"The Minister′s Black Veil [El velo negro del pastor] (Parábola) "









Nathaniel Hawthorne

The Minister′s Black Veil
[El velo negro del pastor] (Parábola)


The Sexton stood in the porch of Milford meeting-house, pulling busily at the bell-rope. The old people of the village came stooping along the street. Children, with bright faces, tripped merrily beside their parents, or mimicked a graver gait, in the conscious dignity of their Sunday clothes. Spruce bachelors looked sidelong at the pretty maidens, and fancied that the Sabbath sunshine made them prettier than on week days. When the throng had mostly streamed into the porch, the sexton began to toll the bell, keeping his eye on the Reverend Mr. Hooper′s door. The first glimpse of the clergyman′s figure was the signal for the bell to cease its summons. El sacristán estaba en el atrio de la iglesia de Milford, tirando afanosamente de la cuerda de la campana. Los ancianos de la aldea avanzaban agobiadamente por la calle. Los niños, con las facciones encendidas, brincaban alegremente junto a sus padres, o remedaban un paso más solemne, conscientes de la dignidad de sus ropas dominicales. Los jóvenes apuestos miraban de reojo a las lindas muchachas, e imaginaban que el sol del domingo las hacía más bonitas que en los días de semana. Cuando la mayor parte de la multitud invadió el atrio, el sacristán empezó a hacer repicar la campana, con los ojos fijos en la puerta del reverendo Hooper. La primera vislumbre de la figura del pastor era la señal para que la campana interrumpiera su convocatoria.
"But what has good Parson Hooper got upon his face?" cried the sexton in astonishment. —Pero ¿qué tiene sobre la cara el buen párroco Hooper? —exclamó el sacristán, atónito.
All within hearing immediately turned about, and beheld the semblance of Mr. Hooper, pacing slowly his meditative way towards the meeting-house. With one accord they started, expressing more wonder than if some strange minister were coming to dust the cushions of Mr. Hooper′s pulpit. Todos los que estaban suficientemente cerca para oírlo se volvieron enseguida, y divisaron al pastor Hooper que se encaminaba lenta y reflexivamente hacia la iglesia. Se sobresaltaron unánimemente demostrando más sorpresa que si algún clérigo desconocido se hubiera acercado para desempolvar los cojines del púlpito del reverendo Hooper.
"Are you sure it is our parson?" inquired Goodman Gray of the sexton. —¿Está seguro de que es nuestro párroco? –le preguntó Goodman Gray al sacristán.
"Of a certainty it is good Mr. Hooper," replied the sexton. "He was to have exchanged pulpits with Parson Shute, of Westbury; but Parson Shute sent to excuse himself yesterday, being to preach a funeral sermon." —Por supuesto que es el buen señor Hooper —respondió el sacristán—. Debería haber permutado su púlpito con el del párroco Shute, de Westbury, pero éste se excusó ayer, explicando que debía pronunciar una oración fúnebre.
The cause of so much amazement may appear sufficiently slight. Mr. Hooper, a gentlemanly person, of about thirty, though still a bachelor, was dressed with due clerical neatness, as if a careful wife had starched his band, and brushed the weekly dust from his Sunday′s garb. There was but one thing remarkable in his appearance. Swathed about his forehead, and hanging down over his face, so low as to be shaken by his breath, Mr. Hooper had on a black veil. On a nearer view it seemed to consist of two folds of crape, which entirely concealed his features, except the mouth and chin, but probably did not intercept his sight, further than to give a darkened aspect to all living and inanimate things. With this gloomy shade before him, good Mr. Hooper walked onward, at a slow and quiet pace, stooping somewhat, and looking on the ground, as is customary with abstracted men, yet nodding kindly to those of his parishioners who still waited on the meeting-house steps. But so wonder-struck were they that his greeting hardly met with a return. La causa de semejante asombro tal vez parezca bastante fútil. El reverendo Hooper, un hombre muy cortés, de aproximadamente treinta años, aunque todavía soltero, estaba vestido con la debida pulcritud clerical, como si una esposa prolija hubiera almidonado su alzacuello y hubiese cepillado el polvo semanal de su indumentaria dominguera. Había un solo detalle en su aspecto que llamaba la atención. El reverendo Hooper lucía un velo negro, ceñido en torno de su frente y suspendido sobre su rostro hasta tan abajo que su aliento lo hacía oscilar. Visto desde más cerca parecía consistir en un crespón doble que ocultaba totalmente sus facciones, excepto la boca y el mentón, aunque probablemente no interceptaba su vista como no fuera para impartir una tonalidad oscura a todas las cosas vivas e inanimadas. Con este tétrico velo ante su rostro, el buen señor Hooper marchaba con paso lento y sereno, un poco encorvado y mirando hacia el suelo, como acostumbran a hacerlo los hombres absortos, pese a lo cual saludaba amablemente a aquellos feligreses que todavía se demoraban en la escalinata de la iglesia. Pero éstos estaban tan perplejos que apenas devolvían el saludo.
"I can′t really feel as if good Mr. Hooper′s face was behind that piece of crape," said the sexton. —No puedo convencerme de que la cara que está detrás de ese crespón es verdaderamente la del buen señor Hooper —comentó el sacristán.
"I don′t like it," muttered an old woman, as she hobbled into the meeting-house. "He has changed himself into something awful, only by hiding his face." —Esto no me gusta —murmuró una anciana, mientras cojeaba en dirección a la iglesia—. Se ha transformado en algo horrible, con sólo ocultar su rostro.
"Our parson has gone mad!" cried Goodman Gray, following him across the threshold. —¡Nuestro párroco se ha vuelto loco! —exclamó Goodman Gray, trasponiendo la puerta de la iglesia tras él.
A rumor of some unaccountable phenomenon had preceded Mr. Hooper into the meeting-house, and set all the congregation astir. Few could refrain from twisting their heads towards the door; many stood upright, and turned directly about; while several little boys clambered upon the seats, and came down again with a terrible racket. There was a general bustle, a rustling of the women′s gowns and shuffling of the men′s feet, greatly at variance with that hushed repose which should attend the entrance of the minister. But Mr. Hooper appeared not to notice the perturbation of his people. He entered with an almost noiseless step, bent his head mildly to the pews on each side, and bowed as he passed his oldest parishioner, a white-haired great-grandsire, who occupied an arm-chair in the centre of the aisle. It was strange to observe how slowly this venerable man became conscious of something singular in the appearance of his pastor. He seemed not fully to partake of the prevailing wonder, till Mr. Hooper had ascended the stairs, and showed himself in the pulpit, face to face with his congregation, except for the black veil. That mysterious emblem was never once withdrawn. It shook with his measured breath, as he gave out the psalm; it threw its obscurity between him and the holy page, as he read the Scriptures; and while he prayed, the veil lay heavily on his uplifted countenance. Did he seek to hide it from the dread Being whom he was addressing? El rumor de un fenómeno inexplicable había precedido al señor Hooper al interior del templo Y había puesto sobre ascuas a toda la congregación. Fueron pocos los que pudieron controlarse y abstenerse de volver la mirada hacia la puerta. Muchos se pusieron de pie y se dieron vuelta francamente, mientras varios chiquillos trepaban sobre los asientos y volvían a bajar con un tremendo estrépito. Hubo un bullicio generalizado, susurros de vestidos femeninos y roces de pies masculinos contra el piso, todo lo cual difería radicalmente del callado sosiego que debe preceder la entrada al pastor de su rebaño. Ingresó en el templo con paso casi silencioso, inclinó ligeramente la cabeza en dirección a los bancos laterales, e hizo una reverencia al pasar frente a su feligrés más anciano, quien ocupaba asiento en el centro de la nave. Fue extraño observar con cuánta lentitud este hombre venerable tomó conciencia de que había algo singular en el aspecto de su pastor. No pareció compartir la perplejidad que imperaba hasta que el reverendo Hooper subió por la escalinata y se mostró en el púlpito, de cara a la congregación, aunque con el velo negro de por medio. En ningún momento se quitó el misterioso emblema. Cuando entonó el salmo, el velo se balanceó a merced de su rítmico aliento; mientras leía las Escrituras interpuso sus sombras entre él y la página santa; y mientras oraba el velo permaneció pesadamente desplegado sobre su rostro vuelto hacia el cielo. ¿Pretendía ocultarlo del ser excelso al que él se dirigía?
