Marcel Proust Du côté de chez Swann -- [Por el camino de Swann] Edición bilingüe, francés-español, de Miguel Garci-Gomez -- --
TOME I Première partie COMBRAY I
TOMO I Primera parte COMBRAY I
Longtemps, je me suis couché de bonne heure. Parfois, à peine ma bougie éteinte, mes yeux se fermaient si vite que je n′avais pas le temps de me dire: «Je m′endors.» Et, une demi-heure après, la pensée qu′il était temps de chercher le sommeil m′éveillait; je voulais poser le volume que je croyais avoir encore dans les mains et souffler ma lumière; je n′avais pas cessé en dormant de faire des réflexions sur ce que je venais de lire, mais ces réflexions avaient pris un tour un peu particulier; il me semblait que j′étais moi-même ce dont parlait l′ouvrage: une église, un quatuor, la rivalité de François Ier et de Charles Quint. Cette croyance survivait pendant quelques secondes à mon réveil; elle ne choquait pas ma raison mais pesait comme des écailles sur mes yeux et les empêchait de se rendre compte que le bougeoir n′était plus allumé. Puis elle commençait à me devenir inintelligible, comme après la métempsycose les pensées d′une existence antérieure; le sujet du livre se détachait de moi, j′étais libre de m′y appliquer ou non; aussitôt je recouvrais la vue et j′étais bien étonné de trouver autour de moi une obscurité, douce et reposante pour mes yeux, mais peut-être plus encore pour mon esprit, à qui elle apparaissait comme une chose sans cause, incompréhensible, comme une chose vraiment obscure. Je me demandais quelle heure il pouvait être; j′entendais le sifflement des trains qui, plus ou moins éloigné, comme le chant d′un oiseau dans une forêt, relevant les distances, me décrivait l′étendue de la campagne déserte où le voyageur se hâte vers la station prochaine; et le petit chemin qu′il suit va être gravé dans son souvenir par l′excitation qu′il doit à des lieux nouveaux, à des actes inaccoutumés, à la causerie récente et aux adieux sous la lampe étrangère qui le suivent encore dans le silence de la nuit, à la douceur prochaine du retour.
Mucho tiempo he estado acostándome temprano. A veces apenas había apagado la bujía, cerrábanse mis ojos tan presto, que ni tiempo tenía para decirme: «Ya me duermo» . Y media hora después despertábame la idea de que ya era hora de ir a buscar el sueño; quería dejar el libro, que se me figuraba tener aún entre las manos, y apagar de un soplo la luz; durante mi sueño no había cesado de reflexionar sobre lo recién leído, pero era muy particular el tono que tomaban esas reflexiones, porque me parecía que yo pasaba a convertirme en el tema de la obra, en una iglesia, en un cuarteto, en la rivalidad de Francisco I y Carlos V. Esta flguración me duraba aún unos segundos después de haberme despertado: no repugnaba a mi razón, pero gravitaba como unas escamas sobre mis ojos sin dejarlos darse cuenta de que la vela ya no estaba encendida. Y luego comenzaba a hacérseme ininteligible, lo mismo que después de la metempsicosis pierden su sentido, los pensamientos de una vida anterior; el asunto del libro se desprendía de mi personalidad y yo ya quedaba libre de adaptarme o no a él; en seguida recobraba la visión, todo extrañado de encontrar en tomo mío una oscuridad suave y descansada para mis ojos, y aun más quizá para mi espíritu, al cual se aparecía esta oscuridad como una cosa sin causa, incomprensible, verdaderamente oscura. Me preguntaba qué hora sería; oía el silbar de los trenes que, más o menos en la lejanía, y señalando las distancias, como el canto de un pájaro en el bosque, me describía la extensión de los campos desiertos, por donde un viandante marcha de prisa hacía la estación cercana; y el caminito que recorre se va a grabar en su , recuerdo por la excitación que le dan los lugares nuevos, los actos desusados, la charla reciente, los adioses de la despedida que le acompañan aún en el silencio de la noche, y la dulzura próxima del retorno.
J′appuyais tendrement mes joues contre les belles joues de l′oreiller qui, pleines et fraîches, sont comme les joues de notre enfance. Je frottais une allumette pour regarder ma montre. Bientôt minuit. C′est l′instant où le malade, qui a été obligé de partir en voyage et a dû coucher dans un hôtel inconnu, réveillé par une crise, se réjouit en apercevant sous la porte une raie de jour. Quel bonheur, c′est déjà le matin! Dans un moment les domestiques seront levés, il pourra sonner, on viendra lui porter secours. L′espérance d′être soulagé lui donne du courage pour souffrir. Justement il a cru entendre des pas; les pas se rapprochent, puis s′éloignent. Et la raie de jour qui était sous sa porte a disparu. C′est minuit; on vient d′éteindre le gaz; le dernier domestique est parti et il faudra rester toute la nuit à souffrir sans remède.
Apoyaba blandamente mis mejillas en las hermosas mejillas de la almohada, tan llenas y tan frescas, que son como las mejillas mismas de nuestra niñez. Encendía una cerilla para mirar el reloj. Pronto serían las doce. Este es el momento en que el enfermo que tuvo que salir de viaje y acostarse en una fonda desconocida, se despierta, sobrecogido por un dolor, y siente alegría al ver una rayita de luz por debajo de la puerta. ¡Qué gozo! Es de día ya. Dentro de un momento los criados se levantarán, podrá llamar, vendrán a darle alivio. Y la esperanza de ser confortado le da valor para sufrir. Sí, ya le parece que oye pasos, pasos que se acercan, que después se van alejando. La rayita de luz que asomaba por debajo de la puerta ya no existe. Es medianoche: acaban de apagar el gas, se marchó el último criado, y habrá que estarse la noche enteró sufriendo sin remedio.
Je me rendormais, et parfois je n′avais plus que de courts réveils d′un instant, le temps d′entendre les craquements organiques des boiseries, d′ouvrir les yeux pour fixer le kaléidoscope de l′obscurité, de goûter grâce à une lueur momentanée de conscience le sommeil où étaient plongés les meubles, la chambre, le tout dont je n′étais qu′une petite partie et à l′insensibilité duquel je retournais vite m′unir. Ou bien en dormant j′avais rejoint sans effort un âge à jamais révolu de ma vie primitive, retrouvé telle de mes terreurs enfantines comme celle que mon grand-oncle me tirât par mes boucles et qu′avait dissipée le jour,—date pour moi d′une ère nouvelle,—où on les avait coupées. J′avais oublié cet événement pendant mon sommeil, j′en retrouvais le souvenir aussitôt que j′avais réussi à m′éveiller pour échapper aux mains de mon grand-oncle, mais par mesure de précaution j′entourais complètement ma tête de mon oreiller avant de retourner dans le monde des rêves.
Me volvía a dormir, y a veces ya no me despertaba más que por breves instantes, lo suficiente para oír los chasquidos orgánicos de la madera de los muebles, para abrir los ojos y mirar al calidoscopio de la oscuridad, para saborear, gracias a un momentáneo resplandor de conciencia, el sueño en que estaban sumidos los muebles, la alcoba, el todo aquel del que yo no era más que una ínfima parte, el todo a cuya insensibilidad volvía yo muy pronto a sumarme. Otras veces, al dormirme, había retrocedido sin esfuerzo a una época para siempre acabada de mi vida primitiva, me había encontrado nuevamente con uno de mis miedos de niño, como aquel de que mi tío me tirara de los bucles, y que se disipó .fecha que para mí señala una nueva era. el día que me los cortaron. Este acontecimiento había yo olvidado durante el sueño, y volvía a mi recuerdo tan pronto como acertaba a despertarme para escapar de las manos de mi tío: pero, por vía de precaución, me envolvía la cabeza con la almohada antes de tomar al mundo de los sueños.
Quelquefois, comme ève naquit d′une côte d′Adam, une femme naissait pendant mon sommeil d′une fausse position de ma cuisse. Formée du plaisir que j′étais sur le point de goûter, je m′imaginais que c′était elle qui me l′offrait. Mon corps qui sentait dans le sien ma propre chaleur voulait s′y rejoindre, je m′éveillais. Le reste des humains m′apparaissait comme bien lointain auprès de cette femme que j′avais quittée il y avait quelques moments à peine; ma joue était chaude encore de son baiser, mon corps courbaturé par le poids de sa taille. Si, comme il arrivait quelquefois, elle avait les traits d′une femme que j′avais connue dans la vie, j′allais me donner tout entier à ce but: la retrouver, comme ceux qui partent en voyage pour voir de leurs yeux une cité désirée et s′imaginent qu′on peut goûter dans une réalité le charme du songe. Peu à peu son souvenir s′évanouissait, j′avais oublié la fille de mon rêve.
Otras veces, así como Eva nació de una costilla de Adán, una mujer nacía mientras yo estaba durmiendo, de una mala postura de mi cadera. Y siendo criatura hija del placer que y estaba a punto de disfrutar, se me figuraba que era ella la que me lo ofrecía. Mi cuerpo sentía en el de ella su propio calor, iba a buscarlo, y yo me despertaba. Todo el resto de los mortales se me aparecía como cosa muy borrosa junto a esta mujer, de la que me separara hacía un instante: conservaba aún mi mejilla el calor de su beso y me sentía dolorido por el peso de su cuerpo. Si, como sucedía algunas veces, se me representaba con el semblante de una mujer que yo había conocido en la vida real, yo iba a entregarme con todo mi ser a este único fin: encontrarla; lo mismo que esas personas que salen de viaje para ver con sus propios ojos una ciudad deseada, imaginándose que en una cosa real se puede saborear el encanto de lo soñado. Poco a poco el recuerdo se disipaba; ya estaba olvidada la criatura de mi sueño.
Un homme qui dort, tient en cercle autour de lui le fil des heures, l′ordre des années et des mondes. Il les consulte d′instinct en s′éveillant et y lit en une seconde le point de la terre qu′il occupe, le temps qui s′est écoulé jusqu′à son réveil; mais leurs rangs peuvent se mêler, se rompre. Que vers le matin après quelque insomnie, le sommeil le prenne en train de lire, dans une posture trop différente de celle où il dort habituellement, il suffit de son bras soulevé pour arrêter et faire reculer le soleil, et à la première minute de son réveil, il ne saura plus l′heure, il estimera qu′il vient à peine de se coucher. Que s′il s′assoupit dans une position encore plus déplacée et divergente, par exemple après dîner assis dans un fauteuil, alors le bouleversement sera complet dans les mondes désorbités, le fauteuil magique le fera voyager à toute vitesse dans le temps et dans l′espace, et au moment d′ouvrir les paupières, il se croira couché quelques mois plus tôt dans une autre contrée. Mais il suffisait que, dans mon lit même, mon sommeil fût profond et détendît entièrement mon esprit; alors celui-ci lâchait le plan du lieu où je m′étais endormi, et quand je m′éveillais au milieu de la nuit, comme j′ignorais où je me trouvais, je ne savais même pas au premier instant qui j′étais; j′avais seulement dans sa simplicité première, le sentiment de l′existence comme il peut frémir au fond d′un animal: j′étais plus dénué que l′homme des cavernes; mais alors le souvenir—non encore du lieu où j′étais, mais de quelques-uns de ceux que j′avais habités et où j′aurais pu être—venait à moi comme un secours d′en haut pour me tirer du néant d′où je n′aurais pu sortir tout seul; je passais en une seconde par-dessus des siècles de civilisation, et l′image confusément entrevue de lampes à pétrole, puis de chemises à col rabattu, recomposaient peu à peu les traits originaux de mon moi.
Cuando un hombre está durmiendo tiene en torno, como un aro, el hilo de las horas, el orden de los años y de los mundos. Al despertarse, los consulta instintivamente, y, en un segundo, lee el lugar de la tierra en que se halla, el tiempo que ha transcurrido hasta su despertar; pero estas ordenaciones pueden confundirse y quebrarse. Si después de un insomnio, en la madrugada, lo sorprende el sueño mientras lee en una postura distinta de la que suele tomar para dormir, le bastará con alzar el brazo para parar el Sol; para hacerlo retroceder: y en el primer momento de su despertar no sabrá qué hora es, se imaginará que acaba de acostarse. Si se adormila en una postura aún menos usual y recogida, por ejemplo, sentado en un sillón después de comer, entonces un trastorno profundo se introducirá en los mundos desorbitados, la butaca mágica le hará recorrer a toda velocidad los caminos del tiempo y del espacio, y en el momento de abrir los párpados se figurará que se echó a dormir unos meses antes y en una tierra distinta. Pero a mí, aunque me durmiera en mi cama de costumbre, me bastaba con un sueño profundo que aflojara la tensión de mi espíritu para que éste dejara escaparse el plano del lugar en donde yo me había dormido, y al despertarme a medianoche, como no sabía en dónde me encontraba, en el primer momento tampoco sabía quién era; en mí no había otra cosa que el sentimiento de la existencia en su sencillez, primitiva, tal como puede vibrar en lo hondo de un animal, y hallábame en mayor desnudez de todo que el hombre de las cavernas; pero entonces el recuerdo .y todavía no era el recuerdo del lugar en que me hallaba, sino el de otros sitios en donde yo había vivido y en donde podría estar, descendía hasta mí como un socorro llegado de lo alto para sacarme de la nada, porque yo solo nunca hubiera podido salir; en un segundo pasaba por encima de siglos de civilización, y la imagen borrosamente entrevista de las lámparas de petróleo, de las camisas con cuello vuelto, iban recomponiendo lentamente los rasgos peculiares de mi personalidad.
Peut-être l′immobilité des choses autour de nous leur est-elle imposée par notre certitude que ce sont elles et non pas d′autres, par l′immobilité de notre pensée en face d′elles. Toujours est-il que, quand je me réveillais ainsi, mon esprit s′agitant pour chercher, sans y réussir, à savoir où j′étais, tout tournait autour de moi dans l′obscurité, les choses, les pays, les années. Mon corps, trop engourdi pour remuer, cherchait, d′après la forme de sa fatigue, à repérer la position de ses membres pour en induire la direction du mur, la place des meubles, pour reconstruire et pour nommer la demeure où il se trouvait. Sa mémoire, la mémoire de ses côtes, de ses genoux, de ses épaules, lui présentait successivement plusieurs des chambres où il avait dormi, tandis qu′autour de lui les murs invisibles, changeant de place selon la forme de la pièce imaginée, tourbillonnaient dans les ténèbres. Et avant même que ma pensée, qui hésitait au seuil des temps et des formes, eût identifié le logis en rapprochant les circonstances, lui,—mon corps,—se rappelait pour chacun le genre du lit, la place des portes, la prise de jour des fenêtres, l′existence d′un couloir, avec la pensée que j′avais en m′y endormant et que je retrouvais au réveil. Mon côté ankylosé, cherchant à deviner son orientation, s′imaginait, par exemple, allongé face au mur dans un grand lit à baldaquin et aussitôt je me disais: «Tiens, j′ai fini par m′endormir quoique maman ne soit pas venue me dire bonsoir», j′étais à la campagne chez mon grand-père, mort depuis bien des années; et mon corps, le côté sur lequel je reposais, gardiens fidèles d′un passé que mon esprit n′aurait jamais dû oublier, me rappelaient la flamme de la veilleuse de verre de Bohême, en forme d′urne, suspendue au plafond par des chaînettes, la cheminée en marbre de Sienne, dans ma chambre à coucher de Combray, chez mes grands-parents, en des jours lointains qu′en ce moment je me figurais actuels sans me les représenter exactement et que je reverrais mieux tout à l′heure quand je serais tout à fait éveillé.
Esa inmovilidad de las cosas que nos rodean, acaso es una cualidad que nosotros les imponemos, con nuestra certidumbre de que ellas son esas cosas, y nada más que esas cosas, con la inmovilidad que toma nuestra pensamiento frente a ellas. El caso es que cuando yo me despertaba así, con el espíritu en conmoción, para averiguar, sin llegar a lograrlo, en dónde estaba, todo giraba en torno de mí, en la oscuridad: las cosas, los países, los años. Mi cuerpo, demasiado torpe para moverse, intentaba, según fuera la forma de su cansancio, determinar la posición de sus miembros para de ahí inducir la dirección de la pared y el sitio de cada mueble, para reconstruir y dar nombre a la morada que le abrigaba. Su memoria de los costados, de las rodillas, de los hombros, le ofrecía sucesivamente las imágenes de las varias alcobas en que durmiera, mientras que, a su alrededor, la paredes, invisibles, cambiando de sitio, según la forma de la habitación imaginada, giraban en las tinieblas. Y antes de que mi pensamiento, que vacilaba, en el umbral de los tiempos y de las formas, hubiese identificado, enlazado las diversas circunstancias que se le ofrecían, el lugar de que se trataba, el otro, mi cuerpo, se iba acordando para cada sitio de cómo era la cama, de dónde estaban las puertas, dé adonde daban las ventanas, de si había un pasillo, y, además, de los pensamientos que al dormirme allí me preocupaban y que al despertarme volvía a encontrar. El lado anquilosado de mi cuerpo, al intentar adivinar su orientación, se creía, por ejemplo, estar echado de cara a la pared, en un gran lecho con dosel, y yo en seguida me decía: «Vaya, pues, por fin me he dormido, aunque mamá no vino a decirme adiós», y es que estaba en el campo, en casa de mi abuelo, muerto ya hacía tanto tiempo; y mi cuerpo, aquel lado de mi cuerpo en que me apoyaba, fiel guardián de un pasado que yo nunca debiera olvidar, me recordaba la llama de la lamparilla de cristal de Bohemia, en forma de urna, que pendía del techo por leves cadenillas; la chimenea de mármol de Siena, en la alcoba de casa de mis abuelos, en Combray; en aquellos días lejanos que yo me figuraba en aquel momento como actuales, pero sin representármelos con exactitud, y que habría de ver mucho más claro un instante después, cuando me despertara, por completo.
Puis renaissait le souvenir d′une nouvelle attitude; le mur filait dans une autre direction: j′étais dans ma chambre chez Mme de Saint-Loup, à la campagne; mon Dieu! Il est au moins dix heures, on doit avoir fini de dîner! J′aurai trop prolongé la sieste que je fais tous les soirs en rentrant de ma promenade avec Mme de Saint-Loup, avant d′endosser mon habit. Car bien des années ont passé depuis Combray, où, dans nos retours les plus tardifs, c′était les reflets rouges du couchant que je voyais sur le vitrage de ma fenêtre. C′est un autre genre de vie qu′on mène à Tansonville, chez Mme de Saint-Loup, un autre genre de plaisir que je trouve à ne sortir qu′à la nuit, à suivre au clair de lune ces chemins où je jouais jadis au soleil; et la chambre où je me serai endormi au lieu de m′habiller pour le dîner, de loin je l′aperçois, quand nous rentrons, traversée par les feux de la lampe, seul phare dans la nuit.
Luego, renacía el recuerdo de otra postura; la pared huía hacia otro lado: estaba en el campo, en el cuarto a mí destinado en casa de la señora de Saint- Loup. ¡Dios mío! Lo menos son las diez. Ya habrán acabado de cenar. Debo de haber prolongado más de la cuenta esa siesta que me echo todas las tardes al volver de mi paseo con la señora de Saint-Loup, antes de ponerme de frac para ir a cenar. Porque ya han transcurrido muchos años desde aquella época de Combray, cuando, en los días en que más tarde regresábamos a casa, la luz que yo veía en las vidrieras de mi cuarto era el rojizo reflejo crepuscular. Aquí, en Tansonville, en casa de la señora Saint-Loup, hacemos un género de vida muy distinto y es de muy distinto género el placer que experimento en no salir más que de noche, en entregarme, a la luz de la luna, al rumbo de esos caminos en donde antaño jugaba, a la luz del sol; y esa habitación, donde me he quedado dormido olvidando que tenía que vestirme para la cena, la veo desde lejos, cuando volvemos de paseo, empapada en la luz de la lámpara, faro único de la noche.
Ces évocations tournoyantes et confuses ne duraient jamais que quelques secondes; souvent, ma brève incertitude du lieu où je me trouvais ne distinguait pas mieux les unes des autres les diverses suppositions dont elle était faite, que nous n′isolons, en voyant un cheval courir, les positions successives que nous montre le kinétoscope. Mais j′avais revu tantôt l′une, tantôt l′autre, des chambres que j′avais habitées dans ma vie, et je finissais par me les rappeler toutes dans les longues rêveries qui suivaient mon réveil; chambres d′hiver où quand on est couché, on se blottit la tête dans un nid qu′on se tresse avec les choses les plus disparates: un coin de l′oreiller, le haut des couvertures, un bout de châle, le bord du lit, et un numéro des Débats roses, qu′on finit par cimenter ensemble selon la technique des oiseaux en s′y appuyant indéfiniment; où, par un temps glacial le plaisir qu′on goûte est de se sentir séparé du dehors (comme l′hirondelle de mer qui a son nid au fond d′un souterrain dans la chaleur de la terre), et où, le feu étant entretenu toute la nuit dans la cheminée, on dort dans un grand manteau d′air chaud et fumeux, traversé des lueurs des tisons qui se rallument, sorte d′impalpable alcôve, de chaude caverne creusée au sein de la chambre même, zone ardente et mobile en ses contours thermiques, aérée de souffles qui nous rafraîchissent la figure et viennent des angles, des parties voisines de la fenêtre ou éloignées du foyer et qui se sont refroidies;—chambres d′été où l′on aime être uni à la nuit tiède, où le clair de lune appuyé aux volets entr′ouverts, jette jusqu′au pied du lit son échelle enchantée, où on dort presque en plein air, comme la mésange balancée par la brise à la pointe d′un rayon—; parfois la chambre Louis XVI, si gaie que même le premier soir je n′y avais pas été trop malheureux et où les colonnettes qui soutenaient légèrement le plafond s′écartaient avec tant de grâce pour montrer et réserver la place du lit; parfois au contraire celle, petite et si élevée de plafond, creusée en forme de pyramide dans la hauteur de deux étages et partiellement revêtue d′acajou, où dès la première seconde j′avais été intoxiqué moralement par l′odeur inconnue du vétiver, convaincu de l′hostilité des rideaux violets et de l′insolente indifférence de la pendule qui jacassait tout haut comme si je n′eusse pas été là;—où une étrange et impitoyable glace à pieds quadrangulaires, barrant obliquement un des angles de la pièce, se creusait à vif dans la douce plénitude de mon champ visuel accoutumé un emplacement qui n′y était pas prévu;—où ma pensée, s′efforçant pendant des heures de se disloquer, de s′étirer en hauteur pour prendre exactement la forme de la chambre et arriver à remplir jusqu′en haut son gigantesque entonnoir, avait souffert bien de dures nuits, tandis que j′étais étendu dans mon lit, les yeux levés, l′oreille anxieuse, la narine rétive, le cœur battant: jusqu′à ce que l′habitude eût changé la couleur des rideaux, fait taire la pendule, enseigné la pitié à la glace oblique et cruelle, dissimulé, sinon chassé complètement, l′odeur du vétiver et notablement diminué la hauteur apparente du plafond. L′habitude! aménageuse habile mais bien lente et qui commence par laisser souffrir notre esprit pendant des semaines dans une installation provisoire; mais que malgré tout il est bien heureux de trouver, car sans l′habitude et réduit à ses seuls moyens il serait impuissant à nous rendre un logis habitable.
Estas evocaciones voltarias y confusas nunca duraban más allá de unos segundos; y a veces no me era posible distinguir por separado las diversas suposiciones que formaban la trama de mi incertidumbre respecto al lugar en que me hallaba, del mismo modo que al ver correr un caballo no podemos aislar las posiciones sucesivas que nos muestra el kinetoscopio. Pero, hoy una y mañana otra, yo iba viendo todas las alcobas que había habitado durante mi vida, y acababa por acordarme de todas en las largas soñaciones que seguían a mi despertar; cuartos de invierno, cuando nos acostamos en ellos, la cabeza se acurruca en un nido formado por los más dispares objetos: un rinconcito de la almohada, la extremidad de las mantas, la punta de un mantón, el borde de la cama y un número de los Débats Roses, todo ello junto y apretado en un solo bloque, según la técnica de los pájaros, a fuerza de apoyarse indefinidamente encima de ello; cuarto de invierno, donde el placer que se disfruta en los días helados es el de sentirse separado del exterior (como la golondrina de mar que tiene el nido en el fondo de un subterráneo, al calor de la tierra); cuartos en los cuales, como está encendida toda la noche la lumbre de la chimenea, dormimos envueltos en un gran ropón de aire cálido y humoso, herido por el resplandor de los tizones que se reavivan, especie de alcoba impalpable, de cálida caverna abierta en el mismo seno de la habitación, zona ardiente de móviles contornos térmicos, oreadas por unas bocanadas de aire que nos refrescan la frente y que salen de junto a las ventanas, de los rincones de la habitación que están más lejos del fuego y que se enfriaron; cuartos estivales donde nos gusta no separarnos de la noche tibia, donde el rayo de luna, apoyándose en los entreabiertos postigos, lanza hasta el pie de la cama su escala encantada, donde dormimos casi como al aire libre, igual que un abejaruco mecido por la brisa en la punta de una rama; otras veces, la alcoba estilo Luis XVI, tan alegre que ni siquiera la primera noche me sentía desconsolado, con sus columnitas que sostenían levemente el techo y que se apartaban con tanta gracia para señalar y guardar el sitio destinado al lecho; otra vez, aquella alcoba chiquita, tan alta de techo, que se alzaba en forma de pirámide ocupando la altura de dos pisos, revestida en parte de caoba y en donde me sentí desde el primer momento moralmente envenenado por el olor nuevo, desconocido para mí, moralmente la petiveria, y convencido de la hostilidad de las cortinas moradas y de la insolente indiferencia del reloj de péndulo, que se pasaba las horas chirriando, como si allí no hubiera nadie; cuarto en donde un extraño e implacable espejo, sostenido en cuadradas patas, se atravesaba oblicuamente en uno de los rincones de la habitación, abriéndose a la fuerza, en la dulce plenitud de mi campo visual acostumbrado, un lugar que no estaba previsto y en donde mi pensamiento sufrió noches muy crueles afanándose durante horas y horas por dislocarse, por estirarse hacia lo alto para poder tomar cabalmente la forma de la habitación y llenar hasta arriba su gigantesco embudo, mientras yo estaba echado en mi cama, con los ojos mirando al techo, el oído avizor, las narices secas y el corazón palpitante; hasta que la costumbre cambió el color de las cortinas, enseñó al reloj a ser silencioso y al espejo, sesgado y cruel, a ser compasivo; disimuló, ya que no llegara a borrarlo por completo, el olor de la petiveria, e introdujo notable disminución en la altura aparente del techo. ¡Costumbre, celestina mañosa, sí, pero que trabaja muy despacio y que empieza por dejar padecer a nuestro ánimo durante semanas entras, en una instalación precaria; pero que, con todo y con eso, nos llena de alegría al verla llegar, porque sin ella, y reducida a sus propias fuerzas, el alma nunca lograría hacer habitable morada alguna!
Certes, j′étais bien éveillé maintenant, mon corps avait viré une dernière fois et le bon ange de la certitude avait tout arrêté autour de moi, m′avait couché sous mes couvertures, dans ma chambre, et avait mis approximativement à leur place dans l′obscurité ma commode, mon bureau, ma cheminée, la fenêtre sur la rue et les deux portes. Mais j′avais beau savoir que je n′étais pas dans les demeures dont l′ignorance du réveil m′avait en un instant sinon présenté l′image distincte, du moins fait croire la présence possible, le branle était donné à ma mémoire; généralement je ne cherchais pas à me rendormir tout de suite; je passais la plus grande partie de la nuit à me rappeler notre vie d′autrefois, à Combray chez ma grand′tante, à Balbec, à Paris, à Doncières, à Venise, ailleurs encore, à me rappeler les lieux, les personnes que j′y avais connues, ce que j′avais vu d′elles, ce qu′on m′en avait raconté.
Verdad que ahora ya estaba bien despierto, que mi cuerpo había dado el último viraje y el ángel bueno de la certidumbre había inmovilizado todo lo que me rodeaba; me había acostado, arropado en mis mantas, en mi alcoba; había puesto, poco más o menos en su sitio, en medio de la oscuridad, mi cómoda, mi mesa de escribir, la ventana que da a la calle y las dos puertas. Pero era en vano que yo supiera que no estaba en esa morada en cuya presencia posible había yo creído por lo menos, ya que no se me presentara su imagen distinta, en el primer momento de mi despertar; mi memoria ya había recibido el impulso, y, por lo general, ya no intentaba volverme a dormir en seguida; la mayor parte de la noche la pasaba en rememorar nuestra vida de antaño en Combray, en casa de la hermana de mi abuela en Balbec, en París, en Donziéres, en Venecia, en otras partes más, y en recordar los lugares, las personas que allí conocí, lo que vi de ellas, lo que de ellas me contaron.
A Combray, tous les jours dès la fin de l′après-midi, longtemps avant le moment où il faudrait me mettre au lit et rester, sans dormir, loin de ma mère et de ma grand′mère, ma chambre à coucher redevenait le point fixe et douloureux de mes préoccupations. On avait bien inventé, pour me distraire les soirs où on me trouvait l′air trop malheureux, de me donner une lanterne magique, dont, en attendant l′heure du dîner, on coiffait ma lampe; et, à l′instar des premiers architectes et maîtres verriers de l′âge gothique, elle substituait à l′opacité des murs d′impalpables irisations, de surnaturelles apparitions multicolores, où des légendes étaient dépeintes comme dans un vitrail vacillant et momentané. Mais ma tristesse n′en était qu′accrue, parce que rien que le changement d′éclairage détruisait l′habitude que j′avais de ma chambre et grâce à quoi, sauf le supplice du coucher, elle m′était devenue supportable. Maintenant je ne la reconnaissais plus et j′y étais inquiet, comme dans une chambre d′hôtel ou de «chalet», où je fusse arrivé pour la première fois en descendant de chemin de fer.
En Combray, todos los días, desde que empezaba a caer la tarde y mucho antes de que llegara el momento de meterme en la cama y estarme allí sin dormir, separado de mi madre y de mi abuela, mi alcoba se convertía en el punto céntrico, fija y doloroso de mis preocupaciones. A mi familia se le había ocurrido, para distraerme aquellas noches que me veían con aspecto más tristón, regalarme un linterna mágica; y mientras llegaba la hora de cenar, la instalábamos en la lámpara de mi cuarto; y la linterna, al modo de los primitivos arquitectos y maestros vidrieros de la época gótica, substituida la opacidad de las paredes por irisaciones impalpables, por sobrenaturales apariciones multicolores, donde se dibujaban las leyendas como en un vitral fugaz y tembloroso. Pero con eso mi tristeza se acrecía más aún porque bastaba con el cambio de iluminación para destruir la costumbre que yo ya tenía de mi cuarto, y gracias a la cual me era soportable la habitación, excepto en el momento de acostarme. A la luz de la linterna no reconocía mi alcoba y me sentía desosegado, como en un cuarto de fonda o de «chalet» donde me hubiera alojado por vez primera al bajar del tren.
Au pas saccadé de son cheval, Golo, plein d′un affreux dessein, sortait de la petite forêt triangulaire qui veloutait d′un vert sombre la pente d′une colline, et s′avançait en tressautant vers le château de la pauvre Geneviève de Brabant. Ce château était coupé selon une ligne courbe qui n′était autre que la limite d′un des ovales de verre ménagés dans le châssis qu′on glissait entre les coulisses de la lanterne. Ce n′était qu′un pan de château et il avait devant lui une lande où rêvait Geneviève qui portait une ceinture bleue. Le château et la lande étaient jaunes et je n′avais pas attendu de les voir pour connaître leur couleur car, avant les verres du châssis, la sonorité mordorée du nom de Brabant me l′avait montrée avec évidence. Golo s′arrêtait un instant pour écouter avec tristesse le boniment lu à haute voix par ma grand′tante et qu′il avait l′air de comprendre parfaitement, conformant son attitude avec une docilité qui n′excluait pas une certaine majesté, aux indications du texte; puis il s′éloignait du même pas saccadé. Et rien ne pouvait arrêter sa lente chevauchée. Si on bougeait la lanterne, je distinguais le cheval de Golo qui continuait à s′avancer sur les rideaux de la fenêtre, se bombant de leurs plis, descendant dans leurs fentes. Le corps de Golo lui-même, d′une essence aussi surnaturelle que celui de sa monture, s′arrangeait de tout obstacle matériel, de tout objet gênant qu′il rencontrait en le prenant comme ossature et en se le rendant intérieur, fût-ce le bouton de la porte sur lequel s′adaptait aussitôt et surnageait invinciblement sa robe rouge ou sa figure pâle toujours aussi noble et aussi mélancolique, mais qui ne laissait paraître aucun trouble de cette transvertébration.
Al paso sofrenado de su caballo, Golo, dominado por un atroz designio, salía del bosquecillo triangular que aterciopelaba con su sombrío verdor la falda de una colina e iba adelantándose a saltitos hacia el castillo de Genoveva de Brabante. La silueta de este castillo se cortaba en una línea curva, que no era otra cosa que el borde de uno de los óvalos de vidrio insertados en el marcó de madera que se introducía en la ranura de la linterna. No era, pues, más que un lienzo de castillo que tenía delante una landa, donde Genoveva, se entregaba a sus ensueños; llevaba Genoveva un ceñidor celeste. El castillo y la landa eran amarillos, y yo no necesitaba esperar a verlos para saber de qué color eran porque antes de que me lo mostraran los cristales de la linterna ya me lo había anunciado con toda evidencia la áureo-rojiza sonoridad del nombre de Brabante. Golo se paraba un momento para escuchar contristado el discurso que mi tía leía en alta voz y que Golo daba muestras de comprender muy bien, pues iba ajustando su actitud a las indicaciones del texto, con docilidad no exenta de cierta majestad; y luego se marchaba al mismo paso sofrenado con que llegó. Si movíamos la linterna, yo veía al caballo de Golo, que seguía, avanzando por las cortinas del balcón, se abarquillaba al llegar a las arrugas de la tela y descendía en las aberturas. También el cuerpo de Golo era de una esencia tan sobrenatural como su montura, y se conformaba a todo obstáculo material, a cualquier objeto que se le opusiera en su camino, tomándola como osamenta, e internándola dentro de su propia forma, aunque fuera el botón de la puerta, al que se adaptaba en seguida para quedar luego flotando en él su roja vestidura, o su rostro pálido, tan noble y melancólico siempre, y que no dejaba traslucir ninguna inquietud motivada por aquella transverberación.
Certes je leur trouvais du charme à ces brillantes projections qui semblaient émaner d′un passé mérovingien et promenaient autour de moi des reflets d′histoire si anciens. Mais je ne peux dire quel malaise me causait pourtant cette intrusion du mystère et de la beauté dans une chambre que j′avais fini par remplir de mon moi au point de ne pas faire plus attention à elle qu′à lui-même. L′influence anesthésiante de l′habitude ayant cessé, je me mettais à penser, à sentir, choses si tristes. Ce bouton de la porte de ma chambre, qui différait pour moi de tous les autres boutons de porte du monde en ceci qu′il semblait ouvrir tout seul, sans que j′eusse besoin de le tourner, tant le maniement m′en était devenu inconscient, le voilà qui servait maintenant de corps astral à Golo. Et dès qu′on sonnait le dîner, j′avais hâte de courir à la salle à manger, où la grosse lampe de la suspension, ignorante de Golo et de Barbe-Bleue, et qui connaissait mes parents et le bœuf à la casserole, donnait sa lumière de tous les soirs; et de tomber dans les bras de maman que les malheurs de Geneviève de Brabant me rendaient plus chère, tandis que les crimes de Golo me faisaient examiner ma propre conscience avec plus de scrupules.
Claro es que yo encontraba cierto encanto en estas brillantes proyecciones que parecían emanar de un pasado merovingio y paseaban por mi alrededor tan arcaicos reflejos de historia. Pero, sin embargo, es indecible el malestar que me causaba aquella intrusión de belleza y misterio en un cuarto que yo había acabado por llenar con mi personalidad, de tal modo, que no le concedía más atención que a mi propia persona. Cesaba la influencia anestésica de la costumbre, y me ponía a pensar y asentir, cosas ambas muy tristes. Aquel botón de la puerta de mi cuarto, que para mí se diferenciaba de todos los botones de puertas del mundo en que abría solo, sin que yo tuviese que darle vuelta, tan inconsciente había llegado a serme su manejo, le veía ahora sirviendo de cuerpo astral a Golo. Y en cuanto oía la campanada que llamaba a la cena me apresuraba a correr al comedor, donde la gran lámpara colgante, que no sabía de Golo ni de Barba Azul, y que tanto sabía de mis padres y de los platos de vaca rehogada, daba su luz de todas las noches; y caía en brazos de mamá, a la que me hacían mirar con más cariño los infortunios acaecidos a Genoveva, lo mismo que los crímenes de Golo me movían a escudriñar mi conciencia con mayores escrúpulos.
Après le dîner, hélas, j′étais bientôt obligé de quitter maman qui restait à causer avec les autres, au jardin s′il faisait beau, dans le petit salon où tout le monde se retirait s′il faisait mauvais. Tout le monde, sauf ma grand′mère qui trouvait que «c′est une pitié de rester enfermé à la campagne» et qui avait d′incessantes discussions avec mon père, les jours de trop grande pluie, parce qu′il m′envoyait lire dans ma chambre au lieu de rester dehors. «Ce n′est pas comme cela que vous le rendrez robuste et énergique, disait-elle tristement, surtout ce petit qui a tant besoin de prendre des forces et de la volonté.» Mon père haussait les épaules et il examinait le baromètre, car il aimait la météorologie, pendant que ma mère, évitant de faire du bruit pour ne pas le troubler, le regardait avec un respect attendri, mais pas trop fixement pour ne pas chercher à percer le mystère de ses supériorités.
Y después de cenar, ¡ay!, tenía que separarme de mamá, que se quedaba hablando con los otros, en el jardín, si hacía buen tiempo, o en la salita, donde todos se refugiaban si el tiempo era malo. Todos menos mi abuela, que opinaba que «en el campo es una pena estarse encerrado», y sostenía constantemente discusiones con mi padre, los días que llovía mucho, porque me mandaba a leer a mi cuarto en vez de dejarme estar afuera. «Lo que es así nunca se le hará un niño fuerte y enérgico .decía tristemente., y más esta criatura, que tanto necesita ganar fuerzas y voluntad.» Mi padre se encogía de hombros y se ponía a mirar el barómetro, porque le gustaba la meteorología, y mientras, mi madre, cuidando de no hacer ruido para no distraerlo, lo miraba con tierno respeto, pero sin excesiva fijeza, como sin intención de penetrar en el misterio de su superioridad.
Mais ma grand′mère, elle, par tous les temps, même quand la pluie faisait rage et que Françoise avait précipitamment rentré les précieux fauteuils d′osier de peur qu′ils ne fussent mouillés, on la voyait dans le jardin vide et fouetté par l′averse, relevant ses mèches désordonnées et grises pour que son front s′imbibât mieux de la salubrité du vent et de la pluie. Elle disait: «Enfin, on respire!» et parcourait les allées détrempées,—trop symétriquement alignées à son gré par le nouveau jardinier dépourvu du sentiment de la nature et auquel mon père avait demandé depuis le matin si le temps s′arrangerait,—de son petit pas enthousiaste et saccadé, réglé sur les mouvements divers qu′excitaient dans son âme l′ivresse de l′orage, la puissance de l′hygiène, la stupidité de mon éducation et la symétrie des jardins, plutôt que sur le désir inconnu d′elle d′éviter à sa jupe prune les taches de boue sous lesquelles elle disparaissait jusqu′à une hauteur qui était toujours pour sa femme de chambre un désespoir et un problème.
Pero mi abuela, hiciera el tiempo que hiciera, aun en los días en que la lluvia caía firme, cuando Francisca entraba en casa precipitadamente los preciosos sillones de mimbre, no fueran a mojarse, se dejaba ver en el jardín, desierto y azotado por la lluvia, levantándose los mechones de cabello gris y desordenado para que su frente se empapara más de la salubridad del viento y del agua. Decía: «Por fin, respiramos», recorriendo las empapadas calles del jardín .calles alineadas con excesiva simetría y según su gusto por el nuevo jardinero, que carecía del sentimiento de la naturaleza, aquel jardinero a quien mi padre preguntaba desde la mañana temprano si se arreglaría el tiempo, con su menudo paso entusiasta y brusco, paso al que daban la norma los varios movimientos que despertaban en su alma la embriaguez de la tormenta, la fuerza de la higiene, la estupidez de mi educación y la simetría de los jardines, en grado mucho mayor que su inconsciente deseo de librar a su falda color cereza de esas manchas de barro que la cubrían hasta una altura tal que desesperaban a su doncella.
Quand ces tours de jardin de ma grand′mère avaient lieu après dîner, une chose avait le pouvoir de la faire rentrer: c′était, à un des moments où la révolution de sa promenade la ramenait périodiquement, comme un insecte, en face des lumières du petit salon où les liqueurs étaient servies sur la table à jeu,—si ma grand′tante lui criait: «Bathilde! viens donc empêcher ton mari de boire du cognac!»
Cuando estas vueltas por el jardín las daba mi abuela, después de cenar, una cosa había capaz de hacerla entrar en casa: y era que, en uno de esos momentos en que la periódica revolución de sus paseos la traía como un insecto frente a las luces de la salita en donde estaban servidos los licores, en la mesa de jugar, le gritara mi tía: «Matilde, ven y no dejes a tu marido que beba coñac».
Pour la taquiner, en effet (elle avait apporté dans la famille de mon père un esprit si différent que tout le monde la plaisantait et la tourmentait), comme les liqueurs étaient défendues à mon grand-père, ma grand′tante lui en faisait boire quelques gouttes. Ma pauvre grand′mère entrait, priait ardemment son mari de ne pas goûter au cognac; il se fâchait, buvait tout de même sa gorgée, et ma grand′mère repartait, triste, découragée, souriante pourtant, car elle était si humble de cœur et si douce que sa tendresse pour les autres et le peu de cas qu′elle faisait de sa propre personne et de ses souffrances, se conciliaient dans son regard en un sourire où, contrairement à ce qu′on voit dans le visage de beaucoup d′humains, il n′y avait d′ironie que pour elle-même, et pour nous tous comme un baiser de ses yeux qui ne pouvaient voir ceux qu′elle chérissait sans les caresser passionnément du regard. Ce supplice que lui infligeait ma grand′tante, le spectacle des vaines prières de ma grand′mère et de sa faiblesse, vaincue d′avance, essayant inutilement d′ôter à mon grand-père le verre à liqueur, c′était de ces choses à la vue desquelles on s′habitue plus tard jusqu′à les considérer en riant et à prendre le parti du persécuteur assez résolument et gaiement pour se persuader à soi-même qu′il ne s′agit pas de persécution; elles me causaient alors une telle horreur, que j′aurais aimé battre ma grand′tante. Mais dès que j′entendais: «Bathilde, viens donc empêcher ton mari de boire du cognac!» déjà homme par la lâcheté, je faisais ce que nous faisons tous, une fois que nous sommes grands, quand il y a devant nous des souffrances et des injustices: je ne voulais pas les voir; je montais sangloter tout en haut de la maison à côté de la salle d′études, sous les toits, dans une petite pièce sentant l′iris, et que parfumait aussi un cassis sauvage poussé au dehors entre les pierres de la muraille et qui passait une branche de fleurs par la fenêtre entr′ouverte. Destinée à un usage plus spécial et plus vulgaire, cette pièce, d′où l′on voyait pendant le jour jusqu′au donjon de Roussainville-le-Pin, servit longtemps de refuge pour moi, sans doute parce qu′elle était la seule qu′il me fût permis de fermer à clef, à toutes celles de mes occupations qui réclamaient une inviolable solitude: la lecture, la rêverie, les larmes et la volupté. Hélas! je ne savais pas que, bien plus tristement que les petits écarts de régime de son mari, mon manque de volonté, ma santé délicate, l′incertitude qu′ils projetaient sur mon avenir, préoccupaient ma grand′mère, au cours de ces déambulations incessantes, de l′après-midi et du soir, où on voyait passer et repasser, obliquement levé vers le ciel, son beau visage aux joues brunes et sillonnées, devenues au retour de l′âge presque mauves comme les labours à l′automne, barrées, si elle sortait, par une voilette à demi relevée, et sur lesquelles, amené là par le froid ou quelque triste pensée, était toujours en train de sécher un pleur involontaire.
Como a mi abuelo le habían prohibido los licores, mi tía para hacerla rabiar (porque había llevado a la familia de mi padre un carácter tan diferente, que todos le daban bromas y la atormentaban), le hacía beber unas gotas. Mi abuela entraba a pedir vivamente a su marido que no probara el coñac; enfadábase él y echaba su trago, sin hacer caso; entonces mi abuela tornaba a salir, desanimada y triste, pero sonriente sin embargo, porque era tan buena y de tan humilde corazón, que su cariño a los demás y la poca importancia que a sí propia se daba se armonizaban dentro de sus ojos en una sonrisa, sonrisa que, al revés de las que vemos en muchos rostros humanos, no encerraba ironía más que hacia su misma persona, y para nosotros era como el besar de unos ojos que no pueden mirar a una persona querida sin acariciarla apasionadamente. Cosas son ésas como el suplicio que mi tía infligía a mi abuela, como el espectáculo de las vanas súplicas de ésta, y de su debilidad de carácter, ya rendida antes de luchar, para quitar a mi abuelo su vaso de licor, a las que nos acostumbramos más tarde hasta el punto de llegar a presenciarlas con risa y a ponemos de parte del perseguidor para persuadimos a nosotros mismos de que no hay tal persecución; pero entonces me inspiraban tal horror, que de buena gana hubiera pegado a mi tía. Pero yo, en cuanto oía la frase: «Matilde, ven y no dejes a tu marido que beba coñac», sintiéndome ya hombre por lo cobarde, hacía lo que hacemos todos cuando somos mayores y presenciamos dolores e injusticias: no quería verlo, y me subía a llorar a lo más alto de la casa, junto al tejado, a una habitacioncita que estaba al lado de la sala de estudio, que olía a lirio y que estaba aromada, además, por el perfume de un grosellero que crecía afuera, entre las piedras del muro, y que introducía una rama por la entreabierta ventana. Este cuarto, que estaba destinado a un uso más especial y vulgar, y desde el cual se dominaba durante el día claro hasta el torreón de Roussainville-le-Pin, me sirvió de refugio mucho tiempo, sin duda por ser el único donde podía encerrarme con llave, para aquellas de mis ocupaciones que exigían una soledad inviolable: la lectura, el ensueño, el llanto y la voluptuosidad. Lo que yo ignoraba entonces es que mi falta de voluntad, mi frágil salud y la incertidumbre que ambas cosas proyectaban sobre mi porvenir contribuían, en mayor y más dolorosa proporción que las infracciones de régimen de su marido, a las preocupaciones que ocupaban a mi abuela durante las incesantes deambulaciones de por la tarde o por la noche, cuando la veíamos pasar y repasar, alzado un poco oblicuamente hacia el cielo aquel hermoso rostro suyo, de mejillas morenas y surcadas por unas arrugas que, al ir haciéndose vieja, habían tomado un tono malva como las labores en tiempo de otoño; arragas, cruzadas, si tenía que salir, por las rayas de un velillo a medio alzar, y en las que siempre se estaba secando una lágrima involuntaria, caída entre aquellos surcos por causa del frío o de un pensamiento penoso.
Ma seule consolation, quand je montais me coucher, était que maman viendrait m′embrasser quand je serais dans mon lit. Mais ce bonsoir durait si peu de temps, elle redescendait si vite, que le moment où je l′entendais monter, puis où passait dans le couloir à double porte le bruit léger de sa robe de jardin en mousseline bleue, à laquelle pendaient de petits cordons de paille tressée, était pour moi un moment douloureux. Il annonçait celui qui allait le suivre, où elle m′aurait quitté, où elle serait redescendue. De sorte que ce bonsoir que j′aimais tant, j′en arrivais à souhaiter qu′il vînt le plus tard possible, à ce que se prolongeât le temps de répit où maman n′était pas encore venue. Quelquefois quand, après m′avoir embrassé, elle ouvrait la porte pour partir, je voulais la rappeler, lui dire «embrasse-moi une fois encore», mais je savais qu′aussitôt elle aurait son visage fâché, car la concession qu′elle faisait à ma tristesse et à mon agitation en montant m′embrasser, en m′apportant ce baiser de paix, agaçait mon père qui trouvait ces rites absurdes, et elle eût voulu tâcher de m′en faire perdre le besoin, l′habitude, bien loin de me laisser prendre celle de lui demander, quand elle était déjà sur le pas de la porte, un baiser de plus. Or la voir fâchée détruisait tout le calme qu′elle m′avait apporté un instant avant, quand elle avait penché vers mon lit sa figure aimante, et me l′avait tendue comme une hostie pour une communion de paix où mes lèvres puiseraient sa présence réelle et le pouvoir de m′endormir. Mais ces soirs-là, où maman en somme restait si peu de temps dans ma chambre, étaient doux encore en comparaison de ceux où il y avait du monde à dîner et où, à cause de cela, elle ne montait pas me dire bonsoir. Le monde se bornait habituellement à M. Swann, qui, en dehors de quelques étrangers de passage, était à peu près la seule personne qui vînt chez nous à Combray, quelquefois pour dîner en voisin (plus rarement depuis qu′il avait fait ce mauvais mariage, parce que mes parents ne voulaient pas recevoir sa femme), quelquefois après le dîner, à l′improviste. Les soirs où, assis devant la maison sous le grand marronnier, autour de la table de fer, nous entendions au bout du jardin, non pas le grelot profus et criard qui arrosait, qui étourdissait au passage de son bruit ferrugineux, intarissable et glacé, toute personne de la maison qui le déclenchait en entrant «sans sonner», mais le double tintement timide, ovale et doré de la clochette pour les étrangers, tout le monde aussitôt se demandait: «Une visite, qui cela peut-il être?» mais on savait bien que cela ne pouvait être que M. Swann; ma grand′tante parlant à haute voix, pour prêcher d′exemple, sur un ton qu′elle s′efforçait de rendre naturel, disait de ne pas chuchoter ainsi; que rien n′est plus désobligeant pour une personne qui arrive et à qui cela fait croire qu′on est en train de dire des choses qu′elle ne doit pas entendre; et on envoyait en éclaireur ma grand′mère, toujours heureuse d′avoir un prétexte pour faire un tour de jardin de plus, et qui en profitait pour arracher subrepticement au passage quelques tuteurs de rosiers afin de rendre aux roses un peu de naturel, comme une mère qui, pour les faire bouffer, passe la main dans les cheveux de son fils que le coiffeur a trop aplatis.
Al subir a acostarme, mi único consuelo era que mamá habría de venir a darme un beso cuando ya estuviera yo en la cama. Pero duraba tan poco aquella despedida y volvía mamá a marcharse tan pronto, que aquel momento en que la oía subir, cuando se sentía por el pasillo de doble puerta el leve roce de su traje de jardín, de muselina blanca con cordoncitos colgantes de paja trenzada, era para mí un momento doloroso. Porque anunciaba el instante que vendría después, cuando me dejara solo y volviera abajo. Y por eso llegué a desear que ese adiós con que yo estaba tan encariñado viniera lo más tarde posible y que se prolongara aquel espacio de tregua que precedía a la llegada de mamá. Muchas veces, cuando ya me había dado un beso e iba a abrir la puerta para marcharse, quería llamarla, decirle que me diera otro beso, pero ya sabía que pondría cara de enfado, porque aquella concesión que mamá hacía a mi tristeza y a mi inquietud subiendo a decirme adiós, molestaba a mi padre, a quien parecían absurdos estos ritos; y lo que ella hubiera deseado es hacerme perder esa costumbre, muy al contrario de dejarme tomar esa otra nueva de pedirle un beso cuando ya estaba en la puerta. Y el verla enfadada destrozaba toda la calma que un momento antes me traía al inclinar sobre mi lecho su rostro lleno de cariño, ofreciéndomelo como una ostia para una comunión de paz, en la que mis labios saborearían su presencia real y la posibilidad de dormir. Pero aun eran buenas esas noches cuando mamá se estaba en mi cuarto tan poco rato, por comparación con otras en que había invitados a cenar y mamá no podía subir. Por lo general, el invitado era el señor Swann, que, aparte de los forasteros de paso era la única visita que teníamos en Combray, unas noches para cenar, en su calidad de vecino (con menos frecuencia desde que había hecho aquella mala boda, porque mis padres no querían recibir a su mujer), y otras después de cenar, sin previo aviso. Algunas noches, cuando estábamos sentados delante de la casa alrededor de la mesa de hierro, cobijados por el viejo castaño, oíamos al extremo del jardín, no el cascabel chillón y profuso que regaba y aturdía a su paso con un ruido ferruginoso, helado e inagotable, a cualquier persona de casa que le pusiera en movimiento al entrar sin llamar, sino el doble tintineo, tímido, oval y dorado de la campanilla, que anunciaba a los de fuera; y en seguida todo el mundo se preguntaba: «Una visita. ¿Quién será?», aunque sabíamos muy bien que no podía ser nadie más que el señor Swann; mi tía, hablando en voz alta, para predicar con el ejemplo, y tono que quería ser natural, nos decía que no cuchicheáramos así, que no hay nada más descortés que eso para el que llega, porque se figura que están hablando de algo que él no debe oír, y mandábamos a la descubierta a mi abuela, contenta siempre de tener un pretexto para dar otra vuelta por el jardín, y que de paso se aprovechaba para arrancar subrepticiamente algunos rodrigones de rosales, con objeto de que las rosas tuvieran un aspecto más natural, igual que la madre que con sus dedos ahueca la cabellera de su hijo porque el peluquero dejara el peinado liso por demás.
Nous restions tous suspendus aux nouvelles que ma grand′mère allait nous apporter de l′ennemi, comme si on eût pu hésiter entre un grand nombre possible d′assaillants, et bientôt après mon grand-père disait: «Je reconnais la voix de Swann.» On ne le reconnaissait en effet qu′à la voix, on distinguait mal son visage au nez busqué, aux yeux verts, sous un haut front entouré de cheveux blonds presque roux, coiffés à la Bressant, parce que nous gardions le moins de lumière possible au jardin pour ne pas attirer les moustiques et j′allais, sans en avoir l′air, dire qu′on apportât les sirops; ma grand′mère attachait beaucoup d′importance, trouvant cela plus aimable, à ce qu′ils n′eussent pas l′air de figurer d′une façon exceptionnelle, et pour les visites seulement. M. Swann, quoique beaucoup plus jeune que lui, était très lié avec mon grand-père qui avait été un des meilleurs amis de son père, homme excellent mais singulier, chez qui, paraît-il, un rien suffisait parfois pour interrompre les élans du cœur, changer le cours de la pensée. J′entendais plusieurs fois par an mon grand-père raconter à table des anecdotes toujours les mêmes sur l′attitude qu′avait eue M. Swann le père, à la mort de sa femme qu′il avait veillée jour et nuit. Mon grand-père qui ne l′avait pas vu depuis longtemps était accouru auprès de lui dans la propriété que les Swann possédaient aux environs de Combray, et avait réussi, pour qu′il n′assistât pas à la mise en bière, à lui faire quitter un moment, tout en pleurs, la chambre mortuaire. Ils firent quelques pas dans le parc où il y avait un peu de soleil. Tout d′un coup, M. Swann prenant mon grand-père par le bras, s′était écrié: «Ah! mon vieil ami, quel bonheur de se promener ensemble par ce beau temps. Vous ne trouvez pas ça joli tous ces arbres, ces aubépines et mon étang dont vous ne m′avez jamais félicité? Vous avez l′air comme un bonnet de nuit. Sentez-vous ce petit vent? Ah! on a beau dire, la vie a du bon tout de même, mon cher Amédée!» Brusquement le souvenir de sa femme morte lui revint, et trouvant sans doute trop compliqué de chercher comment il avait pu à un pareil moment se laisser aller à un mouvement de joie, il se contenta, par un geste qui lui était familier chaque fois qu′une question ardue se présentait à son esprit, de passer la main sur son front, d′essuyer ses yeux et les verres de son lorgnon. Il ne put pourtant pas se consoler de la mort de sa femme, mais pendant les deux années qu′il lui survécut, il disait à mon grand-père: «C′est drôle, je pense très souvent à ma pauvre femme, mais je ne peux y penser beaucoup à la fois.» «Souvent, mais peu à la fois, comme le pauvre père Swann», était devenu une des phrases favorites de mon grand-père qui la prononçait à propos des choses les plus différentes. Il m′aurait paru que ce père de Swann était un monstre, si mon grand-père que je considérais comme meilleur juge et dont la sentence faisant jurisprudence pour moi, m′a souvent servi dans la suite à absoudre des fautes que j′aurais été enclin à condamner, ne s′était récrié: «Mais comment? c′était un cœur d′or!»
Nos quedamos todos pendientes de las noticias del enemigo que la abuela nos iba a traer, como si dudáramos entre un gran número de posibles asaltantes, y en seguida mi abuelo decía: «Me parece la voz de Swann». En efecto: sólo por la voz se lo reconocía; no se veía bien su rostro, de nariz repulgada, ojos verdes y elevada frente rodeada de cabellos casi rojos, porque en el jardín teníamos la menos luz posible, para no atraer los mosquitos; y yo iba, como el que no hace nada, a decir que trajeran los refrescos, cosa muy importante a los ojos de mi abuela, que consideraba mucho más amable que los refrescos estuvieran allí como por costumbre y no de modo excepcional y para las visitas tan sólo. El señor Swann, aunque mucho más joven, tenía mucha amistad con mi abuelo, que había sido uno de los mejores amigos de su padre, hombre éste, según decían, excelente, pero muy raro, y que, a veces, por una nadería atajaba bruscamente los impulsos de su corazón o desviaba el curso de su pensamiento. Yo había oído contar a mi abuelo, en la mesa, varias veces al año las mismas anécdotas sobre la actitud del señor Swann, padre, a la muerte de su esposa, a quien había asistido en su enfermedad, de día y de noche. Mi abuelo, que no lo había visto hacía mucho tiempo, corrió a su lado, a la posesión que tenían los Swann al lado de Combray; y con objeto de que no estuviera delante en el momento de poner el cadáver en el ataúd, logró mi abuelo sacar al señor Swann de la cámara mortuoria, todo lloroso. Anduvieron un poco por el jardín, donde había algo de sol, y, de pronto, el señor Swann, agarrando a mi abuelo por el brazo, exclamó «¡Ah, amigo mío, qué gusto da pasearse juntos con este tiempo tan hermoso! ¿Qué, no es bonito todo esto, los árboles, los espinos, el estanque? Por cierto que no me ha dicho usted si le agrada mi estanque. ¡Qué cara tan mustia tiene usted! Y de este airecito que corre, ¿qué me dice? Nada, nada, amigo mío, digan lo que quieran hay muchas cosas buenas en la vida». De pronto, volvía el recuerdo de su muerta; y pareciéndole sin duda cosa harto complicada el averiguar cómo había podido dejarse llevar en semejantes instantes por un impulso de alegría, se contentaba con recurrir a un ademán que le era familiar cada vez que se le presentaba una cuestión ardua: pasarse la mano por la frente y secarse los ojos y los cristales de los lentes. No pudo consolarse de la pérdida de su mujer; pero en los dos años que la sobrevivió, decía a mi abuelo: «¡Qué cosa tan rara! Pienso muy a menudo en mi pobre mujer; pero mucho, mucho de una vez no puedo pensar en ella». Y «a menudo, pero poquito de una vez, como el pobre Swann», pasó a ser una de las frases favoritas de mi abuelo, que la decía a propósito de muy distintas cosas. Y hubiera tenido por un monstruo a aquel padre de Swann, si mi abuelo, que yo estimaba como mejor juez, y cuyo fallo al formar jurisprudencia para mí me ha servido luego muchas veces para absolver faltas que yo me hubiera inclinado a condenar, no hubiera gritado: «Pero, ¿cómo? ¡Si era un corazón de oro! »
Pendant bien des années, où pourtant, surtout avant mon mariage, M. Swann, le fils, vint souvent les voir à Combray, ma grand′tante et mes grands-parents ne soupçonnèrent pas qu′il ne vivait plus du tout dans la société qu′avait fréquentée sa famille et que sous l′espèce d′incognito que lui faisait chez nous ce nom de Swann, ils hébergeaient,—avec la parfaite innocence d′honnêtes hôteliers qui ont chez eux, sans le savoir, un célèbre brigand,—un des membres les plus élégants du Jockey-Club, ami préféré du comte de Paris et du prince de Galles, un des hommes les plus choyés de la haute société du faubourg Saint-Germain.
Durante muchos años, y a pesar de que el señor Swann iba con mucha frecuencia, sobre todo antes de casarse, a ver a mis abuelos y a mi tía, en Combray, no sospecharon los de casa que Swann ya no vivía en el mismo medio social en que viviera su familia, y que, bajo aquella especie de incógnito que entre nosotros le prestaba el nombre de Swann, recibían .con la misma perfecta inocencia de un honrado hostelero que tuviera en su casa, sin saberlo, a un bandido célebre, a uno de los más elegantes socios del Jockey Club, amigo favorito del conde de París y del príncipe de Gales y uno de los hombres más mimados en la alta sociedad del barrio de Saint- Germain.
L′ignorance où nous étions de cette brillante vie mondaine que menait Swann tenait évidemment en partie à la réserve et à la discrétion de son caractère, mais aussi à ce que les bourgeois d′alors se faisaient de la société une idée un peu hindoue et la considéraient comme composée de castes fermées où chacun, dès sa naissance, se trouvait placé dans le rang qu′occupaient ses parents, et d′où rien, à moins des hasards d′une carrière exceptionnelle ou d′un mariage inespéré, ne pouvait vous tirer pour vous faire pénétrer dans une caste supérieure. M. Swann, le père, était agent de change; le «fils Swann» se trouvait faire partie pour toute sa vie d′une caste où les fortunes, comme dans une catégorie de contribuables, variaient entre tel et tel revenu. On savait quelles avaient été les fréquentations de son père, on savait donc quelles étaient les siennes, avec quelles personnes il était «en situation» de frayer. S′il en connaissait d′autres, c′étaient relations de jeune homme sur lesquelles des amis anciens de sa famille, comme étaient mes parents, fermaient d′autant plus bienveillamment les yeux qu′il continuait, depuis qu′il était orphelin, à venir très fidèlement nous voir; mais il y avait fort à parier que ces gens inconnus de nous qu′il voyait, étaient de ceux qu′il n′aurait pas osé saluer si, étant avec nous, il les avait rencontrés.
Nuestra ignorancia de esa brillante vida mundana que Swann hacía se basaba, sin duda, en parte, en la reserva y discreción de su carácter; pero también en la idea, un tanto india, que los burgueses de entonces se formaban de la sociedad, considerándola como constituida por castas cerradas, en donde cada cual, desde el instante de su nacimiento, encontrábase colocado en el mismo rango que ocupaban sus padres, de donde nada, como no fueran el azar de una carrera excepcional o de un matrimonio inesperado, podría sacarle a uno para introducirle en una casta superior. El señor Swann, padre, era agente de cambio; el «chico Swann» debía, pues, formar parte para toda su vida de una casta en la cual las fortunas, lo mismo que en una determinada categoría de contribuyentes, variaban entre tal y tal cantidad de renta. Era cosa sabida con qué gente se trataba su padre; así que se sabía también con quién se trataba el hijo y cuáles eran las personas con quienes «podía rozarse». Y si tenía otros amigos serían amistades de juventud, de esas ante las cuales los amigos viejos de su casa, como lo eran mis abuelos, cerraban benévolamente los ojos; tanto más cuanto que, a pesar de estar ya huérfano, seguía viniendo a vernos con toda fidelidad; pero podría apostarse que esos amigos suyos que nosotros no conocíamos, Swann no se hubiera atrevido a saludarlos si se los hubiera encontrado yendo con nosotros.
Si l′on avait voulu à toute force appliquer à Swann un coefficient social qui lui fût personnel, entre les autres fils d′agents de situation égale à celle de ses parents, ce coefficient eût été pour lui un peu inférieur parce que, très simple de façon et ayant toujours eu une «toquade» d′objets anciens et de peinture, il demeurait maintenant dans un vieil hôtel où il entassait ses collections et que ma grand′mère rêvait de visiter, mais qui était situé quai d′Orléans, quartier que ma grand′tante trouvait infamant d′habiter. «Êtes-vous seulement connaisseur? je vous demande cela dans votre intérêt, parce que vous devez vous faire repasser des croûtes par les marchands», lui disait ma grand′tante; elle ne lui supposait en effet aucune compétence et n′avait pas haute idée même au point de vue intellectuel d′un homme qui dans la conversation évitait les sujets sérieux et montrait une précision fort prosae non seulement quand il nous donnait, en entrant dans les moindres détails, des recettes de cuisine, mais même quand les sœurs de ma grand′mère parlaient de sujets artistiques. Provoqué par elles à donner son avis, à exprimer son admiration pour un tableau, il gardait un silence presque désobligeant et se rattrapait en revanche s′il pouvait fournir sur le musée où il se trouvait, sur la date où il avait été peint, un renseignement matériel. Mais d′habitude il se contentait de chercher à nous amuser en racontant chaque fois une histoire nouvelle qui venait de lui arriver avec des gens choisis parmi ceux que nous connaissions, avec le pharmacien de Combray, avec notre cuisinière, avec notre cocher. Certes ces récits faisaient rire ma grand′tante, mais sans qu′elle distinguât bien si c′était à cause du rôle ridicule que s′y donnait toujours Swann ou de l′esprit qu′il mettait à les conter: «On peut dire que vous êtes un vrai type, monsieur Swann!» Comme elle était la seule personne un peu vulgaire de notre famille, elle avait soin de faire remarquer aux étrangers, quand on parlait de Swann, qu′il aurait pu, s′il avait voulu, habiter boulevard Haussmann ou avenue de l′Opéra, qu′il était le fils de M. Swann qui avait dû lui laisser quatre ou cinq millions, mais que c′était sa fantaisie. Fantaisie qu′elle jugeait du reste devoir être si divertissante pour les autres, qu′à Paris, quand M. Swann venait le 1er janvier lui apporter son sac de marrons glacés, elle ne manquait pas, s′il y avait du monde, de lui dire: «Eh bien! M. Swann, vous habitez toujours près de l′Entrepôt des vins, pour être sûr de ne pas manquer le train quand vous prenez le chemin de Lyon?» Et elle regardait du coin de l′œil, par-dessus son lorgnon, les autres visiteurs.
Y si alguien se hubiera empeñado en aplicar a Swann un coeficiente social que lo distinguiera entre los demás hijos de agentes de cambio deposición igual a la de sus padres, dicho coeficiente no hubiera sido de los más altos, porque Swann, hombre de hábitos sencillos y que siempre tuvo «chifladura» por las antigüedades y los cuadros, vivía ahora en un viejo Palacio, donde iba amontonando sus colecciones, y que mi abuela estaba soñando con visitar, pero situado en el muelle de Orleáns, en un barrio en el que era denigrante habitar, según mi tía. « ¿Pero entiende usted algo de eso? Se lo pregunto por su propio interés, porque me parece que los comerciantes de cuadros le deben meter muchos mamarrachos», le decía mi tía; no creía ella que Swann tuviera competencia alguna en estas cosas, y, es más, no se formaba una gran idea, desde el punto de vista intelectual, de un hombre que en la conversación evitaba los temas serios y mostraba una precisión muy prosaica, no sólo cuando nos daba recetas de cocina, entrando en los más mínimos detalles, sino también cuando las hermanas de mi abuela hablaban de temas artísticos. Invitado por ellas a dar su opinión o a expresar su admiración hacia un cuadro, guardaba un silencio que era casi descortesía, y, en cambio, se desquitaba si le era posible dar una indicación material sobre el Museo en que se hallaba o la fecha en que fue pintado. Pero, por lo general, contentábase con procurar distraernos contándonos cada vez una cosa nueva que le había sucedido con alguien escogido de entre las personas que nosotros conocíamos; con el boticario de Combray, con nuestra cocinera o nuestro cochero. Y es verdad que estos relatos hacían reír a mi tía, pero sin que acertara a discernir si era por el papel ridículo con que Swann se presentaba así propio en estos cuentos, o por el ingenio con que los contaba. Y le decía: «Verdaderamente es usted un tipo único, señor Swann». Y como era la única persona un poco vulgar de la familia nuestra, cuidábase mucho de hacer notar a las personas de fuera cuando de Swann se hablaba, que, de quererlo, podría vivir en el bulevar Haussmann o en la avenida de la Ópera, que era hijo del señor Swann, del que debió heredar cuatro o cinco millones, pero que aquello del muelle de Orléans era un capricho suyo. Capricho que ella miraba como una cosa tan divertida para los demás, que en París, cuando el señor Swann iba el día primero de año a llevarle su saquito de marrons glaces, nunca dejaba de decirle, si había gente: «¿Qué, Swann, sigue usted viviendo junto a los depósitos de vino, para no perder el tren si tiene que ir camino de Lyón?» Y miraba a los otros visitantes con el rabillo del ojo, por encima de su lente.
Mais si l′on avait dit à ma grand′mère que ce Swann qui, en tant que fils Swann était parfaitement «qualifié» pour être reçu par toute la «belle bourgeoisie», par les notaires ou les avoués les plus estimés de Paris (privilège qu′il semblait laisser tomber un peu en quenouille), avait, comme en cachette, une vie toute différente; qu′en sortant de chez nous, à Paris, après nous avoir dit qu′il rentrait se coucher, il rebroussait chemin à peine la rue tournée et se rendait dans tel salon que jamais l′œil d′aucun agent ou associé d′agent ne contempla, cela eût paru aussi extraordinaire à ma tante qu′aurait pu l′être pour une dame plus lettrée la pensée d′être personnellement liée avec Aristée dont elle aurait compris qu′il allait, après avoir causé avec elle, plonger au sein des royaumes de Thétis, dans un empire soustrait aux yeux des mortels et où Virgile nous le montre reçu à bras ouverts; ou, pour s′en tenir à une image qui avait plus de chance de lui venir à l′esprit, car elle l′avait vue peinte sur nos assiettes à petits fours de Combray—d′avoir eu à dîner Ali-Baba, lequel quand il se saura seul, pénétrera dans la caverne, éblouissante de trésors insoupçonnés.
Pero si hubieran dicho a mi tía que ese Swann que, como tal Swann hijo estaba perfectamente «calificado» para entrar en los salones de toda la «burguesía», de los notarios y procuradores más estimados (privilegio que él abandonaba a la rama femenina de su familia)., hacía una vida enteramente distinta, como a escondidas, y que, al salir de nuestra casa en París, después de decimos que iba a acostarse, volvía sobre sus pasos apenas doblaba la esquina para dirigirse a una reunión de tal calidad que nunca fuera dado contemplarla a los ojos de ningún agente de cambio ni de socio de agente, mi tía hubiera tenido una sorpresa tan grande como pudiera serlo la de una dama más leída al pensar que era amiga personal de Aristeo, y que Aristeo, después de hablar con ella, iba a hundirse en lo hondo de los reinos de Tetis en un imperio oculto a los ojos de los mortales y en donde, según Virgilio, le reciben a brazos abiertos; o .para servimos de una imagen que era más probable que acudiera a la mente de mi tía, porque la había visto pintada en los platitos para dulces de Combray. que había tenido a cenar á Alí Baba, ese Alí Baba que, cuando se sepa solo, entrará en una caverna resplandeciente de tesoros nunca imaginados.
Un jour qu′il était venu nous voir à Paris après dîner en s′excusant d′être en habit, Françoise ayant, après son départ, dit tenir du cocher qu′il avait dîné «chez une princesse»,—«Oui, chez une princesse du demi-monde!» avait répondu ma tante en haussant les épaules sans lever les yeux de sur son tricot, avec une ironie sereine.
Un día en que, estando en París, vino de visita después de cenar, excusándose porque iba de frac, Francisca nos comunicó, cuando Swann se hubo marchado, que, según le había dicho su cochero, había cenado «en casa de una princesa», mi tía contestó, encogiéndose de hombros y sin alzar los ojos de su labor: «Sí, en casa de una princesa de cierta clase de mujeres habrá sido».
Aussi, ma grand′tante en usait-elle cavalièrement avec lui. Comme elle croyait qu′il devait être flatté par nos invitations, elle trouvait tout naturel qu′il ne vînt pas nous voir l′été sans avoir à la main un panier de pêches ou de framboises de son jardin et que de chacun de ses voyages d′Italie il m′eût rapporté des photographies de chefs-d′œuvre.
Así que mi tía lo trataba de un modo altanero. Como creía que nuestras invitaciones debían ser para él motivo de halago, le parecía muy natural que nunca fuera a vernos cuando era verano sin llevar en la mano un cestito de albaricoques o frambuesas de su jardín, y que de cada viaje que hacía a Italia me trajera fotografías de obras de arte célebres.
On ne se gênait guère pour l′envoyer quérir dès qu′on avait besoin d′une recette de sauce gribiche ou de salade à l′ananas pour des grands dîners où on ne l′invitait pas, ne lui trouvant pas un prestige suffisant pour qu′on pût le servir à des étrangers qui venaient pour la première fois. Si la conversation tombait sur les princes de la Maison de France: «des gens que nous ne connaîtrons jamais ni vous ni moi et nous nous en passons, n′est-ce pas», disait ma grand′tante à Swann qui avait peut-être dans sa poche une lettre de Twickenham; elle lui faisait pousser le piano et tourner les pages les soirs où la sœur de ma grand′mère chantait, ayant pour manier cet être ailleurs si recherché, la na brusquerie d′un enfant qui joue avec un bibelot de collection sans plus de précautions qu′avec un objet bon marché. Sans doute le Swann que connurent à la même époque tant de clubmen était bien différent de celui que créait ma grand′tante, quand le soir, dans le petit jardin de Combray, après qu′avaient retenti les deux coups hésitants de la clochette, elle injectait et vivifiait de tout ce qu′elle savait sur la famille Swann, l′obscur et incertain personnage qui se détachait, suivi de ma grand′mère, sur un fond de ténèbres, et qu′on reconnaissait à la voix. Mais même au point de vue des plus insignifiantes choses de la vie, nous ne sommes pas un tout matériellement constitué, identique pour tout le monde et dont chacun n′a qu′à aller prendre connaissance comme d′un cahier des charges ou d′un testament; notre personnalité sociale est une création de la pensée des autres. Même l′acte si simple que nous appelons «voir une personne que nous connaissons» est en partie un acte intellectuel. Nous remplissons l′apparence physique de l′être que nous voyons, de toutes les notions que nous avons sur lui et dans l′aspect total que nous nous représentons, ces notions ont certainement la plus grande part. Elles finissent par gonfler si parfaitement les joues, par suivre en une adhérence si exacte la ligne du nez, elles se mêlent si bien de nuancer la sonorité de la voix comme si celle-ci n′était qu′une transparente enveloppe, que chaque fois que nous voyons ce visage et que nous entendons cette voix, ce sont ces notions que nous retrouvons, que nous écoutons. Sans doute, dans le Swann qu′ils s′étaient constitué, mes parents avaient omis par ignorance de faire entrer une foule de particularités de sa vie mondaine qui étaient cause que d′autres personnes, quand elles étaient en sa présence, voyaient les élégances régner dans son visage et s′arrêter à son nez busqué comme à leur frontière naturelle; mais aussi ils avaient pu entasser dans ce visage désaffecté de son prestige, vacant et spacieux, au fond de ces yeux dépréciés, le vague et doux résidu,—mi-mémoire, mi-oubli,—des heures oisives passées ensemble après nos dîners hebdomadaires, autour de la table de jeu ou au jardin, durant notre vie de bon voisinage campagnard. L′enveloppe corporelle de notre ami en avait été si bien bourrée, ainsi que de quelques souvenirs relatifs à ses parents, que ce Swann-là était devenu un être complet et vivant, et que j′ai l′impression de quitter une personne pour aller vers une autre qui en est distincte, quand, dans ma mémoire, du Swann que j′ai connu plus tard avec exactitude je passe à ce premier Swann,—à ce premier Swann dans lequel je retrouve les erreurs charmantes de ma jeunesse, et qui d′ailleurs ressemble moins à l′autre qu′aux personnes que j′ai connues à la même époque, comme s′il en était de notre vie ainsi que d′un musée où tous les portraits d′un même temps ont un air de famille, une même tonalité—à ce premier Swann rempli de loisir, parfumé par l′odeur du grand marronnier, des paniers de framboises et d′un brin d′estragon.
No teníamos escrúpulo en mandarlo llamar en cuanto se necesitaba una receta de salsa gribiche, o de ensalada de pina, para comidas de etiqueta a las cuales no se lo invitaba, por considerar que no tenía prestigio suficiente para presentarle a personas de fuera que iban a casa por primera vez. Si la conversación recaía sobre los príncipes de la Casa de Francia, mi tía hablaba de ellos diciendo: «Personas que ni usted ni yo conoceremos nunca, ni falta que nos hace, ¿verdad?», y se dirigía a Swann, que quizá tenía en el bolsillo una carta de Twickenham, y le mandaba correr al piano y volver la hoja las noches en que cantaba la hermana de mi abuela, mostrando para manejar a este Swann, tan solicitado en otras partes, la ingenua dureza de un niño que juega con un cacharro de museo sin más precauciones que con un juguete barato. Sin dada, el Swann que hacia la misma época trataran tantos clubmen, no tenía nada que ver con el que creaba mi tía, con aquel oscuro e incierto personaje, que a la noche, en el jardincillo de Combray, y cuando habían sonado los dos vacilantes tintineos de la campanilla, se destacaba sobre un fondo de tinieblas, identificable solamente por su voz, y al que mi tía rellenaba y vivificaba con todo lo que sabía de la familia Swann. Pero ni siquiera desde el punto de vista de las cosas más insignificantes de la vida somos los hombres un todo materialmente constituido, idéntico para todos, y del que cualquiera puede enterarse como de un pliego de condiciones o de un testamento; no, nuestra personalidad social es una creación del pensamiento de los demás. Y hasta ese acto tan sencillo que llamamos «ver a una persona conocida» es, en parte, un acto intelectual. Llenamos la apariencia física del ser que está ante nosotros con todas las nociones que respecto a él tenemos, y el aspecto total que de una persona nos formamos está integrado en su mayor parte por dichas nociones. Y ellas acaban por inflar tan cabalmente las mejillas, por seguir con tan perfecta adherencia la línea de la nariz, y por matizar tan delicadamente la sonoridad de la voz, como si ésta no fuera más que una transparente envoltura, que cada vez que vemos ese rostro y oímos esa voz, lo que se mira y lo que se oye son aquellas nociones. Indudablemente, en el Swann que mis padres se habían formado omitieron por ignorancia una multitud de particularidades de su vida mundana, que eran justamente la causa de que otras personas, al mirarle, vieran cómo todas las elegancias triunfaban en su rostro, y se detenían en su nariz pellizcada, como en su frontera natural; pero, en cambio, pudieron acumular en aquella cara despojada de su prestigio, vacante y espaciosa, y en lo hondo de aquellos ojos, preciados menos de lo justo, el vago y suave sedimento .medio recuerdo y medio olvido, que dejaron las horas de ocio pasadas en su compañía después de cada comida semanal alrededor de la mesita de juego, o en el jardín, durante nuestra vida de amistosa vecindad campesina. Con esto, y con algunos recuerdos relativos a sus padres, estaba tan bien rellena la envoltura corporal de nuestro amigo, que aquel Swann llegó a convertirse en un ser completo y vivo, y que yo siento la impresión de separarme de una persona para ir hacia otra enteramente distinta, cuando en mi memoria pasó del Swann que más tarde conocí con exactitud a ese primer Swann .a ese primer Swann en el que me encuentro con los errores amables de mi juventud, y que además se parece menos al otro. Swann de después que a las personas que yo conocía en la misma época, como si pasara con nuestra vida lo que con un museo en donde todos los retratos de un mismo tiempo tienen un aire de familia y una misma tonalidad., a ese primer Swann, imagen del ocio; perfumado por el olor del viejo castaño, de los cestillos de frambuesas y de una brizna de estragón.
Pourtant un jour que ma grand′mère était allée demander un service à une dame qu′elle avait connue au Sacré-Cœur (et avec laquelle, à cause de notre conception des castes elle n′avait pas voulu rester en relations malgré une sympathie réciproque), la marquise de Villeparisis, de la célèbre famille de Bouillon, celle-ci lui avait dit:
Y, sin embargo, un día que mi abuela tuvo que ir a pedir un favor a una señora que había conocido en el Sagrado Corazón (y con la que no había seguido tratándose, a pesar de una recíproca simpatía por aquella idea nuestra de las castas), la marquesa de Villeparisis, de la célebre familia de los Bouillon, esta señora le dijo:
«Je crois que vous connaissez beaucoup M. Swann qui est un grand ami de mes neveux des Laumes».
«Creo que conoce usted mucho a un gran amigo de mis sobrinos los de Laumes, el señor Swann».
Ma grand′mère était revenue de sa visite enthousiasmée par la maison qui donnait sur des jardins et où Mme de Villeparisis lui conseillait de louer, et aussi par un giletier et sa fille, qui avaient leur boutique dans la cour et chez qui elle était entrée demander qu′on fît un point à sa jupe qu′elle avait déchirée dans l′escalier. Ma grand′mère avait trouvé ces gens parfaits, elle déclarait que la petite était une perle et que le giletier était l′homme le plus distingué, le mieux qu′elle eût jamais vu. Car pour elle, la distinction était quelque chose d′absolument indépendant du rang social. Elle s′extasiait sur une réponse que le giletier lui avait faite, disant à maman: «Sévigné n′aurait pas mieux dit!» et en revanche, d′un neveu de Mme de Villeparisis qu′elle avait rencontré chez elle: «Ah! ma fille, comme il est commun!»
Mi abuela volvió de su visita entusiasmada por la casa, que daba a un jardín, y adonde la marquesa le había aconsejado que se fuera a vivir, y entusiasmada también por un chalequero y su hija, que tenían en el patio una tiendecita, donde entró mi abuela a que le dieran una puntada en la falda que se le había roto en la escalera. A mi abuela le habían parecido gentes perfectas, y declaraba que la muchacha era una perla y el chalequero el hombre mejor y más distinguido que vio en su vida. Porque para ella la distinción era cosa absolutamente independiente del rango social. Se extasiaba al pensar en una respuesta del chalequero, y decía a mamá «Sevigné no lo hubiera dicho mejor»; y en cambio contaba de un sobrino de la señora de Villeparisis que había encontrado en su casa: «¡Si vieras qué ordinario es, hija mía! »
Or le propos relatif à Swann avait eu pour effet non pas de relever celui-ci dans l′esprit de ma grand′tante, mais d′y abaisser Mme de Villeparisis. Il semblait que la considération que, sur la foi de ma grand′mère, nous accordions à Mme de Villeparisis, lui créât un devoir de ne rien faire qui l′en rendît moins digne et auquel elle avait manqué en apprenant l′existence de Swann, en permettant à des parents à elle de le fréquenter. «Comment elle connaît Swann? Pour une personne que tu prétendais parente du maréchal de Mac-Mahon!» Cette opinion de mes parents sur les relations de Swann leur parut ensuite confirmée par son mariage avec une femme de la pire société, presque une cocotte que, d′ailleurs, il ne chercha jamais à présenter, continuant à venir seul chez nous, quoique de moins en moins, mais d′après laquelle ils crurent pouvoir juger—supposant que c′était là qu′il l′avait prise—le milieu, inconnu d′eux, qu′il fréquentait habituellement.
Lo que dijo de Swann tuvo por resultado no el realzar a éste en la opinión de mi tía, sino de rebajar a la señora de Villeparisis. Parecía que la consideración que, fiados en mi abuela, teníamos a la señora de Villeparisis le impusiera el deber de no hacer nada indigno de esa estima, y que había faltado a ella al enterarse de que Swann existía y permitir a parientes suyos que le trataran. «¿Conque conoce a Swann? ¿Una persona que se dice pariente del mariscal de Mac-Mahon?» Esta opinión de mis padres respecto a las amistades de Swann pareció confirmarse por su matrimonio con una mujer de mala sociedad, una cocotte casi; Swann no intentó nunca presentárnosla, y siguió viniendo a casa solo, cada vez más de tarde en tarde, y por esta mujer se figuraban mis padres que podían juzgar del medio social, desconocido de ellos; en que andaba Swann, y donde se imaginaban que la fue a encontrar.
Mais une fois, mon grand-père lut dans un journal que M. Swann était un des plus fidèles habitués des déjeuners du dimanche chez le duc de X..., dont le père et l′oncle avaient été les hommes d′État les plus en vue du règne de Louis-Philippe. Or mon grand-père était curieux de tous les petits faits qui pouvaient l′aider à entrer par la pensée dans la vie privée d′hommes comme Molé, comme le duc Pasquier, comme le duc de Broglie. Il fut enchanté d′apprendre que Swann fréquentait des gens qui les avaient connus. Ma grand′tante au contraire interpréta cette nouvelle dans un sens défavorable à Swann: quelqu′un qui choisissait ses fréquentations en dehors de la caste où il était né, en dehors de sa «classe» sociale, subissait à ses yeux un fâcheux déclassement. Il lui semblait qu′on renonçât d′un coup au fruit de toutes les belles relations avec des gens bien posés, qu′avaient honorablement entretenues et engrangées pour leurs enfants les familles prévoyantes; (ma grand′tante avait même cessé de voir le fils d′un notaire de nos amis parce qu′il avait épousé une altesse et était par là descendu pour elle du rang respecté de fils de notaire à celui d′un de ces aventuriers, anciens valets de chambre ou garçons d′écurie, pour qui on raconte que les reines eurent parfois des bontés). Elle blâma le projet qu′avait mon grand-père d′interroger Swann, le soir prochain où il devait venir dîner, sur ces amis que nous lui découvrions. D′autre part les deux sœurs de ma grand′mère, vieilles filles qui avaient sa noble nature mais non son esprit, déclarèrent ne pas comprendre le plaisir que leur beau-frère pouvait trouver à parler de niaiseries pareilles. C′étaient des personnes d′aspirations élevées et qui à cause de cela même étaient incapables de s′intéresser à ce qu′on appelle un potin, eût-il même un intérêt historique, et d′une façon générale à tout ce qui ne se rattachait pas directement à un objet esthétique ou vertueux. Le désintéressement de leur pensée était tel, à l′égard de tout ce qui, de près ou de loin semblait se rattacher à la vie mondaine, que leur sens auditif,—ayant fini par comprendre son inutilité momentanée dès qu′à dîner la conversation prenait un ton frivole ou seulement terre à terre sans que ces deux vieilles demoiselles aient pu la ramener aux sujets qui leur étaient chers,—mettait alors au repos ses organes récepteurs et leur laissait subir un véritable commencement d′atrophie. Si alors mon grand-père avait besoin d′attirer l′attention des deux sœurs, il fallait qu′il eût recours à ces avertissements physiques dont usent les médecins aliénistes à l′égard de certains maniaques de la distraction: coups frappés à plusieurs reprises sur un verre avec la lame d′un couteau, coidant avec une brusque interpellation de la voix et du regard, moyens violents que ces psychiâtres transportent souvent dans les rapports courants avec des gens bien portants, soit par habitude professionnelle, soit qu′ils croient tout le monde un peu fou.
Pero una vez mi abuelo leyó en un periódico que el señor Swann era uno de los más fieles concurrentes a los almuerzos que daba los domingos el duque de X..., cuyo padre y cuyo tío figuraron entre los primeros estadistas del reinado de Luis Felipe. Y como mi abuelo sentía gran curiosidad por todas las menudas circunstancias que le ayudaban a penetrar con el pensamiento en la vida privada de hombres como Mole, el duque de Pasquier el duque de Broglie, se alegró mucho al saber que Swann se trataba con personas que los habían conocido. Mi tía, por el contrario, interpretó esta noticia desfavorablemente para Swann; la persona que buscaba sus amigos fuera de la casta que nació, fuera de su «clase» social, sufría a sus ojos un descenso social. Le parecía a mi tía que así se renunciaba de golpe a aquellas buenas amistades con personas bien acomodadas, que las familias previsoras cultivan y guardan dignamente para sus hijos (mi tía había dejado de visitarse con el hijo de un notario amigo nuestro porque se casó con una alteza, descendiendo así, para ella, del rango respetable de hijo de notario al de uno de esos aventureros, ayuda de cámara o mozos de cuadra un día, de los que se cuenta que gozaron caprichos de reina. Censuró el propósito que formara mi abuelo de preguntar a Swann la primera noche que viniera a cenar a casa cosas relativas a aquellos amigos que le descubríamos. Además, las dos hermanas de mi abuela, solteronas que tenían el mismo natural noble que ella, pero no su agudeza, declararon que no comprendían qué placer podía sacar su cuñado de hablar de semejantes simplezas. Eran ambas personas de elevadas miras e incapaces, precisamente por eso, de interesarse por lo que se llama un chisme, aunque tuviese un interés histórico, ni, en general, por nada, que no se refiriera directamente a un objeto estético o virtuoso. Tal era el desinterés de su pensamiento respecto a aquellas cosas que de lejos o de cerca pudieran referirse a la vida de sociedad, que su sentido auditivo .acabando por comprender su inutilidad momentánea en cuanto en la mesa tomaba la conversación un tono frivolo o sencillamente prosaico, sin que las dos viejas señoritas pudieran encaminarla hacia los temas para ellas gratos dejaba descansar sus órganos, receptores, haciéndoles padecer un verdadero comienzo de atrofia. Si mi abuelo necesitaba entonces llamar la atención de alguna de las dos hermanas tenía que echar mano de esos avisos a que recurren los alienistas para con algunos maníacos de la distracción, a saber: varios golpes repetidos en un vaso con la hoja de un cuchillo, coincidiendo con una brusca interpelación de la voz y la mirada, medios violentos que esos psiquiatras transportan a menudo, al trato corriente con personas sanas, ya sea por costumbre profesional, ya porque consideren a todo el mundo un poco loco.
Elles furent plus intéressées quand la veille du jour où Swann devait venir dîner, et leur avait personnellement envoyé une caisse de vin d′Asti, ma tante, tenant un numéro du Figaro où à côté du nom d′un tableau qui était à une Exposition de Corot, il y avait ces mots: «de la collection de M. Charles Swann», nous dit: «Vous avez vu que Swann a «les honneurs» du Figaro?»
Más se interesaron cuando la víspera del día en que Swann estaba invitado (y Swann les había enviado aquel día una caja de botellas de vino de Asti), mi tía, en la mano un número de El Fígaro en el que se leía junto al título de un cuadro que estaba en una Exposición de Corot, «de la colección del señor Carlos Swann», nos dijo: «¿Habéis visto que Swann goza los honores de El Fígarol»
—«Mais je vous ai toujours dit qu′il avait beaucoup de goût», dit ma grand′mère.
«Yo siempre os he dicho que tenía muy buen gusto», contestó mi abuela.
«Naturellement toi, du moment qu′il s′agit d′être d′un autre avis que nous», répondit ma grand′tante qui, sachant que ma grand′mère n′était jamais du même avis qu′elle, et n′étant bien sûre que ce fût à elle-même que nous donnions toujours raison, voulait nous arracher une condamnation en bloc des opinions de ma grand′mère contre lesquelles elle tâchait de nous solidariser de force avec les siennes.
«Naturalmente, tenías que ser tú, en cuanto se trata de sustentar una opinión contraria a la nuestra», respondió mi tía; porque sabía que mi abuela no compartía su opinión nunca, y como no estaba muy segura de que era a ella y no a mi abuela a quien dábamos siempre la razón, quería arrancamos una condena en bloque de las opiniones de mi abuela, tratando, para ir contra ellas, de solidarizarnos por fuerza con las suyas.
Mais nous restâmes silencieux. Les sœurs de ma grand′mère ayant manifesté l′intention de parler à Swann de ce mot du Figaro, ma grand′tante le leur déconseilla. Chaque fois qu′elle voyait aux autres un avantage si petit fût-il qu′elle n′avait pas, elle se persuadait que c′était non un avantage mais un mal et elle les plaignait pour ne pas avoir à les envier.
Pero nosotros nos quedábamos callados. Como las hermanas de mi abuela manifestaran su intención de decir algo a Swann respecto a lo de El Fígaro, mi tía las disuadió. Cada vez que veía a los demás ganar una ventaja, por pequeña que fuera, que no le tocaba a ella, se convencía de que no era tal ventaja, sino un inconveniente, y para no tener que envidiar a los otros, los compadecía.
«Je crois que vous ne lui feriez pas plaisir; moi je sais bien que cela me serait très désagréable de voir mon nom imprimé tout vif comme cela dans le journal, et je ne serais pas flattée du tout qu′on m′en parlât.»
«Creo que no le dará ningún gusto; a mí, por mi parte, me sería muy desagradable ver mi nombre impreso así al natural en el periódico, y no me halagaría nada que me vinieran a hablar de eso.»
Elle ne s′entêta pas d′ailleurs à persuader les sœurs de ma grand′mère; car celles-ci par horreur de la vulgarité poussaient si loin l′art de dissimuler sous des périphrases ingénieuses une allusion personnelle qu′elle passait souvent inaperçue de celui même à qui elle s′adressait. Quant à ma mère elle ne pensait qu′à tâcher d′obtenir de mon père qu′il consentît à parler à Swann non de sa femme mais de sa fille qu′il adorait et à cause de laquelle disait-on il avait fini par faire ce mariage. «Tu pourrais ne lui dire qu′un mot, lui demander comment elle va. Cela doit être si cruel pour lui.» Mais mon père se fâchait: «Mais non! tu as des idées absurdes. Ce serait ridicule.»
No tuvo que empeñarse en persuadir a las hermanas de mi abuela; porque éstas, por horror a la vulgaridad, llevaban tan allá el arte de disimular bajo ingeniosas perífrasis una alusión personal, que muchas veces pasaba inadvertida aun de la misma persona a quien iba dirigida. En cuanto a mi madre, su único pensamiento era lograr de mi padre que consintiera en hablar a Swann, no ya de su mujer, sino de su hija, hija que Swann adoraba y que era, según decían, la causa de que hubiera acabado por casarse. «Podías decirle unas palabras nada más, preguntarle cómo está la niña.» Pero mi padre se enfadaba. «No, eso es disparatado. Sería ridículo. »
Mais le seul d′entre nous pour qui la venue de Swann devint l′objet d′une préoccupation douloureuse, ce fut moi. C′est que les soirs où des étrangers, ou seulement M. Swann, étaient là, maman ne montait pas dans ma chambre. Je ne dînais pas à table, je venais après dîner au jardin, et à neuf heures je disais bonsoir et allais me coucher. Je dînais avant tout le monde et je venais ensuite m′asseoir à table, jusqu′à huit heures où il était convenu que je devais monter; ce baiser précieux et fragile que maman me confiait d′habitude dans mon lit au moment de m′endormir il me fallait le transporter de la salle à manger dans ma chambre et le garder pendant tout le temps que je me déshabillais, sans que se brisât sa douceur, sans que se répandît et s′évaporât sa vertu volatile et, justement ces soirs-là où j′aurais eu besoin de le recevoir avec plus de précaution, il fallait que je le prisse, que je le dérobasse brusquement, publiquement, sans même avoir le temps et la liberté d′esprit nécessaires pour porter à ce que je faisais cette attention des maniaques qui s′efforcent de ne pas penser à autre chose pendant qu′ils ferment une porte, pour pouvoir, quand l′incertitude maladive leur revient, lui opposer victorieusement le souvenir du moment où ils l′ont fermée.
Pero yo fui la única persona de casa para quien la visita de Swann llegó a ser objeto de una penosa preocupación. Y es que las noches en que había algún extraño, aunque sólo fuera el señor Swann, mamá no subía a mi cuarto. Yo no me sentaba a cenar a la mesa; acabada mi cena, me iba un rato al jardín y luego me despedía y subía a acostarme. Cenaba aparte, antes que los demás, e iba luego a sentarme a la mesa hasta las ocho, hora en que, con arreglo a lo preceptuado, tenía que subir a acostarme; ese beso precioso y frágil que de costumbre mamá me confiaba, cuando yo estaba ya en la cama, había que transportarlo entonces desde el comedor a mi alcoba y guardarle todo el rato que tardaba en desnudarme, sin que se quebrara su dulzor, sin que su virtud volátil se difundiera y se evaporara, y justamente aquellas noches en que yo deseaba recibirle con mayor precaución no me cabía más remedio que cogerle, arrancarle, brusca y públicamente, sin tener siquiera el tiempo y la libertad de ánimo necesarios para poner en aquello que hacía esa atención de los maníacos que se afanan por no pensar en otra cosa cuando están cerrando una puerta, con objeto de que cuando retorné la enfermiza incertidumbre puedan oponerle victoriosamente el recuerdo del momento en que cerraron.
Nous étions tous au jardin quand retentirent les deux coups hésitants de la clochette. On savait que c′était Swann; néanmoins tout le monde se regarda d′un air interrogateur et on envoya ma grand′mère en reconnaissance.
Estábamos todos en el jardín cuando sonaron los dos vacilantes campanillazos. Sabíamos que era Swann; sin embargo, todos nos miramos con aire de interrogación, y se mandó a mi abuela a la descubierta.
«Pensez à le remercier intelligiblement de son vin, vous savez qu′il est délicieux et la caisse est énorme, recommanda mon grand-père à ses deux belles-sœurs.»
«No se os olvide darle las gracias de un modo inteligible por el vino; es delicioso y la caja muy grande», recomendó mi abuelo a sus dos cuñadas.
«Ne commencez pas à chuchoter, dit ma grand′tante. Comme c′est confortable d′arriver dans une maison où tout le monde parle bas.»
«No empecéis a cuchichear», dijo mi tía. ¡Qué agradable es entrar en una casa donde todo el mundo está hablando bajito!
«Ah! voilà M. Swann. Nous allons lui demander s′il croit qu′il fera beau demain», dit mon père.
«¡Ah!, aquí está el señor Swann. Vamos a preguntarle si le parece que mañana hará buen tiempo», dijo mi padre.
Ma mère pensait qu′un mot d′elle effacerait toute la peine que dans notre famille on avait pu faire à Swann depuis son mariage. Elle trouva le moyen de l′emmener un peu à l′écart. Mais je la suivis; je ne pouvais me décider à la quitter d′un pas en pensant que tout à l′heure il faudrait que je la laisse dans la salle à manger et que je remonte dans ma chambre sans avoir comme les autres soirs la consolation qu′elle vînt m′embrasser.
Mi madre estaba pensando que una sola palabra suya podía borrar todo el daño que en casa habíamos podido hacer a Swann desde que se casó. Y se las compuso para llevarle un poco aparte. Pero yo fui detrás; no podía decidirme a separarme ni un paso de ella al pensar que dentro de un momento tendría que dejarla en el comedor y subir a mi alcoba, sin tener el consuelo de que subiera a darme un beso como los demás días.
«Voyons, monsieur Swann, lui dit-elle, parlez-moi un peu de votre fille; je suis sûre qu′elle a déjà le goût des belles œuvres comme son papa.»
«Vamos a ver, señor Swann, cuénteme usted cosas de su hija; de seguro que ya tiene afición a las cosas bonitas, como su padre. »
«Mais venez donc vous asseoir avec nous tous sous la véranda», dit mon grand-père en s′approchant. Ma mère fut obligée de s′interrompre, mais elle tira de cette contrainte même une pensée délicate de plus, comme les bons poètes que la tyrannie de la rime force à trouver leurs plus grandes beautés:
«Pero vengan ustedes a sentarse aquí en la galería con nosotros», dijo mi abuelo acercándose. Mi madre tuvo que interrumpirse, pero hasta de aquel obstáculo sacó un pensamiento delicado más, como los buenos poetas a quienes la tiranía de la rima obliga a encontrar sus máximas bellezas.
«Nous reparlerons d′elle quand nous serons tous les deux, dit-elle à mi-voix à Swann. Il n′y a qu′une maman qui soit digne de vous comprendre. Je suis sûre que la sienne serait de mon avis.»
«Ya hablaremos de ello cuando estemos los dos solos .dijo Swann a media voz.. Sólo una madre la puede entender a usted. De seguro que la mamá de su niña opina como yo.» Nos sentamos todos alrededor de la mesa de hierro.
Nous nous assîmes tous autour de la table de fer. J′aurais voulu ne pas penser aux heures d′angoisse que je passerais ce soir seul dans ma chambre sans pouvoir m′endormir; je tâchais de me persuader qu′elles n′avaient aucune importance, puisque je les aurais oubliées demain matin, de m′attacher à des idées d′avenir qui auraient dû me conduire comme sur un pont au delà de l′abîme prochain qui m′effrayait. Mais mon esprit tendu par ma préoccupation, rendu convexe comme le regard que je dardais sur ma mère, ne se laissait pénétrer par aucune impression étrangère. Les pensées entraient bien en lui, mais à condition de laisser dehors tout élément de beauté ou simplement de drôlerie qui m′eût touché ou distrait.
Yo quería pensar en las horas de angustia que aquella noche pasaría yo solo en mi cuarto sin poder dormirme; hacía por convencerme de que no tenían tanta importancia, puesto que al día siguiente ya las habría olvidado, y trataba de agarrarme a ideas de porvenir, esas ideas que hubieran debido llevarme, como por un puente, hasta más allá del abismo cercano que me aterrorizaba. Pero mi espíritu, en tensión por la preocupación, y convexo, como la mirada con que yo flechaba a mi madre, no se dejaba penetrar por ninguna impresión extraña. Los pensamientos entraban en él, sí, pero a condición de dejarse fuera cualquier elemento de belleza o sencillamente de diversión que hubiera podido emocionarme o distraerme.
Comme un malade, grâce à un anesthésique, assiste avec une pleine lucidité à l′opération qu′on pratique sur lui, mais sans rien sentir, je pouvais me réciter des vers que j′aimais ou observer les efforts que mon grand-père faisait pour parler à Swann du duc d′Audiffret-Pasquier, sans que les premiers me fissent éprouver aucune émotion, les seconds aucune gaîté. Ces efforts furent infructueux. A peine mon grand-père eut-il posé à Swann une question relative à cet orateur qu′une des sœurs de ma grand′mère aux oreilles de qui cette question résonna comme un silence profond mais intempestif et qu′il était poli de rompre, interpella l′autre:
Lo mismo que un enfermo, gracias a un anestésico, asiste con entera lucidez a la operación que le están haciendo, pero sin sentir nada, yo me recitaba versos que me gustaban, o me complacía en fijarme en los esfuerzos que hacía mi abuelo para hablar a Swann del duque de Audiffret-Pasquier, sin que éstos me inspiraran ningún regocijo ni aquéllos ninguna emoción. Los esfuerzos fueron infructuosos. Apenas hubo mi abuelo hecho a Swann una pregunta relativa a aquel orador, cuando una de las hermanas de mi abuela, en cuyos oídos resonara la pregunta como una pausa profunda, pero intempestiva, y que sería cortés romper, dijo, dirigiéndose a la otra:
«Imagine-toi, Céline, que j′ai fait la connaissance d′une jeune institutrice suédoise qui m′a donné sur les coopératives dans les pays scandinaves des détails tout ce qu′il y a de plus intéressants. Il faudra qu′elle vienne dîner ici un soir.»
«Sabes; Celina, he conocido a una maestra joven, de Suecia, que me ha contado detalles interesantísimos sobre las cooperativas en los países escandinavos. Habrá que invitarla una noche».
«Je crois bien! répondit sa sœur Flora, mais je n′ai pas perdu mon temps non plus. J′ai rencontré chez M. Vinteuil un vieux savant qui connaît beaucoup Maubant, et à qui Maubant a expliqué dans le plus grand détail comment il s′y prend pour composer un rôle. C′est tout ce qu′il y a de plus intéressant. C′est un voisin de M. Vinteuil, je n′en savais rien; et il est très aimable.»
«Ya lo creo .contestó su hermana Flora.; pero yo tampoco he perdido el tiempo. Me he encontrado en casa del señor Vinteuil con un sabio muy viejo que conoce mucho a Maubant, el cual le ha explicado muy detalladamente lo que hace para preparar sus pape-Íes. Es interesantísimo. Es vecino del señor Vinteuil, yo no lo sabía; un hombre muy amable.»
«Il n′y a pas que M. Vinteuil qui ait des voisins aimables», s′écria ma tante Céline d′une voix que la timidité rendait forte et la préméditation, factice, tout en jetant sur Swann ce qu′elle appelait un regard significatif. En même temps ma tante Flora qui avait compris que cette phrase était le remerciement de Céline pour le vin d′Asti, regardait également Swann avec un air mêlé de congratulation et d′ironie, soit simplement pour souligner le trait d′esprit de sa sœur, soit qu′elle enviât Swann de l′avoir inspiré, soit qu′elle ne pût s′empêcher de se moquer de lui parce qu′elle le croyait sur la sellette.
«No es sólo el señor Vinteuil el que tiene vecinos amables», exclamó mi tía Celina con voz que era fuerte, a causa de la timidez, y ficticia, a causa de la premeditación, lanzando a Swann lo que ella llamaba una mirada significativa. Al mismo tiempo, mi tía Flora, que comprendió que la frase era el modo de dar las gracias por el vino de Asti, miró también a Swann con un tanto de congratulación y otro tanto de ironía, ya fuera para subrayar el rasgo de ingenio de su hermana, ya porque envidiara a Swann el haberlo inspirado, ya porque no pudiera por menos de burlarse de él porque le creía puesto en un brete.
«Je crois qu′on pourra réussir à avoir ce monsieur à dîner, continua Flora; quand on le met sur Maubant ou sur Mme Materna, il parle des heures sans s′arrêter.»
«Me parece que podremos lograr que venga a cenar una noche .siguió Flora.; cuando se le da cuerda acerca de Maubant o de la Materna se está hablando horas y horas.»
«Ce doit être délicieux», soupira mon grand-père dans l′esprit de qui la nature avait malheureusement aussi complètement omis d′inclure la possibilité de s′intéresser passionnément aux coopératives suédoises ou à la composition des rôles de Maubant, qu′elle avait oublié de fournir celui des sœurs de ma grand′mère du petit grain de sel qu′il faut ajouter soi-même pour y trouver quelque saveur, à un récit sur la vie intime de Molé ou du comte de Paris.
«Debe de ser delicioso», dijo mi abuelo suspirando; porque la naturaleza se había olvidado de poner en su alma la posibilidad de interesarse apasionadamente por las cooperativas suecas o la preparación de los papeles de Maubant, tan completamente como se olvidó de proporcionar a las hermanas de mi abuela ese granito de sal que tiene que poner uno mismo, para encontrarle sabor a un relato acerca de la vida íntima de Mole o del conde de París.
«Tenez, dit Swann à mon grand-père, ce que je vais vous dire a plus de rapports que cela n′en a l′air avec ce que vous me demandiez, car sur certains points les choses n′ont pas énormément changé. Je relisais ce matin dans Saint-Simon quelque chose qui vous aurait amusé. C′est dans le volume sur son ambassade d′Espagne; ce n′est pas un des meilleurs, ce n′est guère qu′un journal, mais du moins un journal merveilleusement écrit, ce qui fait déjà une première différence avec les assommants journaux que nous nous croyons obligés de lire matin et soir.»
«Pues, mire usted .dijo Swann a mi abuelo.: lo que le voy a decir tiene más relación de lo que parece con lo que me preguntaba usted, porque en algunos respectos las cosas no han cambiado mucho. Estaba yo esta mañana releyendo en Saint-Simon una cosa que le hubiera a usted divertido. Es el tomo que trata de cuando fue de embajador a España; no es uno de los mejores, no es casi más que un diario, pero por lo menos es un diario maravillosamente escrito, lo cual empieza ya a diferenciarle de esos cargantes diarios que nos creemos en la obligación de leer ahora por la mañana y por la noche.»
«Je ne suis pas de votre avis, il y a des jours où la lecture des journaux me semble fort agréable...», interrompit ma tante Flora, pour montrer qu′elle avait lu la phrase sur le Corot de Swann dans le Figaro.
«No soy yo de esa opinión: hay días en que la lectura de los diarios me parece muy agradable...», interrumpió mi tía Flora para hacer ver que había leído en El Fígaro la frase relativa al Corot de Swann.
«Quand ils parlent de choses ou de gens qui nous intéressent!» enchérit ma tante Céline.
«Sí, cuando hablan de cosas o de personas que nos interesan», realzó mi tía Celina.
«Je ne dis pas non, répondit Swann étonné. Ce que je reproche aux journaux c′est de nous faire faire attention tous les jours à des choses insignifiantes tandis que nous lisons trois ou quatre fois dans notre vie les livres où il y a des choses essentielles. Du moment que nous déchirons fiévreusement chaque matin la bande du journal, alors on devrait changer les choses et mettre dans le journal, moi je ne sais pas, les... Pensées de Pascal! (il détacha ce mot d′un ton d′emphase ironique pour ne pas avoir l′air pédant). Et c′est dans le volume doré sur tranches que nous n′ouvrons qu′une fois tous les dix ans, ajouta-t-il en témoignant pour les choses mondaines ce dédain qu′affectent certains hommes du monde, que nous lirions que la reine de Grèce est allée à Cannes ou que la princesse de Léon a donné un bal costumé. Comme cela la juste proportion serait rétablie.» Mais regrettant de s′être laissé aller à parler même légèrement de choses sérieuses: «Nous avons une bien belle conversation, dit-il ironiquement, je ne sais pas pourquoi nous abordons ces «sommets», et se tournant vers mon grand-père: «Donc Saint-Simon raconte que Maulevrier avait eu l′audace de tendre la main à ses fils. Vous savez, c′est ce Maulevrier dont il dit: «Jamais je ne vis dans cette épaisse bouteille que de l′humeur, de la grossièreté et des sottises.»
«No digo que no .replicó Swann un poco sorprendido.. Lo que a mí me parece mal en los periódicos es que soliciten todos los días nuestra atención para cosas insignificantes, mientras que los libros que contienen cosas esenciales no los leemos más que tres o cuatro veces en toda nuestra vida. En el momento en que rompemos febrilmente todas las mañanas la faja del periódico, las cosas debían cambiarse y aparecer en el periódico, yo no sé qué, los... pensamientos de Pascal, por ejemplo .y destacó esta palabra con un tono de énfasis irónico, para no parecer pe- dante.; y, en cambio, en esos tomos de cantos dorados que no abrimos más que cada diez años es donde debiéramos leer que la reina de Grecia ha salido para Cannes, o que la duquesa de León ha dado un baile de trajes», añadió Swann dando muestra de ese desdén por las cosas mundanas que afectan algunos hombres de mundo. Pero lamentando haberse inclinado a hablar de cosas serias, aunque las tratara ligeramente, dijo con ironía: «Hermosa conversación tenemos; no sé por qué abordamos estas cimas», y volviéndose hacia mi abuelo: «Pues cuenta Saint-Simon que Maulevrier tuvo un día el valor de tender la mano a sus hijos. Ya sabe usted que de ese Maulevrier es de quien dice: «Nunca vi en esa botella ordinaria más que mal humor, grosería y estupideces.»
«Épaisses ou non, je connais des bouteilles où il y a tout autre chose», dit vivement Flora, qui tenait à avoir remercié Swann elle aussi, car le présent de vin d′Asti s′adressait aux deux. Céline se mit à rire.
«Ordinarias o no, ya sé yo de botellas que tienen otra cosa», dijo vivamente Flora, que tenía interés en dar las gracias ella también a Swann, porque el regalo era para las dos. Celina se echó a reír.
Swann interloqué reprit: «Je ne sais si ce fut ignorance ou panneau, écrit Saint-Simon, il voulut donner la main à mes enfants. Je m′en aperçus assez tôt pour l′en empêcher.»
Swann, desconcertado, prosiguió: «Yo no sé si fue por pasarse de tonto o por pasarse de listo, escribe Saint-Simon. que quiso dar la mano a mis hijos. Lo noté lo bastante a tiempo para impedírselo».
Mon grand-père s′extasiait déjà sur «ignorance ou panneau», mais Mlle Céline, chez qui le nom de Saint-Simon,—un littérateur,—avait empêché l′anesthésie complète des facultés auditives, s′indignait déjà:
Mi abuelo ya se estaba extasiando ante la locución; pero la señorita Celina, en cuya persona el nombre de Saint-Simon .un literato, había impedido la anestesia total de las facultades auditivas, se indignó:
«Comment? vous admirez cela? Eh bien! c′est du joli! Mais qu′est-ce que cela peut vouloir dire; est-ce qu′un homme n′est pas autant qu′un autre? Qu′est-ce que cela peut faire qu′il soit duc ou cocher s′il a de l′intelligence et du cœur? Il avait une belle manière d′élever ses enfants, votre Saint-Simon, s′il ne leur disait pas de donner la main à tous les honnêtes gens. Mais c′est abominable, tout simplement. Et vous osez citer cela?» Et mon grand-père navré, sentant l′impossibilité, devant cette obstruction, de chercher à faire raconter à Swann, les histoires qui l′eussent amusé disait à voix basse à maman: «Rappelle-moi donc le vers que tu m′as appris et qui me soulage tant dans ces moments-là. Ah! oui: «Seigneur, que de vertus vous nous faites ha" Ah! comme c′est bien!»
«¿ Cómo? ¿Y admira usted eso? Pues sí que tiene gracia. ¿Qué quiere decir eso? ¿Es que un hombre no vale lo mismo que otro? ¿Qué más da que sea duque o cochero si es listo y bueno? Buena manera tenía de educar a sus hijos su Saint-Simon de usted, si no los enseñaba a dar la mano a todas las personas honradas. Es sencillamente odioso. Y se atreve usted a citar eso». Y mi abuelo, afligido, y comprendiendo ante esta obstrucción la imposibilidad de intentar que Swann le contara aquellas anécdotas que tanto le hubieran divertido, decía en voz baja a mamá: «Recuérdame ese verso que me enseñaste y que me consuela tanto en estos momentos. ¡Ah!, sí: Señor, cuántas virtudes nos has hecho tú odiosas. ¡Qué bien está eso!
Je ne quittais pas ma mère des yeux, je savais que quand on serait à table, on ne me permettrait pas de rester pendant toute la durée du dîner et que pour ne pas contrarier mon père, maman ne me laisserait pas l′embrasser à plusieurs reprises devant le monde, comme si ç′avait été dans ma chambre. Aussi je me promettais, dans la salle à manger, pendant qu′on commencerait à dîner et que je sentirais approcher l′heure, de faire d′avance de ce baiser qui serait si court et furtif, tout ce que j′en pouvais faire seul, de choisir avec mon regard la place de la joue que j′embrasserais, de préparer ma pensée pour pouvoir grâce à ce commencement mental de baiser consacrer toute la minute que m′accorderait maman à sentir sa joue contre mes lèvres, comme un peintre qui ne peut obtenir que de courtes séances de pose, prépare sa palette, et a fait d′avance de souvenir, d′après ses notes, tout ce pour quoi il pouvait à la rigueur se passer de la présence du modèle. Mais voici qu′avant que le dîner fût sonné mon grand-père eut la férocité inconsciente de dire: «Le petit a l′air fatigué, il devrait monter se coucher. On dîne tard du reste ce soir.»
Yo no quitaba la vista de encima a mi madre; sabía bien que cuando estuviéramos a la mesa no me dejarían quedarme mientras durara toda la comida, y que para no contrariar a mi padre, mamá no me permitiría que le diera más de un beso delante de la gente, como si fuera en mi cuarto. Así que ya me estaba yo prometiendo para cuando, estando todos en el comedor, empezaran a cenar ellos y sintiera yo que se acercaba la hora, sacar por anticipado de aquel beso, que habría de ser tan corto y fugitivo, todo lo que yo únicamente podía sacar de él: escoger con la mirada el sitio de la mejilla que iba a besar, preparar el pensamiento para poder consagrar gracias a ese comienzo mental del beso, el minuto entero que me concediera mi madre al sentir su cara en mis labios, como un pintor que no puede lograr largas sesiones de modelo prepara su paleta y hace por anticipado de memoria, con arreglo a sus apuntes, todo aquello para lo cual puede en rigor prescindir del modelo. Pero he aquí que, antes de que llamaran a cenar, mi abuelo tuvo la ferocidad inconsciente de decir: «Parece que el niño está cansado, debería subir a acostarse. Porque, además, esta noche cenamos tarde».
Et mon père, qui ne gardait pas aussi scrupuleusement que ma grand′mère et que ma mère la foi des traités, dit: «Oui, allons, vas te coucher.»
Y mi padre, que no guardaba con la misma escrupulosidad que mi muela y mi madre el respeto a la fe jurada, dijo: «Sí, anda, ve a acostarte».
Je voulus embrasser maman, à cet instant on entendit la cloche du dîner.
Fui a besar a mamá y en aquel momento sonó la campana para la cena.
«Mais non, voyons, laisse ta mère, vous vous êtes assez dit bonsoir comme cela, ces manifestations sont ridicules. Allons, monte!»
No, no, deja a tu madre; bastante os habéis dicho adiós ya; esas manifestaciones son ridiculas. Anda, sube.»
Et il me fallut partir sans viatique; il me fallut monter chaque marche de l′escalier, comme dit l′expression populaire, à «contre-cœur», montant contre mon cœur qui voulait retourner près de ma mère parce qu′elle ne lui avait pas, en m′embrassant, donné licence de me suivre. Cet escalier détesté où je m′engageais toujours si tristement, exhalait une odeur de vernis qui avait en quelque sorte absorbé, fixé, cette sorte particulière de chagrin que je ressentais chaque soir et la rendait peut-être plus cruelle encore pour ma sensibilité parce que sous cette forme olfactive mon intelligence n′en pouvait plus prendre sa part. Quand nous dormons et qu′une rage de dents n′est encore perçue par nous que comme une jeune fille que nous nous efforçons deux cents fois de suite de tirer de l′eau ou que comme un vers de Molière que nous nous répétons sans arrêter, c′est un grand soulagement de nous réveiller et que notre intelligence puisse débarrasser l′idée de rage de dents, de tout déguisement héroe ou cadencé. C′est l′inverse de ce soulagement que j′éprouvais quand mon chagrin de monter dans ma chambre entrait en moi d′une façon infiniment plus rapide, presque instantanée, à la fois insidieuse et brusque, par l′inhalation,—beaucoup plus toxique que la pénétration morale,—de l′odeur de vernis particulière à cet escalier.
Y tuve que marcharme sin viático, tuve que subir cada escalón llevando la contra a mi corazón, ir subiendo contra mi corazón, que quería volverse con mi madre, porque ésta no le había dado permiso para venirse conmigo, como se le daba todas las noches con el beso. Aquella odiada escalera por la que siempre subí con tan triste ánimo echaba un olor a barniz que en cierto modo absorbió y fijó aquella determinada especie de pena que yo sentía todas las noches, contribuyendo a hacerla aún más cruel para mi sensibilidad, porque bajo esa forma olfativa mi inteligencia no podía participar de ella. Cuando estamos durmiendo y no nos damos cuenta de un dolor de muelas que nos asalta, sino bajo la forma de una muchacha que está ahogándose y que intentamos sacar del agua doscientas veces seguidas, o de un verso de Moliere que nos repetimos sin cesar, nos alivia mucho despertamos y que nuestra inteligencia pueda separar la idea de dolor de muelas de todo disfraz heroico o acompasado que adoptará. Lo contrario de este consuelo es lo que yo sentía cuando la pena de subirme a mi cuarto penetraba en mí de un modo infinitamente más rápido, casi instantáneo, insidioso y brusco a la vez, por la inhalación .mucho más tóxica que la penetración moral, del olor de barniz característico de la escalera.
Une fois dans ma chambre, il fallut boucher toutes les issues, fermer les volets, creuser mon propre tombeau, en défaisant mes couvertures, revêtir le suaire de ma chemise de nuit. Mais avant de m′ensevelir dans le lit de fer qu′on avait ajouté dans la chambre parce que j′avais trop chaud l′été sous les courtines de reps du grand lit, j′eus un mouvement de révolte, je voulus essayer d′une ruse de condamné. J′écrivis à ma mère en la suppliant de monter pour une chose grave que je ne pouvais lui dire dans ma lettre. Mon effroi était que Françoise, la cuisinière de ma tante qui était chargée de s′occuper de moi quand j′étais à Combray, refusât de porter mon mot. Je me doutais que pour elle, faire une commission à ma mère quand il y avait du monde lui paraîtrait aussi impossible que pour le portier d′un théâtre de remettre une lettre à un acteur pendant qu′il est en scène. Elle possédait à l′égard des choses qui peuvent ou ne peuvent pas se faire un code impérieux, abondant, subtil et intransigeant sur des distinctions insaisissables ou oiseuses (ce qui lui donnait l′apparence de ces lois antiques qui, à côté de prescriptions féroces comme de massacrer les enfants à la mamelle, défendent avec une délicatesse exagérée de faire bouillir le chevreau dans le lait de sa mère, ou de manger dans un animal le nerf de la cuisse).
Ya en mi cuarto, había que taparse todas las salidas, cerrar las maderas de la ventana, cavar mi propia tumba, levantando el embozo de la sábana, y revestir el sudario de mi camisa de dormir. Pero antes de enterrarme en la camita de hierro que había puesto en mi cuarto, porque en el verano me daban mucho calor las cortinas de creps de la cama grande, me rebelé, quise probar una argucia de condenado. Escribí a mi madre rogándole que subiera para un asunto grave del que no podía hablarle en mi carta. Mi temor era que Francisca, la cocinera de mi tía, que era la que se encargaba de cuidarme cuando yo estaba en Combray, se negara a llevar mi cartita. Sospechaba yo que a Francisca le parecía tan imposible dar un recado a mi madre cuando había gente de fuera, como al portero de un teatro llevar una carta a un actor cuando está en escena. Tenía Francisca, para juzgar de las cosas que deben o no deben hacerse, un código imperioso, abundante, sutil e intransigente, con distinciones inasequibles y ociosas (lo cual le asemejaba a esas leyes antiguas que, junto a prescripciones feroces como la de degollar a los niños de pecho, prohiben con exagerada delicadeza que se cueza un cabrito en la leche de su madre, o que de un determinado animal se coma el nervio del muslo).
Ce code, si l′on en jugeait par l′entêtement soudain qu′elle mettait à ne pas vouloir faire certaines commissions que nous lui donnions, semblait avoir prévu des complexités sociales et des raffinements mondains tels que rien dans l′entourage de Françoise et dans sa vie de domestique de village n′avait pu les lui suggérer; et l′on était obligé de se dire qu′il y avait en elle un passé français très ancien, noble et mal compris, comme dans ces cités manufacturières où de vieux hôtels témoignent qu′il y eut jadis une vie de cour, et où les ouvriers d′une usine de produits chimiques travaillent au milieu de délicates sculptures qui représentent le miracle de saint Théophile ou les quatre fils Aymon.
A juzgar por la repentina obstinación con que Francisca se oponía a llevar a cabo algunos encargos que le dábamos, este código parecía haber previsto complejidades sociales y refinamientos mundanos de tal naturaleza, que no había nada en el medio social de Francisca ni en su vida de criada de pueblo que hubiera podido sugerírselos; y no teníamos más remedio que reconocer en su persona un pasado francés, muy antiguo, noble y mal comprendido, lo mismo que en esas ciudades industriales en las que los viejos palacios dan testimonio de que allí hubo antaño vida de corte, y donde los obreros de una fábrica de productos químicos trabajan rodeados por delicadas esculturas que representan el milagro de San Teófilo o los cuatro hijos de Aymon.
Dans le cas particulier, l′article du code à cause duquel il était peu probable que sauf le cas d′incendie Françoise allât déranger maman en présence de M. Swann pour un aussi petit personnage que moi, exprimait simplement le respect qu′elle professait non seulement pour les parents,—comme pour les morts, les prêtres et les rois,—mais encore pour l′étranger à qui on donne l′hospitalité, respect qui m′aurait peut-être touché dans un livre mais qui m′irritait toujours dans sa bouche, à cause du ton grave et attendri qu′elle prenait pour en parler, et davantage ce soir où le caractère sacré qu′elle conférait au dîner avait pour effet qu′elle refuserait d′en troubler la cérémonie. Mais pour mettre une chance de mon côté, je n′hésitai pas à mentir et à lui dire que ce n′était pas du tout moi qui avais voulu écrire à maman, mais que c′était maman qui, en me quittant, m′avait recommandé de ne pas oublier de lui envoyer une réponse relativement à un objet qu′elle m′avait prié de chercher; et elle serait certainement très fâchée si on ne lui remettait pas ce mot. Je pense que Françoise ne me crut pas, car, comme les hommes primitifs dont les sens étaient plus puissants que les nôtres, elle discernait immédiatement, à des signes insaisissables pour nous, toute vérité que nous voulions lui cacher; elle regarda pendant cinq minutes l′enveloppe comme si l′examen du papier et l′aspect de l′écriture allaient la renseigner sur la nature du contenu ou lui apprendre à quel article de son code elle devait se référer. Puis elle sortit d′un air résigné qui semblait signifier: «C′est-il pas malheureux pour des parents d′avoir un enfant pareil!»
En aquel caso mío el artículo del código por el cual era muy poco probable que, excepto en caso de incendio, Francisca fuera a molestar a mamá en presencia del señor. Swann por un personaje tan diminuto como yo, expresaba sencillamente el respeto debido, no sólo a los padres .como a los muertos, los curas y los reyes., sino al extraño a quien se ofrece hospitalidad, respeto que, visto y un libro, quizá me hubiera emocionado, pero que en su boca me irritaba siempre, por el tono grave y tierno con que hablaba de él, y mucho más esa noche en que precisamente el carácter sagrado que atribuía a la comida daba por resultado el que se negara a turbar su ceremonial. Pero para ganarme una chispa más de éxito, no dudé en mentir y decirle que no era ya a mí a quien se le había ocurrido escribir a mamá, sino ella, la que al separarnos me recomendó que no dejara de contestarle respecto a una cosa que yo tenía que buscar; y que se enfadaría mucho si no se le entregaba la carta. Se me figura que Francisca no me creyó, porque, al igual de los hombres primitivos, cuyos sentidos eran más potentes que los nuestros, discernía inmediatamente, y por señales para nosotros inaprensibles, cualquier verdad que quisiéramos ocultarle; se detuvo mirando el sobre cinco minutos, como si el examen del papel y la forma de la letra fueran a enterarla de la naturaleza del contenido o a indicarle a qué artículo del código tenía que referirse. Luego salió con aspecto de resignación que al parecer significaba: «¡Qué desgracia para unos padres tener un hijo así!»
Elle revint au bout d′un moment me dire qu′on n′en était encore qu′à la glace, qu′il était impossible au maître d′hôtel de remettre la lettre en ce moment devant tout le monde, mais que, quand on serait aux rince-bouche, on trouverait le moyen de la faire passer à maman. Aussitôt mon anxiété tomba; maintenant ce n′était plus comme tout à l′heure pour jusqu′à demain que j′avais quitté ma mère, puisque mon petit mot allait, la fâchant sans doute (et doublement parce que ce manège me rendrait ridicule aux yeux de Swann), me faire du moins entrer invisible et ravi dans la même pièce qu′elle, allait lui parler de moi à l′oreille; puisque cette salle à manger interdite, hostile, où, il y avait un instant encore, la glace elle-même—le «granité»—et les rince-bouche me semblaient recéler des plaisirs malfaisants et mortellement tristes parce que maman les goûtait loin de moi, s′ouvrait à moi et, comme un fruit devenu doux qui brise son enveloppe, allait faire jaillir, projeter jusqu′à mon cœur enivré l′attention de maman tandis qu′elle lirait mes lignes. Maintenant je n′étais plus séparé d′elle; les barrières étaient tombées, un fil délicieux nous réunissait. Et puis, ce n′était pas tout: maman allait sans doute venir!
Volvió al cabo de un momento a decirme que estaban todavía en el helado y que el maestresala no podía dar la carta en ese instante delante de todo el mundo; pero que cuando estuvieran terminando, ya buscaría la manera de entregarla. Inmediatamente mi ansiedad decayó; ahora ya no era como hacía un instante, ahora ya no me había separado de mi madre hasta mañana, puesto que mi esquelita iba, enojándose sin duda (y más aún por esta artimaña me revestiría de ridículo a los ojos de Swann), a hacerme penetrar, invisible y gozoso, en la misma habitación donde ella estaba, iba a hablarle de mí al oído; puesto que ese comedor, vedado y hostil en el cual no hacía aún más que un momento hasta el helado y los postres me parecían encubrir placeres malignos y mortalmente tristes porque mamá los saboreaba lejos de mí. iba a abrírseme como un fruto maduro que rompe su piel y dejaría brotar, para lanzarla hasta mi embriagado corazón, la atención de mi madre al leer la carta. Ya no estaba separado de ella; las barreras habían caído y nos enlazaba un hilo deleitable. Y no se acababa todo ahí; mamá iba a venir, sin duda.
L′angoisse que je venais d′éprouver, je pensais que Swann s′en serait bien moqué s′il avait lu ma lettre et en avait deviné le but; or, au contraire, comme je l′ai appris plus tard, une angoisse semblable fut le tourment de longues années de sa vie et personne, aussi bien que lui peut-être, n′aurait pu me comprendre; lui, cette angoisse qu′il y a à sentir l′être qu′on aime dans un lieu de plaisir où l′on n′est pas, où l′on ne peut pas le rejoindre, c′est l′amour qui la lui a fait connaître, l′amour auquel elle est en quelque sorte prédestinée, par lequel elle sera accaparée, spécialisée; mais quand, comme pour moi, elle est entrée en nous avant qu′il ait encore fait son apparition dans notre vie, elle flotte en l′attendant, vague et libre, sans affectation déterminée, au service un jour d′un sentiment, le lendemain d′un autre, tantôt de la tendresse filiale ou de l′amitié pour un camarade. Et la joie avec laquelle je fis mon premier apprentissage quand Françoise revint me dire que ma lettre serait remise, Swann l′avait bien connue aussi cette joie trompeuse que nous donne quelque ami, quelque parent de la femme que nous aimons, quand arrivant à l′hôtel ou au théâtre où elle se trouve, pour quelque bal, redoute, ou première où il va la retrouver, cet ami nous aperçoit errant dehors, attendant désespérément quelque occasion de communiquer avec elle. Il nous reconnaît, nous aborde familièrement, nous demande ce que nous faisons là. Et comme nous inventons que nous avons quelque chose d′urgent à dire à sa parente ou amie, il nous assure que rien n′est plus simple, nous fait entrer dans le vestibule et nous promet de nous l′envoyer avant cinq minutes. Que nous l′aimons—comme en ce moment j′aimais Françoise—, l′intermédiaire bien intentionné qui d′un mot vient de nous rendre supportable, humaine et presque propice la fête inconcevable, infernale, au sein de laquelle nous croyions que des tourbillons ennemis, pervers et délicieux entraînaient loin de nous, la faisant rire de nous, celle que nous aimons.
Yo me creía que si Swann hubiera leído mi carta y adivinado su finalidad se habría reído de la angustia que yo sentía; por el contrario, como mucho más tarde supe, una angustia semejante fue su tormento durante muchos años de su vida, y quizá nadie me hubiera entendido mejor que él; esa angustia, que consiste en sentir que el ser amado se halla en un lugar de fiesta donde nosotros no podemos estar, donde no podemos ir a buscarlo, a él se la enseñó el amor, a quien está predestinada esa pena, que la acaparará y la especializará; pero que cuando entra en nosotros, como a mí me sucedía, antes de que el amor haya hecho su aparición en nuestra vida, flota esperándolo, vaga y libre, sin atribución determinada, puesta hoy al servicio de un sentimiento y mañana de otro, ya de la ternura fllial, ya de la amistad por un camarada. Y la alegría con que yo hice mi primer aprendizaje cuando Francisca volvió a decirme que entregarían mi carta, la conocía Swann muy bien: alegría engañosa que nos da cualquier amigo, cualquier pariente de la mujer amada cuando, al llegar al palacio o al teatro donde está ella, para ir al baile, a la fiesta o al estreno donde la verá, nos descubre vagando por allí fuera en desesperada espera de una ocasión para comunicarnos con la amada. Nos reconoce, se acerca familiarmente a nosotros, nos pregunta qué estábamos haciendo. Y como nosotros inventamos un recado urgente que tenemos que dar a su pariente o amiga, nos dice que no hay cosa más fácil, que entremos en el vestíbulo y que él nos la mandará antes de que pasen cinco minutos ¡Cuánto queremos .como en ese momento quería yo a Francisca, al intermediario bienintencionado que con una palabra nos convierte en soportable, humana y casi propicia la fiesta inconcebible e infernal en cuyas profundidades nos imaginábamos que había torbellinos enemigos, deliciosos y perversos, que alejaban a la amada de nosotros, que le inspiraban risa hacia nuestra persona!
Si nous en jugeons par lui, le parent qui nous a accosté et qui est lui aussi un des initiés des cruels mystères, les autres invités de la fête ne doivent rien avoir de bien démoniaque. Ces heures inaccessibles et suppliciantes où elle allait goûter des plaisirs inconnus, voici que par une brèche inespérée nous y pénétrons; voici qu′un des moments dont la succession les aurait composées, un moment aussi réel que les autres, même peut-être plus important pour nous, parce que notre maîtresse y est plus mêlée, nous nous le représentons, nous le possédons, nous y intervenons, nous l′avons créé presque: le moment où on va lui dire que nous sommes là, en bas. Et sans doute les autres moments de la fête ne devaient pas être d′une essence bien différente de celui-là, ne devaient rien avoir de plus délicieux et qui dût tant nous faire souffrir puisque l′ami bienveillant nous a dit: «Mais elle sera ravie de descendre! Cela lui fera beaucoup plus de plaisir de causer avec vous que de s′ennuyer là-haut.» Hélas! Swann en avait fait l′expérience, les bonnes intentions d′un tiers sont sans pouvoir sur une femme qui s′irrite de se sentir poursuivie jusque dans une fête par quelqu′un qu′elle n′aime pas. Souvent, l′ami redescend seul.
A juzgar por él, por este pariente que nos ha abordado y que es uno de los iniciados en esos misterios crueles, los demás invitados de la fiesta no deben ser muy infernales. Y por una brecha inesperada entramos en estas horas inaccesibles de suplicio, en que ella iba a gustar de placeres desconocidos; y uno de los momentos, cuyo sucederse iba a formar esas horas placenteras un momento tan real como los demás, aún más importante para nosotros, porque nuestra amada tiene mayor participación en él, nos le representamos, le poseemos, le dominamos, le creamos casi el momento en que le digan que estamos allí abajo esperando. Y sin duda los demás instantes de la fiesta no deben de ser de una esencia muy distinta a ése, no deben contener más delicias, ni ser motivo para hacernos sufrir, porque el bondadoso amigo nos ha dicho: «¡Si le encantará bajar! ¡Le gustará mucho más estar aquí hablando con usted que aburrirse allá arriba!» Pero, ¡ay!, Swann lo sabía ya por experiencia, las buenas intenciones de un tercero no tienen poder ninguno para con una mujer que se molesta al verse perseguida hasta en una fiesta por un hombre a quien no quiere. Y muchas veces el amigo vuelve a bajar él solo.
Ma mère ne vint pas, et sans ménagements pour mon amour-propre (engagé à ce que la fable de la recherche dont elle était censée m′avoir prié de lui dire le résultat ne fût pas démentie) me fit dire par Françoise ces mots: «Il n′y a pas de réponse» que depuis j′ai si souvent entendu des concierges de «palaces» ou des valets de pied de tripots, rapporter à quelque pauvre fille qui s′étonne: «Comment, il n′a rien dit, mais c′est impossible! Vous avez pourtant bien remis ma lettre. C′est bien, je vais attendre encore.» Et—de même qu′elle assure invariablement n′avoir pas besoin du bec supplémentaire que le concierge veut allumer pour elle, et reste là, n′entendant plus que les rares propos sur le temps qu′il fait échangés entre le concierge et un chasseur qu′il envoie tout d′un coup en s′apercevant de l′heure, faire rafraîchir dans la glace la boisson d′un client,—ayant décliné l′offre de Françoise de me faire de la tisane ou de rester auprès de moi, je la laissai retourner à l′office, je me couchai et je fermai les yeux en tâchant de ne pas entendre la voix de mes parents qui prenaient le café au jardin.
Mi madre no subió, y sin consideración alguna con mi amor propio (interesado en que no fuera desmentida la fábula de aquel encargo que, según yo inventé, me diera mamá de buscar una cosa), me mandó a decir con Francisca: «No tiene nada que contestar», esas palabras que luego he oído tantas veces en boca de porteros de «palaces» o lacayos de garitos, dirigidas a una pobre muchacha que se extraña al oírlas: «¿Cómo, no ha dicho nada? ¡No es posible! ¿Y dice usted que le han dado mi carta? Bueno, esperaré un poco». Y .lo mismo que la muchacha asegura invariablemente que no necesita esa otra luz suplementaria que el portero quiere encender en honor suyo, y se está allí, sin oír más que las pocas frases sobre el tiempo que hace, cambiadas entre el portero y un botones, botones al que envía de pronto, al fijarse en la hora que es, a enfriar en hielo la bebida de un cliente, así yo declinaba el ofrecimiento de Francisca de hacerme una taza de tilo o estarse conmigo, la dejaba volver a su cocina, me acostaba y cerraba bien los ojos, procurando no oír la voz de mis padres, que estaban en el jardín tomando café.
Mais au bout de quelques secondes, je sentis qu′en écrivant ce mot à maman, en m′approchant, au risque de la fâcher, si près d′elle que j′avais cru toucher le moment de la revoir, je m′étais barré la possibilité de m′endormir sans l′avoir revue, et les battements de mon cœur, de minute en minute devenaient plus douloureux parce que j′augmentais mon agitation en me prêchant un calme qui était l′acceptation de mon infortune. Tout à coup mon anxiété tomba, une félicité m′envahit comme quand un médicament puissant commence à agir et nous enlève une douleur: je venais de prendre la résolution de ne plus essayer de m′endormir sans avoir revu maman, de l′embrasser coûte que coûte, bien que ce fût avec la certitude d′être ensuite fâché pour longtemps avec elle, quand elle remonterait se coucher. Le calme qui résultait de mes angoisses finies me mettait dans un allégresse extraordinaire, non moins que l′attente, la soif et la peur du danger.
Pero al cabo de unos segundos me di cuenta de que al escribir a mamá, al acercarme tanto a ella, aun a riesgo de enojarla, tanto que creí tocar ya con el momento de volver a verla, me había cerrado a mí mismo la posibilidad de dormirme sin haberla visto, y los latidos de mi corazón me eran cada vez más dolorosos porque yo acrecía mi propia agitación predicándome una calma que no era sino la aceptación de mi desgracia. De repente, mi ansiedad decayó y me sentí invadir por una gran felicidad, como cuando una medicina muy fuerte empieza a hacer efecto y nos quita un dolor: es que acababa de decidirme a no probar a dormir sin haber visto a mamá, de besarla, costase lo que costase, cuando subiera a acostarse, aun con la seguridad de que luego estuviera enfadada conmigo mucho tiempo. La calma que sucedió al acabarse de mis angustias me dio una alegría extraordinaria, no menos que la espera, la sed y el temor al peligro.
J′ouvris la fenêtre sans bruit et m′assis au pied de mon lit; je ne faisais presque aucun mouvement afin qu′on ne m′entendît pas d′en bas. Dehors, les choses semblaient, elles aussi, figées en une muette attention à ne pas troubler le clair de lune, qui doublant et reculant chaque chose par l′extension devant elle de son reflet, plus dense et concret qu′elle-même, avait à la fois aminci et agrandi le paysage comme un plan replié jusque-là, qu′on développe. Ce qui avait besoin de bouger, quelque feuillage de marronnier, bougeait. Mais son frissonnement minutieux, total, exécuté jusque dans ses moindres nuances et ses dernières délicatesses, ne bavait pas sur le reste, ne se fondait pas avec lui, restait circonscrit. Exposés sur ce silence qui n′en absorbait rien, les bruits les plus éloignés, ceux qui devaient venir de jardins situés à l′autre bout de la ville, se percevaient détaillés avec un tel «fini» qu′ils semblaient ne devoir cet effet de lointain qu′à leur pianissimo, comme ces motifs en sourdine si bien exécutés par l′orchestre du Conservatoire que quoiqu′on n′en perde pas une note on croit les entendre cependant loin de la salle du concert et que tous les vieux abonnés,—les sœurs de ma grand′mère aussi quand Swann leur avait donné ses places,—tendaient l′oreille comme s′ils avaient écouté les progrès lointains d′une armée en marche qui n′aurait pas encore tourné la rue de Trévise.
Abrí la ventana sin hacer ruido y me senté a los pies de la cama; no me movía apenas para que no me sintieran desde abajo. Afuera las cosas también parecían estar inmóviles y en muda atención para no perturbar el claror de la luna, que duplicaba y alejaba todo objeto al extender ante él su propio reflejo, más denso y concreto que él mismo, y así adelgazaba y agrandaba a la par el paisaje, como un plano doblado que se va desplegando. Movíase aquello que debía moverse, el follaje de algún castaño. Pero su estremecimiento minucioso y total, ejecutado hasta los menores matices y las extremas delicadezas, no se vertía sobre lo demás, no se fundía con ello, permanecía circunscrito. Expuestos sobre aquel fondo de silencio que no absorbía nada, los rumores más lejanos, que debían venir de jardines situados al otro extremo del pueblo, percibíanse, detallados con tal «perfección», que ese efecto de lejanía parecía que lo debían tan sólo a su pianissimo, como esos motivos en sordina tan bien ejecutados por la orquesta del Conservatorio, que, aunque no perdamos una sola nota de ellos, nos parece oírlos fuera de la sala de conciertos, y que hacían a todos los abonados antiguos y también a las hermanas de mi abuela cuando Swann les daba sus billetes, aguzar el oído como si oyeran el lejano avanzar de un ejército en marcha que aun no había doblado la esquina de la calle de Trévise.
Je savais que le cas dans lequel je me mettais était de tous celui qui pouvait avoir pour moi, de la part de mes parents, les conséquences les plus graves, bien plus graves en vérité qu′un étranger n′aurait pu le supposer, de celles qu′il aurait cru que pouvaient produire seules des fautes vraiment honteuses. Mais dans l′éducation qu′on me donnait, l′ordre des fautes n′était pas le même que dans l′éducation des autres enfants et on m′avait habitué à placer avant toutes les autres (parce que sans doute il n′y en avait pas contre lesquelles j′eusse besoin d′être plus soigneusement gardé) celles dont je comprends maintenant que leur caractère commun est qu′on y tombe en cédant à une impulsion nerveuse. Mais alors on ne prononçait pas ce mot, on ne déclarait pas cette origine qui aurait pu me faire croire que j′étais excusable d′y succomber ou même peut-être incapable d′y résister. Mais je les reconnaissais bien à l′angoisse qui les précédait comme à la rigueur du châtiment qui les suivait; et je savais que celle que je venais de commettre était de la même famille que d′autres pour lesquelles j′avais été sévèrement puni, quoique infiniment plus grave.
Yo sabía que aquel trance en que me colocaba era uno de los que podrían acarrearme, por parte de mis padres, las más graves consecuencias, mucho más graves en verdad de lo que hubiera podido suponer ningún extraño, y que cualquier persona de fuera habría creído derivadas de faltas verdaderamente bochornosas. Pero en la educación que a mí me daban el orden de las faltas no era el mismo que en la educación de los demás niños, y me habían acostumbrado a poner en primera línea (sin duda por ser aquellas contra las cuales necesitaba precaverme más cuidadosamente) esas faltas cuyo carácter común era, según yo comprendo ahora, el que se incurre en ellas al ceder a un impulso nervioso. Pero entonces no se pronunciaba esa palabra, no se declaraba ese origen que pudiera hacerme creer que el sucumbir tenía excusa y que era incapaz de resistencia. Pero yo conocía muy bien esas faltas en la angustia que les precedía y en el rigor del castigo que llegaba después; y bien sabía que la que acababa de cometer era de la misma familia que otras, por la que fui severamente castigado, pero más grave aún.
Quand j′irais me mettre sur le chemin de ma mère au moment où elle monterait se coucher, et qu′elle verrait que j′étais resté levé pour lui redire bonsoir dans le couloir, on ne me laisserait plus rester à la maison, on me mettrait au collège le lendemain, c′était certain. Eh bien! dusse-je me jeter par la fenêtre cinq minutes après, j′aimais encore mieux cela. Ce que je voulais maintenant c′était maman, c′était lui dire bonsoir, j′étais allé trop loin dans la voie qui menait à la réalisation de ce désir pour pouvoir rebrousser chemin.
Cuando fuera a ponerme delante de mi madre en el momento de subir ella a acostarse, y viera que me había estado levantado para decirle adiós, ya no me dejarían estar en casa, y al día siguiente me mandarían al colegio; era cosa segura. Pues bien; aunque tuviera que tirarme por la ventana cinco minutos más tarde, prefería hacerlo. Lo que yo quería era mi madre, decirle adiós, y ya había ido muy lejos por aquel camino que llevaba a la realización de mi deseo para volverme atrás.
J′entendis les pas de mes parents qui accompagnaient Swann; et quand le grelot de la porte m′eut averti qu′il venait de partir, j′allai à la fenêtre. Maman demandait à mon père s′il avait trouvé la langouste bonne et si M. Swann avait repris de la glace au café et à la pistache. «Je l′ai trouvée bien quelconque, dit ma mère; je crois que la prochaine fois il faudra essayer d′un autre parfum.»
Oí los pasos de mis padres, que acompañaban a Swann, y cuando el cascabel de la puerta me indicó que acababa de marcharse, me puse a la ventana. Mamá estaba preguntando a mi padre si le había parecido bien la langosta y si el señor Swann había repetido del helado de café y del de pistacho. «Los dos me han parecido buenos .dijo mi madre.; otra vez probaremos con otra esencia. »
«Je ne peux pas dire comme je trouve que Swann change, dit ma grand′tante, il est d′un vieux!» Ma grand′tante avait tellement l′habitude de voir toujours en Swann un même adolescent, qu′elle s′étonnait de le trouver tout à coup moins jeune que l′âge qu′elle continuait à lui donner. Et mes parents du reste commençaient à lui trouver cette vieillesse anormale, excessive, honteuse et méritée des célibataires, de tous ceux pour qui il semble que le grand jour qui n′a pas de lendemain soit plus long que pour les autres, parce que pour eux il est vide et que les moments s′y additionnent depuis le matin sans se diviser ensuite entre des enfants.
«No os podéis figurar lo que me parece que cambia Swann .dijo mi tía.; está viejísimo.» Mi tía tenía tal costumbre de ver siempre en Swann al mismo adolescente, que se extrañaba al descubrirle de pronto más en años de los que ella le echaba. Mis padres, además, comenzaban a ver en él esa vejez anormal, excesiva, vergonzosa y merecida de los solteros, de todas las personas para las cuales parece que el gran día que no tiene día siguiente sea más largo que para los demás, porque para ellos está vacío y los momentos van adicionándose desde la mañana sin llegar a dividirse después entre los hijos.
«Je crois qu′il a beaucoup de soucis avec sa coquine de femme qui vit au su de tout Combray avec un certain monsieur de Charlus. C′est la fable de la ville.»
«Creo que le da muchos disgustos la bribona de su mujer, que vive, como sabe todo Combray, con un tal señor de Charlus. Es la irrisión de todo el inundo.»
Ma mère fit remarquer qu′il avait pourtant l′air bien moins triste depuis quelque temps. «Il fait aussi moins souvent ce geste qu′il a tout à fait comme son père de s′essuyer les yeux et de se passer la main sur le front. Moi je crois qu′au fond il n′aime plus cette femme.»
Mi madre nos hizo observar que, sin embargo, desde hacía algún tiempo no estaba tan tristón. «Y ya no hace tanto como antes el ademán ese de su padre de secarse los ojos y pasarse la mano por la frente. Yo creo que en el fondo ya no quiere a esa mujer.»
«Mais naturellement il ne l′aime plus, répondit mon grand-père. J′ai reçu de lui il y a déjà longtemps une lettre à ce sujet, à laquelle je me suis empressé de ne pas me conformer, et qui ne laisse aucun doute sur ses sentiments au moins d′amour, pour sa femme. Hé bien! vous voyez, vous ne l′avez pas remercié pour l′Asti», ajouta mon grand-père en se tournant vers ses deux belles-sœurs.
«Claro que no la quiere .contestó mi abuelo.. Tuve ya hace tiempo una carta suya, que por lo pronto no me convenció y que no deja lugar a duda respecto a los sentimientos que abriga hacia su mujer, por lo menos al amor que le tenga. ¡Ah!, y ya he visto que no le habéis dado las gracias por el vino de Asti», añadió mi abuelo dirigiéndose a sus dos cuñadas. «
«Comment, nous ne l′avons pas remercié? je crois, entre nous, que je lui ai même tourné cela assez délicatement», répondit ma tante Flora.
¡Que no le hemos dado las gracias! ¡Ya lo creo! Y me parece, aquí para entre nosotros, que nos ha salido muy bien», contestó mi tía Flora.
«Oui, tu as très bien arrangé cela: je t′ai admirée», dit ma tante Céline.
«Sí, te salió perfectamente; yo te admiré», dijo mi tía Celina.
«Mais toi tu as été très bien aussi.»
«Tú también se lo has dicho muy bien.»
«Oui j′étais assez fière de ma phrase sur les voisins aimables.»
«Sí, la verdad es que estoy bastante contenta de mi frase sobre los vecinos amables.»
«Comment, c′est cela que vous appelez remercier! s′écria mon grand-père. J′ai bien entendu cela, mais du diable si j′ai cru que c′était pour Swann. Vous pouvez être sûres qu′il n′a rien compris.»
«¿Y a eso lo llamáis dar las gracias? .exclamó mi abuelo.. Eso sí que lo he oído, pero ¿cómo me iba a figurar que se refería a Swann? Podéis estar seguras de que él no se ha enterado.»
«Mais voyons, Swann n′est pas bête, je suis certaine qu′il a apprécié. Je ne pouvais cependant pas lui dire le nombre de bouteilles et le prix du vin!»
«¡Ya lo creo, Swann no es tonto, y no me cabe duda de que ha sabido apreciarlo! ¡No iba a decirle cuántas eran las botellas y lo que costaban! »
Mon père et ma mère restèrent seuls, et s′assirent un instant; puis mon père dit: «Hé bien! si tu veux, nous allons monter nous coucher.»
Mis padres se quedaron solos, sentáronse un momento, y luego mi padre dijo: «Bueno, pues si tú quieres subiremos a acostamos».
«Si tu veux, mon ami, bien que je n′aie pas l′ombre de sommeil; ce n′est pas cette glace au café si anodine qui a pu pourtant me tenir si éveillée; mais j′aperçois de la lumière dans l′office et puisque la pauvre Françoise m′a attendue, je vais lui demander de dégrafer mon corsage pendant que tu vas te déshabiller.»
«Como quieras, aunque yo no tengo pizca de sueño. Y no será ese anodino helado de café el que me haya desvelado. Veo luz en la cocina, y ya que Francisca está levantada esperándome, voy a decirle que me desabroche el corsé mientras qué tú te desnudas.»
Et ma mère ouvrit la porte treillagée du vestibule qui donnait sur l′escalier. Bientôt, je l′entendis qui montait fermer sa fenêtre. J′allai sans bruit dans le couloir; mon cœur battait si fort que j′avais de la peine à avancer, mais du moins il ne battait plus d′anxiété, mais d′épouvante et de joie. Je vis dans la cage de l′escalier la lumière projetée par la bougie de maman. Puis je la vis elle-même; je m′élançai. À la première seconde, elle me regarda avec étonnement, ne comprenant pas ce qui était arrivé. Puis sa figure prit une expression de colère, elle ne me disait même pas un mot, et en effet pour bien moins que cela on ne m′adressait plus la parole pendant plusieurs jours. Si maman m′avait dit un mot, ç′aurait été admettre qu′on pouvait me reparler et d′ailleurs cela peut-être m′eût paru plus terrible encore, comme un signe que devant la gravité du châtiment qui allait se préparer, le silence, la brouille, eussent été puérils.
Y mi madre abrió la puerta con celosía del vestíbulo, que daba a la escalera. La oí que subía a cerrar su ventana. Sin hacer ruido salí al pasillo; tan fuerte me latía el corazón, que me costaba trabajo andar; pero ya no me latía de ansiedad, sino de espanto y de alegría. Vi en el hueco de la escalera la luz que proyectaba la bujía de mamá. Por fin la vi a ella y eché a correr hacia sus brazos. En el primer momento me miró con asombro, sin darse cuenta de lo que pasaba. Luego, en su rostro se pintó una expresión de cólera; no me decía ni una palabra; en efecto, por cosas menos importantes que aquélla había estado sin dirigirme la palabra varios días. Si mamá me hubiera hablado, eso habría sido reconocer que se podía seguir hablando conmigo; y además me hubiese parecido aún más terrible cosa, como señal de que ante la gravedad del castigo que me esperaba, el silencio y el enfado eran pueriles.
Une parole c′eût été le calme avec lequel on répond à un domestique quand on vient de décider de le renvoyer; le baiser qu′on donne à un fils qu′on envoie s′engager alors qu′on le lui aurait refusé si on devait se contenter d′être fâché deux jours avec lui. Mais elle entendit mon père qui montait du cabinet de toilette où il était allé se déshabiller et pour éviter la scène qu′il me ferait, elle me dit d′une voix entrecoupée par la colère: «Sauve-toi, sauve-toi, qu′au moins ton père ne t′ait vu ainsi attendant comme un fou!»
Una palabra hubiera sido la tranquilidad con que se contesta a un criado cuando ya está decidido el despedirlo; el beso que se da a un hijo cuando se le manda sentar plaza, beso que se le hubiera negado si todo se redujera a una desavenencia de dos días. Pero mamá oyó a mi padre subir del tocador, en donde estaba desnudándose, y para evitar el regaño que me echaría, me dijo con voz entrecortada por la cólera: «Anda, corre; por lo menos, que no te vea aquí tu padre esperando como un tonto».
Mais je lui répétais: «Viens me dire bonsoir», terrifié en voyant que le reflet de la bougie de mon père s′élevait déjà sur le mur, mais aussi usant de son approche comme d′un moyen de chantage et espérant que maman, pour éviter que mon père me trouvât encore là si elle continuait à refuser, allait me dire: «Rentre dans ta chambre, je vais venir.» Il était trop tard, mon père était devant nous. Sans le vouloir, je murmurai ces mots que personne n′entendit: «Je suis perdu!»
Pero yo seguía diciéndole: «Ven a la alcoba a darme un beso», aterrorizado al ver cómo subía por la pared el reflejo de la bujía de mi padre, pero utilizando su inminente aparición como un medio de intimidación, en la esperanza de que mamá, para que mi padre no me encontrara allí si ella seguía negándose, me dijera: «Vuelve a tu cuarto, que yo iré». Pero ya era tarde. Mi padre estaba allí, delante de nosotros. Murmuré sin querer estas palabras, que no oyó nadie: «Estoy perdido».
Il n′en fut pas ainsi. Mon père me refusait constamment des permissions qui m′avaient été consenties dans les pactes plus larges octroyés par ma mère et ma grand′mère parce qu′il ne se souciait pas des «principes» et qu′il n′y avait pas avec lui de «Droit des gens». Pour une raison toute contingente, ou même sans raison, il me supprimait au dernier moment telle promenade si habituelle, si consacrée, qu′on ne pouvait m′en priver sans parjure, ou bien, comme il avait encore fait ce soir, longtemps avant l′heure rituelle, il me disait: «Allons, monte te coucher, pas d′explication!» Mais aussi, parce qu′il n′avait pas de principes (dans le sens de ma grand′mère), il n′avait pas à proprement parler d′intransigeance. Il me regarda un instant d′un air étonné et fâché, puis dès que maman lui eut expliqué en quelques mots embarrassés ce qui était arrivé, il lui dit: «Mais va donc avec lui, puisque tu disais justement que tu n′as pas envie de dormir, reste un peu dans sa chambre, moi je n′ai besoin de rien.»
Pero no hubo nada de eso. Mi padre me negaba constantemente licencias que se me consentían en los pactos más generosos otorgados por mi madre y mi abuela, porque no daba importancia a los «principios» y para él no existía el «derecho de gentes». Por un motivo contingente, o sin motivo alguno, me suprimía a última hora un paseo tan habitual ya, tan consagrado, que no se me podía quitar, sin cometer dolo, o hacía lo que aquella noche, decirme que me fuera a acostar sin más explicaciones. Pero precisamente por carecer de principios (en el sentido que da a la palabra mi tía), tampoco tenía intransigencia. Me miró un momento, con cara de extrañeza y de enfado, y en cuanto mamá le explicó con unas cuantas frases embarulladas lo que había pasado, le dijo: «Pues mira, ya que decías que no tenías sueño, vete con él y estáte un rato en su alcoba; yo no necesito nada».
«Mais, mon ami, répondit timidement ma mère, que j′aie envie ou non de dormir, ne change rien à la chose, on ne peut pas habituer cet enfant...» «Mais il ne s′agit pas d′habituer, dit mon père en haussant les épaules, tu vois bien que ce petit a du chagrin, il a l′air désolé, cet enfant; voyons, nous ne sommes pas des bourreaux! Quand tu l′auras rendu malade, tu seras bien avancée! Puisqu′il y a deux lits dans sa chambre, dis donc à Françoise de te préparer le grand lit et couche pour cette nuit auprès de lui. Allons, bonsoir, moi qui ne suis pas si nerveux que vous, je vais me coucher.»
Pero el que yo tenga o no sueño no tiene nada que ver. A este niño no se lo puede acostumbrar a...» «Si no es acostumbrarlo a nada .dijo mi padre, encogiéndose de hombros; ya ves que el niño tiene pena, el pobre tiene un aspecto atroz; no hay que ser verdugos. ¿Qué vas a sacar en limpio con que se te ponga malo? Ya que hay dos camas en su cuarto, di a Francisca que te prepare la grande, y por esta noche duerme en su alcoba. Vamos, buenas noches. Yo, que no tengo tantos nervios como vosotros, voy a acostarme. »
On ne pouvait pas remercier mon père; on l′eût agacé par ce qu′il appelait des sensibleries. Je restai sans oser faire un mouvement; il était encore devant nous, grand, dans sa robe de nuit blanche sous le cachemire de l′Inde violet et rose qu′il nouait autour de sa tête depuis qu′il avait des névralgies, avec le geste d′Abraham dans la gravure d′après Benozzo Gozzoli que m′avait donnée M. Swann, disant à Sarah qu′elle a à se départir du côté d′Isaac. Il y a bien des années de cela. La muraille de l′escalier, où je vis monter le reflet de sa bougie n′existe plus depuis longtemps. En moi aussi bien des choses ont été détruites que je croyais devoir durer toujours et de nouvelles se sont édifiées donnant naissance à des peines et à des joies nouvelles que je n′aurais pu prévoir alors, de même que les anciennes me sont devenues difficiles à comprendre. Il y a bien longtemps aussi que mon père a cessé de pouvoir dire à maman: «Va avec le petit.»
No era posible dar las gracias a mi padre; lo que él llamaba sensiblerías le hubiera irritado. Yo no me atrevía a moverme; allí estaba el padre aún delante de nosotros, enorme, envuelto en su blanco traje de dormir y con el pañuelo de cachemira que se ponía en la cabeza desde que padecía de jaquecas, con el mismo ademán con que Abrahán, en un grabado copia de Benozzo Gozzoli, que me había regalado Swann, dice a Sara que tiene que separarse de Isaac. Ya hace muchos años de esto. La pared de la escalera por donde yo vi ascender el reflejo de la bujía, hace largo tiempo que ya no existe. En mí también se han deshecho muchas que yo creí que durarían siempre, y se han alzado otras nuevas, preñadas de penas y alegrías nuevas que entonces no sabía prever, lo mismo que hoy me son difíciles de comprender muchas de las antiguas. Hace mucho tiempo que mi padre ya no puede decir a mamá: «Vete con el niño».
La possibilité de telles heures ne renaîtra jamais pour moi. Mais depuis peu de temps, je recommence à très bien percevoir si je prête l′oreille, les sanglots que j′eus la force de contenir devant mon père et qui n′éclatèrent que quand je me retrouvai seul avec maman. En réalité ils n′ont jamais cessé; et c′est seulement parce que la vie se tait maintenant davantage autour de moi que je les entends de nouveau, comme ces cloches de couvents que couvrent si bien les bruits de la ville pendant le jour qu′on les croirait arrêtées mais qui se remettent à sonner dans le silence du soir.
Para mí nunca volverán a ser posibles horas semejantes. Pero desde que hace poco otra vez empiezo a percibir, si escucho atentamente, los sollozos de aquella noche, los sollozos que tuve valor para contener en presencia de mi padre, y que estallaron cuando me vi a solas con mamá. En realidad, esos sollozos no cesaron nunca; y porque la vida va callándose cada vez más en torno de mí, es por lo que los vuelvo a oír, como esas campanitas de los conventos tan bien veladas durante el día por el rumor de la ciudad, que parece que se pararon, pero que tornan a tañer en el silencio de la noche.
Maman passa cette nuit-là dans ma chambre; au moment où je venais de commettre une faute telle que je m′attendais à être obligé de quitter la maison, mes parents m′accordaient plus que je n′eusse jamais obtenu d′eux comme récompense d′une belle action. Même à l′heure où elle se manifestait par cette grâce, la conduite de mon père à mon égard gardait ce quelque chose d′arbitraire et d′immérité qui la caractérisait et qui tenait à ce que généralement elle résultait plutôt de convenances fortuites que d′un plan prémédité. Peut-être même que ce que j′appelais sa sévérité, quand il m′envoyait me coucher, méritait moins ce nom que celle de ma mère ou ma grand′mère, car sa nature, plus différente en certains points de la mienne que n′était la leur, n′avait probablement pas deviné jusqu′ici combien j′étais malheureux tous les soirs, ce que ma mère et ma grand′mère savaient bien; mais elles m′aimaient assez pour ne pas consentir à m′épargner de la souffrance, elles voulaient m′apprendre à la dominer afin de diminuer ma sensibilité nerveuse et fortifier ma volonté. Pour mon père, dont l′affection pour moi était d′une autre sorte, je ne sais pas s′il aurait eu ce courage: pour une fois où il venait de comprendre que j′avais du chagrin, il avait dit à ma mère: «Va donc le consoler.» Maman resta cette nuit-là dans ma chambre et, comme pour ne gâter d′aucun remords ces heures si différentes de ce que j′avais eu le droit d′espérer, quand Françoise, comprenant qu′il se passait quelque chose d′extraordinaire en voyant maman assise près de moi, qui me tenait la main et me laissait pleurer sans me gronder, lui demanda: «Mais Madame, qu′a donc Monsieur à pleurer ainsi?» maman lui répondit: «Mais il ne sait pas lui-même, Françoise, il est énervé; préparez-moi vite le grand lit et montez vous coucher.»
Aquélla la pasó mamá en mi cuarto; en el mismo momento en que acababa de cometer una falta tan grande que ya esperaba que me echaran de casa, mis padres me concedían mucho más de lo que hubiera logrado de ellos como recompensa de una buena acción. Y hasta en aquella hora en que se manifestaba de modo tan benéfico, el comportamiento de mi padre conmigo conservaba algo de aquel carácter de cosa arbitraria e inmerecida que lo distinguía y que derivaba de que su conducta obedecía más bien a circunstancias fortuitas que a un plan premeditado. Y puede ser que hasta aquello que yo llamaba su severidad, cuando me mandaba a acostar, era menos digno de ese nombre que la severidad de mi madre o mi abuela, porque su naturaleza, mucho más distinta de la mía en ciertos puntos que la de mi mamá y mi abuelita probablemente no había adivinado hasta entonces lo que yo sufría todas las noches, cosas que ellas sabían muy bien; pero me querían lo bastante para no consentir en ahorrarme esa pena querían enseñarme a dominarla con objeto de disminuir mi sensibilidad nerviosa y dar fuerza a mi voluntad. Mi padre, que sentía por mí un afecto de otro género, no sé si hubiera tenido ese valor; pero una vez que comprendió que yo pasaba pena, dijo a mi madre que fuera a consolarme. Mamá se quedó aquella noche en mi cuarto, y como para no aguar con remordimiento alguno esas horas tan distintas de lo que yo lógicamente me esperaba, cuando Francisca preguntó, al comprender que pasaba algo viendo a mamá sentada a mi lado, mi mano en la suya y dejándome llorar sin reñirme, qué le sucedía al señorito que lloraba tanto, mamá contestó: «Ni él mismo lo sabe, está nervioso; prepáreme en seguida la cama grande y suba usted a dormir».
Ainsi, pour la première fois, ma tristesse n′était plus considérée comme une faute punissable mais comme un mal involontaire qu′on venait de reconnaître officiellement, comme un état nerveux dont je n′étais pas responsable; j′avais le soulagement de n′avoir plus à mêler de scrupules à l′amertume de mes larmes, je pouvais pleurer sans péché. Je n′étais pas non plus médiocrement fier vis-à-vis de Françoise de ce retour des choses humaines, qui, une heure après que maman avait refusé de monter dans ma chambre et m′avait fait dédaigneusement répondre que je devrais dormir, m′élevait à la dignité de grande personne et m′avait fait atteindre tout d′un coup à une sorte de puberté du chagrin, d′émancipation des larmes. J′aurais dû être heureux: je ne l′étais pas. Il me semblait que ma mère venait de me faire une première concession qui devait lui être douloureuse, que c′était une première abdication de sa part devant l′idéal qu′elle avait conçu pour moi, et que pour la première fois, elle, si courageuse, s′avouait vaincue. Il me semblait que si je venais de remporter une victoire c′était contre elle, que j′avais réussi comme auraient pu faire la maladie, des chagrins, ou l′âge, à détendre sa volonté, à faire fléchir sa raison et que cette soirée commençait une ère, resterait comme une triste date. Si j′avais osé maintenant, j′aurais dit à maman: «Non je ne veux pas, ne couche pas ici.» Mais je connaissais la sagesse pratique, réaliste comme on dirait aujourd′hui, qui tempérait en elle la nature ardemment idéaliste de ma grand′mère, et je savais que, maintenant que le mal était fait, elle aimerait mieux m′en laisser du moins goûter le plaisir calmant et ne pas déranger mon père.
Y así, por vez primera, mi pena no fue ya considerada como una falta punible, sino como un mal involuntario que acababa de tener reconocimiento oficial, como un estado nervioso del que yo no tenía la culpa; y me cupo el consuelo de no tener que mezclar ningún escrúpulo a la amargura de mi llanto, de poder llorar sin pecar. Y no fue poco el orgullo que sentí delante de Francisca por esa vuelta que habían dado las cosas humanas, que una hora después de aquella negativa de mamá de subir a mi cuarto y de su desdeñoso recado de mandarme a dormir, me elevaba a la dignidad de persona mayor, y de un golpe me colocaba en una especie de pubertad de la pena, de emancipación de las lágrimas. Debía sentirme feliz y no lo era. Aprecíame que mi madre acababa de hacerme una concesión que debía costarle mucho, que era la primera abdicación, por su parte, de un ideal que para mí concibiera, y que ella, tan valerosa, se confesaba vencida por primera vez. Que si yo había ganado una victoria, era a ella a quien se la gané; que había logrado, como pudieran haberlo hecho la enfermedad, las penas o los años, aflojar su voluntad y quebrantar su ánimo, y que aquella noche comenzaba una era nueva y sería una triste fecha. De haberme atrevido, habría dicho a mamá: «No, no quiero que te acuestes aquí». Pero conocía bien aquella práctica discreción suya, realista, diríamos hoy, que templaba en su persona la naturaleza ardientemente idealista de mi abuela, y me daba cuenta de que ahora que el mal ya estaba hecho, prefería dejarme saborear por lo menos el placer de la calma y no ir a molestar a mi padre.
Certes, le beau visage de ma mère brillait encore de jeunesse ce soir-là où elle me tenait si doucement les mains et cherchait à arrêter mes larmes; mais justement il me semblait que cela n′aurait pas dû être, sa colère eût été moins triste pour moi que cette douceur nouvelle que n′avait pas connue mon enfance; il me semblait que je venais d′une main impie et secrète de tracer dans son âme une première ride et d′y faire apparaître un premier cheveu blanc. Cette pensée redoubla mes sanglots et alors je vis maman, qui jamais ne se laissait aller à aucun attendrissement avec moi, être tout d′un coup gagnée par le mien et essayer de retenir une envie de pleurer. Comme elle sentit que je m′en étais aperçu, elle me dit en riant: «Voilà mon petit jaunet, mon petit serin, qui va rendre sa maman aussi bêtasse que lui, pour peu que cela continue. Voyons, puisque tu n′as pas sommeil ni ta maman non plus, ne restons pas à nous énerver, faisons quelque chose, prenons un de tes livres.» Mais je n′en avais pas là. «Est-ce que tu aurais moins de plaisir si je sortais déjà les livres que ta grand′mère doit te donner pour ta fête? Pense bien: tu ne seras pas déçu de ne rien avoir après-demain?»
Verdad que el hermoso rostro de mi madre tenía aún el brillo de la juventud aquella noche en que me guardaba cogidas las manos intentando acabar con mi llanto; pero precisamente se me figuraba que aquello no debía ser, y su cólera habría sido menos penosa para mí que aquella dulzura nueva, desconocida de mi infancia; y que con una mano impía y furtiva acababa de trazar en su alma la primera arruga y pintarle la primera cana. Esta idea me hizo llorar aún más, y entonces vi a mamá, que conmigo no se dejaba nunca llevar por ningún enternecimiento, dejarse ganar de pronto por el mío, y vi que refrenaba sus ganas de llorar. Como se diera cuenta de que yo lo había notado, me dijo riendo: «Este gorrión, este tontito, va a volver a su mamá tan boba como él, si seguimos así. Vamos a ver, ya que ninguno de los dos tenemos sueño, en vez de estar aquí cansándonos los nervios, hagamos algo, vamos a coger un libro de los tuyos». Pero yo no tenía allí ninguno. «¿No te disgustarías luego si te sacara ahora los libros que te va a regalar la abuela el día de tu santo? Piénsalo bien, ¿no vas luego a quejarte de que no te dan nada pasado mañana?»
J′étais au contraire enchanté et maman alla chercher un paquet de livres dont je ne pus deviner, à travers le papier qui les enveloppait, que la taille courte et large, mais qui, sous ce premier aspect, pourtant sommaire et voilé, éclipsaient déjà la boîte à couleurs du Jour de l′An et les vers à soie de l′an dernier. C′était la Mare au Diable, François le Champi, la Petite Fadette et les Maîtres Sonneurs. Ma grand′mère, ai-je su depuis, avait d′abord choisi les poésies de Musset, un volume de Rousseau et Indiana; car si elle jugeait les lectures futiles aussi malsaines que les bonbons et les pâtisseries, elles ne pensait pas que les grands souffles du génie eussent sur l′esprit même d′un enfant une influence plus dangereuse et moins vivifiante que sur son corps le grand air et le vent du large. Mais mon père l′ayant presque traitée de folle en apprenant les livres qu′elle voulait me donner, elle était retournée elle-même à Jouy-le-Vicomte chez le libraire pour que je ne risquasse pas de ne pas avoir mon cadeau (c′était un jour brûlant et elle était rentrée si souffrante que le médecin avait averti ma mère de ne pas la laisser se fatiguer ainsi) et elle s′était rabattue sur les quatre romans champêtres de George Sand.
La proposición me encantó, y mamá fue por un paquete de libros, que a través del papel que los envolvía no me dejaron adivinar más que su forma apaisada, pero que ya en este su primer aspecto, aunque sumario y velado, eclipsaban a la caja de pinturas del día de Año Nuevo y a los gusanos de seda del año anterior. Los libros eran: La Mar au Diable, Frangois le Champí, La Petite Fadette y Les Maitres Sonneurs. Según supe más tarde, mi abuela había escogido primeramente las poesías de Musset, un volumen de Rousseau e Indiana; que si juzgaba las lecturas frivolas tan dañinas como los bombones y los dulces, no creía, en cambio, que los grandes hálitos del genio ejercieran sobre el ánimo, ni siquiera el de un niño, una influencia más peligrosa y menos vivificante que el aire libre y el viento suelto. Pero como mi padre casi la llamó loca al saber los libros que quería regalarme, volvió ella en persona al librero de Jouy le Vicomte para que no me expusiera a quedarme sin regalo (hacía un día de fuego, y regresó tan mala, que el médico advirtió a mi madre que no la dejara cansarse así) y cayó sobre las cuatro novelas campestres de Jorge Sand.
«Ma fille, disait-elle à maman, je ne pourrais me décider à donner à cet enfant quelque chose de mal écrit.»
«Hija mía decía a mamá., nunca podré decidirme a regalar a este niño un libro mal escrito. »
En réalité, elle ne se résignait jamais à rien acheter dont on ne pût tirer un profit intellectuel, et surtout celui que nous procurent les belles choses en nous apprenant à chercher notre plaisir ailleurs que dans les satisfactions du bien-être et de la vanité. Même quand elle avait à faire à quelqu′un un cadeau dit utile, quand elle avait à donner un fauteuil, des couverts, une canne, elle les cherchait «anciens», comme si leur longue désuétude ayant effacé leur caractère d′utilité, ils paraissaient plutôt disposés pour nous raconter la vie des hommes d′autrefois que pour servir aux besoins de la nôtre. Elle eût aimé que j′eusse dans ma chambre des photographies des monuments ou des paysages les plus beaux.
En realidad, no se resignaba nunca a comprar nada de que no se pudiera sacar un provecho intelectual, sobre todo ese que nos procuran las cosas bonitas al enseñamos a ir a buscar nuestros placeres en otra cosa que en las satisfacciones del bienestar y de la vanidad. Hasta cuando tenía que hacer un regalo de los llamados útiles, un sillón, unos cubiertos o un bastón, los buscaba en las tiendas de objetos antiguos, como si, habiendo perdido su carácter de utilidad con el prolongado desuso, parecieran ya más aptos para contarnos cosas de la vida de antaño que para servir a nuestras necesidades de la vida actual. Le hubiera gustado que yo tuviera en mi cuarto fotografías de los monumentos y paisajes más hermosos.
Mais au moment d′en faire l′emplette, et bien que la chose représentée eût une valeur esthétique, elle trouvait que la vulgarité, l′utilité reprenaient trop vite leur place dans le mode mécanique de représentation, la photographie. Elle essayait de ruser et sinon d′éliminer entièrement la banalité commerciale, du moins de la réduire, d′y substituer pour la plus grande partie de l′art encore, d′y introduire comme plusieurs «épaisseurs» d′art: au lieu de photographies de la Cathédrale de Chartres, des Grandes Eaux de Saint-Cloud, du Vésuve, elle se renseignait auprès de Swann si quelque grand peintre ne les avait pas représentés, et préférait me donner des photographies de la Cathédrale de Chartres par Corot, des Grandes Eaux de Saint-Cloud par Hubert Robert, du Vésuve par Turner, ce qui faisait un degré d′art de plus. Mais si le photographe avait été écarté de la représentation du chef-d′œuvre ou de la nature et remplacé par un grand artiste, il reprenait ses droits pour reproduire cette interprétation même. Arrivée à l′échéance de la vulgarité, ma grand′mère tâchait de la reculer encore. Elle demandait à Swann si l′œuvre n′avait pas été gravée, préférant, quand c′était possible, des gravures anciennes et ayant encore un intérêt au delà d′elles-mêmes, par exemple celles qui représentent un chef-d′œuvre dans un état où nous ne pouvons plus le voir aujourd′hui (comme la gravure de la Cène de Léonard avant sa dégradation, par Morgan). Il faut dire que les résultats de cette manière de comprendre l′art de faire un cadeau ne furent pas toujours très brillants. L′idée que je pris de Venise d′après un dessin du Titien qui est censé avoir pour fond la lagune, était certainement beaucoup moins exacte que celle que m′eussent donnée de simples photographies. On ne pouvait plus faire le compte à la maison, quand ma grand′tante voulait dresser un réquisitoire contre ma grand′mère, des fauteuils offerts par elle à de jeunes fiancés ou à de vieux époux, qui, à la première tentative qu′on avait faite pour s′en servir, s′étaient immédiatement effondrés sous le poids d′un des destinataires. Mais ma grand′mère aurait cru mesquin de trop s′occuper de la solidité d′une boiserie où se distinguaient encore une fleurette, un sourire, quelquefois une belle imagination du passé. Même ce qui dans ces meubles répondait à un besoin, comme c′était d′une façon à laquelle nous ne sommes plus habitués, la charmait comme les vieilles manières de dire où nous voyons une métaphore, effacée, dans notre moderne langage, par l′usure de l′habitude. Or, justement, les romans champêtres de George Sand qu′elle me donnait pour ma fête, étaient pleins ainsi qu′un mobilier ancien, d′expressions tombées en désuétude et redevenues imagées, comme on n′en trouve plus qu′à la campagne. Et ma grand′mère les avait achetés de préférence à d′autres comme elle eût loué plus volontiers une propriété où il y aurait eu un pigeonnier gothique ou quelqu′une de ces vieilles choses qui exercent sur l′esprit une heureuse influence en lui donnant la nostalgie d′impossibles voyages dans le temps.
Pero en el momento de ir a comprarlas, y aunque lo representado en la fotografía tuviera un valor estético, le parecía en seguida que la vulgaridad y la utilidad tenían intervención excesiva en el modo mecánico de la representación en la fotografía. Y trataba de ingeniárselas para disminuir, ya que no para eliminar totalmente, la trivialidad comercial, de substituirla por alguna cosa artística más para superponer como varias capas o «espesores» de arte; en vez de fotografías de la catedral de Chartres, de las fuentes monumentales de Saint-Cloud o del Vesubio, preguntaba a Swann si no había ningún artista que hubiera pintado eso, y prefería regalarme fotografías de la catedral de Chantres, de Corot; de las fuentes de Saint- Cloud, de Hubert Robert, y del Vesubio, de Turnen, con lo cual alcanzaba un grado más de arte. Pero aunque el fotógrafo quedase así eliminado de la representación de la obra maestra o de la belleza natural, sin embargo el fotógrafo volvía a recobrar sus derechos al reproducir aquella interpretación del artista. Llegada así al término fatal de la vulgaridad, aun trataba mi abuela de defenderse. Y preguntaba a Swann si la obra no había sido reproducida en grabado, prefiriendo, siempre que fuera posible, los grabados antiguos y que tienen un interés más allá del grabado mismo, como, por ejemplo, los que representan una obra célebre en un estado en que hoy ya no la podemos contemplar (como el grabado hecho por Morgen de la Cena, de Leonardo, antes de su deterioro). No hay que ocultar que los resultados de esta manera de entender el regalo no siempre fueron muy brillantes. La idea que yo me formé de Venecia en un dibujo del Ticiano, que dice tener por fondo la laguna, era mucho menos exacta de la que me hubiera formado con simples fotografías. En casa ya habíamos perdido la cuenta, cuando mi tía quería formular una requisitoria contra mi abuela, de los sillones regalados por ella, a recién casados o a matrimonios viejos que a la primera tentativa de utilización se habían venido a tierra agobiados por el peso de uno de los destinatarios. Pero mi abuela hubiera creído mezquino el ocuparse demasiado de la solidez de una madera en la que aun podía distinguirse una florecilla, una sonrisa y a veces un hermoso pensamiento de tiempos pasados. Hasta aquello que en esos muebles respondía a una necesidad, como lo hacía de un modo al que ya no estamos acostumbrados, la encantaba, lo mismo que esos viejos modos de decir en los que discernimos una metáfora borrada en el lenguaje moderno por el roce de la costumbre. Y precisamente las novelas campestres de Jorge Sand que me regalaba el día de mi santo abundaban, como un mobiliario antiguo, de expresiones caídas en desuso y convertidas en imágenes, de esas que ya no se encuentran más que en el campo. Y mi abuela las había preferido lo mismo que hubiera alquilado con más gusto una hacienda que tuviera un palomar gótico o cualquier cosa de esas viejas que ejercen en nuestro ánimo una buena influencia, inspirándole la nostalgia de imposibles viajes por los dominios del tiempo.
Maman s′assit à côté de mon lit; elle avait pris François le Champi à qui sa couverture rougeâtre et son titre incompréhensible, donnaient pour moi une personnalité distincte et un attrait mystérieux. Je n′avais jamais lu encore de vrais romans. J′avais entendu dire que George Sand était le type du romancier. Cela me disposait déjà à imaginer dans François le Champi quelque chose d′indéfinissable et de délicieux. Les procédés de narration destinés à exciter la curiosité ou l′attendrissement, certaines façons de dire qui éveillent l′inquiétude et la mélancolie, et qu′un lecteur un peu instruit reconnaît pour communs à beaucoup de romans, me paraissaient simples—à moi qui considérais un livre nouveau non comme une chose ayant beaucoup de semblables, mais comme une personne unique, n′ayant de raison d′exister qu′en soi,—une émanation troublante de l′essence particulière à François le Champi. Sous ces événements si journaliers, ces choses si communes, ces mots si courants, je sentais comme une intonation, une accentuation étrange. L′action s′engagea; elle me parut d′autant plus obscure que dans ce temps-là, quand je lisais, je rêvassais souvent, pendant des pages entières, à tout autre chose. Et aux lacunes que cette distraction laissait dans le récit, s′ajoutait, quand c′était maman qui me lisait à haute voix, qu′elle passait toutes les scènes d′amour. Aussi tous les changements bizarres qui se produisent dans l′attitude respective de la meunière et de l′enfant et qui ne trouvent leur explication que dans les progrès d′un amour naissant me paraissaient empreints d′un profond mystère dont je me figurais volontiers que la source devait être dans ce nom inconnu et si doux de «Champi» qui mettait sur l′enfant, qui le portait sans que je susse pourquoi, sa couleur vive, empourprée et charmante. Si ma mère était une lectrice infidèle c′était aussi, pour les ouvrages où elle trouvait l′accent d′un sentiment vrai, une lectrice admirable par le respect et la simplicité de l′interprétation, par la beauté et la douceur du son. Même dans la vie, quand c′étaient des êtres et non des œuvres d′art qui excitaient ainsi son attendrissement ou son admiration, c′était touchant de voir avec quelle déférence elle écartait de sa voix, de son geste, de ses propos, tel éclat de gaîté qui eût pu faire mal à cette mère qui avait autrefois perdu un enfant, tel rappel de fête, d′anniversaire, qui aurait pu faire penser ce vieillard à son grand âge, tel propos de ménage qui aurait paru fastidieux à ce jeune savant. De même, quand elle lisait la prose de George Sand, qui respire toujours cette bonté, cette distinction morale que maman avait appris de ma grand′mère à tenir pour supérieures à tout dans la vie, et que je ne devais lui apprendre que bien plus tard à ne pas tenir également pour supérieures à tout dans les livres, attentive à bannir de sa voix toute petitesse, toute affectation qui eût pu empêcher le flot puissant d′y être reçu, elle fournissait toute la tendresse naturelle, toute l′ample douceur qu′elles réclamaient à ces phrases qui semblaient écrites pour sa voix et qui pour ainsi dire tenaient tout entières dans le registre de sa sensibilité. Elle retrouvait pour les attaquer dans le ton qu′il faut, l′accent cordial qui leur préexiste et les dicta, mais que les mots n′indiquent pas; grâce à lui elle amortissait au passage toute crudité dans les temps des verbes, donnait à l′imparfait et au passé défini la douceur qu′il y a dans la bonté, la mélancolie qu′il y a dans la tendresse, dirigeait la phrase qui finissait vers celle qui allait commencer, tantôt pressant, tantôt ralentissant la marche des syllabes pour les faire entrer, quoique leurs quantités fussent différentes, dans un rythme uniforme, elle insufflait à cette prose si commune une sorte de vie sentimentale et continue.
Mamá se sentó junto a mi cama; había cogido Frangois le Champí, libro que, por el color rojizo de su cubierta y su título incomprensible, tomaba a mis ojos una personalidad definida y un misterioso atractivo. Yo nunca había leído novelas de verdad. Oí decir que Jorge Sand era el prototipo del novelista. Y ya eso me predisponía a imaginar en Frangois le Champí algo de indefinible y delicioso. Los procedimientos narrativos destinados a excitar la curiosidad o la emoción, y algunas expresiones que despiertan sentimientos de inquietud o melancolía, y que un lector un poco culto reconoce como comunes a muchas novelas, me parecían a mí únicos .porque yo consideraba un libro nuevo, no como una cosa de la que hay muchas semejantes, sino como una persona única, sin razón de existir más que en sí misma, y se me representaba como una emanación inquietante de la esencia particular a Frangois le Champú Percibía yo por debajo de aquellos acontecimientos tan corrientes, de aquellas cosas tan ordinarias y de aquellas palabras tan usuales algo como una extraña entonación, como una acentuación rara. La acción comenzaba a enredarse; y la encontraba oscura con tanto más motivo que, por aquel tiempo, muchas veces, al estar leyendo, me ponía a pensar en otra cosa por espacio de páginas enteras. Y a las lagunas que esta distracción abría en el relato, se añadía, cuando era mamá la que me leía alto, el que se saltaba todas las escenas de amor. Y todos los raros cambios que suceden en la actitud respectiva de la molinera y del muchacho, y que sólo se explican por el avance de un amor que nace, se me aparecían teñidos de un profundo misterio, que yo creía que tenía su origen en ese nombre desconocido y suave de «Champí», nombre que vertía, sin que yo supiera por qué, sobre el niño que lo llevaba, su color vivo, purpúreo y encantador. Si mi madre no era una lectora fiel, lo era en cambio admirable para aquellas obras en que veía el acento de un sentimiento sincero, por el respeto y la sencillez de la interpretación y por la hermosura y suavidad de su tono. En la misma vida, cuando eran personas vivas y no obras de arte las que excitaban su ternura o su admiración, conmovía el ver con qué deferencias apartaba de su voz, de sus ademanes o de su palabras el relámpago de alegría que hubiera podido hacer daño a esa madre que perdió un hijo hacía tiempo; el recuerdo de un día de cumpleaños o de santo que trajera a la mente de un viejo sus muchos años, o la frase de asuntos domésticos acaso desagradable para este joven sabio. Así mismo, cuando leía la prosa de Jorge Sand, que respira siempre esa bondad y esa distinción moral que mi abuela enseñara, a mi madre a considerar como superiores a todo en la vida, y que mucho más tarde le enseñé yo a no considerar como superiores a todo en los libros, atenta a desterrar de su voz toda pequenez y afectación que pudieran poner obstáculo a la ola potente del sentimiento, revestía de toda la natural ternura y de toda la amplia suavidad que exigían a estas frases que parecían escritas para su voz y que, por decirlo así, entraban cabalmente en el registro de su sensibilidad. Para iniciarlas en el tono que es menester encontraba ese acento cordial que existió antes que ellas y que las dictó, pero que las palabras no indican; y gracias a ese acento amortiguaba al pasar toda crudeza en los tiempos de los verbos, daba al imperfecto y al perfecto la dulzura que hay en lo bondadoso y la melancolía que hay en la ternura, encaminaba la frase que se estaba, acabando hacia la que iba a empezar, acelerando o conteniendo la marcha de las sflabas para que entraran todas, aunque fueran de diferente cantidad, en un ritmo uniforme, e infundía a esa prosa tan corriente una especie de vida sentimental e incesante.
Mes remords étaient calmés, je me laissais aller à la douceur de cette nuit où j′avais ma mère auprès de moi. Je savais qu′une telle nuit ne pourrait se renouveler; que le plus grand désir que j′eusse au monde, garder ma mère dans ma chambre pendant ces tristes heures nocturnes, était trop en opposition avec les nécessités de la vie et le vœu de tous, pour que l′accomplissement qu′on lui avait accordé ce soir pût être autre chose que factice et exceptionnel. Demain mes angoisses reprendraient et maman ne resterait pas là. Mais quand mes angoisses étaient calmées, je ne les comprenais plus; puis demain soir était encore lointain; je me disais que j′aurais le temps d′aviser, bien que ce temps-là ne pût m′apporter aucun pouvoir de plus, qu′il s′agissait de choses qui ne dépendaient pas de ma volonté et que seul me faisait paraître plus évitables l′intervalle qui les séparait encore de moi.
Mis remordimientos se calmaron y me entregué a la dulzura de aquella noche que iba a pasar con mamá a mi lado. Sabía que una noche así no podría volver; que el deseo para mí más fuerte del mundo, tener a mi madre en mi alcoba durante estas horas nocturnas, estaba muy en pugna con las necesidades de la vida, y el sentir de todos para que la realización, que aquella noche le fue concedida, pasara de ser cosa facticia y excepcional. Al día siguiente, retornarían mis angustias, y ya no tendría allí a mamá. Pero cuando esas angustias mías estaban en sosiego, ya no las comprendía; además, mañana estaba aún muy lejos, y yo me decía que ya tendría tiempo de hacer ánimo, aunque no podría ser mucho, que se trataba de cosas que no dependían de mi voluntad, y que si me parecían más evitables era por el espacio que aún me separaba de ellas.
...
C′est ainsi que, pendant longtemps, quand, réveillé la nuit, je me ressouvenais de Combray, je n′en revis jamais que cette sorte de pan lumineux, découpé au milieu d′indistinctes ténèbres, pareil à ceux que l′embrasement d′un feu de bengale ou quelque projection électrique éclairent et sectionnent dans un édifice dont les autres parties restent plongées dans la nuit: à la base assez large, le petit salon, la salle à manger, l′amorce de l′allée obscure par où arriverait M. Swann, l′auteur inconscient de mes tristesses, le vestibule où je m′acheminais vers la première marche de l′escalier, si cruel à monter, qui constituait à lui seul le tronc fort étroit de cette pyramide irrégulière; et, au faîte, ma chambre à coucher avec le petit couloir à porte vitrée pour l′entrée de maman; en un mot, toujours vu à la même heure, isolé de tout ce qu′il pouvait y avoir autour, se détachant seul sur l′obscurité, le décor strictement nécessaire (comme celui qu′on voit indiqué en tête des vieilles pièces pour les représentations en province), au drame de mon déshabillage; comme si Combray n′avait consisté qu′en deux étages reliés par un mince escalier, et comme s′il n′y avait jamais été que sept heures du soir. A vrai dire, j′aurais pu répondre à qui m′eût interrogé que Combray comprenait encore autre chose et existait à d′autres heures. Mais comme ce que je m′en serais rappelé m′eût été fourni seulement par la mémoire volontaire, la mémoire de l′intelligence, et comme les renseignements qu′elle donne sur le passé ne conservent rien de lui, je n′aurais jamais eu envie de songer à ce reste de Combray. Tout cela était en réalité mort pour moi.
Así, por mucho tiempo, cuando al despertarme por la noche me acordaba de Combray, nunca vi más que esa especie de sector luminoso, destacándose sobre un fondo de indistintas tinieblas, como esos que el resplandor, de una bengala o de una proyección eléctrica alumbran y seccionan en un edificio, cuyas restantes partes siguen sumidas en la oscuridad: en la base, muy amplia; el saloncito, el comedor, el arranque del oscuro paseo de árboles por donde llegaría el señor Swann, inconsciente causante de mis tristezas; el vestíbulo por donde yo me dirigía hacia el primer escalón de la escalera, tan duro de subir, que ella sola formaba el tronco estrecho de aquella pirámide irregular, y en la cima mi alcoba con el pasillito, con puerta vidriera, para que entrara mamá; todo ello visto siempre a la misma hora, aislado de lo que hubiera alrededor y destacándose exclusivamente en la oscuridad, como para formar la decoración estrictamente necesaria (igual que esas que se indican al comienzo de las comedias antiguas para las representaciones de provincias) al drama de desnudarme; como si Combray consistiera tan sólo en dos pisos unidos por una estrecha escalera, y en una hora única: las siete de la tarde. A decir verdad, yo hubiera podido contestar a quien me lo preguntara que en Combray había otras cosas, y que Combray existía a otras horas. Pero como lo que yo habría recordado de eso serían cosas venidas por la memoria voluntaria, la memoria de la inteligencia, y los datos que ella da respecto al pasado no conservan de él nada, nunca tuve ganas de pensar en todo lo demás de Combray. En realidad, aquello estaba muerto para mí.
Mort à jamais? C′était possible.
¿Por siempre, muerto por siempre? Era posible.
Il y a beaucoup de hasard en tout ceci, et un second hasard, celui de notre mort, souvent ne nous permet pas d′attendre longtemps les faveurs du premier.
En esto entra el azar por mucho, y un segundo azar, el de nuestra muerte, no nos deja muchas veces que esperemos pacientemente los favores del primero.
Je trouve très raisonnable la croyance celtique que les âmes de ceux que nous avons perdus sont captives dans quelque être inférieur, dans une bête, un végétal, une chose inanimée, perdues en effet pour nous jusqu′au jour, qui pour beaucoup ne vient jamais, où nous nous trouvons passer près de l′arbre, entrer en possession de l′objet qui est leur prison. Alors elles tressaillent, nous appellent, et sitôt que nous les avons reconnues, l′enchantement est brisé. Délivrées par nous, elles ont vaincu la mort et reviennent vivre avec nous.
Considero muy razonable la creencia céltica de que las almas de los seres perdidos están sufriendo cautiverio en el cuerpo de un ser inferior, un animal, un vegetal o una cosa inanimada; perdidas para nosotros hasta el día, que para muchos nunca llega, en que suceda que pasamos al lado del árbol, o que entramos en posesión del objeto que les sirve de cárcel. Entonces se estremecen, nos llaman, y en cuanto las reconocemos se rompe el maleficio. Y liberadas por nosotros, vencen a la muerte y tornan a vivir en nuestra compañía.
Il en est ainsi de notre passé. C′est peine perdue que nous cherchions à l′évoquer, tous les efforts de notre intelligence sont inutiles. Il est caché hors de son domaine et de sa portée, en quelque objet matériel (en la sensation que nous donnerait cet objet matériel), que nous ne soupçonnons pas. Cet objet, il dépend du hasard que nous le rencontrions avant de mourir, ou que nous ne le rencontrions pas.
Así ocurre con nuestro pasado. Es trabajo perdido el querer evocarlo, e inútiles todos los afanes de nuestra inteligencia. Ocúltase fuera de su dominios y de su alcance, en un objeto material (en la sensación que ese objeto material nos daría) que no sospechamos. Y del azar depende que nos encontremos con ese objeto ante de que nos llegue la muerte, o que no lo encontremos nunca.
Il y avait déjà bien des années que, de Combray, tout ce qui n′était pas le théâtre et le drame de mon coucher, n′existait plus pour moi, quand un jour d′hiver, comme je rentrais à la maison, ma mère, voyant que j′avais froid, me proposa de me faire prendre, contre mon habitude, un peu de thé.
Hacía ya muchos años que no existía para mí de Combray más que el escenario y el drama del momento de acostarme, cuando un día de invierno, al volver a casa, mi madre, viendo que yo tenía frío, me propuso que tomara, en contra de mi costumbre, una taza de té.
Je refusai d′abord et, je ne sais pourquoi, me ravisai. Elle envoya chercher un de ces gâteaux courts et dodus appelés Petites Madeleines qui semblent avoir été moulés dans la valve rainurée d′une coquille de Saint-Jacques. Et bientôt, machinalement, accablé par la morne journée et la perspective d′un triste lendemain, je portai à mes lèvres une cuillerée du thé où j′avais laissé s′amollir un morceau de madeleine. Mais à l′instant même où la gorgée mêlée des miettes du gâteau toucha mon palais, je tressaillis, attentif à ce qui se passait d′extraordinaire en moi. Un plaisir délicieux m′avait envahi, isolé, sans la notion de sa cause. Il m′avait aussitôt rendu les vicissitudes de la vie indifférentes, ses désastres inoffensifs, sa brièveté illusoire, de la même façon qu′opère l′amour, en me remplissant d′une essence précieuse: ou plutôt cette essence n′était pas en moi, elle était moi. J′avais cessé de me sentir médiocre, contingent, mortel. D′où avait pu me venir cette puissante joie? Je sentais qu′elle était liée au goût du thé et du gâteau, mais qu′elle le dépassait infiniment, ne devait pas être de même nature. D′où venait-elle? Que signifiait-elle? Où l′appréhender?
Primero dije que no; pero luego, sin saber por qué, volví de mi acuerdo. Mandó mi madre por uno de esos bollos, cortos y abultados, que llaman magdalenas, que parece que tienen por molde una valva de concha de peregrino. Y muy pronto, abrumado por el triste día que había pasado y por la perspectiva de otro tan melancólico por venir, me llevé a los labios unas cucharadas de té en el que había echado un trozo de magdalena. Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las miga del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. Un placer delicioso me invadió, me aisló, sin noción de lo que lo causaba. Y él me convirtió las vicisitudes de la vida en indiferentes, sus desastres en inofensivos y su brevedad en ilusoria, todo del mismo modo que opera el amor, llenándose de una esencia preciosa; pero, mejor dicho, esa esencia no es que estuviera en mí, es que era yo mismo. Dejé de sentirme mediocre, contingente y mortal. ¿De dónde podría venirme aquella alegría tan fuerte? Me daba cuenta de que iba unida al sabor del té y del bollo, pero le excedía en, mucho, y no debía de ser de la misma naturaleza. ¿De dónde venía y qué significaba? ¿Cómo llegar a aprehenderlo?
Je bois une seconde gorgée où je ne trouve rien de plus que dans la première, une troisième qui m′apporte un peu moins que la seconde. Il est temps que je m′arrête, la vertu du breuvage semble diminuer. Il est clair que la vérité que je cherche n′est pas en lui, mais en moi. Il l′y a éveillée, mais ne la connaît pas, et ne peut que répéter indéfiniment, avec de moins en moins de force, ce même témoignage que je ne sais pas interpréter et que je veux au moins pouvoir lui redemander et retrouver intact, à ma disposition, tout à l′heure, pour un éclaircissement décisif. Je pose la tasse et me tourne vers mon esprit. C′est à lui de trouver la vérité. Mais comment? Grave incertitude, toutes les fois que l′esprit se sent dépassé par lui-même; quand lui, le chercheur, est tout ensemble le pays obscur où il doit chercher et où tout son bagage ne lui sera de rien. Chercher? pas seulement: créer. Il est en face de quelque chose qui n′est pas encore et que seul il peut réaliser, puis faire entrer dans sa lumière.
Bebo un segundo trago, que no me dice más que el primero; luego un tercero, que ya me dice un poco menos. Ya es hora de pararse, parece que la virtud del brebaje va aminorándose. Ya se ve claro que la verdad que yo busco no está en él, sino en mí. El brebaje la despertó, pero no sabe cuál es y lo único que puede hacer es repetir indefinidamente, pero cada vez con menos intensidad, ese testimonio que no sé interpretar y que quiero volver a pedirle dentro de un instante y encontrar intacto a mi disposición para llegar a una aclaración decisiva. Dejo la taza y me vuelvo hacia mi alma. Ella es la que tiene que dar con la verdad. ¿Pero cómo? Grave incertidumbre ésta, cuando el alma se siente superada por sí misma, cuando ella, la que busca, es juntamente el país oscuro por donde ha de buscar, sin que le sirva para nada su bagaje. ¿Buscar? No sólo buscar, crear. Se encuentra ante una cosa que todavía no existe y a la que ella sola puede dar realidad, y entrarla en el campo de su visión.
Et je recommence à me demander quel pouvait être cet état inconnu, qui n′apportait aucune preuve logique, mais l′évidence de sa félicité, de sa réalité devant laquelle les autres s′évanouissaient. Je veux essayer de le faire réapparaître. Je rétrograde par la pensée au moment où je pris la première cuillerée de thé. Je retrouve le même état, sans une clarté nouvelle. Je demande à mon esprit un effort de plus, de ramener encore une fois la sensation qui s′enfuit. Et pour que rien ne brise l′élan dont il va tâcher de la ressaisir, j′écarte tout obstacle, toute idée étrangère, j′abrite mes oreilles et mon attention contre les bruits de la chambre voisine. Mais sentant mon esprit qui se fatigue sans réussir, je le force au contraire à prendre cette distraction que je lui refusais, à penser à autre chose, à se refaire avant une tentative suprême. Puis une deuxième fois, je fais le vide devant lui, je remets en face de lui la saveur encore récente de cette première gorgée et je sens tressaillir en moi quelque chose qui se déplace, voudrait s′élever, quelque chose qu′on aurait désancré, à une grande profondeur; je ne sais ce que c′est, mais cela monte lentement; j′éprouve la résistance et j′entends la rumeur des distances traversées.
Y otra vez me pregunto: ¿Cuál puede ser ese desconocido estado que no trae consigo ninguna prueba lógica, sino la evidencia de su felicidad, y de su realidad junto a la que se desvanecen todas las restantes realidades? Intento hacerlo aparecer de nuevo. Vuelvo con el pensamiento al instante en que tome la primera cucharada de té. Y me encuentro con el mismo estado, sin ninguna claridad nueva. Pido a mi alma un esfuerzo más; que me traiga otra vez la sensación fugitiva. Y para que nada la estorbe en ese arranque con que va a probar captarla, aparta de mí todo obstáculo, toda idea extraña, y protejo mis oídos y mi atención contra los ruidos de la habitación vecina. Pero como siento que se me cansa el alma sin lograr nada, ahora la fuerzo, por el contrario, a esa distracción que antes le negaba, a pensar en otra cosa, a reponerse antes de la tentativa suprema. Y luego, por segunda vez, hago el vacío frente a ella, vuelvo a ponerla cara a cara con el sabor reciente del primer trago de té, y siento estremecerse en mí algo que se agita, que quiere elevarse; algo que acaba de perder ancla a una gran profundidad, no sé qué, pero que va ascendiendo lentamente; percibo la resistencia y oigo el rumor de las distancias que va atravesando.
Certes, ce qui palpite ainsi au fond de moi, ce doit être l′image, le souvenir visuel, qui, lié à cette saveur, tente de la suivre jusqu′à moi. Mais il se débat trop loin, trop confusément; à peine si je perçois le reflet neutre où se confond l′insaisissable tourbillon des couleurs remuées; mais je ne puis distinguer la forme, lui demander comme au seul interprète possible, de me traduire le témoignage de sa contemporaine, de son inséparable compagne, la saveur, lui demander de m′apprendre de quelle circonstance particulière, de quelle époque du passé il s′agit.
Indudablemente, lo que así palpita dentro de mi ser será la imagen y el recuerdo visual que, enlazado al sabor aquel, intenta seguirlo hasta llegar a mí. Pero lucha muy lejos, y muy confusamente; apenas si distingo el reflejo neutro en que se confunde el inaprensible torbellino de los colores que se agitan; pero no puedo discernir la forma, y pedirle, como a único intérprete posible, que me traduzca el testimonio de su contemporáneo, de su inseparable compañero el sabor, y que me enseñe de qué circunstancia particular y de qué época del pasado se trata.
Arrivera-t-il jusqu′à la surface de ma claire conscience, ce souvenir, l′instant ancien que l′attraction d′un instant identique est venue de si loin solliciter, émouvoir, soulever tout au fond de moi? Je ne sais. Maintenant je ne sens plus rien, il est arrêté, redescendu peut-être; qui sait s′il remontera jamais de sa nuit? Dix fois il me faut recommencer, me pencher vers lui. Et chaque fois la lâcheté qui nous détourne de toute tâche difficile, de toute œuvre important, m′a conseillé de laisser cela, de boire mon thé en pensant simplement à mes ennuis d′aujourd′hui, à mes désirs de demain qui se laissent remâcher sans peine.
¿Llegará hasta la superficie de mi conciencia clara ese recuerdo, ese instante antiguo que la atracción de un instante idéntico ha ido a solicitar tan lejos, a conmover y alzar en el fondo de mi ser? No sé. Ya no siento nada, se ha parado, quizá desciende otra vez, quién sabe si tornará a subir desde lo hondo de su noche. Hay que volver a empezar una y diez veces, hay que inclinarse en su busca. Y a cada vez esa cobardía que nos aparta de todo trabajo dificultoso y de toda obra importante, me aconseja que deje eso y que me beba el té pensando sencillamente en mis preocupaciones de hoy y en mis deseos de mañana, que se dejan rumiar sin esfuerzo.
Et tout d′un coup le souvenir m′est apparu. Ce goût c′était celui du petit morceau de madeleine que le dimanche matin à Combray (parce que ce jour-là je ne sortais pas avant l′heure de la messe), quand j′allais lui dire bonjour dans sa chambre, ma tante Léonie m′offrait après l′avoir trempé dans son infusion de thé ou de tilleul. La vue de la petite madeleine ne m′avait rien rappelé avant que je n′y eusse goûté; peut-être parce que, en ayant souvent aperçu depuis, sans en manger, sur les tablettes des pâtissiers, leur image avait quitté ces jours de Combray pour se lier à d′autres plus récents; peut-être parce que de ces souvenirs abandonnés si longtemps hors de la mémoire, rien ne survivait, tout s′était désagrégé; les formes,—et celle aussi du petit coquillage de pâtisserie, si grassement sensuel, sous son plissage sévère et dévot—s′étaient abolies, ou, ensommeillées, avaient perdu la force d′expansion qui leur eût permis de rejoindre la conscience. Mais, quand d′un passé ancien rien ne subsiste, après la mort des êtres, après la destruction des choses, seules, plus frêles mais plus vivaces, plus immatérielles, plus persistantes, plus fidèles, l′odeur et la saveur restent encore longtemps, comme des âmes, à se rappeler, à attendre, à espérer, sur la ruine de tout le reste, à porter sans fléchir, sur leur gouttelette presque impalpable, l′édifice immense du souvenir.
Y de pronto el recuerdo surge. Ese sabor es el que tenía el pedazo de magdalena que mi tía Leoncia me ofrecía, después de mojado en su infusión de té o de tilo, los domingos por la mañana en Combray (porque los domingos yo no salía hasta la hora de misa), cuando iba a darle los buenos días a su cuarto. Ver la magdalena no me había recordado nada, antes de que la probara; quizá porque, como había visto muchas, sin comerlas, en las pastelerías, su imagen se había separado de aquellos días de Combray para enlazarse a otros más recientes; ¡quizá porque de esos recuerdos por tanto tiempo abandonados fuera de la memoria no sobrevive nada y todo se va desagregando!; las formas externas también aquella tan grasamente sensual de la concha, con sus dobleces severos y devotos., adormecidas o anuladas, habían perdido la fuerza de expansión que las empujaba hasta la conciencia. Pero cuando nada subsiste ya de un pasado antiguo, cuando han muerto los seres y se han derrumbado las cosas, solos, más frágiles, más vivos, más inmateriales, más, persistentes y más fieles que nunca, el olor y el sabor perduran mucho más, y recuerdan, y aguardan, y esperan, sobre las ruinas de todo, y soportan sin doblegarse en su impalpable gotita el edificio enorme del recuerdo.
Et dès que j′eus reconnu le goût du morceau de madeleine trempé dans le tilleul que me donnait ma tante (quoique je ne susse pas encore et dusse remettre à bien plus tard de découvrir pourquoi ce souvenir me rendait si heureux), aussitôt la vieille maison grise sur la rue, où était sa chambre, vint comme un décor de théâtre s′appliquer au petit pavillon, donnant sur le jardin, qu′on avait construit pour mes parents sur ses derrières (ce pan tronqué que seul j′avais revu jusque-là); et avec la maison, la ville, la Place où on m′envoyait avant déjeuner, les rues où j′allais faire des courses depuis le matin jusqu′au soir et par tous les temps, les chemins qu′on prenait si le temps était beau. Et comme dans ce jeu où les Japonais s′amusent à tremper dans un bol de porcelaine rempli d′eau, de petits morceaux de papier jusque-là indistincts qui, à peine y sont-ils plongés s′étirent, se contournent, se colorent, se différencient, deviennent des fleurs, des maisons, des personnages consistants et reconnaissables, de même maintenant toutes les fleurs de notre jardin et celles du parc de M. Swann, et les nymphéas de la Vivonne, et les bonnes gens du village et leurs petits logis et l′église et tout Combray et ses environs, tout cela que prend forme et solidité, est sorti, ville et jardins, de ma tasse de thé.
En cuanto reconocí el sabor del pedazo de magdalena mojado en tilo que mi tía me daba (aunque todavía no había descubierto y tardaría mucho en averiguar porqué ese recuerdo me daba tanta dicha), la vieja casa gris con fachada a la calle, donde estaba su cuarto, vino como una decoración de teatro a ajustarse al pabelloncito del jardín que detrás de la fábrica principal se había construido para mis padres, y en donde estaba ese truncado lienzo de casa que yo únicamente recordaba hasta entonces; y con la casa vino el pueblo, desde la hora matinal hasta la vespertina, y en todo tiempo, la plaza, adonde me mandaban antes de almorzar, y las calles por donde iba a hacer recados, y los caminos que seguíamos cuando había buen tiempo. Y como ese entretenimiento de los japoneses que meten en un cacharro de porcelana pedacitos de papel, al parecer, informes, que en cuanto se mojan empiezan a estirarse, a tomar forma, a colorearse y a distinguirse, convirtiéndose en flores, en casas, en personajes consistentes y cognoscibles, así ahora todas las flores de nuestro jardín y las del parque del señor Swann y las ninfeas del Vivonne y las buenas gentes del pueblo y sus viviendas chiquitas y la iglesia y Combray entero y sus alrededores, todo eso, pueblo y jardines, que va tomando forma y consistencia, sale de mi taza de té.
II.
Combray de loin, à dix lieues à la ronde, vu du chemin de fer quand nous y arrivions la dernière semaine avant Pâques, ce n′était qu′une église résumant la ville, la représentant, parlant d′elle et pour elle aux lointains, et, quand on approchait, tenant serrés autour de sa haute mante sombre, en plein champ, contre le vent, comme une pastoure ses brebis, les dos laineux et gris des maisons rassemblées qu′un reste de remparts du moyen âge cernait çà et là d′un trait aussi parfaitement circulaire qu′une petite ville dans un tableau de primitif. A l′habiter, Combray était un peu triste, comme ses rues dont les maisons construites en pierres noirâtres du pays, précédées de degrés extérieurs, coiffées de pignons qui rabattaient l′ombre devant elles, étaient assez obscures pour qu′il fallût dès que le jour commençait à tomber relever les rideaux dans les «salles»; des rues aux graves noms de saints (desquels plusieurs seigneurs de Combray): rue Saint-Hilaire, rue Saint-Jacques où était la maison de ma tante, rue Sainte-Hildegarde, où donnait la grille, et rue du Saint-Esprit sur laquelle s′ouvrait la petite porte latérale de son jardin; et ces rues de Combray existent dans une partie de ma mémoire si reculée, peinte de couleurs si différentes de celles qui maintenant revêtent pour moi le monde, qu′en vérité elles me paraissent toutes, et l′église qui les dominait sur la Place, plus irréelles encore que les projections de la lanterne magique; et qu′à certains moments, il me semble que pouvoir encore traverser la rue Saint-Hilaire, pouvoir louer une chambre rue de l′Oiseau—à la vieille hôtellerie de l′Oiseau flesché, des soupiraux de laquelle montait une odeur de cuisine qui s′élève encore par moments en moi aussi intermittente et aussi chaude,—serait une entrée en contact avec l′Au-delà plus merveilleusement surnaturelle que de faire la connaissance de Golo et de causer avec Geneviève de Brabant.
Combray, de lejos, en diez leguas a la redonda, visto desde era más que una iglesia que resumía la ciudad, la representaba el tren cuando llegábamos la semana anterior a Pascua, no taba y hablaba de ella y por ella a las lejanías, y que ya vista más de cerca mantenía bien apretadas, el abrigo de su gran manto sombrío, en medio del campo y contra los vientos, como una pastora a sus ovejas, los lomos lanosos y grises de las casas, ceñidas acá y acullá por un lienzo de muralla que trazaba un rasgo perfectamente curvo, como en una menuda ciudad de un cuadro primitivo. Para vivir, Combray era un poco triste, triste como sus calles, cuyas casas, construidas con piedra negruzca del país, con unos escalones a la entrada y con tejados acabados en punta, que con sus aleros hacían gran sombra, eran tan oscuras que en cuanto el día empezaba a declinar era menester subir los visillos; calles con graves nombres de santos (algunos de ellos se referían a la historia de los primeros señores de Combray), calle de San Hilarlo, calle de Santiago, donde estaba la casa de mi tía; calle de Santa Hildegarda, con la que lindaba la verja; calle del Espíritu Santo, a la que daba la puertecita lateral del jardín; y esas calles de Cambray viven en un lugar tan recóndito de mi memoria, pintado por colores tan distintos de los que ahora reviste para mí el mundo, que en verdad me parecen todas, y la iglesia, que desde la plaza las señoreaba, aún más irreales que las proyecciones de la linterna mágica, y en algunos momentos se me figura que poder cruzar todavía la calle San Hilarlo y poder tomar un cuarto en la calle del Pájaro .en la vieja hostería del Pájaro herido, de cuyos sótanos salía un olor de cocina que sube aún a veces, en mi recuerdo tan intermitente y cálido como entonces, sería entrar en contacto con el Más Allá de modo más maravillosamente sobrenatural que si me fuera dado conocer a Golo y hablar con Genoveva de Brabante.
La cousine de mon grand-père,—ma grand′tante,—chez qui nous habitions, était la mère de cette tante Léonie qui, depuis la mort de son mari, mon oncle Octave, n′avait plus voulu quitter, d′abord Combray, puis à Combray sa maison, puis sa chambre, puis son lit et ne «descendait» plus, toujours couchée dans un état incertain de chagrin, de débilité physique, de maladie, d′idée fixe et de dévotion. Son appartement particulier donnait sur la rue Saint-Jacques qui aboutissait beaucoup plus loin au Grand-Pré (par opposition au Petit-Pré, verdoyant au milieu de la ville, entre trois rues), et qui, unie, grisâtre, avec les trois hautes marches de grès presque devant chaque porte, semblait comme un défilé pratiqué par un tailleur d′images gothiques à même la pierre où il eût sculpté une crèche ou un calvaire. Ma tante n′habitait plus effectivement que deux chambres contiguës, restant l′après-midi dans l′une pendant qu′on aérait l′autre. C′étaient de ces chambres de province qui,—de même qu′en certains pays des parties entières de l′air ou de la mer sont illuminées ou parfumées par des myriades de protozoaires que nous ne voyons pas,—nous enchantent des mille odeurs qu′y dégagent les vertus, la sagesse, les habitudes, toute une vie secrète, invisible, surabondante et morale que l′atmosphère y tient en suspens; odeurs naturelles encore, certes, et couleur du temps comme celles de la campagne voisine, mais déjà casanières, humaines et renfermées, gelée exquise industrieuse et limpide de tous les fruits de l′année qui ont quitté le verger pour l′armoire; saisonnières, mais mobilières et domestiques, corrigeant le piquant de la gelée blanche par la douceur du pain chaud, oisives et ponctuelles comme une horloge de village, flâneuses et rangées, insoucieuses et prévoyantes, lingères, matinales, dévotes, heureuses d′une paix qui n′apporte qu′un surcroît d′anxiété et d′un prosae qui sert de grand réservoir de poésie à celui qui la traverse sans y avoir vécu.
Mi tía, prima de mi abuelo, en cuya casa habitábamos, era la madre de esa tía Leoncia que desde la muerte de su marido, mi tío Octavio, no quiso salir de Combray primero, de su casa luego, y más tarde de su cuarto y de su cama, que no bajaba nunca y se estaba siempre echada, en un estado incierto de pena, debilidad física, enfermedad, manía y devoción. Sus habitaciones daban a la calle de Santiago, que terminaba un poco más abajo en el Prado grande (por oposición al Prado chico, el cual extendía su verdor en medio de la ciudad, entre tres calles), y que, uniforme y grisácea, con los tres escalones de piedra delante de casi todas las puertas, parecía un desfiladero tallado por un imaginero gótico en la misma piedra en que esculpiera un nacimiento e un calvario. Mi tía no habitaba en realidad más que dos habitaciones contiguas, y por la tarde se estaba en una de ellas mientras se ventilaba la otra. Eran habitaciones de esas de provincias que .lo mismo que en ciertos países hay partes enteras del aire o del mar, iluminadas o perfumadas por infinidad de protozoarios que nosotros no vemos. Nos encantan con mil aromas que en ellas exhalan la virtud, la prudencia, el hábito, toda una vida secreta e invisible, superabundante y moral que el aire tiene en suspenso; olores naturales, sí, y con color de naturaleza, como los de los campos cercanos, pero humanos, caseros y confinados, ya, exquisita jalea industriosa y limpia de todos los frutos del año, que fueron del huerto al armario; cada uno de su sazón, pero domésticos, móviles, que suavizan el picor de la escarcha con la suavidad del pan blanco, ociosos y puntuales como reloj de pueblo, y a la vez corretones y sedentarios, descuidados y previsores, lenceros, madrugadores, devotos y felices, henchidos de una paz que nos infunde una ansiedad más y de un prosaísmo que sirve de depósito enorme de poesía para el que sin vivir entre ellos pasa por su lado.
L′air y était saturé de la fine fleur d′un silence si nourricier, si succulent que je ne m′y avançais qu′avec une sorte de gourmandise, surtout par ces premiers matins encore froids de la semaine de Pâques où je le goûtais mieux parce que je venais seulement d′arriver à Combray: avant que j′entrasse souhaiter le bonjour à ma tante on me faisait attendre un instant, dans la première pièce où le soleil, d′hiver encore, était venu se mettre au chaud devant le feu, déjà allumé entre les deux briques et qui badigeonnait toute la chambre d′une odeur de suie, en faisait comme un de ces grands «devants de four» de campagne, ou de ces manteaux de cheminée de châteaux, sous lesquels on souhaite que se déclarent dehors la pluie, la neige, même quelque catastrophe diluvienne pour ajouter au confort de la réclusion la poésie de l′hivernage; je faisais quelques pas du prie-Dieu aux fauteuils en velours frappé, toujours revêtus d′un appui-tête au crochet; et le feu cuisant comme une pâte les appétissantes odeurs dont l′air de la chambre était tout grumeleux et qu′avait déjà fait travailler et «lever» la fraîcheur humide et ensoleillée du matin, il les feuilletait, les dorait, les godait, les boursouflait, en faisant un invisible et palpable gâteau provincial, un immense «chausson» où, à peine goûtés les arômes plus croustillants, plus fins, plus réputés, mais plus secs aussi du placard, de la commode, du papier à ramages, je revenais toujours avec une convoitise inavouée m′engluer dans l′odeur médiane, poisseuse, fade, indigeste et fruitée de couvre-lit à fleurs.
Estaba aquel aire saturado por lo más exquisito de un silencio tan nutritivo y suculento, que yo andaba por allí casi con golosina, sobre todo en aquellas primeras mañanas, frías aún, de la semana de Resurrección, en que lo saboreaba mejor porque estaba recién llegado; antes de entrar a dar los buenos días a mi tía tenía que esperar un momento en el primer cuarto, en donde el sol, de invierno todavía, estaba ya calentándose a la lumbre; encendida ya entre los dos ladrillos y que estucaba toda la habitación con su olor de hollín, convirtiéndola en uno de esos hogares de pueblo o en una de esas campanas de chimenea de los castillos, cuyo abrigo nos inspira el deseo de que fuera estalle la lluvia, la nieve o hasta una catástrofe diluviana pasa acrecer el bienestar de la reclusión con la poesía de lo invernal; daba unos paseos del reclinatorio a las butacas de espeso terciopelo, con sus cabeceras de crochet; y la lumbre, cociendo, como si fueran una pasta, los apetitosos olores cuajados en el aire de la habitación, y que estaban ya levantados y trabajados por la frescura soleada y húmeda de la mañana, los hojaldraba, los doraba, les daba arrugas y volumen para hacer un invisible y palpable pastel provinciano, inmensa torta de manzanas, una torta en cuyo seno yo iba, después de ligeramente saboreados los aromas más cuscurrosos, finos y reputados, pero más secos también, de la cómoda, de la alacena y del papel rameado de la pared, a pegarme siempre con secreta codicia al olor mediocre, pegajoso, indigesto, soso y frutal de la colcha de flores.
Dans la chambre voisine, j′entendais ma tante qui causait toute seule à mi-voix. Elle ne parlait jamais qu′assez bas parce qu′elle croyait avoir dans la tête quelque chose de cassé et de flottant qu′elle eût déplacé en parlant trop fort, mais elle ne restait jamais longtemps, même seule, sans dire quelque chose, parce qu′elle croyait que c′était salutaire pour sa gorge et qu′en empêchant le sang de s′y arrêter, cela rendrait moins fréquents les étouffements et les angoisses dont elle souffrait; puis, dans l′inertie absolu où elle vivait, elle prêtait à ses moindres sensations une importance extraordinaire; elle les douait d′une motilité qui lui rendait difficile de les garder pour elle, et à défaut de confident à qui les communiquer, elle se les annonçait à elle-même, en un perpétuel monologue qui était sa seule forme d′activité. Malheureusement, ayant pris l′habitude de penser tout haut, elle ne faisait pas toujours attention à ce qu′il n′y eût personne dans la chambre voisine, et je l′entendais souvent se dire à elle-même: «Il faut que je me rappelle bien que je n′ai pas dormi» (car ne jamais dormir était sa grande prétention dont notre langage à tous gardait le respect et la trace: le matin Françoise ne venait pas «l′éveiller», mais «entrait» chez elle; quand ma tante voulait faire un somme dans la journée, on disait qu′elle voulait «réfléchir» ou «reposer»; et quand il lui arrivait de s′oublier en causant jusqu′à dire: «Ce qui m′a réveillée» ou «j′ai rêvé que», elle rougissait et se reprenait au plus vite).
En el cuarto de al lado oía a mi tía hablar ella sola a media voz. Nunca hablaba más que bajito, porque se figuraba que tenía algo roto y flotante dentro de la cabeza, y que hablando fuerte podría moverse; pero nunca se pasaba mucho rato, aunque estuviera sola, sin decir algo, porque creía que eso, era sano para la garganta y que, impidiendo que la sangre se parara allí, tendría menos ahogos y angustias de aquellos que la aquejaban; además, en aquella absoluta inercia en que vivía atribuía a sus mínimas sensaciones una importancia extraordinaria, dotándolas de una tal movilidad, que era imposible que las retuviera dentro de sí; y a falta de confidente a quien comunicárselas se las anunciaba a sí misma, en un perpetuo monólogo, que era su única forma de actividad. Desdichadamente, como había contraído la costumbre de pensar en alta voz, ya no se fijaba en que hubiera alguien o no en el cuarto de al lado, y muchas veces le oía decir, dirigiéndose a si misma: «Tengo que acordarme bien de que no he dormido» (porque su pretensión capital era que no dormía nunca, pretensión que en nuestras palabras se reflejaba con gran respeto; por la mañana Francisca no iba a «despertarla», sino que «entraba» en su alcoba; cuando quería echar un sueño durante el día, decíamos que quería «reflexionar» o «descansar»; y cuando, a veces, se descuidaba charlando hasta el punto de llegar a decir: «lo que me ha despertado» o «soñé que...», se ponía encamada y se corregía en seguida).
Au bout d′un moment, j′entrais l′embrasser; Françoise faisait infuser son thé; ou, si ma tante se sentait agitée, elle demandait à la place sa tisane et c′était moi qui étais chargé de faire tomber du sac de pharmacie dans une assiette la quantité de tilleul qu′il fallait mettre ensuite dans l′eau bouillante. Le dessèchement des tiges les avait incurvées en un capricieux treillage dans les entrelacs duquel s′ouvraient les fleurs pâles, comme si un peintre les eût arrangées, les eût fait poser de la façon la plus ornementale. Les feuilles, ayant perdu ou changé leur aspect, avaient l′air des choses les plus disparates, d′une aile transparente de mouche, de l′envers blanc d′une étiquette, d′un pétale de rose, mais qui eussent été empilées, concassées ou tressées comme dans la confection d′un nid. Mille petits détails inutiles,—charmante prodigalité du pharmacien,—qu′on eût supprimés dans une préparation factice, me donnaient, comme un livre où on s′émerveille de rencontrer le nom d′une personne de connaissance, le plaisir de comprendre que c′était bien des tiges de vrais tilleuls, comme ceux que je voyais avenue de la Gare, modifiées, justement parce que c′étaient non des doubles, mais elles-même et qu′elles avaient vieilli. Et chaque caractère nouveau n′y étant que la métamorphose d′un caractère ancien, dans de petites boules grises je reconnaissais les boutons verts qui ne sont pas venus à terme; mais surtout l′éclat rose, lunaire et doux qui faisait se détacher les fleurs dans la forêt fragile des tiges où elles étaient suspendues comme de petites roses d′or,—signe, comme la lueur qui révèle encore sur une muraille la place d′une fresque effacée, de la différence entre les parties de l′arbre qui avaient été «en couleur» et celles qui ne l′avaient pas été—me montrait que ces pétales étaient bien ceux qui avant de fleurir le sac de pharmacie avaient embaumé les soirs de printemps. Cette flamme rose de cierge, c′était leur couleur encore, mais à demi éteinte et assoupie dans cette vie diminuée qu′était la leur maintenant et qui est comme le crépuscule des fleurs. Bientôt ma tante pouvait tremper dans l′infusion bouillante dont elle savourait le goût de feuille morte ou de fleur fanée une petite madeleine dont elle me tendait un morceau quand il était suffisamment amolli.
Al cabo de un momento entraba a darle un beso; Francisca estaba haciendo el té; y si mi tía se sentía nerviosa, pedía tilo en vez de té, y entonces yo era el encargado de coger la bolsita de la farmacia y echar en un plato la cantidad de tilo que luego había que verter en el agua hirviente. Los tallos de la flor del tilo, al secarse, se curvaban, formando un caprichoso enrejado, entre cuyos nudos se abrían las pálidas flores, como si un pintor las hubiera colocado y dispuesto del modo más decorativo. Las hojas, al cambiar de aspecto, al perderlo totalmente, se asemejaban a cosas absurdas, al ala transparente de una mosca, al revés de una etiqueta o a un pétalo de rosa, pero que hubieran sido entretejidas como en la confección de un nido. Mil pequeños detalles inútiles .prodigalidad encantadora del boticario, que en un preparado facticio se hubieran suprimido, me daban, lo mismo que un libro donde nos maravillamos de ver el nombre de un conocido, el gozo de comprender que eran aquellos verdaderos tallos de tilo, como los que yo veía en el paseo de la Estación, y modificados precisamente, porque eran de verdad y no copias, y habían envejecido. Y como cada rasgo característico que ofrecían no era más que la metamorfosis de un rasgo antiguo, yo reconocía en las bolitas grises los botones verdes que no cuajaron; pero, sobre todo, el brillo rosado, lunar y suave, en el que se destacaban las flores, pendientes de una frágil selva de tallos, como rositas de oro .señal, como ese resplandor que aun revela en un muro el sitio en que estuvo un fresco borrado, de la diferencia entre las partes del árbol que habían tenido color y las que no, me indicaba que aquellos pétalos eran los mismos que, antes de henchir la bolsita de la botica, habían aromado las noches de primavera. Aquella llama rosa, de cirio, era todavía su coloración, pero medio apagada y dormida en esa vida inferior que ahora llevaban, y que viene a ser el crepúsculo de las flores. Muy pronto podía mi tía mojar en la hirviente infusión, cuyo sabor de hoja muerta y flor marchita saboreaba, una magdalenita, y me daba un pedacito cuando ya estaba bien empapada.
D′un côté de son lit était une grande commode jaune en bois de citronnier et une table qui tenait à la fois de l′officine et du maître-autel, où, au-dessus d′une statuette de la Vierge et d′une bouteille de Vichy-Célestins, on trouvait des livres de messe et des ordonnances de médicaments, tous ce qu′il fallait pour suivre de son lit les offices et son régime, pour ne manquer l′heure ni de la pepsine, ni des Vêpres. De l′autre côté, son lit longeait la fenêtre, elle avait la rue sous les yeux et y lisait du matin au soir, pour se désennuyer, à la façon des princes persans, la chronique quotidienne mais immémoriale de Combray, qu′elle commentait en-suite avec Françoise.
A un lado de su cama había una cómoda amarilla de madera de limonero, mueble que participaba de las funciones de botiquín y altar; junto a una estatuita de la virgen y una botella de Vichy Célestins había libros de misa y recetas del médico, todo lo necesario para seguir desde el lecho los oficios religiosos y el régimen, y para que no se pasara la hora de la pepsina ni la de vísperas. Al otro lado de la dama extendíase la ventana, y así tenía la calle a la vista, y podía leer desde la mañana hasta por la noche, para no aburrirse, al modo de los príncipes persas, la crónica diaria, pero inmemorial, de Combray, crónica que luego comentaba con Francisca.
Je n′étais pas avec ma tante depuis cinq minutes, qu′elle me renvoyait par peur que je la fatigue. Elle tendait à mes lèvres son triste front pâle et fade sur lequel, à cette heure matinale, elle n′avait pas encore arrangé ses faux cheveux, et où les vertèbres transparaissaient comme les pointes d′une couronne d′épines ou les grains d′un rosaire, et elle me disait: «Allons, mon pauvre enfant, va-t′en, va te préparer pour la messe; et si en bas tu rencontres Françoise, dis-lui de ne pas s′amuser trop longtemps avec vous, qu′elle monte bientôt voir si je n′ai besoin de rien.»
Apenas estaba cinco minutos con mi tía, me mandaba que me fuera, por temor a cansarse. Ofrecía a mis labios su frente pálida y fría, que en aquellas horas tempranas aun no tenía puestos los postizos, y en la cual se transparentaban los huesos como las puntas de una corona de espinas o las cuentas de un rosario, y me decía: «Anda, hijo mío, ve a vestirte para ir a misa; y si ves por ahí a Francisca dile que no se entretenga mucho con vosotros y que suba pronto a ver si necesito algo».
Françoise, en effet, qui était depuis des années a son service et ne se doutait pas alors qu′elle entrerait un jour tout à fait au nôtre délaissait un peu ma tante pendant les mois où nous étions là. Il y avait eu dans mon enfance, avant que nous allions à Combray, quand ma tante Léonie passait encore l′hiver à Paris chez sa mère, un temps où je connaissais si peu Françoise que, le 1er janvier, avant d′entrer chez ma grand′tante, ma mère me mettait dans la main une pièce de cinq francs et me disait: «Surtout ne te trompe pas de personne. Attends pour donner que tu m′entendes dire: «Bonjour Françoise»; en même temps je te toucherai légèrement le bras. A peine arrivions-nous dans l′obscure antichambre de ma tante que nous apercevions dans l′ombre, sous les tuyaux d′un bonnet éblouissant, raide et fragile comme s′il avait été de sucre filé, les remous concentriques d′un sourire de reconnaissance anticipé. C′était Françoise, immobile et debout dans l′encadrement de la petite porte du corridor comme une statue de sainte dans sa niche. Quand on était un peu habitué à ces ténèbres de chapelle, on distinguait sur son visage l′amour désintéressé de l′humanité, le respect attendri pour les hautes classes qu′exaltait dans les meilleures régions de son cœur l′espoir des étrennes. Maman me pinçait le bras avec violence et disait d′une voix forte: «Bonjour Françoise.» A ce signal mes doigts s′ouvraient et je lâchais la pièce qui trouvait pour la recevoir une main confuse, mais tendue. Mais depuis que nous allions à Combray je ne connaissais personne mieux que Françoise; nous étions ses préférés, elle avait pour nous, au moins pendant les premières années, avec autant de considération que pour ma tante, un goût plus vif, parce que nous ajoutions, au prestige de faire partie de la famille (elle avait pour les liens invisibles que noue entre les membres d′une famille la circulation d′un même sang, autant de respect qu′un tragique grec), le charme de n′être pas ses maîtres habituels. Aussi, avec quelle joie elle nous recevait, nous plaignant de n′avoir pas encore plus beau temps, le jour de notre arrivée, la veille de Pâques, où souvent il faisait un vent glacial, quand maman lui demandait des nouvelles de sa fille et de ses neveux, si son petit-fils était gentil, ce qu′on comptait faire de lui, s′il ressemblerait à sa grand′mère.
Porque, en efecto, Francisca, que estaba a su servicio hacía muchos años, y que no sospechaba entonces que algún día habría de pasar al nuestro, descuidaba un poco a mi tía los meses que pasábamos allí. Hubo una época de mi infancia, antes de que fuéramos a Combray, cuando mi tía pasaba los inviernos en París en casa de su madre, en que yo conocía a Francisca, tan vagamente, que el día primero de año, antes de entrar en casa de mi tía, mamá me ponía en la mano un duro y me decía: «Y ten cuidado de no equivocarte. Espera para dárselo a que me oigas decir: buenos días, Francisca, y al mismo tiempo te daré un golpecito en el brazo». Apenas llegábamos al oscuro recibimiento de mi tía, veíanse en la sombra, y bajo los cañones de una cofia brillante, tiesa y frágil, como si fuera de azúcar hilado, los remolinos concéntricos de una sonrisa de gratitud anticipada. Era Francisca, de pie e inmóvil en el marco de la puertecita del corredor como una estatua de un santo en su hornacina. Conforme iba uno acostumbrándose a aquellas tinieblas de iglesia, leíanse en su rostro los sentimiento de amor desinteresado a la Humanidad y de tierno respeto a las clases sociales acomodadas, exaltado en las mejores regiones de su corazón por la esperanza del aguinaldo. Mamá me pellizcaba violentamente en el brazo y decía con voz fuerte: «Buenos días, Francisca». Y a esta señal yo soltaba el duro, que iba a caer en una mano confusa, pero tendida. Pero desde que íbamos a Combray, a nadie conocía yo mejor que a Francisca; nosotros éramos sus favoritos y le inspirábamos, al menos los primeros años, tanta consideración como mi tía, y más vivo agrado, porque añadíamos al prestigio de formar parte de la familia (y Francisca guardaba a los invisibles lazos que crea entre los individuos de una familia, la circulación de una misma sangre, tanto respeto como un trágico griego) el encanto de no ser los amos de siempre. Y por eso nos recibía con gran alegría, compadeciéndonos porque no hacía mejor tiempo, la víspera de Pascua, día de nuestra llegada, en que a veces aun soplaba un viento glacial, y cuando mamá le preguntaba por su hija y sus sobrinos, si su nieto era bueno y qué pensaban hacer de él, y si se parecía a su abuela.
Et quand il n′y avait plus de monde là, maman qui savait que Françoise pleurait encore ses parents morts depuis des années, lui parlait d′eux avec douceur, lui demandait mille détails sur ce qu′avait été leur vie.
Y cuando ya no había gente delante, mamá, que sabía que Francisca lloraba todavía a sus padres, muertos hacía muchos años, le hablaba de ellos bondadosamente, inquiriendo mil detalles.
Elle avait deviné que Françoise n′aimait pas son gendre et qu′il lui gâtait le plaisir qu′elle avait à être avec sa fille, avec qui elle ne causait pas aussi librement quand il était là. Aussi, quand Françoise allait les voir, à quelques lieues de Combray, maman lui disait en souriant: «N′est-ce pas Françoise, si Julien a été obligé de s′absenter et si vous avez Marguerite à vous toute seule pour toute la journée, vous serez désolée, mais vous vous ferez une raison?»
Mamá había adivinado que Francisca no quería a su yerno y que éste le aguaba el placer que sentía en estar con su hija, porque cuando él estaba delante no podían hablar con libertad. Así que cuando Francisca iba a verlos, a unas leguas de Combray, mi madre le decía sonriendo: «¿Verdad, Francisca, que si Julián ha tenido que salir y tiene usted a Margarita para usted sola todo el día, lo sentirá usted mucho, pero acabará por resignarse?»
Et Françoise disait en riant: «Madame sait tout; madame est pire que les rayons X (elle disait x avec une difficulté affectée et un sourire pour se railler elle-même, ignorante, d′employer ce terme savant), qu′on a fait venir pour Mme Octave et qui voient ce que vous avez dans le cœur», et disparaissait, confuse qu′on s′occupât d′elle, peut-être pour qu′on ne la vît pas pleurer; maman était la première personne qui lui donnât cette douce émotion de sentir que sa vie, ses bonheurs, ses chagrins de paysanne pouvaient présenter de l′intérêt, être un motif de joie ou de tristesse pour une autre qu′elle-même.
Y Francisca respondía riéndose: «La señora lo sabe todo, es peor que los rayos X (y decía X con una dificultad afectada y una sonrisa para burlarse de su ignorancia, que se atrevía a emplear ese término científico), que trajeron para la señora Octave y que ven lo que tiene uno en el corazón»; y desaparecía turbada porque hablaban de ella, acaso para que no la vieran llorar; mamá era la primera persona que le daba la alegría de sentir que su vida, sus dichas y sus disgustos de aldeana podían ofrecer interés y ser motivo de gozo o tristeza para otra persona además de ella.
Ma tante se résignait à se priver un peu d′elle pendant notre séjour, sachant combien ma mère appréciait le service de cette bonne si intelligente et active, qui était aussi belle dès cinq heures du matin dans sa cuisine, sous son bonnet dont le tuyautage éclatant et fixe avait l′air d′être en biscuit, que pour aller à la grand′messe; qui faisait tout bien, travaillant comme un cheval, qu′elle fût bien portante ou non, mais sans bruit, sans avoir l′air de rien faire, la seule des bonnes de ma tante qui, quand maman demandait de l′eau chaude ou du café noir, les apportait vraiment bouillants; elle était un de ces serviteurs qui, dans une maison, sont à la fois ceux qui déplaisent le plus au premier abord à un étranger, peut-être parce qu′ils ne prennent pas la peine de faire sa conquête et n′ont pas pour lui de prévenance, sachant très bien qu′ils n′ont aucun besoin de lui, qu′on cesserait de le recevoir plutôt que de les renvoyer; et qui sont en revanche ceux à qui tiennent le plus les maîtres qui ont éprouvé leur capacités réelles, et ne se soucient pas de cet agrément superficiel, de ce bavardage servile qui fait favorablement impression à un visiteur, mais qui recouvre souvent une inéducable nullité.
Mi tía se resignaba a prescindir un poco de Francisca durante nuestra estancia, porque sabía cuánto apreciaba mi madre los servicios de aquella criada tan inteligente y activa, que estaba tan flamante, desde las cinco de la mañana, en la cocina, con su cofia, cuyo encañonado, brillante y tieso, parecía de porcelana, como para ir a misa; que lo hacía todo bien, trabajando como una caballería, estuviera buena o no, y siempre sin meter ruido, como si no hiciera nada, y la única criada de mi tía que cuando mamá pedía agua caliente o café puro los traía verdaderamente a punto de hervir; era una de esas criadas que en una casa son de las que desagradan a primera vista a un extraño, quizá porque no se toman el trabajo de conquistarlo ni lo agasajan, porque saben muy bien que no lo necesitan, y que antes de despedirla a ella dejarían de recibirlo; pero que, en cambio, son las que se ganan mejor el apego de los amos que han puesto a prueba su capacidad real y no se preocupan por esa simpatía superficial y esa palabrería servil que impresionan favorablemente a un forastero, pero que muchas veces sirven de capa a una ineducable inutilidad.
Quand Françoise, après avoir veillé à ce que mes parents eussent tout ce qu′il leur fallait, remontait une première fois chez ma tante pour lui donner sa pepsine et lui demander ce qu′elle prendrait pour déjeuner, il était bien rare qu′il ne fallût pas donner déjà son avis ou fournir des explications sur quelque événement d′importance:
Cuando Francisca, después de cuidar que a mis padres no les faltara nada, subía por primera vez al cuarto de mi tía para darle la pepsina y preguntarle lo que iba a tomar de almuerzo, era muy raro que no fuera ya llamada a dar su opinión o alguna explicación concerniente a un acontecimiento de importancia: -
—«Françoise, imaginez-vous que Mme Goupil est passée plus d′un quart d′heure en retard pour aller chercher sa sœur; pour peu qu′elle s′attarde sur son chemin cela ne me surprendrait point qu′elle arrive après l′élévation.»
Francisca, figúrese usted que la señora Goupil ha pasado a buscar a su hermana un cuarto de hora más tarde que de costumbre; por poco que se retrase en el camino no me extrañará que llegue a la iglesia después de alzar.
—«Hé! il n′y aurait rien d′étonnant», répondait Françoise.
-Si, no tendría nada de particular .contestaba Francisca.
—«Françoise, vous seriez venue cinq minutes plus tôt, vous auriez vu passer Mme Imbert qui tenait des asperges deux fois grosses comme celles de la mère Callot; tâchez donc de savoir par sa bonne où elle les a eues. Vous qui, cette année, nous mettez des asperges à toutes les sauces, vous auriez pu en prendre de pareilles pour nos voyageurs.»
-Francisca, si llega usted a venir cinco minutos antes, ve usted pasar a la señora de Imbert, con unos espárragos dos veces más gordos que los de la tía Callot; a ver si por medio de su criada se entera usted de dónde los saca. Porque usted, que este año nos pone espárragos en todas las salsas, podría comprarlos de esos para nuestros huéspedes.
—«Il n′y aurait rien d′étonnant qu′elles viennent de chez M. le Curé», disait Françoise.
