Axototl -- [Axototl/SMALL>]
Edición bilingüe, español- inglés, de Miguel Garci-Gomez. Dept. Romance Stydies
Translation by Norman Thomas Di Giovanni in collaboration with the author. --
O God, I could be bounded in a nutshell
and count myself a King of infinite space.
Julio Cortázar
Hubo un tiempo en que yo pensaba mucho en los axolotl. Iba a verlos al acuario del Jardín des Plantes y me quedaba horas mirándolos, observando su inmovilidad, sus oscuros movimientos. Ahora soy un axolotl.
There was a time when I thought a great deal about the axolotls. I went to see them in the aquarium at the Jardin des Plantes and stayed for hours watching them, observing their immobility, their faint movements. Now I am an axolotl.
El azar me llevó hasta ellos una mañana de primavera en que París abría su cola de pavo real después de la lenta invernada. Bajé por el bulevar de Port Royal, tomé St. Marcel y LHôpital, vi los verdes entre tanto gris y me acordé de los leones. Era amigo de los leones y las panteras, pero nunca había entrado en el húmedo y oscuro edificio de los acuarios. Dejé mi bicicleta contra las rejas y fui a ver los tulipanes. Los leones estaban feos y tristes y mi pantera dormía. Opté por los acuarios, soslayé peces vulgares hasta dar inesperadamente con los axolotl. Me quedé una hora mirándolos, y salí incapaz de otra cosa.
I got to them by chance one spring morning when Paris was spreading its peacock tail after a wintry Lent. I was heading down tbe boulevard Port-Royal, then I took Saint-Marcel and L'Hôpital and saw green among all that grey and remembered the lions. I was friend of the lions and panthers, but had never gone into the dark, humid building that was the aquarium. I left my bike against tbe gratings and went to look at the tulips. The lions were sad and ugly and my panther was asleep. I decided on the aquarium, looked obliquely at banal fish until, unexpectedly, I hit it off with the axolotls. I stayed watching them for an hour and left, unable to think of anything else.
En la biblioteca Saint-Geneviève consulté un diccionario y supe que los axolotl son formas larvales, provistas de branquias, de una especie de batracios del género amblistoma. Que eran mexicanos lo sabía ya por ellos mismos, por sus pequeños rostros rosados aztecas y el cartel en lo alto del acuario. Leí que se han encontrado ejemplares en África capaces de vivir en tierra durante los períodos de sequía, y que continúan su vida en el agua al llegar la estación de las lluvias. Encontré su nombre español, ajolote, la mención de que son comestibles y que su aceite se usaba (se diría que no se usa más) como el de hígado de bacalao.
In the library at Sainte-Geneviève, I consulted a dictionary and learned that axolotls are the larval stage (provided with gills) of a species of salamander of the genus Ambystoma. That they were Mexican I knew already by looking at them and their little pink Aztec faces and the placard at the top of the tank. I read that specimens of them had been found in Africa capable of living on dry land during the periods of drought, and continuing their life under water when the rainy season came. I found their Spanish name, ajolote, and the mention that they were edible, and that their oil was used (no longer used, it said ) like cod-liver oil.
No quise consultar obras especializadas, pero volví al día siguiente al Jardin des Plantes. Empecé a ir todas las mañanas, a veces de mañana y de tarde. El guardián de los acuarios sonreía perplejo al recibir el billete. Me apoyaba en la barra de hierro que bordea los acuarios y me ponía a mirarlos. No hay nada de extraño en esto porque desde un primer momento comprendí que estábamos vinculados, que algo infinitamente perdido y distante seguía sin embargo uniéndonos. Me había bastado detenerme aquella primera mañana ante el cristal donde unas burbujas corrían en el agua. Los axolotl se amontonaban en el mezquino y angosto (sólo yo puedo saber cuán angosto y mezquino) piso de piedra y musgo del acuario. Había nueve ejemplares y la mayoría apoyaba la cabeza contra el cristal, mirando con sus ojos de oro a los que se acercaban. Turbado, casi avergonzado, sentí como una impudicia asomarme a esas figuras silenciosas e inmóviles aglomeradas en el fondo del acuario. Aislé mentalmente una situada a la derecha y algo separada de las otras para estudiarla mejor. Vi un cuerpecito rosado y como translúcido (pensé en las estatuillas chinas de cristal lechoso), semejante a un pequeño lagarto de quince centímetros, terminado en una cola de pez de una delicadeza extraordinaria, la parte más sensible de nuestro cuerpo. Por el lomo le corría una aleta transparente que se fusionaba con la cola, pero lo que me obsesionó fueron las patas, de una finura sutilísima, acabadas en menudos dedos, en uñas minuciosamente humanas. Y entonces descubrí sus ojos, su cara, dos orificios como cabezas de alfiler, enteramente de un oro transparente carentes de toda vida pero mirando, dejándose penetrar por mi mirada que parecía pasar a través del punto áureo y perderse en un diáfano misterio interior. Un delgadísimo halo negro rodeaba el ojo y los inscribía en la carne rosa, en la piedra rosa de la cabeza vagamente triangular pero con lados curvos e irregulares, que le daban una total semejanza con una estatuilla corroída por el tiempo. La boca estaba disimulada por el plano triangular de la cara, sólo de perfil se adivinaba su tamaño considerable; de frente una fina hendedura rasgaba apenas la piedra sin vida. A ambos lados de la cabeza, donde hubieran debido estar las orejas, le crecían tres ramitas rojas como de coral, una excrescencia vegetal, las branquias supongo. Y era lo único vivo en él, cada diez o quince segundos las ramitas se enderezaban rígidamente y volvían a bajarse. A veces una pata se movía apenas, yo veía los diminutos dedos posándose con suavidad en el musgo. Es que no nos gusta movernos mucho, y el acuario es tan mezquino; apenas avanzamos un poco nos damos con la cola o la cabeza de otro de nosotros; surgen dificultades, peleas, fatiga. El tiempo se siente menos si nos estamos quietos.
I didn't care to look up any of the specialized works, but the next day I went back to the Jardin des Plantes. I began to go every morning, morning and aftemoon some days. The aquarium guard smiled perplexedly taking my ticket. I would lean up against the iron bar in front of the tanks and set to watching them. There's nothing strange in this, because after the first minute I knew that we were linked, that something infinitely lost and distant kept pulling us together. It had been enough to detain me that first morning in front of the sheet of glass where some bubbles rose through the water. The axolotls huddled on the wretched narrow (only I can know how narrow and wretched) floor of moss and stone in the tank. There were nine specimens, and the majority pressed their heads against the glass, looking with their eyes of gold at whoever came near them. Disconcerted, almost ashamed, I felt it a lewdness to be peering at these silent and immobile figures heaped at the bottom of the tank. Mentally I isolated one, situated on the right and somewhat apart from the others, to study it better. I saw a rosy little body, translucent (I thought of those Chinese figurines of milky glass), looking like a small lizard about six inches long, ending in a fish's tail of extraordinary delicacy, the most sensitive part of our body. Along the back ran a transparent fin which joined with the tail, but what obsessed me was the feet, of the slenderest nicety, ending in tiny fingers with minutely human nails. And then I discovered its eyes, its face. Inexpressive features, with no other trait save the eyes, two orifices, like brooches, wholly of transparent gold, lacking any life but looking, letting themselves be penetrated by my look, which seemed to travel past the golden level and lose itself in a diaphanous interior mystery. A very slender black halo ringed the eye and etched it onto the pink flesh, onto the rosy stone of the head, vaguely triangular, but with curved and triangular sides which gave it a total likeness to a statuette corroded by time. The mouth was masked by the triangular plane of the face, its considerable size would be guessed only in profile; in front a delicate crevice barely slit the lifeless stone. On both sides of the head where the ears should have been, there grew three tiny sprigs, red as coral, a vegetal outgrowth, the gills, I suppose. And they were the only thing quick about it; every ten or fifteen seconds the sprigs pricked up stiffly and again subsided. Once in a while a foot would barely move, I saw the diminutive toes poise mildly on the moss. It's that we don't enjoy moving a lot, and the tank is so crampedwe barely move in any direction and we're hitting one of the others with our tail or our headdifficulties arise, fights, tiredness. The time feels like it's less if we stay quietly.
Fue su quietud la que me hizo inclinarme fascinado la primera vez que vi a los axolotl. Oscuramente me pareció comprender su voluntad secreta, abolir el espacio y el tiempo con una inmovilidad indiferente. Después supe mejor, la contracción de las branquias, el tanteo de las finas patas en las piedras, la repentina natación (algunos de ellos nadan con la simple ondulación del cuerpo) me probó que eran capaz de evadirse de ese sopor mineral en el que pasaban horas enteras. Sus ojos sobre todo me obsesionaban. Al lado de ellos en los restantes acuarios, diversos peces me mostraban la simple estupidez de sus hermosos ojos semejantes a los nuestros. Los ojos de los axolotl me decían de la presencia de una vida diferente, de otra manera de mirar. Pegando mi cara al vidrio (a veces el guardián tosía inquieto) buscaba ver mejor los diminutos puntos áureos, esa entrada al mundo infinitamente lento y remoto de las criaturas rosadas. Era inútil golpear con el dedo en el cristal, delante de sus caras no se advertía la menor reacción. Los ojos de oro seguían ardiendo con su dulce, terrible luz; seguían mirándome desde una profundidad insondable que me daba vértigo.
It was their quietness that made me lean toward them fascinated the first time I saw the axolotls. Obscurely I seemed to understand their secret will, to abolish space and time with an indifferent immobility. I knew better later; the gill contraction, the tentative reckoning of the delicate feet on the stones, the abrupt swimming (some of them swim with a simple undulation of the body) proved to me that they were capable of escaping that mineral lethargy in which they spent whole hours. Above all else, their eyes obsessed me. In the standing tanks on either side of them, different fishes showed me the simple stupidity of their handsome eyes so similar to our own. The eyes of the axolotls spoke to me of the presence of a different life, of another way of seeing. Glueing my face to the glass (the guard would cough fussily once in a while), I tried to see better those diminutive golden points, that entrance to the infinitely slow and remote world of these rosy creatures. It was useless to tap with one finger on the glass directly in front of their faces; they never gave the least reaction. The golden eyes continued burning with their soft, terrible light; they continued looking at me from an unfathomable depth which made me dizzy.
Y sin embargo estaban cerca. Lo supe antes de esto, antes de ser un axolotl. Lo supe el día en que me acerqué a ellos por primera vez. Los rasgos antropomórficos de un mono revelan, al revés de lo que cree la mayoría, la distancia que va de ellos a nosotros. La absoluta falta de semejanza de los axolotl con el ser humano me probó que mi reconocimiento era válido, que no me apoyaba en analogías fáciles. Sólo las manecitas... Pero una lagartija tiene también manos así, y en nada se nos parece. Yo creo que era la cabeza de los axolotl, esa forma triangular rosada con los ojitos de oro. Eso miraba y sabía. Eso reclamaba. No eran animales.
And nevertheless they were close. I knew it before this, before being an axolotl. I learned it the day I came near them for the first time. The anthropomorphic features of a monkey reveal the reverse of what most people believe, the distance that is traveled from them to us. The absolute lack of similarity between axolotls and human beings proved to me that my recognition was valid, that I was not propping myself up with easy analogies. Only the little hands . . . But an eft, the common newt, has such hands also, and we are not at all alike. I think it was the axolotls' heads, that triangular pink shape with the tiny eyes of gold. That looked and knew. That laid the claim. They were not animals.
Parecía fácil, casi obvio, caer en la mitología. Empecé viendo en los axolotl una metamorfosis que no conseguía anular una misteriosa humanidad. Los imaginé conscientes, esclavos de su cuerpo, infinitamente condenados a un silencio abisal, a una reflexión desesperada. Su mirada ciega, el diminuto disco de oro inexpresivo y sin embargo terriblemente lúcido, me penetraba como un mensaje: «Sálvanos, sálvanos». Me sorprendía musitando palabras de consuelo, transmitiendo pueriles esperanzas. Ellos seguían mirándome inmóviles; de pronto las ramillas rosadas de las branquias se enderezaban. En ese instante yo sentía como un dolor sordo; tal vez me veían, captaban mi esfuerzo por penetrar en lo impenetrable de sus vidas. No eran seres humanos, pero en ningún animal había encontrado una relación tan profunda conmigo. Los axolotl eran como testigos de algo, y a veces como horribles jueces. Me sentía innoble frente a ellos, había una pureza tan espantosa en esos ojos transparentes. Eran larvas, pero larva quiere decir máscara y también fantasma. Detrás de esas caras aztecas inexpresivas y sin embargo de una crueldad implacable, ¿qué imagen esperaba su hora?
It would seem easy, almost obvious, to fall into mythology. I began seeing in the axolotls a metamorphosis which did not succeed in revoking a mysterious humanity. I imagined them aware, slaves of their bodies, condemned infinitely to the silence of the abyss, to a hopeless meditation. Their blind gaze, the diminutive gold disc without expression and nonetheless terribly shining, went through me like a message: "Save us, save us." I caught myself mumbling words of advice, conveying childish hopes. They continued to look at me, immobile; from time to time the rosy branches of the gills stiffened. In that instant I felt a muted pain; perhaps they were seeing me, attracting my strength to penetrate into the impenetrable thing of their lives. They were not human beings, but I had found in no animal such a profound relation with myself. The axolotls were like witnesses of something, and at times like horrible judges. I felt ignoble in front of them; there was such a terrifying purity in those transparent eyes. They were larvas, but larva means disguise and also phantom. Behind those Aztec faces, without expression but of an implacable cruelty, what semblance was awaiting its hour?
Les temía. Creo que de no haber sentido la proximidad de otros visitantes y del guardián, no me hubiese atrevido a quedarme solo con ellos. «Usted se los come con los ojos», me decía riendo el guardián, que debía suponerme un poco desequilibrado. No se daba cuenta de que eran ellos los que me devoraban lentamente por los ojos en un canibalismo de oro. Lejos del acuario no hacía mas que pensar en ellos, era como si me influyeran a distancia. Llegué a ir todos los días, y de noche los imaginaba inmóviles en la oscuridad, adelantando lentamente una mano que de pronto encontraba la de otro. Acaso sus ojos veían en plena noche, y el día continuaba para ellos indefinidamente. Los ojos de los axolotl no tienen párpados.
I was afraid of them. I think that had it not been for feeling the proximity of other visitors and the guard, I would not have been bold enough to remain alone with them. "You eat them alive with your eyes, hey," the guard said, laughing; he likely thought I was a little cracked. What he didn't notice was that it was they devouring me slowly with their eyes, in a cannibalism of gold. At any distance from the aquarium, I had only to think of them, it was as though I were being affected from a distance. It got to the point that I was going every day, and at night I thought of them immobile in the darkness, slowly putting a hand out which immediately encountered another. Perhaps their eyes could see in the dead of night, and for them the day continued indefinitely. The eyes of axolotls have no lids.
Ahora sé que no hubo nada de extraño, que eso tenía que ocurrir. Cada mañana al inclinarme sobre el acuario el reconocimiento era mayor. Sufrían, cada fibra de mi cuerpo alcanzaba ese sufrimiento amordazado, esa tortura rígida en el fondo del agua. Espiaban algo, un remoto señorío aniquilado, un tiempo de libertad en que el mundo había sido de los axolotl. No era posible que una expresión tan terrible que alcanzaba a vencer la inexpresividad forzada de sus rostros de piedra, no portara un mensaje de dolor, la prueba de esa condena eterna, de ese infierno líquido que padecían. Inútilmente quería probarme que mi propia sensibilidad proyectaba en los axolotl una conciencia inexistente. Ellos y yo sabíamos. Por eso no hubo nada de extraño en lo que ocurrió. Mi cara estaba pegada al vidrio del acuario, mis ojos trataban una vez mas de penetrar el misterio de esos ojos de oro sin iris y sin pupila. Veía de muy cerca la cara de una axolotl inmóvil junto al vidrio. Sin transición, sin sorpresa, vi mi cara contra el vidrio, en vez del axolotl vi mi cara contra el vidrio, la vi fuera del acuario, la vi del otro lado del vidrio. Entonces mi cara se apartó y yo comprendí.
I know now that there was nothing strange, that that had to occur. Leaning over in front of the tank each morning, the recognition was greater. They were suffering, every fiber of my body reached toward that stifled pain, that stiff torment at the bottom of the tank. They were lying in wait for something, a remote dominion destroyed, an age of liberty when the world had been that of the axolotls. Not possible that such a terrible expression which was attaining the overthrow of that forced blankness on their stone faces should carry any message other than one of pain, proof of that eternal sentence, of that liquid hell they were undergoing. Hopelessly, I wanted to prove to myself that my own sensibility was projecting a nonexistent consciousness upon the axolotls. They and I knew. So there was nothing strange in what happened. My face was pressed against the glass of the aquarium, my eyes were attempting once more to penetrate the mystery of those eyes of gold without iris, without pupil. I saw from very close up the face of an axolotl immobile next to the glass. No transition and no surprise, I saw my face against the glass, I saw it on the outside of the tank, I saw it on the other side of the glass. Then my face drew back and I understood.
Sólo una cosa era extraña: seguir pensando como antes, saber. Darme cuenta de eso fue en el primer momento como el horror del enterrado vivo que despierta a su destino. Afuera mi cara volvía a acercarse al vidrio, veía mi boca de labios apretados por el esfuerzo de comprender a los axolotl. Yo era un axolotl y sabía ahora instantáneamente que ninguna comprensión era posible. Él estaba fuera del acuario, su pensamiento era un pensamiento fuera del acuario. Conociéndolo, siendo él mismo, yo era un axolotl y estaba en mi mundo. El horror venía -lo supe en el mismo momento- de creerme prisionero en un cuerpo de axolotl, transmigrado a él con mi pensamiento de hombre, enterrado vivo en un axolotl, condenado a moverme lúcidamente entre criaturas insensibles. Pero aquello cesó cuando una pata vino a rozarme la cara, cuando moviéndome apenas a un lado vi a un axolotl junto a mí que me miraba, y supe que también él sabía, sin comunicación posible pero tan claramente. O yo estaba también en él, o todos nosotros pensábamos como un hombre, incapaces de expresión, limitados al resplandor dorado de nuestros ojos que miraban la cara del hombre pegada al acuario.
Only one thing was strange: to go on thinking as usual, to know. To realize that was, for the first moment, like the horror of a man buried alive awaking to his fate. Outside, my face came close to the glass again, I saw my mouth, the lips compressed with the effort of understanding the axolotls. I was an axolotl and now I knew instantly that no understanding was possible. He was outside the aquarium, his thinking was a thinking outside the tank. Recognizing him, being him himself, I was an axolotl and in my world. The horror beganI learned in the same moment of believing myself prisoner in the body of an axolotl, metamorphosed into him with my human mind intact, buried alive in an axolotl, condemned to move lucidly among unconscious creatures. But that stopped when a foot just grazed my face, when I moved just a little to one side and saw an axolotl next to me who was looking at me, and understood that he knew also, no communication possible, but very clearly. Or I was also in him, or all of us were thinking humanlike, incapable of expression, limited to the golden splendor of our eyes looking at the face of the man pressed against the aquarium.
Él volvió muchas veces, pero viene menos ahora. Pasa semanas sin asomarse. Ayer lo vi, me miró largo rato y se fue bruscamente. Me pareció que no se interesaba tanto por nosotros, que obedecía a una costumbre. Como lo único que hago es pensar, pude pensar mucho en él. Se me ocurre que al principio continuamos comunicados, que él se sentía más que nunca unido al misterio que lo obsesionaba. Pero los puentes están cortados entre él y yo porque lo que era su obsesión es ahora un axolotl, ajeno a su vida de hombre. Creo que al principio yo era capaz de volver en cierto modo a él -ah, sólo en cierto modo-, y mantener alerta su deseo de conocernos mejor. Ahora soy definitivamente un axolotl, y si pienso como un hombre es sólo porque todo axolotl piensa como un hombre dentro de su imagen de piedra rosa. Me parece que de todo esto alcancé a comunicarle algo en los primeros días, cuando yo era todavía él. Y en esta soledad final, a la que él ya no vuelve, me consuela pensar que acaso va a escribir sobre nosotros, creyendo imaginar un cuento va a escribir todo esto sobre los axolotl.
He returned many times, but he comes less often now. Weeks pass without his showing up. I saw him yesterday, he looked at me for a long time and left briskly. It seemed to me that he was not so much interested in us any more, that he was coming out of habit. Since the only thing I do is think, I could think about him a lot. It occurs to me that at the beginning we continued to communicate, that he felt more than ever one with the mystery which was claiming him. But the bridges were broken between him and me, because what was his obsession is now an axolotl, alien to his human life. I think that at the beginning I was capable of returning to him in a certain wayah, only in a certain wayand of keeping awake his desire to know us better. I am an axolotl for good now, and if I think like a man it's only because every axolotl thinks like a man inside his rosy stone semblance. I believe that all this succeeded in communicating something to him in those first days, when I was still he. And in this final solitude to which he no longer comes, I console myself by thinking that perhaps he is going to write a story about us, that, believing he's making up a story, he's going to write all this about axolotls.
&
Nota del traductor: The Mexican axolotl is an odd-looking salamander with a flat head and spiked feet, unusual because it often spends its entire life in the so-called larval stage, like a tadpole, without ever moving to land. It grows and grows in the same shape, and has the capacity to reproduce, said the biologist Armando Tovar Garza. We dont really know why it doesnt change. Its gaze seems to captivate as its gills slowly beat. In Julio Cortázars short story Axolotl, the narrator is transfixed I stayed watching them for an hour and left, unable to think of anything else and experiences his own metamorphosis. New York Times, Oct. 31, 2012
La autopista del sur -- [The Southern Highway/SMALL>]
Gli automobilisti accaldati sembrano nom avere sotiria&
Come realtà, un ingorgo automobilistico
impressiona ma nom ci dice gran che*
ARRIGO BENEDETTI, LEspresso,
Roma, 21/6/1964
Al principio la muchacha del Dauphine había insistido en llevar la cuenta del tiempo, aunque al ingeniero del Peugeot 404 le daba ya lo mismo. Cualquiera podía mirar su reloj pero era como si ese tiempo atado a la muñeca derecha o el bip bip de la radio midieran otra cosa, fuera el tiempo de los que no han hecho la estupidez de querer regresar a París por la autopista del sur un domingo de tarde y, apenas salidos de Fontainbleau, han tenido que ponerse al paso, detenerse, seis filas a cada lado (ya se sabe que los domingos la autopista está íntegramente reservada a los que regresan a la capital), poner en marcha el motor, avanzar tres metros, detenerse, charlar con las dos monjas del 2HP a la derecha, con la muchacha del Dauphine a la izquierda, mirar por retrovisor al hombre pálido que conduce un Caravelle, envidiar irónicamente la felicidad avícola del matrimonio del Peugeot 203 (detrás del Dauphine de la muchacha) que juega con su niñita y hace bromas y come queso, o sufrir de a ratos los desbordes exasperados de los dos jovencitos del Simca que precede al Peugeot 404, y hasta bajarse en los altos y explorar sin alejarse mucho (porque nunca se sabe en qué momento los autos de más adelante reanudarán la marcha y habrá que correr para que los de atrás no inicien la guerra de las bocinas y los insultos), y así llegar a la altura de un Taunus delante del Dauphine de la muchacha que mira a cada momento la hora, y cambiar unas frases descorazonadas o burlonas con los hombres que viajan con el niño rubio cuya inmensa diversión en esas precisas circunstancias consiste en hacer correr libremente su autito de juguete sobre los asientos y el reborde posterior del Taunus, o atreverse y avanzar todavía un poco más, puesto que no parece que los autos de adelante vayan a reanudar la marcha, y contemplar con alguna lástima al matrimonio de ancianos en el ID Citroën que parece una gigantesca bañadera violeta donde sobrenadan los dos viejitos, él descansando los antebrazos en el volante con un aire de paciente fatiga, ella mordisqueando una manzana con más aplicación que ganas.
At first the girl in the Dauphine had insisted on keeping track of time, though for the engineer in the Peugeot 404 it no longer held any importance. Anyone could look at their watch, but it was as if this Time strapped to ones wrist or the bip bip of the radio were a measure of something else entirely, Time for those who hadnt been so stupid as to want to return to Paris via the southern highway on a Sunday afternoon, and, hardly having left Fontainebleu have had to slow down, stop, six lanes on each side (one is aware, of course, that on Sundays the motorway is exclusively reserved for those returning to the capital), put the engine in gear, advance three meters, stop, chat with the two nuns in the 2HP on the right, with the girl in the Dauphine on the left, take a look in the rear-view mirror at the pale man in the Caravelle, ironically envy the chirpy happiness of the young couple in the Peugeot 203 (behind the girls Dauphine) that play with their little girl and make jokes and eat cheese, or bear the exasperated whining of the two lads in the Simca in front, and even clamber down and explore a bit without going too far (for one never knows when the cars ahead will recommence their forward march and one will have to rush back so as to avoid the war of car horns and insults from those behind), and so arrive at a Taunus in front of the girls Dauphine who hasnt let up on checking her watch, and exchange a few droll, empty phrases with the two men who are travelling with a blonde child whose immense fun in these precise circumstances consists in running his toy car unhindered over the seats and the bodywork of the Taunus, or daringly advance a little more seeing as it doesnt seem as if the cars ahead are going to start off again, and contemplate somewhat pitifully the old couple in the Citroën ID that looks like an enormous purple bathtub with the two old fogies floating about inside, he resting his forearms on the steering wheel with an air of patient fatigue, she nibbling an apple with more application than desire.
A la cuarta vez de encontrarse con todo eso, de hacer todo eso, el ingeniero había decidido no salir más de su coche, a la espera de que la policía disolviese de alguna manera el embotellamiento. El calor de agosto se sumaba a ese tiempo a ras de neumáticos para que la inmovilidad fuese cada vez más enervante. Todo era olor a gasolina, gritos destemplados de los jovencitos del Simca, brillo del sol rebotando en los cristales y en los bordes cromados, y para colmo sensación contradictoria del encierro en plena selva de máquinas pensadas para correr. El 404 del ingeniero ocupa el segundo lugar de la pista de la derecha contando desde la franja divisoria de las dos pistas, con lo cual tenía otros cuatro autos a su derecha y siete a su izquierda, aunque de hecho sólo pudiera ver distintamente los ocho coches que lo rodeaban y sus ocupantes que ya había detallado hasta cansarse. Había charlado con todos, salvo con los muchachos del Simca que caían antipáticos; entre trecho y trecho se había discutido la situación en sus menores detalles, y la impresión general era que hasta Corbeil-Essones se avanzaría al paso o poco menos, pero que entre Corbeil y Juvisy el ritmo iría acelerándose una vez que los helicópteros y los motociclistas lograran quebrar lo peor del embotellamiento. A nadie le cabía duda de que algún accidente muy grave debía haberse producido en la zona, única explicación de una lentitud tan increíble. Y con eso el gobierno, el calor, los impuestos, la vialidad, un tópico tras otro, tres metros, otro lugar común, cinco metros, una frase sentenciosa o una maldición contenida.
By the fourth time of taking all this in, of doing all these things, the engineer had decided to stay put thereafter and wait for the police to clear the bottleneck in some way. The August heat was increasing and sticking to the tyres, making the delay all the more frustrating. The air was infused with the smell of gasoline, wild shouting from the young men in the Simca, the glint of sunlight reflected by the glass and chrome edges, and to top it all the contradictory feeling of being enclosed in a thick jungle of machines designed to run free. The engineers 404 occupied the second lane on the right counting from the divider between the two motorways, leaving four more cars to his right and seven to the left, although only the eight cars that surrounded him and their occupants were clearly visible, and he had already tired of scrutinising them. He had already chatted with all of them, except the youngsters in the Simca, who he didnt take much of a fancy to; at intervals he had discussed the situation down to the last detail, and the general impression was that until Corbeil-Essonnes it would be a crawl, but that between Corbeil and Juvisy they would pick up speed once the helicopters and the motorcyclists had managed to clear up the worst of the bottleneck. No-one had any doubt that a very serious accident must have occurred in the area, the only explication for such an incredible hold-up. And with that, the government, the heat, taxes, traffic, one topic after another, three meters, another commonplace, five meters, a sententious comment or a muffled curse.
