un viandante, hasta que, justamente cuando cruzaba el Salmon River alcanzó a divisar a un hombro que venía hacia el puente con un bulto a cuestas, colgado al extremo de una vara.
"Good morning, mister," said the pedlar, reining in his mare. "If you come from Kimballton or that neighborhood, may be you can tell me the real fact about this affair of old Mr. Higginbotham. Was the old fellow actually murdered two or three nights ago, by an Irishman and a nigger?" —Buenos días, señor —dijo el buhonero, sofrenando su yegua—. Si usted viene de Kimballton o de esa comarca, quizá pueda decirme la verdad acerca de lo que le sucedió al viejo Higginbotham. ¿Es cierto que hace dos o tres noches un irlandés y un negro asesinaron al anciano?
Dominicus had spoken in too great a hurry to observe, at first, that the stranger himself had a deep tinge of negro blood. On hearing this sudden question, the Ethiopian appeared to change his skin, its yellow hue becoming a ghastly white, while, shaking and stammering, he thus replied:"No! no! There was no colored man! It was an Irishman that hanged him last night, at eight o′clock. I came away at seven! His folks can′t have looked for him in the orchard yet." Dominicus había hablado con demasiada prisa como para observar, en un principio, que el desconocido llevaba también en sus venas una fuerte dosis de sangre negra. Al oír esta súbita pregunta el etíope pareció cambiar de piel, y su tono amarillo se convirtió en un blanco cadavérico, mientras respondía, temblando y tartamudeando: —¡No, no! ¡No hubo ningún hombre de color? Fue un irlandés quien lo colgó anoche, a las ocho. ¡Yo partí a las siete! Sus parientes todavía no pueden haber ido a buscarlo al huerto.
Scarcely had the yellow man spoken, when he interrupted himself, and though he seemed weary enough before, continued his journey at a pace which would have kept the pedlar′s mare on a smart trot. Dominicus stared after him in great perplexity. If the murder had not been committed till Tuesday night, who was the prophet that had foretold it, in all its circumstances, on Tuesday morning? If Mr. Higginbotham′s corpse were not yet discovered by his own family, how came the mulatto, at above thirty miles′ distance, to know that he was hanging in the orchard, especially as he had left Kimballton before the unfortunate man was hanged at all? These ambiguous circumstances, with the stranger′s surprise and terror, made Dominicus think of raising a hue and cry after him, as an accomplice in the murder; since a murder, it seemed, had really been perpetrated. El hombre de piel amarilla se interrumpió apenas había empezado a hablar y aunque un momento antes parecía bastante cansado, continuó su marcha con un ritmo que habría obligado a la yegua del buhonero a trotar aún más vivamente para seguirlo. Dominicus continuó su camino detrás de él muy desconcertado. Si el asesinato no había sido cometido hasta la noche del martes, ¿quién era el profeta que lo había pronosticado, con todos sus detalles, el martes por la mañana? Si el cadáver del señor Higginbotham aún no había sido descubierto por su propia familia ¿cómo era posible que el mulato supiera, a treinta millas de distancia, que aquél estaba colgado en la huerta, sobre todo si había abandonado Kimballton antes de que ahorcaran a la infortunada víctima? Estas circunstancias ambiguas, sumadas a la sorpresa y el terror del desconocido, despertaron en Dominicus la tentación de denunciarlo a gritos como cómplice del asesinato, pues según parecía, se había perpetrado un verdadero asesinato.
"But let the poor devil go," thought the pedlar. "I don′t want his black blood on my head; and hanging the nigger wouldn′t unhang Mr. Higginbotham. Unhang the old gentleman; It′s a sin, I know; but I should hate to have him come to life a second time, and give me the lie!" "Pero dejemos que el pobre diablo se vaya —pensó el buhonero—. No quiero tener su sangre negra sobre mi cabeza; y con colgar al negro no se descolgaría al señor Higginbotham. ¡Descolgar al viejo! Sé que es un pecado, pero no me gustaría que resucitara por segunda vez y me desmintiera."
