"Emma"









III. CHAPTER IX



CAPÍTULO XLV

Emma′s pensive meditations, as she walked home, were not interrupted; but on entering the parlour, she found those who must rouse her. Mr. Knightley and Harriet had arrived during her absence, and were sitting with her father.—Mr. Knightley immediately got up, and in a manner decidedly graver than usual, said, MIENTRAS regresaba andando a su casa, las meditaciones de Emma no fueron interrumpidas; pero al entrar en el salón encontró allí a quienes debían distraerla de sus pensamientos. El señor Knightley y Harriet habían llegado durante su ausencia y estaban conversando con su padre. El señor Knightley al verla se levantó inmediatamente, y con un aire más serio que de costumbre dijo:
"I would not go away without seeing you, but I have no time to spare, and therefore must now be gone directly. I am going to London, to spend a few days with John and Isabella. Have you any thing to send or say, besides the ′love,′ which nobody carries?" -No quería irme sin verla, pero no tengo tiempo que perder, o sea que tengo que ir directamente al asunto. Me voy a Londres a pasar unos días con John e Isabella. ¿Quiere usted que les dé o les diga algo de su parte, además del «afecto» que no puede transmitirse por una tercera persona?
"Nothing at all. But is not this a sudden scheme?" -No, no, nada. Pero, ¿lo ha decidido usted de repente?
"Yes—rather—I have been thinking of it some little time." -Pues... sí... más bien sí... Hace poco que se me ha ocurrido la idea.
Emma was sure he had not forgiven her; he looked unlike himself. Time, however, she thought, would tell him that they ought to be friends again. While he stood, as if meaning to go, but not going—her father began his inquiries. Emma estaba segura de que él no la había perdonado; su actitud era distinta. Pero confiaba que el tiempo le convencería de que debían volver a ser amigos.
"Well, my dear, and did you get there safely?—And how did you find my worthy old friend and her daughter?—I dare say they must have been very much obliged to you for coming. Dear Emma has been to call on Mrs. and Miss Bates, Mr. Knightley, as I told you before. She is always so attentive to them!" Mientras él seguía de pie, como dispuesto a irse de un momento a otro pero sin acabar de hacerlo, su padre empezó a hacer preguntas. -Bueno, querida, ¿no te ha ocurrido nada por el camino? ¿Cómo has encontrado a mi buena amiga y a su hija? Estoy convencido de que habrán estado muy contentas de que fueras a verlas. Emma ha ido a visitar a la señora y a la señorita Bates, señor Knightley, como ya le he dicho antes. Siempre es tan atenta con ellas...
Emma′s colour was heightened by this unjust praise; and with a smile, and shake of the head, which spoke much, she looked at Mr. Knightley.—It seemed as if there were an instantaneous impression in her favour, as if his eyes received the truth from hers, and all that had passed of good in her feelings were at once caught and honoured.— He looked at her with a glow of regard. She was warmly gratified—and in another moment still more so, by a little movement of more than common friendliness on his part.—He took her hand;—whether she had not herself made the first motion, she could not say—she might, perhaps, have rather offered it—but he took her hand, pressed it, and certainly was on the point of carrying it to his lips—when, from some fancy or other, he suddenly let it go.—Why he should feel such a scruple, why he should change his mind when it was all but done, she could not perceive.—He would have judged better, she thought, if he had not stopped.—The intention, however, was indubitable; and whether it was that his manners had in general so little gallantry, or however else it happened, but she thought nothing became him more.—It was with him, of so simple, yet so dignified a nature.—She could not but recall the attempt with great satisfaction. It spoke such perfect amity.