Don Quijote de La Mancha, II
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Don Chisciotte della Mancia, II
Parte II del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha.
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Don Chisciotte della Mancia, PARTE SECONDA
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II. PROLEGOMENOS
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Prologo
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¡Válame Dios, y con cuánta gana debes de estar esperando ahora, lector ilustre, o quier plebeyo, este prólogo, creyendo hallar en él venganzas, riñas y vituperios del autor del segundo Don Quijote; digo de aquel que dicen que se engendró en Tordesillas y nació en Tarragona. Pues en verdad que no te he dar este contento; que, puesto que los agravios despiertan la cólera en los más humildes pechos, en el mío ha de padecer excepción esta regla. Quisieras tú que lo diera del asno, del mentecato y del atrevido, pero no me pasa por el pensamiento castíguele su pecado, con su pan se lo coma y allá se lo haya. Lo que no he podido dejar de sentir es que me note de viejo y de manco, como si hubiera sido en mi mano haber detenido el tiempo, que no pasase por mí, o si mi manquedad hubiera nacido en alguna taberna, sino en la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros. Si mis heridas no resplandecen en los ojos de quien las mira, son estimadas, a lo menos, en la estimación de los que saben dónde se cobraron; que el soldado más bien parece muerto en la batalla que libre en la fuga; y es esto en mí de manera, que si ahora me propusieran y facilitaran un imposible, quisiera antes haberme hallado en aquella facción prodigiosa que sano ahora de mis heridas sin haberme hallado en ella. Las que el soldado muestra en el rostro y en los pechos, estrellas son que guían a los demás al cielo de la honra, y al de desear la justa alabanza; y hase de advertir que no se escribe con las canas, sino con el entendimiento, el cual suele mejorarse con los años.
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Viva Dio! grande al certo dev′essere l′ansietà con cui stai di presente attendendo, lettore illustre o plebeo che tu ti sia, questo Prologo, immaginandoti di trovarvi vendette, contese, vituperi a carico dell′autore del secondo don Chisciotte: intendo dire di quello che dicono essere stato generato in Tordessiglia e venuto alla luce in Taragona. Ma in verità che non mi talenta di darti una tale soddisfazione; mentre tuttoché le offese vadano suscitando la collera anche nei più deboli cuori, questa regola dee patire eccezione nel caso mio. Tu avresti voluto che io a quell′autore avessi dato dell′asino, dello scimunito, del temerario. Ciò non mi passa neppure in pensiero: sia punito egli della stessa sua colpa: se la mangi col proprio suo pane, e con ciò abbia fine ogni contesa. Quello che mi aveva provocato un tantino al risentimento, si fu ch′egli mi trattò da vecchio storpio, quasiché fosse stato in mia mano l′impedire che il tempo non iscorresse per me, o come se la mia storpiatura fosse effetto di mal costume, quando provenne da una cagione sì eminente per celebrità da non vantarne l′uguale i passati, i presenti, e fors′anco i secoli avvenire. Se non risplendono le mie ferite agli occhi di chi le osserva, acquistano però pregio dalla cognizione che ognuno ha della loro origine. Al soldato è molto più glorioso il cadere estinto sul campo, che l′essere debitore della libertà alla fuga; ed io sento così al vivo la verità di questo principio, che se mi venisse adesso proposto e reso facile l′impossibile, presceglierei le ferite dalle quali fui ricoperto nella prodigiosa giornata a tutti nota, piuttosto che il non aver riportata ferita alcuna per non esservi intervenuto. Le cicatrici che può mostrare il soldato nella faccia o nel petto, sono marchi segnalati che lo innalzano al più alto onore, e gli dànno diritto di aspirare agli elogi più giusti. Deesi poi avvertire che non è la canizie che scrive, ma l′intelletto; il quale si rende più maturo collo scorrere della nostra età.
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He sentido también que me llame invidioso, y que, como a ignorante, me describa qué cosa sea la invidia; que, en realidad de verdad, de dos que hay, yo no conozco sino a la santa, a la noble y bien intencionada; y, siendo esto así, como lo es, no tengo yo de perseguir a ningún sacerdote, y más si tiene por añadidura ser familiar del Santo Oficio; y si él lo dijo por quien parece que lo dijo, engañóse de todo en todo que del tal adoro el ingenio, admiro las obras y la ocupación continua y virtuosa. Pero, en efecto, le agradezco a este señor autor el decir que mis novelas son más satíricas que ejemplares, pero que son buenas; y no lo pudieran ser si no tuvieran de todo.
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Seppi eziandio che il mio avversario mi taccia d′invidioso, e che trattandomi da ignorante definisce che cosa è l′invidia; la quale, potendo essere di due nature, io protesto con candore di animo che non la riconosco se non inquanto sia onesta, nobile e volta ad una lecita emulazione. Se così è (come non si può rivocare in dubbio), non mi cadde in mente, né ho mai osato di perseguitare verun ecclesiastico, e meno ancora se aggiunga egli ai suoi titoli quello di essere ministro del Sant′Offizio. Se si è voluto prendere di mira un tale si è commesso grosso sproposito, mentre di questo tale da me si tengono in alto pregio l′ingegno e le opere, e le continuate virtuose sue fatiche formano il più giusto soggetto della mia ammirazione. Protesto poi al critico autore tutta la mia gratitudine per avere egli deciso che sono le mie novelle più satiriche che esemplari, ma tuttavia buone, e che non avrebbero potuto esserlo, se non vi si trovasse un poco di ogni cosa.
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Paréceme que me dices que ando muy limitado y que me contengo mucho en los términos de mi modestia, sabiendo que no se ha añadir aflición al afligido, y que la que debe de tener este señor sin duda es grande, pues no osa parecer a campo abierto y al cielo claro, encubriendo su nombre, fingiendo su patria, como si hubiera hecho alguna traición de lesa majestad. Si, por ventura, llegares a conocerle, dile de mi parte que no me tengo por agraviado que bien sé lo que son tentaciones del demonio, y que una de las mayores es ponerle a un hombre en el entendimiento que puede componer y imprimir un libro, con que gane tanta fama como dineros, y tantos dineros cuanta fama; y, para confirmación desto, quiero que en tu buen donaire y gracia le cuentes este cuento.
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Sembrami che abbia anche detto ch′io sono assai scarso d′ingegno, e che egli è bene che io mi circoscriva nei termini della modestia, e ciò per non accrescere afflizione all′afflitto. Debbo credere che sia soverchiamente grande la modestia che investe anche quel signore, il quale non osa comparir in campo alla scoperta, ma vela il suo nome e mente eziandio la patria, quasi che fosse un reo di lesa maestà. Se ti avviene, o leggitore, per avventura di riconoscerlo, digli da parte mia che non me ne tengo per offeso, poiché so bene quali sono le tentazioni del demonio, e che una delle più pericolose quella si è di mettere in testa ad un uomo di essere da tanto di comporre e stampare un libro con cui guadagnar tanta fama quanti danari, e tanti danari quanta fama. In prova di ciò mi sarà grato che scherzosamente tu gli racconti la Novelletta seguente:
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« Había en Sevilla un loco que dio en el más gracioso disparate y tema que dio loco en el mundo. Y fue que hizo un cañuto de caña puntiagudo en el fin, y, en cogiendo algún perro en la calle, o en cualquiera otra parte, con el un pie le cogía el suyo, y el otro le alzaba con la mano, y como mejor podía le acomodaba el cañuto en la parte que, soplándole, le ponía redondo como una pelota; y, en teniéndolo desta suerte, le daba dos palmaditas en la barriga, y le soltaba, diciendo a los circunstantes, que siempre eran muchos ¿Pensarán vuestras mercedes ahora que es poco trabajo hinchar un perro?′′.
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Fu già un pazzo in Siviglia che stavasi incaponito nel più curioso sproposito ed argomento in cui sia mai incorso pazzo al mondo. E questo era, che portando seco una canna appuntata alla sua estremità, se gli veniva trovato un qualche cane per istrada od altrove, con un piede ne teneva compressa al suolo una zampa e gli alzava l′altra colla mano; poi adattavagli alla meglio la canna in un certo buco, in cui soffiando lo faceva diventare rotondo come una palla. Compìto il giuoco, e date al cane due leggere spalmate sul ventre, lo lasciava andar libero, dicendo ai circostanti, che sempre erano molti: Credono ora le signorie loro che basti poca fatica per gonfiare un cane?
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¿Pensará vuestra merced ahora que es poco trabajo hacer un libro.
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Ed ora stimano forse le signorie vostre che costi poco travaglio la composizione di un libro?
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Y si este cuento no le cuadrare, dirásle, lector amigo, éste, que también es de loco y de perro.
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Ma se non bastasse la evidenza di questo racconto, farai, amico lettore, sentire quest′altro che tratta egualmente di un pazzo e di un cane.
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« Había en Córdoba otro loco, que tenía por costumbre de traer encima de la cabeza un pedazo de losa de mármol, o un canto no muy liviano, y, en topando algún perro descuidado, se le ponía junto, y a plomo dejaba caer sobre él el peso. Amohinábase el perro, y, dando ladridos y aullidos, no paraba en tres calles. Sucedió, pues, que, entre los perros que descargó la carga, fue uno un perro de un bonetero, a quien quería mucho su dueño. Bajó el canto, diole en la cabeza, alzó el grito el molido perro, violo y sintiólo su amo, asió de una vara de medir, y salió al loco y no le dejó hueso sano; y cada palo que le daba decía Perro ladrón, ¿a mi podenco? ¿No viste, cruel, que era podenco mi perro?′′ Y, repitiéndole el nombre de podenco muchas veces, envió al loco hecho una alheña. Escarmentó el loco y retiróse, y en más de un mes no salió a la plaza; al cabo del cual tiempo, volvió con su invención y con más carga. Llegábase donde estaba el perro, y, mirándole muy bien de hito en hito, y sin querer ni atreverse a descargar la piedra, decía Este es podenco ¡guarda!′′ En efeto, todos cuantos perros topaba, aunque fuesen alanos, o gozques, decía que eran podencos; y así, no soltó más el canto.
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Viveva in Cordova un altro pazzo che usava portare sulla testa un pezzo di marmo, od un mattone grosso e pesante, e scontrandosi in qualche cane sbandato, gli andava accosto e gli lasciava piombare addosso quel peso. Inferociva il cane, e mettendo latrati ed urli la dava quanto poteva alle gambe. Avvenne che fra i cani ai quali egli fece quel brutto regalo, uno ne trovò di un berettaio che lo teneva molto caro. Cadde la pietra, e colse sulla testa il povero animale, che mezzo schiacciato assordò tutti coi latrati. Fu veduto ed udito dal padrone, che, tolta una lunga misura di legno, raggiunse il pazzo, né gli lasciò osso sano, dicendogli ad ogni bastonata: Furfante indegno, col mio povero bracco tu te la prendi? Non ti accorgesti, manigoldo che il mio cane era un bracco? E reiterando il nome di bracco più e più volte, lasciò finalmente andare il pazzo tutto macinato dalle percosse. Posto costui in avvertenza da questo esempio, non uscì di casa per oltre un mese: a capo del quale tornò a farsi vedere collo stesso divisamento di prima, e portando anche una pietra più grande. Quando però abbattevasi in qualche cane lo guardava fissamente, e non osando scaricare la pietra, diceva a sé stesso: Guardate; che questo è bracco! In effetto, qualunque si fosse il cane in cui s′incontrava, fosse pure un côrso o cagnolino gentile, diceva sempre ch′era bracco, e in tal modo si astenne in progresso dal più avventare altre pietre.
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Quizá de esta suerte le podrá acontecer a este historiador que no se atreverá a soltar más la presa de su ingenio en libros que, en siendo malos, son más duros que las peñas.
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Ora forse potrebbe avvenire a cotesto storico che non osasse far mostra del proprio ingegno col dare alla luce libri, che, privi essendo di merito, riescono più duri delle pietre.
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Dile también que de la amenaza que me hace, que me ha de quitar la ganancia con su libro, no se me da un ardite, que, acomodándome al entremés famoso de La Perendenga, le respondo que me viva el Veinte y cuatro, mi señor, y Cristo con todos. Viva el gran conde de Lemos, cuya cristiandad y liberalidad, bien conocida, contra todos los golpes de mi corta fortuna me tiene en pie, y vívame la suma caridad del ilustrísimo de Toledo, don Bernardo de Sandoval y Rojas, y siquiera no haya emprentas en el mundo, y siquiera se impriman contra mí más libros que tienen letras las Coplas de Mingo Revulgo. Estos dos príncipes, sin que los solicite adulación mía ni otro género de aplauso, por sola su bondad, han tomado a su cargo el hacerme merced y favorecerme; en lo que me tengo por más dichoso y más rico que si la fortuna por camino ordinario me hubiera puesto en su cumbre. La honra puédela tener el pobre, pero no el vicioso; la pobreza puede anublar a la nobleza, pero no escurecerla del todo; pero, como la virtud dé alguna luz de sí, aunque sea por los inconvenientes y resquicios de la estrecheza, viene a ser estimada de los altos y nobles espíritus, y, por el consiguiente, favorecida.
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Infine quanto alla minaccia che mi fa il critico, che il suo libro toglierà al mio ogni guadagno, non me ne do il menomo fastidio, perché attenendomi al famoso intermezzo della Perendenga, gli rispondo: Viva per me il ventiquattro mio signore, e Dio per tutti. Abbastanza è per me se vive lunghi anni l′alto conte di Lemos, la cui pietosa e ben conosciuta liberalità mi sostiene a dispetto della nemica fortuna, e se mi conserva la suprema sua generosità l′illustrissimo don Bernardo di Sandoval e Roscias di Toledo. Mi manchino pure tutte le stamperie del mondo, ed escano pure alla luce contro di me più libri che non sono le parole colle quali sono composte le canzoni di Menico Revulgo. Questi due principi, senza essere stimolati da veruna mia adulazione né da altra maniera di plauso, ma condotti unicamente dalla loro bontà, si sono impegnati a darmi favore e ad impartirmi beneficenze, e ciò mi costituisce avventurato e dovizioso più assai che se la fortuna mi avesse per altro cammino portato all′apice della felicità. Può il povero vantare onore, non già il vizioso: la nobiltà può essere appannata dalla miseria, ma non oscurata affatto. Siccome poi la virtù di per sé stessa risplende, tuttoché non faccia uscire il suo lume se non attraverso di inconvenienti e di opposizioni, viene quindi tenuta nel più alto pregio dai nobili ed elevati ingegni, e per conseguente assai favorita.
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Y no le digas más, ni yo quiero decirte más a ti, sino advertirte que consideres que esta segunda parte de Don Quijote que te ofrezco es cortada del mismo artífice y del mesmo paño que la primera, y que en ella te doy a don Quijote dilatado, y, finalmente, muerto y sepultado, porque ninguno se atreva a levantarle nuevos testimonios, pues bastan los pasados y basta también que un hombre honrado haya dado noticia destas discretas locuras, sin querer de nuevo entrarse en ellas que la abundancia de las cosas, aunque sean buenas, hace que no se estimen, y la carestía, aun de las malas, se estima en algo. Olvídaseme de decirte que esperes el Persiles, que ya estoy acabando, y la segunda parte de Galatea.
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Null′altro dirai al critico, o leggitore, né a te altro io voglio soggiungere, se non avvertirti di considerare che questa seconda parte del don Chisciotte, che ora ti offro, è lavoro del medesimo artefice, ed è della tempra stessa della prima; e che in essa ti presento don Chisciotte sino all′ultimo della sua storia, e finalmente morto e sepolto. Mi sono a tale partito condotto affinché non siavi chi ardisca di uscire in campo con nuove falsificazioni, da che sono anche soverchie le passate; e basta poi che un discreto uomo abbia fatte gustare un poco queste giudiziose pazzie senza ravvolgervisi per entro eternamente. L′abbondanza delle cose, benché sieno buone, fa loro perdere il pregio; e vanno sino a mercarsi estimazione le meschine quando se ne faccia economia. Mi dimenticavo di prevenirti, o lettore, che puoi attenderti quanto prima il Persile che da me va compiendosi, ed altresì la seconda parte della Galatea.
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II. Capítulo I. De lo que el cura y el barbero pasaron con don Quijote cerca de su enfermedad.
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CAPITOLO I ESPERIMENTI DEL CURATO E DEL BARBIERE SOPRA LA MALATTIA DI DON CHISCIOTTE.
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Cuenta Cide Hamete Benengeli, en la segunda parte desta historia y tercera salida de don Quijote, que el cura y el barbero se estuvieron casi un mes sin verle, por no renovarle y traerle a la memoria las cosas pasadas; pero no por esto dejaron de visitar a su sobrina y a su ama, encargándolas tuviesen cuenta con regalarle, dándole a comer cosas confortativas y apropiadas para el corazón y el celebro, de donde procedía, según buen discurso, toda su mala ventura. Las cuales dijeron que así lo hacían, y lo harían, con la voluntad y cuidado posible, porque echaban de ver que su señor por momentos iba dando muestras de estar en su entero juicio; de lo cual recibieron. Y así, determinaron de visitarle y hacer esperiencia de su mejoría, aunque tenían casi por imposible que la tuviese, y acordaron de no tocarle en ningún punto de la andante caballería, por no ponerse a peligro de descoser los de la herida, que tan tiernos estaban.
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Cid Hamet Ben-Engeli nella seconda parte di questa istoria, e nella terza uscita di don Chisciotte, racconta che il curato ed il barbiere lasciarono scorrere un mese prima che si facessero vedere da lui, per non ridurgli alla memoria le passate cose. Non per questo mancarono di visitare sua nipote e la serva, raccomandando loro di blandirlo molto, e di fargli mangiare cose confortative e appropriate al cuore e al cervello, dal cui sovvertimento doveva credersi che procedesse tutta la sua disgrazia; e furono assicurati da ambedue che si sarebbero data la più viva premura, scorgendo già nel padrone un qualche segno che ei ritornava nel suo pieno giudizio. I due amici n′ebbero molto contento, avvisandosi di essersi attenuti al più sano consiglio col ricondurlo come incantato sul carro tirato dai buoi, siccome si è detto nell′ultimo capitolo della prima parte di questa altrettanto grande che veridica istoria. E così si determinarono di visitarlo e di conoscere se fosse reale quel miglioramento da loro tenuto quasi per impossibile; ma nel tempo stesso convennero di non toccare punto alcuno della errante cavalleria per non correre pericolo di riaprire una ferita ancor troppo fresca.
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Visitáronle, en fin, y halláronle sentado en la cama, vestida una almilla de bayeta verde, con un bonete colorado toledano; y estaba tan seco y amojamado, que no parecía sino hecho de carne momia. Fueron dél muy bien recebidos, preguntáronle por su salud, y él dio cuenta de sí y de ella con mucho juicio y con muy elegantes palabras; y en el discurso de su plática vinieron a tratar en esto que llaman razón de estado y modos de gobierno, enmendando este abuso y condenando aquél, reformando una costumbre y desterrando otra, haciéndose cada uno de los tres un nuevo legislador, un Licurgo moderno o un Solón flamante; y de tal manera renovaron la república, que no pareció sino que la habían puesto en una fragua, y sacado otra de la que pusieron; y habló don Quijote con tanta discreción en todas las materias que se tocaron, que los dos esaminadores creyeron indubitadamente que estaba del todo bueno y en su entero juicio.
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Si recarono dunque a fargli visita in casa, e lo trovarono seduto nel suo letto con indosso una camiciuola di rovescio verde, ed in capo un berrettino rosso di quei di Toledo; ed era sì secco ed allungato e stecchito che pareva proprio una mummia. Ebbero da lui cortese accoglienza, ed avendolo interrogato di sua salute ne ricevettero giudiziose ed acconce risposte. Versò il tema dei loro discorsi intorno a quella che si denomina Ragione di Stato, e intorno alla maniera di governare, emendando il tal abuso, riprovando il tal altro, promovendo la riforma del tal costume, sbandendone un′altra e costituendosi ognuno dei tre qual novello legislatore, quasi moderno Licurgo e fervente Solone, rinnovavano a parole il governo della cosa pubblica come se avessero posto lo Stato in un crogiuolo, e cavatone fuora un altro a loro senno più bello e perfetto. Parlò don Chisciotte sugli argomenti tutti discussi con tanta saggezza, che i due esaminatori si persuasero fermamente lui essere guarito affatto dalla vecchia pazzia.
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Halláronse presentes a la plática la sobrina y ama, y no se hartaban de dar gracias a Dios de ver a su señor con tan buen entendimiento; pero el cura, mudando el propósito primero, que era de no tocarle en cosa de caballerías, quiso hacer de todo en todo esperiencia si la sanidad de don Quijote era falsa o verdadera, y así, de lance en lance, vino a contar algunas nuevas que habían venido de la corte; y, entre otras, dijo que se tenía por cierto que el Turco bajaba con una poderosa armada, y que no se sabía su de-Su Majestad ha hecho como prudentísimo guerrero en proveer sus estados con tiempo, porque no le halle desapercebido el enemigo; pero si se tomara mi consejo, aconsejárale yo que usara de una prevención, de la cual Su Majestad la hora de agora debe estar muy ajeno de pensar en ella.
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Erano presenti a questi colloqui e la nipote e la serva, le quali rendevano incessanti grazie al Signore vedendo il loro zio e padrone ricondotto interamente al buon senno: ma il curato scostandosi un giorno dal suo primo divisamento, ch′era di non muovere parola intorno a cose di cavalleria, volle avere più compiuta esperienza se falsa o veritiera fosse la guarigione di don Chisciotte. Passando perciò da uno in altro proposito si fece a narrare certe nuove ch′erano venute dalla Corte e tra le altre disse che il Turco calava con assai poderosa armata senza potersi punto indovinare i disegni suoi, ed ignorandosi ove andasse a scaricarsi quel nembo terribile, timore che quasi ogni anno fa dare all′armi la nazione, tiene la cristianità tutta in grande apprensione, ed obbliga sua Maestà a guarnire le coste di Napoli e di Sicilia e l′isola di Malta. Rispose a ciò don Chisciotte: — Ha la Maestà sua adempite le parti di prudentissimo guerriero nell′aver messi a tempo i suoi Stati in difesa sicché non possa coglierlo alla impensata l′inimico; ma se accettato avesse un mio consiglio, insinuato io le avrei di valersi di un provvedimento che da sua Maestà fino adesso non fu mai considerato. »
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Apenas oyó esto el cura, cuando dijo entre sí.
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Appena il curato ciò intese, disse tra sé medesimo:
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-¡Dios te tenga de su mano, pobre don Quijote que me parece que te despeñas de la alta cumbre de tu locura hasta el profundo abismo de tu simplicidad.
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— Dio ti tenga sopra la sua santa mano, povero don Chisciotte, che già mi sembra di vederti piombare dall′alto vertice della tua pazzia al profondo abisso della tua semplicità. »
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Mas el barbero, que ya había dado en el mesmo pensamiento que el cura, preguntó a don Quijote cuál era la advertencia de la prevención que decía era bien se hiciese; quizá podría ser tal, que se pusiese en la lista de los muchos advertimientos impertinentes que se suelen dar a los príncipes.
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Ma il barbiere, ch′era venuto nel pensiero stesso del curato, domandò a don Chisciotte qual era il provvedimento ch′egli reputava sì utile; probabilmente, soggiunse, potrà aggiugnersi al novero dei molti impertinenti consigli che si sogliono dare ai principi.
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-El mío, señor rapador -dijo don Quijote-, no será impertinente, sino perteneciente.
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— Il mio, signor barbitonsore, non sarà già impertinente, ma appartenente, replicò don Chisciotte.
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-No lo digo por tanto -replicó el barbero-, sino porque tiene mostrado la esperiencia que todos o los más arbitrios que se dan a Su Majestad, o son imposibles, o disparatados, o en daño del rey o del reino.
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— Non parlò con mala intenzione, rispose il barbiere, ma perché la sperienza ci ammaestra che la maggior parte dei disegni che si assoggettano a sua Maestà, si riduce a cose impossibili o spropositate, da riuscir poi in danno del re e del regno.
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-Pues el mío -respondió don Quijote- ni es imposible ni disparatado, sino el más fácil, el más justo y el más mañero y breve que puede caber en pensamiento de arbitrante alguno.
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— Il mio, replicò don Chisciotte, non è però impossibile né spropositato, ma il più giusto e il più agevole e pronto che potesse cadere in mente di qualsiasi ministro di Stato.
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-Ya tarda en decirle vuestra merced, señor don Quijote -dijo el cura.
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— Non indugi più a dirlo, signor don Chisciotte, soggiunse il curato.
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-No querría -dijo don Quijote- que le dijese yo aquí agora, y amaneciese mañana en los oídos de los señores consejeros, y se llevase otro las gracias y el premio de mi trabajo.
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— Io non vorrei, ripigliò don Chisciotte, esporlo adesso qua, e che poi domani mattina pervenuto fosse agli orecchi dei signori consiglieri, ed altri cogliesse il frutto ed il premio dell′opera mia.
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-Por mí -dijo el barbero-, doy la palabra, para aquí y para delante de Dios, de no decir lo que vuestra merced dijere a rey ni a roque, ni a hombre terrenal, juramento que aprendí del romance del cura-No sé historias -dijo don Quijote-, pero sé que es bueno ese juramento, en fee de que sé que es hombre de bien el señor barbero.
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— Quanto a me, disse il barbiere, se questa sua risposta mi riguarda, giuro in faccia agli uomini e a Dio che non mi uscirà di bocca una sola delle parole di vossignoria né con re, né con Rocco, né con uomo terreno; giuramento che appresi dalla canzone del curato, il quale nel Prefazio con questa formola avvisò il re di chi gli aveva rubate le cento doble e la mula dell′ambio. — Io non so di tante storie, disse don Chisciotte, ma essendo certo della onestà del signor barbiere, tengo per valido il suo giuramento.
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-Cuando no lo fuera -dijo el cura-, yo le abono y salgo por él, que en este caso no hablará más que un mudo, so pena de pagar lo juzgado y .
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— Quando nol fosse, soggiuse il curato, io garentisco per lui che non parlerà più di un muto, sotto pena di sottostare al pagamento di quanto sarà giudicato con definitiva sentenza.
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-Y a vuestra merced, ¿quién le fía, señor cura? -dijo don Quijote.
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— E chi dà guarentigia per vossignoria, signor curato? disse don Chisciotte.
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-Mi profesión -respondió el cura-, que es de guardar secreto.
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— Il mio ministero, rispose il curato, che m′impone di guardare il segreto gelosamente.
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-¡Cuerpo de tal! -dijo a esta sazón don Quijote-. ¿Hay más, sino mandar Su Majestad por público pregón que se junten en la corte para un día señalado todos los caballeros andantes que vagan por España; que, aunque no viniesen sino media docena, tal podría venir entre ellos, que solo bastase a destruir toda la potestad del Turco? Esténme vuestras mercedes atentos, y vayan conmigo. ¿Por ventura es cosa nueva deshacer un solo caballero andante un ejército de docientos mil hombres, como si todos juntos tuvieran una sola garganta, o fueran hechos de alfenique? Si no, díganme ¿cuántas historias están llenas destas maravillas? ¡Había, en hora mala para mí, que no quiero decir para otro, de vivir hoy el famoso don Belianís, o alguno de los del inumerable linaje de Amadís de Gaula; que si alguno déstos hoy viviera y con el Turco se afrontara, a fee que no le arrendara la ganancia! Pero Dios mirará por su pueblo, y deparará alguno que, si no tan bravo como los pasados andantes caballeros, a lo menos no les será inferior en el ánimo; y Dios me entiende, y no digo más.
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— Or bene, soggiunse allora don Chisciotte; e che altro occorre se non che sua Maestà comandi per pubblico banditore che abbiano in un dato giorno a trovarsi uniti alla corte tutti i cavalieri erranti che sono dispersi per la Spagna? Ché quando ne comparisse niente più di una mezza dozzina, già basterebbero per distruggere l′immensa potestà del Turco. Mi onorino le vostre signorie della loro attenzione, ed accompagnino il mio ragionamento. Sarebbe forse novità che un solo cavaliere errante avesse sbaragliato un esercito di dugentomila combattenti, come se tutti insieme fossero stati di paste dolci e soltanto con una gola? E in prova di questo favoriscano dirmi: quante storie non abbondano elleno di siffatte maraviglie? Vivesse di presente almeno (venga malanno a me, che ad altri non lo vo′ augurare!) il famoso don Belianigi o alcuno degli innumerevoli discendenti da Amadigi di Gaula, che se oggidì si trovasse alcuno di quel lignaggio, e venisse alle prese col Turco, in verità che non lo manderebbe al prete per la penitenza: ma Dio Signore avrà cura del suo popolo, e farà uscir in campagna taluno che se non avrà la gagliardia dei trapassati cavalieri erranti, non sarà al certo inferiore ad essi nel coraggio; e Dio m′intende, e non dico altro.
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-¡Ay! -dijo a este punto la sobrina-; ¡que me maten si no quiere mi señor volver a ser caballero andante.
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— Ahi, ahi, sclamò la nipote a questo punto, ch′io possa morire se al mio buon zio non è tornato il capriccio di riprendere l′esercizio della cavalleria errante! » Cui don Chisciotte:
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A lo que dijo don Quijote.
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— Cavaliere errante sono, e cavaliere errante morrò,
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-Caballero andante he de morir, y baje o suba el Turco cuando él quisiere y cuan poderosamente pudiere; que otra vez digo que Dios me entiende.
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se ne venga il Turco o se ne vada, e con quante forze gli pare; e torno a dire che Dio m′intende. »
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A esta sazón dijo el barbero.
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Soggiunse allora il barbiere:
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-Suplico a vuestras mercedes que se me dé licencia para contar un cuento breve que sucedió en Sevilla, que, por venir aquí como de molde, me da gana de contarle.
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— Supplico le signorie vostre a permettermi di raccontare loro un piccolo caso occorso in Siviglia che per cadere ora perfettamente a proposito mi viene voglia di non tacerlo. »
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Dio la licencia don Quijote, y el cura y los demás le prestaron atención, y él comenzó desta manera.
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Glielo permisero don Chisciotte e il curato; tutti gli prestarono attenzione, ed egli cominciò in questa guisa:
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-« En la casa de los locos de Sevilla estaba un hombre a quien sus parientes habían puesto allí por falto de juicio. Era graduado en cánones por Osuna, pero, aunque lo fuera por Salamanca, según opinión de muchos, no dejara de ser loco. Este tal graduado, al cabo de algunos años de recogimiento, se dio a entender que estaba cuerdo y en su entero juicio, y con esta imaginación escribió al arzobispo, suplicándole encarecidamente y con muy concertadas razones le mandase sacar de aquella miseria en que vivía, pues por la misericordia de Dios había ya cobrado el juicio perdido; pero que sus parientes, por gozar de la parte de su hacienda, le tenían allí, y, a pesar de la verdad, querían que fuese loco hasta la muerte.
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« Viveva nella casa dei pazzi in Siviglia un uomo collocatovi dai suoi parenti perché giudicato fuori di senno; era addottorato nei canoni in Ossuna, ma lo fosse pur anche stato in Salamanca, come alcuni dicono, fatto sta ch′era pazzo. A capo di molti anni da che viveasi rinchiuso si persuase di essere ritornato savio e giudizioso, e con tale supposizione egli scrisse all′arcivescovo, supplicandolo con grande istanza e con molto bene accomodate parole che lo facesse trarre dalla miseria in cui viveva, poiché per la misericordia del Signore aveva ricuperato il senno: soggiungendo che l′ingordigia dei parenti, i quali gli usurpavano gli averi suoi, era la sola cagione per cui lo teneano rinserrato, e voleasi che in onta al vero foss′egli trattato da pazzo infino alla morte.
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» El arzobispo, persuadido de muchos billetes concertados y discretos, mandó a un capellán suyo se informase del retor de la casa si era verdad lo que aquel licenciado le escribía, y que asimesmo hablase con el loco, y que si le pareciese que tenía juicio, le sacase y pusiese en libertad. Hízolo así el capellán, y el retor le dijo que aquel hombre aún se estaba loco que, puesto que hablaba muchas veces como persona de grande entendimiento, al cabo disparaba con tantas necedades, que en muchas y en grandes igualaban a sus primeras discreciones, como se podía hacer la esperiencia hablándole. Quiso hacerla el capellán, y, poniéndole con el loco, habló con él una hora y más, y en todo aquel tiempo jamás el loco dijo razón torcida ni disparatada; antes, habló tan atentadamente, que el capellán fue forzado a creer que el loco estaba cuerdo; y entre otras cosas que el loco le dijo fue que el retor le tenía ojeriza, por no perder los regalos que sus parientes le hacían porque dijese que aún estaba loco, y con lúcidos intervalos; y que el mayor contrario que en su desgracia tenía era su mucha hacienda, pues, por gozar della sus enemigos, ponían dolo y dudaban de la merced que Nuestro Señor le había hecho en volverle de bestia en hombre. Finalmente, él habló de manera que hizo sospechoso al retor, codiciosos y desalmados a sus parientes, y a él tan discreto que el capellán se determinó a llevársele consigo a que el arzobispo le viese y tocase con la mano la verdad de aquel negocio.
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Persuaso l′arcivescovo dalle molte sue lettere prudenti e assennate, spedì un suo cappellano perché s′informasse dal rettore della casa se vero fosse quanto il dottore scriveva, e venisse eziandio a ragionamento col pazzo, e lo rendesse pure alla libertà quando sembrato gli fosse da vero ritornato in buon cervello. L′ordine fu puntualmente eseguito dal cappellano, ed il rettore lo assicurò che pazzo tuttavia era quell′uomo; il quale, quantunque parlasse talvolta come persona di buon discernimento, pure non la finiva senza dare nei più madornali spropositi ch′erano tanti e sì grandi da far cadere al confronto gli attimi della sua saggezza; della qual cosa avrebbe egli potuto far prova passando col pazzo ad un colloquio. Volle infatti il cappellano porsi a discorso col pazzo per più di un′ora, nel corso della quale non gli uscì di bocca parola meno che ragionevole, anzi si espresse con sì grande antivedimento che il cappellano trovossi obbligato a tenere il pazzo per uomo ricondotto alla sana ragione. Tra le altre cose dette una si fu che il rettore lo guardava bieco per non perdere i regali che gli faceano i parenti suoi sollecitandolo a disseminare la voce ch′egli era pazzo benché avesse dei lucidi intervalli; che il maggior nemico che avesse a sua disgrazia si era la pingue sua facoltà; che gli voleano male per solo fine di usurpargliela; e avvalorando l′inganno, rendevano dubbiosa la grazia fattagli da Dio signore di restituirlo al pristino stato di sana mente. Infine parlava egli in maniera che faceva sospettare del rettore, dell′avidità e barbarie dei parenti; e appariva sì saggio che il cappellano si determinò di menarlo seco, affinché l′arcivescovo lo vedesse, e toccasse con mano la verità del fatto.
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» Con esta buena fee, el buen capellán pidió al retor mandase dar los vestidos con que allí había entrado el licenciado; volvió a decir el retor que mirase lo que hacía, porque, sin duda alguna, el licenciado aún se estaba loco. No sirvieron de nada para con el capellán las prevenciones y advertimientos del retor para que dejase de llevarle; obedeció el retor, viendo ser orden del arzobispo; pusieron al licenciado sus vestidos, que eran nuevos y decentes, y, como él se vio vestido de cuerdo y desnudo de loco, suplicó al capellán que por caridad le diese licencia para ir a despedirse de sus compañeros los locos. El capellán dijo que él le quería acompañar y ver los locos que en la casa había. Subieron, en efeto, y con ellos algunos que se hallaron presentes; y, llegado el licenciado a una jaula adonde estaba un loco furioso, aunque entonces sosegado y quieto, le dijo ′′Hermano mío, mire si me manda algo, que me voy a mi casa; que ya Dios ha sido servido, por su infinita bondad y misericordia, sin yo merecerlo, de volverme mi juicio ya estoy sano y cuerdo; que acerca del poder de Dios ninguna cosa es imposible. Tenga grande esperanza y confianza en Él, que, pues a mí me ha vuelto a mi primero estado, también le volverá a él si en Él confía. Yo tendré cuidado de enviarle algunos regalos que coma, y cómalos en todo caso, que le hago saber que imagino, como quien ha pasado por ello, que todas nuestras locuras proceden de tener los estómagos vacíos y los celebros llenos de aire. Esfuércese, esfuércese, que el descaecimiento en los infortunios apoca la salud y acarrea la muerte′′.
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Con questa persuasione il cappellano indusse il rettore a consegnare al dottore i vestiti coi quali era entrato nell′ospedale. Il rettore disse al cappellano che tenesse gli occhi aperti perché il dottore senza dubbio veruno era ancora pazzo. A nulla servirono gli avvertimenti, e convenne obbedire, poiché l′arcivescovo così comandava. Si restituirono al dottore i suoi abiti ch′erano nuovi e decenti; ed egli come si vide vestito da uomo sciolto da ogni apparenza di pazzia, supplicò il cappellano che per atto di carità gli desse permissione di andare a pigliar commiato dai pazzi già suoi colleghi. Gli disse il cappellano che in ciò gli volea essere compagno anche per vedere i pazzi che si trovavano nell′albergo. In effetto montarono all′alto accompagnati da alcuni individui che si trovavano presenti, ed appressatisi ad una gabbia dove stava un pazzo furioso, benché allora tranquillo, gli disse il dottore: — Fratello, datemi i vostri comandi, che me ne vo adesso a casa mia, da che piacque alla infinita pietà e misericordia di Dio Signore di farmi, senza mio merito, ritornare il mio buon giudizio: io sono già sano e guarito, ché al potere di Dio nulla è impossibile: ora sperate anche voi, ed abbiate in lui confidenza, poiché avendo a me restituita la sanità, a voi pure la ridonerà se in lui confiderete; io mi prenderò cura di farvi capitare qualche cosa da mangiare, e ve ne ciberete, mentre, come uomo sperimentato, io giudico che tutte le vostre pazzie procedano dall′avere lo stomaco digiuno ed il cervello pieno di vento: datevi animo, sforzatevi all′allegria che l′avvilimento delle disgrazie, col consumare la salute, ci va affrettando la nostra ultima ora. »
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» Todas estas razones del licenciado escuchó otro loco que estaba en otra jaula, frontero de la del furioso, y, levantándose de una estera vieja donde estaba echado y desnudo en cueros, preguntó a grandes voces quién era el que se iba sano y cuerdo. El licenciado respondió ′′Yo soy, hermano, el que me voy; que ya no tengo necesidad de estar más aquí, por lo que doy infinitas gracias a los cielos, que tan grande merced me han hecho′′. ′′Mirad lo que decís, licenciado, no os engañe el diablo -replicó el loco-; sosegad el pie, y estaos quedito en vuestra casa, y ahorraréis la vuelta′′. ′′Yo sé que estoy bueno -replicó el licenciado-, y no habrá para qué tornar a andar estaciones′′. ′′¿Vos bueno? -dijo el loco- agora bien, ello dirá; andad con Dios, pero yo os voto a Júpiter, cuya majestad yo represento en la tierra, que por solo este pecado que hoy comete Sevilla, en sacaros desta casa y en teneros por cuerdo, tengo de hacer un tal castigo en ella, que quede memoria dél por todos los siglos del los siglos, amén. ¿No sabes tú, licenciadillo menguado, que lo podré hacer, pues, como digo, soy Júpiter Tonante, que tengo en mis manos los rayos abrasadores con que puedo y suelo amenazar y destruir el mundo? Pero con sola una cosa quiero castigar a este ignorante pueblo, y es con no llover en él ni en todo su distrito y contorno por tres enteros años, que se han de contar desde el día y punto en que ha sido hecha esta amenaza en adelante. ¿Tú libre, tú sano, tú cuerdo, y yo loco, y yo enfermo, y yo atado...? Así pienso llover como pensar ahorcarme′′.
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Un altro pazzo che rinchiuso era in un′altra carcere dirimpetto a quella del furioso se ne stava ascoltando il discorso del dottore e rizzandosi sopra una vecchia stuoia, dove tutto ignudo giaceva, dimandò con sonora voce chi era colui che se ne partiva sano e in cervello. — Sono io, rispose il dottore: quello io sono, o fratello, che me ne vado, non essendo oramai più necessario qui il mio soggiorno: e rendo infinite grazie al Cielo per così segnalato favore. — Guardate bene quello che dite, o dottore, né vi lasciate ingannare dal demonio, replicò il demente: non movete passo e restatevene in santa pace dove siete, che così vi risparmierete l′incomodo del ritorno.— Io so che mi sento guarito, replicava il dottore, né occorrerà più andare e tornare innanzi e indietro.— Voi guarito? soggiunse il pazzo; oh la vedremo! andate pure con Dio, ma io giuro a Giove, la cui maestà rappresento su questa bassa terra che per questo peccato solo che oggi si commette nella città di Siviglia, col lasciarvi uscire di questa casa come se già foste guarito, voglio darle sì terribile castigo che abbiasene a ricordare nei secoli dei secoli amen. E non sai tu, dottorello imbecille, che sta in mio potere il farlo, essendo io, come ti ho detto altre volte, Giove tonante che tiene in sua mano le fulminatrici saette colle quali soglio minacciare e posso incenerire l′universo? In un modo solo per altro io darò castigo a questo ignorante popolo; e lo farò col negare la pioggia alla città, al suo distretto e ai contorni per tre anni da computarsi dal giorno e dal punto in cui ho proferita questa minaccia: tu libero, tu risanato, tu in cervello, e io pazzo, io infermo, io fra i ceppi? che io possa restare morto se non interdico la pioggia!
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» A las voces y a las razones del loco estuvieron los circustantes atentos, pero nuestro licenciado, volviéndose a nuestro capellán y asiéndole de las manos, le dijo ′′No tenga vuestra merced pena, señor mío, ni haga caso de lo que este loco ha dicho, que si él es Júpiter y no quisiere llover, yo, que soy Neptuno, el padre y el dios de las aguas, lloveré todas las veces que se me antojare y fuere menester′′. A lo que respondió el capellán ′′Con todo eso, señor Neptuno, no será bien enojar al señor Júpiter vuestra merced se quede en su casa, que otro día, cuando haya más comodidad y más espacio, volveremos por vuestra merced′′. Rióse el retor y los presentes, por cuya risa se medio corrió el capellán; desnudaron al licenciado, quedóse en casa y acabóse el cuento.
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Alle voci e alle dichiarazioni del pazzo ponevano gli astanti somma attenzione; ma il nostro dottore voltosi al cappellano e prendendolo per mano, gli disse: — Non abbia paura la signoria vostra e non faccia conto dell′espressione di questo pazzo, perché se egli è Giove che nega la pioggia, io che sono Nettuno, padre e nume delle acque, farò piovere ogni volta che me ne venga il destro e ne conosca il bisogno. Qui il cappellano: — Non sarà bene per altro, signor Nettuno mio, il provocare lo sdegno del signor Giove: resti vossignoria nella sua abitazione, che ciò vedremo un altro giorno a più comodo ed agio. Fecero grandi risate il rettore e gli astanti, del che prese molto collera il cappellano, ma intanto al povero dottore furono tolti di nuovo i vestiti e restò all′ospedale, e così termina l′istorietta. »
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-Pues, ¿éste es el cuento, señor barbero -dijo don Quijote-, que, por venir aquí como de molde, no podía dejar de contarle? ¡Ah, señor rapista, señor rapista, y cuán ciego es aquel que no vee por tela de cedazo! Y ¿es posible que vuestra merced no sabe que las comparaciones que se hacen de ingenio a ingenio, de valor a valor, de hermosura a hermosura y de linaje a linaje son siempre odiosas y mal recebidas? Yo, señor barbero, no soy Neptuno, el dios de las aguas, ni procuro que nadie me tenga por discreto no lo siendo; sólo me fatigo por dar a entender al mundo en el error en que está en no renovar en sí el felicísimo tiempo donde campeaba la orden de la andante caballería. Pero no es merecedora la depravada edad nuestra de gozar tanto bien como el que gozaron las edades donde los andantes caballeros tomaron a su cargo y echaron sobre sus espaldas la defensa de los reinos, el amparo de las doncellas, el socorro de los huérfanos y pupilos, el castigo de los soberbios y el premio de los humildes. Los más de los caballeros que agora se usan, antes les crujen los damascos, los brocados y otras ricas telas de que se visten, que la malla con que se arman; ya no hay caballero que duerma en los campos, sujeto al rigor del cielo, armado de todas armas desde los pies a la cabeza; y ya no hay quien, sin sacar los pies de los estribos, arrimado a su lanza, sólo procure descabezar, como dicen, el sueño, como lo hacían los caballeros andantes. Ya no hay ninguno que, saliendo deste bosque, entre en aquella montaña, y de allí pise una estéril y desierta playa del mar, las más veces proceloso y alterado, y, hallando en ella y en su orilla un pequeño batel sin remos, vela, mástil ni jarcia alguna, con intrépido corazón se arroje en él, entregándose a las implacables olas del mar profundo, que ya le suben al cielo y ya le bajan al abismo; y él, puesto el pecho a la incontrastable borrasca, cuando menos se cata, se halla tres mil y más leguas distante del lugar donde se embarcó, y, saltando en tierra remota y no conocida, le suceden cosas dignas de estar escritas, no en pergaminos, sino en bronces. Mas agora, ya triunfa la pereza de la diligencia, la ociosidad del trabajo, el vicio de la virtud, la arrogancia de la valentía y la teórica de la práctica de las armas, que sólo vivieron y resplandecieron en las edades del oro y en los andantes caballeros. Si no, díganme ¿quién más honesto y más valiente que el famoso Amadís de Gaula?; ¿quién más discreto que Palmerín de Inglaterra?; ¿quién más acomodado y manual que Tirante el Blanco?; ¿quién más galán que Lisuarte de Grecia? ; ¿quién más acuchillado ni acuchillador que don Belianís?; ¿quién más intrépido que Perión de Gaula, o quién más acometedor de peligros que Felixmarte de Hircania, o quién más sincero que Esplandián?; ¿quién mas arrojado que don Cirongilio de Tracia?; ¿quién más bravo que Rodamonte?; ¿quién más prudente que el rey Sobrino?; ¿quién más atrevido que Reinaldos?; ¿quién más invencible que Roldán?; y ¿quién más gallardo y más cortés que Rugero, de quien decienden hoy los duques de Ferrara, según Turpín en su Cosmografía? Todos estos caballeros, y otros muchos que pudiera decir, señor cura, fueron caballeros andantes, luz y gloria de la caballería. Déstos, o tales como éstos, quisiera yo que fueran los de mi arbitrio, que, a serlo, Su Majestad se hallara bien servido y ahorrara de mucho gasto, y el Turco se quedara pelando las barbas, y con esto, no quiero quedar en mi casa, pues no me saca el capellán della; y si su Júpiter, como ha dicho el barbero, no lloviere, aquí estoy yo, que lloveré cuando se me antojare. Digo esto porque sepa el señor Bacía que le entiendo.
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— E questo è dunque il racconto, disse al barbiere don Chisciotte, che per cadere bene in acconcio ella non ha potuto far meno di esporci? Ah, signor barbitonsore, è pure un gran cieco colui che non vede per la tela di uno staccio! Ed è egli possibile che non conosca vossignoria come i paragoni che si fanno da ingegno a ingegno, da valore a valore, da bellezza a bellezza, da prosapia a prosapia sono sempre odiosi e male accetti? Io, signor barbiere mio, non sono Nettuno il nume delle acque, né pretenderei di essere tenuto per savio se tale non fossi; né altro fo che affaticarmi per far conoscere al mondo l′errore in cui giace di non rinnovare a proprio vantaggio il felicissimo tempo in cui campeggiava l′ordine della errante cavalleria; ma non merita di godere sì eccelso bene la depravata età nostra come era fruito nei tempi nei quali gli erranti cavalieri pigliavano sopra di sé la difesa dei regni, la protezione delle donzelle, il soccorso degli orfani e dei pupilli, il castigo dei superbi e l′esaltamento degli umili. La maggior parte dei cavalieri d′oggidì fanno più vistoso sfarzo dei damaschi, dei broccati e delle ricche tele di cui si vestono, che della maglia di cui dovrebbero armarsi; non v′è più un cavaliere che dorma pei campi esposto al rigore del cielo, e armato da capo a piedi più non si trova chi senza levare i piè dalle staffe, appoggiato alla sua lancia si contenti di dormicchiare a foggia degli antichi cavalieri eroi: nessuno oggimai più si trova che uscendo di questo bosco si metta per quella montagna, e di là si conduca alla infeconda e deserta spiaggia di un oceano il più delle volte procelloso e agitato, ove trovando un piccolo legno senza remi, vele, alberi e sarte, entri con intrepido cuore, abbandonandosi alle onde implacabili del mare profondo che ora lo innalzano alle stelle, ed ora lo cacciano giù nell′abisso; ed affrontando la implacabile burrasca, si trovi scostato dal luogo del suo imbarco per tremila leghe: sicché poi trasportato in rimote e incognite terre, cose gli accadono degne di essere scritte non in pergamene, ma in bronzi. Ora la infingardaggine trionfa della diligenza, l′ozio del travaglio, il vizio della virtù, l′arroganza del valore e la teorica della pratica delle armi che furono e risplendettero nell′età dell′oro e dell′errante cavalleria. E chi fosse di contrario avviso mi risponda per un poco: chi fu mai più onesto e valoroso del celebre Amadigi di Gaula? chi più assennato di Palmerino d′Inghilterra? chi più accomodato e manieroso di Tirante il Bianco? chi più galante di Lisvarte di Grecia? chi più feritore e ferito di don Belianigi? chi più intrepido di Perion di Gaula? chi più affrontatore di pericoli di Felismarte d′Ircania? chi più sincero di Splandiano? chi più precipitoso di don Zeriongilio di Tracia? chi più bravo di Rodomonte? chi più prudente del re Sobrino? chi più ardimentoso di Rinaldo? chi più invincibile di Roldano? e chi più avvenente e gentile di Ruggero? Tutti questi e molti altri cavalieri dei quali potrei parlare, furono, signor curato mio, cavalieri erranti, luce e gloria della cavalleria. Questi ovvero altri a loro simili vorrei che fossero quelli da me prescelti; che tali essendo ne avrebbe ottimo servigio la Maestà sua, risparmierebbe molte spese, e al Turco toccherebbe di strapparsi la barba pelo a pelo. Eh! appoggiato a queste vere dottrine non voglio io starmene a casa mia, se anche il cappellano non viene a trarmene fuori: e se Giove, come disse il Barbiere, non farà piovere, sono qua io che darò pioggia quando me ne venga la voglia: e dico questo perché sappia quel caro signor bacino da barba ch′è da me ben inteso.
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-En verdad, señor don Quijote -dijo el barbero-, que no lo dije por tanto, y así me ayude Dios como fue buena mi intención, y que no debe vuestra merced sentirse.
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— In verità, signor don Chisciotte, rispose il barbiere, che io non dissi per offenderla, né dee vossignoria aversene punto a male.
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-Si puedo sentirme o no -respondió don Quijote-, yo me lo sé.
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— Se io debba o no avermene a male, ciò a me si appartiene, replicò don Chisciotte.
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A esto dijo el cura.
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A tal passo soggiunse il curato:
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-Aun bien que yo casi no he hablado palabra hasta ahora, y no quisiera quedar con un escrúpulo que me roe y escarba la conciencia, nacido de lo que aquí el señor don Quijote ha dicho.
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— Non avendo io sinora quasi mai favellato, non vorrei restarmene con uno scrupolo che mi rode e carica la coscienza, e che nasce da quanto pronunziò il signor don Chisciotte: posso parlare o no?
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-Para otras cosas más -respondió don Quijote- tiene licencia el señor cura; y así, puede decir su escrúpulo, porque no es de gusto andar con la conciencia escrupulosa.
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— Su questo e su altri più importanti soggetti, rispose don Chisciotte, può liberamente spiegarsi il signor curato e faccia pur noti i suoi dubbi, che non è bene lo starsene cogli scrupoli sulla coscienza.
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-Pues con ese beneplácito -respondió el cura-, digo que mi escrúpulo es que no me puedo persuadir en ninguna manera a que toda la caterva de caballeros andantes que vuestra merced, señor don Quijote, ha referido, hayan sido real y verdaderamente personas de carne y hueso en el mundo; antes, imagino que todo es ficción, fábula y mentira, y sueños contados por hombres despiertos, o, por mejor decir, medio dormidos.
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— Poiché mel concede, rispose il curato, dico che il mio scrupolo consiste nel non potermi persuadere a verun patto che tutta la caterva degli erranti cavalieri testé riferiti da vossignoria sieno stati realmente e veracemente persone in carne ed ossa al mondo: e piuttosto crederei che tutto fosse finzione, favola, menzogne e sogni raccontati da uomini desti, o per meglio dire mezzo addormentati.
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-Ése es otro error -respondió don Quijote- en que han caído muchos, que no creen que haya habido tales caballeros en el mundo; y yo muchas veces, con diversas gentes y ocasiones, he procurado sacar a la luz de la verdad este casi común engaño; pero algunas veces no he salido con mi intención, y otras sí, sustentándola sobre los hombros de la verdad; la cual verdad es tan cierta, que estoy por decir que con mis propios ojos vi a Amadís de Gaula, que era un hombre alto de cuerpo, blanco de rostro, bien puesto de barba, aunque negra, de vista entre blanda y rigurosa, corto de razones, tardo en airarse y presto en deponer la ira; y del modo que he delineado a Amadís pudiera, a mi parecer, pintar y descubrir todos cuantos caballeros andantes andan en las historias en el orbe, que, por la aprehensión que tengo de que fueron como sus historias cuentan, y por las hazañas que hicieron y condiciones que tuvieron, se pueden sacar por buena filosofía sus faciones, sus colores y estaturas.
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— Questo è un altro sproposito, rispose don Chisciotte, in cui caddero molti che non ebbero per vera l′esistenza di questi cavalieri nel mondo, ed io più volte in diversi luoghi e in differenti occasioni ho procurato d′illuminare i ciechi, e di trarli da questo universale inganno. Non vi sono qualche volta riuscito, ma talora sì bene, perché ho appoggiato alla verità le mie dimostrazioni: verità tanto incontrastabile, che sto per dire di avere veduto cogli occhi miei propri che Amadigi di Gaula era un uomo di alta statura, di bianca carnagione nel viso, di bellissima barba, tuttoché nera, di guardatura tra il mansueto e il feroce, di poche parole, restìo nello sdegnarsi e facile a deporre l′ira. E come qui ho disegnato Amadigi, potrei, a parer mio, dipingere e far conoscere di persona quanti cavalieri erranti si trovano nelle istorie del mondo. Questa perfetta mia cognizione dell′essere loro deriva dal fondamento di ciò che di essi mi ha tramandato la storia particolare; dalle imprese colle quali si segnalarono, ed infine dalle stesse loro qualità ricavare si può per filosofica induzione la fisonomia, il colore e sino la statura loro.
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-¿Que tan grande le parece a vuestra merced, mi señor don Quijote -preguntó el barbero-, debía de ser el gigante Morgante?
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— Di che grandezza crede vossignoria, mio signor don Chisciotte, domandò il barbiere, che debba essere stato il gigante Morgante?
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-En esto de gigantes -respondió don Quijote- hay diferentes opiniones, si los ha habido o no en el mundo; pero la Santa Escritura, que no puede faltar un átomo en la verdad, nos muestra que los hubo, contándonos la historia de aquel filisteazo de Golías, que tenía siete codos y medio de altura, que es una desmesurada grandeza. También en la isla de Sicilia se han hallado canillas y espaldas tan grandes, que su grandeza manifiesta que fueron gigantes sus dueños, y tan grandes como grandes torres; que la geometría saca esta verdad de duda. Pero, con todo esto, no sabré decir con certidumbre qué tamaño tuviese Morgante, aunque imagino que no debió de ser muy alto; y muéveme a ser deste parecer hallar en la historia donde se hace mención particular de sus hazañas que muchas veces dormía debajo de techado; y, pues hallaba casa donde cupiese, claro está que no era desmesurada su grandeza.
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— Quanto ai giganti, rispose don Chisciotte, variano le opinioni se sieno o no stati al mondo: ma la Sacra Scrittura, che non può un attimo discrepare dalla verità ci fa sapere che vi furono, raccontandoci la storia di quel filisteaccio di Golia ch′era alto sette cubiti e mezzo, il che costituisce una smisurata grandezza. Anche nell′isola di Sicilia si sono trovati stinchi e spalle sì grandi da dovere concludere necessariamente che furono giganti quelli dei quali formavano parte, e ch′erano grandi come alte torri: verità alla quale conduce una induzione geometrica ed infallibile. Non saprei asserire con certezza quanto grande fosse Morgante; ma io credo che non debba essere stato molto smisurato; perché trovo osservabile nella storia, in cui si fa menzione particolare dell′eroiche sue gesta, che molte volte dormiva al coperto: e potendo stare in abitazioni coperte dal tetto è cosa evidente che non fosse sterminata la sua persona.
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-Así es -dijo el cura.
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— Così è per lo appunto, disse il curato,
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El cual, gustando de oírle decir tan grandes disparates, le preguntó que qué sentía acerca de los rostros de Reinaldos de Montalbán y de don Roldán, y de los demás Doce Pares de Francia, pues todos habían sido caballeros andantes.
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il quale pigliava gusto a sentirlo dare in sì grossi svarioni: e gli dimandò allora come la intendesse rispetto alle facce di Rinaldo di Montalbano, di Orlando e dei dieci Paladini di Francia, poiché furono tutti erranti cavalieri.
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-De Reinaldos -respondió don Quijote- me atrevo a decir que era ancho de rostro, de color bermejo, los ojos bailadores y algo saltados, puntoso y colérico en demasía, amigo de ladrones y de gente perdida. De Roldán, o Rotolando, o Orlando, que con todos estos nombres le nombran las historias, soy de parecer y me afirmo que fue de mediana estatura, ancho de espaldas, algo estevado, moreno de rostro y barbitaheño, velloso en el cuerpo y de vista amenazadora; corto de razones, pero muy comedido y bien criado.
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— Quanto a Rinaldo, rispose don Chisciotte, ardisco dire che fosse largo di faccia, rosso di colore, cogli occhi irrequieti e un po′ in fuora, puntiglioso e collerico soverchiamente, amico dei ladri e della gente perduta; quanto a Roldano o Rotolando od Orlando (ché tutti questi nomi gli dànno le istorie) sono di avviso, e mi confermo, che fu di statura media, largo di spalle, con le gambe un po′ torte, brunetto il viso, di barba castagniccia, peloso nel corpo, di guardatura feroce, riservato in parlare, ma fornito di cortesia e di bel costume.
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-Si no fue Roldán más gentilhombre que vuestra merced ha dicho -replicó el cura-, no fue maravilla que la señora Angélica la Bella le desdeñase y dejase por la gala, brío y donaire que debía de tener el morillo barbiponiente a quien ella se entregó; y anduvo discreta de adamar antes la blandura de Medoro que la aspereza de Roldán.
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— Se Orlando non fu di migliore presenza di quella ora descritta da vossignoria, replicò il curato, non fa maraviglia, che Angelica la bella, lo rifiutasse per appigliarsi alla gentilezza, al brio ed alla buona grazia di cui dovea essere dotato il moretto imberbe al quale si abbandonò: ed ebbe ragione di amare piuttosto la piacevolezza di Medoro, che la rustichezza di quel paladino.
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-Esa Angélica -respondió don Quijote-, señor cura, fue una doncella destraída, andariega y algo antojadiza, y tan lleno dejó el mundo de sus impertinencias como de la fama de su hermosura despreció mil señores, mil valientes y mil discretos, y contentóse con un pajecillo barbilucio, sin otra hacienda ni nombre que el que le pudo dar de agradecido la amistad que guardó a su amigo. El gran cantor de su belleza, el famoso Ariosto, por no atreverse, o por no querer cantar lo que a esta señora le sucedió después de su ruin entrego, que no debieron ser cosas demasiadamente honestas, la dejó donde dijo.
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— Questa tale Angelica, rispose don Chisciotte, o signor curato, fu una donzella di poco buon odore, vagabonda, capricciosetta, e lasciò il mondo tanto pieno delle sue impertinenze quanto della fama della sua bellezza; disprezzò mille signori, mille valorosi, mille prudenti, e si contentò di un paggetto zerbinello senz′altri averi od altro nome che quello che poté dargli la affezione mostrata, da lei al suo amico. E il cantore della bellezza il famoso Ariosto, non osando o non volendo cantare ciò che avvenne a quella signora dopo di essersi data obbrobriosamente in preda all′amante, che certo non dovettero essere cose molto oneste, lasciò a mezzo la storia col dire:
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Y como del Catay recibió el cetro.
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E come del Catai ricevè ′l scettro
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quizá otro cantará con mejor plectro.
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Fors′altri canterà con miglior plettro.
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Y, sin duda, que esto fue como profecía; que los poetas también se llaman vates, que quiere decir adivinos. Véese esta verdad clara, porque, después acá, un famoso poeta lloró y cantó sus lágrimas, y otro famoso y único poeta castellano cantó su hermosura.
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Ècerto che questo linguaggio dee considerarsi come una profezia, tanto più che i poeti si sogliono anche chiamare vaticinatori: e questa è verità incontrastabile, perché d′indi in poi un celebre poeta dell′Andalusia pianse e cantò le sue lagrime, come un altro famoso ed unico poeta castigliano cantò e mise a cielo la sua bellezza.
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-Dígame, señor don Quijote -dijo a esta sazón el barbero-, ¿no ha habido algún poeta que haya hecho alguna sátira a esa señora Angélica, entre tantos como la han alabado.
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— Mi dica, signor don Chisciotte, soggiunse qui il barbiere: non vi fu mai alcun poeta che abbia composto qualche satira contro questa signora Angelica fra quei tanti che celebrarono i suoi meriti?
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-Bien creo yo -respondió don Quijote- que si Sacripante o Roldán fueran poetas, que ya me hubieran jabonado a la doncella; porque es propio y natural de los poetas desdeñados y no admitidos de sus damas fingidas -o fingidas, en efeto, de aquéllos a quien ellos escogieron por señoras de sus pensamientos-, vengarse con sátiras y libelos (venganza, por cierto, indigna de pechos generosos), pero hasta agora no ha llegado a mi noticia ningún verso infamatorio contra la señora Angélica, que trujo revuelto el mundo.
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— Io sono di opinione, rispose don Chisciotte, che se Sacripante o Roldano fossero stati poeti avrebbero ben bene lavato il capo a quella donzella; giacché è proprio e connaturale ai poeti sdegnati e non accolti dalle finte o vere loro dame (cioè da quelle che trascelsero per arbitre della volontà loro) di togliersene vendetta con satire e con libelli; vendetta certamente indegna di un animo generoso; ma non seppi sin ora che sia stata scritta contro la signora Angelica poesia alcuna infamante, tuttoché ella avesse posto il mondo sossopra.
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-¡Milagro! -dijo el cura.
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— Miracolo! » disse il curato;
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Y, en esto, oyeron que la ama y la sobrina, que ya habían dejado la conversación, daban grandes voces en el patio, y acudieron todos al ruido.
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ma in questo udirono che la nipote e la serva, che già aveano lasciata a mezzo la conversazione, gridavano forte verso la corte, e tutti accorsero a quel rumore.
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II. Capítulo II. Que trata de la notable pendencia que Sancho Panza tuvo con la sobrina y ama de don Quijote, con otros sujetos graciosos.
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CAPITOLO I NARRASI IL NOTABILE CONTRASTO SEGUITO TRA SANCIO PANCIA, LA NIPOTE E LA SERVA DI DON CHISCIOTTE; CON ALTRI GRAZIOSI SUCCESSI.
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Cuenta la historia que las voces que oyeron don Quijote, el cura y el barbero eran de la sobrina y ama, que las daban diciendo a Sancho Panza, que pugnaba por entrar a ver a don Quijote, y ellas le defendían la puerta.
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La storia racconta che le voci sentite da don Chisciotte, dal curato e dal barbiere partivan dalla serva; la quale incollerita e lottando con Sancio Pancia, che voleva ad ogni costo ed a suo dispetto entrare a veder don Chisciotte, dicevagli:
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-¿Qué quiere este mostrenco en esta casa? Idos a la vuestra, hermano, que vos sois, y no otro, el que destrae y sonsaca a mi señor, y le lleva por esos andurriales.
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— Che vuoi tu, animalaccio, in casa nostra? vattene per le tue, vagabondo, ché tu sei quello, e non altri che disvia il padrone e lo conduce al precipizio. »
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A lo que Sancho respondió.
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Rispondeva Sancio:
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-Ama de Satanás, el sonsacado, y el destraído, y el llevado por esos andurriales soy yo, que no tu amo; él me llevó por esos mundos, y vosotras os engañáis en la mitad del justo precio él me sacó de mi casa con engañifas, prometiéndome una ínsula, que hasta agora la espero.
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— Serva del diavolo, il disviato e il malgiunto sono io e non già il tuo padrone? egli fu che mi ha fatto girare per questi mondi, e voi altre la sbagliate del doppio; egli fu che mi ha tolto di casa mia con mille pretesti, e mi ha promesso un′isola che sto sempre aspettando.
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-Malas ínsulas te ahoguen -respondió la sobrina-, Sancho maldito. Y ¿qué son ínsulas? ¿Es alguna cosa de comer, golosazo, comilón, que tú eres? .
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— Che le maledette isole ti possano affogare, Sancio birbone, rispose la nipote: e che cosa sono queste isole? sono forse qual che cosa da mangiare? ghiottone goloso che sei.
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-No es de comer -replicó Sancho-, sino de gobernar y regir mejor que cuatro ciudades y que cuatro alcaldes de corte.
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— Non da mangiare, ma da governare e da reggere meglio che quattro città e quattro magistrature, rispose Sancio.
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-Con todo eso -dijo el ama-, no entraréis acá, saco de maldades y costal de malicias. Id a gobernar vuestra casa y a labrar vuestros pegujares, y dejaos de pretender ínsulas ni ínsulos.
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— Con tutto questo, disse la serva, qua non entrerai tu, sacco di ribalderie, balla di tutte le malizie: vattene a governare la casa tua, a lavorare le tue terre; e finisci di pretender isole od isolotti. »
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Grande gusto recebían el cura y el barbero de oír el coloquio de los tres; pero don Quijote, temeroso que Sancho se descosiese y desbuchase algún montón de maliciosas necedades, y tocase en puntos que no le estarían bien a su crédito, le llamó, y hizo a las dos que callasen y le dejasen entrar. Entró Sancho, y el cura y el barbero se despidieron de don Quijote, de cuya salud desesperaron, viendo cuán puesto estaba en sus desvariados pensamientos, y cuán embebido en la simplicidad de sus malandantes caballerías; y así, dijo el cura al barbero.
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Si prendeano grande solazzo il curato e il barbiere nell′udire le baruffe che facevano quei due; ma don Chisciotte per timore che Sancio non incominciasse a snocciolar giù un mucchio di scioccherie maliziose, od a toccare certi punti disdicevoli alla sua riputazione, lo chiamò a sé, obbligando la serva a tacere e a lasciargli libero l′ingresso. Entrò Sancio, e sì il curato come il barbiere presero commiato da don Chisciotte, della cui guarigione disperarono, vedendo fino a qual segno stava ancor fitto nei suoi stravolti pensieri, e quanto fosse imbevuto nelle scioccaggini delle sue malerranti cavallerie; e perciò disse il curato al barbiere:
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-Vos veréis, compadre, cómo, cuando menos lo pensemos, nuestro hidalgo sale otra vez a volar la ribera.
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— Voi vedrete, compare, che quando meno ce l′aspettiamo il nostro idalgo esce un′altra volta in cerca di avventure.
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No pongo yo duda en eso -respondió el barbero-, pero no me maravillo tanto de la locura del caballero como de la simplicidad del escudero, que tan creído tiene aquello de la ínsula, que creo que no se lo sacarán del casco cuantos desengaños pueden imaginarse.
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— Io non ne dubito punto, rispose il barbiere; ma non mi fa tanta maraviglia la pazzia del cavaliere, quanto la balordagine dello scudiere; a cui pare così certo il fatto dell′isola, che niuna cosa ne lo potrebbe disingannare.
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-Dios los remedie -dijo el cura-, y estemos a la mira veremos en lo que para esta máquina de disparates de tal caballero y de tal escudero, que parece que los forjaron a los dos en una mesma turquesa, y que las locuras del señor, sin las necedades del criado, no valían un ardite.
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— Dio lo risani, disse il curato; noi intanto stiamcene ad osservare, e vedremo dove vada a parare questa macchina di spropositi di tal cavaliere e di tale scudiere, che paiono stampati in una medesima forma; sicché sembra che senza le balorderie del servitore non vagliano un′acca le pazzie del padrone.
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-Así es -dijo el barbero-, y holgara mucho saber qué tratarán ahora los dos.
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— Così è, disse il barbiere, ma io bramerei di saper i discorsi che terranno fra loro presentemente.
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-Yo seguro -respondió el cura- que la sobrina o el ama nos lo cuenta después, que no son de condición que dejarán de escucharlo.
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— Io sono certo, rispose il curato, che la nipote e la serva ce li faranno sapere; ché non sono esse tali da tralasciar di appagare la loro curiosità. »
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En tanto, don Quijote se encerró con Sancho en su aposento; y, estando solos, le dijo.
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Frattanto don Chisciotte si rinchiuse con Sancio nel suo appartamento, e trovandosi tutti e due soli disse a Sancio:
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-Mucho me pesa, Sancho, que hayas dicho y digas que yo fui el que te saqué de tus casillas, sabiendo que yo no me quedé en mis casas juntos salimos, juntos fuimos y juntos peregrinamos; una misma fortuna y una misma suerte ha corrido por los dos si a ti te mantearon una vez, a mí me han molido ciento, y esto es lo que te llevo de ventaja.
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— Molto mi pesa che tu mi vai incolpando di averti tolto di casa tua per le mie peregrinazioni: noi siamo usciti insieme; scambievole fu la nostra colleganza e la nostra varia fortuna; una medesima mutabilità di vicende abbiamo corso egualmente; e se tu fosti una volta sbalzato in aria colla coperta, io cento volte fui bastonato; ed in ciò solo ho io avuta una parte maggiore della tua.
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-Eso estaba puesto en razón -respondió Sancho-, porque, según vuestra merced dice, más anejas son a los caballeros andantes las desgracias que a sus escuderos.
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— Quest′era ben di dovere, rispose Sancio, perché a detta di vossignoria, vanno le sventure più attaccate ai cavalieri erranti che agli scudieri
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-Engáñaste, Sancho -dijo don Quijote-; según aquello, quando caput dolet... , etcétera.
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— Tu sei in errore, Sancio mio, disse don Chisciotte: giusta il detto: Quando caput dolet...
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-No entiendo otra lengua que la mía -respondió Sancho.
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— Non intendo altro linguaggio che il mio, replicò Sancio.
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-Quiero decir -dijo don Quijote- que, cuando la cabeza duele, todos los miembros duelen; y así, siendo yo tu amo y señor, soy tu cabeza, y tú mi parte, pues eres mi criado; y, por esta razón, el mal que a mí me toca, o tocare, a ti te ha de doler, y a mí el tuyo.
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— Ho voluto dire, soggiunse don Chisciotte, che quando duole la testa, dolgono anche tutti gli altri membri; e perciò essendo io il tuo padrone e signore, sono la tua testa, e te parte di me per essere mio servidore; e perciò dei provar dolore del mio male siccome debbo io sentirlo del tuo.
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-Así había de ser -dijo Sancho-, pero cuando a mí me manteaban como a miembro, se estaba mi cabeza detrás de las bardas, mirándome volar por los aires, sin sentir dolor alguno; y, pues los miembros están obligados a dolerse del mal de la cabeza, había de estar obligada ella a dolerse dellos.
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— A questo modo, disse Sancio, la dovrebbe essere; ma quando io membro ero sbalzato in aria sulla coperta, stava la mia testa dietro le muraglie della corte vedendomi a volare senza provar dolore di sorta alcuna; e se sono obbligati i membri a dolersi del male della testa, era la testa in dovere di dolersi del male dei membri.
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-¿Querrás tú decir agora, Sancho -respondió don Quijote-, que no me dolía yo cuando a ti te manteaban? Y si lo dices, no lo digas, ni lo pienses; pues más dolor sentía yo entonces en mi espíritu que tú en tu cuerpo. Pero dejemos esto aparte por agora, que tiempo habrá donde lo ponderemos y pongamos en su punto, y dime, Sancho amigo ¿qué es lo que dicen de mí por ese lugar? ¿En qué opinión me tiene el vulgo, en qué los hidalgos y en qué los caballeros? ¿Qué dicen de mi valentía, qué de mis hazañas y qué de mi cortesía? ¿Qué se platica del asumpto que he tomado de resucitar y volver al mundo la ya olvidada orden caballeresca? Finalmente, quiero, Sancho, me digas lo que acerca desto ha llegado a tus oídos; y esto me has de decir sin añadir al bien ni quitar al mal cosa alguna, que de los vasallos leales es decir la verdad a sus señores en su ser y figura propia, sin que la adulación la acreciente o otro vano respeto la disminuya; y quiero que sepas, Sancho, que si a los oídos de los príncipes llegase la verdad desnuda, sin los vestidos de la lisonja, otros siglos correrían, otras edades serían tenidas por más de hierro que la nuestra, que entiendo que, de las que ahora se usan, es la dorada. Sírvate este advertimiento, Sancho, para que discreta y bien intencionadamente pongas en mis oídos la verdad de las cosas que supieres de lo que te he preguntado.
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— Vuoi forse con ciò inferire, o Sancio, disse don Chisciotte, che io non sentissi dolore in quel frangente? se ciò tu credi, non dirlo né pensarlo nemmeno, perché io provavo nello spirito maggiore tormento che tu nel corpo: ma lasciamo da parte questo discorso, che verrà tempo di ponderarlo, e facciamoci a quello che importa più. Dimmi, amico Sancio: che si dice di me in questa terra? In che opinione mi tiene il volgo? che pensano di me gl′idalghi, e che i cavalieri? che dicono del mio valore? delle mie prodezze? della mia cortesia? che si discorre circa l′assunto da me preso di risuscitare e restituire nel mondo il già smarrito ordine di cavalleria? Bramo, o Sancio, che tu mi dica per disteso ciò che intorno a tale proposito ti giunse all′orecchio, e senz′alterazione alcuna sì in bene che in male, dovendo i fedeli vassalli dire la verità ai loro padroni con perfetta schiettezza, senza ombra di quella cortigianeria che accresce e diminuisce le cose per vani rispetti. Voglio che tu sappia, Sancio mio, che se agli orecchi dei principi giungesse la verità ignuda e senza il manto dell′adulazione, questi sarebbero altri secoli, e le passate età verrebbero reputate di ferro in confronto della nostra, sicché potremmo dire che viviamo nell′età dell′oro; e vàlgati, o Sancio, questo avvertimento, perché limpidamente e colla più retta intenzione tu abbia a farmi sapere in tutta la purità le cose che sai, e che ti ho dimandate.
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-Eso haré yo de muy buena gana, señor mío -respondió Sancho-, con condición que vuestra merced no se ha de enojar de lo que dijere, pues quiere que lo diga en cueros, sin vestirlo de otras ropas de aquellas con que llegaron a mi noticia.
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— Adempirò ben volentieri i suoi comandi, signor mio, rispose Sancio, a condizione però che non debba vossignoria sdegnarsi della mia relazione, poiché ella vuole ch′io dica le cose nude nude, senza aggiungere panni che le ricoprano.
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-En ninguna manera me enojaré -respondió don Quijote-. Bien puedes, Sancho, hablar libremente y sin rodeo alguno.
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— Oh non mi adonterò in modo alcuno, rispose don Chisciotte, e tu ben puoi, Sancio, liberamente parlare senza giri viziosi di espressioni figurate.
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-Pues lo primero que digo -dijo-, es que el vulgo tiene a vuestra merced por grandísimo loco, y a mí por no menos mentecato. Los hidalgos dicen que, no conteniéndose vuestra merced en los límites de la hidalguía, se ha puesto don y se ha arremetido a caballero con cuatro cepas y dos yugadas de tierra y con un trapo atrás y otro adelante. Dicen los caballeros que no querrían que los hidalgos se opusiesen a ellos, especialmente aquellos hidalgos escuderiles que dan humo a los zapatos y toman los puntos de las medias negras con seda verde.
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— Dico dunque per primo capo, Sancio soggiunse, che il volgo tiene vossignoria per un solennissimo matto, e tiene me, non che altro, per uno stolido. Gl′idalghi sono tutti d′accordo a protestare che non si contiene vossignoria nei confini della sua condizione, e che si ha arrogato il Don, e si è fatto cavaliere con poche viti e pochi solchi di terra, e con uno straccio dinanzi ed un altro di dietro. Dicono i cavalieri che spiace loro che gl′idalghi attentino alla loro preminenza, e specialmente quegl′idalghi scuderili che danno il nero di fumo alle scarpe, e rattoppano i buchi delle calzette nere con seta verde.
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-Eso -dijo don Quijote- no tiene que ver conmigo, pues ando siempre bien vestido, y jamás remendado; roto, bien podría ser; y el roto, más de las armas que del tiempo.
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— Questo, disse don Chisciotte, non mi risguarda, andando sempre io bene vestito e non mai rappezzato; rotto potrebb′essere il mio abito, ma per colpa più dell′armi che della troppa vecchiezza.
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-En lo que toca -prosiguió Sancho- a la valentía, cortesía, hazañas y asumpto de vuestra merced, hay diferentes opiniones; unos dicen "loco, pero gracioso"; otros, "valiente, pero desgraciado"; otros, "cortés, pero impertinente"; y por aquí van discurriendo en tantas cosas, que ni a vuestra merced ni a mí nos dejan hueso sano.
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— In quanto poi, seguitò Sancio, al valore, alla cortesia, alle prodezze ed all′assunto preso da vossignoria variano i pareri. Gli uni dicono: pazzo ma grazioso! altri: valoroso ma sfortunato! taluni: cortese ma impertinente! e di questo trotto vanno tirando fuori tante cose da non lasciare né a vossignoria né a me osso sano.
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-Mira, Sancho -dijo don Quijote- dondequiera que está la virtud en eminente grado, es perseguida. Pocos o ninguno de los famosos varones que pasaron dejó de ser calumniado de la malicia. Julio César, animosísimo, prudentísimo y valentísimo capitán, fue notado de ambicioso y algún tanto no limpio, ni en sus vestidos ni en sus costumbres. Alejandro, a quien sus hazañas le alcanzaron el renombre de Magno, dicen dél que tuvo sus ciertos puntos de borracho. De Hércules, el de los muchos trabajos, se cuenta que fue lascivo y muelle. De don Galaor, hermano de Amadís de Gaula, se murmura que fue más que demasiadamente rijoso; y de su hermano, que fue llorón. Así que, ¡oh Sancho!, entre las tantas calumnias de buenos, bien pueden pasar las mías, como no sean más de las que has dicho.
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— Considera, mio buon Sancio, rispose don Chisciotte, che ove in eminente grado virtù risiede, ivi piomba la persecuzione; e pochi o niuno dei celebri personaggi delle andate età si sottrassero all′acuto morso della calunnia o della più fina malizia. Giulio Cesare coraggiosissimo, prudentissimo, valorosissimo capitano, fu tacciato di ambizione e di poca nettezza nei vestiti, ed eziandio nel costume. Alessandro, che meritò il sopranome di Grande per le sue imprese, venne accusato di essere stato una qualche volta ubbriaco. Di Ercole celebratissimo per le tante sue fatiche, raccontasi che fu intemperante ed effemminato. Si mormora di don Galaorre, fratello di Amadigi di Gaula, che fosse un accattabrighe smodato; e di suo fratello che fosse un piagnone: di maniera che, o Sancio, fra tante calunnie ad offesa dei buoni possono aver luogo alcune anche ad offesa mia purché sieno limitate a ciò che mi hai riferito.
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-¡Ahí está el toque, cuerpo de mi padre! -replicó Sancho.
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— Qui sta il punto, al corpo di mio padrone, replicò Sancio.
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-Pues, ¿hay más? -preguntó don Quijote.
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— Ma v′è di peggio? domandò don Chisciotte.
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-Aún la cola falta por desollar -dijo Sancho-. Lo de hasta aquí son tortas y pan pintado; mas si vuestra merced quiere saber todo lo que hay acerca de las caloñas que le ponen, yo le traeré aquí luego al momento quien se las diga todas, sin que les falte una meaja; que anoche llegó el hijo de Bartolomé Carrasco, que viene de estudiar de Salamanca, hecho bachiller, y, yéndole yo a dar la bienvenida, me dijo que andaba ya en libros la historia de vuestra merced, con nombre del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha; y dice que me mientan a mí en ella con mi mesmo nombre de Sancho Panza, y a la señora Dulcinea del Toboso, con otras cosas que pasamos nosotros a solas, que me hice cruces de espantado cómo las pudo saber el historiador que las escribió.