A las dos monjitas del 2HP les hubiera convenido tanto llegar a Milly-la-Fôret antes de las ocho, pues llevaban una cesta de hortalizas para la cocinera. Al matrimonio del Peugeot 203 le importaba sobre todo no perder los juegos televisados de las nueve y media; la muchacha del Dauphine le había dicho al ingeniero que le daba lo mismo llegar más tarde a París pero que se quejaba por principio, porque le parecía un atropello someter a millares de personas a un régimen de caravana de camellos. En esas últimas horas (debían ser casi las cinco pero el calor los hostigaba insoportablemente) habían avanzado unos cincuenta metros a juicio del ingeniero, aunque uno de los hombres del Taunus que se había acercado a charlar llevando de la mano al niño con su autito, mostró irónicamente la copa de un plátano solitario y la muchacha del Dauphine recordó que ese plátano (si no era un castaño) había estado en la misma línea que su auto durante tanto tiempo que ya ni valía la pena mirar el reloj pulsera para perderse en cálculos inútiles.
The two little nuns in the 2HP had best arrive in Milly-la-Forêt before eight since they were carrying a basket of vegetables for the cook. For the married couple in the Peugeot 203 the most important thing was not to miss their television program at nine-thirty; while the young girl in the Dauphine had told the engineer that she didnt mind if she got to Paris late but that she was complaining in principal as she considered it an outrage to treat thousands of people like a caravan of camels. In the last few hours (it must have been about five but the heat still harried them relentlessly) they had advanced some fifty meters according to the engineer, though one of the men in the Taunus who had come over for a chat, taking the child with the toy car by the hand, ironically pointed to a solitary plantain, and the girl in the Dauphine remembered that that plane tree (if it wasnt a horse chestnut) had been in line with her car for so long it was hardly worth looking at ones wristwatch any longer nor losing oneself in useless calculations.
No atardecía nunca, la vibración del sol sobre la pista y las carrocerías dilataba el vértigo hasta la náusea. Los anteojos negros, los pañuelos con agua de colonia en la cabeza, los recursos improvisados para protegerse, para evitar un reflejo chirriante o las bocanadas de los caños de escape a cada avance, se organizaban y perfeccionaban, eran objeto de comunicación y comentario. El ingeniero bajó otra vez para estirar las piernas, cambió unas palabras con la pareja de aire campesino del Ariane que precedía al 2HP de las monjas. Detrás del 2HP había un Volkswagen con un soldado y una muchacha que parecían recién casados. La tercera fila hacia el exterior dejaba de interesarle porque hubiera tenido que alejarse peligrosamente del 404; veía colores, formas, Mercedes Benz, ID, 4R, Lancia, Skoda, Morris Minor, el catálogo completo. A la izquierda, sobre la pista opuesta, se tendía otra maleza inalcanzable de Renault, Anglia, Peugeot, Porsche, Volvo; era tan monótono que al final, después de charlar con los dos hombres del Taunus y de intentar sin éxito un cambio de impresiones con el solitario conductor del Caravelle, no quedaba nada mejor que volver al 404 y reanudar la misma conversación sobre la hora, las distancias y el cine con la muchacha del Dauphine.
Evening just refused to fall, the suns beating on the asphalt and the metalwork brought on a nauseous vertigo. The dark glasses, hankies daubed with cologne on peoples heads, the improvised defence measures, to avoid a burning reflection or a mouthful of exhaust fumes, were being devised and perfected, and were the subject of communication and commentaries. The engineer got out again to stretch his legs, exchanged a few words with the couple with the yokelish air in the Ariane that sat in front of the nuns 2HP. Behind the 2HP there was a Volkswagen with a soldier and a girl who appeared to be newly-weds. The third row towards the outside lane no longer interested him as he would have had to stray dangerously far from the 404; he saw colours, shapes, Mercedez Benz, ID, 4R, Lancia, Skoda, Morris Minor the whole catalogue. On the left, in the opposite lane, stretched out another unreachable thicket of Renaults, Anglias, Peugeots, Porches, Volvos, it was so monotonous that finally, after chatting with the two men in the Taunus and trying unsuccessfully to exchange views with the solitary man in the Caravelle, there was nothing left to do but go and have a the same conversation about the time, distances and cinema with the girl in the Dauphine.
A veces llegaba un extranjero, alguien que se deslizaba entre los autos viniendo desde el otro lado de la pista o desde la filas exteriores de la derecha, y que traía alguna noticia probablemente falsa repetida de auto en auto a lo largo de calientes kilómetros. El extranjero saboreaba el éxito de sus novedades, los golpes de las portezuelas cuando los pasajeros se precipitaban para comentar lo sucedido, pero al cabo de un rato se oía alguna bocina o el arranque de un motor, y el extranjero salía corriendo, se lo veía zigzaguear entre los autos para reintegrase al suyo y no quedar expuesto a la justa cólera de los demás. A lo largo de la tarde se había sabido así del choque de un Floride contra un 2HP cerca de Corbeil, tres muertos y un niño herido, el doble choque de un Fiat 1500 contra un furgón Renault que había aplastado un Austin lleno de turistas ingleses, el vuelco de un autocar de Orly colmado de pasajeros procedentes del avión de Copenhague. El ingeniero estaba seguro de que todo o casi todo era falso, aunque algo grave debía haber ocurrido cerca de Corbeil e incluso en las proximidades de París para que la circulación se hubiera paralizado hasta ese punto. Los campesinos del Ariane, que tenían una granja del lado de Montereau y conocían bien la región, contaban con otro domingo en que el tránsito había estado detenido durante cinco horas, pero ese tiempo empezaba a parecer casi nimio ahora que el sol, acostándose hacia la izquierda de la ruta, volcaba en cada auto una última avalancha de jalea anaranjada que hacía hervir los metales y ofuscaba la vista, sin que jamás una copa de árbol desapareciera del todo a la espalda, sin que otra sombra apenas entrevista a la distancia se acercara como para poder sentir de verdad que la columna se estaba moviendo aunque fuera apenas, aunque hubiera que detenerse y arrancar y bruscamente clavar el freno y no salir nunca de la primera velocidad, del desencanto insultante de pasar una vez más de la primera al punto muerto, freno de pie, freno de mano, stop, y así otra vez y otra vez y otra.
From time to time a stranger would come along, slipping between the cars from the other side of the motorway or from the lanes on the outside right to bring news, probably untrue, passed on from car to car over the burning kilometres. The stranger savoured the success of his tales, the slam of the car doors as the travellers rushed to pass comment on the latest goings on, but after a while they would hear a car horn beeping or an engine starting and the stranger would run off, zig-zagging between the cars to rejoin his own group and not leave himself exposed to the righteous anger of the rest. As the afternoon went on they had learned of a crash involving a Florida and a 2HP near Corbeil, three dead and an injured child; of the double collision of a Fiat 1500 with a Renault van which had in turn smashed into an Austin full of English tourists; of a jackknifed airport bus coming from Orly with passengers on a connecting flight from Copenhagen. The engineer was certain that all or almost all of this was false, although something grave must have happened near Corbeil or even in the outskirts of Paris for the traffic to have been paralysed up to this point. The country folk in the Ariane, who had a farm in the vicinity of Montereau and knew the region well, told of another Sunday when the traffic had been backed up for five hours, but such a time frame was beginning to look rather insignificant now that the sun, setting over the left-hand side of the route, was spilling over every one of them a last avalanche of orange jelly that made the metal boil and distorted ones vision so that no tree top ever disappeared, turning away, nor did any of the barely perceptible shadows in the distance ever come any closer so as to make them feel they were really moving, though be it in the slightest, even if it were only to stop and start and brusquely step on the brake without ever getting out of first gear nor rid oneself of the mocking disillusionment of going once more from first to a dead stop, foot brake, handbrake, stop, again and again and again.
En algún momento, harto de inacción, el ingeniero se había decidido a aprovechar un alto especialmente interminable para recorrer las filas de la izquierda, y dejando a su espalda el Dauphine había encontrado un DKW, otro 2HP, un Fiat 600, y se había detenido junto a un De Soto para cambiar impresiones con el azorado turista de Washington que no entendía casi el francés pero que tenía que estar a las ocho en la Place de lOpéra sin falta you understand, my wife will be awfully anxious, damn it, y se hablaba un poco de todo cuando un hombre con aire de viajante de comercio salió del DKW para contarles que alguien había llegado un rato antes con la noticia de que un Piper Club se había estrellado en plena autopista, varios muertos. Al americano el Piper Club lo tenía profundamente sin cuidado, y también al ingeniero que oyó un coro de bocinas y se apresuró a regresar al 404, transmitiendo de paso las novedades a los dos hombres del Taunus y al matrimonio del 203. Reservó una explicación más detallada para la muchacha del Dauphine mientras los coches avanzaban lentamente unos pocos metros (ahora el Dauphine estaba ligeramente retrasado con relación al 404, y más tarde sería al revés, pero de hecho las doce filas se movían prácticamente en bloque, como si un gendarme invisible en el fondo de la autopista ordenara el avance simultáneo sin que nadie pudiese obtener ventajas). Piper Club, señorita, es un pequeño avión de paseo. Ah. Y la mala idea de estrellarse en plena autopista un domingo de tarde. Esas cosas. Si por lo menos hiciera menos calor en los condenados autos, si esos árboles de la derecha quedaran por fin a la espalda, si la última cifra del cuentakilómetros acabara de caer en su agujerito negro en vez de seguir suspendida por la cola, interminablemente.
At one point, sick of sitting around, the engineer had decided to take advantage of an especially protracted standstill and go for a walk along the lanes on the left, and turning his back on the Dauphine he had found a DKW, a 2HP, a Fiat 600 and had stopped next to a De Soto to chat with the alarmed tourist from Washington who barely spoke French but who had to be at the Place de lOpéra at eight without fail, you understand, my wife will be awfully anxious, damn it,] and they were talking a little bit about everything when a man with the air of a travelling salesman hopped out of the DKW to inform them that someone had come by a while ago with the news that a Piper Club had crashed right in the middle of the motorway, leaving several people dead. The American couldnt care less about the story of the Piper Club, nor could the engineer, who heard a chorus of car horns and rushed to make it back to the 404, relating on the way the news to the two men in the Taunus and the couple in the 203. He reserved a more detailed explanation for the girl in the Dauphine as the cars moved slowly forward a few metres (now the Dauphine was slightly behind in relation to the 404, and later it would be the opposite, but in fact the twelve lanes were moving almost in unison, as if an invisible gendarme at the end of the motorway were co-ordinating the advance without letting anyone exert any kind of advantage). A Piper Club, Miss, is a small town car. Ah. What bad taste to crash right on the freeway on a Sunday afternoon. These things happen. If at least it wasnt so hot in these goddamn cars, if the trees on the right would finally turn their back, if the last number on the dial would finally fall from its little black slot instead of handing there endlessly by the tail.
En algún momento (suavemente empezaba a anochecer, el horizonte de techos de automóviles se teñía de lila) una gran mariposa blanca se posó en el parabrisas del Dauphine, y la muchacha y el ingeniero admiraron sus alas en la breve y perfecta suspensión de su reposo; la vieron alejarse con una exasperada nostalgia, sobrevolar el Taunus, el ID violeta de los ancianos, ir hacia el Fiat 600 ya invisible desde el 404, regresar hacia el Simca donde una mano cazadora trató inútilmente de atraparla, aletear amablemente sobre el Ariane de los campesinos que parecían estar comiendo alguna cosa, y perderse después hacia la derecha. Al anochecer la columna hizo un primer avance importante, de casi cuarenta metros; cuando el ingeniero miró distraídamente el cuentakilómetros, la mitad del 6 había desaparecido y un asomo del 7 empezaba a descolgarse de lo alto. Casi todo el mundo escuchaba sus radios, los del Simca la habían puesto a todo trapo y coreaban un twist con sacudidas que hacían vibrar la carrocería; las monjas pasaban las cuentas de sus rosarios, el niño del Taunus se había dormido con la cara pegada a un cristal, sin soltar el auto de juguete. En algún momento (ya era noche cerrada) llegaron extranjeros con más noticias, tan contradictorias como las otras ya olvidadas, No había sido un Piper Club sino un planeador piloteado por la hija de un general. Era exacto que un furgón Renault había aplastado un Austin, pero no en Juvisy sino casi en las puertas de París; uno de los extranjeros explicó al matrimonio del 203 que el macadam de la autopista había cedido a la altura de Igny y que cinco autos habían volcado al meter las ruedas delanteras en la grieta. La idea de una catástrofe natural se propagó hasta el ingeniero, que se encogió de hombros sin hacer comentarios. Más tarde, pensando en esas primeras horas de oscuridad en que habían respirado un poco más libremente, recordó que en algún momento había sacado el brazo por la ventanilla para tamborilear en la carrocería del Dauphine y despertar a la muchacha que se había dormido reclinada sobre el volante, sin preocuparse de un nuevo avance. Quizá ya era medianoche cuando una de las monjas le ofreció tímidamente un sándwich de jamón, suponiendo que tendría hambre. El ingeniero lo aceptó por cortesía (en realidad sentía náuseas) y pidió permiso para dividirlo con la muchacha del Dauphine, que aceptó y comió golosamente el sándwich y la tableta de chocolate que le había pasado el viajante del DKW, su vecino de la izquierda. Mucha gente había salido de los autos recalentados, porque otra vez llevaban horas sin avanzar; se empezaba a sentir sed, ya agotadas las botellas de limonada, la coca-cola y hasta los vinos de a bordo. La primera en quejarse fue la niña del 203, y el soldado y el ingeniero abandonaron los autos junto con el padre de la niña para buscar agua. Delante del Simca, donde la radio parecía suficiente alimento, el ingeniero encontró un Beaulieu ocupado por una mujer madura de ojos inquietos. No, no tenía agua pero podía darle unos caramelos para la niña. El matrimonio del ID se consultó un momento antes de que la anciana metiera las manos en un bolso y sacara una pequeña lata de jugo de frutas. El ingeniero agradeció y quiso saber si tenían hambre y si podía serles útil; el viejo movió negativamente la cabeza, pero la mujer pareció asentir sin palabras. Más tarde la muchacha del Dauphine y el ingeniero exploraron juntos las filas de la izquierda, sin alejarse demasiado; volvieron con algunos bizcochos y los llevaron a la anciana del ID, con el tiempo justo para regresar corriendo a sus autos bajo una lluvia de bocinas.
In some moment (twilight was coming on softly, the horizon of car roofs was turning lilac) a large butterfly landed on the Dauphines windshield and the girl and the engineer admired its wings in their brief and perfect repose; they watched it fly off in an exaggerated state of nostalgia, pass over the Taunus, the old couples ID, head towards the Fiat 600, no longer visible from the 404, come back in the direction of the Simca where a grasping hand tried to grab it, saw it flutter amiably over the yokels Ariane, who seemed to be eating something, and lose itself somewhere off to the right. At nightfall the column made its first important advance, almost fourty metres; when the engineer looked distractedly at the mileometre half of the six had disappeared and the sevens tail could be seen hanging down. Almost everyone was listening to the radio: those in the Simca had theirs on full blast and were improvising a twist that shook the entire vehicle; the nuns had lost count of how many rosaries they had said, the little boy in the Taunus had fallen asleep with his face against the glass, still clutching the toy car in his hand. At some point (night-time was well under way) a few strangers arrived with more news, as contradictory as all that which they had already forgotten. It hadnt been a Piper Club but a glider piloted by a generals daughter. It was true that a Renault van had crashed into an Austin, just not in Juvisy, rather right near the gates of Paris. One of the strangers explained to the couple in the 203 that there had been a split in the tarmacadam near Igny and that five cars had overturned after their front wheels became lodged in the crack. The idea of a natural disaster made it as far as the engineer, who shrugged his shoulders without a word. Later on, thinking about those first few hours of darkness in which they had breathed a little easier, he recalled that at one stage he had stuck his arm out the window to tap on the hood of the Dauphine and wake up the girl who had fallen asleep at the wheel disregarding the possibility of any new advance. It may already have been midnight when one of the nuns timidly offered him a ham sandwich, presuming he was hungry. He accepted it out of courtesy (he only really felt nauseous) and asked if he could share it with the girl in the Dauphine, who accepted and gobbled it up along with a bar of chocolate she had been passed by the driver of the DKW, her neighbour on the left-hand side. Many people had gotten out of their baking cars as once again several hours had gone by without moving an inch; they were getting thirsty now, having already drained to the last drop all the bottles of lemonade, coca cola and even all the wine on board. The first to complain was the little girl in the 203, and the soldier and the engineer abandoned their cars along with the girls father to look for water. In front of the Simca, where the radio seemed nourishment enough, the engineer came across a Beaulieu occupied by a middle-aged woman with a worried look in her eyes. No she didnt have any water but she did have some sweets for the little girl. The married couple in the ID consulted a moment before the old woman put her hand in her bag and produced a small carton of fruit juice. The engineer thanked them and asked if they were hungry and if he could be of service; the old man shook his head but the woman appeared to assent implicitly. Later on the girl in the Dauphine and the engineer explored the rows to the left together, without drifting too far; they brought back some biscuits for the old woman in the ID just in time for a hail of car horns sent them running to their vehicles.
Aparte de esas mínimas salidas, era tan poco lo que podía hacerse que las horas acababan por superponerse, por ser siempre la misma en el recuerdo; en algún momento el ingeniero pensó en tachar ese día en su agenda y contuvo una risotada, pero más adelante, cuando empezaron los cálculos contradictorios de las monjas, los hombres del Taunus y la muchacha del Dauphine, se vio que hubiera convenido llevar mejor la cuenta. Las diarios locales habían suspendido las emisiones, y sólo el viajante del DKW tenía un aparato de ondas cortas que se empeñaba en transmitir noticias bursátiles.. Hacia las tres de la madrugada pareció llegarse a un acuerdo tácito para descansar, y hasta el amanecer la columna no se movió. Los muchachos del Simca sacaron unas camas neumáticas y se tendieron al lado del auto; el ingeniero bajó el respaldo de los asientos delanteros del 404 y ofreció las cuchetas a las monjas, que rehusaron; antes de acostarse un rato, el ingeniero pensó en la muchacha del Dauphine, muy quieta contra el volante, y como sin darle importancia le propuso que cambiaran de autos hasta el amanecer; ella se negó, alegando que podía dormir muy bien de cualquier manera. Durante un rato se oyó llorar al niño del Taunus, acostado en el asiento trasero donde debía tener demasiado calor. Las monjas rezaban todavía cuando el ingeniero se dejó caer en la cucheta y se fue quedando dormido, pero su sueño seguía demasiado cerca de la vigilia y acabó por despertarse sudoroso e inquieto, sin comprender en un primer momento dónde estaba; enderezándose, empezó a percibir los confusos movimientos del exterior, un deslizarse de sombras entre los autos, y vio un bulto que se alejaba hacia el borde de la autopista; adivinó las razones, y más tarde también él salió del auto sin hacer ruido y fue a aliviarse al borde de la ruta; no había setos ni árboles, solamente el campo negro y sin estrellas, algo que parecía un muro abstracto limitando la cinta blanca del macadam con su río inmóvil de vehículos, Casi tropezó con el campesino del Ariane, que balbuceó una frase ininteligible; al olor de la gasolina, persistente en la autopista recalentada, se sumaba ahora la presencia más ácida del hombre, y el ingeniero volvió lo antes posible a su auto. La chica del Dauphine dormía apoyada sobre el volante, un mechón de pelo contra los ojos; antes de subir al 404, el ingeniero se divirtió explorando en la sombra su perfil, adivinando la curva de los labios que soplaban suavemente. Del otro lado, el hombre del DKW miraba también dormir a la muchacha, fumando en silencio.
Apart from these minor excursions, there was so little they could do that the hours could only pile up one on top of the other, for there was nothing to tell them apart; at one point the engineer thought of scratching this day out of his diary and gave a hollow laugh at the idea, but some time later when the nuns, the men in the Taunus and the girl in the Dauphine started with their contradictory calculations, it became clear that it would have been better to have kept more accurate record. The local radio stations had ceased transmission, and only the traveller in the DKW had a short-wave device that persisted in transmitting news from the stock exchange. Somewhere around three oclock in the morning they appeared to come to a tacit agreement to rest, and until dawn the column did not move. The lads in the Simca took out some air beds and stretched out alongside the car; the engineer put back the front seats of his 404 and offered the headrests to the nuns, who refused; before lying down to rest the engineer thought about the girl in the Dauphine, so still against the wheel, and without making a big deal, offered to change cars with her until dawn; she refused, saying she could sleep well any which way. For a while the child in the Taunus could be heard crying, laid out in the back seat where he must have been too warm. The nuns were still praying when the engineer let himself fall back on the headrest and began to doze off, but not even his tiredness could break his vigil and he eventually woke up sweaty and ill-at-ease, not realising at first where he was; sitting up, he became aware of confused toings and froings outside, of shadows slipping between the cars, and he saw a bulk heading towards the side of the motorway; guessing why, soon after he too stepped silently out of the car to relieve himself by the side of the road; there were neither hedges nor trees, just the black countryside, unlit by stars, which looked like a an abstract wall delimited by the tarmacadams white ribbon and its frozen river of cars. He almost bumped into the yokel from the Ariane, who muttered something unintelligible; the smell of gasoline, so inescapable over the burning kilometres of the motorway, was now joined by the most acrid presence of man, and the engineer went back to his car as quick as he could. The girl in the Dauphine was sleeping on the steering wheel, a lock of hair hanging over her eyes; before getting into the 404 the engineer amused himself studying the shadow of her profile, teasing out the curve of her lips as they breathed softly. On the other side, the man in the DKW was watching her, too, smoking away in silence.
Por la mañana se avanzó muy poco pero lo bastante como para darles la esperanza de que esa tarde se abriría la ruta hacia París. A las nueve llegó un extranjero con buenas noticias: habían rellenado las grietas y pronto se podría circular normalmente. Los muchachos del Simca encendieron la radio y uno de ellos trepó al techo del auto y gritó y cantó. El ingeniero se dijo que la noticia era tan dudosa como las de la víspera, y que el extranjero había aprovechado la alegría del grupo para pedir y obtener una naranja que le dio el matrimonio del Ariane. Más tarde llegó otro extranjero con la misma treta, pero nadie quiso darle nada. El calor empezaba a subir y la gente prefería quedarse en los autos a la espera de que se concretaran las buenas noticias. A mediodía la niña del 203 empezó a llorar otra vez, y la muchacha del Dauphine fue a jugar con ella y se hizo amiga del matrimonio. Los del 203 no tenían suerte; a su derecha estaba el hombre silencioso del Caravelle, ajeno a todo lo que ocurría en torno, y a su izquierda tenían que aguantar la verbosa indignación del conductor de un Floride, para quien el embotellamiento era una afrenta exclusivamente personal. Cuando la niña volvió a quejarse de sed, al ingeniero se le ocurrió ir a hablar con los campesinos del Ariane, seguro de que en ese auto había cantidad de provisiones. Para su sorpresa los campesinos se mostraron muy amables; comprendían que en una situación semejante era necesario ayudarse, y pensaban que si alguien se encargaba de dirigir el grupo (la mujer hacía un gesto circular con la mano, abarcando la docena de autos que los rodeaba) no se pasarían apreturas hasta llegar a Paría. Al ingeniero lo molestaba la idea de erigirse en organizador, y prefirió llamar a los hombres del Taunus para conferenciar con ellos y con el matrimonio del Ariane. Un rato después consultaron sucesivamente a todos los del grupo. El joven soldado del Volkswagen estuvo inmediatamente de acuerdo, y el matrimonio del 203 ofreció las pocas provisiones que les quedaban (la muchacha del Dauphine había conseguido un vaso de granadina con agua para la niña, que reía y jugaba). Uno de los hombres del Taunus, que había ido a consultar a los muchachos del Simca, obtuvo un asentimiento burlón; el hombre pálido del Caravelle se encogió de hombros y dijo que le daba lo mismo, que hicieran lo que les pareciese mejor. Los ancianos del ID y la señora del Beaulieu se mostraron visiblemente contentos, como si se sintieran más protegidos. Los pilotos del Floride y del DKW no hicieron observaciones, y el americano del De Soto los miró asombrado y dijo algo sobre la voluntad de Dios. Al ingeniero le resultó fácil proponer que uno de los ocupantes del Taunus, en que tenía una confianza instintiva, se encargará de coordinar las actividades. A nadie le faltaría de comer por el momento, pero era necesario conseguir agua; el jefe, al que los muchachos del Simca llamaban Taunus a secas para divertirse, pidió al ingeniero, al soldado y a uno de los muchachos que exploraran la zona circundante de la autopista y ofrecieran alimentos a cambio de bebidas. Taunus, que evidentemente sabía mandar, había calculado que deberían cubrirse las necesidades de un día y medio como máximo, poniéndose en la posición menos optimista. En el 2HP de las monjas y en el Ariane de los campesinos había provisiones suficientes para ese tiempo, y si los exploradores volvían con agua el problema quedaría resuelto. Pero solamente el soldado regresó con una cantimplora llena, cuyo dueño exigía en cambio comida para dos personas. El ingeniero no encontró a nadie que pudiera ofrecer agua, pero el viaje le sirvió para advertir que más allá de su grupo se estaban constituyendo otras células con problemas semejantes; en un momento dado el ocupante de un Alfa Romeo se negó a hablar con él del asunto, y le dijo que se dirigiera al representante de su grupo, cinco autos atrás en la misma fila. Más tarde vieron volver al muchacho del Simca que no había podido conseguir agua, pero Taunus calculó que ya tenían bastante para los dos niños, la anciana del ID y el resto de las mujeres. El ingeniero le estaba contando a la muchacha del Dauphine su circuito por la periferia (era la una de la tarde, y el sol los acorralaba en los autos) cuando ella lo interrumpió con un gesto y le señaló el Simca. En dos saltos el ingeniero llegó hasta el auto y sujetó por el codo a uno de los muchachos, que se repantigaba en su asiento para beber a grandes tragos de la cantimplora que había traído escondida en la chaqueta. A su gesto iracundo, el ingeniero respondió aumentando la presión en el brazo; el otro muchacho bajó del auto y se tiró sobre el ingeniero, que dio dos pasos atrás y lo esperó casi con lástima. El soldado ya venía corriendo, y los gritos de las monjas alertaron a Taunus y a su compañero; Taunus escuchó lo sucedido, se acercó al muchacho de la botella y le dio un par de bofetadas. El muchacho gritó y protestó, lloriqueando, mientras el otro rezongaba sin atreverse a intervenir. El ingeniero le quitó la botella y se la alcanzó a Taunus. Empezaban a sonar bocinas y cada cual regresó a su auto, por lo demás inútilmente puesto que la columna avanzó apenas cinco metros.
In the morning they advanced very little, but just enough to give them the hope that this afternoon the way would be cleared for Paris. At nine a stranger arrived: they had repaired the cracks in the tarmac and soon normal traffic would resume. The boys in the Simca turned on the radio and one of them climbed onto the roof and shouted and sang. The engineer said to himself that this news was as a doubtful as that of the night before, and that the stranger had taken advantage of the groups happiness to ask for and obtain an orange from the couple in the Ariane. Later on another journeyman came by with the same spiel, but he left empty-handed. It was getting steadily warmer and people preferred to stay in their cars awaiting confirmation of better news. At midday the little girl in the 203 started crying again, and the girl in the Dauphine went to play with her and befriended the couple. Those in the 203 had no luck: to their right was the silent man in the Caravelle, disconnected from all that was going on around him, while to the left they had to put up with the rage of the driver of the Concorde, for whom the traffic jam was an exclusively personal affront. When the child began to complain of thirst again, it occurred to the engineer to go and talk to the couple in the Ariane, sure they would have a supply of provisions. To his surprise the peasants proved themselves to be very friendly; they understood that in such circumstances everyone had to look out for each other, and they thought that if someone took it upon himself to direct the group (the woman made a circular motion with her hand, encompassing the dozen or so surrounding cars) there should be no shortages until they reached Paris. The engineer was not too fond of the idea of proclaiming himself leader, and he called the two men in the Taunus for a conference with the couple in the Ariane. A while later they discussed the matter successively with the whole group. The young soldier agreed immediately and the couple in the 203 offered what little provisions they had left (the girl in the Dauphine had acquired a glass of water with granadine for the little girl, who was laughing and playing). One of the men in the Taunus went to enquire of the young lads in the Simca, but got a mocking response; the pale man in the Caravelle shrugged his shoulders and said he didnt care, that they do whatever they thought best. The old couple in the ID and the Beaulieu appeared visibly contented, as if they felt more secure. The drivers of the Florida and the DKW made no observations, while the American in the De Soto looked amazed and said something about God. The engineer had no problem in suggesting that one of the men from the Taunus, with whom he felt an instinctive trust, take care of co-ordinating the activities. No-one would lack food for the moment, but they had to look for water; the chief, as the lads in the Simca were calling him simply for fun, asked the engineer, the soldier and one of the boys to explore the area around the motorway and offer food in exchange for drink. Taunus, who evidently knew how to lead, had calculated that they need to cover themselves for a day and a half at most, taking the least optimistic outlook. In the peasants Ariane and the nuns 2HP there was enough supplies for such a time frame, and if the explorers returned with water the problem would be resolved. But only the soldier came back with a full canteen, and its owner was demanding enough food for two people. The engineer could find no-one willing to give water but the trip was of use in that he discovered that beyond their own group other cells were beginning to be formed by people with similar problems; at one point the driver of an Alfa Romeo refused to discuss the matter and sent him to talk to his groups representative, five cars back in the same row. Later on they saw one of the boys from the Simca come back; he had not managed to get any water but Taunus estimated they already had enough for the two children, the elderly woman in the ID and the rest of the women. The engineer was telling the girl in the Dauphine of his excursion around the periphery (it was one in the afternoon and the sun had corralled them in the cars) when she interrupted him pointing to the Simca. In two bounds the engineer made it to the car and grabbed one of the boys by the elbow as he crouched down in his seat sucking down large draughts from a canteen he had brought back hidden in his jacket. The engineer responded to his angry gesture by applying even more pressure on the arm; the other young man hopped out of the car and threw himself at the engineer, who took two steps back and waited for him almost pitifully. The soldier was already on his way, running, and the nuns shouting alerted Taunus and his companion; Taunus heard what was going on, walked over to the youngster with the bottle and gave him a couple of slaps. He yelled in protest, sniffling away, while the other grumbled, not daring to step in. The engineer took the bottle away and handed it to Taunus. The horns had begun to sound and everybody went back to their cars, all the more pointlessly since the column hardly moved forward five meters.