—He left them immediately afterwards—gone in a moment. He always moved with the alertness of a mind which could neither be undecided nor dilatory, but now he seemed more sudden than usual in his disappearance. Emma enrojeció al oír un elogio tan inmerecido; y sonriendo y negando con la cabeza, gesto que no podía ser más elocuente, miró al señor Knightley... Creyó percibir una instantánea impresión en favor suyo, como si los ojos de él captaran en los suyos la verdad y todos aquellos buenos sentimientos de Emma fueran en un momento comprendidos y honrados... Él la miraba con afecto. Emma se sentía sobradamente recompensada... y más aún cuando un momento después él inició un ademán que delataba algo más que una simple amistad... Le cogió la mano... Emma no hubiera podido decir si no había sido ella quien había hecho el primer movimiento... quizá más bien se la había ofrecido... pero él le cogió la mano, la apretó y estuvo a punto de llevársela a los labios... pero algo le hizo cambiar de idea y la dejó caer bruscamente... Ella no adivinaba por qué había tenido aquel reparo, por qué había cambiado de opinión cuando sólo faltaba completar el gesto... Según Emma hubiese hecho mejor de llegar hasta el fin... Sin embargo la intención era indudable; y ya fuera porque aquello contrastaba con sus maneras en general poco galantes, ya por cualquier otro motivo, consideró que nada le sentaba mejor... En él era un gesto tan sencillo y sin embargo tan caballeresco... No podía por menos de recordar el intento con gran complacencia. Revelaba una amistad tan cordial... Inmediatamente después se despidió... y se fue en seguida. El señor Knightley siempre lo hacía todo con una seguridad enemiga de toda indecisión y toda demora, pero en aquellos momentos su partida parecía más brusca de lo que era habitual en él.
Emma could not regret her having gone to Miss Bates, but she wished she had left her ten minutes earlier;—it would have been a great pleasure to talk over Jane Fairfax′s situation with Mr. Knightley.—Neither would she regret that he should be going to Brunswick Square, for she knew how much his visit would be enjoyed—but it might have happened at a better time—and to have had longer notice of it, would have been pleasanter.—They parted thorough friends, however; she could not be deceived as to the meaning of his countenance, and his unfinished gallantry;—it was all done to assure her that she had fully recovered his good opinion.—He had been sitting with them half an hour, she found. It was a pity that she had not come back earlier! Emma no lamentaba haber ido a visitar a la señorita Bates, pero sí hubiese preferido haber salido de allí diez minutos antes; le hubiese gustado mucho poder hablar con el señor Knightley sobre el empleo de Jane Fairfax... Tampoco lamentaba el que visitara a la familia de Brunswick Square porque sabía la alegría que iba a proporcionar su visita... pero hubiese preferido que hubiera elegido una época mejor... y que se hubiese enterado de su marcha con más antelación... Sin embargo, se separaron muy amistosamente; Emma no podía dudar de lo que significaba su actitud y su galantería inacabada; todo aquello tenía por objeto darle la seguridad de que volvía a tener buena opinión de ella... El señor Knightley había estado en Hartfield más de media hora... ¡Qué lástima que no hubiese vuelto más temprano!
In the hope of diverting her father′s thoughts from the disagreeableness of Mr. Knightley′s going to London; and going so suddenly; and going on horseback, which she knew would be all very bad; Emma communicated her news of Jane Fairfax, and her dependence on the effect was justified; it supplied a very useful check,—interested, without disturbing him. He had long made up his mind to Jane Fairfax′s going out as governess, and could talk of it cheerfully, but Mr. Knightley′s going to London had been an unexpected blow. Con la esperanza de distraer a su padre de la desagradable impresión de la marcha a Londres del señor Knightley (¡una marcha tan precipitada, y además teniendo en cuenta que iba a caballo, lo cual podía ser tan peligroso!), Emma le comunicó las noticias de Jane Fairfax, y sus palabras produjeron el efecto que esperaba; consiguió distraerle... e interesarle, sin llegar a hacer que se preocupara. El señor Woodhouse hacía ya tiempo que se había hecho a la idea de que Jane Fairfax iba a emplearse como institutriz y podía hablar de ello tranquilamente; pero la súbita partida para Londres del señor Knightley había sido un golpe inesperado.