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— Resta la coda da scorticare, disse Sancio e quello che ho detto sino adesso, è stato rose e fiori; ma se brama saper vossignoria appuntino tutte le calunnie delle quali ella è fatta bersaglio, condurrò qui chi gliene potrà dire per disteso, e senza che ne manchi un briciolo. Sappia che rimpatriò ieri a sera il figliuolo di Bartolomeo Carrasco, il quale ritorna dallo studio di Salamanca fatto baccelliere, ed essendo io stato da lui per dargli il ben venuto, mi disse che già la storia della signoria vostra si leggeva su per i libri col titolo: L′ingegnoso idalgo don Chisciotte della Mancia, ecc. Aggiunse ch′io vi sono ricordato col medesimo mio nome di Sancio Pancia, e così pure la signora Dulcinea del Toboso, colla giunta di altri segretuzzi fra noi due soli, che io mi sono fatti mille segni di croce per lo stupore che possano essere venuti a notizia di chi li ha scritti.
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-Yo te aseguro, Sancho -dijo don Quijote-, que debe de ser algún sabio encantador el autor de nuestra historia; que a los tales no se les encubre nada de lo que quieren escribir.
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— Scommetterei, o Sancio, disse don Chisciotte, che l′autore della nostra istoria debb′essere stato qualche savio incantatore; ché a costoro nulla è nascosto di quello che imprendono a scrivere.
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-Y ¡cómo -dijo Sancho- si era sabio y encantador, pues (según dice el bachiller Sansón Carrasco, que así se llama el que dicho tengo) que el autor de la historia se llama Cide Hamete Berenjena.
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— E come che costui è stato mago o incantatore! replicò Sancio; poiché per quello che ne dice il detto baccelliere Sansone Carrasco, l′autore dell′istoria si chiama Cide Hamete Berengena.
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-Ese nombre es de moro -respondió don Quijote.
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— Questo è nome di Moro, rispose don Chisciotte.
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-Así será -respondió Sancho-, porque por la mayor parte he oído decir que los moros son amigos de berenjenas.
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— Può darsi, soggiunse Sancio, poiché intesi dire comunemente che i Mori sono amici delle erbe berengane
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-Tú debes, Sancho -dijo don Quijote-, errarte en el sobrenombre de ese Cide, que en arábigo quiere decir señor.
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— Tu devi andar errato o Sancio, disse don Chisciotte, sul sopranome di questo Cide che in arabico vuol dire signore.
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-Bien podría ser -replicó Sancho-, mas, si vuestra merced gusta que yo le haga venir aquí, iré por él en volandas.
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— Potrebbe anche essere, replicò Sancio; ma se brama vossignoria che faccia venir qui il baccelliere io andrò in un fiato a cercarlo.
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-Harásme mucho placer, amigo -dijo don Quijote-, que me tiene suspenso lo que me has dicho, y no comeré bocado que bien me sepa hasta ser informado de todo.
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— Ne avrò grande soddisfazione, disse don Chisciotte, che mi ha posto in confusione tutto quello che mi hai detto, né mangerò boccone che mi piaccia sinché io non abbia le più esatte e le più ampie informazioni.
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-Pues yo voy por él -respondió Sancho.
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— Ed io corro in traccia di lui, » disse Sancio.
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Y, dejando a su señor, se fue a buscar al bachiller, con el cual volvió de allí a poco espacio, y entre los tres pasaron un graciosísimo coloquio.
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Partì dunque dal suo padrone, andò a trovare il baccelliere, col quale tornò di lì a poco e seguirono poi fra loro i seguenti graziosissimi ragionamenti.
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II. Capítulo III. Del ridículo razonamiento que pasó entre don Quijote, Sancho Panza y el bachiller Sansón Carrasco.
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CAPITOLO II DEL RIDICOLO DISCORSO TENUTO DA DON CHISCIOTTE, SANCIO PANCIA E IL BACCELLIERE SANSONE CARRASCO.
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Pensativo además quedó don Quijote, esperando al bachiller Carrasco, de quien esperaba oír las nuevas de sí mismo puestas en libro, como había dicho Sancho; y no se podía persuadir a que tal historia hubiese, pues aún no estaba enjuta en la cuchilla de su espada la sangre de los enemigos que había muerto, y ya querían que anduviesen en estampa sus altas caballerías. Con todo eso, imaginó que algún sabio, o ya amigo o enemigo, por arte de encantamento las habrá dado a la estampa si amigo, para engrandecerlas y levantarlas sobre las más señaladas de caballero andante; si enemigo, para aniquilarlas y ponerlas debajo de las más viles que de algún vil escudero se hubiesen escrito, puesto -decía entre sí- que nunca hazañas de escuderos se escribieron; y cuando fuese verdad que la tal historia hubiese, siendo de caballero andante, por fuerza había de ser grandílocua, alta, insigne, magnífica y verdadera.
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Don Chisciotte era rimasto assorto in gravi pensieri aspettando il baccelliere Sansone Carrasco da cui attendeva il ragguaglio di ciò che di lui si narrasse nel libro annunziatogli da Sancio Pancia. Non potea persuadersi che la sua istoria avesse veduto la luce del mondo, mentre la sua spada era tuttavia intrisa e grondante del sangue dei nemici ch′egli s′immaginava di avere ammazzati; e se con tutto ciò volava per ogni dove la storia delle grandi sue gesta cavalleresche, questo dovea avvenire solo per incantesimo di qualche savio o amico o nemico: amico per ingrandirle ed innalzarle sopra le più segnalate di cavalier errante; nemico per annichilarle e metterle al disotto delle più vili che fossero state mai scritte di inglorioso scudiere. Dopo tutto questo andava fra sé stesso dicendo: « Eppur delle imprese degli scudieri non si è mai usato di fare menzione in iscritto, e quand′anche vi fosse una tale istoria, dovendosi riferirla ad errante cavaliere, dovrebbe essere per necessità eloquentissima, alta, insigne, magnifica, veritiera. »
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Con esto se consoló algún tanto, pero desconsolóle pensar que su autor era moro, según aquel nombre de Cide; y de los moros no se podía esperar verdad alguna, porque todos son embelecadores, falsarios y quimeristas. Temíase no hubiese tratado sus amores con alguna indecencia, que redundase en menoscabo y perjuicio de la honestidad de su señora Dulcinea del Toboso; deseaba que hubiese declarado su fidelidad y el decoro que siempre la había guardado, menospreciando reinas, emperatrices y doncellas de todas calidades, teniendo a raya los ímpetus de los naturales movimientos; y así, envuelto y revuelto en estas y otras muchas imaginaciones, le hallaron Sancho y Carrasco, a quien don Quijote recibió con mucha cortesía.
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Lo consolavano un poco queste riflessioni, ma si trovava poi sconfortato pensando che n′era Moro l′autore, poiché aveva il nome di Cide, né dai Mori attender poteasi verità alcuna, essendo tutti imbrogliatori, falsarii e lunatici. Temeva che non si fosse parlato degli amori suoi colla più rigorosa decenza, e che ne avesse quindi a ridondare pregiudizio ed oltraggio alla onestà della sua signora Dulcinea del Toboso; almeno bramava che fosse stata posta in chiaro lume la sua fedeltà e il decoro che aveale gelosamente serbato, sprezzando per tale suo idolo, regine, imperatrici e donzelle di ogni condizione, e infrenando gl′impulsi suoi naturali. Stando così in queste ed in altre molte immaginazioni, giunsero a lui Sancio e Carrasco, il quale molto cortesemente fu accolto da don Chisciotte.
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Era el bachiller, aunque se llamaba Sansón, no muy grande de cuerpo, aunque muy gran socarrón, de color macilenta, pero de muy buen entendimiento; tendría hasta veinte y cuatro años, carirredondo, de nariz chata y de boca grande, señales todas de ser de condición maliciosa y amigo de donaires y de burlas, como lo mostró en viendo a don Quijote, poniéndose delante dél de rodillas, diciéndole.
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Il baccelliere, quantunque si chiamasse Sansone, non era molto alto di statura, ma volpe fina, di colore macilento e di scaltrito giudizio. Contava l′età di ventiquattr′anni, aveva faccia tonda, naso schiacciato e bocca grande: indizi tutti di un uomo malizioso e amico delle galanterie e degli scherzi: ed egli ne diede subito una chiara prova allorché, vedendo don Chisciotte, se gl′inginocchiò dinanzi e gli disse:
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-Déme vuestra grandeza las manos, señor don Quijote de la Mancha; que, por el hábito de San Pedro que visto, aunque no tengo otras órdenes que las cuatro primeras, que es vuestra merced uno de los más famosos caballeros andantes que ha habido, ni aun habrá, en toda la redondez de la tierra. Bien haya Cide Hamete Benengeli, que la historia de vuestras grandezas dejó escritas, y rebién haya el curioso que tuvo cuidado de hacerlas traducir de arábigo en nuestro vulgar castellano, para universal entretenimiento de las gentes.
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— Mi dia la grandezza vostra a baciare le mani, signor don Chisciotte della Mancia, che per l′abito di San Pietro ch′io porto indosso, quantunque io non abbia ricevuto che i soli primi quattr′Ordini, giuro che vossignoria è uno dei più famosi cavalieri erranti che sieno stati o possano mai trovarsi in tutta la rotondità della terra. Benedetto sia Cid Hamet Ben Engeli che lasciò scritta la istoria delle prodezze di vossignoria, e più benedetto ancora sia quel dotto curioso che si pigliò la fatica di recarle dall′arabo nel nostro idioma castigliano: affinché ne avessero le genti universale trattenimento. »
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Hízole levantar don Quijote, y dijo.
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Lo fece rizzare don Chisciotte, e così gli rispose:
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-Desa manera, ¿verdad es que hay historia mía, y que fue moro y sabio el que la compuso? .
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— Èegli vero dunque che corre per lo mondo la mia istoria e che la compose un Moro incantatore?
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-Es tan verdad, señor -dijo Sansón-, que tengo para mí que el día de hoy están impresos más de doce mil libros de la tal historia; si no, dígalo Portugal, Barcelona y Valencia, donde se han impreso; y aun hay fama que se está imprimiendo en Amberes, y a mí se me trasluce que no ha de haber nación ni lengua donde no se traduzga.
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— Tanto è vero, signor mio, disse Sansone, che porto opinione che al dì d′oggi siano già stampati più di dodicimila esemplari di questo libro; e se non crede a me dicanlo il Portogallo e Barcellona e Valenza dove furono impressi. Corre poi fama che se ne stia facendo una impressione anche in Anversa, e a me pare certissimo, che non si darà nazione né lingua in cui non si abbia a tradurlo.
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-Una de las cosas -dijo a esta sazón don Quijote- que más debe de dar contento a un hombre virtuoso y eminente es verse, viviendo, andar con buen nombre por las lenguas de las gentes, impreso y en estampa. Dije con buen nombre porque, siendo al contrario, ninguna muerte se le igualará.
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— Una delle cose, disse don Chisciotte a tal punto, che debbono recare più consolazione ad uomo virtuoso ed eminente, quella si è di vedersi vivente stampato in diversi idiomi, ed arricchito e di celebrità e di buon nome nelle lingue degli uomini: dissi di buon nome, perché in caso diverso, nessun genere di morte sarebbe peggiore del suo tormento.
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-Si por buena fama y si por buen nombre va -dijo el bachiller-, solo vuestra merced lleva la palma a todos los caballeros andantes; porque el moro en su lengua y el cristiano en la suya tuvieron cuidado de pintarnos muy al vivo la gallardía de vuestra merced, el ánimo grande en acometer los peligros, la paciencia en las adversidades y el sufrimiento, así en las desgracias como en las heridas, la honestidad y continencia en los amores tan platónicos de vuestra merced y de mi señora doña Dulcinea del Toboso.
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— Se si tratta di alto nome e celebrità, rispose il baccelliere, vossignoria toglie la palma a tutti i cavalieri erranti: perché il Moro nel proprio idioma, e il Cristiano nel suo, si diedero la più viva premura di rappresentar molto al naturale la sua gagliardia, lo strepitoso suo coraggio nell′affrontar i pericoli, la sofferenza nelle traversie, la tolleranza sì nelle contrarie vicende come nelle percosse ricevute, e la onestà e la continenza negli amori platonici di vossignoria colla signora donna Dulcinea del Toboso.
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-Nunca -dijo a este punto Sancho Panza- he oído llamar con don a mi señora Dulcinea, sino solamente la señora Dulcinea del Toboso, y ya en esto anda errada la historia.
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— Giammai, replicò allora don Chisciotte, ho inteso chiamare col Donna la mia signora Dulcinea del Toboso, ma Signora semplicemente, ed in questo comincia a sbagliar la istoria
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-No es objeción de importancia ésa -respondió Carrasco.
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— Questa non è obbiezione di alcuna importanza, rispose Carrasco.
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-No, por cierto -respondió don Quijote-; pero dígame vuestra merced, señor bachiller ¿qué hazañas mías son las que más se ponderan en esa historia.
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— No per certo, don Chisciotte soggiunse; ma dicami la signoria vostra, signor baccelliere: quali sono le mie prodezze di cui si è creduto di far maggior conto in cotesta opera?
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-En eso -respondió el bachiller-, hay diferentes opiniones, como hay diferentes gustos unos se atienen a la aventura de los molinos de viento, que a vuestra merced le parecieron Briareos y gigantes; otros, a la de los batanes; éste, a la descripción de los dos ejércitos, que después parecieron ser dos manadas de carneros; aquél encarece la del muerto que llevaban a enterrar a Segovia; uno dice que a todas se aventaja la de la libertad de los galeotes; otro, que ninguna iguala a la de los dos gigantes benitos, con la pendencia del valeroso vizcaíno.
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— Variano in ciò le opinioni, rispose il baccelliere, a seconda dei gusti diversi. Alcuni sogliono preferire la ventura dei mulini da vento che sembrarono alla signoria vostra giganti e briarei; altri quella delle gualchiere; questi prediligono la descrizione dei due eserciti che poi erano due branchi di montoni: altri tiene in gran pregio la ventura del morto ch′era condotto a seppellire in Segovia: uno sostiene che va sopra ogn′altra la liberazione dei galeotti; un altro che nessuna sta a petto di quella dei due giganti benedettini colla questione del valoroso Biscaino.
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-Dígame, señor bachiller -dijo a esta sazón Sancho- ¿entra ahí la aventura de los yangüeses, cuando a nuestro buen Rocinante se le antojó pedir cotufas en el golfo.
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— Favorisca dirmi, Sancio soggiunse: si parla mai della ventura dei mulattieri ianguesi, quando il nostro buon Ronzinante s′invogliò di procacciarsi anch′egli avventure?
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-No se le quedó nada -respondió Sansón- al sabio en el tintero todo lo dice y todo lo apunta, hasta lo de las cabriolas que el buen Sancho hizo en la manta.
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— Nulla, rispose Sansone, ha ommesso quel savio: racconta ogni cosa con fedeltà, con esattezza, né tacque neppure le capriole che fece il buon Sancio sulla coperta.
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-En la manta no hice yo cabriolas -respondió Sancho-; en el aire sí, y aun más de las que yo quisiera.
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— Io non ho fatto capriole sulla coperta, rispose Sancio, ma per aria, e furono più del bisogno.
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-A lo que yo imagino -dijo don Quijote-, no hay historia humana en el mundo que no tenga sus altibajos, especialmente las que tratan de caballerías, las cuales nunca pueden estar llenas de prósperos sucesos.
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— A quanto mi figuro, disse don Chisciotte, non vi è storia al mondo che non abbia il suo pro e contra, quelle massimamente che trattano di cavalleria, le quali non possono essere sempre piene di fortunati avvenimenti.
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-Con todo eso -respondió el bachiller-, dicen algunos que han leído la historia que se holgaran se les hubiera olvidado a los autores della algunos de los infinitos palos que en diferentes encuentros dieron al señor don Quijote.
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— Con tutto ciò, replicò il baccelliere, dicono alcuni che hanno letta la istoria che avrebbero desiderato di vedere dall′autore poste in dimenticanza le bastonate infinite date in diversi incontri al signor don Chisciotte.
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-Ahí entra la verdad de la historia -dijo Sancho.
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— Queste sono verità, disse Sancio, e non potevano essere trascurate da chi racconta.
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-También pudieran callarlos por equidad -dijo don Quijote-, pues las acciones que ni mudan ni alteran la verdad de la historia no hay para qué escribirlas, si han de redundar en menosprecio del señor de la historia. A fee que no fue tan piadoso Eneas como Virgilio le pinta, ni tan prudente Ulises como le describe Homero.
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— Poteano per altro tacerle per giustizia, disse don Chisciotte, perché le azioni dalle quali non viene cangiata od alterata la storia possono passarsi sotto silenzio quando tendono a mettere in discredito il protagonista; e per mia fede che non fu Enea sì pietoso come cel dipinge Virgilio, né sì prudente Ulisse come ci viene descritto da Omero.
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-Así es -replicó Sansón-, pero uno es escribir como poeta y otro como historiador el poeta puede contar, o cantar las cosas, no como fueron, sino como debían ser; y el historiador las ha de escribir, no como debían ser, sino como fueron, sin añadir ni quitar a la verdad cosa alguna.
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— Dice benissimo, vossignoria, soggiunse Sansone; ma altro si è lo scrivere poeticamente, altro il farlo storicamente; è lecito al poeta raccontare o vantare le cose non già quali furono ma quali avrebbero dovuto essere, mentre lo storico invece ha da scriverle non già come avrebbero dovuto essere, ma quali realmente furono senz′alterare in un punto solo la verità o con mutazioni o con aggiunte.
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-Pues si es que se anda a decir verdades ese señor moro -dijo Sancho-, a buen seguro que entre los palos de mi señor se hallen los míos; porque nunca a su merced le tomaron la medida de las espaldas que no me la tomasen a mí de todo el cuerpo; pero no hay de qué maravillarme, pues, como dice el mismo señor mío, del dolor de la cabeza han de participar los miembros.
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— Se è obbligo che questo signor autore Moro racconti il vero, disse Sancio, egli è indubitato che dee fra le bastonate del mio padrone far menzione anche di quelle da me ricevute, mentre non furono a sua signoria macinate giammai le spalle senza che fosse pesto anche a me tutto il corpo: né è da farsene maraviglia, perché come dice il medesimo mio padrone, le membra hanno da partecipare nel dolore della testa.
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-Socarrón sois, Sancho -respondió don Quijote-. A fee que no os falta memoria cuando vos queréis tenerla.
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— Tu sei un furbo, Sancio volpone, rispose don Chisciotte; e in verità che non ti manca memoria quando ti giova l′averla.
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-Cuando yo quisiese olvidarme de los garrotazos que me han dado -dijo Sancho-, no lo consentirán los cardenales, que aún se están en las costillas.
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— Se anche mi sforzassi, disse Sancio, a volermi dimenticare delle bastonate ricevute, non mel permetterebbero le lividure ancora fresche fresche sulle mie costole.
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-Callad, Sancho -dijo don Quijote-, y no interrumpáis al señor bachiller, a quien suplico pase adelante en decirme lo que se dice de mí en la referida historia.
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— Taci, Sancio, don Chisciotte soggiunse, e non interrompere il signor baccelliere, ché io lo prego di mettermi al fatto di tutto quello che di me si dice nella riferita mia istoria.
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-Y de mí -dijo Sancho-, que también dicen que soy yo uno de los principales presonajes della.
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— E di me ancora, disse Sancio, ché dicono che sono uno dei suoi principali personagli.
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-Personajes que no presonajes, Sancho amigo -dijo Sansón.
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— Personaggi (soggiunse Sansone) e non personagli, dovete dire, amico Sancio.
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-¿Otro reprochador de voquibles tenemos? -dijo Sancho-. Pues ándense a eso, y no acabaremos en toda la vida.
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— Oh! mancava anche quest′altro rinfacciatore di bocaboli, soggiunse Sancio: seguiti pure ad emendarmi che non la finiremo mai più.
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-Mala me la dé Dios, Sancho -respondió el bachiller-, si no sois vos la segunda persona de la historia; y que hay tal, que precia más oíros hablar a vos que al más pintado de toda ella, puesto que también hay quien diga que anduvistes demasiadamente de crédulo en creer que podía ser verdad el gobierno de aquella ínsula, ofrecida por el señor don Quijote, que está presente.
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— Dio non mi dia bene, rispose il baccelliere, se voi non siete il secondo personaggio di quella istoria; ed avvi taluno cui vanno a sangue i vostri ragionamenti anche più di quelli di ogn′altro ivi introdotto, tuttoché vi sia chi vi taccia di soverchia credulità nel tenere per vero il governo di quell′isola promessavi dal signor don Chisciotte qui presente.
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-Aún hay sol en las bardas -dijo don Quijote-, y, mientras más fuere entrando en edad Sancho, con la esperiencia que dan los años, estará más idóneo y más hábil para ser gobernador que no está agora.
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— Splende il sole per dar luce anche alle più riposte muraglie, disse don Chisciotte; e quando Sancio sarà avanzato in età, mercé la sperienza degli anni diverrà più accorto e più idoneo di quello che presentemente non sia per esercitare la carica di governatore.
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-Por Dios, señor -dijo Sancho-, la isla que yo no gobernase con los años que tengo, no la gobernaré con los años de Matusalén. El daño está en que la dicha ínsula se entretiene, no sé dónde, y no en faltarme a mí el caletre para gobernarla.
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— Oh povero me! soggiunse Sancio, se non sapessi governare un′isola con gli anni che ho indosso, non ne sarei più capace se vivessi gli anni di Matusalemme: il male si è che questa benedetta isola è stata trattenuta non si sa dove, non già che manchi a me buona testa per governarla.
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-Encomendadlo a Dios, Sancho -dijo don Quijote-, que todo se hará bien, y quizá mejor de lo que vos pensáis; que no se mueve la hoja en el árbol sin la voluntad de Dios.
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— Rimettiti nel signore, disse don Chisciotte, che fa tutto per lo bene e per lo meglio, non movendosi foglia di arbore senza il voler di Dio.
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-Así es verdad -dijo Sansón-, que si Dios quiere, no le faltarán a Sancho mil islas que gobernar, cuanto más una.
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— E questo è vero, disse Sansone, ché se Dio vorrà non mancheranno a Sancio mille isole da governare, non che una sola.
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-Gobernador he visto por ahí -dijo Sancho- que, a mi parecer, no llegan a la suela de mi zapato, y, con todo eso, los llaman señoría, y se sirven con plata.
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— Ho veduto una qualche volta, disse Sancio, dei governatori, che, a quanto mi pare, non valgono la suola delle mie scarpe, e con tutto ciò si rende loro ogni omaggio, e sono serviti in argento.
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-Ésos no son gobernadores de ínsulas -replicó Sansón-, sino de otros gobiernos más manuales; que los que gobiernan ínsulas, por lo menos han de saber gramática.
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— Questi tali, replicò Sansone, non sono già governatori d′isole, ma di altri più manuali governi: chi è destinato a reggere isole dee per lo meno sapere grammatica.
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-Con la grama bien me avendría yo -dijo Sancho-, pero con la tica, ni me tiro ni me pago, porque no la entiendo. Pero, dejando esto del gobierno en las manos de Dios, que me eche a las partes donde más de mí se sirva, digo, señor bachiller Sansón Carrasco, que infinitamente me ha dado gusto que el autor de la historia haya hablado de mí de manera que no enfadan las cosas que de mí se cuentan; que a fe de buen escudero que si hubiera dicho de mí cosas que no fueran muy de cristiano viejo, como soy, que nos habían de oír los sordos.
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— Di grama mi par di sapere qualcosa, ma di tica confesso che non me intendo punto né poco; ma lasciando l′affare del governo nelle mani di Dio, il quale disporrà di me a suo beneplacito, soggiungo, signor baccelliere Sanson Carrasco, che mi piace moltissimo che l′autore dell′istoria abbia fatto menzione di me in maniera che le cose da lui narrate intorno alla mia persona non sieno tali da infastidire i lettori. Da vecchio cristiano che sono, e da buono scudiere vi giuro che se avesse colui detto cose di me meno che proprie ci avrebbero sentiti i sordi!
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-Eso fuera hacer milagros -respondió Sansón.
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— Questo sarebbe far miracoli, rispose Sansone.
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-Milagros o no milagros -dijo Sancho-, cada uno mire cómo habla o cómo escribe de las presonas, y no ponga a troche moche lo primero que le viene al magín.
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— Miracoli o non miracoli, rispose Sancio, guardi ognuno come parla e come scrive delle persone, e non dia di piglio alla penna per raccontare fantasticamente e a suo capriccio i fatti altrui.
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-Una de las tachas que ponen a la tal historia -dijo el bachiller- es que su autor puso en ella una novela intitulada El curioso impertinente; no por mala ni por mal razonada, sino por no ser de aquel lugar, ni tiene que ver con la historia de su merced del señor don Quijote.
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— Una delle accuse apposte a quella istoria, disse il baccelliere, si è che il suo autore vi ha inserita una novella intitolata il Curioso indiscreto non perché sia dispregievole e priva di buon senso, ma perché mal si conviene in quel luogo, non avendo punto che fare colla storia di sua signoria il signor don Chisciotte.
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-Yo apostaré -replicó Sancho- que ha mezclado el hideperro berzas con capachos.
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— Io rinnegherei me stesso, replicò Sancio, quando vedo a questo modo immischiati i cavoli con le sporte.
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-Ahora digo -dijo don Quijote- que no ha sido sabio el autor de mi historia, sino algún ignorante hablador, que, a tiento y sin algún discurso, se puso a escribirla, salga lo que saliere, como hacía Orbaneja, el pintor de Úbeda, al cual preguntándole qué pintaba, respondió ′′Lo que saliere′′. Tal vez pintaba un gallo, de tal suerte y tan mal parecido, que era menester que con letras góticas escribiese junto a él "Éste es gallo". Y así debe de ser de mi historia, que tendrá necesidad de comento para entenderla.
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— Oh adesso sì ch′io sostengo, disse don Chisciotte, che non sia stato un savio l′autore della mia istoria, ma sì bene qualcuno di questi ignoranti cicaloni che senza verun proposito si accingono a scrivere, esca quello che vuol uscire; e si può rassomigliarlo ad Orbaneia, il pittore di Ubeda, che interrogato di quello che dipingesse rispose: quello che verrà fuori, ed una volta dipinse un gallo sì sconciamente che bisognò scrivervi sotto con caratteri gotici: questo è un gallo. Così per appunto accadrà della storia mia cui sarà necessario appiccare un buon commento perché sia intesa.
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-Eso no -respondió Sansón-, porque es tan clara, que no hay cosa que dificultar en ella los niños la manosean, los mozos la leen, los hombres la entienden y los viejos la celebran; y, finalmente, es tan trillada y tan leída y tan sabida de todo género de gentes, que, apenas han visto algún rocín flaco, cuando dicen "allí va Rocinante". Y los que más se han dado a su letura son los pajes no hay antecámara de señor donde no se halle un Don Quijote unos le toman si otros le dejan; éstos le embisten y aquéllos le piden. Finalmente, la tal historia es del más gustoso y menos perjudicial entretenimiento que hasta agora se haya visto, porque en toda ella no se descubre, ni por semejas, una palabra deshonesta ni un pensamiento menos que católico.
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— Non vi sarà bisogno, rispose Sansone, perché ha il merito di tanta chiarezza che non v′è mai un passo difficoltoso. L′hanno tra le mani i fanciulli, dai giovani è letta, è intesa dagli adulti, ne fanno elogio i vecchi, ed è infine sì trita e nota e divulgata presso ogni sorta di gente, che appena s′imbattono in un magro ronzino, e subito gridano: ecco là Ronzinante; e i paggi specialmente sono coloro ai quali più che ad ogni altro va a sangue la sua lettura. Non havvi anticamera di signore dove non si trovi un don Chisciotte: uno lo piglia se un altro lo lascia, e se lo rubano dalle mani; e per dire tutto in un fiato procura questa istoria il più dilettevole e innocente trattenimento che finora si sia trovato, non riscontrandovisi, mai neppure per ombra una licenziosa parola od una proposizione meno che cattolica.
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-A escribir de otra suerte -dijo don Quijote-, no fuera escribir verdades, sino mentiras; y los historiadores que de mentiras se valen habían de ser quemados, como los que hacen moneda falsa; y no sé yo qué le movió al autor a valerse de novelas y cuentos ajenos, habiendo tanto que escribir en los míos sin duda se debió de atener al refrán "De paja y de heno. .", etcétera. Pues en verdad que en sólo manifestar mis pensamientos, mis sospiros, mis lágrimas, mis buenos deseos y mis acometimientos pudiera hacer un volumen mayor, o tan grande que el que pueden hacer todas las obras del Tostado. En efeto, lo que yo alcanzo, señor bachiller, es que para componer historias y libros, de cualquier suerte que sean, es menester un gran juicio y un maduro entendimiento. Decir gracias y escribir donaires es de grandes ingenios la más discreta figura de la comedia es la del bobo, porque no lo ha de ser el que quiere dar a entender que es simple. La historia es como cosa sagrada; porque ha de ser verdadera, y donde está la verdad está Dios, en cuanto a verdad; pero, no obstante esto, hay algunos que así componen y arrojan libros de sí como si fuesen buñuelos.
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— Se fosse scritta altrimenti, disse don Chisciotte, potrebbe tacciarsi a buon diritto di menzognera; e gli storici che non si attengono alla verità, meritano di essere dati alle fiamme come i fabbricatori di monete false. Non posso poi immaginare per qual motivo l′autore si sia condotto ad inserirvi novelle straniere alla narrazione, quando le cose spettanti a me gli potevano bastar a dovizia. Egli doveva attenersi al proverbio: della paglia e del fieno, ecc., e in verità col solo manifestar i miei pensamenti, i miei sospiri, le mie lagrime, gli onesti miei desiderî e le mie ardite prodezze, aveva largo campo di comporre un volume molto maggiore, o di tale grandezza da equivalere nella mole alle opere tutte scritte dal Tostato. Insomma io penso signor baccelliere mio, che per comporre storie o libri di qualsivoglia natura, siavi d′uopo di un gran giudizio e di maturo discernimento: e che sia proprio unicamente di alti ingegni lo scrivere opere graziose e leggiadre. Il più difficile personaggio in una commedia è quello di chi fa la parte dello sciocco; perché non deve essere uno stolto da vero chi si propone di parer tale. La storia è come una cosa sacra: debb′essere vera; dov′è la verità v′è Iddio Signore quanto alla verità: ciò null′ostante vi sono taluni che scrivono libri sine fine, e li cavano dal loro cervello sì spensieratamente come se fossero paste fritte.
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-No hay libro tan malo -dijo el bachiller- que no tenga algo bueno.
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— Non trovasi, disse il baccelliere, libro sì sciagurato che in sé non contenga qualche cosa di buono.
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-No hay duda en eso -replicó don Quijote-; pero muchas veces acontece que los que tenían méritamente granjeada y alcanzada gran fama por sus escritos, en dándolos a la estampa, la perdieron del todo, o la menoscabaron en algo.
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— Non mi oppongo, soggiunse don Chisciotte, ma sovente accade che taluno che godea un′alta riputazione per i suoi scritti finché li tenne presso di sé, la perdette poi nel darli alle stampe, o se non altro la oscurò di assai
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-La causa deso es -dijo Sansón- que, como las obras impresas se miran despacio, fácilmente se veen sus faltas, y tanto más se escudriñan cuanto es mayor la fama del que las compuso. Los hombres famosos por sus ingenios, los grandes poetas, los ilustres historiadores, siempre, o las más veces, son envidiados de aquellos que tienen por gusto y por particular entretenimiento juzgar los escritos ajenos, sin haber dado algunos propios a la luz del mundo.
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— Questo nasce, riprese Sansone, perché si conoscono i difetti dei libri tostoché si può fare su di essi matura ponderazione; e tanto più si vanno scrutinando quanto più grande è la fama degli autori che gli hanno composti. Gli uomini chiari per sommo ingegno, i grandi poeti, gli storici illustri, o sempre o per lo più, sono invidiati da quelli che attendono solo a scardassare le opere altrui senz′aver essi dato mai una pagina sola alla luce del mondo.
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-Eso no es de maravillar -dijo don Quijote-, porque muchos teólogos hay que no son buenos para el púlpito, y son bonísimos para conocer las faltas o sobras de los que predican.
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— Ciò non dee recar maraviglia, disse don Chisciotte, essendovi molti teologi non atti alla predicazione, ma esperti a conoscere gli errori e i mancamenti di quelli che predicano.
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-Todo eso es así, señor don Quijote -dijo Carrasco-, pero quisiera yo que los tales censuradores fueran más misericordiosos y menos escrupulosos, sin atenerse a los átomos del sol clarísimo de la obra de que murmuran; que si aliquando bonus dormitat Homerus, consideren lo mucho que estuvo despierto, por dar la luz de su obra con la menos sombra que pudiese; y quizá podría ser que lo que a ellos les parece mal fuesen lunares, que a las veces acrecientan la hermosura del rostro que los tiene; y así, digo que es grandísimo el riesgo a que se pone el que imprime un libro, siendo de toda imposibilidad imposible componerle tal, que satisfaga y contente a todos los que le leyeren.
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— La cosa cammina per lo appunto come voi dite, o signor don Chisciotte, soggiunse Carrasco: ma io vorrei che tali censori fossero più indulgenti e meno scrupolosi, e non istessero ad appuntare qualche macchiuzza nel chiarissimo sole di quell′opera della quale mormorano: che se aliquando bonus dormitat Homerus, pongano mente al molto tempo in cui stette desto l′autore per dare la sua fatica alla luce colle minori macchie che avesse potuto: e forse potrebbe anche esser che quello che ad alcuni suona male, fosse alcuna ombra aggiunta per accrescer il bello, come que′ nèi che talvolta rendono più gustosa la vaghezza di un viso. Tengo dunque per fermo che molto avventura chi espone uno scritto alla critica del mondo, essendo impossibile comporlo tale da render soddisfatti e contenti quelli tutti che lo leggeranno.
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-El que de mí trata -dijo don Quijote-, a pocos habrá contentado.
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— Il libro che tratta della mia persona, disse don Chisciotte, pochi avrà per certo appagato.
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-Antes es al revés; que, como de stultorum infinitus est numerus, infinitos son los que han gustado de la tal historia; y algunos han puesto falta y dolo en la memoria del autor, pues se le olvida de contar quién fue el ladrón que hurtó el rucio a Sancho, que allí no se declara, y sólo se infiere de lo escrito que se le hurtaron, y de allí a poco le vemos a caballo sobre el mesmo jumento, sin haber parecido. También dicen que se le olvidó poner lo que Sancho hizo de aquellos cien escudos que halló en la maleta en Sierra Morena, que nunca más los nombra, y hay muchos que desean saber qué hizo dellos, o en qué los gastó, que es uno de los puntos sustanciales que faltan en la obra.
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— Anzi al contrario, lo interruppe Carrasco; che siccome stultorum infinitus est numerus, così infiniti sono quelli che l′hanno assaporato. Non è mancato però chi ascrisse a difetto di memoria dell′autore l′essersi dimenticato di far sapere chi fosse il ladro che rubò il leardo a Sancio, perocché ei racconta che l′asino fu rubato, e poi di lì a poco vediamo che Sancio lo vien cavalcando senza che se ne sappia il come. Lo accusano similmente di avere omesso di dar conto dell′uso fatto da Sancio di quei cento scudi che trovò nel valigiotto in Sierra Morena, i quali scudi non sono più rammentati; mentre molti bramerebbero sapere che cosa Sancio ne fece e come li consumò: e questo dicono ch′è uno dei principali difetti dell′opera. »
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-Sancho respondió.
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Sancio rispose:
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-Yo, señor Sansón, no estoy ahora para ponerme en cuentas ni cuentos; que me ha tomado un desmayo de estómago, que si no le reparo con dos tragos de lo añejo, me pondrá en la espina de Santa Lucía. En casa lo tengo, mi oíslo me aguarda; en acabando de comer, daré la vuelta, y satisfaré a vuestra merced y a todo el mundo de lo que preguntar quisieren, así de la pérdida del jumento como del gasto de los cien escudos.
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— Io, signor Sansone, non mi sento voglia d′investigar o di rifare conti... oh Dio! mi coglie in questo punto uno svenimento da cui se non posso ripararmi con un po′ di buon vino vecchio corro a rischio di ammalarmi o di crepare: oh vi so dire che ne ho un barile a casa di perfetto ai vostri comandi, ed intanto penso di andarvi, ché la mia cara moglie mi aspetta: quando mi sarò ristorato lo stomaco tornerò qua e darò a vossignoria e a tutto il mondo quegli schiarimenti che più vorranno così rispetto alla perdita del giumento come all′impiego de′ cento scudi. »
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Y, sin esperar respuesta ni decir otra palabra, se fue a su casa.
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Senz′aspettare altre risposte od aggiunger parola, se n′andò Sancio a casa di filo.
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Don Quijote pidió y rogó al bachiller se quedase a hacer penitencia con él. Tuvo el bachiller el envite quedóse, añadióse al ordinaro un par de pichones, tratóse en la mesa de caballerías, siguióle el humor Carrasco, acabóse el banquete, durmieron la siesta, volvió Sancho y renovóse la plática pasada.
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Don Chisciotte pregò vivamente il baccelliere che stesse a far penitenza seco, e il baccelliere accettò l′invito e restò. Si aggiunse al pranzo consueto un paio di piccioni, e a tavola si ragionò di cose toccanti la cavalleria. Carrasco secondò l′umore di don Chisciotte. Finito il desinare dormirono un pochetto; Sancio intanto tornò, e fu ripigliato l′interrotto ragionamento.
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II. Capítulo IV. Donde Sancho Panza satisface al bachiller Sansón Carrasco de sus dudas y preguntas, con otros sucesos dignos de saberse y de contarse.
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CAPITOLO IV VENGONO SCIOLTI DA SANCIO PANCIA I DUBBI PROMOSSI DAL BACCELLIERE SANSONE CARRASCO E RESTANO SODDISFATTE LE SUE DOMANDE; CON LA GIUNTA Dl ALTRI SUCCESSI DEGNI DI ESSERE SAPUTI E RACCONTATI.
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Volvió Sancho a casa de don Quijote, y, volviendo al pasado razonamiento, dijo.
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Sancio tornò a casa di don Chisciotte; e ripigliando l′interrotto discorso, si fece a dire:
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-A lo que el señor Sansón dijo que se deseaba saber quién, o cómo, o cuándo se me hurtó el jumento, respondiendo digo que la noche misma que, huyendo de la Santa Hermandad, nos entramos en Sierra Morena, después de la aventura sin ventura de los galeotes y de la del difunto que llevaban a Segovia, mi señor y yo nos metimos entre una espesura, adonde mi señor arrimado a su lanza, y yo sobre mi rucio, molidos y cansados de las pasadas refriegas, nos pusimos a dormir como si fuera sobre cuatro colchones de pluma; especialmente yo dormí con tan pesado sueño, que quienquiera que fue tuvo lugar de llegar y suspenderme sobre cuatro estacas que puso a los cuatro lados de la albarda, de manera que me dejó a caballo sobre ella, y me sacó debajo de mí al rucio, sin que yo lo sintiese.
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— Quanto a quello che il signor Sansone disse che si desiderava di sapere da chi o come o quando siami stato rubato il giumento, rispondo: La stessa notte in cui scappando dalla Giustizia siamo entrati in Sierra Morena, dopo la sventurata avventura dei galeotti e l′altra del morto ch′era portato a Segovia, il mio padrone ed io ci siamo internati tra certe macchie, dove egli appoggiato alla sua lancia ed io sopra il mio leardo, stanchi e pesti in conseguenza delle passate scaramuccie, cominciammo a riposarci come se fossimo coricati su quattro sprimacciati guanciali. Io dormii sì profondamente che non so chi sia stato colui che a suo grand′agio mettendo quattro puntelli ai quattro angoli della bardella, mi lasciò là cavalcioni, e mi trasse di sotto il leardo senza che io abbia potuto accorgermene.
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-Eso es cosa fácil, y no acontecimiento nuevo, que lo mesmo le sucedió a Sacripante cuando, estando en el cerco de Albraca, con esa misma invención le sacó el caballo de entre las piernas aquel famoso ladrón llamado Brunelo.
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— Non vi è difficoltà in questo, né questa è novità, disse don Chisciotte, mentre lo stesso intervenne a Sacripante allorché trovandosi all′assedio di Albracca gli fu, mediante la stessa invenzione, cavato di sotto le gambe il cavallo dal famoso ladro Brunello
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-Amaneció -prosiguió Sancho-, y, apenas me hube estremecido, cuando, faltando las estacas, di conmigo en el suelo una gran caída; miré por el jumento, y no le vi; acudiéronme lágrimas a los ojos, y hice una lamentación, que si no la puso el autor de nuestra historia, puede hacer cuenta que no puso cosa buena. Al cabo de no sé cuántos días, viniendo con la señora princesa Micomicona, conocí mi asno, y que venía sobre él en hábito de gitano aquel Ginés de Pasamonte, aquel embustero y grandísimo maleador que quitamos mi señor y yo de la cadena.
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— Comparve il giorno, soggiunse Sancio, e nel destarmi non ebbi appena data intenzione di muovermi, che spostati i puntelli, diedi uno stramazzone in terra: guardai dell′asino e più non lo vidi. Piansi allora dirottamente, e feci un lamento sì lungo che manca una bella cosa all′opera se l′autore lo ha ommesso. A capo di alcuni giorni poi, trovandomi colla signora principessa Micomicona, io riconobbi il mio asino ch′era cavalcato da Gines di Passamonte in abito di zingaro; quell′imbroglione e quel gran furbo a cui dal mio padrone e da me erano state tolte le catene dai piedi e dalle mani.
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-No está en eso el yerro -replicó Sansón-, sino en que, antes de haber parecido el jumento, dice el autor que iba a caballo Sancho en el mesmo rucio.
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— L′errore non consiste in questo, replicò Sansone; ma in ciò, che prima che fosse trovato da Sancio il giumento, dice l′autore che Sancio, cavalcava il leardo medesimo.
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-A eso -dijo Sancho-, no sé qué responder, sino que el historiador se engañó, o ya sería descuido del impresor.
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— A questo poi altro non so rispondere, disse Sancio se non che o lo storico è caduto in errore, o è stata trascuratezza dello stampatore.
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-Así es, sin duda -dijo Sansón-; pero, ¿qué se hicieron los cien escudos?; ¿deshiciéronse.
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— Così debb′essere indubitamente, disse Sansone; ma come furono impiegati i cento scudi?
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Respondió Sancho.
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— Sono sfumati, rispose Sancio,
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-Yo los gasté en pro de mi persona y de la de mi mujer, y de mis hijos, y ellos han sido causa de que mi mujer lleve en paciencia los caminos y carreras que he andado sirviendo a mi señor don Quijote; que si, al cabo de tanto tiempo, volviera sin blanca y sin el jumento a mi casa, negra ventura me esperaba; y si hay más que saber de mí, aquí estoy, que responderé al mismo rey en presona, y nadie tiene para qué meterse en si truje o no truje, si gasté o no gasté; que si los palos que me dieron en estos viajes se hubieran de pagar a dinero, aunque no se tasaran sino a cuatro maravedís cada uno, en otros cien escudos no había para pagarme la mitad; y cada uno meta la mano en su pecho, y no se ponga a juzgar lo blanco por negro y lo negro por blanco; que cada uno es como Dios le hizo, y aun peor muchas veces.
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ed io li ho consumati a benefizio mio, di mia moglie e dei miei figliuoli: e questi scudi sono stati la cagione che mia moglie sopportò pazientemente i viaggi e le corse da me fatte servendo al signor don Chisciotte: ché se dopo sì lungo tempo fossi tornato a casa colle mani vôte e senza asino, la mala ventura mi avrebbe colto: e se c′è chi voglia altro sapere dei fatti miei, eccomi qua pronto a rispondere anche al re in persona: né serve che alcuno si dia la frega di mettere la sua pezzuola per sapere se abbia io portato, o non abbia portato, se abbia speso o non speso, ché se si avessero a pagare con denaro le bastonate che mi hanno regalate in questi viaggi, quando anche si valutassero a quattro maravedis per una, non avrei la metà del mio credito colla giunta di altri cento scudi. Si metta ognuno le mani al petto, né gli venga il ruzzo di giudicar il nero per bianco: perché ognuno segue la sua natura, ed il più delle volte anche peggio.
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-Yo tendré cuidado -dijo Carrasco- de acusar al autor de la historia que si otra vez la imprimiere, no se le olvide esto que el buen Sancho ha dicho, que será realzarla un buen coto más de lo que ella se está.
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— Sarà mio pensiero, disse Carrasco, che l′autore della istoria, se la ristamperà, non lasci d′inserirvi quant′ora ha detto il buon Sancio, che sarà un notevole accrescimento di perfezione.
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-¿Hay otra cosa que enmendar en esa leyenda, señor bachiller? -preguntó don Quijote.
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— Evvi altro da emendare in questa leggenda, signor baccelliere? domandò don Chisciotte.
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-Sí debe de haber -respondió él-, pero ninguna debe de ser de la importancia de las ya referidas.
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— Debb′esservi sicuramente qualcosa, rispos′egli; non però più importante delle riferite.
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-Y por ventura -dijo don Quijote-, ¿promete el autor segunda parte.
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— E per ventura, disse don Chisciotte, promette l′autore anche una seconda parte?
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-Sí promete -respondió Sansón-, pero dice que no ha hallado ni sabe quién la tiene, y así, estamos en duda si saldrá o no; y así por esto como porque algunos dicen "Nunca segundas partes fueron buenas", y otros "De las cosas de don Quijote bastan las escritas", se duda que no ha de haber segunda parte; aunque algunos que son más joviales que saturninos dicen "Vengan más quijotadas embista don Quijote y hable Sancho Panza, y sea lo que fuere, que con eso nos contentamos".
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— Mai sì, rispose Sansone: dice però che non l′ha ritrovata, né egli sa a cui volgersi per trovarla, e noi dubitiamo se uscirà o no alla luce del mondo: tanto più che non riuscirono mai buone le seconde parti: altri sostengono che quanto si è scritto di don Chisciotte già è abbastanza; e certi uomini poi di umore più gioviale che saturnino, dicono: vengano pure delle altre chisciottate: combatta don Chisciotte e chiacchieri Sancio Pancia, e avvenga ciò che piace, che noi saremo contenti.
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-Y ¿a qué se atiene el autor.
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— E quale è lo scopo dell′autore? disse don Chisciotte.
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-A que -respondió Sansón-, en hallando que halle la historia, que él va buscando con extraordinarias diligencias, la dará luego a la estampa, llevado más del interés que de darla se le sigue que de otra alabanza alguna.
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— Quale? rispose Sansone: tosto che egli trovi la storia che va cercando con intento animo, la darà alle stampe più colla speranza di farne guadagno che di acquistarne lode.
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A lo que dijo Sancho.
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— In questo caso, disse Sancio,
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-¿Al dinero y al interés mira el autor? Maravilla será que acierte, porque no hará sino harbar, harbar, como sastre en vísperas de pascuas, y las obras que se hacen apriesa nunca se acaban con la perfeción que requieren. Atienda ese señor moro, o lo que es, a mirar lo que hace; que yo y mi señor le daremos tanto ripio a la mano en materia de aventuras y de sucesos diferentes, que pueda componer no sólo segunda parte, sino ciento. Debe de pensar el buen hombre, sin duda, que nos dormimos aquí en las pajas; pues ténganos el pie al herrar, y verá del que cosqueamos. Lo que yo sé decir es que si mi señor tomase mi consejo, ya habíamos de estar en esas campañas deshaciendo agravios y enderezando tuertos, como es uso y costumbre de los buenos andantes caballeros.
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l′autore non guarda che al denaro e all′interesse, e sarà maraviglia che gli riesca cosa degna di lode, perché non farà che imbastire e rimbastire, come fa il sarto alla vigilia di Pasqua: quelle fatture che si compongono in fretta, non riescono mai belle e perfette: oh badi bene, il signor Moro o chi egli si sia, a quello che fa, che io e ′l mio padrone gli potremmo dare sì abbondante materia di avventure e di successi varî fra loro da comporre non una sola seconda parte, ma cento; e badi il dabben uomo che noi non ce ne stiamo qui colle mani alla cintola, ma se ci verrà a ferrare il piede, si accorgerà da quale noi zoppicchiamo; quello poi che so dire si è che se il mio padrone si attenesse al mio consiglio, noi a quest′ora saremmo già in campagna a disfar nuove offese, e a raddrizzar torti, com′è lodevole costume di tutti i buoni cavalieri erranti. »
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No había bien acabado de decir estas razones Sancho, cuando llegaron a sus oídos relinchos de Rocinante; los cuales relinchos tomó don Quijote por felicísimo agüero, y determinó de hacer de allí a tres o cuatro días otra salida; y, declarando su intento al bachiller, le pidió consejo por qué parte comenzaría su jornada; el cual le respondió que era su parecer que fuese al reino de Aragón y a la ciudad de Zaragoza, adonde, de allí a pocos días, se habían de hacer unas solenísimas justas por la fiesta de San Jorge, en las cuales podría ganar fama sobre todos los caballeros aragoneses, que sería ganarla sobre todos los del mundo. Alabóle ser honradísima y valentísima su determinación, y advirtióle que anduviese más atentado en acometer los peligros, a causa que su vida no era suya, sino de todos aquellos que le habían de menester para que los amparase y socorriese en sus desventuras.
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Non aveva Sancio finite queste parole, che Ronzinante mandò fuori un acuto nitrito da cui trasse don Chisciotte felicissimo augurio, e deliberossi di uscir fuori un′altra volta in nuova campagna fra tre o quattro giorni. Partecipando al baccelliere la sua risoluzione, gli domandò consiglio per dove cominciare dovesse la sua prima giornata; ed egli rispose che era di avviso che se ne andasse alla volta del regno di Aragona e nella città di Saragozza, dove tra non molto doveva farsi una solennissima giostra per la festività di san Giorgio, nella quale avrebbe potuto acquistar fama sopra tutti i cavalieri aragonesi; e ciò sarebbe lo stesso come superare i cavalieri tutti del mondo. Aggiunse che sarebbe a onoratissima e valorosissima la sua risoluzione, e lo avvertì a tenersi più riserbato nell′avventurarsi ai pericoli perché la sua vita non era sua, ma di tutti quelli che ne aveano d′uopo per essere soccorsi e difesi nelle loro sventure.
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-Deso es lo que yo reniego, señor Sansón -dijo a este punto Sancho-, que así acomete mi señor a cien hombres armados como un muchacho goloso a media docena de badeas. ¡Cuerpo del mundo, señor bachiller! Sí, que tiempos hay de acometer y tiempos de retirar; sí, no ha de ser todo "¡Santiago, y cierra, España!" Y más, que yo he oído decir, y creo que a mi señor mismo, si mal no me acuerdo, que en los estremos de cobarde y de temerario está el medio de la valentía; y si esto es así, no quiero que huya sin tener para qué, ni que acometa cuando la demasía pide otra cosa. Pero, sobre todo, aviso a mi señor que si me ha de llevar consigo, ha de ser con condición que él se lo ha de batallar todo, y que yo no he de estar obligado a otra cosa que a mirar por su persona en lo que tocare a su limpieza y a su regalo; que en esto yo le bailaré el agua delante; pero pensar que tengo de poner mano a la espada, aunque sea contra villanos malandrines de hacha y capellina, es pensar en lo escusado. Yo, señor Sansón, no pienso granjear fama de valiente, sino del mejor y más leal escudero que jamás sirvió a caballero andante; y si mi señor don Quijote, obligado de mis muchos y buenos servicios, quisiere darme alguna ínsula de las muchas que su merced dice que se ha de topar por ahí, recibiré mucha merced en ello; y cuando no me la diere, nacido soy, y no ha de vivir el hombre en hoto de otro sino de Dios; y más, que tan bien, y aun quizá mejor, me sabrá el pan desgobernado que siendo gobernador; y ¿sé yo por ventura si en esos gobiernos me tiene aparejada el diablo alguna zancadilla donde tropiece y caiga y me haga las muelas? Sancho nací, y Sancho pienso morir; pero si con todo esto, de buenas a buenas, sin mucha solicitud y sin mucho riesgo, me deparase el cielo alguna ínsula, o otra cosa semejante, no soy tan necio que la desechase; que también se dice "Cuando te dieren la vaquilla, corre con la soguilla"; y "Cuando viene el bien, mételo en tu casa".
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— Questo è quello che qualche volta mi fa uscire dei gangheri, disse Sancio a tal punto; perché il mio padrone assale cento uomini armati con quella facilità con cui un ragazzo goloso si getta addosso ad una mezza dozzina di frittelle. Corpo del mondo! signor baccelliere, ha da esservi il suo tempo di combatter e quello di ritirarsi, e non sempre si ha da gridare San Jacopo e avanti Spagna; e ciò tanto più quantoché io intesi dire, e dal mio padrone medesimo, se ben mi ricordo, che il valore sta in mezzo agli estremi che sono la codardia e la temerità: ora se così è, mi pare che l′uomo non debba né mettersi a fuggire senza ragione, né cimentarsi quando n′abbia il capriccio. In fine faccio avvertito il mio padrone che se vuole che io lo segua, ciò debb′essere a patto che nelle zuffe ha ad entrare egli solo, e che io non debbo aver altro obbligo fuori quello di tener conto della sua persona in ciò che si appartiene alla pulitezza e al buon servigio: ché in queste gli porterò l′acqua cogli orecchi; ma s′inganna poi a partito se crede che io debba cacciar mano alla spada, se pur fosse contro villani malandrini, e contro la vile ciurmaglia. A me, signor Sansone mio, non passa neppur in pensiero di acquistar fama di valoroso, ma bastami il nome del migliore e del più leale scudiere che abbia servito mai cavaliere errante; e se il mio signor don Chisciotte, obbligato dai miei molti e buoni servigi, vorrà regalarmi una delle molte isole che sua signoria dice di dover conquistare fra poco, io l′avrò per buona retribuzione; e in caso che non me la dia vi so dire che sono al mondo ancor io, e che l′uomo non ha da vivere sulle speranze che gli dànno gli uomini, ma nella confidenza in Dio; e può forse accadere che mi riesca più saporito il pane sgovernato che quello di governatore. E non potrebbe il diavolo apparecchiarmi in questi governi qualche trabocchetto da farmi inciampare e cadere e rompere i mascellari? Oh io nacqui Sancio, e Sancio voglio morire: e se a fronte di tutto questo piacesse al cielo, senza mio molto fastidio o risico, di offrirmi per caso qualche isola od altra simile cosa, non sarei già sì balordo da rifiutarla; ché dice il proverbio: se altri ti dà la giovenca, e tu mettile la corda al collo; e quando ti arriva il bene, portalo in casa tua.
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-Vos, hermano Sancho -dijo Carrasco-, habéis hablado como un catedrático; pero, con todo eso, confiad en Dios y en el señor don Quijote, que os ha de dar un reino, no que una ínsula.
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— Voi, fratello Sancio, disse Carrasco, avete parlato come uomo da cattedra; confidate pure in Dio e nel signor don Chisciotte, che egli vi donerà un regno nonché un′isola.
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-Tanto es lo de más como lo de menos -respondió Sancho-; aunque sé decir al señor Carrasco que no echara mi señor el reino que me diera en saco roto, que yo he tomado el pulso a mí mismo, y me hallo con salud para regir reinos y gobernar ínsulas, y esto ya otras veces lo he dicho a mi señor.
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— Tanto mi fa l′uno come l′altra, rispose Sancio; e so dire al signor Carrasco che se il mio padrone darà un regno a me non lo avrà messo per questo in un sacco rotto; ed io già mi ho tastato il polso ben bene, e mi trovo forte quanto basta per mettermi alla testa di regni ed al governo d′isole; cosa che ho già replicamente detto al mio padrone.
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-Mirad, Sancho -dijo Sansón-, que los oficios mudan las costumbres, y podría ser que viéndoos gobernador no conociésedes a la madre que os parió.
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— State, o Sancio, sopra voi stesso, disse Sansone, ché gli offìci mutano i costumi; e potrebbe accadere che trovandovi fatto governatore non conosciate più la madre che vi ha partorito.
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-Eso allá se ha de entender -respondió Sancho- con los que nacieron en las malvas, y no con los que tienen sobre el alma cuatro dedos de enjundia de cristianos viejos, como yo los tengo. ¡No, sino llegaos a mi condición, que sabrá usar de desagradecimiento con alguno!
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— Questo si ha da dire, rispose Sancio, a chi è nato nei deserti, e non ha l′anima unta con quattro dita di sugna da cristiano vecchio come la tengo io: né io sono uomo a cui si possa dare meritamente la taccia d′ingrato verso chicchessia.
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-Dios lo haga -dijo don Quijote-, y ello dirá cuando el gobierno venga; que ya me parece que le trayo entre los ojos.
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— Piaccia a Dio che sia così, disse allora don Chisciotte e ne avremo la prova quando venga l′ora del governo, e che già mi pare di averlo dinanzi agli occhi... »
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Dicho esto, rogó al bachiller que, si era poeta, le hiciese merced de componerle unos versos que tratasen de la despedida que pensaba hacer de su señora Dulcinea del Toboso, y que advirtiese que en el principio de cada verso había de poner una letra de su nombre, de manera que al fin de los versos, juntando las primeras letras, se leyese Dulcinea del Toboso.
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Ciò detto, pregò il baccelliere che s′egli era poeta volesse comporgli qualche verso che trattasse del commiato che pensava pigliar dalla sua signora Dulcinea del Toboso, coll′avvertenza di cominciare ogni riga con una lettera del nome di lei, di maniera che, unendo la prima lettera d′ogni verso, si leggesse Dulcinea del Toboso.
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El bachiller respondió que, puesto que él no era de los famosos poetas que había en España, que decían que no eran sino tres y medio, que no dejaría de componer los tales metros, aunque hallaba una dificultad grande en su composición, a causa que las letras que contenían el nombre eran diez y siete; y que si hacía cuatro castellanas de a cuatro versos, sobrara una letra; y si de a cinco, a quien llaman décimas o redondillas, faltaban tres letras; pero, con todo eso, procuraría embeber una letra lo mejor que pudiese, de manera que en las cuatro castellanas se incluyese el nombre de Dulcinea del Toboso.
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Il baccelliere rispose che quantunque non fosse uno dei rinomati poeti viventi in Ispagna (i quali, a parer suo, non oltrepassavano il numero di tre e mezzo), non lascerebbe di comporre in tal metro, se non che la sua composizione trovato avrebbe grandi ostacoli a cagion che le lettere contenute in quel nome erano diciassette, e componendo quattro castigliane di quattro versi sopravvanza una lettera, e se di cinque (che si chiamano decine o ridondiglie) mancavano tre lettere; contuttociò procurerebbe d′incastrare una lettera dove meglio credesse per modo che nelle quattro castigliane si racchiudesse il nome di Dulcinea del Toboso.
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-Ha de ser así en todo caso -dijo don Quijote-; que si allí no va el nombre patente y de manifiesto, no hay mujer que crea que para ella se hicieron los metros.
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— Così debb′essere assolutamente, disse don Chisciotte: che se il nome non è patente e a pennello, ogni altra donna potrebbe credere che la poesia fosse composta per lei. »
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Quedaron en esto y en que la partida sería de allí a ocho días. Encargó don Quijote al bachiller la tuviese secreta, especialmente al cura y a maese Nicolás, y a su sobrina y al ama, porque no estorbasen su honrada y valerosa determinación. Todo lo prometió Carrasco. Con esto se despidió, encargando a don Quijote que de todos sus buenos o malos sucesos le avisase, habiendo comodidad; y así, se despidieron, y Sancho fue a poner en orden lo necesario para su jornada.
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Così convennero, e la partenza fu stabilita tra otto giorni. Don Chisciotte prescrisse al baccelliere di non parlarne a nessuno, specialmente al curato ed al barbiere, nonché alla serva ed alla nipote, affinché non si opponessero a così onorata e valorosa risoluzione. Carrasco promise di obbedirlo; e con questo si tolse licenza da don Chisciotte, pregandolo che lo informasse di tutti i suoi o avventurosi o disgraziati successi quando ne avesse opportunità. Si separarono, e Sancio andò a metter in pronto ogni cosa per la terza uscita in campagna.
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II. Capítulo V. De la discreta y graciosa plática que pasó entre Sancho Panza y su mujer Teresa Panza, y otros sucesos dignos de felice recordación.
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CAPITOLO V DELL′ACCORTA E GRAZIOSA CONVERSAZIONE TENUTA DA SANCIO PANCIA CON TERESA SUA MOGLIE, E DI ALTRI AVVENIMENTI DEGNI DI FELICE RICORDANZA.
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(Llegando a escribir el traductor desta historia este quinto capítulo, dice que le tiene por apócrifo, porque en él habla Sancho Panza con otro estilo del que se podía prometer de su corto ingenio, y dice cosas tan sutiles, que no tiene por posible que él las supiese; pero que no quiso dejar de traducirlo, por cumplir con lo que a su oficio debía; y así, prosiguió diciendo.
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Entrando il traduttore di questa istoria a trascrivere il presente quinto capitolo, dichiara che lo tiene per apocrifo; giacché Sancio Pancia parla qui d′un modo troppo diverso da quello che lo scarso suo ingegno poteva promettere, e dice cose sì ponderate e sottili da parergli impossibile che le sapesse. Non volle per questo lasciar di tradurlo per non mancare al suo dovere, e quindi prosegue nel seguente modo:
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Llegó Sancho a su casa tan regocijado y alegre, que su mujer conoció su alegría a tiro de ballesta; tanto, que la obligó a preguntarle.
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Giunse Sancio a casa sua con sì grande giubilo e festa che a un tiro di balestra Teresa sua moglie si accorse della sua letizia e gli disse:
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-¿Qué traés, Sancho amigo, que tan alegre venís.
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— Che rechi tu di buono, amico Sancio, ché sei così lieto?
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A lo que él respondió.
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— Moglie mia, le rispose,
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-Mujer mía, si Dios quisiera, bien me holgara yo de no estar tan contento como muestro.
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se piacesse a Dio vorrei non essere così contento come ti sembro.
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-No os entiendo, marido -replicó ella-, y no sé qué queréis decir en eso de que os holgáredes, si Dios quisiera, de no estar contento; que, maguer tonta, no sé yo quién recibe gusto de no tenerle.
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— Non intendo, marito mio, replicò ella, né so concepir perché tu dica che brameresti, piacendo a Dio, non essere contento come apparisci; per quanto io sia balorda non so che vi sia chi non goda di esser contento.
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-Mirad, Teresa -respondió Sancho- yo estoy alegre porque tengo determinado de volver a servir a mi amo don Quijote, el cual quiere la vez tercera salir a buscar las aventuras; y yo vuelvo a salir con él, porque lo quiere así mi necesidad, junto con la esperanza, que me alegra, de pensar si podré hallar otros cien escudos como los ya gastados, puesto que me entristece el haberme de apartar de ti y de mis hijos; y si Dios quisiera darme de comer a pie enjuto y en mi casa, sin traerme por vericuetos y encrucijadas, pues lo podía hacer a poca costa y no más de quererlo, claro está que mi alegría fuera más firme y valedera, pues que la que tengo va mezclada con la tristeza del dejarte; así que, dije bien que holgara, si Dios quisiera, de no estar contento.
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— Sappi, Teresa, rispose Sancio, che la mia gioia proviene dall′essermi determinato di tornare al servigio del mio padrone don Chisciotte, il quale è ora deliberato d′uscire una terza volta in campagna a cercar avventure. Io voglio seguirlo costretto dalla necessità ed anche dalla speranza che mi consola nel pensar se potessi trovare altri cento scudi come i già inghiottiti; ma mi sconforta l′idea di dovermi divider da te e dai miei figliuoli, che se a Dio piacesse di darmi da mangiare a piede asciutto e in casa mia senza farmi girare per catapecchie e per precipizî (ché lo potrebbe fare con poca spesa e col solo volerlo), egli è di tutta evidenza che questa mia allegrezza sarebbe più stabile e vera, quando adesso è mista al dolore di dovervi abbandonare. Ho dunque detto bene che avrei un gran gusto, se Dio volesse, di non essere contento.
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-Mirad, Sancho -replicó Teresa- después que os hicistes miembro de caballero andante habláis de tan rodeada manera, que no hay quien os entienda.
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— Gran che, Sancio mio, gli rispose donna; da che sei divenuto membro di cavaliere errante tu parli in maniera raggirativa, tanto che nessuno ti può capire.
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-Basta que me entienda Dios, mujer -respondió Sancho-, que Él es el entendedor de todas las cosas, y quédese esto aquí; y advertid, hermana, que os conviene tener cuenta estos tres días con el rucio, de manera que esté para armas tomar dobladle los piensos, requerid la albarda y las demás jarcias, porque no vamos a bodas, sino a rodear el mundo, y a tener dares y tomares con gigantes, con endriagos y con vestiglos, y a oír silbos, rugidos, bramidos y baladros; y aun todo esto fuera flores de cantueso si no tuviéramos que entender con yangüeses y con moros encantados.
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— Basta che m′intenda Dio, moglie mia, rispose Sancio, ch′egli è l′intenditore di tutte le cose; e non andiamo più in là. Ricordati, sorella, che bisogna tener bene in ordine in questi tre giorni il nostro asino, affinché sia poi atto a portare l′arme: tu raddoppia la dose del suo mangiare, esamina la bardella e le cose tutte, perché noi non anderemo già a nozze, ma sì bene a dare una giravolta per lo mondo, a contrastare con giganti e con visioni e con fantasime, ad udire fischi, ruggiti, mugghi e belamenti: e tutto ciò sarebbe ancora uno zucchero se non si dovesse venir alle prese con Janguesi e con Mori incantati.
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-Bien creo yo, marido -replicó Teresa-, que los escuderos andantes no comen el pan de balde; y así, quedaré rogando a Nuestro Señor os saque presto de tanta mala ventura.
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— Credo bene, marito mio replicò Teresa che gli scudieri erranti non mangino il pane senza grandi sudori, e sta sicuro che io raddoppierò le mie preghiere al Signore perché presto ti liberi da sì trista condizione.
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-Yo os digo, mujer -respondió Sancho-, que si no pensase antes de mucho tiempo verme gobernador de una ínsula, aquí me caería muerto.
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— Ti protesto moglie cara, Sancio soggiunse, che s′io non pensassi che fra poco sarò governatore di un′isola vorrei cadere morto se di qua mi movessi.
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-Eso no, marido mío -dijo Teresa- viva la gallina, aunque sea con su pepita; vivid vos, y llévese el diablo cuantos gobiernos hay en el mundo; sin gobierno salistes del vientre de vuestra madre, sin gobierno habéis vivido hasta ahora, y sin gobierno os iréis, o os llevarán, a la sepultura cuando Dios fuere servido. Como ésos hay en el mundo que viven sin gobierno, y no por eso dejan de vivir y de ser contados en el número de las gentes. La mejor salsa del mundo es la hambre; y como ésta no falta a los pobres, siempre comen con gusto. Pero mirad, Sancho si por ventura os viéredes con algún gobierno, no os olvidéis de mí y de vuestros hijos. Advertid que Sanchico tiene ya quince años cabales, y es razón que vaya a la escuela, si es que su tío el abad le ha de dejar hecho de la Iglesia. Mirad también que Mari Sancha, vuestra hija, no se morirá si la casamos; que me va dando barruntos que desea tanto tener marido como vos deseáis veros con gobierno; y, en fin en fin, mejor parece la hija mal casada que bien abarraganada.
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— Oh questo poi no, marito mio, replicò Teresa; viva la gallina se anche ha la pipita: vivi tu, e venga il canchero a quanti governi vi sono al mondo: sei uscito dal ventre di tua madre senza governo, sei vissuto sino adesso senza governo, e senza governo te ne andrai e sarai messo in sepoltura quando Dio vorrà; e poi tanti e tanti vivono a questo mondo senza aver alcun governo, e per questo tralasciano forse di passar avanti e di stare tra i viventi? La più buona salsa che si trova è la fame; quando questa non manca i poveri mangiano sempre con appetito: per altro statti bene all′erta, o Sancio, e se per caso otterrai questo tuo benedetto governo non dimenticare che hai moglie e figliuoli: ricordati che Sancetto ha ormai quindici anni compiti, ed è tempo che cominci andare alla scuola se il suo signor zio prete lo ha da incamminare al sacerdozio: ricordati che Maria Sancia tua figliuola capiterà male se non le daremo marito; e che mi va dicendo il cuore, che tanto ella ha voglia di maritarsi quanto l′hai tu del tuo governo, e al fine dei fini è sempre cosa prudente ed ottima che una ragazza sia accasata, o bene o male, perché non si perda altrimenti.
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-A buena fe -respondió Sancho- que si Dios me llega a tener algo qué de gobierno, que tengo de casar, mujer mía, a Mari Sancha tan altamente que no la alcancen sino con llamarla señora.
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— Ti do la mia parola, rispose Sancio, che se la fortuna vuole ch′io mi guadagni qualche governuccio mariterò Maria Sancia sì altamente che non la potranno arrivare se non con chiamarla signora.
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-Eso no, Sancho -respondió Teresa- casadla con su igual, que es lo más acertado; que si de los zuecos la sacáis a chapines, y de saya parda de catorceno a verdugado y saboyanas de seda, y de una Marica y un tú a una doña tal y señoría, no se ha de hallar la mochacha, y a cada paso ha de caer en mil faltas, descubriendo la hilaza de su tela basta y grosera.
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— A ciò non consento io, o Sancio, rispose la moglie: maritala con un suo pari, che questo è il meglio: se cambia gli zoccoli in pianelle e la zimarra di panno bigio in grandiglia e gammurra di seta, e se di una Mariuzza e di un tu si faccia la donna o la signora tale, la nostra ragazza non saprà più di essere a questo mondo, darà a ogni passo in ciampanelle, e farà presto conoscere il filo della sua grossa tela.
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-Calla, boba -dijo Sancho-, que todo será usarlo dos o tres años; que después le vendrá el señorío y la gravedad como de molde; y cuando no, ¿qué importa? Séase ella señoría, y venga lo que viniere.
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— Taci, sciocca, interruppe Sancio; ché le difficoltà non potranno durare più di due o tre anni, e poi la signoria e la gravità le calzeranno come dipinte; e quando anche ciò non fosse, che importa egli? diventi signora, e seguane quello che si vuole, ché non serve altro.
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-Medíos, Sancho, con vuestro estado -respondió Teresa-; no os queráis alzar a mayores, y advertid al refrán que dice "Al hijo de tu vecino, límpiale las narices y métele en tu casa". ¡Por cierto, que sería gentil cosa casar a nuestra María con un condazo, o con caballerote que, cuando se le antojase, la pusiese como nueva, llamándola de villana, hija del destripaterrones y de la pelarruecas! ¡No en mis días, marido! ¡Para eso, por cierto, he criado yo a mi hija! Traed vos dineros, Sancho, y el casarla dejadlo a mi cargo; que ahí está Lope Tocho, el hijo de Juan Tocho, mozo rollizo y sano, y que le conocemos, y sé que no mira de mal ojo a la mochacha; y con éste, que es nuestro igual, estará bien casada, y le tendremos siempre a nuestros ojos, y seremos todos unos, padres y hijos, nietos y yernos, y andará la paz y la bendición de Dios entre todos nosotros; y no casármela vos ahora en esas cortes y en esos palacios grandes, adonde ni a ella la entiendan, ni ella se entienda.
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— Misurati, Sancio, col tuo stato, rispose Teresa, e non dimenticarti il proverbio che dice: Al figlio del tuo vicino nettagli il naso e piglialo per tuo. Oh la sarebbe una bella cosa l′accasare la nostra Maria con un gran conte o con un gran cavaliere, che venendogli poi qualche altra fantasia la facesse entrare in un guscio di noce, chiamandola villana, figlia di un rompizolle, di una pelarocche! io non lo permetterò finché mi staranno occhi aperti, sai; ché io non ho già allevato la mia figliuola perché abbia ad avere disgusti di questa sorta. Pensa, Sancio, a portare danari, e lascia poi a me di maritarla: abbiamo Lope Toccio, il figliuolo di Giovanni Toccio, giovane gagliardo e sano, che conosciamo molto bene, e che non guarda la ragazza di mal occhio; con questo, ch′è nostro uguale, sarebbe assai bene maritata, e noi la avremmo sempre dinanzi agli occhi e saremmo tutti una cosa, padri e figli, nipoti e generi, e la benedizione del Signore sarebbe sempre in casa nostra: e questo saria pur meglio che farla sposa in qualche corte o in qualche gran palazzo dove non trovi chi la intenda o chi sia inteso da lei.
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-Ven acá, bestia y mujer de Barrabás -replicó Sancho- ¿por qué quieres tú ahora, sin qué ni para qué, estorbarme que no case a mi hija con quien me dé nietos que se llamen señoría? Mira, Teresa siempre he oído decir a mis mayores que el que no sabe gozar de la ventura cuando le viene, que no se debe quejar si se le pasa. Y no sería bien que ahora, que está llamando a nuestra puerta, se la cerremos; dejémonos llevar deste viento favorable que nos sopla.
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— Ma dimmi un poco, moglie di Barabba, o bestia che sei, replicò Sancio: e perché mai opponi senza ragione alcuna ch′io mariti mia figliuola con chi possa darmi dei nipoti che ti chiamino signoria? Teresa cara, io ho sentito a dire da′ miei antenati, che quello che non sa profittare della sorte quando gli si presenta, ha da dolersi di se stesso se le scappa di mano; e sarebbe pur mal fatto che noi non le aprissimo la porta ora che vi sta picchiando; e lasciamoci condurre dal vento prospero che adesso soffia.
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(Por este modo de hablar, y por lo que más abajo dice Sancho, dijo el tradutor desta historia que tenía por apócrifo este capítulo.
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(Per questa maniera di dire, e per ciò che più sotto si esprime da Sancio, dichiarò il traduttore di questa storia di tenere per apocrifo il presente capitolo).
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-¿No te parece, animalia -prosiguió Sancho-, que será bien dar con mi cuerpo en algún gobierno provechoso que nos saque el pie del lodo? Y cásese a Mari Sancha con quien yo quisiere, y verás cómo te llaman a ti doña Teresa Panza, y te sientas en la iglesia sobre alcatifa, almohadas y arambeles, a pesar y despecho de las hidalgas del pueblo. ¡No, sino estaos siempre en un ser, sin crecer ni menguar, como figura de paramento! Y en esto no hablemos más, que Sanchica ha de ser condesa, aunque tú más me digas.
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E non ti pare egli, animalaccia, continuò Sancio, che sarà una buona fortuna se io sarò preposto a qualche governo, che dandoci buoni proventi ci tolga dal fango, e se potrò maritare Maria Sancia con chi mi va più a genio? Allora sentirò a chiamarti donna Teresa Pancia, e allora tu potrai sederti in chiesa sopra i tappeti, i guanciali e gli arazzi a dispetto e a vergogna delle mogli degli idalghi del paese... Ma no, no; restati pur sempre nel tuo guscio né darti pensiero alcuno di alzarti, e statti a tuo luogo come i santi delle muraglie; e non facciamo altre parole intorno a questo... già la Sancetta dev′esser contessa, di′ pure tu quello che ti pare.
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-¿Veis cuanto decís, marido? -respondió Teresa-. Pues, con todo eso, temo que este condado de mi hija ha de ser su perdición. Vos haced lo que quisiéredes, ora la hagáis duquesa o princesa, pero séos decir que no será ello con voluntad ni consentimiento mío. Siempre, hermano, fui amiga de la igualdad, y no puedo ver entonos sin fundamentos. Teresa me pusieron en el bautismo, nombre mondo y escueto, sin añadiduras ni cortapisas, ni arrequives de dones ni donas; Cascajo se llamó mi padre, y a mí, por ser vuestra mujer, me llaman Teresa Panza, que a buena razón me habían de llamar Teresa Cascajo. Pero allá van reyes do quieren leyes, y con este nombre me contento, sin que me le pongan un don encima, que pese tanto que no le pueda llevar, y no quiero dar que decir a los que me vieren andar vestida a lo condesil o a lo de gobernadora, que luego dirán ′′¡Mirad qué entonada va la pazpuerca!; ayer no se hartaba de estirar de un copo de estopa, y iba a misa cubierta la cabeza con la falda de la saya, en lugar de manto, y ya hoy va con verdugado, con broches y con entono, como si no la conociésemos′′. Si Dios me guarda mis siete, o mis cinco sentidos, o los que tengo, no pienso dar ocasión de verme en tal aprieto. Vos, hermano, idos a ser gobierno o ínsulo, y entonaos a vuestro gusto; que mi hija ni yo, por el siglo de mi madre, que no nos hemos de mudar un paso de nuestra aldea la mujer honrada, la pierna quebrada, y en casa; y la doncella honesta, el hacer algo es su fiesta. Idos con vuestro don Quijote a vuestras aventuras, y dejadnos a nosotras con nuestras malas venturas, que Dios nos las mejorará como seamos buenas; y yo no sé, por cierto, quién le puso a él don, que no tuvieron sus padres ni sus agüelos.
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— Tu non sai quello che ti vai cianciando, replicò Teresa: a fronte di tante tue belle parole io sostengo che questa tale contea condurrà nostra figliuola sul carro della malora; fa pure a modo tuo, e fa che sia anche duchessa o principessa, che tutto sarà sempre contro la mia volontà ed il mio consenso. Eh, fratello mio, io non ho mai saputo scostarmi dalla mia condizione, e non posso soffrir le alture senza fondamento: Teresa mi chiamarono nel battesimo, nome semplice e schietto, senza giunte o ricami di donni e di donne: Cascascio si chiamò mio padre, e per esser tua moglie sono chiamata Teresa Pancia, che di giusta ragione dovrebbero chiamarmi Teresa Cascascio: ma tutto serve al costume, e mi contento di questo nome senza che vi appiccichino un don che sarebbe per me un peso insopportabile. E poi non voglio mai dare di che dire a chi mi vedesse andar vestita alla contessìle od alla governatorile, ché subito direbbero: Guardate in che albagia monta quella misera femminuccia: ieri aveva appena tanto pennacchio di stoppa da poter filare, ed oggi va alla messa coperta la testa colla falda del gamurrito in cambio di velo, e vuol comparire con faldiglia e con bottoni e in tono di gravità come se noi non sapessimo chi ella è! Se Dio mi lascia i miei sette sentimenti o cinque, o quelli che insomma che ho, non m′indurrò mai a farmi metter in canzone: va pur tu, fratello, ad esser governo o isolo, e monta tu in superbia a tuo piacimento, ma giuro per lo secolo che ha indosso mia madre, che né io né tua figliuola moveremo un passo fuori del nostro paese. La moglie onorata dee stare in casa facendo conto di avere le gambe rotte; e l′onesta figliuola ha da far consistere il suo divertimento nel lavorare per la famiglia. Va dunque tu a tua voglia col tuo don Chisciotte per le buone venture e lascia noi qui colle nostre male venture, che se ne saremo degne, il Signore migliorerà il nostro stato. Non vi sarà ragione che si abbia a mettere la giunta del don, che non hanno portato mai nostro padre né i nostri avi.
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-Ahora digo -replicó Sancho- que tienes algún familiar en ese cuerpo. ¡Válate Dios, la mujer, y qué de cosas has ensartado unas en otras, sin tener pies ni cabeza! ¿Qué tiene que ver el Cascajo, los broches, los refranes y el entono con lo que yo digo? Ven acá, mentecata e ignorante (que así te puedo llamar, pues no entiendes mis razones y vas huyendo de la dicha) si yo dijera que mi hija se arrojara de una torre abajo, o que se fuera por esos mundos, como se quiso ir la infanta doña Urraca, tenías razón de no venir con mi gusto; pero si en dos paletas, y en menos de un abrir y cerrar de ojos, te la chanto un don y una señoría a cuestas, y te la saco de los rastrojos, y te la pongo en toldo y en peana, y en un estrado de más almohadas de velludo que tuvieron moros en su linaje los Almohadas de Marruecos, ¿por qué no has de consentir y querer lo que yo quiero.
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— Ora sì, replicò Sancio, che io suppongo che tu abbia in corpo qualche spirito folletto. Che Dio m′aiuti, come sei tu andata infilzando tanti spropositi senza né capo né coda? Che hanno qui a fare i Cascasci, i bottoni, i proverbi e l′albagia con quello ch′io dico? Vien qua, mentecatta e ignorante (ché ben posso darti cotesti nomi da che non intendi ciò che ti dico, e volgi le spalle alla fortuna); s′io avessi detto che mia figliuola avesse a precipitare da una torre o ad andare vagando per lo mondo come la infanta donna Uracca, ti darei ragione di non accogliere i miei disegni; ma se in due sole parole o in meno di un aprire o serrare gli occhi te le pianto addosso un don o una signora, e la tolgo dalle stoppie, e la pongo in gravità ed a sedere su di uno strato con più guanciali di velluto che non ebbero in uso i Mori della stirpe degli Almohadi di Marocco, perché non hai tu da volere quello che voglio io?