-No tendría nada de particular que fueran de casa del señor cura -decía Francisca.
—«Ah! je vous crois bien, ma pauvre Françoise, répondait ma tante en haussant les épaules, chez M. le Curé! Vous savez bien qu′il ne fait pousser que de petites méchantes asperges de rien. Je vous dis que celles-là étaient grosses comme le bras. Pas comme le vôtre, bien sûr, mais comme mon pauvre bras qui a encore tant maigri cette année.»
- .No, Francisca, no pueden ser de casa del señor cura. Y sabe usted que no cría más que unos malos esparraguillos de nada. Y los que yo digo eran tan gruesos como el brazo. Es decir, no como un brazo de usted, claro, sino como uno de estos pobres brazos míos que este año aun han adelgazado más.
—«Françoise, vous n′avez pas entendu ce carillon qui m′a cassé la tête?»
-Francisca, ¿no ha oído usted el demonio del repique ese que me estaba partiendo la cabeza?
—«Non, madame Octave.»
-No, señora.
—«Ah! ma pauvre fille, il faut que vous l′ayez solide votre tête, vous pouvez remercier le Bon Dieu. C′était la Maguelone qui était venue chercher le docteur Piperaud. Il est ressorti tout de suite avec elle et ils ont tourné par la rue de l′Oiseau. Il faut qu′il y ait quelque enfant de malade.»
-¡Ay, hija mía, ya puede usted decir que tiene una cabeza dura, y darle gracias a Dios! Era la Maguelone que ha venido a buscar al doctor Piperaud; salieron los dos en seguida y tomaron por la calle del Pájaro. Debe haber algún niño enfermo.
—«Eh! là, mon Dieu», soupirait Françoise, qui ne pouvait pas entendre parler d′un malheur arrivé à un inconnu, même dans une partie du monde éloignée, sans commencer à gémir.
-¡Vaya por Dios! .suspiraba Francisca, que no podía oír hablar de una desgracia sucedida a un desconocido, aunque fuera en la parte más remota del mundo, sin empezar a lloriquear.
—«Françoise, mais pour qui donc a-t-on sonné la cloche des morts? Ah! mon Dieu, ce sera pour Mme Rousseau. Voilà-t-il pas que j′avais oublié qu′elle a passé l′autre nuit. Ah! il est temps que le Bon Dieu me rappelle, je ne sais plus ce que j′ai fait de ma tête depuis la mort de mon pauvre Octave. Mais je vous fais perdre votre temps, ma fille.»
-Oiga, Francisca, ¿y por quién habrán tocado a muerto? ¡Ah, sí. Dios mío, será por la señora de Rousseau! ¡Pues no me había olvidado que se murió la otra noche! ¡Ay, ya es hora de que Dios se acuerde de mí; desde la muerte de mi pobre Octavio no sé dónde tengo la cabeza! Pero le estoy haciendo a usted perder el tiempo.
—«Mais non, madame Octave, mon temps n′est pas si cher; celui qui l′a fait ne nous l′a pas vendu. Je vas seulement voir si mon feu ne s′éteint pas.»
-¡No, señora, no! Mi tiempo vale poco, y además, el que hizo el tiempo no nos lo vendió. Lo que sí voy a ver es si no se me apaga la lumbre.
Ainsi Françoise et ma tante appréciaient-elles ensemble au cours de cette séance matinale, les premiers événements du jour. Mais quelquefois ces événements revêtaient un caractère si mystérieux et si grave que ma tante sentait qu′elle ne pourrait pas attendre le moment où Françoise monterait, et quatre coups de sonnette formidables retentissaient dans la maison.
De este modo apreciaban Francisca y mi tía los primeros acontecimientos del día en aquella sesión matinal. Pero algunas veces esos acontecimientos revestían un carácter tan misterioso y grave que mi día no podía aguardar hasta el momento que subiera Francisca, y entonces cuatro campanillazos formidables resonaban en toda la casa.
—«Mais, madame Octave, ce n′est pas encore l′heure de la pepsine, disait Françoise. Est-ce que vous vous êtes senti une faiblesse?»
-¡Pero, señora, no es todavía la hora de la pepsina! .deja Francisca.. ¿Es que ha tenido usted algún mareo?
—«Mais non, Françoise, disait ma tante, c′est-à-dire si, vous savez bien que maintenant les moments où je n′ai pas de faiblesse sont bien rares; un jour je passerai comme Mme Rousseau sans avoir eu le temps de me reconnaître; mais ce n′est pas pour cela que je sonne. Croyez-vous pas que je viens de voir comme je vous vois Mme Goupil avec une fillette que je ne connais point. Allez donc chercher deux sous de sel chez Camus. C′est bien rare si Théodore ne peut pas vous dire qui c′est.»
-No, Francisca, es decir, sí; ya sabe usted que ahora raro es el momento en que no siento mareos; un día me acabaré como la señora de Rousseau, sin darme cuenta siquiera; pero no he llamado por eso. ¿Querrá usted creer que acabo de ver, lo mismo que la estoy viendo a usted, a la señora Goupil, con una chiquita que no sé quién es? Vaya usted a casa de Camus por diez céntimos de sal, y seguramente Teodoro podrá decirnos quién es.
—«Mais ça sera la fille à M. Pupin», disait Françoise qui préférait s′en tenir à une explication immédiate, ayant été déjà deux fois depuis le matin chez Camus.
-Será la hija de Pupin .decía Francisca, que, como ya había ido dos veces aquella mañana a casa de Camus, prefería atenerse a una explicación inmediata.
—«La fille à M. Pupin! Oh! je vous crois bien, ma pauvre Françoise! Avec cela que je ne l′aurais pas reconnue?»
-¡La hija de Pupin! Pero, Francisca, ¿se figura usted que no voy yo a conocer a la hija de Pupin?
—«Mais je ne veux pas dire la grande, madame Octave, je veux dire la gamine, celle qui est en pension à Jouy. Il me ressemble de l′avoir déjà vue ce matin.»
-No digo la mayor, señora; digo la pequeña, la que está interna en el colegio, en Jouy. Me pareció verla ya esta mañana.
—«Ah! à moins de ça, disait ma tante. Il faudrait qu′elle soit venue pour les fêtes. C′est cela! Il n′y a pas besoin de chercher, elle sera venue pour les fêtes. Mais alors nous pourrions bien voir tout à l′heure Mme Sazerat venir sonner chez sa sœur pour le déjeuner. Ce sera ça! J′ai vu le petit de chez Galopin qui passait avec une tarte! Vous verrez que la tarte allait chez Mme Goupil.»
-¡Ah, como no sea eso! .decía mi tía.. Tendría que haber venido para la función. ¡Sí, eso es, no hay que pensar más, habrá venido para la función! Entonces pronto veremos a la señora de Sazerat llamar a la puerta de su hermana, para almorzar con ella. -Eso será. He visto al chiquillo de casa de Galopín pasar con una tarta. Verá usted cómo esa tarta era para casa de la señora de Goupil.
—«Dès l′instant que Mme Goupil a de la visite, madame Octave, vous n′allez pas tarder à voir tout son monde rentrer pour le déjeuner, car il commence à ne plus être de bonne heure», disait Françoise qui, pressé de redescendre s′occuper du déjeuner, n′était pas fâchée de laisser à ma tante cette distraction en perspective.
-Pues si la señora de Goupil tiene visita no tardará usted mucho en ver entrar a sus invitados al almuerzo, porque ya empieza a hacerse tarde .decía Francisca, que, como tenía prisa en bajar para ocuparse de sus guisos, se alegraba ante la perspectiva de dejar a mi tía esta distracción.
—«Oh! pas avant midi, répondait ma tante d′un ton résigné, tout en jetant sur la pendule un coup d′œil inquiet, mais furtif pour ne pas laisser voir qu′elle, qui avait renoncé à tout, trouvait pourtant, à apprendre que Mme Goupil avait à déjeuner, un plaisir aussi vif, et qui se ferait malheureusement attendre encore un peu plus d′une heure. Et encore cela tombera pendant mon déjeuner!» ajouta-t-elle à mi-voix pour elle-même. Son déjeuner lui était une distraction suffisante pour qu′elle n′en souhaitât pas une autre en même temps. «Vous n′oublierez pas au moins de me donner mes œufs à la crème dans une assiette plate?» C′étaient les seules qui fussent ornées de sujets, et ma tante s′amusait à chaque repas à lire la légende de celle qu′on lui servait ce jour-là. Elle mettait ses lunettes, déchiffrait: Alibaba et quarante voleurs, Aladin ou la Lampe merveilleuse, et disait en souriant: Très bien, très bien.
-.Sí, pero no vendrán antes de las doce .contestaba mi tía con tono resignado, echando al reloj una ojeada inquieta, pero furtiva, para no hacer ver que ella, que ya había renunciado a todo, sacaba, de saber quién tendría la señora de Goupil a almorzar, un placer tan vivo, y que desgraciadamente se haría esperar aún lo menos medía hora. «Y quizá lleguen mientras yo esté almorzando», se decía bajito a sí misma. Su almuerzo le servía ya de bastante distracción para que no necesitara tener otra al mismo tiempo. «No se le olvide a usted traerme los huevos a la crema en un plato liso, ¡eh! » Ésos eran los únicos platos decorados con monigotes, y mi tía se entretenía en todas sus comidas en leer el letrero del plato en que le servían. Se calaba sus gafas, e iba descifrando: Alí-Babá, o los cuarenta ladrones; Aladino, o la lámpara maravillosa, y decía sonriente: «Muy bien, muy bien».
—«Je serais bien allée chez Camus...» disait Françoise en voyant que ma tante ne l′y enverrait plus.
-¿Podría llegarme a casa de Camus? .decía Francisca, al ver que mi tía ya no la iba a mandar.
—«Mais non, ce n′est plus la peine, c′est sûrement Mlle Pupin. Ma pauvre Françoise, je regrette de vous avoir fait monter pour rien.»
-No, no merece la pena; seguramente es la chica de Pupin. Francisca, siento mucho haberla hecho a usted subir en balde.
Mais ma tante savait bien que ce n′était pas pour rien qu′elle avait sonné Françoise, car, à Combray, une personne «qu′on ne connaissait point» était un être aussi peu croyable qu′un dieu de la mythologie, et de fait on ne se souvenait pas que, chaque fois que s′était produite, dans la rue de Saint-Esprit ou sur la place, une de ces apparitions stupéfiantes, des recherches bien conduites n′eussent pas fini par réduire le personnage fabuleux aux proportions d′une «personne qu′on connaissait», soit personnellement, soit abstraitement, dans son état civil, en tant qu′ayant tel degré de parenté avec des gens de Combray. C′était le fils de Mme Sauton qui rentrait du service, la nièce de l′abbé Perdreau qui sortait de couvent, le frère du curé, percepteur à Châteaudun qui venait de prendre sa retraite ou qui était venu passer les fêtes. On avait eu en les apercevant l′émotion de croire qu′il y avait à Combray des gens qu′on ne connaissait point simplement parce qu′on ne les avait pas reconnus ou identifiés tout de suite. Et pourtant, longtemps à l′avance, Mme Sauton et le curé avaient prévenu qu′ils attendaient leurs «voyageurs». Quand le soir, je montais, en rentrant, raconter notre promenade à ma tante, si j′avais l′imprudence de lui dire que nous avions rencontré près du Pont-Vieux, un homme que mon grand-père ne connaissait pas:
Pero mi tía sabía perfectamente que no la había llamado en balde, porque en Combray «una persona desconocida» era un ser tan increíble como un dios de la mitología, y no se recordaba que ninguna vez que una de aquellas pasmosas apariciones habían ocurrido, fuera de la plaza, fuera de la calle del Espíritu Santo una diligente investigación no hubiera terminado por reducir el personaje fabuloso a las proporciones de una «persona conocida», ya personalmente, ya en abstracto, según su estado civil, y como pariente en tal o cual grado de alguien de Combray. Así pasó con el hijo de la señora de Sauton, al volver del servicio; con la sobrina del padre Perdreau, que salía del convento, y con el hermano del cura, recaudador en Chateaudun, cuando vino para la función o cuando pidió el retiro. Al verlos, cundió la emoción de que había en Combray personas que no se sabía quiénes eran sencillamente, porque no fueron reconocidas o identificadas en seguida. Y, sin embargo, tanto el cura como la señora de Sauton habían prevenido anticipadamente que esperaban a sus huéspedes. Cuando, al volver por la tarde, subía yo a contar mi paseo a la tía, si cometía la imprudencia de decirle que habíamos visto junto al Puente Viejo a un hombre que mi abuelo no conocía, exclamaba:
«Un homme que grand-père ne connaissait point, s′écriait elle.
«¡ Un hombre que el abuelo no conoce!
Ah! je te crois bien!» Néanmoins un peu émue de cette nouvelle, elle voulait en avoir le cœur net, mon grand-père était mandé. «Qui donc est-ce que vous avez rencontré près du Pont-Vieux, mon oncle? un homme que vous ne connaissiez point?»
No puede ser», pero, preocupada con la noticia, quería quitarse ese peso de encima y mandaba llamar a mi abuelo. -¿A quién os habéis encontrado junto al Puente Viejo? Dice éste que a un hombre desconocido.
—«Mais si, répondait mon grand-père, c′était Prosper le frère du jardinier de Mme Bouillebœuf.»
-No .contestaba mi abuelo., era Próspero, el hermano del jardinero de Bouilleboeuf.
—«Ah! bien», disait ma tante, tranquillisée et un peu rouge; haussant les épaules avec un sourire ironique, elle ajoutait:
-¡Ah!, ya decía, tranquilizada y un poco encendida; y encogiéndose de hombros con una sonrisa irónica, añadía.:
«Aussi il me disait que vous aviez rencontré un homme que vous ne connaissiez point!» Et on me recommandait d′être plus circonspect une autre fois et de ne plus agiter ainsi ma tante par des paroles irréfléchies. On connaissait tellement bien tout le monde, à Combray, bêtes et gens, que si ma tante avait vu par hasard passer un chien «qu′elle ne connaissait point», elle ne cessait d′y penser et de consacrer à ce fait incompréhensible ses talents d′induction et ses heures de liberté.
¡Y me decían que habían ustedes encontrado a un hombre que no sabían quién era! Y entonces me recomendaban que otra vez fuera más circunspecto y que no pusiera nerviosa a mi tía con palabras impremeditadas. Todo el mundo, personas y animales, se conocía tan bien en Combray, que si, mi tía veía por casualidad pasar un perro «desconocido», no dejaba de pensar en eso y en consagrar a aquel hecho incomprensible su talento inductivo y sus horas de libertad.
—«Ce sera le chien de Mme Sazerat», disait Françoise, sans grande conviction, mais dans un but d′apaisement et pour que ma tante ne se «fende pas la tête.»
-Debe de ser el perro de la señora de Sazerat .decía Francisca sin gran convencimiento, con objeto de tranquilizarla y de que no se calentara más la cabeza.
—«Comme si je ne connaissais pas le chien de Mme Sazerat!» répondait ma tante dont l′esprit critique n′admettait pas si facilement un fait.
-¡Como que no voy yo a conocer al perro de la señora de Sazerat! .contestaba mi tía, cuyo espíritu crítico no admitía un hecho con tanta facilidad,
—«Ah! ce sera le nouveau chien que M. Galopin a rapporté de Lisieux.»
.¡Ah!, será el perro nuevo que Galopín ha traído de Lisieux.
—«Ah! à moins de ça.»
-Como no sea eso...
—«Il paraît que c′est une bête bien affable», ajoutait Françoise qui tenait le renseignement de Théodore, «spirituelle comme une personne, toujours de bonne humeur, toujours aimable, toujours quelque chose de gracieux. C′est rare qu′une bête qui n′a que cet âge-là soit déjà si galante. Madame Octave, il va falloir que je vous quitte, je n′ai pas le temps de m′amuser, voilà bientôt dix heures, mon fourneau n′est seulement pas éclairé, et j′ai encore à plumer mes asperges.»
-Dicen que es un animal muy bueno .añadía Francisca, que lo sabía por Teodoro., tan listo como una persona y siempre de buen humor y amable, un perro muy gracioso. Es raro que un animal tan pequeño sea manso. Señora, voy a tener que bajarme, no tengo tiempo de distraerme, son ya las diez y no está el horno encendido; además, tengo que pelar los espárragos.
—«Comment, Françoise, encore des asperges! mais c′est une vraie maladie d′asperges que vous avez cette année, vous allez en fatiguer nos Parisiens!»
-¡Pero más espárragos aún, Francisca! Tiene una manía por los espárragos este año y va usted a cansar a nuestros parisienses.
—«Mais non, madame Octave, ils aiment bien ça. Ils rentreront de l′église avec de l′appétit et vous verrez qu′ils ne les mangeront pas avec le dos de la cuiller.»
-No, señora. Les gustan mucho los espárragos. Traerán apetito de la iglesia y ya verá usted cómo no se los comen con el revés de la cuchara.
—«Mais à l′église, ils doivent y être déjà; vous ferez bien de ne pas perdre de temps. Allez surveiller votre déjeuner.»
-Pero ya deben de estar en la iglesia. Sí, sí; no pierda usted tiempo. Vaya usted a cuidar el almuerzo.
Pendant que ma tante devisait ainsi avec Françoise, j′accompagnais mes parents à la messe. Que je l′aimais, que je la revois bien, notre Église! Son vieux porche par lequel nous entrions, noir, grêlé comme une écumoire, était dévié et profondément creusé aux angles (de même que le bénitier où il nous conduisait) comme si le doux effleurement des mantes des paysannes entrant à l′église et de leurs doigts timides prenant de l′eau bénite, pouvait, répété pendant des siècles, acquérir une force destructive, infléchir la pierre et l′entailler de sillons comme en trace la roue des carrioles dans la borne contre laquelle elle bute tous les jours. Ses pierres tombales, sous lesquelles la noble poussière des abbés de Combray, enterrés là, faisait au chœur comme un pavage spirituel, n′étaient plus elles-mêmes de la matière inerte et dure, car le temps les avait rendues douces et fait couler comme du miel hors des limites de leur propre équarrissure qu′ici elles avaient dépassées d′un flot blond, entraînant à la dérive une majuscule gothique en fleurs, noyant les violettes blanches du marbre; et en deçà desquelles, ailleurs, elles s′étaient résorbées, contractant encore l′elliptique inscription latine, introduisant un caprice de plus dans la disposition de ces caractères abrégés, rapprochant deux lettres d′un mot dont les autres avaient été démesurément distendues. Ses vitraux ne chatoyaient jamais tant que les jours où le soleil se montrait peu, de sorte que fît-il gris dehors, on était sûr qu′il ferait beau dans l′église; l′un était rempli dans toute sa grandeur par un seul personnage pareil à un Roi de jeu de cartes, qui vivait là-haut, sous un dais architectural, entre ciel et terre; (et dans le reflet oblique et bleu duquel, parfois les jours de semaine, à midi, quand il n′y a pas d′office,—à l′un de ces rares moments où l′église aérée, vacante, plus humaine, luxueuse, avec du soleil sur son riche mobilier, avait l′air presque habitable comme le hall de pierre sculptée et de verre peint, d′un hôtel de style moyen âge,—on voyait s′agenouiller un instant Mme Sazerat, posant sur le prie-Dieu voisin un paquet tout ficelé de petits fours qu′elle venait de prendre chez le pâtissier d′en face et qu′elle allait rapporter pour le déjeuner); dans un autre une montagne de neige rose, au pied de laquelle se livrait un combat, semblait avoir givré à même la verrière qu′elle boursouflait de son trouble grésil comme une vitre à laquelle il serait resté des flocons, mais des flocons éclairés par quelque aurore (par la même sans doute qui empourprait le rétable de l′autel de tons si frais qu′ils semblaient plutôt posés là momentanément par une lueur du dehors prête à s′évanouir que par des couleurs attachées à jamais à la pierre); et tous étaient si anciens qu′on voyait çà et là leur vieillesse argentée étinceler de la poussière des siècles et monter brillante et usée jusqu′à la corde la trame de leur douce tapisserie de verre. Il y en avait un qui était un haut compartiment divisé en une centaine de petits vitraux rectangulaires où dominait le bleu, comme un grand jeu de cartes pareil à ceux qui devaient distraire le roi Charles VI; mais soit qu′un rayon eût brillé, soit que mon regard en bougeant eût promené à travers la verrière tour à tour éteinte et rallumée, un mouvant et précieux incendie, l′instant d′après elle avait pris l′éclat changeant d′une traîne de paon, puis elle tremblait et ondulait en une pluie flamboyante et fantastique qui dégouttait du haut de la voûte sombre et rocheuse, le long des parois humides, comme si c′était dans la nef de quelque grotte irisée de sinueux stalactites que je suivais mes parents, qui portaient leur paroissien; un instant après les petits vitraux en losange avaient pris la transparence profonde, l′infrangible dureté de saphirs qui eussent été juxtaposés sur quelque immense pectoral, mais derrière lesquels on sentait, plus aimé que toutes ces richesses, un sourire momentané de soleil; il était aussi reconnaissable dans le flot bleu et doux dont il baignait les pierreries que sur le pavé de la place ou la paille du marché; et, même à nos premiers dimanches quand nous étions arrivés avant Pâques, il me consolait que la terre fût encore nue et noire, en faisant épanouir, comme en un printemps historique et qui datait des successeurs de saint Louis, ce tapis éblouissant et doré de myosotis en verre.
Mientras que mi tía estaba charlando así con Francisca, yo iba con mis padres a misa. ¡Qué cariño tenía yo a la iglesia de Combray, y qué bien la veo ahora! El viejo pórtico de entrada, negro y picado cual una espumadera, estaba en las esquinas curvado y como rehundido (igual que la pila del agua bendita a que conducía), lo mismo que si el suave roce de los mantos de las campesinas, al entrar en la iglesia, y de sus dedos tímidos al tomar el agua bendita, pudiera, al repetirse durante siglos, adquirir una fuerza destructora, curvar la piedra y hacerle surcos como los que trazan las ruedas de los carritos en el guardacantón donde tropiezan todos los días. Las laudas, bajo las cuales el noble polvo de los abades de Combray, allí enterrados, daba al coro un como pavimento espiritual, no eran ya tampoco de materia inerte y dura porque el tiempo la había ablandado y la vertió, como miel fundida, por fuera de los límites de su labra cuadrada, que por un lado, superaban en dorada onda, arrastrando las blancas violetas de mármol; y que en otros lugares se resorbía contrayendo aún más la elíptica inscripción latina, introduciendo una nueva fantasía en la disposición de los caracteres abreviados y acercando dos letras de una palabra mientras que separaba desmesuradamente las demás. Las vidrieras nunca tornasolaban tanto como en los días de poco sol, de modo que si afuera hacía mal tiempo, de seguro que en la iglesia lo hacía hermoso; había una, llena en toda su tamaño por un solo personaje que parecía un rey de baraja, y revivía allá, entre cielo y tierra, bajo un dosel arquitectónico (y en el reflejo oblicuo y azulado que daba este rey, veíase a veces, un día de entre semana, a mediodía, cuando ya no hay misas .en uno de esos raros momentos en que la iglesia; ventilada, yacía, más humanizada; lujosa, con el oro del sol en el mobiliario, parecía casi habitable como el hall de piedra tallada y vidrieras pintadas de un hotel estilo medieval, a la señora de Sazerat, que se arrodillaba un instante, dejando en el reclinatorio de al lado un paquetito muy bien atado de pastas que acababa de comprar en la pastelería de enfrente y que llevaba a casa para postre); en otra vidriera, una montaña de rosada nieve, a cuya planta se libraba un combate, parecía que había escarchado hasta la misma vidriera, hinchándola con su turbio granillo, como un vidrio en donde aun quedaran copos de nieve, pero copos iluminados por alguna luz de aurora (por la misma aurora sin duda que coloreaba el retablo con tan frescos tonos, que más bien parecían pintados allí por un resplandor venido de fuera y pronto a desvanecerse, que por colores adheridos para siempre a la piedra); y eran todas tan antiguas, que se veía brillar acá y allá su plateada vejez con el polvo de los siglos, y que mostraban brillante y raída hasta la trama, la hilazón de su tapicería de vidrio. Había una que era un alto compartimiento dividido en un centenar de cristalitos rectangulares, en los que predominaba el azul, como una gran baraja de aquellas que debían de distraer al rey Carlos VI; pero un momento después, y ya fuera, porque brillaba un rayo de sol o porque mi mirada al moverse paseaba por la vidriera, que se encendía y se apagaba, un incendio móvil y precioso, tomaba el brillo mudable de una cola de pavo real, y luego se estremecía y ondulaba formando una lluvia resplandeciente y fantástica, que goteaba desde lo alto de la bóveda rocosa y sombría, a lo largo de las húmedas paredes, como si yo fuera detrás de mis padres, que llevaban su libro de misa en la mano, no por una iglesia, sino por la nave de una gruta de irisadas estalactitas; un instante más tarde, los cristalitos en rombo tomaban la profunda transparencia, la infrangibie dureza de zafiros que hubieran estado puestos en un inmenso pectoral, pero tras los cuales sentíase más codiciada que sus riquezas, una momentánea sonrisa del sol; un sol tan cognoscible en la ola azul y suave con que bañaba las pedrerías como en los adoquines de la plaza o en la paja del mercado; y en los primeros domingos de nuestra estancia, cuando llegábamos antes de Pascua, me consolaba de la desnudez y negrura de la tierra, desplegando, como en una primavera histórica y que datara de los sucesores de San Luis, el tapiz cegador y dorado de miosotis de cristal.
Deux tapisseries de haute lice représentaient le couronnement d′Esther (le tradition voulait qu′on eût donné à Assuérus les traits d′un roi de France et à Esther ceux d′une dame de Guermantes dont il était amoureux) auxquelles leurs couleurs, en fondant, avaient ajouté une expression, un relief, un éclairage: un peu de rose flottait aux lèvres d′Esther au delà du dessin de leur contour, le jaune de sa robe s′étalait si onctueusement, si grassement, qu′elle en prenait une sorte de consistance et s′enlevait vivement sur l′atmosphère refoulée; et la verdure des arbres restée vive dans les parties basses du panneau de soie et de laine, mais ayant «passé» dans le haut, faisait se détacher en plus pâle, au-dessus des troncs foncés, les hautes branches jaunissantes, dorées et comme à demi effacées par la brusque et oblique illumination d′un soleil invisible. Tout cela et plus encore les objets précieux venus à l′église de personnages qui étaient pour moi presque des personnages de légende (la croix d′or travaillée disait-on par saint Éloi et donnée par Dagobert, le tombeau des fils de Louis le Germanique, en porphyre et en cuivre émaillé) à cause de quoi je m′avançais dans l′église, quand nous gagnions nos chaises, comme dans une vallée visitée des fées, où le paysan s′émerveille de voir dans un rocher, dans un arbre, dans une mare, la trace palpable de leur passage surnaturel, tout cela faisait d′elle pour moi quelque chose d′entièrement différent du reste de la ville: un édifice occupant, si l′on peut dire, un espace à quatre dimensions—la quatrième étant celle du Temps,—déployant à travers les siècles son vaisseau qui, de travée en travée, de chapelle en chapelle, semblait vaincre et franchir non pas seulement quelques mètres, mais des époques successives d′où il sortait victorieux; dérobant le rude et farouche XIe siècle dans l′épaisseur de ses murs, d′où il n′apparaissait avec ses lourds cintres bouchés et aveuglés de grossiers moellons que par la profonde entaille que creusait près du porche l′escalier du clocher, et, même là, dissimulé par les gracieuses arcades gothiques qui se pressaient coquettement devant lui comme de plus grandes sœurs, pour le cacher aux étrangers, se placent en souriant devant un jeune frère rustre, grognon et mal vêtu; élevant dans le ciel au-dessus de la Place, sa tour qui avait contemplé saint Louis et semblait le voir encore; et s′enfonçant avec sa crypte dans une nuit mérovingienne où, nous guidant à tâtons sous la voûte obscure et puissamment nervurée comme la membrane d′une immense chauve-souris de pierre, Théodore et sa sœur nous éclairaient d′une bougie le tombeau de la petite fille de Sigebert, sur lequel une profonde valve,—comme la trace d′un fossile,—avait été creusée, disait-on, «par une lampe de cristal qui, le soir du meurtre de la princesse franque, s′était détachée d′elle-même des chaînes d′or où elle était suspendue à la place de l′actuelle abside, et, sans que le cristal se brisât, sans que la flamme s′éteignît, s′était enfoncée dans la pierre et l′avait fait mollement céder sous elle.»
Dos tapices de trama vertical representaban la coronación de Ester (la tradición prestaba a Asnero los rasgos fisonómicos de un rey de Francia y a Ester los de una dama de Guermantes, de la que estaba enamorado), y los colores, al fundirse, habían añadido a los tapices expresión, relieve y claridad; un poco de color de rosa flotaba en los labios de Ester saliéndose del dibujo de su contorno, y el amarillo de su traje se ostentaba tan suntuosamente, tan liberalmente, que venía a cobrar como una especie de consistencia y triunfaba vivamente sobre la atmósfera vencida; y el follaje de los árboles seguía verde en las partes bajas del paño de seda y lana, pero arriba se había «pasado» y hacía destacarse con más palidez, por encima de los troncos oscuros, las ramas altas, amarillentas, doradas y como medio borradas por la brusca y oblicua claridad de un sol invisible. Todo esto y todavía más los objetos preciosos donados a la iglesia por personajes que para mí eran casi personajes de leyenda (la cruz de oro, trabajado, según decían, por San Eloy, y regalada por Dagoberta; el sepulcro de los hijos de Luis el Germánico, de pórfiro y cobre esmaltado), era motivo de que yo anduviera por la iglesia para ir hacia nuestras sillas, como por un valle visitado por las hadas y donde el campesino se maravilla de ver en una roca, en un árbol, en un charco, huellas palpables de su sobrenatural paso; todo esto revestía a la iglesia para mis ojos de un carácter enteramente distinto al resto de la ciudad: el ser un edificio que ocupaba, por decirlo así, un espacio de cuatro dimensiones .la cuarta era la del Tiempo, y que al desplegar a través de los siglos su nave, de bóveda en bóveda y de capilla en capilla, parecía vencer y franquear no sólo unos cuantos metros, sino épocas sucesivas, de las que iba saliendo triunfante; que ocultaba el rudo y feroz siglo onceno en el espesor de sus muros, de donde no surgía con sus pesados arcos de bóveda, rellenos y cegados por groseros morrillos, más que en la profunda brecha que abría junto al pórtico la escalera del campanario, y aun allí, disimulado por los graciosos arcos góticos que se colocaban coquetamente delante de él, como hermanas mayores que se colocan sonriendo delante de un hermanito zafio, grosero y mal vestido, para que no lo vea un extraño; que alzaba al cielo, por encima de la plaza, su torre que viera a San Luis y que todavía parecía estar viéndolo; y que se hundía con su cripta en una noche merovingia por donde, guiándonos a tientas, bajo la bóveda sombría y fuertemente nervuda, como la membrana de un inmenso murciélago de piedra, Teodoro y su hermana nos alumbraban con una vela el sepulcro de la nieta de Sigiberto, en el que había una honda huella de valva de concha .como el rastro de un fósil, que, según decían, procedía de «una lámpara de cristal, que la noche del asesinato de la princesa franca se desprendió sola de las cadenas de oro de que pendía en el mismo lugar que hoy ocupa el ábside, que sin que se rompiese el cristal ni se apagara la llama, se hundió en la piedra, haciéndola ceder blandamente bajo su peso».
L′abside de l′église de Combray, peut-on vraiment en parler? Elle était si grossière, si dénuée de beauté artistique et même d′élan religieux. Du dehors, comme le croisement des rues sur lequel elle donnait était en contre-bas, sa grossière muraille s′exhaussait d′un soubassement en moellons nullement polis, hérissés de cailloux, et qui n′avait rien de particulièrement ecclésiastique, les verrières semblaient percées à une hauteur excessive, et le tout avait plus l′air d′un mur de prison que d′église. Et certes, plus tard, quand je me rappelais toutes les glorieuses absides que j′ai vues, il ne me serait jamais venu à la pensée de rapprocher d′elles l′abside de Combray. Seulement, un jour, au détour d′une petite rue provinciale, j′aperçus, en face du croisement de trois ruelles, une muraille fruste et surélevée, avec des verrières percées en haut et offrant le même aspect asymétrique que l′abside de Combray. Alors je ne me suis pas demandé comme à Chartres ou à Reims avec quelle puissance y était exprimé le sentiment religieux, mais je me suis involontairement écrié: «L′Église!»
Y cómo hablar del ábside de la iglesia de Combray? ¡Era tan tosco, y carecía de tal modo de toda belleza artística y hasta de inspiración religiosa! Por fuera, como el cruce de calles en que se asentaba el ábside estaba más en bajo, su tosco muro se elevaba sobre un basamento de morrillos sin labrar, erizados de guijarros y sin ningún carácter especialmente eclesiástico; las vidrieras parecían estar a demasiada altura, y el conjunto más semejaba muro de cárcel que de iglesia. Y claro que luego, pasado el tiempo, al acordarme de todos los gloriosos ábsides que había visto, no se me ocurrió nunca compararlos con el ábside de Combray. Tan sólo un día, en un recodo de una callejuela de provincia, vi, frente al cruce de tres calles, un muro rudo y sobrealzado, con vidrieras abiertas en lo alto, con el mismo aspecto asimétrico del ábside de Combray, Y entonces no me admiré, como en Chartres o en Reims, de la fuerza con que allí estaba expresado el sentimiento religioso, sino que exclamé sin querer: «¡La iglesia!».
L′église! Familière; mitoyenne, rue Saint-Hilaire, où était sa porte nord, de ses deux voisines, la pharmacie de M. Rapin et la maison de Mme Loiseau, qu′elle touchait sans aucune séparation; simple citoyenne de Combray qui aurait pu avoir son numéro dans la rue si les rues de Combray avaient eu des numéros, et où il semble que le facteur aurait dû s′arrêter le matin quand il faisait sa distribution, avant d′entrer chez Mme Loiseau et en sortant de chez M. Rapin, il y avait pourtant entre elle et tout ce qui n′était pas elle une démarcation que mon esprit n′a jamais pu arriver à franchir. Mme Loiseau avait beau avoir à sa fenêtre des fuchsias, qui prenaient la mauvaise habitude de laisser leurs branches courir toujours partout tête baissée, et dont les fleurs n′avaient rien de plus pressé, quand elles étaient assez grandes, que d′aller rafraîchir leurs joues violettes et congestionnées contre la sombre façade de l′église, les fuchsias ne devenaient pas sacrés pour cela pour moi; entre les fleurs et la pierre noircie sur laquelle elles s′appuyaient, si mes yeux ne percevaient pas d′intervalle, mon esprit réservait un abîme.
¡La iglesia! Edificio familiar, medianero .en la calle de San Hilario, adonde daba su puerta norte, de sus dos vecinos, la botica de Rapin y la casa de la señora de Loiseau, con los que tocaba sin separación alguna, simple ciudadana de Combray, donde nos parecía que habría de pararse el cartero al hacer su reparto de la mañana, cuando salía de casa de Rapin y antes de entrar en casa de la señora Loiseau, existía, sin embargo, entre ella y todo lo demás, una demarcación que mi alma jamás pudo franquear. En vano la señora Loiseau cultivaba en su balcón unas fucsias que tenían la mala costumbre de dejar correr ciegamente a sus ramas y cuyas flores no tenían cosa más urgente que hacer, cuando ya eran grandecitas, que ir a refrescarse las mejillas moradas, congestionadas, en la sombría fachada de la iglesia: no por eso eran aquellas fucsias para mí sagradas; entre las flores y la piedra negruzca en que se apoyaban, aunque mis ojos no percibían ningún intervalo, mi alma distinguía un abismo.
On reconnaissait le clocher de Saint-Hilaire de bien loin, inscrivant sa figure inoubliable à l′horizon où Combray n′apparaissait pas encore; quand du train qui, la semaine de Pâques, nous amenait de Paris, mon père l′apercevait qui filait tour à tour sur tous les sillons du ciel, faisant courir en tous sens son petit coq de fer, il nous disait: «Allons, prenez les couvertures, on est arrivé.» Et dans une des plus grandes promenades que nous faisions de Combray, il y avait un endroit où la route resserrée débouchait tout à coup sur un immense plateau fermé à l′horizon par des forêts déchiquetées que dépassait seul la fine pointe du clocher de Saint-Hilaire, mais si mince, si rose, qu′elle semblait seulement rayée sur le ciel par un ongle qui aurait voulu donner à se paysage, à ce tableau rien que de nature, cette petite marque d′art, cette unique indication humaine. Quand on se rapprochait et qu′on pouvait apercevoir le reste de la tour carrée et à demi détruite qui, moins haute, subsistait à côté de lui, on était frappé surtout de ton rougeâtre et sombre des pierres; et, par un matin brumeux d′automne, on aurait dit, s′élevant au-dessus du violet orageux des vignobles, une ruine de pourpre presque de la couleur de la vigne vierge.
Reconocíase la torre del campanario de San Hilario desde muy lejos, inscribiendo su fisonomía inolvidable en un horizonte donde todavía no asomaba Combray; cuando en la semana de Resurrección, la veía mi padre, desde el tren que nos llevaba de París, corriendo por todos los surcos del cielo y haciendo girar en todas direcciones su veleta, que era un gallo de hierro, nos decía: «Vamos, coged las mantas, que ya hemos llegado». Y en uno de los grandes paseos que dábamos estando en Combray, había un sitio en que el estrecho camino iba a desembocar en una gran meseta cuyo horizonte cerrábalo la dentada línea de unos bosques, y por encima de ellos asomaba únicamente la fína punta de la torre de San Hilario, tan sutil, tan rosada, que parecía una raya hecha en el cielo con una uña, con la intención de dar a aquel paisaje, todo de naturaleza, una leve señal de arte, una única indicación humana. Cuando se acercaba uno y se veía el resto de la torre cuadrada y medio derruida, que menos alta que la del campanario, aun subsistía junto a ella, sorprendía ante todo el tono sombrío y rojizo de la piedra; en las brumosas mañanas de otoño, elevándose por encima del tormentoso color violeta de los viñedos, hubiérase dicho que era una ruina purpúrea, del color casi de la viña virgen.
Souvent sur la place, quand nous rentrions, ma grand′mère me faisait arrêter pour le regarder. Des fenêtres de sa tour, placées deux par deux les unes au-dessus des autres, avec cette juste et originale proportion dans les distances qui ne donne pas de la beauté et de la dignité qu′aux visages humains, il lâchait, laissait tomber à intervalles réguliers des volées de corbeaux qui, pendant un moment, tournoyaient en criant, comme si les vieilles pierres qui les laissaient s′ébattre sans paraître les voir, devenues tout d′un coup inhabitables et dégageant un principe d′agitation infinie, les avait frappés et repoussés. Puis, après avoir rayé en tous sens le velours violet de l′air du soir, brusquement calmés ils revenaient s′absorber dans la tour, de néfaste redevenue propice, quelques-uns posés çà et là, ne semblant pas bouger, mais happant peut-être quelque insecte, sur la pointe d′un clocheton, comme une mouette arrêtée avec l′immobilité d′un pêcheur à la crête d′une vague. Sans trop savoir pourquoi, ma grand′mère trouvait au clocher de Saint-Hilaire cette absence de vulgarité, de prétention, de mesquinerie, qui lui faisait aimer et croire riches d′une influence bienfaisante, la nature, quand la main de l′homme ne l′avait pas, comme faisait le jardinier de ma grand′tante, rapetissée, et les œuvres de génie.
Muchas veces, al pasar por la plaza, de vuelta del paseo, mi abuela me hacía pararme para contemplar el campanario. De las ventanas de la torre, colocadas de dos en dos, unas encima de otras, con esa justa y original proporción en las distancias que no sólo da belleza y dignidad a los rostros humanos, soltaba, dejaba caer a intervalos regulares bandadas de cuervos, que durante un instante daban vueltas chillando, como si las viejas piedras que los dejaban retozar sin verlos; al parecer, se hubieran tornado de pronto inhabitables, y exhalando un germen de agitación inñnita los hubieran pegado y echado de allí. Y después de haber rayado en todas direcciones el terciopelo morado del aire, se calmaban de pronto y volvían a absorberse en la torre, que de nefasta se había convertido en propicia, y unos cuantos, plantados aquí y allá, parecían inmóviles, cuando estaban, quizá, atrapando a algún insecto en la punta de una torrecilla, lo mismo que gaviota quieta, inmóvil, con la inmovilidad del pescador, en la cresta de una ola. Sin saber muy bien porqué, mi abuela apreciaba en la torre de San Hilario esa falta de vulgaridad, de pretensión y de mezquindad que la inclinaba a querer y a considerar como ricos en benéfica influencia a la naturaleza siempre que la mano del hombre no la hubiera, como la de nuestro jardinero, empequeñecido, y a las obras geniales.
Et sans doute, toute partie de l′église qu′on apercevait la distinguait de tout autre édifice par une sorte de pensée qui lui était infuse, mais c′était dans son clocher qu′elle semblait prendre conscience d′elle-même, affirmer une existence individuelle et responsable. C′était lui qui parlait pour elle. Je crois surtout que, confusément, ma grand′mère trouvait au clocher de Combray ce qui pour elle avait le plus de prix au monde, l′air naturel et l′air distingué. Ignorante en architecture, elle disait:
Indudablemente, la iglesia, vista por cualquier lado, se distinguía de los demás edificios en que tenía infusa como una especie de pensamiento; pero en su campanario es donde parecía tomar conciencia de sí misma y afirmar una existencia individual y responsable. La torre hablaba por ella. Creo que en la de Combray encontraba mi abuela la cualidad que más apreciaba en este mundo: la naturalidad y la distinción. Como no entendía de Arquitectura, decía:
«Mes enfants, moquez-vous de moi si vous voulez, il n′est peut-être pas beau dans les règles, mais sa vieille figure bizarre me plaît. Je suis sûre que s′il jouait du piano, il ne jouerait pas sec.» Et en le regardant, en suivant des yeux la douce tension, l′inclinaison fervente de ses pentes de pierre qui se rapprochaient en s′élevant comme des mains jointes qui prient, elle s′unissait si bien à l′effusion de la flèche, que son regard semblait s′élancer avec elle; et en même temps elle souriait amicalement aux vieilles pierres usées dont le couchant n′éclairait plus que le faîte et qui, à partir du moment où elles entraient dans cette zone ensoleillée, adoucies par la lumière, paraissaient tout d′un coup montées bien plus haut, lointaines, comme un chant repris «en voix de tête» une octave au-dessus.
«Hijos míos, podéis reíros de mí; no será hermosa conforme a los cánones, pero me gusta mucho esa forma suya tan vieja y tan rara. Estoy convencida de que si tocara el piano tocaría con «alma». Y, al mirarla, al seguir con la vista la suave tensión, la inclinación ferviente de sus declives, de sus pendientes de piedra, que conforme se alzaban iban acercándose como se juntan las manos para rezar, uníase tan bien a la efusión de la aguja, que su mirada se lanzaba hacia arriba con ella; y, al mismo tiempo, sonreía bondadosamente a las viejas piedras gastadas, que ya sólo en el remate alumbraba el poniente, y que desde el momento en que entraban en esa zona soleada, suavizadas por la luz, parecían subir mucho más arriba, ir más lejos, como un canto atacado en voz de falsete, una octava más alto.
C′était le clocher de Saint-Hilaire qui donnait à toutes les occupations, à toutes les heures, à tous les points de vue de la ville, leur figure, leur couronnement, leur consécration. De ma chambre, je ne pouvais apercevoir que sa base qui avait été recouverte d′ardoises; mais quand, le dimanche, je les voyais, par une chaude matinée d′été, flamboyer comme un soleil noir, je me disais: «Mon-Dieu! neuf heures! il faut se préparer pour aller à la grand′messe si je veux avoir le temps d′aller embrasser tante Léonie avant», et je savais exactement la couleur qu′avait le soleil sur la place, la chaleur et la poussière du marché, l′ombre que faisait le store du magasin où maman entrerait peut-être avant la messe dans une odeur de toile écrue, faire emplette de quelque mouchoir que lui ferait montrer, en cambrant la taille, le patron qui, tout en se préparant à fermer, venait d′aller dans l′arrière-boutique passer sa veste du dimanche et se savonner les mains qu′il avait l′habitude, toutes les cinq minutes, même dans les circonstances les plus mélancoliques, de frotter l′une contre l′autre d′un air d′entreprise, de partie fine et de réussite.
Lo que en Combray daba forma, coronamiento y consagración a todos los quehaceres, a todas las obras y a todas las perspectivas de la ciudad, era el campanario. Desde mi cuarto sólo alcanzaba a ver su base, cubierta de pizarra; los domingos, cuando veía en una cálida mañana aquellas pizarras flameantes como un negro sol, me decía: «¡Dios mío!, las nueve. Tengo que vestirme ya para ir a misa, si quiero que me quede tiempo para subir a dar un beso a la tía Leoncia»; y ya veía exactamente el color que iba a tener el sol en la plaza, y el calor y el polvo que haría en el mercado, y la sombra del toldo de la tienda donde mamá entraría, quizá, antes de misa, atravesando un olor de tela cruda, a comprar un pañuelo, pañuelo que le haría mostrar el amo, el cual se preparaba ya a cerrar y acababa de salir de la trastienda, con su americana de domingo y con las manos bien jabonadas, aquellas manos que tenía por costumbre restregarse una con otra cada cinco minutos, y aun en las más tristes circunstancias, con aire de audacia, de galantería y de triunfo.
Quand après la messe, on entrait dire à Théodore d′apporter une brioche plus grosse que d′habitude parce que nos cousins avaient profité du beau temps pour venir de Thiberzy déjeuner avec nous, on avait devant soi le clocher qui, doré et cuit lui-même comme une plus grande brioche bénie, avec des écailles et des égouttements gommeux de soleil, piquait sa pointe aiguë dans le ciel bleu. Et le soir, quand je rentrais de promenade et pensais au moment où il faudrait tout à l′heure dire bonsoir à ma mère et ne plus la voir, il était au contraire si doux, dans la journée finissante, qu′il avait l′air d′être posé et enfoncé comme un coussin de velours brun sur le ciel pâli qui avait cédé sous sa pression, s′était creusé légèrement pour lui faire sa place et refluait sur ses bords; et les cris des oiseaux qui tournaient autour de lui semblaient accroître son silence, élancer encore sa flèche et lui donner quelque chose d′ineffable.
Cuando después de misa entrábamos a decir a Teodoro que nos mandara un brioche mayor que de costumbre, porque nuestros primos, aprovechando el buen tiempo, habían venido de Thiberzy a almorzar con nosotros, teníamos enfrente el campanario, que, dorado y recocido como un gran brioche bendito, con escamas y gotitas gomosas de sol, hundía su aguda punta en el cielo azul. Y por la tarde, al volver de paseo, cuando ya pensaba yo en que pronto tendría que despedirme de mamá y no volver a verla, mostrábase el campanario tan suave en el acabar del día, que parecía colocado y hundido como un almohadón de terciopelo pardo, en el cielo pálido, que había cedido a su presión, ahondándose ligeramente para hacerle hueco, y refluyendo en los bordes; y los chillidos de los pájaros que revoloteaban por alrededor acrecían su silencio, daban más impulso a su aguja y lo revestían de inefable carácter.
Même dans les courses qu′on avait à faire derrière l′église, là où on ne la voyait pas, tout semblait ordonné par rapport au clocher surgi ici ou là entre les maisons, peut-être plus émouvant encore quand il apparaissait ainsi sans l′église. Et certes, il y en a bien d′autres qui sont plus beaux vus de cette façon, et j′ai dans mon souvenir des vignettes de clochers dépassant les toits, qui ont un autre caractère d′art que celles que composaient les tristes rues de Combray. Je n′oublierai jamais, dans une curieuse ville de Normandie voisine de Balbec, deux charmants hôtels du XVIIIe siècle, qui me sont à beaucoup d′égards chers et vénérables et entre lesquels, quand on la regarde du beau jardin qui descend des perrons vers la rivière, la flèche gothique d′une église qu′ils cachent s′élance, ayant l′air de terminer, de surmonter leurs façades, mais d′une matière si différente, si précieuse, si annelée, si rose, si vernie, qu′on voit bien qu′elle n′en fait pas plus partie que de deux beaux galets unis, entre lesquels elle est prise sur la plage, la flèche purpurine et crénelée de quelque coquillage fuselé en tourelle et glacé d′émail. Même à Paris, dans un des quartiers les plus laids de la ville, je sais une fenêtre où on voit après un premier, un second et même un troisième plan fait des toits amoncelés de plusieurs rues, une cloche violette, parfois rougeâtre, parfois aussi, dans les plus nobles «épreuves» qu′en tire l′atmosphère, d′un noir décanté de cendres, laquelle n′est autre que le dôme Saint-Augustin et qui donne à cette vue de Paris le caractère de certaines vues de Rome par Piranesi. Mais comme dans aucune de ces petites gravures, avec quelque goût que ma mémoire ait pu les exécuter elle ne put mettre ce que j′avais perdu depuis longtemps, le sentiment qui nous fait non pas considérer une chose comme un spectacle, mais y croire comme en un être sans équivalent, aucune d′elles ne tient sous sa dépendance toute une partie profonde de ma vie, comme fait le souvenir de ces aspects du clocher de Combray dans les rues qui sont derrière l′église.
Hasta cuando había que ir por las calles de detrás de la iglesia, donde no se la veía, todo parecía ordenado con arreglo al campanario, que surgía aquí o allá entre las casas, aun más impresionante por asomar así sin la iglesia. Verdad que hay muchos otros campanarios mucho más hermosos vistos de esa manera, y que guardo en mi memoria viñetas de torres asomando encima de los tejados, de un carácter más artístico que las que componían las tristes calles de Combray. Nunca se me olvidarán, de una curiosa ciudad de Normandía, próxima a Balbec, dos encantadores palacios del siglo XVIII, que por muchos conceptos me son caros y venerables, y entre los cuales, cuando se mira desde el hermoso jardín que baja de las escalinatas de los palacios hacia el río, se eleva la aguja gótica de una iglesia, y parece como que termina y corona sus fachadas; pero con un material tan distinto, tan precioso, tan rizado, rosáceo y pulido, que se aprecia claramente que no forma parte de ellos, como no forma parte de las dos hermosas guijas, entre las que está presa en la playa, la flecha purpurina y dentada de una concha en forma de huso, toda resplandeciente de esmalte. En el mismo París, en uno de los barrios más feos de la ciudad, sé yo de una ventana por la que se ve, después de un primero, un segundo y hasta un tercer término de tejados amontonados de varias calles, una campana morada, a veces rojiza, y en ocasiones, cuando la atmósfera tira una de sus mejores «pruebas., de un negro filtrado en gris, que no es más que la cúpula de San Agustín, y que da a esa vista de París el carácter de algunas de Roma, por Piranesi. Pero como en ninguno de aquellos grabados, por gustosamente que los ejecutara mi memoria, pude poner lo que ya tenía perdido hacía tanto tiempo, es decir, el sentimiento que nos mueve, no a mirar una cosa como un espectáculo, sino a creer en ella como en un ser sin equivalente, ninguna de ellas señorea una parte tan honda de mi vida como el recuerdo de aquellos aspectos del campanario de Combray en las calles de detrás de la iglesia.
Qu′on le vît à cinq heures, quand on allait chercher les lettres à la poste, à quelques maisons de soi, à gauche, surélevant brusquement d′une cime isolée la ligne de faîte des toits; que si, au contraire, on voulait entrer demander des nouvelles de Mme Sazerat, on suivît des yeux cette ligne redevenue basse après la descente de son autre versant en sachant qu′il faudrait tourner à la deuxième rue après le clocher; soit qu′encore, poussant plus loin, si on allait à la gare, on le vît obliquement, montrant de profil des arêtes et des surfaces nouvelles comme un solide surpris à un moment inconnu de sa révolution; ou que, des bords de la Vivonne, l′abside musculeusement ramassée et remontée par la perspective semblât jaillir de l′effort que le clocher faisait pour lancer sa flèche au cœur du ciel: c′était toujours à lui qu′il fallait revenir, toujours lui qui dominait tout, sommant les maisons d′un pinacle inattendu, levé avant moi comme le doigt de Dieu dont le corps eût été caché dans la foule des humains sans que je le confondisse pour cela avec elle.
Unas veces, cuando a las cinco de la tarde íbamos al correo por las cartas, se le veía a la izquierda, y unas casas más debajo de uno, elevando bruscamente con su aislada cima, la línea que dibujaban los tejados; otras, por el contrario, cuando queríamos preguntar por la señora Sazerat, se seguía con la vista dicha línea, que después de haberse elevado voluta a bajar en su otra vertiente, sabiendo que había que torcer por la segunda bocacalle, pasado el campanario; y si íbamos más allá, camino de la estación, se lo veía oblicuamente, mostrando de perfil aristas y superficies nuevas, como un sólido sorprendido en un aspecto desconocido de su revolución. Y desde las márgenes del Vivona, el ábside, musculosamente recogido e hinchado por la perspectiva, parecía nacido del esfuerzo que hacía el campanario para lanzar su aguja hasta el mismo corazón del cielo; pero en cualquier forma que se lo viera, a él era menester tornar siempre; a él, que lo dominaba todo, conminando a las casas con un inesperado pináculo que se alzaba ante mí como un dedo inconfundible de Dios, aunque el Cuerpo Divino, oculto por la muchedumbre humana, no se veía.
Et aujourd′hui encore si, dans une grande ville de province ou dans un quartier de Paris que je connais mal, un passant qui m′a «mis dans mon chemin» me montre au loin, comme un point de repère, tel beffroi d′hôpital, tel clocher de couvent levant la pointe de son bonnet ecclésiastique au coin d′une rue que je dois prendre, pour peu que ma mémoire puisse obscurément lui trouver quelque trait de ressemblance avec la figure chère et disparue, le passant, s′il se retourne pour s′assurer que je ne m′égare pas, peut, à son étonnement, m′apercevoir qui, oublieux de la promenade entreprise ou de la course obligée, reste là, devant le clocher, pendant des heures, immobile, essayant de me souvenir, sentant au fond de moi des terres reconquises sur l′oubli qui s′assèchent et se rebâtissent; et sans doute alors, et plus anxieusement que tout à l′heure quand je lui demandais de me renseigner, je cherche encore mon chemin, je tourne une rue...mais...c′est dans mon cœur...
Y hoy todavía, si en alguna gran ciudad de provincias o en un barrio de París que no conozco bien, un transeúnte que me ha «encaminado» me indica a lo lejos como punto de referencia la torre de un hospital, o el campanario de un convento, que alzan su puntiagudo bonete eclesiástico en la esquina de una calle por donde debo continuar, a poco que mi memoria pueda encontrarle oscuramente algún rasgo de parecido con la amada y desaparecida silueta, el transeúnte, si se vuelve a ver si voy bien, puede, todo asombrado, verme, olvidado del paseo o del quehacer, allí parado delante del campanario horas y horas, probando a acordarme, y sintiendo en mi interior tierras reconquistadas al olvido que van quedando en seco y tomando forma; y en ese instante, y con mayor ansiedad que el momento antes, cuando le pedía que me guiara, sigo buscando mi camino, doblo una calle..., pero todo sin salir de dentro de mi corazón.
En rentrant de la messe, nous rencontrions souvent M. Legrandin qui, retenu à Paris par sa profession d′ingénieur, ne pouvait, en dehors des grandes vacances, venir à sa propriété de Combray que du samedi soir au lundi matin. C′était un de ces hommes qui, en dehors d′une carrière scientifique où ils ont d′ailleurs brillamment réussi, possèdent une culture toute différente, littéraire, artistique, que leur spécialisation professionnelle n′utilise pas et dont profite leur conversation. Plus lettrés que bien des littérateurs (nous ne savions pas à cette époque que M. Legrandin eût une certaine réputation comme écrivain et nous fûmes très étonnés de voir qu′un musicien célèbre avait composé une mélodie sur des vers de lui), doués de plus de «facilité» que bien des peintres, ils s′imaginent que la vie qu′ils mènent n′est pas celle qui leur aurait convenu et apportent à leurs occupations positives soit une insouciance mêlée de fantaisie, soit une application soutenue et hautaine, méprisante, amère et consciencieuse. Grand, avec une belle tournure, un visage pensif et fin aux longues moustaches blondes, au regard bleu et désenchanté, d′une politesse raffinée, causeur comme nous n′en avions jamais entendu, il était aux yeux de ma famille qui le citait toujours en exemple, le type de l′homme d′élite, prenant la vie de la façon la plus noble et la plus délicate. Ma grand′mère lui reprochait seulement de parler un peu trop bien, un peu trop comme un livre, de ne pas avoir dans son langage le naturel qu′il y avait dans ses cravates lavallière toujours flottantes, dans son veston droit presque d′écolier. Elle s′étonnait aussi des tirades enflammées qu′il entamait souvent contre l′aristocratie, la vie mondaine, le snobisme, «certainement le péché auquel pense saint Paul quand il parle du péché pour lequel il n′y a pas de rémission.»
Al volver de misa solíamos encontrarnos con el señor Legrandin, que, obligado a vivir en París por su profesión de ingeniero, no podía, como no fuera en vacaciones, venir a su finca de Cambray más que desde el sábado por la noche hasta el lunes por la mañana. Era una de esas personas que además de su carrera científica, en la que logran brillantes triunfos, tienen una cultura enteramente distinta, artística o literaria, que no utiliza su especialización profesional, pero de la que beneficia su conversación. Más leídos que muchos literatos (en aquella época no sabíamos que el señor Legrandin gozaba de cierta reputación como escritor, y nos extrañamos al ver que un músico célebre había escrito una melodía con letra suya), y con más «facilidad» que muchos pintores, se imaginan estas personas que la vida que hacen en este mundo no es la apropiada para ellos, y ponen en sus ocupaciones positivas, ya una indiferencia medio caprichosa, ya una aplicación constante y altiva, despectiva, amarga y concienzuda. Alto, bien formado, de rostro fino y pensativo, con largos bigotes rubios, mirar azul y desengañado, de cortesía extremada y de conversación tan grata como nunca la oímos, era a los ojos de mi familia, que le citaba siempre como dechado, el tipo del hombre selecto, que tomaba la vida del modo más noble y delicado. Lo único que le censuraba mi abuela era hablar un poco mejor de lo debido, de un modo un tanto libresco, y de que su lenguaje careciera de la naturalidad que tenían sus chalinas siempre flotantes y su americana recta, casi de estudiante. También le extrañaban los inflamados párrafos que a veces lanzaba contra la aristocracia, la vida mundana, y el snobismo, «que seguramente era el pecado en que pensaba San Pablo al hablar de un pecado que no tiene remisión».
L′ambition mondaine était un sentiment que ma grand′mère était si incapable de ressentir et presque de comprendre qu′il lui paraissait bien inutile de mettre tant d′ardeur à la flétrir. De plus elle ne trouvait pas de très bon goût que M. Legrandin dont la sœur était mariée près de Balbec avec un gentilhomme bas-normand se livrât à des attaques aussi violentes encore les nobles, allant jusqu′à reprocher à la Révolution de ne les avoir pas tous guillotinés.
La ambición mundana era un sentimiento tan imposible de sentir y casi de comprender para mi abuela, que le parecía gastar tanta pasión en difamarla. Además no le parecía cosa de muy buen gusto que el señor Legrandin, que tenía una hermana casada, cerca de Balbec, con un hidalgo de la Normandía Baja, se entregara a tan violentos ataques contra los nobles, llegando casi hasta a reprochar a la Revolución el no haberlos guillotinado a todos.
—Salut, amis! nous disait-il en venant à notre rencontre. Vous êtes heureux d′habiter beaucoup ici; demain il faudra que je rentre à Paris, dans ma niche.
-Salud, amigos míos .decía viniendo a nuestro encuentro.. Felices ustedes que pueden vivir mucho aquí. Yo, mañana, tengo que volverme a París, a meterme en mi rincón.
—«Oh! ajoutait-il, avec ce sourire doucement ironique et déçu, un peu distrait, qui lui était particulier, certes il y a dans ma maison toutes les choses inutiles. Il n′y manque que le nécessaire, un grand morceau de ciel comme ici. Tâchez de garder toujours un morceau de ciel au-dessus de votre vie, petit garçon, ajoutait-il en se tournant vers moi. Vous avez une jolie âme, d′une qualité rare, une nature d′artiste, ne la laissez pas manquer de ce qu′il lui faut.»
-¡Ah! .añadía con aquella sonrisa suavemente irónica y desencantada; un tanto distraída, que le era peculiar., cierto que tengo en casa toda clase de cosas inútiles. Sólo me falta lo necesario, es decir, un gran espacio de cielo, como aquí. Procura guardar siempre por encima de tu vida un buen espacio de cielo, joven .añadía, volviéndose hacia mí.. Tienes un alma muy buena, poco usual, y una naturaleza de artista, así que no consientas que le falte lo que necesita.
Quand, à notre retour, ma tante nous faisait demander si Mme Goupil était arrivée en retard à la messe, nous étions incapables de la renseigner. En revanche nous ajoutions à son trouble en lui disant qu′un peintre travaillait dans l′église à copier le vitrail de Gilbert le Mauvais. Françoise, envoyée aussitôt chez l′épicier, était revenue bredouille par la faute de l′absence de Théodore à qui sa double profession de chantre ayant une part de l′entretien de l′église, et de garçon épicier donnait, avec des relations dans tous les mondes, un savoir universel.
Cuando, al regreso, mi tía nos mandaba preguntar si la señora de Goupil había llegado tarde a misa, no podíamos informarle. En cambio, le dábamos una preocupación más diciéndole que había en la iglesia un pintor copiando la vidriera de Gilberto el Malo. Francisca, enviada inmediatamente por su ama a la tienda de ultramarinos, volvía con las manos vacías, por culpa de que no estuviera allí Teodoro, el cual, gracias a su doble profesión de cantor de la iglesia, encargado en parte de su limpieza, y de dependiente de ultramarinos, tenía conocidos en todas partes y un saber enciclopédico.
—«Ah! soupirait ma tante, je voudrais que ce soit déjà l′heure d′Eulalie. Il n′y a vraiment qu′elle qui pourra me dire cela.»
-¡Ay! .suspiraba mi tía., ¡ojalá fuera ya la hora de que venga Eulalia! Ella es la única que podrá informarme.
Eulalie était une fille boiteuse, active et sourde qui s′était «retirée» après la mort de Mme de la Bretonnerie où elle avait été en place depuis son enfance et qui avait pris à côté de l′église une chambre, d′où elle descendait tout le temps soit aux offices, soit, en dehors des offices, dire une petite prière ou donner un coup de main à Théodore; le reste du temps elle allait voir des personnes malades comme ma tante Léonie à qui elle racontait ce qui s′était passé à la messe ou aux vêpres. Elle ne dédaignait pas d′ajouter quelque casuel à la petite rente que lui servait la famille de ses anciens maîtres en allant de temps en temps visiter le linge du curé ou de quelque autre personnalité marquante du monde clérical de Combray. Elle portait au-dessus d′une mante de drap noir un petit béguin blanc, presque de religieuse, et une maladie de peau donnait à une partie de ses joues et à son nez recourbé, les tons rose vif de la balsamine. Ses visites étaient la grande distraction de ma tante Léonie qui ne recevait plus guère personne d′autre, en dehors de M. le Curé. Ma tante avait peu à peu évincé tous les autres visiteurs parce qu′ils avaient le tort à ses yeux de rentrer tous dans l′une ou l′autre des deux catégories de gens qu′elle détestait. Les uns, les pires et dont elle s′était débarrassée les premiers, étaient ceux qui lui conseillaient de ne pas «s′écouter» et professaient, fût-ce négativement et en ne la manifestant que par certains silences de désapprobation ou par certains sourires de doute, la doctrine subversive qu′une petite promenade au soleil et un bon bifteck saignant (quand elle gardait quatorze heures sur l′estomac deux méchantes gorgées d′eau de Vichy!) lui feraient plus de bien que son lit et ses médecines. L′autre catégorie se composait des personnes qui avaient l′air de croire qu′elle était plus gravement malade qu′elle ne pensait, était aussi gravement malade qu′elle le disait.
Eulalia era una muchacha coja y sorda, muy activa, que se había «retirado», a la muerte de la señora de la Bretonnerie, en cuya casa estaba colocada desde niña, y que alquiló una habitación junto a la iglesia; y se pasaba el día bajando y subiendo de su casa al templo, ya a las horas de los oficios, ya fuera de ellas, para rezar un poquito o para echar una mano a Teodoro; lo restante del tiempo lo consagraba a visitar enfermos, como mi tía Leoncia, a los que contaba todo lo que había pasado en misa o en las vísperas. No despreciaba la ocasión de añadir algún pequeño ingreso a la parva renta que le pasaba la familia de sus antiguos señores, yendo de cuando en cuando a cuidar de la lencería del señor cura o de otra personalidad notable del mundo clerical de Combray. Llevaba un manto de paño negro y una papalina blanca, casi de monja: una enfermedad de la piel dio a una parte de sus mejillas y a su nariz corva los tonos de color rosa vivo de la balsamina. Sus visitas eran la gran distracción de mi tía Leoncia, y las únicas que recibía, aparte de las del señor cura. Mi tía había ido deshaciéndose poco a poco de los demás visitantes, porque a sus ojos incurrían todos en el defecto de pertenecer a una de las dos categorías de personas que detestaba. Unas, las peores y aquellas de quienes antes se deshizo, eran las que le aconsejaban que no «se hiciera caso», y profesaban, aunque fuera negativamente y sin manifestarlo más que con ciertos silencios de desaprobación o sonrisa incrédulas, la subversiva doctrina de que un paseíto por el sol y un buen bistec echando sangre (¡a ella que conservaba catorce horas en el estómago dos malos tragos de agua de Vichy!) le probarían más que la cama y los medicamentos. Formaban la otra categoría personas que, al parecer, la creían más enferma de lo que estaba, o tan enferma como ella, aseguraba estar.
Aussi, ceux qu′elle avait laissé monter après quelques hésitations et sur les officieuses instances de Françoise et qui, au cours de leur visite, avaient montré combien ils étaient indignes de la faveur qu′on leur faisait en risquant timidement un: «Ne croyez-vous pas que si vous vous secouiez un peu par un beau temps», ou qui, au contraire, quand elle leur avait dit: «Je suis bien bas, bien bas, c′est la fin, mes pauvres amis», lui avaient répondu: «Ah! quand on n′a pas la santé! Mais vous pouvez durer encore comme ça», ceux-là, les uns comme les autres, étaient sûrs de ne plus jamais être reçus. Et si Françoise s′amusait de l′air épouvanté de ma tante quand de son lit elle avait aperçu dans la rue du Saint-Esprit une de ces personnes qui avait l′air de venir chez elle ou quand elle avait entendu un coup de sonnette, elle riait encore bien plus, et comme d′un bon tour, des ruses toujours victorieuses de ma tante pour arriver à les faire congédier et de leur mine déconfite en s′en retournant sans l′avoir vue, et, au fond admirait sa maîtresse qu′elle jugeait supérieure à tous ces gens puisqu′elle ne voulait pas les recevoir. En somme, ma tante exigeait à la fois qu′on l′approuvât dans son régime, qu′on la plaignît pour ses souffrances et qu′on la rassurât sur son avenir.
Así que aquellas personas a quienes se permitió subir, después de grandes vacilaciones y gracias a las oficiosas instancias de Francisca, y que en el curso de su visita mostraron cuan indignos eran del favor que se les había hecho, arriesgando tímidamente un: «¿No le parece a usted que si anduviera un poco, cuando el tiempo sea bueno...?», o que, por el contrario, al decirles ella: «Estoy muy mal, muy mal, esto se acaba», le contestaron: «Sí, cuando no se tiene salud. Pero aun puede usted tirar así mucho tiempo», estaban seguros, tanto unos como otros, de no ser recibidos nunca más. Y si Francisca se reía de la cara de susto que ponía mi tía al ver venir, desde su cama, por la calle del Espíritu Santo, a una de aquellas personas, o al oír un campanillazo, se reía todavía más, como de una buena jugarreta, de las argucias siempre triunfantes de mi tía para que se volvieran sin entrar y de la cara desconcertada del visitante que se marchaba sin verla, y en el fondo admiraba a su ama, considerándola superior a todas aquellas personas, puesto que no las quería recibir. De modo que mi tía exigía al mismo tiempo que le aprobaran su régimen, que la compadecieran por sus padecimientos y que la tranquilizaran respecto a su porvenir.
C′est à quoi Eulalie excellait. Ma tante pouvait lui dire vingt fois en une minute: «C′est la fin, ma pauvre Eulalie», vingt fois Eulalie répondait: «Connaissant votre maladie comme vous la connaissez, madame Octave, vous irez à cent ans, comme me disait hier encore Mme Sazerin.» (Une des plus fermes croyances d′Eulalie et que le nombre imposant des démentis apportés par l′expérience n′avait pas suffi à entamer, était que Mme Sazerat s′appelait Mme Sazerin.)
Y en esto Eulalia rayaba muy alto. Ya podía mi tía decirle veinte veces por minuto: «Esto se acaba, Eulalia»; otras tantas veces respondía Eulalia: «Conociendo su enfermedad como la conoce usted, llegará usted a los cien años; eso mismo me decía ayer la señora de Sazerin». (Una de las más arraigadas creencias de Eulalia, y en la que no pudo hacer mella el imponente número de mentís que le dio la experiencia, era que la señora de Sazerat se llamaba la señora de Sazerin.)
—Je ne demande pas à aller à cent ans, répondait ma tante qui préférait ne pas voir assigner à ses jours un terme précis.
-.No pido tanto como llegar a los cien -contestaba mi tía, que prefería no ver sus días contados con un límite concreto.
Et comme Eulalie savait avec cela comme personne distraire ma tante sans la fatiguer, ses visites qui avaient lieu régulièrement tous les dimanches sauf empêchement inopiné, étaient pour ma tante un plaisir dont la perspective l′entretenait ces jours-là dans un état agréable d′abord, mais bien vite douloureux comme une faim excessive, pour peu qu′Eulalie fût en retard. Trop prolongée, cette volupté d′attendre Eulalie tournait en supplice, ma tante ne cessait de regarder l′heure, bâillait, se sentait des faiblesses. Le coup de sonnette d′Eulalie, s′il arrivait tout à la fin de la journée, quand elle ne l′espérait plus, la faisait presque se trouver mal. En réalité, le dimanche, elle ne pensait qu′à cette visite et sitôt le déjeuner fini, Françoise avait hâte que nous quittions la salle à manger pour qu′elle pût monter «occuper» ma tante. Mais (surtout à partir du moment où les beaux jours s′installaient à Combray) il y avait bien longtemps que l′heure altière de midi, descendue de la tour de Saint-Hilaire qu′elle armoriait des douze fleurons momentanés de sa couronne sonore avait retenti autour de notre table, auprès du pain bénit venu lui aussi familièrement en sortant de l′église, quand nous étions encore assis devant les assiettes des Mille et une Nuits, appesantis par la chaleur et surtout par le repas. Car, au fond permanent d′œufs, de côtelettes, de pommes de terre, de confitures, de biscuits, qu′elle ne nous annonçait même plus, Françoise ajoutait—selon les travaux des champs et des vergers, le fruit de la marée, les hasards du commerce, les politesses des voisins et son propre génie, et si bien que notre menu, comme ces quatre-feuilles qu′on sculptait au XIIIe siècle au portail des cathédrales, reflétait un peu le rythme des saisons et les épisodes de la vie—: une barbue parce que la marchande lui en avait garanti la fraîcheur, une dinde parce qu′elle en avait vu une belle au marché de Roussainville-le-Pin, des cardons à la moelle parce qu′elle ne nous en avait pas encore fait de cette manière-là, un gigot rôti parce que le grand air creuse et qu′il avait bien le temps de descendre d′ici sept heures, des épinards pour changer, des abricots parce que c′était encore une rareté, des groseilles parce que dans quinze jours il n′y en aurait plus, des framboises que M. Swann avait apportées exprès, des cerises, les premières qui vinssent du cerisier du jardin après deux ans qu′il n′en donnait plus, du fromage à la crème que j′aimais bien autrefois, un gâteau aux amandes parce qu′elle l′avait commandé la veille, une brioche parce que c′était notre tour de l′offrir. Quand tout cela était fini, composée expressément pour nous, mais dédiée plus spécialement à mon père qui était amateur, une crème au chocolat, inspiration, attention personnelle de Françoise, nous était offerte, fugitive et légère comme une œuvre de circonstance où elle avait mis tout son talent. Celui qui eût refusé d′en goûter en disant: «J′ai fini, je n′ai plus faim», se serait immédiatement ravalé au rang de ces goujats qui, même dans le présent qu′un artiste leur fait d′une de ses œuvres, regardent au poids et à la matière alors que n′y valent que l′intention et la signature. Même en laisser une seule goutte dans le plat eût témoigné de la même impolitesse que se lever avant la fin du morceau au nez du compositeur.
Y como, además de eso, Eulalia sabía distraer a mi tía sin cansarla, sus visitas, que ocurrían regularmente todos los domingos, salvo impedimento inopinado, constituían para mi tía un placer cuya perspectiva la mantenía esos días en un estado agradable al principio, pero que acababa por ser doloroso, como la mucha hambre, a poco que Eulalia se retrasara. Cuando se prolongaba excesivamente aquella voluptuosidad de esperar a Eulalia se tornaba suplicio, y mi tía no hacía más que mirar el reloj, bostezar y sentirse mareada. Y cuando el campanillazo de Eulalia sonaba al final del día, cuando no se la esperaba ya, mi tía casi se ponía mala. En realidad, los domingos no pensaba más que en la visita, y en cuanto se acababa el almuerzo, Francisca sentía impaciencia porque nos marcháramos del comedor, para poder subir a «entretener» a mi tía. Pero (sobre todo desde que el buen tiempo se afirmaba en Combray) ya hacía rato que la altiva hora del mediodía caía de la torre de San Hilarlo después de blasonarlo con los doce florones momentáneos de su corona, sonara alrededor de nuestra mesa, junto al pan bendito, venido también él familiarmente de la iglesia, y aun seguíamos sentados ante los platos historiados de las Mil y una noches, fatigados por el calor y sobre todo por la comida. Porque al fondo permanente de huevos, de chuletas, patatas, confituras y bizcochos, que ya ni siquiera nos anunciaba, añadía Francisca, con arreglo a las labores de los campos y de los huertos, el fruto de la pesca, los azares del comercio, las finezas de los vecinos y su propio genio, de tal manera que la lista de nuestras comidas reflejaba en cierto modo, como esas cuadrifolias esculpidas en el siglo XIII, en el pórtico de las catedrales, el ritmo de las estaciones y los episodios de la vida: un mero, porque la vendedora le había garantizado que estaba fresco; una pava, porque la había visto muy hermosa en el mercado de Roussainville le Pin; tuétano de cardos, porque todavía no nos los había hecho así; una pierna de camero asada, porque el salir da ganas, y porque tenía tiempo de bajar hasta los talones de aquí hasta la hora de la cena; espinacas, para variar; albaricoques, porque eran de los primeros; grosellas, porque dentro de quince días ya no habría; frambuesas, porque las había traído expresamente el señor Swann; cerezas, porque eran el primer fruto que daba el cerezo del jardín, después de pasarse dos años sin producir; queso a la crema, porque me gustaba mucho antes; pastel de almendra, porque se había encargado la víspera, y el brioche, porque nos tocaba a nosotros traerlo. Acabado todo esto, se nos brindaba, hecha especialmente para nosotros, pero dedicada particularmente a mi padre, que le tenía mucha afición, una crema de chocolate, inspiración y atención personal de Francisca, leve y fugitiva como una obra de circunstancia en la que hubiera puesto todo su talento. El que no hubiera querido probarla, alegando que ya había terminado y que no tenía más ganas, se hubiera humillado por este sencillo hecho al rango de uno de esos groseros que hasta cuando un artista les regala una obra suya se fijan en el peso y en la materia, cuando lo que vale en ella es la intención y la firma. Y dejarse una gota en el plato hubiera significado una descortesía semejante a la de levantarse, estando delante el compositor, antes de que se acabe el trozo que están ejecutando.
Enfin ma mère me disait: «Voyons, ne reste pas ici indéfiniment, monte dans ta chambre si tu as trop chaud dehors, mais va d′abord prendre l′air un instant pour ne pas lier en sortant de table.»
Por fin, mi madre decía: «Vamos, no te estés más aquí, sube a tu cuarto, si es que afuera tienes mucho calor; pero antes sal a tomar el aire un poco para no leer en seguida de comer».
J′allais m′asseoir près de la pompe et de son auge, souvent ornée, comme un fond gothique, d′une salamandre, qui sculptait sur la pierre fruste le relief mobile de son corps allégorique et fuselé, sur le banc sans dossier ombragé d′un lilas, dans ce petit coin du jardin qui s′ouvrait par une porte de service sur la rue du Saint-Esprit et de la terre peu soignée duquel s′élevait par deux degrés, en saillie de la maison, et comme une construction indépendante, l′arrière-cuisine. On apercevait son dallage rouge et luisant comme du porphyre. Elle avait moins l′air de l′antre de Françoise que d′un petit temple à Vénus. Elle regorgeait des offrandes du crémier, du fruitier, de la marchande de légumes, venus parfois de hameaux assez lointains pour lui dédier les prémices de leurs champs. Et son faîte était toujours couronné du roucoulement d′une colombe.
Iba a sentarme junto a la bomba del agua y el pilón, exornado éste muchas veces, como un fondo gótico, por una salamandra, que esculpía sobre la ruda piedra el móvil relieve de su cuerpo alegórico y ahusado, en un banco sin respaldo, sombreado por un Tilo, en aquel rinconcito del jardín que daba, por una puerta de servicio, a la calle del Espíritu Santo, y en cuyo mal cuidado terreno se elevaba, en altura de dos escalones y formando saliente con la casa, como una construcción independiente, la despensa; veía yo su pavimento rojo y brillante como el pórfiro. Más que la guarida de Francisca, parecía un templecillo de Venus. Rebosaba con las ofrendas del lechero, del frutero, de la verdulera, que venían muchas veces de lejanas aldeas a dedicarle las primicias de sus agros. Y su tejado coronábalo siempre un arrullo de paloma.
Autrefois, je ne m′attardais pas dans le bois consacré qui l′entourait, car, avant de monter lire, j′entrais dans le petit cabinet de repos que mon oncle Adolphe, un frère de mon grand-père, ancien militaire qui avait pris sa retraite comme commandant, occupait au rez-de-chaussée, et qui, même quand les fenêtres ouvertes laissaient entrer la chaleur, sinon les rayons du soleil qui atteignaient rarement jusque-là, dégageait inépuisablement cette odeur obscure et fraîche, à la fois forestière et ancien régime, qui fait rêver longuement les narines, quand on pénètre dans certains pavillons de chasse abandonnés. Mais depuis nombre d′années je n′entrais plus dans le cabinet de mon oncle Adolphe, ce dernier ne venant plus à Combray à cause d′une brouille qui était survenue entre lui et ma famille, par ma faute, dans les circonstances suivantes:
Otras veces no me paraba en el bosquecillo consagrado que la rodeaba, y antes de subirme a leer, entraba en el cuarto de descanso que mi tío Adolfo, hermano de mi abuelo, militar que se retiró con el grado de comandante, tenía en la planta baja, y que, aunque las ventanas abiertas dejaran pasar el calor, ya que no los rayos solares, que no alcanzaban hasta allí, exhalaba sin cesar ese olor fresco y oscuro, a la vez forestal y antiguo régimen, que inspira largos años al olfato, cuando nos asalta al penetrar en un abandonado pabellón de caza. Pero hacía muchos años que ya no entraba en el cuarto de mi tío Adolfo, porque él ya no venía a Combray, con motivo de un disgusto que tuvo con mi familia, por culpa mía y en las circunstancias que siguen:
Une ou deux fois par mois, à Paris, on m′envoyait lui faire une visite, comme il finissait de déjeuner, en simple vareuse, servi par son domestique en veste de travail de coutil rayé violet et blanc. Il se plaignait en ronchonnant que je n′étais pas venu depuis longtemps, qu′on l′abandonnait; il m′offrait un massepain ou une mandarine, nous traversions un salon dans lequel on ne s′arrêtait jamais, où on ne faisait jamais de feu, dont les murs étaient ornés de moulures dorées, les plafonds peints d′un bleu qui prétendait imiter le ciel et les meubles capitonnés en satin comme chez mes grands-parents, mais jaune; puis nous passions dans ce qu′il appelait son cabinet de «travail» aux murs duquel étaient accrochées de ces gravures représentant sur fond noir une déesse charnue et rose conduisant un char, montée sur un globe, ou une étoile au front, qu′on aimait sous le second Empire parce qu′on leur trouvait un air pompéien, puis qu′on détesta, et qu′on recommence à aimer pour une seule et même raison, malgré les autres qu′on donne et qui est qu′elles ont l′air second Empire. Et je restais avec mon oncle jusqu′à ce que son valet de chambre vînt lui demander, de la part du cocher, pour quelle heure celui-ci devait atteler. Mon oncle se plongeait alors dans une méditation qu′aurait craint de troubler d′un seul mouvement son valet de chambre émerveillé, et dont il attendait avec curiosité le résultat, toujours identique. Enfin, après une hésitation suprême, mon oncle prononçait infailliblement ces mots: «Deux heures et quart», que le valet de chambre répétait avec étonnement, mais sans discuter: «Deux heures et quart? bien...je vais le dire...»
En París me mandaban, una o dos veces por mes, a hacer una visita a mi tío Adolfo, cuando estaba acabando de almorzar, vestido con la guerrera sencilla y servido a la mesa por un criado en traje de faena, a rayas moradas y blancas. Se quejaba, gruñendo, de que no había ido a verlo hacía mucho tiempo y de que lo abandonaba; me daba un poco de mazapán o una naranja; cruzábamos un salón, donde nunca nos parábamos, siempre sin lumbre, con paredes adornadas por molduras doradas, techos pintados de azul, queriendo imitar el cielo, y muebles acolchados de satén, como en casa de mis abuelos, pero aquí amarillos, y entrábamos en lo que él llamaba su «despacho», donde había unos grabados que representaban, sobre un fondo negro, una diosa rosada y carnosa guiando un carro, y subida en un globo o con una estrella en la frente, de esas que gustaban en el segundo Imperio, porque parecían tener algo de pompeyano, que luego cayeron en aborrecimiento y que hoy empiezan a gustar otra vez, por la única razón, aunque se aleguen otras, de que tienen carácter Segundo Imperio. Y estaba con mi tío hasta que su ayuda de cámara venía a preguntarle, de parte del cochero, a qué hora tenía que enganchar. Mi tío sumíase entonces en una meditación que jamás se hubiera atrevido a interrumpir con un solo movimiento su maravillado ayuda de cámara, que esperaba, siempre con curiosidad, el resultado invariablemente idéntico. Por fin, después de una suprema vacilación, mi tío pronunciaba infaliblemente estas palabras: «A las dos y cuarto»; palabras que el criado repetía con sorpresa pero sin discutirlas: «A las dos y cuarto? Muy bien... voy a decírselo».
A cette époque j′avais l′amour du théâtre, amour platonique, car mes parents ne m′avaient encore jamais permis d′y aller, et je me représentais d′une façon si peu exacte les plaisirs qu′on y goûtait que je n′étais pas éloigné de croire que chaque spectateur regardait comme dans un stéréoscope un décor qui n′était que pour lui, quoique semblable au millier d′autres que regardait, chacun pour soi, le reste des spectateurs.
Por aquel entonces poseíame la afición al teatro, afición platónica, porque mis padres nunca me habían dejado ir, y se me representaban de un modo tan inexacto los placeres que procuraba, que casi llegué a creer que cada espectador miraba, lo mismo que en un estereoscopio, una decoración que era para él solo aunque igual a las otras mil que se ofrecían, una a cada cual, al resto de los espectadores.
Tous les matins je courais jusqu′à la colonne Moriss pour voir les spectacles qu′elle annonçait. Rien n′était plus désintéressé et plus heureux que les rêves offerts à mon imagination par chaque pièce annoncée et qui étaient conditionnés à la fois par les images inséparables des mots qui en composaient le titre et aussi de la couleur des affiches encore humides et boursouflées de colle sur lesquelles il se détachait. Si ce n′est une de ces œuvres étranges comme le Testament de César Girodot et Œdipe-Roi lesquelles s′inscrivaient, non sur l′affiche verte de l′Opéra-Comique, mais sur l′affiche lie de vin de la Comédie-Française, rien ne me paraissait plus différent de l′aigrette étincelante et blanche des Diamants de la Couronne que le satin lisse et mystérieux du Domino Noir, et, mes parents m′ayant dit que quand j′irais pour la première fois au théâtre j′aurais à choisir entre ces deux pièces, cherchant à approfondir successivement le titre de l′une et le titre de l′autre, puisque c′était tout ce que je connaissais d′elles, pour tâcher de saisir en chacun le plaisir qu′il me promettait et de le comparer à celui que recélait l′autre, j′arrivais à me représenter avec tant de force, d′une part une pièce éblouissante et fière, de l′autre une pièce douce et veloutée, que j′étais aussi incapable de décider laquelle aurait ma préférence, que si, pour le dessert, on m′avait donné à opter encore du riz à l′Impératrice et de la crème au chocolat.
Todas las mañanas corría a la columna anunciadora Moriss a ver las funciones que anunciaba. Nada más desinteresado y son riente que los ensueños que ofrecía a mi imaginación cada una de las obras anunciadas y que estaban condicionados a la par, por las imágenes inseparables de las palabras que componían sus títulos, y además por el color de los carteles, aún húmedos y con las arrugas recién hechas al pegarlos, en que esas letras se destacaban. A no ser una de aquellas obras tan extrañas, como el Testamento de César Girodot y Edipo, rey, que figuraban, no en el cartel verde de la Ópera Cómica, sino en el cartel dorado de la Comedia Francesa, nada me parecía tan distinto del airón blanco y resplandeciente de Los Diamantes de la Corona, como satén liso y misterioso de El Dominó Negro, y como mis padres me habían dicho que cuando fuera al teatro por vez primera, tendría que escoger entre esas dos obras, intentando profundizar sucesivamente en el título de cada cual; puesto que era lo único que de ellas conocía, para tratar de aprender el placer que cada una podría darme y compararlo con el que la otra encerraba, llegué a representarme con tanta fuerza, una obra deslumbrante y altiva, por un lado, y por el otro una obra suave y aterciopelada que me sentía incapaz de decidir cuál se llevaría mi preferencia, como si para el postre me hubieran dado a elegir entre arroz a la emperatriz y crema de chocolate.
Toutes mes conversations avec mes camarades portaient sur ces acteurs dont l′art, bien qu′il me fût encore inconnu, était la première forme, entre toutes celles qu′il revêt, sous laquelle se laissait pressentir par moi, l′Art. Entre la manière que l′un ou l′autre avait de débiter, de nuancer une tirade, les différences les plus minimes me semblaient avoir une importance incalculable. Et, d′après ce que l′on m′avait dit d′eux, je les classais par ordre de talent, dans des listes que je me récitais toute la journée: et qui avaient fini par durcir dans mon cerveau et par le gêner de leur inamovibilité.
Todas mis conversaciones con mis compañeros versaban sobre aquellos actores cuyo arte, aunque me era aún desconocido, era la primera forma de todas las que reviste, con que para mí se hacía presentir el Arte. Las diferencias más insignificantes entre la manera que uno u otro tenían que declamar o matizar un párrafo, me parecían de incalculable importancia. Y por lo que había oído decir de ellos, los iba clasificando por orden de talento, en una lista que me recitaba a mí mismo todo el día, y que acabaron por petrificarse en mi cerebro y molestarlo con su inmovilidad.
Plus tard, quand je fus au collège, chaque fois que pendant les classes, je correspondais, aussitôt que le professeur avait la tête tournée, avec un nouvel ami, ma première question était toujours pour lui demander s′il était déjà allé au théâtre et s′il trouvait que le plus grand acteur était bien Got, le second Delaunay, etc. Et si, à son avis, Febvre ne venait qu′après Thiron, ou Delaunay qu′après Coquelin, la soudaine motilité que Coquelin, perdant la rigidité de la pierre, contractait dans mon esprit pour y passer au deuxième rang, et l′agilité miraculeuse, la féconde animation dont se voyait doué Delaunay pour reculer au quatrième, rendait la sensation du fleurissement et de la vie à mon cerveau assoupli et fertilisé.
Más adelante, cuando fui al colegio, cada vez que durante la clase volvía el profesor la cabeza y yo hablaba con un nuevo amigo, lo primero que le preguntaba era si había ido ya al teatro y si no creía que el mejor actor era sin duda Got, el segundo Delaunay, etc. Y si opinaba que Febvre iba después de Thiron o Delaunay después de Coquelin, la repentina movilidad que Coquelin, perdiendo la rigidez de la piedra, cobraba en mi espíritu para ocupar el segundo lugar y la agilidad milagrosa y fecunda animación que ganaba Delaunay para retroceder hasta el cuarto puesto, devolvían la sensación del reflorecer y del vivir a mi cerebro ya flexible y fértil.
Mais si les acteurs me préoccupaient ainsi, si la vue de Maubant sortant un après-midi du Théâtre-Français m′avait causé le saisissement et les souffrances de l′amour, combien le nom d′une étoile flamboyant à la porte d′un théâtre, combien, à la glace d′un coupé qui passait dans la rue avec ses chevaux fleuris de roses au frontail, la vue du visage d′une femme que je pensais être peut-être une actrice, laissait en moi un trouble plus prolongé, un effort impuissant et douloureux pour me représenter sa vie!
Pero si tanto me preocupaban los actores, si el ver salir una tarde a Maubant de la Comedia Francesa me causó el pasmo y el dolor que el amor inspira, el nombre de una gran actriz que resplandecía en el anuncio de un teatro, y la fugaz visión de un rostro de mujer, visto tras el cristal de la portezuela de un coche que pasaba por la calle con sus caballos adornados de rosas en la frente, y que yo me figuraba que sería el de una actriz, dejaban en mí un rastro de más prolongada preocupación y de afán impotente y doloroso para representarme su vida.
Je classais par ordre de talent les plus illustres: Sarah Bernhardt, la Berma, Bartet, Madeleine Brohan, Jeanne Samary, mais toutes m′intéressaient. Or mon oncle en connaissait beaucoup, et aussi des cocottes que je ne distinguais pas nettement des actrices. Il les recevait chez lui. Et si nous n′allions le voir qu′à certains jours c′est que, les autres jours, venaient des femmes avec lesquelles sa famille n′aurait pas pu se rencontrer, du moins à son avis à elle, car, pour mon oncle, au contraire, sa trop grande facilité à faire à de jolies veuves qui n′avaient peut-être jamais été mariées, à des comtesses de nom ronflant, qui n′était sans doute qu′un nom de guerre, la politesse de les présenter à ma grand′mère ou même à leur donner des bijoux de famille, l′avait déjà brouillé plus d′une fois avec mon grand-père. Souvent, à un nom d′actrice qui venait dans la conversation, j′entendais mon père dire à ma mère, en souriant: «Une amie de ton oncle»; et je pensais que le stage que peut-être pendant des années des hommes importants faisaient inutilement à la porte de telle femme qui ne répondait pas à leurs lettres et les faisait chasser par le concierge de son hôtel, mon oncle aurait pu en dispenser un gamin comme moi en le présentant chez lui à l′actrice, inapprochable à tant d′autres, qui était pour lui une intime amie.
Clasificaba, por orden de talento, a las más famosas: Sarah Bernhardt, la Berma, Bartet, Madeleine Brohan, Jeanne Samary, pero por todas me interesaba. Pues bien; mi tío conocía a muchas de ellas y también a cocottes que yo no sabía distinguir claramente de las actrices, y a quienes recibía en su casa. Y si teníamos d*ías fijos para ir a verlo, es que los demás días iban a su casa mujeres con las que su familia no debía encontrarse, por lo menos según el parecer de la familia, porque el de mi tío, al contrario, por su facilidad excesiva para hacer a viuditas lindas que quizá nunca estuvieron casadas, y a condesas de nombre pomposo que no era probablemente más que un nombre de guerra, la merced de presentarlas a mi abuela, o hasta de regalarles alhajas de familia, le había traído ya más de un disgusto con mi abuelo. A menudo, cuando el nombre de alguna actriz salía en la conversación, yo oía que mi padre decía, sonriendo, a mamá: «Es un amigo de tu tío»; y yo pensaba que mi tío, presentándome en su casa a la actriz inasequible para tantos otros y que era íntima amiga suya, hubiera podido dispensar a un chiquillo como yo, de la corte, que quizá años enteros habían hecho inútilmente a la puerta de aquella mujer hombres de calidad, cuyas cartas no contestaba y a quienes el portero de su palacio echaba a la calle.
Aussi,—sous le prétexte qu′une leçon qui avait été déplacée tombait maintenant si mal qu′elle m′avait empêché plusieurs fois et m′empêcherait encore de voir mon oncle—un jour, autre que celui qui était réservé aux visites que nous lui faisions, profitant de ce que mes parents avaient déjeuné de bonne heure, je sortis et au lieu d′aller regarder la colonne d′affiches, pour quoi on me laissait aller seul, je courus jusqu′à lui. Je remarquai devant sa porte une voiture attelée de deux chevaux qui avaient aux œillères un œillet rouge comme avait le cocher à sa boutonnière. De l′escalier j′entendis un rire et une voix de femme, et dès que j′eus sonné, un silence, puis le bruit de portes qu′on fermait. Le valet de chambre vint ouvrir, et en me voyant parut embarrassé, me dit que mon oncle était très occupé, ne pourrait sans doute pas me recevoir et tandis qu′il allait pourtant le prévenir la même voix que j′avais entendue disait: «Oh, si! laisse-le entrer; rien qu′une minute, cela m′amuserait tant. Sur la photographie qui est sur ton bureau, il ressemble tant à sa maman, ta nièce, dont la photographie est à côté de la sienne, n′est-ce pas? Je voudrais le voir rien qu′un instant, ce gosse.»
Con el pretexto de que una lección que fue menester cambiar de hora, caía tan mal, que me impidió ir a ver a mi tío varias veces y seguiría impidiéndomelo, un día, que no era el reservado para las visitas que le hacíamos, aprovechándome de que mis padres habían almorzado temprano; salí a la calle, y en vez de irme a mirar la cartelera, a lo que me dejaban ir solo, me llegué corriendo hasta su casa. Vi parado a la puerta un coche de dos caballos, que llevaban en las anteojeras un clavel rojo, clavel que también lucía el cochero en la solapa. Desde la escalera oí risa y hablar de mujer, y cuando llamé, hubo, primero un silencio, y después, ruido de puertas que se cierran. El ayuda de cámara que vino a abrirme pareció desconcertado al verme, y me dijo que mi tío estaba muy ocupado y que probablemente no podría verme; sin embargo, fue a pasarle aviso, y mientras tanto oí a la misma voz femenina de antes, que decía: «Sí: déjalo pasar, nada más que un momento; me divertirá mucho. En la fotografía que tienes encima de tu mesa de despacho se parece mucho a su mamá, a tu sobrina, ¿no?, la del retrato que está al lado. Sí, déjame que vea al chiquillo aunque no sea más que un momento».
J′entendis mon oncle grommeler, se fâcher; finalement le valet de chambre me fit entrer.
Oí que mi tío gruñía y se enfadaba, y, por fin, el ayuda de cámara me dijo que pasara.
Sur la table, il y avait la même assiette de massepains que d′habitude; mon oncle avait sa vareuse de tous les jours, mais en face de lui, en robe de soie rose avec un grand collier de perles au cou, était assise une jeune femme qui achevait de manger une mandarine. L′incertitude où j′étais s′il fallait dire madame ou mademoiselle me fit rougir et n′osant pas trop tourner les yeux de son côté de peur d′avoir à lui parler, j′allai embrasser mon oncle. Elle me regardait en souriant, mon oncle lui dit: «Mon neveu», sans lui dire mon nom, ni me dire le sien, sans doute parce que, depuis les difficultés qu′il avait eues avec mon grand-père, il tâchait autant que possible d′éviter tout trait d′union entre sa famille et ce genre de relations.
Encima de la mesa estaba, como de costumbre, el plato de mazapán, y mi tío llevaba su guerrera de todos los días, pero enfrente de él había una señora joven, con traje de seda color rosa y un collar de perlas al cuello, que estaba acabando de comerse una mandarina. Las dudas en que me puso el no saber si debía llamarla señora o señorita, me sacaron los colores al rostro y me fui a dar un beso a mi tío sin atreverme a volver la cabeza hacia el lado donde estaba ella, para no tener que hablarle. La señora me miró sonriente, y mi tío le dijo: «Es mi sobrino», sin decirle a ella mi nombre ni a mí el suyo, sin duda que desde los piques que había tenido con mi abuelo, procuraba evitar, dentro de lo posible, todo género de relación entre su familia y aquellas amistades suyas.
—«Comme il ressemble à sa mère,» dit-elle.
-Cuánto se parece a su madre .dijo la señora.
—«Mais vous n′avez jamais vu ma nièce qu′en photographie, dit vivement mon oncle d′un ton bourru.»
-Pero usted no ha visto nunca a mi sobrina más que en retrato - contestó vivamente mi tío en tono brusco.
—«Je vous demande pardon, mon cher ami, je l′ai croisée dans l′escalier l′année dernière quand vous avez été si malade. Il est vrai que je ne l′ai vue que le temps d′un éclair et que votre escalier est bien noir, mais cela m′a suffi pour l′admirer. Ce petit jeune homme a ses beaux yeux et aussi ça, dit-elle, en traçant avec son doigt une ligne sur le bas de son front. Est-ce que madame votre nièce porte le même nom que vous, ami? demanda-t-elle à mon oncle.»
-Perdone usted, amigo mío: me crucé un día con ella en la escalera, el año pasado, cuando estuvo usted tan malo. Verdad es que no la vi más que como un relámpago, y que su escalera de usted es muy oscura, pero tuve bastante para admirarla. Este joven tiene los ojos como los de su madre, y esto también .dijo la dama señalando con su dedo una línea en la parte inferior de la frente. ¿Lleva su sobrina el mismo apellido que usted? .preguntó a mi tío.
—«Il ressemble surtout à son père, grogna mon oncle qui ne se souciait pas plus de faire des présentations à distance en disant le nom de maman que d′en faire de près. C′est tout à fait son père et aussi ma pauvre mère.»
-A quien más se parece es a su padre -refunfuñó mi tío, que, como no tenía gana de hacer presentaciones de cerca, tampoco quería hacerlas de lejos, diciendo cómo se llamaba mi madre... -Es su padre en todo, y también se parece algo a mi pobre madre.
—«Je ne connais pas son père, dit la dame en rose avec une légère inclinaison de la tête, et je n′ai jamais connu votre pauvre mère, mon ami. Vous vous souvenez, c′est peu après votre grand chagrin que nous nous sommes connus.»
-.A su padre no lo conozco .dijo la señora del traje rosa., y a su pobre madre de usted no llegué a conocerla nunca. Ya se acordará usted de que nos conocimos poco después de su gran desgracia.
J′éprouvais une petite déception, car cette jeune dame ne différait pas des autres jolies femmes que j′avais vues quelquefois dans ma famille notamment de la fille d′un de nos cousins chez lequel j′allais tous les ans le premier janvier. Mieux habillée seulement, l′amie de mon oncle avait le même regard vif et bon, elle avait l′air aussi franc et aimant. Je ne lui trouvais rien de l′aspect théâtral que j′admirais dans les photographies d′actrices, ni de l′expression diabolique qui eût été en rapport avec la vie qu′elle devait mener. J′avais peine à croire que ce fût une cocotte et surtout je n′aurais pas cru que ce fût une cocotte chic si je n′avais pas vu la voiture à deux chevaux, la robe rose, le collier de perles, si je n′avais pas su que mon oncle n′en connaissait que de la plus haute volée. Mais je me demandais comment le millionnaire qui lui donnait sa voiture et son hôtel et ses bijoux pouvait avoir du plaisir à manger sa fortune pour une personne qui avait l′air si simple et comme il faut. Et pourtant en pensant à ce que devait être sa vie, l′immoralité m′en troublait peut-être plus que si elle avait été concrétisée devant moi en une apparence spéciale,—d′être ainsi invisible comme le secret de quelque roman, de quelque scandale qui avait fait sortir de chez ses parents bourgeois et voué à tout le monde, qui avait fait épanouir en beauté et haussé jusqu′au demi-monde et à la notoriété celle que ses jeux de physionomie, ses intonations de voix, pareils à tant d′autres que je connaissais déjà, me faisaient malgré moi considérer comme une jeune fille de bonne famille, qui n′était plus d′aucune famille.
Yo sentí una leve decepción, porque aquella damita no se diferenciaba de otras lindas mujeres que yo había visto en mi familia, especialmente de la hija de un primo nuestro, a cuya casa íbamos siempre el día primero de año. La amiga de mi tío iba mejor vestida, eso sí, pero tenía el mismo mirar alegre y bondadoso, y el mismo franco y amable exterior. Nada encontraba en ella del aspecto teatral que tanto admiraba en los retratos de las actrices, ni la expresión diabólica que debía corresponder a una vida como sería la suya. Me costaba trabajo creer que era una cocotte, y sobre todo, nunca, me hubiera creído que era una cocotte elegante, a no haber visto el coche de dos caballos, el traje de rosa y el collar de perlas, y de no saber que mi tío no trataba más que a las de altos vuelos. Y me preguntaba qué placer podía sacar el millonario que le pagaba hotel, coche y alhajas, de comerse su fortuna por una persona de modales tan sencillos y tan correctos. Y, sin embargo, al pensar en lo que debía ser su vida, la inmoralidad de la vida aquella me turbaba mucho más que si se hubiera concretado ante mí en una apariencia especial, por ser tan invisible como el secreto de una novela, por el escándalo que debió de echarla de casa de sus padres, acomodados y entregarla a todo el mundo, dando pleno desarrollo a su belleza, y elevando hasta el mundo galante y el halago de la notoriedad, a una mujer que, por sus gestos y sus entonaciones de voz, tan semejantes a los que yo viera en otras damas; se me representaba, sin querer, como a una muchacha de buena familia, que ya no era de ninguna familia.
On était passé dans le «cabinet de travail», et mon oncle, d′un air un peu gêné par ma présence, lui offrit des cigarettes.
Habíamos pasado al despacho, y mi tío, un poco molesto por mi presencia, le ofreció cigarrillos.
—«Non, dit-elle, cher, vous savez que je suis habituée à celles que le grand-duc m′envoie. Je lui ai dit que vous en étiez jaloux.» Et elle tira d′un étui des cigarettes couvertes d′inscriptions étrangères et dorées. «Mais si, reprit-elle tout d′un coup, je dois avoir rencontré chez vous le père de ce jeune homme. N′est-ce pas votre neveu? Comment ai-je pu l′oublier? Il a été tellement bon, tellement exquis pour moi, dit-elle d′un air modeste et sensible.» Mais en pensant à ce qu′avait pu être l′accueil rude qu′elle disait avoir trouvé exquis, de mon père, moi qui connaissais sa réserve et sa froideur, j′étais gêné, comme par une indélicatesse qu′il aurait commise, de cette inégalité entre la reconnaissance excessive qui lui était accordée et son amabilité insuffisante. Il m′a semblé plus tard que c′était un des côtés touchants du rôle de ces femmes oisives et studieuses qu′elles consacrent leur générosité, leur talent, un rêve disponible de beauté sentimentale—car, comme les artistes, elles ne le réalisent pas, ne le font pas entrer dans les cadres de l′existence commune,—et un or qui leur coûte peu, à enrichir d′un sertissage précieux et fin la vie fruste et mal dégrossie des hommes. Comme celle-ci, dans le fumoir où mon oncle était en vareuse pour la recevoir, répandait son corps si doux, sa robe de soie rose, ses perles, l′élégance qui émane de l′amitié d′un grand-duc, de même elle avait pris quelque propos insignifiant de mon père, elle l′avait travaillé avec délicatesse, lui avait donné un tour, une appellation précieuse et y enchâssant un de ses regards d′une si belle eau, nuancé d′humilité et de gratitude, elle le rendait changé en un bijou artiste, en quelque chose de «tout à fait exquis».
-No -dijo ella., ya sabe usted que estoy acostumbrada a los que me manda el gran duque. Ya le he dicho que esos cigarrillos le dan a usted envidia. .Y sacó de una pitillera unos pitillos cubiertos de inscripciones doradas en letras extranjeras.. Pero me parece que sí, que he visto en casa de usted al padre de este joven. ¿No es sobrino de usted? ¿Cómo lo voy a olvidar si fue tan amable, tan exquisitamente fino conmigo? .dijo con tono sencillo y tierno. Pero yo, pensando en cómo pudo haber sido la ruda acogida, que ella decía exquisitamente fina de mi padre, cuya reserva y frialdad me eran bien conocidas, me sentí molesto, como si fuera por una falta de delicadeza en que mi padre hubiera incurrido, al apreciar la desigualdad existente entre lo que debió ser por su escasa amabilidad y el generoso reconocimiento que la dama le atribuía. Más tarde, me ha parecido que uno de los aspectos conmovedores de la vida de esas mujeres ociosas y estudiosas es el consagrar su generosidad, su talento, un ensueño siempre disponible de belleza sentimental porque ellas, lo mismo que los artistas, no lo realizan y no lo hacen inscribirse en el marco de la existencia común, y un dinero que les cuesta muy poco, a enriquecer con un precioso engaste la vida tosca y sin devastar de los hombres. Así aquélla, que en el cuarto donde estaba mi tío, vestido con su cazadora sencilla, para recibirla, irradiaba la belleza de su suave cuerpo, de su traje de seda, de sus perlas, y la elegancia que emana de la amistad de un gran duque, cogió un día una frase insignificante de mi padre, la trabajó delicadamente, la torneó, le puso una preciosa apelación engastando en ella una de sus miradas de tan bellas aguas, coloreadas de humildad y gratitud, ¡la devolvía ahora convertida en una alhaja de mano de artista en algo «perfectamente exquisito».
—«Allons, voyons, il est l′heure que tu t′en ailles», me dit mon oncle.
-Vamos, ya es hora de que te marches .me dijo el tío.
Je me levai, j′avais une envie irrésistible de baiser la main de la dame en rose, mais il me semblait que c′eût été quelque chose d′audacieux comme un enlèvement. Mon cœur battait tandis que je me disais: «Faut-il le faire, faut-il ne pas le faire», puis je cessai de me demander ce qu′il fallait faire pour pouvoir faire quelque chose. Et d′un geste aveugle et insensé, dépouillé de toutes les raisons que je trouvais il y avait un moment en sa faveur, je portai à mes lèvres la main qu′elle me tendait.
Me levanté; tenía un irresistible deseo de besar la mano a la señora del traje rosa; pero me parecía que aquello hubiera sido cosa tan atrevida como un rapto. Y me latía fuertemente el corazón, mientras que me preguntaba a mí mismo: ¿Lo hago? ¿No lo hago?; hasta que, por fin, para poder hacer algo dejé de pensar en lo que iba a hacer. Y con ademán ciego e irreflexivo, sin el apoyo de ninguna de las razones que hace un momento encontraba en favor de este acto, me llevé a los labios la mano que ella me tendía.
—«Comme il est gentil! il est déjà galant, il a un petit œil pour les femmes: il tient de son oncle. Ce sera un parfait gentleman», ajouta-t-elle en serrant les dents pour donner à la phrase un accent légèrement britannique. «Est-ce qu′il ne pourrait pas venir une fois prendre a cup of tea, comme disent nos voisins les Anglais; il n′aurait qu′à m′envoyer un «bleu» le matin.
-¡Ves qué amable! Es muy galante, y ya le llaman la atención a las mujeres; sale a su tío. Será un perfecto gentleman -dijo apretando un poco los dientes para dar a la frase un leve acento británico.. ¿No podría ir un día a casa a tomar a cup o f tea, como dicen nuestros vecinos los ingleses? No tiene más qué mandarme un «continental» por la mañana.
Je ne savais pas ce que c′était qu′un «bleu». Je ne comprenais pas la moitié des mots que disait la dame, mais la crainte que n′y fut cachée quelque question à laquelle il eût été impoli de ne pas répondre, m′empêchait de cesser de les écouter avec attention, et j′en éprouvais une grande fatigue.
Yo no sabía lo que era un «continental». No entendía la mitad de las palabras que decía la señora; pero el temor de que envolvieran alguna pregunta indirecta, que hubiera sido descortés no contestar, me impedía dejar de prestarles oído atento, lo cual me cansaba mucho.
—«Mais non, c′est impossible, dit mon oncle, en haussant les épaules, il est très tenu, il travaille beaucoup. Il a tous les prix à son cours, ajouta-t-il, à voix basse pour que je n′entende pas ce mensonge et que je n′y contredise pas. Qui sait, ce sera peut-être un petit Victor Hugo, une espèce de Vaulabelle, vous savez.»
-No, no es posible .dijo mi tío, encogiéndose de hombros., está muy ocupado, tiene mucho trabajo. Se lleva todos los premios de su clase .añadió, bajando la voz para que yo no oyera esa falsedad y no la desmintiera.. ¡Quién sabe!, acaso sea un pequeño Víctor Hugo, una especie de Vaulabelle, ¿sabe usted ?
—«J′adore les artistes, répondit la dame en rose, il n′y a qu′eux qui comprennent les femmes... Qu′eux et les êtres d′élite comme vous. Excusez mon ignorance, ami. Qui est Vaulabelle? Est-ce les volumes dorés qu′il y a dans la petite bibliothèque vitrée de votre boudoir? Vous savez que vous m′avez promis de me les prêter, j′en aurai grand soin.»
-Siento adoración por los artistas .contestó la dama del traje rosa.; sólo ellos saben entender a las mujeres... Ellos y, los escogidos... como usted. Perdone usted mi ignorancia... ¿Quién era Vaulabelle? ¿Quizá esos tomos dorados que están en la librería pequeña de su tocador? Ya sabe usted que ha prometido que me los prestaría; los cuidaré muy bien.
Mon oncle qui détestait prêter ses livres ne répondit rien et me conduisit jusqu′à l′antichambre. Éperdu d′amour pour la dame en rose, je couvris de baisers fous les joues pleines de tabac de mon vieil oncle, et tandis qu′avec assez d′embarras il me laissait entendre sans oser me le dire ouvertement qu′il aimerait autant que je ne parlasse pas de cette visite à mes parents, je lui disais, les larmes aux yeux, que le souvenir de sa bonté était en moi si fort que je trouverais bien un jour le moyen de lui témoigner ma reconnaissance. Il était si fort en effet que deux heures plus tard, après quelques phrases mystérieuses et qui ne me parurent pas donner à mes parents une idée assez nette de la nouvelle importance dont j′étais doué, je trouvai plus explicite de leur raconter dans les moindres détails la visite que je venais de faire. Je ne croyais pas ainsi causer d′ennuis à mon oncle. Comment l′aurais-je cru, puisque je ne le désirais pas. Et je ne pouvais supposer que mes parents trouveraient du mal dans une visite où je n′en trouvais pas. N′arrive-t-il pas tous les jours qu′un ami nous demande de ne pas manquer de l′excuser auprès d′une femme à qui il a été empêché d′écrire, et que nous négligions de le faire jugeant que cette personne ne peut pas attacher d′importance à un silence qui n′en a pas pour nous? Je m′imaginais, comme tout le monde, que le cerveau des autres était un réceptacle inerte et docile, sans pouvoir de réaction spécifique sur ce qu′on y introduisait; et je ne doutais pas qu′en déposant dans celui de mes parents la nouvelle de la connaissance que mon oncle m′avait fait faire, je ne leur transmisse en même temps comme je le souhaitais, le jugement bienveillant que je portais sur cette présentation. Mes parents malheureusement s′en remirent à des principes entièrement différents de ceux que je leur suggérais d′adopter, quand ils voulurent apprécier l′action de mon oncle. Mon père et mon grand-père eurent avec lui des explications violentes; j′en fus indirectement informé. Quelques jours après, croisant dehors mon oncle qui passait en voiture découverte, je ressentis la douleur, la reconnaissance, le remords que j′aurais voulu lui exprimer. A côté de leur immensité, je trouvai qu′un coup de chapeau serait mesquin et pourrait faire supposer à mon oncle que je ne me croyais pas tenu envers lui à plus qu′à une banale politesse. Je résolus de m′abstenir de ce geste insuffisant et je détournai la tête. Mon oncle pensa que je suivais en cela les ordres de mes parents, il ne le leur pardonna pas, et il est mort bien des années après sans qu′aucun de nous l′ait jamais revu.
Mi tío, que no quería prestar sus libros, no contestó y vino a acompañarme hasta el recibimiento. Loco de amor por la señora del traje rosa, llené de besos los carrillos de mi tío, que olían a tabaco, y mientras que él, bastante azorado, me daba a entender que le gustaría que no contase nada a mis padres de aquella visita, yo le decía, con lágrimas en los ojos, que el recuerdo de su amabilidad estaba tan profundamente grabado en mi corazón, que ya llegaría día en que pudiera demostrarle mi gratitud. En efecto: tan profundamente grabado estaba en mi corazón, que dos horas después, y luego de algunas frases misteriosas, que me pareció que no lograban dar a mis padres idea bastante clara de la nueva importancia que yo disfrutaba, consideré más explícito contar con todo detalle la visita que acababa de hacer. Con ello no creía causar molestia alguna a mi tío. ¿Y cómo iba a creerlo, si yo no tenía intención de causársela? ¿Cómo iba yo a suponer que mis padres vieran nada malo allí donde yo no lo veía? Nos sucede todos los días que un amigo nos pide que no se nos olvide transmitir sus disculpas a una mujer a quien no ha podido escribir, y que nosotros lo dejamos pasar descuidadamente, considerando que esa persona no puede conceder gran importancia a un silencio que para nosotros no la tiene. Yo me creía, como todo el mundo, que el cerebro de los demás era un receptáculo inerte y dócil, sin fuerza de reacción específica sobre lo que en él depositamos; y no dudaba que al verter en el de mis padres la noticia de la nueva amistad que hiciera por medio de mi tío, los transmitiría al mismo tiempo, como era mi deseo, el benévolo juicio que a mí me había merecido aquella presentación. Pero, por desdicha, mis padres se atuvieron a principios enteramente distintos de aquellos cuya adopción los sugería yo, para estimar el acto de mi tío. Mi padre y mi abuelo tuvieron con él explicaciones violentas; yo me enteré indirectamente. Y unos días más tarde, al cruzarme con mi tío, que iba en coche abierto, sentí pena, gratitud y remordimiento, todo lo cual hubiera querido expresarle. Pero comparado con lo inmenso de estos sentimientos, me pareció que un sombrerazo sería cosa mezquina y podría hacer pensar a mi tío que yo no me consideraba obligado, con respecto a su persona, más que a una frivola cortesía. Decidí abstenerme de aquel ademán, tan insuficientemente expresivo, y volví la cabeza a otro lado. Mi tío se imaginó que aquella acción mía obedecía a órdenes de mis padres, y no se lo perdonó nunca; murió muchos años después de esto, sin volver a hablarse con ninguno de nosotros.
Aussi je n′entrais plus dans le cabinet de repos maintenant fermé, de mon oncle Adolphe, et après m′être attardé aux abords de l′arrière-cuisine, quand Françoise, apparaissant sur le parvis, me disait: «Je vais laisser ma fille de cuisine servir le café et monter l′eau chaude, il faut que je me sauve chez Mme Octave», je me décidais à rentrer et montais directement lire chez moi. La fille de cuisine était une personne morale, une institution permanente à qui des attributions invariables assuraient une sorte de continuité et d′identité, à travers la succession des formes passagères en lesquelles elle s′incarnait: car nous n′eûmes jamais la même deux ans de suite. L′année où nous mangeâmes tant d′asperges, la fille de cuisine habituellement chargée de les «plumer» était une pauvre créature maladive, dans un état de grossesse déjà assez avancé quand nous arrivâmes à Pâques, et on s′étonnait même que Françoise lui laissât faire tant de courses et de besogne, car elle commençait à porter difficilement devant elle la mystérieuse corbeille, chaque jour plus remplie, dont on devinait sous ses amples sarraus la forme magnifique. Ceux-ci rappelaient les houppelandes qui revêtent certaines des figures symboliques de Giotto dont M. Swann m′avait donné des photographies. C′est lui-même qui nous l′avait fait remarquer et quand il nous demandait des nouvelles de la fille de cuisine, il nous disait: «Comment va la Charité de Giotto?»
Por eso ya no entraba en el cuarto de descanso, cerrado, ahora, de mi tío Adolfo, y después de vagar por los alrededores de la despensa, cuando Francisca aparecía en la entrada, diciéndome: «Voy a dejar a la moza que sirva el café y suba el agua caliente, porque yo tengo que escaparme al cuarto de la tía», decídame yo a entrar en casa y suba derechamente a mi habitación a leer. La moza era una persona moral, una institución permanente, que por sus invariables atribuciones se aseguraba una especie de continuidad e identidad, a través de la sucesión de formas pasajeras en que se encamaba, porque nunca tuvimos la misma dos años seguidos. Aquel año que comimos tantos espárragos, la moza usualmente encargada de «pelarlos» era una pobre criatura enfermiza, embarazada ya de bastantes meses, cuando llegamos para Pascua, y a la que nos extrañábamos que Francisca dejara trabajar y corretear tanto, porque ya empezaba a serle difícil llevar por delante el misterioso canastillo, cada día más lleno, cuya forma magnífica se adivinaba bajo sus toscos sayos. Sayos que recordaban las hopalandas que visten algunas figuras simbólicas de Giotto, que el señor Swann me había regalado en fotografía. El mismo nos lo había hecho notar, y para preguntarnos por la moza, nos decía: «¿Qué tal va la Caridad, de Giotto ?»
D′ailleurs elle-même, la pauvre fille, engraissée par sa grossesse, jusqu′à la figure, jusqu′aux joues qui tombaient droites et carrées, ressemblait en effet assez à ces vierges, fortes et hommasses, matrones plutôt, dans lesquelles les vertus sont personnifiées à l′Arena. Et je me rends compte maintenant que ces Vertus et ces Vices de Padoue lui ressemblaient encore d′une autre manière. De même que l′image de cette fille était accrue par le symbole ajouté qu′elle portait devant son ventre, sans avoir l′air d′en comprendre le sens, sans que rien dans son visage en traduisît la beauté et l′esprit, comme un simple et pesant fardeau, de même c′est sans paraître s′en douter que la puissante ménagère qui est représentée à l′Arena au-dessous du nom «Caritas» et dont la reproduction était accrochée au mur de ma salle d′études, à Combray, incarne cette vertu, c′est sans qu′aucune pensée de charité semble avoir jamais pu être exprimée par son visage énergique et vulgaire. Par une belle invention du peintre elle foule aux pieds les trésors de la terre, mais absolument comme si elle piétinait des raisins pour en extraire le jus ou plutôt comme elle aurait monté sur des sacs pour se hausser; et elle tend à Dieu son cœur enflammé, disons mieux, elle le lui «passe», comme une cuisinière passe un tire-bouchon par le soupirail de son sous-sol à quelqu′un qui le lui demande à la fenêtre du rez-de-chaussée.
Y, en efecto, la pobre muchacha, muy gorda ahora por el embarazo, gruesa hasta de cara y de carrillos, que caían cuadrados y fuertes, bastante a esas vírgenes robustas y hombrunas, matronas más bien, que en La Arena sirven de personificación a las virtudes. Y me doy cuenta ahora de que, además, se parecía a ellas por otra cosa. Lo mismo que la figura de aquella moza se agrandaba por la adición del símbolo que llevaba delante del vientre, sin comprender su significación y sin que nada de su belleza y su sentido se transparenten en su rostro como un simple fardo pesado, así, sin sospecharlo, encama la robusta matrona que está representada en La Arena, encima del nombre «Caritas», y cuya fotografía tenía yo colgada en mi cuarto de estudio, la dicha virtud de la caridad, sin que ningún pensamiento caritativo haya cruzado jamás por su rostro enérgico y vulgar. Por una hermosa idea del pintor está pisoteando las riquezas terrenales; pero exactamente lo mismo que si estuviera pisando uva para sacar el mosto, o como si se hubiera subido encima de unos sacos para estar más en alto; tiende a Dios su corazón inflamado; mejor dicho, se le «alarga», como una cocinera alarga un sacacorchos a alguien que se lo pide desde la planta baja, por el respiradero de la cocina.
L′Envie, elle, aurait eu davantage une certaine expression d′envie. Mais dans cette fresque-là encore, le symbole tient tant de place et est représenté comme si réel, le serpent qui siffle aux lèvres de l′Envie est si gros, il lui remplit si complètement sa bouche grande ouverte, que les muscles de sa figure sont distendus pour pouvoir le contenir, comme ceux d′un enfant qui gonfle un ballon avec son souffle, et que l′attention de l′Envie—et la nôtre du même coup—tout entière concentrée sur l′action de ses lèvres, n′a guère de temps à donner à d′envieuses pensées.
La Envidia tenía ya más expresión de envidia. Pero también en ese fresco ocupa tanto espacio el símbolo, y está representado de modo tan real, y es tan gorda la serpiente que silba en labios de la Envidia y le llena tan completamente la boca, hasta el punto de tener distendidos los músculos de la cara como un niño que está inflando una pelota, soplando, que la atención de la Envidia, y con ella la nuestra, se concentra entera en lo que hacen las labios, y no tiene casi tiempo de entregarse a pensamientos envidiosos.
Malgré toute l′admiration que M. Swann professait pour ces figures de Giotto, je n′eus longtemps aucun plaisir à considérer dans notre salle d′études, où on avait accroché les copies qu′il m′en avait rapportées, cette Charité sans charité, cette Envie qui avait l′air d′une planche illustrant seulement dans un livre de médecine la compression de la glotte ou de la luette par une tumeur de la langue ou par l′introduction de l′instrument de l′opérateur, une Justice, dont le visage grisâtre et mesquinement régulier était celui-là même qui, à Combray, caractérisait certaines jolies bourgeoises pieuses et sèches que je voyais à la messe et dont plusieurs étaient enrôlées d′avance dans les milices de réserve de l′Injustice. Mais plus tard j′ai compris que l′étrangeté saisissante, la beauté spéciale de ces fresques tenait à la grande place que le symbole y occupait, et que le fait qu′il fût représenté non comme un symbole puisque la pensée symbolisée n′était pas exprimée, mais comme réel, comme effectivement subi ou matériellement manié, donnait à la signification de l′œuvre quelque chose de plus littéral et de plus précis, à son enseignement quelque chose de plus concret et de plus frappant. Chez la pauvre fille de cuisine, elle aussi, l′attention n′était-elle pas sans cesse ramenée à son ventre par le poids qui le tirait; et de même encore, bien souvent la pensée des agonisants est tournée vers le côté effectif, douloureux, obscur, viscéral, vers cet envers de la mort qui est précisément le côté qu′elle leur présente, qu′elle leur fait rudement sentir et qui ressemble beaucoup plus à un fardeau qui les écrase, à une difficulté de respirer, à un besoin de boire, qu′à ce que nous appelons l′idée de la mort.
A pesar de toda la admiración que profesaba el señor Swann por esas figuras de Giotto, por mucho tiempo no me dio mucho gusto contemplar en el cuarto de estudio, donde estaban colgadas unas copias que me trajo Swann, aquella Caridad sin caridad; aquel la Envidia, que parecía una lámina de Tratado de Medicina para explicar la comprensión de la glotis o de la campanilla por un tumor de la lengua o por el instrumento del operador, y aquella Justicia, que tenía el mismo rostro grisáceo y pobremente proporcionado que en Combray caracterizaba a algunas burguesitas lindas, piadosas y secas que yo veía en misa, y que estaban ya algunas alistadas en las milicias de reserva de la Injusticia. Pero más tarde comprendí que la seductora rareza y la hermosura especial de esos frescos consistía en el mucho espacio que en ellos ocupaba el símbolo, y que el hecho de que estuviera representado, no como símbolo, puesto que no estaba expresada la idea simbolizada, sino como real, como efectivamente sufrido, o manejado materialmente, daba a la significación de la obra un carácter más material y preciso, y a su enseñanza algo de sorprendente y concreto. Y así, en la pobre moza tampoco el peso que desde el vientre la tiraba llamaba la atención hacia él; e igualmente, muy a menudo, el pensamiento de los moribundos se vuelve hacia el lado efectivo, doloroso, oscuro y visceral, hacia el revés de la muerte, que es cabalmente el lado que ésta les presenta y los hace sentir, mucho más parecido a un fardo que los aplasta, a una dificultad de respirar o a una sed muy grande, que a le que llamamos idea de la muerte.
Il fallait que ces Vertus et ces Vices de Padoue eussent en eux bien de la réalité puisqu′ils m′apparaissaient comme aussi vivants que la servante enceinte, et qu′elle-même ne me semblait pas beaucoup moins allégorique. Et peut-être cette non-participation (du moins apparente) de l′âme d′un être à la vertu qui agit par lui, a aussi en dehors de sa valeur esthétique une réalité sinon psychologique, au moins, comme on dit, physiognomonique. Quand, plus tard, j′ai eu l′occasion de rencontrer, au cours de ma vie, dans des couvents par exemple, des incarnations vraiment saintes de la charité active, elles avaient généralement un air allègre, positif, indifférent et brusque de chirurgien pressé, ce visage où ne se lit aucune commisération, aucun attendrissement devant la souffrance humaine, aucune crainte de la heurter, et qui est le visage sans douceur, le visage antipathique et sublime de la vraie bonté.
Menester era que aquellos Vicios y Virtudes de Padua encerrasen una gran realidad, puesto que se me representaban con tanta vida como la doméstica embarazada, y la criada a su vez no me parecía menos alegórica que las pinturas. Y acaso esa no participación (aparentemente al menos) del alma de un ser en la virtud que actúa por intermedio de su cuerpo, tiene, además de su valor esté tico, una realidad, si no psicológica, fisonómica, por lo menos. Cuando más tarde tuve ocasión de encontrar en el curso de mi vida, en algún convento, por ejemplo, encarnaciones verdaderamente santas de la caridad activa, tenían por lo general un porte alegre, positivo, indiferente y brusco de cirujano ocupado, y uno de esos rostros en que no se lee conmiseración ni ternura algunas ante el sufrimiento humano, ni ningún temor a herirle, ese rostro sin dulzura, antipático y sublime, que es el de la bondad verdadera.
Pendant que la fille de cuisine,—faisant briller involontairement la supériorité de Françoise, comme l′Erreur, par le contraste, rend plus éclatant le triomphe de la Vérité—servait du café qui, selon maman n′était que de l′eau chaude, et montait ensuite dans nos chambres de l′eau chaude qui était à peine tiède, je m′étais étendu sur mon lit, un livre à la main, dans ma chambre qui protégeait en tremblant sa fraîcheur transparente et fragile contre le soleil de l′après-midi derrière ses volets presque clos où un reflet de jour avait pourtant trouvé moyen de faire passer ses ailes jaunes, et restait immobile entre le bois et le vitrage, dans un coin, comme un papillon posé. Il faisait à peine assez clair pour lire, et la sensation de la splendeur de la lumière ne m′était donnée que par les coups frappés dans la rue de la Cure par Camus (averti par Françoise que ma tante ne «reposait pas» et qu′on pouvait faire du bruit) contre des caisses poussiéreuses, mais qui, retentissant dans l′atmosphère sonore, spéciale aux temps chauds, semblaient faire voler au loin des astres écarlates; et aussi par les mouches qui exécutaient devant moi, dans leur petit concert, comme la musique de chambre de l′été: elle ne l′évoque pas à la façon d′un air de musique humaine, qui, entendu par hasard à la belle saison, vous la rappelle ensuite; elle est unie à l′été par un lien plus nécessaire: née des beaux jours, ne renaissant qu′avec eux, contenant un peu de leur essence, elle n′en réveille pas seulement l′image dans notre mémoire, elle en certifie le retour, la présence effective, ambiante, immédiatement accessible.
Mientras que la moza .haciendo resplandecer involuntariamente la superioridad de Francisca, como el Error, por contraste, da mayor brillo al triunfo de la Verdad, servía el café, que, según mamá, no era más que agua caliente, y subía a las habitaciones agua caliente, que no era más que agua templada, yo me echaba en mi cama, un libro en la mano, en mi cuarto, que protegía, temblando, su frescura transparente y frágil contra el sol de la tarde, con la defensa de las persianas, casi cerradas, y en las que, sin embargo, un reflejo de luz había hallado medio de abrir paso a sus alas amarillas, y se había quedado inmóvil en un rincón entre la madera y el cristal, como una mariposa en reposo. Apenas si se veía a leer, y la sensación de la esplendidez de la luz sólo la sentía por los golpes que en la calle de la Cure estaba dando Camus (ya advertido por Francisca de que mi tía no «descansaba» y de que se podía hacer ruido) en unos cajones polvorientos, y que al resonar en esa atmósfera sonora, propia de las temperaturas calurosas, parecía que lanzaban a lo lejos estrellitas escarlata; y también por las moscas, que estaban ejecutando en mi presencia, y en su reducido concierto, una música, que era como la música de cámara del estío, y que no evoca el verano a la manera de una melodía humana que oímos una vez durante esa estación, y que nos la recuerda en seguida, sino que está unida a él por un lazo más necesario: porque nacida del seno de los días buenos, sin renacer más que con ellos, y guardando algo de su esencia, no sólo despierta en nuestra memoria la imagen de esos días, sino que atestigua su retorno, su presencia efectiva, ambiente e inmediatamente accesible.
Cette obscure fraîcheur de ma chambre était au plein soleil de la rue, ce que l′ombre est au rayon, c′est-à-dire aussi lumineuse que lui, et offrait à mon imagination le spectacle total de l′été dont mes sens si j′avais été en promenade, n′auraient pu jouir que par morceaux; et ainsi elle s′accordait bien à mon repos qui (grâce aux aventures racontées par mes livres et qui venaient l′émouvoir) supportait pareil au repos d′une main immobile au milieu d′une eau courante, le choc et l′animation d′un torrent d′activité.
Aquel umbroso frescor de mi cuarto era al pleno sol de la calle lo que la sombra es al rayo de sol, es decir, tan luminosa como él, y brindaba a mi imaginación el total espectáculo del verano, que mis sentidos, si hubiera ido a darme un paseo, no hubieran podido gozar más que fragmentariamente; y así convenía muy bien a mi reposo, que .gracias a las aventuras relatadas en los libros que venían a estremecerle, aguantaba; como una mano muerta en medio de agua corriente, el choque y la animación de un torrente de actividad.
Mais ma grand′mère, même si le temps trop chaud s′était gâté, si un orage ou seulement un grain était survenu, venait me supplier de sortir. Et ne voulant pas renoncer à ma lecture, j′allais du moins la continuer au jardin, sous le marronnier, dans une petite guérite en sparterie et en toile au fond de laquelle j′étais assis et me croyais caché aux yeux des personnes qui pourraient venir faire visite à mes parents.
Pero mi abuela, si el calor excesivo cesaba, si había tormenta o sólo un chubasco, iba a pedirme que saliera. Y como yo no quería renunciar a mi lectura, me marchaba a continuarla al jardín, debajo del castaño, a una casilla de esparto y tela, en cuyas honduras me sentaba y me creía oculto a los ojos de las visitas que pudieran tener mis padres.
Et ma pensée n′était-elle pas aussi comme une autre crèche au fond de laquelle je sentais que je restais enfoncé, même pour regarder ce qui se passait au dehors? Quand je voyais un objet extérieur, la conscience que je le voyais restait entre moi et lui, le bordait d′un mince liseré spirituel qui m′empêchait de jamais toucher directement sa matière; elle se volatilisait en quelque sorte avant que je prisse contact avec elle, comme un corps incandescent qu′on approche d′un objet mouillé ne touche pas son humidité parce qu′il se fait toujours précéder d′une zone d′évaporation. Dans l′espèce d′écran diapré d′états différents que, tandis que je lisais, déployait simultanément ma conscience, et qui allaient des aspirations les plus profondément cachées en moi-même jusqu′à la vision tout extérieure de l′horizon que j′avais, au bout du jardin, sous les yeux, ce qu′il y avait d′abord en moi, de plus intime, la poignée sans cesse en mouvement qui gouvernait le reste, c′était ma croyance en la richesse philosophique, en la beauté du livre que je lisais, et mon désir de me les approprier, quel que fût ce livre. Car, même si je l′avais acheté à Combray, en l′apercevant devant l′épicerie Borange, trop distante de la maison pour que Françoise pût s′y fournir comme chez Camus, mais mieux achalandée comme papeterie et librairie, retenu par des ficelles dans la mosaïque des brochures et des livraisons qui revêtaient les deux vantaux de sa porte plus mystérieuse, plus semée de pensées qu′une porte de cathédrale, c′est que je l′avais reconnu pour m′avoir été cité comme un ouvrage remarquable par le professeur ou le camarade qui me paraissait à cette époque détenir le secret de la vérité et de la beauté à demi pressenties, à demi incompréhensibles, dont la connaissance était le but vague mais permanent de ma pensée.
¿Y acaso no era también mi pensamiento un refugio en cuyo hondo estaba yo bien metido, hasta para mirar lo que pasaba afuera? Cuando veía yo un objeto externo, la conciencia de que lo estaba viendo flotaba entre él y yo, y lo ceñía de una leve orla espiritual que no me dejaba llegar a tocar nunca directamente su materia; se volatilizaba en cierto modo antes de que entrara en contacto con ella, lo mismo que un cuerpo incandescente al acercarse a un objeto mojado no llega a tocar su humedad, porque siempre va precedido de una zona de evaporación. En aquella especie de pantalla colorada por diversos estados, que mientras que yo leía, iba desplegando, simultáneamente mi conciencia, y cuya escala empezaba en las aspiraciones más hondamente ocultas en mi interior, y acababa en la visión totalmente externa del horizonte que tenía al final del jardín, delante de los ojos, lo primero y más íntimo que yo sentía, el fuerte puño, siempre activo, que gobernaba todo lo demás, era mi creencia en la riqueza filosófica y la belleza del libro que estaba leyendo, y mi deseo de apropiármelas, de cualquier libro que se tratara. Porque aunque lo hubiera comprado en Combray, al verlo en la tienda de Borange, muy separada de casa para que Francisca pudiera ir allí a comprar, como iba a casa de Camus, pero mejor surtida en artículos de papelería y libros, sujeto con cintas en el mosaico de folletos y entregas que revestían las dos hojas de la puerta, más misteriosas y más ricas en pensamiento que la puerta de una catedral, es porque me acordaba de haberlo oído citar como obra notable al profesor o camarada que por aquel entonces me parecía estar en el secreto de la verdad y de la belleza, medio presentidas y medro incomprensibles para mí meta borrosa, pero permanente, de mi pensamiento.
Après cette croyance centrale qui, pendant ma lecture, exécutait d′incessants mouvements du dedans au dehors, vers la découverte de la vérité, venaient les émotions que me donnait l′action à laquelle je prenais part, car ces après-midi-là étaient plus remplis d′événements dramatiques que ne l′est souvent toute une vie. C′était les événements qui survenaient dans le livre que je lisais; il est vrai que les personnages qu′ils affectaient n′étaient pas «Réels», comme disait Françoise. Mais tous les sentiments que nous font éprouver la joie ou l′infortune d′un personnage réel ne se produisent en nous que par l′intermédiaire d′une image de cette joie ou de cette infortune; l′ingéniosité du premier romancier consista à comprendre que dans l′appareil de nos émotions, l′image étant le seul élément essentiel, la simplification qui consisterait à supprimer purement et simplement les personnages réels serait un perfectionnement décisif. Un être réel, si profondément que nous sympathisions avec lui, pour une grande part est perçu par nos sens, c′est-à-dire nous reste opaque, offre un poids mort que notre sensibilité ne peut soulever. Qu′un malheur le frappe, ce n′est qu′en une petite partie de la notion totale que nous avons de lui, que nous pourrons en être émus; bien plus, ce n′est qu′en une partie de la notion totale qu′il a de soi qu′il pourra l′être lui-même. La trouvaille du romancier a été d′avoir l′idée de remplacer ces parties impénétrables à l′âme par une quantité égale de parties immatérielles, c′est-à-dire que notre âme peut s′assimiler.
Tras esta creencia central, que durante mi lectura ejecutaba incesantes movimientos de adentro afuera, en busca de la verdad, venían las emociones que me inspiraba la acción en la que yo participaba, porque aquellas tardes estaban más henchidas de sucesos dramáticos que muchas vidas. Eran los sucesos ocurridos en el libro que leía, aunque los personajes a quienes afectaban no eran «reales», como decía Francisca. Pero ningún sentimiento de los que nos causan la alegría o la desgracia de un personaje real llega a nosotros, si no es por intermedio de una imagen de esa alegría o desgracia; la ingeniosidad del primer novelista estribó en comprender que, como en el conjunto de nuestras emociones la imagen es el único elemento esencial, una simplificación que consistiera en suprimir pura y simplemente los personajes reales, significaría una decisiva perfección. Un ser real, por profundamente que simpaticemos con él, lo percibimos en gran parte por medio de nuestros sentidos, es decir, sigue opaco para nosotros y ofrece un peso muerto que nuestra sensibilidad no es capaz de levantar. Si le sucede una desgracia, no podremos sentirla más que en una parte mínima de la noción total que de sí tenga. La idea feliz del novelista es sustituir esas partes impenetrables para el alma por una cantidad equivalente de partes inmateriales, es decir, asimilables para nuestro espíritu.
Qu′importe dès lors que les actions, les émotions de ces êtres d′un nouveau genre nous apparaissent comme vraies, puisque nous les avons faites nôtres, puisque c′est en nous qu′elles se produisent, qu′elles tiennent sous leur dépendance, tandis que nous tournons fiévreusement les pages du livre, la rapidité de notre respiration et l′intensité de notre regard. Et une fois que le romancier nous a mis dans cet état, où comme dans tous les états purement intérieurs, toute émotion est décuplée, où son livre va nous troubler à la façon d′un rêve mais d′un rêve plus clair que ceux que nous avons en dormant et dont le souvenir durera davantage, alors, voici qu′il déchaîne en nous pendant une heure tous les bonheurs et tous les malheurs possibles dont nous mettrions dans la vie des années à connaître quelques-uns, et dont les plus intenses ne nous seraient jamais révélés parce que la lenteur avec laquelle ils se produisent nous en ôte la perception; (ainsi notre cœur change, dans la vie, et c′est la pire douleur; mais nous ne la connaissons que dans la lecture, en imagination: dans la réalité il change, comme certains phénomènes de la nature se produisent, assez lentement pour que, si nous pouvons constater successivement chacun de ses états différents, en revanche la sensation même du changement nous soit épargnée).
Desde ese momento poco nos importa que se nos aparezcan como verdaderos los actos y emociones de esos seres de nuevo género, porque ya las hemos hecho nuestras, en nosotros se producen, y ellas sojuzgan, mientras vamos volviendo febrilmente las páginas del libro, la rapidez de nuestra respiración y la intensidad de nuestras miradas. Y una vez que el novelista nos ha puesto en ese estado, en el cual, como en todos los estados puramente interiores, toda emoción se decuplica, y en el que su libro vendrá a inquietarnos como nos inquieta un sueño, pero un sueño más claro que los que tenemos dormidos, y que nos durará más en el recuerdo, entonces desencadena en nuestro seno, por una hora, todas las dichas y desventuras posibles, de esas que en la vida tardaríamos muchos años en conocer unas cuantas, y las más intensas de las cuales se nos escaparían, porque la lentitud con que se producen nos impide percibirlas (así cambia nuestro corazón en la vida, y este es el más amargo de los dolores; pero un dolor que sólo sentimos en la lectura e imaginativamente; porque en la realidad se nos va mutando el corazón lo mismo que se producen ciertos fenómenos de la naturaleza, es decir, con tal lentitud, que aunque podamos darnos cuenta de cada uno de sus distintos estados sucesivos, en cambio se nos escapa la sensación misma de la mudanza).
Déjà moins intérieur à mon corps que cette vie des personnages, venait ensuite, à demi projeté devant moi, le paysage où se déroulait l′action et qui exerçait sur ma pensée une bien plus grande influence que l′autre, que celui que j′avais sous les yeux quand je les levais du livre. C′est ainsi que pendant deux étés, dans la chaleur du jardin de Combray, j′ai eu, à cause du livre que je lisais alors, la nostalgie d′un pays montueux et fluviatile, où je verrais beaucoup de scieries et où, au fond de l′eau claire, des morceaux de bois pourrissaient sous des touffes de cresson: non loin montaient le long de murs bas, des grappes de fleurs violettes et rougeâtres. Et comme le rêve d′une femme qui m′aurait aimé était toujours présent à ma pensée, ces étés-là ce rêve fut imprégné de la fraîcheur des eaux courantes; et quelle que fût la femme que j′évoquais, des grappes de fleurs violettes et rougeâtres s′élevaient aussitôt de chaque côté d′elle comme des couleurs complémentaires.
Venía luego, proyectando a medias ante mí, y ya menos interior a mi cuerpo que la vida de aquellos personajes, el paisaje que servía de fondo a la acción y que influía sobre mi pensamiento más poderosamente que el otro, aquel que yo tenía a la pista, cuando alzaba los ojos del libro. Así, durante dos veranos, en el calor del jardín de Combray sentí, motivada por el libro que entonces leía, la nostalgia de un país montañoso y fluviátil; en donde habría muchas aserrerías, y en donde pedazos de madera irían pudriéndose, cubiertos de manojos de berros, en el fondo del agua transparente; y no lejos de allí trepaban por los muros de poca altura racimos de flores rojizas y moradas. Y como siempre tenía presente en el alma el ensueño de una mujer que me quería, en aquellos veranos el sueño se empapaba en el frescor de las aguas corrientes, y cualquier mujer que evocara se me aparecía con racimos de flores rojizas y moradas creciendo a su lado, como con sus colores complementarios.
Ce n′était pas seulement parce qu′une image dont nous rêvons reste toujours marquée, s′embellit et bénéficie du reflet des couleurs étrangères qui par hasard l′entourent dans notre rêverie; car ces paysages des livres que je lisais n′étaient pas pour moi que des paysages plus vivement représentés à mon imagination que ceux que Combray mettait sous mes yeux, mais qui eussent été analogues. Par le choix qu′en avait fait l′auteur, par la foi avec laquelle ma pensée allait au-devant de sa parole comme d′une révélation, ils me semblaient être—impression que ne me donnait guère le pays où je me trouvais, et surtout notre jardin, produit sans prestige de la correcte fantaisie du jardinier que méprisait ma grand′mère—une part véritable de la Nature elle-même, digne d′être étudiée et approfondie.
No se nos queda grabada eternamente una imagen con que soñamos porque se embellezca y mejore con el reflejo de los colores extraños que por azar la rodeen en nuestros sueños, porque aquellos paisajes de los libros que leía se me representaban con mayor viveza en la imaginación que los que Combray me ponía delante y los análogos que me hubiera podido presentar. Por la manera que había tenido el autor de escogerlos, y por la fe con que mi pensamiento salía al encuentro de sus palabras, como si fueran una revelación, me parecía que eran una parte real de la Naturaleza misma, merecedora de estudiarla y profundizarla, impresión que casi no me hacían los lugares donde me hallaba, y especialmente nuestro jardín, frío producto de la correcta fantasía del jardinero, objeto del desprecio de mi abuela.
Si mes parents m′avaient permis, quand je lisais un livre, d′aller visiter la région qu′il décrivait, j′aurais cru faire un pas inestimable dans la conquête de la vérité. Car si on a la sensation d′être toujours entouré de son âme, ce n′est pas comme d′une prison immobile: plutôt on est comme emporté avec elle dans un perpétuel élan pour la dépasser, pour atteindre à l′extérieur, avec une sorte de découragement, entendant toujours autour de soi cette sonorité identique qui n′est pas écho du dehors mais retentissement d′une vibration interne. On cherche à retrouver dans les choses, devenues par là précieuses, le reflet que notre âme a projeté sur elles; on est déçu en constatant qu′elles semblent dépourvues dans la nature, du charme qu′elles devaient, dans notre pensée, au voisinage de certaines idées; parfois on convertit toutes les forces de cette âme en habileté, en splendeur pour agir sur des êtres dont nous sentons bien qu′ils sont situés en dehors de nous et que nous ne les atteindrons jamais. Aussi, si j′imaginais toujours autour de la femme que j′aimais, les lieux que je désirais le plus alors, si j′eusse voulu que ce fût elle qui me les fît visiter, qui m′ouvrît l′accès d′un monde inconnu, ce n′était pas par le hasard d′une simple association de pensée; non, c′est que mes rêves de voyage et d′amour n′étaient que des moments—que je sépare artificiellement aujourd′hui comme si je pratiquais des sections à des hauteurs différentes d′un jet d′eau irisé et en apparence immobile—dans un même et infléchissable jaillissement de toutes les forces de ma vie.
Si cuando yo estaba leyendo un libro mis padres me hubieran dejado ir a visitar la región que describía, me habría parecido que daba un gran paso hacia la conquista de la verdad. Porque si bien tenemos siempre la sensación de que nuestra alma nos está cercando, no es que nos cerque como los muros de una cárcel inmóvil, sino que más bien nos sentimos como arrastrados con ella en un perpetuo impulso para sobrepasarla, para llegar al exterior, medio descorazonados, y oyendo siempre a nuestro alrededor esa idéntica sonoridad, que no es un eco de fuera, sino el resonar de una íntima vibración. Queremos buscar en las cosas, que por eso nos son preciosas, el reflejo que sobre ellas lanza nuestra alma, y es grande nuestra decepción al ver que en la Naturaleza no tienen aquel encanto que en nuestro pensamiento les prestaba la proximidad de ciertas ideas; y muchas veces convertimos todas las fuerzas del alma en destreza y en esplendor, destinados a accionar, sobre unos seres que sentimos perfectamente que están fuera de nosotros y que no alcanzaremos nunca. Y por eso, si bien me imaginaba siempre alrededor de la mujer amada los lugares que por entonces deseaba con mayor ardor, y si bien hubiera querido que ella fuera la que me acompañara a visitarlos y la que me abriese las puertas de un mundo desconocido, no se debía aquello al azar de una sencilla asociación de ideas, no; es que mis sueños de viaje y de amor no eran más que momentos .que hoy separo artificialmente, como quien hace cortes a distintas alturas en un surtidor irisado y en apariencia inmóvil, de un mismo e infatigable manar de las fuerzas todas de mi vida.
Enfin, en continuant à suivre du dedans au dehors les états simultanément juxtaposés dans ma conscience, et avant d′arriver jusqu′à l′horizon réel qui les enveloppait, je trouve des plaisirs d′un autre genre, celui d′être bien assis, de sentir la bonne odeur de l′air, de ne pas être dérangé par une visite; et, quand une heure sonnait au clocher de Saint-Hilaire, de voir tomber morceau par morceau ce qui de l′après-midi était déjà consommé, jusqu′à ce que j′entendisse le dernier coup qui me permettait de faire le total et après lequel, le long silence qui le suivait, semblait faire commencer, dans le ciel bleu, toute la partie qui m′était encore concédée pour lire jusqu′au bon dîner qu′apprêtait Françoise et qui me réconforterait des fatigues prises, pendant la lecture du livre, à la suite de son héros. Et à chaque heure il me semblait que c′était quelques instants seulement auparavant que la précédente avait sonné; la plus récente venait s′inscrire tout près de l′autre dans le ciel et je ne pouvais croire que soixante minutes eussent tenu dans ce petit arc bleu qui était compris entre leurs deux marques d′or.
En fin, al ir siguiendo de dentro afuera los estados simultáneamente yuxtapuestos en mi conciencia, y antes de llegar al horizonte real que los envolvía, me encuentro con placeres de otra clase: sentirme cómodamente sentado, percibir el buen olor del aire; no verme molesto por ninguna visita, y cuando daba la una en el campanario de San Hilario, ver caer trozo a trozo aquella parte ya consumada de la tarde, hasta que oía la última campanada, que me permitía hacer la suma de las horas; y con el largo silencio que seguía, parecía que empezaba en el cielo azul toda la parte que aun me era dada para estar leyendo hasta la hora de la abundante cena que Francisca preparaba y que me repondría de las fatigas que me tomaba en la lectura para seguir al héroe. Y a cada hora que daba parecíame que no habían pasado más que unos instantes desde que sonara la anterior; la más reciente venía a inscribirse en el cielo tan cerca de la otra, que me era imposible creer que cupieran sesenta minutos en aquel arquito azul comprendido entre dos rayas de oro.
+Quelquefois même cette heure prématurée sonnait deux coups de plus que la dernière; il y en avait donc une que je n′avais pas entendue, quelque chose qui avait eu lieu n′avait pas eu lieu pour moi; l′intérêt de la lecture, magique comme un profond sommeil, avait donné le change à mes oreilles hallucinées et effacé la cloche d′or sur la surface azurée du silence. Beaux après-midi du dimanche sous le marronnier du jardin de Combray, soigneusement vidés par moi des incidents médiocres de mon existence personnelle que j′y avais remplacés par une vie d′aventures et d′aspirations étranges au sein d′un pays arrosé d′eaux vives, vous m′évoquez encore cette vie quand je pense à vous et vous la contenez en effet pour l′avoir peu à peu contournée et enclose—tandis que je progressais dans ma lecture et que tombait la chaleur du jour—dans le cristal successif, lentement changeant et traversé de feuillages, de vos heures silencieuses, sonores, odorantes et limpides.
Y algunas veces, esa hora prematura sonaba con dos campanadas más que la última; había, pues, una que se me escapó, y algo que había ocurrido, no había ocurrido para mí; el interés de la lectura, mágico como un profundo sueño, había engañado a mis alucinados oídos, borrando la áurea campana de la azulada superficie del silencio. ¡Hermosas tardes de domingo, pasadas bajo el castaño del jardín de Combray; tardes de las que yo arrancaba con todo cuidado los mediocres incidentes de mi existencia personal, para poner en lugar suyo una vida de aventuras y de aspiraciones extrañas, en el seno de una región regada por vivas aguas; todavía me evocáis esa vida cuando pienso en vosotras; esa vida que en vosotras se contiene, porque la fuisteis cercando y encerrando poco a poco mientras que yo progresaba en mi lectura e iba cayendo el calor del día en el cristal sucesivo, de lentos cambiantes, y atravesado de follaje, de vuestras horas silenciosas, sonoras, fragantes y limpias!
Quelquefois j′étais tiré de ma lecture, dès le milieu de l′après-midi par la fille du jardinier, qui courait comme une folle, renversant sur son passage un oranger, se coupant un doigt, se cassant une dent et criant: «Les voilà, les voilà!» pour que Françoise et moi nous accourions et ne manquions rien du spectacle. C′était les jours où, pour des manœuvres de garnison, la troupe traversait Combray, prenant généralement la rue Sainte-Hildegarde. Tandis que nos domestiques, assis en rang sur des chaises en dehors de la grille, regardaient les promeneurs dominicaux de Combray et se faisaient voir d′eux, la fille du jardinier par la fente que laissaient entre elles deux maisons lointaines de l′avenue de la Gare, avait aperçu l′éclat des casques. Les domestiques avaient rentré précipitamment leurs chaises, car quand les cuirassiers défilaient rue Sainte-Hildegarde, ils en remplissaient toute la largeur, et le galop des chevaux rasait les maisons couvrant les trottoirs submergés comme des berges qui offrent un lit trop étroit à un torrent déchaîné.
A veces, arrancábame de mi lectura, desde mediada la tarde, la hija del jardinero, que corría como una loca, volcando la maceta del naranjo, hiriéndose en un dedo, rompiéndose un diente, y chillando: «Ahí están, ahí están», para que Francisca y yo acudiéramos y no perdiéramos nada del espectáculo. Eran los días en que, con motivo de maniobras de guarnición, los soldados pasaban por Combray, tomando generalmente por la calle de Santa Hildegarda. Mientras que nuestros criados, sentados en fila en sus sillas, fuera de la verja, contemplaban a los paseantes dominicales de Combray y se ofrecían a su admiración, la hija del jardinero veía de pronto por el hueco que quedaba entre las dos casas lejanas del paseo de la Estación, el brillar de los cascos. Los criados entraban en seguida las sillas, porque cuando los coraceros desfilaban por la calle de Santa Hildegarda la llenaban en toda su anchura, y el galope de los caballos pasaba rasando las casas y sumergiendo las aceras, como ribazos que ofrecen lecho escaso a un torrente desencadenado.
—«Pauvres enfants, disait Françoise à peine arrivée à la grille et déjà en larmes; pauvre jeunesse qui sera fauchée comme un pré; rien que d′y penser j′en suis choquée», ajoutait-elle en mettant la main sur son cœur, là où elle avait reçu ce choc.
-Pobres hijos míos .decía Francisca en cuanto llegaba a la verja, llorando ya.. ¡Pobres muchachos! Los segarán como la hierba. Sólo al pensarlo no sé qué siento .añadía poniéndose la mano en el corazón, que es donde había sentido ese no sé qué.
—«C′est beau, n′est-ce pas, madame Françoise, de voir des jeunes gens qui ne tiennent pas à la vie? disait le jardinier pour la faire «monter».
-Da gusto, ¡eh!, señora Francisca, ver a esos mozos que no tienen apego a la vida .decía el jardinero para sacarla de sus casillas.
Il n′avait pas parlé en vain:
Y no lo decía en vano:
—«De ne pas tenir à la vie? Mais à quoi donc qu′il faut tenir, si ce n′est pas à la vie, le seul cadeau que le bon Dieu ne fasse jamais deux fois. Hélas! mon Dieu! C′est pourtant vrai qu′ils n′y tiennent pas! Je les ai vus en 70; ils n′ont plus peur de la mort, dans ces misérables guerres; c′est ni plus ni moins des fous; et puis ils ne valent plus la corde pour les pendre, ce n′est pas des hommes, c′est des lions.» (Pour Françoise la comparaison d′un homme à un lion, qu′elle prononçait li-on, n′avait rien de flatteur.)
-No tener apego a la vida! Entonces, a qué se va a tener apego ? La vida es lo único que Dios no da dos veces. ¡Ay, Dios mío; pero sí que es verdad que no le tienen aprecio! Los vi el año 70, y en esas malditas guerras ya no tienen miedo a la muerte. Son locos; nada más que locos. Y no valen un ochavo; no son hombres, son leones. (Para Francisca comparar un hombre a un león, palabra que pronunciaba león, no era nada halagüeño.)
La rue Sainte-Hildegarde tournait trop court pour qu′on pût voir venir de loin, et c′était par cette fente entre les deux maisons de l′avenue de la gare qu′on apercevait toujours de nouveaux casques courant et brillant au soleil. Le jardinier aurait voulu savoir s′il y en avait encore beaucoup à passer, et il avait soif, car le soleil tapait. Alors tout d′un coup, sa fille s′élançant comme d′une place assiégée, faisait une sortie, atteignait l′angle de la rue, et après avoir bravé cent fois la mort, venait nous rapporter, avec une carafe de coco, la nouvelle qu′ils étaient bien un mille qui venaient sans arrêter, du côté de Thiberzy et de Méséglise. Françoise et le jardinier, réconciliés, discutaient sur la conduite à tenir en cas de guerre:
La calle de Santa Hildegarda daba vuelta muy cerca de casa, y no se podía ver venir a los soldados desde lejos; de modo que por el hueco que había entre las dos casas del paseo de la Estación es por donde se veían más y mis cascos corriendo y brillando con el sol. El jardinero tenía curiosidad por saber si quedaban muchos por pasar, y además sentía sed, porque el sol pegaba de firme. Y entonces, de repente, su hija, lanzándose como quien se lanza fuera de una plaza sitiada, hacía una salida, llegaba a la esquina próxima, y después de haber desafiado cien veces a la muerte, volvía a traernos una jarra de refresco de coco y la noticia de que aun había por lo menos un millar que venían en marcha por el camino de Thiberzy y de Méséglise. Francisca y el jardinero, ya reconciliados, discutían sobre lo que había que hacer en caso de guerra.
—«Voyez-vous, Françoise, disait le jardinier, la révolution vaudrait mieux, parce que quand on la déclare il n′y a que ceux qui veulent partir qui y vont.»
-Ve usted, Francisca .decía el jardinero.; mejor es la revolución, porque cuando hay revolución no van más que los que quieren.
—«Ah! oui, au moins je comprends cela, c′est plus franc.»
-¡ Ah, ya lo creo; eso, sí, es más franco!
Le jardinier croyait qu′à la déclaration de guerre on arrêtait tous les chemins de fer.
El jardinero creía que cuando se declaraba la guerra se interrumpía el tránsito ferroviario.
—«Pardi, pour pas qu′on se sauve», disait Françoise.
-¡Claro! .decía Francisca.; para que los hombres no se puedan escapar.
Et le jardinier: «Ah! ils sont malins», car il n′admettait pas que la guerre ne fût pas une espèce de mauvais tour que l′État essayait de jouer au peuple et que, si on avait eu le moyen de le faire, il n′est pas une seule personne qui n′eût filé.
Y contestaba el jardinero: «¡ Es más listo el Gobierno!», porque se aferraba a la idea de que la guerra era una mala pasada trae el Gobierno jugaba al pueblo, y que todo el que podía se escapaba.
Mais Françoise se hâtait de rejoindre ma tante, je retournais à mon livre, les domestiques se réinstallaient devant la porte à regarder tomber la poussière et l′émotion qu′avaient soulevées les soldats. Longtemps après que l′accalmie était venue, un flot inaccoutumé de promeneurs noircissait encore les rues de Combray. Et devant chaque maison, même celles où ce n′était pas l′habitude, les domestiques ou même les maîtres, assis et regardant, festonnaient le seuil d′un liséré capricieux et sombre comme celui des algues et des coquilles dont une forte marée laisse le crêpe et la broderie au rivage, après qu′elle s′est éloignée.
Pero Francisca se volvía muy pronto con mi tía; yo tornaba a mi libro, y las criadas otra vez se instalaban en la puerta a ver caer el polvo y la emoción que levantaron los soldados. Aun largo rato después que se hiciera la calma, una desusada ola de paseantes ennegrecía las calles de Combray. Y delante de todas las casas, incluso de aquellas en que no era costumbre hacerlo, los criados, y a veces los amos, festoneaban la entrada con una caprichosa orla, igual a ese festón de algas y conchas que, romo crespón y adorno, deja una marea fuerte en la orilla, después de alejarse.
Sauf ces jours-là, je pouvais d′habitude, au contraire, lire tranquille. Mais l′interruption et le commentaire qui furent apportés une fois par une visite de Swann à la lecture que j′étais en train de faire du livre d′un auteur tout nouveau pour moi, Bergotte, eut cette conséquence que, pour longtemps, ce ne fut plus sur un mur décoré de fleurs violettes en quenouille, mais sur un fond tout autre, devant le portail d′une cathédrale gothique, que se détacha désormais l′image d′une des femmes dont je rêvais. J′avais entendu parler de Bergotte pour la première fois par un de mes camarades plus âgé que moi et pour qui j′avais une grande admiration, Bloch.
Excepto en aquellos días, de costumbre podía entregarme a la lectura con toda tranquilidad. Pero la interrupción y el comentario que una visita de Swann me trajo a la lectura que tenía empezada de un autor nuevo para mí, Bergotte, tuvo por consecuencia que por mucho tiempo ya no fue sobre un muro exornado con mazorcas de flores moradas donde yo vi destacarse la imagen de una de las mujeres de mis sueños, sino sobre muy distinto fondo: el pórtico de una catedral gótica. La primera persona que me habló de Bergotte fue un compañero mío, mayor que yo, y al que yo admiraba mucho: Bloch.
En m′entendant lui avouer mon admiration pour la Nuit d′Octobre, il avait fait éclater un rire bruyant comme une trompette et m′avait dit: «Défie-toi de ta dilection assez basse pour le sieur de Musset. C′est un coco des plus malfaisants et une assez sinistre brute. Je dois confesser, d′ailleurs, que lui et même le nommé Racine, ont fait chacun dans leur vie un vers assez bien rythmé, et qui a pour lui, ce qui est selon moi le mérite suprême, de ne signifier absolument rien.
Cuando le confesé la admiración que sentía por la Noche de Octubre, soltó una carcajada chillona como un clarín, y me dijo: «Desconfía de esa tu baja dilección por el tal Musset. Es un tipo de lo más dañino; una bestia bastante lúgubre. No puedo por menos de confesar que él, y hasta el llamado Racine, han hecho en su vida un verso con bastante ritmo, y que tiene en su abono lo que para mí es el mayor de los méritos: no significar absolutamente nada.
C′est: «La blanche Oloossone et la blanche Camire» et «La fille de Minos et de Pasiphaë».
El de Musset es «La blanche Oloossone et la blanche Camire», y el de Racine, «La filie de Minos et de Pasiphae».
Ils m′ont été signalés à la décharge de ces deux malandrins par un article de mon très cher maître, le père Leconte, agréable aux Dieux Immortels. A propos voici un livre que je n′ai pas le temps de lire en ce moment qui est recommandé, paraît-il, par cet immense bonhomme. Il tient, m′a-t-on dit, l′auteur, le sieur Bergotte, pour un coco des plus subtils; et bien qu′il fasse preuve, des fois, de mansuétudes assez mal explicables, sa parole est pour moi oracle delphique. Lis donc ces proses lyriques, et si le gigantesque assembleur de rythmes qui a écrit Bhagavat et le Levrier de Magnus a dit vrai, par Apollôn, tu goûteras, cher maître, les joies nectaréennes de l′Olympos.» C′est sur un ton sarcastique qu′il m′avait demandé de l′appeler «cher maître» et qu′il m′appelait lui-même ainsi. Mais en réalité nous prenions un certain plaisir à ce jeu, étant encore rapprochés de l′âge où on croit qu′on crée ce qu′on nomme.
Los he visto citados, en descargo de esos dos malandrines, en un artículo de mi muy querido maestro Lecomte de Lisie, grato a los dioses inmortales. Y a propósito: aquí tienes un libro que yo no tengo tiempo de leer ahora, y que, según parece, recomienda ese inmenso hombrón. Me han dicho que considera a su autor como uno de los tíos más sutiles de hoy; y aunque es verdad que a veces da pruebas de inexplicable blandura, su palabra es para mí el oráculo de Delfos. Lee esas prosas líricas, y si el gigantesco coleccionador de ritmos que ha escrito Baghavat y el Levrier de Magnus dijo la verdad, por Apolo que saborearás, caro maestro, los nectareos gozos del Olimpo. Me había pedido en tono sarcástico que lo llamara «caro maestro», y así me llamaba él también; pero, en realidad, nos recreábamos bastante con aquella broma, porque aun no estábamos muy lejos de la edad en que nos figuramos que dar nombre es crear.
Malheureusement, je ne pus pas apaiser en causant avec Bloch et en lui demandant des explications, le trouble où il m′avait jeté quand il m′avait dit que les beaux vers (à moi qui n′attendais d′eux rien moins que la révélation de la vérité) étaient d′autant plus beaux qu′ils ne signifiaient rien du tout. Bloch en effet ne fut pas réinvité à la maison. Il y avait d′abord été bien accueilli. Mon grand-père, il est vrai, prétendait que chaque fois que je me liais avec un de mes camarades plus qu′avec les autres et que je l′amenais chez nous, c′était toujours un juif, ce qui ne lui eût pas déplu en principe—même son ami Swann était d′origine juive—s′il n′avait trouvé que ce n′était pas d′habitude parmi les meilleurs que je le choisissais. Aussi quand j′amenais un nouvel ami il était bien rare qu′il ne fredonnât pas: «O Dieu de nos Pères» de la Juive ou bien «Israël romps ta chaîne», ne chantant que l′air naturellement (Ti la lam ta lam, talim), mais j′avais peur que mon camarade ne le connût et ne rétablît les paroles.
Desgraciadamente, no pude calmar, hablando con Bloch y pidiéndole explicaciones, la inquietud que me causara diciéndome que los buenos versos (a mí que no les pedía nada menos que la revelación de la verdad) eran tanto mejores cuanto menos significaran. Porque no se volvió a invitar a Bloch a venir a casa. Primero se le hizo una buena acogida. Mi abuelo sostenía que cada vez que trababa con un compañero más íntima amistad que con los demás y lo llevaba a casa, se trataba siempre de un judío, cosa que en un principio no le hubiera desagradado .su amigo Swann también era de familia judía., a no ser porque le parecía que, por lo general, yo no lo había escogido entre los mejores. Así que cuando llevaba a casa algún amigo nuevo, casi siempre se ponía a tararear: «¡Oh Dios de nuestros padres, de la Judía» o «Israel, quebranta tus cadenas!», sin la letra, naturalmente (ti la lam ta lam talim) ; pero yo siempre tenía miedo de que mi compañero conociera la música y por ahí fuera a acordarse de la letra.
Avant de les avoir vus, rien qu′en entendant leur nom qui, bien souvent, n′avait rien de particulièrement israélite, il devinait non seulement l′origine juive de ceux de mes amis qui l′étaient en effet, mais même ce qu′il y avait quelquefois de fâcheux dans leur famille.
Antes de verlos, sólo al oír su nombre, que muchas veces no tenían ninguna característica israelita, adivinaba no ya sólo el origen judío de mis amigos que en realidad lo eran, sino hasta los antecedentes desagradables que pudiera haber en su familia.
—«Et comment s′appelle-t-il ton ami qui vient ce soir?»
-¿Y cómo se llama ese amigo tuyo que viene esta tarde?
—«Dumont, grand-père.»
-Dumont, abuelo.
—«Dumont! Oh! je me méfie.»
-¿Dumont? No me fío...
Et il chantait:
Y se ponía a cantar:
«Archers, faites bonne garde! Veillez sans trêve et sans bruit»;
Arqueros, velad bien, velad, sin tregua y sin ruido.
Et après nous avoir posé adroitement quelques questions plus précises, il s′écriait: «À la garde! À la garde!» ou, si c′était le patient lui-même déjà arrivé qu′il avait forcé à son insu, par un interrogatoire dissimulé, à confesser ses origines, alors pour nous montrer qu′il n′avait plus aucun doute, il se contentait de nous regarder en fredonnant imperceptiblement:
Y después de hacernos, con la mayor habilidad, algunas preguntas más concretas, exclamaba: .¡Alerta, alerta!., o si era el mismo paciente, el que, obligado, sin darse cuenta, por medio de un disimulado interrogatorio, confesaba su procedencia, entonces, para hacernos ver que ya no le cabía duda alguna, se contentaba con miramos, tarareando imperceptiblemente:
ou:
«Champs paternels, Hébron, douce vallée.»
ou encore:
«Oui, je suis de la race élue.»
¿ Qué, qué me traéis hasta aquí a ese tímido israelita?, o bien aquello de ¡Oh campos paternales, Hebrón, valle suave!, o lo de Sí soy de la rasa elegida.
Ces petites manies de mon grand-père n′impliquaient aucun sentiment malveillant à l′endroit de mes camarades. Mais Bloch avait déplu à mes parents pour d′autres raisons. Il avait commencé par agacer mon père qui, le voyant mouillé, lui avait dit avec intérêt:
Aquellas pequeñas manías de mi abuelo en ningún modo implicaban sentimientos de malevolencia hacia mis camaradas. Pero Bloch se hizo antipático a mis padres por otras razones. Comenzó por irritar a mi padre, que al verlo un día todo mojado, le preguntó con interés:
—«Mais, monsieur Bloch, quel temps fait-il donc, est-ce qu′il a plu? Je n′y comprends rien, le baromètre était excellent.»
-¿Pero qué tiempo hace, amigo Bloch; ha llovido? No lo entiendo, porque el barómetro estaba muy bien.
Il n′en avait tiré que cette réponse: —«Monsieur, je ne puis absolument vous dire s′il a plu. Je vis si résolument en dehors des contingences physiques que mes sens ne prennent pas la peine de me les notifier.»
Y no obtuvo más respuesta que ésta: -Me es absolutamente imposible decirle a usted si ha llovido o no, porque vivo tan apartado de las contingencias físicas, que mis sentidos ya no se molestan en comunicármelas.
—«Mais, mon pauvre fils, il est idiot ton ami, m′avait dit mon père quand Bloch fut parti. Comment! il ne peut même pas me dire le temps qu′il fait! Mais il n′y a rien de plus intéressant! C′est un imbécile.
-Pero, hijo mío, tu amigo es idiota .me dijo mi padre, cuando Bloch se hubo marchado.. De modo que ni siquiera sabe decir cómo está el tiempo, con lo interesante que es eso. Es un majadero.
Puis Bloch avait déplu à ma grand′mère parce que, après le déjeuner comme elle disait qu′elle était un peu souffrante, il avait étouffé un sanglot et essuyé des larmes.
Bloch se hizo antipático a mi abuela porque como, después de, almorzar, dijera que ella se sentía un poco mala, Bloch ahogó un sollozo y se secó unas lágrimas.
—«Comment veux-tu que ça soit sincère, me dit-elle, puisqu′il ne me connaît pas; ou bien alors il est fou.»
-.¿Cómo quieres que eso sea de verdad, si apenas me conoce? ¿O es que está loco?
Et enfin il avait mécontenté tout le monde parce que, étant venu déjeuner une heure et demie en retard et couvert de boue, au lieu de s′excuser, il avait dit:
Y, por último, se hizo desagradable a los ojos de todos porque después de llegar a almorzar con hora y media de retraso y todo lleno de barro, en vez de excusarse, dijo:
—«Je ne me laisse jamais influencer par les perturbations de l′atmosphère ni par les divisions conventionnelles du temps. Je réhabiliterais volontiers l′usage de la pipe d′opium et du kriss malais, mais j′ignore celui de ces instruments infiniment plus pernicieux et d′ailleurs platement bourgeois, la montre et le parapluie.»
-Yo nunca me dejo influir por las perturbaciones atmosféricas ni por las divisiones convencionales del tiempo, y rehabilitaría con gusto el uso de la pipa de opio y del kriss malayo; pero ignoro el empleo de esos instrumentos, mucho más dañinos, y tan vulgares, que se llaman reloj y paraguas.
Il serait malgré tout revenu à Combray. Il n′était pas pourtant l′ami que mes parents eussent souhaité pour moi; ils avaient fini par penser que les larmes que lui avait fait verser l′indisposition de ma grand′mère n′étaient pas feintes; mais ils savaient d′instinct ou par expérience que les élans de notre sensibilité ont peu d′empire sur la suite de nos actes et la conduite de notre vie, et que le respect des obligations morales, la fidélité aux amis, l′exécution d′une œuvre, l′observance d′un régime, ont un fondement plus sûr dans des habitudes aveugles que dans ces transports momentanés, ardents et stériles. Ils auraient préféré pour moi à Bloch des compagnons qui ne me donneraient pas plus qu′il n′est convenu d′accorder à ses amis, selon les règles de la morale bourgeoise; qui ne m′enverraient pas inopinément une corbeille de fruits parce qu′ils auraient ce jour-là pensé à moi avec tendresse, mais qui, n′étant pas capables de faire pencher en ma faveur la juste balance des devoirs et des exigences de l′amitié sur un simple mouvement de leur imagination et de leur sensibilité, ne la fausseraient pas davantage à mon préjudice. Nos torts même font difficilement départir de ce qu′elles nous doivent ces natures dont ma grand′tante était le modèle, elle qui brouillée depuis des années avec une nièce à qui elle ne parlait jamais, ne modifia pas pour cela le testament où elle lui laissait toute sa fortune, parce que c′était sa plus proche parente et que cela «se devait».
A pesar de todo, hubiera seguido viniendo a Combray. Verdad es que no era el amigo que mis padres desearan para mí, acabaron por creer sinceras las lágrimas que le arrancó la indisposición de mi abuela; pero el instinto o la experiencia les había enseñado que los impulsos de nuestra sensibilidad ejercen poco dominio sobre la continuidad de nuestras acciones y nuestra conducta en la vida, y que el respeto a las obligaciones morales, la lealtad a los amigos, la ejecución de una obra y la sujeción a un régimen tienen más flrme asiento en la ciega costumbre, que en aquellos momentáneos transportes fogosos y estériles. Mejor que a Bloch, hubieran querido para amigos míos compañeros que no me dieran más que aquello que con arreglo al código de la moral burguesa debe darse a los amigos; que no me enviaran inopinadamente una cesta de fruta tan sólo porque aquel día se habían acordado de mí cariñosamente, y que, no sintiéndose capaces de inclinar a favor mío la justa balanza de los deberes y exigencias de la amistad, por un sencillo impulso de su imaginación o de su sensibilidad, tampoco fueran capaces de falsearla en daño mío. Ni siquiera nuestros errores hacen desviarse fácilmente del deber a naturalezas de esas de las que era mi abuela dechado, ella que, reñida hacía muchos años con una sobrina con quien no se trataba, no cambió el testamento en que le legaba toda su fortuna, porque era su parienta más lejana y porque las cosas debían ser así.
Mais j′aimais Bloch, mes parents voulaient me faire plaisir, les problèmes insolubles que je me posais à propos de la beauté dénuée de signification de la fille de Minos et de Pasiphaé me fatiguaient davantage et me rendaient plus souffrant que n′auraient fait de nouvelles conversations avec lui, bien que ma mère les jugeât pernicieuses. Et on l′aurait encore reçu à Combray si, après ce dîner, comme il venait de m′apprendre—nouvelle qui plus tard eut beaucoup d′influence sur ma vie, et la rendit plus heureuse, puis plus malheureuse—que toutes les femmes ne pensaient qu′à l′amour et qu′il n′y en a pas dont on ne pût vaincre les résistances, il ne m′avait assuré avoir entendu dire de la façon la plus certaine que ma grand′tante avait eu une jeunesse orageuse et avait été publiquement entretenue. Je ne pus me tenir de répéter ces propos à mes parents, on le mit à la porte quand il revint, et quand je l′abordai ensuite dans la rue, il fut extrêmement froid pour moi.
Pero yo quería a Bloch, mis padres deseaban darme gusto, y los insolubles problemas que yo me planteaba a propósito de la belleza sin sentido de la hija de Minos y de Pasifae me cansaban mucho más y me ponían más mareado de lo que hubieran podido hacerlo nuevas conversaciones con Bloch, por perniciosas que las considerara mi madre. Y se lo hubiera seguido recibiendo en casa, a no ser porque después de la comida aquella y luego de hacerme saber .noticia llamada a ejercer gran influencia en mi vida, haciéndome feliz primero y desdichado más tarde, que todas las mujeres no pensaban más que en el amor, y que no había una capaz de resistencia invencible, afirmó haber oído decir con toda seguridad que mi tía había llevado una juventud borrascosa y había estado recluida, cosa sabida públicamente. No pude callármelo, se lo dije a mis padres; cuando volvió le dieron con la puerta en las narices, y un día que me acerqué a él en la calle, estuvo muy frío conmigo.
Mais au sujet de Bergotte il avait dit vrai.
Pero en lo que me dijo de Bergotte no mintió.
Je n′étais pas tout à fait le seul admirateur de Bergotte; il était aussi l′écrivain préféré d′une amie de ma mère qui était très lettrée; enfin pour lire son dernier livre paru, le docteur du Boulbon faisait attendre ses malades; et ce fut de son cabinet de consultation, et d′un parc voisin de Combray, que s′envolèrent quelques-unes des premières graines de cette prédilection pour Bergotte, espèce si rare alors, aujourd′hui universellement répandue, et dont on trouve partout en Europe, en Amérique, jusque dans le moindre village, la fleur idéale et commune. Ce que l′amie de ma mère et, paraît-il, le docteur du Boulbon aimaient surtout dans les livres de Bergotte c′était comme moi, ce même flux mélodique, ces expressions anciennes, quelques autres très simples et connues, mais pour lesquelles la place où il les mettait en lumière semblait révéler de sa part un goût particulier; enfin, dans les passages tristes, une certaine brusquerie, un accent presque rauque. Et sans doute lui-même devait sentir que là étaient ses plus grands charmes. Car dans les livres qui suivirent, s′il avait rencontré quelque grande vérité, ou le nom d′une célèbre cathédrale, il interrompait son récit et dans une invocation, une apostrophe, une longue prière, il donnait un libre cours à ces effluves qui dans ses premiers ouvrages restaient intérieurs à sa prose, décelés seulement alors par les ondulations de la surface, plus douces peut-être encore, plus harmonieuses quand elles étaient ainsi voilées et qu′on n′aurait pu indiquer d′une manière précise où naissait, où expirait leur murmure.
No era yo el único admirador de Bergotte; también era el escritor favorito de una amiga de mi madre, muy ilustrada, y los enfermos del doctor Du Boulbon tenían que esperarse a que el doctor acabara la lectura del último libro de Bergotte; y de su sala de consulta y de un parque cerca de Combray salieron los primeros gérmenes de esa predilección por Bergotte, especie tan rara entonces y hoy tan universalmente extendida, cuya flor ideal y vulgar se encuentra en todas partes de Europa y América, hasta en el pueblo más insignificante. Lo que en los libros de Bergotte admiraba la amiga de mi madre, y, según parece, el doctor Du Boulbon, era lo mismo que yo: la abundancia melódica, las expresiones antiguas y otras más sencillas y vulgares, pero que, por el lugar en que las sacaba a la luz, revelaban un gusto especial, y, por último, cierta sequedad, cierto acento, ronco casi, en los pasajes tristes. También a él debían parecerle éstas sus mejores cualidades. Porque en los libros que luego publicó, al encontrarse con una gran verdad, o con el nombre de una catedral famosa, interrumpía el relato, y en una invocación, en un apostrofe o en una larga plegaria, daba libre curso a aquellos efluvios que en sus primeras obras se quedaban en lo profundo de su prosa, delatados solamente por las ondulaciones de la superficie, y quizá eran aún más armoniosos cuando estaban así velados, cuando no era posible indicar de modo preciso dónde nacía ni dónde expiraba su murmullo.
Ces morceaux auxquels il se complaisait étaient nos morceaux préférés. Pour moi, je les savais par cœur. J′étais déçu quand il reprenait le fil de son récit. Chaque fois qu′il parlait de quelque chose dont la beauté m′était restée jusque-là cachée, des forêts de pins, de la grêle, de Notre-Dame de Paris, d′Athalie ou de Phèdre, il faisait dans une image exploser cette beauté jusqu′à moi. Aussi sentant combien il y avait de parties de l′univers que ma perception infirme ne distinguerait pas s′il ne les rapprochait de moi, j′aurais voulu posséder une opinion de lui, une métaphore de lui, sur toutes choses, surtout sur celles que j′aurais l′occasion de voir moi-même, et entre celles-là, particulièrement sur d′anciens monuments français et certains paysages maritimes, parce que l′insistance avec laquelle il les citait dans ses livres prouvait qu′il les tenait pour riches de signification et de beauté.
Aquellos trozos, en que tanto se recreaba, eran nuestros favoritos, y yo me los sabía de memoria. Y sentía una decepción cuando reanudaba el relato. Cada vez que hablaba de una cosa cuya belleza me había estado oculta hasta entonces, de los pinares, del granizo, de Notre Dame de París, de Athalie; o de Phédre, esa belleza estallaba al contacto con una imagen suya, y llegaba hasta mí. Y como me daba cuenta de cuántas eran las partes del universo que mi flebe percepción no llegaría a distinguir si él no las ponía a mi alcance, hubiera deseado saber su opinión sobre todas las cosas, poseer una metáfora suya para cada cosa, especialmente para aquellas que yo tendría ocasión de ver, y más particularmente algunos monumentos franceses antiguos y ciertos paisajes marítimos, que consideraba él, a juzgar por la insistencia con que los citaba en sus libros, como ricos en significación y belleza.
Malheureusement sur presque toutes choses j′ignorais son opinion.
Desgraciadamente, no conocía yo sus opiniones respecto a casi nada.
Je ne doutais pas qu′elle ne fût entièrement différente des miennes, puisqu′elle descendait d′un monde inconnu vers lequel je cherchais à m′élever: persuadé que mes pensées eussent paru pure ineptie à cet esprit parfait, j′avais tellement fait table rase de toutes, que quand par hasard il m′arriva d′en rencontrer, dans tel de ses livres, une que j′avais déjà eue moi-même, mon cœur se gonflait comme si un Dieu dans sa bonté me l′avait rendue, l′avait déclarée légitime et belle. Il arrivait parfois qu′une page de lui disait les mêmes choses que j′écrivais souvent la nuit à ma grand′mère et à ma mère quand je ne pouvais pas dormir, si bien que cette page de Bergotte avait l′air d′un recueil d′épigraphes pour être placées en tête de mes lettres. Même plus tard, quand je commençai de composer un livre, certaines phrases dont la qualité ne suffit pas pour me décider à le continuer, j′en retrouvai l′équivalent dans Bergotte. Mais ce n′était qu′alors, quand je les lisais dans son œuvre, que je pouvais en jouir; quand c′était moi qui les composais, préoccupé qu′elles reflétassent exactement ce que j′apercevais dans ma pensée, craignant de ne pas «faire ressemblant», j′avais bien le temps de me demander si ce que j′écrivais était agréable!
Y estaba seguro de que eran enteramente distintas de las mías, puesto que procedían de un mundo incógnito, al que yo aspiraba a elevarme; persuadido de que mis pensamientos habrían parecido simpleza pura a aquel espíritu perfecto, llegué hasta hacer tabla rasa de todos, y cuando me encontraba en algún libro suyo un pensamiento que ya se me había ocurrido a mí, se me dilataba el corazón, como si un Dios lleno de bondad me lo hubiera devuelto y declarado legítimo y bello. Sucedía a veces que una página suya venía a decir lo mismo que yo escribía a mi madre y a mi abuela las noches que no podía dormir, de tal modo que aquella página de Bergotte parecía una colección de epígrafes destinados a mis cartas. Y más tarde, cuando empecé a escribir un libro, ciertas frases, cuya cualidad no bastó para decidirme a seguir escribiendo, me las encontré luego equivalentes en Bergotte. Pero yo no sabía saborearlas más que leídas en sus obras; cuando era yo el que las escribía, preocupado de que reflejasen exactamente lo que yo estaba viendo en mi pensamiento, y temeroso de no .cogerlo parecido... No tenía tiempo para preguntarme si lo que yo escribía era agradable o no.
Mais en réalité il n′y avait que ce genre de phrases, ce genre d′idées que j′aimais vraiment. Mes efforts inquiets et mécontents étaient eux-mêmes une marque d′amour, d′amour sans plaisir mais profond. Aussi quand tout d′un coup je trouvais de telles phrases dans l′œuvre d′un autre, c′est-à-dire sans plus avoir de scrupules, de sévérité, sans avoir à me tourmenter, je me laissais enfin aller avec délices au goût que j′avais pour elles, comme un cuisinier qui pour une fois où il n′a pas à faire la cuisine trouve enfin le temps d′être gourmand. Un jour, ayant rencontré dans un livre de Bergotte, à propos d′une vieille servante, une plaisanterie que le magnifique et solennel langage de l′écrivain rendait encore plus ironique mais qui était la même que j′avais souvent faite à ma grand′mère en parlant de Françoise, une autre fois où je vis qu′il ne jugeait pas indigne de figurer dans un de ces miroirs de la vérité qu′étaient ses ouvrages, une remarque analogue à celle que j′avais eu l′occasion de faire sur notre ami M. Legrandin (remarques sur Françoise et M. Legrandin qui étaient certes de celles que j′eusse le plus délibérément sacrifiées à Bergotte, persuadé qu′il les trouverait sans intérêt), il me sembla soudain que mon humble vie et les royaumes du vrai n′étaient pas aussi séparés que j′avais cru, qu′ils coidaient même sur certains points, et de confiance et de joie je pleurai sur les pages de l′écrivain comme dans les bras d′un père retrouvé.
Pero, en realidad, sólo esa clase de frases y de ideas me gustaba de verdad. Mis esfuerzos, descontentadizos e inquietos, eran señal de amor, de amor sin placer, pero muy hondo. De modo que cuando me encontraba con frases así en una obra ajena, es decir, sin tener ya escrúpulos ni severidad, sin necesidad de atormentarme, me entregaba con deleite al gusto que hacia ellas me movía, como el cocinero que por fin se acuerda de que tiene tiempo de ser goloso un día que no tuvo que cocinar. Cierta vez, al encontrar en un libro de Bergotte una burla referente a una criada vieja, mis irónica aún por lo magnífico y solemne del lenguaje del escritor, pero igual a la que yo había dicho un día a mi abuela hablando de Francisca, y otra ocasión en que vi como no juzgaba indigna de figurar en uno de aquellos espejos de la verdad, que eran sus obras, una observación análoga a otra que yo había hecho respecto al señor Legrandin (observaciones, tanto la relativa a Francisca como la del señor Legrandin, que hubieran sido de las que más deliberadamente habría yo sacrificado a Bergotte, convencido de que le parecerían insignificantes), me pareció de repente que mi humilde vida y los reinos de la verdad no estaban tan separados como yo pensaba, y que aun llegaban a coincidir en algunos puntos, y lloré de alegría y de confianza sobre las páginas del escritor, como en los brazos del padre vuelto a encontrar.
D′après ses livres j′imaginais Bergotte comme un vieillard faible et déçu qui avait perdu des enfants et ne s′était jamais consolé. Aussi je lisais, je chantais intérieurement sa prose, plus «dolce», plus «lento» peut-être qu′elle n′était écrite, et la phrase la plus simple s′adressait à moi avec une intonation attendrie. Plus que tout j′aimais sa philosophie, je m′étais donné à elle pour toujours. Elle me rendait impatient d′arriver à l′âge où j′entrerais au collège, dans la classe appelée Philosophie. Mais je ne voulais pas qu′on y fît autre chose que vivre uniquement par la pensée de Bergotte, et si l′on m′avait dit que les métaphysiciens auxquels je m′attacherais alors ne lui ressembleraient en rien, j′aurais ressenti le désespoir d′un amoureux qui veut aimer pour la vie et à qui on parle des autres maîtresses qu′il aura plus tard.
A través de sus libros me imaginaba yo a Bergotte como un viejecito endeble y desengañado, á quien se le habían muerto sus hijos, y que nunca se consoló de su desgracia. Así que yo leía, cantaba interiormente su prosa, más dolce y más lento quizá de como estaba escrita, y la frase más sencilla venía hacia mí con una tierna entonación. Sobre todo, me gustaba su filosofía, y a ella me entregué para siempre. Sentíame impaciente por llegar a la edad de entrar en la clase del colegio, llamada de Filosofía. Me resistía a pensar que allí se hiciera otra cosa que nutrirse exclusivamente del pensamiento de Bergotte, y si me hubieran dicho que los metafísicos que me iban a atraer cuando entrara en esa clase no se le parecían en nada, habría sentido desesperación análoga a la del enamorado que quiere amar por toda la vida cuando le hablan de otras mujeres que querrá el día de mañana.
Un dimanche, pendant ma lecture au jardin, je fus dérangé par Swann qui venait voir mes parents.
Un domingo estaba leyendo en el jardín, cuando me interrumpió Swann, que venía a visitar a mis padres.
—«Qu′est-ce que vous lisez, on peut regarder? Tiens, du Bergotte? Qui donc vous a indiqué ses ouvrages?» Je lui dis que c′était Bloch.
-¿Qué está usted leyendo? ¿Se puede ver? ¡Ah!, Bergotte. ¿Quién le ha recomendado a usted sus obras? Le dije que Bloch.
—«Ah! oui, ce garçon que j′ai vu une fois ici, qui ressemble tellement au portrait de Mahomet II par Bellini. Oh! c′est frappant, il a les mêmes sourcils circonflexes, le même nez recourbé, les mêmes pommettes saillantes. Quand il aura une barbiche ce sera la même personne. En tout cas il a du goût, car Bergotte est un charmant esprit.» Et voyant combien j′avais l′air d′admirer Bergotte, Swann qui ne parlait jamais des gens qu′il connaissait fit, par bonté, une exception et me dit:
-¡Ah!, sí; el muchacho ese que vi aquí una vez y que se parece tan extraordinariamente al retrato de Mahomet II, de Bellini. Es curioso: tiene las mismas cejas circunflejas, igual nariz corva, y los pómulos salientes también. Con una perilla sería exactamente el mismo hombre. Pues tiene buen gusto, porque Bergotte, es un escritor delicioso...Y al ver lo mucho que yo parecía admirar a Bergotte, Swann, que no hablaba jamás de las personas que conocía, hizo una bondadosa excepción y me dijo:
—«Je le connais beaucoup, si cela pouvait vous faire plaisir qu′il écrive un mot en tête de votre volume, je pourrais le lui demander.» Je n′osai pas accepter mais posai à Swann des questions sur Bergotte. «Est-ce que vous pourriez me dire quel est l′acteur qu′il préfère?»
-Lo conozco mucho. Si a usted le puede agradar que le ponga algo en el ejemplar de usted, puedo pedírselo. No me atrevía a aceptar, pero empecé a preguntar a Swann cosas de Bergotte. .¿Sabe usted cuál es su actor favorito?
—«L′acteur, je ne sais pas. Mais je sais qu′il n′égale aucun artiste homme à la Berma qu′il met au-dessus de tout. L′avez-vous entendue?»
-.No, de los actores no sé. Pero me consta que no hay ningún actor que él coloque al nivel de la Berma, que considera por encima de todo. ¿No la ha oído usted?
—«Non monsieur, mes parents ne me permettent pas d′aller au théâtre.»
-.No, señor; mis padres no me dejan ir al teatro.
—«C′est malheureux. Vous devriez leur demander. La Berma dans Phèdre, dans le Cid, ce n′est qu′une actrice si vous voulez, mais vous savez je ne crois pas beaucoup à la «hiérarchie!» des arts; (et je remarquai, comme cela m′avait souvent frappé dans ses conversations avec les sœurs de ma grand′mère que quand il parlait de choses sérieuses, quand il employait une expression qui semblait impliquer une opinion sur un sujet important, il avait soin de l′isoler dans une intonation spéciale, machinale et ironique, comme s′il l′avait mise entre guillemets, semblant ne pas vouloir la prendre à son compte, et dire: «la hiérarchie, vous savez, comme disent les gens ridicules»? Mais alors, si c′était ridicule, pourquoi disait-il la hiérarchie?). Un instant après il ajouta: «Cela vous donnera une vision aussi noble que n′importe quel chef-d′œuvre, je ne sais pas moi... que»—et il se mit à rire—«les Reines de Chartres!» Jusque-là cette horreur d′exprimer sérieusement son opinion m′avait paru quelque chose qui devait être élégant et parisien et qui s′opposait au dogmatisme provincial des sœurs de ma grand′mère; et je soupçonnais aussi que c′était une des formes de l′esprit dans la coterie où vivait Swann et où par réaction sur le lyrisme des générations antérieures on réhabilitait à l′excès les petits faits précis, réputés vulgaires autrefois, et on proscrivait les «phrases». Mais maintenant je trouvais quelque chose de choquant dans cette attitude de Swann en face des choses. Il avait l′air de ne pas oser avoir une opinion et de n′être tranquille que quand il pouvait donner méticuleusement des renseignements précis. Mais il ne se rendait donc pas compte que c′était professer l′opinion, postuler, que l′exactitude de ces détails avait de l′importance. Je repensai alors à ce dîner où j′étais si triste parce que maman ne devait pas monter dans ma chambre et où il avait dit que les bals chez la princesse de Léon n′avaient aucune importance. Mais c′était pourtant à ce genre de plaisirs qu′il employait sa vie. Je trouvais tout cela contradictoire. Pour quelle autre vie réservait-il de dire enfin sérieusement ce qu′il pensait des choses, de formuler des jugements qu′il pût ne pas mettre entre guillemets, et de ne plus se livrer avec une politesse pointilleuse à des occupations dont il professait en même temps qu′elles sont ridicules? Je remarquai aussi dans la façon dont Swann me parla de Bergotte quelque chose qui en revanche ne lui était pas particulier mais au contraire était dans ce temps-là commun à tous les admirateurs de l′écrivain, à l′amie de ma mère, au docteur du Boulbon. Comme Swann, ils disaient de Bergotte:
-Es lástima. Debía usted pedírmelo. La Berma, en Phédre y en el Cid, no es más que una actriz, cierto; pero, sabe usted, yo no creo mucho en eso de la jerarquía de las artes. .Y observé, como ya había notado con sorpresa en las conversaciones de Swann con las hermanas de mi abuela, que cuando hablaba de una cosa seria y empleaba una expresión que parecía envolver una opinión sobre un asunto importante, se cuidaba mucho de aislarla dentro de una entonación especial, maquinal e irónica, como si la pusiera entre comillas y no quisiera cargar con su responsabilidad: La jerarquía, sabe usted, cómo dicen las gentes ridiculas., parecía dar a entender. Pero si era ridículo decir jerarquía, ¿por qué lo decía? Un momento después añadió: .Le daría a usted una emoción tan noble como cualquier obra maestra, como, yo no sé, como... las reinas de Chantres., completó echándose a reír. Hasta entonces aquel horror a expresar seriamente su opinión me había parecida una cosa que debía de ser elegante y parisiense, por oposición al dogmatismo provinciano de las hermanas de mi abuela; y también sospechaba que pudiera ser una de las formas del ingenio dominante en la peña de Swann, y que, por reacción contra el lirismo de las generaciones precedentes, rehabilitaba hasta la exageración los detalles concretos, considerados antes como vulgares, y proscribía las frases. Pero ahora me chocaba un poco esa actitud de Swann ante las cosas. Parecía como si no se atreviera a tener opinión, y que no estaba tranquilo más que cuando podía dar detalles precisos con toda minuciosidad. Pero entonces es que no se daba cuenta de que era profesar una opinión el postular que la exactitud de los detalles era cosa de importancia. Me acordé de aquella cena tan triste para mí; porque mamá no iba a subir a mi alcoba, cuando dijo que los bailes de la princesa de León carecían de toda importancia. Y, sin embargo, en ese género de diversiones empleaba él su vida. Y todo aquello me parecía contradictorio. ¿Para qué vida reservaba, pues, el decir, por fin, seriamente lo que opinaba de las cosas, el formular juicios que no necesitaban comillas, y el no entregarse con puntillosa cortesía a placeres que consideraba al mismo tiempo como ridículos? En el modo que tuvo Swann de hablarme de Bergotte noté, en cambio, algo que no era particularmente suyo, sino, al contrario, común por entonces a todos los admiradores del escritor, a la amiga de mi madre, al doctor Boulbon. Y es que decían de Bergotte lo mismo que Swann:
«C′est un charmant esprit, si particulier, il a une façon à lui de dire les choses un peu cherchée, mais si agréable. On n′a pas besoin de voir la signature, on reconnaît tout de suite que c′est de lui.» Mais aucun n′aurait été jusqu′à dire: «C′est un grand écrivain, il a un grand talent.» Ils ne disaient même pas qu′il avait du talent. Ils ne le disaient pas parce qu′ils ne le savaient pas. Nous sommes très longs à reconnaître dans la physionomie particulière d′un nouvel écrivain le modèle qui porte le nom de «grand talent» dans notre musée des idées générales. Justement parce que cette physionomie est nouvelle nous ne la trouvons pas tout à fait ressemblante à ce que nous appelons talent. Nous disons plutôt originalité, charme, délicatesse, force; et puis un jour nous nous rendons compte que c′est justement tout cela le talent.
.Es un escritor delicioso, tan personal, tiene una manera tan suya de decir las cosas, un poco rebuscada, pero muy agradable.. Y ninguno llegaba a decir: .Es un gran escritor, tiene mucho talento.. Y no lo decían porque no lo sabían. Somos muy tardos en reconocer en la fisonomía particular de un escritor ese modelo que en nuestro museo de ideas generales lleva el letrero de .mucho talento.. Precisamente porque esa fisonomía nos es nueva, no le encontramos parecido con lo que llamamos talento. Preferimos hablar de originalidad, gracia, delicadeza, fuerza, hasta que llega un día en que nos damos cuenta de que todo eso es cabalmente el talento.
—«Est-ce qu′il y a des ouvrages de Bergotte où il ait parlé de la Berma?» demandai-je à M. Swann.
-Ha hablado Bergette de la Berma en alguna obra suya? - pregunté al señor Swann.
—Je crois dans sa petite plaquette sur Racine, mais elle doit être épuisée. Il y a peut-être eu cependant une réimpression. Je m′informerai. Je peux d′ailleurs demander à Bergotte tout ce que vous voulez, il n′y a pas de semaine dans l′année où il ne dîne à la maison. C′est le grand ami de ma fille. Ils vont ensemble visiter les vieilles villes, les cathédrales, les châteaux.
-Me parece que en su foUetito sobre Racine, pero debe de estar agotado. Aunque no sé si han hecho una reimpresión; yo me enteraré. Además, puedo pedir a Bergotte todo lo que usted quiera; no se pasa una semana en el año que no venga a cenar a casa. Es un gran amigo de mi hija. Van los dos a visitar las ciudades viejas, las catedrales y los castillos.
Comme je n′avais aucune notion sur la hiérarchie sociale, depuis longtemps l′impossibilité que mon père trouvait à ce que nous fréquentions Mme et Mlle Swann avait eu plutôt pour effet, en me faisant imaginer entre elles et nous de grandes distances, de leur donner à mes yeux du prestige. Je regrettais que ma mère ne se teignît pas les cheveux et ne se mît pas de rouge aux lèvres comme j′avais entendu dire par notre voisine Mme Sazerat que Mme Swann le faisait pour plaire, non à son mari, mais à M. de Charlus, et je pensais que nous devions être pour elle un objet de mépris, ce qui me peinait surtout à cause de Mlle Swann qu′on m′avait dit être une si jolie petite fille et à laquelle je rêvais souvent en lui prêtant chaque fois un même visage arbitraire et charmant.
Como yo no tenía noción alguna de la jerarquía social, ya hacía tiempo que la imposibilidad que veía mi padre en que tratáramos a la señora de Swann y a su hija había dado por resultado, al imaginarme las grandes distancias que debían separarnos, el revestirlas a mis ojos de gran prestigio. Lamentaba yo que mi madre no se tiñera el pelo ni se pintara los labios de encarnado, como, a lo dicho por la señora de Sazerat, hacía la mujer de Swann para agradar no a su marido, sino al señor de Charlus, y me figuraba que debía de despreciarnos, cosa que me apenaba, sobre todo por la hija de Swann, que me habían dicho que era una muchacha muy linda, objeto muy frecuente de mis ensueños, en los que le prestaba siempre el mismo rostro seductor y arbitrario.
Mais quand j′eus appris ce jour-là que Mlle Swann était un être d′une condition si rare, baignant comme dans son élément naturel au milieu de tant de privilèges, que quand elle demandait à ses parents s′il y avait quelqu′un à dîner, on lui répondait par ces syllabes remplies de lumière, par le nom de ce convive d′or qui n′était pour elle qu′un vieil ami de sa famille: Bergotte; que, pour elle, la causerie intime à table, ce qui correspondait à ce qu′était pour moi la conversation de ma grand′tante, c′étaient des paroles de Bergotte sur tous ces sujets qu′il n′avait pu aborder dans ses livres, et sur lesquels j′aurais voulu l′écouter rendre ses oracles, et qu′enfin, quand elle allait visiter des villes, il cheminait à côté d′elle, inconnu et glorieux, comme les Dieux qui descendaient au milieu des mortels, alors je sentis en même temps que le prix d′un être comme Mlle Swann, combien je lui paraîtrais grossier et ignorant, et j′éprouvai si vivement la douceur et l′impossibilité qu′il y aurait pour moi à être son ami, que je fus rempli à la fois de désir et de désespoir. Le plus souvent maintenant quand je pensais à elle, je la voyais devant le porche d′une cathédrale, m′expliquant la signification des statues, et, avec un sourire qui disait du bien de moi, me présentant comme son ami, à Bergotte.
Pero cuando supe aquel día que la señorita de Swann era un ser de tan rara condición que se bañaba, como en su elemento natural, en tales privilegios; que cuando preguntaba si había alguien invitado a cenar, recibía esas sflabas llenas de claridad, ese nombre de un invitado de oro, que para ella no era más que un viejo amigo de casa, Bergotte, y que la charla íntima en la mesa de su casa, lo que equivalía para mí a la conversación de mi tía, la componían palabras de Bergotte referentes a los temas que no abordaba en sus libros, como oráculos; y, por último, juicios que yo habría escuchado que cuando ella iba a ver una ciudad, llevaba al lado a Bergotte, desconocido y glorioso, como los dioses que descienden a mezclarse con los mortales, entonces sentía, al mismo tiempo que el valor de un ser como la señorita de Swann, cuan tosco e ignorante debía parecerle yo, y eran tan vivos los sentimientos de la dicha y la imposibilidad que para mí habría en ser su amigo, que a la vez me asaltaban el deseo y la desesperación. Y ahora, cuando pensaba en ella, la veía por lo general ante el pórtico de una catedral, explicándome la significación de las esculturas y presentándome como amigo suyo, con una sonrisa, que hablaba muy bien de mí, a Bergotte.
Et toujours le charme de toutes les idées que faisaient naître en moi les cathédrales, le charme des coteaux de l′Ile-de-France et des plaines de la Normandie faisait refluer ses reflets sur l′image que je me formais de Mlle Swann: c′était être tout prêt à l′aimer. Que nous croyions qu′un être participe à une vie inconnue où son amour nous ferait pénétrer, c′est, de tout ce qu′exige l′amour pour naître, ce à quoi il tient le plus, et qui lui fait faire bon marché du reste. Même les femmes qui prétendent ne juger un homme que sur son physique, voient en ce physique l′émanation d′une vie spéciale. C′est pourquoi elles aiment les militaires, les pompiers; l′uniforme les rend moins difficiles pour le visage; elles croient baiser sous la cuirasse un cœur différent, aventureux et doux; et un jeune souverain, un prince héritier, pour faire les plus flatteuses conquêtes, dans les pays étrangers qu′il visite, n′a pas besoin du profil régulier qui serait peut-être indispensable à un coulissier.
Y siempre la delicia de las ideas que en mi despertaban las catedrales, las colinas de la isla de Francia y las llanuras de Normandía, proyectaba sus reflejos sobre la imagen que yo me formaba de la hija de Swann; es decir, que ya estaba dispuesto a enamorarme de ella. Porque creer que una persona participa de una vida incógnita, cuyas puertas nos abriría su cariño, es todo lo que exige el amor para brotar, lo que más estima, y aquello por lo que cede todo lo demás. Hasta las mujeres que sostienen que no juzgan a un hombre más que por su físico, ven en ese físico las emanaciones de una vida especial. Y por eso gustan de los militares y los bomberos: por el uniforme son menos exigentes para el rostro, se creen que bajo la coraza que besan hay un corazón múltiple, aventurero y cariñoso; y un soberano joven, un príncipe heredero, no necesita, para hacer las más halagüeñas conquistas en un país extranjero, de la regularidad de perfil, indispensable quizá a un corredor de Bolsa.
Tandis que je lisais au jardin, ce que ma grand′tante n′aurait pas compris que je fisse en dehors du dimanche, jour où il est défendu de s′occuper à rien de sérieux et où elle ne cousait pas (un jour de semaine, elle m′aurait dit «Comment tu t′amuses encore à lire, ce n′est pourtant pas dimanche» en donnant au mot amusement le sens d′enfantillage et de perte de temps), ma tante Léonie devisait avec Françoise en attendant l′heure d′Eulalie. Elle lui annonçait qu′elle venait de voir passer Mme Goupil «sans parapluie, avec la robe de soie qu′elle s′est fait faire à Châteaudun. Si elle a loin à aller avant vêpres elle pourrait bien la faire saucer».
Mientras que yo estaba leyendo en el jardín, cosa que mi tía no comprendía que se hiciera más que los domingos, porque ese día está prohibido hacer nada serio, y ella no cosía (un día de trabajo me decía que cómo me entretenía en leer, sin ser domingo, dando a la palabra entretenimiento el sentido de niñería y pierde-tiempo), mi tía Leoncia charlaba con Francisca, esperando la hora de la visita de Eulalia. Le anunciaba que acababa de ver pasar a la señora de Goupil, .sin paraguas y con el traje nuevo que se había mandado hacer en Cháteaudun. Como vaya muy lejos, antes de vísperas, no será raro que se le moje..
—«Peut-être, peut-être (ce qui signifiait peut-être non)» disait Françoise pour ne pas écarter définitivement la possibilité d′une alternative plus favorable.
-Quizá, quizá (lo cual significaba quizá no) -decía Francisca, para no desechar definitivamente la posibilidad de una alternativa más favorable.
—«Tiens, disait ma tante en se frappant le front, cela me fait penser que je n′ai point su si elle était arrivée à l′église après l′élévation. Il faudra que je pense à le demander à Eulalie... Françoise, regardez-moi ce nuage noir derrière le clocher et ce mauvais soleil sur les ardoises, bien sûr que la journée ne se passera pas sans pluie. Ce n′était pas possible que ça reste comme ça, il faisait trop chaud. Et le plus tôt sera le mieux, car tant que l′orage n′aura pas éclaté, mon eau de Vichy ne descendra pas, ajoutait ma tante dans l′esprit de qui le désir de hâter la descente de l′eau de Vichy l′emportait infiniment sur la crainte de voir Mme Goupil gâter sa robe.»
-¡Ah! .decía mi tía, dándose una palmada en la frente ahora me acuerdo de que no me enteré de si llegó esta mañana a la iglesia después de alzar. A ver si no se me olvida preguntárselo a Eulalia... Francisca, mire usted qué nube tan negra hay detrás del campanario, y que mal aspecto tiene ese sol que da en la pizarra; de seguro que no se acabará el día sin agua. No podía ser que el tiempo siguiera así, hace mucho calor. Y cuanto antes sea, mejor, porque mientras no empiece la tormenta, no bajará esa agua de Vichy que he tomado .añadía mi tía, cuyo anhelo de que bajara el agua de Vichy podía mucho más que el temor de ver echado a perder el traje de la señora de Goupil.
—«Peut-être, peut-être.»
-.Podría ser, podría ser.
—«Et c′est que, quand il pleut sur la place, il n′y a pas grand abri.»
-Y que cuando llueve, en la plaza no hay donde meterse.
—«Comment, trois heures? s′écriait tout à coup ma tante en pâlissant, mais alors les vêpres sont commencées, j′ai oublié ma pepsine! Je comprends maintenant pourquoi mon eau de Vichy me restait sur l′estomac.»
-¿Cómo, las tres ya? .exclamaba de pronto mi tía, palideciendo.. Entonces ya han empezado las vísperas, y se me ha olvidado mi pepsina. Ahora me explico por qué no se me quita del estómago el agua de Vichy.
Et se précipitant sur un livre de messe relié en velours violet, monté d′or, et d′où, dans sa hâte, elle laissait s′échapper de ces images, bordées d′un bandeau de dentelle de papier jaunissante, qui marquent les pages des fêtes, ma tante, tout en avalant ses gouttes commençait à lire au plus vite les textes sacrés dont l′intelligence lui était légèrement obscurcie par l′incertitude de savoir si, prise aussi longtemps après l′eau de Vichy, la pepsine serait encore capable de la rattraper et de la faire descendre. «Trois heures, c′est incroyable ce que le temps passe!»
Y, precipitándose sobre un libro de misa encuadernado de terciopelo verde, del que con las prisas dejaba escapar unas estampitas de esas bordeadas con una orla de encaje de papel amarillento, destinadas a marcar las páginas de las fiestas, mi tía, al mismo tiempo que se tragaba las gotas, empezaba a recitar rápidamente los textos sagrados, cuya significación se velaba ligeramente con la incertidumbre de saber si, ingerida tanto tiempo después del agua de Vichy, llegaría la pepsina a tiempo de darle caza y obligarla a bajar. .Las tres, es increíble lo de prisa fue pasa el tiempo..
Un petit coup au carreau, comme si quelque chose l′avait heurté, suivi d′une ample chute légère comme de grains de sable qu′on eût laissé tomber d′une fenêtre au-dessus, puis la chute s′étendant, se réglant, adoptant un rythme, devenant fluide, sonore, musicale, innombrable, universelle: c′était la pluie.
Un golpecito en el cristal, como si hubieran tirado algo; luego, un caer ligero y amplio, como de granos de arena lanzados desde una ventana de arriba, y por fin, ese caer que se extiende; toma reglas, adopta un ritmo y se hace fluido, sonoro, musical, incontable, universal: llueve.
—«Eh bien! Françoise, qu′est-ce que je disais? Ce que cela tombe! Mais je crois que j′ai entendu le grelot de la porte du jardin, allez donc voir qui est-ce qui peut être dehors par un temps pareil.»
-Qué, Francisca, ¿no lo había yo dicho? Y cómo cae. Pero me parece que he oído el cascabel de la puerta del jardín. Vaya usted a ver quien está fuera de casa con este tiempo.
Françoise revenait: —«C′est Mme Amédée (ma grand′mère) qui a dit qu′elle allait faire un tour.
Ça pleut pourtant fort.»
Francisca volvía: -Es la señora (mi abuela), que dice que va a dar una vuelta. Pues está lloviendo mucho.
—Cela ne me surprend point, disait ma tante en levant les yeux au ciel. J′ai toujours dit qu′elle n′avait point l′esprit fait comme tout le monde. J′aime mieux que ce soit elle que moi qui soit dehors en ce moment.
-No me extraña .decía mi tía alzando los ojos al cielo... Siempre dije que no tenía la cabeza hecha como los demás. Pero, en fin, más vale que sea ella y no yo la que se está mojando.
—Mme Amédée, c′est toujours tout l′extrême des autres, disait Françoise avec douceur, réservant pour le moment où elle serait seule avec les autres domestiques, de dire qu′elle croyait ma grand′mère un peu «piquée».
-La señora siempre es al revés de los demás -decía Francisca suavemente, reservándose, para el momento en que estuviera sola con los criados, su opinión de que mi abuela estaba un coco .tocada..
—Voilà le salut passé! Eulalie ne viendra plus, soupirait ma tante; ce sera le temps qui lui aura fait peur.»
-Pues ya han pasado las oraciones. Eulalia no vendrá - suspiraba mi tía.; le habrá dado miedo el tiempo.
—«Mais il n′est pas cinq heures, madame Octave, il n′est que quatre heures et demie.»
-Pero, señora, todavía no son las cinco, no son más que las cuatro y media.
—Que quatre heures et demie? et j′ai été obligée de relever les petits rideaux pour avoir un méchant rayon de jour. A quatre heures et demie! Huit jours avant les Rogations! Ah! ma pauvre Françoise, il faut que le bon Dieu soit bien en colère après nous. Aussi, le monde d′aujourd′hui en fait trop! Comme disait mon pauvre Octave, on a trop oublié le bon Dieu et il se venge.
-¿Las cuatro y media? Y he tenido que levantar los visillos para que me entre un rayo de luz. ¡A las cuatro y media y ocho días antes de las Rogaciones! ¡Ay, Francisca!, ¡muy incomodado debe estar Dios con nosotros! Sí, es que la gente de hoy hace tantas cosas... Como decía mi pobre Octavio, nos olvidamos de Dios, y Él se venga.
Une vive rougeur animait les joues de ma tante, c′était Eulalie. Malheureusement, à peine venait-elle d′être introduite que Françoise rentrait et avec un sourire qui avait pour but de se mettre elle-même à l′unisson de la joie qu′elle ne doutait pas que ses paroles allaient causer à ma tante, articulant les syllabes pour montrer que, malgré l′emploi du style indirect, elle rapportait, en bonne domestique, les paroles mêmes dont avait daigné se servir le visiteur:
De pronto, un rojo vivo encendía las mejillas de mi tía: era Eulaha. Pero, desdichadamente, apenas Francisca la había introducido, cuando tornaba a entrar, y con sonrisa encaminada a ponerse al unísono con la alegría que, según creía ella, causarían a mi tía sus palabras, y articulando las sflabas para hacer ver fue, a pesar del estilo indirecto, repetía fielmente y como buena criada las mismas palabras que se dignaba pronunciar el visitante, decía:
—«M. le Curé serait enchanté, ravi, si Madame Octave ne repose pas et pouvait le recevoir. M. le Curé ne veut pas déranger. M. le Curé est en bas, j′y ai dit d′entrer dans la salle.»
-El señor cura tendría un placer, un gusto vivísimo en poder saludar a la señora, si no está descansando. El señor cura no quiere molestar. Está abajo, y lo hice entrar en la sala.
En réalité, les visites du curé ne faisaient pas à ma tante un aussi grand plaisir que le supposait Françoise et l′air de jubilation dont celle-ci croyait devoir pavoiser son visage chaque fois qu′elle avait à l′annoncer ne répondait pas entièrement au sentiment de la malade. Le curé (excellent homme avec qui je regrette de ne pas avoir causé davantage, car s′il n′entendait rien aux arts, il connaissait beaucoup d′étymologies), habitué à donner aux visiteurs de marque des renseignements sur l′église (il avait même l′intention d′écrire un livre sur la paroisse de Combray), la fatiguait par des explications infinies et d′ailleurs toujours les mêmes. Mais quand elle arrivait ainsi juste en même temps que celle d′Eulalie, sa visite devenait franchement désagréable à ma tante. Elle eût mieux aimé bien profiter d′Eulalie et ne pas avoir tout le monde à la fois. Mais elle n′osait pas ne pas recevoir le curé et faisait seulement signe à Eulalie de ne pas s′en aller en même temps que lui, qu′elle la garderait un peu seule quand il serait parti.
En realidad, las visitas del señor cura no daban a mi tía tanto gusto como Francisca suponía, y el aspecto de júbilo que ésta se consideraba como obligada a adoptar cada vez que tenía que anunciarlo no respondía por completo a lo que sentía la enferma. El cura (hombre excelente, con quien lamento no haber hablado más porque, aunque no entendía nada de arte, sabía muchas etimologías), acostumbrado a dar a los visitantes notables noticias respecto a la iglesia (hasta tenía el propósito de escribir un libro acerca de la parroquia de Combray), la cansaba con explicaciones interminables y siempre iguales. Pero cuando llegaba al mismo tiempo que Eulalia, su visita era francamente desagradable a mi tía. Hubiera preferido aprovecharse bien de Eulalia y no tener a dos personas a la vez; pero no se atrevía a negarse al cura, y se limitaba a indicar a Eulalia con una seña que no se fuera con él y que se quedara un rato con ella cuando el cura se hubiera marchado.
—«Monsieur le Curé, qu′est-ce que l′on me disait, qu′il y a un artiste qui a installé son chevalet dans votre église pour copier un vitrail. Je peux dire que je suis arrivée à mon âge sans avoir jamais entendu parler d′une chose pareille! Qu′est-ce que le monde aujourd′hui va donc chercher! Et ce qu′il y a de plus vilain dans l′église!»
-Señor cura, me han dicho que un artista ha plantado su caballete en su iglesia, para copiar una vidriera. Yo puedo asegurar que en todos mis años, que ya son muchos, nunca oí hablar de semejante cosa. ¡Qué cosas va a buscar la gente hoy en día! Y lo malo es que va a buscarlas a la iglesia.
—«Je n′irai pas jusqu′à dire que c′est ce qu′il y a de plus vilain, car s′il y a à Saint-Hilaire des parties qui méritent d′être visitées, il y en a d′autres qui sont bien vieilles, dans ma pauvre basilique, la seule de tout le diocèse qu′on n′ait même pas restaurée! Mon Dieu, le porche est sale et antique, mais enfin d′un caractère majestueux; passe même pour les tapisseries d′Esther dont personnellement je ne donnerais pas deux sous, mais qui sont placées par les connaisseurs tout de suite après celles de Sens. Je reconnais d′ailleurs, qu′à côté de certains détails un peu réalistes, elles en présentent d′autres qui témoignent d′un véritable esprit d′observation. Mais qu′on ne vienne pas me parler des vitraux. Cela a-t-il du bon sens de laisser des fenêtres qui ne donnent pas de jour et trompent même la vue par ces reflets d′une couleur que je ne saurais définir, dans une église où il n′y a pas deux dalles qui soient au même niveau et qu′on se refuse à me remplacer sous prétexte que ce sont les tombes des abbés de Combray et des seigneurs de Guermantes, les anciens comtes de Brabant. Les ancêtres directs du duc de Guermantes d′aujourd′hui et aussi de la Duchesse puisqu′elle est une demoiselle de Guermantes qui a épousé son cousin.» (Ma grand′mère qui à force de se désintéresser des personnes finissait par confondre tous les noms, chaque fois qu′on prononçait celui de la Duchesse de Guermantes prétendait que ce devait être une parente de Mme de Villeparisis. Tout le monde éclatait de rire; elle tâchait de se défendre en alléguant une certaine lettre de faire part: «Il me semblait me rappeler qu′il y avait du Guermantes là-dedans.» Et pour une fois j′étais avec les autres contre elle, ne pouvant admettre qu′il y eût un lien entre son amie de pension et la descendante de Geneviève de Brabant.)
-No diré yo tanto como que lo malo es eso, porque en San Hilarlo hay cosas que valen la pena de verse. Hay otras muy viejas, en mi pobre basflica, la única sin restaurar de toda la diócesis. El pórtico es muy antiguo y está muy sucio, pero tiene majestad; lo mismo pasa con los tapices de Ester, por los que yo no daría dos perras, pero que, según los inteligentes, van en mérito inmediatamente después de los de Sens. Claro es que reconozco que junto a detalles demasiado realistas, ofrecen otros que denotan un verdadero espíritu de observación. Pero de las vidrieras que no me digan. ¿Tiene sentido común eso de dejar unas ventanas que no dan bastante luz, y que hasta engañan la vista con esos reflejos de color indefinible, en una iglesia donde no hay dos losas al mismo nivel? Y no quieren poner otras losas so pretexto de que éstas son las tumbas de los abades de Combray y los señores de Guermantes, antiguos condes de Brabante. Es decir, los ascendientes directos del hoy duque de Guermantes y también de la duquesa, porque ella es una Guermantes que se casó con su primo. (Mi abuela, que a fuerza de no interesarse por las personas, acababa por confundir todos los nombres, sostenía, cada vez que se pronunciaba ante ella el de la duquesa de Guermantes, que era parienta de la señora de Villeparisis. Todos nos echábamos a reír, y ella, para defenderse, alegaba cierta esquela de defunción: .Me parece que allí había un Guermantes.. Y por esta vez yo también me ponía de parte de los demás y en contra de ella, porque no podía creer que existiera relación alguna entre su amiga de colegio y la descendiente de Genoveva de Brabante.)
—«Voyez Roussainville, ce n′est plus aujourd′hui qu′une paroisse de fermiers, quoique dans l′antiquité cette localité ait dû un grand essor au commerce de chapeaux de feutre et des pendules. (Je ne suis pas certain de l′étymologie de Roussainville. Je croirais volontiers que le nom primitif était Rouville (Radulfi villa) comme Châteauroux (Castrum Radulfi) mais je vous parlerai de cela une autre fois. Hé bien! l′église a des vitraux superbes, presque tous modernes, et cette imposante Entrée de Louis-Philippe à Combray qui serait mieux à sa place à Combray même, et qui vaut, dit-on, la fameuse verrière de Chartres. Je voyais même hier le frère du docteur Percepied qui est amateur et qui la regarde comme d′un plus beau travail.
-¿Ve usted?, Roussainville no es hoy en día más que una parroquia de campesinos, aunque en tiempos pasados tornara mucho impulso esa localidad, gracias al comercio de sombreros de fieltro y de relojes. (Por cierto que no estoy seguro de la etimología de Roussainville. Me inclino a creer que su nombre primitivo era Rouville (Radulfi villa) como Cháteauroux (Castrum Radulfi), pero ya hablaremos de eso otra vez.) Pues bien, en su iglesia hay unas magníficas vidrieras, casi todas modernas, y una imponente Entrada de Luis Eelipe en Combray, que estaría mucho mejor aquí en Combray, y que dicen que no desmerece de la famosa vidriera de Chartres. Precisamente ayer hablaba con el hermano del doctor Percepied, que es aficionado, y me decía que es un trabajo bellísimo.
«Mais, comme je le lui disais, à cet artiste qui semble du reste très poli, qui est paraît-il, un véritable virtuose du pinceau, que lui trouvez-vous donc d′extraordinaire à ce vitrail, qui est encore un peu plus sombre que les autres?»
Pero como le decía yo a ese artista, que, por lo demás, es un hombre muy fino y, según parece, un virtuoso del pincel, ¿qué es lo que ve usted de notable en esa vidriera, que es aún un poco más oscura que las otras?
—«Je suis sûre que si vous le demandiez à Monseigneur, disait mollement ma tante qui commençait à penser qu′elle allait être fatiguée, il ne vous refuserait pas un vitrail neuf.»
-Pero estoy segura de que si se lo pidiera usted a Monseñor - decía indiferentemente mi tía, la cual ya estaba pensando que iba a cansarse, no le negaría a usted una vidriera nueva.
—«Comptez-y, madame Octave, répondait le curé. Mais c′est justement Monseigneur qui a attaché le grelot à cette malheureuse verrière en prouvant qu′elle représente Gilbert le Mauvais, sire de Guermantes, le descendant direct de Geneviève de Brabant qui était une demoiselle de Guermantes, recevant l′absolution de Saint-Hilaire.»
-Desde luego, señora .contestaba el cura.. Pero es que precisamente monseñor llamó la atención hacia esa desdichada vidriera, demostrando que representa a Gilberto el Malo, señor de Guermantes, descendiente directo de Genoveva de Brabante, que era una Guermantes, en el momento de recibir la absolución de San Hilario.
—«Mais je ne vois pas où est Saint-Hilaire?
-Pero yo no veo allí a San Hilario.
—«Mais si, dans le coin du vitrail vous n′avez jamais remarqué une dame en robe jaune? Hé bien! c′est Saint-Hilaire qu′on appelle aussi, vous le savez, dans certaines provinces, Saint-Illiers, Saint-Hélier, et même, dans le Jura, Saint-Ylie. Ces diverses corruptions de sanctus Hilarius ne sont pas du reste les plus curieuses de celles qui se sont produites dans les noms des bienheureux. Ainsi votre patronne, ma bonne Eulalie, sancta Eulalia, savez-vous ce qu′elle est devenue en Bourgogne? Saint-Eloi tout simplement: elle est devenue un saint. Voyez-vous, Eulalie, qu′après votre mort on fasse de vous un homme?»
-Sí; ¿no se ha fijado usted nunca en una dama con traje amarillo que está en una esquina de la vidriera? Pues es San Hilario (Saint- Hilaire), que en otras provincias se llama Saint-IUiers, Saint-Hélier, y hasta Saint- Ylie, en el Jura. Y estas corrupciones de sanctus Hilarias no son de las más raras que ocurren con los nombres de los bienaventurados. La patrona de usted, amiga Eulalia, sancta Eulalia, ¿sabe usted en lo que fue a parar en Borgoña? Pues sencillamente en Saint-Eloi, se convirtió en santo. Qué, Eulalia, ¿se imagina usted cambiada en hombre después de muerta?
—«Monsieur le Curé a toujours le mot pour rigoler.»
.El señor cura siempre tiene ganas de broma..
—«Le frère de Gilbert, Charles le Bègue, prince pieux mais qui, ayant perdu de bonne heure son père, Pépin l′Insensé, mort des suites de sa maladie mentale, exerçait le pouvoir suprême avec toute la présomption d′une jeunesse à qui la discipline a manqué; dès que la figure d′un particulier ne lui revenait pas dans une ville, il y faisait massacrer jusqu′au dernier habitant. Gilbert voulant se venger de Charles fit brûler l′église de Combray, la primitive église alors, celle que Théodebert, en quittant avec sa cour la maison de campagne qu′il avait près d′ici, à Thiberzy (Theodeberciacus), pour aller combattre les Burgondes, avait promis de bâtir au-dessus du tombeau de Saint-Hilaire, si le Bienheureux lui procurait la victoire. Il n′en reste que la crypte où Théodore a dû vous faire descendre, puisque Gilbert brûla le reste. Ensuite il défit l′infortuné Charles avec l′aide de Guillaume Le Conquérant (le curé prononçait Guilôme), ce qui fait que beaucoup d′Anglais viennent pour visiter. Mais il ne semble pas avoir su se concilier la sympathie des habitants de Combray, car ceux-ci se ruèrent sur lui à la sortie de la messe et lui tranchèrent la tête. Du reste Théodore prête un petit livre qui donne les explications.
Pues el hermano de Gilberto, Carlos el Tartamudo, príncipe piadoso, pero que por habérsele muerto su padre, Pipino el Insensato, muy joven, a consecuencia de una enfermedad mental, carecía del freno de toda disciplina, en cuanto veía en un pueblo un individuo que no le era simpático, mandaba matar a todos los habitantes de aquel lugar. Gilberto, para vengarse de Carlos, mandó quemar la iglesia de Combray, la primitiva entonces, la que Teodoberto, al salir con su corte de su residencia de campo que tenía cerca de aquí en Thiberzy (Theoderberciacus), para ir a luchar con los borgoñones, prometió labrar encima de la tumba de San Hilario si el Todopoderoso le concedía la victoria. No queda más que la cripta, que Teodoro le habrá enseñado a usted alguna vez, porque lo demás lo quemó Gilberto. Y luego derrotó al desdichado Carlos, con el auxilio de Guillermo el Conquistador (el cura pronunciaba Guüermo), y por eso vienen tantos ingleses a ver la iglesia. Pero no supo concillarse las simpatías de los vecinos de Combray, que un día, al salir Gilberto de misa, se arrojaron sobre él y le cortaron la cabeza. Teodoro tiene un librito donde se explica todo eso.
«Mais ce qui est incontestablement le plus curieux dans notre église, c′est le point de vue qu′on a du clocher et qui est grandiose. Certainement, pour vous qui n′êtes pas très forte, je ne vous conseillerais pas de monter nos quatre-vingt-dix-sept marches, juste la moitié du célèbre dôme de Milan. Il y a de quoi fatiguer une personne bien portante, d′autant plus qu′on monte plié en deux si on ne veut pas se casser la tête, et on ramasse avec ses effets toutes les toiles d′araignées de l′escalier. En tous cas il faudrait bien vous couvrir, ajoutait-il (sans apercevoir l′indignation que causait à ma tante l′idée qu′elle fût capable de monter dans le clocher), car il fait un de ces courants d′air une fois arrivé là-haut! Certaines personnes affirment y avoir ressenti le froid de la mort. N′importe, le dimanche il y a toujours des sociétés qui viennent même de très loin pour admirer la beauté du panorama et qui s′en retournent enchantées. Tenez, dimanche prochain, si le temps se maintient, vous trouveriez certainement du monde, comme ce sont les Rogations. Il faut avouer du reste qu′on jouit de là d′un coup d′œil féerique, avec des sortes d′échappées sur la plaine qui ont un cachet tout particulier. Quand le temps est clair on peut distinguer jusqu′à Verneuil. Surtout on embrasse à la fois des choses qu′on ne peut voir habituellement que l′une sans l′autre, comme le cours de la Vivonne et les fossés de Saint-Assise-lès-Combray, dont elle est séparée par un rideau de grands arbres, ou encore comme les différents canaux de Jouy-le-Vicomte (Gaudiacus vice comitis comme vous savez). Chaque fois que je suis allé à Jouy-le-Vicomte, j′ai bien vu un bout du canal, puis quand j′avais tourné une rue j′en voyais un autre, mais alors je ne voyais plus le précédent. J′avais beau les mettre ensemble par la pensée, cela ne me faisait pas grand effet. Du clocher de Saint-Hilaire c′est autre chose, c′est tout un réseau où la localité est prise. Seulement on ne distingue pas d′eau, on dirait de grandes fentes qui coupent si bien la ville en quartiers, qu′elle est comme une brioche dont les morceaux tiennent ensemble mais sont déjà découpés. Il faudrait pour bien faire être à la fois dans le clocher de Saint-Hilaire et à Jouy-le-Vicomte.»
Pero, indudablemente, lo más curioso de nuestra iglesia es la vista desde el campanario, que es grandiosa. Claro que a usted, que no está muy fuerte, no le aconsejaría yo que subiera los noventa y siete escalones, la mitad precisamente que en el célebre Duomo, de Milán. Hay para cansar a una persona sana, mucho más teniendo en cuenta que hay que subir doblado para no romperse la cabeza, y que va uno recogiendo con la ropa todas las telarañas de la escalera. De todos modos, tendría usted que abrigarse bien, añadía (sin observar la indignación que causaba a mi tía esa idea de suponerla capaz de subir al campanario), porque arriba hay una corriente de aire tremenda. Hay personas que dicen haber sentido allí el frío de la muerte. Pero los domingos siempre vienen partidas de gente, a veces de muy lejos, para admirar la belleza del panorama, y siempre vuelven encantados. Mire usted, precisamente el domingo que viene encontraría usted gente, porque son las Rogaciones. Y hay que confesar que desde allá arriba hay un panorama mágico, con unas vislumbres de la llanura a lo lejos, que tiene un carácter muy particular. Cuando hace un tiempo claro se puede distinguir hasta Verneuil. Y, además, se dominan a un tiempo cosas que de otro modo no se pueden ver más que separadamente; por ejemplo, el curso del Vivonne y los fosos de Saint-Assise les Combray, que están separados del río por una cortina de árboles muy grande, o los distintos canales de Jouy le Vicomte (Gaudiacus vice comitis, como usted sabe). Cada vez que he ido a Jouy le Vicomte he visto un trozo de canal, y al volver una calle veía otro, pero entonces ya desaparecía el anterior, y aunque los reuniera con el pensamiento ya no hace efecto. Desde el campanario de San Hilario ya es otra cosa: se los ve formar como una red en que está cogida la localidad. Ahora, que no se distingue el agua, y parecen grandes grietas que dividen el pueblo en varios trozos, tan perfectamente como un brioche ya cortado, pero con los pedazos juntos. Para verlo bien del todo habría que estar al mismo tiempo en el campanario de San Hilario y en Jouy le Vicomte.
Le curé avait tellement fatigué ma tante qu′à peine était-il parti, elle était obligée de renvoyer Eulalie.
Tanto cansaba a mi tía el cura, que apenas se marchaba no tenía más remedio que despedir a Eulalia.
—«Tenez, ma pauvre Eulalie, disait-elle d′une voix faible, en tirant une pièce d′une petite bourse qu′elle avait à portée de sa main, voilà pour que vous ne m′oubliiez pas dans vos prières.»
-Tenga usted, pobre Eulalia .decía con voz feble, sacando una moneda de una bolsita que tenía al alcance de la mano.; tenga usted, para que no me olvide en sus oraciones.
—«Ah! mais, madame Octave, je ne sais pas si je dois, vous savez bien que ce n′est pas pour cela que je viens!» disait Eulalie avec la même hésitation et le même embarras, chaque fois, que si c′était la première, et avec une apparence de mécontentement qui égayait ma tante mais ne lui déplaisait pas, car si un jour Eulalie, en prenant la pièce, avait un air un peu moins contrarié que de coutume, ma tante disait:
-Pero, señora, eso no está bien; ya sabe usted que no es por eso por lo que vengo .decía Eulalia, siempre con el mismo vacilar y la misma timidez que si fuera la primera vez, y con una apariencia de descontento que divertía a mi tía y no le parecía mal, porque si algún día Eulalia, al tomar el dinero, presentaba semblante menos contrariado que de costumbre, mi tía decía:
—«Je ne sais pas ce qu′avait Eulalie; je lui ai pourtant donné la même chose que d′habitude, elle n′avait pas l′air contente.»
-No sé lo que tenía Eulalia; yo le he dado lo mismo que siempre y parece que no estaba contenta.
—Je crois qu′elle n′a pourtant pas à se plaindre, soupirait Françoise, qui avait une tendance à considérer comme de la menue monnaie tout ce que lui donnait ma tante pour elle ou pour ses enfants, et comme des trésors follement gaspillés pour une ingrate les piécettes mises chaque dimanche dans la main d′Eulalie, mais si discrètement que Françoise n′arrivait jamais à les voir. Ce n′est pas que l′argent que ma tante donnait à Eulalie, Françoise l′eût voulu pour elle. Elle jouissait suffisamment de ce que ma tante possédait, sachant que les richesses de la maîtresse du même coup élèvent et embellissent aux yeux de tous sa servante; et qu′elle, Françoise, était insigne et glorifiée dans Combray, Jouy-le-Vicomte et autres lieux, pour les nombreuses fermes de ma tante, les visites fréquentes et prolongées du curé, le nombre singulier des bouteilles d′eau de Vichy consommées. Elle n′était avare que pour ma tante; si elle avait géré sa fortune, ce qui eût été son rêve, elle l′aurait préservée des entreprises d′autrui avec une férocité maternelle. Elle n′aurait pourtant pas trouvé grand mal à ce que ma tante, qu′elle savait incurablement généreuse, se fût laissée aller à donner, si au moins ç′avait été à des riches. Peut-être pensait-elle que ceux-là, n′ayant pas besoin des cadeaux de ma tante, ne pouvaient être soupçonnés de l′aimer à cause d′eux. D′ailleurs offerts à des personnes d′une grande position de fortune, à Mme Sazerat, à M. Swann, à M. Legrandin, à Mme Goupil, à des personnes «de même rang» que ma tante et qui «allaient bien ensemble», ils lui apparaissaient comme faisant partie des usages de cette vie étrange et brillante des gens riches qui chassent, se donnent des bals, se font des visites et qu′elle admirait en souriant. Mais il n′en allait plus de même si les bénéficiaires de la générosité de ma tante étaient de ceux que Françoise appelait «des gens comme moi, des gens qui ne sont pas plus que moi» et qui étaient ceux qu′elle méprisait le plus à moins qu′ils ne l′appelassent «Madame Françoise» et ne se considérassent comme étant «moins qu′elle». Et quand elle vit que, malgré ses conseils, ma tante n′en faisait qu′à sa tête et jetait l′argent—Françoise le croyait du moins—pour des créatures indignes, elle commença à trouver bien petits les dons que ma tante lui faisait en comparaison des sommes imaginaires prodiguées à Eulalie. Il n′y avait pas dans les environs de Combray de ferme si conséquente que Françoise ne supposât qu′Eulalie eût pu facilement l′acheter, avec tout ce que lui rapporteraient ses visites. Il est vrai qu′Eulalie faisait la même estimation des richesses immenses et cachées de Françoise. Habituellement, quand Eulalie était partie, Françoise prophétisait sans bienveillance sur son compte. Elle la haait, mais elle la craignait et se croyait tenue, quand elle était là, à lui faire «bon visage». Elle se rattrapait après son départ, sans la nommer jamais à vrai dire, mais en proférant des oracles sibyllins, des sentences d′un caractère général telles que celles de l′Ecclésiaste, mais dont l′application ne pouvait échapper à ma tante. Après avoir regardé par le coin du rideau si Eulalie avait refermé la porte: «Les personnes flatteuses savent se faire bien venir et ramasser les pépettes; mais patience, le bon Dieu les punit toutes par un beau jour», disait-elle, avec le regard latéral et l′insinuation de Joas pensant exclusivement à Athalie quand il dit:
-Pues no puede quejarse .suspiraba Francisca, que tendía a considerar como calderilla todo lo que mi tía le daba para ella o para sus hijos, y como tesoros derrochados locamente por una ingrata las piezas depositadas todos los domingos en la mano de Eulalia, con tanta discreción, que Francisca no llegó a verlas nunca. Y no es que ella ambicionara el dinero que mi tía daba a Eulalia. Ya gozaba bastante del caudal de mi tía, al saber que las riquezas del ama ensalzan y hermosean al mismo tiempo a la sirvienta; y que ella, Francisca, era persona insigne y glorificada en Combray, Jouy le Vicomte y otros lugares, por lo numeroso de las haciendas de mi tía, la frecuencia y duración de las visitas del cura y la gran cantidad de botellas de agua de Vichy que se consumía. Era avara por mi tía, y de haber administrado su fortuna, lo cual era su sueño, la habría defendido de los ataques ajenos con ferocidad maternal. No le hubiera parecido mal que mi tía, cuya incurable generosidad conocía, se alargara a dar, siempre que fuera a personas ricas. Quizá pensaba que los ricos, como no tenían necesidad de los regalos de mi tía, no podían ser sospechosos de quererla por sus dádivas. Además, estas dádivas, hechas a personas de gran posición económica, como la señora de Sazerat, Swann, Legrandin, o la señora de Goupil, entre personas del .mismo rango, que mi tía y que .podían codearse, se le representaban como un aspecto de los usos de aquella vida extraña y brillante de los ricos que dan bailes y se visitan, vida que Francisca admiraba sonriente. Pero ya no era lo mismo si los beneficiarios de la generosidad de mi tía eran de aquellos que Francisca llamaba .gente como yo, gente que no es más que yo., y que le inspiraban desprecio, a no ser que la llamasen .señora Francisca., y se consideraran .menos que ella.. Y cuando vio que, a pesar de sus consejos, mi tía hacía su voluntad, y nada más, y tiraba el dinero por lo menos Francisca así se lo creía, con seres indignos, empezaron a parecerle muy parvos los regalos que su ama le hacía, comparados con las cantidades imaginarias prodigadas a Eulalia. Y para Francisca no había en los alrededores de Combray hacienda lo bastante considerable para que no la pudiera adquirir Eulalia con el producto de sus visitas. Cierto que Eulaha hacía la misma evaluación de las riquezas inmensas y ocultas de Francisca. Por lo general, en cuanto Eulalia se iba comenzaba Francisca a hacer malévolas profecías a cuenta de ella. Odiábala, pero le tenía miedo y se consideraba obligada mientras estuviera en casa a .ponerle buena cara.. Pero cuando se había marchado, se cobraba, sin nombrarla nunca, a decir verdad, pero profiriendo oráculos sibilinos o sentencias de un carácter general, como las del Eclesiastés, pero cuya aplicación no podía escapar a mi tía. Después de mirar por un rincón del visillo si ya había cerrado la puerta Eulalia, decía: .Los aduladores siempre saben caer a punto y recoger las pepitas, pero paciencia, que ya los castigará Dios algún día.; y lo decía con el mismo mirar de lado y la misma insinuación de Joas, cuando, pensando exclusivamente en Atalia, dice:
Le bonheur des méchants comme un torrent s′écoule.
Le bonheur des méchants comme un torrent sécoule.
Mais quand le curé était venu aussi et que sa visite interminable avait épuisé les forces de ma tante, Françoise sortait de la chambre derrière Eulalie et disait:
Pero cuando el cura había estado también de visita, tan interminable que agotaba las fuerzas de mi tía, Francisca se marchaba del cuarto detrás de Eulalia, diciendo:
—«Madame Octave, je vous laisse reposer, vous avez l′air beaucoup fatiguée.»
-Señora, voy a dejarla a usted descansar, porque tiene usted aspecto de hallarse fatigada.
Et ma tante ne répondait même pas, exhalant un soupir qui semblait devoir être le dernier, les yeux clos, comme morte. Mais à peine Françoise était-elle descendue que quatre coups donnés avec la plus grande violence retentissaient dans la maison et ma tante, dressée sur son lit, criait:
Mi tía ni siquiera contestaba, exhalando un suspiro que parecía el último, con los ojos cerrados y como muerta. Pero apenas había llegado abajo Francisca, sonaban por toda la casa cuatro campanillazos violentísimos, y mi tía, sentada en la cama, gritaba:
—«Est-ce qu′Eulalie est déjà partie? Croyez-vous que j′ai oublié de lui demander si Mme Goupil était arrivée à la messe avant l′élévation! Courez vite après elle!»
-¿Se ha ido ya Eulalia? ¿No le parece a usted que se me ha olvidado preguntar si la señora de Goupil llegó a misa después de alzar? Corra usted a ver si la alcanza.
Mais Françoise revenait n′ayant pu rattraper Eulalie.
Pero Francisca volvía sin haberlo logrado.
—«C′est contrariant, disait ma tante en hochant la tête. La seule chose importante que j′avais à lui demander!»
-¡Qué fastidio! .decía mi tía sacudiendo la cabeza.. Lo único importante que le tenía que preguntar.
Ainsi passait la vie pour ma tante Léonie, toujours identique, dans la douce uniformité de ce qu′elle appelait avec un dédain affecté et une tendresse profonde, son «petit traintrain». Préservé par tout le monde, non seulement à la maison, où chacun ayant éprouvé l′inutilité de lui conseiller une meilleure hygiène, s′était peu à peu résigné à le respecter, mais même dans le village où, à trois rues de nous, l′emballeur, avant de clouer ses caisses, faisait demander à Françoise si ma tante ne «reposait pas»,—ce traintrain fut pourtant troublé une fois cette année-là. Comme un fruit caché qui serait parvenu à maturité sans qu′on s′en aperçût et se détacherait spontanément, survint une nuit la délivrance de la fille de cuisine. Mais ses douleurs étaient intolérables, et comme il n′y avait pas de sage-femme à Combray, Françoise dut partir avant le jour en chercher une à Thiberzy. Ma tante, à cause des cris de la fille de cuisine, ne put reposer, et Françoise, malgré la courte distance, n′étant revenue que très tard, lui manqua beaucoup. Aussi, ma mère me dit-elle dans la matinée: «Monte donc voir si ta tante n′a besoin de rien.»