A la hora de la siesta, bajo un sol todavía más duro que la víspera, una de las monjas se quitó la toca y su compañera le mojó las sienes con agua de colonia. Las mujeres improvisaban de a poco sus actividades samaritanas, yendo de un auto a otro, ocupándose de los niños para que los hombres estuvieran más libres: nadie se quejaba pero el buen humor era forzado, se basaba siempre en los mismos juegos de palabras, en un escepticismo de buen tono. Para el ingeniero y la muchacha del Dauphine, sentirse sudorosos y sucios era la vejación más grande; lo enternecía casi la rotunda indiferencia del matrimonio de campesinos al olor que les brotaba de las axilas cada vez que venían a charlar con ellos o a repetir alguna noticia de último momento. Hacia el atardecer el ingeniero miró casualmente por el retrovisor y encontró como siempre la cara pálida y de rasgos tensos del hombre del Caravelle, que al igual que el gordo piloto del Floride se había mantenido ajeno a todas las actividades. Le pareció que sus facciones se habían afilado todavía más, y se preguntó si no estaría enfermo. Pero después, cuando al ir a charlar con el soldado y su mujer tuvo ocasión de mirarlo desde más cerca, se dijo que ese hombre no estaba enfermo; era otra cosa, una separación, por darle algún nombre. El soldado del Volkswagen le contó más tarde que a su mujer le daba miedo ese hombre silencioso que no se apartaba jamás del volante y que parecía dormir despierto. Nacían hipótesis, se creaba un folklore para luchar contra la inacción. Los niños del Taunus y el 203 se habían hecho amigos y se habían peleado y luego se habían reconciliado; sus padres se visitaban, y la muchacha del Dauphine iba cada tanto a ver cómo se sentían la anciana del ID y la señora del Beaulieu. Cuando al atardecer soplaron bruscamente una ráfagas tormentosas y el sol se perdió entre las nubes que se alzaban al oeste, la gente se alegró pensando que iba a refrescar. Cayeron algunas gotas, coincidiendo con un avance extraordinario de casi cien metros; a lo lejos brilló un relámpago y el calor subió todavía más. Había tanta electricidad en la atmósfera que Taunus, con un instinto que el ingeniero admiró sin comentarios, dejó al grupo en paz hasta la noche, como si temiera los efectos del cansancio y el calor. A las ocho las mujeres se encargaron de distribuir las provisiones; se había decidido que el Ariane de los campesinos sería el almacén general, y que el 2HP de las monjas serviría de depósito suplementario. Taunus había ido en persona a hablar con los jefes de los cuatro o cinco grupos vecinos; después, con ayuda del soldado y el hombre del 203, llevó una cantidad de alimentos a los grupos, regresando con más agua y un poco de vino. Se decidió que los muchachos del Simca cederían sus colchones neumáticos a la anciana del ID y a la señora del Beaulieu; la muchacha del Dauphine les llevó dos mantas escocesas y el ingeniero ofreció su coche, que llamaba burlonamente el wagon-lit, a quienes lo necesitaran. Para su sorpresa, la muchacha del Dauphine aceptó el ofrecimiento y esa noche compartió las cuchetas del 404 con una de las monjas; la otra fue a dormir al 203 junto a la niña y su madre, mientras el marido pasaba la noche sobre el macadam, envuelto en una frazada. El ingeniero no tenía sueño y jugó a los dados con Taunus y su amigo; en algún momento se les agregó el campesino del Ariane y hablaron de política bebiendo unos tragos del aguardiente que el campesino había entregado a Taunus esa mañana. La noche no fue mala; había refrescado y brillaban algunas estrellas entre las nubes.
At the siesta hour, beneath a sun even more unrelenting than that of the day before, one of the nuns removed her habit while the other daubed her chest with cologne. The women improvised some Samaritan work bit by bit, going from car to car taking care of the children so that the men would not be overburdened; no-one was complaining but the good humour was forced, always based on the same word-play and a good-natured scepticism. For the engineer and the girl in the Dauphine the biggest vexation was feeling sweaty and dirty; while the rotund indifference of the country folk to the odour billowing out of their armpits every time they came over to chat or impart the latest piece of gossip was almost sweet. Towards nightfall the engineer looked casually in the rear-view mirror and saw, as always, the pale, tense face of the man in the Caravelle, who, like the fat driver of the Florida, had remained apart from all that had been going on. It appeared to him that the mans features had sharpened even more and he wondered if he was ill. But later on, having gone to talk to the soldier and his wife he had the opportunity to take a closer look and he told himself that the man was not sick; it was something else, a detachment, to call it something. The soldier in the Volkswagen confided to him later on that his wife was afraid of that silent man who never left the steering wheel and who seemed to sleep with his eyes open. Hypotheses were formulated, a whole folklore created to stave off the boredom. The children from the Taunus and the 203 had made friends, fought and made up again; their parents visited each other, and the girl in the Dauphine went every once in a while to see how the ladies in the ID and the Beaulieu were doing. When at twilight there were a few stormy gusts of wind and the sun got lost among the clouds that were gathering in the west, the people cheered up thinking that a fresh spell was on the way. A few drops fell, coinciding with an extraordinary advance of almost one hundred meters; in the distance there was a flash and it got even warmer. The atmosphere was so charged that Taunus, with an instinct the engineer admired without comment, left the group in peace until night-time, as if he feared the effects of the tiredness and the heat. At eight the women took charge of distributing the supplies; they had decided that the peasants Ariane would serve as a depository, and that the nuns 2HP would be used for any surplus. Taunus had gone in person to talk to the chiefs of the four or five neighbouring groups; afterwards, with the help of the soldier and the man from the 203 he took some food to the other groups, coming back with some water and a little wine. It was agreed the boys in the Simca would cede their air mattresses to the old women in the ID and the Beaulieu respectively; the girl in the Dauphine gave them two Scottish throwovers, and the engineer offered his car, which he jokingly referred to as the sleeper, to whomsoever might need it. To his surprise, the girl in the Dauphine accepted the offer and that night he shared the headrests with one of the nuns; the other went to sleep in the 203 next to the little girl and her mother, while the husband spent the night on the asphalt wrapped in a blanket. The engineer did not feel tired and so played dice with Taunus and his friend; at one point they were joined by the countryman from the Ariane and they talked politics while having a few drinks of the liquor the latter had handed over to Taunus that morning. It wasnt a bad night; it had cooled and a few stars were shining between the clouds.
Hacia el amanecer los ganó el sueño, esa necesidad de estar a cubierto que nacía con la grisalla del alba. Mientras Taunus dormía junto al niño en el asiento trasero, su amigo y el ingeniero descansaron un rato en la delantera. Entre dos imágenes de sueño, el ingeniero creyó oír gritos a la distancia y vio un resplandor indistinto; el jefe de otro grupo vino a decirles que treinta autos más adelante había habido un principio de incendio en un Estafette, provocado por alguien que había querido hervir clandestinamente unas legumbres. Taunus bromeó sobre lo sucedido mientras iba de auto en auto para ver cómo habían pasado todos la noche, pero a nadie se le escapó lo que quería decir. Esa mañana la columna empezó a moverse muy temprano y hubo que correr y agitarse para recuperar los colchones y las mantas, pero como en todas partes debía estar sucediendo lo mismo nadie se impacientaba ni hacía sonar las bocinas. A mediodía habían avanzado más de cincuenta metros, y empezaba a divisarse la sombra de un bosque a la derecha de la ruta. Se envidiaba la suerte de los que en ese momento podían ir hasta la banquina y aprovechar la frescura de la sombra; quizá había un arroyo, o un grifo de agua potable. La muchacha del Dauphine cerró los ojos y pensó en una ducha cayéndole por el cuello y la espalda, corriéndole por las piernas; el ingeniero, que la miraba de reojo, vio dos lágrimas que le resbalaban por las mejillas.
Sometime before sunrise sleep got the better of them, that need to be under cover that is born with the greyish dawn. While Taunus slept next to the boy in the back seat, his friend and the engineer rested in the forward section. As sleep crowded his eyes, the engineer thought he heard shouts in the distance and he saw an indistinct flash; the leader of another group came to tell them that thirty cars ahead a small fire had broken out in an Estafette, caused by someones clandestine attempt to cook some vegetables. Taunus joked about the goings-on as he went from car to car to see how everyone had passed the night, nevertheless not a single word he had to say was missed. That morning the column began to move very early and there was much running and agitation in order to gather up all the mattresses and blankets; though since the same thing was no doubt happening all over nobody got impatient or beeped their horns. By midday they had advanced more than fifty meters and they began to make out the shadow of a wood off to the right of the road. They grumbled jealously at the luck of those who could go off to the hard shoulder and take advantage of the coolness of the shade; perhaps there was a stream or a tap with drinking water. The girl in the Dauphine closed her eyes and thought of a shower, water cascading over her chest and back and running down her legs; the engineer, who was watching her out of the corner of his eye, saw two tears slip down her cheek.
Taunus, que acababa de adelantarse hasta el ID, vino a buscar a las mujeres más jóvenes para que atendieran a la anciana que no se sentía bien. El jefe del tercer grupo a retaguardia contaba con un médico entre sus hombres, y el soldado corrió a buscarlo. Al ingeniero, que había seguido con irónica benevolencia los esfuerzos de los muchachitos del Simca para hacerse perdonar su travesura, entendió que era el momento de darles su oportunidad. Con los elementos de una tienda de campaña los muchachos cubrieron la ventanilla del 404, y el wagon-lit se transformó en ambulancia para que la anciana descansara en una oscuridad relativa. Su marido se tendió a su lado, teniéndole la mano, y los dejaron solos con el médico. Después las monjas se ocuparon de la anciana, que se sentía mejor, y el ingeniero pasó la tarde como pudo, visitando otros autos y descansando en el de Taunus cuando el sol castigaba demasiado; sólo tres veces le tocó correr hasta su auto, donde los viejitos parecían dormir, para hacerlo avanzar junto con la columna hasta el alto siguiente. Los ganó la noche sin que hubiesen llegado a la altura del bosque.
Taunus, who had just gone ahead to check on the ID, came looking for the younger women to take care of the old lady as she was not feeling well. The chief of the third group to the rear contained a doctor and the soldier ran to find him. The engineer, who had followed the efforts of the boys in the Simca to reingratiate themselves with ironic benevolence, understood that now was the time to give them their opportunity. With parts of a camping kit, the boys covered the windows of the 404, turning the sleeper into an of ambulance so that the old lady could rest in relative darkness. Her husband laid down by her side, holding her hand, and they were left alone with the doctor. Afterwards, the nuns took care of the woman, who felt better, and the engineer passed the afternoon as he he could, visiting other cars and resting in Taunuss when the sun became too unbearable; just three times he had to run to his car, where the old folks seemed to be at deaths door, to move it forward with the rest of the column until the next halt. Night fell again without their having reached the wood.
Hacia las dos de la madrugada bajó la temperatura, y los que tenían mantas se alegraron de poder envolverse en ellas. Como la columna no se movería hasta el alba (era algo que se sentía en el aire, que venía desde el horizonte de autos inmóviles en la noche) el ingeniero y Taunus se sentaron a fumar y a charlar con el campesino del Ariane y el soldado. Los cálculos de Taunus no correspondían ya a la realidad, y lo dijo francamente; por la mañana habría que hacer algo para conseguir más provisiones y bebidas. El soldado fue a buscar a los jefes de los grupos vecinos, que tampoco dormían, y se discutió el problema en voz baja para no despertar a las mujeres. Los jefes habían hablado con los responsables de los grupos más alejados, en un radio de ochenta o cien automóviles, y tenían la seguridad de que la situación era análoga en todas partes. El campesino conocía bien la región y propuso que dos o tres hombres de cada grupo saliera al alba para comprar provisiones en las granjas cercanas, mientras Taunus se ocupaba de designar pilotos para los autos que quedaran sin dueño durante la expedición. La idea era buena y no resultó difícil reunir dinero entre los asistentes; se decidió que el campesino, el soldado y el amigo de Taunus irían juntos y llevarían todas las bolsas, redes y cantimploras disponibles. Los jefes de los otros grupos volvieron a sus unidades para organizar expediciones similares, y al amanecer se explicó la situación a las mujeres y se hizo lo necesario para que la columna pudiera seguir avanzando. La muchacha del Dauphine le dijo al ingeniero que la anciana ya estaba mejor y que insistía en volver a su ID; a las ocho llegó el médico, que no vio inconvenientes en que el matrimonio regresara a su auto. De todos modos, Taunus decidió que el 404 quedaría habilitado permanentemente como ambulancia; los muchachos, para divertirse, fabricaron un banderín con una cruz roja y lo fijaron en la antena del auto. Hacía ya rato que la gente prefería salir lo menos posible de sus coches; la temperatura seguía bajando y a mediodía empezaron los chaparrones y se vieron relámpagos a la distancia. La mujer del campesino se apresuró a recoger agua con un embudo y una jarra de plástico, para especial regocijo de los muchachos del Simca. Mirando todo eso, inclinado sobre el volante donde había un libro abierto que no le interesaba demasiado, el ingeniero se preguntó por qué los expedicionarios tardaban tanto en regresar; más tarde Taunus lo llamó discretamente a su auto y cuando estuvieron dentro le dijo que habían fracasado. El amigo de Taunus dio detalles: las granjas estaban abandonadas o la gente se negaba a venderles nada, aduciendo las reglamentaciones sobre ventas a particulares y sospechando que podían ser inspectores que se valían de las circunstancias para ponerlos a prueba. A pesar de todo habían podido traer una pequeña cantidad de agua y algunas provisiones, quizá robadas por el soldado que sonreía sin entrar en detalles. Desde luego ya no se podía pasar mucho tiempo sin que cesara el embotellamiento, pero los alimentos de que se disponía no eran los más adecuados para los dos niños y la anciana. El médico, que vino hacia las cuatro y media para ver a la enferma, hizo un gesto de exasperación y cansancio y dijo a Taunus que en su grupo y en todos los grupos vecinos pasaba lo mismo. Por la radio se había hablado de una operación de emergencia para despejar la autopista, pero aparte de un helicóptero que apareció brevemente al anochecer no se vieron otros aprestos. De todas maneras hacía cada vez menos calor, y la gente parecía esperar la llegada de la noche para taparse con las mantas y abolir en el sueño algunas horas más de espera. Desde su auto el ingeniero escuchaba la charla de la muchacha del Dauphine con el viajante del DKW, que le contaba cuentos y la hacía reír sin ganas. Lo sorprendió ver a la señora del Beaulieu que casi nunca abandonaba su auto, y bajó para saber si necesitaba alguna cosa, pero la señora buscaba solamente las últimas noticias y se puso a hablar con las monjas. Un hastío sin nombre pesaba sobre ellos al anochecer; se esperaba más del sueño que de las noticias siempre contradictorias o desmentidas. El amigo de Taunus llegó discretamente a buscar al ingeniero, al soldado y al hombre del 203. Taunus les anunció que el tripulante del Floride acababa de desertar; uno de los muchachos del Simca había visto el coche vacío, y después de un rato se había puesto a buscar a su dueño para matar el tedio. Nadie conocía mucho al hombre gordo del Floride, que tanto había protestado el primer día aunque después acabara de quedarse tan callado como el piloto del Caravelle.. Cuando a las cinco de la mañana no quedó la menor duda de que Floride, como se divertían en llamarlo los chicos del Simca, había desertado llevándose un valija de mano y abandonando otra llena de camisas y ropa interior, Taunus decidió que uno de los muchachos se haría cargo del auto abandonado para no inmovilizar la columna. A todos los había fastidiado vagamente esa deserción en la oscuridad, y se preguntaban hasta dónde habría podido llegar Floride en su fuga a través de los campos. Por lo demás parecía ser la noche de las grandes decisiones: tendido en su cucheta del 404, al ingeniero le pareció oír un quejido, pero pensó que el soldado y su mujer serían responsables de algo que, después de todo, resultaba comprensible en plena noche y en esas circunstancias. Después lo pensó mejor y levantó la lona que cubría la ventanilla trasera; a la luz de unas pocas estrellas vio a un metro y medio el eterno parabrisas del Caravelle y detrás, como pegada al vidrio y un poco ladeada, la cara convulsa del hombre. Sin hacer ruido salió por el lado izquierdo para no despertar a la monjas, y se acercó al Caravelle. Después buscó a Taunus, y el soldado corrió a prevenir al médico. Desde luego el hombre se había suicidado tomando algún veneno; las líneas a lápiz en la agenda bastaban, y la carta dirigida a una tal Ivette, alguien que lo había abandonado en Vierzon. Por suerte la costumbre de dormir en los autos estaba bien establecida (las noches eran ya tan frías que a nadie se le hubiera ocurrido quedarse fuera) y a pocos les preocupaba que otros anduvieran entre los coches y se deslizaran hacia los bordes de la autopista para aliviarse. Taunus llamó a un consejo de guerra, y el médico estuvo de acuerdo con su propuesta. Dejar el cadáver al borde de la autopista significaba someter a los que venían más atrás a una sorpresa por lo menos penosa: llevarlo más lejos, en pleno campo, podía provocar la violenta repulsa de los lugareños, que la noche anterior habían amenazado y golpeado a un muchacho de otro grupo que buscaba de comer. El campesino del Ariane y el viajante del DKW tenían lo necesario para cerrar herméticamente el portaequipaje del Caravelle. Cuando empezaban su trabajo se les agregó la muchacha del Dauphine, que se colgó temblando del brazo del ingeniero. Él le explicó en voz baja lo que acababa de ocurrir y la devolvió a su auto, ya más tranquila. Taunus y sus hombres habían metido el cuerpo en el portaequipajes, y el viajante trabajó con scotch tape y tubos de cola líquida a la luz de la linterna del soldado. Como la mujer del 203 sabía conducir, Taunus resolvió que su marido se haría cargo del Caravelle que quedaba a la derecha del 203; así, por la mañana, la niña del 203 descubrió que su papá tenía otro auto, y jugó horas y horas a pasar de uno a otro y a instalar parte de sus juguetes en el Caravelle.
At about two in the morning the temperature dropped and those with blankets were glad to be able to wrap themselves up. As the column would not make any new push until dawn (an intuitive hunch borne by the wind, which came from the horizon of motionless cars in the night) the engineer and Taunus sat down to smoke and chat with the peasant from the Ariane and the soldier. Taunuss calculations had already lost all relevance as regards the current situation, and he said as much openly; in the morning something would have to be done in order to source more food and drink. The soldier went to look for the leaders of the neighbouring groups, who were not sleeping either, and they discussed the matter in hushed voices so as to not wake the women. The chiefs had spoken with those responsible for the furthest removed groups, in a radius of eighty to one hundred vehicles, so they were certain the situation was analogous on all sides. The countryman knew the region well and proposed that two or three men from each group go out at first light to purchase provisions at the surrounding farms, while Taunus took care to designate drivers for the cars that would be left empty during the expedition. It was a good idea and not difficult to round up a pot of money for the volunteers; it was decided that the countryman, the soldier and Taunuss friend would go together and take all the bags, nets and canteens available. The chiefs of the other groups returned to their units to organise similar expeditions, and at dawn the situation was explained to the women and the necessary done so that the column could stay on the move. The girl in the Dauphine told the engineer that the old woman had greatly improved now and insisted on going back to her car. In any case, Taunus had decided that the 404 should be permanently available as the ambulance; the lads in the Simca amused themselves by making a flag with a red cross and attaching it to the cars antenna. For the last while people had preferred to leave their cars as little as possible; the temperature continued to fall and at noon came quick, heavy showers and flashes of lightning in the distance. The peasants wife rushed to collect water in a funnel and a plastic jug, which particularly delighted the boys in the Simca. Taking all this in, bent over the steering wheel with an open book that did not interest him greatly, the engineer wondered why the expeditionaries were taking so long in returning; later on Taunus called him over discretely and once they were inside he confided that they had failed. Taunuss friend gave details: the farms were either abandoned or the people there had refused to sell them anything, citing the rules on selling to individuals and suspecting they might be inspectors taking advantage of the situation to try and trap them. In spite of all this, they had managed to bring back a small amount of water and a few supplies, quite possibly stolen by the soldier who smiled without revealing anything. Of course it couldnt be much longer until the traffic jam ended, but the supplies available were not the most appropriate for the two children and the old woman. The doctor, who came by about half past four to see the patient, waved his arm in a manner both tired and exasperated and told Taunus that it was the same story in his own group and all the neighbouring ones. On the radio there had been talk of an emergency operation to clear the motorway, but apart from a helicopter that appeared briefly at twilight no help was forthcoming. In any case it was growing ever cooler and people seemed to wait for the night-time in order to wrap themselves up in blankets and kill off a few more hours of waiting in sleep. From his car the engineer could hear the girl in the Dauphine talking with the man in the DKW, who was telling her stories and making her laugh mirthlessly. He was surprised to see the lady from the Beaulieu as she almost never left her car, and he got out to see if she needed anything, but she she was just enquiring after the latest news and got to chatting with the nuns. An indefinable weariness hung over them as night came on; more was expected of the sleep than of the news that was always either debunked or completely contradictory. Taunuss friend wandered over discretely to find the engineer, the soldier and the man from the 203. Taunus announced that the driver of the Floride had deserted; one the lads in the Simca had seen the empty car and after a while had gone to look for the owner in order to break the tedium. Nobody knew much about the fat man in the Floride who had complained so much the first day but afterwards had kept as quiet as the man in the Caravelle. When at five in the morning there remained no doubt but that Floride, as the boys in the Simca liked call him, had disappeared taking with him one suitcase and leaving behind another full of shirts and underwear, Taunus decided that one of the lads should take charge of the abandoned car so as to not hold up the column. Everyone was vaguely annoyed by this midnight desertion, and wondered where Floride could have gotten to in his fugue across the fields. As for the rest, it seemed to be the night for big decisions: stretched out in his 404 the engineer thought he heard a moan but figured the soldier and his wife must be engaged in something that, after all, was understandable in the middle of the night and in these circumstances. He thought better of this soon after and lifted the canvas that was covering the back window; by the light of a few stars, a meter and a half behind he saw the eternal windscreen of the Caravelle, and behind, as if stuck to the glass and listing slightly, the mans convulsed face. He slipped silently out of the left-hand side so as to avoid waking the nuns and made his way to the Caravelle. Next he sought out Taunus, and the soldier ran to alert the doctor. Of course the man had killed himself by poison; the lines in his notepad were enough to confirm it, along with a letter addressed to one Yvette, someone from Vierzon who had left him. Luckily the custom of sleeping in the cars was well established now (the nights were so cold that no-one even considered spending the nights outside) and it was of little importance if a few people were passing between the cars to relieve themselves discretely at the edge of the motorway. Taunus convened a council of war, and the doctor agreed with his proposal. Leaving the body on the side of the road meant subjecting those behind to a spectacle that was, at the very least, distressing; taking it off in open countryside could well provoke a violent response from the locals, who the night before had threatened and beaten a young man from another group who was looking for something to eat. The peasant in the Ariane and the travelling salesman in the DKW had the necessary equipment to hermetically seal the Caravelles boot. As they began their work they were joined by the girl in the Dauphine, who clung off the engineers arm, trembling. He explained to her what had happened and sent her back to her car, calmer now. Taunus and his men had put the body in the luggage compartment and the salesman did the job with scotch tape and liquid glue by the light of the soldiers lantern. As the woman in the 203 knew how to drive, Taunus resolved that the soldier take charge of the Caravelle that lay to their right; hence in the morning the little girl in the 203 discovered that her pappy had a new car, and played for hours and hours going from one to the other and installing some of her toys in the Caravelle.
Por primera vez el frío se hacía sentir en pleno día, y nadie pensaba en quitarse las chaquetas. La muchacha del Dauphine y las monjas hicieron el inventario de los abrigos disponibles en el grupo. Había unos pocos pulóveres que aparecían por casualidad en los autos o en alguna valija, mantas, alguna gabardina o abrigo ligero. Otra vez volvía a faltar el agua, y Taunus envió a tres de sus hombres, entre ellos el ingeniero, para que trataran de establecer contacto con los lugareños. Sin que pudiera saberse por qué, la resistencia exterior era total; bastaba salir del límite de la autopista para que desde cualquier sitio llovieran piedras. En plena noche alguien tiró una guadaña que golpeó el techo del DKW y cayó al lado del Dauphine. El viajante se puso muy pálido y no se movió de su auto, pero el americano del De Soto (que no formaba parte del grupo de Taunus pero que todos apreciaban por su buen humor y sus risotadas) vino a la carrera y después de revolear la guadaña la devolvió campo afuera con todas sus fuerzas, maldiciendo a gritos. Sin embargo, Taunus no creía que conviniera ahondar la hostilidad; quizás fuese todavía posible hacer una salida en busca de agua.
For the first time it was cold in the middle of the day and no-one thought of taking off their jackets. The girl in the Dauphine and the nuns made an inventory of the coats available to the group. A few pullovers appeared by chance in the cars or random suitcases, some blankets, raincoats and vests. A list of priorities was established and the jackets distributed. Water was once again in short supply, and Taunus sent three of his men to try and re-establish contact with the locals. Without being able to determine why exactly, the opposition from the outside world was unbreakable; one had no more than go beyond the limits of the motorway for stones to come raining down. In the middle of the night someone let fly a scythe that bounced on the roof of the DKW and landed next to the Dauphine. The travelling salesman grew very pale and stayed in his car but the American from the De Soto (who was not part of Taunuss group but whom everyone appreciated for his good humour and laughter) came running, and after kicking the scythe he flung it back into the field with all his might, cursing loudly. However, Taunus did not consider deepening hostilities worthwhile; perhaps it was still possible to make a run in search of water.
Ya nadie llevaba la cuenta de lo que se había avanzado ese día o esos días; la muchacha del Dauphine creía que entre ochenta y doscientos metros; el ingeniero era menos optimista pero se divertía en prolongar y complicar los cálculos con su vecina, interesado de a ratos en quitarle la compañía del viajante del DKW que le hacía la corte a su manera profesional. Esa misma tarde el muchacho encargado del Floride corrió a avisar a Taunus que un Ford Mercury ofrecía agua a buen precio. Taunus se negó, pero al anochecer una de las monjas le pidió al ingeniero un sorbo de agua para la anciana del ID que sufría sin quejarse, siempre tomada de la mano de su marido y atendida alternativamente por las monjas y la muchacha del Dauphine. Quedaba medio litro de agua, y las mujeres lo destinaron a la anciana y a la señora del Beaulieu. Esa misma noche Taunus pagó de su bolsillo dos litros de agua; el Ford Mercury prometió conseguir más para el día siguiente, al doble del precio. Era difícil reunirse para discutir, porque hacía tanto frío que nadie abandonaba los autos como no fuera por un motivo imperioso. Las baterías empezaban a descargarse y no se podía hacer funcionar todo el tiempo la calefacción; Taunus decidió que los dos coches mejor equipados se reservarían llegado el caso para los enfermos. Envueltos en mantas (los muchachos del Simca habían arrancado el tapizado de su auto para fabricarse chalecos y gorros, y otros empezaron a imitarlos), cada uno trataba de abrir lo menos posible las portezuelas para conservar el calor. En alguna de esas noches heladas el ingeniero oyó llorar ahogadamente a la muchacha del Dauphine. Sin hacer ruido, abrió poco a poco la portezuela y tanteó en la sombra hasta rozar una mejilla mojada. Casi sin resonancia la chica se dejó atraer al 404; el ingeniero la ayudó a tenderse en la cucheta, la abrigó con la única manta y le echó encima su gabardina. La oscuridad era más densa en el coche ambulancia, con sus ventanillas tapadas por las lomas de la rienda. En algún momento el ingeniero bajó los dos parasoles y colgó de ellos su camisa y un pulóver para aislar completamente el auto. Hacia el amanecer ella le dijo al oído que antes de empezar a llorar había creído ver a lo lejos, sobre la derecha, las luces de una ciudad.