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-¿Sabéis por qué, marido? -respondió Teresa-; por el refrán que dice "¡Quien te cubre, te descubre!" Por el pobre todos pasan los ojos como de corrida, y en el rico los detienen; y si el tal rico fue un tiempo pobre, allí es el murmurar y el maldecir, y el peor perseverar de los maldicientes, que los hay por esas calles a montones, como enjambres de abejas.
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— Sai tu perché? rispose Teresa, per causa del proverbio che dice: Chi ti cuopre ti scuopre. Sul povero passa tutto senza osservazione, ma il ricco è minutamente considerato; e se il tale ricco fu povero un giorno, oh allora sì che si mormora e si maledice; e non fanno altro che dire le male lingue, che se ne trovano a monti per le strade e come sciame di pecchie.
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-Mira, Teresa -respondió Sancho-, y escucha lo que agora quiero decirte; quizá no lo habrás oído en todos los días de tu vida, y yo agora no hablo de mío; que todo lo que pienso decir son sentencias del padre predicador que la Cuaresma pasada predicó en este pueblo, el cual, si mal no me acuerdo, dijo que todas las cosas presentes que los ojos están mirando se presentan, están y asisten en nuestra memoria mucho mejor y con más vehemencia que las cosas pasadas.
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— Badami, Teresa, rispose Sancio, e senti quello che ti voglio dire, e che non l′avrai forse più inteso in tutto il tempo della tua vita; e in questo punto, sai, non parlo di mia testa, oibò, sono tutte sentenze del padre predicatore che predicò la passata quaresima in questo paese. Se male non ricordo egli così la discorreva: tutte le cose che ci sono presenti, e si mirano cogli occhi, stanno impresse nella memoria con forza molto maggiore delle passate.
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(Todas estas razones que aquí va diciendo Sancho son las segundas por quien dice el tradutor que tiene por apócrifo este capítulo, que exceden a la capacidad de Sancho. El cual prosiguió diciendo.
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(Questo discorso che Sancio va facendo è il secondo motivo per cui il traduttore tiene per apocrifo questo capitolo, perché eccede la capacità sua). Seguitò dunque dicendo:
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-De donde nace que, cuando vemos alguna persona bien aderezada, y con ricos vestidos compuesta, y con pompa de criados, parece que por fuerza nos mueve y convida a que la tengamos respeto, puesto que la memoria en aquel instante nos represente alguna bajeza en que vimos a la tal persona; la cual inominia, ahora sea de pobreza o de linaje, como ya pasó, no es, y sólo es lo que vemos presente. Y si éste a quien la fortuna sacó del borrador de su bajeza (que por estas mesmas razones lo dijo el padre) a la alteza de su prosperidad, fuere bien criado, liberal y cortés con todos, y no se pusiere en cuentos con aquellos que por antigüedad son nobles, ten por cierto, Teresa, que no habrá quien se acuerde de lo que fue, sino que reverencien lo que es, si no fueren los invidiosos, de quien ninguna próspera fortuna está segura.
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Donde nasce egli che quando ci si presenta una persona bene composta e vestita con isfarzo e con un gran codazzo di servitori, sembra che ci troviamo obbligati quasi a forza di portarle rispetto? e tuttoché ci torni a memoria l′umile condizione in cui l′abbiamo veduta precedentemente, quella primitiva bassezza, sia ella proceduta da povertà o da oscura prosapia, non avendo esistenza, non è più, e resta unicamente quello che ci vediamo dinanzi. Se quel tale cui sollevò la fortuna dal fondo di sua abbiezione (son le parole proprie del predicatore) all′apice della prosperità, fosse ben creato, liberale e cortese, né si mettesse e disputare sul conto di quelli che vantano antica nobiltà, non è egli vero, Teresa, che non si troverebbe chi si rammentasse del primiero suo essere? Sarebbe anzi riverito pel suo stato presente a meno che non incappasse in qualche invidioso contro il cui morso non vale fortuna per prospera che sia.
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-Yo no os entiendo, marido -replicó Teresa- haced lo que quisiéredes, y no me quebréis más la cabeza con vuestras arengas y retóricas. Y si estáis revuelto en hacer lo que decís. .
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— Marito mio, io non t′intendo punto, disse Teresa; fa quello che ti pare e piace, né mi rompere altro la testa colle tue rettoriche; e se sei risolto a fare quello che dici...
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-Resuelto has de decir, mujer -dijo Sancho-, y no revuelto.
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— Risoluto hai a dire, moglie mia, interruppe Sancio, e non risolto.
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-No os pongáis a disputar, marido, conmigo -respondió Teresa-. Yo hablo como Dios es servido, y no me meto en más dibujos; y digo que si estáis porfiando en tener gobierno, que llevéis con vos a vuestro hijo Sancho, para que desde agora le enseñéis a tener gobierno, que bien es que los hijos hereden y aprendan los oficios de sus padres.
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— Non ti mettere a disputare con me, marito mio, replicò Teresa, che io parlo come Dio vuole e non amo fantasticarmi, e soggiungo che se ti sta fitto in testa il governo, almeno conduci con te tuo figlio Sancetto per ammaestrarlo anche lui a governare, essendo ben fatto che i figliuoli sieno eredi, e si istruiscano dell′officio del genitore.
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-En teniendo gobierno -dijo Sancho-, enviaré por él por la posta, y te enviaré dineros, que no me faltarán, pues nunca falta quien se los preste a los gobernadores cuando no los tienen; y vístele de modo que disimule lo que es y parezca lo que ha de ser.
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— Subito che sarò nominato governatore, disse Sancio, manderò a prenderlo per le poste, e ti manderò dei danari, che certo non mi mancheranno, poiché sempre si trova chi ne dà a prestito ai governatori quando ne sono senza; e allora lo vestirai in modo che non gli resti ombra di quello che era, ed apparisca quello che dovrà essere.
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-Enviad vos dinero -dijo Teresa-, que yo os lo vistiré como un palmito.
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— Manda pur tu il denaro ch′io lo vestirò, e sarà bello come una palma, disse la moglie.
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-En efecto, quedamos de acuerdo -dijo Sancho- de que ha de ser condesa nuestra hija.
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— Restiamo intesi, rispose Sancio, che nostra figliuola ha da essere contessa.
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-El día que yo la viere condesa -respondió Teresa-, ése haré cuenta que la entierro, pero otra vez os digo que hagáis lo que os diere gusto, que con esta carga nacemos las mujeres, de estar obedientes a sus maridos, aunque sean unos porros.
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— Il giorno in cui la vedrò contessa, replicò Teresa, fo conto di seppellirla; ma torno a dire che tu farai quello che più ti andrà a garbo, perché si sa bene che noi altre donne nasciamo con l′obbligo connaturale di obbedire ai nostri mariti, fossero anche tanti stivali. »
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Y, en esto, comenzó a llorar tan de veras como si ya viera muerta y enterrada a Sanchica. Sancho la consoló diciéndole que, ya que la hubiese de hacer condesa, la haría todo lo más tarde que ser pudiese. Con esto se acabó su plática, y Sancho volvió a ver a don Quijote para dar orden en su partida.
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Dopo questo discorso si pose a piangere sì dirottamente come se già si vedesse dinanzi morta e seppellita Sancetta. Sancio la racconsolò, assicurandola che dovendo farla contessa, indugerebbe il più che potesse; e così terminò il lungo colloquio, e tornò Sancio a rivedere don Chisciotte per disporre con lui ogni cosa per la partenza.
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II. Capítulo VI. De lo que le pasó a Don Quijote con su sobrina y con su ama, y es uno de los importantes capítulos de toda la historia.
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CAPITOLO VI CIРCHE SEGUʠTRA DON CHISCIOTTE, LA SUA NIPOTE, E LA SERVA: UNO DEI PIנIMPORTANTI CAPITOLI DI TUTTA L′ISTORIA.
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En tanto que Sancho Panza y su mujer Teresa Cascajo pasaron la impertinente referida plática, no estaban ociosas la sobrina y el ama de don Quijote, que por mil señales iban coligiendo que su tío y señor quería desgarrarse la vez tercera, y volver al ejercicio de su, para ellas, mal andante caballería procuraban por todas las vías posibles apartarle de tan mal pensamiento, pero todo era predicar en desierto y majar en hierro frío. Con todo esto, entre otras muchas razones que con él pasaron, le dijo el ama.
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Tra Sancio Pancia e sua moglie Teresa Cascascio seguiva il riferito colloquio, e intanto non se ne stavano già oziose la nipote e la serva di don Chisciotte, che per mille indizi venivano accorgendosi che lo zio e padrone divisava già di far la terza uscita in campagna, e di tornare all′esercizio della sua (come esse dicevano) malerrante cavalleria. Procuravano di distorlo, con ogni miglior modo da quell′infausto pensiero; ma tutto era un predicare al deserto, e il batter su di un ferro freddo. Contuttociò fra i molti ragionamenti con lui tenuti, gli disse la serva:
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-En verdad, señor mío, que si vuesa merced no afirma el pie llano y se está quedo en su casa, y se deja de andar por los montes y por los valles como ánima en pena, buscando esas que dicen que se llaman aventuras, a quien yo llamo desdichas, que me tengo de quejar en voz y en grita a Dios y al rey, que pongan remedio en ello.
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— In verità, padron mio, che se vossignoria non tiene piè fermo restando a casa sua, e se si conduce per monti e per valli come anima in pena, cercando queste avventure, che a me paiono invece disgrazie, io farò lagnanze tanto clamorose che giungeranno a Dio e al re, il quale vi porrà rimedio. »
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A lo que respondió don Quijote.
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Don Chisciotte rispose:
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-Ama, lo que Dios responderá a tus quejas yo no lo sé, ni lo que ha de responder Su Majestad tampoco, y sólo sé que si yo fuera rey, me escusara de responder a tanta infinidad de memoriales impertinentes como cada día le dan; que uno de los mayores trabajos que los reyes tienen, entre otros muchos, es el estar obligados a escuchar a todos y a responder a todos; y así, no querría yo que cosas mías le diesen pesadumbre.
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— Serva, non so che sarà per rispondere Iddio né tampoco la maestà del re alle tue querimonie; so unicamente che se io fossi re mi disobbligherei dal rispondere a quella infinita quantità di memoriali impertinenti che tuttogiorno gli vengono presentati: ché uno dei più grandi travagli che hanno i re, fra gl′infiniti, quello si è di essere obbligati ad ascoltare tutti, e rispondere a tutti; e per conto mio bramerei che non gli venisse recata molestia alcuna. »
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A lo que dijo el ama.
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Soggiunse la serva:
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-Díganos, señor en la corte de Su Majestad, ¿no hay caballeros.
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— Signore, dica di grazia: in corte di sua maestà non vi sono cavalieri?
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-Sí -respondió don Quijote-, y muchos; y es razón que los haya, para adorno de la grandeza de los príncipes y para ostentación de la majestad real.
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— Ve n′ha, e molti, rispose don Chisciotte, ed è ciò ben ragionevole, perché servano di ornamento alla grandezza dei principi e di pomposa mostra della maestà regia.
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-Pues, ¿no sería vuesa merced -replicó ella- uno de los que a pie quedo sirviesen a su rey y señor, estándose en la corte.
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— E non potrebbe vossignoria, replicò l′altra, essere uno di quelli che a piè fermo servono al re e alle signore standosi in corte?
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-Mira, amiga -respondió don Quijote- no todos los caballeros pueden ser cortesanos, ni todos los cortesanos pueden ni deben ser caballeros andantes de todos ha de haber en el mundo; y, aunque todos seamos caballeros, va mucha diferencia de los unos a los otros; porque los cortesanos, sin salir de sus aposentos ni de los umbrales de la corte, se pasean por todo el mundo, mirando un mapa, sin costarles blanca, ni padecer calor ni frío, hambre ni sed; pero nosotros, los caballeros andantes verdaderos, al sol, al frío, al aire, a las inclemencias del cielo, de noche y de día, a pie y a caballo, medimos toda la tierra con nuestros mismos pies; y no solamente conocemos los enemigos pintados, sino en su mismo ser, y en todo trance y en toda ocasión los acometemos, sin mirar en niñerías, ni en las leyes de los desafíos; si lleva, o no lleva, más corta la lanza, o la espada; si trae sobre sí reliquias, o algún engaño encubierto; si se ha de partir y hacer tajadas el sol, o no, con otras ceremonias deste jaez, que se usan en los desafíos particulares de persona a persona, que tú no sabes y yo sí. Y has de saber más que el buen caballero andante, aunque vea diez gigantes que con las cabezas no sólo tocan, sino pasan las nubes, y que a cada uno le sirven de piernas dos grandísimas torres, y que los brazos semejan árboles de gruesos y poderosos navíos, y cada ojo como una gran rueda de molino y más ardiendo que un horno de vidrio, no le han de espantar en manera alguna; antes con gentil continente y con intrépido corazón los ha de acometer y embestir, y, si fuere posible, vencerlos y desbaratarlos en un pequeño instante, aunque viniesen armados de unas conchas de un cierto pescado que dicen que son más duras que si fuesen de diamantes, y en lugar de espadas trujesen cuchillos tajantes de damasquino acero, o porras ferradas con puntas asimismo de acero, como yo las he visto más de dos veces. Todo esto he dicho, ama mía, porque veas la diferencia que hay de unos caballeros a otros; y sería razón que no hubiese príncipe que no estimase en más esta segunda, o, por mejor decir, primera especie de caballeros andantes, que, según leemos en sus historias, tal ha habido entre ellos que ha sido la salud no sólo de un reino, sino de muchos.
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— Rifletti, amica mia, rispose don Chisciotte, che non tutti i cavalieri possono essere cortigiani, né tutti i cortigiani possono o debbono essere cavalieri erranti. V′hanno al mondo cavalieri di ogni sorta, e benché siamo tutti di una pasta, corre tra gli uni e gli altri una essenziale differenza. I cortigiani senz′uscire dagli appartamenti né dal limitare della corte scorrono il mondo tutto col solo tener gli occhi sopra una mappa, senza veruna spesa, né patir caldo o freddo o fame o sete; ma noi altri, che siamo veri cavalieri erranti, misuriamo col compasso de′ nostri piedi tutta la terra, esposti al sole, al freddo, al vento, alla inclemenza del cielo, di notte e di giorno, a piedi e a cavallo: né conosciamo già solamente i nemici per descrizione, ma nel loro essere reale: e ci mettiamo contro di loro senz′alcun riguardo a pericolo od a circostanza, e senza perderci in bagattelle, né facendo conto veruno delle leggi regolatrici delle disfide, come a dire: se la lancia ovvero la spada dell′avversario sia troppo lunga, se porti seco reliquie o testimonî, o qualche celato inganno, e se hassi a partire e ridurre a pezzi il sole ovvero no, con altre cerimonie di simil natura che a te son ignote, e ch′io pienamente conosco. Devi sapere in aggiunta che il buon cavaliere errante, tuttoché trovisi a petto di dieci giganti la cui testa non pure tocchi, ma sormonti le nubi, i quali giganti abbiano in vece di gambe due grandissime torri, colle braccia somiglianti ad alberi di poderose navi, ed ognuno degli occhi loro sia come una gran ruota di mulino, ed arda più che un forno da vetri, non ha da concepirne il menomo ribrezzo: anzi con disinvoltura ed intrepido cuore li deve assalire e combattere, e vincerli e sbaragliarli se fosse possibile in un attimo, benché portassero armature formate di conchiglie di un certo pesce che dicono essere più duro che se fossero di diamanti, e in luogo di spade portassero taglienti coltelli di acciaio damaschino, o mazze ferrate con punte pure di acciaio, come più di due volte m′è avvenuto di vederne. Dico tutto questo, serva mia, perché tu vegga quale differenza passa tra gli uni e gli altri cavalieri e sarebbe mestiere che principe non vi fosse da cui non fosse tenuta in maggior estimazione questa seconda, o, a meglio dire, questa prima specie di cavalieri erranti, leggendosi nelle loro istorie esservene stato taluno fra loro che salvò non un solo, ma molti regni.
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-¡Ah, señor mío! -dijo a esta sazón la sobrina-; advierta vuestra merced que todo eso que dice de los caballeros andantes es fábula y mentira, y sus historias, ya que no las quemasen, merecían que a cada una se le echase un sambenito, o alguna señal en que fuese conocida por infame y por gastadora de las buenas costumbres.
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— Ah! signor zio, entrò a dir la nipote a tal punto, badi bene che quanto ella dice intorno ai cavalieri erranti è favola e mera invenzione, e meriterebbero le storie loro (se non fossero prima bruciate) che fosse soprapposto a ciascuna un sambenito, od altro segnale atto a farle conoscere come infami e guastatrici dei buoni costumi.
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-Por el Dios que me sustenta -dijo don Quijote-, que si no fueras mi sobrina derechamente, como hija de mi misma hermana, que había de hacer un tal castigo en ti, por la blasfemia que has dicho, que sonara por todo el mundo. ¿Cómo que es posible que una rapaza que apenas sabe menear doce palillos de randas se atreva a poner lengua y a censurar las historias de los caballeros andantes? ¿Qué dijera el señor Amadís si lo tal oyera? Pero a buen seguro que él te perdonara, porque fue el más humilde y cortés caballero de su tiempo, y, demás, grande amparador de las doncellas; mas, tal te pudiera haber oído que no te fuera bien dello, que no todos son corteses ni bien mirados algunos hay follones y descomedidos. Ni todos los que se llaman caballeros lo son de todo en todo que unos son de oro, otros de alquimia, y todos parecen caballeros, pero no todos pueden estar al toque de la piedra de la verdad. Hombres bajos hay que revientan por parecer caballeros, y caballeros altos hay que parece que aposta mueren por parecer hombres bajos; aquéllos se llevantan o con la ambición o con la virtud, éstos se abajan o con la flojedad o con el vicio; y es menester aprovecharnos del conocimiento discreto para distinguir estas dos maneras de caballeros, tan parecidos en los nombres y tan distantes en las acciones.
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— Per quel Dio che mi tiene in vita, che che se tu non mi fossi nipote in dritta linea, come figlia della mia stessa sorella, ti darei tale castigo per le bestemmie da te proferite, che avesse a rendersi palese al mondo tutto. Come può esser mai che una tristanzuola che sa appena dimenare dodici piombini da reticelle, osi muovere lingua a censurare le storie dei cavalieri erranti? Che ne direbbe se ti udisse il signor Amadigi? Benché sono certo che anch′egli ti darebbe generoso perdono, avendo portato il vanto del più umile e cortese cavaliere dei giorni suoi, ed anche di celebre difensore delle donzelle. Potrebbe darsi però che qualcuno ti avesse sentita, e che te ne ridondasse gravissimo danno; poiché non tutti sono cortesi né circospetti, ma all′opposto ve n′ha di codardi e malcostumati, né tutti quelli che s′intitolano cavalieri lo sono interamente; ché alcuni sono di oro, altri di alchimia, ed hanno di cavaliere sol l′apparenza, ma non reggono poi al paragone della verità. Si dànno certi uomini di bassa portata e vili che impazziscono per apparire cavalieri; e cavalieri vi sono che, quantunque sublimi, fanno tutto il possibile per comparire uomini bassi, si alzano i primi mediante l′ambizione e la virtù; questi si abbassano o colla dappocaggine o col vizio, ed è quindi necessario grande sforzo d′ingegno per distinguere questi generi di cavalieri tanto eguali nel nome e tanto dissimili nelle azioni.
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-¡Válame Dios! -dijo la sobrina-. ¡Que sepa vuestra merced tanto, señor tío, que, si fuese menester en una necesidad, podría subir en un púlpito e irse a predicar por esas calles, y que, con todo esto, dé en una ceguera tan grande y en una sandez tan conocida, que se dé a entender que es valiente, siendo viejo, que tiene fuerzas, estando enfermo, y que endereza tuertos, estando por la edad agobiado, y, sobre todo, que es caballero, no lo siendo; porque, aunque lo puedan ser los hidalgos, no lo son los pobres! .
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— Poffar il mondo! disse la nipote: tanto è dotto il mio signor zio, che in caso di bisogno potrebbe montare in pulpito, o andarsene a predicar per le strade; e con tutto ciò cade in una cecità sì perfetta, ed in pazzia tanto evidente che si dà a credere di essere valoroso mentre è vecchio, di avere gran forza mentr′è infermo, di drizzare torti mentre è curvato dagli anni, e soprattutto di essere cavaliere non lo essendo; perché quantunque gli idalghi possano diventar cavalieri, ciò per altro non accade mai ai poveri.
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-Tienes mucha razón, sobrina, en lo que dices -respondió don Quijote-, y cosas te pudiera yo decir cerca de los linajes, que te admiraran; pero, por no mezclar lo divino con lo humano, no las digo. Mirad, amigas a cuatro suertes de linajes, y estadme atentas, se pueden reducir todos los que hay en el mundo, que son éstas unos, que tuvieron principios humildes, y se fueron estendiendo y dilatando hasta llegar a una suma grandeza; otros, que tuvieron principios grandes, y los fueron conservando y los conservan y mantienen en el ser que comenzaron; otros, que, aunque tuvieron principios grandes, acabaron en punta, como pirámide, habiendo diminuido y aniquilado su principio hasta parar en nonada, como lo es la punta de la pirámide, que respeto de su basa o asiento no es nada; otros hay, y éstos son los más, que ni tuvieron principio bueno ni razonable medio, y así tendrán el fin, sin nombre, como el linaje de la gente plebeya y ordinaria. De los primeros, que tuvieron principio humilde y subieron a la grandeza que agora conservan, te sirva de ejemplo la Casa Otomana, que, de un humilde y bajo pastor que le dio principio, está en la cumbre que le vemos. Del segundo linaje, que tuvo principio en grandeza y la conserva sin aumentarla, serán ejemplo muchos príncipes que por herencia lo son, y se conservan en ella, sin aumentarla ni diminuirla, conteniéndose en los límites de sus estados pacíficamente. De los que comenzaron grandes y acabaron en punta hay millares de ejemplos, porque todos los Faraones y Tolomeos de Egipto, los Césares de Roma, con toda la caterva, si es que se le puede dar este nombre, de infinitos príncipes, monarcas, señores, medos, asirios, persas, griegos y bárbaros, todos estos linajes y señoríos han acabado en punta y en nonada, así ellos como los que les dieron principio, pues no será posible hallar agora ninguno de sus decendientes, y si le hallásemos, sería en bajo y humilde estado. Del linaje plebeyo no tengo qué decir, sino que sirve sólo de acrecentar el número de los que viven, sin que merezcan otra fama ni otro elogio sus grandezas. De todo lo dicho quiero que infiráis, bobas mías, que es grande la confusión que hay entre los linajes, y que solos aquéllos parecen grandes y ilustres que lo muestran en la virtud, y en la riqueza y liberalidad de sus dueños. Dije virtudes, riquezas y liberalidades, porque el grande que fuere vicioso será vicioso grande, y el rico no liberal será un avaro mendigo; que al poseedor de las riquezas no le hace dichoso el tenerlas, sino el gastarlas, y no el gastarlas comoquiera, sino el saberlas bien gastar. Al caballero pobre no le queda otro camino para mostrar que es caballero sino el de la virtud, siendo afable, bien criado, cortés y comedido, y oficioso; no soberbio, no arrogante, no murmurador, y, sobre todo, caritativo; que con dos maravedís que con ánimo alegre dé al pobre se mostrará tan liberal como el que a campana herida da limosna, y no habrá quien le vea adornado de las referidas virtudes que, aunque no le conozca, deje de juzgarle y tenerle por de buena casta, y el no serlo sería milagro; y siempre la alabanza fue premio de la virtud, y los virtuosos no pueden dejar de ser alabados. Dos caminos hay, hijas, por donde pueden ir los hombres a llegar a ser ricos y honrados el uno es el de las letras; otro, el de las armas. Yo tengo más armas que letras, y nací, según me inclino a las armas, debajo de la influencia del planeta Marte; así que, casi me es forzoso seguir por su camino, y por él tengo de ir a pesar de todo el mundo, y será en balde cansaros en persuadirme a que no quiera yo lo que los cielos quieren, la fortuna ordena y la razón pide, y, sobre todo, mi voluntad desea. Pues con saber, como sé, los innumerables trabajos que son anejos al andante caballería, sé también los infinitos bienes que se alcanzan con ella; y sé que la senda de la virtud es muy estrecha, y el camino del vicio, ancho y espacioso; y sé que sus fines y paraderos son diferentes, porque el del vicio, dilatado y espacioso, acaba en la muerte, y el de la virtud, angosto y trabajoso, acaba en vida, y no en vida que se acaba, sino en la que no tendrá fin; y sé, como dice el gran poeta castellano nuestro, que.
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— Hai gran ragione, o nipote, in quello che dici, rispose don Chisciotte, e potrei aggiugner cose intorno ai lignaggi che ti fariano stupire, ma per non immischiare il divino coll′umano mi taccio. Considerate per altro mie buone amiche; a quattro sorta di stirpi (e statemi attente), possono ridursi tutte le razze o famiglie che si trovano al mondo: quelle che partirono da bassi principî, e si estesero dilatandosi in modo da pervenire a una somma grandezza; quelle che riconobbero grandi principî, e si andarono conservando e si conservano tuttavia quali erano nella loro primitiva origine: quelle che ad onta de′ grandi cominciamenti terminarono in una punta come piramide, che rispetto alla sua base e fondamento può considerarsi un niente; quelle finalmente, e sono il maggior numero, nelle quali, né buon principio si riconosce, né mezzo mediocre e perciò finiranno senz′alcuna riputazione, come si è il lignaggio della gente plebea ed ordinaria. Quanto alle prime che partirono da bassi principî, e si alzarono alla grandezza che tutt′ora conservano, sia d′esempio la casa Ottomana, che da un umile e basso pastore che l′ha fondata, pervenne all′apice in cui la veggiamo. Del secondo lignaggio ch′ebbe principio nella grandezza e la conserva senz′aumentarla, servano di esempio molti principi, che tali sono per eredità, e la custodiscono senz′accrescerla o diminuirla, contenendosi pacificamente entro i confini dei loro Stati. Mille poi sono gli esempi di quelli che cominciarono grandi e terminarono in punta; perché tutti i Faraoni, i Tolomei d′Egitto, i Cesari di Roma con tutta la caterva (se pure se le può dar questo nome) d′infiniti principi, monarchi, signori medi, assirî, persiani, greci e barbari, tutti questi lignaggi e signorie finirono in punta, e si risolsero in nulla, così eglino, come quelli che diedero loro l′origine, perché invero non sarà possibile trovare a′ dì nostri veruno dei loro discendenti; o se fosse possibile, li vedremmo ridotti nel più basso ed umile stato. Non voglio aggiunger nulla intorno al lignaggio plebeo, se non che serve egli unicamente ad accrescere il numero dei viventi che non possono ambire verun′altra fama ed elogio, né aspirare ad altra grandezza. Da tutto quello che ho detto, intendo che abbiate ad inferirne, scioccherelle mie, come sia grande la confusione che corre tra i lignaggi; e che appariscono grandi ed illustri quelli soltanto che tali si mostrano per la virtù, le ricchezze e la liberalità di chi li possiede. Dissi virtù, ricchezze e liberalità, perché il grande che fosse vizioso sfoggerebbe il vizio in grado eminente, ed il ricco non liberale sarebbe un miserabile avaro; infatti, chi tiene ricchezze non è già felice per possederle, ma per consumarle col farne buon uso. Al cavaliere che trovasi in povertà non altro resta per mostrarsi cavaliere veracemente, se non che essere virtuoso, usando affabilità, costumatezza, cortesia, compostezza e buon garbo, e lungi da lui debbe starsene la superbia, l′arroganza, la mormorazione. Metta sua opera in farsi conoscere caritativo, ché con soli due maravedis dati di buona voglia ad un povero, si mostrerà liberale quanto colui che fa limosina a tocco di campana; né vi sarà chi adorno veggendolo delle virtù già dette, tuttoché nol conosca, nol tenga in conto di uomo d′illustre condizione; ma ben sarebbe prodigio che ottenesse tal credito, chi fosse sfornito di qualità sì cospicue. La lode è stata sempre il premio della virtù, e gli uomini virtuosi furono sempremai celebrati. Due sono le strade, figliuole mie, che guidano al possedimento delle ricchezze e dell′onore; l′una è quella delle lettere, l′altra quella dell′armi. Io l′arme tratto più che le lettere, e nacqui ad esse inclinato sotto gl′influssi del pianeta Marte: di sorte che mi è ormai quasi indispensabile di battere un tale cammino, e questo debbo calcare a dispetto di tutto il mondo, e sarebbe gettata al vento ogni vostra cura per indurmi a non voler ciò che mi costringono a voler i cieli, e dispone la fortuna, e ragione domanda, e soprattutto esige l′espressa mia volontà. Ho piena cognizione delle innumerabili traversie che sono annesse alla errante cavalleria, ma noti per egual modo mi sono gl′infiniti beni che da essi derivano: angusto il sentiero della virtù, vasto e spazioso quello del vizio, ed i loro fini sono assai differenti; mentre quello del vizio dilatato e aggrandito finisce in morte, e l′altro della virtù stretto e travaglioso finisce in vita, e non già in vita che termina ma in quella che non ha più fine. Ricordo quello che disse il nostro valoroso poeta castigliano:
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Por estas asperezas se camina de la inmortalidad al alto asiento, do nunca arriba quien de allí declina.
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« Per questi aspri sentieri si va alla sede dell′eternità, d′onde, chi una volta vi arriva, non declina mai più. » d e la inmortalidad al alto asiento, do nunca arriba quien de allí declina.
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-¡Ay, desdichada de mí -dijo la sobrina-, que también mi señor es poeta!. Todo lo sabe, todo lo alcanza yo apostaré que si quisiera ser albañil, que supiera fabricar una casa como una jaula.
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— Ahi! meschina di me, disse la nipote, che il mio signore e poeta, sa di ogni cosa e di ogni cosa s′intende. Possa io morire se non sa fabbricare una casa come una gabbia, sol che si metta in testa di voler esercitare l′arte di muratore.
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Yo te prometo, sobrina -respondió don Quijote-, que si estos pensamientos caballerescos no me llevasen tras sí todos los sentidos, que no habría cosa que yo no hiciese, ni curiosidad que no saliese de mis manos, especialmente jaulas y palillos de dientes.
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— Io ti assicuro, nipote, rispose don Chisciotte, che se questi pensieri cavallereschi non occupassero tutti i miei sensi, non vi sarebbe cosa che da me non si facesse, né bizzarra manifattura che non uscisse dalle mie mani, e massimamente gabbie e stuzzicadenti. » La povera serva era rimasta a bocca aperta, udendo la lunga tiritera di don Chisciotte.
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A este tiempo, llamaron a la puerta, y, preguntando quién llamaba, respondió Sancho Panza que él era; y, apenas le hubo conocido el ama, cuando corrió a esconderse por no verle tanto le aborrecía. Abrióle la sobrina, salió a recebirle con los brazos abiertos su señor don Quijote, y encerráronse los dos en su aposento, donde tuvieron otro coloquio, que no le hace ventaja el pasado.
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In questo picchiarono alla porta, e domandandosi chi era, rispose Sancio Pancia: « Son io. » Appena la serva l′ebbe conosciuto, che andò a rimpiattarsi per non vederlo: a tal segno era da lei abborrito! Gli aprì la porta la nipote, ed egli andò incontro a braccia aperte al suo padrone don Chisciotte, che con lui si chiuse in camera dove seguì fra loro un altro colloquio di non minore importanza di quello già riferito.
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II. Capítulo VII. De lo que pasó don Quijote con su escudero, con otros sucesos famosísimos.I
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CAPITOLO VI DI CIРCHE SEGUʠTRA DON CHISCIOTTE ED IL SUO SCUDIERE, CON ALTRI FAMOSISSIMI AVVENIMENTI.
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Apenas vio el ama que Sancho Panza se encerraba con su señor, cuando dio en la cuenta de sus tratos; y, imaginando que de aquella consulta había de salir la resolución de su tercera salida y tomando su manto, toda llena de congoja y pesadumbre, se fue a buscar al bachiller Sansón Carrasco, pareciéndole que, por ser bien hablado y amigo fresco de su señor, le podría persuadir a que dejase tan desvariado propósito.
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Appena la serva ebbe veduto Sancio in conferenza segreta con don Chisciotte, e subito s′immaginò che dalla loro consulta dovesse venire la determinazione di fare una terza uscita in campagna. Si racconciò dunque un poco, e copertasi del suo velo la testa andò in traccia del baccelliere Sansone Carrasco, sembrandole che per esser buono parlatore ed amico recente del suo padrone, potrebbe riuscire a distorlo da così strano sproposito.
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Hallóle paseándose por el patio de su casa, y, viéndole, se dejó caer ante sus pies, trasudando y congojosa. Cuando la vio Carrasco con muestras tan doloridas y sobresaltadas, le dijo
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Trovollo che stava passeggiando nel cortile di casa sua, e al primo vederlo si gettò ai suoi piedi tutta affannata e in sudore. Carrasco che la vide sì dogliosa e sconvolta, le domandò subito:
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-¿Qué es esto, señora ama? ¿Qué le ha acontecido, que parece que se le quiere arrancar el alma.
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— Che v′ha di nuovo, mia buona donna? che gran motivo v′ha di vedervi tanto agitata che pare abbiate a lasciare la vita da un momento all′altro?
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-No es nada, señor Sansón mío, sino que mi amo se sale; ¡sálese sin duda.
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— Nient′altro, mio signor Sansone, rispose, se non che il mio padrone se n′esce ed esce indubitamente.
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-Y ¿por dónde se sale, señora? -preguntó Sansón-. ¿Hásele roto alguna parte de su cuerpo.
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— E da che parte n′esce? gli si è rotta forse qualche parte del corpo?
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-No se sale -respondió ella-, sino por la puerta de su locura. Quiero decir, señor bachiller de mi ánima, que quiere salir otra vez, que con ésta será la tercera, a buscar por ese mundo lo que él llama venturas, que yo no puedo entender cómo les da este nombre. La vez primera nos le volvieron atravesado sobre un jumento, molido a palos. La segunda vino en un carro de bueyes, metido y encerrado en una jaula, adonde él se daba a entender que estaba encantado; y venía tal el triste, que no le conociera la madre que le parió flaco, amarillo, los ojos hundidos en los últimos camaranchones del celebro, que, para haberle de volver algún tanto en sí, gasté más de seiscientos huevos, como lo sabe Dios y todo el mundo, y mis gallinas, que no me dejaran mentir.
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— Niente affatto, ma egli esce per la porta della sua pazzia, rispose la serva; e voglio dire, signor baccelliere dell′anima mia, ch′egli vuole adesso uscire di nuovo in campagna, che sarà la terza volta, andando a cercare pel mondo quello ch′egli chiama venture, benché io non sappia concepire perché si serve di questo male adattato nome. La prima volta lo ricondussero a casa attraverso ad un giumento e fracassato dalle bastonate; la seconda venne su di un carro tirato da buoi e rinserrato in una gabbia, dove egli s′immaginava di essere incantato: e arrivò il pover′uomo sì malconcio che non lo avrebbe conosciuto la madre che lo partorì, era smunto, giallastro, cogli occhi concentrati nelle ultime cavità del cervello, e tale che per farlo tornare in sé un cotal poco, mi bisognò mandare a male più di seicento ova, come ben lo sa Dio, il mondo e le mie galline, che non mi daranno mai una mentita.
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-Eso creo yo muy bien -respondió el bachiller-; que ellas son tan buenas, tan gordas y tan bien criadas, que no dirán una cosa por otra, si reventasen. En efecto, señora ama ¿no hay otra cosa, ni ha sucedido otro desmán alguno, sino el que se teme que quiere hacer el señor don Quijote.
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— Ne sono certissimo, rispose il baccelliere, poiché sono sì buone, sì grasse e sì ben costumate che non direbbero una cosa per un′altra se pure scoppiassero: in sostanza, signora serva, non c′è più di questo? né altro disordine è successo se non che si dubita che il signor don Chisciotte, voglia andarsene per la terza volta?
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-No, señor -respondió ella.
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— Niente altro, rispose la serva.
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-Pues no tenga pena -respondió el bachiller-, sino váyase en hora buena a su casa, y téngame aderezado de almorzar alguna cosa caliente, y, de camino, vaya rezando la oración de Santa Apolonia si es que la sabe, que yo iré luego allá, y verá maravillas.
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— Ebbene, soggiunse il baccelliere, non ve ne date fastidio: andatevene a casa vostra tranquilla, preparatemi qualche cosa calda da asciolvere, e intanto per la strada recitate l′orazione di sant′Apollonia, se la sapete, ch′io vi raggiungerò or ora, e vi farò vedere maraviglie.
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-¡Cuitada de mí! -replicó el ama-; ¿la oración de Santa Apolonia dice vuestra merced que rece? eso fuera si mi amo lo hubiera de las muelas, pero no lo ha sino de los cascos.
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— Meschina di me! replicò la serva: mi suggerisce vossignoria ch′io reciti l′orazione di sant′Apollonia? sarebbe buona se il mio padrone avesse male di denti, ma il suo male consiste in una infermità del cervello.
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-Yo sé lo que digo, señora ama váyase y no se ponga a disputar conmigo, pues sabe que soy bachiller por Salamanca, que no hay más que bachillear -respondió Carrasco.
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— So quello che dico, signora serva; andate, né vi mettete a piatire con me, rispose Carrasco, perché sapete bene ch′io sono baccelliere in Salamanca, né occorre di più. »
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Y con esto, se fue el ama, y el bachiller fue luego a buscar al cura, a comunicar con él lo que se dirá a su tiempo.
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Con questo la serva andò via, e il baccelliere si recò subito in traccia del curato per conferire su quelle cose che a suo tempo saranno riferite.
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En el que estuvieron encerrados don Quijote y Sancho, pasaron las razones que con mucha puntualidad y verdadera relación cuenta la historia.
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Stavano intanto rinchiusi insieme in una camera don Chisciotte e Sancio, e passavano fra loro i discorsi che con molta esattezza e con veridica relazione racconta la storia.
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Dijo Sancho a su amo
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Disse Sancio al suo padrone:
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-Señor, ya yo tengo relucida a mi mujer a que me deje ir con vuestra merced adonde quisiere llevarme.
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— Signore, ho rilotta mia moglie a permettere ch′io seguiti vossignoria dove mi vorrà menare.
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-Reducida has de decir, Sancho -dijo don Quijote-, que no relucida.
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— Ridotta hai a dire, o Sancio, risposegli don Chisciotte, e non già rilotta.
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-Una o dos veces -respondió Sancho-, si mal no me acuerdo, he suplicado a vuestra merced que no me emiende los vocablos, si es que entiende lo que quiero decir en ellos, y que, cuando no los entienda, diga ′′Sancho, o diablo, no te entiendo′′; y si yo no me declarare, entonces podrá emendarme; que yo soy tan fócil. .
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— Due o tre volte, replicò Sancio, se ben mi ricordo, ho pregato vossignoria che non si faccia a correggere i miei vocaboli quando ella già intende abbastanza quello che voglio dire; e se non l′intende, dice: Sancio, o diavolo, spiegati meglio, e allora se non saprò farmi capire potrà correggermi, che io sono sempre tocile.
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-No te entiendo, Sancho -dijo luego don Quijote-, pues no sé qué quiere decir soy tan fócil.
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— Ecco che non t′intendo, o Sancio, disse don Chisciotte, e non so che voglia significare io sono tocile.
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-Tan fócil quiere decir -respondió Sancho- soy tan así.
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— Sempre tocile, vuol dire, rispose Sancio, sono sempre così.
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-Menos te entiendo agora -replicó don Quijote.
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— T′intendo ora manco, replicò don Chisciotte.
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-Pues si no me puede entender -respondió Sancho-, no sé cómo lo diga no sé más, y Dios sea conmigo.
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— Se non può intendermi, rispose Sancio, io non so come spiegarmi meglio, che Dio ci aiuti.
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-Ya, ya caigo -respondió don Quijote- en ello tú quieres decir que eres tan dócil, blando y mañero que tomarás lo que yo te dijere, y pasarás por lo que te enseñare.
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— Ah! ah! la indovino ora, rispose don Chisciotte: tu vuoi dire che sei docile, pieghevole, che ascolterai quello che ti dirò, e che metterai a profitto le mie lezioni.
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-Apostaré yo -dijo Sancho- que desde el emprincipio me caló y me entendió, sino que quiso turbarme por oírme decir otras docientas patochadas.
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— Che io caschi morto, disse Sancio, se vossignoria non mi aveva pur bene inteso da prima; ma si è goduto a confondermi per cavarmi di bocca qualche scempiaggine.
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-Podrá ser -replicó don Quijote-. Y, en efecto, ¿qué dice Teresa.
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— Potrebbe anche essere, soggiunse don Chisciotte: ma in sostanza, e che dice Teresa?
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-Teresa dice -dijo Sancho- que ate bien mi dedo con vuestra merced, y que hablen cartas y callen barbas, porque quien destaja no baraja, pues más vale un toma que dos te daré. Y yo digo que el consejo de la mujer es poco, y el que no le toma es loco.
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— Teresa dice, rispose Sancio, che io leghi bene il mio dito con vossignoria; che carta canta e villan dorme: patti chiari, amici cari; è meglio un tien tieni che cento piglia piglia; e a questi proverbî io soggiungo che il consiglio della moglie è poco, ma colui che non lo piglia è sciocco.
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-Y yo lo digo también -respondió don Quijote-. Decid, Sancho amigo; pasá adelante, que habláis hoy de perlas.
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— Sono del tuo stesso avviso, disse don Chisciotte, e tira pur innanzi così, amico Sancio, che oggi tu sputi perle.
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-Es el caso -replicó Sancho- que, como vuestra merced mejor sabe, todos estamos sujetos a la muerte, y que hoy somos y mañana no, y que tan presto se va el cordero como el carnero, y que nadie puede prometerse en este mundo más horas de vida de las que Dios quisiere darle, porque la muerte es sorda, y, cuando llega a llamar a las puertas de nuestra vida, siempre va depriesa y no la harán detener ni ruegos, ni fuerzas, ni ceptros, ni mitras, según es pública voz y fama, y según nos lo dicen por esos púlpitos.
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— La conclusione si è, replicò Sancio, che, come la signoria vostra sa meglio di me, noi siamo tutti mortali; che oggi abbiamo gli occhi aperti e domani chiusi; e tanto se ne va l′agnello come il montone: e nessun vi è al mondo che possa contare su di un′ora sola di vita oltre ai confini che ha stabilito Domeneddio, perché la morte è sorda, e quando viene a picchiare la porta della nostra vita ha sempre gran fretta; non vagliono a tenerla indietro preghiere, forza, scettri o mitre, come tutti sanno e come disse il padre predicatore dal pulpito.
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-Todo eso es verdad -dijo don Quijote-, pero no sé dónde vas a parar.
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— Questo è tutto vero, soggiunse don Chisciotte, ma non vedo dove tu voglia adesso riuscire.
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-Voy a parar -dijo Sancho- en que vuesa merced me señale salario conocido de lo que me ha de dar cada mes el tiempo que le sirviere, y que el tal salario se me pague de su hacienda; que no quiero estar a mercedes, que llegan tarde, o mal, o nunca; con lo mío me ayude Dios. En fin, yo quiero saber lo que gano, poco o mucho que sea, que sobre un huevo pone la gallina, y muchos pocos hacen un mucho, y mientras se gana algo no se pierde nada. Verdad sea que si sucediese, lo cual ni lo creo ni lo espero, que vuesa merced me diese la ínsula que me tiene prometida, no soy tan ingrato, ni llevo las cosas tan por los cabos, que no querré que se aprecie lo que montare la renta de la tal ínsula, y se descuente de mi salario gata por cantidad.
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— Voglio riuscire, disse Sancio, che vostra signoria mi assegni un salario certo per ogni mese, che resterò al suo servigio, e che questo salario, mi venga pagato sulle sue rendite, perché non voglio stare in aspettativa di favori che giungono o tardi o male o non mai; finalmente voglio sapere quale sarà il mio guadagno, poco o molto che sia, che la gallina comincia a covare su di un uovo solo; e molti pochi fanno un assai; e quando si guadagna qualche cosa non si perde niente: è vero che se succedesse (cosa che né credo né spero) che vossignoria mi desse l′isola che mi ha promesso, non sarei così ingrato, né guarderei tanto pel sottile da non voler far stimare l′entrate dell′isola per iscontare dal mio salario gatta per tempo.
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-Sancho amigo -respondió don Quijote-, a las veces, tan buena suele ser una gata como una rata.
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— Amico Sancio, rispose don Chisciotte, suole talora essere sì buona la gatta come la topa.
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-Ya entiendo -dijo Sancho- yo apostaré que había de decir rata, y no gata; pero no importa nada, pues vuesa merced me ha entendido.
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— Capisco, disse Sancio, e scommetto che io aveva in bocca ratta e non gatta, ma già non importa perché vossignoria mi ha ben inteso.
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-Y tan entendido -respondió don Quijote- que he penetrado lo último de tus pensamientos, y sé al blanco que tiras con las inumerables saetas de tus refranes. Mira, Sancho yo bien te señalaría salario, si hubiera hallado en alguna de las historias de los caballeros andantes ejemplo que me descubriese y mostrase, por algún pequeño resquicio, qué es lo que solían ganar cada mes, o cada año; pero yo he leído todas o las más de sus historias, y no me acuerdo haber leído que ningún caballero andante haya señalado conocido salario a su escudero. Sólo sé que todos servían a merced, y que, cuando menos se lo pensaban, si a sus señores les había corrido bien la suerte, se hallaban premiados con una ínsula, o con otra cosa equivalente, y, por lo menos, quedaban con título y señoría. Si con estas esperanzas y aditamentos vos, Sancho, gustáis de volver a servirme, sea en buena hora que pensar que yo he de sacar de sus términos y quicios la antigua usanza de la caballería andante es pensar en lo escusado. Así que, Sancho mío, volveos a vuestra casa, y declarad a vuestra Teresa mi intención; y si ella gustare y vos gustáredes de estar a merced conmigo, bene quidem; y si no, tan amigos como de antes; que si al palomar no le falta cebo, no le faltarán palomas. Y advertid, hijo, que vale más buena esperanza que ruin posesión, y buena queja que mala paga. Hablo de esta manera, Sancho, por daros a entender que también como vos sé yo arrojar refranes como llovidos. Y, finalmente, quiero decir, y os digo, que si no queréis venir a merced conmigo y correr la suerte que yo corriere, que Dios quede con vos y os haga un santo; que a mí no me faltarán escuderos más obedientes, más solícitos, y no tan empachados ni tan habladores como vos.
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— E tanto inteso, rispose don Chisciotte, che sono giunto a penetrare il più intimo dei tuoi pensieri, e so a che fine li esponi, e a che cosa tiri con tanti tuoi proverbî. Sappi, Sancio, che ti assegnerei a dirittura il salario, se in qualche storia di cavalieri erranti avessi trovato pur un esempio che m′indicasse o mostrasse, almeno per congettura, il guadagno che gli scudieri faceano o in un mese o in un anno: ma ho lette tutte o quasi tutte cotali istorie, e non mi sovviene di avere trovato che alcun cavaliere errante abbia mai assegnato salario determinato allo scudiere: so bene questo che servivano tutti a mercede, e che quando se lo pensavano meno (se la sorte era ai loro padroni favorevole) trovavansi premiati col dono di qualche isola o con altra cosa equivalente, o la finivano per lo meno con un titolo e con una signoria. Se con tali speranze e fondamenti ti piace tornare al mio servigio, sia alla buon′ora, ma pensare ch′io debba scomporre in qualsiasi modo l′ordine e le costumanze antiche della cavalleria, è un pensar l′impossibile. Ora dunque tornati, Sancio caro, a casa tua, e significa alla tua Teresa il mio animo: se a te ed a lei piace di restare con me a mercede bene quidem; in caso diverso amici come prima, che se non mancherà da mangiare nella colombaia, non vi mancheranno mai colombe; e pensa bene, figliuol mio, che più vale una buona speranza che un cattivo possesso, e più un buon avere che una mala piaga. Io uso di questo linguaggio figurato per farti vedere che so anch′io come tu sfoggiare proverbî, ma poi concludo che se rifiuti di servirmi a mercede e di correre la mia stessa sorte, restati pure con Dio che ti faccia santo, ché a me non mancheranno scudieri più obbedienti, più solleciti e non tanto importuni e ciarlatori come tu sei. »
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Cuando Sancho oyó la firme resolución de su amo se le anubló el cielo y se le cayeron las alas del corazón, porque tenía creído que su señor no se iría sin él por todos los haberes del mundo; y así, estando suspenso y pensativo, entró Sansón Carrasco y la sobrina, deseosos de oír con qué razones persuadía a su señor que no tornarse a buscar las aventuras. Llegó Sansón, socarrón famoso, y, abrazándole como la vez primera y con voz levantada, le dijo.
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Quando Sancio udì la ferma risoluzione del suo padrone, gli parve che il cielo s′annuvolasse, e gli caddero le ali del cuore; giacché aveva creduto per certo che il suo padrone non potesse e non volesse partire senza di lui per tutto l′oro del mondo. Stava dunque pensoso e sospeso, quando entrò Sansone Carrasco, seguìto dalla serva e dalla nipote, desiderose di udire con quali argomenti volesse provarsi a distogliere il lor signore dal proponimento di tornare in traccia di avventure. Sansone, volpe vecchia famosa, appena arrivato abbracciò don Chisciotte come la volta passata, e con alta voce gli disse:
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-¡Oh flor de la andante caballería; oh luz resplandeciente de las armas; oh honor y espejo de la nación española! Plega a Dios todopoderoso, donde más largamente se contiene, que la persona o personas que pusieren impedimento y estorbaren tu tercera salida, que no la hallen en el laberinto de sus deseos, ni jamás se les cumpla lo que mal desearen.
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— Oh fiore della errante cavalleria! o luce risplendente delle armi! oh specchio della nazione spagnuola! piaccia all′onnipossente Iddio che la persona o le persone che frapporranno ostacolo o sturberanno la tua terza uscita in campagna, non trovino nel labirinto dei loro desiderî la via di uscirne, né giungano mai al compimento delle lor brame. »
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Y, volviéndose al ama, le dijo.
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E voltosi alla serva le disse:
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-Bien puede la señora ama no rezar más la oración de Santa Apolonia, que yo sé que es determinación precisa de las esferas que el señor don Quijote vuelva a ejecutar sus altos y nuevos pensamientos, y yo encargaría mucho mi conciencia si no intimase y persuadiese a este caballero que no tenga más tiempo encogida y detenida la fuerza de su valeroso brazo y la bondad de su ánimo valentísimo, porque defrauda con su tardanza el derecho de los tuertos, el amparo de los huérfanos, la honra de las doncellas, el favor de las viudas y el arrimo de las casadas, y otras cosas deste jaez, que tocan, atañen, dependen y son anejas a la orden de la caballería andante. ¡Ea, señor don Quijote mío, hermoso y bravo, antes hoy que mañana se ponga vuestra merced y su grandeza en camino; y si alguna cosa faltare para ponerle en ejecución, aquí estoy yo para suplirla con mi persona y hacienda; y si fuere necesidad servir a tu magnificencia de escudero, lo tendré a felicísima ventura.
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— Potete signora serva, tralasciare di recitar l′orazione di sant′Apollonia, poiché è determinazione precisa delle costellazioni che il signor don Chisciotte torni a metter in esecuzione i suoi alti e nuovi divisamenti, ed io aggraverei soverchiamente la mia coscienza se non intimassi a cotesto cavaliere, e non mi facessi a persuaderlo di non tenere più a lungo neghittosa e inceppata la forza del valoroso suo braccio e la eccellenza dell′animo suo valentissimo, mentre pregiudicherebbe ritardando, il drizzamento dei torti, la difesa degli orfani, l′onore delle donzelle, il favore delle vedove, il sostegno delle maritate, ed altre cose di simile natura che toccano, appartengono, dipendono e vanno annesse all′ordine dell′errante cavalleria. Orsù, signor don Chisciotte mio bello e bravo, pongasi la signoria vostra nella grandezza della sua carriera oggi piuttosto che dimani, e se qualcuno vi fosse che non lo volesse seguire, eccomi qua a supplire colla mia persona e con ogni mio avere; poiché terrei per ventura mia felicissima, se necessario si rendesse, che io avessi a servire la magnificenza vostra anche nella qualità di scudiere. »
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A esta sazón, dijo don Quijote, volviéndose a Sancho.
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Don Chisciotte a tal passo si volse a Sancio e gli disse:
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-¿No te dije yo, Sancho, que me habían de sobrar escuderos? Mira quién se ofrece a serlo, sino el inaudito bachiller Sansón Carrasco, perpetuo trastulo y regocijador de los patios de las escuelas salmanticenses, sano de su persona, ágil de sus miembros, callado, sufridor así del calor como del frío, así de la hambre como de la sed, con todas aquellas partes que se requieren para ser escudero de un caballero andante. Pero no permita el cielo que, por seguir mi gusto, desjarrete y quiebre la coluna de las letras y el vaso de las ciencias, y tronque la palma eminente de las buenas y liberales artes. Quédese el nuevo Sansón en su patria, y, honrándola, honre juntamente las canas de sus ancianos padres; que yo con cualquier escudero estaré contento, ya que Sancho no se digna de venir conmigo.
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— Non te l′ho io detto che avevano a sopravvanzarmi gli scudieri? Guarda un poco la persona che mi si offre, e vedrai che l′inaudito baccelliere Sansone Carrasco, perpetuo trastullo e rallegratore dei cortili delle scuole salamanticesi, sano di sua persona, agile di sue membra, taciturno, e che sa tollerare fame e sete, è posseditore delle qualità tutte che si richiedono ad essere buono scudiero di cavaliere errante. Non sia però mai che io per compiacere a me stesso rovesci la colonna delle lettere, o rompa il vaso delle scienze, o strappi la palma eminente delle buone e liberali arti: rimangasi in patria sua il novello Sansone, e col dar lustro a lei onori nel tempo stesso la canizie dei suoi antenati, che io mi adatterò a qualsivoglia scudiere, giacché Sancio non si degna più di venire con me.
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-Sí digno -respondió Sancho, enternecido y llenos de lágrimas los ojos; y prosiguió- No se dirá por mí, señor mío el pan comido y la compañía deshecha; sí, que no vengo yo de alguna alcurnia desagradecida, que ya sabe todo el mundo, y especialmente mi pueblo, quién fueron los Panzas, de quien yo deciendo, y más, que tengo conocido y calado por muchas buenas obras, y por más buenas palabras, el deseo que vuestra merced tiene de hacerme merced; y si me he puesto en cuentas de tanto más cuanto acerca de mi salario, ha sido por complacer a mi mujer; la cual, cuando toma la mano a persuadir una cosa, no hay mazo que tanto apriete los aros de una cuba como ella aprieta a que se haga lo que quiere; pero, en efeto, el hombre ha de ser hombre, y la mujer, mujer; y, pues yo soy hombre dondequiera, que no lo puedo negar, también lo quiero ser en mi casa, pese a quien pesare; y así, no hay más que hacer, sino que vuestra merced ordene su testamento con su codicilo, en modo que no se pueda revolcar, y pongámonos luego en camino, porque no padezca el alma del señor Sansón, que dice que su conciencia le lita que persuada a vuestra merced a salir vez tercera por ese mundo; y yo de nuevo me ofrezco a servir a vuestra merced fiel y legalmente, tan bien y mejor que cuantos escuderos han servido a caballeros andantes en los pasados y presentes tiempos.
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— Sì, che mi degno, rispose Sancio intenerito e con qualche lagrima agli occhi, e seguitò a questo modo: « Non sarà mai che si dica, o signore, per colpa mia, pane mangiato e compagnia disfatta; io non discendo da razza di gente ingrata, e tutto il mondo e i miei paesani spezialmente sanno di che razza furono i Pancia, e quale la mia progenie: e c′è di più ch′io ho conosciuto e penetrato per le sue buone opere il desiderio che ha la signoria vostra di beneficarmi; che se io mi sono impuntigliato di sapere con qualche precisione quanto dovrei guadagnare in conto di salario, ciò non è stato altro che per compiacere mia moglie, la quale, quando si è fitta in capo una cosa, non v′è cerchio che tanto stringe la botte come ella tenacemente stringe altrui a voler quello che vuole; ma finalmente l′uomo ha da esser uomo, e donna la donna. E giacché sono un uomo, e non lo posso negare, voglio esserlo in casa mia ad ogni patto: dunque non resta altro se non che la signoria vostra faccia il suo testamento col codicillo ordinato a modo che non possa esser rinvocato, e mettiamoci subito in viaggio, affinché non ne soffra l′anima del signor Sansone, che dice essere mosso per coscienza a persuadere alla signoria vostra questa terza uscita in campagna: io mi offro nuovamente a servirla con ogni fedeltà e formula regale sì bene e nel miglior modo che mai scudiere al mondo abbia servito errante cavaliere nei presenti e nei passati secoli. »
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Admirado quedó el bachiller de oír el término y modo de hablar de Sancho Panza; que, puesto que había leído la primera historia de su señor, nunca creyó que era tan gracioso como allí le pintan; pero, oyéndole decir ahora testamento y codicilo que no se pueda revolcar, en lugar de testamento y codicilo que no se pueda revocar, creyó todo lo que dél había leído, y confirmólo por uno de los más solenes mentecatos de nuestros siglos; y dijo entre sí que tales dos locos como amo y mozo no se habrían visto en el mundo.
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Restò il baccelliere maravigliato nel sentire il parlare di Sancio Pancia; mentre tuttoché avesse letta la prima parte della istoria del suo padrone, non avrebbe pensato mai che sì grazioso foss′egli com′era quivi dipinto. Sentendolo a parlare e a dire: testamento e codicillo ordinato a modo che non possa essere rinvocato; invece di: testamento e codicillo che non possa essere rivocato; prestò credenza a tuttociò che avea letto, e tenne Sancio per uno dei solenni scimuniti dei nostri tempi. Disse tra sé: Due pazzi di simil tempra, come padrone e servitore, non si vedranno mai più!
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Finalmente, don Quijote y Sancho se abrazaron y quedaron amigos, y con parecer y beneplácito del gran Carrasco, que por entonces era su oráculo, se ordenó que de allí a tres días fuese su partida; en los cuales habría lugar de aderezar lo necesario para el viaje, y de buscar una celada de encaje, que en todas maneras dijo don Quijote que la había de llevar. Ofreciósela Sansón, porque sabía no se la negaría un amigo suyo que la tenía, puesto que estaba más escura por el orín y el moho que clara y limpia por el terso acero.
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Finalmente Sancio e don Chisciotte si abbracciarono rassodando la loro amicizia, e col parere e coll′approvazione del gran Carrasco, ch′era allora l′oracolo, si stabilì che la partenza seguirebbe dopo tre giorni, e che intanto si appresterebbe l′occorrente al viaggio, e si provvederebbe una celata con buffa che don Chisciotte trovò necessario di portar seco ad ogni costo. Sansone gliela offerì, perché sapeva che un suo amico non si sarebbe rifiutato di dargliene una che aveva, tuttoché la ruggine l′avesse resa più nera che bianca.
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Las maldiciones que las dos, ama y sobrina, echaron al bachiller no tuvieron cuento mesaron sus cabellos, arañaron sus rostros, y, al modo de las endechaderas que se usaban, lamentaban la partida como si fuera la muerte de su señor. El designo que tuvo Sansón, para persuadirle a que otra vez saliese, fue hacer lo que adelante cuenta la historia, todo por consejo del cura y del barbero, con quien él antes lo había comunicado.
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Sono indicibili le maledizioni che la serva e la padrona scagliarono contro il baccelliere; si strappavano i capelli, si graffiavano il viso, ed alla foggia delle prefiche di un tempo si querelavano della partenza del loro signore e padrone come se trattato si fosse della vera sua morte. Sansone intanto persuadeva don Chisciotte a partire un′altra volta per mandare ad esecuzione quanto narrerà la storia più innanzi, e tutto per consiglio del curato e del barbiere coi quali egli si era benissimo inteso.
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En resolución, en aquellos tres días don Quijote y Sancho se acomodaron de lo que les pareció convenirles; y, habiendo aplacado Sancho a su mujer, y don Quijote a su sobrina y a su ama, al anochecer, sin que nadie lo viese, sino el bachiller, que quiso acompañarles media legua del lugar, se pusieron en camino del Toboso don Quijote sobre su buen Rocinante, y Sancho sobre su antiguo rucio, proveídas las alforjas de cosas tocantes a la bucólica, y la bolsa de dineros que le dio don Quijote para lo que se ofreciese. Abrazóle Sansón, y suplicóle le avisase de su buena o mala suerte, para alegrarse con ésta o entristecerse con aquélla, como las leyes de su amistad pedían. Prometióselo don Quijote, dio Sansón la vuelta a su lugar, y los dos tomaron la de la gran ciudad del Toboso.
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Nei detti tre giorni dunque don Chisciotte e Sancio misero in assetto ciò che parve loro opportuno, ed essendosi pacificati Sancio con sua moglie, e don Chisciotte colla nipote e colla serva, sull′imbrunire della notte, senz′essere veduti da chi che sia, tranne il baccelliere che volle accompagnarli mezza lega circa fuori del paese, si avviarono al Toboso. Era don Chisciotte sopra il suo Ronzinante, e Sancio, sopra il suo antico giumento colle bisacce ben provvedute per la bucolica, e con una borsa di danari che don Chisciotte gli avea data pei futuri bisogni. Sansone abbracciò il cavaliere, e lo pregò a volergli dare in avvenire le nuove della sua buona o trista ventura per averne consolazione nel primo caso, o per contristarsene se gli accadesse male, e ciò conformemente alle leggi dell′amicizia. Promise don Chisciotte, Sansone tornò a casa, e i due viaggiatori pigliarono il cammino verso la grande città del Toboso.
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II. Capítulo VIII. Donde se cuenta lo que le sucedió a don Quijote, yendo a ver su señora Dulcinea del Toboso.
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CAPITOLO VIII RACCONTASI CIРCHE ACCADDE A DON CHISCIOTTE RECANDOSI A VEDERE LA SIGNORA DULCINEA DEL TOBOSO.
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′′¡Bendito sea el poderoso Alá! -dice Hamete Benengeli al comienzo deste octavo capítulo-. ¡Bendito sea Alá!′′, repite tres veces; y dice que da estas bendiciones por ver que tiene ya en campaña a don Quijote y a Sancho, y que los letores de su agradable historia pueden hacer cuenta que desde este punto comienzan las hazañas y donaires de don Quijote y de su escudero; persuádeles que se les olviden las pasadas caballerías del ingenioso hidalgo, y pongan los ojos en las que están por venir, que desde agora en el camino del Toboso comienzan, como las otras comenzaron en los campos de Montiel, y no es mucho lo que pide para tanto como él promete; y así prosigue diciendo
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Benedetto sia pure il potente Allah (dice Hamet Ben-Engeli al principio di quest′ottavo capitolo) benedetto sia Allah, ripete tre volte: e dice che gli dà questa benedizione per veder già usciti in campagna don Chisciotte e Sancio. Per la qual cosa tutti i lettori di questa dilettevole istoria possono contare che da questo momento hanno principio le nuove imprese e le nuove graziosissime bizzarrie di don Chisciotte e del suo scudiere. Vuole lo storico che debbano porsi in dimenticanza le trascorse cavallerie dell′ingegnoso idalgo, e che si ponga mente a quelle che sono ora per accadere, e che hanno il loro cominciamento sulla strada del Toboso, come le altre lo ebbero sui campi di Montiello. E veramente non è gran cosa quello ch′egli domanda a petto di ciò che promette narrare; lo che udiremo più avanti.
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Solos quedaron don Quijote y Sancho, y, apenas se hubo apartado Sansón, cuando comenzó a relinchar Rocinante y a sospirar el rucio, que de entrambos, caballero y escudero, fue tenido a buena señal y por felicísimo agüero; aunque, si se ha de contar la verdad, más fueron los sospiros y rebuznos del rucio que los relinchos del rocín, de donde coligió Sancho que su ventura había de sobrepujar y ponerse encima de la de su señor, fundándose no sé si en astrología judiciaria que él se sabía, puesto que la historia no lo declara; sólo le oyeron decir que, cuando tropezaba o caía, se holgara no haber salido de casa, porque del tropezar o caer no se sacaba otra cosa sino el zapato roto o las costillas quebradas; y, aunque tonto, no andaba en esto muy fuera de camino. Díjole don Quijote
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Rimasero soli don Chisciotte e Sancio, ed appena Sansone si fu allontanato da loro, Ronzinante cominciò a mandar nitriti e il giumento a soffiare e a ragliare; e ciò fu tenuto da entrambi, cavaliere e scudiere, in conto di felicissimo augurio. Per confessare la verità i soffiamenti e i ragli dell′asino vincevano di gran lunga il nitrire del ronzino, e per tale cagione si avvisò Sancio che la sua ventura dovesse superare quella del padrone; fondandosi non so se nell′astrologia giudiziaria (che tace la storia su questo punto) o sopra una volgar credenza che quando una bestia inciampi o cada al primo uscire di casa sia mal augurio; perché dall′inciampare o cadere altro non se ne può cavare che la scarpa rotta o le costole fracassate; e benché sciocco non pensava egli fuor di proposito. Don Chisciotte gli disse:
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-Sancho amigo, la noche se nos va entrando a más andar, y con más escuridad de la que habíamos menester para alcanzar a ver con el día al Toboso, adonde tengo determinado de ir antes que en otra aventura me ponga, y allí tomaré la bendición y buena licencia de la sin par Dulcinea, con la cual licencia pienso y tengo por cierto de acabar y dar felice cima a toda peligrosa aventura, porque ninguna cosa desta vida hace más valientes a los caballeros andantes que verse favorecidos de sus damas. -Yo así lo creo -respondió Sancho-; pero tengo por dificultoso que vuestra merced pueda hablarla ni verse con ella, en parte, a lo menos, que pueda recebir su bendición, si ya no se la echa desde las bardas del corral, por donde yo la vi la vez primera, cuando le llevé la carta donde iban las nuevas de las sandeces y locuras que vuestra merced quedaba haciendo en el corazón de Sierra Morena.
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— Amico Sancio, si avanza la notte a gran passi, e con oscurità più grande di quella che ci bisogna per giungere col giorno al Toboso, dov′io sono determinato di recarmi prima di accingermi a verun′altra avventura. Piglierò quivi la benedizione e la buona licenza dalla senz′eguale Dulcinea, e con questa permissione penso e tengo per certo di dare felice compimento ad ogni più pericolosa avventura; ché nessuna cosa rende sì fortunati al mondo i cavalieri erranti quanto il favore delle loro dame. — Così credo anch′io, rispose Sancio; trovo però difficile che vossignoria possa abboccarsi con lei, o almeno vederla in luogo dove poterne ottenere la benedizione, se già non gliela desse dalle muraglie della corte dove io la ho veduta la prima volta quando le ho portato la lettera contenente le pazzie e le stravaganze che si facevano da vossignoria nel bel mezzo di Sierra Morena.
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-¿Bardas de corral se te antojaron aquéllas, Sancho -dijo don Quijote-, adonde o por donde viste aquella jamás bastantemente alabada gentileza y hermosura? No debían de ser sino galerías o corredores, o lonjas, o como las llaman, de ricos y reales palacios.
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— Parvero a te dunque muraglie di una corte, disse don Chisciotte, quelle per le quali vedesti la sua non mai abbastanza lodata gentilezza e beltà? Eh bada bene che debbono essere state gallerie, corridoi o logge od altre magnifiche stanze di sontuoso e reale palagio.
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-Todo pudo ser -respondió Sancho-, pero a mí bardas me parecieron, si no es que soy falto de memoria.
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— Può essere tutto questo, rispose Sancio, ma a me parvero muraglie, quando la memoria non mi tradisca.
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-Con todo eso, vamos allá, Sancho -replicó don Quijote-, que como yo la vea, eso se me da que sea por bardas que por ventanas, o por resquicios, o verjas de jardines; que cualquier rayo que del sol de su belleza llegue a mis ojos alumbrará mi entendimiento y fortalecerá mi corazón, de modo que quede único y sin igual en la discreción y en la valentía.
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— Sia com′esser si voglia, replicò don Chisciotte, andiamocene a quella parte; purch′io in qualche modo la vegga, sia per muraglie o per finestre o per fessure o per balaustri di giardini; qualunque sarà il raggio del sole di sua bellezza che colpisca gli occhi miei, resterà illuminato il mio intelletto, e acquisterà forza il mio cuore di modo che sarò unico e senza pari nel senno e nella bravura.
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-Pues en verdad, señor -respondió Sancho-, que cuando yo vi ese sol de la señora Dulcinea del Toboso, que no estaba tan claro, que pudiese echar de sí rayos algunos, y debió de ser que, como su merced estaba ahechando aquel trigo que dije, el mucho polvo que sacaba se le puso como nube ante el rostro y se le escureció.
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— In verità signor padrone mio, rispose Sancio, che questo sole della signora Dulcinea del Toboso quando l′ho veduto io non era tanto luminoso da mandar fuori raggi di sorta alcuna: ma ciò sarà stato perché attendendo allora la sua signora a vagliare quel grano di cui le ho già detto, la molta polvere che ne esciva le avrà posto come una nuvola dinanzi al viso, e glielo avrà oscurato tutto.
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-¡Que todavía das, Sancho -dijo don Quijote-, en decir, en pensar, en creer y en porfiar que mi señora Dulcinea ahechaba trigo, siendo eso un menester y ejercicio que va desviado de todo lo que hacen y deben hacer las personas principales que están constituidas y guardadas para otros ejercicios y entretenimientos, que muestran a tiro de ballesta su principalidad...! Mal se te acuerdan a ti, ¡oh Sancho!, aquellos versos de nuestro poeta donde nos pinta las labores que hacían allá en sus moradas de cristal aquellas cuatro ninfas que del Tajo amado sacaron las cabezas, y se sentaron a labrar en el prado verde aquellas ricas telas que allí el ingenioso poeta nos describe, que todas eran de oro, sirgo y perlas contestas y tejidas. Y desta manera debía de ser el de mi señora cuando tú la viste; sino que la envidia que algún mal encantador debe de tener a mis cosas, todas las que me han de dar gusto trueca y vuelve en diferentes figuras que ellas tienen; y así, temo que, en aquella historia que dicen que anda impresa de mis hazañas, si por ventura ha sido su autor algún sabio mi enemigo, habrá puesto unas cosas por otras, mezclando con una verdad mil mentiras, divertiéndose a contar otras acciones fuera de lo que requiere la continuación de una verdadera historia. ¡Oh envidia, raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes! Todos los vicios, Sancho, traen un no sé qué de deleite consigo, pero el de la envidia no trae sino disgustos, rancores y rabias.
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— E che? disse don Chisciotte, tu continui tuttavia, o Sancio, nel dire, nel credere, nel pensare, nel perfidiare che la mia signora Dulcinea vagliasse grano, quando questo è un esercizio straniero del tutto a ciò che operano ed operar debbono le persone di alto grado, riserbate a sublimi occupazioni, e tali che mostrino a tiro di balestra la loro grandezza. Si vede bene che tu non conosci quei versi del nostro poeta nei quali si dipingono gli esercizi che intrattenevano dentro le loro abitazioni di cristallo quelle quattro ninfe che alzarono la testa di sopra alle onde del Tago diletto, e si assisero a lavorare in verde e fiorito prato quelle ricchissime tele descritteci dall′ingegnoso autore, che tutte erano di oro conteste e di seta e di perle. A questo e non a diverso lavoro doveva certamente essere intenta la mia signora allorché tu la vedesti; quando però la invidia che porta qualche malefico incantatore alle cose mie non alteri e trasfiguri tutto quello che più mi piace. Io arrivo a dubitare che in quella istoria che dicesi impressa delle mie geste gloriose, se per caso ne fu autore un qualche savio a me nemico, non abbia registrato una cosa per l′altra, confondendo con una verità mille menzogne, e facendosi piacere di raccontare altre azioni diverse da quelle ch′esige il proseguimento di una veracissima narrazione. Oh invidia, radice d′infiniti mali e tarlo delle virtù! Tutti i vizi seco si traggono, o Sancio, un non so che di diletto, ma non altro che dispiaceri, rabbie e rancori trae seco l′invidia.
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-Eso es lo que yo digo también -respondió Sancho-, y pienso que en esa leyenda o historia que nos dijo el bachiller Carrasco que de nosotros había visto debe de andar mi honra a coche acá, cinchado, y, como dicen, al estricote, aquí y allí, barriendo las calles. Pues, a fe de bueno, que no he dicho yo mal de ningún encantador, ni tengo tantos bienes que pueda ser envidiado; bien es verdad que soy algo malicioso, y que tengo mis ciertos asomos de bellaco, pero todo lo cubre y tapa la gran capa de la simpleza mía, siempre natural y nunca artificiosa. Y cuando otra cosa no tuviese sino el creer, como siempre creo, firme y verdaderamente en Dios y en todo aquello que tiene y cree la Santa Iglesia Católica Romana, y el ser enemigo mortal, como lo soy, de los judíos, debían los historiadores tener misericordia de mí y tratarme bien en sus escritos. Pero digan lo que quisieren; que desnudo nací, desnudo me hallo ni pierdo ni gano; aunque, por verme puesto en libros y andar por ese mundo de mano en mano, no se me da un higo que digan de mí todo lo que quisieren.
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— Questo è quello che dico ancora io, rispose Sancio, e penso che in quella leggenda o istoria di cui ci ha parlato il baccelliere Carrasco, il mio povero onore vada alla peggio, vilipeso e rimenato, come si suol dire, per le strade; eppure posso giurare che io non ho detto mai male di alcun incantatore, e che non ho tante facoltà da essere invidiato da alcuno: non negherò di essere un poco malizioso, e che qualche volta non mi manca un tantino di furberia, ma poi tutto è coperto dal mantello della semplicità sempre naturale e non mai artifizioso. E se anche non avessi altro merito fuor quello di essere un perfetto cattolico, seguace fedele di ciò che tiene e crede la Chiesa santa cattolica romana, e mortal nimico, come sono, di tutti i Giudei, dovrebbero gli scrittori usare con me indulgenza, né maltrattarmi nei loro scritti: ma alla fin fine dicano tutto quello che vogliono, ché io sono venuto al mondo nudo, nudo presentemente mi trovo, né posso perdere o far guadagno, mi mettano o no su per i libri, o mi mandino attorno per lo mondo di mano in mano; e non m′importa un fico secco che si scapriccino sulle mie spalle.
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-Eso me parece, Sancho -dijo don Quijote-, a lo que sucedió a un famoso poeta destos tiempos, el cual, habiendo hecho una maliciosa sátira contra todas las damas cortesanas, no puso ni nombró en ella a una dama que se podía dudar si lo era o no; la cual, viendo que no estaba en la lista de las demás, se quejó al poeta, diciéndole que qué había visto en ella para no ponerla en el número de las otras, y que alargase la sátira, y la pusiese en el ensanche; si no, que mirase para lo que había nacido. Hízolo así el poeta, y púsola cual no digan dueñas, y ella quedó satisfecha, por verse con fama, aunque infame. También viene con esto lo que cuentan de aquel pastor que puso fuego y abrasó el templo famoso de Diana, contado por una de las siete maravillas del mundo, sólo porque quedase vivo su nombre en los siglos venideros; y, aunque se mandó que nadie le nombrase, ni hiciese por palabra o por escrito mención de su nombre, porque no consiguiese el fin de su deseo, todavía se supo que se llamaba Eróstrato. También alude a esto lo que sucedió al grande emperador Carlo Quinto con un caballero en Roma. Quiso ver el emperador aquel famoso templo de la Rotunda, que en la antigüedad se llamó el templo de todos los dioses, y ahora, con mejor vocación, se llama de todos los santos, y es el edificio que más entero ha quedado de los que alzó la gentilidad en Roma, y es el que más conserva la fama de la grandiosidad y magnificencia de sus fundadores él es de hechura de una media naranja, grandísimo en estremo, y está muy claro, sin entrarle otra luz que la que le concede una ventana, o, por mejor decir, claraboya redonda que está en su cima, desde la cual mirando el emperador el edificio, estaba con él y a su lado un caballero romano, declarándole los primores y sutilezas de aquella gran máquina y memorable arquitetura; y, habiéndose quitado de la claraboya, dijo al emperador ′′Mil veces, Sacra Majestad, me vino deseo de abrazarme con vuestra Majestad y arrojarme de aquella claraboya abajo, por dejar de mí fama eterna en el mundo′′. ′′Yo os agradezco -respondió el emperador- el no haber puesto tan mal pensamiento en efeto, y de aquí adelante no os pondré yo en ocasión que volváis a hacer prueba de vuestra lealtad; y así, os mando que jamás me habléis, ni estéis donde yo estuviere′′. Y, tras estas palabras, le hizo una gran merced. Quiero decir, Sancho, que el deseo de alcanzar fama es activo en gran manera. ¿Quién piensas tú que arrojó a Horacio del puente abajo, armado de todas armas, en la profundidad del Tibre? ¿Quién abrasó el brazo y la mano a Mucio? ¿Quién impelió a Curcio a lanzarse en la profunda sima ardiente que apareció en la mitad de Roma? ¿Quién, contra todos los agüeros que en contra se le habían mostrado, hizo pasar el Rubicón a César? Y, con ejemplos más modernos, ¿quién barrenó los navíos y dejó en seco y aislados los valerosos españoles guiados por el cortesísimo Cortés en el Nuevo Mundo? Todas estas y otras grandes y diferentes hazañas son, fueron y serán obras de la fama, que los mortales desean como premios y parte de la inmortalidad que sus famosos hechos merecen, puesto que los cristianos, católicos y andantes caballeros más habemos de atender a la gloria de los siglos venideros, que es eterna en las regiones etéreas y celestes, que a la vanidad de la fama que en este presente y acabable siglo se alcanza; la cual fama, por mucho que dure, en fin se ha de acabar con el mesmo mundo, que tiene su fin señalado. Así, ¡oh Sancho!, que nuestras obras no han de salir del límite que nos tiene puesto la religión cristiana, que profesamos. Hemos de matar en los gigantes a la soberbia; a la envidia, en la generosidad y buen pecho; a la ira, en el reposado continente y quietud del ánimo; a la gula y al sueño, en el poco comer que comemos y en el mucho velar que velamos; a la lujuria y lascivia, en la lealtad que guardamos a las que hemos hecho señoras de nuestros pensamientos; a la pereza, con andar por todas las partes del mundo, buscando las ocasiones que nos puedan hacer y hagan, sobre cristianos, famosos caballeros. Ves aquí, Sancho, los medios por donde se alcanzan los estremos de alabanzas que consigo trae la buena fama.