With these meditations, Dominicus Pike drove into the street of Parker′s Falls, which, as everybody knows, is as thriving a village as three cotton factories and a slitting mill can make it. The machinery was not in motion, and but a few of the shop doors unbarred, when he alighted in the stable yard of the tavern, and made it his first business to order the mare four quarts of oats. His second duty, of course, was to impart Mr. Higginbotham′s catastrophe to the hostler. He deemed it advisable, however, not to be too positive as to the date of the direful fact, and also to be uncertain whether it were perpetrated by an Irishman and a mulatto, or by the son of Erin alone. Neither did he profess to relate it on his own authority, or that of any one person; but mentioned it as a report generally diffused. Mientras meditaba de este modo, Dominicus Pike entró en la calle de Parker′s Falls, que, como todo el mundo sabe, es una aldea tan próspera, como sus tres tejedurías de algodón y un taller metalúrgico podían indicarlo. Las máquinas estaban paradas y sólo unos pocos negocios tenían las puertas abiertas cuando él se apeó en el establo de la taberna y pidió, como primera medida, un morral de avena para su yegua. Naturalmente, su segunda ocupación consistió en comunicar al posadero la catástrofe del señor Higginbotham. Sin embargo, le pareció aconsejable no fijar con demasiada precisión la fecha en que se había producido el trágico aconH tecimiento y no especificar tampoco si el asesinato había sido cometido por un irlandés y un mulato o por el hijo de Erín solamente. Tampoco se declaró responsable personal de la historia ni se la atribuyó a ningún otro individuo, sino que la describió como una noticia que se había divulgado en forma general.
The story ran through the town like fire among girdled trees, and became so much the universal talk that nobody could tell whence it had originated. Mr. Higginbotham was as well known at Parker′s Falls as any citizen of the place, being part owner of the slitting mill, and a considerable stockholder in the cotton factories. The inhabitants felt their own prosperity interested in his fate. Such was the excitement, that the Parker′s Falls Gazette anticipated its regular day of publication, and came out with half a form of blank paper and a column of double pica emphasized with capitals, and headed HORRID MURDER OF MR. HIGGINBOTHAM! Among other dreadful details, the printed account described the mark of the cord round the dead man′s neck, and stated the number of thousand dollars of which he had been robbed; there was much pathos also about the affliction of his niece, who had gone from one fainting fit to another, ever since her uncle was found hanging on the St. Michael′s pear-tree with his pockets inside out. The village poet likewise commemorated the young lady′s grief in seventeen stanzas of a ballad. The selectmen held a meeting, and, in consideration of Mr. Higginbotham′s claims on the town, determined to issue handbills, offering a reward of five hundred dollars for the apprehension of his murderers, and the recovery of the stolen property. La versión corrió por la ciudad como el fuego por un bosque tupido y se convirtió hasta tal punto en el tema preponderante de conversación que nadie podría haber identificado su fuente. El señor Higginbotham era tan conocido en Parker′s Falls como cualquier otro vecino del lugar, pues era copropietario del taller metalúrgico y un poderoso accionista de las tejedurías de algodón. Los habitantes de la aldea interpretaron que su propia fortuna estaba en juego. La conmoción fue tan grande que la Parker′s Falls Gazette anticipó su fecha de publicación y apareció, con medio pliego de papel en blanco y una columna de doble cícero enfatizada con mayúsculas y encabezada: ¡ESPANTOSO ASESINATO DEL SEÑOR HIGGINBOTHAM? Entre otros tétricos detalles, la crónica describía la marca de la cuerda que rodeaba el cuello del muerto y citaba la cantidad de miles de dólares que le habían robado. También vertía un abundante sentimentalismo en torno de la aflicción de la sobrina, que había sufrido un desmayo tras otro desde el momento en que habían encontrado a su tío colgado del peral de St. Michael, con sus bolsillos vueltos hacia afuera. El poeta de la aldea también conmemoraba la pena de la joven en una balada de diecisiete estrofas. Los miembros del Ayuntamiento celebraH ron una asamblea y, considerando la estrecha relación que el señor Higginbotham tenía con la ciudad, decidieron hacer circular anuncios en los que ofrecían una recompensa de quinientos dólares por la captura de sus asesinos y la recuperación de la propiedad robada.