No-one kept track anymore of how far they had advanced this day or that; the girl in the Dauphine reckoned it was between eighty and two hundred meters; the engineer was less optimistic but enjoyed prolonging and complicating his neighbours calculations, taking interest from time to time in order to distract her attention from the travelling salesman, who was courting her in his own particular manner. That afternoon, the youth who was in charge of the Floride ran to let Taunus know that Ford Mercury was offering water at a good price. Taunus rejected the idea, but in the evening one of the nuns asked the engineer for a sip of water for the old woman in the ID who was suffering in silence, never letting go of her husbands hand and attended in turn by the nuns and the girl in the Dauphine. There was half a litre of water left, and the women decreed it should be for the old woman in the Beaulieu. That same night Taunus paid for two litres of water out of his own pocket; Ford Mercury promised to get more for the next day, at double the price. It was difficult to get together to talk as it was so cold nobody would leave their car unless it was of the utmost imperative. The batteries were beginning to run out so they could not leave the heating on all the time; Taunus decided that the two cars in best condition would be reserved for the sick, if the case should arise. Wrapped up in blankets (the young men in the Simca had ripped out the upholstery in their car in order to make vests and hats, and others were beginning to copy them), everyone tried to open their doors as little as possible to conserve the heat. On one of these frozen nights the engineer heard the girl in the Dauphine choking down her tears. Without a sound he gradually eased open the door and groped around in the dark until he found her wet cheek. Without so much as a murmur the girl let herself be drawn into the 404; the engineer helped her lay down in the seat, he covered her in the only blanket he had and threw a jacket over her. The darkness was even thicker in the ambulance-car, its windows blocked by the tent canvas. At one point the engineer pulled down the shades and hung his shirt and a pullover from them to shut off the car completely. Near dawn she whispered in his ear that before crying she thought she had seen the lights of a city.
Quizá fuera una ciudad pero las nieblas de la mañana no dejaban ver ni a veinte metros. Curiosamente ese día la columna avanzó bastante más, quizás doscientos o trescientos metros. Coincidió con nuevos anuncios de la radio (que casi nadie escuchaba, salvo Taunus que se sentía obligado a mantenerse al corriente); los locutores hablaban enfáticamente de medidas de excepción que liberarían la autopista, y se hacían referencias al agotador trabajo de las cuadrillas camineras y de las fuerzas policiales. Bruscamente, una de las monjas deliró. Mientras su compañera la contemplaba aterrada y la muchacha del Dauphine le humedecía las sienes con un resto de perfume, la monja hablo de Armagedón, del noveno día, de la cadena de cinabrio. El médico vino mucho después, abriéndose paso entre la nieve que caía desde el mediodía y amurallaba poco a poco los autos. Deploró la carencia de una inyección calmante y aconsejó que llevaran a la monja a un auto con buena calefacción. Taunus la instaló en su coche, y el niño pasó al Caravelle donde también estaba su amiguita del 203; jugaban con sus autos y se divertían mucho porque eran los únicos que no pasaban hambre. Todo ese día y los siguientes nevó casi de continuo, y cuando la columna avanzaba unos metros había que despejar con medios improvisados las masas de nieve amontonadas entre los autos.
Perhaps it was a city but in the morning fog they could hardly see twenty yards. Strangely, that day the column made quite a considerable advance, maybe two or three-hundred meters. This coincided with fresh revelations on the radio (which almost no-one listened to anymore except Taunus, who felt obliged to keep himself up to date); the announcers were speaking in emphatic tones of exceptional means being taken that would clear the motorway, and they referred to the exhausting work of the foot patrols and the police force. Suddenly one of the nuns became delirious. As her companion looked on in shock and the girl in the Dauphine rubbed perfume on her chest, the nun spoke of Armageddon, of the Ninth Day, of fire and brimstone. The doctor took a long time to arrive, cutting a path through the snow that had been falling since midday and had formed little walls around the cars. He cursed the lack of drugs available to calm her down and recommended that the nun be moved to a car with better heating. Taunus put her in his own car while the child went to the Caravelle with his little pal, the girl from the 203; they played with their toys and had a great time as they were the only ones who were not suffering from hunger. All that day and the following days it snowed almost continuously, so that when the column advanced a few meters they improvised ways of clearing off the masses of snow heaped up between the cars.
A nadie se le hubiera ocurrido asombrarse por la forma en que se obtenían las provisiones y el agua. Lo único que podía hacer Taunus era administrar los fondos comunes y tratar de sacar el mejor partido posible de algunos trueques. El Ford Mercury y un Porsche venían cada noche a traficar con las vituallas; Taunus y el ingeniero se encargaban de distribuirlas de acuerdo con el estado físico de cada uno. Increíblemente la anciana del ID sobrevivía, perdida en un sopor que las mujeres se cuidaban de disipar. La señora del Beaulieu que unos días antes había sufrido de náuseas y vahídos, se había repuesto con el frío y era de las que más ayudaba a la monja a cuidar a su compañera, siempre débil y un poco extraviada. La mujer del soldado y del 203 se encargaban de los dos niños; el viajante del DKW, quizá para consolarse de que la ocupante del Dauphine hubiera preferido al ingeniero, pasaba horas contándoles cuentos a los niños. En la noche los grupos ingresaban en otra vida sigilosa y privada; las portezuelas se abrían silenciosamente para dejar entrar o salir alguna silueta aterida; nadie miraba a los demás, los ojos tan ciegos como la sombra misma. Bajo mantas sucias, con manos de uñas crecidas, oliendo a encierro y a ropa sin cambiar, algo de felicidad duraba aquí y allá. La muchacha del Dauphine no se había equivocado: a lo lejos brillaba una ciudad, y poco y a poco se irían acercando. Por las tardes el chico del Simca se trepaba al techo de su coche, vigía incorregible envuelto en pedazos de tapizado y estopa verde. Cansado de explorar el horizonte inútil, miraba por milésima vez los autos que lo rodeaban; con alguna envidia descubría a Dauphine en el auto del 404, una mano acariciando un cuello, el final de un beso. Por pura broma, ahora que había reconquistado la amistad del 404, les gritaba que la columna iba a moverse; entonces Dauphine tenía que abandonar al 404 y entrar en su auto, pero al rato volvía a pasarse en buscar de calor, y al muchacho del Simca le hubiera gustado tanto poder traer a su coche a alguna chica de otro grupo, pero no era ni para pensarlo con ese frío y esa hambre, sin contar que el grupo de más adelante estaba en franco tren de hostilidad con el de Taunus por una historia de un tubo de leche condensada, y salvo las transacciones oficiales con Ford Mercury y con Porsche no había relación posible con los otros grupos. Entonces el muchacho del Simca suspiraba descontento y volvía a hacer de vigía hasta que la nieve y el frío lo obligaban a meterse tiritando en su auto.
Surprise would have been the last thing expressed by anyone at the way in which the water and supplies were being obtained. The only thing Taunus could do was manage the pot of money and try to barter as best he could. Ford Mercury and Porsche came every night to peddle their provisions; Taunus and the engineer took charge of distributing them, taking into consideration each persons health. Incredibly, the old woman in the ID was still alive, lost in a stupor the women were trying to dissipate. The lady in the Beaulieu, who just a few days before had been vomiting and suffering from nausea, had recovered in the cold weather and and was one of those who helped the nun most with her companion, weak still and a little disorientated. The soldiers wife and the woman from the 203 were minding the children; the travelling salesman, perhaps to distract himself from the fact that the girl in the Dauphine had preferred the engineer, spent hours telling them stories. At night the lives of the group took on a stealthy, more private character; the car doors would open silently to let in or out some shivering silhouette; no-one looked at anyone else, their eyes as blind as their very shadow. Beneath dirty anoraks, with overgrown fingernails, smelling of being confined in stale, old clothes, there was still a degree of happiness here and there. The girl in the Dauphine had not been mistaken: far off gleamed the lights of a city, and little by little they would get closer. In the afternoons the lad in the Simca would climb out onto the roof of his car to maintain a defiant vigil, incorrigibly wrapped up in pieces of upholstery and green tow. Fed up of scanning for the thousandth time he turned his gaze to the cars around him; with not a little envy he discovered Dauphine in the 404s car, a hand caressing a neck, the end of a kiss. Purely for amusements sake, now that he had won back 404s friendship, he began shouting that the column was about to move; so Dauphine had to leave the 404 and go back to her own, though after a while she went back, seeking warmth, and the lad on the Simca wished he could bring some girl from one of the other groups back to his own car; but it wasnt even seem worth thinking about given how cold and hungry they were, not to mention that the group in front had a hostile attitude to Taunuss for something to do with a can of condensed milk, and besides the official transactions with Ford Mercury and Porsche there was no possibility of interaction with other groups. So the boy on the Simca just sighed in frustration and went back to his post until the snow and the cold forced him shivering back into his car.
Pero el frío empezó a ceder, y después de un período de lluvias y vientos que enervaron los ánimos y aumentaron las dificultades de aprovisionamiento, siguieron días frescos y soleados en que ya era posible salir de los autos, visitarse, reanudar relaciones con los grupos de vecinos. Los jefes habían discutido la situación, y finalmente se logró hacer la paz con el grupo de más adelante. De la brusca desaparición del Ford Mercury se habló mucho tiempo sin que nadie supiera lo que había podido ocurrirle, pero Porsche siguió viniendo y controlando el mercado negro. Nunca faltaban del todo el agua o las conservas, aunque los fondos del grupo disminuían y Taunus y el ingeniero se preguntaban qué ocurriría el día en que no hubiera más dinero para Porsche. Se habló de un golpe de mano, de hacerlo prisionero y exigirle que revelara la fuente de los suministros, pero en esos días la columna había avanzado un buen trecho y los jefes prefirieron seguir esperando y evitar el riesgo de echarlo todo a perder por una decisión violenta. Al ingeniero, que había acabado por ceder a una indiferencia casi agradable, lo sobresaltó por un momento el tímido anuncio de la muchacha del Dauphine, pero después comprendió que no se podía hacer nada para evitarlo y la idea de tener un hijo de ella acabó por parecerle tan natural como el reparto nocturno de las provisiones o los viajes furtivos hasta el borde de la autopista. Tampoco la muerte de la anciana del ID podía sorprender a nadie. Hubo que trabajar otra vez en plena noche, acompañar y consolar al marido que no se resignaba a entender. Entre dos de los grupos de vanguardia estalló una pelea y Taunus tuvo que oficiar de árbitro y resolver precariamente la diferencia. Todo sucedía en cualquier momento, sin horarios previsibles; lo más importante empezó cuando ya nadie lo esperaba, y al menos responsable le tocó darse cuenta el primero. Trepado en el techo del Simca, el alegre vigía tuvo la impresión de que el horizonte había cambiado (era el atardecer, un sol amarillento deslizaba su luz rasante y mezquina) y que algo inconcebible estaba ocurriendo a quinientos metros, a trescientos, a doscientos cincuenta. Se lo gritó al 404 y el 404 le dijo algo Dauphine que se pasó rápidamente a su auto cuando ya Taunus, el soldado y el campesino venían corriendo y desde el techo del Simca el muchacho señalaba hacia adelante y repetía interminablemente el anuncio como si quisiera convencerse de que lo que estaba viendo era verdad; entonces oyeron la conmoción, algo como un pesado pero incontenible movimiento migratorio que despertaba de un interminable sopor y ensayaba sus fuerzas. Taunus les ordenó a gritos que volvieran a sus coches; el Beaulieu, el ID, el Fiat 600 y el De Soto arrancaron con un mismo impulso. Ahora el 2HP, el Taunus, el Simca y el Ariane empezaban a moverse, y el muchacho del Simca, orgulloso de algo que era como su triunfo, se volvía hacia el 404 y agitaba el brazo mientras el 404, el Dauphine, el 2HP de las monjas y el DKW se ponían a su vez en marcha. Pero todo estaba en saber cuánto iba a durar eso; el 404 se lo preguntó casi por rutina mientras se mantenía a la par de Dauphine y le sonreía para darle ánimo. Detrás, el Volkswagen, el Caravelle, el 203 y el Floride arrancaban, a su vez lentamente, un trecho en primera velocidad, después la segunda, interminablemente la segunda pero ya sin desembragar como tantas veces, con el pie firme en el acelerador, esperando poder pasar a tercera. Estirando el brazo izquierdo el 404 buscó la mano de Dauphine, rozó apenas la punta de sus dedos, vio en su cara una sonrisa de incrédula esperanza y pensó que iban a llegar a París y que se bañarían, que irían juntos a cualquier lado, a su casa o a la de ella a bañarse, a comer, a bañarse interminablemente y a comer y beber, y que después habría muebles, habría un dormitorio con muebles y un cuarto de baño con espuma de jabón para afeitarse de verdad, y retretes, comida y retretes y sábanas, París era un retrete y dos sábanas y el agua caliente por el pecho y las piernas, y una tijera de uñas, y vino blanco, beberían vino blanco antes de besarse y sentirse oler a lavanda y a colonia, antes de conocerse de verdad a plena luz, entre sábanas limpias, y volver a bañarse por juego, amarse y bañarse y beber y entrar en la peluquería, entrar en el baño, acariciar las sábanas y acariciarse entre las sábanas y amarse entre la espuma y la lavanda y los cepillos antes de empezar a pensar en lo que iban a hacer, en el hijo y los problemas y el futuro, y todo eso siempre que no se detuvieran, que la columna continuara aunque todavía no se pudiese subir a la tercera velocidad, seguir así en segunda, pero seguir. Con los paragolpes rozando el Simca, el 404 se echó atrás en el asiento, sintió aumentar la velocidad, sintió que podía acelerar sin peligro de irse contra el Simca, y que el Simca aceleraba sin peligro de chocar contra el Beaulieu, y que detrás venía el Caravelle y que todos aceleraban más y más, y que ya se podía pasar a tercera sin que el motor penara, y la palanca calzó increíblemente en la tercera y la marcha se hizo suave y se aceleró todavía más, y el 404 miró enternecido y deslumbrado a su izquierda buscando los ojos de Dauphine. Era natural que con tanta aceleración las filas ya no se mantuvieran paralelas. Dauphine se había adelantado casi un metro y el 404 le veía la nuca y apenas el perfil, justamente cuando ella se volvía para mirarlo y hacía un gesto de sorpresa al ver que el 404 se retrasaba todavía más. Tranquilizándola con una sonrisa el 404 aceleró bruscamente, pero casi en seguida tuvo que frenar porque estaba a punto de rozar el Simca; le tocó secamente la bocina y el muchacho del Simca lo miró por el retrovisor y le hizo un gesto de impotencia, mostrándole con la mano izquierda el Beaulieu pegado a su auto. El Dauphine iba tres metros más adelante, a la altura del Simca, y la niña del 203, al nivel del 404, agitaba los brazos y le mostraba su muñeca. Una mancha roja a la derecha desconcertó al 404; en vez del 2HP de las monjas o del Volkswagen del soldado vio un Crevrolet desconocido, y casi en seguida el Chevrolet se adelantó seguido por un Lancia y por un Renault 8. A su izquierda se le apareaba un ID que empezaba a sacarle ventaja metro a metro, pero antes de que fuera sustituido por un 403, el 404 alcanzó a distinguir todavía en la delantera el 203 que ocultaba ya a Dauphine. El grupo se dislocaba, ya no existía. Taunus debía de estar a más de veinte metros adelante, seguido de Dauphine; al mismo tiempo la tercera fila de la izquierda se atrasaba porque en vez del DKW del viajante, el 404 alcanzaba a ver la parte trasera de un viejo furgón negro, quizá un Citroën o un Peugeot. Los autos corrían en tercera, adelantándose o perdiendo terreno según el ritmo de su fila, y a los lados de la autopista se veían huir los árboles, algunas casas entre las masas de niebla y el anochecer. Después fueron las luces rojas que todos encendían siguiendo el ejemplo de los que iban adelante, la noche que se cerraba bruscamente. De cuando en cuando sonaban bocinas, las agujas de los velocímetros subían cada vez más, algunas filas corrían a setenta kilómetros, otras a sesenta y cinco, algunas a sesenta. El 404 había esperado todavía que el avance y el retroceso de las filas le permitiera alcanzar otra vez a Dauphine, pero cada minuto lo iba convenciendo de que era inútil, que el grupo se había disuelto irrevocablemente, que ya no volverían a repetirse los encuentros rutinarios, los mínimos rituales, los consejos de guerra en el auto de Taunus, las caricias de Dauphine en la paz de la madrugada, las risas de los niños jugando con sus autos, la imagen de la monja pasando las cuentas del rosario. Cuando se encendieron las luces de los frenos del Simca, el 404 redujo la marcha con un absurdo sentimiento de esperanza, y apenas puesto el freno de mano saltó del auto y corrió hacia adelante. Fuera del Simca y el Beaulieu (más atrás estaría el Caravelle, pero poco le importaba) no reconoció ningún auto; a través de cristales diferentes lo miraban con sorpresa y quizá escándalo otros rostros que no había visto nunca. Sonaban las bocinas, y el 404 tuvo que volver a su auto; el chico del Simca le hizo un gesto amistoso, como si comprendiera, y señaló alentadoramente en dirección de París. La columna volvía a ponerse en marcha, lentamente durante unos minutos y luego como si la autopista estuviera definitivamente libre. A la izquierda del 404 corría un Taunus, y por un segundo al 404 le pareció que el grupo se recomponía, que todo entraba en el orden, que se podría seguir adelante sin destruir nada. Pero era un Taunus verde, y en el volante había una mujer con anteojos ahumados que miraba fijamente hacia adelante. No se podía hacer otra cosa que abandonarse a la marcha, adaptarse mecánicamente a la velocidad de los autos que lo rodeaban, no pensar. En el Volkswagen del soldado debía de estar su chaqueta de cuero. Taunus tenía la novela que él había leído en los primeros días. Un frasco de lavanda casi vacío en el 2HP de las monjas. Y él tenía ahí, tocándolo a veces con la mano derecha, el osito de felpa que Dauphine le había regalado como mascota. Absurdamente se aferró a la idea de que a las nueve y media se distribuirían los alimentos, habría que visitar a los enfermos, examinar la situación con Taunus y el campesino del Ariane; después sería la noche, sería Dauphine subiendo sigilosamente a su auto, las estrellas o las nubes, la vida. Sí, tenía que ser así, no era posible que eso hubiera terminado para siempre. Tal vez el soldado consiguiera una ración de agua, que había escaseado en las últimas horas; de todos modos se podía contar con Porsche, siempre que se le pagara el precio que pedía. Y en la antena de la radio flotaba locamente la bandera con la cruz roja, y se corría a ochenta kilómetros por hora hacia las luces que crecían poco a poco, sin que ya se supiera bien por qué tanto apuro, por qué esa carrera en la noche entre autos desconocidos donde nadie sabía nada de los otros, donde todo el mundo miraba fijamente hacia adelante, exclusivamente hacia adelante.
But the cold was beginning to ease, and after a spell of wind and rain that exasperated everyone and made getting supplies even more difficult, there followed fresh, sunny days where it was possible to leave the cars, pay visits, reestablish ties with neighbouring groups. The chiefs had discussed the situation, and finally peace was brokered with the group in front. Of Ford Mercurys sudden disappearance many spoke for a long time without the slightest idea of what had happened to him; but Porsche kept on showing up regularly and supplying the black market. They were never completely without water or food, although the groups funds were getting smaller and Taunus and the engineer worried about what would happen the day there would be nothing left for Porsche. There was talk of a coup, of taking him prisoner and demanding he reveal the source of the supplies, but over the next few days the column advanced a good stretch and the chiefs agreed to wait a while longer and avoid ruining everything with a rash decision. The engineer, who had lately dug himself into a rut of almost agreeable indifference, was startled for a moment by the girl in the Dauphines timid announcement, but afterwards he understood that nothing could be done to avoid it and the idea of having a child with her ended up seeming as natural to him as the nocturnal division of the supplies or the furtive trips to the side of the motorway. Neither was the death of the old woman in the ID a great surprise to anyone. Once again they had to work in the middle of the night, accompany and attempt to console her husband, who refused to understand. A fight broke out between two groups to the rear and Taunus had to act as arbiter to resolve the the dispute, however precariously. Anything could happen at any given moment, outside any foreseeable time frame; the most important of all occurred when nobody expected it anymore, and it was the person with least responsibility who realised first. Sitting on the roof of the Simca, it struck the cheerful watchman that the horizon had changed somehow (it was evening, low, sloping light streamed from a yellowish sun) and that something inconceivable was taking shape five hundred meters away, three hundred, two hundred and fifty. He yelled back to the 404 and 404 said something to Dauphine who skipped rapidly back to her car, while Taunus, the soldier and the peasant were already racing back and on the roof of the car the young man was pointing ahead and repeating the news endlessly as if trying to convince himself what he was seeing was true; then there was the rumble of upheaval, something like a heavy yet uncontrollable migratory impulse that was awaking from an interminable lethargy and testing its strength. Taunus shouted them back to their cars; the Beaulieu, the ID, the Fiat 600 and the Soto took off in the same bound. Now the 2HP, the Taunus, the Simca and the Ariane began to move, and the young man in the Simca, proud as if it were his own personal triumph, turned around to the 404 pumping his arm while the 404, the Dauphine, the nuns 2HP and the DKW were getting under way. But the question was how long all this was going to last; 404 asked himself this almost out of routine as he kept his car level with Dauphine and smiled over to her to give her confidence. Behind, the Volkswagen, the Caravelle, the 203 and the Floride took off slowly in their turn; a stretch in first gear, then second, second gear for what seemed like an eternity though without having to step on the clutch as so many times before, foot placed firmly on the accelerator, hoping to make it to third. Stretching out his left arm 404 sought out Dauphines hand but barely grazed her fingertips, saw in her face an expression of incredulous hope and thought of arriving in Paris and bathing, they would go somewhere together, to his place or hers to take a bath, eat, bathe endlessly and eat and drink, and after there would be furniture and a bathroom with foam for a proper shave, and toilets, food and toilets and sheets, Paris was a toilet and two sheets and hot water for ones chest and legs, and a nail scissors, and white wine, they would drink white wine before kissing and smell lavender and cologne, before really getting to know each other in the light, between clean sheets, and take another bath just for fun, make love and bathe and drink and go to the hairdresser, go to the bathroom, caress the sheets and caress each other and love one another amongst the foam and the lavender and the toothbrushes before beginning to think of what they were going to do, of the child and the problems and the future; and all this as long as they did not stop, as long as the column kept on moving forward even though there was still no way of moving into third gear, still in second gear, but still moving. With his bumper scraping against the Simca, 404 leaned back in his seat, feeling the acceleration, felt he could accelerate without danger of running into the back of the Simca, and that the Simca could accelerate without danger of running into the back of the Beaulieu, and that the Caravelle was coming up behind and they were all going faster and faster, and now they move into third gear without the motor stuttering, and incredibly the stick slid into third and the engine began to purr and they accelerated even more, and in tenderness and amazement 404 sought out Dauphines eyes. Naturally, with so much acceleration the rows were no longer parallel, Dauphine had moved forward by almost a meter and 404 could only see her neck and profile; just when Dauphine was turning around to look for him and gestured in surprise at seeing the 404 was falling even further behind. With a reassuring smile 404 stepped brusquely on the accelerator but had to slow down almost immediately as he was about to shunt the Simca; he beeped angrily but lad in the Simca looked at him in the rear-view mirror and pointed with his left hand to the Beaulieu stuck to his front bumper. The Dauphine was three meters ahead, in line with the Simca, and the little girl in the 203, next to the 404, was waving her arms and showing him her doll. A red blotch on the right disconcerted the man in the 404; instead of the nuns 2HP or the soldiers Volkswagen he saw a Chevrolet he didnt recognise, and almost immediately the Chevrolet sprung forward followed by a Lancia and a Renault 8. On his left he was then neck and neck with an ID that began to pull away yard by yard, but before it gave way to a 403 the 404 managed to make out up ahead the 203 that was blocking his view of the Dauphine. The group was coming apart, it no longer existed, Taunus must have been at least twenty yards ahead, followed by the Dauphine; meanwhile the third row from the left was being held up as instead of the travelling salesmans DKW the 404 could only see the back of an old black van, either a Citroën or a Peugeot. The cars were motoring along in third, gaining or losing ground depending on their lane, and the trees and houses at the side of the road were rushing by in the thick evening mist. Soon the red lights came on as each car followed the example of the one ahead and night fell swiftly. From time to time horns went off, the needles and the speedometre went up bit by bit, in some lanes they were doing seventy, in others sixty-five, in others sixty. In the push and pull of the traffic 404 still hoped he could catch up with Dauphine again, but with every passing minute he grew ever more convinced it was impossible, that the group had disbanded irrevocably, that the daily meetings would never come back, nor the little rituals, the war councils in Taunuss car, the childrens laughter as they played with their cars, the image of the nun counting off her rosaries. When the Simcas brake lights came on the 404 slowed down in an absurd gush of expectation, and barely having pulled on the handbrake he leapt out of the car and ran forward. Apart from the Simca and the Beaulieu (the Caravelle was somewhere off behind, but it was of little importance) he didnt recognise any of the cars; through the various windscreens he was regarded with surprise and some degree of outrage by faces he had never seen. They were beeping their horns and 404 had to go back to his car; the young man in the Simca waved amicably, as if he understood, and pointed encouragingly in the direction of Paris. The column was setting off again, slowly at first and then as if the motorway had been cleared definitively. To the left of the 404 was a Taunus, and for a second the man in the 404 thought the group was coming back together again, that order was being restored, that they would be able to keep moving forward without destroying a thing. But this Taunus was green, and at the steering wheel there was a woman in smoky glasses staring dead ahead. Nothing else could be done other than get in step with the march, adapt oneself mechanically to the speed of the surrounding cars, avoid all thought. His leather jacket must have been in the soldiers Volkswagen. Taunus had the novel he had read in the first few days. An almost empty bottle of lavander in the nuns 2HP. And right there, touching it occasionally with his right hand, he had the felt teddy bear Dauphine had given him as a mascot. He clung absurdly to the idea that at half-past nine they would distribute the rations, that they would have to visit the sick, mull over the situation with Taunus and the yokel from the Ariane; later would be night-time, would be Dauphine slipping stealthily into his car; stars or clouds, life. Yes, it had to be like that way, it couldnt have come to an end. Perhaps the soldier would acquire a ration of water, which had been so scarce in the last few hours; in any case they could count on Porsche, as long as they could pay whatever he asked. And on the radio antenna the Red Cross flag was flapping wildly, and he was charging at eighty kilometres an hour towards the lights that were growing ever larger without anyone knowing for sure why such a rush, why this race in the night amongst so many unfamiliar cars where no-one knew anything about anyone else, where everyone was staring dead ahead, exclusively dead ahead
Carta a una señorita en París -- [Letter to a Lady in Paris/SMALL>]
Andrée, yo no quería venirme a vivir a su departamento de la calle Suipacha. No tanto por los conejitos, más bien porque me duele ingresar en un orden cerrado, construido ya hasta en las más finas mallas del aire, esas que en su casa preservan la música de la lavanda, el aletear de un cisne con polvos, el juego del violín y la viola en el cuarteto de Rará. Me es amargo entrar en un ámbito donde alguien que vive bellamente lo ha dispuesto todo como una reiteración visible de su alma, aquí los libros (de un lado en español, del otro en francés e inglés), allí los almohadones verdes, en este preciso sitio de la mesita el cenicero de cristal que parece el corte de una pompa de jabón, y siempre un perfume, un sonido, un crecer de plantas, una fotografía del amigo muerto, ritual de bandejas con té y tenacillas de azúcar... Ah, querida Andrée, qué difícil oponerse, aun aceptándolo con entera sumisión del propio ser, al orden minucioso que una mujer instaura en su liviana residencia. Cuán culpable tomar una tacita de metal y ponerla al otro extremo de la mesa, ponerla allí simplemente porque uno ha traído sus diccionarios ingleses y es de este lado, al alcance de la mano, donde habrán de estar. Mover esa tacita vale por un horrible rojo inesperado en medio de una modulación de Ozenfant, como si de golpe las cuerdas de todos los contrabajos se rompieran al mismo tiempo con el mismo espantoso chicotazo en el instante más callado de una sinfonía de Mozart. Mover esa tacita altera el juego de relaciones de toda la casa, de cada objeto con otro, de cada momento de su alma con el alma entera de la casa y su habitante lejana. Y yo no puedo acercar los dedos a un libro, ceñir apenas el cono de luz de una lámpara, destapar la caja de música, sin que un sentimiento de ultraje y desafío me pase por los ojos como un bando de gorriones.