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— Quello che tu dici, o Sancio, somiglia, disse don Chisciotte, a quanto intravenne ad un celebre poeta dei nostri giorni, il quale avendo composta una maliziosa satira contro le donne di allegra vita tralasciò di nominare una, della quale potevasi dubitare se tale o no fosse realmente; e vedendo ella di non essere nella lista colle altre, se ne querelò col poeta, chiedendogli quale diversità avesse notata in lei per non metterla nel novero delle ricordate, e che pensasse a tirare in lungo la satira, ed a collocarvela se non voleva avere altrimenti di che pentirsi. La compiacque il poeta, e ve la inserì in modo del tutto indegno di una signora, ma essa rimase soddisfatta di sentirsi rammentata benché fosse con sua ignominia. Èanche simile a questo il caso di quel Greco che appiccò il foco al famoso tempio di Diana, una delle sette maraviglie del mondo, solamente perché si eternasse il suo nome nei secoli futuri e benché siasi comandato ad ogni scrittore di non menzionarlo mai, né di farlo passare in verun altro modo alla posterità, sicché non ottenesse il suo fine, tuttavia si seppe che Erostrato era il suo nome. Si confà egualmente a questo proposito l′avvenuto al grande imperatore Carlo V con un cavaliere romano. Bramò l′imperatore di vedere quel celebratissimo tempio della Ritonda, che anticamente era chiamato Panteon, ossia Tempio di tutti gli Dei, e meglio oggi si chiama di tutti i Santi; edifizio rimastoci il più conservato di quanti altri alzò la gentilità in Roma e quello che più di tutti mostra la fama della grandiosità e magnificenza dei suoi fondatori. Ècostrutto in forma di un mezzo arancio, di grande altezza e assai arioso, senza altra luce fuorché quella di una finestra, o a meglio dire un occhio tondo che ha sulla cima. E da quell′apertura stette l′imperatore contemplando quell′edifizio accompagnato da un cavaliere romano che andavagli dichiarando la eccellenza e le particolarità tutte di sì augusta mole e sì memorabile architettura. Alzatisi un cotal poco, il cavaliere disse all′imperatore: « Mille volte, sacra Maestà, mi venne la tentazione di abbracciarmi colla maestà vostra, e di precipitarmi congiuntamente a lei da questo pertugio per eternare al mondo il mio nome. — Vi ringrazio rispose l′imperatore, che non abbiate posto ad effetto sì perverso proponimento, e vi metterò d′ora innanzi in istato che non possiate darmi più questa sorta di prova di vostra lealtà: anzi vi comando né di parlarmi, né di trovarvi mai più dove io sia; e dopo queste parole gli fece un presente ricchissimo, e non volle più sapere di lui. Da tutte queste cose io intendo inferire, o Sancio, che il desiderio di acquistar fama è operativo in mille maniere. Chi ti dai tu a credere che indotto abbia Orazio Coclite a gittarsi con tutte le armi dal ponte nella profondità del Tevere? chi abbruciò a Muzio Scevola la mano? chi spinse Curzio a precipitarsi nella voragine ardente che apparve schiusa in mezzo a Roma? chi in onta di tutti i presagi di funesti avvenimenti mosse Cesare al passaggio del Rubicone? E venendo a più vicini esempi, chi crivellando le navi lasciò in secco e isolati i valorosi Spagnuoli condotti dal rinomatissimo Cortez alla scoperta del Nuovo Mondo? Tutte queste ed altre grandi e straordinarie imprese sono, furono e saranno sempre frutto di quel desiderio che hanno gli uomini di conseguire rinomanza come premio a parte della immortalità che meritano i fatti più strepitosi. Noi però cristiani, cattolici ed erranti cavalieri dobbiamo anelare più alla gloria delle vegnenti età (che eterna vive nell′eteree celesti regioni) che alla vanità della rinomanza che acquistasi nel presente transitorio mondo: rinomanza che per molto che duri va a perire colla distruzione del mondo medesimo, il quale ha il prestabilito suo fine; ed è per questo, o Sancio, che noi non dobbiamo operare se non secondo i dettami della cristiana religione che da noi si professa. Nella morte dei giganti punire intendiamo la superbia; nella generosità e cuor forte ha il suo castigo l′invidia; nella compostezza e tranquillità dell′animo l′ira; nella parsimonia dei cibi e nella veglia la gola e il sonno; nella lealtà che serbiamo a quelle da noi costituite arbitre dei nostri pensieri, trovano punizione la ingiuria e la disonestà; e lo ha la infingardaggine nel peregrinare per lo mondo cercando le occasioni che ci possono far essere non solo veri cristiani, ma anche celebri cavalieri. Questi, o Sancio, sono i mezzi pei quali si giunge all′apice della gloria che seco si trae la buona fama.
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-Todo lo que vuestra merced hasta aquí me ha dicho -dijo Sancho- lo he entendido muy bien, pero, con todo eso, querría que vuestra merced me sorbiese una duda que agora en este punto me ha venido a la memoria.
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— Quanto espose vossignoria, disse Sancio, fu da me inteso benissimo, contuttociò bramerei che la signoria vostra mi asciolvesse un dubbio che in questo punto mi viene in mente.
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-Asolviese quieres decir, Sancho -dijo don Quijote-. Di en buen hora, que yo responderé lo que supiere.
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— Sciogliesse vuoi dire, Sancio, soggiunse don Chisciotte; spiega questo tuo dubbio ché io ti dirò quello che sento.
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-Dígame, señor -prosiguió Sancho- esos Julios o Agostos, y todos esos caballeros hazañosos que ha dicho, que ya son muertos, ¿dónde están agora.
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— Mi dica un poco vossignoria, continuò Sancio: questi Juni e Agosti e tutti questi cavalieri prodezzosi che ha nominati, e che ora sono morti, dove si trovano presentemente?
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-Los gentiles -respondió don Quijote- sin duda están en el infierno; los cristianos, si fueron buenos cristianos, o están en el purgatorio o en el cielo.
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— I pagani, rispose don Chisciotte, sono all′inferno senza dubbio: ed i cristiani, avendo servito fedelmente alla religione, o stanno in purgatorio o in paradiso.
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-Está bien -dijo Sancho-, pero sepamos ahora esas sepulturas donde están los cuerpos desos señorazos, ¿tienen delante de sí lámparas de plata, o están adornadas las paredes de sus capillas de muletas, de mortajas, de cabelleras, de piernas y de ojos de cera? Y si desto no, ¿de qué están adornadas.
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— Va bene, replicò Sancio, ma mi dica adesso: i sepolcri dove stanno i corpi di tutti questi gran signori, sono eglino illuminati da lampade di argento, o le pareti delle loro cappelle sono elleno guarnite di grucce, vesti di morto, capelliere, gambe ed occhi di cera? e se non hanno di queste cose quali sono in vece i loro trofei? »
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A lo que respondió don Quijote.
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Cui don Chisciotte:
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-Los sepulcros de los gentiles fueron por la mayor parte suntuosos templos las cenizas del cuerpo de Julio César se pusieron sobre una pirámide de piedra de desmesurada grandeza, a quien hoy llaman en Roma La aguja de San Pedro; al emperador Adriano le sirvió de sepultura un castillo tan grande como una buena aldea, a quien llamaron Moles Hadriani, que agora es el castillo de Santángel en Roma; la reina Artemisa sepultó a su marido Mausoleo en un sepulcro que se tuvo por una de las siete maravillas del mundo; pero ninguna destas sepulturas ni otras muchas que tuvieron los gentiles se adornaron con mortajas ni con otras ofrendas y señales que mostrasen ser santos los que en ellas estaban sepultados.
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— Erano per la maggior parte templi sontuosissimi i sepolcri dei Gentili: le ceneri del corpo di Giulio Cesare furono poste su di una piramide marmorea di smisurata grandezza, che oggidì chiamasi in Roma la Guglia di san Pietro; all′imperatore Adriano servì di sepolcro un castello tanto grande quanto un grosso paese, cui fu posto il nome Moles Adriani, ed è oggidì il castello Sant′Angelo in Roma; la regina Artemisia seppellì suo marito Mausolo in un sepolcro tenuto per uno delle sette maraviglie del mondo: ma nessuna di queste celebri sepolture, né molte altre ch′ebbero i Gentili, portarono adornamenti di grucce o di altre offerte e contrassegni da far credere santi quelli che vi si richiudevano.
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-A eso voy -replicó Sancho-. Y dígame agora ¿cuál es más resucitar a un muerto, o matar a un gigante.
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— Ci siamo, rispose Sancio, e mi dica ancora: che vale di più, resuscitare un morto od ammazzare un gigante?
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-La respuesta está en la mano -respondió don Quijote- más es resucitar a un muerto.
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— La risposta è chiara, disse don Chisciotte: vale assai più il far rivivere uno ch′è morto.
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-Cogido le tengo -dijo Sancho- luego la fama del que resucita muertos, da vista a los ciegos, endereza los cojos y da salud a los enfermos, y delante de sus sepulturas arden lámparas, y están llenas sus capillas de gentes devotas que de rodillas adoran sus reliquias, mejor fama será, para este y para el otro siglo, que la que dejaron y dejaren cuantos emperadores gentiles y caballeros andantes ha habido en el mundo.
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— Vossignoria è in trappola, disse Sancio: dunque chi risuscita i morti, ridona la vista ai ciechi, drizza gli zoppi e risana gl′infermi, e chi ha dinanzi al sepolcro lampade che ardano, e la cappella piena di gente divota che adora ginocchioni le sue reliquie, si meriterà e a questo mondo e nell′altro una fama molto maggiore di quella che lasciarono dietro a sé quanti imperatori pagani e cavalieri erranti mai vissero.
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-También confieso esa verdad -respondió don Quijote.
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— Confesso egualmente che questo è vero, rispose don Chisciotte.
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-Pues esta fama, estas gracias, estas prerrogativas, como llaman a esto -respondió Sancho-, tienen los cuerpos y las reliquias de los santos que, con aprobación y licencia de nuestra santa madre Iglesia, tienen lámparas, velas, mortajas, muletas, pinturas, cabelleras, ojos, piernas, con que aumentan la devoción y engrandecen su cristiana fama. Los cuerpos de los santos o sus reliquias llevan los reyes sobre sus hombros, besan los pedazos de sus huesos, adornan y enriquecen con ellos sus oratorios y sus más preciados altares. .
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— Per conseguenza, Sancio riprese a dire, questa fama, queste grazie, queste prerogative, come si dice, sono proprie dei corpi e delle reliquie dei santi che con approvazione e licenza della nostra santa madre Chiesa hanno a sé lampade, candele, grucce, vesti da morto, pitture, capelliere, occhi e gambe coi quali accrescono la divozione e aggrandiscono la cristiana loro fama. Portano i re sulle loro spalle i corpi dei santi o baciano le loro reliquie o i pezzetti delle loro ossa, e con questi arricchiscono i loro oratori e gli altari più sontuosi.
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-¿Qué quieres que infiera, Sancho, de todo lo que has dicho? -dijo don Quijote.
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— E che vuoi tu che io inferisca da quanto vai dicendo, o Sancio? soggiunse don Chisciotte.
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-Quiero decir -dijo Sancho- que nos demos a ser santos, y alcanzaremos más brevemente la buena fama que pretendemos; y advierta, señor, que ayer o antes de ayer, que, según ha poco se puede decir desta manera, canonizaron o beatificaron dos frailecitos descalzos, cuyas cadenas de hierro con que ceñían y atormentaban sus cuerpos se tiene ahora a gran ventura el besarlas y tocarlas, y están en más veneración que está, según dije, la espada de Roldán en la armería del rey, nuestro señor, que Dios guarde. Así que, señor mío, más vale ser humilde frailecito, de cualquier orden que sea, que valiente y andante caballero; mas alcanzan con Dios dos docenas de diciplinas que dos mil lanzadas, ora las den a gigantes, ora a vestiglos o a endrigos.
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— Voglio che vossignoria conosca, continuò Sancio, che a noi sarebbe meglio metterci per la strada di diventare santi, e così per la più corta otterremmo quella fama cui vossignoria pretende; ed avverta che ieri o ier l′altro (ché non essendo da molto tempo si può parlare con questi termini) beatificarono due frati agli Scalzi, e adesso si tiene per gran ventura il poter toccare e baciare le catene dalle quali il loro corpo era cinto e tormentato, e sono in molto più alta venerazione di quella che la gente porta alla spada di Roldano, la quale dicono che sta nell′armeria del re nostro signore, che Dio conservi. Ora dunque signor mio, vale assai più essere umile fraticello di qualche Ordine, che valoroso ed errante cavaliere; e possono più presso Dio due dozzine di discipline che duemila colpi di lancia, comunque sieno diretti contro giganti o fantasime o visioni.
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-Todo eso es así -respondió don Quijote-, pero no todos podemos ser frailes, y muchos son los caminos por donde lleva Dios a los suyos al cielo religión es la caballería; caballeros santos hay en la gloria.
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— Tutto questo è vero, rispose don Chisciotte, ma non possiamo tutti esser frati, e molte sono le strade per le quali il Signore guida i suoi alle regioni del cielo: la cavalleria è una religione, e v′hanno nel paradiso cavalieri che sono santi.
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-Sí -respondió Sancho-, pero yo he oído decir que hay más frailes en el cielo que caballeros andantes.
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— Sarà forse vero, rispose Sancio, ma io ho sentito dire che vi sono in cielo più frati che cavalieri erranti.
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-Eso es -respondió don Quijote- porque es mayor el número de los religiosos que el de los caballeros.
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— Per lo appunto, perché maggiore è il numero dei frati che quello dei cavalieri.
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-Muchos son los andantes -dijo Sancho.
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— Eppure molti sono gli erranti, disse Sancio.
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-Muchos -respondió don Quijote-, pero pocos los que merecen nombre de caballeros.
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— Molti sì, rispose don Chisciotte, pochi però quelli che meritano il nome di cavalieri.
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En estas y otras semejantes pláticas se les pasó aquella noche y el día siguiente, sin acontecerles cosa que de contar fuese, de que no poco le pesó a don Quijote. En fin, otro día, al anochecer, descubrieron la gran ciudad del Toboso, con cuya vista se le alegraron los espíritus a don Quijote y se le entristecieron a Sancho, porque no sabía la casa de Dulcinea, ni en su vida la había visto, como no la había visto su señor; de modo que el uno por verla, y el otro por no haberla visto, estaban alborotados, y no imaginaba Sancho qué había de hacer cuando su dueño le enviase al Toboso. Finalmente, ordenó don Quijote entrar en la ciudad entrada la noche, y, en tanto que la hora se llegaba, se quedaron entre unas encinas que cerca del Toboso estaban, y, llegado el determinado punto, entraron en la ciudad, donde les sucedió cosas que a cosas llegan.
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In questi e simiglianti ragionamenti consumarono quella notte ed il seguente giorno senza che loro accadesse cosa degna di essere notata, il che non poco dispiacque a don Chisciotte. Finalmente il giorno dopo in sul fare della notte scoprirono la gran città del Toboso, alla cui veduta si riscosse tutto don Chisciotte e si contristò Sancio, perché non sapeva dove fosse l′abitazione di Dulcinea che non aveva mai veduta, come pure non la conosceva il suo padrone: e perciò l′uno per vederla l′altro per non averla veduta mai, erano agitatissimi, né sapeva Sancio come regolarsi quando il suo signore gli avesse dati i suoi comandi. Volle alla fine don Chisciotte che si entrasse nella città famosa sul declinare del giorno, e per aspettare questo momento si trattennero ambedue in un querceto vicino al Toboso. Venuto il determinato punto vi misero piede, e allora successero cose che possono dirsi propriamente cose.
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II. Capítulo IX. Donde se cuenta lo que en él se verá.
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CAPITOLO IX SI RACCONTA QUELLO CHE STA SCRITTO NEL PRESENTE CAPITOLO.
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Media noche era por filo, poco más a menos, cuando don Quijote y Sancho dejaron el monte y entraron en el Toboso. Estaba el pueblo en un sosegado silencio, porque todos sus vecinos dormían y reposaban a pierna tendida, como suele decirse. Era la noche entreclara, puesto que quisiera Sancho que fuera del todo escura, por hallar en su escuridad disculpa de su sandez. No se oía en todo el lugar sino ladridos de perros, que atronaban los oídos de don Quijote y turbaban el corazón de Sancho. De cuando en cuando, rebuznaba un jumento, gruñían puercos, mayaban gatos, cuyas voces, de diferentes sonidos, se aumentaban con el silencio de la noche, todo lo cual tuvo el enamorado caballero a mal agüero; pero, con todo esto, dijo a Sancho.
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Il punto della mezzanotte, poco più poco meno, fu quello in cui don Chisciotte e Sancio lasciarono il monte ed entrarono nel Toboso. Regnava un profondo silenzio, perché riposavano gli abitanti tutti a gambe distese come suol dirsi. Non era molto oscura quella notte che Sancio avrebbe desiderata oscurissima, per trovare fra le tenebre la discolpa delle sue stoltezze, e non altro udivasi per tutto il paese, che latrati di cani i quali intronavano gli orecchi di don Chisciotte e mettean turbamento nel cuor dello scudiere. Di tanto in tanto qua ragliava un asino, là disgrugnava un porco, qua miagolavano i gatti; e questi diversi susurri s′ingrandivano pel silenzio notturno, ciò che l′innamorato cavaliere considerava come funesto presagio. Con tutto questo, egli disse a Sancio:
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-Sancho, hijo, guía al palacio de Dulcinea quizá podrá ser que la hallemos despierta.
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« Sancio figliuolo, guidami al palazzo di Dulcinea, che potrebbe forse essere che la trovassimo desta.
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-¿A qué palacio tengo de guiar, cuerpo del sol -respondió Sancho-, que en el que yo vi a su grandeza no era sino casa muy pequeña.
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— A che razza di palazzo debbo io guidarla, corpo del sole, rispose Sancio, mentre il luogo in cui io la ho veduta altro non era che una meschina casupola?
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-Debía de estar retirada, entonces -respondió don Quijote-, en algún pequeño apartamiento de su alcázar, solazándose a solas con sus doncellas, como es uso y costumbre de las altas señoras y princesas.
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— Forse ch′ella, rispose don Chisciotte, trovavasi allora in qualche appartamento del suo castello, per starsi a diporto da sola a sola colle sue donzelle, com′è costumanza delle grandi signore e principesse.
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-Señor -dijo Sancho-, ya que vuestra merced quiere, a pesar mío, que sea alcázar la casa de mi señora Dulcinea, ¿es hora ésta por ventura de hallar la puerta abierta? Y ¿será bien que demos aldabazos para que nos oyan y nos abran, metiendo en alboroto y rumor toda la gente? ¿Vamos por dicha a llamar a la casa de nuestras mancebas, como hacen los abarraganados, que llegan, y llaman, y entran a cualquier hora, por tarde que sea.
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— Or bene, disse Sancio, giacché vuole la signoria vostra a mio dispetto che sia castello la casa della sua signora Dulcinea, le par questa un′ora da trovarne aperto l′ingresso? E sarebb′egli conveniente che dessimo grandi scampanellate perché ci sentissero e ci aprissero, mettendo in iscompiglio e in rumore tutta la gente? Andiamo noi forse a bussare alla porta di una donna di mal affare, dove ognuno arriva, picchia ed entra a ogni ora per tardi che sia?
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-Hallemos primero una por una el alcázar -replicó don Quijote-, que entonces yo te diré, Sancho, lo que será bien que hagamos. Y advierte, Sancho, que yo veo poco, o que aquel bulto grande y sombra que desde aquí se descubre la debe de hacer el palacio de Dulcinea.
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— Troviamo prima il palazzo, replicò don Chisciotte, e ti dirò poi quello che sarà bene di fare: ed avverti, Sancio, o che l′occhio m′inganna o che quella mole e quell′ombra che di qui si scopre dee venire dal palazzo di Dulcinea.
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-Pues guíe vuestra merced -respondió Sancho- quizá será así; aunque yo lo veré con los ojos y lo tocaré con las manos, y así lo creeré yo como creer que es ahora de día.
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— Vossignoria sia la guida, rispose Sancio, e forse sarà com′ella dice; benché quando anche io lo vedessi cogli occhi e lo toccassi con le mani lo crederei come credo che adesso sia giorno. »
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Guió don Quijote, y, habiendo andado como docientos pasos, dio con el bulto que hacía la sombra, y vio una gran torre, y luego conoció que el tal edificio no era alcázar, sino la iglesia principal del pueblo. Y dijo.
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Andò innanzi don Chisciotte, ed avendo camminato ducento passi urtò nella mole che produceva quell′ombra, ed era un gran campanile che tosto riconobbe non essere altrimenti castello, ma appartenere alla chiesa principale del paese. Disse a Sancio:
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-Con la iglesia hemos dado, Sancho.
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— Noi abbiamo dato nella croce.
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-Ya lo veo -respondió Sancho-; y plega a Dios que no demos con nuestra sepultura, que no es buena señal andar por los cimenterios a tales horas, y más, habiendo yo dicho a vuestra merced, si mal no me acuerdo, que la casa desta señora ha de estar en una callejuela sin salida.
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— Lo veggo anch′io, rispose Sancio, e piaccia a Iddio che non diamo nella sepoltura; ché non è buon segno andare a quest′ora per i cimiteri, e tanto più quanto che ho detto a vossignoria, se male non mi sovviene, che la casa di questa signora, è situata in una straduccia che non ha uscita.
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-¡Maldito seas de Dios, mentecato! -dijo don Quijote-. ¿Adónde has tú hallado que los alcázares y palacios reales estén edificados en callejuelas sin salida? .
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— Che tu sia maledetto, scimunitaccio, disse don Chisciotte: e dove trovasti tu che i castelli e i palazzi reali sieno fabbricati in istraducce senza uscita?
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-Señor -respondió Sancho-, en cada tierra su uso quizá se usa aquí en el Toboso edificar en callejuelas los palacios y edificios grandes; y así, suplico a vuestra merced me deje buscar por estas calles o callejuelas que se me ofrecen podría ser que en algún rincón topase con ese alcázar, que le vea yo comido de perros, que así nos trae corridos y asendereados.
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— Signore, rispose Sancio, ogni paese ha i suoi usi particolari, e forse che qua nel Toboso si costuma di fabbricare i palazzi e i grandi castelli in viottoli angusti; e pertanto la signoria vostra mi conceda di ricercare per questi sentieri o chiassuoli che incontro; e potrebbe darsi che trovassi in qualche angolo questo palazzo; che possa vederlo mangiato dai cani, tanto si fa stentare e tribolare!
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-Habla con respeto, Sancho, de las cosas de mi señora -dijo don Quijote-, y tengamos la fiesta en paz, y no arrojemos la soga tras el caldero.
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— Parla con rispetto, o Sancio, di ciò che si appartiene alla mia signora, disse don Chisciotte, e facciamo in pace la festa, né gettiamo la corda dietro la secchia per avere il mal anno e la mala Pasqua.
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-Yo me reportaré -respondió Sancho-; pero, ¿con qué paciencia podré llevar que quiera vuestra merced que de sola una vez que vi la casa de nuestra ama, la haya de saber siempre y hallarla a media noche, no hallándola vuestra merced, que la debe de haber visto millares de veces.
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— Io starò quieto e zitto, rispose Sancio, ma come potrò sopportare che pretenda vossignoria ch′io per aver visitato una volta sola la casa della nostra padrona, sia obbligato di tenerla sempre a memoria di trovarla di mezzanotte, quando vossignoria non la trova benché l′abbia veduta milioni di volte?
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-Tú me harás desesperar, Sancho -dijo don Quijote-. Ven acá, hereje ¿no te he dicho mil veces que en todos los días de mi vida no he visto a la sin par Dulcinea, ni jamás atravesé los umbrales de su palacio, y que sólo estoy enamorado de oídas y de la gran fama que tiene de hermosa y discreta.
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— Tu vuoi, Sancio, farmi dare alla disperazione, disse don Chisciotte: ma rispondimi, furfante che sei; non t′ho io detto più e più fiate che in tutto il corso della mia vita non ho veduto mai la senza pari Dulcinea, né ho mai in tempo alcuno posto piede sulle soglie del suo palazzo, e che ne sono innamorato per quella gran fama che ha di bella e di giudiziosa?
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-Ahora lo oigo -respondió Sancho-; y digo que, pues vuestra merced no la ha visto, ni yo tampoco. .
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— Questa è la prima volta che ciò imparo, rispose Sancio, e soggiungo che non avendola veduta la signoria vostra nemmeno io la ho veduta mai.
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-Eso no puede ser -replicó don Quijote-; que, por lo menos, ya me has dicho tú que la viste ahechando trigo, cuando me trujiste la respuesta de la carta que le envié contigo.
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— Non può essere questa cosa, replicò don Chisciotte, ché per lo meno mi hai detto di averla veduta che stava vagliando il grano quando mi recasti la risposta della lettera che le mandai col tuo mezzo.
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-No se atenga a eso, señor -respondió Sancho-, porque le hago saber que también fue de oídas la vista y la respuesta que le truje; porque, así sé yo quién es la señora Dulcinea como dar un puño en el cielo.
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— Non badi a questo, o signore, rispose Sancio, perché voglio che ella sappia che la mia visita e la risposta che le ho portata furono così per udita; ma in verità ne so tanto della signora Dulcinea quanto di astrologia.
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-Sancho, Sancho -respondió don Quijote-, tiempos hay de burlar, y tiempos donde caen y parecen mal las burlas. No porque yo diga que ni he visto ni hablado a la señora de mi alma has tú de decir también que ni la has hablado ni visto, siendo tan al revés como sabes.
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— Sancio, Sancio, replicò don Chisciotte, tempo è di burlare, e tempo è in cui le burle cadono male a proposito. Per avere io detto che non vidi né parlai alla signora dell′anima mia tu non devi dedurne di non averla tu stesso veduta e di non averle parlato, mentre la cosa è al rovescio, e tu bene lo sai. »
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Estando los dos en estas pláticas, vieron que venía a pasar por donde estaban uno con dos mulas, que, por el ruido que hacía el arado, que arrastraba por el suelo, juzgaron que debía de ser labrador, que habría madrugado antes del día a ir a su labranza; y así fue la verdad. Venía el labrador cantando aquel romance que dicen.
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Stavano ambidue in questi discorsi quando si accorsero che passava, per dove si trovavano, un uomo con due mule, e lo giudicarono un contadino a causa del rumore che faceva l′aratro che le mule strascinavano. Alzato costui prima del giorno andava pei suoi lavori, cantando allegramente la nota canzone:
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Mala la hubistes, franceses.
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« Mal rispose un dì, o Francese,
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en esa de Roncesvalles.
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Roncisvalle alle tue imprese. »
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-Que me maten, Sancho -dijo, en oyéndole, don Quijote-, si nos ha de suceder cosa buena esta noche. ¿No oyes lo que viene cantando ese villano.
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— Ch′io sia ammazzato, o Sancio, disse don Chisciotte, se buona ventura non incontriamo in questa notte! Non odi tu quello che va cantando questo villano?
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-Sí oigo -respondió Sancho-; pero, ¿qué hace a nuestro propósito la caza de Roncesvalles? Así pudiera cantar el romance de Calaínos, que todo fuera uno para sucedernos bien o mal en nuestro negocio.
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— Io sento benissimo, rispose Sancio: ma che ha che fare con noi Roncisvalle? Sarebbe tutt′uno anche se cantasse la canzone di Calaino. »
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Llegó, en esto, el labrador, a quien don Quijote preguntó.
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In questo li raggiunse il contadino, cui disse don Chisciotte:
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-¿Sabréisme decir, buen amigo, que buena ventura os dé Dios, dónde son por aquí los palacios de la sin par princesa doña Dulcinea del Toboso.
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— Mi sapreste insegnare, o amico, che Dio vi dia ogni bene, dove sieno situati i palagi della senza pari principessa donna Dulcinea del Toboso?
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-Señor -respondió el mozo-, yo soy forastero y ha pocos días que estoy en este pueblo, sirviendo a un labrador rico en la labranza del campo; en esa casa frontera viven el cura y el sacristán del lugar; entrambos, o cualquier dellos, sabrá dar a vuestra merced razón desa señora princesa, porque tienen la lista de todos los vecinos del Toboso; aunque para mí tengo que en todo él no vive princesa alguna; muchas señoras, sí, principales, que cada una en su casa puede ser princesa.
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— Signore, rispose il garzone, io sono forestiere e da pochi giorni soltanto venuto ad abitare in questo paese al servizio di un ricco forese per i lavori della campagna. Nella casa qua dirimpetto stanno di abitazione il curato ed il sagrestano, e tutti e due forse, od almeno qualcuno di loro, saprà dar conto alle signorie vostre di questa principessa, perché tengono la lista di tutti quanti gli abitanti del Toboso: per altro scommetterei che in tutto il paese non abita una sola principessa; ma bensì parecchie dame di alto grado, ciascuna delle quali può dirsi principessa in casa sua.
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-Pues entre ésas -dijo don Quijote- debe de estar, amigo, ésta por quien te pregunto.
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— Appunto una di queste, disse don Chisciotte, debb′essere, o amico, quella di cui ricerco.
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-Podría ser -respondió el mozo-; y adiós, que ya viene el alba.
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— Che così sia, replicò il contadino, ma io vi saluto ché l′alba è già vicina. »
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Y, dando a sus mulas, no atendió a más preguntas. Sancho, que vio suspenso a su señor y asaz mal contento, le dijo
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Diede degli sproni alle sue mule, e non volle sentire altre dimande. Vedendo Sancio il suo padrone starsene sospeso e assai mal contento, gli disse:
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-Señor, ya se viene a más andar el día, y no será acertado dejar que nos halle el sol en la calle; mejor será que nos salgamos fuera de la ciudad, y que vuestra merced se embosque en alguna floresta aquí cercana, y yo volveré de día, y no dejaré ostugo en todo este lugar donde no busque la casa, alcázar o palacio de mi señora, y asaz sería de desdichado si no le hallase; y, hallándole, hablaré con su merced, y le diré dónde y cómo queda vuestra merced esperando que le dé orden y traza para verla, sin menoscabo de su honra y fama.
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— Signore, si avanza il giorno a gran passi; e non sarà ben fatto che il sole ci colga qui per le strade; sarebbe meglio uscire di questa città, e che vossignoria s′internasse in qualche bosco vicino, che intanto ritornerò io qua di bel giorno, e fiuterò allora per ogni angolo sino a tanto che mi venga fatto di trovare la casa o torre o palazzo della mia padrona. Sarei ben disgraziato se non mi riuscisse di trovarla, ma trovandola parlerò con sua signoria, e le farò sapere per minuto che la signoria vostra se ne sta aspettando i comandi per vederla senza pregiudizio del suo onore e della sua riputazione.
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-Has dicho, Sancho -dijo don Quijote-, mil sentencias encerradas en el círculo de breves palabras el consejo que ahora me has dado le apetezco y recibo de bonísima gana. Ven, hijo, y vamos a buscar donde me embosque, que tú volverás, como dices, a buscar, a ver y hablar a mi señora, de cuya discreción y cortesía espero más que milagrosos favores.
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— Hai proferite, o Sancio, disse don Chisciotte, mille sentenze nel giro di poche parole: lodo il consiglio che ora mi hai dato, e lo abbraccio. Seguimi, figliuol mio, e andiamo a cercare dove inselvarci, che tu poi ritornerai come dici a investigare della mia signora, ed a parlare con lei dalla cui gentilezza e discrezione mi riprometto più che miracolosi favori. »
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Rabiaba Sancho por sacar a su amo del pueblo, porque no averiguase la mentira de la respuesta que de parte de Dulcinea le había llevado a Sierra Morena; y así, dio priesa a la salida, que fue luego, y a dos millas del lugar hallaron una floresta o bosque, donde don Quijote se emboscó en tanto que Sancho volvía a la ciudad a hablar a Dulcinea; en cuya embajada le sucedieron cosas que piden nueva atención y nuevo crédito.
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Era Sancio in sulle brage per l′impazienza di trascinare il padrone fuori del paese, e in questo modo non comparire menzognero nella risposta che da parte di Dulcinea recata gli aveva a Sierra Morena. Partirono dunque immediatamente, e s′internarono due miglia lontani in una foresta o bosco, dove s′inselvò don Chisciotte intanto che Sancio tornava alla città per parlare con Dulcinea. In questa ambasceria accaddero cose che domandano nuova attenzione e credenza.
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I. Capítulo X. Donde se cuenta la industria que Sancho tuvo para encantar a la señora Dulcinea, y de otros sucesos tan ridículos como verdaderos.
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CAPITOLO X DELL′ARTE USATA DA SANCIO PER INCANTARE LA SIGNORA DULCINEA CON ALTRI AVVENIMENTI ALTRETTANTO GIOCOSI CHE VERI.
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Llegando el autor desta grande historia a contar lo que en este capítulo cuenta, dice que quisiera pasarle en silencio, temeroso de que no había de ser creído, porque las locuras de don Quijote llegaron aquí al término y raya de las mayores que pueden imaginarse, y aun pasaron dos tiros de ballesta más allá de las mayores. Finalmente, aunque con este miedo y recelo, las escribió de la misma manera que él las hizo, sin añadir ni quitar a la historia un átomo de la verdad, sin dársele nada por las objeciones que podían ponerle de mentiroso. Y tuvo razón, porque la verdad adelgaza y no quiebra, y siempre anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua.
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Entrando l′autore di questa grande istoria a raccontare ciò che si legge nel presente capitolo, dichiara che vorrebbe passarlo sotto silenzio, pensando ch′altri forse non vorrà dargli fede; mentre le pazzie di don Chisciotte giunsero non solo all′eccesso, ma sormontarono ogni immaginazione. Finalmente, benché con molta ripugnanza e timore, le scrisse veracemente, senza togliere od aggiungere all′istoria un atomo di verità, e senza essere infrenato per verun modo dalle accuse che gli si potessero fare di falso e di menzognero. E saggiamente si avvisò egli; perché la verità si assottiglia ma non si rompe, e sta sopra alla bugia come l′olio sull′acqua.
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Y así, prosiguiendo su historia, dice que, así como don Quijote se emboscó en la floresta, encinar o selva junto al gran Toboso, mandó a Sancho volver a la ciudad, y que no volviese a su presencia sin haber primero hablado de su parte a su señora, pidiéndola fuese servida de dejarse ver de su cautivo caballero, y se dignase de echarle su bendición, para que pudiese esperar por ella felicísimos sucesos de todos sus acometimientos y dificultosas empresas. Encargóse Sancho de hacerlo así como se le mandaba, y de traerle tan buena respuesta como le trujo la vez primera.
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Proseguendo dunque la sua istoria dice che non si ebbe don Chisciotte cacciato appena nella foresta o querceto o selva presso il gran Toboso, che ordinò a Sancio di tornare alla città e di non comparirgli più d′innanzi senz′avere prima parlato alla sua signora da parte di lui, chiedendole che le piacesse di concedere al suo prigioniero cavaliere di vederla, e che si degnasse d′impartirgli la sua benedizione, mercé la quale potesse riportare felicissimi successi in tutti gli assalti e nelle più ardue imprese. S′incaricò Sancio di questi comandi, e di portare una risposta più favorevole ancora della prima volta.
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-Anda, hijo -replicó don Quijote-, y no te turbes cuando te vieres ante la luz del sol de hermosura que vas a buscar. ¡Dichoso tú sobre todos los escuderos del mundo! Ten memoria, y no se te pase della cómo te recibe si muda las colores el tiempo que la estuvieres dando mi embajada; si se desasosiega y turba oyendo mi nombre; si no cabe en la almohada, si acaso la hallas sentada en el estrado rico de su autoridad; y si está en pie, mírala si se pone ahora sobre el uno, ahora sobre el otro pie; si te repite la respuesta que te diere dos o tres veces; si la muda de blanda en áspera, de aceda en amorosa; si levanta la mano al cabello para componerle, aunque no esté desordenado; finalmente, hijo, mira todas sus acciones y movimientos; porque si tú me los relatares como ellos fueron, sacaré yo lo que ella tiene escondido en lo secreto de su corazón acerca de lo que al fecho de mis amores toca; que has de saber, Sancho, si no lo sabes, que entre los amantes, las acciones y movimientos exteriores que muestran, cuando de sus amores se trata, son certísimos correos que traen las nuevas de lo que allá en lo interior del alma pasa. Ve, amigo, y guíete otra mejor ventura que la mía, y vuélvate otro mejor suceso del que yo quedo temiendo y esperando en esta amarga soledad en que me dejas.
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— Vanne, figliuolo, replicò don Chisciotte, e non ismarrirti quando ti vedrai dinanzi alla luce del sole di quella bellezza alla quale t′invio. Oh te felice sovra ogni altro scudiere del mondo! Tieni ogni più minuta cosa a memoria; non trascurare di por mente al modo con cui ti riceve, se muta colore nel sentir l′imbasciata; se si altera o si turba nell′udire il mio nome: se si rimuove inquieta qualora ti accolga seduta su morbidi origlieri in tutta la sua autorità; se stando ritta, ora sopra l′uno ora sopra l′altro piede si appoggi; se ti ripete la sua risposta due o tre volte; se la cangia di aspra in dolce, di severa in amabile; se porta le nivee mani ai capegli per rassettarli comunque non iscomposti e disordinati; e finalmente guarda bene, o figliuolo, tutti i suoi movimenti ed azioni, ché dalla esattezza e precisione delle tue risposte io indovinerò bene il più intimo del suo cuore rispetto alla mia amorosa servitù. Hai da sapere, o Sancio, se tu lo ignori, che fra gli amanti, le azioni e i movimenti esterni, quando trattasi della loro fiamma, sono indubitati forieri che recano le nuove di ciò che sente l′anima nel suo interno. Partiti, amico: auspice ti sia una avventura più fortunata di quella che a me tocca e ti secondino migliori eventi di quelli che tra il timore e la speranza mi tratterranno intanto in questa misera solitudine in cui ora mi lasci.
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-Yo iré y volveré presto -dijo Sancho-; y ensanche vuestra merced, señor mío, ese corazoncillo, que le debe de tener agora no mayor que una avellana, y considere que se suele decir que buen corazón quebranta mala ventura, y que donde no hay tocinos, no hay estacas; y también se dice donde no piensa, salta la liebre. Dígolo porque si esta noche no hallamos los palacios o alcázares de mi señora, agora que es de día los pienso hallar, cuando menos los piense, y hallados, déjenme a mí con ella.
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— Andrò e tornerò presto, disse Sancio, e frattanto tenga vossignoria allegro quel suo povero cuoricino, che adesso debb′essere piccolo piccolo come una noccioletta, e consideri che si suol dire che un animo forte scaccia la mala ventura: e che dove non vi è carne secca non vi sono neppure stanghe per appenderla; e che per ordinario la lepre salta dove meno si pensa. Dico queste cose perché se nella notte scorsa non abbiamo trovati i palazzi e i castelli della mia signora, adesso ch′è giorno, spero che li troverò o da una banda o dall′altra, e trovati che io li abbia lasci pur far a me.
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-Por cierto, Sancho -dijo don Quijote-, que siempre traes tus refranes tan a pelo de lo que tratamos cuanto me dé Dios mejor ventura en lo que deseo.
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— Èindubitato, o Sancio, disse don Chisciotte, che calzano tanto a proposito i proverbi tuoi quanto Dio mi concede migliore ventura nelle mie brame.
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Esto dicho, volvió Sancho las espaldas y vareó su rucio, y don Quijote se quedó a caballo, descansando sobre los estribos y sobre el arrimo de su lanza, lleno de tristes y confusas imaginaciones, donde le dejaremos, yéndonos con Sancho Panza, que no menos confuso y pensativo se apartó de su señor que él quedaba; y tanto, que, apenas hubo salido del bosque, cuando, volviendo la cabeza y viendo que don Quijote no parecía, se apeó del jumento, y, sentándose al pie de un árbol, comenzó a hablar consigo mesmo y a decirse.
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Detto questo, Sancio batté il suo asino, voltò le spalle, e don Chisciotte rimase sul suo ronzino, abbandonato a se stesso, tenendo il piè nelle staffe ed appoggiata alla lancia la sua persona ingombra di tristezza e di confuse idee; nelle quali lo lasceremo per tener dietro al suo scudiere. Pensieroso ed incerto egli si allontanò dunque dal confuso padrone e appena uscito dal bosco, voltando la faccia e non vedendo più don Chisciotte, smontò dal leardo, e seduto appiè di un albero cominciò a ragionar tra sé a questo modo:
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-Sepamos agora, Sancho hermano, adónde va vuesa merced. ¿Va a buscar algún jumento que se le haya perdido? ′′No, por cierto′′. Pues, ¿qué va a buscar? ′′Voy a buscar, como quien no dice nada, a una princesa, y en ella al sol de la hermosura y a todo el cielo junto′′. Y ¿adónde pensáis hallar eso que decís, Sancho? ′′¿Adónde? En la gran ciudad del Toboso′′. Y bien ¿y de parte de quién la vais a buscar? De parte del famoso caballero don Quijote de la Mancha, que desface los tuertos, y da de comer al que ha sed, y de beber al que ha hambre′′. Todo eso está muy bien. Y ¿sabéis su casa, Sancho? ′′Mi amo dice que han de ser unos reales palacios o unos soberbios alcázares′′. Y ¿habéisla visto algún día por ventura? ′′Ni yo ni mi amo la habemos visto jamás′′. Y ¿paréceos que fuera acertado y bien hecho que si los del Toboso supiesen que estáis vos aquí con intención de ir a sonsacarles sus princesas y a desasosegarles sus damas, viniesen y os moliesen las costillas a puros palos, y no os dejasen hueso sano? ′′En verdad que tendrían mucha razón, cuando no considerasen que soy mandado, y que mensajero sois, amigo, no merecéis culpa, non′′. No os fiéis en eso, Sancho, porque la gente manchega es tan colérica como honrada, y no consiente cosquillas de nadie. Vive Dios que si os huele, que os mando mala ventura. ′′¡Oxte, puto! ¡Allá darás, rayo! ¡No, sino ándeme yo buscando tres pies al gato por el gusto ajeno! Y más, que así será buscar a Dulcinea por el Toboso como a Marica por Rávena, o al bachiller en Salamanca. ¡El diablo, el diablo me ha metido a mí en esto, que otro no!′.
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« Sappiamo ora, fratello Sancio, per dove va vossignoria? Va forse in cerca dell′asino smarrito? No certamente; e che va dunque a cercare? Vado cercando, come se fosse cosa da nulla, una principessa, e in lei il sole della beltà, anzi tutto il cielo unito in lei sola. E dove pensi trovar questo che tu dici o Sancio? Dove? nella gran città del Toboso. Va bene; ma da parte di chi vai tu a fare questa ricerca? Da parte del famoso cavaliere don Chisciotte della Mancia che disfà torti, dà da mangiare a chi ha sete e dà da bere a chi ha fame: tutto questo va a maraviglia. E sai tu, Sancio, dove sia la casa di costei? Il mio padrone dice che dee soggiornare in reali palazzi o in superbi castelli. Ma l′hai tu vista una qualche volta? Oibò: né io né il mio padrone l′abbiamo veduta mai. E ti sembra prudente e ben consigliata questa tua impresa? Se quei del Toboso venissero a sapere che tu sei qua con intenzione di andare a mettere sossopra le loro principesse e ad inquietare le loro dame non potrebbero anche romperti le costole a furia di bastonate e non lasciarti osso sano? In verità che ne avrebbero tutta la ragione quando non riflettessero che io sono mandato, e che ambasciatore non porta pena. Non ti fidare no, Sancio, di questo, perché la gente mancega è buona e onorata, ma molto collerica, non soffre torti da chi che sia, e si sa levare le mosche dal naso; viva Dio, che se arriva ad accorgersi di qualche cosa, guai a te, Sancio! guarda la gamba: oh insomma io non voglio andar a cercar tre piedi al montone per secondare i capricci degli altri; e poi sarà tanto difficile trovare la Dulcinea al Toboso quanto un baccelliere a Salamanca: ah è stato il diavolo che mi ha posto in questi intrighi, è stato il diavolo sicuramente! »
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Este soliloquio pasó consigo Sancho, y lo que sacó dél fue que volvió a decirse.
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A questo modo, andava Sancio fantasticando fra sé, ma poi ne cavò una conclusione, e tornò a dirsi:
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-Ahora bien, todas las cosas tienen remedio, si no es la muerte, debajo de cuyo yugo hemos de pasar todos, mal que nos pese, al acabar de la vida. Este mi amo, por mil señales, he visto que es un loco de atar, y aun también yo no le quedo en zaga, pues soy más mentecato que él, pues le sigo y le sirvo, si es verdadero el refrán que dice "Dime con quién andas, decirte he quién eres", y el otro de No con quien naces, sino con quien paces". Siendo, pues, loco, como lo es, y de locura que las más veces toma unas cosas por otras, y juzga lo blanco por negro y lo negro por blanco, como se pareció cuando dijo que los molinos de viento eran gigantes, y las mulas de los religiosos dromedarios, y las manadas de carneros ejércitos de enemigos, y otras muchas cosas a este tono, no será muy difícil hacerle creer que una labradora, la primera que me topare por aquí, es la señora Dulcinea; y, cuando él no lo crea, juraré yo; y si él jurare, tornaré yo a jurar; y si porfiare, porfiaré yo más, y de manera que tengo de tener la mía siempre sobre el hito, venga lo que viniere. Quizá con esta porfía acabaré con él que no me envíe otra vez a semejantes mensajerías, viendo cuán mal recado le traigo dellas, o quizá pensará, como yo imagino, que algún mal encantador de estos que él dice que le quieren mal la habrá mudado la figura por hacerle mal y daño.
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« A tutto si rimedia fuorché all′osso del collo scavezzato, e la morte non la si scappa quando l′ora è arrivata. Per mille contrassegni che ho notati, questo mio padrone è già fin d′ora un pazzo da corda ed io sono forse più pazzo di lui perché lo servo e lo seguito. Se è vero il proverbio: dimmi con chi vai e ti dirò chi sei; e l′altro: non come nasci, ma come ti pasci; e s′egli è pazzo, come è veramente, perché piglia una cosa per un′altra, giudica il bianco per nero, e il nero per bianco, come si è veduto quando disse che i mulini da vento erano giganti, che le mule dei frati erano dromedari, che i branchi di montoni erano eserciti di nemici e tante altre mellonaggini, non sarà poi adesso molto difficile il fargli credere che una contadina, la prima che troverò per istrada, sia la principessa Dulcinea: se non lo crederà io lo giurerò; se egli giurerà il contrario, ed io tornerò a giurare affermando; e se perfidierà io perfidierò più di lui, e gli starò sempre al di sopra comunque vada la faccenda: chi sa che a questo modo non lo riduca a non incaricarmi mai più di questa sorta di ambascerie; e forse che sentendo le mie disgustose risposte, penserà che qualche malvagio incantatore, di quelli che tiene per suoi nemici, abbia barattata la figura per fargli del male e portargli gran nocumento. »
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Con esto que pensó Sancho Panza quedó sosegado su espíritu, y tuvo por bien acabado su negocio, y deteniéndose allí hasta la tarde, por dar lugar a que don Quijote pensase que le había tenido para ir y volver del Toboso; y sucedióle todo tan bien que, cuando se levantó para subir en el rucio, vio que del Toboso hacia donde él estaba venían tres labradoras sobre tres pollinos, o pollinas, que el autor no lo declara, aunque más se puede creer que eran borricas, por ser ordinaria caballería de las aldeanas; pero, como no va mucho en esto, no hay para qué detenernos en averiguarlo. En resolución así como Sancho vio a las labradoras, a paso tirado volvió a buscar a su señor don Quijote, y hallóle suspirando y diciendo mil amorosas lamentaciones. Como don Quijote le vio, le dijo.
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Immaginato da Sancio questo spediente, mise in tranquillità il suo spirito, e tenne per ben finito il suo servigio: per la qual cosa rimase ozioso sino alla sera, perché don Chisciotte doveva credere indispensabile un tanto ritardo per andare e ritornare dal Toboso.Tutto gli successe sì bene, che mentre si alzava per ritornare a cavalcare il suo giumento vide venire dal Toboso alla volta sua tre contadine sopra tre asini o asine (l′autore non lo dichiara, benché sia più probabile il creder che fossero asine, come cavalcatura usata dalle contadine, ma siccome ciò poco importa, così è superfluo perdere il tempo in questa disputa). Come Sancio vide le tre contadine andò di gran trotto a ritrovare il suo signor don Chisciotte che stavasene sospiroso facendo mille amorosi lamenti. Quando don Chisciotte vide Sancio, gli disse:
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-¿Qué hay, Sancho amigo? ¿Podré señalar este día con piedra blanca, o con negra? .
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— Che rechi, amico Sancio? Segnerò io questo giorno con bianca o nera pietra?
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-Mejor será -respondió Sancho- que vuesa merced le señale con almagre, como rétulos de cátedras, porque le echen bien de ver los que le vieren.
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— Sarà meglio, disse Sancio, . . .
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-De ese modo -replicó don Quijote-, buenas nuevas traes.
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. . .
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-Tan buenas -respondió Sancho-, que no tiene más que hacer vuesa merced sino picar a Rocinante y salir a lo raso a ver a la señora Dulcinea del Toboso, que con otras dos doncellas suyas viene a ver a vuesa merced.
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. . . se vossignoria sprona adesso il suo Ronzinante, ed esce in campagna, andrà incontro alla sua signora Dulcinea del Toboso, la quale viene per farle visita in compagnia di due sue donzelle.
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-¡Santo Dios! ¿Qué es lo que dices, Sancho amigo? -dijo don Quijote-. Mira no me engañes, ni quieras con falsas alegrías alegrar mis verdaderas tristezas.
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— Santo Dio! sclamò don Chisciotte, che dici tu mai, o Sancio amico? Guarda bene di non ingannarmi, né voler cangiare le mie vere tristezze in false consolazioni.
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-¿Qué sacaría yo de engañar a vuesa merced -respondió Sancho-, y más estando tan cerca de descubrir mi verdad? Pique, señor, y venga, y verá venir a la princesa, nuestra ama, vestida y adornada, en fin, como quien ella es. Sus doncellas y ella todas son una ascua de oro, todas mazorcas de perlas, todas son diamantes, todas rubíes, todas telas de brocado de más de diez altos; los cabellos, sueltos por las espaldas, que son otros tantos rayos del sol que andan jugando con el viento; y, sobre todo, vienen a caballo sobre tres cananeas remendadas, que no hay más que ver.
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— Che profitto ne ricaverei io dall′ingannare vossignoria, disse Sancio, massimamente quando siamo così vicini per iscoprire la verità? Sproni pur Ronzinante, e venga meco, e vedrà avanzarsi la principessa nostra padrona vestita in gala come va una pari sua. Ella e le sue donzelle sono tutte oro, portando grandi mazzi di perle, tutte diamanti, tutte rubini, tutte tele di broccato delle più sopraffine, ha i capelli sciolti giù per le spalle come altrettanti raggi del sole che vanno scherzando col vento; e vengono tutte e tre a cavallo sopra tre cananee pezzate che non si può vedere la più bella cosa.
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-Hacaneas querrás decir, Sancho.
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— Chinee tu vuoi dire, o Sancio.
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-Poca diferencia hay -respondió Sancho- de cananeas a hacaneas; pero, vengan sobre lo que vinieren, ellas vienen las más galanas señoras que se puedan desear, especialmente la princesa Dulcinea, mi señora, que pasma los sentidos.
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— Poca differenza ci corre, rispose, da cananea a chinee, ma vengano sopra quello che si vuole, hanno tutto lo sfarzo delle più galanti signore che mai si possa desiderare, e specialmente la principessa Dulcinea mia signora che rende tutti attoniti per lo stupore.
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-Vamos, Sancho hijo -respondió don Quijote-; y, en albricias destas no esperadas como buenas nuevas, te mando el mejor despojo que ganare en la primera aventura que tuviere, y si esto no te contenta, te mando las crías que este año me dieren las tres yeguas mías, que tú sabes que quedan para parir en el prado concejil de nuestro pueblo.
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— Andiamocene, Sancio figliuolo, riprese don Chisciotte, e in guiderdone di tali quanto inattese altrettanto felici novelle, ti prometto il maggiore spoglio che io farò nella mia prima ventura: e se questo non ti bastasse, ti dono la razza che faranno in quest′anno quelle tre cavalle che tu sai bene essere vicine a dar prole nel prato della comunità del nostro paese.
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-A las crías me atengo -respondió Sancho-, porque de ser buenos los despojos de la primera aventura no está muy cierto.
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— Accetto il dono della razza, rispose Sancio, mentre non è cosa molto sicura se lo spoglio della prima ventura riescirà buono o no.
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Ya en esto salieron de la selva, y descubrieron cerca a las tres aldeanas. Tendió don Quijote los ojos por todo el camino del Toboso, y como no vio sino a las tres labradoras, turbóse todo, y preguntó a Sancho si las había dejado fuera de la ciudad.
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In questo uscirono dalla selva, e scoprirono poco discosto le tre contadine. Don Chisciotte spalancò gli occhi per quanto lunga e larga la via del Toboso, e non vedendo se non le tre contadine si turbò tutto, e domandò a Sancio se le aveva lasciate fuori della città.
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-¿Cómo fuera de la ciudad? -respondió-. ¿Por ventura tiene vuesa merced los ojos en el colodrillo, que no vee que son éstas, las que aquí vienen, resplandecientes como el mismo sol a mediodía.
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— Come fuori della città? rispose; ha ella forse gli occhi nella calottola che non vede che sono queste che si avanzano verso di noi, tutti risplendenti come il sole di bel mezzodì?
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-Yo no veo, Sancho -dijo don Quijote-, sino a tres labradoras sobre tres borricos.
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— Io non iscorgo, disse don Chisciotte, se non tre povere contadine a cavallo di tre asini.
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-¡Agora me libre Dios del diablo! -respondió Sancho-. Y ¿es posible que tres hacaneas, o como se llaman, blancas como el ampo de la nieve, le parezcan a vuesa merced borricos? ¡Vive el Señor, que me pele estas barbas si tal fuese verdad.
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— Oh ora sì che il diavolo vuole la burla, replicò Sancio: è egli possibile che tre chinee, o come si chiamano, bianche come un fiocco di neve sembrino asini a vossignoria? Viva Dio che sarei uomo da strapparmi questa barba a pelo a pelo se questa cosa fosse vera.
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-Pues yo te digo, Sancho amigo -dijo don Quijote-, que es tan verdad que son borricos, o borricas, como yo soy don Quijote y tú Sancho Panza; a lo menos, a mí tales me parecen.
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— Ed io ti replico, soggiunse don Chisciotte, che tanto è vero che asine o asini sono quelle, come è vero ch′io sono don Chisciotte e tu Sancio Pancia: o per lo meno a me sembrano tali.
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-Calle, señor -dijo Sancho-, no diga la tal palabra, sino despabile esos ojos, y venga a hacer reverencia a la señora de sus pensamientos, que ya llega cerca.
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— Signor mio, disse allora Sancio, non si lasci scappare queste parole, si freghi bene gli occhi, venga a far riverenza alla dominatrice di tutti i suoi sentimenti ch′è ormai vicina;
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Y, diciendo esto, se adelantó a recebir a las tres aldeanas; y, apeándose del rucio, tuvo del cabestro al jumento de una de las tres labradoras, y, hincando ambas rodillas en el suelo, dijo
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e appena detto questo, smontato dal leardo, arrivò presso al giumento di una di quelle tre contadine, e presolo per la cavezza e buttatosi ginocchioni a terra disse:
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-Reina y princesa y duquesa de la hermosura, vuestra altivez y grandeza sea servida de recebir en su gracia y buen talente al cautivo caballero vuestro, que allí está hecho piedra mármol, todo turbado y sin pulsos de verse ante vuestra magnífica presencia. Yo soy Sancho Panza, su escudero, y él es el asendereado caballero don Quijote de la Mancha, llamado por otro nombre el Caballero de la Triste Figura.
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— Regina e principessa e duchessa della bellezza, vostra altierezza e bellezza si compiaccia di ricevere nella vostra grazia e bontà il vostro prigioniero cavaliere che è qua diventato un marmo, tutto attonito e senza polsi per trovarsi dinanzi alla magnifica vostra presenza: io sono Sancio Pancia suo scudiere, ed egli è l′afflitto cavaliere don Chisciotte della Mancia chiamato con altro nome il cavaliere dalla Trista Figura. »
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A esta sazón, ya se había puesto don Quijote de hinojos junto a Sancho, y miraba con ojos desencajados y vista turbada a la que Sancho llamaba reina y señora, y, como no descubría en ella sino una moza aldeana, y no de muy buen rostro, porque era carirredonda y chata, estaba suspenso y admirado, sin osar desplegar los labios. Las labradoras estaban asimismo atónitas, viendo aquellos dos hombres tan diferentes hincados de rodillas, que no dejaban pasar adelante a su compañera; pero, rompiendo el silencio la detenida, toda desgraciada y mohína, dijo
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Anche don Chisciotte si era intanto posto ginocchione accanto a Sancio e con occhi spalancati e con turbato viso stava guardando colei che da Sancio si appellava regina e signora; ma siccome non ravvisava in essa altro che una rozza villana, ed anche non bella, perché il viso era tondo e schiacciato, stavasene sospeso e confuso senz′osare di aprire bocca. Le contadine erano sbalordite vedendo quei due uomini tanto fra di loro differenti, inginocchiati per modo da impedire all′una e all′altra di poter continuare la loro strada. Rompendo per tanto il silenzio quella che era la trattenuta, con mala maniera e con molta stizza si fece a dire:
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-Apártense nora en tal del camino, y déjenmos pasar, que vamos de priesa.
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— Si tolgano via di qua in malora, e mi lascino passar oltre, che noi tutte abbiamo fretta. »
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A lo que respondió Sancho.
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Cui Sancio rispose:
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-¡Oh princesa y señora universal del Toboso! ¿Cómo vuestro magnánimo corazón no se enternece viendo arrodillado ante vuestra sublimada presencia a la coluna y sustento de la andante caballería.
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— Oh principessa! oh signora universale del Toboso! e che? il vostro magnanimo cuore non s′intenerisce vedendo prosteso dinanzi alla sublime vostra presenza la colonna e il puntello della errante cavalleria? »
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Oyendo lo cual, otra de las dos dijo
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Sentendo questo una delle altre due, disse:
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-Mas, ¡jo, que te estrego, burra de mi suegro! ¡Mirad con qué se vienen los señoritos ahora a hacer burla de las aldeanas, como si aquí no supiésemos echar pullas como ellos! Vayan su camino, e déjenmos hacer el nueso, y serles ha sano.
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Arri in là, asina del mio suocero: oh guardate un poco questi signorotti che non hanno altro di meglio che di togliersi a scherno le contadine: credono forse che noi poverette non siamo da tanto da strapazzarli? Vadano pei fatti loro, e lascino andar noi per la nostra strada che si troveranno più contenti.
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-Levántate, Sancho -dijo a este punto don Quijote-, que ya veo que la Fortuna, de mi mal no harta, tiene tomados los caminos todos por donde pueda venir algún contento a esta ánima mezquina que tengo en las carnes. Y tú, ¡oh estremo del valor que puede desearse, término de la humana gentileza, único remedio deste afligido corazón que te adora!, ya que el maligno encantador me persigue, y ha puesto nubes y cataratas en mis ojos, y para sólo ellos y no para otros ha mudado y transformado tu sin igual hermosura y rostro en el de una labradora pobre, si ya también el mío no le ha cambiado en el de algún vestiglo, para hacerle aborrecible a tus ojos, no dejes de mirarme blanda y amorosamente, echando de ver en esta sumisión y arrodillamiento que a tu contrahecha hermosura hago, la humildad con que mi alma te adora.
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— Levati, Sancio, disse allora don Chisciotte, ché ben mi avviso che implacabile è meco la sorte, ed ha chiusa ogni strada al conforto per questa afflitta anima che ho nelle carni; e tu, o apice del merito il più singolare, confine dell′umana gentilezza, unico rimedio di questo angustiato cuore che ti adora, credi pure che un malefico incantatore mi perseguita, ed ha velati con nubi e cateratte gli occhi miei, trasformando per queste sole luci infelici la tua senza pari bellezza e sembianza in quella di una rozza contadina, e fors′anche ha cambiato il mio viso in quello di qualche fantasima per renderlo detestabile agli occhi tuoi: ma, deh, non mi negare un tenero amoroso sguardo, compiacendoti di vedere nella sommessione e nell′inginocchiamento che da me si fa dinanzi alla tua contraffatta bellezza, l′umiltà con cui quest′anima mia ti adora.
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-¡Tomá que mi agüelo! -respondió la aldeana-. ¡Amiguita soy yo de oír resquebrajos! Apártense y déjenmos ir, y agradecérselo hemos.
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— Oh che sì, rispose la contadina, che vossignoria s′è proprio imbattuta in donna a cui piaccia sentire le parole amorose! si levino di qua, e ci lascino andare pei fatti nostri, che sarà meglio. »
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Apartóse Sancho y dejóla ir, contentísimo de haber salido bien de su enredo.
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Sancio si fece in disparte, e lasciò la strada libera, allegrissimo di vedersi così ben riuscito da tanto intrico.
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Apenas se vio libre la aldeana que había hecho la figura de Dulcinea, cuando, picando a su cananea con un aguijón que en un palo traía, dio a correr por el prado adelante. Y, como la borrica sentía la punta del aguijón, que le fatigaba más de lo ordinario, comenzó a dar corcovos, de manera que dio con la señora Dulcinea en tierra; lo cual visto por don Quijote, acudió a levantarla, y Sancho a componer y cinchar el albarda, que también vino a la barriga de la pollina. Acomodada, pues, la albarda, y quiriendo don Quijote levantar a su encantada señora en los brazos sobre la jumenta, la señora, levantándose del suelo, le quitó de aquel trabajo, porque, haciéndose algún tanto atrás, tomó una corridica, y, puestas ambas manos sobre las ancas de la pollina, dio con su cuerpo, más ligero que un halcón, sobre la albarda, y quedó a horcajadas, como si fuera hombre; y entonces dijo Sancho.
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Non si vide appena in libertà la villana a cui era toccato di rappresentare senza sua voglia Dulcinea, che pungendo la sua cananea con il pungolo che stava a capo di un suo bastone, cominciò a correre alla volta del prato a più potere: ma l′asina non volendo tollerare la punta del bastone che la molestava più del solito, cominciò a far corvette in maniera che stramazzò la signora Dulcinea quanto era lunga. Don Chisciotte, veduto questo accorse a rizzarla, e Sancio a rassettare ed a cinghiare la bardella ch′era andata sotto alla pancia dell′asina. Accomodata la bardella, e volendo don Chisciotte portare colle braccia la sua incantata signora sulla giumenta, la signora balzata in piedi, lo sollevò da quest′incarico, giacché tirandosi un poco indietro, pigliò una corsa, e poste ambe le mani sulla groppa dell′asina vi saltò su col suo colpo leggero più che falcone, e come se fosse stata uomo, rimase a cavalcioni. Sancio disse in quell′istante:
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-¡Vive Roque, que es la señora nuestra ama más ligera que un acotán, y que puede enseñar a subir a la jineta al más diestro cordobés o mejicano! El arzón trasero de la silla pasó de un salto, y sin espuelas hace correr la hacanea como una cebra. Y no le van en zaga sus doncellas; que todas corren como el viento.
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— Viva Dio, che la signora nostra padrona è più snella di un gatto, e può essere maestra di ginetta al più pratico cordovese o messicano; ha trapassato di un salto sopra l′arcione della sella, e fa correre la chinea senza sproni come se fosse una capra salvatica; e non sono di manco le sue donzelle che tutte corrono come il vento. »
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Y así era la verdad, porque, en viéndose a caballo Dulcinea, todas picaron tras ella y dispararon a correr, sin volver la cabeza atrás por espacio de más de media legua. Siguiólas don Quijote con la vista, y, cuando vio que no parecían, volviéndose a Sancho, le dijo.
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E dicea il vero, perché subito che Dulcinea fu sull′asino, le sue compagne la seguitarono, e si misero a correre senza mai voltare la testa indietro per oltre una mezza lega. Don Chisciotte la seguitò coll′occhio, e quando più non la vide, voltosi a Sancio gli disse:
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-Sancho, ¿qué te parece cuán malquisto soy de encantadores? Y mira hasta dónde se estiende su malicia y la ojeriza que me tienen, pues me han querido privar del contento que pudiera darme ver en su ser a mi señora. En efecto, yo nací para ejemplo de desdichados, y para ser blanco y terrero donde tomen la mira y asiesten las flechas de la mala fortuna. Y has también de advertir, Sancho, que no se contentaron estos traidores de haber vuelto y transformado a mi Dulcinea, sino que la transformaron y volvieron en una figura tan baja y tan fea como la de aquella aldeana, y juntamente le quitaron lo que es tan suyo de las principales señoras, que es el buen olor, por andar siempre entre ámbares y entre flores. Porque te hago saber, Sancho, que cuando llegé a subir a Dulcinea sobre su hacanea, según tú dices, que a mí me pareció borrica, me dio un olor de ajos crudos, que me encalabrinó y atosigó el alma.
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— Sancio mio, e che ti sembra dell′odio che mi portano gl′incantatori? Guarda sin dove arriva la malizia e l′astio che mi hanno giurato, privandomi della soddisfazione che avrebbe potuto darmi il vedere la mia signora nel suo vero essere. Insomma io nacqui per diventare il modello degli sfortunati e per essere il bersaglio e la mira a cui stanno rivolte le freccie dell′avversa fortuna. Hai da notare, o Sancio, che non si contentarono già questi traditori di trasfigurar Dulcinea per modo ch′io non la potessi più ravvisare, ma vollero anche mutarla e trasfigurarla in forma sì vile e sì brutta come era quella contadina, e le tolsero sin anche il distintivo proprio delle grandi signore, che è la gratissima fragranza di ambra e di fiori di cui sempre olezzano. E questo ti dico, perché quando io volli aiutare Dulcinea a risalire sulla chinea (come tu dici, benché a me parve asina) mi fece sentire un′esalazione di agli crudi che mi appestò e attossicò tutto.
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-¡Oh canalla! -gritó a esta sazón Sancho- ¡Oh encantadores aciagos y malintencionados, y quién os viera a todos ensartados por las agallas, como sardinas en lercha! Mucho sabéis, mucho podéis y mucho más hacéis. Bastaros debiera, bellacos, haber mudado las perlas de los ojos de mi señora en agallas alcornoqueñas, y sus cabellos de oro purísimo en cerdas de cola de buey bermejo, y, finalmente, todas sus faciones de buenas en malas, sin que le tocárades en el olor; que por él siquiera sacáramos lo que estaba encubierto debajo de aquella fea corteza; aunque, para decir verdad, nunca yo vi su fealdad, sino su hermosura, a la cual subía de punto y quilates un lunar que tenía sobre el labio derecho, a manera de bigote, con siete o ocho cabellos rubios como hebras de oro y largos de más de un palmo.
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— Ah canaglie! sclamò Sancio a tal punto, ah incantatori di mal augurio! ah maligni! che potessi vedervi infilzati per la gola come tante sardelle: voi la sapete lunga, voi potete tutto quello che volete, e operate oltre ogni immaginazione, non dovea bastarvi, o ribaldi, di avere cambiate le perle degli occhi della mia signora in stangulioni di sughero, e i suoi capelli d′oro purissimo nelle setole della coda di un bue rosso, e finalmente tutte le sue bellissime fattezze in brutte e schifose senza impacciarvi anche nell′odorato? per toglierci così di fermarci a scoprire le vere bellezze sotto la deforme apparenza.
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-A ese lunar -dijo don Quijote-, según la correspondencia que tienen entre sí los del rostro con los del cuerpo, ha de tener otro Dulcinea en la tabla del muslo que corresponde al lado donde tiene el del rostro, pero muy luengos para lunares son pelos de la grandeza que has significado.
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Ma a dire il vero, io non ho scoperta in Dulcinea bruttezza alcuna: all′opposto una beltà che riceveva maggiori gradi e carati di perfezione da un neo grazioso vicino al labbro diritto in forma di un mustacchino, con sette o otto peli biondi come fila di oro, e lunghi più di un palmo. — Ma un neo con peli sì lunghi, replicò don Chisciotte mi pare una deformità.
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-Pues yo sé decir a vuestra merced -respondió Sancho- que le parecían allí como nacidos.
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— Posso assicurare, vossignoria, rispose Sancio, che in lei parevano proprio nati tutti per mettere il colmo alla bellezza.
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-Yo lo creo, amigo -replicó don Quijote-, porque ninguna cosa puso la naturaleza en Dulcinea que no fuese perfecta y bien acabada; y así, si tuviera cien lunares como el que dices, en ella no fueran lunares, sino lunas y estrellas resplandecientes. Pero dime, Sancho aquella que a mí me pareció albarda, que tú aderezaste, ¿era silla rasa o sillón?
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— Lo credo, amico mio, soggiunse don Chisciotte, perché nulla fu posto dalla natura in Dulcinea che non sia perfetto e ben collocato. Ma dimmi un poco, o Sancio: quella che a me parve bardella, e che tu rassettasti al suo luogo, era sella delle ordinarie o sella da donna?
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-No era -respondió Sancho- sino silla a la jineta, con una cubierta de campo que vale la mitad de un reino, según es de rica.
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— Era sella alla ginetta, rispose Sancio, con una coperta da campagna, e sì ricca e sì bella che valea mezzo un regno.
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-¡Y que no viese yo todo eso, Sancho! -dijo don Quijote-. Ahora torno a decir, y diré mil veces, que soy el más desdichado de los hombres.
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— E ch′io non vedessi, o Sancio, tutto questo? disse don Chisciotte. Ora sì che ripeto e torno a dire, e dirò mille volte ch′io sono il più sfortunato uomo che partorisse mai donna al mondo. »
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Harto tenía que hacer el socarrón de Sancho en disimular la risa, oyendo las sandeces de su amo, tan delicadamente engañado. Finalmente, después de otras muchas razones que entre los dos pasaron, volvieron a subir en sus bestias, y siguieron el camino de Zaragoza, adonde pensaban llegar a tiempo que pudiesen hallarse en unas solenes fiestas que en aquella insigne ciudad cada año suelen hacerse. Pero, antes que allá llegasen, les sucedieron cosas que, por muchas, grandes y nuevas, merecen ser escritas y leídas, como se verá adelante.
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Durava fatica il volpone di Sancio a contenere le risa sentendo le scioccherie del padrone sì sonoramente da lui corbellato. Finalmente dopo molti altri ragionamenti, rimontarono sulle loro cavalcature avviandosi a Saragozza, dove pensavano di arrivare a tempo da intervenire ad una solennità che in quella città illustre suol farsi ogni anno. Ma prima che vi giugnessero accaddero cose che meritano di essere scritte e lette, attesa la molto loro singolarità e novità, come vedrassi più avanti.
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II. Capítulo XI. De la estraña aventura que le sucedió al valeroso don Quijote con el carro, o carreta, de Las Cortes de la Muerte.
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CAPITOLO XI DELLA STRANA VENTURA CHE SUCCESSE AL VALOROSO DON CHISCIOTTE COLLA CARRETTA DELLA MORTE.
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Pensativo además iba don Quijote por su camino adelante, considerando la mala burla que le habían hecho los encantadores, volviendo a su señora Dulcinea en la mala figura de la aldeana, y no imaginaba qué remedio tendría para volverla a su ser primero; y estos pensamientos le llevaban tan fuera de sí, que, sin sentirlo, soltó las riendas a Rocinante, el cual, sintiendo la libertad que se le daba, a cada paso se detenía a pacer la verde yerba de que aquellos campos abundaban. De su embelesamiento le volvió Sancho Panza, diciéndole
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Don Chisciotte proseguiva tutto pensoso il suo viaggio, considerando la trista burla che gli avevano fatta gl′incantatori trasformando la sua signora Dulcinea nella brutta figura di una contadina; né sapea immaginarsi il modo che dovesse tenere per restituirla alla primitiva sua forma. Questi pensieri lo traevano tanto fuori di sé, che senza avvedersene lasciò andar la briglia a Ronzinante: il quale approfittando della libertà che gli era concessa, fermavasi ad ogni passo a pascere la verde erbetta di cui abbondavano quelle campagne. All′ultimo poi Sancio lo trasse da quel suo concentramento, dicendogli:
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-Señor, las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias vuestra merced se reporte, y vuelva en sí, y coja las riendas a Rocinante, y avive y despierte, y muestre aquella gallardía que conviene que tengan los caballeros andantes. ¿Qué diablos es esto? ¿Qué descaecimiento es éste? ¿Estamos aquí, o en Francia? Mas que se lleve Satanás a cuantas Dulcineas hay en el mundo, pues vale más la salud de un solo caballero andante que todos los encantos y transformaciones de la tierra. -Calla, Sancho -respondió don Quijote con voz no muy desmayada-; calla, digo, y no digas blasfemias contra aquella encantada señora, que de su desgracia y desventura yo solo tengo la culpa de la invidia que me tienen los malos ha nacido su mala andanza.
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— Signore, la malinconia non è fatta né per le bestie né per gli uomini: ma se questi vi si abbandonano disperatamente, diventano bestie. Torni in sé vossignoria, ripigli la briglia di Ronzinante, si faccia coraggio, si desti e spieghi quella gagliardìa che è tutta propria dei cavalieri erranti. Che diamine è questo? Che avvilimento è quello di vossignoria? Siamo noi qua, o in Francia? Il diavolo si porti quante Dulcinee si trovano al mondo, ché la salute di un solo cavaliere errante deve andare innanzi agl′incanti ed alle trasformazioni tutte del mondo. — Taci, Sancio, rispose don Chisciotte con voce fiacca: taci, ripeto, né proferire bestemmie contro quella incantata signora, mentre io solo sono cagione della sua disavventura: la trista sua sorte è opera dell′invidia che mi portano i malevoli.
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-Así lo digo yo -respondió Sancho- quien la vido y la vee ahora, ¿cuál es el corazón que no llora.
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— Così diceva anch′io, rispose Sancio: chi la vide una volta e la vede adesso, con qual cuore potrà tralasciare di piangere?
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-Eso puedes tú decir bien, Sancho -replicó don Quijote-, pues la viste en la entereza cabal de su hermosura, que el encanto no se estendió a turbarte la vista ni a encubrirte su belleza contra mí solo y contra mis ojos se endereza la fuerza de su veneno. Mas, con todo esto, he caído, Sancho, en una cosa, y es que me pintaste mal su hermosura, porque, si mal no me acuerdo, dijiste que tenía los ojos de perlas, y los ojos que parecen de perlas antes son de besugo que de dama; y, a lo que yo creo, los de Dulcinea deben ser de verdes esmeraldas, rasgados, con dos celestiales arcos que les sirven de cejas; y esas perlas quítalas de los ojos y pásalas a los dientes, que sin duda te trocaste, Sancho, tomando los ojos por los dientes.
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— Tu puoi ben parlare in tal guisa, soggiunse don Chisciotte, poiché la vedesti nel più perfetto ed intero stato di sua bellezza; né l′incanto si estese ad ottenebrare la tua vista, né a celarti la sua leggiadrìa; contro me solo e contro i miei propri occhi rivolse la sua forza il veleno dell′incantagione. Per altro io conobbi, o Sancio, che non mi dipingesti fedelmente le sue prerogative, perché, se male non mi ricordo, dicesti che gli occhi suoi sembravano perle ma erano piuttosto da cheppia che da signora. Quelli di Dulcinea, per quanto mi sovviene, debbono essere di verde smeraldo e grandi, e servono loro di ciglia due archi celestiali; levale dunque queste perle dagli occhi e passale ai denti, perché t′ingannasti fuori d′ogni dubbio prendendo gli occhi pei denti.
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-Todo puede ser -respondió Sancho-, porque también me turbó a mí su hermosura como a vuesa merced su fealdad. Pero encomendémoslo todo a Dios, que Él es el sabidor de las cosas que han de suceder en este valle de lágrimas, en este mal mundo que tenemos, donde apenas se halla cosa que esté sin mezcla de maldad, embuste y bellaquería. De una cosa me pesa, señor mío, más que de otras; que es pensar qué medio se ha de tener cuando vuesa merced venza a algún gigante o otro caballero, y le mande que se vaya a presentar ante la hermosura de la señora Dulcinea ¿adónde la ha de hallar este pobre gigante, o este pobre y mísero caballero vencido? Paréceme que los veo andar por el Toboso hechos unos bausanes, buscando a mi señora Dulcinea, y, aunque la encuentren en mitad de la calle, no la conocerán más que a mi padre.
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— Tutto può darsi, rispose Sancio, mentre io rimasi tanto confuso al mirare la sua bellezza, quanto vossignoria all′aspetto della sua bruttezza; ma rimettiamo ogni cosa nella mano di Dio che solo conosce tutte le azioni che hanno a succedere in questa valle di lagrime da noi abitata, dove non saprei dire se si muova foglia la quale non sia avvelenata da malvagità, da imbrogli e da ribalderie. Di una cosa poi mi duole piucché d′ogni altra, signor mio, ed è il pensare al partito da prendersi allorché la signoria vostra resterà vincitore di qualche gigante o di altro cavaliere, e gli comanderà che vadi a presentarsi davanti alla bellezza della signora Dulcinea. Dove la troverà mai questo povero gigante, o questo povero e vinto cavaliere? A me pare di vederli girare come tanti storditi qua e là pel Toboso cercando la nostra signora Dulcinea; e poi se anche la incontreranno in mezzo alla strada sarà come se avessero le traveggole.
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-Quizá, Sancho -respondió don Quijote-, no se estenderá el encantamento a quitar el conocimiento de Dulcinea a los vencidos y presentados gigantes y caballeros; y, en uno o dos de los primeros que yo venza y le envíe, haremos la experiencia si la ven o no, mandándoles que vuelvan a darme relación de lo que acerca desto les hubiere sucedido.
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— Potrebbe anche darsi, o Sancio, rispose don Chisciotte, che non si estendesse l′incantesimo a togliere la conoscenza di Dulcinea ai vinti giganti e cavalieri che io costringerò di presentarsi a lei. Faremo una prova se la veggano o no con uno o due dei primi ch′io vincerò, ordinando loro di tornare a darmi conto di ciò che sarà precisamente accaduto.
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-Digo, señor -replicó Sancho-, que me ha parecido bien lo que vuesa merced ha dicho, y que con ese artificio vendremos en conocimiento de lo que deseamos; y si es que ella a solo vuesa merced se encubre, la desgracia más será de vuesa merced que suya; pero, como la señora Dulcinea tenga salud y contento, nosotros por acá nos avendremos y lo pasaremos lo mejor que pudiéremos, buscando nuestras aventuras y dejando al tiempo que haga de las suyas, que él es el mejor médico destas y de otras mayores enfermedades.
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— Mi persuade, disse Sancio, la risoluzione che prende la vossignoria, e con sì bell′artifizio noi potremo conoscere quanto desideriamo: e se così è che Dulcinea si trasformi unicamente dinanzi a vossignoria, la disgrazia sarà più di lei che nostra. Intanto purché la signora Dulcinea goda buona salute e viva in buona letizia, noi altri ce la passeremo alla meglio, cercando le nostre venture e lasciando al tempo che faccia le sue; ch′esso è il medico più valente a sanare queste e più gravi infermità. »
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Responder quería don Quijote a Sancho Panza, pero estorbóselo una carreta que salió al través del camino, cargada de los más diversos y estraños personajes y figuras que pudieron imaginarse. El que guiaba las mulas y servía de carretero era un feo demonio. Venía la carreta descubierta al cielo abierto, sin toldo ni zarzo. La primera figura que se ofreció a los ojos de don Quijote fue la de la misma Muerte, con rostro humano; junto a ella venía un ángel con unas grandes y pintadas alas; al un lado estaba un emperador con una corona, al parecer de oro, en la cabeza; a los pies de la Muerte estaba el dios que llaman Cupido, sin venda en los ojos, pero con su arco, carcaj y saetas. Venía también un caballero armado de punta en blanco, excepto que no traía morrión, ni celada, sino un sombrero lleno de plumas de diversas colores; con éstas venían otras personas de diferentes trajes y rostros. Todo lo cual visto de improviso, en alguna manera alborotó a don Quijote y puso miedo en el corazón de Sancho; mas luego se alegró don Quijote, creyendo que se le ofrecía alguna nueva y peligrosa aventura, y con este pensamiento, y con ánimo dispuesto de acometer cualquier peligro, se puso delante de la carreta, y, con voz alta y amenazadora, dijo
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Si accingea don Chisciotte a rispondere un′altra volta a Sancio, quando ne lo sturbò una carretta che attraversava il cammino, carica dei più strani personaggi e figure che possano mai immaginarsi. Colui che guidava le mule, e faceva l′ufficio di carrettiere, avea ciera di brutto demonio: ed era la carretta scoperta tutta senza cielo, né graticcia alcuna al di sopra. La prima figura che apparve agli occhi di don Chisciotte fu quella della Morte sotto umane sembianze; accanto ad essa era un angelo con due grandi ale dipinte; stava da un lato un imperadore portando in testa una corona che pareva d′oro; appiè della Morte era situato quel nume che si chiama Cupido, senza benda agli occhi, ma con arco, frecce e turcasso. Eravi pure un cavaliere armato di tutto punto, eccetto che non portava morione o celata, ma un cappello adorno di piume di vari colori; e con questi vi erano altri personaggi, di vestiti e sembianti tra loro diversi. Si sbigottì alquanto don Chisciotte a questa repentina comparsa, e tremò il cuore a Sancio, ma il primo presto presto si rallegrò credendo che gli si presentasse qualche nuova e inaudita ventura; e su questa supposizione, e con animo deliberato di cimentarsi a qualsivoglia pericolo, postosi dinanzi alla carretta con alta e minacciosa voce si fece a dire:
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-Carretero, cochero, o diablo, o lo que eres, no tardes en decirme quién eres, a dó vas y quién es la gente que llevas en tu carricoche, que más parece la barca de Carón que carreta de las que se usan.
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— Carrettiere, cocchiere, o demonio qual tu ti sia, rispondimi; chi sei? dove vai? che gente è quella che guidi in questa che pare piuttosto la barca di Caronte che una carretta? »
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A lo cual, mansamente, deteniendo el Diablo la carreta, respondió.