Y así se iba pasando la vida para mi tía Leoncia, siempre idéntica en la dulce uniformidad de lo que ella llamaba con desdén fingido y profunda ternura su .rutina.. Guardada por todo el mundo, no sólo en casa, donde todos, después de haber comprobado la inutilidad de darle un consejo de mejorar de higiene, se habían resignado a respetarla, sino en el pueblo, donde, a tres calles de distancia, el embalador, antes de ponerse a clavetear, mandaba preguntar a Francisca si mi tía no .estaba descansando, aquella rutina se vio quebrantada por una vez ese año. Y fue porque, lo mismo que un fruto escondido llega a sazón sin que nadie se de cuenta, y se desprende espontáneamente, la moza una noche salió de su cuidado. Pero sufrió dolores intolerables, y como en Combray no había comadrona, Francisca tuvo que ir por una a Thiberzy antes de que amaneciera. Los gritos de la moza no dejaron dormir a mi tía, y como Francisca volvió muy tarde, a pesar de lo corto de la distancia, la echó mucho de menos. Así que mi madre me dijo por la mañana: -Sube a ver si tu tía necesita algo.
J′entrai dans la première pièce et, par la porte ouverte, vis ma tante, couchée sur le côté, qui dormait; je l′entendis ronfler légèrement. J′allais m′en aller doucement mais sans doute le bruit que j′avais fait était intervenu dans son sommeil et en avait «changé la vitesse», comme on dit pour les automobiles, car la musique du ronflement s′interrompit une seconde et reprit un ton plus bas, puis elle s′éveilla et tourna à demi son visage que je pus voir alors; il exprimait une sorte de terreur; elle venait évidemment d′avoir un rêve affreux; elle ne pouvait me voir de la façon dont elle était placée, et je restais là ne sachant si je devais m′avancer ou me retirer; mais déjà elle semblait revenue au sentiment de la réalité et avait reconnu le mensonge des visions qui l′avaient effrayée; un sourire de joie, de pieuse reconnaissance envers Dieu qui permet que la vie soit moins cruelle que les rêves, éclaira faiblement son visage, et avec cette habitude qu′elle avait prise de se parler à mi-voix à elle-même quand elle se croyait seule, elle murmura: «Dieu soit loué! nous n′avons comme tracas que la fille de cuisine qui accouche. Voilà-t-il pas que je rêvais que mon pauvre Octave était ressuscité et qu′il voulait me faire faire une promenade tous les jours!» Sa main se tendit vers son chapelet qui était sur la petite table, mais le sommeil recommençant ne lui laissa pas la force de l′atteindre: elle se rendormit, tranquillisée, et je sortis à pas de loup de la chambre sans qu′elle ni personne eût jamais appris ce que j′avais entendu.
Entré en la primera habitación, y por la puerta abierta vi a mi tía durmiendo echada de lado; la vi que roncaba ligeramente. Ya iba a marcharme muy despacito, pero sin duda el ruido que hice se entremetió en su sueño y le .cambió de velocidad., como dicen de los automóviles, porque la música de los ronquidos se interrumpió un instante, y siguió luego un tono más bajo, hasta que por fin se despertó, volviendo a medias la cara, que entonces pude ver; pintábase en ella algo como terror; sin duda había tenido un sueño terrible; tal como estaba colocada no podía verme, y yo me estuve allí sin saber que hacer, si adelantarme o salir; pero ya mi tía parecía volver al sentimiento de la realidad, y haber reconocido lo falaz de las visiones que la asustaran; una sonrisa de gozo, de piadosa, gratitud al Creador, que deja que la vida sea menos cruel que los sueños, iluminó débilmente su rostro, y con aquélla su costumbre de hablarse a sí misma a media voz, cuando creía que estaba sola, murmuró: .¡Alabado sea Dios! No tenemos más preocupación que ésta del parto de la moza. ¿Pues no había soñado que mi pobre Octavio resucitaba y quería hacerme dar un paseo diario?.. Tendió la mano hacia el rosario, que estaba en la mesita; pero el sueño que tornaba no le dejó fuerzas para cogerle, y volvió a dormirse tranquila; entonces salí a paso de lobo del cuarto, sin que ella ni nadie haya sabido nunca lo que yo acababa de oír.
Quand je dis qu′en dehors d′événements très rares, comme cet accouchement, le traintrain de ma tante ne subissait jamais aucune variation, je ne parle pas de celles qui, se répétant toujours identiques à des intervalles réguliers, n′introduisaient au sein de l′uniformité qu′une sorte d′uniformité secondaire. C′est ainsi que tous les samedis, comme Françoise allait dans l′après-midi au marché de Roussainville-le-Pin, le déjeuner était, pour tout le monde, une heure plus tôt. Et ma tante avait si bien pris l′habitude de cette dérogation hebdomadaire à ses habitudes, qu′elle tenait à cette habitude-là autant qu′aux autres. Elle y était si bien «routinée», comme disait Françoise, que s′il lui avait fallu un samedi, attendre pour déjeuner l′heure habituelle, cela l′eût autant «dérangée» que si elle avait dû, un autre jour, avancer son déjeuner à l′heure du samedi.
Al decir que aparte de los sucesos muy raros, como aquel alumbramiento, la rutina de mi tía no sufría jamás variación alguna, no cuento las que, por repetirse siempre idénticas y con intervalos regulares, no producían en el seno de la uniformidad más que una especie de uniformidad secundaria. Así, todos los sábados, como Francisca tenía que ir por la tarde al mercado de Roussainville le Pin, se adelantaba una hora el almuerzo, para todos. Y mi tía se acostumbró tan perfectamente a esta derogación semanal de sus hábitos, que tenía tanto apego a esta costumbre como a las demás. Y tanto se había .arrutinado., como decía Francisca, que si algún sábado hubiera tenido que esperar la hora habitual del almuerzo, aquello la habría .sacado de sus casillas, tanto como el tener que adelantar su almuerzo a la hora del sábado en otro día cualquiera.
Cette avance du déjeuner donnait d′ailleurs au samedi, pour nous tous, une figure particulière, indulgente, et assez sympathique. Au moment où d′habitude on a encore une heure à vivre avant la détente du repas, on savait que, dans quelques secondes, on allait voir arriver des endives précoces, une omelette de faveur, un bifteck immérité. Le retour de ce samedi asymétrique était un de ces petits événements intérieurs, locaux, presque civiques qui, dans les vies tranquilles et les sociétés fermées, créent une sorte de lien national et deviennent le thème favori des conversations, des plaisanteries, des récits exagérés à plaisir: il eût été le noyau tout prêt pour un cycle légendaire si l′un de nous avait eu la tête épique. Dès le matin, avant d′être habillés, sans raison, pour le plaisir d′éprouver la force de la solidarité, on se disait les uns aux autres avec bonne humeur, avec cordialité, avec patriotisme: «Il n′y a pas de temps à perdre, n′oublions pas que c′est samedi!» cependant que ma tante, conférant avec Françoise et songeant que la journée serait plus longue que d′habitude, disait: «Si vous leur faisiez un beau morceau de veau, comme c′est samedi.» Si à dix heures et demie un distrait tirait sa montre en disant: «Allons, encore une heure et demie avant le déjeuner», chacun était enchanté d′avoir à lui dire: «Mais voyons, à quoi pensez-vous, vous oubliez que c′est samedi!»; on en riait encore un quart d′heure après et on se promettait de monter raconter cet oubli à ma tante pour l′amuser. Le visage du ciel même semblait changé. Après le déjeuner, le soleil, conscient que c′était samedi, flânait une heure de plus au haut du ciel, et quand quelqu′un, pensant qu′on était en retard pour la promenade, disait: «Comment, seulement deux heures?» en voyant passer les deux coups du clocher de Saint-Hilaire (qui ont l′habitude de ne rencontrer encore personne dans les chemins désertés à cause du repas de midi ou de la sieste, le long de la rivière vive et blanche que le pêcheur même a abandonnée, et passent solitaires dans le ciel vacant où ne restent que quelques nuages paresseux), tout le monde en chœur lui répondait: «Mais ce qui vous trompe, c′est qu′on a déjeuné une heure plus tôt, vous savez bien que c′est samedi!»
Este adelanto del almuerzo prestaba al sábado, para nosotros todos, una fisonomía particular, indulgente y muy simpática. En ese momento, en que por lo general nos queda aún una hora que vivir antes del descanso de la comida, sabíamos que iban a llegar a los pocos segundos unas escarolas precoces, una tortilla de favor y un bittec inmerecido. El retorno de aquel sábado asimétrico era uno de esos menudos acontecimientos interiores, locales, casi cívicos, que en las vidas tranquilas y las sociedades fuertes crean como un lazo nacional, llegan a tema favorito de las conversaciones, de las bromas y de los relatos, deliberadamente exagerados; y hubiera sido núcleo apto para un ciclo legendario de tener alguno de nosotros la testa épica. Ya por la mañana, antes de vestirnos, sin ningún motivo y sólo por el gusto de poner a prueba la fuerza de solidaridad, nos decíamos unos a otros, con buen humor, cordialmente, patrióticamente: -Hoy no tenemos que descuidarnos, es sábado, mientras que mi tía, conferenciando con Francisca, y al pensar que el día sería más largo que de costumbre, decía: -Hoy, como es sábado, podría usted hacerles un buen guiso de ternera.. Si a las diez y media sacaba alguno, distraído, el reloj, diciendo: -Todavía falta una hora y media para el almuerzo., todos nos alegrábamos de poder recordarle: -.¿Pero en qué está usted pensando: no ve que es sábado?; y todavía nos duraba la risa un cuarto de hora después, y nos prometíamos subir a contárselo a mi tía para distraerla. Hasta el cielo parecía otro. Después del almuerzo, el sol, consciente de que era sábado, se paseaba una hora más por lo alto del cielo, y cuando uno de nosotros, que creía que ya se hacía tarde para el paseo, exclamaba: .¡Cómo! ¡Las dos nada más!., al ver pasar las dos campanadas de la torre de San Hilarlo (que ya están acostumbradas a encontrarse los caminos desiertos, por amor de la comida o de la siesta, a lo largo del río, claro y corretón, abandonado hasta del pescador, y que pasan solitarias por el cielo vacante, donde no quedan más que unas nubéculas perezosas), todo el mundo le respondía a coro: .Lo que lo despista a usted es que hemos almorzado una hora antes; ¿no ve usted que es sábado?
La surprise d′un barbare (nous appelions ainsi tous les gens qui ne savaient pas ce qu′avait de particulier le samedi) qui, étant venu à onze heures pour parler à mon père, nous avait trouvés à table, était une des choses qui, dans sa vie, avaient le plus égayé Françoise. Mais si elle trouvait amusant que le visiteur interloqué ne sût pas que nous déjeunions plus tôt le samedi, elle trouvait plus comique encore (tout en sympathisant du fond du cœur avec ce chauvinisme étroit) que mon père, lui, n′eût pas eu l′idée que ce barbare pouvait l′ignorer et eût répondu sans autre explication à son étonnement de nous voir déjà dans la salle à manger: «Mais voyons, c′est samedi!» Parvenue à ce point de son récit, elle essuyait des larmes d′hilarité et pour accroître le plaisir qu′elle éprouvait, elle prolongeait le dialogue, inventait ce qu′avait répondu le visiteur à qui ce «samedi» n′expliquait rien. Et bien loin de nous plaindre de ses additions, elles ne nous suffisaient pas encore et nous disions: «Mais il me semblait qu′il avait dit aussi autre chose. C′était plus long la première fois quand vous l′avez raconté.»
La sorpresa de un bárbaro (así llamábamos a toda persona ignorante del carácter particular del sábado), que venía a ver a papá a las once y nos encontraba sentados a la mesa, era una de las cosas que más divertían a Francisca en este mundo. Pero por mucho que la regocijara el hecho de que el desconcertado visitante ignorara que los sábados almorzábamos antes, aun le parecía más cómico (simpatizando en el fondo con esa estrecha patriotería) que a mi padre no se le ocurriera que el bárbaro podía ignorarlo, y contestara, sin más explicaciones, a su asombro, al vemos ya sentados a la mesa: -¡Pero, hombre, es sábado!. Y cuando Francisca llegaba a este punto del relato, tenía que secarse lágrimas de risa, y para acrecer su regocijo, prolongaba el diálogo, inventaba una respuesta del visitante a quien aquella del .sábado, no decía nada. Y muy lejos de quejarnos de sus adiciones, todavía nos sabían a poco, y le decíamos: -Me parece que dijo algo más. La primera vez que lo contó usted era más largo.
Ma grand′tante elle-même laissait son ouvrage, levait la tête et regardait par-dessus son lorgnon.
Y hasta mi tía dejaba su labor, y alzando la cabeza, miraba por encima de sus lentes.
Le samedi avait encore ceci de particulier que ce jour-là, pendant le mois de mai, nous sortions après le dîner pour aller au «mois de Marie».
Tenía además el sábado otra cosa de notable, y es que en el mes de mayo los sábados íbamos, después de cenar, al mes de María..
Comme nous y rencontrions parfois M. Vinteuil, très sévère pour «le genre déplorable des jeunes gens négligés, dans les idées de l′époque actuelle», ma mère prenait garde que rien ne clochât dans ma tenue, puis on partait pour l′église. C′est au mois de Marie que je me souviens d′avoir commencé à aimer les aubépines. N′étant pas seulement dans l′église, si sainte, mais où nous avions le droit d′entrer, posées sur l′autel même, inséparables des mystères à la célébration desquels elles prenaient part, elles faisaient courir au milieu des flambeaux et des vases sacrés leurs branches attachées horizontalement les unes aux autres en un apprêt de fête, et qu′enjolivaient encore les festons de leur feuillage sur lequel étaient semés à profusion, comme sur une traîne de mariée, de petits bouquets de boutons d′une blancheur éclatante. Mais, sans oser les regarder qu′à la dérobée, je sentais que ces apprêts pompeux étaient vivants et que c′était la nature elle-même qui, en creusant ces découpures dans les feuilles, en ajoutant l′ornement suprême de ces blancs boutons, avait rendu cette décoration digne de ce qui était à la fois une réjouissance populaire et une solennité mystique. Plus haut s′ouvraient leurs corolles çà et là avec une grâce insouciante, retenant si négligemment comme un dernier et vaporeux atour le bouquet d′étamines, fines comme des fils de la Vierge, qui les embrumait tout entières, qu′en suivant, qu′en essayant de mimer au fond de moi le geste de leur efflorescence, je l′imaginais comme si ç′avait été le mouvement de tête étourdi et rapide, au regard coquet, aux pupilles diminuées, d′une blanche jeune fille, distraite et vive.
Como allí solíamos encontrarnos al señor Vinteuil, muy severo para con .esa lamentable casta de jóvenes descuidados, con ideas de la época actual., mi madre se cuidaba mucho de que nada flaqueara en mi porte exterior, y nos marchábamos a la iglesia. Recuerdo que fue en el mes de María cuando empecé a tomar cariño a las flores de espino. En la iglesia, tan santa, pero donde teníamos derecho a entrar, no sólo estaban posadas en los altares, inseparables de los misterios en cuya celebración participaban, sino que dejaban correr entre las luces y los floreros santos sus ramas atadas horizontalmente unas a otras, en aparato de fiesta, y embellecidas aún más por los festones de las hojas, entre las que lucían, profusamente sembrados, como en la cola de un traje de novia, los ramitos de capullos blanquísimos. Pero sin atreverme a mirarlas más que a hurtadillas, bien sentía que aquellos pomposos atavíos vivían y que la misma Naturaleza era la que, al recortar aquellos festones en las hojas y añadirles la suprema gala de los blancos capullos, elevaba aquella decoración al rango de cosa digna de lo que era regocijo popular y solemnidad mística a la vez. Más arriba abríanse las corolas, aquí y allá, con desafectada gracia, reteniendo con negligencia suma, como último y vaporoso adorno, el ramito de estambres, tan finos como hilos de la Virgen, y que les prestaban una suave veladura; y cuando yo quería seguir e imitar en lo hondo de mi ser el movimiento de su fluorescencia, lo imaginaba como el cabeceo rápido y voluble de una muchacha blanca, distraída y vivaz, con mirar de coquetería y pupilas diminutas.
M. Vinteuil était venu avec sa fille se placer à côté de nous. D′une bonne famille, il avait été le professeur de piano des sœurs de ma grand′mère et quand, après la mort de sa femme et un héritage qu′il avait fait, il s′était retiré auprès de Combray, on le recevait souvent à la maison. Mais d′une pudibonderie excessive, il cessa de venir pour ne pas rencontrer Swann qui avait fait ce qu′il appelait «un mariage déplacé, dans le goût du jour». Ma mère, ayant appris qu′il composait, lui avait dit par amabilité que, quand elle irait le voir, il faudrait qu′il lui fît entendre quelque chose de lui. M. Vinteuil en aurait eu beaucoup de joie, mais il poussait la politesse et la bonté jusqu′à de tels scrupules que, se mettant toujours à la place des autres, il craignait de les ennuyer et de leur paraître égoe s′il suivait ou seulement laissait deviner son désir. Le jour où mes parents étaient allés chez lui en visite, je les avais accompagnés, mais ils m′avaient permis de rester dehors et, comme la maison de M. Vinteuil, Montjouvain, était en contre-bas d′un monticule buissonneux, où je m′étais caché, je m′étais trouvé de plain-pied avec le salon du second étage, à cinquante centimètres de la fenêtre. Quand on était venu lui annoncer mes parents, j′avais vu M. Vinteuil se hâter de mettre en évidence sur le piano un morceau de musique. Mais une fois mes parents entrés, il l′avait retiré et mis dans un coin. Sans doute avait-il craint de leur laisser supposer qu′il n′était heureux de les voir que pour leur jouer de ses compositions. Et chaque fois que ma mère était revenue à la charge au cours de la visite, il avait répété plusieurs fois «Mais je ne sais qui a mis cela sur le piano, ce n′est pas sa place», et avait détourné la conversation sur d′autres sujets, justement parce que ceux-là l′intéressaient moins.
El señor Vinteuil venía a sentarse con su hija a nuestro lado. Persona de buena familia, había sido profesor de piano de las hermanas de mi abuela, y cuando murió su mujer, aprovechando una herencia que tuvo, se retiró a vivir cerca de Combray, e iba a casa de visita con frecuencia. Pero como era excesivamente pudibundo, dejó de ir a casa para no encontrarse con Swann, que había hecho, a su parecer, .una boda que no le correspondía, de esas de hoy día.. Mi madre, al saber que componía música, le dijo por amabilidad que cuando ella fuera a su casa tenía que tocar alguna composición de las suyas. Cosa que hubiera agradado mucho al señor Vinteuil; pero llevaba la cortesía y la bondad a tal punto de escrúpulo, que se colocaba siempre en el lugar de los demás y tenía miedo de aburrirlos y parecer egoísta si seguía, o si sencillamente dejaba adivinar sus deseos. Mis padres me llevaron con ellos el día que fueron a verlo, y me permitieron que me quedara en el jardín; como la casa del señor Vinteuil, Montjouvain, tenía por la parte de atrás un montículo breñoso, me fui a esconder allí, y me encontré con que estaba a la altura de la sala del segundo piso y a una distancia de medio metro de la ventana. Cuando entraron a anunciar a mis padres, vi que el señor Vinteuil se daba prisa a colocar en el piano de modo que fuera bien visible un papel de música. Pero cuando pasaron mis padres lo quitó de allí y lo puso en un rincón. Sin duda temía inspirar a mis padres la sospecha de que se alegraba de verlos sólo por tocar una obra suya. Y cada vez que durante la visita volvió mi madre a la carga, repetía: Pero yo no sé quién puso eso en el piano, porque no es su sitio; y desviaba la conversación hacia otros temas, precisamente porque ésos le interesaban menos.
Sa seule passion était pour sa fille et celle-ci qui avait l′air d′un garçon paraissait si robuste qu′on ne pouvait s′empêcher de sourire en voyant les précautions que son père prenait pour elle, ayant toujours des châles supplémentaires à lui jeter sur les épaules. Ma grand′mère faisait remarquer quelle expression douce délicate, presque timide passait souvent dans les regards de cette enfant si rude, dont le visage était semé de taches de son. Quand elle venait de prononcer une parole elle l′entendait avec l′esprit de ceux à qui elle l′avait dite, s′alarmait des malentendus possibles et on voyait s′éclairer, se découper comme par transparence, sous la figure hommasse du «bon diable», les traits plus fins d′une jeune fille éplorée.
Su pasión era su hija, la cual, con sus modales de chico, tenía tal apariencia de robustez, que no podía uno por menos de sonreír al ver las precauciones que su padre tomaba con ella, y cómo tenía siempre a mano chales suplementarios para abrigarle los hombros. Mi abuela nos había hecho notar la expresión bondadosa, delicada y tímida casi que cruzaba muy a menudo por la mirada de aquella niña tan ruda, y que tenía el rostro lleno de pecas. Cuando acababa de pronunciar una palabra, oíala con la mente de la persona a quien iba a dirigida, se alarmaba por las malas interpretaciones que pudieran dársele, y bajo la figura hombruna de aquel .diablo, se alumbraban y se recortaban, como por transparencia, los finos rasgos de una muchacha llorosa.
Quand, au moment de quitter l′église, je m′agenouillai devant l′autel, je sentis tout d′un coup, en me relevant, s′échapper des aubépines une odeur amère et douce d′amandes, et je remarquai alors sur les fleurs de petites places plus blondes, sous lesquelles je me figurai que devait être cachée cette odeur comme sous les parties gratinées le goût d′une frangipane ou sous leurs taches de rousseur celui des joues de Mlle Vinteuil. Malgré la silencieuse immobilité des aubépines, cette intermittente ardeur était comme le murmure de leur vie intense dont l′autel vibrait ainsi qu′une haie agreste visitée par de vivantes antennes, auxquelles on pensait en voyant certaines étamines presque rousses qui semblaient avoir gardé la virulence printanière, le pouvoir irritant, d′insectes aujourd′hui métamorphosés en fleurs.
Cuando, antes de salir de la iglesia, me arrodillaba delante del altar, al levantarme sentía de pronto que se escapaba de las flores de espino un amargo y suave olor de almendras, y advertía entonces en las flores unas manchitas rubias, que, según me figuraba yo, debían de esconder ese olor, lo mismo que se oculta el sabor de un franchipán bajo la capa tostada, o el de las mejillas de la hija de Vinteuil detrás de sus pecas. A pesar de la callada quietud de las flores de espino, ese olor intermitente era como un murmullo de intensa vida, la cual prestaba al altar vibraciones semejantes a las de un seto salvaje, sembrado de vivas antenas, cuya imagen nos la traían al pensamiento algunos estambres casi rojos que parecían conservar aún la virulencia primaveral y el poder irritante de insectos metamorfoseados ahora en flores.
Nous causions un moment avec M. Vinteuil devant le porche en sortant de l′église. Il intervenait entre les gamins qui se chamaillaient sur la place, prenait la défense des petits, faisait des sermons aux grands. Si sa fille nous disait de sa grosse voix combien elle avait été contente de nous voir, aussitôt il semblait qu′en elle-même une sœur plus sensible rougissait de ce propos de bon garçon étourdi qui avait pu nous faire croire qu′elle sollicitait d′être invitée chez nous. Son père lui jetait un manteau sur les épaules, ils montaient dans un petit buggy qu′elle conduisait elle-même et tous deux retournaient à Montjouvain. Quant à nous, comme c′était le lendemain dimanche et qu′on ne se lèverait que pour la grand′messe, s′il faisait clair de lune et que l′air fût chaud, au lieu de nous faire rentrer directement, mon père, par amour de la gloire, nous faisait faire par le calvaire une longue promenade, que le peu d′aptitude de ma mère à s′orienter et à se reconnaître dans son chemin, lui faisait considérer comme la prouesse d′un génie stratégique. Parfois nous allions jusqu′au viaduc, dont les enjambées de pierre commençaient à la gare et me représentaient l′exil et la détresse hors du monde civilisé parce que chaque année en venant de Paris, on nous recommandait de faire bien attention, quand ce serait Combray, de ne pas laisser passer la station, d′être prêts d′avance car le train repartait au bout de deux minutes et s′engageait sur le viaduc au delà des pays chrétiens dont Combray marquait pour moi l′extrême limite. Nous revenions par le boulevard de la gare, où étaient les plus agréables villas de la commune. Dans chaque jardin le clair de lune, comme Hubert Robert, semait ses degrés rompus de marbre blanc, ses jets d′eau, ses grilles entr′ouvertes. Sa lumière avait détruit le bureau du télégraphe. Il n′en subsistait plus qu′une colonne à demi brisée, mais qui gardait la beauté d′une ruine immortelle. Je traînais la jambe, je tombais de sommeil, l′odeur des tilleuls qui embaumait m′apparaissait comme une récompense qu′on ne pouvait obtenir qu′au prix des plus grandes fatigues et qui n′en valait pas la peine. De grilles fort éloignées les unes des autres, des chiens réveillés par nos pas solitaires faisaient alterner des aboiements comme il m′arrive encore quelquefois d′en entendre le soir, et entre lesquels dut venir (quand sur son emplacement on créa le jardin public de Combray) se réfugier le boulevard de la gare, car, où que je me trouve, dès qu′ils commencent à retentir et à se répondre, je l′aperçois, avec ses tilleuls et son trottoir éclairé par la lune.
Al salir de la iglesia hablábamos un momento con el señor Vinteuil delante del pórtico. Mediaba entre los chiquillos que se estaban peleando en la placa, defendía a los pequeños y sermoneaba a los mayores. Si su hija nos decía con su vozarrón que se alegraba mucho de vemos, en seguida parecía que en su misma persona otra hermana más sensible se ruborizaba por estas palabras de muchacho irreflexivo, que quizá podrían hacernos creer que quería que la invitáramos a casa. Su padre le echaba una capa por los hombros, y ambos montaban en un cochecito que guiaba la chica, y se volvían a Montjouvain. A nosotros, como al día siguiente era domingo y nos levantaríamos tarde para la hora de misa mayor, cuando había luna y el tiempo estaba templado, en vez de volver derecho a casa, mi padre, enamorado de la gloria, nos llevaba a dar un paseo por el Calvario, paseo que, por la escasa aptitud de mi madre para orientarse y saber por dónde iba, consideraba papá como hazaña de su genio estratégico. Llegábamos a veces hasta el viaducto, cuyas zancadas de piedra empezaban en la estación y representaban para mí el destierro y la desolación que reinaban más allá del mundo civilizado, porque todos los años, al venir de París, nos recomendaban estuviéramos alerta al aproximamos a Combray, y que no dejáramos pasar la estación, preparándonos bien porque el tren no paraba más que dos minutos y se marchaba en seguida por el viaducto, saliéndose de las tierras de cristianos, cuyo extremo límite marcaba para mí Combray. Volvíamos por el paseo de la estación, donde estaban los hoteles más bonitos del lugar. La luna iba sembrando en los jardines, como Hubert Robert, un pedazo de marmórea escalinata, un surtidor y una verja entreabierta. Su luz había destruido la oflcina de Telégrafos. No quedaba más que una columna tronchada, pero bella como una ruina inmortal. Yo iba a rastras, me caía de sueño, y el olor de los tilos que embalsamaba el aire se me aparecía como una recompensa que sólo se logra a costa de grandes fatigas, y que no vale la pena lo que cuesta. De cuando en cuando, detrás de las verjas, perros que despertábamos con nuestros pasos solitarios daban altemos ladridos, de esos que todavía oigo algunas veces; y en el seno de esos ladridos debió de ir a refugiarse el paseo de la estación (cuando se construyó en su emplazamiento el parque público de Combray), porque dondequiera que me encuentre, en cuanto empiezan a oírse, lo veo, con sus tilos y sus aceras iluminadas por la luna.
Tout d′un coup mon père nous arrêtait et demandait à ma mère: «Où sommes-nous?» Epuisée par la marche, mais fière de lui, elle lui avouait tendrement qu′elle n′en savait absolument rien. Il haussait les épaules et riait. Alors, comme s′il l′avait sortie de la poche de son veston avec sa clef, il nous montrait debout devant nous la petite porte de derrière de notre jardin qui était venue avec le coin de la rue du Saint-Esprit nous attendre au bout de ces chemins inconnus. Ma mère lui disait avec admiration: «Tu es extraordinaire!» Et à partir de cet instant, je n′avais plus un seul pas à faire, le sol marchait pour moi dans ce jardin où depuis si longtemps mes actes avaient cessé d′être accompagnés d′attention volontaire: l′Habitude venait de me prendre dans ses bras et me portait jusqu′à mon lit comme un petit enfant.
De pronto, mi padre nos paraba y preguntaba a mamá: -¿Dónde estamos?.. Rendida por el paseo, pero orguUosa de su esposo, mi madre reconocía cariñosamente que lo ignoraba en absoluto. Entonces él se encogía de hombros, riéndose. Y como si se la extrajera del bolsillo de la americana al sacar la llave, nos mostraba, allí, en pie y delante de nosotros, la puertecita trasera de nuestro jardín, que había venido, con la esquina de la calle del Espíritu Santo, a esperarnos al cabo de los caminos desconocidos. Mi madre, admirada, le decía: .Eres el demonio.. Y desde aquel instante ya no necesitaba yo andar, el suelo andaba por mí en aquel jardín donde hacía tanto tiempo que la atención voluntaria había dejado de acompañar a mis actos: la Costumbre acababa de cogerme en brazos y me llevaba a la cama como a un niño pequeño.
Si la journée du samedi, qui commençait une heure plus tôt, et où elle était privée de Françoise, passait plus lentement qu′une autre pour ma tante, elle en attendait pourtant le retour avec impatience depuis le commencement de la semaine, comme contenant toute la nouveauté et la distraction que fût encore capable de supporter son corps affaibli et maniaque. Et ce n′est pas cependant qu′elle n′aspirât parfois à quelque plus grand changement, qu′elle n′eût de ces heures d′exception où l′on a soif de quelque chose d′autre que ce qui est, et où ceux que le manque d′énergie ou d′imagination empêche de tirer d′eux-mêmes un principe de rénovation, demandent à la minute qui vient, au facteur qui sonne, de leur apporter du nouveau, fût-ce du pire, une émotion, une douleur; où la sensibilité, que le bonheur a fait taire comme une harpe oisive, veut résonner sous une main, même brutale, et dût-elle en être brisée; où la volonté, qui a si difficilement conquis le droit d′être livrée sans obstacle à ses désirs, à ses peines, voudrait jeter les rênes entre les mains d′événements impérieux, fussent-ils cruels.
Aunque el sábado, que empezaba una hora antes, y en que no tenía a Francisca, transcurría más despacio que otro día cualquiera para mi tía, sin embargo, esperaba su retorno semanal impacientemente desde que comenzaba la semana, porque en el sábado se contenía toda la novedad y la distracción que su debilitada y maníaca naturaleza eran aún capaces de soportar. Y no es que a veces no aspirara a un gran cambio, que su vida careciera de esas horas excepcionales en que sentimos sed de algo distinto de lo existente, cuando las personas, que por falta de energía o imaginación no saben sacar de sí mismas un principio de renovación, piden al minuto que llega, al cartero que está llamando, que les traigan algo nuevo, aunque sea malo, un dolor, una emoción; cuando la sensibilidad, que la dicha hizo callar como arpa ociosa, quiere una mano que la haga resonar, aunque sea brutal, aunque la rompa; cuando la voluntad, que tan difícilmente conquistó el derecho de entregarse libremente a sus deseos y a sus penas, desea echar las riendas en manos de ocurrencias imperiosas, por crueles que sean.
Sans doute, comme les forces de ma tante, taries à la moindre fatigue, ne lui revenaient que goutte à goutte au sein de son repos, le réservoir était très long à remplir, et il se passait des mois avant qu′elle eût ce léger trop-plein que d′autres dérivent dans l′activité et dont elle était incapable de savoir et de décider comment user. Je ne doute pas qu′alors—comme le désir de la remplacer par des pommes de terre béchamel finissait au bout de quelque temps par naître du plaisir même que lui causait le retour quotidien de la purée dont elle ne se «fatiguait» pas,—elle ne tirât de l′accumulation de ces jours monotones auxquels elle tenait tant, l′attente d′un cataclysme domestique limité à la durée d′un moment mais qui la forcerait d′accomplir une fois pour toutes un de ces changements dont elle reconnaissait qu′ils lui seraient salutaires et auxquels elle ne pouvait d′elle-même se décider. Elle nous aimait véritablement, elle aurait eu plaisir à nous pleurer; survenant à un moment où elle se sentait bien et n′était pas en sueur, la nouvelle que la maison était la proie d′un incendie où nous avions déjà tous péri et qui n′allait plus bientôt laisser subsister une seule pierre des murs, mais auquel elle aurait eu tout le temps d′échapper sans se presser, à condition de se lever tout de suite, a dû souvent hanter ses espérances comme unissant aux avantages secondaires de lui faire savourer dans un long regret toute sa tendresse pour nous, et d′être la stupéfaction du village en conduisant notre deuil, courageuse et accablée, moribonde debout, celui bien plus précieux de la forcer au bon moment, sans temps à perdre, sans possibilité d′hésitation énervante, à aller passer l′été dans sa jolie ferme de Mirougrain, où il y avait une chute d′eau. Comme n′était jamais survenu aucun événement de ce genre, dont elle méditait certainement la réussite quand elle était seule absorbée dans ses innombrables jeux de patience (et qui l′eût désespérée au premier commencement de réalisation, au premier de ces petits faits imprévus, de cette parole annonçant une mauvaise nouvelle et dont on ne peut plus jamais oublier l′accent, de tout ce qui porte l′empreinte de la mort réelle, bien différente de sa possibilité logique et abstraite), elle se rabattait pour rendre de temps en temps sa vie plus intéressante, à y introduire des péripéties imaginaires qu′elle suivait avec passion. Elle se plaisait à supposer tout d′un coup que Françoise la volait, qu′elle recourait à la ruse pour s′en assurer, la prenait sur le fait; habituée, quand elle faisait seule des parties de cartes, à jouer à la fois son jeu et le jeu de son adversaire, elle se prononçait à elle-même les excuses embarrassées de Françoise et y répondait avec tant de feu et d′indignation que l′un de nous, entrant à ces moments-là, la trouvait en nage, les yeux étincelants, ses faux cheveux déplacés laissant voir son front chauve. Françoise entendit peut-être parfois dans la chambre voisine de mordants sarcasmes qui s′adressaient à elle et dont l′invention n′eût pas soulagé suffisamment ma tante, s′ils étaient restés à l′état purement immatériel, et si en les murmurant à mi-voix elle ne leur eût donné plus de réalité. Quelquefois, ce «spectacle dans un lit» ne suffisait même pas à ma tante, elle voulait faire jouer ses pièces. Alors, un dimanche, toutes portes mystérieusement fermées, elle confiait à Eulalie ses doutes sur la probité de Françoise, son intention de se défaire d′elle, et une autre fois, à Françoise ses soupçons de l′infidélité d′Eulalie, à qui la porte serait bientôt fermée; quelques jours après elle était dégoûtée de sa confidente de la veille et racoquinée avec le traître, lesquels d′ailleurs, pour la prochaine représentation, échangeraient leurs emplois. Mais les soupçons que pouvait parfois lui inspirer Eulalie, n′étaient qu′un feu de paille et tombaient vite, faute d′aliment, Eulalie n′habitant pas la maison.
Indudablemente, como las fuerzas de mi tía se extinguían al menor esfuerzo, sólo gota a gota volvían al seno de su reposo, el depósito tardaba mucho en llenarse, y pasaban meses antes de que ella tuviera ese pequeño colmo que otros seres derivan hacia la acción y que ella no sabía cómo decidirse a usar. No me cabe duda de que entonces, así como del placer mismo que le causaba el retomo diario del puré, siempre de su gusto, nacía al cabo de algún tiempo el deseo de substituirle por patatas bechamel, sacaba de la acumulación de tantos días monótonos, a que tan apegada era, la esperanza de un cataclismo doméstico, limitado a la duración de un instante, pero que la obligaría, de una vez para siempre, a uno de esos cambios que le serían saludables; ella lo reconocía, pero por sí sola no podía decidirse a emprender. Nos quería de verdad, y le hubiera gustado llorarnos; y de llegar en una ocasión en que se encontrara ella bien y sin sudar, la noticia de que la casa estaba ardiendo, de que ya habíamos perecido todos y de que pronto no quedaría ni una piedra en pie, aunque ella podría salvarse sin prisa, con tal de que se levantara inmediatamente, debió alimentar muchas veces sus esperanzas, porque reunía a las ventajas secundarias de hacerle saborear en un sentimiento único todo su cariño a nosotros, y de causar el pasmo del pueblo, presidiendo el duelo, abrumada y valerosa, moribunda, pero en pie, la más preciosa ventaja de obligarla en el momento oportuno, y sin perder tiempo, y sin posibilidad de dudas molestas, a irse a pasar el verano a su hermosa hacienda de Mirougrain, que tenía una cascada y todo. Como nunca ocurrió ningún caso de éstos, cuyo perfecto éxito meditaba, sin duda, cuando estaba sola, absorta en uno de sus innumerables solitarios (y que la hubiera desesperado al primer comienzo de realización, al primero de esos detalles imprevistos, de esa palabra que anuncia una mala noticia, y cuyo tono no se olvida jamás, de todo lo que lleva la huella de la muerte verdadera, muy distinta de su posibilidad lógica y abstracta), se resarcía, para dar de cuando en cuando mayor interés a su vida, introduciendo en ella peripecias imaginarias a cuyo desarrollo atendía apasionadamente. Gozábase en suponer de pronto que Francisca le robaba, que ella recurría a la astucia para averiguarlo, y que la cogía con las manos en la masa; acostumbrada, cuando jugaba ella sola a las cartas, a jugar con su juego y el riel adversario, se pronunciaba a sí misma las excusas tímidas de Francisca, y contestaba a ellas con tal fuego e indignación, que si uno de nosotros entraba en ese momento, la encontraba bañada en sudor, con los ojos echando chispas y los postizos caídos, dejando al descubierto su calva frente. Francisca quizá oyera alguna vez, desde la habitación de al lado, corrosivos sarcasmos a ella dirigidos, y cuya invención no hubiera servido da bastante alivio a mi tía, de haber quedado en estado puramente inmaterial, y si no les hubiera dado realidad murmurándolos a media voz. A veces, ese .espectáculo desde la cama, no parecía bastante a mi tía, y quería ver representadas sus comedias. Entonces, un domingo después de cerrar misteriosamente las puertas, confiaba a Eulalia su dudas respecto a la probidad de Francisca, y su intención de despedirla, y otras veces era a Francisca a quien participaba sus sospechas de la deslealtad de Eulalia, a quien muy pronto cerraría la puerta; y al cabo de unos días ya estaba cansada de su confidenta de ayer, se arreglaba con la otra, y los papeles se cambiaban para la próxima representación. Pero las sospechas que Eulalia le inspiraba a veces eran fuego de virutas, pronto extinguido sin tener en qué alimentarse, porque Eulalia no vivía en la casa.
Il n′en était pas de même de ceux qui concernaient Françoise, que ma tante sentait perpétuellement sous le même toit qu′elle, sans que, par crainte de prendre froid si elle sortait de son lit, elle osât descendre à la cuisine se rendre compte s′ils étaient fondés. Peu à peu son esprit n′eut plus d′autre occupation que de chercher à deviner ce qu′à chaque moment pouvait faire, et chercher à lui cacher, Françoise. Elle remarquait les plus furtifs mouvements de physionomie de celle-ci, une contradiction dans ses paroles, un désir qu′elle semblait dissimuler. Et elle lui montrait qu′elle l′avait démasquée, d′un seul mot qui faisait pâlir Françoise et que ma tante semblait trouver, à enfoncer au cœur de la malheureuse, un divertissement cruel. Et le dimanche suivant, une révélation d′Eulalie,—comme ces découvertes qui ouvrent tout d′un coup un champ insoupçonné à une science naissante et qui se traînait dans l′ornière,—prouvait à ma tante qu′elle était dans ses suppositions bien au-dessous de la vérité. «Mais Françoise doit le savoir maintenant que vous y avez donné une voiture».
Pero no ocurría lo mismo con las despertadas por Francisca, a quien sentía mi tía vivir constantemente bajo el mismo techo, sin atreverse, por miedo a coger frío si salía de la cama, a bajar a la cocina y enterarse de si eran o no sospechas fundadas. Poco a poco llegó a no tener otra ocupación mental que adivinar lo que podía estar haciendo Francisca en cada momento, y si quería ocultárselo. Se fijaba en los más furtivos gestos de Francisca, en cualquier contradicción entre sus dichos, en un deseo que al parecer quería disimular. Y hacíale ver que la había desenmascarado con una sola palabra, que hacía palidecer a Francisca, y que mi tía hundía en el corazón de la desdichada, aparentemente, con cruel regocijo, y al otro domingo una revelación de Eulalia como esos descubrimientos que de repente abren un campo insospechado a una ciencia que nace y que hasta entonces arrastraba una vida lánguida, probaba a mi tía que sus sospechas aun estaban muy por bajo de la realidad. .Francisca es la que lo debe saber ahora que le da usted coche.. .
—«Que je lui ai donné une voiture!» s′écriait ma tante.— «Ah! mais je ne sais pas, moi, je croyais, je l′avais vue qui passait maintenant en calèche, fière comme Artaban, pour aller au marché de Roussainville. J′avais cru que c′était Mme Octave qui lui avait donné.» Peu à peu Françoise et ma tante, comme la bête et le chasseur, ne cessaient plus de tâcher de prévenir les ruses l′une de l′autre.
¡Qué yo le doy coche!., exclamaba mi tía. .¡Ah!, yo no sé, creía que... La he visto pasar en carruaje, con más orgullo que Artabán, camino del mercado de Roussainville. Y creí que era la señora la que poco a poco Francisca y mi tía, como el cazador y la pieza, no hacían más que ponerse en guardia contra sus recíprocas argucias.
Ma mère craignait qu′il ne se développât chez Françoise une véritable haine pour ma tante qui l′offensait le plus durement qu′elle le pouvait. En tous cas Françoise attachait de plus en plus aux moindres paroles, aux moindres gestes de ma tante une attention extraordinaire. Quand elle avait quelque chose à lui demander, elle hésitait longtemps sur la manière dont elle devait s′y prendre. Et quand elle avait proféré sa requête, elle observait ma tante à la dérobée, tâchant de deviner dans l′aspect de sa figure ce que celle-ci avait pensé et déciderait. Et ainsi—tandis que quelque artiste lisant les Mémoires du XVIIe siècle, et désirant de se rapprocher du grand Roi, croit marcher dans cette voie en se fabriquant une généalogie qui le fait descendre d′une famille historique ou en entretenant une correspondance avec un des souverains actuels de l′Europe, tourne précisément le dos à ce qu′il a le tort de chercher sous des formes identiques et par conséquent mortes,—une vieille dame de province qui ne faisait qu′obéir sincèrement à d′irrésistibles manies et à une méchanceté née de l′oisiveté, voyait sans avoir jamais pensé à Louis XIV les occupations les plus insignifiantes de sa journée, concernant son lever, son déjeuner, son repos, prendre par leur singularité despotique un peu de l′intérêt de ce que Saint-Simon appelait la «mécanique» de la vie à Versailles, et pouvait croire aussi que ses silences, une nuance de bonne humeur ou de hauteur dans sa physionomie, étaient de la part de Françoise l′objet d′un commentaire aussi passionné, aussi craintif que l′étaient le silence, la bonne humeur, la hauteur du Roi quand un courtisan, ou même les plus grands seigneurs, lui avaient remis une supplique, au détour d′une allée, à Versailles.
Mi madre tenía miedo de que Francisca llegara a tomar verdadero odio a mi tía, que la ofendía con la mayor dureza posible. El caso era que Francisca se fijaba cada día con mayor atención en los menores ademanes y más insignificantes de palabras mi tía. Cuando tema que preguntarle algo, vacilaba mucho, pensando en el modo como lo haría. Y cuando ya había proferido su demanda, observaba a mi tía a hurtadillas, para adivinar por el aspecto de su rostro lo que pensaba y lo que decidiría. Y así, mientras un artista que lee memorias del siglo XVII y quiere acercarse al Rey Sol cree tomar el buen camino, forjándose una genealogía que le haga descendiente de una familia histórica, o manteniendo correspondencia con un soberano europeo de su tiempo, y al hacerlo vuelve la espalda precisamente a aquello que erróneamente busca bajo formas idénticas, y por consiguiente sin vida, una vieja señora provinciana, que no era más que la fiel servidora de irresistibles manías, y de una malevolencia hija de la ociosidad, veía, sin hacer pensado nunca en Luis XIV, que las ocupaciones más insignificantes de su jornada, relativas al momento de levantarse, a su almuerzo, a sus horas de descanso, cobraban por su despótica singularidad una parte del interés de aquello que Saint-Simon llamaba la .mecánica de la vida en Versalles, y podía imaginarse ella también que su silencio, una nube de buen humor, o de altanería en su rostro, eran comentados por parte de Francisca con la misma pasión y temor que el silencio, el buen humor o la altanería del Rey cuando un cortesano, o hasta un gran señor, le habían entregado un memorial en un rincón de una alameda de Versalles.
Un dimanche, où ma tante avait eu la visite simultanée du curé et d′Eulalie, et s′était ensuite reposée, nous étions tous montés lui dire bonsoir, et maman lui adressait ses condoléances sur la mauvaise chance qui amenait toujours ses visiteurs à la même heure:
Un domingo que mi tía tuvo la visita del cura y de Eulalia al mismo tiempo, y se echó luego a descansar, subimos todos a despedimos, y mamá le dijo cuánto lamentaba aquella mala suerte que reunía a todas sus visitas a la misma hora.
—«Je sais que les choses se sont encore mal arrangées tantôt, Léonie, lui dit-elle avec douceur, vous avez eu tout votre monde à la fois.»
-Ya sé que las cosas no se han arreglado muy bien esta tarde, Leoncia .le decía cariñosamente.. Todo el mundo ha venido al mismo tiempo.
Ce que ma grand′tante interrompit par: «Abondance de biens...» car depuis que sa fille était malade elle croyait devoir la remonter en lui présentant toujours tout par le bon côté. Mais mon père prenant la parole:
A eso interrumpía la tía mayor con un .por mucho trigo...., porque desde que su hija estaba mala creía deber suyo animarla presentándole siempre las cosas por el lado bueno. Pero mi padre tomaba la palabra:
—«Je veux profiter, dit-il, de ce que toute la famille est réunie pour vous faire un récit sans avoir besoin de le recommencer à chacun. J′ai peur que nous ne soyons fâchés avec Legrandin: il m′a à peine dit bonjour ce matin.»
-Ya que toda la familia está reunida, voy a aprovecharme para contaros una cosa, sin tener que repetírsela a cada cual. Me temo que Legrandin esté enfadado con nosotros; apenas si me saludó esta mañana.
Je ne restai pas pour entendre le récit de mon père, car j′étais justement avec lui après la messe quand nous avions rencontré M. Legrandin, et je descendis à la cuisine demander le menu du dîner qui tous les jours me distrayait comme les nouvelles qu′on lit dans un journal et m′excitait à la façon d′un programme de fête. Comme M. Legrandin avait passé près de nous en sortant de l′église, marchant à côté d′une châtelaine du voisinage que nous ne connaissions que de vue, mon père avait fait un salut à la fois amical et réservé, sans que nous nous arrêtions; M. Legrandin avait à peine répondu, d′un air étonné, comme s′il ne nous reconnaissait pas, et avec cette perspective du regard particulière aux personnes qui ne veulent pas être aimables et qui, du fond subitement prolongé de leurs yeux, ont l′air de vous apercevoir comme au bout d′une route interminable et à une si grande distance qu′elles se contentent de vous adresser un signe de tête minuscule pour le proportionner à vos dimensions de marionnette.
Yo no me quedé a oír a mi padre, porque precisamente estaba con él aquella mañana cuando se encontró con Legrandin, y bajé a la cocina a enterarme de lo que teníamos de cena, cosa que me distraía todos los días como las noticias del periódico, y me excitaba como un programa de fiestas. Al pasar el señor Legrandin junto a nosotros, saliendo de misa, y al lado de una dama propietaria de un castillo de allí cerca, y a quien sólo conocíamos de vista, mi padre lo saludó reservada y amistosamente a la vez, sin pararse; Legrandin apenas si contestó, un poco extrañado, como si no nos conociera, y con esa perspectiva de la mirada propia de las personas que no quieren ser amables, y que desde allá, desde el fondo súbitamente prolongado de sus ojos, parece que lo ven a uno al final de un camino interminable, y a tanta distancia, que se contentan con hacemos un minúsculo saludo con la cabeza para que guarde proporción con nuestra dimensión de marioneta.
Or, la dame qu′accompagnait Legrandin était une personne vertueuse et considérée; il ne pouvait être question qu′il fût en bonne fortune et gêné d′être surpris, et mon père se demandait comment il avait pu mécontenter Legrandin.
Como la dama que Legrandin acompañaba era persona virtuosa y bien considerada, no podía pensarse que Legrandin disfrutara de sus favores y que le molestara que los vieran juntos; así que mi padre se preguntaba qué había hecho él para incomodar a Legrandin.
«Je regretterais d′autant plus de le savoir fâché, dit mon père, qu′au milieu de tous ces gens endimanchés il a, avec son petit veston droit, sa cravate molle, quelque chose de si peu apprêté, de si vraiment simple, et un air presque ingénu qui est tout à fait sympathique.»
Sentiría mucho saber que está enfadado dijo mi padre., porque resalta junto a toda esa gente endomingada, con su americana recta, su corbata floja, tan desafectado, con esa sencillez tan de verdad y tan ingenua que se hace muy simpática.
Mais le conseil de famille fut unanimement d′avis que mon père s′était fait une idée, ou que Legrandin, à ce moment-là, était absorbé par quelque pensée. D′ailleurs la crainte de mon père fut dissipée dès le lendemain soir. Comme nous revenions d′une grande promenade, nous aperçûmes près du Pont-Vieux Legrandin, qui à cause des fêtes, restait plusieurs jours à Combray. Il vint à nous la main tendue: «Connaissez-vous, monsieur le liseur, me demanda-t-il, ce vers de Paul Desjardins:
Pero el consejo de familia opinó unánimemente que lo del enfado era una figuración de mi padre, y que Legrandin debía de ir en aquel momento pensando en alguna cosa y distraído. Por lo demás, el temor de mi padre se disipó al día siguiente por la tarde. Volvíamos de dar un gran paseo cuando vimos junto al Puente Viejo a Legrandin, que con motivo de las fiestas pasaba unos días en Combray. Vino hacia nosotros tendiéndonos la mano: .Señor lector, me preguntó, ¿conoce usted este verso de Paul Desjardins?:
Les bois sont déjà noirs, le ciel est encor bleu.
Ya está el bosque sombrío, pero azul sigue el cielo.
N′est-ce pas la fine notation de cette heure-ci? Vous n′avez peut-être jamais lu Paul Desjardins. Lisez-le, mon enfant; aujourd′hui il se mue, me dit-on, en frère prêcheur, mais ce fut longtemps un aquarelliste limpide...
-¿No es verdad que el verso da muy bien la nota de esta hora? Puede que no haya usted leído nunca a Paul Desjardins. Léalo, hijo mío; hoy se está cambiando en sermoneador, pero ha sido por mucho tiempo un límpido acuarelista...
Les bois sont déjà noirs, le ciel est encor bleu.
Ya está el bosque sombrío, fiero azul sigue el cielo...
Que le ciel reste toujours bleu pour vous, mon jeune ami; et même à l′heure, qui vient pour moi maintenant, où les bois sont déjà noirs, où la nuit tombe vite, vous vous consolerez comme je fais en regardant du côté du ciel.» Il sortit de sa poche une cigarette, resta longtemps les yeux à l′horizon, «Adieu, les camarades», nous dit-il tout à coup, et il nous quitta.
-¡Ojalá siga el cielo siempre azul para usted!, amiguito mío; hasta en esa hora que para mí ya va llegando, cuando el bosque está sombrío y cae la noche, se consolará usted mirando al cielo... Sacó un cigarrillo y se estuvo un rato con la vista puesta en el horizonte. -¡Bueno, adiós, amigos!., dijo de pronto, y se marchó.
A cette heure où je descendais apprendre le menu, le dîner était déjà commencé, et Françoise, commandant aux forces de la nature devenues ses aides, comme dans les féeries où les géants se font engager comme cuisiniers, frappait la houille, donnait à la vapeur des pommes de terre à étuver et faisait finir à point par le feu les chefs-d′œuvre culinaires d′abord préparés dans des récipients de céramiste qui allaient des grandes cuves, marmites, chaudrons et poissonnières, aux terrines pour le gibier, moules à pâtisserie, et petits pots de crème en passant par une collection complète de casserole de toutes dimensions. Je m′arrêtais à voir sur la table, où la fille de cuisine venait de les écosser, les petits pois alignés et nombrés comme des billes vertes dans un jeu; mais mon ravissement était devant les asperges, trempées d′outremer et de rose et dont l′épi, finement pignoché de mauve et d′azur, se dégrade insensiblement jusqu′au pied,—encore souillé pourtant du sol de leur plant,—par des irisations qui ne sont pas de la terre. Il me semblait que ces nuances célestes trahissaient les délicieuses créatures qui s′étaient amusées à se métamorphoser en légumes et qui, à travers le déguisement de leur chair comestible et ferme, laissaient apercevoir en ces couleurs naissantes d′aurore, en ces ébauches d′arc-en-ciel, en cette extinction de soirs bleus, cette essence précieuse que je reconnaissais encore quand, toute la nuit qui suivait un dîner où j′en avais mangé, elles jouaient, dans leurs farces poétiques et grossières comme une féerie de Shakespeare, à changer mon pot de chambre en un vase de parfum.
A la hora en que yo bajaba a la cocina a enterarme, la cena ya estaba empezada, y Francisca señoreaba las fuerzas de la naturaleza convertidas en auxiliares suyas, como en esas comedias de magia donde los gigantes hacen de cocineros; meneaba el carbón, entregaba al vapor unas patatas para estofadas, y daba punto, valiéndose del fuego, a maravillas culinarias, preparadas previamente en recipientes de ceramista desde las tinas, las marmitas, el caldero, las besugueras, a las oUitas para la caza, los moldes de repostería y los tarritos para natillas: pasando por una colección completa de cacerolas de todas dimensiones. Me paraba a mirar encima de la mesa, donde acababa de mondarlos la moza, los guisantes alineados y contados, como verdes bolitas de un juego; pero mi pasmo era ante los espárragos empapados de azul ultramar y de rosa, y cuyo tallo, mordisqueado de azul malva, iba rebajándose insensiblemente hasta la base .sucia aún por el suelo de su planta., con irisaciones de belleza supraterrena. Parecía que aquellos matices celestes delataban a las deliciosas criaturas que se entretuvieron en metamorfosearse en verduras, y que, a través del disfraz de su firme carne comestible, transparentaban con sus colores de aurora naciente sus intentos de arco iris y su languidez de noches azules, una esencia preciosa, perceptible para mí aun cuando, durante toda la noche que seguía a una comida donde hubo espárragos, se divertían en sus farsas poéticas y groseras, como fantasía shakespeariana, en trocar mi vaso de noche en copa de perfume.
La pauvre Charité de Giotto, comme l′appelait Swann, chargée par Françoise de les «plumer», les avait près d′elle dans une corbeille, son air était douloureux, comme si elle ressentait tous les malheurs de la terre; et les légères couronnes d′azur qui ceignaient les asperges au-dessus de leurs tuniques de rose étaient finement dessinées, étoile par étoile, comme le sont dans la fresque les fleurs bandées autour du front ou piquées dans la corbeille de la Vertu de Padoue. Et cependant, Françoise tournait à la broche un de ces poulets, comme elle seule savait en rôtir, qui avaient porté loin dans Combray l′odeur de ses mérites, et qui, pendant qu′elle nous les servait à table, faisaient prédominer la douceur dans ma conception spéciale de son caractère, l′arôme de cette chair qu′elle savait rendre si onctueuse et si tendre n′étant pour moi que le propre parfum d′une de ses vertus.
La pobre Caridad de Giotto, como Swann la llamaba, encargada por Francisca de .recortarlos., los tenía al lado en una cesta, con cara de pena, como si estuviera sintiendo todo el dolor de la madre tierra; y las leves coronas azules que ceñían a los espárragos por cima de sus túnicas rosas, se dibujaban tan finamente, estrella por estrella, como se dibuja en el fresco de Padua las flores ceñidas en la frente de la Virtud o prendidas en su canastilla. Y entre tanto, Francisca daba vueltas en el asador a uno de aquellos pollos, asados como ella sola sabía hacerlo, que difundieron por todo Combray el olor de sus méritos, y que cuando no los servía a la mesa hacían triunfar la bondad en mi concepción especial de su carácter, porque el aroma de esa carne que ella convertía en tan tierna y untuosa, era para mí el perfume mismo de una de sus virtudes.
Mais le jour où, pendant que mon père consultait le conseil de famille sur la rencontre de Legrandin, je descendis à la cuisine, était un de ceux où la Charité de Giotto, très malade de son accouchement récent, ne pouvait se lever; Françoise, n′étant plus aidée, était en retard. Quand je fus en bas, elle était en train, dans l′arrière-cuisine qui donnait sur la basse-cour, de tuer un poulet qui, par sa résistance désespérée et bien naturelle, mais accompagnée par Françoise hors d′elle, tandis qu′elle cherchait à lui fendre le cou sous l′oreille, des cris de «sale bête! sale bête!», mettait la sainte douceur et l′onction de notre servante un peu moins en lumière qu′il n′eût fait, au dîner du lendemain, par sa peau brodée d′or comme une chasuble et son jus précieux égoutté d′un ciboire. Quand il fut mort, Françoise recueillit le sang qui coulait sans noyer sa rancune, eut encore un sursaut de colère, et regardant le cadavre de son ennemi, dit une dernière fois: «Sale bête!»
Pero el día que bajé a la cocina mientras mi padre consultaba al consejo de familia respecto a su encuentro con Legrandin, era uno de aquellos en que la Caridad de Giotto, bastante mal aún por su reciente parto, no podía levantarse; y Francisca, como no tenía ayuda, estaba retrasada en su trabajo. Cuando bajé la vi en la despensa, que daba al corral, matando un pollo, que con su resistencia desesperada y tan natural, acompañada por los gritos de Francisca, que, fuera de sí, al mismo tiempo que trataba de abrirle el cuello por debajo de la oreja, chillaba .¡Mal bicho, mal bicho!, ponía la santa dulzura y la unción de nuestra doméstica un poco menos en evidencia de lo que hubiera puesto el pobre animal en el almuerzo del día siguiente, con su pellejo bordado en oro como una casulla, y su grasa preciosa, que parecía ir goteando de un ropón. Cuando ya murió, Francisca recogió la sangre, que iba corriendo sin sofocar su rencor, y aun tuvo un acceso de cólera, y mirando el cadáver de su enemigo, dijo por última vez: .Mal bicho..
Je remontai tout tremblant; j′aurais voulu qu′on mît Françoise tout de suite à la porte. Mais qui m′eût fait des boules aussi chaudes, du café aussi parfumé, et même... ces poulets?... Et en réalité, ce lâche calcul, tout le monde avait eu à le faire comme moi. Car ma tante Léonie savait,—ce que j′ignorais encore,—que Françoise qui, pour sa fille, pour ses neveux, aurait donné sa vie sans une plainte, était pour d′autres êtres d′une dureté singulière. Malgré cela ma tante l′avait gardée, car si elle connaissait sa cruauté, elle appréciait son service. Je m′aperçus peu à peu que la douceur, la componction, les vertus de Françoise cachaient des tragédies d′arrière-cuisine, comme l′histoire découvre que les règnes des Rois et des Reines, qui sont représentés les mains jointes dans les vitraux des églises, furent marqués d′incidents sanglants. Je me rendis compte que, en dehors de ceux de sa parenté, les humains excitaient d′autant plus sa pitié par leurs malheurs, qu′ils vivaient plus éloignés d′elle. Les torrents de larmes qu′elle versait en lisant le journal sur les infortunes des inconnus se tarissaient vite si elle pouvait se représenter la personne qui en était l′objet d′une façon un peu précise. Une de ces nuits qui suivirent l′accouchement de la fille de cuisine, celle-ci fut prise d′atroces coliques; maman l′entendit se plaindre, se leva et réveilla Françoise qui, insensible, déclara que tous ces cris étaient une comédie, qu′elle voulait «faire la maîtresse». Le médecin, qui craignait ces crises, avait mis un signet, dans un livre de médecine que nous avions, à la page où elles sont décrites et où il nous avait dit de nous reporter pour trouver l′indication des premiers soins à donner. Ma mère envoya Françoise chercher le livre en lui recommandant de ne pas laisser tomber le signet. Au bout d′une heure, Françoise n′était pas revenue; ma mère indignée crut qu′elle s′était recouchée et me dit d′aller voir moi-même dans la bibliothèque. J′y trouvai Françoise qui, ayant voulu regarder ce que le signet marquait, lisait la description clinique de la crise et poussait des sanglots maintenant qu′il s′agissait d′une malade-type qu′elle ne connaissait pas. A chaque symptôme douloureux mentionné par l′auteur du traité, elle s′écriait: «Hé là! Sainte Vierge, est-il possible que le bon Dieu veuille faire souffrir ainsi une malheureuse créature humaine? Hé! la pauvre!»
Volví a subir, todo trémulo; mi deseo hubiera sido que echaran en seguida a Francisca. Pero entonces, ¿quién me haría unas albóndigas tan calentitas, un café tan perfumado... y aquellos pollos...? Y en realidad, ese cobarde cálculo lo hemos hecho todos, como lo hice yo entonces. Porque mi tía Leoncia sabía .cosa que ignoraba yo. que Francisca, que habría dado su vida sin una queja por su hija o por sus sobrinos, era para los demás seres extraordinariamente dura de corazón. A pesar de eso, mi tía la tenía en casa porque, aunque conocía su crueldad, estimaba mucho su buen servicio. Poco a poco fui advirtiendo que el cariño, la compunción y las virtudes de Francisca ocultaban tragedias de cocina, lo mismo que descubre la Historia que los reinados de esos reyes y reinas representados orando en las vidrieras de las iglesias se señalaron por sangrientos episodios. Me di cuenta de que, exceptuando a sus parientes, los humanos excitaban tanto más su compasión con sus infortunios cuanto más lejos estaban de ella. Los torrentes de lágrimas que lloraba al leer el periódico, sobre las desgracias de gente desconocida, se secaban prestamente si podía representarse a la víctima de manera un poco concreta. Una de las noches siguientes al parto de la moza, viose ésta aquejada por un fuerte cólico; mamá la oyó quejarse, se levantó y despertó a Francisca, que declaró, con gran insensibilidad, que todos aquellos gritos eran una comedia, y que quería .hacerse la señorita.. El médico, que ya temiera esos dolores, nos había puesto una señal en un libro de medicina que teníamos, en la página en que se describen esos dolores, y nos indicó que acudiéramos al libro para saber lo quo debía hacerse en los primeros momentos. Mi madre mandó a Francisca por el libro, recomendándole que no dejara caer el cordoncito que servía de señal. Pasó una hora, y Francisca sin volver; mi madre, indignada, creyó que había vuelto a acostarse, y me mandó a mí a la biblioteca. Allí estaba Francisca, que quiso mirar lo que indicaba la señal, y al leer la descripción clínica de los dolores, sollozaba, ahora que se trataba de un enfermo-tipo, desconocido para ella. A cada síntoma doloroso citado por el autor del libro, exclamaba: -Por Dios, Virgen Santa, es posible que Dios quiera hacer sufrir tanto a una desgraciada criatura? ¡Pobrecilla, pobrecilla!..
Mais dès que je l′eus appelée et qu′elle fut revenue près du lit de la Charité de Giotto, ses larmes cessèrent aussitôt de couler; elle ne put reconnaître ni cette agréable sensation de pitié et d′attendrissement qu′elle connaissait bien et que la lecture des journaux lui avait souvent donnée, ni aucun plaisir de même famille, dans l′ennui et dans l′irritation de s′être levée au milieu de la nuit pour la fille de cuisine; et à la vue des mêmes souffrances dont la description l′avait fait pleurer, elle n′eut plus que des ronchonnements de mauvaise humeur, même d′affreux sarcasmes, disant, quand elle crut que nous étions partis et ne pouvions plus l′entendre: «Elle n′avait qu′à ne pas faire ce qu′il faut pour ça! ça lui a fait plaisir! qu′elle ne fasse pas de manières maintenant. Faut-il tout de même qu′un garçon ait été abandonné du bon Dieu pour aller avec ça. Ah! c′est bien comme on disait dans le patois de ma pauvre mère:
Pero en cuanto la llamé y volvió junto a la cama de la Caridad de Giotto, sus lágrimas cesaron, ya no pudo sentir ni aquella agradable compasión y ternura que le era desconocida, y que muchas veces le proporcionaba la lectura de los periódicos, ni ningún placer de ese linaje, y molesta e irritada por haberse levantado a medianoche por la moza, al ver los sufrimientos mismos cuya descripción la hacía llorar, no se le ocurrieron más que gruñidos de mal humor, y hasta horribles sarcasmos, diciendo, cuando se creyó que nos habíamos ido y que ya no la oíamos: .No tenía más que haber hecho lo que se necesita para eso; y bien que le gustó; ahora que no se venga con mimos. También hace falta que un hombre esté dejado de la mano de Dios para cargar con eso. Ya lo decían en la lengua de mi pobre madre:
«Qui du cul d′un chien s′amourose Il lui paraît une rose.»
Del trasero de un perro se enamorica, y llega a parecerle cosa bonica. . .
Si, quand son petit-fils était un peu enrhumé du cerveau, elle partait la nuit, même malade, au lieu de se coucher, pour voir s′il n′avait besoin de rien, faisant quatre lieues à pied avant le jour afin d′être rentrée pour son travail, en revanche ce même amour des siens et son désir d′assurer la grandeur future de sa maison se traduisait dans sa politique à l′égard des autres domestiques par une maxime constante qui fut de n′en jamais laisser un seul s′implanter chez ma tante, qu′elle mettait d′ailleurs une sorte d′orgueil à ne laisser approcher par personne, préférant, quand elle-même était malade, se relever pour lui donner son eau de Vichy plutôt que de permettre l′accès de la chambre de sa maîtresse à la fille de cuisine. Et comme cet hyménoptère observé par Fabre, la guêpe fouisseuse, qui pour que ses petits après sa mort aient de la viande fraîche à manger, appelle l′anatomie au secours de sa cruauté et, ayant capturé des charançons et des araignées, leur perce avec un savoir et une adresse merveilleux le centre nerveux d′où dépend le mouvement des pattes, mais non les autres fonctions de la vie, de façon que l′insecte paralysé près duquel elle dépose ses œufs, fournisse aux larves, quand elles écloront un gibier docile, inoffensif, incapable de fuite ou de résistance, mais nullement faisandé, Françoise trouvait pour servir sa volonté permanente de rendre la maison intenable à tout domestique, des ruses si savantes et si impitoyables que, bien des années plus tard, nous apprîmes que si cet été-là nous avions mangé presque tous les jours des asperges, c′était parce que leur odeur donnait à la pauvre fille de cuisine chargée de les éplucher des crises d′asthme d′une telle violence qu′elle fut obligée de finir par s′en aller.
Cuando su nieto tenía un leve constipado de cabeza, por la noche, en vez de acostarse y aunque no estuviera bien, se marchaba a ver si necesitaba algo, y andaba cuatro leguas, para volver antes de amanecer a la hora de su faena; pero ese mismo amor a los suyos y el deseo de asegurar la futura grandeza de su casa se traducía, en su política con los otros criados, por una máxima constante, que consistió en no dejarlos introducirse en el cuarto de mi tía, al que no dejaba acercarse a nadie, muy orgullo sámente, llegando hasta levantarse cuando estaba mala, para dar el agua de Vichy a mi tía, antes que permitir a la moza el acceso al cuarto de su ama. Y como ese himenóptero observado por Fabre, la abeja excavadora, que para que sus pequeñuelos tengan carne fresca que comer después de su muerte, apela a la anatomía en socorro de su crueldad, y hiere a los gorgojos y arañas capturados, con gran saber y habilidad, en el centro nervioso que rige el movimiento de las patas, sin dañar otra función vital, de modo que el insecto paralizado, junto al cual pone sus huevos, ofrezca a las larvas que vengan carne dócil, inofensiva, incapaz de huir o resistirse, y completamente fresca, Francisca hallaba, para servir su permanente voluntad de hacer la casa imposible a todo criado, agudezas tan sabias e implacables, que muchos años más tarde nos enteramos de que si comimos aquel verano espárragos casi a diario, fue porque el olor de ellos ocasionaba a la pobre moza encargada de pelarlos ataques de asma tan fuertes, que tuvo que acabar por marcharse.
Hélas! nous devions définitivement changer d′opinion sur Legrandin. Un des dimanches qui suivit la rencontre sur le Pont-Vieux après laquelle mon père avait dû confesser son erreur, comme la messe finissait et qu′avec le soleil et le bruit du dehors quelque chose de si peu sacré entrait dans l′église que Mme Goupil, Mme Percepied (toutes les personnes qui tout à l′heure, à mon arrivée un peu en retard, étaient restées les yeux absorbés dans leur prière et que j′aurais même pu croire ne m′avoir pas vu entrer si, en même temps, leurs pieds n′avaient repoussé légèrement le petit banc qui m′empêchait de gagner ma chaise) commençaient à s′entretenir avec nous à haute voix de sujets tout temporels comme si nous étions déjà sur la place, nous vîmes sur le seuil brûlant du porche, dominant le tumulte bariolé du marché, Legrandin, que le mari de cette dame avec qui nous l′avions dernièrement rencontré, était en train de présenter à la femme d′un autre gros propriétaire terrien des environs. La figure de Legrandin exprimait une animation, un zèle extraordinaires; il fit un profond salut avec un renversement secondaire en arrière, qui ramena brusquement son dos au delà de la position de départ et qu′avait dû lui apprendre le mari de sa sœur, Mme de Cambremer. Ce redressement rapide fit refluer en une sorte d′onde fougueuse et musclée la croupe de Legrandin que je ne supposais pas si charnue; et je ne sais pourquoi cette ondulation de pure matière, ce flot tout charnel, sans expression de spiritualité et qu′un empressement plein de bassesse fouettait en tempête, éveillèrent tout d′un coup dans mon esprit la possibilité d′un Legrandin tout différent de celui que nous connaissions. Cette dame le pria de dire quelque chose à son cocher, et tandis qu′il allait jusqu′à la voiture, l′empreinte de joie timide et dévouée que la présentation avait marquée sur son visage y persistait encore. Ravi dans une sorte de rêve, il souriait, puis il revint vers la dame en se hâtant et, comme il marchait plus vite qu′il n′en avait l′habitude, ses deux épaules oscillaient de droite et de gauche ridiculement, et il avait l′air tant il s′y abandonnait entièrement en n′ayant plus souci du reste, d′être le jouet inerte et mécanique du bonheur.
Pero, desgraciadamente, la opinión que nos merecía Legrandin tenía que cambiar mucho. Uno de los domingos siguientes a aquel encuentro en el Puente Viejo, que sacó a mi padre de su error, al acabar la misa, cuando con el sol y el rumor de fuera entraba en la iglesia una cosa tan poco sagrada que la señora de Goupil, la señora de Percepied (todas las personas, que al llegar yo momentos antes, después de empezada la misa, siguieron absortas en su rezo, los ojos bajos, y yo habría creído que no me veían si no hubieran empujado con el pie el banquito que me estorbaba el paso a mi silla), empezaban a hablar con nosotros en alta voz, como si estuviéramos ya en la plaza, vimos en el deslumbrante umbral del pórtico, y dominando el abigarrado tumulto del mercado, a Legrandin; el marido de la señora con quien lo viéramos aquel otro día estaba presentándole en aquel momento a la mujer de otro rico terrateniente de allí cerca. En la cara de Legrandin pintábanse animación y fervor extraordinarios; hizo un profundo saludo, seguido de una inclinación secundaria hacia atrás, que llevó bruscamente su busto más atrás de lo que estaba en la posición inicial del saludo, y que sin duda había aprendido del marido de su hermana, el señor de Cambremer. Ese rápido enderezarse hizo refluir, a modo de ola musculosa, las ancas de Legrandin, que yo no suponía tan llenas; y no sé porqué aquella ondulación de pura materia, sin ninguna expresión de espiritualidad, y azotada tempestuosamente por una baja solicitud, despertaron de pronto en mi ánimo la posibilidad de un Legrandin muy distinto del que conocíamos. La señora aquella le mandó decir un recado al cochero, y mientras que se llegaba al coche persistió en su rostro aquella huella de tímido y servicial gozo que la presentación en él marcara. Sonriente, como hechizado y soñando, volvió apresuradamente hacia la señora, y como andaba más de prisa que de ordinario, sus hombros oscilaban a derecha e izquierda ridiculamente, y tanto era su descuido al andar y su despreocupación por el resto del mundo, que parecía el juguete inerte y mecánico de la felicidad.
Cependant, nous sortions du porche, nous allions passer à côté de lui, il était trop bien élevé pour détourner la tête, mais il fixa de son regard soudain chargé d′une rêverie profonde un point si éloigné de l′horizon qu′il ne put nous voir et n′eut pas à nous saluer. Son visage restait ingénu au-dessus d′un veston souple et droit qui avait l′air de se sentir fourvoyé malgré lui au milieu d′un luxe détesté. Et une lavallière à pois qu′agitait le vent de la Place continuait à flotter sur Legrandin comme l′étendard de son fier isolement et de sa noble indépendance. Au moment où nous arrivions à la maison, maman s′aperçut qu′on avait oublié le Saint-Honoré et demanda à mon père de retourner avec moi sur nos pas dire qu′on l′apportât tout de suite. Nous croisâmes près de l′église Legrandin qui venait en sens inverse conduisant la même dame à sa voiture. Il passa contre nous, ne s′interrompit pas de parler à sa voisine et nous fit du coin de son œil bleu un petit signe en quelque sorte intérieur aux paupières et qui, n′intéressant pas les muscles de son visage, put passer parfaitement inaperçu de son interlocutrice; mais, cherchant à compenser par l′intensité du sentiment le champ un peu étroit où il en circonscrivait l′expression, dans ce coin d′azur qui nous était affecté il fit pétiller tout l′entrain de la bonne grâce qui dépassa l′enjouement, frisa la malice; il subtilisa les finesses de l′amabilité jusqu′aux clignements de la connivence, aux demi-mots, aux sous-entendus, aux mystères de la complicité; et finalement exalta les assurances d′amitié jusqu′aux protestations de tendresse, jusqu′à la déclaration d′amour, illuminant alors pour nous seuls d′une langueur secrète et invisible à la châtelaine, une prunelle énamourée dans un visage de glace.
Entre tanto, salimos del pórtico y fuimos a pasar a su lado; Legrandin era lo bastante educado para no volver la cabeza; pero puso su vista, impregnada de hondo meditar, en un punto tan lejano del horizonte, que no pudo vemos, y así no tuvo que saludarnos. Y allí quedó tan ingenuo su rostro rematando una americana suelta y recta, que parecía un poco descarriada, sin quererlo, en medio de aquel detestado lujo. Y la chalina de pintas, agitada por el viento de la plaza, seguía flotando por delante de Legrandin, como estandarte de su altivo aislamiento y de su noble independencia. En el momento en que llegábamos a casa notó mamá que se nos había olvidado la tarta, y rogó a mi padre que volviéramos a decir que la llevaran en seguida. Cerca de la iglesia nos cruzamos con Legrandin, que venía en dirección opuesta a la nuestra, acompañando a la señora de antes al coche. Pasó a nuestro lado sin dejar de hablar con su vecina, y nos hizo con el rabillo de sus ojos azules un gesto que en cierto modo no salía de los párpados; y que, como no interesaba los músculos de su rostro, pudo pasar completamente ignorado de su interlocutora; pero que, queriendo compensar con lo intenso del sentimiento lo estrecho del campo en que circunscribía su expresión, hizo chispear en aquel rinconcito azulado que nos concedía toda la vivacidad de su gracejo, que, pasando de la jovialidad, frisó en malicia, y que sutilizó las finuras de la amabilidad hasta los guiños de la connivencia, de las medias palabras, de lo supuesto, hasta los misterios de la complicidad, y que, finalmente, exaltó las garantías de amistad hasta las protestas de ternura, hasta la declaración amorosa, e iluminó entonces a la dama con secreta e invisible languidez, sólo perceptible para nosotros, enamorada pupila en rostro de hielo.
Il avait précisément demandé la veille à mes parents de m′envoyer dîner ce soir-là avec lui: «Venez tenir compagnie à votre vieil ami, m′avait-il dit. Comme le bouquet qu′un voyageur nous envoie d′un pays où nous ne retournerons plus, faites-moi respirer du lointain de votre adolescence ces fleurs des printemps que j′ai traversés moi aussi il y a bien des années. Venez avec la primevère, la barbe de chanoine, le bassin d′or, venez avec le sédum dont est fait le bouquet de dilection de la flore balzacienne, avec la fleur du jour de la Résurrection, la pâquerette et la boule de neige des jardins qui commence à embaumer dans les allées de votre grand′tante quand ne sont pas encore fondues les dernières boules de neige des giboulées de Pâques. Venez avec la glorieuse vêture de soie du lis digne de Salomon, et l′émail polychrome des pensées, mais venez surtout avec la brise fraîche encore des dernières gelées et qui va entr′ouvrir, pour les deux papillons qui depuis ce matin attendent à la porte, la première rose de Jérusalem.»
Precisamente el día antes había pedido a mis padres que me dejaran ir aquella noche a cenar con él: .Venga usted a hacer un rato de compañía a su viejo amigó .me dijo.. Y como ese ramo que un viajero nos manda desde un país adonde nunca hemos de volver, hágame respirar, desde la lejanía de su adolescencia, esas flores primaverales, por entre las que yo crucé también un día. Venga a casa y tráigame flores, primaveras, barbas de capuchinos, achicorias silvestres, cuencos de oro; tráigame la flor de sedum, con que se forma el ramo dilecto de la flora balzacciana; la flor del Domingo de Resurrección, margaritas y bolas de nieve de esas que empiezan a aromar el jardín de su tía cuando no se han fundido aún las bolas de nieve de verdad que trajeron las tormentillas de Pascua. Y tráigame la gloriosa vestidura de seda de la azucena, digna de Salomón, y el policromo esmalte de los pensamientos; pero, ante todo, no se olvide de traerme el airecillo aún fresco de las últimas heladas que entreabrirá para esas dos mariposas que están esperando a la puerta desde esta mañana, la primera rosa de Jerusalén.
On se demandait à la maison si on devait m′envoyer tout de même dîner avec M. Legrandin. Mais ma grand′mère refusa de croire qu′il eût été impoli.
Dudaban en casa si, a pesar de todo, debían mandarme a cenar con el señor Legrandin. Pero mi abuela se negó a admitir que hubiera estado grosero con nosotros.
«Vous reconnaissez vous-même qu′il vient là avec sa tenue toute simple qui n′est guère celle d′un mondain.» Elle déclarait qu′en tous cas, et à tout mettre au pis, s′il l′avait été, mieux valait ne pas avoir l′air de s′en être aperçu. A vrai dire mon père lui-même, qui était pourtant le plus irrité contre l′attitude qu′avait eue Legrandin, gardait peut-être un dernier doute sur le sens qu′elle comportait. Elle était comme toute attitude ou action où se révèle le caractère profond et caché de quelqu′un: elle ne se relie pas à ses paroles antérieures, nous ne pouvons pas la faire confirmer par le témoignage du coupable qui n′avouera pas; nous en sommes réduits à celui de nos sens dont nous nous demandons, devant ce souvenir isolé et incohérent, s′ils n′ont pas été le jouet d′une illusion; de sorte que de telles attitudes, les seules qui aient de l′importance, nous laissent souvent quelques doutes.
.Ya sabéis perfectamente que viene aquí con toda sencillez, sin nada de hombre de mundo.. Y declaró que de cualquier forma, y aun poniéndonos en lo peor, si en realidad estuvo grosero, más valía que hiciéramos como que no lo notamos. A decir verdad, hasta mi padre, que era el más enfadado con Legrandin, por su actitud, abrigaba aún algunas dudas sobre lo que podía significar. Era una de esas actitudes o actos que revelaba el carácter más hondo y oculto de un ser; no se eslabona con sus palabras anteriores, no nos la puede confirmar el testimonio del culpable, que no ha de confesar; y no tenemos otro testimonio que el de nuestros sentidos, que muchas veces, enfrentados con ese recuerdo aislado e incoherente, parecen haber sido juguete de una ilusión; de modo que esa actitudes, que son las únicas importantes, nos dejan muy a menudo en la duda.
Je dînai avec Legrandin sur sa terrasse; il faisait clair de lune: «Il y a une jolie qualité de silence, n′est-ce pas, me dit-il; aux cœurs blessés comme l′est le mien, un romancier que vous lirez plus tard, prétend que conviennent seulement l′ombre et le silence. Et voyez-vous, mon enfant, il vient dans la vie une heure dont vous êtes bien loin encore où les yeux las ne tolèrent plus qu′une lumière, celle qu′une belle nuit comme celle-ci prépare et distille avec l′obscurité, où les oreilles ne peuvent plus écouter de musique que celle que joue le clair de lune sur la flûte du silence.»
Cené con Legrandin, en su terraza; había luna. ¡Qué hermosa calidad de silencio hay esta noche! -me dijo. Para los corazones heridos como el mío, dice un novelista que ya leerá usted algún día lo único adecuado es la sombra y el silencio Y, sabe usted, hijo mío, llega una hora en esta vida, aun está usted muy lejos de ella, en que los ojos fatigados ya no toleran más que una luz, ésta que una noche como la presente prepara y destila en la oscuridad, y cuando el oído no percibe otra música que la que toca la luna en el caramillo del silencio..
J′écoutais les paroles de M. Legrandin qui me paraissaient toujours si agréables; mais troublé par le souvenir d′une femme que j′avais aperçue dernièrement pour la première fois, et pensant, maintenant que je savais que Legrandin était lié avec plusieurs personnalités aristocratiques des environs, que peut-être il connaissait celle-ci, prenant mon courage, je lui dis: «Est-ce que vous connaissez, monsieur, la... les châtelaines de Guermantes», heureux aussi en prononçant ce nom de prendre sur lui une sorte de pouvoir, par le seul fait de le tirer de mon rêve et de lui donner une existence objective et sonore.
Prestaba oídos a lo que decía el señor Legrandin, que siempre me parecía agradable; pero preocupado por el recuerdo de una mujer que había visto por vez primera recientemente, y al pensar que Legrandin trataba a varias personalidades aristocráticas de las cercanías, se me ocurrió que quizá la conociera, y sacando fuerzas de flaqueza, le dije: -¿Conoce quizá a las señoras del castillo de Guermantes?; y sentía una especie de felicidad, porque al pronunciar aquel nombre adquiría como una especie de dominio sobre él, por el solo hecho de extraerlo de mis sueños y darle una vida objetiva y sonora.
Mais à ce nom de Guermantes, je vis au milieu des yeux bleus de notre ami se ficher une petite encoche brune comme s′ils venaient d′être percés par une pointe invisible, tandis que le reste de la prunelle réagissait en sécrétant des flots d′azur. Le cerne de sa paupière noircit, s′abaissa. Et sa bouche marquée d′un pli amer se ressaisissant plus vite sourit, tandis que le regard restait douloureux, comme celui d′un beau martyr dont le corps est hérissé de flèches:
Pero ante aquel nombre de Guermantes vi abrirse en los ojos azules de nuestro amigo una pequeña muesca oscura, como si los acabara de atravesar una punta invisible, mientras que el resto de la pupila reaccionaba segregando oleadas azules. Sus ojeras se ennegrecieron y se agrandaron. Y la boca, plegada en una amarga arruga, se recobró antes, sonrió, mientras que el mirar seguía doliente, como el de un hermoso mártir que tuviera el cuerpo erizado de flechas.
«Non, je ne les connais pas», dit-il, mais au lieu de donner à un renseignement aussi simple, à une réponse aussi peu surprenante le ton naturel et courant qui convenait, il le débita en appuyant sur les mots, en s′inclinant, en saluant de la tête, à la fois avec l′insistance qu′on apporte, pour être cru, à une affirmation invraisemblable,—comme si ce fait qu′il ne connût pas les Guermantes ne pouvait être l′effet que d′un hasard singulier—et aussi avec l′emphase de quelqu′un qui, ne pouvant pas taire une situation qui lui est pénible, préfère la proclamer pour donner aux autres l′idée que l′aveu qu′il fait ne lui cause aucun embarras, est facile, agréable, spontané, que la situation elle-même—l′absence de relations avec les Guermantes,—pourrait bien avoir été non pas subie, mais voulue par lui, résulter de quelque tradition de famille, principe de morale ou vœu mystique lui interdisant nommément la fréquentation des Guermantes.
.No, no las conozco., dijo; pero, en vez de dar a un detalle tan sencillo y a una respuesta tan poco sorprendente el tono corriente y natural que convenía, la pronunció apoyándose en las palabras, inclinándose, saludando con la cabeza, y a la vez con la insistencia que se da, para merecer crédito, a una afirmación inverosímil .como si eso de no conocer a los Guermantes fuera sólo efecto de una rara casualidad., y al mismo tiempo con el énfasis de una persona que, como no puede ocultar una cosa que le es molesta, prefiere proclamarla, para dar a los demás la impresión de que la confesión que está haciendo no le fastidia, y es fácil, agradable y espontánea, y que la cosa misma .el no conocer a los Guermantes. puede muy bien ser algo no impuesto, sino voluntario, derivado de alguna tradición familiar, principio de moral o voto místico que le prohibiera expresamente el trato ton los Guermantes.
«Non, reprit-il, expliquant par ses paroles sa propre intonation, non, je ne les connais pas, je n′ai jamais voulu, j′ai toujours tenu à sauvegarder ma pleine indépendance; au fond je suis une tête jacobine, vous le savez. Beaucoup de gens sont venus à la rescousse, on me disait que j′avais tort de ne pas aller à Guermantes, que je me donnais l′air d′un malotru, d′un vieil ours. Mais voilà une réputation qui n′est pas pour m′effrayer, elle est si vraie! Au fond, je n′aime plus au monde que quelques églises, deux ou trois livres, à peine davantage de tableaux, et le clair de lune quand la brise de votre jeunesse apporte jusqu′à moi l′odeur des parterres que mes vieilles prunelles ne distinguent plus.»
.No .continuó explicando con las mismas palabras la entonación que les daba.; no las conozco; nunca he querido conocerlas, siempre quise guardar a salvo mi independencia; en el fondo, ya sabe usted que soy un jacobino. Muchas personas me lo han vuelto a decir, que hacía mal en no ir a Guermantes, que iba a pasar por un grosero, por un oso. Pero esta reputación no me da miedo, porque es verdad. En el fondo, de este mundo sólo me gustan unas pocas iglesias, dos o tres libros, pocos cuadros más, y la luna, siempre que esa brisa de su juventud de usted me traiga el perfume de los jardines que ya no pueden distinguir mis cansadas pupilas.
Je ne comprenais pas bien que pour ne pas aller chez des gens qu′on ne connaît pas, il fût nécessaire de tenir à son indépendance, et en quoi cela pouvait vous donner l′air d′un sauvage ou d′un ours. Mais ce que je comprenais c′est que Legrandin n′était pas tout à fait véridique quand il disait n′aimer que les églises, le clair de lune et la jeunesse; il aimait beaucoup les gens des châteaux et se trouvait pris devant eux d′une si grande peur de leur déplaire qu′il n′osait pas leur laisser voir qu′il avait pour amis des bourgeois, des fils de notaires ou d′agents de change, préférant, si la vérité devait se découvrir, que ce fût en son absence, loin de lui et «par défaut»; il était snob. Sans doute il ne disait jamais rien de tout cela dans le langage que mes parents et moi-même nous aimions tant. Et si je demandais: «Connaissez-vous les Guermantes?», Legrandin le causeur répondait: «Non, je n′ai jamais voulu les connaître.» Malheureusement il ne le répondait qu′en second, car un autre Legrandin qu′il cachait soigneusement au fond de lui, qu′il ne montrait pas, parce que ce Legrandin-là savait sur le nôtre, sur son snobisme, des histoires compromettantes, un autre Legrandin avait déjà répondu par la blessure du regard, par le rictus de la bouche, par la gravité excessive du ton de la réponse, par les mille flèches dont notre Legrandin s′était trouvé en un instant lardé et alangui, comme un saint Sébastien du snobisme:
Yo no acababa de comprender por qué había que alardear de independencia para no ir a casa de gentes desconocidas, y por qué eso podía dale a uno tinte de salvaje o de oso. Pero sí entendía que Legrandin no era del todo verídico cuando decía que no le gustaban más que las iglesias, la luna y la juventud; también le gustaban, y mucho, los señores de los castillos, y tan sobrecogido se hallaba en su compañía por el temor de desagradarlos, que no se atrevía a lucir ante ellos su amistad con gentes de clase media, con hijos de notarios o de agentes de cambio, y prefería, si alguna vez llegaba a descubrirse la verdad, que fuera cuando él no estaba delante, .por defecto; en suma, era un snob. Cierto que nunca confesaba nada de eso, con el lenguaje aquel que tanto nos gustaba a mis padres y a mí. Y cuando yo preguntaba si conocía a los Guermantes, Legrandin, el maestro de la conversación, contestaba: .No, nunca he querido conocerlos. Pero desgraciadamente lo decía ya tarde, porque otro Legrandin que él ocultaba celosamente en el fondo de sí mismo, y que no enseñaba nunca, porque ése estaba enterado de muchas cosas del Legrandin nuestro, de historias comprometidas, de su snobismo; ese otro Legrandin ya había contestado con la muesca abierta en la mirada, con el rictus de la boca, con la exagerada seriedad de tono de la respuesta, con las mil flechas que ponían a nuestro Legrandin, acribillado y desfalleciente, como a un San Sebastián del snobismo:
«Hélas! que vous me faites mal, non je ne connais pas les Guermantes, ne réveillez pas la grande douleur de ma vie.» Et comme ce Legrandin enfant terrible, ce Legrandin maître chanteur, s′il n′avait pas le joli langage de l′autre, avait le verbe infiniment plus prompt, composé de ce qu′on appelle «réflexes», quand Legrandin le causeur voulait lui imposer silence, l′autre avait déjà parlé et notre ami avait beau se désoler de la mauvaise impression que les révélations de son alter ego avaient dû produire, il ne pouvait qu′entreprendre de la pallier.
-¡Ay, qué daño me hace usted! No, no conozco a los Guermantes. Ha ido usted a tocar en la llaga más dolorosa de mi vida.. Y como aunque aquel Legrandin, indiscreto y acusón, carecía del hermoso hablar del otro, tenía, en cambio, la palabra mucho más rápida, compuesta de eso que se llama .reflejos., cuando el Legrandin, maestro de conversación, quería imponerle silencio, el otro ya había hablado, y en vano nuestro amigo se desesperaba por la mala impresión que las revelaciones de su alter ego debieron de causar; lo único que podía hacer eran atenuarlas.
Et certes cela ne veut pas dire que M. Legrandin ne fût pas sincère quand il tonnait contre les snobs. Il ne pouvait pas savoir, au moins par lui-même, qu′il le fût, puisque nous ne connaissons jamais que les passions des autres, et que ce que nous arrivons à savoir des nôtres, ce n′est que d′eux que nous avons pu l′apprendre. Sur nous, elles n′agissent que d′une façon seconde, par l′imagination qui substitue aux premiers mobiles des mobiles de relais qui sont plus décents. Jamais le snobisme de Legrandin ne lui conseillait d′aller voir souvent une duchesse. Il chargeait l′imagination de Legrandin de lui faire apparaître cette duchesse comme parée de toutes les grâces. Legrandin se rapprochait de la duchesse, s′estimant de céder à cet attrait de l′esprit et de la vertu qu′ignorent les infâmes snobs. Seuls les autres savaient qu′il en était un; car, grâce à l′incapacité où ils étaient de comprendre le travail intermédiaire de son imagination, ils voyaient en face l′une de l′autre l′activité mondaine de Legrandin et sa cause première.
Claro que eso no quería decir que Legrandin no era sincero cuando tronaba contra los snobs. No podía saber, al menos por sí mismo, que lo era, porque no nos es dado conocer más que las pasiones ajenas, y lo que llegamos a conocer de las nuestras lo sabemos por los demás. Nuestras pasiones no accionan sobre nosotros más que en segundo lugar, por medio de la imaginación, que coloca en lugar de los móviles primeros, morales de relevo que son más decentes. Jamás el snobismo de Legrandin le aconsejó ir a visitar a menudo a una duquesa. Lo que hacía era encargar a la imaginación de Legrandin que le representase a tal duquesa ceñida de torsos los atractivos. Y Legrandin iba hacia la duquesa creyendo ceder a la seducción del ingenio y la virtud, ignorada de esos infames snobs. Los demás eran los únicos que sabían que también él lo era; porque, gracias a la incapacidad en que estaban de comprender el trabajo intermediario de su imaginación, veían, una enfrente de otra, la actividad mundana de Legrandin y su causa primera.
Maintenant, à la maison, on n′avait plus aucune illusion sur M. Legrandin, et nos relations avec lui s′étaient fort espacées. Maman s′amusait infiniment chaque fois qu′elle prenait Legrandin en flagrant délit du péché qu′il n′avouait pas, qu′il continuait à appeler le péché sans rémission, le snobisme. Mon père, lui, avait de la peine à prendre les dédains de Legrandin avec tant de détachement et de gaîté; et quand on pensa une année à m′envoyer passer les grandes vacances à Balbec avec ma grand′mère, il dit: «Il faut absolument que j′annonce à Legrandin que vous irez à Balbec, pour voir s′il vous offrira de vous mettre en rapport avec sa sœur. Il ne doit pas se souvenir nous avoir dit qu′elle demeurait à deux kilomètres de là.»
Ahora, en casa ya, no nos hacíamos ilusiones respecto al señor Legrandin y se espaciaron mucho nuestras relaciones. Mamá se regocijaba grandemente cada vez que sorprendía a Legrandin en flagrante delito de aquel pecado que no confesaba y que seguía llamando el pecado sin remisión, el snobismo. A mi padre, en cambio, le costaba trabajo tomar los desdenes de Legrandin con tal desprendimiento y buen humor; y un año en que pensó mi familia en mandarme a pasar las vacaciones del verano a Balbec, acompañado de mi abuela, dijo: .Tengo que decir sin falta a Legrandin que vais a ir a Balbec, a ver si se ofrece a presentaron a su hermana. Ya no debe de acordarse de que nos dijo que su hermana vive a dos kilómetros de allí..
Ma grand′mère qui trouvait qu′aux bains de mer il faut être du matin au soir sur la plage à humer le sel et qu′on n′y doit connaître personne, parce que les visites, les promenades sont autant de pris sur l′air marin, demandait au contraire qu′on ne parlât pas de nos projets à Legrandin, voyant déjà sa sœur, Mme de Cambremer, débarquant à l′hôtel au moment où nous serions sur le point d′aller à la pêche et nous forçant à rester enfermés pour la recevoir. Mais maman riait de ses craintes, pensant à part elle que le danger n′était pas si menaçant, que Legrandin ne serait pas si pressé de nous mettre en relations avec sa sœur. Or, sans qu′on eût besoin de lui parler de Balbec, ce fut lui-même, Legrandin, qui, ne se doutant pas que nous eussions jamais l′intention d′aller de ce côté, vint se mettre dans le piège un soir où nous le rencontrâmes au bord de la Vivonne.
Mi abuela, que opinaba que en los baños de mar hay que estarse todo el día en la playa husmeando la sal, y que más vale no conocer a nadie, porque las visitas y los paseos son otros tantos robos de aire de mar, pedía por el contrario, que no habláramos de nuestro proyecto a Legrandin, porque ya estaba viendo a su hermana, aquella señora de Cambremer, bajando del coche en el hotel en el momento que íbamos a salir a pescar, y obligándonos a quedarnos en casa para hacerle los honores. Pero mamá se reía de esos temores, pensando en su fuero interno que el peligro no era muy amenazador, y que Legrandin no se daría tanta prisa en ponemos en relación con su hermana. Pues bien; sin necesidad de sacarle la conversación de Balbec, el mismo Legrandin, muy ajeno a que hubiéramos tenido nunca propósito de ir por allí, vino a enredarse en el lazo una tarde que lo encontramos por la orilla del río.
—«Il y a dans les nuages ce soir des violets et des bleus bien beaux, n′est-ce pas, mon compagnon, dit-il à mon père, un bleu surtout plus floral qu′aérien, un bleu de cinéraire, qui surprend dans le ciel. Et ce petit nuage rose n′a-t-il pas aussi un teint de fleur, d′œillet ou d′hydrangéa? Il n′y a guère que dans la Manche, entre Normandie et Bretagne, que j′ai pu faire de plus riches observations sur cette sorte de règne végétal de l′atmosphère. Là-bas, près de Balbec, près de ces lieux sauvages, il y a une petite baie d′une douceur charmante où le coucher de soleil du pays d′Auge, le coucher de soleil rouge et or que je suis loin de dédaigner, d′ailleurs, est sans caractère, insignifiant; mais dans cette atmosphère humide et douce s′épanouissent le soir en quelques instants de ces bouquets célestes, bleus et roses, qui sont incomparables et qui mettent souvent des heures à se faner. D′autres s′effeuillent tout de suite et c′est alors plus beau encore de voir le ciel entier que jonche la dispersion d′innombrables pétales soufrés ou roses. Dans cette baie, dite d′opale, les plages d′or semblent plus douces encore pour être attachées comme de blondes Andromèdes à ces terribles rochers des côtes voisines, à ce rivage funèbre, fameux par tant de naufrages, où tous les hivers bien des barques trépassent au péril de la mer. Balbec! la plus antique ossature géologique de notre sol, vraiment Ar-mor, la Mer, la fin de la terre, la région maudite qu′Anatole France,—un enchanteur que devrait lire notre petit ami—a si bien peinte, sous ses brouillards éternels, comme le véritable pays des Cimmériens, dans l′Odyssée. De Balbec surtout, où déjà des hôtels se construisent, superposés au sol antique et charmant qu′ils n′altèrent pas, quel délice d′excursionner à deux pas dans ces régions primitives et si belles.»
-Hay en las nubes de esta tarde violetas y azules muy hermosos, ¿verdad, compañeros? .dijo a mi padre.; un azul, sobre todo, más floreal que aéreo, el azul de la cineraria, que choca mucho visto en el cielo. Y también esa nubécula rosa tiene un tinte de flor, de clavel o de hidrangea. Sólo en el canal de la Mancha, entre Normandía y Bretaña, he podido hacer observaciones más copiosas sobre esta especie de reino vegetal de la atmósfera. Allí, junto a Balbec, junto a esos lugares tan salvajes, hay una ensenada de suavidad encantadora, donde la puesta de sol de esa tierra de Auge, esa puesta de rojo y oro, que, por lo demás, aprecio mucho, no tiene ningún carácter, es insignificante; pero en esa atmósfera suave y húmeda se abren por la tarde, en unos pocos momentos, ramos de ésos, celeste y rosa, incomparables, y que a veces tardan horas en marchitarse. Hay otros que se deshojan en seguida, y aun es más hermoso el espectáculo de un cielo todo cubierto por el dispersarse de innumerables pétalos azafranados y rosa. En esa ensenada, que parece de ópalo, todavía son más femeninas las playas doradas, porque están atadas, como rubias Andrómedas, a las terribles peñas de las costas próximas, a esa fúnebre costa, célebre por sus numerosos naufragios, y donde todos los inviernos sucumben tantas barca al peligro del mar. Balbec es la osatura geológica más vieja de nuestro suelo; es, verdaderamente, Ar-Mor, el mar, el Finisterre, la región maldita que ese brujo de Anatole France, que nuestro joven amigo debe de leer, ha descrito tan bien, oculta en sus brumas eternas, como el verdadero país de los Cimerios, de la Odisea. Sobre todo desde Balbec, donde ya están haciéndose hoteles, encima de esa tierra antigua y amable, que en nada alteran, es una delicia hacer excursiones cortas por esas regiones primitivas tan hermosas.
—«Ah! est-ce que vous connaissez quelqu′un à Balbec? dit mon père. Justement ce petit-là doit y aller passer deux mois avec sa grand′mère et peut-être avec ma femme.»
-¡Ah!, ¿tendrá usted conocidos en Balbec? .dijo mi padre.. Precisamente este niño va a ir allí a pasar dos meses con su abuela, y quizá con mi mujer.
Legrandin pris au dépourvu par cette question à un moment où ses yeux étaient fixés sur mon père, ne put les détourner, mais les attachant de seconde en seconde avec plus d′intensité—et tout en souriant tristement—sur les yeux de son interlocuteur, avec un air d′amitié et de franchise et de ne pas craindre de le regarder en face, il sembla lui avoir traversé la figure comme si elle fût devenue transparente, et voir en ce moment bien au delà derrière elle un nuage vivement coloré qui lui créait un alibi mental et qui lui permettrait d′établir qu′au moment où on lui avait demandé s′il connaissait quelqu′un à Balbec, il pensait à autre chose et n′avait pas entendu la question. Habituellement de tels regards font dire à l′interlocuteur: «A quoi pensez-vous donc?» Mais mon père curieux, irrité et cruel, reprit:
Legrandin, cogido de improviso por la pregunta en momento en que tenía la mirada fija en mi padre, no pudo desviarla; pero hundiéndola con mayor intensidad a cada segundo .al mismo tiempo que sonreía tristemente, en los ojos de su interlocutor, con aire de amistad, de franqueza y de no tener miedo de mirar cara a cara, pareció que le atravesaba el rostro, hecho de pronto transparente, y que allá, detrás de él, contemplaba en aquel momento una nube de vivos colores que le servía de coartada mental, permitiéndole asegurar que, en el momento que le preguntaron si conocía a alguien en Balbec, estaba pensando en otra cosa y no había oído la pregunta. Por lo general, miradas de éstas arrancan del interlocutor un: .¿En qué está usted pensando?; pero mi padre, irritado, curioso y cruel, volvió a decir:
—«Est-ce que vous avez des amis de ce côté-là, que vous connaissez si bien Balbec?»
-Pues conoce usted muy bien esa región. ¿Es que tiene usted amigos por allá?
Dans un dernier effort désespéré, le regard souriant de Legrandin atteignit son maximum de tendresse, de vague, de sincérité et de distraction, mais, pensant sans doute qu′il n′y avait plus qu′à répondre, il nous dit:
En un postrer y desesperado esfuerzo, la sonriente mirada de Legrandin llegó al máximum de ternura, de vaguedad, de sinceridad y de distracción; pero comprendiendo, sin duda, que no tenía más remedio que contestar, nos dijo:
—«J′ai des amis partout où il y a des groupes d′arbres blessés, mais non vaincus, qui se sont rapprochés pour implorer ensemble avec une obstination pathétique un ciel inclément qui n′a pas pitié d′eux.
-Yo tengo amigos por doquiera que haya rebaños de árboles heridos, pero que no se dejan vencer, y que se agrupan para implorar juntos, con patética obstinación, a un cielo inclemente que no se compadece de ellos.
—«Ce n′est pas cela que je voulais dire, interrompit mon père, aussi obstiné que les arbres et aussi impitoyable que le ciel. Je demandais pour le cas où il arriverait n′importe quoi à ma belle-mère et où elle aurait besoin de ne pas se sentir là-bas en pays perdu, si vous y connaissez du monde?»
-No me refería a eso .dijo mi padre, tan terco como los árboles y tan implacable como el cielo.. Lo decía por si acaso ocurriera algo a mi suegra, para que no se sintiera tan sola.
—«Là comme partout, je connais tout le monde et je ne connais personne, répondit Legrandin qui ne se rendait pas si vite; beaucoup les choses et fort peu les personnes. Mais les choses elles-mêmes y semblent des personnes, des personnes rares, d′une essence délicate et que la vie aurait déçues. Parfois c′est un castel que vous rencontrez sur la falaise, au bord du chemin où il s′est arrêté pour confronter son chagrin au soir encore rose où monte la lune d′or et dont les barques qui rentrent en striant l′eau diaprée hissent à leurs mâts la flamme et portent les couleurs; parfois c′est une simple maison solitaire, plutôt laide, l′air timide mais romanesque, qui cache à tous les yeux quelque secret impérissable de bonheur et de désenchantement. Ce pays sans vérité, ajouta-t-il avec une délicatesse machiavélique, ce pays de pure fiction est d′une mauvaise lecture pour un enfant, et ce n′est certes pas lui que je choisirais et recommanderais pour mon petit ami déjà si enclin à la tristesse, pour son cœur prédisposé. Les climats de confidence amoureuse et de regret inutile peuvent convenir au vieux désabusé que je suis, ils sont toujours malsains pour un tempérament qui n′est pas formé. Croyez-moi, reprit-il avec insistance, les eaux de cette baie, déjà à moitié bretonne, peuvent exercer une action sédative, d′ailleurs discutable, sur un cœur qui n′est plus intact comme le mien, sur un cœur dont la lésion n′est plus compensée. Elles sont contre-indiquées à votre âge, petit garçon. Bonne nuit, voisins», ajouta-t-il en nous quittant avec cette brusquerie évasive dont il avait l′habitude et, se retournant vers nous avec un doigt levé de docteur, il résuma sa consultation: «Pas de Balbec avant cinquante ans et encore cela dépend de l′état du cœur», nous cria-t-il.
-Allí, como en todas partes, conozco a todo el mundo, sin conocer a nadie .respondió Legrandin, que no se rendía fácilmente.; conozco mucho las cosas y poco a las personas. Pero allí las cosas también parecen personas, seres raros, de delicada esencia, engañados por la vida. Muchas veces se encuentra uno con un castillo, encaramado en la costa, junto al camino, parado allí para confrontar su pena con la noche rosada, por donde va subiendo una luna de oro, mientras que las barcas vuelven estriando las aguas jaspeadas, izada en los palos la llama de la luna y arbolados los colores lunares; otras, es una sencilla casa solitaria, feúcha, de aspecto tímido, pero novelesco, que oculta a todas las miradas un inmarcesible secreto de felicidad y desencanto. Ese país inverosímil .añadió con maquiavélica delicadeza., ese país de ficción no es buena lectura para un niño, y no es el que yo escogería para mi amiguito, ya tan dado a la tristeza y con el corazón tan predispuesto. Los climas de confidencia amorosa y de nostalgia inútil acaso convengan a los viejos desengañados como yo, pero siempre son malsanos para un temperamento sin formar. Créame usted .repitió con insistencia; las aguas de esa bahía, casi bretona ya, quizá ejerzan una influencia sedante en un corazón que ya no, está intacto como el mío y cuya herida no tiene compensación. Pero a su edad, mocito, están contraindicadas. Buenas noches, vecinos .añadió con aquella sequedad evasiva en él usual, y volviéndose hacia nosotros, con el dedo tieso y admonitorio del médico, resumió su consulta: Sobre todo, nada de Balbec antes de los cincuenta años, y eso según esté el corazón .nos gritó.
Mon père lui en reparla dans nos rencontres ultérieures, le tortura de questions, ce fut peine inutile: comme cet escroc érudit qui employait à fabriquer de faux palimpsestes un labeur et une science dont la centième partie eût suffi à lui assurer une situation plus lucrative, mais honorable, M. Legrandin, si nous avions insisté encore, aurait fini par édifier toute une éthique de paysage et une géographie céleste de la basse Normandie, plutôt que de nous avouer qu′à deux kilomètres de Balbec habitait sa propre sœur, et d′être obligé à nous offrir une lettre d′introduction qui n′eût pas été pour lui un tel sujet d′effroi s′il avait été absolument certain,—comme il aurait dû l′être en effet avec l′expérience qu′il avait du caractère de ma grand′mère—que nous n′en aurions pas profité.
Mi padre volvió a hablarle del asunto en ulteriores encuentros; lo atormentó a preguntas, pero todo fue inútil: lo mismo que aquel erudito estafador que empleaba en la confección de palimpsestos falsos un trabajo y un saber tales que sólo con la centésima parte se hubiera ganado una posición más lucrativa, pero honrada, Legrandin, de haber seguido nosotros insistiendo, hubiera sido capaz de construir toda una ética del paisaje y una geografía celeste de la Normandía baja antes que confesar que a dos kilómetros de Balbec vivía una hermana suya, y tener que darnos una carta de presentación, cosa que no le habría asustado tanto si hubiera estado segura .como debía estarlo, dada su experiencia del carácter de mi abuela, de que no la íbamos a utilizar.
...
Nous rentrions toujours de bonne heure de nos promenades pour pouvoir faire une visite à ma tante Léonie avant le dîner. Au commencement de la saison où le jour finit tôt, quand nous arrivions rue du Saint-Esprit, il y avait encore un reflet du couchant sur les vitres de la maison et un bandeau de pourpre au fond des bois du Calvaire qui se reflétait plus loin dans l′étang, rougeur qui, accompagnée souvent d′un froid assez vif, s′associait, dans mon esprit, à la rougeur du feu au-dessus duquel rôtissait le poulet qui ferait succéder pour moi au plaisir poétique donné par la promenade, le plaisir de la gourmandise, de la chaleur et du repos. Dans l′été, au contraire, quand nous rentrions, le soleil ne se couchait pas encore; et pendant la visite que nous faisions chez ma tante Léonie, sa lumière qui s′abaissait et touchait la fenêtre était arrêtée entre les grands rideaux et les embrasses, divisée, ramifiée, filtrée, et incrustant de petits morceaux d′or le bois de citronnier de la commode, illuminait obliquement la chambre avec la délicatesse qu′elle prend dans les sous-bois. Mais certains jours fort rares, quand nous rentrions, il y avait bien longtemps que la commode avait perdu ses incrustations momentanées, il n′y avait plus quand nous arrivions rue du Saint-Esprit nul reflet de couchant étendu sur les vitres et l′étang au pied du calvaire avait perdu sa rougeur, quelquefois il était déjà couleur d′opale et un long rayon de lune qui allait en s′élargissant et se fendillait de toutes les rides de l′eau le traversait tout entier. Alors, en arrivant près de la maison, nous apercevions une forme sur le pas de la porte et maman me disait:
Siempre volvíamos temprano de paseo para poder subir a la habitación de mi tía Leoncia antes de cenar. Al principio de la temporada, cuando las días se acaban temprano, al llegar a la calle del Espíritu Santo todavía se veía un reflejo del sol poniente en los cristales de casa, y una banda purpúrea en el fondo de los bosques del Calvario, que, más lejos, iba a reflejarse en el estanque; y esta púrpura, que coincidía a veces con un fresco muy vivo, asociábase en mi mente a la púrpura del fuego donde estaba asándose un pollo, que me traería, después del placer poético del paseo, el placer de la golosina, del calor y del descanso. En el verano, en cambio, cuando volvíamos aun no se había puesto el sol, y mientras estábamos en el cuarto de la tía Leoncia, su luz, que descendía y tocaba la ventana, se paraba entre los cortinones y las abrazaderas, dividida, ramificada, filtrada, incrustando trocitos de oro en la madera del limonero de la cómoda, e iluminada oblicuamente la habitación con la misma delicadeza que toma en el bosque, bajo los árboles. Pero algunos días, muy pocos, al volver ya hacía tiempo que perdiera la cómoda sus momentáneas incrustaciones; no quedaba, cuando llegábamos a la calle del Espíritu Santo, ningún resol en los cristales, y el estanque que está al pie del Calvario se había quedado sin púrpura, y a veces era ya de un color opalino, y un prolongado rayo de luna, que iba ensanchándose y estriándose con todas las arrugas del agua, le cruzaba de lado a lado. Y entonces, al llegar cerca de casa, veíamos a alguien en el umbral de la puerta, y mamá me decía:
—«Mon dieu! voilà Françoise qui nous guette, ta tante est inquiète; aussi nous rentrons trop tard.»
-¡Dios mío! Francisca está esperándonos; la tía está alarmada: es que volvemos muy tarde.
Et sans avoir pris le temps d′enlever nos affaires, nous montions vite chez ma tante Léonie pour la rassurer et lui montrer que, contrairement à ce qu′elle imaginait déjà, il ne nous était rien arrivé, mais que nous étions allés «du côté de Guermantes» et, dame, quand on faisait cette promenade-là, ma tante savait pourtant bien qu′on ne pouvait jamais être sûr de l′heure à laquelle on serait rentré.
Y sin tomamos siquiera el tiempo necesario para quitamos abrigos y sombreros, subíamos en seguida a ver a la tía Leoncia para tranquilizarla, y que viera que, al contrario de lo que ella pensaba, nada nos había ocurrido, sino que habíamos ido por el lado de Guermantes., y, ¡caramba!, cuando se da ese paseo ya sabía mi tía que no había hora segura para la vuelta.
—«Là, Françoise, disait ma tante, quand je vous le disais, qu′ils seraient allés du côté de Guermantes! Mon dieu! ils doivent avoir une faim! et votre gigot qui doit être tout desséché après ce qu′il a attendu. Aussi est-ce une heure pour rentrer! comment, vous êtes allés du côté de Guermantes!»
-Ve usted, Francisca .exclamaba mi tía; ya le decía yo a usted que habrían ido por el lado de Guermantes, ¡Dios mío!; deben tener gana, y la pierna de cordero se habrá secado con lo que ha tenido que esperar. Es que éstas no son horas de volver; ¡claro, habéis ido por el lado de Guermantes! -Yo creí que ya lo sabía usted, Leoncia -decía mamá.
—«Mais je croyais que vous le saviez, Léonie, disait maman. Je pensais que Françoise nous avait vus sortir par la petite porte du potager.»
Creí que Francisca nos había visto salir por la puertecita del huerto.
Car il y avait autour de Combray deux «côtés» pour les promenades, et si opposés qu′on ne sortait pas en effet de chez nous par la même porte, quand on voulait aller d′un côté ou de l′autre: le côté de Méséglise-la-Vineuse, qu′on appelait aussi le côté de chez Swann parce qu′on passait devant la propriété de M. Swann pour aller par là, et le côté de Guermantes. De Méséglise-la-Vineuse, à vrai dire, je n′ai jamais connu que le «côté» et des gens étrangers qui venaient le dimanche se promener à Combray, des gens que, cette fois, ma tante elle-même et nous tous ne «connaissions point» et qu′à ce signe on tenait pour «des gens qui seront venus de Méséglise». Quant à Guermantes je devais un jour en connaître davantage, mais bien plus tard seulement; et pendant toute mon adolescence, si Méséglise était pour moi quelque chose d′inaccessible comme l′horizon, dérobé à la vue, si loin qu′on allât, par les plis d′un terrain qui ne ressemblait déjà plus à celui de Combray, Guermantes lui ne m′est apparu que comme le terme plutôt idéal que réel de son propre «côté», une sorte d′expression géographique abstraite comme la ligne de l′équateur, comme le pôle, comme l′orient. Alors, «prendre par Guermantes» pour aller à Méséglise, ou le contraire, m′eût semblé une expression aussi dénuée de sens que prendre par l′est pour aller à l′ouest. Comme mon père parlait toujours du côté de Méséglise comme de la plus belle vue de plaine qu′il connût et du côté de Guermantes comme du type de paysage de rivière, je leur donnais, en les concevant ainsi comme deux entités, cette cohésion, cette unité qui n′appartiennent qu′aux créations de notre esprit; la moindre parcelle de chacun d′eux me semblait précieuse et manifester leur excellence particulière, tandis qu′à côté d′eux, avant qu′on fût arrivé sur le sol sacré de l′un ou de l′autre, les chemins purement matériels au milieu desquels ils étaient posés comme l′idéal de la vue de plaine et l′idéal du paysage de rivière, ne valaient pas plus la peine d′être regardés que par le spectateur épris d′art dramatique, les petites rues qui avoisinent un théâtre. Mais surtout je mettais entre eux, bien plus que leurs distances kilométriques la distance qu′il y avait entre les deux parties de mon cerveau où je pensais à eux, une de ces distances dans l′esprit qui ne font pas qu′éloigner, qui séparent et mettent dans un autre plan. Et cette démarcation était rendue plus absolue encore parce que cette habitude que nous avions de n′aller jamais vers les deux côtés un même jour, dans une seule promenade, mais une fois du côté de Méséglise, une fois du côté de Guermantes, les enfermait pour ainsi dire loin l′un de l′autre, inconnaissables l′un à l′autre, dans les vases clos et sans communication entre eux, d′après-midi différents.
Porque alrededor de Combray había dos .lados, para ir de paseo, y tan opuestos, que teníamos que salir de casa por distinta puerta, según quisiéramos ir por uno u otro: el lado de Méséglise la Vineuse, que llamábamos también el camino de Swann, porque yendo por allí se pasaba por delante de la posesión del señor Swann, y el lado de Guermantes. De Méséglise la Vineuse, a decir verdad, no conocí nunca otra cosa que el .lado, y una gente que los domingos iba de paseo a Combray: gente que esta vez ni nosotros ni siquiera mi tía .conocíamos., y que por eso eran consideradas como .gente que habrá venido de Méséglise.. En cuanto a Guermantes, vendría un día en que trabara más conocimiento con él, pero tenía que pasar tiempo; y durante toda mi adolescencia, si Méséglise era para mí una cosa tan inaccesible como aquel horizonte siempre oculto a la vista, por lejos que se fuera, por los repliegues de un terreno distinto ya del de Combray, Guermantes sólo se me aparecía como el término, mucho más ideal que real, de su propio lado., especie de expresión geográfica abstracta, como la línea ecuatorial, el Polo o el Oriente. Así que .tirar por Guermantes para ir a Méséglise, o al contrario, se me figuraba expresión tan desprovista de sentido como tirar por el Este para ir al Oeste. Como mi padre siempre hablaba, del lado de Méséglise, considerándolo como el más hermoso panorama de llanura que conocía, y del lado de Guermantes como el típico paisaje del río, dábales yo, al concebirlos como dos entidades, esa cohesión y unidad propias sólo de las creaciones de nuestra mente; la mínima parcela de ellos me parecía preciosa y expresiva de su particular excelencia, y, comparados con ellos, los caminos puramente materiales que había para llegar al suelo sagrado de cualquiera de ambos, y en medio de cuyos caminos estaban posados en calidad de ideal de panorama de llanura e ideal de paisaje de río, no merecían la pena de ser mirados con mayor atención que la que pone el espectador enamorado de dramas en las calles que llevan al teatro. Pero, sobre todo, interponía yo entre uno y otro algo más que sus distancias kilométricas: la distancia existente entre las dos partes de mi cerebro con que pensaba en ellos, una de esas distancias de dentro del espíritu, que no sólo alejan, sino que separan y colocan en distinto plano. Y esa demarcación era más absoluta todavía, porque nuestra costumbre de no ir nunca en un mismo día por los dos lados en un solo paseo, sino una vez por el lado de Méséglise y otra por el lado de Guermantes, los encerraba, por así decirlo, lejos uno de otro, y sin poderse conocer, en los vasos herméticos e incomunicables de tardes distintas.
Quand on voulait aller du côté de Méséglise, on sortait (pas trop tôt et même si le ciel était couvert, parce que la promenade n′était pas bien longue et n′entraînait pas trop) comme pour aller n′importe où, par la grande porte de la maison de ma tante sur la rue du Saint-Esprit. On était salué par l′armurier, on jetait ses lettres à la boîte, on disait en passant à Théodore, de la part de Françoise, qu′elle n′avait plus d′huile ou de café, et l′on sortait de la ville par le chemin qui passait le long de la barrière blanche du parc de M. Swann. Avant d′y arriver, nous rencontrions, venue au-devant des étrangers, l′odeur de ses lilas. Eux-mêmes, d′entre les petits cœurs verts et frais de leurs feuilles, levaient curieusement au-dessus de la barrière du parc leurs panaches de plumes mauves ou blanches que lustrait, même à l′ombre, le soleil où elles avaient baigné. Quelques-uns, à demi cachés par la petite maison en tuiles appelée maison des Archers, où logeait le gardien, dépassaient son pignon gothique de leur rose minaret. Les Nymphes du printemps eussent semblé vulgaires, auprès de ces jeunes houris qui gardaient dans ce jardin français les tons vifs et purs des miniatures de la Perse. Malgré mon désir d′enlacer leur taille souple et d′attirer à moi les boucles étoilées de leur tête odorante, nous passions sans nous arrêter, mes parents n′allant plus à Tansonville depuis le mariage de Swann, et, pour ne pas avoir l′air de regarder dans le parc, au lieu de prendre le chemin qui longe sa clôture et qui monte directement aux champs, nous en prenions un autre qui y conduit aussi, mais obliquement, et nous faisait déboucher trop loin. Un jour, mon grand-père dit à mon père:
Cuando queríamos ir por el lado de Méséglise, salíamos (no muy temprano, y aunque estuviera nublado, porque el paseo no era muy largo y no nos llevaba muy lejos), como para ir a cualquier parte, por la puerta principal de la casa de mi tía, a la calle del Espíritu Santo. El armero nos daba las buenas tardes, echábamos las cartas al buzón, decíamos de paso a Teodoro, de parte de Francisca, que ya no le quedaba aceite o café, y salíamos del pueblo por el camino que va a lo largo de la valla blanca del parque del señor Swann. Antes de llegar allí, nos encontrábamos, porque salía al encuentro de los extraños, el olor de las lilas. Y luego, las mismas lilas, de entre los verdes corazoncitos de sus hojas, alzaban curiosamente, por encima de la valla del parque, sus penachos de plumas malvas o blancas, abrillantadas, aun en la sombra, por el sol en que se habían bañado. Algunas, medio ocultas por la casita con techumbre de tejas, llamada casa de los Arqueros, y que servía de vivienda al jardinero, asomaban por encima del gótico pináculo su minarete de rosa. Las ninfas de la primavera parecían vulgares puestas junto a estas huríes, que en un jardín francés conservaban los tonos brillantes y puros de las miniaturas persas. A pesar de mi deseo de abrazar su flexible cintura y acercar a mi rostro los estrellados bucles de sus cabecitas fragantes, pasábamos sin paramos, porque mis padres no iban a Tansonville desde la boda de Swann, y para que no pareciera que queríamos curiosear, en vez de tomar el camino que bordea la valla y que sube derechamente al campo, tomábamos otro que sale al campo también pero oblicuamente, y que nos hacía desembocar mucho más allá. Un día mi abuelo dijo a mi padre:
—«Vous rappelez-vous que Swann a dit hier que, comme sa femme et sa fille partaient pour Reims, il en profiterait pour aller passer vingt-quatre heures à Paris? Nous pourrions longer le parc, puisque ces dames ne sont pas là, cela nous abrégerait d′autant.»
-Ya os acordaréis de que Swann dijo que como su mujer y su hija se iban a Reims, iba a aprovecharse para pasar veinticuatro horas en París. De modo que, ya que las señoras no están ahí, podemos ir por junto al parque. Y así cortaríamos.
Nous nous arrêtâmes un moment devant la barrière. Le temps des lilas approchait de sa fin; quelques-uns effusaient encore en hauts lustres mauves les bulles délicates de leurs fleurs, mais dans bien des parties du feuillage où déferlait, il y avait seulement une semaine, leur mousse embaumée, se flétrissait, diminuée et noircie, une écume creuse, sèche et sans parfum. Mon grand-père montrait à mon père en quoi l′aspect des lieux était resté le même, et en quoi il avait changé, depuis la promenade qu′il avait faite avec M. Swann le jour de la mort de sa femme, et il saisit cette occasion pour raconter cette promenade une fois de plus.
Nos paramos un momento junto a la valla. El tiempo de las lilas tocaba a su fin; algunas había aún que expandían en altas arañas malvas las delicadas burbujas de sus flores; pero en mucha parte del follaje, donde una semana antes reventaba su embalsamado musgo, ahora se marchitaba, empequeñecida y negruzca, una hueca espuma, seca y sin aroma. Mi abuelo enseñaba a mi padre lo que en aquellos sitios había cambiado y lo que estaba igual, desde el paseo aquel que dio con el señor Swann padre, el día de la muerte de su mujer, y aprovechaba la ocasión para volver a contar otra vez aquel paseo.
Devant nous, une allée bordée de capucines montait en plein soleil vers le château. A droite, au contraire, le parc s′étendait en terrain plat. Obscurcie par l′ombre des grands arbres qui l′entouraient, une pièce d′eau avait été creusée par les parents de Swann; mais dans ses créations les plus factices, c′est sur la nature que l′homme travaille; certains lieux font toujours régner autour d′eux leur empire particulier, arborent leurs insignes immémoriaux au milieu d′un parc comme ils auraient fait loin de toute intervention humaine, dans une solitude qui revient partout les entourer, surgie des nécessités de leur exposition et superposée à l′œuvre humaine. C′est ainsi qu′au pied de l′allée qui dominait l′étang artificiel, s′était composée sur deux rangs, tressés de fleurs de myosotis et de pervenches, la couronne naturelle, délicate et bleue qui ceint le front clair-obscur des eaux, et que le glal, laissant fléchir ses glaives avec un abandon royal, étendait sur l′eupatoire et la grenouillette au pied mouillé, les fleurs de lis en lambeaux, violettes et jaunes, de son sceptre lacustre.
Ante nosotros un camino, con dos filas de capuchinas a los lados, subía en pleno sol hacia el castillo. A la derecha el parque, por el contrario, se dilataba en terreno llano. Sombreado por los añosos árboles que lo rodeaban, había un estanque, que mandaron hacer los padres de Swann; pero en sus más ficticias creaciones el hombre trabaja siempre sobre la base de la Naturaleza: hay lugares que siempre imponen en torno de ellos su particular imperio, y arbolan sus inmemoriales insignias en medio de un parque, como las arbolarían, lejos de toda intervención humana, en una soledad que también viene hasta aquí a rodearlos, surgida de la necesidad de su exposición y superpuesta a la obra del hombre. Y así, al pie del paseo que dominaba el estanque artificial, se formó con dos bandas tejidas con flores de miosotis y vincapervincas, la corona natural, delicada y azul que ciñe la frente en claroscuro, de las aguas; y así también el gladiolo, dejando doblegarse sus espadas con regio abandono, extendía por encima del eupatorio y del ranúnculo los destrozados lirios, violetas y amarillos, de su cetro lacustre.
Le départ de Mlle Swann qui,—en m′ôtant la chance terrible de la voir apparaître dans une allée, d′être connu et méprisé par la petite fille privilégiée qui avait Bergotte pour ami et allait avec lui visiter des cathédrales—, me rendait la contemplation de Tansonville indifférente la première fois où elle m′était permise, semblait au contraire ajouter à cette propriété, aux yeux de mon grand-père et de mon père, des commodités, un agrément passager, et, comme fait pour une excursion en pays de montagnes, l′absence de tout nuage, rendre cette journée exceptionnellement propice à une promenade de ce côté; j′aurais voulu que leurs calculs fussent déjoués, qu′un miracle fît apparaître Mlle Swann avec son père, si près de nous, que nous n′aurions pas le temps de l′éviter et serions obligés de faire sa connaissance. Aussi, quand tout d′un coup, j′aperçus sur l′herbe, comme un signe de sa présence possible, un koufin oublié à côté d′une ligne dont le bouchon flottait sur l′eau, je m′empressai de détourner d′un autre côté, les regards de mon père et de mon grand-père. D′ailleurs Swann nous ayant dit que c′était mal à lui de s′absenter, car il avait pour le moment de la famille à demeure, la ligne pouvait appartenir à quelque invité. On n′entendait aucun bruit de pas dans les allées. Divisant la hauteur d′un arbre incertain, un invisible oiseau s′ingéniait à faire trouver la journée courte, explorait d′une note prolongée, la solitude environnante, mais il recevait d′elle une réplique si unanime, un choc en retour si redoublé de silence et d′immobilité qu′on aurait dit qu′il venait d′arrêter pour toujours l′instant qu′il avait cherché à faire passer plus vite.
La marchó de la hija de Swann, que a mí .al quitarme la terrible posibilidad de que la chiquilla privilegiada que tenía amistad con Bergotte e iba con él a ver catedrales asomara por un paseo, me conociera y me despreciara, me hacía mirar indiferentemente a Tansonville, aquella primera vez en que me era dado contemplarlo con libertad, parecía, por el contrario, como que añadiera a aquella posesión, a los ojos de mi abuelo y de mi padre, ciertas comodidades, cierto atractivo pasajero, y llenando el papel que en una excursión de montaña cumple la falta de nubes, convertía aquel día en excepcionalmente propicio para un paseo por aquel lado; hubiera sido mi deseo que fracasaran sus cálculos, que un milagro trajera a la señorita de Swann y a su padre, tan cerca de nosotros, que no pudiéramos evadimos y nos presentaran sin poderlo remediar. Así que cuando de repente vi en la hierba, como síntoma de su posible presencia, un capacito olvidado junto a una caña de pescar, cuyo corcho flotaba en el agua, me apresuré a desviar hacia otro lado las miradas de mi padre y de mi abuelo. Aunque como Swann nos había dicho que no estaba muy bien que él se fuera, porque tenía parientes suyos invitados en casa, muy bien podía ser la caña de alguno de los invitados. No se oía por los paseos ningún rumor de pasos. A media altura de un árbol indeterminado, un pájaro invisible, ingeniándose en hacer más corto el día, exploraba con una prolongada nota la soledad circundante, pero dábale ésta una réplica tan unánime, le devolvía un golpe tan redoblado de silencio e inmovilidad, que se hubiera dicho como si no lograra más que detener para siempre aquel mismo instante que intentaba hacer más rápidamente pasajero.
La lumière tombait si implacable du ciel devenu fixe que l′on aurait voulu se soustraire à son attention, et l′eau dormante elle-même, dont des insectes irritaient perpétuellement le sommeil, rêvant sans doute de quelque Maelstrôm imaginaire, augmentait le trouble où m′avait jeté la vue du flotteur de liège en semblant l′entraîner à toute vitesse sur les étendues silencieuses du ciel reflété; presque vertical il paraissait prêt à plonger et déjà je me demandais, si, sans tenir compte du désir et de la crainte que j′avais de la connaître, je n′avais pas le devoir de faire prévenir Mlle Swann que le poisson mordait,—quand il me fallut rejoindre en courant mon père et mon grand-père qui m′appelaient, étonnés que je ne les eusse pas suivis dans le petit chemin qui monte vers les champs et où ils s′étaient engagés. Je le trouvai tout bourdonnant de l′odeur des aubépines. La haie formait comme une suite de chapelles qui disparaissaient sous la jonchée de leurs fleurs amoncelées en reposoir; au-dessous d′elles, le soleil posait à terre un quadrillage de clarté, comme s′il venait de traverser une verrière; leur parfum s′étendait aussi onctueux, aussi délimité en sa forme que si j′eusse été devant l′autel de la Vierge, et les fleurs, aussi parées, tenaient chacune d′un air distrait son étincelant bouquet d′étamines, fines et rayonnantes nervures de style flamboyant comme celles qui à l′église ajouraient la rampe du jubé ou les meneaux du vitrail et qui s′épanouissaient en blanche chair de fleur de fraisier. Combien nas et paysannes en comparaison sembleraient les églantines qui, dans quelques semaines, monteraient elles aussi en plein soleil le même chemin rustique, en la soie unie de leur corsage rougissant qu′un souffle défait.
La luz caía tan implacablemente de un cielo inmovilizado, que hubiéramos deseado sustraernos a su atención, y hasta el agua dormida, cuyo sueño se veía constantemente irritado por los insectos, al soñar sin duda en un Maelstrom imaginario, contribuía a aumentar el desconcierto que me inspiró el ver el flotador de la caña, porque parecía arrastrarlo, al parecer velozmente, por la silenciosa extensión del cielo reflejado en ella; estaba ya casi vertical y como si fuera a hundirse, y ya me preguntaba si no sería mi deber, prescindiendo del deseo y el miedo de conocerla que yo tenía, avisar a la hija de Swann que el pez picaba, cuando tuve que salir corriendo para alcanzar a mi padre y a mi abuelo, que me llamaban, extrañados de que no los hubiera seguido por el caminito que sube hacia el campo, y por donde ya iban ellos. En el caminito susurraba el aroma de los espinos blancos. El seto formaba como una serie de capillitas, casi cubiertas por montones de flores que se agrupaban, formando a modo de altarcitos de mayo; y abajo, el sol extendía por el suelo un cuadriculado de luz y sombra, como si llegara a través de una vidriera; el olor difundíase tan untuosamente, tan delimitado en su forma, como si me encontrara delante del altar de la Virgen, y las flores así ataviadas sostenían, con distraído ademán, su brillante ramo de estambres, finas y radiantes molduras de estilo florido, como las que en la iglesia calaban la rampa del coro o los bastidores de las vidrieras, abriendo su blanca carne de flor de fresa. ¡Qué aldeanotes y sencillos habrían de parecer a su lado los escaramujos que, unas semanas más tarde, subirían también por aquel rústico cansino, a pleno sol, con sus rojos corpinos de seda lisa, que se deshacen con un soplo!
Mais j′avais beau rester devant les aubépines à respirer, à porter devant ma pensée qui ne savait ce qu′elle devait en faire, à perdre, à retrouver leur invisible et fixe odeur, à m′unir au rythme qui jetait leurs fleurs, ici et là, avec une allégresse juvénile et à des intervalles inattendus comme certains intervalles musicaux, elles m′offraient indéfiniment le même charme avec une profusion inépuisable, mais sans me laisser approfondir davantage, comme ces mélodies qu′on rejoue cent fois de suite sans descendre plus avant dans leur secret. Je me détournais d′elles un moment, pour les aborder ensuite avec des forces plus fraîches. Je poursuivais jusque sur le talus qui, derrière la haie, montait en pente raide vers les champs, quelque coquelicot perdu, quelques bluets restés paresseusement en arrière, qui le décoraient çà et là de leurs fleurs comme la bordure d′une tapisserie où apparaît clairsemé le motif agreste qui triomphera sur le panneau; rares encore, espacés comme les maisons isolées qui annoncent déjà l′approche d′un village, ils m′annonçaient l′immense étendue où déferlent les blés, où moutonnent les nuages, et la vue d′un seul coquelicot hissant au bout de son cordage et faisant cingler au vent sa flamme rouge, au-dessus de sa bouée graisseuse et noire, me faisait battre le cœur, comme au voyageur qui aperçoit sur une terre basse une première barque échouée que répare un calfat, et s′écrie, avant de l′avoir encore vue: «La Mer!»
Pero de nada me servía quedarme parado delante de los espinos, respirando su olor invisible y fijo, presentándosele a mi pensamiento, que no sabía que hacer con él, perdiéndolo y volviendo a encontrarlo, entregándome al ritmo que lanzaba sus flores, ya a un lado, ya a otro, con gozo juvenil e intervalos inesperados, como algunos intervalos musicales: ofrecíame indefinidamente la misma seducción, con profusión inagotable; pero sin dejarme ahondar más adentro, como esas melodías que se cantan y se cantan sin penetrar nunca su secreto, íbame de su lado un momento para tomar a ellas con fuerzas frescas. Perseguía en el talud, que por detrás del seto sube casi vertical hacia el campo, a alguna amapola extraviada, a algún aciano rezagado, que decoraban la escarpa con sus flores como la orla de un tapiz donde aparece diseminado el tema rústico, que luego triunfará en todo el paño; unas cuantas sólo, espaciadas como esas casas aisladas que ya anuncian la proximidad de un poblado, me anunciaban la vasta extensión donde estallan los trigos y se rizan las nubes, y una sola amapola, que izaba en lo alto de sus jarcias y entregaba al azote del viento su lama roja, por encima de su boya negra y grasa, me aceleraba el latir del corazón, como el viajero que divisa un terreno bajo la primera barca varada que está arreglando un calafate, grita: -¡El mar!, antes de ver el agua.
Puis je revenais devant les aubépines comme devant ces chefs-d′œuvre dont on croit qu′on saura mieux les voir quand on a cessé un moment de les regarder, mais j′avais beau me faire un écran de mes mains pour n′avoir qu′elles sous les yeux, le sentiment qu′elles éveillaient en moi restait obscur et vague, cherchant en vain à se dégager, à venir adhérer à leurs fleurs. Elles ne m′aidaient pas à l′éclaircir, et je ne pouvais demander à d′autres fleurs de le satisfaire. Alors, me donnant cette joie que nous éprouvons quand nous voyons de notre peintre préféré une œuvre qui diffère de celles que nous connaissions, ou bien si l′on nous mène devant un tableau dont nous n′avions vu jusque-là qu′une esquisse au crayon, si un morceau entendu seulement au piano nous apparaît ensuite revêtu des couleurs de l′orchestre, mon grand-père m′appelant et me désignant la haie de Tansonville, me dit: «Toi qui aimes les aubépines, regarde un peu cette épine rose; est-elle jolie!»
Luego me volvía a los espinos, como se vuelven a esas obras maestras, creyendo que se las va a ver mejor después de estar un rato sin mirarlas; pero de nada me servía hacerme una pantalla con las manos, para no ver otra cosa, porque el sentimiento que en mí despertaban seguía siendo oscuro e indefinido, sin poderse desprender de mí para ir a unirse a las flores. Las cuales no me ayudaban a aclarar mi sentimiento, sin que yo pudiera pedir a otras flores que lo satisficieran. Entonces, entregándome a esa alegría que se siente al ver una obra de nuestro pintor favorito que difiere de las que conocemos, o cuando nos ponen delante un cuadro que sólo habíamos visto antes esbozado en lápiz, o si un trozo oído en piano se nos aparece revestido de la coloración orquestal, mi abuelo me llamaba, y señalándome el seto de Tansonville, me decía: -Mira, tú, que tanto te gustan los espinos; mira ese espino rosa qué bonito es..
En effet c′était une épine, mais rose, plus belle encore que les blanches. Elle aussi avait une parure de fête,—de ces seules vraies fêtes que sont les fêtes religieuses, puisqu′un caprice contingent ne les applique pas comme les fêtes mondaines à un jour quelconque qui ne leur est pas spécialement destiné, qui n′a rien d′essentiellement férié,—mais une parure plus riche encore, car les fleurs attachées sur la branche, les unes au-dessus des autres, de manière à ne laisser aucune place qui ne fût décorée, comme des pompons qui enguirlandent une houlette rococo, étaient «en couleur», par conséquent d′une qualité supérieure selon l′esthétique de Combray si l′on en jugeait par l′échelle des prix dans le «magasin» de la Place ou chez Camus où étaient plus chers ceux des biscuits qui étaient roses. Moi-même j′appréciais plus le fromage à la crème rose, celui où l′on m′avait permis d′écraser des fraises. Et justement ces fleurs avaient choisi une de ces teintes de chose mangeable, ou de tendre embellissement à une toilette pour une grande fête, qui, parce qu′elles leur présentent la raison de leur supériorité, sont celles qui semblent belles avec le plus d′évidence aux yeux des enfants, et à cause de cela, gardent toujours pour eux quelque chose de plus vif et de plus naturel que les autres teintes, même lorsqu′ils ont compris qu′elles ne promettaient rien à leur gourmandise et n′avaient pas été choisies par la couturière. Et certes, je l′avais tout de suite senti, comme devant les épines blanches mais avec plus d′émerveillement, que ce n′était pas facticement, par un artifice de fabrication humaine, qu′était traduite l′intention de festivité dans les fleurs, mais que c′était la nature qui, spontanément, l′avait exprimée avec la naté d′une commerçante de village travaillant pour un reposoir, en surchargeant l′arbuste de ces rosettes d′un ton trop tendre et d′un pompadour provincial. Au haut des branches, comme autant de ces petits rosiers aux pots cachés dans des papiers en dentelles, dont aux grandes fêtes on faisait rayonner sur l′autel les minces fusées, pullulaient mille petits boutons d′une teinte plus pâle qui, en s′entr′ouvrant, laissaient voir, comme au fond d′une coupe de marbre rose, de rouges sanguines et trahissaient plus encore que les fleurs, l′essence particulière, irrésistible, de l′épine, qui, partout où elle bourgeonnait, où elle allait fleurir, ne le pouvait qu′en rose. Intercalé dans la haie, mais aussi différent d′elle qu′une jeune fille en robe de fête au milieu de personnes en négligé qui resteront à la maison, tout prêt pour le mois de Marie, dont il semblait faire partie déjà, tel brillait en souriant dans sa fraîche toilette rose, l′arbuste catholique et délicieux.
Y, en efecto, era un espino, pero éste de color rosa y aún más hermoso que los blancos. También estaba vestido de fiesta de fiesta religiosa, las únicas festividades verdaderas, porque no hay un capricho contingente que las aplique como las fiestas mundanas a un día cualquiera, que no está especialmente consagrado a ellas, y que nada tiene de esencialmente festivo., pero más ricamente vestido, porque las flores pegadas a la rama, unas encima de otras, sin dejar ningún hueco sin decorar, como los pompones que adornan los cayados de estilo rococó, eran de .color, y, por consiguiente, de calidad superior, según la estética de Combray, y a juzgar por la escala de precios de la .tienda, de la plaza, o la casa de Camus, donde los dulces de color de rosa costaban más caros. También a mí me gustaba más el queso de crema de color rosa, en el que me dejaban mezclar fresas. Y precisamente aquellas flores habían ido a escoger uno de esos tonos de cosa comestible, o de tierno realce de un traje para fiesta mayor, colores que se presentan a los niños con la razón de superioridad, y por eso les imponen con mayor evidencia su belleza, conservando siempre para los ojos infantiles algo más vivo y natural que los demás colores, aunque ya hayan comprendido que no prometían nada a su golosina, y que no los había escogido para ellos la modista. Y yo, en verdad, en seguida, tuve la sensación, lo mismo que delante de los espinos blancos, pero aún con mayor asombro, de que la intención de festividad no estaba traducida en aquellas flores de modo ficticio; y por un arte de industria humana, sino que era la Naturaleza misma la que espontáneamente le había dado expresión con la sencillez de una comerciante de pueblo que trabaja en un altarcito del Corpus, recargando el arbusto con sus rositas sobremanera tiernas y de un carácter de Pompadour de provincia. En lo alto de las ramas, como otros tantos tiestecillos de rosales revestidos de papel picado, de esos que en las fiestas mayores adornaban el altar con sus delgados husos, pululaban mil capuUitos de tono más pálido, que, entreabriéndose, dejaban ver, como en el fondo de una copa de mármol rosa, ágatas sangrientas, y delataban aún más claramente que las fiores la esencia particular e irresistible del espino, que dondequiera que eche brote o fiorezca, no sabía hacerlo más que con color de rosa. Intercalado en el seto, pero diferenciándose de él, como una jovencita en traje de fiesta entre personas desaseadas que se quedarán en casa, ya preparado para el mes de María, del que parecía estar participando, brillaba sonriente, con su fresco vestido rosa, el arbusto católico y delicioso.
La haie laissait voir à l′intérieur du parc une allée bordée de jasmins, de pensées et de verveines entre lesquelles des giroflées ouvraient leur bourse fraîche, du rose odorant et passé d′un cuir ancien de Cordoue, tandis que sur le gravier un long tuyau d′arrosage peint en vert, déroulant ses circuits, dressait aux points où il était percé au-dessus des fleurs, dont il imbibait les parfums, l′éventail vertical et prismatique de ses gouttelettes multicolores. Tout à coup, je m′arrêtai, je ne pus plus bouger, comme il arrive quand une vision ne s′adresse pas seulement à nos regards, mais requiert des perceptions plus profondes et dispose de notre être tout entier. Une fillette d′un blond roux qui avait l′air de rentrer de promenade et tenait à la main une bêche de jardinage, nous regardait, levant son visage semé de taches roses. Ses yeux noirs brillaient et comme je ne savais pas alors, ni ne l′ai appris depuis, réduire en ses éléments objectifs une impression forte, comme je n′avais pas, ainsi qu′on dit, assez «d′esprit d′observation» pour dégager la notion de leur couleur, pendant longtemps, chaque fois que je repensai à elle, le souvenir de leur éclat se présentait aussitôt à moi comme celui d′un vif azur, puisqu′elle était blonde: de sorte que, peut-être si elle n′avait pas eu des yeux aussi noirs,—ce qui frappait tant la première fois qu′on la voyait—je n′aurais pas été, comme je le fus, plus particulièrement amoureux, en elle, de ses yeux bleus.
El seto dejaba ver en el interior del parque un paseo que tenía a los lados jazmines, pensamientos y verbenas entremezcladas con alhelíes que abrían su fresca boca, de un rosa fragante y pasado como cuero de Córdoba; en la arena del centro del paseo una manga de riego, pintada de verde, iba serpenteando, y en los sitios donde tenía agujeros lanzaba por encima de las fiores, cuyo aroma impregnaba con su frescura, el abanico vertical y prismático de sus gotillas multicolores. De repente me fiaré, sin poder moverme, como sucede cuando vemos algo que no sólo va dirigido a nuestro mirar, sino que requiere más profundas percepciones y se adueña de nuestro ser entero. Una chica de un rubio rojizo, que, al parecer, volvía de paseo, y que llevaba en la mano una azada de jardín, nos miraba, alzando el rostro, salpicado de manchitas de color de rosa. Le brillaban mucho los negros ojos, y como yo no sabía entonces, ni he llegado luego a saberlo, reducir a sus elementos objetivos una impresión fuerte, como no tenía bastante de eso que se llama .espíritu de observación, para poder aislar la noción de su color, por mucho tiempo, cuando pensé en ella, el recuerdo del brillo de sus ojos se me presentaba como de vivísimo azul, porque era rubia; de modo que quizá si no hubiera tenido ojos tan negros .cosa que tanto sorprendía al verla por vez primera, no me hubieran enamorado en ella tanto como me enamoraron, y más que nada sus ojos azules.
Je la regardais, d′abord de ce regard qui n′est pas que le porte-parole des yeux, mais à la fenêtre duquel se penchent tous les sens, anxieux et pétrifiés, le regard qui voudrait toucher, capturer, emmener le corps qu′il regarde et l′âme avec lui; puis, tant j′avais peur que d′une seconde à l′autre mon grand-père et mon père, apercevant cette jeune fille, me fissent éloigner en me disant de courir un peu devant eux, d′un second regard, inconsciemment supplicateur, qui tâchait de la forcer à faire attention à moi, à me connaître! Elle jeta en avant et de côté ses pupilles pour prendre connaissance de mon grand′père et de mon père, et sans doute l′idée qu′elle en rapporta fut celle que nous étions ridicules, car elle se détourna et d′un air indifférent et dédaigneux, se plaça de côté pour épargner à son visage d′être dans leur champ visuel; et tandis que continuant à marcher et ne l′ayant pas aperçue, ils m′avaient dépassé, elle laissa ses regards filer de toute leur longueur dans ma direction, sans expression particulière, sans avoir l′air de me voir, mais avec une fixité et un sourire dissimulé, que je ne pouvais interpréter d′après les notions que l′on m′avait données sur la bonne éducation, que comme une preuve d′outrageant mépris; et sa main esquissait en même temps un geste indécent, auquel quand il était adressé en public à une personne qu′on ne connaissait pas, le petit dictionnaire de civilité que je portais en moi ne donnait qu′un seul sens, celui d′une intention insolente.
La miré primero con esa mirada que es algo que el verbo de los ojos, ventana a que se asoman todos los sentidos, ansiosos y petrificados; mirada que querría tocar, capturar, llevarse el cuerpo que está mirando, y con él el alma; y luego, por el miedo que tenía de que de un momento a otro mi abuelo y mi padre vieran a la chica y me mandaran apartarme, y correr un poco delante de ellos, la miré con una mirada inconscientemente suplicante, que aspiraba a obligarla a que se fijara en mí, a que me conociera. Dirigió ella sus pupilas delante de ella primero, y luego hacia un lado, para enterarse de las personas de mi padre y mi abuelo, y sin duda sacó de su observación la idea de que éramos ridículos, porque se volvió, y con aspecto de indiferencia y desdén, se puso de lado, para que su rostro no siguiera en el campo visual donde ellos estaban; y mientras que sin haberla visto, siguieron andando dejándome atrás, ella dejó que su mirada se escapara hacia donde yo estaba, sin ninguna expresión determinada, como si no me viera, pero con una fijeza y una sonrisa disimulada, que yo no pude interpretar, con arreglo a las nociones que me habían dado de lo que es la buena educación, más que como prueba de un humillante desprecio; y al mismo tiempo esbozó con la mano un ademán burlón, que cuando se dirigía públicamente a una persona desconocida, no tenía en el pequeño diccionario de buenas maneras que yo llevaba conmigo más que una sola significación: la de insolencia deliberada.
—«Allons, Gilberte, viens; qu′est-ce que tu fais, cria d′une voix perçante et autoritaire une dame en blanc que je n′avais pas vue, et à quelque distance de laquelle un Monsieur habillé de coutil et que je ne connaissais pas, fixait sur moi des yeux qui lui sortaient de la tête; et cessant brusquement de sourire, la jeune fille prit sa bêche et s′éloigna sans se retourner de mon côté, d′un air docile, impénétrable et sournois.
-Vamos, Gilberta, ven aquí; qué es lo que estás haciendo .gritó con voz penetrante y autoritaria una señora de blanco, que yo no había visto, y que tenía detrás, a alguna distancia, a un señor con traje de dril, para mí desconocido, el cual me miraba con ojos saltones; y la chica dejó de sonreír; bruscamente, cogió su azada y se marchó, sin volverse hacia mí, con semblante dócil impenetrable y solapado.
Ainsi passa près de moi ce nom de Gilberte, donné comme un talisman qui me permettait peut-être de retrouver un jour celle dont il venait de faire une personne et qui, l′instant d′avant, n′était qu′une image incertaine. Ainsi passa-t-il, proféré au-dessus des jasmins et des giroflées, aigre et frais comme les gouttes de l′arrosoir vert; imprégnant, irisant la zone d′air pur qu′il avait traversée—et qu′il isolait,—du mystère de la vie de celle qu′il désignait pour les êtres heureux qui vivaient, qui voyageaient avec elle; déployant sous l′épinier rose, à hauteur de mon épaule, la quintessence de leur familiarité, pour moi si douloureuse, avec elle, avec l′inconnu de sa vie où je n′entrerais pas.
Y así pasó junto a mí ese nombre de Gilberta, dado como un talismán, con el que algún día quizá podría encontrar a aquel ser, que por gracia suya ya se había convertido en persona, cuando un momento antes no era más que una vaga imagen. Y así pasó, pronunciado por encima de los jazmines y de los alhelíes, agrio y fresco como las gotas de agua de la manga verde; impregnando, irisando la zona de aire que atravesó .y que había aislado con todo el misterio de la vida de la que lo llevaba, ese nombre que servía para que la llamaran los felices mortales que vivían y viajaban con ella; y desplegó bajo la planta del espino rosa, y a la altura de mi hombro, la quintaesencia de su familiaridad, para mí dolorosa, con su vida, con la parte desconocida de su vida, en donde yo no podía penetrar.
Un instant (tandis que nous nous éloignions et que mon grand-père murmurait: «Ce pauvre Swann, quel rôle ils lui font jouer: on le fait partir pour qu′elle reste seule avec son Charlus, car c′est lui, je l′ai reconnu! Et cette petite, mêlée à toute cette infamie!») l′impression laissée en moi par le ton despotique avec lequel la mère de Gilberte lui avait parlé sans qu′elle répliquât, en me la montrant comme forcée d′obéir à quelqu′un, comme n′étant pas supérieure à tout, calma un peu ma souffrance, me rendit quelque espoir et diminua mon amour.
Por un instante, mientras nos íbamos alejando, y mi abuelo murmuraba: .Ese infeliz de Swann, ¡qué papel le hacen representar!: se arreglan para que se vaya y pueda ella quedarse sola con su Charlus, porque es él, ¿sabes?, lo he reconocido. ¡Y esa niña, viéndolo todo!., la impresión que en mí dejara el tono despótico con que habló a Gilberta su madre, sin que ella replicara, me la mostró como obligada a obedecer a alguien, no siendo ya superior a todo, y calmó mi pena, me tornó la esperanza y disminuyó mi amor.
Mais bien vite cet amour s′éleva de nouveau en moi comme une réaction par quoi mon cœur humilié voulait se mettre de niveau avec Gilberte ou l′abaisser jusqu′à lui. Je l′aimais, je regrettais de ne pas avoir eu le temps et l′inspiration de l′offenser, de lui faire mal, et de la forcer à se souvenir de moi. Je la trouvais si belle que j′aurais voulu pouvoir revenir sur mes pas, pour lui crier en haussant les épaules: «Comme je vous trouve laide, grotesque, comme vous me répugnez!»
Pero pronto ese amor volvió a elevarse de nuevo dentro de mí como reacción con que mi humillado corazón quería ponerse al nivel de Gilberta o rebajarla a ella hasta mi corazón. La quería, lamentaba no haber tenido tiempo e inspiración para ofenderla, para hacerle daño, para obligarla a que se acordara de mí. Me parecía tan bonita, que con gusto hubiera vuelto sobre mis pasos para gritarle, encogiéndome de hombros: .Es usted feísima, ridicula, repulsiva.
Cependant je m′éloignais, emportant pour toujours, comme premier type d′un bonheur inaccessible aux enfants de mon espèce de par des lois naturelles impossibles à transgresser, l′image d′une petite fille rousse, à la peau semée de taches roses, qui tenait une bêche et qui riait en laissant filer sur moi de longs regards sournois et inexpressifs. Et déjà le charme dont son nom avait encensé cette place sous les épines roses où il avait été entendu ensemble par elle et par moi, allait gagner, enduire, embaumer, tout ce qui l′approchait, ses grands-parents que les miens avaient eu l′ineffable bonheur de connaître, la sublime profession d′agent de change, le douloureux quartier des Champs-Élysées qu′elle habitait à Paris.
Y entre tanto me iba alejando, llevándome para siempre como tipo primero de la felicidad inaccesible a los niños de mi clase, por leyes naturales, imposibles de violar, la imagen de una chiquilla rubia, con el cutis lleno de manchitas rosas, que tenía una azada en la mano y se reía, dejando escaparse hacia mí prolongadas miradas inexpresivas y solapadas. Y ya el encanto con que su nombre había aromado aquel lugar junto a las plantas de espino rosa, en que lo oímos ella y yo al mismo tiempo, iba a ganar, a impregnar, a perfumar todo lo que la rodeaba: sus abuelos, que los míos tuvieron la dicha inefable de tratar; la sublime profesión de agente de cambio, y el penoso barrio de los Campos Elíseos, donde ella vivía en París.
«Léonie, dit mon grand-père en rentrant, j′aurais voulu t′avoir avec nous tantôt. Tu ne reconnaîtrais pas Tansonville. Si j′avais osé, je t′aurais coupé une branche de ces épines roses que tu aimais tant.» Mon grand-père racontait ainsi notre promenade à ma tante Léonie, soit pour la distraire, soit qu′on n′eût pas perdu tout espoir d′arriver à la faire sortir. Or elle aimait beaucoup autrefois cette propriété, et d′ailleurs les visites de Swann avaient été les dernières qu′elle avait reçues, alors qu′elle fermait déjà sa porte à tout le monde. Et de même que quand il venait maintenant prendre de ses nouvelles (elle était la seule personne de chez nous qu′il demandât encore à voir), elle lui faisait répondre qu′elle était fatiguée, mais qu′elle le laisserait entrer la prochaine fois, de même elle dit ce soir-là: «Oui, un jour qu′il fera beau, j′irai en voiture jusqu′à la porte du parc.» C′est sincèrement qu′elle le disait.
-Leoncia -dijo mi abuelo al volver., me hubiera gustado que estuvieras con nosotros hace un momento. No conocerías Tansonville. Si me hubiera atrevido te habría cortado una rama de espino rosa, de esos que te gustaban tanto. Mi abuelo siempre contaba nuestros paseos a mi tía Leoncia, en parte para distraerla, y en parte porque no había perdido toda la esperanza de que llegara a salir alguna vez. Le gustaba mucho en tiempos esa posesión y, además, las visitas de Swann fueron de las últimas que recibiera cuando ya tenía cerrada la puerta a todo el mundo. Y lo mismo que cuando Swann venía ahora a preguntar por ella (porque ella era la única persona de casa a quien Swann quería seguir viendo) le mandaba decir que estaba cansada, pero que lo dejaría subir otro día, así aquella noche contestó: -Sí, un día que haga bueno iré en coche hasta la puerta del parque.. Y lo decía sinceramente.
Elle eût aimé revoir Swann et Tansonville; mais le désir qu′elle en avait suffisait à ce qui lui restait de forces; sa réalisation les eût excédées. Quelquefois le beau temps lui rendait un peu de vigueur, elle se levait, s′habillait; la fatigue commençait avant qu′elle fût passée dans l′autre chambre et elle réclamait son lit. Ce qui avait commencé pour elle—plus tôt seulement que cela n′arrive d′habitude,—c′est ce grand renoncement de la vieillesse qui se prépare à la mort, s′enveloppe dans sa chrysalide, et qu′on peut observer, à la fin des vies qui se prolongent tard, même entre les anciens amants qui se sont le plus aimés, entre les amis unis par les liens les plus spirituels et qui à partir d′une certaine année cessent de faire le voyage ou la sortie nécessaire pour se voir, cessent de s′écrire et savent qu′ils ne communiqueront plus en ce monde. Ma tante devait parfaitement savoir qu′elle ne reverrait pas Swann, qu′elle ne quitterait plus jamais la maison, mais cette réclusion définitive devait lui être rendue assez aisée pour la raison même qui selon nous aurait dû la lui rendre plus douloureuse: c′est que cette réclusion lui était imposée par la diminution qu′elle pouvait constater chaque jour dans ses forces, et qui, en faisant de chaque action, de chaque mouvement, une fatigue, sinon une souffrance, donnait pour elle à l′inaction, à l′isolement, au silence, la douceur réparatrice et bénie du repos.
Le hubiera gustado ver a Swann, y ver a Tansonville; pero con sólo el deseo se le agotaban las fuerzas, y ya no le quedaban para llevarlo a realización. A veces, el buen tiempo la reanimaba un poco, se levantaba, se vestía; pero el cansancio llegaba antes de que hubiera salido a la otra habitación, y pedía de nuevo la cama. Y es que para ella ya había empezado más pronto de lo que suele llegar ese gran abandono de la vejez, que está preparándose a morir, que se envuelve en su crisálida, dejación que se puede advertir allá al fin de las vidas que se prolongan mucho, hasta entre amantes que se quisieron profundamente, entre amigos que estuvieron unidos por los más generosos lazos, y que al llegar un año dejan ya de hacer el viaje o la salida necesarios para verse, no se escriben y saben que no volverán a comunicarse en este mundo. Mi tía sabía muy bien, sin duda, que nunca más vería a Swann, que no volvería a salir de su casa; pero esa reclusión definitiva hacíasela cómoda la misma razón que, según nosotros, debiera serle más dolorosa; y es que aquella reclusión se la imponía la disminución, perceptible para ella cada día que pasaba, de sus fuerzas, y que al convertir todo acto y movimiento en cansancio o en sufrimiento, revestía a la inacción, al aislamiento y al silencio de la suavidad reparadora y bendita del descanso.
Ma tante n′alla pas voir la haie d′épines roses, mais à tous moments je demandais à mes parents si elle n′irait pas, si autrefois elle allait souvent à Tansonville, tâchant de les faire parler des parents et grands-parents de Mlle Swann qui me semblaient grands comme des Dieux. Ce nom, devenu pour moi presque mythologique, de Swann, quand je causais avec mes parents, je languissais du besoin de le leur entendre dire, je n′osais pas le prononcer moi-même, mais je les entraînais sur des sujets qui avoisinaient Gilberte et sa famille, qui la concernaient, où je ne me sentais pas exilé trop loin d′elle; et je contraignais tout d′un coup mon père, en feignant de croire par exemple que la charge de mon grand-père avait été déjà avant lui dans notre famille, ou que la haie d′épines roses que voulait voir ma tante Léonie se trouvait en terrain communal, à rectifier mon assertion, à me dire, comme malgré moi, comme de lui-même: «Mais non, cette charge-là était au père de Swann, cette haie fait partie du parc de Swann.» Alors j′étais obligé de reprendre ma respiration, tant, en se posant sur la place où il était toujours écrit en moi, pesait à m′étouffer ce nom qui, au moment où je l′entendais, me paraissait plus plein que tout autre, parce qu′il était lourd de toutes les fois où, d′avance, je l′avais mentalement proféré. Il me causait un plaisir que j′étais confus d′avoir osé réclamer à mes parents, car ce plaisir était si grand qu′il avait dû exiger d′eux pour qu′ils me le procurassent beaucoup de peine, et sans compensation, puisqu′il n′était pas un plaisir pour eux. Aussi je détournais la conversation par discrétion. Par scrupule aussi. Toutes les séductions singulières que je mettais dans ce nom de Swann, je les retrouvais en lui dès qu′ils le prononçaient. Il me semblait alors tout d′un coup que mes parents ne pouvaient pas ne pas les ressentir, qu′ils se trouvaient placés à mon point de vue, qu′ils apercevaient à leur tour, absolvaient, épousaient mes rêves, et j′étais malheureux comme si je les avais vaincus et dépravés.
Mi tía no fue a ver el seto de espino rosa; pero yo preguntaba a cada momento a mis padres si no iba a ir, si antes iba a menudo a Tansonville, para hacerlos hablar de los padres y los abuelos de la señorita de Swann, que me parecían seres enormes, como los dioses. Ansiaba oír ese nombre, para mí casi mitológico, de Swann, cuando hablaba con mis padres, y no me atrevía a pronunciarlo yo, pero arrastraba a mis padres a temas de conversación concernientes a Gilberto y a su familia, referentes a ella, y que no me dejaban muy aislado de ella; y de pronto obligaba a mi padre, haciendo como que me creía que el cargo que tuvo mi abuelo ya lo había tenido otra persona de la familia, o que el seto de espino rosa, que quería ver la tía Leoncia, estaba en terrenos comunales, a rectificarme, diciéndome como espontáneamente y para corregirme: .No, no, ese cargo lo tenía el padre de Swann; el seto es del padre de Swann. Y entonces yo volvía a respirar, porque ese nombre, que en el momento de oírlo me parecía más lleno que ninguno, porque tenía la pesantez de las muchas veces que yo lo había pronunciado antes mentalmente, al posarse en el lugar de mi alma, en que siempre estaba escrito, pesaba hasta ahogarme. Causábame un placer que me daba vergüenza haberme atrevido a solícitas de mis padres, porque era un placer tan grande, que, sin duda, debió de costarles mucha pena el dármelo, y eso sin ninguna compensación, porque para ellos no era placer alguno. Así que, por discreción, desviaba la conversación. Y también por escrúpulo de conciencia. Todas las raras seducciones que para mí adornaban el nombre de Swann las encontraba en ese nombre cuando ellos lo pronunciaban. Y entonces se me figuraba de pronto que mis padres no podían por menos de sentir también esas seducciones, que se colocaban en mi punto de vista; que a su vez advertían mis sueños, los absorbían, los hacían suyos, y me sentía tan apenado como si hubiera vencido y depravado a mis padres.
Cette année-là, quand, un peu plus tôt que d′habitude, mes parents eurent fixé le jour de rentrer à Paris, le matin du départ, comme on m′avait fait friser pour être photographié, coiffer avec précaution un chapeau que je n′avais encore jamais mis et revêtir une douillette de velours, après m′avoir cherché partout, ma mère me trouva en larmes dans le petit raidillon, contigu à Tansonville, en train de dire adieu aux aubépines, entourant de mes bras les branches piquantes, et, comme une princesse de tragédie à qui pèseraient ces vains ornements, ingrat envers l′importune main qui en formant tous ces nœuds avait pris soin sur mon front d′assembler mes cheveux, foulant aux pieds mes papillotes arrachées et mon chapeau neuf. Ma mère ne fut pas touchée par mes larmes, mais elle ne put retenir un cri à la vue de la coiffe défoncée et de la douillette perdue. Je ne l′entendis pas: «O mes pauvres petites aubépines, disais-je en pleurant, ce n′est pas vous qui voudriez me faire du chagrin, me forcer à partir. Vous, vous ne m′avez jamais fait de peine! Aussi je vous aimerai toujours.» Et, essuyant mes larmes, je leur promettais, quand je serais grand, de ne pas imiter la vie insensée des autres hommes et, même à Paris, les jours de printemps, au lieu d′aller faire des visites et écouter des niaiseries, de partir dans la campagne voir les premières aubépines.
Aquel año, cuando mis padres, un poco antes que de costumbre, decidieron la fecha de vuelta a París, la mañana del día de salida me rizaron el pelo para retratarme, pusiéronme con mucho cuidado un sombrero nuevo y me vistieron una casaca de terciopelo; mi madre estuvo buscándome por todas partes, y, por fin, me encontró llorando a lágrima viva en el atajo que va a Tansonville, despidiéndome de los espinos, abrazando sus punzantes ramas y pisoteando mis papillotes y mi sombrero nuevo, como una princesa de tragedia a quien pesaran sus vanos atavíos, sin la menor gratitud para la persona que con tanto cuidado me había hecho los lazos y me había arreglado el peinado. Mi llanto no conmovió a mi madre; pero no pudo retener un grito al ver mi sombrero aplastado y mi casaquita estropeada. Yo no la oía. .¡Pobres espinitos míos! -decía yo llorando., vosotros no queréis que yo esté triste; no queréis que me vaya, ¿verdad? Nunca me habéis hecho nada malo. Os querré mucho siempre.. Y secándome las lágrimas, les prometía para cuando fuera mayor no imitar la insensata vida de los demás hombres, y al llegar los días de primavera, aunque estuviera en París, salir al campo a ver los primeros espinos, en vez de hacer visitas y escuchar tonterías.
Une fois dans les champs, on ne les quittait plus pendant tout le reste de la promenade qu′on faisait du côté de Méséglise. Ils étaient perpétuellement parcourus, comme par un chemineau invisible, par le vent qui était pour moi le génie particulier de Combray. Chaque année, le jour de notre arrivée, pour sentir que j′étais bien à Combray, je montais le retrouver qui courait dans les sayons et me faisait courir à sa suite. On avait toujours le vent à côté de soi du côté de Méséglise, sur cette plaine bombée où pendant des lieues il ne rencontre aucun accident de terrain. Je savais que Mlle Swann allait souvent à Laon passer quelques jours et, bien que ce fût à plusieurs lieues, la distance se trouvant compensée par l′absence de tout obstacle, quand, par les chauds après-midi, je voyais un même souffle, venu de l′extrême horizon, abaisser les blés les plus éloignés, se propager comme un flot sur toute l′immense étendue et venir se coucher, murmurant et tiède, parmi les sainfoins et les trèfles, à mes pieds, cette plaine qui nous était commune à tous deux semblait nous rapprocher, nous unir, je pensais que ce souffle avait passé auprès d′elle, que c′était quelque message d′elle qu′il me chuchotait sans que je pusse le comprendre, et je l′embrassais au passage. A gauche était un village qui s′appelait Champieu (Campus Pagani, selon le curé). Sur la droite, on apercevait par delà les blés, les deux clochers ciselés et rustiques de Saint-André-des-Champs, eux-mêmes effilés, écailleux, imbriqués d′alvéoles, guillochés, jaunissants et grumeleux, comme deux épis.
Ya en el campo, no nos separábamos de los espinos en todo el resto del paseo, cuando íbamos por el lado de Méséglise. Recorríalos constantemente, invisible caminante, el viento, que para mí era el genio particular de Combray. Todos los años el día que llegábamos, yo, para tener la sensación cabal de estar en Combray, subía a verlo correr por entre los sayos y a correr tras de él. Siempre llevábamos el viento al Méséglise, por aquella combada plana, donde se pasan leguas y leguas sin que el terreno se quiebre nunca. Sabía yo que la hija de Swann iba a menudo a Laon a pasar unos días, y aunque Laon se hallaba a bastantes leguas, como la distancia estaba compensada por la falta de obstáculos, cuando en aquellas cálidas tardes veía venir un soplo de viento del extremo horizonte inclinando los trigales más distantes, propagándose como una ola por aquella vasta extensión, y yendo a morir a mis pies, tibio y murmurante, entre los tréboles y los pipirigallos, aquella llanura que a los dos nos era común parecía como que nos acercaba y nos unía, y yo me figuraba que aquel soplo de viento la había rozado; que el murmullo de la brisa que yo no podía entender, era un mensaje suyo, y besaba el aire al pasar. A la izquierda había un pueblo llamado Champieu (Campus Pagani, según el cura). A la derecha veíanse, asomando por encima de los trigales, los dos campanarios rústicos y cincelados de San Andrés del Campo, afilados, escamosos, torneados, amarillos, grumosos, alveolados como dos espigas más.
A intervalles symétriques, au milieu de l′inimitable ornementation de leurs feuilles qu′on ne peut confondre avec la feuille d′aucun autre arbre fruitier, les pommiers ouvraient leurs larges pétales de satin blanc ou suspendaient les timides bouquets de leurs rougissants boutons. C′est du côté de Méséglise que j′ai remarqué pour la première fois l′ombre ronde que les pommiers font sur la terre ensoleillée, et aussi ces soies d′or impalpable que le couchant tisse obliquement sous les feuilles, et que je voyais mon père interrompre de sa canne sans les faire jamais dévier.
A simétricos intervalos, en medio de la inimitable ornamentación de su follaje, inconfundible con el de ningún otro árbol frutal, abrían los manzanos sus largos pétalos de satén blanco, o dejaban colgar los tímidos ramitos de sus capullos encamados. Por allí, por el lado de Méséglise, es donde observé por vez primera esa sombra redonda que dan los manzanos en la tierra soleada, y esas sedas de oro que el sol poniente teje oblicuamente bajo las hojas del árbol, y cuya continuidad veía yo a mi padre romper con su bastón, pero sin desviar nunca sus hilos.
Parfois dans le ciel de l′après-midi passait la lune blanche comme une nuée, furtive, sans éclat, comme une actrice dont ce n′est pas l′heure de jouer et qui, de la salle, en toilette de ville, regarde un moment ses camarades, s′effaçant, ne voulant pas qu′on fasse attention à elle. J′aimais à retrouver son image dans des tableaux et dans des livres, mais ces œuvres d′art étaient bien différentes—du moins pendant les premières années, avant que Bloch eût accoutumé mes yeux et ma pensée à des harmonies plus subtiles—de celles où la lune me paraîtrait belle aujourd′hui et où je ne l′eusse pas reconnue alors. C′était, par exemple, quelque roman de Saintine, un paysage de Gleyre où elle découpe nettement sur le ciel une faucille d′argent, de ces œuvres nament incomplètes comme étaient mes propres impressions et que les sœurs de ma grand′mère s′indignaient de me voir aimer. Elles pensaient qu′on doit mettre devant les enfants, et qu′ils font preuve de goût en aimant d′abord, les œuvres que, parvenu à la maturité, on admire définitivement. C′est sans doute qu′elles se figuraient les mérites esthétiques comme des objets matériels qu′un œil ouvert ne peut faire autrement que de percevoir, sans avoir eu besoin d′en mûrir lentement des équivalents dans son propre cœur.
Muchas veces, por el cielo de la tarde cruzaba la luna, blanca como una nube, furtiva, sin brillo, igual que una actriz cuya hora de trabajar no llegó aún, y que en traje de calle mira desde la sala a sus compañeras, sin llamar la atención, deseando que nadie se fije en ella. Me gustaba encontrar su imagen en los libros y en los cuadros, pero esas obras de arte diferían mucho .por lo menos durante, los primeros años, antes de que Bloch acostumbrara mi vista y mi pensamiento a más sutiles armonías, de esas en que hoy me parecería bella la luna, y que entonces no me decían nada. Era, por ejemplo, en una novela de Saintine, en un paisaje de Gleyre, donde dibuja limpiamente en el cielo su hoz de plata, en obras de esas ingenuamente incompletas, coma lo eran mis propias impresiones, obras que indignaba a las hermanas de mi abuela el que yo admirara. Creían ellas que deben presentarse a los niños obras de arte de las que admiramos definitivamente cuando somos hombres maduros, y que los niños demuestran buen gusto si las encuentran agradables desde un principio. Y es porque, sin duda, se representaban los méritos estéticos como objetos materiales, que unos ojos abiertos no tienen más remedio que percibir, sin necesidad de haber ido madurando lentamente sus equivalentes dentro del propio corazón.
C′est du côté de Méséglise, à Montjouvain, maison située au bord d′une grande mare et adossée à un talus buissonneux que demeurait M. Vinteuil. Aussi croisait-on souvent sur la route sa fille, conduisant un buggy à toute allure. A partir d′une certaine année on ne la rencontra plus seule, mais avec une amie plus âgée, qui avait mauvaise réputation dans le pays et qui un jour s′installa définitivement à Montjouvain. On disait: «Faut-il que ce pauvre M. Vinteuil soit aveuglé par la tendresse pour ne pas s′apercevoir de ce qu′on raconte, et permettre à sa fille, lui qui se scandalise d′une parole déplacée, de faire vivre sous son toit une femme pareille. Il dit que c′est une femme supérieure, un grand cœur et qu′elle aurait eu des dispositions extraordinaires pour la musique si elle les avait cultivées. Il peut être sûr que ce n′est pas de musique qu′elle s′occupe avec sa fille.» M. Vinteuil le disait; et il est en effet remarquable combien une personne excite toujours d′admiration pour ses qualités morales chez les parents de toute autre personne avec qui elle a des relations charnelles. L′amour physique, si injustement décrié, force tellement tout être à manifester jusqu′aux moindres parcelles qu′il possède de bonté, d′abandon de soi, qu′elles resplendissent jusqu′aux yeux de l′entourage immédiat.
Por el lado de Méséglise, en Montjouvain, casa situada junto a una gran charca y al abrigo de una escarpa llena de matorrales , vivía el señor Vinteuil. Así que muchas veces nos cruzábamos en el camino con su hija, que iba, a todo correr, en un cochecito guiado por ella. Desde un cierto año ya no nos la encontrábamos a ella sola, sino acompañada por una amiga mayor que ella, que tenía mala fama en aquellas tierras y que acabó por irse a vivir definitivamente a Montjouvain. La gente decía: .Ese pobre señor Vinteuil tiene que estar cegado por el cariño para no enterarse de lo que se murmura y dejar a su hija, él que se escandaliza por una palabra mal dicha, que meta en casa a una mujer así. Y dice que es una mujer excepcional, de gran corazón y con muchas disposiciones para la música, si las hubiera cultivado. Pero que tenga por seguro que no es a la música a lo que se dedica con su hija.. El señor Vinteuil lo decía, y, en efecto, es cosa digna de notarse la admiración que despierta una persona por sus cualidades morales en los padres de otra persona cualquiera con quien tenga relaciones carnales. El amor físico, tan injustamente difamado, obliga de tal modo a un ser a poner de manifiesto hasta las menores partículas de bondad y de desprendimiento que en sí lleve, que estas virtudes acaban por resplandecer a los ojos de las personas que más de cerca la rodean.
Le docteur Percepied à qui sa grosse voix et ses gros sourcils permettaient de tenir tant qu′il voulait le rôle de perfide dont il n′avait pas le physique, sans compromettre en rien sa réputation inébranlable et imméritée de bourru bienfaisant, savait faire rire aux larmes le curé et tout le monde en disant d′un ton rude: «Hé bien! il paraît qu′elle fait de la musique avec son amie, Mlle Vinteuil.
Ça a l′air de vous étonner. Moi je sais pas. C′est le père Vinteuil qui m′a encore dit ça hier. Après tout, elle a bien le droit d′aimer la musique, c′te fille. Moi je ne suis pas pour contrarier les vocations artistiques des enfants. Vinteuil non plus à ce qu′il paraît. Et puis lui aussi il fait de la musique avec l′amie de sa fille. Ah! sapristi on en fait une musique dans c′te boîte-là. Mais qu′est-ce que vous avez à rire; mais ils font trop de musique ces gens. L′autre jour j′ai rencontré le père Vinteuil près du cimetière. Il ne tenait pas sur ses jambes.»
El doctor Percepied, que por su vozarrón y sus espesas cejas podía representar cuando quería el papel de hombre pérfido, para el que no tenía disposiciones, sin que eso comprometiera en nada su reputación inquebrantable e inmerecida de fiera bondadosa, se las arreglaba para hacer llorar de risa al cura y a todo el mundo, diciendo con topo rudo: .Sí, sí; parece que se dedica a la música la niña de Vinteuil con su amiga. Parece que eso les extraña a ustedes. Yo no sé, su padre es el que me lo ha dicha ayer. Después de todo, ¿por qué no va a gustarle la música a esa joven? Yo no puedo contrariar las vocaciones artísticas de los muchachos. Y Vinteuil se conoce que tampoco. Y también él se dedica a la música con la amiga de su hija. ¡Caramba!, todo es música en esa casa. ¿Pero de qué se ríen ustedes?, ¿de que ya es mucha música? El otro día me encontré al buen Vinteuil junto al cementerio, y no se podía tener de pie. . .
Pour ceux qui comme nous virent à cette époque M. Vinteuil éviter les personnes qu′il connaissait, se détourner quand il les apercevait, vieillir en quelques mois, s′absorber dans son chagrin, devenir incapable de tout effort qui n′avait pas directement le bonheur de sa fille pour but, passer des journées entières devant la tombe de sa femme,—il eût été difficile de ne pas comprendre qu′il était en train de mourir de chagrin, et de supposer qu′il ne se rendait pas compte des propos qui couraient. Il les connaissait, peut-être même y ajoutait-il foi. Il n′est peut-être pas une personne, si grande que soit sa vertu, que la complexité des circonstances ne puisse amener à vivre un jour dans la familiarité du vice qu′elle condamne le plus formellement,—sans qu′elle le reconnaisse d′ailleurs tout à fait sous le déguisement de faits particuliers qu′il revêt pour entrer en contact avec elle et la faire souffrir: paroles bizarres, attitude inexplicable, un certain soir, de tel être qu′elle a par ailleurs tant de raisons pour aimer. Mais pour un homme comme M. Vinteuil il devait entrer bien plus de souffrance que pour un autre dans la résignation à une de ces situations qu′on croit à tort être l′apanage exclusif du monde de la bohème: elles se produisent chaque fois qu′a besoin de se réserver la place et la sécurité qui lui sont nécessaires, un vice que la nature elle-même fait épanouir chez un enfant, parfois rien qu′en mêlant les vertus de son père et de sa mère, comme la couleur de ses yeux.
Pero los que como nosotros vieron en aquella época al señor Vinteuil huir de los conocidos, irse por otro lado cuando veía a alguno, envejecer en unos meses, absorberse en su pena, incapaz de todo esfuerzo que no tuviera como objeto inmediato la felicidad de su hija, y pasar días enteros junto a la tumba de su mujer, era muy difícil que no comprendiera la pena que estaba matando a Vinteuil, y que supusieran que no se enteraba de las hablillas que corrían. Se enteraba y, probablemente, les daba crédito. No hay nadie, por muy virtuoso que sea, que por causa de la complejidad de las circunstancias no pueda llegar algún día a vivir en familiaridad con el vicio que más rigurosamente condena .sin que, por lo demás, le reconozca por completo bajo ese disfraz de hechos particulares que reviste para entrar en contacto con uno y hacerlo padecer: palabras raras, aptitud inexplicable tal noche de un ser a quien se quiere por tantos motivos. Pero un hombre como el señor Vinteuil debía de sufrir mucho al tener que resignarse a una de esas situaciones que erróneamente se consideran exclusivas del mundo de la bohemia, y que, en realidad, se producen siempre que un vicio .que la misma naturaleza humana desarrolló en un niño, a veces sólo con mezclar las cualidades de su padre y de su madre, como el color de los ojos, busca el lugar seguro que necesita para vivir.
Mais de ce que M. Vinteuil connaissait peut-être la conduite de sa fille, il ne s′ensuit pas que son culte pour elle en eût été diminué. Les faits ne pénètrent pas dans le monde où vivent nos croyances, ils n′ont pas fait naître celles-ci, ils ne les détruisent pas; ils peuvent leur infliger les plus constants démentis sans les affaiblir, et une avalanche de malheurs ou de maladies se succédant sans interruption dans une famille, ne la fera pas douter de la bonté de son Dieu ou du talent de son médecin. Mais quand M. Vinteuil songeait à sa fille et à lui-même du point de vue du monde, du point de vue de leur réputation, quand il cherchait à se situer avec elle au rang qu′ils occupaient dans l′estime générale, alors ce jugement d′ordre social, il le portait exactement comme l′eût fait l′habitant de Combray qui lui eût été le plus hostile, il se voyait avec sa fille dans le dernier bas-fond, et ses manières en avaient reçu depuis peu cette humilité, ce respect pour ceux qui se trouvaient au-dessus de lui et qu′il voyait d′en bas (eussent-ils été fort au-dessous de lui jusque-là), cette tendance à chercher à remonter jusqu′à eux, qui est une résultante presque mécanique de toutes les déchéances.
Pero no porque el señor Vinteuil se diera cuenta de la conducta de su hija disminuyó en nada su cariño hacia ella. Los hechos no penetran en el mundo donde viven nuestras creencias, y como no les dieron vida no las pueden matar; pueden estar desmintiéndolas constantemente sin debilitarlas, y un alud de desgracia o enfermedades que una tras otra padece una familia, no le hace dudar de la bondad de su Dios ni de la pericia de su médico. Pero cuando Vinteuil pensaba en él y en su hija, desde el punto de vista de la gente; cuando quería colocarse con ella en el rango que ocupaban en la pública estimación, entonces aquel juicio de orden social lo formulaba él mismo, como lo haría el vecino de Combray que más lo odiara, y se veía con su hija caído hasta lo último; por eso sus modales tomaron desde hacía poco esa humildad y respeto hacia las personas que estaban por encima de él, y a quienes miraba desde abajo (aunque en otra época los considerara muy inferiores), esa tendencia a subir hasta ellas, que es resultado casi mecánico del venir a menos.
Un jour que nous marchions avec Swann dans une rue de Combray, M. Vinteuil qui débouchait d′une autre, s′était trouvé trop brusquement en face de nous pour avoir le temps de nous éviter; et Swann avec cette orgueilleuse charité de l′homme du monde qui, au milieu de la dissolution de tous ses préjugés moraux, ne trouve dans l′infamie d′autrui qu′une raison d′exercer envers lui une bienveillance dont les témoignages chatouillent d′autant plus l′amour-propre de celui qui les donne, qu′il les sent plus précieux à celui qui les reçoit, avait longuement causé avec M. Vinteuil, à qui, jusque-là il n′adressait pas la parole, et lui avait demandé avant de nous quitter s′il n′enverrait pas un jour sa fille jouer à Tansonville. C′était une invitation qui, il y a deux ans, eût indigné M. Vinteuil, mais qui, maintenant, le remplissait de sentiments si reconnaissants qu′il se croyait obligé par eux, à ne pas avoir l′indiscrétion de l′accepter. L′amabilité de Swann envers sa fille lui semblait être en soi-même un appui si honorable et si délicieux qu′il pensait qu′il valait peut-être mieux ne pas s′en servir, pour avoir la douceur toute platonique de le conserver.
Un día en que íbamos con Swann por una, calle de Combray, desembocaba por otra el señor Vinteuil, que se vio frente a nosotros de pronto, cuando ya era tarde para irse por otro lado; Swann, con la orguUosa caridad del hombre, de mundo, que, rodeado por la disolución de todos los prejuicios morales, no ve en la infamia de otra persona más que un motivo para demostrarle su benevolencia, con pruebas que halagan más el amor propio del que las da, porque le parecen preciosas al que las recibe, habló mucho con Vinteuil, a quien antes no dirigía la palabra, y antes de despedirse le dijo que porqué no mandaba a su hija a jugar un día a Tansonville. Esa invitación hubiera indignado a Vinteuil dos años antes; pero ahora lo llenó de tan sentida gratitud, que se creyó obligado a no cometer la indiscreción de aceptar. Parecíale que la amabilidad de Swann para con su hija era por sí sola un apoyo tan honroso, tan grato. que más valía no utilizarlo para tener la platónica dulzura de conservarlo.
—«Quel homme exquis, nous dit-il, quand Swann nous eut quittés, avec la même enthousiaste vénération qui tient de spirituelles et jolies bourgeoises en respect et sous le charme d′une duchesse, fût-elle laide et sotte. Quel homme exquis! Quel malheur qu′il ait fait un mariage tout à fait déplacé.»
-¡Qué hombre más fino! .nos dijo cuando se hubo marchado Swann, con la misma entusiasta veneración de esas muchachitas de la clase media que miran respetuosas y admiradas a una duquesa, por más horrible y estúpida que sea.. ¡Que hombre tan fino! ¡Lástima que haya hecho una boda tan desdichada!
Et alors, tant les gens les plus sincères sont mêlés d′hypocrisie et dépouillent en causant avec une personne l′opinion qu′ils ont d′elle et expriment dès qu′elle n′est plus là, mes parents déplorèrent avec M. Vinteuil le mariage de Swann au nom de principes et de convenances auxquels (par cela même qu′ils les invoquaient en commun avec lui, en braves gens de même acabit) ils avaient l′air de sous-entendre qu′il n′était pas contrevenu à Montjouvain. M. Vinteuil n′envoya pas sa fille chez Swann. Et celui-ci fût le premier à le regretter. Car chaque fois qu′il venait de quitter M. Vinteuil, il se rappelait qu′il avait depuis quelque temps un renseignement à lui demander sur quelqu′un qui portait le même nom que lui, un de ses parents, croyait-il. Et cette fois-là il s′était bien promis de ne pas oublier ce qu′il avait à lui dire, quand M. Vinteuil enverrait sa fille à Tansonville.
Y entonces, y para que se vea cómo hasta los seres más sinceros tienen algo de hipócritas, y al hablar con una persona se deshacen de la opinión que han formado de ella, para volver a decirla en cuanto se va, mis padres se unieron a las lamentaciones de Vinteuil por el matrimonio de Swann, en nombre de unos principios y conveniencias que (por el hecho mismo de invocarlos en común con él, como gentes de la misma clase) parecían sobrentender todos que eran respetados en Montjouvain. Vinteuil no mandó a su hija a casa de Swann. Éste lo sintió mucho, porque cada vez que se separaba de Vinteuil, se acordaba de que tenía que preguntarle hacía tiempo por una persona de su mismo apellido, pariente suyo según creía. Y aquella vez se había prometido no olvidarse de esto cuando Vinteuil mandara a su hija a Tansonville.
Comme la promenade du côté de Méséglise était la moins longue des deux que nous faisions autour de Combray et qu′à cause de cela on la réservait pour les temps incertains, le climat du côté de Méséglise était assez pluvieux et nous ne perdions jamais de vue la lisière des bois de Roussainville dans l′épaisseur desquels nous pourrions nous mettre à couvert.
Como el paseo, por el lado de Méséglise, era el más corto de los que dábamos por los alrededores de Combray, lo reservábamos para el tiempo inseguro; solía llover a menudo por aquel lado de Méséglise, y nunca perdíamos de vista el lindero de los bosques de Roussainville; cuya espesura podría servirnos de abrigo.
Souvent le soleil se cachait derrière une nuée qui déformait son ovale et dont il jaunissait la bordure. L′éclat, mais non la clarté, était enlevé à la campagne où toute vie semblait suspendue, tandis que le petit village de Roussainville sculptait sur le ciel le relief de ses arêtes blanches avec une précision et un fini accablants. Un peu de vent faisait envoler un corbeau qui retombait dans le lointain, et, contre le ciel blanchissant, le lointain des bois paraissait plus bleu, comme peint dans ces camax qui décorent les trumeaux des anciennes demeures.
A veces el sol iba a esconderse tras una nube que deformaba su óvalo y se orlaba de amarillo. Quedábase el campo sin brillo, pero no sin luz, y toda la vida parecía en suspenso, mientras que el pueblecillo de Roussainville esculpía en el cielo el relieve de sus blancas aristas, con limpidez y perfección maravillosas. Un soplo de viento hacía levantar el vuelo a algún cuervo que iba a caer allá lejos, y sobre el fondo del cielo blancuzco la lejanía de bosques parecía más azul aún, como si estuviera pintada en uno de esos camafeos que decoran los entrepaños de las viejas casas.
Mais d′autres fois se mettait à tomber la pluie dont nous avait menacés le capucin que l′opticien avait à sa devanture; les gouttes d′eau comme des oiseaux migrateurs qui prennent leur vol tous ensemble, descendaient à rangs pressés du ciel. Elles ne se séparent point, elles ne vont pas à l′aventure pendant la rapide traversée, mais chacune tenant sa place, attire à elle celle qui la suit et le ciel en est plus obscurci qu′au départ des hirondelles. Nous nous réfugiions dans le bois. Quand leur voyage semblait fini, quelques-unes, plus débiles, plus lentes, arrivaient encore. Mais nous ressortions de notre abri, car les gouttes se plaisent aux feuillages, et la terre était déjà presque séchée que plus d′une s′attardait à jouer sur les nervures d′une feuille, et suspendue à la pointe, reposée, brillant au soleil, tout d′un coup se laissait glisser de toute la hauteur de la branche et nous tombait sur le nez.
Pero otras veces empezaba a llover y se cumplía la amenaza del capuchino que tenía el óptico en su escaparate; las gotas de agua, como los pájaros migratorios que se echan a volar todos juntos, bajaban del cielo en apretadas filas. No se separan, no van a la ventura en esa rápida travesía, cada una guarda el puesto que le corresponde, llama junto a ella a la que sigue, y el cielo se ennegrece más que cuando parten las golondrinas. Nos refugiábamos en el bosque. Ya su viaje parecía cumplido, y todavía seguían llegando algunas más débiles y calmosas. Pero salíamos de nuestro refugio, porque el follaje agrada mucho a las gotas, y ya estaba la tierra casi seca cuando todavía más de una se rezagaba jugando con las molduras de una hoja, y colgada de su punta, descansaba, brillando al sol; de pronto, se dejaba deslizar desde lo alto de la rama y nos caía en la nariz.
Souvent aussi nous allions nous abriter, pêle-mêle avec les Saints et les Patriarches de pierre sous le porche de Saint-André-des-Champs. Que cette église était française! Au-dessus de la porte, les Saints, les rois-chevaliers une fleur de lys à la main, des scènes de noces et de funérailles, étaient représentés comme ils pouvaient l′être dans l′âme de Françoise. Le sculpteur avait aussi narré certaines anecdotes relatives à Aristote et à Virgile de la même façon que Françoise à la cuisine parlait volontiers de saint Louis comme si elle l′avait personnellement connu, et généralement pour faire honte par la comparaison à mes grands-parents moins «justes». On sentait que les notions que l′artiste médiéval et la paysanne médiévale (survivant au XIXe siècle) avaient de l′histoire ancienne ou chrétienne, et qui se distinguaient par autant d′inexactitude que de bonhomie, ils les tenaient non des livres, mais d′une tradition à la fois antique et directe, ininterrompue, orale, déformée, méconnaissable et vivante. Une autre personnalité de Combray que je reconnaissais aussi, virtuelle et prophétisée, dans la sculpture gothique de Saint-André-des-Champs c′était le jeune Théodore, le garçon de chez Camus.
Otras veces, íbamos a refugiarnos al pórtico de San Andrés del Campo, revueltas con los santos y patriarcas de piedra. ¡Qué francesa era la iglesia aquella! Encima de la puerta estaban representados en piedra santos, reyes caballeros con una flor de lis en la mano, escenas de bodas y funerales, lo mismo que podían estar grabados en el alma de Francisca. El escultor había narrado también algunas anécdotas referentes a Aristóteles y Virgilio, del mismo modo que Francisca hablaba en la cocina de San Luis, como si lo hubiera conocido personalmente, y, por lo general, para avergonzar con la comparación a mis abuelos, que no eran tan .justos. Veíase que las nociones que tenía el artista medieval y la campesina medieval (superviviente en el siglo XIX) de la historia antigua, pagana y cristiana, y tan característica por su exactitud como por su simplicidad, procedían no de los libros, sino de una tradición, antigua y directa a la par, ininterrumpida, oral, deformada, incognoscible y viva. Otra persona de Combray, a quien yo descubría, virtual y profetizada, en las esculturas góticas de San Andrés del Campo, era el mozo Teodoro, dependiente de casa de Camus.
Françoise sentait d′ailleurs si bien en lui un pays et un contemporain que, quand ma tante Léonie était trop malade pour que Françoise pût suffire à la retourner dans son lit, à la porter dans son fauteuil, plutôt que de laisser la fille de cuisine monter se faire «bien voir» de ma tante, elle appelait Théodore. Or, ce garçon qui passait et avec raison pour si mauvais sujet, était tellement rempli de l′âme qui avait décoré Saint-André-des-Champs et notamment des sentiments de respect que Françoise trouvait dus aux «pauvres malades», à «sa pauvre maîtresse», qu′il avait pour soulever la tête de ma tante sur son oreiller la mine na et zélée des petits anges des bas-reliefs, s′empressant, un cierge à la main, autour de la Vierge défaillante, comme si les visages de pierre sculptée, grisâtres et nus, ainsi que sont les bois en hiver, n′étaient qu′un ensommeillement, qu′une réserve, prête à refleurir dans la vie en innombrables visages populaires, révérends et futés comme celui de Théodore, enluminés de la rougeur d′une pomme mûre.
Francisca lo consideraba tan de su tiempo y de su tierra, que cuando la tía Leoncia estaba muy enferma para que Francisca sola pudiera volverla en la cama, llevarla al sillón, antes que dejar subir a la moza de la cocina para .lucirse, ante mi tía, llamaba a Teodoro. Y ese muchacho, que pasaba con razón por ser un mal sujeto, tan henchido estaba de aquella alma que inspiró la decoración de San Andrés del Campo, y especialmente de los sentimientos de respeto que Francisca creía debidos a los .pobres enfermos, a su pobre ama., que al alzar la cabeza, de mi tía sobre la almohada ponía la cara candida y solícita de los angelitos de los bajorrelieves, que rodean con un cirio en la mano a la Virgen desfallecida, como si los rostros de piedra esculpida, grisácea y desnuda, igual que los bosques en invierno, estuvieran sólo adormilados y en reserva, prontos a florecer de nuevo a la vida, en innúmeros rostros populares, reverentes y sagaces, como el de Teodoro, e iluminados con el fresco rubor de una manzana madura.
Non plus appliquée à la pierre comme ces petits anges, mais détachée du porche, d′une stature plus qu′humaine, debout sur un socle comme sur un tabouret qui lui évitât de poser ses pieds sur le sol humide, une sainte avait les joues pleines, le sein ferme et qui gonflait la draperie comme une grappe mûre dans un sac de crin, le front étroit, le nez court et mutin, les prunelles enfoncées, l′air valide, insensible et courageux des paysannes de la contrée. Cette ressemblance qui insinuait dans la statue une douceur que je n′y avais pas cherchée, était souvent certifiée par quelque fille des champs, venue comme nous se mettre à couvert et dont la présence, pareille à celle de ces feuillages pariétaires qui ont poussé à côté des feuillages sculptés, semblait destinée à permettre, par une confrontation avec la nature, de juger de la vérité de l′œuvre d′art. Devant nous, dans le lointain, terre promise ou maudite, Roussainville, dans les murs duquel je n′ai jamais pénétré, Roussainville, tantôt, quand la pluie avait déjà cessé pour nous, continuait à être châtié comme un village de la Bible par toutes les lances de l′orage qui flagellaient obliquement les demeures de ses habitants, ou bien était déjà pardonné par Dieu le Père qui faisait descendre vers lui, inégalement longues, comme les rayons d′un ostensoir d′autel, les tiges d′or effrangées de son soleil reparu.
Y había una santa no ya pegada a la piedra como los angelitos, sino separada de la portada, de estatura mayor que la natural, de pie en un pedestal como en un taburete que la salvara del contacto de la tierra húmeda, con mejillas bien llenas, seno firaie que se dilataba bajo su corpino como un racimo maduro en un saco de crin, frente estrecha, nariz corta y dura, pupilas hundidas, y ese aspecto de utilidad, de insensibilidad y de valor que tienen las mujeres de aquella tierra. Esa semejanza que insinuaba en la estatua una ternura que yo no había ido a buscar en ella, certificábala muchas veces alguna muchacha del campo que venía a resguardarse al pórtico, como nosotros, y cuya presencia, igual que la de esa hojarasca parásita que crece junto a las hojarascas esculpidas, parece destinada a juzgar de la veracidad de la obra de arte, cotejándola con la naturaleza. Allá, delante de nosotros, Roussainville, tierra de promisión o de maldición; Roussainville, donde nunca llegué penetrar, cuando ya la lluvia había parado donde nosotros estábamos, seguía castigado como un poblado de la Biblia por las lanzas de la tormenta, que flagelaban oblicuamente las moradas de sus habitantes, o bien recibía el perdón de Dios Padre, que mandaba hasta él los desflecados tallos de oro de un sol renaciente, tallos desiguales como los rayos de un viril en el altar.
Quelquefois le temps était tout à fait gâté, il fallait rentrer et rester enfermé dans la maison.
Çà et là au loin dans la campagne que l′obscurité et l′humidité faisaient ressembler à la mer, des maisons isolées, accrochées au flanc d′une colline plongée dans la nuit et dans l′eau, brillaient comme des petits bateaux qui ont replié leurs voiles et sont immobiles au large pour toute la nuit. Mais qu′importait la pluie, qu′importait l′orage! L′été, le mauvais temps n′est qu′une humeur passagère, superficielle, du beau temps sous-jacent et fixe, bien différent du beau temps instable et fluide de l′hiver et qui, au contraire, installé sur la terre où il s′est solidifié en denses feuillages sur lesquels la pluie peut s′égoutter sans compromettre la résistance de leur permanente joie, a hissé pour toute la saison, jusque dans les rues du village, aux murs des maisons et des jardins, ses pavillons de soie violette ou blanche. Assis dans le petit salon, où j′attendais l′heure du dîner en lisant, j′entendais l′eau dégoutter de nos marronniers, mais je savais que l′averse ne faisait que vernir leurs feuilles et qu′ils promettaient de demeurer là, comme des gages de l′été, toute la nuit pluvieuse, à assurer la continuité du beau temps; qu′il avait beau pleuvoir, demain, au-dessus de la barrière blanche de Tansonville, onduleraient, aussi nombreuses, de petites feuilles en forme de cœur; et c′est sans tristesse que j′apercevais le peuplier de la rue des Perchamps adresser à l′orage des supplications et des salutations désespérées; c′est sans tristesse que j′entendais au fond du jardin les derniers roulements du tonnerre roucouler dans les lilas.
A veces, el tiempo echábase a perder por completo; teníamos que volver y estarnos encerrados en casa. Aquí y allá, en el campo, que con la oscuridad y la humedad se parecía al mar, casitas aisladas, puestas en la falda de una colina, brillaban como barquitas que replegaron sus velas y se están quietas al largo toda la noche. Pero ¡qué importaban la lluvia y la tormenta! En verano el mal tiempo no es más que un enfado pasajero y superficial del buen tiempo subyacente y fijo, muy distinto del buen tiempo del invierno, instable y fluido, y que, al contrarío de éste, se instala en la tierra, se solidifica en densas capas de hojarasca, por donde el agua puede ir resbalando sin comprometer la resistencia de su permanente alegría, y que iza por toda la temporada en las calles del pueblo, en los muros de las casas y de los jardines sus banderolas de seda violeta o blanca. Sentado en la salita, donde esperaba leyendo que llegara la hora de cenar, oía cómo chorreaba el agua por los castaños; pero bien sabía que el chaparrón no haría otra cosa más que barnizar sus hojas, y que prometían ellos estarse allí, como firmes garantías del estío, toda la noche lluviosa, asegurando la continuidad del buen tiempo; llovía, sí, pero al día siguiente seguirían ondulando como antes, por encima de la blanca valló de Tansonville, las hojitas en forma de corazón; y sin ninguna tristeza miraba yo cómo el chopo de la calle de Perchamps dirigía a la tormenta súplicas y saludos desesperados, y sin ninguna tristeza oía en lo hondo del jardín los postreros tableteo s del trueno, como un arrullo entre las lilas.
Si le temps était mauvais dès le matin, mes parents renonçaient à la promenade et je ne sortais pas. Mais je pris ensuite l′habitude d′aller, ces jours-là, marcher seul du côté de Méséglise-la-Vineuse, dans l′automne où nous dûmes venir à Combray pour la succession de ma tante Léonie, car elle était enfin morte, faisant triompher à la fois ceux qui prétendaient que son régime affaiblissant finirait par la tuer, et non moins les autres qui avaient toujours soutenu qu′elle souffrait d′une maladie non pas imaginaire mais organique, à l′évidence de laquelle les sceptiques seraient bien obligés de se rendre quand elle y aurait succombé; et ne causant par sa mort de grande douleur qu′à un seul être, mais à celui-là, sauvage. Pendant les quinze jours que dura la dernière maladie de ma tante, Françoise ne la quitta pas un instant, ne se déshabilla pas, ne laissa personne lui donner aucun soin, et ne quitta son corps que quand il fut enterré. Alors nous comprîmes que cette sorte de crainte où Françoise avait vécu des mauvaises paroles, des soupçons, des colères de ma tante avait développé chez elle un sentiment que nous avions pris pour de la haine et qui était de la vénération et de l′amour. Sa véritable maîtresse, aux décisions impossibles à prévoir, aux ruses difficiles à déjouer, au bon cœur facile à fléchir, sa souveraine, son mystérieux et tout-puissant monarque n′était plus. A côté d′elle nous comptions pour bien peu de chose. Il était loin le temps où quand nous avions commencé à venir passer nos vacances à Combray, nous possédions autant de prestige que ma tante aux yeux de Françoise.
Si el tiempo estaba malo, ya desde por la mañana mis padres renunciaban al paseo, y yo me quedaba sin salir. Pero luego me acostumbré a irme yo solo aquellos días por el lado de Méséglise la Vineuse, en el otoño que fuimos a Combray con motivo de la testamentaría de mi tía Leoncia; porque mi tía Leoncia había muerto al fin, dando la razón lo mismo a los que sostenían que su régimen debilitante acabaría por matarla, que a los que sostuvieron siempre que padecía una enfermedad orgánica nada imaginaria, y que tendría que rendirse a la evidencia de los escépticos cuando llegara a acabar con ella; su muerte no ocasionó gran pena más que a una persona; pero a ésa, tremenda, eso sí. Durante los quince días que duró la última enfermedad de mi tía, Francisca, no la abandonó un instante; no se desnudó, no permitió que la atendiera nadie más que ella, y sólo se separó del cadáver cuando recibió sepultura. Comprendimos entonces que aquella especie de terror en que Francisca viviera a las malas palabras, a las sospechas y, a los arrebatos de cólera de mi tía, determinó en ella un sentimiento, que nosotros creíamos ser de odio, y en realidad era de amor y veneración. Su ama verdadera, la de las decisiones imposibles de prever, la de las argucias tan difíciles de evitar, la del bondadoso corazón que fácilmente se ablandaba, su soberana, su misterioso todopoderoso monarca, ya no existía. Y junto a ella, nosotros éramos muy poca cosa. Ya estaba lejos aquel tiempo, cuando empezamos a pasar los veranos en Combray, en que para Francisca poseíamos igual prestigio que mi tía.
Cet automne-là tout occupés des formalités à remplir, des entretiens avec les notaires et avec les fermiers, mes parents n′ayant guère de loisir pour faire des sorties que le temps d′ailleurs contrariait, prirent l′habitude de me laisser aller me promener sans eux du côté de Méséglise, enveloppé dans un grand plaid qui me protégeait contre la pluie et que je jetais d′autant plus volontiers sur mes épaules que je sentais que ses rayures écossaises scandalisaient Françoise, dans l′esprit de qui on n′aurait pu faire entrer l′idée que la couleur des vêtements n′a rien à faire avec le deuil et à qui d′ailleurs le chagrin que nous avions de la mort de ma tante plaisait peu, parce que nous n′avions pas donné de grand repas funèbre, que nous ne prenions pas un son de voix spécial pour parler d′elle, que même parfois je chantonnais. Je suis sûr que dans un livre—et en cela j′étais bien moi-même comme Françoise—cette conception du deuil d′après la Chanson de Roland et le portail de Saint-André-des-Champs m′eût été sympathique. Mais dès que Françoise était auprès de moi, un démon me poussait à souhaiter qu′elle fût en colère, je saisissais le moindre prétexte pour lui dire que je regrettais ma tante parce que c′était une bonne femme, malgré ses ridicules, mais nullement parce que c′était ma tante, qu′elle eût pu être ma tante et me sembler odieuse, et sa mort ne me faire aucune peine, propos qui m′eussent semblé ineptes dans un livre.
Aquel otoño se pasó todo en cumplir las formalidades indispensables, en conferencias con notarios y arrendadores, y mis padres no tenían ocio para salir, además de que el tiempo se prestaba poco a ello, y se acostumbraron a dejarme ir solo por el lado de Méséglise la Vineuse, arropado en un gran plaid, que me resguardaba del agua y que me echaba por los hombros con mayor gusto, porque sabía que sus rayas escocesas escandalizaban a Francisca, a quien nadie podría meter en la cabeza que el color de los vestidos no tiene nada que ver con el luto, y que, además, no estaba contenta con el género de pena que teníamos por la muerte de mi tía, porque no dimos banquete fúnebre, no adoptamos un tono de voz especial para hablar de ella, y porque yo hasta canturreaba alguna vez. Estoy seguro de que en un libro .y en esto me parecía a Francisca, esa concepción del luto .conforme al cantar de Roldan y a la portada de San Andrés del Campo, me hubiera parecido simpática. Pero en cuanto tenía al lado a Francisca me entraba un diabólico deseo de que montara en cólera, y aprovechaba el menor pretexto para decirle que yo sentía a mi tía porque era una buena persona, a pesar de sus manías, pero no porque fuera mi tía, y que siendo tía mía hubiera podido serme odiosa y no causarme ninguna pena su muerte, frases todas que en un libro me parecerían tontas.
Si alors Françoise remplie comme un poète d′un flot de pensées confuses sur le chagrin, sur les souvenirs de famille, s′excusait de ne pas savoir répondre à mes théories et disait: «Je ne sais pas m′esprimer», je triomphais de cet aveu avec un bon sens ironique et brutal digne du docteur Percepied; et si elle ajoutait: «Elle était tout de même de la parentèse, il reste toujours le respect qu′on doit à la parentèse», je haussais les épaules et je me disais: «Je suis bien bon de discuter avec une illettrée qui fait des cuirs pareils», adoptant ainsi pour juger Françoise le point de vue mesquin d′hommes dont ceux qui les méprisent le plus dans l′impartialité de la méditation, sont fort capables de tenir le rôle quand ils jouent une des scènes vulgaires de la vie.
Si Francisca entonces, henchida como un poeta por una oleada de confusos pensamientos sobre la pena y los recuerdos de familia, se excusaba por no saber contestar a mis teorías, diciendo: -Yo no sé explicarme., me glorificaba de su confesión con un buen sentido irónico y brutal, propio del doctor Percepied; y si añadía : -Pues a pesar de todo tenía paréntesis (quería decir parentesco) con usted, y siempre hay que tener respeto a ese paréntesis, encogíame yo de hombros, y me decía: .También soy yo un tonto en discutir con una ignorante que habla así.; y de ese modo adoptaba, para juzgar a Francisca, el mezquino punto de vista de esos hombres que son objeto del gran desprecio de algunas personas en la imparcialidad de la meditación, aunque luego esas personas se porten como ellos en una de las escenas vulgares de la vida.
Mes promenades de cet automne-là furent d′autant plus agréables que je les faisais après de longues heures passées sur un livre. Quand j′étais fatigué d′avoir lu toute la matinée dans la salle, jetant mon plaid sur mes épaules, je sortais: mon corps obligé depuis longtemps de garder l′immobilité, mais qui s′était chargé sur place d′animation et de vitesse accumulées, avait besoin ensuite, comme une toupie qu′on lâche, de les dépenser dans toutes les directions. Les murs des maisons, la haie de Tansonville, les arbres du bois de Roussainville, les buissons auxquels s′adosse Montjouvain, recevaient des coups de parapluie ou de canne, entendaient des cris joyeux, qui n′étaient, les uns et les autres, que des idées confuses qui m′exaltaient et qui n′ont pas atteint le repos dans la lumière, pour avoir préféré à un lent et difficile éclaircissement, le plaisir d′une dérivation plus aisée vers une issue immédiate. La plupart des prétendues traductions de ce que nous avons ressenti ne font ainsi que nous en débarrasser en le faisant sortir de nous sous une forme indistincte qui ne nous apprend pas à le connaître. Quand j′essaye de faire le compte de ce que je dois au côté de Méséglise, des humbles découvertes dont il fût le cadre fortuit ou le nécessaire inspirateur, je me rappelle que c′est, cet automne-là, dans une de ces promenades, près du talus broussailleux qui protège Montjouvain, que je fus frappé pour la première fois de ce désaccord entre nos impressions et leur expression habituelle. Après une heure de pluie et de vent contre lesquels j′avais lutté avec allégresse, comme j′arrivais au bord de la mare de Montjouvain devant une petite cahute recouverte en tuiles où le jardinier de M. Vinteuil serrait ses instruments de jardinage, le soleil venait de reparaître, et ses dorures lavées par l′averse reluisaient à neuf dans le ciel, sur les arbres, sur le mur de la cahute, sur son toit de tuile encore mouillé, à la crête duquel se promenait une poule.
Aquel otoño mis paseos fueron más agradables, porque los daba después de muchas horas de lectura. Cuando me cansaba de haber estado leyendo toda la mañana en la sala, me echaba el plaid por los hombros y salía; mi cuerpo, forzado por mucho rato a la inmovilidad, pero que se había ido cargando mientras, inmóvil de animación y velocidad acumuladas, necesitaba luego, como un peón al soltarse, gastarlas en todas direcciones. Las paredes de las casas, el seto de Tansonville, los árboles del bosque de Roussainville y los matorrales a que se adosaba Montjouvain llevaban paraguazos y bastonazos de mi mano, y oían mis gritos de gozo, que no eran, tanto unos como otros, más que ideas confusas que me exaltaban y que no lograban el descanso de la claridad, porque preferían, a un lento y difícil aclararse, el placer de una derivación más cómoda hacia un escape inmediato. La mayor parte de esas llamadas traducciones de nuestros sentimientos no hacen otra cosa que quitárnoslos de encima, expulsándolos de nuestro interior en una forma indistinta que no nos enseña a conocerlos. Cuando echo cuentas de lo que debo al lado de los Méséglise, de los humildes descubrimientos a que sirvió de fortuito marco o de necesario inspirador, me acuerdo que en ese otoño, en uno de aquellos paseos, junto a la escarpa llena de maleza de Montjouvain, es donde por primera vez me sorprendió el desacuerdo entre nuestras impresiones y el modo habitual de expresarlas. Después de una hora de agua y de aire, con las que luché muy contento, al llegar a la orilla de la charca de Montjouvain ante una chocilla tejada, donde guardaba sus útiles de jardinería el jardinero del señor Vinteuil, el sol volvió a salir, y sus dorados, que lavó el chaparrón, lucían nuevamente en el cielo, en los árboles, en las paredes de la chocilla, en las tejas todavía mojadas, por cuyo caballete se estaba paseando una gallina.
Le vent qui soufflait tirait horizontalement les herbes folles qui avaient poussé dans la paroi du mur, et les plumes de duvet de la poule, qui, les unes et les autres se laissaient filer au gré de son souffle jusqu′à l′extrémité de leur longueur, avec l′abandon de choses inertes et légères. Le toit de tuile faisait dans la mare, que le soleil rendait de nouveau réfléchissante, une marbrure rose, à laquelle je n′avais encore jamais fait attention. Et voyant sur l′eau et à la face du mur un pâle sourire répondre au sourire du ciel, je m′écriai dans mon enthousiasme en brandissant mon parapluie refermé: «Zut, zut, zut, zut.» Mais en même temps je sentis que mon devoir eût été de ne pas m′en tenir à ces mots opaques et de tâcher de voir plus clair dans mon ravissement.
El aire que hacía tiraba horizontalmente de las hierbecillas que crecían entre los ladrillos de la pared, y del plumón de la gallina, que se dejaban ir unas y otro a la voluntad del viento, estirándose todo lo que podían, con el abandono de cosas inertes y ligeras. Las tejas daban a la charca, que con el sol reflejaba de nuevo, un tono de mármol rosa en que nunca me había fijado. Y al ver en el agua y en la pared una sonrisa pálida, que respondía a la sonrisa del cielo, exclamé: .¡Atiza, atiza, atiza!., blandiendo mi cerrado paraguas. Pero al mismo tiempo comprendí que mi deber hubiera sido no limitarme a esas palabras y aspirar a ver un poco más claramente en mi asombro.
Et c′est à ce moment-là encore,—grâce à un paysan qui passait, l′air déjà d′être d′assez mauvaise humeur, qui le fut davantage quand il faillit recevoir mon parapluie dans la figure, et qui répondit sans chaleur à mes «beau temps, n′est-ce pas, il fait bon marcher»,—que j′appris que les mêmes émotions ne se produisent pas simultanément, dans un ordre préétabli, chez tous les hommes. Plus tard chaque fois qu′une lecture un peu longue m′avait mis en humeur de causer, le camarade à qui je brûlais d′adresser la parole venait justement de se livrer au plaisir de la conversation et désirait maintenant qu′on le laissât lire tranquille. Si je venais de penser à mes parents avec tendresse et de prendre les décisions les plus sages et les plus propres à leur faire plaisir, ils avaient employé le même temps à apprendre une peccadille que j′avais oubliée et qu′ils me reprochaient sévèrement au moment où je m′élançais vers eux pour les embrasser.
-Y también en aquel momento, y gracias a un campesino que por allí pasaba, con facha ya bastante malhumorada, que se le puso más aún cuando por poco le doy en la cara con el paraguas, y que respondió fríamente a mi: .Buen tiempo para andar, ¡eh!, aprendí que las mismas emociones no se producen simultáneamente, con arreglo a un orden preestablecido en el ánimo de todos los hombres. Más tarde, siempre que una prolongada lectura me daba ganas de conversación, el camarada a quien yo estaba deseando hablar acababa de entregarse al placer de la charla, y quería que ahora lo dejaran leer en paz. Y si acababa de pensar cariñosamente en mis padres y adoptar las decisiones más prudentes y propias para darles gusto, mientras, estaba llegando a su conocimiento algún pecadillo mío, del que ya no me acordaba, y que ellos me echaban en cara en el instante mismo de ir a darles un beso.
Parfois à l′exaltation que me donnait la solitude, s′en ajoutait une autre que je ne savais pas en départager nettement, causée par le désir de voir surgir devant moi une paysanne, que je pourrais serrer dans mes bras. Né brusquement, et sans que j′eusse eu le temps de le rapporter exactement à sa cause, au milieu de pensées très différentes, le plaisir dont il était accompagné ne me semblait qu′un degré supérieur de celui qu′elles me donnaient. Je faisais un mérite de plus à tout ce qui était à ce moment-là dans mon esprit, au reflet rose du toit de tuile, aux herbes folles, au village de Roussainville où je désirais depuis longtemps aller, aux arbres de son bois, au clocher de son église, de cet émoi nouveau qui me les faisait seulement paraître plus désirables parce que je croyais que c′était eux qui le provoquaient, et qui semblait ne vouloir que me porter vers eux plus rapidement quand il enflait ma voile d′une brise puissante, inconnue et propice. Mais si ce désir qu′une femme apparût ajoutait pour moi aux charmes de la nature quelque chose de plus exaltant, les charmes de la nature, en retour, élargissaient ce que celui de la femme aurait eu de trop restreint. Il me semblait que la beauté des arbres c′était encore la sienne et que l′âme de ces horizons, du village de Roussainville, des livres que je lisais cette année-là, son baiser me la livrerait; et mon imagination reprenant des forces au contact de ma sensualité, ma sensualité se répandant dans tous les domaines de mon imagination, mon désir n′avait plus de limites. C′est qu′aussi,—comme il arrive dans ces moments de rêverie au milieu de la nature où l′action de l′habitude étant suspendue, nos notions abstraites des choses mises de côté, nous croyons d′une foi profonde, à l′originalité, à la vie individuelle du lieu où nous nous trouvons—la passante qu′appelait mon désir me semblait être non un exemplaire quelconque de ce type général: la femme, mais un produit nécessaire et naturel de ce sol. Car en ce temps-là tout ce qui n′était pas moi, la terre et les êtres, me paraissait plus précieux, plus important, doué d′une existence plus réelle que cela ne paraît aux hommes faits. Et la terre et les êtres je ne les séparais pas. J′avais le désir d′une paysanne de Méséglise ou de Roussainville, d′une pêcheuse de Balbec, comme j′avais le désir de Méséglise et de Balbec. Le plaisir qu′elles pouvaient me donner m′aurait paru moins vrai, je n′aurais plus cru en lui, si j′en avais modifié à ma guise les conditions. Connaître à Paris une pêcheuse de Balbec ou une paysanne de Méséglise c′eût été recevoir des coquillages que je n′aurais pas vus sur la plage, une fougère que je n′aurais pas trouvée dans les bois, c′eût été retrancher au plaisir que la femme me donnerait tous ceux au milieu desquels l′avait enveloppée mon imagination. Mais errer ainsi dans les bois de Roussainville sans une paysanne à embrasser, c′était ne pas connaître de ces bois le trésor caché, la beauté profonde. Cette fille que je ne voyais que criblée de feuillages, elle était elle-même pour moi comme une plante locale d′une espèce plus élevée seulement que les autres et dont la structure permet d′approcher de plus près qu′en elles, la saveur profonde du pays.
Muchas veces, a la exaltación causada por la soledad, venía a unirse otra, que yo no sabía separar claramente de aquélla, motivada por el deseo de ver surgir ante mí una moca del campo que yo pudiera estrechar entre mis brazos. Nacía bruscamente, sin que yo tuviera tiempo de referirlo a su causa, entre muy distintos pensamientos, y el placer que lo acompañaba no se me representaba sino un grado superior al placer que me ofrecían aquellos pensamientos. Y agradecía a todo lo que en aquel momento vivía en mi ánimo: al refiejo rosado de las tejas, a las hierbas salvajes, al pueblo de Roussainville, donde hacía tanto tiempo que quería ir; a los árboles de su bosque, al campanario de su iglesia, esa emoción nueva que me representaba todas aquellas cosas como más codiciadoras, porque yo me creía que era todo aquello lo que provocaba esa emoción que me empujaba más rápidamente hacia allí, cuando inflaba mi vela con su brisa, potente, nueva y propicia. Pero si ese deseo de que se me apareciese una mujer añadía a los encantos de la Naturaleza un punto más de exaltación, en cambio, los encantos de la Naturaleza daban amplitud a lo que hubiera podido tener de mezquino el encanto de la mujer. Parecíame que la belleza de los árboles era su belleza, y, que con su beso me revelaría el alma de esos horizontes, del pueblo de Roussainville, de los libros que estaba leyendo aquel año, y como mi imaginación cobraba fuerzas al contado con mi sensualidad, y mi sensualidad se difundía por todos los dominios de la imaginación, resultaba que mi deseo no tenía límites. Y era también que .como sucede en esos momentos de ensoñación que tenemos en el campo, cuando la acción de la costumbre está en suspenso, y nuestras nociones abstractas de las cosas, apartadas a un lado, y creemos con profunda fe en la originalidad, en la vida individual del lugar en que estamos. La moza que pasaba y excitaba mi deseo parecíame que era no un ejemplar cualquiera de ese tipo general, la mujer, sino un producto necesario y natural del suelo aquel. Porque en aquella época toda lo que no era yo mismo, la tierra y los seres se me figuraba más precioso y más importante, dotado de más veraz existencia que a un hombre ya hecho. Y no separaba las personas de la tierra. Sentía deseo por una moza de Méséglise o de Roussainville, por una pescadora de Balbec, como sentía deseo por Méséglise y por Balbec. Y no hubiera creído ya en el placer que podrían darme, no me hubiera parecido tan cierto ese placer, si hubiera modificado a mi antojo las condiciones en que se ofrecía. En París, una pescadora de Balbec o una moza de Méséghse eran una concha que yo no había visto en la playa, y un helécho que yo no cogí en el bosque; y conocerlas allí hubiera sido quitar del placer que me diera la mujer todos aquellos con que la envolviera mi imaginación. Pero vagar así por los bosques de Roussainville, sin una moza a quien besar, era no conocer el tesoro oculto de ese bosque, su más honda belleza. Esa muchacha que yo me representaba siempre rodeada de verdor era también como una planta local de más elevada especie que las demás, y cuya estructura me dejaría sentir, mucho más de cerca que en las otras, el sabor profundo de la tierra aquella.
Je pouvais d′autant plus facilement le croire (et que les caresses par lesquelles elle m′y ferait parvenir, seraient aussi d′une sorte particulière et dont je n′aurais pas pu connaître le plaisir par une autre qu′elle), que j′étais pour longtemps encore à l′âge où on ne l′a pas encore abstrait ce plaisir de la possession des femmes différentes avec lesquelles on l′a goûté, où on ne l′a pas réduit à une notion générale qui les fait considérer dès lors comme les instruments interchangeables d′un plaisir toujours identique. Il n′existe même pas, isolé, séparé et formulé dans l′esprit, comme le but qu′on poursuit en s′approchant d′une femme, comme la cause du trouble préalable qu′on ressent. A peine y songe-t-on comme à un plaisir qu′on aura; plutôt, on l′appelle son charme à elle; car on ne pense pas à soi, on ne pense qu′à sortir de soi. Obscurément attendu, immanent et caché, il porte seulement à un tel paroxysme au moment où il s′accomplit, les autres plaisirs que nous causent les doux regards, les baisers de celle qui est auprès de nous, qu′il nous apparaît surtout à nous-même comme une sorte de transport de notre reconnaissance pour la bonté de cœur de notre compagne et pour sa touchante prédilection à notre égard que nous mesurons aux bienfaits, au bonheur dont elle nous comble.
Me lo creía con más facilidad (como me creía que las caricias con que me revelara ese sabor serían de una clase especial, cuyo placer sólo ella podía procurarme) porque estaba todavía en esa edad en que aun no hemos abstraído el gozo de poseer a las mujeres de las personas que nos le ofrecieron, y aun no se lo ha reducido a una noción general que nos haga considerar desde entonces a las mujeres como los instrumentos intercambiables de un placer siempre idéntico. Ni siquiera existe, aislado, separado o formulado en la mente, como la finalidad que se persigue al acercarse a una mujer y como causa de la turbación previa que se siente. Apenas si pensamos en él como en un placer que ha de venir y le llamamos el encanto de esa mujer, el encanto suyo, porque no pensamos en nosotros, sino sólo en salir de nosotros. Esperado oscuramente, inmanente, oculto, lleva a tal grado de paroxismo en el momento en que se cumplen los demás placeres que nos causaron las miradas cariñosas y los besos del ser que está a nuestro lado, que se nos representa el placer ese como una especie de transporte de gratitud nuestra por la bondad de nuestra compañera y por su predilección por nosotros, que medimos por los beneficios y la dicha con que nos abruma.
Hélas, c′était en vain que j′implorais le donjon de Roussainville, que je lui demandais de faire venir auprès de moi quelque enfant de son village, comme au seul confident que j′avais eu de mes premiers désirs, quand au haut de notre maison de Combray, dans le petit cabinet sentant l′iris, je ne voyais que sa tour au milieu du carreau de la fenêtre entr′ouverte, pendant qu′avec les hésitations héroes du voyageur qui entreprend une exploration ou du désespéré qui se suicide, défaillant, je me frayais en moi-même une route inconnue et que je croyais mortelle, jusqu′au moment où une trace naturelle comme celle d′un colimaçon s′ajoutait aux feuilles du cassis sauvage qui se penchaient jusqu′à moi. En vain je le suppliais maintenant. En vain, tenant l′étendue dans le champ de ma vision, je la drainais de mes regards qui eussent voulu en ramener une femme. Je pouvais aller jusqu′au porche de Saint-André-des-Champs; jamais ne s′y trouvait la paysanne que je n′eusse pas manqué d′y rencontrer si j′avais été avec mon grand-père et dans l′impossibilité de lier conversation avec elle. Je fixais indéfiniment le tronc d′un arbre lointain, de derrière lequel elle allait surgir et venir à moi; l′horizon scruté restait désert, la nuit tombait, c′était sans espoir que mon attention s′attachait, comme pour aspirer les créatures qu′ils pouvaient recéler, à ce sol stérile, à cette terre épuisée; et ce n′était plus d′allégresse, c′était de rage que je frappais les arbres du bois de Roussainville d′entre lesquels ne sortait pas plus d′êtres vivants que s′ils eussent été des arbres peints sur la toile d′un panorama, quand, ne pouvant me résigner à rentrer à la maison avant d′avoir serré dans mes bras la femme que j′avais tant désirée, j′étais pourtant obligé de reprendre le chemin de Combray en m′avouant à moi-même qu′était de moins en moins probable le hasard qui l′eût mise sur mon chemin. Et s′y fût-elle trouvée, d′ailleurs, eussé-je osé lui parler? Il me semblait qu′elle m′eût considéré comme un fou; je cessais de croire partagés par d′autres êtres, de croire vrais en dehors de moi les désirs que je formais pendant ces promenades et qui ne se réalisaient pas. Ils ne m′apparaissaient plus que comme les créations purement subjectives, impuissantes, illusoires, de mon tempérament. Ils n′avaient plus de lien avec la nature, avec la réalité qui dès lors perdait tout charme et toute signification et n′était plus à ma vie qu′un cadre conventionnel comme l′est à la fiction d′un roman le wagon sur la banquette duquel le voyageur le lit pour tuer le temps.
Pero en vano imploraba al torreón de Roussainville, y le pedía que me trajera a alguna niña de allí, como al único confidente que tuve pie mis primeros deseos, cuando desde lo más alto de nuestra casa de Combray, en aquel cuartito que olía a lirios, no veía en el cuadrado marco de la ventana entreabierta otra cosa que su torre, mientras que con las vacilaciones heroicas del viajero que emprende una exploración o del desesperado que va a suicidarse, desfallecido, iba abriendo en el interior de mi propio ser un camino desconocido, y que yo creía mortal, hasta el momento en que una señal de vida natural, como un caracol, se superponía a las hojas del grosellero salvaje que llegaban hasta donde yo estaba. En vano le suplicaba ahora. En vano, recogiendo la llanura en mi campo visual, la registraba con mis ojos, que querían traerse de allí a una mujer. Me llegaba hasta del pórtico de San Andrés del Campo: nunca estaba allí esa moza que hubiera estado de haber ido yo con mi abuelo, y en la imposibilidad, por consiguiente, de trabar conversación con ella. Miraba tercamente el tronco de un árbol lejano, detrás del cual podría surgir la moza para venir a donde yo estaba: el horizonte escrutado seguía desierto; caía la noche, y sin esperanza ya fijaba yo mi atención como para aspirar, las criaturas que pudiere ocultar, en ese suelo estéril, en esa tierra exhausta; y ahora pegaba no de gozo, sino de rabia, a los árboles del bosque de Roussainville, aquellos árboles que no servían de refugio a ningún ser vivo, como si fueran árboles pintados en un panorama; porque sin poder resignarme a volver a casa antes de abrazar a la mujer de mis deseos, no tenía más remedio que emprender el camino de vuelta a Combray, diciéndome a mí mismo que cada vez disminuían las probabilidades de que la casualidad me la pusiera al paso. ¿Y me habría atrevido acaso a hablarle si la hubiera encontrado? Creo que me habría tomado por un loco; yo no creo que existieran verdaderamente fuera de mí los deseos que formaba durante aquellos paseos, y que no lograban realización, ni creía que los demás pudieran participar de ellos. Se me aparecían tan sólo como creaciones puramente subjetivas, impotentes e ilusorias de mi temperamento. Ningún lazo las unía con la Naturaleza ni con la realidad, que desde ese momento perdía todo encanto y significación, y ya no era para mi vida más que un marco convencional, como es para la ficción de una novela el asiento del vagón donde la va leyendo el viajero para matar el tiempo.
C′est peut-être d′une impression ressentie aussi auprès de Montjouvain, quelques années plus tard, impression restée obscure alors, qu′est sortie, bien après, l′idée que je me suis faite du sadisme. On verra plus tard que, pour de tout autres raisons, le souvenir de cette impression devait jouer un rôle important dans ma vie. C′était par un temps très chaud; mes parents qui avaient dû s′absenter pour toute la journée, m′avaient dit de rentrer aussi tard que je voudrais; et étant allé jusqu′à la mare de Montjouvain où j′aimais revoir les reflets du toit de tuile, je m′étais étendu à l′ombre et endormi dans les buissons du talus qui domine la maison, là où j′avais attendu mon père autrefois, un jour qu′il était allé voir M. Vinteuil. Il faisait presque nuit quand je m′éveillai, je voulus me lever, mais je vis Mlle Vinteuil (autant que je pus la reconnaître, car je ne l′avais pas vue souvent à Combray, et seulement quand elle était encore une enfant, tandis qu′elle commençait d′être une jeune fille) qui probablement venait de rentrer, en face de moi, à quelques centimètres de moi, dans cette chambre où son père avait reçu le mien et dont elle avait fait son petit salon à elle. La fenêtre était entr′ouverte, la lampe était allumée, je voyais tous ses mouvements sans qu′elle me vît, mais en m′en allant j′aurais fait craquer les buissons, elle m′aurait entendu et elle aurait pu croire que je m′étais caché là pour l′épier.
Quizá de una impresión que tuve acerca de Montjouvain, unos años más tarde, impresión que entonces no vi clara, proceda la idea que más tarde me he formado del sadismo. Se verá más adelante que, por otras razones, el recuerdo de esa impresión está llamado a jugar importante papel en mi vida. Hacía un tiempo muy caluroso; mis padres tuvieron que marcharse de casa por todo el día, y me dijeron que volviera a la hora que yo quisiera; fui hasta la charca de Montjouvain, porque me gustaba mirar cómo se reflejaba en ella el tejado de la chocita; me tumbé a la sombra, y me dormí entre los matorrales del talud que domina la casa, en aquel mismo sitio donde estuve esperando a mis padres el día que fueron a visitar al señor Vinteuil. Cuando desperté era casi de noche, e iba ya a levantarme cuando vi a la señorita de Vinteuil (apenas si la reconocí, porque en Combray la había visto sólo unas cuantas veces, y cuando era niña, mientras que ahora era una muchachita), que, sin duda, acababa de volver a casa, a unos centímetros de donde yo estaba, en la misma habitación en que su padre recibiera al mío, y que ahora era la salita de ella. La ventana estaba entreabierta y la lámpara encendida, de modo que yo veía todo lo que hacía sin que me viera ella, pero si me marchaba podía oír el ruido de mis pasos entre los matorrales, y quizá supusiera que me había escondido allí para espiarla.
Elle était en grand deuil, car son père était mort depuis peu. Nous n′étions pas allés la voir, ma mère ne l′avait pas voulu à cause d′une vertu qui chez elle limitait seule les effets de la bonté: la pudeur; mais elle la plaignait profondément. Ma mère se rappelant la triste fin de vie de M. Vinteuil, tout absorbée d′abord par les soins de mère et de bonne d′enfant qu′il donnait à sa fille, puis par les souffrances que celle-ci lui avait causées; elle revoyait le visage torturé qu′avait eu le vieillard tous les derniers temps; elle savait qu′il avait renoncé à jamais à achever de transcrire au net toute son œuvre des dernières années, pauvres morceaux d′un vieux professeur de piano, d′un ancien organiste de village dont nous imaginions bien qu′ils n′avaient guère de valeur en eux-mêmes, mais que nous ne méprisions pas parce qu′ils en avaient tant pour lui dont ils avaient été la raison de vivre avant qu′il les sacrifiât à sa fille, et qui pour la plupart pas même notés, conservés seulement dans sa mémoire, quelques-uns inscrits sur des feuillets épars, illisibles, resteraient inconnus; ma mère pensait à cet autre renoncement plus cruel encore auquel M. Vinteuil avait été contraint, le renoncement à un avenir de bonheur honnête et respecté pour sa fille; quand elle évoquait toute cette détresse suprême de l′ancien maître de piano de mes tantes, elle éprouvait un véritable chagrin et songeait avec effroi à celui autrement amer que devait éprouver Mlle Vinteuil tout mêlé du remords d′avoir à peu près tué son père. «Pauvre M. Vinteuil, disait ma mère, il a vécu et il est mort pour sa fille, sans avoir reçu son salaire. Le recevra-t-il après sa mort et sous quelle forme? Il ne pourrait lui venir que d′elle.»
Estaba de riguroso luto, porque hacía poco que había muerto su padre. No habíamos ido a darle el pésame; no quiso mi madre, a causa de una virtud que en ella, era lo único que limitaba los efectos de la bondad: el pudor; pero compadecíala profundamente. Se acordaba mi madre del triste final de la vida del señor Vinteuil absorbido primero por las funciones de madre y de niñera que cumplía con su hija, y luego por lo que ella le hizo sufrir, reía el torturado rostro del viejo en aquellos último tiempos; sabía que tuvo que renunciar para siempre a acabar de transcribir en limpio todas sus obras de los últimos años, pobres obras de un viejo profesor de piano, de un ex organista de pueblo, que considerábamos de poco valor intrínseco, pero sin despreciarlas, porque para él valían mucho y fueron su razón de vivir antes de que las sacrificara, a su hija, y que en su mayor parte ni siquiera estaban transcritas, retenidas sólo en la memoria, y algunas apuntadas en hojas sueltas, ilegibles, y que se quedarían ignoradas de todos; y mi madre pensaba en aquella otra renuncia, aun más dura, a que tuvo que ceder el señor Vinteuil: renunciar a un porvenir de honradez y respeto para su hija; y cuando evocaba aquella suprema aflicción del viejo maestro de piano de mis tías, sentía pena de verdad y pensaba con terror en esa otra pena, mucho más amarga que debía de tener la hija de Vinteuil, unida al remordimiento de haber ido matando poco a poco a su padre. .Pobre señor Vinteuil .decía mamá.: vivió y murió por su hija, que no le dio ningún pago. Veremos si se lo da después de muerto y en qué forma. Sólo ella puede hacerlo.
Au fond du salon de Mlle Vinteuil, sur la cheminée était posé un petit portrait de son père que vivement elle alla chercher au moment où retentit le roulement d′une voiture qui venait de la route, puis elle se jeta sur un canapé, et tira près d′elle une petite table sur laquelle elle plaça le portrait, comme M. Vinteuil autrefois avait mis à côté de lui le morceau qu′il avait le désir de jouer à mes parents. Bientôt son amie entra. Mlle Vinteuil l′accueillit sans se lever, ses deux mains derrière la tête et se recula sur le bord opposé du sofa comme pour lui faire une place. Mais aussitôt elle sentit qu′elle semblait ainsi lui imposer une attitude qui lui était peut-être importune. Elle pensa que son amie aimerait peut-être mieux être loin d′elle sur une chaise, elle se trouva indiscrète, la délicatesse de son cœur s′en alarma; reprenant toute la place sur le sofa elle ferma les yeux et se mit à bâiller pour indiquer que l′envie de dormir était la seule raison pour laquelle elle s′était ainsi étendue. Malgré la familiarité rude et dominatrice qu′elle avait avec sa camarade, je reconnaissais les gestes obséquieux et réticents, les brusques scrupules de son père.
Al fondo de la salita de la señorita de Vinteuil, encima de la chimenea, había un pequeño retrato de su padre, y en el momento en que oyó ella el ruido de un coche que venía por la carretera, se levantó, cogió la fotografía, se echó en el sofá y acercó junto a sí una mesita en la que puso el retrato, lo mismo que en otra ocasión había acercado el señor Vinteuil aquella obra que deseaba dar a conocer a mis padres. Pronto entró su amiga. La hija de Vinteuil no se levantó a recibirla, y con las dos manos enlazadas por detrás de la cabeza se retiró hacia el extremo opuesto del sofá como para dejarle un hueco. Pero en seguida se dio cuenta de que eso era como imponerle una actitud que quizá le era molesta. Acaso a su amiga le gustaría más ir a sentarse en una silla más apartada; y se cogió en pecado de indiscreción, y la delicadeza de su corazón se asustó; volvió a ocupar el sofá entero y empezó a bostezar, como indicando que se había echado porque tenía sueño, y nada más. A pesar de la familiaridad ruda e imperativa que tenía con su amiga, reconocía ya los ademanes obsequiosos y reticentes de su padre, los mismos repentinos escrúpulos.
Bientôt elle se leva, feignit de vouloir fermer les volets et de n′y pas réussir.
Al poco se levantó, hizo como que quería cerrar la ventana y que no podía.
—«Laisse donc tout ouvert, j′ai chaud,» dit son amie.
-.Déjala abierta, yo tengo calor -dijo su amiga.
—«Mais c′est assommant, on nous verra», répondit Mlle Vinteuil.
-Pero es muy molesto que nos vean -contestó la señorita de Vinteuil.
Mais elle devina sans doute que son amie penserait qu′elle n′avait dit ces mots que pour la provoquer à lui répondre par certains autres qu′elle avait en effet le désir d′entendre, mais que par discrétion elle voulait lui laisser l′initiative de prononcer. Aussi son regard que je ne pouvais distinguer, dut-il prendre l′expression qui plaisait tant à ma grand′mère, quand elle ajouta vivement:
Y debió de adivinar que su amiga se creería que no había dicho aquellas palabras más que para provocarla a contestar con otras que estaba deseando oír, pero cuya iniciativa dejaba por discreción a la otra. Y su mirada tomó, sin duda, porque yo no podía distinguirla, aquella expresión que tanto gustaba a mi abuela, al pronunciar estas palabras:
—«Quand je dis nous voir, je veux dire nous voir lire, c′est assommant, quelque chose insignifiante qu′on fasse, de penser que des yeux vous voient.»
-Cuando digo que nos vean, me refiero a que nos vean leer: es que por insignificante que sea lo que una está haciendo, siempre molesta que haya unos ojos que nos estén mirando.
Par une générosité instinctive et une politesse involontaire elle taisait les mots prémédités qu′elle avait jugés indispensables à la pleine réalisation de son désir. Et à tous moments au fond d′elle-même une vierge timide et suppliante implorait et faisait reculer un soudard fruste et vainqueur.
Por generosidad instintiva y por involuntaria cortesía, se callaba las palabras premeditadas que había juzgado indispensables para la realización de su deseo. Y a cada momento, en el fondo de sí misma, una virgen tímida y suplicante imploraba y hacía retroceder a un soldadote rudo y triunfante.
—«Oui, c′est probable qu′on nous regarde à cette heure-ci, dans cette campagne fréquentée, dit ironiquement son amie. Et puis quoi? Ajouta-t-elle (en croyant devoir accompagner d′un clignement d′yeux malicieux et tendre, ces mots qu′elle récita par bonté, comme un texte, qu′elle savait être agréable à Mlle Vinteuil, d′un ton qu′elle s′efforçait de rendre cynique), quand même on nous verrait ce n′en est que meilleur.»
-Sí, es muy probable que nos estén mirando a esta hora en un campo tan solo como éste .dijo irónicamente su amiga. Y si nos miran, ¿qué? .añadió, creyendo que debía acompañar con un guiño malicioso y tierno aquellas palabras que recitaba por bondad, como un texto agradable a la señorita de Vinteuil, y con un tono que quería ser cínico., y ¿qué? Si nos ven, mejor.
Mlle Vinteuil frémit et se leva. Son cœur scrupuleux et sensible ignorait quelles paroles devaient spontanément venir s′adapter à la scène que ses sens réclamaient. Elle cherchait le plus loin qu′elle pouvait de sa vraie nature morale, à trouver le langage propre à la fille vicieuse qu′elle désirait d′être, mais les mots qu′elle pensait que celle-ci eût prononcés sincèrement lui paraissaient faux dans sa bouche. Et le peu qu′elle s′en permettait était dit sur un ton guindé où ses habitudes de timidité paralysaient ses velléités d′audace, et s′entremêlait de: «tu n′as pas froid, tu n′as pas trop chaud, tu n′as pas envie d′être seule et de lire?»
La hija de Vinteuil se estremeció y se levantó de su asiento. Aquel corazón suyo escrupuloso y sensible, ignoraba cuáles palabras debían venir espontáneamente a adaptarse a la situación que sus sentidos estaban pidiendo. Iba a buscar lo más lejos que podía de su verdadera naturaleza moral el lenguaje propio de la muchacha viciosa que ella quería ser, pero las palabras que en aquella boca le hubieran parecido sinceramente dichas le sonaban a falso en la suya. Y las pocas que decía le salían en un tono afectado, en el cual sus hábitos de timidez paralizaban sus intentos de audacia, y todo salpicado de .¿tienes frío, tienes calor, tienes ganas de quedarte sola y leer?..
—«Mademoiselle me semble avoir des pensées bien lubriques, ce soir», finit-elle par dire, répétant sans doute une phrase qu′elle avait entendue autrefois dans la bouche de son amie.
La señorita me parece que tiene esta noche ideas muy lúbricas .dijo, por fin, como si repitiera una frase oída otras veces a su amiga.