Andrée, I didnt even want to come stay in your apartment on Suipacha. Not so much because of the rabbits, but because I find it extremely disconcerting to move into a place where an all-encompassing order pervades even unto the fine latticework of the air, the mesh that sustains the music of the violets, the fluttering of the powder puff, the playing of the violin and the viola in Rarás quartet. Its exacerbating to try to establish oneself in a place where one who lives so beautifully has arranged the elements with so much care that it seems a veritable simulacrum of their soul here their books (on one side, in Spanish, on the other, in French and English), there the green cushions, while in precisely the right spot on the side table sits the glass ashtray like a soap bubble, and that ubiquitous, persistent perfume, the sounds, the plants growing, a photograph of some dead friend, the teatime rites with trays and sugar tongs& Ah, dear Andrée, how hard it is to resist, even given the total submission of ones will, the meticulous order a woman establishes in her harmonious home. Theres rush of guilt even upon taking a metal cup and moving it to the other end of the table, moving it just because you have your English dictionaries and they really have to be over here, within arms reach, on this side. Moving that cup is the equivalent of a gratuitous red splodge in the middle of an Ozenfant, as if all the strings on all the double-basses suddenly snapped at once with the same sickening twang right at the most hushed movement of a Mozart symphony. Just moving that one little cup would bring about a considerable change in the web of affinities stretching through the entire house, in the relation of each object to its fellow, in that of each passing moment of the houses soul with that of its distant owner. And I cant even graze a book cover with my fingers, reach out to a cone of light from a lamp, or open the music box, without waves of disgust and outrage flocking across my eyes like a band of sparrows.
Usted sabe por qué vine a su casa, a su quieto salón solicitado de mediodía. Todo parece tan natural, como siempre que no se sabe la verdad. Usted se ha ido a París, yo me quedé con el departamento de la calle Suipacha, elaboramos un simple y satisfactorio plan de mutua convivencia hasta que septiembre la traiga de nuevo a Buenos Aires y me lance a mí a alguna otra casa donde quizá... Pero no le escribo por eso, esta carta se la envío a causa de los conejitos, me parece justo enterarla; y porque me gusta escribir cartas, y tal vez porque llueve.
You know why I came to your house, to your quiet quarters bright with midday sun. Everything seems so normal, as it always does when one is ignorant of the truth. You have gone to Paris, im staying in your apartment on Suipacha; we arranged a simple and satisfying plan of mutual convenience until your return this September when I will move once more to another house where perhaps& But thats not why im writing; im writing this letter because of the rabbits; its only right that I inform you, and because I like writing letters, and perhaps because its raining.
Me mudé el jueves pasado, a las cinco de la tarde, entre niebla y hastío. He cerrado tantas maletas en mi vida, me he pasado tantas horas haciendo equipajes que no llevaban a ninguna parte, que el jueves fue un día lleno de sombras y correas, porque cuando yo veo las correas de las valijas es como si viera sombras, elementos de un látigo que me azota indirectamente, de la manera más sutil y más horrible. Pero hice las maletas, avisé a la mucama que vendría a instalarme, y subí en el ascensor. Justo entre el primero y segundo piso sentí que iba a vomitar un conejito. Nunca se lo había explicado antes, no crea que por deslealtad, pero naturalmente uno no va a ponerse a explicarle a la gente que de cuando en cuando vomita un conejito. Como siempre me ha sucedido estando a solas, guardaba el hecho igual que se guardan tantas constancias de lo que acaece (o hace uno acaecer) en la privacía total. No me lo reproche, Andrée, no me lo reproche. De cuando en cuando me ocurre vomitar un conejito. No es razón para no vivir en cualquier casa, no es razón para que uno tenga que avergonzarse y estar aislado y andar callándose.
I moved in last Thursday, at five in the evening, midst mist and bother. Ive packed my bags so many times in this life, ive spent so many hours preparing suitcases destined for nowhere, that last Thursday was a day full of shadows and straps, for when I see the straps on the bags its as if I were looking at shadows, elements of an oblique lashing, most subtle and most horrible. Yet I packed my bags, let the maid know I was going to be moving in, and took the lift. Between the first and second floors I felt that I was going to vomit up a rabbit. Ive never told you about it before, please do not put it down to a lack of trust, but naturally one is unwilling to explain to people that from time to time one vomits up a rabbit. As it had always happened when I was alone, I kept it a secret just as one keeps quiet many things that happen (or one makes happen) in utmost privacy. Do not hold it against me, Andrée, please do not hold it against me. Every now and again I vomit up a rabbit. Its no reason not to stay in any particular house, its nothing to be ashamed of nor cause to remain isolated and withdrawn.
Cuando siento que voy a vomitar un conejito me pongo dos dedos en la boca como una pinza abierta, y espero a sentir en la garganta la pelusa tibia que sube como una efervescencia de sal de frutas. Todo es veloz e higiénico, transcurre en un brevísimo instante. Saco los dedos de la boca, y en ellos traigo sujeto por las orejas a un conejito blanco. El conejito parece contento, es un conejito normal y perfecto, sólo que muy pequeño, pequeño como un conejilo de chocolate pero blanco y enteramente un conejito. Me lo pongo en la palma de la mano, le alzo la pelusa con una caricia de los dedos, el conejito parece satisfecho de haber nacido y bulle y pega el hocico contra mi piel, moviéndolo con esa trituración silenciosa y cosquilleante del hocico de un conejo contra la piel de una mano. Busca de comer y entonces yo (hablo de cuando esto ocurría en mi casa de las afueras) lo saco conmigo al balcón y lo pongo en la gran maceta donde crece el trébol que a propósito he sembrado. El conejito alza del todo sus orejas, envuelve un trébol tierno con un veloz molinete del hocico, y yo sé que puedo dejarlo e irme, continuar por un tiempo una vida no distinta a la de tantos que compran sus conejos en las granjas.
When I think im about to vomit a rabbit I put two fingers down my throat like an open set of tongs, and I wait until I can feel the warm hair rising like the fizz of an alka-seltzer. Its quick and clean, it all happens in an instant. I remove my fingers from my mouth and with them a little white rabbit comes dangling by the ears. The rabbit looks happy, its a perfectly normal little rabbit, only exceedingly tiny, as small as a chocolate rabbit except for the fact that its white and most definitely a rabbit. I place it in the palm of my hand, stroke its fur with my fingers; the rabbit seems happy to be alive and hoovers about burying its nose in my skin with that quiet, ticklish gnoshing of a rabbits nose on ones hand. It looks for something to eat so I (im referring to when this used to happen in my house on the outskirts of the city) I take it out to the balcony and place it in the big pot with the clover ive planted especially. The little rabbit pricks up his ears as high as they go, grabs at a clover with a quick swirl of his snout, and I know then that I can leave him there and go off, continue with a life thats no different to that of so many other people who purchase their rabbits from farms.
Entre el primero y segundo piso, Andrée, como un anuncio de lo que sería mi vida en su casa, supe que iba a vomitar un conejito. En seguida tuve miedo (¿o era extrañeza? No, miedo de la misma extrañeza, acaso) porque antes de dejar mi casa, sólo dos días antes, había vomitado un conejito y estaba seguro por un mes, por cinco semanas, tal vez seis con un poco de suerte. Mire usted, yo tenía perfectamente resuelto el problema de los conejitos. Sembraba trébol en el balcón de mi otra casa, vomitaba un conejito, lo ponía en el trébol y al cabo de un mes, cuando sospechaba que de un momento a otro... entonces regalaba el conejo ya crecido a la señora de Molina, que creía en un hobby y se callaba. Ya en otra maceta venía creciendo un trébol tierno y propicio, yo aguardaba sin preocupación la mañana en que la cosquilla de una pelusa subiendo me cerraba la garganta, y el nuevo conejito repetía desde esa hora la vida y las costumbres del anterior. Las costumbres, Andrée, son formas concretas del ritmo, son la cuota del ritmo que nos ayuda a vivir. No era tan terrible vomitar conejitos una vez que se había entrado en el ciclo invariable, en el método. Usted querrá saber por qué todo ese trabajo, por qué todo ese trébol y la señora de Molina. Hubiera sido preferible matar en seguida al conejito y... Ah, tendría usted que vomitar tan sólo uno, tomarlo con dos dedos y ponérselo en la mano abierta, adherido aún a usted por el acto mismo, por el aura inefable de su proximidad apenas rota. Un mes distancia tanto; un mes es tamaño, largos pelos, saltos, ojos salvajes, diferencia absoluta Andrée, un mes es un conejo, hace de veras a un conejo; pero el minuto inicial, cuando el copo tibio y bullente encubre una presencia inajenable... Como un poema en los primeros minutos, el fruto de una noche de Idumea: tan de uno que uno mismo... y después tan no uno, tan aislado y distante en su llano mundo blanco tamaño carta.
I was between the first and second floors, Andrée, when, in a premonition of what my life was going to be like in your house, I realised I was going to vomit up a rabbit. Immediately I was seized by fear (or was it disquiet? No, fear of the very disquietude, perhaps) since before leaving my last house, just two days previous, I had vomited up a rabbit and so felt I was safe for at least a month, or five weeks, maybe even six with a little bit of luck. You see, I had this whole rabbit thing sorted. I planted shamrock on the balcony of my former house, id vomit up a rabbit, id set it down with the clover and by the end of the month, when I got the feeling that at any given moment I might& then I would give the now-grown rabbit to la señora Molina, who just thought it was a hobby of mine and so kept quiet about it. By this stage another plant was already growing healthily in the other pot, while I awaited in calm the inevitable morning when id feel the tickle of a hair rising up, obstructing my throat, after which the new rabbit would follow all the same steps as well as the habits of the previous rabbit. Habits, Andrée, are the physical manifestations of rhythm, they are the quota of rhythm that help us to live. Vomiting up a little rabbit from time to time wasnt such a nuisance after all once youd mastered the cycle, the method. You may wonder why go to so much trouble, why grow all that clover and make all those arrangements with Sra Molina. It would have been far easier to just do away with the rabbit immediately and& Ah, but you would only have to vomit just one little rabbit, pluck him from your throat and place him in the palm of your open hand, the most intimate bond between you, the ineffable aura of a closeness barely broken. A month means so much distance; a month means growth, long hair, hopping about, wild eyes, its completely different, Andrée, a month later its a rabbit, a month makes a rabbit; but in those first few seconds, when the warm little bustling ball of cotton conceals an inalienable presence& Like a nascent poem, fruit of an Idumenean night; flesh of your flesh& yet later so not you, so distant and foreign in its flat, white, letter-sized page.
Me decidí, con todo, a matar el conejito apenas naciera. Yo viviría cuatro meses en su casa: cuatro -quizá, con suerte, tres- cucharadas de alcohol en el hocico. (¿Sabe usted que la misericordia permite matar instantáneamente a un conejito dándole a beber una cucharada de alcohol? Su carne sabe luego mejor, dicen, aunque yo... Tres o cuatro cucharadas de alcohol, luego el cuarto de baño o un piquete sumándose a los desechos.)
I resolved, nonetheless, to kill the rabbit as soon as it was born. I was going to be living in your house for four months: four maybe, with a little bit of luck, three tablespoons of alcohol on its nose. (Did you know that one can mercifully do away with a rabbit by giving it a spoonful of alcohol? Its meat even tastes better as a result, they say, though I& Three or four spoonfuls of alcohol, then straight to the bathroom or a quick dash to the bin).
Al cruzar el tercer piso el conejito se movía en mi mano abierta. Sara esperaba arriba, para ayudarme a entrar las valijas... ¿Cómo explicarle que un capricho, una tienda de animales? Envolví el conejito en mi pañuelo, lo puse en el bolsillo del sobretodo dejando el sobretodo suelto para no oprimirlo. Apenas se movía. Su menuda conciencia debía estarle revelando hechos importantes: que la vida es un movimiento hacia arriba con un clic final, y que es también un cielo bajo, blanco, envolvente y oliendo a lavanda, en el fondo de un pozo tibio.
As I crossed the third floor landing, the little rabbit was stirring in my hand. Sara was waiting upstairs to help me with my bags& How could I explain to her such a whim& a pet shop? I wrapped up the rabbit in a handkerchief, put it in the pocket of my overcoat taking care not to squash it. It was barely moving. Its flickering conscience must have been making important discoveries: that life is an upward movement culminating in a final click, that its a low, white ceiling smelling of violets at the end of a dank tunnel.
Sara no vio nada, la fascinaba demasiado el arduo problema de ajustar su sentido del orden a mi valija-ropero, mis papeles y mi displicencia ante sus elaboradas explicaciones donde abunda la expresión «por ejemplo». Apenas pude me encerré en el baño; matarlo ahora. Una fina zona de calor rodeaba el pañuelo, el conejito era blanquísimo y creo que más lindo que los otros. No me miraba, solamente bullía y estaba contento, lo que era el más horrible modo de mirarme. Lo encerré en el botiquín vacío y me volví para desempacar, desorientado pero no infeliz, no culpable, no jabonándome las manos para quitarles una última convulsión.
Sara didnt notice anything, she was too taken up with the problem of adjusting her sense of order to my bag-cum-wardrobe, my papers, as well as my indifference to her elaborate instructions peppered with the phrase for example. As soon as I could, I shut myself up in the bathroom; kill it, now. A warm pocket now surrounded the handkerchief, the rabbit was purest white, somehow even prettier than the others. He wasnt looking at me, he was just rustling about happily in my hand, which was the most horrible way he could look at me, really. I shut him up in the empty medicine cabinet and went back to unpack, a little disoriented but not unhappy, not guilty, without having to wash my hands to cleanse them of any final convulsion.
Comprendí que no podía matarlo. Pero esa misma noche vomité un conejito negro. Y dos días después uno blanco. Y a la cuarta noche un conejito gris.
I knew I couldnt kill him. Yet that night I vomited up a little black rabbit. And two days later another white one. And the fourth night a little grey rabbit.
Usted ha de amar el bello armario de su dormitorio, con la gran puerta que se abre generosa, las tablas vacías a la espera de mi ropa. Ahora los tengo ahí. Ahí dentro. Verdad que parece imposible; ni Sara lo creería. Porque Sara nada sospecha, y el que no sospeche nada procede de mi horrible tarea, una tarea que se lleva mis días y mis noches en un solo golpe de rastrillo y me va calcinando por dentro y endureciendo como esa estrella de mar que ha puesto usted sobre la bañera y que a cada baño parece llenarle a uno el cuerpo de sal y azotes de sol y grandes rumores de la profundidad.
I imagine you love the beautiful wardrobe in your bedroom, with its great swinging door, and the bare shelves awaiting my clothes. Theyre there now. Inside. It must seem impossible; not even Sara would believe it. Sara doesnt suspect a thing, and the fact that she doesnt is down to my loathsome chore, a chore that monopolises my days and nights without fail and progressively scalds and hardens my insides like that starfish you have above the bath that with every wash seems to immerse your body in salt and sunlashes and the great roaring of the deep.
De día duermen. Hay diez. De día duermen. Con la puerta cerrada, el armario es una noche diurna solamente para ellos, allí duermen su noche con sosegada obediencia. Me llevo las llaves del dormitorio al partir a mi empleo. Sara debe creer que desconfío de su honradez y me mira dubitativa, se le ve todas las mañanas que está por decirme algo, pero al final se calla y yo estoy tan contento. (Cuando arregla el dormitorio, de nueve a diez, hago ruido en el salón, pongo un disco de Benny Carter que ocupa toda la atmósfera, y como Sara es también amiga de saetas y pasodobles, el armario parece silencioso y acaso lo esté, porque para los conejitos transcurre ya la noche y el descanso.)
By day they sleep. There are ten of them. They sleep by day. With the door closed, its night-time inside the wardrobe, there they sleep their night in peaceful obedience. I take the keys to the bedroom with me when I go to work. Sara must think I dont trust her and she gives me questioning looks, every morning you can see she wants to ask me something, but in the end she doesnt and im greatly relieved. (When she cleans the room, between nine and ten, I make noise in the living room, I stick on a Benny Carter record that charges the whole house, and since Sara, too, loves saetas and pasodobles, the wardrobe seems silent, and perhaps it is, as then the rabbits repose in the quiet of night).
Su día principia a esa hora que sigue a la cena, cuando Sara se lleva la bandeja con un menudo tintinear de tenacillas de azúcar, me desea buenas noches -sí, me las desea, Andrée, lo más amargo es que me desea las buenas noches- y se encierra en su cuarto y de pronto estoy yo solo, solo con el armario condenado, solo con mi deber y mi tristeza.
Their day begins after dinner time, at the hour when Sara brings the tray with the light rattle of the sugar tongs, wishes me good night yes, she wishes me a good night, Andrée, the worst thing is that she actually wishes me a good night and shuts herself in her room and suddenly im alone, alone with the damned wardrobe, alone with my duty and my sadness.
Los dejo salir, lanzarse ágiles al asalto del salón, oliendo vivaces el trébol que ocultaban mis bolsillos y ahora hace en la alfombra efímeras puntillas que ellos alteran, remueven, acaban en un momento. Comen bien, callados y correctos, hasta ese instante nada tengo que decir, los miro solamente desde el sofá, con un libro inútil en la mano -yo que quería leerme todos sus Giraudoux, Andrée, y la historia argentina de López que tiene usted en el anaquel más bajo-; y se comen el trébol.
I let them out, let them launch their frisky assault on the room, briskly sniffing at the clover hidden in my pockets and now dotted about the carpet, an ephemeral lace they stir and ravish in an instant. Theyre not messy, they eat cleanly and quietly, so far I have no complaints, I merely watch from the sofa, some pointless book or other in my hand I who wanted to read all your Giraudoux, Andrée, and the history of Argentina by López that you have in the bottom shelf ; while they eat up the clover.
Son diez. Casi todos blancos. Alzan la tibia cabeza hacia las lámparas del salón, los tres soles inmóviles de su día, ellos que aman la luz porque su noche no tiene luna ni estrellas ni faroles. Miran su triple sol y están contentos. Así es que saltan por la alfombra, a las sillas, diez manchas livianas se trasladan como una moviente constelación de una parte a otra, mientras yo quisiera verlos quietos, verlos a mis pies y quietos -un poco el sueño de todo dios, Andrée, el sueño nunca cumplido de los dioses-, no así insinuándose detrás del retrato de Miguel de Unamuno, en torno al jarrón verde claro, por la negra cavidad del escritorio, siempre menos de diez, siempre seis u ocho y yo preguntándome dónde andarán los dos que faltan, y si Sara se levantara por cualquier cosa, y la presidencia de Rivadavia que yo quería leer en la historia de López.
There are ten of them. Almost all of them white. They raise their little heads towards the lights in the living room, the three fixed suns of their days, they who love the light since their night is bereft of moon, stars and streetlights. They gaze upon their triple sun and are happy. So it is that they hop about the carpet, on the chairs, three featherlight spots bucking about from one place to another like a wandering constellation, whereas id like them to stay still, to have them sitting at my feet more or less the dream of any god, Andrée, the unattainable dream of the gods instead of rooting away behind the portrait of Miguel de Unamuno, mooching about the pale-green vase, getting into the dark cavity of the writing desk, always less than ten, always either six or eight and me wondering where the other two might be, and what to do if Sara were to get up for some reason, not to mention the presidency of Rivadvia by López that I wanted to read.
No sé cómo resisto, Andrée. Usted recuerda que vine a descansar a su casa. No es culpa mía si de cuando en cuando vomito un conejito, si esta mudanza me alteró también por dentro -no es nominalismo, no es magia, solamente que las cosas no se pueden variar así de pronto, a veces las cosas viran brutalmente y cuando usted esperaba la bofetada a la derecha-. Así, Andrée, o de otro modo, pero siempre así.
I dont know how I put up with it, Andrée. I came to this house to rest, you may recall. Its not my fault if from time to time I vomit up a rabbit, if this latest move has somehow altered my metabolism its not nominalism, its not magic, its just that things cant change so abruptly, sometimes things veer horribly when you were expecting the blow to come from the right . Thats how it is, Andrée, with a few minor exceptions, perhaps, but always thus.
Le escribo de noche. Son las tres de la tarde, pero le escribo en la noche de ellos. De día duermen ¡Qué alivio esta oficina cubierta de gritos, órdenes, máquinas Royal, vicepresidentes y mimeógrafos! Qué alivio, qué paz, qué horror, Andrée! Ahora me llaman por teléfono, son los amigos que se inquietan por mis noches recoletas, es Luis que me invita a caminar o Jorge que me guarda un concierto. Casi no me atrevo a decirles que no, invento prolongadas e ineficaces historias de mala salud, de traducciones atrasadas, de evasión Y cuando regreso y subo en el ascensor ese tramo, entre el primero y segundo piso me formulo noche a noche irremediablemente la vana esperanza de que no sea verdad.
Im writing to you at night. Its three oclock in the afternoon, but im writing during their night-time. By day they sleep. What a relief this office is, with the shouting, the orders, Royal typewriters, vicepresidents and mimeographs! What a relief, what peace, what a mess, Andrée! I just got a phone call, it was my friends concerned by the fact that I never have even one evening free anymore, Luis asking me out for a walk or Jorge with a spare concert ticket. I barely dare turn them down, I tell long, flimsy tales of poor health, translations running late, to put them off. And when I get back and take the short ride up in the lift, between the first and second floor I inevitably contrive to convince myself of the vain hope that none of this is real.
Hago lo que puedo para que no destrocen sus cosas. Han roído un poco los libros del anaquel más bajo, usted los encontrará disimulados para que Sara no se dé cuenta. ¿Quería usted mucho su lámpara con el vientre de porcelana lleno de mariposas y caballeros antiguos? El trizado apenas se advierte, toda la noche trabajé con un cemento especial que me vendieron en una casa inglesa -usted sabe que las casas inglesas tienen los mejores cementos- y ahora me quedo al lado para que ninguno la alcance otra vez con las patas (es casi hermoso ver cómo les gusta pararse, nostalgia de lo humano distante, quizá imitación de su dios ambulando y mirándolos hosco; además usted habrá advertido -en su infancia, quizá- que se puede dejar a un conejito en penitencia contra la pared, parado, las patitas apoyadas y muy quieto horas y horas).
I do what I can to try to stop them from ruining your things. Theyve been gnawing away at the books on the bottom shelf, youll find them turned around so that Sara doesnt notice. Were you particularly fond of your lamp with the porcelain base and the knights and butterflies? You can barely see the crack, all night I worked with a special cement I bought in an English hardware shop you know the English have the best cement and now I stay by its side to make sure their little feet dont get at it again (its almost charming how they stand up on their hind legs, longing for yon humanity, perhaps in imitation of their shuffling god of the surly gaze; besides, you are surely aware from your childhood, perhaps that you can punish a rabbit by standing it up against the wall with its paws out, where it will stay still for hours and hours).
A las cinco de la mañana (he dormido un poco, tirado en el sofá verde y despertándome a cada carrera afelpada, a cada tintineo) los pongo en el armario y hago la limpieza. Por eso Sara encuentra todo bien aunque a veces le he visto algún asombro contenido, un quedarse mirando un objeto, una leve decoloración en la alfombra y de nuevo el deseo de preguntarme algo, pero yo silbando las variaciones sinfónicas de Franck, de manera que nones. Para qué contarle, Andrée, las minucias desventuradas de ese amanecer sordo y vegetal, en que camino entredormido levantando cabos de trébol, hojas sueltas, pelusas blancas, dándome contra los muebles, loco de sueño, y mi Gide que se atrasa, Troyat que no he traducido, y mis respuestas a una señora lejana que estará preguntándose ya si... para qué seguir todo esto, para qué seguir esta carta que escribo entre teléfonos y entrevistas.
At five in the morning (I managed to sleep for a while, dozing on the green couch but waking up with every velvety scamper, every rattle) I put them back in the wardrobe and clean up. Thats why Sara finds everything in order even though a few times ive seen her struggle to contain her surprise or remain staring at some object, a light discoloration in the carpet, and once again shes tempted to ask me whats going on, but I go on whistling the variations of a Franck symphony, so she keeps schtum. Oh why bother to tell you, Andrée, of the excruciating minutiae of this dull, leaf-strewn dawn, where I stumble about in a daze picking up scattered strands of clover, stray hairs, bumping into the furniture, half mad through lack of sleep, and way behind on Gide, Troyat, who I have yet to get around to translating, and my replies to a far-off lady who must be wondering by now if& why continue with all this, why bother to go on with this letter I scribble out midst telephone calls and interviews.
Andrée, querida Andrée, mi consuelo es que son diez y ya no más. Hace quince días contuve en la palma de la mano un último conejito, después nada, solamente los diez conmigo, su diurna noche y creciendo, ya feos y naciéndoles el pelo largo, ya adolescentes y llenos de urgencias y caprichos, saltando sobre el busto de Antinoo (¿es Antinoo, verdad, ese muchacho que mira ciegamente?) o perdiéndose en el living, donde sus movimientos crean ruidos resonantes, tanto que de allí debo echarlos por miedo a que los oiga Sara y se me aparezca horripilada, tal vez en camisón -porque Sara ha de ser así, con camisón- y entonces... Solamente diez, piense usted esa pequeña alegría que tengo en medio de todo, la creciente calma con que franqueo de vuelta los rígidos cielos del primero y el segundo piso.
Andrée, my dear Andrée, my only consolation is that there are only ten of them. Two weeks ago I held the last rabbit in the palm of my hand, then nothing, just me and the ten of them, their day-time night and their growth, their increasing ugliness and the long hair they have now that theyre frenetic, capricious adolescents hopping on the bust of Antinoo (it is Antinoo, isnt it, that lad with the blind stare?) or roaming off into the living room where their romping makes so much noise that I have to shoo them away for fear that Sara will hear them and show up horrified, most likely in a nightshirt yes, definitely a nightshirt for Sara and then& Only ten, imagine what that tiny comfort is to me in the midst of all this, the growing calm with which I clear the rigid ceilings between the first and second floors.
Interrumpí esta carta porque debía asistir a una tarea de comisiones. La continúo aquí en su casa, Andrée, bajo una sorda grisalla de amanecer. ¿Es de veras el día siguiente, Andrée? Un trozo en blanco de la página será para usted el intervalo, apenas el puente que une mi letra de ayer a mi letra de hoy. Decirle que en ese intervalo todo se ha roto, donde mira usted el puente fácil oigo yo quebrarse la cintura furiosa del agua, para mí este lado del papel, este lado de mi carta no continúa la calma con que venía yo escribiéndole cuando la dejé para asistir a una tarea de comisiones. En su cúbica noche sin tristeza duermen once conejitos; acaso ahora mismo, pero no, no ahora. En el ascensor, luego, o al entrar; ya no importa dónde, si el cuándo es ahora, si puede ser en cualquier ahora de los que me quedan.
I interrupted the writing of this letter as I had to attend to the business of a commission. Im continuing it here in your house, Andrée, in the dull, grey dawn. Is it really the next day, Andrée? A white space on the page will be all that indicates the lapse for you, the slender bridge that joins yesterdays scrawling to todays. Though in this interval everything has fallen apart, where you see the simple bridge I hear the frenzied roaring of the water, for me this side of the paper, this side of the letter does not retain the calm with which I was writing when I left off to attend to that commission. In their cubèd night free of sadness sleep eleven rabbits; perhaps right now, but no, not now. In the lift, then, or on the way in; it doesnt matter where anymore, whether the when is now, since it could happen at any moment of those few that still lie in store for me.