Such was the effect of this simple piece of crape, that more than one woman of delicate nerves was forced to leave the meeting-house. Yet perhaps the pale-faced congregation was almost as fearful a sight to the minister, as his black veil to them. El efecto de ese simple crespón fue tan extraordinario que más de una mujer de nervios delicados se vio obligada a abandonar el templo. Sin embargo, es probable que la pálida congregación espantara al pastor casi tanto como su velo negro la espantaba a ella.
Mr. Hooper had the reputation of a good preacher, but not an energetic one: he strove to win his people heavenward by mild, persuasive influences, rather than to drive them thither by the thunders of the Word. The sermon which he now delivered was marked by the same characteristics of style and manner as the general series of his pulpit oratory. But there was something, either in the sentiment of the discourse itself, or in the imagination of the auditors, which made it greatly the most powerful effort that they had ever heard from their pastor′s lips. It was tinged, rather more darkly than usual, with the gentle gloom of Mr. Hooper′s temperament. The subject had reference to secret sin, and those sad mysteries which we hide from our nearest and dearest, and would fain conceal from our own consciousness, even forgetting that the Omniscient can detect them. A subtle power was breathed into his words. Each member of the congregation, the most innocent girl, and the man of hardened breast, felt as if the preacher had crept upon them, behind his awful veil, and discovered their hoarded iniquity of deed or thought. Many spread their clasped hands on their bosoms. There was nothing terrible in what Mr. Hooper said, at least, no violence; and yet, with every tremor of his melancholy voice, the hearers quaked. An unsought pathos came hand in hand with awe. So sensible were the audience of some unwonted attribute in their minister, that they longed for a breath of wind to blow aside the veil, almost believing that a stranger′s visage would be discovered, though the form, gesture, and voice were those of Mr. Hooper. El reverendo Hooper tenía fama de ser un buen predicador, pero no enérgico. Se empeñaba en guiar a sus fieles hacia las alturas mediante una influencia dulce y persuasiva, en lugar de acicatearlos mediante los truenos del Verbo. El sermón que pronunció en esa oportunidad ostentó las mismas características de estilo y tono que eran comunes a toda su oratoria sagrada. Pero hubo algo, ya fuera en los sentimientos de la arenga en sí, o en la imaginación de sus feligreses, que lo convirtió con mucho en la disertación más vigorosa que éstos habían escuchado de labios de su pastor. Estaba teñido, un poco más intensamente que de costumbre, por la tenue melancolía del carácter del reverendo Hooper. Su tema giraba en torno del pecado secreto, y de esos pensamientos misterios que callamos a los seres más próximos y queridos y que ocultaríamos con gusto a nuestra propia conciencia, aun olvidándose de que el Omnisciente puede descubrirlos. Sus palabras estaban impregnadas de una fuerza sutil. Todos los miembros de la congregación, ya se tratase de la niña más inocente o del hombre de corazón más encallecido, tuvieron la impresión de que el predicador se había infiltrado en ellos, detrás de su tétrico velo, y había descubierto las iniquidades mentales o de hecho que habían acumulado. Muchos se cubrieron el pecho con las manos entre (ENTRECRUZADAS?). No había nada de terrible en lo que decía el reverendo Hooper, o por lo menos, nada de violento; y sin embargo cada vibración de su voz melancólica, hacía temblar a sus oyentes. Una congoja involuntaria llegó a la par del espanto. Tan sensible era el público a algún atributo oculto de su ministro, que todos deseaban que un hálito de viento descorriese el velo, casi convencidos de que verían el rostro de un desconocido, sin embargo la forma, gesto, y voz eran los del reverendo Hooper.
At the close of the services, the people hurried out with indecorous confusion, eager to communicate their pent-up amazement, and conscious of lighter spirits the moment they lost sight of the black veil. Some gathered in little circles, huddled closely together, with their mouths all whispering in the centre; some went homeward alone, wrapt in silent meditation; some talked loudly, and profaned the Sabbath day with ostentatious laughter. A few shook their sagacious heads, intimating that they could penetrate the mystery; while one or two affirmed that there was no mystery at all, but only that Mr. Hooper′s eyes were so weakened by the midnight lamp, as to require a shade. After a brief interval, forth came good Mr. Hooper also, in the rear of his flock. Turning his veiled face from one group to another, he paid due reverence to the hoary heads, saluted the middle aged with kind dignity as their friend and spiritual guide, greeted the young with mingled authority and love, and laid his hands on the little children′s heads to bless them. Such was always his custom on the Sabbath day. Strange and bewildered looks repaid him for his courtesy. None, as on former occasions, aspired to the honor of walking by their pastor′s side. Old Squire Saunders, doubtless by an accidental lapse of memory, neglected to invite Mr. Hooper to his table, where the good clergyman had been wont to bless the food, almost every Sunday since his settlement. He returned, therefore, to the parsonage, and, at the moment of closing the door, was observed to look back upon the people, all of whom had their eyes fixed upon the minister. A sad smile gleamed faintly from beneath the black veil, and flickered about his mouth, glimmering as he disappeared. Al final de los servicios, la gente salió corriendo con confusión indecorosa, anhelante por manifestar su asombro reprimido, y consciente de que se le aligeraba el espíritu inmediatamente después de perder de vista el velo negro. Algunos se agruparon en pequeños corrillos, compactamente apiñados, formando círculos dentro del que todas las bocas susurraban; otros se encaminaron solos hacia sus casas, absortos en su silenciosa meditación. Otros dialogaron en voz alta y profanaron el día de descanso con sus risas ostentosas. Unos pocos menearon sus cabezas, sagazmente, dando a entender que podían elucidar el misterio, en tanto que dos o tres afirmaron que no existía ningún misterio, que sólo se trataba de que los ojos del reverendo Hooper habían quedado tan debilitados por la lámpara de medianoche que precisaban una pantalla. Después de un breve intervalo también apareció el buen señor Hooper, a la zaga de su rebaño. Volviendo el rostro velado hacia uno y otro grupo rindió el debido homenaje a las cabezas canosas, saludó con amable dignidad a las personas maduras de las que era amigo y guía espiritual, se dirigió a los jóvenes con una mezcla de autoridad y cariño, y apoyó las manos sobre las cabezas de los pequeños para darles su bendición. Tal era su costumbre de todos los domingos, pero su cortesía fue recibida con miradas de extrañeza y desconcierto. Nadie aspiró, como en otras ocasiones, al honor de acompañarlo. El viejo hacendado Saunders, presa sin duda de una laguna mental, olvidó invitar al señor Hooper a sentarse a su mesa, donde el buen clérigo bendecía la comida casi todos los domingos desde el día de su instalación. Por lo tanto el ministro regresó a la rectoría, y se vio que en el momento de cerrar la puerta miraba a sus feligreses, todos los cuales tenían los ojos elevados en él. Una triste sonrisa se iluminó vagamente bajo el velo negro y cruzó un instante por sus labios, justo cuando él desaparecía.