Dans l′échancrure de son corsage de crêpe Mlle Vinteuil sentit que son amie piquait un baiser, elle poussa un petit cri, s′échappa, et elles se poursuivirent en sautant, faisant voleter leurs larges manches comme des ailes et gloussant et piaillant comme des oiseaux amoureux. Puis Mlle Vinteuil finit par tomber sur le canapé, recouverte par le corps de son amie. Mais celle-ci tournait le dos à la petite table sur laquelle était placé le portrait de l′ancien professeur de piano. Mlle Vinteuil comprit que son amie ne le verrait pas si elle n′attirait pas sur lui son attention, et elle lui dit, comme si elle venait seulement de le remarquer:
La señorita de Vinteuil sintió que su amiga arrancaba un beso del escote de su corpino de crespón, lanzó un chillido, escapó, y las dos se persiguieron saltando, con sus largas mangas revoloteando como alas, cacareando y piando como dos paj arillos enamorados. Por fin, la hija de Venteuil acabó, por caer en el sofá, cubierta por el cuerpo de su amiga. Pero como ésta estaba de espaldas a la mesita donde se hallaba el retrato del viejo profesor de piano, la señorita de Vinteuil comprendió que no lo iba a ver si no le llamaba la atención, y le dijo, como si acabara de fijarse en el retrato:
—«Oh! ce portrait de mon père qui nous regarde, je ne sais pas qui a pu le mettre là, j′ai pourtant dit vingt fois que ce n′était pas sa place.»
-Y ese retrato de mi padre, siempre mirándonos; yo no sé quién lo ha puesto ahí; ya he dicho veinte veces que no es su sitio.
Je me souvins que c′étaient les mots que M. Vinteuil avait dits à mon père à propos du morceau de musique. Ce portrait leur servait sans doute habituellement pour des profanations rituelles, car son amie lui répondit par ces paroles qui devaient faire partie de ses réponses liturgiques:
Me acordé de que esas palabras eran las palabras que Vinteuil dijo a mi padre, refiriéndose a la obra musical. Sin duda se servían de aquel retrato para profanaciones rituales, porque su amiga le contestó con esta frase que debía de formar parte de las respuestas litúrgicas:
—«Mais laisse-le donc où il est, il n′est plus là pour nous embêter. Crois-tu qu′il pleurnicherait, qu′il voudrait te mettre ton manteau, s′il te voyait là, la fenêtre ouverte, le vilain singe.»
-Déjale donde está, ya no nos puede dar la lata. Y que no gemiría y te echaría chales encima si te viera así, con la ventana abierta, el tío orangután.
Mlle Vinteuil répondit par des paroles de doux reproche: «Voyons, voyons», qui prouvaient la bonté de sa nature, non qu′elles fussent dictées par l′indignation que cette façon de parler de son père eût pu lui causer (évidemment c′était là un sentiment qu′elle s′était habituée, à l′aide de quels sophismes? à faire taire en elle dans ces minutes-là), mais parce qu′elles étaient comme un frein que pour ne pas se montrer égoe elle mettait elle-même au plaisir que son amie cherchait à lui procurer. Et puis cette modération souriante en répondant à ces blasphèmes, ce reproche hypocrite et tendre, paraissaient peut-être à sa nature franche et bonne, une forme particulièrement infâme, une forme doucereuse de cette scélératesse qu′elle cherchait à s′assimiler. Mais elle ne put résister à l′attrait du plaisir qu′elle éprouverait à être traitée avec douceur par une personne si implacable envers un mort sans défense; elle sauta sur les genoux de son amie, et lui tendit chastement son front à baiser comme elle aurait pu faire si elle avait été sa fille, sentant avec délices qu′elles allaient ainsi toutes deux au bout de la cruauté en ravissant à M. Vinteuil, jusque dans le tombeau, sa paternité. Son amie lui prit la tête entre ses mains et lui déposa un baiser sur le front avec cette docilité que lui rendait facile la grande affection qu′elle avait pour Mlle Vinteuil et le désir de mettre quelque distraction dans la vie si triste maintenant de l′orpheline.
La hija de Vinteuil contestó con unas palabras de cariñosa censura que delataban su bondadosa índole; no porque las dictara la indignación que pudiera causarle aquel modo de hablar de su padre (evidentemente, estaba ya acostumbrada, y quién sabe con ayuda de qué sofismas, a sofocar ese sentimiento), sino porque eran como un freno que para no mostrarse egoísta ponía ella misma al placer que su amiga estaba deseando procurarle. Y además, esa moderación sonriente para contestar a tales blasfemias, aquel reproche cariñoso e hipócrita, se aparecían quizá a su naturaleza franca y buena como una forma particularmente infame, como una forma dulzarrona de aquella perversidad que estaba intentando asimilarse. Pero no pudo resistir a la seducción del placer que sentiría al verse tratada con cariño por una persona tan implacable con los muertos sin defensa; saltó a las rodillas de su amiga y le ofreció castamente la frente, como si hubiera sido su hija, sintiendo con deleite que las dos llegaban al extremo límite de la crueldad, robando hasta en la tumba su paternidad al señor Vinteuil. Su amiga le cogió la cabeza con las manos y le dio un beso en la frente, con docilidad, que le era muy fácil por el gran afecto que tenía a la señorita de Vinteuil y por el deseo de llevar alguna distracción a la vida tan triste de la huérfana.
—«Sais-tu ce que j′ai envie de lui faire à cette vieille horreur?» dit-elle en prenant le portrait.
-.¿Sabes lo que me dan ganas de hacerle a ese mamarracho? - dijo cogiendo el retrato.
Et elle murmura à l′oreille de Mlle Vinteuil quelque chose que je ne pus entendre.
Y murmuró al oído de la hija de Vinteuil algo que yo no pude oír.
—«Oh! tu n′oserais pas.»
-No, no te atreves.
—«Je n′oserais pas cracher dessus? sur ça?» dit l′amie avec une brutalité voulue.
-¿Que no me atrevo yo a escupir en esto, en estol -dijo la amiga con brutalidad voluntaria.
Je n′en entendis pas davantage, car Mlle Vinteuil, d′un air las, gauche, affairé, honnête et triste, vint fermer les volets et la fenêtre, mais je savais maintenant, pour toutes les souffrances que pendant sa vie M. Vinteuil avait supportées à cause de sa fille, ce qu′après la mort il avait reçu d′elle en salaire.
Y no oí nada más, porque la señorita de Vinteuil, con aspecto lánguido, torpe, atareado, honrado y triste, se levantó para cerrar las maderas y los cristales de la ventana. Pero ahora ya sabía yo el pago que después de muerto recibía Vinteuil de su hija por todas las penas que en la vida le hizo pasar.
Et pourtant j′ai pensé depuis que si M. Vinteuil avait pu assister à cette scène, il n′eût peut-être pas encore perdu sa foi dans le bon cœur de sa fille, et peut-être même n′eût-il pas eu en cela tout à fait tort. Certes, dans les habitudes de Mlle Vinteuil l′apparence du mal était si entière qu′on aurait eu de la peine à la rencontrer réalisée à ce degré de perfection ailleurs que chez une sadique; c′est à la lumière de la rampe des théâtres du boulevard plutôt que sous la lampe d′une maison de campagne véritable qu′on peut voir une fille faire cracher une amie sur le portrait d′un père qui n′a vécu que pour elle; et il n′y a guère que le sadisme qui donne un fondement dans la vie à l′esthétique du mélodrame. Dans la réalité, en dehors des cas de sadisme, une fille aurait peut-être des manquements aussi cruels que ceux de Mlle Vinteuil envers la mémoire et les volontés de son père mort, mais elle ne les résumerait pas expressément en un acte d′un symbolisme aussi rudimentaire et aussi na ce que sa conduite aurait de criminel serait plus voilé aux yeux des autres et même à ses yeux à elle qui ferait le mal sans se l′avouer. Mais, au-delà de l′apparence, dans le cœur de Mlle Vinteuil, le mal, au début du moins, ne fut sans doute pas sans mélange.
Y, sin embargo, he pensado luego que si el señor Vinteuil hubiera podido presenciar esa escena, quizá no habría perdido toda su fe en el buen corazón de su hija, en lo cual, acaso, no estuviera del todo equivocado. Claro que en el proceder de la señorita de Vinteuil la apariencia de la perversidad era tan cabal, que no podía darse realizada con tal grado de perfección a no ser en una naturaleza de sádica; es más verosímil vista a la luz de las candilejas de un teatro del bulevar que no a la de la lámpara de una casa de campo esa escena de cómo una muchacha hace que su amiga escupa al retrato de un padre que vivió consagrado a ella; y casi únicamente el sadismo puede servir de fundamento en la vida a la estética del melodrama. En la realidad, y salvo los casos de sadismo, una muchacha acaso puede cometer faltas tan atroces como las de la hija de Vinteuil contra la memoria y la voluntad de su difunto padre, pero no las resumiría tan expresamente en un acto de simbolismo rudimentario y candido como aquél; y la perversidad de su conducta estaría más velada para los ojos de la gente y aun para los de ella, que haría esa maldad sin confesarlo. Pero poniéndonos más allá de las apariencias, la maldad, por lo menos al principio, no debió de dominar exclusivamente en el corazón de la señorita de Vinteuil.
Une sadique comme elle est l′artiste du mal, ce qu′une créature entièrement mauvaise ne pourrait être car le mal ne lui serait pas extérieur, il lui semblerait tout naturel, ne se distinguerait même pas d′elle; et la vertu, la mémoire des morts, la tendresse filiale, comme elle n′en aurait pas le culte, elle ne trouverait pas un plaisir sacrilège à les profaner. Les sadiques de l′espèce de Mlle Vinteuil sont des être si purement sentimentaux, si naturellement vertueux que même le plaisir sensuel leur paraît quelque chose de mauvais, le privilège des méchants. Et quand ils se concèdent à eux-mêmes de s′y livrer un moment, c′est dans la peau des méchants qu′ils tâchent d′entrer et de faire entrer leur complice, de façon à avoir eu un moment l′illusion de s′être évadés de leur âme scrupuleuse et tendre, dans le monde inhumain du plaisir. Et je comprenais combien elle l′eût désiré en voyant combien il lui était impossible d′y réussir. Au moment où elle se voulait si différente de son père, ce qu′elle me rappelait c′était les façons de penser, de dire, du vieux professeur de piano. Bien plus que sa photographie, ce qu′elle profanait, ce qu′elle faisait servir à ses plaisirs mais qui restait entre eux et elle et l′empêchait de les goûter directement, c′était la ressemblance de son visage, les yeux bleus de sa mère à lui qu′il lui avait transmis comme un bijou de famille, ces gestes d′amabilité qui interposaient entre le vice de Mlle Vinteuil et elle une phraséologie, une mentalité qui n′était pas faite pour lui et l′empêchait de le connaître comme quelque chose de très différent des nombreux devoirs de politesse auxquels elle se consacrait d′habitude. Ce n′est pas le mal qui lui donnait l′idée du plaisir, qui lui semblait agréable; c′est le plaisir qui lui semblait malin. Et comme chaque fois qu′elle s′y adonnait il s′accompagnait pour elle de ces pensées mauvaises qui le reste du temps étaient absentes de son âme vertueuse, elle finissait par trouver au plaisir quelque chose de diabolique, par l′identifier au Mal. Peut-être Mlle Vinteuil sentait-elle que son amie n′était pas foncièrement mauvaise, et qu′elle n′était pas sincère au moment où elle lui tenait ces propos blasphématoires. Du moins avait-elle le plaisir d′embrasser sur son visage, des sourires, des regards, feints peut-être, mais analogues dans leur expression vicieuse et basse à ceux qu′aurait eus non un être de bonté et de souffrance, mais un être de cruauté et de plaisir. Elle pouvait s′imaginer un instant qu′elle jouait vraiment les jeux qu′eût joués avec une complice aussi dénaturée, une fille qui aurait ressenti en effet ces sentiments barbares à l′égard de la mémoire de son père. Peut-être n′eût-elle pas pensé que le mal fût un état si rare, si extraordinaire, si dépaysant, où il était si reposant d′émigrer, si elle avait su discerner en elle comme en tout le monde, cette indifférence aux souffrances qu′on cause et qui, quelques autres noms qu′on lui donne, est la forme terrible et permanente de la cruauté.
Una sádica como ella es una artista del mal, cosa que no podría ser una criatura mala del todo, porque ésta consideraría la maldad como algo interior a ella, le parecería muy natural y ni siquiera sabría distinguirla en su propia personalidad y no sacaría un sacrilego gusto en profanar la virtud, el respeto a los muertos y el cariño filial, porque nunca habria sabido guardarles culto. Los sádicos de la especie de la hija de Vinteuil son seres tan ingenuamente sentimentales, tan virtuosos por naturaleza, que hasta el placer sensual les parece una cosa mala, un privilegio de los malos. Y cuando se permiten entregarse un momento a él hacen como si quisieran entrar en el pellejo de los malos y meter también a su cómplice, de modo que por un momento los posea la ilusión de que se evadieron de su alma tierna y escrupulosa hacia el mundo inhumano del placer. Y al ver cuan difícil le era lograrlo, me figuraba yo con cuánto ardor lo debía desear. En el momento en que quería ser tan distinta de su padre, me estaba recordando las maneras de pensar y de hablar del viejo profesor de piano. Lo que profanaba, lo que utilizaba para su placer y que se interponía entre ese placer y ella, impidiéndole saborearlo directamente, era, más que el retrato, aquel parecido de cara, los ojos azules de la madre de él, que le transmitió como una joya de familia, y los ademanes de amabilidad que entremetían entre el vicio de la señorita de Vinteuil y ella una fraseología y una mentalidad que no eran propias de ese vicio y que le impedían que lo sintiera como cosa muy distinta de los numerosos deberes de cortesía a que se consagraba de ordinario. Y no es que le pareciera agradable la perversidad que le daba la idea del placer, sino el placer lo que le parecía cosa mala. Y como siempre que a él se entregaba acompañábalo de esos malos pensamientos que el resto del tiempo no asomaban en su alma virtuosa, acababa por ver en el placer una cosa diabólica, por identificarla con lo malo. Acaso se daba cuenta la hija de Vinteuil de que su amiga no era del todo mala, que no hablaba con sinceridad cuando profería aquellas blasfemias. Pero, por lo menos, tenía gusto en besar en su rostro sonrisas y miradas, acaso fingidas pero análogas en su expresión viciosa y baja, las que hubieran sido propias de un ser no de bondad y de resinación, sino de crueldad y de placer. Quizá podía imaginarse por un momento que estaba jugando de verdad los fuegos que, con una cómplice tan desnaturalizada, habría podido jugar una muchacha que realmente sintiera aquellos sentimientos bárbaros hacia su padre. Pero puede que no hubiera considerado la maldad como un estado tan raro, tan extraordinario, que tan bien lo arrastraba a uno y donde tan grato era emigrar, de haber sabido discernir en su amiga, como en todo el mundo, esa indiferencia a los sufrimientos que ocasionamos, y que, llámese cómo se quiera, es la terrible y permanente forma de la crueldad.
S′il était assez simple d′aller du côté de Méséglise, c′était une autre affaire d′aller du côté de Guermantes, car la promenade était longue et l′on voulait être sûr du temps qu′il ferait. Quand on semblait entrer dans une série de beaux jours; quand Françoise désespérée qu′il ne tombât pas une goutte d′eau pour les «pauvres récoltes», et ne voyant que de rares nuages blancs nageant à la surface calme et bleue du ciel s′écriait en gémissant: «Ne dirait-on pas qu′on voit ni plus ni moins des chiens de mer qui jouent en montrant là-haut leurs museaux? Ah! ils pensent bien à faire pleuvoir pour les pauvres laboureurs! Et puis quand les blés seront poussés, alors la pluie se mettra à tomber tout à petit patapon, sans discontinuer, sans plus savoir sur quoi elle tombe que si c′était sur la mer»; quand mon père avait reçu invariablement les mêmes réponses favorables du jardinier et du baromètre, alors on disait au dîner: «Demain s′il fait le même temps, nous irons du côté de Guermantes.»
Si era muy sencillo ir por el lado de Méséglise, ir por el lado de Guermantes era otra cosa, porque el paseo era largo y había que tener confianza en el tiempo. Parecía que empezaba una serie de días buenos: Francisca, desesperada de que no cayera ni una gota para las .pobres sementeras., al ver tan sólo unas cuantas nubes blancas vagando por la superficie tranquila y azulada del cielo, exclamaba lloriqueando: .No parece sino que allá arriba no hay más que unos perros de mar jugando y enseñando los hocicos. ¡Sí que están pensando en mandar agua a los pobres labradores! Y luego, cuando ya esté crecido el trigo, empezará a llover, y vena y vena, sin saber el agua de dónde cae, como si cayera en el mar. El jardinero y el barómetro daban invariablemente a mi padre la misma favorable respuesta, y entonces aquella noche, en la mesa, se decía: -Mañana, si el tiempo sigue así, iremos por el lado de Guermantes.
On partait tout de suite après déjeuner par la petite porte du jardin et on tombait dans la rue des Perchamps, étroite et formant un angle aigu, remplie de graminées au milieu desquelles deux ou trois guêpes passaient la journée à herboriser, aussi bizarre que son nom d′où me semblaient dériver ses particularités curieuses et sa personnalité revêche, et qu′on chercherait en vain dans le Combray d′aujourd′hui où sur son tracé ancien s′élève l′école. Mais ma rêverie (semblable à ces architectes élèves de Viollet-le-Duc, qui, croyant retrouver sous un jubé Renaissance et un autel du XVIIe siècle les traces d′un chœur roman, remettent tout l′édifice dans l′état où il devait être au XIIe siècle) ne laisse pas une pierre du bâtiment nouveau, reperce et «restitue» la rue des Perchamps. Elle a d′ailleurs pour ces reconstitutions, des données plus précises que n′en ont généralement les restaurateurs: quelques images conservées par ma mémoire, les dernières peut-être qui existent encore actuellement, et destinées à être bientôt anéanties, de ce qu′était le Combray du temps de mon enfance; et parce que c′est lui-même qui les a tracées en moi avant de disparaître, émouvantes,—si on peut comparer un obscur portrait à ces effigies glorieuses dont ma grand′mère aimait à me donner des reproductions—comme ces gravures anciennes de la Cène ou ce tableau de Gentile Bellini dans lesquels l′on voit en un état qui n′existe plus aujourd′hui le chef-d′œuvre de Vinci et le portail de Saint-Marc.
Salíamos, en seguida de almorzar, por la puertecita del jardín, e íbamos a parar a la calle de Perchamps, estrecha y en brusco recodo, llena de gramíneas, por entre las cuales dos o tres avispas se pasaban el día herborizando, calle tan rara como su nombre, al cual atribuía yo el origen de sus curiosas particularidades y de su áspera personalidad; en vano se la buscaría en el Combray de hoy, porque en el lugar que ocupaba se alza ahora la escuela. Pero mi imaginación (igual que esos arquitectos de la escuela de VioUet le Duc, que al imaginarse que se encuentran detrás de un coro Renacimiento, o de un altar del siglo XVII, rastros de un coro románico, vuelven el edificio al mismo estado en que debía de estar en el siglo XII) no deja en pie una sola piedra del nuevo edificio, hace cala y reconstituye la calle de los Perchamps. Claro que dispone para estas reconstituciones de datos más precisos que los que suelen tener los restauradores: unas imágenes conservadas en la memoria, las últimas quizá que actualmente existan, y que pronto dejarán de existir, de lo que era el Combray de mi infancia: y como fue Combray mismo el que las dibujó en mi imaginación antes de desaparecer, tienen la emoción .en lo que cabe comparar un pobre retrato a esas efigies gloriosas cuyas reproducciones le gustaba regalarme a mi abuela de los grabados antiguos de la Cena o de un cuadro de Gentile Bellini, donde se ven, en el estado en que ya no existen, la obra maestra de Vinci o la portada de San Marcos.
On passait, rue de l′Oiseau, devant la vieille hôtellerie de l′Oiseau flesché dans la grande cour de laquelle entrèrent quelquefois au XVII XIIe siècle les carrosses des duchesses de Montpensier, de Guermantes et de Montmorency quand elles avaient à venir à Combray pour quelque contestation avec leurs fermiers, pour une question d′hommage. On gagnait le mail entre les arbres duquel apparaissait le clocher de Saint-Hilaire. Et j′aurais voulu pouvoir m′asseoir là et rester toute la journée à lire en écoutant les cloches; car il faisait si beau et si tranquille que, quand sonnait l′heure, on aurait dit non qu′elle rompait le calme du jour mais qu′elle le débarrassait de ce qu′il contenait et que le clocher avec l′exactitude indolente et soigneuse d′une personne qui n′a rien d′autre à faire, venait seulement—pour exprimer et laisser tomber les quelques gouttes d′or que la chaleur y avait lentement et naturellement amassées—de presser, au moment voulu, la plénitude du silence.
Pasábamos por la calle del Pájaro, delante de la Hostería del Pájaro Herid, con su gran patio, en el que entraban almas veces allá en el siglo XVII, las carrozas de las duquesas de Montpensier, de Guermantes y de Montmorency, cuando las señoras tenían que ir a Combray con motivo de alguna diferencia con un arrendador, o de una cuestión de homenaje. Salíamos al patio, y por entre los árboles se veía asomar el campanario de San Hilario. De buena gana me habría sentado allí para estarme toda la tarde leyendo y oyendo las campanas: porque estaba aquello tan hermoso, tan tranquilo, que el sonar de las horas no rompía la calma del día, sino que extraía su contenido, y el campanario, con la indolente y celosa exactitud de una persona que no tiene más quehacer que ése, apretaba en el momento justo la plenitud del silencio para exprimir y dejar caer las gotas de oro que el calor había ido amontonando en su seno, lenta y naturalmente.
Le plus grand charme du côté de Guermantes, c′est qu′on y avait presque tout le temps à côté de soi le cours de la Vivonne. On la traversait une première fois, dix minutes après avoir quitté la maison, sur une passerelle dite le Pont-Vieux. Dès le lendemain de notre arrivée, le jour de Pâques, après le sermon s′il faisait beau temps, je courais jusque-là, voir dans ce désordre d′un matin de grande fête où quelques préparatifs somptueux font paraître plus sordides les ustensiles de ménage qui traînent encore, la rivière qui se promenait déjà en bleu-ciel entre les terres encore noires et nues, accompagnée seulement d′une bande de coucous arrivés trop tôt et de primevères en avance, cependant que çà et là une violette au bec bleu laissait fléchir sa tige sous le poids de la goutte d′odeur qu′elle tenait dans son cornet. Le Pont-Vieux débouchait dans un sentier de halage qui à cet endroit se tapissait l′été du feuillage bleu d′un noisetier sous lequel un pêcheur en chapeau de paille avait pris racine. A Combray où je savais quelle individualité de maréchal ferrant ou de garçon épicier était dissimulée sous l′uniforme du suisse ou le surplis de l′enfant de chœur, ce pêcheur est la seule personne dont je n′aie jamais découvert l′identité. Il devait connaître mes parents, car il soulevait son chapeau quand nous passions; je voulais alors demander son nom, mais on me faisait signe de me taire pour ne pas effrayer le poisson. Nous nous engagions dans le sentier de halage qui dominait le courant d′un talus de plusieurs pieds; de l′autre côté la rive était basse, étendue en vastes prés jusqu′au village et jusqu′à la gare qui en était distante.
El principal atractivo del lado de Guermantes es que íbamos casi todo el tiempo junto al Vivonne. Lo atravesábamos primeramente, a diez minutos de casa, por la pasarela llamada el Puente Viejo. Al día siguiente de llegar, el día de Pascua, si hacía buen tiempo, después del sermón me llegaba yo hasta allí, a ver, en medio de aquel desorden de mañana de festividad grande, cuando los preparativos suntuosos acrecientan la sordidez de los cacharros caseros que andan rodando, como se paseaba el río, vestido de azul celeste, por entre tierras negras y desnudas, sin otra compañía que una bandada de cucos prematuros y otra de primaveras adelantadas, mientras que de cuando en cuando una violeta de azulado pico doblaba su tallo al peso de la gotita de aroma encerrada en su cucurucho. El Puente Viejo desembocaba en un sendero de sirgar, que en aquel lugar estaba tapizado cuando era verano por el azulado follaje de un avellano; a la sombra del árbol había echado raíces un pescador con sombrero de paja. En Combray sabía yo que personalidad de herrero o de chico de la tienda se disimulaba bajo el uniforme del suizo o la sobrepelliz del monaguillo, pero jamás llegué a descubrir la identidad de aquel pescador. Debía conocer a mis padres, porque al pasar nosotros saludaba con el sombrero; entonces yo iba a preguntar quién era, pero me hacía señas de que me callara para no asustar a los peces. Seguíamos por la senda de sirga que domina la corriente con una escarpa de varios pies de alto; al otro lado la orilla era baja, y se dilataba en extensos prados hasta el pueblo y hasta la estación, que estaba distante del poblado.
Ils étaient semés des restes, à demi enfouis dans l′herbe, du château des anciens comtes de Combray qui au moyen âge avait de ce côté le cours de la Vivonne comme défense contre les attaques des sires de Guermantes et des abbés de Martinville. Ce n′étaient plus que quelques fragments de tours bossuant la prairie, à peine apparents, quelques créneaux d′où jadis l′arbalétrier lançait des pierres, d′où le guetteur surveillait Novepont, Clairefontaine, Martinville-le-Sec, Bailleau-l′Exempt, toutes terres vassales de Guermantes entre lesquelles Combray était enclavé, aujourd′hui au ras de l′herbe, dominés par les enfants de l′école des frères qui venaient là apprendre leurs leçons ou jouer aux récréations;—passé presque descendu dans la terre, couché au bord de l′eau comme un promeneur qui prend le frais, mais me donnant fort à songer, me faisant ajouter dans le nom de Combray à la petite ville d′aujourd′hui une cité très différente, retenant mes pensées par son visage incompréhensible et d′autrefois qu′il cachait à demi sous les boutons d′or. Ils étaient fort nombreux à cet endroit qu′ils avaient choisi pour leurs jeux sur l′herbe, isolés, par couples, par troupes, jaunes comme un jaune d′œuf, brillants d′autant plus, me semblait-il, que ne pouvant dériver vers aucune velléité de dégustation le plaisir que leur vue me causait, je l′accumulais dans leur surface dorée, jusqu′à ce qu′il devînt assez puissant pour produire de l′inutile beauté; et cela dès ma plus petite enfance, quand du sentier de halage je tendais les bras vers eux sans pouvoir épeler complètement leur joli nom de Princes de contes de fées français, venus peut-être il y a bien des siècles d′Asie mais apatriés pour toujours au village, contents du modeste horizon, aimant le soleil et le bord de l′eau, fidèles à la petite vue de la gare, gardant encore pourtant comme certaines de nos vieilles toiles peintes, dans leur simplicité populaire, un poétique éclat d′orient.
Por aquellas tierras quedaban diseminados, medio hundidos en la hierba, restos del castillo de los antiguos condes de Combray, que en la Edad Media tenía el río como defensa, por este lado, contra los ataques de los señores de Guermantes y de los abades de Martinville. Ya no había más que unos fragmentos de torres que alzaban sus gibas, apenas aparentes en la pradera, y unas almenas, desde las cuales lanzaba antaño sus piedras el ballestero, o vigilaba el atalaya Novepont, Clairefontaine, Martinville le Sec, Bailleau le Exempt, tierras todas vasallas de Guermantes, y entre las cuales estaba enclavado Combray; hoy esas ruinas, al ras de la hierba, las dominaban los chicos de la escuela de los frailes que iban allí a estudiarse la lección, o de recreo, a jugar; pasado casi hundido en la tierra, echado a la orilla del agua como un paseante que toma el fresco, pero que inspira muchos sueños a mi imaginación, porque en el nombre de Combray me hacía superponer al pueblo de hoy una ciudad muy distinta: pasado que atraía mis pensamientos con su rostro añejo e incomprensible, medio oculto por esas florecillas llamadas botones de oro. Había muchos en aquel sitio, escogido por ellos, para jugar entre las hierbas; aislados los unos en parejas o en grupos otros, amarillos como la yema de huevo, y tanto más brillantes, porque como me parecía que no podía derivar hacia ningún intento de degustación el placer que me causaba el verlos, lo iba acumulando en su dorada superficie, hasta que llegaba a tal intensidad que producía una belleza inútil, y eso desde mi primera infancia, cuando desde la senda de sirga tendía yo los brazos hacia ellos sin poder pronunciar todavía bien su precioso nombre de Príncipes de cuento de hadas francés, llegados acaso hacía muchos siglos del Asia, pero afincados para siempre en el pueblo, contentos del modesto horizonte, satisfechos del sol y de la orilla del río, fieles a la vista de la estación, y que conservaban, sin embargo, en su simplicidad popular, como algunas de nuestras viejas telas pintadas, un poético resplandor oriental.
Je m′amusais à regarder les carafes que les gamins mettaient dans la Vivonne pour prendre les petits poissons, et qui, remplies par la rivière, où elles sont à leur tour encloses, à la fois «contenant» aux flancs transparents comme une eau durcie, et «contenu» plongé dans un plus grand contenant de cristal liquide et courant, évoquaient l′image de la fraîcheur d′une façon plus délicieuse et plus irritante qu′elles n′eussent fait sur une table servie, en ne la montrant qu′en fuite dans cette allitération perpétuelle entre l′eau sans consistance où les mains ne pouvaient la capter et le verre sans fluidité où le palais ne pourrait en jouir. Je me promettais de venir là plus tard avec des lignes; j′obtenais qu′on tirât un peu de pain des provisions du goûter; j′en jetais dans la Vivonne des boulettes qui semblaient suffire pour y provoquer un phénomène de sursaturation, car l′eau se solidifiait aussitôt autour d′elles en grappes ovos de têtards inanitiés qu′elle tenait sans doute jusque-là en dissolution, invisibles, tout près d′être en voie de cristallisation.
Entreteníame en mirar las garrafas que ponían los chicos en el río para coger pececillos, y que, llenas de agua del río, que a su vez las envuelve a ellas, son al mismo tiempo continente, de transparentes flancos, como agua endurecida, y contenido, encerrado en un continente mayor de cristal líquido y corriente; y me evocaban la imagen de la frescura de manera más deleitable e irritante que si estuvieran en una mesa puesta, porque me la mostraban fugitiva siempre en aquella perpetua aliteración entre el agua sin consistencia, donde las manos no podían cogerla, y el cristal sin fluidez, donde no podía gozarse el paladar. Yo me prometía ir más adelante a aquel sitio, con cañas de pescar; lograba que sacaran un poco del pan de la merienda, y lanzaba al río unas bolitas, que parecía como que bastaban para determinar en él un fenómeno de sobresaturación, porque el agua se solidificaba en seguida, alrededor de las bolillas, en racimos ovoideos de hambrientos renacuajos, que sin duda tenía hasta entonces en disolución, invisibles, y ya casi en vía de cristalizar.
Bientôt le cours de la Vivonne s′obstrue de plantes d′eau. Il y en a d′abord d′isolées comme tel nénufar à qui le courant au travers duquel il était placé d′une façon malheureuse laissait si peu de repos que comme un bac actionné mécaniquement il n′abordait une rive que pour retourner à celle d′où il était venu, refaisant éternellement la double traversée. Poussé vers la rive, son pédoncule se dépliait, s′allongeait, filait, atteignait l′extrême limite de sa tension jusqu′au bord où le courant le reprenait, le vert cordage se repliait sur lui-même et ramenait la pauvre plante à ce qu′on peut d′autant mieux appeler son point de départ qu′elle n′y restait pas une seconde sans en repartir par une répétition de la même manœuvre. Je la retrouvais de promenade en promenade, toujours dans la même situation, faisant penser à certains neurasthéniques au nombre desquels mon grand-père comptait ma tante Léonie, qui nous offrent sans changement au cours des années le spectacle des habitudes bizarres qu′ils se croient chaque fois à la veille de secouer et qu′ils gardent toujours; pris dans l′engrenage de leurs malaises et de leurs manies, les efforts dans lesquels ils se débattent inutilement pour en sortir ne font qu′assurer le fonctionnement et faire jouer le déclic de leur diététique étrange, inéluctable et funeste. Tel était ce nénufar, pareil aussi à quelqu′un de ces malheureux dont le tourment singulier, qui se répète indéfiniment durant l′éternité, excitait la curiosité de Dante et dont il se serait fait raconter plus longuement les particularités et la cause par le supplicié lui-même, si Virgile, s′éloignant à grands pas, ne l′avait forcé à le rattraper au plus vite, comme moi mes parents.
En seguida empezaban a obstruir la corriente las plantas acuáticas. Primero había algunas aisladas, como aquel nenúfar atravesado en la corriente y tan desdichadamente colocado que no paraba un momento, como una barca movida mecánicamente, y que apenas abordaba una de las márgenes cuando se volvía a la otra, haciendo y rehaciendo eternamente la misma travesía. Su pedúnculo, empujado hacia la orilla, se desplegaba, se alargaba, se estiraba en el último límite de su tensión hasta la ribera, en que le volvía a coger la corriente, replegando el verde cordaje, y se llevaba a la pobre planta a aquel que con mayor razón podía llamarse su punto de partida, porque no se estaba allí un segundo sin volver a zarpar, repitiendo la misma maniobra. Yo la veía en todos nuestros paseos, y me traía a la imaginación a algunos neurasténicos, entre los cuales incluía papá a la tía Leoncia, que durante años nos ofrecen invariablemente el espectáculo de sus costumbres raras, creyéndose siempre que las van a desterrar al día siguiente, y sin perderlas jamás, cogidos en el engranaje de sus enfermedades y manías, los esfuerzos que hacen inútilmente para escapar contribuyen únicamente a asegurar el funcionamiento y el resorte de su dietética extraña, ineludible y funesta. Y así aquel nenúfar, parecido también a uno de los infelices cuyo singular tormento, repetida indefinidamente por toda la eternidad, excitaba la curiosidad del Dante, que hubiera querido oírle contar al mismo paciente los detalles y la causa del suplicio, pero que no podía porque Virgilio se marchaba a grandes zancadas y tenía que alcanzarlo, como me pasaba a mí con mis padres.
Mais plus loin le courant se ralentit, il traverse une propriété dont l′accès était ouvert au public par celui à qui elle appartenait et qui s′y était complu à des travaux d′horticulture aquatique, faisant fleurir, dans les petits étangs que forme la Vivonne, de véritables jardins de nymphéas. Comme les rives étaient à cet endroit très boisées, les grandes ombres des arbres donnaient à l′eau un fond qui était habituellement d′un vert sombre mais que parfois, quand nous rentrions par certains soirs rassérénés d′après-midi orageux, j′ai vu d′un bleu clair et cru, tirant sur le violet, d′apparence cloisonnée et de goût japonais.
Çà et là, à la surface, rougissait comme une fraise une fleur de nymphéa au cœur écarlate, blanc sur les bords. Plus loin, les fleurs plus nombreuses étaient plus pâles, moins lisses, plus grenues, plus plissées, et disposées par le hasard en enroulements si gracieux qu′on croyait voir flotter à la dérive, comme après l′effeuillement mélancolique d′une fête galante, des roses mousseuses en guirlandes dénouées. Ailleurs un coin semblait réservé aux espèces communes qui montraient le blanc et rose proprets de la julienne, lavés comme de la porcelaine avec un soin domestique, tandis qu′un peu plus loin, pressées les unes contre les autres en une véritable plate-bande flottante, on eût dit des pensées des jardins qui étaient venues poser comme des papillons leur ailes bleuâtres et glacées, sur l′obliquité transparente de ce parterre d′eau; de ce parterre céleste aussi: car il donnait aux fleurs un sol d′une couleur plus précieuse, plus émouvante que la couleur des fleurs elles-mêmes; et, soit que pendant l′après-midi il fît étinceler sous les nymphéas le kaléidoscope d′un bonheur attentif, silencieux et mobile, ou qu′il s′emplît vers le soir, comme quelque port lointain, du rose et de la rêverie du couchant, changeant sans cesse pour rester toujours en accord, autour des corolles de teintes plus fixes, avec ce qu′il y a de plus profond, de plus fugitif, de plus mystérieux,—avec ce qu′il y a d′infini,—dans l′heure, il semblait les avoir fait fleurir en plein ciel.
Más allá, el río modera su anchura y cruza una finca abierta al público, y cuyo amo se había divertido en tareas de horticultura acuática, criando en los reducidos estanques que allí forma el Vivonne verdaderos jardines de ninfeas. Como por aquel sitio había en las orillas mucho arbolado, la sombra de los árboles daba al agua un fondo, por lo general, de verde sombrío, pero que algunas veces, al volver nosotros en una tarde tranquila, después de un tiempo tormentoso, veía yo de color azul claro y crudo tirando a violeta, tono de interior, de gusto japonés. Aquí y allá, en la superficie, enrojecía como uña fresa una flor de ninfea escarlata con los bordes blancos. Un poco más lejos comenzaban a abundar las flores, ya no tan lisas, más pálidas, graneadas y rizosas, y dispuestas por el azar en lazos tan graciosos, que parecía que iban flotando a la deriva, tras el melancólico desfallecer de una fiesta galante, desatadas guirnaldas de rosas de espuma. Luego, había un rincón reservado a las especies vulgares que ostentaban el blanco y el rosa, propios de la juliana, lavadas con celo doméstico como la porcelana, y un pico más allá se apretaban unas contra otras, formando un verdadero macizo flotante, igual que pensamientos de un vergel, que habían venido a posar como mariposas sus alas azuladas y feas en la oblicuidad transparente de aquel torrente de agua; de aquel parterre, también celeste, porque ofrecía a las flores un suelo de más precioso color, más tierno aún que el color de las mismas flores; y ya hiciera chispear en las primeras horas de la tarde, bajo las ninfeas, el calidoscopio de una felicidad recogida, silenciosa y móvil, y ya se llenara hacia el anochecer de las rosas y los oros del Poniente, como un puerto lejano cambiaba incesantemente para estar siempre concorde, alrededor de las corolas que mantenían los tonos más fijos, con lo más profundo, fugitivo y misterioso de cada hora, con lo infinito de cada hora, y así parecía que las hizo florecer en pleno cielo.
Au sortir de ce parc, la Vivonne redevient courante. Que de fois j′ai vu, j′ai désiré imiter quand je serais libre de vivre à ma guise, un rameur, qui, ayant lâché l′aviron, s′était couché à plat sur le dos, la tête en bas, au fond de sa barque, et la laissant flotter à la dérive, ne pouvant voir que le ciel qui filait lentement au-dessus de lui, portait sur son visage l′avant-goût du bonheur et de la paix.
Al salir de ese parque, el Vivonne corría de nuevo. ¡Y cuántas veces he visto, haciendo propósito de imitarlo cuando pudiera vivir a mi gusto, al paseante que suelta su remo, se echa boca arriba, con la cabeza caída en el fondo de su barca, dejándola flotar a la deriva, sin ver más que el cielo que va marchando perezosamente allá en lo alto, a ese paseante que muestra en el rostro los anticipados sabores de, la dicha y de la paz!
Nous nous asseyions entre les iris au bord de l′eau. Dans le ciel férié, flânait longuement un nuage oisif. Par moments oppressée par l′ennui, une carpe se dressait hors de l′eau dans une aspiration anxieuse. C′était l′heure du goûter. Avant de repartir nous restions longtemps à manger des fruits, du pain et du chocolat, sur l′herbe où parvenaient jusqu′à nous, horizontaux, affaiblis, mais denses et métalliques encore, des sons de la cloche de Saint-Hilaire qui ne s′étaient pas mélangés à l′air qu′ils traversaient depuis si longtemps, et côtelés par la palpitation successive de toutes leurs lignes sonores, vibraient en rasant les fleurs, à nos pieds.
Nos sentábamos entre los lirios, a la orilla del agua. Por el cielo feriado, se paseaba lentamente una nube ociosa. De cuando en cuando una carpa aburrida se asomaba fuera del agua, aspirando ansiosamente. Era la hora de merendar. Antes de volver a marchar, comíamos fruta, pan y chocolate, sentados allí en la hierba, hasta donde venían horizontales, débiles, pero aun densos y metálicos, los toques de la campana de San Hilario, que no se mezclaban con el aire, que hacía tanto tiempo estaban atravesando, y que, alargados por la palpitación sucesiva de todas sus líneas sonoras, vibraban a nuestros pies, rozando las flores.
Parfois, au bord de l′eau entourée de bois, nous rencontrions une maison dite de plaisance, isolée, perdue, qui ne voyait rien, du monde, que la rivière qui baignait ses pieds. Une jeune femme dont le visage pensif et les voiles élégants n′étaient pas de ce pays et qui sans doute était venue, selon l′expression populaire «s′enterrer» là, goûter le plaisir amer de sentir que son nom, le nom surtout de celui dont elle n′avait pu garder le cœur, y était inconnu, s′encadrait dans la fenêtre qui ne lui laissait pas regarder plus loin que la barque amarrée près de la porte. Elle levait distraitement les yeux en entendant derrière les arbres de la rive la voix des passants dont avant qu′elle eût aperçu leur visage, elle pouvait être certaine que jamais ils n′avaient connu, ni ne connaîtraient l′infidèle, que rien dans leur passé ne gardait sa marque, que rien dans leur avenir n′aurait l′occasion de la recevoir. On sentait que, dans son renoncement, elle avait volontairement quitté des lieux où elle aurait pu du moins apercevoir celui qu′elle aimait, pour ceux-ci qui ne l′avaient jamais vu. Et je la regardais, revenant de quelque promenade sur un chemin où elle savait qu′il ne passerait pas, ôter de ses mains résignées de longs gants d′une grâce inutile.
Muchas veces, a la orilla del río y entre árboles, nos encontrábamos una casita de las llamadas de recreo, aislada, perdida, sin ver otra cosa del mundo más que la corriente que bañaba sus pies. Una mujer joven, de rostro pensativo y velos elegantes, raros en aquellas tierras, y que indudablemente había ido allí a .enterrarse., según la expresión popular, a saborear el amargo placer de que allí nadie supiera su nombre, y sobre todo el nombre de aquel ser cuyo corazón perdió, se asomaba a la ventana cuyo horizonte acababa en la barca amarrada a la puerta. Alzaba, distraída, sus ojos al oír por detrás de los árboles de la orilla voces de paseantes, que, aun antes de verlos, estaba ella segura de que nunca conocieron ni conocerían al infiel, de que nada tuvieron que ver con él en el pasado ni tendrían que ver en el porvenir. Sentíase que en su gran renunciar había cambiado voluntariamente unos lugares donde al menos hubiera podido ver de lejos al amado, por éstos que nunca pisara él. Y yo la veía, al volver de un paseo, en caminos por los que sabía ella muy bien que nunca habría de pasar el ausente, quitarse de las manos resignadas unos guantes muy largos de desaprovechada gracia.
Jamais dans la promenade du côté de Guermantes nous ne pûmes remonter jusqu′aux sources de la Vivonne, auxquelles j′avais souvent pensé et qui avaient pour moi une existence si abstraite, si idéale, que j′avais été aussi surpris quand on m′avait dit qu′elles se trouvaient dans le département, à une certaine distance kilométrique de Combray, que le jour où j′avais appris qu′il y avait un autre point précis de la terre où s′ouvrait, dans l′antiquité, l′entrée des Enfers. Jamais non plus nous ne pûmes pousser jusqu′au terme que j′eusse tant souhaité d′atteindre, jusqu′à Guermantes. Je savais que là résidaient des châtelains, le duc et la duchesse de Guermantes, je savais qu′ils étaient des personnages réels et actuellement existants, mais chaque fois que je pensais à eux, je me les représentais tantôt en tapisserie, comme était la comtesse de Guermantes, dans le «Couronnement d′Esther» de notre église, tantôt de nuances changeantes comme était Gilbert le Mauvais dans le vitrail où il passait du vert chou au bleu prune selon que j′étais encore à prendre de l′eau bénite ou que j′arrivais à nos chaises, tantôt tout à fait impalpables comme l′image de Geneviève de Brabant, ancêtre de la famille de Guermantes, que la lanterne magique promenait sur les rideaux de ma chambre ou faisait monter au plafond,—enfin toujours enveloppés du mystère des temps mérovingiens et baignant comme dans un coucher de soleil dans la lumière orangée qui émane de cette syllabe: «antes». Mais si malgré cela ils étaient pour moi, en tant que duc et duchesse, des êtres réels, bien qu′étranges, en revanche leur personne ducale se distendait démesurément, s′immatérialisait, pour pouvoir contenir en elle ce Guermantes dont ils étaient duc et duchesse, tout ce «côté de Guermantes» ensoleillé, le cours de la Vivonne, ses nymphéas et ses grands arbres, et tant de beaux après-midi. Et je savais qu′ils ne portaient pas seulement le titre de duc et de duchesse de Guermantes, mais que depuis le XIVe siècle où, après avoir inutilement essayé de vaincre leurs anciens seigneurs ils s′étaient alliés à eux par des mariages, ils étaient comtes de Combray, les premiers des citoyens de Combray par conséquent et pourtant les seuls qui n′y habitassent pas. Comtes de Combray, possédant Combray au milieu de leur nom, de leur personne, et sans doute ayant effectivement en eux cette étrange et pieuse tristesse qui était spéciale à Combray; propriétaires de la ville, mais non d′une maison particulière, demeurant sans doute dehors, dans la rue, entre ciel et terre, comme ce Gilbert de Guermantes, dont je ne voyais aux vitraux de l′abside de Saint-Hilaire que l′envers de laque noire, si je levais la tête quand j′allais chercher du sel chez Camus.
En los paseos, por el lado de Guermantes, nunca llegamos hasta el nacimiento del Vivonne, en el que yo pensaba muy a menudo, y que tenía para mí una existencia tan ideal y abstracta, que me llevé igual sorpresa cuando me dijeron que estaba en la provincia y a determinada distancia kilométrica de Combray que el día en que me enteré de que existía otro lugar concreto de la tierra donde estaba situada en la antigüedad la entrada de los infiernos. Nunca pudimos llegar tampoco hasta ese término que con tanto ardor deseaba yo: Guermantes. Sabía que allí vivían los dueños del castillo, el duque y la duquesa de Guermantes; sabía que eran personas de verdad con existencia actual; pero cuando pensaba en ellos me los representaba, ora en un tapiz, como la condesa de Guermantes de la .Coronación de Ester, de nuestra iglesia, ora con matices cambiantes, como Gilberto el Malo en la vidriera, cuando pasaba del verde lechuga al azul ciruela, según lo mirara mientras estaba tomando agua bendita o desde nuestras sillas, ora impalpable del todo, como aquella imagen de Genoveva de Brabante, antepasada de la familia de Guermantes, que la linterna mágica paseaba por las cortinas de mi cuarto o subía hasta el techo; en fin, envueltos siempre en un misterio de tiempos merovingios y bañándose como en una puesta de sol en la anaranjada luz que emana del final de su nombre, de esas dos sflabas: antes. Pero si a pesar de eso ergo para mí como tal duque y duquesa seres reales, aunque extraños, en cambio, su persona ducal se distendía desmesuradamente, se inmaterializaba, para abarcar a ese Guermantes de su título, a todo ese lado de Guermantes tan soleado: al curso del río, a sus ninfeas y sus añosos árboles, a tantas tardes hermosas. Yo sabía que no sólo llevaban el título de duque y duquesa de Guermantes, sino que desde el siglo XIV, después de haber intentado vencer a su antiguos señores, se aliaron con ellos por enlaces matrimoniales y eran condes de Combray; por consiguiente, los primeros ciudadanos de Combray, y, sin embargo, los únicos ciudadanos que no vivían en el pueblo. Condes de Combray, que tenían a Combray en medio de su nombre y de su persona, que indudablemente participaban también de un modo efectivo de aquella tristeza piadosa y extraña, característica de Combray; propietarios de la ciudad, pero no de una casa particular, y que debían vivir afuera, en la calle, entre cielo y tierra, como aquel Gilberto de Guermantes, que yo veía por su revés de laca negra, cuando, al ir por sal a casa de Camus, alzaba los ojos hacia las vidrieras del ábside.
Puis il arriva que sur le côté de Guermantes je passai parfois devant de petits enclos humides où montaient des grappes de fleurs sombres. Je m′arrêtais, croyant acquérir une notion précieuse, car il me semblait avoir sous les yeux un fragment de cette région fluviatile, que je désirais tant connaître depuis que je l′avais vue décrite par un de mes écrivains préférés. Et ce fut avec elle, avec son sol imaginaire traversé de cours d′eau bouillonnants, que Guermantes, changeant d′aspect dans ma pensée, s′identifia, quand j′eus entendu le docteur Percepied nous parler des fleurs et des belles eaux vives qu′il y avait dans le parc du château. Je rêvais que Mme de Guermantes m′y faisait venir, éprise pour moi d′un soudain caprice; tout le jour elle y pêchait la truite avec moi. Et le soir me tenant par la main, en passant devant les petits jardins de ses vassaux, elle me montrait le long des murs bas, les fleurs qui y appuient leurs quenouilles violettes et rouges et m′apprenait leurs noms. Elle me faisait lui dire le sujet des poèmes que j′avais l′intention de composer. Et ces rêves m′avertissaient que puisque je voulais un jour être un écrivain, il était temps de savoir ce que je comptais écrire. Mais dès que je me le demandais, tâchant de trouver un sujet où je pusse faire tenir une signification philosophique infinie, mon esprit s′arrêtait de fonctionner, je ne voyais plus que le vide en face de mon attention, je sentais que je n′avais pas de génie ou peut-être une maladie cérébrale l′empêchait de naître.
Sucedía que por el lado, de Guermantes pasábamos a veces por delante de pequeños cercados, húmedos, en donde asomaban racimos de sombrías flores. Me paraba, como si estuviera apoderándome de una noción preciosa, porque no se me figuraba tener delante un trozo de aquella región fluviátil, que con tanto ardor quise conocer desde que la viera descripta por uno de mis autores favoritos. Y con esa región, con su suelo, con su suelo cruzado por riachuelos espumeantes, identifiqué a Guermantes, que así cambió de aspecto en mi imaginación, al oír cómo nos hablaba el doctor Percepied de las flores y del agua que corría por el parque del castillo. Soñaba que la señora de Guermantes me invitaba a ir por allí, llevada por una repentina simpatía hacia mí; todo el día estaba pescando truchas conmigo al lado. Al anochecer me cogía de la mano, me pasaba por delante de los jardincillos de sus vasallos, iba mostrándome a lo largo de las cercas las flores que allí apoyaban sus mazorcas violetas o rojas, y me decía cómo se llamaban. Me hacía contarle el asunto de las poesías que tenía yo intención de escribir. Y esos sueños me avisaban de que puesto que yo quería ser escritor, ya era hora de ir pensando lo que iba a escribir. Pero en cuanto me hacía yo esta pregunta, y trataba de encontrar un asunto en que cupiera una significación filosófica infinita, mi espíritu dejaba de funcionar, no veía más que un vacío delante de mi atención, me daba cuenta de que yo no tenía cualidad genial, o acaso que una enfermedad cerebral las impedía desarrollarse.
Parfois je comptais sur mon père pour arranger cela. Il était si puissant, si en faveur auprès des gens en place qu′il arrivait à nous faire transgresser les lois que Françoise m′avait appris à considérer comme plus inéluctables que celles de la vie et de la mort, à faire retarder d′un an pour notre maison, seule de tout le quartier, les travaux de «ravalement», à obtenir du ministre pour le fils de Mme Sazerat qui voulait aller aux eaux, l′autorisation qu′il passât le baccalauréat deux mois d′avance, dans la série des candidats dont le nom commençait par un A au lieu d′attendre le tour des S. Si j′étais tombé gravement malade, si j′avais été capturé par des brigands, persuadé que mon père avait trop d′intelligences avec les puissances suprêmes, de trop irrésistibles lettres de recommandation auprès du bon Dieu, pour que ma maladie ou ma captivité pussent être autre chose que de vains simulacres sans danger pour moi, j′aurais attendu avec calme l′heure inévitable du retour à la bonne réalité, l′heure de la délivrance ou de la guérison; peut-être cette absence de génie, ce trou noir qui se creusait dans mon esprit quand je cherchais le sujet de mes écrits futurs, n′était-il aussi qu′une illusion sans consistance, et cesserait-elle par l′intervention de mon père qui avait dû convenir avec le Gouvernement et avec la Providence que je serais le premier écrivain de l′époque. Mais d′autres fois tandis que mes parents s′impatientaient de me voir rester en arrière et ne pas les suivre, ma vie actuelle au lieu de me sembler une création artificielle de mon père et qu′il pouvait modifier à son gré, m′apparaissait au contraire comme comprise dans une réalité qui n′était pas faite pour moi, contre laquelle il n′y avait pas de recours, au cœur de laquelle je n′avais pas d′allié, qui ne cachait rien au delà d′elle-même. Il me semblait alors que j′existais de la même façon que les autres hommes, que je vieillirais, que je mourrais comme eux, et que parmi eux j′étais seulement du nombre de ceux qui n′ont pas de dispositions pour écrire. Aussi, découragé, je renonçais à jamais à la littérature, malgré les encouragements que m′avait donnés Bloch. Ce sentiment intime, immédiat, que j′avais du néant de ma pensée, prévalait contre toutes les paroles flatteuses qu′on pouvait me prodiguer, comme chez un méchant dont chacun vante les bonnes actions, les remords de sa conscience.
Muchas veces contaba con mi padre para arreglarlo. Tenía tanta infiuencia y estaba tan bienquisto con personajes de importancia, que gracias a eso pudimos violar unas leyes que Francisca me había enseñado a considerar como más ineludibles que las de la vida y la muerte; por ejemplo, logró retrasar todo un año las obras de revoco de nuestra casa, la única que escapó de todo el barrio, y logró del ministro una autorización para que el hijo de la señora de Sazerat, que quería ir a los baños, sufriera, el examen de bachiller dos meses antes, en la serie de matriculados, cuyo apellido empezaba con A, en lugar de esperar el tumo de la S. Si hubiera caído gravemente enfermo, o me hubieran capturado unos bandidos, convencido yo de que mi padre tenía mucho trato con los poderes supremos, e irresistibles cartas de recomendación dirigidas a Dios, para que mi enfermedad o mi cautiverio pudieran ser otra cosa que unos simulacros sin peligro para mi persona, habría esperado tranquilo la hora del retomo a la buena realidad, la hora de la libertad o de la curación; y quizá esa falta de genio, ese negro vacío que se abría en mi espíritu cuando buscaba asuntos para mis futuras obras, era también una ilusión sin consistencia que cesaría por la intervención de mi padre, el cual ya debía de tener convenido con el Gobiemo y con la Providencia que yo sería el primer escritor de mi tiempo. Pero otras veces, mientras que mis padres se impacientaban al ver que yo me quedaba atrás y no los seguía, mi vida actual, en vez de parecerme una creación artificial de mi padre, modificable a su antojo, se me representaba, por el contrario, como comprendida dentro de una realidad que no había sido hecha para mí, contra la que no valía ningún recurso, sin ningún aliado mío en su seco, y detrás de la cual nada se ocultaba. Me parecía entonces que existía como los demás humanos, que al igual de ellos envejecería y moriría, y que entre los hombres pertenecía yo a aquel género de los que no tienen disposiciones para escribir. Y descorazonado renunciaba por siempre a la literatura, a pesar de los ánimos que Bloch me había dado. Aquel sentimiento íntimo, inmediato, que yo tenía del vacío de mi pensamiento, prevalecía contra todas las palabras halagüeñas que me pudieran prodigar, lo mismo que en el alma del malo, cuyas buenas acciones alaba la gente, prevalecen los remordimientos, de su conciencia.
Un jour ma mère me dit: «Puisque tu parles toujours de Mme de Guermantes, comme le docteur Percepied l′a très bien soignée il y a quatre ans, elle doit venir à Combray pour assister au mariage de sa fille. Tu pourras l′apercevoir à la cérémonie.» C′était du reste par le docteur Percepied que j′avais le plus entendu parler de Mme de Guermantes, et il nous avait même montré le numéro d′une revue illustrée où elle était représentée dans le costume qu′elle portait à un bal travesti chez la princesse de Léon.
Un día me dijo mi madre: -, que estás siempre hablando de la señora de Guermantes, entérate que cómo el doctor Percepied la trató muy bien cuando estuvo mala hace cuatro años, pues ahora va a venir a Combray para asistir a la boda de la hija del médico. Podrás verla en la ceremonia.. Al doctor Percepied era la persona a quien yo oí hablar más de la duquesa de Guermantes, y hasta nos había enseñado un número de una revista ilustrada donde estaba retratada la duquesa con el disfraz que llevó a un baile de trajes dado por la princesa de León.
Tout d′un coup pendant la messe de mariage, un mouvement que fit le suisse en se déplaçant me permit de voir assise dans une chapelle une dame blonde avec un grand nez, des yeux bleus et perçants, une cravate bouffante en soie mauve, lisse, neuve et brillante, et un petit bouton au coin du nez. Et parce que dans la surface de son visage rouge, comme si elle eût eu très chaud, je distinguais, diluées et à peine perceptibles, des parcelles d′analogie avec le portrait qu′on m′avait montré, parce que surtout les traits particuliers que je relevais en elle, si j′essayais de les énoncer, se formulaient précisément dans les mêmes termes: un grand nez, des yeux bleus, dont s′était servi le docteur Percepied quand il avait décrit devant moi la duchesse de Guermantes, je me dis: cette dame ressemble à Mme de Guermantes; or la chapelle où elle suivait la messe était celle de Gilbert le Mauvais, sous les plates tombes de laquelle, dorées et distendues comme des alvéoles de miel, reposaient les anciens comtes de Brabant, et que je me rappelais être à ce qu′on m′avait dit réservée à la famille de Guermantes quand quelqu′un de ses membres venait pour une cérémonie à Combray; il ne pouvait vraisemblablement y avoir qu′une seule femme ressemblant au portrait de Mme de Guermantes, qui fût ce jour-là, jour où elle devait justement venir, dans cette chapelle: c′était elle! Ma déception était grande. Elle provenait de ce que je n′avais jamais pris garde quand je pensais à Mme de Guermantes, que je me la représentais avec les couleurs d′une tapisserie ou d′un vitrail, dans un autre siècle, d′une autre matière que le reste des personnes vivantes.
De pronto, durante la misa nupcial, un movimiento que hizo el pertiguero al cambiar de sitio, me descubrió sentada en una capilla a una dama de nariz grande, ojos azules y penetrantes, con una chalina hueca de seda color malva, y un granito a un lado de la nariz. Como en la superficie de su rostro encarnado, cual si estuviera acalorada, distinguí yo diluidas y apenas perceptibles parcelas de analogía con el retrato que me habían enseñado, y, sobre todo, como los rasgos particulares que yo notaba en ella, al tratar de enunciarlos se formulaban cabalmente en los mismos términos: nariz grande, ojos azules, que había empleado el doctor Percepied para describir a la duquesa de Guermantes, me dije yo que aquella dama se parecía a la señora de Guermantes; además, la capilla desde donde oía misa era la de Gilberto el Malo, en cuyas lisas tumbas, deformadas y doradas como alvéolos de miel, descansaban los antiguos condes de Brabante, y que me habían dicho estaba reservada a la familia de Guermantes cuando alguno de sus individuos iba a Combray a alguna ceremonia; verosímilmente no podía haber más que una mujer que se pareciese al retrato de la duquesa que estuviese allí aquel día, un día, precisamente, en que tenía que ir a Combray, y en aquella capilla: sí, era ella. Muy grande fue mi desencanto. Nacía éste de que yo nunca me había fijado, cuando pensaba en la señora de Guermantes, en que me la representaba con los colores de un tapiz o de una vidriera en otro siglo, y de materia distinta al resto de los mortales.
Jamais je ne m′étais avisé qu′elle pouvait avoir une figure rouge, une cravate mauve comme Mme Sazerat, et l′ovale de ses joues me fit tellement souvenir de personnes que j′avais vues à la maison que le soupçon m′effleura, pour se dissiper d′ailleurs aussitôt après, que cette dame en son principe générateur, en toutes ses molécules, n′était peut-être pas substantiellement la duchesse de Guermantes, mais que son corps, ignorant du nom qu′on lui appliquait, appartenait à un certain type féminin, qui comprenait aussi des femmes de médecins et de commerçants. «C′est cela, ce n′est que cela, Mme de Guermantes!» disait la mine attentive et étonnée avec laquelle je contemplais cette image qui naturellement n′avait aucun rapport avec celles qui sous le même nom de Mme de Guermantes étaient apparues tant de fois dans mes songes, puisque, elle, elle n′avait pas été comme les autres arbitrairement formée par moi, mais qu′elle m′avait sauté aux yeux pour la première fois il y a un moment seulement, dans l′église; qui n′était pas de la même nature, n′était pas colorable à volonté comme elles qui se laissaient imbiber de la teinte orangée d′une syllabe, mais était si réelle que tout, jusqu′à ce petit bouton qui s′enflammait au coin du nez, certifiait son assujettissement aux lois de la vie, comme dans une apothéose de théâtre, un plissement de la robe de la fée, un tremblement de son petit doigt, dénoncent la présence matérielle d′une actrice vivante, là où nous étions incertains si nous n′avions pas devant les yeux une simple projection lumineuse.
Nunca se me ocurrió que pudiera tener una cara encamada y una chalina malva, como la señora de Sazerat, y el óvalo de su rostro me recordó a tantas personas visitas de casa, que me rozó la sospecha, enseguida disipada, de que aquella dama, en su principio generador y en todas sus moléculas, quizá no era sustancialmente la duquesa de Guermantes, sino que su cuerpo, ignorante del nombre que le daban, pertenecía a cierto tipo femenino que abarcaba igualmente a mujeres de médico y de tendero. Y ésa, nada más que ésa es la duquesa de Guermantes., decía la cara atenta y asombrada que ponía yo para contemplar aquella imagen que, naturalmente, no tenía nada que ver con la otra, que, bajo el nombre de la duquesa de Guermantes, se había aparecido tantas veces en mis sueños, porque esta cara no la había yo formado arbitrariamente, sino que me había saltado a los ojos por vez primera un momento antes en la iglesia; que no era de la misma naturaleza, colorable a voluntad como aquélla, que se dejaba empapar en el tinte anaranjado de una sflaba, sino que era tan real, que todo, hasta el granito que se inflamaba en un lado de su nariz, atestiguaba su sujeción a las leyes de la vida, como en una apoteosis de teatro una arruga del traje de hada o un temblor de su dedo meñique delatan la presencia material de una actriz viva allí donde dudábamos si teníamos delante tan sólo una proyección luminosa.
Mais en même temps, sur cette image que le nez proéminent, les yeux perçants, épinglaient dans ma vision (peut-être parce que c′était eux qui l′avaient d′abord atteinte, qui y avaient fait la première encoche, au moment où je n′avais pas encore le temps de songer que la femme qui apparaissait devant moi pouvait être Mme de Guermantes), sur cette image toute récente, inchangeable, j′essayais d′appliquer l′idée: «C′est Mme de Guermantes» sans parvenir qu′à la faire manœuvrer en face de l′image, comme deux disques séparés par un intervalle. Mais cette Mme de Guermantes à laquelle j′avais si souvent rêvé, maintenant que je voyais qu′elle existait effectivement en dehors de moi, en prit plus de puissance encore sur mon imagination qui, un moment paralysée au contact d′une réalité si différente de ce qu′elle attendait, se mit à réagir et à me dire: «Glorieux dès avant Charlemagne, les Guermantes avaient le droit de vie et de mort sur leurs vassaux; la duchesse de Guermantes descend de Geneviève de Brabant. Elle ne connaît, ni ne consentirait à connaître aucune des personnes qui sont ici.»
Pero al mismo tiempo a aquella imagen clavada por su nariz saliente y su mirada penetrante en mis ojos (quizá porque mis ojos fueron los primeros que la descubrieron, los que antes la penetraron, antes de que se me pudiera ocurrir que la mujer que tenía delante pudiera ser la duquesa de Guermantes), a aquella imagen reciente, inconmovible, intenté aplicar la idea de que era la señora de Guermantes, sin lograr otra cosa que hacerla girar enfrente de la imagen, como dos discos separados por un intervalo. Pero al ver ahora que aquella señora de Guermantes con la que tanto había soñado existía realmente, fuera de mí, cobró mayor dominio aún en mi imaginación, que, paralizada un momento al contacto de una realidad tan distinta de la que esperaba, empezó a reaccionar y a decirme: .Ya cubiertos de gloria antes de Carlomagno, los Guermantes tenían derecho de vida y muerte sobre sus vasallos; la duquesa de Guermantes es una descendiente de Genoveva de Brabante. No conoce, no condescendería a conocer a ninguna de las personas que aquí están.
Et—ô merveilleuse indépendance des regards humains, retenus au visage par une corde si lâche, si longue, si extensible qu′ils peuvent se promener seuls loin de lui—pendant que Mme de Guermantes était assise dans la chapelle au-dessus des tombes de ses morts, ses regards flânaient çà et là, montaient le long des piliers, s′arrêtaient même sur moi comme un rayon de soleil errant dans la nef, mais un rayon de soleil qui, au moment où je reçus sa caresse, me sembla conscient. Quant à Mme de Guermantes elle-même, comme elle restait immobile, assise comme une mère qui semble ne pas voir les audaces espiègles et les entreprises indiscrètes de ses enfants qui jouent et interpellent des personnes qu′elle ne connaît pas, il me fût impossible de savoir si elle approuvait ou blâmait dans le désœuvrement de son âme, le vagabondage de ses regards.
Y, oh maravillosa independencia de las miradas humanas sujetas al rostro por un cordón tan largo, tan suelto, tan extensible, que pueden pasearse ellas solas muy lejos de él!, mientras que la señora de Guermantes estábase sentada en la capilla encima de las tumbas de sus antepasados muertos, su mirada vagaba y allá, subía por los pilares, y hasta se posaba en mí como un rayo de sol que errara por la nave, pero rayo de sol que me parecía consciente en el momento de acariciarme. En cuanto a la propia señora de Guermantes, como quiera que estaba inmóvil, sentada a modo de madre, que hace como que no ve las audaces travesuras y los indiscretos atrevimientos de sus niños que juegan y hablan con personas desconocidas, me fue imposible saber si aprobaba o censuraba, en el ocio de su espíritu, la errabundez de aquellas miradas.
Je trouvais important qu′elle ne partît pas avant que j′eusse pu la regarder suffisamment, car je me rappelais que depuis des années je considérais sa vue comme éminemment désirable, et je ne détachais pas mes yeux d′elle, comme si chacun de mes regards eût pu matériellement emporter et mettre en réserve en moi le souvenir du nez proéminent, des joues rouges, de toutes ces particularités qui me semblaient autant de renseignements précieux, authentiques et singuliers sur son visage. Maintenant que me le faisaient trouver beau toutes les pensées que j′y rapportais—et peut-être surtout, forme de l′instinct de conservation des meilleures parties de nous-mêmes, ce désir qu′on a toujours de ne pas avoir été déçu,—la replaçant (puisque c′était une seule personne qu′elle et cette duchesse de Guermantes que j′avais évoquée jusque-là) hors du reste de l′humanité dans laquelle la vue pure et simple de son corps me l′avait fait un instant confondre, je m′irritais en entendant dire autour de moi: «Elle est mieux que Mme Sazerat, que Mlle Vinteuil», comme si elle leur eût été comparable. Et mes regards s′arrêtant à ses cheveux blonds, à ses yeux bleus, à l′attache de son cou et omettant les traits qui eussent pu me rappeler d′autres visages, je m′écriais devant ce croquis volontairement incomplet: «Qu′elle est belle! Quelle noblesse! Comme c′est bien une fière Guermantes, la descendante de Geneviève de Brabant, que j′ai devant moi!» Et l′attention avec laquelle j′éclairais son visage l′isolait tellement, qu′aujourd′hui si je repense à cette cérémonie, il m′est impossible de revoir une seule des personnes qui y assistaient sauf elle et le suisse qui répondit affirmativement quand je lui demandai si cette dame était bien Mme de Guermantes. Mais elle, je la revois, surtout au moment du défilé dans la sacristie qu′éclairait le soleil intermittent et chaud d′un jour de vent et d′orage, et dans laquelle Mme de Guermantes se trouvait au milieu de tous ces gens de Combray dont elle ne savait même pas les noms, mais dont l′infériorité proclamait trop sa suprématie pour qu′elle ne ressentît pas pour eux une sincère bienveillance et auxquels du reste elle espérait imposer davantage encore à force de bonne grâce et de simplicité. Aussi, ne pouvant émettre ces regards volontaires, chargés d′une signification précise, qu′on adresse à quelqu′un qu′on connaît, mais seulement laisser ses pensées distraites s′échapper incessamment devant elle en un flot de lumière bleue qu′elle ne pouvait contenir, elle ne voulait pas qu′il pût gêner, paraître dédaigner ces petites gens qu′il rencontrait au passage, qu′il atteignait à tous moments.
Tenía interés en que no se marchara antes de que yo la hubiera podido mirar bastante, porque me acordaba que desde años antes consideraba el verla cosa muy codiciada; y no apartaba la vista de ella, como si cada una de mis miradas tuviera poder para llevarse materialmente a mi interior, y dejarlo allí en reserva, el recuerdo de la nariz saliente, de las mejillas encarnadas, de las particularidades que se me representaban como otros tantos preciosos datos auténticos y singulares respecto a su rostro. Ahora que la embellecía con todos los pensamientos a ella relativos, y sobre todo, acaso con el deseo que siempre tenemos de no sufrir un desencanto, forma del instinto de conservación de lo mejor de nuestro ser, y volvía a colocarla (puesto que ella y la duquesa de Guermantes, que yo hasta entonces había evocado, eran una misma persona) en lugar aparte de los demás mortales, con los que la confundiera un momento, al ver pura y simplemente su cuerpo, me irritaba el oír a mi alrededor: -Es más guapa que la mujer de Sazerat, es más guapa que la hija de Vinteuil., como si se las pudiera comparar. Y mis miradas se posaban en su pelo rubio, en sus ojos azules, en el arranque de su cuello, y omitía los rasgos que hubieran podido recordarme otras fisonomías, hasta que yo acababa por exclamar, ante aquel croquis voluntariamente incompleto: .¡Cuánta nobleza! Cómo se ve que tengo delante a una altiva Guermantes, a una descendiente de Genoveva de Brabante.. Y la atención con que yo iluminaba su rostro la aislaba de tal modo, que cuando hoy me pongo a pensar en esa ceremonia, me es imposible ver a ninguno de los asistentes a ella, exceptuando a la duquesa y al pertiguero, que contestó afirmativamente a mi pregunta de si aquella dama era la señora de Guermantes. Y la veo, sobre todo en el momento del desfile por la sacristía, alumbrada por el sol intermitente y cálido de un día huracanado y tormentoso; estaba la señora de Guermantes rodeada por toda aquella gente de Combray, de la que ni siquiera sabía los nombres, pero cuya inferioridad proclamaba demasiado alto la supremacía suya, para no inspirarle una sincera benevolencia hacia aquellas personas, a las que pensaba imponerse afín más a fuerza de sencillez y buena gracia. Y como no podía omitir esas miradas voluntarias, cargadas de un significado preciso, que se dirigen a un conocido, dejaba a sus distraídos ensamientos escaparse incesantemente por delante de ella en un torrente de luz azulada imposible de contener, y que no quería que molestara o pareciese despectivo a aquellas buenas gentes que encontraba a su paso y que rozaba a cada instante.
Je revois encore, au-dessus de sa cravate mauve, soyeuse et gonflée, le doux étonnement de ses yeux auxquels elle avait ajouté sans oser le destiner à personne mais pour que tous pussent en prendre leur part un sourire un peu timide de suzeraine qui a l′air de s′excuser auprès de ses vassaux et de les aimer. Ce sourire tomba sur moi qui ne la quittais pas des yeux. Alors me rappelant ce regard qu′elle avait laissé s′arrêter sur moi, pendant la messe, bleu comme un rayon de soleil qui aurait traversé le vitrail de Gilbert le Mauvais, je me dis: «Mais sans doute elle fait attention à moi.» Je crus que je lui plaisais, qu′elle penserait encore à moi quand elle aurait quitté l′église, qu′à cause de moi elle serait peut-être triste le soir à Guermantes. Et aussitôt je l′aimai, car s′il peut quelquefois suffire pour que nous aimions une femme qu′elle nous regarde avec mépris comme j′avais cru qu′avait fait Mlle Swann et que nous pensions qu′elle ne pourra jamais nous appartenir, quelquefois aussi il peut suffire qu′elle nous regarde avec bonté comme faisait Mme de Guermantes et que nous pensions qu′elle pourra nous appartenir. Ses yeux bleuissaient comme une pervenche impossible à cueillir et que pourtant elle m′eût dédiée; et le soleil menacé par un nuage, mais dardant encore de toute sa force sur la place et dans la sacristie, donnait une carnation de géranium aux tapis rouges qu′on y avait étendus par terre pour la solennité et sur lesquels s′avançait en souriant Mme de Guermantes, et ajoutait à leur lainage un velouté rose, un épiderme de lumière, cette sorte de tendresse, de sérieuse douceur dans la pompe et dans la joie qui caractérisent certaines pages de Lohengrin, certaines peintures de Carpaccio, et qui font comprendre que Baudelaire ait pu appliquer au son de la trompette l′épithète de délicieux.
Todavía estoy viendo, allá encima de su chalina malva, hueca y sedosa, el candido asombro de sus ojos, al que añadía, sin atreverse a destinarla a nadie determinado, pero para que todos participaran de ella, una sonrisa vagamente tímida de señora feudal, que parece como que se disculpa ante sus vasallos y les indica su cariño. Aquella sonrisa se posó en mí, que estaba sin quitar ojo de la duquesa. Entonces, acordándome de la mirada que en mí puso durante la misa, azul como un rayo de sol que atravesara la vidriera de Gilberto el Malo, me dije: .No cabe duda de que se fija en mí.. Creí que yo le gustaba, que seguiría pensando en mí después de salir de la iglesia, y que acaso por causa mía se sintiera melancólica aquella tarde en Guermantes. Y en seguida la quise, porque si algunas veces basta para que nos enamoremos de una mujer con que nos mire despectivamente, como a mí se me figuraba que me miró la hija de Swann, y con pensar que jamás será nuestra, también otras veces no requiere el enamorarse más que una mirada bondadosa, como la de la señora de Guermantes, y la idea de que acaso esa mujer sea nuestra algún día. Sus ojos azuleaban como una vincapervinca imposible de coger, pero que, sin embargo, era para mí; y el sol, amenazado por un nubarrón, pero asaeteando aún con toda su fuerza la plaza y la sacristía, daba una coloración de geranio a la alfombra roja puesta para la solemnidad, y por encima de la cual avanzaba sonriente la duquesa de Guermantes, y añadía a su lana un vello rosado, una epidermis de luz, esa especie de ternura, de seria dulzura en la pompa y en el gozo, características de algunas páginas de Lohengrin y de ciertas pinturas de Carpaccio, y que explican por qué Baudelaire pudo aplicar al sonido de la corneta el epíteto de delicioso.
Combien depuis ce jour, dans mes promenades du côté de Guermantes, il me parut plus affligeant encore qu′auparavant de n′avoir pas de dispositions pour les lettres, et de devoir renoncer à être jamais un écrivain célèbre. Les regrets que j′en éprouvais, tandis que je restais seul à rêver un peu à l′écart, me faisaient tant souffrir, que pour ne plus les ressentir, de lui-même par une sorte d′inhibition devant la douleur, mon esprit s′arrêtait entièrement de penser aux vers, aux romans, à un avenir poétique sur lequel mon manque de talent m′interdisait de compter. Alors, bien en dehors de toutes ces préoccupations littéraires et ne s′y rattachant en rien, tout d′un coup un toit, un reflet de soleil sur une pierre, l′odeur d′un chemin me faisaient arrêter par un plaisir particulier qu′ils me donnaient, et aussi parce qu′ils avaient l′air de cacher au delà de ce que je voyais, quelque chose qu′ils invitaient à venir prendre et que malgré mes efforts je n′arrivais pas à découvrir. Comme je sentais que cela se trouvait en eux, je restais là, immobile, à regarder, à respirer, à tâcher d′aller avec ma pensée au delà de l′image ou de l′odeur. Et s′il me fallait rattraper mon grand-père, poursuivre ma route, je cherchais à les retrouver, en fermant les yeux; je m′attachais à me rappeler exactement la ligne du toit, la nuance de la pierre qui, sans que je pusse comprendre pourquoi, m′avaient semblé pleines, prêtes à s′entr′ouvrir, à me livrer ce dont elles n′étaient qu′un couvercle. Certes ce n′était pas des impressions de ce genre qui pouvaient me rendre l′espérance que j′avais perdue de pouvoir être un jour écrivain et poète, car elles étaient toujours liées à un objet particulier dépourvu de valeur intellectuelle et ne se rapportant à aucune vérité abstraite.
Desde aquel día, en mis paseos por el lado de Guermantes sentí con mayor pena que nunca carecer de disposiciones para escribir y tener que renunciar para siempre a ser un escritor famoso. La pena que sentía, mientras que me quedaba solo soñando a un lado del camino, era tan fuerte; que para no padecerla, mi alma, espontáneamente, por una especie de inhibición ante el dolor, dejaba por completo de pensar en versos y en novelas, en un porvenir poético que mi falta de talento me vedaba esperar. Entonces, y muy aparte de aquellas preocupaciones literarias; sin tener nada que ver con ellas, de pronto un tejado, un reflejo de sol en una piedra, el olor del camino, hacíanme pararme por el placer particular que me causaban y además porque me parecía que ocultaban por detrás de lo visible una cosa que me invitaban a ir a coger, pero que, a pesar de mis esfuerzos, no lograba descubrir. Como me daba cuenta de que ese algo misterioso se encerraba en ellos, me quedaba parado, inmóvil, mirando, anheloso, intentando atravesar con mi pensamiento la imagen o el olor. Y si tenía que echar a correr detrás de mi abuelo para seguir el paseo, hacíalo cerrando los ojos, empeñado en acordarme exactamente de la silueta del tejado o del matiz de la piedra, que sin que yo supiera por qué, me parecieron llenas de algo, casi a punto de abrirse y entregarme aquello de que no eran ellas más que vestidura. Claro que impresiones de esa clase no iban a restituirme la perdida esperanza de poder ser algún día escritor y poeta porque siempre se referían a un objeto particular sin valor intelectual y sin relación con ninguna verdad abstracta.
Mais du moins elles me donnaient un plaisir irraisonné, l′illusion d′une sorte de fécondité et par là me distrayaient de l′ennui, du sentiment de mon impuissance que j′avais éprouvés chaque fois que j′avais cherché un sujet philosophique pour une grande œuvre littéraire. Mais le devoir de conscience était si ardu que m′imposaient ces impressions de forme, de parfum ou de couleur—de tâcher d′apercevoir ce qui se cachait derrière elles, que je ne tardais pas à me chercher à moi-même des excuses qui me permissent de me dérober à ces efforts et de m′épargner cette fatigue. Par bonheur mes parents m′appelaient, je sentais que je n′avais pas présentement la tranquillité nécessaire pour poursuivre utilement ma recherche, et qu′il valait mieux n′y plus penser jusqu′à ce que je fusse rentré, et ne pas me fatiguer d′avance sans résultat. Alors je ne m′occupais plus de cette chose inconnue qui s′enveloppait d′une forme ou d′un parfum, bien tranquille puisque je la ramenais à la maison, protégée par le revêtement d′images sous lesquelles je la trouverais vivante, comme les poissons que les jours où on m′avait laissé aller à la pêche, je rapportais dans mon panier couverts par une couche d′herbe qui préservait leur fraîcheur. Une fois à la maison je songeais à autre chose et ainsi s′entassaient dans mon esprit (comme dans ma chambre les fleurs que j′avais cueillies dans mes promenades ou les objets qu′on m′avait donnés), une pierre où jouait un reflet, un toit, un son de cloche, une odeur de feuilles, bien des images différentes sous lesquelles il y a longtemps qu′est morte la réalité pressentie que je n′ai pas eu assez de volonté pour arriver à découvrir. Une fois pourtant,—où notre promenade s′étant prolongée fort au delà de sa durée habituelle, nous avions été bien heureux de rencontrer à mi-chemin du retour, comme l′après-midi finissait, le docteur Percepied qui passait en voiture à bride abattue, nous avait reconnus et fait monter avec lui,—j′eus une impression de ce genre et ne l′abandonnai pas sans un peu l′approfondir. On m′avait fait monter près du cocher, nous allions comme le vent parce que le docteur avait encore avant de rentrer à Combray à s′arrêter à Martinville-le-Sec chez un malade à la porte duquel il avait été convenu que nous l′attendrions. Au tournant d′un chemin j′éprouvai tout à coup ce plaisir spécial qui ne ressemblait à aucun autre, à apercevoir les deux clochers de Martinville, sur lesquels donnait le soleil couchant et que le mouvement de notre voiture et les lacets du chemin avaient l′air de faire changer de place, puis celui de Vieuxvicq qui, séparé d′eux par une colline et une vallée, et situé sur un plateau plus élevé dans le lointain, semblait pourtant tout voisin d′eux.
Pero al menos proporcionábanme un placer irreflexivo, la ilusión de algo parecido a la fecundidad, y así me distraían de mi tristeza, de la sensación de impotencia que experimentaba cada vez que me ponía a buscar un asunto filosófico para una magna obra literaria. Pero el deber de conciencia que me imponían esas impresiones de forma, de perfume y de color .intentar discernir lo que tras de ellas se ocultaba, era tan arduo, que en seguida me daba excusas a mí mismo para poder sustraerme a esos esfuerzos y ahorrarme ese cansancio. Por fortuna, entonces me llamaban mis padres, y yo veía que en aquel momento carecía de la tranquilidad necesaria para proseguir mi rebusca, y que más valía no pensar en eso hasta que volviera a casa, y no cansarme inútilmente por adelantado. Y ya no me preocupaba de aquella cosa desconocida que se envolvía en una forma o en un aroma, y que ahora estaba muy quieta porque la llevaba a casa protegida con una capa de imágenes, y luego me la encontraría viva, como los peces que traía cuando me dejaban ir de pesca, en mi cestito, bien cubiertos de hierba, que los conservaba frescos. Una vez en casa, me ponía a pensar en otra cosa, y así iban amontonándose en mi espíritu (como se acumulaban en mi cuarto las flores cogidas en mis paseos y los regalos que me habían hecho) una piedra por la que corría un reflejo, un tejado, una campanada, el olor de unas hojas, imágenes distintas que cubren el cadáver de aquella realidad presentida que no llegué a descubrir por falta de voluntad. Hubo un día, sin embargo, en que tuve una sensación de ésas y no la abandoné sin haberla profundizado un poco: nuestro paseo se había prolongado mucho más de lo ordinario, y a la mitad del camino de vuelta nos alegramos mucho de encontrarnos con el doctor Percepied, que pasaba en su carruaje a rienda suelta y nos conoció y nos hizo subir a su coche. A mí me pusieron junto al cochero; corríamos como el viento, porque el doctor tenía aún que hacer una visita en Martinville le Sec; nosotros quedamos, en esperarlo a la puerta de la casa del enfermo. A la vuelta de un camino sentí de pronto ese placer especial, y que no tenía parecido con ningún otro, al ver los dos campanarios de Martinville iluminados por el sol poniente y que con el movimiento de nuestro coche y los zigzags del camino cambiaban de sitio, y luego el de Vieuxvicq, que, aunque estaba separado de los otros dos por una colina y un valle y colocada en una meseta más alta de la lejanía, parecía estar al lado de los de Martinville.
En constatant, en notant la forme de leur flèche, le déplacement de leurs lignes, l′ensoleillement de leur surface, je sentais que je n′allais pas au bout de mon impression, que quelque chose était derrière ce mouvement, derrière cette clarté, quelque chose qu′ils semblaient contenir et dérober à la fois.
Al fijarme en la forma de sus agujas, en lo movedizo de sus líneas, en lo soleado de su superficie, me di cuenta de que no llegaba hasta lo hondo de mi impresión, y que detrás de aquel movimiento, de aquella claridad, había algo que estaba en ellos y que ellos negaban a la vez.
Les clochers paraissaient si éloignés et nous avions l′air de si peu nous rapprocher d′eux, que je fus étonné quand, quelques instants après, nous nous arrêtâmes devant l′église de Martinville. Je ne savais pas la raison du plaisir que j′avais eu à les apercevoir à l′horizon et l′obligation de chercher à découvrir cette raison me semblait bien pénible; j′avais envie de garder en réserve dans ma tête ces lignes remuantes au soleil et de n′y plus penser maintenant. Et il est probable que si je l′avais fait, les deux clochers seraient allés à jamais rejoindre tant d′arbres, de toits, de parfums, de sons, que j′avais distingués des autres à cause de ce plaisir obscur qu′ils m′avaient procuré et que je n′ai jamais approfondi. Je descendis causer avec mes parents en attendant le docteur. Puis nous repartîmes, je repris ma place sur le siège, je tournai la tête pour voir encore les clochers qu′un peu plus tard, j′aperçus une dernière fois au tournant d′un chemin. Le cocher, qui ne semblait pas disposé à causer, ayant à peine répondu à mes propos, force me fut, faute d′autre compagnie, de me rabattre sur celle de moi-même et d′essayer de me rappeler mes clochers. Bientôt leurs lignes et leurs surfaces ensoleillées, comme si elles avaient été une sorte d′écorce, se déchirèrent, un peu de ce qui m′était caché en elles m′apparut, j′eus une pensée qui n′existait pas pour moi l′instant avant, qui se formula en mots dans ma tête, et le plaisir que m′avait fait tout à l′heure éprouver leur vue s′en trouva tellement accru que, pris d′une sorte d′ivresse, je ne pus plus penser à autre chose. A ce moment et comme nous étions déjà loin de Martinville en tournant la tête je les aperçus de nouveau, tout noirs cette fois, car le soleil était déjà couché. Par moments les tournants du chemin me les dérobaient, puis ils se montrèrent une dernière fois et enfin je ne les vis plus.
Parecía que los campanarios estaban muy lejos, y que nosotros nos acercábamos muy despacio, de modo que cuando unos instantes después paramos delante de la iglesia de Martinville, me quedé sorprendido. Ignoraba yo el porqué del placer que sentí al verlos en el horizonte, y se me hacía muy cansada la obligación de tener que descubrir dicho porqué; ganas me estaban dando de guardarme en reserva en la cabeza aquellas líneas que se movían al sol, y no pensar más en ellas por el momento. Y es muy posible que de haberlo hecho, ambos campanarios se hubieran ido para siempre a parar al mismo sitio donde fueran tantos árboles, tejados, perfumes y sonidos, que distinguí de los demás por el placer que me procuraron y que luego no supe profundizar. Mientras esperábamos al doctor, bajé a hablar con mis padres. Nos pusimos de nuevo en marcha, yo en el pescante como antes, y volví la cabeza para ver una vez más los campanarios, que un instante después tomaron a aparecerse en un recodo del camino. Como el cochero parecía no tener muchas ganas de hablar y apenas si contestó a mis palabras, no tuve más remedio, a falta de otra compañía, que buscar la mía propia, y probé a acordarme de los campanarios. Y muy pronto sus líneas y sus superficies soleadas se desgarraron, como si no hubieran sido más que una corteza; algo de lo que en ellas se me ocultaba surgió; tuve una idea que no existía para mí el momento antes, que se formulaba en palabras dentro de mi cabeza, y el placer que me ocasionó la vista de los campanarios creció tan desmesuradamente, que dominado por una especie de borrachera, ya no pude pensar en otra cosa. En aquel momento, cuando ya nos habíamos alejado de Martinville, volví la cabeza, y otra vez los vi, negros ya, porque el sol se había puesto. Los recodos del camino me los fueron ocultando por momentos, hasta que se mostraron por última vez y desaparecieron.
Sans me dire que ce qui était caché derrière les clochers de Martinville devait être quelque chose d′analogue à une jolie phrase, puisque c′était sous la forme de mots qui me faisaient plaisir, que cela m′était apparu, demandant un crayon et du papier au docteur, je composai malgré les cahots de la voiture, pour soulager ma conscience et obéir à mon enthousiasme, le petit morceau suivant que j′ai retrouvé depuis et auquel je n′ai eu à faire subir que peu de changements:
Sin decirme que lo que se ocultaba tras los campanarios de Martinville debía de ser algo análogo a una bonita frase, puesto que se me había aparecido bajo la forma de palabras que me gustaban, pedí papel y lápiz al doctor, y escribí, a pesar de los vaivenes del coche, para alivio de mi conciencia y obediencia a mi entusiasmo, el trocito siguiente, que luego me encontré un día, y en el que apenas he modificado nada:
«Seuls, s′élevant du niveau de la plaine et comme perdus en rase campagne, montaient vers le ciel les deux clochers de Martinville. Bientôt nous en vîmes trois: venant se placer en face d′eux par une volte hardie, un clocher retardataire, celui de Vieuxvicq, les avait rejoints. Les minutes passaient, nous allions vite et pourtant les trois clochers étaient toujours au loin devant nous, comme trois oiseaux posés sur la plaine, immobiles et qu′on distingue au soleil. Puis le clocher de Vieuxvicq s′écarta, prit ses distances, et les clochers de Martinville restèrent seuls, éclairés par la lumière du couchant que même à cette distance, sur leurs pentes, je voyais jouer et sourire. Nous avions été si longs à nous rapprocher d′eux, que je pensais au temps qu′il faudrait encore pour les atteindre quand, tout d′un coup, la voiture ayant tourné, elle nous déposa à leurs pieds; et ils s′étaient jetés si rudement au-devant d′elle, qu′on n′eut que le temps d′arrêter pour ne pas se heurter au porche.
-Solitarios, surgiendo de la línea horizontal de la llanura, como perdidos en campo raso, se elevaban hacia los cielos las dos torres de los campanarios de Martinville. Pronto se vieron tres; porque un campanario rezagado, el de Vieuxvicq, los alcanzó, y con una atrevida vuelta se plantó frente a ellos. Los minutos pasaban; íbamos aprisa, y, sin embargo, los tres campanarios estaban allá lejos, delante de nosotros, como tres pájaros al sol, inmóviles, en la llanura. Luego, la torre de Vieuxvicq se apartó, fue alejándose, y los campanarios de Martinville se quedaron solos, iluminados por la luz del poniente, que, a pesar de la distancia, veía yo jugar y sonreír en el declive de su tejado. Tanto habíamos tardado en acercarnos, que estaba yo pensando en lo que aún nos faltaría para llegar, cuando de pronto el coche dobló un recodo y nos depositó al pie de las torres, las cuales se habían lanzado tan bruscamente hacia el carruaje, que tuvimos el tiempo justo para parar y no toparnos con el pórtico.
Nous poursuivîmes notre route; nous avions déjà quitté Martinville depuis un peu de temps et le village après nous avoir accompagnés quelques secondes avait disparu, que restés seuls à l′horizon à nous regarder fuir, ses clochers et celui de Vieuxvicq agitaient encore en signe d′adieu leurs cimes ensoleillées. Parfois l′un s′effaçait pour que les deux autres pussent nous apercevoir un instant encore; mais la route changea de direction, ils virèrent dans la lumière comme trois pivots d′or et disparurent à mes yeux. Mais, un peu plus tard, comme nous étions déjà près de Combray, le soleil étant maintenant couché, je les aperçus une dernière fois de très loin qui n′étaient plus que comme trois fleurs peintes sur le ciel au-dessus de la ligne basse des champs. Ils me faisaient penser aussi aux trois jeunes filles d′une légende, abandonnées dans une solitude où tombait déjà l′obscurité; et tandis que nous nous éloignions au galop, je les vis timidement chercher leur chemin et après quelques gauches trébuchements de leurs nobles silhouettes, se serrer les uns contre les autres, glisser l′un derrière l′autre, ne plus faire sur le ciel encore rose qu′une seule forme noire, charmante et résignée, et s′effacer dans la nuit.» Je ne repensai jamais à cette page, mais à ce moment-là, quand, au coin du siège où le cocher du docteur plaçait habituellement dans un panier les volailles qu′il avait achetées au marché de Martinville, j′eus fini de l′écrire, je me trouvai si heureux, je sentais qu′elle m′avait si parfaitement débarrassé de ces clochers et de ce qu′ils cachaient derrière eux, que, comme si j′avais été moi-même une poule et si je venais de pondre un œuf, je me mis à chanter à tue-tête.
Seguimos el camino; ya hacía rato que habíamos salido de Martinville, después que el pueblecillo nos había acompañado unos minutos, y aún solitarios en el horizonte, sus campanarios y el de Vieuxvicq nos miraban huir, agitando en señal de despedida sus soleados remates. De cuando en cuando uno de ellos se apartaba, para que los otros dos pudieran vernos un momento más; pero el camino cambió de dirección, y ellos, virando en la luz como tres pivotes de oro, se ocultaron a mi vista. Un poco más tarde, cuando estábamos cerca de Combray y ya puesto el sol, los vi por última vez desde muy lejos: ya no eran más que tres flores pintadas en el cielo, encima de la línea de los campos. Y me trajeron a la imaginación tres niñas de leyenda, perdidas en una soledad, cuando va iba cayendo la noche: mientras que nos alejábamos al galope, las vi buscarse tímidamente, apelotonarse, ocultarse unas tras otra hasta no formar en el cielo rosado más que una sola mancha negra, resignada y deliciosa, y desaparecer en la oscuridad. No he vuelto a pensar en esta página; pero recuerdo que en aquel momento, cuando en el rincón del pescante donde solía colocar el cochero del doctor un cesto con las aves compradas en el mercado de Roussainville la acabé de escribir, me sentí tan feliz, tan libre del peso de aquellos campanarios y de lo que ocultaban, que, como si yo fuera también una gallina y acabara de poner un huevo, me puse a cantar a grito pelado.
Pendant toute la journée, dans ces promenades, j′avais pu rêver au plaisir que ce serait d′être l′ami de la duchesse de Guermantes, de pêcher la truite, de me promener en barque sur la Vivonne, et, avide de bonheur, ne demander en ces moments-là rien d′autre à la vie que de se composer toujours d′une suite d′heureux après-midi. Mais quand sur le chemin du retour j′avais aperçu sur la gauche une ferme, assez distante de deux autres qui étaient au contraire très rapprochées, et à partir de laquelle pour entrer dans Combray il n′y avait plus qu′à prendre une allée de chênes bordée d′un côté de prés appartenant chacun à un petit clos et plantés à intervalles égaux de pommiers qui y portaient, quand ils étaient éclairés par le soleil couchant, le dessin japonais de leurs ombres, brusquement mon cœur se mettait à battre, je savais qu′avant une demi-heure nous serions rentrés, et que, comme c′était de règle les jours où nous étions allés du côté de Guermantes et où le dîner était servi plus tard, on m′enverrait me coucher sitôt ma soupe prise, de sorte que ma mère, retenue à table comme s′il y avait du monde à dîner, ne monterait pas me dire bonsoir dans mon lit. La zone de tristesse où je venais d′entrer était aussi distincte de la zone, où je m′élançais avec joie il y avait un moment encore que dans certains ciels une bande rose est séparée comme par une ligne d′une bande verte ou d′une bande noire. On voit un oiseau voler dans le rose, il va en atteindre la fin, il touche presque au noir, puis il y est entré. Les désirs qui tout à l′heure m′entouraient, d′aller à Guermantes, de voyager, d′être heureux, j′étais maintenant tellement en dehors d′eux que leur accomplissement ne m′eût fait aucun plaisir. Comme j′aurais donné tout cela pour pouvoir pleurer toute la nuit dans les bras de maman! Je frissonnais, je ne détachais pas mes yeux angoissés du visage de ma mère, qui n′apparaîtrait pas ce soir dans la chambre où je me voyais déjà par la pensée, j′aurais voulu mourir. Et cet état durerait jusqu′au lendemain, quand les rayons du matin, appuyant, comme le jardinier, leurs barreaux au mur revêtu de capucines qui grimpaient jusqu′à ma fenêtre, je sauterais à bas du lit pour descendre vite au jardin, sans plus me rappeler que le soir ramènerait jamais l′heure de quitter ma mère. Et de la sorte c′est du côté de Guermantes que j′ai appris à distinguer ces états qui se succèdent en moi, pendant certaines périodes, et vont jusqu′à se partager chaque journée, l′un revenant chasser l′autre, avec la ponctualité de la fièvre; contigus, mais si extérieurs l′un à l′autre, si dépourvus de moyens de communication entre eux, que je ne puis plus comprendre, plus même me représenter dans l′un, ce que j′ai désiré, ou redouté, ou accompli dans l′autre.
Durante el día, en aquellos paseos no pensaba más que en lo grato que sería tener amistad con la duquesa de Guermantes, pescar truchas, pasearme en barca por el Vivonne, y ávido de felicidad, sólo pedía a la vida en aquellos momentos que se compusiera de una serie de tardes felices. Pero cuando en el camino de vuelta veía a la izquierda una alquería bastante separada de otras dos, que, por el contrario, estaban muy juntas, y desde la cual, para entrar en Combray, no había más que seguir una alameda de robles que tenía a un lado prados con sus cercas; plantados a distancias iguales de manzanos que a la hora del poniente ponían por tierra el dibujo japonés de sus sombras, mi corazón comenzaba de pronto a latir apresuradamente porque sabía que antes de media hora estaríamos en casa, y que como era reglamentario, los días que se iba por el lado de Guermantes y se cenaba más tarde a mí me mandarían a acostarme en cuanto tomara la sopa, de modo que mi madre, retenida en el comedor como si hubiera invitados, no subiría a decirme adiós a mi cuarto. La zona de tristeza en que acababa de penetrar, se distinguía tan perfectamente de la zona a la que en un momento antes me lanzaba yo alegremente, como en algunos cielos hay una línea que separa una banda de color rosa de otra verde o negra. Y vemos a un pájaro volando por el espacio rosa, que va a llegar a su límite, que lo toca ya, que entra en la zona negra. Los deseos que hacía un instante me asaltaban de ir a Guermantes, de viajar y ser feliz, me eran ahora tan ajenos, que su cumplimiento no me hubiera dado gozo alguno. ¡Con qué gusto hubiera cambiado todo eso por poder estarme llorando toda la noche en brazos de mamá! Sentía escalofríos, no apartaba mis angustiadas miradas del rostro de mi madre, del rostro que aquella noche no aparecería por la alcoba donde yo me estaba viendo ya con el pensamiento; y deseaba la muerte. Y aquello duraría hasta la mañana siguiente, cuando los rayos del sol matinal apoyaran sus barras, como el jardinero, en el muro cubierto de capuchinas que trepaban hasta mi ventana, y saltara yo de la cama para bajar corriendo al jardín, sin acordarme ya de que la noche volvería a traer consigo la hora de separarme de mamá. Y de ese modo, por el lado de Guermantes, he aprendido a distinguir esos estados que se suceden en mi ánimo, durante ciertos períodos, y que se reparten cada uno de mis días, llegando uno de ellos a echar al otro con la puntualidad de la fiebre; estados contiguos, pero tan ajenos entre sí, tan faltos de todo medio de intercomunicación, que cuando me domina uno de ellos no puedo comprender, ni siquiera representarme, lo que deseé, temí o hice cuando me poseía el otro.
Aussi le côté de Méséglise et le côté de Guermantes restent-ils pour moi liés à bien des petits événements de celle de toutes les diverses vies que nous menons parallèlement, qui est la plus pleine de péripéties, la plus riche en épisodes, je veux dire la vie intellectuelle. Sans doute elle progresse en nous insensiblement et les vérités qui en ont changé pour nous le sens et l′aspect, qui nous ont ouvert de nouveaux chemins, nous en préparions depuis longtemps la découverte; mais c′était sans le savoir; et elles ne datent pour nous que du jour, de la minute où elles nous sont devenues visibles. Les fleurs qui jouaient alors sur l′herbe, l′eau qui passait au soleil, tout le paysage qui environna leur apparition continue à accompagner leur souvenir de son visage inconscient ou distrait; et certes quand ils étaient longuement contemplés par cet humble passant, par cet enfant qui rêvait,—comme l′est un roi, par un mémorialiste perdu dans la foule,—ce coin de nature, ce bout de jardin n′eussent pu penser que ce serait grâce à lui qu′ils seraient appelés à survivre en leurs particularités les plus éphémères; et pourtant ce parfum d′aubépine qui butine le long de la haie où les églantiers le remplaceront bientôt, un bruit de pas sans écho sur le gravier d′une allée, une bulle formée contre une plante aquatique par l′eau de la rivière et qui crève aussitôt, mon exaltation les a portés et a réussi à leur faire traverser tant d′années successives, tandis qu′alentour les chemins se sont effacés et que sont morts ceux qui les foulèrent et le souvenir de ceux qui les foulèrent. Parfois ce morceau de paysage amené ainsi jusqu′à aujourd′hui se détache si isolé de tout, qu′il flotte incertain dans ma pensée comme une Délos fleurie, sans que je puisse dire de quel pays, de quel temps—peut-être tout simplement de quel rêve—il vient. Mais c′est surtout comme à des gisements profonds de mon sol mental, comme aux terrains résistants sur lesquels je m′appuie encore, que je dois penser au côté de Méséglise et au côté de Guermantes. C′est parce que je croyais aux choses, aux êtres, tandis que je les parcourais, que les choses, les êtres qu′ils m′ont fait connaître, sont les seuls que je prenne encore au sérieux et qui me donnent encore de la joie.
Así, el lado de Méséglise y el lado de Guermantes, para mí, están unidos a muchos menudos acontecimientos de esa vida, que es la más rica en peripecias y en episodios de todas las que paralelamente vivimos, de la vida intelectual. Claro es que va progresando en nosotros insensiblemente, y el descubrimiento de las verdades que nos la cambian de significación y de aspecto y nos abren rutas nuevas, se prepara en nuestro interior muy lentamente, pero de modo inconsciente; así que, para nosotros, datan del día, del minuto en que se nos hicieron visibles. Y las flores, que entonces estaban jugando en la hierba; el agua que corría al sol, el paisaje entero que rodeó su aparición, siguen acompañándolas en el recuerdo con su rostro inconsciente o distraído; y ese rincón de campo, ese trozo de jardín, no podían imaginarse cuando los estaba contemplando un niño soñador, un transeúnte humilde .como un memorialista confundido con la multitud que admira a un rey, que gracias a él estaban llamados a sobrevivir hasta en lo más efímero de sus particularidades; y, sin embargo, a ese perfume de espino que merodea a lo largo de un seto donde pronto vendrá a sucederle el escaramujo, a ese ruido de pasos sin eco en la arena de un paseo, a la burbuja formada en una planta acuática por el agua del río y que estalla en seguida, mi exaltación las ha llevado a través de muchos años sucesivos, se los ha hecho franquear a salvo, mientras que por alrededor los caminos se han ido borrando, han muerto las gentes que los pisaban. Muchas veces, ese trozo de paisaje que así llega hasta mí, se destaca tan aislado de todo lo que flota vagamente en mi pensamiento, como una florida Délos, sin que me sea posible decir de qué país, de qué época quizá de qué sueño, sencillamente, me viene. Pero el poder pensar en el lado de Guermantes y en el de Méséglise, se lo debo a esos yacimientos profundos de mi suelo mental, a esos firmes terrenos en que todavía me apoyo. Como creía en las cosas y en las personas cuando andaba por aquellos caminos, las cosas y las personas que ellos me dieron a conocer son los únicos que tomo aún en serio y que me dan alegría.
Soit que la foi qui crée soit tarie en moi, soit que la réalité ne se forme que dans la mémoire, les fleurs qu′on me montre aujourd′hui pour la première fois ne me semblent pas de vraies fleurs. Le côté de Méséglise avec ses lilas, ses aubépines, ses bluets, ses coquelicots, ses pommiers, le côté de Guermantes avec sa rivière à têtards, ses nymphéas et ses boutons d′or, ont constitué à tout jamais pour moi la figure des pays où j′aimerais vivre, où j′exige avant tout qu′on puisse aller à la pêche, se promener en canot, voir des ruines de fortifications gothiques et trouver au milieu des blés, ainsi qu′était Saint-André-des-Champs, une église monumentale, rustique et dorée comme une meule; et les bluets, les aubépines, les pommiers qu′il m′arrive quand je voyage de rencontrer encore dans les champs, parce qu′ils sont situés à la même profondeur, au niveau de mon passé, sont immédiatement en communication avec mon cœur. Et pourtant, parce qu′il y a quelque chose d′individuel dans les lieux, quand me saisit le désir de revoir le côté de Guermantes, on ne le satisferait pas en me menant au bord d′une rivière où il y aurait d′aussi beaux, de plus beaux nymphéas que dans la Vivonne, pas plus que le soir en rentrant,—à l′heure où s′éveillait en moi cette angoisse qui plus tard émigre dans l′amour, et peut devenir à jamais inséparable de lui—, je n′aurais souhaité que vînt me dire bonsoir une mère plus belle et plus intelligente que la mienne. Non; de même que ce qu′il me fallait pour que je pusse m′endormir heureux, avec cette paix sans trouble qu′aucune maîtresse n′a pu me donner depuis puisqu′on doute d′elles encore au moment où on croit en elles, et qu′on ne possède jamais leur cœur comme je recevais dans un baiser celui de ma mère, tout entier, sans la réserve d′une arrière-pensée, sans le reliquat d′une intention qui ne fut pas pour moi,—c′est que ce fût elle, c′est qu′elle inclinât vers moi ce visage où il y avait au-dessous de l′œil quelque chose qui était, paraît-il, un défaut, et que j′aimais à l′égal du reste, de même ce que je veux revoir, c′est le côté de Guermantes que j′ai connu, avec la ferme qui est peu éloignée des deux suivantes serrées l′une contre l′autre, à l′entrée de l′allée des chênes; ce sont ces prairies où, quand le soleil les rend réfléchissantes comme une mare, se dessinent les feuilles des pommiers, c′est ce paysage dont parfois, la nuit dans mes rêves, l′individualité m′étreint avec une puissance presque fantastique et que je ne peux plus retrouver au réveil.
Ya sea porque en mí se ha cegado fe creadora, o sea porque la realidad no se forme más que en la memoria, ello es que las flores que hoy me enseñan por vez primera no me parecen flores de verdad. El lado de Méséglise, con sus lilas, sus espinos blancos, sus acianos, sus amapolas y sus manzanos, el lado de Guermantes, con el río lleno de renacuajos, sus ninfeas y sus botones de oro, forman para siempre jamás la fisonomía de la tierra donde quisiera vivir, y a la que exijo, ante todo, que en ella se pueda ir a pescar, pasearse en barca, ver ruinas de fortificaciones góticas, y encontrarse en medio de los trigales, como San Andrés del Campo estaba, una iglesia monumental, rústica y dorada como un almiar; y los acianos, los espinos, los manzanos con que a veces me encuentro en los campos cuando viajo, se ponen inmediatamente en comunicación con mi corazón, porque están a la misma profundidad al mismo nivel de mi rasado. Y, sin embargo, como todos los sitios tienen algo de individual, cuando me asalta el deseo de ver otra vez el lado de Guermantes, no se satisfaría con que me llevaran a la orilla de un río donde hubiera ninfeas tan hermosas o más hermosas que en el Vivonne, como por la noche al volver a casa .a la hora en que despertaba dentro de mí esa angustia que más tarde emigra al amor y puede hacerse inseparable de este sentimiento amoroso, no hubiera yo querido que subiera a decirme adiós una madre más hermosa y más inteligente que la mía. No; lo mismo que lo que yo necesitaba para dormirme feliz y con esa paz imperturbable que ninguna mujer me ha podido dar luego, porque hasta el momento de creer en ellas se duda de ellas, y nunca nos dan el corazón, como me daba mi madre el suyo, en un beso entero y sin ninguna reserva, sin sombra de una intención que no fuera dirigida a mí .lo mismo que lo que yo necesitaba, es que fuera ella la que inclinara hacia mí aquel rostro que tenía junto a un ojo un defecto, según decían, pero que a mí me gustaba tanto como lo demás, así lo que yo quiero ver es el lado de Guermantes que conocí yo, con la alquería separada de las otras dos que están juntas, apretadas una contra otra, al principio de la alameda de robles; son esas praderas donde se reflejan, cuando el sol las pone lustrosas como una charca, las hojas del manzano; es ese paisaje cuya individualidad viene a veces durante la noche en mis sueños a sobrecogerme con una fuerza casi fantástica, imposible de encontrar luego cuando me despierto.
Sans doute pour avoir à jamais indissolublement uni en moi des impressions différentes rien que parce qu′ils me les avaient fait éprouver en même temps, le côté de Méséglise ou le côté de Guermantes m′ont exposé, pour l′avenir, à bien des déceptions et même à bien des fautes. Car souvent j′ai voulu revoir une personne sans discerner que c′était simplement parce qu′elle me rappelait une haie d′aubépines, et j′ai été induit à croire, à faire croire à un regain d′affection, par un simple désir de voyage. Mais par là même aussi, et en restant présents en celles de mes impressions d′aujourd′hui auxquelles ils peuvent se relier, ils leur donnent des assises, de la profondeur, une dimension de plus qu′aux autres. Ils leur ajoutent aussi un charme, une signification qui n′est que pour moi. Quand par les soirs d′été le ciel harmonieux gronde comme une bête fauve et que chacun boude l′orage, c′est au côté de Méséglise que je dois de rester seul en extase à respirer, à travers le bruit de la pluie qui tombe, l′odeur d′invisibles et persistants lilas.
Indudablemente, el lado de Méséglise o el lado de Guermantes me han expuesto luego a muchas decepciones y a muchas faltas, porque unieron dentro de mí indisolublemente impresiones distintas que no tenían otro lazo que el haberlas sentido allí al mismo tiempo. Porque muchas veces he tenido deseos de ver a una persona sin darme cuenta de que era sencillamente porque me recordaba un seto de espinos, y he llegado a creer y a hacer creer en un retoñar del cariño donde no había más que deseo de viaje. Por eso mismo también, como están presentes en aquellas de mis impresiones actuales con que tienen relación, les dan cimiento y profundidad, una dimensión más que a las otras. Y de ese modo les infunden un encanto y una significación que sólo yo puedo gozar. Cuando en las noches estivales, el cielo armonioso gruñe como una fiera y todo el mundo se enfada con la tormenta que llega, si yo me quedo solo, extático, respirando a través del rumor de la lluvia el olor de unas lilas invisibles y persistentes, al lado de Méséglise se lo debo.
...
C′est ainsi que je restais souvent jusqu′au matin à songer au temps de Combray, à mes tristes soirées sans sommeil, à tant de jours aussi dont l′image m′avait été plus récemment rendue par la saveur—ce qu′on aurait appelé à Combray le «parfum»—d′une tasse de thé, et par association de souvenirs à ce que, bien des années après avoir quitté cette petite ville, j′avais appris, au sujet d′un amour que Swann avait eu avant ma naissance, avec cette précision dans les détails plus facile à obtenir quelquefois pour la vie de personnes mortes il y a des siècles que pour celle de nos meilleurs amis, et qui semble impossible comme semblait impossible de causer d′une ville à une autre—tant qu′on ignore le biais par lequel cette impossibilité a été tournée. Tous ces souvenirs ajoutés les uns aux autres ne formaient plus qu′une masse, mais non sans qu′on ne pût distinguer entre eux,—entre les plus anciens, et ceux plus récents, nés d′un parfum, puis ceux qui n′étaient que les souvenirs d′une autre personne de qui je les avais appris—sinon des fissures, des failles véritables, du moins ces veinures, ces bigarrures de coloration, qui dans certaines roches, dans certains marbres, révèlent des différences d′origine, d′âge, de «formation».
Y así me estaba muchas veces, hasta que amanecía, pensando en la época de Combray, en mis noches de insomnio, en tantos días cuya imagen me trajo recientemente el sabor, el perfume, hubieran dicho en Combray. de una taza de té, y por asociación de recuerdos en unos amores que tuvo Swann antes de que yo naciera, y de los cuales me enteré años después de salir de Combray, con esa precisión de detalles más fácil de obtener a veces tratándose de la vida de personas ya muertas hace siglos, que de la vida de nuestro mejor amigo, y que parece cosa imposible, como lo parece el que se pueda hablar de ciudad a ciudad, mientras ignoramos el rodeo que se ha dado para salvar la imposibilidad. Todos esos recuerdos, añadidos unos a otros, no formaban más que una masa, pero podían distinguirse entre ellos .entre los más antiguos y los más recientes, nacidos de un perfume, y otros que eran los recuerdos de una persona que me los comunicó a mi. ya que no fisuras y grietas de verdad, por lo menos ese veteado, esa mezcolanza de coloración que en algunas rocas y mármoles indican diferencias de origen, de edad y de formación.
Certes quand approchait le matin, il y avait bien longtemps qu′était dissipée la brève incertitude de mon réveil. Je savais dans quelle chambre je me trouvais effectivement, je l′avais reconstruite autour de moi dans l′obscurité, et,—soit en m′orientant par la seule mémoire, soit en m′aidant, comme indication, d′une faible lueur aperçue, au pied de laquelle je plaçais les rideaux de la croisée—, je l′avais reconstruite tout entière et meublée comme un architecte et un tapissier qui gardent leur ouverture primitive aux fenêtres et aux portes, j′avais reposé les glaces et remis la commode à sa place habituelle. Mais à peine le jour—et non plus le reflet d′une dernière braise sur une tringle de cuivre que j′avais pris pour lui—traçait-il dans l′obscurité, et comme à la craie, sa première raie blanche et rectificative, que la fenêtre avec ses rideaux, quittait le cadre de la porte où je l′avais située par erreur, tandis que pour lui faire place, le bureau que ma mémoire avait maladroitement installé là se sauvait à toute vitesse, poussant devant lui la cheminée et écartant le mur mitoyen du couloir; une courette régnait à l′endroit où il y a un instant encore s′étendait le cabinet de toilette, et la demeure que j′avais rebâtie dans les ténèbres était allée rejoindre les demeures entrevues dans le tourbillon du réveil, mise en fuite par ce pâle signe qu′avait tracé au-dessus des rideaux le doigt levé du jour.
Claro es que cuando se acercaba el día ya hacía rato que estaba disipada la incertidumbre de mi sueño. Sabía en qué alcoba me encontraba realmente, la había ido reconstruyendo a mi alrededor en la oscuridad y .ya orientándome por la memoria tan sólo, y ayudándome con un pálido resplandor, debajo del dial ponía yo los cortinones del balcón, la reconstruía y la amueblaba toda entera, como un arquitecto y un tapicero que respetan los huecos primitivos de las ventanas y las puertas; colocaba los espejos y ponía la cómoda en su sitio de siempre. Pero apenas la luz del día y no ese reflejo de una última brasa en una barra de cobre que yo confundiera antes con el día. trazaba en la oscuridad, como con yeso, su primera raya blanca y rectificativa, la ventana con sus visillos se marchaba del marco de la puerta en donde ya la había colocado erróneamente, mientras que la mesa, instalada en aquel lugar por mi torpe memoria huía a toda velocidad para hacer hueco a la ventana, llevándose por delante la chimenea y apartando la pared del pasillo; un patinillo triunfaba en donde un instante antes se extendía el tocador, y la morada que yo reconstruyera en las tinieblas se iba en busca de las moradas entrevistas en el torbellino del despertar, puesta en fuga por ese pálido signo que trazó por encima de sus cortinas el dedo tieso de la luz del día.
DEUXIèME PARTIE UN AMOUR DE SWANN
Segunda Parte Un amor de Swann
Pour faire partie du «petit noyau», du «petit groupe», du «petit clan» des Verdurin, une condition était suffisante mais elle était nécessaire: il fallait adhérer tacitement à un Credo dont un des articles était que le jeune pianiste, protégé par Mme Verdurin cette année-là et dont elle disait: «
Ça ne devrait pas être permis de savoir jouer Wagner comme ça!», «enfonçait» à la fois Planté et Rubinstein et que le docteur Cottard avait plus de diagnostic que Potain. Toute «nouvelle recrue» à qui les Verdurin ne pouvaient pas persuader que les soirées des gens qui n′allaient pas chez eux étaient ennuyeuses comme la pluie, se voyait immédiatement exclue. Les femmes étant à cet égard plus rebelles que les hommes à déposer toute curiosité mondaine et l′envie de se renseigner par soi-même sur l′agrément des autres salons, et les Verdurin sentant d′autre part que cet esprit d′examen et ce démon de frivolité pouvaient par contagion devenir fatal à l′orthodoxie de la petite église, ils avaient été amenés à rejeter successivement tous les «fidèles» du sexe féminin.
Para figurar en el cogollito, en el clan, en el grupito de los Verdurin, bastaba con una condición, pero ésta era indispensable: prestar tácita adhesión a un credo cuyo primer artículo rezaba que el pianista, protegido aquel año por la señora de Verdurin, aquel pianista de quien decía ella: «No debía permitirse tocar a Wagner tan bien., se «cargaba. a la vez a Planté y a Rubinstein, y que el doctor Cottard tenía más diagnóstico que Potain. Todo recluta nuevo. que no se dejaba convencer por los Verdurin de que las reuniones que daban las personas que no iban a su casa eran más aburridas que el ver llover, era inmediatamente excluido. Como las mujeres se revelaban a este respecto más que los hombres a deponer toda curiosidad mundana y a renunciar al deseo de enterarse por sí mismas de los atractivos de otros salones, y como los Verdurin se daban cuenta de que ese espíritu crítico podía, al contagiarse, ser fatal para la ortodoxia de la pequeña iglesia suya, poco a poco fueron echando a todos los fieles del sexo femenino.
En dehors de la jeune femme du docteur, ils étaient réduits presque uniquement cette année-là (bien que Mme Verdurin fût elle-même vertueuse et d′une respectable famille bourgeoise excessivement riche et entièrement obscure avec laquelle elle avait peu à peu cessé volontairement toute relation) à une personne presque du demi-monde, Mme de Crécy, que Mme Verdurin appelait par son petit nom, Odette, et déclarait être «un amour» et à la tante du pianiste, laquelle devait avoir tiré le cordon; personnes ignorantes du monde et à la naté de qui il avait été si facile de faire accroire que la princesse de Sagan et la duchesse de Guermantes étaient obligées de payer des malheureux pour avoir du monde à leurs dîners, que si on leur avait offert de les faire inviter chez ces deux grandes dames, l′ancienne concierge et la cocotte eussent dédaigneusement refusé.
Aparte de la mujer del doctor, una señora joven, aquel año estaban casi reducidos (aunque la señora de Verdurin era muy virtuosa y pertenecía a una riquísima familia de la clase media, con la que había ido cesando poco a poco todo trato) a una persona casi perteneciente al mundo galante; la señora de Crécy, a la que llamaba la señora de Verdurin por su nombre de pila, Odette, y la consideraba como un «encanto., y a la tía del pianista, que debía estar muy al tanto de las costumbres de portal y escalera; personas ambas que no sabían nada del gran mundo, y de tanta candidez, que fue muy fácil convencerlas de que la princesa de Sagan y la duquesa de Guermantes tenían que pagar a unos cuantos infelices para no tener desiertas sus mesas, tanto que si aquellas dos grandes señoras hubieran invitado a la ex portera y a la demimondaine habrían recibido una desdeñosa negativa.
Les Verdurin n′invitaient pas à dîner: on avait chez eux «son couvert mis». Pour la soirée, il n′y avait pas de programme. Le jeune pianiste jouait, mais seulement si «ça lui chantait», car on ne forçait personne et comme disait M. Verdurin: «Tout pour les amis, vivent les camarades!» Si le pianiste voulait jouer la chevauchée de la Walkyrie ou le prélude de Tristan, Mme Verdurin protestait, non que cette musique lui déplût, mais au contraire parce qu′elle lui causait trop d′impression. «Alors vous tenez à ce que j′aie ma migraine? Vous savez bien que c′est la même chose chaque fois qu′il joue ça. Je sais ce qui m′attend! Demain quand je voudrai me lever, bonsoir, plus personne!» S′il ne jouait pas, on causait, et l′un des amis, le plus souvent leur peintre favori d′alors, «lâchait», comme disait M. Verdurin, «une grosse faribole qui faisait s′esclaffer tout le monde», Mme Verdurin surtout, à qui,—tant elle avait l′habitude de prendre au propre les expressions figurées des émotions qu′elle éprouvait,—le docteur Cottard (un jeune débutant à cette époque) dut un jour remettre sa mâchoire qu′elle avait décrochée pour avoir trop ri.
Los Verdurin no daban comidas: siempre había en su casa cubierto puesto. No se hacían programas para la reunión de después de cenar. El pianista tocaba, pero sólo si «le daba por ahí, porque allí no se obligaba a nadie; ya lo decía el señor Verdurin: m -¡Todo por los amigos, vivan los camaradas!.. Si el pianista quería tocar la cabalgata de La Valquiria o el preludio de Tristán, la señora de Verdurin protestaba, no porque esa música le desagradara, sino porque al contrario, la impresionaba demasiado. «¿Es que se empeña usted en que tenga jaqueca? Ya sabe usted que cada vez que toca eso pasa lo mismo. Mañana, cuando quiera levantarme, se acabó, ya no soy nada.. Si no se tocaba el piano, había charla, y algún amigo, por lo general el pintor favorito de tanda, «soltaba., como decía Verdurin, «una paparrucha fenomenal que retorcía a todos de risa., sobre todo a la señora de Verdurin «tan aficionada a tomar en sentido propio las expresiones figuradas de sus emociones que una vez el doctor Cottard (entonces joven principiante) tuvo que ponerle en su sitio una mandíbula que se le había desencajado a fuerza de reír.
L′habit noir était défendu parce qu′on était entre «copains» et pour ne pas ressembler aux «ennuyeux» dont on se garait comme de la peste et qu′on n′invitait qu′aux grandes soirées, données le plus rarement possible et seulement si cela pouvait amuser le peintre ou faire connaître le musicien. Le reste du temps on se contentait de jouer des charades, de souper en costumes, mais entre soi, en ne mêlant aucun étranger au petit «noyau».
Estaba prohibido el frac, porque allí todos eran camaradas, y para no parecerse en nada a los «pelmas., a los que se tenía más miedo que a la peste, y que eran invitados tan sólo a grandes reuniones, que daban los Verdurin muy de tarde en tarde, y tan sólo cuando podían servir para entretenimiento del pintor para dar a conocer al pianista. El resto del tiempo se contentaban con representar charadas, cenar vestidos con los disfraces, pero en la intimidad, y sin introducir ningún extraño al «cogollito.
Mais au fur et à mesure que les «camarades» avaient pris plus de place dans la vie de Mme Verdurin, les ennuyeux, les réprouvés, ce fut tout ce qui retenait les amis loin d′elle, ce qui les empêchait quelquefois d′être libres, ce fut la mère de l′un, la profession de l′autre, la maison de campagne ou la mauvaise santé d′un troisième. Si le docteur Cottard croyait devoir partir en sortant de table pour retourner auprès d′un malade en danger: «Qui sait, lui disait Mme Verdurin, cela lui fera peut-être beaucoup plus de bien que vous n′alliez pas le déranger ce soir; il passera une bonne nuit sans vous; demain matin vous irez de bonne heure et vous le trouverez guéri.» Dès le commencement de décembre elle était malade à la pensée que les fidèles «lâcheraient» pour le jour de Noël et le 1er janvier. La tante du pianiste exigeait qu′il vînt dîner ce jour-là en famille chez sa mère à elle:
Pero a medida que los «camaradas. iban tomando más importancia en la vida de la señora de Verdurin, el dictado de pelma y de réprobo lo aplicaba a todo lo que impedía a los amigos que fueran a su casa, a lo que los llamaba a otra parte; a la madre de éste, a la profesión de aquél o a la casa de campo y salud delicada de un tercero. Cuando el doctor Cottard se levantaba de la mesa y consideraba imprescindible salir para ir a ver un enfermo grave, le decía la señora de Verdurin: «¡Quién sabe!, quizá le siente mejor que no vaya usted esta noche a molestarlo; pasará muy bien la noche sin usted, y mañana va usted tempranito y se lo encuentra bueno. En cuanto entraba diciembre se ponía mala de pensar en que los fieles desertarían. el día de Navidad y el de Año Nuevo. La tía del pianista exigía que la familia cenara aquella noche en la intimidad, en casa de la madre de ella
—«Vous croyez qu′elle en mourrait, votre mère, s′écria durement Mme Verdurin, si vous ne dîniez pas avec elle le jour de l′an, comme en province!»
-Y se le figura a usted que se va a morir su madre - exclamaba ásperamente la señora de Verdurin., si no va usted a cenar con ella la noche de Año Nuevo, como hacen en provincias.
Ses inquiétudes renaissaient à la semaine sainte:
Esas inquietudes retornaban para Semana Santa.
—«Vous, Docteur, un savant, un esprit fort, vous venez naturellement le vendredi saint comme un autre jour?» dit-elle à Cottard la première année, d′un ton assuré comme si elle ne pouvait douter de la réponse. Mais elle tremblait en attendant qu′il l′eût prononcée, car s′il n′était pas venu, elle risquait de se trouver seule.
-Doctor, supongo que usted, un sabio, un hombre sin prejuicios, ¿vendrá el Viernes Santo como un día cualquiera? dijo a Cottard el primer año, con tono tranquilo, como el que está seguro de lo que le van a contestar. Pero esperaba la respuesta temblando, porque si no iba el doctor, corría peligro de estarse sola aquella noche.
—«Je viendrai le vendredi saint... vous faire mes adieux car nous allons passer les fêtes de Pâques en Auvergne.»
-Sí, sí, vendré el Viernes Santo a despedirme, porque nos vamos a pasar la Pascua de Resurrección a Auvernia.
—«En Auvergne? pour vous faire manger par les puces et la vermine, grand bien vous fasse!»
-¿A Auvernia? Para dar de comer a pulgas y piojos. ¡Que les haga buen provecho!
Et après un silence:
Y tras un momento de silencio:
—«Si vous nous l′aviez dit au moins, nous aurions tâché d′organiser cela et de faire le voyage ensemble dans des conditions confortables.»
-Por lo menos, si nos lo hubiera usted dicho, habría podido organizarse algo y hacer el viaje juntos y con más comodidad.
De même si un «fidèle» avait un ami, ou une «habituée» un flirt qui serait capable de faire «lâcher» quelquefois, les Verdurin qui ne s′effrayaient pas qu′une femme eût un amant pourvu qu′elle l′eût chez eux, l′aimât en eux, et ne le leur préférât pas, disaient: «Eh bien! amenez-le votre ami.» Et on l′engageait à l′essai, pour voir s′il était capable de ne pas avoir de secrets pour Mme Verdurin, s′il était susceptible d′être agrégé au «petit clan». S′il ne l′était pas on prenait à part le fidèle qui l′avait présenté et on lui rendait le service de le brouiller avec son ami ou avec sa maîtresse. Dans le cas contraire, le «nouveau» devenait à son tour un fidèle. Aussi quand cette année-là, la demi-mondaine raconta à M. Verdurin qu′elle avait fait la connaissance d′un homme charmant, M. Swann, et insinua qu′il serait très heureux d′être reçu chez eux, M. Verdurin transmit-il séance tenante la requête à sa femme. (Il n′avait jamais d′avis qu′après sa femme, dont son rôle particulier était de mettre à exécution les désirs, ainsi que les désirs des fidèles, avec de grandes ressources d′ingéniosité.)
Igualmente, cuando alguno de los «fieles. tenía un amigo, o una parroquiana., un flirt, que podían ser causa de deserción, los Verdurin, que no se asustaban de que una mujer tuviera un amante con tal de que hablaran de su casa y de que la amiga no lo antepusiera a ellos, decían: -Pues bueno, traiga usted a ese amigo. Y se lo llevaba a prueba, para ver si era capaz de no guardar ningún secreto a la señora de Verdurin y si se lo podía agregar al clan. En caso desfavorable, se llamaba aparte al fiel que lo había presentado, y se le hacía el favor de mal quistarlo con su amigo o su querida. Y en caso favorable, el «nuevo. pasaba a ser «fiel.. Así que cuando aquel año la demimondaine contó al señor Verdurin que había conocido a un hombre encantador, un señor Swann, e insinuó que él tendría mucho gusto en poder ir a aquellas reuniones, Verdurin transmitió acto continuo la petición a su esposa. (Nunca opinaba hasta que ella había opinado, y su misión particular era poner en ejecución los deseos de su mujer y los de los fieles, con gran riqueza de ingenio.)
—Voici Mme de Crécy qui a quelque chose à te demander. Elle désirerait te présenter un de ses amis, M. Swann. Qu′en dis-tu?
-Aquí tienes a la señora de Crécy, que te quiere pedir una cosa. Le gustaría presentarte a un amigo suyo, al señor Swann. ¿Qué te parece?
—«Mais voyons, est-ce qu′on peut refuser quelque chose à une petite perfection comme ça. Taisez-vous, on ne vous demande pas votre avis, je vous dis que vous êtes une perfection.»
-Pero vamos a ver, ¿se puede negar algo a una preciosidad como ésta? Sí, preciosidad; usted cállese, no se le pregunta su opinión.
—«Puisque vous le voulez, répondit Odette sur un ton de marivaudage, et elle ajouta: vous savez que je ne suis pas «fishing for compliments».
-Bueno, como usted quiera «contestó Odette, en tono de discreteo., ya sabe usted que yo no ando fishing for compliments.
—«Eh bien! amenez-le votre ami, s′il est agréable.»
-Bueno, pues traiga usted a su amigo, si es simpático
Certes le «petit noyau» n′avait aucun rapport avec la société où fréquentait Swann, et de purs mondains auraient trouvé que ce n′était pas la peine d′y occuper comme lui une situation exceptionnelle pour se faire présenter chez les Verdurin. Mais Swann aimait tellement les femmes, qu′à partir du jour où il avait connu à peu près toutes celles de l′aristocratie et où elles n′avaient plus rien eu à lui apprendre, il n′avait plus tenu à ces lettres de naturalisation, presque des titres de noblesse, que lui avait octroyées le faubourg Saint-Germain, que comme à une sorte de valeur d′échange, de lettre de crédit dénuée de prix en elle-même, mais lui permettant de s′improviser une situation dans tel petit trou de province ou tel milieu obscur de Paris, où la fille du hobereau ou du greffier lui avait semblé jolie. Car le désir ou l′amour lui rendait alors un sentiment de vanité dont il était maintenant exempt dans l′habitude de la vie (bien que ce fût lui sans doute qui autrefois l′avait dirigé vers cette carrière mondaine où il avait gaspillé dans les plaisirs frivoles les dons de son esprit et fait servir son érudition en matière d′art à conseiller les dames de la société dans leurs achats de tableaux et pour l′ameublement de leurs hôtels), et qui lui faisait désirer de briller, aux yeux d′une inconnue dont il s′était épris, d′une élégance que le nom de Swann à lui tout seul n′impliquait pas. Il le désirait surtout si l′inconnue était d′humble condition. De même que ce n′est pas à un autre homme intelligent qu′un homme intelligent aura peur de paraître bête, ce n′est pas par un grand seigneur, c′est par un rustre qu′un homme élégant craindra de voir son élégance méconnue. Les trois quarts des frais d′esprit et des mensonges de vanité qui ont été prodigués depuis que le monde existe par des gens qu′ils ne faisaient que diminuer, l′ont été pour des inférieurs. Et Swann qui était simple et négligent avec une duchesse, tremblait d′être méprisé, posait, quand il était devant une femme de chambre.
Claro que el «cogollito. no guardaba ninguna relación con la clase social en que se movía Swann, y un puro hombre de mundo hubiera considerado que no valía la pena de gozar una posición excepcional, como la de Swann, para ir luego a que lo presentaran en casa de los Verdurin. Pero a Swann le gustaban tanto las mujeres, que cuando trató a casi todas las de la aristocracia y las conoció bien, ya no consideró aquellas cartas de naturalización, casi títulos de nobleza, que le había otorgado el barrio de Saint-Germain, más que como una especie de valor de cambio, de letra de crédito, que por sí no valía nada, pero gracias a la cual podía ser recibido muy bien en un rinconcillo de Provincias o en un oscuro círculo social de París, donde había una chica del hidalgo del pueblo o del escribano, que le gustaba. Porque el amor o el deseo le infundían entonces un sentimiento de vanidad que no tenía en su vida de costumbre (aunque ese sentimiento debió de ser el que antaño lo empujara hacia esa carrera de vida elegante donde malgastó en frívolos placeres las dotes de su espíritu y puso su erudición en materias de arte a la disposición de damas de alcurnia que querían comprar cuadros o amueblar sus hoteles), y que lo inspiraba el deseo de brillar a los ojos de una desconocida que le cautivara con mayor elegancia de la que implicaba el solo nombre de Swann. Lo deseaba, especialmente, cuando la desconocida era de condición humilde. Lo mismo que un hombre inteligente no tiene miedo de parecer tonto a otro hombre inteligente, el hombre elegante no teme que su elegancia pase inadvertida para el gran señor, sino para el rústico. Las tres cuartas partes de los alardes de ingenio y las mentiras de vanidad que, rebajándose, prodigaron desde que el mundo es mundo los hombres, van dedicadas a gente inferior. Y Swann, que con una duquesa era descuidado y sencillo, se daba tono y tenía miedo de verse despreciado ante una criada.
Il n′était pas comme tant de gens qui par paresse, ou sentiment résigné de l′obligation que crée la grandeur sociale de rester attaché à un certain rivage, s′abstiennent des plaisirs que la réalité leur présente en dehors de la position mondaine où ils vivent cantonnés jusqu′à leur mort, se contentant de finir par appeler plaisirs, faute de mieux, une fois qu′ils sont parvenus à s′y habituer, les divertissements médiocres ou les supportables ennuis qu′elle renferme. Swann, lui, ne cherchait pas à trouver jolies les femmes avec qui il passait son temps, mais à passer son temps avec les femmes qu′il avait d′abord trouvées jolies. Et c′était souvent des femmes de beauté assez vulgaire, car les qualités physiques qu′il recherchait sans s′en rendre compte étaient en complète opposition avec celles qui lui rendaient admirables les femmes sculptées ou peintes par les maîtres qu′il préférait. La profondeur, la mélancolie de l′expression, glaçaient ses sens que suffisait au contraire à éveiller une chair saine, plantureuse et rose.
No era de esas personas que por pereza o por resignado sentimiento de la obligación, que crea la grandeza social de estarse siempre amarrado a cierta orilla, se abstienen de los placeres que les ofrece la vida fuera de la posición social en que viven confinados hasta su muerte, y acaban por contentarse cuando se acostumbran, y a falta de cosa mejor, con llamar placeres a las mediocres diversiones y los aburrimientos soportables que esa vida encierra. Swann no hacía porque le parecieran bonitas las mujeres con que pasaba el tiempo, sino que hacía por pasar el tiempo con las mujeres que le habían parecido bonitas. Y muchas veces eran mujeres de belleza bastante vulgar: porque las cualidades físicas que buscaba estaban, sin darse cuenta él, en oposición completa con las que admiraba en los tipos de mujer de sus pintores o escultores favoritos a profundidad y la melancolía de expresión eran un jarro de agua para su sensualidad, que despertaba, en cambio, ante una carne sana, abundante y rosada.
Si en voyage il rencontrait une famille qu′il eût été plus élégant de ne pas chercher à connaître, mais dans laquelle une femme se présentait à ses yeux parée d′un charme qu′il n′avait pas encore connu, rester dans son «quant à soi» et tromper le désir qu′elle avait fait naître, substituer un plaisir différent au plaisir qu′il eût pu connaître avec elle, en écrivant à une ancienne maîtresse de venir le rejoindre, lui eût semblé une aussi lâche abdication devant la vie, un aussi stupide renoncement à un bonheur nouveau, que si au lieu de visiter le pays, il s′était confiné dans sa chambre en regardant des vues de Paris. Il ne s′enfermait pas dans l′édifice de ses relations, mais en avait fait, pour pouvoir le reconstruire à pied d′œuvre sur de nouveaux frais partout où une femme lui avait plu, une de ces tentes démontables comme les explorateurs en emportent avec eux. Pour ce qui n′en était pas transportable ou échangeable contre un plaisir nouveau, il l′eût donné pour rien, si enviable que cela parût à d′autres. Que de fois son crédit auprès d′une duchesse, fait du désir accumulé depuis des années que celle-ci avait eu de lui être agréable sans en avoir trouvé l′occasion, il s′en était défait d′un seul coup en réclamant d′elle par une indiscrète dépêche une recommandation télégraphique qui le mît en relation sur l′heure avec un de ses intendants dont il avait remarqué la fille à la campagne, comme ferait un affamé qui troquerait un diamant contre un morceau de pain. Même, après coup, il s′en amusait, car il y avait en lui, rachetée par de rares délicatesses, une certaine muflerie. Puis, il appartenait à cette catégorie d′hommes intelligents qui ont vécu dans l′oisiveté et qui cherchent une consolation et peut-être une excuse dans l′idée que cette oisiveté offre à leur intelligence des objets aussi dignes d′intérêt que pourrait faire l′art ou l′étude, que la «Vie» contient des situations plus intéressantes, plus romanesques que tous les romans. Il l′assurait du moins et le persuadait aisément aux plus affinés de ses amis du monde notamment au baron de Charlus, qu′il s′amusait à égayer par le récit des aventures piquantes qui lui arrivaient, soit qu′ayant rencontré en chemin de fer une femme qu′il avait ensuite ramenée chez lui il eût découvert qu′elle était la sœur d′un souverain entre les mains de qui se mêlaient en ce moment tous les fils de la politique européenne, au courant de laquelle il se trouvait ainsi tenu d′une façon très agréable, soit que par le jeu complexe des circonstances, il dépendît du choix qu′allait faire le conclave, s′il pourrait ou non devenir l′amant d′une cuisinière.
Si en un viaje se encontraba con una familia, con la que habría sido más elegante no trabar relación, pero en la que alguna mujer se le aparecía revestida de un encanto nuevo, guardar el decoro, engañar el deseo que ella inspiró, sustituir con un placer distinto el que habría podido sacar de esa mujer escribiendo a una antigua querida suya para que fuera a reunírsele, le hubiera parecido una abdicación tan cobarde ante la vida, una renuncia tan estúpida a un placer nuevo, como si en vez de viajar se estuviera encerrado en su cuarto viendo vistas de París. No se encerraba en el edificio de sus relaciones, sino que había hecho de él, para poder alzarlo de nuevo desde su base y a costa de nuevas fatigas, en cualquier parte donde hubiera una mujer que le gustaba, una tienda desmontable como las que llevan los exploradores. Y consideraba sin valor, por envidiable que a otros pareciera, todo lo que tenía traducción o cambio a un placer nuevo y con un placer nuevo. Muchas veces su crédito con una duquesa, formado de los muchos deseos que la dama había tenido durante años y años de serle agradable, sin encontrar nunca la ocasión, se venía abajo de un golpe, porque Swann le pedía, en un indiscreto telegrama, una recomendación telegráfica que inmediatamente lo pusiera en relación con un intendente suyo, que tenía una hija que había llamado la atención de Swann en el campo, comportamiento semejante al de un hambriento que da un diamante por un pedazo de pan. Y aquello, después de hecho, le divertía muchas veces, porque tenía Swann, contrapesada por sutiles delicadezas, cierta cazurrería. Pertenecía a esa clase de hombres inteligentes que viven sin hacer nada, en ociosidad, y buscan consuelo y acaso excusa en la idea de que esa ociosidad ofrece a su inteligencia temas tan dignos de interés como el arte o el estudio, y que la «vida. contiene situaciones más interesantes y novelescas que todas las novelas. Y así se lo aseguraba, y convencía de ello a sus más finos amigos, especialmente al barón de Charlus, al cual divertía mucho contándole aventuras picantes que le habían ocurrido; por ejemplo, que se encontraba en el tren a una mujer, que luego llevaba a su casa, y que resultaba ser la hermana de un rey que por entonces tenía en sus manos todos los hilos de la política europea, de la cual venía él a enterarse perfectamente y de un modo sumamente grato; o que, por un raro juego de circunstancias, dependía de la elección de Papa que hiciera el conclave el que se ganara o no los favores de una cocinera.
Ce n′était pas seulement d′ailleurs la brillante phalange de vertueuses douairières, de généraux, d′académiciens, avec lesquels il était particulièrement lié, que Swann forçait avec tant de cynisme à lui servir d′entremetteurs. Tous ses amis avaient l′habitude de recevoir de temps en temps des lettres de lui où un mot de recommandation ou d′introduction leur était demandé avec une habileté diplomatique qui, persistant à travers les amours successives et les prétextes différents, accusait, plus que n′eussent fait les maladresses, un caractère permanent et des buts identiques. Je me suis souvent fait raconter bien des années plus tard, quand je commençai à m′intéresser à son caractère à cause des ressemblances qu′en de tout autres parties il offrait avec le mien, que quand il écrivait à mon grand-père (qui ne l′était pas encore, car c′est vers l′époque de ma naissance que commença la grande liaison de Swann et elle interrompit longtemps ces pratiques) celui-ci, en reconnaissant sur l′enveloppe l′écriture de son ami, s′écriait: «Voilà Swann qui va demander quelque chose: à la garde!» Et soit méfiance, soit par le sentiment inconsciemment diabolique qui nous pousse à n′offrir une chose qu′aux gens qui n′en ont pas envie, mes grands-parents opposaient une fin de non-recevoir absolue aux prières les plus faciles à satisfaire qu′il leur adressait, comme de le présenter à une jeune fille qui dînait tous les dimanches à la maison, et qu′ils étaient obligés, chaque fois que Swann leur en reparlait, de faire semblant de ne plus voir, alors que pendant toute la semaine on se demandait qui on pourrait bien inviter avec elle, finissant souvent par ne trouver personne, faute de faire signe à celui qui en eût été si heureux.
Y no sólo ponía Swann cínicamente en el trance de servirle de terceros a la brillante falange de viudas, generales y académicos con quienes tenía particular amistad. Todos sus amigos solían recibir, de cuando en cuando, cartas suyas, pidiendo una esquela de recomendación o de presentación, con una habilidad diplomática tal, que, mantenida a través de sucesivos amores y pretextos distintos, revelaba, mucho mejor que lo hubieran revelado repetidas torpezas, un carácter permanente y una identidad de objetivos. Muchos años después, cuando empecé a interesarme por su carácter, a causa de las semejanzas que en otros aspectos ofrecía con el mío, me gustaba oír contar que cuando escribía Swann a mi abuelo (que todavía no lo era, porque los grandes amores de Swann comenzaron hacia el tiempo en que yo nací, y vinieron a cortar esas prácticas, éste, al ver en el sobre la letra de su amigo, exclamaba: «Este Swann ya va a pedir algo, ¡ojo!. y ya fuera por desconfianza, ya por ese sentimiento inconscientemente diabólico que nos impulsa a ofrecer una cosa tan sólo a las gentes que no tienen ganas de ella, mis abuelos oponían siempre una negativa absoluta a las suplicas más sencillas de satisfacer que Swann les dirigía, como presentarle a una muchacha que cenaba todos los domingos en casa; y tenían que fingir, cada vez que Swann les hablaba de ella, que apenas si la veían, cuando la verdad era que toda la semana habían estado pensando en la persona a quien podría invitarse el día que iba a casa esa muchacha, sin dar muchas veces con el invitado apropiado, todo por no querer hacer una seña, al que tanto lo estaba deseando.
Quelquefois tel couple ami de mes grands-parents et qui jusque-là s′était plaint de ne jamais voir Swann, leur annonçait avec satisfaction et peut-être un peu le désir d′exciter l′envie, qu′il était devenu tout ce qu′il y a de plus charmant pour eux, qu′il ne les quittait plus. Mon grand-père ne voulait pas troubler leur plaisir mais regardait ma grand′mère en fredonnant:
Muchas veces, un matrimonio amigo de mis abuelos, que hasta entonces se habían estado quejando de que Swann nunca iba a verlos, anunciaba con satisfacción, y quizá con cierto deseo de inspirar envidia, que Swann estaba ahora amabilísimo y no se separaba nunca de ellos. Mi abuelo no quería aguarles la fiesta; pero miraba a mi abuela, tarareando:
]div>«Quel est donc ce mystère Je ne puis rien comprendre.» ou:
ou: «Dans ces affaires Le mieux est de ne rien voir.»
¿Qué misterio es éste? Yo no entiendo nada.
o
Visión fugitiva...
o
En casos semejantes Más vale no ver nada
Quelques mois après, si mon grand-père demandait au nouvel ami de Swann: «Et Swann, le voyez-vous toujours beaucoup?» la figure de l′interlocuteur s′allongeait: «Ne prononcez jamais son nom devant moi!»
Unos cuantos meses después, cuando mi abuelo preguntaba al nuevo amigo de Swann si seguía viendo a éste tan a menudo, al interlocutor se le alargaba la cara. «Nunca pronuncie usted su nombre en mi presencia..
—«Mais je croyais que vous étiez si liés...»
«Pero si yo creía que eran ustedes....
Il avait été ainsi pendant quelques mois le familier de cousins de ma grand′mère, dînant presque chaque jour chez eux. Brusquement il cessa de venir, sans avoir prévenu. On le crut malade, et la cousine de ma grand′mère allait envoyer demander de ses nouvelles quand à l′office elle trouva une lettre de lui qui traînait par mégarde dans le livre de comptes de la cuisinière. Il y annonçait à cette femme qu′il allait quitter Paris, qu′il ne pourrait plus venir. Elle était sa maîtresse, et au moment de rompre, c′était elle seule qu′il avait jugé utile d′avertir.
De ese modo fue íntimo durante unos meses de unos primos de mi abuela, y cenaba casi a diario en su casa. Pero de pronto dejó de ir sin decir una palabra. Ya creyeron que estaba malo, y la prima de mi abuela iba a mandar preguntar por él, cuando se encontró en la despensa una carta que por equivocación había ido a parar al libro de cuentas de la cocinera. En esa carta notificaba a aquella mujer que se marchaba de París y no podría ya ir nunca por allí. Y es que ella era querida suya, y en el momento de romper estimó que a ella sola debía avisar.
Quand sa maîtresse du moment était au contraire une personne mondaine ou du moins une personne qu′une extraction trop humble ou une situation trop irrégulière n′empêchait pas qu′il fît recevoir dans le monde, alors pour elle il y retournait, mais seulement dans l′orbite particulier où elle se mouvait ou bien où il l′avait entraînée. «Inutile de compter sur Swann ce soir, disait-on, vous savez bien que c′est le jour d′Opéra de son Américaine.» Il la faisait inviter dans les salons particulièrement fermés où il avait ses habitudes, ses dîners hebdomadaires, son poker; chaque soir, après qu′un léger crépelage ajouté à la brosse de ses cheveux roux avait tempéré de quelque douceur la vivacité de ses yeux verts, il choisissait une fleur pour sa boutonnière et partait pour retrouver sa maîtresse à dîner chez l′une ou l′autre des femmes de sa coterie; et alors, pensant à l′admiration et à l′amitié que les gens à la mode pour qui il faisait la pluie et le beau temps et qu′il allait retrouver là, lui prodigueraient devant la femme qu′il aimait, il retrouvait du charme à cette vie mondaine sur laquelle il s′était blasé, mais dont la matière, pénétrée et colorée chaudement d′une flamme insinuée qui s′y jouait, lui semblait précieuse et belle depuis qu′il y avait incorporé un nouvel amour.
Cuando su querida del momento era, por el contrario, persona del gran mundo, o por lo menos que tenía abiertas sus puertas, aunque fuera de extracción humilde o de posición algo equívoca, Swann entonces volvía a aquel ambiente, pero sólo a la órbita particular en que ella se movía, a donde él la llevara. «Esta noche no hay que contar con Swann «se decían.; es la noche de ópera de su dama americana.. Y lograba que la invitaran a casas aristocráticas de muy difícil acceso, donde él tenía sus costumbres hechas, su comida un día a la semana y su poker; todas las noches, después que un leve rizado en su espeso pelo rojo templaba con cierta suavidad el ardor de sus ojos verdes, escogía una flor para el ojal y se iba a cenar a casa de tal o cual señora de sus amistades, donde estaría su querida; y entonces, al pensar en las pruebas de admiración y de amistad que todas aquellas elegantes personas que por allí habría, y que lo miraban a él como árbitro de la elegancia, le iban a prodigar en presencia de la mujer querida, aun encontraba su encanto a esta vida mundana, de la que ya estaba hastiado, sí, pero que en cuanto incorporaba a ella un amor nuevo se le aparecía bella y preciosa, porque la materia de esa vida se impregnaba y se coloraba con una llama latente y retozona.
Mais tandis que chacune de ces liaisons, ou chacun de ces flirts, avait été la réalisation plus ou moins complète d′un rêve né de la vue d′un visage ou d′un corps que Swann avait, spontanément, sans s′y efforcer, trouvés charmants, en revanche quand un jour au théâtre il fut présenté à Odette de Crécy par un de ses amis d′autrefois, qui lui avait parlé d′elle comme d′une femme ravissante avec qui il pourrait peut-être arriver à quelque chose, mais en la lui donnant pour plus difficile qu′elle n′était en réalité afin de paraître lui-même avoir fait quelque chose de plus aimable en la lui faisant connaître, elle était apparue à Swann non pas certes sans beauté, mais d′un genre de beauté qui lui était indifférent, qui ne lui inspirait aucun désir, lui causait même une sorte de répulsion physique, de ces femmes comme tout le monde a les siennes, différentes pour chacun, et qui sont l′opposé du type que nos sens réclament. Pour lui plaire elle avait un profil trop accusé, la peau trop fragile, les pommettes trop saillantes, les traits trop tirés. Ses yeux étaient beaux mais si grands qu′ils fléchissaient sous leur propre masse, fatiguaient le reste de son visage et lui donnaient toujours l′air d′avoir mauvaise mine ou d′être de mauvaise humeur. Quelque temps après cette présentation au théâtre, elle lui avait écrit pour lui demander à voir ses collections qui l′intéressaient tant, «elle, ignorante qui avait le goût des jolies choses», disant qu′il lui semblait qu′elle le connaîtrait mieux, quand elle l′aurait vu dans «son home» où elle l′imaginait «si confortable avec son thé et ses livres», quoiqu′elle ne lui eût pas caché sa surprise qu′il habitât ce quartier qui devait être si triste et «qui était si peu smart pour lui qui l′était tant».
Pero mientras que todas estas relaciones o flirts fueron realización más o menos completa del sueño inspirado por un rostro o un cuerpo que a Swann le parecieran espontáneamente y sin esforzarse muy bonitos, en cambio, cuando un día, en el teatro, le presentó a Odette de Crécy uno de sus amigos de antaño, que le habló de ella como de una mujer encantadora, de la que acaso se pudiera lograr algo, pero presentándola como más difícil de lo que en realidad era con objeto de dar aún mayor valor de amabilidad al hecho de la presentación, Odette pareció a Swann, no fea, pero de un género de belleza que nada le decía, que no le inspiraba el menor deseo, que llegaba a causarle una especie de repulsión física: una de esas mujeres corno las que tiene todo el mundo, diferentes para cada cual, y que son todo lo contrario de lo que demanda nuestra sensualidad. Tenía un perfil excesivamente acusado, un cutis harto frágil, los pómulos demasiado salientes y los rasgos fisonómicos muy forzados para que a Swann le pudiera gustar. Los ojos eran hermosos, pero grandísimos, tanto, que dejándose vencer por su propia masa, cansaban el resto de la fisonomía y parecía que Odette tenía siempre mal humor o mala cara. Poco después de aquella presentación en el teatro, le escribió pidiéndole que le mostrara sus colecciones, que tanto le interesaban a «ella, ignorante, pero muy aficionada a las cosas bonitas., diciendo que así se imaginaría ella que le conocía mejor, después de haberlo visto en su home, que ella se figuraba «muy cómodo, con su té y sus libros.; si bien no ocultó Odette su asombro de que Swann viviera, en un barrio que debía de ser tan triste «y tan poco smart para un hombre tan smart.
Et après qu′il l′eut laissée venir, en le quittant elle lui avait dit son regret d′être restée si peu dans cette demeure où elle avait été heureuse de pénétrer, parlant de lui comme s′il avait été pour elle quelque chose de plus que les autres êtres qu′elle connaissait et semblant établir entre leurs deux personnes une sorte de trait d′union romanesque qui l′avait fait sourire. Mais à l′âge déjà un peu désabusé dont approchait Swann et où l′on sait se contenter d′être amoureux pour le plaisir de l′être sans trop exiger de réciprocité, ce rapprochement des cœurs, s′il n′est plus comme dans la première jeunesse le but vers lequel tend nécessairement l′amour, lui reste uni en revanche par une association d′idées si forte, qu′il peut en devenir la cause, s′il se présente avant lui. Autrefois on rêvait de posséder le cœur de la femme dont on était amoureux; plus tard sentir qu′on possède le cœur d′une femme peut suffire à vous en rendre amoureux. Ainsi, à l′âge où il semblerait, comme on cherche surtout dans l′amour un plaisir subjectif, que la part du goût pour la beauté d′une femme devait y être la plus grande, l′amour peut naître—l′amour le plus physique—sans qu′il y ait eu, à sa base, un désir préalable. A cette époque de la vie, on a déjà été atteint plusieurs fois par l′amour; il n′évolue plus seul suivant ses propres lois inconnues et fatales, devant notre cœur étonné et passif. Nous venons à son aide, nous le faussons par la mémoire, par la suggestion. En reconnaissant un de ses symptômes, nous nous rappelons, nous faisons renaître les autres. Comme nous possédons sa chanson, gravée en nous tout entière, nous n′avons pas besoin qu′une femme nous en dise le début—rempli par l′admiration qu′inspire la beauté—, pour en trouver la suite. Et si elle commence au milieu,—là où les cœurs se rapprochent, où l′on parle de n′exister plus que l′un pour l′autre—, nous avons assez l′habitude de cette musique pour rejoindre tout de suite notre partenaire au passage où elle nous attend.
Odette fue a casa de Swann, y al marcharse le dijo que sentía haber estado tan poco tiempo en una casa que tanto se alegró de conocer; y hablaba de Swann como si para ella fuera algo más que el resto de los humanos que conocía, el cual parecía crear entre ambos una especie de lazo romántico, que a el le arrancó una sonrisa. Pero a la edad en que frisaba Swann, cuando ya se está un tanto desengañado y sabemos contentarnos con estar enamorados por el gusto de estarlo, sin exigir gran reciprocidad, ese acercarse de los corazones, aunque ya no sea como en la primera juventud la meta necesaria del amor, en cambio sigue unido a él por una asociación de ideas tan sólida, que puede llegar a ser origen de amor si se presenta antes que él. Antes soñábamos con poseer el corazón de la mujer que nos enamoraba; más adelante nos basta para enamorarnos con sentir que se es dueño del corazón de una mujer. Y así, a una edad en que parece que buscamos ante todo en el amor un placer subjetivo, en el cual debe entrar en mayor proporción que nada la atracción inspirada por la belleza de una mujer, resulta que puede nacer el amor «el amor más físico sin tener previamente y como base el deseo. En esa época de la vida, el amor ya nos ha herido muchas veces, y no evoluciona él solo, con arreglo a sus leyes desconocidas y fatales, por delante de nuestro corazón pasivo y maravillado. Lo ayudamos nosotros, lo falseamos con la memoria y la sugestión. Al reconocer uno de sus síntomas, nos acordamos de los demás, los volvemos a la vida. Como ya tenemos su tonada grabada toda entera en nuestro ser, no necesitamos que una mujer nos la empiece a cantar por el principio «admirados ante su belleza. para poder seguir Y si empieza por en medio «allí donde los corazones se van acercando y se habla de no vivir más que el uno para el otro, ya estamos bastante acostumbrados a esa música para unirnos en seguida a nuestra compañera de canto en la frase donde ella nos espera.
Odette de Crécy retourna voir Swann, puis rapprocha ses visites; et sans doute chacune d′elles renouvelait pour lui la déception qu′il éprouvait à se retrouver devant ce visage dont il avait un peu oublié les particularités dans l′intervalle, et qu′il ne s′était rappelé ni si expressif ni, malgré sa jeunesse, si fané; il regrettait, pendant qu′elle causait avec lui, que la grande beauté qu′elle avait ne fût pas du genre de celles qu′il aurait spontanément préférées. Il faut d′ailleurs dire que le visage d′Odette paraissait plus maigre et plus proéminent parce que le front et le haut des joues, cette surface unie et plus plane était recouverte par la masse de cheveux qu′on portait, alors, prolongés en «devants», soulevés en «crêpés», répandus en mèches folles le long des oreilles; et quant à son corps qui était admirablement fait, il était difficile d′en apercevoir la continuité (à cause des modes de l′époque et quoiqu′elle fût une des femmes de Paris qui s′habillaient le mieux), tant le corsage, s′avançant en saillie comme sur un ventre imaginaire et finissant brusquement en pointe pendant que par en dessous commençait à s′enfler le ballon des doubles jupes, donnait à la femme l′air d′être composée de pièces différentes mal emmanchées les unes dans les autres; tant les ruchés, les volants, le gilet suivaient en toute indépendance, selon la fantaisie de leur dessin ou la consistance de leur étoffe, la ligne qui les conduisait aux nœuds, aux bouillons de dentelle, aux effilés de jais perpendiculaires, ou qui les dirigeait le long du busc, mais ne s′attachaient nullement à l′être vivant, qui selon que l′architecture de ces fanfreluches se rapprochait ou s′écartait trop de la sienne, s′y trouvait engoncé ou perdu.
Odette de Crécy volvió a ver a Swann, y menudeó sus visitas; a cada una de ellas se renovaba para Swann la decepción que sufría al ver de nuevo aquel rostro, cuyas particularidades se le habían olvidado un poco desde la última vez, y que en el recuerdo no era ni tan expresivo, ni tan ajado, a pesar de su juventud; y mientras estaba hablando con ella, lamentaba que su gran hermosura no fuera de aquellas que a él le gustaban espontáneamente. También es verdad que el rostro de Odette parecía más saliente y enjuto, porque esa superficie unida y llana que forman la frente y la parte superior de las mejillas estaba cubierta por una masa de pelo, como se llevaba entonces, prolongada y realzada con rizados que se extendían en mechones sueltos junto a las orejas, y su cuerpo, que era admirable, no podía admirarse en toda su continuidad (a causa de las modas de la época, y aunque era una de las mujeres que mejor vestían en París) porque el corpiño avanzaba en saliente, como por encima de un vientre imaginario, y acababa en punta, mientras que por debajo comenzaba la inflazón de la doble falda, y así la mujer parecía que estaba hecha de piezas diferentes y mal encajadas unas en otras; y los plegados, los volantes, el justillo seguían con toda independencia y según el capricho del dibujo o la consistencia de la tela la línea que los llevaba a los lazos, a los afollados de encaje, a los flecos de azabache, o que los encaminaba a lo largo de la ballena central del cuerpo, pero sin adaptarse nunca al ser vivo, que parecía como envarado o como nadando en ellos, según que la arquitectura de esos adornos se acercara más o menos a la de su cuerpo.
Mais, quand Odette était partie, Swann souriait en pensant qu′elle lui avait dit combien le temps lui durerait jusqu′à ce qu′il lui permît de revenir; il se rappelait l′air inquiet, timide avec lequel elle l′avait une fois prié que ce ne fût pas dans trop longtemps, et les regards qu′elle avait eus à ce moment-là, fixés sur lui en une imploration craintive, et qui la faisaient touchante sous le bouquet de fleurs de pensées artificielles fixé devant son chapeau rond de paille blanche, à brides de velours noir. «Et vous, avait-elle dit, vous ne viendriez pas une fois chez moi prendre le thé?» Il avait allégué des travaux en train, une étude—en réalité abandonnée depuis des années—sur Ver Meer de Delft. «Je comprends que je ne peux rien faire, moi chétive, à côté de grands savants comme vous autres, lui avait-elle répondu. Je serais comme la grenouille devant l′aréopage. Et pourtant j′aimerais tant m′instruire, savoir, être initiée. Comme cela doit être amusant de bouquiner, de fourrer son nez dans de vieux papiers, avait-elle ajouté avec l′air de contentement de soi-même que prend une femme élégante pour affirmer que sa joie est de se livrer sans crainte de se salir à une besogne malpropre, comme de faire la cuisine en «mettant elle-même les mains à la pâte». «Vous allez vous moquer de moi, ce peintre qui vous empêche de me voir (elle voulait parler de Ver Meer), je n′avais jamais entendu parler de lui; vit-il encore? Est-ce qu′on peut voir de ses œuvres à Paris, pour que je puisse me représenter ce que vous aimez, deviner un peu ce qu′il y a sous ce grand front qui travaille tant, dans cette tête qu′on sent toujours en train de réfléchir, me dire: voilà, c′est à cela qu′il est en train de penser. Quel rêve ce serait d′être mêlée à vos travaux!»
Pero luego Swann se sonreía, cuando ya se había ido Odette, al pensar en lo que ella le había dicho, de lo largo que le iba a parecer el tiempo hasta que Swann la dejara volver; y se acordaba del semblante inquieto y tímido que puso para rogarle que no tardara mucho, y de sus miradas de aquel instante, clavadas en él con temerosa súplica, y que le llenaban de ternura el rostro, a la sombra del ramo de pensamientos artificiales colocado en la parte anterior del sombrero redondo, de paja blanca, con brillo de terciopelo negro que llevaba Odette. «¿Y usted no va a venir nunca a casa a tomar el té?. Alegó trabajos que tenía entre manos, un estudio en realidad abandonado hacía años. sobre Ver Meer de Delft. «Claro que yo no soy nada, infeliz de mí, junto a los sabios como usted contestó ella.. La rana ante el areópago. Y, sin embargo, me gustaría mucho ilustrarme, saber cosas, estar iniciada. ¡Qué divertido debe ser andar entre libros, meter las narices en papeles viejos! «añadió con ese aire de satisfecha de sí misma que adopta una mujer elegante cuando asegura que su gozo sería entregarse sin miedo a mancharse, a un trabajo puerco, como guisar, poniendo las manos en la masa... o se ría usted de mí porque le pregunte quién es ese pintor que no lo deja a usted ir a mi casa (se refería a Ver Meer); nunca he oído hablar de él. ¿Vive? ¿Pueden verse obras suyas en París? Porque me gustaría representarme los gustos de usted, y adivinar algo de lo que encierra esa frente que tanto trabaja y esa cabeza que se ve que está reflexionando siempre; así podría decirme: ¡Ah!, en eso es en lo que está pensando. ¡Qué alegría poder participar de su trabajo!..
Il s′était excusé sur sa peur des amitiés nouvelles, ce qu′il avait appelé, par galanterie, sa peur d′être malheureux. «Vous avez peur d′une affection? comme c′est drôle, moi qui ne cherche que cela, qui donnerais ma vie pour en trouver une, avait-elle dit d′une voix si naturelle, si convaincue, qu′il en avait été remué. Vous avez dû souffrir par une femme. Et vous croyez que les autres sont comme elle. Elle n′a pas su vous comprendre; vous êtes un être si à part. C′est cela que j′ai aimé d′abord en vous, j′ai bien senti que vous n′étiez pas comme tout le monde.»
Swann se excusó con su miedo a las amistades nuevas, a lo que llamaba, por galantería, su miedo a perder la felicidad. -¿Ah! ¿Conque le da a usted miedo encariñarse con alguien? ¡Qué raro! Yo es lo único que busco, y daría mi vida por encontrar un cariño -dijo con voz tan natural y convencida, que conmovió a Swann. Ha debido usted de sufrir mucho por una mujer, y se cree que todas son iguales. No lo entendió a usted. Y es que es usted un ser excepcional. Es lo que me ha atraído hacia usted; en seguida vi que usted no era como todo el mundo
—«Et puis d′ailleurs vous aussi, lui avait-il dit, je sais bien ce que c′est que les femmes, vous devez avoir des tas d′occupations, être peu libre.»
Además «dijo él., usted también tendrá que hacer; yo sé lo que son las mujeres; dispondrá usted de poco tiempo..
—«Moi, je n′ai jamais rien à faire! Je suis toujours libre, je le serai toujours pour vous. A n′importe quelle heure du jour ou de la nuit où il pourrait vous être commode de me voir, faites-moi chercher, et je serai trop heureuse d′accourir. Le ferez-vous? Savez-vous ce qui serait gentil, ce serait de vous faire présenter à Mme Verdurin chez qui je vais tous les soirs. Croyez-vous! si on s′y retrouvait et si je pensais que c′est un peu pour moi que vous y êtes!»
«Yo nunca tengo nada que hacer. Siempre estoy libre; y para usted lo estaré siempre. A cualquier hora del día o de la noche que le sea cómoda para verme, búsqueme, y yo contentísima. ¿Lo hará usted? Lo que estaría muy bien es que le presentaran a usted a la señora de Verdurin, porque yo voy a su casa todas las noches. ¡Figúrese usted si nos encontráramos por allí, y me pudiera yo imaginar que usted iba a esa casa un poquito por estar yo allí!..
Et sans doute, en se rappelant ainsi leurs entretiens, en pensant ainsi à elle quand il était seul, il faisait seulement jouer son image entre beaucoup d′autres images de femmes dans des rêveries romanesques; mais si, grâce à une circonstance quelconque (ou même peut-être sans que ce fût grâce à elle, la circonstance qui se présente au moment où un état, latent jusque-là, se déclare, pouvant n′avoir influé en rien sur lui) l′image d′Odette de Crécy venait à absorber toutes ces rêveries, si celles-ci n′étaient plus séparables de son souvenir, alors l′imperfection de son corps ne garderait plus aucune importance, ni qu′il eût été, plus ou moins qu′un autre corps, selon le goût de Swann, puisque devenu le corps de celle qu′il aimait, il serait désormais le seul qui fût capable de lui causer des joies et des tourments.
Indudablemente, al recordar de ese modo sus conversaciones cuando estaba solo y se ponía a pensar en ella, no hacía más que mover su imagen entre otras muchas imágenes femeninas, en románticos torbellinos; pero si gracias a una circunstancia cualquiera (o sin ella, porque muchas veces la circunstancia que se presenta en el momento en que un estado, hasta entonces latente, se declara; puede no tener influencia alguna en él), la imagen de Odette de Crécy llegaba a absorber todos sus ensueños, y éstos eran ya inseparables de su recuerdo, entonces la imperfección de su cuerpo ya no tenía ninguna importancia, ni el que fuera más o menos que otro cuerpo cualquiera del gusto de Swann, porque convertido en la forma corporal de la mujer querida, de allí en adelante sería el único capaz de inspirarle gozos y tormentos.
Mon grand-père avait précisément connu, ce qu′on n′aurait pu dire d′aucun de leurs amis actuels, la famille de ces Verdurin. Mais il avait perdu toute relation avec celui qu′il appelait le «jeune Verdurin» et qu′il considérait, un peu en gros, comme tombé—tout en gardant de nombreux millions—dans la bohème et la racaille. Un jour il reçut une lettre de Swann lui demandant s′il ne pourrait pas le mettre en rapport avec les Verdurin: «À la garde! à la garde! s′était écrié mon grand-père, ça ne m′étonne pas du tout, c′est bien par là que devait finir Swann. Joli milieu! D′abord je ne peux pas faire ce qu′il me demande parce que je ne connais plus ce monsieur. Et puis ça doit cacher une histoire de femme, je ne me mêle pas de ces affaires-là. Ah bien! nous allons avoir de l′agrément si Swann s′affuble des petits Verdurin.»
Mi abuelo conoció, precisamente, cosa que no podía decirse de ninguno de sus amigos actuales, a la familia de esos Verdurin. Pero había dejado de tratarse con el que llamaba el «Verdurin joven, y lo juzgaba, sin gran fundamento, caído entre bohemia y gentuza, aunque tuviera aún muchos millones. Un día recibió una carta de Swann preguntándole si podría ponerlo en relación con los Verdurin. -¡Ojo, ojo! «exclamó mi abuelo., no me extraña nada: por ahí tenía que acabar Swann. Buena gente. Y además no puedo acceder a lo que me pide, porque yo ya no conozco a ese caballero. Además, detrás de eso debe haber una historia de faldas, y yo no me quiero meter en esas cosas. ¡Ah!, va a ser divertido si a Swann le da ahora por los Verdurin..
Et sur la réponse négative de mon grand-père, c′est Odette qui avait amené elle-même Swann chez les Verdurin.
Ante la contestación negativa de mi abuelo, la misma Odette llevó a Swann a casa de los Verdurin.
Les Verdurin avaient eu à dîner, le jour où Swann y fit ses débuts, le docteur et Mme Cottard, le jeune pianiste et sa tante, et le peintre qui avait alors leur faveur, auxquels s′étaient joints dans la soirée quelques autres fidèles.
El día que Swann hizo su presentación, estaban invitados a cenar el doctor Cottard y su señora, el pianista joven y su tía y el pintor por entonces favorito de los Verdurin; después de la cena acudieron algunos otros fieles.
Le docteur Cottard ne savait jamais d′une façon certaine de quel ton il devait répondre à quelqu′un, si son interlocuteur voulait rire ou était sérieux. Et à tout hasard il ajoutait à toutes ses expressions de physionomie l′offre d′un sourire conditionnel et provisoire dont la finesse expectante le disculperait du reproche de naté, si le propos qu′on lui avait tenu se trouvait avoir été facétieux. Mais comme pour faire face à l′hypothèse opposée il n′osait pas laisser ce sourire s′affirmer nettement sur son visage, on y voyait flotter perpétuellement une incertitude où se lisait la question qu′il n′osait pas poser: «Dites-vous cela pour de bon?» Il n′était pas plus assuré de la façon dont il devait se comporter dans la rue, et même en général dans la vie, que dans un salon, et on le voyait opposer aux passants, aux voitures, aux événements un malicieux sourire qui ôtait d′avance à son attitude toute impropriété puisqu′il prouvait, si elle n′était pas de mise, qu′il le savait bien et que s′il avait adopté celle-là, c′était par plaisanterie.
El doctor Cottard nunca sabía de modo exacto en qué tono tenía que contestarle a uno, y si su interlocutor hablaba en broma o en serio. Y por si acaso, añadía a todos sus gestos la oferta de una sonrisa condicional y previsora, cuya expectante agudeza le serviría de disculpa en caso de que la frase que le dirigían fuera chistosa y se le pudiera tachar de cándido. Pero como tenía que afrontar la hipótesis opuesta, no dejaba que la sonrisa se afirmara claramente en su cara, por la que flotaba perpetuamente una incertidumbre donde podía leerse la pregunta que él no se atrevía a formular: -¿Lo dice usted en serio?. Y lo mismo que no sabía exactamente la actitud que había que adoptar en una reunión, tampoco estaba muy seguro del comportamiento adecuado en la calle y en la vida en general; de modo que oponía a los transeúntes, a los coches, a los acontecimientos, una maliciosa sonrisa, que por anticipado quitaba a su actitud toda la tacha de importunidad, porque con ella probaba si no convenía al caso, que lo sabía muy bien y que sonreía por broma.
Sur tous les points cependant où une franche question lui semblait permise, le docteur ne se faisait pas faute de s′efforcer de restreindre le champ de ses doutes et de compléter son instruction.
Sin embargo, en todos aquellos casos en que una pregunta franca le parecía justificada, el doctor no dejaba de esforzarse por achicar el campo de sus dudas y completar su instrucción
C′est ainsi que, sur les conseils qu′une mère prévoyante lui avait donnés quand il avait quitté sa province, il ne laissait jamais passer soit une locution ou un nom propre qui lui étaient inconnus, sans tâcher de se faire documenter sur eux.
Así, siguiendo el consejo que su previsora madre le dio al salir él de su provincia natal, no dejaba pasar una locución o un nombre propio que no conociera sin intentar documentarse respecto a esas palabras.
Pour les locutions, il était insatiable de renseignements, car, leur supposant parfois un sens plus précis qu′elles n′ont, il eût désiré savoir ce qu′on voulait dire exactement par celles qu′il entendait le plus souvent employer: la beauté du diable, du sang bleu, une vie de bâtons de chaise, le quart d′heure de Rabelais, être le prince des élégances, donner carte blanche, être réduit à quia, etc., et dans quels cas déterminés il pouvait à son tour les faire figurer dans ses propos. A leur défaut il plaçait des jeux de mots qu′il avait appris. Quant aux noms de personnes nouveaux qu′on prononçait devant lui il se contentait seulement de les répéter sur un ton interrogatif qu′il pensait suffisant pour lui valoir des explications qu′il n′aurait pas l′air de demander.
Nunca se saciaba de datos relativos a las locuciones, porque como les atribuía a veces un sentido más preciso del que tienen, le hubiera gustado saber lo que significaban exactamente muchas de las que oía usar más a menudo: «guapo como un diablo, sangre azul, vida de perros, el cuarto de hora de Rabelais, ser un príncipe de elegancia, dar carta blanca; quedarse chafado, etc., como asimismo en qué determinados casos podría él encajarlas en sus frases. Y a falta de locuciones, decía los chistes que le enseñaban. En cuanto a los apellidos nuevos que pronunciaban delante de él, se contentaba con repetirlos en tono de interrogación, lo cual consideraba suficiente para merecer explicaciones sin que pareciera que las pedía.
Comme le sens critique qu′il croyait exercer sur tout lui faisait complètement défaut, le raffinement de politesse qui consiste à affirmer, à quelqu′un qu′on oblige, sans souhaiter d′en être cru, que c′est à lui qu′on a obligation, était peine perdue avec lui, il prenait tout au pied de la lettre. Quel que fût l′aveuglement de Mme Verdurin à son égard, elle avait fini, tout en continuant à le trouver très fin, par être agacée de voir que quand elle l′invitait dans une avant-scène à entendre Sarah Bernhardt, lui disant, pour plus de grâce: «Vous êtes trop aimable d′être venu, docteur, d′autant plus que je suis sûre que vous avez déjà souvent entendu Sarah Bernhardt, et puis nous sommes peut-être trop près de la scène», le docteur Cottard qui était entré dans la loge avec un sourire qui attendait pour se préciser ou pour disparaître que quelqu′un d′autorisé le renseignât sur la valeur du spectacle, lui répondait: «En effet on est beaucoup trop près et on commence à être fatigué de Sarah Bernhardt. Mais vous m′avez exprimé le désir que je vienne. Pour moi vos désirs sont des ordres. Je suis trop heureux de vous rendre ce petit service. Que ne ferait-on pas pour vous être agréable, vous êtes si bonne!» Et il ajoutait: «Sarah Bernhardt c′est bien la Voix d′Or, n′est-ce pas? On écrit souvent aussi qu′elle brûle les planches. C′est une expression bizarre, n′est-ce pas?» dans l′espoir de commentaires qui ne venaient point.
Como carecía del sentido crítico que él creía aplicar a todo, ese refinamiento de cortesía que consiste en afirmar a una persona a la que hacemos un favor, que los favorecidos somos nosotros, pero sin aspirar a que se lo crean, era con él trabajo perdido, porque todo lo tomaba al pie de la letra. A pesar de la ceguera que por él tenía la señora de Verdurin, acabó por molestarle, aunque el doctor seguía pareciéndole muy fino, el que cuando lo invitaba a un palco proscenio para ver a Sarah Bernhardt, y le decía en colmo de atención: -Doctor, le agradezco mucho que haya venido, y más porque aquí estamos muy cerca del escenario, y usted ya debe de haber visto muchas veces a Sara Bernhardt., el doctor Cottard, el cual había entrado en el palco con una sonrisa que para precisarse o desaparecer aguardaba a que alguien autorizado le informara del valor del espectáculo, le respondiera: «Es verdad, estamos demasiado cerca, y además ya empieza uno a cansarse de Sara Bernhardt. Pero usted me dijo que le gustaría verme por aquí, y sus deseos son órdenes. Estoy encantado de hacerle a usted ese favor. Por una persona tan buena, ¡qué no haría uno!. y añadía: «Sara Bernhardt es la que llaman Voz de Oro, ¿no? Muchas veces he leído que cuando trabaja arden las tablas. Es rara la frase, ¿eh?; y esperaba un comentario que no llegaba.
«Tu sais, avait dit Mme Verdurin à son mari, je crois que nous faisons fausse route quand par modestie nous déprécions ce que nous offrons au docteur. C′est un savant qui vit en dehors de l′existence pratique, il ne connaît pas par lui-même la valeur des choses et il s′en rapporte à ce que nous lui en disons.»—«Je n′avais pas osé te le dire, mais je l′avais remarqué», répondit M. Verdurin. Et au jour de l′an suivant, au lieu d′envoyer au docteur Cottard un rubis de trois mille francs en lui disant que c′était bien peu de chose, M. Verdurin acheta pour trois cents francs une pierre reconstituée en laissant entendre qu′on pouvait difficilement en voir d′aussi belle.
-¿Sabes? «dijo la señora de Verdurin a su marido. Me parece que es un error el dar poca importancia, por modestia, a los regalos que hacemos al doctor. Es un sabio que vive aparte del mando práctico, sin conocer el valor de las cosas, y las juzga por lo que le decimos -Yo no me había atrevido a decírtelo, pero ya lo había notado «contestó el marido. Y para el Año Nuevo siguiente, en vez de mandarle al doctor Cottard un rubí de 3.000 francos, diciéndole que no valía nada, le enviaron fina piedra reconstituida dándole a entender que no lo había mejor.
Quand Mme Verdurin avait annoncé qu′on aurait, dans la soirée, M. Swann: «Swann?» s′était écrié le docteur d′un accent rendu brutal par la surprise, car la moindre nouvelle prenait toujours plus au dépourvu que quiconque cet homme qui se croyait perpétuellement préparé à tout. Et voyant qu′on ne lui répondait pas: «Swann? Qui ça, Swann!» hurla-t-il au comble d′une anxiété qui se détendit soudain quand Mme Verdurin eut dit: «Mais l′ami dont Odette nous avait parlé.»—«Ah! bon, bon, ça va bien», répondit le docteur apaisé. Quant au peintre il se réjouissait de l′introduction de Swann chez Mme Verdurin, parce qu′il le supposait amoureux d′Odette et qu′il aimait à favoriser les liaisons. «Rien ne m′amuse comme de faire des mariages, confia-t-il, dans l′oreille, au docteur Cottard, j′en ai déjà réussi beaucoup, même entre femmes!»
Cuando la señora de Verdurin anunció que aquella noche iría Swann, el doctor exclamó « «¿Swann ?., con sorpresa rayana en la brutalidad, porque la novedad más insignificante cogía siempre más desprevenido que a nadie a aquel hombre, que se figuraba estar perpetuamente preparado a todo. Y al ver que no le contestaban, vociferó: «Swann, ¿qué es eso de Swann?., en un colmo de ansiedad que se extinguió de pronto cuando le dijo la señora de Verdurin: -Es ese amigo de que nos ha hablado Odette.. «¡Ah, ya, ya!, está bien., contestó el doctor, ya tranquilo. El pintor se alegró de la presentación de Swann, porque lo suponía enamorado de Odette y a él le gustaba mucho favorecer relaciones. «No hay nada que me distraiga tanto como casar a la gente «confió al doctor Cottard, al oído.; ya he logrado muchos éxitos, hasta entre mujeres.
En disant aux Verdurin que Swann était très «smart», Odette leur avait fait craindre un «ennuyeux». Il leur fit au contraire une excellente impression dont à leur insu sa fréquentation dans la société élégante était une des causes indirectes. Il avait en effet sur les hommes même intelligents qui ne sont jamais allés dans le monde, une des supériorités de ceux qui y ont un peu vécu, qui est de ne plus le transfigurer par le désir ou par l′horreur qu′il inspire à l′imagination, de le considérer comme sans aucune importance. Leur amabilité, séparée de tout snobisme et de la peur de paraître trop aimable, devenue indépendante, a cette aisance, cette grâce des mouvements de ceux dont les membres assouplis exécutent exactement ce qu′ils veulent, sans participation indiscrète et maladroite du reste du corps. La simple gymnastique élémentaire de l′homme du monde tendant la main avec bonne grâce au jeune homme inconnu qu′on lui présente et s′inclinant avec réserve devant l′ambassadeur à qui on le présente, avait fini par passer sans qu′il en fût conscient dans toute l′attitude sociale de Swann, qui vis-à-vis de gens d′un milieu inférieur au sien comme étaient les Verdurin et leurs amis, fit instinctivement montre d′un empressement, se livra à des avances, dont, selon eux, un ennuyeux se fût abstenu. Il n′eut un moment de froideur qu′avec le docteur Cottard: en le voyant lui cligner de l′œil et lui sourire d′un air ambigu avant qu′ils se fussent encore parlé (mimique que Cottard appelait «laisser venir»), Swann crut que le docteur le connaissait sans doute pour s′être trouvé avec lui en quelque lieu de plaisir, bien que lui-même y allât pourtant fort peu, n′ayant jamais vécu dans le monde de la noce. Trouvant l′allusion de mauvais goût, surtout en présence d′Odette qui pourrait en prendre une mauvaise idée de lui, il affecta un air glacial. Mais quand il apprit qu′une dame qui se trouvait près de lui était Mme Cottard, il pensa qu′un mari aussi jeune n′aurait pas cherché à faire allusion devant sa femme à des divertissements de ce genre; et il cessa de donner à l′air entendu du docteur la signification qu′il redoutait. Le peintre invita tout de suite Swann à venir avec Odette à son atelier, Swann le trouva gentil. «Peut-être qu′on vous favorisera plus que moi, dit Mme Verdurin, sur un ton qui feignait d′être piqué, et qu′on vous montrera le portrait de Cottard (elle l′avait commandé au peintre). Pensez bien, «monsieur» Biche, rappela-t-elle au peintre, à qui c′était une plaisanterie consacrée de dire monsieur, à rendre le joli regard, le petit côté fin, amusant, de l′œil. Vous savez que ce que je veux surtout avoir, c′est son sourire, ce que je vous ai demandé c′est le portrait de son sourire. Et comme cette expression lui sembla remarquable elle la répéta très haut pour être sûre que plusieurs invités l′eussent entendue, et même, sous un prétexte vague, en fit d′abord rapprocher quelques-uns. Swann demanda à faire la connaissance de tout le monde, même d′un vieil ami des Verdurin, Saniette, à qui sa timidité, sa simplicité et son bon cœur avaient fait perdre partout la considération que lui avaient value sa science d′archiviste, sa grosse fortune, et la famille distinguée dont il sortait.
Al decir a los Verdurin que Swann era muy smart, Odette les hizo temer que fuera un pelma. Pero, al contrario, produjo una excelente impresión, que tenía sin duda como la de sus causas indirectas, y sin que lo notaran ellos, la costumbre de Swann de pisar casas elegantes. Porque Swann tenía, en efecto sobre los hombres que no habían frecuentado la alta sociedad, por inteligentes que fueran, esa superioridad que da el conocer el mundo, y que estriba en no transfigurarlo con el horror o la atracción que nos inspira, sino en no darle importancia alguna. Su amabilidad, exenta de todo snobismo y del temor de aparecer demasiado amable, era desahogada, y tenía la soltura y la gracia de movimientos de esas personas ágiles cuyos ejercitados miembros ejecutan precisamente lo que quieren, sin torpe ni indiscreta participación del resto del cuerpo. La sencilla gimnasia elemental del hombre de mundo, que tiende la mano amablemente cuando le presentan a un jovenzuelo desconocido, y que, en cambio, se inclina con reserva cuando le presentan a un embajador, había acabado por infiltrarse, sin que él lo advirtiera, en toda la actitud social de Swann, que con gentes de medio inferior al suyo, como los Verdurin y sus amigos, instintivamente tuvo tales atenciones y se mostró tan solícito, que, según los Verdurin indicaban, no era un «pelma.. Sólo estuvo frío un momento con el doctor Cottard; al ver que le hacía un guiño y que le sonreía con aire ambiguo, antes de que llegaran a hablarse (mímica que Cottard llamaba «dejar llegar.), Swann, creyó que quizá el doctor lo conocía por haber estado juntos en cualquier sitio alegre, aunque él no solía frecuentarlos, porque no le gustaba el ambiente de juerga. La alusión le pareció de mal gusto, sobre todo estando delante Odette, que podría formarse un mal concepto de él, y adoptó una actitud glacial. Pero cuando le dijeron que una dama que estaba muy cerca era la señora del doctor, pensó que un marido tan joven no habría intentado aludir, estando presente su mujer, a ese género de diversiones, y ya no atribuyó a aquel aspecto de estar en el secreto, propio del doctor, la significación que temía. El pintor invitó en seguida a Swann a que fuera con Odette a su estudio; a Swann le pareció agradable. «Quizá a usted le favorezca más que a mí -dijo la señora de Verdurin, con tono de fingido enojo., y le enseñen el retrato de Cottard (el pintor lo hacía por encargo de ella). No se le escape a usted, «señor. Biche «dijo al pintor, al que por broma consagrada llamaban afectadamente «señor.-, la mirada, el rinconcito fino y regocijado de la mirada. Lo que quiero tener es, ante todo, su sonrisa, y lo que le pido a usted es un retrato de su sonrisa.. Como esta frase le pareció muy notable, la repitió muy alto para seguridad de que la habían oído otros invitados, y hasta hizo que se acercaran unos cuantos con cualquier pretexto. Swann manifestó deseos de que le presentaran a todo el mundo, hasta a un viejo amigo de los Verdurin, llamado Saniette, que por su timidez, sus sencillos modales y su bondad, había perdido la consideración que merecía por su mucho saber de archivero, su gran fortuna y la buena familia a que pertenecía.
Il avait dans la bouche, en parlant, une bouillie qui était adorable parce qu′on sentait qu′elle trahissait moins un défaut de la langue qu′une qualité de l′âme, comme un reste de l′innocence du premier âge qu′il n′avait jamais perdue. Toutes les consonnes qu′il ne pouvait prononcer figuraient comme autant de duretés dont il était incapable. En demandant à être présenté à M. Saniette, Swann fit à Mme Verdurin l′effet de renverser les rôles (au point qu′en réponse, elle dit en insistant sur la différence: «Monsieur Swann, voudriez-vous avoir la bonté de me permettre de vous présenter notre ami Saniette»), mais excita chez Saniette une sympathie ardente que d′ailleurs les Verdurin ne révélèrent jamais à Swann, car Saniette les agaçait un peu et ils ne tenaient pas à lui faire des amis. Mais en revanche Swann les toucha infiniment en croyant devoir demander tout de suite à faire la connaissance de la tante du pianiste. En robe noire comme toujours, parce qu′elle croyait qu′en noir on est toujours bien et que c′est ce qu′il y a de plus distingué, elle avait le visage excessivement rouge comme chaque fois qu′elle venait de manger. Elle s′inclina devant Swann avec respect, mais se redressa avec majesté. Comme elle n′avait aucune instruction et avait peur de faire des fautes de français, elle prononçait exprès d′une manière confuse, pensant que si elle lâchait un cuir il serait estompé d′un tel vague qu′on ne pourrait le distinguer avec certitude, de sorte que sa conversation n′était qu′un graillonnement indistinct duquel émergeaient de temps à autre les rares vocables dont elle se sentait sûre. Swann crut pouvoir se moquer légèrement d′elle en parlant à M. Verdurin lequel au contraire fut piqué.
Al hablar parecía que tenía sopas en la boca; cosa adorable, porque delataba, mucho más que un defecto del habla, una cualidad de su ánimo, como un resto de la inocencia de la edad primera, que nunca había perdido. Y todas las consonantes que no podía pronunciar eran como otras tantas crueldades que no se decidía a cometer. Cuando pidió que le presentaran al señor Saniette, le pareció a la señora de Verdurin que Swann no guardaba las distancias (tanto, que dijo insistiendo en la diferencia: «Señor Swann, ¿tiene usted la bondad de permitirme que le presente a nuestro amigo Saniette?.); Swann inspiró a Saniette una viva simpatía, que los Verdurin no revelaron nunca a Swann, porque Saniette les molestaba un poco y no querían proporcionarle amigos. Pero en cambio, Swann les llegó al alma cuando luego pidió que le presentaran a la tía del pianista. La cual estaba de negro, como siempre, porque creía que de negro siempre se está bien, y que esto es lo más distinguido, y tenía la cara muy encarnada, como siempre le pasaba al acabar de comer. Hizo a Swann un saludo, que empezó con respeto y acabó con majestad. Como era muy ignorante y tenía miedo de no hablar bien, pronunciaba a propósito de una manera confusa, creyendo que así si soltaba alguna palabra mal pronunciada, iría difuminada en tal vaguedad, que no se distinguiría claramente; de modo que su conversación no pasaba de un indistinto gargajeo, de donde surgían de vez en cuando las pocas palabras en que tenía confianza. Swann creyó que no había inconveniente en burlarse un poco de ella al hablar con el señor Verdurin, que se picó.
—«C′est une si excellente femme, répondit-il. Je vous accorde qu′elle n′est pas étourdissante; mais je vous assure qu′elle est agréable quand on cause seul avec elle. «Je n′en doute pas, s′empressa de concéder Swann. Je voulais dire qu′elle ne me semblait pas «éminente» ajouta-t-il en détachant cet adjectif, et en somme c′est plutôt un compliment!» «Tenez, dit M. Verdurin, je vais vous étonner, elle écrit d′une manière charmante. Vous n′avez jamais entendu son neveu? c′est admirable, n′est-ce pas, docteur? Voulez-vous que je lui demande de jouer quelque chose, Monsieur Swann?»
-Es una mujer excelente «contestó.. Desde luego que no asombra; pero es muy agradable cuando se habla un rato con ella sola. -No lo dudo «dijo Swann en seguida.. Quería decir que no me parecía una «eminencia. «añadió subrayando con la voz ese sustantivo.; pero eso, en realidad es un cumplido. -Pues mire usted: aunque le extrañe, le diré que escribe deliciosamente. ¿No ha oído usted nunca a su sobrino? Es admirable, ¿verdad, doctor? ¿Quiere usted que le pida que toque algo, señor Swann?
—«Mais ce sera un bonheur..., commençait à répondre Swann, quand le docteur l′interrompit d′un air moqueur. En effet ayant retenu que dans la conversation l′emphase, l′emploi de formes solennelles, était suranné, dès qu′il entendait un mot grave dit sérieusement comme venait de l′être le mot «bonheur», il croyait que celui qui l′avait prononcé venait de se montrer prudhommesque. Et si, de plus, ce mot se trouvait figurer par hasard dans ce qu′il appelait un vieux cliché, si courant que ce mot fût d′ailleurs, le docteur supposait que la phrase commencée était ridicule et la terminait ironiquement par le lieu commun qu′il semblait accuser son interlocuteur d′avoir voulu placer, alors que celui-ci n′y avait jamais pensé.
-Tendría un placer infinito... «empezó a decir Swann; pero el doctor lo interrumpió con aire de guasa. Porque había oído decir que en la conversación el énfasis y la solemnidad de formas estaban anticuados, y en cuanto oía una palabra grave dicha en serio, como ese «infinito., juzgaba que el que la había dicho pecaba de pedantería. Y si además esa palabra daba la casualidad que figuraba en lo que él llamaba un lugar común, por corriente que fuera la palabra, el doctor suponía que la frase iniciada era ridícula y la remataba irónicamente con el lugar común aquel, cual si lanzara sobre su interlocutor la acusación de haber querido colocarlo en la conversación, cuando, en realidad, no había nada de eso.
—«Un bonheur pour la France!» s′écria-t-il malicieusement en levant les bras avec emphase.
-.Infinito, como los cielos y los mares -exclamó con malicia, alzando los brazos enfáticamente.
M. Verdurin ne put s′empêcher de rire.
El señor Verdurin no pudo contener la risa.
—«Qu′est-ce qu′ils ont à rire toutes ces bonnes gens-là, on a l′air de ne pas engendrer la mélancolie dans votre petit coin là-bas, s′écria Mme Verdurin. Si vous croyez que je m′amuse, moi, à rester toute seule en pénitence», ajouta-t-elle sur un ton dépité, en faisant l′enfant.
-¿Qué pasa ahí, que se están riendo todos esos señores? -Parece que en ese rincón no se cría la melancolía - exclamó la señora de Verdurin.. Pues yo no estoy muy divertida, aquí, castigada a estar sola «añadió en tono de despecho y echándoselas de niña.
Mme Verdurin était assise sur un haut siège suédois en sapin ciré, qu′un violoniste de ce pays lui avait donné et qu′elle conservait quoiqu′il rappelât la forme d′un escabeau et jurât avec les beaux meubles anciens qu′elle avait, mais elle tenait à garder en évidence les cadeaux que les fidèles avaient l′habitude de lui faire de temps en temps, afin que les donateurs eussent le plaisir de les reconnaître quand ils venaient. Aussi tâchait-elle de persuader qu′on s′en tînt aux fleurs et aux bonbons, qui du moins se détruisent; mais elle n′y réussissait pas et c′était chez elle une collection de chauffe-pieds, de coussins, de pendules, de paravents, de baromètres, de potiches, dans une accumulation de redites et un disparate d′étrennes.
Estaba sentada en un alto taburete sueco, de madera de pino encerada, regalo de un violinista de aquel país, y que ella conservaba, aunque por su forma recordaba a un escabel, y no casaba bien con los magníficos muebles antiguos de la casa; pero le gustaba tener siempre a la vista los regalos que solían hacerle los fieles de cuando en cuando, para que así, cuando los donantes fueran a verla, tuvieran el gusto de reconocer aquellos objetos. Por eso trataba de convencer a los amigos de que se limitaran a las flores y a los bombones, que, por lo menos, no se conservan; pero como no lo lograba, tenía la casa llena de calientapiés, almohadones, relojes, biombos, barómetros, cacharros de China, amontonados y repetidos, y toda clase de regalos de aguinaldo completamente dispares.
De ce poste élevé elle participait avec entrain à la conversation des fidèles et s′égayait de leurs «fumisteries», mais depuis l′accident qui était arrivé à sa mâchoire, elle avait renoncé à prendre la peine de pouffer effectivement et se livrait à la place à une mimique conventionnelle qui signifiait sans fatigue ni risques pour elle, qu′elle riait aux larmes. Au moindre mot que lâchait un habitué contre un ennuyeux ou contre un ancien habitué rejeté au camp des ennuyeux,—et pour le plus grand désespoir de M. Verdurin qui avait eu longtemps la prétention d′être aussi aimable que sa femme, mais qui riant pour de bon s′essoufflait vite et avait été distancé et vaincu par cette ruse d′une incessante et fictive hilarité—, elle poussait un petit cri, fermait entièrement ses yeux d′oiseau qu′une taie commençait à voiler, et brusquement, comme si elle n′eût eu que le temps de cacher un spectacle indécent ou de parer à un accès mortel, plongeant sa figure dans ses mains qui la recouvraient et n′en laissaient plus rien voir, elle avait l′air de s′efforcer de réprimer, d′anéantir un rire qui, si elle s′y fût abandonnée, l′eût conduite à l′évanouissement. Telle, étourdie par la gaieté des fidèles, ivre de camaraderie, de médisance et d′assentiment, Mme Verdurin, juchée sur son perchoir, pareille à un oiseau dont on eût trempé le colifichet dans du vin chaud, sanglotait d′amabilité.
Desde aquel elevado sitial participaba animadamente en la conversación de los fieles, y se sonreía de sus «camelos.; pero desde el accidente de la mandíbula, renunció a tomarse el trabajo de desternillarse de verdad, y en su lugar entregábase a una mímica convencional, que significaba, sin ningún riesgo ni fatiga para su persona, que lloraba de risa. Al menor chiste de uno de los íntimos contra un pelma o un ex íntimo relegado al campo de los pelmas, con gran desesperación del señor Verdurin, el cual tuvo mucho tiempo la pretensión de ser tan amable como ella, pero que como se reía de veras, se quedaba en seguida sin aliento, distanciado y vencido por aquella artimaña de hilaridad incesante y ficticia., lanzaba un chillido, cerraba sus ojos de pájaro, que ya empezaba a velar una nube, y bruscamente, como si no tuviera más que el tiempo justo para ocultar un espectáculo indecente, o para evitar un mortal ataque, hundía la cara entre las manos, y con el rostro así oculto y tapado, parecía que se esforzaba en reprimir y ahogar una risa, que sin aquel freno hubiera acabado por un desmayo. Y así, embriagada por la jovialidad de los fieles, borracha de familiaridad, de maledicencia y de asentimiento, la señora de Verdurin, encaramada en su percha como un pájaro después de haberle dado sopa en vino, hipaba de amabilidad.
Cependant, M. Verdurin, après avoir demandé à Swann la permission d′allumer sa pipe («ici on ne se gêne pas, on est entre camarades»), priait le jeune artiste de se mettre au piano.
Entre tanto, el señor Verdurin, después de pedir permiso a Swann para encender su pipa (.aquí no gastamos etiqueta, somos todos amigos.) rogaba al pianista que se sentara al piano.
—«Allons, voyons, ne l′ennuie pas, il n′est pas ici pour être tourmenté, s′écria Mme Verdurin, je ne veux pas qu′on le tourmente moi!»
-Pero no le des la lata; no viene aquí a que lo atormentemos - aclamó la señora de la casa.; yo no quiero que se le atormente.
—«Mais pourquoi veux-tu que ça l′ennuie, dit M. Verdurin, M. Swann ne connaît peut-être pas la sonate en fa dièse que nous avons découverte, il va nous jouer l′arrangement pour piano.»
-Pero eso no es darle la lata -dijo Verdurin. Quizá el señor Swann no conozca la sonata en fa sostenido que hemos descubierto; puede tocar el arreglo de piano.
—«Ah! non, non, pas ma sonate! cria Mme Verdurin, je n′ai pas envie à force de pleurer de me fiche un rhume de cerveau avec névralgies faciales, comme la dernière fois; merci du cadeau, je ne tiens pas à recommencer; vous êtes bons vous autres, on voit bien que ce n′est pas vous qui garderez le lit huit jours!»
-No, no; mi sonata, no «vociferó la señora de Verdurin; no tengo ganas de cargar con un catarro de cabeza y neuralgia facial, a fuerza de llorar corno la última vez. Gracias por el regalito; pero no quiero volver a empezar. Buenos están ustedes; ya se ve que no son ustedes los que se tendrán que estar luego ocho días en la cama.
Cette petite scène qui se renouvelait chaque fois que le pianiste allait jouer enchantait les amis aussi bien que si elle avait été nouvelle, comme une preuve de la séduisante originalité de la «Patronne» et de sa sensibilité musicale. Ceux qui étaient près d′elle faisaient signe à ceux qui plus loin fumaient ou jouaient aux cartes, de se rapprocher, qu′il se passait quelque chose, leur disant, comme on fait au Reichstag dans les moments intéressants: «Écoutez, écoutez.» Et le lendemain on donnait des regrets à ceux qui n′avaient pas pu venir en leur disant que la scène avait été encore plus amusante que d′habitude.
Aquella pequeña comedia, que se repetía siempre que el pianista iba a tocar, encantaba a los fieles corno si fuera nueva, y les parecía prueba de la seductora originalidad del «ama. de y su sensibilidad musical. Los que estaban a su lado hacían señas a los que más lejos fumaban o jugaban a las cartas, de que se acercaran, de que ocurría algo, y les decían, como se dice en el Reichstag en los momentos interesantes: «Oiga, oiga.. Y al día siguiente se daba el pésame a los que no pudieron presenciarlo, diciéndoles que la escena fue más divertida aún que de costumbre.
—Eh bien! voyons, c′est entendu, dit M. Verdurin, il ne jouera que l′andante.
-Bueno, pues ya está, no tocará más que el andante.
—«Que l′andante, comme tu y vas» s′écria Mme Verdurin. «C′est justement l′andante qui me casse bras et jambes. Il est vraiment superbe le Patron! C′est comme si dans la «Neuvième» il disait: nous n′entendrons que le finale, ou dans «les Maîtres» que l′ouverture.»
-¡Eh, eh!, el andante, pues no vas tú poco aprisa exclamó la señora.. Pues el andante es precisamente el que me deshace de brazos y piernas. ¡Sí que tiene unas cosas el amo! Es como si nos dijera, hablando de la «novena., que sólo tocaran el final, o de Los Maestros Cantores, la obertura nada más.
Le docteur cependant, poussait Mme Verdurin à laisser jouer le pianiste, non pas qu′il crût feints les troubles que la musique lui donnait—il y reconnaissait certains états neurasthéniques—mais par cette habitude qu′ont beaucoup de médecins, de faire fléchir immédiatement la sévérité de leurs prescriptions dès qu′est en jeu, chose qui leur semble beaucoup plus importante, quelque réunion mondaine dont ils font partie et dont la personne à qui ils conseillent d′oublier pour une fois sa dyspepsie, ou sa grippe, est un des facteurs essentiels.
El doctor, entre tanto, animaba a la señora de Verdurin para que dejara tocar al pianista, no porque creyera que eran de mentira las perturbaciones que le causaba la música «las consideraba como estados neurasténicos., sino por este hábito tan frecuente en muchos médicos de aflojar inmediatamente la severidad de sus órdenes en cuanto hay en juego, cosa que les parece mucho más importante, alguna reunión mundana en donde ellos están, y que tiene como factor esencial a una persona a quien aconsejan que por aquella noche no se acuerde de su dispepsia o su gripe.
—Vous ne serez pas malade cette fois-ci, vous verrez, lui dit-il en cherchant à la suggestionner du regard. Et si vous êtes malade nous vous soignerons.
-No, esta vez no le pasará nada, ya lo verá dijo intentando sugestionarla con la mirada.. Y si le pasa algo, ya la curaremos.
—Bien vrai? répondit Mme Verdurin, comme si devant l′espérance d′une telle faveur il n′y avait plus qu′à capituler. Peut-être aussi à force de dire qu′elle serait malade, y avait-il des moments où elle ne se rappelait plus que c′était un mensonge et prenait une âme de malade. Or ceux-ci, fatigués d′être toujours obligés de faire dépendre de leur sagesse la rareté de leurs accès, aiment se laisser aller à croire qu′ils pourront faire impunément tout ce qui leur plaît et leur fait mal d′habitude, à condition de se remettre en les mains d′un être puissant, qui, sans qu′ils aient aucune peine à prendre, d′un mot ou d′une pilule, les remettra sur pied.
-¿De veras? «contestó la señora de Verdurin, como si ante la esperanza de tal favor ya no cupiera más recurso que capitular. También, quizá a fuerza de decir que se iba a poner mala, había momentos en que ya no se acordaba que era mentira y estaba mentalmente enferma. Y hay enfermos que, cansados de tener que estar siempre imponiéndose privaciones para evitar un ataque de su enfermedad, se dan a la ilusión de que podrán hacer impunemente lo que les gusta, y de ordinario les sienta mal, a condición de entregarse en manos de un ser poderoso que, sin que tengan ellos que molestarse nada, con una píldora o una palabra los pongan buenos.
Odette était allée s′asseoir sur un canapé de tapisserie qui était près du piano: —Vous savez, j′ai ma petite place, dit-elle à Mme Verdurin. Celle-ci, voyant Swann sur une chaise, le fit lever:
Odette había ido a sentarse en un canapé forrado de tapices de Beauvais, al lado del piano. -Yo ya tengo mi sitio «dijo a la señora de Verdurin, la cual, viendo que Swann se sentó en una silla, lo hizo levantarse.
—«Vous n′êtes pas bien là, allez donc vous mettre à côté d′Odette, n′est-ce pas Odette, vous ferez bien une place à M. Swann?»
-Ahí no está usted bien, siéntese usted junto a Odette. ¿Verdad que hará usted un huequecito al señor Swann, Odette?
—«Quel joli beauvais, dit avant de s′asseoir Swann qui cherchait à être aimable.»
-Bonito tapiz «dijo Swann al ir a sentarse, en su deseo de mostrarse cumplido
—«Ah! je suis contente que vous appréciiez mon canapé, répondit Mme Verdurin. Et je vous préviens que si vous voulez en voir d′aussi beau, vous pouvez y renoncer tout de suite. Jamais ils n′ont rien fait de pareil. Les petites chaises aussi sont des merveilles. Tout à l′heure vous regarderez cela. Chaque bronze correspond comme attribut au petit sujet du siège; vous savez, vous avez de quoi vous amuser si vous voulez regarder cela, je vous promets un bon moment. Rien que les petites frises des bordures, tenez là, la petite vigne sur fond rouge de l′Ours et les Raisins. Est-ce dessiné? Qu′est-ce que vous en dites, je crois qu′ils le savaient plutôt, dessiner! Est-elle assez appétissante cette vigne? Mon mari prétend que je n′aime pas les fruits parce que j′en mange moins que lui. Mais non, je suis plus gourmande que vous tous, mais je n′ai pas besoin de me les mettre dans la bouche puisque je jouis par les yeux. Qu′est ce que vous avez tous à rire? demandez au docteur, il vous dira que ces raisins-là me purgent. D′autres font des cures de Fontainebleau, moi je fais ma petite cure de Beauvais. Mais, monsieur Swann, vous ne partirez pas sans avoir touché les petits bronzes des dossiers. Est-ce assez doux comme patine? Mais non, à pleines mains, touchez-les bien.
-¡Ah !, me alegro de que sepa usted apreciar mi canapé «respondió la señora de Verdurin-. No se moleste usted en buscar otro tan hermoso, porque no lo hay. Nunca han hecho nada mejor que esto. Las sillitas también son un prodigio; las verá usted. Cada adorno de bronce es un atributo correspondiente al asunto tratado en el dibujo del asiento; ha y con qué entretenerse, ¿sabe usted?; pasará usted un buen rato viéndolo. Hasta los dibujos de los galones son bonitos; mire usted esa vid sobre fondo rojo, la del oso y las uvas. Vaya un dibujo, ¡eh! ¿Qué le parece? Eso era dibujar y entender de dibujo. Y qué apetitosa es la tal parra. Mi marido sostiene que a mí no me gusta la fruta porque como menos que él. Y, sin embargo, soy más golosa de fruta que ninguno de ustedes; sólo que no tengo necesidad de metérmela en la boca y la saboreo con la mirada ¿De qué se ríen ustedes? Que les diga el doctor si no es verdad que esas uvas me purgan. Hay quien hace su tratamiento de Fontainebleau y yo lo hago de Beauvais. Pero, señor Swann, no se vaya usted sin tocar los bronces del respaldo. ¿Le parece suave la pátina? Pero tóquelos bien, no así, con la punta de los dedos.
—Ah! si madame Verdurin commence à peloter les bronzes, nous n′entendrons pas de musique ce soir, dit le peintre.
-¡Ah!, si la señora de Verdurin empieza a sobar los bronces me parece que esta noche no hay música «dijo el pintor.
—«Taisez-vous, vous êtes un vilain. Au fond, dit-elle en se tournant vers Swann, on nous défend à nous autres femmes des choses moins voluptueuses que cela. Mais il n′y a pas une chair comparable à cela! Quand M. Verdurin me faisait l′honneur d′être jaloux de moi—allons, sois poli au moins, ne dis pas que tu ne l′as jamais été...—»
-Cállese usted, tonto. Bien mirado -dijo ella, a nosotras las mujeres nos están prohibidas cosas menos voluptuosas que ésta. No hay carne que se pueda comparar con esto. Cuando mi marido me hacía el honor de tener celos... Vamos, no digas que no los tuviste alguna vez, aunque no sea más que por cortesía...
—«Mais je ne dis absolument rien. Voyons docteur je vous prends à témoin: est-ce que j′ai dit quelque chose?»
-Pero si yo no he dicho nada. Doctor, usted es testigo, ¿verdad que yo no he dicho nada? S
Swann palpait les bronzes par politesse et n′osait pas cesser tout de suite.
Swann palpaba los bronces por cumplir, y no se atrevía a dar por terminada la operación.
—Allons, vous les caresserez plus tard; maintenant c′est vous qu′on va caresser, qu′on va caresser dans l′oreille; vous aimez cela, je pense; voilà un petit jeune homme qui va s′en charger.
-Vamos, luego los acariciará usted, porque ahora va usted a ser acariciado, acariciado por el oído; creo que le gustará a usted; este joven se va a encargar de esa misión.
Or quand le pianiste eut joué, Swann fut plus aimable encore avec lui qu′avec les autres personnes qui se trouvaient là. Voici pourquoi:
Cuando el pianista acabó de tocar, Swann estuvo con él más amable que con nadie, debido a lo siguiente:
L′année précédente, dans une soirée, il avait entendu une œuvre musicale exécutée au piano et au violon. D′abord, il n′avait goûté que la qualité matérielle des sons sécrétés par les instruments. Et ç′avait déjà été un grand plaisir quand au-dessous de la petite ligne du violon mince, résistante, dense et directrice, il avait vu tout d′un coup chercher à s′élever en un clapotement liquide, la masse de la partie de piano, multiforme, indivise, plane et entrechoquée comme la mauve agitation des flots que charme et bémolise le clair de lune. Mais à un moment donné, sans pouvoir nettement distinguer un contour, donner un nom à ce qui lui plaisait, charmé tout d′un coup, il avait cherché à recueillir la phrase ou l′harmonie—il ne savait lui-même—qui passait et qui lui avait ouvert plus largement l′âme, comme certaines odeurs de roses circulant dans l′air humide du soir ont la propriété de dilater nos narines. Peut-être est-ce parce qu′il ne savait pas la musique qu′il avait pu éprouver une impression aussi confuse, une de ces impressions qui sont peut-être pourtant les seules purement musicales, inattendues, entièrement originales, irréductibles à tout autre ordre d′impressions. Une impression de ce genre pendant un instant, est pour ainsi dire sine materia.
El año antes había oído en una reunión una obra para piano y violín. Primeramente sólo saboreó la calidad material de los sonidos segregados por los instrumentos. Le gustó ya mucho ver cómo de pronto, por bajo la línea del violín, delgada, resistente, densa y directriz, se elevaba, como en líquido tumulto, la masa de la parte del piano, multiforme, indivisa, plana y entrecortada, igual que la parda agitación de las olas, hechizada y bemolada por la luz de la luna. Pero en un momento dado, sin poder distinguir claramente un contorno, ni dar un nombre a lo que le agradaba, seducido de golpe, quiso coger una frase o una armonía «no sabía exactamente lo que era., que al pasar le ensanchó el alma, lo mismo que algunos perfumes de rosa que rondan por la húmeda atmósfera de la noche tienen la virtud de dilatarnos la nariz. Quizá por no saber música le fue posible sentir una impresión tan confusa, una impresión de esas que acaso son las únicas puramente musicales, concentradas, absolutamente originales e irreductibles a otro orden cualquiera de impresiones. Y una de estas impresiones del instante es, por decirlo así, sine materia.
Sans doute les notes que nous entendons alors, tendent déjà, selon leur hauteur et leur quantité, à couvrir devant nos yeux des surfaces de dimensions variées, à tracer des arabesques, à nous donner des sensations de largeur, de ténuité, de stabilité, de caprice. Mais les notes sont évanouies avant que ces sensations soient assez formées en nous pour ne pas être submergées par celles qu′éveillent déjà les notes suivantes ou même simultanées. Et cette impression continuerait à envelopper de sa liquidité et de son «fondu» les motifs qui par instants en émergent, à peine discernables, pour plonger aussitôt et disparaître, connus seulement par le plaisir particulier qu′ils donnent, impossibles à décrire, à se rappeler, à nommer, ineffables,—si la mémoire, comme un ouvrier qui travaille à établir des fondations durables au milieu des flots, en fabriquant pour nous des fac-similés de ces phrases fugitives, ne nous permettait de les comparer à celles qui leur succèdent et de les différencier. Ainsi à peine la sensation délicieuse que Swann avait ressentie était-elle expirée, que sa mémoire lui en avait fourni séance tenante une transcription sommaire et provisoire, mais sur laquelle il avait jeté les yeux tandis que le morceau continuait, si bien que quand la même impression était tout d′un coup revenue, elle n′était déjà plus insaisissable. Il s′en représentait l′étendue, les groupements symétriques, la graphie, la valeur expressive; il avait devant lui cette chose qui n′est plus de la musique pure, qui est du dessin, de l′architecture, de la pensée, et qui permet de se rappeler la musique. Cette fois il avait distingué nettement une phrase s′élevant pendant quelques instants au-dessus des ondes sonores. Elle lui avait proposé aussitôt des voluptés particulières, dont il n′avait jamais eu l′idée avant de l′entendre, dont il sentait que rien autre qu′elle ne pourrait les lui faire connaître, et il avait éprouvé pour elle comme un amour inconnu.
Indudablemente, las notas que estamos oyendo en ese momento aspiran ya, según su altura y cantidad, a cubrir, delante de nuestra mirada, superficies de dimensiones variadas, a trazar arabescos y darnos sensaciones de amplitud, de tenuidad, de estabilidad y de capricho. Pero las notas se desvanecen antes de que esas sensaciones estén lo bastante formadas en nuestra alma para librarnos de que nos sumerjan las nuevas sensaciones que ya están provocando dos notas siguientes o simultáneas. Y esa impresión seguiría envolviendo con su liquidez y su esfumado los motivos que de cuando en cuando surgen, apenas discernibles para hundirse en seguida y desaparecer, tan sólo percibidos por el placer particular que nos dan, imposibles de describir, de recordar, de nombrar, inefables, si no fuera porque la memoria, como un obrero que se esfuerza en asentar duraderos cimientos en medio de las olas, fabricó para nosotros facsímiles de esas frases fugitivas, y nos permite que las comparemos con las siguientes y notemos sus diferencias. Y así, apenas expiró la deliciosa sensación de Swann, su memoria le ofreció, acto continuo, una trascripción sumaria y provisional de la frase, pero en la que tuvo los ojos clavados mientras que seguía desarrollándose la música, de tal modo, que cuando aquella impresión retornó ya no era inaprensible. Se representaba su extensión, los grupos simétricos, su grafía y su valor expresivo; y lo que tenía ante los ojos no era ya música pura: era dibujo, arquitectura, pensamiento, todo lo que hace posible que nos acordemos de la música. Aquella vez distinguió claramente una frase que se elevó unos momentos por encima de las ondas sonoras. Y en seguida la frase esa le brindó voluptuosidades especiales, que nunca se le ocurrieron hacia antes de haberla oído, que sólo ella podía inspirarle, y sintió hacia ella un amor nuevo.
D′un rythme lent elle le dirigeait ici d′abord, puis là, puis ailleurs, vers un bonheur noble, inintelligible et précis. Et tout d′un coup au point où elle était arrivée et d′où il se préparait à la suivre, après une pause d′un instant, brusquement elle changeait de direction et d′un mouvement nouveau, plus rapide, menu, mélancolique, incessant et doux, elle l′entraînait avec elle vers des perspectives inconnues. Puis elle disparut. Il souhaita passionnément la revoir une troisième fois. Et elle reparut en effet mais sans lui parler plus clairement, en lui causant même une volupté moins profonde. Mais rentré chez lui il eut besoin d′elle, il était comme un homme dans la vie de qui une passante qu′il a aperçue un moment vient de faire entrer l′image d′une beauté nouvelle qui donne à sa propre sensibilité une valeur plus grande, sans qu′il sache seulement s′il pourra revoir jamais celle qu′il aime déjà et dont il ignore jusqu′au nom.
Con su lento ritmo lo encaminaba, ora por un lados ora por otro: hacia una felicidad noble, ininteligible y concreta. Y de repente, al llegar a cierto punto, cuando él se disponía a seguirla, hubo un momento de pausa y bruscamente cambió de rumbo, y con un movimiento nuevo, más rápido, menudo, melancólico, incesante y suave, lo arrastró «con ella hacia desconocidas perspectivas. Luego, desapareció. Anheló con toda el alma volverla a ver por tercera vez. Y salió, efectivamente, pero ya no le habló con mayor claridad, y la voluptuosidad fue esta vez menos intensa. Pero cuando volvió a casa sintió que la necesitaba, como un hombre que, al ver pasar a una mujer entrevista un momento en la calle, siente que se le entra en la vida la imagen de una nueva belleza, que da a su sensibilidad un valor aun más grande, sin saber siquiera ni cómo se llama la desconocida ni si la volverá a ver nunca.
Même cet amour pour une phrase musicale sembla un instant devoir amorcer chez Swann la possibilité d′une sorte de rajeunissement. Depuis si longtemps il avait renoncé à appliquer sa vie à un but idéal et la bornait à la poursuite de satisfactions quotidiennes, qu′il croyait, sans jamais se le dire formellement, que cela ne changerait plus jusqu′à sa mort; bien plus, ne se sentant plus d′idées élevées dans l′esprit, il avait cessé de croire à leur réalité, sans pouvoir non plus la nier tout à fait. Aussi avait-il pris l′habitude de se réfugier dans des pensées sans importance qui lui permettaient de laisser de côté le fond des choses. De même qu′il ne se demandait pas s′il n′eût pas mieux fait de ne pas aller dans le monde, mais en revanche savait avec certitude que s′il avait accepté une invitation il devait s′y rendre et que s′il ne faisait pas de visite après il lui fallait laisser des cartes, de même dans sa conversation il s′efforçait de ne jamais exprimer avec cœur une opinion intime sur les choses, mais de fournir des détails matériels qui valaient en quelque sorte par eux-mêmes et lui permettaient de ne pas donner sa mesure.
Aquel amor por la frase musical pareció por un instante que prendía en la vida de Swann una posibilidad de rejuvenecimiento. Hacía tanto tiempo que renunció a aplicar su vida a un ideal, limitándola al logro de las satisfacciones de cada día, que llegó a creer, sin confesárselo nunca, formalmente, que así habría de seguir hasta el fin de su existencia; es más: como no sentía en el ánimo elevados ideales, dejó de creer en su realidad, aunque sin poder negarla del todo. Y tomó la costumbre de refugiarse en pensamientos sin importancia, con lo cual podía dejar a un lado el fondo de las cosas. E igual que no se planteaba la cuestión de que acaso lo mejor sería no ir a sociedad, pero, en cambio, sabía exactamente que no se debe faltar a un convite aceptado, y que si después no se hace la visita de cortesía, hay que dejar tarjetas, lo mismo en la conversación se esforzaba por no expresar nunca con fe una opinión íntima respecto a las cosas, sino en proporcionar muchos detalles materiales, que en cierto modo tuvieran un valor intrínseco, y que le servían para no dar el pecho.
Il était extrêmement précis pour une recette de cuisine, pour la date de la naissance ou de la mort d′un peintre, pour la nomenclature de ses œuvres. Parfois, malgré tout, il se laissait aller à émettre un jugement sur une œuvre, sur une manière de comprendre la vie, mais il donnait alors à ses paroles un ton ironique comme s′il n′adhérait pas tout entier à ce qu′il disait. Or, comme certains valétudinaires chez qui tout d′un coup, un pays où ils sont arrivés, un régime différent, quelquefois une évolution organique, spontanée et mystérieuse, semblent amener une telle régression de leur mal qu′ils commencent à envisager la possibilité inespérée de commencer sur le tard une vie toute différente, Swann trouvait en lui, dans le souvenir de la phrase qu′il avait entendue, dans certaines sonates qu′il s′était fait jouer, pour voir s′il ne l′y découvrirait pas, la présence d′une de ces réalités invisibles auxquelles il avait cessé de croire et auxquelles, comme si la musique avait eu sur la sécheresse morale dont il souffrait une sorte d′influence élective, il se sentait de nouveau le désir et presque la force de consacrer sa vie. Mais n′étant pas arrivé à savoir de qui était l′œuvre qu′il avait entendue, il n′avait pu se la procurer et avait fini par l′oublier. Il avait bien rencontré dans la semaine quelques personnes qui se trouvaient comme lui à cette soirée et les avait interrogées; mais plusieurs étaient arrivées après la musique ou parties avant; certaines pourtant étaient là pendant qu′on l′exécutait mais étaient allées causer dans un autre salon, et d′autres restées à écouter n′avaient pas entendu plus que les premières. Quant aux maîtres de maison ils savaient que c′était une œuvre nouvelle que les artistes qu′ils avaient engagés avaient demandé à jouer; ceux-ci étant partis en tournée, Swann ne put pas en savoir davantage. Il avait bien des amis musiciens, mais tout en se rappelant le plaisir spécial et intraduisible que lui avait fait la phrase, en voyant devant ses yeux les formes qu′elle dessinait, il était pourtant incapable de la leur chanter. Puis il cessa d′y penser.
Ponía una extremada precisión en los datos de una receta de cocina, en la exactitud de la, fecha del nacimiento o muerte de un pintor, o en los títulos de sus obras. Y algunas veces llegaba, a pesar de todo, hasta formular un juicio sobre una obra, o sobre un modo de tomar la vida, pero con tono irónico; como si no estuviera muy convencido de lo que decía. Pues bien; como esos valetudinarios que de pronto, por haber cambiado de clima, por un régimen nuevo, o a veces por una evolución orgánica espontánea y misteriosa, parecen tan mejorados de su dolencia, que empiezan a entrever la posibilidad inesperada de empezar a sus años una vida enteramente distinta, Swann descubrió en el recuerdo de la frase aquella, en otras sonatas que pidió que le tocaran para ver si daba con ella, la presencia de una de esas realidades invisibles en las que ya no creía, pero que, como si la música tuviera una especie de influencia electiva sobre su sequedad moral, le atraían de nuevo con deseo y casi con fuerzas de consagrar a ella su vida. Pero como no llegó a enterarse de quién era la obra que había oído, no se la pudo procurar y acabó por olvidarla. Aquella semana se encontró a algunas personas que estaban también en la reunión y les preguntó; pero unos habían llegado después de la música, otros se marcharon antes; y de los que estuvieron allí durante la ejecución, los hubo que se fueron a charlar a otra sala, y los hubo que escucharon, pero quedándose tan en ayunas como los primeros. Los amos de la casa sabían que era una obra nueva, escogida a gusto de los músicos que tocaron aquella noche; los cuales se habían ido a dar conciertos por provincias; de modo que Swann no pudo enterarse de más. Tenía muchos amigos músicos; pero, aunque se acordaba perfectamente del placer especial e intraducible que le causaba la frase, y veía las formas que dibujaba, era incapaz de entonarla. Y ya dejó de preocuparle.
Or, quelques minutes à peine après que le petit pianiste avait commencé de jouer chez Mme Verdurin, tout d′un coup après une note haute longuement tenue pendant deux mesures, il vit approcher, s′échappant de sous cette sonorité prolongée et tendue comme un rideau sonore pour cacher le mystère de son incubation, il reconnut, secrète, bruissante et divisée, la phrase aérienne et odorante qu′il aimait. Et elle était si particulière, elle avait un charme si individuel et qu′aucun autre n′aurait pu remplacer, que ce fut pour Swann comme s′il eût rencontré dans un salon ami une personne qu′il avait admirée dans la rue et désespérait de jamais retrouver. À la fin, elle s′éloigna, indicatrice, diligente, parmi les ramifications de son parfum, laissant sur le visage de Swann le reflet de son sourire. Mais maintenant il pouvait demander le nom de son inconnue (on lui dit que c′était l′andante de la sonate pour piano et violon de Vinteuil), il la tenait, il pourrait l′avoir chez lui aussi souvent qu′il voudrait, essayer d′apprendre son langage et son secret.
Pues bien; apenas hacía unos minutos que el joven pianista de los Verdurin empezó a tocar, cuando, de pronto, tras una nota alta, largamente sostenida durante dos compases, reconoció, vio acercarse, escapando de detrás de aquella sonoridad prolongada y tendida como una cortina sonora para ocultar el misterio de su incubación, toda secreta, susurrante y fragmentada, la frase aérea y perfumada que le enamoraba. Tan especial era, tan individual e insustituible su encanto, que para Swann aquello fue como si se hubiera encontrado en una casa amiga con una persona que admiró en la calle y que ya no tenía esperanza de volver a ver. Por fin se marchó, diligente, guiadora, entre las ramificaciones de su fragancia y dejó en el rostro de Swann el reflejo de su sonrisa. Pero ahora ya podía preguntar el nombre de su desconocida (le dijeron que era el andante de la sonata para piano y violín, de Vinteuil), le había echado mano, podría llevársela a casa cuando quisiera , probar a descifrar su lenguaje y su misterio.
Aussi quand le pianiste eut fini, Swann s′approcha-t-il de lui pour lui exprimer une reconnaissance dont la vivacité plut beaucoup à Mme Verdurin.
Así, cuando el pianista acabó, Swann le dio las gracias tan cordialmente, que eso le agradó mucho a la señora de Verdurin.
—Quel charmeur, n′est-ce pas, dit-elle à Swann; la comprend-il assez, sa sonate, le petit misérable? Vous ne saviez pas que le piano pouvait atteindre à ça. C′est tout excepté du piano, ma parole! Chaque fois j′y suis reprise, je crois entendre un orchestre. C′est même plus beau que l′orchestre, plus complet.
-¿Es un mago, verdad? «dijo Swann.. ¡Qué modo tiene de comprender la sonata el muy bribón! ¿No sabía que el piano pudiera llegar a tanto, eh? Es todo, menos piano. Siempre caigo en el lazo y me parece que estoy oyendo una orquesta, más completo.
Le jeune pianiste s′inclina, et, souriant, soulignant les mots comme s′il avait fait un trait d′esprit:
El joven pianista hizo una inclinación, y dijo sonriente y subrayando las palabras, corno si fueran muy ingeniosas:
—«Vous êtes très indulgente pour moi», dit-il.
-Es usted muy indulgente conmigo.
Et tandis que Mme Verdurin disait à son mari: «Allons, donne-lui de l′orangeade, il l′a bien méritée», Swann racontait à Odette comment il avait été amoureux de cette petite phrase. Quand Mme Verdurin, ayant dit d′un peu loin: «Eh bien! il me semble qu′on est en train de vous dire de belles choses, Odette», elle répondit: «Oui, de très belles» et Swann trouva délicieuse sa simplicité. Cependant il demandait des renseignements sur Vinteuil, sur son œuvre, sur l′époque de sa vie où il avait composé cette sonate, sur ce qu′avait pu signifier pour lui la petite phrase, c′est cela surtout qu′il aurait voulu savoir.
Y mientras que la señora de Verdurin decía a su marido que diera al joven pianista una naranjada, porque se la tenía muy merecida, Swann estaba contando a Odette como se enamoró de aquella frase musical. Y cuando la señora de Verdurin dijo desde lejos: - Parece que le están diciendo a usted cosas bonitas, Odette, ésta contestó. Sí, muy hermosas. y a Swann lo deleitó esta sencillez. Pidió detalles relativos a Vinteuil, a sus obras, la época en que vivió y a la significación que él podría dar a la frase, que es lo que más le interesaba.
Mais tous ces gens qui faisaient profession d′admirer ce musicien (quand Swann avait dit que sa sonate était vraiment belle, Mme Verdurin s′était écriée: «Je vous crois un peu qu′elle est belle! Mais on n′avoue pas qu′on ne connaît pas la sonate de Vinteuil, on n′a pas le droit de ne pas la connaître», et le peintre avait ajouté: «Ah! c′est tout à fait une très grande machine, n′est-ce pas. Ce n′est pas si vous voulez la chose «cher» et «public», n′est-ce pas, mais c′est la très grosse impression pour les artistes»), ces gens semblaient ne s′être jamais posé ces questions car ils furent incapables d′y répondre.
Pero ninguna de aquellas personas que, al parecer, profesaban gran admiración al autor de la sonata (cuando Swann dijo que la sonata le parecía muy hermosa, la señora de Verdurin exclamó: -Vaya si es hermosa. Pero no debe uno confesar que no ha oído la sonata de Vinteuil, no hay derecho a no conocerla., a lo que añadió el pintor: -.Es una cosa enorme, verdad. No es la cosa de público bonita y tal, no; Pero para los artistas es de una emoción grande.), supo contestar a sus preguntas, sin duda porque nunca se las habían hecho ellos.
Même à une ou deux remarques particulières que fit Swann sur sa phrase préférée:
Y cuando Swann hizo una o dos observaciones concretas sobre la frase que le gustaba, dijo la señora de Verdurin:
—«Tiens, c′est amusant, je n′avais jamais fait attention; je vous dirai que je n′aime pas beaucoup chercher la petite bête et m′égarer dans des pointes d′aiguille; on ne perd pas son temps à couper les cheveux en quatre ici, ce n′est pas le genre de la maison», répondit Mme Verdurin, que le docteur Cottard regardait avec une admiration béate et un zèle studieux se jouer au milieu de ce flot d′expressions toutes faites. D′ailleurs lui et Mme Cottard avec une sorte de bon sens comme en ont aussi certaines gens du peuple se gardaient bien de donner une opinion ou de feindre l′admiration pour une musique qu′ils s′avouaient l′un à l′autre, une fois rentrés chez eux, ne pas plus comprendre que la peinture de «M. Biche». Comme le public ne connaît du charme, de la grâce, des formes de la nature que ce qu′il en a puisé dans les poncifs d′un art lentement assimilé, et qu′un artiste original commence par rejeter ces poncifs, M. et Mme Cottard, image en cela du public, ne trouvaient ni dans la sonate de Vinteuil, ni dans les portraits du peintre, ce qui faisait pour eux l′harmonie de la musique et la beauté de la peinture. Il leur semblait quand le pianiste jouait la sonate qu′il accrochait au hasard sur le piano des notes que ne reliaient pas en effet les formes auxquelles ils étaient habitués, et que le peintre jetait au hasard des couleurs sur ses toiles. Quand, dans celles-ci, ils pouvaient reconnaître une forme, ils la trouvaient alourdie et vulgarisée (c′est-à-dire dépourvue de l′élégance de l′école de peinture à travers laquelle ils voyaient dans la rue même, les êtres vivants), et sans vérité, comme si M. Biche n′eût pas su comment était construite une épaule et que les femmes n′ont pas les cheveux mauves.
-Pues, mire usted, nunca me había fijado; bien es verdad que a mí no me gusta meterme en camisa de once varas ni extraviarme en la punta de una aguja; aquí no perdemos el tiempo en pedir peras al olmo, no somos así.; mientras que el doctor Cottard la miraba desenvolverse entre aquel torrente de locuciones con admiración beatífica y estudioso fervor. Por lo demás, él y su mujer, con ese buen sentido propio de algunas lentes del pueblo, se guardaban mucho de dar una opinión o de fingir admiración cuando se trataba de una música que para ellos, según se confesaba luego mutuamente el matrimonio al volver a casa, era tan incomprensible como la pintura del señor Biche. Y es que como la gracia, lo atractivo, las formas de la naturaleza, no llegan al público más que a través de los lugares comunes de un arte lentamente asimilado, lugares comunes que todo artista original empieza por desechar, los Cottard, imagen en esto del público, no veían ni en la sonata de Vinteuil ni en los retratos del pintor lo que para ellos era armonía en música y belleza en pintura. Cuando el pianista tocaba les parecía que iba sacando al azar del piano notas que no estaban enlazadas por las formas que ellos tenían costumbre de oír, y que el pintor echaba los colores caprichosamente en el lienzo. Si alguna vez reconocían una forma en un cuadro del pintor la juzgaban pesada y vulgar (es decir, sin la elegancia consagrada por la escuela de pintura, con cuyos anteojos veían hasta a la gente que andaba por la calle) y sin ninguna veracidad, como si Biche no hubiera sabido cómo era un hombre o ignorara que las mujeres no tienen el pelo color malva
Pourtant les fidèles s′étant dispersés, le docteur sentit qu′il y avait là une occasion propice et pendant que Mme Verdurin disait un dernier mot sur la sonate de Vinteuil, comme un nageur débutant qui se jette à l′eau pour apprendre, mais choisit un moment où il n′y a pas trop de monde pour le voir:
Los fieles se dispersaron, y el doctor creyó la ocasión propicia, y, mientras la señora de Verdurin decía su última frase sobre la sonata de Vinteuil, lo mismo que un nadador principiante que se tira al agua para aprender, pero escoge un momento en que no lo pueda ver mucha gente, exclamó con brusca resolución:
—Alors, c′est ce qu′on appelle un musicien di primo cartello! s′écria-t-il avec une brusque résolution.
-.Entonces es lo que se llama un músico de primo cartello.
Swann apprit seulement que l′apparition récente de la sonate de Vinteuil avait produit une grande impression dans une école de tendances très avancées mais était entièrement inconnue du grand public.
Todo lo que pudo averiguar Swann fue que la aparición reciente de la sonata de Vinteuil causó gran impresión en una escuela musical muy avanzada, pero era enteramente desconocida del gran público.
—Je connais bien quelqu′un qui s′appelle Vinteuil, dit Swann, en pensant au professeur de piano des sœurs de ma grand′mère.
-Yo conozco a un Vinteuil «dijo Swann, acordándose del profesor de piano de las hermanas de mi abuela.
—C′est peut-être lui, s′écria Mme Verdurin.
-¡Ah!, quizá sea ése el de la sonata « exclamó la señora de Verdurin.
—Oh! non, répondit Swann en riant. Si vous l′aviez vu deux minutes, vous ne vous poseriez pas la question.
-No, no «dijo Swann riéndose., si usted lo hubiera visto, aunque sólo fuera dos minutos, no se plantearía esa cuestión.
—Alors poser la question c′est la résoudre? dit le docteur.
-Entonces, plantear la cuestión, es resolverla «dijo el doctor.
—Mais ce pourrait être un parent, reprit Swann, cela serait assez triste, mais enfin un homme de génie peut être le cousin d′une vieille bête. Si cela était, j′avoue qu′il n′y a pas de supplice que je ne m′imposerais pour que la vieille bête me présentât à l′auteur de la sonate: d′abord le supplice de fréquenter la vieille bête, et qui doit être affreux.
-Puede que sea pariente suyo «continuó Swann.; sería lamentable; pero, al fin y al cabo, un hombre genial puede muy bien tener un primo que sea un viejo estúpido. Si así fuera, yo confieso que pasaría por cualquier tormento con tal de que el viejo estúpido me presentara al autor de la sonata, y, en primer lugar, por el tormento de tratar al viejo, que debe de ser atroz.
Le peintre savait que Vinteuil était à ce moment très malade et que le docteur Potain craignait de ne pouvoir le sauver.
El pintor dijo que Vinteuil estaba por aquel entonces muy malo, y que el doctor Potain creía que no se podía salvar.
—Comment, s′écria Mme Verdurin, il y a encore des gens qui se font soigner par Potain!
-¿Pero hay todavía gente que llama a Potain ? -dijo la señora de Verdurin.
—Ah! madame Verdurin, dit Cottard, sur un ton de marivaudage, vous oubliez que vous parlez d′un de mes confères, je devrais dire un de mes maîtres.
-Señora «dijo Cottard, con tono de afectada discreción, tenga en cuenta que está usted hablando de un compañero mío, mejor dicho, de uno de mis maestros.
Le peintre avait entendu dire que Vinteuil était menacé d′aliénation mentale. Et il assurait qu′on pouvait s′en apercevoir à certains passages de sa sonate. Swann ne trouva pas cette remarque absurde, mais elle le troubla; car une œuvre de musique pure ne contenant aucun des rapports logiques dont l′altération dans le langage dénonce la folie, la folie reconnue dans une sonate lui paraissait quelque chose d′aussi mystérieux que la folie d′une chienne, la folie d′un cheval, qui pourtant s′observent en effet.
Al pintor le habían dicho que Vinteuil estaba amenazado de locura. Y afirmaba que eso podía advertirse en determinados pasajes de la sonata. A Swann no le pareció disparatada la observación, pero le perturbó mucho; porque como en una obra de música pura no se da ninguna de esas relaciones lógicas que cuando faltan en el habla de una persona indican que no está en su juicio, la locura, vista en una sonata, le parecía tan misteriosa como la locura de una perra o de un caballo, de las que suelen darse caso, a pesar de su rareza.
—Laissez-moi donc tranquille avec vos maîtres, vous en savez dix fois autant que lui, répondit Mme Verdurin au docteur Cottard, du ton d′une personne qui a le courage de ses opinions et tient bravement tête à ceux qui ne sont pas du même avis qu′elle. Vous ne tuez pas vos malades, vous, au moins!
-Vaya usted a paseo, con lo de los maestros; usted sabe diez veces más que él contestó la señora de Verdurin a Cottard, con el tono de una persona que sabe defender lo que dice y hace frente valerosamente a los que no opinan como ella. Por lo menos, usted no mata a sus enfermos.
—Mais, Madame, il est de l′Académie, répliqua le docteur d′un ton air ironique. Si un malade préfère mourir de la main d′un des princes de la science... C′est beaucoup plus chic de pouvoir dire: «C′est Potain qui me soigne.»
-Pero, señora, observe usted que es académico replicó el doctor irónicamente., y hay enfermos que prefieren morir a manos de un príncipe de la ciencia... Es muy elegante eso de poder decir que lo asiste a uno Potain.
—Ah! c′est plus chic? dit Mme Verdurin. Alors il y a du chic dans les maladies, maintenant? je ne savais pas ça... Ce que vous m′amusez, s′écria-t-elle tout à coup en plongeant sa figure dans ses mains. Et moi, bonne bête qui discutais sérieusement sans m′apercevoir que vous me faisiez monter à l′arbre.
-¡Ah, sí!, ¿conque es más elegante? ¿De modo que ahora entra en las enfermedades eso de la elegancia? No lo sabía. ¡Qué divertido es usted! «exclamó de pronto, tapándose la cara con las manos.. Y yo, tonta de mí, que estaba discutiendo seriamente sin notar que me la estaba usted dando con queso.
Quant à M. Verdurin, trouvant que c′était un peu fatigant de se mettre à rire pour si peu, il se contenta de tirer une bouffée de sa pipe en songeant avec tristesse qu′il ne pouvait plus rattraper sa femme sur le terrain de l′amabilité.
Al señor Verdurin le pareció un poco cansado echarse a reír por tan poca cosa, y se limitó a echar una bocanada de humo; pensando tristemente que nunca podría rivalizar con su esposa en el terreno de la amabilidad.
—Vous savez que votre ami nous plaît beaucoup, dit Mme Verdurin à Odette au moment où celle-ci lui souhaitait le bonsoir. Il est simple, charmant; si vous n′avez jamais à nous présenter que des amis comme cela, vous pouvez les amener.
-¿Sabe usted que su amigo nos ha sido muy simpático? - dijo la señora de Verdurin a Odette, cuando ésta se despedía. Es muy sencillo y muy agradable. Si todos los amigos que nos presente usted son así, puede traerlos cuando quiera.
M. Verdurin fit remarquer que pourtant Swann n′avait pas apprécié la tante du pianiste.
El señor Verdurin observó que Swann no había sabido apreciar a la tía del pianista.
—Il s′est senti un peu dépaysé, cet homme, répondit Mme Verdurin, tu ne voudrais pourtant pas que, la première fois, il ait déjà le ton de la maison comme Cottard qui fait partie de notre petit clan depuis plusieurs années. La première fois ne compte pas, c′était utile pour prendre langue. Odette, il est convenu qu′il viendra nous retrouver demain au Châtelet. Si vous alliez le prendre?
-Es que todavía no estaba en su centro «respondió su mujer. ¿Cómo quieres que la primera vez tenga ya el tono de la casa, como Cottard, que es de nuestro clan hace ya años? La primera vez no se cuenta, es para hacer dedos. Odette, hemos quedado en que mañana irá a buscarnos al Chatelet. ¿Por qué no va usted a recogerlo a su casa?
—Mais non, il ne veut pas.
-No, no quiere.
—Ah! enfin, comme vous voudrez. Pourvu qu′il n′aille pas lâcher au dernier moment!
-Bueno, lo que usted disponga. Pero no vaya a desertar a última hora.
À la grande surprise de Mme Verdurin, il ne lâcha jamais. Il allait les rejoindre n′importe où, quelquefois dans les restaurants de banlieue où on allait peu encore, car ce n′était pas la saison, plus souvent au théâtre, que Mme Verdurin aimait beaucoup, et comme un jour, chez elle, elle dit devant lui que pour les soirs de premières, de galas, un coupe-file leur eût été fort utile, que cela les avait beaucoup gênés de ne pas en avoir le jour de l′enterrement de Gambetta, Swann qui ne parlait jamais de ses relations brillantes, mais seulement de celles mal côtées qu′il eût jugé peu délicat de cacher, et au nombre desquelles il avait pris dans le faubourg Saint-Germain l′habitude de ranger les relations avec le monde officiel, répondit:
Con gran sorpresa de la señora de Verdurin, Swann no desertó nunca. Iba a buscarlos a cualquier parte, hasta a los restaurantes de las afueras, algunas veces aunque no muchas, porque aun no era la temporada, y, sobre todo, al teatro, que gustaba mucho a la señora de Verdurin; un día, en casa, dijo la señora que les sería muy útil para las noches de estreno y de funciones de gala un pase de libre circulación para el coche, y que le echaron mucho de menos el día del entierro de Gambetta. Swann, que nunca aludía a sus amistades de lustre, sino tan sólo a aquellas de poco precio, que le hubiera parecido poco delicado ocultar, y entre las cuales contaba, por haberse acostumbrado a juzgarlas así en los salones del barrio de Saint- Germain, sus amistades con personajes oficiales, contestó:
—Je vous promets de m′en occuper, vous l′aurez à temps pour la reprise des Danicheff, je déjeune justement demain avec le Préfet de police à l′Elysée.
-Yo le traeré a usted uno a tiempo para la reprise de los Denicheff, porque precisamente mañana almuerzo en el Elíseo y allí veré al prefecto de Policía.