Basta ya, he escrito esto porque me importa probarle que no fui tan culpable en el destrozo insalvable de su casa. Dejaré esta carta esperándola, sería sórdido que el correo se la entregara alguna clara mañana de París. Anoche di vuelta los libros del segundo estante, alcanzaban ya a ellos, parándose o saltando, royeron los lomos para afilarse los dientes -no por hambre, tienen todo el trébol que les compro y almaceno en los cajones del escritorio. Rompieron las cortinas, las telas de los sillones, el borde del autorretrato de Augusto Torres, llenaron de pelos la alfombra y también gritaron, estuvieron en círculo bajo la luz de la lámpara, en círculo y como adorándome, y de pronto gritaban, gritaban como yo no creo que griten los conejos.
Enough already, ive written this as it was important to me to prove to you that I was not completely guilty of the unavoidable destruction of your home. Ill leave this letter here for your return, it would be sordid for it to arrive in the post some fine Paris morning. Last night I turned around the books on the second-last shelf, they were now within their reach, whether by standing up or by hopping, they gnawed at the binding to sharpen their teeth not out of hunger, they have all the clover I give them and store in the drawers of the desk. They tore up the curtains, shredded the cloth on the chairs as well as Augusto Torres self-portrait, they covered the floor in hair and they screamed, too, they were in a circle below the light, in a circle as if they were worshipping me, and then they began shouting, screaming in a way I dont think rabbits often scream.
He querido en vano sacar los pelos que estropean la alfombra, alisar el borde de la tela roída, encerrarlos de nuevo en el armario. El día sube, tal vez Sara se levante pronto. Es casi extraño que no me importe verlos brincar en busca de juguetes. No tuve tanta culpa, usted verá cuando llegue que muchos de los destrozos están bien reparados con el cemento que compré en una casa inglesa, yo hice lo que pude para evitarle un enojo... En cuanto a mí, del diez al once hay como un hueco insuperable. Usted ve: diez estaba bien, con un armario, trébol y esperanza, cuántas cosas pueden construirse. No ya con once, porque decir once es seguramente doce, Andrée, doce que serán trece. Entonces está el amanecer y una fría soledad en la que caben la alegría, los recuerdos, usted y acaso tantos más. Está este balcón sobre Suipacha lleno de alba, los primeros sonidos de la ciudad. No creo que les sea difícil juntar once conejitos salpicados sobre los adoquines, tal vez ni se fijen en ellos, atareados con el otro cuerpo que conviene llevarse pronto, antes de que pasen los primeros colegiales.
In vain have I tried to remove the hair that has ruined the carpet, straighten the edges of the gnawed cloth, lock them up again in the wardrobe. It is almost dawn, perhaps Sara will be up soon. Its almost weird that I dont care that theyre still hopping about in search of playthings. I wasnt overly irresponsible, im sure youll see when you get here that ive repaired much of the damage with the cement I bought in the English shop, I did what I could to try and avoid upsetting you& As for me, from the tenth to the eleventh theres an insurmountable void. You see, ten was fine, with a wardrobe, clover and hope, so many things can be put in place. Not so with eleven, for eleven inevitably mean twelve, Andrée, twelve wholl become thirteen. So this is the dawn here now with a cold loneliness relieved only by a little joy, some memories, yourself and a good few others no doubt. This is the balcony looking out over Suipacha infused with the breaking of the day, the incipient sounds of the city. I dont think itll be hard to remove the eleven rabbits splattered on the cobblestones, maybe they wont even check, busy as theyll be with the other body it behoves them to carry off quickly before the first schoolchildren pass
Continuidad de los parques -- [Continuity of Parks]
Translation: David Page
Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías, volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito, de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restañaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.
HE HAD BEGUN TO READ THE NOVEL a few days before. He had put it aside because of some urgent business, opened it again on his way back to the estate by train; he allowed himself a slowly growing interest in the plot, in the drawing of characters. That afternoon, after writing a letter to his agent and discussing with the manager of his estate a matter of joint ownership, he returned to the book in the tranquility of his study which looked out upon the park with its oaks. Sprawled in his favorite armchair, with his back to the door, which would otherwise have bothered him as an irritating possibility for intrusions, he let his left hand caress once and again the green velvet upholstery and set to reading the final chapters. Without effort his memory retained the names and images of the protagonists; the illusion took hold of him almost at once. He tasted the almost perverse pleasure of disengaging himself line by line from all that surrounded him, and feeling at the same time that his head was relaxing comfortably against the green velvet of the armchair with its high back, that the cigarettes were still within reach of his hand, that beyond the great windows the afternoon air danced under the oak trees in the park. Word by word, immersed in the sordid dilemma of the hero and heroine, letting himself go toward where the images came together and took on color and movement, he was witness to the final encounter in the mountain cabin. The woman arrived first, apprehensive; now the lover came in, his face cut by the backlash of a branch. Admirably she stanched the blood with her kisses, but he rebuffed her caresses, he had not come to repeat the ceremonies of a secret passion, protected by a world of dry leaves and furtive paths through the forest. The dagger warmed itself against his chest, and underneath pounded liberty, ready to spring. A lustful, yearning dialogue raced down the pages like a rivulet of snakes, and one felt it had all been decided from eternity. Even those caresses which writhed about the lover's body, as though wishing to keep him there, to dissuade him from it, sketched abominably the figure of that other body it was necessary to destroy. Nothing had been forgotten: alibis, unforeseen hazards, possible mistakes. From this hour on, each instant had its use minutely assigned. The cold-blooded, double re-examination of the details was barely interrupted for a hand to caress a cheek. It was beginning to get dark.
Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.
Without looking at each other now, rigidly fixed upon the task which awaited them, they separated at the cabin door. She was to follow the trail that led north. On the path leading in the opposite direction, he turned for a moment to watch her running with her hair let loose. He ran in turn, crouching among the trees and hedges until he could distinguish in the yellowish fog of dusk the avenue of trees leading up to the house. The dogs were not supposed to bark, and they did not bark. The estate manager would not be there at this hour, and he was not. He went up the three porch steps and entered. Through the blood galloping in his ears came the woman's words: first a blue parlor, then a gallery, then a carpeted stairway. At the top, two doors. No one in the first bedroom, no one in the second. The door of the salon, and then the knife in his hand, the light from the great windows, the high back of an armchair covered in green velvet, the head of the man in the chair reading a novel.
La señorita Cora -- [Miss Cora/SMALL>]
We'll send your love to college, all for a year or two,
And then perhaps in time the boy will do for you. -The trees that grow so high.
(Canción folclórica inglesa -- British folksongs.)
No entiendo por qué no me dejan pasar la noche en la clínica con el nene, al fin y al cabo soy su madre y el doctor De Luisi nos recomendó personalmente al director. Podrían traer un sofá cama y yo lo acompañaría para que se vaya acostumbrando, entró tan pálido el pobrecito como si fueran a operarlo en seguida, yo creo que es ese olor de las clínicas, su padre también estaba nervioso y no veía la hora de irse, pero yo estaba segura de que me dejarían con el nene. Después de todo tiene apenas quince años y nadie se los daría, siempre pegado a mí aunque ahora con los pantalones largos quiere disimular y hacerse el hombre grande. La impresión que le habrá hecho cuando se dio cuenta de que no me dejaban quedarme, menos mal que su padre le dio charla, le hizo poner el piyama y meterse en la cama. Y todo por esa mocosa de enfermera, yo me pregunto si verdaderamente tiene órdenes de los médicos o si lo hace por pura maldad. Pero bien que se lo dije, bien que le pregunté si estaba segura de que tenía que irme. No hay más que mirarla para darse cuenta de quién es, con esos aires de vampiresa y ese delantal ajustado, una chiquilina de porquería que se cree la directora de la clínica. Pero eso sí, no se la llevó de arriba, le dije lo que pensaba y eso que el nene no sabía donde meterse de vergüenza y su padre se hacía el desentendido y de paso seguro que le miraba las piernas como de costumbre. Lo único que me consuela es que el ambiente es bueno, se nota que es una clínica para personas pudientes; el nene tiene un velador de lo más lindo para leer sus revistas, y por suerte su padre se acordó de traerle caramelos de menta que son los que más le gustan. Pero mañana por la mañana, eso sí, lo primero que hago es hablar con el doctor De Luisi para que la ponga en su lugar a esa mocosa presumida. Habrá que ver si la frazada lo abriga bien al nene, voy a pedir que por las dudas le dejen otra a mano. Pero sí, claro que me abriga, menos mal que se fueron de una vez, mamá cree que soy un chico y me hace hacer cada papelón. Seguro que la enfermera va a pensar que no soy capaz de pedir lo que necesito, me miró de una manera cuando mamá le estaba protestando... Está bien, si no la dejaban quedarse qué le vamos a hacer, ya soy bastante grande para dormir solo de noche, me parece. Y en esta cama se dormirá bien, a esta hora ya no se oye ningún ruido, a veces de lejos el zumbido del ascensor que me hace acordar a esa película de miedo que también pasaba en una clínica, cuando a medianoche se abría poco a poco la puerta y la mujer paralítica en la cama veía entrar al hombre de la máscara blanca...
Do not understand why not let me spend the night in the clinic with the baby, the end of the day I am his mother and Dr. De Luisi director advised us personally. Could bring a sofa bed and I would accompany him to become accustomed, the poor thing went as pale as if they were to operate at once, I think it's the smell of the clinic, his father was nervous and could not wait to leave but I was sure I would leave with the baby. After all it is only fifteen years and no one's would always close to me but now wants to cover long pants and take the big man. The printing will be done when he realized that would not let me stay, thankfully her father gave her talk, I did put the pajamas and into bed. And all this chit of a nurse, I wonder if they actually have doctors' orders or if you do it for pure evil. But it is what I said, well I asked him if he was sure he had to go. One need look to realize who he is, with these airs that apron vamp and tight, a little girl of crap that is believed the director of the clinic. But yes, it took her up, tell him what I think and what the boy did not know where you get to shame and his father did the misunderstanding and it looked safe passage legs as usual. My only consolation is that the atmosphere is good, it shows that it is a clinic for wealthy people, the baby is a keeper of the most beautiful to read their journals, and fortunately his father agreed to bring mints are those you love. But tomorrow morning, yes, the first thing I do is talk to Dr. De Luisi for me to put in place that smug brat. Be seen whether the blanket to keep warm well to the baby, I'll ask just in case you leave one hand. But yes, of course entertains me, luckily they went once, mom thinks I'm a guy and makes me do every newsprint. Sure the nurse is going to think that I can not ask for what you need, I looked for a way when he was protesting mom ... Okay, if not let her stay what can we do, and I am old enough to sleep alone at night, I think. And in this bed will sleep well at this time no hear any noise, sometimes from a distance the hum of the elevator reminds me of that scary movie that also went to a clinic when it opened at midnight gradually the door and the woman paralyzed in bed he saw the man enter the white mask ...
La enfermera es bastante simpática, volvió a las seis y media con unos papeles y me empezó a preguntar mi nombre completo, la edad y esas cosas. Yo guardé la revista en seguida porque hubiera quedado mejor estar leyendo un libro de veras y no una fotonovela, y creo que ella se dio cuenta pero no dijo nada, seguro que todavía estaba enojada por lo que le había dicho mamá y pensaba que yo era igual que ella y que le iba a dar órdenes o algo así. Me preguntó si me dolía el apéndice y le dije que no, que esa noche estaba muy bien. "A ver el pulso", me dijo, y después de tomármelo anotó algo más en la planilla y la colgó a los pies de la cama. "¿Tenés hambre?", me preguntó, y yo creo que me puse colorado porque me tomó de sorpresa que me tuteara, es tan joven que me hizo impresión. Le dije que no, aunque era mentira porque a esa hora siempre tengo hambre. "Esta noche vas a cenar muy liviano", dijo ella, y cuando quise darme cuenta ya me había quitado el paquete de caramelos de menta y se iba. No sé si empecé a decirle algo, creo que no. Me daba una rabia que me hiciera eso como a un chico, bien podía haberme dicho que no tenía que comer caramelos, pero llevárselos... Seguro que estaba furiosa por lo de mamá y se desquitaba conmigo, de puro resentida; qué sé yo, después que se fue se me pasó de golpe el fastidio, quería seguir enojado con ella pero no podía. Qué joven es, clavado que no tiene ni diecinueve años, debe haberse recibido de enfermera hace muy poco. A lo mejor viene para traerme la cena; le voy a preguntar cómo se llama, si va a ser mi enfermera tengo que darle un nombre. Pero en cambio vino otra, una señora muy amable vestida de azul que me trajo un caldo y bizcochos y me hizo tomar unas pastillas verdes. También ella me preguntó cómo me llamaba y si me sentía bien, y me dijo que en esta pieza dormiría tranquilo porque era una de las mejores de la clínica, y es verdad porque dormí hasta casi las ocho en que me despertó una enfermera chiquita y arrugada como un mono pero muy amable, que me dijo que podía levantarme y lavarme pero antes me dio un termómetro y me dijo que me lo pusiera como se hace en estas clínicas, y yo no entendí porque en casa se pone debajo del brazo, y entonces me explicó y se fue. Al rato vino mamá y qué alegría verlo tan bien, yo que me temía que hubiera pasado la noche en blanco el pobre querido, pero los chicos son así, en la casa tanto trabajo y después duermen a pierna suelta aunque estén lejos de su mamá que no ha cerrado los ojos la pobre. El doctor De Luisi entró para revisar al nene y yo me fui un momento afuera porque ya está grandecito, y me hubiera gustado encontrármela a la enfermera de ayer para verle bien la cara y ponerla en su sitio nada más que mirándola de arriba a abajo, pero no había nadie en el pasillo. Casi en seguida salió el doctor De Luisi y me dijo que al nene iban a operarlo a la mañana siguiente, que estaba muy bien y en las mejores condiciones para la operación, a su edad una apendicitis es una tontería. Le agradecí mucho y aproveché para decirle que me había llamado la atención la impertinencia de la enfermera de la tarde, se lo decía porque no era cosa de que a mi hijo fuera a faltarle la atención necesaria. Después entré en la pieza para acompañar al nene que estaba leyendo sus revistas y ya sabía que lo iban a operar al otro día. Como si fuera el fin del mundo, me mira de un modo la pobre, pero si no me voy a morir, mamá, haceme un poco el favor. Al Cacho le sacaron el apéndice en el hospital y a los seis días ya estaba queriendo jugar al fútbol. Andate tranquila que estoy muy bien y no me falta nada. Sí, mamá, sí, diez minutos queriendo saber si me duele aquí o mas allá, menos mal que se tiene que ocupar de mi hermana en casa, al final se fue y yo pude terminar la fotonovela que había empezado anoche.
The nurse is quite nice, again at six and a half with some papers and started asking me my name, age and stuff. I kept the magazine then it would have been better to be reading a book and not really a novela, and I think she noticed but said nothing, for sure he was still angry at what he had told mom and thought I was Like her and that he would give orders or something.He asked if it hurt the appendix and I said no, that night was fine. 'A pulse view, "he said and then scored more catch me on the payroll and hung at the foot of the bed. "Do you have hunger?" He asked, and I think I blushed because it took me by surprise that I tuteara is so young that I was printing. I said no, but a lie because that's when I have always hungry."Tonight we're going to dinner very light," she said, and when I knew it I had already removed the packet of mints and left. I do not know if I started to say something, I think not. I felt a rage that I did that as a boy, she could have told me that I should not eat candy, but take them ... Sure he was mad at mom and me made up for in pure resentful, that I know, after it was suddenly crossed my boredom, I wanted to stay angry with her but I could not. What is young, has no nailing nineteen nurse must have received recently. Perhaps it is for bringing me dinner, I'll ask her name, whether it will be my nurse that I have given a name. But instead there came another, a very kind lady dressed in blue who brought me soup and biscuits and made me take some pills green. She also asked me what my name was and if I felt good, and I said that this piece sleep peacefully because it was one of the best in the clinic, and is true because I slept until about eight in a nurse woke me tiny and wrinkled like a monkey but very friendly, they said I could get up and wash but before I took a thermometer and told me to put it as is done in these clinics, and I did not understand because home is placed under the arm, and then I said and left. Soon Mom and joy came to see him so well, I feared that I had spent a sleepless night the poor dear, but the kids are so much work at home and then sleep soundly while they are away from your mom has not closed his eyes the poor. Dr. De Luisi came to check the baby and I took a moment away because it is already big boy, and I would have liked to get him to the nurse yesterday to see the face and put it on your site nothing more than looking up and down, but there was nobody in the hall. Almost immediately, Dr. De Luisi came and told me the baby were going to operate the next morning, that was fine and in the best conditions for the operation, age appendicitis is nonsense. I thanked him very much and took the opportunity to say that I was struck by the irrelevance of the evening nurse, I said because it was something that my son would lack the necessary attention. After I entered the room to accompany the child who was reading his magazine and knew that they would operate the next day. As if the end of the world, I look in a poor, but if I'm going to die, Mommy, please do me a little. Cacho took out the appendix in the hospital and six days I was trying to play football. Andate quiet I'm very well and there's nothing missing. Yes, Mom, yes, ten minutes wanting to know if it hurts here or beyond, thank goodness you have to take care of my sister at home, and I eventually was able to finish the comic that had begun last night.
La enfermera de la tarde se llama la señorita Cora, se lo pregunté a la enfermera chiquita cuando me trajo el almuerzo; me dieron muy poco de comer y de nuevo pastillas verdes y unas gotas con gusto a menta; me parece que esas gotas hacen dormir porque se me caían las revistas de la mano y de golpe estaba soñando con el colegio y que íbamos a un picnic con las chicas del normal como el año pasado y bailábamos a la orilla de la pileta, era muy divertido. Me desperté a eso de las cuatro y media y empecé a pensar en la operación, no que tenga miedo, el doctor De Luisi dijo que no es nada, pero debe ser raro la anestesia y que te corten cuando estás dormido, el Cacho decía que lo peor es despertarse, que duele mucho y por ahí vomitás y tenés fiebre. El nene de mamá ya no está tan garifo como ayer, se le nota en la cara que tiene un poco de miedo, es tan chico que casi me da lástima. Se sentó de golpe en la cama cuando me vio entrar y escondió la revista debajo de la almohada. La pieza estaba un poco fría y fui a subir la calefacción, después traje el termómetro y se lo di. "¿Te lo sabes poner?", le pregunté, y las mejillas parecía que iban a reventársele de rojo que se puso. Dijo que sí con la cabeza y se estiró en la cama mientras yo bajaba las persianas y encendía el velador. Cuando me acerqué para que me diera el termómetro seguía tan ruborizado que estuve a punto de reírme, pero con los chicos de esa edad siempre pasa lo mismo, les cuesta acostumbrarse a esas cosas. Y para peor me mira en los ojos, por qué no le puedo aguantar esa mirada si al final no es más que una mujer, cuando saqué el termómetro de debajo de las frazadas y se lo alcancé, ella me miraba y yo creo que se sonreía un poco, se me debe notar tanto que me pongo colorado, es algo que no puedo evitar, es más fuerte que yo. Después anotó la temperatura en la hoja que está a los pies de la cama y se fue sin decir nada. Ya casi no me acuerdo de lo que hablé con papá y mamá cuando vinieron a verme a las seis. Se quedaron poco porque la señorita Cora les dijo que había que prepararme y que era mejor que estuviese tranquilo la noche antes. Pensé que mamá iba a soltarle alguna de las suyas pero la miró nomás de arriba abajo, y papá también pero yo al viejo le conozco las miradas, es algo muy diferente. Justo cuando se estaba yendo la oí a mamá que le decía a la señorita Cora: "Le agradeceré que lo atienda bien, es un niño que ha estado siempre muy rodeado por su familia", o alguna idiotez por el estilo, y me hubiera querido morir de rabia, ni siquiera escuché lo que le contestó la señorita Cora, pero estoy seguro de que no le gustó, a lo mejor piensa que me estuve quejando de ella o algo así.
The nurse later called Miss Cora, I asked a little girl when the nurse brought me lunch, I gave very little to eat and new green pills and drops with mint taste, it seems that such drops are sleeping because I dropped the magazine of the hand and suddenly he was dreaming of the school and we were going to a picnic with the normal girls as last year and danced on the edge of the pool, it was fun. I woke up at about four and a half and I started thinking about the operation, not be afraid, Dr. De Luisi said there is nothing, but should be rare anesthesia and cut you when you're asleep, said Cacho the worst thing is waking up, it hurts so bad and there you have vomitting and fever. The baby's mother is not so garifo like yesterday, you'll note in the face with a bit of fear, is so small that I almost feel sorry. He sat bolt upright in bed when I saw the magazine in and hid under the pillow. The room was a bit cold and went to turn up the heat, then brought the thermometer and it to him. "You know what to put?" I asked, and cheeks reventársele seemed likely to be put red. Said he nodded and stretched out in bed while I went down the blinds and lit the lamp. When I came to give me the thermometer was flushed as I was about to laugh, but with kids that age is always the same, takes some getting used to these things. And worse I look in your eyes, why I can not stand that look if the end is not only a woman, when I took the thermometer under the blankets and I reached it, she looked at me and smiled I think a bit, I should note well that I wear red, it's something I can not help, is stronger than me. After the temperature recorded on the sheet at the foot of the bed and left without saying anything. I hardly remember what I talked to dad and mom when she came to see me at six. They fell short because Miss Cora told them he had to get ready and that she was better calm the night before. I thought mom was going to drop some of their own but just looked up and down, and Dad but I know the old man looks, is something quite different. Just as he was leaving I heard her mom who told Ms. Cora: "I would appreciate it treats you well, is a child who has always been surrounded by his family" or some idiocy like that, and I would have liked die of rage, not even heard what he said Miss Cora, but I'm sure he did not like, maybe think I was complaining about it or something.
Volvió a eso de las seis y media con una mesita de esas de ruedas llena de frascos y algodones, y no sé por qué de golpe me dio un poco de miedo, en realidad no era miedo pero empecé a mirar lo que había en la mesita, toda clase de frascos azules o rojos, tambores de gasa y también pinzas y tubos de goma, el pobre debía estar empezando a asustarse sin la mamá que parece un papagayo endomingado, le agradeceré que atienda bien al nene, mire que he hablado con el doctor De Luisi, pero sí, señora, se lo vamos a atender como a un príncipe. Es bonito su nene, señora, con esas mejillas que se le arrebolan apenas me ve entrar. Cuando le retiré las frazadas hizo un gesto como para volver a taparse, y creo que se dio cuenta de que me hacía gracia verlo tan pudoroso. "A ver, bajate el pantalón del piyama", le dije sin mirarlo en la cara. "¿El pantalón?", preguntó con una voz que se le quebró en un gallo. "Si, claro, el pantalón", repetí, y empezó a soltar el cordón y a desabotonarse con unos dedos que no le obedecían. Le tuve que bajar yo misma el pantalón hasta la mitad de los muslos, y era como me lo había imaginado. "Ya sos un chico crecidito", le dije, preparando la brocha y el jabón aunque la verdad es que poco tenía para afeitar. "¿Cómo te llaman en tu casa?", le pregunté mientras lo enjabonaba. "Me llamo Pablo", me contestó con una voz que me dio lástima, tanta era la vergüenza. "Pero te darán algún sobrenombre", insistí, y fue todavía peor porque me pareció que se iba a poner a llorar mientras yo le afeitaba los pocos pelitos que andaban por ahí. "¿Así que no tenés ningún sobrenombre? Sos el nene solamente, claro." Terminé de afeitarlo y le hice una seña para que se tapara, pero él se adelantó y en un segundo estuvo cubierto hasta el pescuezo. "Pablo es un bonito nombre", le dije para consolarlo un poco; casi me daba pena verlo tan avergonzado, era la primera vez que me tocaba atender a un muchachito tan joven y tan tímido, pero me seguía fastidiando algo en él que a lo mejor le venía de la madre, algo más fuerte que su edad y que no me gustaba, y hasta me molestaba que fuera tan bonito y tan bien hecho para sus años, un mocoso que ya debía creerse un hombre y que a la primera de cambio sería capaz de soltarme un piropo.
Again about six and a half with a table full of these bottles wheel and cottons, and do not know why I suddenly gave a little scary, was not really scared but I started to watch what was on the table , all kinds of red or blue bottles, drums and calipers gauze and rubber tubes, the poor should be starting to panic without the mom who looks like a parrot Sunday best, I would appreciate that serves well the baby, look I've spoken with the Dr. De Luisi, but yes, ma'am, we will respond like a prince. Her baby is beautiful, madam, with those cheeks that you just see me go Blust. When I retired waved blankets to cover her back, and I think he realized I was amused to see him so prudish. "Let's see, get the pajama pants," he said without looking in the face. "Trousers," he asked with a voice that broke into a rooster. "Yes, of course, the pants," I repeated, and began to unbutton and cord release with fingers that would not obey him. I had to lower myself to his pants mid-thigh, and it was like I had imagined.'You're an overgrown boy' I said, preparing the brush and soap but the truth is that little was to shave. "How do you call in your house?" I asked as he soaped. "My name is Paul," he said in a voice that I felt sorry, so great was the embarrassment. "But I give a nickname," I insisted, and was even worse because I thought it was going to get to mourn while I shave the few hairs that walked by. "So do not you have any nicknames?'re The only boy, of course." I finished shaving and made a sign for covering over, but he went ahead and a second neck was covered up. "Paul is a nice name," I said to comfort a little, I almost felt sorry for him so ashamed, was the first time that I had to attend a boy so young and shy, but still bothering me something about him that what you better coming from the mother, something stronger than her age and I did not like, and even bothered me that it was so beautiful and so well done for his age, a kid who already believe a man should and at the first opportunity would be able to get out a compliment.
Me quedé con los ojos cerrados, era la única manera de escapar un poco de todo eso, pero no servía de nada porque justamente en ese momento agregó: "¿Así que no tenés ningún sobrenombre. Sos el nene solamente, claro", y yo hubiera querido morirme, o agarrarla por la garganta y ahogarla, y cuando abrí los ojos le vi el pelo castaño casi pegado a mi cara porque se había agachado para sacarme un resto de jabón, y olía a shampoo de almendra como el que se pone la profesora de dibujo, o algún perfume de esos, y no supe qué decir y lo único que se me ocurrió fue preguntarle: "¿Usted se llama Cora, verdad?" Me miró con aire burlón, con esos ojos que ya me conocían y que me habían visto por todos lados, y dijo: "La señorita Cora." Lo dijo para castigarme, lo sé, igual que antes había dicho: "Ya sos un chico crecidito", nada más que para burlarse. Aunque me daba rabia tener la cara colorada, eso no lo puedo disimular nunca y es lo peor que me puede ocurrir, lo mismo me animé a decirle: "Usted es tan joven que... Bueno, Cora es un nombre muy lindo." No era eso, lo que yo había querido decirle era otra cosa y me parece que se dio cuenta y le molestó, ahora estoy seguro de que está resentida por culpa de mamá, yo solamente quería decirle que era tan joven que me hubiera gustado poder llamarla Cora a secas, pero cómo se lo iba a decir en ese momento cuando se había enojado y ya se iba con la mesita de ruedas y yo tenía unas ganas de llorar, esa es otra cosa que no puedo impedir, de golpe se me quiebra la voz y veo todo nublado, justo cuando necesitaría estar más tranquilo para decir lo que pienso. Ella iba a salir pero al llegar a la puerta se quedó un momento como para ver si no se olvidaba de alguna cosa, y yo quería decirle lo que estaba pensando pero no encontraba las palabras y lo único que se me ocurrió fue mostrarle la taza con el jabón, se había sentado en la cama y después de aclararse la voz dijo: "Se le olvida la taza con el jabón", muy seriamente y con un tono de hombre grande. Volví a buscar la taza y un poco para que se calmara le pasé la mano por la mejilla. "No te aflijas, Pablito", le dije. "Todo irá bien, es una operación de nada." Cuando lo toqué echó la cabeza atrás como ofendido, y después resbaló hasta esconder la boca en el borde de las frazadas. Desde ahí, ahogadamente, dijo: "Puedo llamarla Cora, ¿verdad?" Soy demasiado buena, casi me dio lástima tanta vergüenza que buscaba desquitarse por otro lado, pero sabía que no era el caso de ceder porque después me resultaría difícil dominarlo, y a un enfermo hay que dominarlo o es lo de siempre, los líos de María Luisa en la pieza catorce o los retos del doctor De Luisi que tiene un olfato de perro para esas cosas. "Señorita Cora", me dijo tomando la taza y yéndose. Me dio una rabia, unas ganas de pegarle, de saltar de la cama y echarla a empujones, o de... Ni siquiera comprendo cómo pude decirle: "Si yo estuviera sano a lo mejor me trataría de otra manera." Se hizo la que no oía, ni siquiera dio vuelta la cabeza, y me quedé solo y sin ganas de leer, sin ganas de nada, en el fondo hubiera querido que me contestara enojada para poder pedirle disculpas porque en realidad no era lo que yo había pensado decirle, tenía la garganta tan cerrada que no sé cómo me habían salido las palabras, se lo había dicho de pura rabia pero no era eso, o a lo mejor sí pero de otra manera.