Meanwhile the whole population of Parker′s Falls, consisting of shopkeepers, mistresses of boarding-houses, factory girls, millmen, and schoolboys, rushed into the street and kept up such a terrible loquacity as more than compensated for the silence of the cotton machines, which refrained from their usual din out of respect to the deceased. Had Mr. Higginbotham cared about posthumous renown, his untimely ghost would have exulted in this tumult. Our friend Dominicus, in his vanity of heart, forgot his intended precautions, and mounting on the town pump, announced himself as the bearer of the authentic intelligence which had caused so wonderful a sensation. He immediately became the great man of the moment, and had just begun a new edition of the narrative, with a voice like a field preacher, when the mail stage drove into the village street. It had travelled all night, and must have shifted horses at Kimballton, at three in the morning. Mientras tanto, toda la población de Parker′s Falls, compuesta por comerciantes, dueñas de pensiones, obreras, obreros y escolares, se volcó en la calle y desplegó una locuacidad tan abrumadora que compensaba con creces el silencio de las desmotadoras de algodón, las cuales acallaron su habitual estrépito en homenaje al difunto. Si el señor Higginbotham se hubiera preocupado por su celebridad póstuma, su prematuro fantasma habría asistido con alborozo a semejante revuelo. Nuestro amigo Dominicus, colmado de vanidad, olvidó las precauciones que se había propuesto adoptar, y luego de trepar sobre la bomba de agua de la ciudad se declaró portador de la auténtica noticia que había causado tan descomunal alboroto. Inmediatamente se convirtió en el prócer de la hora, y apenas había empezado a propalar una nueva edición de la historia, con voz parecida a la de un predicador de campana, cuando la diligencia del correo entró en la calle de la aldea. Había viajado durante toda la noche y había debido mudar caballos en Kimballton, a las tres de la mañana.
"Now we shall hear all the particulars," shouted the crowd. —Ahora conoceremos todos los detalles —vociferó la multitud.
The coach rumbled up to the piazza of the tavern, followed by a thousand people; for if any man had been minding his own business till then, he now left it at sixes and sevens, to hear the news. The pedlar, foremost in the race, discovered two passengers, both of whom had been startled from a comfortable nap to find themselves in the centre of a mob. Every man assailing them with separate questions, all propounded at once, the couple were struck speechless, though one was a lawyer and the other a young lady. El carruaje enfiló estruendosamente hacia la plaza de la taberna, seguido por un millar de personas, pues si alguien había continuado atendiendo sus menesteres hasta entonces, en ese instante los abandonó a la carrera, para escuchar las noticias. El buhonero, que marchaba a la cabeza de la multitud, descubrió a dos pasajeros que acababan de despertar de una apacible siesta para encontrarse rodeados por la turba. Puesto que cada individuo asediaba a la pareja con distintas preguntas, todas ellas enunciadas simultáneamente, ambos viajeros se habían quedado mudos, pese a que se trataba de un abogado y de una joven.
"Mr. Higginbotham! Mr. Higginbotham! Tell us the particulars about old Mr. Higginbotham!" bawled the mob. "What is the coroner′s verdict? Are the murderers apprehended? Is Mr. Higginbotham′s niece come out of her fainting fits? Mr. Higginbotham! Mr. Higginbotham!!" —¡El señor Higginbotham! ¡El señor Higginbotham! ¡Cuéntennos los detalles de lo que le sucedió al viejo señor Higginbotham? —bramaba el gentío—. ¿Cuál fue el veredicto del forense? ¿Detuvieron a los asesinos? ¿La sobrina del señor Higginbotham se ha repuesto de sus colapsos? ¡El señor Higginbotham! ¡El señor Higginbotharm!
The coachman said not a word, except to swear awfully at the hostler for not bringing him a fresh team of horses. The lawyer inside had generally his wits about him even when asleep; the first thing he did, after learning the cause of the excitement, was to produce a large, red pocketbook. Meantime Dominicus Pike, being an extremely polite young man, and also suspecting that a female tongue would tell the story as glibly as a lawyer′s, had handed the lady out of the coach. She was a fine, smart girl, now wide awake and bright as a button, and had such a sweet pretty mouth, that Dominicus would almost as lief have heard a love tale from it as a tale of murder. El auriga no dijo una sola palabra, excepto para maldecir desaforadamente al posadero porque no le traía los caballos de relevo. El abogado que viajaba en la diligencia solía estar generalmente alerta, aun cuando dormía, de modo que lo primero que hizo, después de descubrir la causa del tumulto, fue extraer una voluminosa cartera roja. Mientras tanto Dominicus Pike, que era un joven extraordinariamente cortés, y sospechando, además, que una lengua femenina narraría la historia con tanta locuacidad como la de un abogado, había tendido la mano para ayudar a la damisela a apearse del carruaje. Se trataba de una muchacha delicada y vivaz, ahora totalmente despierta y radiante como un pimpollo, y tenía unos labios tan lindos y dulces que Dominicus habría escuH chado de ellos casi con tanto gusto una historia de amor como un relato de crímenes.