—Comment ça, à l′Elysée? cria le docteur Cottard d′une voix tonnante.
-¿Cómo en el Elíseo? -gritó el doctor Cottard con voz tonante.
—Oui, chez M. Grévy, répondit Swann, un peu gêné de l′effet que sa phrase avait produit.
-Sí, estoy convidado por Grévy «contestó Swann un poco azorado por el efecto que hizo su frase.
Et le peintre dit au docteur en manière de plaisanterie:
Y el pintor dijo a Cottard en tono de broma:
—
Ça vous prend souvent? - Généralement, une fois l′explication donnée, Cottard disait: «Ah! bon, bon, ça va bien» et ne montrait plus trace d′émotion. Mais cette fois-ci, les derniers mots de Swann, au lieu de lui procurer l′apaisement habituel, portèrent au comble son étonnement qu′un homme avec qui il dînait, qui n′avait ni fonctions officielles, ni illustration d′aucune sorte, frayât avec le Chef de l′État.
-Le da a usted eso muy a menudo? Generalmente, después que le habían explicado la cosa. Cottard decía: -¡Ah!, ya, ya; está bien., y no daba más muestras de emoción. Pero aquella vez las últimas palabras de Swann, en vez de calmarlo, como de costumbre, llevaron al colmo su asombro de que una persona que cenaba a su lado, que no tenía cargo oficial, ni brillo social ninguno, se codeara con el presidente de la República.
—Comment ça, M. Grévy? vous connaissez M. Grévy? dit-il à Swann de l′air stupide et incrédule d′un municipal à qui un inconnu demande à voir le Président de la République et qui, comprenant par ces mots «à qui il a affaire», comme disent les journaux, assure au pauvre dément qu′il va être reçu à l′instant et le dirige sur l′infirmerie spéciale du dépôt.
-¿Cómo Grévy, conoce usted Grévy? «dijo a Swann con la cara estúpida e incrédula de un municipal cuando un desconocido se le acerca diciéndole que quiere ver al presidente de la República, y que al comprender por estas palabras «cuál era la clase de persona que tenía delante., como dicen los periódicos asegura al loco que lo van a recibir en seguida y lo lleva a la enfermería especial de la prevención.
—Je le connais un peu, nous avons des amis communs (il n′osa pas dire que c′était le prince de Galles), du reste il invite très facilement et je vous assure que ces déjeuners n′ont rien d′amusant, ils sont d′ailleurs très simples, on n′est jamais plus de huit à table, répondit Swann qui tâchait d′effacer ce que semblaient avoir de trop éclatant aux yeux de son interlocuteur, des relations avec le Président de la République.
-Sí, lo trato un poco. Conozco a algún amigo suyo (y no se atrevió a decir que era el príncipe de Gales) y además allí se invita a mucha gente; no tienen nada de divertido esos almuerzos, no crea usted, son muy sencillos y no suele haber más de ocho comensales - respondió Swann, que quería borrar lo deslumbrante de aquella impresión que hizo en su interlocutor el que él se tratara con el presidente de la República.
Aussitôt Cottard, s′en rapportant aux paroles de Swann, adopta cette opinion, au sujet de la valeur d′une invitation chez M. Grévy, que c′était chose fort peu recherchée et qui courait les rues. Dès lors il ne s′étonna plus que Swann, aussi bien qu′un autre, fréquentât l′Elysée, et même il le plaignait un peu d′aller à des déjeuners que l′invité avouait lui-même être ennuyeux.
Y en seguida Cottard, tomando a pie juntillas lo que dijo Swann, adoptó la cosa muy corriente opinión de que ser invitado por Grévy era cosa muy corriente y nada apetecible. Y ya no se extrañó de que Swann, ni otra persona cualquiera, fuera al Elíseo, y hasta lo compadecía por ir a aquellos almuerzos que, según propia confesión del invitado, eran aburridos.
—«Ah! bien, bien, ça va bien», dit-il sur le ton d′un douanier, méfiant tout à l′heure, mais qui, après vos explications, vous donne son visa et vous laisse passer sans ouvrir vos malles.
-Ya, ya; está bien «dijo con el tono de un aduanero que desconfiaba un momento antes y que después de las explicaciones de uno, pone el visto y le deja a uno pasar sin abrir los baúles.
—«Ah! je vous crois qu′ils ne doivent pas être amusants ces déjeuners, vous avez de la vertu d′y aller, dit Mme Verdurin, à qui le Président de la République apparaissait comme un ennuyeux particulièrement redoutable parce qu′il disposait de moyens de séduction et de contrainte qui, employés à l′égard des fidèles, eussent été capables de les faire lâcher. Il paraît qu′il est sourd comme un pot et qu′il mange avec ses doigts.»
-Ya lo creo que deben ser aburridos los tales almuerzos; ya necesita usted ánimo para ir «dijo la señora de Verdurin; porque el presidente de la República se le figuraba un pelma especialmente temible, que si llegara a emplear los medios de seducción y apremio que tenía a su disposición, con los fieles de los Verdurin, quizá los hubiera hecho desertar.. Dicen que es más sordo que una tapia y que come con los dedos.
—«En effet, alors, cela ne doit pas beaucoup vous amuser d′y aller», dit le docteur avec une nuance de commisération; et, se rappelant le chiffre de huit convives: «Sont-ce des déjeuners intimes?» demanda-t-il vivement avec un zèle de linguiste plus encore qu′une curiosité de badaud.
En efecto, no se debe usted divertir mucho «dijo el doctor con una sombra de conmiseración en la voz; y acordándose de que los invitados no eran más que ocho, preguntó vivamente, más bien movido por celo de lingüista que por curiosidad de mirón: Esos son almuerzos íntimos, ¿no?
Mais le prestige qu′avait à ses yeux le Président de la République finit pourtant par triompher et de l′humilité de Swann et de la malveillance de Mme Verdurin, et à chaque dîner, Cottard demandait avec intérêt: «Verrons-nous ce soir M. Swann? Il a des relations personnelles avec M. Grévy. C′est bien ce qu′on appelle un gentleman?» Il alla même jusqu′à lui offrir une carte d′invitation pour l′exposition dentaire.
Pero el prestigio que a sus ojos tenía el presidente de la República acabó por triunfar de la humildad de Swann y de la malevolencia de la señora Verdurin, y no se pasaba comida sin que Cottard preguntara con mucho interés: «¿Vendrá esta noche el señor Swann? Es amigo personal de Grévy. Es lo que se llama un gentleman, ¿no?. Y hasta le ofreció una tarjeta de entrada a la Exposición de Odontología.
—«Vous serez admis avec les personnes qui seront avec vous, mais on ne laisse pas entrer les chiens. Vous comprenez je vous dis cela parce que j′ai eu des amis qui ne le savaient pas et qui s′en sont mordu les doigts.»
-Puede entrar usted y las personas que lo acompañen, pero no dejan pasar perros. Ya comprenderá usted que se lo digo porque tengo amigos que no lo sabían y que luego se tiraban de los pelos.
Quant à M. Verdurin il remarqua le mauvais effet qu′avait produit sur sa femme cette découverte que Swann avait des amitiés puissantes dont il n′avait jamais parlé.
El señor Verdurin notó que a su mujer le había sentado muy mal el descubrimiento de aquellas amistades elevadas que tenía Swann y de las que no hablaba nunca.
Si l′on n′avait pas arrangé une partie au dehors, c′est chez les Verdurin que Swann retrouvait le petit noyau, mais il ne venait que le soir et n′acceptait presque jamais à dîner malgré les instances d′Odette.
Swann se reunía con el cogollito en casa de los Verdurin, a no ser que hubiera dispuesta alguna diversión fuera de casa; pero no iba más que por la noche, y casi nunca aceptaba convites para la cena, a pesar de los ruegos de Odette.
—«Je pourrais même dîner seule avec vous, si vous aimiez mieux cela», lui disait-elle.
-Si usted quiere, podemos cenar solos, si así le gusta más «decía ella.
—«Et Mme Verdurin?»
-¿Y la señora de Verdurin, qué va a decir?
—«Oh! ce serait bien simple. Je n′aurais qu′à dire que ma robe n′a pas été prête, que mon cab est venu en retard. Il y a toujours moyen de s′arranger.
-Eso es muy sencillo. Diré que no me han preparado el traje a tiempo o que mi cab ha llegado tarde. Ya nos arreglaremos.
—«Vous êtes gentille.»
-Es usted muy buena.
Mais Swann se disait que s′il montrait à Odette (en consentant seulement à la retrouver après dîner), qu′il y avait des plaisirs qu′il préférait à celui d′être avec elle, le goût qu′elle ressentait pour lui ne connaîtrait pas de longtemps la satiété. Et, d′autre part, préférant infiniment à celle d′Odette, la beauté d′une petite ouvrière fraîche et bouffie comme une rose et dont il était épris, il aimait mieux passer le commencement de la soirée avec elle, étant sûr de voir Odette ensuite. C′est pour les mêmes raisons qu′il n′acceptait jamais qu′Odette vînt le chercher pour aller chez les Verdurin. La petite ouvrière l′attendait près de chez lui à un coin de rue que son cocher Rémi connaissait, elle montait à côté de Swann et restait dans ses bras jusqu′au moment où la voiture l′arrêtait devant chez les Verdurin. A son entrée, tandis que Mme Verdurin montrant des roses qu′il avait envoyées le matin lui disait: «Je vous gronde» et lui indiquait une place à côté d′Odette, le pianiste jouait pour eux deux, la petite phrase de Vinteuil qui était comme l′air national de leur amour.
Pero Swann pensaba que, no consintiendo en verla hasta después de cenar, haría ver a Odette que existían para él otros placeres preferibles al de estar con ella, y así no se saciaría en mucho tiempo la simpatía que inspiraba a Odétte. Además, prefería con mucho a la de Odette, la belleza de una chiquita de oficio, fresca y rolliza como una rosa, de la que estaba por entonces enamorado, y le gustaba más pasar con ella las primeras horas de la noche, porque estaba seguro de que luego vería a Odette. Por lo mismo, no quería nunca que Odette fuera a buscarlo para ir a casa de los Verdurin. La obrerita esperaba a Swann cerca de su casa, en una esquina que ya conocía Rémi, el cochero; subía al coche y se estaba en los brazos de Swann hasta que el coche se paraba ante la casa de los Verdurin Al entrar, la señora le enseñaba unas rosas qué él mandó aquella mañana, diciéndole que lo iba a regañar, y le indicaba un sitio junto a Odette, mientras el pianista tocaba, dedicándosela a ellos dos, la frase de Vinteuil, que era como el himno nacional de sus amores.
Il commençait par la tenue des trémolos de violon que pendant quelques mesures on entend seuls, occupant tout le premier plan, puis tout d′un coup ils semblaient s′écarter et comme dans ces tableaux de Pieter de Hooch, qu′approfondit le cadre étroit d′une porte entr′ouverte, tout au loin, d′une couleur autre, dans le velouté d′une lumière interposée, la petite phrase apparaissait, dansante, pastorale, intercalée, épisodique, appartenant à un autre monde. Elle passait à plis simples et immortels, distribuant çà et là les dons de sa grâce, avec le même ineffable sourire; mais Swann y croyait distinguer maintenant du désenchantement. Elle semblait connaître la vanité de ce bonheur dont elle montrait la voie. Dans sa grâce légère, elle avait quelque chose d′accompli, comme le détachement qui succède au regret. Mais peu lui importait, il la considérait moins en elle-même,—en ce qu′elle pouvait exprimer pour un musicien qui ignorait l′existence et de lui et d′Odette quand il l′avait composée, et pour tous ceux qui l′entendraient dans des siècles—, que comme un gage, un souvenir de son amour qui, même pour les Verdurin que pour le petit pianiste, faisait penser à Odette en même temps qu′à lui, les unissait; c′était au point que, comme Odette, par caprice, l′en avait prié, il avait renoncé à son projet de se faire jouer par un artiste la sonate entière, dont il continua à ne connaître que ce passage. «Qu′avez-vous besoin du reste? lui avait-elle dit. C′est ça notre morceau.» Et même, souffrant de songer, au moment où elle passait si proche et pourtant à l′infini, que tandis qu′elle s′adressait à eux, elle ne les connaissait pas, il regrettait presque qu′elle eût une signification, une beauté intrinsèque et fixe, étrangère à eux, comme en des bijoux donnés, ou même en des lettres écrites par une femme aimée, nous en voulons à l′eau de la gemme, et aux mots du langage, de ne pas être faits uniquement de l′essence d′une liaison passagère et d′un être particulier.
La frase empezaba por un sostenido de trémolos en el violín, que duraban unos cuantos compases y ocupaban el primer término, hasta que, de pronto, parecía que se apartaban, y como en un cuadro de Pieter de Hooch, donde la perspectiva se ahonda a lo lejos por el marco de una puerta abierta, allá en el fondo, con color distinto y a través de la aterciopelada suavidad de una luz intermedia, aparecía la frase, bailarina, pastoril, intercalada, episódica, como cosa de otro mundo distinto. Pasaba sembrando por todas partes los dones de su gracia; los pliegues de su túnica eran sencillos e inmortales, y llevaba en los labios la misma sonrisa de siempre; pero en ella parecía que Swann percibía ahora un matiz de desencanto, como si la frase conociera lo vano de la felicidad, cuyo camino mostraba a los hombres. En su gracia ligera había algo ya consumado, algo como la indiferencia que sigue a la pena. Pero poco le importaba, porque no la consideraba en sí misma en lo que podía expresar para un músico que ignorara la existencia de Swann y de Odette cuando la creó, para todos los que la habrían de oír en siglos futuros, sino como una prenda y recuerdo de su amor, que hasta al pianista y a los Verdurin les hacía pensar en Odette, al mismo tiempo que en él, y que les servía de lazo; hasta tal punto que, cediendo al capricho de Odette, renunció a su proyecto de pedir a un músico que le tocara la sonata: entera, y siguió sin conocer más que aquel tiempo -¿Qué necesidad tiene usted de lo demás? -le había dicho Odette. El trozo nuestro es ése.. Sufría al pensar que la frase, cuando pasaba tan cerca y tan por lo infinito al mismo tiempo, aunque era para él y para Odette, no los reconocía y lamentaba que tuviera una significación y belleza intrínseca y extraña a ellos, lo mismo que sentimos que el agua de una gema que regalamos, o los vocablos de una carta de la mujer amada, sean algo más que la esencia de un amor fugaz o de un ser determinado.
Souvent il se trouvait qu′il s′était tant attardé avec la jeune ouvrière avant d′aller chez les Verdurin, qu′une fois la petite phrase jouée par le pianiste, Swann s′apercevait qu′il était bientôt l′heure qu′Odette rentrât. Il la reconduisait jusqu′à la porte de son petit hôtel, rue La Pérouse, derrière l′Arc de Triomphe. Et c′était peut-être à cause de cela, pour ne pas lui demander toutes les faveurs, qu′il sacrifiait le plaisir moins nécessaire pour lui de la voir plus tôt, d′arriver chez les Verdurin avec elle, à l′exercice de ce droit qu′elle lui reconnaissait de partir ensemble et auquel il attachait plus de prix, parce que, grâce à cela, il avait l′impression que personne ne la voyait, ne se mettait entre eux, ne l′empêchait d′être encore avec lui, après qu′il l′avait quittée.
Sucedía muchas veces que Swann se entretenía demasiado con la obrerita antes de ir a casa de los Verdurin, y cuando llegaba, apenas el pianista tocaba la frase suya, se daba cuenta de que ya pronto llegaría la hora de marcharse. Acompañaba a Odette hasta la puerta de su hotelito de la calle de La Perousse, detrás del Arco de Triunfo. Y quizá por eso, para no pedirle todos los favores de una vez, sacrificaba el placer, para él menos necesario, de verla un poco antes y llegar cuando ella a casa de los Verdurin, al ejercicio de este derecho que ella le reconocía a marcharse juntos, y que Swann estimaba más, porque, gracias a él, se hacía la ilusión de que ya nadie la veía ni se interponía entre ellos, de que ya nadie era obstáculo para que Odette siguiera con él, aun después de haberse separado.
Ainsi revenait-elle dans la voiture de Swann; un soir comme elle venait d′en descendre et qu′il lui disait à demain, elle cueillit précipitamment dans le petit jardin qui précédait la maison un dernier chrysanthème et le lui donna avant qu′il fût reparti. Il le tint serré contre sa bouche pendant le retour, et quand au bout de quelques jours la fleur fut fanée, il l′enferma précieusement dans son secrétaire.
Así, que volvían en el coche de Swann; una noche, cuando Odette acababa de bajar y estaba diciéndole adiós, cogió precipitadamente del jardincillo que precedía a la casa uno de los últimos crisantemos del año, y se lo dio a Swann, que se iba. Durante todo el camino, de vuelta a casa, lo tuvo apretado contra sus labios, y cuando, al cabo de unos días; se marchitó la flor, la guardó cuidadosamente en su secreter.
Mais il n′entrait jamais chez elle. Deux fois seulement, dans l′après-midi, il était allé participer à cette opération capitale pour elle «prendre le thé». L′isolement et le vide de ces courtes rues (faites presque toutes de petits hôtels contigus, dont tout à coup venait rompre la monotonie quelque sinistre échoppe, témoignage historique et reste sordide du temps où ces quartiers étaient encore mal famés), la neige qui était restée dans le jardin et aux arbres, le négligé de la saison, le voisinage de la nature, donnaient quelque chose de plus mystérieux à la chaleur, aux fleurs qu′il avait trouvées en entrant.
Pero nunca entraba en su casa. Sólo dos veces fue por la tarde a participar en aquella operación, para ella capital, de tomar el té.. Lo retirado y solitario de aquellas callecitas cortas (formadas casi todas por hotelitos contiguos, cuya monotonía se rompía de pronto con una casucha siniestra, testimonio histórico, sórdida ruina de una época en que esos barrios aun tenían mala fama), la nieve que todavía quedaba en el jardín y en los árboles, el desaliño con que se presenta el invierno y la cercanía del campo, aun daban mayor misterio al calor y las flores que al entrar en la casa le salían a uno al paso.
Laissant à gauche, au rez-de-chaussée surélevé, la chambre à coucher d′Odette qui donnait derrière sur une petite rue parallèle, un escalier droit entre des murs peints de couleur sombre et d′où tombaient des étoffes orientales, des fils de chapelets turcs et une grande lanterne japonaise suspendue à une cordelette de soie (mais qui, pour ne pas priver les visiteurs des derniers conforts de la civilisation occidentale s′éclairait au gaz), montait au salon et au petit salon. Ils étaient précédés d′un étroit vestibule dont le mur quadrillé d′un treillage de jardin, mais doré, était bordé dans toute sa longueur d′une caisse rectangulaire où fleurissaient comme dans une serre une rangée de ces gros chrysanthèmes encore rares à cette époque, mais bien éloignés cependant de ceux que les horticulteurs réussirent plus tard à obtenir. Swann était agacé par la mode qui depuis l′année dernière se portait sur eux, mais il avait eu plaisir, cette fois, à voir la pénombre de la pièce zébrée de rose, d′oranger et de blanc par les rayons odorants de ces astres éphémères qui s′allument dans les jours gris. Odette l′avait reçu en robe de chambre de soie rose, le cou et les bras nus. Elle l′avait fait asseoir près d′elle dans un des nombreux retraits mystérieux qui étaient ménagés dans les enfoncements du salon, protégés par d′immenses palmiers contenus dans des cache-pot de Chine, ou par des paravents auxquels étaient fixés des photographies, des nœuds de rubans et des éventails. Elle lui avait dit: «Vous n′êtes pas confortable comme cela, attendez, moi je vais bien vous arranger», et avec le petit rire vaniteux qu′elle aurait eu pour quelque invention particulière à elle, avait installé derrière la tête de Swann, sous ses pieds, des coussins de soie japonaise qu′elle pétrissait comme si elle avait été prodigue de ces richesses et insoucieuse de leur valeur.
En el piso bajo, de nivel superior al de la calle, se dejaba a la izquierda la alcoba de Odette, que daba a una callecita paralela de la parte de atrás, y una escalera recta, con paredes pintadas en tono sombrío, adornadas con telas orientales, hilos de rosarios turcos y un gran farol japonés pendiente de un cordoncito de seda (pero que para no privar a los visitantes de las comodidades más recientes de la civilización occidental, ocultaba un mechero de gas), llevaba a la sala y a la salita. Precedía a estas habitaciones un estrecho recibimiento, con la pared cuadriculada por un enrejado de jardín, pero dorado, y que tenía por todo alrededor unos cajones rectangulares, donde aun florecían, lo mismo que en un invernadero, filas de esos grandes crisantemos, en aquella época muy notables, pero que no llegaban, ni con mucho, a los que más adelante lograrían obtener los horticultores. A Swann le molestaba que estuvieran de moda aquellas flores desde el año antes; pero esta vez le agradó ver la penumbra de la habitación de rosa, de naranja y de blanco, rayada cual piel de cebra, por los fragrantes resplandores de esos astros efímeros que se encienden en los días grises. Odette lo recibió vestida con una bata color rosa, con el cuello y los brazos al aire. Lo invitó a sentarse a su lado; en uno de los muchos misteriosos retiros dispuestos en los huecos y rincones del salón, protegidos por grandes palmeras, colocadas en maceteras chinas, o por biombos, adornados con retratos, lazos y abanicos. Le dijo: «Así no está usted bien; yo lo acomodaré.; y con una risita vanidosa, como si se le hubiera ocurrido una invención notable, colocó tras la cabeza de Swann, y a sus pies, almohadones de seda japonesa, apretujándolos con la mano, como prodigando aquellas riquezas e indiferente a su valor.
Mais quand le valet de chambre était venu apporter successivement les nombreuses lampes qui, presque toutes enfermées dans des potiches chinoises, brûlaient isolées ou par couples, toutes sur des meubles différents comme sur des autels et qui dans le crépuscule déjà presque nocturne de cette fin d′après-midi d′hiver avaient fait reparaître un coucher de soleil plus durable, plus rose et plus humain,—faisant peut-être rêver dans la rue quelque amoureux arrêté devant le mystère de la présence que décelaient et cachaient à la fois les vitres rallumées—, elle avait surveillé sévèrement du coin de l′œil le domestique pour voir s′il les posait bien à leur place consacrée. Elle pensait qu′en en mettant une seule là où il ne fallait pas, l′effet d′ensemble de son salon eût été détruit, et son portrait, placé sur un chevalet oblique drapé de peluche, mal éclairé. Aussi suivait-elle avec fièvre les mouvements de cet homme grossier et le réprimanda-t-elle vivement parce qu′il avait passé trop près de deux jardinières qu′elle se réservait de nettoyer elle-même dans sa peur qu′on ne les abîmât et qu′elle alla regarder de près pour voir s′il ne les avait pas écornées.
Pero cuando el ayuda de cámara fue trayendo sucesivamente numerosas lámparas que, contenidas casi todas en cacharros de China, ardían sueltas o por parejas en distintos muebles, como en otros tantos altares, y que en el crepúsculo, ya casi noche, de aquella tarde de invierno, reavivaron una puesta de sol más rosada, duradera y humana que la otra y quizá en la calle hacían pararse a algún enamorado soñando en el misterio que delataban y celaban a la vez las encendidas vidrieras, Odette no dejó de mirar al criado con el rabillo del ojo, para ver si las colocaba exactamente en su sitio consagrado. Se imaginaba que poniendo una lámpara en el lugar que no le correspondía, el efecto de conjunto de su salón se habría deshecho; su retrato, colocado en un caballete oblicuo y encuadrado con peluche, no tendría buena luz. Siguió febrilmente con la mirada las idas y venidas de aquel hombre ordinario, y lo regañó ásperamente por pasar muy cerca de dos jardineras que no tocaba nadie más que ella, por miedo a que se las rompieran; jardineras que fue a examinar en seguida, para ver si el criado les había hecho algo.
Elle trouvait à tous ses bibelots chinois des formes «amusantes», et aussi aux orchidées, aux catleyas surtout, qui étaient, avec les chrysanthèmes, ses fleurs préférées, parce qu′ils avaient le grand mérite de ne pas ressembler à des fleurs, mais d′être en soie, en satin. «Celle-là a l′air d′être découpée dans la doublure de mon manteau», dit-elle à Swann en lui montrant une orchidée, avec une nuance d′estime pour cette fleur si «chic», pour cette sœur élégante et imprévue que la nature lui donnait, si loin d′elle dans l′échelle des êtres et pourtant raffinée, plus digne que bien des femmes qu′elle lui fit une place dans son salon. En lui montrant tour à tour des chimères à langues de feu décorant une potiche ou brodées sur un écran, les corolles d′un bouquet d′orchidées, un dromadaire d′argent niellé aux yeux incrustés de rubis qui voisinait sur la cheminée avec un crapaud de jade, elle affectait tour à tour d′avoir peur de la méchanceté, ou de rire de la cocasserie des monstres, de rougir de l′indécence des fleurs et d′éprouver un irrésistible désir d′aller embrasser le dromadaire et le crapaud qu′elle appelait: «chéris». Et ces affectations contrastaient avec la sincérité de certaines de ses dévotions, notamment à Notre-Dame du Laghet qui l′avait jadis, quand elle habitait Nice, guérie d′une maladie mortelle et dont elle portait toujours sur elle une médaille d′or à laquelle elle attribuait un pouvoir sans limites. Odette fit à Swann «son» thé, lui demanda:
Todas las formas de sus cacharritos chinos le parecían «graciosas., y lo mismo las orquídeas y las catleyas, que eran con los crisantemos sus flores favoritas, porque tenían el raro mérito de no parecer flores, sino cosa de seda e satén. Esta parece que está hecha del forro de mi abrigo., dijo a Swann, enseñándole una orquídea, y con una inflexión de cariño hacia esa flor tan chic, hacia esa hermana elegante e imprevista que la naturaleza le daba, tan lejos de ella en la escala de los seres y, sin embargo, tan refinada y mucho más digna que tantas mujeres de tener un sitio en su salón. Le fue enseñando quimeras con lenguas de fuego, pintadas en un cacharro o bordadas en una pantalla de chimenea; las corolas de un ramo de orquídeas; un dromedario de plata nielada, con los ojos incrustados de rubíes, que en la chimenea era vecino de un sapo de jade; y afectaba, ya temor a la maldad de los monstruos o risa por su fealdad, ya rubor por la indecencia de las flores, ya irresistible deseo de besar al dromedario y al sapo, a los que llamaba «ricos.. Contrastaban esos fingimientos con lo sincero de algunas devociones suyas, especialmente la que tenía a Nuestra Señora del Laghet, que hacía mucho tiempo, cuando ella vivía en Niza, la salvó de una enfermedad mortal; y llevaba siempre encima una medalla de oro con la imagen de esa virgen, a la que atribuía un poder sin límites. Odette hizo a Swann su té, y le preguntó:
«Citron ou crème?» et comme il répondit «crème», lui dit en riant: «Un nuage!» Et comme il le trouvait bon: «Vous voyez que je sais ce que vous aimez.» Ce thé en effet avait paru à Swann quelque chose de précieux comme à elle-même et l′amour a tellement besoin de se trouver une justification, une garantie de durée, dans des plaisirs qui au contraire sans lui n′en seraient pas et finissent avec lui, que quand il l′avait quittée à sept heures pour rentrer chez lui s′habiller, pendant tout le trajet qu′il fit dans son coupé, ne pouvant contenir la joie que cet après-midi lui avait causée, il se répétait: «Ce serait bien agréable d′avoir ainsi une petite personne chez qui on pourrait trouver cette chose si rare, du bon thé.» Une heure après, il reçut un mot d′Odette, et reconnut tout de suite cette grande écriture dans laquelle une affectation de raideur britannique imposait une apparence de discipline à des caractères informes qui eussent signifié peut-être pour des yeux moins prévenus le désordre de la pensée, l′insuffisance de l′éducation, le manque de franchise et de volonté. Swann avait oublié son étui à cigarettes chez Odette. «Que n′y avez-vous oublié aussi votre cœur, je ne vous aurais pas laissé le reprendre.»
-¿Con limón, o con leche?; y cuando él contestó que con leche, ella replicó: -Una nube, ¿eh?.. Swann dijo que el té estaba muy bueno, y ella entonces: -¿Ve usted cómo yo sé lo que le gusta.. En efecto, aquel té le pareció a Swann, lo mismo que a ella, una cosa exquisita, y tal es la necesidad que el amor tiene de encontrar justificación y garantía de duración en placeres, que, por el contrario, sin él no lo serían y que terminan donde él acaba, que cuando Swann se marchó a su casa, a las siete, para vestirse, durante todo el camino que recorrió el coche no pudo contener la alegría que había recibido aquella tarde, e iba repitiéndose: -¡Qué agradable debe de ser tener una persona así, que le pueda dar a uno en su casa esa cosa tan rara que es un buen té!. Una hora más tarde recibió una esquela de Odette; conoció en seguida aquella letra grande, que, con su afectación de rigidez británica, imponía una apariencia de disciplina a caracteres informes, donde unos ojos menos apasionados quizá hubieran visto desorden de ideas, insuficiencia de educación y falta de franqueza y de carácter. Swann se había dejado la pitillera en casa de Odette. ¡Ah! ¡Si se hubiera usted dejado el corazón! Entonces no se lo habría devuelto.
Une seconde visite qu′il lui fit eut plus d′importance peut-être. En se rendant chez elle ce jour-là comme chaque fois qu′il devait la voir d′avance, il se la représentait; et la nécessité où il était pour trouver jolie sa figure de limiter aux seules pommettes roses et fraîches, les joues qu′elle avait si souvent jaunes, languissantes, parfois piquées de petits points rouges, l′affligeait comme une preuve que l′idéal est inaccessible et le bonheur médiocre. Il lui apportait une gravure qu′elle désirait voir. Elle était un peu souffrante; elle le reçut en peignoir de crêpe de Chine mauve, ramenant sur sa poitrine, comme un manteau, une étoffe richement brodée. Debout à côté de lui, laissant couler le long de ses joues ses cheveux qu′elle avait dénoués, fléchissant une jambe dans une attitude légèrement dansante pour pouvoir se pencher sans fatigue vers la gravure qu′elle regardait, en inclinant la tête, de ses grands yeux, si fatigués et maussades quand elle ne s′animait pas, elle frappa Swann par sa ressemblance avec cette figure de Zéphora, la fille de Jéthro, qu′on voit dans une fresque de la chapelle Sixtine. Swann avait toujours eu ce goût particulier d′aimer à retrouver dans la peinture des maîtres non pas seulement les caractères généraux de la réalité qui nous entoure, mais ce qui semble au contraire le moins susceptible de généralité, les traits individuels des visages que nous connaissons: ainsi, dans la matière d′un buste du doge Loredan par Antoine Rizzo, la saillie des pommettes, l′obliquité des sourcils, enfin la ressemblance criante de son cocher Rémi; sous les couleurs d′un Ghirlandajo, le nez de M. de Palancy; dans un portrait de Tintoret, l′envahissement du gras de la joue par l′implantation des premiers poils des favoris, la cassure du nez, la pénétration du regard, la congestion des paupières du docteur du Boulbon. Peut-être ayant toujours gardé un remords d′avoir borné sa vie aux relations mondaines, à la conversation, croyait-il trouver une sorte d′indulgent pardon à lui accordé par les grands artistes, dans ce fait qu′ils avaient eux aussi considéré avec plaisir, fait entrer dans leur œuvre, de tels visages qui donnent à celle-ci un singulier certificat de réalité et de vie, une saveur moderne; peut-être aussi s′était-il tellement laissé gagner par la frivolité des gens du monde qu′il éprouvait le besoin de trouver dans une œuvre ancienne ces allusions anticipées et rajeunissantes à des noms propres d′aujourd′hui. Peut-être au contraire avait-il gardé suffisamment une nature d′artiste pour que ces caractéristiques individuelles lui causassent du plaisir en prenant une signification plus générale, dès qu′il les apercevait déracinées, délivrées, dans la ressemblance d′un portrait plus ancien avec un original qu′il ne représentait pas. Quoi qu′il en soit et peut-être parce que la plénitude d′impressions qu′il avait depuis quelque temps et bien qu′elle lui fût venue plutôt avec l′amour de la musique, avait enrichi même son goût pour la peinture, le plaisir fut plus profond et devait exercer sur Swann une influence durable, qu′il trouva à ce moment-là dans la ressemblance d′Odette avec la Zéphora de ce Sandro di Mariano auquel on ne donne plus volontiers son surnom populaire de Botticelli depuis que celui-ci évoque au lieu de l′œuvre véritable du peintre l′idée banale et fausse qui s′en est vulgarisée. Il n′estima plus le visage d′Odette selon la plus ou moins bonne qualité de ses joues et d′après la douceur purement carnée qu′il supposait devoir leur trouver en les touchant avec ses lèvres si jamais il osait l′embrasser, mais comme un écheveau de lignes subtiles et belles que ses regards dévidèrent, poursuivant la courbe de leur enroulement, rejoignant la cadence de la nuque à l′effusion des cheveux et à la flexion des paupières, comme en un portrait d′elle en lequel son type devenait intelligible et clair.
Todavía fue más importante una segunda visita que Swann hizo a Odette. Al ir aquel día a su casa, se la iba representando con la imaginación, como acostumbraba hacer siempre que tenía que verla; y aquella necesidad en que se veía para que su cara le pudiera parecer bonita, de limitarla a los pómulos frescos y rosados, a las mejillas, que a menudo tenía amarillentas y cansadas, y que salpicaban unas manchitas encarnadas, lo afligía como prueba de lo inasequible del ideal y lo mediocre de la felicidad. Aquel día lo llevaba un grabado que Odette quería ver. Estaba un poco indispuesta y lo recibió en bata de crespón de China color malva; y con una rica tela bordada que le cubría el pecho a modo de abrigo. + De pie, junto a él, dejando resbalar por sus mejillas el pelo que llevaba suelto, con una pierna doblada en actitud levemente danzarina, para poder inclinarse sin molestia hacia el grabado que estaba mirando; la cabeza inclinada, con sus grandes ojos tan cansados y ásperos si no les prestaba su brillo la animación, chocó a Swann por el parecido que ofrecía con la figura de Céfora, hija de Jetro, que hay en un fresco de la Sixtina. Swann siempre tuvo afición a buscar en los cuadros de los grandes pintores, no sólo los caracteres generales de la realidad que nos rodea, sino aquello que, por el contrario, parece menos susceptible de generalidad, es decir, los rasgos fisonómicos individuales de personas conocidas nuestras; y así, reconocía en la materia de un busto del dux Loredano, de Antonio Rizzo, los pómulos salientes, las cejas oblicuas de su cochero Rémi, con asombroso parecido; veía la nariz del señor de Palancy con colores de Ghirlandaio; y en un retrato del Tintoreto, el carrillo invadido por los primeros pelos de las patillas, la desviación de la nariz, el mirar penetrante y los párpados congestionados del doctor du Boulbon le saltaban a los ojos. Quizá, como tuvo siempre remordimientos de haber limitado su vida a las relaciones mundanas y a la conversación, veía como una especie de indulgente perdón que le concedían los grandes artistas en el hecho de que también ellos contemplaron con gusto e introdujeron en sus cuadros esas caras que prestan a su obra tan singular testimonio de realidad y de vida, un sabor moderno; o quizá era que estaba tan dominado por la frivolidad mundana, que sentía la necesidad de buscar en una obra antigua esas alusiones anticipadas, rejuvenecedoras, a nombres propios de hoy. O, por el contrario, acaso tenía bastante temperamento de artista para que aquellas características individuales le agradaran por adquirir más amplia significación, en cuanto las contemplaba libres y sueltas, en el parecido de un retrato antiguo con un original que no aspiraba a representar. Sea como fuere, y quizá porque la plenitud de impresiones que desde algún tiempo gozaba, aunque le llegó por amor de la música, acreció también su afición a la pintura, encontró un placer profundísimo y llamado a tener en su vida duradera influencia, en el parecido de Odette con la Céfora de ese Sandro di Mariano, que ya no nos gusta llamar con su popular apodo de Botticelli, desde que este nombre evoca, en lugar de la verdadera obra del artista, la idea falsa y superficial que el vulgo tiene de él. Ya no estimó la cara de Odette por la mejor o peor cualidad de sus mejillas, y por la suavidad puramente carnosa que creía Swann que iba a encontrar en ellas al tocarlas con sus labios, si alguna vez se atrevía a besarla, sino que la consideró como un ovillo de sutiles y hermosas líneas que él devanaba con la mirada, siguiendo las curvas en que se arrollaban, enlazando la cadencia de la nuca con la efusión del pelo y la flexión de los párpados, como lo haría en un retrato de ella, en que su tipo se hiciera inteligible y claro.
Il la regardait; un fragment de la fresque apparaissait dans son visage et dans son corps, que dès lors il chercha toujours à y retrouver soit qu′il fût auprès d′Odette, soit qu′il pensât seulement à elle, et bien qu′il ne tînt sans doute au chef-d′œuvre florentin que parce qu′il le retrouvait en elle, pourtant cette ressemblance lui conférait à elle aussi une beauté, la rendait plus précieuse. Swann se reprocha d′avoir méconnu le prix d′un être qui eût paru adorable au grand Sandro, et il se félicita que le plaisir qu′il avait à voir Odette trouvât une justification dans sa propre culture esthétique. Il se dit qu′en associant la pensée d′Odette à ses rêves de bonheur il ne s′était pas résigné à un pis-aller aussi imparfait qu′il l′avait cru jusqu′ici, puisqu′elle contentait en lui ses goûts d′art les plus raffinés. Il oubliait qu′Odette n′était pas plus pour cela une femme selon son désir, puisque précisément son désir avait toujours été orienté dans un sens opposé à ses goûts esthétiques. Le mot d′«œuvre florentine» rendit un grand service à Swann. Il lui permit, comme un titre, de faire pénétrer l′image d′Odette dans un monde de rêves, où elle n′avait pas eu accès jusqu′ici et où elle s′imprégna de noblesse. Et tandis que la vue purement charnelle qu′il avait eue de cette femme, en renouvelant perpétuellement ses doutes sur la qualité de son visage, de son corps, de toute sa beauté, affaiblissait son amour, ces doutes furent détruits, cet amour assuré quand il eut à la place pour base les données d′une esthétique certaine; sans compter que le baiser et la possession qui semblaient naturels et médiocres s′ils lui étaient accordés par une chair abîmée, venant couronner l′adoration d′une pièce de musée, lui parurent devoir être surnaturels et délicieux.
La miraba; en su rostro, en su cuerpo, se aparecía un fragmento del fresco de Botticelli, y ya siempre iba a buscarlo allí, ora estuviera con Odette, ora pensara en ella, y aunque no le gustaba evidentemente el fresco florentino más que por parecerse a Odette, sin embargo, este parecido la revestía a ella de mayor y más valiosa belleza. A Swann le remordió el haber desconocido por un momento el valor de un ser que el gran Sandro habría adorado, y se felicitó de que el placer que sentía al ver a Odette tuviera justificación en su propia cultura estética. Se dijo que al asociar la idea de Odette a sus ilusiones de dicha, no se resignaba por falta de otra mejor a una cosa tan imperfecta como hasta entonces creyera, puesto que en ella encerraba su más refinado gusto artístico. Olvidábase de que no por eso era Odette mujer más conforme a su deseo, porque precisamente su deseo siempre estuvo orientado en dirección opuesta a sus aficiones estéticas. Aquellas dos palabras, obra florentina., hicieron a Swann un gran favor. Ellas abrieron para Odette, como un título nobiliario, las puertas de un mundo de sueños, que hasta entonces le estaba cerrado, y donde se revistió de nobleza. Y mientras que la visión puramente camal que hasta entonces tuviera de aquella mujer, al renovar perpetuamente sus dudas sobre la calidad de su rostro y de su cuerpo, de su total belleza, debilitaban su amor a ella, se disiparon esas dudas y se afirmó aquel amor cuando tuvo por base los datos de una estética concreta, sin contar con que el beso y la Posesión, que parecían cosas naturales y mediocres, si eran don de una carne marchita, cuando eran corona que remataba la contemplación de una obra de museo, debían ser placer sobrenatural y delicioso.
Et quand il était tenté de regretter que depuis des mois il ne fît plus que voir Odette, il se disait qu′il était raisonnable de donner beaucoup de son temps à un chef-d′œuvre inestimable, coulé pour une fois dans une matière différente et particulièrement savoureuse, en un exemplaire rarissime qu′il contemplait tantôt avec l′humilité, la spiritualité et le désintéressement d′un artiste, tantôt avec l′orgueil, l′égoe et la sensualité d′un collectionneur.
Y cuando se inclinaba a lamentar que hacía meses no tenía más ocupación que ver a Odette, decíase que era cosa lógica dedicar mucho tiempo a una inestimable obra maestra, fundida por esta vez en material distinto, y particularmente sabroso, en un rarísimo ejemplar que él contemplaba ya con humildad, espiritualismo y desinterés de artista, ya con orgullo, egoísmo y sensualidad de coleccionista.
Il plaça sur sa table de travail, comme une photographie d′Odette, une reproduction de la fille de Jéthro. Il admirait les grands yeux, le délicat visage qui laissait deviner la peau imparfaite, les boucles merveilleuses des cheveux le long des joues fatiguées, et adaptant ce qu′il trouvait beau jusque-là d′une façon esthétique à l′idée d′une femme vivante, il le transformait en mérites physiques qu′il se félicitait de trouver réunis dans un être qu′il pourrait posséder. Cette vague sympathie qui nous porte vers un chef-d′œuvre que nous regardons, maintenant qu′il connaissait l′original charnel de la fille de Jéthro, elle devenait un désir qui suppléa désormais à celui que le corps d′Odette ne lui avait pas d′abord inspiré. Quand il avait regardé longtemps ce Botticelli, il pensait à son Botticelli à lui qu′il trouvait plus beau encore et approchant de lui la photographie de Zéphora, il croyait serrer Odette contre son cœur.
Colocó, encima de su mesa de trabajo, una reproducción de la Céfora, como si fuera una fotografía de Odette. Admiraba los ojos grandes, el rostro delicado, donde se adivinaba la imperfección del cutis, los maravillosos bucles en que caía el pelo por las cansadas mejillas, y adaptando lo que hasta entonces le parecía hermoso de modo estético a la idea de una mujer de verdad, lo transformaba en méritos físicos que se felicitaba de encontrar todos juntos en un ser que podía ser suyo. Esa vaga simpatía que nos atrae hacia la obra maestra que estamos mirando, ahora que él conocía el original de carne de la Céfora, se convertía en deseo, que suplía al que no supo inspirarle al principio el cuerpo de Odette. Cuando se estaba mucho rato mirando al Botticelli, pensaba luego en el Botticelli suyo, que le parecía aún más hermoso, y al apretar contra el pecho la fotografía de Céfora, se le figuraba que abrazaba a Odette.
Et cependant ce n′était pas seulement la lassitude d′Odette qu′il s′ingéniait à prévenir, c′était quelquefois aussi la sienne propre; sentant que depuis qu′Odette avait toutes facilités pour le voir, elle semblait n′avoir pas grand′chose à lui dire, il craignait que les façons un peu insignifiantes, monotones, et comme définitivement fixées, qui étaient maintenant les siennes quand ils étaient ensemble, ne finissent par tuer en lui cet espoir romanesque d′un jour où elle voudrait déclarer sa passion, qui seul l′avait rendu et gardé amoureux. Et pour renouveler un peu l′aspect moral, trop figé, d′Odette, et dont il avait peur de se fatiguer, il lui écrivait tout d′un coup une lettre pleine de déceptions feintes et de colères simulées qu′il lui faisait porter avant le dîner. Il savait qu′elle allait être effrayée, lui répondre et il espérait que dans la contraction que la peur de le perdre ferait subir à son âme, jailliraient des mots qu′elle ne lui avait encore jamais dits; et en effet c′est de cette façon qu′il avait obtenu les lettres les plus tendres qu′elle lui eût encore écrites dont l′une, qu′elle lui avait fait porter à midi de la «Maison Dorée» (c′était le jour de la fête de Paris-Murcie donnée pour les inondés de Murcie), commençait par ces mots: «Mon ami, ma main tremble si fort que je peux à peine écrire», et qu′il avait gardée dans le même tiroir que la fleur séchée du chrysanthème. Ou bien si elle n′avait pas eu le temps de lui écrire, quand il arriverait chez les Verdurin, elle irait vivement à lui et lui dirait: «J′ai à vous parler», et il contemplerait avec curiosité sur son visage et dans ses paroles ce qu′elle lui avait caché jusque-là de son cœur.
Y no sólo era el posible cansancio de Odette el que Swann se ingeniaba en prevenir, sino el propio cansancio suyo; sentía que desde que Odette podía verlo con toda clase de facilidades, ya no tenía tantas cosas que decirle como antes, y tenía miedo de que sus modales, un tanto insignificantes y monótonos, sin movilidad ya, que ahora adoptaba Odette cuando estaban juntos, no acabaran por matar en él esa esperanza romántica de un día en que ella le declarara su pasión, esperanza que era el motivo y la razón de existencia de su amar. Y para renovar algo el aspecto moral, harto parado, de Odette, y que tenía miedo que lo cansara, de pronto le escribía una carta llena de fingidas desilusiones y de cóleras simuladas, y se la mandaba antes de la cena. Sabía Swann que Odette se asustaría, que iba a contestar, y esperaba que de aquella, contracción que sufriría el alma de Odette, por miedo a perderlo, brotarían palabras que nunca le había dicho; y, en efecto, así es como logró las cartas más cariñosas de Odette, una de ellas, aquella que le mandó Odette desde la «Maison Dorée (precisamente el día de la fiesta París-Murcia, a beneficio de los damnificados por las inundaciones de Murcia), y que empezaba por estas palabras: -Amigo, me tiembla tanto la mano, que apenas si puedo escribir, carta que guardó Swann en el mismo cajón que el crisantemo seco. Y si no había tenido tiempo de escribirle al llegar aquella noche a casa de los Verdurin, le saldría al encuentro en seguida, para decirle: -Tenemos que hablar; y mientras, él contemplaría ávidamente en su rostro y en sus palabras algo no visto hasta entonces, un escondrijo de su corazón que hasta entonces le había ocultado.
Rien qu′en approchant de chez les Verdurin quand il apercevait, éclairées par des lampes, les grandes fenêtres dont on ne fermait jamais les volets, il s′attendrissait en pensant à l′être charmant qu′il allait voir épanoui dans leur lumière d′or. Parfois les ombres des invités se détachaient minces et noires, en écran, devant les lampes, comme ces petites gravures qu′on intercale de place en place dans un abat-jour translucide dont les autres feuillets ne sont que clarté. Il cherchait à distinguer la silhouette d′Odette. Puis, dès qu′il était arrivé, sans qu′il s′en rendit compte, ses yeux brillaient d′une telle joie que M. Verdurin disait au peintre: «Je crois que ça chauffe.» Et la présence d′Odette ajoutait en effet pour Swann à cette maison ce dont n′était pourvue aucune de celles où il était reçu: une sorte d′appareil sensitif, de réseau nerveux qui se ramifiait dans toutes les pièces et apportait des excitations constantes à son cœur.
Ya al acercarse a casa de los Verdurin, cuando veía las grandes ventanas iluminadas por la luz de las lámparas no se cerraban nunca, las maderas, se enternecía al pensar en aquel ser encantador que iba a ver en medio de esa luz dorada. A veces, las sombras de los invitados se destacaban negras, esbeltas, recortadas, al pasar por delante de las lámparas, como esos grabaditos intercalados en la tela transparente de una pantalla. Buscaba la silueta de Odette. Y en cuanto llegaba, sin darse cuenta, se le encendía la mirada con tal alegría, que el señor Verdurin decía al pintor: -Amigo, esto está que arde. Y, en efecto, la presencia de Odette daba para Swann a la casa de los Verdurin una cosa que no podía hallar en ninguna de las demás adonde iba: una especie de aparato sensitivo, de sistema nervioso que se ramificaba por todas las habitaciones y lanzaba constantes excitaciones hasta su corazón
Ainsi le simple fonctionnement de cet organisme social qu′était le petit «clan» prenait automatiquement pour Swann des rendez-vous quotidiens avec Odette et lui permettait de feindre une indifférence à la voir, ou même un désir de ne plus la voir, qui ne lui faisait pas courir de grands risques, puisque, quoi qu′il lui eût écrit dans la journée, il la verrait forcément le soir et la ramènerait chez elle.
Así, el sencillo funcionamiento de aquel organismo social que era el «clan. de los Verdurin, proporcionaba a Swann citas diarias con Odette, y gracias a él podía fingir que le era indiferente el verla, o que no quería verla, sin que esto le expusiera a grave riesgo, porque aunque le escribiera durante el día, siempre estaba seguro de verla por la noche en casa, de los Verdurin y acompañarla a casa.
Mais une fois qu′ayant songé avec maussaderie à cet inévitable retour ensemble, il avait emmené jusqu′au bois sa jeune ouvrière pour retarder le moment d′aller chez les Verdurin, il arriva chez eux si tard qu′Odette, croyant qu′il ne viendrait plus, était partie. En voyant qu′elle n′était plus dans le salon, Swann ressentit une souffrance au cœur; il tremblait d′être privé d′un plaisir qu′il mesurait pour la première fois, ayant eu jusque-là cette certitude de le trouver quand il le voulait, qui pour tous les plaisirs nous diminue ou même nous empêche d′apercevoir aucunement leur grandeur.
Pero un día en que pensó sin gusto en aquel inevitable retorno con ella, llevó hasta el bosque de Boulogne a su obrerita para retrasar el momento de ir a casa de los Verdurin, y llegó allí tan tarde que Odette, creyendo que aquella noche ya no iría Swann; se había marchado. Cuando vio que no estaba en el salón, Swann sintió un dolor en el corazón; temblaba al verse privado de un placer cuya magnitud medía ahora por vez primera porque hasta entonces había estado seguro de tenerle cuando quisiera, cosa ésta que no nos deja apreciar nunca lo que vale un placer.
—«As-tu vu la tête qu′il a fait quand il s′est aperçu qu′elle n′était pas là? dit M. Verdurin à sa femme, je crois qu′on peut dire qu′il est pincé!»
-¿Has visto la cara que puso cuando vio que Odette no estaba? -dijo Verdurin a su mujer. Me parece que está cogido.
—«La tête qu′il a fait?» demanda avec violence le docteur Cottard qui, étant allé un instant voir un malade, revenait chercher sa femme et ne savait pas de qui on parlait.
-¿La cara que ha puesto? «preguntó bruscamente el doctor Cottard, que no sabía de quién estaban hablando, porque había salido un momento para ver a un enfermo, y que ahora volvía a recoger a su mujer.
—«Comment vous n′avez pas rencontré devant la porte le plus beau des Swann»?
-¿Cómo, no se ha encontrado usted en la puerta a un Swann magnífico?
—«Non. M. Swann est venu»?
-No. ¿Ha venido el señor Swann?
—Oh! un instant seulement. Nous avons eu un Swann très agité, très nerveux. Vous comprenez, Odette était partie.
-.Sí, pero un momento nada más; un Swann muy agitado y muy nervioso. Es que ya se había marchado Odette, ¿sabe usted?
—«Vous voulez dire qu′elle est du dernier bien avec lui, qu′elle lui a fait voir l′heure du berger», dit le docteur, expérimentant avec prudence le sens de ces expressions.
«Quiere usted decir que están a partir un piñón y que ella le ha enseñado lo que es la hora del pastor, ¿eh? «dijo el doctor probando prudentemente el sentido de esas locuciones.
—«Mais non, il n′y a absolument rien, et entre nous, je trouve qu′elle a bien tort et qu′elle se conduit comme une fameuse cruche, qu′elle est du reste.»
-No; yo creo que no hay nada entre ellos, y me parece que Odette hace mal y se está portando como lo que es, como un alma de cántaro.
—«Ta, ta, ta, dit M. Verdurin, qu′est-ce que tu en sais qu′il n′y a rien, nous n′avons pas été y voir, n′est-ce pas.»
-¡Bah, bah, bah! «dijo el señor Verdurin, ¡qué sabes tú si hay o no hay!; nosotros no hemos estado allí mirando si había o no.
—«A moi, elle me l′aurait dit, répliqua fièrement Mme Verdurin. Je vous dis qu′elle me raconte toutes ses petites affaires! Comme elle n′a plus personne en ce moment, je lui ai dit qu′elle devrait coucher avec lui. Elle prétend qu′elle ne peut pas, qu′elle a bien eu un fort béguin pour lui mais qu′il est timide avec elle, que cela l′intimide à son tour, et puis qu′elle ne l′aime pas de cette manière-là, que c′est un être idéal, qu′elle a peur de déflorer le sentiment qu′elle a pour lui, est-ce que je sais, moi. Ce serait pourtant absolument ce qu′il lui faut.»
-Es que me lo habría dicho Odette -replicó orgullosamente la señora de Verdurin.. Me cuenta todas sus historias. Como en este momento no tiene a nadie, yo le he aconsejado que duerman juntos. Pero dice que no puede, que Swann le gusta, pero que está muy corto con ella y eso la azora a ella también; además, dice que ella no lo quiere de esa manera, que es un ser ideal, que tiene miedo a desflorar su cariño por Swann, en fin, yo no sé cuántas cosas. Y yo creo, a pesar de todo, que es lo que le conviene.
—«Tu me permettras de ne pas être de ton avis, dit M. Verdurin, il ne me revient qu′à demi ce monsieur; je le trouve poseur.»
-Yo no soy enteramente de tu misma opinión; no me acaba de gustar ese caballero: me parece que le gusta darse tono.
Mme Verdurin s′immobilisa, prit une expression inerte comme si elle était devenue une statue, fiction qui lui permit d′être censée ne pas avoir entendu ce mot insupportable de poseur qui avait l′air d′impliquer qu′on pouvait «poser» avec eux, donc qu′on était «plus qu′eux».
La señora de Verdurin se quedó muy quieta y adoptó una expresión inerte, como si se hubiera cambiado en estatua, ficción con la que dio a entender que no había oído aquella frase insoportable de darse tono, frase que parecía implicar que era posible darse tono. con ellos, es decir, que había alguien que era más que ellos.
—«Enfin, s′il n′y a rien, je ne pense pas que ce soit que ce monsieur la croit vertueuse, dit ironiquement M. Verdurin. Et après tout, on ne peut rien dire, puisqu′il a l′air de la croire intelligente. Je ne sais si tu as entendu ce qu′il lui débitait l′autre soir sur la sonate de Vinteuil; j′aime Odette de tout mon cœur, mais pour lui faire des théories d′esthétique, il faut tout de même être un fameux jobard!»
-Pues si no hay nada, no creo que sea porque ese señor se imagine que ella es una virtud «dijo irónicamente el señor Verdurin.. Después de todo, ¡quién sabe! Parece que la considera inteligente. No sé si oíste la otra noche todo lo que le estaba soltando a propósito de la sonata de Vinteuil; yo quiero a Odette con toda el alma; pero, vamos, para explicarle teorías de estética, hay que estar un poco tonto.
—«Voyons, ne dites pas du mal d′Odette, dit Mme Verdurin en faisant l′enfant. Elle est charmante.»
-Bueno, bueno; que no se hable mal de Odette -dijo la señora, echándoselas de niña.. Es simpatiquísima.
—«Mais cela ne l′empêche pas d′être charmante; nous ne disons pas du mal d′elle, nous disons que ce n′est pas une vertu ni une intelligence. Au fond, dit-il au peintre, tenez-vous tant que ça à ce qu′elle soit vertueuse? Elle serait peut-être beaucoup moins charmante, qui sait?»
-Pero si eso no tiene que ver para que sea simpatiquísima; no estamos hablando mal de ella: decimos que no es ninguna virtud ni ningún talento, y nada más. En el fondo -dijo al pintor-, ¿qué le importa a uno que sea o no una virtud? Quizá así no sería tan simpática.
Sur le palier, Swann avait été rejoint par le maître d′hôtel qui ne se trouvait pas là au moment où il était arrivé et avait été chargé par Odette de lui dire,—mais il y avait bien une heure déjà,—au cas où il viendrait encore, qu′elle irait probablement prendre du chocolat chez Prévost avant de rentrer. Swann partit chez Prévost, mais à chaque pas sa voiture était arrêtée par d′autres ou par des gens qui traversaient, odieux obstacles qu′il eût été heureux de renverser si le procès-verbal de l′agent ne l′eût retardé plus encore que le passage du piéton. Il comptait le temps qu′il mettait, ajoutait quelques secondes à toutes les minutes pour être sûr de ne pas les avoir faites trop courtes, ce qui lui eût laissé croire plus grande qu′elle n′était en réalité sa chance d′arriver assez tôt et de trouver encore Odette. Et à un moment, comme un fiévreux qui vient de dormir et qui prend conscience de l′absurdité des rêvasseries qu′il ruminait sans se distinguer nettement d′elles, Swann tout d′un coup aperçut en lui l′étrangeté des pensées qu′il roulait depuis le moment où on lui avait dit chez les Verdurin qu′Odette était déjà partie, la nouveauté de la douleur au cœur dont il souffrait, mais qu′il constata seulement comme s′il venait de s′éveiller. Quoi? toute cette agitation parce qu′il ne verrait Odette que demain, ce que précisément il avait souhaité, il y a une heure, en se rendant chez Mme Verdurin. Il fut bien obligé de constater que dans cette même voiture qui l′emmenait chez Prévost, il n′était plus le même, et qu′il n′était plus seul, qu′un être nouveau était là avec lui, adhérent, amalgamé à lui, duquel il ne pourrait peut-être pas se débarrasser, avec qui il allait être obligé d′user de ménagements comme avec un maître ou avec une maladie. Et pourtant depuis un moment qu′il sentait qu′une nouvelle personne s′était ainsi ajoutée à lui, sa vie lui paraissait plus intéressante. C′est à peine s′il se disait que cette rencontre possible chez Prévost (de laquelle l′attente saccageait, dénudait à ce point les moments qui la précédaient qu′il ne trouvait plus une seule idée, un seul souvenir derrière lequel il pût faire reposer son esprit), il était probable pourtant, si elle avait lieu, qu′elle serait comme les autres, fort peu de chose. Comme chaque soir, dès qu′il serait avec Odette, jetant furtivement sur son changeant visage un regard aussitôt détourné de peur qu′elle n′y vît l′avance d′un désir et ne crût plus à son désintéressement, il cesserait de pouvoir penser à elle, trop occupé à trouver des prétextes qui lui permissent de ne pas la quitter tout de suite et de s′assurer, sans avoir l′air d′y tenir, qu′il la retrouverait le lendemain chez les Verdurin: c′est-à-dire de prolonger pour l′instant et de renouveler un jour de plus la déception et la torture que lui apportait la vaine présence de cette femme qu′il approchait sans oser l′étreindre.
En el descansillo de la escalera alcanzó a Swann el maestresala, que no estaba en casa cuando llegó Swann, y al que Odette diera encargo «pero ya hacía lo menos una hora. de decir a Swann que ella iría probablemente a casa de Prévost a tomar chocolate antes de recogerse. Swann marchó en seguida a casa de Prévost, pero a cada paso su coche tenía que pararse para dejar paso a otros carruajes o a los transeúntes, obstáculos odiosos que Swann no habría respetado a no ser porque luego, si los atropellaba, el guardia le entretendría más tomando el número. Contaba el tiempo que tardaba, añadiendo unos cuantos segundos a cada minuto para estar seguro de que no los hacía muy cortos, cosa que le habría podido inspirar la ilusión de que sus probabilidades para llegar a tiempo y encontrar a Odette eran mayores que la que realmente tenía. Y hubo un momento en que Swann, de pronto, lo mismo que un enfermo con fiebre que acaba de dormir y se da cuenta de las absurdas pesadillas que rumiaba sin separarlas claramente de su persona, vio en su interior los extraños pensamientos que le dominaban desde que le habían dicho en casa de los Verdurin que Odette ya se había marchado, y sintió lo nuevo de aquel dolor en el corazón, que sufría ya hacía rato, pero que tan sólo percibió ahora como si acabara de desesperarse. ¿Y qué?, no era toda aquella agitación porque no iba a ver a Odette hasta el otro día, lo que él había deseado hace una hora, cuando se encaminaba ya tan tarde a casa de los Verdurin. Y no tuvo más remedio que confesarse que en ese mismo coche que lo llevaba a Prévost ya no iba la misma persona, ya no estaba solo, tenía al lado, pegado, amalgamado a él, a un ser nuevo, que no podría quitarse de encima nunca, y al que tendría que tratar con los mimos que a un amo o a un enfermo. Y, sin embargo, desde aquel instante en que sintió que una nueva persona se había superpuesto a él, su vida le pareció más atractiva. Y ya casi no se decía que aquel posible encuentro en casa de Prévost (cuya esperanza aniquilaba hasta tal punto todos los momentos que la precedían, que no quedaba idea ni recuerdo donde Swann pudiera ir a descansar su espíritu), caso de ocurrir, sería, muy probablemente, como cualquiera de los demás, es decir, poca cosa. Como todas las noches, en cuanto estuviera con Odette lanzaría una mirada furtiva sobre su móvil rostro, mirada que huiría en seguida por miedo a que Odette leyera en ella la insinuación de un deseo y no creyera ya en su desinterés, y en seguida dejaría de pensar en Odette, todo preocupado en buscar pretextos para que no se marchara tan pronto y en asegurarse sin aparentar mucho interés de que al otro día podría verla en casa de los Verdurin, es decir, preocupado en prolongar por un instante y en renovar por un día más la decepción y la tortura que le traía la vana presencia de esa mujer a quien se acercaba tanto sin atreverse a abrazarla.
Elle n′était pas chez Prévost; il voulut chercher dans tous les restaurants des boulevards. Pour gagner du temps, pendant qu′il visitait les uns, il envoya dans les autres son cocher Rémi (le doge Loredan de Rizzo) qu′il alla attendre ensuite—n′ayant rien trouvé lui-même—à l′endroit qu′il lui avait désigné. La voiture ne revenait pas et Swann se représentait le moment qui approchait, à la fois comme celui où Rémi lui dirait: «Cette dame est là», et comme celui où Rémi lui dirait, «cette dame n′était dans aucun des cafés.» Et ainsi il voyait la fin de la soirée devant lui, une et pourtant alternative, précédée soit par la rencontre d′Odette qui abolirait son angoisse, soit, par le renoncement forcé à la trouver ce soir, par l′acceptation de rentrer chez lui sans l′avoir vue.
No estaba en casa de Prévost; Swann quiso buscar en los demás restaurantes de los bulevares. Y para ganar tiempo, mientras él recorría unos cuantos, mandó a visitar otros a su cochero Rémi (el dux Loredano de Rizzo); no encontró Swann nada, y fue a esperar a su cochero en el lugar que le había indicado. El coche no volvía y Swann se representaba el momento que iba a llegar, ya como aquel en que su cochero le diría: «Aquí está la señora., o ya, como otro en que oiría decir a Rémi : «No he encontrado a esa señora en ningún café.. Y así, veía delante de él el final de su noche, uno y doble a la vez, precedido, ya por el encuentro de Odette, ya por la obligada renuncia a encontrarla y la conformidad con volverse a casa sin haberla visto.
Le cocher revint, mais, au moment où il s′arrêta devant Swann, celui-ci ne lui dit pas: «Avez-vous trouvé cette dame?» mais: «Faites-moi donc penser demain à commander du bois, je crois que la provision doit commencer à s′épuiser.» Peut-être se disait-il que si Rémi avait trouvé Odette dans un café où elle l′attendait, la fin de la soirée néfaste était déjà anéantie par la réalisation commencée de la fin de soirée bienheureuse et qu′il n′avait pas besoin de se presser d′atteindre un bonheur capturé et en lieu sûr, qui ne s′échapperait plus. Mais aussi c′était par force d′inertie; il avait dans l′âme le manque de souplesse que certains êtres ont dans le corps, ceux-là qui au moment d′éviter un choc, d′éloigner une flamme de leur habit, d′accomplir un mouvement urgent, prennent leur temps, commencent par rester une seconde dans la situation où ils étaient auparavant comme pour y trouver leur point d′appui, leur élan. Et sans doute si le cocher l′avait interrompu en lui disant: «Cette dame est là», il eut répondu: «Ah! oui, c′est vrai, la course que je vous avais donnée, tiens je n′aurais pas cru», et aurait continué à lui parler provision de bois pour lui cacher l′émotion qu′il avait eue et se laisser à lui-même le temps de rompre avec l′inquiétude et de se donner au bonheur.
Volvió el cochero, pero en el momento de parar delante de Swann éste no le preguntó. ¿Has encontrado a esa señora?, sino que le dijo: «No se te olvide recordarme mañana que tengo que encargar leña, porque me parece que ya queda poca.. Acaso se decía que si Rémi había encontrado a Odette en algún café donde estaba esperándolo, el fin de la noche nefasta quedaba ya borrado porque empezaba la realización del fin de la noche feliz, y que, por consiguiente, no tenía prisa por llegar a una felicidad capturada ya y a buen recaudo que no se había de escapar. Pero también lo hizo por fuerza de inercia; su alma tenía esa falta de agilidad que se da en muchos cuerpos, de esas gentes que para evitar un golpe, para quitarse una llama de encima o para hacer un movimiento urgente necesitan tomarse tiempo y quedarse un segundo en la posición en que estaban antes del acontecimiento, como para encontrar un punto de apoyo y poder tomar impulso. E indudablemente si el cochero lo hubiera interrumpido diciéndole que la señora estaba allí, él habría contestado: -¡Ah!, sí, el encargo ese que te había dado; pues me extraña., para seguir luego hablando de la leña, porque de ese modo ocultaba la emoción que sentía y se daba a sí mismo tiempo para romper con la inquietud y sonreír a la felicidad.
Mais le cocher revint lui dire qu′il ne l′avait trouvée nulle part, et ajouta son avis, en vieux serviteur:
Pero el cochero le dijo que no la había encontrado en ninguna parte, y añadió a modo de consejo y, en su calidad de criado antiguo:
—Je crois que Monsieur n′a plus qu′à rentrer.
-Lo mejor es que el señor se vaya a casa.
Mais l′indifférence que Swann jouait facilement quand Rémi ne pouvait plus rien changer à la réponse qu′il apportait tomba, quand il le vit essayer de le faire renoncer à son espoir et à sa recherche:
Pero la indiferencia que Swann fingía fácilmente cuando Rémi no podía alterar en nada el tenor de la respuesta que le traía, decayó ahora al ver cómo intentaba hacerle renunciar a su esperanza y a su rebusca.
—«Mais pas du tout, s′écria-t-il, il faut que nous trouvions cette dame; c′est de la plus haute importance. Elle serait extrêmement ennuyée, pour une affaire, et froissée, si elle ne m′avait pas vu.»
-No, no es posible «exclamó., tenemos que encontrar a esa señora, no hay más remedio. Hay un asunto que lo requiere, y si no, podría ofenderse.
—«Je ne vois pas comment cette dame pourrait être froissée, répondit Rémi, puisque c′est elle qui est partie sans attendre Monsieur, qu′elle a dit qu′elle allait chez Prévost et qu′elle n′y était pas,»
-No sé cómo se va a dar por ofendida -respondió Rémi, porque ella es la que se ha marchado sin esperar al señor, diciendo que iba a casa de Prévost, y luego no ha ido.
D′ailleurs on commençait à éteindre partout. Sous les arbres des boulevards, dans une obscurité mystérieuse, les passants plus rares erraient, à peine reconnaissables. Parfois l′ombre d′une femme qui s′approchait de lui, lui murmurant un mot à l′oreille, lui demandant de la ramener, fit tressaillir Swann. Il frôlait anxieusement tous ces corps obscurs comme si parmi les fantômes des morts, dans le royaume sombre, il eût cherché Eurydice.
Ya empezaban a apagar en todas partes. Por debajo de los árboles del bulevar, en una misteriosa oscuridad, erraban los pocos transeúntes, apenas discernibles. De cuando en cuando, una sombra femenina se acercaba a Swann, le decía unas palabras al oído, y le pedía que la acompañara a casa, Swann se estremecía. Iba rozando al pasar todos aquellos cuerpos oscuros como si por el reino de las sombras, entre mortuorias fantasmas, fuera buscando a Eurídice.
De tous les modes de production de l′amour, de tous les agents de dissémination du mal sacré, il est bien l′un des plus efficaces, ce grand souffle d′agitation qui parfois passe sur nous. Alors l′être avec qui nous nous plaisons à ce moment-là, le sort en est jeté, c′est lui que nous aimerons. Il n′est même pas besoin qu′il nous plût jusque-là plus ou même autant que d′autres. Ce qu′il fallait, c′est que notre goût pour lui devint exclusif. Et cette condition-là est réalisée quand—à ce moment où il nous fait défaut—à la recherche des plaisirs que son agrément nous donnait, s′est brusquement substitué en nous un besoin anxieux, qui a pour objet cet être même, un besoin absurde, que les lois de ce monde rendent impossible à satisfaire et difficile à guérir—le besoin insensé et douloureux de le posséder.
De todas las maneras de producirse el amor, y de todos los agentes de diseminación de ese mal sagrado, uno de los más eficaces es ese gran torbellino de agitación que nos arrastra en ciertas ocasiones. La suerte está echada, y el ser que por entonces goza de nuestra simpatía, se convertirá en el ser amado. Ni siquiera es menester que nos guste tanto o más que otros. Lo que se necesitaba es que nuestra inclinación hacia él se transformara en exclusiva. Y esa condición se realiza cuando «al echarlo de menos. en nosotros sentimos, no ya el deseo de buscar los placeres que su trato nos proporciona, sino la necesidad ansiosa que tiene por objeto el ser mismo, una necesidad absurda que por las leyes de este mundo es imposible de satisfacer y difícil de curar: la necesidad insensata y dolorosa de poseer a esa persona.
Swann se fit conduire dans les derniers restaurants; c′est la seule hypothèse du bonheur qu′il avait envisagée avec calme; il ne cachait plus maintenant son agitation, le prix qu′il attachait à cette rencontre et il promit en cas de succès une récompense à son cocher, comme si en lui inspirant le désir de réussir qui viendrait s′ajouter à celui qu′il en avait lui-même, il pouvait faire qu′Odette, au cas où elle fût déjà rentrée se coucher, se trouvât pourtant dans un restaurant du boulevard. Il poussa jusqu′à la Maison Dorée, entra deux fois chez Tortoni et, sans l′avoir vue davantage, venait de ressortir du Café Anglais, marchant à grands pas, l′air hagard, pour rejoindre sa voiture qui l′attendait au coin du boulevard des Italiens, quand il heurta une personne qui venait en sens contraire: c′était Odette; elle lui expliqua plus tard que n′ayant pas trouvé de place chez Prévost, elle était allée souper à la Maison Dorée dans un enfoncement où il ne l′avait pas découverte, et elle regagnait sa voiture.
Swann llegó hasta los últimos restaurantes; no había tenido calma más que para afrontar la hipótesis de la felicidad; pero ahora ya no ocultaba su agitación, ni el valor que concedía al encuentro de Odette, y ofreció a su cochero una recompensa si la encontraba, como si así, inspirándole el deseo de dar con ella, que vendría a acumularse al suyo propio, fuera posible que Odette, aunque se hubiera recogido ya, siguiera estando en un café del bulevar. Fue hasta la Maison Dorée, entró dos veces en Tortoni, y salía, sin haberla encontrado, del Café Inglés, con aire huraño y a grandes zancadas en busca del coche que lo esperaba en la esquina del bulevar de los Italianos, cuando de repente tropezó con una persona que venía en dirección contraria a la suya: Odette; más tarde le explicó ella que, no habiendo encontrado sitio en Prévost, se fue a cenar a la Maison Dorée, en un rincón donde Swann no supo encontrarla, y ahora se dirigía a tomar su coche.
Elle s′attendait si peu à le voir qu′elle eut un mouvement d′effroi. Quant à lui, il avait couru Paris non parce qu′il croyait possible de la rejoindre, mais parce qu′il lui était trop cruel d′y renoncer. Mais cette joie que sa raison n′avait cessé d′estimer, pour ce soir, irréalisable, ne lui en paraissait maintenant que plus réelle; car, il n′y avait pas collaboré par la prévision des vraisemblances, elle lui restait extérieure; il n′avait pas besoin de tirer de son esprit pour la lui fournir,—c′est d′elle-même qu′émanait, c′est elle-même qui projetait vers lui—cette vérité qui rayonnait au point de dissiper comme un songe l′isolement qu′il avait redouté, et sur laquelle il appuyait, il reposait, sans penser, sa rêverie heureuse. Ainsi un voyageur arrivé par un beau temps au bord de la Méditerranée, incertain de l′existence des pays qu′il vient de quitter, laisse éblouir sa vue, plutôt qu′il ne leur jette des regards, par les rayons qu′émet vers lui l′azur lumineux et résistant des eaux.
Tan inesperado fue para Odette el encuentro con Swann, que se asustó. Él había estado corriendo medio París, más que porque creyera posible encontrarla, porque le parecía durísimo tener que renunciar. Y por eso aquella alegría que su razón estimaba irrealizable por aquella noche, le pareció aún mucho mayor; porque no había colaborado en ella con la previsión de creerla verosímil, porque era ajena a él; y porque no se sacaba él del espíritu para dársela a Odette «sino que emanaba de ella misma, ella misma la proyectaba hacia él. aquella verdad tan radiante que disipaba como un sueño el temido aislamiento, y en la que se apoyaba y descansaba, sin pensar, su sueño de felicidad. Lo mismo un viajero que llega un día de buen tiempo a orillas del Mediterráneo, se olvida de que existen los países que acaba de atravesar, y más que mirar al mar, deja que le cieguen la vista los rayos que hacia él lanza el azul luminoso y resistente de las aguas.
Il monta avec elle dans la voiture qu′elle avait et dit à la sienne de suivre.
Subió con Odette en el coche de ella y mandó a su cochera que fuera detrás.
Elle tenait à la main un bouquet de catleyas et Swann vit, sous sa fanchon de dentelle, qu′elle avait dans les cheveux des fleurs de cette même orchidée attachées à une aigrette en plumes de cygnes. Elle était habillée sous sa mantille, d′un flot de velours noir qui, par un rattrapé oblique, découvrait en un large triangle le bas d′une jupe de faille blanche et laissait voir un empiècement, également de faille blanche, à l′ouverture du corsage décolleté, où étaient enfoncées d′autres fleurs de catleyas. Elle était à peine remise de la frayeur que Swann lui avait causée quand un obstacle fit faire un écart au cheval. Ils furent vivement déplacés, elle avait jeté un cri et restait toute palpitante, sans respiration.
Odette tenía en la mano un ramo de catleyas, y Swann vio, debajo del pañuelo de encaje que le cubría la cabeza, que llevaba en el pelo flores de la misma variedad de orquídea, atadas al airón de plumas de cisne. Tocada de mantilla, llevaba un traje de terciopelo negro, que se recogía oblicuamente en la parte inferior para dejar asomar un trozo de falda de faya blanca; también por debajo del terciopelo asomaba otro paño de faya blanca en el corpiño, donde se abría el escote, en el cual se hundían otras cuantas catleyas. Apenas se había repuesto del susto que tuvo al toparse con Swann, cuando el caballo se encontró con un obstáculo y dio una huida. Llevaron una gran sacudida, y Odette lanzó un grito y se quedó sin aliento, toda palpitante.
—«Ce n′est rien, lui dit-il, n′ayez pas peur.»
-No es nada «dijo él., no se asuste.
Et il la tenait par l′épaule, l′appuyant contre lui pour la maintenir; puis il lui dit:
Y la cogió por el hombro, apoyándola contra su cuerpo para sostenerla; luego dijo:
—Surtout, ne me parlez pas, ne me répondez que par signes pour ne pas vous essouffler encore davantage. Cela ne vous gêne pas que je remette droites les fleurs de votre corsage qui ont été déplacées par le choc. J′ai peur que vous ne les perdiez, je voudrais les enfoncer un peu.
-.No hable usted, no se canse más, contésteme por señas. ¿Me permite usted que le vuelva a poner bien las flores esas del escote que casi se caen con la sacudida? Tengo miedo de que las pierda usted, voy a meterlas un poco más.
Elle, qui n′avait pas été habituée à voir les hommes faire tant de façons avec elle, dit en souriant:
Odette, que no estaba acostumbrada a que los hombres usaran tantos rodeos con ella, le dijo:
—«Non, pas du tout, ça ne me gêne pas.»
-Sí, sí, hágalo.
Mais lui, intimidé par sa réponse, peut-être aussi pour avoir l′air d′avoir été sincère quand il avait pris ce prétexte, ou même, commençant déjà à croire qu′il l′avait été, s′écria:
Pero Swann, azorado por la contestación y quizá también porque había hecho creer a Odette que el pretexto de las flores era sincero, y acaso porque él también empezaba a creer que lo había sido, exclamó:
—«Oh! non, surtout, ne parlez pas, vous allez encore vous essouffler, vous pouvez bien me répondre par gestes, je vous comprendrai bien. Sincèrement je ne vous gêne pas? Voyez, il y a un peu... je pense que c′est du pollen qui s′est répandu sur vous, vous permettez que je l′essuie avec ma main? Je ne vais pas trop fort, je ne suis pas trop brutal? Je vous chatouille peut-être un peu? mais c′est que je ne voudrais pas toucher le velours de la robe pour ne pas le friper. Mais, voyez-vous, il était vraiment nécessaire de les fixer ils seraient tombés; et comme cela, en les enfonçant un peu moi-même... Sérieusement, je ne vous suis pas désagréable? Et en les respirant pour voir s′ils n′ont vraiment pas d′odeur non plus? Je n′en ai jamais senti, je peux? dites la vérité.»?
-Pero no hable, va usted a cansarse, contésteme por señas que yo la entiendo. ¿De veras me deja usted...? Mire, aquí hay un poco de..., creo que es polen que se ha desprendido de las flores; si me permite se lo voy a quitar con la mano. ¿No le hago daño? ¡No! Quizá cosquillas, ¿eh? Pero es que no quiero tocar el terciopelo para no chafarle. ¿Ve usted?, no había más remedio que sujetarlas, si no se caen; las voy a hundir un poco más... ¿De veras que no la molesto? ¿Me deja usted que las huela, a ver si no tienen perfume? Nunca he olido estas flores ¿Me deja?, dígamelo de veras.
Souriant, elle haussa légèrement les épaules, comme pour dire «vous êtes fou, vous voyez bien que ça me plaît».
Ella, sonriente, se encogió de hombres como diciendo : ¡Qué tonto es usted, pues no ve que me gusta!
Il élevait son autre main le long de la joue d′Odette; elle le regarda fixement, de l′air languissant et grave qu′ont les femmes du maître florentin avec lesquelles il lui avait trouvé de la ressemblance; amenés au bord des paupières, ses yeux brillants, larges et minces, comme les leurs, semblaient prêts à se détacher ainsi que deux larmes. Elle fléchissait le cou comme on leur voit faire à toutes, dans les scènes panes comme dans les tableaux religieux. Et, en une attitude qui sans doute lui était habituelle, qu′elle savait convenable à ces moments-là et qu′elle faisait attention à ne pas oublier de prendre, elle semblait avoir besoin de toute sa force pour retenir son visage, comme si une force invisible l′eût attiré vers Swann. Et ce fut Swann, qui, avant qu′elle le laissât tomber, comme malgré elle, sur ses lèvres, le retint un instant, à quelque distance, entre ses deux mains. Il avait voulu laisser à sa pensée le temps d′accourir, de reconnaître le rêve qu′elle avait si longtemps caressé et d′assister à sa réalisation, comme une parente qu′on appelle pour prendre sa part du succès d′un enfant qu′elle a beaucoup aimé. Peut-être aussi Swann attachait-il sur ce visage d′Odette non encore possédée, ni même encore embrassée par lui, qu′il voyait pour la dernière fois, ce regard avec lequel, un jour de départ, on voudrait emporter un paysage qu′on va quitter pour toujours.
Swann alzó la otra mano, acariciando la mejilla de Odette; ella lo miró fijamente, con ese mirar desfalleciente y grave de las mujeres del maestro florentino que, según Swann, se le parecían los ojos rasgados, finos, brillantes, como los de las figuras botticelescas, se asomaban al borde de los párpados, como dos lágrimas que se iban a desprender. Doblaba el cuello como las mujeres de Sandro lo doblan, tanto en sus cuadros paganos como en los profanos. Y con ademán que, sin duda, era habitual en ella, y que se cuidaba mucho de no olvidar en aquellos momentos porque sabía que le sentaba bien, parecía como que necesitaba un gran esfuerzo para retener su rostro, igual que si una fuerza invisible lo atrajera hacia Swann. Y Swann fue el que lo retuvo un momento con las dos manos, a cierta distancia de su cara, antes de que cayera en sus labios. Y es que quiso dejar a su pensamiento tiempo para que acudiera, para que reconociera el ensueño que tanto tiempo acarició, para que asistiera a su realización, lo mismo que se llama a un pariente que quiere mucho a un hijo nuestro para que presencie sus triunfos. Quizá Swann posaba en aquel rostro de Odette, aun no poseído ni siquiera besado, y que veía por última vez esa mirada de los días de marcha con que queremos llevarnos un paisaje que nunca se volverá a ver.
Mais il était si timide avec elle, qu′ayant fini par la posséder ce soir-là, en commençant par arranger ses catleyas, soit crainte de la froisser, soit peur de paraître rétrospectivement avoir menti, soit manque d′audace pour formuler une exigence plus grande que celle-là (qu′il pouvait renouveler puisqu′elle n′avait pas fiché Odette la première fois), les jours suivants il usa du même prétexte. Si elle avait des catleyas à son corsage, il disait: «C′est malheureux, ce soir, les catleyas n′ont pas besoin d′être arrangés, ils n′ont pas été déplacés comme l′autre soir; il me semble pourtant que celui-ci n′est pas très droit. Je peux voir s′ils ne sentent pas plus que les autres?» Ou bien, si elle n′en avait pas: «Oh! pas de catleyas ce soir, pas moyen de me livrer à mes petits arrangements.» De sorte que, pendant quelque temps, ne fut pas changé l′ordre qu′il avait suivi le premier soir, en débutant par des attouchements de doigts et de lèvres sur la gorge d′Odette et que ce fut par eux encore que commençaient chaque fois ses caresses; et, bien plus tard quand l′arrangement (ou le simulacre d′arrangement) des catleyas, fut depuis longtemps tombé en désuétude, la métaphore «faire catleya», devenue un simple vocable qu′ils employaient sans y penser quand ils voulaient signifier l′acte de la possession physique—où d′ailleurs l′on ne possède rien,—survécut dans leur langage, où elle le commémorait, à cet usage oublié. Et peut-être cette manière particulière de dire «faire l′amour» ne signifiait-elle pas exactement la même chose que ses synonymes. On a beau être blasé sur les femmes, considérer la possession des plus différentes comme toujours la même et connue d′avance, elle devient au contraire un plaisir nouveau s′il s′agit de femmes assez difficiles—ou crues telles par nous—pour que nous soyons obligés de la faire naître de quelque épisode imprévu de nos relations avec elles, comme avait été la première fois pour Swann l′arrangement des catleyas. Il espérait en tremblant, ce soir-là (mais Odette, se disait-il, si elle était dupe de sa ruse, ne pouvait le deviner), que c′était la possession de cette femme qui allait sortir d′entre leurs larges pétales mauves; et le plaisir qu′il éprouvait déjà et qu′Odette ne tolérait peut-être, pensait-il, que parce qu′elle ne l′avait pas reconnu, lui semblait, à cause de cela—comme il put paraître au premier homme qui le goûta parmi les fleurs du paradis terrestre—un plaisir qui n′avait pas existé jusque-là, qu′il cherchait à créer, un plaisir—ainsi que le nom spécial qu′il lui donna en garda la trace—entièrement particulier et nouveau.
Pero era tan tímido con ella, que aunque aquella noche se le entregó, como la cosa había empezado por arreglar las catleyas, ya fuera por temor a ofenderla, ya por miedo a que pareciera que mintió la primera vez, ya porque le faltara audacia para pedir algo más que poner bien las flores (cosa que podía repetir, porque no ofendió a Odette aquella primera noche), ello es que los demás días siguió usando el mismo pretexto. Si llevaba catleyas prendidas en el pecho, decía: «¡Qué lástima! Esta noche las catleyas están bien, no hay que tocarlas, no están caídas como la otra noche; aquí veo una que no está muy bien, sin embargo. ¿Me deja usted que vea a ver si huelen más que las del otro día?. Y si no llevaba: -¡Ah! Esta noche no hay catleyas: no puedo dedicarme a mis mañas.. De modo que durante algún tiempo no se alteró aquel orden de la primera noche, cuando comenzó con roces de dedos y labios en el pecho de Odette, y así empezaban siempre a acariciarse; y más tarde, cuando aquella convención (o simulacro ritual de convención) de las catleyas cayó en desuso, sin embargo, la metáfora «hacer catleya., convertida en sencilla frase, que empleaban inconscientemente para significar la posesión física «en la cual posesión, por cierto, no se posee nada, sobrevivió en su lenguaje, como en conmemoración de aquella costumbre perdida. Y acaso esa manera especial de decir una cosa no significaba lo mismo que sus sinónimos. Por muy cansado que se esté de las mujeres, aunque se considere la posesión de distintas mujeres como la misma cosa, ya sabida de antemano, cuando se trata de conquistas difíciles o que nosotros consideramos como tales, se convierte en un placer nuevo, y entonces nos creemos obligados a figurarnos que esa posesión nació de un episodio imprevisto de nuestras relaciones con ella, como fue el episodio de las catleyas para Swann. Aquella noche esperaba temblando (y se decía que si lograba engañar a Odette, ella nunca lo adivinaría) que de entre los largos pétalos color malva de las flores saldría la posesión de aquella mujer; y el placer que sentía, y que, según pensaba él, toleraba Odette, porque no sabía de lo que se trataba, le pareció cabalmente por eso algo como el que debió sentir el primer hombre al saborearlo entre las flores del Paraíso Terrenal: un placer que antes no existía, un placer que él iba creando, un placer «como siempre trascendía del nombre especial que le dio. totalmente particular y nuevo.
Maintenant, tous les soirs, quand il l′avait ramenée chez elle, il fallait qu′il entrât et souvent elle ressortait en robe de chambre et le conduisait jusqu′à sa voiture, l′embrassait aux yeux du cocher, disant: «Qu′est-ce que cela peut me faire, que me font les autres?» Les soirs où il n′allait pas chez les Verdurin (ce qui arrivait parfois depuis qu′il pouvait la voir autrement), les soirs de plus en plus rares où il allait dans le monde, elle lui demandait de venir chez elle avant de rentrer, quelque heure qu′il fût. C′était le printemps, un printemps pur et glacé. En sortant de soirée, il montait dans sa victoria, étendait une couverture sur ses jambes, répondait aux amis qui s′en allaient en même temps que lui et lui demandaient de revenir avec eux qu′il ne pouvait pas, qu′il n′allait pas du même côté, et le cocher partait au grand trot sachant où on allait. Eux s′étonnaient, et de fait, Swann n′était plus le même. On ne recevait plus jamais de lettre de lui où il demandât à connaître une femme. Il ne faisait plus attention à aucune, s′abstenait d′aller dans les endroits où on en rencontre. Dans un restaurant, à la campagne, il avait l′attitude inversée de celle à quoi, hier encore, on l′eût reconnu et qui avait semblé devoir toujours être la sienne. Tant une passion est en nous comme un caractère momentané et différent qui se substitue à l′autre et abolit les signes jusque-là invariables par lesquels il s′exprimait! En revanche ce qui était invariable maintenant, c′était que où que Swann se trouvât, il ne manquât pas d′aller rejoindre Odette. Le trajet qui le séparait d′elle était celui qu′il parcourait inévitablement et comme la pente même irrésistible et rapide de sa vie. A vrai dire, souvent resté tard dans le monde, il aurait mieux aimé rentrer directement chez lui sans faire cette longue course et ne la voir que le lendemain; mais le fait même de se déranger à une heure anormale pour aller chez elle, de deviner que les amis qui le quittaient se disaient: «Il est très tenu, il y a certainement une femme qui le force à aller chez elle à n′importe quelle heure», lui faisait sentir qu′il menait la vie des hommes qui ont une affaire amoureuse dans leur existence, et en qui le sacrifice qu′ils font de leur repos et de leurs intérêts à une rêverie voluptueuse fait naître un charme intérieur. Puis sans qu′il s′en rendît compte, cette certitude qu′elle l′attendait, qu′elle n′était pas ailleurs avec d′autres, qu′il ne reviendrait pas sans l′avoir vue, neutralisait cette angoisse oubliée mais toujours prête à renaître qu′il avait éprouvée le soir où Odette n′était plus chez les Verdurin et dont l′apaisement actuel était si doux que cela pouvait s′appeler du bonheur. Peut-être était-ce à cette angoisse qu′il était redevable de l′importance qu′Odette avait prise pour lui.
Ahora, todas las noches, cuando la llevaba hasta su casa, Odette lo hacía entrar, y muchas veces salía luego en bata a acompañarlo hasta el coche, y lo besaba delante del cochero, diciendo: «¿Y a mí qué? ¿Qué me importa la gente?.. Las noches que Swann no iba a casa de los Verdurin (cosa más frecuente desde que tenía más facilidad para verla). Odette le rogaba que pasara por su casa antes de recogerse, sea la hora que fuere. Por entonces era primavera, una primavera helada y pura. Al salir de alguna reunión mundana, Swann montaba en su victoria, se echaba una manta por las piernas, contestaba a los amigos que lo invitaban a marchar juntos que no iba por el mismo camino, y el cochero, que ya sabía adónde tenía que ir, arrancaba a gran trote. Los amigos se extrañaban, y, en efecto, Swann ya no era el mismo. Ahora no se recibían cartas suyas pidiendo que le presentaran a una mujer. No se fijaba en ninguna, y ya no iba por los sitios donde suelen verse mujeres. En un restaurante del campo, su actitud era ahora precisamente la contraria de aquella que antes lo daba a conocer, y que todos creían que le duraría siempre. Y es que una pasión acciona sobre nosotros como un carácter momentáneo y diferente, que reemplaza al nuestro verdadero y suprime aquellas señales externas con que se exteriorizaba. En cambio, era ahora cosa invariable que Swann, en cualquier parte que estuviera, no dejaba de ir a ver Odette. Recorría inevitablemente el espacio que lo separaba de ella; espacio que era como la pendiente misma, irresistible y rápida, de su vida. Realmente, muchas veces se entretenía hasta tarde en alguna casa aristocrática, y habría preferido volver derecho a su casa sin dar aquel largo rodeo y no ver a Odette hasta el otro día; pero el hecho de tener que molestarse a una hora anormal por causa de ella, de adivinar que los amigos, cuando se separaba de ellos, decían: -Siempre tiene que hacer; debe haber una mujer que lo haga ir a su casa a todas horas., le daba la sensación de que estaba viviendo la vida de los hombres que tienen un amor en su existencia, y que por el sacrificio que hacen de su tranquilidad y sus intereses a un voluptuoso ensueño, reciben, en cambio, una íntima delectación. Además, sin que él se diera cuenta, la certidumbre de que Odette lo esperaba, de que no estaba con otras personas, que no volvería sin verla, neutralizaba aquella angustia, olvidada ya, pero siempre latente, que sintió la noche que le dijeron que ya se había marchado de casa de los Verdurin: angustia tan apaciguada ahora, que casi podía llamarse felicidad. Quizá a esa angustia se debía la importancia que había tomado Odette para Swann.
Les êtres nous sont d′habitude si indifférents, que quand nous avons mis dans l′un d′eux de telles possibilités de souffrance et de joie, pour nous il nous semble appartenir à un autre univers, il s′entoure de poésie, il fait de notre vie comme une étendue émouvante où il sera plus ou moins rapproché de nous. Swann ne pouvait se demander sans trouble ce qu′Odette deviendrait pour lui dans les années qui allaient venir. Parfois, en voyant, de sa victoria, dans ces belles nuits froides, la lune brillante qui répandait sa clarté entre ses yeux et les rues désertes, il pensait à cette autre figure claire et légèrement rosée comme celle de la lune, qui, un jour, avait surgi dans sa pensée et, depuis projetait sur le monde la lumière mystérieuse dans laquelle il le voyait. S′il arrivait après l′heure où Odette envoyait ses domestiques se coucher, avant de sonner à la porte du petit jardin, il allait d′abord dans la rue, où donnait au rez-de-chaussée, entre les fenêtres toutes pareilles, mais obscures, des hôtels contigus, la fenêtre, seule éclairée, de sa chambre. Il frappait au carreau, et elle, avertie, répondait et allait l′attendre de l′autre côté, à la porte d′entrée.
La mayoría de las personas que conocemos no nos inspiran más que indiferencia; de modo que cuando en un ser depositamos grandes posibilidades de pena o de alegría para nuestro corazón, se nos figura que pertenece a otro mundo, se envuelve en poesía, convierte nuestra vida en una gran llanura, donde nosotros no apreciamos más que la distancia que de él nos separa. Swann no podía por menos de inquietarse cuando se preguntaba lo que Odette sería para él en el porvenir. Muchas veces, al ver desde su victoria, en aquellas hermosa y frías noches; la luz de la luna que difundía su claridad entre sus ojos y las calles desiertas, pensaba en aquel rostro claro, levemente rosado, como el de la luna; que surgió un día ante su alma, y que desde entonces, proyectaba sobre el mundo la luz misteriosa en que aparecía envuelto. Si llegaba cuando Odette ya había mandado acostarse a sus criados, en vez de llamar a la puerta del jardín, iba primero a la callecita trasera, a la que daba, entre las demás ventanas iguales, pero oscuras, de los hotelitos contiguos, la ventana, la única iluminada, de la alcoba de Odette, en el piso bajo. Daba un golpecito, en el cristal, y ella, que ya estaba sobre aviso, contestaba y salía a esperarlo a la puerta de entrada del otro lado.
Il trouvait ouverts sur son piano quelques-uns des morceaux qu′elle préférait: la Valse des Roses ou Pauvre fou de Tagliafico (qu′on devait, selon sa volonté écrite, faire exécuter à son enterrement), il lui demandait de jouer à la place la petite phrase de la sonate de Vinteuil, bien qu′Odette jouât fort mal, mais la vision la plus belle qui nous reste d′une œuvre est souvent celle qui s′éleva au-dessus des sons faux tirés par des doigts malhabiles, d′un piano désaccordé. La petite phrase continuait à s′associer pour Swann à l′amour qu′il avait pour Odette. Il sentait bien que cet amour, c′était quelque chose qui ne correspondait à rien d′extérieur, de constatable par d′autres que lui; il se rendait compte que les qualités d′Odette ne justifiaient pas qu′il attachât tant de prix aux moments passés auprès d′elle. Et souvent, quand c′était l′intelligence positive qui régnait seule en Swann, il voulait cesser de sacrifier tant d′intérêts intellectuels et sociaux à ce plaisir imaginaire. Mais la petite phrase, dès qu′il l′entendait, savait rendre libre en lui l′espace qui pour elle était nécessaire, les proportions de l′âme de Swann s′en trouvaient changées; une marge y était réservée à une jouissance qui elle non plus ne correspondait à aucun objet extérieur et qui pourtant au lieu d′être purement individuelle comme celle de l′amour, s′imposait à Swann comme une réalité supérieure aux choses concrètes. Cette soif d′un charme inconnu, la petite phrase l′éveillait en lui, mais ne lui apportait rien de précis pour l′assouvir. De sorte que ces parties de l′âme de Swann où la petite phrase avait effacé le souci des intérêts matériels, les considérations humaines et valables pour tous, elle les avait laissées vacantes et en blanc, et il était libre d′y inscrire le nom d′Odette. Puis à ce que l′affection d′Odette pouvait avoir d′un peu court et décevant, la petite phrase venait ajouter, amalgamer son essence mystérieuse.
Encima del piano estaban abiertas algunas de las obras musicales favoritas de Odette: el Vals de las Rosas y Pobre loco, de Tagliafico (obra que debía tocarse en su entierro, según decía en su testamento); pero Swann le pedía que tocara, en vez de estas cosas, la frase de la sonata de Vinteuil, aunque Odette tocaba muy mal; pero muchas veces la visión más hermosa que nos queda de una obra es la que se alzó por encima de unos sonidos falsos que unos torpes dedos iban arrancando a un piano desafinado. Para Swann la frase continuaba espiritualmente asociada a su amor por Odette. Bien sabía él que ese amor no correspondía a nada externo que los demás pudieran percibir, y se daba cuenta de que las cualidades de Odette no justificaban el valor que concedía a los ratos que pasaba a su lado. Y más de una vez, cuando dominaba en Swann la inteligencia positiva, quería dejar de sacrificar tantos intereses intelectuales y sociales a ese placer imaginario. Pero la frase, en cuanto la oía, sabía ganarse en el espíritu de Swann el espacio que necesitaba, y ya las proporciones de su alma se cambiaban; y quedaba en ella margen para un gozo que tampoco correspondía a ningún objeto exterior, y que, sin embargo, en vez de ser puramente individual como el del amor, se imponía a Swann con realidad superior a la de las cosas concretas. La frase despertaba en él la sed de una ilusión desconocida; pero no le daba nada para saciarla. De modo que aquellas partes del alma de Swann en donde la frasecita iba borrando la preocupación por los intereses materiales, por las consideraciones humanas y corrientes, se quedaban vacías, en blanco, y Swann podía inscribir en ellas el nombre de Odette. Además, la frase infundía su misteriosa esencia en aquello que podía tener de falaz y de pobre el afecto de Odette.
A voir le visage de Swann pendant qu′il écoutait la phrase, on aurait dit qu′il était en train d′absorber un anesthésique qui donnait plus d′amplitude à sa respiration. Et le plaisir que lui donnait la musique et qui allait bientôt créer chez lui un véritable besoin, ressemblait en effet, à ces moments-là, au plaisir qu′il aurait eu à expérimenter des parfums, à entrer en contact avec un monde pour lequel nous ne sommes pas faits, qui nous semble sans forme parce que nos yeux ne le perçoivent pas, sans signification parce qu′il échappe à notre intelligence, que nous n′atteignons que par un seul sens. Grand repos, mystérieuse rénovation pour Swann,—pour lui dont les yeux quoique délicats amateurs de peinture, dont l′esprit quoique fin observateur de mœurs, portaient à jamais la trace indélébile de la sécheresse de sa vie—de se sentir transformé en une créature étrangère à l′humanité, aveugle, dépourvue de facultés logiques, presque une fantastique licorne, une créature chimérique ne percevant le monde que par l′ou Et comme dans la petite phrase il cherchait cependant un sens où son intelligence ne pouvait descendre, quelle étrange ivresse il avait à dépouiller son âme la plus intérieure de tous les secours du raisonnement et à la faire passer seule dans le couloir, dans le filtre obscur du son.
Y al mirar el rostro que ponía Swann, cuando la oía, hubiérase dicho que estaba absorbiendo un anestésico que le ensanchaba la respiración. Y, en efecto, el placer que le proporcionaba la música, y que pronto sería en él verdadera necesidad, se parecía en aquellos momentos al placer que habría sentido respirando perfumes, entrando en contacto con un mundo que no está hecho para nosotros, que nos parece informe porque no lo ven nuestros ojos, y sin significación porque escapa a nuestra inteligencia y sólo lo percibimos por un sentido único. Gran descanso, misteriosa renovación para Swann «que en sus ojos, aunque eran delicados, gustadores de la pintura, y en su ánimo, aunque era fino observador de costumbres, llevaba indeleblemente marcada la sequedad de su vida. el sentirse transformado en criatura extraña a la Humanidad, ciega, sin facultades lógicas, casi en un fantástico unicornio, en un ser quimérico, que sólo percibía el mundo por el oído. Y como, sin embargo, buscaba en la frase de Vinteuil una significación hasta cuya hondura no podía descender su inteligencia, sentía una rara embriaguez en despojar a lo más íntimo de su alma de todas las ayudas del razonar, y en hacerla pasar a ella sola por el colador, por el filtro oscuro del sonido.
Il commençait à se rendre compte de tout ce qu′il y avait de douloureux, peut-être même de secrètement inapaisé au fond de la douceur de cette phrase, mais il ne pouvait pas en souffrir. Qu′importait qu′elle lui dît que l′amour est fragile, le sien était si fort! Il jouait avec la tristesse qu′elle répandait, il la sentait passer sur lui, mais comme une caresse qui rendait plus profond et plus doux le sentiment qu′il avait de son bonheur. Il la faisait rejouer dix fois, vingt fois à Odette, exigeant qu′en même temps elle ne cessât pas de l′embrasser. Chaque baiser appelle un autre baiser. Ah! dans ces premiers temps où l′on aime, les baisers naissent si naturellement! Ils foisonnent si pressés les uns contre les autres; et l′on aurait autant de peine à compter les baisers qu′on s′est donnés pendant une heure que les fleurs d′un champ au mois de mai. Alors elle faisait mine de s′arrêter, disant:
Empezaba a darse cuenta de todo el dolor, quizá de toda la secreta inquietud, que había en el fondo de la dulzura de la frase, pero no sufría. ¿Qué importaba que la frase fuera a decirle que el amor es frágil, si el suyo era muy fuerte? Y jugaba con la tristeza que difundían los sonidos, sentía que le rozaba, pero como una caricia, que aun profundizaba y endulzaba más la sensación que tenía Swann de su felicidad. Pedía a Odette que la tocara diez, veinte veces, exigiendo al mismo tiempo que no dejara de besarlo. Cada beso llama a otro beso. ¡Con qué naturalidad nacen los besos en eso tiempos primeros del amor! Acuden apretándose unos contra otros; y tan difícil sería contar los besos que se dan en una hora, como las flores de un campo en el mes de mayo. Entonces ella hacía como que se iba a parar, diciendo:
«Comment veux-tu que je joue comme cela si tu me tiens, je ne peux tout faire à la fois, sache au moins ce que tu veux, est-ce que je dois jouer la phrase ou faire des petites caresses», lui se fâchait et elle éclatait d′un rire qui se changeait et retombait sur lui, en une pluie de baisers. Ou bien elle le regardait d′un air maussade, il revoyait un visage digne de figurer dans la Vie de Mo de Botticelli, il l′y situait, il donnait au cou d′Odette l′inclinaison nécessaire; et quand il l′avait bien peinte à la détrempe, au XVe siècle, sur la muraille de la Sixtine, l′idée qu′elle était cependant restée là, près du piano, dans le moment actuel, prête à être embrassée et possédée, l′idée de sa matérialité et de sa vie venait l′enivrer avec une telle force que, l′œil égaré, les mâchoires tendues comme pour dévorer, il se précipitait sur cette vierge de Botticelli et se mettait à lui pincer les joues.
-¿Cómo quieres que toque si me tienes cogida? No puedo hacer las dos cosas a un tiempo; dime lo que hago: ¿o tocar, o acariciarte?; y él se enfadaba, y Odette entonces rompía en una risa que acababa por cambiarse en lluvia de besos y caía sobre Swann. O lo miraba con semblante huraño, y Swann veía entonces una cara digna de figurar en la Vida de Moisés, de Botticelli; y colocaba el rostro de Odette en la pintura aquella, daba al cuello de Odette la inclinación requerida, y cuando ya la tenía pintada perfectamente al temple, en el siglo XV, en la pared de la Sixtina, la idea de que, no obstante, seguía estando allí junto al piano, en el momento actual, y que la podía besar y poseer, la idea de su materialidad y de su vida, lo embriagaba con tal fuerza, que con la mirada extraviada y las mandíbulas extendidas, se lanzaba hacia aquella virgen de Botticelli y empezaba a pellizcarle los carrillos.
Puis, une fois qu′il l′avait quittée, non sans être rentré pour l′embrasser encore parce qu′il avait oublié d′emporter dans son souvenir quelque particularité de son odeur ou de ses traits, tandis qu′il revenait dans sa victoria, bénissant Odette de lui permettre ces visites quotidiennes, dont il sentait qu′elles ne devaient pas lui causer à elle une bien grande joie, mais qui en le préservant de devenir jaloux,—en lui ôtant l′occasion de souffrir de nouveau du mal qui s′était déclaré en lui le soir où il ne l′avait pas trouvée chez les Verdurin—l′aideraient à arriver, sans avoir plus d′autres de ces crises dont la première avait été si douloureuse et resterait la seule, au bout de ces heures singulières de sa vie, heures presque enchantées, à la façon de celles où il traversait Paris au clair de lune. Et, remarquant, pendant ce retour, que l′astre était maintenant déplacé par rapport à lui, et presque au bout de l′horizon, sentant que son amour obéissait, lui aussi, à des lois immuables et naturelles, il se demandait si cette période où il était entré durerait encore longtemps, si bientôt sa pensée ne verrait plus le cher visage qu′occupant une position lointaine et diminuée, et près de cesser de répandre du charme. Car Swann en trouvait aux choses, depuis qu′il était amoureux, comme au temps où, adolescent, il se croyait artiste; mais ce n′était plus le même charme, celui-ci c′est Odette seule qui le leur conférait. Il sentait renaître en lui les inspirations de sa jeunesse qu′une vie frivole avait dissipées, mais elles portaient toutes le reflet, la marque d′un être particulier; et, dans les longues heures qu′il prenait maintenant un plaisir délicat à passer chez lui, seul avec son âme en convalescence, il redevenait peu à peu lui-même, mais à une autre.
Luego, cuando ya se marchaba, no sin volver desde la puerta para darle otro beso, porque se le había olvidado llevarse en el recuerdo alguna particularidad de su perfume o de su fisonomía, volvía en su victoria, bendiciendo a Odette porque consentía en aquellas visitas diarias, que, sin duda, no debían de ser gran alegría para ella, pero que, resguardándolo a él del tormento de los celos «y quitándole la ocasión de padecer otra vez aquel mal que en él se declaró la noche que no estaba Odette en casa de los Verdurin., le ayudaban a gozar hasta lo último, sin más ataques, como aquel primero tan doloroso, y que acaso fuera único, de aquellas horas únicas de su vida, horas casi de encanto, como aquella en que iba atravesando París a la luz de la Luna. Y como notara durante su trayecto de vuelta, que ahora el astro ya no ocupaba, con respecto a él, el mismo lugar que antes, y estaba casi caído en el límite del horizonte, sintió que su amor obedecía también a leyes naturales e inmutables, y se preguntó si el período en que acababa de entrar duraría aún mucho, y si su alma no vería pronto aquel rostro amado, ya caído y a lo lejos, a punto de no ser ya fuente de ilusión. Porque Swann, desde que estaba enamorado, encontraba una ilusión en las cosas, como en la época de su adolescencia, cuando se creía artista; pero ya no era la misma ilusión; porque ésta era Odette quien únicamente se la daba. Sentía remozarse las inspiraciones de su juventud, disipadas por su frívolo vivir; pero ahora llevaban todas el reflejo y la marca de un ser determinado; y en las largas horas que se complacía con delicado deleite en pasar en casa, a solas con su alma convaleciente, iba volviendo a ser el mismo Swann de la juventud; pero no ya de Swann, sino de Odette.
Il n′allait chez elle que le soir, et il ne savait rien de l′emploi de son temps pendant le jour, pas plus que de son passé, au point qu′il lui manquait même ce petit renseignement initial qui, en nous permettant de nous imaginer ce que nous ne savons pas, nous donne envie de le connaître. Aussi ne se demandait-il pas ce qu′elle pouvait faire, ni quelle avait été sa vie. Il souriait seulement quelquefois en pensant qu′il y a quelques années, quand il ne la connaissait pas, on lui avait parlé d′une femme, qui, s′il se rappelait bien, devait certainement être elle, comme d′une fille, d′une femme entretenue, une de ces femmes auxquelles il attribuait encore, comme il avait peu vécu dans leur société, le caractère entier, foncièrement pervers, dont les dota longtemps l′imagination de certains romanciers. Il se disait qu′il n′y a souvent qu′à prendre le contre-pied des réputations que fait le monde pour juger exactement une personne, quand, à un tel caractère, il opposait celui d′Odette, bonne, na, éprise d′idéal, presque si incapable de ne pas dire la vérité, que, l′ayant un jour priée, pour pouvoir dîner seul avec elle, d′écrire aux Verdurin qu′elle était souffrante, le lendemain, il l′avait vue, devant Mme Verdurin qui lui demandait si elle allait mieux, rougir, balbutier et refléter malgré elle, sur son visage, le chagrin, le supplice que cela lui était de mentir, et, tandis qu′elle multipliait dans sa réponse les détails inventés sur sa prétendue indisposition de la veille, avoir l′air de faire demander pardon par ses regards suppliants et sa voix désolée de la fausseté de ses paroles.
No iba a casa de Odette más que por la noche, y nada sabía de lo que hacía en todo el día, como nada sabía de su pasado, y hasta le faltaba ese insignificante dato inicial que nos permite imaginarnos lo que no sabemos y nos entra en ganas de saberlo. Así, que no se preguntaba lo que hacía ni lo que fuera su vida pasada. Tan sólo algunas veces se sonreía al pensar que unos años antes, cuando aún no la conocía, le habían hablado de una mujer que, si no recordaba mal, era la misma, como de una ramera, como de una entretenida, una de esas mujeres a las que todavía atribuía Swann, porque entonces aun tenía poco mundo, el carácter completa y fundamentalmente perverso con que las revistió la mucha fantasía de ciertos novelistas. Y se decía que muy a menudo basta con volver del revés las reputaciones que forma la gente para juzgar exactamente a una persona; porque a aquel carácter que la gente atribuía a Odette oponía él una Odette buena, ingenua, enamorada del ideal, y casi tan incapaz de mentir, que, como una noche le rogara, con objeto de poder cenar solos, que escribiera a los Verdurin diciendo que estaba mala, al otro día la vio ruborizarse y balbucear cuando la señora de Verdurin le preguntó si estaba mejor, y reflejar, a pesar suyo, en la cara, la pena y el suplicio que le costaba mentir; y mientras que en su respuesta iba multiplicando los detalles imaginarios de su falsa enfermedad del día antes, por lo desolado de la voz y lo suplicante de la mirada, parecía que pedía perdón de su embuste.
Certains jours pourtant, mais rares, elle venait chez lui dans l′après-midi, interrompre sa rêverie ou cette étude sur Ver Meer à laquelle il s′était remis dernièrement. On venait lui dire que Mme de Crécy était dans son petit salon. Il allait l′y retrouver, et quand il ouvrait la porte, au visage rosé d′Odette, dès qu′elle avait aperçu Swann, venait—, changeant la forme de sa bouche, le regard de ses yeux, le modelé de ses joues—se mélanger un sourire. Une fois seul, il revoyait ce sourire, celui qu′elle avait eu la veille, un autre dont elle l′avait accueilli telle ou telle fois, celui qui avait été sa réponse, en voiture, quand il lui avait demandé s′il lui était désagréable en redressant les catleyas; et la vie d′Odette pendant le reste du temps, comme il n′en connaissait rien, lui apparaissait avec son fond neutre et sans couleur, semblable à ces feuilles d′études de Watteau, où on voit çà et là, à toutes les places, dans tous les sens, dessinés aux trois crayons sur le papier chamois, d′innombrables sourires. Mais, parfois, dans un coin de cette vie que Swann voyait toute vide, si même son esprit lui disait qu′elle ne l′était pas, parce qu′il ne pouvait pas l′imaginer, quelque ami, qui, se doutant qu′ils s′aimaient, ne se fût pas risqué à lui rien dire d′elle que d′insignifiant, lui décrivait la silhouette d′Odette, qu′il avait aperçue, le matin même, montant à pied la rue Abbatucci dans une «visite» garnie de skunks, sous un chapeau «à la Rembrandt» et un bouquet de violettes à son corsage. Ce simple croquis bouleversait Swann parce qu′il lui faisait tout d′un coup apercevoir qu′Odette avait une vie qui n′était pas tout entière à lui; il voulait savoir à qui elle avait cherché à plaire par cette toilette qu′il ne lui connaissait pas; il se promettait de lui demander où elle allait, à ce moment-là, comme si dans toute la vie incolore,—presque inexistante, parce qu′elle lui était invisible—, de sa maîtresse, il n′y avait qu′une seule chose en dehors de tous ces sourires adressés à lui: sa démarche sous un chapeau à la Rembrandt, avec un bouquet de violettes au corsage.
Algunas aunque pocas tardes Odette iba a casa de Swann a interrumpirlo en sus ensueños o en aquel estudio sobre Ver Meer, en el que trabajaba ahora de nuevo. Le decían que la señora de Crécy estaba esperando en la sala. Swann iba en seguida a recibirla, y en cuanto abría la puerta, aparecía en el rostro de Odette un sonrisa que transformaba la forma de su boca, el modo de mirar y el modelado de las mejillas. Swann luego, a solas, volvía a ver esa sonrisa, o la del día antes, o aquella con que lo acogió en tal ocasión, o la que sirvió de respuesta la noche que Swann le preguntó si le permitía que arreglara las catleyas del escote; y así como no conocía otra cosa de la vida de Odette, su existencia se le aparecía en innumerables sonrisas sobre un fondo neutro y sin color, igual que una de esas hojas de estudio de Watteau, sembradas de bocas que sonríen, dibujadas con lápices de tres colores en papel agamuzado. Pero muchas veces, en un rincón de esa vida que Swann veía tan vacía, aunque su razón le indicaba que en realidad no era así, porque no podía imaginársela de otro modo; algún amigo que sospechaba sus relaciones, y que por eso no se arriesgaba a decirle de Odette más que una cosa insignificante, le contaba que vio a Odette aquella mañana subiendo a pie la calle Abatucci, con una manteleta guarnecida de pieles de skunks, un sombrero a lo Rembrandt y un ramo de violetas prendido en el pecho. Aquella sencilla descripción trastornaba a Swann, porque le revelaba de pronto que la vida de Odette no era enteramente suya; ansiaba saber a quién quería agradar Odette con aquella toilette que él no conocía; y se prometió preguntarle adónde iba cuando la vio aquel amigo, como si en toda la vida incolora «casi inexistente, porque para él era invisible de su querida, no hubiera más que dos cosas: las sonrisas que a él le dedicaba y aquella visión de Odette, con su sombrero a lo Rembrandt y su ramo de violetas en el pecho.
Sauf en lui demandant la petite phrase de Vinteuil au lieu de la Valse des Roses, Swann ne cherchait pas à lui faire jouer plutôt des choses qu′il aimât, et pas plus en musique qu′en littérature, à corriger son mauvais goût. Il se rendait bien compte qu′elle n′était pas intelligente. En lui disant qu′elle aimerait tant qu′il lui parlât des grands poètes, elle s′était imaginé qu′elle allait connaître tout de suite des couplets héroes et romanesques dans le genre de ceux du vicomte de Borelli, en plus émouvant encore. Pour Ver Meer de Delft, elle lui demanda s′il avait souffert par une femme, si c′était une femme qui l′avait inspiré, et Swann lui ayant avoué qu′on n′en savait rien, elle s′était désintéressée de ce peintre. Elle disait souvent:
Excepto cuando le pedía la frase de Vinteuil en vez del Vals de las Rosas, Swann nunca le hacía tocar las cosas que le gustaban a él, y ni en música ni en literatura intentaba corregir su mal gusto. Se daba perfecta cuenta de que no era inteligente. Cuando le decía que a ella le gustaba mucho que le hablaran de los grandes poetas, es porque se imaginaba que inmediatamente iba a oír coplas heroicas y románticas del género de las del vizconde Borelli, pero más emocionantes aún. Le preguntó si Ver Meer de Delft había sufrido por amor a una mujer, y si era una mujer la que le había inspirado sus obras; y cuando Swann le confesó que no se lo podía decir, Odette ya perdió todo interés por aquel pintor. Solía decir:
«Je crois bien, la poésie, naturellement, il n′y aurait rien de plus beau si c′était vrai, si les poètes pensaient tout ce qu′ils disent. Mais bien souvent, il n′y a pas plus intéressé que ces gens-là. J′en sais quelque chose, j′avais une amie qui a aimé une espèce de poète. Dans ses vers il ne parlait que de l′amour, du ciel, des étoiles. Ah! ce qu′elle a été refaite! Il lui a croqué plus de trois cent mille francs.» Si alors Swann cherchait à lui apprendre en quoi consistait la beauté artistique, comment il fallait admirer les vers ou les tableaux, au bout d′un instant, elle cessait d′écouter, disant: «Oui... je ne me figurais pas que c′était comme cela.» Et il sentait qu′elle éprouvait une telle déception qu′il préférait mentir en lui disant que tout cela n′était rien, que ce n′était encore que des bagatelles, qu′il n′avait pas le temps d′aborder le fond, qu′il y avait autre chose. Mais elle lui disait vivement: «Autre chose? quoi?... Dis-le alors», mais il ne le disait pas, sachant combien cela lui paraîtrait mince et différent de ce qu′elle espérait, moins sensationnel et moins touchant, et craignant que, désillusionnée de l′art, elle ne le fût en même temps de l′amour.
-Sí, la poesía, ya lo creo; nada sería más hermoso si fuera de verdad, y si los poetas creyeran en todo lo que dicen. Pero algunas veces son más interesados que nadie. Que me lo digan a mí. Tenía yo una amiga que estuvo en relación con un poetilla. En sus versos, todo se volvía hablar del amor, del cielo y de las estrellas. Pero buen chasco le dio. Se le comió más de trescientos mil francos. Si Swann entonces intentaba enseñarle lo que era la belleza artística, y cómo había que admirar los versos o los cuadros, ella, al cabo de un momento, dejaba de atender y decía: «Sí... pues yo no me lo figuraba así.. Y Swann notaba en ella tal decepción, que prefería mentir, decirle que todo aquello no era nada, fruslerías nada más, que no tenía tiempo para abordar lo fundamental, que todavía había otra cosa. Y entonces ella lo interrumpía: «¿Otra cosa? ¿El qué...? ¿Entonces, dímelo?.; pero él se guardaba de decirlo porque ya sabía que lo que dijera le había de parecer insignificante y distinto de lo que se esperaba, mucho menos sensacional y conmovedor, y temía Swann que, al perder la ilusión del arte, no perdiera Odette, al mismo tiempo, la ilusión del amor.
Et en effet elle trouvait Swann, intellectuellement, inférieur à ce qu′elle aurait cru. «Tu gardes toujours ton sang-froid, je ne peux te définir.» Elle s′émerveillait davantage de son indifférence à l′argent, de sa gentillesse pour chacun, de sa délicatesse. Et il arrive en effet souvent pour de plus grands que n′était Swann, pour un savant, pour un artiste, quand il n′est pas méconnu par ceux qui l′entourent, que celui de leurs sentiments qui prouve que la supériorité de son intelligence s′est imposée à eux, ce n′est pas leur admiration pour ses idées, car elles leur échappent, mais leur respect pour sa bonté. C′est aussi du respect qu′inspirait à Odette la situation qu′avait Swann dans le monde, mais elle ne désirait pas qu′il cherchât à l′y faire recevoir. Peut-être sentait-elle qu′il ne pourrait pas y réussir, et même craignait-elle, que rien qu′en parlant d′elle, il ne provoquât des révélations qu′elle redoutait. Toujours est-il qu′elle lui avait fait promettre de ne jamais prononcer son nom. La raison pour laquelle elle ne voulait pas aller dans le monde, lui avait-elle dit, était une brouille qu′elle avait eue autrefois avec une amie qui, pour se venger, avait ensuite dit du mal d′elle. Swann objectait: «Mais tout le monde n′a pas connu ton amie.»—«Mais si, ça fait la tache d′huile, le monde est si méchant.» D′une part Swann ne comprit pas cette histoire, mais d′autre part il savait que ces propositions: «Le monde est si méchant», «un propos calomnieux fait la tache d′huile», sont généralement tenues pour vraies; il devait y avoir des cas auxquels elles s′appliquaient. Celui d′Odette était-il l′un de ceux-là? Il se le demandait, mais pas longtemps, car il était sujet, lui aussi, à cette lourdeur d′esprit qui s′appesantissait sur son père, quand il se posait un problème difficile. D′ailleurs, ce monde qui faisait si peur à Odette, ne lui inspirait peut-être pas de grands désirs, car pour qu′elle se le représentât bien nettement, il était trop éloigné de celui qu′elle connaissait. Pourtant, tout en étant restée à certains égards vraiment simple (elle avait par exemple gardé pour amie une petite couturière retirée dont elle grimpait presque chaque jour l′escalier raide, obscur et fétide), elle avait soif de chic, mais ne s′en faisait pas la même idée que les gens du monde.
En efecto; Swann le parecía intelectualmente inferior a lo que ella se había imaginado. «Nunca pierdes la sangre fría, no puedo definirte.. Y lo que más la maravillaba era la indiferencia con que miraba al dinero, su amabilidad para todo el mundo y su delicadeza. Ocurre muchas veces, en efecto; y con personas de más valía que Swann, con un sabio, con un artista, cuando su familia y sus amigos saben estimar lo que vale, que el sentimiento que demuestra que la superioridad de su inteligencia se impuso a ellos, no es un sentimiento de admiración por sus ideas, porque no las entienden, sino de respeto a su bondad. A Odette le inspiraba también respeto la posición que ocupaba Swann en la sociedad aristocrática, pero nunca deseó que su amante probara a introducirla en aquel ambiente. Pensaba que Swann no lo lograría, y además, tenía miedo de que sólo con hablar de ella provocara revelaciones temibles. Ello es que le había arrancado la promesa de no pronunciar nunca su nombre. Le dijo que el motivo que tenía para no hacer vida de saciedad era que, hace muchos años, regañó con una amiga; la cual, para vengarse, había ido hablando mal de ella. Swann objetaba: «Pero tu amiga no conoce a todo el mundo. -Sí, esas cosas se corren como una mancha de aceite y la gente es tan mala Por un lado, Swann no entendió bien esta historia; pero, por otro, sabía que esas proposiciones: -La gente es tan mala y la calumnia se extiende como una mancha de aceite, se consideran generalmente como verdaderas; así, pues, debía de haber casos en que se aplicaran concretamente. ¿Era el de Odette uno de ellos? Y esta pregunta le preocupaba, pero no por mucho tiempo, por que padecía también Swann de aquella pesadez de espíritu que aquejaba a su padre cuando se planteaba un problema difícil. Además, aquella sociedad que daba tanto miedo a Odette no le inspiraba grandes deseos, porque estaba demasiado lejos de la que ella conocía, para que se la pudiera representar bien. Sin embargo, a pesar de que en algunas cosas conservaba hábitos de verdadera sencillez «seguía su amistad con una modista retirada del oficio, y subía casi a diario la escalera pina, oscura y fétida de la casa donde vivía su amiga., se moría por lo chic, aunque su concepto de lo chic era muy distinto del de las gentes verdaderamente aristocráticas.
Pour eux, le chic est une émanation de quelques personnes peu nombreuses qui le projettent jusqu′à un degré assez éloigné —et plus ou moins affaibli dans la mesure où l′on est distant du centre de leur intimité—, dans le cercle de leurs amis ou des amis de leurs amis dont les noms forment une sorte de répertoire. Les gens du monde le possèdent dans leur mémoire, ils ont sur ces matières une érudition d′où ils ont extrait une sorte de goût, de tact, si bien que Swann par exemple, sans avoir besoin de faire appel à son savoir mondain, s′il lisait dans un journal les noms des personnes qui se trouvaient à un dîner pouvait dire immédiatement la nuance du chic de ce dîner, comme un lettré, à la simple lecture d′une phrase, apprécie exactement la qualité littéraire de son auteur. Mais Odette faisait partie des personnes (extrêmement nombreuses quoi qu′en pensent les gens du monde, et comme il y en a dans toutes les classes de la société), qui ne possèdent pas ces notions, imaginent un chic tout autre, qui revêt divers aspects selon le milieu auquel elles appartiennent, mais a pour caractère particulier,—que ce soit celui dont rêvait Odette, ou celui devant lequel s′inclinait Mme Cottard,—d′être directement accessible à tous. L′autre, celui des gens du monde, l′est à vrai dire aussi, mais il y faut quelque délai. Odette disait de quelqu′un:
Para éstas, el chic es una emanación de unas cuantas personas que lo proyectan en un radio bastante amplio «y con mayor o menor fuerza, según lo que se diste de su intimidad. sobre el grupo de sus amigos o de los amigos de sus amigos, cuyos nombres forman una especie de repertorio. Este repertorio lo guardan en la memoria las gentes del gran mundo, y tienen respecto a estas materias una erudición de la que sacan un modo de gusto y de tacto especiales; así que Swann, sin necesidad de apelar a su ciencia del mundo, al leer en un periódico los nombres de los invitados a una comida, podía decir inmediatamente hasta qué punto había sido chic, lo mismo que un hombre culto aprecia por la simple lectura de una frase la calidad literaria de su autor. Pero Odette era de esas personas «muy numerosas, aunque las gentes de la alta sociedad no lo crean, y que se dan en todas las clases sociales que como no poseen esas nociones, se imaginan lo chic de modo enteramente distinto, revestido de diversos aspectos, según el medio a que pertenezcan, pero teniendo por carácter determinante «ya fuera el chic con que soñaba Odette, ya fuera el chic ante el cual se inclinaba respetuosamente la señora de Cottarde. de ser directamente accesible a cualquiera. El otro, el de las gentes de la alta sociedad, también lo era, pero a fuerza de tiempo. Odette decía hablando de una persona:
—«Il ne va jamais que dans les endroits chics.»
-No va más que a los sitios chic.
Et si Swann lui demandait ce qu′elle entendait par là, elle lui répondait avec un peu de mépris:
Y cuando Swann le preguntaba qué es lo que quería decir con eso, ella respondía con cierto desdén:
—«Mais les endroits chics, parbleu! Si, à ton âge, il faut t′apprendre ce que c′est que les endroits chics, que veux-tu que je te dise, moi, par exemple, le dimanche matin, l′avenue de l′Impératrice, à cinq heures le tour du Lac, le jeudi l′Éden Théâtre, le vendredi l′Hippodrome, les bals...»
-.Pues, caramba, los sitios chic. Si a tus años voy a tener que enseñarte lo que son los sitios chic... ¡Qué sé yo! Por ejemplo, los domingos por la mañana, la avenida de la Emperatriz; el paseo de coches del Lago, a las cinco; los jueves, el teatro Edén; los viernes, el Hipódromo, los bailes.
—Mais quels bals?
-¿Pero qué bailes?
—«Mais les bals qu′on donne à Paris, les bals chics, je veux dire. Tiens, Herbinger, tu sais, celui qui est chez un coulissier? mais si, tu dois savoir, c′est un des hommes les plus lancés de Paris, ce grand jeune homme blond qui est tellement snob, il a toujours une fleur à la boutonnière, une raie dans le dos, des paletots clairs; il est avec ce vieux tableau qu′il promène à toutes les premières. Eh bien! il a donné un bal, l′autre soir, il y avait tout ce qu′il y a de chic à Paris. Ce que j′aurais aimé y aller! mais il fallait présenter sa carte d′invitation à la porte et je n′avais pas pu en avoir. Au fond j′aime autant ne pas y être allée, c′était une tuerie, je n′aurais rien vu. C′est plutôt pour pouvoir dire qu′on était chez Herbinger. Et tu sais, moi, la gloriole! Du reste, tu peux bien te dire que sur cent qui racontent qu′elles y étaient, il y a bien la moitié dont ça n′est pas vrai... Mais ça m′étonne que toi, un homme si «pschutt», tu n′y étais pas.»
-Pues los bailes que se dan en París; vamos, los bailes chic quiero decir. Ahí tienes ese Herbinger, ese que está con un bolsista, sí, debes conocerlo, es uno de los hombres que más se ven en París, un muchacho rubio, muy snob, que lleva siempre una flor en el ojal y una raya atrás, y que gasta abrigos claros; sí, está liado con esa vieja pintada que lleva a todos los estrenos. Bueno, pues ése dio un baile la otra noche, donde fue toda la gente chic de París. ¡Cuánto me hubiera gustado ir! Pero había que presentar la invitación a la puerta, y no pude lograr ninguna. Bueno; en el fondo, lo mismo me da porque la gente creo que se mataba de tanta que había. Y todo para poder decir que estaban en casa de Herbinger. Y a mí esas cosas, sabes, no me dicen nada. Además, puedes asegurar que de cada cien de las que digan que estaban, la mitad de ellas mienten. Pero me extraña que tú, tan pschutt, no estuvieras.
Mais Swann ne cherchait nullement à lui faire modifier cette conception du chic; pensant que la sienne n′était pas plus vraie, était aussi sotte, dénuée d′importance, il ne trouvait aucun intérêt à en instruire sa maîtresse, si bien qu′après des mois elle ne s′intéressait aux personnes chez qui il allait que pour les cartes de pesage, de concours hippique, les billets de première qu′il pouvait avoir par elles. Elle souhaitait qu′il cultivât des relations si utiles mais elle était par ailleurs, portée à les croire peu chic, depuis qu′elle avait vu passer dans la rue la marquise de Villeparisis en robe de laine noire, avec un bonnet à brides.
Swann nunca intentaba hacerle modificar su concepto del chic; pensaba que el suyo no valía mucho más y era tan tonto y tan insignificante como el otro: así que ningún interés tenía en enseñárselo a su querida; tanto, que cuando ya llevaban meses de relaciones, ella sólo se interesaba por las amistades de Swann, en cuanto que podían servirle para tener tarjetas de entrada al pesaje de las carreras, a los concursos hípicos, o billetes para los estrenos. Le gustaba que cultivara amistades tan útiles, pero se inclinaba a considerarlas como chic, desde que un día vio por la calle a la marquesa de Villeparisis, con un traje de lana negro y una capota con bridas.
—Mais elle a l′air d′une ouvreuse, d′une vieille concierge, darling!
Ça, une marquise! Je ne suis pas marquise, mais il faudrait me payer bien cher pour me faire sortir nippée comme ça!
-Pero si parece una acomodadora, una portera vieja, darling. ¡Y es marquesa! Yo no soy marquesa, pero me tendrían que dar mucho dinero para salir disfrazada de ese modo.
Elle ne comprenait pas que Swann habitât l′hôtel du quai d′Orléans que, sans oser le lui avouer, elle trouvait indigne de lui.
No comprendía porqué vivía Swann en la casona del muelle de Orleáns, que le parecía indigna de él.
Certes, elle avait la prétention d′aimer les «antiquités» et prenait un air ravi et fin pour dire qu′elle adorait passer toute une journée à «bibeloter», à chercher «du bric-à-brac», des choses «du temps». Bien qu′elle s′entêtât dans une sorte de point d′honneur (et semblât pratiquer quelque précepte familial) en ne répondant jamais aux questions et en ne «rendant pas de comptes» sur l′emploi de ses journées, elle parla une fois à Swann d′une amie qui l′avait invitée et chez qui tout était «de l′époque». Mais Swann ne put arriver à lui faire dire quelle était cette époque. Pourtant, après avoir réfléchi, elle répondit que c′était «moyenâgeux». Elle entendait par là qu′il y avait des boiseries. Quelque temps après, elle lui reparla de son amie et ajouta, sur le ton hésitant et de l′air entendu dont on cite quelqu′un avec qui on a dîné la veille et dont on n′avait jamais entendu le nom, mais que vos amphitryons avaient l′air de considérer comme quelqu′un de si célèbre qu′on espère que l′interlocuteur saura bien de qui vous voulez parler: «Elle a une salle à manger... du... dix-huitième!» Elle trouvait du reste cela affreux, nu, comme si la maison n′était pas finie, les femmes y paraissaient affreuses et la mode n′en prendrait jamais. Enfin, une troisième fois, elle en reparla et montra à Swann l′adresse de l′homme qui avait fait cette salle à manger et qu′elle avait envie de faire venir, quand elle aurait de l′argent pour voir s′il ne pourrait pas lui en faire, non pas certes une pareille, mais celle qu′elle rêvait et que, malheureusement, les dimensions de son petit hôtel ne comportaient pas, avec de hauts dressoirs, des meubles Renaissance et des cheminées comme au château de Blois. Ce jour-là, elle laissa échapper devant Swann ce qu′elle pensait de son habitation du quai d′Orléans; comme il avait critiqué que l′amie d′Odette donnât non pas dans le Louis XVI, car, disait-il, bien que cela ne se fasse pas, cela peut être charmant, mais dans le faux ancien:
Tenía la pretensión de que le gustaban las antigüedades, y tomaba una expresión de finura y arrobo cuando decía que le agradaba pasarse todo un día «revolviendo cacharros, buscando baratillos. y cosas «antiguas.. Aunque se empeñaba, como haciéndolo cuestión de honor (y como si obedeciera a un precepto de familia), en no contestar nunca cuando Swann le preguntaba lo que había hecho, y en no «dar cuentas. de cómo gastaba el tiempo, una vez habló a Swann de una amiga suya que la había invitado y que tenía una casa amueblada toda con muebles de época. Swann no pudo averiguar qué época era aquélla. Después de pensarlo un poco, dijo Odette que era «allá de la Edad Media. Con eso quería decir que las paredes tenían entabladuras. Poco después volvió a hablarle de su amiga, y añadió con el tono vacilante y de estar enterado con que se citan palabras de una persona que estuvo cenando con uno la noche antes y cuyo nombre era desconocido, pero al que los anfitriones consideraban como persona tan célebre que se da por supuesto que el interlocutor sabe perfectamente de quién se trata: «Tiene un comedor del... del dieciocho. Comedor que por lo demás le parecía horroroso, pobre como si la casa no estuviese acabada que sentaba muy mal a las mujeres, y que nunca se pondría de moda. Y volvió a hablar por tercera vez de aquel comedor, mostrando a Swann las señas del artista que lo hilo, diciéndole que de buena gana lo llamaría, cuando tuviera dinero, para ver si podía hacerle, no uno como aquel de su amiga, sino el que ella soñaba, y que por desgracia no casaba con las proporciones de su hotelito, con altos aparadores, muebles Renacimiento y chimeneas como las del castillo de Blois. Aquel día se le escapó delante de Swann lo que opinaba de su casa del muelle de Orleáns; como Swann criticara que a la amiga de Odette le diera, no por el estilo Luis XVI, porque ese estilo, aunque se ve poco, puede ser delicioso, sino por la falsificación de lo antiguo, ella le dijo:
«Tu ne voudrais pas qu′elle vécût comme toi au milieu de meubles cassés et de tapis usés», lui dit-elle, le respect humain de la bourgeoise l′emportant encore chez elle sur le dilettantisme de la cocotte.
-Pero no querrás que viva como tú, entre muebles rotos y alfombras viejas, porque en Odette aun no podía más la aburguesada respetabilidad que el diletantismo de la cocotte
De ceux qui aimaient à bibeloter, qui aimaient les vers, méprisaient les bas calculs, rêvaient d′honneur et d′amour, elle faisait une élite supérieure au reste de l′humanité. Il n′y avait pas besoin qu′on eût réellement ces goûts pourvu qu′on les proclamât; d′un homme qui lui avait avoué à dîner qu′il aimait à flâner, à se salir les doigts dans les vieilles boutiques, qu′il ne serait jamais apprécié par ce siècle commercial, car il ne se souciait pas de ses intérêts et qu′il était pour cela d′un autre temps, elle revenait en disant: «Mais c′est une âme adorable, un sensible, je ne m′en étais jamais doutée!» et elle se sentait pour lui une immense et soudaine amitié. Mais, en revanche ceux, qui comme Swann, avaient ces goûts, mais n′en parlaient pas, la laissaient froide. Sans doute elle était obligée d′avouer que Swann ne tenait pas à l′argent, mais elle ajoutait d′un air boudeur: «Mais lui, ça n′est pas la même chose»; et en effet, ce qui parlait à son imagination, ce n′était pas la pratique du désintéressement, c′en était le vocabulaire.
Consideraba como una minoría superior al resto de la humanidad a los seres que tenían afición a los cacharros, figurillas artísticas y a versos, que despreciaban los cálculos mezquinos y soñaban con cosas de amores y de pundonor. No le importaba que en realidad tuvieran o no esos gustos, con tal de que los pregonaran, y volvía diciendo de un hombre que le contó que le gustaba vagar, ensuciarse las manos en tiendas viejas, y que creía que nunca sabría apreciarle este siglo de comerciantes, porque no le preocupaban sus intereses y era un hombre de otra época: «Es un espíritu adorable. ¡Qué sensibilidad! Pues nunca lo sospeché.; y sentía hacia aquel hombre una amistad enorme y súbita. Pero, por el contrario, las personas que, como Swann, tenían de verdad esos gustos, pero sin hablar de ellos, no le decían nada. Claro que no tenía más remedio que confesar que Swann no era interesado; pero luego añadía con aire burlón: «En él no es lo mismo.; y en efecto, lo que seducía a la imaginación de Odette no era la práctica del desinterés, sino su vocabulario.
Sentant que souvent il ne pouvait pas réaliser ce qu′elle rêvait, il cherchait du moins à ce qu′elle se plût avec lui, à ne pas contrecarrer ces idées vulgaires, ce mauvais goût qu′elle avait en toutes choses, et qu′il aimait d′ailleurs comme tout ce qui venait d′elle, qui l′enchantaient même, car c′était autant de traits particuliers grâce auxquels l′essence de cette femme lui apparaissait, devenait visible. Aussi, quand elle avait l′air heureux parce qu′elle devait aller à la Reine Topaze, ou que son regard devenait sérieux, inquiet et volontaire, si elle avait peur de manquer la rite des fleurs ou simplement l′heure du thé, avec muffins et toasts, au «Thé de la Rue Royale» où elle croyait que l′assiduité était indispensable pour consacrer la réputation d′élégance d′une femme, Swann, transporté comme nous le sommes par le naturel d′un enfant ou par la vérité d′un portrait qui semble sur le point de parler, sentait si bien l′âme de sa maîtresse affleurer à son visage qu′il ne pouvait résister à venir l′y toucher avec ses lèvres. «Ah! elle veut qu′on la mène à la fête des fleurs, la petite Odette, elle veut se faire admirer, eh bien, on l′y mènera, nous n′avons qu′à nous incliner.» Comme la vue de Swann était un peu basse, il dut se résigner à se servir de lunettes pour travailler chez lui, et à adopter, pour aller dans le monde, le monocle qui le défigurait moins. La première fois qu′elle lui en vit un dans l′œil, elle ne put contenir sa joie: «Je trouve que pour un homme, il n′y a pas à dire, ça a beaucoup de chic!
Se daba cuenta de que muchas veces no podía él realizar los sueños de Odette, y por lo menos hacía porque no se aburriera con él, y no contrariaba sus ideas vulgares y aquel mal gusto que tenía en todo, y que a Swann también le estaba como cualquier cosa que de ella viniera, que hasta le encantaba, como rasgos particulares, gracias a los cuales se le hacía visible y aparente la esencia de aquella mujer. Así que cuando estaba contenta porque iba a ir a la Reina Topacio, o se le ponía el mirar serio, preocupado y voluntarioso, porque tenía miedo de perder la batalla de flores, o sencillamente la hora del té con muffins y toasts del «Té de la rue Royale., al que creía indispensable asistir para consagrar la reputación de elegancia de una mujer, Swann, arrebatado como si estuviera ante la naturalidad de un niño o la fidelidad de un retrato que parece que va a hablar, veía el alma de su querida afluir tan claramente a su rostro, que no podía resistir a la tentación de ir a tocarla con los labios. -¡Ah, con que quiere que la llevemos a la batalla de flores esta joven Odette, ¿eh? Quiere que la admiren. Bueno, pues la llevaremos. No hay más que hablar.. Como Swann era un poco corto de vista, tuvo que resignarse a gastar lentes, para estar en casa, y a adoptar, para afuera, el monóculo, que lo desfiguraba menos. La primera vez que se lo vio puesto, Odette no pudo contener su alegría: -.Para un hombre, digan lo que quieran, no hay nada más chic.
Comme tu es bien ainsi! tu as l′air d′un vrai gentleman. Il ne te manque qu′un titre!» ajouta-t-elle, avec une nuance de regret. Il aimait qu′Odette fût ainsi, de même que, s′il avait été épris d′une Bretonne, il aurait été heureux de la voir en coiffe et de lui entendre dire qu′elle croyait aux revenants. Jusque-là, comme beaucoup d′hommes chez qui leur goût pour les arts se développe indépendamment de la sensualité, une disparate bizarre avait existé entre les satisfactions qu′il accordait à l′un et à l′autre, jouissant, dans la compagnie de femmes de plus en plus grossières, des séductions d′œuvres de plus en plus raffinées, emmenant une petite bonne dans une baignoire grillée à la représentation d′une pièce décadente qu′il avait envie d′entendre ou à une exposition de peinture impressionniste, et persuadé d′ailleurs qu′une femme du monde cultivée n′y eut pas compris davantage, mais n′aurait pas su se taire aussi gentiment. Mais, au contraire, depuis qu′il aimait Odette, sympathiser avec elle, tâcher de n′avoir qu′une âme à eux deux lui était si doux, qu′il cherchait à se plaire aux choses qu′elle aimait, et il trouvait un plaisir d′autant plus profond non seulement à imiter ses habitudes, mais à adopter ses opinions, que, comme elles n′avaient aucune racine dans sa propre intelligence, elles lui rappelaient seulement son amour, à cause duquel il les avait préférées. S′il retournait à Serge Panine, s′il recherchait les occasions d′aller voir conduire Olivier Métra, c′était pour la douceur d′être initié dans toutes les conceptions d′Odette, de se sentir de moitié dans tous ses goûts. Ce charme de le rapprocher d′elle, qu′avaient les ouvrages ou les lieux qu′elle aimait, lui semblait plus mystérieux que celui qui est intrinsèque à de plus beaux, mais qui ne la lui rappelaient pas. D′ailleurs, ayant laissé s′affaiblir les croyances intellectuelles de sa jeunesse, et son scepticisme d′homme du monde ayant à son insu pénétré jusqu′à elles, il pensait (ou du moins il avait si longtemps pensé cela qu′il le disait encore) que les objets de nos goûts n′ont pas en eux une valeur absolue, mais que tout est affaire d′époque, de classe, consiste en modes, dont les plus vulgaires valent celles qui passent pour les plus distinguées. Et comme il jugeait que l′importance attachée par Odette à avoir des cartes pour le vernissage n′était pas en soi quelque chose de plus ridicule que le plaisir qu′il avait autrefois à déjeuner chez le prince de Galles, de même, il ne pensait pas que l′admiration qu′elle professait pour Monte-Carlo ou pour le Righi fût plus déraisonnable que le goût qu′il avait, lui, pour la Hollande qu′elle se figurait laide et pour Versailles qu′elle trouvait triste. Aussi, se privait-il d′y aller, ayant plaisir à se dire que c′était pour elle, qu′il voulait ne sentir, n′aimer qu′avec elle.
¡Qué bien estás así, pareces un verdadero gentleman! No le falta más que un título., añadió con cierto pesar. Y a Swann le gustaba que Odette fuera así; lo mismo que si se hubiera enamorado de una bretona, se habría alegrado de verla con su cofia y de oírle decir que creía en los fantasmas. Hasta entonces, como ocurre a muchos hombres en quienes la afición al arte se desarrolla independientemente de su sensualidad, había reinado una extraña disparidad entre la manera de satisfacer ambas cosas, y gozaba en la compañía de mujeres de lo más grosero, las seducciones de obras de lo más refinado, llevando, por ejemplo, a una criadita a un palco con celosía para ver representar una obra decadente que tenía unas de oír o una exposición de pintura impresionista, convencido, por lo demás, de que una mujer aristocrática y culta no se hubiera enterado más que la chiquilla aquella, pero no hubiera sabido callarse con tanta gracia. Ahora, al contrario, desde que quería a Odette, le era tan grato simpatizar con ella y aspirar a no tener más que un alma para los dos, que se esforzaba por encontrar agradables las cosas que a ella le gustaban, y se complacía tanto más profundamente, no sólo en imitar sus costumbres, sino en adoptar sus opiniones, cuanto que, como no tenían base alguna en su propia inteligencia, le recordaban su amor como único motivo de que le gustaran esas cosas. Si iba dos veces a Sergio Panine, o buscaba las ocasiones de oír como dirigía Olivier Métra, era por el placer de iniciarse en todos los conceptos de Odette y sentirse partícipe de todos sus gustos. Y aquel hechizo, para acercar su alma a la de Odette, que tenían las obras o los sitios que le gustaban, llegó a parecerle más misterioso que el que contienen obras mucho más hermosas, pero que no le recordaban a Odette. Además, como había ido dejando que flaquearan las creencias intelectuales de su juventud, y como su escepticismo de hombre elegante se había extendida hasta ellas, inconscientemente, creía «o por lo menos así lo había creído por tanto tiempo que aún lo decía. que los objetos sobre que versan nuestros gustos artísticos no tienen en sí valor absoluto, sino que todo es cuestión de época y lugar, y depende de las modas, las más vulgares de las cuales valen lo mismo que las que pasan por más distinguidas. Y como juzgaba que la importancia que Odette atribuía a tener entrada para el barnizado de los cuadros de la Exposición no era en sí misma más ridícula que el placer que sentía él en otro tiempo, cuando almorzaba con el príncipe de Gales, parecíale que la admiración que profesaba Odette por Montecarlo o por el Righi no era más absurda que la afición suya a Holanda, que Odette se figuraba como un país muy feo, o a Versalles, que a Odette se le antojaba muy triste. Y se abstenía de ir a esos sitios, porque legustaba decirse que lo hacía por ella y que no quería sentir ni querermás que con ella lo que ella sintiera y amara.
Comme tout ce qui environnait Odette et n′était en quelque sorte que le mode selon lequel il pouvait la voir, causer avec elle, il aimait la société des Verdurin. Là, comme au fond de tous les divertissements, repas, musique, jeux, soupers costumés, parties de campagne, parties de théâtre, même les rares «grandes soirées» données pour les «ennuyeux», il y avait la présence d′Odette, la vue d′Odette, la conversation avec Odette, dont les Verdurin faisaient à Swann, en l′invitant, le don inestimable, il se plaisait mieux que partout ailleurs dans le «petit noyau», et cherchait à lui attribuer des mérites réels, car il s′imaginait ainsi que par goût il le fréquenterait toute sa vie. Or, n′osant pas se dire, par peur de ne pas le croire, qu′il aimerait toujours Odette, du moins en cherchant à supposer qu′il fréquenterait toujours les Verdurin (proposition qui, a priori, soulevait moins d′objections de principe de la part de son intelligence), il se voyait dans l′avenir continuant à rencontrer chaque soir Odette; cela ne revenait peut-être pas tout à fait au même que l′aimer toujours, mais, pour le moment, pendant qu′il l′aimait, croire qu′il ne cesserait pas un jour de la voir, c′est tout ce qu′il demandait. «Quel charmant milieu, se disait-il. Comme c′est au fond la vraie vie qu′on mène là! Comme on y est plus intelligent, plus artiste que dans le monde. Comme Mme Verdurin, malgré de petites exagérations un peu risibles, a un amour sincère de la peinture, de la musique! quelle passion pour les œuvres, quel désir de faire plaisir aux artistes! Elle se fait une idée inexacte des gens du monde; mais avec cela que le monde n′en a pas une plus fausse encore des milieux artistes! Peut-être n′ai-je pas de grands besoins intellectuels à assouvir dans la conversation, mais je me plais parfaitement bien avec Cottard, quoiqu′il fasse des calembours ineptes. Et quant au peintre, si sa prétention est déplaisante quand il cherche à étonner, en revanche c′est une des plus belles intelligences que j′aie connues. Et puis surtout, là, on se sent libre, on fait ce qu′on veut sans contrainte, sans cérémonie. Quelle dépense de bonne humeur il se fait par jour dans ce salon-là! Décidément, sauf quelques rares exceptions, je n′irai plus jamais que dans ce milieu. C′est là que j′aurai de plus en plus mes habitudes et ma vie.»
Le gustaba, como todo lo que rodeaba a Odette, la casa de los Verdurin, que no era en cierta manera más que un modo de verla y hablarla. Allí, como en el fondo de todas las diversiones, comidas, música, juegos, cenas con disfraz, días de campo, noches de teatro, y hasta en las pocas noches de gran gala de la casa, estaba presente Odette, veía a Odette, hablaba con Odette, don inestimable que los Verdurin hacían a Swann al invitarlo; y se encontraba mejor que en parte alguna en el «cogollito., al que hacía por atribuir méritos reales, porque así se imaginaba que formaría parte de el por gusto toda su vida. Y como no se atrevía a decirse que querría a Odette eternamente, por lo menos le gustaba suponer que se trataría siempre con los Verdurin «proposición ésta que a priori despertaba menos objeciones por parte de su inteligencia. y de ese modo se figuraba un porvenir en el que veía a Odette a diario; lo cual no era exactamente lo mismo que quererla siempre; pero, por el momento, y mientras que la quería, creer que no se quedaría un día sin verla era ya bastante para él. -¡Qué ambiente tan delicioso! -se decía Swann.. Esa, esa es la vida de verdad, la que se hace en esa casa; hay allí más talento y más amor al arte que en las grandes casas aristocráticas. ¡Y cuánto y qué sinceramente le gustan a la señora de Verdurin la música y la pintura! Claro que, a veces, exagera de un modo un tanto ridículo; ¡pero siente tal pasión por las obras de arte, y hace tanto por agradar a los artistas !... No tiene idea de lo que es la gente de la aristocracia, pero también es verdad que los aristócratas se forman igualmente una idea muy falsa de los ambientes artísticos. Y quizá sea porque yo no voy a buscar en la conversación satisfacción de grandes necesidades intelectuales; pero el caso es que paso buenos ratos con Cottard, aunque haga unos chistes estúpidos. El pintor, cuando se pone presuntuoso y quiere deslumbrar a la gente, es desagradable; pero como talento es de los mejores que yo conozco. Y, además, hay allí mucha libertad, cada cual hace lo que quiere sin la menor sujeción, sin ninguna etiqueta. ¡Y el derroche de buen humor que se gasta a diario en esa casa! Decididamente, creo que, a no ser en casos muy raros, no iré más que allí. Y me iré formando mis costumbres y mi vida en ese ambiente.
Et comme les qualités qu′il croyait intrinsèques aux Verdurin n′étaient que le reflet sur eux de plaisirs qu′avait goûtés chez eux son amour pour Odette, ces qualités devenaient plus sérieuses, plus profondes, plus vitales, quand ces plaisirs l′étaient aussi. Comme Mme Verdurin donnait parfois à Swann ce qui seul pouvait constituer pour lui le bonheur; comme, tel soir où il se sentait anxieux parce qu′Odette avait causé avec un invité plus qu′avec un autre, et où, irrité contre elle, il ne voulait pas prendre l′initiative de lui demander si elle reviendrait avec lui, Mme Verdurin lui apportait la paix et la joie en disant spontanément: «Odette, vous allez ramener M. Swann, n′est-ce pas»? comme cet été qui venait et où il s′était d′abord demandé avec inquiétude si Odette ne s′absenterait pas sans lui, s′il pourrait continuer à la voir tous les jours, Mme Verdurin allait les inviter à le passer tous deux chez elle à la campagne,—Swann laissant à son insu la reconnaissance et l′intérêt s′infiltrer dans son intelligence et influer sur ses idées, allait jusqu′à proclamer que Mme Verdurin était une grande âme. De quelques gens exquis ou éminents que tel de ses anciens camarades de l′école du Louvre lui parlât: «Je préfère cent fois les Verdurin, lui répondait-il.» Et, avec une solennité qui était nouvelle chez lui:
Y como las cualidades que Swann consideraba intrínsecas de los Verdurin no eran más que el reflejo que proyectaban sobre sus personas los placeres que disfrutó Swann en aquella casa durante sus amores con Odette, resultaba que, cuanto más vivos, más profundos y más serios eran aquellos placeres, más serias, más profundas y más vivas eran las prendas con que adornaba Swann a los Verdurin. La señora de Verdurin dio muchas veces a Swann lo único que él llamaba felicidad; una noche se sentía agitado e irritado con Odette, porque su querida había hablado con cual invitado más que con tal otro, no se atrevía a ser él quien tomara la iniciativa de preguntar a Odette si saldrían juntos, y entonces la señora de Verdurin era portadora de paz y alegría, diciendo espontáneamente: -¿Odette, usted se marcha con el señor Swann, verdad?; tenía miedo al verano que se acercaba, muy preocupado por si Odette se marchaba a veranear ella sola, y no podía verla a diario, y la señora de Verdurin iba a invitar a los dos a irse al campo con ellos; de modo que por todas estas cosas Swann fue dejando que el interés y la gratitud se infiltraran en su inteligencia e influyeran en sus ideas, y llegó hasta a proclamar que la señora de Verdurin era un gran corazón. Un antiguo compañero suyo de la Escuela del Louvre le hablaba de una persona exquisita o de gran mérito, y Swann respondía «Prefiero mil veces los Verdurin.. Y con solemnidad, en el nueva, decía:
«Ce sont des êtres magnanimes, et la magnanimité est, au fond, la seule chose qui importe et qui distingue ici-bas. Vois-tu, il n′y a que deux classes d′êtres: les magnanimes et les autres; et je suis arrivé à un âge où il faut prendre parti, décider une fois pour toutes qui on veut aimer et qui on veut dédaigner, se tenir à ceux qu′on aime et, pour réparer le temps qu′on a gâché avec les autres, ne plus les quitter jusqu′à sa mort. Eh bien! ajoutait-il avec cette légère émotion qu′on éprouve quand même sans bien s′en rendre compte, on dit une chose non parce qu′elle est vraie, mais parce qu′on a plaisir à la dire et qu′on l′écoute dans sa propre voix comme si elle venait d′ailleurs que de nous-mêmes, le sort en est jeté, j′ai choisi d′aimer les seuls cœurs magnanimes et de ne plus vivre que dans la magnanimité. Tu me demandes si Mme Verdurin est véritablement intelligente. Je t′assure qu′elle m′a donné les preuves d′une noblesse de cœur, d′une hauteur d′âme où, que veux-tu, on n′atteint pas sans une hauteur égale de pensée. Certes elle a la profonde intelligence des arts. Mais ce n′est peut-être pas là qu′elle est le plus admirable; et telle petite action ingénieusement, exquisement bonne, qu′elle a accomplie pour moi, telle géniale attention, tel geste familièrement sublime, révèlent une compréhension plus profonde de l′existence que tous les traités de philosophie.»
«Son seres magnánimos, y en este mundo, en el fondo, lo único que importa y que nos distingue es la magnanimidad. Sabes, para mí, ya no hay más que dos clases de personas: los magnánimos y los que no lo son; he llegado ya a una edad en que hay que abanderarse y decidir para siempre a quiénes vamos a querer y a quiénes vamos a desdeñar, y atenerse a los que queremos sin separarse nunca de ellos para compensar el tiempo que hemos malgastado con los demás. Pues yo añadía con esa leve emoción que sentimos, en cierto modo, sin darnos cuenta, al decir una cosa, no porque sea verdad, sino porque nos gusta decirla, y escuchamos nuestra propia voz como si no saliera de nosotros mismos pues yo ya he echado mi suerte y me he decidido por los corazones magnánimos y por vivir siempre en su compañía. ¿Que si es realmente inteligente la señora de Verdurin? A mí me ha dado tales pruebas de nobleza y de elevación de sentimientos, que, ¡qué quieres!, no se conciben sin una gran elevación de ideas. Tiene una profunda comprensión del arte. Pero, en ella, lo más admirable no es eso: hay cositas exquisitas, ingeniosamente buenas, que ha hecho por mí una atención genial, un ademán de sublime familiaridad, que revelan una comprensión de la vida mucho más honda que todo los tratados de filosofía
Il aurait pourtant pu se dire qu′il y avait des anciens amis de ses parents aussi simples que les Verdurin, des camarades de sa jeunesse aussi épris d′art, qu′il connaissait d′autres êtres d′un grand cœur, et que, pourtant, depuis qu′il avait opté pour la simplicité, les arts et la magnanimité, il ne les voyait plus jamais. Mais ceux-là ne connaissaient pas Odette, et, s′ils l′avaient connue, ne se seraient pas souciés de la rapprocher de lui.
Swann, sin embargo, hubiera debido reconocer que había antiguos amigos de sus padres, tan sencillos como los Verdurin, compañeros de sus años juveniles, que sentían el arte tanto como ellos, y que conocía a otras personas de una gran bondad, y que, sin embargo, desde que había optado por la sencillez, por el arte y por la grandeza de alma, ya nunca iba a verlos. Y es que esas personas no conocían a Odette, y aunque la hubieran conocido, no se habrían preocupado de acercársele.
Ainsi il n′y avait sans doute pas, dans tout le milieu Verdurin, un seul fidèle qui les aimât ou crût les aimer autant que Swann. Et pourtant, quand M. Verdurin avait dit que Swann ne lui revenait pas, non seulement il avait exprimé sa propre pensée, mais il avait deviné celle de sa femme. Sans doute Swann avait pour Odette une affection trop particulière et dont il avait négligé de faire de Mme Verdurin la confidente quotidienne: sans doute la discrétion même avec laquelle il usait de l′hospitalité des Verdurin, s′abstenant souvent de venir dîner pour une raison qu′ils ne soupçonnaient pas et à la place de laquelle ils voyaient le désir de ne pas manquer une invitation chez des «ennuyeux», sans doute aussi, et malgré toutes les précautions qu′il avait prises pour la leur cacher, la découverte progressive qu′ils faisaient de sa brillante situation mondaine, tout cela contribuait à leur irritation contre lui. Mais la raison profonde en était autre. C′est qu′ils avaient très vite senti en lui un espace réservé, impénétrable, où il continuait à professer silencieusement pour lui-même que la princesse de Sagan n′était pas grotesque et que les plaisanteries de Cottard n′étaient pas drôles, enfin et bien que jamais il ne se départît de son amabilité et ne se révoltât contre leurs dogmes, une impossibilité de les lui imposer, de l′y convertir entièrement, comme ils n′en avaient jamais rencontré une pareille chez personne. Ils lui auraient pardonné de fréquenter des ennuyeux (auxquels d′ailleurs, dans le fond de son cœur, il préférait mille fois les Verdurin et tout le petit noyau) s′il avait consenti, pour le bon exemple, à les renier en présence des fidèles. Mais c′est une abjuration qu′ils comprirent qu′on ne pourrait pas lui arracher.
Así que, en el grupo de los Verdurin, no había indudablemente un solo fiel que los quisiera o que creyera quererlos tanto como Swann. Y, sin embargo, aquella vez que dijo el señor Verdurin que Swann no acababa de gustarle, no sólo expresó su propia opinión, sino que se anticipó a la de su mujer. El cariño que sentía Swann por Odette era muy particular, y no tuvo la atención de tomar a la señora de Verdurin como confidente diario de sus amores; la discreción con que Swann tomaba la hospitalidad de los Verdurin era muy grande, y muchas veces no aceptaba cuando lo invitaban a cenar, por un motivo de delicadeza que ellos no sospechaban, y creían que lo hacía por no perder una invitación en casa de algún pelma; además, y no obstante todo lo que hizo Swann por ocultársela, se habían ido enterando poco a poco de la gran posición de Swann en el mundo aristocrático; y todo eso contribuía a fomentar en los Verdurin una antipatía hacia Swann. Pero la verdadera razón era muy otra. Y es que se dieron cuenta en seguida de que en Swann había un espacio impenetrable y reservado, y que allí dentro seguía profesando para sí que la princesa de Sagan no era grotesca, y que las bromas de Cottard no eran graciosas; en suma, y aunque Swann jamás abandonara su amabilidad ni se revolviera contra sus dogmas, que existía una imposibilidad de imponérselos, de convertirlo por completo, tan fuerte como nunca la vieran en nadie. Hubieran pasado por alto que tratara a pelmas «a los cuales Swann prefería mil veces en el fondo de su corazón los Verdurin y su cogollito., con tal de que hubiera consentido, para dar buen ejemplo, en renegar de ellos delante de los fieles. Pero era ésta una abjuración que comprendieron muy bien que no habían de arrancarle nunca.
Quelle différence avec un «nouveau» qu′Odette leur avait demandé d′inviter, quoiqu′elle ne l′eût rencontré que peu de fois, et sur lequel ils fondaient beaucoup d′espoir, le comte de Forcheville! (Il se trouva qu′il était justement le beau-frère de Saniette, ce qui remplit d′étonnement les fidèles: le vieil archiviste avait des manières si humbles qu′ils l′avaient toujours cru d′un rang social inférieur au leur et ne s′attendaient pas à apprendre qu′il appartenait à un monde riche et relativement aristocratique.) Sans doute Forcheville était grossièrement snob, alors que Swann ne l′était pas; sans doute il était bien loin de placer, comme lui, le milieu des Verdurin au-dessus de tous les autres. Mais il n′avait pas cette délicatesse de nature qui empêchait Swann de s′associer aux critiques trop manifestement fausses que dirigeait Mme Verdurin contre des gens qu′il connaissait. Quant aux tirades prétentieuses et vulgaires que le peintre lançait à certains jours, aux plaisanteries de commis voyageur que risquait Cottard et auxquelles Swann, qui les aimait l′un et l′autre, trouvait facilement des excuses mais n′avait pas le courage et l′hypocrisie d′applaudir, Forcheville était au contraire d′un niveau intellectuel qui lui permettait d′être abasourdi, émerveillé par les unes, sans d′ailleurs les comprendre, et de se délecter aux autres. Et justement le premier dîner chez les Verdurin auquel assista Forcheville, mit en lumière toutes ces différences, fit ressortir ses qualités et précipita la disgrâce de Swann.
¡Qué diferencia con un nuevo., invitado a ruegos de Odette, aunque sólo había hablado con él unas cuantas veces, y en el que fundaban los Verdurin grandes esperanzas: el conde de Forcheville! (Resultó que era cuñado de Saniette, cosa que sorprendió grandemente a los fieles porque el anciano archivero era de tan humildes modales que siempre lo estimaron como de inferior categoría social, y les extrañó el ver que pertenecía a una clase social rica y de relativa aristocracia.) Forcheville, desde luego, era groseramente snob, mientras que Swann, no; y distaba mucho de estimar la casa de los Verdurin por encima de cualquier otra, como hacía Swann. Pero carecía de esa delicadeza de temperamento que a Swann le impedía asociarse a las críticas, positivamente falsas, que la señora de Verdurin lanzaba contra conocidos suyos. Y ante las parrafadas presuntuosas y vulgares que el pintor soltaba algunas veces, y ante las bromas de viajante que Cottard arriesgaba, y que Swann, que quería a los dos, excusaba fácilmente, pero no tenía valor e hipocresía suficiente para aplaudir, Forcheville, por el contrario, era de un nivel intelectual que podía adoptar un fingido asombro ante las primeras, aunque sin entenderlas, y un gran regocijo ante las segundas. Precisamente, la primera comida de los Verdurin a que asistió Forcheville puso de relieve todas esas diferencias, hizo resaltar sus cualidades y precipitó la desgracia de Swann.
Il y avait, à ce dîner, en dehors des habitués, un professeur de la Sorbonne, Brichot, qui avait rencontré M. et Mme Verdurin aux eaux et si ses fonctions universitaires et ses travaux d′érudition n′avaient pas rendu très rares ses moments de liberté, serait volontiers venu souvent chez eux. Car il avait cette curiosité, cette superstition de la vie, qui unie à un certain scepticisme relatif à l′objet de leurs études, donne dans n′importe quelle profession, à certains hommes intelligents, médecins qui ne croient pas à la médecine, professeurs de lycée qui ne croient pas au thème latin, la réputation d′esprits larges, brillants, et même supérieurs. Il affectait, chez Mme Verdurin, de chercher ses comparaisons dans ce qu′il y avait de plus actuel quand il parlait de philosophie et d′histoire, d′abord parce qu′il croyait qu′elles ne sont qu′une préparation à la vie et qu′il s′imaginait trouver en action dans le petit clan ce qu′il n′avait connu jusqu′ici que dans les livres, puis peut-être aussi parce que, s′étant vu inculquer autrefois, et ayant gardé à son insu, le respect de certains sujets, il croyait dépouiller l′universitaire en prenant avec eux des hardiesses qui, au contraire, ne lui paraissaient telles, que parce qu′il l′était resté.
Asistía a aquella comida, además de los invitados de costumbre, un profesor de la Sorbona, Brichot, que conoció a los Verdurin en un balneario, y que de no estar tan ocupado por sus funciones universitarias y sus trabajos de erudición, habría ido a su casa muy gustoso con mayor frecuencia. Porque sentía esa curiosidad, esa superstición de la vida que, al unirse con un cierto escepticismo relativo al objeto de sus estudios, da a algunos hombres inteligentes, cualquiera que sea su profesión, al médico que no cree en la medicina, al profesor de Instituto que no cree en el latín, fama de amplitud, de brillantez y hasta de superioridad de espíritu. En casa de los Verdurin iba, afectadamente, a buscar términos de comparación en cosas de lo más actual, siempre que hablaba de filosofía o de historia, en primer término, porque consideraba ambas ciencias como una preparación para la vida, y se figuraba que estaba viendo vivo y en acción, allí en el clan, lo que hasta entonces sólo por los libros conocía; y, además, porque, como antaño le inculcaron un gran respeto a ciertos temas, respeto que, sin saberlo, conservaba, le parecía que se desnudaba de su personalidad de universitario, tomándose con esos temas libertades que precisamente le parecían libertades tan sólo porque seguía tan universitario como antes.
Dès le commencement du repas, comme M. de Forcheville, placé à la droite de Mme Verdurin qui avait fait pour le «nouveau» de grands frais de toilette, lui disait: «C′est original, cette robe blanche», le docteur qui n′avait cessé de l′observer, tant il était curieux de savoir comment était fait ce qu′il appelait un «de», et qui cherchait une occasion d′attirer son attention et d′entrer plus en contact avec lui, saisit au vol le mot «blanche» et, sans lever le nez de son assiette, dit: «blanche? Blanche de Castille?», puis sans bouger la tête lança furtivement de droite et de gauche des regards incertains et souriants. Tandis que Swann, par l′effort douloureux et vain qu′il fit pour sourire, témoigna qu′il jugeait ce calembour stupide, Forcheville avait montré à la fois qu′il en goûtait la finesse et qu′il savait vivre, en contenant dans de justes limites une gaieté dont la franchise avait charmé Mme Verdurin.
Apenas empezó la comida, el conde de Forcheville, sentado a la derecha de la señora de Verdurin, que aquella noche se había puesto de veinticinco alfileres en honor al «nuevo., le dijo: -Muy original esa túnica blanca.; y el doctor Cottard, que no le quitaba ojo, por la gran curiosidad que tenía de ver cómo era un «de., según su fraseología, y que andaba esperando el momento de llamarle la atención y entrar más en contacto con él, cogió al vuelo la palabra blanca., y sin levantar la nariz del plato, dijo: -¿Blanca?, será Blanca de Castilla., y luego, sin mover la cabeza lanzó furtivamente a derecha e izquierda miradas indecisas y sonrientes. Mientras que Swann denotó con el esfuerzo penoso e inútil que hizo para sonreírse que juzgaba el chiste estúpido, Forcheville dio muestra de que apreciaba la finura de la frase, y al propio tiempo, de que estaba muy bien educado, porque supo contener en sus justos límites una jovialidad tan franca que sedujo a la señora de Verdurin.
—Qu′est-ce que vous dites d′un savant comme cela? avait-elle demandé à Forcheville. Il n′y a pas moyen de causer sérieusement deux minutes avec lui. Est-ce que vous leur en dites comme cela, à votre hôpital? avait-elle ajouté en se tournant vers le docteur, ça ne doit pas être ennuyeux tous les jours, alors. Je vois qu′il va falloir que je demande à m′y faire admettre.
-¿Qué? ¿Qué me dice usted de un sabio así? -preguntó a Forcheville.. No se puede hablar seriamente con él dos minutos seguidos. También en su hospital las gasta usted así? Porque entonces «decía volviéndose hacia el doctor. aquello no debe de ser muy aburrido y tendré que pedir que me admitan.
—Je crois avoir entendu que le docteur parlait de cette vieille chipie de Blanche de Castille, si j′ose m′exprimer ainsi. N′est-il pas vrai, madame? demanda Brichot à Mme Verdurin qui, pâmant, les yeux fermés, précipita sa figure dans ses mains d′où s′échappèrent des cris étouffés.
-Creo que el doctor hablaba de ese vejestorio antipático llamado Blanca de Castilla, y perdónenme que así hable. ¿No es verdad, señora? «preguntó Brichot a la dueña de la casa, que cerró los ojos, medio desmayada, y hundió la cara en las manos, dejando escapar unos gritos de reprimida risa.
«Mon Dieu, Madame, je ne voudrais pas alarmer les âmes respectueuses s′il y en a autour de cette table, sub rosa... Je reconnais d′ailleurs que notre ineffable république athénienne—ô combien!—pourrait honorer en cette capétienne obscurantiste le premier des préfets de police à poigne. Si fait, mon cher hôte, si fait, reprit-il de sa voix bien timbrée qui détachait chaque syllabe, en réponse à une objection de M. Verdurin. La chronique de Saint-Denis dont nous ne pouvons contester la sûreté d′information ne laisse aucun doute à cet égard. Nulle ne pourrait être mieux choisie comme patronne par un prolétariat lasateur que cette mère d′un saint à qui elle en fit d′ailleurs voir de saumâtres, comme dit Suger et autres saint Bernard; car avec elle chacun en prenait pour son grade.
-¡Por Dios, señora! No quisiera yo ofender a las almas virtuosas, si es que las hay aquí en esta mesa sub rosa... Reconozco que nuestra inefable república ateniense «pero ateniense del todo podría honrar en esa Capeto oscurantista al primer prefecto de Policía que supo pegar. Sí, mi querido anfitrión, sí «prosiguió con su bien timbrada voz, que destacaba claramente cada sílaba, en respuesta a una objeción del señor Verdurin., nos lo dice de un modo muy explícito la crónica de San Dionisio, de una autenticidad de información absoluta. Ninguna patrona mejor para el proletariado anticlerical que aquella madre de un santo; por cierto que al santo también le hizo pasar las negras «eso de las negras lo dice Suger y San Bernardo., porque tenía para todos.
—Quel est ce monsieur? demanda Forcheville à Mme Verdurin, il a l′air d′être de première force.
-¿Quién es ese señor? -preguntó Forcheville a la señora de Verdurin. Parece hombre muy enterado.
—Comment, vous ne connaissez pas le fameux Brichot? il est célèbre dans toute l′Europe.
-¿Cómo? ¿No conoce usted al célebre Brichot? Tiene fama europea.
—Ah! c′est Bréchot, s′écria Forcheville qui n′avait pas bien entendu, vous m′en direz tant, ajouta-t-il tout en attachant sur l′homme célèbre des yeux écarquillés. C′est toujours intéressant de dîner avec un homme en vue. Mais, dites-moi, vous nous invitez-là avec des convives de choix. On ne s′ennuie pas chez vous.
-¡Ah!, es Brichot «exclamó Forcheville, que no habla oído bien. ¿Qué me dice usted? «añadió, mirando al hombre célebre con ojos desmesuradamente abiertos.. Siempre es agradable cenar con una persona famosa. ¿Pero ustedes no invitan más que a gente de primera fila? ¡No se aburre uno aquí, no!
—Oh! vous savez ce qu′il y a surtout, dit modestement Mme Verdurin, c′est qu′ils se sentent en confiance. Ils parlent de ce qu′ils veulent, et la conversation rejaillit en fusées. Ainsi Brichot, ce soir, ce n′est rien: je l′ai vu, vous savez, chez moi, éblouissant, à se mettre à genoux devant; eh bien! chez les autres, ce n′est plus le même homme, il n′a plus d′esprit, il faut lui arracher les mots, il est même ennuyeux.
-Sabe usted, sobre todo, lo que pasa «dijo modestamente la señora de Verdurin.: es que aquí todo el mundo está en confianza. Cada cual habla de lo que quiere, y la conversación echa chispas. ¡Ya ve usted! Brichot esta noche no es gran cosa; yo lo he visto algunas veces arrebatador, para arrodillarse delante de él; pues, bueno, en otras casas ya no es la misma persona; se le acaba el ingenio, hay que sacarle las palabras del cuerpo, y hasta es pesado.
—C′est curieux! dit Forcheville étonné.
-¡Sí que es curioso! «dijo Forcheville, extrañado.
Un genre d′esprit comme celui de Brichot aurait été tenu pour stupidité pure dans la coterie où Swann avait passé sa jeunesse, bien qu′il soit compatible avec une intelligence réelle. Et celle du professeur, vigoureuse et bien nourrie, aurait probablement pu être enviée par bien des gens du monde que Swann trouvait spirituels. Mais ceux-ci avaient fini par lui inculquer si bien leurs goûts et leurs répugnances, au moins en tout ce qui touche à la vie mondaine et même en celle de ses parties annexes qui devrait plutôt relever du domaine de l′intelligence: la conversation, que Swann ne put trouver les plaisanteries de Brichot que pédantesques, vulgaires et grasses à écœurer. Puis il était choqué, dans l′habitude qu′il avait des bonnes manières, par le ton rude et militaire qu′affectait, en s′adressant à chacun, l′universitaire cocardier. Enfin, peut-être avait-il surtout perdu, ce soir-là, de son indulgence en voyant l′amabilité que Mme Verdurin déployait pour ce Forcheville qu′Odette avait eu la singulière idée d′amener. Un peu gênée vis-à-vis de Swann, elle lui avait demandé en arrivant:
Un ingenio como el de Brichot hubiera sido considerado como absolutamente estúpido en el círculo de gentes donde transcurrió la juventud de Swann, aunque realmente es compatible con una inteligencia de verdad. Y la del profesor, inteligencia vigorosa y nutrida, probablemente hubiera podido inspirar envidia a muchas de las gentes aristocráticas que Swann consideraba ingeniosas. Pero estas gentes habían acabado por inculcar tan perfectamente a Swann sus gustos y sus antipatías, por lo menos en lo relativo a la vida de sociedad y alguna de sus partes anejas, que, en realidad, debía estar bajo el dominio de la inteligencia, es decir, la conversación, que a Swann le parecieron las bromas de Brichot pedantes, vulgares y groseras al extremo. Además, le chocaba, por lo acostumbrado que estaba, los buenos modales, el tono rudo y militar con que hablaba a todo el mundo el revoltoso universitario. Y, sobre todo, y eso era lo principal, aquella noche se sentía mucho menos indulgente al ver la amabilidad que desplegaba la señora de Verdurin con el señor Forcheville, ese que Odette tuvo la rara ocurrencia de llevar a la casa. Un poco azorado con Swann, le preguntó al llegar.
—Comment trouvez-vous mon invité?
-¿Qué le parece a usted mi convidado?
Et lui, s′apercevant pour la première fois que Forcheville qu′il connaissait depuis longtemps pouvait plaire à une femme et était assez bel homme, avait répondu: «Immonde!» Certes, il n′avait pas l′idée d′être jaloux d′Odette, mais il ne se sentait pas aussi heureux que d′habitude et quand Brichot, ayant commencé à raconter l′histoire de la mère de Blanche de Castille qui «avait été avec Henri Plantagenet des années avant de l′épouser», voulut s′en faire demander la suite par Swann en lui disant: «n′est-ce pas, monsieur Swann?» sur le ton martial qu′on prend pour se mettre à la portée d′un paysan ou pour donner du cœur à un troupier, Swann coupa l′effet de Brichot à la grande fureur de la maîtresse de la maison, en répondant qu′on voulût bien l′excuser de s′intéresser si peu à Blanche de Castille, mais qu′il avait quelque chose à demander au peintre. Celui-ci, en effet, était allé dans l′après-midi visiter l′exposition d′un artiste, ami de Mme Verdurin qui était mort récemment, et Swann aurait voulu savoir par lui (car il appréciait son goût) si vraiment il y avait dans ces dernières œuvres plus que la virtuosité qui stupéfiait déjà dans les précédentes.
Y él, dándose cuenta por primera vez de que Forcheville, conocido suyo hacía tiempo, podía gustar a una mujer, y era bastante buen mozo, contestó: «Inmundo.. Claro que no se le ocurría tener celos de Odette; pero no se sentía tan a gusto como de costumbre, y cuando Brichot empezó a contar la historia de la madre de Blanca de Castilla, que «había estado con Enrique Plantagenet muchos años antes de casarse., y quiso que Enrique le pidiera que siguiera su relato, diciéndole: -¿Verdad, señor Swann?., con el tono marcial que se adopta para ponerse a tono con un hombre del campo o para dar ánimo a un soldado, Swann cortó el efecto a Brichot, con gran cólera del ama de casa, contestando que lo excusaran por haberse interesado tan poco por Blanca de Castilla y que en aquel momento estaba preguntando al pintor una cosa que le interesaba. En efecto: el pintor había estado aquella tarde viendo la exposición de un artista amigo de los Verdurin que había muerto hacía poco, y Swann quería enterarse por él «porque estimaba su buen gusto. de si, en realidad, en las últimas obras de aquel pintor había algo más que el pasmoso virtuosismo de las precedentes.
—A ce point de vue-là, c′était extraordinaire, mais cela ne semblait pas d′un art, comme on dit, très «élevé», dit Swann en souriant.
-Desde ese punto de vista es extraordinario; pero esta clase de arte no me parece muy «encumbrado., como dice la gente -dijo Swann sonriendo.
—Élevé... à la hauteur d′une institution, interrompit Cottard en levant les bras avec une gravité simulée. Toute la table éclata de rire.
-Encumbrado a las cimas de la gloria interrumpió Cottard, alzando los brazos con fingida gravedad. Toda la mesa se echó a reír.
—Quand je vous disais qu′on ne peut pas garder son sérieux avec lui, dit Mme Verdurin à Forcheville. Au moment où on s′y attend le moins, il vous sort une calembredaine.
-Ya le decía yo a usted que no se puede estar serio con él «dijo la señora de Verdurin a Forcheville.. Cuando menos se lo espera una, sale con una gansada.
Mais elle remarqua que seul Swann ne s′était pas déridé. Du reste il n′était pas très content que Cottard fît rire de lui devant Forcheville. Mais le peintre, au lieu de répondre d′une façon intéressante à Swann, ce qu′il eût probablement fait s′il eût été seul avec lui, préféra se faire admirer des convives en plaçant un morceau sur l′habileté du maître disparu.
Pero observó que Swann era el único que no se había reído. No le hacía mucha gracia que Cottard bromeara a costa suya delante de Forcheville. Pera el pintor, en vez de responder de una manera agradable a Swann, como le habría respondido seguramente de haber estado solos, optó por asombrar a los invitados colocando un parrafito sobre la destreza del pintor maestro muerto.
—Je me suis approché, dit-il, pour voir comment c′était fait, j′ai mis le nez dessus. Ah! bien ouiche! on ne pourrait pas dire si c′est fait avec de la colle, avec du rubis, avec du savon, avec du bronze, avec du soleil, avec du caca!
-Me acerqué «dijo. y metí la nariz en los cuadras para ver cómo estaba hecho aquello. Pues ¡ca!, no hay manera; no se sabe si está hecho con cola, con rubíes, con jabón, con bronce, con sol o con caca.
—Et un font douze, s′écria trop tard le docteur dont personne ne comprit l′interruption.
-¡Ka, ele, eme! «exclamó el doctor, pero ya tarde y sin que nadie se fijara en su interrupción.
—«
Ça a l′air fait avec rien, reprit le peintre, pas plus moyen de découvrir le truc que dans la Ronde ou les Régentes et c′est encore plus fort comme patte que Rembrandt et que Hals. Tout y est, mais non, je vous jure.»
-Parece que no está hecho con nada «prosiguió el pintor., y no es posible dar con el truco, como pasa con la Ronda o los Regentes; y de garra es tan fuerte como pueda serlo Rembrandt o Hals. Lo tiene todo, se lo aseguro a ustedes.
Et comme les chanteurs parvenus à la note la plus haute qu′ils puissent donner continuent en voix de tête, piano, il se contenta de murmurer, et en riant, comme si en effet cette peinture eût été dérisoire à force de beauté:
Y lo mismo que esos cantantes que, cuando llegan a la nota más alta que puedan dar, siguen luego en voz de falsete piano, el pintor se contentó con murmurar, riendo, como si el cuadro, a fuerza de ser hermoso, resultara ya risible
—«
Ça sent bon, ça vous prend à la tête, ça vous coupe la respiration, ça vous fait des chatouilles, et pas mèche de savoir avec quoi c′est fait, c′en est sorcier, c′est de la rouerie, c′est du miracle (éclatant tout à fait de rire): c′en est malhonnête!» En s′arrêtant, redressant gravement la tête, prenant une note de basse profonde qu′il tâcha de rendre harmonieuse, il ajouta: «et c′est si loyal!»
«Huele bien, lo marea a uno, le corta la respiración, le hace cosquillas, y no hay modo de enterarse cómo está hecho aquello. Es cosa de magia, una picardía, un milagro «y echándose a reír, un timo, ¡vaya! «Y entonces se detuvo, enderezó gravemente la cabeza, y adoptando un tono de bajo profundo, que procuró que le saliera armonioso, añadió: ¡Y qué honrado!
Sauf au moment où il avait dit: «plus fort que la Ronde», blasphème qui avait provoqué une protestation de Mme Verdurin qui tenait «la Ronde» pour le plus grand chef-d′œuvre de l′univers avec «la Neuvième» et «la Samothrace», et à: «fait avec du caca» qui avait fait jeter à Forcheville un coup d′œil circulaire sur la table pour voir si le mot passait et avait ensuite amené sur sa bouche un sourire prude et conciliant, tous les convives, excepté Swann, avaient attaché sur le peintre des regards fascinés par l′admiration.
Excepto en el momento en que dijo «más fuerte que la Ronda., blasfemia que provocó una protesta de la señora de Verdurin, la cual consideraba a la Ronda como la mejor obra del universo, sólo comparable a la Novena y a la Samotracia, y cuando dijo aquello otro de «hecho con caca., que hizo lanzar a Forcheville una mirada alrededor de la mesa para ver si la palabra pasaba, y al ver que sí, arrancó a sus labios una sonrisa mojigata y conciliadora, todos los invitados, menos Swann tenían los ojos clavados en el pintor y fascinados por sus palabras.
—«Ce qu′il m′amuse quand il s′emballe comme ça, s′écria, quand il eut terminé, Mme Verdurin, ravie que la table fût justement si intéressante le jour où M. de Forcheville venait pour la première fois. Et toi, qu′est-ce que tu as à rester comme cela, bouche bée comme une grande bête? dit-elle à son mari. Tu sais pourtant qu′il parle bien; on dirait que c′est la première fois qu′il vous entend. Si vous l′aviez vu pendant que vous parliez, il vous buvait. Et demain il nous récitera tout ce que vous avez dit sans manger un mot.»
-¡Lo que me divierte cuando se entusiasma así! -exclamó la señora de Verdurin, encantada de que la conversación marchara tan bien la primera noche que tenían al conde de Forcheville. Y tú, ¿qué haces con la boca abierta como un bobo? -dijo a su marido.. Ya sabes que habla muy bien; no parece sino que es la primera vez que lo oyes. ¡Si usted lo hubiera visto mientras estaba usted hablando! ¡Se lo comía con los ojos! Y mañana nos recitará todo lo que ha dicho usted, sin quitar una coma.
—Mais non, c′est pas de la blague, dit le peintre, enchanté de son succès, vous avez l′air de croire que je fais le boniment, que c′est du chiqué; je vous y mènerai voir, vous direz si j′ai exagéré, je vous fiche mon billet que vous revenez plus emballée que moi!
-¡No, no, lo digo en serio! «repuso el pintor, encantado de su éxito.. Parece que se creen ustedes que estoy hablando para la galería, y que todo es charlatanismo; yo los llevaré a ustedes a que lo vean y a que me digan si he exagerado algo; me juego la entrada a que vuelven más entusiasmados que yo.
—Mais nous ne croyons pas que vous exagérez, nous voulons seulement que vous mangiez, et que mon mari mange aussi; redonnez de la sole normande à Monsieur, vous voyez bien que la sienne est froide. Nous ne sommes pas si pressés, vous servez comme s′il y avait le feu, attendez donc un peu pour donner la salade.
-No, si no le decimos a usted que exagera; lo que queremos es que coma usted y que coma mi marido también; sirva usted otra vez lenguado al señor; ¿no ve que se le ha enfriado el que tenía? No nos corre nadie; está usted sirviendo como si hubiera fuego en la casa. Espere, espere un poco para la ensalada.
Mme Cottard qui était modeste et parlait peu, savait pourtant ne pas manquer d′assurance quand une heureuse inspiration lui avait fait trouver un mot juste. Elle sentait qu′il aurait du succès, cela la mettait en confiance, et ce qu′elle en faisait était moins pour briller que pour être utile à la carrière de son mari. Aussi ne laissa-t-elle pas échapper le mot de salade que venait de prononcer Mme Verdurin.
La señora de Cottard era modesta, pero no carecía del aplomo requerido cuando, por una feliz inspiración, daba con una frase acertada. Veía que tendría éxito; aquello le inspiraba confianza, y la lanzaba, más que por sobresalir ella, para ayudar a subir a su marido. Así que no dejó escapar la palabra ensalada que acababa de pronunciar la señora de Verdurin.
—Ce n′est pas de la salade japonaise? dit-elle à mi-voix en se tournant vers Odette.
-¿Es la ensalada japonesa? -dijo a media voz, volviéndose a Odette.
Et ravie et confuse de l′à-propos et de la hardiesse qu′il y avait à faire ainsi une allusion discrète, mais claire, à la nouvelle et retentissante pièce de Dumas, elle éclata d′un rire charmant d′ingénue, peu bruyant, mais si irrésistible qu′elle resta quelques instants sans pouvoir le maîtriser.
Y contenta y azorada por la oportunidad y el atrevimiento con que supo hacer una alusión discreta, pero clara, a la nueva y discutida obra de Dumas, se echó a reír con risa de ingenua, poco chillona, pero tan irresistible, que no pudo dominarla, en unos instantes.
«Qui est cette dame? elle a de l′esprit», dit Forcheville.
-¿Quién es esa señora? -dijo Forcheville-. Tiene gracia.
—«Non, mais nous vous en ferons si vous venez tous dîner vendredi.»
-No, no es ensalada japonesa; pero si vienen todos ustedes a cenar el viernes, se la haremos.
—Je vais vous paraître bien provinciale, monsieur, dit Mme Cottard à Swann, mais je n′ai pas encore vu cette fameuse Francillon dont tout le monde parle. Le docteur y est allé (je me rappelle même qu′il m′a dit avoir eu le très grand plaisir de passer la soirée avec vous) et j′avoue que je n′ai pas trouvé raisonnable qu′il louât des places pour y retourner avec moi. Évidemment, au Théâtre-Français, on ne regrette jamais sa soirée, c′est toujours si bien joué, mais comme nous avons des amis très aimables (Mme Cottard prononçait rarement un nom propre et se contentait de dire «des amis à nous», «une de mes amies», par «distinction», sur un ton factice, et avec l′air d′importance d′une personne qui ne nomme que qui elle veut) qui ont souvent des loges et ont la bonne idée de nous emmener à toutes les nouveautés qui en valent la peine, je suis toujours sûre de voir Francillon un peu plus tôt ou un peu plus tard, et de pouvoir me former une opinion. Je dois pourtant confesser que je me trouve assez sotte, car, dans tous les salons où je vais en visite, on ne parle naturellement que de cette malheureuse salade japonaise. On commence même à en être un peu fatigué, ajouta-t-elle en voyant que Swann n′avait pas l′air aussi intéressé qu′elle aurait cru par une si brûlante actualité. Il faut avouer pourtant que cela donne quelquefois prétexte à des idées assez amusantes. Ainsi j′ai une de mes amies qui est très originale, quoique très jolie femme, très entourée, très lancée, et qui prétend qu′elle a fait faire chez elle cette salade japonaise, mais en faisant mettre tout ce qu′Alexandre Dumas fils dit dans la pièce. Elle avait invité quelques amies à venir en manger. Malheureusement je n′étais pas des élues. Mais elle nous l′a raconté tantôt, à son jour; il paraît que c′était détestable, elle nous a fait rire aux larmes. Mais vous savez, tout est dans la manière de raconter, dit-elle en voyant que Swann gardait un air grave.
-Le voy a parecer a usted muy paleta, caballero -dijo a Swann la señora del doctor.; pero confieso que aun no he visto esa famosa Francillon, que es la comidilla de todo el mundo. El doctor ya ha ido a verla (recuerdo que me dijo cuánto se alegró de encontrarlo a usted allí y gozar de su compañía), y luego no he querido que 217 volviera a tomar billetes para ir conmigo. Claro que en el teatro Francés nunca pasa uno la noche aburrida, y además trabajan todos los cómicos muy bien; pero como tenemos unos amigos muy amables «la Señora de Cottard rara vez pronunciaba un nombre propio y se limitaba a decir: «unos amigos nuestros, una «amiga mía., por «distinción., y con un tono falso, como dando a entender que ella no nombraba más que a quien quería., que tienen palco muy a menudo y se les ocurre la feliz idea de llevarnos con ellos a todas las novedades que lo merecen, estoy segura de ver Francillon, un poco antes o un poco después, y de poder formarme opinión. Ahora, que no sabe una qué decir, porque en todas las casas adonde voy de visita no se habla más que de esa maldita ensalada japonesa. Ya empieza a ser un poco cansador -añadió al ver que Swann no parecía acoger con mucho interés aquella candente actualidad.. Pero muchas veces da pie a ideas muy divertidas. Tengo yo una amiga muy ocurrente y muy guapa; que está muy al tanto de la moda, y dice que el otro día mandó hacer en su casa esa ensalada japonesa, pero con todo lo que dice Alejandro Dumas, hijo, en su obra. Había invitado a unas cuantas amigas; y yo no fui de las elegidas. Y según me dijo, el día que recibe, aquello era detestable. Nos hizo llorar de risa. Claro que también hace mucho la manera de contar «añadió viendo que Swann seguía serio.
Et supposant que c′était peut-être parce qu′il n′aimait pas Francillon:
Y creyéndose que tal vez sería porque no le gustaba Francillon:
—Du reste, je crois que j′aurai une déception. Je ne crois pas que cela vaille Serge Panine, l′idole de Mme de Crécy. Voilà au moins des sujets qui ont du fond, qui font réfléchir; mais donner une recette de salade sur la scène du Théâtre-Français! Tandis que Serge Panine! Du reste, comme tout ce qui vient de la plume de Georges Ohnet, c′est toujours si bien écrit. Je ne sais pas si vous connaissez Le Maître de Forges que je préférerais encore à Serge Panine.
-Creo que sufriré una desilusión. Nunca valdrá tanto como Sergio Panine, el ídolo de Odette. Esas obras sí que tienen fondo, son asuntos que hacen pensar; pero ¡mire usted que ir a dar recetas de cocina en el teatro Francés! Sergio Panine es otra cosa. Como todo lo de Jorge Onhet, por supuesto, siempre está también escrito. -No sé si conoce usted el Maestro Herrero; a mí aun me gusta más que Sergio Panine.
—«Pardonnez-moi, lui dit Swann d′un air ironique, mais j′avoue que mon manque d′admiration est à peu près égal pour ces deux chefs-d′œuvre.»
-Yo, señora, confieso -dijo Swann con cierta ironía-, que tan poca admiración me inspira una como otra.
—«Vraiment, qu′est-ce que vous leur reprochez? Est-ce un parti pris? Trouvez-vous peut-être que c′est un peu triste? D′ailleurs, comme je dis toujours, il ne faut jamais discuter sur les romans ni sur les pièces de théâtre. Chacun a sa manière de voir et vous pouvez trouver détestable ce que j′aime le mieux.»
-¿De veras? ¿Qué les encuentra usted de malo? ¿Les tiene usted antipatía? Quizá le parece un poco triste, ¿eh? Pero yo digo siempre que no se debe discutir de novelas ni de obras de teatro. Cada cual tiene su modo de ver, y a lo mejor, lo que yo prefiero le parece a usted detestable.
Elle fut interrompue par Forcheville qui interpellait Swann. En effet, tandis que Mme Cottard parlait de Francillon, Forcheville avait exprimé à Mme Verdurin son admiration pour ce qu′il avait appelé le petit «speech» du peintre.
Se vio interrumpida por Forcheville, que se dirigía a Swann. En efecto: mientras la señora del doctor había estado hablando de Francillon, Forcheville se dedicó a expresar a la señora de Verdurin su admiración por el pequeño speeck del pintor, según él lo llamó.
—Monsieur a une facilité de parole, une mémoire! avait-il dit à Mme Verdurin quand le peintre eut terminé, comme j′en ai rarement rencontré. Bigre! je voudrais bien en avoir autant. Il ferait un excellent prédicateur. On peut dire qu′avec M. Bréchot, vous avez là deux numéros qui se valent, je ne sais même pas si comme platine, celui-ci ne damerait pas encore le pion au professeur.
Ça vient plus naturellement, c′est moins recherché. Quoiqu′il ait chemin faisant quelques mots un peu réalistes, mais c′est le goût du jour, je n′ai pas souvent vu tenir le crachoir avec une pareille dextérité, comme nous disions au régiment, où pourtant j′avais un camarade que justement monsieur me rappelait un peu. A propos de n′importe quoi, je ne sais que vous dire, sur ce verre, par exemple, il pouvait dégoiser pendant des heures, non, pas à propos de ce verre, ce que je dis est stupide; mais à propos de la bataille de Waterloo, de tout ce que vous voudrez et il nous envoyait chemin faisant des choses auxquelles vous n′auriez jamais pensé. Du reste Swann était dans le même régiment; il a dû le connaître.»
-¡Qué memoria y qué facilidad de palabra tiene -dijo a la señora de Verdurin, cuando hubo acabado el pintor.: he visto pocas parecidas! Caramba, ya las quisiera yo para mí. Él y el señor Brichot son dos números de primera; pero como lengua me parece que esto daría quince y raya al profesor. Es más natural, menos rebuscado. Claro que se le escapan alguna palabras harto realistas, pero ahora gusta eso, y pocas veces he visto tener la sartén por el mango en una conversación tan diestramente, como decíamos en mi regimiento; precisamente en el regimiento tenía yo un compañero que este señor me recuerda un poco. Se estaba hablando horas y horas de cualquier cosa, de este vaso, ¡pero qué de este vaso, eso es una tontería, de la batalla de Warterloo, de lo que usted quiera!, y a todo eso soltándonos ocurrencias graciosísimas. Swann debió conocerlo, porque estaba en el mismo regimiento.
—Vous voyez souvent M. Swann? demanda Mme Verdurin.
-¿Ve usted muy a menudo al señor Swann ? -inquirió la señora de Verdurin.
—Mais non, répondit M. de Forcheville et comme pour se rapprocher plus aisément d′Odette, il désirait être agréable à Swann, voulant saisir cette occasion, pour le flatter, de parler de ses belles relations, mais d′en parler en homme du monde sur un ton de critique cordiale et n′avoir pas l′air de l′en féliciter comme d′un succès inespéré: «N′est-ce pas, Swann? je ne vous vois jamais. D′ailleurs, comment faire pour le voir? Cet animal-là est tout le temps fourré chez les La Trémoe, chez les Laumes, chez tout ça!...» Imputation d′autant plus fausse d′ailleurs que depuis un an Swann n′allait plus guère que chez les Verdurin. Mais le seul nom de personnes qu′ils ne connaissaient pas était accueilli chez eux par un silence réprobateur. M. Verdurin, craignant la pénible impression que ces noms d′«ennuyeux», surtout lancés ainsi sans tact à la face de tous les fidèles, avaient dû produire sur sa femme, jeta sur elle à la dérobée un regard plein d′inquiète sollicitude. Il vit alors que dans sa résolution de ne pas prendre acte, de ne pas avoir été touchée par la nouvelle qui venait de lui être notifiée, de ne pas seulement rester muette, mais d′avoir été sourde comme nous l′affectons, quand un ami fautif essaye de glisser dans la conversation une excuse que ce serait avoir l′air d′admettre que de l′avoir écoutée sans protester, ou quand on prononce devant nous le nom défendu d′un ingrat, Mme Verdurin, pour que son silence n′eût pas l′air d′un consentement, mais du silence ignorant des choses inanimées, avait soudain dépouillé son visage de toute vie, de toute motilité; son front bombé n′était plus qu′une belle étude de ronde bosse où le nom de ces La Trémoe chez qui était toujours fourré Swann, n′avait pu pénétrer; son nez légèrement froncé laissait voir une échancrure qui semblait calquée sur la vie. On eût dit que sa bouche entr′ouverte allait parler. Ce n′était plus qu′une cire perdue, qu′un masque de plâtre, qu′une maquette pour un monument, qu′un buste pour le Palais de l′Industrie devant lequel le public s′arrêterait certainement pour admirer comment le sculpteur, en exprimant l′imprescriptible dignité des Verdurin opposée à celle des La Trémoe et des Laumes qu′ils valent certes ainsi que tous les ennuyeux de la terre, était arrivé à donner une majesté presque papale à la blancheur et à la rigidité de la pierre. Mais le marbre finit par s′animer et fit entendre qu′il fallait ne pas être dégoûté pour aller chez ces gens-là, car la femme était toujours ivre et le mari si ignorant qu′il disait collidor pour corridor.
-No -contestó Forcheville; y como quería congraciarse con Swann para poder acercarse a Odette más fácilmente, quiso aprovechar la ocasión que se le ofrecía de halagarlo hablando de sus buenas relaciones, pero en tono de hombre de mundo y como en son de crítica, sin nada que pareciera felicitación por un éxito inesperado-. No, nos vemos muy poco, ¿verdad, Swann? ¡Cómo nos vamos a ver! Este tonto está metido en casa de los La Trémoille, de los Laumes, de toda esa gente. Imputación completamente falsa, porque hacía un año que Swann no iba más que a casa de los Verdurin. Pero el mero hecho de nombrar a personas no conocidas en la casa se acogía entre los Verdurin con un silencio condenatorio. Verdurin, temeroso de la mala impresión que aquellos nombres de pelmas, lanzados así a la faz de todos los fieles, debieron causar a su mujer, la miró a hurtadillas, con mirar henchido de inquieta solicitud. Y vio su resolución de no darse por enterada, de no tomar en consideración la noticia que acababan de comunicarle y de permanecer, no sólo muda, sino sorda, como solemos fingir cuando un amigo indiscreto desliza en la conversación una excusa de tal naturaleza que sólo el oírla sin protesta sería darla por buena, o pronuncia el nombre execrado de un ingrato delante de nosotros; y la señora de Verdurin, para que su silencio no pareciera un consentimiento, sino ese gran silencio que todo lo ignora de las cosas inanimadas, borró de su rostro todo rasgo de vida y de motilidad; su frente combada se convirtió en un hermoso estudio de relieve, que ofreció invencible resistencia a dejar entrar el nombre de esos La Trémoille, tan amigos de Swann; la nariz se frunció levemente en una arruguita que parecía de verdad. Ya no fue más que un busto de cera, una máscara de yeso, un modelo para monumento, un busto para el palacio de la Industria, que el público se pararía a contemplar, admirando la destreza con que supo el escultor expresar la imprescriptible dignidad con que afirman los Verdurin, frente a los La Trémoille y los Laumes, que ni ellos ni todos los pelmas del mundo están por encima de los Verdurin, y la rigidez y la blancura casi papales que supo dar a la piedra. Pero el mármol acabó por animarse, habló y dijo que hacía falta no tener estómago para ir a casa de gente así, porque la mujer siempre estaba borracha, y el marido era tan ignorante, que decía pesillo por pasillo.
—«On me paierait bien cher que je ne laisserais pas entrer ça chez moi», conclut Mme Verdurin, en regardant Swann d′un air impérieux.
-Por todo el oro del mundo no dejaría yo entrar en mi casa a esa gente «concluyó la señora Verdurin, mirando a Swann con aspecto imperativo.
Sans doute elle n′espérait pas qu′il se soumettrait jusqu′à imiter la sainte simplicité de la tante du pianiste qui venait de s′écrier:
Indudablemente, no esperaba que la sumisión de Swann llegara al extremo de santa simplicidad de la tía del pianista, que acababa de exclamar:
—Voyez-vous ça? Ce qui m′étonne, c′est qu′ils trouvent encore des personnes qui consentent à leur causer; il me semble que j′aurais peur: un mauvais coup est si vite reçu! Comment y a-t-il encore du peuple assez brute pour leur courir après.
-Pero es posible? Lo que me extraña es que haya personas que se traten con ellos; yo tendría miedo, porque le pueden dar a una un golpe. ¡Y todavía hay tontos que les hacen la corte!
Que ne répondait-il du moins comme Forcheville: «Dame, c′est une duchesse; il y a des gens que ça impressionne encore», ce qui avait permis au moins à Mme Verdurin de répliquer: «Grand bien leur fasse!» Au lieu de cela, Swann se contenta de rire d′un air qui signifiait qu′il ne pouvait même pas prendre au sérieux une pareille extravagance. M. Verdurin, continuant à jeter sur sa femme des regards furtifs, voyait avec tristesse et comprenait trop bien qu′elle éprouvait la colère d′un grand inquisiteur qui ne parvient pas à extirper l′hérésie, et pour tâcher d′amener Swann à une rétractation, comme le courage de ses opinions paraît toujours un calcul et une lâcheté aux yeux de ceux à l′encontre de qui il s′exerce, M. Verdurin l′interpella:
Pero por lo menos habría podido decir como Forcheville: -Sí, pero es una duquesa, y hay gente todavía que se deja alucinar por esas cosas., lo cual habría dado ocasión a la señora de Verdurin para decir: «Pues buen provecho les haga.. Pero no, ni eso siquiera; Swann se limitó a una risita que significaba que no podía tomar en serio semejante disparate. Verdurin seguía lanzando a su esposa miradas furtivas, y veía tristemente, explicándoselo muy bien, que a su mujer la dominaba una cólera de inquisidor que no logra extirpar la herejía, y para ver si arrancaba a Swann una retractación, como el valor de sostener las propias opiniones parece siempre una cobardía y un cálculo a aquellos contra quienes las sostenemos, Verdurin le dijo:
—Dites donc franchement votre pensée, nous n′irons pas le leur répéter.
-Díganos usted francamente lo que piensa; no iremos luego a contárselo.
A quoi Swann répondit:
A lo cual respondió Swann:
—Mais ce n′est pas du tout par peur de la duchesse (si c′est des La Trémoe que vous parlez). Je vous assure que tout le monde aime aller chez elle. Je ne vous dis pas qu′elle soit «profonde» (il prononça profonde, comme si ç′avait été un mot ridicule, car son langage gardait la trace d′habitudes d′esprit qu′une certaine rénovation, marquée par l′amour de la musique, lui avait momentanément fait perdre—il exprimait parfois ses opinions avec chaleur—) mais, très sincèrement, elle est intelligente et son mari est un véritable lettré. Ce sont des gens charmants.
-No, si no es que tenga miedo de la duquesa (si es que se refieren ustedes a los La Trémoille). A todo el mundo le gusta su trato. No digo que sea muy «profunda. (pronunció profunda como si hubiera sido una palabra ridícula, porque su lenguaje aun conservaba trazas de ciertas modalidades espirituales, con las que dio al traste aquella renovación sonada por el amor a la música, y ahora expresaba sus opiniones con viveza), pero de veras que es inteligente y su marido es un hombre cultísimo. ¡Es una gente deliciosa!
Si bien que Mme Verdurin, sentant que, par ce seul infidèle, elle serait empêchée de réaliser l′unité morale du petit noyau, ne put pas s′empêcher dans sa rage contre cet obstiné qui ne voyait pas combien ses paroles la faisaient souffrir, de lui crier du fond du cœur:
Tanto, que la señora de Verdurin, dándose cuenta de que aquel solo infiel le impediría realizar la unidad moral del cogollito, rabiosa contra aquel cabezota que no veía, el daño que le estaba haciendo con sus palabras, no pudo menos que gritar:
—Trouvez-le si vous voulez, mais du moins ne nous le dites pas.
-¡Bueno!, opine usted así si le parece, pero por lo menos no nos lo diga:
—Tout dépend de ce que vous appelez intelligence, dit Forcheville qui voulait briller à son tour. Voyons, Swann, qu′entendez-vous par intelligence?
-Todo depende de lo que usted llame inteligencia dijo Forcheville, que quería sobresalir él también.. Vamos a ver, Swann, ¿qué entiende usted por inteligencia?
—Voilà! s′écria Odette, voilà les grandes choses dont je lui demande de me parler, mais il ne veut jamais.
-Eso, eso «exclamó Odette., esas son las cosas que yo quiero que me diga, pero él nunca cede.
—Mais si... protesta Swann.
-Pero si... «protestó Swann.
—Cette blague! dit Odette.
-Nada, nada «dijo Odette.
—Blague à tabac? demanda le docteur.
-.El que nada no se ahoga «interrumpió el doctor.
—Pour vous, reprit Forcheville, l′intelligence, est-ce le bagout du monde, les personnes qui savent s′insinuer?
-¿Llama usted inteligencia a la facundia locuaz de los salones, a esas personas que saben meterse en todo?
—Finissez votre entremets qu′on puisse enlever votre assiette, dit Mme Verdurin d′un ton aigre en s′adressant à Saniette, lequel absorbé dans des réflexions, avait cessé de manger. Et peut-être un peu honteuse du ton qu′elle avait pris: «Cela ne fait rien, vous avez votre temps, mais, si je vous le dis, c′est pour les autres, parce que cela empêche de servir.»
-Acabe usted con los entremeses para que le puedan cambiar el plato «dijo la señora de Verdurin con tono agrio dirigiéndose a Saniette, que absorto en sus reflexiones se había olvidado de comer. Y quizá un poco avergonzada por el tono con que lo dijera, añadió.: Vamos, lo mismo da, tiene usted tiempo; yo lo digo por los demás, para que no esperen.
—Il y a, dit Brichot en martelant les syllabes, une définition bien curieuse de l′intelligence dans ce doux anarchiste de Fénelon...
-Ese buen anarquista de Fenelón -dijo Brichot marcando las sílabas. da una definición muy curiosa de la inteligencia...
—Ecoutez! dit à Forcheville et au docteur Mme Verdurin, il va nous dire la définition de l′intelligence par Fénelon, c′est intéressant, on n′a pas toujours l′occasion d′apprendre cela.
-Oigan, oigan -dijo la señora de Verdurin a Forcheville y al doctor., eso de la definición de Fenelón no todos los días se le presenta a uno ocasión de oírlo.
Mais Brichot attendait que Swann eût donné la sienne. Celui-ci ne répondit pas et en se dérobant fit manquer la brillante joute que Mme Verdurin se réjouissait d′offrir à Forcheville.
Pero Brichot esperaba a que Swann diera la definición suya. Y como Swann hurtó el bulto y no contestó, fracasó aquella brillante justa que la señora de Verdurin ofrecía tan regocijada a Forcheville.
—Naturellement, c′est comme avec moi, dit Odette d′un ton boudeur, je ne suis pas fâchée de voir que je ne suis pas la seule qu′il ne trouve pas à la hauteur.
-¡Claro!, hace lo que conmigo -dijo Odette enfurruñada.; me alegro de ver que no soy yo sola la que le parezco poco.
—Ces de La Trémouaille que Mme Verdurin nous a montrés comme si peu recommandables, demanda Brichot, en articulant avec force, descendent-ils de ceux que cette bonne snob de Mme de Sévigné avouait être heureuse de connaître parce que cela faisait bien pour ses paysans? Il est vrai que la marquise avait une autre raison, et qui pour elle devait primer celle-là, car gendelettre dans l′âme, elle faisait passer la copie avant tout. Or dans le journal qu′elle envoyait régulièrement à sa fille, c′est Mme de la Trémouaille, bien documentée par ses grandes alliances, qui faisait la politique étrangère.
-¿Esos de La Trémoille que nos pinta esta señora de modo tan poco recomendable «preguntó Brichot articulando con mucha fuerza. son quizá descendientes de aquellos cuya amistad tenía en tanto la marquesa de Sevigné, porque la realzaba mucho a los ojos de sus vasallos? Verdad es que la marquesa tenía otra razón, que debía ser la verdadera, porque como era literata hasta la médula de los huesos nunca decía las cosas de primeras. Y es que en el diario que mandaba a su hija periódicamente, la señora de La Trémoille, perfectamente documentada por lo bien emparentada que estaba, era la que escribía sobre la política extranjera.
—Mais non, je ne crois pas que ce soit la même famille, dit à tout hasard Mme Verdurin.
-No, me parece que no es la misma familia -dijo a todo trance la señora de Verdurin.
Saniette qui, depuis qu′il avait rendu précipitamment au maître d′hôtel son assiette encore pleine, s′était replongé dans un silence méditatif, en sortit enfin pour raconter en riant l′histoire d′un dîner qu′il avait fait avec le duc de La Trémoe et d′où il résultait que celui-ci ne savait pas que George Sand était le pseudonyme d′une femme. Swann qui avait de la sympathie pour Saniette crut devoir lui donner sur la culture du duc des détails montrant qu′une telle ignorance de la part de celui-ci était matériellement impossible; mais tout d′un coup il s′arrêta, il venait de comprendre que Saniette n′avait pas besoin de ces preuves et savait que l′histoire était fausse pour la raison qu′il venait de l′inventer il y avait un moment. Cet excellent homme souffrait d′être trouvé si ennuyeux par les Verdurin; et ayant conscience d′avoir été plus terne encore à ce dîner que d′habitude, il n′avait voulu le laisser finir sans avoir réussi à amuser. Il capitula si vite, eut l′air si malheureux de voir manqué l′effet sur lequel il avait compté et répondit d′un ton si lâche à Swann pour que celui-ci ne s′acharnât pas à une réfutation désormais inutile:
Saniette, que después de haber dado al maestresala su plato, lleno aún, se hundió de nuevo en un silencio meditativo, salió por fin de su mutismo para contar, riéndose, que una vez había cenado con el duque de La Trémoille, y que resultaba que el duque ignoraba que Jorge Sand era seudónimo de una mujer. Swann, como Saniette le era simpático, creyó oportuno darle unos cuantos detalles sobre la cultura del duque, que demostraban la imposibilidad de tal confusión; pero se paró de pronto porque acababa de comprender que Saniette no necesitaba esas pruebas, y sabía que la historia era falsa por la sencilla razón de que la había inventado en aquel instante. Aquel hombre excelente sufría al ver que los Verdurin lo tomaban por un pelma; y como se daba cuenta de que aquella noche había estado más soso que nunca, quería decir algo gracioso antes de que se acabara la cena. Capituló tan pronto, puso una cara tan lastimera por su fracaso, y respondió a Swann tan cobardemente para que no se encarnizara en una refutación inútil:
«C′est bon, c′est bon; en tous cas, même si je me trompe, ce n′est pas un crime, je pense» que Swann aurait voulu pouvoir dire que l′histoire était vraie et délicieuse. Le docteur qui les avait écoutés eut l′idée que c′était le cas de dire: «Se non e vero», mais il n′était pas assez sûr des mots et craignit de s′embrouiller.
-Bueno, bueno; de todos modos, equivocarse no es un crimen, me parece, que Swann se habría alegrado de poder decirle que la historia era cierta y graciosísima. El doctor había estado escuchando, y se le ocurrió que en aquel caso sería oportuno un Se non é vero...; pero, como no estaba muy seguro de las palabras, tuvo miedo de enredarse y no dijo nada.
Après le dîner Forcheville alla de lui-même vers le docteur.
Acabada la cena, Forcheville buscó al doctor.
—«Elle n′a pas dû être mal, Mme Verdurin, et puis c′est une femme avec qui on peut causer, pour moi tout est là. Évidemment elle commence à avoir un peu de bouteille. Mais Mme de Crécy voilà une petite femme qui a l′air intelligente, ah! saperlipopette, on voit tout de suite qu′elle a l′œil américain, celle-là! Nous parlons de Mme de Crécy, dit-il à M. Verdurin qui s′approchait, la pipe à la bouche. Je me figure que comme corps de femme...»
-No ha debido de ser fea, ¿eh?, la señora de Verdurin, y además es una mujer con la que puede uno hablar, y para mí eso es todo. Claro que ya empieza a amorcillarse un poco. La que parece muy lista es la señora de Crécy; ya, lo creo, tiene vista de águila. Estábamos hablando de la señora de Crécy «dijo a Verdurin, que se acercó con su pipa en la boca.. Debe de tener un cuerpo...
—«J′aimerais mieux l′avoir dans mon lit que le tonnerre», dit précipitamment Cottard qui depuis quelques instants attendait en vain que Forcheville reprît haleine pour placer cette vieille plaisanterie dont il craignait que ne revînt pas l′à-propos si la conversation changeait de cours, et qu′il débita avec cet excès de spontanéité et d′assurance qui cherche à masquer la froideur et l′émoi inséparables d′une récitation. Forcheville la connaissait, il la comprit et s′en amusa. Quant à M. Verdurin, il ne marchanda pas sa gaieté, car il avait trouvé depuis peu pour la signifier un symbole autre que celui dont usait sa femme, mais aussi simple et aussi clair. A peine avait-il commencé à faire le mouvement de tête et d′épaules de quelqu′un qui s′esclaffle qu′aussitôt il se mettait à tousser comme si, en riant trop fort, il avait avalé la fumée de sa pipe. Et la gardant toujours au coin de sa bouche, il prolongeait indéfiniment le simulacre de suffocation et d′hilarité. Ainsi lui et Mme Verdurin, qui en face, écoutant le peintre qui lui racontait une histoire, fermait les yeux avant de précipiter son visage dans ses mains, avaient l′air de deux masques de théâtre qui figuraient différemment la gaieté.
-Mejor me gustaría encontrármela entre las sábanas que no al diablo «dijo precipitadamente Cottard, que estaba esperando hacía un momento a que Forcheville tomara aliento para colocar aquel chiste viejo, temeroso de que se pasara la oportunidad si la conversación tomaba otro rumbo; chiste que soltó con esa naturalidad y aplomo exagerados que sirven para ocultar la frialdad y la inquietud del que está recitando. Forcheville, que conocía el chiste, lo entendió y se rió mucho. Verdurin tampoco regateó su regocijo, porque hacía poco que había dado con un símbolo para expresarlo distinto del de su mujer, pero tan sencillo y tan claro como el de ella. Apenas iniciaba los movimientos de cabeza y hombros propios de la persona que se desternilla de risa, se ponía a toser como si se hubiera tragado el humo de la pipa por reírse con mucha fuerza. Y, sin quitarse la pipa de la boca, prolongaba indefinidamente ese simulacro de hilaridad y de ahogo. Él y su mujer, que estaba enfrente oyendo contar una historia al pintor, y que en aquel momento cerraba los ojos, e iba a hundir el rostro en las manos, parecían dos caretas de teatro que expresaban de modo distinto el mismo sentimiento de jovialidad.
M. Verdurin avait d′ailleurs fait sagement en ne retirant pas sa pipe de sa bouche, car Cottard qui avait besoin de s′éloigner un instant fit à mi-voix une plaisanterie qu′il avait apprise depuis peu et qu′il renouvelait chaque fois qu′il avait à aller au même endroit: «Il faut que j′aille entretenir un instant le duc d′Aumale», de sorte que la quinte de M. Verdurin recommença.
Verdurin hizo muy bien en no quitarse la pipa de la boca, porque Cottard, que sintió necesidad de salir un momento, dijo a media voz una frasecita que había aprendido hacía poco y que repetía siempre que tenía que ir al mismo sitio: «Tengo que ir a dar un recadito al duque de Aumale., de modo que el acceso de tos volvió a empezar.
—Voyons, enlève donc ta pipe de ta bouche, tu vois bien que tu vas t′étouffer à te retenir de rire comme ça, lui dit Mme Verdurin qui venait offrir des liqueurs.
-¡Pero, hombre, quítate la pipa de la boca, te vas a ahogar por querer contener la risa! -le dijo la señora, que se acercó al grupo para ofrecer licores.
—«Quel homme charmant que votre mari, il a de l′esprit comme quatre, déclara Forcheville à Mme Cottard. Merci madame. Un vieux troupier comme moi, ça ne refuse jamais la goutte.»
-Su marido es un hombre delicioso, tiene un ingenio que vale por cuatro -declaró Forcheville a la señora de Cottard. -Gracias, señora; un soldado viejo nunca dice que no a un trago.
—«M. de Forcheville trouve Odette charmante», dit M. Verdurin à sa femme.
-Al señor de Forcheville le parece Odette encantadora -dijo Verdurin a su esposa.
—Mais justement elle voudrait déjeuner une fois avec vous. Nous allons combiner ça, mais il ne faut pas que Swann le sache. Vous savez, il met un peu de froid.
Ça ne vous empêchera pas de venir dîner, naturellement, nous espérons vous avoir très souvent. Avec la belle saison qui vient, nous allons souvent dîner en plein air. Cela ne vous ennuie pas les petits dîners au Bois? bien, bien, ce sera très gentil. Est-ce que vous n′allez pas travailler de votre métier, vous! cria-t-elle au petit pianiste, afin de faire montre, devant un nouveau de l′importance de Forcheville, à la fois de son esprit et de son pouvoir tyrannique sur les fidèles.
-Pues precisamente ella tendría mucho gusto en almorzar un día con usted. A ver cómo lo combinamos, pero sin que se entere Swann, porque tiene un carácter que lo enfría todo. Claro que eso no quita para que venga usted a cenar, naturalmente; esperamos que nos favorezca usted a menudo. Ahora, como ya viene el buen tiempo, vamos muchas veces a comer en sitio descubierto. ¿No le desagradan las comidas en el Bosque? Muy bien, pues eso. Pero, ¿eh?, se ha olvidado usted de su oficio «gritó al joven pianista para hacer ostentación al mismo tiempo, y delante de un nuevo tan importante como Forcheville, de su ingenio y de su dominio tiránico sobre los fieles.
—M. de Forcheville était en train de me dire du mal de toi, dit Mme Cottard à son mari quand il rentra au salon.
-El señor de Forcheville me estaba hablando mal de ti «dijo la señora de Cottard a su marido cuando éste volvió al salón.
Et lui, poursuivant l′idée de la noblesse de Forcheville qui l′occupait depuis le commencement du dîner, lui dit:
Y el doctor, siempre con la obsesión de la nobleza de Forcheville, que le preocupaba desde que empezó la cena, le dijo:
—«Je soigne en ce moment une baronne, la baronne Putbus, les Putbus étaient aux Croisades, n′est-ce pas? Ils ont, en Poméranie, un lac qui est grand comme dix fois la place de la Concorde. Je la soigne pour de l′arthrite sèche, c′est une femme charmante. Elle connaît du reste Mme Verdurin, je crois.
-Ahora estoy asistiendo a una baronesa, la baronesa de Putbus; parece que los Putbus estuvieron en las Cruzadas, ¿no? Tienen en Pomerania un lago donde caben diez plazas de la Concordia. Le estoy asistiendo una artritis seca. Es una mujer simpática. Creo que la señora de Verdurin la conoce.
Ce qui permit à Forcheville, quand il se retrouva, un moment après, seul avec Mme Cottard, de compléter le jugement favorable qu′il avait porté sur son mari:
Con eso dio pie a que Forcheville, cuando se vio solo un momento después con la señora de Cottard, completara el favorable juicio que del doctor tenía formado:
—Et puis il est intéressant, on voit qu′il connaît du monde. Dame, ça sait tant de choses, les médecins.
-Es muy simpático, y se ve que conoce gente. Claro, los médicos lo saben todo.
—Je vais jouer la phrase de la Sonate pour M. Swann? dit le pianiste.
-Voy a tocar el scherzo de la sonata de Vinteuil, para el señor Swann « dijo el pianista.
—Ah! bigre! ce n′est pas au moins le «Serpent à Sonates»? demanda M. de Forcheville pour faire de l′effet.
-¡Caramba!, conque una sonata de escuerzos, ¿eh? -preguntó Forcheville para dárselas de gracioso.
Mais le docteur Cottard, qui n′avait jamais entendu ce calembour, ne le comprit pas et crut à une erreur de M. de Forcheville. Il s′approcha vivement pour la rectifier:
Pero el doctor, que no conocía ese chiste, no lo entendió, y creyó que Forcheville se había equivocado. Se acercó en seguida a rectificarlo:
—«Mais non, ce n′est pas serpent à sonates qu′on dit, c′est serpent à sonnettes», dit-il d′un ton zélé, impatient et triomphal.
-No, no se dice escuerzo, se dice scherzo «aclaró con tono solícito, impaciente y radiante.
Forcheville lui expliqua le calembour. Le docteur rougit.
Forcheville le explicó el chiste, y el doctor se puso encarnado.
—Avouez qu′il est drôle, docteur?
-¿Reconocerá usted que tiene gracia, doctor?
—Oh! je le connais depuis si longtemps, répondit Cottard.
-Sí, ya lo conocía hace tiempo -contestó Cottard.
Mais ils se turent; sous l′agitation des trémolos de violon qui la protégeaient de leur tenue frémissante à deux octaves de là—et comme dans un pays de montagne, derrière l′immobilité apparente et vertigineuse d′une cascade, on aperçoit, deux cents pieds plus bas, la forme minuscule d′une promeneuse—la petite phrase venait d′apparaître, lointaine, gracieuse, protégée par le long déferlement du rideau transparent, incessant et sonore. Et Swann, en son cœur, s′adressa à elle comme à une confidente de son amour, comme à une amie d′Odette qui devrait bien lui dire de ne pas faire attention à ce Forcheville.
Pero se callaron; por debajo de la agitación de los trémulos del violín que la protegían con su vestidura temblorosa, a dos octavas de distancia, lo mismo que en una región montañosa vemos por detrás de la inmovilidad aparente y vertiginosa de una cascada, allá doscientos pies más abajo, la minúscula figurilla de una mujer que se va paseando, surgió la frasecita lejana, graciosa, protegida por el amplio chorrear de la cortina transparente, incesante y sonora. Y Swann corrió hacía ella, desde lo más hondo de su corazón, como a una confidente de sus amores, corno a una amiga de Odette, que debía decirle que no hiciera caso a ese Forcheville.
—Ah! vous arrivez tard, dit Mme Verdurin à un fidèle qu′elle n′avait invité qu′en «cure-dents», «nous avons eu «un» Brichot incomparable, d′une éloquence! Mais il est parti. N′est-ce pas, monsieur Swann? Je crois que c′est la première fois que vous vous rencontriez avec lui, dit-elle pour lui faire remarquer que c′était à elle qu′il devait de le connaître. «N′est-ce pas, il a été délicieux, notre Brichot?»
-Llega usted tarde -dijo la señora de Verdurin a un fiel, invitado tan sólo en calidad de «mondadientes.., Brichot esta noche ha estado incomparable, elocuentísimo. Pero se ha marchado ya. ¿Verdad, señor Swann? Por cierto, creo que es la primera vez que hablaba usted con él, no? «añadió para hacer resaltar que lo conocía gracias a ella.. ¿Verdad que Brichot ha estado delicioso?
Swann s′inclina poliment.
Swann se inclinó cortésmente.
—Non? il ne vous a pas intéressé? lui demanda sèchement Mme Verdurin.
-¿Pero no le ha interesado a usted? «preguntó secamente la señora.
—«Mais si, madame, beaucoup, j′ai été ravi. Il est peut-être un peu péremptoire et un peu jovial pour mon goût. Je lui voudrais parfois un peu d′hésitations et de douceur, mais on sent qu′il sait tant de choses et il a l′air d′un bien brave homme.
-Sí, señora, mucho me ha encantado. Quizá es un tanto precipitado y jovial, a veces, para mi gusto, y le sentaría bien un poco más de calma y de suavidad; pero se ve que sabe mucho y que es una excelente persona
Tour le monde se retira fort tard. Les premiers mots de Cottard à sa femme furent:
Todo el mundo se retiró muy tarde. Lo primero que dijo Cottard a su mujer fue:
—J′ai rarement vu Mme Verdurin aussi en verve que ce soir.
-Pocas veces he visto a la señora de Verdurin tan animada como esta noche.
—Qu′est-ce que c′est exactement que cette Mme Verdurin, un demi-castor? dit Forcheville au peintre à qui il proposa de revenir avec lui.
-¿Qué es lo que viene a ser exactamente esta señora de Verdurin; una virtud de entre dos aguas? -dijo Forcheville al pintor, al que propuse que se marcharan juntos.
Odette le vit s′éloigner avec regret, elle n′osa pas ne pas revenir avec Swann, mais fut de mauvaise humeur en voiture, et quand il lui demanda s′il devait entrer chez elle, elle lui dit: «Bien entendu» en haussant les épaules avec impatience. Quand tous les invités furent partis, Mme Verdurin dit à son mari:
Odette sintió mucho ver marcharse a Forcheville; no se atrevió a no volver a casa con Swann, pero en el coche estuvo de muy mal humor, y cuando Swann le preguntó si quería que entrara en su casa, le contestó, encogiéndose de hombros y con impaciencia: -¡Pues claro!.. Cuando ya se marcharon todos los invitados, la señora de Verdurin dijo a su marido:
—As-tu remarqué comme Swann a ri d′un rire niais quand nous avons parlé de Mme La Trémoe?»
-¿Has visto qué risa tan tonta la de Swann cuando estábamos hablando de la señora de La Trémoille?
Elle avait remarqué que devant ce nom Swann et Forcheville avaient plusieurs fois supprimé la particule. Ne doutant pas que ce fût pour montrer qu′ils n′étaient pas intimidés par les titres, elle souhaitait d′imiter leur fierté, mais n′avait pas bien saisi par quelle forme grammaticale elle se traduisait. Aussi sa vicieuse façon de parler l′emportant sur son intransigeance républicaine, elle disait encore les de La Trémoe ou plutôt par une abréviation en usage dans les paroles des chansons de café-concert et les légendes des caricaturistes et qui dissimulait le de, les d′La Trémoe, mais elle se rattrapait en disant: «Madame La Trémoe.» «La Duchesse, comme dit Swann», ajouta-t-elle ironiquement avec un sourire qui prouvait qu′elle ne faisait que citer et ne prenait pas à son compte une dénomination aussi na et ridicule.
Había observado que cuando pronunciaban este nombre, Swann y Forcheville algunas veces suprimían la partícula. Y no dudando que lo hicieran para demostrar que a ellos no les asustaban los títulos, quiso imitar su orgullo, pero no había sabido coger bien la forma gramatical con que se traducía. Y como su defectuosa manera de hablar podía más que su intransigencia republicana, seguía diciendo los señores de La Trémoille, o mejor dicho, con esa abreviatura usual en la letra de los couplets, y los pies de las caricaturas con que se disimula los de La Trémoille, y luego se resarcía diciendo sencillamente: «La señora La Trémoille.. «La duquesa, como dice Swann. añadió irónicamente, con una sonrisa que indicaba que estaba citando palabras ajenas y que ella no cargaba con una denominación tan ingenua y tan ridícula.
—Je te dirai que je l′ai trouvé extrêmement bête.
-Yo te diré que esta noche lo he encontrado muy estúpido.
Et M. Verdurin lui répondit:
Su marido le respondió:
—Il n′est pas franc, c′est un monsieur cauteleux, toujours entre le zist et le zest. Il veut toujours ménager la chèvre et le chou. Quelle différence avec Forcheville. Voilà au moins un homme qui vous dit carrément sa façon de penser.
Ça vous plaît ou ça ne vous plaît pas. Ce n′est pas comme l′autre qui n′est jamais ni figue ni raisin. Du reste Odette a l′air de préférer joliment le Forcheville, et je lui donne raison. Et puis enfin puisque Swann veut nous la faire à l′homme du monde, au champion des duchesses, au moins l′autre a son titre; il est toujours comte de Forcheville, ajouta-t-il d′un air délicat, comme si, au courant de l′histoire de ce comté, il en soupesait minutieusement la valeur particulière.
-No es un hombre franco, es un caballero muy cauteloso que siempre está nadando entre dos aguas. Quiere estar bien con todos. ¡Qué diferencia entre él y Forcheville! Ese hombre, por lo menos, te dice claramente lo que piensa, te agrade o no te agrade. No es como el otro, que no es ni carne ni pescado. Por supuesto, a Odette parece que le gusta más Forcheville, y yo le alabo el gusto. Y, además, ya que Swann viene echándoselas de hombre de mundo y de campeón de duquesas, el otro, por lo menos, tiene su título, y es conde de Forcheville «añadió con delicada entonación, como si estuviera muy al corriente de la historia de ese condado y sopesara minuciosamente su valor particular
—Je te dirai, dit Mme Verdurin, qu′il a cru devoir lancer contre Brichot quelques insinuations venimeuses et assez ridicules. Naturellement, comme il a vu que Brichot était aimé dans la maison, c′était une manière de nous atteindre, de bêcher notre dîner. On sent le bon petit camarade qui vous débinera en sortant.
-Yo te diré «repuso la señora. que esta noche ha lanzado contra Brichot unas cuantas indirectas venenosas y ridículas. Claro, como ha visto que Brichot caía bien en la casa, esa era una manera de herirnos y de minarnos la cena. Se ve muy claro al joven amigo que te desollará a la salida.
—Mais je te l′ai dit, répondit M. Verdurin, c′est le raté, le petit individu envieux de tout ce qui est un peu grand.
-Yo ya te lo dije -contestó él, es un fracasado, un envidiosillo de todo lo que sea grande.
En réalité il n′y avait pas un fidèle qui ne fût plus malveillant que Swann; mais tous ils avaient la précaution d′assaisonner leurs médisances de plaisanteries connues, d′une petite pointe d′émotion et de cordialité; tandis que la moindre réserve que se permettait Swann, dépouillée des formules de convention telles que: «Ce n′est pas du mal que nous disons» et auxquelles il dédaignait de s′abaisser, paraissait une perfidie. Il y a des auteurs originaux dont la moindre hardiesse révolte parce qu′ils n′ont pas d′abord flatté les goûts du public et ne lui ont pas servi les lieux communs auxquels il est habitué; c′est de la même manière que Swann indignait M. Verdurin. Pour Swann comme pour eux, c′était la nouveauté de son langage qui faisait croire à là noirceur de ses intentions.
En realidad, no había fiel menos maldiciente que Swann; pero todos los demás tenían la precaución de sazonar sus chismes con chistes baratos, con una chispa de emoción y de cordialidad; mientras que la menor reserva que Swann se permitía sin emplear fórmulas convencionales, como «Esto no es hablar mal; pero...., porque lo consideraba una bajeza, parecía una perfidia. Hay autores originales que con la más mínima novedad excitan la ira del público, sencillamente porque antes no halagaron sus gustos, atiborrándolo de esos lugares comunes a que está acostumbrado; y así indignaba Swann al señor Verdurin. Y en el caso de Swann, como en el de ellos, la novedad de su lenguaje es lo que inducía a creer en lo negro de sus intenciones.
Swann ignorait encore la disgrâce dont il était menacé chez les Verdurin et continuait à voir leurs ridicules en beau, au travers de son amour.
Swann estaba aún ignorante de la desgracia que lo amenazaba en casa de los Verdurin, y seguía viendo sus ridículos de color de rosa, a través de su amor por Odette.
Il n′avait de rendez-vous avec Odette, au moins le plus souvent, que le soir; mais le jour, ayant peur de la fatiguer de lui en allant chez elle, il aurait aimé du moins ne pas cesser d′occuper sa pensée, et à tous moments il cherchait à trouver une occasion d′y intervenir, mais d′une façon agréable pour elle. Si, à la devanture d′un fleuriste ou d′un joaillier, la vue d′un arbuste ou d′un bijou le charmait, aussitôt il pensait à les envoyer à Odette, imaginant le plaisir qu′ils lui avaient procuré, ressenti par elle, venant accroître la tendresse qu′elle avait pour lui, et les faisait porter immédiatement rue La Pérouse, pour ne pas retarder l′instant où, comme elle recevrait quelque chose de lui, il se sentirait en quelque sorte près d′elle. Il voulait surtout qu′elle les reçût avant de sortir pour que la reconnaissance qu′elle éprouverait lui valût un accueil plus tendre quand elle le verrait chez les Verdurin, ou même, qui sait, si le fournisseur faisait assez diligence, peut-être une lettre qu′elle lui enverrait avant le dîner, ou sa venue à elle en personne chez lui, en une visite supplémentaire, pour le remercier. Comme jadis quand il expérimentait sur la nature d′Odette les réactions du dépit, il cherchait par celles de la gratitude à tirer d′elle des parcelles intimes de sentiment qu′elle ne lui avait pas révélées encore.
Ahora, por lo general, sólo se daba cita con su querida por la noche; de día tenía miedo de cansarla yendo mucho a su casa, pero le gustaba estar siempre presente en la imaginación de Odette, y buscaba las ocasiones de insinuarse hasta el pensamiento de su amiga de una manera agradable. Si veía en el escaparate de una tienda de flores, o de una joyería, alguna planta o alguna alhaja que le gustaran mucho, pensaba en seguida en enviárselas a Odette, imaginándose que aquel placer que había sentido él al ver la flor o la piedra preciosa, lo sentiría ella también, y vendría a acrecer su cariño; y las mandaba llevar inmediatamente a la calle La Perouse, para no retardar el instante aquel en que, por recibir Odette una cosa suya, parecía que estaban más cerca. Quería, sobre todo, que llegara el regalo antes de que ella saliera, para ganarse, por el agradecimiento que ella sintiera, una acogida más cariñosa aquella noche en casa de los Verdurin, acaso una carta que ella enviaría antes de ir a cenar, y ¡quién sabe si hasta una visita de la propia Odette!, una visita suplementaria a casa de Swann para darle las gracias. Como en otra época, cuando experimentaba en el temperamento de Odette los efectos del despecho, ahora probaba, por medio de las reacciones de la gratitud, a extraer de su querida parcelas íntimas de sentimiento que aun no le había revelado.
Souvent elle avait des embarras d′argent et, pressée par une dette, le priait de lui venir en aide. Il en était heureux comme de tout ce qui pouvait donner à Odette une grande idée de l′amour qu′il avait pour elle, ou simplement une grande idée de son influence, de l′utilité dont il pouvait lui être. Sans doute si on lui avait dit au début: «c′est ta situation qui lui plaît», et maintenant: «c′est pour ta fortune qu′elle t′aime», il ne l′aurait pas cru, et n′aurait pas été d′ailleurs très mécontent qu′on se la figurât tenant à lui,—qu′on les sentît unis l′un à l′autre—par quelque chose d′aussi fort que le snobisme ou l′argent. Mais, même s′il avait pensé que c′était vrai, peut-être n′eût-il pas souffert de découvrir à l′amour d′Odette pour lui cet état plus durable que l′agrément ou les qualités qu′elle pouvait lui trouver: l′intérêt, l′intérêt qui empêcherait de venir jamais le jour où elle aurait pu être tentée de cesser de le voir. Pour l′instant, en la comblant de présents, en lui rendant des services, il pouvait se reposer sur des avantages extérieurs à sa personne, à son intelligence, du soin épuisant de lui plaire par lui-même. Et cette volupté d′être amoureux, de ne vivre que d′amour, de la réalité de laquelle il doutait parfois, le prix dont en somme il la payait, en dilettante de sensations immatérielles, lui en augmentait la valeur,—comme on voit des gens incertains si le spectacle de la mer et le bruit de ses vagues sont délicieux, s′en convaincre ainsi que de la rare qualité de leurs goûts désintéressés, en louant cent francs par jour la chambre d′hôtel qui leur permet de les goûter.
Muchas veces, Odette tenía apuros de dinero, y en caso de alguna deuda urgente, pedía a Swann que la ayudara. Y él se alegraba mucho, como de todo lo que pudiera inspirar a Odette un gran concepto del amor que le tenía, o sencillamente de su influencia y de lo útil que podía serle. Indudablemente, si al principio le hubieran dicho: -Lo que le gusta es tu posición social.., ahora, si te quiere es por tu dinero., Swann no lo hubiera creído; pero no le dolería mucho que las gentes se figurasen a Odette unida a él, es decir, que se viera que estaban unidos el uno al otro. por un lazo tan fuerte como el esnobismo o el dinero. Y hasta si hubiera llegado a creérselo, quizá su pena no habría sido muy grande al descubrir en el amor de Odette ese estado más duradero que el basado en los atractivos o prendas personales de su amigo: el interés, que no dejaría llegar nunca el día en que ella sintiera ganas de no volverlo a ver. Por el momento, colmándola de regalos y haciéndole favores, podía descansar confiadamente en estas mercedes, exteriores a su persona y a su inteligencia, del agotador cuidado de agradarle por sí mismo. Y aquella voluptuosidad de estar enamorado, de no vivir más que de amor, que muchas veces dudaba que fuera verdad, aumentaba aún de valor por el precio que, como dilettante de sensaciones inmateriales, le costaba «lo mismo que se ve a personas dudosas de si el espectáculo del mar y el ruido de las olas son cosa deliciosa, convencerse de que sí y de que ellos tienen un gusto exquisito en cuanto tienen que pagar cien francos diarios por la habitación de la fonda donde podrán gozar del mar y sus delicias.
Un jour que des réflexions de ce genre le ramenaient encore au souvenir du temps où on lui avait parlé d′Odette comme d′une femme entretenue, et où une fois de plus il s′amusait à opposer cette personnification étrange: la femme entretenue,—chatoyant amalgame d′éléments inconnus et diaboliques, serti, comme une apparition de Gustave Moreau, de fleurs vénéneuses entrelacées à des joyaux précieux,—et cette Odette sur le visage de qui il avait vu passer les mêmes sentiments de pitié pour un malheureux, de révolte contre une injustice, de gratitude pour un bienfait, qu′il avait vu éprouver autrefois par sa propre mère, par ses amis, cette Odette dont les propos avaient si souvent trait aux choses qu′il connaissait le mieux lui-même, à ses collections, à sa chambre, à son vieux domestique, au banquier chez qui il avait ses titres, il se trouva que cette dernière image du banquier lui rappela qu′il aurait à y prendre de l′argent. En effet, si ce mois-ci il venait moins largement à l′aide d′Odette dans ses difficultés matérielles qu′il n′avait fait le mois dernier où il lui avait donné cinq mille francs, et s′il ne lui offrait pas une rivière de diamants qu′elle désirait, il ne renouvellerait pas en elle cette admiration qu′elle avait pour sa générosité, cette reconnaissance, qui le rendaient si heureux, et même il risquerait de lui faire croire que son amour pour elle, comme elle en verrait les manifestations devenir moins grandes, avait diminué. Alors, tout d′un coup, il se demanda si cela, ce n′était pas précisément l′«entretenir» (comme si, en effet, cette notion d′entretenir pouvait être extraite d′éléments non pas mystérieux ni pervers, mais appartenant au fond quotidien et privé de sa vie, tels que ce billet de mille francs, domestique et familier, déchiré et recollé, que son valet de chambre, après lui avoir payé les comptes du mois et le terme, avait serré dans le tiroir du vieux bureau où Swann l′avait repris pour l′envoyer avec quatre autres à Odette) et si on ne pouvait pas appliquer à Odette, depuis qu′il la connaissait (car il ne soupçonna pas un instant qu′elle eût jamais pu recevoir d′argent de personne avant lui), ce mot qu′il avait cru si inconciliable avec elle, de «femme entretenue». Il ne put approfondir cette idée, car un accès d′une paresse d′esprit, qui était chez lui congénitale, intermittente et providentielle, vint à ce moment éteindre toute lumière dans son intelligence, aussi brusquement que, plus tard, quand on eut installé partout l′éclairage électrique, on put couper l′électricité dans une maison. Sa pensée tâtonna un instant dans l′obscurité, il retira ses lunettes, en essuya les verres, se passa la main sur les yeux, et ne revit la lumière que quand il se retrouva en présence d′une idée toute différente, à savoir qu′il faudrait tâcher d′envoyer le mois prochain six ou sept mille francs à Odette au lieu de cinq, à cause de la surprise et de la joie que cela lui causerait.
Un día, reflexiones de éstas le trajeron a la memoria aquella época en que le hablaran de Odette como de una mujer entretenida., y una vez más se divirtió oponiendo a esa personalidad extraña, la mujer entretenida «amalgama tornasolada de elementos desconocidos y diabólicos, engastada, como una aparición de Gustavo Moreau, en flores venenosas entrelazadas en alhajas magníficas., la otra Odette por cuyo rostro viera pasar los mismos sentimientos de compasión por el desgraciado, de protestas contra la injusticia, y de gratitud por un beneficio, que había visto cruzar por el alma de su madre o de sus amigos; esa Odette, que hablaba muchas veces de las cosas que a él le eran más familiares que a ella, de su cuarto, de su viejo criado, del banquero a quien tenía confiados sus títulos; y esta última imagen del banquero le recordó que tenía que pedir dinero. En efecto, si aquel mes ayudaba a Odette en sus dificultades materiales con menos largueza que el anterior, en que le dio 5000 francos, o no le regalaba un collar de diamantes que ella quería, no reavivaría en su querida aquella admiración por su generosidad, aquella gratitud que tan feliz lo hacían, y hasta corría el riesgo de que Odette pensara que su amor disminuía al ver reducidas las manifestaciones con que aquel cariño se expresaba. Y entonces se preguntó de pronto si aquello que estaba haciendo no era cabalmente entretenerla, como si en efecto, esta noción de entretener pudiera extraerse, no de elementos misteriosos ni perversos, sino pertenecientes al fondo diario y privado de su vida, lo mismo que ese billete de 1000 francos, roto y repegado, doméstico y familiar, que su ayuda de cámara le ponía en el cajón de la mesa, después de pagar la casa y las cuentas, y que él mandaba a Odette con cuatro más., y si no se podía aplicar a Odette, desde que él la conocía «porque no se le pasó por las mientes que antes de conocerlo a él hubiera podido recibir dinero de nadie. ese dictado que tan incompatible con ella se figuraba Swann de mujer entretenida.. Pero no pudo ahondar en esa idea, porque un acceso de pereza de espíritu, que en él eran congénitos, intermitentes y providenciales, llegó en aquel momento y apagó todas las luminarias de su inteligencia, tan bruscamente, como andando el tiempo, cuando hubiera luz eléctrica, podría dejarse una casa a oscuras en un momento. Su pensamiento anduvo a tientas un instante por las tinieblas; se quitó los lentes, limpió sus cristales, se pasó las manos por los ojos, y no volvió a vislumbrar la luz hasta que tuvo delante una idea completamente distinta, a saber: que el mes próximo convendría mandar a Odette 6000 o 7000 francos en vez de 5000, por la sorpresa y la alegría que con eso iba a darle.