"I am very glad, indeed, my dear, to hear she is to be so comfortably settled. Mrs. Elton is very good-natured and agreeable, and I dare say her acquaintance are just what they ought to be. I hope it is a dry situation, and that her health will be taken good care of. It ought to be a first object, as I am sure poor Miss Taylor′s always was with me. You know, my dear, she is going to be to this new lady what Miss Taylor was to us. And I hope she will be better off in one respect, and not be induced to go away after it has been her home so long." -No sabes lo que me alegro de saber que ha encontrado un empleo tan conveniente. La señora Elton es muy buena persona y muy agradable, y estoy seguro de que sus amistades son como deben ser. Confío en que el clima será seco y que se ocuparán de su salud. Deberían tenerle todas las atenciones, como estoy seguro de que yo siempre tuve con la pobre señorita Taylor. Mira, querida, ella será para esta señora lo mismo que la señorita Taylor era para nosotros. Y espero que en un aspecto tendrá más suerte, y no la obligarán a irse para casarse después de haber estado tanto tiempo en la casa.
The following day brought news from Richmond to throw every thing else into the background. An express arrived at Randalls to announce the death of Mrs. Churchill! Though her nephew had had no particular reason to hasten back on her account, she had not lived above six-and-thirty hours after his return. A sudden seizure of a different nature from any thing foreboded by her general state, had carried her off after a short struggle. The great Mrs. Churchill was no more. Al día siguiente las noticias que se recibieron de Richmond hicieron olvidar todos los demás acontecimientos. ¡A Randalls llegó un propio para anunciar la muerte de la señora Churchill! A pesar de que no se habían dado motivos alarmantes a su sobrino para que se apresurara a regresar, cuando llegó apenas le quedaban treinta y seis horas de vida. Un ataque repentino, de un mal de naturaleza distinta de lo que hacía prever su estado general, le había causado la muerte tras una breve agonía. ¡La gran señora Churchill había dejado de existir!
It was felt as such things must be felt. Every body had a degree of gravity and sorrow; tenderness towards the departed, solicitude for the surviving friends; and, in a reasonable time, curiosity to know where she would be buried. Goldsmith tells us, that when lovely woman stoops to folly, she has nothing to do but to die; and when she stoops to be disagreeable, it is equally to be recommended as a clearer of ill-fame. Mrs. Churchill, after being disliked at least twenty-five years, was now spoken of with compassionate allowances. In one point she was fully justified. She had never been admitted before to be seriously ill. The event acquitted her of all the fancifulness, and all the selfishness of imaginary complaints. Su muerte fue sentida como deben sentirse esas cosas. Todo el mundo se mostró un poco serio, un poco apenado; compasivo para con la que se había ido, interesado por los amigos que la sobrevivían; y al cabo de un tiempo razonable, curioso por saber dónde la enterrarían. Goldsmith dice que cuando una mujer encantadora empieza a volverse un poco loca lo mejor que puede hacer es morirse; y que cuando empieza a volverse desagradable, ésta es también la mejor solución para evitar tener una mala fama. Después de haber sido aborrecida al menos durante veinticinco años, ahora la señora Churchill hubiera podido oír cómo se hablaba de ella con compasiva benevolencia. En un aspecto había demostrado tener razón. Antes de entonces nunca nadie había creído que se encontraba gravemente enferma. Su muerte justificó, pues, todas sus manías, todos los males imaginarios que inventaba su egoísmo.