"How strange," said a lady, "that a simple black veil, such as any woman might wear on her bonnet, should become such a terrible thing on Mr. Hooper′s face!" —Qué extraño resulta —comentó una dama— que un simple velo negro, idéntico al que cualquier mujer podría lucir en su cofia, produzca una impresión tan terrible sobre el rostro del señor Hooper.
"Something must surely be amiss with Mr. Hooper′s intellects," observed her husband, the physician of the village. "But the strangest part of the affair is the effect of this vagary, even on a sober-minded man like myself. The black veil, though it covers only our pastor′s face, throws its influence over his whole person, and makes him ghostlike from head to foot. Do you not feel it so?" —Es indudable que algo debe fallar en la mente del señor Hooper —observó su esposo, que era el médico de la aldea—. Pero lo más extraño del asunto es que el velo negro, si bien cubre sólo el rostro del pastor, proyecta su influencia sobre toda su persona, y le da un aspecto fantasmal de pies a cabeza. ¿No tienes la misma impresión?
"Truly do I," replied the lady; "and I would not be alone with him for the world. I wonder he is not afraid to be alone with himself!" —Por supuesto —contestó la dama—, y no me quedaría a solas con él por nada del mundo. ¡Me pregunto si el mismo no teme estar a solas con su propia persona!
"Men sometimes are so," said her husband. —Es lo que les sucede a algunos hombres —dijo su marido.
The afternoon service was attended with similar circumstances. At its conclusion, the bell tolled for the funeral of a young lady. The relatives and friends were assembled in the house, and the more distant acquaintances stood about the door, speaking of the good qualities of the deceased, when their talk was interrupted by the appearance of Mr. Hooper, still covered with his black veil. It was now an appropriate emblem. The clergyman stepped into the room where the corpse was laid, and bent over the coffin, to take a last farewell of his deceased parishioner. As he stooped, the veil hung straight down from his forehead, so that, if her eyelids had not been closed forever, the dead maiden might have seen his face. Could Mr. Hooper be fearful of her glance, that he so hastily caught back the black veil? A person who watched the interview between the dead and living, scrupled not to affirm, that, at the instant when the clergyman′s features were disclosed, the corpse had slightly shuddered, rustling the shroud and muslin cap, though the countenance retained the composure of death. A superstitious old woman was the only witness of this prodigy. From the coffin Mr. Hooper passed into the chamber of the mourners, and thence to the head of the staircase, to make the funeral prayer. It was a tender and heart-dissolving prayer, full of sorrow, yet so imbued with celestial hopes, that the music of a heavenly harp, swept by the fingers of the dead, seemed faintly to be heard among the saddest accents of the minister. The people trembled, though they but darkly understood him when he prayed that they, and himself, and all of mortal race, might be ready, as he trusted this young maiden had been, for the dreadful hour that should snatch the veil from their faces. The bearers went heavily forth, and the mourners followed, saddening all the street, with the dead before them, and Mr. Hooper in his black veil behind. El oficio vespertino transcurrió en circunstancias similares. Al concluir, la campana dobló para el funeral de una joven dama. Los parientes y los amigos más allegados se hallaban dentro de la casa, mientras sus conocidos menos íntimos se congregaban de pie en torno a la puerta, hablando de las buenas calidades de la difunta, cuando su conversación fue interrumpida por la aparición del reverendo Hooper, siempre cubierto por el velo negro. Ahora resultaba un emblema apropiado. El clérigo entró en la habitación donde yacía el cuerpo y se inclinó sobre el ataúd, para dar el último adiós a su feligresa fallecida. A medida que se encorvaba, el velo colgaba sobre su frente verticalmente, de modo que si los párpados de la doncella muerta no hubieran estado cerrados para siempre quizás podría haberse visto su cara. Pudo ser que señor Hooper le temiera a su mirada, puesto que replegó presurosamente el velo negro? Una persona que presenció la entrevista entre la difunta y el ser viviente no vaciló en afirmar que, en el momento en que las facciones del clérigo quedaron al descubierto, el cadáver se estremeció ligeramente, haciendo susurrar el sudario y la cofia de muselina, aunque sus rasgos conservaron la compostura de la muerta. Una anciana supersticiosa fue la única testigo de este prodigio. El señor Hooper dejó luego el ataúd para entrar en la cámara de los deudos, y por fin se encaminó hacia el rellano de la escalera, para pronunciar el responso fúnebre. Esta fue una oración tierna y conmovedora, cargada de pena, pero al mismo tiempo tan imbuida de esperanzas celestiales que entre las más afligidas frases del clérigo pareció oírse tenuemente la música de un arpa divina, acariciada por los dedos de la difunta. Los asistentes temblaron, pese a que sólo habían deducido vagamente mientras él rezaba que ellos, y él mismo, y toda la raza mortal, debían estar listos, como esperaba que lo hubiera estado esa joven doncella, para la trágica hora que les arrancaría el velo de la cara. Los portadores del féretro avanzaron pesadamente y los deudos los siguieron, entristeciendo toda la calle, con el cadáver adelante y el reverendo Hooper con su velo negro detrás.
"Why do you look back?" said one in the procession to his partner. —¿Por qué vuelves la cabeza? —preguntó uno de los integrantes de la procesión a su acompañante.
I had a fancy," replied she, "that the minister and the maiden′s spirit were walking hand in hand." —Tuve la impresión —respondió ella— de que el pastor y el espíritu de la doncella marchaban tomados de la mano.
"And so had I, at the same moment," said the other. —Eso mismo me pareció a mí, en el mismo momento —dijo él.