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Tranquillamente rispose il Diavolo fermandosi:
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-Señor, nosotros somos recitantes de la compañía de Angulo el Malo; hemos hecho en un lugar que está detrás de aquella loma, esta mañana, que es la octava del Corpus, el auto de Las Cortes de la Muerte, y hémosle de hacer esta tarde en aquel lugar que desde aquí se parece; y, por estar tan cerca y escusar el trabajo de desnudarnos y volvernos a vestir, nos vamos vestidos con los mesmos vestidos que representamos. Aquel mancebo va de Muerte; el otro, de Ángel; aquella mujer, que es la del autor, va de Reina; el otro, de Soldado; aquél, de Emperador, y yo, de Demonio, y soy una de las principales figuras del auto, porque hago en esta compañía los primeros papeles. Si otra cosa vuestra merced desea saber de nosotros, pregúntemelo, que yo le sabré responder con toda puntualidad; que, como soy demonio, todo se me alcanza.
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— Signore, noi siamo commedianti della compagnia dell′Angelo il Cattivo, e nel paese posto dietro quella collina abbiamo fatta stamane, in cui cade la ottava del Corpus Domini, la rappresentazione della Dieta della Morte, e dobbiamo rifarla questa sera al tardi nel paese ch′è qua vicino. Per la prossimità e per risparmiare la fatica di spogliarci e di rivestirci, andiamo cogli abiti stessi che usiamo nel recitare, e questo giovane rappresenta la Morte, quello un Angelo; quella donna, ch′è la moglie dell′autore, è la Regina; quegli che vedete là fa da Soldato; questi da Imperadore, ed io da Demonio; e sono io una delle principali figure della rappresentazione, perché in questa compagnia sostengo le prime parti: se altro desidera da noi sapere la signoria vostra ce lo domandi, che io le risponderò con tutta esattezza, perché essendo io il Demonio so e m′intendo di tutto.
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-Por la fe de caballero andante -respondió don Quijote-, que, así como vi este carro, imaginé que alguna grande aventura se me ofrecía; y ahora digo que es menester tocar las apariencias con la mano para dar lugar al desengaño. Andad con Dios, buena gente, y haced vuestra fiesta, y mirad si mandáis algo en que pueda seros de provecho, que lo haré con buen ánimo y buen talante, porque desde mochacho fui aficionado a la carátula, y en mi mocedad se me iban los ojos tras la farándula.
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— In fede di errante cavaliere, rispose don Chisciotte, che alla comparsa di questo carro mi figurai subito che offerta mi si sarebbe qualche grande occasione, ma dico adesso che conviene toccare con mano le apparenze per illuminarsi bene nelle venture. Andate in pace, buone genti, fate la vostra festa, e se valgo a servirvi lo farò di buon cuore e di buona voglia, perché fino da ragazzo io fui affezionato alle maschere, e nella mia gioventù solevo intervenire alle commedie con gran piacere. »
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Estando en estas pláticas, quiso la suerte que llegase uno de la compañía, que venía vestido de bojiganga, con muchos cascabeles, y en la punta de un palo traía tres vejigas de vaca hinchadas; el cual moharracho, llegándose a don Quijote, comenzó a esgrimir el palo y a sacudir el suelo con las vejigas, y a dar grandes saltos, sonando los cascabeles, cuya mala visión así alborotó a Rocinante, que, sin ser poderoso a detenerle don Quijote, tomando el freno entre los dientes, dio a correr por el campo con más ligereza que jamás prometieron los huesos de su notomía. Sancho, que consideró el peligro en que iba su amo de ser derribado, saltó del rucio, y a toda priesa fue a valerle; pero, cuando a él llegó, ya estaba en tierra, y junto a él, Rocinante, que, con su amo, vino al suelo ordinario fin y paradero de las lozanías de Rocinante y de sus atrevimientos.
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Tra questi discorsi volle la sorte che arrivasse uno della compagnia vestito da Mattaccino con molti sonagli; e portava sulla punta di un bastone, tre vesciche di vacca rigonfie. Accostatasi questa maschera a don Chisciotte cominciò a schermire col bastone e a dar in terra dei gran colpi colle vesciche, facendo ad un tempo gran salti e gran rumore con quei sonagli; di che si spaventò Ronzinante per modo che don Chisciotte non lo poté più reggere a patto alcuno, e non sentendo più il freno, si mise a correre per la campagna con tale velocità da non potersi mai supporre in una bestia ch′era un sacco di ossa. Sancio, che conobbe il pericolo in cui trovavasi il suo padrone, saltò giù dal leardo e corse ad assisterlo; ma quando il raggiunse egli era già in terra, e accanto a lui il cavallo che stramazzato era insieme col suo padrone: solito fine delle bizzarrie e delle prodezze di Ronzinante.
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Mas, apenas hubo dejado su caballería Sancho por acudir a don Quijote, cuando el demonio bailador de las vejigas saltó sobre el rucio, y, sacudiéndole con ellas, el miedo y ruido, más que el dolor de los golpes, le hizo volar por la campaña hacia el lugar donde iban a hacer la fiesta. Miraba Sancho la carrera de su rucio y la caída de su amo, y no sabía a cuál de las dos necesidades acudiría primero; pero, en efecto, como buen escudero y como buen criado, pudo más con él el amor de su señor que el cariño de su jumento, puesto que cada vez que veía levantar las vejigas en el aire y caer sobre las ancas de su rucio eran para él tártagos y sustos de muerte, y antes quisiera que aquellos golpes se los dieran a él en las niñas de los ojos que en el más mínimo pelo de la cola de su asno. Con esta perpleja tribulación llegó donde estaba don Quijote, harto más maltrecho de lo que él quisiera, y, ayudándole a subir sobre Rocinante, le dijo.
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Intanto che Sancio lasciata aveva la sua cavalcatura per aiutare don Chisciotte, quel demonio di ballerino dalle vesciche, saltato sopra il leardo cominciò a percuoterlo quanto poteva con quel suo singolare strumento. Lo spavento ed il fracasso, piucché il dolore dei colpi, lo fecero volare per la campagna fin là dove seguire doveva la festa. Guardava Sancio la gran carriera del suo leardo e la caduta del suo padrone, e stava irresoluto a quale dei due dovesse prima porgere aiuto: ma come leale scudiere e buon servidore sentì con maggior efficacia il debito verso il padrone che l′affetto pel suo asino, quantunque ogni volta che vedeva alzarsi nell′aria le vesciche e poi cadere sulle groppe dell′animale, fossero per lui le angosce della morte: avrebbe voluto che piombassero quei colpi sulle pupille degli occhi suoi piuttostoché sul più corto pelo della coda del suo giumento. In questa perplessa tribolazione egli raggiunse don Chisciotte, il quale trovavasi pesto più di quello che avesse voluto, e Sancio aiutandolo a montare su Ronzinante, gli disse:
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-Señor, el Diablo se ha llevado al rucio.
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— Signore, il Demonio ha portato via l′asino.
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-¿Qué diablo? -preguntó don Quijote.
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— Che demonio? domandò don Chisciotte.
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-El de las vejigas -respondió Sancho.
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— Quello dalle vesciche, rispose Sancio.
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-Pues yo le cobraré -replicó don Quijote-, si bien se encerrase con él en los más hondos y escuros calabozos del infierno. Sígueme, Sancho, que la carreta va despacio, y con las mulas della satisfaré la pérdida del rucio.
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— Lo raggiungerò ben io, replicò don Chisciotte, quand′anche si rinserrasse nelle più profonde ed oscure grotte dell′inferno: seguimi, Sancio, ché la carretta va adagio, e con le mule di essa ti compenserò della perdita della tua bestia.
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-No hay para qué hacer esa diligencia, señor -respondió Sancho- vuestra merced temple su cólera, que, según me parece, ya el Diablo ha dejado el rucio, y vuelve a la querencia.
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— Non si pigli questa briga, rispose Sancio, e rattemperi vossignoria la sua collera; la rattemperi, le ripeto; ché, a quanto mi sembra, il Diavolo ha lasciato ora il leardo, e già torna verso di noi. »
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Y así era la verdad; porque, habiendo caído el Diablo con el rucio, por imitar a don Quijote y a Rocinante, el Diablo se fue a pie al pueblo, y el jumento se volvió a su amo.
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Così era infatti, perché essendo il Diavolo caduto insieme coll′asino, per non essere da meno di don Chisciotte e di Ronzinante, il Diavolo s′era messo ad andare coi suoi piedi, e tornò l′asino spontaneamente al suo padrone.
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-Con todo eso -dijo don Quijote-, será bien castigar el descomedimiento de aquel demonio en alguno de los de la carreta, aunque sea el mesmo emperador.
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— Con tutto questo, disse don Chisciotte, sarà ben fatto castigare la temerità di quel Diavolo in alcun altro di quelli della carretta, foss′anche lo stesso Imperadore.
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-Quítesele a vuestra merced eso de la imaginación -replicó Sancho-, y tome mi consejo, que es que nunca se tome con farsantes, que es gente favorecida. Recitante he visto yo estar preso por dos muertes y salir libre y sin costas. Sepa vuesa merced que, como son gentes alegres y de placer, todos los favorecen, todos los amparan, ayudan y estiman, y más siendo de aquellos de las compañías reales y de título, que todos, o los más, en sus trajes y compostura parecen unos príncipes.
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— Si tolga di capo questa idea, replicò Sancio, ed accolga il mio consiglio: non se la pigli mai contro i recitanti, poiché questa è gente che trova sempre molto favore; ed io ho veduto uno di costoro portarsela fuori netta, quantunque avesse commessi due omicidî. Sappia vossignoria, che siccome sono brigate allegre e di passatempo, ognuno le favorisce, le difende, le protegge, e massimamente quelle della Compagnia del re e titolate, che tutti nel loro abito e attillatura paiono tanti principi.
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-Pues con todo -respondió don Quijote-, no se me ha de ir el demonio farsante alabando, aunque le favorezca todo el género humano.
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— Sia com′essere si voglia, disse don Chisciotte, non permetterò che il commediante Demonio vada vantando la sua soperchieria, quand′anche sia protetto da tutto il genere umano. »
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Y, diciendo esto, volvió a la carreta, que ya estaba bien cerca del pueblo. Iba dando voces, diciendo.
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Nel dire questo, si volse alla carretta che stava già presso al villaggio, e con sonora voce esclamò:
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-Deteneos, esperad, turba alegre y regocijada, que os quiero dar a entender cómo se han de tratar los jumentos y alimañas que sirven de caballería a los escuderos de los caballeros andantes.
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— Fermatevi, aspettate, turba buffona impertinente, che voglio insegnarvi come si hanno a trattare le bestie che servono di cavalcatura agli scudieri dei cavalieri erranti. »
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Tan altos eran los gritos de don Quijote, que los oyeron y entendieron los de la carreta; y, juzgando por las palabras la intención del que las decía, en un instante saltó la Muerte de la carreta, y tras ella, el Emperador, el Diablo carretero y el Ángel, sin quedarse la Reina ni el dios Cupido; y todos se cargaron de piedras y se pusieron en ala, esperando recebir a don Quijote en las puntas de sus guijarros. Don Quijote, que los vio puestos en tan gallardo escuadrón, los brazos levantados con ademán de despedir poderosamente las piedras, detuvo las riendas a Rocinante y púsose a pensar de qué modo los acometería con menos peligro de su persona. En esto que se detuvo, llegó Sancho, y, viéndole en talle de acometer al bien formado escuadrón, le dijo.
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Sì grande era lo schiamazzo di don Chisciotte che fu presto inteso da quelli della carretta; i quali arguendo dalle parole l′intenzione di chi le proferiva, cacciarono tosto fuori dalla carretta la Morte, e dietro a lei l′Imperadore, il Demonio carrettiere e l′Angelo, senza che restasse indietro la Regina e il dio Cupido, e caricatisi tutti di pietre si posero in ischiere aspettando di fare a don Chisciotte un magnifico ricevimento coi loro sassi. Don Chisciotte che li vide posti in sì formidabile squadrone, colle braccia inalberate e in atto di fargli piovere addosso un monte di pietre, tirò le redini a Ronzinante, e stette perplesso sul modo di eseguire la nuova prodezza col minore pericolo della sua propria persona. Sopravvenne Sancio sul fatto, e vedendo don Chisciotte così apparecchiato all′assalto, gli disse:
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-Asaz de locura sería intentar tal empresa considere vuesa merced, señor mío, que para sopa de arroyo y tente bonete, no hay arma defensiva en el mundo, si no es embutirse y encerrarse en una campana de bronce; y también se ha de considerar que es más temeridad que valentía acometer un hombre solo a un ejército donde está la Muerte, y pelean en persona emperadores, y a quien ayudan los buenos y los malos ángeles; y si esta consideración no le mueve a estarse quedo, muévale saber de cierto que, entre todos los que allí están, aunque parecen reyes, príncipes y emperadores, no hay ningún caballero andante.
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— Sarebbe grande pazzia, o signore, il mettersi a questa impresa; consideri vossignoria, signor mio, che contro piena di torrente e furia di frombola non vi ha difesa al mondo, e meglio sarebbe cacciarsi e rinchiudersi in una campana di bronzo; e poi consideri ch′è più temerità che valore che un uomo solo assalga tutto un esercito dove combatte la morte, sono in arme gl′imperadori e dànno aiuto gli angeli buoni e cattivi. Se queste considerazioni non persuadono vossignoria a far alto, la persuada senz′altro il sapere di certo che fra tutti quelli che stanno quivi, tuttoché rassembrino principi, re e imperadori, non v′è un solo cavaliere errante.
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-Ahora sí -dijo don Quijote- has dado, Sancho, en el punto que puede y debe mudarme de mi ya determinado intento. Yo no puedo ni debo sacar la espada, como otras veces muchas te he dicho, contra quien no fuere armado caballero. A ti, Sancho, toca, si quieres tomar la venganza del agravio que a tu rucio se le ha hecho, que yo desde aquí te ayudaré con voces y advertimientos saludables.
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— Sancio, tu hai dato nel punto, disse don Chisciotte, e non occorre di più per rimovermi dalla mia opinione. Io non posso né debbo metter mano alla spada, come tante altre volte dissi, contro chi non sia armato cavaliere; tocca a te se vuoi pigliarti vendetta del torto che al tuo leardo si è fatto; ed intanto ti presterò opportuno soccorso colle parole e col consiglio.
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-No hay para qué, señor -respondió Sancho-, tomar venganza de nadie, pues no es de buenos cristianos tomarla de los agravios; cuanto más, que yo acabaré con mi asno que ponga su ofensa en las manos de mi voluntad, la cual es de vivir pacíficamente los días que los cielos me dieren de vida.
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— Qua non c′è da pigliar vendetta di sorta, o signore, rispose Sancio, mentre non è da buon cristiano il volere rifarsi delle offese ricevute: e tanto più che impetrerò il mio asino che anch′egli rimetta le sue ragioni nella mia volontà, ch′è quella di terminare tranquillamente i giorni che il cielo mi concede di vita.
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-Pues ésa es tu determinación -replicó don Quijote-, Sancho bueno, Sancho discreto, Sancho cristiano y Sancho sincero, dejemos estas fantasmas y volvamos a buscar mejores y más calificadas aventuras; que yo veo esta tierra de talle, que no han de faltar en ella muchas y muy milagrosas.
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— Poiché, replicò don Chisciotte, così hai risolto, o Sancio buono, o Sancio discreto, o Sancio cristiano, o Sancio sincero, abbandoniamo siffatte fantasime, volgiamci a cercare migliori e più importanti avventure, ché veggo già apparecchiarsene in questi luoghi e in quantità e più ammirabili.
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Volvió las riendas luego, Sancho fue a tomar su rucio, la Muerte con todo su escuadrón volante volvieron a su carreta y prosiguieron su viaje, y este felice fin tuvo la temerosa aventura de la carreta de la Muerte, gracias sean dadas al saludable consejo que Sancho Panza dio a su amo; al cual, el día siguiente, le sucedió otra con un enamorado y andante caballero, de no menos suspensión que la pasada.
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Detto questo, voltò la briglia e Sancio andò a ripigliare il suo asino. La Morte e tutto lo squadrone volante tornò alla carretta, e questo fu il termine fortunato che ebbe il formidabile caso della Carretta della Morte, grazie al salutare consiglio dato da Sancio al suo padrone, cui nel dì seguente accadde poi un′altra avventura con un innamorato errante cavaliere di non minore importanza della già riferita.
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I. CapítuloXII. De la estraña aventura que le sucedió al valeroso don Quijote con el bravo Caballero de los Espejos.
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CAPITOLO XI DELLA STRANA AVVENTURA ACCADUTA A DON CHISCIOTTE COL VALOROSO CAVALIERE DAGLI SPECCHI.
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La noche que siguió al día del rencuentro de la Muerte la pasaron don Quijote y su escudero debajo de unos altos y sombrosos árboles, habiendo, a persuasión de Sancho, comido don Quijote de lo que venía en el repuesto del rucio, y entre la cena dijo Sancho a su señor.
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La notte che successe al giorno in cui avevano incontrato la Carretta della Morte don Chisciotte e il suo scudiere la passarono sotto alcuni alti e ombrosi alberi, dove per consiglio di Sancio don Chisciotte mangiò della provvigione che trovavasi nella credenza portata dall′asino. Durante la cena disse Sancio al suo padrone:
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-Señor, ¡qué tonto hubiera andado yo si hubiera escogido en albricias los despojos de la primera aventura que vuestra merced acabara, antes que las crías de las tres yeguas! En efecto, en efecto, más vale pájaro en mano que buitre volando.
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— Sarei pure stato balordo se avessi scelto per mancia lo spoglio della prima ventura che fosse stata effettuata da vossignoria, piuttostoché la razza delle tre cavalle! oh è meglio uccelletto in mano che aquila al volo.
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-Todavía -respondió don Quijote-, si tú, Sancho, me dejaras acometer, como yo quería, te hubieran cabido en despojos, por lo menos, la corona de oro de la Emperatriz y las pintadas alas de Cupido, que yo se las quitara al redropelo y te las pusiera en las manos.
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— Contuttociò, disse don Chisciotte, se tu, o Sancio, mi avessi lasciato combattere come era mia volontà, ti sarebbe toccato in ispoglio almeno almeno la corona d′oro dell′imperadore, e le dipinte ali di Cupido, ch′io gliele avrei strappate di forza, e te le avrei date.
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-Nunca los cetros y coronas de los emperadores farsantes -respondió Sancho Panza- fueron de oro puro, sino de oropel o hoja de lata.
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— Le corone, disse Sancio, degl′imperadori di teatro non furono mai di oro fino, ma di orpello o di stagno.
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-Así es verdad -replicó don Quijote-, porque no fuera acertado que los atavíos de la comedia fueran finos, sino fingidos y aparentes, como lo es la mesma comedia, con la cual quiero, Sancho, que estés bien, teniéndola en tu gracia, y por el mismo consiguiente a los que las representan y a los que las componen, porque todos son instrumentos de hacer un gran bien a la república, poniéndonos un espejo a cada paso delante, donde se veen al vivo las acciones de la vida humana, y ninguna comparación hay que más al vivo nos represente lo que somos y lo que habemos de ser como la comedia y los comediantes. Si no, dime ¿no has visto tú representar alguna comedia adonde se introducen reyes, emperadores y pontífices, caballeros, damas y otros diversos personajes? Uno hace el rufián, otro el embustero, éste el mercader, aquél el soldado, otro el simple discreto, otro el enamorado simple; y, acabada la comedia y desnudándose de los vestidos della, quedan todos los recitantes iguales.
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— Ciò è vero, replicò don Chisciotte, perché sarebbe cosa malfatta che gli ornamenti teatrali fossero fini, ed anzi va bene che sieno finti e apparenti come la stessa commedia. Io poi bramo, o Sancio, che tu sia amico della commedia tenendola in grazia tua, e così pure quelli che la rappresentano, perché servono tutti di giovamento alla repubblica. Costoro ci pongono ad ogni tratto dinanzi agli occhi uno specchio in cui veggonsi al vivo le azioni dell′umana vita, e non avvi paragone più atto a rappresentare quello che siamo, o che dovremmo essere, quanto la commedia e i commedianti. Né ti opporre, o amico Sancio, ma dimmi: non hai tu veduto rappresentar qualche commedia in cui s′introducono re, imperadori, pontefici, cavalieri, ed altri differenti personaggi, uno dei quali fa lo smargiasso, un altro l′imbrogliatore, questi il mercadante, quegli il soldato, un altro il semplice contegnoso, quell′altro l′innamorato morto; e poi terminata la commedia e spogliati gli abiti, tutti i recitanti restano eguali?
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-Sí he visto -respondió Sancho.
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— Sì, signore, ne ho veduti molto bene, disse Sancio.
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-Pues lo mesmo -dijo don Quijote- acontece en la comedia y trato deste mundo, donde unos hacen los emperadores, otros los pontífices, y, finalmente, todas cuantas figuras se pueden introducir en una comedia; pero, en llegando al fin, que es cuando se acaba la vida, a todos les quita la muerte las ropas que los diferenciaban, y quedan iguales en la sepultura.
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— Ora sappi, disse don Chisciotte, che lo stesso avviene nella commedia e nel traffico di questo mondo; in cui taluno fa da imperadore, tal altro da papa e da mille altre comparse che possono essere nella commedia introdotte; ma giungendo al fine, ch′è quando termina la vita, la morte toglie a ciascuno l′abito che lo rendeva diverso dagli altri, e tutti restano eguali nella sepoltura.
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-¡Brava comparación! -dijo Sancho-, aunque no tan nueva que yo no la haya oído muchas y diversas veces, como aquella del juego del ajedrez, que, mientras dura el juego, cada pieza tiene su particular oficio; y, en acabándose el juego, todas se mezclan, juntan y barajan, y dan con ellas en una bolsa, que es como dar con la vida en la sepultura.
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— Bel paragone! sclamò Sancio; ma egli non è poi tanto nuovo ch′io non l′abbia sentito mille e mille volte, come quello del giuoco degli scacchi, che mentre dura la partita ogni pezzo ha il suo offizio, ma terminata che sia, tutti si mescolano, si uniscono, si mutano e si cacciano in una borsa; ch′è lo stesso come la comparazione della vita che termina nella sepoltura.
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-Cada día, Sancho -dijo don Quijote-, te vas haciendo menos simple y más discreto.
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— Tu vai ogni giorno, o Sancio, disse don Chisciotte, diventando meno semplice e più giudizioso.
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-Sí, que algo se me ha de pegar de la discreción de vuestra merced -respondió Sancho-; que las tierras que de suyo son estériles y secas, estercolándolas y cultivándolas, vienen a dar buenos frutos quiero decir que la conversación de vuestra merced ha sido el estiércol que sobre la estéril tierra de mi seco ingenio ha caído; la cultivación, el tiempo que ha que le sirvo y comunico; y con esto espero de dar frutos de mí que sean de bendición, tales, que no desdigan ni deslicen de los senderos de la buena crianza que vuesa merced ha hecho en el agostado entendimiento mío.
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— Batti e ribatti, rispose Sancio, ha da restarmi inchiodata bene in testa un poco della sapienza di vossignoria, poiché anche i terreni che sono sterili e senza umore nutritivo, a forza di mettervi buon letame, e di coltivarli, vengono a produrre buone frutta; e voglio inferire da questo che il conversare colla signoria vostra è stato il letame che ingrassò lo sterile terreno dell′infecondo mio ingegno; e la sollevazione del mio spirito la ripeto dal tempo in cui sono al suo servigio e converso con lei; e per tutte queste cose spero che un giorno darò frutta degne di benedizione, e tali che punto non isconvengano né sdrucciolino fuori dalla strada delle buone creanze che vossignoria ha ora aperta al mio intelletto. »
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Rióse don Quijote de las afectadas razones de Sancho, y parecióle ser verdad lo que decía de su emienda, porque de cuando en cuando hablaba de manera que le admiraba; puesto que todas o las más veces que Sancho quería hablar de oposición y a lo cortesano, acababa su razón con despeñarse del monte de su simplicidad al profundo de su ignorancia; y en lo que él se mostraba más elegante y memorioso era en traer refranes, viniesen o no viniesen a pelo de lo que trataba, como se habrá visto y se habrá notado en el discurso desta historia.
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Si mise a ridere don Chisciotte delle studiate espressioni di Sancio, e gli sembrava anche vero ciò che dicea de′ suoi progressi, perché parlava di tanto in tanto a modo che lo faceva restare maravigliato, quantunque non si possa dissimulare che il più delle volte coi suoi discorsi di opposizione o alla cortigianesca precipitasse dal colmo della sua semplicità, nel profondo della sua ignoranza. Quello in che si mostrava più elegante e memorativo era una profusione di proverbi, cadessero o no in acconcio al soggetto di cui trattavasi, come si andrà osservando nel corso di questa istoria.
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En estas y en otras pláticas se les pasó gran parte de la noche, y a Sancho le vino en voluntad de dejar caer las compuertas de los ojos, como él decía cuando quería dormir, y, desaliñando al rucio, le dio pasto abundoso y libre. No quitó la silla a Rocinante, por ser expreso mandamiento de su señor que, en el tiempo que anduviesen en campaña, o no durmiesen debajo de techado, no desaliñase a Rocinante antigua usanza establecida y guardada de los andantes caballeros, quitar el freno y colgarle del arzón de la silla; pero, ¿quitar la silla al caballo?, ¡guarda!; y así lo hizo Sancho, y le dio la misma libertad que al rucio, cuya amistad dél y de Rocinante fue tan única y tan trabada, que hay fama, por tradición de padres a hijos, que el autor desta verdadera historia hizo particulares capítulos della; mas que, por guardar la decencia y decoro que a tan heroica historia se debe, no los puso en ella, puesto que algunas veces se descuida deste su prosupuesto, y escribe que, así como las dos bestias se juntaban, acudían a rascarse el uno al otro, y que, después de cansados y satisfechos, cruzaba Rocinante el pescuezo sobre el cuello del rucio (que le sobraba de la otra parte más de media vara), y, mirando los dos atentamente al suelo, se solían estar de aquella manera tres días; a lo menos, todo el tiempo que les dejaban, o no les compelía la hambre a buscar sustento.
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In tali e altri ragionamenti passarono gran parte della notte. Finalmente s′invogliò Sancio di lasciarsi cadere le cateratte sugli occhi (come soleva dir egli quando volea dormire), e però, levata all′asino la bardella, lo lasciò in pienissima libertà di andarsene al pascolo per lo prato. Non tolse la sella a Ronzinante per essere espresso comando del suo padrone che nel tempo in cui battessero la campagna, o dormissero allo scoperto, non lo sfornisse mai: vecchia costumanza stabilita e osservata dai cavalieri erranti. Levare la briglia e attaccarla all′arcione della sella, pazienza! ma togliere la sella al cavallo? guai! Così fece Sancio, e la libertà dell′asino poté essere comune a Ronzinante la cui amicizia per l′asino fu sì unica e sì stretta che la fama ne corre per tradizione da padre a figliuolo; e l′autore di questa veridica istoria ne fece capitoli a parte, che non ha inseriti soltanto per voler essere geloso custode della decenza e decoro dovuto a narrazioni sì eroiche. Ben è il vero che alcuna volta si dimentica di tale suo proposito e scrive che subito che le due bestie potevano avvicinarsi andavano grattandosi l′una coll′altra, e che quando eran molto stracche, Ronzinante cacciava il suo collo a posare su quello del leardo per modo che ne riusciva un mezzo braccio dall′altra parte, e fissando ambedue gli occhi a terra stavansene a quel modo per tre giorni, o almeno fino a tanto che la fame non li spingeva a cercarsi altrove alimento.
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Digo que dicen que dejó el autor escrito que los había comparado en la amistad a la que tuvieron Niso y Euríalo, y Pílades y Orestes; y si esto es así, se podía echar de ver, para universal admiración, cuán firme debió ser la amistad destos dos pacíficos animales, y para confusión de los hombres, que tan mal saben guardarse amistad los unos a los otros. Por esto se dijo.
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Soggiungo una cosa ancora e non più, ed è che l′autore ha lasciato scritto che nell′amicizia erano queste bestie da compararsi a Niso ed Eurialo, a Pilade ed Oreste: e se ciò è vero, resta luogo ad osservare con istupore, quanto stabile dovette essere la colleganza dei due pacifici animali, a confusione degli uomini che tanto male si conducono gli uni con gli altri.
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No hay amigo para amigo.
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Non v′è amico per l′amico,
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las cañas se vuelven lanzas.
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e le canne si cambiano in lance.
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y el otro que cantó.
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De amigo a amigo la chinche, etc.
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Y no le parezca a alguno que anduvo el autor algo fuera de camino en haber comparado la amistad destos animales a la de los hombres, que de las bestias han recebido muchos advertimientos los hombres y aprendido muchas cosas de importancia, como son de las cigüeñas, el cristel; de los perros, el vómito y el agradecimiento; de las grullas, la vigilancia; de las hormigas, la providencia; de los elefantes, la honestidad, y la lealtad, del caballo.
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Né sembri a taluno che l′autore abbia deviato dal diritto sentiero paragonando l′amicizia di quelle due bestie con l′amicizia degli uomini; perché gli uomini hanno appreso dalle bestie molti e molto importanti insegnamenti; come sarebbe a dire dalle cicogne il cristere, dai cani la gratitudine, dalle grue la vigilanza, dalle formiche la provvidenza, dagli elefanti l′onestà, e la lealtà dal cavallo.
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Finalmente, Sancho se quedó dormido al pie de un alcornoque, y don Quijote dormitando al de una robusta encina; pero, poco espacio de tiempo había pasado, cuando le despertó un ruido que sintió a sus espaldas, y, levantándose con sobresalto, se puso a mirar y a escuchar de dónde el ruido procedía, y vio que eran dos hombres a caballo, y que el uno, dejándose derribar de la silla, dijo al otro.
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Finalmente Sancio si addormentò sotto un sughero, e don Chisciotte se ne stette sonniferando disotto d′un′altissima quercia. Breve intervallo di tempo era scorso quando don Chisciotte fu desto da un rumore che udì dietro a sé, e levandosi impaurito e postosi ad ascoltare ed a vedere di dove procedesse, scoprì che erano due uomini a cavallo, uno dei quali abbandonando la sella, diceva all′altro:
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-Apéate, amigo, y quita los frenos a los caballos, que, a mi parecer, este sitio abunda de yerba para ellos, y del silencio y soledad que han menester mis amorosos pensamientos.
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— Smonta, amico, e leva il freno ai cavalli, che a parer mio, qui trovasi abbondevolmente dell′erba pel loro pascolo, e qui sono la solitudine ed il silenzio che abbisognano agli amorosi miei pensamenti. »
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El decir esto y el tenderse en el suelo todo fue a un mesmo tiempo; y, al arrojarse, hicieron ruido las armas de que venía armado, manifiesta señal por donde conoció don Quijote que debía de ser caballero andante; y, llegándose a Sancho, que dormía, le trabó del brazo, y con no pequeño trabajo le volvió en su acuerdo, y con voz baja le dijo.
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Il proferir queste parole ed il distendersi sulla terra fu tutto uno; ma nell′atto che si coricava, le armi che aveva indosso fecero rumore: dal che don Chisciotte argomentò che dovesse essere un qualche cavaliere errante. Accostatosi a Sancio che dormiva, lo riscosse, e con poca fatica lo svegliò, poi a bassa voce gli disse:
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-Hermano Sancho, aventura tenemos.
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— Fratello Sancio, abbiamo qui una ventura.
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-Dios nos la dé buena -respondió Sancho-; y ¿adónde está, señor mío, su merced de esa señora aventura.
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— Dio ce la mandi buona! rispose Sancio. E dove sta, signor mio, la signoria di questa signora ventura?
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-¿Adónde, Sancho? -replicó don Quijote-; vuelve los ojos y mira, y verás allí tendido un andante caballero, que, a lo que a mí se me trasluce, no debe de estar demasiadamente alegre, porque le vi arrojar del caballo y tenderse en el suelo con algunas muestras de despecho, y al caer le crujieron las armas.
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— Dove? mi domandi, replicò don Chisciotte. Volgiti, guarda e vedrai quivi prosteso un cavaliere errante, ch′io penso non debba essere soverchiamente allegro, poiché lasciatosi cadere giù da cavallo, si distese per terra con non dubbi segni di animo irato; e nel cadere rumoreggiarono le sue armi.
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-Pues ¿en qué halla vuesa merced -dijo Sancho- que ésta sea aventura.
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— E in che trova vossignoria, disse Sancio, che questa sia un′avventura?
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-No quiero yo decir -respondió don Quijote- que ésta sea aventura del todo, sino principio della; que por aquí se comienzan las aventuras. Pero escucha, que, a lo que parece, templando está un laúd o vigüela, y, según escupe y se desembaraza el pecho, debe de prepararse para cantar algo.
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— Non voglio dire, don Chisciotte rispose, che sia del tutto una ventura, ma principio di essa, ché così le avventure hanno principio. Ma stattene attento: a quanto pare, egli va accordando un liuto o una viola, ed al tossire e allo spurgarsi che fa, indovino ch′egli si apparecchia a cantare un poco.
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-A buena fe que es así -respondió Sancho-, y que debe de ser caballero enamorado.
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— In fede mia ch′è vero, rispose Sancio: oh sarà per certo un cavaliere innamorato.
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-No hay ninguno de los andantes que no lo sea -dijo don Quijote-. Y escuchémosle, que por el hilo sacaremos el ovillo de sus pensamientos, si es que canta; que de la abundancia del corazón habla la lengua.
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— Non avvi alcuno degli erranti che non lo sia, soggiunse don Chisciotte, e stiamolo a sentire, ché da questo filo scopriremo il gomitolo dei suoi pensieri: la lingua parla per l′abbondanza del cuore. »
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Replicar quería Sancho a su amo, pero la voz del Caballero del Bosque, que no era muy mala mi muy buena, lo estorbó; y, estando los dos atónitos, oyeron que lo que cantó fue este soneto
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Voleva Sancio replicare al padrone, quando la voce del cavaliere del Bosco, che non era né molto cattiva né molto buona, glielo impedì, e standosene tutti e due in attenzione udirono che il suo canto diceva presso a poco così:
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-Dadme, señora, un término que siga, conforme a vuestra voluntad cortado; que será de la mía así estimado, que por jamás un punto dél desdiga. Si gustáis que callando mi fatiga muera, contadme ya por acabado si queréis que os la cuente en desusado modo, haré que el mesmo amor la diga. A prueba de contrarios estoy hecho, de blanda cera y de diamante duro, y a las leyes de amor el ama ajusto. Blando cual es, o fuerte, ofrezco el pecho entallad o imprimid lo que os dé gusto, que de guardarlo eternamente juro.
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« Datemi, o mia signora, una via da seguire sempre il vostro volere; ed io conformerò a quello il voler mio per modo, che mai non me ne allontanerò pur d′un punto. « Se v′è a grado che tacendo de′ miei martirî io muoia, e voi abbiatemi già fin d′ora per morto; o se volete ch′io ne parli di un modo inusato, farò che Amore stesso pigli a parlarne per me. « Io, a prova de′ contrari, son fatto di molle cera e di duro diamante, e accomodo l′animo mio alle leggi d′Amore. « Molle qual è o forte, io vi offro il mio cuore: voi tagliate od imprimetevi quello che più vi piace, ché io giuro di custodirlo eternamente. »
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Con un ¡ay!, arrancado, al parecer, de lo íntimo de su corazón, dio fin a su canto el Caballero del Bosque, y, de allí a un poco, con voz doliente y lastimada, dijo
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Con un ahi tratto, per quanto sembrava, dall′intimo del cuore, diè fine al suo canto il cavaliere dal Bosco, e di lì a poco con dogliosa e compassionevole voce proruppe:
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-¡Oh la más hermosa y la más ingrata mujer del orbe! ¿Cómo que será posible, serenísima Casildea de Vandalia, que has de consentir que se consuma y acabe en continuas peregrinaciones y en ásperos y duros trabajos este tu cautivo caballero? ¿No basta ya que he hecho que te confiesen por la más hermosa del mundo todos los caballeros de Navarra, todos los leoneses, todos los tartesios, todos los castellanos, y, finalmente, todos los caballeros de la Mancha.
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— Oh la più bella e la più ingrata donna dell′orbe! come sarà egli possibile, serenissima Casildea di Vandalia, che ti piaccia di vedere consunto e sfinito in continue peregrinazioni ed in aspri e crudeli travagli questo tuo schiavo cavaliere? Non basta a te ch′egli abbia costretto a dichiararti per la più bella donna del mondo i cavalieri tutti della Navarra, tutti quei di Leone, tutti i Tartesii, i Castigliani tutti, e finalmente tutti i cavalieri della Mancia?
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-Eso no -dijo a esta sazón don Quijote-, que yo soy de la Mancha y nunca tal he confesado, ni podía ni debía confesar una cosa tan perjudicial a la belleza de mi señora; y este tal caballero ya vees tú, Sancho, que desvaría. Pero, escuchemos quizá se declarará más.
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— Oh questo poi no, disse don Chisciotte a tal punto: io sono cavaliere della Mancia, e non mai feci tal confessione, né posso né devo farla a pregiudizio della bellezza della mia dama. Tu vedi, o Sancio, che quel cavaliere delira: ma ascoltiamo, che forse si spiegherà un poco più.
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-Si hará -replicó Sancho-, que término lleva de quejarse un mes arreo.
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— Sentiamolo pure, rispose Sancio, ma egli ha ciera da querelarsi per un mese a di lungo. »
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Pero no fue así, porque, habiendo entreoído el Caballero del Bosque que hablaban cerca dél, sin pasar adelante en su lamentación, se puso en pie, y dijo con voz sonora y comedida.
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Così non passò la cosa, perché avvedutosi il cavaliere dal Bosco che qualcuno stava favellando vicino a lui, senza più continuar nel suo lamento, si alzò e con sonora e cortese voce, disse:
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-¿Quién va allá? ¿Qué gente? ¿Es por ventura de la del número de los contentos, o la del de los afligidos.
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— Chi è là? Che gente siete? siete fra i contenti o fra i miseri?
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-De los afligidos -respondió don Quijote.
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— Fra gl′infelici, rispose don Chisciotte.
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-Pues lléguese a mí -respondió el del Bosque-, y hará cuenta que se llega a la mesma tristeza y a la aflición mesma.
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— Dunque venite a me, soggiunse quello dal Bosco, e in me troverete l′affanno e la tribolazione stessa in persona. »
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Don Quijote, que se vio responder tan tierna y comedidamente, se llegó a él, y Sancho ni más ni menos.
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Udendosi don Chisciotte rispondere sì teneramente e con sì alta cortesia, si avvicinò a lui, e Sancio ancora.
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El caballero lamentador asió a don Quijote del brazo, diciendo.
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Il dolente cavaliere prese don Chisciotte per un braccio dicendogli:
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-Sentaos aquí, señor caballero, que para entender que lo sois, y de los que profesan la andante caballería, bástame el haberos hallado en este lugar, donde la soledad y el sereno os hacen compañía, naturales lechos y propias estancias de los caballeros andantes.
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— Sedete qua, signor cavaliere, che per conoscervi tale e per accorgermi che professate la errante cavalleria bastami avervi ritrovato in questo luogo dove la solitudine e la serenità sono e compagni e piume naturali e veri soggiorni dei cavalieri erranti.
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A lo que respondió don Quijote
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Cui don Chisciotte:
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-Caballero soy, y de la profesión que decís; y, aunque en mi alma tienen su propio asiento las tristezas, las desgracias y las desventuras, no por eso se ha ahuyentado della la compasión que tengo de las ajenas desdichas. De lo que contaste poco ha, colegí que las vuestras son enamoradas, quiero decir, del amor que tenéis a aquella hermosa ingrata que en vuestras lamentaciones nombrastes.
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— Cavaliere son io, e della professione che dite, e tuttoché abbiano sede lor propria nell′anima mia le afflizioni, le sciagure e gli affanni! non per questo mi rifiuto di sentire compassione per le sventure altrui. Dal tenore del vostro canto, che ho inteso, sono convinto che le vostre sono afflizioni innamorate: voglio dire che nascono dall′amore che vi accende per la bella ingrata che ricordate nei vostri sospiri. »
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Ya cuando esto pasaban estaban sentados juntos sobre la dura tierra, en buena paz y compañía, como si al romper del día no se hubieran de romper las cabezas.
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Stando in questo colloquio trovavansi già seduti sul nudo terreno in santa pace e in amichevole compagnia, come se allo spuntare dell′alba non avessero a maltrattarsi a vicenda.
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-Por ventura, señor caballero -preguntó el del Bosque a don Quijote-, ¿sois enamorado.
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— Signor cavaliere, domandò a don Chisciotte quello dal Bosco, sareste voi per avventura innamorato?
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-Por desventura lo soy -respondió don Quijote-; aunque los daños que nacen de los bien colocados pensamientos, antes se deben tener por gracias que por desdichas.
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— Lo sono per fatalità mia, rispose don Chisciotte, benché i danni che ci derivano dai ben collocati affetti nostri debbano più propriamente chiamarsi favori che danni.
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-Así es la verdad -replicó el del Bosque-, si no nos turbasen la razón y el entendimiento los desdenes, que, siendo muchos, parecen venganzas.
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— Questo è pur troppo vero, replicò quello dal Bosco, quando però non ci ottenebrassero alcuna volta la ragione o l′intelletto quegli sdegni che col moltiplicarsi vestono le sembianze della vendetta.
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-Nunca fui desdeñado de mi señora -respondió don Quijote.
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— Giammai, rispose don Chisciotte, fui io sdegnato contro la mia signora.
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-No, por cierto -dijo Sancho, que allí junto estaba-, porque es mi señora como una borrega mansa es más blanda que una manteca.
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— Oh no certamente, soggiunse Sancio che gli era accanto, perché la mia padrona è simile ad una piacevole asinella, e più morbida di un pane di burro.
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-¿Es vuestro escudero éste? -preguntó el del Bosque.
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— Ècostui il vostro scudiere? domandò quello dal Bosco.
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-Sí es -respondió don Quijote.
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— Per lo appunto, rispose don Chisciotte.
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-Nunca he visto yo escudero -replicó el del Bosque- que se atreva a hablar donde habla su señor; a lo menos, ahí está ese mío, que es tan grande como su padre, y no se probará que haya desplegado el labio donde yo hablo.
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— Non mi è mai più accaduto, replicò quello dal Bosco, di udire che lo scudiero abbia ardito di frammettersi nei ragionamenti del suo signore; ed il mio che pur è qui grande e grosso, non osa mai di aprire bocca quando io favello.
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-Pues a fe -dijo Sancho-, que he hablado yo, y puedo hablar delante de otro tan..., y aun quédese aquí, que es peor meneallo.
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— Oh bella! disse Sancio; oh gran novità! ho parlato, posso parlare e non parlare davanti ad un altro tanto quanto... tanto più la puzza quanto più... »
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El escudero del Bosque asió por el brazo a Sancho, diciéndole.
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Lo scudiere del cavaliere dal Bosco prese allora Sancio per un braccio e gli disse:
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-Vámonos los dos donde podamos hablar escuderilmente todo cuanto quisiéremos, y dejemos a estos señores amos nuestros que se den de las astas, contándose las historias de sus amores; que a buen seguro que les ha de coger el día en ellas y no las han de haber acabado.
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— Andiamo, amico, noi altri due soli in un appartato luogo dove potremo discorrercela insieme scudierilmente, e lasciamo questi nostri padroni che si discervellino colle istorie dei loro amori, le quali scommetterei che non finiranno sino a dimani.
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-Sea en buena hora -dijo Sancho-; y yo le diré a vuestra merced quién soy, para que vea si puedo entrar en docena con los más hablantes escuderos.
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— Andiamo alla buon′ora, disse Sancio, e racconterò a vossignoria chi sono io, e voi deciderete se io sono uomo da essere così posto in un fascio con gli scudieri ciarloni. »
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Con esto se apartaron los dos escuderos, entre los cuales pasó un tan gracioso coloquio como fue grave el que pasó entre sus señores.
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Si ritirarono amendue, e passò tra loro un ragionamento che riuscì tanto saporito quanto serio fu stato quello dei loro padroni.
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II. Capítulo XIII. Donde se prosigue la aventura del Caballero del Bosque, con el discreto, nuevo y suave coloquio que pasó entre los dos escuderos.
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CAPITOLO XIII SEGUITA L′AVVENTURA DEL CAVALIERE DAL BOSCO, E SI DESCRIVE IL GIUDIZIOSO, NUOVO E SOAVE COLLOQUIO SEGUITO FRA I DUE SCUDIERI.
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Divididos estaban caballeros y escuderos éstos contándose sus vidas, y aquéllos sus amores; pero la historia cuenta primero el razonamiento de los mozos y luego prosigue el de los amos; y así, dice que, apartándose un poco dellos, el del Bosque dijo a Sancho.
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Stavansi appartati cavalieri e scudieri, questi raccontandosi i fatti loro, e quelli le loro amorose vicende. L′istoria ci dà prima il ragionamento seguito fra i servitori, e passa indi a quello dei padroni; e narra che, scostatisi alquanto, lo scudiere del cavaliere dal Bosco così disse a Sancio:
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-Trabajosa vida es la que pasamos y vivimos, señor mío, estos que somos escuderos de caballeros andantes en verdad que comemos el pan en el sudor de nuestros rostros, que es una de las maldiciones que echó Dios a nuestros primeros padres.
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— Èpure una travagliata vita, signor mio, quella che noi passiamo vantando il bel titolo di scudieri dei cavalieri erranti! Ben si può dire con verità che noi mangiamo veramente il pane col sudore del nostro volto, ch′è una delle maledizioni fulminate da Dio contro i nostri primi padri.
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-También se puede decir -añadió Sancho- que lo comemos en el yelo de nuestros cuerpos; porque, ¿quién más calor y más frío que los miserables escuderos de la andante caballería? Y aun menos mal si comiéramos, pues los duelos, con pan son menos; pero tal vez hay que se nos pasa un día y dos sin desayunarnos, si no es del viento que sopla.
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— Si può anche dire, soggiunse Sancio, che lo mangiamo col gelo dei nostri corpi; perché chi è che patisce più caldo e più freddo dei miserabili scudieri della errante cavalleria? E manco male se almeno mangiassimo, perché più tollerabili sono le disgrazie a corpo bene pasciuto; ma il peggio si è che passiamo talvolta uno o due giorni senza romper il digiuno, e dobbiamo contentarsi di qualche boccone dell′aria che soffia.
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-Todo eso se puede llevar y conllevar -dijo el del Bosque-, con la esperanza que tenemos del premio; porque si demasiadamente no es desgraciado el caballero andante a quien un escudero sirve, por lo menos, a pocos lances se verá premiado con un hermoso gobierno de cualquier ínsula, o con un condado de buen parecer.
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— Pazienza ancora per ciò, rispose quello dal Bosco, poiché possiamo sperare di esser compensati; mentre se non è sfortunato all′ultimo segno il cavaliere errante, al cui servizio lo scudiere si trova, avrà questi in guiderdone per lo meno il fortunato governo di qualche isola o di una contea di molta importanza.
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Yo -replicó Sancho- ya he dicho a mi amo que me contento con el gobierno de alguna ínsula; y él es tan noble y tan liberal, que me le ha prometido muchas y diversas veces.
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— Io, replicò Sancio, ho protestato al mio padrone che mi contento del governo di un′isola; ed egli è tanto nobile e tanto prodigo che molte e molte volte me l′ha promessa.
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Yo -dijo el del Bosque-, con un canonicato quedaré satisfecho de mis servicios, y ya me le tiene mandado mi amo, y ¡qué tal!
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— Io, disse quello dal Bosco, mi chiamerei pago della mia servitù ottenendo un canonicato, e mel promise già il mio padrone.
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-Debe de ser -dijo Sancho- su amo de vuesa merced caballero a lo eclesiástico, y podrá hacer esas mercedes a sus buenos escuderos; pero el mío es meramente lego, aunque yo me acuerdo cuando le querían aconsejar personas discretas, aunque, a mi parecer mal intencionadas, que procurase ser arzobispo; pero él no quiso sino ser emperador, y yo estaba entonces temblando si le venía en voluntad de ser de la Iglesia, por no hallarme suficiente de tener beneficios por ella; porque le hago saber a vuesa merced que, aunque parezco hombre, soy una bestia para ser de la Iglesia.
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— Se il vostro padrone, soggiunse Sancio, è cavaliere alla ecclesiastica, egli potrà dar luogo a questa sorta di mercedi coi suoi buoni scudieri, ma il mio è unicamente laico, sebbene mi ricordo che certe savie persone consigliavano (a parer mio pessimamente) che cercasse di diventar arcivescovo; ma egli non ismontò dalla pretensione di essere imperadore: io tremai ch′egli non si volgesse agli affari di chiesa, non trovandomi al caso di assumere benefizi per questo mezzo, perché voglio confessare a vossignoria che quantunque io sembri uomo da proposito, pure sarei una vera bestia per le cose ecclesiastiche.
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-Pues en verdad que lo yerra vuesa merced -dijo el del Bosque-, a causa que los gobiernos insulanos no son todos de buena data. Algunos hay torcidos, algunos pobres, algunos malencónicos, y finalmente, el más erguido y bien dispuesto trae consigo una pesada carga de pensamientos y de incomodidades, que pone sobre sus hombros el desdichado que le cupo en suerte. Harto mejor sería que los que profesamos esta maldita servidumbre nos retirásemos a nuestras casas, y allí nos entretuviésemos en ejercicios más suaves, como si dijésemos, cazando o pescando; que, ¿qué escudero hay tan pobre en el mundo, a quien le falte un rocín, y un par de galgos, y una caña de pescar, con que entretenerse en su aldea.
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— In verità, disse quello dal Bosco che vossignoria è in errore, mentre i governi isolani non sono tutti di buona data; alcuni se ne trovano rivoltosi, altri poveri, taluni malinconici, e finalmente anche il meglio istituito e ben conformato si trae dietro il pesante carico di pensieri e di disturbi che si mette sulle spalle quel meschino cui un tal governo tocchi in sorte. Molto meglio sarebbe che noi, che professiamo questa maledetta servitù, ci ritirassimo a casa nostra, ed ivi ci occupassimo in più grati esercizi, come sarebbe la caccia e la pesca; mentre, e quale fia mai sì povero scudiere al mondo che non abbia nella sua stalla un ronzino, un paio di levrieri ed una canna da pescare? e queste cose già sono sufficienti per occuparsi bene nel suo paese.
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-A mí no me falta nada deso -respondió Sancho- verdad es que no tengo rocín, pero tengo un asno que vale dos veces más que el caballo de mi amo. Mala pascua me dé Dios, y sea la primera que viniere, si le trocara por él, aunque me diesen cuatro fanegas de cebada encima. A burla tendrá vuesa merced el valor de mi rucio, que rucio es el color de mi jumento. Pues galgos no me habían de faltar, habiéndolos sobrados en mi pueblo; y más, que entonces es la caza más gustosa cuando se hace a costa ajena.
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— Veramente io ho tutte queste cose, eccettuato il ronzino, rispose Sancio, ma in sua vece ho un asino al mio comando che vale il doppio del cavallo del mio padrone: mala pasqua Dio mi dia se volessi barattarlo con lui se bene mi dessero in aggiunta quattro staia di frumento; e non creda vossignoria che io esageri, perch′è di pelame leardo; e quanto ai levrieri, non ho paura che mi manchino, giacché ve n′ha più del bisogno nel mio paese, e riesce più gustosa la caccia quando si fa a spese degli altri.
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-Real y verdaderamente -respondió el del Bosque-, señor escudero, que tengo propuesto y determinado de dejar estas borracherías destos caballeros, y retirarme a mi aldea, y criar mis hijitos, que tengo tres como tres orientales perlas.
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— Egli è infallibile, rispose quello dal Bosco, signor scudiere, ch′io ho proposto e determinato meco medesimo di abbandonare le scioccherie di questi nostri cavalieri, e di ritirarmi al mio paese per attendere alla educazione de′ miei figliuoletti, che ne tengo tre che sono tre perle orientali.
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-Dos tengo yo -dijo Sancho-, que se pueden presentar al Papa en persona, especialmente una muchacha a quien crío para condesa, si Dios fuere servido, aunque a pesar de su madre.
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— Ed io ne ho due, disse Sancio, che possono presentarsi al papa in persona, e specialmente una ragazza che, se piace a Dio, farò contessa a dispetto di sua madre.
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-Y ¿qué edad tiene esa señora que se cría para condesa? -preguntó el del Bosque.
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— E che età ha ella, disse quello dal Bosco, questa signorina che si alleva per contessa?
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-Quince años, dos más a menos -respondió Sancho-, pero es tan grande como una lanza, y tan fresca como una mañana de abril, y tiene una fuerza de un ganapán.
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— Quindici anni, due più due meno, rispose Sancio; ma è di statura alta come una lancia, di freschezza tale da non invidiare una mattina di aprile, ed ha una forza da facchino.
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-Partes son ésas -respondió el del Bosque- no sólo para ser condesa, sino para ser ninfa del verde bosque. ¡Oh hideputa, puta, y qué rejo debe de tener la bellaca.
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— Queste sono qualità, replicò l′altro, che non solo possono farle meritare di essere contessa, ma anche di diventare ninfa del bosco verde.
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A lo que respondió Sancho, algo mohíno.
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-Ni ella es puta, ni lo fue su madre, ni lo será ninguna de las dos, Dios quiriendo, mientras yo viviere. Y háblese más comedidamente, que, para haberse criado vuesa merced entre caballeros andantes, que son la mesma cortesía, no me parecen muy concertadas esas palabras.
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-¡Oh, qué mal se le entiende a vuesa merced -replicó el del Bosque- de achaque de alabanzas, señor escudero! ¿Cómo y no sabe que cuando algún caballero da una buena lanzada al toro en la plaza, o cuando alguna persona hace alguna cosa bien hecha, suele decir el vulgo "¡Oh hideputa, puto, y qué bien que lo ha hecho!?" Y aquello que parece vituperio, en aquel término, es alabanza notable; y renegad vos, señor, de los hijos o hijas que no hacen obras que merezcan se les den a sus padres loores semejantes.
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-Sí reniego -respondió Sancho-, y dese modo y por esa misma razón podía echar vuestra merced a mí y hijos y a mi mujer toda una putería encima, porque todo cuanto hacen y dicen son estremos dignos de semejantes alabanzas, y para volverlos a ver ruego yo a Dios me saque de pecado mortal, que lo mesmo será si me saca deste peligroso oficio de escudero, en el cual he incurrido segunda vez, cebado y engañado de una bolsa con cien ducados que me hallé un día en el corazón de Sierra Morena, y el diablo me pone ante los ojos aquí, allí, acá no, sino acullá, un talego lleno de doblones, que me parece que a cada paso le toco con la mano, y me abrazo con él, y lo llevo a mi casa, y echo censos, y fundo rentas, y vivo como un príncipe; y el rato que en esto pienso se me hacen fáciles y llevaderos cuantos trabajos padezco con este mentecato de mi amo, de quien sé que tiene más de loco que de caballero.
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— Prego Dio, disse Sancio, che per tornare a vedere la mia figliuola mi cavi di peccato mortale, ch′è tutt′uno come cavarmi da questo pericoloso offizio di scudiere nel quale sono incappato per la seconda volta; allettato e vinto da una borsa di cento scudi che ho trovata un giorno nel bel mezzo di Sierra Morena. Anche adesso il diavolo mi mette dinanzi gli occhi un′altra borsa piena di dobloni, ché mi pare ad ogni poco di poter trovarla, abbracciarla, e portarla a casa mia: e allora darò denari a censo, avrò rendite, e vivrò come un principe. Per quel poco di tempo che io vo sperando in questi pensieri mi diventano facili e sopportabili i travagli che patisco con questo mentecatto del mio padrone che ha più del pazzo che del cavaliere.
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-Por eso -respondió el del Bosque- dicen que la codicia rompe el saco; y si va a tratar dellos, no hay otro mayor en el mundo que mi amo, porque es de aquellos que dicen "Cuidados ajenos matan al asno"; pues, porque cobre otro caballero el juicio que ha perdido, se hace el loco, y anda buscando lo que no sé si después de hallado le ha de salir a los hocicos.
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— Per questo, rispose quello dal Bosco, si suol dire che il soverchio rompe il coperchio; e giacché si tratta di cavalieri pazzi credo che non vi sia alcuno più pazzo del mio; perché è di quelli che dicono: le brighe e i fastidi degli altri ammazzano l′asino. Oh prima che un cavaliere che ha perduto il giudizio lo ricuperi vi vuol ben altro!
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-Y ¿es enamorado, por dicha.
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— Èforse innamorato? dimandò Sancio.
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-Sí -dijo el del Bosque- de una tal Casildea de Vandalia, la más cruda y la más asada señora que en todo el orbe puede hallarse; pero no cojea del pie de la crudeza, que otros mayores embustes le gruñen en las entrañas, y ello dirá antes de muchas horas.
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— Sì, disse quello dal Bosco, di una certa Calsidea di Vandalia, la più crudele, ma la più compita signora che possa darsi nel mondo; ma non zoppica solo dal piede della crudeltà, che ci cova qualche altro imbroglio... Basta, se ne vedranno gli effetti.
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-No hay camino tan llano -replicó Sancho- que no tenga algún tropezón o barranco; en otras casas cuecen habas, y en la mía, a calderadas; más acompañados y paniaguados debe de tener la locura que la discreción. Mas si es verdad lo que comúnmente se dice, que el tener compañeros en los trabajos suele servir de alivio en ellos, con vuestra merced podré consolarme, pues sirve a otro amo tan tonto como el mío.
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— Non v′è strada sì piana che non abbia i suoi intoppi, rispose Sancio: io credeva di esser solo a servire un pazzo, or veggo che la pazzia ha più clientele che la discrezione; ma se è vero il detto che ai miseri è un sollievo l′avere dei compagni nelle miserie, io posso consolarmi con vossignoria che serve un padrone tanto balordo quanto è il mio.
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-Tonto, pero valiente -respondió el del Bosque-, y más bellaco que tonto y que valiente.
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— Balordo, ma valoroso, rispose quello dal Bosco, e più poco di buono che sciocco e imprudente.
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-Eso no es el mío -respondió Sancho- digo, que no tiene nada de bellaco; antes tiene una alma como un cántaro no sabe hacer mal a nadie, sino bien a todos, ni tiene malicia alguna un niño le hará entender que es de noche en la mitad del día; y por esta sencillez le quiero como a las telas de mi corazón, y no me amaño a dejarle, por más disparates que haga.
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— Oh il mio non è così, rispose Sancio; e posso assicurarvi che non ha mente da cattivo; è un bestione di buona pasta, non fa male ad alcuno, fa del bene a tutti, non ha alcuna malizia, e un fanciullo gli darà ad intendere che sia notte a mezzogiorno; e per questa sua semplicità voglio a lui tanto bene quanto al mio caro leardo, né ho coraggio di abbandonarlo, comunque vada facendo ogni giorno spropositi da non perdonarsi.
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-Con todo eso, hermano y señor -dijo el del Bosque-, si el ciego guía al ciego, ambos van a peligro de caer en el hoyo. Mejor es retirarnos con buen compás de pies, y volvernos a nuestras querencias; que los que buscan aventuras no siempre las hallan buenas.
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— Contuttociò, o fratello e signor mio, disse quel dal Bosco, se un cieco guida un altro cieco vanno a pericolo tutti e due di cadere nella fossa. Più savio partito mi pare quello di ritirarci a tempo e di tornarcene agli oggetti veri del nostro amore; ché quelli che vanno in traccia di avventure non sempre le trovano buone. »
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Escupía Sancho a menudo, al parecer, un cierto género de saliva pegajosa y algo seca; lo cual visto y notado por el caritativo bosqueril escudero, dijo.
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Sancio sputava spesso, per quanto parea, un certo genere di saliva attaccaticcia e alquanto secca; e che sentito e notato dal caritatevole boschericcio scudiere gli disse:
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-Paréceme que de lo que hemos hablado se nos pegan al paladar las lenguas; pero yo traigo un despegador pendiente del arzón de mi caballo, que es tal como bueno.
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— Sembrami, che per i tanti discorsi da noi tenuti fin qui ci si incollino le lingue al palato; ma io vi rimedierò con qualche cosa che porto all′arcione del mio cavallo: questi distaccano la saliva, e sono molto opportuni. »
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Y, levantándose, volvió desde allí a un poco con una gran bota de vino y una empanada de media vara; y no es encarecimiento, porque era de un conejo albar, tan grande que Sancho, al tocarla, entendió ser de algún cabrón, no que de cabrito; lo cual visto por Sancho, dijo.
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Dette queste parole, si alzò, e lasciato Sancio solo per un momento, tornò poi subito recando seco una borraccia di vino ed un pasticcio lungo un mezzo braccio; né questa è esagerazione perch′era di un coniglio tanto grande che Sancio al vederlo credette che fosse qualche capretto o becco. Quando Sancio si vide dinanzi questa provigione, disse:
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-Y ¿esto trae vuestra merced consigo, señor.
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— E queste cose porta con sé vossignoria?
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-Pues, ¿qué se pensaba? -respondió el otro-. ¿Soy yo por ventura algún escudero de agua y lana? Mejor repuesto traigo yo en las ancas de mi caballo que lleva consigo cuando va de camino un general.
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— E che? si credeva, rispose l′altro, ch′io fossi qualche scudiere fallito? Io porto sulle groppe del mio cavallo una provvigione più grande di quella che trae seco un generale quando va alla guerra. »
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Comió Sancho sin hacerse de rogar, y tragaba a escuras bocados de nudos de suelta. Y dijo
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Mangiò Sancio senza farsi pregare, e mandò giù bocconi al buio grossi come nodi di pastoie. Disse poi:
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-Vuestra merced sí que es escudero fiel y legal, moliente y corriente, magnífico y grande, como lo muestra este banquete, que si no ha venido aquí por arte de encantamento, parécelo, a lo menos; y no como yo, mezquino y malaventurado, que sólo traigo en mis alforjas un poco de queso, tan duro que pueden descalabrar con ello a un gigante, a quien hacen compañía cuatro docenas de algarrobas y otras tantas de avellanas y nueces, mercedes a la estrecheza de mi dueño, y a la opinión que tiene y orden que guarda de que los caballeros andantes no se han de mantener y sustentar sino con frutas secas y con las yerbas del campo.
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— Oh vossignoria sì, ch′è scudiere fedele e regale, andante e restante, magnifico e grande come lo fa vedere il presente banchetto, che se non è comparso qua per l′arte d′incanto, almeno lo pare; e non è come son io, poveretto disgraziato, che non porto nelle mie bisacce se non un po′ di formaggio tanto duro, che si potrebbe con un tocco accoppare un gigante; e gli fanno compagnia quattro dozzine di carrube ed altrettante di nocciuole, e tutto questo in forza della povertà del mio padrone, e dell′essersi egli cacciato in testa che l′ordine a cui appartiene (quello cioè dell′errante cavalleria) non abbia da mantenersi e sostentarsi se non con frutta secche e con erbe della campagna.
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-Por mi fe, hermano -replicó el del Bosque-, que yo no tengo hecho el estómago a tagarninas, ni a piruétanos, ni a raíces de los montes. Allá se lo hayan con sus opiniones y leyes caballerescas nuestros amos, y coman lo que ellos mandaren. Fiambreras traigo, y esta bota colgando del arzón de la silla, por sí o por no; y es tan devota mía y quiérola tanto, que pocos ratos se pasan sin que la dé mil besos y mil abrazos.
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— Per fede mia, fratello, replicò l′altro, ch′io non ho lo stomaco fatto per bagattelle, o pere salvatiche, o per le radicchie dei monti. Restino colle loro opinioni e colle loro leggi cavalleresche i nostri padroni, e mangino come loro piace, che io porto con me della carne fredda, e questa borraccia attaccata all′arcione della sella per tutto quello che potesse occorrere, e sono a lei sì devoto e amoroso che pochi intervalli trascorrono senza ch′io le dia mille abbracci. »
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Y, diciendo esto, se la puso en las manos a Sancho, el cual, empinándola, puesta a la boca, estuvo mirando las estrellas un cuarto de hora, y, en acabando de beber, dejó caer la cabeza a un lado, y, dando un gran suspiro, dijo.
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E nel dir questo pose la borraccia in mano a Sancio, il quale, alzandola bene all′aria, la portò alla bocca, e se ne stette guardando per un quarto d′ora le stelle. Terminato che ebbe di tracannare, lasciò cadere la testa da un lato, e mandando un gran sospiro disse: — O signore, mi dice per quanto ha di più caro, questo vino è egli di città reale?
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-¡Oh hideputa bellaco, y cómo es católico.
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-¿Veis ahí -dijo el del Bosque, en oyendo el hideputa de Sancho-, cómo habéis alabado este vino llamándole hideputa.
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-Digo -respondió Sancho-, que confieso que conozco que no es deshonra llamar hijo de puta a nadie, cuando cae debajo del entendimiento de alabarle. Pero dígame, señor, por el siglo de lo que más quiere ¿este vino es de Ciudad Real?
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-¡Bravo mojón! -respondió el del Bosque-. En verdad que no es de otra parte, y que tiene algunos años de ancianidad.
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— Oh il bevitore sapiente! sclamò quello dal Bosco: in verità ch′è appunto tale, ed ha molti anni di anzianità.
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-¡A mí con eso! -dijo Sancho-. No toméis menos, sino que se me fuera a mí por alto dar alcance a su conocimiento. ¿No será bueno, señor escudero, que tenga yo un instinto tan grande y tan natural, en esto de conocer vinos, que, en dándome a oler cualquiera, acierto la patria, el linaje, el sabor, y la dura, y las vueltas que ha de dar, con todas las circunstancias al vino atañederas? Pero no hay de qué maravillarse, si tuve en mi linaje por parte de mi padre los dos más excelentes mojones que en luengos años conoció la Mancha; para prueba de lo cual les sucedió lo que ahora diré « Diéronles a los dos a probar del vino de una cuba, pidiéndoles su parecer del estado, cualidad, bondad o malicia del vino. El uno lo probó con la punta de la lengua, el otro no hizo más de llegarlo a las narices. El primero dijo que aquel vino sabía a hierro, el segundo dijo que más sabía a cordobán. El dueño dijo que la cuba estaba limpia, y que el tal vino no tenía adobo alguno por donde hubiese tomado sabor de hierro ni de cordobán. Con todo eso, los dos famosos mojones se afirmaron en lo que habían dicho. Anduvo el tiempo, vendióse el vino, y al limpiar de la cuba hallaron en ella una llave pequeña, pendiente de una correa de cordobán. » Porque vea vuestra merced si quien viene desta ralea podrá dar su parecer en semejantes causas.
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— Quale maraviglia è la vostra? disse Sancio: non saprò dunque io conoscere che vino sia? E non vi pare, signor scudiere, che io sia uomo da sapere distinguere i vini anche col solo annasarli? Ve ne saprei dire la patria, la stirpe, il sapore, la durata, e la volta che hanno da dare con tutte le circostanze annesse e connesse: né c′è punto da stupirsi mentre io vanto dal lato di mio padre i due più solenni bevitori che da molti anni in qua contasse la Mancia; ed in prova di questo, sentite un curioso caso che è loro accaduto. Fu dato da assaggiare ad ambedue del vino di una botte per avere il loro parere sulla qualità e bontà, o difetti di gusto e di odore. Uno lo pregustò appena colla punta della lingua, e l′altro l′annasò soltanto. Decise il primo che il vino sapeva di ferro: il secondo che sapeva di cordovano. Sosteneva il padrone che la botte era nuova e nettissima, e che quel tal vino non avea alcun acconcime da cui avesse potuto venirgli sapore o di ferro o di cordovano. Con tutto ciò i due gran beoni stettero forti nel loro proposito. Passò qualche tempo, si vendette il vino, e quando nettarono la botte trovarono nel fondo di essa una piccola chiave attaccata ad una correggia di cordovano. Ora vegga vossignoria se chi procede da cotal razza può essere giudice competente in questa materia.
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-Por eso digo -dijo el del Bosque- que nos dejemos de andar buscando aventuras; y, pues tenemos hogazas, no busquemos tortas, y volvámonos a nuestras chozas, que allí nos hallará Dios, si Él quiere.
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— Ed è appunto per questo che io ripeto, soggiunse quello dal Bosco, che noi tralasciamo di andare cercando venture, e poiché abbiamo focacce non andiamo in cerca di stiacciate, e torniamcene alle nostre capanne.
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-Hasta que mi amo llegue a Zaragoza, le serviré; que después todos nos entenderemos.
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A buon conto io resterò al servigio del mio padrone fino a tanto che arrivi a Saragozza, e poi ognuno saprà quello che avrà a fare. »
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Finalmente, tanto hablaron y tanto bebieron los dos buenos escuderos, que tuvo necesidad el sueño de atarles las lenguas y templarles la sed, que quitársela fuera imposible; y así, asidos entrambos de la ya casi vacía bota, con los bocados a medio mascar en la boca, se quedaron dormidos, donde los dejaremos por ahora, por contar lo que el Caballero del Bosque pasó con el de la Triste Figura.
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Tanto in fine andarono ciarlando e bevendo i due buoni scudieri, che per necessità giunse il sonno a legare le loro lingue e a temperare la loro sete; che lo smorzarla affatto sarebbe stato impossibile. Attaccatisi entrambi alla quasi vôta borraccia, con i bocconi mezzo masticati in bocca si addormentarono; e noi lasceremo per ora che riposino in pace per raccontare ciò che seguì tra il cavaliere dal Bosco e quello dalla Trista Figura.
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II. Capítulo XIV. Donde se prosigue la aventura del Caballero del Bosque.
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CAPITOLO XIV SEGUITA L′AVVENTURA DEL CAVALIERE DAL BOSCO.
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Entre muchas razones que pasaron don Quijote y el Caballero de la Selva, dice la historia que el del Bosque dijo a don Quijote.
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Prosegue l′istoria narrando che dopo molti altri ragionamenti, il cavaliere dal Bosco disse a don Chisciotte:
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-Finalmente, señor caballero, quiero que sepáis que mi destino, o, por mejor decir, mi elección, me trujo a enamorar de la sin par Casildea de Vandalia. Llámola sin par porque no le tiene, así en la grandeza del cuerpo como en el estremo del estado y de la hermosura. Esta tal Casildea, pues, que voy contando, pagó mis buenos pensamientos y comedidos deseos con hacerme ocupar, como su madrina a Hércules, en muchos y diversos peligros, prometiéndome al fin de cada uno que en el fin del otro llegaría el de mi esperanza; pero así se han ido eslabonando mis trabajos, que no tienen cuento, ni yo sé cuál ha de ser el último que dé principio al cumplimiento de mis buenos deseos. Una vez me mandó que fuese a desafiar a aquella famosa giganta de Sevilla llamada la Giralda, que es tan valiente y fuerte como hecha de bronce, y, sin mudarse de un lugar, es la más movible y voltaria mujer del mundo. Llegué, vila, y vencíla, y hícela estar queda y a raya, porque en más de una semana no soplaron sino vientos nortes. Vez también hubo que me mandó fuese a tomar en peso las antiguas piedras de los valientes Toros de Guisando, empresa más para encomendarse a ganapanes que a caballeros. Otra vez me mandó que me precipitase y sumiese en la sima de Cabra, peligro inaudito y temeroso, y que le trujese particular relación de lo que en aquella escura profundidad se encierra. Detuve el movimiento a la Giralda, pesé los Toros de Guisando, despeñéme en la sima y saqué a luz lo escondido de su abismo, y mis esperanzas, muertas que muertas, y sus mandamientos y desdenes, vivos que vivos. En resolución, últimamente me ha mandado que discurra por todas las provincias de España y haga confesar a todos los andantes caballeros que por ellas vagaren que ella sola es la más aventajada en hermosura de cuantas hoy viven, y que yo soy el más valiente y el más bien enamorado caballero del orbe; en cuya demanda he andado ya la mayor parte de España, y en ella he vencido muchos caballeros que se han atrevido a contradecirme. Pero de lo que yo más me precio y ufano es de haber vencido, en singular batalla, a aquel tan famoso caballero don Quijote de la Mancha, y héchole confesar que es más hermosa mi Casildea que su Dulcinea; y en solo este vencimiento hago cuenta que he vencido todos los caballeros del mundo, porque el tal don Quijote que digo los ha vencido a todos; y, habiéndole yo vencido a él, su gloria, su fama y su honra se ha transferido y pasado a mi persona;
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— Finalmente, signor cavaliere, bramo che voi sappiate che il mio destino, o a meglio dir la mia elezione, mi trasse ad innamorarmi della senza pari Casildea di Vandalia; senza pari la chiamo perché non ha chi la ragguagli sì nella perfetta grazia come nella bellezza. Questa Casildea di cui vi ragiono compensò i miei retti pensieri e le oneste mie brame obbligandomi, come fece la matrigna di Ercole, in molti e diversi cimenti; promettendomi sempre, al superarne di uno, che al fine dell′altro avrei ottenuto quello a cui tendevano le mie mire. Per tal modo si sono andate succedendo le mie imprese a segno di diventare innumerabili, né io so ancora quale sarà l′ultima che darà principio al compimento delle mie brame. Mi comandò una volta che andassi a sfidare a tenzone quella famosa gigantessa di Siviglia, chiamata la Giralda, il cui valore e fortezza la fa credere di bronzo, e che senza cambiar mai di luogo può contarsi per la più mobile e volubile donna di questo mondo. Andai, la vidi, la vinsi, e la ridussi a starsene ferma e a segno; perché pel corso di più che una settimana altri venti non soffiarono fuor quello di tramontana. Altra volta mi fece comando che andassi a pigliare di peso le pietre portate dai bravi tori di Guisando, impresa più da facchino che da cavaliere. Comandò altra volta che mi precipitassi e sprofondassi nella fogna di capra (pericolo inaudito e spaventosissimo!), e che le dessi conto preciso di ciò che rinserrasi in quella oscura profondità: fermai la Giralda, portai le pietre dei tori di Guisando, mi precipitai nella fogna, trassi alla luce quello che rinchiudevasi nell′abisso; ma rimasero più morte di prima le mie speranze, ed i suoi comandi e i suoi sdegni più vivi che mai. In fine mi comandò che scorressi le province tutte di Spagna, e obbligassi tutti i cavalieri erranti che vanno per quelle vagando, a confessare che in bellezza ella è la sola e la prima sopra quante altre vivono oggidì, e che io sono il più valoroso ed il meglio innamorato cavaliere dell′orbe. Per adempiere a questo nuovo comando ho già percorsa la maggior parte della Spagna, e ho trionfato di molti e molti cavalieri che hanno avuto ardire di contraddirmi. Quello poi di cui mi pregio e vanto, e che rende immortali le mie palme si è l′aver avuto vittoria in singolare tenzone di quel sì famoso cavaliere don Chisciotte della Mancia, e costrettolo a confessare che la mia Casildea è più bella della sua Dulcinea; e con questa sola vittoria fo conto di aver vinto tutti i cavalieri del mondo, poiché quel don Chisciotte di cui ragiono, aveva superati gli altri ed essendo da me debellato, la sua gloria, la sua fama, il suo onore si sono trasferiti nella persona mia.
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y tanto el vencedor es más honrado.
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Tanto è maggiore il trionfo di vincitore
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cuanto más el vencido es reputado.
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quanto più il vinto è tenuto in celebrità,
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así que, ya corren por mi cuenta y son mías las inumerables hazañas del ya referido don Quijote.
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ond′è che vanno ormai per mio conto, e sono mie tutte le sue innumerabili imprese. »
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Admirado quedó don Quijote de oír al Caballero del Bosque, y estuvo mil veces por decirle que mentía, y ya tuvo el mentís en el pico de la lengua; pero reportóse lo mejor que pudo, por hacerle confesar por su propia boca su mentira; y así, sosegadamente le dijo.
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Rimase stupefatto don Chisciotte udendo le parole del cavaliere dal Bosco, e stava per dargli una mentita, e già la teneva sulla punta della lingua, ma si astenne il meglio che poté per fargli confessare di propria bocca le sue bugie: in fine così gli disse e con molta gravità.
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-De que vuesa merced, señor caballero, haya vencido a los más caballeros andantes de España, y aun de todo el mundo, no digo nada; pero de que haya vencido a don Quijote de la Mancha, póngolo en duda. Podría ser que fuese otro que le pareciese, aunque hay pocos que le parezcan.
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— Niente oppongo alle vittorie testé vantate da vossignoria, signor cavaliere, sopra la maggior parte dei cavalieri erranti di Spagna ed anche del mondo intero: ma dubito assai che abbiate vinto don Chisciotte della Mancia; ma forse così avrete creduto ingannandovi una gran somiglianza, benché pochi sieno che si rassembrino a lui.
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-¿Cómo no? -replicó el del Bosque-. Por el cielo que nos cubre, que peleé con don Quijote, y le vencí y rendí; y es un hombre alto de cuerpo, seco de rostro, estirado y avellanado de miembros, entrecano, la nariz aguileña y algo corva, de bigotes grandes, negros y caídos. Campea debajo del nombre del Caballero de la Triste Figura, y trae por escudero a un labrador llamado Sancho Panza; oprime el lomo y rige el freno de un famoso caballo llamado Rocinante, y, finalmente, tiene por señora de su voluntad a una tal Dulcinea del Toboso, llamada un tiempo Aldonza Lorenzo; como la mía, que, por llamarse Casilda y ser de la Andalucía, yo la llamo Casildea de Vandalia. Si todas estas señas no bastan para acreditar mi verdad, aquí está mi espada, que la hará dar crédito a la mesma incredulidad.
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— Come no? replicò quello dal Bosco: per lo cielo che ci sta sopra che io ho combattuto con don Chisciotte, e l′ho vinto e sconfitto. Èun uomo alto di corporatura, secco di viso, snello, di membra robuste, canuticcio, di naso aquilino e alquanto piegato, con basette nere, grandi e cadenti; campeggia sotto il nome di cavaliere dalla Trista Figura, conduce per suo scudiere un contadino chiamato Sancio Pancia, opprime i lombi e regge il freno di un famoso cavallo chiamato Ronzinante, ed in fine ha per signora della sua volontà una tale Dulcinea del Toboso, chiamata un tempo Aldonsa Lorenzo, come la mia, che per chiamarsi Casilda ed essere nativa di Andalusia, la nomino adesso Casildea di Vandalia. Se tutti questi contrassegni non bastano per avvalorare la verità, ho qui al mio fianco una spada che saprà dare piena fede alla incredulità stessa.
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-Sosegaos, señor caballero -dijo don Quijote-, y escuchad lo que decir os quiero. Habéis de saber que ese don Quijote que decís es el mayor amigo que en este mundo tengo, y tanto, que podré decir que le tengo en lugar de mi misma persona, y que por las señas que dél me habéis dado, tan puntuales y ciertas, no puedo pensar sino que sea el mismo que habéis vencido. Por otra parte, veo con los ojos y toco con las manos no ser posible ser el mesmo, si ya no fuese que como él tiene muchos enemigos encantadores, especialmente uno que de ordinario le persigue, no haya alguno dellos tomado su figura para dejarse vencer, por defraudarle de la fama que sus altas caballerías le tienen granjeada y adquirida por todo lo descubierto de la tierra. Y, para confirmación desto, quiero también que sepáis que los tales encantadores sus contrarios no ha más de dos días que transformaron la figura y persona de la hermosa Dulcinea del Toboso en una aldeana soez y baja, y desta manera habrán transformado a don Quijote; y si todo esto no basta para enteraros en esta verdad que digo, aquí está el mesmo don Quijote, que la sustentará con sus armas a pie, o a caballo, o de cualquiera suerte que os agradare.
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— Tranquillizzatevi, signor cavaliere, disse don Chisciotte, e ascoltate quello che voglio dirvi. Dovete sapere che quel don Chisciotte, di cui ragionate, è il miglior amico che io abbia al mondo, e tale che asserire potrei francamente essere egli un altro me stesso. Per tutti i segnali che mi avete dati sì esatti e veridici resto convinto che altri non sia se non se lui medesimo colui che voi asserite di aver superato: veggo per altra parte cogli occhi miei proprî, e tocco con mano non esser ciò possibile, quando non fosse che avendo egli molti incantatori nemici, ed uno specialmente che d′ordinario il perseguita, non avesse costui pigliata a prestito la sua figura per lasciarsi vincere, e così defraudarlo della fama da lui guadagnatasi mercé quelle illustri cavallerie che l′hanno reso conosciutissimo per tutta la terra scoperta. In conferma di questo voglio che sappiate ancora, che questi tali incantatori nemici suoi trasformarono, non ha guari, la figura e persona della bella Dulcinea del Toboso in una rozza e vile contadina, e al modo stesso avranno operato anche la trasformazione di lui. Se tutto ciò non bastasse per farvi capace della verità che vi ho detta, eccovi presente lo stesso don Chisciotte in persona che lo sosterrà coll′arme alla mano, a piedi o a cavallo o in qualunque altro modo che più vi piacesse. »
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Y, diciendo esto, se levantó en pie y se empuñó en la espada, esperando qué resolución tomaría el Caballero del Bosque; el cual, con voz asimismo sosegada, respondió y dijo.