"Poor Mrs. Churchill! no doubt she had been suffering a great deal: more than any body had ever supposed—and continual pain would try the temper. It was a sad event—a great shock—with all her faults, what would Mr. Churchill do without her? Mr. Churchill′s loss would be dreadful indeed. Mr. Churchill would never get over it."—Even Mr. Weston shook his head, and looked solemn, and said, "Ah! poor woman, who would have thought it!" and resolved, that his mourning should be as handsome as possible; and his wife sat sighing and moralising over her broad hems with a commiseration and good sense, true and steady. How it would affect Frank was among the earliest thoughts of both. It was also a very early speculation with Emma. The character of Mrs. Churchill, the grief of her husband—her mind glanced over them both with awe and compassion—and then rested with lightened feelings on how Frank might be affected by the event, how benefited, how freed. She saw in a moment all the possible good. Now, an attachment to Harriet Smith would have nothing to encounter. Mr. Churchill, independent of his wife, was feared by nobody; an easy, guidable man, to be persuaded into any thing by his nephew. All that remained to be wished was, that the nephew should form the attachment, as, with all her goodwill in the cause, Emma could feel no certainty of its being already formed. «¡Pobre señora Churchill! Sin duda había sufrido mucho; más de lo que nadie había supuesto... y el sufrimiento continuo siempre agria el carácter. Un lamentable acontecimiento... dejaba un gran vacío... a pesar de todos sus defectos... ¿Qué haría ahora el señor Churchill sin ella? Ciertamente, para el señor Churchill la pérdida era irreparable. El señor Churchill nunca lograría sobreponerse a ella...» Incluso el señor Weston cabeceó tristemente y adoptando un aire de solemnidad dijo: -¡Ah! ¡Pobre mujer! ¡Quién lo hubiera pensado! Y decidió que su luto sería lo más serio que fuera posible; mientras su esposa, inclinada sobre sus anchos dobladillos, suspiraba y hacía comentarios llenos de sentido común y de compasión sincera y profunda. Una de las primeras cosas que se les ocurrió a ambos fue preguntarse qué repercusiones iba a tener en Frank aquel hecho. Ésta fue también una de las primeras cosas en las que pensó Emma. La personalidad de la señora Churchill, el dolor de su marido... pensaba en ellos con respeto y con compasión... y luego, con una visión menos sombría, se preguntaba hasta qué punto aquel acontecimiento podía afectar a Frank, hasta qué punto podía beneficiarle, liberarle. En un momento creyó prever todas las ventajas posibles. Ahora, sus relaciones con Harriet Smith no iban a encontrar ningún obstáculo. Nadie temía al señor Churchill, una vez su esposa hubiera dejado de ejercer influencia sobre él; un hombre blando de carácter, dócil, a quien su sobrino convencería de cualquier cosa. Lo único, pues, que faltaba por desear era que el sobrino se propusiera fijar su interés en una persona concreta, y Emma, a pesar de la buena voluntad que mostraba en aquella causa, no tenía ninguna certeza de que ello fuese ya un hecho real.
Harriet behaved extremely well on the occasion, with great self-command. What ever she might feel of brighter hope, she betrayed nothing. Emma was gratified, to observe such a proof in her of strengthened character, and refrained from any allusion that might endanger its maintenance. They spoke, therefore, of Mrs. Churchill′s death with mutual forbearance. Harriet se portó extraordinariamente bien en aquella ocasión, con gran dominio de sí misma. Fueran cuales fuesen las esperanzas que el suceso le permitieran alimentar, no delató nada de sus sentimientos. Emma quedó muy complacida al observar esta demostración de que su carácter se estaba robusteciendo, y se abstuvo de hacer la menor alusión que pudiera debilitar su entereza. Por lo tanto, las dos amigas hablaron de la muerte de la señora Churchill con mucha circunspección.
Short letters from Frank were received at Randalls, communicating all that was immediately important of their state and plans. Mr. Churchill was better than could be expected; and their first removal, on the departure of the funeral for Yorkshire, was to be to the house of a very old friend in Windsor, to whom Mr. Churchill had been promising a visit the last ten years. At present, there was nothing to be done for Harriet; good wishes for the future were all that could yet be possible on Emma′s side. En Randalls se recibieron varias breves misivas de Frank Churchill, comunicándoles lo más importante de su situación actual y de sus planes inmediatos. El estado de ánimo del señor Churchill era mejor de lo que pudiera haberse esperado; y al partir el cortejo fúnebre en dirección al condado de York, la primera visita que había hecho había sido a un viejo amigo suyo que vivía en Windsor y a quien el señor Churchill había estado prometiendo que visitaría desde hacía diez años. Por el momento no podía hacerse nada por Harriet; por parte de Emma lo único que le era posible era formular buenos deseos para el futuro.