That night, the handsomest couple in Milford village were to be joined in wedlock. Though reckoned a melancholy man, Mr. Hooper had a placid cheerfulness for such occasions, which often excited a sympathetic smile where livelier merriment would have been thrown away. There was no quality of his disposition which made him more beloved than this. The company at the wedding awaited his arrival with impatience, trusting that the strange awe, which had gathered over him throughout the day, would now be dispelled. But such was not the result. When Mr. Hooper came, the first thing that their eyes rested on was the same horrible black veil, which had added deeper gloom to the funeral, and could portend nothing but evil to the wedding. Such was its immediate effect on the guests that a cloud seemed to have rolled duskily from beneath the black crape, and dimmed the light of the candles. The bridal pair stood up before the minister. But the bride′s cold fingers quivered in the tremulous hand of the bridegroom, and her deathlike paleness caused a whisper that the maiden who had been buried a few hours before was come from her grave to be married. If ever another wedding were so dismal, it was that famous one where they tolled the wedding knell. After performing the ceremony, Mr. Hooper raised a glass of wine to his lips, wishing happiness to the new-married couple in a strain of mild pleasantry that ought to have brightened the features of the guests, like a cheerful gleam from the hearth. At that instant, catching a glimpse of his figure in the looking-glass, the black veil involved his own spirit in the horror with which it overwhelmed all others. His frame shuddered, his lips grew white, he spilt the untasted wine upon the carpet, and rushed forth into the darkness. For the Earth, too, had on her Black Veil. Esa noche, la pareja más hermosa de la aldea de Milford debía contraer enlace. Aunque pasaba por ser un hombre melancólico, el reverendo Hooper desplegaba en esas ocasiones una plácida alegría que a menudo inspiraba una sonrisa comprensiva entre quienes habrían censurado un alboroto más vivaz. No había otro rasgo de su personalidad que la hiciera más acreedor a la estima general. Los asistentes a la boda esperaban con impaciencia su arribo, confiando en que entonces se disiparía la extraña congoja que se había acumulado a su alrededor durante toda la jornada. Pero el resultado no fue ése. Cuando llegó el reverendo Hooper, lo primero que divisó la concurrencia fue el mismo horrible velo negro que había contribuido a recargar la atmósfera de pesadumbre durante el funeral y que no podía augurar sino desdicha en la boda. Su efecto inmediato sobre los invitados fue tal que una niebla pareció haber brotado oscuramente desde atrás del crespón negro, amenguando el brillo de las velas. La pareja de novios se detuvo frente al ministro. Pero los dedos fríos de la novia temblaban dentro de la mano trémula del novio, y la palidez cadavérica de la joven motivó el rumor de que la doncella que había sido sepultada pocas horas antes había salido de su tumba para casarse. Si hubo otra boda más lúgubre sólo pudo ser aquella famosa en que la campana dobló a muerto. Después de celebrar la ceremonia, el reverendo Hooper se llevó un vaso de vino a los labios, e hizo votos por la feliH cidad de la pareja recién casada con un acento de afable benevolencia que debió iluminar los semblantes de los invitados como un jubiloso resplandor de la chimenea. Pero en ese instante, al captar una vislumbre de su imagen en el espejo, su propio espíritu se sumergió en el horror en que el velo negro había sumido a todos los demás. Su figura se estremeció, sus labios se pusieron blancos, derramó sobre la alfombra el vino que aún no había probado, y se perdió corriendo en la oscuridad. Porque también la Tierra llevaba puesto su Velo Negro.
The next day, the whole village of Milford talked of little else than Parson Hooper′s black veil. That, and the mystery concealed behind it, supplied a topic for discussion between acquaintances meeting in the street, and good women gossiping at their open windows. It was the first item of news that the tavern-keeper told to his guests. The children babbled of it on their way to school. One imitative little imp covered his face with an old black handkerchief, thereby so affrighting his playmates that the panic seized himself, and he well-nigh lost his wits by his own waggery. Al día siguiente, el velo negro del párroco Hooper era prácticamente el único tema de conversación de toda la aldea de Milford. Dicho crespón, y el misterio que ocultaba, fueron un tema de discusión para los amigos que se encontraban en la calle y para las buenas mujeres que chismeaban desde sus ventanas abiertas. Era la primera noticia que el tabernero transmitió a sus parroquianos. Los niños parloteaban al respecto mientras marchaban rumbo a la escuela. Un bribonzuelo dotado de espíritu de imitación se cubrió la cara con un viejo pañuelo negro, y al hacerlo asustó tanto a sus compañeros de juegos que el pánico al fin se apoderó de él también y estuvo a punto de quedar anonadado por su propia chanza.
It was remarkable that of all the busybodies and impertinent people in the parish, not one ventured to put the plain question to Mr. Hooper, wherefore he did this thing. Hitherto, whenever there appeared the slightest call for such interference, he had never lacked advisers, nor shown himself adverse to be guided by their judgment. If he erred at all, it was by so painful a degree of self-distrust, that even the mildest censure would lead him to consider an indifferent action as a crime. Yet, though so well acquainted with this amiable weakness, no individual among his parishioners chose to make the black veil a subject of friendly remonstrance. There was a feeling of dread, neither plainly confessed nor carefully concealed, which caused each to shift the responsibility upon another, till at length it was found expedient to send a deputation of the church, in order to deal with Mr. Hooper about the mystery, before it should grow into a scandal. Never did an embassy so ill discharge its duties. The minister received them with friendly courtesy, but became silent, after they were seated, leaving to his visitors the whole burden of introducing their important business. The topic, it might be supposed, was obvious enough. There was the black veil swathed round Mr. Hooper′s forehead, and concealing every feature above his placid mouth, on which, at times, they could perceive the glimmering of a melancholy smile. But that piece of crape, to their imagination, seemed to hang down before his heart, the symbol of a fearful secret between him and them. Were the veil but cast aside, they might speak freely of it, but not till then. Thus they sat a considerable time, speechless, confused, and shrinking uneasily from Mr. Hooper′s eye, which they felt to be fixed upon them with an invisible glance. Finally, the deputies returned abashed to their constituents, pronouncing the matter too weighty to be handled, except by a council of the churches, if, indeed, it might not require a general synod. Resultó notable que ninguno de los entremetidos e impertinentes de la parroquia se atreviera a preguntar claramente al reverendo Hooper en persona por qué se había colocado esa máscara. Hasta entonces, cada vez que se presentaba el pretexto más insignificante para una intromisión de ese género, nunca le habían faltado asesores, ni se había mostrado renuente a dejarse guiar por sus consejos. Si se equivocaba, era a causa de una inseguridad personal tan penosa que incluso la crítica más benigna lo inducía a interpretar un acto inocente como un crimen. Sin embargo, pese a que todos le conocían esta amable debilidad, ninguno de sus feligreses se atrevió a tomar el velo negro como tema de un cordial reproche. Prevalecía una sensación de miedo que ni se confesaba abiertamente en público ni se ocultaba con precaución, lo que hacía que cada uno le endilgase la responsabilidad a otro, hasta que por último se optó por enviar una delegación a la iglesia para que discutiera el misterio con el reverendo Hooper, antes de que aquél se trasformara en escándalo. Jamás una embajada fue más inepta en el desempeño de sus funciones. El pastor recibió a los visitantes con gentil cortesía pero después que ellos se sentaron permaneció en silencio, dejándoles toda responsabilidad de exponer los importantes asuntos que los habían llevado allí. El tema, lógicamente, era bastante obvio. Allí estaba el velo negro ceñido en la frente del reverendo Hooper, y ocultando todos sus rasgos situados por encima de su boca plácida, en la cual, a veces, percibían el fulgor de una sonrisa melancólica, Pero para su imaginación el velo parecía colgar sobre su corazón, como el símbolo de un espantoso secreto que se interponía entre ellos y el reverendo. Si el crespón no hubiera estado allí, habrían podido referirse francamente a él, pero no antes que se descorriera. Así permanecieron bastante tiempo sentados, mudos, confundidos, mientras esquivaban nerviosamente los ojos del reverendo Hooper, que sentían fijos sobre ellos con una mirada invisible. Por fin, los delegados volvieron, abochornados, a reunirse con sus mandantes, y declararon que el problema era tan complejo que sólo podría encararlo un consejo de iglesias, si no era necesario convocar, en verdad, un sínodo general.