"Gentlemen and ladies," said the lawyer to the shopkeepers, the millmen, and the factory girls, "I can assure you that some unaccountable mistake, or, more probably, a wilful falsehood, maliciously contrived to injure Mr. Higginbotham′s credit, has excited this singular uproar. We passed through Kimballton at three o′clock this morning, and most certainly should have been informed of the murder had any been perpetrated. But I have proof nearly as strong as Mr. Higginbotham′s own oral testimony, in the negative. Here is a note relating to a suit of his in the Connecticut courts, which was delivered me from that gentleman himself. I find it dated at ten o′clock last evening." —Damas y caballeros —dijo el abogado a los comerciantes, obreros y obreras, puedo aseguraros que algún error inexplicable o, lo que es más probable, una calumnia premeditada, maliciosamente urdida para perjudicar el crédito del señor Higginbotham, ha provocado esta singular conmoción. Pasamos por Kimballton a las tres de esta mañana, y sin duda nos habrían comunicado la noticia del asesinato si hubiera ocurrido algo así. Pero tengo pruebas en contrario casi tan sólidas como las que podrían emanar del propio testimonio oral del señor Higginbotham. Tengo aquí una nota vinculada con un pleito suyo que se tramita en los tribunales de Connecticut, que me fue entregada por encargo de ese mismo caballero. Veo que está fechada a las diez de la noche de ayer.
So saying, the lawyer exhibited the date and signature of the note, which irrefragably proved, either that this perverse Mr. Higginbotham was alive when he wrote it, or--as some deemed the more probable case, of two doubtful ones--that he was so absorbed in worldly business as to continue to transact it even after his death. But unexpected evidence was forthcoming. The young lady, after listening to the pedlar′s explanation, merely seized a moment to smooth her gown and put her curls in order, and then appeared at the tavern door, making a modest signal to be heard. En tanto decía esto, el abogado exhibía la fecha y la firma de la nota, las que probaban irrefutablemente que este perverso señor Higginbotham estaba vivo en el momento de suscribir el documento o cosa que algunos estimaban más verosímil, entre estas dos alternativas dudosas que dicho caballero estaba tan absorto en sus negocios mundanos que había continuado atendiéndolos incluso después de su muerte. Pero aún faltaba un testimonio inesperado. La damisela, luego de escuchar la explicación del abogado, se limitó a tomarse un momento para estirar su vestido y poner en orden sus rizos, y luego apareció en la puerta de la taberna haciendo un ademán pudoroso para que la escucharan:
"Good people," said she, "I am Mr. Higginbotham′s niece." —Buena gente, —dijo— yo soy la sobrina del señor Higginbotham.
A wondering murmur passed through the crowd on beholding her so rosy and bright; that same unhappy niece, whom they had supposed, on the authority of the Parker′s Falls Gazette, to be lying at death′s door in a fainting fit. But some shrewd fellows had doubted, all along, whether a young lady would be quite so desperate at the hanging of a rich old uncle. Un murmullo de asombro circuló por la multitud al verla tan sonrosada y resplandeciente; se trataba de la misma infeliz sobrina a quien habían supuesto, guiándose por la autoridad de la Parker′s Falls Gazette, que yacía desvanecida sobre el umbral de la muerte. Pero algunos personajes astutos habían dudado desde el primer instante que una joven pudiera estar tan angustiada por el hecho de que su viejo tío rico había muerto ahorcado.
"You see," continued Miss Higginbotham, with a smile, "that this strange story is quite unfounded as to myself; and I believe I may affirm it to be equally so in regard to my dear uncle Higginbotham. He has the kindness to give me a home in his house, though I contribute to my own support by teaching a school. I left Kimballton this morning to spend the vacation of commencement week with a friend, about five miles from Parker′s Falls. My generous uncle, when he heard me on the stairs, called me to his bedside, and gave me two dollars and fifty cents to pay my stage fare, and another dollar for my extra expenses. He then laid his pocketbook under his pillow, shook hands with me, and advised me to take some biscuit in my bag, instead of breakfasting on the road. I feel confident, therefore, that I left my beloved relative alive, and trust that I shall find him so on my return." —Ya ven —continuó la señorita Higginbotham, sonriendo—, esta extraña historia es completamente infundada en lo que a mí se refiere; y creo que puedo afirmar que también lo es en lo que concierne a mi querido tío Higginbotham. Él tiene la gentileza de alojarme en su casa, aunque yo me pago mis expensas dictando clases en una escuela. Partí de Kimballton esta mañana para pasar las vacaciones de la semana de fin de cursos en casa de una amiga, a cinco millas aproximadamente, de Parker′s Falls. Cuando mi generoso tío me oyó en la escalera, me llamó a la vera de su lecho y me dio dos dólares cincuenta para pagar el pasaje de la diligencia y otro dólar para mis gastos adicionales. Luego guardó la cartera bajo su almohada, me estrechó la mano y me aconsejó que llevara algunos bizcochos en el bolso, para no tener que desayunar en el camino. En consecuencia, estoy segura de haber dejado a mi amado tío con vida, y confío en que a mi regreso lo encontraré en las mismas condiciones.