It was a more pressing concern to shew attention to Jane Fairfax, whose prospects were closing, while Harriet′s opened, and whose engagements now allowed of no delay in any one at Highbury, who wished to shew her kindness—and with Emma it was grown into a first wish. She had scarcely a stronger regret than for her past coldness; and the person, whom she had been so many months neglecting, was now the very one on whom she would have lavished every distinction of regard or sympathy. She wanted to be of use to her; wanted to shew a value for her society, and testify respect and consideration. She resolved to prevail on her to spend a day at Hartfield. A note was written to urge it. The invitation was refused, and by a verbal message. "Miss Fairfax was not well enough to write;" and when Mr. Perry called at Hartfield, the same morning, it appeared that she was so much indisposed as to have been visited, though against her own consent, by himself, and that she was suffering under severe headaches, and a nervous fever to a degree, which made him doubt the possibility of her going to Mrs. Smallridge′s at the time proposed. Her health seemed for the moment completely deranged—appetite quite gone—and though there were no absolutely alarming symptoms, nothing touching the pulmonary complaint, which was the standing apprehension of the family, Mr. Perry was uneasy about her. He thought she had undertaken more than she was equal to, and that she felt it so herself, though she would not own it. Her spirits seemed overcome. Her present home, he could not but observe, was unfavourable to a nervous disorder:—confined always to one room;—he could have wished it otherwise—and her good aunt, though his very old friend, he must acknowledge to be not the best companion for an invalid of that description. Her care and attention could not be questioned; they were, in fact, only too great. He very much feared that Miss Fairfax derived more evil than good from them. Emma listened with the warmest concern; grieved for her more and more, and looked around eager to discover some way of being useful. To take her—be it only an hour or two—from her aunt, to give her change of air and scene, and quiet rational conversation, even for an hour or two, might do her good; and the following morning she wrote again to say, in the most feeling language she could command, that she would call for her in the carriage at any hour that Jane would name—mentioning that she had Mr. Perry′s decided opinion, in favour of such exercise for his patient. The answer was only in this short note: Mucho más urgente era prestar atención a Jane Fairfax, cuyo porvenir se ensombrecía tanto como el de Harriet se aclaraba, y cuyos compromisos inminentes no permitían que nadie de Highbury que tuviese deseos de mostrarse amable para con ella, se demorase lo más mínimo, porque quedaba muy poco tiempo... y éste era precisamente el deseo que ahora dominaba a Emma. Jamás había lamentado tanto la actitud de frialdad que había tenido para con ella en otros tiempos; y la misma persona que durante tantos meses le había sido totalmente indiferente, ahora era con la que se consideraba más en deuda, a quien hubiera distinguido con todo su afecto y su simpatía. Quería serle útil; deseaba demostrarle que apreciaba su compañía, que la creía digna de respeto y de consideración. Decidió convencerla para que pasara un día en Hartfield. Y le escribió una nota invitándola. La invitación fue rechazada con una simple respuesta verbal. «La señorita Fairfax no se encontraba en condiciones de poder escribir»; y cuando el señor Perry fue a Hartfield aquella misma mañana, se supo que la joven se había encontrado tan mal que había tenido que ser visitada por el médico, aun contra su propia voluntad, y que sufría una jaqueca tan fuerte y una fiebre nerviosa tal que era dudoso que pudiera acudir a casa de la señora Smallridge en los días que se habían acordado. Por el momento su salud no podía ser más precaria... había perdido del todo el apetito... y aunque no había ningún síntoma decididamente alarmante, nada que pudiera hacer pensar en su antigua afección pulmonar, que era lo que más temía su familia, el señor Perry estaba preocupado por ella. Según su opinión, la señorita Fairfax se había lanzado a una empresa superior a sus fuerzas, y aunque