But there was one person in the village unappalled by the awe with which the black veil had impressed all beside herself. When the deputies returned without an explanation, or even venturing to demand one, she, with the calm energy of her character, determined to chase away the strange cloud that appeared to be settling round Mr. Hooper, every moment more darkly than before. As his plighted wife, it should be her privilege to know what the black veil concealed. At the minister′s first visit, therefore, she entered upon the subject with a direct simplicity, which made the task easier both for him and her. After he had seated himself, she fixed her eyes steadfastly upon the veil, but could discern nothing of the dreadful gloom that had so overawed the multitude: it was but a double fold of crape, hanging down from his forehead to his mouth, and slightly stirring with his breath. Pero en la aldea había una persona que no compartía el terror que el velo negro había sembrado en torno de sí. Cuando los delegados regresaron sin suministrar ninguna explicación —que ni siquiera se habían atrevido a solicitar— ella, con la serena energía de su carácter, decidió disipar esa extraña nube que parecía estar condensándose alrededor del reverendo Hooper, y que oscurecía a ojos vistas. Puesto que era su prometida, le correspondía el privilegio de saber lo que ocultaba el velo. Por lo tanto, a la primera visita del pastor, lo interpeló con una extrema sencillez lo que facilitó las cosas para ambos. Una vez que él se hubo sentado, ella clavó los ojos fijamente en el velo, pero no pudo descubrir la pavorosa lobreguez que tanto había espantado a la multitud: no era más que un crespón doblado en dos que colgaba desde la frente hasta la boca y que se agitaba ligeramente cuando él respiraba.
"No," said she aloud, and smiling, "there is nothing terrible in this piece of crape, except that it hides a face which I am always glad to look upon. Come, good sir, let the sun shine from behind the cloud. First lay aside your black veil: then tell me why you put it on." —No —dijo ella en voz alta, sonriedo—. No hay nada de tétrico en ese crespón, como no sea que oculta un rostro que siempre me complace ver. Vamos, buen señor, ahuyenta la nube y que brille el sol que tras ella se oculta. Primero descorre el velo, y luego dime por qué te lo has colocado.
Mr. Hooper′s smile glimmered faintly. La sonrisa del reverendo Hooper se iluminó tenuemente.
"There is an hour to come," said he, "when all of us shall cast aside our veils. Take it not amiss, beloved friend, if I wear this piece of crape till then." —Llegará la hora —respondió—; en que todos nos despojaremos de nuestros velos. No te ofendas, querida amiga, si luzco este crespón hasta entonces.
"Your words are a mystery, too," returned the young lady. "Take away the veil from them, at least." —Tus palabras también son un enigma —dijo la joven—. Por lo menos, quítales el velo a ellas.
"Elizabeth, I will," said he, "so far as my vow may suffer me. Know, then, this veil is a type and a symbol, and I am bound to wear it ever, both in light and darkness, in solitude and before the gaze of multitudes, and as with strangers, so with my familiar friends. No mortal eye will see it withdrawn. This dismal shade must separate me from the world: even you, Elizabeth, can never come behind it!" —Lo haré, Elizabeth —dijo él—, en la medida en que me lo permita mi voto. Entérate, pues, de que el velo es un ejemplo y un símbolo, y que debo llevarlo siempre, tanto en la luz como en las tinieblas, cuando estoy solo como cuando me encuentro frente a las multitudes, y tanto entre extraños como entre mis amigos íntimos. Ningún ojo mortal me verá sin él. Esta triste pantalla deberá separarme del mundo, y ni siquiera tú, Elizabeth, podrás trasponerla jamás.
"What grievous affliction hath befallen you," she earnestly inquired, "that you should thus darken your eyes forever?" —¿Qué trágica dolencia te ha atacado, para que debas oscurecer así tus ojos eternamente? —preguntó ella con voz ansiosa.
"If it be a sign of mourning," replied Mr. Hooper, "I, perhaps, like most other mortals, have sorrows dark enough to be typified by a black veil." —Si se trata de una señal de duelo –respondió el reverendo Hooper— es posible que yo tenga, como la mayoría de los demás mortales, penas lo bastante oscuras como para que pueda simbolizarlas un velo negro.
"But what if the world will not believe that it is the type of an innocent sorrow?" urged Elizabeth. "Beloved and respected as you are, there may be whispers that you hide your face under the consciousness of secret sin. For the sake of your holy office, do away this scandal!" —¿Pero qué sucedería si el mundo no creyera que es el emblema de una pena inocente? —lo acicateó Elizabeth—. Aunque la gente te ama y te respeta, puede que alguien murmure que ocultas tu rostro agobiado por el remordimiento de un pecado secreto. ¡En aras de tu santo ministerio, evita ese escándalo!
The color rose into her cheeks as she intimated the nature of the rumors that were already abroad in the village. But Mr. Hooper′s mildness did not forsake him. He even smiled again--that same sad smile, which always appeared like a faint glimmering of light, proceeding from the obscurity beneath the veil. El color arreboló sus mejillas cuando insinuó la naturaleza de los rumores que ya circulaban por la aldea. Pero el reverendo Hooper no perdió su serenidad. Incluso volvió a sonreír, con esa misma sonrisa melancólica que aparecía como un tenue destello de luz desde la oscuridad oculta Por su velo.
"If I hide my face for sorrow, there is cause enough," he merely replied; "and if I cover it for secret sin, what mortal might not do the same?" —Si cubriera mi rostro por pena, habría razón suficiente para ello —se limitó a contestar— Y si lo hiciera por un pecado secreto ¿qué mortal no debería hacer lo mismo?
And with this gentle, but unconquerable obstinacy did he resist all her entreaties. At length Elizabeth sat silent. For a few moments she appeared lost in thought, considering, probably, what new methods might be tried to withdraw her lover from so dark a fantasy, which, if it had no other meaning, was perhaps a symptom of mental disease. Though of a firmer character than his own, the tears rolled down her cheeks. But, in an instant, as it were, a new feeling took the place of sorrow: her eyes were fixed insensibly on the black veil, when, like a sudden twilight in the air, its terrors fell around her. She arose, and stood trembling before him. Y con esta amable pero invencible tenacidad resistió todas sus súplicas. Por fin Elizabeth enmudeció. Durante unos pocos minutos pareció absorta en sus cavilaciones, mientras se preguntaba, quizá, qué otros métodos podría emplear para rescatar a su amante de una fantasía tan lúgubre que si no tenía algún otro sentido podía ser el síntoma de un desequilibrio mental. Pese a que su carácter era más firme que el de él, las lágrimas rodaron por sus mejillas. Pero enseguida un nuevo sentimiento ocupó el lugar de la pena, por así decirlo. Sus ojos estaban impasiblemente clavados sobre el velo negro cuando, como si un súbito crepúsculo hubiera cruzado por el aire, sus terrores se acumularon en torno de ella. Se incorporó y permaneció temblando frente a él.
"And do you feel it then, at last?" said he mournfully. —¿Lo sientes tú también, por fin? —preguntó el reverendo con tono lúgubre.
She made no reply, but covered her eyes with her hand, and turned to leave the room. He rushed forward and caught her arm. Elizabeth respondió pero se cubrió los ojos con la mano, y se volvió para abandonar la habitación. Él corrió y la tomó por el brazo.