The young lady courtesied at the close of her speech, which was so sensible and well worded, and delivered with such grace and propriety, that everybody thought her fit to be preceptress of the best academy in the State. But a stranger would have supposed that Mr. Higginbotham was an object of abhorrence at Parker′s Falls, and that a thanksgiving had been proclaimed for his murder; so excessive was the wrath of the inhabitants on learning their mistake. The millmen resolved to bestow public honors on Dominicus Pike, only hesitating whether to tar and feather him, ride him on a rail, or refresh him with an ablution at the town pump, on the top of which he had declared himself the bearer of the news. The selectmen, by advice of the lawyer, spoke of prosecuting him for a misdemeanor, in circulating unfounded reports, to the great disturbance of the peace of the Commonwealth. Nothing saved Dominicus, either from mob law or a court of justice, but an eloquent appeal made by the young lady in his behalf. Addressing a few words of heartfelt gratitude to his benefactress, he mounted the green cart and rode out of town, under a discharge of artillery from the school-boys, who found plenty of ammunition in the neighboring clay-pits and mud holes. As he turned his head to exchange a farewell glance with Mr. Higginbotham′s niece, a ball, of the consistence of hasty pudding, hit him slap in the mouth, giving him a most grim aspect. His whole person was so bespattered with the like filthy missiles, that he had almost a mind to ride back, and supplicate for the threatened ablution at the town pump; for, though not meant in kindness, it would now have been a deed of charity. La damisela hizo una reverencia al concluir su discurso, que había sido tan sensato y elocuente y enunciado con tanta gracia y decoro que todos la creyeron digna de ser la preceptora de la mejor academia del Estado. Pero cualquier forastero habría supuesto que el señor Higginbotham era un personaje aborrecido en Parker′s Falls, y que se había proclamado una acción de gracias por su asesinato, a juzgar por la excesiva cólera que desplegaron los vecinos cuando descubrieron su error. Los obreros del taller resolvieron rendir honores públicos a Dominicus Pike, y sólo vacilaron entre untarlo con alquitrán y plumas, pasearlo montado sobre un riel, o refrescarlo con una ablución en la bomba de agua desde cuyas alturas se había proclamado heraldo de la noticia. Por consejo del abogado, los miembros del Ayuntamiento estudiaron la posibilidad de procesarlo por un delito menor, el de hacer circular informaciones infundadas con gran perjuicio para la paz de la comunidad. Lo único que salvó a Dominicus, ya fuera de la ley de la turba o de una corte de justicia, fue una convincente arenga que la damisela pronuncio en su defensa. Después de dirigir a su benefactora unas pocas palabras de sincero agradecimiento, Dominicus montó sobre el carromato verde y abandonó la ciudad, bajo una descarga de artillería efectuada por los escolares, quienes encontraron abundantes municiones en los pozos de arcilla y barriales vecinos. Precisamente cuando se volvió para cambiar una mirada de despedida con la sobrina del señor Higginbotham una bola, que tenía la consistencia de un budín de gachas, le acertó de lleno en la boca, lo que le dio un aspecto muy lamentable. Toda su figura estaba tan salpicada por esos sucios proyectiles que casi sintió deseos de regresar y suplicar que lo sometieran a la prometida ablución en la bomba de la ciudad, pues el baño, pese a su mala intención, habría sido en ese momento un acto de caridad.
However, the sun shone bright on poor Dominicus, and the mud, an emblem of all stains of undeserved opprobrium, was easily brushed off when dry. Being a funny rogue, his heart soon cheered up; nor could he refrain from a hearty laugh at the uproar which his story had excited. The handbills of the selectmen would cause the commitment of all the vagabonds in the State; the paragraph in the Parker′s Falls Gazette would be reprinted from Maine to Florida, and perhaps form an item in the London newspapers; and many a miser would tremble for his money bags and life, on learning the catastrophe of Mr. Higginbotham. The pedlar meditated with much fervor on the charms of the young schoolmistress, and swore that Daniel Webster never spoke nor looked so like an angel as Miss Higginbotham, while defending him from the wrathful populace at Parker′s Falls. Sin embargo el sol brillaba con fuerza sobre el pobre Dominicus y el barro, símbolo de todas las manchas del oprobio inmerecido, se dejó cepillar fácilmente después de seco. Puesto que el buhonero era un granuja alegre, su corazón no tardó en animarse y no pudo contener una sonora carcajada cuando recordó el alboroto que había provocado su historia. Los anuncios de los miembros del Ayuntamiento excitarían los afanes de todos los vagabundos del Estado; el párrafo de la Parker′s Falls Gazette sería reproducido desde Maine hasta Florida y quizá merecería un artículo en los diarios de Londres; y muchos avaros temblarían por sus faltriqueras y su vida al tomar conocimiento de la catástrofe sufrida por el señor Higginbotham. El buhonero meditó con mucho fervor sobre los encantos de la joven maestra y juró que cuando lo había defendido del colérico populacho en Parker′s Falls se parecía a un ángel mucho más que el mismo Daniel Webster, tanto por su físico como por su elocuencia.