ella misma comprendía que era así, no quería reconocerlo. Estaba muy abatida. La′ casa que habitaba -el médico no pudo por menos de comentarlo- no era la más adecuada para su estado de nervios... siempre encerrada en una habitación... él hubiese recomendado otro género de vida... Y en cuanto a su tía, aunque era una antigua amiga del señor Perry, éste debía confesar que no era la persona más apropiada para hacer compañía a una enferma como ella. Que la cuidaba y que la atendía en todo era indudable; sólo que en realidad la cuidaba y la atendía demasiado. Y él se temía que aquellos cuidados contribuían más a empeorarla que a mejorarla. Emma le escuchaba preocupadísima; cada vez más apenada por aquella situación, y afanosa por encontrar el modo de serle útil. Apartarla... aunque sólo fuera por una o dos taras... de su tía, hacerle cambiar de aires y de panorama, ofrecerle una conversación apacible y sensata, aunque sólo fuera por una o dos horas, podía hacerle mucho bien. Y a la mañana siguiente volvió a escribirle con las palabras más afectuosas que se le ocurrieron, diciéndole que iría a buscarla en su coche a la hora que Jane prefiriese... indicando que contaba con el asentimiento del señor Perry, quien se había mostrado decididamente favorable a que su paciente hiciera un poco de ejercicio. La respuesta llegó en esta breve nota:
"Miss Fairfax′s compliments and thanks, but is quite unequal to any exercise." «Muchas gracias y afectuosos saludos de parte de la señorita Fairfax, pero no se encuentra en condiciones de hacer ninguna clase de ejercicio.»
Emma felt that her own note had deserved something better; but it was impossible to quarrel with words, whose tremulous inequality shewed indisposition so plainly, and she thought only of how she might best counteract this unwillingness to be seen or assisted. In spite of the answer, therefore, she ordered the carriage, and drove to Mrs. Bates′s, in the hope that Jane would be induced to join her—but it would not do;—Miss Bates came to the carriage door, all gratitude, and agreeing with her most earnestly in thinking an airing might be of the greatest service—and every thing that message could do was tried—but all in vain. Miss Bates was obliged to return without success; Jane was quite unpersuadable; the mere proposal of going out seemed to make her worse.—Emma wished she could have seen her, and tried her own powers; but, almost before she could hint the wish, Miss Bates made it appear that she had promised her niece on no account to let Miss Woodhouse in. "Indeed, the truth was, that poor dear Jane could not bear to see any body—any body at all—Mrs. Elton, indeed, could not be denied—and Mrs. Cole had made such a point—and Mrs. Perry had said so much—but, except them, Jane would really see nobody." Emma tuvo la sensación de que su nota merecía algo mejor; pero era imposible luchar contra aquellas palabras cuya trémula desigualdad decía bien a las claras que habían sido escritas por una enferma, y sólo pensó en cuál podía ser el mejor medio para vencer su repugnancia a ser vista o ayudada; por lo tanto, a pesar de esta respuesta mandó preparar el coche y se dirigió a casa de la señora Bates con la esperanza de que podría convencer a Jane de que saliera con ella; pero fue en vano; la señorita Bates fue hasta la puerta del coche, deshaciéndose en muestras de gratitud y afirmando que coincidía totalmente con ella en pensar que tomar un poco el aire le sería muy beneficioso.., y sirviendo de intermediaria entre ambas hizo lo que pudo para convencer a su sobrina, pero todo en vano. La señorita Bates se vio obligada a regresar sin haber conseguido su propósito; no había modo de que Jane se dejara convencer; la simple proposición de salir parecía que le hacía sentirse peor... Emma tenía deseos de verla, y de probar su poder de persuasión; pero casi antes de que pudiera insinuar este deseo, la señorita Bates le dijo que había prometido a su sobrina que por nada del mundo dejaría entrar a la señorita Woodhouse. -La verdad es que la pobre Jane no puede sufrir el ver a nadie... a nadie en absoluto... Claro que, a la señora Elton no hemos podido decirle que no... y la señora Cole ha insistido tanto... y como la señora Perry también ha demostrado tanto interés... Pero, exceptuando estos casos, Jane no recibe a nadie.