"Have patience with me, Elizabeth!" cried he, passionately. "Do not desert me, though this veil must be between us here on earth. Be mine, and hereafter there shall be no veil over my face, no darkness between our souls! It is but a mortal veil--it is not for eternity! O! you know not how lonely I am, and how frightened, to be alone behind my black veil. Do not leave me in this miserable obscurity forever!" —¡Ten paciencia conmigo, Elizabeth! —exclamó, con vehemencia—. No me abandones, aunque este velo se interponga entre nosotros aquí sobre la tierra. Sé mía, y en el futuro no habrá ningún velo sobre mi rostro, ninguna sombra entre nuestras almas. No es más que un velo mortal... ¡no para toda la eternidad! ¡Oh! No sabes cuán solo me siento, y cuán asustado de hallarme solo detrás de mi velo negro. ¡No me dejes para siempre en esta desdichada oscuridad!
"Lift the veil but once, and look me in the face," said she. —¡Levanta el velo una sola vez, y mírame en la cara! —dijo ella.
"Never! It cannot be!" replied Mr. Hooper. —¡Nunca! ¡No es posible! —respondió el reverendo Hooper.
"Then farewell!" said Elizabeth. —¡Entonces, adiós! —exclamó Elizabeth.
She withdrew her arm from his grasp, and slowly departed, pausing at the door, to give one long shuddering gaze, that seemed almost to penetrate the mystery of the black veil. But, even amid his grief, Mr. Hooper smiled to think that only a material emblem had separated him from happiness, though the horrors, which it shadowed forth, must be drawn darkly between the fondest of lovers. Ella libró su brazo de los dedos que la asían y se alejó lentamente, deteniéndose en la puerta para echarle una larga y trémula mirada que casi pareció atravesar el misterio del velo negro. Pero, en medio de su dolor, el reverendo Hooper sonrió al pensar que sólo un símbolo material lo había separado de su felicidad, aunque los horrores que éste ocultaba debían estar oscuramente tendidos entre los amantes más tiernos.
From that time no attempts were made to remove Mr. Hooper′s black veil, or, by a direct appeal, to discover the secret which it was supposed to hide. By persons who claimed a superiority to popular prejudice, it was reckoned merely an eccentric whim, such as often mingles with the sober actions of men otherwise rational, and tinges them all with its own semblance of insanity. But with the multitude, good Mr. Hooper was irreparably a bugbear. He could not walk the street with any peace of mind, so conscious was he that the gentle and timid would turn aside to avoid him, and that others would make it a point of hardihood to throw themselves in his way. The impertinence of the latter class compelled him to give up his customary walk at sunset to the burial ground; for when he leaned pensively over the gate, there would always be faces behind the gravestones, peeping at his black veil. A fable went the rounds that the stare of the dead people drove him thence. It grieved him, to the very depth of his kind heart, to observe how the children fled from his approach, breaking up their merriest sports, while his melancholy figure was yet afar off. Their instinctive dread caused him to feel more strongly than aught else, that a preternatural horror was interwoven with the threads of the black crape. In truth, his own antipathy to the veil was known to be so great, that he never willingly passed before a mirror, nor stooped to drink at a still fountain, lest, in its peaceful bosom, he should be affrighted by himself. This was what gave plausibility to the whispers, that Mr. Hooper′s conscience tortured him for some great crime too horrible to be entirely concealed, or otherwise than so obscurely intimated. Thus, from beneath the black veil, there rolled a cloud into the sunshine, an ambiguity of sin or sorrow, which enveloped the poor minister, so that love or sympathy could never reach him. It was said that ghost and fiend consorted with him there. With self-shudderings and outward terrors, he walked continually in its shadow, groping darkly within his own soul, or gazing through a medium that saddened the whole world. Even the lawless wind, it was believed, respected his dreadful secret, and never blew aside the veil. But still good Mr. Hooper sadly smiled at the pale visages of the worldly throng as he passed by. Desde entonces no se hicieron intentos para descorrer el velo negro del reverendo Hooper, ni para elucidar, mediante una consulta directa, el secreto que presuntamente ocultaba. Las personas que pretendían ser inmunes a los prejuicios populares lo consideraron simplemente un capricho excéntrico, como los que tan a menudo se mezclan con los actos cuerdos de individuos por lo demás racionales, cubriéndolos con su propia imagen de demencia. Pero para la multitud, el buen reverendo Hooper era objeto de horror. No podía pasear tranquilamente por la calle, porque tenía plena conciencia de que los mansos y los tímidos se hacían a un lado para evitarlo, mientras otros se esforzaban por cruzarse en su camino. La impertinencia de estos últimos lo obligó a renunciar a su habitual caminata del atardecer hasta el cementerio; pues cuando se apoyaba pensativamente contra la verja siempre asomaban caras desde atrás de las lápidas para espiar su velo negro. Circulaba la fábula de que las miradas de los muertos era lo que lo guiaba hasta allí. Lo afligía, hasta el fondo mismo de su benévolo corazón, el ver cómo los niños huían ante su sola presencia, interrumpiendo sus juegos más alegres cuando su melancólica imagen apenas se asomaba a lo lejos. Su temor instintivo era la prueba más patente de que un horror sobrenatural estaba entretejido con las fibras del crespón negro. En verdad, era sabido que sentía una antipatía tan honda por el velo que nunca pasaba voluntariamente frente a un espejo, ni se inclinaba para beber en un estanque calmo, para no asustarse de sí mismo al ver su figura reflejada en la superficie apacible. Esto era lo que hacía verosímiles los rumores de que la conciencia del reverendo Hooper se sentía atormentada por un crimen demasiado espantoso, como para ser totalmente oculto o insinuado de una forma menos vaga que aquélla. Así, desde atrás del velo negro emergía una nube que oscurecía el sol, una ambigÜedad de pecado o pesar que envolvía al pobre ministro, de modo que ni el amor ni la compasión podían alcanzarlo. Se decía que los fantasmas y los demonios se confabulaban allí con él. Marchaba constantemente sumido en su sombra, estremecido por escalofríos y terrores externos, tanteando ciegamente dentro de su propia alma o atisbando a través del crespón que ennegrecía el mundo entero. Se suponía que incluso el viento rebelde respetaba su pavoroso secreto y nunca levantaba el velo con su soplo. Pero el buen señor Hooper continuaba sonriendo tristemente a los pálidos semblantes del tropel mundano con el que se cruzaba en su marcha.