Dominicus was now on the Kimballton turnpike, having all along determined to visit that place, though business had drawn him out of the most direct road from Morristown. As he approached the scene of the supposed murder, he continued to revolve the circumstances in his mind, and was astonished at the aspect which the whole case assumed. Had nothing occurred to corroborate the story of the first traveller, it might now have been considered as a hoax; but the yellow man was evidently acquainted either with the report or the fact; and there was a mystery in his dismayed and guilty look on being abruptly questioned. When, to this singular combination of incidents, it was added that the rumor tallied exactly with Mr. Higginbotham′s character and habits of life; and that he had an orchard, and a St. Michael′s pear-tree, near which he always passed at nightfall: the circumstantial evidence appeared so strong that Dominicus doubted whether the autograph produced by the lawyer, or even the niece′s direct testimony, ought to be equivalent. Making cautious inquiries along the road, the pedlar further learned that Mr. Higginbotham had in his service an Irishman of doubtful character, whom he had hired without a recommendation, on the score of economy. Dominicus se encontraba ya en el camino de entrada a Kimballton, pues desde el principio había decidido visitar ese lugar no obstante que los negocios lo habían desviado de la ruta más directa desde Morristown. A medida que se aproximaba a la escena del supuesto asesinato continuaba cavilanH do acerca de lo sucedido y se sentía perplejo ante la configuración que había asumido el caso. Si no hubiera ocurrido nada que corroborara la versión del primer viajero, se la podría haber considerado como una broma; pero evidentemente el hombre de tez amarilla estaba familiarizado con la noticia o con el hecho, y la expresión desanimada y culpable que había adoptado cuando lo interrogó bruscamente encerraba por lo tanto un misterio. Además, a esta peculiar combinación de sucesos se sumaba el hecho de que el rumor coincidía exactamente con el carácter y las costumbres rutinarias del señor Higginbotham, quien era dueño asimismo de un huerto y de un peral de St. Michael, junto al cual pasaba todas las noches. Las pruebas circunstanciales parecían ser tan sólidas que Dominicus se preguntó si el autógrafo que había mostrado el leguleyo, o incluso el testimonio directo de la sobrina, bastaban para contrarrestarlas. Mediante discretas averiguaciones que hizo a lo largo del trayecto el buhonero descubrió también que el señor Higginbotham tenía a su servicio a un irlandés de carácter dudoso, que había contratado por razones, de economía sin pedirle referencias.
"May I be hanged myself," exclaimed Dominicus Pike aloud, on reaching the top of a lonely hill, "if I′ll believe old Higginbotham is unhanged till I see him with my own eyes, and hear it from his own mouth! And as he′s a real shaver, I′ll have the minister or some other responsible man for an indorser." —Que me cuelguen —exclamó Dominicus Pike en voz alta, cuando llegó a lo alto de una colina solitaria— si me resigno a creer que al viejo Higginbotham no lo han ahorcado sin haberlo visto con mis propios ojos y sin haberlo oído de su propia boca. Y puesto que es un verdadero bribón, llevaré al pastor o a algún otro hombre responsable como testigo.
It was growing dusk when he reached the toll-house on Kimballton turnpike, about a quarter of a mile from the village of this name. His little mare was fast bringing him up with a man on horseback, who trotted through the gate a few rods in advance of him, nodded to the toll-gatherer, and kept on towards the village. Dominicus was acquainted with the tollman, and, while making change, the usual remarks on the weather passed between them. Estaba oscureciendo cuando llegó a la casilla de peaje del camino de entrada a Kimballton, aproximadamente a un cuarto de milla de la aldea homónima. Su yegÜita lo estaba llevando de prisa en dirección a un jinete que avanzaba al trote unas pocas decenas de metros más adelante. El hombre atravesó el portón, le hizo una inclinación de cabeza al cobrador de peaje y continuó viaje hacia la aldea. Dominicus conocía al empleado y, mientras cambiaba el dinero, intercambiaron los comentarios de rutina sobre el estado del tiempo.