Le soir, quand il ne restait pas chez lui à attendre l′heure de retrouver Odette chez les Verdurin ou plutôt dans un des restaurants d′été qu′ils affectionnaient au Bois et surtout à Saint-Cloud, il allait dîner dans quelqu′une de ces maisons élégantes dont il était jadis le convive habituel. Il ne voulait pas perdre contact avec des gens qui—savait-on? pourraient peut-être un jour être utiles à Odette, et grâce auxquels en attendant il réussissait souvent à lui être agréable. Puis l′habitude qu′il avait eue longtemps du monde, du luxe, lui en avait donné, en même temps que le dédain, le besoin, de sorte qu′à partir du moment où les réduits les plus modestes lui étaient apparus exactement sur le même pied que les plus princières demeures, ses sens étaient tellement accoutumés aux secondes qu′il eût éprouvé quelque malaise à se trouver dans les premiers. Il avait la même considération—à un degré d′identité qu′ils n′auraient pu croire—pour des petits bourgeois qui faisaient danser au cinquième étage d′un escalier D, palier à gauche, que pour la princesse de Parme qui donnait les plus belles fêtes de Paris; mais il n′avait pas la sensation d′être au bal en se tenant avec les pères dans la chambre à coucher de la maîtresse de la maison et la vue des lavabos recouverts de serviettes, des lits transformés en vestiaires, sur le couvre-pied desquels s′entassaient les pardessus et les chapeaux lui donnait la même sensation d′étouffement que peut causer aujourd′hui à des gens habitués à vingt ans d′électricité l′odeur d′une lampe qui charbonne ou d′une veilleuse qui file.
La noche que no estaba en casa esperando que llegara la hora de ver a Odette en casa de los Verdurin, o en uno de los restaurantes de verano del Bosque o de Saint-Cloud, donde les gustaba mucho ir, se marchaba a cenar a alguna de aquellas elegantes casas donde, antes era asiduo convidado. No quería romper el contacto con personas que quién sabe si podían ser útiles a Odette algún día, y a quienes ahora utilizaba a veces para alguna cosa que le pedía Odette. Además, estaba muy acostumbrado desde hacía tiempo a la vida aristocrática y al lujo, y aunque había aprendido con la costumbre a despreciar una y otro, sin embargo, los necesitaba; de modo que en cuanto se le aparecieron exactamente en el mismo plano las casas más modestas y las mansiones ducales, tan habituados estaban sus sentidos a los palacios, que sentía necesidad de no estar siempre en moradas modestas. Le merecían la misma consideración «con tal identidad, que hubiera parecido increíble las familias de clase media que daban bailes en su quinto piso, escalera D, puerta de la derecha, que la princesa de Parma, en cuyo palacio se celebraban las fiestas más lucidas de París; pero no tenía la sensación de hallarse en un baile cuando se estaba con la gente seria en la alcoba del ama de casa; y al ver los tocadores tapados con toallas, las camas transformadas en guardarropa y los cubrepiés llenos de gabanes y sombreros, le causaba la misma sensación de ahogo que puede causar hoy a personas acostumbradas a veinte años de luz eléctrica el olor de un quinqué o el humo de una lamparilla.
Le jour où il dînait en ville, il faisait atteler pour sept heures et demie; il s′habillait tout en songeant à Odette et ainsi il ne se trouvait pas seul, car la pensée constante d′Odette donnait aux moments où il était loin d′elle le même charme particulier qu′à ceux où elle était là. Il montait en voiture, mais il sentait que cette pensée y avait sauté en même temps et s′installait sur ses genoux comme une bête aimée qu′on emmène partout et qu′il garderait avec lui à table, à l′insu des convives. Il la caressait, se réchauffait à elle, et éprouvant une sorte de langueur, se laissait aller à un léger frémissement qui crispait son cou et son nez, et était nouveau chez lui, tout en fixant à sa boutonnière le bouquet d′ancolies. Se sentant souffrant et triste depuis quelque temps, surtout depuis qu′Odette avait présenté Forcheville aux Verdurin, Swann aurait aimé aller se reposer un peu à la campagne. Mais il n′aurait pas eu le courage de quitter Paris un seul jour pendant qu′Odette y était. L′air était chaud; c′étaient les plus beaux jours du printemps. Et il avait beau traverser une ville de pierre pour se rendre en quelque hôtel clos, ce qui était sans cesse devant ses yeux, c′était un parc qu′il possédait près de Combray, où, dès quatre heures, avant d′arriver au plant d′asperges, grâce au vent qui vient des champs de Méséglise, on pouvait goûter sous une charmille autant de fraîcheur qu′au bord de l′étang cerné de myosotis et de glals, et où, quand il dînait, enlacées par son jardinier, couraient autour de la table les groseilles et les roses.
El día que cenaba fuera mandaba enganchar para las siete y media; se vestía pensando en Odette, y así no estaba solo, porque el pensar constantemente en Odette alumbraba los momentos en que ella estaba lejos con la misma encantadora luz de los instantes que pasaban juntos. Subía al coche, pero sentía que aquel pensamiento saltaba al carruaje al mismo tiempo que él, se le ponía en las rodillas como un animal favorito que llevamos a todas partes y que seguiría con él en la mesa, sin que lo supieran los invitados. Y aquel animalito le acariciaba, le daba calor; y Swann sentía una especie de lánguida dejadez, y se rendía a un leve estremecimiento que le crispaba el cuello y la nariz, cosa nueva en él, mientras iba poniéndose en el ojal el ramito de ancolias. Sentíase melancólico y malucho hacía algún tiempo, sobre todo desde que Odette presentó a Forcheville en casa de los Verdurin, y por su gusto se habría ido al campo a descansar. Pero no tenía valor para marcharse de París, ni siquiera por un día, mientras que Odette estuviera allí. Había una atmósfera cálida, y eran aquellos los días más hermosos de la primavera. Y aunque iba atravesando una ciudad de piedras para meterse en un hotel cerrado, lo que tenía siempre en la imaginación era un parque suyo, junto a Combray; allí, en cuanto eran las cuatro, antes de llegar al plantado de espárragos, gracias al aire que viene por el lado de Méséglise, podía disfrutarse, a la sombra de las plantas, tanto frescor como en la orilla del estanque, cercado de miosotis y espadañas, y cenaba en una mesa rodeada por guirnaldas de rosas y de grosella, que le arreglaba su jardinero.
Après dîner, si le rendez-vous au bois ou à Saint-Cloud était de bonne heure, il partait si vite en sortant de table,—surtout si la pluie menaçait de tomber et de faire rentrer plus tôt les «fidèles»,—qu′une fois la princesse des Laumes (chez qui on avait dîné tard et que Swann avait quittée avant qu′on servît le café pour rejoindre les Verdurin dans l′île du Bois) dit:
Acabada la cena, si estaban citados temprano en el Bosque o en Saint-Cloud, se marchaba tan pronto «sobre todo si amenazaba lluvia y podían los fieles recogerse antes. que una vez que cenaron muy tarde en casa de la princesa de Laumes, y que Swann se marchó sin esperar el café, para ir a buscar a los Verdurin a la isla del Bosque, la princesa dijo:
—«Vraiment, si Swann avait trente ans de plus et une maladie de la vessie, on l′excuserait de filer ainsi. Mais tout de même il se moque du monde.»
-Realmente, si Swann tuviera treinta años más y una enfermedad de la vejiga, se comprendería que escapara de esa manera; pero esto ya es burlarse de la gente
Il se disait que le charme du printemps qu′il ne pouvait pas aller goûter à Combray, il le trouverait du moins dans l′île des Cygnes ou à Saint-Cloud. Mais comme il ne pouvait penser qu′à Odette, il ne savait même pas, s′il avait senti l′odeur des feuilles, s′il y avait eu du clair de lune. Il était accueilli par la petite phrase de la Sonate jouée dans le jardin sur le piano du restaurant. S′il n′y en avait pas là, les Verdurin prenaient une grande peine pour en faire descendre un d′une chambre ou d′une salle à manger: ce n′est pas que Swann fût rentré en faveur auprès d′eux, au contraire. Mais l′idée d′organiser un plaisir ingénieux pour quelqu′un, même pour quelqu′un qu′ils n′aimaient pas, développait chez eux, pendant les moments nécessaires à ces préparatifs, des sentiments éphémères et occasionnels de sympathie et de cordialité. Parfois il se disait que c′était un nouveau soir de printemps de plus qui passait, il se contraignait à faire attention aux arbres, au ciel. Mais l′agitation où le mettait la présence d′Odette, et aussi un léger malaise fébrile qui ne le quittait guère depuis quelque temps, le privait du calme et du bien-être qui sont le fond indispensable aux impressions que peut donner la nature.
Decíase Swann que aquel encanto de la primavera, que no podía ir a disfrutar, lo encontraría, al menos, en la isla de los Cisnes o en Saint-Cloud. Pero como no podía pensar en nada más que en Odette, ni siquiera sabía si las hojas olían bien o si hacía luna; acogíale la frasecilla de la sonata de Vinteuil, tocada en el piano del jardín del restaurante. Si no había piano abajo, los Verdurin hacían todo lo posible porque bajaran uno de un cuarto de arriba o del comedor. Y no es que Swann hubiera vuelto a su favor, no; pero la idea de preparar a cualquiera, aunque fuera a una persona poco estimada, un obsequio ingenioso, inspiraba a los Verdurin, durante los momentos de los preparativos, sentimientos ocasionales y efímeros de simpatía y de cordialidad. Muchas veces se decía Swann que aquella noche era una noche de primavera más que estaba pasando, y se prometía fijarse en los árboles y en el cielo. Pero la agitación que le sobrecogía al ver a Odette, como asimismo cierto febril malestar que lo aquejaba, sin descanso, hacía algún tiempo, le robaban la calma y el bienestar, que son fondo indispensable para las impresiones que inspira la Naturaleza.
Un soir où Swann avait accepté de dîner avec les Verdurin, comme pendant le dîner il venait de dire que le lendemain il avait un banquet d′anciens camarades, Odette lui avait répondu en pleine table, devant Forcheville, qui était maintenant un des fidèles, devant le peintre, devant Cottard:
Una de las noches que aceptó Swann la invitación de los Verdurin, dijo, cuando estaban cenando, que a la noche siguiente se reuniría en banquete con unos compañeros suyos, y Odette, allí en plena mesa, le contestó, delante de Forcheville que ahora era uno de los fieles; delante del pintor, delante de Cottard
—«Oui, je sais que vous avez votre banquet, je ne vous verrai donc que chez moi, mais ne venez pas trop tard.» «Sí, ya sé que tiene usted banquete; así que no lo veré hasta que pase usted por casa. No vaya muy tarde, ¿eh?
Bien que Swann n′eût encore jamais pris bien sérieusement ombrage de l′amitié d′Odette pour tel ou tel fidèle, il éprouvait une douceur profonde à l′entendre avouer ainsi devant tous, avec cette tranquille impudeur, leurs rendez-vous quotidiens du soir, la situation privilégiée qu′il avait chez elle et la préférence pour lui qui y était impliquée. Certes Swann avait souvent pensé qu′Odette n′était à aucun degré une femme remarquable; et la suprématie qu′il exerçait sur un être qui lui était si inférieur n′avait rien qui dût lui paraître si flatteur à voir proclamer à la face des «fidèles», mais depuis qu′il s′était aperçu qu′à beaucoup d′hommes Odette semblait une femme ravissante et désirable, le charme qu′avait pour eux son corps avait éveillé en lui un besoin douloureux de la maîtriser entièrement dans les moindres parties de son cœur. Et il avait commencé d′attacher un prix inestimable à ces moments passés chez elle le soir, où il l′asseyait sur ses genoux, lui faisait dire ce qu′elle pensait d′une chose, d′une autre, où il recensait les seuls biens à la possession desquels il tînt maintenant sur terre. Aussi, après ce dîner, la prenant à part, il ne manqua pas de la remercier avec effusion, cherchant à lui enseigner selon les degrés de la reconnaissance qu′il lui témoignait, l′échelle des plaisirs qu′elle pouvait lui causer, et dont le suprême était de le garantir, pendant le temps que son amour durerait et l′y rendrait vulnérable, des atteintes de la jalousie. Aunque Swann nunca tuvo envidia seriamente de las pruebas de, amistad que daba Odette a uno u a otro de los fieles, sintió una gran dulzura al oírla confesar así, delante de todos y con tan tranquilo impudor, sus citas diarias de por la noche, la posición privilegiada que gozaba en casa de Odette y la preferencia que eso implicaba hacia él. Verdad es que Swann había pensado muchas veces que Odette no era, en ningún modo, una mujer que llamara la atención, y la supremacía suya sobre un ser tan inferior a él no era cosa para sentirse halagado, cuando se la pregonaba a la faz de los fieles; pero desde que se fijó que Odette era para muchos hombres una mujer encantadora, y codiciable el atractivo que para ellos ofrecía su cuerpo, despertó en Swann un deseo doloroso de dominarla enteramente, hasta en las más recónditas partes de su corazón. Y cuando acabó la cena, la llevó aparte, le dio las gracias efusivamente, intentando hacerle comprender, según los grados de la gratitud que le demostraba, la escala de placeres que Odette podía darle, y que el más alto de ellos era garantizarlo y hacerlo invulnerable, mientras su amor durara, contra las embestidas de los celos
Quand il sortit le lendemain du banquet, il pleuvait à verse, il n′avait à sa disposition que sa victoria; un ami lui proposa de le reconduire chez lui en coupé, et comme Odette, par le fait qu′elle lui avait demandé de venir, lui avait donné la certitude qu′elle n′attendait personne, c′est l′esprit tranquille et le cœur content que, plutôt que de partir ainsi dans la pluie, il serait rentré chez lui se coucher. Mais peut-être, si elle voyait qu′il n′avait pas l′air de tenir à passer toujours avec elle, sans aucune exception, la fin de la soirée, négligerait-elle de la lui réserver, justement une fois où il l′aurait particulièrement désiré.
A la noche siguiente, cuando salió del banquete estaba lloviendo mucho, y como él tenía coche abierto, un amigo se ofreció a llevarlo a su casa en cupé; Swann, como Odette le había dicho el día antes que fuera a su casa, estaba seguro de que su querida no esperaba a nadie aquella noche, y de buena gana, mejor que echar a andar en la victoria con aquel chaparrón; se habría ido a acostar tranquilo y contento. Pero quizá si veía Odette que no siempre tenía el mismo interés en pasar con ella sus últimas horas, ya no se preocuparía de reservárselas y podrían faltarle un día que las necesitara más que nunca.
Il arriva chez elle après onze heures, et, comme il s′excusait de n′avoir pu venir plus tôt, elle se plaignit que ce fût en effet bien tard, l′orage l′avait rendue souffrante, elle se sentait mal à la tête et le prévint qu′elle ne le garderait pas plus d′une demi-heure, qu′à minuit, elle le renverrait; et, peu après, elle se sentit fatiguée et désira s′endormir.
Llegó a casa de Odette pasadas las once; se excusó por haber ido tan tarde, y ella se quejó de que, en efecto, era muy tarde, de que la tormenta la había puesto un poco mala y de que le dolía la cabeza, y le previno que iba a tenerlo a su lado media hora nada más y que a las doce lo echaría; al poco rato dio muestras de cansancio y de sueño.
—Alors, pas de catleyas ce soir? lui dit-il, moi qui espérais un bon petit catleya.
-¿Entonces esta noche no hay catleyas? -dijo Swann ¡Yo que esperaba una buena catleya !...
Et d′un air un peu boudeur et nerveux, elle lui répondit:
Odette le contestó un poco huraña y nerviosa:
—«Mais non, mon petit, pas de catleyas ce soir, tu vois bien que je suis souffrante!»
-No, amiguito, ¿no ves que estoy mala? Esta noche no hay catleyas.
—«Cela t′aurait peut-être fait du bien, mais enfin je n′insiste pas.»
-Bueno, no insisto; aunque yo creo que te sentaría bien.
Elle le pria d′éteindre la lumière avant de s′en aller, il referma lui-même les rideaux du lit et partit. Mais quand il fut rentré chez lui, l′idée lui vint brusquement que peut-être Odette attendait quelqu′un ce soir, qu′elle avait seulement simulé la fatigue et qu′elle ne lui avait demandé d′éteindre que pour qu′il crût qu′elle allait s′endormir, qu′aussitôt qu′il avait été parti, elle l′avait rallumée, et fait rentrer celui qui devait passer la nuit auprès d′elle. Il regarda l′heure. Il y avait à peu près une heure et demie qu′il l′avait quittée, il ressortit, prit un fiacre et se fit arrêter tout près de chez elle, dans une petite rue perpendiculaire à celle sur laquelle donnait derrière son hôtel et où il allait quelquefois frapper à la fenêtre de sa chambre à coucher pour qu′elle vînt lui ouvrir; il descendit de voiture, tout était désert et noir dans ce quartier, il n′eut que quelques pas à faire à pied et déboucha presque devant chez elle. Parmi l′obscurité de toutes les fenêtres éteintes depuis longtemps dans la rue, il en vit une seule d′où débordait,—entre les volets qui en pressaient la pulpe mystérieuse et dorée,—la lumière qui remplissait la chambre et qui, tant d′autres soirs, du plus loin qu′il l′apercevait, en arrivant dans la rue le réjouissait et lui annonçait: «elle est là qui t′attend» et qui maintenant, le torturait en lui disant: «elle est là avec celui qu′elle attendait». Il voulait savoir qui; il se glissa le long du mur jusqu′à la fenêtre, mais entre les lames obliques des volets il ne pouvait rien voir; il entendait seulement dans le silence de la nuit le murmure d′une conversation. Certes, il souffrait de voir cette lumière dans l′atmosphère d′or de laquelle se mouvait derrière le châssis le couple invisible et détesté, d′entendre ce murmure qui révélait la présence de celui qui était venu après son départ, la fausseté d′Odette, le bonheur qu′elle était en train de goûter avec lui.
Odette rogó a Swann que apagara la luz antes de irse; él mismo echó las cortinas de la cama y se marchó. Pero volvió a su casa y, de repente, se le ocurrió que quizá Odette estaba esperando a alguien aquella noche, que lo del cansancio era fingido, que si le pidió que apagara la luz fue para hacerle creer que iba a dormirse, y que en cuanto Swann se fue, Odette volvió a encender y abrió la puerta al hombre que iba a pasar la noche con ella. Miró qué hora era. Hacía una hora y media que se habían separado; salió a la calle, tomó un simón y mandó parar muy cerca de la casa de Odette, en una callecita perpendicular a aquella otra a la que daba la parte trasera del hotel y la ventana donde él llamaba muchas noches para que Odette saliera a abrirle. Bajó del coche; a su alrededor, en aquel barrio, todo era soledad y negrura; dio unos cuantos pasos y desembocó delante de la casa. Entre la oscuridad de todas las ventanas de la calle, apagadas ya hacía rato, vio una única ventana que derramaba, por entre los postigos que prensaban su pulpa misteriosa y dorada, la luz de la habitación, esa luz que, así como otras noches, al verla desde lejos, al llegar a la callecita, le anunciaba «Aquí está Odette esperándote., ahora lo torturaba y le decía «Aquí está Odette con el hombre que esperaba.. Quiso saber quién era; se deslizó a lo largo de la pared hasta llegar debajo de la ventana, pero entre las maderas oblicuas de los postigos no se podía ver nada; sólo oyó en el silencio de la noche el murmullo de una conversación. Sufría al ver aquella luz, en cuya dorada atmósfera se movía, tras las maderas, la invisible y odiada pareja; sufría al oír aquel murmullo que revelaba la presencia del hombre que llegó cuando él se fue, la fallía de Odette y la dicha que con ese hombre iba a disfrutar.
Et pourtant il était content d′être venu: le tourment qui l′avait forcé de sortir de chez lui avait perdu de son acuité en perdant de son vague, maintenant que l′autre vie d′Odette, dont il avait eu, à ce moment-là, le brusque et impuissant soupçon, il la tenait là, éclairée en plein par la lampe, prisonnière sans le savoir dans cette chambre où, quand il le voudrait, il entrerait la surprendre et la capturer; ou plutôt il allait frapper aux volets comme il faisait souvent quand il venait très tard; ainsi du moins, Odette apprendrait qu′il avait su, qu′il avait vu la lumière et entendu la causerie, et lui, qui, tout à l′heure, se la représentait comme se riant avec l′autre de ses illusions, maintenant, c′était eux qu′il voyait, confiants dans leur erreur, trompés en somme par lui qu′ils croyaient bien loin d′ici et qui, lui, savait déjà qu′il allait frapper aux volets. Et peut-être, ce qu′il ressentait en ce moment de presque agréable, c′était autre chose aussi que l′apaisement d′un doute et d′une douleur: un plaisir de l′intelligence. Si, depuis qu′il était amoureux, les choses avaient repris pour lui un peu de l′intérêt délicieux qu′il leur trouvait autrefois, mais seulement là où elles étaient éclairées par le souvenir d′Odette, maintenant, c′était une autre faculté de sa studieuse jeunesse que sa jalousie ranimait, la passion de la vérité, mais d′une vérité, elle aussi, interposée entre lui et sa maîtresse, ne recevant sa lumière que d′elle, vérité tout individuelle qui avait pour objet unique, d′un prix infini et presque d′une beauté désintéressée, les actions d′Odette, ses relations, ses projets, son passé. A toute autre époque de sa vie, les petits faits et gestes quotidiens d′une personne avaient toujours paru sans valeur à Swann: si on lui en faisait le commérage, il le trouvait insignifiant, et, tandis qu′il l′écoutait, ce n′était que sa plus vulgaire attention qui y était intéressée; c′était pour lui un des moments où il se sentait le plus médiocre. Mais dans cette étrange période de l′amour, l′individuel prend quelque chose de si profond, que cette curiosité qu′il sentait s′éveiller en lui à l′égard des moindres occupations d′une femme, c′était celle qu′il avait eue autrefois pour l′Histoire. Et tout ce dont il aurait eu honte jusqu′ici, espionner devant une fenêtre, qui sait, demain, peut-être faire parler habilement les indifférents, soudoyer les domestiques, écouter aux portes, ne lui semblait plus, aussi bien que le déchiffrement des textes, la comparaison des témoignages et l′interprétation des monuments, que des méthodes d′investigation scientifique d′une véritable valeur intellectuelle et appropriées à la recherche de la vérité.
Y, sin embargo, se alegraba de haber ido; el tormento que lo echó de su casa, al precisarse, perdió en intensidad, ahora que la otra vida de Odette, la que él sospechó de un modo brusco e impotente en aquel pasado momento, estaba allí, iluminada de lleno por la lámpara, prisionera, sin saberlo, en aquella habitación en donde él podía entrar cuando se le antojara a sorprenderla y capturarla; aunque quizá sería mejor llamar a los cristales como solía hacerlo cuando era muy tarde; así Odette se enteraría de que Swann lo sabía todo, había visto la luz y oído la conversación, y él, que hace un momento se la representaba como riéndose de sus ilusiones con el otro, los veía ahora a los dos, confiados en su error, engañados por Swann, al que creían muy lejos, y que estaba allí e iba a llamar a los cristales. Y quizá la sensación casi agradable que tuvo en aquel momento provenía de algo más que de haberse aplacado su duda y su pena: de un placer de la inteligencia. Si desde que estaba enamorado las cosas habían recobrado para él algo de su interés delicioso de otras veces, pero sólo cuando las alumbraba el recuerdo de Odette, ahora sus celos estaban reanimando otra facultad de su juventud estudiosa, la pasión de la verdad, pero de una verdad interpuesta también entre él y su querida; sin más luz que la que ella le prestaba, verdad absolutamente individual, que tenía por objeto único, de precio infinito y de belleza desinteresada, los actos de Odette, sus relaciones, sus proyectos y su pasado. En cualquier otro período de su vida, las menudencias y acciones corrientes de una persona no tenían para Swann valor alguno; si venían a contárselas le parecían insignificantes y no les prestaba más que la parte más vulgar de su atención; en aquel momento se sentía muy mediocre. Pero en ese extraño período de amor lo individual arraiga tan profundamente, que esa curiosidad que Swann sentía ahora por las menores ocupaciones de una mujer, era la misma que antaño le inspiraba la Historia. Y cosas que hasta entonces lo habrían abochornado: espiar al pie de una ventana, quién sabe si mañana sonsacar diestramente a los indiferentes, sobornar a los criados, escuchar detrás de las puertas, le parecían ahora métodos de investigación científica de tan alto valor intelectual y tan apropiados al descubrimiento de la verdad como descifrar textos, comparar testimonios e interpretar monumentos.
Sur le point de frapper contre les volets, il eut un moment de honte en pensant qu′Odette allait savoir qu′il avait eu des soupçons, qu′il était revenu, qu′il s′était posté dans la rue. Elle lui avait dit souvent l′horreur qu′elle avait des jaloux, des amants qui espionnent. Ce qu′il allait faire était bien maladroit, et elle allait le détester désormais, tandis qu′en ce moment encore, tant qu′il n′avait pas frappé, peut-être, même en le trompant, l′aimait-elle. Que de bonheurs possibles dont on sacrifie ainsi la réalisation à l′impatience d′un plaisir immédiat. Mais le désir de connaître la vérité était plus fort et lui sembla plus noble. Il savait que la réalité de circonstances qu′il eût donné sa vie pour restituer exactement, était lisible derrière cette fenêtre striée de lumière, comme sous la couverture enluminée d′or d′un de ces manuscrits précieux à la richesse artistique elle-même desquels le savant qui les consulte ne peut rester indifférent. Il éprouvait une volupté à connaître la vérité qui le passionnait dans cet exemplaire unique, éphémère et précieux, d′une matière translucide, si chaude et si belle. Et puis l′avantage qu′il se sentait,—qu′il avait tant besoin de se sentir,—sur eux, était peut-être moins de savoir, que de pouvoir leur montrer qu′il savait. Il se haussa sur la pointe des pieds. Il frappa. On n′avait pas entendu, il refrappa plus fort, la conversation s′arrêta. Une voix d′homme dont il chercha à distinguer auquel de ceux des amis d′Odette qu′il connaissait elle pouvait appartenir, demanda:
Ya a punto de llamar a los cristales, tuvo un momento de rubor al pensar que Odette iba a enterarse de que había tenido sospechas, de que había vuelto a apostarse allí en la calle. Muchas veces le había hablado Odette del horror que tenía a los celosos y a los amantes que se dedican a espiar. Lo que iba a hacer era muy torpe y se ganaría su malquerencia de allí en adelante, mientras que, en aquel momento, en tanto que no llamara, ella todavía lo quería acaso, aunque lo estaba engañando. ¡Y sacrificamos tantas veces a la impaciencia de un placer inmediato la realización de muchas posibles venturas!... Pero el deseo de averiguar la verdad era más fuerte, y le parecía más noble. Sabía que la realidad de las circunstancias, que él habría podido reconstituir exactamente, aun a costa de su vida, era legible detrás de aquella ventana, estriada de luz, como la cubierta iluminada de oro de uno de esos manuscritos preciosos de tanta belleza artística, que seduce hasta al erudito que los consulta. Y sentía una gran voluptuosidad en aprender la verdad, que le apasionaba en aquel ejemplar, único, efímero y precioso, de una materia translúcida, tan cálida y tan bella. Y, además, la superioridad que sentía «que necesitaba sentir. con respecto a ella, más que de estar enterado era de poder mostrar que lo estaba. Se empinó y dio un golpe. No oyeron, y entonces volvió a llamar, y la conversación cesó. Se oyó una voz de hombre, y Swann se fijó en ella, por si distinguía de qué amigo de Odette era, que preguntó:
—«Qui est là?»
-¿Quién es?
Il n′était pas sûr de la reconnaître. Il frappa encore une fois. On ouvrit la fenêtre, puis les volets. Maintenant, il n′y avait plus moyen de reculer, et, puisqu′elle allait tout savoir, pour ne pas avoir l′air trop malheureux, trop jaloux et curieux, il se contenta de crier d′un air négligent et gai:
No estaba seguro de reconocer la voz. Volvió a llamar, y se abrieron los cristales, y luego los postigos. Ahora ya no había posibilidad de retroceder, y puesto que lo iba a saber todo, para no presentarse con aspecto de infeliz y de celoso con curiosidad, se limitó a gritar con voz alegre e indiferente:
—«Ne vous dérangez pas, je passais par là, j′ai vu de la lumière, j′ai voulu savoir si vous n′étiez plus souffrante.»
-.No, no se molesten; al pasar por ahí he visto luz, y se me ha ocurrido preguntar si estaba usted ya mejor.
Il regarda. Devant lui, deux vieux messieurs étaient à la fenêtre, l′un tenant une lampe, et alors, il vit la chambre, une chambre inconnue. Ayant l′habitude, quand il venait chez Odette très tard, de reconnaître sa fenêtre à ce que c′était la seule éclairée entre les fenêtres toutes pareilles, il s′était trompé et avait frappé à la fenêtre suivante qui appartenait à la maison voisine. Il s′éloigna en s′excusant et rentra chez lui, heureux que la satisfaction de sa curiosité eût laissé leur amour intact et qu′après avoir simulé depuis si longtemps vis-à-vis d′Odette une sorte d′indifférence, il ne lui eût pas donné, par sa jalousie, cette preuve qu′il l′aimait trop, qui, entre deux amants, dispense, à tout jamais, d′aimer assez, celui qui la reçoit. Il ne lui parla pas de cette mésaventure, lui-même n′y songeait plus. Mais, par moments, un mouvement de sa pensée venait en rencontrer le souvenir qu′elle n′avait pas aperçu, le heurtait, l′enfonçait plus avant et Swann avait ressenti une douleur brusque et profonde. Comme si ç′avait été une douleur physique, les pensées de Swann ne pouvaient pas l′amoindrir; mais du moins la douleur physique, parce qu′elle est indépendante de la pensée, la pensée peut s′arrêter sur elle, constater qu′elle a diminué, qu′elle a momentanément cessé! Mais cette douleur-là, la pensée, rien qu′en se la rappelant, la recréait. Vouloir n′y pas penser, c′était y penser encore, en souffrir encore. Et quand, causant avec des amis, il oubliait son mal, tout d′un coup un mot qu′on lui disait le faisait changer de visage, comme un blessé dont un maladroit vient de toucher sans précaution le membre douloureux. Quand il quittait Odette, il était heureux, il se sentait calme, il se rappelait les sourires qu′elle avait eus, railleurs, en parlant de tel ou tel autre, et tendres pour lui, la lourdeur de sa tête qu′elle avait détachée de son axe pour l′incliner, la laisser tomber, presque malgré elle, sur ses lèvres, comme elle avait fait la première fois en voiture, les regards mourants qu′elle lui avait jetés pendant qu′elle était dans ses bras, tout en contractant frileusement contre l′épaule sa tête inclinée.
Alzó los ojos. Se habían asomado a la ventana dos caballeros viejos, uno de ellos con una lámpara en la mano; a la luz de la lámpara vio, dentro, una habitación que le era desconocida. Y es que, como tenía la costumbre, si iba a ver a Odette muy tarde de reconocer su ventana por ser la única que estaba encendida, se había equivocado, y llamó en una ventana de la casa de al lado. Pidió perdón, se marchó y se fue a su casa, contento de que la satisfacción de su curiosidad hubiera dejado su amor intacto, y de que, después de haber estado simulando hacia Odette una especie de indiferencia, no hubiera logrado, con sus celos, aquella prueba demasiado ansiada que entre dos amantes dispensa a que la posee de querer mucho al otro. Nunca le habló de aquella desdichada aventura, ni él se acordó mucho de esa noche. Pero, a menudo, un giro de su pensamiento tropezaba con aquel recuerdo, sin querer, porque no la había visto; se le hundía en el alma más y más, y Swann sentía un repentino y hondo dolor. Y lo mismo que si se tratara de un dolor físico, los pensamientos de Swann no podían aliviarle nada; pero, por lo menos, con el dolor físico para que, como es independiente del pensamiento, este pensamiento puede posarse en él, comprobar que disminuye, que cesa momentáneamente. Pero aquel otro dolor, el pensamiento, sólo con acordarse de él le volvía a dar vida. No querer pensar en aquello, era pensar más, sufrir más. Y cuando estaba charlando con unos amigos, sin acordarse ya de su dolor, de pronto, una palabra le demudaba el rostro, como le pasa a un herido cuando una persona torpe le toca sin precaución el miembro dolorido. Al separarse de Odette, sentíase feliz y tranquilo, recordaba las sonrisas suyas, burlonas al hablar de otros y cariñosas para con él; pero el peso de su cabeza, cuando la apartaba de su eje para dejarla caer casi involuntariamente en los labios de Swann, lo mismo que hizo la primera noche; las miradas desfallecientes que le lanzaba mientras él la tenía entre sus brazos, al mismo tiempo que apretaba, temblorosa, su cabeza contra el hombro de Swann.
Mais aussitôt sa jalousie, comme si elle était l′ombre de son amour, se complétait du double de ce nouveau sourire qu′elle lui avait adressé le soir même—et qui, inverse maintenant, raillait Swann et se chargeait d′amour pour un autre—, de cette inclinaison de sa tête mais renversée vers d′autres lèvres, et, données à un autre, de toutes les marques de tendresse qu′elle avait eues pour lui. Et tous les souvenirs voluptueux qu′il emportait de chez elle, étaient comme autant d′esquisses, de «projets» pareils à ceux que vous soumet un décorateur, et qui permettaient à Swann de se faire une idée des attitudes ardentes ou pâmées qu′elle pouvait avoir avec d′autres. De sorte qu′il en arrivait à regretter chaque plaisir qu′il goûtait près d′elle, chaque caresse inventée et dont il avait eu l′imprudence de lui signaler la douceur, chaque grâce qu′il lui découvrait, car il savait qu′un instant après, elles allaient enrichir d′instruments nouveaux son supplice.
Pero, en seguida, sus celos, como si fueran la sombra de su amor, se complementaban con el duplicado de la sonrisa de aquella noche «pero que ahora se burlaba de Swann y se henchía de amor hacia otro hombre. de la inclinación de su cabeza, pero vuelta hacia otros labios, con todas las demostraciones de cariño que a él le había dado, pero ofrecidas a otro. Y todos los recuerdos voluptuosos que se llevaba de casa de Odette, eran para Swann como «bocetos. o proyectos semejantes a esos que enseñan los decoradores, y gracias a los cuales Swann podía formarse idea de las actitudes de ardor o de abandono que Odette podía tener con otros hombres. De modo que llegaron a darle pena todo placer que con ella disfrutaba, toda caricia inventada, cuya exquisitez señalaba él a su querida; todo nuevo encanto que en ella descubría, porque sabía que, unos momentos después, todo eso vendría a enriquecer su suplicio con nuevos instrumentos.
Celui-ci était rendu plus cruel encore quand revenait à Swann le souvenir d′un bref regard qu′il avait surpris, il y avait quelques jours, et pour la première fois, dans les yeux d′Odette. C′était après dîner, chez les Verdurin. Soit que Forcheville sentant que Saniette, son beau-frère, n′était pas en faveur chez eux, eût voulu le prendre comme tête de Turc et briller devant eux à ses dépens, soit qu′il eût été irrité par un mot maladroit que celui-ci venait de lui dire et qui, d′ailleurs, passa inaperçu pour les assistants qui ne savaient pas quelle allusion désobligeante il pouvait renfermer, bien contre le gré de celui qui le prononçait sans malice aucune, soit enfin qu′il cherchât depuis quelque temps une occasion de faire sortir de la maison quelqu′un qui le connaissait trop bien et qu′il savait trop délicat pour qu′il ne se sentît pas gêné à certains moments rien que de sa présence, Forcheville répondit à ce propos maladroit de Saniette avec une telle grossièreté, se mettant à l′insulter, s′enhardissant, au fur et à mesure qu′il vociférait, de l′effroi, de la douleur, des supplications de l′autre, que le malheureux, après avoir demandé à Mme Verdurin s′il devait rester, et n′ayant pas reçu de réponse, s′était retiré en balbutiant, les larmes aux yeux. Odette avait assisté impassible à cette scène, mais quand la porte se fut refermée sur Saniette, faisant descendre en quelque sorte de plusieurs crans l′expression habituelle de son visage, pour pouvoir se trouver dans la bassesse, de plain-pied avec Forcheville, elle avait brillanté ses prunelles d′un sourire sournois de félicitations pour l′audace qu′il avait eue, d′ironie pour celui qui en avait été victime; elle lui avait jeté un regard de complicité dans le mal, qui voulait si bien dire: «voilà une exécution, ou je ne m′y connais pas. Avez-vous vu son air penaud, il en pleurait», que Forcheville, quand ses yeux rencontrèrent ce regard, dégrisé soudain de la colère ou de la simulation de colère dont il était encore chaud, sourit et répondit:
Y este suplicio era todavía más cruel cuando Swann recordaba una mirada que había sorprendido hacía algunos días por vez primera en los ojos de Odette. Fue en casa de los Verdurin, después de cenar. Forcheville había visto que su cuñado Saniette no gozaba de ningún favor en la casa; ya fuera porque quiso tomarlo como cabeza de turco y brillar a costa suya, ya porque le molestara una frase torpe que Saniette le dijo y que pasó inadvertida para todos los invitados, que no podían sospechar la alusión desagradable que encerraba, aunque sin malicia por parte de Saniette, ya porque tuviera ganas de echar de la casa a una persona que lo conocía demasiado y que sabía que era lo bastante delicada para no sentirse muy a gusto en su presencia, ello es que Forcheville contestó a aquella frase de Saniette, con tal grosería, insultándolo y envalentonándose más y más mientras seguía vociferando, con el susto, la pena y los ruegos del otro, que el infeliz preguntó a la señora de Verdurin si debía seguir en aquella casa, y, al no recibir contestación, se marchó balbuceando y con las lágrimas en los ojos. Odette asistió impasible a la escena; pero cuando Saniette se hubo retirado, relajó en algunos grados de dignidad la expresión habitual de su rostro, para poder ponerse al mismo nivel que Forcheville, e hizo rebrillar en sus pupilas una sonrisa de enhorabuena por la valentía del ejecutor y de burla por la víctima; fue una mirada de complicidad en lo malo, que quería decir tan claramente. -Eso es una ejecución bien hecha, o yo no entiendo de eso. ¡Qué corrido estaba! ¡casi lloraba!, que Forcheville, al encontrarse con esa mirada, perdió toda la ira verdadera o falsa que aún lo encendía, se sonrió y contestó: -No tenía más que haber sido más amable, y seguiría aquí.
—«Il n′avait qu′à être aimable, il serait encore ici, une bonne correction peut être utile à tout âge.»
Pero una lección siempre conviene aunque se sea viejo.
Un jour que Swann était sorti au milieu de l′après-midi pour faire une visite, n′ayant pas trouvé la personne qu′il voulait rencontrer, il eut l′idée d′entrer chez Odette à cette heure où il n′allait jamais chez elle, mais où il savait qu′elle était toujours à la maison à faire sa sieste ou à écrire des lettres avant l′heure du thé, et où il aurait plaisir à la voir un peu sans la déranger. Le concierge lui dit qu′il croyait qu′elle était là; il sonna, crut entendre du bruit, entendre marcher, mais on n′ouvrit pas. Anxieux, irrité, il alla dans la petite rue où donnait l′autre face de l′hôtel, se mit devant la fenêtre de la chambre d′Odette; les rideaux l′empêchaient de rien voir, il frappa avec force aux carreaux, appela; personne n′ouvrit. Il vit que des voisins le regardaient. Il partit, pensant qu′après tout, il s′était peut-être trompé en croyant entendre des pas; mais il en resta si préoccupé qu′il ne pouvait penser à autre chose. Une heure après, il revint. Il la trouva; elle lui dit qu′elle était chez elle tantôt quand il avait sonné, mais dormait; la sonnette l′avait éveillée, elle avait deviné que c′était Swann, elle avait couru après lui, mais il était déjà parti. Elle avait bien entendu frapper aux carreaux. Swann reconnut tout de suite dans ce dire un de ces fragments d′un fait exact que les menteurs pris de court se consolent de faire entrer dans la composition du fait faux qu′ils inventent, croyant y faire sa part et y dérober sa ressemblance à la Vérité. Certes quand Odette venait de faire quelque chose qu′elle ne voulait pas révéler, elle le cachait bien au fond d′elle-même. Mais dès qu′elle se trouvait en présence de celui à qui elle voulait mentir, un trouble la prenait, toutes ses idées s′effondraient, ses facultés d′invention et de raisonnement étaient paralysées, elle ne trouvait plus dans sa tête que le vide, il fallait pourtant dire quelque chose et elle rencontrait à sa portée précisément la chose qu′elle avait voulu dissimuler et qui étant vraie, était restée là. Elle en détachait un petit morceau, sans importance par lui-même, se disant qu′après tout c′était mieux ainsi puisque c′était un détail véritable qui n′offrait pas les mêmes dangers qu′un détail faux. «
Ça du moins, c′est vrai, se disait-elle, c′est toujours autant de gagné, il peut s′informer, il reconnaîtra que c′est vrai, ce n′est toujours pas ça qui me trahira.» Elle se trompait, c′était cela qui la trahissait, elle ne se rendait pas compte que ce détail vrai avait des angles qui ne pouvaient s′emboîter que dans les détails contigus du fait vrai dont elle l′avait arbitrairement détaché et qui, quels que fussent les détails inventés entre lesquels elle le placerait, révéleraient toujours par la matière excédante et les vides non remplis, que ce n′était pas d′entre ceux-là qu′il venait. «Elle avoue qu′elle m′avait entendu sonner, puis frapper, et qu′elle avait cru que c′était moi, qu′elle avait envie de me voir, se disait Swann. Mais cela ne s′arrange pas avec le fait qu′elle n′ait pas fait ouvrir.»
Un día, Swann salió a media tarde para hacer una visita, y, como no estaba la persona que buscaba, se le ocurrió ir a casa de Odette, a esa hora en que nunca solía hacerlo, pero en que sabía muy bien que ella estaba en casa escribiendo cartas o echando la siesta hasta que llegara el momento del té, hora en que le sería grato verla sin servirle de molestia. El portero le dijo que creía que la señora estaba en casa; llamó, le pareció oír ruido y pasos, pero no abrieron. Ansioso e irritado, se fue a la callecita adonde daba la parte de atrás del hotel, y se colocó delante de la ventana de la alcoba de Odette; los visillos no le dejaban ver nada, dio un golpe a los cristales, llamó, y nadie vino a abrir. Vio que unos vecinos estaban mirándolo. Se marchó, pensando que, después de todo, quizá se equivocara al creer oír pasos; pero se quedó tan preocupado, que no pudo apartar su pensamiento de aquello. Volvió una hora después; estaba en casa; le dijo que antes, cuando él llamó, también estaba, pero durmiendo; que el campanillazo la despertó, y adivinando que era Swann, corrió a abrirle, pero él ya se había ido. Había oído muy bien los golpes en los cristales. Swann reconoció en el relato algunos de esos fragmentos de un hecho exacto que los embusteros, en un aprieto, se consuelan incrustando en la composición de la mentira que inventan, creyendo que así ganan algo y disimulan las apariencias de la verdad. Claro que, cuando Odette hacía algo que no quería que se supiese, lo guardaba muy bien el fondo de su alma. Pero en cuanto se veía delante de la persona a quien quería engañar, se azoraba, se le borraban todas las ideas, paralizábanse todas sus facultades de invención y raciocinio, no encontraba en su cabeza más que un gran vacío, y como, sin embargo, había que decir algo, no encontraba a su alcance más que la cosa misma que quería ocultar, y que, por ser la única verdadera, era la que estaba allí inmutable. Y de ella arrancaba un trocito, sin importancia en sí mismo, diciéndose que, después de todo; más valía hacer aquello, porque era un detalle de verdad, sin los riesgos de un detalle falso. -Eso, por lo menos, es verdad pensaba-, y eso se lleva ya ganado; que se informe y verá que es verdad; eso no es lo que me venderá.. Se equivocaba, porque eso era cabalmente lo que la vendía, y no se daba cuenta de que ese detalle de verdad tenía entrantes y salientes que no podían encajarse más que en los detalles contiguos del hecho cierto del que Odette lo recortó, y que cualquiera que fueran los detalles inventados de que lo rodeaba, siempre revelarían, por lo que faltaba o lo que sobraba, que no casaba con ellos. «Confiesa que me oyó llamar, y luego dar en el cristal, y que se figuró que era yo, y dice que tenía ganas de verme. Pero eso no pega con el hecho de que no haya mandado abrir.
Mais il ne lui fit pas remarquer cette contradiction, car il pensait que, livrée à elle-même, Odette produirait peut-être quelque mensonge qui serait un faible indice de la vérité; elle parlait; il ne l′interrompait pas, il recueillait avec une piété avide et douloureuse ces mots qu′elle lui disait et qu′il sentait (justement, parce qu′elle la cachait derrière eux tout en lui parlant) garder vaguement, comme le voile sacré, l′empreinte, dessiner l′incertain modelé, de cette réalité infiniment précieuse et hélas introuvable:—ce qu′elle faisait tantôt à trois heures, quand il était venu,—de laquelle il ne posséderait jamais que ces mensonges, illisibles et divins vestiges, et qui n′existait plus que dans le souvenir receleur de cet être qui la contemplait sans savoir l′apprécier, mais ne la lui livrerait pas. Certes il se doutait bien par moments qu′en elles-mêmes les actions quotidiennes d′Odette n′étaient pas passionnément intéressantes, et que les relations qu′elle pouvait avoir avec d′autres hommes n′exhalaient pas naturellement d′une façon universelle et pour tout être pensant, une tristesse morbide, capable de donner la fièvre du suicide. Il se rendait compte alors que cet intérêt, cette tristesse n′existaient qu′en lui comme une maladie, et que quand celle-ci serait guérie, les actes d′Odette, les baisers qu′elle aurait pu donner redeviendraient inoffensifs comme ceux de tant d′autres femmes. Mais que la curiosité douloureuse que Swann y portait maintenant n′eût sa cause qu′en lui, n′était pas pour lui faire trouver déraisonnable de considérer cette curiosité comme importante et de mettre tout en œuvre pour lui donner satisfaction. C′est que Swann arrivait à un âge dont la philosophie—favorisée par celle de l′époque, par celle aussi du milieu où Swann avait beaucoup vécu, de cette coterie de la princesse des Laumes où il était convenu qu′on est intelligent dans la mesure où on doute de tout et où on ne trouvait de réel et d′incontestable que les goûts de chacun—n′est déjà plus celle de la jeunesse, mais une philosophie positive, presque médicale, d′hommes qui au lieu d′extérioriser les objets de leurs aspirations, essayent de dégager de leurs années déjà écoulées un résidu fixe d′habitudes, de passions qu′ils puissent considérer en eux comme caractéristiques et permanentes et auxquelles, délibérément, ils veilleront d′abord que le genre d′existence qu′ils adoptent puisse donner satisfaction. Swann trouvait sage de faire dans sa vie la part de la souffrance qu′il éprouvait à ignorer ce qu′avait fait Odette, aussi bien que la part de la recrudescence qu′un climat humide causait à son eczéma; de prévoir dans son budget une disponibilité importante pour obtenir sur l′emploi des journées d′Odette des renseignements sans lesquels il se sentirait malheureux, aussi bien qu′il en réservait pour d′autres goûts dont il savait qu′il pouvait attendre du plaisir, au moins avant qu′il fût amoureux, comme celui des collections et de la bonne cuisine.
Pero no le hizo notar esta contradicción, porque creía que Odette, abandonada a sí misma, soltaría quizá alguna mentira que sería indicio, aunque débil, de la verdad; hablaba ella, y Swann no la interrumpía; recogía con ávida y dolorosa devoción las palabras de Odette, sintiendo «precisamente porque tras ellas la ocultaba al hablar. que sus frases, como un velo sagrado, guardaban vagamente el relieve y dibujaban el indeciso modelado de esta realidad infinitamente preciosa y, por desgracia, inasequible, lo que estaba haciendo un rato antes, a las tres, cuando él llegó, realidad que nunca poseería más que en aquellos ilegibles y divinos vestigios de las mentiras, y que sólo existía ya en el recuerdo encubridor de aquel ser que la contemplaba sin saber lo preciosa que era y que no la entregaría nunca. Claro que, a ratos, sospechaba que los actos de Odette no eran en sí mismos de arrebatador interés, y que las relaciones que Odette pudiera tener con otros hombres no exhalaban, naturalmente, del modo universal, y para todo ser pensante, una tristeza mórbida e inspiradora de la fiebre del suicidio. Y se daba cuenta de que tal interés y tal tristeza eran en él como una enfermedad, y que cuando se curara de ella, los actos de Odette, los besos que diera a otros hombres se le aparecerían tan inofensivos como los de cualquier otra mujer. Pero el que la curiosidad dolorosa que ahora le inspiraban a Swann tuvieran una causa puramente subjetiva, no bastaba para que llegara a considerar que era absurda la importancia dada a esa curiosidad, y lo que hacía para satisfacerla. Y es que Swann había llegado a una edad cuya filosofía ayudada por la de la época aquella, por la del medio, donde tanto tiempo viviera Swann, el grupo de la princesa de Laumes, donde se convenía que una persona era tanto más inteligente cuanto más dudaba de todo, y no se respetaban, como cosas reales e indiscutibles, más que los gustos personales. no es ya la filosofía de la juventud, sino una filosofía positiva, médica casi, de hombres que, en vez de exteriorizar los objetos de sus aspiraciones, hacen por sacar de sus años pasados un residuo fijo de costumbres y pasiones que puedan considerar como características y permanentes, y cuya satisfacción busquen deliberadamente, ante todo al adoptar un determinado género de vida. Swann se resignaba a aceptar la pena que sentía por ignorar lo que había hecho Odette, lo mismo que aceptaba la recrudescencia que un clima húmedo originaba a su eczema; y le gustaba calcular en su presupuesto una suma disponible para obtener datos relativos a lo que hacía Odette, sin los cuales padecería mucho, lo mismo que se reservaba dinero para otros gustos que le procuraban un placer, por lo menos antes de enamorarse, como el de sus colecciones o el de la buena cocina.
Quand il voulut dire adieu à Odette pour rentrer, elle lui demanda de rester encore et le retint même vivement, en lui prenant le bras, au moment où il allait ouvrir là porte pour sortir. Mais il n′y prit pas garde, car, dans la multitude des gestes, des propos, des petits incidents qui remplissent une conversation, il est inévitable que nous passions, sans y rien remarquer qui éveille notre attention, près de ceux qui cachent une vérité que nos soupçons cherchent au hasard, et que nous nous arrêtions au contraire à ceux sous lesquels il n′y a rien. Elle lui redisait tout le temps: «Quel malheur que toi, qui ne viens jamais l′après-midi, pour une fois que cela t′arrive, je ne t′aie pas vu.» Il savait bien qu′elle n′était pas assez amoureuse de lui pour avoir un regret si vif d′avoir manqué sa visite, mais comme elle était bonne, désireuse de lui faire plaisir, et souvent triste quand elle l′avait contrarié, il trouva tout naturel qu′elle le fût cette fois de l′avoir privé de ce plaisir de passer une heure ensemble qui était très grand, non pour elle, mais pour lui. C′était pourtant une chose assez peu importante pour que l′air douloureux qu′elle continuait d′avoir finît par l′étonner. Elle rappelait ainsi plus encore qu′il ne le trouvait d′habitude, les figures de femmes du peintre de la Primavera. Elle avait en ce moment leur visage abattu et navré qui semble succomber sous le poids d′une douleur trop lourde pour elles, simplement quand elles laissent l′enfant Jésus jouer avec une grenade ou regardent Mo verser de l′eau dans une auge. Il lui avait déjà vu une fois une telle tristesse, mais ne savait plus quand. Et tout d′un coup, il se rappela: c′était quand Odette avait menti en parlant à Mme Verdurin le lendemain de ce dîner où elle n′était pas venue sous prétexte qu′elle était malade et en réalité pour rester avec Swann. Certes, eût-elle été la plus scrupuleuse des femmes qu′elle n′aurait pu avoir de remords d′un mensonge aussi innocent. Mais ceux que faisait couramment Odette l′étaient moins et servaient à empêcher des découvertes qui auraient pu lui créer avec les uns ou avec les autres, de terribles difficultés. Aussi quand elle mentait, prise de peur, se sentant peu armée pour se défendre, incertaine du succès, elle avait envie de pleurer, par fatigue, comme certains enfants qui n′ont pas dormi. Puis elle savait que son mensonge lésait d′ordinaire gravement l′homme à qui elle le faisait, et à la merci duquel elle allait peut-être tomber si elle mentait mal. Alors elle se sentait à la fois humble et coupable devant lui. Et quand elle avait à faire un mensonge insignifiant et mondain, par association de sensations et de souvenirs, elle éprouvait le malaise d′un surmenage et le regret d′une méchanceté.
Cuando fue a despedirse de Odette, le pidió ella que se quedara un rato más, y hasta lo cogió del brazo para que no se fuera, cuando ya estaba abriendo la puerta. Pero él no se fijó, porque entre los muchos ademanes, frases e incidentes que constituyen la trama de una conversación, es inevitable que pasemos sin fijarnos junto a aquellos que ocultan esa verdad que nuestras sospechas andan buscando a ciegas, y que, por el contrario, nos detengamos en aquellos que nada celan. Le decía a cada momento: -¡Qué lástima que para un día que has venido por la tarde, cuando nunca vienes, no te haya podido ver!.. Swann sabía muy bien que Odette no estaba bastante enamorada de él para que aquel sentimiento tan vivo, por no haber podido recibirlo, fuera sincero; pero como era buena y le gustada complacerlo, y muchas veces se entristecía cuando le causaba una contrariedad, le pareció muy natural que ahora se entristeciera también por haberlo privado de ese placer de pasar un rato juntos, muy grande para él, aunque no para Odette. Sin embargo, la cosa era tan fútil, que acabó por extrañarle aquel aire doloroso con que seguía hablando Odette. Le recordaba ahora más que de costumbre a las mujeres del pintor de la Primavera. Tenía una cara de abatimiento y de pena, cual rendida al peso de un dolor imposible de sobrellevar, la misma cara que ponen esas figuras de Botticelli para una cosa tan sencilla como dejar al Niño Jesús jugar con una granada, o ver cómo echa Moisés agua a la pila. Ya conocía Swann aquella expresión de tristeza, pero no recordaba exactamente cuándo se la había visto a Odette; de pronto se acordó; fue aquella vez que Odette mintió al hablar con la señora de Verdurin, al día siguiente a la comida a que dejó de asistir Odette con el pretexto de que estaba mala, pero, en realidad, para poder estar con Swann. Claro que ni la mujer más escrupulosa hubiera podido sentir remordimientos por una mentira tan inocente. Pero las que echaba generalmente Odette eran ya menos inocentes, y servían para evitar que descubrieran ciertas cosas que habrían podido crearle dificultades con éste o con aquél. Así que, cuando mentía, sobrecogida de terror, sintiéndose poco armada para defenderse y sin confianza en el éxito, le daban unas de llorar por cansancio, como a los niños que no han dormido. Además, sabía que su mentira, por lo general, dañaba gravemente al hombre a quien se la decía, y que si mentía mal se ponía a merced suya. Por eso se sentía ante él humilde y culpable al mismo tiempo. Y cuando tenía que decir una mentirilla mundana, por asociación de ideas y de recuerdos, sentíase como mala de cansancio y como pesarosa por una acción fea.
Quel mensonge déprimant était-elle en train de faire à Swann pour qu′elle eût ce regard douloureux, cette voix plaintive qui semblaient fléchir sous l′effort qu′elle s′imposait, et demander grâce? Il eut l′idée que ce n′était pas seulement la vérité sur l′incident de l′après-midi qu′elle s′efforçait de lui cacher, mais quelque chose de plus actuel, peut-être de non encore survenu et de tout prochain, et qui pourrait l′éclairer sur cette vérité. A ce moment, il entendit un coup de sonnette. Odette ne cessa plus de parler, mais ses paroles n′étaient qu′un gémissement: son regret de ne pas avoir vu Swann dans l′après-midi, de ne pas lui avoir ouvert, était devenu un véritable désespoir.
¿Qué mentira tan grande debía de estar diciéndole Odette, cuando ponía aquella mirada de dolor y aquella voz de queja, que parecían rendirse al peso del esfuerzo que costaban, y demandar gracia? Se le ocurrió que, no sólo estaba esforzándose por ocultarle la verdad respecto al incidente de la tarde, sino alguna cosa más actual, que quizá no había ocurrido y que iba a ocurrir de un momento a otro, sirviendo acaso para aclarar lo demás. En aquel instante oyó un campanillazo. Odette siguió hablando, pero su voz era un gemido, y su sentimiento por no haber visto a Swann esa tarde, por no haberle abierto, rayó en la desesperación.
On entendit la porte d′entrée se refermer et le bruit d′une voiture, comme si repartait une personne—celle probablement que Swann ne devait pas rencontrer—à qui on avait dit qu′Odette était sortie. Alors en songeant que rien qu′en venant à une heure où il n′en avait pas l′habitude, il s′était trouvé déranger tant de choses qu′elle ne voulait pas qu′il sût, il éprouva un sentiment de découragement, presque de détresse. Mais comme il aimait Odette, comme il avait l′habitude de tourner vers elle toutes ses pensées, la pitié qu′il eût pu s′inspirer à lui-même ce fut pour elle qu′il la ressentit, et il murmura: «Pauvre chérie!» Quand il la quitta, elle prit plusieurs lettres qu′elle avait sur sa table et lui demanda s′il ne pourrait pas les mettre à la poste. Il les emporta et, une fois rentré, s′aperçut qu′il avait gardé les lettres sur lui. Il retourna jusqu′à la poste, les tira de sa poche et avant de les jeter dans la boîte regarda les adresses. Elles étaient toutes pour des fournisseurs, sauf une pour Forcheville. Il la tenait dans sa main. Il se disait: «Si je voyais ce qu′il y a dedans, je saurais comment elle l′appelle, comment elle lui parle, s′il y a quelque chose entre eux. Peut-être même qu′en ne la regardant pas, je commets une indélicatesse à l′égard d′Odette, car c′est la seule manière de me délivrer d′un soupçon peut-être calomnieux pour elle, destiné en tous cas à la faire souffrir et que rien ne pourrait plus détruire, une fois la lettre partie.»
Se oyó la puerta de entrada al volver a cerrarse, y el ruido de un coche, como si se marchara la persona que no debía encontrarse con Swann, y a la que debieron de decir que Odette había salido. Y entonces, al pensar que sólo con ir un día, a una hora que no era la de siempre, había estorbado tantas cosas de las que Odette no quería que se enterara, se sintió descorazonado, desesperado casi. Pero como quería a Odette, como tenía la costumbre de orientar hacia ella todos sus pensamientos, aquella compasión que él se inspiraba a sí mismo, se la consagró a ella, y murmuró: -¡Pobrecilla mía! Al marcharse, Odette cogió unas cartas que tenía en la mesa, y le preguntó si quería echárselas al correo. Se las llevó, pero al volver a su casa se dio cuenta de que tenía aún las cartas encima. Volvió hasta el correo, las sacó del bolsillo, y antes de echarlas miró a quién iban dirigidas. Todas eran para tiendas, menos una, que era para Forcheville. La tenía en la mano, diciéndose: «Si viera lo que hay dentro, me enteraría de cómo lo llama, del tono en que le habla, de si hay algo entre ellos. Quizá si no la miro cometa una indelicadeza con Odette, porque ésa es la única manera de quitarme de encima una sospecha, acaso calumniosa para ella, y que de todos modos siempre la hará sufrir, y será indestructible si dejo pasar esta carta sin verla.
Il rentra chez lui en quittant la poste, mais il avait gardé sur lui cette dernière lettre. Il alluma une bougie et en approcha l′enveloppe qu′il n′avait pas osé ouvrir. D′abord il ne put rien lire, mais l′enveloppe était mince, et en la faisant adhérer à la carte dure qui y était incluse, il put à travers sa transparence, lire les derniers mots. C′était une formule finale très froide. Si, au lieu que ce fût lui qui regardât une lettre adressée à Forcheville, c′eût été Forcheville qui eût lu une lettre adressée à Swann, il aurait pu voir des mots autrement tendres! Il maintint immobile la carte qui dansait dans l′enveloppe plus grande qu′elle, puis, la faisant glisser avec le pouce, en amena successivement les différentes lignes sous la partie de l′enveloppe qui n′était pas doublée, la seule à travers laquelle on pouvait lire.
Del correo se fue a casa; pero se había quedado con esa carta. Como no se atrevió a abrirla, encendió una bujía y acercó el sobre a la luz. Al principio no pudo leer nada; pero el sobre era fino, y apretándolo contra la tarjeta dura que iba dentro, pude leer al trasluz las últimas palabras. Era una fórmula de despedida muy fría. Si en vez de ser él el que estaba mirando una carta dirigida a Forcheville, hubiera sido Forcheville el que mirara una carta dirigida a Swann, de seguro que habría leído palabras más cariñosas. Tuvo la tarjeta inmóvil un instante, y luego, como el sobre le venía muy ancho, empujó con el pulgar de modo que fueran pasando los distintos renglones por la parte no forrada del sobre, que era la única que se transparentaba.
Malgré cela il ne distinguait pas bien. D′ailleurs cela ne faisait rien car il en avait assez vu pour se rendre compte qu′il s′agissait d′un petit événement sans importance et qui ne touchait nullement à des relations amoureuses, c′était quelque chose qui se rapportait à un oncle d′Odette. Swann avait bien lu au commencement de la ligne: «J′ai eu raison», mais ne comprenait pas ce qu′Odette avait eu raison de faire, quand soudain, un mot qu′il n′avait pas pu déchiffrer d′abord, apparut et éclaira le sens de la phrase tout entière: «J′ai eu raison d′ouvrir, c′était mon oncle.» D′ouvrir! alors Forcheville était là tantôt quand Swann avait sonné et elle l′avait fait partir, d′où le bruit qu′il avait entendu.
Pero no acababa de distinguir bien. Daba lo mismo, porque ya había visto lo bastante para comprender que se trataba de un hecho sin importancia, y que de ninguna manera se refería a sus relaciones, algo referente a un tío de Odette. Swann había leído el principio del renglón: «Hice bien en...; pero no sabía en qué había hecho bien Odette, cuando, de pronto, una palabra que al principio no pudo descifrar le aclaró el sentido de la frase: «He hecho bien en no abrir, porque era mi tío.. ¡No abrir! ¡De modo que Forcheville estaba en la casa cuando llamó Swann, y ella lo había hecho salir, y por eso se había oído ruido!
Alors il lut toute la lettre; à la fin elle s′excusait d′avoir agi aussi sans façon avec lui et lui disait qu′il avait oublié ses cigarettes chez elle, la même phrase qu′elle avait écrite à Swann une des premières fois qu′il était venu. Mais pour Swann elle avait ajouté: puissiez-vous y avoir laissé votre cœur, je ne vous aurais pas laissé le reprendre. Pour Forcheville rien de tel: aucune allusion qui pût faire supposer une intrigue entre eux. A vrai dire d′ailleurs, Forcheville était en tout ceci plus trompé que lui puisque Odette lui écrivait pour lui faire croire que le visiteur était son oncle. En somme, c′était lui, Swann, l′homme à qui elle attachait de l′importance et pour qui elle avait congédié l′autre. Et pourtant, s′il n′y avait rien entre Odette et Forcheville, pourquoi n′avoir pas ouvert tout de suite, pourquoi avoir dit: «J′ai bien fait d′ouvrir, c′était mon oncle»; si elle ne faisait rien de mal à ce moment-là, comment Forcheville pourrait-il même s′expliquer qu′elle eût pu ne pas ouvrir?
Entonces leyó toda la carta; al final, Odette se excusara porque no había tenido más remedio que hacerlo marcharse precipitadamente, y le decía que se había dejado en su casa la pitillera, con la misma frase que escribió Swann una de las primeras veces que éste la visitó. Pero al escribir a Swann había añadido: «¡Ojalá se hubiera usted dejado también el corazón, pero ése no se lo habría devuelto!.. Nada de eso decía a Forcheville, y, en realidad, no se hacía en la carta alusión alguna que permitiera sospechar entre ellos ningún lío. Y, además, mirándolo bien, en todo eso, el verdadero engañado era Forcheville, puesto que Odette le escribía para hacerle creer que el visitante era su tío. Total, que él, Swann, era el hombre a quien Odette daba más importancia, el hombre por quien echó al otro. Y, sin embargo, si no había nada entre Forcheville y ella, ¿por qué no abrió en seguida, y por qué dijo?: «He hecho bien en no abrir, era mi tío.; si en aquel momento no estaba haciendo nada malo, ¿cómo habría podido explicarse el mismo Forcheville que no abriera?
Swann restait là, désolé, confus et pourtant heureux, devant cette enveloppe qu′Odette lui avait remise sans crainte, tant était absolue la confiance qu′elle avait en sa délicatesse, mais à travers le vitrage transparent de laquelle se dévoilait à lui, avec le secret d′un incident qu′il n′aurait jamais cru possible de connaître, un peu de la vie d′Odette, comme dans une étroite section lumineuse pratiquée à même l′inconnu. Puis sa jalousie s′en réjouissait, comme si cette jalousie eût eu une vitalité indépendante, égoe, vorace de tout ce qui la nourrirait, fût-ce aux dépens de lui-même. Maintenant elle avait un aliment et Swann allait pouvoir commencer à s′inquiéter chaque jour des visites qu′Odette avait reçues vers cinq heures, à chercher à apprendre où se trouvait Forcheville à cette heure-là. Car la tendresse de Swann continuait à garder le même caractère que lui avait imprimé dès le début à la fois l′ignorance où il était de l′emploi des journées d′Odette et la paresse cérébrale qui l′empêchait de suppléer à l′ignorance par l′imagination. Il ne fut pas jaloux d′abord de toute la vie d′Odette, mais des seuls moments où une circonstance, peut-être mal interprétée, l′avait amené à supposer qu′Odette avait pu le tromper. Sa jalousie, comme une pieuvre qui jette une première, puis une seconde, puis une troisième amarre, s′attacha solidement à ce moment de cinq heures du soir, puis à un autre, puis à un autre encore. Mais Swann ne savait pas inventer ses souffrances. Elles n′étaient que le souvenir, la perpétuation d′une souffrance qui lui était venue du dehors.
Y allí estaba Swann, desolado, confuso, pero feliz al mismo tiempo, delante de aquel sobre que Odette le entregara confiadamente por lo segura que estaba de su delicadeza, y que a través de transparentes cristales le dejaba ver, con el secreto de un incidente, que nunca hubiera creído posible averiguar, un poco de la vida de Odette, lo mismo que una estrecha sección luminosa abierta a lo desconocido. Y sus celos recibían con regocijo, como si tuvieran una vitalidad independiente, egoísta y voraz, todo lo que servía para alimentarlos, aunque fuera a costa suya. Ahora ya tenían algo donde ir a alimentarse y Swann podría preocuparse todos los días por las visitas que Odette tenía a las cinco, e intentaría averiguar en dónde estaba Forcheville a esa hora. Porque el cariño de Swann conservaba el mismo carácter que desde el principio le imprimieron dos cosas: el ignorar lo que hacía Odette durante el día y la pereza cerebral que le impedía suplir esa ignorancia con su imaginación. Y al principio no tuve celos de toda la vida de Odette, sino tan sólo de aquellos momentos en los que podía suponer, acaso por una circunstancia final interpretada, que Odette lo había engañado. Sus celos, como un pulpo que echa primero una amarra, y luego otra, y luego otra; se ataron sólidamente en ese momento de las cinco de la tarde, y luego a otra hora del día, y después a un instante determinado. Pero Swann no sabía inventar sus tormentos; no eran más que perpetuación y recuerdo de un tormento que le vino de afuera.
Mais là tout lui en apportait. Il voulut éloigner Odette de Forcheville, l′emmener quelques jours dans le Midi. Mais il croyait qu′elle était désirée par tous les hommes qui se trouvaient dans l′hôtel et qu′elle-même les désirait. Aussi lui qui jadis en voyage recherchait les gens nouveaux, les assemblées nombreuses, on le voyait sauvage, fuyant la société des hommes comme si elle l′eût cruellement blessé. Et comment n′aurait-il pas été misanthrope quand dans tout homme il voyait un amant possible pour Odette? Et ainsi sa jalousie plus encore que n′avait fait le goût voluptueux et riant qu′il avait d′abord pour Odette, altérait le caractère de Swann et changeait du tout au tout, aux yeux des autres, l′aspect même des signes extérieurs par lesquels ce caractère se manifestait.
Y de afuera le llegaban muchas angustias. Quiso separar a Odette de Forcheville y llevársela unos días al Mediodía. Pero se figuraba que Odette inspiraba deseos a todos los hombres que había en el hotel, y que ella, a su vez, los deseaba. Así, que ese Swann que antes, cuando viajaba, iba buscando las caras nuevas y las reuniones numerosas, huía ahora como un salvaje del trato de gentes, como si la sociedad humana lo molestara profundamente. ¿Y cómo no iba a ser misántropo si en todo hombre veía un amante posible de Odette? Y así, los celos aun contribuyeron mucho más que el deseo voluptuoso y riente que al principio le inspiró Odette a alterar el carácter de Swann y a cambiar de arriba abajo a los ojos de los demás, hasta el aspecto de los signos exteriores con que se manifestaba ese carácter.
Un mois après le jour où il avait lu la lettre adressée par Odette à Forcheville, Swann alla à un dîner que les Verdurin donnaient au Bois. Au moment où on se préparait à partir, il remarqua des conciliabules entre Mme Verdurin et plusieurs des invités et crut comprendre qu′on rappelait au pianiste de venir le lendemain à une partie à Chatou; or, lui, Swann, n′y était pas invité.
Había pasado un mes desde que Swann leyó la carta de Odette a Forcheville, cuando una noche fue a una cena que los Verdurin daban en el Bosque. Cuando se iba a marchar se fijó en los conciliábulos de la señora de Verdurin y algunos de los invitados, y le pareció entender que estaban diciendo al pianista fue no se le olvidara ir, al día siguiente, a una reunión que habían preparado en Chatou, reunión a la cual no invitaron a Swann.
Les Verdurin n′avaient parlé qu′à demi-voix et en termes vagues, mais le peintre, distrait sans doute, s′écria:
Los Verdurin hablaron a media voz y en términos vagos, pero el pintor, distraído, sin duda, exclamó:
—«Il ne faudra aucune lumière et qu′il joue la sonate Clair de lune dans l′obscurité pour mieux voir s′éclairer les choses.»
-Y no hará falta ninguna luz: que toque la sonata Claro de luna en la oscuridad, y así se verá todo más claro.
Mme Verdurin, voyant que Swann était à deux pas, prit cette expression où le désir de faire taire celui qui parle et de garder un air innocent aux yeux de celui qui entend, se neutralise en une nullité intense du regard, où l′immobile signe d′intelligence du complice se dissimule sous les sourires de l′ingénu et qui enfin, commune à tous ceux qui s′aperçoivent d′une gaffe, la révèle instantanément sinon à ceux qui la font, du moins à celui qui en est l′objet. Odette eut soudain l′air d′une désespérée qui renonce à lutter contre les difficultés écrasantes de la vie, et Swann comptait anxieusement les minutes qui le séparaient du moment où, après avoir quitté ce restaurant, pendant le retour avec elle, il allait pouvoir lui demander des explications, obtenir qu′elle n′allât pas le lendemain à Chatou ou qu′elle l′y fit inviter et apaiser dans ses bras l′angoisse qu′il ressentait. Enfin on demanda leurs voitures. Mme Verdurin dit à Swann:
La señora de Verdurin, al ver que Swann estaba a dos pasos de allí, adoptó esa expresión fisonómica en la que el deseo de hacer callar al que habla y de poner una cara inocente para el que escucha se neutraliza en una intensa nulidad de la mirada, esa expresión que disimula la serial de inteligencia del cómplice bajo la sonrisa del ingenuo, propia de todos los que notan que alguien se ha tirado una plancha, y que precisamente sirve para revelarla instantáneamente, si no al autor de ella, por lo menos a la víctima. Odette puso, de pronto, una cara de desesperada que renuncia a luchar contra las dificultades aplastantes de la vida, y Swann contó ansiosamente los minutos que le faltaban para salir del restaurante y marcharse con ella, porque, durante el camino de vuelta, podría pedirle explicaciones y lograr, o bien que no fuera ella a Chatou, o que se arreglara para que lo invitaran a él, y luego aplicaría en sus brazos la angustia que lo dominaba. Por fin, pidieron los coches. La señora de Verdurin dijo a Swann:
—Alors, adieu, à bientôt, n′est-ce pas? tâchant par l′amabilité du regard et la contrainte du sourire de l′empêcher de penser qu′elle ne lui disait pas, comme elle eût toujours fait jusqu′ici:
-Entonces, adiós; hasta pronto, ¿eh? Y la mirada amable y la sonrisa forzada que puso tenían por objeto que a Swann no se le ocurriera preguntar por qué no le decía como antes:
«A demain à Chatou, à après-demain chez moi.»
-Hasta mañana, en Chatou, y pasado mañana, en casa, ¿eh?
M. et Mme Verdurin firent monter avec eux Forcheville, la voiture de Swann s′était rangée derrière la leur dont il attendait le départ pour faire monter Odette dans la sienne.
Los Verdurin hicieron subir en su coche a Forcheville; detrás estaba el carruaje de Swann, el cual estaba esperando que se fueran los Verdurin para decir a Odette que subiera
—«Odette, nous vous ramenons, dit Mme Verdurin, nous avons une petite place pour vous à côté de M. de Forcheville.
-Odette, usted se viene con nosotros, ¿verdad? -dijo la señora de Verdurin.; aquí le hemos hecho a usted un jequecito al lado del señor Forcheville.
—«Oui, Madame», répondit Odette.
-Sí, señora «respondió Odette.
—«Comment, mais je croyais que je vous reconduisais», s′écria Swann, disant sans dissimulation, les mots nécessaires, car la portière était ouverte, les secondes étaient comptées, et il ne pouvait rentrer sans elle dans l′état où il était.
-Pero cómo es eso, yo creí que venía usted conmigo «exclamó Swann, con las palabras justas y sin ningún disimulo, porque la portezuela estaba abierta, los segundos eran contados y él no podía volverse a casa así, en aquel estado, sin Odette.
—«Mais Mme Verdurin m′a demandé...»
-Es que la señora de Verdurin me ha invitado...
—«Voyons, vous pouvez bien revenir seul, nous vous l′avons laissée assez de fois, dit Mme Verdurin.»
-Vamos, por esta noche puede usted volverse solo, ya se la hemos dejado a usted muchas veces «dijo la señora de Verdurin.
—Mais c′est que j′avais une chose importante à dire à Madame.
-Es que tenía que decir a Odette una cosa importante.
—Eh bien! vous la lui écrirez...
-Pues se la escribe usted luego...
—Adieu, lui dit Odette en lui tendant la main.
-Adiós «le dijo Odette tendiéndole la mano.
Il essaya de sourire mais il avait l′air atterré.
Swann hizo por sonreír, pero tenía cara de terror.
—As-tu vu les façons que Swann se permet maintenant avec nous? dit Mme Verdurin à son mari quand ils furent rentrés. J′ai cru qu′il allait me manger, parce que nous ramenions Odette. C′est d′une inconvenance, vraiment! Alors, qu′il dise tout de suite que nous tenons une maison de rendez-vous! Je ne comprends pas qu′Odette supporte des manières pareilles. Il a absolument l′air de dire: vous m′appartenez. Je dirai ma manière de penser à Odette, j′espère qu′elle comprendra.»
-¿Has visto los modales que gasta ahora Swann con nosotros? «dijo la señora de Verdurin a su marido, cuando estuvieron en casa.. Creí que me iba a comer porque nos llevamos a Odette. ¡Qué indecencia! ¡Que nos diga claramente que tenemos una casa de citas! No comprendo cómo Odette puede aguantar esos modales. Parece que le está diciendo: «Usted me pertenece.. Yo le diré a Odette lo que pienso, y me parece que comprenderá lo que quiero decir.
Et elle ajouta encore un instant après, avec colère:
Y pasado un instante, añadió colérica:
—Non, mais voyez-vous, cette sale bête! employant sans s′en rendre compte, et peut-être en obéissant au même besoin obscur de se justifier—comme Françoise à Combray quand le poulet ne voulait pas mourir—les mots qu′arrachent les derniers sursauts d′un animal inoffensif qui agonise, au paysan qui est en train de l′écraser.
-Vamos, ¿se habrá visto animalucho? Y sin darse cuenta empleaba las mismas palabras que arrancan los últimos desesperados movimientos de agonía de un animal inofensivo al campesino que lo aplasta, y obedecía, acaso, a la misma oscura necesidad de justificación, como Francisca en Combray, cuando la gallina se resistía a morir.
Et quand la voiture de Mme Verdurin fut partie et que celle de Swann s′avança, son cocher le regardant lui demanda s′il n′était pas malade ou s′il n′était pas arrivé de malheur.
Cuando arrancó el coche de los Verdurin y se adelantó el de Swann, el cochero, al verlo, le preguntó si estaba malo o si le había ocurrido algo.
Swann le renvoya, il voulait marcher et ce fut à pied, par le Bois, qu′il rentra. Il parlait seul, à haute voix, et sur le même ton un peu factice qu′il avait pris jusqu′ici quand il détaillait les charmes du petit noyau et exaltait la magnanimité des Verdurin. Mais de même que les propos, les sourires, les baisers d′Odette lui devenaient aussi odieux qu′il les avait trouvés doux, s′ils étaient adressés à d′autres que lui, de même, le salon des Verdurin, qui tout à l′heure encore lui semblait amusant, respirant un goût vrai pour l′art et même une sorte de noblesse morale, maintenant que c′était un autre que lui qu′Odette allait y rencontrer, y aimer librement, lui exhibait ses ridicules, sa sottise, son ignominie.
Swann despidió el coche. Quería andar y volvió a París a pie, atravesando el Bosque. Iba hablando solo, y en voz alta, con el mismo tono un tanto falso que hasta entonces adoptaba para enumerar los atractivos del cogollito y para exaltar la grandeza de ánimo de los Verdurin. Pero así como las frases, las sonrisas y los besos de Odette se le hacían tan odiosos cuando iban dedicados a otros, como dulces le eran cuando se dirigían a él, asimismo el salón de los Verdurin, que hace un instante le parecía entretenido, con cierta afición al arte y hasta una especie de nobleza moral, ahora que Odette se iba a encontrar allí, y a hablar de amor libremente con un hombre que no era él, se le revelaba con todas sus ridiculeces, su majadería y su ignominia.
Il se représentait avec dégoût la soirée du lendemain à Chatou. «D′abord cette idée d′aller à Chatou! Comme des merciers qui viennent de fermer leur boutique! vraiment ces gens sont sublimes de bourgeoisisme, ils ne doivent pas exister réellement, ils doivent sortir du théâtre de Labiche!»
Representábase con asco la reunión del día siguiente en Chatou. En primer término, ¡esa idea de ir a Chatou! Como unos tenderos que acaban de cerrar el establecimiento. ¡Verdaderamente, esas gentes son una cursilería burguesa realmente sublime! No existen; se han escapado de una obra de Labiche..
Il y aurait là les Cottard, peut-être Brichot. «Est-ce assez grotesque cette vie de petites gens qui vivent les uns sur les autres, qui se croiraient perdus, ma parole, s′ils ne se retrouvaient pas tous demain à Chatou!» Hélas! il y aurait aussi le peintre, le peintre qui aimait à «faire des mariages», qui inviterait Forcheville à venir avec Odette à son atelier. Il voyait Odette avec une toilette trop habillée pour cette partie de campagne, «car elle est si vulgaire et surtout, la pauvre petite, elle est tellement bête!!!»
De seguro irían los Cottard, y acaso Brichot. ¡Qué grotesca es esa vida de gentecillas que no pueden pasarse unos sin otros, y que se considerarían perdidos si mañana no se vieran todos en Chatou! Y también iría el pintor, ese pintor tan aficionado a casar a la gente., y que invitaría a Forcheville a que fuera con Odette a su estudio. Y veía a Odette vestida de modo excesivamente llamativo para un día de campo, porque es tan ordinaria, y, sobre todo, ¡es la pobrecilla tan tonta!...
Il entendit les plaisanteries que ferait Mme Verdurin après dîner, les plaisanteries qui, quel que fût l′ennuyeux qu′elles eussent pour cible, l′avaient toujours amusé parce qu′il voyait Odette en rire, en rire avec lui, presque en lui. Maintenant il sentait que c′était peut-être de lui qu′on allait faire rire Odette. «Quelle gaieté fétide! disait-il en donnant à sa bouche une expression de dégoût si forte qu′il avait lui-même la sensation musculaire de sa grimace jusque dans son cou révulsé contre le col de sa chemise. Et comment une créature dont le visage est fait à l′image de Dieu peut-elle trouver matière à rire dans ces plaisanteries nauséabondes? Toute narine un peu délicate se détournerait avec horreur pour ne pas se laisser offusquer par de tels relents. C′est vraiment incroyable de penser qu′un être humain peut ne pas comprendre qu′en se permettant un sourire à l′égard d′un semblable qui lui a tendu loyalement la main, il se dégrade jusqu′à une fange d′où il ne sera plus possible à la meilleure volonté du monde de jamais le relever. J′habite à trop de milliers de mètres d′altitude au-dessus des bas-fonds où clapotent et clabaudent de tels sales papotages, pour que je puisse être éclaboussé par les plaisanteries d′une Verdurin, s′écria-t-il, en relevant la tête, en redressant fièrement son corps en arrière. Dieu m′est témoin que j′ai sincèrement voulu tirer Odette de là, et l′élever dans une atmosphère plus noble et plus pure. Mais la patience humaine a des bornes, et la mienne est à bout, se dit-il, comme si cette mission d′arracher Odette à une atmosphère de sarcasmes datait de plus longtemps que de quelques minutes, et comme s′il ne se l′était pas donnée seulement depuis qu′il pensait que ces sarcasmes l′avaient peut-être lui-même pour objet et tentaient de détacher Odette de lui.
Oyó las bromitas que gastaría la señora Verdurin, después de cenar; bromitas que, cualquiera que fuera el invitado que tenía como blanco, divertían siempre a Swann, porque veía a Odette reírse, reírse con él, casi en él. Y ahora sentía que, probablemente, iban a hacer reír a Odette a costa suya. «¡Qué jovialidad tan asquerosa!., decía, imprimiendo a su boca una expresión de asco tan intensa, que tenía la sensación muscular de su gesto hasta en su intensa, que repelía el cuello de la camisa. ¿Y cómo habrá criaturas hechas a imagen y semejanza de Dios que encuentren gracia en esas bromas nauseabundas? Cualquier nariz un poco delicada se volverá con asco para que no la perturben esos olores. ¡Es increíble pensar que un ser humano no pueda comprender que al permitirse una sonrisa hacia una persona que le ha tendido lealmente la mano, se degrada hasta tal bajeza, que nunca podrá sacarlo de allí la mejor voluntad del mundo! Yo vivo muchos miles de metros más arriba de esos bajos fondos donde se agitan y chillan esos chismosos, para que me puedan salpicar las bromas de una Verdurin «exclamó, alzando la cabeza y sacando el pecho. ¡Dios me es testigo de que he querido sacar a Odette de allí con toda sinceridad y elevarla a una atmósfera más noble y pura! Pero la paciencia humana tiene sus límites, y la mía ya se ha agotado, dijo, como si esa misión de arrancar a Odette de una atmósfera de sarcasmos no fuera una cosa que se le había ocurrido hacía unos minutos, y como si no se hubiera impuesto esa tarea tan sólo en cuanto se le ocurrió que él sería el blanco de esos sarcasmos, que no teman más objeto que separarlo de Odette.
Il voyait le pianiste prêt à jouer la sonate Clair de lune et les mines de Mme Verdurin s′effrayant du mal que la musique de Beethoven allait faire à ses nerfs: «Idiote, menteuse! s′écria-t-il, et ça croit aimer l′Art!». Elle dirait à Odette, après lui avoir insinué adroitement quelques mots louangeurs pour Forcheville, comme elle avait fait si souvent pour lui: «Vous allez faire une petite place à côté de vous à M. de Forcheville.» «Dans l′obscurité! maquerelle, entremetteuse!». «Entremetteuse», c′était le nom qu′il donnait aussi à la musique qui les convierait à se taire, à rêver ensemble, à se regarder, à se prendre la main. Il trouvait du bon à la sévérité contre les arts, de Platon, de Bossuet, et de la vieille éducation française.
Ya veía al pianista dispuesto a tocar la sonata Claro de luna, y los gestos de la señora de Verdurin, asustada de lo mal que le iba a sentar la música de Beethoven para los nervios. ¡Farsante, imbécil! ¡Y esa mujer se cree que le gusta el Arte!. Y diría a Odette, después de haber deslizado unas frases elogiosas para Forcheville, lo mismo que había hecho con él muchas veces: «Odette, haga usted un sitio, a su lado, para el señor de Forcheville.. «¡ En la oscuridad! ¡Celestina, alcahueta !.. Y «alcahueta. llamaba también a la música, que los incitaría a calarse, a soñar juntos, a mirarse y a cogerse la mano. Y le parecía razonable la severidad que contra las artes mostraron Platón, Bossuet y la vieja educación francesa.
En somme la vie qu′on menait chez les Verdurin et qu′il avait appelée si souvent «la vraie vie», lui semblait la pire de toutes, et leur petit noyau le dernier des milieux. «C′est vraiment, disait-il, ce qu′il y a de plus bas dans l′échelle sociale, le dernier cercle de Dante. Nul doute que le texte auguste ne se réfère aux Verdurin! Au fond, comme les gens du monde dont on peut médire, mais qui tout de même sont autre chose que ces bandes de voyous, montrent leur profonde sagesse en refusant de les connaître, d′y salir même le bout de leurs doigts. Quelle divination dans ce «Noli me tangere» du faubourg Saint-Germain.» Il avait quitté depuis bien longtemps les allées du Bois, il était presque arrivé chez lui, que, pas encore dégrisé de sa douleur et de la verve d′insincérité dont les intonations menteuses, la sonorité artificielle de sa propre voix lui versaient d′instant en instant plus abondamment l′ivresse, il continuait encore à pérorer tout haut dans le silence de la nuit: «Les gens du monde ont leurs défauts que personne ne reconnaît mieux que moi, mais enfin ce sont tout de même des gens avec qui certaines choses sont impossibles. Telle femme élégante que j′ai connue était loin d′être parfaite, mais enfin il y avait tout de même chez elle un fond de délicatesse, une loyauté dans les procédés qui l′auraient rendue, quoi qu′il arrivât, incapable d′une félonie et qui suffisent à mettre des abîmes entre elle et une mégère comme la Verdurin. Verdurin! quel nom! Ah! on peut dire qu′ils sont complets, qu′ils sont beaux dans leur genre! Dieu merci, il n′était que temps de ne plus condescendre à la promiscuité avec cette infamie, avec ces ordures.»
En fin, la vida que se hacía en casa de los Verdurin, la que él denominaba antes «verdadera vida., le parecía ahora la peor oída imaginable, y aquel ambiente el más abyecto de todos. Verdaderamente, no puede darse nada más bajo en la escala social: es el último círculo dantesco. Indudablemente, el texto augusto se refería a los Verdurin. ¡Qué talento demuestran las gentes de la aristocracia, que, aunque tengan también sus cosas censurables, nunca son como esas cuadrillas de golfos, en no querer conocerlos siquiera, ni ensuciarse con su contacto la punta de los dedos! Ese Noli me tangere del barrio de Saint-Germain es una profunda adivinación.. Ya hacía rato que había salido del Bosque, estaba cerca de su casa, y borracho aún con aquella embriaguez de su dolor, y con la sonoridad artificial y las entonaciones engañosas que tomaba su voz, inspirada por un numen no muy sincero, aun seguía perorando en voz alta, rompiendo el silencio de la noche. La aristocracia tiene sus defectos, y yo soy el primero en reconocerlos; pero es gente con la que no le pueden a uno pasar ciertas cosas. He conocido a mujeres elegantes que no eran perfectas, pero con un fondo de delicadeza y de rectitud en la conducta que las hace incapaces de una felonía, y que abre un abismo entre ellas y arpías como la Verdurin. ¡Verdurin! ¡Vaya un nombre! No les falta nada, son perfectos en su género. ¡A Dios gracias, ya iba siendo hora de que se acabara mi condescendencia en tratar a esas gentes, en esa promiscuidad con esas basuras!
Mais, comme les vertus qu′il attribuait tantôt encore aux Verdurin, n′auraient pas suffi, même s′ils les avaient vraiment possédées, mais s′ils n′avaient pas favorisé et protégé son amour, à provoquer chez Swann cette ivresse où il s′attendrissait sur leur magnanimité et qui, même propagée à travers d′autres personnes, ne pouvait lui venir que d′Odette,—de même, l′immoralité, eût-elle été réelle, qu′il trouvait aujourd′hui aux Verdurin aurait été impuissante, s′ils n′avaient pas invité Odette avec Forcheville et sans lui, à déchaîner son indignation et à lui faire flétrir «leur infamie». Et sans doute la voix de Swann était plus clairvoyante que lui-même, quand elle se refusait à prononcer ces mots pleins de dégoût pour le milieu Verdurin et de la joie d′en avoir fini avec lui, autrement que sur un ton factice et comme s′ils étaient choisis plutôt pour assouvir sa colère que pour exprimer sa pensée. Celle-ci, en effet, pendant qu′il se livrait à ces invectives, était probablement, sans qu′il s′en aperçût, occupée d′un objet tout à fait différent, car une fois arrivé chez lui, à peine eut-il refermé la porte cochère, que brusquement il se frappa le front, et, la faisant rouvrir, ressortit en s′écriant d′une voix naturelle cette fois: «Je crois que j′ai trouvé le moyen de me faire inviter demain au dîner de Chatou!» Mais le moyen devait être mauvais, car Swann ne fut pas invité: le docteur Cottard qui, appelé en province pour un cas grave, n′avait pas vu les Verdurin depuis plusieurs jours et n′avait pu aller à Chatou, dit, le lendemain de ce dîner, en se mettant à table chez eux:
Pero así como las virtudes que un momento antes atribuía a los Verdurin no hubieran sido suficientes, sin la protección y el favor que los Verdurin prestaban a sus amores con Odette, para provocar en Swann aquella embriaguez y aquel enternecimiento por sus personas, que, en realidad, le eran inspirados por Odette, aunque a través de otros seres, lo mismo ahora la inmoralidad, por cierta que fuera, que veía en los Verdurin, no habría sido lo bastante fuerte a desencadenar su indignación y arrancarle la condenación de sus infamias., si los Verdurin no hubieran invitado a Forcheville y a él no. E indudablemente la voz de Swann veía más claro que él, cuando se negaba a pronunciar aquellas palabras de asco hacia el círculo Verdurin, y de alegría por haber roto con él, como no fuera en tono un poco falso y más bien con objeto de apaciguar su ira que de expresar sus ideas. En efecto, mientras que Swann se entregaba a esas invectivas, su pensamiento debía de estar, sin que él se diera cuenta, preocupado con otra cosa completamente distinta, porque apenas llegó a su casa y cerró la gran puerta de la calle, se dio una palmada en la frente, y abriendo otra vez, volvió a salir, exclamando con voz que ya era natural: «Me parece que he dado con el medio de que me inviten mañana a la cena de Chatou.. Pero el medio no debía de ser muy eficaz, porque Swann no asistió a la cena; el doctor Cottard, que había sido llamado a provincias para un caso grave, y por eso no iba a casa de los Verdurin hacía unos días y no pudo asistir a la reunión de Chatou, dijo al día siguiente de dicha cena, al sentarse a la mesa en casa de los Verdurin:
—«Mais, est-ce que nous ne verrons pas M. Swann, ce soir? Il est bien ce qu′on appelle un ami personnel du...»
-¡Qué! ¿No vemos esta noche al señor Swann? Es amigo personal de...
—«Mais j′espère bien que non! s′écria Mme Verdurin, Dieu nous en préserve, il est assommant, bête et mal élevé.»
-No, no, tengo esperanza de que no «exclamó la señora de Verdurin.. Dios nos libre; es un hombre muy cargante, un tonto mal educado.
Cottard à ces mots manifesta en même temps son étonnement et sa soumission, comme devant une vérité contraire à tout ce qu′il avait cru jusque-là, mais d′une évidence irrésistible; et, baissant d′un air ému et peureux son nez dans son assiette, il se contenta de répondre: «Ah!-ah!-ah!-ah!-ah!» en traversant à reculons, dans sa retraite repliée en bon ordre jusqu′au fond de lui-même, le long d′une gamme descendante, tout le registre de sa voix. Et il ne fut plus question de Swann chez les Verdurin.
Cottard, al oír estas palabras, manifestó a un mismo tiempo su asombro y su sumisión, como ante una verdad opuesta a todo lo que oyera antes, pero de irresistible evidencia sin embargo; bajó la nariz, intimidado y sorprendido, hasta su plato, y se limitó a contestar: -¡Ah, ah, ah, ah, ah!., atravesando a reculones en aquel repliegue en buen orden, que hizo hasta el fondo de sí mismo por una gama descendente, por todos los registros de su voz. Y ya no se habló más de Swann en casa de los Verdurin.
Alors ce salon qui avait réuni Swann et Odette devint un obstacle à leurs rendez-vous. Elle ne lui disait plus comme au premier temps de leur amour: «Nous nous venons en tous cas demain soir, il y a un souper chez les Verdurin.» Mais: «Nous ne pourrons pas nous voir demain soir, il y a un souper chez les Verdurin.» Ou bien les Verdurin devaient l′emmener à l′Opéra-Comique voir «Une nuit de Cléopâtre» et Swann lisait dans les yeux d′Odette cet effroi qu′il lui demandât de n′y pas aller, que naguère il n′aurait pu se retenir de baiser au passage sur le visage de sa maîtresse, et qui maintenant l′exaspérait. «Ce n′est pas de la colère, pourtant, se disait-il à lui-même, que j′éprouve en voyant l′envie qu′elle a d′aller picorer dans cette musique stercoraire. C′est du chagrin, non pas certes pour moi, mais pour elle; du chagrin de voir qu′après avoir vécu plus de six mois en contact quotidien avec moi, elle n′a pas su devenir assez une autre pour éliminer spontanément Victor Massé! Surtout pour ne pas être arrivée à comprendre qu′il y a des soirs où un être d′une essence un peu délicate doit savoir renoncer à un plaisir, quand on le lui demande. Elle devrait savoir dire «je n′irai pas», ne fût-ce que par intelligence, puisque c′est sur sa réponse qu′on classera une fois pour toutes sa qualité d′âme. «Et s′étant persuadé à lui-même que c′était seulement en effet pour pouvoir porter un jugement plus favorable sur la valeur spirituelle d′Odette qu′il désirait que ce soir-là elle restât avec lui au lieu d′aller à l′Opéra-Comique, il lui tenait le même raisonnement, au même degré d′insincérité qu′à soi-même, et même, à un degré de plus, car alors il obéissait aussi au désir de la prendre par l′amour-propre.
Y entonces, aquella casa, que había servido para unir a Swann y a Odette, se convirtió en un obstáculo a sus citas. Ya no le decía Odette, como en los primeros tiempos de sus amores: -De todos modos, nos veremos mañana por la noche, porque hay comida en casa de los Verdurin., sino; mañana no podremos vernos, porque hay comida en casa de los Verdurin.. Otra vez, era que los Verdurin convidaban a Odette a la Ópera Cómica a ver Una noche de Cleopatra, y Swann leía, en los ojos de su querida, el miedo a que él le rogara que no fuera, esa expresión de temor, que antes habría besado al verla cruzar por el rostro de Odette, pero que ahora lo exasperaba. -Y no es que yo sienta rabia «se decía a sí mismo. al ver las ganas que tiene de ir a picotear en esa música de estercolero. Es pena, por ella y no por mí; pena de ver que después de estar seis meses tratándome a diario, no ha sabido cambiar lo bastante para eliminar espontáneamente a Víctor Massé. Y, sobre todo, porque no ha llegado a comprender que hay noches en que un ser de esencia algo delicada debe saber renunciar a un placer, cuando se lo piden. Y ella ya debía saber decir «no iré., aunque no fuera más que por inteligencia, porque esa respuesta es la que nos dará la medida de la calidad de su alma.. Y como se persuadía a sí mismo de que si deseaba que Odette no fuera aquella noche a la Opera Cómica y se quedara con él era sólo para poder formar un juicio más favorable del valor espiritual de Odette, se lo decía a ella con el mismo grado de insinceridad que a sí mismo, y acaso con un poco más, porque entonces obedecía al deseo de cogerla por el amor propio.
—Je te jure, lui disait-il, quelques instants avant qu′elle partît pour le théâtre, qu′en te demandant de ne pas sortir, tous mes souhaits, si j′étais égoe, seraient pour que tu me refuses, car j′ai mille choses à faire ce soir et je me trouverai moi-même pris au piège et bien ennuyé si contre toute attente tu me réponds que tu n′iras pas. Mais mes occupations, mes plaisirs, ne sont pas tout, je dois penser à toi. Il peut venir un jour où me voyant à jamais détaché de toi tu auras le droit de me reprocher de ne pas t′avoir avertie dans les minutes décisives où je sentais que j′allais porter sur toi un de ces jugements sévères auxquels l′amour ne résiste pas longtemps. Vois-tu, «Une nuit de Cléopâtre» (quel titre!) n′est rien dans la circonstance. Ce qu′il faut savoir c′est si vraiment tu es cet être qui est au dernier rang de l′esprit, et même du charme, l′être méprisable qui n′est pas capable de renoncer à un plaisir. Alors, si tu es cela, comment pourrait-on t′aimer, car tu n′es même pas une personne, une créature définie, imparfaite, mais du moins perfectible? Tu es une eau informe qui coule selon la pente qu′on lui offre, un poisson sans mémoire et sans réflexion qui tant qu′il vivra dans son aquarium se heurtera cent fois par jour contre le vitrage qu′il continuera à prendre pour de l′eau. Comprends-tu que ta réponse, je ne dis pas aura pour effet que je cesserai de t′aimer immédiatement, bien entendu, mais te rendra moins séduisante à mes yeux quand je comprendrai que tu n′es pas une personne, que tu es au-dessous de toutes les choses et ne sais te placer au-dessus d′aucune? Évidemment j′aurais mieux aimé te demander comme une chose sans importance, de renoncer à «Une nuit de Cléopâtre» (puisque tu m′obliges à me souiller les lèvres de ce nom abject) dans l′espoir que tu irais cependant. Mais, décidé à tenir un tel compte, à tirer de telles conséquences de ta réponse, j′ai trouvé plus loyal de t′en prévenir.»
-Te juro «le decía unos momentos antes de que se marchara al teatro. que aunque te estoy pidiendo que no salgas, mi deseo, si yo fuera egoísta, sería que me lo negaras, porque esta noche tengo mil cosas que hacer y me cogería los dedos con la puerta si, en contra de todo lo que espero, me dijeras que no ibas. Pero mis quehaceres y mis gustos no son todo, y también tengo que pensar en ti. Puede llegar un día en que tengas derecho a censurarme, al ver que me despego de ti por no haberte avisado en esos momentos decisivos en que he formado de ti unos juicios tan severos que ningún amor los sobrevive mucho tiempo. ¿Tú ves? Una noche de Cleopatra (¡qué título!) no tiene nada que ver con nuestro asunto. Lo que hay que aclarar es si tú eres uno de esos seres de la última categoría del espíritu y hasta de la belleza, de esos miserables que no saben renunciar a un placer. Y si así fuera, ¿cómo va a ser posible amarte si ni siquiera eres una persona, una criatura definida, imperfecta, pero, por lo menos, perfectible? Eres un agua informe que corre según sea el declive que se le ofrece, un pez sin memoria y sin reflexión; mientras que viva en su pecera, se tropezará cien veces al día con el cristal creyéndose que es el agua. ¿No comprendes que tu respuesta, aunque no de por resultado que yo te deje de querer inmediatamente, eso, desde luego, te hará perder, a mis ojos muchos de tus atractivos, al ver que no eres una persona que estás por debajo de todas las cosas y no sabes hacerte superior a ninguna? Hubiera preferido pedirte que no fueras a «Una noche de Cleopatra» (no tengo más remedio que ensuciarme los labios con ese nombre abyecto), como una cosa sin importancia, convencido, sin embargo, de que ibas a ir. Pero ya que me he echado estas cuentas, y he sacados esas consecuencias de tu respuesta, me parece lo más honrado avisarte..
Odette depuis un moment donnait des signes d′émotion et d′incertitude. A défaut du sens de ce discours, elle comprenait qu′il pouvait rentrer dans le genre commun des «la», et scènes de reproches ou de supplications dont l′habitude qu′elle avait des hommes lui permettait sans s′attacher aux détails des mots, de conclure qu′ils ne les prononceraient pas s′ils n′étaient pas amoureux, que du moment qu′ils étaient amoureux, il était inutile de leur obéir, qu′ils ne le seraient que plus après. Aussi aurait-elle écouté Swann avec le plus grand calme si elle n′avait vu que l′heure passait et que pour peu qu′il parlât encore quelque temps, elle allait, comme elle le lui dit avec un sourire tendre, obstiné et confus, «finir par manquer l′Ouverture!»
Hacía un momento que Odette daba señales de emoción y de incertidumbre. Ya que no la significación de ese discurso comprendía, al menos, que podía calificársele en el género corriente de los laius, y escenas de reproches y súplicas, y la experiencia que tenía de los hombres le permitía deducir, sin fijarse mucho en el detalle de las palabras, que no las dirían si no estuvieran enamorados, y que desde el momento que estaban enamorados no había por qué obedecerlos, y aun sentirían más amor después. Y habría escuchado a Swann con gran calma de no haber visto que se pasaba la hora, y que por poco que siguiera hablando, iba, como se lo dijo con sonrisa cariñosa, testaruda y confusa, «a acabar por perder la obertura.
D′autres fois il lui disait que ce qui plus que tout ferait qu′il cesserait de l′aimer, c′est qu′elle ne voulût pas renoncer à mentir. «Même au simple point de vue de la coquetterie, lui disait-il, ne comprends-tu donc pas combien tu perds de ta séduction en t′abaissant à mentir? Par un aveu! combien de fautes tu pourrais racheter! Vraiment tu es bien moins intelligente que je ne croyais!» Mais c′est en vain que Swann lui exposait ainsi toutes les raisons qu′elle avait de ne pas mentir; elles auraient pu ruiner chez Odette un système général du mensonge; mais Odette n′en possédait pas; elle se contentait seulement, dans chaque cas où elle voulait que Swann ignorât quelque chose qu′elle avait fait, de ne pas le lui dire. Ainsi le mensonge était pour elle un expédient d′ordre particulier; et ce qui seul pouvait décider si elle devait s′en servir ou avouer la vérité, c′était une raison d′ordre particulier aussi, la chance plus ou moins grande qu′il y avait pour que Swann pût découvrir qu′elle n′avait pas dit la vérité.
Otras veces, Swann le decía que el motivo principal para que dejara de quererla sería su obstinación en no renunciar a mentir. Hasta mirándolo por el lado de la coquetería, ¿no comprendes lo que pierdes de tus atractivos, rebajándote a mentir así? ¡Cuántas faltas te serían perdonadas por una confesión! Realmente, eres menos lista de lo que yo me figuraba.. Pero era inútil que Swann le expusiera todas las razones que había para que no mintiera; esas razones quizá habrían dado al traste con un sistema general de la mentira; pero Odette no poseía tal sistema y se limitaba, en cada caso particular en que deseaba que Swann no supiera una cosa, a ocultársela. Así que, para ella, el embuste era un expediente de orden particular; y lo único que la decidía a mentir o no, era también una razón de orden particular, la probabilidad, más o menos grande, de que Swann descubriera que no había dicho la verdad.
Physiquement, elle traversait une mauvaise phase: elle épaississait; et le charme expressif et dolent, les regards étonnés et rêveurs qu′elle avait autrefois semblaient avoir disparu avec sa première jeunesse. De sorte qu′elle était devenue si chère à Swann au moment pour ainsi dire où il la trouvait précisément bien moins jolie. Il la regardait longuement pour tâcher de ressaisir le charme qu′il lui avait connu, et ne le retrouvait pas. Mais savoir que sous cette chrysalide nouvelle, c′était toujours Odette qui vivait, toujours la même volonté fugace, insaisissable et sournoise, suffisait à Swann pour qu′il continuât de mettre la même passion à chercher à la capter. Puis il regardait des photographies d′il y avait deux ans, il se rappelait comme elle avait été délicieuse. Et cela le consolait un peu de se donner tant de mal pour elle.
Físicamente, estaba atravesando una mala fase; engordaba, y el encanto doliente y expresivo, y las miradas de asombro y de ensueño de antes, se iban, al parecer, con su primera juventud. De modo que había llegado a ser tan preciosa para Swann, precisamente en el momento en que menos bonita le parecía. La miraba mucho, para ver si podía captar aquella seducción que él le conocía, y que no encontraba ya. Pero al saber que, bajo aquella nueva crisálida, seguía viviendo Odette, seguía latiendo la misma voluntad fugaz, inaprensible y solapada, era bastante para que Swann continuara poniendo el mismo ardor en la tarea de apoderarse de ella. Miraba fotografías de hacía dos años, y se acordaba de lo deliciosa que estaba entonces. Y eso lo consolaba un poco de lo que padecía por ella.
Quand les Verdurin l′emmenaient à Saint-Germain, à Chatou, à Meulan, souvent, si c′était dans la belle saison, ils proposaient, sur place, de rester à coucher et de ne revenir que le lendemain. Mme Verdurin cherchait à apaiser les scrupules du pianiste dont la tante était restée à Paris.
Cuando los Verdurin la llevaban a Saint-Germain, a Chatou, a Meulan, muchas veces, si hacía buen tiempo, proponían que se quedaran todos a dormir allí, para volver al otro día. La señora de Verdurin procuraba aplacar los escrúpulos del pianista, que se había dejado a su tía en París.
—Elle sera enchantée d′être débarrassée de vous pour un jour. Et comment s′inquiéterait-elle, elle vous sait avec nous? d′ailleurs je prends tout sous mon bonnet.
No, si se alegrará mucho de pasar un día sin verlo. ¿Cómo se va a alarmar si sabe que está usted con nosotros? Además, yo cargo con la responsabilidad
Mais si elle n′y réussissait pas, M. Verdurin partait en campagne, trouvait un bureau de télégraphe ou un messager et s′informait de ceux des fidèles qui avaient quelqu′un à faire prévenir. Mais Odette le remerciait et disait qu′elle n′avait de dépêche à faire pour personne, car elle avait dit à Swann une fois pour toutes qu′en lui en envoyant une aux yeux de tous, elle se compromettrait. Parfois c′était pour plusieurs jours qu′elle s′absentait, les Verdurin l′emmenaient voir les tombeaux de Dreux, ou à Compiègne admirer, sur le conseil du peintre, des couchers de soleil en forêt et on poussait jusqu′au château de Pierrefonds.
Pero si no lo lograba, el señor Verdurin se marchaba por, aquellos campos en busca de una oficina de telégrafos o de un chico de recados, después de preguntar quiénes eran los fieles que tenían que avisar a sus casas. Odette le daba las gracias, y le decía que no tenía que telegrafiar a nadie, porque ya tenía dicho a Swann, de una vez para siempre, que telegrafiándole así, a la vista de todos, se comprometía. A veces, la ausencia duraba varios días, y los Verdurin la llevaban a ver los sepulcros de Dreux, o a Compiègne, a admirar, por consejo del pintor, las puestas del sol en el bosque, y se alargaban hasta el castillo de Pierrefonds.
—«Penser qu′elle pourrait visiter de vrais monuments avec moi qui ai étudié l′architecture pendant dix ans et qui suis tout le temps supplié de mener à Beauvais ou à Saint-Loup-de-Naud des gens de la plus haute valeur et ne le ferais que pour elle, et qu′à la place elle va avec les dernières des brutes s′extasier successivement devant les déjections de Louis-Philippe et devant celles de Viollet-le-Duc! Il me semble qu′il n′y a pas besoin d′être artiste pour cela et que, même sans flair particulièrement fin, on ne choisit pas d′aller villégiaturer dans des latrines pour être plus à portée de respirer des excréments.»
¡Pensar que podría visitar monumentos de verdad conmigo que me he pasado diez años estudiando arquitectura, y que recibo a cada momento súplicas para acompañar, en una visita a Beauvais o a Saint- Loup-de-Naud, a, personas de primer orden, sin hacer el menor caso, y que en cambio iría por ella con mucho gusto! ¡Y se va con animales de lo peor, a extasiarse sucesivamente ante las deyecciones de Luis Felipe y de Viollet le Duc! Para eso no hay que ser artista, y no se requiere un olfato especial para no ir a veranear en esas letrinas, como no sea por ganas de oler excrementos..
Mais quand elle était partie pour Dreux ou pour Pierrefonds,—hélas, sans lui permettre d′y aller, comme par hasard, de son côté, car «cela ferait un effet déplorable», disait-elle,—il se plongeait dans le plus enivrant des romans d′amour, l′indicateur des chemins de fer, qui lui apprenait les moyens de la rejoindre, l′après-midi, le soir, ce matin même! Le moyen? presque davantage: l′autorisation. Car enfin l′indicateur et les trains eux-mêmes n′étaient pas faits pour des chiens. Si on faisait savoir au public, par voie d′imprimés, qu′à huit heures du matin partait un train qui arrivait à Pierrefonds à dix heures, c′est donc qu′aller à Pierrefonds était un acte licite, pour lequel la permission d′Odette était superflue; et c′était aussi un acte qui pouvait avoir un tout autre motif que le désir de rencontrer Odette, puisque des gens qui ne la connaissaient pas l′accomplissaient chaque jour, en assez grand nombre pour que cela valût la peine de faire chauffer des locomotives.
Pero cuando Odette se marchaba a Dreux o a Pierrefonds «sin permitirle que él fuera por otro lado, porque eso haría muy mal efecto., según decía Odette, hundíase Swann en la más embriagadora novela de amores, la guía de ferrocarriles, que le enseñaba los medios de que disponía para correr a su lado, por la tarde, por la noche, hasta aquella misma mañana, y de la que sacaba algo más que los medios disponibles para ir hasta Odette: la autorización de hacerlo. Porque, al fin y al cabo, ni la guía ni los trenes se habían hecho para los perros. Si se ponía en conocimiento del público por medio de impresos que a las ocho salía un tren que llegaba a Pierrefonds a las diez, es porque el acto de ir a Pierrefonds era perfectamente lícito, y no requería el permiso de Odette; y era también un acto que podía tener otro objeto distinto del deseo de encontrar a Odette, puesto que muchas gentes, que no conocían a Odette, lo hacían a diario, y en número bastante para que valiera la pena encender las calderas de la máquina.
En somme elle ne pouvait tout de même pas l′empêcher d′aller à Pierrefonds s′il en avait envie! Or, justement, il sentait qu′il en avait envie, et que s′il n′avait pas connu Odette, certainement il y serait allé. Il y avait longtemps qu′il voulait se faire une idée plus précise des travaux de restauration de Viollet-le-Duc. Et par le temps qu′il faisait, il éprouvait l′impérieux désir d′une promenade dans la forêt de Compiègne.
De modo que, en fin de cuentas, si a él le daba la gana de ir a Pierrefonds, no iba a ser Odette quien se lo impidiera. Y, justamente, aquel día tenía ganas de ir, y habría ido de seguro, aunque Odette no existiera. Hacía mucho tiempo que deseaba formarse una idea concreta de los trabajos de restauración de Viollet le Duc. Y con aquel tiempo tan hermoso, sentía un imperioso deseo de pasearse por el bosque de Compiègne
Ce n′était vraiment pas de chance qu′elle lui défendît le seul endroit qui le tentait aujourd′hui. Aujourd′hui! S′il y allait, malgré son interdiction, il pourrait la voir aujourd′hui même! Mais, alors que, si elle eût retrouvé à Pierrefonds quelque indifférent, elle lui eût dit joyeusement: «Tiens, vous ici!», et lui aurait demandé d′aller la voir à l′hôtel où elle était descendue avec les Verdurin, au contraire si elle l′y rencontrait, lui, Swann, elle serait froissée, elle se dirait qu′elle était suivie, elle l′aimerait moins, peut-être se détournerait-elle avec colère en l′apercevant. «Alors, je n′ai plus le droit de voyager!», lui dirait-elle au retour, tandis qu′en somme c′était lui qui n′avait plus le droit de voyager!
Y era tener mala suerte el que Odette le hubiera vedado precisamente el sitio que lo tentaba hoy. ¡Hoy! Si se decidía a ir, a pesar de su prohibición, la vería hoy mismo. Pero mientras que si se hubiera encontrado en Pierrefonds con una persona indiferente, Odette le habría dicho alegremente: -¡Ah, conque usted por aquí!, invitándolo a ir a verla al hotel en donde se alojaba con los Verdurin; en cambio, si lo veía a él, a Swann, se molestaría, creyendo que la había seguido, lo querría menos, quién sabe si no volvería la cabeza al verlo. De modo que ni viajar puedo., le diría a la vuelta, cuando, en realidad, él era el que ni siquiera podía viajar.
Il avait eu un moment l′idée, pour pouvoir aller à Compiègne et à Pierrefonds sans avoir l′air que ce fût pour rencontrer Odette, de s′y faire emmener par un de ses amis, le marquis de Forestelle, qui avait un château dans le voisinage. Celui-ci, à qui il avait fait part de son projet sans lui en dire le motif, ne se sentait pas de joie et s′émerveillait que Swann, pour la première fois depuis quinze ans, consentît enfin à venir voir sa propriété et, quoiqu′il ne voulait pas s′y arrêter, lui avait-il dit, lui promît du moins de faire ensemble des promenades et des excursions pendant plusieurs jours. Swann s′imaginait déjà là-bas avec M. de Forestelle. Même avant d′y voir Odette, même s′il ne réussissait pas à l′y voir, quel bonheur il aurait à mettre le pied sur cette terre où ne sachant pas l′endroit exact, à tel moment, de sa présence, il sentirait palpiter partout la possibilité de sa brusque apparition: dans la cour du château, devenu beau pour lui parce que c′était à cause d′elle qu′il était allé le voir; dans toutes les rues de la ville, qui lui semblait romanesque; sur chaque route de la forêt, rosée par un couchant profond et tendre;—asiles innombrables et alternatifs, où venait simultanément se réfugier, dans l′incertaine ubiquité de ses espérances, son cœur heureux, vagabond et multiplié.
Para poder ir a Compiègne y a Pierrefonds, sin que pareciera que iba en busca de Odette, se le ocurrió por un momento hacer que lo llevara un amigo suyo que tenía un castillo allí cerca, el marqués de Forestelle. Se lo dijo, sin contarle el motivo, y el amigo no cabía en su pellejo de alegría, porque al cabo de quince años había Swann consentido, por fin, en ir a su posesión; y aunque le dijo Swann no quería detenerse mucho, por lo menos le prometió que harían excursiones y darían paseos juntos durante unos días. Swann ya se veía allí con su amigo. Y antes de ver a Odette, hasta si no lograba verla, con sólo pisar aquella tierra lo inundaría una gran felicidad, porque, aunque no supiera, en un momento dado, cuál era el lugar exacto que disfrutaba de la presencia de Odette, sin embargo, sentiría palpitar en torno la posibilidad de su súbita aparición: en el patio del castillo, que ahora se le representaba hermoseado porque iría a verlo a causa de Odette; en todas las calles del pueblo, que se le aparecían llenas de poesía; en todos los senderos del bosque, bañado por la luz profunda y tierna del Poniente «asilos innumerables y alternativos donde iba a refugiarse simultáneamente, en la indecisa ubicuidad de sus esperanzas, el corazón de Swann, vagabundo, dichoso y múltiple.
«Surtout, dirait-il à M. de Forestelle, prenons garde de ne pas tomber sur Odette et les Verdurin; je viens d′apprendre qu′ils sont justement aujourd′hui à Pierrefonds. On a assez le temps de se voir à Paris, ce ne serait pas la peine de le quitter pour ne pas pouvoir faire un pas les uns sans les autres.» Et son ami ne comprendrait pas pourquoi une fois là-bas il changerait vingt fois de projets, inspecterait les salles à manger de tous les hôtels de Compiègne sans se décider à s′asseoir dans aucune de celles où pourtant on n′avait pas vu trace de Verdurin, ayant l′air de rechercher ce qu′il disait vouloir fuir et du reste le fuyant dès qu′il l′aurait trouvé, car s′il avait rencontré le petit groupe, il s′en serait écarté avec affectation, content d′avoir vu Odette et qu′elle l′eût vu, surtout qu′elle l′eût vu ne se souciant pas d′elle. Mais non, elle devinerait bien que c′était pour elle qu′il était là. Et quand M. de Forestelle venait le chercher pour partir, il lui disait:
Sobre todo «diría a su amigo Forestelle. hay que tener cuidado en no tropezarnos con Odette y con los Verdurin; me acaban de decir que hoy precisamente están en Pierrefonds. Ya sobra tiempo para verlos en París, y parece que no podemos dar un paso los unos sin los otros. Y su amigo no comprendería por qué cambiaba Swann veinte veces de proyectos, por qué recorría todos los comedores de los hoteles de Compiègne sin decidirse a quedarse en ninguno, aunque los Verdurin no asomaban por ninguna parte, como buscando aquello de que decía huir; y, en realidad, para huirles en cuanto los encontrara, porque si hubiera dado con el grupito de seguro se habría ido ostensiblemente por otro lado, satisfecho de haber visto a Odette y de que ella lo hubiera visto, sobre todo de que hubiera visto de que no le hacía caso. Pero ya adivinaría que había ido allí detrás de ella. Y cuando el marqués de Forestelle iba a buscarlo para que se marcharan, Swann le respondía:
«Hélas! non, je ne peux pas aller aujourd′hui à Pierrefonds, Odette y est justement.» Et Swann était heureux malgré tout de sentir que, si seul de tous les mortels il n′avait pas le droit en ce jour d′aller à Pierrefonds, c′était parce qu′il était en effet pour Odette quelqu′un de différent des autres, son amant, et que cette restriction apportée pour lui au droit universel de libre circulation, n′était qu′une des formes de cet esclavage, de cet amour qui lui était si cher.
-No, no puedo ir hoy a Pierrefonds; Odette está allí pasando el día.. Y Swann se daba por feliz, a pesar de todo, al sentir que si entre todos los mortales él era el único que no tenía derecho a ir ese día a Pierrefonds, aquello se debía a que él era para Odette distinto de los demás, su amante, y esa restricción que él sufría del derecho de libre circulación era una forma más de la esclavitud y de ese amor que tanto gozaba.
Décidément il valait mieux ne pas risquer de se brouiller avec elle, patienter, attendre son retour. Il passait ses journées penché sur une carte de la forêt de Compiègne comme si ç′avait été la carte du Tendre, s′entourait de photographies du château de Pierrefonds. Dés que venait le jour où il était possible qu′elle revînt, il rouvrait l′indicateur, calculait quel train elle avait dû prendre, et si elle s′était attardée, ceux qui lui restaient encore. Il ne sortait pas de peur de manquer une dépêche, ne se couchait pas, pour le cas où, revenue par le dernier train, elle aurait voulu lui faire la surprise de venir le voir au milieu de la nuit. Justement il entendait sonner à la porte cochère, il lui semblait qu′on tardait à ouvrir, il voulait éveiller le concierge, se mettait à la fenêtre pour appeler Odette si c′était elle, car malgré les recommandations qu′il était descendu faire plus de dix fois lui-même, on était capable de lui dire qu′il n′était pas là. C′était un domestique qui rentrait. Il remarquait le vol incessant des voitures qui passaient, auquel il n′avait jamais fait attention autrefois. Il écoutait chacune venir au loin, s′approcher, dépasser sa porte sans s′être arrêtée et porter plus loin un message qui n′était pas pour lui. Il attendait toute la nuit, bien inutilement, car les Verdurin ayant avancé leur retour, Odette était à Paris depuis midi; elle n′avait pas eu l′idée de l′en prévenir; ne sachant que faire elle avait été passer sa soirée seule au théâtre et il y avait longtemps qu′elle était rentrée se coucher et dormait.
Realmente, más valía no correr el riesgo de enfadarse con ella, tener paciencia y esperar que volviera. Y pasaba los días inclinado sobre un mapa del bosque de Compiègne, como si fuera el famoso mapa del Cariño, rodeado de fotografías del castillo de Pierrefonds. En cuanto llegaba el día de su posible retorno, volvía a coger la guía, calculaba el tren que debió de tomar, y si perdía ése, los que le quedaban luego. No salía por miedo a que llegara un telegrama mientras estaba fuera de casa, no se acostaba por si acaso Odette volvía tarde y se le ocurría sorprenderlo yendo a visitarlo a medianoche. Precisamente, oía que llamaban a la puerta de la calle, le parecía que tardaban mucho en abrir, iba ya a despertar al portero, se asomaba a la ventana para llamar a Odette, si es que era ella, porque tenía miedo, a pesar de que había bajado diez veces en persona a decirlo, que le contestaran que no estaba el señor en casa. Resultaba ser un criado que llegaba a acostarse. Se fijaba en el incesante rodar de los coches que pasaban, y que antes no le llamaban la atención. Los oía a lo lejos, sentía cómo se iban acercando, cómo pasaban luego delante de la puerta, portadores de un mensaje sin pararse por parte y no era para él. Y esperaba toda la noche iba a otra e inútilmente, porque los Verdurin habían adelantado su viaje y Odette estaba en París desde el mediodía; no se le había ocurrido avisar a Swann, sin saber qué hacer se había ido ella sola a un teatro, se había vuelto a casa temprano y ahora estaba durmiendo.
C′est qu′elle n′avait même pas pensé à lui. Et de tels moments où elle oubliait jusqu′à l′existence de Swann étaient plus utiles à Odette, servaient mieux à lui attacher Swann, que toute sa coquetterie. Car ainsi Swann vivait dans cette agitation douloureuse qui avait déjà été assez puissante pour faire éclore son amour le soir où il n′avait pas trouvé Odette chez les Verdurin et l′avait cherchée toute la soirée. Et il n′avait pas, comme j′eus à Combray dans mon enfance, des journées heureuses pendant lesquelles s′oublient les souffrances qui renaîtront le soir. Les journées, Swann les passait sans Odette; et par moments il se disait que laisser une aussi jolie femme sortir ainsi seule dans Paris était aussi imprudent que de poser un écrin plein de bijoux au milieu de la rue. Alors il s′indignait contre tous les passants comme contre autant de voleurs. Mais leur visage collectif et informe échappant à son imagination ne nourrissait pas sa jalousie. Il fatiguait la pensée de Swann, lequel, se passant la main sur les yeux, s′écriait: «À la grâce de Dieu», comme ceux qui après s′être acharnés à étreindre le problème de la réalité du monde extérieur ou de l′immortalité de l′âme accordent la détente d′un acte de foi à leur cerveau lassé. Mais toujours la pensée de l′absente était indissolublement mêlée aux actes les plus simples de la vie de Swann,—déjeuner, recevoir son courrier, sortir, se coucher,—par la tristesse même qu′il avait à les accomplir sans elle, comme ces initiales de Philibert le Beau que dans l′église de Brou, à cause du regret qu′elle avait de lui, Marguerite d′Autriche entrelaça partout aux siennes. Certains jours, au lieu de rester chez lui, il allait prendre son déjeuner dans un restaurant assez voisin dont il avait apprécié autrefois la bonne cuisine et où maintenant il n′allait plus que pour une de ces raisons, à la fois mystiques et saugrenues, qu′on appelle romanesques; c′est que ce restaurant (lequel existe encore) portait le même nom que la rue habitée par Odette: Lapérouse. Quelquefois, quand elle avait fait un court déplacement ce n′est qu′après plusieurs jours qu′elle songeait à lui faire savoir qu′elle était revenue à Paris. Et elle lui disait tout simplement, sans plus prendre comme autrefois la précaution de se couvrir à tout hasard d′un petit morceau emprunté à la vérité, qu′elle venait d′y rentrer à l′instant même par le train du matin.
Y es que ni siquiera se había acordado de Swann. Y esos momentos, en que se olvidaba hasta de la existencia de su querido, hacían más servicio a Odette, y eran de mayor eficacia para asegurarle el amor de Swann, que todas las artes de su coquetería. Porque así, Swann vivía en esa dolorosa excitación que tuvo fuerza bastante para hacer estallar su amor aquella noche que no encontró a Odette en casa de los Verdurin y se pasó horas buscándola. Y Swann no pasaba días felices, como yo en Combray, durante los cuales se olvidan las penas que revivirán a la noche. Swann no veía a Odette de día, y a ratos pensaba que dejar a una mujer tan bonita salir tan sola por París era imprudente demencia, como colocar un estuche repleto de alhajas en medio del arroyo. Entonces las gentes que andaban por las calles, como si indignaban todas las fueran ladrones. Pero como su rostro colectivo e informe escapaba a las garras de su imaginación, no servía para alimentar sus celos. Y cansaba el cerebro a Swann, que pasándose la mano por los ojos, exclamaba: «¡Sea lo que Dios quiera!., al modo de esas personas que, después de encarnizarse en abarcar el problema de la realidad del mundo exterior o de la inmortalidad del alma, conceden a su fatigado cerebro el respiro de un acto de fe. Pero el recuerdo de la ausente estaba siempre indisolublemente unido hasta a los actos más fútiles de la vida de Swann «almorzar, recibir sus cartas, salir, acostarse., precisamente por el lazo de la tristeza que sentía al tener que ejecutarlos sin Odette, lo mismo que esas iniciales de Filiberto el Hermoso, que Margarita de Austria, para expresar su melancolía mandó entretejer con las iniciales suyas en todos los rincones de la iglesia de Brou. Muchos días, en lugar de comer en casa, se iba a almorzar a un restaurante de allí cerca, que antes apreciaba mucho por su buena cocina, y al que ahora iba únicamente por una de esas razones, místicas y ridículas a la vez, que suelen denominarse románticas; y era que ese restaurante (que aun existe) se llamaba lo mismo que la calle donde vivía Odette: Laperousse. Algunas veces, cuando hacía una excursión corta, no se preocupaba de comunicarle que había vuelto a París hasta unos días después. Y decía sencillamente, sin la precaución de resguardarse, por si acaso, tras un trocito de verdad, que acababa de llegar en el tren de aquella mañana.
Ces paroles étaient mensongères; du moins pour Odette elles étaient mensongères, inconsistantes, n′ayant pas, comme si elles avaient été vraies, un point d′appui dans le souvenir de son arrivée à la gare; même elle était empêchée de se les représenter au moment où elle les prononçait, par l′image contradictoire de ce qu′elle avait fait de tout différent au moment où elle prétendait être descendue du train. Mais dans l′esprit de Swann au contraire ces paroles qui ne rencontraient aucun obstacle venaient s′incruster et prendre l′inamovibilité d′une vérité si indubitable que si un ami lui disait être venu par ce train et ne pas avoir vu Odette il était persuadé que c′était l′ami qui se trompait de jour ou d′heure puisque son dire ne se conciliait pas avec les paroles d′Odette. Celles-ci ne lui eussent paru mensongères que s′il s′était d′abord défié qu′elles le fussent. Pour qu′il crût qu′elle mentait, un soupçon préalable était une condition nécessaire. C′était d′ailleurs aussi une condition suffisante. Alors tout ce que disait Odette lui paraissait suspect. L′entendait-il citer un nom, c′était certainement celui d′un de ses amants; une fois cette supposition forgée, il passait des semaines à se désoler; il s′aboucha même une fois avec une agence de renseignements pour savoir l′adresse, l′emploi du temps de l′inconnu qui ne le laisserait respirer que quand il serait parti en voyage, et dont il finit par apprendre que c′était un oncle d′Odette mort depuis vingt ans.
Las palabras aquellas no eran verdad; al menos, para Odette eran embustes sin consistencia, sin punto de apoyo, como lo habrían tenido a ser verdaderas, en el recuerdo de su llegada a la estación; hasta era incapaz de representárselas en el momento de pronunciarlas, porque lo impedía la imagen contradictoria de la cosa enteramente distinta que estuvo haciendo en el mismo momento en que ella decía que estaba bajando del tren. Pero, por el contrario, en el ánimo de Swann se incrustaban aquellas palabras sin, encontrar obstáculo alguno y adquirían la inmovilidad de una verdad tan indudable, que si un amigo le decía que él llegó también en ese tren y que no había visto a Odette, se quedaba Swann tan convencido de que su amigo se equivocaba de día o de hora, porque sus palabras no coincidían con las de Odette. Éstas sólo le habrían parecido falsas en el caso de haber desconfiado anticipadamente de que eran verdad. Para que Swann creyera que su querida mentía, se requería como condición necesaria la sospecha previa. Entonces, todo lo que decía Odette le parecía sospechoso. Si le oía citar un nombre, es que era seguramente el de uno de sus amantes; y, forjada esta suposición, pasaba semanas enteras desesperado, y una vez hasta anduvo en tratos con una agencia policíaca para enterarse de las señas, idas y venidas de aquel desconocido que no la dejaría vivir hasta que se marchara de París, y que resultó ser un tío de Odette, que hacía más de veinte años que había muerto.
Bien qu′elle ne lui permît pas en général de la rejoindre dans des lieux publics disant que cela ferait jaser, il arrivait que dans une soirée où il était invité comme elle,—chez Forcheville, chez le peintre, ou à un bal de charité dans un ministère,—il se trouvât en même temps qu′elle. Il la voyait mais n′osait pas rester de peur de l′irriter en ayant l′air d′épier les plaisirs qu′elle prenait avec d′autres et qui—tandis qu′il rentrait solitaire, qu′il allait se coucher anxieux comme je devais l′être moi-même quelques années plus tard les soirs où il viendrait dîner à la maison, à Combray—lui semblaient illimités parce qu′il n′en avait pas vu la fin. Et une fois ou deux il connut par de tels soirs de ces joies qu′on serait tenté, si elles ne subissaient avec tant de violence le choc en retour de l′inquiétude brusquement arrêtée, d′appeler des joies calmes, parce qu′elles consistent en un apaisement: il était allé passer un instant à un raout chez le peintre et s′apprêtait à le quitter; il y laissait Odette muée en une brillante étrangère, au milieu d′hommes à qui ses regards et sa gaieté qui n′étaient pas pour lui, semblaient parler de quelque volupté, qui serait goûtée là ou ailleurs (peut-être au «Bal des Incohérents» où il tremblait qu′elle n′allât ensuite) et qui causait à Swann plus de jalousie que l′union charnelle même parce qu′il l′imaginait plus difficilement; il était déjà prêt à passer la porte de l′atelier quand il s′entendait rappeler par ces mots (qui en retranchant de la fête cette fin qui l′épouvantait, la lui rendaient rétrospectivement innocente, faisaient du retour d′Odette une chose non plus inconcevable et terrible, mais douce et connue et qui tiendrait à côté de lui, pareille à un peu de sa vie de tous les jours, dans sa voiture, et dépouillait Odette elle-même de son apparence trop brillante et gaie, montraient que ce n′était qu′un déguisement qu′elle avait revêtu un moment, pour lui-même, non en vue de mystérieux plaisirs, et duquel elle était déjà lasse), par ces mots qu′Odette lui jetait, comme il était déjà sur le seuil: «Vous ne voudriez pas m′attendre cinq minutes, je vais partir, nous reviendrions ensemble, vous me ramèneriez chez moi.»
Aunque Odette no le permitía que fuera a buscarla a sitios públicos, porque decía que eso daría que hablar, ocurría que, a veces, se encontraban en una reunión adonde estaban invitados los dos, en casa de Forcheville, en casa del pintor o en un baile benéfico dado en algún Ministerio. La veía, pero no se atrevía a quedarse, por miedo a irritarla y a que se creyera que estaba espiando los placeres que disfrutaba al lado de otras personas, placeres que «mientras que volvía él sola e iba a acostarse con la misma ansiedad que yo sentiría años después en Combray, cuando él estaba invitado a cenar en casa. se le figuraban ilimitados porque no los había visto acabar. Y una o dos veces le fue dado conocer en aquellas noches alegrías que nos sentiríamos llamados a calificar, a no ser por el choque que causa el brusco cese de la inquietud, de alegrías tranquilas, porque se fundan en gran sosiego; había pasado un momento en una reunión en casa del pintor, y ya se disponía a marcharse; allí se dejaba a Odette, convertida en una brillante desconocida, en medio de hombres a quien Odette parecía que hablaba, con miradas y alegrías que no eran para él, para Swann, de otra voluptuosidad que habrían de saborear luego allí o en otra parte (acaso en el baile de los Incoherentes, donde temía él que fuera su querida), y que daba a Swann aún más celos que la unión carnal, porque se la imaginaba más difícilmente; ya estaba en la puerta del estudio, cuando oyó que lo llamaban unas palabras (que al despojar a la fiesta de aquel final que lo espantaba, la revestían de retrospectiva inocencia; palabras que convertían la vuelta de Odette a su casa, no en cosa inconcebible y aterradora, sino grata y sabida, que cabría junto a él, como un detalle de su vida diaria, allí en el coche, palabras que quitaban a Odette su apariencia harto brillante y alegre, indicando que no era más que momentáneo disfraz que se puso un instante sin pensar en misteriosos placeres, y del que ya estaba cansada); unas palabras que le lanzó Odette cuando llegaba él ya a la misma puerta: -¿No quiere usted esperarme cinco minutos? -Voy a marcharme, podemos salir juntos y me dejará usted en casa
Il est vrai qu′un jour Forcheville avait demandé à être ramené en même temps, mais comme, arrivé devant la porte d′Odette il avait sollicité la permission d′entrer aussi, Odette lui avait répondu en montrant Swann: «Ah! cela dépend de ce monsieur-là, demandez-lui. Enfin, entrez un moment si vous voulez, mais pas longtemps parce que je vous préviens qu′il aime causer tranquillement avec moi, et qu′il n′aime pas beaucoup qu′il y ait des visites quand il vient. Ah! si vous connaissiez cet être-là autant que je le connais; n′est-ce pas, my love, il n′y a que moi qui vous connaisse bien?»
Es cierto que un día Forcheville quiso volver con ellos, y como al llegar a casa de Odette cuando pidiera permiso para entrar él también, Odette le contestó señalando a Swann: -¡Ah, lo que este señor diga, pregúnteselo usted! Vamos, entre usted un momento si quiere, pero no mucho, porque le prevengo que le gusta hablar muy despacio conmigo, y no le agradan las visitas cuando está en casa. ¡Ah!, si usted conociera a este hombre como lo conozco yo..., ¿verdad, my love, que nadie lo conoce a usted como yo?..
Et Swann était peut-être encore plus touché de la voir ainsi lui adresser en présence de Forcheville, non seulement ces paroles de tendresse, de prédilection, mais encore certaines critiques comme: «Je suis sûre que vous n′avez pas encore répondu à vos amis pour votre dîner de dimanche. N′y allez pas si vous ne voulez pas, mais soyez au moins poli», ou: «Avez-vous laissé seulement ici votre essai sur Ver Meer pour pouvoir l′avancer un peu demain? Quel paresseux! Je vous ferai travailler, moi!» qui prouvaient qu′Odette se tenait au courant de ses invitations dans le monde et de ses études d′art, qu′ils avaient bien une vie à eux deux. Et en disant cela elle lui adressait un sourire au fond duquel il la sentait toute à lui.
Y a Swann aun le conmovió más el ver que le dirigía delante de Forcheville, no sólo esas palabras cariñosas y de predilección, sino también algunas críticas, como: «Estoy segura de que todavía no ha contestado usted nada a sus amigos respecto a la cena del domingo. No vaya, si no quiere; pero, por lo menos, cumpla usted; o «¿Se ha dejado usted aquí el ensayo sobre Ver Meer para poder adelantarlo un poco mañana? ¡Qué perezoso! Yo lo haré trabajar, ya lo creo.; con las cuales demostraba que estaba al corriente de sus invitaciones y de sus estudios de arte, que los dos tenían una vida suya aparte. Y al decir esas cosas, le lanzaba una sonrisa, allá en cuyo fondo veía él que Odette era suya, enteramente suya.
Alors à ces moments-là, pendant qu′elle leur faisait de l′orangeade, tout d′un coup, comme quand un réflecteur mal réglé d′abord promène autour d′un objet, sur la muraille, de grandes ombres fantastiques qui viennent ensuite se replier et s′anéantir en lui, toutes les idées terribles et mouvantes qu′il se faisait d′Odette s′évanouissaient, rejoignaient le corps charmant que Swann avait devant lui. Il avait le brusque soupçon que cette heure passée chez Odette, sous la lampe, n′était peut-être pas une heure factice, à son usage à lui (destinée à masquer cette chose effrayante et délicieuse à laquelle il pensait sans cesse sans pouvoir bien se la représenter, une heure de la vraie vie d′Odette, de la vie d′Odette quand lui n′était pas là), avec des accessoires de théâtre et des fruits de carton, mais était peut-être une heure pour de bon de la vie d′Odette, que s′il n′avait pas été là elle eût avancé à Forcheville le même fauteuil et lui eût versé non un breuvage inconnu, mais précisément cette orangeade; que le monde habité par Odette n′était pas cet autre monde effroyable et surnaturel où il passait son temps à la situer et qui n′existait peut-être que dans son imagination, mais l′univers réel, ne dégageant aucune tristesse spéciale, comprenant cette table où il allait pouvoir écrire et cette boisson à laquelle il lui serait permis de goûter, tous ces objets qu′il contemplait avec autant de curiosité et d′admiration que de gratitude, car si en absorbant ses rêves ils l′en avaient délivré, eux en revanche, s′en étaient enrichis, ils lui en montraient la réalisation palpable, et ils intéressaient son esprit, ils prenaient du relief devant ses regards, en même temps qu′ils tranquillisaient son cœur. Ah! si le destin avait permis qu′il pût n′avoir qu′une seule demeure avec Odette et que chez elle il fût chez lui, si en demandant au domestique ce qu′il y avait à déjeuner c′eût été le menu d′Odette qu′il avait appris en réponse, si quand Odette voulait aller le matin se promener avenue du Bois-de-Boulogne, son devoir de bon mari l′avait obligé, n′eût-il pas envie de sortir, à l′accompagner, portant son manteau quand elle avait trop chaud, et le soir après le dîner si elle avait envie de rester chez elle en déshabillé, s′il avait été forcé de rester là près d′elle, à faire ce qu′elle voudrait; alors combien tous les riens de la vie de Swann qui lui semblaient si tristes, au contraire parce qu′ils auraient en même temps fait partie de la vie d′Odette auraient pris, même les plus familiers,—et comme cette lampe, cette orangeade, ce fauteuil qui contenaient tant de rêve, qui matérialisaient tant de désir—une sorte de douceur surabondante et de densité mystérieuse.
Y entonces, en esos momentos, mientras ella le estaba haciendo una naranjada, de pronto, lo mismo que pasa cuando una lámpara mal manejada pasea por alrededor de un objeto, y por las paredes, grandes sombras fantásticas que van luego a replegarse y a aniquilarse dentro de ella, todas las terribles y tornadizas ideas que Odette le había inspirado se desvanecían, se refugiaban en aquel cuerpo encantador que tenía delante. Le asaltaba la repentina sospecha de que esa hora que pasaba en casa de Odette, junto a la lámpara, no era una hora artificial, para uso suyo (destinada a enmascarar esa cosa terrible y deliciosa, en la que pensaba siempre, sin poder imaginársela bien nunca: una hora de la vida de Odette, cuando él no estaba allí), con accesorios de teatro y frutas de cartón, sino que quizá era una hora seria, de verdad en la vida de Odette, y que si él no hubiera estado allí, Odette habría ofrecido el mismo sillón a Forcheville, sirviéndole, no un brebaje desconocido, sino aquella naranjada precisamente; que el mundo donde vivía Odette no era ese orbe espantoso y sobrenatural donde él se entretenía en situarla, y que acaso no existía más que en su imaginación, sino el universo real, que no difundía ninguna melancolía particular, que abarcaba esa mesa donde él podría escribir, y esa bebida que le sería dado paladear; todos esos objetos que contemplaba con tanta curiosidad y admiración como gratitud, porque absorbían sus sueño, liberándole de ellos; pero, en cambio, se enriquecían; al absolverlas con esas soñaciones, se las mostraban realizadas palpablemente, le seducían el alma, tomando relieve delante de sus ojos, y al mismo tiempo le tranquilizaban el corazón. ¡Ah, si el destino hubiera querido que Odette y él no tuvieran más que una sola morada; que Swann, al estar en su casa, estuviera también en la de ella; que al preguntar al criado lo que iban a almorzar, hubiera recibido como respuesta al menu confeccionado por Odette; que si Odette quería ir a dar una vuelta por la mañana a la avenida del Bosque de Boulogne, su deber de buen marido le hubiera obligado, aunque no tuviera él ganas de salir a acompañarla, a cargar con el abrigo de ella si hacía mucho calor, y si por la noche, después de cenar, cuando Odette no sintiera deseo de salir y se quedara en casa, no hubiera tenido él más remedio que estarse con ella y hacer su voluntad! Entonces, todas las futesas de la vida de Swann, tan tristes ahora, cobrarían, por el contrario, al entrar a formar parte de la vida de Odette, y hasta las más familiares, una especie de superabundante dulzura y de misteriosa densidad, como esa lámpara, esa naranjada y ese sillón que encarnaban tantos sueños v contenían tantos deseos.
Pourtant il se doutait bien que ce qu′il regrettait ainsi c′était un calme, une paix qui n′auraient pas été pour son amour une atmosphère favorable. Quand Odette cesserait d′être pour lui une créature toujours absente, regrettée, imaginaire, quand le sentiment qu′il aurait pour elle ne serait plus ce même trouble mystérieux que lui causait la phrase de la sonate, mais de l′affection, de la reconnaissance quand s′établiraient entre eux des rapports normaux qui mettraient fin à sa folie et à sa tristesse, alors sans doute les actes de la vie d′Odette lui paraîtraient peu intéressants en eux-mêmes—comme il avait déjà eu plusieurs fois le soupçon qu′ils étaient, par exemple le jour où il avait lu à travers l′enveloppe la lettre adressée à Forcheville. Considérant son mal avec autant de sagacité que s′il se l′était inoculé pour en faire l′étude, il se disait que, quand il serait guéri, ce que pourrait faire Odette lui serait indifférent. Mais du sein de son état morbide, à vrai dire, il redoutait à l′égal de la mort une telle guérison, qui eût été en effet la mort de tout ce qu′il était actuellement.
Sin embargo, dudaba mucho Swann de que lo que así echaba de menos fuera una paz, una calma que quizá no serían atmósfera muy favorable a su amor. Cuando Odette dejara de ser para él una criatura siempre ausente, deseada, imaginaria: cuando el sentimiento que Odette le inspiraba no fuese ya del mismo linaje de misteriosa inquietud que le cansaba la frase de la sonata, sino afecto y reconocimiento; cuando se crearan entre ellos lazos normales que acabaran con su locura y su tristeza, entonces los actos de la vida de Odette ya le parecerían de escaso interés en sí mismos, como sospechara ya varias veces que en realidad lo eran; por ejemplo, el día que leyó al trasluz la carta a Forcheville. Juzgaba su enfermedad con la misma sagacidad que si se la hubiera inoculado para estudiarla, y se decía que, una vez curado, todos los actos de Odette le serían indiferentes. Y desde el fondo de su mórbido estado, temía, en realidad, tanto como la muerte semejante curación, porque habría sido, en efecto, la muerte de todo lo que él era en ese momento.
Après ces tranquilles soirées, les soupçons de Swann étaient calmés; il bénissait Odette et le lendemain, dès le matin, il faisait envoyer chez elle les plus beaux bijoux, parce que ces bontés de la veille avaient excité ou sa gratitude, ou le désir de les voir se renouveler, ou un paroxysme d′amour qui avait besoin de se dépenser.
Después de aquellas noches de calma, las sospechas de Swann se aplacaban; bendecía a Odette, y, a la mañana siguiente, le mandaba magníficas alhajas, porque sus atenciones de la noche antes habían excitado su gratitud o acaso el deseo de que se repitieran, o bien un paroxismo de amor que tenía necesidad de desahogarse.
Mais, à d′autres moments, sa douleur le reprenait, il s′imaginait qu′Odette était la maîtresse de Forcheville et que quand tous deux l′avaient vu, du fond du landau des Verdurin, au Bois, la veille de la fête de Chatou où il n′avait pas été invité, la prier vainement, avec cet air de désespoir qu′avait remarqué jusqu′à son cocher, de revenir avec lui, puis s′en retourner de son côté, seul et vaincu, elle avait dû avoir pour le désigner à Forcheville et lui dire: «Hein! ce qu′il rage!» les mêmes regards, brillants, malicieux, abaissés et sournois, que le jour où celui-ci avait chassé Saniette de chez les Verdurin.
Pero otros ratos volvía su dolor, se imaginaba que Odette era querida de Forcheville, y que cuando los dos lo vieron aquella noche, en el bosque, desde el fondo del landó de los Verdurin, suplicarle inútilmente, con aquel aire de desesperación que notó hasta su cochero, que volviera con él, para tener luego que irse solo y vencido por otro lado, Odette debió de lanzar a Forcheville, mientras le decía: «Qué rabioso está, ¿eh?., las mismas miradas brillantes, maliciosas, bajas y solapadas que el día en que Forcheville echó a Saniette de casa de los Verdurin.
Alors Swann la détestait. «Mais aussi, je suis trop bête, se disait-il, je paie avec mon argent le plaisir des autres. Elle fera tout de même bien de faire attention et de ne pas trop tirer sur la corde, car je pourrais bien ne plus rien donner du tout. En tous cas, renonçons provisoirement aux gentillesses supplémentaires! Penser que pas plus tard qu′hier, comme elle disait avoir envie d′assister à la saison de Bayreuth, j′ai eu la bêtise de lui proposer de louer un des jolis châteaux du roi de Bavière pour nous deux dans les environs. Et d′ailleurs elle n′a pas paru plus ravie que cela, elle n′a encore dit ni oui ni non; espérons qu′elle refusera, grand Dieu! Entendre du Wagner pendant quinze jours avec elle qui s′en soucie comme un poisson d′une pomme, ce serait gai!» Et sa haine, tout comme son amour, ayant besoin de se manifester et d′agir, il se plaisait à pousser de plus en plus loin ses imaginations mauvaises, parce que, grâce aux perfidies qu′il prêtait à Odette, il la détestait davantage et pourrait si—ce qu′il cherchait à se figurer—elles se trouvaient être vraies, avoir une occasion de la punir et d′assouvir sur elle sa rage grandissante. Il alla ainsi jusqu′à supposer qu′il allait recevoir une lettre d′elle où elle lui demanderait de l′argent pour louer ce château près de Bayreuth, mais en le prévenant qu′il n′y pourrait pas venir, parce qu′elle avait promis à Forcheville et aux Verdurin de les inviter. Ah! comme il eût aimé qu′elle pût avoir cette audace. Quelle joie il aurait à refuser, à rédiger la réponse vengeresse dont il se complaisait à choisir, à énoncer tout haut les termes, comme s′il avait reçu la lettre en réalité.
Y entonces Swann la detestaba. «También soy yo tonto en estar pagando con mi dinero el placer de los demás. Pues que no se fíe y que tenga cuidado en no tirar mucho de la cuerda, porque pudiera darse el caso de que no soltara un céntimo. Por lo pronto, voy a renunciar provisionalmente a los regalos suplementarios. ¡Pensar que ayer mismo, porque me dijo que tenía ganas de ir a la temporada de Bayreuth, cometí la majadería de ofrecerle alquilar uno de los castillos del rey de Baviera para nosotros dos, allí cerca! ¡Y no la ha emocionado mucho, no dijo que sí ni que no, ojalá diga que no: ¡Qué divertido debe ser estarse quince días oyendo música de Wagner con ella, que le importa Wagner lo mismo que a un pez una castaña!.. Y como su odio, al igual que su amar, necesitaba manifestarse, hacer algo, se complacía en llevar cada vez más lejos sus malas figuraciones, porque, gracias a las perfidias que atribuía a Odette, la detestaba más, y podría, si «cosa que le agradaba pensar. fueran ciertas, tener ocasión de castigarla y de saciar y en ella su creciente cólera. Llegó hasta suponer que Odette iba a escribirle pidiéndole dinero para alquilar el castillo ese junto a Bayreuth, pero avisándole que Swann no podría acompañarla, porque había prometido invitar a Forcheville y a los Verdurin. ¡Cuánto se habría alegrado de que Odette tuviera semejante atrevimiento! ¡Qué alegría en negarse, en redactar la contestación vindicatoria! Y se complacía en escoger los términos de la respuesta, en enunciarlos en alta voz, como si en efecto ya hubiera recibido la carta de Odette.
Or, c′est ce qui arriva le lendemain même. Elle lui écrivit que les Verdurin et leurs amis avaient manifesté le désir d′assister à ces représentations de Wagner et que, s′il voulait bien lui envoyer cet argent, elle aurait enfin, après avoir été si souvent reçue chez eux, le plaisir de les inviter à son tour. De lui, elle ne disait pas un mot, il était sous-entendu que leur présence excluait la sienne.
Pues eso mismo es lo que ocurrió al otro día. Odette le escribía que los Verdurin y sus amigos manifestaron deseos de asistir a las representaciones wagnerianas, y que si Swann le mandaba dinero, podría tener el gusto de invitarlos, correspondiendo así a sus muchas y frecuentes atenciones. De Swann, ni una palabra; se sobrentendía que la presencia de los Verdurin excluía la suya.
Alors cette terrible réponse dont il avait arrêté chaque mot la veille sans oser espérer qu′elle pourrait servir jamais il avait la joie de la lui faire porter. Hélas! il sentait bien qu′avec l′argent qu′elle avait, ou qu′elle trouverait facilement, elle pourrait tout de même louer à Bayreuth puisqu′elle en avait envie, elle qui n′était pas capable de faire de différence entre Bach et Clapisson. Mais elle y vivrait malgré tout plus chichement. Pas moyen comme s′il lui eût envoyé cette fois quelques billets de mille francs, d′organiser chaque soir, dans un château, de ces soupers fins après lesquels elle se serait peut-être passé la fantaisie,—qu′il était possible qu′elle n′eût jamais eue encore—, de tomber dans les bras de Forcheville. Et puis du moins, ce voyage détesté, ce n′était pas lui, Swann, qui le paierait!—Ah! s′il avait pu l′empêcher, si elle avait pu se fouler le pied avant de partir, si le cocher de la voiture qui l′emmènerait à la gare avait consenti, à n′importe quel prix, à la conduire dans un lieu où elle fût restée quelque temps séquestrée, cette femme perfide, aux yeux émaillés par un sourire de complicité adressé à Forcheville, qu′Odette était pour Swann depuis quarante-huit heures.
De modo que iba a tener el gozo de mandarle aquella terrible respuesta que había redactado, palabra por palabra, el día antes, sin esperanza de tener que utilizarla nunca. Claro que sabía Swann que Odette, con el dinero que tenía, o que se procuraría fácilmente, podía alquilar una casa en Bayreuth, ya que así lo deseaba, ella que no era capaz de distinguir entre Bach y Clapisson. Pero, en todo caso, tendría que vivir con más estrechez. Y no tendría medio de organizar, como las habría organizado si él mandaba unos cuantos billetes de mil francos, a diario, en un castillo, esas cenas elegantes que acaso le diera el capricho de rematar «capricho que quizá nunca se le había ocurrido. cayendo en brazos de Forcheville. No, no sería Swann el que pagara ese viaje odioso. ¡Ah, cuánto daría por estorbar el viaje, porque Odette se dislocara un pie antes de marcharse, por lograr, a cualquier costo, sobornar al cochero que había de conducirla a la estación para que la llevara a un sitio retirado, donde tenerla secuestrada, a aquella mujer pérfida, de ojos brillantes, con una sonrisa de complicidad, dedicada a Forcheville, que era la forma con que Swann veía a Odette hacía cuarenta y ocho horas!
Mais elle ne l′était jamais pour très longtemps; au bout de quelques jours le regard luisant et fourbe perdait de son éclat et de sa duplicité, cette image d′une Odette exécrée disant à Forcheville: «Ce qu′il rage!» commençait à pâlir, à s′effacer. Alors, progressivement reparaissait et s′élevait en brillant doucement, le visage de l′autre Odette, de celle qui adressait aussi un sourire à Forcheville, mais un sourire où il n′y avait pour Swann que de la tendresse, quand elle disait: «Ne restez pas longtemps, car ce monsieur-là n′aime pas beaucoup que j′aie des visites quand il a envie d′être auprès de moi. Ah! si vous connaissiez cet être-là autant que je le connais!», ce même sourire qu′elle avait pour remercier Swann de quelque trait de sa délicatesse qu′elle prisait si fort, de quelque conseil qu′elle lui avait demandé dans une de ces circonstances graves où elle n′avait confiance qu′en lui.
Pero esa apariencia odiosa no duraba mucho, al cabo de unos días, el mirar brillante y falso iba perdiendo lustre y doblez, y la execrada imagen de una Odette que decía a Forcheville: -¡Qué rabioso está!, palidecía y se iba borrando. Entonces reaparecía, iba elevándose progresivamente, con suave brillar, el rostro de la otra Odette, de la que sonreía también a Forcheville, sí, pero con sonrisa cargada de cariño a Swann, mientras decía: «No esté usted mucho rato, porque a este señor no le gustan mucho las visitas cuando tiene ganas de estar conmigo. ¡Ah, si usted conociera a este hombre como yo lo conozco....; la misma sonrisa que tomaba para dar a Swann las gracias por algún rasgo de delicadeza muy apreciado por ella, o por algún consejo que le había pedido en una de aquellas circunstancias graves que sólo a él confiaba.
Alors, à cette Odette-là, il se demandait comment il avait pu écrire cette lettre outrageante dont sans doute jusqu′ici elle ne l′eût pas cru capable, et qui avait dû le faire descendre du rang élevé, unique, que par sa bonté, sa loyauté, il avait conquis dans son estime. Il allait lui devenir moins cher, car c′était pour ces qualités-là, qu′elle ne trouvait ni à Forcheville ni à aucun autre, qu′elle l′aimait. C′était à cause d′elles qu′Odette lui témoignait si souvent une gentillesse qu′il comptait pour rien au moment où il était jaloux, parce qu′elle n′était pas une marque de désir, et prouvait même plutôt de l′affection que de l′amour, mais dont il recommençait à sentir l′importance au fur et à mesure que la détente spontanée de ses soupçons, souvent accentuée par la distraction que lui apportait une lecture d′art ou la conversation d′un ami, rendait sa passion moins exigeante de réciprocités.
Y entonces se preguntaba cómo había podido escribir a esa Odette una carta insultante, que hasta aquel día no debió Odette creerlo capaz de firmar, y que, indudablemente, lo destronaría del lugar elevado y único que su bondad y su lealtad le habían ganado en la estima de Odette. Lo iba a querer menos, porque lo quería precisamente a causa de esas cualidades que no encontraba ni en Forcheville ni en ningún otro hombre. Y por esas prendas mostrábale Odette, a veces, bondades que se le olvidaban cuando estaba celoso, porque no eran señal de deseo y denotaban más bien afecto que amor, pero que Swann juzgaba de nuevo muy importantes, a medida que el espontáneo desvanecerse de sus sospechas, acentuado muchas veces por la distracción que le proporcionaba una lectura sobre arte o la conversación con un amigo, hacía a su amor menos exigente en punto a reciprocidades
Maintenant qu′après cette oscillation, Odette était naturellement revenue à la place d′où la jalousie de Swann l′avait un moment écartée, dans l′angle où il la trouvait charmante, il se la figurait pleine de tendresse, avec un regard de consentement, si jolie ainsi, qu′il ne pouvait s′empêcher d′avancer les lèvres vers elle comme si elle avait été là et qu′il eût pu l′embrasser; et il lui gardait de ce regard enchanteur et bon autant de reconnaissance que si elle venait de l′avoir réellement et si cela n′eût pas été seulement son imagination qui venait de le peindre pour donner satisfaction à son désir.
Ahora, cuando, después de aquella oscilación, había vuelto Odette al sitio de donde la apartaran momentáneamente los celos de Swann, al sector donde se le aparecía llena de seducción, Swann la veía llena de cariño, con una mirada de consentimiento, tan bonita, que no podía por menos de tender los labios hacia ella, como si estuviera allí y pudiera besarla; y le guardaba tanta gratitud por aquella mirada de bondad y de encanto, como si Odette lo hubiera mirado realmente así, como si aquella sonrisa no fuera pintura de su imaginación para dar gusto a su deseo.
Comme il avait dû lui faire de la peine! Certes il trouvait des raisons valables à son ressentiment contre elle, mais elles n′auraient pas suffi à le lui faire éprouver s′il ne l′avait pas autant aimée. N′avait-il pas eu des griefs aussi graves contre d′autres femmes, auxquelles il eût néanmoins volontiers rendu service aujourd′hui, étant contre elles sans colère parce qu′il ne les aimait plus. S′il devait jamais un jour se trouver dans le même état d′indifférence vis-à-vis d′Odette, il comprendrait que c′était sa jalousie seule qui lui avait fait trouver quelque chose d′atroce, d′impardonnable, à ce désir, au fond si naturel, provenant d′un peu d′enfantillage et aussi d′une certaine délicatesse d′âme, de pouvoir à son tour, puisqu′une occasion s′en présentait, rendre des politesses aux Verdurin, jouer à la maîtresse de maison.
¡Qué disgusto debía de haberle causado! Claro que encontraba razones válidas para aquel resentimiento hacia Odette; pero no le habrían inspirado resentimiento esas razones a no haberla querido tanto. También había tenido quejas graves de otras mujeres, a las que, sin embargo, hoy haría un favor, porque, como ya no las quería, no le inspiraban cólera. Si llegaba un día en que se encontrara con respecto a Odette en el mismo estado de indiferencia, comprendería entonces que sólo sus celos revistieron con aquel carácter de cosa imperdonable y atroz aquel deseo, tan natural en el fondo, de origen tan pueril, y en cierto modo de espiritual delicadeza, de poder corresponder cuando la ocasión se presentaba a las finezas de los Verdurin y jugar al ama de casa.
Il revenait à ce point de vue—opposé à celui de son amour et de sa jalousie et auquel il se plaçait quelquefois par une sorte d′équité intellectuelle et pour faire la part des diverses probabilités—d′où il essayait de juger Odette comme s′il ne l′avait pas aimée, comme si elle était pour lui une femme comme les autres, comme si la vie d′Odette n′avait pas été, dès qu′il n′était plus là, différente, tramée en cachette de lui, ourdie contre lui.
Volvía a ese punto de vista «opuesto al de su amor y de sus celos, y en que se colocaba por una a modo de equidad intelectual y para dar lo suyo a todas las probabilidades, y desde allí probaba a juzgar a Odette, como si no la quisiera, como si fuera para él una mujer como otra cualquiera, como si la vida de Odette, en cuanto él no estaba delante, no se tramara y no se urdiera, ocultamente, en contra suya.
Pourquoi croire qu′elle goûterait là-bas avec Forcheville ou avec d′autres des plaisirs enivrants qu′elle n′avait pas connus auprès de lui et que seule sa jalousie forgeait de toutes pièces? A Bayreuth comme à Paris, s′il arrivait que Forcheville pensât à lui ce n′eût pu être que comme à quelqu′un qui comptait beaucoup dans la vie d′Odette, à qui il était obligé de céder la place, quand ils se rencontraient chez elle. Si Forcheville et elle triomphaient d′être là-bas malgré lui, c′est lui qui l′aurait voulu en cherchant inutilement à l′empêcher d′y aller, tandis que s′il avait approuvé son projet, d′ailleurs défendable, elle aurait eu l′air d′être là-bas d′après son avis, elle s′y serait sentie envoyée, logée par lui, et le plaisir qu′elle aurait éprouvé à recevoir ces gens qui l′avaient tant reçue, c′est à Swann qu′elle en aurait su gré.
¿Para qué creer que allí, iba a gozar con Forcheville, o con otro hombre, placeres embriagadores que con él no sentía, y que eran únicamente invento de sus celos? Y tanto en Bayreuth como en París, cuando Forcheville pensara en él, no tendría más remedio que considerarlo como persona a quien tenía que ceder su puesto cuando los dos se encontraban en casa de ella. Si Forcheville y ella miraban como un triunfo el estar allá en Bayreuth en contra de su voluntad, él lo habría querido, oponiéndose inútilmente al viaje, mientras que si aprobaba el proyecto, que era defendible, parecería que Odette iba allí por consejo suyo, se sentiría enviada, alojada por él, y el placer que recibiera en dar albergue a unos amigos, a quienes tantos favores debía, tendría que agradecérselo a Swann.
Et,—au lieu qu′elle allait partir brouillée avec lui, sans l′avoir revu—, s′il lui envoyait cet argent, s′il l′encourageait à ce voyage et s′occupait de le lui rendre agréable, elle allait accourir, heureuse, reconnaissante, et il aurait cette joie de la voir qu′il n′avait pas goûtée depuis près d′une semaine et que rien ne pouvait lui remplacer. Car sitôt que Swann pouvait se la représenter sans horreur, qu′il revoyait de la bonté dans son sourire, et que le désir de l′enlever à tout autre, n′était plus ajouté par la jalousie à son amour, cet amour redevenait surtout un goût pour les sensations que lui donnait la personne d′Odette, pour le plaisir qu′il avait à admirer comme un spectacle ou à interroger comme un phénomène, le lever d′un de ses regards, la formation d′un de ses sourires, l′émission d′une intonation de sa voix. Et ce plaisir différent de tous les autres, avait fini par créer en lui un besoin d′elle et qu′elle seule pouvait assouvir par sa présence ou ses lettres, presque aussi désintéressé, presque aussi artistique, aussi pervers, qu′un autre besoin qui caractérisait cette période nouvelle de la vie de Swann où à la sécheresse, à la dépression des années antérieures avait succédé une sorte de trop-plein spirituel, sans qu′il sût davantage à quoi il devait cet enrichissement inespéré de sa vie intérieure qu′une personne de santé délicate qui à partir d′un certain moment se fortifie, engraisse, et semble pendant quelque temps s′acheminer vers une complète guérison—cet autre besoin qui se développait aussi en dehors du monde réel, c′était celui d′entendre, de connaître de la musique.
Mientras que así, iba a marcharse enfadada con él, sin volver a verlo; en cambio, si Swann le mandaba aquellos dineros, la animaba al viaje y procuraba hacérselo agradable, Odette correría hacia su amante, reconocida y satisfecha, y él tendría esa gran alegría de verla; alegría de la que estaba privado hacía casi una semana y que no admitía sustitución por otro placer alguno. Porque en cuanto Swann podía representarse a Odette sin horror leyendo la bondad de su sonrisa y sin que los celos superpusieran a su amor el deseo de quitársela a otro, ese amor tomaba preferentemente la forma de deleite ante las sensaciones que le daba la persona de Odette, y ante el placer de admirar como un espectáculo, o interrogar como un fenómeno, su modo de alzar los ojos, el formarse de una sonrisa suya o la emisión de una entonación de su voz. Y ese placer, distinto a cualquier otro, acabó por crear en él una necesidad que sólo ella podía saciar con su presencia o con sus cartas; necesidad casi tan desinteresada, tan artística, tan perversa, como esa otra que caracterizaba el período nuevo de la vida de Swann, en que, a la sequedad y depresión de años anteriores, sucedió una especie de superabundancia espiritual, sin que él supiera el porqué «como no sabe un enfermo por qué de pronto empieza a fortificarse y a engordar, camino de una total curación.; esa otra necesidad, que se desarrollaba también, aparte del mundo real: la de oír música y conocer música.
Ainsi, par le chimisme même de son mal, après qu′il avait fait de la jalousie avec son amour, il recommençait à fabriquer de la tendresse, de la pitié pour Odette. Elle était redevenue l′Odette charmante et bonne. Il avait des remords d′avoir été dur pour elle. Il voulait qu′elle vînt près de lui et, auparavant, il voulait lui avoir procuré quelque plaisir, pour voir la reconnaissance pétrir son visage et modeler son sourire.
Así, con aquella alquimia de su enfermedad, una vez que había hecho celos con su amor, se ponía a fabricar cariño y compasión hacia Odette. Ya era otra vez Odette la buena, la amable Odette. Tenía remordimientos de haberla tratado con dureza. Deseaba que se acercara a él; pero antes quería darle algún gusto, para ver cómo la gratitud se pintaba en su cara y modelaba su sonrisa.
Aussi Odette, sûre de le voir venir après quelques jours, aussi tendre et soumis qu′avant, lui demander une réconciliation, prenait-elle l′habitude de ne plus craindre de lui déplaire et même de l′irriter et lui refusait-elle, quand cela lui était commode, les faveurs auxquelles il tenait le plus.
Y por eso, Odette, segura de que Swann volvería al cabo de unos días tan cariñoso y sumiso como antes, a pedirle que hicieran las paces, se acostumbró a no tener ya miedo a desagradarlo, hasta irritarlo, y cuando le parecía bien le negaba los favores que más en estima tenía él.
Peut-être ne savait-elle pas combien il avait été sincère vis-à-vis d′elle pendant la brouille, quand il lui avait dit qu′il ne lui enverrait pas d′argent et chercherait à lui faire du mal. Peut-être ne savait-elle pas davantage combien il l′était, vis-à-vis sinon d′elle, du moins de lui-même, en d′autres cas où dans l′intérêt de l′avenir de leur liaison, pour montrer à Odette qu′il était capable de se passer d′elle, qu′une rupture restait toujours possible, il décidait de rester quelque temps sans aller chez elle.
Quizá no se daba cuenta Odette de lo sincero que Swann era con ella cuando regañaban, y cuando le dijo que no le mandaría más dinero y que procuraría hacerle daño. Quizá tampoco sabía cuán sincero era, si no con Odette, por lo menos consigo mismo, en otros casos en que, mirando por el porvenir de sus relaciones, para mostrar a Odette que podía pasarse sin ella y que siempre era posible la ruptura, decidía quedarse algún tiempo sin ir por su casa.
Parfois c′était après quelques jours où elle ne lui avait pas causé de souci nouveau; et comme, des visites prochaines qu′il lui ferait, il savait qu′il ne pouvait tirer nulle bien grande joie mais plus probablement quelque chagrin qui mettrait fin au calme où il se trouvait, il lui écrivait qu′étant très occupé il ne pourrait la voir aucun des jours qu′il lui avait dit. Or une lettre d′elle, se croisant avec la sienne, le priait précisément de déplacer un rendez-vous. Il se demandait pourquoi; ses soupçons, sa douleur le reprenaient. Il ne pouvait plus tenir, dans l′état nouveau d′agitation où il se trouvait, l′engagement qu′il avait pris dans l′état antérieur de calme relatif, il courait chez elle et exigeait de la voir tous les jours suivants. Et même si elle ne lui avait pas écrit la première, si elle répondait seulement, cela suffisait pour qu′il ne pût plus rester sans la voir. Car, contrairement au calcul de Swann, le consentement d′Odette avait tout changé en lui. Comme tous ceux qui possèdent une chose, pour savoir ce qui arriverait s′il cessait un moment de la posséder, il avait ôté cette chose de son esprit, en y laissant tout le reste dans le même état que quand elle était là. Or l′absence d′une chose, ce n′est pas que cela, ce n′est pas un simple manque partiel, c′est un bouleversement de tout le reste, c′est un état nouveau qu′on ne peut prévoir dans l′ancien.
Muchas veces hacía eso Swann, tras unos días en los que Odette no le había dado ningún disgusto nuevo; y como sabía que de las visitas próximas que le hiciera no habría de sacar ninguna gran alegría, sino más probablemente alguna pena que acabaría con la calma actual, le escribía que estaba muy ocupado y que no iba a poder verla en ninguno de los días convenidos. Y precisamente, una carta de ella se cruzaba con la suya: Odette le suplicaba que aplazaran una cita. Se preguntaba Swann el motivo; volvían la pena y las sospechas. En aquel nuevo estado de agitación que lo dominaba, no podía cumplir el compromiso que él mismo se había impuesto en un estado anterior de calma relativa, y corría a su casa para exigir que se vieran todos los días. Y aunque ella no le escribiera la primera, sólo con que contestara, eso bastaba para que no pudiera pasarse más sin verla. Porque, al contrario de lo que Swann calculaba, el consentimiento de Odette lo trastornaba todo en su alma. Como hacen todos los que están en posesión de una cosa, para saber lo que ocurriría si se quedaran sin ella por un momento, se quitaba esa cosa del espíritu, dejando todo lo demás en el mismo estado que cuando la cosa estaba allí. Y la falta de una cosa no sólo consiste en que no la tengamos, no es un defecto parcial, sino un trastorno de todo, un estado nuevo, que nunca pudo preverse en el estado anterior.
Mais d′autres fois au contraire,—Odette était sur le point de partir en voyage,—c′était après quelque petite querelle dont il choisissait le prétexte, qu′il se résolvait à ne pas lui écrire et à ne pas la revoir avant son retour, donnant ainsi les apparences, et demandant le bénéfice d′une grande brouille, qu′elle croirait peut-être définitive, à une séparation dont la plus longue part était inévitable du fait du voyage et qu′il faisait commencer seulement un peu plus tôt. Déjà il se figurait Odette inquiète, affligée, de n′avoir reçu ni visite ni lettre et cette image, en calmant sa jalousie, lui rendait facile de se déshabituer de la voir. Sans doute, par moments, tout au bout de son esprit où sa résolution la refoulait grâce à toute la longueur interposée des trois semaines de séparation acceptée, c′était avec plaisir qu′il considérait l′idée qu′il reverrait Odette à son retour: mais c′était aussi avec si peu d′impatience qu′il commençait à se demander s′il ne doublerait pas volontairement la durée d′une abstinence si facile. Elle ne datait encore que de trois jours, temps beaucoup moins long que celui qu′il avait souvent passé en ne voyant pas Odette, et sans l′avoir comme maintenant prémédité. Et pourtant voici qu′une légère contrariété ou un malaise physique,—en l′incitant à considérer le moment présent comme un moment exceptionnel, en dehors de la règle, où la sagesse même admettrait d′accueillir l′apaisement qu′apporte un plaisir et de donner congé, jusqu′à la reprise utile de l′effort, à la volonté—suspendait l′action de celle-ci qui cessait d′exercer sa compression; ou, moins que cela, le souvenir d′un renseignement qu′il avait oublié de demander à Odette, si elle avait décidé la couleur dont elle voulait faire repeindre sa voiture, ou pour une certaine valeur de bourse, si c′était des actions ordinaires ou privilégiées qu′elle désirait acquérir (c′était très joli de lui montrer qu′il pouvait rester sans la voir, mais si après ça la peinture était à refaire ou si les actions ne donnaient pas de dividende, il serait bien avancé), voici que comme un caoutchouc tendu qu′on lâche ou comme l′air dans une machine pneumatique qu′on entr′ouvre, l′idée de la revoir, des lointains où elle était maintenue, revenait d′un bond dans le champ du présent et des possibilités immédiates.
Pero otras veces, por el contrario «cuando Odette estaba a punto de hacer un viaje., Swann escogía un pretexto para una ligera disputa, y se resolvía, después de ella, a no escribirle y a no verla hasta que volviera, dando así las apariencias y las ventajas de una riña seria, que quizá creyera Odette definitiva, a una separación que en su mayor parte era consecuencia inevitable del viaje y que Swann no hacía más que anticipar un poco. Y se figuraba a Odette preocupada, afligida por no recibir ni visita ni carta suya, y esa imagen calmaba sus celos y le hacía más fácil el perder la costumbre de verla. Indudablemente, allá en el fondo, acariciaba con gusto la idea de volver a ver a Odette; pero esa idea estaba en las profundidades de su alma, arrinconada por su resolución y por toda la interpuesta longitud de las tres semanas de separación aceptada, y con tan poca impaciencia, que ya empezaba a preguntarse si no duplicaría voluntariamente la duración de una abstinencia tan fácil. Y esa abstinencia no tenía más que tres días de vida, menos tiempo del que a veces se le pasaba sin ver a Odette, y sin haberlo premeditado como ahora. Pero, de pronto, una ligera contrariedad o un malestar físico «induciéndole a considerar el momento presente como excepcional y fuera de toda regla, como momento en que hasta la misma prudencia aceptaría el sosiego que trae consigo un placer; y licenciaría hasta el retorno útil del esfuerzo, a la voluntad suspendía la acción de esa facultad que dejaba ya de ejercer su comprensión; o aún menos que eso, si se le ponía en la cabeza una cosa que se le olvidó preguntar a Odette; por ejemplo, si había decidido de qué color quería que le pintaran el coche, o cuando se trataba de unos valores bursátiles, si quería acciones ordinarias o privilegiadas (porque era muy bonito hacerle ver que podía pasarse sin ella; pero si después había que volver a pintar el coche o las acciones no daban dividendo, no habría adelantado nada), entonces, como una goma estirada que se suelta, o como el aire que se escapa de una máquina neumática entreabierta, la idea de volver a verla, de las lejanas tierras donde ella se hallaba, tornaba de un salto al campo del presente y de las posibilidades inmediatas.
Elle y revenait sans plus trouver de résistance, et d′ailleurs si irrésistible que Swann avait eu bien moins de peine à sentir s′approcher un à un les quinze jours qu′il devait rester séparé d′Odette, qu′il n′en avait à attendre les dix minutes que son cocher mettait pour atteler la voiture qui allait l′emmener chez elle et qu′il passait dans des transports d′impatience et de joie où il ressaisissait mille fois pour lui prodiguer sa tendresse cette idée de la retrouver qui, par un retour si brusque, au moment où il la croyait si loin, était de nouveau près de lui dans sa plus proche conscience. C′est qu′elle ne trouvait plus pour lui faire obstacle le désir de chercher sans plus tarder à lui résister qui n′existait plus chez Swann depuis que s′étant prouvé à lui-même,—il le croyait du moins,—qu′il en était si aisément capable, il ne voyait plus aucun inconvénient à ajourner un essai de séparation qu′il était certain maintenant de mettre à exécution dès qu′il le voudrait. C′est aussi que cette idée de la revoir revenait parée pour lui d′une nouveauté, d′une séduction, douée d′une virulence que l′habitude avait émoussées, mais qui s′étaient retrempées dans cette privation non de trois jours mais de quinze (car la durée d′un renoncement doit se calculer, par anticipation, sur le terme assigné), et de ce qui jusque-là eût été un plaisir attendu qu′on sacrifie aisément, avait fait un bonheur inespéré contre lequel on est sans force. C′est enfin qu′elle y revenait embellie par l′ignorance où était Swann de ce qu′Odette avait pu penser, faire peut-être en voyant qu′il ne lui avait pas donné signe de vie, si bien que ce qu′il allait trouver c′était la révélation passionnante d′une Odette presque inconnue.
Tornaba sin encontrar resistencia, y tan irresistible, que a Swann le dolía menos sentir cómo iban pasando uno a uno los quince días que tenía que estar separado de Odette, que los diez minutos que esperaba mientras su cochero enganchaba el coche que lo llevaría a casa de Odette; y le daban arrebatos de impaciencia y de alegría, y acariciaba mil veces con pródigo cariño esa idea de ver a Odette, que con un brusco giro se había plantado de nuevo a su lado, en su más próxima conciencia, cuando él creía que estaba allá, muy lejos. Y es que había desaparecido ese obstáculo del deseo de intentar resistir inmediatamente, porque Swann se había demostrado a sí mismo que era muy capa de resistir y pasarse sin verla, y ya no veía inconveniente en aplazar un ensayo de separación que podría poner en práctica en cuanto quisiera. Además, ocurría que esa idea de verla retornaba con una seducción y novedad, con una virulencia que, embotadas un poco por la costumbre, cobraron nuevo temple con aquella privación no de tres días, sino de quince (porque lo que dura la renuncia a un placer, debe calcularse por anticipado, con arreglo al plazo fijado), privación que transformaba un placer esperado, que se sacrifica fácilmente, en una felicidad inesperada, a la que no podemos resistirnos. Y a más de eso, tornaba esa idea embellecida por la ignorancia en que estaba Swann de lo que pudo pensar, y quizá hacer Odette, al ver que su amante no daba señales de vida, así que iba a encontrarse con la arrebatadora revelación de una Odette casi desconocida.
Mais elle, de même qu′elle avait cru que son refus d′argent n′était qu′une feinte, ne voyait qu′un prétexte dans le renseignement que Swann venait lui demander, sur la voiture à repeindre, ou la valeur à acheter. Car elle ne reconstituait pas les diverses phases de ces crises qu′il traversait et dans l′idée qu′elle s′en faisait, elle omettait d′en comprendre le mécanisme, ne croyant qu′à ce qu′elle connaissait d′avance, à la nécessaire, à l′infaillible et toujours identique terminaison. Idée incomplète,—d′autant plus profonde peut-être—si on la jugeait du point de vue de Swann qui eût sans doute trouvé qu′il était incompris d′Odette, comme un morphinomane ou un tuberculeux, persuadés qu′ils ont été arrêtés, l′un par un événement extérieur au moment où il allait se délivrer de son habitude invétérée, l′autre par une indisposition accidentelle au moment où il allait être enfin rétabli, se sentent incompris du médecin qui n′attache pas la même importance qu′eux à ces prétendues contingences, simples déguisements, selon lui, revêtus, pour redevenir sensibles à ses malades, par le vice et l′état morbide qui, en réalité, n′ont pas cessé de peser incurablement sur eux tandis qu′ils berçaient des rêves de sagesse ou de guérison. Et de fait, l′amour de Swann en était arrivé à ce degré où le médecin et, dans certaines affections, le chirurgien le plus audacieux, se demandent si priver un malade de son vice ou lui ôter son mal, est encore raisonnable ou même possible.
Pero Odette, que consideraba únicamente como una finta su negativa a dar dinero, tampoco consideraba más que como un pretexto ese detalle que Swann le iba a preguntar, del color del coche o de la clase de acciones. Porque Odette no sabía reconstituir las diversas fases de las crisis que atravesaba su amante, y en la idea que de ellas se formaba se le olvidaba incluir su mecanismo, y no creía más que en el final, ya conocido de antemano, necesario, infalible y siempre idéntico. Idea incompleta «y quizá aún más profunda. si se la miraba desde el punto de vista de Swann, a quien debía de parecerle que Odette no lo entendía, como un morfinómano o un tuberculoso convencido, el primero de que un acontecimiento externo vino a detenerlo en el preciso momento en que iba ya a libertarse de su vicio inveterado, el segundo de que una indisposición accidental le impidió su restablecimiento o cuando ya estaba a punto de curarse, y que se sienten incomprendidos por el médico, el cual no concede la misma importancia que ellos a esas llamadas continencias, que no son en opinión del facultativo más que disfraces que reviste, para presentarse más sensiblemente a los enfermos, el vicio y el estado mórbido que no han dejado de pesar, incurablemente, sobre ellos hasta en ese momento en que acariciaban sueños de curación y de buena conducta. Y, en realidad, el amor de Swann había llegado ya a ese punto en que el médico, y en ciertas enfermedades hasta el más atrevido cirujano, dudan de si es posible y conveniente privar a un enfermo de su vicio n quitarle su enfermedad.
Certes l′étendue de cet amour, Swann n′en avait pas une conscience directe. Quand il cherchait à le mesurer, il lui arrivait parfois qu′il semblât diminué, presque réduit à rien; par exemple, le peu de goût, presque le dégoût que lui avaient inspiré, avant qu′il aimât Odette, ses traits expressifs, son teint sans fraîcheur, lui revenait à certains jours. «Vraiment il y a progrès sensible, se disait-il le lendemain; à voir exactement les choses, je n′avais presque aucun plaisir hier à être dans son lit, c′est curieux je la trouvais même laide.» Et certes, il était sincère, mais son amour s′étendait bien au-delà des régions du désir physique. La personne même d′Odette n′y tenait plus une grande place. Quand du regard il rencontrait sur sa table la photographie d′Odette, ou quand elle venait le voir, il avait peine à identifier la figure de chair ou de bristol avec le trouble douloureux et constant qui habitait en lui. Il se disait presque avec étonnement: «C′est elle» comme si tout d′un coup on nous montrait extériorisée devant nous une de nos maladies et que nous ne la trouvions pas ressemblante à ce que nous souffrons. «Elle», il essayait de se demander ce que c′était; car c′est une ressemblance de l′amour et de la mort, plutôt que celles si vagues, que l′on redit toujours, de nous faire interroger plus avant, dans la peur que sa réalité se dérobe, le mystère de la personnalité. Et cette maladie qu′était l′amour de Swann avait tellement multiplié, il était si étroitement mêlé à toutes les habitudes de Swann, à tous ses actes, à sa pensée, à sa santé, à son sommeil, à sa vie, même à ce qu′il désirait pour après sa mort, il ne faisait tellement plus qu′un avec lui, qu′on n′aurait pas pu l′arracher de lui sans le détruire lui-même à peu près tout entier: comme on dit en chirurgie, son amour n′était plus opérable.
Claro que Swann no tenía conciencia directa de lo grande de ese amor. Cuando quería medirlo le parecía a veces empequeñecido, casi reducido a la nada; por ejemplo, lo poco que le atraían, casi la repulsión que le inspiraban, los rasgos fisonómicos de Odette antes de que se enamorara de ella, y que volvía a sentir algunos días. «Verdaderamente, voy progresando «decía; ayer no sacaba ningún gusto de estar en su cama, es curioso; y hasta me parecía fea.. Y era sincero, sí; pero su amor iba bastante más allá de las regiones del deseo físico. Y no entraba en él, por mucho, la persona de Odette. Cuando sus miradas tropezaban con la fotografía de Odette que tenía encima de la mesa, o cuando la propia Odette iba a verlo, le costaba trabajo identificar la figura de carne o de cartulina con la preocupación dolorosa y constante que en su seno sentía. Exclamaba con asombro: -¡Es ella!.; como si de repente nos mostraran exteriorizada, ahí delante de nosotros, una enfermedad que padecemos, y no la encontráramos parecida a la nuestra. ¡Ella! Swann se preguntaba qué era eso de ¡ella.!; porque guarda mucha mayor semejanza con el amor y con la muerte que esas cosas que tanto se repiten, el interrogar, cada vez más, por miedo a que se nos escape, el misterio de la personalidad. Y aquella enfermedad amorosa de Swann se había multiplicado tanto, se enlazó tan íntimamente a todas las costumbres de Swann, a sus actos, a su pensamiento, a su salud, a su sueño, a su vida, a lo que deseaba para después de la muerte, que ya no formaba más que un todo con él, que no era posible arrancársela sin destruirlo a él, o, para decirlo en términos de cirugía, su amor ya no era operable
Par cet amour Swann avait été tellement détaché de tous les intérêts, que quand par hasard il retournait dans le monde en se disant que ses relations comme une monture élégante qu′elle n′aurait pas d′ailleurs su estimer très exactement, pouvaient lui rendre à lui-même un peu de prix aux yeux d′Odette (et ç′aurait peut-être été vrai en effet si elles n′avaient été avilies par cet amour même, qui pour Odette dépréciait toutes les choses qu′il touchait par le fait qu′il semblait les proclamer moins précieuses), il y éprouvait, à côté de la détresse d′être dans des lieux, au milieu de gens qu′elle ne connaissait pas, le plaisir désintéressé qu′il aurait pris à un roman ou à un tableau où sont peints les divertissements d′une classe oisive, comme, chez lui, il se complaisait à considérer le fonctionnement de sa vie domestique, l′élégance de sa garde-robe et de sa livrée, le bon placement de ses valeurs, de la même façon qu′à lire dans Saint-Simon, qui était un de ses auteurs favoris, la mécanique des journées, le menu des repas de Mme de Maintenon, ou l′avarice avisée et le grand train de Lulli. Et dans la faible mesure où ce détachement n′était pas absolu, la raison de ce plaisir nouveau que goûtait Swann, c′était de pouvoir émigrer un moment dans les rares parties de lui-même restées presque étrangères à son amour, à son chagrin. A cet égard cette personnalité, que lui attribuait ma grand′tante, de «fils Swann», distincte de sa personnalité plus individuelle de Charles Swann, était celle où il se plaisait maintenant le mieux. Un jour que, pour l′anniversaire de la princesse de Parme (et parce qu′elle pouvait souvent être indirectement agréable à Odette en lui faisant avoir des places pour des galas, des jubilés), il avait voulu lui envoyer des fruits, ne sachant pas trop comment les commander, il en avait chargé une cousine de sa mère qui, ravie de faire une commission pour lui, lui avait écrit, en lui rendant compte qu′elle n′avait pas pris tous les fruits au même endroit, mais les raisins chez Crapote dont c′est la spécialité, les fraises chez Jauret, les poires chez Chevet où elles étaient plus belles, etc., «chaque fruit visité et examiné un par un par moi». Et en effet, par les remerciements de la princesse, il avait pu juger du parfum des fraises et du moelleux des poires. Mais surtout le «chaque fruit visité et examiné un par un par moi» avait été un apaisement à sa souffrance, en emmenant sa conscience dans une région où il se rendait rarement, bien qu′elle lui appartînt comme héritier d′une famille de riche et bonne bourgeoisie où s′étaient conservés héréditairement, tout prêts à être mis à son service dès qu′il le souhaitait, la connaissance des «bonnes adresses» et l′art de savoir bien faire une commande.
Su amor lo había desprendido de tal manera de todo interés, que ahora, cuando por casualidad iba a alguna reunión aristocrática, diciéndose que sus buenas relaciones, igual que una montura elegante que él no sabía estimar bien, podían revestirlo de mayor valor a los ojos de Odette (cosa que no era cierta, porque esas relaciones se envilecían con ese amor mismo que, para Odette, rebajaba el valor de todas las cosas, al tocarla, y les quitaba su precio), sentía, además de la pena de encontrarse en lugares y entre gentes que ella no conocía, el placer desinteresado, propio de la lectura de una novela, o la contemplación de un cuadro donde se presentan las diversiones de una clase social ociosa; lo mismo que se complacía en considerar el funcionamiento de su vida doméstica, la elegancia de su guardarropa, la excelente colocación de su dinero, igual que en leer en Saint-Simón, uno de sus autores favoritos, la mecánica de los días y la composición de las comidas de la señora de Maintenon, o la cauta avaricia y la opulencia de Lulli. Y en la corta parte en que no era absoluto su desprendimiento de las cosas del gran mundo, el motivo de ese placer nuevo que sentía Swann era poder emigrar por un momento a los pocos rincones de sí mismo, donde casi no había entrado el amor y la pena. Y así, la personalidad que le atribuía mi tía, de «el hijo de Swann., distinta de su personalidad más individual de Carlos Swann, le era más grata que ninguna, ahora. Un día, el de los cumpleaños de la princesa de Parma (porque esta dama podía ser indirectamente útil a Odette, proporcionándole billetes para fiestas de gala, jubileo, etc.), quiso regalarle fruta, y no sabiendo donde comprarla, rogó que le hiciera este encargo a una prima de su madre, que, encantada por esta confianza, le escribió dándole cuenta de su misión, y diciendo que no había comprado toda la fruta en el mismo sitio, sino las uvas en casa de Crapote, que tiene la especialidad; las fresas en Jauret, las peras en la tienda de Chevet. donde son más hermosas que en ninguna parte, etc.; y «las frutas han pasado por mi mano una a una.. En efecto, a juzgar por el agradecimiento de la princesa, las fresas tenían mucho aroma, y las peras eran muy jugosas. Pero el «las frutas han pasado por mi mano una a una. lo alivió a Swann grandemente de su pena, porque le llevó el pensamiento a una región donde casi nunca iba, a pesar de que le pertenecía como heredero de una familia ricamente acomodada, donde se conservaban tradicionalmente, y siempre dispuesta a ser utilizada en cuanto él lo requería, las señas de las «buenas tiendas. y el arte de hacer un buen encargo.
Certes, il avait trop longtemps oublié qu′il était le «fils Swann» pour ne pas ressentir quand il le redevenait un moment, un plaisir plus vif que ceux qu′il eût pu éprouver le reste du temps et sur lesquels il était blasé; et si l′amabilité des bourgeois, pour lesquels il restait surtout cela, était moins vive que celle de l′aristocratie (mais plus flatteuse d′ailleurs, car chez eux du moins elle ne se sépare jamais de la considération), une lettre d′altesse, quelques divertissements princiers qu′elle lui proposât, ne pouvait lui être aussi agréable que celle qui lui demandait d′être témoin, ou seulement d′assister à un mariage dans la famille de vieux amis de ses parents dont les uns avaient continué à le voir—comme mon grand-père qui, l′année précédente, l′avait invité au mariage de ma mère—et dont certains autres le connaissaient personnellement à peine mais se croyaient des devoirs de politesse envers le fils, envers le digne successeur de feu M. Swann.
Claro es que tenía tan olvidado que él era «el hijo de Swann, que, el recobrar por un momento esa personalidad, le proporcionaba un placer más hondo que los habituales, que ya lo hartaban; y aunque la amabilidad de las familias de clase media, que lo consideraban bajo ese aspecto del «hijo de Swann., era menos visible que la de los aristócratas (si bien más halagüeña, porque, en esa clase de gentes, la amabilidad implica siempre consideración), una carta firmada por una alteza, donde lo invitaban a alguna fiesta de príncipes, no le era tan grata como una misiva convidándolo a una boda o pidiéndole que fuera testigo de ella, firmada por amigos viejos de sus padres, algunos de los cuales seguían tratándolo como mi abuelo, que lo invitó el año antes al casamiento de mi madre, y otros, no lo conocían casi, pero se consideraban ligados por deberes de cortesía con el hijo y el digno sucesor del difunto señor Swann.
Mais, par les intimités déjà anciennes qu′il avait parmi eux, les gens du monde, dans une certaine mesure, faisaient aussi partie de sa maison, de son domestique et de sa famille. Il se sentait, à considérer ses brillantes amitiés, le même appui hors de lui-même, le même confort, qu′à regarder les belles terres, la belle argenterie, le beau linge de table, qui lui venaient des siens. Et la pensée que s′il tombait chez lui frappé d′une attaque ce serait tout naturellement le duc de Chartres, le prince de Reuss, le duc de Luxembourg et le baron de Charlus, que son valet de chambre courrait chercher, lui apportait la même consolation qu′à notre vieille Françoise de savoir qu′elle serait ensevelie dans des draps fins à elle, marqués, non reprisés (ou si finement que cela ne donnait qu′une plus haute idée du soin de l′ouvrière), linceul de l′image fréquente duquel elle tirait une certaine satisfaction, sinon de bien-être, au moins d′amour-propre. Mais surtout, comme dans toutes celles de ses actions, et de ses pensées qui se rapportaient à Odette, Swann était constamment dominé et dirigé par le sentiment inavoué qu′il lui était peut-être pas moins cher, mais moins agréable à voir que quiconque, que le plus ennuyeux fidèle des Verdurin, quand il se reportait à un monde pour qui il était l′homme exquis par excellence, qu′on faisait tout pour attirer, qu′on se désolait de ne pas voir, il recommençait à croire à l′existence d′une vie plus heureuse, presque à en éprouver l′appétit, comme il arrive à un malade alité depuis des mois, à la diète, et qui aperçoit dans un journal le menu d′un déjeuner officiel ou l′annonce d′une croisière en Sicile.
Pero también le parecía que formaban parte de su casa, de su hogar y de su familia las gentes de la aristocracia, por las íntimas y viejas amistades que tenía con algunos de ellos. Y al pensar en sus brillantes relaciones, sentía el mismo apoyo externo, el mismo bienestar que cuando contemplaba las ricas tierras; la hermosa plata y la excelente lencería de mesa que había heredado de los suyos. Y la idea de que si le daba un ataque, su criado correría espontáneamente a avisar al duque de Chartres, al príncipe de Reuss, al duque de Luxemburgo y al barón de Charlus; le servía de gran consuelo, como a nuestra vieja Francisca la consolaba saber que la enterrarían envuelta en sábanas suyas, limpias, marcadas con sus iniciales, sin ningún zurcido (o tan bien zurcidas, que aun aumentaba su valor, haciendo pensar en la habilidad de la zurcidora), y sacaba de la imagen frecuente de esa mortaja una cierta satisfacción, ya que no de bienestar, por lo menos de amor propio. Pero, sobre todo, en aquella idea, como en todos sus actos y pensamientos que se referían a Odette, Swann iba siempre dominado y dirigido por el sentimiento secreto de que a Odette, aunque no por eso lo quería menos, le agradaba más ver a una persona cualquiera, al más pelma de los fieles de los Verdurin, que a él, y cuando se trasladaba a un mundo donde se lo consideraba como el hombre exquisito por excelencia, que todos querían atraerse y ver a menudo, volvía a creer en la existencia de una vida más feliz, casi a apetecerla, como ocurre a un enfermo que lleva en cama, y a dieta, dos meses, al leer en un periódico el menu de un banquete oficial o el anuncio de una excursión por Sicilia.
S′il était obligé de donner des excuses aux gens du monde pour ne pas leur faire de visites, c′était de lui en faire qu′il cherchait à s′excuser auprès d′Odette. Encore les payait-il (se demandant à la fin du mois, pour peu qu′il eût un peu abusé de sa patience et fût allé souvent la voir, si c′était assez de lui envoyer quatre mille francs), et pour chacune trouvait un prétexte, un présent à lui apporter, un renseignement dont elle avait besoin, M. de Charlus qu′elle avait rencontré allant chez elle, et qui avait exigé qu′il l′accompagnât. Et à défaut d′aucun, il priait M. de Charlus de courir chez elle, de lui dire comme spontanément, au cours de la conversation, qu′il se rappelait avoir à parler à Swann, qu′elle voulût bien lui faire demander de passer tout de suite chez elle; mais le plus souvent Swann attendait en vain et M. de Charlus lui disait le soir que son moyen n′avait pas réussi. De sorte que si elle faisait maintenant de fréquentes absences, même à Paris, quand elle y restait, elle le voyait peu, et elle qui, quand elle l′aimait, lui disait: «Je suis toujours libre» et «Qu′est-ce que l′opinion des autres peut me faire?», maintenant, chaque fois qu′il voulait la voir, elle invoquait les convenances ou prétextait des occupations. Quand il parlait d′aller à une fête de charité, à un vernissage, à une première, où elle serait, elle lui disait qu′il voulait afficher leur liaison, qu′il la traitait comme une fille. C′est au point que pour tâcher de n′être pas partout privé de la rencontrer, Swann qui savait qu′elle connaissait et affectionnait beaucoup mon grand-oncle Adolphe dont il avait été lui-même l′ami, alla le voir un jour dans son petit appartement de la rue de Bellechasse afin de lui demander d′user de son influence sur Odette. Comme elle prenait toujours, quand elle parlait à Swann, de mon oncle, des airs poétiques, disant: «Ah! lui, ce n′est pas comme toi, c′est une si belle chose, si grande, si jolie, que son amitié pour moi. Ce n′est pas lui qui me considérerait assez peu pour vouloir se montrer avec moi dans tous les lieux publics», Swann fut embarrassé et ne savait pas à quel ton il devait se hausser pour parler d′elle à mon oncle. Il posa d′abord l′excellence a priori d′Odette, l′axiome de sa supra-humanité séraphique, la révélation de ses vertus indémontrables et dont la notion ne pouvait dériver de l′expérience. «Je veux parler avec vous. Vous, vous savez quelle femme au-dessus de toutes les femmes, quel être adorable, quel ange est Odette. Mais vous savez ce que c′est que la vie de Paris. Tout le monde ne connaît pas Odette sous le jour où nous la connaissons vous et moi. Alors il y a des gens qui trouvent que je joue un rôle un peu ridicule; elle ne peut même pas admettre que je la rencontre dehors, au théâtre. Vous, en qui elle a tant de confiance, ne pourriez-vous lui dire quelques mots pour moi, lui assurer qu′elle s′exagère le tort qu′un salut de moi lui cause?»
Tenía que dar excusas a la gente de la aristocracia por no ir a visitarlos, y en cambio, se excusaba ante Odette por ir a visitarla a ella. Y eso que las pagaba bien (preguntándose, a fin de mes, por poco que hubiera abusado de la paciencia de Odette, yendo a verla con frecuencia, si era bastante mandarle cuatro mil francos), y para cada una de ellas buscaba un pretexto, el llevarle un regalo, darle una contestación de algo que le interesaba, o haberse encontrado en la calle con el barón de Charlus, que iba a casa de Odette, y que exigió a Swann que lo acompañara. Y cuando no tenía ningún pretexto, rogaba a su amigo Charlus que fuera a su casa, y que le dijera, como espontáneamente, en el curso de la conversación, que se le había olvidado decir una cosa a Swann, y que hiciera Odette el favor de avisarle para que pasara en seguida por casa de ella, y poder decírselo; pero, por lo general, Swann se cansaba de esperar, y Charlus le decía, por la noche, que su estratagema no había resultado. De modo que, ahora, Odette, además de hacer frecuentes viajes, aun cuando estuviera en París, apenas si veía a Swann, y ella que cuando estaba enamorada le decía: -.Siempre estoy desocupada y -¿Qué me importa a mí la gente?, invocaba las conveniencias o pretextaba un quehacer siempre que Swann quería verla. Cuando hablaba de ir a una fiesta de beneficencia, a una exposición, a un estreno, donde iría ella, Odette replicaba que eso sería querer pregonar sus relaciones y tratarla como a una mujerzuela. Hasta tal punto que, para no estar privado en absoluto de verla, Swann, sabedor de que Odette conocía y apreciaba mucho a mi tío Adolfo, que era amigo suyo, fue un día a visitarlo a su casa de la calle de Bellechasse, para pedirle que ejerciera su influencia sobre el ánimo de Odette en favor suyo. Como Odette, siempre que hablaba a Swann de mi tío, lo hacía en un tono romántico, diciendo: -¡Ah!, él no es como tú. Me tiene una amistad tan hermosa, tan pura, tan grande... No me menospreciaría él hasta ese punto de pedirme que lo acompañara a sitios públicos.; Swann estaba un poco azorado, y no sabía en qué diapasón tenía que ponerse para hablar a mi tío de Odette. Empezó por la excelencia apriorística de Odette, el axioma de su superhumanidad seráfica y la revelación de sus virtudes indemostrables, y que no podían conocerse por la mera experiencia: -Quiero hablar con usted; usted ya sabe qué clase de mujer es Odette, que está por encima de cualquier otra mujer, que es un ser adorable, un ángel. Pero ya conoce la vida de París. No todo el mundo la mira con los mismos ojos que usted y que yo. Y hay personas que dicen que yo hago el ridículo, porque ella ni siquiera puede pasar porque la vea fuera de casa, en el teatro. Ella tiene mucha confianza en usted. ¿Por qué no le dice usted unas palabras en favor mío, y le asegura que exagera cuando se imagina que, con solo un saludo, la perjudico?
Mon oncle conseilla à Swann de rester un peu sans voir Odette qui ne l′en aimerait que plus, et à Odette de laisser Swann la retrouver partout où cela lui plairait. Quelques jours après, Odette disait à Swann qu′elle venait d′avoir une déception en voyant que mon oncle était pareil à tous les hommes: il venait d′essayer de la prendre de force. Elle calma Swann qui au premier moment voulait aller provoquer mon oncle, mais il refusa de lui serrer la main quand il le rencontra. Il regretta d′autant plus cette brouille avec mon oncle Adolphe qu′il avait espéré, s′il l′avait revu quelquefois et avait pu causer en toute confiance avec lui, tâcher de tirer au clair certains bruits relatifs à la vie qu′Odette avait menée autrefois à Nice. Or mon oncle Adolphe y passait l′hiver. Et Swann pensait que c′était même peut-être là qu′il avait connu Odette. Le peu qui avait échappé à quelqu′un devant lui, relativement à un homme qui aurait été l′amant d′Odette avait bouleversé Swann. Mais les choses qu′il aurait avant de les connaître, trouvé le plus affreux d′apprendre et le plus impossible de croire, une fois qu′il les savait, elles étaient incorporées à tout jamais à sa tristesse, il les admettait, il n′aurait plus pu comprendre qu′elles n′eussent pas été. Seulement chacune opérait sur l′idée qu′il se faisait de sa maîtresse une retouche ineffaçable. Il crut même comprendre, une fois, que cette légèreté des mœurs d′Odette qu′il n′eût pas soupçonnée, était assez connue, et qu′à Bade et à Nice, quand elle y passait jadis plusieurs mois, elle avait eu une sorte de notoriété galante. Il chercha, pour les interroger, à se rapprocher de certains viveurs; mais ceux-ci savaient qu′il connaissait Odette; et puis il avait peur de les faire penser de nouveau à elle, de les mettre sur ses traces.
Mi tío aconsejó a Swann que dejara de ver a Odette por un poco de tiempo, con lo cual ella le querría más aún, y a Odette que permitiera a Swann hablar con ella en donde él quisiera. Algunos días después, Odette dijo a Swann que había tenido una decepción: mi tío era un hombre como los demás, y había intentado poseerla a la fuerza. Odette quitó de la cabeza a Swann la idea, que se le ocurrió en el primer momento, de ir a desafiar a mi tío; pero, de allí en adelante, Swann se negó a darle la mano. Lamentó mucho esta ruptura con mi tío Adolfo, porque tenía la esperanza, si hubieran podido verse más a menudo y hablar con intimidad, de hacer puesto en claro ciertos rumores referentes a la vida de Odette, hacía años, en Niza, donde mi tío pasaba los inviernos, y Swann creía que quizá se habían conocido allí. Unas pocas palabras que se le escaparon un día a uno, y que aludían a un hombre que fue querido de Odette, trastornaron totalmente a Swann. Pero aquellas cosas, que antes de sabidas le parecían las más terribles de oír, las menos fáciles de creer, una vez que eran ya sabidas, se incorporaban por siempre a sus tristezas, las admitía y no podía imaginarse que no hubieran existido antes. Cada uno de esos rumores retocaba la idea que se forjaba Swann de su querida con una pincelada imborrable. Hasta creyó oír una vez que esa ligereza de costumbres de Odette, ni siquiera sospechada por él, era muy conocida, y que en Bade y en Niza, donde pasaba antes algunas temporadas, disfrutó una especie de notoriedad galante. Hizo por reunirse con algunos calaveras conocidos suyos, aficionados a la vida alegre, para sonsacarles algo; pero ellos ya sabían que Swann conocía a Odette, y, además, él temía recordársela y ponerlos sobre su pista.
Mais lui à qui jusque-là rien n′aurait pu paraître aussi fastidieux que tout ce qui se rapportait à la vie cosmopolite de Bade ou de Nice, apprenant qu′Odette avait peut-être fait autrefois la fête dans ces villes de plaisir, sans qu′il dût jamais arriver à savoir si c′était seulement pour satisfaire à des besoins d′argent que grâce à lui elle n′avait plus, ou à des caprices qui pouvaient renaître, maintenant il se penchait avec une angoisse impuissante, aveugle et vertigineuse vers l′abîme sans fond où étaient allées s′engloutir ces années du début du Septennat pendant lesquelles on passait l′hiver sur la promenade des Anglais, l′été sous les tilleuls de Bade, et il leur trouvait une profondeur douloureuse mais magnifique comme celle que leur eût prêtée un poète; et il eût mis à reconstituer les petits faits de la chronique de la Côte d′Azur d′alors, si elle avait pu l′aider à comprendre quelque chose du sourire ou des regards—pourtant si honnêtes et si simples—d′Odette, plus de passion que l′esthéticien qui interroge les documents subsistant de la Florence du XVe siècle pour tâcher d′entrer plus avant dans l′âme de la Primavera, de la bella Vanna, ou de la Vénus, de Botticelli. Souvent sans lui rien dire il la regardait, il songeait; elle lui disait:
Pero Swann, que hasta entonces consideraba la cosa más fastidiosa del mundo todo lo referente a la vida cosmopolita de Bade o de Niza, al saber que Odette, en otro tiempo, había hecho una vida bastante libre en esas ciudades de placer, sin poder averiguar si la hacía tan sólo para satisfacer necesidades económicas, que al presente, gracias a él, ya no sentía, o cediendo a caprichos que podían volver ahora, se inclinaba con impotente, ciega y vertiginosa angustia sobre el abismo insondable donde fueron a parar aquellas años del Septenado de Mac-Mahón, cuando era uso pasar el invierno en el Paseo de los Ingleses, de Niza, y el verano a la sombra de los tilos badenses, y los veía dolorosa, magníficamente profundos como los hubiera pintado un poeta; y habría empeñado en la tarea de reconstituir todas las menudencias de la crónica mundana de aquella Costa Azul de entonces, siempre que pudieran ayudarle a comprender algo de la sonrisa o de la mirada «tan sencillas y tan honradas, a pesar de todo. de Odette, mayor pasión que el estudiante de estética que interroga apasionadamente los documentos que nos quedan sobre la Florencia del siglo XV, para penetrar más profundamente en el alma de la Primavera, de la bella Vanna, o de la Venus, de Botticelli. Muchas veces la miraba, soñando, sin decirla nada; y ella decía:
«Comme tu as l′air triste!» Il n′y avait pas bien longtemps encore, de l′idée qu′elle était une créature bonne, analogue aux meilleures qu′il eût connues, il avait passé à l′idée qu′elle était une femme entretenue; inversement il lui était arrivé depuis de revenir de l′Odette de Crécy, peut-être trop connue des fêtards, des hommes à femmes, à ce visage d′une expression parfois si douce, à cette nature si humaine. Il se disait: «Qu′est-ce que cela veut dire qu′à Nice tout le monde sache qui est Odette de Crécy? Ces réputations-là, même vraies, sont faites avec les idées des autres»; il pensait que cette légende—fût-elle authentique—était extérieure à Odette, n′était pas en elle comme une personnalité irréductible et malfaisante; que la créature qui avait pu être amenée à mal faire, c′était une femme aux bons yeux, au cœur plein de pitié pour la souffrance, au corps docile qu′il avait tenu, qu′il avait serré dans ses bras et manié, une femme qu′il pourrait arriver un jour à posséder toute, s′il réussissait à se rendre indispensable à elle.
-¡Qué triste estás!.. Aún no hacía mucho tiempo que de la idea de una Odette buena, igual o mejor que otras criaturas que él conocía, pasó a la idea de una Odette mujer entretenida; ahora, por el contrario, le había sucedido que de la Odette de Crécy, quizá muy conocida de la gente juerguista, de los mujeriegos, había retornado a aquel rostro de expresión tan suave a veces, a aquel temperamento tan humano. Se decía: «Qué significa eso de que en Niza todo el mundo sepa quién es Odette de Crécy? Esas reputaciones, por ciertas que sean, las han formado las ideas ajenas.; y creía que tal leyenda «aunque fuera auténtica. era algo externo a Odette; no era como una personalidad suya, irreductible y dañina; que la criatura que acaso se vio en la necesidad de obrar mal era una mujer de mirar bondadoso, de corazón compasivo para con los que sufren, de cuerpo dócil, que él había tenido en sus brazos, que él había manejado, una mujer que acaso podría llegar algún día a ser enteramente suya, si lograba hacérsela indispensable.
Elle était là, souvent fatiguée, le visage vidé pour un instant de la préoccupation fébrile et joyeuse des choses inconnues qui faisaient souffrir Swann; elle écartait ses cheveux avec ses mains; son front, sa figure paraissaient plus larges; alors, tout d′un coup, quelque pensée simplement humaine, quelque bon sentiment comme il en existe dans toutes les créatures, quand dans un moment de repos ou de repliement elles sont livrées à elles-mêmes, jaillissait dans ses yeux comme un rayon jaune. Et aussitôt tout son visage s′éclairait comme une campagne grise, couverte de nuages qui soudain s′écartent, pour sa transfiguration, au moment du soleil couchant. La vie qui était en Odette à ce moment-là, l′avenir même qu′elle semblait rêveusement regarder, Swann aurait pu les partager avec elle; aucune agitation mauvaise ne semblait y avoir laissé de résidu. Si rares qu′ils devinssent, ces moments-là ne furent pas inutiles. Par le souvenir Swann reliait ces parcelles, abolissait les intervalles, coulait comme en or une Odette de bonté et de calme pour laquelle il fit plus tard (comme on le verra dans la deuxième partie de cet ouvrage) des sacrifices que l′autre Odette n′eût pas obtenus. Mais que ces moments étaient rares, et que maintenant il la voyait peu! Même pour leur rendez-vous du soir, elle ne lui disait qu′à la dernière minute si elle pourrait le lui accorder car, comptant qu′elle le trouverait toujours libre, elle voulait d′abord être certaine que personne d′autre ne lui proposerait de venir.
Allí estaba, cansada muchas veces, con el rostro libre de esas desconocidas cosas que tanto hacían sufrir a Swann; se apartaba el pelo de la frente con la mano; su frente y su cara parecían agrandarse, y entonces, de pronto, un pensamiento sencillamente humano, un buen sentimiento de esos que tienen todas las criaturas cuando se abandonan a sí mismas en un instante de descanso o de recogimiento, brotaba de sus ojos como un rayo amarillo. Y en seguida, todo su rostro se iluminaba como una gris campiña, cuando las nubes que cubren el cielo se apartan, para el momento de la transfiguración, en la hora del poniente. Swann habría podido compartir la vida que en aquel momento latía en Odette, el porvenir que ella entreveía como un sueño; en el fondo de esa vida y de ese futuro, ninguna cosa mala había dejado su residuo. Aquellos momentos, aunque muy raros, no fueron inútiles. Con el recuerdo, Swann iba ensamblando aquellas parcelas, suprimía los intervalos; moldeaba, como en oro, una Odette bondadosa y tranquila, por la que hizo más adelante «como se verá en la segunda parte de esta obra. sacrificios que nunca habría logrado la otra Odette. Pero ¡qué escasos eran esos instantes y qué de tarde en tarde la veía! Ni siquiera en las citas nocturnas, pues ahora Odette aguardaba al último minuto para decirle si podría verla o no por la noche, porque Odette, como sabía que siempre contaba con Swann, quería estar segura, antes de decirle que fuera, que no había ninguna otra persona que solicitara lo mismo.
Elle alléguait qu′elle était obligée d′attendre une réponse de la plus haute importance pour elle, et même si après qu′elle avait fait venir Swann des amis demandaient à Odette, quand la soirée était déjà commencée, de les rejoindre au théâtre ou à souper, elle faisait un bond joyeux et s′habillait à la hâte. Au fur et à mesure qu′elle avançait dans sa toilette, chaque mouvement qu′elle faisait rapprochait Swann du moment où il faudrait la quitter, où elle s′enfuirait d′un élan irrésistible; et quand, enfin prête, plongeant une dernière fois dans son miroir ses regards tendus et éclairés par l′attention, elle remettait un peu de rouge à ses lèvres, fixait une mèche sur son front et demandait son manteau de soirée bleu ciel avec des glands d′or, Swann avait l′air si triste qu′elle ne pouvait réprimer un geste d′impatience et disait: «Voilà comme tu me remercies de t′avoir gardé jusqu′à la dernière minute. Moi qui croyais avoir fait quelque chose de gentil. C′est bon à savoir pour une autre fois!» Parfois, au risque de la fâcher, il se promettait de chercher à savoir où elle était allée, il rêvait d′une alliance avec Forcheville qui peut-être aurait pu le renseigner. D′ailleurs quand il savait avec qui elle passait la soirée, il était bien rare qu′il ne pût pas découvrir dans toutes ses relations à lui quelqu′un qui connaissait fût-ce indirectement l′homme avec qui elle était sortie et pouvait facilement en obtenir tel ou tel renseignement. Et tandis qu′il écrivait à un de ses amis pour lui demander de chercher à éclaircir tel ou tel point, il éprouvait le repos de cesser de se poser ses questions sans réponses et de transférer à un autre la fatigue d′interroger. Il est vrai que Swann n′était guère plus avancé quand il avait certains renseignements. Savoir ne permet pas toujours d′empêcher, mais du moins les choses que nous savons, nous les tenons, sinon entre nos mains, du moins dans notre pensée où nous les disposons à notre gré, ce qui nous donne l′illusion d′une sorte de pouvoir sur elles. Il était heureux toutes les fois où M. de Charlus était avec Odette. Entre M. de Charlus et elle, Swann savait qu′il ne pouvait rien se passer, que quand M. de Charlus sortait avec elle c′était par amitié pour lui et qu′il ne ferait pas difficulté à lui raconter ce qu′elle avait fait.
Alegaba que no tenía más remedio que esperar una contestación importantísima para ella, y a veces, después de haber hecho ir a Swann, si algunos amigos la invitaban, cuando ya había comenzado la noche, a ir con ellos al teatro o a cenar, Odette daba un brinco de alegría y se ponía a vestirse en seguida. Conforme iba adelantando, en su atavío, cada uno de sus movimientos acercaba a Swann a aquel momento en que tendría que separarse, en que ella se escaparía con irresistible arranque; y cuando ya, vestida, hundía por última vez en el espejo sus miradas tensas, iluminadas por la atención, se daba un poco de carmín en los labios y se arreglaba un mechón de pelo en la frente, esperando que le trajeran su abrigo de noche, azul celeste, con borlas de oro, Swann ponía una cara tan triste, que Odette no podía reprimir un ademán de impaciencia, y le decía: «¡Vaya una manera de darme las gracias por haberte dejado estar conmigo hasta el último momento! ¡Yo que creía que me había portado bien contigo! ¡ Bueno es saberlo para otra vez!.. Otras veces, aun a riesgo de que ella se enfadara, Swann se prometía averiguar adónde había ido su querida, y soñaba en una alianza con Forcheville, que quizá le habría podido contar algo. Cuando sabía con quién salía Odette por la noche, era muy raro que Swann no pudiera encontrar, entre todos sus amigos, alguno que conociera, aunque fuese indirectamente, al hombre que la había acompañado y que pudiera pedirle detalles. Y cuando se ponía a escribir a un amigo para aclarar este o el otro extremo, sentía el reposo de no hacerse ya preguntas que no tenían respuesta, y de transferir a otra persona la fatiga de interrogar. Cierto que Swann no adelantaba mucho cuando lograba los datos pedidos. No por saber una cosa se la puede impedir; pero siquiera las cosas que averiguamos, las tenemos, si no entre las manos, por lo menos en el pensamiento, y allí están a nuestra disposición, lo cual nos inspira la ilusión de gozar sobre ellas una especie de dominio. Swann tenía una gran tranquilidad siempre que el que estaba con Odette era el barón de Charlus. Sabía que entre Odette y el barón de Charlus no podía haber nada, y que cuando su amigo salía con ella por dar gusto a Swann, le contaría luego, sin ninguna dificultad, lo que había hecho.
Quelquefois elle avait déclaré si catégoriquement à Swann qu′il lui était impossible de le voir un certain soir, elle avait l′air de tenir tant à une sortie, que Swann attachait une véritable importance à ce que M. de Charlus fût libre de l′accompagner. Le lendemain, sans oser poser beaucoup de questions à M. de Charlus, il le contraignait, en ayant l′air de ne pas bien comprendre ses premières réponses, à lui en donner de nouvelles, après chacune desquelles il se sentait plus soulagé, car il apprenait bien vite qu′Odette avait occupé sa soirée aux plaisirs les plus innocents.
Muchas veces Odette declaraba tan categóricamente a Swann que no podía verlo en una noche determinada, o parecía tener tal interés en salir, que Swann consideraba importantísimo que Charlus no tuviera nada que hacer aquella noche, y quisiera acompañarla Al otro día, sin atreverse a hacer muchas preguntas a su amigo, le obligaba, haciendo como que no entendía bien sus primeras respuestas, a decirle más cosas, con las cuales sentía un gran alivio, porque resultaba que Odette había pasado la noche entregada a los más inocentes placeres.
«Mais comment, mon petit Mémé, je ne comprends pas bien..., ce n′est pas en sortant de chez elle que vous êtes allés au musée Grévin? Vous étiez allés ailleurs d′abord. Non? Oh! que c′est drôle! Vous ne savez pas comme vous m′amusez, mon petit Mémé. Mais quelle drôle d′idée elle a eue d′aller ensuite au Chat Noir, c′est bien une idée d′elle... Non? c′est vous. C′est curieux. Après tout ce n′est pas une mauvaise idée, elle devait y connaître beaucoup de monde? Non? elle n′a parlé à personne? C′est extraordinaire. Alors vous êtes restés là comme cela tous les deux tous seuls? Je vois d′ici cette scène. Vous êtes gentil, mon petit Mémé, je vous aime bien.» Swann se sentait soulagé. Pour lui, à qui il était arrivé en causant avec des indifférents qu′il écoutait à peine, d′entendre quelquefois certaines phrases (celle-ci par exemple: «J′ai vu hier Mme de Crécy, elle était avec un monsieur que je ne connais pas»), phrases qui aussitôt dans le cœur de Swann passaient à l′état solide, s′y durcissaient comme une incrustation, le déchiraient, n′en bougeaient plus, qu′ils étaient doux au contraire ces mots: «Elle ne connaissait personne, elle n′a parlé à personne», comme ils circulaient aisément en lui, qu′ils étaient fluides, faciles, respirables! Et pourtant au bout d′un instant il se disait qu′Odette devait le trouver bien ennuyeux pour que ce fussent là les plaisirs qu′elle préférait à sa compagnie. Et leur insignifiance, si elle le rassurait, lui faisait pourtant de la peine comme une trahison.
«Como Memé, no entiendo bien... entonces no fuisteis al salir de su casa al museo de Grévin? ¿No? ¡Ah!, fuisteis antes. ¡Tiene gracia! No sabes la gracia que me haces, Memé. Vaya una ocurrencia irse luego al Gato Negro; eso se ve que salió de la cabeza de Odette ¿No? ¿Fue cosa tuya? Es raro. Pero, después de todo, no ibas descaminado, porque Odette debió encontrarse allí con muchos conocidos. ¡Ah!, ¿conque no habló con nadie? Es rarísimo. Parece que os estoy viendo desde aquí, los dos solitos, muy serios. Bueno, Memé, eres muy buen muchacho, ¿sabes?, te quiero mucho.. Y ya Swann se sentía aliviado. Porque para él, que muchas veces, al hablar con personas indiferentes, a quienes apenas si escuchaba, había oído frases como «Ayer vi a la de Crécy con un señor desconocido.; frases que en el corazón de Swann pasaban inmediatamente al estado sólido, endurecidas como una incrustación, y lo desbarraban, y nunca se iban de allí, eran dulcísimas esas otras palabras: «No conocía a nadie, no habló con nadie; palabras que, circulaban holgadamente por su alma, palabras fluidas, fáciles, respirables. Y luego pensaba que Odette debía considerarlo como persona muy aburrida, para que prefiriera a su compañía aquellos placeres, cuya insignificancia lo tranquilizaba, pero le daba pena al mismo tiempo, como una traición.
Même quand il ne pouvait savoir où elle était allée, il lui aurait suffi pour calmer l′angoisse qu′il éprouvait alors, et contre laquelle la présence d′Odette, la douceur d′être auprès d′elle était le seul spécifique (un spécifique qui à la longue aggravait le mal avec bien des remèdes, mais du moins calmait momentanément la souffrance), il lui aurait suffi, si Odette l′avait seulement permis, de rester chez elle tant qu′elle ne serait pas là, de l′attendre jusqu′à cette heure du retour dans l′apaisement de laquelle seraient venues se confondre les heures qu′un prestige, un maléfice lui avaient fait croire différentes des autres. Mais elle ne le voulait pas; il revenait chez lui; il se forçait en chemin à former divers projets, il cessait de songer à Odette; même il arrivait, tout en se déshabillant, à rouler en lui des pensées assez joyeuses; c′est le cœur plein de l′espoir d′aller le lendemain voir quelque chef-d′œuvre qu′il se mettait au lit et éteignait sa lumière; mais, dès que, pour se préparer à dormir, il cessait d′exercer sur lui-même une contrainte dont il n′avait même pas conscience tant elle était devenue habituelle, au même instant un frisson glacé refluait en lui et il se mettait à sangloter. Il ne voulait même pas savoir pourquoi, s′essuyait les yeux, se disait en riant: «C′est charmant, je deviens névropathe.» Puis il ne pouvait penser sans une grande lassitude que le lendemain il faudrait recommencer de chercher à savoir ce qu′Odette avait fait, à mettre en jeu des influences pour tâcher de la voir. Cette nécessité d′une activité sans trêve, sans variété, sans résultats, lui était si cruelle qu′un jour apercevant une grosseur sur son ventre, il ressentit une véritable joie à la pensée qu′il avait peut-être une tumeur mortelle, qu′il n′allait plus avoir à s′occuper de rien, que c′était la maladie qui allait le gouverner, faire de lui son jouet, jusqu′à la fin prochaine. Et en effet si, à cette époque, il lui arriva souvent sans se l′avouer de désirer la mort, c′était pour échapper moins à l′acuité de ses souffrances qu′à la monotonie de son effort.
Cuando no podía saber adónde iba su querida, habríale bastado para calmar la angustia que sentía al quedarse solo, y contra la cual no había más específico que la presencia de Odette, la felicidad de estar con ella (específico que, a la larga, agravaba el mal como muchas medicinas, pero que por el momento calmaba el dolor); habríale bastado que ella lo dejara estarse en su casa, esperarla hasta la hora de la vuelta, porque en el sosiego de aquella hora se habrían fundido aquellas otras que consideraba él distintas de las demás, como maléficas y encantadas. Pero Odette no quería; Swann se volvía a casa, por el camino iba forjando proyectos y casi no pensaba en Odette; llegaba, y mientras se estaba desnudando seguía con ideas alegres y contento porque al día siguiente iba a ver alguna obra de arte admirable, se metía en la cama y apagaba la luz; pero en cuanto se disponía a dormir y dejaba de ejercer sobre su ánimo aquella violencia, inconsciente por lo habitual que era, volvía a sobrecogerlo un escalofrío terrible, y empezaba a sollozar. No quería preguntarse el porqué; secábase los ojos, y decía riendo: -Bonita cosa, me estoy volviendo neurótico.. Y le cansaba, muchísimo el pensar que al otro día habría que averiguar de nuevo lo que Odette había hecho, buscar influencias para poder verla. Tan cruel le era aquella necesidad de una actividad sin tregua, sin variedad, sin resultados, que un día, al verse un bulto en el vientre, sintió una gran alegría, pensando que quizá era un tumor mortal, y que ya no tendría que ocuparse en nada, porque la enfermedad lo gobernaría, lo tomaría por juguete hasta que llegara el próximo final de todo. Y, en efecto, si en aquella época se le ocurrió muchas veces desear la muerte, más que por huir de sus penas, era por escapar a la monotonía de sus esfuerzos.
Et pourtant il aurait voulu vivre jusqu′à l′époque où il ne l′aimerait plus, où elle n′aurait aucune raison de lui mentir et où il pourrait enfin apprendre d′elle si le jour où il était allé la voir dans l′après-midi, elle était ou non couchée avec Forcheville. Souvent pendant quelques jours, le soupçon qu′elle aimait quelqu′un d′autre le détournait de se poser cette question relative à Forcheville, la lui rendait presque indifférente, comme ces formes nouvelles d′un même état maladif qui semblent momentanément nous avoir délivrés des précédentes. Même il y avait des jours où il n′était tourmenté par aucun soupçon. Il se croyait guéri. Mais le lendemain matin, au réveil, il sentait à la même place la même douleur dont, la veille pendant la journée, il avait comme dilué la sensation dans le torrent des impressions différentes. Mais elle n′avait pas bougé de place. Et même, c′était l′acuité de cette douleur qui avait réveillé Swann.
Sin embargo, le habría gustado vivir hasta la época en que ya no la quisiera, cuando Odette ya no tuviera necesidad de decirle mentiras, cuando lograra por fin enterarse de si aquella tarde que fue a visitarla estaba o no acostada con Forcheville. A veces, llegaban unos cuantos días en que la sospecha de que Odette quería a otro hombre, le quitaba de la cabeza aquella pregunta referente a Forcheville, la despojaba de todo interés, como esas formas nuevas de un mismo estado morboso que se nos figura que nos libran de las precedentes. Hasta había días que no lo atormentaba sospecha alguna. Se creía que ya estaba curado. Pero al otro día, al despertarse, sentía el mismo dolor en el mismo sitio, aquel dolor cuya sensación diluyó el día antes en un torrente de impresiones distintas, pero que no había cambiado de sitio. Y precisamente, la fuerza del dolor es lo que había despertado a Swann.
Comme Odette ne lui donnait aucun renseignement sur ces choses si importantes qui l′occupaient tant chaque jour (bien qu′il eût assez vécu pour savoir qu′il n′y en a jamais d′autres que les plaisirs), il ne pouvait pas chercher longtemps de suite à les imaginer, son cerveau fonctionnait à vide; alors il passait son doigt sur ses paupières fatiguées comme il aurait essuyé le verre de son lorgnon, et cessait entièrement de penser. Il surnageait pourtant à cet inconnu certaines occupations qui réapparaissaient de temps en temps, vaguement rattachées par elle à quelque obligation envers des parents éloignés ou des amis d′autrefois, qui, parce qu′ils étaient les seuls qu′elle lui citait souvent comme l′empêchant de le voir, paraissaient à Swann former le cadre fixe, nécessaire, de la vie d′Odette. A cause du ton dont elle lui disait de temps à autre «le jour où je vais avec mon amie à l′Hippodrome», si, s′étant senti malade et ayant pensé: «peut-être Odette voudrait bien passer chez moi», il se rappelait brusquement que c′était justement ce jour-là, il se disait:
Como Odette no le daba ningún detalle de aquellas ocupaciones tan importantes de cada día (aunque él había vivido ya lo bastante para saber que no hay otras ocupaciones que los placeres), no tenía Swann bastante base para poder imaginárselas, y su cerebro funcionaba en el vacío; entonces se pasaba los dedos por los cansados párpados, como si limpiara los cristales de sus lentes, y no pensaba en nada. Sin embargo, en aquella vaguedad sobrenadaban algunos quehaceres de Odette que asomaban de vez en cuando, y que ella refería a obligaciones con parientes lejanos o con amigos de antaño, los cuales quehaceres, por ser los únicos que Odette citaba expresamente como obstáculo a sus citas, formaban para Swann el marco fijo y necesario de la vida de Odette. De cuando en cuando, Odette le decía en un tono de voz especial
«Ah! non, ce n′est pas la peine de lui demander de venir, j′aurais dû y penser plus tôt, c′est le jour où elle va avec son amie à l′Hippodrome. Réservons-nous pour ce qui est possible; c′est inutile de s′user à proposer des choses inacceptables et refusées d′avance.» Et ce devoir qui incombait à Odette d′aller à l′Hippodrome et devant lequel Swann s′inclinait ainsi ne lui paraissait pas seulement inéluctable; mais ce caractère de nécessité dont il était empreint semblait rendre plausible et légitime tout ce qui de près ou de loin se rapportait à lui. Si Odette dans la rue ayant reçu d′un passant un salut qui avait éveillé la jalousie de Swann, elle répondait aux questions de celui-ci en rattachant l′existence de l′inconnu à un des deux ou trois grands devoirs dont elle lui parlait, si, par exemple, elle disait: «C′est un monsieur qui était dans la loge de mon amie avec qui je vais à l′Hippodrome», cette explication calmait les soupçons de Swann, qui en effet trouvait inévitable que l′amie eût d′autre invités qu′Odette dans sa loge à l′Hippodrome, mais n′avait jamais cherché ou réussi à se les figurer. Ah! comme il eût aimé la connaître, l′amie qui allait à l′Hippodrome, et qu′elle l′y emmenât avec Odette! Comme il aurait donné toutes ses relations pour n′importe quelle personne qu′avait l′habitude de voir Odette, fût-ce une manucure ou une demoiselle de magasin. Il eût fait pour elles plus de frais que pour des reines. Ne lui auraient-elles pas fourni, dans ce qu′elles contenaient de la vie d′Odette, le seul calmant efficace pour ses souffrances? Comme il aurait couru avec joie passer les journées chez telle de ces petites gens avec lesquelles Odette gardait des relations, soit par intérêt, soit par simplicité véritable. Comme il eût volontiers élu domicile à jamais au cinquième étage de telle maison sordide et enviée où Odette ne l′emmenait pas, et où, s′il y avait habité avec la petite couturière retirée dont il eût volontiers fait semblant d′être l′amant, il aurait presque chaque jour reçu sa visite. Dans ces quartiers presque populaires, quelle existence modeste, abjecte, mais douce, mais nourrie de calme et de bonheur, il eût accepté de vivre indéfiniment.
-No, no vale la pena molestarse en pedirle que venga; se me debía haber ocurrido que hoy es el día que va al Hipódromo con su amiga. Hay que reservarse para las cosas posibles, y no perder el tiempo en pedir lo que ya sabemos que nos van a negar.. Y no sólo le parecía ineludible aquel deber que a Odette incumbía, y ante el cual se inclinaba Swann, de ir al Hipódromo, sino que ese carácter de necesidad que lo distinguía y legitimaba, hacía plausible todo lo que con el tal deber se refiriera de cerca o de lejos. Si por la calle se encontraba con un hombre que saludaba a Odette, despertando así los celos de Swann, Odette no tenía más que responder a las preguntas de su querido, relacionando la existencia del desconocido con una de las dos o tres grandes obligaciones conocidas de Swann, diciendo, por ejemplo: «Es un caballero que estaba en el palco de mi amiga el otro día en el Hipódromo., explicación que calmaba las sospechas de Swann, porque, en efecto, no se podía evitar que la amiga invitara a su palco a otras personas además de Odette, personas que Swann nunca intentaba o lograba imaginarse. ¡Cuánto se habría alegrado de conocer a aquella amiga, de que lo invitara a ir con ellas al Hipódromo! Hubiera cambiado todas sus amistades por la de cualquier persona que tuviera costumbre de ver a Odette, aunque fuera una manicura o la dependienta de una tienda. Las habría obsequiado como a reinas. Porque le habrían dado el mejor calmante para sus penas al ofrecerle aquello en que ellas participaban de la vida de Odette. ¡Qué alegremente habría corrido a pasar el día en casa de aquellas gentes humildes, que Odette seguía tratando, ya fuera por interés, ya por sencilla naturalidad! De buena gana se iría a vivir para siempre a un quinto piso de una casa sórdida, donde Odette no lo llevaba nunca; pasaría por amante de la modistilla, y viviría con ella, con tal de recibir casi a diario la visita de Odette. Y habría aceptado una vida modesta, abyecta, pero dulcísima, preñada de calma y de felicidad, en uno de esos barrios.
Il arrivait encore parfois, quand, ayant rencontré Swann, elle voyait s′approcher d′elle quelqu′un qu′il ne connaissait pas, qu′il pût remarquer sur le visage d′Odette cette tristesse qu′elle avait eue le jour où il était venu pour la voir pendant que Forcheville était là. Mais c′était rare; car les jours où malgré tout ce qu′elle avait à faire et la crainte de ce que penserait le monde, elle arrivait à voir Swann, ce qui dominait maintenant dans son attitude était l′assurance: grand contraste, peut-être revanche inconsciente ou réaction naturelle de l′émotion craintive qu′aux premiers temps où elle l′avait connu, elle éprouvait auprès de lui, et même loin de lui, quand elle commençait une lettre par ces mots: «Mon ami, ma main tremble si fort que je peux à peine écrire» (elle le prétendait du moins et un peu de cet émoi devait être sincère pour qu′elle désirât d′en feindre davantage). Swann lui plaisait alors. On ne tremble jamais que pour soi, que pour ceux qu′on aime. Quand notre bonheur n′est plus dans leurs mains, de quel calme, de quelle aisance, de quelle hardiesse on jouit auprès d′eux! En lui parlant, en lui écrivant, elle n′avait plus de ces mots par lesquels elle cherchait à se donner l′illusion qu′il lui appartenait, faisant naître les occasions de dire «mon», «mien», quand il s′agissait de lui: «Vous êtes mon bien, c′est le parfum de notre amitié, je le garde», de lui parler de l′avenir, de la mort même, comme d′une seule chose pour eux deux. Dans ce temps-là, à tout de qu′il disait, elle répondait avec admiration: «Vous, vous ne serez jamais comme tout le monde»; elle regardait sa longue tête un peu chauve, dont les gens qui connaissaient les succès de Swann pensaient: «Il n′est pas régulièrement beau si vous voulez, mais il est chic: ce toupet, ce monocle, ce sourire!», et, plus curieuse peut-être de connaître ce qu′il était que désireuse d′être sa maîtresse, elle disait:
Sucedía a veces que, estando con Odette, se acercaba a ella algún hombre que Swann no conocía, y entonces podía observarse en el rostro de Odette la misma tristeza que aquel día que fue a verla su querido cuando Forcheville estaba en su casa. Pero era cosa rara; porque los días que, a pesar de sus quehaceres y del temor de lo que pensara la gente, accedía a ver a Swann, lo que dominaba en su porte era una gran seguridad; contraste, acaso revancha inconsciente o reacción natural, de la emoción miedosa que en los primeros tiempos sentía a su lado, cuando empezaba una carta, diciendo: «Amigo mío: me tiembla tanto la mano que apenas si puedo escribir. (por lo menos, ella sostenía que la sentía, y alguna verdad debía de haber en aquella emoción para que a Odette le entraran ganas de exagerarla). Entonces le gustaba Swann. Y nunca temblamos más que por nosotros mismos o por los seres amados. Cuando muestra felicidad ya no está en sus manos, nos sentimos a su lado muy a gusto, tranquilos y sin miedo. Al hablarle y al escribirle, ya no empleaba aquellas palabras que antes servían a Odette para hacerse la ilusión de que Swann era suyo, buscando las ocasiones de decir mi y mío al nombrar a su querido: «Es usted mi tesoro, yo guardo el perfume de nuestra amistad., y ya no hablaba del porvenir, de la muerte, como de una cosa que compartirían. En aquel tiempo, ella contestaba admirada a todo lo que decía Swann: «Usted nunca será como los demás.; y miraba aquella cabeza de su querido, alargada, un tanto calva (la cabeza que hacía decir a los amigos, enterados de los éxitos de Swann; «No es lo que se dice guapo; pero con su tupé, su monóculo y su sonrisa, es muy chic), quizá con más curiosidad de saber cómo era Swann que deseo de llegar a ser su querida, y diciendo:
—«Si je pouvais savoir ce qu′il y a dans cette tête là!»
-¡Ojalá pudiera yo ver lo que hay detrás de esa frente!
Maintenant, à toutes les paroles de Swann elle répondait d′un ton parfois irrité, parfois indulgent:
Ahora, a todas las palabras de Swann respondía Odette, ya con tono de irritación, ya de indulgencia:
—«Ah! tu ne seras donc jamais comme tout le monde!»
-.No, lo que es tú siempre serás al revés de los demás.
Elle regardait cette tête qui n′était qu′un peu plus vieillie par le souci (mais dont maintenant tous pensaient, en vertu de cette même aptitude qui permet de découvrir les intentions d′un morceau symphonique dont on a lu le programme, et les ressemblances d′un enfant quand on connaît sa parenté: «Il n′est pas positivement laid si vous voulez, mais il est ridicule: ce monocle, ce toupet, ce sourire!», réalisant dans leur imagination suggestionnée la démarcation immatérielle qui sépare à quelques mois de distance une tête d′amant de cœur et une tête de cocu), elle disait:
Y decía, mirando aquella cabeza un poco aviejada por la pena (que ahora hacía pensar a todo el mundo, en virtud de esa aptitud que permite adivinar las intenciones de un poema sinfónico, cuando se lee su explicación en el programa, y la cara de un niño cuando se conoce a sus padres: «No es lo que se dice feo; pero con esa sonrisa, ese tupé y ese monóculo, es ridículo., trazando en la sugestionada imaginación la demarcación inmaterial que separa, a unos meses de distancia, la cabeza de un hombre querido de verdad y la cabeza de un cornudo):
—«Ah! si je pouvais changer, rendre raisonnable ce qu′il y a dans cette tête-là.»
-¡Ah, si pudiera yo cambiar lo que hay en esa cabeza, darle un poco de juicio!
Toujours prêt à croire ce qu′il souhaitait si seulement les manières d′être d′Odette avec lui laissaient place au doute, il se jetait avidement sur cette parole:
Y Swann, siempre dispuesto a creer en la verdad de lo que deseaba, en cuanto la conducta de Odette permitía la más leve duda, se lanzaba ávidamente sobre esa frase:
—«Tu le peux si tu le veux, lui disait-il.»
-Si quieres, vaya si puedes -le decía.
Et il tâchait de lui montrer que l′apaiser, le diriger, le faire travailler, serait une noble tâche à laquelle ne demandaient qu′à se vouer d′autres femmes qu′elle, entre les mains desquelles il est vrai d′ajouter que la noble tâche ne lui eût paru plus qu′une indiscrète et insupportable usurpation de sa liberté. «Si elle ne m′aimait pas un peu, se disait-il, elle ne souhaiterait pas de me transformer. Pour me transformer, il faudra qu′elle me voie davantage.» Ainsi trouvait-il dans ce reproche qu′elle lui faisait, comme une preuve d′intérêt, d′amour peut-être; et en effet, elle lui en donnait maintenant si peu qu′il était obligé de considérer comme telles les défenses qu′elle lui faisait d′une chose ou d′une autre. Un jour, elle lui déclara qu′elle n′aimait pas son cocher, qu′il lui montait peut-être la tête contre elle, qu′en tous cas il n′était pas avec lui de l′exactitude et de la déférence qu′elle voulait. Elle sentait qu′il désirait lui entendre dire: «Ne le prends plus pour venir chez moi», comme il aurait désiré un baiser. Comme elle était de bonne humeur, elle le lui dit; il fut attendri. Le soir, causant avec M. de Charlus avec qui il avait la douceur de pouvoir parler d′elle ouvertement (car les moindres propos qu′il tenait, même aux personnes qui ne la connaissaient pas, se rapportaient en quelque manière à elle), il lui dit:
Y hacía por demostrarle que la tarea de calmar su ánimo, de dirigirlo, de hacerlo trabajar, era una labor nobilísima, que estaban deseando tomar en sus manos otras mujeres, si bien esa que él llamaba noble labor, de haber caído en otras manos que en las de Odette, le había parecido una indiscreta e insoportable usurpación de su libertad. «Si no me quisiera un poco, no le entrarían ganas de verme cambiado. Y para hacerme cambiar tendrá que verme más a menudo.. Y el reproche de Odette venía a parecerle una prueba de interés y quizá de amor; y, en efecto, tan escasas eran las que ahora le daba, que no tenía más remedio que tomar como tales las prohibiciones que ella le ponía a esto o a aquello. Un día le dijo que no le gustaba el cochero de Swann, que debía de hablarle mal de ella, y que de todos modos no se portaba con la exactitud y deferencia debidas a su amo. Odette se daba cuenta de que Swann estaba deseando que le dijera: -No lo traigas cuando vengas a casa, lo mismo que habría deseado un beso. Y aquel día estaba de buen humor, y se lo dijo, con gran enternecimiento de Swann. Por la noche; charlando con el barón de Charlus, como con él podía entregarse al placer de hablar abiertamente de Odette (porque todas sus palabras, aun dirigidas a personas que no la conocían, se referían en cierto modo a ella), le dijo:
—Je crois pourtant qu′elle m′aime; elle est si gentille pour moi, ce que je fais ne lui est certainement pas indifférent.
-A mí me parece que me quiere, es muy buena conmigo, y se interesa mucho por lo que hago.
Et si, au moment d′aller chez elle, montant dans sa voiture avec un ami qu′il devait laisser en route, l′autre lui disait:
Y si al ir a casa de Odette algún amigo, que iba a dejar por el camino, le decía al subir al coche:
—«Tiens, ce n′est pas Lorédan qui est sur le siège?», avec quelle joie mélancolique Swann lui répondait:
«Hombre, ese cochero no es Loredán., Swann le contestaba con melancólica alegría:
—«Oh! sapristi non! je te dirai, je ne peux pas prendre Lorédan quand je vais rue La Pérouse. Odette n′aime pas que je prenne Lorédan, elle ne le trouve pas bien pour moi; enfin que veux-tu, les femmes, tu sais! je sais que ça lui déplairait beaucoup. Ah bien oui! je n′aurais eu qu′à prendre Rémi! j′en aurais eu une histoire!»