Among all its bad influences, the black veil had the one desirable effect, of making its wearer a very efficient clergyman. By the aid of his mysterious emblem--for there was no other apparent cause--he became a man of awful power over souls that were in agony for sin. His converts always regarded him with a dread peculiar to themselves, affirming, though but figuratively, that, before he brought them to celestial light, they had been with him behind the black veil. Its gloom, indeed, enabled him to sympathize with all dark affections. Dying sinners cried aloud for Mr. Hooper, and would not yield their breath till he appeared; though ever, as he stooped to whisper consolation, they shuddered at the veiled face so near their own. Such were the terrors of the black veil, even when Death had bared his visage! Strangers came long distances to attend service at his church, with the mere idle purpose of gazing at his figure, because it was forbidden them to behold his face. But many were made to quake ere they departed! Once, during Governor Belcher′s administration, Mr. Hooper was appointed to preach the election sermon. Covered with his black veil, he stood before the chief magistrate, the council, and the representatives, and wrought so deep an impression that the legislative measures of that year were characterized by all the gloom and piety of our earliest ancestral sway. En medio de estos infortunados efectos, el velo negro ejerció una influencia saludable, convirtiendo a quien lo lucía en un clérigo muy eficiente. Con la ayuda de su misterioso emblema —puesto que no había otra causa aparente el pastor llegó a ser un hombre dotado de un inmenso poder sobre las almas atormentadas por el pecado. Sus conversos siempre lo contemplaban con un respeto muy particular, y afirmaban, aunque metafóricamente, que antes de que el pastor los transportara a la luz celestial, ellos habían estado con él detrás del velo negro. Su negrura lo ayudaba, en verdad, a condolerse de todas las penas oscuras. Los pecadores moribundos llamaban a gritos al reverendo Hooper, y no exhalaban el último suspiro hasta que él aparecía, aunque siempre, cuando se inclinaba para susurrar su consuelo, temblaban al ver el rostro cubierto tan cerca de ellos. ¡Tales eran los terrores causados por el velo negro, aun cuando la Muerte había desnudado su rostro! Los forasteros acudían desde lejos para asistir a los servicios de su iglesia con el solo propósito ocioso de contemplar su figura, ya que les estaba vedado apreciar su rostro. ¡Pero muchos se estremecían antes de partir! En una oportunidad, durante la administración del gobernador Belcher, el reverendo Hooper fue invitado a predicar el sermón electoral. Cubierto con el velo negro, habló frente al primer magistrado, los consejeros y los representantes y produjo una impresión tan profunda que las medidas legislativas de ese año se caracterizaron por toda la solemnidad y la devoción de nuestros más antiguos mandatos ancestrales.
In this manner Mr. Hooper spent a long life, irreproachable in outward act, yet shrouded in dismal suspicions; kind and loving, though unloved, and dimly feared; a man apart from men, shunned in their health and joy, but ever summoned to their aid in mortal anguish. As years wore on, shedding their snows above his sable veil, he acquired a name throughout the New England churches, and they called him Father Hooper. Nearly all his parishioners, who were of mature age when he was settled, had been borne away by many a funeral: he had one congregation in the church, and a more crowded one in the churchyard; and having wrought so late into the evening, and done his work so well, it was now good Father Hooper′s turn to rest. De este modo el reverendo Hooper vivió una larga vida, irreprochable en su faz visible aunque velada por siniestras sospechas; benévolo y misericordioso, pero huérfano de amor y vagamente temido; un hombre aislado de los demás hombres, evitado en las horas de salud y alegría, pero siempre requerido en los trances de angustia mortal. A medida que transcurrieron los años, depositando sus nieves sobre el velo oscuro, se hizo célebre en todas las iglesias de Nueva Inglaterra, y lo llamaban padre Hooper. Casi todos sus feligreses, que ya eran maduros cuando él se había establecido en la localidad, ya habían sido conducidos al seno de la tierra, de modo que tenía una congregación en la iglesia y otra más populosa en el cementerio del templo; y puesto que había trabajado hasta una hora tan avanzada, y había ejecutado su faena con tanto esmero, por fin le llegó al buen padre Hooper el turno de descansar.
Several persons were visible by the shaded candle-light, in the death chamber of the old clergyman. Natural connections he had none. But there was the decorously grave, though unmoved physician, seeking only to mitigate the last pangs of the patient whom he could not save. There were the deacons, and other eminently pious members of his church. There, also, was the Reverend Mr. Clark, of Westbury, a young and zealous divine, who had ridden in haste to pray by the bedside of the expiring minister. There was the nurse, no hired handmaiden of death, but one whose calm affection had endured thus long in secrecy, in solitude, amid the chill of age, and would not perish, even at the dying hour. Who, but Elizabeth! And there lay the hoary head of good Father Hooper upon the death pillow, with the black veil still swathed about his brow, and reaching down over his face, so that each more difficult gasp of his faint breath caused it to stir. All through life that piece of crape had hung between him and the world: it had separated him from cheerful brotherhood and woman′s love, and kept him in that saddest of all prisons, his own heart; and still it lay upon his face, as if to deepen the gloom of his darksome chamber, and shade him from the sunshine of eternity. Varias personas se hallaban bajo la luz velada de las bujías, en la cámara mortuoria del anciano clérigo. Carecía de parientes próximos. Mas allí estaba el médico, decorosamente adusto pero impávido, empeñado sólo en mitigar los últimos dolores del paciente incurable. Allí estaban los diáconos, y otros miembros eminentemente piadosos de su iglesia. Allí estaba, también, el reverendo Clark, de Westbury, un sacerdote joven y entusiasta que había cabalgado a toda prisa para orar junto al lecho del clérigo moribundo. Allí estaba la enfermera, que no era una colaboradora venal de la muerte, sino una persona cuyo sereno afecto había perdurado durante mucho tiempo en secreto, solitariamente, en medio del frío de los años, y no estaba dispuesto a extinguirse ni siquiera en esa hora fatal. ¡Quién, sino Elizabeth! Y allí yacía la cabeza nevada del buen padre Hooper sobre la almohada mortuoria, con el velo negro ceñido aún en torno de la frente y extendido sobre su rostro, de modo que el jadeo cada vez más dificultoso de su débil aliento lo hacía agitarse. Durante toda su vida esa pieza de tela se había interpuesto entre él y el mundo; lo había apartado de la jubilosa fraternidad y del amor femenino, y lo había mantenido encerrado en la más triste de las prisiones: la de su propio corazón. Y todavía continuaba desplegada sobre su rostro, como para ahondar la penumbra de ese cuarto tenebroso y ocultarle los rayos del sol de la eternidad.
For some time previous, his mind had been confused, wavering doubtfully between the past and the present, and hovering forward, as it were, at intervals, into the indistinctness of the world to come. There had been feverish turns, which tossed him from side to side, and wore away what little strength he had. But in his most convulsive struggles, and in the wildest vagaries of his intellect, when no other thought retained its sober influence, he still showed an awful solicitude lest the black veil should slip aside. Even if his bewildered soul could have forgotten, there was a faithful woman at his pillow, who, with averted eyes, would have covered that aged face, which she had last beheld in the comeliness of manhood. At length the death-stricken old man lay quietly in the torpor of mental and bodily exhaustion, with an imperceptible pulse, and breath that grew fainter and fainter, except when a long, deep, and irregular inspiration seemed to prelude the flight of his spirit. Durante un tiempo su mente se había mostrado confundida, oscilando inciertamente entre el pasado y el presente, adelantándose a ratos, valga la expresión, hacia las sombras del mundo por venir. Había sufrido accesos de fiebre que lo sacudían de un lado a otro y consumían las pocas energías que le quedaban. Pero en medio de sus accesos más convulsivos, y de los más delirantes desvaríos de su intelecto, cuando ningún otro pensamiento ejercía su influencia atemH perante, él seguía realizando poderosos esfuerzos para que el velo negro no se deslizara de su lugar. Y aun cuando su alma agitada lo hubiera olvidado, junto a la cabecera de su lecho montaba guardia una mujer fiel que, con los ojos vueltos en otra dirección, habría cubierto ese rostro envejecido, ese rostro que, cuando ella lo había visto por última vez ostentaba todavía la donosura de la masculinidad. Por fin, el anciano moribundo se quedó inmóvil, sumido en el sopor del agotamiento mental y físico, con un pulso imperceptible, y una respiración cada vez mas débil, excepto cuando un estertor largo, profundo e irregular pareció preludiar la fuga de su espíritu.