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In ciò dire si rizzò in piedi, e impugnò la spada aspettando che risoluzione prendesse il cavaliere dal Bosco; il quale con tono egualmente grave rispose a questo modo:
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-Al buen pagador no le duelen prendas el que una vez, señor don Quijote, pudo venceros transformado, bien podrá tener esperanza de rendiros en vuestro propio ser. Mas, porque no es bien que los caballeros hagan sus fechos de armas ascuras, como los salteadores y rufianes, esperemos el día, para que el sol vea nuestras obras. Y ha de ser condición de nuestra batalla que el vencido ha de quedar a la voluntad del vencedor, para que haga dél todo lo que quisiere, con tal que sea decente a caballero lo que se le ordenare.
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— A buon pagatore non dolgono i pegni: colui che una volta, o signor don Chisciotte, ebbe possanza per vincervi trasformato, può molto ben confidare di vincervi nella vostra propria figura: ma perché sta male che i cavalieri vengano a tenzone all′oscuro come fanno gli assassini e gli sgherri, attendasi il giorno, e sia testimonio il sole delle nostre azioni: sia intanto condizione della battaglia, che il vinto debba rimanere soggetto alla volontà del vincitore, sicché possa questi disporre di lui a sua voglia, sempre però entro i confini che si convengono ai cavalieri d′onore.
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-Soy más que contento desa condición y convenencia -respondió don Quijote.
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— Sono più che contento di questo patto, ed accetto, » rispose don Chisciotte.
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Y, en diciendo esto, se fueron donde estaban sus escuderos, y los hallaron roncando y en la misma forma que estaban cuando les salteó el sueño. Despertáronlos y mandáronles que tuviesen a punto los caballos, porque, en saliendo el sol, habían de hacer los dos una sangrienta, singular y desigual batalla; a cuyas nuevas quedó Sancho atónito y pasmado, temeroso de la salud de su amo, por las valentías que había oído decir del suyo al escudero del Bosque; pero, sin hablar palabra, se fueron los dos escuderos a buscar su ganado, que ya todos tres caballos y el rucio se habían olido, y estaban todos juntos.
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Dette queste parole andarono dove stavano i loro scudieri, e li trovarono russanti e sdraiati in quella stessa postura in cui il sonno li aveva sorpresi. Li svegliarono, comandarono loro che tenessero in punto i cavalli, perché al nascere del sole doveano venire tutti e due a sanguinoso, singolare e terribile combattimento. Sancio rimase attonito e spasimato a questa intimazione, temendo per la vita del suo padrone, attese le prodezze che aveva udite narrare dell′altro. Senza fare altre ciarle se ne andarono i due scudieri a trovar le loro bestie, che già tutti e tre i cavalli e il leardo eransi fiutati, e stavano insieme.
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En el camino dijo el del Bosque a Sancho.
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Nel cammino quello dal Bosco disse a Sancio.
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-Ha de saber, hermano, que tienen por costumbre los peleantes de la Andalucía, cuando son padrinos de alguna pendencia, no estarse ociosos mano sobre mano en tanto que sus ahijados riñen. Dígolo porque esté advertido que mientras nuestros dueños riñeren, nosotros también hemos de pelear y hacernos astillas.
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— Avete a sapere, o fratello, che i combattenti dell′Andalusia quando sono padrini di qualche battaglia non rimangono mai oziosi con le mani a cintola intanto che i loro appadrinati combattono; e dico questo per avvertirvi che mentre saranno alle prese i nostri, noi per egual modo abbiamo ad azzuffarci insieme e a darci in testa se ci riesce.
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-Esa costumbre, señor escudero -respondió Sancho-, allá puede correr y pasar con los rufianes y peleantes que dice, pero con los escuderos de los caballeros andantes, ni por pienso. A lo menos, yo no he oído decir a mi amo semejante costumbre, y sabe de memoria todas las ordenanzas de la andante caballería. Cuanto más, que yo quiero que sea verdad y ordenanza expresa el pelear los escuderos en tanto que sus señores pelean; pero yo no quiero cumplirla, sino pagar la pena que estuviere puesta a los tales pacíficos escuderos, que yo aseguro que no pase de dos libras de cera, y más quiero pagar las tales libras, que sé que me costarán menos que las hilas que podré gastar en curarme la cabeza, que ya me la cuento por partida y dividida en dos partes. Hay más que me imposibilita el reñir el no tener espada, pues en mi vida me la puse.
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— Questo costume, signor scudiere, rispose Sancio, potrà correre nei vostri paesi, ed aver luogo con gli smargiassi e gli sgherri, ma non è applicabile neppure per ombra agli scudieri dei cavalieri erranti: almanco io non ho mai sentito dal mio padrone a far parola di tali usanze, eppure egli sa a mente e di punto in punto tutte le regole della errante cavalleria. E poi sia pure verità e legge espressa che abbiano a menare le mani fra loro gli scudieri intanto che i padroni combattono, io non mi ci adatterò sicuramente, e piuttosto pagherò la pena inflitta agli scudieri pacifici, la quale non dovrebbe oltrepassare le due libre di cera, ed anche la pagherò volentieri, perché importerà assai meno delle fila che potrei consumare in medicarmi la testa, che già mi pare di vedere partita in due; e c′è anche una ragione di più che mi rende impossibile il combattere, ed è quella che io non porto spada, né l′ho portata in vita mia.
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-Para eso sé yo un buen remedio -dijo el del Bosque- yo traigo aquí dos talegas de lienzo, de un mesmo tamaño tomaréis vos la una, y yo la otra, y riñiremos a talegazos, con armas iguales.
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— A questo si rimedia facilmente, disse quello dal Bosco: io tengo con me due sacchetti di grossa tela della stessa misura: voi piglierete l′uno ed io l′altro, e combatteremo a sacchettate con arme eguali.
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-Desa manera, sea en buena hora -respondió Sancho-, porque antes servirá la tal pelea de despolvorearnos que de herirnos.
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— Oh s′ella è a questo modo, sia in buon′ora, rispose Sancio, perché invece di ferire serviranno a sbatterci la polvere di dosso.
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-No ha de ser así -replicó el otro-, porque se han de echar dentro de las talegas, porque no se las lleve el aire, media docena de guijarros lindos y pelados, que pesen tanto los unos como los otros, y desta manera nos podremos atalegar sin hacernos mal ni daño.
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— Non deve essere a tal modo, replicò l′altro, poiché dentro ai sacchetti, per impedire che vadano sventolando, si deve mettere mezza dozzina di pietre lisce e pelate, che tanto pesi l′una quanto l′altra, e in questa maniera ci potremo sacchettare senza farci gran male.
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-¡Mirad, cuerpo de mi padre -respondió Sancho-, qué martas cebollinas, o qué copos de algodón cardado pone en las talegas, para no quedar molidos los cascos y hechos alheña los huesos! Pero, aunque se llenaran de capullos de seda, sepa, señor mío, que no he de pelear peleen nuestros amos, y allá se lo hayan, y bebamos y vivamos nosotros, que el tiempo tiene cuidado de quitarnos las vidas, sin que andemos buscando apetites para que se acaben antes de llegar su sazón y término y que se cayan de maduras.
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— Corpo di mio padre! sclamò allora Sancio, e volete voi riempirli di quelle lisce cipolle, di quei bioccoli di bambagia scardassata che possono fracassarci la testa e macinarci tutte quante le ossa? Sappiate, amico e compagno mio, che quand′anche fossero i sacchetti pieni di bozzoli di seta io non intendo né voglio menar le mani; combattano pure i nostri padroni, e male si abbiano, ma noi badiamo a bere ed a vivere allegramente, e lasciamo al tempo la briga di farci terminare la vita quando sarà matura senza cercare di abbreviarla con questi loro falsi gusti e appetiti.
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-Con todo -replicó el del Bosque-, hemos de pelear siquiera media hora.
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— Non posso essere del vostro avviso, replicò quello dal Bosco, e bisogna combattere almeno per una mezz′ora.
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-Eso no -respondió Sancho- no seré yo tan descortés ni tan desagradecido, que con quien he comido y he bebido trabe cuestión alguna, por mínima que sea; cuanto más que, estando sin cólera y sin enojo, ¿quién diablos se ha de amañar a reñir a secas.
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— E io dico di no, rispose Sancio, che non voglio esser ingrato e discortese a chi mi ha dato da mangiare e da bere senza che vi sia stato fra noi il più piccolo segno di collera e di amarezza. Chi diamine ha da essere colui che venga così in secco a menar le mani?
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-Para eso -dijo el del Bosque- yo daré un suficiente remedio y es que, antes que comencemos la pelea, yo me llegaré bonitamente a vuestra merced y le daré tres o cuatro bofetadas, que dé con él a mis pies, con las cuales le haré despertar la cólera, aunque esté con más sueño que un lirón.
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— A questo, rispose quello di dal Bosco, rimedierò io facilmente, ed eccovi il modo: prima di cominciar il combattimento io mi accosterò pian pianino a vossignoria, e vi darò tre o quattro schiaffi tali da farvi cadere ai miei piedi; voi vi sveglierete alla collera se anche foste addormentato come un ghiro.
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-Contra ese corte sé yo otro -respondió Sancho-, que no le va en zaga cogeré yo un garrote, y, antes que vuestra merced llegue a despertarme la cólera, haré yo dormir a garrotazos de tal suerte la suya, que no despierte si no fuere en el otro mundo, en el cual que no soy yo hombre que me dejo manosear el rostro de nadie; y cada uno mire por el virote, aunque lo más acertado sería dejar dormir su cólera a cada uno, que no sabe nadie el alma de nadie, y tal suele venir por lana que vuelve tresquilado; y Dios bendijo la paz y maldijo las riñas, porque si un gato acosado, encerrado y apretado se vuelve en león, yo, que soy hombre, Dios sabe en lo que podré volverme; y así, desde ahora intimo a vuestra merced, r escudero, que corra por su cuenta todo el mal y daño que de nuestra pendencia resultare.
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— Ed io, rispose Sancio, a questo rimedio avrò un controrimedio che non sarà da manco del vostro. Prenderò un buon bastone, e prima che vi riesca di farmi andare in collera, vi addormenterò a colpi di bastonate, in modo che non vi sveglierete se non al mondo di là, dov′è noto abbastanza ch′io non mi lascio pestare il muso da chicchessia. Eh badi ognuno a quello che fa, ed io consiglierei che lasciassimo dall′una e dall′altra parte dormire le nostre collere, ché uno non sa l′animo di un altro, e qualche volta accade che chi va per lana torna invece tosato, e Dio benedice la pace, e ha in odio la contesa; e se un gatto imbestialito è chiuso, diventa un leone; ed io che sono un uomo, Dio sa in che cosa potrei cambiarmi: in fine protesto a vossignoria, signor scudiere, che starà a vostro carico tutto il male e tutto il danno che fosse per risultare da tal contrasto.
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-Está bien -replicó el del Bosque-. Amanecerá Dios y medraremos.
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— Ho inteso, replicò quello di dal Bosco, e vedremo dimani come andrà a finire questa faccenda. »
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En esto, ya comenzaban a gorjear en los árboles mil suertes de pintados pajarillos, y en sus diversos y alegres cantos parecía que daban la norabuena y saludaban a la fresca aurora, que ya por las puertas y balcones del oriente iba descubriendo la hermosura de su rostro, sacudiendo de sus cabellos un número infinito de líquidas perlas, en cuyo suave licor bañándose las yerbas, parecía asimesmo que ellas brotaban y llovían blanco y menudo aljófar; los sauces destilaban maná sabroso, reíanse las fuentes, murmuraban los arroyos, alegrábanse las selvas y enriquecíanse los prados con su venida. Mas, apenas dio lugar la claridad del día para ver y diferenciar las cosas, cuando la primera que se ofreció a los ojos de Sancho Panza fue la nariz del escudero del Bosque, que era tan grande que casi le hacía sombra a todo el cuerpo. Cuéntase, en efecto, que era de demasiada grandeza, corva en la mitad y toda llena de verrugas, de color amoratado, como de berenjena; bajábale dos dedos más abajo de la boca; cuya grandeza, color, verrugas y encorvamiento así le afeaban el rostro, que, en viéndole Sancho, comenzó a herir de pie y de mano, como niño con alferecía, y propuso en su corazón de dejarse dar docientas bofetadas antes que despertar la cólera para reñir con aquel vestiglo.
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In questo mentre già cominciavano a garrire sugli albori mille sorta di vaghi augelletti, e nei lieti e vari loro canti pareva si congratulassero e salutassero la fresca aurora che per le porte e pei balconi dell′oriente veniva scoprendo la vaghezza del suo sembiante, e scuotendo dai capelli una pioggia di perle, nel cui soave liquore l′erbe inumidite sembrava che germogliassero, e facessero nascere manna; rideano le fonti, mormoravano i ruscelli, si rallegravano le selve, e per la sua venuta si smaltavano i prati. Ma appena il chiarore della mattina permise di potere vedere e distinguere le cose, il primo soggetto che si presentò agli occhi di Sancio Pancia fu il naso dello scudiere di dal Bosco, il quale era sì grande che facea ombra a quasi tutta la persona. Dicon che veramente fosse di strabocchevole misura, curvo nel mezzo, pieno tutto di porri, di colore pavonazzo come quello dei marignani, e che arrivava due dita sotto la bocca. La grandezza, il colore, i porri, l′incurvamento gli rendeano sì deforme il viso, che Sancio veggendolo incominciò a battere le mani e a dimenare i piedi come fanciullo che farnetica, proponendo in cuor suo di lasciarsi dare dugento schiaffi piuttosto che incollerirsi e venire alle prese con quella fantasima.
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Don Quijote miró a su contendor, y hallóle ya puesta y calada la celada, de modo que no le pudo ver el rostro, pero notó que era hombre membrudo, y no muy alto de cuerpo. Sobre las armas traía una sobrevista o casaca de una tela, al parecer, de oro finísimo, sembradas por ella muchas lunas pequeñas de resplandecientes espejos, que le hacían en grandísima manera galán y vistoso; volábanle sobre la celada grande cantidad de plumas verdes, amarillas y blancas; la lanza, que tenía arrimada a un árbol, era grandísima y gruesa, y de un hierro acerado de más de un palmo.
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Anche don Chisciotte guardò il suo competitore, e vide ch′erasi posto già la celata, e avea mandata giù la visiera, per modo che non poteva riconoscerlo in volto, e notò unicamente ch′era uomo membruto e di statura non molto alta. Portava di sopra all′arme una sopravveste o casacca di una tela che sembrava di oro finissimo, su cui erano sparse molte lune di risplendenti specchi che la rendevano eccessivamente bella e vistosa. Sulla celata sventolavano in gran quantità piume verdi, gialle e bianche; e la lancia che stava appoggiata ad un arbore, era grandissima e molto grossa e di un ferro acciaiato per oltre un palmo. Vide e notò ogni cosa, e dalle minute sue osservazioni arguì che quel campione doveva esser uomo di grandi forze,
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Todo lo miró y todo lo notó don Quijote, y juzgó de lo visto y mirado que el ya dicho caballero debía de ser de grandes fuerzas; pero no por eso temió, como Sancho Panza; antes, con gentil denuedo, dijo al Caballero de los Espejos.
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ma non per questo gli entrò in cuore lo spavento come a Sancio, che anzi con garbato modo si fece a dire all′incognito cavaliere dagli Specchi:
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-Si la mucha gana de pelear, señor caballero, no os gasta la cortesía, por ella os pido que alcéis la visera un poco, porque yo vea si la gallardía de vuestro rostro responde a la de vuestra disposición.
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— Se l′ardente desìo di combattere non vi impedisce, signor cavaliere, di essere cortese, vi prego che alziate un poco la visiera, affinché io possa vedere se le forme del vostro sembiante a quelle corrispondano della vostra persona.
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-O vencido o vencedor que salgáis desta empresa, señor caballero -respondió el de los Espejos-, os quedará tiempo y espacio demasiado para verme; y si ahora no satisfago a vuestro deseo, es por parecerme que hago notable agravio a la hermosa Casildea de Vandalia en dilatar el tiempo que tardare en alzarme la visera, sin haceros confesar lo que ya sabéis que pretendo.
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— Vinto o vincitore che usciate di questa impresa, signor cavaliere, rispose quello dagli Specchi, vi resterà largo spazio di tempo per vedermi; ma se adesso mi rifiuto di soddisfarvi, egli è unicamente perché sembrami di far torto notabile alla bella Casildea di Vandalia gettando via il tempo che occorre per alzare la visiera prima di astringervi a confessare quanto voi sapete che da me si pretende.
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-Pues, en tanto que subimos a caballo -dijo don Quijote-, bien podéis decirme si soy yo aquel don Quijote que dijistes haber vencido.
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— Intanto che montiamo a cavallo, soggiunse don Chisciotte, potreste almeno dirmi se io sono quel don Chisciotte che pretendete di aver vinto.
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-A eso vos respondemos -dijo el de los Espejos- que parecéis, como se parece un huevo a otro, al mismo caballero que yo vencí; pero, según vos decís que le persiguen encantadores, no osaré afirmar si sois el contenido o no.
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— A questo vi rispondiamo, disse quello dagli Specchi, che rassomigliate come uovo ad altr′uovo al cavaliere che io vinsi; ma avendomi voi assicurato ch′egli è perseguitato da incantatori, non oserei affermare che siate quello o nol siate.
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-Eso me basta a mí -respondió don Quijote- para que crea vuestro engaño; empero, para sacaros dél de todo punto, vengan nuestros caballos; que, en menos tiempo que el que tardárades en alzaros la visera, si Dios, si mi señora y mi brazo me valen, veré yo vuestro rostro, y vos veréis que no soy yo el vencido don Quijote que pensáis.
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— Non m′occorre di più, replicò don Chisciotte, a persuadermi del vostro inganno; ma per cavarvene di tutto punto avanzino ora i nostri cavalli, che in meno tempo che impieghereste in alzarvi la visiera, se mi assistano Dio, la mia signora e ′l mio braccio, io vedrò il vostro volto, e voi conoscerete in effetto se io non sono quel vinto don Chisciotte che supponete. »
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Con esto, acortando razones, subieron a caballo, y don Quijote volvió las riendas a Rocinante para tomar lo que convenía del campo, para volver a encontrar a su contrario, y lo mesmo hizo el de los Espejos. Pero, no se había apartado don Quijote veinte pasos, cuando se oyó llamar del de los Espejos, y, partiendo los dos el camino, el de los Espejos le dijo.
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E senz′altre parole montarono a cavallo, e don Chisciotte voltò le redini a Ronzinante per prendere il largo che conveniva nel campo, e volgersi ad incontrare il suo avversario: e così fece quello dagli Specchi. Era appena scostato don Chisciotte venti passi, che si udì chiamare da quello dagli Specchi, ed incontrandosi ambedue, gli disse:
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-Advertid, señor caballero, que la condición de nuestra batalla es que el vencido, como otra vez he dicho, ha de quedar a discreción del vencedor.
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— Rammentatevi, signor cavaliere, che il patto della nostra tenzone si è, come già vi ho detto, che il vinto debba stare a discrezione del vincitore.
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-Ya la sé -respondió don Quijote-; con tal que lo que se le impusiere y mandare al vencido han de ser cosas que no salgan de los límites de la caballería.
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— Me ne rammento, rispose don Chisciotte; ben inteso per altro che ciò che verrà imposto e comandato al vinto abbia ad essere limitato al dovere e al decoro della cavalleria.
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-Así se entiende -respondió el de los Espejos.
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— Questo s′intende, » rispose l′altro.
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Ofreciéronsele en esto a la vista de don Quijote las estrañas narices del escudero, y no se admiró menos de verlas que Sancho; tanto, que le juzgó por algún monstro, o por hombre nuevo y de aquellos que no se usan en el mundo. Sancho, que vio partir a su amo para tomar carrera, no quiso quedar solo con el narigudo, temiendo que con solo un pasagonzalo con aquellas narices en las suyas sería acabada la pendencia suya, quedando del golpe, o del miedo, tendido en el suelo, y fuese tras su amo, asido a una acción de Rocinante; y, cuando le pareció que ya era tiempo que volviese, le dijo.
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Si offerse in quel mentre alla vista di don Chisciotte lo straordinario naso dello scudiere, e non n′ebbe minor maraviglia di Sancio, tanto che lo tenne per qualche mostro o per uomo nuovo e di quelli che più non si usano al mondo. Sancio che vide muoversi il padrone per pigliare la carriera, non volle restarsene da solo a solo col nasuto, temendo che un solo colpo di quel gran naso avesse a terminare la quistione fra loro e gittarlo in terra morto o per la forza della percossa o per l′effetto dello spavento. Se ne andò pertanto dietro al suo padrone, preso avendo lo staffile che serviva per Ronzinante; e quando gli parve che fosse tempo di voltarsi disse a Don Chisciotte:
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-Suplico a vuesa merced, señor mío, que antes que vuelva a encontrarse me ayude a subir sobre aquel alcornoque, de donde podré ver más a mi sabor, mejor que desde el suelo, el gallardo encuentro que vuesa merced ha de hacer con este caballero.
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— Supplico vossignoria, signor mio, che prima che torni ad incontrare il nemico ella mi aiuti a montare sopra quell′albero, di dove potrò vedere con tutto il mio comodo, meglio che standomi in terra, il gagliardo incontro di vossignoria con questo cavaliere.
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-Antes creo, Sancho -dijo don Quijote-, que te quieres encaramar y subir en andamio por ver sin peligro los toros.
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— Io credo piuttosto, o Sancio, disse don Chisciotte, che tu brami salire sul palco per vedere la festa dei tori senza pericolo.
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-La verdad que diga -respondió Sancho-, las desaforadas narices de aquel escudero me tienen atónito y lleno de espanto, y no me atrevo a estar junto a él.
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— Se debbo confessare la verità, replicò Sancio, il formidabile naso di quello scudiere mi riempie di stupore e di paura, né mi arrisico di stargli accanto.
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-Ellas son tales -dijo don Quijote-, que, a no ser yo quien soy, también me asombraran; y así, ven ayudarte he a subir donde dices.
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— Per verità quel naso è tanto smisurato, soggiunse don Chisciotte, che se non fossi quello che sono mi metterei io pure in apprensione, e però vieni pur qua che ti assisterò a montare sull′albero. »
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En lo que se detuvo don Quijote en que Sancho subiese en el alcornoque, tomó el de los Espejos del campo lo que le pareció necesario; y, creyendo que lo mismo habría hecho don Quijote, sin esperar son de trompeta ni otra señal que los avisase, volvió las riendas a su caballo -que no era más ligero ni de mejor parecer que Rocinante-, y, a todo su correr, que era un mediano trote, iba a encontrar a su enemigo; pero, viéndole ocupado en la subida de Sancho, detuvo las riendas y paróse en la mitad de la carrera, de lo que el caballo quedó agradecidísimo, a causa que ya no podía moverse. Don Quijote, que le pareció que ya su enemigo venía volando, arrimó reciamente las espuelas a las trasijadas ijadas de Rocinante, y le hizo aguijar de manera, que cuenta la historia que esta sola vez se conoció haber corrido algo, porque todas las demás siempre fueron trotes declarados; y con esta no vista furia llegó donde el de los Espejos estaba hincando a su caballo las espuelas hasta los botones, sin que le pudiese mover un solo dedo del lugar donde había hecho estanco de su carrera.
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Nel tempo che si trattenne don Chisciotte, perché Sancio montasse sopra un sughero, quello dagli Specchi prese il campo che gli sembrò più a proposito, e credendo che don Chisciotte avesse fatto lo stesso, senza aspettar suono di trombe od altro segnale, tirò la briglia al suo cavallo (che non era né più leggiero né di migliore portata di Ronzinante), e di mezzano trotto venne ad azzuffarsi col suo nemico. Avvicinatosi alquanto poté accorgersi che don Chisciotte stava aiutando Sancio a montare, sicché ritenne la briglia, e si fermò a mezzo il corso, della qual cosa il cavallo fu gratissimo, perché non potea andare innanzi. Don Chisciotte, cui parve che il suo nemico gli venisse incontro volando, spronò sì fortemente i malconci fianchi di Ronzinante, e siffattamente lo fece correre, che la istoria racconta quella essere stata l′unica volta in cui fu veduto andar di galoppo, atteso che in tutte le altre non furono mai altri che trotti belli e buoni. Con questa non più veduta furia raggiunse quello dagli Specchi, il quale benché piantasse nel corpo del suo cavallo gli sproni sino al bottone non gli riuscì di poterlo far muovere né manco un solo dito dal luogo dove aveva posta la meta al suo corso.
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En esta buena sazón y coyuntura halló don Quijote a su contrario embarazado con su caballo y ocupado con su lanza, que nunca, o no acertó, o no tuvo lugar de ponerla en ristre. Don Quijote, que no miraba en estos inconvenientes, a salvamano y sin peligro alguno, encontró al de los Espejos con tanta fuerza, que mal de su grado le hizo venir al suelo por las ancas del caballo, dando tal caída, que, sin mover pie ni mano, dio señales de que estaba muerto.
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Colto l′avversario in sì difficile circostanza, imbarazzato molto dal suo stesso cavallo, ed occupato dalla lancia che non poté o non seppe a tempo mettere in resta, don Chisciotte non si curò punto di questi inconvenienti, ma a man salva e senza pericolo di sorta assalì quello dagli Specchi con sì gran furia, che a suo marcio dispetto lo fece stramazzare a terra per le groppe del suo cavallo. Tale si fu la caduta, che non movendo né piè né mani diede manifesti segni di essere rimasto morto.
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Apenas le vio caído Sancho, cuando se deslizó del alcornoque y a toda priesa vino donde su señor estaba, el cual, apeándose de Rocinante, fue sobre el de los Espejos, y, quitándole las lazadas del yelmo para ver si era muerto y para que le diese el aire si acaso estaba vivo; y vio... ¿Quién podrá decir lo que vio, sin causar admiración, maravilla y espanto a los que lo oyeren? Vio, dice la historia, el rostro mesmo, la misma figura, el mesmo aspecto, la misma fisonomía, la mesma efigie, la pespetiva mesma del bachiller Sansón Carrasco; y, así como la vio, en altas voces dijo.
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Appena Sancio lo vide a terra, sdrucciolò giù dal sughero, e con grande velocità raggiunse il suo padrone, il quale smontando da Ronzinante fu sopra a quello dagli Specchi, e levandogli i cappii dell′elmo per vedere se fosse morto, o per fargli prendere una boccata d′aria se a caso vivesse ancora, vide... chi potrà dire ciò che vide, senza ingenerare maraviglia e terrore in chi ascolta? Vide, dice l′istoria, lo stesso volto, la medesima figura, l′aspetto istesso, la stessa fisonomia, la medesima effigie, l′identica prospettiva del baccelliere Sansone Carrasco. Lo riconobbe appena che sclamò ad alta voce:
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-¡Acude, Sancho, y mira lo que has de ver y no lo has creer! ¡Aguija, hijo, y advierte lo que puede la magia, lo que pueden los hechiceros y los encantadores.
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— Corri qua, Sancio, e guarda quello che si può guardare e non credere! fa presto, figliuol Sancio, e considera di quanto è capace la magia, e quanto possano gli stregoni e gli incantatori. »
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Llegó Sancho, y, como vio el rostro del bachiller Carrasco, comenzó a hacerse mil cruces y a santiguarse otras tantas. En todo esto, no daba muestras de estar vivo el derribado caballero, y Sancho dijo a don Quijote.
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Arrivò Sancio, e non sì tosto conobbe il volto del baccelliere, che prese a farsi mille segni di croce ed a chiamare tutti i santi. L′atterrato cavaliere non dava segni di vita, e Sancio disse a don Chisciotte:
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-Soy de parecer, señor mío, que, por sí o por no, vuesa merced hinque y meta la espada por la boca a este que parece el bachiller Sansón Carrasco; quizá matará en él a alguno de sus enemigos los encantadores.
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— Sono di parere, signor mio, che vossignoria ficchi e cacci per la bocca la spada in corpo a costui che pare Sanson Carrasco,
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-No dices mal -dijo don Quijote-, porque de los enemigos, los menos.
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perché forse le riuscirà in questo modo di ammazzar qualcuno dei suoi nemici incantatori.
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Y, sacando la espada para poner en efecto el aviso y consejo de Sancho, llegó el escudero del de los Espejos, ya sin las narices que tan feo le habían hecho, y a grandes voces dijo.
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— Non dici male, soggiunse don Chisciotte, perché di nemici io non manco: e sfoderava già la spada per mandare ad effetto l′avvertimento e il consiglio di Sancio, quando arrivò ansante lo scudiere del vinto, spoglio di quel gran naso per il quale era paruto sì brutto, e esclamò:
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-Mire vuesa merced lo que hace, señor don Quijote, que ese que tiene a los pies es el bachiller Sansón Carrasco, su amigo, y yo soy su escudero.
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— Guardi bene quello che fa, signor don Chisciotte, ché questo che tiene a′ suoi piedi è il baccelliere Sansone Carrasco suo amico ed io sono il suo scudiere. »
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Y, viéndole Sancho sin aquella fealdad primera, le dijo
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Vedendolo Sancio senza la deformità di prima, gli disse:
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-¿Y las narices.
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— E dov′è il naso?
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A lo que él respondió.
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Cui rispose:
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-Aquí las tengo, en la faldriquera.
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— L′ho qua in tasca;
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Y, echando mano a la derecha, sacó unas narices de pasta y barniz, de máscara, de la manifatura que quedan delineadas. Y, mirándole más y más Sancho, con voz admirativa y grande, dijo.
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e mettendo la mano alla diritta cavò fuori un naso di pasta e verniciato per maschera. Lo guardò Sancio una e più volte, e tutto trasecolato disse:
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-¡Santa María, y valme! ¿Éste no es Tomé Cecial, mi vecino y mi compadre.
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— Santa Maria, aiutami! costui non è egli Tommaso Zeziale mio vicino e compare!
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-Y ¡cómo si lo soy! -respondió el ya desnarigado escudero- Tomé Cecial soy, compadre y amigo Sancho Panza, y luego os diré los arcaduces, embustes y enredos por donde soy aquí venido; y en tanto, pedid y suplicad al señor vuestro amo que no toque, maltrate, hiera ni mate al caballero de los Espejos, que a sus pies tiene, porque sin duda alguna es el atrevido y mal aconsejado del bachiller Sansón Carrasco, nuestro compatrioto.
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— E come lo sono, rispose lo snasato scudiere: io sono Tommaso Zeziale vostro compare ed amico, Sancio Pancia mio caro, e vi dirò poi gli imbrogli, gl′intrighi, i pretesti che mi hanno qua strascinato; ma intanto supplicate il vostro padrone che non tocchi, maltratti, ferisca, o uccida il cavaliere dagli Specchi che sta disteso ai suoi piedi, perché è infallibilmente l′ardito e malconsigliato baccelliere Sansone Carrasco nostro paesano. »
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En esto, volvió en sí el de los Espejos, lo cual visto por don Quijote, le puso la punta desnuda de su espada encima del rostro, y le dijo.
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Durante questi discorsi tornò in sé quello dagli Specchi, ed accortosene don Chisciotte, gli appuntò tosto la spada ignuda agli occhi, e gli disse:
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-Muerto sois, caballero, si no confesáis que la sin par Dulcinea del Toboso se aventaja en belleza a vuestra Casildea de Vandalia; y demás de esto habéis de prometer, si de esta contienda y caída quedárades con vida, de ir a la ciudad del Toboso y presentaros en su presencia de mi parte, para que haga de vos lo que más en voluntad le viniere; y si os dejare en la vuestra, asimismo habéis de volver a buscarme, que el rastro de mis hazañas os servirá de guía que os traiga donde yo estuviere, y a decirme lo que con ella hubiéredes pasado; condiciones que, conforme a las que pusimos antes de nuestra batalla, no salen de los términos de la andante caballería.
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— Cavaliere, siete morto se non confessate che la senza pari Dulcinea del Toboso porta il vanto della bellezza sulla vostra Casildea di Vandalia, e se non giurate (purché vita vi resti dopo questa battaglia e caduta), di recarvi alla città del Toboso e presentarvi dinanzi a lei da mia parte perché faccia di voi il suo volere. Se vi lascierà arbitro della vostra volontà dovrete tornare in traccia di me, seguitando l′orma delle mie prodezze, per darmi conto di quanto avrete con lei convenuto: patto ch′è conforme al nostro accordo prima della tenzone, e che non eccede i limiti della cavalleria.
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-Confieso -dijo el caído caballero- que vale más el zapato descosido y sucio de la señora Dulcinea del Toboso que las barbas mal peinadas, aunque limpias, de Casildea, y prometo de ir y volver de su presencia a la vuestra, y daros entera y particular cuenta de lo que me pedís.
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— Confesso, disse il vinto cavaliere, che più vale una scarpa sdrucita e sudicia della signora Dulcinea del Toboso, che i capegli malpettinati, benché puliti, di Casildea; e prometto di andare e di ritornare dalla sua presenza alla vostra, e di darvi esatto e particolare ragguaglio di quanto m′imponete.
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-También habéis de confesar y creer -añadió don Quijote- que aquel caballero que vencistes no fue ni pudo ser don Quijote de la Mancha, sino otro que se le parecía, como yo confieso y creo que vos, aunque parecéis el bachiller Sansón Carrasco, no lo sois, sino otro que le parece, y que en su figura aquí me le han puesto mis enemigos, para que detenga y temple el ímpetu de mi cólera, y para que use blandamente de la gloria del vencimiento.
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— Dovete eziandio confessare, soggiunse don Chisciotte, che il cavaliere da voi altra volta vinto non fu, né poté essere don Chisciotte della Mancia, ma un altro che lo somigliava, come io confesso e credo che voi, sebbene sembriate il baccelliere Sansone Carrasco, nol siate già ma un altro che a lui somigli, e che i miei nemici vi facciano apparire tale perché io trattenga e temperi l′impeto del mio sdegno, ed usi in modo assai mite la gloria del mio trionfo.
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-Todo lo confieso, juzgo y siento como vos lo creéis, juzgáis y sentís -respondió el derrengado caballero-. Dejadme levantar, os ruego, si es que lo permite el golpe de mi caída, que asaz maltrecho me tiene.
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— Confesso e credo, rispose il rinato cavaliere, ogni cosa, e credo e giudico e sento al modo stesso che da voi si crede, si giudica e si sente, ma intanto concedetemi, vi prego, ch′io possa alzarmi, se però potrò farlo dopo questa orribile stramazzata. »
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Ayudóle a levantar don Quijote y Tomé Cecial, su escudero, del cual no apartaba los ojos Sancho, preguntándole cosas cuyas respuestas le daban manifiestas señales de que verdaderamente era el Tomé Cecial que decía; mas la aprehensión que en Sancho había hecho lo que su amo dijo, de que los encantadores habían mudado la figura del Caballero de los Espejos en la del bachiller Carrasco, no le dejaba dar crédito a la verdad que con los ojos estaba mirando. Finalmente, se quedaron con este engaño amo y mozo, y el de los Espejos y su escudero, mohínos y malandantes, se apartaron de don Quijote y Sancho, con intención de buscar algún lugar donde bizmarle y entablarle las costillas. Don Quijote y Sancho volvieron a proseguir su camino de Zaragoza, donde los deja la historia, por dar cuenta de quién era el Caballero de los Espejos y su narigante escudero.
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Lo aiutarono a levarsi don Chisciotte e Tommaso Zeziale scudiere, dal quale Sancio Pancia non distoglieva mai gli occhi, e gli faceva mille dimande, e riceveva brevi risposte, ma pur tali da assicurarlo che veramente fosse quel Tommaso Zeziale che diceva di essere. Dopo tutto questo, l′apprensione di Sancio per le parole dette dal suo padrone, che gli incantatori avessero trasformata la figura del cavaliere dagli Specchi in quella del baccelliere Carrasco, dubbia gli rendeva quella reale verità che co′ suoi propri occhi stava guardando. In fine restarono nel loro inganno padrone e servo; e quello dagli Specchi e il suo scudiere in valigia e colla testa rotta, se ne andarono con intenzione di cercarsi ricovero in qualche luogo per apprestare rimedio alle costole fracassate. Tornaron don Chisciotte e Sancio sulla strada di Saragozza, dove li lascia l′istoria per dare più minuto ragguaglio del cavaliere dagli Specchi e del suo nasuto scudiere.
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II. Capítulo XV. Donde se cuenta y da noticia de quién era el Caballero de los Espejos y su escudero. II
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CAPITOLO XV DOVE SI NARRA CHI FOSSE IL CAVALIERE DAGLI SPECCHI E IL SUO SCUDIERE.
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En estremo contento, ufano y vanaglorioso iba don Quijote por haber alcanzado vitoria de tan valiente caballero como él se imaginaba que era el de los Espejos, de cuya caballeresca palabra esperaba saber si el encantamento de su señora pasaba adelante, pues era forzoso que el tal vencido caballero volviese, so pena de no serlo, a darle razón de lo que con ella le hubiese sucedido. Pero uno pensaba don Quijote y otro el de los Espejos, puesto que por entonces no era otro su pensamiento sino buscar donde bizmarse, como se ha dicho.
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Don Chisciotte andava lieto e superbo della vittoria riportata contro un cavaliere sì gagliardo come figuravasi che fosse quello dagli Specchi, e mercé le sue cavalleresche promesse aspettavasi di saper se tuttavia durasse l′incantamento della sua signora; poiché il cavaliere, vinto com′era, sotto pena di decadere dalla cavalleria dovea dargli conto di ciò che seguìto fosse con essa; ma don Chisciotte pensava ad una cosa, e ad un′altra quello dagli Specchi: se pure questi di altro veramente occupavasi allora che di applicar empiastri al malmenato suo corpo.
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Dice, pues, la historia que cuando el bachiller Sansón Carrasco aconsejó a don Quijote que volviese a proseguir sus dejadas caballerías, fue por haber entrado primero en bureo con el cura y el barbero sobre qué medio se podría tomar para reducir a don Quijote a que se estuviese en su casa quieto y sosegado, sin que le alborotasen sus mal buscadas aventuras; de cuyo consejo salió, por voto común de todos y parecer particular de Carrasco, que dejasen salir a don Quijote, pues el detenerle parecía imposible, y que Sansón le saliese al camino como caballero andante, y trabase batalla con él, pues no faltaría sobre qué, y le venciese, teniéndolo por cosa fácil, y que fuese pacto y concierto que el vencido quedase a merced del vencedor; y así vencido don Quijote, le había de mandar el bachiller caballero se volviese a su pueblo y casa, y no saliese della en dos años, o hasta tanto que por él le fuese mandado otra cosa; lo cual era claro que don Quijote vencido cumpliría indubitablemente, por no contravenir y faltar a las leyes de la caballería, y podría ser que en el tiempo de su reclusión se le olvidasen sus vanidades, o se diese lugar de buscar a su locura algún conveniente remedio.
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Racconta dunque l′istoria che quando il baccelliere Sansone Carrasco consigliò don Chisciotte a restituirsi all′esercizio delle sue cavallerie, ciò fu per essere da prima entrato in consulto col curato e col barbiere sui mezzi opportuni per ridurlo a starsene in casa sua quieto e tranquillo senza che si sconvolgesse più oltre il cervello colle sue malcercate avventure. Da questo consiglio era risultato un voto unanime ed un parere particolare di Carrasco che si lasciasse a don Chisciotte eseguire la nuova uscita, poiché il ritenerlo pareva impossibile, e che intanto Sansone lo sorprendesse per istrada sotto figura di cavaliere errante, e venisse a battaglia con lui. Immaginavano che sarebbe agevole il vincerlo ed il fermare tra loro il patto e l′accordo che il vinto rimanesse a discrezione del vincitore. A questo modo don Chisciotte debellato avrebbe dovuto ricevere dal baccelliere-cavaliere la legge di tornarsene a casa sua, coll′obbligo di non iscostarsene più nel corso di due anni; o sino a tanto che non gli fosse comandato altramente: ciò che egli in tal caso avrebbe fatto per non contravvenire alle leggi della cavalleria. Speravano poi che durante la sua reclusione avrebbe a poco a poco dimenticate le sue follie e ricuperato eziandio il buon giudizio.
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Aceptólo Carrasco, y ofreciósele por escudero Tomé Cecial, compadre y vecino de Sancho Panza, hombre alegre y de lucios cascos. Armóse Sansón como queda referido y Tomé Cecial acomodó sobre sus naturales narices las falsas y de máscara ya dichas, porque no fuese conocido de su compadre cuando se viesen; y así, siguieron el mismo viaje que llevaba don Quijote, y llegaron casi a hallarse en la aventura del carro de la Muerte. Y, finalmente, dieron con ellos en el bosque, donde les sucedió todo lo que el prudente ha leído; y si no fuera por los pensamientos extraordinarios de don Quijote, que se dio a entender que el bachiller no era el bachiller, el señor bachiller quedara imposibilitado para siempre de graduarse de licenciado, por no haber hallado nidos donde pensó hallar pájaros.
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Carrasco accettò l′impegno, e si offrì a lui per iscudiere Tommaso Zeziale, compare e vicino di Sancio Pancia, uomo faceto e spensierato. Si armò Sansone, come si è veduto, e Tommaso Zeziale soprappose il naso da maschera al naturale suo naso per non esser conosciuto dal suo compare quando si vedessero, e con questo proposito tennero ambedue lo stesso cammino di don Chisciotte, e giunsero quasi a trovarsi nell′occasione dell′avventura della Carretta della Morte. Finalmente s′incontrarono nel bosco dove successe quanto il discreto lettore con sua maraviglia ha letto. Se non fossero state le stravaganti fantasie di don Chisciotte, il quale si persuase non essere baccelliere il baccelliere, il signor baccelliere si sarebbe posto nella impossibilità di diventar mai più licenziato, mentre mancò il nido dov′egli credeva di trovare gli uccelli.
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Tomé Cecial, que vio cuán mal había logrado sus deseos y el mal paradero que había tenido su camino, dijo al bachiller
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Tommaso Zeziale, che vide riuscir così male l′impresa, disse al baccelliere:
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-Por cierto, señor Sansón Carrasco, que tenemos nuestro merecido con facilidad se piensa y se acomete una empresa, pero con dificultad las más veces se sale della. Don Quijote loco, nosotros cuerdos él se va sano y riendo, vuesa merced queda molido y triste. Sepamos, pues, ahora, cuál es más loco ¿el que lo es por no poder menos, o el que lo es por su voluntad.
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— Per certo signor Sansone Carrasco, che siamo stati pagati di buona moneta: costa poco lo immaginare e l′accingersi ad un cimento, ma il più delle volte accade che sul più bello tutto sfumi via. Don Chisciotte è pazzo, noi siamo savi; ma don Chisciotte è ora sano ed allegro, e vossignoria è tutto macinato e malconcio: vediamo adesso chi sia più pazzo, se quegli che non può non esserlo, o quello che si fa tale per elezione?
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A lo que respondió Sansón.
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Sansone rispose:
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-La diferencia que hay entre esos dos locos es que el que lo es por fuerza lo será siempre, y el que lo es de grado lo dejará de ser cuando quisiere.
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— La differenza che corre fra queste due sorta di pazzi si è, che colui ch′è pazzo contro sua voglia lo sarà sempre mai, e colui che lo diventa per bizzarria lascierà di esserlo quando gli aggradirà.
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-Pues así es -dijo Tomé Cecial-, yo fui por mi voluntad loco cuando quise hacerme escudero de vuestra merced, y por la misma quiero dejar de serlo y volverme a mi casa.
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— Se così è, disse Tommaso Zeziale, io fui pazzo per elezione quando volli farmi scudiere di vossignoria; e perciò voglio adesso cessare di esserlo e tornarmene a casa mia.
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-Eso os cumple -respondió Sansón-, porque pensar que yo he de volver a la mía, hasta haber molido a palos a don Quijote, es pensar en lo escusado; y no me llevará ahora a buscarle el deseo de que cobre su juicio, sino el de la venganza; que el dolor grande de mis costillas no me deja hacer más piadosos discursos.
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— Ciò a te sta bene, rispose Sansone, ma sarebbe lo stesso che a voler asciugare il mare immaginandosi che io pensassi di tornarmene a casa senza prima aver macinato don Chisciotte a furia di bastonate. Non mi curerò più di andare in traccia di lui per fargli riacquistare il suo buon giudizio, ma per secondare la mia impazienza di vendicarmi; né in questo momento il gran dolore delle mie costole mi lascia fare più placidi ragionamenti. »
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En esto fueron razonando los dos, hasta que llegaron a un pueblo donde fue ventura hallar un algebrista, con quien se curó el Sansón desgraciado. Tomé Cecial se volvió y le dejó, y él quedó imaginando su venganza; y la historia vuelve a hablar dél a su tiempo, por no dejar de regocijarse ahora con don Quijote.
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Andavano tutti e due così discorrendo insieme finché giunsero ad un paese dove fu ventura trovare un chirurgo che si accinse a medicare il disgraziato Sansone. Tommaso Zeziale andò pei fatti suoi, e lasciò il baccelliere solo e tutto occupato a trovar modo di fare le sue vendette. L′istoria tornerà a parlare di lui a suo tempo, non potendo ora lasciare di prendere parte nelle allegrezze del valoroso don Chisciotte.
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II. Capítulo XVI. De lo que sucedió a don Quijote con un discreto caballero de la Mancha.
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CAPITOLO XVI CIРCHE AVVENNE A DON CHISCIOTTE CON UN GIUDIZIOSO CAVALIERE DELLA MANCIA.
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Con la alegría, contento y ufanidad que se ha dicho, seguía don Quijote su jornada, imaginándose por la pasada vitoria ser el caballero andante más valiente que tenía en aquella edad el mundo; daba por acabadas y a felice fin conducidas cuantas aventuras pudiesen sucederle de allí adelante; tenía en poco a los encantos y a los encantadores; no se acordaba de los inumerables palos que en el discurso de sus caballerías le habían dado, ni de la pedrada que le derribó la mitad de los dientes, ni del desagradecimiento de los galeotes, ni del atrevimiento y lluvia de estacas de los yangüeses. Finalmente, decía entre sí que si él hallara arte, modo o manera como desencantar a su señora Dulcinea, no invidiara a la mayor ventura que alcanzó o pudo alcanzar el más venturoso caballero andante de los pasados siglos. En estas imaginaciones iba todo ocupado, cuando Sancho le dijo.
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Don Chisciotte con l′allegria già descritta, e tutto pieno d′ardire proseguiva la sua giornata, immaginando per la passata vittoria, di essere il cavaliere errante più valoroso che in quella età potesse vantare il mondo. Dava egli già per compite e condotte a fortunato fine quante altre avventure fosse quindi innanzi per incontrare. Valutava poco gl′incanti e poco gl′incantatori; erasi dimenticato affatto delle innumerevoli bastonate che nel corso delle sue cavallerie aveva ricevute, e di quella sassata che fracassati gli aveva i denti, e dell′ingrato animo dei galeotti e della audacia dei Janguesi. Andava ripetendo tra sé medesimo che se avesse conosciuto arte, via o maniera per trarre d′incanto la sua signora Dulcinea non avrebbe avuto invidia alla maggior ventura, o superata, o che fosse per superare il più avventuroso cavaliere errante degli scorsi secoli. Stava assorto intieramente in sé e giubilante, quando Sancio gli disse:
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-¿No es bueno, señor, que aun todavía traigo entre los ojos las desaforadas narices, y mayores de marca, de mi compadre Tomé Cecial.
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— Non è egli da stupirsi che io abbia sempre davanti agli occhi lo smisurato e sproporzionato naso di mio compare?
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-Y ¿crees tú, Sancho, por ventura, que el Caballero de los Espejos era el bachiller Carrasco; y su escudero, Tomé Cecial, tu compadre.
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— E tu, Sancio, disse don Chisciotte, avresti mai creduto che il cavaliere dagli Specchi fosse stato il baccelliere Carrasco, e il suo scudiere Tommaso Zeziale tuo compare?
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-No sé qué me diga a eso -respondió Sancho-; sólo sé que las señas que me dio de mi casa, mujer y hijos no me las podría dar otro que él mesmo; y la cara, quitadas las narices, era la misma de Tomé Cecial, como yo se la he visto muchas veces en mi pueblo y pared en medio de mi misma casa; y el tono de la habla era todo uno.
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— Su questo punto non so che mi dire rispose Sancio: so unicamente che i contrassegni che mi ha dati di casa mia, di mia moglie e de′ miei figliuoli non mi potevano venire da altri che da lui stesso in persona, il viso poi, levato il naso, era propriamente quello di Tommaso Zeziale, come l′ho veduto più volte nel mio paese e da vicino a casa mia, ed il tono della voce era il suo.
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-Estemos a razón, Sancho -replicó don Quijote-. Ven acá ¿en qué consideración puede caber que el bachiller Sansón Carrasco viniese como caballero andante, armado de armas ofensivas y defensivas, a pelear conmigo? ¿He sido yo su enemigo por ventura? ¿Hele dado yo jamás ocasión para tenerme ojeriza? ¿Soy yo su rival, o hace él profesión de las armas, para tener invidia a la fama que yo por ellas he ganado.
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— Vien qua, caro Sancio mio, e ragioniamo un poco, disse don Chisciotte. Quale motivo mai avrebbe potuto indurre il baccelliere Carrasco a venire a tenzone con un cavaliere errante mio pari, armato di arme offensive e difensive? Sono stato io forse mai un suo nemico? gli ho dato io mai occasione di odiarmi? sono io suo rivale, o fa egli la professione delle armi per invidiare la celebrità che mi fregia, ora che le tratto con tanta fortuna?
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-Pues, ¿qué diremos, señor -respondió Sancho-, a esto de parecerse tanto aquel caballero, sea el que se fuere, al bachiller Carrasco, y su escudero a Tomé Cecial, mi compadre? Y si ello es encantamento, como vuestra merced ha dicho, ¿no había en el mundo otros dos a quien se parecieran?
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— Ma come spiegheremo noi mai, replicò Sancio la perfetta somiglianza di quel cavaliere, sia chi diavolo esser si voglia, col baccelliere Carrasco, e quella del suo scudiere con Tommaso Zeziale, mio compare? E se ciò è per incantesimo, come ha detto vossignoria, non v′erano due altri a cui poter somigliare?
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-Todo es artificio y traza -respondió don Quijote- de los malignos magos que me persiguen, los cuales, anteviendo que yo había de quedar vencedor en la contienda, se previnieron de que el caballero vencido mostrase el rostro de mi amigo el bachiller, porque la amistad que le tengo se pusiese entre los filos de mi espada y el rigor de mi brazo, y templase la justa ira de mi corazón, y desta manera quedase con vida el que con embelecos y falsías procuraba quitarme la mía. Para prueba de lo cual ya sabes, ¡oh Sancho!, por experiencia que no te dejará mentir ni engañar, cuán fácil sea a los encantadores mudar unos rostros en otros, haciendo de lo hermoso feo y de lo feo hermoso, pues no ha dos días que viste por tus mismos ojos la hermosura y gallardía de la sin par Dulcinea en toda su entereza y natural conformidad, y yo la vi en la fealdad y bajeza de una zafia labradora, con cataratas en los ojos y con mal olor en la boca; y más, que el perverso encantador que se atrevió a hacer una transformación tan mala no es mucho que haya hecho la de Sansón Carrasco y la de tu compadre, por quitarme la gloria del vencimiento de las manos. Pero, con todo esto, me consuelo; porque, en fin, en cualquiera figura que haya sido, he quedado vencedor de mi enemigo.
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— Ètutto artifizio e disegno, rispose don Chisciotte, dei maghi malefici dai quali sono perseguitato; e costoro, prevedendo che io restare doveva vincitore nella zuffa, si accordarono a fare che il vinto cavaliere vestisse le sembianze del mio amico il baccelliere Carrasco, acciocché l′amicizia che a lui mi stringe, si mettesse tra il filo della mia spada ed il rigore del mio braccio, raddolcisse il giusto risentimento del mio cuore, e a questo modo rimanesse la vita a colui che con cabale e falsità procurava di toglierla a me. E in prova di questo, tu sai pure, o Sancio, per quella sperienza che ti lascerà né mentire né ingannare, quanto riesca facile agl′incantatori cambiar uno in altro sembiante, facendo di un brutto un bello, di un bello un brutto; mentre non sono ancora due giorni che cogli occhi tuoi propri osservasti la bellezza e la gagliardia della senza pari Dulcinea in tutta la pienezza delle naturali sue forme, ed a me toccò di vederla nella bruttezza e bassezza di una zotica contadina colle cateratte agli occhi, ed esalante un pessimo fiato dalla bocca. Appunto perché il perverso incantatore osò di fare sì rea trasformazione, nulla vi è da stupire che abbia operato quella di Sansone Carrasco e l′altra del tuo compare, a fine di tormi la gloria di un bel trionfo: contuttociò mi consolo, perché finalmente qualunque sia stata la figura che mi si presentò innanzi, è incontrastabile che io rimasi vincitore del mio nemico.
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-Dios sabe la verdad de todo -respondió Sancho.
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— Dio, rispose Sancio, sa la verità di ogni cosa. »
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Y como él sabía que la transformación de Dulcinea había sido traza y embeleco suyo, no le satisfacían las quimeras de su amo; pero no le quiso replicar, por no decir alguna palabra que descubriese su embuste.
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La coscienza gli diceva che la trasformazione di Dulcinea altro non era fuorché un intrigo e artifizio suo; quindi non potevano persuaderlo le chimere del suo padrone; ma d′altra parte non doveva tirare in lungo il colloquio per non lasciarsi sfuggir parola che chiarisse il padrone stesso di quell′imbroglio ch′egli aveva ordito.
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En estas razones estaban cuando los alcanzó un hombre que detrás dellos por el mismo camino venía sobre una muy hermosa yegua tordilla, vestido un gabán de paño fino verde, jironado de terciopelo leonado, con una montera del mismo terciopelo; el aderezo de la yegua era de campo y de la jineta, asimismo de morado y verde. Traía un alfanje morisco pendiente de un ancho tahalí de verde y oro, y los borceguíes eran de la labor del tahalí; las espuelas no eran doradas, sino dadas con un barniz verde, tan tersas y bruñidas que, por hacer labor con todo el vestido, parecían mejor que si fuera de oro puro. Cuando llegó a ellos, el caminante los saludó cortésmente, y, picando a la yegua, se pasaba de largo; pero don Quijote le dijo.
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Stavano in questi ragionamenti quando furono raggiunti da un viaggiatore che venia dietro a loro per la medesima strada sopra una cavalla bellissima, coperto di un gabbano verde di panno fino, con gherone di velluto lionato e con montiera dello stesso velluto. I fornimenti della cavalla erano da campagna e alla ginetta con colore pavonazzo e verde; portava una scimitarra moresca pendente da una larga cintura trapunta d′oro, ed i borzacchini erano dello stesso lavoro: gli sproni non erano dorati ma coperti da una vernice verde, sì tersi e bruniti che facendo rilievo al lavoro del vestito apparivano più belli ancora che se fossero stati d′oro purissimo. Questo signore salutò cortesemente don Chisciotte e Sancio, e spronando poi la cavalla se ne passava a dilungo, ma don Chisciotte così gli rivolse la parola:
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-Señor galán, si es que vuestra merced lleva el camino que nosotros y no importa el darse priesa, merced recibiría en que nos fuésemos juntos.
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— Gentil signore, se vossignoria batte questa medesima strada e non ha gran fretta, sarebbe per noi un favore distinto se gradisse la compagnia nostra.
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-En verdad -respondió el de la yegua- que no me pasara tan de largo, si no fuera por temor que con la compañía de mi yegua no se alborotara ese caballo.
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— Siate certo, o signore, rispose subito quel passeggero, che non mi sarei scostato da voi se non avessi temuto che il vostro destriere non si fosse commosso alla presenza della mia cavalla.
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-Bien puede, señor -respondió a esta sazón Sancho-, bien puede tener las riendas a su yegua, porque nuestro caballo es el más honesto y bien mirado del mundo jamás en semejantes ocasiones ha hecho vileza alguna, y una vez que se desmandó a hacerla la lastamos mi señor y yo con las setenas. Digo otra vez que puede vuestra merced detenerse, si quisiere; que, aunque se la den entre dos platos, a buen seguro que el caballo no la arrostre.
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— Può sicuramente, signor mio, disse allora Sancio, può tirare la briglia alla sua cavalla perché il nostro è un modello di onestà e di continenza incomparabile, e non si conta una scappata da lui commessa; e sappia che una mera volta ch′ebbe a incapparvi, il mio signore ed io abbiamo fatta per lui la penitenza: non si dia dunque fastidio per questo. »
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Detuvo la rienda el caminante, admirándose de la apostura y rostro de don Quijote, el cual iba sin celada, que la llevaba Sancho como maleta en el arzón delantero de la albarda del rucio; y si mucho miraba el de lo verde a don Quijote, mucho más miraba don Quijote al de lo verde, pareciéndole hombre de chapa. La edad mostraba ser de cincuenta años; las canas, pocas, y el rostro, aguileño; la vista, entre alegre y grave; finalmente, en el traje y apostura daba a entender ser hombre de buenas prendas.
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Tirò allora il passeggero a sé la briglia, maravigliandosi dell′arnese e del sembiante di don Chisciotte, il quale andava senza celata perché Sancio la portava, come se fosse valigiotto, all′arcione dinanzi la bardella del leardo. Ma se grande attenzione metteva quello dal verde gabbano in guatare don Chisciotte, molto maggiore ne metteva questi nel considerar l′altro, che sembravagli di un aspetto da forte e da valoroso. Mostrava una età di circa cinquant′anni, era alquanto canuto e col viso aquilino, e la guardatura era un misto di gravità e di allegria; in fine l′abito e l′attillatura lo faceano credere uomo d′importanza.
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Lo que juzgó de don Quijote de la Mancha el de lo verde fue que semejante manera ni parecer de hombre no le había visto jamás admiróle la longura de su caballo, la grandeza de su cuerpo, la flaqueza y amarillez de su rostro, sus armas, su ademán y compostura figura y retrato no visto por luengos tiempos atrás en aquella tierra. Notó bien don Quijote la atención con que el caminante le miraba, y leyóle en la suspensión su deseo; y, como era tan cortés y tan amigo de dar gusto a todos, antes que le preguntase nada, le salió al camino, diciéndole
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Il giudizio all′incontro che il passeggero fece di don Chisciotte si fu ch′egli non si fosse mai imbattuto in uomo di tale portatura e stranezza. Osservava la lunghezza del suo cavallo, la grandezza del suo corpo, il suo volto smunto e giallastro, le armi, la statura, la figura: un ritratto insomma non mai veduto in quelle terre da lungo tempo. Notava don Chisciotte l′attenzione con cui era guardato, e dalla sospensione in cui stava il passeggero indovinò il suo desiderio; e siccome era molto inchinevole a far piacere a tutti, senza aspettare di essere dimandato di alcuna cosa, fu il primo a dirgli:
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-Esta figura que vuesa merced en mí ha visto, por ser tan nueva y tan fuera de las que comúnmente se usan, no me maravillaría yo de que le hubiese maravillado; pero dejará vuesa merced de estarlo cuando le diga, como le digo, que soy caballero destos que dicen las gentes que a sus aventuras van.
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— Non mi meraviglio punto che la mia figura riesca un po′ strana a vossignoria, per esser nuova e fuori del costume, e che muova perciò la vostra attenzione; ma cesserà la maraviglia quando io vi dica, come vi dico, ch′io sono un cavaliere di quelli che si dice dal mondo che vanno cercando avventure.
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Salí de mi patria, empeñé mi hacienda, dejé mi regalo, y entreguéme en los brazos de la Fortuna, que me llevasen donde más fuese servida. Quise resucitar la ya muerta andante caballería, y ha muchos días que, tropezando aquí, cayendo allí, despeñándome acá y levantándome acullá, he cumplido gran parte de mi deseo, socorriendo viudas, amparando doncellas y favoreciendo casadas, huérfanos y pupilos, propio y natural oficio de caballeros andantes; y así, por mis valerosas, muchas y cristianas hazañas he merecido andar ya en estampa en casi todas o las más naciones del mundo. Treinta mil volúmenes se han impreso de mi historia, y lleva camino de imprimirse treinta mil veces de millares, si el cielo no lo remedia. Finalmente, por encerrarlo todo en breves palabras, o en una sola, digo que yo soy don Quijote de la Mancha, por otro nombre llamado el Caballero de la Triste Figura; y, puesto que las propias alabanzas envilecen, esme forzoso decir yo tal vez las mías, y esto se entiende cuando no se halla presente quien las diga; así que, señor gentilhombre, ni este caballo, esta lanza, ni este escudo, ni escudero, ni todas juntas estas armas, ni la amarillez de mi rostro, ni mi atenuada flaqueza, os podrá admirar de aquí adelante, habiendo ya sabido quién soy y la profesión que hago.
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Mi allontanai dalla patria, impegnai la mia roba, rinunziai ad ogni benefizio, e mi posi in braccio della fortuna perché facesse di me il suo piacere: volli far rivivere la morta errante cavalleria; e corre non poco tempo da che con vicendevoli, buoni e tristi successi, qua inciampando, là cadendo, qua precipitandomi, là rizzandomi, ho compito in gran parte i miei desideri soccorrendo vedove, difendendo donzelle, favorendo maritate, orfani e pupilli, proprio e naturale offizio dei cavalieri erranti, e così per le mie molte e valorose e cristiane prodezze meritato mi sono di andar nominato in quasi tutte o nella maggior parte delle nazioni del mondo. Stanno impressi trentamila volumi della mia istoria, e se le cose procedono di questo passo se ne stamperanno trentamila migliaia, quando il Cielo non vi rimedii: per tutto dire in poche, anzi in una parola sola, le notifico che io sono don Chisciotte della Mancia, chiamato per nome il cavaliere dalla Trista Figura, e tuttoché sconvenga la lode nella propria bocca, mi è forza pronunziare talvolta la mia, sottintendendosi già che non siavi presente alcuno ad ascoltarla. Dopo tutto ciò, o signore, né questo cavallo, né questa lancia, né questo scudo, né lo scudiere, né questo fascio d′arme, né il gialliccio del mio volto, né la mia stenuata magrezza vi potranno quindi innanzi recar maraviglia avendo ora saputo chi sono e la professione che io esercito. »
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Calló en diciendo esto don Quijote, y el de lo verde, según se tardaba en responderle, parecía que no acertaba a hacerlo; pero de allí a buen espacio le dijo.
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Tacque dopo avere detto ciò don Chisciotte, e quello dal verde gabbano, tardando molto a rispondere, pareva che non trovasse la via di farlo: ma dopo un corto silenzio gli disse:
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-Acertastes, señor caballero, a conocer por mi suspensión mi deseo; pero no habéis acertado a quitarme la maravilla que en mí causa el haberos visto; que, puesto que, como vos, señor, decís, que el saber ya quién sois me lo podría quitar, no ha sido así; antes, agora que lo sé, quedo más suspenso y maravillado. ¿Cómo y es posible que hay hoy caballeros andantes en el mundo, y que hay historias impresas de verdaderas caballerías? No me puedo persuadir que haya hoy en la tierra quien favorezca viudas, ampare doncellas, ni honre casadas, ni socorra huérfanos, y no lo creyera si en vuesa merced no lo hubiera visto con mis ojos. ¡Bendito sea el cielo!, que con esa historia, que vuesa merced dice que está impresa, de sus altas y verdaderas caballerías, se habrán puesto en olvido las innumerables de los fingidos caballeros andantes, de que estaba lleno el mundo, tan en daño de las buenas costumbres y tan en perjuicio y descrédito de las buenas historias.
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— Colpiste nel segno, o signor cavaliere, coll′indovinare dalla mia sospensione il mio desiderio, ma non vi è riuscito di togliere affatto la maraviglia in me cagionata dall′avervi veduto. Voi supponete, per quanto dite, che l′avermi fatto sapere chi siete debba avermela tolta, ma diversamente passa la cosa, e vi dirò anzi che adesso più che mai resto stupito e sbalordito. Com′è possibile che si dieno oggidì cavalieri erranti nel mondo, e che corrano impresse le istorie di vere cavallerie? Non mi posso persuadere che siavi più sulla terra a questi nostri tempi chi dia favore a vedove, difenda donzelle, onori maritate, soccorra orfanelli: né l′avrei mai creduto se con questi occhi veduto non lo avessi in vossignoria. Benedetto sia il Cielo, mentre con la istoria che voi mi assicurate essere in luce delle vostre luminose e veraci cavallerie, saranno poste in profonda oblivione quelle innumerevoli dei sognati erranti cavalieri, delle quali è pieno il mondo con discapito dei buoni costumi e con iscredito e pregiudizio delle istorie vere e lodevoli.
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-Hay mucho que decir -respondió don Quijote- en razón de si son fingidas, o no, las historias de los andantes caballeros.
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— Vi ha molto di che discorrere rispose don Chisciotte; in quanto all′essere finte o no le istorie dei cavalieri erranti.
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-Pues, ¿hay quien dude -respondió el Verde- que no son falsas las tales historias.
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— Avvi forse chi dubiti, soggiunse l′altro, che false non sieno tutte quante?
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-Yo lo dudo -respondió don Quijote-, y quédese esto aquí; que si nuestra jornada dura, espero en Dios de dar a entender a vuesa merced que ha hecho mal en irse con la corriente de los que tienen por cierto que no son verdaderas.
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— Io sono che ne dubito, rispose don Chisciotte; ma lasciamo per ora la discussione di questo argomento: ché se resteremo in compagnia, confido in Dio di convincere la signoria vostra che ha fatto male ad andare dietro la corrente di quelli che le suppongono favolose. »
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Desta última razón de don Quijote tomó barruntos el caminante de que don Quijote debía de ser algún mentecato, y aguardaba que con otras lo confirmase; pero, antes que se divertiesen en otros razonamientos, don Quijote le rogó le dijese quién era, pues él le había dado parte de su condición y de su vida. A lo que respondió el del Verde Gabán.
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Queste ultime parole di don Chisciotte fecero sospettare a quello dal gabbano verde che dovesse essere un qualche mentecatto, e ne attendeva la conferma da qualche suo nuovo discorso. Prima che passassero ad altro, don Chisciotte lo richiese dell′esser suo giacché aveva anch′egli dato conto della propria condizione e della sua vita. Quello dal gabbano verde rispose:
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-Yo, señor Caballero de la Triste Figura, soy un hidalgo natural de un lugar donde iremos a comer hoy, si Dios fuere servido. Soy más que medianamente rico y es mi nombre don Diego de Miranda; paso la vida con mi mujer, y con mis hijos, y con mis amigos; mis ejercicios son el de la caza y pesca, pero no mantengo ni halcón ni galgos, sino algún perdigón manso, o algún hurón atrevido. Tengo hasta seis docenas de libros, cuáles de romance y cuáles de latín, de historia algunos y de devoción otros; los de caballerías aún no han entrado por los umbrales de mis puertas. Hojeo más los que son profanos que los devotos, como sean de honesto entretenimiento, que deleiten con el lenguaje y admiren y suspendan con la invención, puesto que déstos hay muy pocos en España. Alguna vez como con mis vecinos y amigos, y muchas veces los convido; son mis convites limpios y aseados, y no nada escasos; ni gusto de murmurar, ni consiento que delante de mí se murmure; no escudriño las vidas ajenas, ni soy lince de los hechos de los otros; oigo misa cada día; reparto de mis bienes con los pobres, sin hacer alarde de las buenas obras, por no dar entrada en mi corazón a la hipocresía y vanagloria, enemigos que blandamente se apoderan del corazón más recatado; procuro poner en paz los que sé que están desavenidos; soy devoto de nuestra Señora, y confío siempre en la misericordia infinita de Dios nuestro Señor.
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— Io, signor cavaliere dalla Trista Figura, sono un cittadino nato in un paese dove, a Dio piacendo, oggi faremo il nostro pranzo. Io sono più che mezzanamente ricco, mi chiamo don Diego di Miranda, e passo la vita in compagnia di mia moglie, dei miei figliuoli e degli amici miei. Mi divertono la caccia e la pesca, ma non mantengo né falcone, né levrieri, e mi contento di qualche starnotto piacevole e di qualche donnoletta ardita. Possedo circa sei dozzine di libri quali in volgare, quali in latino, alcuni di storia, altri di divozione. Quelli di cavalleria non hanno ancora oltrepassata la soglia della porta di casa mia; mi dilettano più i profani che i divoti, sempreché sieno di onesto trattenimento e scritti con eleganza, e che la loro invenzione desti nell′animo ammirazione: benché di tal genere pochi ne conti la Spagna. Una qualche volta mi piace di banchettare in casa degli amici, ma più mi diletta di convitarli in casa mia, specialmente quella gente ch′è educata, di buon garbo e non misera. Odio la mormorazione, né la soffro mai in mia presenza; non mi piace d′investigare i fatti altrui, né di osservarli con occhio di lince; ascolto ogni giorno la messa: fo parte coi poveri degli averi miei senza far vana mostra delle buone opere per non macchiare il mio cuore di ipocrisia e di vanagloria (nemici che con piacevole insidia dominano spesso le anime men avvertite); e non lascio niun mezzo d′insinuare la pace dove regnasse la discordia. Ho Nostra Donna in particolar divozione, e confido sempre nella misericordia infinita di Dio Signore. »
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Atentísimo estuvo Sancho a la relación de la vida y entretenimientos del hidalgo; y, pareciéndole buena y santa y que quien la hacía debía de hacer milagros, se arrojó del rucio, y con gran priesa le fue a asir del estribo derecho, y con devoto corazón y casi lágrimas le besó los pies una y muchas veces. Visto lo cual por el hidalgo, le preguntó.
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Attentissimo stava Sancio alla narrazione di quel viaggiatore, sembrandogli buono e santo il suo sistema di vita, e che chi lo avesse adottato, avrebbe potuto arrivare a far miracoli. E perciò, smontato dal suo leardo, si affrettò a porsegli dalla parte diritta, e con devoto cuore, e quasi con lagrime gli baciò i piedi reiteratamente. Il viaggiatore gli dimandò allora:
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-¿Qué hacéis, hermano? ¿Qué besos son éstos.
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— Fratello, che state voi facendo? che significan questi baci?
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-Déjenme besar -respondió Sancho-, porque me parece vuesa merced el primer santo a la jineta que he visto en todos los días de mi vida.
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— Mi lasci fare, Sancio rispose, perché vossignoria mi pare il primo santo della ginetta che io abbia veduto mai in tutto il corso della mia vita.
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-No soy santo -respondió el hidalgo-, sino gran pecador; vos sí, hermano, que debéis de ser bueno, como vuestra simplicidad lo muestra.
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— Non sono altrimenti un santo, rispose, ma dite piuttosto un peccatore indegno: tu sì, fratello, che devi essere buono per quella tua semplicità che dimostri. »
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Volvió Sancho a cobrar la albarda, habiendo sacado a plaza la risa de la profunda malencolía de su amo y causado nueva admiración a don Diego. Preguntóle don Quijote que cuántos hijos tenía, y díjole que una de las cosas en que ponían el sumo bien los antiguos filósofos, que carecieron del verdadero conocimiento de Dios, fue en los bienes de la naturaleza, en los de la fortuna, en tener muchos amigos y en tener muchos y buenos hijos.
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Continuò Sancio nelle sue balordaggini per modo da promuovere le risa nel suo padrone, e da trarlo da una profonda melanconia non senza cagionar maraviglia nel viaggiatore don Diego. Gli chiese don Chisciotte quanti figli avesse, e gli disse che una delle cose nelle quali riponeano il sommo bene gli antichi filosofi mancanti del conoscimento del vero supremo Essere, era non già l′aver beni della natura e della fortuna, ma il possedere molti amici, e l′avere molti e buoni figliuoli.
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-Yo, señor don Quijote -respondió el hidalgo-, tengo un hijo, que, a no tenerle, quizá me juzgara por más dichoso de lo que soy; y no porque él sea malo, sino porque no es tan bueno como yo quisiera. Será de edad de diez y ocho años los seis ha estado en Salamanca, aprendiendo las lenguas latina y griega; y, cuando quise que pasase a estudiar otras ciencias, halléle tan embebido en la de la poesía, si es que se puede llamar ciencia, que no es posible hacerle arrostrar la de las leyes, que yo quisiera que estudiara, ni de la reina de todas, la teología. Quisiera yo que fuera corona de su linaje, pues vivimos en siglo donde nuestros reyes premian altamente las virtuosas y buenas letras; porque letras sin virtud son perlas en el muladar. Todo el día se le pasa en averiguar si dijo bien o mal Homero en tal verso de la Ilíada; si Marcial anduvo deshonesto, o no, en tal epigrama; si se han de entender de una manera o otra tales y tales versos de Virgilio. En fin, todas sus conversaciones son con los libros de los referidos poetas, y con los de Horacio, Persio, Juvenal y Tibulo; que de los modernos romancistas no hace mucha cuenta; y, con todo el mal cariño que muestra tener a la poesía de romance, le tiene agora desvanecidos los pensamientos el hacer una glosa a cuatro versos que le han enviado de Salamanca, y pienso que son de justa literaria.
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— Io, signor don Chisciotte, rispose don Diego, ho un figliuolo solo, e mi riputerei compiutamente felice se non ne avessi alcuno, e ciò vi dico non perch′egli sia un tristo, ma perché non è fornito di quella intera bontà che io vorrei. Conterà intorno a diciott′anni: sei ne impiegò in Salamanca imparando le lingue greca e latina; e quando volli che passasse a studiare altre scienze, lo trovai così incapricciato nello studio della poesia (se pure essa merita il nome di scienza) che non m′è possibile condurlo ad applicarsi alle leggi a seconda del mio desiderio, e neppure a quello della regina delle scienze, la teologia. Era unico mio voto ch′egli coronasse con altri meriti l′onore del suo lignaggio, poiché viviamo in un secolo in cui s′impartisce dai nostri re largo premio alle virtuose e buone lettere, ma queste se alla virtù non si accompagnino, diventano perle tra le sozzure. Egli consuma le intiere giornate a esaminare se bene o male in un tal verso dell′Iliade siasi spiegato Omero, se il tale epigramma di Marziale sia esente o no da disonestà; se abbiansi ad intendere in un modo piuttostoché in un altro i tali versi di Virgilio; in conclusione tutte le sue occupazioni si confinano nei riferiti poeti, e in altri ancora, come in Orazio, Persio, Giovenale e Tibullo, non facendo molto conto dei poeti moderni: ed a fronte del mal genio che mostra di avere per la romanzesca poesia volgare, si lambicca il cervello in fare una glosa in quattro versi che inviatigli vennero da Salamanca
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A todo lo cual respondió don Quijote.
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e che credo sieno fatti per una giostra letteraria.
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-Los hijos, señor, son pedazos de las entrañas de sus padres, y así, se han de querer, o buenos o malos que sean, como se quieren las almas que nos dan vida; a los padres toca el encaminarlos desde pequeños por los pasos de la virtud, de la buena crianza y de las buenas y cristianas costumbres, para que cuando grandes sean báculo de la vejez de sus padres y gloria de su posteridad; y en lo de forzarles que estudien esta o aquella ciencia no lo tengo por acertado, aunque el persuadirles no será dañoso; y cuando no se ha de estudiar para pane lucrando, siendo tan venturoso el estudiante que le dio el cielo padres que se lo dejen, sería yo de parecer que le dejen seguir aquella ciencia a que más le vieren inclinado; y, aunque la de la poesía es menos útil que deleitable, no es de aquellas que suelen deshonrar a quien las posee. La poesía, señor hidalgo, a mi parecer, es como una doncella tierna y de poca edad, y en todo estremo hermosa, a quien tienen cuidado de enriquecer, pulir y adornar otras muchas doncellas, que son todas las otras ciencias, y ella se ha de servir de todas, y todas se han de autorizar con ella; pero esta tal doncella no quiere ser manoseada, ni traída por las calles, ni publicada por las esquinas de las plazas ni por los rincones de los palacios. Ella es hecha de una alquimia de tal virtud, que quien la sabe tratar la volverá en oro purísimo de inestimable precio; hala de tener, el que la tuviere, a raya, no dejándola correr en torpes sátiras ni en desalmados sonetos; no ha de ser vendible en ninguna manera, si ya no fuere en poemas heroicos, en lamentables tragedias, o en comedias alegres y artificiosas; no se ha de dejar tratar de los truhanes, ni del ignorante vulgo, incapaz de conocer ni estimar los tesoros que en ella se encierran. Y no penséis, señor, que yo llamo aquí vulgo solamente a la gente plebeya y humilde; que todo aquel que no sabe, aunque sea señor y príncipe, puede y debe entrar en número de vulgo. Y así, el que con los requisitos que he dicho tratare y tuviere a la poesía, será famoso y estimado su nombre en todas las naciones políticas del mundo. Y a lo que decís, señor, que vuestro hijo no estima mucho la poesía de romance, doyme a entender que no anda muy acertado en ello, y la razón es ésta el grande Homero no escribió en latín, porque era griego, ni Virgilio no escribió en griego, porque era latino. En resolución, todos los poetas antiguos escribieron en la lengua que mamaron en la leche, y no fueron a buscar las estranjeras para declarar la alteza de sus conceptos. Y, siendo esto así, razón sería se estendiese esta costumbre por todas las naciones, y que no se desestimase el poeta alemán porque escribe en su lengua, ni el castellano, ni aun el vizcaíno, que escribe en la suya. Pero vuestro hijo, a lo que yo, señor, imagino, no debe de estar mal con la poesía de romance, sino con los poetas que son meros romancistas, sin saber otras lenguas ni otras ciencias que adornen y despierten y ayuden a su natural impulso; y aun en esto puede haber yerro; porque, según es opinión verdadera, el poeta nace quieren decir que del vientre de su madre el poeta natural sale poeta; y, con aquella inclinación que le dio el cielo, sin más estudio ni artificio, compone cosas, que hace verdadero al que dijo est Deus in nobis... , etcétera. También digo que el natural poeta que se ayudare del arte será mucho mejor y se aventajará al poeta que sólo por saber el arte quisiere serlo; la razón es porque el arte no se aventaja a la naturaleza, sino perficiónala; así que, mezcladas la naturaleza y el arte, y el arte con la naturaleza, sacarán un perfetísimo poeta. Sea, pues, la conclusión de mi plática, señor hidalgo, que vuesa merced deje caminar a su hijo por donde su estrella le llama; que, siendo él tan buen estudiante como debe de ser, y habiendo ya subido felicemente el primer escalón de las esencias, que es el de las lenguas, con ellas por sí mesmo subirá a la cumbre de las letras humanas, las cuales tan bien parecen en un caballero de capa y espada, y así le adornan, honran y engrandecen, como las mitras a los obispos, o como las garnachas a los peritos jurisconsultos. Riña vuesa merced a su hijo si hiciere sátiras que perjudiquen las honras ajenas, y castíguele, y rómpaselas, pero si hiciere sermones al modo de Horacio, donde reprehenda los vicios en general, como tan elegantemente él lo hizo, alábele porque lícito es al poeta escribir contra la invidia, y decir en sus versos mal de los invidiosos, y así de los otros vicios, con que no señale persona alguna; pero hay poetas que, a trueco de decir una malicia, se pondrán a peligro que los destierren a las islas de Ponto. Si el poeta fuere casto en sus costumbres, lo será también en sus versos; la pluma es lengua del alma cuales fueren los conceptos que en ella se engendraren, tales serán sus escritos; y cuando los reyes y príncipes veen la milagrosa ciencia de la poesía en sujetos prudentes, virtuosos y graves, los honran, los estiman y los enriquecen, y aun los coronan con las hojas del árbol a quien no ofende el rayo, como en señal que no han de ser ofendidos de nadie los que con tales coronas veen honrados y adornadas sus sienes.