I kept my eyes closed, was the only way out some things, but there was no point because just then added: "So you do not have any nicknames. You are the only boy, of course, and I had wanted to die, or her by the throat and choke her, and when I opened my eyes I saw him almost brown hair stuck to my face because he had bent down to get me a scrap of soap, shampoo smelled like almond which puts art teacher or a scent of those, and do not know what to say and all I did was to ask: "Have you called Cora, right?" He looked at me quizzically, with those eyes that know me and that I had seen on all sides, and said: "Miss Cora." He said to punish me, I know, as he previously said: "You're a grown-up boy", just to mock. Although I did have the red-faced rage, that I can not disguise ever and the worst that can happen to me, as I dared to say: "You are so young that ... Well, Cora is a very nice name." That was not what I had wanted to say was something else and I think he realized and was upset, I'm sure he is resentful because of Mom, I just wanted to say that was so young that I would have liked to call Cora to dry, but how it was going to say at this point that was angry and he was leaving with a cart and a desire I had to mourn, that's another thing I can not stop, I hit bankruptcy Clear voice and see it all, just need to be more relaxed when to say what I think. She was going out but on arriving at the gate stood a moment to see if they forgot something, and I wanted to say what he was thinking but did not find the words and the only thing I did was to show the cup soap, was sitting on the bed and then cleared his voice said: "You forget the cup with soap, very seriously and with a tone of great man. I looked for the cup and a bit to calm down I ran my hand down her cheek. "Do not worry, Pablito," he said."Everything will be OK, it's an operation for nothing." When I touched him and threw back his head hurt, and then slipped to hide the mouth on the edge of the blankets. From there, drowning, said: "I can call Cora, right?" I'm too good, almost felt sorry for me so embarrassed that sought revenge on the other side, but knew it was not the case then I would give it hard to master, and a sick need to dominate or is business as usual, the trouble of Maria Luisa in part fourteen or challenges Dr. De Luisi has a smell of dog stuff. "Miss Cora," he said taking the cup and leaving. It gave me an angry, some feel like hitting, jumping out of bed and throw pushed, or ... Do not even understand how I could say, "If I were healthy I might be another way." Was made not to hear, even turned his head, and I was alone and not wanting to read, listless, basically wanted me angry reply to apologize because it was not really what I I had thought to say, my throat was so tight that I do not know how were the words out, he had said but it was pure rage that, or maybe yes but in another way.
Y sí, son siempre lo mismo, una los acaricia, les dice una frase amable, y ahí nomás asoma el machito, no quieren convencerse de que todavía son unos mocosos. Esto tengo que contárselo a Marcial, se va a divertir y cuando mañana lo vea en la mesa de operaciones le va a hacer todavía más gracia, tan tiernito el pobre con esa carucha arrebolada, maldito calor que me sube por la piel, cómo podría hacer para que no me pase eso, a lo mejor respirando hondo antes de hablar, que sé yo. Se debe haber ido furiosa, estoy seguro de que escuchó perfectamente, no sé cómo le dije eso, yo creo que cuando le pregunté si podía llamarla Cora no se enojó, me dijo lo de señorita porque es su obligación pero no estaba enojada, la prueba es que vino y me acarició la cara; pero no, eso fue antes, primero me acarició y entonces yo le dije lo de Cora y lo eché todo a perder. Ahora estamos peor que antes y no voy a poder dormir aunque me den un tubo de pastillas. La barriga me duele de a ratos, es raro pasarse la mano y sentirse tan liso, lo malo es que me vuelvo a acordar de todo y del perfume de almendras, la voz de Cora, tiene una voz muy grave para una chica tan joven y linda, una voz como de cantante de boleros, algo que acaricia aunque esté enojada. Cuando oí pasos en el corredor me acosté del todo y cerré los ojos, no quería verla, no me importaba verla, mejor que me dejara en paz, sentí que entraba y que encendía la luz del cielo raso, se hacía el dormido como un angelito, con una mano tapándose la cara, y no abrió los ojos hasta que llegué al lado de la cama. Cuando vio lo que traía se puso tan colorado que me volvió a dar lástima y un poco de risa, era demasiado idiota realmente. "A ver, m'hijito, bájese el pantalón y dese vuelta para el otro lado", y el pobre a punto de patalear como haría con la mamá cuando tenía cinco años, me imagino, a decir que no y a llorar y a meterse debajo de las cobijas y a chillar, pero el pobre no podía hacer nada de eso ahora, solamente se había quedado mirando el irrigador y después a mí que esperaba, y de golpe se dio vuelta y empezó a mover las manos debajo de las frazadas pero no atinaba a nada mientras yo colgaba el irrigador en la cabecera, tuve que bajarle las frazadas y ordenarle que levantara un poco el trasero para correrle mejor el pantalón y deslizarle una toalla. "A ver, subí un poco las piernas, así está bien, echate más de boca, te digo que te eches más de boca, así." Tan callado que era casi como si gritara, por una parte me hacía gracia estarle viendo el culito a mi joven admirador, pero de nuevo me daba un poco de lástima por él, era realmente como si lo estuviera castigando por lo que me había dicho. "Avisá si está muy caliente", le previne, pero no contestó nada, debía estar mordiéndose un puño y yo no quería verle la cara y por eso me senté al borde de la cama y esperé a que dijera algo, pero aunque era mucho líquido lo aguantó sin una palabra hasta el final, y cuando terminó le dije, y eso sí se lo dije para cobrarme lo de antes: "Así me gusta, todo un hombrecito", y lo tapé mientras le recomendaba que aguantase lo más posible antes de ir al baño. "¿Querés que te apague la luz o te la dejo hasta que te levantes?", me preguntó desde la puerta. No sé cómo alcancé a decirle que era lo mismo, algo así, y escuché el ruido de la puerta al cerrarse y entonces me tapé la cabeza con las frazadas y qué le iba a hacer, a pesar de los cólicos me mordí las dos manos y lloré tanto que nadie, nadie puede imaginarse lo que lloré mientras la maldecía y la insultaba y le clavaba un cuchillo en el pecho cinco, diez, veinte veces, maldiciéndola cada vez y gozando de lo que sufría y de cómo me suplicaba que la perdonase por lo que me había hecho.
And yes, they are always the same, one's pets, he says a kind word, and right there overlooking the macho, do not want to be convinced that they are still brats. This I have tell Marcial be fun and when I see him in morning trading desk is going to make even more grace, so poor with this tender little flushed carucha cursed heat me up through the skin, how could so I would not pass it, perhaps taking a deep breath before speaking, I know. It must have gone mad, I'm sure she heard perfectly, do not know how I said that, I think that when I asked if I could call Cora was not angry, young lady told me it is their duty but was not angry, the test she came and stroked my face, but no, that was before he first touched me and then I told him of Cora and threw it all away. We are now worse than before and I will not be able to sleep even give me a tube of tablets. The belly hurts me sometimes, rarely go hand and feel so smooth, the trouble is that I re-arrange everything and the perfume of almonds, the voice of Cora, has a very deep voice for a girl so young and cute voice as a singer of boleros, which touches but is angry. When I heard footsteps in the hall I went to bed at all and I closed my eyes, I did not see it, I did not care to see it, better leave me alone, I felt I was in and lighting the ceiling light, it was the sleeping like an angel , one hand covering her face, and not open her eyes until I reached the bedside. When he saw what he brought was so red that I turned to give a bit of pity and laughter, was too stupid really. "Come on, Baby, get off your pants and turn around to the other side", and about to kick poor as you would with the mother when she was five, I suppose, to say no and mourn and get under the covers and scream, but the poor could not do anything about it now, but had been watching the flush and then I had expected, and suddenly turned and started moving his hands under the blankets but could not quite anything as long as I hung up the handpiece in the head, I had to pull down the blankets and told to get up a little better to run back pants and slide a towel. "Look, I got my legs a bit, that's right, do yourself more than your mouth, I tell you to throw over his mouth as well." So quiet it was almost as if screaming, firstly ELECTED amused me seeing my young ass fan, but again I felt a little sorry for him, was really as if he were being punished for what I had said."Notice if too hot," he warned, but said nothing, must be biting his fist and I did not see his face and so I sat on the edge of the bed and waited for her to say something, but while much liquid he endured it without a word to the end, and when it ended I told him, and yes I told him to charge me before: "Just like me, a real man," and recommended that covered it while you bear down before toileting. "We want you to turn off the light or I leave it until you get up?" He asked from the doorway. I do not know how I managed to say it was the same, something like that, and I heard the sound of the door closing and then I covered my head with the blankets and what he would do, although I bit cramps in both hands and I cried so hard that no one, no one can imagine how I cried while he cursed and swore and he plunged a knife into his chest five, ten, twenty times, cursing each time and enjoying what he suffered and how they begged me to forgive her for what I had done.
Es lo de siempre, che Suárez, uno corta y abre, y en una de esas la gran sorpresa. Claro que a la edad del pibe tiene todas las chances a su favor, pero lo mismo le voy a hablar claro al padre, no sea cosa que en una de esas tengamos un lío. Lo más probable es que haya una buena reacción, pero ahí hay algo que falla, pensá en lo que pasó al comienzo de la anestesia: parece mentira en un pibe de esa edad. Lo fui a ver a las dos horas y lo encontré bastante bien si pensás en lo que duró la cosa. Cuando entró el doctor De Luisi yo estaba secándole la boca al pobre, no terminaba de vomitar y todavía le duraba la anestesia pero el doctor lo auscultó lo mismo y me pidió que no me moviera de su lado hasta que estuviera bien despierto. Los padres siguen en la otra pieza, la buena señora se ve que no está acostumbrada a estas cosas, de golpe se le acabaron las paradas, y el viejo parece un trapo. Vamos, Pablito, vomitá si tenés ganas y quejate todo lo que quieras, yo estoy aquí, sí, claro que estoy aquí, el pobre sigue dormido pero me agarra la mano como si se estuviera ahogando. Debe creer que soy la mamá, todos creen eso, es monótono. Vamos, Pablo, no te muevas así, quieto que te va a doler más, no, dejá las manos tranquilas, ahí no te podes tocar. Al pobre le cuesta salir de la anestesia. Marcial me dijo que la operación había sido muy larga. Es raro, habrán encontrado alguna complicación: a veces el apéndice no está tan a la vista, le voy a preguntar a Marcial esta noche. Pero sí, m'hijito, estoy aquí, quéjese todo lo que quiera pero no se mueva tanto, yo le voy a mojar los labios con este pedacito de hielo en una gasa, así se le va pasando la sed. Si, querido, vomitá más, aliviate todo lo que quieras. Qué fuerza tenés en las manos, me vas a llenar de moretones, sí, sí, llorá si tenés ganas, llorá, Pablito, eso alivia, llorá y quejate, total estás tan dormido y creés que soy tu mamá. Sos bien bonito, sabés, con esa nariz un poco respingada y esas pestañas como cortinas, parecés mayor ahora que estás tan pálido. Ya no te pondrías colorado por nada, verdad, mi pobrecito. Me duele, mamá, me duele aquí, dejame que me saque ese peso que me han puesto, tengo algo en la barriga que pesa tanto y me duele, mamá, decile a la enfermera que me saque eso. Sí, m'hijito, ya se le va a pasar, quédese un poco quieto, por qué tendrás tanta fuerza, voy a tener que llamar a María Luisa para que me ayude. Vamos, Pablo, me enojo si no te estás quieto, te va a doler mucho más si seguís moviéndote tanto. Ah, parece que empezás a darte cuenta, me duele aquí, señorita Cora, me duele tanto aquí, hágame algo por favor, me duele tanto aquí, suélteme las manos, no puedo más, señorita Cora, no puedo más.
It's business as usual, che Suárez, a cut and opened, and one of those great surprise. Of course, at the age of the kid has all the odds in your favor, but so I will speak out to the father thing is not one of those have a mess. Chances are you have a good reaction but there is something wrong, think about what happened at the beginning of anesthesia, appears to lie in a kid that age. I went to see the two times and I found it quite well if you think as the thing lasted. When she entered Dr. De Luisi I was wiping the mouth of the poor, sick and did not finish it yet anesthesia lasted but it sounded the same doctor and asked me not to move from his side until he was wide awake. Parents are in the other room, the good woman is not accustomed to them, suddenly ran out the stops, and the old looks like a rag. Come on, Pablito, if you feel like vomiting and Complain all you want, I'm here, yes, I'm here, the poor still asleep but I grab his hand as if he were drowning. You must think I'm the mom, everyone thinks it is monotonous. Come on, Paul, do not move so you still going to hurt more, no, leaves your hands quiet, then you can not touch you. It costs the poor out of anesthesia.Marcial said the operation had been very long. It is rare, have found some complications: Sometimes the appendix is not so visible, I will ask Marcial tonight. But yeah, Baby, I'm here, complain all you want but do not move much, I'm going to wet his lips with this bit of ice in gauze and he is passing thirst. Yes, dear, vomit more, aliviate anything you want. That forces you have in your hands, you will fill me with bruises, yes, yes, cry if you feel like, cry, Pablito, that alleviates, cry and complain, all you're so sleepy and think I'm your mother. You're pretty good, you know, with that slightly upturned nose and those tabs as curtains, seems greater now that you're so pale. No longer would you wear red for nothing, really, my poor baby. It hurts, Mommy, it hurts here, let me get me that weight that I have, I have something in the belly that weighs as much and it hurts, Mommy, tell the nurse to get me that. Yes, Baby, and it's going to happen, stay a little quiet, why have such strength, I'll have to call Mary Louise to help me. Come on, Paul, I get angry if you're not still, you'll hurt a lot more if you keep moving much. Ah, it seems that you start to realize, it hurts here, Miss Cora, it hurts so much here, do me something please, it hurts so much here, hands Let me go, I can not, Miss Cora, I can.
Menos mal que se ha dormido el pobre querido, la enfermera me vino a buscar a las dos y media y me dijo que me quedara un rato con él que ya estaba mejor, pero lo veo tan pálido, ha debido perder tanta sangre, menos mal que el doctor De Luisi dijo que todo había salido bien. La enfermera estaba cansada de luchar con él, yo no entiendo por qué no me hizo entrar antes, en esta clínica son demasiado severos. Ya es casi de noche y el nene ha dormido todo el tiempo, se ve que está agotado, pero me parece que tiene mejor cara, un poco de color. Todavía se queja de a ratos pero ya no quiere tocarse el vendaje y respira tranquilo, creo que pasará bastante buena noche. Como si yo no supiera lo que tengo que hacer, pero era inevitable; apenas se le pasó el primer susto a la buena señora le salieron otra vez los desplantes de patrona, por favor que al nene no le vaya a faltar nada por la noche, señorita. Decí que te tengo lástima, vieja estúpida, si no ya ibas a ver cómo te trataba. Las conozco a éstas, creen que con una buena propina el último día lo arreglan todo. Y a veces la propina ni siquiera es buena, pero para qué seguir pensando, ya se mandó mudar y todo está tranquilo. Marcial, quedate un poco, no ves que el chico duerme, contame lo que pasó esta mañana. Bueno, si estás apurado lo dejamos para después. No, mirá que puede entrar María Luisa, aquí no, Marcial. Claro, el señor se sale con la suya, ya te he dicho que no quiero que me beses cuando estoy trabajando, no está bien. Parecería que no tenemos toda la noche para besarnos, tonto. Andate. Váyase le digo, o me enojo. Bobo, pajarraco. Sí, querido, hasta luego. Claro que sí. Muchísimo.
Thankfully it has stayed the poor dear, the nurse came for two and a half and he told me to stay a while with him that it was better, but I look so pale, has since lost much blood, thankfully Luisi's doctor said everything was fine. The nurse was tired of fighting with him, I do not understand why I did not get earlier in this clinic are too severe. It's almost night and the baby was asleep all the time, is seen to be exhausted, but I think it looks better, a little color.Still complains at times but not to touch the bandage and calm breathing, I think it will be quite a good night. Like I did not know what I have done, but it was inevitable, barely passed the initial shock of the good lady came again the rudeness of patron, please let the baby will not miss anything at night, Miss. He said sorry I have you, old fool, if not going to see how you were. They know them, they believe that a good tip on the last day fix everything. And sometimes a tip is not even good, but why keep thinking, and was ordered to move and all is quiet. Marcial, stay a little, you see the guy sleep, tell me what happened this morning. Well, if you're in a hurry so we postponed. No, look you can get Maria Luisa, not here, Marcial. Of course, the gentleman gets his way, and I said I do not want to kiss me when I'm working, not right. It would seem not got all night to kiss, fool. Andáte. Go tell him, or get angry. Bobo, bird. Yes, dear, see you later. Sure. Lot.
Está muy oscuro pero es mejor, no tengo ni ganas de abrir los ojos. Casi no me duele, qué bueno estar así respirando despacio, sin esas náuseas. Todo está tan callado, ahora me acuerdo que vi a mamá, me dijo no sé qué, yo me sentía tan mal. Al viejo lo miré apenas, estaba a los pies de la cama y me guiñaba un ojo, el pobre siempre el mismo. Tengo un poco de frío, me gustaría otra frazada. Señorita Cora, me gustaría otra frazada. Pero sí estaba ahí, apenas abrí los ojos la vi sentada al lado de la ventana leyendo un revista. Vino en seguida y me arropó, casi no tuve que decirle nada porque se dio cuenta en seguida. Ahora me acuerdo, yo creo que esta tarde la confundía con mamá y que ella me calmaba, o a lo mejor estuve soñando. ¿Estuve soñando, señorita Cora? Usted me sujetaba las manos, ¿verdad? Yo decía tantas pavadas, pero es que me dolía mucho, y las náuseas... Discúlpeme, no debe ser nada lindo ser enfermera. Sí, usted se ríe pero yo sé, a lo mejor la manché y todo. Bueno, no hablaré más. Estoy tan bien así, ya no tengo frío. No, no me duele mucho, un poquito solamente. ¿Es tarde, señorita Cora? Sh, usted se queda calladito ahora, ya le he dicho que no puede hablar mucho, alégrese de que no le duela y quédese bien quieto. No, no es tarde, apenas las siete. Cierre los ojos y duerma. Así. Duérmase ahora.
It's dark but it's better, I have no desire to open his eyes. I almost did not hurt, what good to be like breathing slowly, that nausea. Everything is so quiet, I remember I saw my mom told me do not know what, I felt so bad. The old man just looked at him, was at the foot of the bed and winked at me, poor always the same. I have a little cold, I would like another blanket. Miss Cora, I would like another blanket. But I was there, just opened my eyes I saw her sitting by the window reading a magazine. Wine tucked away and I almost did not have to say anything because he realized at once. Now I remember, I think this afternoon confused with mom and she calmed down, or perhaps I was dreaming. Was I dreaming, Miss Cora?You held my hands, right? I said so many silly things but it hurt me a lot, and nausea ... Excuse me, can not be nothing nice to be a nurse. Yes, you laugh but I know, maybe the stains and all. Well, speak no more. I am so well so I have no cold. No, does not hurt much, a little only.Is it late, Miss Cora? Sh, you stay quiet now, as I said you can not talk much, be glad it does not hurt and stay very still. No, not late, only seven. Close your eyes and sleep. So. Go to sleep now.
Sí, yo querría pero no es tan fácil. Por momentos me parece que me voy a dormir, pero de golpe la herida me pega un tirón o todo me da vueltas en la cabeza, y tengo que abrir los ojos y mirarla, está sentada al lado de la ventana y ha puesto la pantalla para leer sin que me moleste la luz. ¿Por qué se quedará aquí todo el tiempo? Tiene un pelo precioso, le brilla cuando mueve la cabeza. Y es tan joven, pensar que hoy la confundí con mamá, es increíble. Vaya a saber qué cosas le dije, se debe haber reído otra vez de mí. Pero me pasaba hielo por la boca, eso me aliviaba tanto, ahora me acuerdo, me puso agua colonia en la frente y en el pelo, y me sujetaba las manos para que no me arrancara el vendaje. Ya no está enojada conmigo, a lo mejor mamá le pidió disculpas o algo así, me miraba de otra manera cuando me dijo: "Cierre los ojos y duérmase." Me gusta que me mire así, parece mentira lo del primer día cuando me quitó los caramelos. Me gustaría decirle que es tan linda, que no tengo nada contra ella, al contrario, que me gusta que sea ella la que me cuida de noche y no la enfermera chiquita. Me gustaría que me pusiera otra vez agua colonia en el pelo. Me gustaría que me pidiera perdón, que me dijera que la puedo llamar Cora.
Yes, I would like but it is not so easy. At times I find that I go to sleep, but suddenly the injury hit me a jerk or anything turns me on the head, I have to open your eyes and look at it, sits next to the window and put the screen to read without being sensitive to light. Why stay here all the time? It has beautiful hair, sparkles when you move your head. And it so young, thinking that today mistook Mom is amazing. Who knows what things I said, you should have laughed at me again. But I spent ice at the mouth, it relieved me so much, now I remember, I put cologne on his forehead and hair, and I held hands so I ripped the bandage. No longer angry with me, maybe mom apologized or something, looked at me differently when he said: "Close your eyes and sleep." I like to look at me like, seems to lie about the first day when I took the candy. I would say that is so cute, I have nothing against it, on the contrary, I like it that she who takes care of me at night and not the nurse girl. I would like to put me back in the hair cologne. I'd like to apologize, to tell me that I can call Cora.
Se quedó dormido un buen rato, a las ocho calculé que el doctor De Luisi no tardaría y lo desperté para tomarle la temperatura. Tenía mejor cara y le había hecho bien dormir. Apenas vio el termómetro sacó una mano fuera de las cobijas, pero le dije que se estuviera quieto. No quería mirarlo en los ojos para que no sufriera pero lo mismo se puso colorado y empezó a decir que él podía muy bien solo. No le hice caso, claro, pero estaba tan tenso el pobre que no me quedó más remedio que decirle: "Vamos, Pablo, ya sos un hombrecito, no te vas a poner así cada vez, verdad?" Es lo de siempre, con esa debilidad no pudo contener las lágrimas; haciéndome la que no me daba cuenta anoté la temperatura y me fui a prepararle la inyección. Cuando volvió yo me había secado los ojos con la sábana y tenía tanta rabia contra mí mismo que hubiera dado cualquier cosa por poder hablar, decirle que no me importaba, que en realidad no me importaba pero que no lo podía impedir. "Esto no duele nada", me dijo con la jeringa en la mano. "Es para que duermas bien toda la noche." Me destapó y otra vez sentí que me subía la sangre a la cara, pero ella se sonrió un poco y empezó a frotarme el muslo con un algodón mojado. "No duele nada", le dije porque algo tenía que decirle, no podía ser que me quedara así mientras ella me estaba mirando. "Ya ves", me dijo sacando la aguja y frotándome con el algodón. "Ya ves que no duele nada. Nada te tiene que doler, Pablito." Me tapó y me pasó la mano por la cara. Yo cerré los ojos y hubiera querido estar muerto, estar muerto y que ella me pasara la mano por la cara, llorando.
He fell asleep for a while, at eight figured the doctor would soon De Luisi and woke up to take his temperature. Had better face and made him sleep well. Just saw the thermometer took a hand off the covers, but I told her to be quiet. I did not want to look in his eyes that did not suffer but so blushed and began to say he could very well alone. I ignored him course, but the poor was so tense that I had no choice but to say, "Come on, Paul, you're a man, you're not going to put so ever right?" It's business as usual, with that weakness could not contain tears asking me which I did not realize I noted the temperature and went to prepare the injection. When he returned I had dried my eyes with a blanket and was so angry with myself that I would have given anything to talk, saying it did not matter, it does not really matter to me but could not prevent. "This does not hurt anything," he said with syringe in hand. "It is for a good night's sleep." Uncovered and again I felt I was up the blood to the face, but she smiled a little and started to rub my thigh with a wet cotton. "It does not hurt anything," I said because something had to tell could not be for me to stay well while she was watching me. "You see," he said pulling out the needle and rubbing with cotton. "You see it does not hurt anything. Nothing will have to hurt, Pablito." I hid and I wiped his face. I closed my eyes and wished to be dead, be dead and that she passed her hand over her face, crying.
Nunca entendí mucho a Cora pero esta vez se fue a la otra banda. La verdad que no me importa si no entiendo a las mujeres, lo único que vale la pena es que lo quieran a uno. Si están nerviosas, si se hacen problema por cualquier macana, bueno nena, ya está, deme un beso y se acabó. Se ve que todavía es tiernita, va a pasar un buen rato antes de que aprenda a vivir en este oficio maldito, la pobre apareció esta noche con una cara rara y me costó media hora hacerle olvidar esas tonterías. Todavía no ha encontrado la manera de buscarle la vuelta a algunos enfermos, ya le pasó con la vieja del veintidós pero yo creía que desde entonces habría aprendido un poco, y ahora este pibe le vuelve a dar dolores de cabeza. Estuvimos tomando mate en mi cuarto a eso de las dos de la mañana, después fue a darle la inyección y cuando volvió estaba de mal humor, no quería saber nada conmigo. Le queda bien esa carucha de enojada, de tristona, de a poco se la fui cambiando, y al final se puso a reír y me contó, a esa hora me gusta tanto desvestirla y sentir que tiembla un poco como si tuviera frío. Debe ser muy tarde, Marcial. Ah, entonces puedo quedarme un rato todavía, la otra inyección le toca a las cinco y media, la galleguita no llega hasta las seis. Perdoname, Marcial, soy una boba, mirá que preocuparme tanto por ese mocoso, al fin y al cabo lo tengo dominado pero de a ratos me da lástima, a esa edad son tan tontos, tan orgullosos, si pudiera le pediría al doctor Suárez que me cambiara, hay dos operados en el segundo piso, gente grande, uno les pregunta tranquilamente si han ido de cuerpo, les alcanza la chata, los limpia si hace falta, todo eso charlando del tiempo o de la política, es un ir y venir de cosas naturales, cada uno está en lo suyo, Marcial, no como aquí, comprendés. Sí, claro que hay que hacerse a todo, cuántas veces me van a tocar chicos de esa edad, es una cuestión de técnica como decís vos. Sí, querido, claro. Pero es que todo empezó mal por culpa de la madre, eso no se ha borrado, sabés, desde el primer minuto hubo como un malentendido, y el chico tiene su orgullo y le duele, sobre todo que al principio no se daba cuenta de todo lo que iba a venir y quiso hacerse el grande, mirarme como si fueras vos, como un hombre. Ahora ya ni le puedo preguntar si quiere hacer pis, lo malo es que sería capaz de aguantarse toda la noche si yo me quedara en la pieza. Me da risa cuando me acuerdo, quería decir que sí y no se animaba, entonces me fastidió tanta tontería y lo obligué para que aprendiera a hacer pis sin moverse, bien tendido de espaldas. Siempre cierra los ojos en esos momentos pero es casi peor, está a punto de llorar o de insultarme, está entre las dos cosas y no puede, es tan chico, Marcial, y esa buena señora que lo ha de haber criado como un tilinguito, el nene de aquí y el nene de allí, mucho sombrero y saco entallado pero en el fondo el bebé de siempre, el tesorito de mamá. Ah, y justamente le vengo a tocar yo, el alto voltaje como decís vos, cuando hubiera estado tan bien con María Luisa que es idéntica a su tía y que lo hubiera limpiado por todos lados sin que se le subieran los colores a la cara. No, la verdad, no tengo suerte, Marcial.