The minister of Westbury approached the bedside. El clérigo de Westbury se acercó al lecho.
"Venerable Father Hooper," said he, "the moment of your release is at hand. Are you ready for the lifting of the veil that shuts in time from eternity?" —Venerable padre Hooper —dijo—, el momento de su liberación se halla próximo. ¿Está listo para alzar el velo que separa el tiempo de la eternidad?
Father Hooper at first replied merely by a feeble motion of his head; then, apprehensive, perhaps, that his meaning might be doubtful, he exerted himself to speak. Al principio el padre Hooper se limitó a responder con un ligero movimiento de cabeza; pero luego, temiendo quizá que lo interpretaran mal, hizo un esfuerzo para hablar:
"Yea," said he, in faint accents, "my soul hath a patient weariness until that veil be lifted." —Sí —dijo con voz apagada—, mi alma sufrirá una paciente fatiga hasta que se levante ese velo.
"And is it fitting," resumed the Reverend Mr. Clark, "that a man so given to prayer, of such a blameless example, holy in deed and thought, so far as mortal judgment may pronounce; is it fitting that a father in the church should leave a shadow on his memory, that may seem to blacken a life so pure? I pray you, my venerable brother, let not this thing be! Suffer us to be gladdened by your triumphant aspect as you go to your reward. Before the veil of eternity be lifted, let me cast aside this black veil from your face!" —¿Y es justo —insistió el reverendo Clark— que un hombre tan entregado a la plegaria, de conducta tan intachable, santo en los hechos y en el pensamiento, hasta donde la prudencia mortal puede juzgar; es justo que un padre de la iglesia deje una sombra sobre su memoria, capaz de mancillar una vida tan pura? ¡Os ruego, venerable hermano, que no permitáis tal cosa! Dejad que nos regocijemos con vuestro triunfante asH pecto ahora que vais en busca de vuestra recompensa. ¡Antes de que se levante el velo de la eternidad, permitidme descorrer este negro velo que cubre vuestro rostro!
And thus speaking, the Reverend Mr. Clark bent forward to reveal the mystery of so many years. But, exerting a sudden energy, that made all the beholders stand aghast, Father Hooper snatched both his hands from beneath the bedclothes, and pressed them strongly on the black veil, resolute to struggle, if the minister of Westbury would contend with a dying man. Y mientras pronunciaba estas palabras, el reverendo Clark se inclinó hacia adelante para develar el misterio de tantos años. Mas con un despliegue de súbita energía que dejó atónitos a todos los espectadores, el padre Hooper sacó ambas manos de debajo de las frazadas y apretó con fuerza el velo negro sobre su cara, dispuesto a resistir si el párroco de Westbury se atrevía a lidiar con un moribundo.
"Never!" cried the veiled clergyman. "On earth, never!" —¡Nunca! —gritó el clérigo enmascarado—. ¡Sobre la tierra, jamás!
"Dark old man!" exclaimed the affrighted minister, "with what horrible crime upon your soul are you now passing to the judgment?" —¡Viejo inescrutable! —exclamó el asustado párroco—. ¿Con qué horrible crimen sobre el alma vais a ser juzgado?
Father Hooper′s breath heaved; it rattled in his throat; but, with a mighty effort, grasping forward with his hands, he caught hold of life, and held it back till he should speak. He even raised himself in bed; and there he sat, shivering with the arms of death around him, while the black veil hung down, awful at that last moment, in the gathered terrors of a lifetime. And yet the faint, sad smile, so often there, now seemed to glimmer from its obscurity, and linger on Father Hooper′s lips. La respiración del padre Hooper se aceleró y ahogó en su garganta, pero él manoteó el aire y se aferró a la vida, sin soltarla hasta que pudo hablar. Incluso se irguió en el lecho y allí permaneció sentado, ceñido por los brazos de la muerte, temblando, mientras el velo negro colgaba, pavoroso en ese último momento en el que se acumulaban los terrores de toda una existencia. Y sin embargo, la tenue y triste sonrisa que se había esbozado tantas veces allí pareció resplandecer en ese instante desde su oscuridad, demorándose sobre los labios del padre Hooper.
"Why do you tremble at me alone?" cried he, turning his veiled face round the circle of pale spectators. "Tremble also at each other! Have men avoided me, and women shown no pity, and children screamed and fled, only for my black veil? What, but the mystery which it obscurely typifies, has made this piece of crape so awful? When the friend shows his inmost heart to his friend; the lover to his best beloved; when man does not vainly shrink from the eye of his Creator, loathsomely treasuring up the secret of his sin; then deem me a monster, for the symbol beneath which I have lived, and die! I look around me, and, lo! on every visage a Black Veil!" —¿Por qué sólo yo os hago temblar? —clamó, paseando su rostro velado sobre la rueda de pálidos espectadores—. ¡Temblad también los unos ante los otros! ¿Los hombres me han esquivado, y las mujeres no me han tenido compasión, y los niños han gritado y huido, sólo por mi velo negro? ¿Qué es lo que ha hecho que este crespón fuera tan atroz, sino el misterio que oscuramente simboliza? Cuando el amigo le muestre al amigo lo más recóndito de su corazón; cuando el enamorado muestre el suyo a su más amada; cuando el hombre no se oculte en vano de la mirada de su Creador, atesorando abyectamente el secreto de sus pecados... ¡consideradme entonces un monstruo, por el emblema detrás del cual he vivido y con el cual muero! Yo miro en torno de mí y, ¡ay!, sobre cada rostro veo un Velo Negro.
While his auditors shrank from one another, in mutual affright, Father Hooper fell back upon his pillow, a veiled corpse, with a faint smile lingering on the lips. Still veiled, they laid him in his coffin, and a veiled corpse they bore him to the grave. The grass of many years has sprung up and withered on that grave, the burial stone is moss-grown, and good Mr. Hooper′s face is dust; but awful is still the thought that it mouldered beneath the Black Veil! Mientras sus escuchas se apartaban los unos de los otros, con recíproco espanto, el padre Hooper volvió a caer sobre su almohada, convertido en un cadáver velado sobre cuyos labios aún perduraba una débil sonrisa. Sin quitarle el velo lo depositaron en su ataúd, y con el velo transportaron su cadáver a la tumba. La hierba de muchos años ha crecido y se ha secado sobre esa sepultura; la lápida está tapizada por el musgo; y el rostro del buen reverendo Hooper se ha convertido en polvo... ¡pero aún resulta pavorosa la idea de que se desintegró debajo del VELO NEGRO?!
NOTE. Another clergyman in New England, Mr. Joseph Moody, of York, Maine, who died about eighty years since, made himself remarkable by the same eccentricity that is here related of the Reverend Mr. Hooper. In his case, however, the symbol had a different import. In early life he had accidentally killed a beloved friend; and from that day till the hour of his own death, he hid his face from men. NOTA: Otro clérigo de Nueva Inglaterra, el reverendo Joseph Moody, de York, Maine, quien murió hace aproximadamente ochenta años, se hizo famoso por la misma excentricidad que aquí se le atribuye al reverendo Hooper. Sin embargo, en su caso, el símbolo tenía un significado distinto. En su juventud había matado accidentalmente a un amigo dilecto y desde ese día hasta la hora de su propia muerte ocultó su rostro del resto de los hombres.