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A tutto questo don Chisciotte rispose: — Signore, i figli sono parte delle viscere dei loro genitori, e si hanno perciò ad amare, buoni o tristi che sieno, nella maniera stessa che si porta affetto a chi diede la vita. Debbono i padri sin dall′infanzia condurli sul sentiero della virtù, della civiltà e dei buoni e cristiani costumi, affinché fatti grandi, sieno il bastone della vecchiaia dei genitori e la gloria della posterità. Quanto al costringerli ad applicarsi allo studio di una piuttosto che di un′altra scienza, io non giudico che questa sia cosa ben fatta, sebbene il consiglio non sarà mai dannoso; ma quando non si ha da studiare pro pane lucrando, quando sia fortunato lo studente per modo di aver genitori che a ciò non lo astringano, sarei di avviso che si lasciasse libero il corso a quella tra le scienze cui spiegasse maggiore inclinazione; ed abbenché più dilettevole che utile sia lo studio della poesia, non è però tra quelli che rechino disonore a chi vi si esercita. La poesia, signor mio, è a mio parere come una tenera donzella di poca età e di bel costume, che si vuole arricchita, resa tersa, ed adorna da molte altre donzelle, le quali sono appunto le altre scienze tutte di cui deve valersi il poeta e con cui presidiarsi; non ha poi da essere tramenata questa giovanetta né prostituita per le strade, per le piazze, né pei cantoni dei gran palagi: essa è fatta di un′alchimia di tal virtù che chi saprà maneggiarla a dovere la convertirà in oro purissimo di inestimabile valore. Ora quell′uno che la possede ha da tenerla a freno, né lasciarla mai trascorrere in turpi satire o in indegni componimenti, non ha da essere mai venale, se già non fosse destinata a poemi eroici, a dolenti tragedie o a commedie allegre od artifiziose; e non si dee lasciar maneggiare da′ buffoni o dal volgo ignorante incapace di conoscere e di apprezzare i tesori che in essa si ascondono. Né crediate, signor mio, che io per volgo m′intenda unicamente parlare della gente plebea ed abbietta; ma sia pure un signore od un principe, quando è ignorante sarà sempre una parte del volgo. Colui pertanto che coi requisiti che ho esposto tratterà e scriverà poeticamente, avrà il guiderdone di vedere il suo nome adorno di celebrità e di stima presso le colte nazioni tutte. Quanto poi concerne la poesia romanzesca e volgare di cui mi dite che non si diletta punto il vostro figliuolo, a me pare ch′egli in ciò prenda errore, ed eccone la ragione. Il grande Omero non iscrisse latinamente essendo greco, né scrisse in greco Virgilio essendo latino. Tutti gli antichi poeti composero nella lingua succhiata da loro col latte né andarono accattando le straniere per ispiegare l′altezza dei loro concetti. Ciò posto, ne viene di conseguenza, che comune alle nazioni tutte debbe essere sì lodevole costumanza, e che non abbia a tenersi in minore stima un poeta alemanno perché scrive nel proprio idioma, di un castigliano o biscaino perché compone nel suo linguaggio nativo. Il vostro figliuolo, per quanto sembrami d′indovinare, non dee essere nemico della volgare poesia ma dei poeti che sono meramente volgari e digiuni di altre lingue e scienze che li adornino e sveglino e dieno impulso al loro genio. Ma anche in ciò potrebbe egli andare errato, perché opinione si è fondatissima che il poeta nasce; vale a dire che il poeta esce tale di sua natura dal grembo della madre; e con quell′attitudine che Dio gli ha concessa senza studio od artifizio compone cose che rendono veritiero quel detto: est Deus in nobis, ecc. Aggiungo ancora che il poeta nato, il quale chiami l′arte a soccorimento, migliorerà di assai, e si renderà superiore a quel poeta, che tale pretende di essere perché è conoscitore dell′arte; e la ragione è questa: l′arte prevalere non può alla natura, ma sì bene accrescerle perfezione, di maniera che frammischiata la natura all′arte e l′arte alla natura, si avrà un poeta per ogni conto perfetto. Sia conclusione del mio ragionamento che lasci vossignoria battere al suo figliuolo quella via cui la sua stella lo chiama, ed essendo egli oggidì un valoroso studente, ed avendo fatti con grande felicità i primi passi nella carriera delle scienze e in quella delle lingue, sarà per mezzo di esse in grado di salire da per se stesso all′apice delle lettere umane. Oh esse stanno pur bene in un uomo di cappa e spada! gli recano tanto lustro ed onore quanto le mitre ai vescovi, e quanto le guarnacche ed i lucchi ai periti giureconsulti! Riprendete vostro figliuolo se spende il tempo in satire pregiudizievoli all′onore altrui, inceneritele, castigatelo; ma se scrive sermoni alla foggia di quelli di Orazio per correggere i vizî in generale, in questo caso dategli pure ogni lode. Lice al poeta scrivere contro l′invidia e percuotere gl′invidiosi, e lo stesso faccia degli altri vizî, purché non accenni persone in particolare, e non prenda mai esempio da coloro i quali, purché possano dire una malignità, corrono volentieri il pericolo di essere esiliati nel Ponto. Sarà nei suoi versi casto il poeta se lo sarà nei costumi; la penna è la lingua dell′anima; quali saranno i concetti che andranno in lui germogliando, tali riusciranno gli scritti; e quando i re ed i principi veggano collocata in prudenti, virtuosi e gravi uomini la scienza maravigliosa della poesia, li avranno in somma estimazione; li renderanno opulenti, e saranno coronati colle foglie dell′arbore che non è mai colpito dal fulmine, in segno che non hanno a ricevere offesa da chicchessia coloro che portano cinta la fronte di corone tanto onorate. »
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Admirado quedó el del Verde Gabán del razonamiento de don Quijote, y tanto, que fue perdiendo de la opinión que con él tenía, de ser mentecato. Pero, a la mitad desta plática, Sancho, por no ser muy de su gusto, se había desviado del camino a pedir un poco de leche a unos pastores que allí junto estaban ordeñando unas ovejas; y, en esto, ya volvía a renovar la plática el hidalgo, satisfecho en estremo de la discreción y buen discurso de don Quijote, cuando, alzando don Quijote la cabeza, vio que por el camino por donde ellos iban venía un carro lleno de banderas reales; y, creyendo que debía de ser alguna nueva aventura, a grandes voces llamó a Sancho que viniese a darle la celada. El cual Sancho, oyéndose llamar, dejó a los pastores, y a toda priesa picó al rucio, y llegó donde su amo estaba, a quien sucedió una espantosa y desatinada aventura. **
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Rimase attonito don Diego dal gabbano verde sentendo il ragionamento di don Chisciotte, e quasi andava perdendo l′opinione già concepita di essersi accompagnato ad un pazzo. Verso la metà del discorso, Sancio che non trovava il dialogo quadrare al suo gusto, si era appartato per andar a dimandar un po′ di latte ad alcuni pastori, che stavan là presso mungendo le loro pecore. Voleva don Diego che si continuassero i ragionamenti, soddisfatto estremamente del giudizio e del sano intendimento di don Chisciotte; ma questi, alzando la testa, vide che per la strada veniva un carro carico di bandiere reali. Credendo che questa fosse una nuova ventura chiamò Sancio con sonora voce perché venisse a recargli la celata. Sancio lasciò i pastori, con gran fretta batté il suo asino e raggiunse il padrone, cui accadde un′altra ventura stupenda e veramente stravagantissima.
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II. Capítulo XVII. De donde se declaró el último punto y estremo adonde llegó y pudo llegar el inaudito ánimo de don Quijote, con la felicemente acabada aventura de los leones.
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CAPITOLO XVII DIMOSTRASI L′ULTIMO PUNTO ED ESTREMO A CUI GIUNSE E POTÉ GIUGNERE L′INAUDITO ANIMO DI DON CHISCIOTTE, CON L′AVVENTURA DEI LEONI CONDOTTA A FORTUNATO FINE.
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Cuenta la historia que cuando don Quijote daba voces a Sancho que le trujese el yelmo, estaba él comprando unos requesones que los pastores le vendían; y, acosado de la mucha priesa de su amo, no supo qué hacer dellos, ni en qué traerlos, y, por no perderlos, que ya los tenía pagados, acordó de echarlos en la celada de su señor, y con este buen recado volvió a ver lo que le quería; el cual, en llegando, le dijo.
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La storia racconta che quando don Chisciotte chiamò Sancio perché gli recasse l′elmo, Sancio stava comprando una ricotta dai pastori, e che sollecitato dalla soverchia fretta del suo padrone, non sapendo che farne o dove riporla perché non andasse a male, avendola già pagata, pensò di nasconderla dentro la celata del padrone stesso. Con questa buona compera recossi dunque a ricevere i comandi, ed arrivato appena, gli disse don Chisciotte:
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-Dame, amigo, esa celada; que yo sé poco de aventuras, o lo que allí descubro es alguna que me ha de necesitar, y me necesita, a tomar mis armas.
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— Dammi, amico, quella celata perché o poco io m′intendo di venture, o ciò che adesso discopro è cosa che dee obbligarmi a mettere tosto mano all′arme. »
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El del Verde Gabán, que esto oyó, tendió la vista por todas partes, y no descubrió otra cosa que un carro que hacia ellos venía, con dos o tres banderas pequeñas, que le dieron a entender que el tal carro debía de traer moneda de Su Majestad, y así se lo dijo a don Quijote; pero él no le dio crédito, siempre creyendo y pensando que todo lo que le sucediese habían de ser aventuras y más aventuras, y así, respondió al hidalgo.
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Quando quello dal gabbano verde lo udì, distese tosto gli occhi per tutte le bande, ed altro non iscoperse fuorché un carro che si avanzava alla volta loro con due o tre piccole bandiere, indizio che traeva con sé danaro di ragione del re: e lo disse subito a don Chisciotte. Questi non gli diede punto credenza, standogli fitto in testa che quanto andava accadendo non potea essere che venture e più che venture, e quindi rispose:
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-Hombre apercebido, medio combatido no se pierde nada en que yo me aperciba, que sé por experiencia que tengo enemigos visibles e invisibles, y no sé cuándo, ni adónde, ni en qué tiempo, ni en qué figuras me han de acometer.
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— Uomo avvisato mezzo salvato; io non perdo nulla ad apparecchiarmi, sapendo per esperienza che ho nemici visibili ed invisibili; né so quando, né dove, né in qual tempo, né sotto quali forme vengano ad assalirmi. »
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Y, volviéndose a Sancho, le pidió la celada; el cual, como no tuvo lugar de sacar los requesones, le fue forzoso dársela como estaba. Tomóla don Quijote, y, sin que echase de ver lo que dentro venía, con toda priesa se la encajó en la cabeza; y, como los requesones se apretaron y exprimieron, comenzó a correr el suero por todo el rostro y barbas de don Quijote, de lo que recibió tal susto, que dijo a Sancho.
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Voltosi a Sancio gli strappò di mano la celata, e questi gliela porse tal quale, non avendo in sul momento saputo dove riporre la ricotta che vi era dentro. Don Chisciotte la pigliò, e senza badare ad altro se la mise prestamente in testa; ma quando la ricotta restò così stretta e spremuta, cominciò il siero a grondare per tutto il viso e lungo tutta la barba di don Chisciotte, il quale ne ebbe sì gran paura, che disse a Sancio.
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-¿Qué será esto, Sancho, que parece que se me ablandan los cascos, o se me derriten los sesos, o que sudo de los pies a la cabeza? Y si es que sudo, en verdad que no es de miedo; sin duda creo que es terrible la aventura que agora quiere sucederme. Dame, si tienes, con que me limpie, que el copioso sudor me ciega los ojos.
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— Che vuol dir questo, o Sancio, che mi par che la testa mi si intenerisca, e mi si liquefacciano le cervella? Io sudo tutto da piedi alla testa; ma se è sudore, questo non è figlio già di paura, e convien credere che sia molto terribile la ventura che sta per accadermi: dammi qua di che asciugarmi ché il copioso sudore m′innonda. »
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Calló Sancho y diole un paño, y dio con él gracias a Dios de que su señor no hubiese caído en el caso. Limpióse don Quijote y quitóse la celada por ver qué cosa era la que, a su parecer, le enfriaba la cabeza, y, viendo aquellas gachas blancas dentro de la celada, las llegó a las narices, y en oliéndolas dijo.
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Sancio tacque, gli diede il fazzoletto, e ringraziò il Cielo che il padrone non si fosse accorto del fatto. Si nettò don Chisciotte, e poi si cavò la celata per vedere meglio da che procedesse l′infreddamento della sua testa. Scorgendovi dentro quella paniccia bianca, la fiutò e disse:
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-Por vida de mi señora Dulcinea del Toboso, que son requesones los que aquí me has puesto, traidor, bergante y mal mirado escudero.
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— Al corpo della mia signora Dulcinea del Toboso che questa è ricotta che tu ci hai posto, scudiero traditore, indegno, balordo. »
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A lo que, con gran flema y disimulación, respondió Sancho.
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Con molta flemma e simulazione rispose Sancio:
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-Si son requesones, démelos vuesa merced, que yo me los comeré... Pero cómalos el diablo, que debió de ser el que ahí los puso. ¿Yo había de tener atrevimiento de ensuciar el yelmo de vuesa merced? ¡Hallado le habéis el atrevido! A la fe, señor, a lo que Dios me da a entender, también debo yo de tener encantadores que me persiguen como a hechura y miembro de vuesa merced, y habrán puesto ahí esa inmundicia para mover a cólera su paciencia y hacer que me muela, como suele, las costillas. Pues en verdad que esta vez han dado salto en vago, que yo confío en el buen discurso de mi señor, que habrá considerado que ni yo tengo requesones, ni leche, ni otra cosa que lo valga, y que si la tuviera, antes la pusiera en mi estómago que en la celada.
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— Se è ricotta, vossignoria me la favorisca che io me la mangierò: ma no, se la mangi pure il demonio, che sarà stato quello che costà l′avrà posta. E come mai avrei io potuto avere tanto ardire d′insudiciare l′elmo di vossignoria? Quando mai mi ha ella conosciuto di una tempera tanto perfida? Oh in fede mia che da quanto vo vedendo, decido che debbo aver anch′io degli incantatori che mi perseguitano come creatura e membro della signoria vostra; e costoro avranno qua nascosto queste immondezze per cimentare la sua tolleranza e per farmi ammaccare le costole secondo il solito; ma in verità che questa volta hanno fatto il salto in fallo, poiché basta a mia difesa il buon discernimento del mio padrone, il quale avrà bene considerato che io non tengo né latte, né ricotte, né altra equivalente cosa, e che se ne avessi le caccerei nello stomaco piuttosto che nella celata.
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-Todo puede ser -dijo don Quijote.
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— Tutto può darsi, » disse allora don Chisciotte.
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Y todo lo miraba el hidalgo, y de todo se admiraba, especialmente cuando, después de haberse limpiado don Quijote cabeza, rostro y barbas y celada, se la encajó; y, afirmándose bien en los estribos, requiriendo la espada y asiendo la lanza, dijo.
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Don Diego dal gabbano verde poneva mente ad ogni cosa, e stavasene attonito; e allora specialmente che don Chisciotte, dopo essersi asciugata la testa, il viso, la barba, si ficcò di nuovo in capo la celata, e strettosi bene sulle staffe, prendendo la spada, e schermendo colla lancia, disse:
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-Ahora, venga lo que veniere, que aquí estoy con ánimo de tomarme con el mesmo Satanás en persona.
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— Venga ora quello che sa venire, ché io stommi a piè fermo con cuore da cimentarmi contro Satanasso in persona. »
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Llegó en esto el carro de las banderas, en el cual no venía otra gente que el carretero, en las mulas, y un hombre sentado en la delantera. Púsose don Quijote delante y dijo.
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A questo punto giunse il carro colle bandiere, accompagnato unicamente da un carrettiere a cavallo di una mula, e da un uomo seduto dinanzi al carro. Fattosi don Chisciotte innanzi, disse:
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-¿Adónde vais, hermanos? ¿Qué carro es éste, qué lleváis en él y qué banderas son aquéstas.
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— Dove andate, fratelli? che carro è questo? che v′è rinchiuso? che bandiere sono queste? »
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A lo que respondió el carretero.
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Cui rispose il carrettiere:
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-El carro es mío; lo que va en él son dos bravos leones enjaulados, que el general de Orán envía a la corte, presentados a Su Majestad; las banderas son del rey nuestro señor, en señal que aquí va cosa suya.
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— Questo carro è mio, e vi stanno dentro due terribili leoni ingabbiati che il generale di Orano manda alla corte perché sieno presentati a sua Maestà: le bandiere sono del re nostro signore in segno che tutto quello che qui si trova è suo.
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-Y ¿son grandes los leones? -preguntó don Quijote.
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— Sono grandi i leoni? domandò don Chisciotte.
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-Tan grandes -respondió el hombre que iba a la puerta del carro-, que no han pasado mayores, ni tan grandes, de Africa a España jamás; y yo soy el leonero, y he pasado otros, pero como éstos, ninguno. Son hembra y macho; el macho va en esta jaula primera, y la hembra en la de atrás; y ahora van hambrientos porque no han comido hoy; y así, vuesa merced se desvíe, que es menester llegar presto donde les demos de comer.
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— Grandi per modo, rispose l′uomo che stava alla porta del carro, che non vi ha memoria che dall′Africa alla Spagna ne sieno passati mai di maggiori: io ne sono il custode, ne ho avuti tanti altri, ma come questi nessuno: sono maschio e femmina; il maschio è in questa prima gabbia, e la femmina in quella di dietro, ed ambedue stanno adesso affamati non avendo mangiato ancora nella giornata; però si scosti vossignoria, che debbo affrettarmi di arrivare al sito da farli mangiare.
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A lo que dijo don Quijote, sonriéndose un poco.
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Disse don Chisciotte sogghignando:
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-¿Leoncitos a mí? ¿A mí leoncitos, y a tales horas? Pues, ¡por Dios que han de ver esos señores que acá los envían si soy yo hombre que se espanta de leones! Apeaos, buen hombre, y, pues sois el leonero, abrid esas jaulas y echadme esas bestias fuera, que en mitad desta campaña les daré a conocer quién es don Quijote de la Mancha, a despecho y pesar de los encantadores que a mí los envían.
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— Leoncini a me? A me leoncini? e a quest′ora? oh la vedremo bella! si accorgeranno i signori che qua li mandano se io sia uomo cui possano fare spavento i leoni. Smontate pure, buon uomo, e poiché voi siete il lioniere, aprite queste gabbie, fate uscire queste bestie, ed io in mezzo a questa campagna darò a divedere chi sia don Chisciotte della Mancia a vergogna e a dispetto degl′incantatori che me li fanno comparir dinanzi.
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-¡Ta, ta! -dijo a esta sazón entre sí el hidalgo-, dado ha señal de quién es nuestro buen caballero los requesones, sin duda, le han ablandado los cascos y madurado los sesos.
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— Ah ci siamo, ci siamo! disse allora fra sé quello dal gabbano verde; si è adesso fatto conoscere il nostro buon cavaliere. Oh la ricotta gli ha senz′altro fatta la testa tenera e stemperato il cervello! »
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Llegóse en esto a él Sancho y díjole.
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Sancio in questo se gli accostò e gli disse:
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-Señor, por quien Dios es, que vuesa merced haga de manera que mi señor don Quijote no se tome con estos leones, que si se toma, aquí nos han de hacer pedazos a todos.
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— Signore, la prego in nome di Dio di fare in modo che il mio signor don Chisciotte non si azzuffi con questi leoni, ché se ciò succede noi restiamo tutti sbranati.
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-Pues, ¿tan loco es vuestro amo -respondió el hidalgo-, que teméis, y creéis que se ha de tomar con tan fieros animales.
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— Folle è dunque a tal segno il vostro padrone, rispose don Diego, che voi dobbiate credere che se la voglia pigliare con sì feroci animali?
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-No es loco -respondió Sancho-, sino atrevido.
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— Non è mica che sia matto, rispose Sancio, ma arrisicato.
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-Yo haré que no lo sea -replicó el hidalgo.
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— Io farò che nol sia, replicò l′altro;
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Y, llegándose a don Quijote, que estaba dando priesa al leonero que abriese las jaulas, le dijo.
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ed accostandosi a don Chisciotte, il quale stava stimolando il custode perché aprisse le gabbie, così gli disse:
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-Señor caballero, los caballeros andantes han de acometer las aventuras que prometen esperanza de salir bien dellas, y no aquellas que de en todo la quitan; porque la valentía que se entra en la juridición de la temeridad, más tiene de locura que de fortaleza. Cuanto más, que estos leones no vienen contra vuesa merced, ni lo sueñan van presentados a Su Majestad, y no será bien detenerlos ni impedirles su viaje.
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— Signor cavaliere, i cavalieri erranti si hanno a cimentar ad imprese che promettano buon successo, e non già a quelle che sono affatto disperate; e la ragione si è perché quella bravura che entra nella giurisdizione della temerità sente più di pazzia che di fortezza. Questi leoni non vengono contro la signoria vostra, che nemmen se lo sognano, ma vanno pel loro viaggio per essere presentati a sua Maestà, e sarebbe pur malfatto il trattenerli e l′impedire la loro strada.
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-Váyase vuesa merced, señor hidalgo -respondió don Quijote-, a entender con su perdigón manso y con su hurón atrevido, y deje a cada uno hacer su oficio. Éste es el mío, y yo sé si vienen a mí, o no, estos señores leones.
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— Vada vossignoria, rispose don Chisciotte, a custodire il suo starnotto piacevole e la sua donnoletta ardita, e lasci compiere ad ognuno l′officio suo: questo è il mio, ed a me si aspetta il conoscere se questi leoni vengano contro di me. »
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Y, volviéndose al leonero, le dijo.
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Voltosi poscia al custode, gli disse:
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-¡Voto a tal, don bellaco, que si no abrís luego luego las jaulas, que con esta lanza os he de coser con el carro!
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— Al corpo di... don mascalzone, che se tu indugi ancora un momento ad aprire la gabbia io t′inchiodo sul carro con questa lancia. »
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El carretero, que vio la determinación de aquella armada fantasía, le dijo.
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Il carrettiere che vide la determinazione di quell′armata fantasima, disse impaurito:
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-Señor mío, vuestra merced sea servido, por caridad, dejarme desuncir las mulas y ponerme en salvo con ellas antes que se desenvainen los leones, porque si me las matan, quedaré rematado para toda mi vida; que no tengo otra hacienda sino este carro y estas mulas.
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— Signor mio, mi permetta per atto di carità che io stacchi queste mule dal carro, e che mi metta con esse in salvo, prima che si cavino fuora i leoni, perché se me le sbranano io resto precipitato per tutta la vita mia, come colui che non ha altri capitali che questo carro e queste mule.
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-¡Oh hombre de poca fe! -respondió don Quijote-, apéate y desunce, y haz lo que quisieres, que presto verás que trabajaste en vano y que pudieras ahorrar desta diligencia.
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— Ah uomo senza fede, rispose don Chisciotte, smonta, stacca, fa quello che tu vuoi; ben presto conoscerai che inutilmente resisteresti, e che avresti potuto risparmiare gl′inganni. »
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Apeóse el carretero y desunció a gran priesa, y el leonero dijo a grandes voces.
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Smontò il carrettiere, staccò le mule in fretta, e il custode disse ad alta voce.
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-Séanme testigos cuantos aquí están cómo contra mi voluntad y forzado abro las jaulas y suelto los leones, y de que protesto a este señor que todo el mal y daño que estas bestias hicieren corra y vaya por su cuenta, con más mis salarios y derechos. Vuestras mercedes, señores, se pongan en cobro antes que abra, que yo seguro estoy que no me han de hacer daño.
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— Mi sieno testimoni quanti sono qua presenti che contro mia volontà, e costretto dalla forza, io apro le gabbie e metto in libertà i leoni: protesto adesso che qualunque male e danno sarà fatto da queste bestie, andrà e correrà per conto di chi n′è causa, con la giunta del mio salario e di quanto fosse di ragione: signori, si pongano in salvo prima che io apra, ché quanto a me io sono certo di non patire alcuna offesa. »
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Otra vez le persuadió el hidalgo que no hiciese locura semejante, que era tentar a Dios acometer tal disparate. A lo que respondió don Quijote que él sabía lo que hacía. Respondióle el hidalgo que lo mirase bien, que él entendía que se engañaba.
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Don Diego tornò allora a persuadere don Chisciotte che non facesse tanta pazzia, e che era un voler tentare Dio il commettere sì enorme bestialità; al che rispose ch′egli sapeva quello che si faceva. Replicava il primo, che guardasse bene che commetteva un fallo enorme.
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-Ahora, señor -replicó don Quijote-, si vuesa merced no quiere ser oyente desta que a su parecer ha de ser tragedia, pique la tordilla y póngase en salvo.
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— Ora, signore, disse don Chisciotte, se vossignoria non vuole essere presente a questa che a suo parere sembra tragedia, sproni la sua cavalla, e si metta in salvo. »
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Oído lo cual por Sancho, con lágrimas en los ojos le suplicó desistiese de tal empresa, en cuya comparación habían sido tortas y pan pintado la de los molinos de viento y la temerosa de los batanes, y, finalmente, todas las hazañas que había acometido en todo el discurso de su vida.
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Anche Sancio tornò alle preghiere, e lo supplicò colle lagrime agli occhi che desistesse da un′impresa a paragone della quale erano bazzecole ed un zucchero quello dei mulini a vento, quella spaventosa delle gualchiere, e finalmente tutte le prodezze fatte nel corso della sua vita.
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-Mire, señor -decía Sancho-, que aquí no hay encanto ni cosa que lo valga; que yo he visto por entre las verjas y resquicios de la jaula una uña de león verdadero, y saco por ella que el tal león, cuya debe de ser la tal uña, es mayor que una montaña.
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— Osservi bene, mio signore, diceva Sancio, che qua non sono incanti, né cosa che gli somigli, e che io ho veduti con questi occhi tra i legni e le fessure della gabbia un′ugna di leone vero e da quella sola congetturo che quel leone ch′è padrone di quell′ugna, dovrà essere più grande di una montagna.
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-El miedo, a lo menos -respondió don Quijote-, te le hará parecer mayor que la mitad del mundo. Retírate, Sancho, y déjame; y si aquí muriere, ya sabes nuestro antiguo concierto acudirás a Dulcinea, y no te digo más.
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— La paura te lo farà, rispose don Chisciotte, parer maggiore per lo meno di un mezzo mondo. Ritirati, Sancio, lasciami; e se qua morrò tu sai già quale sia la nostra antica convenzione: te n′andrai a Dulcinea, né dico altro. »
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A éstas añadió otras razones, con que quitó las esperanzas de que no había de dejar de proseguir su desvariado intento. Quisiera el del Verde Gabán oponérsele, pero viose desigual en las armas, y no le pareció cordura tomarse con un loco, que ya se lo había parecido de todo punto don Quijote; el cual, volviendo a dar priesa al leonero y a reiterar las amenazas, dio ocasión al hidalgo a que picase la yegua, y Sancho al rucio, y el carretero a sus mulas, procurando todos apartarse del carro lo más que pudiesen, antes que los leones se desembanastasen.
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Aggiunse a queste poche altre parole, ma bastanti a togliere ogni speranza di poterlo rimovere dalla sua pazza risoluzione. Avrebbe voluto opporsi don Diego dal verde gabbano; ma considerate la ineguaglianza dell′arme, non gli pareva savio partito di prendersela con un mentecatto, quale lo aveva conosciuto allora di tutto punto. Tornando don Chisciotte ad affrettare il lionero e reiterando le minacce, indusse don Diego a dare di sprone alla cavalla, e Sancio al leardo, e il carrettiere alle mule, e procurarono tutti di scostarsi dal carro prima che i leoni uscissero fuori.
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Lloraba Sancho la muerte de su señor, que aquella vez sin duda creía que llegaba en las garras de los leones; maldecía su ventura, y llamaba menguada la hora en que le vino al pensamiento volver a servirle; pero no por llorar y lamentarse dejaba de aporrear al rucio para que se alejase del carro. Viendo, pues, el leonero que ya los que iban huyendo estaban bien desviados, tornó a requerir y a intimar a don Quijote lo que ya le había requerido e intimado, el cual respondió que lo oía, y que no se curase de más intimaciones y requirimientos, que todo sería de poco fruto, y que se diese priesa.
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Piangeva Sancio la morte del povero padrone, tenendo per indubitato che questa dovesse sull′istante seguire fra le zanne del leone; malediceva la sua sorte, e chiamava disgraziata quell′ora in cui gli cadde in pensiero di tornare a servirlo; ma non per piangere e mettere querele intralasciava di battere l′asino affinché si allontanasse dal carro. Ora vedendo il custode che già i fuggitivi erano fuori di pericolo, tornò a protestare e ad intimare a don Chisciotte le cose tutte che dianzi avea dette. Gli rispose questi che ogni cosa era da lui ben intesa, né si curasse punto di altre intimazioni e proteste; mentre tutto sarebbe inutile, ma che non frammettesse alcun ritardo.
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En el espacio que tardó el leonero en abrir la jaula primera, estuvo considerando don Quijote si sería bien hacer la batalla antes a pie que a caballo; y, en fin, se determinó de hacerla a pie, temiendo que Rocinante se espantaría con la vista de los leones. Por esto saltó del caballo, arrojó la lanza y embrazó el escudo, y, desenvainando la espada, paso ante paso, con maravilloso denuedo y corazón valiente, se fue a poner delante del carro, encomendándose a Dios de todo corazón, y luego a su señora Dulcinea.
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Mentre il lionero apriva la prima gabbia stette considerando don Chisciotte se fosse miglior consiglio imprendere la pugna a piedi od a cavallo, ma stabilì di accingervisi a piedi temendo che Ronzinante spaventar si potesse alla vista dei leoni. Balzò pertanto a terra, buttò via la lancia, imbracciò lo scudo, e sguainando la spada con maraviglioso coraggio e con forte cuore si pose dinanzi al carro, non senza raccomandarsi con tutta l′anima a Dio e a Dulcinea del Toboso sua signora.
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Y es de saber que, llegando a este paso, el autor de esta verdadera historia exclama y dice ′′¡Oh fuerte y, sobre todo encarecimiento, animoso don Quijote de la Mancha, espejo donde se pueden mirar todos los valientes del mundo, segundo y nuevo don Manuel de León, que fue gloria y honra de los españoles caballeros! ¿Con qué palabras contaré esta tan espantosa hazaña, o con qué razones la haré creíble a los siglos venideros, o qué alabanzas habrá que no te convengan y cuadren, aunque sean hipérboles sobre todos los hipérboles? Tú a pie, tú solo, tú intrépido, tú magnánimo, con sola una espada, y no de las del perrillo cortadoras, con un escudo no de muy luciente y limpio acero, estás aguardando y atendiendo los dos más fieros leones que jamás criaron las africanas selvas. Tus mismos hechos sean los que te alaben, valeroso manchego, que yo los dejo aquí en su punto por faltarme palabras con que encarecerlos′′.
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Èda sapersi che giunto l′autore della presente verissima istoria a questo passo, così esclama: « Oh forte, oh sopra ogni encomio animoso don Chisciotte della Mancia, specchio in cui possono mirarsi i valorosi tutti dell′orbe! Oh secondo e novello Manuel di Leone che fu onore e vanto dei cavalieri di Spagna, quali parole troverò io per narrare sì terribile prodezza? Come potrò io renderla credibile ai secoli futuri? E quale sarà la lode di cui tu non sii degno per quanto sia un′iperbole sopra tutte le iperboli? Tu a piedi, tu solo, tu intrepido, tu magnanimo, con una spada sola, e non di quelle taglienti del Perriglio, con uno scudo né troppo risplendente né di acciaio il più terso, tu stai intrepido attendendo i due più furiosi leoni che abbiano mai prodotto le selve dell′Africa? Sieno le tue prodezze medesime quelle che ti dieno lode, o valoroso mancego, ché io qui le lascio mancandovi le parole atte a magnificarle. »
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Aquí cesó la referida exclamación del autor, y pasó adelante, anudando el hilo de la historia, diciendo que, visto el leonero ya puesto en postura a don Quijote, y que no podía dejar de soltar al león macho, so pena de caer en la desgracia del indignado y atrevido caballero, abrió de par en par la primera jaula, donde estaba, como se ha dicho, el león, el cual pareció de grandeza extraordinaria y de espantable y fea catadura. Lo primero que hizo fue revolverse en la jaula, donde venía echado, y tender la garra, y desperezarse todo; abrió luego la boca y bostezó muy despacio, y, con casi dos palmos de lengua que sacó fuera, se despolvoreó los ojos y se lavó el rostro; hecho esto, sacó la cabeza fuera de la jaula y miró a todas partes con los ojos hechos brasas, vista y ademán para poner espanto a la misma temeridad. Sólo don Quijote lo miraba atentamente, deseando que saltase ya del carro y viniese con él a las manos, entre las cuales pensaba hacerle pedazos.
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Qui faceva punto la riferita apostrofe dell′autore, e passava poi innanzi ripigliando il filo dell′istoria e dicendo che il lionero veduto don Chisciotte già in positura, e che gli era pur forza lasciar libera l′uscita al leone maschio, se non voleva cadere nella indegnazione del pazzo ed ardimentoso cavaliere, spalancò a dirittura la prima gabbia dove stava rinchiuso. Il leone comparve di straordinaria grandezza e di spaventevole aspetto. La prima cosa ch′e′ fece, fu rivoltolarsi per la gabbia dove giacea, distendere le zanne e stirarsi tutto; spalancò poscia la bocca e sbadigliò lungamente buttando fuora quasi due palmi di lingua; si fregò gli occhi, si lavò il muso e fatto questo, pose la testa fuori della gabbia e guardò d′ogni intorno con un paio d′occhi che sembravano brace di fuoco: guardatura e gesti da spaventare la stessa temerità. Ma don Chisciotte non si ritrasse, bramando che ormai saltasse giù dal carro, e venisse seco alle mani colle quali facea disegno di sbranarlo in mille pezzi.
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Hasta aquí llegó el estremo de su jamás vista locura. Pero el generoso león, más comedido que arrogante, no haciendo caso de niñerías, ni de bravatas, después de haber mirado a una y otra parte, como se ha dicho, volvió las espaldas y enseñó sus traseras partes a don Quijote, y con gran flema y remanso se volvió a echar en la jaula. Viendo lo cual don Quijote, mandó al leonero que le diese de palos y le irritase para echarle fuera.
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A sì alto eccesso giunse quella sua non mai vista pazzia! Ma il generoso leone, più prudente che arrogante, nulla curandosi di puerilità e di bravate, dopo avere guardato in qua, in là, come si è detto, voltò le spalle e presentò a don Chisciotte la parte deretana, e con grande quiete e tranquillità si rimise in gabbia. Vedutosi questo da don Chisciotte comandò al lionero che gli desse delle bastonate, e lo irritasse per cavarnelo fuori di nuovo.
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-Eso no haré yo -respondió el leonero-, porque si yo le instigo, el primero a quien hará pedazos será a mí mismo. Vuesa merced, señor caballero, se contente con lo hecho, que es todo lo que puede decirse en género de valentía, y no quiera tentar segunda fortuna. El león tiene abierta la puerta en su mano está salir, o no salir; pero, pues no ha salido hasta ahora, no saldrá en todo el día. La grandeza del corazón de vuesa merced ya está bien declarada ningún bravo peleante, según a mí se me alcanza, está obligado a más que a desafiar a su enemigo y esperarle en campaña; y si el contrario no acude, en él se queda la infamia, y el esperante gana la corona del vencimiento.
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— Oh questo non farò io, rispose il custode, ché stuzzicandolo sarei il primo sbranato; si contenti vossignoria, signor cavaliere, di ciò che ha fatto, che è stato un andare sopra ogni genere di bravura, e non voglia tentare un′altra fortuna: aperta è la porta al leone, e dipende da lui l′uscire o lo starsene, ma poiché non uscì finora, non uscirà più in tutto il giorno. Rifletta vossignoria che la grandezza del suo coraggio si è a quest′ora sperimentata abbastanza, e che niun valoroso combattente, a quanto io so, fu obbligato mai a fare più che sfidare il nemico ed attenderlo in campo aperto: se il nemico non viene è sua la infamia, e chi lo aspetta ha per sé la palma della vittoria.
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-Así es verdad -respondió don Quijote- cierra, amigo, la puerta, y dame por testimonio, en la mejor forma que pudieres, lo que aquí me has visto hacer; conviene a saber cómo tú abriste al león, yo le esperé, él no salió; volvíle a esperar, volvió a no salir y volvióse acostar. No debo más, y encantos afuera, y Dios ayude a la razón y a la verdad, y a la verdadera caballería; y cierra, como he dicho, en tanto que hago señas a los huidos y ausentes, para que sepan de tu boca esta hazaña.
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— Hai detto la verità, rispose don Chisciotte; chiudi, amico, la gabbia, e fammi testimonianza nelle forme migliori che per te si possano di quanto mi hai veduto operare; cioè, come tu apristi la gabbia al leone, ed io lo stetti aspettando, ma che non è uscito fuori; come tornai ad aspettarlo, ma che tornò in gabbia volontario, e che la finì col porsi a dormire: tu hai detto bene che io non posso fare di più, e male abbiano gl′incantesimi, e Dio protegga la ragione, la verità e la vera cavalleria: chiudi, come ti ho detto, ché intanto fo segno ai fuggitivi e agli assenti perché tornino ed odano dalla tua bocca la mia prodezza. »
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Hízolo así el leonero, y don Quijote, poniendo en la punta de la lanza el lienzo con que se había limpiado el rostro de la lluvia de los requesones, comenzó a llamar a los que no dejaban de huir ni de volver la cabeza a cada paso, todos en tropa y antecogidos del hidalgo; pero, alcanzando Sancho a ver la señal del blanco paño, dijo.
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Il custode fece quanto gli domandò don Chisciotte: il quale ponendo allora sulla punta della lancia il fazzoletto con cui erasi nettato il viso per la pioggia della ricotta, cominciò a chiamare quelli che tuttavia attendevano a fuggire, rivoltando di quando in quando la testa e seguitando le tracce di don Diego dal gabbano verde. Quando Sancio vide il segno del fazzoletto, disse:
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-Que me maten si mi señor no ha vencido a las fieras bestias, pues nos llama.
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— Possa io essere impiccato se il mio padrone non ha vinto le belve feroci: ed ecco ch′egli ci chiama. »
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Detuviéronse todos, y conocieron que el que hacía las señas era don Quijote; y, perdiendo alguna parte del miedo, poco a poco se vinieron acercando hasta donde claramente oyeron las voces de don Quijote, que los llamaba. Finalmente, volvieron al carro, y, en llegando, dijo don Quijote al carretero.
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Si fermarono tutti, e conobbero che quegli che dava il segno era don Chisciotte; e scemata alquanto la paura, a poco a poco ritornarono e si accostarono tanto da poter udire chiaramente la sua voce. Si ravvicinarono finalmente al carro, e giunti che vi furono, disse don Chisciotte al carrettiere:
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-Volved, hermano, a uncir vuestras mulas y a proseguir vuestro viaje; y tú, Sancho, dale dos escudos de oro, para él y para el leonero, en recompensa de lo que por mí se han detenido.
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— Torna, fratello, a riattaccare le tue mule e continua il tuo viaggio; e tu Sancio, dàgli due scudi d′oro, uno per lui, uno pel custode dei leoni, in premio di essersi qua trattenuti per conto mio.
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-Ésos daré yo de muy buena gana -respondió Sancho-; pero, ¿qué se han hecho los leones? ¿Son muertos, o vivos.
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— Li darò volentieri, Sancio rispose: ma che n′è seguìto dei leoni? sono morti o vivi? »
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Entonces el leonero, menudamente y por sus pausas, contó el fin de la contienda, exagerando, como él mejor pudo y supo, el valor de don Quijote, de cuya vista el león, acobardado, no quiso ni osó salir de la jaula, puesto que había tenido un buen espacio abierta la puerta de la jaula; y que, por haber él dicho a aquel caballero que era tentar a Dios irritar al león para que por fuerza saliese, como él quería que se irritase, mal de su grado y contra toda su voluntad, había permitido que la puerta se cerrase.
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Allora il lionero raccontò per minuto e colle sue pause il fine della contesa, esagerando il meglio che seppe e poté il valore di don Chisciotte, della cui presenza intimorito il leone né volle né osò uscire della gabbia, ad onta di averne lasciata per buona pezza aperta la porta. Aggiunse che dopo di aver detto al cavaliere che sarebbe un tentar Dio l′irritare di nuovo il leone perché uscisse per forza, egli volea che pur venisse irritato, e che mal suo grado e in onta alla risoluta sua volontà, permesso avea che si tornasse a chiudere la gabbia.
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-¿Qué te parece desto, Sancho? -dijo don Quijote-. ¿Hay encantos que valgan contra la verdadera valentía? Bien podrán los encantadores quitarme la ventura, pero el esfuerzo y el ánimo, será imposible.
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— Che te ne pare mio caro Sancio? disse don Chisciotte: vi sono eglino incanti, che possano stare a petto della vera bravura? Potranno bene gl′incantatori togliermi la ventura, ma l′anima ed il valore? sarà impossibile. »
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Dio los escudos Sancho, unció el carretero, besó las manos el leonero a don Quijote por la merced recebida, y prometióle de contar aquella valerosa hazaña al mismo rey, cuando en la corte se viese.
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Sancio sborsò gli scudi; il carrettiere attaccò le mule; il lionero baciò le mani a don Chisciotte per la ricevuta mercede, e gli promise di raccontare la seguita memorabile prodezza allo stesso re quando giugnesse a rivederlo alla Corte.
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-Pues, si acaso Su Majestad preguntare quién la hizo, diréisle que el Caballero de los Leones, que de aquí adelante quiero que en éste se trueque, cambie, vuelva y mude el que hasta aquí he tenido del Caballero de la Triste Figura; y en esto sigo la antigua usanza de los andantes caballeros, que se mudaban los nombres cuando querían, o cuando les venía a cuento.
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— Se a caso, disse don Chisciotte, la Maestà sua dimandasse chi l′ha compita, gli direte che fu il cavaliere dei Leoni, mentre quind′innanzi intendo che in questo nome si cangi, converta e muti il soprannome che sin qui ho portato di cavaliere dalla Trista Figura: in ciò mi uniformo alla costumanza antica dei cavalieri erranti che si cangiavano i nomi quando voleano e quando loro tornava più il conto. »
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Siguió su camino el carro, y don Quijote, Sancho y el del Verde Gabán prosiguieron el suyo.
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Il carro proseguì il suo cammino, e don Chisciotte, Sancio e quegli dal verde gabbano seguitarono il loro, né quest′ultimo per lungo spazio di tempo aprì bocca.
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En todo este tiempo no había hablado palabra don Diego de Miranda, todo atento a mirar y a notar los hechos y palabras de don Quijote, pareciéndole que era un cuerdo loco y un loco que tiraba a cuerdo. No había aún llegado a su noticia la primera parte de su historia; que si la hubiera leído, cesara la admiración en que lo ponían sus hechos y sus palabras, pues ya supiera el género de su locura; pero, como no la sabía, ya le tenía por cuerdo y ya por loco, porque lo que hablaba era concertado, elegante y bien dicho, y lo que hacía, disparatado, temerario y tonto. Y decía entre sí.
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Stavasene tutto intento ad osservare e notare i fatti e le parole di don Chisciotte, sembrandogli che foss′egli o un accorto pazzo o un pazzo che tirasse al savio. Non era ancora a sua cognizione la Prima Parte di questa istoria; ché se letta l′avesse, cessata tosto sarebbe la maraviglia che gli cagionavano i fatti e le parole, ed avrebbe saputo di qual genere di pazzia si trattava. Ora la sua ignoranza dei fatti precedenti tenevalo incerto nei suoi giudizi, e poneva mente ai discorsi uditi, ora giudiziosi, eleganti e bene espressi, ora spropositati, temerari e balordi.
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-¿Qué más locura puede ser que ponerse la celada llena de requesones y darse a entender que le ablandaban los cascos los encantadores? Y ¿qué mayor temeridad y disparate que querer pelear por fuerza con leones.
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Egli dicea fra sé: « Che pazzia più grande può darsi del mettersi in testa la celata piena di ricotta, e dell′immaginarsi che gli incantatori gli avessero intenerita la testa? Quale maggiore temerità e irragionevolezza del voler combattere per forza contro ai leoni? »
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Destas imaginaciones y deste soliloquio le sacó don Quijote, diciéndole
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Lo trasse don Chisciotte dal suo soliloquio dicendogli:
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-¿Quién duda, señor don Diego de Miranda, que vuestra merced no me tenga en su opinión por un hombre disparatado y loco? Y no sería mucho que así fuese, porque mis obras no pueden dar testimonio de otra cosa. Pues, con todo esto, quiero que vuestra merced advierta que no soy tan loco ni tan menguado como debo de haberle parecido. Bien parece un gallardo caballero, a los ojos de su rey, en la mitad de una gran plaza, dar una lanzada con felice suceso a un bravo toro; bien parece un caballero, armado de resplandecientes armas, pasar la tela en alegres justas delante de las damas, y bien parecen todos aquellos caballeros que en ejercicios militares, o que lo parezcan, entretienen y alegran, y, si se puede decir, honran las cortes de sus príncipes; pero sobre todos éstos parece mejor un caballero andante, que por los desiertos, por las soledades, por las encrucijadas, por las selvas y por los montes anda buscando peligrosas aventuras, con intención de darles dichosa y bien afortunada cima, sólo por alcanzar gloriosa fama y duradera. Mejor parece, digo, un caballero andante, socorriendo a una viuda en algún despoblado, que un cortesano caballero, requebrando a una doncella en las ciudades. Todos los caballeros tienen sus particulares ejercicios sirva a las damas el cortesano; autorice la corte de su rey con libreas; sustente los caballeros pobres con el espléndido plato de su mesa; concierte justas, mantenga torneos y muéstrese grande, liberal y magnífico, y buen cristiano, sobre todo, y desta manera cumplirá con sus precisas obligaciones. Pero el andante caballero busque los rincones del mundo; éntrese en los más intricados laberintos; acometa a cada paso lo imposible; resista en los páramos despoblados los ardientes rayos del sol en la mitad del verano, y en el invierno la dura inclemencia de los vientos y de los yelos; no le asombren leones, ni le espanten vestiglos, ni atemoricen endriagos; que buscar éstos, acometer aquéllos y vencerlos a todos son sus principales y verdaderos ejercicios. Yo, pues, como me cupo en suerte ser uno del número de la andante caballería, no puedo dejar de acometer todo aquello que a mí me pareciere que cae debajo de la juridición de mis ejercicios; y así, el acometer los leones que ahora acometí derechamente me tocaba, puesto que conocí ser temeridad esorbitante, porque bien sé lo que es valentía, que es una virtud que está puesta entre dos estremos viciosos, como son la cobardía y la temeridad; pero menos mal será que el que es valiente toque y suba al punto de temerario, que no que baje y toque en el punto de cobarde; que así como es más fácil venir el pródigo a ser liberal que al avaro, así es más fácil dar el temerario en verdadero valiente que no el cobarde subir a la verdadera valentía; y, en esto de acometer aventuras, créame vuesa merced, señor don Diego, que antes se ha de perder por carta de más que de menos, porque mejor suena en las orejas de los que lo oyen "el tal caballero es temerario y atrevido" que no "el tal caballero es tímido y cobarde".
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— Chi mai vi sarebbe che non pensasse, o signore, che vossignoria non mi abbia per uomo inconseguente o folle? e non sarebbe da stupirsi, perché le mie azioni non possono in apparenza produrre diversa opinione, tuttavia desidero che vossignoria sappia non essere io sì scemo com′ella crede. Fa bella mostra di sé gagliardo cavaliero agli occhi del principe dando nel mezzo di uno steccato una buona lanciata con esito felice a toro infuriato: fa bella mostra cavaliere rivestito di risplendenti armi nel passare la lizza in lieta giostra dinanzi a dame: fanno bella mostra i cavalieri tutti che in militari esercizi (o che tali rassembrino) trattengano e rallegrino, e, se lice dirlo, onorino le Corti dei loro re; ma sorvola sopra tutti l′errante cavaliere che pei deserti, per le solitudini, pei crocicchi, per le selve e per i monti vada cercando perigliose venture con determinato animo di condurle a felice e fortunato termine solo per acquistarsi fama gloriosa e immortale. Più stimabile certamente l′errante cavaliere che soccorre una vedova in qualche inabitato luogo, del cavaliere cortigiano che amoreggia una donzella nella città. Ogni cavaliere adempia ciò che gl′impone l′esercizio suo proprio; serva il cortigiano le dame, e renda collo sfarzo la Corte del suo re più pomposa; dia sostenimento a gentiluomo meschino convitandolo alla sua mensa, concerti giostre, mantenga tornei, mostrisi grande, liberale, magnifico e buon cristiano soprattutto, e compirà in questo modo le impostesi obbligazioni. L′errante cavaliere scorra le più remote parti del mondo; penetri nei più intricati laberinti, cimenti l′impossibile ad ogni passo, resista negli spopolati deserti ai raggi cocenti del sole nel cuor della state, e nel verno alla dura inclemenza dei venti e dei ghiacci: non lo spaventino leoni, non lo atterriscano fantasime, non faccia conto d′incantatori; che il cercare questi, l′assalir quelle e il vincere tutti sono suoi precipui e veri esercizi. Io dunque, come quello cui toccò in sorte d′esser nel novero della errante cavalleria, tralasciare non posso di affrontare quanto sembrami della giurisdizione del mio officio; e perciò m′affrontai ai leoni, tuttoché conoscessi esser questa eccessiva temerità; mentre so benissimo che cosa è valore, il quale è una virtù posta fra i due viziosi estremi, la codardia e la temerità. Fia però minor male che il valoroso si innalzi ad essere temerario che abbassarsi alla codardia; e siccome è molto più facile che il prodigo diventi uomo prode di quello che il valente codardo. Mi creda, vossignoria, che è da tenersi più in conto chi pecca nel troppo che nel poco, e suona meglio all′orecchio di chi ascolta il tale cavaliere è temerario e ardito, che il tal cavaliere è timido e codardo. »
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-Digo, señor don Quijote -respondió don Diego-, que todo lo que vuesa merced ha dicho y hecho va nivelado con el fiel de la misma razón, y que entiendo que si las ordenanzas y leyes de la caballería andante se perdiesen, se hallarían en el pecho de vuesa merced como en su mismo depósito y archivo. Y démonos priesa, que se hace tarde, y lleguemos a mi aldea y casa, donde descansará vuestra merced del pasado trabajo, que si no ha sido del cuerpo, ha sido del espíritu, que suele tal vez redundar en cansancio del cuerpo.
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— Io dico, signor don Chisciotte, rispose allora don Diego, che quanto ha esposto e fatto vossignoria va scrupolosamente del paro colla ragione; e penso che se le ordinanze e le leggi della errante cavalleria si perdessero, registrate si troverebbero nel petto della signoria vostra come in proprio loro deposito e archivio: ma affrettiamoci ché la sera è vicina, e passiamo al mio contado e alla mia casa dove riposerete alquanto dalle fatiche, che se non abbatterono il corpo hanno certamente di soverchio occupato lo spirito, il che talvolta ridonda in istanchezza del primo.
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-Tengo el ofrecimiento a gran favor y merced, señor don Diego- respondió don Quijote.
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— Tengo per distinto favore l′offerta vostra, o signor cavaliere, » rispose don Chisciotte;
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Y, picando más de lo que hasta entonces, serían como las dos de la tarde cuando llegaron a la aldea y a la casa de don Diego, a quien don Quijote llamaba el Caballero del Verde Gabán.
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e dando degli sproni con più gagliardìa del solito a Ronzinante giunse la comitiva intorno alle due della sera al contado ed alla casa di don Diego Miranda, chiamato da don Chisciotte il cavaliere dal gabbano verde.
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II. Capítulo XVIII. De lo que sucedió a don Quijote en el castillo o casa del Caballero del Verde Gabán, con otras cosas extravagantes.
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CAPITOLO XVIII DI QUELLO CHE AVVENNE A DON CHISCIOTTE NEL CASTELLO O CASA DEL CAVALIERE DAL VERDE GABBANO CON ALTRI STRAORDINARI SUCCESSI.
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Halló don Quijote ser la casa de don Diego de Miranda ancha como de aldea; las armas, empero, aunque de piedra tosca, encima de la puerta de la calle; la bodega, en el patio; la cueva, en el portal, y muchas tinajas a la redonda, que, por ser del Toboso, le renovaron las memorias de su encantada y transformada Dulcinea; y sospirando, y sin mirar lo que decía, ni delante de quién estaba, dijo
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Don Chisciotte trovò la casa di don Diego di Miranda larga quanto le principali del contado. Un′arme di rozza pietra stava sopra la porta della strada; la canova riusciva nel cortile, e la cantina sotto il portico con varie botti all′intorno, che per essere fatte al Toboso gli rinfrescarono la memoria della sua incantata e trasformata Dulcinea. Sospirando, e senza por mente a ciò che si dicesse, o avere riguardo a chi era presente, proruppe:
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-¡Oh dulces prendas, por mi mal halladas.
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Oh! dolci agli occhi miei, mentre al Ciel piacque,
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dulces y alegres cuando Dios quería.
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Voi, tobosesche botti. Oh! come, oh! quanto,
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¡Oh tobosescas tinajas, que me habéis traído a la memoria la dulce prenda de mi mayor amargura.
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Lei che sì bella per mio mal ci nacque Per voi rammento, e le mie gioie e il pianto!
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Oyóle decir esto el estudiante poeta, hijo de don Diego, que con su madre había salido a recebirle, y madre y hijo quedaron suspensos de ver la estraña figura de don Quijote; el cual, apeándose de Rocinante, fue con mucha cortesía a pedirle las manos para besárselas, y don Diego dijo.
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Intese questi versi lo studente poeta figliuolo di don Diego, che uscito era ad incontrarlo unitamente a sua madre; e l′una e l′altro restarono attoniti nel vedere la strana figura di don Chisciotte, il quale smontato da Ronzinante andò con molta cortesia a baciare le mani alla signora, cui don Diego disse:
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-Recebid, señora, con vuestro sólito agrado al señor don Quijote de la Mancha, que es el que tenéis delante, andante caballero y el más valiente y el más discreto que tiene el mundo.
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— Ricevete, signora, con la usata vostra gentilezza il signor don Chisciotte della Mancia, ché quello si è il quale innanzi ora vi vedete, errante cavaliere il più valoroso e il più saggio che sia sulla terra »
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La señora, que doña Cristina se llamaba, le recibió con muestras de mucho amor y de mucha cortesía, y don Quijote se le ofreció con asaz de discretas y comedidas razones. Casi los mismos comedimientos pasó con el estudiante, que, en oyéndole hablar don Quijote, le tuvo por discreto y agudo.
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La signora, che chiamavasi donna Cristina, lo accolse con segni di singolare predilezione e con bel garbo, e don Chisciotte corrispose alla cortesia con molto gentili ed officiose espressioni. Quasi gli stessi modi tenne collo studente, il quale udendo don Chisciotte parlare, lo tenne per grande ragionatore ed acuto.
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Aquí pinta el autor todas las circunstancias de la casa de don Diego, pintándonos en ellas lo que contiene una casa de un caballero labrador y rico; pero al traductor desta historia le pareció pasar estas y otras semejantes menudencias en silencio, porque no venían bien con el propósito principal de la historia, la cual más tiene su fuerza en la verdad que en las frías digresiones.
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A questo passo l′autore dell′istoria dipinge minutamente le particolarità tutte della casa di don Diego, facendo la descrizione dell′abitazione d′un cavaliere dovizioso del contado. Al traduttore parve di poter passar queste ed altre minuzie sotto silenzio, non recando ciò grande aiuto all′istoria principale, la cui forza sta nella verità e non nelle digressioni fredde o inutili.
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Entraron a don Quijote en una sala, desarmóle Sancho, quedó en valones y en jubón de camuza, todo bisunto con la mugre de las armas el cuello era valona a lo estudiantil, sin almidón y sin randas; los borceguíes eran datilados, y encerados los zapatos. Ciñóse su buena espada, que pendía de un tahalí de lobos marinos; que es opinión que muchos años fue enfermo de los riñones; cubrióse un herreruelo de buen paño pardo; pero antes de todo, con cinco calderos, o seis, de agua, que en la cantidad de los calderos hay alguna diferencia, se lavó la cabeza y rostro, y todavía se quedó el agua de color de suero, merced a la golosina de Sancho y a la compra de sus negros requesones, que tan blanco pusieron a su amo. Con los referidos atavíos, y con gentil donaire y gallardía, salió don Quijote a otra sala, donde el estudiante le estaba esperando para entretenerle en tanto que las mesas se ponían; que, por la venida de tan noble huésped, quería la señora doña Cristina mostrar que sabía y podía regalar a los que a su casa llegasen.
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Entrò don Chisciotte in una sala dove Sancio lo assisté a disarmarsi, e rimase in calzoncini e col suo giubbone di camozza tutto nericcio pel sudiciume dell′arme. Aveva il collare a foggia di studente, senz′amido e senza trine; i borzacchini erano di quelli lavorati alla moresca, e tenea le scarpe incerate. Si cinse di nuovo la sua spada, pendente da una striscia di pelle di lupo marino, poiché è opinione ch′egli avesse sofferto per qualche anno l′infermità degli arnioni. Si pose un ferraiuolo di panno bigio; ma prima di tutto con cinque o sei secchie di acqua (che nel numero delle secchie vi ha qualche diversità) si lavò la testa e la faccia, ma ad ogni modo restò l′acqua del colore del siero, mercé della ghiottornia di Sancio e della sfortunata ricotta che tanto avea imbiancato il suo padrone. Così rassettato con ingenuo garbo e bizzarria passò don Chisciotte in un′altra sala, dove dallo studente era atteso per trattenersi con lui finattantoché si allestisse la mensa. L′arrivo di tanto ospite impegnato aveva la padrona della casa a far conoscere che sapeva bene e distintamente accogliere i forestieri. Nel tempo che don Chisciotte stava disarmandosi, ebbe agio don Lorenzo (questo è il nome del figliuolo di don Diego) di dire a suo padre:
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En tanto que don Quijote se estuvo desarmando, tuvo lugar don Lorenzo, que así se llamaba el hijo de don Diego, de decir a su padre.
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Nel tempo che don Chisciotte stava disarmandosi, ebbe agio don Lorenzo (questo è il nome del figliuolo di don Diego) di dire a suo padre:
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-¿Quién diremos, señor, que es este caballero que vuesa merced nos ha traído a casa? Que el nombre, la figura, y el decir que es caballero andante, a mí y a mi madre nos tiene suspensos.
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— Che penseremo noi, o signore, di questo cavaliere che vossignoria ci ha condotto? Il nome, la figura, il chiamarsi cavaliere errante hanno molto sorpreso e mia madre e me ancora.
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-No sé lo que te diga, hijo -respondió don Diego-; sólo te sabré decir que le he visto hacer cosas del mayor loco del mundo, y decir razones tan discretas que borran y deshacen sus hechos háblale tú, y toma el pulso a lo que sabe, y, pues eres discreto, juzga de su discreción o tontería lo que más puesto en razón estuviere; aunque, para decir verdad, antes le tengo por loco que por cuerdo.
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— Non so che dirti, figliuolo, rispose don Diego; ti posso bene assicurar che l′ho veduto fare cose degne del più gran pazzo del mondo, e l′ho udito ordire discorsi sì giudiziosi che sono precisamente l′opposto delle sue azioni spropositate. Mettiti a ragionare con lui, e toccagli il polso, poi come discreto giudicherai bene del suo discernimento o della sua balordaggine; benché, a dire ciò che ne sento, io lo tengo più per pazzo che per dottore. »
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Con esto, se fue don Lorenzo a entretener a don Quijote, como queda dicho, y, entre otras pláticas que los dos pasaron, dijo don Quijote a don Lorenzo.
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Dopo queste informazioni passò don Lorenzo a trattenersi con don Chisciotte in piacevoli colloqui, e fra i molti discorsi avuti insieme, disse don Chisciotte:
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-El señor don Diego de Miranda, padre de vuesa merced, me ha dado noticia de la rara habilidad y sutil ingenio que vuestra merced tiene, y, sobre todo, que es vuesa merced un gran poeta.
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— Il signor don Diego, padre di vossignoria, mi ha parlato della rara vostra abilità e del distinto vostro ingegno, e soprattutto mi ha detto che siete valoroso poeta.
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-Poeta, bien podrá ser -respondió don Lorenzo-, pero grande, ni por pensamiento. Verdad es que yo soy algún tanto aficionado a la poesía y a leer los buenos poetas, pero no de manera que se me pueda dar el nombre de grande que mi padre dice.
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— Poeta può darsi, rispose don Lorenzo, ma valoroso no certamente: è bensì vero che io sono affezionato alquanto alla poesia ed alla lettura degli ottimi autori, ma non in modo da meritare il nome di valoroso che mio padre mi attribuisce.
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-No me parece mal esa humildad -respondió don Quijote-, porque no hay poeta que no sea arrogante y piense de sí que es el mayor poeta del mundo.
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— Mi piace questa vostra umiltà, rispose don Chisciotte, mentre invece i poeti sogliono esser arroganti, e facilmente credonsi grandi e sublimi.
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-No hay regla sin excepción -respondió don Lorenzo-, y alguno habrá que lo sea y no lo piense.
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— Non vi è regola senza eccezione, rispose don Lorenzo, e vi sarà anche taluno eccellente che non crederà di esser tale.
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-Pocos -respondió don Quijote-; pero dígame vuesa merced ¿qué versos son los que agora trae entre manos, que me ha dicho el señor su padre que le traen algo inquieto y pensativo? Y si es alguna glosa, a mí se me entiende algo de achaque de glosas, y holgaría saberlos; y si es que son de justa literaria, procure vuestra merced llevar el segundo premio, que el primero siempre se lleva el favor o la gran calidad de la persona, el segundo se le lleva la mera justicia, y el tercero viene a ser segundo, y el primero, a esta cuenta, será el tercero, al modo de las licencias que se dan en las universidades; pero, con todo esto, gran personaje es el nombre de primero.
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— Pochi, rispose tosto don Chisciotte; ma dicami vossignoria: che poesie avete ora fra mano? Il vostro signor padre mi ha detto che queste vi tengono molto pensieroso ed inquieto. Se si tratta di glosa, ho anch′io qualche tintura di glose; se di giostra letteraria, procuri vossignoria di avere il secondo premio, ché il primo è dato sempre alle protezioni ed alle qualità della persona; il secondo viene colto dalla mera giustizia; il terzo viene ad essere il secondo, ed il primo, con questo conto, sarà il terzo, secondo il metodo delle licenze che si dànno nelle università; nondimeno il nome di primo premio è sempre gran cosa.
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-Hasta ahora -dijo entre sí don Lorenzo-, no os podré yo juzgar por loco; vamos adelante.
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— Finora, disse tra sé don Lorenzo, non posso io giudicarlo pazzo; tiriamo innanzi, e gli disse:
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Y díjole.
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— Parmi che abbia
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-Paréceme que vuesa merced ha cursado las escuelas ¿qué ciencias ha oído.
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vossignoria studiato alle scuole; ora di quali scienze vi siete occupato particolarmente?
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-La de la caballería andante -respondió don Quijote-, que es tan buena como la de la poesía, y aun dos deditos más.
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— Di quella della errante cavalleria, rispose don Chisciotte, che è pregevole tanto quanto quella della poesia, e n′è anzi superiore di assai.
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-No sé qué ciencia sea ésa -replicó don Lorenzo-, y hasta ahora no ha llegado a mi noticia.
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— Questa scienza io non la conosco, replicò don Lorenzo, e adesso mi arriva nuova.
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-Es una ciencia -replicó don Quijote- que encierra en sí todas o las más ciencias del mundo, a causa que el que la profesa ha de ser jurisperito, y saber las leyes de la justicia distributiva y comutativa, para dar a cada uno lo que es suyo y lo que le conviene; ha de ser teólogo, para saber dar razón de la cristiana ley que profesa, clara y distintamente, adondequiera que le fuere pedido; ha de ser médico y principalmente herbolario, para conocer en mitad de los despoblados y desiertos las yerbas que tienen virtud de sanar las heridas, que no ha de andar el caballero andante a cada triquete buscando quien se las cure; ha de ser astrólogo, para conocer por las estrellas cuántas horas son pasadas de la noche, y en qué parte y en qué clima del mundo se halla; ha de saber las matemáticas, porque a cada paso se le ofrecerá tener necesidad dellas; y, dejando aparte que ha de estar adornado de todas las virtudes teologales y cardinales, decendiendo a otras menudencias, digo que ha de saber nadar como dicen que nadaba el peje Nicolás o Nicolao; ha de saber herrar un caballo y aderezar la silla y el freno; y, volviendo a lo de arriba, ha de guardar la fe a Dios y a su dama; ha de ser casto en los pensamientos, honesto en las palabras, liberal en las obras, valiente en los hechos, sufrido en los trabajos, caritativo con los menesterosos, y, finalmente, mantenedor de la verdad, aunque le cueste la vida el defenderla. De todas estas grandes y mínimas partes se compone un buen caballero andante; porque vea vuesa merced, señor don Lorenzo, si es ciencia mocosa lo que aprende el caballero que la estudia y la profesa, y si se puede igualar a las más estiradas que en los ginasios y escuelas se enseñan.
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— Èuna scienza, disse don Chisciotte, che in sé racchiude tutte o la più gran parte delle scienze del mondo; perché quegli che voglia professarla ha da essere iuris-perito e dee conoscere le leggi della giustizia distributiva e commutativa per dare a tutti il suo. Il cavaliere errante poi debb′essere teologo per sapere dar conto chiaro e distinto della legge cristiana che professa quando ne sia domandato: debb′essere medico e specialmente semplicista, per conoscere in mezzo alle campagne disabitate e nei deserti l′erbe che hanno virtù di sanare ferite, perché né può né deve andare il cavaliere errante in ogni bottega a cercare chi gliele curi: deve possedere l′astrologia per conoscere dalle stelle quante ore sieno scorse della notte, ed in qual parte e in quale clima del mondo si trovi: dee sapere di matematica perché gli sarà necessario ad ogni momento il valersene; e lasciando da parte che dee conoscere tutte le virtù teologali e cardinali, discendendo ad altre minuzie, aggiungerò che dee sapere nuotare, come narrano che nuotasse Niccolò o Niccolao, e saper ferrare un cavallo e rassettare la sella e la briglia. Tornando a quanto dicevamo, dee serbare gelosamente la fede a Dio e alla sua Dama: debb′essere casto nei suoi pensieri, onesto nelle parole, liberale nelle opere, valoroso nelle imprese, tollerante nei travagli, caritativo coi bisognosi, e finalmente mantenitore della verità, anche a prezzo della vita. Di tutte queste grandi e minime parti si compone un perfetto cavaliere errante, e quindi consideri vossignoria, signor don Lorenzo, se è scienza da giuoco quella che impara il cavaliere errante e che professa, e se possa agguagliarsi alle più illustri che nei ginnasi e nelle cattedre s′insegnano.
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-Si eso es así -replicó don Lorenzo-, yo digo que se aventaja esa ciencia a todas.
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— Se così è, replicò don Lorenzo, io dico che supera qualsivoglia altra scienza.
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-¿Cómo si es así? -respondió don Quijote.
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— E come, e quanto! rispose don Chisciotte.
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Lo que yo quiero decir -dijo don Lorenzo- es que dudo que haya habido, ni que los hay ahora, caballeros andantes y adornados de virtudes tantas.
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— Ma io temo molto, soggiunse don Lorenzo, che possano esservi stati, e che vi sieno oggidì cavalieri adorni di tante virtù.
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-Muchas veces he dicho lo que vuelvo a decir ahora -respondió don Quijote- que la mayor parte de la gente del mundo está de parecer de que no ha habido en él caballeros andantes; y, por parecerme a mí que si el cielo milagrosamente no les da a entender la verdad de que los hubo y de que los hay, cualquier trabajo que se tome ha de ser en vano, como muchas veces me lo ha mostrado la experiencia, no quiero detenerme agora en sacar a vuesa merced del error que con los muchos tiene; lo que pienso hacer es el rogar al cielo le saque dél, y le dé a entender cuán provechosos y cuán necesarios fueron al mundo los caballeros andantes en los pasados siglos, y cuán útiles fueran en el presente si se usaran; pero triunfan ahora, por pecados de las gentes, la pereza, la ociosidad, la gula y el regalo.
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— Dissi più volte, e lo ripeto anche adesso, rispose don Chisciotte, che la maggior parte degli uomini porta opinione che non sieno vissuti al mondo cavalieri erranti, ma io conchiudo che se il Cielo per uno de′ suoi prodigi non fa conoscere esser vero che vivessero e che vivono costaggiù, sarà inutile affatto mettere a campo ogni argomento per provarlo, siccome più volte me ne ammaestrò l′esperienza. Né vorrò io adesso dar opera a persuadere vossignoria dell′errore in cui versate con tanti e tanti altri; bensì prego il Cielo che vi disinganni, e vi faccia conoscere quanto profittevoli furono, e quanto necessari negli scorsi secoli, e di quale utilità ai dì nostri sarebbero se tornassero in uso. Per comune nostro danno trionfano adesso la gola, il sonno e le oziose piume.
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-Escapado se nos ha nuestro huésped -dijo a esta sazón entre sí don Lorenzo-, pero, con todo eso, él es loco bizarro, y yo sería mentecato flojo si así no lo creyese.
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— Eccoci al punto, disse allora tra sé don Lorenzo; bisogna per altro convenire ch′egli è un pazzo bizzarro, e sarei ben da poco se tale non lo giudicassi. »
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Aquí dieron fin a su plática, porque los llamaron a comer. Preguntó don Diego a su hijo qué había sacado en limpio del ingenio del huésped. A lo que él respondió.
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E qui ebbe fine il dialogo, e furono invitati alla mensa. Domandò don Diego a suo figlio quello che avesse cavato dell′ingegno dell′ospite. Egli allora rispose:
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-No le sacarán del borrador de su locura cuantos médicos y buenos escribanos tiene el mundo él es un entreverado loco, lleno de lúcidos intervalos.
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— Nol tratterrebbero dal vortice di sue pazzie quanti medici e buoni scrittori vi sono al mondo; è un pazzo che ha del savio, ed è pieno di lucidi intervalli. »
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Fuéronse a comer, y la comida fue tal como don Diego había dicho en el camino que la solía dar a sus convidados limpia, abundante y sabrosa; pero de lo que más se contentó don Quijote fue del maravilloso silencio que en toda la casa había, que semejaba un monasterio de cartujos. Levantados, pues, los manteles, y dadas gracias a Dios y agua a las manos, don Quijote pidió ahincadamente a don Lorenzo dijese los versos de la justa literaria; a lo que él respondió que, por no parecer de aquellos poetas que cuando les ruegan digan sus versos los niegan y cuando no se los piden los vomitan,. .
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Si assisero a tavola, e il pranzo fu come don Diego aveva detto nel viaggio che soleva apprestarlo agli amici: semplice, abbondante e saporito. Piacque soprattutto a don Chisciotte il mirabile silenzio che regnava in quell′abitazione, la quale rassomigliarsi poteva ad un convento di Certosini. Sparecchiata la tavola, rese a Dio grazie, e data l′acqua alle mani, don Chisciotte pregò con viva istanza don Lorenzo che gli recitasse i versi della giostra letteraria. Cui rispos′egli: — Per parere di quei poeti che negano di far sentire i loro versi a chi li prega, poi quando non sono pregati ce li vengono a far sentire per forza,
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-...yo diré mi glosa, de la cual no espero premio alguno, que sólo por ejercitar el ingenio la he hecho.
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dirò la mia glosa, composta non con pretensione di lode, ma soltanto per esercizio d′ingegno.
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-Un amigo y discreto -respondió don Quijote- era de parecer que no se había de cansar nadie en glosar versos; y la razón, decía él, era que jamás la glosa podía llegar al texto, y que muchas o las más veces iba la glosa fuera de la intención y propósito de lo que pedía lo que se glosaba; y más, que las leyes de la glosa eran demasiadamente estrechas que no sufrían interrogantes, ni dijo, ni diré, ni hacer nombres de verbos, ni mudar el sentido, con otras ataduras y estrechezas con que van atados los que glosan, como vuestra merced debe de saber.
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— Un mio amico ed assennato uomo portava opinione, rispose don Chisciotte, che nessuno dovesse sudare in far glose ai versi, per la ragione, diceva egli, che la glosa non poteva mai valere il testo, e il più delle volte si scostava dall′intenzione e dal proposito di quello su cui essa cadeva. Diceva ancora che le leggi della glosa erano troppo limitate, perché non ammettevano interrogazioni, né disse né dirò, né far nomi dei verbi, né cangiare senso, con altre legature e strettezze cui trovansi i glosatori obbligati, come vossignoria dee sapere molto bene.
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-Verdaderamente, señor don Quijote -dijo don Lorenzo-, que deseo coger a vuestra merced en un mal latín continuado, y no puedo, porque se me desliza de entre las manos como anguila.
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— Veramente, signor don Chisciotte, rispose don Lorenzo, io vorrei cogliervi in un mal latino, ma non ci riesco poiché mi guizzate di mano come un′anguilla.
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-No entiendo -respondió don Quijote- lo que vuestra merced dice ni quiere decir en eso del deslizarme.
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— Non comprendo, rispose don Chisciotte, quello che vuol dire vossignoria, né che cosa s′intenda con questo guizzare.
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-Yo me daré a entender -respondió don Lorenzo-; y por ahora esté vuesa merced atento a los versos glosados y a la glosa, que dicen desta manera.
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— Mi spiegherò a suo tempo, rispose don Lorenzo, e per ora presti attenzione la signoria vostra ai versi glosati ed alla glosa. E don Lorenzo diè principio alla recitazione dei seguenti versi
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¡Si mi fue tornase a es, sin esperar más será, o viniese el tiempo ya de lo que será después...! Glosa. Al fin, como todo pasa, se pasó el bien que me dio Fortuna, un tiempo no escasa, y nunca me le volvió, ni abundante, ni por tasa. Siglos ha ya que me vees, Fortuna, puesto a tus pies; vuélveme a ser venturoso, que será mi ser dichoso si mi fue tornase a es. No quiero otro gusto o gloria, otra palma o vencimiento, otro triunfo, otra vitoria, sino volver al contento que es pesar en mi memoria. Si tú me vuelves allá, Fortuna, templado está todo el rigor de mi fuego, y más si este bien es luego, sin esperar más será. Cosas imposibles pido, pues volver el tiempo a ser después que una vez ha sido, no hay en la tierra poder que a tanto se haya estendido. Corre el tiempo, vuela y va ligero, y no volverá, y erraría el que pidiese, o que el tiempo ya se fuese, o volviese el tiempo ya. Vivo en perpleja vida, ya esperando, ya temiendo es muerte muy conocida, y es mucho mejor muriendo buscar al dolor salida. A mí me fuera interés acabar, mas no lo es, pues, con discurso mejor, me da la vida el temor de lo que será después.
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Se ′l mio fu tornasse all′è Senz′attendere il sarà O venisse il tempo già Di quel ch′essere pur dè!
GLOSA. Come tutto fugge via Fuggì ancor quel ben che un giorno Mi donò sorte non ria; Né più a me fece ritorno Molto o poco il ben di pria. O Fortuna, tu mi vedi Già da secoli a′ tuoi piedi; Deh mi rendi al primo stato! Oh! quant′io sarei beato Se ′l mio fu tornasse all′è. Altra gioia ed altra gloria ′ non vo′; né coglier tento Altra palma, altra vittoria, Fuor che riedere al contento Di cui m′ange la memoria. Se, Fortuna, m′addurrai A quel ben ch′io già provai Temperando il tuo rigore, Godrò allor del tuo favore Senz′attendere il sarà. GLOSA. Ah! pur troppo già m′avvedo; L′impossibile ti chiedo! Corre il tempo, e vola e va, Né mai più ritornerà. E follìa sarebbe il voto Che restasse il tempo immoto O venisse il tempo già. Viver sempre in dubbia sorte Fra speranza e fra timore Ognun sa ch′è un′altra morte; Ben fa dunque chi sen muore E al dolor chiude le porte Util fora assai per me Il finir... ma no, non è, Se ragione il ver m′addita, Mentre il cor dubbioso sta, Il timor mi tiene in vita; Di quel ch′essere potrà.
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En acabando de decir su glosa don Lorenzo, se levantó en pie don Quijote, y, en voz levantada, que parecía grito, asiendo con su mano la derecha de don Lorenzo, dijo.
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Terminata da don Lorenzo la glosa, si alzò don Chisciotte e con voce tanto sonora che pareva un urlo, presolo per la destra mano, gli disse:
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-¡Viven los cielos donde más altos están, mancebo generoso, que sois el mejor poeta del orbe, y que merecéis estar laureado, no por Chipre ni por Gaeta, como dijo un poeta, que Dios perdone, sino por las academias de Atenas, si hoy vivieran, y por las que hoy viven de París, Bolonia y Salamanca! Plega al cielo que los jueces que os quitaren el premio primero, Febo los asaetee y las Musas jamás atraviesen los umbrales de sus casas. Decidme, señor, si sois servido, algunos versos mayores, que quiero tomar de todo en todo el pulso a vuestro admirable ingenio.
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— Vivano i cieli contornati di stelle, garzon generoso, che voi siete il miglior poeta dell′orbe, e meritate la laurea non già in Cipri o in Gaeta, come disse un poeta, cui Dio perdoni, ma nelle accademie di Atene, se oggigiorno vi fossero, o in quelle che sussistono in Parigi, in Bologna e in Salamanca. Voglia Dio che i giudici che vi defraudano del primo premio, vengano colpiti dalle saette di Febo, e che le Muse fuggano per sempre dalle soglie del loro ricetto. Recitatemi, se v′è in grado, o signore, qualche poesia più grave, ché voglio conoscere sin dove si estenda l′ingegno vostro mirabile. »
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¿No es bueno que dicen que se holgó don Lorenzo de verse alabar de don Quijote, aunque le tenía por loco? ¡Oh fuerza de la adulación, a cuánto te estiendes, y cuán dilatados límites son los de tu juridición agradable! Esta verdad acreditó don Lorenzo, pues concedió con la demanda y deseo de don Quijote, diciéndole este soneto a la fábula o historia de Píramo y Tisbe.
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Chi ′l crederebbe che don Lorenzo montò in galloria nell′udire le lodi di don Chisciotte, quantunque lo tenesse per pazzo? Oh forza dell′adulazione, a quanto ti estendi mai! oh come sono ampî i confini della tua allettatrice giurisdizione! Novella prova di questa verità ne diede don Lorenzo, poiché aderendo alle brame di don Chisciotte, disse intorno alla favola o istoria di Piramo e Tisbe un sonetto di questo tenore:
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Soneto . El muro rompe la doncella hermosa que de Píramo abrió el gallardo pecho parte el Amor de Chipre, y va derecho a ver la quiebra estrecha y prodigiosa. Habla el silencio allí, porque no osa la voz entrar por tan estrecho estrecho; las almas sí, que amor suele de hecho facilitar la más difícil cosa. Salió el deseo de compás, y el paso de la imprudente virgen solicita por su gusto su muerte; ved qué historia que a entrambos en un punto, ¡oh estraño caso!, los mata, los encubre y resucita una espada, un sepulcro, una memoria.
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SONNET « L′avvenente fanciullo rompe il muro che aperse il gagliardo petto di Piramo; Amore si parte da Cipro, e va diritto a cercare quell′angusta e prodigiosa apertura. « Ivi parla il silenzio: ché umana voce non osa mettersi per sì strano pertugio; l′animo sì, perché Amore suol rendere agevoli le più difficili cose. « Ma imprudente è il desiderio; e la bella vergine si affretta di correre alla morte: miserando fato! « Tutti e due in un medesimo punto (oh strano caso!), uccide, copre e risuscita, una spada, una tomba, una memoria. »
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-¡Bendito sea Dios! -dijo don Quijote habiendo oído el soneto a don Lorenzo-, que entre los infinitos poetas consumidos que hay, he visto un consumado poeta, como lo es vuesa merced, señor mío; que así me lo da a entender el artificio deste soneto.
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— Sia benedetto il Signore, disse don Chisciotte quand′ebbe inteso il sonetto di don Lorenzo, che fra i poeti di oggidì ne ho conosciuto in vossignoria uno perfetto, il che comprendo dall′artifizio del vostro componimento. »
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Cuatro días estuvo don Quijote regaladísimo en la casa de don Diego, al cabo de los cuales le pidió licencia para irse, diciéndole que le agradecía la merced y buen tratamiento que en su casa había recebido; pero que, por no parecer bien que los caballeros andantes se den muchas horas a ocio y al regalo, se quería ir a cumplir con su oficio, buscando las aventuras, de quien tenía noticia que aquella tierra abundaba, donde esperaba entretener el tiempo hasta que llegase el día de las justas de Zaragoza, que era el de su derecha derrota; y que primero había de entrar en la cueva de Montesinos, de quien tantas y tan admirables cosas en aquellos contornos se contaban, sabiendo e inquiriendo asimismo el nacimiento y verdaderos manantiales de las siete lagunas llamadas comúnmente de Ruidera.
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Stette quattro giorni don Chisciotte trattato con ogni gentilezza in casa di don Diego, a capo dei quali chiese licenza di andarsene, protestando che molto era grato ai tanti favori ottenuti, ma che non convenendo l′ozio e gli agi soverchi agli erranti cavalieri, tornavasene all′officio suo, ch′era quello di andare cercando avventure, delle quali sapeva abbondare assai il paese dove aveva divisato di stare aspettando il dì della giostra di Saragozza cui era indiritto. Volea frattanto viaggiare e penetrar dentro la grotta di Montesino, di cui si raccontavano in quei contorni tante e sì mirabili cose; e voleva conoscere il nascimento e le vere vene delle sette lacune, chiamate comunemente di Ruidera.