"I suppose," said the pedlar, throwing back his whiplash, to bring it down like a feather on the mare′s flank, "you have not seen anything of old Mr. Higginbotham within a day or two?" —Supongo —dijo el buhonero, levantando el látigo para hacerlo caer como una pluma sobre el flanco de la yegua— que no habrá visto al viejo señor Higginbotham desde hace uno o dos días.
"Yes," answered the toll-gatherer. "He passed the gate just before you drove up, and yonder he rides now, if you can see him through the dusk. He′s been to Woodfield this afternoon, attending a sheriff′s sale there. The old man generally shakes hands and has a little chat with me; but to-night, he nodded,--as if to say, ′Charge my toll,′ and jogged on; for wherever he goes, he must always be at home by eight o′clock." —Lo he visto —respondió el cobrador de peaje—. Pasó por el portón precisamente antes de que llegara usted y allá va ahora, si es que alcanza a verlo en medio de la penumbra. Esta tarde fue a Woodfield, donde asistió a un remate del sheriff. El viejo generalmente me estrecha la mano y charla un rato conmigo, pero esta noche me saludó con la cabeza, como si quisiera decir "cargue el peaje a mi cuenta", y siguió trotando, pues cualquiera sea el lugar adonde va siempre tiene que estar en su casa a las ocho.
"So they tell me," said Dominicus. —Es lo que me han contado —asintió Dominicus.
"I never saw a man look so yellow and thin as the squire does," continued the toll-gatherer. "Says I to myself, to-night, he′s more like a ghost or an old mummy than good flesh and blood." —Nunca vi un hombre tan pálido y flaco como el caballero —continuó el cobrador de peaje—. Esta noche me dije para mis adentros que se parecía más a un fantasma o una vieja momia que a un ser de carne y hueso.
The pedlar strained his eyes through the twilight, and could just discern the horseman now far ahead on the village road. He seemed to recognize the rear of Mr. Higginbotham; but through the evening shadows, and amid the dust from the horse′s feet, the figure appeared dim and unsubstantial; as if the shape of the mysterious old man were faintly moulded of darkness and gray light. Dominicus shivered. El buhonero forzó la vista para horadar la media luz y apenas alcanzó a distinguir la silueta del jinete que ya le había sacado mucha ventaja por el camino de la aldea. Le pareció reconocer las espaldas del señor Higginbotham, pero en medio de las sombras del crepúsculo y del polvo que levantaban las palas del caballo la figura parecía vaga e inmaterial, como si el contorno del misterioso anciano hubiera estado tenuemente plasmado de penumbras y de luz gris. Un escalofrío recorrió la espalda de Dominicus.
"Mr. Higginbotham has come back from the other world, by way of the Kimballton turnpike," thought he. "El señor Higginbotham ha regresado del otro mundo por el camino de entrada a Kimballton" —pensó.
He shook the reins and rode forward, keeping about the same distance in the rear of the gray old shadow, till the latter was concealed by a bend of the road. On reaching this point, the pedlar no longer saw the man on horseback, but found himself at the head of the village street, not far from a number of stores and two taverns, clustered round the meeting-house steeple. On his left were a stone wall and a gate, the boundary of a woodlot, beyond which lay an orchard, farther still, a mowing field, and last of all, a house. These were the premises of Mr. Higginbotham, whose dwelling stood beside the old highway, but had been left in the background by the Kimballton turnpike. Dominicus knew the place; and the little mare stopped short by instinct; for he was not conscious of tightening the reins. Sacudió las riendas y continuó la marcha, manteniéndose aproximadamente a la misma distancia de la vieja sombra gris, hasta que ésta desapareció en un recodo del camino. Al llegar a este último punto el buhonero ya no vio al jinete, y en cambio se encontró en el extremo de la calle de la aldea, no lejos de una serie de tiendas y dos tabernas apiñadas en torno del campanario de la iglesia. A su izquierda se levantaban un muro de piedra y un portón, del otro lado de los cuales se divisaba un monte, un huerto y un campo de labranza, cuya residencia se elevaba junto a la vieja carretera pero había sido desplazada al fondo por el nuevo camino de entrada a Kimballton. Dominicus conocía ese lugar y la yegÜita se detuvo por instinto; porque él no tenía conciencia de haberla sofrenado.