Emma did not want to be classed with the Mrs. Eltons, the Mrs. Perrys, and the Mrs. Coles, who would force themselves anywhere; neither could she feel any right of preference herself—she submitted, therefore, and only questioned Miss Bates farther as to her niece′s appetite and diet, which she longed to be able to assist. On that subject poor Miss Bates was very unhappy, and very communicative; Jane would hardly eat any thing:—Mr. Perry recommended nourishing food; but every thing they could command (and never had any body such good neighbours) was distasteful. Emma no quería ponerse a la misma altura que la señora Elton, la señora Perry y la señora Cole, que consiguen casi por la fuerza entrar en todas partes; tampoco creía tener ningún derecho de preferencia... por lo tanto, se resignó, y las demás preguntas que hizo a la señorita Bates sólo se referían al apetito de su sobrina y a lo que comía, por el deseo de auxiliarla en algo. Sobre esta cuestión la pobre señorita Bates estaba desolada y fue muy comunicativa; Jane apenas quería comer nada... el señor Perry le recomendaba que tomase alimentos nutritivos; pero todo lo que le daban (y bien sabía Dios que nadie como ellos podían alabarse de tener vecinos tan buenos) lo rechazaba.
Emma, on reaching home, called the housekeeper directly, to an examination of her stores; and some arrowroot of very superior quality was speedily despatched to Miss Bates with a most friendly note. In half an hour the arrowroot was returned, with a thousand thanks from Miss Bates, but "dear Jane would not be satisfied without its being sent back; it was a thing she could not take—and, moreover, she insisted on her saying, that she was not at all in want of any thing." De regreso a su casa, Emma llamó inmediatamente a su ama de llaves para que la ayudase a pasar revista a las alacenas; y mandó inmediatamente a casa de la señorita Bates cierta cantidad de arrurruz de la mejor calidad, junto con una nota redactada en los términos más cordiales. Al cabo de media hora el arrurruz era devuelto con mil gracias de parte de la señorita Bates pero «mi querida Jane no ha estado tranquila hasta saber que lo habíamos devuelto; es algo que ella no iba a poder tomar... y una vez más insiste en decir que no necesita nada».
When Emma afterwards heard that Jane Fairfax had been seen wandering about the meadows, at some distance from Highbury, on the afternoon of the very day on which she had, under the plea of being unequal to any exercise, so peremptorily refused to go out with her in the carriage, she could have no doubt—putting every thing together—that Jane was resolved to receive no kindness from her. She was sorry, very sorry. Her heart was grieved for a state which seemed but the more pitiable from this sort of irritation of spirits, inconsistency of action, and inequality of powers; and it mortified her that she was given so little credit for proper feeling, or esteemed so little worthy as a friend: but she had the consolation of knowing that her intentions were good, and of being able to say to herself, that could Mr. Knightley have been privy to all her attempts of assisting Jane Fairfax, could he even have seen into her heart, he would not, on this occasion, have found any thing to reprove. Cuando poco después Emma oyó decir que habían visto a Jane Fairfax paseando por los prados a cierta distancia de Highbury, la tarde del mismo día en el que, con la excusa de que no estaba en condiciones de hacer ninguna clase de ejercicio, había rechazado tan tajantemente su ofrecimiento de salir con ella en el coche, no pudo tener ya la menor duda, teniendo en cuenta todos aquellos indicios, que Jane estaba decidida a no admitir ningún favor de ella. Lo sintió, lo sintió mucho. Estaba muy dolida al verse en una situación como aquélla, quizá la más penosa de todas, sintiéndose mortificada, dándose cuenta de que todo lo que hiciera sería inútil y de que no podía luchar contra aquello; y la humillaba el que dieran tan poco crédito a sus buenos sentimientos y la considerasen tan poco digna de amistad; pero tenía el consuelo de pensar que sus intenciones eran buenas y de poderse decir a sí misma que si el señor Knightley hubiese podido conocer todos sus intentos para ayudar a Jane Fairfax, si hubiera podido incluso leer en su corazón, esta vez no hubiera encontrado motivos para hacerle ningún reproche.