Cora never understood a lot but this time he went to the other side. Actually I do not care if women do not understand, all that is worthwhile is that they want one. If you are nervous, if they issue any mace, well baby, that's it, give me a kiss and that's it. It is seen that it is still tender little ones, will have a good time before he learns to live in this damn office, the poor appeared tonight with a rare face and it took me half an hour to make him forget that nonsense. Still have not found a way to seek a return to some patients, as happened with the old twenty-two but I thought that since then has learned a little, and now this kid keeps coming back headaches. We were drinking mate in my bedroom at about two o'clock, then went to give the injection and when he was in a bad mood, wanted nothing to me. Carucha looks good that anger, sad, little by little it was changing, and eventually started laughing and told me, at that time I felt like both strip and trembling a little as if she were cold. Must be too late, Marcial. Ah, then I can stay a while yet, it's up another shot at five and a half, the Galleguita not arrive until six. Perdoname, Marcial, I'm a fool, look to worry so much for that brat, at the end after I have mastered it but sometimes I feel sorry for him at that age are so foolish as proud, if I could I'd ask the doctor Suarez I change, there are two operated on the second floor, great people, a quietly asked whether they have gone in body, they reached the flat, clean them if necessary, all that time chatting or politics, is a coming and going natural things, everyone is on his own, Marcial, not like here, you understand. Yes, you have to take it all, how many times I will touch children of that age is a matter of art as you say. Yes, dear, of course. But it all started because of the bad mother, that was not cleared, you know, from the first minute there was a misunderstanding, and the boy has his pride and it hurts, especially at first did not realize all what was coming and wanted to be the big one, look at me as if you were you, like a man. Now you or I can ask if you want to pee, bad thing is that it would be able to hold it all night if I stayed in the room. I laugh when I remember, I wanted to say yes and he was afraid, then I screwed up so much nonsense and forced him to learn to pee without moving, or lying on his back. Always close your eyes at that time but is almost worse, is about to mourn or to insult me, is between the two and can not, is so small, Marcial, and that good lady who has to be raised as a tilinguito, the baby boy here and there, much fitted hat and bag but in the end the baby's always the little treasure from Mom. Oh, and you just come to play me, high voltage and you say when it would have been so good to Maria Luisa which is identical to his aunt and that he had cleared on all sides without him up the colors in the face. No, actually, I have no luck, Marcial.
Estaba soñando con la clase de francés cuando encendió la luz del velador, lo primero que le veo es siempre el pelo, será porque se tiene que agachar para las inyecciones o lo que sea, el pelo cerca de mi cara, una vez me hizo cosquillas en la boca y huele tan bien, y siempre se sonríe un poco cuando me está frotando con el algodón, me frotó un rato largo antes de pincharme y yo le miraba la mano tan segura que iba apretando de a poco la jeringa, el líquido amarillo que entraba despacio, haciéndome doler. "No, no me duele nada." Nunca le podré decir: "No me duele nada, Cora." Y no le voy a decir señorita Cora, no se lo voy a decir nunca. Le hablaré lo menos que pueda y no la pienso llamar señorita Cora aunque me lo pida de rodillas. No, no me duele nada. No, gracias, me siento bien, voy a seguir durmiendo. Gracias.
I was dreaming about French class when he turned on the light the lamp, the first thing you see is always the hair, it will be because you have to bend for shots or whatever, the hair around my face, tickled me once in the mouth and it smells so good and always smile a little when I is rubbing with cotton, I rubbed a long time before pricking and I watched him hand so sure that was a little tightening of the syringe, the yellow liquid coming in slowly, making me hurt. "No, it does not hurt anything." I can never say, "It does not hurt anything, Cora." And I'll tell Miss Cora, I will not say never. I speak as little as possible and not even think to call Miss Cora asks me knees. No, does not hurt anything. No thanks, I feel good, I will continue sleeping.Thanks.
Por suerte ya tiene de nuevo sus colores pero todavía está muy decaído, apenas si pudo darme un beso, y a tía Esther casi no la miró y eso que le había traído las revistas y una corbata preciosa para el día en que lo llevemos a casa. La enfermera de la mañana es un amor de mujer, tan humilde, con ella sí da gusto hablar, dice que el nene durmió hasta las ocho y que bebió un poco de leche, parece que ahora van a empezar a alimentarlo, tengo que decirle al doctor Suárez que el cacao le hace mal, o a lo mejor su padre ya se lo dijo porque estuvieron hablando un rato. Si quiere salir un momento, señora, vamos a ver cómo anda este hombre. Usted quédese, señor Morán, es que a la mamá le puede hacer impresión tanto vendaje. Vamos a ver un poco, compañero. ¿Ahí duele? Claro, es natural. Y ahí, decime si ahí te duele o solamente está sensible. Bueno, vamos muy bien, amiguito. Y así cinco minutos, si me duele aquí, si estoy sensible más acá, y el viejo mirándome la barriga como si me la viera por primera vez. Es raro pero no me siento tranquilo hasta que se van, pobres viejos tan afligidos pero qué le voy a hacer, me molestan, dicen siempre lo que no hay que decir, sobre todo mamá, y menos mal que la enfermera chiquita parece sorda y le aguanta todo con esa cara de esperar propina que tiene la pobre. Mirá que venir a jorobar con lo del cacao, ni que yo fuese un niño de pecho. Me dan unas ganas de dormir cinco días seguidos sin ver a nadie, sobre todo sin ver a Cora, y despertarme justo cuando me vengan a buscar para ir a casa. A lo mejor habrá que esperar unos días más, señor Morán, ya sabrá por De Luisi que la operación fue más complicada de lo previsto, a veces hay pequeñas sorpresas. Claro que con la constitución de ese chico yo creo que no habrá problema, pero mejor dígale a su señora que no va a ser cosa de una semana como se pensó al principio. Ah, claro, bueno, de eso usted hablará con el administrador, son cosas internas. Ahora vos fijate si no es mala suerte, Marcial, anoche te lo anuncié, esto va a durar mucho más de lo que pensábamos. Sí, ya sé que no importa pero podrías ser un poco más comprensivo, sabés muy bien que no me hace feliz atender a ese chico, y a él todavía menos, pobrecito. No me mirés así, por qué no le voy a tener lástima. No me mirés así.
Luckily, their color is new but it's still down, barely able to give me a kiss, and Aunt Esther scarcely looked at her and that she had brought the precious journals and a tie for the day when I take him home. Nurse in the morning is a love of woman, so humble with it does give nice talking to says that the boy slept until eight o'clock and drank a little milk seems that now they will start to feed him, I have to say to Dr. Suarez that cocoa makes it worse, or maybe his father and told him because they talked a while. If you want to get a moment, madam, let's see how's the man. You stay, Mr. Moran, is that the mom can print both dressing. Let's see a bit, mate. "That hurt? Sure, it's natural. And then, tell me if it hurts or there is only sensible.Well, we very well, buddy. And five minutes, if it hurts me here if I am sensitive on this side, and the old belly looking like I'm seeing it for the first time. It's weird but I do not feel easy until they are gone, poor old so afflicted but what can I do bother me, always say that there is to say, especially mom, and thank the nurse and her little girl seems deaf holds around with that face of expected gratuity is poor. Look to come to tease with cocoa, or that I was a baby. Give me a desire to sleep for five days without seeing anyone, especially without seeing Cora, and wake up just as I come to look to go home. Perhaps we will have to wait a few days, Mr. Moran, you know by De Luisi that the operation was more complicated than expected, sometimes there are little surprises. Of course with the constitution of this guy I think that there is no problem, but better tell his wife that he will not be about a week as initially thought. Oh, yeah, well, that you will speak with the manager, are internal things. See if you now is not bad luck, Marcial, last night I announced to you, this is going to last much longer than we thought. Yes, I know it does not matter but might be a bit more sympathetic, you know very well that it makes me happy to meet this guy, and he even less, poor. Not look at me, why I will not be sorry. Not look at me.
Nadie me prohibió que leyera pero se me caen las revistas de la mano, y eso que tengo dos episodios por terminar y todo lo que me trajo tía Esther. Me arde la cara, debo de tener fiebre o es que hace mucho calor en esta pieza, le voy a pedir a Cora que entorne un poco la ventana o que me saque una frazada. Quisiera dormir, es lo que más me gustaría, que ella estuviese allí sentada leyendo una revista y yo durmiendo sin verla, sin saber que esta allí, pero ahora no se va a quedar más de noche, ya pasó lo peor y me dejarán solo. De tres a cuatro creo que dormí un rato, a las cinco justas vino con un remedio nuevo, unas gotas muy amargas. Siempre parece que se acaba de bañar y cambiar, está tan fresca y huele a talco perfumado, a lavanda. "Este remedio es muy feo, ya sé", me dijo, y se sonreía para animarme. "No, es un poco amargo, nada más", le dije. "¿Cómo pasaste el día?", me preguntó, sacudiendo el termómetro. Le dije que bien, que durmiendo, que el doctor Suárez me había encontrado mejor, que no me dolía mucho. "Bueno, entonces podés trabajar un poco", me dijo dándome el termómetro. Yo no supe qué contestarle y ella se fue a cerrar las persianas y arregló los frascos en la mesita mientras yo me tomaba la temperatura. Hasta tuve tiempo de echarle un vistazo al termómetro antes de que viniera a buscarlo. "Pero tengo muchísima fiebre", me dijo como asustado. Era fatal, siempre seré la misma estúpida, por evitarle el mal momento le doy el termómetro y naturalmente el muy chiquilín no pierde tiempo en enterarse de que está volando de fiebre. "Siempre es así los primeros cuatro días, y además nadie te mandó que miraras", le dije, más furiosa contra mí que contra él. Le pregunté si había movido el vientre y me dijo que no. Le sudaba la cara, se la sequé y le puse un poco de agua colonia; había cerrado los ojos antes de contestarme y no los abrió mientras yo lo peinaba un poco para que no le molestara el pelo en la frente. Treinta y nueve nueve era mucha fiebre, realmente. "Tratá de dormir un rato", le dije, calculando a qué hora podría avisarle al doctor Suárez. Sin abrir los ojos hizo un gesto como de fastidio, y articulando cada palabra me dijo: "Usted es mala conmigo, Cora." No atiné a contestarle nada, me quedé a su lado hasta que abrió los ojos y me miró con toda su fiebre y toda su tristeza. Casi sin darme cuenta estiré la mano y quise hacerle una caricia en la frente, pero me rechazó de un manotón y algo debió tironearle en la herida porque se crispó de dolor. Antes de que pudiera reaccionar me dijo en voz muy baja: "Usted no sería así conmigo si me hubiera conocido en otra parte." Estuve al borde de soltar una carcajada, pero era tan ridículo que me dijera eso mientras se le llenaban los ojos de lágrimas que me pasó lo de siempre, me dio rabia y casi miedo, me sentí de golpe como desamparada delante de ese chiquilín pretencioso. Conseguí dominarme (eso se lo debo a Marcial, me ha enseñado a controlarme y cada vez lo hago mejor), y me enderecé como si no hubiera sucedido nada, puse la toalla en la percha y tapé el frasco de agua colonia. En fin, ahora sabíamos a qué atenernos, en el fondo era mucho mejor así. Enfermera, enfermo, y pare de contar. Que el agua colonia se la pusiera la madre, yo tenía otras cosas que hacerle y se las haría sin más contemplaciones. No sé por qué me quedé más de lo necesario. Marcial me dijo cuando se lo conté que había querido darle la oportunidad de disculparse, de pedir perdón. No sé, a lo mejor fue eso o algo distinto, a lo mejor me quedé para que siguiera insultándome, para ver hasta dónde era capaz de llegar. Pero seguía con los ojos cerrados y el sudor le empapaba la frente y las mejillas, era como si me hubiera metido en agua hirviendo, veía manchas violeta y rojas cuando apretaba los ojos para no mirarla sabiendo que todavía estaba allí, y hubiera dado cualquier cosa para que se agachara y volviera a secarme la frente como si yo no le hubiera dicho eso, pero ya era imposible, se iba a ir sin hacer nada, sin decirme nada, y yo abriría los ojos y encontraría la noche, el velador, la pieza vacía, un poco de perfume todavía, y me repetiría diez veces, cien veces, que había hecho bien en decirle lo que le había dicho, para que aprendiera, para que no me tratara como a un chico, para que me dejara en paz, para que no se fuera.
No one banned me but I read magazines fall by the hand, and now I have two episodes to finish and everything that brought me Aunt Esther. Face burns me, I have a fever or is very hot in this piece, I will ask Cora to squint a little window or get me a blanket. I would sleep, is what I like, that she was sitting there reading a magazine and I slept without her, without knowing he is there, but now they are going to stay over night, and passed the worst and leave me alone. Three to four believe I slept for a while, at five just came with a new remedy, a few drops very bitter. It always seems that just bathe and change, is so fresh and fragrant smells of talcum powder, lavender. "This remedy is very ugly, I know," he said, and smiled to encourage me. "No, it's a little bitter, nothing more," he said. 'How did you spend your day? "He asked, shaking the thermometer. I told him that well, than sleeping, that Dr. Smith had found me better, that did not hurt much. "Well, then you can work a little," he said giving me a thermometer. I do not know what to say and she went to close the shutters and arranged the bottles on the table while I took my temperature. I even had time to take a look at the thermometer before I came to find him. "But I have a lot of fever," he said as if frightened.Was fatal, it will always be stupid, avoid the wrong time I give the thermometer and of course the very urchin wastes no time in learning that is flying fever. "Always like the first four days, and besides no one sent you to look" I said, more furious against me than against it. I asked if he had a bowel movement and I said no. I was sweating face, dried it and put a little cologne, had closed his eyes before answering and not opened as I combed a bit so it does not bother him in the forehead hair. Thirty-nine nine was a high fever, really. "Try to get some sleep," he said, calculating what time would tell the doctor Suárez. Without opening his eyes he made a gesture of annoyance, and articulating every word I said, "You mean to me, Cora." I managed not to answer anything, I stayed with her until she opened her eyes and looked with all her mouth and all her sorrow. Almost without realizing it reached out and wanted to make a pat on the forehead, but I rejected a manotón and something had tugged on the wound because he twitched in pain. Before I could react I said very quietly: "You would not be well with me if I had known elsewhere." I was on the verge of a laugh, but it was so ridiculous that I would say that while his eyes filled with tears that I went as usual, I got angry and almost fear, I suddenly felt as helpless in front of that little kid pretentious. Got dominate (I owe Martial, has taught me to control myself and each time I do best), and I stood as if nothing had happened, I put the towel on the rack and plugged the bottle of cologne. Anyway, now we knew what to expect, in the background was much better. Nurse, sick, and stop counting. That water colony mother put it, I had other things to do and would make without thinking twice. Do not know why I was more than necessary. Marcial told me when I told her that he wanted to give you the chance to apologize, to apologize. I do not know, maybe it was that or something else, maybe I was to continue to insult me, to see how far he could go. But he kept his eyes closed and sweat drenched forehead and cheeks, it was as if I had put in boiling water, he saw purple and red spots when squeezed his eyes to look not knowing he was still there, and would have given anything so that they bend down and wipe my face again as if I had not told why, but it was not possible, it would go without doing anything, without saying anything, and I would open my eyes and find the night, the watchman, the empty room, a little perfume yet, and I repeat ten times, hundred times, who had done well to tell what he had said, to learn, not to treat me like a child, so leave me alone so as not to leave.
Empiezan siempre a la misma hora, entre seis y siete de la mañana, debe ser una pareja que anida en las cornisas del patio, un palomo que arrulla y la paloma que le contesta, al rato se cansan, se lo dije a la enfermera chiquita que viene a lavarme y a darme el desayuno, se encogió de hombros y dijo que ya otros enfermos se habían quejado de las palomas pero que el director no quería que las echaran. Ya ni sé cuánto hace que las oigo, las primeras mañanas estaba demasiado dormido o dolorido para fijarme, pero desde hace tres días escucho a las palomas y me entristecen, quisiera estar en casa oyendo ladrar a Milord, oyendo a tía Esther que a esta hora se levanta para ir a misa. Maldita fiebre que no quiere bajar, me van a tener aquí hasta quién sabe cuándo, se lo voy a preguntar al doctor Suárez esta misma mañana, al fin y al cabo podría estar lo más bien en casa. Mire, señor Morán, quiero ser franco con usted, el cuadro no es nada sencillo. No, señorita Cora, prefiero que usted siga atendiendo a ese enfermo, y le voy a decir por qué. Pero entonces. Marcial... Vení, te voy a hacer un café bien fuerte, mirá que sos potrilla todavía, parece mentira. Escuchá, vieja, he estado hablando con el doctor Suárez, y parece que el pibe...
Always start at the same time, between six seven, it must be a pair that nests on the ledges of the courtyard, a pigeon to pigeon coos and answers, after a while they get tired, I told the nurse tiny who come to wash and give me breakfast, he shrugged and said he and other patients had complained about the pigeons but the director did not want the cast. I have no idea how long that I hear, the first morning was too sleepy or aching to set me but three days listening to the birds and me sad, like being home listening to barking Milord, listening to Aunt Esther this time gets up to go to church. Damn fever that will not go down, I will be here until who knows when, I'll ask Dr. Smith this morning, the end of the day could be as well at home.Now, Mr. Moran, let me be frank with you, the picture is not simple. No, Miss Cora, I prefer that you continue serving that sick, and I'll tell you why. But then. Marcial ... Come, I will make a strong coffee, look at that you're filly still believe it. Listen, old, I've been talking to Dr. Suarez, and it looks like the kid ...
Por suerte después se callan, a lo mejor se van volando por ahí, por toda la ciudad, tienen suerte las palomas. Qué mañana interminable, me alegré cuando se fueron los viejos, ahora les da por venir más seguido desde que tengo tanta fiebre. Bueno, si me tengo que quedar cuatro o cinco días más aquí, qué importa. En casa sería mejor, claro, pero lo mismo tendría fiebre y me sentiría tan mal de a ratos. Pensar que no puedo ni mirar una revista, es una debilidad como si no me quedara sangre. Pero todo es por la fiebre, me lo dijo anoche el doctor De Luisi y el doctor Suárez me lo repitió esta mañana, ellos saben. Duermo mucho pero lo mismo es como si no pasara el tiempo, siempre es antes de las tres como si a mí me importaran las tres o las cinco. Al contrario, a las tres se va la enfermera chiquita y es una lástima porque con ella estoy tan bien. Si me pudiera dormir de un tirón hasta la medianoche sería mucho mejor. Pablo, soy yo, la señorita Cora. Tu enfermera de la noche que te hace doler con las inyecciones. Ya sé que no te duele, tonto, es una broma. Seguí durmiendo si querés, ya está. Me dijo: "Gracias" sin abrir los ojos, pero hubiera podido abrirlos, sé que con la galleguita estuvo charlando a mediodía aunque le han prohibido que hable mucho. Antes de salir me di vuelta de golpe y me estaba mirando, sentí que todo el tiempo me había estado mirando de espaldas. Volví y me senté al lado de la cama, le tomé el pulso, le arreglé las sábanas que arrugaba con sus manos de fiebre. Me miraba el pelo, después bajaba la vista y evitaba mis ojos. Fui a buscar lo necesario para prepararlo y me dejó hacer sin una palabra, con los ojos fijos en la ventana, ignorándome. Vendrían a buscarlo a las cinco y media en punto, todavía le quedaba un rato para dormir, los padres esperaban en la planta baja porque le hubiera hecho impresión verlos a esa hora. El doctor Suárez iba a venir un rato antes para explicarle que tenían que completar la operación, cualquier cosa que no lo inquietara demasiado. Pero en cambio mandaron a Marcial, me tomó de sorpresa verlo entrar así pero me hizo una seña para que no me moviera y se quedó a los pies de la cama leyendo la hoja de temperatura hasta que Pablo se acostumbrara a su presencia. Le empezó a hablar un poco en broma, armó la conversación como él sabe hacerlo, el frío en la calle, lo bien que se estaba en ese cuarto, él lo miraba sin decir nada, como esperando, mientras yo me sentía tan rara, hubiera querido que Marcial se fuera y me dejara sola con él, yo hubiera podido decírselo mejor que nadie, aunque quizá no, probablemente no. Pero si ya lo sé, doctor, me van a operar de nuevo, usted es el que me dio la anestesia la otra vez, y bueno, mejor eso que seguir en esta cama y con esta fiebre. Yo sabía que al final tendrían que hacer algo, por qué me duele tanto desde ayer, un dolor diferente, desde más adentro. Y usted, ahí sentada, no ponga esa cara, no se sonría como si me viniera a invitar al cine. Váyase con él y béselo en el pasillo, tan dormido no estaba la otra tarde cuando usted se enojó con él porque la había besado aquí. Váyanse los dos, déjenme dormir, durmiendo no me duele tanto.
Fortunately, after shut, maybe they fly out there, all over the city, they are lucky pigeons. What endless morning, I was glad when they left the old, now gives them come more often since I have so much fever. Well, if I have to stay four or five days here, who cares. At home it would be better, of course, but it would have fever and feel so bad for me at times. To think that I can not look at a magazine, is a weakness or not I stay blood. But all is by foot, told me last night, Dr. De Luisi and Dr. Suarez I repeated it this morning, they know. I sleep a lot but it is business as usual time is always before the three as if I care about the three or five. In contrast, the three tiny leaves nurse is a shame because with her I am as well. If I could sleep through the night until midnight would be much better. Paul, it's me, Miss Cora. Your night nurse that makes you ache with the injections. I know it hurts you, fool is a joke. I kept sleeping if you want, that's it. He said: "Thank you" without opening his eyes, but could open them, I know that with the Galleguita was chatting at noon but has been forbidden to talk much. Before leaving I turned at once and I was looking, I felt that all the time I had been looking back. I went back and sat down beside the bed, took his pulse, he managed the sheets with her hands wrinkled mouth. I looked at the hair, then looked down and avoided my eyes. I went looking for what is necessary to prepare and let me do without a word, his eyes fixed on the window, ignoring me. Would come to look at five-thirty, he still had a while to sleep, the parents waited on the ground floor because I have done print view at that time. Dr. Smith was coming for a while before explaining that he had to complete the operation, anything that does not worry too much. But instead sent Marcial, took me by surprise but he entered and beckoned me not to move and stood at the foot of the bed sheet temperature reading until Paul got used to his presence. We started talking a bit in jest, put together the conversation as he knows how, cold in the street, how good it was in that room, he looked at saying nothing, as expected, while I felt so weird, there Marcial wanted to leave and leave me alone with him, I could tell better than anyone, but maybe not, probably not. But if I know, doctor, I will run again, you are the one I gave anesthetized again, and good, better that than stay in this bed with the fever. I knew the end would have to do something, why it hurts so much since yesterday, a different pain from deeper. And you, sitting there, do not put that face, no smile as if to invite me to come to the cinema. Go with him and kiss in the hallway, so I was not asleep the other night when you are angry with him because he had kissed her here. Get out the two, let me sleep, sleeping does not hurt so much.
Y bueno, pibe, ahora vamos a liquidar este asunto de una vez por todas, hasta cuándo nos vas a estar ocupando una cama, che. Contá despacito, uno, dos, tres. Así va bien, vos seguí contando y dentro de una semana estás comiendo un bife jugoso en casa. Un cuarto de hora a gatas, nena, y vuelta a coser. Había que verle la cara a De Luisi, uno no se acostumbra nunca del todo a estas cosas. Mirá, aproveché para pedirle a Suárez que te relevaran como vos querías, le dije que estás muy cansada con un caso tan grave; a lo mejor te pasan al segundo piso si vos también le hablás. Está bien, hacé como quieras, tanto quejarte la otra noche y ahora te sale la samaritana. No te enojés conmigo, lo hice por vos. Sí, claro que lo hizo por mí pero perdió el tiempo, me voy a quedar con él esta noche y todas las noches. Empezó a despertarse a las ocho y medía, los padres se fueron en seguida porque era mejor que no los viera con la cara que tenían los pobres, y cuando llegó el doctor Suárez me preguntó en voz baja si quería que me relevara María Luisa, pero le hice una seña de que me quedaba y se fue. María Luisa me acompañó un rato porque tuvimos que sujetarlo y calmarlo, después se tranquilizó de golpe y casi no tuvo vómitos; está tan débil que se volvió a dormir sin quejarse mucho hasta las diez. Son las palomas, vas a ver, mamá, ya están arrullando como todas las mañanas, no sé por qué no las echan, que se vuelen a otro árbol. Dame la mano, mamá, tengo tanto frío. Ah, entonces estuve soñando, me parecía que ya era de mañana y que estaban las palomas. Perdóneme, la confundí con mamá. Otra vez desviaba la mirada, se volvía a su encono, otra vez me echaba a mí toda la culpa. Lo atendí como si no me diera cuenta de que seguía enojado, me senté junto a él y le mojé los labios con hielo. Cuando me miró, después que le puse agua colonia en las manos y la frente, me acerqué más y le sonreí. "Llamame Cora", le dije. "Yo sé que no nos entendimos al principio, pero vamos a ser tan buenos amigos, Pablo." Me miraba callado. "Decime: Sí, Cora." Me miraba, siempre. "Señorita Cora", dijo después, y cerró los ojos. "No, Pablo, no", le pedí, besándolo en la mejilla, muy cerca de la boca. "Yo voy a ser Cora para vos, solamente para vos." Tuve que echarme atrás, pero lo mismo me salpicó la cara. Lo sequé, le sostuve la cabeza para que se enjuagara la boca, lo volví a besar hablándole al oído. "Discúlpeme", dijo con un hilo de voz, "no lo pude contener". Le dije que no fuera tonto, que para eso estaba yo cuidándolo, que vomitara todo lo que quisiera para aliviarse. "Me gustaría que viniera mamá", me dijo, mirando a otro lado con los ojos vacíos. Todavía le acaricié un poco el pelo, le arreglé las frazadas esperando que me dijera algo, pero estaba muy lejos y sentí que lo hacía sufrir todavía más si me quedaba. En la puerta me volví y esperé; tenía los ojos muy abiertos, fijos en el cielo raso. "Pablito", le dije. "Por favor, Pablito. Por favor, querido." Volví hasta la cama, me agaché para besarlo; olía a frío, detrás del agua colonia estaba el vómito, la anestesia. Si me quedo un segundo más me pongo a llorar delante de él, por él. Lo besé otra vez y salí corriendo, bajé a buscar a la madre y a María Luisa; no quería volver mientras la madre estuviera allí, por lo menos esa noche no quería volver y después sabía demasiado bien que no tendría ninguna necesidad de volver a ese cuarto, que Marcial y María Luisa se ocuparían de todo hasta que el cuarto quedara otra vez libre.
Well, kid, now let's settle this issue once and for all, even when we're going to be occupying a bed, che. Slowly counted one, two, three. So goes well, I kept telling you in a week and you're eating a juicy steak at home. A quarter of an hour to crawl, baby, and back to sewing.You had to see the face of De Luisi, you do not never quite get used to these things. Look, Smith took the opportunity to ask you relieved as you wanted, I said you are very tired with such a serious case, maybe you go to the second floor if you also spoke. Okay, do you like both the other night complaining and now we leave the Samaritan woman. Do not get mad at me, I did for you. Yes, you did it for me but lost time, I'll stay with him tonight and every night.He started waking up at eight-thirty, the parents were at once because it was better not to see the face that had the poor, and when Dr. Smith came quietly asked me if I wanted to Maria Luisa relieved, but I made a sign that I had and left. Maria Luisa took me a while because we had to hold and calm, then suddenly calmed down and had almost no vomiting, is so weak that he went back to sleep without claiming to ten. Are the pigeons, you'll see, Mom, they're cooing like every morning, do not know why not throw, which fly to another tree. Give me your hands, mom, I have that cold. Ah, then I was dreaming, I felt that it was morning and they were pigeons. Excuse me, the mom mistook. Again, looking away, turned to bitterness, again I pushed myself all the blame. I attended as if I did not realize he was still angry, I sat next to him and wet my lips with ice. When I looked after I put cologne on the hands and forehead, I moved closer and smiled. "Call Cora," he said. "I know we did not understand at first, but we'll be such good friends, Paul." I looked quiet. "Tell me: Yes, Cora." He looked at me, always. "Miss Cora," he said later, and closed his eyes. "No, Paul," I asked, kissing him on the cheek, near the mouth. "I will be Cora for you, just for you." I had to turn back, but so I splashed my face. I dried off, I held his head to rinse the mouth, turned to kiss his ear."Excuse me," he said faintly, "I could not contain." I said that was not silly, that's what I was looking after him, which threw up everything I wanted to relieve himself. "I would like to come mama", she said, looking away with empty eyes. He still rubbed a little hair, he arranged the blankets waiting for me to say something, but it was far away and I felt that made him suffer even more if I stayed. At the door I turned and waited, his eyes wide open, staring at the ceiling. "Pablito," he said. "Please, Pablito. Please, darling." I went back to bed, I bent down to kiss him; smelled of cold water behind the colony was vomiting, anesthesia. If I stay a second longer before I get to mourn him, for him. I kissed him again and I ran, I went to look for the mother and Maria Luisa, and would not return while the mother was there, at least that night they wanted to return and then I knew too well that there would be no need to return to that room that Martial and Marie-Louise would address all until the room was free again.