-¡Quita, hombre, quita! Te diré que no puedo llevar a Loredán cuando voy a la calle de la Pérousse, porque no le gusta a Odette. Se le figura que no está lo bastante bien para mí. Ya sabes lo que son las mujeres, y como eso la disgustaría... Ya lo creo, si lo llego a llevar, tenemos una buena!
Ces nouvelles façons indifférentes, distraites, irritables, qui étaient maintenant celles d′Odette avec lui, certes Swann en souffrait; mais il ne connaissait pas sa souffrance; comme c′était progressivement, jour par jour, qu′Odette s′était refroidie à son égard, ce n′est qu′en mettant en regard de ce qu′elle était aujourd′hui ce qu′elle avait été au début, qu′il aurait pu sonder la profondeur du changement qui s′était accompli. Or ce changement c′était sa profonde, sa secrète blessure, qui lui faisait mal jour et nuit, et dès qu′il sentait que ses pensées allaient un peu trop près d′elle, vivement il les dirigeait d′un autre côté de peur de trop souffrir. Il se disait bien d′une façon abstraite: «Il fut un temps où Odette m′aimait davantage», mais jamais il ne revoyait ce temps. De même qu′il y avait dans son cabinet une commode qu′il s′arrangeait à ne pas regarder, qu′il faisait un crochet pour éviter en entrant et en sortant, parce que dans un tiroir étaient serrés le chrysanthème qu′elle lui avait donné le premier soir où il l′avait reconduite, les lettres où elle disait: «Que n′y avez-vous oublié aussi votre cœur, je ne vous aurais pas laissé le reprendre» et: «A quelque heure du jour et de la nuit que vous ayez besoin de moi, faites-moi signe et disposez de ma vie», de même il y avait en lui une place dont il ne laissait jamais approcher son esprit, lui faisant faire s′il le fallait le détour d′un long raisonnement pour qu′il n′eût pas à passer devant elle: c′était celle où vivait le souvenir des jours heureux.
Swann padecía con esos modales nuevos de Odette, tan distraídos, indiferentes e irritables, pero no se daba cuenta de que sufría con ellos; como Odette se había ido poniendo fría con él progresivamente, día a día, sólo comparando lo que era hoy con lo que había sido al principio habría podido Swann medir la profundidad de la mudanza. Y como esa mudanza era su herida secreta y honda, la que le dolía día y noche, en cuanto sentía que sus ideas se acercaban mucho a ella, se apresuraba a encaminarlas hacia otro lado para no sufrir aún más. Y se decía de un modo abstracto: «En un tiempo, Odette me quería más; pero nunca se representaba el tiempo aquel. Y así, como en su gabinete había una cómoda que él hacía por no mirar, dando un rodeo al entrar y al salir para evitarla, porque, en uno de sus cajones, estaban guardados el crisantemo que le dio la primera noche que la había acompañado y las cartas donde le decía: «Si se hubiera usted dejado el corazón, no se lo habría devuelto., o «A cualquier hora del día o de la noche, no tiene más que llamarme y disponer de mi vida., así había dentro de él un lugar al que nunca dejaba acercarse a su alma, obligándola, si era menester, a dar el rodeo de una larga argumentación para no pasar por delante: el lugar donde latía el recuerdo de días felices.
Mais sa si précautionneuse prudence fut déjouée un soir qu′il était allé dans le monde.
Pero toda la previsora providencia se vio burlada una noche que asistió a una reunión aristocrática.
C′était chez la marquise de Saint-Euverte, à la dernière, pour cette année-là, des soirées où elle faisait entendre des artistes qui lui servaient ensuite pour ses concerts de charité. Swann, qui avait voulu successivement aller à toutes les précédentes et n′avait pu s′y résoudre, avait reçu, tandis qu′il s′habillait pour se rendre à celle-ci, la visite du baron de Charlus qui venait lui offrir de retourner avec lui chez la marquise, si sa compagnie devait l′aider à s′y ennuyer un peu moins, à s′y trouver moins triste. Mais Swann lui avait répondu:
Era en casa de la marquesa de Saint-Euverte, en la última de aquellas reuniones donde la marquesa daba a conocer a los artistas que luego le servían para sus conciertos de beneficencia. Swann, que había hecho intención de ir a todas las precedentes, sin decidirse a última hora, recibió, cuando se estaba vistiendo para ir a aquélla, la visita del barón de Charlus, que se brindó a ir con él a casa de la marquesa, si su compañía le hacía la noche menos aburrida y triste. Pero Swann le contestó:
—«Vous ne doutez pas du plaisir que j′aurais à être avec vous. Mais le plus grand plaisir que vous puissiez me faire c′est d′aller plutôt voir Odette. Vous savez l′excellente influence que vous avez sur elle. Je crois qu′elle ne sort pas ce soir avant d′aller chez son ancienne couturière où du reste elle sera sûrement contente que vous l′accompagniez. En tous cas vous la trouveriez chez elle avant. Tâchez de la distraire et aussi de lui parler raison. Si vous pouviez arranger quelque chose pour demain qui lui plaise et que nous pourrions faire tous les trois ensemble. Tâchez aussi de poser des jalons pour cet été, si elle avait envie de quelque chose, d′une croisière que nous ferions tous les trois, que sais-je? Quant à ce soir, je ne compte pas la voir; maintenant si elle le désirait ou si vous trouviez un joint, vous n′avez qu′à m′envoyer un mot chez Mme de Saint-Euverte jusqu′à minuit, et après chez moi. Merci de tout ce que vous faites pour moi, vous savez comme je vous aime.»
-Ya sabe usted el placer tan grande que tengo siempre en que estemos juntos. Pero el favor mayor que usted puede hacerme es ir a ver a Odette. Ya sabe usted que Odette le hace mucho caso. Esta noche me parece que no saldrá más que para ir a casa de su exmodista, y aun entonces se alegrará mucho de que la acompañe usted. Distráigala y procure traerla al buen camino. A ver si podemos arreglar para mañana alguna cosa que sea de su agrado, y a la que podamos ir los tres. Y a ver si lanza usted algo para el verano que viene, si ella tiene gana de alguna cosa, quizá de un viaje por mar, que podríamos hacer los tres juntos; en fin, cualquier cosa. Esta noche ya no cuento con verla; pero claro que si ella lo quisiera, o usted encontrara ocasión de lograrlo, no tiene más que mandarme un recado a casa de la marquesa, hasta las doce, y después a mi casa. Y muchas gracias por todo lo que está usted haciendo por mí; ya sabe usted que lo quiero de verdad.
Le baron lui promit d′aller faire la visite qu′il désirait après qu′il l′aurait conduit jusqu′à la porte de l′hôtel Saint-Euverte, où Swann arriva tranquillisé par la pensée que M. de Charlus passerait la soirée rue La Pérouse, mais dans un état de mélancolique indifférence à toutes les choses qui ne touchaient pas Odette, et en particulier aux choses mondaines, qui leur donnait le charme de ce qui, n′étant plus un but pour notre volonté, nous apparaît en soi-même. Dès sa descente de voiture, au premier plan de ce résumé fictif de leur vie domestique que les maîtresses de maison prétendent offrir à leurs invités les jours de cérémonie et où elles cherchent à respecter la vérité du costume et celle du décor, Swann prit plaisir à voir les héritiers des «tigres» de Balzac, les grooms, suivants ordinaires de la promenade, qui, chapeautés et bottés, restaient dehors devant l′hôtel sur le sol de l′avenue, ou devant les écuries, comme des jardiniers auraient été rangés à l′entrée de leurs parterres. La disposition particulière qu′il avait toujours eue à chercher des analogies entre les êtres vivants et les portraits des musées s′exerçait encore mais d′une façon plus constante et plus générale; c′est la vie mondaine tout entière, maintenant qu′il en était détaché, qui se présentait à lui comme une suite de tableaux. Dans le vestibule où, autrefois, quand il était un mondain, il entrait enveloppé dans son pardessus pour en sortir en frac, mais sans savoir ce qui s′y était passé, étant par la pensée, pendant les quelques instants qu′il y séjournait, ou bien encore dans la fête qu′il venait de quitter, ou bien déjà dans la fête où on allait l′introduire, pour la première fois il remarqua, réveillée par l′arrivée inopinée d′un invité aussi tardif, la meute éparse, magnifique et désœuvrée de grands valets de pied qui dormaient çà et là sur des banquettes et des coffres et qui, soulevant leurs nobles profils aigus de lévriers, se dressèrent et, rassemblés, formèrent le cercle autour de lui.
El barón le prometió ir a hacer la visita que Swann deseaba, y lo acompañó hasta la puerta del palacio de la marquesa, donde Swann llegó muy tranquilo, porque sabía que Charlus pasaría aquellas horas en casa de Odette; pero en un estado de melancólica indiferencia hacia todas las cosas que no tocaban a su querida, y en particular, hacia las cosas del mundo elegante, que se le aparecían con el encanto que tienen por sí mismas, cuando ya no son un fin para nuestra voluntad. En cuanto bajó del coche, en aquel primer plano del ficticio resumen de su vida doméstica, que a las amas de casa les gusta ofrecer a sus invitados los días de ceremonia, aspirando a respetar la propiedad de los trajes y del decorado, Swann vio con agrado a los herederos de los «tigres. de Balzac, a los grooms encargados de seguir a sus amos en el paseo, y que con sus sombreros y sus grandes botas permanecían fuera del palacio, en la avenida central o en la puerta de las cuadras, como jardineros colocados a la entrada de sus parterres. Esa predisposición que siempre tuvo Swann a encontrar analogías entre los seres vivos y los retratos de los museos, seguía activa, y aun más general y constante que nunca, porque ahora que se había despegado de la vida del mundo elegante, toda ella se le representaba como una serie de cuadros. Al entrar en el vestíbulo donde antes, cuando era hombre de mundo asiduo, penetraba envuelto en su abrigo, para salir de frac, pero sin saber lo que allí pasaba, porque en los pocos minutos que transcurrían allí estaba con el pensamiento o en la fiesta donde iba a entrar, o en la fiesta de la que acababa de salir, notó por primera vez, al verla despertar ante la inopinada llegada de un invitado, la ociosa y magnífica jauría de lacayos que dormían acá y allá en banquetas y en arcas, y que, irguiendo sus nobles y agudos perfiles de lebreles, se alzaron y se formaron en círculo a su alrededor.
L′un d′eux, d′aspect particulièrement féroce et assez semblable à l′exécuteur dans certains tableaux de la Renaissance qui figurent des supplices, s′avança vers lui d′un air implacable pour lui prendre ses affaires. Mais la dureté de son regard d′acier était compensée par la douceur de ses gants de fil, si bien qu′en approchant de Swann il semblait témoigner du mépris pour sa personne et des égards pour son chapeau. Il le prit avec un soin auquel l′exactitude de sa pointure donnait quelque chose de méticuleux et une délicatesse que rendait presque touchante l′appareil de sa force. Puis il le passa à un de ses aides, nouveau, et timide, qui exprimait l′effroi qu′il ressentait en roulant en tous sens des regards furieux et montrait l′agitation d′une bête captive dans les premières heures de sa domesticité.
Había uno de aspecto particularmente feroz, muy parecido al verdugo de algunos cuadros del Renacimiento, donde se representan suplicios, que se adelantó hacia él con aspecto implacable para coger su abrigo y su sombrero. Pero la dureza de su mirada de acero se compensaba con la suavidad de sus guantes de piel, de tal modo, que al acercarse a Swann parecía que despreciaba a la persona y que guardaba todas sus consideraciones para el sombrero. Lo cogió con un cuidado minucioso, por lo justo de su guante, y delicado por el aparato de su fuerza. Y se lo dio a uno de sus ayudantes, novel y tímido, que expresaba el susto que lo embargaba paseando miradas furiosas en todas direcciones con la agitación de una fiera cautiva en las primeras horas de su domesticidad.
A quelques pas, un grand gaillard en livrée rêvait, immobile, sculptural, inutile, comme ce guerrier purement décoratif qu′on voit dans les tableaux les plus tumultueux de Mantegna, songer, appuyé sur son bouclier, tandis qu′on se précipite et qu′on s′égorge à côté de lui; détaché du groupe de ses camarades qui s′empressaient autour de Swann, il semblait aussi résolu à se désintéresser de cette scène, qu′il suivait vaguement de ses yeux glauques et cruels, que si ç′eût été le massacre des Innocents ou le martyre de saint Jacques. Il semblait précisément appartenir à cette race disparue—ou qui peut-être n′exista jamais que dans le retable de San Zeno et les fresques des Eremitani où Swann l′avait approchée et où elle rêve encore—issue de la fécondation d′une statue antique par quelque modèle padouan du Maître ou quelque saxon d′Albert Dürer. Et les mèches de ses cheveux roux crespelés par la nature, mais collés par la brillantine, étaient largement traitées comme elles sont dans la sculpture grecque qu′étudiait sans cesse le peintre de Mantoue, et qui, si dans la création elle ne figure que l′homme, sait du moins tirer de ses simples formes des richesses si variées et comme empruntées à toute la nature vivante, qu′une chevelure, par l′enroulement lisse et les becs aigus de ses boucles, ou dans la superposition du triple et fleurissant diadème de ses tresses, a l′air à la fois d′un paquet d′algues, d′une nichée de colombes, d′un bandeau de jacinthes et d′une torsade de serpent.
Unos pasos más allá, un mozarrón de librea soñaba, inmóvil, estatuario, inútil, como ese guerrero puramente decorativo que en los cuadros más tumultuosos de Mantegna está meditando, apoyado en su escudo, mientras que a su lado se desarrollan escenas de carnicería; apartado del grupo que atendía a Swann, parecía terminantemente decidido a no interesarse en aquella escena, que iba siguiendo vagamente con la mirada, como si fuera la Degollación de los Inocentes o el Martirio de Santiago. Se daba mucho aire a los individuos de esa raza desaparecida «o que acaso nunca existió más que en el retablo de San Zenón o en los frescos de los Eremitani, donde Swann se encontró con ella, y donde sigue entregada aún a sus sueños. que parece salida de la cópula de una estatua antigua con un modelo paduano del maestro, o con un sajón de Alberto Durero. Los mechones de su pelo rojizo que la naturaleza rizó, pero que la brillantina alisaba, estaban tratados muy ampliamente, como en la escultura griega, que estudiaba sin cesar el maestro de Mantua y que, aunque no toma de la creación otro modelo que el hombre, sabe sacar de sus simples formas riquezas variadas, cogidas a toda la naturaleza viva, de modo que una cabellera con sus bucles lisos y puntiagudos, o con la superposición de su triple diadema floreciente, parece, al mismo tiempo, un montón de algas, una nidada de palomas, una guirnalda de jacintos y una franja de serpientes.
D′autres encore, colossaux aussi, se tenaient sur les degrés d′un escalier monumental que leur présence décorative et leur immobilité marmoréenne auraient pu faire nommer comme celui du Palais Ducal: «l′Escalier des Géants» et dans lequel Swann s′engagea avec la tristesse de penser qu′Odette ne l′avait jamais gravi. Ah! avec quelle joie au contraire il eût grimpé les étages noirs, mal odorants et casse-cou de la petite couturière retirée, dans le «cinquième» de laquelle il aurait été si heureux de payer plus cher qu′une avant-scène hebdomadaire à l′Opéra le droit de passer la soirée quand Odette y venait et même les autres jours pour pouvoir parler d′elle, vivre avec les gens qu′elle avait l′habitude de voir quand il n′était pas là et qui à cause de cela lui paraissaient recéler, de la vie de sa maîtresse, quelque chose de plus réel, de plus inaccessible et de plus mystérieux. Tandis que dans cet escalier pestilentiel et désiré de l′ancienne couturière, comme il n′y en avait pas un second pour le service, on voyait le soir devant chaque porte une boîte au lait vide et sale préparée sur le paillasson, dans l′escalier magnifique et dédaigné que Swann montait à ce moment, d′un côté et de l′autre, à des hauteurs différentes, devant chaque anfractuosité que faisait dans le mur la fenêtre de la loge, ou la porte d′un appartement, représentant le service intérieur qu′ils dirigeaient et en faisant hommage aux invités, un concierge, un majordome, un argentier (braves gens qui vivaient le reste de la semaine un peu indépendants dans leur domaine, y dînaient chez eux comme de petits boutiquiers et seraient peut-être demain au service bourgeois d′un médecin ou d′un industriel) attentifs à ne pas manquer aux recommandations qu′on leur avait faites avant de leur laisser endosser la livrée éclatante qu′ils ne revêtaient qu′à de rares intervalles et dans laquelle ils ne se sentaient pas très à leur aise, se tenaient sous l′arcature de leur portail avec un éclat pompeux tempéré de bonhomie populaire, comme des saints dans leur niche; et un énorme suisse, habillé comme à l′église, frappait les dalles de sa canne au passage de chaque arrivant. Parvenu en haut de l′escalier le long duquel l′avait suivi un domestique à face blême, avec une petite queue de cheveux, noués d′un catogan, derrière la tête, comme un sacristain de Goya ou un tabellion du répertoire, Swann passa devant un bureau où des valets, assis comme des notaires devant de grands registres, se levèrent et inscrivirent son nom. Il traversa alors un petit vestibule qui,—tel que certaines pièces aménagées par leur propriétaire pour servir de cadre à une seule œuvre d′art, dont elles tirent leur nom, et d′une nudité voulue, ne contiennent rien d′autre—, exhibait à son entrée, comme quelque précieuse effigie de Benvenuto Cellini représentant un homme de guet, un jeune valet de pied, le corps légèrement fléchi en avant, dressant sur son hausse-col rouge une figure plus rouge encore d′où s′échappaient des torrents de feu, de timidité et de zèle, et qui, perçant les tapisseries d′Aubusson tendues devant le salon où on écoutait la musique, de son regard impétueux, vigilant, éperdu, avait l′air, avec une impassibilité militaire ou une foi surnaturelle,—allégorie de l′alarme, incarnation de l′attente, commémoration du branle-bas,—d′épier, ange ou vigie, d′une tour de donjon ou de cathédrale, l′apparition de l′ennemi ou l′heure du Jugement. Il ne restait plus à Swann qu′à pénétrer dans la salle du concert dont un huissier chargé de chaînes lui ouvrit les portes, en s′inclinant, comme il lui aurait remis les clefs d′une ville. Mais il pensait à la maison où il aurait pu se trouver en ce moment même, si Odette l′avait permis, et le souvenir entrevu d′une boîte au lait vide sur un paillasson lui serra le cœur.
Aun había otros lacayos, colosales también, a los lados de la monumental escalera, que, gracias a su decorativa presencia y a su inmovilidad marmórea, habría podido recibir el nombre de «Escalera de los Gigantes., como la del palacio de los Dux; por allí subió Swann, triste, al pensar que Odette nunca había pisado aquellos escalones. En cambio, ¡con qué gusto hubiera trepado por los escalones negros, malolientes y escurridizos de la modistilla retirada, con qué gusto habría pagado más caro que un proscenio abonado el derecho de pasar en aquel quinto piso los ratos que Odette iba allí, y aun los ratos en que no iba, para poder hablar de ella, vivir con personas que ella trataba, sin que Swann las conociera, y que precisamente por eso le parecía que guardaban una parte real, inaccesible y misteriosa de la vida de su amante! Mientras que en aquella pestilente y deseada escalera de la modista, por no haber en la casa otra escalera de servicio, se veían todas las noches, a la puerta de cada cuarto, encima del felpudo, sendas botellas sucias y vacías para el lechero, en la escalera magnífica y desdeñada que Swann iba subiendo había a uno y a otro lado, a distintas alturas, ante la anfractuosidad que formaba en el muro la ventana del portero o la puerta de una habitación, representando el servicio interior a ellos encomendado, y rindiendo pleitesía a los invitados, un portero, un mayordomo, un tesorero (buenos hombres, que vivían todo el resto de la semana muy independientes, cada uno en sus habitaciones propias, comiendo allí y todo, como tenderos modestos, y que quizá pasarían el día de mañana a servir a un médico o a un industrial), muy atentos a las instrucciones que les habían dado antes de endosarse la librea, que rara vez se ponían, y que no les venía muy ancha; manteníanse tiesos, cada uno bajo el arco de una puerta o ventana, con una brillante pompa, entibiada por la simplicidad popular, como santos en sus hornacinas; y un enorme pertiguero, como los de las iglesias, golpeaba las losas con su bastón al paso de cada invitado. Al llegar al final de la escalera, por donde lo había ido siguiendo un criado de rostro descolorido, con una corta coleta recogida en una redecilla, igual que un sacristán de Goya o un escribano, Swann pasó por delante de un pupitre, donde había unos criados sentados, como notarios delante de grandes registros, que se levantaron e inscribieron su nombre. Atravesó entonces una pequeña antecámara que «al igual de esas habitaciones famosas de rebuscada desnudez, destinadas a albergar una sola obra de arte magistral, y en las que no hay nada más que la obra maestra. Exhibía a la entrada, al modo de preciosa efigie de Benvenuto Cellini, representando una atalaya, un lacayo mozo, con el cuerpo levemente inclinado hacia adelante, alzando por encima de su altísimo cuello encarnado una cara más encarnada aún, de la que escapaban torrentes de fuego de timidez y de solicitud; el cual atravesaba con su mirada impetuosa, vigilante y frenética, los tapices de Aubusson, que pendían a la puerta del salón, donde ya se oía la música y parecía espiar, con impasibilidad militar o fe sobrenatural, un ángel o vigía desde la torre de un castillo o de una catedral, la aparición del enemigo o el advenimiento de la hora del juicio, encarnación de la vigilante espera, monumento del alerta, alegoría de la alarma. Y a Swann ya no le quedaba más que entrar en la sala del concierto, cuyas puertas le abría un ujier de cámara, cargado de collares, inclinándose como para entregarle las llaves de una ciudad. Pero Swann iba pensando en aquella casa donde él podría estar ahora, si Odette lo hubiera dejado, y el entrevisto recuerdo de una botella de leche vacía, encima de un felpudo, le oprimió el corazón.
Swann retrouva rapidement le sentiment de la laideur masculine, quand, au delà de la tenture de tapisserie, au spectacle des domestiques succéda celui des invités. Mais cette laideur même de visages qu′il connaissait pourtant si bien, lui semblait neuve depuis que leurs traits,—au lieu d′être pour lui des signes pratiquement utilisables à l′identification de telle personne qui lui avait représenté jusque-là un faisceau de plaisirs à poursuivre, d′ennuis à éviter, ou de politesses à rendre,—reposaient, coordonnés seulement par des rapports esthétiques, dans l′autonomie de leurs lignes. Et en ces hommes, au milieu desquels Swann se trouva enserré, il n′était pas jusqu′aux monocles que beaucoup portaient (et qui, autrefois, auraient tout au plus permis à Swann de dire qu′ils portaient un monocle), qui, déliés maintenant de signifier une habitude, la même pour tous, ne lui apparussent chacun avec une sorte d′individualité. Peut-être parce qu′il ne regarda le général de Froberville et le marquis de Bréauté qui causaient dans l′entrée que comme deux personnages dans un tableau, alors qu′ils avaient été longtemps pour lui les amis utiles qui l′avaient présenté au Jockey et assisté dans des duels, le monocle du général, resté entre ses paupières comme un éclat d′obus dans sa figure vulgaire, balafrée et triomphale, au milieu du front qu′il éborgnait comme l′œil unique du cyclope, apparut à Swann comme une blessure monstrueuse qu′il pouvait être glorieux d′avoir reçue, mais qu′il était indécent d′exhiber; tandis que celui que M. de Bréauté ajoutait, en signe de festivité, aux gants gris perle, au «gibus», à la cravate blanche et substituait au binocle familier (comme faisait Swann lui-même) pour aller dans le monde, portait collé à son revers, comme une préparation d′histoire naturelle sous un microscope, un regard infinitésimal et grouillant d′amabilité, qui ne cessait de sourire à la hauteur des plafonds, à la beauté des fêtes, à l′intérêt des programmes et à la qualité des rafraîchissements.
Swann volvió a encontrarse de nuevo con el sentimiento de la fealdad masculina, cuando pasada la cortina de tapices, sucedió al espectáculo de la servidumbre el espectáculo de los invitados. Pero aquella fealdad de las caras, aunque muy bien conocidas por él, se le aparecía como cosa nueva, porque los rasgos fisonómicos en lugar de servirle de signos para identificar a tal persona, que hasta entonces se le representaba como un haz de seducciones que perseguir, de aburrimientos que evitar o de cortesías que rendir, vivían ahora en perfecta autonomía de líneas, sin más coordinación que la de sus relaciones estéticas. Y hasta los monóculos que llevaban muchos de aquellos hombres entre los cuales estaba Swann encerrado (y que en otra ocasión, lo más que hubieran sugerido a Swann, es la idea de que llevaban monóculo), ahora, desligados de significar una costumbre, idéntica para todos, se le aparecían cada uno con su individualidad. Quizá por no mirar al general de Froberville y al marqués de Bréauté, que estaban charlando a la entrada, más que como a dos personajes de un cuadro, mientras que por mucho tiempo fueron para él útiles amigos, que lo presentaron en el Jockey Club y le sirvieron de testigos en duelos, se explicaba que el monóculo del general, incrustado entre sus párpados como un casco de granada en aquel rostro ordinario, lleno de cicatrices y de triunfo, ojo único de un cíclope en medio de la frente, pareciera a Swann herida monstruosa que cargaba de gloria al herido, pero que no se debía enseriar; mientras que el monóculo que el marqués de Bréauté añadía «en serial de fiesta, a los guantes gris perla, a la corbata blanca y a la «bimba., reemplazando con él sus lentes, cuando iba a fiestas aristocráticas, lo mismo que hacía Swann. tenía pegado al otro lado del cristal, como una preparación de historia natural en un microscopio, una mirada infinitesimal, llena de amabilidad, que sonreía incesantemente por todo, por lo alto de los techos, lo magnífico de la fiesta, lo interesante del programa y la excelente calidad de los refrescos.
—Tiens, vous voilà, mais il y a des éternités qu′on ne vous a vu, dit à Swann le général qui, remarquant ses traits tirés et en concluant que c′était peut-être une maladie grave qui l′éloignait du monde, ajouta: «Vous avez bonne mine, vous savez!» pendant que M. de Bréauté demandait:
-¡Caramba, ya era hora! Hacía siglos que no le echábamos a usted la vista encima «dijo el general; y al observar sus cansadas facciones, creyó que lo que lo alejaba de los salones era una enfermedad grave, y añadió:
—«Comment, vous, mon cher, qu′est-ce que vous pouvez bien faire ici?» à un romancier mondain qui venait d′installer au coin de son œil un monocle, son seul organe d′investigation psychologique et d′impitoyable analyse, et répondit d′un air important et mystérieux, en roulant l′r:
«¡Pues tiene usted buena cara, sabe!, «mientras el marqués preguntaba: -¿Qué hace usted por aquí, amigo mío?., a un novelista mundano que acababa de calarse el monóculo, su único órgano de investigación psicológica y de implacable análisis, que respondió con aire importante y misterioso arrastrando la r:
—«J′observe.»
-Estoy observando....
Le monocle du marquis de Forestelle était minuscule, n′avait aucune bordure et obligeant à une crispation incessante et douloureuse l′œil où il s′incrustait comme un cartilage superflu dont la présence est inexplicable et la matière recherchée, il donnait au visage du marquis une délicatesse mélancolique, et le faisait juger par les femmes comme capable de grands chagrins d′amour. Mais celui de M. de Saint-Candé, entouré d′un gigantesque anneau, comme Saturne, était le centre de gravité d′une figure qui s′ordonnait à tout moment par rapport à lui, dont le nez frémissant et rouge et la bouche lippue et sarcastique tâchaient par leurs grimaces d′être à la hauteur des feux roulants d′esprit dont étincelait le disque de verre, et se voyait préférer aux plus beaux regards du monde par des jeunes femmes snobs et dépravées qu′il faisait rêver de charmes artificiels et d′un raffinement de volupté; et cependant, derrière le sien, M. de Palancy qui avec sa grosse tête de carpe aux yeux ronds, se déplaçait lentement au milieu des fêtes, en desserrant d′instant en instant ses mandibules comme pour chercher son orientation, avait l′air de transporter seulement avec lui un fragment accidentel, et peut-être purement symbolique, du vitrage de son aquarium, partie destinée à figurer le tout qui rappela à Swann, grand admirateur des Vices et des Vertus de Giotto à Padoue, cet Injuste à côté duquel un rameau feuillu évoque les forêts où se cache son repaire.
El monóculo del marqués de Forestelle era minúsculo, no tenía reborde y obligaba al ojo en que iba incrustado a una crispación dolorosa y constante, como un cartílago superfluo de inexorable presencia y rebuscada materia, con la cual el rostro del marqués tomaba una expresión de melancólica delicadeza que hacía creer a las mujeres que el marqués era capaz de sufrir mucho por ellas. Pero el del señor de Saint-Candé, ceñido, como Saturno, por un enorme anillo, era el centro de gravedad de un rostro que se gobernaba por la pauta del monóculo y la nariz roja y temblona, y los labios abultados y sarcásticos aspiraban con sus gestos a ponerse a la altura del brillante fuego graneado que lanzaba el disco de cristal, fuego preferido a las miradas más bonitas del mundo, por jovencitas snobs y depravadas, en las que despertaba ideas de artificiales delicias y de refinamientos de voluptuosidad; entre tanto, detrás de su monóculo correspondiente, el señor de Palancy, que paseaba lentamente por todas la fiestas su cabezota de carpa, con ojos redondos, y que, de cuando en cuando, alargaba las mandíbulas como para buscar su orientación, parecía que llevaba consigo tan sólo un fragmento accidental y acaso puramente simbólico del cristal de su pecera, fragmento destinado a representar el todo, y que recordé a Swann gran admirador de los Vicios y Virtudes, del Giotto en Padua, aquella Injusticia junto a la cual se ve un ramo frondoso que evoca las selvas donde tiene su guarida.
Swann s′était avancé, sur l′insistance de Mme de Saint-Euverte et pour entendre un air d′Orphée qu′exécutait un flûtiste, s′était mis dans un coin où il avait malheureusement comme seule perspective deux dames déjà mûres assises l′une à côté de l′autre, la marquise de Cambremer et la vicomtesse de Franquetot, lesquelles, parce qu′elles étaient cousines, passaient leur temps dans les soirées, portant leurs sacs et suivies de leurs filles, à se chercher comme dans une gare et n′étaient tranquilles que quand elles avaient marqué, par leur éventail ou leur mouchoir, deux places voisines: Mme de Cambremer, comme elle avait très peu de relations, étant d′autant plus heureuse d′avoir une compagne, Mme de Franquetot, qui était au contraire très lancée, trouvait quelque chose d′élégant, d′original, à montrer à toutes ses belles connaissances qu′elle leur préférait une dame obscure avec qui elle avait en commun des souvenirs de jeunesse. Plein d′une mélancolique ironie, Swann les regardait écouter l′intermède de piano («Saint François parlant aux oiseaux», de Liszt) qui avait succédé à l′air de flûte, et suivre le jeu vertigineux du virtuose. Mme de Franquetot anxieusement, les yeux éperdus comme si les touches sur lesquelles il courait avec agilité avaient été une suite de trapèzes d′où il pouvait tomber d′une hauteur de quatre-vingts mètres, et non sans lancer à sa voisine des regards d′étonnement, de dénégation qui signifiaient: «Ce n′est pas croyable, je n′aurais jamais pensé qu′un homme pût faire cela», Mme de Cambremer, en femme qui a reçu une forte éducation musicale, battant la mesure avec sa tête transformée en balancier de métronome dont l′amplitude et la rapidité d′oscillations d′une épaule à l′autre étaient devenues telles (avec cette espèce d′égarement et d′abandon du regard qu′ont les douleurs qui ne se connaissent plus ni ne cherchent à se maîtriser et disent: «Que voulez-vous!») qu′à tout moment elle accrochait avec ses solitaires les pattes de son corsage et était obligée de redresser les raisins noirs qu′elle avait dans les cheveux, sans cesser pour cela d′accélérer le mouvement. De l′autre côté de Mme de Franquetot, mais un peu en avant, était la marquise de Gallardon, occupée à sa pensée favorite, l′alliance qu′elle avait avec les Guermantes et d′où elle tirait pour le monde et pour elle-même beaucoup de gloire avec quelque honte, les plus brillants d′entre eux la tenant un peu à l′écart, peut-être parce qu′elle était ennuyeuse, ou parce qu′elle était méchante, ou parce qu′elle était d′une branche inférieure, ou peut-être sans aucune raison. Quand elle se trouvait auprès de quelqu′un qu′elle ne connaissait pas, comme en ce moment auprès de Mme de Franquetot, elle souffrait que la conscience qu′elle avait de sa parenté avec les Guermantes ne pût se manifester extérieurement en caractères visibles comme ceux qui, dans les mosaes des églises byzantines, placés les uns au-dessous des autres, inscrivent en une colonne verticale, à côté d′un Saint Personnage les mots qu′il est censé prononcer. Elle songeait en ce moment qu′elle n′avait jamais reçu une invitation ni une visite de sa jeune cousine la princesse des Laumes, depuis six ans que celle-ci était mariée. Cette pensée la remplissait de colère, mais aussi de fierté; car à force de dire aux personnes qui s′étonnaient de ne pas la voir chez Mme des Laumes, que c′est parce qu′elle aurait été exposée à y rencontrer la princesse Mathilde—ce que sa famille ultra-légitimiste ne lui aurait jamais pardonné, elle avait fini par croire que c′était en effet la raison pour laquelle elle n′allait pas chez sa jeune cousine.
Swann se adelantó, a ruegos de la marquesa de Saint- Euverte, para oír un aria de Orfeo que tocaba un flautista, y se colocó en un rincón donde, por desgracia, no disfrutaba otra perspectiva que la de dos damas, ya de edad madura, sentadas una al lado de otra, la marquesa de Cambremer y la vizcondesa de Franquetot, que, como eran primas, se pasaban el tiempo en todas las reuniones, con sus bolsos en la mano y con sus hijas detrás, buscándose como si estuvieran perdidas en una estación y sin tranquilidad hasta que encontraban dos sillas juntas y las marcaban con su abanico o con su pañuelo; como la señora de Cambremer tenía muy pocas relaciones, se alegraba mucho de tener por compañera a la vizcondesa de Franquetot, que, por el contrario, estaba muy bien relacionada, y le parecía de muy buen y tono muy original mostrar a todas sus encumbradas amistades prefería a su compañía la de una dama poco brillante que le traía recuerdos de su juventud. Swann, lleno de irónica melancolía, estaba viendo cómo escuchaban el intermedio de piano (.San Francisco hablando a los pájaros., de Liszt), que vino después del aria de flauta, y como iban siguiendo el vertiginoso estilo del pianista, la vizcondesa de Franquetot, con ansia, con ojos espantados, como si las teclas por donde el virtuoso iba corriendo ágilmente fueran una serie de trapecios a ochenta metros de altura, de los cuales podía caer a tierra, lanzando al mismo tiempo a su compañera miradas de asombro y de denegación que significaban: «Es increíble, nunca creí que un mortal pudiera hacer eso.; y la marquesa de Cambremer, como mujer que recibió sólida educación musical, llevando el compás con la cabeza, transformada en volante de metrónomo, con oscilaciones tan rápidas y amplias de hombro a hombro, que (con esa especie de extravío y abandono en la mirada propia de los dolores imposibles de retener y dominar, y que dicen: «¡Qué le vamos a hacer !. ), a cada momento enganchaba con sus solitarios las tiras de su corpiño, y tenía que enderezar el negro racimo que llevaba en el pelo, sin dejar por eso de acelerar el movimiento. Al otro lado de la vizcondesa de Franquetot, un poco más adelante, estaba la marquesa de Gallardos, preocupada con su idea favorita, su parentesco con los Guermantes, del que sacaba para sí y para la gente mucha gloria y algo de vergüenza, porque las figuras preeminentes de la familia la tenían un poco de lado, quizá porque era muy pesada, porque era mala, o porque venía de una rama inferior, o quién sabe sin razón alguna. Cuando estaba al lado de una persona desconocida, como en ese momento era la vizcondesa de Franquetot, padecía porque la conciencia que ella tenía de su parentesco con los Guermantes no pudiera manifestarse externamente en caracteres visibles, como esos que en los mosaicos de las iglesias bizantinas están colocados unos juntos a otros y representan en una columna vertical, junto a un Santo Personaje, las palabras cuya pronunciación se le atribuye. Estaba pensando que en los seis años que llevaba, de casada su joven prima, la princesa de los Laumes, no la había invitado ni había ido a verla una sola vez. Esa idea la llenaba de cólera y al mismo tiempo de orgullo, porque a fuerza de decir a la gente que se extrañaba por no verla en casa de la princesa de los Laumes, que no iba allí para no encontrarse con la princesa Matilde «cosa que su ultralegitimista familia no le habría perdonado nunca., acabó por creerse que ése era, en efecto, el motivo que le impedía ir a casa de su prima.
Elle se rappelait pourtant qu′elle avait demandé plusieurs fois à Mme des Laumes comment elle pourrait faire pour la rencontrer, mais ne se le rappelait que confusément et d′ailleurs neutralisait et au delà ce souvenir un peu humiliant en murmurant: «Ce n′est tout de même pas à moi à faire les premiers pas, j′ai vingt ans de plus qu′elle.» Grâce à la vertu de ces paroles intérieures, elle rejetait fièrement en arrière ses épaules détachées de son buste et sur lesquelles sa tête posée presque horizontalement faisait penser à la tête «rapportée» d′un orgueilleux faisan qu′on sert sur une table avec toutes ses plumes. Ce n′est pas qu′elle ne fût par nature courtaude, hommasse et boulotte; mais les camouflets l′avaient redressée comme ces arbres qui, nés dans une mauvaise position au bord d′un précipice, sont forcés de croître en arrière pour garder leur équilibre. Obligée, pour se consoler de ne pas être tout à fait l′égale des autres Guermantes, de se dire sans cesse que c′était par intransigeance de principes et fierté qu′elle les voyait peu, cette pensée avait fini par modeler son corps et par lui enfanter une sorte de prestance qui passait aux yeux des bourgeoises pour un signe de race et troublait quelquefois d′un désir fugitif le regard fatigué des hommes de cercle. Si on avait fait subir à la conversation de Mme de Gallardon ces analyses qui en relevant la fréquence plus ou moins grande de chaque terme permettent de découvrir la clef d′un langage chiffré, on se fût rendu compte qu′aucune expression, même la plus usuelle, n′y revenait aussi souvent que «chez mes cousins de Guermantes», «chez ma tante de Guermantes», «la santé d′Elzéar de Guermantes», «la baignoire de ma cousine de Guermantes». Quand on lui parlait d′un personnage illustre, elle répondait que, sans le connaître personnellement, elle l′avait rencontré mille fois chez sa tante de Guermantes, mais elle répondait cela d′un ton si glacial et d′une voix si sourde qu′il était clair que si elle ne le connaissait pas personnellement c′était en vertu de tous les principes indéracinables et entêtés auxquels ses épaules touchaient en arrière, comme à ces échelles sur lesquelles les professeurs de gymnastique vous font étendre pour vous développer le thorax.
Sin embargo, recordaba, pero de un modo confuso, haber preguntado más de una vez a la princesa de los Laumes cómo podrían arreglarse para verse; pero a ese recuerdo humillante lo neutralizaba, y con mucho, murmurando: «A mí no me toca dar los primeros pasos, porque tengo veinte años más que ella.. Gracias a la virtud de estas palabras interiores echaba altivamente atrás los hombros, despegándolos del busto; y como tenía la cabeza inclinada hacia a un lado, casi horizontal, recordaba la cabeza «añadida. de un faisán orgulloso que se sirve a la mesa con todo su plumaje. Era, por naturaleza, pequeña, hombruna y regordeta; pero los desaires le habían dado tiesura, como esos árboles que, nacidos en mala postura al borde de un precipicio, no tienen más remedio que crecer hacia atrás para guardar el equilibrio. Y obligada, para consolarse así de no ser tanto como los demás de Guermantes, a decirse siempre que si los trataba poco era por intransigencia de principios y por orgullo, aquella idea llegó a modelar su cuerpo, prestándole una especie de majestuoso porte que, para las gentes de clase media, parecía un signo de su alta estirpe, y que, de cuando en cuando, encendía, con fugitivo deseo, el apagado mirar de los calaveras de casino. Si se hubiera sometido la conversación de la marquesa de Gallardon a esos análisis, que, buscando la frecuencia mayor o menor con que se repite una palabra, nos llevan a descubrir la clave de un lenguaje cifrado, se habría visto que ninguna frase, ni siquiera la más usual, se daba tanto en sus labios como «en casa de mis primos los de Guermantes, en casa de mi tía la de Guermantes, la salud de Elzear de Guermantes., «el baño de mi prima la de Guermantes. Cuando le hablaban de un personaje famoso, respondía que, aunque no lo conocía personalmente, lo había visto muchas veces en casa de su tía la duquesa de Guermantes, pero con tono tan glacial y voz tan sorda, que se veía muy claro que no lo conocía personalmente, porque se lo impedían los principios arraigados y firmísimos que le empujaban los hombros hacia atrás, dándole, semejanza con uno de esos aparatos que hay en los gimnasios para desarrollar el tórax.
Or, la princesse des Laumes qu′on ne se serait pas attendu à voir chez Mme de Saint-Euverte, venait précisément d′arriver. Pour montrer qu′elle ne cherchait pas à faire sentir dans un salon où elle ne venait que par condescendance, la supériorité de son rang, elle était entrée en effaçant les épaules là même où il n′y avait aucune foule à fendre et personne à laisser passer, restant exprès dans le fond, de l′air d′y être à sa place, comme un roi qui fait la queue à la porte d′un théâtre tant que les autorités n′ont pas été prévenues qu′il est là; et, bornant simplement son regard—pour ne pas avoir l′air de signaler sa présence et de réclamer des égards—à la considération d′un dessin du tapis ou de sa propre jupe, elle se tenait debout à l′endroit qui lui avait paru le plus modeste (et d′où elle savait bien qu′une exclamation ravie de Mme de Saint-Euverte allait la tirer dès que celle-ci l′aurait aperçue), à côté de Mme de Cambremer qui lui était inconnue.
Y precisamente la princesa de los Laumes, que nadie creía que fuera a casa de la marquesa de Saint-Euverte, llegó en aquel momento. Para mostrar que no intentaba hacer pesar la superioridad de su rango en una casa a la que iba por mera condescendencia, entró encogiendo los hombros, aunque no había ninguna multitud apiñada que atravesar ni nadie a quien dejar paso, y se quedó expresamente en un rincón, como si aquél fuera el sitio apropiado para ella, igual que un rey que hace cola en un teatro mientras que las autoridades no se enteran de su presencia; y limitando su mirada «para que no pareciera que se hacia ver y que pedía el adecuado tratamiento. al dibujo de la alfombra o de su falda, se estuvo de pie en el sitio que más modesto le pareció (y adonde sabía que iría a sacarla con una exclamación de arrobo la marquesa de Saint- Euverte en cuanto la viera), junto a la marquesa de Cambremer, a quien no conocía.
Elle observait la mimique de sa voisine mélomane, mais ne l′imitait pas. Ce n′est pas que, pour une fois qu′elle venait passer cinq minutes chez Mme de Saint-Euverte, la princesse des Laumes n′eût souhaité, pour que la politesse qu′elle lui faisait comptât double, se montrer le plus aimable possible. Mais par nature, elle avait horreur de ce qu′elle appelait «les exagérations» et tenait à montrer qu′elle «n′avait pas à» se livrer à des manifestations qui n′allaient pas avec le «genre» de la coterie où elle vivait, mais qui pourtant d′autre part ne laissaient pas de l′impressionner, à la faveur de cet esprit d′imitation voisin de la timidité que développe chez les gens les plus sûrs d′eux-mêmes l′ambiance d′un milieu nouveau, fût-il inférieur. Elle commençait à se demander si cette gesticulation n′était pas rendue nécessaire par le morceau qu′on jouait et qui ne rentrait peut-être pas dans le cadre de la musique qu′elle avait entendue jusqu′à ce jour, si s′abstenir n′était pas faire preuve d′incompréhension à l′égard de l′œuvre et d′inconvenance vis-à-vis de la maîtresse de la maison: de sorte que pour exprimer par une «cote mal taillée» ses sentiments contradictoires, tantôt elle se contentait de remonter la bride de ses épaulettes ou d′assurer dans ses cheveux blonds les petites boules de corail ou d′émail rose, givrées de diamant, qui lui faisaient une coiffure simple et charmante, en examinant avec une froide curiosité sa fougueuse voisine, tantôt de son éventail elle battait pendant un instant la mesure, mais, pour ne pas abdiquer son indépendance, à contretemps. Le pianiste ayant terminé le morceau de Liszt et ayant commencé un prélude de Chopin, Mme de Cambremer lança à Mme de Franquetot un sourire attendri de satisfaction compétente et d′allusion au passé. Elle avait appris dans sa jeunesse à caresser les phrases, au long col sinueux et démesuré, de Chopin, si libres, si flexibles, si tactiles, qui commencent par chercher et essayer leur place en dehors et bien loin de la direction de leur départ, bien loin du point où on avait pu espérer qu′atteindrait leur attouchement, et qui ne se jouent dans cet écart de fantaisie que pour revenir plus délibérément,—d′un retour plus prémédité, avec plus de précision, comme sur un cristal qui résonnerait jusqu′à faire crier,—vous frapper au cœur.
Observaba la mímica de su vecina, melómana ella también, pero no la imitaba. Y no es que no deseara la princesa, para cinco minutos que iba a pasar en casa de la Saint-Euverte, y para que el favor que así le hacía valiera aún más, mostrarse amabilísima. Pero sentía un horror instintivo a lo que ella llamaba «exageraciones., y deseaba mostrar que ella no tenía por qué entregarse a manifestaciones que no concordaban bien con el «estilo. del grupo de sus íntimos, pero que no dejaban de hacerle efecto, gracias a ese espíritu de imitación que el ambiente nuevo, aunque sea inferior, desarrolla hasta en las personas más seguras de sí mismas. Empezó a preguntarse si no sería aquella gesticulación cosa requerida por lo que estaban tocando, obra que no entraba en el marco de la música a que ella estaba acostumbrada, y si el abstenerse de aquellos balanceos no sería dar prueba de incomprensión de la obra y de desconsideración al ama de casa; de modo que para expresar por un «corte de cuentas. sus contradictorios sentimientos, ya se limitaba a subirse los tirantes de su traje, o a afirmar en su rubio pelo las bolitas de coral o de esmalte rosa, escarchadas de diamantes, que realzaban la sencillez y gracia de su peinado, mientras examinaba con fría curiosidad a su fogosa vecina, ya seguía la música por unos momentos, con su abanico, pero fuera de compás, para no abdicar su independencia. El pianista acabó con Liszt y empezó a tocar un preludio de Chopin, y la marquesa de Cambremer lanzó a la vizcondesa de Franquetot una cariñosa sonrisa de satisfacción de competencia y de alusión al pasado. Allá, cuando joven, había aprendido a acariciar el largo cuello sinuoso y desmesurado de las frases chopinianas, libres, táctiles, flexibles, que empiezan por buscarse su sitio por camino muy remoto y apartado del que tomaron al salir, muy lejos del punto donde esperábamos su contacto, pero que si se entregan a este retozo de su fantasía es para volver más deliberadamente «con retorno más premeditado y preciso, como dando en un cristal que resuene hasta arrancar gritos a herirnos en el corazón.
Vivant dans une famille provinciale qui avait peu de relations, n′allant guère au bal, elle s′était grisée dans la solitude de son manoir, à ralentir, à précipiter la danse de tous ces couples imaginaires, à les égrener comme des fleurs, à quitter un moment le bal pour entendre le vent souffler dans les sapins, au bord du lac, et à y voir tout d′un coup s′avancer, plus différent de tout ce qu′on a jamais rêvé que ne sont les amants de la terre, un mince jeune homme à la voix un peu chantante, étrangère et fausse, en gants blancs. Mais aujourd′hui la beauté démodée de cette musique semblait défraîchie. Privée depuis quelques années de l′estime des connaisseurs, elle avait perdu son honneur et son charme et ceux mêmes dont le goût est mauvais n′y trouvaient plus qu′un plaisir inavoué et médiocre. Mme de Cambremer jeta un regard furtif derrière elle. Elle savait que sa jeune bru (pleine de respect pour sa nouvelle famille, sauf en ce qui touchait les choses de l′esprit sur lesquelles, sachant jusqu′à l′harmonie et jusqu′au grec, elle avait des lumières spéciales) méprisait Chopin et souffrait quand elle en entendait jouer. Mais loin de la surveillance de cette wagnérienne qui était plus loin avec un groupe de personnes de son âge, Mme de Cambremer se laissait aller à des impressions délicieuses.
Como vivió de joven en el seno de una familia provinciana con muy pocas relaciones, y no iba casi nunca a bailes, allá, en la soledad de su mansión, se embriagó, moderando o precipitando las danzas de estas imaginarias parejas, desgranándolas como flores, y abandonando un momento el baile imaginario para oír cómo soplaba el viento a la orilla del lago, entre los pinos, mientras que se adelantaba hacia ella, distinto de como se figuran las mujeres a los amantes de este mundo, un mancebo esbelto, de voz cantarina, extraña y falsa, calzados los guantes blancos. Pero hoy, la belleza de esa música pasada de moda parece muy ajada. Sin gozar ya de la estima de los inteligentes, perdió honor y gracia, y ni siquiera las personas de mal gusto disfrutan en ella más que placeres mediocres y callados. La marquesa de Cambremer echó hacia atrás una mirada furtiva. Sabía que su nuera (muy respetuosa con su nueva familia en todo menos en lo tocante a las cosas de la inteligencia, porque en este campo tenía ideas propias por haber aprendido hasta armonía y griego) despreciaba a Chopin y sufría oír música suya. Pero como esa wagneriana estaba lejos, con un grupo de muchachas jóvenes, la marquesa de Cambremer se entregó a sus deliciosas impresiones.
La princesse des Laumes les éprouvait aussi. Sans être par nature douée pour la musique, elle avait reçu il y a quinze ans les leçons qu′un professeur de piano du faubourg Saint-Germain, femme de génie qui avait été à la fin de sa vie réduite à la misère, avait recommencé, à l′âge de soixante-dix ans, à donner aux filles et aux petites-filles de ses anciennes élèves. Elle était morte aujourd′hui. Mais sa méthode, son beau son, renaissaient parfois sous les doigts de ses élèves, même de celles qui étaient devenues pour le reste des personnes médiocres, avaient abandonné la musique et n′ouvraient presque plus jamais un piano. Aussi Mme des Laumes put-elle secouer la tête, en pleine connaissance de cause, avec une appréciation juste de la façon dont le pianiste jouait ce prélude qu′elle savait par cœur. La fin de la phrase commencée chanta d′elle-même sur ses lèvres. Et elle murmura «C′est toujours charmant», avec un double ch au commencement du mot qui était une marque de délicatesse et dont elle sentait ses lèvres si romanesquement froissées comme une belle fleur, qu′elle harmonisa instinctivement son regard avec elles en lui donnant à ce moment-là une sorte de sentimentalité et de vague. Cependant Mme de Gallardon était en train de se dire qu′il était fâcheux qu′elle n′eût que bien rarement l′occasion de rencontrer la princesse des Laumes, car elle souhaitait lui donner une leçon en ne répondant pas à son salut. Elle ne savait pas que sa cousine fût là. Un mouvement de tête de Mme de Franquetot la lui découvrit. Aussitôt elle se précipita vers elle en dérangeant tout le monde; mais désireuse de garder un air hautain et glacial qui rappelât à tous qu′elle ne désirait pas avoir de relations avec une personne chez qui on pouvait se trouver nez à nez avec la princesse Mathilde, et au-devant de qui elle n′avait pas à aller car elle n′était pas «sa contemporaine», elle voulut pourtant compenser cet air de hauteur et de réserve par quelque propos qui justifiât sa démarche et forçât la princesse à engager la conversation; aussi une fois arrivée près de sa cousine, Mme de Gallardon, avec un visage dur, une main tendue comme une carte forcée, lui dit: «Comment va ton mari?» de la même voix soucieuse que si le prince avait été gravement malade. La princesse éclatant d′un rire qui lui était particulier et qui était destiné à la fois à montrer aux autres qu′elle se moquait de quelqu′un et aussi à se faire paraître plus jolie en concentrant les traits de son visage autour de sa bouche animée et de son regard brillant, lui répondit:
También las sentía así la princesa de los Laumes. Aunque no tenía grandes prendas naturales para la música, desde los quince años le dio lecciones una profesora de piano del barrio de Saint-Germain, mujer de genio que al final de su vida, se vio en la miseria y a los setenta años tuvo que volver a dar lecciones a las hijas y a las nietas de sus primeras discípulas. Ya había muerto. Pero su método y su excelente sonido revivían a menudo en sus discípulas, aun en aquellas convertidas para siempre a la mediocridad, que abandonaron la música y nunca abrían un piano. Así que la princesa pudo mover la cabeza con pleno conocimiento de causa y sabiendo apreciar exactamente el modo como tocaba el pianista aquel preludio que ella se sabía de memoria. Murmuró: siempre será delicioso; y lo hizo frunciendo los labios románticamente como una flor bonita, y armonizó con ellos su mirada, que se cargó en aquel momento de vaguedad y sentimentalismo. Mientras tanto, la marquesa de Gallardon pensaba que sentía mucho no ver con más frecuencia a la princesa de los Laumes, porque estaba deseando darle una lección no contestando a su saludo. No sabía que tenía muy cerca a su prima. Un movimiento de cabeza de la vizcondesa de Franquetot descubrió a la princesa. E inmediatamente la Gallardon se precipitó hacia ella, molestando a todo el mundo; pero como no quería perder aquel porte altivo y glacial, que recordaba a todos que no deseaba mucho trato con una persona en cuyos salones podía encontrarse a la princesa Matilde, y a la que ella no debía ir a saludar primero, porque «no era de su tiempo., quiso compensar aquel porte de reserva y orgullo con algunas palabras que justificaran su saludo y obligaran a la princesa a entrar en conversación; así que en cuanto se vio cerca de su prima, con rostro seco y tendiendo la mano como una carta forzada, le dijo: -¿Qué tal está tu marido?, con el mismo tono de preocupación que si el príncipe estuviera gravemente enfermo. La princesa se echó a reír con una risa muy suya, que quería indicar a los demás que se estaba riendo de una persona y que al mismo tiempo la embellecía, concentrando los rasgos de su rostro en torno a su animada boca y a sus ojos brillantes, y le respondió:
—Mais le mieux du monde!
-¡Pero si está divinamente!
Et elle rit encore. Cependant tout en redressant sa taille et refroidissant sa mine, inquiète encore pourtant de l′état du prince, Mme de Gallardon dit à sa cousine:
Y todavía siguió riéndose. Sin embargo, la marquesa de Gallardon, enderezando el busto y con el rostro ya más frío, aunque todavía preocupado por el estado de salud del príncipe, dijo a su prima:
—Oriane (ici Mme des Laumes regarda d′un air étonné et rieur un tiers invisible vis-à-vis duquel elle semblait tenir à attester qu′elle n′avait jamais autorisé Mme de Gallardon à l′appeler par son prénom), je tiendrais beaucoup à ce que tu viennes un moment demain soir chez moi entendre un quintette avec clarinette de Mozart. Je voudrais avoir ton appréciation.
-Oriana (y aquí la princesa miró asombrada y risueña a un invisible tercer personaje, al que tomaba por testigo de que nunca autorizó a la marquesa para que la llamara por su nombre de pila), tengo mucho interés en que vayas mañana a casa a oír un quinteto con clarinete de Mozart. Me gustaría saber tu opinión.
Elle semblait non pas adresser une invitation, mais demander un service, et avoir besoin de l′avis de la princesse sur le quintette de Mozart comme si ç′avait été un plat de la composition d′une nouvelle cuisinière sur les talents de laquelle il lui eût été précieux de recueillir l′opinion d′un gourmet.
Y parecía, no que estaba haciendo una invitación, sino que pedía un favor, que necesitaba el parecer de la princesa sobre el cuarteto de Mozart, como si fuera el plato original de una nueva cocinera y deseara saber lo que opinaba un entendido de sus méritos culinarios.
—Mais je connais ce quintette, je peux te dire tout de suite... que je l′aime!
-Conozco el quinteto, y te puedo decir ahora mismo lo que me parece.
—Tu sais, mon mari n′est pas bien, son foie..., cela lui ferait grand plaisir de te voir, reprit Mme de Gallardon, faisant maintenant à la princesse une obligation de charité de paraître à sa soirée.
-Sabes, mi marido no está muy bien del hígado... se alegrará mucho de verte «replicó la Gallardon, que ahora imponía a la princesa la asistencia a su fiesta como un deber de caridad.
La princesse n′aimait pas à dire aux gens qu′elle ne voulait pas aller chez eux. Tous les jours elle écrivait son regret d′avoir été privée—par une visite inopinée de sa belle-mère, par une invitation de son beau-frère, par l′Opéra, par une partie de campagne—d′une soirée à laquelle elle n′aurait jamais songé à se rendre. Elle donnait ainsi à beaucoup de gens la joie de croire qu′elle était de leurs relations, qu′elle eût été volontiers chez eux, qu′elle n′avait été empêchée de le faire que par les contretemps princiers qu′ils étaient flattés de voir entrer en concurrence avec leur soirée. Puis, faisant partie de cette spirituelle coterie des Guermantes où survivait quelque chose de l′esprit alerte, dépouillé de lieux communs et de sentiments convenus, qui descend de Mérimée,—et a trouvé sa dernière expression dans le théâtre de Meilhac et Halévy,—elle l′adaptait même aux rapports sociaux, le transposait jusque dans sa politesse qui s′efforçait d′être positive, précise, de se rapprocher de l′humble vérité. Elle ne développait pas longuement à une maîtresse de maison l′expression du désir qu′elle avait d′aller à sa soirée; elle trouvait plus aimable de lui exposer quelques petits faits d′où dépendrait qu′il lui fût ou non possible de s′y rendre.
A la princesa no le gustaba decir a una persona que no quería ir a su casa. Y todos los días escribía cartas lamentándose de no haber podido ir, por una inopinada visita de su suegra, por una invitación de su cuñado, por la ópera o por haberse marchado al campo, a una reunión a la que nunca tuvo intención de asistir. Y así daba a mucha gente la alegría de suponer que estaba en muy buenas relaciones con ellos, que de buena gana habría ido a su casa, a no ser por aquellos contratiempos principescos, que tanto halagaban a sus amigos ver en competencia con su invitación. Además, como formaba parte de aquel ingenioso grupo de los Guermantes donde sobrevivía algo de la gracia viva, sin lugares comunes ni sentimientos convencionales, que desciende de Merimée, y halla su última expresión en el teatro de Meilhac y Halévy., adaptaba esa gracia al trato social, la trasponía hasta en su cortesía, que aspiraba a que fuese precisa, positiva, muy cercana a la humilde verdad. No exponía ampliamente a una señora cuán grandes eran sus deseos de asistir a una reunión en su casa; le parecía más amable enumerarle unas cuantas menudencias de las que dependía que pudiera ir o no.
—Ecoute, je vais te dire, dit-elle à Mme de Gallardon, il faut demain soir que j′aille chez une amie qui m′a demandé mon jour depuis longtemps. Si elle nous emmène au théâtre, il n′y aura pas, avec la meilleure volonté, possibilité que j′aille chez toi; mais si nous restons chez elle, comme je sais que nous serons seuls, je pourrai la quitter.
-Mira, te diré «contestó a la marquesa de Gallardon; mañana tengo que ir a casa de una amiga que me tiene comprometida hace ya mucho tiempo. Si nos lleva al teatro no me será posible, con toda mi mejor voluntad, ir a tu casa; pero si no salimos, como sé que estaremos solos, podré marcharme antes.
—Tiens, tu as vu ton ami M. Swann?
-¿Has visto a tu amigo Swann?
—Mais non, cet amour de Charles, je ne savais pas qu′il fût là, je vais tâcher qu′il me voie.
-No, no sabía que estuviera aquí esa alhaja de Swann; voy a hacer porque me vea.
—C′est drôle qu′il aille même chez la mère Saint-Euverte, dit Mme de Gallardon. Oh! je sais qu′il est intelligent, ajouta-t-elle en voulant dire par là intrigant, mais cela ne fait rien, un juif chez la sœur et la belle-sœur de deux archevêques!
-Es raro que venga aquí, a casa de la vieja Saint-Euverte «dijo la marquesa. Ya sé que es hombre listo añadió-; queriendo dar a entender que era intrigante; pero, de todos modos, es extraño ver a un judío en casa de una mujer que tiene un hermano y un cuñado arzobispos.
—J′avoue à ma honte que je n′en suis pas choquée, dit la princesse des Laumes.
-Yo confieso con rubor que no me parece nada extraño «contestó la princesa de los Laumes.
—Je sais qu′il est converti, et même déjà ses parents et ses grands-parents. Mais on dit que les convertis restent plus attachés à leur religion que les autres, que c′est une frime, est-ce vrai?
-Ya sé que se ha convertido desde sus padres y sus abuelos. Pero dicen que los que abjuran su religión siguen tan apegados a ella como los demás, y que eso de la conversión es una farsa. ¿No lo sabes tú?
—Je suis sans lumières à ce sujet.
-Carezco de toda ilustración en ese punto.
Le pianiste qui avait à jouer deux morceaux de Chopin, après avoir terminé le prélude avait attaqué aussitôt une polonaise. Mais depuis que Mme de Gallardon avait signalé à sa cousine la présence de Swann, Chopin ressuscité aurait pu venir jouer lui-même toutes ses œuvres sans que Mme des Laumes pût y faire attention. Elle faisait partie d′une de ces deux moitiés de l′humanité chez qui la curiosité qu′a l′autre moitié pour les êtres qu′elle ne connaît pas est remplacée par l′intérêt pour les êtres qu′elle connaît. Comme beaucoup de femmes du faubourg Saint-Germain la présence dans un endroit où elle se trouvait de quelqu′un de sa coterie, et auquel d′ailleurs elle n′avait rien de particulier à dire, accaparait exclusivement son attention aux dépens de tout le reste. A partir de ce moment, dans l′espoir que Swann la remarquerait, la princesse ne fit plus, comme une souris blanche apprivoisée à qui on tend puis on retire un morceau de sucre, que tourner sa figure, remplie de mille signes de connivence dénués de rapports avec le sentiment de la polonaise de Chopin, dans la direction où était Swann et si celui-ci changeait de place, elle déplaçait parallèlement son sourire aimanté.
El pianista, que tenía que tocar dos cosas de Chopin, una vez acabado el preludio, empezó una polonesa. Pero, en cuanto la marquesa de Gallardon indicó a su prima que Swann estaba allí, Chopin redivivo habría podido tocar todas sus obras sin ganarse la atención de la princesa de los Laumes. Hay dos clases de personas: unas que se sienten atraídas con gran curiosidad por las gentes que no conocen, y otras que sólo tienen interés por los conocidos; la princesa de los Laumes era de éstas. Le sucedía, como a muchas damas del barrio de Saint-Germain, que la presencia en un sitio donde ella estuviera de una persona de su grupo, a la que por lo demás no tenía nada de particular que decir, acaparaba exclusivamente su atención, a costa de todo lo restante. Desde aquel instante, con la esperanza de que Swann la viera, la princesa, como una rata blanca cuando le acercan un terrón de azúcar y luego se lo quitan, no hizo más que volver la cara, con mil gestos de connivencia, sin relación alguna con el sentimiento de la polonesa de Chopin, hacia donde Swann estaba, y si éste mudaba de sitio desplazábase paralelamente la imantada sonrisa de la princesa.
—Oriane, ne te fâche pas, reprit Mme de Gallardon qui ne pouvait jamais s′empêcher de sacrifier ses plus grandes espérances sociales et d′éblouir un jour le monde, au plaisir obscur, immédiat et privé, de dire quelque chose de désagréable, il y a des gens qui prétendent que ce M. Swann, c′est quelqu′un qu′on ne peut pas recevoir chez soi, est-ce vrai?
-Oriana, no te enfades, ¿eh? «dijo la marquesa de Gallardon, que no podía resistirse a sacrificar sus mayores esperanzas sociales y su deseo de deslumbrar a la gente, por el gusto oscuro inmediato y privado de decir una cosa desagradable; pero hay quien dice que ese Swann es persona que no puede entrar en una casa decente. ¿Es cierto?
—Mais... tu dois bien savoir que c′est vrai, répondit la princesse des Laumes, puisque tu l′as invité cinquante fois et qu′il n′est jamais venu.
-Ya sabes muy bien que es verdad «contestó la princesa., porque tú lo has invitado cincuenta veces y nunca ha ido a tu casa.
Et quittant sa cousine mortifiée, elle éclata de nouveau d′un rire qui scandalisa les personnes qui écoutaient la musique, mais attira l′attention de Mme de Saint-Euverte, restée par politesse près du piano et qui aperçut seulement alors la princesse. Mme de Saint-Euverte était d′autant plus ravie de voir Mme des Laumes qu′elle la croyait encore à Guermantes en train de soigner son beau-père malade.
Y se marchó del lado de su mortificada prima, rompiendo de nuevo en una risa que escandalizó a los que escuchaban la música, pero que llamó la atención de la marquesa de Saint-Euverte, que por cortesía estaba cerca del piano, y que hasta entonces no había visto a la princesa. Se alegró mucho de verla, porque creía que aún seguía en Guermantes asistiendo a su suegro, que estaba enfermo.
—Mais comment, princesse, vous étiez là?
-¿Pero estaba usted ahí, princesa?
—Oui, je m′étais mise dans un petit coin, j′ai entendu de belles choses.
-Sí, estaba en un rincón. He oído cosas muy bonitas.
—Comment, vous êtes là depuis déjà un long moment!
-¡Ah! ¿Pero hace ya rato que está usted ahí?
—Mais oui, un très long moment qui m′a semblé très court, long seulement parce que je ne vous voyais pas.
-Sí, hace un rato largo, que se me ha hecho muy corto. Largo nada más que porque no la veía a usted.
Mme de Saint-Euverte voulut donner son fauteuil à la princesse qui répondit:
La marquesa de Saint-Euverte quiso ceder su sillón a la princesa, que respondió:
—Mais pas du tout! Pourquoi? Je suis bien n′importe où!
-De ninguna manera. Yo estoy bien en cualquier parte.
Et, avisant avec intention, pour mieux manifester sa simplicité de grande dame, un petit siège sans dossier:
Y fijándose intencionadamente, para manifestar más clara aún su sencillez de gran señora, en un pequeño asiento sin respaldo, dijo:
—Tenez, ce pouf, c′est tout ce qu′il me faut. Cela me fera tenir droite. Oh! mon Dieu, je fais encore du bruit, je vais me faire conspuer.
-Mire, con ese pouf tengo bastante. Así me estaré derecha. ¡Huy! Estoy metiendo ruido; me van a sisear.
Cependant le pianiste redoublant de vitesse, l′émotion musicale était à son comble, un domestique passait des rafraîchissements sur un plateau et faisait tinter des cuillers et, comme chaque semaine, Mme de Saint-Euverte lui faisait, sans qu′il la vît, des signes de s′en aller. Une nouvelle mariée, à qui on avait appris qu′une jeune femme ne doit pas avoir l′air blasé, souriait de plaisir, et cherchait des yeux la maîtresse de maison pour lui témoigner par son regard sa reconnaissance d′avoir «pensé à elle» pour un pareil régal. Pourtant, quoique avec plus de calme que Mme de Franquetot, ce n′est pas sans inquiétude qu′elle suivait le morceau; mais la sienne avait pour objet, au lieu du pianiste, le piano sur lequel une bougie tressautant à chaque fortissimo, risquait, sinon de mettre le feu à l′abat-jour, du moins de faire des taches sur le palissandre. À la fin elle n′y tint plus et, escaladant les deux marches de l′estrade, sur laquelle était placé le piano, se précipita pour enlever la bobèche. Mais à peine ses mains allaient-elles la toucher que sur un dernier accord, le morceau finit et le pianiste se leva. Néanmoins l′initiative hardie de cette jeune femme, la courte promiscuité qui en résulta entre elle et l′instrumentiste, produisirent une impression généralement favorable.
Mientras tanto, el pianista, duplicando la velocidad, llevaba a su colmo la emoción musical, y un criado iba pasando refrescos en una bandeja, haciendo tintinear las cucharillas, sin ver las señas que, como todas las semanas, le hacía la señora para que se marchara. Una joven recién casada, a la que habían dicho que una mujer joven debe tener siempre la fisonomía animada, sonreía complacida y buscaba con los ojos a la señora de la casa para darle las gracias con su mirada por haberse acordado de invitarla. Sin embargo, iba siguiendo intranquila la música, no tan intranquila como la vizcondesa de Franquetot, pero con cierta preocupación, la cual tenía por objeto, no el pianista, sino el piano, porque había en él una bujía que temblaba a cada fortissimo, amenazando con prender fuego a la pantalla, o por lo menos con manchar de esperma el palosanto. Al fin, sin poder contenerse, subió los dos escalones del estrado donde estaba el piano y se precipitó a quitar la arandela. Pero cuando ya la iban a tocar sus manos sonó un último acorde, se acabó la polonesa y el pianista se levantó. Sin embargo, la atrevida decisión de aquella joven y la corta promiscuidad que resultó entre ella y el pianista produjeron una impresión más favorable que otra cosa.
—Vous avez remarqué ce qu′a fait cette personne, princesse, dit le général de Froberville à la princesse des Laumes qu′il était venu saluer et que Mme de Saint-Euverte quitta un instant. C′est curieux. Est-ce donc une artiste?
-¿Se ha fijado usted en lo que ha hecho esa joven, princesa? - dijo el general de Froberville, que había ido a saludar a la princesa de los Laumes, abandonada un instante por la señora de la casa. -Es curioso. ¿Será una artista?
—Non, c′est une petite Mme de Cambremer, répondit étourdiment la princesse et elle ajouta vivement: Je vous répète ce que j′ai entendu dire, je n′ai aucune espèce de notion de qui c′est, on a dit derrière moi que c′étaient des voisins de campagne de Mme de Saint-Euverte, mais je ne crois pas que personne les connaisse.
Ça doit être des «gens de la campagne»! Du reste, je ne sais pas si vous êtes très répandu dans la brillante société qui se trouve ici, mais je n′ai pas idée du nom de toutes ces étonnantes personnes. A quoi pensez-vous qu′ils passent leur vie en dehors des soirées de Mme de Saint-Euverte? Elle a dû les faire venir avec les musiciens, les chaises et les rafraîchissements. Avouez que ces «invités de chez Belloir» sont magnifiques. Est-ce que vraiment elle a le courage de louer ces figurants toutes les semaines. Ce n′est pas possible!
-.No, es una de las pequeñas Cambremer contestó ligeramente la princesa, y añadió en seguida.: Vamos, eso es lo que he oído decir, porque yo no tengo idea de quién pueda ser. Detrás de mí dijeron que eran vecinos de campo de la marquesa de Saint-Euverte; pero me parece que no los conoce nadie. Deben ser gente del campo. Además, yo no sé si usted está muy enterado de la brillante sociedad que aquí se congrega, pero yo no conozco ni de nombre a ninguna de estas gentes tan raras. ¿A qué dedicarán su vida, fuera de las reuniones de la marquesa de Saint-Euverte? Se conoce que las ha alquilado, con los músicos, las sillas y los refrescos. Reconocerá usted que esos invitados de casa de Belloir. Son espléndidos. Tendrá valor para alquilar esos comparsas todas las semanas? ¡No es posible!
—Ah! Mais Cambremer, c′est un nom authentique et ancien, dit le général.
-Pero Cambremer es un nombre auténtico y muy antiguo - repuso el general.
—Je ne vois aucun mal à ce que ce soit ancien, répondit sèchement la princesse, mais en tous cas ce n′est-ce pas euphonique, ajouta-t-elle en détachant le mot euphonique comme s′il était entre guillemets, petite affectation de dépit qui était particulière à la coterie Guermantes.
-No veo inconveniente en que sea antiguo respondió secamente la princesa.; pero, en todo caso, no es eufónico - «añadió, pronunciando la palabra eufónico como si estuviera entre comillas, afectación de habla muy peculiar al grupo Guermantes
—Vous trouvez? Elle est jolie à croquer, dit le général qui ne perdait pas Mme de Cambremer de vue. Ce n′est pas votre avis, princesse?
-Quizá. Es realmente muy bonita; está para comérsela «dijo el general, que no perdía de vista a la joven Cambremer. ¿No es usted de mi opinión, princesa?
—Elle se met trop en avant, je trouve que chez une si jeune femme, ce n′est pas agréable, car je ne crois pas qu′elle soit ma contemporaine, répondit Mme des Laumes (cette expression étant commune aux Gallardon et aux Guermantes).
-Me parece que se hace ver mucho, y no sé si eso es siempre agradable en una mujer tan joven, porque se me figura que no es de mi tiempo «contestó la señora de los Laumes (esa expresión de mi tiempo. era rasgo común a los Gallardon y a los Guermantes).
Mais la princesse voyant que M. de Froberville continuait à regarder Mme de Cambremer, ajouta moitié par méchanceté pour celle-ci, moitié par amabilité pour le général: «Pas agréable... pour son mari! Je regrette de ne pas la connaître puisqu′elle vous tient à cœur, je vous aurais présenté,» dit la princesse qui probablement n′en aurait rien fait si elle avait connu la jeune femme. «Je vais être obligée de vous dire bonsoir, parce que c′est la fête d′une amie à qui je dois aller la souhaiter, dit-elle d′un ton modeste et vrai, réduisant la réunion mondaine à laquelle elle se rendait à la simplicité d′une cérémonie ennuyeuse mais où il était obligatoire et touchant d′aller. D′ailleurs je dois y retrouver Basin qui, pendant que j′étais ici, est allé voir ses amis que vous connaissez, je crois, qui ont un nom de pont, les Iéna.»
Pero la princesa, al ver que el general seguía mirando a la damita, añadió, un tanto por malevolencia hacia ella como por amabilidad hacia el general: «No es siempre agradable... para el marido. Siento mucho no conocerla; ya que tanto le gusta a usted, se la habría presentado «dijo la princesa, que probablemente no hubiera hecho lo que decía de haber conocido a la joven Cambremer.. Pero voy a decirle a usted adiós porque es hoy el santo de una amiga mía y tengo que ir a darle los días., dijo con tono modesto y sincero, reduciendo la reunión mundana a donde iba a ir, a la sencillez de una ceremonia aburrida, pero a la que era menester asistir por obligación y delicadeza. «Además, tengo que ver allí a Basin, que mientras que estaba yo aquí ha ido a visitar a unos amigos suyos; creo que usted los conoce, tienen nombre de puente, los Jena.
—«
Ç′a été d′abord un nom de victoire, princesse, dit le général. Qu′est-ce que vous voulez, pour un vieux briscard comme moi, ajouta-t-il en ôtant son monocle pour l′essuyer, comme il aurait changé un pansement, tandis que la princesse détournait instinctivement les yeux, cette noblesse d′Empire, c′est autre chose bien entendu, mais enfin, pour ce que c′est, c′est très beau dans son genre, ce sont des gens qui en somme se sont battus en héros.»
-Fue primero un nombre de victoria, princesa -dijo el general.. ¡Qué quiere usted!, para un soldado viejo como yo «añadió, quitándose el monóculo para limpiarlo, como el que se cambia de vendaje, mientras que la princesa miraba instintivamente a otro lado., esa nobleza del Imperio es otra cosa, claro, pero en su género vale algo; son gentes que después de todo se han batido como héroes.
—Mais je suis pleine de respect pour les héros, dit la princesse, sur un ton légèrement ironique: si je ne vais pas avec Basin chez cette princesse d′Iéna, ce n′est pas du tout pour ça, c′est tout simplement parce que je ne les connais pas. Basin les connaît, les chérit. Oh! non, ce n′est pas ce que vous pouvez penser, ce n′est pas un flirt, je n′ai pas à m′y opposer! Du reste, pour ce que cela sert quand je veux m′y opposer! ajouta-t-elle d′une voix mélancolique, car tout le monde savait que dès le lendemain du jour où le prince des Laumes avait épousé sa ravissante cousine, il n′avait pas cessé de la tromper. Mais enfin ce n′est pas le cas, ce sont des gens qu′il a connus autrefois, il en fait ses choux gras, je trouve cela très bien. D′abord je vous dirai que rien que ce qu′il m′a dit de leur maison... Pensez que tous leurs meubles sont «Empire!»
-No; si yo tengo un gran respeto a los héroes -dijo la princesa con tono levemente irónico.; si no voy con Basin a casa de esa princesa de Jena no es por nada de eso, sino porque no los conozco, nada más. Basin los conoce y los quiere mucho. No; no es lo que usted se imagina, no hay ningún flirt, yo no tengo por qué oponerme. Y, además, ¿para qué me sirve oponerme? «añadió con melancólica voz, porque todo el mundo sabía que el príncipe de los Laumes engañaba constantemente a su encantadora prima desde el día mismo que se casó con ella.. Pero, bueno; ahora no es ése el caso. Son conocidos suyos hace mucho tiempo, y hace muy buenas migas con ellos, con mucho gusto por mi parte. Claro que su casa, por lo que me ha dicho Basin, no... Figúrese usted que todos sus muebles son estilo Imperio..
—Mais, princesse, naturellement, c′est parce que c′est le mobilier de leurs grands-parents.
-Pero, princesa, es muy natural, es el mobiliario de sus abuelos.
—Mais je ne vous dis pas, mais ça n′est pas moins laid pour ça. Je comprends très bien qu′on ne puisse pas avoir de jolies choses, mais au moins qu′on n′ait pas de choses ridicules. Qu′est-ce que vous voulez? je ne connais rien de plus pompier, de plus bourgeois que cet horrible style avec ces commodes qui ont des têtes de cygnes comme des baignoires.
-No digo que no; pero por eso no deja de ser feo. -Comprendo perfectamente que no todo el mundo puede tener cosas bonitas; pero, por lo menos, que no se tengan cosas ridículas. ¡Qué quiere usted!; no conozco nada más académico y más burgués que ese horrible estilo, con unas cómodas que tienen cabezas de cisne, como las pilas de baño.
—Mais je crois même qu′ils ont de belles choses, ils doivent avoir la fameuse table de mosae sur laquelle a été signé le traité de...
-Pero, si no me equivoco, creo que hasta tienen cosas de valor; me parece que en su casa está la famosa mesa de mosaico donde se firmó el tratado de...
—Ah! Mais qu′ils aient des choses intéressantes au point de vue de l′histoire, je ne vous dis pas. Mais ça ne peut pas être beau... puisque c′est horrible! Moi j′ai aussi des choses comme ça que Basin a héritées des Montesquiou. Seulement elles sont dans les greniers de Guermantes où personne ne les voit. Enfin, du reste, ce n′est pas la question, je me précipiterais chez eux avec Basin, j′irais les voir même au milieu de leurs sphinx et de leur cuivre si je les connaissais, mais... je ne les connais pas! Moi, on m′a toujours dit quand j′étais petite que ce n′était pas poli d′aller chez les gens qu′on ne connaissait pas, dit-elle en prenant un ton puéril. Alors, je fais ce qu′on m′a appris. Voyez-vous ces braves gens s′ils voyaient entrer une personne qu′ils ne connaissent pas? Ils me recevraient peut-être très mal! dit la princesse.
-¡Ah!, yo no digo que no tengan cosas interesantes desde el punto de vista histórico. Pero por eso no va a ser bonito... si es horrible. Yo también tengo cosas de esas que Basin ha heredado de los Montesquieu. Pero las guardo en las buhardillas de Guermantes para que no las vea nadie. Y, además, ya le digo a usted que tampoco es por eso; me precipitaría a ir a su casa con Basin, iría allí en medio de sus esfinges y sus cobres si los conociera, pero... no los conozco. Y desde pequeña me tienen dicho que no está bien ir a casa de personas que uno no conoce «dijo con tono pueril.. Y hago lo que me enseñaron. ¿Qué harían esas buenas gentes al ver entrar en su casa a una persona desconocida? Quizá me recibieran muy mal.
Et par coquetterie elle embellit le sourire que cette supposition lui arrachait, en donnant à son regard fixé sur le général une expression rêveuse et douce.
Y, por coquetería, añadió a la sonrisa que la inspiraba esta hipótesis, y para embellecerla más, una expresión soñadora y dulce de la mirarla, que tenía fija en el general.
—«Ah! princesse, vous savez bien qu′ils ne se tiendraient pas de joie...»
-Demasiado sabe usted, princesa, que no cabrían en su pellejo de alegría...
—«Mais non, pourquoi?» lui demanda-t-elle avec une extrême vivacité, soit pour ne pas avoir l′air de savoir que c′est parce qu′elle était une des plus grandes dames de France, soit pour avoir le plaisir de l′entendre dire au général. «Pourquoi? Qu′en savez-vous? Cela leur serait peut-être tout ce qu′il y a de plus désagréable. Moi je ne sais pas, mais si j′en juge par moi, cela m′ennuie déjà tant de voir les personnes que je connais, je crois que s′il fallait voir des gens que je ne connais pas, «même héroes», je deviendrais folle. D′ailleurs, voyons, sauf lorsqu′il s′agit de vieux amis comme vous qu′on connaît sans cela, je ne sais pas si l′héroe serait d′un format très portatif dans le monde.
Ça m′ennuie déjà souvent de donner des dîners, mais s′il fallait offrir le bras à Spartacus pour aller à table... Non vraiment, ce ne serait jamais à Vercingétorix que je ferais signe comme quatorzième. Je sens que je le réserverais pour les grandes soirées. Et comme je n′en donne pas...»
-No, ¿por qué? «le preguntó la princesa con extrema vivacidad, ya para aparentar que no se daba cuenta de que el general lo decía porque ella era una de las primeras damas de Francia, ya porque le gustara oírselo decir.. ¿Por qué, usted qué sabe? Quizá les desagradar mucho. Yo no sé, pero si juzgo por mí, ya me molesta tanto a veces ver a la gente que conozco, que si tuviera que ir a ver también a los que no conozco, por muy «heroicos. que fueran, sería cosa de volverse loca. Además, salvo en el caso claro de amigos viejos, como usted, a quienes no tratamos por eso sólo, yo no sé si eso del heroísmo se puede llevar muy bien en sociedad. A mí me es bastante cargante tener que dar comidas; pero figúrese usted si tuviera que dar el brazo a Espartaco para ir a la mesa... No, no; si nos juntamos trece no seré yo quien llame a Vercingitoris para que haga el catorce. Lo reservaría para las reuniones de gran gala. Y como en mi casa no las hay...
—Ah! princesse, vous n′êtes pas Guermantes pour des prunes. Le possédez-vous assez, l′esprit des Guermantes!
-¡Ah!, princesa, no en balde es usted una Guermantes. Bien claro se le ve el ingenio de la casa.
—Mais on dit toujours l′esprit des Guermantes, je n′ai jamais pu comprendre pourquoi. Vous en connaissez donc d′autres qui en aient, ajouta-t-elle dans un éclat de rire écumant et joyeux, les traits de son visage concentrés, accouplés dans le réseau de son animation, les yeux étincelants, enflammés d′un ensoleillement radieux de gaîté que seuls avaient le pouvoir de faire rayonner ainsi les propos, fussent-ils tenus par la princesse elle-même, qui étaient une louange de son esprit ou de sa beauté. Tenez, voilà Swann qui a l′air de saluer votre Cambremer; là... il est à côté de la mère Saint-Euverte, vous ne voyez pas! Demandez-lui de vous présenter. Mais dépêchez-vous, il cherche à s′en aller!
-Pero siempre se habla del ingenio de los Guermantes, yo no sé por qué. Como si les quedara algo a los demás, ¿verdad? -añadió soltando una carcajada alegre y ruidosa y recogiendo y juntando los rasgos fisonómicos todos en la red de su animación, con los ojos chispeantes, encendidos en un flamear radiante de alegría, que sólo podían prender las palabras, aunque fuera la misma princesa la que las decía, de alabanza a su ingenio o su belleza Ahí tiene usted a Swann, que está saludando a su Cambremer, ahí, junto a la vieja Saint-Euverte, ¿no lo ve? Pídale que lo presente, pero dése prisa, porque me parece que se va.
—Avez-vous remarqué quelle affreuse mine il a? dit le général.
-¿Se ha fijado usted que mala cara tiene? «dijo el general.
—Mon petit Charles! Ah! enfin il vient, je commençais à supposer qu′il ne voulait pas me voir!
-Vamos, Carlitos. Por fin viene. Ya empezaba a creer que no quería verme..
Swann aimait beaucoup la princesse des Laumes, puis sa vue lui rappelait Guermantes, terre voisine de Combray, tout ce pays qu′il aimait tant et où il ne retournait plus pour ne pas s′éloigner d′Odette. Usant des formes mi-artistes, mi-galantes, par lesquelles il savait plaire à la princesse et qu′il retrouvait tout naturellement quand il se retrempait un instant dans son ancien milieu,—et voulant d′autre part pour lui-même exprimer la nostalgie qu′il avait de la campagne:
Swann estimaba mucho a la princesa de los Laumes, y además, al verla, se acordaba de Guermantes, tierra cercana a Combray, región toda aquella que le gustaba muchísimo, y donde no iba ahora por no separarse de Odette. Y empleando unas formas medio artísticas, medio galantes, con las que se hacía grato a la princesa, y que se le ocurrían espontáneamente en cuanto volvía a tocar en aquel su ambiente de antes, y deseoso, además, de expresarse a sí mismo la nostalgia que sentía del campo, dijo, como entre bastidores, de modo que lo oyeran a la vez la marquesa de Saint-Euverte, con quien estaba hablando, y la princesa de los Laumes, para quien estaba hablando:
—Ah! dit-il à la cantonade, pour être entendu à la fois de Mme de Saint-Euverte à qui il parlait et de Mme des Laumes pour qui il parlait, voici la charmante princesse! Voyez, elle est venue tout exprès de Guermantes pour entendre le Saint-François d′Assise de Liszt et elle n′a eu le temps, comme une jolie mésange, que d′aller piquer pour les mettre sur sa tête quelques petits fruits de prunier des oiseaux et d′aubépine; il y a même encore de petites gouttes de rosée, un peu de la gelée blanche qui doit faire gémir la duchesse. C′est très joli, ma chère princesse.
-¡Ah!, ahí está la princesa bonita. Mire usted, ha venido expresamente de Guermantes para oír el San Francisco de Asís, de Liszt, y como es un abejaruco lindo que ha venido volando, no ha tenido tiempo más que de picotear unas cerecillas de pájaro y unas flores de espino y ponérselas en la cabeza; todavía tienen unas gotitas de rocío y de esa escarcha que tanto miedo debe de dar a la duquesa. Es precioso, princesa.
—Comment la princesse est venue exprès de Guermantes? Mais c′est trop! Je ne savais pas, je suis confuse, s′écrie nament Mme de Saint-Euverte qui était peu habituée au tour d′esprit de Swann. Et examinant la coiffure de la princesse: Mais c′est vrai, cela imite... comment dirais-je, pas les châtaignes, non, oh! c′est une idée ravissante, mais comment la princesse pouvait-elle connaître mon programme. Les musiciens ne me l′ont même pas communiqué à moi.
-Pero, cómo, ¿conque la princesa ha venido expresamente de Guermantes? Eso es ya demasiado, no lo sabía; verdaderamente, no sé cómo darle las gracias «exclamó la Saint-Euverte, ingenuamente, poco hecha al modo de hablar de Swann. Y fijándose en el peinado de la princesa.: Es verdad, imita como si fuera castañitas, pero no, eso no... es una idea deliciosa. ¿Y cómo conocía la princesa el programa? Ni siquiera a mí me lo habían dicho los músicos.
Swann, habitué quand il était auprès d′une femme avec qui il avait gardé des habitudes galantes de langage, de dire des choses délicates que beaucoup de gens du monde ne comprenaient pas, ne daigna pas expliquer à Mme de Saint-Euverte qu′il n′avait parlé que par métaphore. Quant à la princesse, elle se mit à rire aux éclats, parce que l′esprit de Swann était extrêmement apprécié dans sa coterie et aussi parce qu′elle ne pouvait entendre un compliment s′adressant à elle sans lui trouver les grâces les plus fines et une irrésistible drôlerie.
Swann, que siempre que veía una dama con la que tenía costumbre de hablar en tono de galantería, le decía alguna cosa delicada que pasaba inadvertida para muchas de las gentes del gran mundo, no se dignó explicar a la marquesa de Saint-Euverte que había hablado en pura metáfora. La princesa se echó a reír a carcajadas, porque en su círculo de íntimos se tenía en gran estima la gracia de Swann, y además, porque no podía oír ningún cumplido dirigido a ella sin que le pareciera muy fino y gracioso.
—Hé bien! je suis ravie, Charles, si mes petits fruits d′aubépine vous plaisent. Pourquoi est-ce que vous saluez cette Cambremer, est-ce que vous êtes aussi son voisin de campagne?
-Encantada, Carlos, de que le gusten a usted mis florecillas de espino. ¿Cómo es que estaba usted saludando a esa Cambremer? ¿También es vecina de campo suya?
Mme de Saint-Euverte voyant que la princesse avait l′air content de causer avec Swann s′était éloignée.
La marquesa de Saint-Euverte, viendo que la princesa estaba muy a gusto charlando con Swann, se había ido.
—Mais vous l′êtes vous-même, princesse.
-También lo es de usted, princesa.
—Moi, mais ils ont donc des campagnes partout, ces gens! Mais comme j′aimerais être à leur place!
-¡Mía! Pero esa gente en todas partes tiene tierras. ¡Qué envidia me dan!
—Ce ne sont pas les Cambremer, c′étaient ses parents à elle; elle est une demoiselle Legrandin qui venait à Combray. Je ne sais pas si vous savez que vous êtes la comtesse de Combray et que le chapitre vous doit une redevance.
-.No son los Cambremer, sino los padres de ella; es una señorita Legrandin que iba a Combray. Yo no sé si usted se acuerda de que es condesa de Combray y de que el cabildo le debe a usted un censo.
—Je ne sais pas ce que me doit le chapitre mais je sais que je suis tapée de cent francs tous les ans par le curé, ce dont je me passerais. Enfin ces Cambremer ont un nom bien étonnant. Il finit juste à temps, mais il finit mal! dit-elle en riant.
-Lo que me debe el cabildo no lo sé, pero lo que sé es que el cura me saca todos los años cien francos, cosa que no me hace ninguna gracia. En fin, esos Cambremer tienen un nombre bastante chocante. Menos mal que acaba a tiempo, pero acaba mal dijo riéndose.
—Il ne commence pas mieux, répondit Swann.
-Pues no empieza mucho mejor «contestó Swann.
—En effet cette double abréviation!...
-En efecto, es una abreviatura doble.
—C′est quelqu′un de très en colère et de très convenable qui n′a pas osé aller jusqu′au bout du premier mot.
-Sin duda fue alguien muy irritado y muy fino que no se atrevió a apurar la primera palabra.
—Mais puisqu′il ne devait pas pouvoir s′empêcher de commencer le second, il aurait mieux fait d′achever le premier pour en finir une bonne fois. Nous sommes en train de faire des plaisanteries d′un goût charmant, mon petit Charles, mais comme c′est ennuyeux de ne plus vous voir, ajouta-t-elle d′un ton câlin, j′aime tant causer avec vous. Pensez que je n′aurais même pas pu faire comprendre à cet idiot de Froberville que le nom de Cambremer était étonnant. Avouez que la vie est une chose affreuse. Il n′y a que quand je vous vois que je cesse de m′ennuyer.
-Pero, ya que no pudo por menos de empezar la segunda, debía haber rematado la primera, para acabar de una vez. Carlitos, estamos haciendo unos chistes deliciosos, pero es muy fastidioso eso de no verlo a usted «añadió con tono zalamero , porque me gusta mucho que hablemos un rato. ¿Querrá usted creer que no he podido meter en la cabeza a ese idiota de Froberville que el nombre de Cambremer era chocante? La vida es una cosa horrible; hasta que no lo veo a usted, no dejo de aburrirme.
Et sans doute cela n′était pas vrai. Mais Swann et la princesse avaient une même manière de juger les petites choses qui avait pour effet—à moins que ce ne fût pour cause—une grande analogie dans la façon de s′exprimer et jusque dans la prononciation. Cette ressemblance ne frappait pas parce que rien n′était plus différent que leurs deux voix. Mais si on parvenait par la pensée à ôter aux propos de Swann la sonorité qui les enveloppait, les moustaches d′entre lesquelles ils sortaient, on se rendait compte que c′étaient les mêmes phrases, les mêmes inflexions, le tour de la coterie Guermantes. Pour les choses importantes, Swann et la princesse n′avaient les mêmes idées sur rien. Mais depuis que Swann était si triste, ressentant toujours cette espèce de frisson qui précède le moment où l′on va pleurer, il avait le même besoin de parler du chagrin qu′un assassin a de parler de son crime. En entendant la princesse lui dire que la vie était une chose affreuse, il éprouva la même douceur que si elle lui avait parlé d′Odette.
Indudablemente, esto no era absolutamente cierto. Pero Swann y la princesa tenían un mismo modo de juzgar las cosas menudas, que daba como resultado «efecto, a no ser que fuera la causa de ello. una gran analogía en la manera de expresarse y hasta en la pronunciación. Esa semejanza no llamaba la atención, porque sus voces eran muy diferentes. Pero si se lograba quitar a las frases de Swann la sonoridad que las envolvía y los bigotes por entre los cuales brotaban, se veía muy claro que eran las mismas frases e inflexiones de voz, el estilo del grupo Guermantes. Respecto a las cosas importantes, las ideas de Swann y de la princesa no coincidían en ningún punto. Pero desde que Swann se sentía tan triste, siempre con aquel escalofrío que no sobrecoge cuando vamos a echarnos a llorar, experimentaba el imperioso deseo de hablar de su pena, como un asesino de su crimen. Al oír lo que le dijo la princesa, de que la vida era una cosa horrible, sintió una impresión tan dulce como si le hubiera hablado de Odette.
—Oh! oui, la vie est une chose affreuse. Il faut que nous nous voyions, ma chère amie. Ce qu′il y a de gentil avec vous, c′est que vous n′êtes pas gaie. On pourrait passer une soirée ensemble.
-Sí, la vida es una cosa horrible. A ver si nos vemos a menudo, mi querida princesa. Lo agradable que tiene el pasar un rato con usted es que usted no está alegre. Podríamos vernos una de estas noches.
—Mais je crois bien, pourquoi ne viendriez-vous pas à Guermantes, ma belle-mère serait folle de joie. Cela passe pour très laid, mais je vous dirai que ce pays ne me déplaît pas, j′ai horreur des pays «pittoresques».
-¿Y por qué no viene usted a Guermantes? Mí madre política se alegraría mucho. La gente dice que aquello es feo, pero a mí no me disgusta nada. Tengo horror a las regiones pintorescas.
—Je crois bien, c′est admirable, répondit Swann, c′est presque trop beau, trop vivant pour moi, en ce moment; c′est un pays pour être heureux. C′est peut-être parce que j′y ai vécu, mais les choses m′y parlent tellement. Dès qu′il se lève un souffle d′air, que les blés commencent à remuer, il me semble qu′il y a quelqu′un qui va arriver, que je vais recevoir une nouvelle; et ces petites maisons au bord de l′eau... je serais bien malheureux!
-Ya lo creo, es una tierra admirable «contestó Swann, demasiado hermosa, con demasiada vida para mí en este momento; es una tierra para ser feliz. Quizá sea porque yo he vivido allí, pero todas las cosas de ese país me dicen algo. En cuanto se levanta un soplo de viento y los trigales empiezan a agitarse, me parece que va a llegar alguien, que voy a recibir una noticia. Y las casitas que hay a la orilla del río... no, me sentiría muy desgraciado...
—Oh! mon petit Charles, prenez garde, voilà l′affreuse Rampillon qui m′a vue, cachez-moi, rappelez-moi donc ce qui lui est arrivé, je confonds, elle a marié sa fille ou son amant, je ne sais plus; peut-être les deux... et ensemble!... Ah! non, je me rappelle, elle a été répudiée par son prince... ayez l′air de me parler pour que cette Bérénice ne vienne pas m′inviter à dîner. Du reste, je me sauve. Ecoutez, mon petit Charles, pour une fois que je vous vois, vous ne voulez pas vous laisser enlever et que je vous emmène chez la princesse de Parme qui serait tellement contente, et Basin aussi qui doit m′y rejoindre. Si on n′avait pas de vos nouvelles par Mémé... Pensez que je ne vous vois plus jamais!
-Cuidado, cuidado, Carlitos; ahí está la terrible Rampillon, que me ha visto; tápeme usted, recuérdeme qué es lo que le ha pasado, se ha casado su hija o su querido, yo no sé, o los dos, me parece que los dos, eso es, su querido con su hija. No, ahora recuerdo, es que la ha repudiado su príncipe. Haga usted como que me está hablando, para que esa Berenice no venga a invitarme a cenar. -Digo, ya me voy. Oiga, Carlitos, y ya que nos vemos, me dejará usted que me lo lleve a casa de la princesa de Parma, que se alegrará mucho de verlo, y lo mismo Basin, que me está esperando allí. -Si no fuera porque Memé nos da noticias suyas... Es que ahora no se lo ve a usted nunca.
Swann refusa; ayant prévenu M. de Charlus qu′en quittant de chez Mme de Saint-Euverte il rentrerait directement chez lui, il ne se souciait pas en allant chez la princesse de Parme de risquer de manquer un mot qu′il avait tout le temps espéré se voir remettre par un domestique pendant la soirée, et que peut-être il allait trouver chez son concierge. «Ce pauvre Swann, dit ce soir-là Mme des Laumes à son mari, il est toujours gentil, mais il a l′air bien malheureux. Vous le verrez, car il a promis de venir dîner un de ces jours. Je trouve ridicule au fond qu′un homme de son intelligence souffre pour une personne de ce genre et qui n′est même pas intéressante, car on la dit idiote», ajouta-t-elle avec la sagesse des gens non amoureux qui trouvent qu′un homme d′esprit ne devrait être malheureux que pour une personne qui en valût la peine; c′est à peu près comme s′étonner qu′on daigne souffrir du choléra par le fait d′un être aussi petit que le bacille virgule.
Swann no quiso aceptar; había dicho a Charlus que volvería directamente a casa después de la fiesta de la marquesa, y no quería arriesgarse, por ir a casa de la princesa de Parma, a perderse una esquelita que estuvo toda la noche esperando que le entregara un criado en el concierto, y que quizá ahora, al volver a casa, le daría el portero. «Ese pobre Swann «dijo aquella noche la princesa a su marido. sigue tan simpático como siempre, pero tiene un aire tristísimo. Ya lo verás, porque ha dicho que va a venir a cenar una noche. En el fondo, me parece ridículo que un hombre de su inteligencia sufra por una persona de esa clase, y que, además, no tiene ningún interés, porque dicen que es idiota., añadió con esa prudencia de las gentes que no están enamoradas y que se imaginan que un hombre listo no debe sufrir de amor más que por una mujer que valga la pena; que es lo mismo que si nos asombráramos de que una persona se digne padecer del cólera por un ser tan insignificante como el bacilo vírgula.
Swann voulait partir, mais au moment où il allait enfin s′échapper, le général de Froberville lui demanda à connaître Mme de Cambremer et il fut obligé de rentrer avec lui dans le salon pour la chercher.
Swann ya iba a marcharse; pero en el momento de escapar, el general de Froberville le pidió que lo presentara a la damita de Cambremer, y tuvo que volver a entrar en el salón para buscarla
—Dites donc, Swann, j′aimerais mieux être le mari de cette femme-là que d′être massacré par les sauvages, qu′en dites-vous?
-Yo digo, Swann, que preferiría ser el marido de esa señora a que me asesinaran los salvajes, ¡eh!, ¿a usted qué le parece?
Ces mots «massacré par les sauvages» percèrent douloureusement le cœur de Swann; aussitôt il éprouva le besoin de continuer la conversation avec le général:
Esas palabras de «que me asesinaran los salvajes. hirieron a Swann en el corazón; y en seguida sintió deseo de continuar hablando de eso con el general:
—«Ah! lui dit-il, il y a eu de bien belles vies qui ont fini de cette façon... Ainsi vous savez... ce navigateur dont Dumont d′Urville ramena les cendres, La Pérouse...(et Swann était déjà heureux comme s′il avait parlé d′Odette.) «C′est un beau caractère et qui m′intéresse beaucoup que celui de La Pérouse, ajouta-t-il d′un air mélancolique.»
-¡Ah!, pero ha habido muchas vidas notables que han acabado así. Ese navegante, cuyas cenizas trajo Dumont d´Urville... La Pérousse... (y con eso Swann se tenía por tan feliz como si hubiera hablado de Odette). Ese tipo de La Pérousse es muy simpático, a mí me atrae mucho «añadió melancólicamente.
—Ah! parfaitement, La Pérouse, dit le général. C′est un nom connu. Il a sa rue.
-¡Ah, sí!... La Pérousse... «dijo el general.. Sí, es un hombre conocido. Creo que tiene su calle.
—Vous connaissez quelqu′un rue La Pérouse? demanda Swann d′un air agité.
-¿Conoce usted a alguien en esa calle? -preguntó Swann un poco inquieto.
—Je ne connais que Mme de Chanlivault, la sœur de ce brave Chaussepierre. Elle nous a donné une jolie soirée de comédie l′autre jour. C′est un salon qui sera un jour très élégant, vous verrez!
-No conozco más que a la señora de Chalinvault, la hermana de ese buen Chanssepierre. El otro día nos dio en su casa una función de teatro muy bonita. Es una casa que llegará a ser muy elegante, ya lo verá usted.
—Ah! elle demeure rue La Pérouse. C′est sympathique, c′est une jolie rue, si triste.
-¡Ah!, con que vive en la calle de La Pérousse. Es una calle simpática, muy bonita, muy triste.
—Mais non; c′est que vous n′y êtes pas allé depuis quelque temps; ce n′est plus triste, cela commence à se construire, tout ce quartier-là.
-No, triste no; lo que pasa es que hace mucho tiempo que no va usted por allí; pero aquello ya no está triste, han empezado a edificar por todo aquel barrio.
Quand enfin Swann présenta M. de Froberville à la jeune Mme de Cambremer, comme c′était la première fois qu′elle entendait le nom du général, elle esquissa le sourire de joie et de surprise qu′elle aurait eu si on n′en avait jamais prononcé devant elle d′autre que celui-là, car ne connaissant pas les amis de sa nouvelle famille, à chaque personne qu′on lui amenait, elle croyait que c′était l′un d′eux, et pensant qu′elle faisait preuve de tact en ayant l′air d′en avoir tant entendu parler depuis qu′elle était mariée, elle tendait la main d′un air hésitant destiné à prouver la réserve apprise qu′elle avait à vaincre et la sympathie spontanée qui réussissait à en triompher. Aussi ses beaux-parents, qu′elle croyait encore les gens les plus brillants de France, déclaraient-ils qu′elle était un ange; d′autant plus qu′ils préféraient paraître, en la faisant épouser à leur fils, avoir cédé à l′attrait plutôt de ses qualités que de sa grande fortune.
Cuando, por fin, presentó Swann al general a la damita de Cambremer, aunque era la primera vez que ella oía el nombre del general, esbozó la misma sonrisa de alegría y sorpresa que si ese nombre le hubiera sido conocidísimo, porque, como no conocía a las amistades de su nueva familia, siempre que le presentaban a alguien suponía que era amigo de los suyos, y creyendo dar prueba de tacto aparentando que había oído hablar mucho de esa persona desde que estaba casada, ofrecía su mano con ademán vaciante, que tenía por objeto mostrar que su espontánea simpatía triunfaba sobre la aprendida reserva. Así que sus suegros, a los fue consideraba ella como las personas más ilustre de Francia, la miraban como a un ángel; entre otras cosas, porque así parecía que al casarla con su hijo lo hicieron más bien ganados por sus gracias personales que por su gran fortuna.
—On voit que vous êtes musicienne dans l′âme, madame, lui dit le général en faisant inconsciemment allusion à l′incident de la bobèche.
-.Señora, ya se ve que es usted música de corazón -dijo el general, haciendo una alusión inconsciente al episodio de la arandela.
Mais le concert recommença et Swann comprit qu′il ne pourrait pas s′en aller avant la fin de ce nouveau numéro du programme. Il souffrait de rester enfermé au milieu de ces gens dont la bêtise et les ridicules le frappaient d′autant plus douloureusement qu′ignorant son amour, incapables, s′ils l′avaient connu, de s′y intéresser et de faire autre chose que d′en sourire comme d′un enfantillage ou de le déplorer comme une folie, ils le lui faisaient apparaître sous l′aspect d′un état subjectif qui n′existait que pour lui, dont rien d′extérieur ne lui affirmait la réalité; il souffrait surtout, et au point que même le son des instruments lui donnait envie de crier, de prolonger son exil dans ce lieu où Odette ne viendrait jamais, où personne, où rien ne la connaissait, d′où elle était entièrement absente.
Pero el concierto se reanudó, y Swann comprendió que ya no podía irse hasta que se acabara aquel número. Le dolía verse encerrado en medio de aquellas gentes, cuyas tonterías y ridiculeces se le representaban más dolorosamente, porque como ignoraban su pasión, y aunque la hubieran conocido no habrían sido capaces de otra cosa que de sonreír, como de una niñería, o deplorarla, como una locura, ponían a Swann en el trance de considerar su amor como estado subjetivo, que sólo existía para él, sin nada externo que le afirmara su realidad; sufría muchísimo, y hasta el sonido de los instrumentos le daba ganas de gritar, de prolongar su destierro en aquel sitio, donde Odette no entraría nunca, donde no había nadie que la conociera, de donde estaba totalmente ausente.
Mais tout à coup ce fut comme si elle était entrée, et cette apparition lui fut une si déchirante souffrance qu′il dut porter la main à son cœur. C′est que le violon était monté à des notes hautes où il restait comme pour une attente, une attente qui se prolongeait sans qu′il cessât de les tenir, dans l′exaltation où il était d′apercevoir déjà l′objet de son attente qui s′approchait, et avec un effort désespéré pour tâcher de durer jusqu′à son arrivée, de l′accueillir avant d′expirer, de lui maintenir encore un moment de toutes ses dernières forces le chemin ouvert pour qu′il pût passer, comme on soutient une porte qui sans cela retomberait. Et avant que Swann eût eu le temps de comprendre, et de se dire: «C′est la petite phrase de la sonate de Vinteuil, n′écoutons pas!» tous ses souvenirs du temps où Odette était éprise de lui, et qu′il avait réussi jusqu′à ce jour à maintenir invisibles dans les profondeurs de son être, trompés par ce brusque rayon du temps d′amour qu′ils crurent revenu, s′étaient réveillés, et à tire d′aile, étaient remontés lui chanter éperdument, sans pitié pour son infortune présente, les refrains oubliés du bonheur.
Pero, de pronto, fue como si Odette entrara, y esa aparición le dolió tanto, que tuvo que llevarse la mano al corazón. Es que el violín había subido a unas notas altas y se quedaba en ellas esperando, con una espera que se prolongaba sin que él dejara de sostener las notas, exaltado por la esperanza de ver ya acercarse al objeto de su espera, esforzándose desesperadamente para durar hasta que llegara, para acogerlo antes de expirar, para ofrecerle el camino abierto un momento más con sus fuerzas postreras, de modo que pudiera pasar, igual que se sostiene una puerta que se va a caer. Y antes de que Swann tuviera tiempo de comprender y de decirse que era la frase de la sonata de Vinteuil y que no había que escuchar, todos los recuerdos del tiempo en que Odette estaba enamorada de él, que hasta aquel día lograra mantener invisibles en lo más hondo de su ser, engañados por aquel brusco rayo del tiempo del amor y creyéndose que había tornado, se despertaron, se remontaron de un vuelo, cantándole locamente, sin compasión para su infortunio de entonces, las olvidadas letrillas de la felicidad.
Au lieu des expressions abstraites «temps où j′étais heureux», «temps où j′étais aimé», qu′il avait souvent prononcées jusque-là et sans trop souffrir, car son intelligence n′y avait enfermé du passé que de prétendus extraits qui n′en conservaient rien, il retrouva tout ce qui de ce bonheur perdu avait fixé à jamais la spécifique et volatile essence; il revit tout, les pétales neigeux et frisés du chrysanthème qu′elle lui avait jeté dans sa voiture, qu′il avait gardé contre ses lèvres—l′adresse en relief de la «Maison Dorée» sur la lettre où il avait lu: «Ma main tremble si fort en vous écrivant»—le rapprochement de ses sourcils quand elle lui avait dit d′un air suppliant: «Ce n′est pas dans trop longtemps que vous me ferez signe?», il sentit l′odeur du fer du coiffeur par lequel il se faisait relever sa «brosse» pendant que Lorédan allait chercher la petite ouvrière, les pluies d′orage qui tombèrent si souvent ce printemps-là, le retour glacial dans sa victoria, au clair de lune, toutes les mailles d′habitudes mentales, d′impressions saisonnières, de créations cutanées, qui avaient étendu sur une suite de semaines un réseau uniforme dans lequel son corps se trouvait repris. A ce moment-là, il satisfaisait une curiosité voluptueuse en connaissant les plaisirs des gens qui vivent par l′amour. Il avait cru qu′il pourrait s′en tenir là, qu′il ne serait pas obligé d′en apprendre les douleurs; comme maintenant le charme d′Odette lui était peu de chose auprès de cette formidable terreur qui le prolongeait comme un trouble halo, cette immense angoisse de ne pas savoir à tous moments ce qu′elle avait fait, de ne pas la posséder partout et toujours! Hélas, il se rappela l′accent dont elle s′était écriée:
Y en vez de las expresiones abstractas época en que yo era feliz., cuando me querían., que pronunciaba sin mucho dolor porque todo lo que en ellas encerraba del tiempo pasado eran falsos extractos sin contenido, se encontró con aquello mismo que dio eterna fijeza al elemento específico y volátil de la dicha perdida; lo vio todo, los pétalos nevados y rizosos del crisantemo que ella le tiró al coche, y que él fue besando todo el camino, el membrete en relieve de la Maison Dorée, en aquella carta donde decía: -Me tiembla tanto la mano al escribir.; el fruncirse de sus ejas cuando le dijo en tono suplicante: -¿Tardará usted mucho en decirme que vuelva?; percibió el olor de las tenacillas con que el peluquero le rizaba su «cepillo., mientras que Loredan iba en busca de la obrerita; las lluvias tormentosas que cayeron aquella primavera, la vuelta a casa en coche abierto, a la luz de la luna; todas y cada una de las mallas de costumbres mentales, de impresiones periódicas, de creaciones cutáneas que tejieron en el espacio de unas semanas esa red uniforme, en la que volvía a sentirse preso su cuerpo. En aquellos momentos pasados satisfacía la voluptuosa curiosidad de conocer los placeres de los que viven de amor. Y creyó que podría no pasar de ahí, que no iba atener que aprender las penas de los que viven de amor; y ahora, el encanto de Odette no era nada comparado con ese formidable terror que lo prolongaba a modo de inquieto halo, con esa inmensa angustia de no saber minuto por minuto lo que hacía, por no poseerla para siempre y en todas partes. Se acordó del tono con que ella dijo:
«Mais je pourrai toujours vous voir, je suis toujours libre!» elle qui ne l′était plus jamais! l′intérêt, la curiosité qu′elle avait eus pour sa vie à lui, le désir passionné qu′il lui fit la faveur,—redoutée au contraire par lui en ce temps-là comme une cause d′ennuyeux dérangements—de l′y laisser pénétrer; comme elle avait été obligée de le prier pour qu′il se laissât mener chez les Verdurin; et, quand il la faisait venir chez lui une fois par mois, comme il avait fallu, avant qu′il se laissât fléchir, qu′elle lui répétât le délice que serait cette habitude de se voir tous les jours dont elle rêvait alors qu′elle ne lui semblait à lui qu′un fastidieux tracas, puis qu′elle avait prise en dégoût et définitivement rompue, pendant qu′elle était devenue pour lui un si invincible et si douloureux besoin. Il ne savait pas dire si vrai quand, à la troisième fois qu′il l′avait vue, comme elle lui répétait:
«Podremos vernos siempre, yo no tengo nada que hacer.; ella, que ahora siempre tenía que hacer; del interés y la curiosidad que le inspiraban la vida de Swann, el deseo ardiente de que él le hiciera, el favor «cosa que Swann temía entonces como posible causa de molestias. de dejarla penetrar en esa vida; cuánto tuvo que rogarle para que se dejara llevar a casa de los Verdurin; y en aquella época, en que la invitaba a ir a su casa una vez al mes, lo mucho que tuvo que repetirle ella, antes de que Swann cediera, ¡qué delicia tan agrande, sería el verse a diario!., delicia que entonces era el sueño de Odette, y a Swann le parecía un fastidio, y que luego fue cansándola a ella hasta romper definitivamente con la costumbre, mientras que para Swann se convertía en dolorosa e invencible necesidad. Y ya no sabía si era verdad que la tercera vez que se vieron cuando ella le preguntó:
«Mais pourquoi ne me laissez-vous pas venir plus souvent», il lui avait dit en riant, avec galanterie: «par peur de souffrir». Maintenant, hélas! il arrivait encore parfois qu′elle lui écrivît d′un restaurant ou d′un hôtel sur du papier qui en portait le nom imprimé; mais c′était comme des lettres de feu qui le brûlaient. «C′est écrit de l′hôtel Vouillemont? Qu′y peut-elle être allée faire! avec qui? que s′y est-il passé?» Il se rappela les becs de gaz qu′on éteignait boulevard des Italiens quand il l′avait rencontrée contre tout espoir parmi les ombres errantes dans cette nuit qui lui avait semblé presque surnaturelle et qui en effet—nuit d′un temps où il n′avait même pas à se demander s′il ne la contrarierait pas en la cherchant, en la retrouvant, tant il était sûr qu′elle n′avait pas de plus grande joie que de le voir et de rentrer avec lui,—appartenait bien à un monde mystérieux où on ne peut jamais revenir quand les portes s′en sont refermées. Et Swann aperçut, immobile en face de ce bonheur revécu, un malheureux qui lui fit pitié parce qu′il ne le reconnut pas tout de suite, si bien qu′il dut baisser les yeux pour qu′on ne vît pas qu′ils étaient pleins de larmes. C′était lui-même.
-Por qué no me deja usted venir más a menudo?., le contestó él, sonriendo y por galantería: -Es que tengo miedo a sufrir. Ahora le escribía también desde un restaurante o desde un hotel en cartas con membrete, pero las letras del nombre le quemaban como si fueran de fuego. Escribe desde el hotel Vouillemont. ¿Qué ha ido a hacer allí?, ¿y con quién? ¿Qué habrá pasado?.. Se acordó de los faroles aquellos que iban apagando en el bulevar de los Italianos, cuando se la encontró contra toda esperanza entre las erráticas sombras de aquella noche, que le pareció sobrenatural, y que, en efecto noche en que no tenía que preguntarse si le iba a contrariar que la buscara, porque estaba seguro de que la mayor alegría de ella, sería verlo y volver con él, pertenecía a un mundo misterioso en el que nunca se puede tornar a penetrar una vez que se nos cierran sus puertas. Y Swann vio, inmóvil, frente a aquella dicha rediviva, a un desgraciado que le dio lástima primero porque no lo conocía; tanta lástima, que tuvo que bajar la vista para que no se le vieran las lágrimas. Era él mismo.
Quand il l′eut compris, sa pitié cessa, mais il fut jaloux de l′autre lui-même qu′elle avait aimé, il fut jaloux de ceux dont il s′était dit souvent sans trop souffrir, «elle les aime peut-être», maintenant qu′il avait échangé l′idée vague d′aimer, dans laquelle il n′y a pas d′amour, contre les pétales du chrysanthème et l′«en tête» de la Maison d′Or, qui, eux en étaient pleins. Puis sa souffrance devenant trop vive, il passa sa main sur son front, laissa tomber son monocle, en essuya le verre. Et sans doute s′il s′était vu à ce moment-là, il eut ajouté à la collection de ceux qu′il avait distingués le monocle qu′il déplaçait comme une pensée importune et sur la face embuée duquel, avec un mouchoir, il cherchait à effacer des soucis.
Cuando lo hubo comprendido, cesó su compasión, pero sintió celos de su otro yo que Odette había querido, sintió celos de todos aquellos hombres, a los que miraba antes, diciendo: -Quizá los quiere, sin gran pena, mientras que ahora había cambiado la idea vaga de amar, en la que no hay amor, por los pétalos del crisantemo y el membrete de la Maison Dorée, que estaban llenos de amor. Y como su dolor iba siendo muy agudo, se pasó la mano por la frente, dejó caer el monóculo y limpió el cristal. Indudablemente, si en aquel momento se hubiera visto a sí mismo, habría añadido a su anterior colección de monóculos ese que se quitaba de la cabeza cual un pensamiento importuno y de cuya empañada superficie quería borrar las penas con su pañuelo.
Il y a dans le violon,—si ne voyant pas l′instrument, on ne peut pas rapporter ce qu′on entend à son image laquelle modifie la sonorité—des accents qui lui sont si communs avec certaines voix de contralto, qu′on a l′illusion qu′une chanteuse s′est ajoutée au concert. On lève les yeux, on ne voit que les étuis, précieux comme des boîtes chinoises, mais, par moment, on est encore trompé par l′appel décevant de la sirène; parfois aussi on croit entendre un génie captif qui se débat au fond de la docte boîte, ensorcelée et frémissante, comme un diable dans un bénitier; parfois enfin, c′est, dans l′air, comme un être surnaturel et pur qui passe en déroulant son message invisible.
Tiene el violín cuando no se ve el instrumento y no se puede relacionarlo que se oye con su imagen, cosa que modifica su sonoridad; acentos semejantes a algunas voces de contralto que llegan a dar la ilusión de que hay una cantante. Alzamos la vista sin ver otra cosa que las cajas de los violines, preciosas como estuches chinos, y, sin embargo, por un momento aún, nos engaña la falsa llamada de la sirena; otras veces, se nos figura que en el fondo de la docta caja se oye a un genio cautivo que está luchando allá dentro, embrujado y frenético, como un demonio en una pila de agua bendita; cuando no, se nos representa un ser sobrenatural y puro que cruza por el aire difundiendo su invisible mensaje.
Comme si les instrumentistes, beaucoup moins jouaient la petite phrase qu′ils n′exécutaient les rites exigés d′elle pour qu′elle apparût, et procédaient aux incantations nécessaires pour obtenir et prolonger quelques instants le prodige de son évocation, Swann, qui ne pouvait pas plus la voir que si elle avait appartenu à un monde ultra-violet, et qui goûtait comme le rafraîchissement d′une métamorphose dans la cécité momentanée dont il était frappé en approchant d′elle, Swann la sentait présente, comme une déesse protectrice et confidente de son amour, et qui pour pouvoir arriver jusqu′à lui devant la foule et l′emmener à l′écart pour lui parler, avait revêtu le déguisement de cette apparence sonore. Et tandis qu′elle passait, légère, apaisante et murmurée comme un parfum, lui disant ce qu′elle avait à lui dire et dont il scrutait tous les mots, regrettant de les voir s′envoler si vite, il faisait involontairement avec ses lèvres le mouvement de baiser au passage le corps harmonieux et fuyant. Il ne se sentait plus exilé et seul puisque, elle, qui s′adressait à lui, lui parlait à mi-voix d′Odette. Car il n′avait plus comme autrefois l′impression qu′Odette et lui n′étaient pas connus de la petite phrase. C′est que si souvent elle avait été témoin de leurs joies! Il est vrai que souvent aussi elle l′avait averti de leur fragilité. Et même, alors que dans ce temps-là il devinait de la souffrance dans son sourire, dans son intonation limpide et désenchantée, aujourd′hui il y trouvait plutôt la grâce d′une résignation presque gaie. De ces chagrins dont elle lui parlait autrefois et qu′il la voyait, sans qu′il fût atteint par eux, entraîner en souriant dans son cours sinueux et rapide, de ces chagrins qui maintenant étaient devenus les siens sans qu′il eût l′espérance d′en être jamais délivré, elle semblait lui dire comme jadis de son bonheur: «Qu′est-ce, cela? tout cela n′est rien.» Et la pensée de Swann se porta pour la première fois dans un élan de pitié et de tendresse vers ce Vinteuil, vers ce frère inconnu et sublime qui lui aussi avait dû tant souffrir; qu′avait pu être sa vie? au fond de quelles douleurs avait-il puisé cette force de dieu, cette puissance illimitée de créer?
Como si los instrumentistas estuvieran, más que tocando la frase; procediendo a los ritos indispensables a su aparición y ejecutando los sortilegios necesarios para obtener y prolongar por unos instantes el prodigio de su evocación, Swann, que ya no podía verla, como si perteneciera a un mundo ultravioleta, y que saboreaba igual que la frescura de una metamorfosis esa momentánea ceguera que lo aquejaba al acercarse a ella; Swann sentía su presencia, como una diosa protectora y confidente de su amor, que para poder llegar hasta él delante de todo el mundo y hablarle un poco aparte se había endosado el disfraz de esas apariencia sonora. Y mientras pasaba ligera, calmante, murmurada, como un perfume, diciéndole todo lo que le tenía que decir, todas las palabras que Swann escrutaba con avidez, lamentando que huyeran tan pronto, sin querer hacía con los labios el movimiento de besar al paso su cuerpo armonioso y fugitivo. Ya no se sentía desterrado, y sólo porque la frase se dirigía a él, le hallaba a media voz de Odette. Porque ya no tenía aquella vieja idea de que la frase no los conocía. ¡Había sido testigo tantas veces de sus alegrías!... Verdad que también les había avisado de la fragilidad de aquellos goces. Y mientras que en aquellos tiempos adivinaba un dolor en su sonrisa, en su entonación límpida y desencantada, ahora más bien le veía la gracia de una resignación alegre casi. Y de esas penas, de las que antes le hablaba la frase sin que lo alanzaran a él, de esas penas que iba arrastrando sonriente en un curso rápido y sinuoso, de esas penas que ahora eran suyas, sin esperanza de librarse jamás de ellas, le decía ahora la frase lo mismo que antaño le dijo de la felicidad: «¿Y qué es eso? Eso no es nada.. Por primera vez el pensamiento de Swann saltó en un arranque de piedad y cariño hacia aquel Vinteuil, aquel hermano sublime que tanto debió de sufrir. ¿Cómo sería su vida? ¿De qué dolores debió sacar aquella fuerza de Dios, aquella ilimitada potencia de crear?
Quand c′était la petite phrase qui lui parlait de la vanité de ses souffrances, Swann trouvait de la douceur à cette même sagesse qui tout à l′heure pourtant lui avait paru intolérable, quand il croyait la lire dans les visages des indifférents qui considéraient son amour comme une divagation sans importance. C′est que la petite phrase au contraire, quelque opinion qu′elle pût avoir sur la brève durée de ces états de l′âme, y voyait quelque chose, non pas comme faisaient tous ces gens, de moins sérieux que la vie positive, mais au contraire de si supérieur à elle que seul il valait la peine d′être exprimé. Ces charmes d′une tristesse intime, c′était eux qu′elle essayait d′imiter, de recréer, et jusqu′à leur essence qui est pourtant d′être incommunicables et de sembler frivoles à tout autre qu′à celui qui les éprouve, la petite phrase l′avait captée, rendue visible. Si bien qu′elle faisait confesser leur prix et goûter leur douceur divine, par tous ces mêmes assistants—si seulement ils étaient un peu musiciens—qui ensuite les méconnaîtraient dans la vie, en chaque amour particulier qu′ils verraient naître près d′eux.
Y cuando era la frase la que le hablaba de la vanidad de su pena, Swann sentía muy suave esa misma juiciosa prudencia que le pareció intolerable cuando leída en el rostro de los indiferentes, que juzgaban su amor como una divagación sin importancia. Y es que la frase, por el contrario, y cualquiera que fuese la opinión que tuviera sobre la brevedad de esos estados de ánimo, veía en ellos, no como las gentes, una cosa menos seria que la vida positiva, sino algo muy superior a ella: lo único que valía la pena de expresarse. Aquellas seducciones de la íntima tristeza es lo que ella intentaba imitar, volver a crear, y hasta su misma esencia, que está en ser incomunicable y aparecer como frívola a toda persona que no la sienta, la captó y la hizo visible la frase. De modo que todos aquellos oyentes «por poco músicos que fueran. confesaban su valor y saboreaban su divina dulzura, aunque luego en la vida ya no lo reconocieran en cada caso particular de amor que brotara a su lado.
Sans doute la forme sous laquelle elle les avait codifiés ne pouvait pas se résoudre en raisonnements. Mais depuis plus d′une année que lui révélant à lui-même bien des richesses de son âme, l′amour de la musique était pour quelque temps au moins né en lui, Swann tenait les motifs musicaux pour de véritables idées, d′un autre monde, d′un autre ordre, idées voilées de ténèbres, inconnues, impénétrables à l′intelligence, mais qui n′en sont pas moins parfaitement distinctes les unes des autres, inégales entre elles de valeur et de signification. Quand après la soirée Verdurin, se faisant rejouer la petite phrase, il avait cherché à démêler comment à la façon d′un parfum, d′une caresse, elle le circonvenait, elle l′enveloppait, il s′était rendu compte que c′était au faible écart entre les cinq notes qui la composaient et au rappel constant de deux d′entre elles qu′était due cette impression de douceur rétractée et frileuse; mais en réalité il savait qu′il raisonnait ainsi non sur la phrase elle-même mais sur de simples valeurs, substituées pour la commodité de son intelligence à la mystérieuse entité qu′il avait perçue, avant de connaître les Verdurin, à cette soirée où il avait entendu pour la première fois la sonate. Il savait que le souvenir même du piano faussait encore le plan dans lequel il voyait les choses de la musique, que le champ ouvert au musicien n′est pas un clavier mesquin de sept notes, mais un clavier incommensurable, encore presque tout entier inconnu, où seulement çà et là, séparées par d′épaisses ténèbres inexplorées, quelques-unes des millions de touches de tendresse, de passion, de courage, de sérénité, qui le composent, chacune aussi différente des autres qu′un univers d′un autre univers, ont été découvertes par quelques grands artistes qui nous rendent le service, en éveillant en nous le correspondant du thème qu′ils ont trouvé, de nous montrer quelle richesse, quelle variété, cache à notre insu cette grande nuit impénétrée et décourageante de notre âme que nous prenons pour du vide et pour du néant. Vinteuil avait été l′un de ces musiciens. En sa petite phrase, quoiqu′elle présentât à la raison une surface obscure, on sentait un contenu si consistant, si explicite, auquel elle donnait une force si nouvelle, si originale, que ceux qui l′avaient entendue la conservaient en eux de plain-pied avec les idées de l′intelligence. Swann s′y reportait comme à une conception de l′amour et du bonheur dont immédiatement il savait aussi bien en quoi elle était particulière, qu′il le savait pour la «Princesse de Clèves», ou pour «René», quand leur nom se présentait à sa mémoire.
Sin duda, la forma en que la sonata había codificado esos sentimientos no podía resolverse en razonamientos. Pero, desde hacía más de un año que le revelaba a Swann muchas riquezas de su alma, le había brotado el amor a la música, al menos por algún tiempo, y consideraba él los motivos musicales como verdaderas ideas de otro mundo, de otro orden, ideas veladas por tinieblas desconocidas, imposibles de penetrar por la inteligencia, pero perfectamente distintas unas de otras, desiguales en cuanto a valor y significación. Cuando, después de la reunión de los Verdurin, hizo que le tocaran esa frase, quiso averiguar, porque lo circunvenía, lo rodeaba, al modo de un perfume o de una caricia, y se dio cuenta de que la poca distancia entre las cinco notas que la componían y la vuelta constante de dos de ellas eran origen de aquella impresión de dulzura encogida y temblorosa; pero, en realidad, sabia que estaba razonando, no sobre la frase misma, sino sobre sencillos valores, que, para mayor comodidad de la inteligencia ponía en lugar de esa entidad misteriosa, que ya percibió, antes de conocer a los Verdurin, en aquella reunión donde oyó la sonata por vez primera. Sabía que hasta el recuerdo del piano falseaba el plano en que veía las cosas de la música, porque el campo que se le abre al pianista no es un mezquino teclado de siete notas, sino un teclado inconmensurable, desconocido casi por completo, donde aquí y allá, separadas por espesas tinieblas inexploradas, han sido descubiertas algunos millones de las teclas de ternura, de coraje, de pasión, de serenidad que lo componen, tan distintas entre sí como un mundo de otro mundo, por unos cuantos grandes artistas que nos han hecho el favor, despertando en nosotros la equivalencia del tema que ellos descubrieron, de mostrarnos la gran riqueza, la gran variedad oculta, sin que nos demos cuenta, en esa noche enorme, impenetrada y descorazonadora de nuestra alma, que consideramos como el vacío y la nada. Vinteuil fue uno de esos músicos. En su frase, aunque presentara a la razón una superficie oscura, se sentía un contenido tan consistente, tan explícito, tan lleno de fuerza nueva y original, que los que la habían oído la guardaban en la memoria en el mismo plano que las ideas del entendimiento. Swann se refería a ella como a una concepción de la felicidad y del amor, cuya particularidad apreciaba tan perfectamente como la de la «Princesa de Clèves o la de René en cuanto esos nombres se presentaban a su recuerdo.
Même quand il ne pensait pas à la petite phrase, elle existait latente dans son esprit au même titre que certaines autres notions sans équivalent, comme les notions de la lumière, du son, du relief, de la volupté physique, qui sont les riches possessions dont se diversifie et se pare notre domaine intérieur. Peut-être les perdrons-nous, peut-être s′effaceront-elles, si nous retournons au néant. Mais tant que nous vivons nous ne pouvons pas plus faire que nous ne les ayons connues que nous ne le pouvons pour quelque objet réel, que nous ne pouvons, par exemple, douter de la lumière de la lampe qu′on allume devant les objets métamorphosés de notre chambre d′où s′est échappé jusqu′au souvenir de l′obscurité. Par là, la phrase de Vinteuil avait, comme tel thème de Tristan par exemple, qui nous représente aussi une certaine acquisition sentimentale, épousé notre condition mortelle, pris quelque chose d′humain qui était assez touchant. Son sort était lié à l′avenir, à la réalité de notre âme dont elle était un des ornements les plus particuliers, les mieux différenciés. Peut-être est-ce le néant qui est le vrai et tout notre rêve est-il inexistant, mais alors nous sentons qu′il faudra que ces phrases musicales, ces notions qui existent par rapport à lui, ne soient rien non plus. Nous périrons mais nous avons pour otages ces captives divines qui suivront notre chance. Et la mort avec elles a quelque chose de moins amer, de moins inglorieux, peut-être de moins probable.
Hasta cuando no pensaba en la frase seguía latente en su ánimo, lo mismo que esas otras nociones sin equivalente, como la de la luz, el sonido, el relieve, la voluptuosidad física, etc., que son los ricos dominios en que se diversifica y se exalta nuestro reino interior. Quizá los perdamos, quizá se borren, si es que volvemos a la nada; pero mientras vivamos no nos queda otro remedio que darlos por conocidos, como no nos queda otro remedio con los objetos materiales, y como no podemos, por ejemplo, dudar de la lámpara encendida ante los objetos metamorfoseados de nuestro cuarto, de que pone en fuga hasta el recuerdo de la oscuridad. Por eso la frase de Vinteuil, lo mismo que algunos temas de Tristán, por ejemplo, que representan para nosotros una cierta adquisición sentimental, participaba de nuestra condición mortal, cobraba un carácter humano muy emocionante. Su suerte estaba ya unida al porvenir y a la realidad de nuestra alma, y era uno de sus más particulares y característicos adornos. Acaso la nada sea la única verdad y no exista nuestro ensueño; pero entonces esas frases musicales, esas nociones que en relación a la nada existen, tampoco tendrán realidad. Pereceremos; pero nos llevamos en rehenes esas divinas cautivas, que correrán nuestra fortuna. Y la muerte con ellas parece menos amarga, menos sin gloria, quizá menos probable.
Swann n′avait donc pas tort de croire que la phrase de la sonate existât réellement. Certes, humaine à ce point de vue, elle appartenait pourtant à un ordre de créatures surnaturelles et que nous n′avons jamais vues, mais que malgré cela nous reconnaissons avec ravissement quand quelque explorateur de l′invisible arrive à en capter une, à l′amener, du monde divin où il a accès, briller quelques instants au-dessus du nôtre. C′est ce que Vinteuil avait fait pour la petite phrase. Swann sentait que le compositeur s′était contenté, avec ses instruments de musique, de la dévoiler, de la rendre visible, d′en suivre et d′en respecter le dessin d′une main si tendre, si prudente, si délicate et si sûre que le son s′altérait à tout moment, s′estompant pour indiquer une ombre, revivifié quand il lui fallait suivre à la piste un plus hardi contour. Et une preuve que Swann ne se trompait pas quand il croyait à l′existence réelle de cette phrase, c′est que tout amateur un peu fin se fût tout de suite aperçu de l′imposture, si Vinteuil ayant eu moins de puissance pour en voir et en rendre les formes, avait cherché à dissimuler, en ajoutant çà et là des traits de son cru, les lacunes de sa vision ou les défaillances de sa main.
Así que Swann no iba muy equivocado al creer que la frase de la sonata existía en realidad. Aunque, desde ese punto de vista, era humana, pertenecía a una clase de criaturas sobrenaturales que nunca hemos visto, pero que, sin embargo, reconocemos extáticos cuando algún explorador de lo invisible captura una de ellas, y la trae de ese mundo divino, donde le es dado penetrar para que brille unos momentos encima de nuestro mundo. Eso había hecho Vinteuil con la frasecita. Sentía Swann que el compositor se limitó con sus instrumentos de música a quitarle su velo, a hacerla visible, siguiendo y respetando su dibujo con mano tan delicada, prudente, cariñosa y segura que el sonido se alteraba a cada momento, difuminándose para indicar una sombra y cobrando vigor cuando tenía que seguir detrás de un perfil más atrevido. Y una prueba de que Swann no se equivocaba, al creer en la existencia real de esa frase, es que cualquier aficionado listo se habría dado cuenta en seguida de la impostura si Vinteuil, a falta de potencia para ver y traducir las formas de la frase, hubiera intentado disimular, añadiendo de cuando en cuando cosas de su cosecha, las lagunas de su visión olas debilidades de su mano.
Elle avait disparu. Swann savait qu′elle reparaîtrait à la fin du dernier mouvement, après tout un long morceau que le pianiste de Mme Verdurin sautait toujours. Il y avait là d′admirables idées que Swann n′avait pas distinguées à la première audition et qu′il percevait maintenant, comme si elles se fussent, dans le vestiaire de sa mémoire, débarrassées du déguisement uniforme de la nouveauté. Swann écoutait tous les thèmes épars qui entreraient dans la composition de la phrase, comme les prémisses dans la conclusion nécessaire, il assistait à sa genèse. «O audace aussi géniale peut-être, se disait-il, que celle d′un Lavoisier, d′un Ampère, l′audace d′un Vinteuil expérimentant, découvrant les lois secrètes d′une force inconnue, menant à travers l′inexploré, vers le seul but possible, l′attelage invisible auquel il se fie et qu′il n′apercevra jamais.» Le beau dialogue que Swann entendit entre le piano et le violon au commencement du dernier morceau! La suppression des mots humains, loin d′y laisser régner la fantaisie, comme on aurait pu croire, l′en avait éliminée; jamais le langage parlé ne fut si inflexiblement nécessité, ne connut à ce point la pertinence des questions, l′évidence des réponses. D′abord le piano solitaire se plaignit, comme un oiseau abandonné de sa compagne; le violon l′entendit, lui répondit comme d′un arbre voisin.
Ya había desaparecido. Swann sabía que volvería a salir en el último tiempo, después de un largo trozo que el pianista de los Verdurin se saltaba siempre. En el cual había admirables ideas, que Swann no distinguió en la primera audición y que ahora veía, como si en el estuario de su memoria se hubieran quitado el disfraz uniforme de la novedad. Swann escuchaba los temas sueltos que iban a entrar en la composición de la frase, como las premisas en la conclusión necesaria, y asistía a su génesis. -¡Qué genial audacia! -se decía., tan genial como la de un Lavoisier o un Ampère, la de Vinteuil, experimentando y descubriendo las secretas leyes de una fuerza desconocida, llevando a través de lo inexplorado, hacia la única meta posible, ese admirable carro invisible al que va fiado y que nunca verá.. ¡Qué hermoso diálogo oyó Swann entre el piano y el violín al comienzo del último tiempo! La supresión de la palabra humana, lejos de dejar el campo libre a la fantasía, como se habría podido creer, la eliminó; nunca el lenguaje hablado fue tan inflexiblemente justo ni conoció aquella pertinencia en las preguntas y aquella evidencia en las respuestas. Primero, el piano solo se quejaba como un pájaro abandonado por su pareja; el violín lo oyó y le dio respuesta como encaramado en un árbol cercano.
C′était comme au commencement du monde, comme s′il n′y avait encore eu qu′eux deux sur la terre, ou plutôt dans ce monde fermé à tout le reste, construit par la logique d′un créateur et où ils ne seraient jamais que tous les deux: cette sonate. Est-ce un oiseau, est-ce l′âme incomplète encore de la petite phrase, est-ce une fée, invisible et gémissant dont le piano ensuite redisait tendrement la plainte? Ses cris étaient si soudains que le violoniste devait se précipiter sur son archet pour les recueillir. Merveilleux oiseau! le violoniste semblait vouloir le charmer, l′apprivoiser, le capter. Déjà il avait passé dans son âme, déjà la petite phrase évoquée agitait comme celui d′un médium le corps vraiment possédé du violoniste. Swann savait qu′elle allait parler encore une fois. Et il s′était si bien dédoublé que l′attente de l′instant imminent où il allait se retrouver en face d′elle le secoua d′un de ces sanglots qu′un beau vers ou une triste nouvelle provoquent en nous, non pas quand nous sommes seuls, mais si nous les apprenons à des amis en qui nous nous apercevons comme un autre dont l′émotion probable les attendrit. Elle reparut, mais cette fois pour se suspendre dans l′air et se jouer un instant seulement, comme immobile, et pour expirer après.
Era cual si el mundo estuviera empezando a ser, como si hasta entonces no hubiera otra cosa que ellos dos en la tierra, o por mejor decir, en ese mundo inaccesible a todo lo demás, construido por la lógica de un creador, donde no habría nunca más que ellos dos: el mundo de esa sonata. ¿Es un pájaro, es el alma aun incompleta de la frase, o es un hada invisible y sollozante cuya queja repite en seguida, cariñosamente, el piano? Sus gritos eran tan repentinos, que el violinista tenía que precipitarse sobre el arco para recogerlos. El violinista quería encantar a aquel maravilloso pájaro, amansarlo, llegar a cogerlo. Ya se le había metido en el alma, ya la frase evocada agitaba el cuerpo verdaderamente poseso del violinista, como el de un médium. Swann sabía que la frase hablaría aún otra vez. Y estaba tan bien desdoblada su alma, que la espera del instante inminente en que iba a volver a tener delante la frase lo sacudió con uno de esos sollozos que un verso bonito o una noticia triste nos arrancan, no cuando estamos solos, sino cuando se lo decimos a un amigo, en cuya probable emoción nos vemos nosotros reflejados como un tercero. Reapareció, pero sólo para quedarse colgada en el aire, recreándose un instante, como inmóvil, y expirando en seguida.
Aussi Swann ne perdait-il rien du temps si court où elle se prorogeait. Elle était encore là comme une bulle irisée qui se soutient. Tel un arc-en-ciel, dont l′éclat faiblit, s′abaisse, puis se relève et avant de s′éteindre, s′exalte un moment comme il n′avait pas encore fait: aux deux couleurs qu′elle avait jusque-là laissé paraître, elle ajouta d′autres cordes diaprées, toutes celles du prisme, et les fit chanter. Swann n′osait pas bouger et aurait voulu faire tenir tranquilles aussi les autres personnes, comme si le moindre mouvement avait pu compromettre le prestige surnaturel, délicieux et fragile qui était si près de s′évanouir. Personne, à dire vrai, ne songeait à parler. La parole ineffable d′un seul absent, peut-être d′un mort (Swann ne savait pas si Vinteuil vivait encore) s′exhalant au-dessus des rites de ces officiants, suffisait à tenir en échec l′attention de trois cents personnes, et faisait de cette estrade où une âme était ainsi évoquée un des plus nobles autels où pût s′accomplir une cérémonie surnaturelle. De sorte que quand la phrase se fut enfin défaite flottant en lambeaux dans les motifs suivants qui déjà avaient pris sa place, si Swann au premier instant fut irrité de voir la comtesse de Monteriender, célèbre par ses natés, se pencher vers lui pour lui confier ses impressions avant même que la sonate fût finie, il ne put s′empêcher de sourire, et peut-être de trouver aussi un sens profond qu′elle n′y voyait pas, dans les mots dont elle se servit. Émerveillée par la virtuosité des exécutants, la comtesse s′écria en s′adressant à Swann: «C′est prodigieux, je n′ai jamais rien vu d′aussi fort...» Mais un scrupule d′exactitude lui faisant corriger cette première assertion, elle ajouta cette réserve: «rien d′aussi fort... depuis les tables tournantes!»
Por eso Swann no perdió nada de aquel espacio tan corto en que se prorrogaba. Todavía estaba allí como una irisada burbuja flotante. Así, el arco iris brilla, se debilita, decrece, alzase de nuevo, y antes de apagarse se exalta por un instante como nunca; a los dos colores que hasta entonces mostró añadió otros tonos opalinos, todos los del prisma, y los hizo cantar. Swann no se atrevía a moverse, y habría querido obligar a los demás a que se estuvieran quietos, como si el menor movimiento pudiera comprometer el sobrenatural prestigio, frágil delicioso, y que estaba ya a punto de desvanecerse. En verdad, nadie pensaba en hablar. La palabra inefable de un solo ausente, de un muerto quizá (Swann no sabía si Vinteuil vivía o no), exhalándose por sobre los ritos de los oficiantes, bastaba para mantener viva la atención de trescientas personas, y convertía aquel estrado en donde se estaba evocando un alma en uno de los más nobles altares que darse puedan para una ceremonia sobrenatural. De modo que, cuando, por fin, la frase se deshizo, flotando hecha jirones en los temas siguientes, aunque Swann en el primer momento se sintió irritado al ver a la condesa de Monteriender, famosa por sus ingenuidades, inclinarse hacia él para confiarle sus impresiones antes de que la sonata acabara, no pudo por menos de sonreír y de encontrar un profundo sentido, que ella no veía, en las palabras que le dijo Maravillada por el virtuosismo de los ejecutantes, la condesa exclamó, dirigiéndose a Swann: -Es prodigioso, nunca he visto nada tan emocionante.. Pero, por escrúpulo de exactitud, corrigió esta primera aserción con una reserva:
A partir de cette soirée, Swann comprit que le sentiment qu′Odette avait eu pour lui ne renaîtrait jamais, que ses espérances de bonheur ne se réaliseraient plus. Et les jours où par hasard elle avait encore été gentille et tendre avec lui, si elle avait eu quelque attention, il notait ces signes apparents et menteurs d′un léger retour vers lui, avec cette sollicitude attendrie et sceptique, cette joie désespérée de ceux qui, soignant un ami arrivé aux derniers jours d′une maladie incurable, relatent comme des faits précieux «hier, il a fait ses comptes lui-même et c′est lui qui a relevé une erreur d′addition que nous avions faite; il a mangé un œuf avec plaisir, s′il le digère bien on essaiera demain d′une côtelette», quoiqu′ils les sachent dénués de signification à la veille d′une mort inévitable. Sans doute Swann était certain que s′il avait vécu maintenant loin d′Odette, elle aurait fini par lui devenir indifférente, de sorte qu′il aurait été content qu′elle quittât Paris pour toujours; il aurait eu le courage de rester; mais il n′avait pas celui de partir.
-Nada tan emocionante... desde los veladores que dan vueltas Desde aquella noche Swann comprendió que nunca volvería a renacer el cariño que le tuvo Odette, y que jamás se realizarían sus esperanzas de felicidad. Y los días en que por casualidad, era buena y cariñosa, y tenía alguna atención con él, Swann anotaba esos síntomas aparentes y engañosos de un insignificante retorno de su amor, con la solicitud tierna y escéptica, con esa alegría desesperanzada de los que están asistiendo a un amiga, en los últimos días de una enfermedad incurable, y relatan como hechos valiosísimos: «Ayer él mismo hizo sus cuentas, y se fijó en que nos habíamos equivocado en una suma; se ha comido un huevo con mucho gusto; si lo digiere bien, probaremos a darle una chuleta; aunque saben que todo eso no significa nada en vísperas de una muerte inevitable. Indudablemente, Swann estaba seguro de que si ahora viviera separado de su querida, Odette acabaría por hacérsele indiferente, de modo que se hubiera alegrado mucho de que ella se fuera de París para siempre; a Swann, aunque no tenía coraje para irse, no le habría faltado valor para quedarse.
Il en avait eu souvent la pensée. Maintenant qu′il s′était remis à son étude sur Ver Meer il aurait eu besoin de retourner au moins quelques jours à la Haye, à Dresde, à Brunswick. Il était persuadé qu′une «Toilette de Diane» qui avait été achetée par le Mauritshuis à la vente Goldschmidt comme un Nicolas Maes était en réalité de Ver Meer. Et il aurait voulu pouvoir étudier le tableau sur place pour étayer sa conviction. Mais quitter Paris pendant qu′Odette y était et même quand elle était absente—car dans des lieux nouveaux où les sensations ne sont pas amorties par l′habitude, on retrempe, on ranime une douleur—c′était pour lui un projet si cruel, qu′il ne se sentait capable d′y penser sans cesse que parce qu′il se savait résolu à ne l′exécuter jamais. Mais il arrivait qu′en dormant, l′intention du voyage renaissait en lui,—sans qu′il se rappelât que ce voyage était impossible—et elle s′y réalisait. Un jour il rêva qu′il partait pour un an; penché à la portière du wagon vers un jeune homme qui sur le quai lui disait adieu en pleurant, Swann cherchait à le convaincre de partir avec lui. Le train s′ébranlant, l′anxiété le réveilla, il se rappela qu′il ne partait pas, qu′il verrait Odette ce soir-là, le lendemain et presque chaque jour. Alors encore tout ému de son rêve, il bénit les circonstances particulières qui le rendaient indépendant, grâce auxquelles il pouvait rester près d′Odette, et aussi réussir à ce qu′elle lui permît de la voir quelquefois; et, récapitulant tous ces avantages: sa situation,—sa fortune, dont elle avait souvent trop besoin pour ne pas reculer devant une rupture (ayant même, disait-on, une arrière-pensée de se faire épouser par lui),—cette amitié de M. de Charlus, qui à vrai dire ne lui avait jamais fait obtenir grand′chose d′Odette, mais lui donnait la douceur de sentir qu′elle entendait parler de lui d′une manière flatteuse par cet ami commun pour qui elle avait une si grande estime—et jusqu′à son intelligence enfin, qu′il employait tout entière à combiner chaque jour une intrigue nouvelle qui rendît sa présence sinon agréable, du moins nécessaire à Odette—il songea à ce qu′il serait devenu si tout cela lui avait manqué, il songea que s′il avait été, comme tant d′autres, pauvre, humble, dénué, obligé d′accepter toute besogne, ou lié à des parents, à une épouse, il aurait pu être obligé de quitter Odette, que ce rêve dont l′effroi était encore si proche aurait pu être vrai, et il se dit:
Se le había ocurrido hacerlo muchas veces. Ahora que había vuelto a su trabajo sobre Ver Meer, necesitaba ir, al menos por unos días, a La Haya, a Dresde y a Brunswick. Estaba convencido de que una «Diana vistiéndose., que compró el Mauritshuits en la venta de la colección Goldschmidt, atribuido a Nicolás Maes, era en realidad un Ver Meer. Y habría deseado estudiar el cuadro de cerca, para afirmar su convicción. Pero marcharse de París cuando Odette estaba allí, o aunque hubiera salido «como en lugares nuevos, donde las sensaciones no están amortiguadas por la costumbre, se reaviva y se anima el dolor «, era un proyecto tan duro para él, que si podía estar siempre pensando en él, es porque sabía que nunca lo iba a llevar a cabo. Pero ocurría que en sueños la intención del viaje retornaba, sin acordarse de que tal viaje era imposible, y llegaba a realización. Una noche soñó que salía de París para un año; inclinado en la portezuela del vagón, hacia un joven que estaba en el andén, diciéndole adiós, lloroso, Swann intentaba convencerlo de que se fuera con él. Al arrancar el tren, lo despertó la angustia, y se acordó de que iba a ver a Odette aquella noche, al día siguiente, casi a diario. Y entonces, bajo la impresión del sueño, bendijo las circunstancias particulares que le aseguraban la independencia de su vida, que le permitían estar siempre cerca de Odette, y gracias a las cuales podía lograr que consintiera en verlo alguna vez que otra; recapitulando todas esas ventajas: su posición, su fortuna a la que Odette tenía que recurrir lo bastante a menudo para hacerla vacilar ante una ruptura (hasta había quien decía que abrigaba la idea de llegar a casarse con él)., su amistad con el barón de Charlus, que, a decir verdad, nunca había sacado a Odette grandes cosas en favor de Swann, pero que le daba la dulzura de sentir que ella oía hablar de su amante de un modo muy halagüeño a ese amigo de ambos, a quien tanto estimaba Odette, y hasta su inteligencia puesta, casi enteramente, a la labor de combinar cada día una nueva intriga para que su presencia fuera necesaria, ya que no agradable a Odette; y pensó en lo que habría sido de él si le hubiera faltado todo eso, que de ser pobre, humilde y necesitado, teniendo que trabajar forzosamente, atado a unos padres o a una esposa acaso, no habría tenido otro remedio que separarse de Odette, y que ese sueño que acababa de asustarlo, sería cierto. Y se dijo:
«On ne connaît pas son bonheur. On n′est jamais aussi malheureux qu′on croit.» Mais il compta que cette existence durait déjà depuis plusieurs années, que tout ce qu′il pouvait espérer c′est qu′elle durât toujours, qu′il sacrifierait ses travaux, ses plaisirs, ses amis, finalement toute sa vie à l′attente quotidienne d′un rendez-vous qui ne pouvait rien lui apporter d′heureux, et il se demanda s′il ne se trompait pas, si ce qui avait favorisé sa liaison et en avait empêché la rupture n′avait pas desservi sa destinée, si l′événement désirable, ce n′aurait pas été celui dont il se réjouissait tant qu′il n′eût eu lieu qu′en rêve: son départ; il se dit qu′on ne connaît pas son malheur, qu′on n′est jamais si heureux qu′on croit.
-Nunca sabemos lo felices que somos. Por muy desgraciados que nos creamos, nunca es verdad.. Pero calculó que esa existencia duraba ya unos años, que lo más que podía esperar es que durara toda la vida, que iba a sacrificar su trabajos, sus placeres, sus amigos, su vida entera, a la esperanza diaria de una cita que no le daba ninguna felicidad; se preguntó si no estaba equivocado, si lo que favoreció sus relaciones e impidió la ruptura no había perjudicado a su destino, y si no era el acontecimiento que debía desearse, ese de que tanto se alegraba, al ver que no pasaba de un sueño: la marcha; y se dijo que nunca sabemos lo desgraciados que somos, que por muy felices que nos creamos, nunca es verdad.
Quelquefois il espérait qu′elle mourrait sans souffrances dans un accident, elle qui était dehors, dans les rues, sur les routes, du matin au soir. Et comme elle revenait saine et sauve, il admirait que le corps humain fût si souple et si fort, qu′il pût continuellement tenir en échec, déjouer tous les périls qui l′environnent (et que Swann trouvait innombrables depuis que son secret désir les avait supputés), et permît ainsi aux êtres de se livrer chaque jour et à peu près impunément à leur œuvre de mensonge, à la poursuite du plaisir. Et Swann sentait bien près de son cœur ce Mahomet II dont il aimait le portrait par Bellini et qui, ayant senti qu′il était devenu amoureux fou d′une de ses femmes la poignarda afin, dit nament son biographe vénitien, de retrouver sa liberté d′esprit. Puis il s′indignait de ne penser ainsi qu′à soi, et les souffrances qu′il avait éprouvées lui semblaient ne mériter aucune pitié puisque lui-même faisait si bon marché de la vie d′Odette.
Algunas veces tenía la esperanza de que Odette muriera sin sufrir, por un accidente cualquiera, ella que estaba siempre correteando por calles y caminos todo el día. Cuando la veía volver sana y salva, se admiraba de que el cuerpo humano fuera tan ágil y tan fuerte, de que pudiera desafiar y evitar tantos peligros como lo rodean (y que a Swann le parecían innumerables, en cuanto los calculó a medida de su deseo), permitiendo así a los seres humanos que se entregaran a diario y casi impunemente a su falaz tarea de conquistar el placer. Y Swann se sentía muy cerca de aquel Mahomet II, cuyo retrato, hecho por Bellini, le gustaba tanto, que al darse cuenta de que se había enamorado locamente de una de sus mujeres, la apuñaló, para, según dice ingenuamente su biógrafo veneciano, recobrar su libertad de espíritu. Y luego se indignaba de no pensar más que en sí mismo, y los sufrimientos suyos le parecían apenas dignos de compasión, porque tenía tan en tan poco la vida de Odette.
Ne pouvant se séparer d′elle sans retour, du moins, s′il l′avait vue sans séparations, sa douleur aurait fini par s′apaiser et peut-être son amour par s′éteindre. Et du moment qu′elle ne voulait pas quitter Paris à jamais, il eût souhaité qu′elle ne le quittât jamais. Du moins comme il savait que la seule grande absence qu′elle faisait était tous les ans celle d′août et septembre, il avait le loisir plusieurs mois d′avance d′en dissoudre l′idée amère dans tout le Temps à venir qu′il portait en lui par anticipation et qui, composé de jours homogènes aux jours actuels, circulait transparent et froid en son esprit où il entretenait la tristesse, mais sans lui causer de trop vives souffrances. Mais cet avenir intérieur, ce fleuve, incolore, et libre, voici qu′une seule parole d′Odette venait l′atteindre jusqu′en Swann et, comme un morceau de glace, l′immobilisait, durcissait sa fluidité, le faisait geler tout entier; et Swann s′était senti soudain rempli d′une masse énorme et infrangible qui pesait sur les parois intérieures de son être jusqu′à le faire éclater: c′est qu′Odette lui avait dit, avec un regard souriant et sournois qui l′observait: «Forcheville va faire un beau voyage, à la Pentecôte. Il va en Égypte», et Swann avait aussitôt compris que cela signifiait: «Je vais aller en Égypte à la Pentecôte avec Forcheville.» Et en effet, si quelques jours après, Swann lui disait: «Voyons, à propos de ce voyage que tu m′as dit que tu ferais avec Forcheville», elle répondait étourdiment: «Oui, mon petit, nous partons le 19, on t′enverra une vue des Pyramides.» Alors il voulait apprendre si elle était la maîtresse de Forcheville, le lui demander à elle-même. Il savait que, superstitieuse comme elle était, il y avait certains parjures qu′elle ne ferait pas et puis la crainte, qui l′avait retenu jusqu′ici, d′irriter Odette en l′interrogeant, de se faire détester d′elle, n′existait plus maintenant qu′il avait perdu tout espoir d′en être jamais aimé.
Ya que no podía separarse de ella sin volver, al menos si la hubiera visto ininterrumpidamente, quizá su dolor habría acabado por calmarse, y su amor por desaparecer. Y desde el momento que ella no quería marcharse de París, Swann deseaba que no saliera nunca de París. Como sabía que su gran viaje de todos los años era el de agosto y septiembre, Swann tenía espacio para ir disolviendo con varios meses de anticipo esa idea en todo el tiempo por venir, que, ya llevaba dentro de sí por anticipación, y que como estaba compuesto de días homogéneos con los actuales, circulaba frío y transparente por su ánimo, aumentando su tristeza, pero sin hacerle sufrir mucho. Pero, de pronto, aquel porvenir interior, aquel río incoloro y libre, por virtud de una sola palabra de Odette, que le alcanzaba a través de Swann, se inmovilizaba, endurecíase su fluidez como un pedazo de hielo, se helaba todo él; Swann sentía de repente, dentro de sí, uña masa enorme e infrangible que pesaba sobre las paredes interiores de su ser hasta romperlas; y es que Odette le había dicho con una mirada sonriente y solapada, que lo estaba observando: «Forcheville va a hacer un viaje muy bonito para Pascua de Resurrección; va a Egipto., y Swann había comprendido en seguida que eso significaba: «Para Pascua de Resurrección me voy a Egipto con Forcheville.. Y, en efecto; cuando algunos días después Swann le decía: «¿Y qué hay de ese viaje que me dijiste que ibas a hacer con Forcheville?., ella le respondía atolondradamente: -Sí, hijo mío, nos vamos el 19; te mandaremos una tarjeta desde las Pirámides.. Y entonces Swann quería enterarse de si era o no querida de Forcheville, preguntárselo a ella. Sabía que era supersticiosa y que ciertos Juramentos no los haría en falso, y, además, el miedo que hasta entonces lo contuvo de irritar a Odette, de inspirarle odio, ya no existía, porque había perdido toda esperanza de que lo volviera a querer.
Un jour il reçut une lettre anonyme, qui lui disait qu′Odette avait été la maîtresse d′innombrables hommes (dont on lui citait quelques-uns parmi lesquels Forcheville, M. de Bréauté et le peintre), de femmes, et qu′elle fréquentait les maisons de passe. Il fut tourmenté de penser qu′il y avait parmi ses amis un être capable de lui avoir adressé cette lettre (car par certains détails elle révélait chez celui qui l′avait écrite une connaissance familière de la vie de Swann). Il chercha qui cela pouvait être. Mais il n′avait jamais eu aucun soupçon des actions inconnues des êtres, de celles qui sont sans liens visibles avec leurs propos. Et quand il voulut savoir si c′était plutôt sous le caractère apparent de M. de Charlus, de M. des Laumes, de M. d′Orsan, qu′il devait situer la région inconnue où cet acte ignoble avait dû naître, comme aucun de ces hommes n′avait jamais approuvé devant lui les lettres anonymes et que tout ce qu′ils lui avaient dit impliquait qu′ils les réprouvaient, il ne vit pas de raisons pour relier cette infamie plutôt à la nature de l′un que de l′autre.
Un día recibió un anónimo diciéndole que Odette había sido querida de muchísimos hombres (entre otros Forcheville, Bréauté y el pintor), de algunas mujeres, y que iba mucho a casas de compromisos. Lo atormentó extraordinariamente el pensar que entre su amigos había uno capaz de escribirle esa carta (porque la carta denotaba por algunos detalles un conocimiento íntimo de la vida de Swann). Reflexionó en quién podría ser. Pero Swann nunca sabía sospechar de los actos desconocidos de una persona, de esos actos que no tienen concatenación visible con sus palabras. Y cuando quiso saber si debía revestir la región desconocida donde nació esa acción innoble con el carácter aparente del barón de Charlus, del príncipe de los Laumes, del marqués de Orsan, como ninguno de ellos había hablado bien delante de él de los anónimos, y, al contrario de sus palabras había deducido muchas veces que los reprobaban, no encontró razón alguna para atribuir esa infamia a la índole de ninguno.
Celle de M. de Charlus était un peu d′un détraqué mais foncièrement bonne et tendre; celle de M. des Laumes un peu sèche mais saine et droite. Quant à M. d′Orsan, Swann, n′avait jamais rencontré personne qui dans les circonstances même les plus tristes vînt à lui avec une parole plus sentie, un geste plus discret et plus juste. C′était au point qu′il ne pouvait comprendre le rôle peu délicat qu′on prêtait à M. d′Orsan dans la liaison qu′il avait avec une femme riche, et que chaque fois que Swann pensait à lui il était obligé de laisser de côté cette mauvaise réputation inconciliable avec tant de témoignages certains de délicatesse. Un instant Swann sentit que son esprit s′obscurcissait et il pensa à autre chose pour retrouver un peu de lumière. Puis il eut le courage de revenir vers ces réflexions. Mais alors après n′avoir pu soupçonner personne, il lui fallut soupçonner tout le monde. Après tout M. de Charlus l′aimait, avait bon cœur. Mais c′était un névropathe, peut-être demain pleurerait-il de le savoir malade, et aujourd′hui par jalousie, par colère, sur quelque idée subite qui s′était emparée de lui, avait-il désiré lui faire du mal. Au fond, cette race d′hommes est la pire de toutes. Certes, le prince des Laumes était bien loin d′aimer Swann autant que M. de Charlus.
Charlus era un poco chiflado, pero muy cariñoso y bueno. El príncipe, aunque seco, tenía un modo de ser sano y recto. Y Swann nunca había visto a una persona que fuera hacia él, hasta en las más tristes circunstancias, con unas palabras más sentidas y un ademán más adecuado y discreto que Orsan. Tanto que no podía comprender el papel poco delicado que se atribuía a Orsan en las relaciones que tenía con una mujer muy rica, y cada vez que pensaba en él, Swann dejaba a un lado esa mala reputación inconciliable con tantas pruebas de delicadeza. Un momento después sintió que se le oscurecía la inteligencia y se puso a pensar en otra cosa para recobrar su lucidez. Luego tuvo el valor de volver sobre esas reflexiones. Pero antes no podía sospechar de nadie, y ahora sospechaba de todo el mundo. Después de todo, Charlus lo quería, tenía buen corazón, sí; pero era un neurótico, y aunque quizá el día de mañana se echaría a llorar si le decían que Swann estaba malo, hoy, por celos, por rabia, por cualquier idea repentina, podía haber deseado hacerle daño. En el fondo, esta clase de hombres es la peor de todas. Claro que el príncipe de los Laumes no quería a Swann tanto como Charlus, ni mucho menos.
Mais à cause de cela même il n′avait pas avec lui les mêmes susceptibilités; et puis c′était une nature froide sans doute, mais aussi incapable de vilenies que de grandes actions. Swann se repentait de ne s′être pas attaché, dans la vie, qu′à de tels êtres. Puis il songeait que ce qui empêche les hommes de faire du mal à leur prochain, c′est la bonté, qu′il ne pouvait au fond répondre que de natures analogues à la sienne, comme était, à l′égard du cœur, celle de M. de Charlus. La seule pensée de faire cette peine à Swann eût révolté celui-ci. Mais avec un homme insensible, d′une autre humanité, comme était le prince des Laumes, comment prévoir à quels actes pouvaient le conduire des mobiles d′une essence différente. Avoir du cœur c′est tout, et M. de Charlus en avait. M. d′Orsan n′en manquait pas non plus et ses relations cordiales mais peu intimes avec Swann, nées de l′agrément que, pensant de même sur tout, ils avaient à causer ensemble, étaient de plus de repos que l′affection exaltée de M. de Charlus, capable de se porter à des actes de passion, bons ou mauvais. S′il y avait quelqu′un par qui Swann s′était toujours senti compris et délicatement aimé, c′était par M. d′Orsan. Oui, mais cette vie peu honorable qu′il menait? Swann regrettait de n′en avoir pas tenu compte, d′avoir souvent avoué en plaisantant qu′il n′avait jamais éprouvé si vivement des sentiments de sympathie et d′estime que dans la société d′une canaille.
Pero precisamente por eso no tenía con él las mismas susceptibilidades, y aunque era un temperamento frío, tan incapaz era de grandes acciones como de villanías. Swann se arrepentía de no haber dado la preferencia en la vida a seres así. Pensaba después que lo que impide a los hombres hacer daño es la bondad, y que en el fondo él no podía responder más que de naturalezas análogas a la suya, como era, en cuanto a los sentimientos, la del barón de Charlus. Sólo la idea de hacer daño a Swann lo habría sublevado. Pero con un hombre insensible, de otro genio, como el príncipe de los Laumes, era imposible prever a qué actos podían arrastrarlo diversos móviles. Lo principal es tener buen corazón, y Charlus lo tenía. Tampoco le faltaba a Orsan, y sus relaciones cordiales, aunque poco íntimas con Swann, se basaban, ante todo, en el gusto que tenían al ver cómo coincidían sus pensamientos en hablar juntos, y más se acercaban a un afecto tranquilo que el cariño de Charlus, capaz de entregarse a actos de pasión buenos o malos. Si había una persona que Swann comprendió que lo entendía y lo quería delicadamente, era Orsan. Sí; pero ¿y esa vida tan poco decente que hacía? Swann lamentó no haber tenido eso en cuenta, y haber confesado muchas veces en broma que nunca sentía simpatía y estima tan vivas como tratándose con un canalla.
Ce n′est pas pour rien, se disait-il maintenant, que depuis que les hommes jugent leur prochain, c′est sur ses actes. Il n′y a que cela qui signifie quelque chose, et nullement ce que nous disons, ce que nous pensons. Charlus et des Laumes peuvent avoir tels ou tels défauts, ce sont d′honnêtes gens. Orsan n′en a peut-être pas, mais ce n′est pas un honnête homme. Il a pu mal agir une fois de plus. Puis Swann soupçonna Rémi, qui il est vrai n′aurait pu qu′inspirer la lettre, mais cette piste lui parut un instant la bonne. D′abord Lorédan avait des raisons d′en vouloir à Odette. Et puis comment ne pas supposer que nos domestiques, vivant dans une situation inférieure à la nôtre, ajoutant à notre fortune et à nos défauts des richesses et des vices imaginaires pour lesquels ils nous envient et nous méprisent, se trouveront fatalement amenés à agir autrement que des gens de notre monde. Il soupçonna aussi mon grand-père. Chaque fois que Swann lui avait demandé un service, ne le lui avait-il pas toujours refusé? puis avec ses idées bourgeoises il avait pu croire agir pour le bien de Swann. Celui-ci soupçonna encore Bergotte, le peintre, les Verdurin, admira une fois de plus au passage la sagesse des gens du monde de ne pas vouloir frayer avec ces milieux artistes où de telles choses sont possibles, peut-être même avouées sous le nom de bonnes farces; mais il se rappelait des traits de droiture de ces bohèmes, et les rapprocha de la vie d′expédients, presque d′escroqueries, où le manque d′argent, le besoin de luxe, la corruption des plaisirs conduisent souvent l′aristocratie. Bref cette lettre anonyme prouvait qu′il connaissait un être capable de scélératesse, mais il ne voyait pas plus de raison pour que cette scélératesse fût cachée dans le tuf—inexploré d′autrui—du caractère de l′homme tendre que de l′homme froid, de l′artiste que du bourgeois, du grand seigneur que du valet. Quel critérium adopter pour juger les hommes? au fond il n′y avait pas une seule des personnes qu′il connaissait qui ne pût être capable d′une infamie. Fallait-il cesser de les voir toutes? Son esprit se voila; il passa deux ou trois fois ses mains sur son front, essuya les verres de son lorgnon avec son mouchoir, et, songeant qu′après tout, des gens qui le valaient fréquentaient M. de Charlus, le prince des Laumes, et les autres, il se dit que cela signifiait sinon qu′ils fussent incapables d′infamie, du moins, que c′est une nécessité de la vie à laquelle chacun se soumet de fréquenter des gens qui n′en sont peut-être pas incapables. Et il continua à serrer la main à tous ces amis qu′il avait soupçonnés, avec cette réserve de pur style qu′ils avaient peut-être cherché à le désespérer. Quant au fond même de la lettre, il ne s′en inquiéta pas, car pas une des accusations formulées contre Odette n′avait l′ombre de vraisemblance.
Por algo se decía ahora, los hombres han juzgado siempre a sus prójimos por sus actos. Eso es lo único que significa algo, y no lo que pensamos o lo que decimos. Charlus y el príncipe tendrán los defectos que se quiera, pero son personas honradas. Orsan no tiene ningún defecto, pero no es un hombre decente. Y quizá haya hecho una felonía más. Luego sospechó de su cochero Rémi, que no pudo haber hecho otra cosa que inspirar la carta; es cierto, y esa pista le pareció un momento la verdadera. En primer término, Loredan tenía motivos para aborrecer a Odette. Además, no podía por menos de suponer que, como los criados viven en una situación inferior a la nuestra, y añaden a nuestra fortuna y a nuestros defectos riquezas y vicios imaginarios, causa de que nos envidien y nos desprecien, tienen que obrar fatalmente por móviles distintos que los caballeros. También sospechó de mi abuelo. ¿Acaso no le había negado todos los favores que le pidió Swann? Además, con sus estrechas ideas burguesas quizá creyera que así le hacía un bien a Swann. Sospechó luego de Bergotte, del pintor, de los Verdurin, y al paso rindió un tributo de admiración a las gentes de la aristocracia, por no querer codearse con esas gentes de los círculos llamados artísticos, donde son posibles acciones tan innobles, y hasta se las bautiza de bromas graciosas; pero entonces se acordaba de los rasgos de rectitud de aquellos bohemios, y los comparaba con la vida de argucias y habilidades, casi de estafas, a que se veían llevados muchas veces los aristócratas por la falta de dinero y por la necesidad de lujos y placeres. En suma: ese anónimo le demostraba que conocía a un ser capas de semejante villanía, pero no veía razón alguna para decidir si ese malvado se ocultaba en el fondo, inexplorado hasta entonces, del carácter del hombre cariñoso o del hombre frío, del artista o del burgués, del gran señor o del lacayo. ¿Qué criterio adoptar para juzgar a los hombres? En el fondo, acaso no conocía a una sola persona que no fuera capaz de una infamia. ¿Había que dejar de tratarse con todos? Su ánimo se llenó de bruma; se pasó la mano dos o tres veces por la frente, limpió con su pañuelo los cristales de los lentes, y pensando que, después de todo, gentes que valían tanto como él, trataban al barón de Charlus, al príncipe y a los demás amigos suyos, se dijo que eso significaba no que eran incapaces de una infamia, sino que en esta vida tenemos que someternos a la necesidad de tratar a gentes que no sabemos si son capaces o no de cometer una felonía. Y continuó estrechando la mano de todos los amigos de quienes sospechara, únicamente con la reserva, de pura forma, de que acaso habían querido hacerle daño. El fondo de la carta no le preocupó siquiera, porque ni una de las acusaciones formuladas contra Odette tenía sombra de verosimilitud.
Swann comme beaucoup de gens avait l′esprit paresseux et manquait d′invention. Il savait bien comme une vérité générale que la vie des êtres est pleine de contrastes, mais pour chaque être en particulier il imaginait toute la partie de sa vie qu′il ne connaissait pas comme identique à la partie qu′il connaissait. Il imaginait ce qu′on lui taisait à l′aide de ce qu′on lui disait. Dans les moments où Odette était auprès de lui, s′ils parlaient ensemble d′une action indélicate commise, ou d′un sentiment indélicat éprouvé, par un autre, elle les flétrissait en vertu des mêmes principes que Swann avait toujours entendu professer par ses parents et auxquels il était resté fidèle; et puis elle arrangeait ses fleurs, elle buvait une tasse de thé, elle s′inquiétait des travaux de Swann. Donc Swann étendait ces habitudes au reste de la vie d′Odette, il répétait ces gestes quand il voulait se représenter les moments où elle était loin de lui. Si on la lui avait dépeinte telle qu′elle était, ou plutôt qu′elle avait été si longtemps avec lui, mais auprès d′un autre homme, il eût souffert, car cette image lui eût paru vraisemblable. Mais qu′elle allât chez des maquerelles, se livrât à des orgies avec des femmes, qu′elle menât la vie crapuleuse de créatures abjectes, quelle divagation insensée à la réalisation de laquelle, Dieu merci, les chrysanthèmes imaginés, les thés successifs, les indignations vertueuses ne laissaient aucune place. Seulement de temps à autre, il laissait entendre à Odette que par méchanceté, on lui racontait tout ce qu′elle faisait; et, se servant à propos, d′un détail insignifiant mais vrai, qu′il avait appris par hasard, comme s′il était le seul petit bout qu′il laissât passer malgré lui, entre tant d′autres, d′une reconstitution complète de la vie d′Odette qu′il tenait cachée en lui, il l′amenait à supposer qu′il était renseigné sur des choses qu′en réalité il ne savait ni même ne soupçonnait, car si bien souvent il adjurait Odette de ne pas altérer la vérité, c′était seulement, qu′il s′en rendît compte ou non, pour qu′Odette lui dît tout ce qu′elle faisait.
Swann era de esas personas tan numerosas que tienen el espíritu tardo y carecen de la facultad de invención. Sabía perfectamente, como verdad de orden general, que la vida de las personas está llena de contrastes, pero para cada ser, en particular, se imaginaba que la parte desconocida de su existencia era idéntica a la parte de ella que él conocía. Cuando estaba con Odette y hablaban de alguna acción o sentimiento indelicados de otra persona, ella los censuraba en nombre de los mismos principios que Swann oyera de boca de sus padres y a los que se mantuvo fiel; luego arreglaba sus flores en jarrón, bebía un sorbo de té y preguntaba a Swann cómo iban sus trabajos. Y Swann extendía esas costumbres a todo el resto de la vida de Odette, y repetía esos ademanes cuando quería representarse esa parte de la vida de ella que no veía. Si se la hubieran pintado portándose con otro hombre tal como se portaba o se había portado con él, habría sufrido, porque la imagen le parecería verosímil. Pero eso de que fuera a casa de alcahuetas, de que se entregara a orgías con mujeres y que hiciera la vida crapulosa de una criatura abyecta, era una divagación insensata, y los tres sucesivos, los crisantemos imaginados y las virtuosas indignaciones no dejaban pensar, a Dios gracias, en la posibilidad de tales cosas. Tan sólo de vez en cuando daba a entender a Odette que con mala intención le contaban todo lo que ella hacía; y utilizando hábilmente un detalle insignificante, pero cierto, que había llegado a su conocimiento por casualidad, y que era el único cabo que dejaba él pasar de esa reconstitución de la vida de Odette que llevaba dentro, le hacía suponer que estaba enterado de cosas que ni sabía ni sospechaba siquiera; y si muchas veces conjuraba a Odette a que le confesara la verdad, era consciente o inconscientemente, para que ella le dijera todo lo que hacía.
Sans doute, comme il le disait à Odette, il aimait la sincérité, mais il l′aimait comme une proxénète pouvant le tenir au courant de la vie de sa maîtresse. Aussi son amour de la sincérité n′étant pas désintéressé, ne l′avait pas rendu meilleur. La vérité qu′il chérissait c′était celle que lui dirait Odette; mais lui-même, pour obtenir cette vérité, ne craignait pas de recourir au mensonge, le mensonge qu′il ne cessait de peindre à Odette comme conduisant à la dégradation toute créature humaine. En somme il mentait autant qu′Odette parce que plus malheureux qu′elle, il n′était pas moins égoe. Et elle, entendant Swann lui raconter ainsi à elle-même des choses qu′elle avait faites, le regardait d′un air méfiant, et, à toute aventure, fâché, pour ne pas avoir l′air de s′humilier et de rougir de ses actes.
Indudablemente Swann no mentía al decir a Odette que le gustaba la sinceridad, pero le gustaba como una proxeneta que podía tenerlo al corriente de lo que hacía su querida. Y como su amor a la sinceridad no era desinteresado, no le servía de nada bueno. La verdad que ansiaba era la que le iba a decir Odette; pero, para lograrla, no temía, recurrir a la mentira, a aquella mentira que describía siempre a Odette como camino seguro a la degradación de toda criatura humana. Y, en suma, venía a mentir tanto como Odette, porque era más infeliz que ella y no menos egoísta. Y Odette, al oír a Swann contarle cosas que ella misma había hecho, lo miraba con desconfianza, y por si acaso, con un poco de enfado, para que no pareciera que se humillaba y que tenía vergüenza de sus actos.
Un jour, étant dans la période de calme la plus longue qu′il eût encore pu traverser sans être repris d′accès de jalousie, il avait accepté d′aller le soir au théâtre avec la princesse des Laumes. Ayant ouvert le journal, pour chercher ce qu′on jouait, la vue du titre: Les Filles de Marbre de Théodore Barrière le frappa si cruellement qu′il eut un mouvement de recul et détourna la tête. Éclairé comme par la lumière de la rampe, à la place nouvelle où il figurait, ce mot de «marbre» qu′il avait perdu la faculté de distinguer tant il avait l′habitude de l′avoir souvent sous les yeux, lui était soudain redevenu visible et l′avait aussitôt fait souvenir de cette histoire qu′Odette lui avait racontée autrefois, d′une visite qu′elle avait faite au Salon du Palais de l′Industrie avec Mme Verdurin et où celle-ci lui avait dit: «Prends garde, je saurai bien te dégeler, tu n′es pas de marbre.» Odette lui avait affirmé que ce n′était qu′une plaisanterie, et il n′y avait attaché aucune importance. Mais il avait alors plus de confiance en elle qu′aujourd′hui. Et justement la lettre anonyme parlait d′amour de ce genre. Sans oser lever les yeux vers le journal, il le déplia, tourna une feuille pour ne plus voir ce mot: «Les Filles de Marbre» et commença à lire machinalement les nouvelles des départements. Il y avait eu une tempête dans la Manche, on signalait des dégâts à Dieppe, à Cabourg, à Beuzeval. Aussitôt il fit un nouveau mouvement en arrière.
Un día, cuando estaba en uno de los períodos de calma más largos que pudo atravesar sin que lo atormentaran los celos, aceptó un convite al teatro que le hizo la princesa de los Laumes. Abrió un periódico para ver lo que daban, y al leer el título de la obra, Las muchachas de mármol, de Teodoro Barriere, sintió una impresión tan dolorosa que se hizo para atrás y volvió la cabeza a otro lado. Y es que la palabra «mármol., que ya no le hacía ninguna sensación por lo acostumbrado que a ella estaba, en aquel sitio nuevo en que figuraba, en aquel título, como iluminada por la luz de las candilejas, se le representó visiblemente y le trajo a la memoria el recuerdo de una cosa que le había contado Odette: y era que en una visita que hicieron al Palacio de la Industria ella y la señora de Verdurin, ésta le había dicho: «Ten cuidado, tú no eres de mármol, ya sabré yo deshelarte.. Odette le aseguró que era broma, y él no hizo caso. Pero en aquella época tenía más confianza en Odette que ahora. Y cabalmente en el anónimo se aludía a amores de esa especie. Sin atreverse a alzar la vista hacia el periódico, lo desdobló para volver una hoja y no ver ya esa frase: «Las muchachas de mármol, y se puso a leer maquinalmente las noticias de provincias. Había habido una tormenta en la región del canal de la Mancha; señalábanse destrozos en Dieppe, Cabourg y Beuzeval. Y otra vez se hizo atrás.
Le nom de Beuzeval l′avait fait penser à celui d′une autre localité de cette région, Beuzeville, qui porte uni à celui-là par un trait d′union, un autre nom, celui de Bréauté, qu′il avait vu souvent sur les cartes, mais dont pour la première fois il remarquait que c′était le même que celui de son ami M. de Bréauté dont la lettre anonyme disait qu′il avait été l′amant d′Odette. Après tout, pour M. de Bréauté, l′accusation n′était pas invraisemblable; mais en ce qui concernait Mme Verdurin, il y avait impossibilité. De ce qu′Odette mentait quelquefois, on ne pouvait conclure qu′elle ne disait jamais la vérité et dans ces propos qu′elle avait échangés avec Mme Verdurin et qu′elle avait racontés elle-même à Swann, il avait reconnu ces plaisanteries inutiles et dangereuses que, par inexpérience de la vie et ignorance du vice, tiennent des femmes dont ils révèlent l′innocence, et qui—comme par exemple Odette—sont plus éloignées qu′aucune d′éprouver une tendresse exaltée pour une autre femme. Tandis qu′au contraire, l′indignation avec laquelle elle avait repoussé les soupçons qu′elle avait involontairement fait naître un instant en lui par son récit, cadrait avec tout ce qu′il savait des goûts, du tempérament de sa maîtresse. Mais à ce moment, par une de ces inspirations de jaloux, analogues à celle qui apporte au poète ou au savant, qui n′a encore qu′une rime ou qu′une observation, l′idée ou la loi qui leur donnera toute leur puissance, Swann se rappela pour la première fois une phrase qu′Odette lui avait dite il y avait déjà deux ans: «Oh! Mme Verdurin, en ce moment il n′y en a que pour moi, je suis un amour, elle m′embrasse, elle veut que je fasse des courses avec elle, elle veut que je la tutoie.»
Porque, al leer Beuzeval, se acordó de otro pueblo de aquella región, Beuzeville. El cual se escribe en los mapas unido por un guión a Bréauté, cosa que él había visto muchas veces, pero sin caer nunca en que ese Bréauté era el mismo nombre que el del amigo que en el anónimo se daba como uno de los amantes de Odette. Después de todo, la acusación en lo que a Bréauté se refería, no era completamente inverosímil; pero en lo relativo a la Verdurin era en absoluto inadmisible. Del hecho de que Odette mintiera algunas veces no podía deducirse que jamás decía verdad; en aquellas palabras que cruzó con la Verdurin, y que luego le contó a Swann, veía éste muy claro una de esas bromas inútiles y peligrosas que por ignorancia del vicio e inexperiencia de la vida gastan a veces, revelando así su inocencia, mujeres que, como por ejemplo Odette, distan mucho de sentir hacia otra mujer una exaltada pasión. Al contrario, la indignación con que rechaza Odette las sospechas que por un instante despertó su relato en Swann cuadraban muy bien con las aficiones y el temperamento de su querida, tal como él los conocía. Pero en aquel momento, por una inspiración de hombre celoso, como esas que dan al poeta o al sabio, que no tenían más que una rima o una observación, la idea o la ley que les ha de ganar la fama, Swann se acordó por vez primera de una frase que le dijo Odette hacía dos años: «Sabes, para la señora de Verdurin, ahora no hay nada más que yo; soy un encanto; me besa, quiere que vaya con ella de compras, me pide que la trate de tú..
Loin de voir alors dans cette phrase un rapport quelconque avec les absurdes propos destinés à simuler le vice que lui avait racontés Odette, il l′avait accueillie comme la preuve d′une chaleureuse amitié. Maintenant voilà que le souvenir de cette tendresse de Mme Verdurin était venu brusquement rejoindre le souvenir de sa conversation de mauvais goût. Il ne pouvait plus les séparer dans son esprit, et les vit mêlées aussi dans la réalité, la tendresse donnant quelque chose de sérieux et d′important à ces plaisanteries qui en retour lui faisaient perdre de son innocence. Il alla chez Odette. Il s′assit loin d′elle. Il n′osait l′embrasser, ne sachant si en elle, si en lui, c′était l′affection ou la colère qu′un baiser réveillerait. Il se taisait, il regardait mourir leur amour. Tout à coup il prit une résolution.
Muy lejos de considerar que esa frase tenía relación con las palabras absurdas del día del Palacio de la Industria, que un día le contó Odette, la estimó como prueba de calurosa amistad. Pero ahora, bruscamente, el recuerdo de aquel cariño de la Verdurin venía a superponerse al recuerdo de aquella conversación de mal gusto. No podía separarlos en su ánimo y los veía enlazados también en la realidad, porque el cariño de la Verdurin daba un tono de seriedad e importancia a aquellas bromas que ya parecían menos inocentes. Fue a casa de Odette. Se sentó a distancia de ella. No se atrevía a besarla por no saber si con su beso despertaría afecto o enfado. Se callaba e iba viendo morir su amor. De pronto adoptó una resolución.
—Odette, lui dit-il, mon chéri, je sais bien que je suis odieux, mais il faut que je te demande des choses. Tu te souviens de l′idée que j′avais eue à propos de toi et de Mme Verdurin? Dis-moi si c′était vrai, avec elle ou avec une autre.
-Mira, Odette «le dijo., yo ya sé que te soy odioso, pero no tengo más remedio que hacerte una pregunta. ¿Te acuerdas de aquella cosa que se me ocurrió a propósito de ti y de la señora de Verdurin? Dime si es verdad, o con ella o con otra.
Elle secoua la tête en fronçant la bouche, signe fréquemment employé par les gens pour répondre qu′ils n′iront pas, que cela les ennuie a quelqu′un qui leur a demandé: «Viendrez-vous voir passer la cavalcade, assisterez-vous à la Revue?» Mais ce hochement de tête affecté ainsi d′habitude à un événement à venir mêle à cause de cela de quelque incertitude la dénégation d′un événement passé. De plus il n′évoque que des raisons de convenance personnelle plutôt que la réprobation, qu′une impossibilité morale. En voyant Odette lui faire ainsi le signe que c′était faux, Swann comprit que c′était peut-être vrai.
Sacudió la cabeza, frunciendo los labios, con ese gesto que ponen, a veces, algunas personas cuando al preguntarles si van a ir a ver la cabalgata, o si asistirán a la revista, contestan que no irán, que eso las aburre. Pero ese movimiento de cabeza, que por lo general se emplea tratándose de una cosa por venir, cuando se usa para denegar un hecho pasado, da a esa negativa muy poca seguridad. Y, además, con él parece que se evocan más bien razones de conveniencia personal que de reprobación o de imposibilidad moral. Y al ver que Odette hacía el gesto de que no era verdad, Swann comprendió que quizá era verdad.
—Je te l′ai dit, tu le sais bien, ajouta-t-elle d′un air irrité et malheureux.
-Ya te lo dije, lo sabes muy bien «añadió irritada y triste.
—Oui, je sais, mais en es-tu sûre? Ne me dis pas: «Tu le sais bien», dis-moi: «Je n′ai jamais fait ce genre de choses avec aucune femme.»
-Sí; ya, ya; pero, ¿estás segura? -No me digas -Ya te lo dije. -Dime, nunca he hecho esas cosas con ninguna mujer.
Elle répéta comme une leçon, sur un ton ironique et comme si elle voulait se débarrasser de lui:
Ella repitió como chica de escuela, con tono irónico y para quitárselo de encima:
—Je n′ai jamais fait ce genre de choses avec aucune femme.
-Nunca he hecho esas cosas con ninguna mujer.
—Peux-tu me le jurer sur ta médaille de Notre-Dame de Laghet?
-Quieres jurármelo por tu medalla de Nuestra Señora de Laghet?
Swann savait qu′Odette ne se parjurerait pas sur cette médaille-là.
Swann sabía que no se atrevería a jurar en falso:
—«Oh! que tu me rends malheureuse, s′écria-t-elle en se dérobant par un sursaut à l′étreinte de sa question. Mais as-tu bientôt fini? Qu′est-ce que tu as aujourd′hui? Tu as donc décidé qu′il fallait que je te déteste, que je t′exècre? Voilà, je voulais reprendre avec toi le bon temps comme autrefois et voilà ton remerciement!»
-Calla, no sabes lo que me haces sufrir -exclamó, escapándose con un brusco movimiento del aprieto de la pregunta. ¿Acabarás de una vez? No sé qué es lo que tienes; por lo visto, has resuelto que te odie y te aborrezca. Mira, ahora que quería yo volver contigo a los buenos tiempos, igual que antes, me das las gracias así.
Mais, ne la lâchant pas, comme un chirurgien attend la fin du spasme qui interrompt son intervention mais ne l′y fait pas renoncer:
Pero él no la soltó, como cirujano que espera que acabe el espasmo para seguir su operación, sin renunciar a hacerla.
—Tu as bien tort de te figurer que je t′en voudrais le moins du monde, Odette, lui dit-il avec une douceur persuasive et menteuse. Je ne te parle jamais que de ce que je sais, et j′en sais toujours bien plus long que je ne dis. Mais toi seule peux adoucir par ton aveu ce qui me fait te hatant que cela ne m′a été dénoncé que par d′autres. Ma colère contre toi ne vient pas de tes actions, je te pardonne tout puisque je t′aime, mais de ta fausseté, de ta fausseté absurde qui te fait persévérer à nier des choses que je sais. Mais comment veux-tu que je puisse continuer à t′aimer, quand je te vois me soutenir, me jurer une chose que je sais fausse. Odette, ne prolonge pas cet instant qui est une torture pour nous deux. Si tu le veux ce sera fini dans une seconde, tu seras pour toujours délivrée. Dis-moi sur ta médaille, si oui ou non, tu as jamais fais ces choses.
-Estás muy equivocada si te figuras que por eso voy a tomarte el menor odio, Odette «le dijo con embustera y persuasiva suavidad., yo nunca te hablo más que de lo que sé, y siempre me callo más que lo que digo. Pero tú, confesando, endulzarás eso que cuando me lo cuentan otros me inspira aborrecimiento hacia ti. Si me enfado contigo no es por tus actos, que te los perdono porque te quiero, sino por tu falsía, por esa absurda falsía que empleas en negar cosas que yo sé. Cómo quieres que siga queriéndote cuando veo que me sostienes y me juras una cosa que me consta que es falsa? Odette, ¿para qué prolongas este martirio para los dos? Si tú quieres, en un minuto se acaba y te quedas libre. Júrame por tu medalla si has hecho o no eso:
—Mais je n′en sais rien, moi, s′écria-t-elle avec colère, peut-être il y a très longtemps, sans me rendre compte de ce que je faisais, peut-être deux ou trois fois.
-Y yo qué sé «respondió ella colérica.; quizá allá hace mucho tiempo, dos o tres veces, sin darme cuenta de lo que hacía.
Swann avait envisagé toutes les possibilités. La réalité est donc quelque chose qui n′a aucun rapport avec les possibilités, pas plus qu′un coup de couteau que nous recevons avec les légers mouvements des nuages au-dessus de notre tête, puisque ces mots: «deux ou trois fois» marquèrent à vif une sorte de croix dans son cœur. Chose étrange que ces mots «deux ou trois fois», rien que des mots, des mots prononcés dans l′air, à distance, puissent ainsi déchirer le cœur comme s′ils le touchaient véritablement, puissent rendre malade, comme un poison qu′on absorberait. Involontairement Swann pensa à ce mot qu′il avait entendu chez Mme de Saint-Euverte: «C′est ce que j′ai vu de plus fort depuis les tables tournantes.»
Swann ya había previsto todas las posibilidades. Pero, indudablemente, entre la realidad y las posibilidades hay la misma relación que entre recibir una puñalada y ver cómo pasan las nubes levemente por encima de nuestras cabezas, porque esas palabras dos o tres veces. se le grabaron como una cruz en pleno corazón. ¡Qué cosa tan rara eso de que unas palabras «dos o tres veces, sólo una frase, unas cosas que se dan al aire, así, a distancia, puedan desgarrar el corazón como si lo tocaran, y envenenar como un tóxico que se ha ingerido! Swann pensó, sin querer, en aquello que oyó en la reunión de la marquesa de Saint-Euverte: -Desde lo de los veladores que dan vueltas no había visto nada tan emocionante.
Cette souffrance qu′il ressentait ne ressemblait à rien de ce qu′il avait cru. Non pas seulement parce que dans ses heures de plus entière méfiance il avait rarement imaginé si loin dans le mal, mais parce que même quand il imaginait cette chose, elle restait vague, incertaine, dénuée de cette horreur particulière qui s′était échappée des mots «peut-être deux ou trois fois», dépourvue de cette cruauté spécifique aussi différente de tout ce qu′il avait connu qu′une maladie dont on est atteint pour la première fois. Et pourtant cette Odette d′où lui venait tout ce mal, ne lui était pas moins chère, bien au contraire plus précieuse, comme si au fur et à mesure que grandissait la souffrance, grandissait en même temps le prix du calmant, du contrepoison que seule cette femme possédait. Il voulait lui donner plus de soins comme à une maladie qu′on découvre soudain plus grave. Il voulait que la chose affreuse qu′elle lui avait dit avoir faite «deux ou trois fois» ne pût pas se renouveler. Pour cela il lui fallait veiller sur Odette. On dit souvent qu′en dénonçant à un ami les fautes de sa maîtresse, on ne réussit qu′à le rapprocher d′elle parce qu′il ne leur ajoute pas foi, mais combien davantage s′il leur ajoute foi. Mais, se disait Swann, comment réussir à la protéger? Il pouvait peut-être la préserver d′une certaine femme mais il y en avait des centaines d′autres et il comprit quelle folie avait passé sur lui quand il avait le soir où il n′avait pas trouvé Odette chez les Verdurin, commencé de désirer la possession, toujours impossible, d′un autre être.
El dolor que sentía no tenía parangón con nada de lo que se había figurado. No sólo porque en tus horas de más desconfianza no había llegado tan lejos en sus figuraciones de cosas malas, sino porque aquella cosa, si llegó alguna vez a su imaginación, era de modo vago e incierto, sin el horror particular que se desprendía de esas palabras dos o tres veces, sin esa específica crueldad tan distinta de todo lo conocido antes como un mal que se padece por vez primera. Y, sin embargo, a esa Odette, origen de tales dolores, no por eso la quería menos, sino que érale, por el contrario, más preciosa, como si, a medida que iba acreciéndose su dolor, aumentara el valor del calmante, del contraveneno que sólo ella poseía. Y aun sentía más deseos de cuidarla, como pasa con una enfermedad cuando descubrimos que es más grave de lo que se creía. Deseaba que aquella cosa atroz que Odette le dijo haber hecho dos o tres veces. no se volviera a repetir. Y para eso tenía que velar sobre Odette. Se suele decir que revelando a un amigo los defectos de su querida sólo se logra unirlo más a ella, porque él no da crédito a lo que le dicen, pero si lo cree, se une aún más a ella. Pero, ¿cómo protegerla de una manera eficaz?, se preguntaba Swann. Podría defenderla de una determinada mujer, pero quedaban aún centenares de mujeres, y Swann comprendió la locura aquella que lo asaltó cuando, la noche que no encontró a Odette en casa de los Verdurin, empezó a desear la posesión de otro ser, que es siempre cosa imposible.
Heureusement pour Swann, sous les souffrances nouvelles qui venaient d′entrer dans son âme comme des hordes d′envahisseurs, il existait un fond de nature plus ancien, plus doux et silencieusement laborieux, comme les cellules d′un organe blessé qui se mettent aussitôt en mesure de refaire les tissus lésés, comme les muscles d′un membre paralysé qui tendent à reprendre leurs mouvements. Ces plus anciens, plus autochtones habitants de son âme, employèrent un instant toutes les forces de Swann à ce travail obscurément réparateur qui donne l′illusion du repos à un convalescent, à un opéré. Cette fois-ci ce fut moins comme d′habitude dans le cerveau de Swann que se produisit cette détente par épuisement, ce fut plutôt dans son cœur. Mais toutes les choses de la vie qui ont existé une fois tendent à se récréer, et comme un animal expirant qu′agite de nouveau le sursaut d′une convulsion qui semblait finie, sur le cœur, un instant épargné, de Swann, d′elle-même la même souffrance vint retracer la même croix. Il se rappela ces soirs de clair de lune, où allongé dans sa victoria qui le menait rue La Pérouse, il cultivait voluptueusement en lui les émotions de l′homme amoureux, sans savoir le fruit empoisonné qu′elles produiraient nécessairement. Mais toutes ces pensées ne durèrent que l′espace d′une seconde, le temps qu′il portât la main à son cœur, reprit sa respiration et parvint à sourire pour dissimuler sa torture. Déjà il recommençait à poser ses questions. Car sa jalousie qui avait pris une peine qu′un ennemi ne se serait pas donnée pour arriver à lui faire asséner ce coup, à lui faire faire la connaissance de la douleur la plus cruelle qu′il eût encore jamais connue, sa jalousie ne trouvait pas qu′il eut assez souffert et cherchait à lui faire recevoir une blessure plus profonde encore. Telle comme une divinité méchante, sa jalousie inspirait Swann et le poussait à sa perte. Ce ne fut pas sa faute, mais celle d′Odette seulement si d′abord son supplice ne s′aggrava pas.
Afortunadamente para Swann, debajo de aquellas penas nuevas que se le habían entrado en el alma como horda de invasores, existía un fondo de carácter más antiguo, más suave, trabajador silencioso, como las células de un órgano herido que en seguida se ponen a rehacer los tejidos lesionados o como los músculos de un miembro paralizado que tienden a recobrar el movimiento. Esos habitantes de su alma, los más antiguos y los más autóctonos, se entregaron con todas sus fuerzas a ese trabajo oscuramente reparador que da la ilusión del descanso a un convaleciente, a un operado. Esta vez, al contrario de lo usual, esa quietud por agotamiento se produjo más bien en el corazón de Swann que en su cerebro. Pero todas las cosas de la vida que tuvieron existencia tienden a renacer, y lo mismo que un animal moribundo se agita otra vez a impulso de una convulsión que va se creía acabada, el mismo dolor volvió a trazar la misma cruz en el corazón de Swann, que ya parecía salvado. Acordóse de aquellas noches de luna, cuando reclinado en su victoria, que lo llevaba a la calle de La Pérouse iba cultivando voluptuosamente en su propio ser las emociones del enamorado, sin saber el envenenado fruto que fatalmente habrían de producir. Pero todos esos pensamientos duraron un secundo, el tiempo de llevarse la mano al corazón, de recobrar el aliento y de sonreír para disimulo de su tortura. Y volvió a las preguntas. Porque a sus celos, que se habían tomado más trabajo que aquel de que habría sido capaz un enemigo suyo, para darle el golpe y causarle el dolor más grande que sintiera, a sus celos no les parecía, aún que había sufrido bastante y querían herirlo más hondo. Y cual perversa divinidad, los celos, inspiraban a Swann y lo empujaban a su ruina. Si al principio su suplicio no se agravó, no fue por su culpa, sino de Odette.
—Ma chérie, lui dit-il, c′est fini, était-ce avec une personne que je connais?
-Bueno, amiga mía, ya se acabó -le dijo-. ¿Era con una persona que yo conozco?
—Mais non je te jure, d′ailleurs je crois que j′ai exagéré, que je n′ai pas été jusque-là.
-No, no, te lo juro; y, además, me parece que he exagerado; yo no he llegado a eso.
Il sourit et reprit:
Swann, sonriente, prosiguió:
—Que veux-tu? cela ne fait rien, mais c′est malheureux que tu ne puisses pas me dire le nom. De pouvoir me représenter la personne, cela m′empêcherait de plus jamais y penser. Je le dis pour toi parce que je ne t′ennuierais plus. C′est si calmant de se représenter les choses. Ce qui est affreux c′est ce qu′on ne peut pas imaginer. Mais tu as déjà été si gentille, je ne veux pas te fatiguer. Je te remercie de tout mon cœur de tout le bien que tu m′as fait. C′est fini. Seulement ce mot: «Il y a combien de temps?»
-¡Qué quieres!, es poca cosa eso, pero siento que no me puedas decir el nombre. Si pudiera representarme a la persona ya no volvería a acordarme de nada. Lo digo por ti, porque así ya no te molestaría. ¡Me calma tanto eso de representarme las cosas!... Lo horrible es lo que no se puede imaginar. Pero demasiado buena has sido ya, no quiero cansarte. Muchas gracias por todo el bien que me has hecho. Se acabó. Mira, una cosa nada más: ¿cuánto tiempo hace de eso?
—Oh! Charles, mais tu ne vois pas que tu me tues, c′est tout ce qu′il y a de plus ancien. Je n′y avais jamais repensé, on dirait que tu veux absolument me redonner ces idées-là. Tu seras bien avancé, dit-elle, avec une sottise inconsciente et une méchanceté voulue.
-Pero, Carlos, ¿no ves que me estás haciendo un daño mortal? Es viejísimo. No había vuelto a pensar en eso; parece que tú me lo quieres recordar. Poco saldrías ganando «añadió por maldad voluntaria o estupidez inconsciente.
—Oh! je voulais seulement savoir si c′est depuis que je te connais. Mais ce serait si naturel, est-ce que ça se passait ici; tu ne peux pas me dire un certain soir, que je me représente ce que je faisais ce soir-là; tu comprends bien qu′il n′est pas possible que tu ne te rappelles pas avec qui, Odette, mon amour.
-Lo único que quería saber es si te conocía yo ya. Hubiera sido muy natural que ocurriera aquí mismo... ¿No podrías acordarte de una noche determinada? Es para que yo me pueda representar lo que hacía yo aquella noche... Ya ves, Odette, vida mía, no es posible que no te acuerdes de con quién era.
—Mais je ne sais pas, moi, je crois que c′était au Bois un soir où tu es venu nous retrouver dans l′île. Tu avais dîné chez la princesse des Laumes, dit-elle, heureuse de fournir un détail précis qui attestait sa véracité. A une table voisine il y avait une femme que je n′avais pas vue depuis très longtemps. Elle m′a dit: «Venez donc derrière le petit rocher voir l′effet du clair de lune sur l′eau.» D′abord j′ai bâillé et j′ai répondu: «Non, je suis fatiguée et je suis bien ici.» Elle a assuré qu′il n′y avait jamais eu un clair de lune pareil. Je lui ai dit «cette blague!» je savais bien où elle voulait en venir.
-Yo no sé, creo que fue en el Bosque, una noche que tu viniste a buscarnos a la isla. Creo que habías cenado en casa de la princesa de los Laumes, dijo ella contenta por poder dar un detalle concreto, que demostraba la veracidad de sus palabras. En una mesa de al lado estaba una mujer, a la que yo no veía hacía mucho tiempo. Me dijo: «Vamos a ver el efecto de la luna en el agua, allí, detrás de aquella roca.. Yo, a lo primero, bostecé, y respondí: -Estoy cansada, no quiero moverme de aquí.. Pero ella decía que nunca se vio tan hermosa luna. Y yo le dije que no me la daba, que ya sabía yo adónde iba a parar.
Odette racontait cela presque en riant, soit que cela lui parût tout naturel, ou parce qu′elle croyait en atténuer ainsi l′importance, ou pour ne pas avoir l′air humilié. En voyant le visage de Swann, elle changea de ton:
Odette contó todo aquello medio riendo, ya porque le pareciera muy natural, ya porque así creyera que atenuaba la importancia de los hechos, o para no aparecer como humillada. Pero al ver la cara de Swann, cambió de tono:
—Tu es un misérable, tu te plais à me torturer, à me faire faire des mensonges que je dis afin que tu me laisses tranquille.
-Eres un miserable, te complaces en torturarme, en hacerme decir mentiras que tengo que inventar para que me dejes en paz.
Ce second coup porté à Swann était plus atroce encore que le premier. Jamais il n′avait supposé que ce fût une chose aussi récente, cachée à ses yeux qui n′avaient pas su la découvrir, non dans un passé qu′il n′avait pas connu, mais dans des soirs qu′il se rappelait si bien, qu′il avait vécus avec Odette, qu′il avait cru connus si bien par lui et qui maintenant prenaient rétrospectivement quelque chose de fourbe et d′atroce; au milieu d′eux tout d′un coup se creusait cette ouverture béante, ce moment dans l′Ile du Bois. Odette sans être intelligente avait le charme du naturel. Elle avait raconté, elle avait mimé cette scène avec tant de simplicité que Swann haletant voyait tout; le bâillement d′Odette, le petit rocher. Il l′entendait répondre—gaiement, hélas!: «Cette blague»!!! Il sentait qu′elle ne dirait rien de plus ce soir, qu′il n′y avait aucune révélation nouvelle à attendre en ce moment; il se taisait; il lui dit:
Ese segundo golpe fue aún más cruel que el primero, para Swann. Nunca supuso que fuera una cosa tan reciente, oculta sin que sus miradas hubieran sabido descubrirla, no en un pasado desconocido, sino en noches que recordaba perfectamente que había vivido con Odette, que él se figuraba conocer muy bien y que ahora, retrospectivamente, le parecieron atroces y falsas; de repente, entre ellos, abríase un vacío terrible, ese momento en la isla del Bosque. Odette, aunque no era inteligente, tenía el encanto de la naturalidad. Contó aquella escena con voz y ademanes tan sencillos que Swann, anhelante, lo iba viendo todo, el bostezo de Odette, la roca. La oía contestar con tono alegre: «¡Ay!, a mí no me la das.. Se dio cuenta de que aquella noche ya no le sonsacaría nada más, que no debía esperar ninguna nueva revelación, se calló y le dijo:
—Mon pauvre chéri, pardonne-moi, je sens que je te fais de la peine, c′est fini, je n′y pense plus.
-Pobrecilla mía, ya sé que te he hecho sufrir mucho! Ya se acabó, ya no me volveré a acordar de eso.
Mais elle vit que ses yeux restaient fixés sur les choses qu′il ne savait pas et sur ce passé de leur amour, monotone et doux dans sa mémoire parce qu′il était vague, et que déchirait maintenant comme une blessure cette minute dans l′île du Bois, au clair de lune, après le dîner chez la princesse des Laumes. Mais il avait tellement pris l′habitude de trouver la vie intéressante—d′admirer les curieuses découvertes qu′on peut y faire—que tout en souffrant au point de croire qu′il ne pourrait pas supporter longtemps une pareille douleur, il se disait: «La vie est vraiment étonnante et réserve de belles surprises; en somme le vice est quelque chose de plus répandu qu′on ne croit. Voilà une femme en qui j′avais confiance, qui a l′air si simple, si honnête, en tous cas, si même elle était légère, qui semblait bien normale et saine dans ses goûts: sur une dénonciation invraisemblable, je l′interroge et le peu qu′elle m′avoue révèle bien plus que ce qu′on eût pu soupçonner.» Mais il ne pouvait pas se borner à ces remarques désintéressées. Il cherchait à apprécier exactement la valeur de ce qu′elle lui avait raconté, afin de savoir s′il devait conclure que ces choses, elle les avait faites souvent, qu′elles se renouvelleraient. Il se répétait ces mots qu′elle avait dits: «Je voyais bien où elle voulait en venir», «Deux ou trois fois», «Cette blague!» mais ils ne reparaissaient pas désarmés dans la mémoire de Swann, chacun d′eux tenait son couteau et lui en portait un nouveau coup.
Pero Odette vio que se quedaba Swann con la mirada fija en las cosas que no sabía, en aquel pasado de su amor, que se presentaba a su memoria monótono y dulce porque era muy indeciso, y que ahora desgarró ella como una herida con la evocación de aquel minuto en la isla del Bosque, a la luz de la luna, la noche de la cena en casa de la princesa de los Laumes. Pero tan acostumbrado estaba Swann a considerar la vida como una cosa interesante y a admirar los curiosos descubrimientos que en su campo se hacen, que aun sufriendo hasta el punto de imaginarse que no podía resistir dolor tan grande, se decía: «Realmente, la vida es asombrosa y nos guarda sorpresas bonitas; el vicio está mucho más extendido de lo que la gente se figura. Aquí está esa mujer, en la que yo tenía confianza, tan sencilla y honrada, al parecer, normal y sana en sus gustos, aunque un poquito ligera, y por una delación absurda la interrogo y lo poco que me confiesa revela muchas cosas más de las que se podían suponer. Claro es que no podía limitarse a estas desinteresadas reflexiones. Aspiraba a juzgar exactamente la importancia de lo que Odette le contara, para ver si podía deducir si esas cosas las había hecho muchas veces, y si era probable que se repitieran. Rumiaba las frases de ella: «Yo sabía adónde iba a parar; «Dos o tres veces.; «A mí no me la das.; pero estas frases, al reaparecer en la memoria de Swann, ya no iban desarmadas como antes: cada una llevaba su cuchillo y le asestaba nueva puñalada.
Pendant bien longtemps, comme un malade ne peut s′empêcher d′essayer à toute minute de faire le mouvement qui lui est douloureux, il se redisait ces mots: «Je suis bien ici», «Cette blague!», mais la souffrance était si forte qu′il était obligé de s′arrêter. Il s′émerveillait que des actes que toujours il avait jugés si légèrement, si gaiement, maintenant fussent devenus pour lui graves comme une maladie dont on peut mourir. Il connaissait bien des femmes à qui il eût pu demander de surveiller Odette. Mais comment espérer qu′elles se placeraient au même point de vue que lui et ne resteraient pas à celui qui avait été si longtemps le sien, qui avait toujours guidé sa vie voluptueuse, ne lui diraient pas en riant: «Vilain jaloux qui veut priver les autres d′un plaisir.» Par quelle trappe soudainement abaissée (lui qui n′avait eu autrefois de son amour pour Odette que des plaisirs délicats) avait-il été brusquement précipité dans ce nouveau cercle de l′enfer d′où il n′apercevait pas comment il pourrait jamais sortir. Pauvre Odette! il ne lui en voulait pas. Elle n′était qu′à demi coupable. Ne disait-on pas que c′était par sa propre mère qu′elle avait été livrée, presque enfant, à Nice, à un riche Anglais. Mais quelle vérité douloureuse prenait pour lui ces lignes du Journal d′un Poète d′Alfred de Vigny qu′il avait lues avec indifférence autrefois: «Quand on se sent pris d′amour pour une femme, on devrait se dire: Comment est-elle entourée? Quelle a été sa vie? Tout le bonheur de la vie est appuyé là-dessus.» Swann s′étonnait que de simples phrases épelées par sa pensée, comme «Cette blague!»,
Estuvo un rato, como un enfermo que no puede por menos de ejecutar a cada instante el movimiento que le da el dolor, repitiéndose: -No me quiero mover de aquí., «A mí no me la das; pero tan fuerte era el sufrimiento que tenía que pararse. Se maravillaba de que unas cosas que antes juzgaba él con ligereza y buen humor, se le aparecieron ahora tan graves como una enfermedad que puede matar. Claro que conocía a muchas mujeres a quienes podría haber encargado que vigilaran a Odette. Pero acaso no se colocaran en el mismo punto de vista con que él miraba esos actos y siguieran opinando de ellos lo mismo que Swann opinaba antes, en todo el voluptuoso curso de su vida; quizá le dijeran, riéndose: «Mira el tonto celoso que quiere privar de un gusto a los demás.. ¿Por qué misterioso escotillón, abierto de repente a sus pies, cayó él (que antes sólo sacaba del amor de Odette delicados placeres) en ese nuevo círculo infernal, cuya salida no veía por parte alguna? ¡Pobre Odette! No le guardaba rencor por eso; la culpa no la tenía ella. ¿Acaso no decía todo el mundo que fue su propia madre la que la echó en brazos de un inglés riquísimo, en Niza, cuando ella era aún una chiquilla? Y estimaba lo dolorosamente exacto de esas palabras del Diario de un Poeta, de Alfredo de Vigny, que antes leía con indiferencia: «Cuando se enamora uno de una mujer hay que preguntarse: ¿Qué seres la rodean? ¿Qué vida hace? Y en esto descansa toda la felicidad de la existencia.. Asombrábase Swann de que simples frases que iba deletreando mentalmente:
«Je voyais bien où elle voulait en venir» pussent lui faire si mal. Mais il comprenait que ce qu′il croyait de simples phrases n′était que les pièces de l′armature entre lesquelles tenait, pouvait lui être rendue, la souffrance qu′il avait éprouvée pendant le récit d′Odette. Car c′était bien cette souffrance-là qu′il éprouvait de nouveau. Il avait beau savoir maintenant,—même, il eut beau, le temps passant, avoir un peu oublié, avoir pardonné—, au moment où il se redisait ses mots, la souffrance ancienne le refaisait tel qu′il était avant qu′Odette ne parlât: ignorant, confiant; sa cruelle jalousie le replaçait pour le faire frapper par l′aveu d′Odette dans la position de quelqu′un qui ne sait pas encore, et au bout de plusieurs mois cette vieille histoire le bouleversait toujours comme une révélation. Il admirait la terrible puissance recréatrice de sa mémoire. Ce n′est que de l′affaiblissement de cette génératrice dont la fécondité diminue avec l′âge qu′il pouvait espérer un apaisement à sa torture. Mais quand paraissait un peu épuisé le pouvoir qu′avait de le faire souffrir un des mots prononcés par Odette, alors un de ceux sur lesquels l′esprit de Swann s′était moins arrêté jusque-là, un mot presque nouveau venait relayer les autres et le frappait avec une vigueur intacte.
-Yo ya sabía adónde iba a parar. y «A mí no me la das., pudieran hacerle tanto daño. Aunque comprendía que lo que él llamaba simples frases no eran más que piezas de la armadura donde se encerraba, para volver a herirlo, el dolor que sintió cuando el relato de Odette. Porque ese dolor es el que volvía a sentir. En vano sabía ya el daño que encerraban esas palabras; en vano sabía que, andando el tiempo, las olvidara un poco y las perdonara, porque en el momento de repetírselas el dolor lo colocaba de nuevo en el estado en que estaba antes de que hablase Odette, confiado y sin saber nada; y sus celos, para que pudiera herirlo bien la confesión de Odette, volvían a ponerlo en la posición del que no sabe, y al cabo de unos meses aquella historia ya vieja, lo trastornaba como una nueva revelación. Admirábase de la terrible potencia reproductora de su memorial Sólo podía esperar que se calmara su tortura por la progresiva debilidad de esa generadora que va perdiendo fecundidad con los años. Y cuando ya parecía que la potencia dañina de unas de las palabras de Odette se iba agotando, llegaba una de aquellas en que apenas se fijara Swann, una palabra casi nueva, a relevarla, a herirlo con un vigor fresco.
La mémoire du soir où il avait dîné chez la princesse des Laumes lui était douloureuse, mais ce n′était que le centre de son mal. Celui-ci irradiait confusément à l′entour dans tous les jours avoisinants. Et à quelque point d′elle qu′il voulût toucher dans ses souvenirs, c′est la saison tout entière où les Verdurin avaient si souvent dîné dans l′île du Bois qui lui faisait mal. Si mal que peu à peu les curiosités qu′excitait en lui sa jalousie furent neutralisées par la peur des tortures nouvelles qu′il s′infligerait en les satisfaisant. Il se rendait compte que toute la période de la vie d′Odette écoulée avant qu′elle ne le rencontrât, période qu′il n′avait jamais cherché à se représenter, n′était pas l′étendue abstraite qu′il voyait vaguement, mais avait été faite d′années particulières, remplie d′incidents concrets. Mais en les apprenant, il craignait que ce passé incolore, fluide et supportable, ne prît un corps tangible et immonde, un visage individuel et diabolique. Et il continuait à ne pas chercher à le concevoir non plus par paresse de penser, mais par peur de souffrir. Il espérait qu′un jour il finirait par pouvoir entendre le nom de l′île du Bois, de la princesse des Laumes, sans ressentir le déchirement ancien, et trouvait imprudent de provoquer Odette à lui fournir de nouvelles paroles, le nom d′endroits, de circonstances différentes qui, son mal à peine calmé, le feraient renaître sous une autre forme.
Lo más penoso era el recuerdo de la noche que cenó en casa de la princesa de los Laumes; pero ese punto sólo era el centro de su enfermedad, la cual irradiaba confusamente por todo su alrededor en los días anteriores y posteriores a aquél. Y cuando quería tocar a cualquier recuerdo de Odette, era la temporada entera en que los Verdurin iban a cenar a la isla del Bosque lo que le hacía daño. Tanto que, poco a poco, la curiosidad que en él despertaban los celos se fue neutralizando por temor a las nuevas torturas que se infligiría al satisfacerlas. Se daba cuenta de que la vida de Odette, ante de que se conocieran, período que Swann nunca había intentado representarse, no era la abstracta extensión que vagamente entreveía, sino una trama de años determinados, tejida con incidentes concretos. Pero temía que, si se enteraba de esos hechos, aquel pasado incoloro, fluido y soportable no tomara un cuerpo tangible e inmundo, un rostro diabólico e individual. Y no hacía ningún intento para representárselo, no ya por pereza de pensar, sino por miedo a sufrir. Tenía la esperanza de que ya vendría un día en que pudiera oír el nombre de la isla del Bosque, el de la princesa de los Laumes, sin que le doliera la herida antigua, y le parecía imprudente provocar a Odette a que le diera palabras nuevas, nombres de sitios y de circunstancias distintos, que, apenas calmada su angustia, la reavivaran bajo otra forma.
Mais souvent les choses qu′il ne connaissait pas, qu′il redoutait maintenant de connaître, c′est Odette elle-même qui les lui révélait spontanément, et sans s′en rendre compte; en effet l′écart que le vice mettait entre la vie réelle d′Odette et la vie relativement innocente que Swann avait cru, et bien souvent croyait encore, que menait sa maîtresse, cet écart Odette en ignorait l′étendue: un être vicieux, affectant toujours la même vertu devant les êtres de qui il ne veut pas que soient soupçonnés ses vices, n′a pas de contrôle pour se rendre compte combien ceux-ci, dont la croissance continue est insensible pour lui-même l′entraînent peu à peu loin des façons de vivre normales. Dans leur cohabitation, au sein de l′esprit d′Odette, avec le souvenir des actions qu′elle cachait à Swann, d′autres peu à peu en recevaient le reflet, étaient contagionnées par elles, sans qu′elle pût leur trouver rien d′étrange, sans qu′elles détonassent dans le milieu particulier où elle les faisait vivre en elle; mais si elle les racontait à Swann, il était épouvanté par la révélation de l′ambiance qu′elles trahissaient. Un jour il cherchait, sans blesser Odette, à lui demander si elle n′avait jamais été chez des entremetteuses. A vrai dire il était convaincu que non; la lecture de la lettre anonyme en avait introduit la supposition dans son intelligence, mais d′une façon mécanique; elle n′y avait rencontré aucune créance, mais en fait y était restée, et Swann, pour être débarrassé de la présence purement matérielle mais pourtant gênante du soupçon, souhaitait qu′Odette l′extirpât.
Pero ocurría que las cosas desconocidas, las cosas que tenía miedo a conocer se las revelaba Odette misma espontáneamente y sin darse cuenta; es que Odette ignoraba lo grande que era la distancia que el vicio creaba entre su vida real y la vida de relativa inocencia que Swann creyó, y a veces seguía creyendo; que hacía su querida: un ser vicioso, como aparenta siempre la misma virtud delante de las personas que no quiere que se enteren de sus vicios, carece de conciencia para darse cuenta exacta de cómo esos vicios, que van creciendo de modo continuo e insensible para él, lo arrastran fuera del modo usual de vivir. Como todos los recuerdos cohabitaban en lo hondo del alma de Odette, aquellos recuerdos de las acciones que ocultaba a Swann daban sus reflejos a otros, los contagiaban, sin que ella les encontrara nada raro, sin que desentonaran en medio de aquel ambiente particular que dentro de su alma los rodeaba; pero, al contárselos a su querido, Swann se asustaba por el ambiente terrible que dejaban transparentar. Un día quiso preguntarle, sin herir su susceptibilidad, si había estado alguna vez en casa de una alcahueta. Estaba convencido Swann de que no; el anónimo introdujo en su mente aquella suposición, pero de un modo puramente mecánico, sin encontrar ningún crédito; pero, sin embargo, allí estaba, y Swann, para librarse de la presencia puramente material, pero molesta siempre, de la sospecha, deseaba que se la extirpara Odette:
«Oh! non! Ce n′est pas que je ne sois pas persécutée pour cela, ajouta-t-elle, en dévoilant dans un sourire une satisfaction de vanité qu′elle ne s′apercevait plus ne pas pouvoir paraître légitime à Swann. Il y en a une qui est encore restée plus de deux heures hier à m′attendre, elle me proposait n′importe quel prix. Il paraît qu′il y a un ambassadeur qui lui a dit: «Je me tue si vous ne me l′amenez pas.» On lui a dit que j′étais sortie, j′ai fini par aller moi-même lui parler pour qu′elle s′en aille. J′aurais voulu que tu voies comme je l′ai reçue, ma femme de chambre qui m′entendait de la pièce voisine m′a dit que je criais à tue-tête: «Mais puisque je vous dis que je ne veux pas! C′est une idée comme ça, ça ne me plaît pas. Je pense que je suis libre de faire ce que je veux tout de même! Si j′avais besoin d′argent, je comprends...» Le concierge a ordre de ne plus la laisser entrer, il dira que je suis à la campagne. Ah! j′aurais voulu que tu sois caché quelque part. Je crois que tu aurais été content, mon chéri. Elle a du bon, tout de même, tu vois, ta petite Odette, quoiqu′on la trouve si détestable.»
-No; y sabes, no será porque no me persigan -añadió, revelando con su sonrisa una satisfacción vanidosa, sin ocurrírsele que tal sentimiento podría parecer a Swann poco legítimo. Una hay que se estuvo aquí esperándome dos horas, y me ofrecía el dinero que yo pidiera. Según parece, la mandaba un embajador que le había dicho: «Si no viene, me suicido.. Le dijeron que yo no estaba en casa, pero no tuve más remedio que salir a hablar con ella yo misma para que se marchara. Me habría alegrado que hubieras visto cómo la recibí. Mi doncella, que estaba en el cuarto de al lado, cuenta que yo decía a grito pelado: «¿No le he dicho a usted que no quiero? Me parece que estoy en edad de hacer lo que me dé la gana. Si necesitara dinero, lo comprendo..... El portero ya tiene orden de no dejarla entrar y decirle que estoy en el campo. ¡Cuánto me habría alegrado de que hubieras estado oyéndolo desde cualquier rincón. Me parece que te habrías quedado satisfecho. Ya ves si tiene algo bueno tu Odette, aunque haya alguien que la encuentre detestable!
D′ailleurs ses aveux même, quand elle lui en faisait, de fautes qu′elle le supposait avoir découvertes, servaient plutôt pour Swann de point de départ à de nouveaux doutes qu′ils ne mettaient un terme aux anciens. Car ils n′étaient jamais exactement proportionnés à ceux-ci. Odette avait eu beau retrancher de sa confession tout l′essentiel, il restait dans l′accessoire quelque chose que Swann n′avait jamais imaginé, qui l′accablait de sa nouveauté et allait lui permettre de changer les termes du problème de sa jalousie. Et ces aveux il ne pouvait plus les oublier. Son âme les charriait, les rejetait, les berçait, comme des cadavres. Et elle en était empoisonnée.
Por lo demás, aquellas confesiones que Odette hacía de las cosas que se figuraba descubiertas por su querido, más que dar remate a las dudas viejas, servían de punto de partida a nuevas sospechas. Porque las confesiones nunca guardan proporción con las dudas. Aunque Odette quitara lo más esencial, siempre quedaba en lo accesorio algún detalle que Swann no había imaginado, que venía a abrumarlo con su novedad y con el cual podría cambiar los términos del problema de sus celos. Y ya nunca olvidaba aquellas confesiones. Como cadáveres flotaban por su ánimo, las rechazaba, las mecía. Y se le iba envenenando el alma.
Une fois elle lui parla d′une visite que Forcheville lui avait faite le jour de la Fête de Paris-Murcie. «Comment, tu le connaissais déjà? Ah! oui, c′est vrai, dit-il en se reprenant pour ne pas paraître l′avoir ignoré.» Et tout d′un coup il se mit à trembler à la pensée que le jour de cette fête de Paris-Murcie où il avait reçu d′elle la lettre qu′il avait si précieusement gardée, elle déjeunait peut-être avec Forcheville à la Maison d′Or. Elle lui jura que non. «Pourtant la Maison d′Or me rappelle je ne sais quoi que j′ai su ne pas être vrai, lui dit-il pour l′effrayer.»
Una vez Odette le habló de una visita que le había hecho Forcheville el día de la fiesta París-Murcia. -¿Pero lo conocías ya? ¡Ah!, sí; es verdad «dijo, corrigiéndose para que no pareciera que lo ignoraba.. Y de pronto se echó a temblar, porque se le ocurrió que aquel día de la fiesta, precisamente cuando ella le escribió la carta que Swann guardaba como una alhaja, quizá había estado almorzando con Forcheville en la Maison Dorée. Ella juró que no. «Pues, sin embargo, hay algo de la Maison Dorée que tú me contaste y que luego he averiguado que no era verdad., le dijo para asustarla.
—«Oui, que je n′y étais pas allée le soir où je t′ai dit que j′en sortais quand tu m′avais cherchée chez Prévost», lui répondit-elle (croyant à son air qu′il le savait), avec une décision où il y avait, beaucoup plus que du cynisme, de la timidité, une peur de contrarier Swann et que par amour-propre elle voulait cacher, puis le désir de lui montrer qu′elle pouvait être franche. Aussi frappa-t-elle avec une netteté et une vigueur de bourreau et qui étaient exemptes de cruauté car Odette n′avait pas conscience du mal qu′elle faisait à Swann; et même elle se mit à rire, peut-être il est vrai, surtout pour ne pas avoir l′air humilié, confus. «C′est vrai que je n′avais pas été à la Maison Dorée, que je sortais de chez Forcheville. J′avais vraiment été chez Prévost, ça c′était pas de la blague, il m′y avait rencontrée et m′avait demandé d′entrer regarder ses gravures. Mais il était venu quelqu′un pour le voir. Je t′ai dit que je venais de la Maison d′Or parce que j′avais peur que cela ne t′ennuie. Tu vois, c′était plutôt gentil de ma part. Mettons que j′aie eu tort, au moins je te le dis carrément. Quel intérêt aurais-je à ne pas te dire aussi bien que j′avais déjeuné avec lui le jour de la Fête Paris-Murcie, si c′était vrai? D′autant plus qu′à ce moment-là on ne se connaissait pas encore beaucoup tous les deux, dis, chéri.»
«Sí, claro que no estuve allí la noche aquella que tú me buscaste en Prévost, cuando te dije yo que salía de la Maison Dorée., le respondió ella (creyendo que Swann lo sabía) con decisión, que más que cinismo revelaba timidez, miedo de contrariar a Swann, aunque esto lo quería ocultar por amor propio, y deseo de hacerle ver que era capaz de franqueza. De modo que el golpe tuvo la precisión y el vigor que si fuera de mano de verdugo, y lo asestó Odette sin ninguna crueldad, porque no tenía conciencia del daño que hacía a Swann; hasta se echó a reír, para no tener cara de humillación y azoramiento. -.Sí, es verdad que no estuve en la Maison Dorée; salía de casa de Forcheville. Había estado en Prévost, eso es lo cierto, y allí me lo encontré y me invitó a que subiera a ver sus grabados. Pero entonces llegó una visita. Te dije que salía de la Maison Dorée, por si lo otro no te gustaba. Ya ves que lo hacía con buena intención. Quizá me equivoqué, pero al menos te lo digo francamente. ¿De modo que qué interés podría tener en no decirte que había almorzado con él el día de la fiesta París-Murcia si hubiera sido verdad? Además, entonces aún no nos conocíamos mucho tú y yo, ¿verdad, Carlos?.
Il lui sourit avec la lâcheté soudaine de l′être sans forces qu′avaient fait de lui ces accablantes paroles. Ainsi, même dans les mois auxquels il n′avait jamais plus osé repenser parce qu′ils avaient été trop heureux, dans ces mois où elle l′avait aimé, elle lui mentait déjà! Aussi bien que ce moment (le premier soir qu′ils avaient «fait catleya») où elle lui avait dit sortir de la Maison Dorée, combien devait-il y en avoir eu d′autres, recéleurs eux aussi d′un mensonge que Swann n′avait pas soupçonné. Il se rappela qu′elle lui avait dit un jour: «Je n′aurais qu′à dire à Mme Verdurin que ma robe n′a pas été prête, que mon cab est venu en retard. Il y a toujours moyen de s′arranger.» A lui aussi probablement, bien des fois où elle lui avait glissé de ces mots qui expliquent un retard, justifient un changement d′heure dans un rendezvous, ils avaient dû cacher sans qu′il s′en fût douté alors, quelque chose qu′elle avait à faire avec un autre à qui elle avait dit: «Je n′aurai qu′à dire à Swann que ma robe n′a pas été prête, que mon cab est arrivé en retard, il y a toujours moyen de s′arranger.» Et sous tous les souvenirs les plus doux de Swann, sous les paroles les plus simples que lui avait dites autrefois Odette, qu′il avait crues comme paroles d′évangile, sous les actions quotidiennes qu′elle lui avait racontées, sous les lieux les plus accoutumés, la maison de sa couturière, l′avenue du Bois, l′Hippodrome, il sentait (dissimulée à la faveur de cet excédent de temps qui dans les journées les plus détaillées laisse encore du jeu, de la place, et peut servir de cachette à certaines actions), il sentait s′insinuer la présence possible et souterraine de mensonges qui lui rendaient ignoble tout ce qui lui était resté le plus cher, ses meilleurs soirs, la rue La Pérouse elle-même, qu′Odette avait toujours dû quitter à d′autres heures que celles qu′elle lui avait dites, faisant circuler partout un peu de la ténébreuse horreur qu′il avait ressentie en entendant l′aveu relatif à la Maison Dorée, et, comme les bêtes immondes dans la Désolation de Ninive, ébranlant pierre à pierre tout son passé. Si maintenant il se détournait chaque fois que sa mémoire lui disait le nom cruel de la Maison Dorée, ce n′était plus comme tout récemment encore à la soirée de Mme de Saint-Euverte, parce qu′il lui rappelait un bonheur qu′il avait perdu depuis longtemps, mais un malheur qu′il venait seulement d′apprendre. Puis il en fut du nom de la Maison Dorée comme de celui de l′Ile du Bois, il cessa peu à peu de faire souffrir Swann. Car ce que nous croyons notre amour, notre jalousie, n′est pas une même passion continue, indivisible. Ils se composent d′une infinité d′amours successifs, de jalousies différentes et qui sont éphémères, mais par leur multitude ininterrompue donnent l′impression de la continuité, l′illusion de l′unité. La vie de l′amour de Swann, la fidélité de sa jalousie, étaient faites de la mort, de l′infidélité, d′innombrables désirs, d′innombrables doutes, qui avaient tous Odette pour objet. S′il était resté longtemps sans la voir, ceux qui mouraient n′auraient pas été remplacés par d′autres. Mais la présence d′Odette continuait d′ensemencer le cœur de Swann de tendresse et de soupçons alternés.
Y él sonrió con la cobardía propia de ese ser sin fuerza en que lo convirtieron las palabras aplastantes de Odette. ¡Así que hasta en aquellos meses que nunca se atrevía a recordar, porque eran los de la felicidad, hasta en aquellos meses, cuando Odette lo quería, era falsa con él! Y como aquel momento (la noche de las primeras catleyas), en que ella le contó que salía de la Maison Dorée, debía de haber otros muchos encubriendo cada uno de ellos una mentira que Swann no sospechaba. Se acordó de que un día le dijo: «No tengo más que decir a la señora de Verdurin que no me tuvieron el vestido a tiempo, o que mi cab vino muy tarde. Ya me las arreglaré yo.. También a él debió de ocultarle muchas veces, sin que Swann se diera cuenta, tras las palabras con que explicaba un retraso o justificaba el cambio de hora de una cita, algún compromiso con otro, un otro al que habría dicho: -No tendré más que decir a Swann que no me trajeron el vestido a tiempo o que mi cab vino muy tarde. Ya me las arreglaré yo.. Y por debajo de los más dulces recuerdos de Swann, de las palabras, más sencillas que Odette le decía, y que se creía él como un Evangelio, de las ocupaciones de cada día que ella le contaba, de los lugares que más frecuentaba, la casa de la modista, la avenida del Bosque, el Hipódromo, sentía insinuarse (disimulada en ese sobrante de tiempo, que hasta en la más detallada jornada deja espacio y lugar para esconder algunos hechos) la presencia invisible y subterránea de mentiras que tenían la propiedad de manchar de ignominia las cosas más caras que le quedaban, sus noches mejores, hasta la calle de La Pérousse, por donde Odette habría pasado a horas distintas de las que decía Swann; y sentía que circulaba por todas partes aquel soplo de horror que lo azotó al oír lo de la Maison Dorée, y que iba, como las bestias inmundas de la Desolación de Nínive, desmoronando piedra a piedra el edifico de su pasado. Y si ahora sentía pena al oír el nombre de la Maison Dorée, no era como le había ocurrido en casa de la marquesa de Saint-Euverte, porque le recordaba una felicidad perdida hacía mucho tiempo, sino porque le traía a la memoria una desgracia recién sabida. Luego aquel nombre de la Maison Dorée fue poco a poco haciendo menos daño a Swann. Porque lo que nosotros llamamos nuestro amor y nuestros celos no son en realidad una pasión continua e indivisible; se componen de una infinidad de amores sucesivos y de celos distintos, efímeros todos, pero que por ser muchos e ininterrumpidos, dan una impresión de continuidad y una ilusión de cosa única. La vida del amor de Swann y la fidelidad de sus celos estaban formados por la muerte de innumerables deseos y por la infidelidad de innumerables sospechas, que tenían todos por objeto a Odette. Si hubiera pasado mucho tiempo sin verla, los deseos muertos no habrían tenido sustitutos. Pero la presencia de Odette seguía sembrando en el corazón de Swann cuándo cariño, cuándo sospechas.
Certains soirs elle redevenait tout d′un coup avec lui d′une gentillesse dont elle l′avertissait durement qu′il devait profiter tout de suite, sous peine de ne pas la voir se renouveler avant des années; il fallait rentrer immédiatement chez elle «faire catleya» et ce désir qu′elle prétendait avoir de lui était si soudain, si inexplicable, si impérieux, les caresses qu′elle lui prodiguait ensuite si démonstratives et si insolites, que cette tendresse brutale et sans vraisemblance faisait autant de chagrin à Swann qu′un mensonge et qu′une méchanceté. Un soir qu′il était ainsi, sur l′ordre qu′elle lui en avait donné, rentré avec elle, et qu′elle entremêlait ses baisers de paroles passionnées qui contrastaient avec sa sécheresse ordinaire, il crut tout d′un coup entendre du bruit; il se leva, chercha partout, ne trouva personne, mais n′eut pas le courage de reprendre sa place auprès d′elle qui alors, au comble de la rage, brisa un vase et dit à Swann: «On ne peut jamais rien faire avec toi!» Et il resta incertain si elle n′avait pas caché quelqu′un dont elle avait voulu faire souffrir la jalousie ou allumer les sens.
Alunas noches estaba con Swann amabilísima, y le advertía duramente que debía aprovecharse de aquella buena disposición, so pena de que no volviera a repetirse en años; era menester volver en seguida a casa en busca de «la catleya., y el deseo que Swann le inspiraba era tan repentino, inexplicable e imperioso, tan demostrativas e insólitas las caricias que le prodigaba luego, que aquel brutal e inverosímil cariño daba a Swann tanta pena como una mentira o una ruindad. Una noche que, cediendo a las órdenes de Odette, volvieron juntos a su casa, cuando ella entretejía en sus besos palabras de apasionado amor, tan en contraste con su sequedad de ordinario, a Swann le pareció de pronto que oía ruido; se levantó, buscó por todas partes, sin encontrar a nadie; pero ya no tuvo valor para volver junto a Odette, que, entonces, en el colmo de la rabia, rompió un jarrón y le dijo: «Contigo no se puede hacer nada.. Y a él le quedó la duda de si su querida tenía a alguien oculto para hacerlo sufrir de celos o para excitar su sensualidad.
Quelquefois il allait dans des maisons de rendez-vous, espérant apprendre quelque chose d′elle, sans oser la nommer cependant. «J′ai une petite qui va vous plaire», disait l′entremetteuse.» Et il restait une heure à causer tristement avec quelque pauvre fille étonnée qu′il ne fit rien de plus. Une toute jeune et ravissante lui dit un jour: «Ce que je voudrais, c′est trouver un ami, alors il pourrait être sûr, je n′irais plus jamais avec personne.»—«Vraiment, crois-tu que ce soit possible qu′une femme soit touchée qu′on l′aime, ne vous trompe jamais?» lui demanda Swann anxieusement.
Algunas veces iba a las casas de citas con la esperanza de enterarse de algo relativo a Odette, aunque no se atrevía a nombrarla: -Tengo una chiquita que le va a gustar -le decía el ama y Swann se pasaba una hora hablando tristemente con una pobre muchacha, toda asombrada de que no hiciera más que hablar. Hubo una muy joven y muy guapa que le dijo un día: «Lo que yo quisiera es encontrar un amigo, porque podría estar seguro de que no iría con nadie más.. -¿Crees tú de verdad que una mujer agradece que la quieran y no engañe nunca?., le preguntó Swann ansiosamente.
«Pour sûr! ça dépend des caractères!» Swann ne pouvait s′empêcher de dire à ces filles les mêmes choses qui auraient plu à la princesse des Laumes. A celle qui cherchait un ami, il dit en souriant: «C′est gentil, tu as mis des yeux bleus de la couleur de ta ceinture.»—«Vous aussi, vous avez des manchettes bleues.»—«Comme nous avons une belle conversation, pour un endroit de ce genre! Je ne t′ennuie pas, tu as peut-être à faire?»—«Non, j′ai tout mon temps. Si vous m′aviez ennuyée, je vous l′aurais dit. Au contraire j′aime bien vous entendre causer.»—«Je suis très flatté. N′est-ce pas que nous causons gentiment?» dit-il à l′entremetteuse qui venait d′entrer.—«Mais oui, c′est justement ce que je me disais. Comme ils sont sages! Voilà! on vient maintenant pour causer chez moi. Le Prince le disait, l′autre jour, c′est bien mieux ici que chez sa femme. Il paraît que maintenant dans le monde elles ont toutes un genre, c′est un vrai scandale! Je vous quitte, je suis discrète.» Et elle laissa Swann avec la fille qui avait les yeux bleus. Mais bientôt il se leva et lui dit adieu, elle lui était indifférente, elle ne connaissait pas Odette.
-¡Ah!, claro, eso va en caracteres.. Swann no podía por menos de decir a estas chicas las mismas cosas que agradaban a la princesa de los Laumes. A esa que buscaba un amigo le dijo: «Muy bien; hoy has traído ojos azules, del mismo color de tu cinturón.. -También usted lleva puños azules.. «Bonita conversación para un sitio como éste. Quizá te esté yo molestando y tengas que hacer. -No, nada. -Si me aburriera usted, se lo habría dicho. Al contrario, me gusta mucho oírlo hablar.. «Muchas gracias. ¿Verdad que estamos hablando muy formalitos?., dijo al ama de casa, que acababa de entrar. -Esto estaba yo pensando precisamente. ¡Qué serios! Y es que ahora la gente viene aquí a hablar. El príncipe decía el otro día que se está aquí mejor que en su casa. Y es que, según parece, la gente aristócrata tiene ahora unos modos... Dicen que es un escándalo. Pero, me voy, no quiero molestar.. Y dejó a Swann con la muchacha de ojos azules. Pero él, al poco rato se levantó y se despidió; la chica le era indiferente porque no conocía a Odette.
Le peintre ayant été malade, le docteur Cottard lui conseilla un voyage en mer; plusieurs fidèles parlèrent de partir avec lui; les Verdurin ne purent se résoudre à rester seuls, louèrent un yacht, puis s′en rendirent acquéreurs et ainsi Odette fit de fréquentes croisières. Chaque fois qu′elle était partie depuis un peu de temps, Swann sentait qu′il commençait à se détacher d′elle, mais comme si cette distance morale était proportionnée à la distance matérielle, dès qu′il savait Odette de retour, il ne pouvait pas rester sans la voir. Une fois, partis pour un mois seulement, croyaient-ils, soit qu′ils eussent été tentés en route, soit que M. Verdurin eût sournoisement arrangé les choses d′avance pour faire plaisir à sa femme et n′eût averti les fidèles qu′au fur et à mesure, d′Alger ils allèrent à Tunis, puis en Italie, puis en Grèce, à Constantinople, en Asie Mineure. Le voyage durait depuis près d′un an. Swann se sentait absolument tranquille, presque heureux. Bien que M. Verdurin eût cherché à persuader au pianiste et au docteur Cottard que la tante de l′un et les malades de l′autre n′avaient aucun besoin d′eux, et, qu′en tous cas, il était imprudent de laisser Mme Cottard rentrer à Paris que Mme Verdurin assurait être en révolution, il fut obligé de leur rendre leur liberté à Constantinople. Et le peintre partit avec eux. Un jour, peu après le retour de ces trois voyageurs, Swann voyant passer un omnibus pour le Luxembourg où il avait à faire, avait sauté dedans, et s′y était trouvé assis en face de Mme Cottard qui faisait sa tournée de visites «de jours» en grande tenue, plumet au chapeau, robe de soie, manchon, en-tout-cas, porte-cartes et gants blancs nettoyés. Revêtue de ces insignes, quand il faisait sec, elle allait à pied d′une maison à l′autre, dans un même quartier, mais pour passer ensuite dans un quartier différent usait de l′omnibus avec correspondance. Pendant les premiers instants, avant que la gentillesse native de la femme eût pu percer l′empesé de la petite bourgeoise, et ne sachant trop d′ailleurs si elle devait parler des Verdurin à Swann, elle tint tout naturellement, de sa voix lente, gauche et douce que par moments l′omnibus couvrait complètement de son tonnerre, des propos choisis parmi ceux qu′elle entendait et répétait dans les vingt-cinq maisons dont elle montait les étages dans une journée:
El pintor estuvo muy malo, y Cottard le recomendó un viaje por mar; algunos fieles se animaron a marcharse con él, y los Verdurin, que no se podían acostumbrar a estar solos, alquilaron un yate que luego acabaron por comprar; así que Odette hacía frecuentemente viajes por mar. Desde hacía un poco tiempo, cada, vez que Odette se marchaba, Swann sentía que su querida le iba siendo más indiferente; pero, como si esa distancia moral estuviera en proporción con la material, en cuanto sabía que Odette estaba de vuelta ya no podía pasarse sin verla. Una vez se marcharon para un mes; así lo creían Swann y Odette; pero ya porque en el viaje les fuera entrando en ganas, ya porque Verdurin hubiera arreglado las cosas así de antemano, para dar gusto a su mujer, sin decir nada a los fieles, más que poco a poco, ello es que de Argel fueron a Túnez, y luego a Italia, a Grecia, Constantinopla y Asia menor. El viaje duraba ya casi un año. Y Swann estaba muy tranquilo y se sentía casi feliz. Aunque la señora de Verdurin intentó convencer al pianista y al doctor Cottard de que ni la tía del uno ni los enfermos del otro los necesitaban para nada, y que no era prudente dejar volver a París a la señora del doctor, que, según aseguraba la Verdurin, no se hallaba en su estado normal, no tuvo más remedio que darles libertad en Constantinopla. Un día, poco después de la vuelta de aquellos tres viajeros, Swann vio pasar un ómnibus que iba al Luxemburgo, donde él tenía precisamente que hacer; lo tomó, y, al entrar, se encontró enfrente de la señora de Cottard, que estaba haciendo sus visitas de «día de recibir., en traje de gran gala, pluma en el sombrero, manguito, paraguas, tarjetero y guantes blancos recién limpios. Cuando revestía esas insignias, si el tiempo no era lluvioso, iba a pie de una a otra casa, dentro del mismo barrio, y para pasar de un barrio a otro utilizaba el ómnibus con billete de correspondencia. En los primeros momentos, antes de que la nativa bondad de la mujer atravesara la almidonada pechera de la burguesa presuntuosa, habló a Swann, naturalmente con voz lenta, torpe y suave, que muchas veces sumergía con su trueno el rodar del ómnibus, de las mismas cosas que oía y repetía en las veinticinco casas cuyas escaleras trepaba al cabo de un día:
—«Je ne vous demande pas, monsieur, si un homme dans le mouvement comme vous, a vu, aux Mirlitons, le portrait de Machard qui fait courir tout Paris. Eh bien! qu′en dites-vous? Etes-vous dans le camp de ceux qui approuvent ou dans le camp de ceux qui blâment? Dans tous les salons on ne parle que du portrait de Machard, on n′est pas chic, on n′est pas pur, on n′est pas dans le train, si on ne donne pas son opinion sur le portrait de Machard.»