"For the soul of me, I cannot get by this gate!" said he, trembling. "I never shall be my own man again, till I see whether Mr. Higginbotham is hanging on the St. Michael′s pear-tree!" —¡Por mi alma, que no puedo pasar más allá de este portón? —exclamó Dominicus, temblando—. No volveré a ser el mismo de siempre hasta que haya visto si el señor Higginbotham cuelga del peral de St. Michael.
He leaped from the cart, gave the rein a turn round the gate post, and ran along the green path of the wood-lot as if Old Nick were chasing behind. Just then the village clock tolled eight, and as each deep stroke fell, Dominicus gave a fresh bound and flew faster than before, till, dim in the solitary centre of the orchard, he saw the fated pear-tree. One great branch stretched from the old contorted trunk across the path, and threw the darkest shadow on that one spot. But something seemed to struggle beneath the branch! Saltó del carromato, ató la rienda al poste del portón, y corrió por el sendero verde que atravesaba el monte como si el diablo en persona le estuviera pisando los talones. En ese preciso instante el reloj de la aldea dio las campanadas de las ocho, y al sonar cada repique Dominicus pegaba un nuevo salto y corría más rápidamente que antes, hasta que, en el centro solitario del huerto distinguió vagamente el fatídico peral. Una rama enorme se desprendía del viejo tronco retorcido para atravesar el sendero y proyectaba en ese lugar una espesa sombra. ¡Pero algo parecía debatirse debajo de la rama!
The pedlar had never pretended to more courage than befits a man of peaceful occupation, nor could he account for his valor on this awful emergency. Certain it is, however, that he rushed forward, prostrated a sturdy Irishman with the butt end of his whip, and found--not indeed hanging on the St. Michael′s pear-tree, but trembling beneath it, with a halter round his neck--the old, identical Mr. Higginbotham! El buhonero nunca había pretendido tener más coraje que el que necesitaba un hombre consagrado a menesteres tan pacíficos como los suyos, y tampoco pudo explicar luego de dónde sacó valor en esa horrible emergencia. Lo cierto es que, sin embargo, se adelantó a la carrera, derribó a un robusto irlandés golpeándolo con la empuñadura de su látigo, y encontró, no por cierto colgado del peral de St. Michael, sino temblando al pie del mismo, con una soga alrededor de su cuello, al viejo y mismísimo señor Higginbotham.
"Mr. Higginbotham," said Dominicus tremulously, "you′re an honest man, and I′ll take your word for it. Have you been hanged or not?" —Señor Higginbotham., —dijo Dominicus con voz trémula— usted es un hombre honesto y yo creeré en su palabra. ¿Ha sido usted ahorcado o no?
If the riddle be not already guessed, a few words will explain the simple machinery by which this "coming event" was made to "cast its shadow before." Three men had plotted the robbery and murder of Mr. Higginbotham; two of them, successively, lost courage and fled, each delaying the crime one night by their disappearance; the third was in the act of perpetration, when a champion, blindly obeying the call of fate, like the heroes of old romance, appeared in the person of Dominicus Pike. Si no habéis elucidado aún el acertijo, unas pocas palabras explicarán el sencillo sistema mediante el cual este “acontecimiento futuro” había podido “echar su sombra sobre el pasado”. Tres hombres habían planeado asesinar y desvalijar al señor Higginbotham. Dos de ellos, sucesivaH mente, se asustaron y huyeron, y cada uno hizo postergar el crimen por una noche con su deserción. El tercero estaba en el trance de perpetrarlo cuando un héroe, que obedeció ciegamente al llamado del destino, como los protagonistas de los viejos romances, se presentó en la persona de Dominicus Pike.
It only remains to say, that Mr. Higginbotham took the pedlar into high favor, sanctioned his addresses to the pretty schoolmistress, and settled his whole property on their children, allowing themselves the interest. In due time, the old gentleman capped the climax of his favors, by dying a Christian death, in bed, since which melancholy event Dominicus Pike has removed from Kimballton, and established a large tobacco manufactory in my native village. Sólo nos resta agregar que el señor Higginbotham le tomó una gran simpatía al buhonero, que aprobó sus galanteos con la linda maestra, y que transfirió todos sus bienes a los hijos de la pareja, reservando para ésta los intereses. A su debida hora el anciano llegó a la culminación de su carrera con una muerte cristiana, en el lecho, y después de tan triste episodio Dominicus Pike se mudó de Kimballton y fundó una gran fábrica de tabaco en mi aldea natal.