- Ni que decir tiene que un hombre tan al corriente como usted, habrá visto en los Mirlitons el retrato de Machard, que está de moda en París. ¿Qué le parece? ¿Es usted de los que aprueba o de los que censuran? En ninguna reunión se habla de otra cosa, y para ser chic, puro y enterado, hay que opinar algo del tal retrato.
Swann ayant répondu qu′il n′avait pas vu ce portrait, Mme Cottard eut peur de l′avoir blessé en l′obligeant à le confesser.
Swann respondió que no lo había visto, y entonces la señora de Cottard temió que le hubiera molestado tener que confesarlo.
—«Ah! c′est très bien, au moins vous l′avouez franchement, vous ne vous croyez pas déshonoré parce que vous n′avez pas vu le portrait de Machard. Je trouve cela très beau de votre part. Hé bien, moi je l′ai vu, les avis sont partagés, il y en a qui trouvent que c′est un peu léché, un peu crème fouettée, moi, je le trouve idéal. Évidemment elle ne ressemble pas aux femmes bleues et jaunes de notre ami Biche. Mais je dois vous l′avouer franchement, vous ne me trouverez pas très fin de siècle, mais je le dis comme je le pense, je ne comprends pas. Mon Dieu je reconnais les qualités qu′il y a dans le portrait de mon mari, c′est moins étrange que ce qu′il fait d′habitude mais il a fallu qu′il lui fasse des moustaches bleues. Tandis que Machard! Tenez justement le mari de l′amie chez qui je vais en ce moment (ce qui me donne le très grand plaisir de faire route avec vous) lui a promis s′il est nommé à l′Académie (c′est un des collègues du docteur) de lui faire faire son portrait par Machard. Évidemment c′est un beau rêve! j′ai une autre amie qui prétend qu′elle aime mieux Leloir. Je ne suis qu′une pauvre profane et Leloir est peut-être encore supérieur comme science. Mais je trouve que la première qualité d′un portrait, surtout quand il coûte 10.000 francs, est d′être ressemblant et d′une ressemblance agréable.»
-¡Ah!, muy bien, usted por lo menos lo dice francamente, y no cree que sea una deshonra el no haber visto el retrato de Machard. Creo que hace usted muy bien. Yo sí que lo he visto, y los pareceres están muy divididos. Hay quienes opinan que es muy lamidito, muy de manteca; pero a mí me parece ideal. Claro que no se parece nada a esas mujeres azules y amarillas que pinta nuestro amigo Biche. Pero yo, si le digo a usted la verdad, y a riesgo de pasar por poco moderna, no los entiendo. Sí que reconozco las cosas buenas que hay en el retrato de mi marido, es menos extravagante de lo que suelen ser sus obras; pero, de todos modos, ha ido a pintarle un bigote azul. Y, en cambio, precisamente el marido de esta amiga que voy ahora a visitar (y que me da el gusto de disfrutar un rato de su compañía de usted) le ha prometido que cuando sea académico (es un compañero de mi marido) hará que lo retrate Machard. ¡Para mí es un sueño! Otra amiga dice que le gusta más Leloir. Yo no entiendo de pintura, y quizá en cuanto a ciencia valga más Leloir. Pero, en mi opinión, el primer mérito de un retrato, sobre todo cuando cuesta cien mil francos, es que sea parecido y de un parecido agradable.
Ayant tenu ces propos que lui inspiraient la hauteur de son aigrette, le chiffre de son porte-cartes, le petit numéro tracé à l′encre dans ses gants par le teinturier, et l′embarras de parler à Swann des Verdurin, Mme Cottard, voyant qu′on était encore loin du coin de la rue Bonaparte où le conducteur devait l′arrêter, écouta son cœur qui lui conseillait d′autres paroles.
Después de aquellas frases inspiradas por su alta pluma, las iniciales de oro de su tarjetero, el numerito puesto en sus guantes por el tintorero que los limpió, y lo molesto que le era hablar a Swann de los Verdurin, la esposa del doctor vio que aún faltaba mucho para la calle Bonaparte, donde había mandado parar al conductor, e hizo caso a su corazón que le aconsejaba otras palabras.
—Les oreilles ont dû vous tinter, monsieur, lui dit-elle, pendant le voyage que nous avons fait avec Mme Verdurin. On ne parlait que de vous.
-Le han debido de sonar a usted mucho los oídos durante este viaje que hemos hecho con los señores de Verdurin le dijo: -No se hablaba más que de usted.
Swann fut bien étonné, il supposait que son nom n′était jamais proféré devant les Verdurin.
A Swann le extrañó mucho, porque suponía que su nombre no se pronunciaba nunca delante de los Verdurin.
—D′ailleurs, ajouta Mme Cottard, Mme de Crécy était là et c′est tout dire. Quand Odette est quelque part elle ne peut jamais rester bien longtemps sans parler de vous. Et vous pensez que ce n′est pas en mal. Comment! vous en doutez, dit-elle, en voyant un geste sceptique de Swann?
-Claro, Odette estaba allí, y con eso ya se ha dicho todo. Odette no puede pasarse mucho tiempo sin hablar de usted, esté dondequiera. Y ya puede usted calcular que no es para hablar mal. ¿Qué, lo duda usted? «dijo al ver que Swann hacía un gesto de escepticismo
Et emportée par la sincérité de sa conviction, ne mettant d′ailleurs aucune mauvaise pensée sous ce mot qu′elle prenait seulement dans le sens où on l′emploie pour parler de l′affection qui unit des amis:
Y, arrastrada por lo sincero de su convicción, y sin poner ninguna mala intención en aquellas palabras que tomaba sólo en el sentido que se emplea para hablar del afecto que se tienen dos amigos, dijo:
—Mais elle vous adore! Ah! je crois qu′il ne faudrait pas dire ça de vous devant elle! On serait bien arrangé! A propos de tout, si on voyait un tableau par exemple elle disait: «Ah! s′il était là, c′est lui qui saurait vous dire si c′est authentique ou non. Il n′y a personne comme lui pour ça.» Et à tout moment elle demandait: «Qu′est-ce qu′il peut faire en ce moment? Si seulement il travaillait un peu! C′est malheureux, un garçon si doué, qu′il soit si paresseux. (Vous me pardonnez, n′est-ce pas?)» En ce moment je le vois, il pense à nous, il se demande où nous sommes.» Elle a même eu un mot que j′ai trouvé bien joli; M. Verdurin lui disait: «Mais comment pouvez-vous voir ce qu′il fait en ce moment puisque vous êtes à huit cents lieues de lui?» Alors Odette lui a répondu:
-Lo adora a usted. Claro que eso no se podría decir delante de ella, ¡buena la haríamos! Pero por cualquier cosa; por ejemplo, al ver un cuadro, decía: «Si él estuviera aquí, ya les diría si es auténtico o no. Para eso nadie como él.. Y a cada momento preguntaba: -¿Qué estará haciendo ahora? ¡Si trabajara un poco! Lástima que un hombre de tanto talento sea tan perezoso. (Usted me dispensará que hable textualmente.) Lo estoy viendo en este momento: está pensando en nosotros, se pregunta por dónde andaremos. Y tuvo una frase que a mí me gustó mucho; la señora de Verdurin le dijo: -¿Cómo es posible que vea usted lo que está haciendo en este momento, si estamos a ochocientas leguas de él Y Odette respondió:
«Rien n′est impossible à l′œil d′une amie.» Non je vous jure, je ne vous dis pas cela pour vous flatter, vous avez là une vraie amie comme on n′en a pas beaucoup. Je vous dirai du reste que si vous ne le savez pas, vous êtes le seul. Mme Verdurin me le disait encore le dernier jour (vous savez les veilles de départ on cause mieux): «Je ne dis pas qu′Odette ne nous aime pas, mais tout ce que nous lui disons ne pèserait pas lourd auprès de ce que lui dirait M. Swann.» Oh! mon Dieu, voilà que le conducteur m′arrête, en bavardant avec vous j′allais laisser passer la rue Bonaparte... me rendriez-vous le service de me dire si mon aigrette est droite?»
-Para la mirada de una amiga no hay imposibles.. No se lo juro a usted, no se lo digo para halagarlo, tiene usted en Odette una amiga como hay pocas. Y además, es usted el único, se lo digo por si no lo sabe. El otro día, cuando nos íbamos a separar, me lo decía la señora de Verdurin (porque ya sabe usted que cuando nos vamos a separar se habla con más confianza): -.No es esto decir que Odette no nos quiera; pero todo lo que le digamos nosotros no pesa nada junto a cualquier cosa que le diga Swann.. ¡Ay!, ya para el conductor. Charlando con usted iba a pasarme de la calle Bonaparte... -Quiere usted hacerme el favor de decirme si mi pluma no está caída?...
Et Mme Cottard sortit de son manchon pour la tendre à Swann sa main gantée de blanc d′où s′échappa, avec une correspondance, une vision de haute vie qui remplit l′omnibus, mêlée à l′odeur du teinturier. Et Swann se sentit déborder de tendresse pour elle, autant que pour Mme Verdurin (et presque autant que pour Odette, car le sentiment qu′il éprouvait pour cette dernière n′étant plus mêlé de douleur, n′était plus guère de l′amour), tandis que de la plate-forme il la suivait de ses yeux attendris, qui enfilait courageusement la rue Bonaparte, l′aigrette haute, d′une main relevant sa jupe, de l′autre tenant son en-tout-cas et son porte-cartes dont elle laissait voir le chiffre, laissant baller devant elle son manchon.
Y la señora del doctor sacó de su manguito, para ofrecérsela a Swann, una mano de la que se escapaba un billete de correspondencia, una visión de vida elegante que se difundió por todo el ómnibus, y un olor de tintorería. Y Swann sintió hacia aquella dama una simpatía desbordante, y lo mismo por la señora de Verdurin (y casi casi por Odette, porque el sentimiento que ésta le inspiraba ahora, como ya no iba teñido de dolor, no era amor), mientras que desde la plataforma la vio entrarse valerosamente por la calle Bonaparte con la pluma del sombrero bien tiesa, recogiéndose la falda con una mano, llevando en la otra el paraguas y el tarjetero de modo que se vieran bien las iniciales, mientras dejaba balancearse el manguito.
Pour faire concurrence aux sentiments maladifs que Swann avait pour Odette, Mme Cottard, meilleur thérapeute que n′eût été son mari, avait greffé à côté d′eux d′autres sentiments, normaux ceux-là, de gratitude, d′amitié, des sentiments qui dans l′esprit de Swann rendraient Odette plus humaine (plus semblable aux autres femmes, parce que d′autres femmes aussi pouvaient les lui inspirer), hâteraient sa transformation définitive en cette Odette aimée d′affection paisible, qui l′avait ramené un soir après une fête chez le peintre boire un verre d′orangeade avec Forcheville et près de qui Swann avait entrevu qu′il pourrait vivre heureux.
Para competir con los sentimientos enfermizos que Odette inspiraba a Swann, la esposa del doctor, con terapéutica superior a la de su marido, injertó en Swann otros sentimientos normales, de gratitud y amistad, que en el ánimo de Swann transformaban a Odette en un ser mucho más humano (más parecido a las demás mujeres porque ese sentimiento lo inspiraban otras mujeres también), y que aceleraba su transformación definitiva en aquella Odette amada con tranquilo afecto, que una noche, después de la fiesta del pintor, lo llevó a su casa a beber un vaso de naranjada con Forcheville, cuando Swann entrevió que podía vivir feliz a su lado.
Jadis ayant souvent pensé avec terreur qu′un jour il cesserait d′être épris d′Odette, il s′était promis d′être vigilant, et dès qu′il sentirait que son amour commencerait à le quitter, de s′accrocher à lui, de le retenir. Mais voici qu′à l′affaiblissement de son amour correspondait simultanément un affaiblissement du désir de rester amoureux. Car on ne peut pas changer, c′est-à-dire devenir une autre personne, tout en continuant à obéir aux sentiments de celle qu′on n′est plus. Parfois le nom aperçu dans un journal, d′un des hommes qu′il supposait avoir pu être les amants d′Odette, lui redonnait de la jalousie. Mais elle était bien légère et comme elle lui prouvait qu′il n′était pas encore complètement sorti de ce temps où il avait tant souffert—mais aussi où il avait connu une manière de sentir si voluptueuse,—et que les hasards de la route lui permettraient peut-être d′en apercevoir encore furtivement et de loin les beautés, cette jalousie lui procurait plutôt une excitation agréable comme au morne Parisien qui quitte Venise pour retrouver la France, un dernier moustique prouve que l′Italie et l′été ne sont pas encore bien loin. Mais le plus souvent le temps si particulier de sa vie d′où il sortait, quand il faisait effort sinon pour y rester, du moins pour en avoir une vision claire pendant qu′il le pouvait encore, il s′apercevait qu′il ne le pouvait déjà plus; il aurait voulu apercevoir comme un paysage qui allait disparaître cet amour qu′il venait de quitter; mais il est si difficile d′être double et de se donner le spectacle véridique d′un sentiment qu′on a cessé de posséder, que bientôt l′obscurité se faisant dans son cerveau, il ne voyait plus rien, renonçait à regarder, retirait son lorgnon, en essuyait les verres; et il se disait qu′il valait mieux se reposer un peu, qu′il serait encore temps tout à l′heure, et se rencognait, avec l′incuriosité, dans l′engourdissement, du voyageur ensommeillé qui rabat son chapeau sur ses yeux pour dormir dans le wagon qu′il sent l′entraîner de plus en plus vite, loin du pays, où il a si longtemps vécu et qu′il s′était promis de ne pas laisser fuir sans lui donner un dernier adieu. Même, comme ce voyageur s′il se réveille seulement en France, quand Swann ramassa par hasard près de lui la preuve que Forcheville avait été l′amant d′Odette, il s′aperçut qu′il n′en ressentait aucune douleur, que l′amour était loin maintenant et regretta de n′avoir pas été averti du moment où il le quittait pour toujours. Et de même qu′avant d′embrasser Odette pour la première fois il avait cherché à imprimer dans sa mémoire le visage qu′elle avait eu si longtemps pour lui et qu′allait transformer le souvenir de ce baiser, de même il eût voulu, en pensée au moins, avoir pu faire ses adieux, pendant qu′elle existait encore, à cette Odette lui inspirant de l′amour, de la jalousie, à cette Odette lui causant des souffrances et que maintenant il ne reverrait jamais.
Antaño pensaba con terror en que acaso llegara un día en que ya no estuviera enamorado de Odette, y se prometía estar avizor, para retener su amor y aferrarse a él, en cuanto sintiera que iba a escapársele. Pero ahora, conforme su amor iba debilitándose, se debilitaba simultáneamente su deseo de seguir enamorado. Porque cuando cambiamos y nos convertimos en un ser distinto, no podemos seguir obedeciendo a los sentimientos de nuestro yo anterior. A veces, sentía celos al leer en un periódico el nombre de uno de los hombres que pudieron haber sido amantes de Odette. Pero eran unos celos muy ligeros, y como le probaban que aún no había salido por completo de aquellas tierras donde tanto sufrió pero dónde hallara también voluptuosas maneras de sentir., y que los zigzags del camino le dejarían todavía entrever de lejos y furtivamente las bellezas pasadas, le excitaban agradablemente, como le pasa al melancólico parisiense que sale de Venecia para volver a Francia cuando el último mosquito le demuestra que no están muy lejos aún el estío e Italia. Pero, por lo general, cuando se esforzaba en fijarse en aquel tiempo tan particular de su vida, de donde salía ahora, si no para seguir allí, por lo menos para verlo claramente antes de que ya fuera tarde, su esfuerzo era estéril; habríale agradado mirar aquel amor, de donde acababa de salir, como se mira un paisaje que va desapareciendo; pero es muy difícil desdoblarse así y darse el espectáculo de un sentimiento que ya no está dentro del corazón; en seguida se le entenebrecía el cerebro, no veía nada, renunciaba a mirar, se quitaba los lentes y limpiaba los cristales, y pensando que más valía descansar un poco, que dentro de un rato tendría aún tiempo, volvía a hundirse en su rincón, con esa falta de curiosidad y ese embotamiento del viajero adormilado que se baja el ala del sombrero para poder dormir en el vagón que lo va arrastrando cada vez más rápido, lejos de ese país donde vivió tanto tiempo, de ese país que él se prometía no dejar huir sin darle un último adiós. Y como ese viajero que se despierta ya en Francia, cuando Swann obtuvo casualmente la prueba de que Forcheville había sido querido de Odette, notó que ya no sentía ningún dolor, que el amor estaba ya muy lejos, y lamentó mucho no haberse dado cuenta del momento en que salió para siempre de sus dominios. Y lo mismo que antes de dar a Odette el primer beso, quiso grabar en su memoria el rostro con que ella se le apareció hasta entonces, y que con el recuerdo de este beso iba a transformarse, ahora habría querido, por lo menos en pensamiento, despedirse, mientras que aún estaba viva, de aquella Odette que le inspiró amor y celos, de aquella Odette que lo hacía sufrir y que ya no volvería a ver nunca.
Il se trompait. Il devait la revoir une fois encore, quelques semaines plus tard. Ce fut en dormant, dans le crépuscule d′un rêve. Il se promenait avec Mme Verdurin, le docteur Cottard, un jeune homme en fez qu′il ne pouvait identifier, le peintre, Odette, Napoléon III et mon grand-père, sur un chemin qui suivait la mer et la surplombait à pic tantôt de très haut, tantôt de quelques mètres seulement, de sorte qu′on montait et redescendait constamment; ceux des promeneurs qui redescendaient déjà n′étaient plus visibles à ceux qui montaient encore, le peu de jour qui restât faiblissait et il semblait alors qu′une nuit noire allait s′étendre immédiatement. Par moment les vagues sautaient jusqu′au bord et Swann sentait sur sa joue des éclaboussures glacées. Odette lui disait de les essuyer, il ne pouvait pas et en était confus vis-à-vis d′elle, ainsi que d′être en chemise de nuit. Il espérait qu′à cause de l′obscurité on ne s′en rendait pas compté, mais cependant Mme Verdurin le fixa d′un regard étonné durant un long moment pendant lequel il vit sa figure se déformer, son nez s′allonger et qu′elle avait de grandes moustaches. Il se détourna pour regarder Odette, ses joues étaient pâles, avec des petits points rouges, ses traits tirés, cernés, mais elle le regardait avec des yeux pleins de tendresse prêts à se détacher comme des larmes pour tomber sur lui et il se sentait l′aimer tellement qu′il aurait voulu l′emmener tout de suite. Tout d′un coup Odette tourna son poignet, regarda une petite montre et dit:
Se equivocaba. Aún la vio otra vez, unas semanas después. Fue durmiendo, en el crepúsculo de un sueño. Paseaba él con la señora de Verdurin, con el doctor Cottard, con un joven que llevaba un fez en la cabeza y al que no pudo identificar. Con Odette, con Napoleón III y con mi abuelo; iban por un camino paralelo al mar y cortado a pico, una veces a mucha altura y otras sólo a algunos metros, de modo que no hacían más que subir y bajar cuestas; los paseantes que iban subiendo una cuesta no veían ya a los que estaban bajando por la siguiente; amenguaba la poca luz del día, y parecía que se iba a echar encima una negra noche. A trechos las olas saltaban la orilla, y Swann sentía que le salpicaban las mejillas gotas de agua helada. Odette le decía que se las secara, pero él no podía, y eso lo colocaba, respecto a Odette, en una situación de azoramiento como si estuviera vestido con camisa de dormir. Tenía la esperanza de que con la oscuridad nadie se fijaría; pero la señora de Verdurin lo miró fijamente, con asombrados ojos, durante un largo rato, mientras que se le iba deformando la figura, se le alargaba la nariz y le brotaban enormes bigotes. Se volvió a mirar a Odette; tenía las mejillas pálidas, con unas manchitas rojas; estaba muy ojerosa y con las facciones muy cansadas; pero lo miraba con mirar lleno de ternura, con ojos que parecía que iban a desprenderse, igual que dos lágrimas, para caer sobre él; y Swann la quiso tanto, que habría deseado llevársela en seguida. De pronto Odette volvió la muñeca, miró un relojito y dijo:
«Il faut que je m′en aille», elle prenait congé de tout le monde, de la même façon, sans prendre à part à Swann, sans lui dire où elle le reverrait le soir ou un autre jour. Il n′osa pas le lui demander, il aurait voulu la suivre et était obligé, sans se retourner vers elle, de répondre en souriant à une question de Mme Verdurin, mais son cœur battait horriblement, il éprouvait de la haine pour Odette, il aurait voulu crever ses yeux qu′il aimait tant tout à l′heure, écraser ses joues sans fraîcheur. Il continuait à monter avec Mme Verdurin, c′est-à-dire à s′éloigner à chaque pas d′Odette, qui descendait en sens inverse. Au bout d′une seconde il y eut beaucoup d′heures qu′elle était partie. Le peintre fit remarquer à Swann que Napoléon III s′était éclipsé un instant après elle. «C′était certainement entendu entre eux, ajouta-t-il, ils ont dû se rejoindre en bas de la côte mais n′ont pas voulu dire adieu ensemble à cause des convenances. Elle est sa maîtresse.» Le jeune homme inconnu se mit à pleurer. Swann essaya de le consoler. «Après tout elle a raison, lui dit-il en lui essuyant les yeux et en lui ôtant son fez pour qu′il fût plus à son aise. Je le lui ai conseillé dix fois. Pourquoi en être triste? C′était bien l′homme qui pouvait la comprendre.» Ainsi Swann se parlait-il à lui-même, car le jeune homme qu′il n′avait pu identifier d′abord était aussi lui; comme certains romanciers, il avait distribué sa personnalité à deux personnages, celui qui faisait le rêve, et un qu′il voyait devant lui coiffé d′un fez.
«Tengo que marcharme.; y se fue despidiendo de todos de la misma manera, sin llevar aparte a Swann, ni decirle dónde se verían aquella noche o al día siguiente. No se atrevió a preguntárselo, y aunque su deseo habría sido irse detrás, tuvo que contestar, sin poder volver la cabeza, a una pregunta de la señora de Verdurin; pero el corazón le daba vuelcos, y sentía odio a Odette y ganas de saltarle los ojos, que tanto le gustaban un momento antes, y de aplastarle las marchitas mejillas. Siguió subiendo en compañía de la señora de Verdurin, separándose, a cada paso que daba, de Odette, la cual iba bajando en dirección contraria. Al cabo de un segundo hacía ya muchas horas que ella se había marchado. El pintor le llamó la atención sobre el hecho de que Napoleón III se hubiera eclipsado apenas desapareció Odette. «Debían estar de acuerdo «añadió.; se reunirían ahí al bajar la cuesta; no han querido despedirse por el qué dirán. Odette es su querida.. El joven desconocido se echó a llorar. Swann se puso a consolarlo: -Después de todo, tiene razón «le dijo secándole las lágrimas y quitándole el fez para que estuviera más cómodo.. Yo se lo he aconsejado más de diez veces. No hay motivo para apenarse tanto. Ese es el hombre que la comprenderá.. Y de ese modo se hablaba Swann a sí mismo, porque aquel joven, que al principio no reconocía, era él; como hacen algunos novelistas, había repartido su personalidad en dos personajes: el que soñaba y el que veía delante de él con un fez en la cabeza.
Quant à Napoléon III, c′est à Forcheville que quelque vague association d′idées, puis une certaine modification dans la physionomie habituelle du baron, enfin le grand cordon de la Légion d′honneur en sautoir, lui avaient fait donner ce nom; mais en réalité, et pour tout ce que le personnage présent dans le rêve lui représentait et lui rappelait, c′était bien Forcheville. Car, d′images incomplètes et changeantes Swann endormi tirait des déductions fausses, ayant d′ailleurs momentanément un tel pouvoir créateur qu′il se reproduisait par simple division comme certains organismes inférieurs; avec la chaleur sentie de sa propre paume il modelait le creux d′une main étrangère qu′il croyait serrer et, de sentiments et d′impressions dont il n′avait pas conscience encore faisait naître comme des péripéties qui, par leur enchaînement logique amèneraient à point nommé dans le sommeil de Swann le personnage nécessaire pour recevoir son amour ou provoquer son réveil. Une nuit noire se fit tout d′un coup, un tocsin sonna, des habitants passèrent en courant, se sauvant des maisons en flammes; Swann entendait le bruit des vagues qui sautaient et son cœur qui, avec la même violence, battait d′anxiété dans sa poitrine. Tout d′un coup ses palpitations de cœur redoublèrent de vitesse, il éprouva une souffrance, une nausée inexplicables; un paysan couvert de brûlures lui jetait en passant: «Venez demander à Charlus où Odette est allée finir la soirée avec son camarade, il a été avec elle autrefois et elle lui dit tout. C′est eux qui ont mis le feu.» C′était son valet de chambre qui venait l′éveiller et lui disait:
En cuanto a Napoleón III, era Forcheville: le dio ese nombre por una vaga asociación de ideas, por cierta modificación de la fisonomía habitual del conde y por el cordón de la Legión de Honor que llevaba en bandolera; pero, en realidad, por todo lo que el tal personaje representaba y recordaba en el sueño, se trataba, indudablemente, de Forcheville. Porque Swann, cuando estaba dormido, sacaba de imágenes incompletas y mudables deducciones falsas, y, momentáneamente, tenía tal potencia creadora que se reproducía por simple división, como algunos organismo inferiores; con el calor que sentía en la palma de la mano modelaba el hueco de otra mano que se figuraba estar estrechando, y de sentimientos e impresiones inconscientes iba sacando peripecias que, lógicamente encadenadas, acabarían por traer a un punto determinado del sueño de Swann el personaje necesario para recibir su amor o para despertarlo. De pronto, se hizo una noche negrísima, se oyó tocar a rebato, pasó gente corriendo, huyendo de las casas que estaban en llamas; Swann oyó el ruido de las olas que saltaban, y su corazón, que le latía en el pecho con la misma violencia. De pronto, las palpitaciones se aceleraron, sintió un dolor y una náusea inexplicables, y un campesino, lleno de quemaduras, le dijo al pasar: -.Vaya usted a preguntar a Charlas dónde acabó la noche Odette con su camarada; Charlus ha estado con ella hace tiempo, y Odette se lo dice todo. Ellos son los que han prendido fuego. Era su ayuda de cámara, que acababa de despertarlo, diciendo:
—Monsieur, il est huit heures et le coiffeur est là, je lui ai dit de repasser dans une heure.
-Señor, son las ocho; ha venido el peluquero, y le he dicho que vuelva dentro de una hora.
Mais ces paroles en pénétrant dans les ondes du sommeil où Swann était plongé, n′étaient arrivées jusqu′à sa conscience qu′en subissant cette déviation qui fait qu′au fond de l′eau un rayon paraît un soleil, de même qu′un moment auparavant le bruit de la sonnette prenant au fond de ces abîmes une sonorité de tocsin avait enfanté l′épisode de l′incendie. Cependant le décor qu′il avait sous les yeux vola en poussière, il ouvrit les yeux, entendit une dernière fois le bruit d′une des vagues de la mer qui s′éloignait. Il toucha sa joue. Elle était sèche. Et pourtant il se rappelait la sensation de l′eau froide et le goût du sel. Il se leva, s′habilla. Il avait fait venir le coiffeur de bonne heure parce qu′il avait écrit la veille à mon grand-père qu′il irait dans l′après-midi à Combray, ayant appris que Mme de Cambremer—Mlle Legrandin—devait y passer quelques jours. Associant dans son souvenir au charme de ce jeune visage celui d′une campagne où il n′était pas allé depuis si longtemps, ils lui offraient ensemble un attrait qui l′avait décidé à quitter enfin Paris pour quelques jours. Comme les différents hasards qui nous mettent en présence de certaines personnes ne coident pas avec le temps où nous les aimons, mais, le dépassant, peuvent se produire avant qu′il commence et se répéter après qu′il a fini, les premières apparitions que fait dans notre vie un être destiné plus tard à nous plaire, prennent rétrospectivement à nos yeux une valeur d′avertissement, de présage.
Pero esas palabras, al penetrar en las ondas del sueño de Swann, llegaron a su conciencia, después de esa desviación en virtud de la cual un rayo de sol en el fondo del agua parece un sol, lo mismo que un momento antes el ruido de la campanilla de la puerta, que en el fondo de los abismos del sueño tomó sonoridades de rebato, engendró el episodio del fuego. Entre tanto, la decoración que tenía delante fue deshaciéndose en polvo; abrió los ojos y oyó, por última vez, el ruido de una ola que iba alejándose. Se tocó la cara. Estaba seca. Sin embargo, se acordaba de la sensación del agua fría y del sabor de sal. Se levantó y se vistió. Había mandado ir temprano al barbero porque el día anterior escribió Swann a mi abuelo que por la tarde iría a Combray. Se había enterado de que la señora de Cambremer, la antigua señorita Legrandin, iba a pasar allí unes días, y asociando en su recuerdo la gracia de aquel rostro joven y de la campiña que hacía tanto tiempo que no había visto, se decidió a salir de París arrastrado por el atractivo de la dama y del campo. Como las distintas circunstancias casuales que nos ponen delante de una persona no coinciden con el tiempo de nuestro amor, sino que unas veces ocurren antes de que nazca, y otras se repiten después que ha terminado, esas primeras apariciones que hace en nuestra vida un ser, destinado a gustarnos más adelante, toman, retrospectivamente, a nuestros ojos un valor de presagio y aviso.
C′est de cette façon que Swann s′était souvent reporté à l′image d′Odette rencontrée au théâtre, ce premier soir où il ne songeait pas à la revoir jamais,—et qu′il se rappelait maintenant la soirée de Mme de Saint-Euverte où il avait présenté le général de Froberville à Mme de Cambremer. Les intérêts de notre vie sont si multiples qu′il n′est pas rare que dans une même circonstance les jalons d′un bonheur qui n′existe pas encore soient posés à côté de l′aggravation d′un chagrin dont nous souffrons. Et sans doute cela aurait pu arriver à Swann ailleurs que chez Mme de Saint-Euverte. Qui sait même, dans le cas où, ce soir-là, il se fût trouvé ailleurs, si d′autres bonheurs, d′autres chagrins ne lui seraient pas arrivés, et qui ensuite lui eussent paru avoir été inévitables? Mais ce qui lui semblait l′avoir été, c′était ce qui avait eu lieu, et il n′était pas loin de voir quelque chose de providentiel dans ce qu′il se fût décidé à aller à la soirée de Mme de Saint-Euverte, parce que son esprit désireux d′admirer la richesse d′invention de la vie et incapable de se poser longtemps une question difficile, comme de savoir ce qui eût été le plus à souhaiter, considérait dans les souffrances qu′il avait éprouvées ce soir-là et les plaisirs encore insoupçonnés qui germaient déjà,—et entre lesquels la balance était trop difficile à établir—, une sorte d′enchaînement nécessaire.
De esa manera había Swann pensado muchas veces en la imagen de Odette cuando la vio por vez primera en el teatro, sin ocurrírsele que la iba a volver a ver, y lo mismo se acordaba ahora de la reunión de la marquesa de Saint-Euverte, donde presentó al general de Froberville a la señora de Cambremer. Son tan múltiples los intereses de nuestra vida, que no es raro que en una misma circunstancia una felicidad que no existe aún coloque sus jalones junto a la agravación de un mal efectivo que padecemos. Y eso quizá, le habría ocurrido a Swann en cualquier parte que no hubiera sido la reunión de la marquesa de Saint-Euverte. ¡Quién sabe si en el caso de no haber asistido a ella, de haber estado en otra parte, no le hubieran acaecido otras dichas u otras penas, que después se le habrían representado como inevitables! Pero lo que le parecía inevitable es lo que había ocurrido, y casi veía un elemento providencial en el hecho de haber ido a la reunión de la marquesa, porque su espíritu, deseoso de admirar la riqueza de invención de la vida, e incapaz de sostener por mucho tiempo una pregunta difícil; como la de saber qué es lo que habría sido mejor, consideraba los sufrimientos de aquella noche y los placeres aún insospechados que en su fondo germinaban «y que no se sabía cuáles pesaban más., como ligados por una especie de necesario encadenamiento.
Mais tandis que, une heure après son réveil, il donnait des indications au coiffeur pour que sa brosse ne se dérangeât pas en wagon, il repensa à son rêve, il revit comme il les avait sentis tout près de lui, le teint pâle d′Odette, les joues trop maigres, les traits tirés, les yeux battus, tout ce que—au cours des tendresses successives qui avaient fait de son durable amour pour Odette un long oubli de l′image première qu′il avait reçue d′elle—il avait cessé de remarquer depuis les premiers temps de leur liaison dans lesquels sans doute, pendant qu′il dormait, sa mémoire en avait été chercher la sensation exacte. Et avec cette muflerie intermittente qui reparaissait chez lui dès qu′il n′était plus malheureux et que baissait du même coup le niveau de sa moralité, il s′écria en lui-même: «Dire que j′ai gâché des années de ma vie, que j′ai voulu mourir, que j′ai eu mon plus grand amour, pour une femme qui ne me plaisait pas, qui n′était pas mon genre!»
Luego, una hora después de despertarse, mientras daba instrucciones al peluquero, para que su peinado no se deshiciera con el traqueteo del tren, se volvió a acordar de su sueño vio, tan cerca como los sentía antes, el cutis pálido de Odette, las mejillas secas, las facciones descompuestas, los ojos cansados, todo aquello que, en el curso de sucesivas ternuras, que convirtieron su duradero amor a Odette en un largo olvido de la imagen primera que de ella tuvo, había ido dejando de notar desde los primeros días de sus relaciones, y cuya sensación exacta fue a buscar, sin duda, su memoria mientras estaba durmiendo. Y con esa cazurrería intermitente que le volvía en cuanto ya no se sentía desgraciado, y que rebajaba el nivel de su moralidad, se dijo para sí: -¡Cada vez que pienso que he malgastado los mejores años de mi vida, que he deseado la muerte y he sentido el amor más grande de mi existencia, todo por una mujer que no me gustaba, que no era mi tipo!.....
TROISIèME PARTIE NOMS DE PAYS: LE NOM
Tercera Parte Nombres de tierras: El nombre
Parmi les chambres dont j′évoquais le plus souvent l′image dans mes nuits d′insomnie, aucune ne ressemblait moins aux chambres de Combray, saupoudrées d′une atmosphère grenue, pollinisée, comestible et dévote, que celle du Grand-Hôtel de la Plage, à Balbec, dont les murs passés au ripolin contenaient comme les parois polies d′une piscine où l′eau bleuit, un air pur, azuré et salin. Le tapissier bavarois qui avait été chargé de l′aménagement de cet hôtel avait varié la décoration des pièces et sur trois côtés, fait courir le long des murs, dans celle que je me trouvai habiter, des bibliothèques basses, à vitrines en glace, dans lesquelles selon la place qu′elles occupaient, et par un effet qu′il n′avait pas prévu, telle ou telle partie du tableau changeant de la mer se reflétait, déroulant une frise de claires marines, qu′interrompaient seuls les pleins de l′acajou. Si bien que toute la pièce avait l′air d′un de ces dortoirs modèles qu′on présente dans les expositions «modern style» du mobilier où ils sont ornés d′œuvres d′art qu′on a supposées capables de réjouir les yeux de celui qui couchera là et auxquelles on a donné des sujets en rapport avec le genre de site où l′habitation doit se trouver.
De todas las habitaciones cuya imagen solía yo evocar en mis noches de insomnio, ninguna distaba más en parecido de las habitaciones de Combray, espolvoreadas con una atmósfera granulosa, polinizada, comestible y devota, que aquella del Gran Hotel de la Playa, de Balbec, que contenía entre sus paredes pintadas al esmalte, brillante como el interior de una piscina donde azuleara el agua, un aire puro, azulado y salino. El mueblista bávaro, encargado de amueblar el hotel, había variado la decoración de las habitaciones, y por tres de los lados de aquel cuarto puso, a lo largo de la pared, estanterías bajas, rematadas con vitrinas de cristales, en los cuales, según el sitio que ocuparan y por un efecto imprevisto, se reflejaba este o aquel cuadro fugitivo del mar, desarrollando así un friso de claras marinas, interrumpido únicamente por los listones de la armadura de madera. Así que el cuarto parecía uno de esos dormitorios que se presentan en las exposiciones modern stile de mobiliario, adornados con obras de arte que se supone alegrarán la vista de la persona que allí duerma, y que tienen por asunto temas en consonancia con el sitio en donde esté la habitación.
Mais rien ne ressemblait moins non plus à ce Balbec réel que celui dont j′avais souvent rêvé, les jours de tempête, quand le vent était si fort que Françoise en me menant aux Champs-Élysées me recommandait de ne pas marcher trop près des murs pour ne pas recevoir de tuiles sur la tête et parlait en gémissant des grands sinistres et naufrages annoncés par les journaux. Je n′avais pas de plus grand désir que de voir une tempête sur la mer, moins comme un beau spectacle que comme un moment dévoilé de la vie réelle de la nature; ou plutôt il n′y avait pour moi de beaux spectacles que ceux que je savais qui n′étaient pas artificiellement combinés pour mon plaisir, mais étaient nécessaires, inchangeables,—les beautés des paysages ou du grand art. Je n′étais curieux, je n′étais avide de connaître que ce que je croyais plus vrai que moi-même, ce qui avait pour moi le prix de me montrer un peu de la pensée d′un grand génie, ou de la force ou de la grâce de la nature telle qu′elle se manifeste livrée à elle-même, sans l′intervention des hommes. De même que le beau son de sa voix, isolément reproduit par le phonographe, ne nous consolerait pas d′avoir perdu notre mère, de même une tempête mécaniquement imitée m′aurait laissé aussi indifférent que les fontaines lumineuses de l′Exposition. Je voulais aussi pour que la tempête fût absolument vraie, que le rivage lui-même fût un rivage naturel, non une digue récemment créée par une municipalité. D′ailleurs la nature par tous les sentiments qu′elle éveillait en moi, me semblait ce qu′il y avait de plus opposé aux productions mécaniques des hommes. Moins elle portait leur empreinte et plus elle offrait d′espace à l′expansion de mon cœur. Or j′avais retenu le nom de Balbec que nous avait cité Legrandin, comme d′une plage toute proche de «ces côtes funèbres, fameuses par tant de naufrages qu′enveloppent six mois de l′année le linceul des brumes et l′écume des vagues».
Pero también tenía muy poco parecido con el Balbec de verdad, aquel que yo me imaginaba los días de tempestad, cuando hacía un aire tan fuerte que Francisca, al llevarme a jugar a los Campos Elíseos, me decía que no me acercara mucho a las paredes para que no me cayera una teja en la cabeza, mientras que gimoteaba, hablando de los siniestros y naufragios que contaban los periódicos. Mi más ardiente deseo era ver una tempestad en el mar, y más que como un espectáculo hermoso, como un momento de revelación de la vida real de la naturaleza; mejor dicho, es que para mí no eran espectáculos hermosos más que los que yo sabía que no estaban preparados artificialmente para placer mío, sino que eran necesarios e inmutables: la belleza de los paisajes o de las obras de arte. Las cosas que me inspiraban curiosidad y avidez eran las que consideraba yo como más verdaderas que mi propio ser, las que tenían valor por mostrarme algo del pensamiento de un gran genio, de la fuerza o la gracia de la naturaleza tal como se manifiesta entregada a sí misma, sin intervención humana. Lo mismo que no nos consolaríamos de la muerte de nuestra madre, oyendo su voz reproducida aisladamente en un gramófono, igual una tempestad reproducida mecánicamente me habría dejado tan frío como las fuentes luminosas de la exposición. Quería yo también, para que la tempestad fuera de verdad en todos sus puntos, que la costa fuera natural y no un dique creado recientemente por los buenos oficios del Ayuntamiento. Y es que la naturaleza, por los sentimientos que en mí despertaba, me parecía la cosa más opuesta a las producciones mecánicas de los hombres. Cuanto menos marcada estuviera por la mano del hombre, mayor espacio ofrecía a la expansión de mi corazón. Y yo había conservado en la memoria el nombre de Balbec, que nos citó Legrandin como el de una playa cercana a «esas costas famosas por tantos naufragios y que durante seis meses del año están envueltas en la mortaja de las nieblas y la espuma de las olas.
«On y sent encore sous ses pas, disait-il, bien plus qu′au Finistère lui-même (et quand bien même des hôtels s′y superposeraient maintenant sans pouvoir y modifier la plus antique ossature de la terre), on y sent la véritable fin de la terre française, européenne, de la Terre antique. Et c′est le dernier campement de pêcheurs, pareils à tous les pêcheurs qui ont vécu depuis le commencement du monde, en face du royaume éternel des brouillards de la mer et des ombres.» Un jour qu′à Combray j′avais parlé de cette plage de Balbec devant M. Swann afin d′apprendre de lui si c′était le point le mieux choisi pour voir les plus fortes tempêtes, il m′avait répondu: «Je crois bien que je connais Balbec! L′église de Balbec, du XIIe et XIIIe siècle, encore à moitié romane, est peut-être le plus curieux échantillon du gothique normand, et si singulière, on dirait de l′art persan.» Et ces lieux qui jusque-là ne m′avaient semblé que de la nature immémoriale, restée contemporaine des grands phénomènes géologiques,—et tout aussi en dehors de l′histoire humaine que l′Océan ou la grande Ourse, avec ces sauvages pêcheurs pour qui, pas plus que pour les baleines, il n′y eut de moyen âge—, ç′avait été un grand charme pour moi de les voir tout d′un coup entrés dans la série des siècles, ayant connu l′époque romane, et de savoir que le trèfle gothique était venu nervurer aussi ces rochers sauvages à l′heure voulue, comme ces plantes frêles mais vivaces qui, quand c′est le printemps, étoilent çà et là la neige des pôles. Et si le gothique apportait à ces lieux et à ces hommes une détermination qui leur manquait, eux aussi lui en conféraient une en retour. J′essayais de me représenter comment ces pêcheurs avaient vécu, le timide et insoupçonné essai de rapports sociaux qu′ils avaient tenté là, pendant le moyen âge, ramassés sur un point des côtes d′Enfer, aux pieds des falaises de la mort; et le gothique me semblait plus vivant maintenant que, séparé des villes où je l′avais toujours imaginé jusque-là, je pouvais voir comment, dans un cas particulier, sur des rochers sauvages, il avait germé et fleuri en un fin clocher. On me mena voir des reproductions des plus célèbres statues de Balbec—les apôtres moutonnants et camus, la Vierge du porche, et de joie ma respiration s′arrêtait dans ma poitrine quand je pensais que je pourrais les voir se modeler en relief sur le brouillard éternel et salé. Alors, par les soirs orageux et doux de février, le vent,—soufflant dans mon cœur, qu′il ne faisait pas trembler moins fort que la cheminée de ma chambre, le projet d′un voyage à Balbec—mêlait en moi le désir de l′architecture gothique avec celui d′une tempête sur la mer.
-Al andar por allí se siente -decía Legrandin- aun más que el mismo Finisterre (aunque ahora haya hoteles superpuestos a aquel suelo sin que modifiquen lo más mínimo la antigua osamenta de la tierra), el verdadero final de la tierra francesa, europea, de la Tierra de los antiguos. Es el último campamento de pescadores, pescadores de esos como los que vivieron desde que el mundo existe, cara a cara del reino eterno de las nieblas marinas y de las sombras. Un día que hablé yo de Balbec delante de Swann, para averiguar si, en efecto, desde aquel sitio era desde donde mejor se veían las grandes tempestades, me dijo: «Ya lo creo que conozco a Balbec. Tiene una iglesia del XII y el XIII, medio románica, que es el ejemplo más curioso de gótico normando, tan rara, que parece una cosa persa. Y me dio una gran alegría ver que aquellos lugares, que hasta entonces me parecían tan sólo naturaleza inmemorial, contemporánea de los grandes fenómenos geológicos, y tan aparte de la historia humana como el Océano o la Osa Mayor, con sus pescadores salvajes, para los cuales, como para las ballenas, no había habido Edad Media, entraban de pronto en la serie de los siglos, y conocían la época románica, y enterarme de que el gótico trébol fue también a exornar aquellas rocas salvajes a la hora debida, como esas frágiles y vigorosas plantas que en la primavera salpican la nieve de las regiones polares. Y si el gótico prestaba a aquellos hombres y lugares una determinación que antes no tenían, también seres y tierras conferían, en cambio, al gótico una concreción de que carecía antes. Hacía por representarme cómo fue la vida de aquellos pescadores, los tímidos e insospechados ensayos de relaciones sociales que intentaron durante la Edad Media, allí apretados en un lugar de la costa infernal, al pie de los acantilados de la muerte; y parecíame el gótico cosa más viva, porque, separado de las ciudades, donde siempre lo imaginaba hasta entonces, érame dado ver cómo podía brotar y florecer, como caso particular, entre rocas salvajes, en la finura de una torre. Me llevaron a ver reproducciones de las esculturas más famosas de Balbec, los apóstoles encrespados y chatos, la Virgen del pórtico, y me quedé sin aliento de alegría al pensar que iba a poder verlos modelarse en relieve sobre el fondo de la bruma eterna y salada. Entonces, en las noches tempestuosas y tibias de febrero, el viento, que soplaba en mi corazón y estremecía con idénticas sacudidas la chimenea de mi cuarto y el proyecto de un viaje a Balbec, juntaba en mi pecho el anhelo de la arquitectura gótica y el de una tempestad en el mar.
J′aurais voulu prendre dès le lendemain le beau train généreux d′une heure vingt-deux dont je ne pouvais jamais sans que mon cœur palpitât lire, dans les réclames des Compagnies de chemin de fer, dans les annonces de voyages circulaires, l′heure de départ: elle me semblait inciser à un point précis de l′après-midi une savoureuse entaille, une marque mystérieuse à partir de laquelle les heures déviées conduisaient bien encore au soir, au matin du lendemain, mais qu′on verrait, au lieu de Paris, dans l′une de ces villes par où le train passe et entre lesquelles il nous permettait de choisir; car il s′arrêtait à Bayeux, à Coutances, à Vitré, à Questambert, à Pontorson, à Balbec, à Lannion, à Lamballe, à Benodet, à Pont-Aven, à Quimperlé, et s′avançait magnifiquement surchargé de noms qu′il m′offrait et entre lesquels je ne savais lequel j′aurais préféré, par impossibilité d′en sacrifier aucun. Mais sans même l′attendre, j′aurais pu en m′habillant à la hâte partir le soir même, si mes parents me l′avaient permis, et arriver à Balbec quand le petit jour se lèverait sur la mer furieuse, contre les écumes envolées de laquelle j′irais me réfugier dans l′église de style persan.
Al día siguiente me habría gustado coger aquel hermoso y generoso tren de la una y veintidós, y cuando veía anunciada su hora de salida en los carteles de viajes circulares de la Compañía de Ferrocarriles, me palpitaba el corazón con más fuerza; esa hora parecíame que abría en la tarde una deliciosa brecha, una señal misteriosa, iniciadora de que, de allí en adelante, las horas tomaban un nuevo rumbo, y seguían llevándonos, sí, a la noche y a la mañana del día siguiente, pero noche y mañana que no ocurrían en París, sino en uno de aquellos pueblos por donde pasaba el tren, el que nosotros quisiéramos escoger, porque paraba en Bayeux, Coutances, Vitré, Questambert, Pontorson, Balbec. Lannion, Lamballe, Benodet, Pont Aven y Quimperlé, e iba avanzando con esa magnífica carga de nombres que me ofrecía, y de los cuales no sabía yo elegir porque me era imposible sacrificar ninguno. Sin esperar siquiera aquel tren, dándome prisa a vestirme, habría podido coger el de la noche, si mis padres me hubieran dejado, para llegar a Balbec a la hora de iniciarse el alba sobre aquel furioso mar, contra cuyas espumeantes salpicaduras habría buscado refugio en la iglesia de estilo persa.
Mais à l′approche des vacances de Pâques, quand mes parents m′eurent promis de me les faire passer une fois dans le nord de l′Italie, voilà qu′à ces rêves de tempête dont j′avais été rempli tout entier, ne souhaitant voir que des vagues accourant de partout, toujours plus haut, sur la côte la plus sauvage, près d′églises escarpées et rugueuses comme des falaises et dans les tours desquelles crieraient les oiseaux de mer, voilà que tout à coup les effaçant, leur ôtant tout charme, les excluant parce qu′ils lui étaient opposés et n′auraient pu que l′affaiblir, se substituaient en moi le rêve contraire du printemps le plus diapré, non pas le printemps de Combray qui piquait encore aigrement avec toutes les aiguilles du givre, mais celui qui couvrait déjà de lys et d′anémones les champs de Fiésole et éblouissait Florence de fonds d′or pareils à ceux de l′Angelico. Dès lors, seuls les rayons, les parfums, les couleurs me semblaient avoir du prix; car l′alternance des images avait amené en moi un changement de front du désir, et,—aussi brusque que ceux qu′il y a parfois en musique, un complet changement de ton dans ma sensibilité. Puis il arriva qu′une simple variation atmosphérique suffit à provoquer en moi cette modulation sans qu′il y eût besoin d′attendre le retour d′une saison. Car souvent dans l′une, on trouve égaré un jour d′une autre, qui nous y fait vivre, en évoque aussitôt, en fait désirer les plaisirs particuliers et interrompt les rêves que nous étions en train de faire, en plaçant, plus tôt ou plus tard qu′à son tour, ce feuillet détaché d′un autre chapitre, dans le calendrier interpolé du Bonheur. Mais bientôt comme ces phénomènes naturels dont notre confort ou notre santé ne peuvent tirer qu′un bénéfice accidentel et assez mince jusqu′au jour où la science s′empare d′eux, et les produisant à volonté, remet en nos mains la possibilité de leur apparition, soustraite à la tutelle et dispensée de l′agrément du hasard, de même la production de ces rêves d′Atlantique et d′Italie cessa d′être soumise uniquement aux changements des saisons et du temps. Je n′eus besoin pour les faire renaître que de prononcer ces noms: Balbec, Venise, Florence, dans l′intérieur desquels avait fini par s′accumuler le désir que m′avaient inspiré les lieux qu′ils désignaient. Même au printemps, trouver dans un livre le nom de Balbec suffisait à réveiller en moi le désir des tempêtes et du gothique normand; même par un jour de tempête le nom de Florence ou de Venise me donnait le désir du soleil, des lys, du palais des Doges et de Sainte-Marie-des-Fleurs.
Pero, al acercarse las vacaciones de primavera, mis padres me prometieron llevarme a pasarlas en Italia, y en lugar de aquellas ilusiones de tempestad que me henchían el ánimo, sin más deseos que ver las olas precipitarse por todas partes, encaramado cada vez más arriba, en la parte más salvaje de la costa, junto a iglesias escarpadas y rugosas, como acantilados con torres, donde chillarían aves de mar, me invadió, borrando las otras, despojándolas de todo su atractivo, excluyéndolas, porque eran opuestas y sólo servirían para quitar fuerza a esta nueva ilusión contraria, la de una primavera delicadísima, no como la de Combray, que aún picaba ásperamente con las agujillas de la escarcha, sino esa que estaba cubriendo de lirios y de anémonas los campos de Fiesole, y deslumbraba a Florencia con fondos de oro como los del Angélico. Desde entonces, sólo aprecié rayos de luz, perfumes y colores, porque la alternativa de las imágenes produjo en mí un cambio de frente del deseo y un cambio total de tono, casi tan brusco como los que suele haber en música, en mi sensibilidad. Y luego ya me ocurría que bastaba con una simple variación atmosférica para provocar en mí esa modalidad, sin necesidad de que tornara de nuevo determinada estación del año. Porque muchas veces, en tal tiempo del año, se encuentra un día extraviado, que pertenece a otra estación distinta, y que tiene la propiedad de hacernos vivir en esa época, evocando sus placeres, haciéndonoslos desear, y que viene a interrumpir las ilusiones que nos estábamos forjando, colocando fuera de su sitio, más acá o más allá, esa hoja arrancada de otro capítulo, en el calendario interpolado de la Felicidad. Pero muy pronto, lo mismo que esos fenómenos naturales de los que nuestra comodidad o nuestra salud saca beneficios accidentales y pareos hasta el día que la ciencia se apodera de ellos, los produce a voluntad y pone en nuestras manos la posibilidad de su aparición, substrayéndola de la tutela y capricho del azar, así la producción de esos sueños del Atlántico y de Italia escapó al exclusivo dominio de los cambios de estaciones y de tiempo. Y para hacerlos revivir, bastábame con pronunciar esos nombres: Balbec, Venecia, Florencia, en cuyo interior acabé por acumular todos los deseos que me inspiraron los lugares que designaban. Aunque fuera en primavera, el encontrarme en un libro con el nombre de Balbec bastaba para darme apetencia del gótico normando y de las tempestades; y aunque hiciera un día de tormenta, el nombre de Florencia o de Venecia me entraba en deseos de sol, de lirios, del Palacio de los Dux y de Santa María de las Flores.
Mais si ces noms absorbèrent à tout jamais l′image que j′avais de ces villes, ce ne fut qu′en la transformant, qu′en soumettant sa réapparition en moi à leurs lois propres; ils eurent ainsi pour conséquence de la rendre plus belle, mais aussi plus différente de ce que les villes de Normandie ou de Toscane pouvaient être en réalité, et, en accroissant les joies arbitraires de mon imagination, d′aggraver la déception future de mes voyages. Ils exaltèrent l′idée que je me faisais de certains lieux de la terre, en les faisant plus particuliers, par conséquent plus réels. Je ne me représentais pas alors les villes, les paysages, les monuments, comme des tableaux plus ou moins agréables, découpés çà et là dans une même matière, mais chacun d′eux comme un inconnu, essentiellement différent des autres, dont mon âme avait soif et qu′elle aurait profit à connaître. Combien ils prirent quelque chose de plus individuel encore, d′être désignés par des noms, des noms qui n′étaient que pour eux, des noms comme en ont les personnes. Les mots nous présentent des choses une petite image claire et usuelle comme celles que l′on suspend aux murs des écoles pour donner aux enfants l′exemple de ce qu′est un établi, un oiseau, une fourmilière, choses conçues comme pareilles à toutes celles de même sorte. Mais les noms présentent des personnes—et des villes qu′ils nous habituent à croire individuelles, uniques comme des personnes—une image confuse qui tire d′eux, de leur sonorité éclatante ou sombre, la couleur dont elle est peinte uniformément comme une de ces affiches, entièrement bleues ou entièrement rouges, dans lesquelles, à cause des limites du procédé employé ou par un caprice du décorateur, sont bleus ou rouges, non seulement le ciel et la mer, mais les barques, l′église, les passants. Le nom de Parme, une des villes où je désirais le plus aller, depuis que j′avais lu la Chartreuse, m′apparaissant compact, lisse, mauve et doux; si on me parlait d′une maison quelconque de Parme dans laquelle je serais reçu, on me causait le plaisir de penser que j′habiterais une demeure lisse, compacte, mauve et douce, qui n′avait de rapport avec les demeures d′aucune ville d′Italie puisque je l′imaginais seulement à l′aide de cette syllabe lourde du nom de Parme, où ne circule aucun air, et de tout ce que je lui avais fait absorber de douceur stendhalienne et du reflet des violettes. Et quand je pensais à Florence, c′était comme à une ville miraculeusement embaumée et semblable à une corolle, parce qu′elle s′appelait la cité des lys et sa cathédrale, Sainte-Marie-des-Fleurs. Quant à Balbec, c′était un de ces noms où comme sur une vieille poterie normande qui garde la couleur de la terre d′où elle fut tirée, on voit se peindre encore la représentation de quelque usage aboli, de quelque droit féodal, d′un état ancien de lieux, d′une manière désuète de prononcer qui en avait formé les syllabes hétéroclites et que je ne doutais pas de retrouver jusque chez l′aubergiste qui me servirait du café au lait à mon arrivée, me menant voir la mer déchaînée devant l′église et auquel je prêtais l′aspect disputeur, solennel et médiéval d′un personnage de fabliau.
Pero si esos nombres absorbieron para siempre la imagen que yo tenía de esas ciudades, fue a costa de transformarlas, de someter su reaparición en mí a sus leyes propias; de modo que esa imagen ganó en belleza, pero también se alejó mucho de lo que en realidad eran esas ciudades de Normandía o de la Toscana, y así, aumentando los arbitrarios goces de mi imaginación, agravaron la decepción futura de mis viajes. Exaltaron la idea que yo me formaba de ciertos lugares de la tierra, dándoles mayor precisión y, por lo tanto, mayor realidad. No me representaba yo entonces ciudades, paisajes y monumentos, como cuadros, más o menos agradables, recortados aquí o allá y todos de la misma materia, sino que cada cual se me aparecía como un desconocido esencialmente diferente de los demás, anhelado por mi alma, que sacaría gran provecho de conocerlo bien. ¡Y qué individualidad aun más marcada torearon al ser designados con nombres, con nombres que eran para ellos solos, con nombres como los de las personas! Lo que las palabras nos dan de una cosa es una imagen clara y usual como esas que hay colgadas en las escuelas para que sirvan de ejemplo a los niños de lo qué es un banco, un pájaro, un hormiguero, y que se conciben como semejantes a todas las cosas de su clase. Pero lo que nos presentan los nombres de las personas «y de las ciudades que nos habituamos a considerar individuales y únicas como personas es una imagen confusa que extrae de ellas, de su sonoridad brillante o sombría, el color que uniformemente las distingue, como uno de esos carteles enteramente azules o rojos en los que, ya sea por capricho del decorador, o por limitaciones del procedimiento, son azules y rojos, no sólo el mar y el cielo, sino las barcas, la iglesia y las personas. El nombre de Parma, una de las ciudades donde más deseos tenía de ir, desde que había leído La Cartuja, se me aparecía compacto liso, malva, suave, y si me hablaban de alguna casa de Parma, donde yo podría ir, ya me daba gusto verme vivir en una casa compacta, lisa, malva y suave, que no tenía relación alguna con las demás casas de Italia, porque yo me la imaginaba únicamente gracias a la ayuda de esa sílaba pesada del nombre de Parma, por donde no circula ningún aire, y que yo empapé de dulzura stendhana y de reflejos de violetas. Si pensaba en Florencia, veíala como una ciudad de milagrosa fragancia y semejante a una corola, porque se llamaba la ciudad de las azucenas y su catedral la bautizaron con el nombre de Santa María de las Flores. Por lo que hace a Balbec, era uno de esos nombres en los que se veía pintarse aún, como un viejo cacharro normando que conserva el color de la tierra con que lo hicieron, la representación de una costumbre abolida, de un derecho feudal, de un antiguo inventario, de un modo anticuado de pronunciar que formó sus heteróclitas sílabas, y que yo estaba seguro de advertir hasta en el fondista que me serviría el café con leche a mi llegada, y me llevaría a ver el desatado mar delante de la iglesia, fondista que me representaba yo con el aspecto porfiado, solemne y medieval de un personaje de fabliau.
Si ma santé s′affermissait et que mes parents me permissent, sinon d′aller séjourner à Balbec, du moins de prendre une fois, pour faire connaissance avec l′architecture et les paysages de la Normandie ou de la Bretagne, ce train d′une heure vingt-deux dans lequel j′étais monté tant de fois en imagination, j′aurais voulu m′arrêter de préférence dans les villes les plus belles; mais j′avais beau les comparer, comment choisir plus qu′entre des êtres individuels, qui ne sont pas interchangeables, entre Bayeux si haute dans sa noble dentelle rougeâtre et dont le faîte était illuminé par le vieil or de sa dernière syllabe; Vitré dont l′accent aigu losangeait de bois noir le vitrage ancien; le doux Lamballe qui, dans son blanc, va du jaune coquille d′œuf au gris perle; Coutances, cathédrale normande, que sa diphtongue finale, grasse et jaunissante couronne par une tour de beurre; Lannion avec le bruit, dans son silence villageois, du coche suivi de la mouche; Questambert, Pontorson, risibles et na, plumes blanches et becs jaunes éparpillés sur la route de ces lieux fluviatiles et poétiques; Benodet, nom à peine amarré que semble vouloir entraîner la rivière au milieu de ses algues, Pont-Aven, envolée blanche et rose de l′aile d′une coiffe légère qui se reflète en tremblant dans une eau verdie de canal; Quimperlé, lui, mieux attaché et, depuis le moyen âge, entre les ruisseaux dont il gazouille et s′emperle en une grisaille pareille à celle que dessinent, à travers les toiles d′araignées d′une verrière, les rayons de soleil changés en pointes émoussées d′argent bruni?
Si mi salud hubiera ido afirmándose y lograra permiso de mis padres, ya que no para ir a vivir a Balbec, por lo menos para tomar una vez el tren de la una y veintidós, que tantas veces tomé en la imaginación, y trabar conocimiento con la arquitectura y los paisajes de Normandía o de Bretaña, me habría gustado pararme en los pueblos más hermosos; pero era inútil que los comparara, e imposible escoger entre ellos, como entre seres individuales, que no se pueden trocar uno por otro. ¿Cómo decidirse por uno de esos nombres? Bayeux, tan alto, con su noble encaje rojizo y la cima iluminada por el oro viejo de su última sílaba; Vitré, cuyo acento agudo dibujaba rombos de negra madera en la vidriera antigua; el suave Lamballe, que en su blancura tiene matices que van del amarillo de huevo al gris perla; Coutances, catedral normanda, coronada con una torre de manteca por su diptongo final, grasiento y amarillo; Lannion, silencio pueblerino, roto por el ruido de la galera escoltada de moscas; Questambert, Pontorson, sencillotes y risibles, plumas blancas, picos amarillos, diseminados en el camino de aquellas tierras fluviátiles y poéticas; Benodet, nombre aguantado por una leve amarra, que parece que se lo va a llevar el río entre sus algas; Pont Aven, revuelo blanco y rosa del ala de un leve sombrero que se refleja temblando en las aguas verdinosas del canal; Quimperlé, muy bien amarrado, que está desde la Edad Media entre arroyuelos, todo murmurante, de color perla como esa grisalla que dibujan a través de las telas de araña de las vidrieras los rayos del sol convertidos en enmohecidas puntas de plata parda.
Ces images étaient fausses pour une autre raison encore; c′est qu′elles étaient forcément très simplifiées; sans doute ce à quoi aspirait mon imagination et que mes sens ne percevaient qu′incomplètement et sans plaisir dans le présent, je l′avais enfermé dans le refuge des noms; sans doute, parce que j′y avais accumulé du rêve, ils aimantaient maintenant mes désirs; mais les noms ne sont pas très vastes; c′est tout au plus si je pouvais y faire entrer deux ou trois des «curiosités» principales de la ville et elles s′y juxtaposaient sans intermédiaires; dans le nom de Balbec, comme dans le verre grossissant de ces porte-plume qu′on achète aux bains de mer, j′apercevais des vagues soulevées autour d′une église de style persan. Peut-être même la simplification de ces images fut-elle une des causes de l′empire qu′elles prirent sur moi. Quand mon père eut décidé, une année, que nous irions passer les vacances de Pâques à Florence et à Venise, n′ayant pas la place de faire entrer dans le nom de Florence les éléments qui composent d′habitude les villes, je fus contraint à faire sortir une cité surnaturelle de la fécondation, par certains parfums printaniers, de ce que je croyais être, en son essence, le génie de Giotto. Tout au plus—et parce qu′on ne peut pas faire tenir dans un nom beaucoup plus de durée que d′espace—comme certains tableaux de Giotto eux-mêmes qui montrent à deux moments différents de l′action un même personnage, ici couché dans son lit, là s′apprêtant à monter à cheval, le nom de Florence était-il divisé en deux compartiments.
Había otra razón para que aquellas imágenes fueran falsas, y es que, forzosamente, estaban muy simplificadas; indudablemente, había yo encerrado en el refugio de unos nombres esas aspiraciones de mi imaginación, que mis sentidos percibían sólo a medias y sin ningún placer en el presente, y como en ellos fui acumulando ilusiones, eran imán para mis deseos; pero como los nombres no son muy grandes, todo lo más que yo podía guardar en ellos eran las dos o tres «curiosidades. principales del pueblo, que se yuxtaponían sin intermedio; y en el nombre de Balbec, veía yo, como en esos cristalitos de aumento que hay en la punta de los portaplumas que se venden como recuerdo de una playa, alborotadas olas, alrededor de una iglesia persa. Acaso la simplificación de estas imágenes fue motivo del imperio que sobre mí tomaron. Cuando mi padre decidió un año que fuéramos a pasar las vacaciones de Pascua de Resurrección a Florencia y a Venecia, como no me quedaba sitio para meter en el nombre de Florencia los elementos que, por lo general, componen una ciudad, no tuve otro remedio que inventar una villa sobrenatural nacida de la fecundación de lo que yo creía ser esencialmente el genio de Giotto, por algunos perfumes primaverales. A lo sumo «y como en un nombre no cabe más tiempo que espacio., el nombre de Florencia, lo mismo que algunos cuadros de Giotto que muestran a un mismo personaje en dos momentos distintos de la acción, aquí acostado en su cama, allí preparándose a montar a caballo, se me aparecía dividido en dos compartimientos.
Dans l′un, sous un dais architectural, je contemplais une fresque à laquelle était partiellement superposé un rideau de soleil matinal, poudreux, oblique et progressif; dans l′autre (car ne pensant pas aux noms comme à un idéal inaccessible mais comme à une ambiance réelle dans laquelle j′irais me plonger, la vie non vécue encore, la vie intacte et pure que j′y enfermais donnait aux plaisirs les plus matériels, aux scènes les plus simples, cet attrait qu′ils ont dans les œuvres des primitifs), je traversais rapidement,—pour trouver plus vite le déjeuner qui m′attendait avec des fruits et du vin de Chianti—le Ponte-Vecchio encombré de jonquilles, de narcisses et d′anémones. Voilà (bien que je fusse à Paris) ce que je voyais et non ce qui était autour de moi. Même à un simple point de vue réaliste, les pays que nous désirons tiennent à chaque moment beaucoup plus de place dans notre vie véritable, que le pays où nous nous trouvons effectivement. Sans doute si alors j′avais fait moi-même plus attention à ce qu′il y avait dans ma pensée quand je prononçais les mots «aller à Florence, à Parme, à Pise, à Venise», je me serais rendu compte que ce que je voyais n′était nullement une ville, mais quelque chose d′aussi différent de tout ce que je connaissais, d′aussi délicieux, que pourrait être pour une humanité dont la vie se serait toujours écoulée dans des fins d′après-midi d′hiver, cette merveille inconnue: une matinée de printemps. Ces images irréelles, fixes, toujours pareilles, remplissant mes nuits et mes jours, différencièrent cette époque de ma vie de celles qui l′avaient précédée (et qui auraient pu se confondre avec elle aux yeux d′un observateur qui ne voit les choses que du dehors, c′est-à-dire qui ne voit rien), comme dans un opéra un motif mélodique introduit une nouveauté qu′on ne pourrait pas soupçonner si on ne faisait que lire le livret, moins encore si on restait en dehors du théâtre à compter seulement les quarts d′heure qui s′écoulent.
En uno, bajo un arquitectónico dosel, contemplábase un fresco; y una cortina de sol matinal, polvoriento, oblicuo y progresivo, parcialmente superpuesta a la pintura; en el otro (porque como para mí los nombres no eran un ideal inaccesible, sino un ambiente real donde yo iba a hundirme, la vida intacta y pura que en ellos me figuraba daba a los placeres más materiales y a las más sencillas escenas la seducción que tienen en los cuadros primitivos), iba yo atravesando rápidamente «en busca, del almuerzo que me esperaba, con frutas y vino de Chianti. el Ponte-Vecchio, todo lleno de junquillos, de narcisos y de anémonas. Y, aun estando en París, eso es lo que yo veía, y no las cosas que tenía a mi alrededor. Hasta si se mira desde un simple punto de vista realista, ocupan más espacio en nuestra vida las tierras que a cada momento deseamos, que aquella en que realmente vivimos. Evidentemente, si yo me hubiera fijado más en lo que había en mi pensamiento cuando yo pronunciaba las palabras «ir a Florencia, a Parma, a Pisa, a Venecia., me habría dado cuenta de que lo que yo veía no era una ciudad, sino algo tan diferente de todo lo que yo conocía, tan delicioso como podría ser para una humanidad, cuya, vida se desarrollara siempre en anocheceres de invierno, la desconocida maravilla de una mañana de primavera. Esas imágenes irreales, fijas, las mismas siempre, que llenaban mis días y mis noches, diferenciaron aquel período de mi vida de los que lo precedieron (y que habría podido ser confundido con ellos por un observador que no viera las cosas más que desde fuera, esto es, que no viera nada), lo mismo que en una ópera introduce una novedad un motivo melódico, que no se podría sospechar si nos limitáramos a leer el libreto, y menos aún si nos estuviéramos fuera del teatro contando los cuartos de hora que transcurren.
Et encore, même à ce point de vue de simple quantité, dans notre vie les jours ne sont pas égaux. Pour parcourir les jours, les natures un peu nerveuses, comme était la mienne, disposent, comme les voitures automobiles, de «vitesses» différentes. Il y a des jours montueux et malaisés qu′on met un temps infini à gravir et des jours en pente qui se laissent descendre à fond de train en chantant. Pendant ce mois—où je ressassai comme une mélodie, sans pouvoir m′en rassasier, ces images de Florence, de Venise et de Pise desquelles le désir qu′elles excitaient en moi gardait quelque chose d′aussi profondément individuel que si ç′avait été un amour, un amour pour une personne—je ne cessai pas de croire qu′elles correspondaient à une réalité indépendante de moi, et elles me firent connaître une aussi belle espérance que pouvait en nourrir un chrétien des premiers âges à la veille d′entrer dans le paradis. Aussi sans que je me souciasse de la contradiction qu′il y avait à vouloir regarder et toucher avec les organes des sens, ce qui avait été élaboré par la rêverie et non perçu par eux—et d′autant plus tentant pour eux, plus différent de ce qu′ils connaissaient—c′est ce qui me rappelait la réalité de ces images, qui enflammait le plus mon désir, parce que c′était comme une promesse qu′il serait contenté. Et, bien que mon exaltation eût pour motif un désir de jouissances artistiques, les guides l′entretenaient encore plus que les livres d′esthétiques et, plus que les guides, l′indicateur des chemins de fer. Ce qui m′émouvait c′était de penser que cette Florence que je voyais proche mais inaccessible dans mon imagination, si le trajet qui la séparait de moi, en moi-même, n′était pas viable, je pourrais l′atteindre par un biais, par un détour, en prenant la «voie de terre». Certes, quand je me répétais, donnant ainsi tant de valeur à ce que j′allais voir, que Venise était «l′école de Giorgione, la demeure du Titien, le plus complet musée de l′architecture domestique au moyen âge», je me sentais heureux.
Y ni siquiera desde el punto de vista de la simple cantidad son iguales los días de nuestra vida. Las naturalezas un poco nerviosas, como era la mía, tienen a su disposición, para recorrer los días, velocidades. diferentes como los automóviles. Hay días montuosos, difíciles, y tardamos mucho en trepar por ellos; y hay otros cuesta abajo, por donde podemos bajar a toda marcha, cantando. Durante aquellos meses «en que yo volvía, como sobre una melodía, sin hartarme sobre aquellas imágenes de Florencia, de Venecia y de Pisa, que despertaban en mí un deseo tan hondamente individual, como si hubiera sido un amor, amor a una persona. yo no dejé de creer, por un momento, que dichas imágenes correspondieran a una realidad independiente de mí, y me hicieron sentir esperanzas tan hermosas como la que pudo tener un cristiano de los tiempos primitivos en vísperas de entrar en el paraíso. Así, sin preocuparme de la contradicción que había en el hecho de querer mirar y tocar can los órganos de los sentidos, lo que fue obra de las ilusiones, lo que los sentidos no percibieron «y por eso era más tentador para ellos, más diferente de lo que conocían., todo lo que me recordaba la realidad de esas imágenes inflamaba mi deseo, porque era como una promesa de que sería satisfecho. Y aunque mi exaltación tenía como motivo básico el deseo de gozar placeres artísticos, mejor aún que con los libros de estética, se alimentaba con las guías y todavía más con los itinerarios de ferrocarriles. Me emocionaba pensar que aquella Florencia, que yo veía tan cerca, pero tan inaccesible en mi imaginación, distaba de mí, dentro de mí mismo, un espacio que no se podía recorrer, pero que, en cambio, podría llegar a ella dando una vuelta, por un rodeo, es decir, tomando la vía de tierra.. Claro que cuando yo me repetía, dando así gran valor a lo que iba a ver, que Venecia era «la escuela de Giorgione, la casa del Ticiano, el museo más completo de arquitectura doméstica en la Edad Media., me sentía feliz.
Je l′étais pourtant davantage quand, sorti pour une course, marchant vite à cause du temps qui, après quelques jours de printemps précoce était redevenu un temps d′hiver (comme celui que nous trouvions d′habitude à Combray, la Semaine Sainte),—voyant sur les boulevards les marronniers qui, plongés dans un air glacial et liquide comme de l′eau, n′en commençaient pas moins, invités exacts, déjà en tenue, et qui ne se sont pas laissé décourager, à arrondir et à ciseler en leurs blocs congelés, l′irrésistible verdure dont la puissance abortive du froid contrariait mais ne parvenait pas à réfréner la progressive poussée—, je pensais que déjà le Ponte-Vecchio était jonché à foison de jacinthes et d′anémones et que le soleil du printemps teignait déjà les flots du Grand Canal d′un si sombre azur et de si nobles émeraudes qu′en venant se briser aux pieds des peintures du Titien, ils pouvaient rivaliser de riche coloris avec elles. Je ne pus plus contenir ma joie quand mon père, tout en consultant le baromètre et en déplorant le froid, commença à chercher quels seraient les meilleurs trains, et quand je compris qu′en pénétrant après le déjeuner dans le laboratoire charbonneux, dans la chambre magique qui se chargeait d′opérer la transmutation tout autour d′elle, on pouvait s′éveiller le lendemain dans la cité de marbre et d′or «rehaussée de jaspe et pavée d′émeraudes». Ainsi elle et la Cité des lys n′étaient pas seulement des tableaux fictifs qu′on mettait à volonté devant son imagination, mais existaient à une certaine distance de Paris qu′il fallait absolument franchir si l′on voulait les voir, à une certaine place déterminée de la terre, et à aucune autre, en un mot étaient bien réelles. Elles le devinrent encore plus pour moi, quand mon père en disant: «En somme, vous pourriez rester à Venise du 20 avril au 29 et arriver à Florence dès le matin de Pâques», les fit sortir toutes deux non plus seulement de l′Espace abstrait, mais de ce Temps imaginaire où nous situons non pas un seul voyage à la fois, mais d′autres, simultanés et sans trop d′émotion puisqu′ils ne sont que possibles,—ce Temps qui se refabrique si bien qu′on peut encore le passer dans une ville après qu′on l′a passé dans une autre—et leur consacra de ces jours particuliers qui sont le certificat d′authenticité des objets auxquels on les emploie, car ces jours uniques, ils se consument par l′usage, ils ne reviennent pas, on ne peut plus les vivre ici quand on les a vécus là; je sentis que c′était vers la semaine qui commençait le lundi où la blanchisseuse devait rapporter le gilet blanc que j′avais couvert d′encre, que se dirigeaient pour s′y absorber au sortir du temps idéal où elles n′existaient pas encore, les deux Cités Reines dont j′allais avoir, par la plus émouvante des géométries, à inscrire les dômes et les tours dans le plan de ma propre vie. Mais je n′étais encore qu′en chemin vers le dernier degré de l′allégresse; je l′atteignis enfin (ayant seulement alors la révélation que sur les rues clapotantes, rougies du reflet des fresques de Giorgione, ce n′était pas, comme j′avais, malgré tant d′avertissements, continué à l′imaginer, les hommes «majestueux et terribles comme la mer, portant leur armure aux reflets de bronze sous les plis de leur manteau sanglant» qui se promèneraient dans Venise la semaine prochaine, la veille de Pâques, mais que ce pourrait être moi le personnage minuscule que, dans une grande photographie de Saint-Marc qu′on m′avait prêtée, l′illustrateur avait représenté, en chapeau melon, devant les proches), quand j′entendis mon père me dire:
Pero lo era aún más cuando, al salir a un recado, yendo de prisa, porque el tiempo, tras unos días de primavera, era otra vez invernal (como el que nos encontrábamos muchas veces en Combray para Semana Santa), veía los castaños de los bulevares que, aunque hundidos en un aire glacial y líquido como agua, invitados puntuales, vestidos ya, y que no se desaniman por el tiempo, empezaban a redondear y cincelar en sus congelados bloques el irresistible verdor que el frío lograría contrariar con su poder abortivo, pero sin llegar nunca a detener su progresivo empuje, y pensaba que el Ponte Vecchio estaría ya rebosante de jacintos y anémonas, y que el sol primaveral teñiría las ondas del Gran Canal con azul tan sombrío y esmeraldas tan nobles, que, al ir a estrellarse a los pies de los cuadros del Ticiano, rivalizarían con ellos en riqueza de colorido. Y no pude contener mi alegría al ver que mi padre, aunque consultaba el barómetro y se quejaba del frío, empezó a pensar cuál sería el mejor tren; cuando comprendí que, penetrando, después de almorzar, en el laboratorio negruzco de carbón, en la cámara mágica encargada de operar la transmutación a su alrededor, podría despertarme al otro día en la ciudad de oro y mármol, adornada con jaspes, empedrada de esmeraldas.. De modo que ella, Venecia, y la ciudad de las azucenas, no eran únicamente ficticios cuadros que se colocaran a nuestro antojo delante de la imaginación, sino que existían a una determinada distancia de París, que no había otro remedio que salvar si se las quería ver, en un determinado lugar de la tierra, y no en ningún otro; en una palabra, que eran perfectamente reales. Y todavía lo fueron más para mí cuando papá, diciéndome: «Así que podéis estar en Venecia del 20 al 29 de abril y llegar a Florencia el día de Resurrección., las sacó a las dos, no ya sólo del Espacio abstracto, sino de ese Tiempo imaginario, donde situamos algo más que un viaje único, muchos viajes simultáneos, y sin gran emoción, porque sabemos que son posibles «de ese Tiempo que se rehace tan bien que podemos pasarlo en una ciudad cuando ya lo hemos pasado en otra., y consagró a ambas ciudades días particulares que son el certificado de autenticidad de los objetos en que se emplean, porque esos días únicos se consumen con el uso, no retornan y no se los puede vivir aquí, cuando ya se los vivió allá; y sentí dos Ciudades Reinas, cuyas torres y domos me sería dable inscribir, gracias a una prodigiosa geometría en el plano de mi propia vida, salían del tiempo ideal donde no existían, dirigiéndose para ser absorbidas por él a un tiempo determinado, a la semana que empezaba con el lunes en que quedó la planchadora en traerme el chaleco blanco, que me había manchado de tinta. Pero ése no era más que el primer paso hacia el último grado de la alegría; que, por fin, llegó cuando oí decir a mi padre:
«Il doit faire encore froid sur le Grand Canal, tu ferais bien de mettre à tout hasard dans ta malle ton pardessus d′hiver et ton gros veston.» A ces mots je m′élevai à une sorte d′extase; ce que j′avais cru jusque-là impossible, je me sentis vraiment pénétrer entre ces «rochers d′améthyste pareils à un récif de la mer des Indes»; par une gymnastique suprême et au-dessus de mes forces, me dévêtant comme d′une carapace sans objet de l′air de ma chambre qui m′entourait, je le remplaçai par des parties égales d′air vénitien, cette atmosphère marine, indicible et particulière comme celle des rêves que mon imagination avait enfermée dans le nom de Venise, je sentis s′opérer en moi une miraculeuse désincarnation; elle se doubla aussitôt de la vague envie de vomir qu′on éprouve quand on vient de prendre un gros mal de gorge, et on dut me mettre au lit avec une fièvre si tenace, que le docteur déclara qu′il fallait renoncer non seulement à me laisser partir maintenant à Florence et à Venise mais, même quand je serais entièrement rétabli, m′éviter d′ici au moins un an, tout projet de voyage et toute cause d′agitation.
-.Puede que haga frío aún en el Gran Canal; por si acaso, debes meter en el baúl tu abrigo de invierno y tu americana gruesa.; porque entonces tuve la súbita revelación de que en la semana próxima, la víspera de Resurrección, por las calles de Venecia, donde chapoteaba el agua, enrojecida con el reflejo de los frescos de Giorgione, ya no andarían, como me imaginé por tanto tiempo, y a pesar de repetidas advertencias, hombres «majestuosos y terribles como el mar, cubiertas las armaduras de broncíneos reflejos con sangrientos mantos., sino que acaso fuera yo ese personaje minúsculo que, en una gran fotografía de San Marcos, que me prestaron, puso el ilustrador delante del pórtico, con su sombrero hongo. Esas palabras de mi padre me exaltaron a una especie de arrobamiento, sentí que iba a entrar entre aquellas «rocas de amatista, como un arrecife del mar de las Indias., cosa que hasta entonces me parecía imposible; y con esfuerzo supremo y muy superior a mis fuerzas, me despojé, como de un caparazón sin objeto, del aire que en mi cuarto me rodeaba, substituyéndolo por partes iguales de aire veneciano, de esa atmósfera marina indecible y particular como la de los sueños que yo encerraba en el nombre de Venecia, y sintiendo que en mí se operaba una milagrosa desencarnación; a la cual vino a unirse en seguida ese vago deseo de arrojar que se siente cuando hemos cogido un fuerte catarro de garganta; y me tuve que meter en la cama, con una fiebre tan persistente, que el médico dijo que no sólo había que renunciar al viaje a Florencia y a Venecia, sino que era menester evitarme, cuando estuviera restablecido, todo motivo de agitación, y abstenerse de cualquier proyecto de viaje, por lo menos durante un año.
Et hélas, il défendit aussi d′une façon absolue qu′on me laissât aller au théâtre entendre la Berma; l′artiste sublime, à laquelle Bergotte trouvait du génie, m′aurait en me faisant connaître quelque chose qui était peut-être aussi important et aussi beau, consolé de n′avoir pas été à Florence et à Venise, de n′aller pas à Balbec. On devait se contenter de m′envoyer chaque jour aux Champs-Élysées, sous la surveillance d′une personne qui m′empêcherait de me fatiguer et qui fut Françoise, entrée à notre service après la mort de ma tante Léonie. Aller aux Champs-Élysées me fut insupportable. Si seulement Bergotte les eût décrits dans un de ses livres, sans doute j′aurais désiré de les connaître, comme toutes les choses dont on avait commencé par mettre le «double» dans mon imagination. Elle les réchauffait, les faisait vivre, leur donnait une personnalité, et je voulais les retrouver dans la réalité; mais dans ce jardin public rien ne se rattachait à mes rêves.
Y, por desgracia, prohibió igualmente, de modo terminante, que me dejaran ir al teatro a oír a la Berma; aquella artista sublime, que Bergote consideraba genial, quizá me habría consolado de no haber ido a Florencia y a Venecia, y de no ir a Balbec, dándome emociones, acaso tan bellas e importantes como las del viaje. Era menester limitarse a mandarme todos los días a los Campos Elíseos, bajo la guarda de alguien que no me dejara cansarme: para este oficio se designó a Francisca, que había entrado a servir en casa después de muerta mi tía Leoncia. Ir a los Campos Elíseos me era muy cargante. Si, por lo menos, Bergotte los hubiera descrito en alguno de sus libros, me habrían entrado deseos de conocerlos, como me pasaba con todas las cosas cuyo duplicado empezaron por meterme en la imaginación. Dábales ésta aliento y calor de la vida, les prestaba personalidad y yo deseaba ya verla, en la realidad; pero en aquel jardín público mis sueños no tenían adónde acogerse.
Un jour, comme je m′ennuyais à notre place familière, à côté des chevaux de bois, Françoise m′avait emmené en excursion—au delà de la frontière que gardent à intervalles égaux les petits bastions des marchandes de sucre d′orge—, dans ces régions voisines mais étrangères où les visages sont inconnus, où passe la voiture aux chèvres; puis elle était revenue prendre ses affaires sur sa chaise adossée à un massif de lauriers; en l′attendant je foulais la grande pelouse chétive et rase, jaunie par le soleil, au bout de laquelle le bassin est dominé par une statue quand, de l′allée, s′adressant à une fillette à cheveux roux qui jouait au volant devant la vasque, une autre, en train de mettre son manteau et de serrer sa raquette, lui cria, d′une voix brève: «Adieu, Gilberte, je rentre, n′oublie pas que nous venons ce soir chez toi après dîner.» Ce nom de Gilberte passa près de moi, évoquant d′autant plus l′existence de celle qu′il désignait qu′il ne la nommait pas seulement comme un absent dont on parle, mais l′interpellait; il passa ainsi près de moi, en action pour ainsi dire, avec une puissance qu′accroissait la courbe de son jet et l′approche de son but;—transportant à son bord, je le sentais, la connaissance, les notions qu′avait de celle à qui il était adressé, non pas moi, mais l′amie qui l′appelait, tout ce que, tandis qu′elle le prononçait, elle revoyait ou du moins, possédait en sa mémoire, de leur intimité quotidienne, des visites qu′elles se faisaient l′une chez l′autre, de tout cet inconnu encore plus inaccessible et plus douloureux pour moi d′être au contraire si familier et si maniable pour cette fille heureuse qui m′en frôlait sans que j′y puisse pénétrer et le jetait en plein air dans un cri;—laissant déjà flotter dans l′air l′émanation délicieuse qu′il avait fait se dégager, en les touchant avec précision, de quelques points invisibles de la vie de Mlle Swann, du soir qui allait venir, tel qu′il serait, après dîner, chez elle,—formant, passager céleste au milieu des enfants et des bonnes, un petit nuage d′une couleur précieuse, pareil à celui qui, bombé au-dessus d′un beau jardin du Poussin, reflète minutieusement comme un nuage d′opéra, plein de chevaux et de chars, quelque apparition de la vie des dieux;—jetant enfin, sur cette herbe pelée, à l′endroit où elle était un morceau à la fois de pelouse flétrie et un moment de l′après-midi de la blonde joueuse de volant (qui ne s′arrêta de le lancer et de le rattraper que quand une institutrice à plumet bleu l′eut appelée), une petite bande merveilleuse et couleur d′héliotrope impalpable comme un reflet et superposée comme un tapis sur lequel je ne pus me lasser de promener mes pas attardés, nostalgiques et profanateurs, tandis que Françoise me criait: «Allons, aboutonnez voir votre paletot et filons» et que je remarquais pour la première fois avec irritation qu′elle avait un langage vulgaire, et hélas, pas de plumet bleu à son chapeau.
Un día, como estaba muy aburrido, en nuestro sitio de siempre, junto al tiovivo, Francisca me llevó a una excursión al otro lado de la frontera «que defendían separados por espacios iguales los bastiones de los vendedores de barritas de azúcar., a aquellas regiones vecinas, pero extranjeras, donde se ven cara desconocidas y por donde pasa el coche de las cabritas; luego volvió a recoger los bártulos, que había dejado en su silla junto a un macizo de laureles; estaba esperándola paseando por la pradera de raquítico y corto césped, amarillenta por el sol, y que tenía, al final, un estanque dominado por una estatua, cuando salió del paseo, dirigiéndose a una muchachita de pelo rojizo que estaba jugando al volante enfrente del estanque, otra que se iba poniendo el abrigo y guardando su raqueta, y que le gritó con voz breve: «Adiós, Gilberta, me voy: no se te olvide que esta noche, después de cenar, vamos a tu casa.. Aquel nombre de Gilberta pasó junto a mí, y evocó con gran fuerza la existencia de la persona que designaba, porque no se limitó a nombrarla como a una ausente de la que se está hablando, sino que se dirigía a ella misma; pasó junto a mí, por decirlo así, en acción, con fuerza realzada por la trayectoria de la voz en el aire y por lo próximo de su objetivo «llevando a bordo la amistad y las nociones que tenía de la persona a quien la voz se encaminaba, no yo, sino la amiga que la llamaba, todo lo que al gritar veía o, al menos, poseía en su memoria la muchacha, de su diaria intimidad, de sus mutuas visitas, de la vida, desconocida, aun más inaccesible y dolorosa para mí, por ser tan familiar y manejable para aquella feliz criatura, que me rozaba con todas esas cosas sin que yo pudiera penetrar en ellas, lanzándolas en un grito a pleno aire., dejando ya flotar en el aire la deliciosa emanación que desprendió la voz al tocarlos con suma precisión, de unos cuantos puntos invisibles de la vida de la señorita de Swann, de cómo sería la noche esa en su casa después de cenar «formando, celeste pasajera por un mundo de niños y criadas, una nubecilla de precioso color, como esa que está, toda bombeada, flotando sobre un hermoso jardín de Poussin, y que refleja minuciosamente, como nube de ópera, llena de carros y caballos, una apariencia de la vida de los dioses.; y, en fin, echando sobre aquella pelada hierba, en el sitio donde ella estaba (un trozo de césped marchito y un momento de la tarde de la rubia jugadora de volante, que no dejó de lanzarlo y recogerlo hasta que la llamó una institutriz con unas plumas verdes en el sombrero), una franjita maravillosa, de color de heliotropo, impalpable como un reflejo, y superpuesta como una alfombra, que yo no me cansé de pisar en paseos lentos, nostálgicos y profanadores, mientras que Francisca no me gritó: «Vamos, échese los botones de su abrigo, que nos largamos., cuando advertí yo, por primera vez y con enojo, que Francisca hablaba muy vulgarmente y no llevaba sombrero con plumas.
Retournerait-elle seulement aux Champs-Élysées? Le lendemain elle n′y était pas; mais je l′y vis les jours suivants; je tournais tout le temps autour de l′endroit où elle jouait avec ses amies, si bien qu′une fois où elles ne se trouvèrent pas en nombre pour leur partie de barres, elle me fit demander si je voulais compléter leur camp, et je jouai désormais avec elle chaque fois qu′elle était là. Mais ce n′était pas tous les jours; il y en avait où elle était empêchée de venir par ses cours, le catéchisme, un goûter, toute cette vie séparée de la mienne que par deux fois, condensée dans le nom de Gilberte, j′avais senti passer si douloureusement près de moi, dans le raidillon de Combray et sur la pelouse des Champs-Élysées. Ces jours-là, elle annonçait d′avance qu′on ne la verrait pas; si c′était à cause de ses études, elle disait: «C′est rasant, je ne pourrai pas venir demain; vous allez tous vous amuser sans moi», d′un air chagrin qui me consolait un peu; mais en revanche quand elle était invitée à une matinée, et que, ne le sachant pas je lui demandais si elle viendrait jouer, elle me répondait: «J′espère bien que non! J′espère bien que maman me laissera aller chez mon amie.» Du moins ces jours-là, je savais que je ne la verrais pas, tandis que d′autres fois, c′était à l′improviste que sa mère l′emmenait faire des courses avec elle, et le lendemain elle disait: «Ah! oui, je suis sortie avec maman», comme une chose naturelle, et qui n′eût pas été pour quelqu′un le plus grand malheur possible. Il y avait aussi les jours de mauvais temps où son institutrice, qui pour elle-même craignait la pluie, ne voulait pas l′emmener aux Champs-Élysées.
¿Volvería Gilberta a los Campos Elíseos? Al otro día no estaba, pero la vi los días siguientes; me pasaba el tiempo dando vueltas alrededor del sitio donde estaba ella jugando con sus amigas, así que, una vez que no eran bastantes para jugar a justicias y ladrones, me mandó preguntar si quería completar su bando, y desde entonces jugué con ella siempre que iba. Cosa que no ocurría todos los días; porque muchas se lo impedían sus clases, el catecismo, una merienda, toda esa vida separada de la mía, que ya había sentido pasar tan dolorosamente cerca de mí condensada con el nombre de Gilberta, por dos veces: en el atajo de Combray y en la pradera artificial de los Campos Elíseos. Esos días anunciaba ella de antemano que no iría; si era por sus estudios, decía: -¡Qué lata, mañana no puedo venir, vais a jugar y yo no estaré aquí!., con aire de pena que me consolaba un poco; pero, en cambio, cuando estaba invitada a alguna casa, y yo sin saberlo le preguntaba si vendría a jugar al día siguiente, me contestaba: «Confío en que no. Creo que mamá me dejará ir a casa de mi amiga.. Por lo menos esos días ya sabía que no iba a verla, mientras que otras veces su madre se la llevaba de improviso a hacer compras, y al otro día decía Gilberta: «¡Ah!, sí; salí con mamá., como si eso fuera una cosa tan natural y no la mayor desgracia posible para cierta persona. También había que contar los días de mal tiempo, cuando su institutriz, que tenía miedo al agua, no la llevaba a los Campos Elíseos.
Aussi si le ciel était douteux, dès le matin je ne cessais de l′interroger et je tenais compte de tous les présages. Si je voyais la dame d′en face qui, près de la fenêtre, mettait son chapeau, je me disais: «Cette dame va sortir; donc il fait un temps où l′on peut sortir: pourquoi Gilberte ne ferait-elle pas comme cette dame?» Mais le temps s′assombrissait, ma mère disait qu′il pouvait se lever encore, qu′il suffirait pour cela d′un rayon de soleil, mais que plus probablement il pleuvrait; et s′il pleuvait à quoi bon aller aux Champs-Élysées? Aussi depuis le déjeuner mes regards anxieux ne quittaient plus le ciel incertain et nuageux. Il restait sombre.
Así que, cuando el cielo estaba dudoso, yo, desde la mañana, no dejaba de mirar arriba y me fijaba en todos los presagios. Si veía a la señora de enfrente junto a la ventana poniéndose el sombrero, me decía yo: «Esa señora va a salir, de modo que hace tiempo de salir; ¿por qué no va a hacer Gilberta lo que esta señora? Pero cada vez se ponía más nublado, y mi madre decía que, aunque todavía podía arreglarse el tiempo, si salía un poco el sol, lo más probable era que lloviese; y si llovía, ¿para qué ir a los Campos Elíseos? En cuanto acabábamos de almorzar, yo no separaba mis ansiosas miradas del cielo, anubarrado e incierto. Seguía nublado.
Devant la fenêtre, le balcon était gris. Tout d′un coup, sur sa pierre maussade je ne voyais pas une couleur moins terne, mais je sentais comme un effort vers une couleur moins terne, la pulsation d′un rayon hésitant qui voudrait libérer sa lumière. Un instant après, le balcon était pâle et réfléchissant comme une eau matinale, et mille reflets de la ferronnerie de son treillage étaient venus s′y poser. Un souffle de vent les dispersait, la pierre s′était de nouveau assombrie, mais, comme apprivoisés, ils revenaient; elle recommençait imperceptiblement à blanchir et par un de ces crescendos continus comme ceux qui, en musique, à la fin d′une Ouverture, mènent une seule note jusqu′au fortissimo suprême en la faisant passer rapidement par tous les degrés intermédiaires, je la voyais atteindre à cet or inaltérable et fixe des beaux jours, sur lequel l′ombre découpée de l′appui ouvragé de la balustrade se détachait en noir comme une végétation capricieuse, avec une ténuité dans la délinéation des moindres détails qui semblait trahir une conscience appliquée, une satisfaction d′artiste, et avec un tel relief, un tel velours dans le repos de ses masses sombres et heureuses qu′en vérité ces reflets larges et feuillus qui reposaient sur ce lac de soleil semblaient savoir qu′ils étaient des gages de calme et de bonheur.
Por detrás de los cristales veíase un balcón gris. Y de pronto, en su tristón piso de piedra, observaba yo no un color menos frío, sino un esfuerzo por lograr un color menos frío, la pulsación de un rayo de sol, vacilante, que quería dar libertad a su luz. Un instante después la piedra palidecía, espejeando como un agua matinal, y mil reflejos de los hierros de la baranda venían a posarse en el suelo. Dispersábalos un soplo de viento y se ennegrecía otra vez la piedra; pero, como si estuvieran domesticados, retornaban los reflejos; la superficie pétrea empezaba otra vez a blanquearse imperceptiblemente, y con uno de esos crescendos continuos de la música que al final de una obertura conducen una nota hasta el fortísimo supremo, haciéndola pasar rápidamente por todos los grados intermedios, veía yo cómo la piedra llegaba al oro inalterable, fijo, de los días buenos, oro en el que se destacaba la recordada sombra del adorno historiado de la balaustrada, en negro como una vegetación caprichosa, con tal tenuidad en la delineación de los menores detalles, que delataba la satisfacción de un artista que ha trabajado a conciencia, y con tal relieve y tal densidad en sus masas sombrías, tranquilas y descansadas, que en realidad aquellos reflejos, largos y floridos, que reposaban en el lago de sol, parecía como si tuvieran conciencia de que eran garantía de calma y de felicidad.
Lierre instantané, flore pariétaire et fugitive! la plus incolore, la plus triste, au gré de beaucoup, de celles qui peuvent ramper sur le mur ou décorer la croisée; pour moi, de toutes la plus chère depuis le jour où elle était apparue sur notre balcon, comme l′ombre même de la présence de Gilberte qui était peut-être déjà aux Champs-Élysées, et dès que j′y arriverais, me dirait: «Commençons tout de suite à jouer aux barres, vous êtes dans mon camp»; fragile, emportée par un souffle, mais aussi en rapport non pas avec la saison, mais avec l′heure; promesse du bonheur immédiat que la journée refuse ou accomplira, et par là du bonheur immédiat par excellence, le bonheur de l′amour; plus douce, plus chaude sur la pierre que n′est la mousse même; vivace, à qui il suffit d′un rayon pour naître et faire éclore de la joie, même au cœur de l′hiver.
Yedra instantánea, flora parasitaria y fugitiva, la más incolora, la más triste, y con mucho de todas las que pueden trepar por una pared o adornar una ventana; yedra para mí más cara que todas desde que apareció en el balcón como la sombra misma de Gilberta, que quizá estaba ya en los Campos Elíseos, que me diría en cuanto yo llegara: «Vamos a empezar a jugar a justicias y ladrones; usted está en mi bando.; yedra frágil, que un soplo arrancaba, pero que no dependía de la estación del año, sino de la hora; promesa de la felicidad inmediata que el día niega o concede, de la felicidad inmediata por excelencia, de la felicidad del amor; yedra más suave y más cálida allí en la piedra que el fino musgo; yedra viva que con un rayo de sol nace y da alegría hasta en el mismo corazón del invierno.
Et jusque dans ces jours où toute autre végétation a disparu, où le beau cuir vert qui enveloppe le tronc des vieux arbres est caché sous la neige, quand celle-ci cessait de tomber, mais que le temps restait trop couvert pour espérer que Gilberte sortît, alors tout d′un coup, faisant dire à ma mère: «Tiens voilà justement qu′il fait beau, vous pourriez peut-être essayer tout de même d′aller aux Champs-Élysées», sur le manteau de neige qui couvrait le balcon, le soleil apparu entrelaçait des fils d′or et brodait des reflets noirs. Ce jour-là nous ne trouvions personne ou une seule fillette prête à partir qui m′assurait que Gilberte ne viendrait pas. Les chaises désertées par l′assemblée imposante mais frileuse des institutrices étaient vides. Seule, près de la pelouse, était assise une dame d′un certain âge qui venait par tous les temps, toujours hanarchée d′une toilette identique, magnifique et sombre, et pour faire la connaissance de laquelle j′aurais à cette époque sacrifié, si l′échange m′avait été permis, tous les plus grands avantages futurs de ma vie. Car Gilberte allait tous les jours la saluer; elle demandait à Gilberte des nouvelles de «son amour de mère»; et il me semblait que si je l′avais connue, j′avais été pour Gilberte quelqu′un de tout autre, quelqu′un qui connaissait les relations de ses parents. Pendant que ses petits-enfants jouaient plus loin, elle lisait toujours les Débats qu′elle appelait «mes vieux Débats» et, par genre aristocratique, disait en parlant du sergent de ville ou de la loueuse de chaises: «Mon vieil ami le sergent de ville», «la loueuse de chaises et moi qui sommes de vieux amis».
Y aún en aquellos días en que desaparece toda la demás vegetación, cuando el hermoso cuero verde que sirve de funda a los árboles viejos está oculto por la nieve, si dejaba de nevar, el sol solía asomar de pronto, entretejiendo hilos de oro y bordando reflejos negros en el manto de nieve del balcón, y aunque el tiempo seguía muy nublado, y no era de esperar que Gilberta saliese, mi madre me decía: «Ya hace bueno otra vez; podías probar a ir un poco a los Campos Elíseos.. Y aquel día no encontrábamos a nadie, o sólo a una niña que ya iba a marcharse y que me aseguraba que Gilberta no salía. Las sillas, abandonadas por el conclave imponente, pero friolero, de las institutrices, estaban vacías. Sólo había sentada, junto al césped, una dama de cierta edad, que iba al jardín, hiciera el tiempo que hiciera, vestida siempre del mismo modo magnífico y sombrío, habría yo sacrificado por trabar conocimiento con tal dama las mejores cosas de mi vida futura, si el trato hubiera sido posible. Porque Gilberta iba a saludarla todos los días; la señora preguntaba a Gilberta cómo estaba su «encanto de mamá.; y se me figuraba que si yo la hubiera conocido sería ya para Gilberta un ser distinto, un ser que conocía a los amigos de sus padres. Mientras que sus nietos andaban por allí jugando, ella leía los Debates, que llamaba mis Debates, y por dejo aristocrático, al hablar de la cobradora de las sillas o del guarda, decía: «Mi antiguo amigo el guarda o ya somos viejas. amigas la de las sillas y yo.
Françoise avait trop froid pour rester immobile, nous allâmes jusqu′au pont de la Concorde voir la Seine prise, dont chacun et même les enfants s′approchaient sans peur comme d′une immense baleine échouée, sans défense, et qu′on allait dépecer. Nous revenions aux Champs-Élysées; je languissais de douleur entre les chevaux de bois immobiles et la pelouse blanche prise dans le réseau noir des allées dont on avait enlevé la neige et sur laquelle la statue avait à la main un jet de glace ajouté qui semblait l′explication de son geste. La vieille dame elle-même ayant plié ses Débats, demanda l′heure à une bonne d′enfants qui passait et qu′elle remercia en lui disant: «Comme vous êtes aimable!» puis, priant le cantonnier de dire à ses petits enfants de revenir, qu′elle avait froid, ajouta: «Vous serez mille fois bon. Vous savez que je suis confuse!» Tout à coup l′air se déchira: entre le guignol et le cirque, à l′horizon embelli, sur le ciel entr′ouvert, je venais d′apercevoir, comme un signe fabuleux, le plumet bleu de Mademoiselle. Et déjà Gilberte courait à toute vitesse dans ma direction, étincelante et rouge sous un bonnet carré de fourrure, animée par le froid, le retard et le désir du jeu; un peu avant d′arriver à moi, elle se laissa glisser sur la glace et, soit pour mieux garder son équilibre, soit parce qu′elle trouvait cela plus gracieux, ou par affectation du maintien d′une patineuse, c′est les bras grands ouverts qu′elle avançait en souriant, comme si elle avait voulu m′y recevoir. «Brava! Brava! ça c′est très bien, je dirais comme vous que c′est chic, que c′est crâne, si je n′étais pas d′un autre temps, du temps de l′ancien régime, s′écria la vieille dame prenant la parole au nom des Champs-Élysées silencieux pour remercier Gilberte d′être venue sans se laisser intimider par le temps. Vous êtes comme moi, fidèle quand même à nos vieux Champs-Élysées; nous sommes deux intrépides. Si je vous disais que je les aime, même ainsi. Cette neige, vous allez rire de moi, ça me fait penser à de l′hermine!» Et la vieille dame se mit à rire.
Francisca sentía mucho frío para poder estarse quieta, y nos llegábamos hasta el puente de la Concordia a ver el Sena helado; todo el mundo se acercaba al río, fasta los mismos niños, sin ningún miedo, como a una gran ballena encallada y sin defensa que van a descuartizar. Volvíamos a los Campos Elíseos; yo me arrastraba lánguidamente, dolorido, entre el tiovivo y la pradera artificial, toda blanca, cogida en la red de los paseos, que ya habían limpiado de nieve, y con su estatua, que ahora tenía en la mano una varilla de hielo, con la que parecía justificar su actitud. La señora anciana dobló sus Debates, preguntó qué hora era a una niñera que pasaba por allí, y le dio las gracias «por su gran amabilidad., y luego suplicó al barrendero que dijera a sus nietos que volvieran porque la abuelita tenía frío, y añadió: «Se lo agradeceré infinito. Y dispénseme que me atreva a molestarlo.. De pronto, rasgóse el aire y en el hermoseado horizonte, entre el circo y el teatro guiñol, asomó el verde plumero de la institutriz, destacándose sobre el cielo, que empezaba a abrir. Y Gilberta venía a todo correr hacia mí, radiante, encarnada, con su cuadrada gorra de piel, excitada por el frío, por el retraso y por el deseo de jugar. Un poco antes de llegar, dejó que sus pies se deslizaran por el helado suelo, y ya fuera para guardar mejor el equilibrio, ya porque le pareciera gracioso o por afectar la actitud de una patinadora, avanzó hacia mí sonriendo, con los brazos abiertos, corno si quisiera recibirme en ellos. -¡Bravo, bravo!, eso está muy bien; si yo no fuera de otra época, del antiguo régimen, diría eso que dicen ustedes, que es muy chic, muy valiente, el venir sin miedo a la nieve., dijo la señora anciana, tomando la palabra en nombre de los silenciosos Campos Elíseos, para dar las gracias a Gilberta por haber ido sin dejarse atemorizar por el tiempo. -Usted es tan fiel como yo a los Campos Elíseos; somos dos atrevidas. -¿Sabe usted? A mí me gustan así, con nieve y todo. Aunque se ría usted de mí, yo le confieso que esa nieve me parece armiño.. Y la dama se echó a reír.
Le premier de ces jours—auxquels la neige, image des puissances qui pouvaient me priver de voir Gilberte, donnait la tristesse d′un jour de séparation et jusqu′à l′aspect d′un jour de départ parce qu′il changeait la figure et empêchait presque l′usage du lieu habituel de nos seules entrevues maintenant changé, tout enveloppé de housses—, ce jour fit pourtant faire un progrès à mon amour, car il fut comme un premier chagrin qu′elle eût partagé avec moi. Il n′y avait que nous deux de notre bande, et être ainsi le seul qui fût avec elle, c′était non seulement comme un commencement d′intimité, mais aussi de sa part,—comme si elle ne fût venue rien que pour moi par un temps pareil—cela me semblait aussi touchant que si un de ces jours où elle était invitée à une matinée, elle y avait renoncé pour venir me retrouver aux Champs-Élysées; je prenais plus de confiance en la vitalité et en l′avenir de notre amitié qui restait vivace au milieu de l′engourdissement, de la solitude et de la ruine des choses environnantes; et tandis qu′elle me mettait des boules de neige dans le cou, je souriais avec attendrissement à ce qui me semblait à la fois une prédilection qu′elle me marquait en me tolérant comme compagnon de voyage dans ce pays hivernal et nouveau, et une sorte de fidélité qu′elle me gardait au milieu du malheur. Bientôt l′une après l′autre, comme des moineaux hésitants, ses amies arrivèrent toutes noires sur la neige. Nous commençâmes à jouer et comme ce jour si tristement commencé devait finir dans la joie, comme je m′approchais, avant de jouer aux barres, de l′amie à la voix brève que j′avais entendue le premier jour crier le nom de Gilberte, elle me dit: «Non, non, on sait bien que vous aimez mieux être dans le camp de Gilberte, d′ailleurs vous voyez elle vous fait signe.» Elle m′appelait en effet pour que je vinsse sur la pelouse de neige, dans son camp, dont le soleil en lui donnant les reflets roses, l′usure métallique des brocarts anciens, faisait un camp du drap d′or.
El primero de aquellos días «que con la nieve, imagen de las potencias que podían privarme de ver a Gilberta, tomaba la tristeza de un día de separación y casi el aspecto de un día de partida, porque cambiaba la fisonomía y hasta estorbaba el uso de los habituales lugares de nuestras entrevistas, ahora todo transformado, con sus fundas blancas. hizo dar a mi amor un paso adelante porque fue como una primera pena que ella compartió conmigo. De nuestro bando no había nadie más que nosotros dos, y ser el único que estaba con ella era algo más que un principio de intimidad: era como si Gilberta hubiera venido para mí solamente; salir de la casa con ese tiempo me parecía tan digno de gratitud como si una de esas tardes que estaba invitada hubiera renunciado a la invitación para ir a buscarme a los campos Elíseos; cobraba yo mayor confianza en la vitalidad y en el porvenir de nuestra amistad, que seguía viva y despierta en medio de aquel adormecimiento de las cosas que nos rodeaban, y mientras que ella me echaba bolas de nieve por el suelo, sonreía yo cariñosamente a aquel acto suyo de venir, que me parecía a la vez una predilección que me mostraba tolerándome como compañero de viaje por aquel país invernal y nuevo, y una fidelidad que me guardó en los días de infortunio. Una tras otra fueron llegando por la nieve, como tímidos gorriones, todas sus amigas. Empezamos a jugar, y estaba visto que aquel día que empezó tan tristemente tenía que rematar con gozo, porque al acercarme, antes de empezar el juego, a aquella amiga de voz breve que el primer día me hizo oír el nombre de Gilberta, me dijo: -No, no; ya sabemos que le gusta a usted más estar en el bando de Gilberta, y mire usted: ya lo está ella llamando. Y, en efecto, me llamaba para que fuese a jugar a la pradera de nieve a su campo, que el sol convertía, dándole con sus rosados reflejos el metálico desgaste de los brocados antiguos, en un campo de oro.
Ce jour que j′avais tant redouté fut au contraire un des seuls où je ne fus pas trop malheureux.
Y aquel día tan temido fue de los únicos en que no me sentí desdichado.
Car, moi qui ne pensais plus qu′à ne jamais rester un jour sans voir Gilberte (au point qu′une fois ma grand′mère n′étant pas rentrée pour l′heure du dîner, je ne pus m′empêcher de me dire tout de suite que si elle avait été écrasée par une voiture, je ne pourrais pas aller de quelque temps aux Champs-Élysées; on n′aime plus personne dès qu′on aime) pourtant ces moments où j′étais auprès d′elle et que depuis la veille j′avais si impatiemment attendus, pour lesquels j′avais tremblé, auxquels j′aurais sacrifié tout le reste, n′étaient nullement des moments heureux; et je le savais bien car c′était les seuls moments de ma vie sur lesquels je concentrasse une attention méticuleuse, acharnée, et elle ne découvrait pas en eux un atome de plaisir.
Porque, para mí, que no pensaba más que en no pasarme un día sin ver a Gilberta (tanto, que una vez que la abuela no volvió a la hora de almorzar, no pude por menos de pensar que si la había cogido un coche tendría yo que dejar de ir, por un poco tiempo, a los Campos Elíseos; y es que cuando se quiere a una persona, ya no se quiere a nadie), sin embargo, esos momentos que pasaba junto a ella, tan impacientemente esperados desde el día antes, que me habían hecho temblar, por los que lo habría sacrificado todo, no eran, en ningún modo, momentos felices; de lo cual me daba cuenta perfectamente, porque eran los únicos momentos de mi vida a los que yo aplicaba una atención minuciosa y encarnizada, sin descubrir ni un átomo de placer en ellos.
Tout le temps que j′étais loin de Gilberte, j′avais besoin de la voir, parce que cherchant sans cesse à me représenter son image, je finissais par ne plus y réussir, et par ne plus savoir exactement à quoi correspondait mon amour. Puis, elle ne m′avait encore jamais dit qu′elle m′aimait. Bien au contraire, elle avait souvent prétendu qu′elle avait des amis qu′elle me préférait, que j′étais un bon camarade avec qui elle jouait volontiers quoique trop distrait, pas assez au jeu; enfin elle m′avait donné souvent des marques apparentes de froideur qui auraient pu ébranler ma croyance que j′étais pour elle un être différent des autres, si cette croyance avait pris sa source dans un amour que Gilberte aurait eu pour moi, et non pas, comme cela était, dans l′amour que j′avais pour elle, ce qui la rendait autrement résistante, puisque cela la faisait dépendre de la manière même dont j′étais obligé, par une nécessité intérieure, de penser à Gilberte. Mais les sentiments que je ressentais pour elle, moi-même je ne les lui avais pas encore déclarés. Certes, à toutes les pages de mes cahiers, j′écrivais indéfiniment son nom et son adresse, mais à la vue de ces vagues lignes que je traçais sans qu′elle pensât pour cela à moi, qui lui faisaient prendre autour de moi tant de place apparente sans qu′elle fût mêlée davantage à ma vie, je me sentais découragé parce qu′elles ne me parlaient pas de Gilberte qui ne les verrait même pas, mais de mon propre désir qu′elles semblaient me montrer comme quelque chose de purement personnel, d′irréel, de fastidieux et d′impuissant. Le plus pressé était que nous nous vissions Gilberte et moi, et que nous puissions nous faire l′aveu réciproque de notre amour, qui jusque-là n′aurait pour ainsi dire pas commencé. Sans doute les diverses raisons qui me rendaient si impatient de la voir auraient été moins impérieuses pour un homme mûr. Plus tard, il arrive que devenus habiles dans la culture de nos plaisirs, nous nous contentions de celui que nous avons à penser à une femme comme je pensais à Gilberte, sans être inquiets de savoir si cette image correspond à la réalité, et aussi de celui de l′aimer sans avoir besoin d′être certain qu′elle nous aime; ou encore que nous renoncions au plaisir de lui avouer notre inclination pour elle, afin d′entretenir plus vivace l′inclination qu′elle a pour nous, imitant ces jardiniers japonais qui pour obtenir une plus belle fleur, en sacrifient plusieurs autres. Mais à l′époque où j′aimais Gilberte, je croyais encore que l′Amour existait réellement en dehors de nous; que, en permettant tout au plus que nous écartions les obstacles, il offrait ses bonheurs dans un ordre auquel on n′était pas libre de rien changer; il me semblait que si j′avais, de mon chef, substitué à la douceur de l′aveu la simulation de l′indifférence, je ne me serais pas seulement privé d′une des joies dont j′avais le plus rêvé mais que je me serais fabriqué à ma guise un amour factice et sans valeur, sans communication avec le vrai, dont j′aurais renoncé à suivre les chemins mystérieux et préexistants.
El tiempo que pasaba lejos de Gilberta, sentía deseos de verla, porque, a fuerza de intentar continuamente representarme su imagen, acababa por fracasar en mi empeño y por no saber exactamente a qué figura correspondía mi amor. Además, ella no me había dicho nunca aún que me quería. Por el contrario, sostenía muchas veces que tenía amigos mejores, que yo era un buen camarada con quien le gustaba jugar, a pesar de ser un poco distraído y no estar muchas veces en el juego; y varias veces me había dado muestras aparentes de frialdad, que quizá habrían quebrantado mi creencia de que yo era para Gilberta un ser distinto de los demás, caso de haber considerado, como fuente de esta creencia, un posible amor de Gilberta a mí, y cuando, en realidad, yo sabía que no tenía otro fundamento que el amor que yo sentía por Gilberta; con lo cual era mucho más resistente, porque así dependía de aquel modo forzoso, que, por una necesidad interior, tenía yo de pensar en Gilberta. Pero todavía no le había yo declarado lo que sentía por ella. Cierto que no me cansaba de escribir en todas las hojas de mis cuadernos su nombre y sus señas; pero al ver aquellos vagos rasgos que trazaba mi mano, sin que por eso Gilberta se acordara de mí, y que, al parecer, me servían para introducirla en mi existencia, aunque en realidad Gilberta siguiera tan ajena a mi vida como antes, me descorazonaba, porque esos rasgos no me hablaban de Gilberta, que ni siquiera habría de verlos, sino de mi propio deseo, y me lo mostraban como cosa puramente personal, irreal, enojosa e impotente. Lo que corría más prisa era que Gilberta y yo pudiéramos vernos y confesarnos recíprocamente nuestro amor, que hasta entonces no comenzaría, por decirlo así. Indudablemente, los motivos que me inspiraban tanta impaciencia por verla, habrían tenido menor imperio sobre un hombre maduro. Porque ya más entrados en la vida, nos ocurre que tenemos mayor habilidad para cultivar nuestros placeres, y nos contentamos con el placer de pensar en una mujer tal como yo pensaba en Gilberta, sin preocuparnos en averiguar si esa imagen corresponde o no a la realidad, y con el de amarla sin necesidad de estar seguro de que ella nos ama; o renunciamos al placer de confesarle la inclinación que hacia ella sentimos con objeto de mantener más viva la inclinación que ella siente hacia nosotros, a imitación de esos jardineros japoneses que, para obtener una flor más hermosa, sacrifican otras varias. Pero en aquella época en que estaba enamorado de Gilberta creía yo que el amor existe realmente fuera de nosotros, y que sin permitirnos, a lo sumo, otra cosa que apartar unos cuantos obstáculos, ofrecía sus venturas en orden que nosotros no podíamos cambiar en lo más mínimo; y me parecía que de habérseme ocurrido sustituir la dulzura de la confesión por la simulación de la indiferencia, no sólo me habría privado de una de las alegrías que más me ilusionaron, sino que me fabricaría a mi antojo un amor ficticio y sin valor, sin comunicación con la verdad, y cuyos misteriosos y preexistentes senderos no me atraerían.
Mais quand j′arrivais aux Champs-Élysées,—et que d′abord j′allais pouvoir confronter mon amour pour lui faire subir les rectifications nécessaires à sa cause vivante, indépendante de moi—, dès que j′étais en présence de cette Gilberte Swann sur la vue de laquelle j′avais compté pour rafraîchir les images que ma mémoire fatiguée ne retrouvait plus, de cette Gilberte Swann avec qui j′avais joué hier, et que venait de me faire saluer et reconnaître un instinct aveugle comme celui qui dans la marche nous met un pied devant l′autre avant que nous ayons eu le temps de penser, aussitôt tout se passait comme si elle et la fillette qui était l′objet de mes rêves avaient été deux êtres différents. Par exemple si depuis la veille je portais dans ma mémoire deux yeux de feu dans des joues pleines et brillantes, la figure de Gilberte m′offrait maintenant avec insistance quelque chose que précisément je ne m′étais pas rappelé, un certain effilement aigu du nez qui, s′associant instantanément à d′autres traits, prenait l′importance de ces caractères qui en histoire naturelle définissent une espèce, et la transmuait en une fillette du genre de celles à museau pointu. Tandis que je m′apprêtais à profiter de cet instant désiré pour me livrer, sur l′image de Gilberte que j′avais préparée avant de venir et que je ne retrouvais plus dans ma tête, à la mise au point qui me permettrait dans les longues heures où j′étais seul d′être sûr que c′était bien elle que je me rappelais, que c′était bien mon amour pour elle que j′accroissais peu à peu comme un ouvrage qu′on compose, elle me passait une balle; et comme le philosophe idéaliste dont le corps tient compte du monde extérieur à la réalité duquel son intelligence ne croit pas, le même moi qui m′avait fait la saluer avant que je l′eusse identifiée, s′empressait de me faire saisir la balle qu′elle me tendait (comme si elle était une camarade avec qui j′étais venu jouer, et non une âme sœur que j′étais venu rejoindre), me faisait lui tenir par bienséance jusqu′à l′heure où elle s′en allait, mille propos aimables et insignifiants et m′empêchait ainsi, ou de garder le silence pendant lequel j′aurais pu enfin remettre la main sur l′image urgente et égarée, ou de lui dire les paroles qui pouvaient faire faire à notre amour les progrès décisifs sur lesquels j′étais chaque fois obligé de ne plus compter que pour l′après-midi suivante. Il en faisait pourtant quelques-uns. Un jour que nous étions allés avec Gilberte jusqu′à la baraque de notre marchande qui était particulièrement aimable pour nous,—car c′était chez elle que M. Swann faisait acheter son pain d′épices, et par hygiène, il en consommait beaucoup, souffrant d′un eczéma ethnique et de la constipation des Prophètes,—Gilberte me montrait en riant deux petits garçons qui étaient comme le petit coloriste et le petit naturaliste des livres d′enfants. Car l′un ne voulait pas d′un sucre d′orge rouge parce qu′il préférait le violet et l′autre, les larmes aux yeux, refusait une prune que voulait lui acheter sa bonne, parce que, finit-il par dire d′une voix passionnée: «J′aime mieux l′autre prune, parce qu′elle a un ver!» J′achetai deux billes d′un sou. Je regardais avec admiration, lumineuses et captives dans une sébile isolée, les billes d′agate qui me semblaient précieuses parce qu′elles étaient souriantes et blondes comme des jeunes filles et parce qu′elles coûtaient cinquante centimes pièce. Gilberte à qui on donnait beaucoup plus d′argent qu′à moi me demanda laquelle je trouvais la plus belle. Elles avaient la transparence et le fondu de la vie. Je n′aurais voulu lui en faire sacrifier aucune. J′aurais aimé qu′elle pût les acheter, les délivrer toutes. Pourtant je lui en désignai une qui avait la couleur de ses yeux. Gilberte la prit, chercha son rayon doré, la caressa, paya sa rançon, mais aussitôt me remit sa captive en me disant: «Tenez, elle est à vous, je vous la donne, gardez-la comme souvenir.»
Pero al llegar a los Campos Elíseos «y pensando que iba ya a poder confrontar mi amor para imponerle las rectificaciones exigidas por su causa viva e independiente de mí., en cuanto me hallaba delante de esa Gilberta Swann, con cuya viva estampa contaba yo para refrescar las imágenes que mi cansada memoria no podía ya encontrar; de esa Gilberta Swann, con la que jugué la víspera y a la que acababa de conocer y de saludar, gracias a un instinto ciego como el que al andar nos pone un pie delante del otro antes de tener tiempo de pensarlo, en seguida ocurría todo como si ella y la chiquilla objeto de mis sueños fueran dos personas distintas. Por ejemplo, si desde el día antes llevaba yo en la memoria unos ojos fogosos en unas rejillas llenas y brillantes, el rostro de Gilberta ofrecíame ahora insistentemente algo de lo que precisamente no me acordé, un agudo afilarse de la nariz, que iba a asociarse inmediatamente a otros rasgos fisonómicos, y lograba la importancia de esos caracteres que en historia natural definen una especie, cambiándola en una muchacha que podría incluirse en el género de las de hocico puntiagudo. Mientras que me disponía a aprovecharme de ese ansiado momento para entregarme con aquella imagen de Gilberta que antes de llegar tenía ya preparada y que ahora no sabía encontrar en mi cabeza, a las rectificaciones, gracias a las cuales luego, en las largas horas de la soledad, podría estar absolutamente seguro de que la que yo recordaba era exactamente la Gilberta real, y de que mi amor a ella era lo que yo iba agrandando poco a poco como una obra que estamos componiendo. Gilberta me daba una pelota; y lo mismo que el filósofo idealista que con su cuerpo se fija en el mundo exterior sin que su inteligencia crea que existe realmente, el mismo yo que me obligara a saludarla antes de haberla reconocido se apresuraba a hacerme coger la pelota que me tendía ella (como si Gilberta fuera un compañero con quien venía yo a jugar y no un alma hermana con la que venía a unirme), y me hacía hablarle, por educación, de mil cosas amables e insignificantes, impidiéndome, de ese modo, que guardara el silencio que acaso me habría permitido llegar a coger la imagen urgente y extraviada, o que le dijera las palabras que serían paso definitivo para nuestro amor y con las que ya no podía contar hasta la tarde siguiente. Sin embargo, el amor nuestro daba algunos pasos adelante. Un día fuimos con Gilberta hasta el puesto de nuestra vendedora, que estaba siempre muy amable con nosotros «porque a ella le compraba siempre el señor Swann su pan de especias, que consumía, por razón de higiene, en gran cantidad, por padecer de una eczema congénita y el estreñimiento de los profetas., y Gilberta me enseñó, riéndose, dos chiquillos que venían a ser el chico colorista y el chico naturalista de los libros infantiles. Porque uno de ellos no quería una barrita de caramelo encarnada por la razón de que a él le gustaba el color violeta, y el otro, saliéndosele las lágrimas, se negaba a aceptar una ciruela que su niñera quería comprarle, porque, según dijo con mucho empeño, «le gustaba más la otra porque tenía gusano.. Yo compré dos bolitas de a perra chica. Y miraba, todo admirado, las bolitas de color de ágata, luminosas y cautivas en un plato especial, que me parecían valiosísimas, porque eran rubias y sonrientes como chiquillas y porque costaban a dos reales la pieza. Gilberta, que siempre llevaba más dinero que yo, me preguntó cuál me gustaba más. Tenían la transparencia y el matiz de cosas vivas. Mi gusto hubiera sido que no sacrificara a ninguna, que hubiera podido comprarlas y liberarlas a todas. Pero al cabo le indiqué una del mismo color que sus ojos. Gilberta la cogió, buscó su reflejo dorado, la acarició, pagó el precio del rescate, y en seguida me entregó su cautiva, diciéndome: «Tenga usted, para usted, se la doy como recuerdo.
Une autre fois, toujours préoccupé du désir d′entendre la Berma dans une pièce classique, je lui avais demandé si elle ne possédait pas une brochure où Bergotte parlait de Racine, et qui ne se trouvait plus dans le commerce. Elle m′avait prié de lui en rappeler le titre exact, et le soir je lui avais adressé un petit télégramme en écrivant sur l′enveloppe ce nom de Gilberte Swann que j′avais tant de fois tracé sur mes cahiers. Le lendemain elle m′apporta dans un paquet noué de faveurs mauves et scellé de cire blanche, la brochure qu′elle avait fait chercher. «Vous voyez que c′est bien ce que vous m′avez demandé, me dit-elle, tirant de son manchon le télégramme que je lui avais envoyé.» Mais dans l′adresse de ce pneumatique,—qui, hier encore n′était rien, n′était qu′un petit bleu que j′avais écrit, et qui depuis qu′un télégraphiste l′avait remis au concierge de Gilberte et qu′un domestique l′avait porté jusqu′à sa chambre, était devenu cette chose sans prix, un des petits bleus qu′elle avait reçus ce jour-là,—j′eus peine à reconnaître les lignes vaines et solitaires de mon écriture sous les cercles imprimés qu′y avait apposés la poste, sous les inscriptions qu′y avait ajoutées au crayon un des facteurs, signes de réalisation effective, cachets du monde extérieur, violettes ceintures symboliques de la vie, qui pour la première fois venaient épouser, maintenir, relever, réjouir mon rêve.
Otra vez, preocupado siempre con el deseo de oír a la Berma en una obra clásica, le pregunté si no tenía un folleto donde Bergotte hablaba de Racine, y que no estaba a la venta. Me pidió que le recordara el título exacto, y aquella misma noche le mandé una carta telegrama y escribí en un sobre el nombre de Gilberta Swann, que tantas veces había trazado en mis cuadernos. Al día siguiente me trajo en un paquete, atado con cintas de color malva y lacrado con lacre blanco, el folleto que había mandado buscar. «Ya ve usted que es lo que usted me ha pedido, dijo, sacando de su manguito la cartita mía. Pero en la dirección de aquella carta telegrama, que ayer no era nada, no era más que un neumático que escribí yo, y que en cuanto el telegrafista lo entregó al portero de Gilberta y un criado lo llevó a su cuarto se convirtió en ese objeto precioso: una de las cartas telegramas que ella recibió aquel día. me costó trabajo reconocer los renglones vanos y solitarios de mi letra, debajo de los círculos impresos del correo, y de las inscripciones hechas a lápiz por el cartero, signos de realización efectiva, sellos del mundo exterior, simbólicos cinturones morados de la vida, que por vez primera vinieron a maridarse con mis ilusiones, a sostenerlas, a animarlas, a infundirles alegría.
Et il y eut un jour aussi où elle me dit: «Vous savez, vous pouvez m′appeler Gilberte, en tous cas moi, je vous appellerai par votre nom de baptême. C′est trop gênant.» Pourtant elle continua encore un moment à se contenter de me dire «vous» et comme je le lui faisais remarquer, elle sourit, et composant, construisant une phrase comme celles qui dans les grammaires étrangères n′ont d′autre but que de nous faire employer un mot nouveau, elle la termina par mon petit nom. Et me souvenant plus tard de ce que j′avais senti alors, j′y ai démêlé l′impression d′avoir été tenu un instant dans sa bouche, moi-même, nu, sans plus aucune des modalités sociales qui appartenaient aussi, soit à ses autres camarades, soit, quand elle disait mon nom de famille, à mes parents, et dont ses lèvres—en l′effort qu′elle faisait, un peu comme son père, pour articuler les mots qu′elle voulait mettre en valeur—eurent l′air de me dépouiller, de me dévêtir, comme de sa peau un fruit dont on ne peut avaler que la pulpe, tandis que son regard, se mettant au même degré nouveau d′intimité que prenait sa parole, m′atteignait aussi plus directement, non sans témoigner la conscience, le plaisir et jusque la gratitude qu′il en avait, en se faisant accompagner d′un sourire.
Otro día me dijo: «Sabe usted, puede llamarme Gilberta; yo, por lo menos, lo voy a llamar a usted por su nombre de pila, porque es más cómodo.. Sin embargo, siguió aún por un momento tratándome de «usted., y cuando yo le dije que no cumplía su promesa, sonrió y compuso una frase como esas que ponen en las gramáticas extranjeras sin más finalidad que hacernos emplear una palabra nueva, y la remató con mi nombre de pila. Y, acordándome luego de lo que entonces sentí, he discernido en ello una impresión como de haber estado yo mismo por un instante contenido en su boca, desnudo, sin ninguna de las modalidades sociales que pertenecían, no sólo a mí, sino a otros camaradas suyos, y cuando me llamaba por mi apellido a mis padres, modalidades que me quitó y me arrancó con sus labios «en ese esfuerzo que hacía, parecido al de su padre, para articular las palabras. como se pela una fruta de la que sólo hay que comer la pulpa, mientras que su mirada, poniéndose en el mismo nuevo grado de intimidad que tomaba su palabra, llegó hasta mí más directamente, no sin dar testimonio de la conciencia, el placer y hasta la gratitud que sentía haciéndose acompañar por una sonrisa.
Mais au moment même, je ne pouvais apprécier la valeur de ces plaisirs nouveaux. Ils n′étaient pas donnés par la fillette que j′aimais, au moi qui l′aimait, mais par l′autre, par celle avec qui je jouais, à cet autre moi qui ne possédait ni le souvenir de la vraie Gilberte, ni le cœur indisponible qui seul aurait pu savoir le prix d′un bonheur, parce que seul il l′avait désiré. Même après être rentré à la maison je ne les goûtais pas, car, chaque jour, la nécessité qui me faisait espérer que le lendemain j′aurais la contemplation exacte, calme, heureuse de Gilberte, qu′elle m′avouerait enfin son amour, en m′expliquant pour quelles raisons elle avait dû me le cacher jusqu′ici, cette même nécessité me forçait à tenir le passé pour rien, à ne jamais regarder que devant moi, à considérer les petits avantages qu′elle m′avait donnés non pas en eux-mêmes et comme s′ils se suffisaient, mais comme des échelons nouveaux où poser le pied, qui allaient me permettre de faire un pas de plus en avant et d′atteindre enfin le bonheur que je n′avais pas encore rencontré.
Pero no me fue dable apreciar el valor de estos placeres nuevos en el momento mismo. No venían esos placeres de la muchacha que yo quería, para mí que la quería, sino de la otra, de la chiquilla con quien yo jugaba, y eran para ese otro yo que no estaba en posesión del recuerdo de la verdadera Gilberta, y que no tenía aquel corazón que hubiera podido apreciar el valor de la felicidad, por lo mucho que la deseaba. Ni siquiera, ya vuelto a casa, los saboreaba, porque ocurría todos los días que la esperanza fatal y necesaria, de que al otro día podría contemplar tranquilamente, exactamente; felizmente a Gilberta, de que me confesaría su amor explicándome las razones que tuvo para ocultármelo hasta entonces, me obligaba a considerar el pasado como inexistente, o no mirar más que por delante de mí, y a estimar las pequeñas diferencias que me tenía dadas, no en sí mismas y con valor suficiente por sí, sino como escalones nuevos donde ponerle el pie, que me permitirían dar un paso más hacia adelante y alcanzar, por fin, la felicidad, hasta entonces no lograda.
Si elle me donnait parfois de ces marques d′amitié, elle me faisait aussi de la peine en ayant l′air de ne pas avoir de plaisir à me voir, et cela arrivait souvent les jours mêmes sur lesquels j′avais le plus compté pour réaliser mes espérances. J′étais sûr que Gilberte viendrait aux Champs-Élysées et j′éprouvais une allégresse qui me paraissait seulement la vague anticipation d′un grand bonheur quand,—entrant dès le matin au salon pour embrasser maman déjà toute prête, la tour de ses cheveux noirs entièrement construite, et ses belles mains blanches et potelées sentant encore le savon,—j′avais appris, en voyant une colonne de poussière se tenir debout toute seule au-dessus du piano, et en entendant un orgue de Barbarie jouer sous la fenêtre: «En revenant de la revue», que l′hiver recevait jusqu′au soir la visite inopinée et radieuse d′une journée de printemps. Pendant que nous déjeunions, en ouvrant sa croisée, la dame d′en face avait fait décamper en un clin d′œil, d′à côté de ma chaise,—rayant d′un seul bond toute la largeur de notre salle à manger—un rayon qui y avait commencé sa sieste et était déjà revenu la continuer l′instant d′après. Au collège, à la classe d′une heure, le soleil me faisait languir d′impatience et d′ennui en laissant traîner une lueur dorée jusque sur mon pupitre, comme une invitation à la fête où je ne pourrais arriver avant trois heures, jusqu′au moment où Françoise venait me chercher à la sortie, et où nous nous acheminions vers les Champs-Élysées par les rues décorées de lumière, encombrées par la foule, et où les balcons, descellés par le soleil et vaporeux, flottaient devant les maisons comme des nuages d′or. Hélas! aux Champs-Élysées je ne trouvais pas Gilberte, elle n′était pas encore arrivée. Immobile sur la pelouse nourrie par le soleil invisible qui çà et là faisait flamboyer la pointe d′un brin d′herbe, et sur laquelle les pigeons qui s′y étaient posés avaient l′air de sculptures antiques que la pioche du jardinier a ramenées à la surface d′un sol auguste, je restais les yeux fixés sur l′horizon, je m′attendais à tout moment à voir apparaître l′image de Gilberte suivant son institutrice, derrière la statue qui semblait tendre l′enfant qu′elle portait et qui ruisselait de rayons, à la bénédiction du soleil. La vieille lectrice des Débats était assise sur son fauteuil, toujours à la même place, elle interpellait un gardien à qui elle faisait un geste amical de la main en lui criant: «Quel joli temps!» Et la préposée s′étant approchée d′elle pour percevoir le prix du fauteuil, elle faisait mille minauderies en mettant dans l′ouverture de son gant le ticket de dix centimes comme si ç′avait été un bouquet, pour qui elle cherchait, par amabilité pour le donateur, la place la plus flatteuse possible. Quand elle l′avait trouvée, elle faisait exécuter une évolution circulaire à son cou, redressait son boa, et plantait sur la chaisière, en lui montrant le bout de papier jaune qui dépassait sur son poignet, le beau sourire dont une femme, en indiquant son corsage à un jeune homme, lui dit: «Vous reconnaissez vos roses!»
Si bien algunas veces me daba pruebas de amistad, otras me hacía sufrir porque parecía que no le gustaba verme; y eso sucedía muy a menudo, precisamente en aquellos días con que más contaba yo para el logro de mis esperanzas. Cuando «ya al entrar por la mañana en la sala, a besar a mamá, que estaba arreglada, con la torre de sus negros cabellos, perfectamente construida y sus manos finas y torneadas, oliendo aún a jabón. me enteraba, al ver una columna de polvo, que se sostenía ella sola en el aire, por encima del piano, y al oír un organillo que tocaba al pie de la ventana La vuelta de la revista, de que el invierno recibiría por todo el día la visita inopinada y radiante de un tiempo primaveral, tenía la seguridad de que Gilberta iría a los Campos Elíseos y sentía un gozo que parecía mera anticipación de una mayor felicidad. Mientras estábamos almorzando, la señora de enfrente, al abrir su ventana, hacía largarse bruscamente de junto a mi silla «de un salto, que atravesaba nuestro comedor en toda su anchura. al rayo de sol que estaba allí durmiendo la siesta, y que pronto reanudaba su sueño. En el colegio, en la clase de la una, languidecía de impaciencia y de aburrimiento al ver cómo el sol arrastraba hasta mi pupitre un dorado resplandor, invitación a esa fiesta, a la que yo no iba a poder llegar antes de las tres, porque a esa hora venía Francisca a buscarme a la salida y nos encaminábamos hacia los Campos Elíseos por calles decoradas de luminosidad, llenas de gente, donde había casas con balcones vaporosos, abiertos por el sol y que flotaban delante de las casas como nubes de oro. Llegábamos a los Campos Elíseos; Gilberta no estaba; no había ido aún. Me quedaba quieto en la pradera, que cobraba vigor nuevo con un sol invisible que hacía rebrillar de cuando en cuando la punta de una hierbecilla, y en la que estaban posados unos pichones, como esculturas antiguas que el jardinero desenterrara con su azada; me quedaba quieto, con los ojos clavados en el horizonte, en la esperanza de ver aparecer, de un momento a otro, la imagen de Gilberta con su institutriz por detrás de la estatua, que aquel día parecía ofrecer el niño que llevaba en brazos y chorreaba todo luz, a la bendición del sol. La señora que leía los Debates, sentada en un sillón, en el sitio de siempre, saludaba a un guarda con ademán amistoso, y le decía: «Vaya un tiempo más hermoso, ¿eh?.. Y cuando la mujer de las sillas se acercó para cobrarle su asiento, la señora hizo mil tonterías, colocando el billetito de perra gorda en la abertura de su guante, como si fuera un ramillete que deseaba poner, por atención hacia el donante, en el sitio que más le pudiera halagar. Y cuando ya estaba el recibito alojado, la dama imponía a su cuello una evolución circular, se arreglaba bien el boa y lanzaba a la de las sillas, al mismo tiempo que le mostraba el pico de papel amarillo que sumaba en su muñeca, la hermosa sonrisa con que una mujer indica a un joven que mire el ramo que lleva en el pecho, diciéndole: «¿Qué, conoce usted mis rosas?
J′emmenais Françoise au-devant de Gilberte jusqu′à l′Arc-de-Triomphe, nous ne la rencontrions pas, et je revenais vers la pelouse persuadé qu′elle ne viendrait plus, quand, devant les chevaux de bois, la fillette à la voix brève se jetait sur moi: «Vite, vite, il y a déjà un quart d′heure que Gilberte est arrivée. Elle va repartir bientôt. On vous attend pour faire une partie de barres.» Pendant que je montais l′avenue des Champs-Élysées, Gilberte était venue par la rue Boissy-d′Anglas, Mademoiselle ayant profité du beau temps pour faire des courses pour elle; et M. Swann allait venir chercher sa fille. Aussi c′était ma faute; je n′aurais pas dû m′éloigner de la pelouse; car on ne savait jamais sûrement par quel côté Gilberte viendrait, si ce serait plus ou moins tard, et cette attente finissait par me rendre plus émouvants, non seulement les Champs-Élysées entiers et toute la durée de l′après-midi, comme une immense étendue d′espace et de temps sur chacun des points et à chacun des moments de laquelle il était possible qu′apparût l′image de Gilberte, mais encore cette image, elle-même, parce que derrière cette image je sentais se cacher la raison pour laquelle elle m′était décochée en plein cœur, à quatre heures au lieu de deux heures et demie, surmontée d′un chapeau de visite à la place d′un béret de jeu, devant les «Ambassadeurs» et non entre les deux guignols, je devinais quelqu′une de ces occupations où je ne pouvais suivre Gilberte et qui la forçaient à sortir ou à rester à la maison, j′étais en contact avec le mystère de sa vie inconnue.
Yo me llevaba a Francisca hacia el Arco de Triunfo, para salir al encuentro de Gilberta, pero no la encontrábamos, y me volvía hacia la pradera, convencido de que ya no vendría, cuando al llegar a los caballitos, la chiquilla de la voz breve se lanzaba sobre mí: -Vamos, vamos, Gilberta hace ya más de un cuarto de hora que está aquí. Se va a marchar en seguida y le estamos a usted esperando para empezar la partida.. Mientras subía yo por la Avenida de los Campos Elíseos, Gilberta había llegado por la calle de Boissy d´Anglas, porque la institutriz había aprovechado el buen tiempo para hacer unas compras; el señor Swann iba a ir a buscar a su hija. De modo que la culpa era mía; yo hice mal en alejarme de la pradera, porque nunca se sabía por que lado iba a llegar Gilberta, si vendría un poco antes o un poco después; y con esa espera era mucho más grande la emoción de que se revestían no sólo los Campos Elíseos enteros y el espacio de la tarde, como vasta extensión de tiempo, que a cualquier momento podría revelarme, en un punto cualquiera de ella, la aparición de la imagen de Gilberta, sino esta misma imagen, porque detrás de ella veía yo oculta la razón de que viniera a herirme en pleno corazón a las cuatro en vez de a las dos y media, con sombrero de visita y con boina de juego, por delante de los «Embajadores., y no por entre los guiñols y adivinaba yo allí escondida una de esas preocupaciones en que no me era dable acompañar a Gilberta, que la obligaban a salir o a quedarse en casa, y me ponía así en contacto con su vida desconocida.
C′était ce mystère aussi qui me troublait quand, courant sur l′ordre de la fillette à la voix brève pour commencer tout de suite notre partie de barres, j′apercevais Gilberte, si vive et brusque avec nous, faisant une révérence à la dame aux Débats (qui lui disait: «Quel beau soleil, on dirait du feu»), lui parlant avec un sourire timide, d′un air compassé qui m′évoquait la jeune fille différente que Gilberte devait être chez ses parents, avec les amis de ses parents, en visite, dans toute son autre existence qui m′échappait. Mais de cette existence personne ne me donnait l′impression comme M. Swann qui venait un peu après pour retrouver sa fille. C′est que lui et Mme Swann,—parce que leur fille habitait chez eux, parce que ses études, ses jeux, ses amitiés dépendaient d′eux—contenaient pour moi, comme Gilberte, peut-être même plus que Gilberte, comme il convenait à des lieux tout-puissants sur elle en qui il aurait eu sa source, un inconnu inaccessible, un charme douloureux. Tout ce qui les concernait était de ma part l′objet d′une préoccupation si constante que les jours où, comme ceux-là, M. Swann (que j′avais vu si souvent autrefois sans qu′il excitât ma curiosité, quand il était lié avec mes parents) venait chercher Gilberte aux Champs-Élysées, une fois calmés les battements de cœur qu′avait excités en moi l′apparition de son chapeau gris et de son manteau à pèlerine, son aspect m′impressionnait encore comme celui d′un personnage historique sur lequel nous venons de lire une série d′ouvrages et dont les moindres particularités nous passionnent. Ses relations avec le comte de Paris qui, quand j′en entendais parler à Combray, me semblaient indifférentes, prenaient maintenant pour moi quelque chose de merveilleux, comme si personne d′autre n′eût jamais connu les Orléans; elles le faisaient se détacher vivement sur le fond vulgaire des promeneurs de différentes classes qui encombraient cette allée des Champs-Élysées, et au milieu desquels j′admirais qu′il consentît à figurer sans réclamer d′eux d′égards spéciaux, qu′aucun d′ailleurs ne songeait à lui rendre, tant était profond l′incognito dont il était enveloppé.
Ese mismo misterio me preocupaba cuando, al echar yo a correr, por orden de la chiquilla de voz breve, para llegar en seguida y empezar la partida, veía a Gilberta, tan brusca y viva con nosotros, haciendo una reverencia a la dama de los Debates (que le decía: «Vaya un sol hermoso, parece fuego.), hablándole con tímida sonrisa y aire muy modoso que me evocaba la muchachita distinta que Gilberta debía ser con sus padres, con los amigos de sus padres, de visita, en toda aquella vida suya que a mí se me escapaba. Pero nadie me daba una impresión tan clara de esa existencia como el señor Swann, que iba un poco más tarde a buscar a su hija. Tanto él como su señora «por vivir Gilberta en su casa, por depender de ellos sus estudios, sus juegos y sus amistades. se me representaban, más aún que la misma Gilberta, con inaccesible incógnito y dolorosa seducción, que parecía tener su fuente en marido y mujer. Todo lo que a ellos se refería me preocupaba constantemente, y los días como aquel en que el señor Swann (que antes, cuando era amigo de mi familia, veía tan frecuentemente sin que me llamara la atención) iba a buscar a su hija a los Campos Elíseos, cuando ya se había calmado el acelerado latir del corazón, que me entraba al ver de lejos su sombrero gris y su abrigo con esclavina, su aspecto seguía impresionándome como el de un personaje histórico sobre el que hemos leído muchos libros y que nos interesa en sus menores detalles. Su amistad con el conde de París, de la que yo oía hablar en Combray, sin la mínima emoción, me parecía ahora maravillosa, como si nadie hubiera conocido nunca a los Orleáns más que él, y lo hacía destacarse vivamente sobre el fondo vulgar de los paseantes de distintas clases, que llenaban aquel paseo de los Campos Elíseos, admirándome yo de que consintiera en pasearse por entre aquellas gentes, sin reclamar de ellas honores especiales, que a nadie se le ocurría tributarle por el profundo incógnito en que se envolvía
Il répondait poliment aux saluts des camarades de Gilberte, même au mien quoiqu′il fût brouillé avec ma famille, mais sans avoir l′air de me connaître. (Cela me rappela qu′il m′avait pourtant vu bien souvent à la campagne; souvenir que j′avais gardé mais dans l′ombre, parce que depuis que j′avais revu Gilberte, pour moi Swann était surtout son père, et non plus le Swann de Combray; comme les idées sur lesquelles j′embranchais maintenant son nom étaient différentes des idées dans le réseau desquelles il était autrefois compris et que je n′utilisais plus jamais quand j′avais à penser à lui, il était devenu un personnage nouveau; je le rattachai pourtant par une ligne artificielle secondaire et transversale à notre invité d′autrefois; et comme rien n′avait plus pour moi de prix que dans la mesure où mon amour pouvait en profiter, ce fut avec un mouvement de honte et le regret de ne pouvoir les effacer que je retrouvai les années où, aux yeux de ce même Swann qui était en ce moment devant moi aux Champs-Élysées et à qui heureusement Gilberte n′avait peut-être pas dit mon nom, je m′étais si souvent le soir rendu ridicule en envoyant demander à maman de monter dans ma chambre me dire bonsoir, pendant qu′elle prenait le café avec lui, mon père et mes grands-parents à la table du jardin.) Il disait à Gilberte qu′il lui permettait de faire une partie, qu′il pouvait attendre un quart d′heure, et s′asseyant comme tout le monde sur une chaise de fer payait son ticket de cette main que Philippe VII avait si souvent retenue dans la sienne, tandis que nous commencions à jouer sur la pelouse, faisant envoler les pigeons dont les beaux corps irisés qui ont la forme d′un cœur et sont comme les lilas du règne des oiseaux, venaient se réfugier comme en des lieux d′asile, tel sur le grand vase de pierre à qui son bec en y disparaissant faisait faire le geste et assignait la destination d′offrir en abondance les fruits ou les graines qu′il avait l′air d′y picorer, tel autre sur le front de la statue, qu′il semblait surmonter d′un de ces objets en émail desquels la polychromie varie dans certaines œuvres antiques la monotonie de la pierre et d′un attribut qui, quand la déesse le porte, lui vaut une épithète particulière et en fait, comme pour une mortelle un prénom différent, une divinité nouvelle.
Respondía cortésmente a los saludos de los compañeros de Gilberta, también al mío, porque aunque estaba regañado con mi familia, hacía como que no sabía quién era yo. (Lo cual me hace pensar que ya me había visto muchas veces en el campo; yo me acordaba de ello, pero mantenía ese recuerdo en la sombra, porque, desde que había vuelto a ver a Gilberta, Swann era para mí su padre, ante todo, y no el Swann de Combray; como las ideas con que yo entroncaba ahora su nombre eran muy otras de aquellas que formaban la red donde antes se encerraba, y que ahora ya no utilizaba nunca cuando tenía que pensar en él, se había convertido en un personaje nuevo; seguía enlazándole, sin embargo, por una línea artificial, transversal y secundaria a nuestro invitado de antaño; y como ahora todo lo valoraba en cuanto que podía serme o no provechoso a mi amor, sentí tristeza y vergüenza por no poder borrarlos, al encontrarme con aquellos años en que debí aparecerme a los ojos de aquel Swann que ahora estaba delante de mí en los Campos Elíseos, y a quien quizá afortunadamente no habría dicho Gilberta cómo me llamaba, tan ridículo por mandar recado a mamá de que subiera a mi cuarto a darme un beso mientras que estaba tomando el café con él, con mis padres y con mis abuelos en la mesita del jardín.) Decía a Gilberta que la dejaba jugar otra partida y quedarse un cuarto de hora más; se sentaba, como todo el mundo, en su silla de hierro, y pagaba el ticket con la misma mano que Felipe VII había estrechado tantas veces; mientras, nosotros empezábamos a jugar en la pradera, espantando a las palomas, cuyos irisados cuerpos tienen forma de un corazón, que son como las lilas del reino animal, y que volaban a refugiarse, como en otros tantos lugares de asilo, una en el vaso de piedra, que parecía tener por destino ofrecerle copia de frutas y de granos, porque el pájaro metía allí el pico, como para picotear algo, y otra en la frente de la estatua, que coronaba, cual uno de los objetos de esmalte que con su policromía dan variedad en obras antiguas a la monotonía de la piedra, como atributo que, al posarse sobre la figura de una diosa, hace que los hombres le den un epíteto particular, y la convierte, como un apellido a una mujer mortal, en una divinidad distinta.
Un de ces jours de soleil qui n′avait pas réalisé mes espérances, je n′eus pas le courage de cacher ma déception à Gilberte.
Uno de aquellos días de sol en que no tuvieron realidad mis esperanzas, me faltaron fuerzas para ocultar mi decepción a Gilberta.
—J′avais justement beaucoup de choses à vous demander, lui dis-je. Je croyais que ce jour compterait beaucoup dans notre amitié. Et aussitôt arrivée, vous allez partir! Tâchez de venir demain de bonne heure, que je puisse enfin vous parler.
-Precisamente hoy tenía muchas cosas que preguntarle «le dije.. Este día me parecía a mí que iba a ser muy importante para nuestra amistad. Y apenas he llegado me dice usted que ya se va a marchar. ¿Si pudiera usted venir mañana temprano para poder hablar con usted?
Sa figure resplendit et ce fut en sautant de joie qu′elle me répondit:
Con cara resplandeciente y saltando de alegría, me contestó:
—Demain, comptez-y, mon bel ami, mais je ne viendrai pas! j′ai un grand goûter; après-demain non plus, je vais chez une amie pour voir de ses fenêtres l′arrivée du roi Théodose, ce sera superbe, et le lendemain encore à Michel Strogoff et puis après, cela va être bientôt Noël et les vacances du jour de l′An. Peut-être on va m′emmener dans le midi. Ce que ce serait chic! quoique cela me fera manquer un arbre de Noël; en tous cas si je reste à Paris, je ne viendrai pas ici car j′irai faire des visites avec maman. Adieu, voilà papa qui m′appelle.
-Amiguito: esté usted tranquilo, porque mañana, no vengo; estoy convidada a una merienda magnífica; pasado mañana tampoco, porque voy a casa de una amiga, a ver la entrada del rey Teodosio, que será muy bonita, y al otro día iré a Miguel Strogoff; además, pronto llegará la Navidad y las vacaciones de Año Nuevo. Es posible que me lleven al Mediodía; yo me alegraría mucho, aunque entonces me perdería un árbol de Navidad. De todas maneras, aunque me quede en París, no vendré aquí, porque iré con mamá a hacer visitas. Bueno, adiós; me llama mi papá.
Je revins avec Françoise par les rues qui étaient encore pavoisées de soleil, comme au soir d′une fête qui est finie. Je ne pouvais pas traîner mes jambes.
Volví a casa con Francisca; las calles seguían empavesadas por el sol, como si ese día hubiera habido una fiesta y quedaran puestas aún las banderolas. Apenas si podía arrastrar las piernas.
—
Ça n′est pas étonnant, dit Françoise, ce n′est pas un temps de saison, il fait trop chaud. Hélas! mon Dieu, de partout il doit y avoir bien des pauvres malades, c′est à croire que là-haut aussi tout se détraque.
-No tiene nada de particular «dijo Francisca.; este tiempo no es natural, hace casi calor. Tiene que haber mucha gente enferma; allá en el cielo deben de andar con la cabeza un poco trastornada.
Je me redisais en étouffant mes sanglots les mots où Gilberte avait laissé éclater sa joie de ne pas venir de longtemps aux Champs-Élysées. Mais déjà le charme dont, par son simple fonctionnement, se remplissait mon esprit dès qu′il songeait à elle, la position particulière, unique,—fût elle affligeante,—où me plaçait inévitablement par rapport à Gilberte, la contrainte interne d′un pli mental, avaient commencé à ajouter, même à cette marque d′indifférence, quelque chose de romanesque, et au milieu de mes larmes se formait un sourire qui n′était que l′ébauche timide d′un baiser. Et quand vint l′heure du courrier, je me dis ce soir-là comme tous les autres: Je vais recevoir une lettre de Gilberte, elle va me dire enfin qu′elle n′a jamais cessé de m′aimer, et m′expliquera la raison mystérieuse pour laquelle elle a été forcée de me le cacher jusqu′ici, de faire semblant de pouvoir être heureuse sans me voir, la raison pour laquelle elle a pris l′apparence de la Gilberte simple camarade.
Yo iba diciéndome para mí las palabras con que Gilberta expresó su radiante júbilo por dejar de ir a los Campos Elíseos, y contenía los sollozos. Pero ya el encanto que por simple mecanismo de funcionamiento llenaba mi ánimo en cuanto éste se ponía a pensar en Gilberta, la posición particular y única «aunque fuera triste en que me colocaba con respecto a Gilberta, el esfuerzo interno de reconcentrar mi mente, empezó a teñir aquella señal de indiferencia con un romántico colorido, y en medio de mis lágrimas se inició una sonrisa que era esbozo tímido de un beso. Y cuando llegó la hora del correo, me dije como todas las noches: Voy a recibir una carta de Gilberta; me dirá que no ha dejado de quererme un momento, explicándome las razones que haya tenido para ocultármelo hasta aquí, y por qué ha fingido que se alegraba de no verme, y cuál motivo tuvo para adoptar la apariencia de la Gilberta camarada de juego.
Tous les soirs je me plaisais à imaginer cette lettre, je croyais la lire, je m′en récitais chaque phrase. Tout d′un coup je m′arrêtais effrayé. Je comprenais que si je devais recevoir une lettre de Gilberte, ce ne pourrait pas en tous cas être celle-là puisque c′était moi qui venais de la composer. Et dès lors, je m′efforçais de détourner ma pensée des mots que j′aurais aimé qu′elle m′écrivît, par peur en les énonçant, d′exclure justement ceux-là,—les plus chers, les plus désirés—, du champ des réalisations possibles. Même si par une invraisemblable coidence, c′eût été justement la lettre que j′avais inventée que de son côté m′eût adressée Gilberte, y reconnaissant mon œuvre je n′eusse pas eu l′impression de recevoir quelque chose qui ne vînt pas de moi, quelque chose de réel, de nouveau, un bonheur extérieur à mon esprit, indépendant de ma volonté, vraiment donné par l′amour.
Todas las noches me complacía en imaginarme la carta esa; se me figuraba que la estaba leyendo, me la recitaba frase a frase. De pronto me paré asustado. Acababa de ocurrírseme que si tenía carta de Gilberta no podía ser jamás aquella que yo me recitaba, porque ésa era una invención mía. Y desde entonces procuré desviar mi pensamiento de las palabras que me habría gustado que me escribiera, temeroso de que esas frases, que eran cabalmente las más deseadas, las más queridas de todas, se vieran excluidas del campo de las realizaciones posibles, por haberlas enunciado yo. Y si, con verosímil coincidencia, esa carta que yo había compuesto hubiera sido la que Gilberta me escribiera, al reconocer mi propia obra, no habría tenido la impresión de recibir una cosa que no salía de mí, real, nueva, una dicha exterior a mi espíritu, independiente de mi voluntad, don verdadero del amor.
En attendant je relisais une page que ne m′avait pas écrite Gilberte, mais qui du moins me venait d′elle, cette page de Bergotte sur la beauté des vieux mythes dont s′est inspiré Racine, et que, à côté de la bille d′agathe, je gardais toujours auprès de moi. J′étais attendri par la bonté de mon amie qui me l′avait fait rechercher; et comme chacun a besoin de trouver des raisons à sa passion, jusqu′à être heureux de reconnaître dans l′être qu′il aime des qualités que la littérature ou la conversation lui ont appris être de celles qui sont dignes d′exciter l′amour, jusqu′à les assimiler par imitation et en faire des raisons nouvelles de son amour, ces qualités fussent-elles les plus oppressées à celles que cet amour eût recherchées tant qu′il était spontané—comme Swann autrefois le caractère esthétique de la beauté d′Odette,—moi, qui avais d′abord aimé Gilberte, dès Combray, à cause de tout l′inconnu de sa vie, dans lequel j′aurais voulu me précipiter, m′incarner, en délaissant la mienne qui ne m′était plus rien, je pensais maintenant comme à un inestimable avantage, que de cette mienne vie trop connue, dédaignée, Gilberte pourrait devenir un jour l′humble servante, la commode et confortable collaboratrice, qui le soir m′aidant dans mes travaux, collationnerait pour moi des brochures. Quant à Bergotte, ce vieillard infiniment sage et presque divin à cause de qui j′avais d′abord aimé Gilberte, avant même de l′avoir vue, maintenant c′était surtout à cause de Gilberte que je l′aimais.
Entre tanto, leía y releía una página que, aunque no era de Gilberta, llegó a mí por su conducto, la página de Bergotte sobre la belleza de los antiguos mitos en que se inspiró Racine, que tenía siempre a mano, al lado de la bolita de ágata. Me enternecía pensar en la bondad de mi amiga, que había mandado buscar el libro para mí; y como todo el mundo necesita encontrar razones a su amor, hasta tener la alegría de reconocer en el ser amado cualidades que, según aprendieron en conversaciones o en libros, son dignas de excitar el amor, y asimilárselas por imitación y convertirlas en nuevos motivos de amor, aunque esas cualidades sean de lo más opuestas a las que buscaba el amor cuando era espontáneo «lo mismo que le sucedía antaño a Swann con el carácter estético de la belleza de Odette., yo que, al principio, desde Combray, quise a Gilberta por toda la parte desconocida de su vida, en la que habría deseado precipitarme, encarnarme, arrojando mi propia vida, que ya no me importaba nada, pensaba ahora que Gilberta podría llegar a ser un día la humilde sirvienta, la cómoda y adecuada colaboradora de esa vida mía tan desdeñada y tan conocida, y que por la noche me ayudaría en mi trabajo coleccionando folletos. Por lo que hace a Bergotte, a aquel viejo infinitamente sabio y casi divino, que primero fue causa de que quisiera a Gilberta antes de haberla visto, ahora si lo quería era por causa de Gilberta.
Avec autant de plaisir que les pages qu′il avait écrites sur Racine, je regardais le papier fermé de grands cachets de cire blancs et noué d′un flot de rubans mauves dans lequel elle me les avait apportées. Je baisais la bille d′agate qui était la meilleure part du cœur de mon amie, la part qui n′était pas frivole, mais fidèle, et qui bien que parée du charme mystérieux de la vie de Gilberte demeurait près de moi, habitait ma chambre, couchait dans mon lit. Mais la beauté de cette pierre, et la beauté aussi de ces pages de Bergotte, que j′étais heureux d′associer à l′idée de mon amour pour Gilberte comme si dans les moments où celui-ci ne m′apparaissait plus que comme un néant, elles lui donnaient une sorte de consistance, je m′apercevais qu′elles étaient antérieures à cet amour, qu′elles ne lui ressemblaient pas, que leurs éléments avaient été fixés par le talent ou par les lois minéralogiques avant que Gilberte ne me connût, que rien dans le livre ni dans la pierre n′eût été autre si Gilberte ne m′avait pas aimé et que rien par conséquent ne m′autorisait à lire en eux un message de bonheur. Et tandis que mon amour attendant sans cesse du lendemain l′aveu de celui de Gilberte, annulait, défaisait chaque soir le travail mal fait de la journée, dans l′ombre de moi-même une ouvrière inconnue ne laissait pas au rebut les fils arrachés et les disposait, sans souci de me plaire et de travailler à mon bonheur, dans un ordre différent qu′elle donnait à tous ses ouvrages. Ne portant aucun intérêt particulier à mon amour, ne commençant pas par décider que j′étais aimé, elle recueillait les actions de Gilberte qui m′avaient semblé inexplicables et ses fautes que j′avais excusées.
Miraba con tanta complacencia como sus páginas sobre Racine el papel con los sellos de lacre blanco, atado con muchas cintas de color malva, en que ella me trajo envuelto el libro. Daba besos a la bolita de ágata, que era lo mejor del corazón de mi amiga, la parte no frívola, la parte fiel, y que, aunque estaba adornada con el hechizo misterioso de la vida de Gilberta, vivía conmigo en mi cuarto, y dormía en mi cama. Pero me daba yo cuenta de que tanto la belleza de aquella piedra como la de las páginas de Bergotte, que asociaba yo con gusto a la idea de mi amor a Gilberta, para dar a este amor una especie de consistencia en los momentos en que se me aparecía como borroso e inexistente; eran anteriores a mi enamoramiento, no se le parecían en nada, que sus elementos se congregaron gracias al talento o a las leyes mineralógicas, antes de que Gilberta me hubiera conocido, de que en el libro y en la piedra no habría cambiado nada si Gilberta no me hubiera querido, y que, por consiguiente, nada me autorizaba a leer en uno ni en otra un mensaje de felicidad. Y mientras que mi amor, esperando sin cesar del otro día la confesión del de Gilberta, anulaba y deshacía todas las noches el trabajo mal hecho de la jornada, en la sombra de mi mismo, una desconocida obrera no dejaba que se desperdiciaran los hilos que yo había arrancado, y los disponía, sin preocuparse por darme gusto ni por trabajar en pro de mi felicidad, en otro orden distinto, el que solía dar siempre a todas sus obras. Como ella no tenía ningún interés particular por mi amor, y no empezaba por decidir que me querían, recogía las acciones de Gilberta, que a mí me parecieron inexplicables, y los defectos que yo le había dispensado.
Alors les unes et les autres prenaient un sens. Il semblait dire, cet ordre nouveau, qu′en voyant Gilberte, au lieu qu′elle vînt aux Champs-Élysées, aller à une matinée, faire des courses avec son institutrice et se préparer à une absence pour les vacances du jour de l′an, j′avais tort de penser, me dire: «c′est qu′elle est frivole ou docile.» Car elle eût cessé d′être l′un ou l′autre si elle m′avait aimé, et si elle avait été forcée d′obéir c′eût été avec le même désespoir que j′avais les jours où je ne la voyais pas. Il disait encore, cet ordre nouveau, que je devais pourtant savoir ce que c′était qu′aimer puisque j′aimais Gilberte; il me faisait remarquer le souci perpétuel que j′avais de me faire valoir à ses yeux, à cause duquel j′essayais de persuader à ma mère d′acheter à Françoise un caoutchouc et un chapeau avec un plumet bleu, ou plutôt de ne plus m′envoyer aux Champs-Élysées avec cette bonne dont je rougissais (à quoi ma mère répondait que j′étais injuste pour Françoise, que c′était une brave femme qui nous était dévouée), et aussi ce besoin unique de voir Gilberte qui faisait que des mois d′avance je ne pensais qu′à tâcher d′apprendre à quelle époque elle quitterait Paris et où elle irait, trouvant le pays le plus agréable un lieu d′exil si elle ne devait pas y être, et ne désirant que rester toujours à Paris tant que je pourrais la voir aux Champs-Élysées; et il n′avait pas de peine à me montrer que ce souci-là, ni ce besoin, je ne les trouverais sous les actions de Gilberte. Elle au contraire appréciait son institutrice, sans s′inquiéter de ce que j′en pensais.
Y entonces, esos defectos y acciones cobraban una significación. Y aquel nuevo orden parecía decirme: «Te equivocas si piensas que cuando Gilberta deja de ir a los Campos Elíseos por una reunión o por unas compras con la institutriz, o cuando se prepara a un viaje de vacaciones de Año Nuevo, lo hace por frivolidad o por obediencia.. Porque de haberme querido, no habría sido ni frívola ni dócil, y caso de haberse visto forzada a obedecer, habríalo hecho con la misma desesperación que yo sentía los días que le me pasaban sin verla. Decíame también ese orden nuevo que yo debía saber lo que era amar, puesto que amaba a Gilberta; llamábame la atención sobre mi perpetua preocupación por hacerme valer a los ojos de Gilberta (motivo de que quisiera yo convencer a mi madre para que comprara a Francisca un impermeable y un sombrero con plumas azules, y mejor todavía para que no me mandara a los Campos Elíseos con aquella criada que me avergonzaba; a lo cual respondía mi madre que era un ingrato con Francisca, tan buena mujer y que tanto nos quería), y sobre mi imperiosa necesidad de ver a Gilberta, por la cual me pasaba meses y meses procurando enterarme de en qué época del año se iría de París y adónde, y me parecía un destierro cualquier lugar delicioso donde ella no estuviera, sin desear salir de París mientras pudiera verla en los Campos Elíseos; y no le costaba mucho trabajo convencerme de que en los actos de Gilberta nunca descubriría yo análogo deseo ni preocupación semejante. Gilberta, por el contrario, apreciaba mucho a su institutriz, sin preocuparse de lo que yo opinara de ella.
Elle trouvait naturel de ne pas venir aux Champs-Élysées, si c′était pour aller faire des emplettes avec Mademoiselle, agréable si c′était pour sortir avec sa mère. Et à supposer même qu′elle m′eût permis d′aller passer les vacances au même endroit qu′elle, du moins pour choisir cet endroit elle s′occupait du désir de ses parents, de mille amusements dont on lui avait parlé et nullement que ce fût celui où ma famille avait l′intention de m′envoyer. Quand elle m′assurait parfois qu′elle m′aimait moins qu′un de ses amis, moins qu′elle ne m′aimait la veille parce que je lui avais fait perdre sa partie par une négligence, je lui demandais pardon, je lui demandais ce qu′il fallait faire pour qu′elle recommençât à m′aimer autant, pour qu′elle m′aimât plus que les autres; je voulais qu′elle me dît que c′était déjà fait, je l′en suppliais comme si elle avait pu modifier son affection pour moi à son gré, au mien, pour me faire plaisir, rien que par les mots qu′elle dirait, selon ma bonne ou ma mauvaise conduite. Ne savais-je donc pas que ce que j′éprouvais, moi, pour elle, ne dépendait ni de ses actions, ni de ma volonté?
Y le parecía muy natural no ir a los Campos Elíseos cuando tenía que hacer compras con la institutriz, y muy agradable tener que salir con su madre. Y aun suponiendo que me hubiera permitido ir a pasar las vacaciones al mismo sitio donde ella, la habrían decidido para la elección de ese sitio el deseo de sus padres y las mil diversiones que allí podría hallar, pero en ningún modo la intención que mi familia tuviera de mandarme a mí allí. Cuando, a veces, me afirmaba que me quería menos que a otro amigo suyo, que me quería menos que el día antes, porque por un descuido mío había perdido la partida, yo le pedía perdón, le preguntaba lo que tenía que hacer para que me quisiera tanto como antes, y más que a los demás amigos; deseaba que me dijera Gilberta que ya estaba todo arreglado, se lo suplicaba lo mismo que si ella pudiera modificar su afecto hacia mí, con arreglo a su voluntad o a la mía, por darme gusto, sólo con unas palabras que ella dijera, y según mi mala o buena conducta. ¿No sabía yo que el sentimiento que Gilberta me inspiraba en nada dependía de ella ni de mí, de sus acciones o de mi voluntad?
Il disait enfin, l′ordre nouveau dessiné par l′ouvrière invisible, que si nous pouvons désirer que les actions d′une personne qui nous a peinés jusqu′ici n′aient pas été sincères, il y a dans leur suite une clarté contre quoi notre désir ne peut rien et à laquelle, plutôt qu′à lui, nous devons demander quelles seront ses actions de demain.
Y aquel orden nuevo que dibujaba la obrera invisible me decía, por fin, que aunque deseemos que las acciones que no nos agradan en una persona no sean genuinamente suyas, sin embargo, se presentan con tan coherente claridad, que nuestro deseo nada puede contra ella, y esa claridad nos indica lo que habrán de ser las acciones de esa persona el día de mañana, aunque sean contrarias a nuestros deseos.
Ces paroles nouvelles, mon amour les entendait; elles le persuadaient que le lendemain ne serait pas différent de ce qu′avaient été tous les autres jours; que le sentiment de Gilberte pour moi, trop ancien déjà pour pouvoir changer, c′était l′indifférence; que dans mon amitié avec Gilberte, c′est moi seul qui aimais. «C′est vrai, répondait mon amour, il n′y a plus rien à faire de cette amitié-là, elle ne changera pas.» Alors dès le lendemain (ou attendant une fête s′il y en avait une prochaine, un anniversaire, le nouvel an peut-être, un de ces jours qui ne sont pas pareils aux autres, où le temps recommence sur de nouveaux frais en rejetant l′héritage du passé, en n′acceptant pas le legs de ses tristesses) je demandais à Gilberte de renoncer à notre amitié ancienne et de jeter les bases d′une nouvelle amitié.
Mi amor oía claramente esas palabras; lo convencían de que el día siguiente sería como los demás, de que el sentimiento que yo inspiraba a Gilberta, ya harto viejo para poder cambiar, era la indiferencia; que en mi amistad con Gilberta, todo el cariño lo ponía yo. «Es verdad «decía mi amor., de esa amistad no se puede sacar nada, no cambiará.. Y entonces, al otro día (si no esperaba a un día de esos que no son como los demás, el de Año Nuevo, el de una fiesta, el de un cumpleaños, días en que el tiempo vuelve a empezar, con pasos primeros, rechazando la herencia del pasado, sin aceptar de él otro legado que el de sus tristezas), pedía a Gilberta que renunciáramos a nuestra amistad de antes y echáramos los cimientos de una nueva amistad.
J′avais toujours à portée de ma main un plan de Paris qui, parce qu′on pouvait y distinguer la rue où habitaient M. et Mme Swann, me semblait contenir un trésor. Et par plaisir, par une sorte de fidélité chevaleresque aussi, à propos de n′importe quoi, je disais le nom de cette rue, si bien que mon père me demandait, n′étant pas comme ma mère et ma grand′mère au courant de mon amour:
Yo siempre tenía a la mano un plano de París, que me parecía un tesoro, porque en él podía distinguirse la calle donde habitaban los señores de Swann. Y por gusto, y por una especie de caballeresca fidelidad, a poco que viniera a cuento, pronunciaba el nombre de esa calle, tanto que mi padre, que no estaba enterado de mi amor, como mi abuela y mi madre, me preguntó:
—Mais pourquoi parles-tu tout le temps de cette rue, elle n′a rien d′extraordinaire, elle est très agréable à habiter parce qu′elle est à deux pas du Bois, mais il y en a dix autres dans le même cas.
-.Yo no sé por qué estás siempre hablando de esa calle, no tiene nada de particular. Se debe de vivir bien allí, porque está a dos pasos del Bosque, pero también hay otras que les pasa lo mismo.
Je m′arrangeais à tout propos à faire prononcer à mes parents le nom de Swann: certes je me le répétais mentalement sans cesse: mais j′avais besoin aussi d′entendre sa sonorité délicieuse et de me faire jouer cette musique dont la lecture muette ne me suffisait pas. Ce nom de Swann d′ailleurs que je connaissais depuis si longtemps, était maintenant pour moi, ainsi qu′il arrive à certains aphasiques à l′égard des mots les plus usuels, un nom nouveau. Il était toujours présent à ma pensée et pourtant elle ne pouvait pas s′habituer à lui. Je le décomposais, je l′épelais, son orthographe était pour moi une surprise. Et en même temps que d′être familier, il avait cessé de me paraître innocent. Les joies que je prenais à l′entendre, je les croyais si coupables, qu′il me semblait qu′on devinait ma pensée et qu′on changeait la conversation si je cherchais à l′y amener. Je me rabattais sur les sujets qui touchaient encore à Gilberte, je rabâchais sans fin les mêmes paroles, et j′avais beau savoir que ce n′était que des paroles,—des paroles prononcées loin d′elle, qu′elle n′entendait pas, des paroles sans vertu qui répétaient ce qui était, mais ne le pouvaient modifier,—pourtant il me semblait qu′à force de manier, de brasser ainsi tout ce qui avoisinait Gilberte j′en ferais peut-être sortir quelque chose d′heureux. Je redisais à mes parents que Gilberte aimait bien son institutrice, comme si cette proposition énoncée pour la centième fois allait avoir enfin pour effet de faire brusquement entrer Gilberte venant à tout jamais vivre avec nous. Je reprenais l′éloge de la vieille dame qui lisait les Débats (j′avais insinué à mes parents que c′était une ambassadrice ou peut-être une altesse) et je continuais à célébrer sa beauté, sa magnificence, sa noblesse, jusqu′au jour où je dis que d′après le nom qu′avait prononcé Gilberte elle devait s′appeler Mme Blatin.
Yo me las arreglaba para hacer pronunciar a mis padres, a cualquier propósito, el nombre de Swann; claro que mentalmente yo no dejaba de repetírmelo un momento, pero además necesitaba oír su deliciosa sonoridad y hacer que me tocaran esa música, con cuya muda lectura no me satisfacía. Ese nombre de Swann, aunque lo conocía yo de antiguo, era para mí ahora un nombre nuevo, como sucede a los afásicos con las palabras más usuales. Y mi alma, aunque siempre lo tenía presente, no podía acostumbrarse a él. Yo lo descomponía, lo deletreaba; su ortografía era para mí una sorpresa. Y al mismo tiempo que dejó de ser familiar para mí, dejó también de ser inocente. Me parecía tan culpable el gozo que sentía yo al oírlo, que muchas veces, cuando yo intentaba hacérselo pronunciar a mis padres, se me figuraba que me adivinaban el pensamiento y que desviaban la conversación. Entonces yo hacía recaer la charla sobre temas referentes a Gilberta, machacaba sobre idénticas palabras, porque aunque sabía muy bien que no eran más que palabras «palabras pronunciadas allí, lejos de ella, que ella no oía; palabras sin virtud alguna que repetían lo que era, pero sin poder modificarlo, sin embargo, se me antojaba que, a fuerza de manejar y de revolver todo lo que tocaba a Gilberta, quizá saldría de allí una chispa de felicidad. Contaba y recontaba a mis padres que Gilberta quería mucho a su institutriz; como si esta proposición, al ser enunciada por centésima vez, tuviera la virtud de hacer entrar a Gilberta y traerla a vivir para siempre con nosotros. Tornaba a mis elogios de la señora anciana que leía los Debates (yo insinué a mis padres que debía de ser la esposa de algún diplomático, quizá una alteza), celebraba su hermosura, su magnificencia y su nobleza, hasta un día que yo dije que Gilberta delante de mí la llamó señora Blatin.
—Oh! mais je vois ce que c′est, s′écria ma mère tandis que je me sentais rougir de honte. À la garde! À la garde! comme aurait dit ton pauvre grand-père. Et c′est elle que tu trouves belle! Mais elle est horrible et elle l′a toujours été. C′est la veuve d′un huissier. Tu ne te rappelles pas quand tu étais enfant les manèges que je faisais pour l′éviter à la leçon de gymnastique où, sans me connaître, elle voulait venir me parler sous prétexte de me dire que tu étais «trop beau pour un garçon». Elle a toujours eu la rage de connaître du monde et il faut bien qu′elle soit une espèce de folle comme j′ai toujours pensé, si elle connaît vraiment Mme Swann. Car si elle était d′un milieu fort commun, au moins il n′y a jamais rien eu que je sache à dire sur elle. Mais il fallait toujours qu′elle se fasse des relations. Elle est horrible, affreusement vulgaire, et avec cela faiseuse d′embarras.»
-¡Ah, ya sé quién es! ¡Alerta! ¡Alerta!, como decía el abuelo - exclamó mi madre, mientras yo me ponía muy encarnado.. ¿Y a eso llamas tú ser guapa? Es horrible y siempre lo fue. Es viuda de un alguacil. ¿No te acuerdas tú, cuando eras pequeño, de las combinaciones que hacía yo en el gimnasio para huir de ella? Venía a hablarme sin conocerme, con el pretexto de decirme que eras demasiado guapo para niño. Ha tenido siempre la manía de conocer gente y debe de estar un poco loca, si es que se trata con la señora Swann. Porque, aunque es de una familia muy ordinaria, nunca ha dado que hablar. Pero siempre está haciendo amistades. Es una mujer horrible, vulgarísima y, además; muy cargante. Quería yo parecerme a Swann, y me pasaba, todo el tiempo que estaba en la mesa, tirándose de la nariz y restregándome los ojos. Mi padre decía: «Este niño es tonto, se va a poner horrible.
Quant à Swann, pour tâcher de lui ressembler, je passais tout mon temps à table, à me tirer sur le nez et à me frotter les yeux. Mon père disait: «cet enfant est idiot, il deviendra affreux.» J′aurais surtout voulu être aussi chauve que Swann. Il me semblait un être si extraordinaire que je trouvais merveilleux que des personnes que je fréquentais le connussent aussi et que dans les hasards d′une journée quelconque on pût être amené à le rencontrer. Et une fois, ma mère, en train de nous raconter comme chaque soir à dîner, les courses qu′elle avait faites dans l′après-midi, rien qu′en disant: «A ce propos, devinez qui j′ai rencontré aux Trois Quartiers, au rayon des parapluies: Swann», fit éclore au milieu de son récit, fort aride pour moi, une fleur mystérieuse. Quelle mélancolique volupté, d′apprendre que cet après-midi-là, profilant dans la foule sa forme surnaturelle, Swann avait été acheter un parapluie. Au milieu des événements grands et minimes, également indifférents, celui-là éveillait en moi ces vibrations particulières dont était perpétuellement ému mon amour pour Gilberte. Mon père disait que je ne m′intéressais à rien parce que je n′écoutais pas quand on parlait des conséquences politiques que pouvait avoir la visite du roi Théodose, en ce moment l′hôte de la France et, prétendait-on, son allié. Mais combien en revanche, j′avais envie de savoir si Swann avait son manteau à pèlerine!
Mi gran deseo hubiera sido tener la calva de Swann. Parecíame un ser extraordinario, y juzgaba maravilloso el que lo conocieran otras personas a quienes trataba yo, y que fuera posible encontrárselo en las casuales incidencias de un día cualquiera. Y una vez que mi madre nos estaba contando, como solía hacer todas las noche, durante la cena, sus compras y quehaceres de aquella tarde, hizo brotar en medio de su relato, tan árido para mí, una flor misteriosa, sólo con estas palabras: «¿Y sabéis a quién me he encontrado en Los Tres Barrios., en la sección de paraguas?: a Swann ¡Con qué voluptuosa melancolía me enteré de que aquella tarde, destacando entre la muchedumbre su forma sobrenatural, Swann había ido a comprar un paraguas! Entre los demás acontecimientos grandes y chicos, que me dejaban todos indiferentes; aquel tenía la propiedad de despertar en mí esas particulares vibraciones características que hacían temblar constantemente a mi amor por Gilberta. Mi padre decía que a mí no me interesaba nada, porque no prestaba atención cuando se hablaba de las consecuencias políticas que podría acarrear la visita del rey Teodosio, en aquel momento huésped de Francia, y aliado suyo, según se contaba. Pero, en cambio, tenía unas ganas atroces de enterarme de si Swann llevaba aquella tarde su abrigo con esclavina.
—Est-ce que vous vous êtes dit bonjour? demandai-je.
-¿Os habéis saludado? «pregunté yo.
—Mais naturellement, répondit ma mère qui avait toujours l′air de craindre que si elle eût avoué que nous étions en froid avec Swann, on eût cherché à les réconcilier plus qu′elle ne souhaitait, à cause de Mme Swann qu′elle ne voulait pas connaître. «C′est lui qui est venu me saluer, je ne le voyais pas.
-Naturalmente «contestó mi madre, siempre temerosa de confesar que estábamos en relaciones muy frías con Swann, por si acaso intentaba alguien reconciliarnos, cosa que no le agradaba porque no quería conocer a la mujer de Swann.. Él ha sido quien vino a saludarme; yo no lo había visto.
—Mais alors, vous n′êtes pas brouillés?
-¿Entonces, no estáis regañados?
—Brouillés? mais pourquoi veux-tu que nous soyons brouillés», répondit-elle vivement comme si j′avais attenté à la fiction de ses bons rapports avec Swann et essayé de travailler à un «rapprochement».
-¡Regañados! ¿Y por qué vamos a estar regañados? contestó en seguida, como si yo hubiera atentado a la ficción de sus buenas relaciones con Swann, con ánimo de trabajar por una reconciliación.
—Il pourrait t′en vouloir de ne plus l′inviter.
-Podría estar enfadado, porque ya no lo invitas a cenar.
—On n′est pas obligé d′inviter tout le monde; est-ce qu′il m′invite? Je ne connais pas sa femme.
-Pero no hay obligación de invitar a todos los amigos. ¿Me invita él a mí? Yo no conozco a su mujer.
—Mais il venait bien à Combray.
-Pero cuando estábamos en Combray sí que iba a casa...
—Eh bien oui! il venait à Combray, et puis à Paris il a autre chose à faire et moi aussi. Mais je t′assure que nous n′avions pas du tout l′air de deux personnes brouillées. Nous sommes restés un moment ensemble parce qu′on ne lui apportait pas son paquet. Il m′a demandé de tes nouvelles, il m′a dit que tu jouais avec sa fille, ajouta ma mère, m′émerveillant du prodige que j′existasse dans l′esprit de Swann, bien plus, que ce fût d′une façon assez complète, pour que, quand je tremblais d′amour devant lui aux Champs-Élysées, il sût mon nom, qui était ma mère, et pût amalgamer autour de ma qualité de camarade de sa fille quelques renseignements sur mes grands-parents, leur famille, l′endroit que nous habitions, certaines particularités de notre vie d′autrefois, peut-être même inconnues de moi. Mais ma mère ne paraissait pas avoir trouvé un charme particulier à ce rayon des Trois Quartiers où elle avait représenté pour Swann, au moment où il l′avait vue, une personne définie avec qui il avait des souvenirs communs qui avaient motivé chez lui le mouvement de s′approcher d′elle, le geste de la saluer.
-Sí, en Combray, sí; pero en París tiene más cosas que hacer, y yo también. Pero te aseguro que no parecía ni en lo más mínimo que estuviéramos enfadados. Hemos estado hablando un momento, mientras él esperaba que le trajeran su paquete. Me ha preguntado por ti, me ha dicho que jugabas con su hija «añadió mi madre, maravillándome ante aquel prodigio de ver que yo existía en la mente de Swann, y de modo tan completo, que cuando yo temblaba de amor delante de él, en los Campos Elíseos, sabía mi nombre, quién era mi madre, y podía amalgamar a mi calidad de camarada de su hija detalles relativos a mis abuelos y a su familia, al sitio donde vivíamos, particularidades de nuestra vida de antaño que quizá yo no conocía. Pero mi madre parecía que no había encontrado un encanto especial a esa sección de «Los Tres Barrios., donde se apareció a los ojos de Swann como una persona definida, que le recordaba cosas de otro tiempo comunes a ambos, recuerdo que motivó aquel movimiento de Swann de acercarse a ella y saludarla.
Ni elle d′ailleurs ni mon père ne semblaient non plus trouver à parler des grands-parents de Swann, du titre d′agent de change honoraire, un plaisir qui passât tous les autres. Mon imagination avait isolé et consacré dans le Paris social une certaine famille comme elle avait fait dans le Paris de pierre pour une certaine maison dont elle avait sculpté la porte cochère et rendu précieuses les fenêtres. Mais ces ornements, j′étais seul à les voir. De même que mon père et ma mère trouvaient la maison qu′habitait Swann pareille aux autres maisons construites en même temps dans le quartier du Bois, de même la famille de Swann leur semblait du même genre que beaucoup d′autres familles d′agents de change. Ils la jugeaient plus ou moins favorablement selon le degré où elle avait participé à des mérites communs au reste de l′univers et ne lui trouvaient rien d′unique. Ce qu′au contraire ils y appréciaient, ils le rencontraient à un degré égal, ou plus élevé, ailleurs. Aussi après avoir trouvé la maison bien située, ils parlaient d′une autre qui l′était mieux, mais qui n′avait rien à voir avec Gilberte, ou de financiers d′un cran supérieur à son grand-père; et s′ils avaient eu l′air un moment d′être du même avis que moi, c′était par un malentendu qui ne tardait pas à se dissiper. C′est que, pour percevoir dans tout ce qui entourait Gilberte, une qualité inconnue analogue dans le monde des émotions à ce que peut être dans celui des couleurs l′infra-rouge, mes parents étaient dépourvus de ce sens supplémentaire et momentané dont m′avait doté l′amour.
Y ni ella ni mi padre encontraban, al parecer, placer extremo en hablar de los abuelos de Swann, del título de agente de Bolsa honorario. Mi imaginación había aislado y consagrado en el París social una determinada familia, lo mismo que en el París de piedra hizo con una determinada casa, y rodeó la puerta de entrada de esa casa con preciosas esculturas, y llenó sus balcones de valiosos adornos. Pero yo era el único que veía tales ornamentos. Lo mismo que para mi padre y mi madre, la casa donde vivía Swann era semejante a las demás casas hechas por la misma época en el barrio del Bosque; también la familia de Swann les parecía de la misma clase que otras muchas familias de agentes de Bolsa. Juzgábanla más o menos favorablemente, según el grado en que participó de los méritos comunes al resto de los mortales, sin ver en ella ninguna cualidad única. Lo que apreciaban ellos en la familia de Swann podían encontrarlo, en igual o mayor grado, en otra parte. Y por eso, después de decir que la casa estaba muy bien situada, hablaban de otra que aun era mejor, pero que nada tenía que ver con Gilberta, o de bolsistas de más categoría que su abuelo; y si por un momento pareció que opinaban lo mismo que yo, debíase a una mala interpretación que pronto se disipaba. Y es que mis padres carecían de aquel sentido suplementario y momentáneo con que a mí me dotó el amor para percibir, en todo lo que a Gilberta rodeaba, ésa cualidad desconocida, análoga, en el mundo de las emociones, a lo que es quizá en el de los colores el infrarrojo.
Les jours où Gilberte m′avait annoncé qu′elle ne devait pas venir aux Champs-Élysées, je tâchais de faire des promenades qui me rapprochassent un peu d′elle. Parfois j′emmenais Françoise en pèlerinage devant la maison qu′habitaient les Swann. Je lui faisais répéter sans fin ce que, par l′institutrice, elle avait appris relativement à Mme Swann. «Il paraît qu′elle a bien confiance à des médailles. Jamais elle ne partira en voyage si elle a entendu la chouette, ou bien comme un tic-tac d′horloge dans le mur, ou si elle a vu un chat à minuit, ou si le bois d′un meuble, il a craqué. Ah! c′est une personne très croyante!» J′étais si amoureux de Gilberte que si sur le chemin j′apercevais leur vieux maître d′hôtel promenant un chien, l′émotion m′obligeait à m′arrêter, j′attachais sur ses favoris blancs des regards pleins de passion. Françoise me disait:
Los días que ya me había anunciado Gilberta que no iría a los Campos Elíseos procuraba yo dar paseos que me acercaran un poco a ella. A veces llevaba a Francisca en peregrinación hasta delante de la casa donde vivían los Swann. Siempre le estaba haciendo que me repitiera lo que la institutriz le había contado de la señora de Swann. «Parece que tiene mucha fe en unas medallas. No sale nunca de viaje cuando oye cantar a un mochuelo, o si se le figura que ha oído en la pared un tictac como el del reloj, o cuando ve un gato a medianoche u oye crujir la madera de un mueble. Es una persona muy religiosa.. Tan enamorado estaba yo de Gilberta, que si nos encontrábamos en el camino a su viejo maestresala, que sacaba de paseo a un perro, me tenía que parar de emoción y clavaba en las blancas patillas del criado miradas de fuego.
—Qu′est-ce que vous avez?
-¿Qué le pasa a usted? «me decía Francisca
Puis, nous poursuivions notre route jusque devant leur porte cochère où un concierge différent de tout concierge, et pénétré jusque dans les galons de sa livrée du même charme douloureux que j′avais ressenti dans le nom de Gilberte, avait l′air de savoir que j′étais de ceux à qui une indignité originelle interdirait toujours de pénétrer dans la vie mystérieuse qu′il était chargé de garder et sur laquelle les fenêtres de l′entre-sol paraissaient conscientes d′être refermées, ressemblant beaucoup moins entre la noble retombée de leurs rideaux de mousseline à n′importe quelles autres fenêtres, qu′aux regards de Gilberte. D′autres fois nous allions sur les boulevards et je me postais à l′entrée de la rue Duphot; on m′avait dit qu′on pouvait souvent y voir passer Swann se rendant chez son dentiste; et mon imagination différenciait tellement le père de Gilberte du reste de l′humanité, sa présence au milieu du monde réel y introduisait tant de merveilleux, que, avant même d′arriver à la Madeleine, j′étais ému à la pensée d′approcher d′une rue où pouvait se produire inopinément l′apparition surnaturelle.
Seguíamos andando hasta que, al llegar delante de la puerta principal de la casa, donde había un portero diferente de todos los demás porteros, empapado hasta en los galones de su librea de la misma dolorosa seducción que sentí yo en el nombre de Gilberta; el cual portero parecía saber que yo era uno de esos seres que por indignidad original no podrían entrar nunca en la misteriosa vida cuya guarda le estaba confiada, vida que ocultaba las ventanas del entresuelo, como si tuvieran conciencia de que servían para eso; y esas ventanas, con las nobles caídas de sus cortinas de muselina, se parecían mucho más que a otras ventanas cualesquiera a las miradas de Gilberta. Otras veces íbamos por los bulevares, y yo me colocaba a la entrada de la calle Duphot, porque me habían dicho que Swann solía pasar mucho por allí cuando iba a casa de su dentista; y mi imaginación diferenciaba de tal modo al padre de Gilberta del resto de los humanos, y tanta maravilla vertía su presencia en el mundo real, que antes de llegar a la Magdalena ya iba emocionado al pensar que me acercaba a una calle donde inopinadamente podría ocurrir la sobrenatural aparición.
Mais le plus souvent,—quand je ne devais pas voir Gilberte—comme j′avais appris que Mme Swann se promenait presque chaque jour dans l′allée «des Acacias», autour du grand Lac, et dans l′allée de la «Reine Marguerite», je dirigeais Françoise du côté du bois de Boulogne. Il était pour moi comme ces jardins zoologiques où l′on voit rassemblés des flores diverses et des paysages opposés; où, après une colline on trouve une grotte, un pré, des rochers, une rivière, une fosse, une colline, un marais, mais où l′on sait qu′ils ne sont là que pour fournir aux ébats de l′hippopotame, des zèbres, des crocodiles, des lapins russes, des ours et du héron, un milieu approprié ou un cadre pittoresque; lui, le Bois, complexe aussi, réunissant des petits mondes divers et clos,—faisant succéder quelque ferme plantée d′arbres rouges, de chênes d′Amérique, comme une exploitation agricole dans la Virginie, à une sapinière au bord du lac, ou à une futaie d′où surgit tout à coup dans sa souple fourrure, avec les beaux yeux d′une bête, quelque promeneuse rapide,—il était le Jardin des femmes; et,—comme l′allée de Myrtes de l′Enéide,—plantée pour elles d′arbres d′une seule essence, l′allée des Acacias était fréquentée par les Beautés célèbres. Comme, de loin, la culmination du rocher d′où elle se jette dans l′eau, transporte de joie les enfants qui savent qu′ils vont voir l′otarie, bien avant d′arriver à l′allée des Acacias, leur parfum qui, irradiant alentour, faisait sentir de loin l′approche et la singularité d′une puissante et molle individualité végétale; puis, quand je me rapprochais, le faîte aperçu de leur frondaison légère et mièvre, d′une élégance facile, d′une coupe coquette et d′un mince tissu, sur laquelle des centaines de fleurs s′étaient abattues comme des colonies ailées et vibratiles de parasites précieux; enfin jusqu′à leur nom féminin, désœuvré et doux, me faisaient battre le cœur mais d′un désir mondain, comme ces valses qui ne nous évoquent plus que le nom des belles invitées que l′huissier annonce à l′entrée d′un bal.
Pero lo más frecuente «cuando no tenía que ver a Gilberta., como yo estaba enterado de que la señora de Swann paseaba a diario por el paseo de las Acacias, alrededor del lago grande, y por el paseo de la Reina Margarita, es que encaminara a Francisca hacia, el Bosque de Boulogne. Era para mí el bosque uno de esos jardines zoológicos donde se encuentra uno reunidas flores diversas y paisajes contrarios; después de una colina hay una gruta; luego, un prado, y rocas, y un río, y un foso y un collado y una charca; pero sin que nosotros ignoremos que están allí para dar ambiente adecuado o pintoresco marco al retozar del hipopótamo, de las cebras, de los cocodrilos, de los conejos rusos, de los osos y de la garza real; y el Bosque, tan complejo, asilo de pequeños mundos distintos y separados «una hacienda plantada de rojos robles americanos, igual que una explotación agrícola de la Virginia; un bosque de abetos a la orilla de un lago, un oquedal por donde asoma de pronto, envuelta en finas hieles, una paseante de agudo y bello mirar animal, andando muy de prisa., era asimismo el Jardín de las Mujeres; y el paseo de las Acacias, plantado para ellas de árboles de una sola especie «como el paseo de los Mirtos en la Eneida, era favorito de las bellezas más famosas. Lo mismo que el asomar a lo lejos de la roca desde donde se echa la otaria al agua, arrebata de alegría a los niños; porque saben que van a ver muy pronto al bicho, ya antes de llegar al paseo de las Acacias, se me aceleraba el latir del corazón: porque de las acacias irradiaba un perfume delator, ya a distancia, de una blanda individualidad vegetal, cercana y extraña; porque luego, al acercarme, veía ya lo más alto de su travieso y ligero follaje, de esas hojas fácilmente elegantes, de corte coquetón y tejido fino, donde fueron a posarse centenares de flores como colonias aladas y vibrátiles de parásitos preciosos, y porque tenían un nombre femenino, ocioso y suave; y el deseo que así me aceleraba el latir del corazón era un deseo mundano, como esos valses que sólo nos evocan los nombres de hermosas invitadas que va anunciando el criado a la entrada del salón de baile.
On m′avait dit que je verrais dans l′allée certaines élégantes que, bien qu′elles n′eussent pas toutes été épousées, l′on citait habituellement à côté de Mme Swann, mais le plus souvent sous leur nom de guerre; leur nouveau nom, quand il y en avait un, n′était qu′une sorte d′incognito que ceux qui voulaient parler d′elles avaient soin de lever pour se faire comprendre. Pensant que le Beau—dans l′ordre des élégances féminines—était régi par des lois occultes à la connaissance desquelles elles avaient été initiées, et qu′elles avaient le pouvoir de le réaliser, j′acceptais d′avance comme une révélation l′apparition de leur toilette, de leur attelage, de mille détails au sein desquels je mettais ma croyance comme une âme intérieure qui donnait la cohésion d′un chef-d′œuvre à cet ensemble éphémère et mouvant. Mais c′est Mme Swann que je voulais voir, et j′attendais qu′elle passât, ému comme si ç′avait été Gilberte, dont les parents, imprégnés comme tout ce qui l′entourait, de son charme, excitaient en moi autant d′amour qu′elle, même un trouble plus douloureux (parce que leur point de contact avec elle était cette partie intestine de sa vie qui m′était interdite), et enfin (car je sus bientôt, comme on le verra, qu′ils n′aimaient pas que je jouasse avec elle), ce sentiment de vénération que nous vouons toujours à ceux qui exercent sans frein la puissance de nous faire du mal.
Me habían dicho que en aquel paseo podría ver a muchas elegantes, que aunque no eran todas casadas, solían nombrarse cuando se nombraba a la señora Swann; pero, por lo general, con su nombre de guerra; sus nuevos nombres, cuando los tenían, no eran más que una especie de incógnito que los que hablaban de ellas tenían buen cuidado de quitarles para que se supiera a quién se referían. Imaginándome que lo bello «en el orden de las elegancias femeninas. regíase por leyes ocultas al conocimiento y en las que estaban iniciadas las elegantes, que además, tenían poder para realizarlas, aceptaba de antemano, como una revelación, la aparición de su toilette, de su carruaje, de otros mil detalles, en cuyo seno ponía yo toda mi fe como un alma interior que daba a aquel conjunto efímero y movible la cohesión de una obra maestra. Pero a quien yo quería ver era a la señora de Swann, y esperaba su paso, emocionado, como si se tratara de Gilberta, porque sus padres, impregnados, como todo lo que la rodeaba, del encanto suyo, me inspiraban tanto amor como ella, y una turbación aun más dolorosa (porque su punto de contacto con Gilberta estaba en esa parte de su vida, que yo no conocía), y además (porque pronto me enteré, como se verá, de que no les gustaba que jugase yo con Gilberta), esa veneración que siempre guardamos a los que poseen sin freno alguno la posibilidad de hacernos daño.
J′assignais la première place à la simplicité, dans l′ordre des mérites esthétiques et des grandeurs mondaines quand j′apercevais Mme Swann à pied, dans une polonaise de drap, sur la tête un petit toquet agrémenté d′une aile de lophophore, un bouquet de violettes au corsage, pressée, traversant l′allée des Acacias comme si ç′avait été seulement le chemin le plus court pour rentrer chez elle et répondant d′un clin d′œil aux messieurs en voiture qui, reconnaissant de loin sa silhouette, la saluaient et se disaient que personne n′avait autant de chic. Mais au lieu de la simplicité, c′est le faste que je mettais au plus haut rang, si, après que j′avais forcé Françoise, qui n′en pouvait plus et disait que les jambes «lui rentraient», à faire les cent pas pendant une heure, je voyais enfin, débouchant de l′allée qui vient de la Porte Dauphine—image pour moi d′un prestige royal, d′une arrivée souveraine telle qu′aucune reine véritable n′a pu m′en donner l′impression dans la suite, parce que j′avais de leur pouvoir une notion moins vague et plus expérimentale,—emportée par le vol de deux chevaux ardents, minces et contournés comme on en voit dans les dessins de Constantin Guys, portant établi sur son siège un énorme cocher fourré comme un cosaque, à côté d′un petit groom rappelant le «tigre» de «feu Baudenord», je voyais—ou plutôt je sentais imprimer sa forme dans mon cœur par une nette et épuisante blessure—une incomparable victoria, à dessein un peu haute et laissant passer à travers son luxe «dernier cri» des allusions aux formes anciennes, au fond de laquelle reposait avec abandon Mme Swann, ses cheveux maintenant blonds avec une seule mèche grise ceints d′un mince bandeau de fleurs, le plus souvent des violettes, d′où descendaient de longs voiles, à la main une ombrelle mauve, aux lèvres un sourire ambigu où je ne voyais que la bienveillance d′une Majesté et où il y avait surtout la provocation de la cocotte, et qu′elle inclinait avec douceur sur les personnes qui la saluaient.
Para mí, la sencillez se ganaba el primer lugar en el orden de los méritos estéticos y de las grandezas mundanas el día que veía a la señora de Swann a pie, con una polonesa de paño, una gorra adornada con un ala de lofóforo en la cabeza y un ramo de violetas en el pecho, atravesar aprisa el paseo de las Acacias, como si fuera el camino más corto para ir a su casa, respondiendo con una ojeada a los señores de coches que, al reconocer de lejos su silueta, la saludaban, diciéndose que no había mujer con más chic. Pero, otras veces, no era la sencillez, sino el fausto, el que se ganaba el primer puesto de mi preferencia, aquellos días en que después de obligar a Francisca, que ya no podía más y que se quejaba de que sus piernas «se hundían., a andar arriba y abajo más de una hora, veía yo, por fin, desembocar por el paseo que viene de la Porte Dauphine «imagen para mí de un prestigio real, de una llegada de reina, como ninguna reina de verdad me la ofreció más adelante, porque la idea que de su poder tenía era menos vaga y más experimental. La victoria arrastrada por el volar de dos caballos fogosos, delgados y bien perfilados, como esos de los dibujos de Constantino Guys, sustentando en su pescante un enorme cochero, tan abrigado como un cosaco, y un menudo groom, que recordaba al tigre del difunto Baudenord, cuando yo veía «por mejor decir, sentía su forma imprimirse en mi corazón, haciéndome una herida cortante y agotadora. una incomparable victoria, un poco alta, de propósito y transparentando, a través de su lujo, «a la ultima., alusiones a las formas de antiguos coches, y en el fondo de la victoria a la señora de Swann, con su pelo, rubio ahora sin más que un mechón gris, ceñido por una franja de flores, por lo general violetas, de donde caían largas velos, con una sombrilla color malva en la mano, y en los labios, mis sonrisa ambigua, que a mi me parecía benevolencia de majestad, y que, en realidad, era provocación de cocotte, sonrisa que ella inclinaba dulcemente hacia las personas que la saludaban.
Ce sourire en réalité disait aux uns:
Esa sonrisa, en realidad, decía a los unos:
«Je me rappelle très bien, c′était exquis!»; à d′autres:
-Me acuerdo muy bien, era exquisito; a dos otros.
«Comme j′aurais aimé! ç′a été la mauvaise chance!»; à d′autres: «Mais si vous voulez! Je vais suivre encore un moment la file et dès que je pourrai, je couperai.» Quand passaient des inconnus, elle laissait cependant autour de ses lèvres un sourire oisif, comme tourné vers l′attente ou le souvenir d′un ami et qui faisait dire: «Comme elle est belle!» Et pour certains hommes seulement elle avait un sourire aigre, contraint, timide et froid et qui signifiait: «Oui, rosse, je sais que vous avez une langue de vipère, que vous ne pouvez pas vous tenir de parler! Est-ce que je m′occupe de vous, moi!» Coquelin passait en discourant au milieu d′amis qui l′écoutaient et faisait avec la main à des personnes en voiture, un large bonjour de théâtre. Mais je ne pensais qu′à Mme Swann et je faisais semblant de ne pas l′avoir vue, car je savais qu′arrivée à la hauteur du Tir aux pigeons elle dirait à son cocher de couper la file et de l′arrêter pour qu′elle pût descendre l′allée à pied. Et les jours où je me sentais le courage de passer à côté d′elle, j′entraînais Françoise dans cette direction. A un moment en effet, c′est dans l′allée des piétons, marchant vers nous que j′apercevais Mme Swann laissant s′étaler derrière elle la longue traîne de sa robe mauve, vêtue, comme le peuple imagine les reines, d′étoffes et de riches atours que les autres femmes ne portaient pas, abaissant parfois son regard sur le manche de son ombrelle, faisant peu attention aux personnes qui passaient, comme si sa grande affaire et son but avaient été de prendre de l′exercice, sans penser qu′elle était vue et que toutes les têtes étaient tournées vers elle. Parfois pourtant quand elle s′était retournée pour appeler son lévrier, elle jetait imperceptiblement un regard circulaire autour d′elle.
-Me habría gustado mucho, pero hemos tenido mala suerte., o «Como usted quiera, voy a seguir en la fila un momento, y en cuanto pueda me saldré Cuando los que pasaban eran desconocidos, sin embargo, dejaba flotar alrededor de sus labios una sonrisa ociosa, sonrisa que parecía esperar a un amiga o acordarse de otro, y que arrancaba exclamaciones de: ¡Qué hermosa es!... Y sólo para algunos hombres ponía una sonrisa forzada, tímida y fría, que significaba: -Sí, bichejo, ya sé que tienes lengua de víbora y que no sabes callar. ¿Digo yo algo de ti? Coquelin pasaba perorando con un grupo de amigos y saludaba a la gente de los coches con ademán ampuloso y teatral. Pero yo no pensaba más que en la señora de Swann, y hacía como si no la hubiera visto, porque sabía perfectamente que en cuanto llegara a la altura del Tiro de Pichón mandaría a su cochero salirse de la fila y parar, con objeto de bajar el paseo a pie. Y los días que me sentía con valor para pasar a su lado arrastraba a Francisca hacia allí. Y, en efecto, negaba un momento en que por el paseo, de a pie y en dirección contraria a la nuestra, veía yo a la señora de Swann, que ostentaba desdeñosamente la larga cola de su traje color malva, vestida como el pueblo se imagina que van las reinas, con telas y ricos atavíos que no llevan las demás mujeres, inclinada la mirada sobre el puño de su sombrilla, sin fijarse en la gente que pasaba, como si su ocupación capital fuera hacer ejercicio, sin acordarse de que todo el mundo la veía y de que todas las miradas convergían hacia ella. Pero, de cuando en cuando, se volvía para llamar a su lebrel y lanzaba en torno de ella una imperceptible ojeada circular.
Ceux même qui ne la connaissaient pas étaient avertis par quelque chose de singulier et d′excessif—ou peut-être par une radiation télépathique comme celles qui déchaînaient des applaudissements dans la foule ignorante aux moments où la Berma était sublime,—que ce devait être quelque personne connue. Ils se demandaient: «Qui est-ce?», interrogeaient quelquefois un passant, ou se promettaient de se rappeler la toilette comme un point de repère pour des amis plus instruits qui les renseigneraient aussitôt. D′autres promeneurs, s′arrêtant à demi, disaient:
Hasta los que no la conocían sentían una impresión rara y excesiva «quizá una radiación telepática como las que desencadenaban en la ignorante multitud tempestades de aplausos en los momentos sublimes de la Berma., aviso de que aquella mujer debía de ser una persona conocida. Se preguntaban ¿quién será?., interrogaban a alguno que pasaba por allí, o se fijaban en el modo como iba vestida, para con ese punto de referencia ir a preguntar a otros amigos más enterados. Los había que se paraban y decían:
—«Vous savez qui c′est? Mme Swann! Cela ne vous dit rien? Odette de Crécy?»
-.¿No sabe usted quién es? La señora de Swann. ¿No cae usted?
—«Odette de Crécy? Mais je me disais aussi, ces yeux tristes... Mais savez-vous qu′elle ne doit plus être de la première jeunesse! Je me rappelle que j′ai couché avec elle le jour de la démission de Mac-Mahon.»
Odette de Crécy. -¡Ah!, sí, ya decía yo; esos ojos tristes... Pero, oiga usted, ya no debe estar en la primera juventud. Me acuerdo que dormí con ella el día que dimitió Mac Mahon.
—«Je crois que vous ferez bien de ne pas le lui rappeler. Elle est maintenant Mme Swann, la femme d′un monsieur du Jockey, ami du prince de Galles. Elle est du reste encore superbe.»
-Será prudente que no se lo recuerde usted. Ahora es la señora de Swann la mujer de un socio del Jockey Club, de un amigo del príncipe de Gales. Y se halla aún magnífica:
—«Oui, mais si vous l′aviez connue à ce moment-là, ce qu′elle était jolie! Elle habitait un petit hôtel très étrange avec des chinoiseries. Je me rappelle que nous étions embêtés par le bruit des crieurs de journaux, elle a fini par me faire lever.»
-Sí, pero si la hubiera usted visto, entonces sí que estaba bonita. Vivía en un hotelito muy raro, con cacharros chinos. Me acuerdo de que nos molestaban mucho los vendedores de periódicos que iban voceando y acabó por hacerme levantar.
Sans entendre les réflexions, je percevais autour d′elle le murmure indistinct de la célébrité. Mon cœur battait d′impatience quand je pensais qu′il allait se passer un instant encore avant que tous ces gens, au milieu desquels je remarquais avec désolation que n′était pas un banquier mulâtre par lequel je me sentais méprisé, vissent le jeune homme inconnu auquel ils ne prêtaient aucune attention, saluer (sans la connaître, à vrai dire, mais je m′y croyais autorisé parce que mes parents connaissaient son mari et que j′étais le camarade de sa fille), cette femme dont la réputation de beauté, d′inconduite et d′élégance était universelle. Mais déjà j′étais tout près de Mme Swann, alors je lui tirais un si grand coup de chapeau, si étendu, si prolongé, qu′elle ne pouvait s′empêcher de sourire. Des gens riaient. Quant à elle, elle ne m′avait jamais vu avec Gilberte, elle ne savait pas mon nom, mais j′étais pour elle—comme un des gardes du Bois, ou le batelier ou les canards du lac à qui elle jetait du pain—un des personnages secondaires, familiers, anonymes, aussi dénués de caractères individuels qu′un «emploi de théâtre», de ses promenades au bois. Certains jours où je ne l′avais pas vue allée des Acacias, il m′arrivait de la rencontrer dans l′allée de la Reine-Marguerite où vont les femmes qui cherchent à être seules, ou à avoir l′air de chercher à l′être; elle ne le restait pas longtemps, bientôt rejointe par quelque ami, souvent coiffé d′un «tube» gris, que je ne connaissais pas et qui causait longuement avec elle, tandis que leurs deux voitures suivaient.
Yo, sin fijarme en lo que decían, percibía en torno de ella el vago murmullo de la celebridad. Mi corazón latía de impaciencia, porque aun tenía que pasar un momento antes de que todas aquellas gentes, entre las cuales no estaba, con harto sentimiento mío, un banquero mulato que a mí me parecía que me despreciaba, vieran que aquel jovenzuelo desconocido, en el que no se fijaba nadie, saludaba (sin conocerla, a decir verdad, pero creyéndome autorizado a hacerlo, porque mis padres conocían a su marido, y yo jugaba con su hija) a esa mujer, reputada universalmente por su elegancia, su belleza y su mala conducta. Pero la señora de Swann ya estaba encima, y yo me quitaba el sombrero con ademán tan exagerado y tan prolongado, que ella no podía por menos de sonreír. Había personas que se reían. Por lo que a ella hace, nunca me había visto con Gilberta, no sabía cómo me llamaba; pero me tomaba como a los guardas del Bosque, al barquero, a aquellos patos del lago a los que echaba pan. por uno de esos personajes secundarios, familiares, anónimos de sus paseos por el Bosque, tan desprovisto de caracteres individuales como un «papel. de teatro. Algunos días no la veía en el paseo de las Acacias, y solía encontrarla en el de la Reina Margarita, donde van las mujeres que quieren estar sola o que aparentan quererlo estar; no pasaba allí mucho rato, porque en seguida se le reunía algún amigo, para mí desconocido muchas veces; con «tubo. gris, que charlaba largamente con ella, mientras que los dos coches los iban siguiendo.
Cette complexité du bois de Boulogne qui en fait un lieu factice et, dans le sens zoologique ou mythologique du mot, un Jardin, je l′ai retrouvée cette année comme je le traversais pour aller à Trianon, un des premiers matins de ce mois de novembre où, à Paris, dans les maisons, la proximité et la privation du spectacle de l′automne qui s′achève si vite sans qu′on y assiste, donnent une nostalgie, une véritable fièvre des feuilles mortes qui peut aller jusqu′à empêcher de dormir. Dans ma chambre fermée, elles s′interposaient depuis un mois, évoquées par mon désir de les voir, entre ma pensée et n′importe quel objet auquel je m′appliquais, et tourbillonnaient comme ces taches jaunes qui parfois, quoi que nous regardions, dansent devant nos yeux. Et ce matin-là, n′entendant plus la pluie tomber comme les jours précédents, voyant le beau temps sourire aux coins des rideaux fermés comme aux coins d′une bouche close qui laisse échapper le secret de son bonheur, j′avais senti que ces feuilles jaunes, je pourrais les regarder traversées par la lumière, dans leur suprême beauté; et ne pouvant pas davantage me tenir d′aller voir des arbres qu′autrefois, quand le vent soufflait trop fort dans ma cheminée, de partir pour le bord de la mer, j′étais sorti pour aller à Trianon, en passant par le bois de Boulogne. C′était l′heure et c′était la saison où le Bois semble peut-être le plus multiple, non seulement parce qu′il est plus subdivisé, mais encore parce qu′il l′est autrement. Même dans les parties découvertes où l′on embrasse un grand espace, çà et là, en face des sombres masses lointaines des arbres qui n′avaient pas de feuilles ou qui avaient encore leurs feuilles de l′été, un double rang de marronniers orangés semblait, comme dans un tableau à peine commencé, avoir seul encore été peint par le décorateur qui n′aurait pas mis de couleur sur le reste, et tendait son allée en pleine lumière pour la promenade épisodique de personnages qui ne seraient ajoutés que plus tard.
He vuelto a encontrar esa complejidad del Bosque de Boulogne, por virtud de la cual es un sitio artificial, un jardín, en el sentido zoológico o mitológico de la palabra, este año, cuando lo atravesaba camino del Trianón, una de las primeras mañanas de noviembre; porque ese mes, en París y en las casas donde se siente uno privado y tan cerca del espectáculo del otoño que agoniza, sin que asistamos a su acabamiento, inspira una nostalgia de hojas muertas, una verdadera fiebre, que llega hasta quitar el sueño. Allí, en mi cuarto, cerrado, esas hojas muertas se interponían hacía un mes, evocadas por mi deseo de verlas, entre mi pensamiento y cualquier objeto en que me fijara, revoloteando en torbellinos, como esas manchitas amarillas que, a veces, se nos ponen delante de los ojos, miremos a lo que miremos. Y aquella mañana, al no oír la lluvia de los días anteriores, y al ver sonreír al buen tiempo en una comisura de las cerradas cortinas, como en la comisura de una boca cerrada que deja escaparse el secreto de su felicidad, sentí que me sería dable ver aquellas hojas amarillas atravesadas por la luz, en plena belleza; y sin poder por menos de irme a ver los árboles, coma antaño cuando oía el viento soplar en la chimenea, no podía por menos de marcharme a orillas del mar, salí hacia el Trianón, atravesando el Bosque de Boulogne. Era la estación y la hora en que el Bosque parece más múltiple, no sólo porque esté subdividido, sino porque lo está de otra manera. Hasta en las partes descubiertas donde se abarca un gran espacio, acá y acullá, frente a las sombrías masas de árboles sin hojas o aún con las hojas estivales, había una doble fila de castaños, que parecía, como en un cuadro recién comenzado, ser lo único pintado aún por el decorador, que no había puesto color en todo lo demás, y tendía su paseo en plena luz para el episódico vagar de unos personajes que serían pintados más tarde.
Plus loin, là où toutes leurs feuilles vertes couvraient les arbres, un seul, petit, trapu, étêté et têtu, secouait au vent une vilaine chevelure rouge. Ailleurs encore c′était le premier éveil de ce mois de mai des feuilles, et celles d′un empelopsis merveilleux et souriant, comme une épine rose de l′hiver, depuis le matin même étaient tout en fleur. Et le Bois avait l′aspect provisoire et factice d′une pépinière ou d′un parc, où soit dans un intérêt botanique, soit pour la préparation d′une fête, on vient d′installer, au milieu des arbres de sorte commune qui n′ont pas encore été déplantés, deux ou trois espèces précieuses aux feuillages fantastiques et qui semblent autour d′eux réserver du vide, donner de l′air, faire de la clarté. Ainsi c′était la saison où le Bois de Boulogne trahit le plus d′essences diverses et juxtapose le plus de parties distinctes en un assemblage composite. Et c′était aussi l′heure. Dans les endroits où les arbres gardaient encore leurs feuilles, ils semblaient subir une altération de leur matière à partir du point où ils étaient touchés par la lumière du soleil, presque horizontale le matin comme elle le redeviendrait quelques heures plus tard au moment où dans le crépuscule commençant, elle s′allume comme une lampe, projette à distance sur le feuillage un reflet artificiel et chaud, et fait flamber les suprêmes feuilles d′un arbre qui reste le candélabre incombustible et terne de son faîte incendié. Ici, elle épaississait comme des briques, et, comme une jaune maçonnerie persane à dessins bleus, cimentait grossièrement contre le ciel les feuilles des marronniers, là au contraire les détachait de lui, vers qui elles crispaient leurs doigts d′or. A mi-hauteur d′un arbre habillé de vigne vierge, elle greffait et faisait épanouir, impossible à discerner nettement dans l′éblouissement, un immense bouquet comme de fleurs rouges, peut-être une variété d′œillet. Les différentes parties du Bois, mieux confondues l′été dans l′épaisseur et la monotonie des verdures se trouvaient dégagées. Des espaces plus éclaircis laissaient voir l′entrée de presque toutes, ou bien un feuillage somptueux la désignait comme une oriflamme. On distinguait, comme sur une carte en couleur, Armenonville, le Pré Catelan, Madrid, le Champ de courses, les bords du Lac. Par moments apparaissait quelque construction inutile, une fausse grotte, un moulin à qui les arbres en s′écartant faisaient place ou qu′une pelouse portait en avant sur sa moelleuse plateforme.
Más allá, entre todos los árboles que estaban todavía revestidos de hojas verdes, había uno achaparrado, sin mocha, testarudo, sacudiendo su fea cabellera roja. En otras partes cumplíase como el primer despertar de aquel mes de mayo de las flores, y había un ampelopsis maravilloso y sonriente, igual que un espino rosa de invierno, florecido desde aquella mañana. Y el Bosque presentaba el aspecto provisorio y artificial de unos viveros o de un parque donde, ya por interés botánico, ya para preparar una fiesta, se acabaran de instalar, entre los árboles de especie común que aun quedaban por arrancar, dos o tres clases de arbustos de precioso género, con follaje fantástico, y que a su alrededor parecían reservarse un vacío, abrirse espacio y crear claridad. Así era esa estación del año cuando el Bosque de Boulogne deja transparentar más diversas esencias y yuxtapone los elementos más dispares en una bien compuesta trabazón. Y así era también la hora del día. En aquellos sitios donde había aún árboles con hojas, el follaje parecía sufrir como una alteración de su materia desde el momento que lo tocaba la luz del sol; tan horizontal ahora por la mañana como lo estaría horas más tarde, cuando empezara el crepúsculo vespertino, que se enciende como una lámpara y proyecta a distancia sobre el follaje un reflejo artificial y cálido, haciendo llamear las hojas más altas de un árbol, que no es ya más que el candelabro incombustible y sin brillo donde arde el cirio de su encendida punta. En unos sitios la luz era espesa, como masa de ladrillos, y cimentaba toscamente contra el cielo las hojas de los castaños, como un lienzo de fábrica persa con dibujos azules, mientras que en otras partes las destacaba contra el firmamento, hacia el cual tendían ellas sus crispados dedos de oro. Hacia la mitad de un tronco de árbol revestido de viña loca, la luz hizo un injerto, del cual arrancaba, imposible de distinguir claramente por el exceso de luz, un gran ramo de flores rojizas, quizá una variedad de clavel. Las diferentes partes del Bosque, confundidas durante el estío por el espesor y la monotonía del follaje, se destacaban ahora separadamente. Había claros que indicaban las separaciones; otras veces, un suntuoso follaje designaba como una oriflama un lugar determinado. Y podían distinguirse, como en un plano de colores, Armenonville, el Prado Catalán, Madrid, las orillas del layo y el Hipódromo. De cuando en cuando se apartaban los árboles, y entre ellos asomaba alguna construcción inútil, una gruta artificial, un molino, plantados en la muelle plataforma de una pradera.
On sentait que le Bois n′était pas qu′un bois, qu′il répondait à une destination étrangère à la vie de ses arbres, l′exaltation que j′éprouvais n′était pas causée que par l′admiration de l′automne, mais par un désir. Grande source d′une joie que l′âme ressent d′abord sans en reconnaître la cause, sans comprendre que rien au dehors ne la motive. Ainsi regardais-je les arbres avec une tendresse insatisfaite qui les dépassait et se portait à mon insu vers ce chef-d′œuvre des belles promeneuses qu′ils enferment chaque jour pendant quelques heures. J′allais vers l′allée des Acacias. Je traversais des futaies où la lumière du matin qui leur imposait des divisions nouvelles, émondait les arbres, mariait ensemble les tiges diverses et composait des bouquets. Elle attirait adroitement à elle deux arbres; s′aidant du ciseau puissant du rayon et de l′ombre, elle retranchait à chacun une moitié de son tronc et de ses branches, et, tressant ensemble les deux moitiés qui restaient, en faisait soit un seul pilier d′ombre, que délimitait l′ensoleillement d′alentour, soit un seul fantôme de clarté dont un réseau d′ombre noire cernait le factice et tremblant contour. Quand un rayon de soleil dorait les plus hautes branches, elles semblaient, trempées d′une humidité étincelante, émerger seules de l′atmosphère liquide et couleur d′émeraude où la futaie tout entière était plongée comme sous la mer.
Veíase claro que el Bosque no era un bosque, que respondía a una finalidad muy distinta de la vida de los árboles; la exaltación que yo sentía no tenía por fuente tan sólo la admiración del otoño, sino un deseo. ¡Manantial de alegría que el alma percibe primeramente sin conocer su causa, sin comprender qué cosa externa la motiva! Y así miraba yo a los árboles, penetrado de infinita ternura, que iba mucho más allá de ellos, que se encaminaba, sin darme yo cuenta, hacia esa maravilla de las mujeres hermosas que se pasean por entre la arboleda unas horas cada día. Iba camino del paseo de las Acacias. Atravesaba oquedales donde la luz matinal, que les imponía divisiones nuevas, podaba árboles, juntaba tallos distintos y componía ramilletes. Hábilmente agarraba dos árboles, y sirviéndose de las poderosas tijeras del sol y de la sombra, cortaba a cada uno la mitad de su tronco y de sus ramas, y ligando las dos mitades que quedaban, formaba con ellas, ya un pilar de sombra delimitado por el sol de alrededor, ya un fantasma de claridad, cuyo contorno artificioso y trémulo se encerraba en una red de sombra. Cuando un rayo de sol doraba las ramas más altas, parecía que, empapadas en brillante humedad, surgían ellas solas, de la atmósfera líquida color de esmeralda, donde estaba sumergido, como en el mar, el oquedal entero.
Car les arbres continuaient à vivre de leur vie propre et quand ils n′avaient plus de feuilles, elle brillait mieux sur le fourreau de velours vert qui enveloppait leurs troncs ou dans l′émail blanc des sphères de gui qui étaient semées au faîte des peupliers, rondes comme le soleil et la lune dans la Création de Michel-Ange. Mais forcés depuis tant d′années par une sorte de greffe à vivre en commun avec la femme, ils m′évoquaient la dryade, la belle mondaine rapide et colorée qu′au passage ils couvrent de leurs branches et obligent à ressentir comme eux la puissance de la saison; ils me rappelaient le temps heureux de ma croyante jeunesse, quand je venais avidement aux lieux où des chefs-d′œuvre d′élégance féminine se réaliseraient pour quelques instants entre les feuillages inconscients et complices. Mais la beauté que faisaient désirer les sapins et les acacias du bois de Boulogne, plus troublants en cela que les marronniers et les lilas de Trianon que j′allais voir, n′était pas fixée en dehors de moi dans les souvenirs d′une époque historique, dans des œuvres d′art, dans un petit temple à l′amour au pied duquel s′amoncellent les feuilles palmées d′or. Je rejoignis les bords du Lac, j′allai jusqu′au Tir aux pigeons. L′idée de perfection que je portais en moi, je l′avais prêtée alors à la hauteur d′une victoria, à la maigreur de ces chevaux furieux et légers comme des guêpes, les yeux injectés de sang comme les cruels chevaux de Diomède, et que maintenant, pris d′un désir de revoir ce que j′avais aimé, aussi ardent que celui qui me poussait bien des années auparavant dans ces mêmes chemins, je voulais avoir de nouveau sous les yeux au moment où l′énorme cocher de Mme Swann, surveillé par un petit groom gros comme le poing et aussi enfantin que saint Georges, essayait de maîtriser leurs ailes d′acier qui se débattaient effarouchées et palpitantes. Hélas! il n′y avait plus que des automobiles conduites par des mécaniciens moustachus qu′accompagnaient de grands valets de pied. Je voulais tenir sous les yeux de mon corps pour savoir s′ils étaient aussi charmants que les voyaient les yeux de ma mémoire, de petits chapeaux de femmes si bas qu′ils semblaient une simple couronne. Tous maintenant étaient immenses, couverts de fruits et de fleurs et d′oiseaux variés. Au lieu des belles robes dans lesquelles Mme Swann avait l′air d′une reine, des tuniques gréco-saxonnes relevaient avec les plis des Tanagra, et quelquefois dans le style du Directoire, des chiffrons liberty semés de fleurs comme un papier peint. Sur la tête des messieurs qui auraient pu se promener avec Mme Swann dans l′allée de la Reine-Marguerite, je ne trouvais pas le chapeau gris d′autrefois, ni même un autre. Ils sortaient nu-tête. Et toutes ces parties nouvelles du spectacle, je n′avais plus de croyance à y introduire pour leur donner la consistance, l′unité, l′existence; elles passaient éparses devant moi, au hasard, sans vérité, ne contenant en elles aucune beauté que mes yeux eussent pu essayer comme autrefois de composer. C′étaient des femmes quelconques, en l′élégance desquelles je n′avais aucune foi et dont les toilettes me semblaient sans importance. Mais quand disparaît une croyance, il lui survit—et de plus en plus vivace pour masquer le manque de la puissance que nous avons perdue de donner de la réalité à des choses nouvelles—un attachement fétichiste aux anciennes qu′elle avait animées, comme si c′était en elles et non en nous que le divin résidait et si notre incrédulité actuelle avait une cause contingente, la mort des Dieux.
Porque los árboles seguían viviendo su vida propia, que cuando no tenían hojas brillaba aún mejor en la vaina de terciopelo verde que envolvía sus troncos, o en el blanco esmalte de las esferitas de muérdago, sembradas en lo alto de los álamos, y redondas como el sol y la luna de la Creación miguelangesca. Pero como hacía tanto tiempo que, por un a modo de injerto, tenían que vivir en relación con las mujeres, me evocaban la dríada, la damita elegante, esquiva y coloreada, que ellos abrigan con sus ramas, haciéndoles sentir, como ellos la sienten, la fuerza de la primavera o del otoño; me recordaban los felices tiempos de mi crédula juventud, cuando yo iba a esos lugares donde maravillosas obras de arte femenino tomaban forma pasajera entre las hojas inconscientes y encubridoras. Pero la belleza, cuyo deseo me inspiraban los abetos y las acacias del Bosque de Boulogne, era más inquietante que la de los castaños y las lila del Trianón, adonde yo me dirigía, porque esa belleza no estaba plasmada fuera de mí en recuerdos de una época histórica, en obras de arte, en un templo consagrado al amor, que tenía a sus pies montones de hojas estriadas de oro. Pasé por la orilla del lago, y fui hasta el Tiro de Pichón. La idea de perfección que en mí se encerraba la ponía ahora en una victoria un poco alta, en la delgadez de unos caballos furiosos y rápidos como avispas, con los ojos inyectados en sangre, cual los crueles caballos de Diómedes; y ahora, arrastrado por un deseo de volver a ver lo que amé un día, tan fuerte como el que antes me empujaba hacia esos lugares, habría querido tener delante aquellas bestias, en aquel momento en que el enorme cochero de la señora de Swann, guardado por un menudo groom, que abultaba lo que el puño, y tan infantil como un San Jorge, intentaba dominar sus alas de acero, palpitantes y espantadas. Pero, ¡ay!, que ahora ya no se veían más que automóviles, guiados por mecánicos bigotudos, con grandes lacayos al lado. Hubiera querido tener allí, al alcance de mis ojos corporales, aquellos sombreritos de mujer, tan chicos y tan bajos, que parecían una corona, para ver si a ellos les parecían tan bonitos como a los ojos de mi memoria. Pero ahora los sombreros eran enormes, todos cubiertos de flores, de frutas, de variados pájaros. En vez de aquellos espléndidos trajes de la señora de Swann, unas túnicas grecosajonas ennoblecían, con arrugas tanagrinas o de estilo Directorio, a las telas Liberty, sembradas de florecillas, como los papeles pintados. Los señores que antaño habrían podido pasearse con la señora de Swann por el paseo de la Reina Margarita, no llevaban en la cabeza el sombrero gris de otros tiempos, ni sombrero de ninguna clase: iban descubiertos. Y a mí ya no me quedaba feo creencia alguna que infundir en todas estas partes del espectáculo, para darle consistencia, unidad y vida; pasaban dispersas por delante de mí, al azar, sin verdad, sin llevar centro ninguna belleza que mis ojos hubieran podido trabajar, como antaño. Eran unas mujeres cualesquiera; yo no tenía fe en su elegancia, y sus trajes me parecían insignificantes. Pero cuando desaparece una creencia, la sobrevive «y con mayor vida, para ocultar la falta de esa fuerza que teníamos para infundir realidad a las cosas nuevas. un apego fetichista a las cosas antiguas, que ella animaba, como si acaso lo divino residiera en las creencias y no en nosotros, y como si nuestra incredulidad actual tuviera por causa contingente la muerte de los dioses.
Quelle horreur! me disais-je: peut-on trouver ces automobiles élégantes comme étaient les anciens attelages? je suis sans doute déjà trop vieux—mais je ne suis pas fait pour un monde où les femmes s′entravent dans des robes qui ne sont pas même en étoffe. A quoi bon venir sous ces arbres, si rien n′est plus de ce qui s′assemblait sous ces délicats feuillages rougissants, si la vulgarité et la folie ont remplacé ce qu′ils encadraient d′exquis. Quelle horreur! Ma consolation c′est de penser aux femmes que j′ai connues, aujourd′hui qu′il n′y a plus d′élégance. Mais comment des gens qui contemplent ces horribles créatures sous leurs chapeaux couverts d′une volière ou d′un potager, pourraient-ils même sentir ce qu′il y avait de charmant à voir Mme Swann coiffée d′une simple capote mauve ou d′un petit chapeau que dépassait une seule fleur d′iris toute droite. Aurais-je même pu leur faire comprendre l′émotion que j′éprouvais par les matins d′hiver à rencontrer Mme Swann à pied, en paletot de loutre, coiffée d′un simple béret que dépassaient deux couteaux de plumes de perdrix, mais autour de laquelle la tiédeur factice de son appartement était évoquée, rien que par le bouquet de violettes qui s′écrasait à son corsage et dont le fleurissement vivant et bleu en face du ciel gris, de l′air glacé, des arbres aux branches nues, avait le même charme de ne prendre la saison et le temps que comme un cadre, et de vivre dans une atmosphère humaine, dans l′atmosphère de cette femme, qu′avaient dans les vases et les jardinières de son salon, près du feu allumé, devant le canapé de soie, les fleurs qui regardaient par la fenêtre close la neige tomber? D′ailleurs il ne m′eût pas suffi que les toilettes fussent les mêmes qu′en ces années-là. A cause de la solidarité qu′ont entre elles les différentes parties d′un souvenir et que notre mémoire maintient équilibrées dans un assemblage où il ne nous est pas permis de rien distraire, ni refuser, j′aurais voulu pouvoir aller finir la journée chez une de ces femmes, devant une tasse de thé, dans un appartement aux murs peints de couleurs sombres, comme était encore celui de Mme Swann (l′année d′après celle où se termine la première partie de ce récit) et où luiraient les feux orangés, la rouge combustion, la flamme rose et blanche des chrysanthèmes dans le crépuscule de novembre pendant des instants pareils à ceux où (comme on le verra plus tard) je n′avais pas su découvrir les plaisirs que je désirais. Mais maintenant, même ne me conduisant à rien, ces instants me semblaient avoir eu eux-mêmes assez de charme. Je voudrais les retrouver tels que je me les rappelais. Hélas! il n′y avait plus que des appartements Louis XVI tout blancs, émaillés d′hortensias bleus. D′ailleurs, on ne revenait plus à Paris que très tard. Mme Swann m′eût répondu d′un château qu′elle ne rentrerait qu′en février, bien après le temps des chrysanthèmes, si je lui avais demandé de reconstituer pour moi les éléments de ce souvenir que je sentais attaché à une année lointaine, à un millésime vers lequel il ne m′était pas permis de remonter, les éléments de ce désir devenu lui-même inaccessible comme le plaisir qu′il avait jadis vainement poursuivi. Et il m′eût fallu aussi que ce fussent les mêmes femmes, celles dont la toilette m′intéressait parce que, au temps où je croyais encore, mon imagination les avait individualisées et les avait pourvues d′une légende. Hélas! dans l′avenue des Acacias—l′allée de Myrtes—j′en revis quelques-unes, vieilles, et qui n′étaient plus que les ombres terribles de ce qu′elles avaient été, errant, cherchant désespérément on ne sait quoi dans les bosquets virgiliens. Elles avaient fui depuis longtemps que j′étais encore à interroger vainement les chemins désertés. Le soleil s′était caché. La nature recommençait à régner sur le Bois d′où s′était envolée l′idée qu′il était le Jardin élyséen de la Femme; au-dessus du moulin factice le vrai ciel était gris; le vent ridait le Grand Lac de petites vaguelettes, comme un lac; de gros oiseaux parcouraient rapidement le Bois, comme un bois, et poussant des cris aigus se posaient l′un après l′autre sur les grands chênes qui sous leur couronne druidique et avec une majesté dodonéenne semblaient proclamer le vide inhumain de la forêt désaffectée, et m′aidaient à mieux comprendre la contradiction que c′est de chercher dans la réalité les tableaux de la mémoire, auxquels manquerait toujours le charme qui leur vient de la mémoire même et de n′être pas perçus par les sens. La réalité que j′avais connue n′existait plus. Il suffisait que Mme Swann n′arrivât pas toute pareille au même moment, pour que l′Avenue fût autre. Les lieux que nous avons connus n′appartiennent pas qu′au monde de l′espace où nous les situons pour plus de facilité. Ils n′étaient qu′une mince tranche au milieu d′impressions contiguës qui formaient notre vie d′alors; le souvenir d′une certaine image n′est que le regret d′un certain instant; et les maisons, les routes, les avenues, sont fugitives, hélas, comme les années.
Será que he envejecido mucho; pero ello es que no nací para un mundo donde las mujeres van atadas en trajes que ni siquiera son de paño. ¿Para qué venir aquí, a la sombra de estos árboles amarillentos, cuando en lugar de las cosas exquisitas que servían de marco se han colocado la vulgaridad y la insensatez? Mi consuelo, hoy que ya no existe la elegancia, es pensar en las mujeres que conocí. Pero, ¿cómo van a sentir el encanto que era ver a la señora de Swann con su sencilla toca de color malva, o con un sombrerito sin otro adorno que un lirio muy derecho, esas gentes que se complacen en contemplar a unas criaturas horribles que llevan en el sombrero una pajarera o un huerto? ¿Cómo hacerles comprender la emoción que yo sentía, las mañanas de invierno, cuando me encontraba con la señora de Swann, a pie, con su capillo de nutria, y una sencilla gorra con dos cuchillos de plumas de perdiz, pero que evocaba toda la artificiosa tibieza de su cuarto, sólo por el ramito de violetas prendido en el pecho, que con su florecer vivo y azulado frente al cielo gris, frente al aire helado, frente a los árboles sin hojas, tenía el encanto de no considerar la estación y el tiempo más que como un marco y de vivir en una atmósfera humana, en la atmósfera de esa mujer, la misma que envolvía en los jarrones y las jardineras de su salón, junto al fuego encendido, delante del sofá de seda, a otras flores que miraban cómo caía la nieve por detrás de los cristales? Además, no me habría bastado con que las modas fueran como entonces. Porque, como existe una gran solidaridad entre las distintas partes de un recuerdo, y nuestra memoria las mantiene juntas en un equilibrio que no se puede alterar ni quitarle nada, lo que yo habría querido es ir a pasar el final de la tarde en casa de una de esas mujeres, delante de una taza de té, en una habitación con las paredes pintadas de tonos sombríos, como era la de la señora de Swann (el año siguiente a aquel en que termina la primera parte de este relato), donde brillaran los anaranjados fuegos, la roja combustión, la llama rosa y blanca de los crisantemos en el crepúsculo de noviembre, en unos momentos semejantes a aquellos en que (como luego se verá) no supe descubrir los placeres que deseaba. Pero ya no había más que cuartos de estilo Luis XVI, todos de blanco, esmaltados de hortensias azules. Además, ahora se volvía a París muy tarde. Y si hubiera pedido a la señora de Swann que reconstituyera para mí los elementos de ese recuerdo que estaba amarrado a un año lejano, a una fecha a la que no podría remontarme, me habría contestado que no volvía hasta febrero, cuando ya había pasado, con mucho, el tiempo de los crisantemos; porque los elementos de ese deseo eran tan inaccesibles como el placer que antaño perseguí en vano. Y habría sido menester igualmente que fueran las mismas mujeres, aquellas cuyos trajes me interesaban, porque en aquel tiempo en que todavía seguía yo creyendo, mi imaginación las individualizó, las rodeó de sendas leyendas. Y ¡ay!, en el paseo de las Acacias, en el paseo de los Mirtos aun vi algunas, ya muy viejas, sombras terribles de lo que fueron, errantes, buscando desesperadamente yo no sé qué en los bosquecillos virgilianos. Acabaron por desaparecer, porque yo me estuve mucho rato interrogando en vano los caminos desiertos. El sol se había puesto. La Naturaleza tornaba a señorearse del Bosque, y huyó volando la idea de que era el Jardín Elíseo de la mujer; por encima del molino falso había un cielo gris de verdad; el viento rizaba el lago grande con onditas pequeñas, como un lago de veras; grandes pájaros cruzaban por encima del Bosque, como por encima de un bosque, y lanzando chillidos penetrantes se posaban uno tras otro en los robles añosos, que con su druídica corona y su majestad doderreana, parecían pregonar el inhumano vacío de la selva sin empleo, y me ayudaban a comprender la contradicción que hay en buscar en la realidad los cuadros de la memoria, porque siempre les faltaría ese encanto que tiene el recuerdo y todo lo que no se percibe por los sentidos. La realidad que yo conocí ya no existía. Bastaba con que la señora de Swann no llegara exactamente igual que antes, y en el mismo momento que entonces, para que la Avenida fuera otra cosa. Los sitios que hemos conocido no pertenecen tampoco a ese mundo del espacio donde los situamos para mayor facilidad. Y no eran más que una delgada capa, entre otras muchas, de las impresiones que formaban nuestra vida de entonces; el recordar una determinada imagen no es sino echar de menos un determinado instante, y las casas, los caminos, los paseos, desgraciadamente, son tan fugitivos como los años.