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Don Diego y su hijo le alabaron su honrosa determinación, y le dijeron que tomase de su casa y de su hacienda todo lo que en grado le viniese, que le servirían con la voluntad posible; que a ello les obligaba el valor de su persona y la honrosa profesión suya.
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Don Diego ed il suo figlio lodarono altamente questa sua onorevole risoluzione, ed esibirongli di buon cuore quanto potesse essere in casa loro opportuno a fargli conseguire il propostosi fine, mentre si credevano a questo obbligati per lo valore della sua persona e per la onorificenza di sua professione.
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Llegóse, en fin, el día de su partida, tan alegre para don Quijote como triste y aciago para Sancho Panza, que se hallaba muy bien con la abundancia de la casa de don Diego, y rehusaba de volver a la hambre que se usa en las florestas, despoblados, y a la estrecheza de sus mal proveídas alforjas. Con todo esto, las llenó y colmó de lo más necesario que le pareció; y al despedirse dijo don Quijote a don Lorenzo.
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Giunse finalmente il giorno di sua partenza tanto giulivo per don Chisciotte quanto malinconico per Sancio Pancia, il quale trovava tutto il suo conto nell′abbondanza che regnava in casa di don Diego. Gli doleva di tornare alla fame che si patisce nelle foreste e nei deserti, ed alla scarsità delle sue mal provvedute bisacce, le quali a buon conto fornì a dovizia di tutto quello che gli parve più necessario. Nel licenziarsi disse don Chisciotte a don Lorenzo:
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-No sé si he dicho a vuesa merced otra vez, y si lo he dicho lo vuelvo a decir, que cuando vuesa merced quisiere ahorrar caminos y trabajos para llegar a la inacesible cumbre del templo de la Fama, no tiene que hacer otra cosa sino dejar a una parte la senda de la poesía, algo estrecha, y tomar la estrechísima de la andante caballería, bastante para hacerle emperador en daca las pajas.
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— Non so se altra volta io abbia detto alla signoria vostra, e, se lo dissi, or lo ripeto, che quando vogliate risparmiare la fatica del cammino e dei travagli per giugnere alla inaccessibile vetta del tempio della Fama, altro non vi è mestieri se non se lasciar da parte il sentiere della poesia ch′è un po′ stretto, per battere quello strettissimo della errante cavalleria, la quale può in tratto farvi diventare imperadore. »
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Con estas razones acabó don Quijote de cerrar el proceso de su locura, y más con las que añadió, diciendo.
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Con questo avvertimento terminò don Chisciotte di chiudere il processo della sua pazzia ed ancora più col seguente:
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-Sabe Dios si quisiera llevar conmigo al señor don Lorenzo, para enseñarle cómo se han de perdonar los sujetos, y supeditar y acocear los soberbios, virtudes anejas a la profesión que yo profeso; pero, pues no lo pide su poca edad, ni lo querrán consentir sus loables ejercicios, sólo me contento con advertirle a vuesa merced que, siendo poeta, podrá ser famoso si se guía más por el parecer ajeno que por el propio, porque no hay padre ni madre a quien sus hijos le parezcan feos, y en los que lo son del entendimiento corre más este engaño.
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— Dio sa quanto vivo sia in me il desiderio di volere a compagno mio don Lorenzo per insegnargli la gran dottrina di perdonare ai suggetti e calpestare i superbi, virtù innate nella mia professione; ma non permettendolo questa sua verde età, né gli altri suoi lodevoli esercizi, mi limiterò ad avvertirlo, ch′essendo poeta e volendo pervenire a celebrità, dee valutare più l′altrui che il proprio parere: non vi ha padre, non vi ha madre cui paiano brutti i propri figliuoli, e tanto più si trova il poeta in quest′inganno quanto più l′ingegno è mediocre. »
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De nuevo se admiraron padre y hijo de las entremetidas razones de don Quijote, ya discretas y ya disparatadas, y del tema y tesón que llevaba de acudir de todo en todo a la busca de sus desventuradas aventuras, que las tenía por fin y blanco de sus deseos. Reiteráronse los ofrecimientos y comedimientos, y, con la buena licencia de la señora del castillo, don Quijote y Sancho, sobre Rocinante y el rucio, se partieron.
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Fecero nuove maraviglie padre e figliuolo della ineguaglianza dei ragionamenti di don Chisciotte, ora saggi ora spropositati; e della pertinace sua risoluzione di andare in cerca di sventurate venture, che formavano l′unico fine e la sola mira dei suoi pensamenti. Si reiterarono le offerte reciproche, e con buona licenza della padrona del castello, don Chisciotte sopra Ronzinante e Sancio sopra il leardo se ne partirono.
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II. Capítulo XIX. Donde se cuenta la aventura del pastor enamorado, con otros en verdad graciosos sucesos.
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CAPITOLO XIX AVVENTURA DEL PASTORE INNAMORATO, CON ALTRI VERI E GRAZIOSI SUCCESSI.
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Poco trecho se había alongado don Quijote del lugar de don Diego, cuando encontró con dos como clérigos o como estudiantes y con dos labradores que sobre cuatro bestias asnales venían caballeros. El uno de los estudiantes traía, como en portamanteo, en un lienzo de bocací verde envuelto, al parecer, un poco de grana blanca y dos pares de medias de cordellate; el otro no traía otra cosa que dos espadas negras de esgrima, nuevas, y con sus zapatillas. Los labradores traían otras cosas, que daban indicio y señal que venían de alguna villa grande, donde las habían comprado, y las llevaban a su aldea; y así estudiantes como labradores cayeron en la misma admiración en que caían todos aquellos que la vez primera veían a don Quijote, y morían por saber qué hombre fuese aquél tan fuera del uso de los otros hombres.
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Di poco si era don Chisciotte scostato dal paese di don Diego quando si avvenne in due persone vestite a foggia di chierici o di studenti accompagnate da due contadini, tutti portati da cavalcature dalle orecchie lunghe. Uno dei giovani studenti aveva con sé un portamantello di panno con tela bottana verde, il quale, per quanto si seppe poi, non altro conteneva che qualche abito e due paia di calze rigate. L′altro recava seco due spade non punto affilate, e ad uso di scherma, coi loro bottoni. Avevano i contadini altre cose indicanti che venivano da qualche grande città dove le avevano comperate per portarle al contado. Sì gli studenti che i contadini rimasero attoniti, come solevano fare tutti coloro che vedevano don Chisciotte per la prima volta; e morivano di voglia di sapere chi fosse un uomo sì fuori dell′uso degli altri.
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Saludóles don Quijote, y, después de saber el camino que llevaban, que era el mesmo que él hacía, les ofreció su compañía, y les pidió detuviesen el paso, porque caminaban más sus pollinas que su caballo; y, para obligarlos, en breves razones les dijo quién era, y su oficio y profesión, que era de caballero andante que iba a buscar las aventuras por todas las partes del mundo. Díjoles que se llamaba de nombre propio don Quijote de la Mancha, y por el apelativo, el Caballero de los Leones. Todo esto para los labradores era hablarles en griego o en jerigonza, pero no para los estudiantes, que luego entendieron la flaqueza del celebro de don Quijote; pero, con todo eso, le miraban con admiración y con respecto, y uno dellos le dijo.
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Don Chisciotte li salutò, e dopo avere inteso dove erano diretti, e che marciavano appunto per la strada a cui egli stesso s′incamminava, si offerse loro compagno, pregandoli di rallentare un po′ il passo giacché le loro asine camminavano più del suo cavallo. Per obbligarli con poche parole li mise al fatto dell′essere suo e della sua professione ed officio, ch′era di cavaliere errante in cerca di venture per le quattro parti del mondo. Disse loro che chiamavasi don Chisciotte della Mancia per nome proprio, e per soprannome il cavaliere dai Leoni. Tutto questo era pei contadini linguaggio greco o in gergo, ma non già per gli studenti, che da ciò argomentarono come stesse il cervello di don Chisciotte. Guardavanlo con tutto ciò con istupore e con rispetto, ed uno di loro gli disse:
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-Si vuestra merced, señor caballero, no lleva camino determinado, como no le suelen llevar los que buscan las aventuras, vuesa merced se venga con nosotros verá una de las mejores bodas y más ricas que hasta el día de hoy se habrán celebrado en la Mancha, ni en otras muchas leguas a la redonda.
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— Se vossignoria, signor cavaliere, non ha strada determinata come suol essere di chi va cercando venture, si accompagni a noi, e vedrà una delle più belle e ricche nozze che sino al dì d′oggi si sieno festeggiate qui nella Mancia o in altri luoghi di questi contorni. »
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Preguntóle don Quijote si eran de algún príncipe, que así las ponderaba.
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Dimandò don Chisciotte se fossero di un qualche principe che le rendesse tanto famose.
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-No son -respondió el estudiante- sino de un labrador y una labradora él, el más rico de toda esta tierra; y ella, la más hermosa que han visto los hombres. El aparato con que se han de hacer es estraordinario y nuevo, porque se han de celebrar en un prado que está junto al pueblo de la novia, a quien por excelencia llaman Quiteria la hermosa, y el desposado se llama Camacho el rico; ella de edad de diez y ocho años, y él de veinte y dos; ambos para en uno, aunque algunos curiosos que tienen de memoria los linajes de todo el mundo quieren decir que el de la hermosa Quiteria se aventaja al de Camacho; pero ya no se mira en esto, que las riquezas son poderosas de soldar muchas quiebras. En efecto, el tal Camacho es liberal y hásele antojado de enramar y cubrir todo el prado por arriba, de tal suerte que el sol se ha de ver en trabajo si quiere entrar a visitar las yerbas verdes de que está cubierto el suelo. Tiene asimesmo maheridas danzas, así de espadas como de cascabel menudo, que hay en su pueblo quien los repique y sacuda por estremo; de zapateadores no digo nada, que es un juicio los que tiene muñidos; pero ninguna de las cosas referidas ni otras muchas que he dejado de referir ha de hacer más memorables estas bodas, sino las que imagino que hará en ellas el despechado Basilio. Es este Basilio un zagal vecino del mesmo lugar de Quiteria, el cual tenía su casa pared y medio de la de los padres de Quiteria, de donde tomó ocasión el amor de renovar al mundo los ya olvidados amores de Píramo y Tisbe, porque Basilio se enamoró de Quiteria desde sus tiernos y primeros años, y ella fue correspondiendo a su deseo con mil honestos favores, tanto, que se contaban por entretenimiento en el pueblo los amores de los dos niños Basilio y Quiteria. Fue creciendo la edad, y acordó el padre de Quiteria de estorbar a Basilio la ordinaria entrada que en su casa tenía; y, por quitarse de andar receloso y lleno de sospechas, ordenó de casar a su hija con el rico Camacho, no pareciéndole ser bien casarla con Basilio, que no tenía tantos bienes de fortuna como de naturaleza; pues si va a decir las verdades sin invidia, él es el más ágil mancebo que conocemos gran tirador de barra, luchador estremado y gran jugador de pelota; corre como un gamo, salta más que una cabra y birla a los bolos como por encantamento; canta como una calandria, y toca una guitarra, que la hace hablar, y, sobre todo, juega una espada como el más pintado.
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— No, signore, ma di un contadino e di una contadina, rispose lo studente; egli però è il più ricco di questo paese, ed è la giovane la più bella che siasi mai veduta: nuovo e straordinario è il loro apparato, dovendo celebrarsi in un prato vicino al paese della sposa, la quale è per eccellenza chiamata Chilteria la bella, e lo sposo Camaccio il ricco. Conta la giovane l′età d′intorno a diciott′anni e lo sposo ventidue; sono di eguale condizione, tuttoché certi investigatori che vogliono conoscere le prosapie di tutto il mondo sostengano che più distinta è la nascita della bella Chilteria di quella del Camaccio; ma non è da farsi molto caso di ciò mentre le ricchezze servono a rimediare a molte rotture. In effetto questo Camaccio è uomo assai liberale, e gli è venuto il capriccio di coprire tutto il prato con rami e con frondi di modo che il sole ha da durar fatica per visitare co′ suoi raggi le verdi erbe dalle quali resta coperto il suolo. Apprestò egli danze moresche sì di spade che di piccoli sonagli, essendovi nel suo paese chi mirabilmente si esercita in questi allegri giuochi; e non dico niente dei nostri sgambettanti che dimenano e si percuotono le gambe con insolita maraviglia, e faranno crescere la esultanza. Nessuna poi delle riferite cose, né altre molte delle quali voglio intralasciare di farvi parola, ha da render tanto memorabili queste nozze quanto quello che attendesi di veder farsi dal disperato Basilio. Èquesto Basilio un pastore che soggiorna nello stesso paese di Chilteria, di dove prese occasione Amore di rinnovare al mondo l′istoria di Piramo e Tisbe, poiché Basilio si innamorò di Chilteria fino dai suoi teneri anni, ed ella gli corrispose con mille onesti favori, tanto che erano un gradito intrattenimento degli abitanti gli amori dei due fanciulli Basilio e Chilteria. Andò crescendo l′età, e il padre di Chilteria stabilì di vietare a Basilio il consueto accesso che aveva in casa, e per non lasciargli né dubbi né speranze, determinò di accasare la figliuola col ricco Camaccio, non piacendogli il partito di Basilio, perché non possedeva tanti doni di fortuna quanti di cuore. Senza che la verità sia adombrata da invidia bisogna però confessare ch′egli è il più svelto giovane da noi conosciuto: gran lanciatore del palo, lottatore eccellente, bravo giuocatore di palla; corre come un daino, salta più di una capra, e truccia i rulli che è un incanto: canta come una calandra, tocca la chitarra in modo da farla parlare, e soprattutto maneggia la spada quanto ogni altro schermitore famoso.
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-Por esa sola gracia -dijo a esta sazón don Quijote-, merecía ese mancebo no sólo casarse con la hermosa Quiteria, sino con la mesma reina Ginebra, si fuera hoy viva, a pesar de Lanzarote y de todos aquellos que estorbarlo quisieran.
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— Per questo titolo solo, disse don Chisciotte, meriterebbe un tal giovane di maritarsi non pure colla bella Chilteria, ma colla stessa regina Ginevra, se oggi vivesse, a dispetto di Lancilotto e di quanti ne lo volessero scompigliare.
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-¡A mi mujer con eso! -dijo Sancho Panza, que hasta entonces había ido callando y escuchando-, la cual no quiere sino que cada uno case con su igual, ateniéndose al refrán que dicen "cada oveja con su pareja". Lo que yo quisiera es que ese buen Basilio, que ya me le voy aficionando, se casara con esa señora Quiteria; que buen siglo hayan y buen poso, iba a decir al revés, los que estorban que se casen los que bien se quieren.
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— Sì, sì; e bisognerebbe dirlo a mia moglie, disse Sancio ch′era stato sempre tacendo e ascoltando, la quale non vuole che si facciano matrimoni disuguali, perché si attiene al proverbio che dice: tal guaina tal coltello! Sarebbe stato opportuno che questo Basilio dabbene, cui mi vo già affezionando, si maritasse con questa signora Chilteria; che abbiano mille malanni coloro che si oppongono ai matrimoni tra le persone che si vogliono bene.
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-Si todos los que bien se quieren se hubiesen de casar -dijo don Quijote-, quitaríase la eleción y juridición a los padres de casar sus hijos con quien y cuando deben; y si a la voluntad de las hijas quedase escoger los maridos, tal habría que escogiese al criado de su padre, y tal al que vio pasar por la calle, a su parecer, bizarro y entonado, aunque fuese un desbaratado espadachín; que el amor y la afición con facilidad ciegan los ojos del entendimiento, tan necesarios para escoger estado, y el del matrimonio está muy a peligro de errarse, y es menester gran tiento y particular favor del cielo para acertarle. Quiere hacer uno un viaje largo, y si es prudente, antes de ponerse en camino busca alguna compañía segura y apacible con quien acompañarse; pues, ¿por qué no hará lo mesmo el que ha de caminar toda la vida, hasta el paradero de la muerte, y más si la compañía le ha de acompañar en la cama, en la mesa y en todas partes, como es la de la mujer con su marido? La de la propia mujer no es mercaduría que una vez comprada se vuelve, o se trueca o cambia, porque es accidente inseparable, que dura lo que dura la vida es un lazo que si una vez le echáis al cuello, se vuelve en el nudo gordiano, que si no le corta la guadaña de la muerte, no hay desatarle. Muchas más cosas pudiera decir en esta materia, si no lo estorbara el deseo que tengo de saber si le queda más que decir al señor licenciado acerca de la historia de Basilio.
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— Se tutti quelli che si vogliono bene, disse don Chisciotte, si avessero a maritare, sarebbe tolta la elezione e il diritto ai genitori; e se alle giovani si lasciasse libera la scelta degli sposi una si mariterebbe col servitore di casa, ed altra con quello che vedesse passare per la strada, e che avesse l′aria di albagioso e galante, fosse pur anche null′altro che uno sguaiato spadaccino. L′amore accieca facilmente gli occhi dell′intelletto, i più necessari per eleggere lo stato, ed è facile l′inciampare in quello del matrimonio che più degli altri ha bisogno di fino discernimento e di particolar favore del cielo perché riesca in bene. Uno che imprenda lungo cammino, quando sia fornito di prudenza, cerca prima un sicuro e geniale compagno con cui accontarsi: e perché non deesi regolare in tal modo chi ha da percorrere lo spazio dell′intera sua vita? e tanto più che la sua compagna ha da essergli indivisibile in letto, alla mensa, da per tutto, com′è dovere della moglie rispetto al marito. Una moglie non è altrimenti mercatanzia che comperata una volta si restituisca, si ritorni o si cambi, ma dura sino alla morte: è un cappio che messo al collo una volta si tramuta nel nodo gordiano, il quale non si scioglie senza tagliarlo, ed inutile è ogni sforzo per isciorlo. Molte e maggiori cose potrei dire su questo argomento se non fosse il desiderio in cui sono di sapere se altro rimanga a dirci dal signor dottore intorno alla istoria di Basilio. »
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A lo que respondió el estudiante bachiller, o licenciado, como le llamó don Quijote, que.
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Lo studente o baccelliere o dottore, come lo chiamò don Chisciotte, rispose che altro non gli restava da soggiungere se non
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-De todo no me queda más que decir sino que desde el punto que Basilio supo que la hermosa Quiteria se casaba con Camacho el rico, nunca más le han visto reír ni hablar razón concertada, y siempre anda pensativo y triste, hablando entre sí mismo, con que da ciertas y claras señales de que se le ha vuelto el juicio come poco y duerme poco, y lo que come son frutas, y en lo que duerme, si duerme, es en el campo, sobre la dura tierra, como animal bruto; mira de cuando en cuando al cielo, y otras veces clava los ojos en la tierra, con tal embelesamiento, que no parece sino estatua vestida que el aire le mueve la ropa. En fin, él da tales muestras de tener apasionado el corazón, que tememos todos los que le conocemos que el dar el sí mañana la hermosa Quiteria ha de ser la sentencia de su muerte.
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che Basilio dal momento in cui seppe che al ricco Camaccio si faceva sposa Chilteria, più non fu visto a ridere né udito dir cosa a proposito: sempre mesto e pensieroso parla fra sé, e dà certi chiari indizi di essere uscito di senno: poco mangia e poco dorme; le frutta sono il suo cibo, e la nuda terra, come se fosse un bruto, è il luogo dove dorme se però dorme: alza gli occhi al cielo di tanto in tanto e talvolta li fissa in terra così stupito e assorto che giudicherebbesi statua se il vento non facesse svolazzare i panni del suo vestito: in fine dà tali segni di aver trafitto il cuore, che tutti noi temiamo purtroppo che il sì che domani pronunzierà la bella Chilteria sarà la sentenza della sua morte.
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-Dios lo hará mejor -dijo Sancho-; que Dios, que da la llaga, da la medicina; nadie sabe lo que está por venir de aquí a mañana muchas horas hay, y en una, y aun en un momento, se cae la casa; yo he visto llover y hacer sol, todo a un mesmo punto; tal se acuesta sano la noche, que no se puede mover otro día. Y díganme, ¿por ventura habrá quien se alabe que tiene echado un clavo a la rodaja de la Fortuna? No, por cierto; y entre el sí y el no de la mujer no me atrevería yo a poner una punta de alfiler, porque no cabría. Denme a mí que Quiteria quiera de buen corazón y de buena voluntad a Basilio, que yo le daré a él un saco de buena ventura que el amor, según yo he oído decir, mira con unos antojos que hacen parecer oro al cobre, a la pobreza riqueza, y a las lagañas perlas.
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— Non vi saranno tanti malanni, disse Sancio, ché Dio manda il male e la medicina, nessuno sa quello che ha da essere; da qui a dimani passano molte ore: in un momento casca una casa; nello stesso dì piove e apparisce il sole; un tale va la sera a letto sano e di buona voglia, e ′l giorno dopo si può appena muovere. Favoriscano dirmi: vi è qui alcuno che vanti di avere posto un chiodo alla ruota della fortuna? no certamente, e fra il sì e ′l no di una donna non mi arrischierei di mettere una punta di ago perché non ci capirebbe. S′egli è vero che Chilteria ama Basilio, io do a lui un sacco di buona ventura; ché l′amore, per quanto ho sempre inteso dire, guarda con certi occhiali che fanno parere oro il rame, ricchezza la povertà, perle la cispa.
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-¿Adónde vas a parar, Sancho, que seas maldito? -dijo don Quijote-; que cuando comienzas a ensartar refranes y cuentos, no te puede esperar sino el mesmo Judas, que te lleve. Dime, animal, ¿qué sabes tú de clavos, ni de rodajas, ni de otra cosa ninguna.
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— Dove, disse don Chisciotte, dove vai tu a parare, Sancio mio, che sei pur l′importuno quando cominci a sciorinare proverbi e ad infilzare sermoni? Dimmi per l′anima di Giuda, animalaccio vero e reale, e che sai tu di chiodi e di ruote della cieca Fortuna?
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-¡Oh! Pues si no me entienden -respondió Sancho-, no es maravilla que mis sentencias sean tenidas por disparates. Pero no importa yo me entiendo, y sé que no he dicho muchas necedades en lo que he dicho; sino que vuesa merced, señor mío, siempre es friscal de mis dichos, y aun de mis hechos.
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— Oh se poi non m′intendono, rispose Sancio, non è meraviglia che le mie sentenze sieno tenute per spropositi; ma non importa: m′intendo io, e so che non ho mica dette balordaggini in quello che ho proferito, e la signoria vostra, signor mio, non è altro che un eterno friscale delle mie parole e delle mie azioni
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-Fiscal has de decir -dijo don Quijote-, que no friscal, prevaricador del buen lenguaje, que Dios te confunda.
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— Fiscale hai a dire, soggiunse don Chisciotte, e non friscale, guastatore del buon linguaggio che Dio ti confonda.
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-No se apunte vuestra merced conmigo -respondió Sancho-, pues sabe que no me he criado en la Corte, ni he estudiado en Salamanca, para saber si añado o quito alguna letra a mis vocablos. Sí, que, ¡válgame Dios!, no hay para qué obligar al sayagués a que hable como el toledano, y toledanos puede haber que no las corten en el aire en esto del hablar polido.
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— Non se la pigli con me, rispose Sancio, poiché ella sa bene che io non sono allevato alla Corte né ho fatto i miei studi in Salamanca per sapere se io aggiunga o levi via qualche lettera ai miei vocaboli: non è poi conveniente che ella obblighi il Saiaguese a parlare come il Toledano, e potrebbe darsi che vi fossero dei Toledani mal parlatori.
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-Así es -dijo el licenciado-, porque no pueden hablar tan bien los que se crían en las Tenerías y en Zocodover como los que se pasean casi todo el día por el claustro de la Iglesia Mayor, y todos son toledanos. El lenguaje puro, el propio, el elegante y claro, está en los discretos cortesanos, aunque hayan nacido en Majalahonda dije discretos porque hay muchos que no lo son, y la discreción es la gramática del buen lenguaje, que se acompaña con el uso. Yo, señores, por mis pecados, he estudiado Cánones en Salamanca, y pícome algún tanto de decir mi razón con palabras claras, llanas y significantes.
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— La cosa passa così per lo appunto, disse il dottore, perché non parlano a uno stesso modo quelli che si allevano tra i cuoiai e stanno in Toledo sulla piazza di Zoccodover, e quelli che passeggiano tuttogiorno pel chiostro del duomo; eppure sono tutti toledani. Il linguaggio puro, proprio elegante e chiaro sta in bocca dei giudiziosi cortigiani, sebbene fossero nati in qualche contado: e dissi giudiziosi, perché vi hanno molti che tali non sono. Il fino discernimento è la vera grammatica del buon linguaggio che si accompagna coll′uso: io, o signori, per mia ventura ne ho studiato i canoni in Salamanca, e mi do qualche vanto di spiegare il mio concetto con parole chiare, piane ed espressive.
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-Si no os picáredes más de saber más menear las negras que lleváis que la lengua -dijo el otro estudiante-, vos llevárades el primero en licencias, como llevastes cola.
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— Se vi deste vanto, disse allora l′altro baccelliere, di saper così bene maneggiare la spada di scherma che portate con voi come il linguaggio, potreste, signor prosuntuoso, essere non so se più dottore o maestro.
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-Mirad, bachiller -respondió el licenciado- vos estáis en la más errada opinión del mundo acerca de la destreza de la espada, teniéndola por vana.
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— Riflettete, signor Corcuelo, rispose il dottore, che siete nella più erronea e falsa opinione intorno alla destrezza della spada, se voi lo credete un esercizio da non farne alcun conto.
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-Para mí no es opinión, sino verdad asentada -replicó Corchuelo-; y si queréis que os lo muestre con la experiencia, espadas traéis, comodidad hay, yo pulsos y fuerzas tengo, que acompañadas de mi ánimo, que no es poco, os harán confesar que yo no me engaño. Apeaos, y usad de vuestro compás de pies, de vuestros círculos y vuestros ángulos y ciencia; que yo espero de haceros ver estrellas a mediodía con mi destreza moderna y zafia, en quien espero, después de Dios, que está por nacer hombre que me haga volver las espaldas, y que no le hay en el mundo a quien yo no le haga perder tierra.
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— Per me non è erronea opinione, ma verità dimostrata, replicò l′altro; e se volete che io ve lo provi col fatto, avete delle spade, ed io ho opportunità di farlo; e vi aggiungo che non mi mancano né polso né forza non disgiunti dal coraggio per astringervi a confessare ch′io non vado errato altramente; smontate e servitevi del compasso dei vostri piedi, dei vostri circoli, dei vostri angoli e della vostra scienza, ch′io ho speranza di farvi vedere le stelle di bel mezzogiorno; e mercé la mia lestezza moderna e la mia scuola, confido che non sia ancora nato un uomo che mi astringa a voltare le spalle, anzi che non sia da me costretto a fuggire.
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-En eso de volver, o no, las espaldas no me meto -replico el diestro-; aunque podría ser que en la parte donde la vez primera clavásedes el pie, allí os abriesen la sepultura quiero decir que allí quedásedes muerto por la despreciada destreza.
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— Io non so di voltare o no le spalle, replicò l′addottrinato, tuttoché addivenire potrebbe che dove per la prima volta conficcaste il piede vi attendesse la sepoltura, e voglio dire che voi restaste morto senza bisogno di tante lestezze e di tante scuole moderne.
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-Ahora se verá -respondió Corchuelo.
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— Ora si vedrà, rispose Corcuelo:
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Y, apeándose con gran presteza de su jumento, tiró con furia de una de las espadas que llevaba el licenciado en el suyo.
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e smontato dal suo giumento cavò fuora con furia una di quelle spade che il maestro portava sul suo.
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-No ha de ser así -dijo a este instante don Quijote-, que yo quiero ser el maestro desta esgrima, y el juez desta muchas veces no averiguada cuestión.
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— La cosa non deve andare di questo modo, disse don Chisciotte a tal punto; ché io voglio esser il maestro di questa scherma e il giudice di questa molte volte agitata e non mai decisa questione. »
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Y, apeándose de Rocinante y asiendo de su lanza, se puso en la mitad del camino, a tiempo que ya el licenciado, con gentil donaire de cuerpo y compás de pies, se iba contra Corchuelo, que contra él se vino, lanzando, como decirse suele, fuego por los ojos. Los otros dos labradores del acompañamiento, sin apearse de sus pollinas, sirvieron de aspetatores en la mortal tragedia. Las cuchilladas, estocadas, altibajos, reveses y mandobles que tiraba Corchuelo eran sin número, más espesas que hígado y más menudas que granizo. Arremetía como un león irritado, pero salíale al encuentro un tapaboca de la zapatilla de la espada del licenciado, que en mitad de su furia le detenía, y se la hacía besar como si fuera reliquia, aunque no con tanta devoción como las reliquias deben y suelen besarse.
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Smontato da Ronzinante, e presa la lancia, si pose in mezzo alla strada quando già il dottore con bella positura di corpo e con passo composto se ne andava ad incontrare Corcuelo, il quale veniva alla volta sua gettando, come suol dirsi, fuoco dagli occhi. Gli altri due contadini della compagnia, senza smontare dalle asine, servirono di spettatori alla mortale tragedia. Le coltellate, le stoccate, i soprammani, i rovesci e le imbroccate che tirava Corcuelo erano senza numero: più spesse che nebbia, più minute che gragnuola. Assaliva come un attizzato leone, ma gli usciva all′incontro una stoccata col bottone della spada del maestro che lo tratteneva nel bel mezzo della sua furia, e gli faceva baciare la spada come se fosse stata una reliquia, benché con non eguale divozione.
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Finalmente, el licenciado le contó a estocadas todos los botones de una media sotanilla que traía vestida, haciéndole tiras los faldamentos, como colas de pulpo; derribóle el sombrero dos veces, y cansóle de manera que de despecho, cólera y rabia asió la espada por la empuñadura, y arrojóla por el aire con tanta fuerza, que uno de los labradores asistentes, que era escribano, que fue por ella, dio después por testimonio que la alongó de sí casi tres cuartos de legua; el cual testimonio sirve y ha servido para que se conozca y vea con toda verdad cómo la fuerza es vencida del arte.
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Finalmente il maestro gli contò colle stoccate tutti i bottoni di una mezza sottana che aveva indosso, facendo mille strisce della sua falda; gli fece cadere a terra due volte il cappello, e lo straccò di maniera che per la rabbia, il dispetto e la furia, prese la spada per l′impugnatura, e la gettò in aria con tanta forza che uno dei contadini assistenti il quale era scrivano, e che andò per essa, fece poi testimonianza che trovossi di là discosta quasi tre quarti di lega: testimonio che servì e serve a provare senza contrasto che la forza è superata dall′arte.
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Sentóse cansado Corchuelo, y llegándose a él Sancho, le dijo.
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Stanco, si mise a sedere Corcuelo, ed essendoglisi avvicinato Sancio, gli disse:
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-Mía fe, señor bachiller, si vuesa merced toma mi consejo, de aquí adelante no ha de desafiar a nadie a esgrimir, sino a luchar o a tirar la barra, pues tiene edad y fuerzas para ello; que destos a quien llaman diestros he oído decir que meten una punta de una espada por el ojo de una aguja.
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— In verità, signor baccelliere, che se la signoria vostra prende il mio consiglio, da qua in avanti non isfiderà più alcuno alla scherma, ma piuttosto alla lotta od a lanciare il palo: bisogna lasciare il mestiere a chi lo sa fare, né è da intrigarsi con ischermitori tanto lesti e tanto pronti che t′infilzano colla punta della spada la cruna di un ago.
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-Yo me contento -respondió Corchuelo- de haber caído de mi burra, y de que me haya mostrado la experiencia la verdad, de quien tan lejos estaba.
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— Mi contento, disse Corcuelo, di essere uscito d′inganno, e che l′esperienza mi abbia fatto conoscere una verità che era da me troppo rimota. »
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Y, levantándose, abrazó al licenciado, y quedaron más amigos que de antes, y no queriendo esperar al escribano, que había ido por la espada, por parecerle que tardaría mucho; y así, determinaron seguir, por llegar temprano a la aldea de Quiteria, de donde todos eran.
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Alzatosi allora abbracciò il dottore, e rimasero più amici di prima, né vollero attendere lo scrivano il quale era andato in cerca della spada, sembrando loro che tardato avrebbe soverchiamente. Stabilirono intanto di seguitar il cammino per non arrivare di notte al paese di Chilteria, patria di tutta quella gente.
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En lo que faltaba del camino, les fue contando el licenciado las excelencias de la espada, con tantas razones demostrativas y con tantas figuras y demostraciones matemáticas, que todos quedaron enterados de la bondad de la ciencia, y Corchuelo reducido de su pertinacia.
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Durante il resto del viaggio provò il dottore l′eccellenza della spada con ragioni di sì grande evidenza e con tante figure e dimostrazioni matematiche, che tutti ne rimasero convinti, e Corcuelo si pentì della sua ostinazione.
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Era anochecido, pero antes que llegasen les pareció a todos que estaba delante del pueblo un cielo lleno de inumerables y resplandecientes estrellas. Oyeron, asimismo, confusos y suaves sonidos de diversos instrumentos, como de flautas, tamborinos, salterios, albogues, panderos y sonajas; y cuando llegaron cerca vieron que los árboles de una enramada, que a mano habían puesto a la entrada del pueblo, estaban todos llenos de luminarias, a quien no ofendía el viento, que entonces no soplaba sino tan manso que no tenía fuerza para mover las hojas de los árboles. Los músicos eran los regocijadores de la boda, que en diversas cuadrillas por aquel agradable sitio andaban, unos bailando, y otros cantando, y otros tocando la diversidad de los referidos instrumentos.
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Sopraggiunta era la notte, e nell′avvicinarsi sembrò a tutti che di sopra alla loro testa stesse un cielo seminato d′innumerevoli e risplendenti stelle. Udirono similmente confusi e soavi suoni di vari strumenti, come di flauti, tamburi, salterî, timpani, cimbali e sonagliuzzi. Giunti più da vicino videro che gli alberi di un frascato piantato a mano all′ingresso del paese, erano tutti ricchi di lumi, i quali erano mossi ma non già spenti da un lieve soffio di vento. I musici erano i rallegratori delle nozze, che in diversi carri se ne andavano per quel luogo piacevole, altri danzando, altri cantando, ed altri toccando i diversi già accennati strumenti.
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En efecto, no parecía sino que por todo aquel prado andaba corriendo la alegría y saltando el contento. Otros muchos andaban ocupados en levantar andamios, de donde con comodidad pudiesen ver otro día las representaciones y danzas que se habían de hacer en aquel lugar dedicado para solenizar las bodas del rico Camacho y las exequias de Basilio. No quiso entrar en el lugar don Quijote, aunque se lo pidieron así el labrador como el bachiller; pero él dio por disculpa, bastantísima a su parecer, ser costumbre de los caballeros andantes dormir por los campos y florestas antes que en los poblados, aunque fuese debajo de dorados techos; y con esto, se desvió un poco del camino, bien contra la voluntad de Sancho, viniéndosele a la memoria el buen alojamiento que había tenido en el castillo o casa de don Diego.
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In effetto scorgeasi assai chiaramente che la letizia e la gioia regnavano insieme in quel prato. Si occupavano molti nell′erigere palchi dai quali nel dì susseguente potessero con agio godersi le rappresentazioni e le danze, che seguir doveano in quel luogo dedicato a solennizzare le belle nozze del ricco Camaccio, e le meste esequie di Basilio. Non volle don Chisciotte entrare nel paese, benché caldamente ne lo pregassero il contadino ed il baccelliere; ma per iscusarsene al parer suo sufficientemente, mise in campo la costumanza dei cavalieri erranti di dormire per le campagne e per le foreste piuttostoché nei luoghi popolosi, quand′anche fosse loro offerto l′asilo sotto tetti dorati.
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II. Capítulo XX. Donde se cuentan las bodas de Camacho el rico, con el suceso de Basilio el pobre.
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CAPITOLO XX NOZZE DI CAMACCIO IL RICCO, ED AVVENIMENTO DI BASILIO IL POVERO.
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Apenas la blanca aurora había dado lugar a que el luciente Febo, con el ardor de sus calientes rayos, las líquidas perlas de sus cabellos de oro enjugase, cuando don Quijote, sacudiendo la pereza de sus miembros, se puso en pie y llamó a su escudero Sancho, que aún todavía roncaba; lo cual visto por don Quijote, antes que le despertase, le dijo.
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Appena la bianca aurora aveva ceduto il luogo al rilucente Febo, affinché coll′ardore de′ suoi lucenti e caldi raggi asciugasse le liquide perle dei suoi capelli d′oro, don Chisciotte, scuotendo la pigrezza delle sue membra, rizzossi in piè, e chiamò il suo scudiere Sancio, il quale tuttavia stava ronfando. Vedutolo dormire a quel modo, prima di svegliarlo sclamò:
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-¡Oh tú, bienaventurado sobre cuantos viven sobre la haz de la tierra, pues sin tener invidia ni ser invidiado, duermes con sosegado espíritu, ni te persiguen encantadores, ni sobresaltan encantamentos! Duerme, digo otra vez, y lo diré otras ciento, sin que te tengan en contina vigilia celos de tu dama, ni te desvelen pensamientos de pagar deudas que debas, ni de lo que has de hacer para comer otro día tú y tu pequeña y angustiada familia. Ni la ambición te inquieta, ni la pompa vana del mundo te fatiga, pues los límites de tus deseos no se estienden a más que a pensar tu jumento; que el de tu persona sobre mis hombros le tienes puesto contrapeso y carga que puso la naturaleza y la costumbre a los señores. Duerme el criado, y está velando el señor, pensando cómo le ha de sustentar, mejorar y hacer mercedes. La congoja de ver que el cielo se hace de bronce sin acudir a la tierra con el conveniente rocío no aflige al criado, sino al señor, que ha de sustentar en la esterilidad y hambre al que le sirvió en la fertilidad y abundancia.
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« Oh tu bene avventurato sopra quanti vivono sulla faccia della terra, perché senza invidiare né essere invidiato, riposando stai con tranquillo sonno, né incantatori ti perseguitano, né ti agitano incantamenti! Dormi, tel dico, te lo ripeto, ed altre cento volte te lo andrò ripetendo, dormi senzaché ti tengano in perpetua veglia le gelosie per la tua dama, o ti destino pensieri affannosi di debiti, o la cura d′alimentare te e la tua piccola ed angustiata famiglia! Ora né l′ambizione t′inquieta, né ti molestano le vane pompe del mondo, poiché i tuoi desiderî non si estendono oltre il pensiero del tuo asino, mentre quello della tua persona l′hai posto tutto sulle mie spalle: gravezza e carico che la natura e il costume appoggiarono ai grandi. Dorme il servo e sta vegliando il padrone, e pensa al modo di sostenerlo, di migliorarne lo stato e di concedergli qualche favore. L′angustia di vedere che il cielo si fa di bronzo, e nega alla terra la necessaria rugiada, non affligge il servo, ma sì bene il padrone, che dee in mezzo alla sterilità e alla fame aver cura di colui della cui opera si è servito nel tempo della fertilità e dell′abbondanza. »
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A todo esto no respondió Sancho, porque dormía, ni despertara tan presto si don Quijote con el cuento de la lanza no le hiciere volver en sí. Despertó, en fin, soñoliento y perezoso, y, volviendo el rostro a todas partes, dijo.
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Niente rispondeva Sancio a tutte queste esclamazioni perché dormiva; né sarebbesi svegliato sì tosto se don Chisciotte con il piè della lancia non lo avesse scosso, e non gli avesse fatto spalancare gli occhi. Svegliossi allora il sonnolente e infingardo, e girandoli di qua, di là, all′intorno, disse:
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-De la parte desta enramada, si no me engaño, sale un tufo y olor harto más de torreznos asados que de juncos y tomillos bodas que por tales olores comienzan, para mi santiguada que deben de ser abundantes y generosas.
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— Dalla banda di questo frascato, se non m′inganno, esce un odore o buon fiato che sa più di presciutto fritto che di giunchi o di sermollino; oh le nozze che incominciano con questi odori, devono, per l′anima mia, essere molto abbondanti e generose!
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-Acaba, glotón -dijo don Quijote-; ven, iremos a ver estos desposorios, por ver lo que hace el desdeñado Basilio.
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— Finiscila, ghiottone, disse don Chisciotte, alzati, e andiamo a vedere questi sponsali, e osserveremo sin dove giunga lo sdegno dello sprezzato Basilio.
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-Mas que haga lo que quisiere -respondió Sancho- no fuera él pobre y casárase con Quiteria. ¿No hay más sino tener un cuarto y querer alzarse por las nubes? A la fe, señor, yo soy de parecer que el pobre debe de contentarse con lo que hallare, y no pedir cotufas en el golfo. Yo apostaré un brazo que puede Camacho envolver en reales a Basilio; y si esto es así, como debe de ser, bien boba fuera Quiteria en desechar las galas y las joyas que le debe de haber dado, y le puede dar Camacho, por escoger el tirar de la barra y el jugar de la negra de Basilio. Sobre un buen tiro de barra o sobre una gentil treta de espada no dan un cuartillo de vino en la taberna. Habilidades y gracias que no son vendibles, mas que las tenga el conde Dirlos; pero, cuando las tales gracias caen sobre quien tiene buen dinero, tal sea mi vida como ellas parecen. Sobre un buen cimiento se puede levantar un buen edificio, y el mejor cimiento y zanja del mundo es el dinero.
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— Vossignoria faccia pur ciò che le pare e le piace, rispose Sancio, che quanto a me poca briga mi prendo. Dovea esser ricco quel signor Basilio, e si sarebbe sposato colla signora Chilteria; e bisogna aver quattrini chi brama far nozze nobili e distinte: e in verità che io resto nella mia opinione, signor mio, che il povero dee contentarsi di quello che ha, né dimandare pane buffetto in mezzo al golfo: scommetterei una mano che Camaccio può subissare Basilio nelle ricchezze; e se così è, come debb′essere, sarebbe pur balorda la signora Chilteria a rinunciare alle gioie e ai vestiti che può donarle o già le avrà donate Camaccio, per preferire lo slancio del palo o il maneggio di una spada di marra che potria unicamente darle Basilio, e che non valgono un quartuccio di vino all′osteria. Abilità e grazie che non sono vendibili tengasele il conte Dirlo; ma se queste tali grazie cadono sopra chi ha denari, canchero! come le paiono buone! Sopra un buon fondamento si può alzare un buon edifizio, e la base migliore e la maggiore forza del mondo consiste nel denaro.
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-Por quien Dios es, Sancho -dijo a esta sazón don Quijote-, que concluyas con tu arenga; que tengo para mí que si te dejasen seguir en las que a cada paso comienzas, no te quedaría tiempo para comer ni para dormir, que todo le gastarías en hablar.
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— Per amore di Dio, Sancio, disse don Chisciotte, finiscila una volta, che io sono di avviso che lasciandoti seguitare, torneresti sempre da capo, e non ti resterebbe tempo né da mangiare né da dormire, perché lo spenderesti tutto in chiacchiere.
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-Si vuestra merced tuviera buena memoria -replicó Sancho-, debiérase acordar de los capítulos de nuestro concierto antes que esta última vez saliésemos de casa uno dellos fue que me había de dejar hablar todo aquello que quisiese, con que no fuese contra el prójimo ni contra la autoridad de vuesa merced; y hasta agora me parece que no he contravenido contra el tal capítulo.
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— Se vossignoria avesse buona memoria, replicò Sancio, si dovrebbe ricordare dei patti, che abbiamo fatto prima che ci allontanassimo dalla patria in questo ultimo viaggio; uno dei quali fu che vossignoria dovesse lasciarmi parlare a mia fantasia, a condizione però che non ne restasse offeso il prossimo o lesa la sua autorità; e mi pare di non avere contravvenuto finora a questo accordo.
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-Yo no me acuerdo, Sancho -respondió don Quijote-, del tal capítulo; y, puesto que sea así, quiero que calles y vengas, que ya los instrumentos que anoche oímos vuelven a alegrar los valles, y sin duda los desposorios se celebrarán en el frescor de la mañana, y no en el calor de la tarde.
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— Me ne risovviene benissimo, rispose don Chisciotte; ma ad ogni modo, per ora almeno stattene cheto; e seguitami, che già gli strumenti da noi uditi la scorsa notte, tornano a rallegrare le valli, e si celebreranno senz′altro gli sponsali col fresco della mattina, né si vorrà aspettare il caldo del mezzogiorno. »
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Hizo Sancho lo que su señor le mandaba, y, poniendo la silla a Rocinante y la albarda al rucio, subieron los dos, y paso ante paso se fueron entrando por la enramada.
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Obbedì Sancio, e messa la sella a Ronzinante e la bardella al leardo, si avviarono ambedue passo passo, ed entrarono nel frascato.
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Lo primero que se le ofreció a la vista de Sancho fue, espetado en un asador de un olmo entero, un entero novillo; y en el fuego donde se había de asar ardía un mediano monte de leña, y seis ollas que alrededor de la hoguera estaban no se habían hecho en la común turquesa de las demás ollas, porque eran seis medias tinajas, que cada una cabía un rastro de carne así embebían y encerraban en sí carneros enteros, sin echarse de ver, como si fueran palominos; las liebres ya sin pellejo y las gallinas sin pluma que estaban colgadas por los árboles para sepultarlas en las ollas no tenían número; los pájaros y caza de diversos géneros eran infinitos, colgados de los árboles para que el aire los enfriase.
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La prima cosa che si offerse alla vista di Sancio fu un vitello intero in uno schidione di olmo. Nel luogo in cui si doveva arrostire, ardeva una buona catasta di legna, e stavano sei grandi pignatte d′intorno al fuoco. Non erano queste della solita forma, ma piuttosto sei mezzi orci, capaci ognuno di contenere una beccheria di carni; e basti il dire che ingoiavano castrati interi, i quali o non si conosceva che vi fossero od era come se vi fossero tanti piccioncini. Le lepri senza pelle, le galline senza penne che attaccate stavan agli alberi per esser poi sepolte nelle pignatte erano innumerabili; gli uccelletti, le selvaggine, le cacciagioni che giacevano apprestate, movevano a meraviglia.
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Contó Sancho más de sesenta zaques de más de a dos arrobas cada uno, y todos llenos, según después pareció, de generosos vinos; así había rimeros de pan blanquísimo, como los suele haber de montones de trigo en las eras; los quesos, puestos como ladrillos enrejados, formaban una muralla, y dos calderas de aceite, mayores que las de un tinte, servían de freír cosas de masa, que con dos valientes palas las sacaban fritas y las zabullían en otra caldera de preparada miel que allí junto estaba.
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Contò Sancio più di sessanta otri, ognuno dei quali capiva in sé più di due barili, e tutti (per quanto poi si vide) erano pieni di vini generosi. Il pane bianchissimo era a cataste, come suole nelle aie esser a monti il grano; i caci formavano in apparenza altrettante muraglie di ben commessi mattoni; e due caldaie di olio, più vaste di quelle che si usano nelle tintorie, servivano a frigger pastumi, che con due grandissime pale si cavavano cotti, e si tuffavano poi in altra caldaia di miele che stava accanto. Erano oltre a cinquanta i cuochi, e tutti netti come candidi armellini, tutti diligenti e festosi tutti. Nel dilatato ventre di un vitello stavano riposti dodici piccioli porchetti che servivano a dargli sapore e tenerezza. Le spezierie di varie sorti non parevano comperate a libbre, ma a botti, e stavano tutte riposte in ampi cassoni. Finalmente l′apparato era bensì rustico, ma così abbondante che avrebbe potuto bastare per un esercito. Sancio Pancia adocchiava ogni cosa, e a tutto si affezionava. Sulle prime restò imprigionato e vinto dalle pignatte, dalle quali avrebbe di buona voglia staccato un pignattino; la volontà passeggiava poi su que′ otri, né era ritenuto rispetto alle paste nelle padelle, se però poteansi chiamar padelle quell′enormi caldaie. Non potendo più resistere, né stando in lui di fare altrimenti, si accostò ad uno di quei tanti affaccendati cuochi, e con cortesi ed affamate espressioni pregollo che gli concedesse di poter intingere un tozzo di pane in una di quelle pignatte. Al che il cuoco rispose:
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Los cocineros y cocineras pasaban de cincuenta todos limpios, todos diligentes y todos contentos. En el dilatado vientre del novillo estaban doce tiernos y pequeños lechones, que, cosidos por encima, servían de darle sabor y enternecerle. Las especias de diversas suertes no parecía haberlas comprado por libras, sino por arrobas, y todas estaban de manifiesto en una grande arca. Finalmente, el aparato de la boda era rústico, pero tan abundante que podía sustentar a un ejército. |
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Todo lo miraba Sancho Panza, y todo lo contemplaba, y de todo se aficionaba primero le cautivaron y rindieron el deseo las ollas, de quién él tomara de bonísima gana un mediano puchero; luego le aficionaron la voluntad los zaques; y, últimamente, las frutas de sartén, si es que se podían llamar sartenes las tan orondas calderas; y así, sin poderlo sufrir ni ser en su mano hacer otra cosa, se llegó a uno de los solícitos cocineros, y, con corteses y hambrientas razones, le rogó le dejase mojar un mendrugo de pan en una de aquellas ollas. A lo que el cocinero respondió. |
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-Hermano, este día no es de aquellos sobre quien tiene juridición la hambre, merced al rico Camacho. Apeaos y mirad si hay por ahí un cucharón, y espumad una gallina o dos, y buen provecho os hagan.
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— Fratello, in questo giorno la fame non passeggia da queste bande, grazie al ricco Camaccio; accostatevi pure allegramente, e guardate là che troverete qualche mestola, e schiumatevi pure una gallina o due, che buon pro vi faccia.
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-No veo ninguno -respondió Sancho.
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— Non ne vedo nemmeno una, rispose Sancio.
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-Esperad -dijo el cocinero-. ¡Pecador de mí, y qué melindroso y para poco debéis de ser!
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— Aspettate, disse il cuoco: oh poveraccio me! che schizzinoso e dappoco uomo che dovete essere! »
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Y, diciendo esto, asió de un caldero, y, encajándole en una de las medias tinajas, sacó en él tres gallinas y dos gansos, y dijo a Sancho
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E ciò detto, prese una caldaia, e postala in uno di quei mezzi orci, ne cavò due paperi e tre galline, e disse a Sancio:
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-Comed, amigo, y desayunaos con esta espuma, en tanto que se llega la hora del yantar.
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— Mangiate, amico, e rompete il digiuno con questa schiuma intanto che si fa ora di desinare.
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-No tengo en qué echarla -respondió Sancho.
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— Non so dove mettere tutta questa roba, soggiunse Sancio.
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-Pues llevaos -dijo el cocinero- la cuchara y todo, que la riqueza y el contento de Camacho todo lo suple.
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— E voi portate via, rispose il cuoco, la mestola ed ogni cosa; ché la ricchezza e il contento di Camaccio suppliscono a tutto. »
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En tanto, pues, que esto pasaba Sancho, estaba don Quijote mirando cómo, por una parte de la enramada, entraban hasta doce labradores sobre doce hermosísimas yeguas, con ricos y vistosos jaeces de campo y con muchos cascabeles en los petrales, y todos vestidos de regocijo y fiestas; los cuales, en concertado tropel, corrieron no una, sino muchas carreras por el prado, con regocijada algazara y grita, diciendo.
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Nel tempo che Sancio aveva queste occupazioni, stava don Chisciotte guardando da una parte del frascato, dov′egli scoprì intorno a dodici contadini sopra dodici bellissime cavalle con ricchi e sfarzosi fornimenti da campagna e con molti sonagli nei pettorali, tutti vestiti da giorno di festa: e questa truppa si mise a fare non una, ma più carriere su per lo prato, con allegre voci e grida dicendo:
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-¡Vivan Camacho y Quiteria él tan rico como ella hermosa, y ella la más hermosa del mundo.
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« Vivano Camaccio e Chilteria; egli è tanto ricco quanto ella è bella e la più bella del mondo. »
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Oyendo lo cual don Quijote, dijo entre sí.
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Don Chisciotte ciò udito, disse tra sé:
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-Bien parece que éstos no han visto a mi Dulcinea del Toboso, que si la hubieran visto, ellos se fueran a la mano en las alabanzas desta su Quiteria.
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— Conviene dire che non abbiano costoro veduto mai la mia Dulcinea del Toboso, ché se ciò fosse andrebbono più a rilento nel lodare questa loro Chilteria.
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De allí a poco comenzaron a entrar por diversas partes de la enramada muchas y diferentes danzas, entre las cuales venía una de espadas, de hasta veinte y cuatro zagales de gallardo parecer y brío, todos vestidos de delgado y blanquísimo lienzo, con sus paños de tocar, labrados de varias colores de fina seda; y al que los guiaba, que era un ligero mancebo, preguntó uno de los de las yeguas si se había herido alguno de los danzantes.
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Di lì a poco cominciarono ad entrare per diversi parti del frascato molte bande di danzatori, fra le quali una eravi di schermitori di spade alla moresca, formata da ventiquattro belli e graziosi pastori e vestiti di sottile e candida tela, con asciugatoi lavorati di vari colori di fina seta. Uno di quelli che guidava le cavalle dimandò a certo snello garzone, se fosse rimasto ferito alcuno dei danzatori.
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-Por ahora, bendito sea Dios, no se ha herido nadie todos vamos sanos.
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— Nessuno sin ora, quegli rispose, e siamo ancora tutti sani »
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Y luego comenzó a enredarse con los demás compañeros, con tantas vueltas y con tanta destreza que, aunque don Quijote estaba hecho a ver semejantes danzas, ninguna le había parecido tan bien como aquélla.
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e subito incominciò ad intrecciarsi con gli altri compagni, con tanti giri e con tanta destrezza che quantunque don Chisciotte fosse avvezzo a veder simili danze, nessuna come quella eragli tanto piaciuta.
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También le pareció bien otra que entró de doncellas hermosísimas, tan mozas que, al parecer, ninguna bajaba de catorce ni llegaba a diez y ocho años, vestidas todas de palmilla verde, los cabellos parte tranzados y parte sueltos, pero todos tan rubios, que con los del sol podían tener competencia, sobre los cuales traían guirnaldas de jazmines, rosas, amaranto y madreselva compuestas. Guiábalas un venerable viejo y una anciana matrona, pero más ligeros y sueltos que sus años prometían. Hacíales el son una gaita zamorana, y ellas, llevando en los rostros y en los ojos a la honestidad y en los pies a la ligereza, se mostraban las mejores bailadoras del mundo.
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Trovò modo sollazzevole un′altra danza fatta tra bellissime donzelle sì giovani da doverle giudicare tra i quattordici e i diciotto anni, vestite tutte di verdi palme, coi capelli parte intrecciati, parte sciolti, ma tutti sì biondi che gareggiar poteano con quelli del sole, e tutti inghirlandati di gelsomini, di rose, di amaranti e di madreselve. Erano guidate da un venerabile vecchio e da attempata matrona, e l′una e l′altro molto più svelti e leggieri di quello che promettesse la loro età. Si servivano per lo suono di una piva zamorana; portando elleno negli occhi l′onestà, e la leggerezza nei piedi, si mostravano danzatrici senza pari.
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Tras ésta entró otra danza de artificio y de las que llaman habladas. Era de ocho ninfas, repartidas en dos hileras de la una hilera era guía el dios Cupido, y de la otra, el Interés; aquél, adornado de alas, arco, aljaba y saetas; éste, vestido de ricas y diversas colores de oro y seda. Las ninfas que al Amor seguían traían a las espaldas, en pargamino blanco y letras grandes, escritos sus nombres poesía era el título de la primera, el de la segunda discreción, el de la tercera buen linaje, el de la cuarta valentía; del modo mesmo venían señaladas las que al Interés seguían decía liberalidad el título de la primera, dádiva el de la segunda, tesoro el de la tercera y el de la cuarta posesión pacífica. Delante de todos venía un castillo de madera, a quien tiraban cuatro salvajes, todos vestidos de yedra y de cáñamo teñido de verde, tan al natural, que por poco espantaran a Sancho. En la frontera del castillo y en todas cuatro partes de sus cuadros traía escrito castillo del buen recato. Hacíanles el son cuatro diestros tañedores de tamboril y flauta.
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Venne dopo questa un′altra danza di quelle che soglionsi chiamare danze parlanti. Era formata di otto ninfe in due schiere, una delle quali era diretta dal dio Cupido, e da Interesse l′altra, quegli adorno di ali ed arco e faretra e frecce: questi vestito di varî e ricchi colori d′oro e di seta. Le ninfe che seguitavano Amore, portavano dietro le spalle su bianche pergamene scritto i loro nomi: Poesia era il titolo della prima, Discrezione quello della seconda, quello della terza Buon Lignaggio, quello della quarta Bravura. Nella stessa guisa andavano contrassegnate quelle che seguitavano l′Interesse: dicea Liberalità il titolo della prima, Dono quello della seconda, Tesoro quello della terza, e quello della quarta Pacifico Possesso. Erano preceduti tutti da un castello di legno tirato da quattro Satiri, tutti ricoperti di ellera e di canapa tinta di verde, sì al naturale che per poco non ispaventarono Sancio. In fronte e ai quattro lati del castello stava scritto: Castello di buona guardia; e vi stavano d′intorno quattro valenti suonatori di tamburino e di flauto.
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Comenzaba la danza Cupido, y, habiendo hecho dos mudanzas, alzaba los ojos y flechaba el arco contra una doncella que se ponía entre las almenas del castillo, a la cual desta suerte dijo
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Cupido cominciava la danza, e fatte due mutanze, alzava gli occhi e drizzava l′arco contro una donzella che ponevasi tra i merli del castello, ed alla quale egli diceva:
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-Yo soy el dios poderoso en el aire y en la tierra y en el ancho mar undoso, y en cuanto el abismo encierra en su báratro espantoso. Nunca conocí qué es miedo; todo cuanto quiero puedo, aunque quiera lo imposible, y en todo lo que es posible mando, quito, pongo y vedo.
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« Son io il Nume onnipossente nell′aria, sulla terra, nel profondo del mare, e su tutto quello che l′abisso racchiude in orribili bolge. « Cosa ignota m′è la paura; e posso tutto quello che io voglio, quand′anche mi venisse talento dell′impossibile. In tutto ciò poi che possibile è, io aggiungo o levo, comando o proibisco. »
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Acabó la copla, disparó una flecha por lo alto del castillo y retiróse a su puesto. Salió luego el Interés, y hizo otras dos mudanzas; callaron los tamborinos, y él dijo
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Terminata la canzoncina egli scoccò una freccia all′alto del castello, e si ritirò al suo posto. Uscì poi Interesse e fece altre due mutanze: tacquero i tamburini, ed egli disse:
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-Soy quien puede más que Amor, y es Amor el que me guía; soy de la estirpe mejor que el cielo en la tierra cría, más conocida y mayor. Soy el Interés, en quien pocos suelen obrar bien, y obrar sin mí es gran milagro; y cual soy te me consagro, por siempre jamás, amén.
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« Io son colui che posso più dell′Amore; pur è l′amor che mi guida. Io appartengo alla migliore schiatta che il Cielo mantenga sulla terra, alla più nota e più illustre. « Io son l′Interesse: per me pochi tra gli uomini operano virtuosamente; ed operar senza me sarebbe un gran miracolo: ma qual ch′io sono mi consacro a te, per sempre. »
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Retiróse el Interés, y hízose adelante la Poesía; la cual, después de haber hecho sus mudanzas como los demás, puestos los ojos en la doncella del castillo, dijo
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Si ritirò Interesse e si avanzò Poesia, la quale dopo avere danzato a foggia degli altri, posti gli occhi sulla donzella del castello, disse:
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-En dulcísimos conceptos, la dulcísima Poesía, altos, graves y discretos, señora, el alma te envía envuelta entre mil sonetos. Si acaso no te importuna mi porfía, tu fortuna, de otras muchas invidiada, será por mí levantada sobre el cerco de la luna.
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« In dolcissime parole e in eletti pensieri gravi e spiritosi, la Poesia ti manda, o mia Donna, la sua anima ravvolta in mille sonetti. « Se la mia servitù non ti spiace, la tua sorte invidiata da molte altre donne sarà portata da me al disopra della luna. »
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Desvióse la Poesía, y de la parte del interés salió la Liberalidad, y, después de hechas sus mudanzas, dijo
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Si appartò Poesia, e dal lato d′Interesse uscì Liberalità, che fatte le sue mutanze, così si espresse:
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-Llaman Liberalidad al dar que el estremo huye de la prodigalidad, y del contrario, que arguye tibia y floja voluntad. Mas yo, por te engrandecer, de hoy más, pródiga he de ser; que, aunque es vicio, es vicio honrado y de pecho enamorado, que en el dar se echa de ver.
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« Chiamasi Liberalità il donare che tiensi usualmente lontano e dalla prodigalità e dall′estremo contrario, ch′è indizio di bassa affezione all′avere. « Ma d′ora innanzi, per farti grande, voglio essere prodigo anzi che no: è questo un vizio per certo, ma un vizio nobile e proprio di un cuore amoroso che si manifesta coi doni. »
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Deste modo salieron y se retiraron todas las dos figuras de las dos escuadras, y cada uno hizo sus mudanzas y dijo sus versos, algunos elegantes y algunos ridículos, y sólo tomó de memoria don Quijote -que la tenía grande- los ya referidos; y luego se mezclaron todos, haciendo y deshaciendo lazos con gentil donaire y desenvoltura; y cuando pasaba el Amor por delante del castillo, disparaba por alto sus flechas, pero el Interés quebraba en él alcancías doradas.
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Uscirono coll′ordine descritto e ritiraronsi tutte le figure delle due squadre, e ciascheduna fece sue mutanze, e recitò suoi versi, quali eleganti, quali ridicoli, ma don Chisciotte ritenne soltanto nella sua benché grande memoria i già riferiti. Unironsi di poi tutti facendo intrecci fra loro con gentil garbo e lestezza; e passando Amore davanti al castello scoccava all′alto le sue freccie, e Interesse vi lanciava le sue palle dorate.
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Finalmente, después de haber bailado un buen espacio, el Interés sacó un bolsón, que le formaba el pellejo de un gran gato romano, que parecía estar lleno de dineros, y, arrojándole al castillo, con el golpe se desencajaron las tablas y se cayeron, dejando a la doncella descubierta y sin defensa alguna. Llegó el Interés con las figuras de su valía, y, echándola una gran cadena de oro al cuello, mostraron prenderla, rendirla y cautivarla; lo cual visto por el Amor y sus valedores, hicieron ademán de quitársela; y todas las demostraciones que hacían eran al son de los tamborinos, bailando y danzando concertadamente. Pusiéronlos en paz los salvajes, los cuales con mucha presteza volvieron a armar y a encajar las tablas del castillo, y la doncella se encerró en él como de nuevo, y con esto se acabó la danza con gran contento de los que la miraban.
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Finalmente dopo lunga danza Interesse cavò di tasca un borsone, fatto della pelle di un gatto d′Angora, e che parea pieno di danari e gettandolo contro al castello coll′urto ne sconnesse le tavole, le quali caddero perciò, e restò la donzella scoperta del tutto e senza difesa. Le si accostò Interesse colle figure della sua fazione, e mettendole al collo una gran catena d′oro, fecero vista di prenderla, di assoggettarla e d′incatenarla: il che veduto da Amore e dai suoi confederati si mossero come per volere levargliela. Ogni azione seguiva al suono di tamburini, ballando e facendo danze regolari. Mossero in fine i Satiri rappacificati, e con somma velocità ricomposero le tavole del castello, la donzella vi si rinserrò di nuovo, e con questo ebbe fine la danza con grande universale contento.
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Preguntó don Quijote a una de las ninfas que quién la había compuesto y ordenado. Respondióle que un beneficiado de aquel pueblo, que tenía gentil caletre para semejantes invenciones.
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Dimandò don Chisciotte ad una delle ninfe chi fosse stato di quella danza il compositore. Ella gli rispose che fu un benefiziato del suo paese, il quale aveva singolar talento per siffatte invenzioni.
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-Yo apostaré -dijo don Quijote- que debe de ser más amigo de Camacho que de Basilio el tal bachiller o beneficiado, y que debe de tener más de satírico que de vísperas ¡bien ha encajado en la danza las habilidades de Basilio y las riquezas de Camacho.
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— Sarei per iscommettere, soggiunse don Chisciotte, che questo tal baccelliere o beneficiato porta maggiore affezione a Camaccio che a Basilio, e che dee avere più del satirico che del comico. Egli vi ha innestato con bell′artifizio le virtù di Basilio e le ricchezze di Camaccio. »
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Sancho Panza, que lo escuchaba todo, dijo.
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Sancio Pancia, che stava ad ascoltare ogni cosa, disse:
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-El rey es mi gallo a Camacho me atengo.
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— Prendo le parti della ricchezza, e sto con Camaccio.
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-En fin -dijo don Quijote-, bien se parece, Sancho, que eres villano y de aquéllos que dicen "¡Viva quien vence!.
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— In sostanza, disse don Chisciotte, tu fai conoscere, Sancio, che sei un villano, e di quelli che dicono: viva chi vince.
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-No sé de los que soy -respondió Sancho-, pero bien sé que nunca de ollas de Basilio sacaré yo tan elegante espuma como es esta que he sacado de las de Camacho.
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— Sarò quello che si vuole, rispose Sancio, ma intanto io so che dalle pignatte di Basilio non caverò mai spuma tanto saporita come quella che ho cavata da quelle di Camaccio: »
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Y enseñóle el caldero lleno de gansos y de gallinas, y, asiendo de una, comenzó a comer con mucho donaire y gana, y dijo.
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e indicando una caldaia piena di paperi e di galline, e togliendone fuori una, cominciò a mandarla giù nello stomaco con bella disinvoltura assaporandola, e borbottando così:
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-¡A la barba de las habilidades de Basilio!, que tanto vales cuanto tienes, y tanto tienes cuanto vales. Dos linajes solos hay en el mundo, como decía una agüela mía, que son el tener y el no tener, aunque ella al del tener se atenía; y el día de hoy, mi señor don Quijote, antes se toma el pulso al haber que al saber un asno cubierto de oro parece mejor que un caballo enalbardado. Así que vuelvo a decir que a Camacho me atengo, de cuyas ollas son abundantes espumas gansos y gallinas, liebres y conejos; y de las de Basilio serán, si viene a mano, y aunque no venga sino al pie, aguachirle.
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— Alla barba della virtù di Basilio, ché tanto vali quanto tieni, e tanto tieni quanto vali: due schiatte sole vi sono al mondo, diceva mia nonna, e sono l′avere e il non avere; ed ella si atteneva all′avere: ed al dì d′oggi, signor don Chisciotte mio, prima si tocca il polso alla fortuna e poi alla sapienza: un asino d′oro pare meglio di un cavallo con bardatura: sì, torno a dirlo, io sto con Camaccio che ha pignatte piene di schiume di paperi, di galline, di lepri e di conigli, mentre m′immagino che quelle di Basilio non conterranno altro che brodo magro.
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-¿Has acabado tu arenga, Sancho? -dijo don Quijote.
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— Hai tu finito, Sancio, la tua cicalata? disse don Chisciotte.
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-Habréla acabado -respondió Sancho-, porque veo que vuestra merced recibe pesadumbre con ella; que si esto no se pusiera de por medio, obra había cortada para tres días.
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— La ho finita pur troppo, rispose Sancio, poiché vedo che la signoria vostra se ne prende fastidio: ché se ciò non fosse, avrei materia di parlare per tre giorni interi.
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-Plega a Dios, Sancho -replicó don Quijote-, que yo te vea mudo antes que me muera.
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— Faccia Dio, replicò don Chisciotte, che tu diventi muto prima che la morte mi colga.
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-Al paso que llevamos -respondió Sancho-, antes que vuestra merced se muera estaré yo mascando barro, y entonces podrá ser que esté tan mudo que no hable palabra hasta la fin del mundo, o, por lo menos, hasta el día del Juicio.
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— Col tenore di vita che conduciamo, rispose Sancio, prima che vossignoria muoia io sarò ridotto a masticare la sabbia, e così non potrò più parlare sino alla fine del mondo, o sino al dì del giudizio.
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-Aunque eso así suceda, ¡oh Sancho! -respondió don Quijote-, nunca llegará tu silencio a do ha llegado lo que has hablado, hablas y tienes de hablar en tu vida; y más, que está muy puesto en razón natural que primero llegue el día de mi muerte que el de la tuya; y así, jamás pienso verte mudo, ni aun cuando estés bebiendo o durmiendo, que es lo que puedo encarecer.
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— Quand′anche fosse così, replicò don Chisciotte, il tuo silenzio non potrà mai uguagliare le chiacchiere che hai sinora fatte, e fai e farai, e tanto più che per ordine naturale dee terminar prima la mia che la tua vita: ma intanto io sono di opinione di non poterti vedere muto nemmeno quando ti stai bevendo e dormendo, ch′è quanto posso mai dire.
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-A buena fe, señor -respondió Sancho-, que no hay que fiar en la descarnada, digo, en la muerte, la cual también come cordero como carnero; y a nuestro cura he oído decir que con igual pie pisaba las altas torres de los reyes como las humildes chozas de los pobres. Tiene esta señora más de poder que de melindre no es nada asquerosa, de todo come y a todo hace, y de toda suerte de gentes, edades y preeminencias hinche sus alforjas. No es segador que duerme las siestas, que a todas horas siega, y corta así la seca como la verde yerba; y no parece que masca, sino que engulle y traga cuanto se le pone delante, porque tiene hambre canina, que nunca se harta; y, aunque no tiene barriga, da a entender que está hidrópica y sedienta de beber solas las vidas de cuantos viven, como quien se bebe un jarro de agua fría.
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— In verità, rispose Sancio, che non è da fidarsi della Scarnata, voglio dire della Morte, la quale mangia tanto un agnello quanto un castrato; ed ho inteso dire dal nostro curato che con piede eguale essa batte alle torri dei re, come alle umili capanne dei poveretti: questa signora è più possente che schizzinosa, non ha niente a nausea, si pasce di tutto, con tutto si confà ed empie le bisacce di ogni razza di gente, età e preminenze: non è di que′ segatori che dormono al meriggio, anzi ad ogni ora sega e taglia tanto la secca come l′erba verde, e non pare già che mastichi, ma sì bene che inghiottisca ciò che le si para davanti, avendo una fame canina di cui mai non si sazia: e quantunque sia priva di ventre pare sempre idropica e sitibonda delle vite di quanti vivono, come se beesse un boccale di acqua fresca.
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-No más, Sancho -dijo a este punto don Quijote-. Tente en buenas, y no te dejes caer; que en verdad que lo que has dicho de la muerte por tus rústicos términos es lo que pudiera decir un buen predicador. Dígote, Sancho que si como tienes buen natural y discreción, pudieras tomar un púlpito en la mano y irte por ese mundo predicando lindezas. .
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— Basta, basta, o Sancio, disse don Chisciotte a questo passo: tienti in riputazione, e non ti lasciar cadere, ché certo quello che hai detto intorno alla Morte coi tuoi rustici termini, è quanto di meglio potrebbe dirne un predicatore: ti assicuro, Sancio mio, che se tu avessi tanta discrezione quanto hai talento potresti aspirare ad un pergamo e andartene per lo mondo predicando con riuscita.
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-Bien predica quien bien vive -respondió Sancho-, y yo no sé otras tologías.
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— Predica bene chi vive bene rispose Sancio, ed io non so di altre teologie.
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-Ni las has menester -dijo don Quijote-; pero yo no acabo de entender ni alcanzar cómo, siendo el principio de la sabiduría el temor de Dios, tú, que temes más a un lagarto que a Él, sabes tanto.
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— Né d′altra ne hai di bisogno, disse don Chisciotte: io però non posso intendere o concepire come essendo il timor di Dio il principio di ogni sapienza, tu abbia più paura di una lucertola che di Domeneddio.
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-Juzgue vuesa merced, señor, de sus caballerías -respondió Sancho-, y no se meta en juzgar de los temores o valentías ajenas, que tan gentil temeroso soy yo de Dios como cada hijo de vecino; y déjeme vuestra merced despabilar esta espuma, que lo demás todas son palabras ociosas, de que nos han de pedir cuenta en la otra vida.
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— Giudichi la signoria vostra, disse Sancio, delle sue cavallerie, né si metta a dare sentenza sui timori o sulle bravure altrui, ché io sono tanto timorato di Dio quanto ogni altro, e mi lasci vossignoria pappare questa schiuma, che del resto sono tutte parole oziose delle quali dovremo dare conto nell′altra vita. »
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Y, diciendo esto, comenzó de nuevo a dar asalto a su caldero, con tan buenos alientos que despertó los de don Quijote, y sin duda le ayudara, si no lo impidiera lo que es fuerza se diga adelante.
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E detto questo, tornò all′assalto della caldaia con appetito sì grande che svegliò anche quello di don Chisciotte, il quale gli avrebbe fuori di dubbio tenuto buona compagnia se non fosse stato impedito da quello che sarò costretto di far sapere qui appresso.
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II. Capítulo XXI. Donde se prosiguen las bodas de Camacho, con otros gustosos sucesos.
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CAPITOLO XXI PROSEGUONO LE NOZZE DI CAMACCIO CON ALTRI GUSTOSI SUCCESSI.
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Cuando estaban don Quijote y Sancho en las razones referidas en el capítulo antecedente, se oyeron grandes voces y gran ruido, y dábanlas y causábanle los de las yeguas, que con larga carrera y grita iban a recebir a los novios, que, rodeados de mil géneros de instrumentos y de invenciones, venían acompañados del cura, y de la parentela de entrambos, y de toda la gente más lucida de los lugares circunvecinos, todos vestidos de fiesta. Y como Sancho vio a la novia, dijo.
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Avevano don Chisciotte e Sancio appena terminato i discorsi riferiti nell′antecedente capitolo quando udirono grandi voci e strepitoso rumore prodotti da quelli delle cavalle, che di carriera e mettendo alte grida, andavano incontro agli sposi; i quali attorniati da mille maniere di strumenti e di festevoli invenzioni venivano accompagnati dal pievano, dal parentado e da tutta la gente più ragguardevole dei paesi circonvicini: e tutti erano vestiti a pompa. Come Sancio vide la bella sposa disse:
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-A buena fe que no viene vestida de labradora, sino de garrida palaciega. ¡Pardiez, que según diviso, que las patenas que había de traer son ricos corales, y la palmilla verde de Cuenca es terciopelo de treinta pelos! ¡Y montas que la guarnición es de tiras de lienzo, blanca!, ¡voto a mí que es de raso!; pues, ¡tomadme las manos, adornadas con sortijas de azabache! no medre yo si no son anillos de oro, y muy de oro, y empedrados con pelras blancas como una cuajada, que cada una debe de valer un ojo de la cara. ¡Oh hideputa, y qué cabellos; que, si no son postizos, no los he visto mas luengos ni más rubios en toda mi vida! ¡No, sino ponedla tacha en el brío y en el talle, y no la comparéis a una palma que se mueve cargada de racimos de dátiles, que lo mesmo parecen los dijes que trae pendientes de los cabellos y de la garganta! Juro en mi ánima que ella es una chapada moza, y que puede pasar por los bancos de Flandes.
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— Corpo di bacco, che non è mica vestita da contadina, ma da palazziera raffazzonata! In fé di Dio, che a quanto io discerno, in vece di frange ha dei bei coralli, ed in luogo di palmette verdi di Cuenca, porta velluto di trenta peli: e quella guarnizione è forse di strisce di tela bianca? oibò ch′è propriamente di raso! E dove lasciamo le mani? altro che essere fornite di anella di ghiavazza! vorrei morire se non sono anella d′oro, e molto bene d′oro e intrecciate di perle bianche come giuncata, che ognuna di loro dee valere un occhio della testa. Oh cospetto! che capelli! se non sono posticci posso giurare di non averne veduto mai né di più lunghi, né di più belli, né di più biondi. Che diremo della sua bella vita e del suo portamento? mi pare proprio una palma che si muove carica di ciocche di datteri; e tali sono gli ornamenti che le pendono dai capelli e dalla gola: in somma giuro sull′anima mia ch′è una giovanotta di tanto merito che potrebbe andar per i banchi di Fiandra. »
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Rióse don Quijote de las rústicas alabanzas de Sancho Panza; parecióle que, fuera de su señora Dulcinea del Toboso, no había visto mujer más hermosa jamás. Venía la hermosa Quiteria algo descolorida, y debía de ser de la mala noche que siempre pasan las novias en componerse para el día venidero de sus bodas. Íbanse acercando a un teatro que a un lado del prado estaba, adornado de alfombras y ramos, adonde se habían de hacer los desposorios, y de donde habían de mirar las danzas y las invenciones; y, a la sazón que llegaban al puesto, oyeron a sus espaldas grandes voces, y una que decía.
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Queste rustiche lodi di Sancio mossero a riso don Chisciotte, cui dalla sua signora Dulcinea del Toboso in fuori, parve che quella ragazza fosse sopra ogni altra bellissima. Era Chilteria pallidetta, e ciò sarà stato per causa della faticosa notte che sogliono spendere le spose in riabbellirsi per lo vegnente dì nuziale. Andava ella accostandosi ad un teatro posto da un canto del prato, tutto adorno di tappeti e di frondi, dove seguire doveva lo sposalizio, e di dove gli astanti avrebbero potuto goder delle danze e feste apprestate. Stavano tuttavia in cammino quando dietro di sé udirono alte grida, ed uno che esclamava:
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-Esperaos un poco, gente tan inconsiderada como presurosa.
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« Alto là, o sconsiderati e precipitosi! »
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A cuyas voces y palabras todos volvieron la cabeza, y vieron que las daba un hombre vestido, al parecer, de un sayo negro, jironado de carmesí a llamas. Venía coronado -como se vio luego- con una corona de funesto ciprés; en las manos traía un bastón grande. En llegando más cerca, fue conocido de todos por el gallardo Basilio, y todos estuvieron suspensos, esperando en qué habían de parar sus voces y sus palabras, temiendo algún mal suceso de su venida en sazón semejante.
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Questa voce fece sì che ognuno si rivolgesse per udire donde partisse, e videro che proveniva da un uomo vestito, per quanto sembrava, di casacca nera di chermisino con belli gheroni e fiamme. Aveva in testa, come poi si vide, una corona di funebre cipresso, ed in mano un grosso bastone. Avvicinatosi di più fu riconosciuto da ognuno pel vago pastore Basilio, e tutti rimasero allora dolenti e avidi di saper il fine delle sue grida, temendo malaugurata la sua venuta in quella congiuntura.
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Llegó, en fin, cansado y sin aliento, y, puesto delante de los desposados, hincando el bastón en el suelo, que tenía el cuento de una punta de acero, mudada la color, puestos los ojos en Quiteria, con voz tremente y ronca, estas razones dijo.
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Arrivò in fine stanco e trangosciato, e postosi dinanzi agli sposi, ficcando il suo bastone, che aveva alla estremità una lunga punta di acciaio, sulla terra, tutto smorto, e affissati gli occhi in Chilteria, con rauca e tremante voce così proruppe:
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-Bien sabes, desconocida Quiteria, que conforme a la santa ley que profesamos, que viviendo yo, tú no puedes tomar esposo; y juntamente no ignoras que, por esperar yo que el tiempo y mi diligencia mejorasen los bienes de mi fortuna, no he querido dejar de guardar el decoro que a tu honra convenía; pero tú, echando a las espaldas todas las obligaciones que debes a mi buen deseo, quieres hacer señor de lo que es mío a otro, cuyas riquezas le sirven no sólo de buena fortuna, sino de bonísima ventura. Y para que la tenga colmada, y no como yo pienso que la merece, sino como se la quieren dar los cielos, yo, por mis manos, desharé el imposible o el inconveniente que puede estorbársela, quitándome a mí de por medio. ¡Viva, viva el rico Camacho con la ingrata Quiteria largos y felices siglos, y muera, muera el pobre Basilio, cuya pobreza cortó las alas de su dicha y le puso en la sepultura.
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— Ben ti è palese, sconoscente Chilteria, che conforme alla santa legge da noi professata, vivendo io, tu non puoi farti consorte ad altrui; e tu non ignori che stando io in aspettazione che il tempo e le mie sollecite cure migliorassero la mia sorte, fui sempre il più geloso custode del decoro che ti è dovuto; tu, posto in non cale ciò che devi all′onorato mio desiderio, vuoi fare altri signore di quello che è mio, altri che niun merito ci ha fuorché larghi averi e favori della fortuna. Ora vengo io stesso a metterlo al colmo di tanta sorte non perché ne sia degno, ma perché così vogliono i cieli e colle mie mani distruggerò ciò che solo può turbargliela, dando io stesso termine a questa mia vita infelicissima. Viva dunque il ricco Camaccio lunghi e felici anni coll′ingrata Chilteria, e muoia il misero Basilio cui la povertà ha tarpate le ali di sua ventura e lo ha fatto piombare nel sepolcro. »
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Y, diciendo esto, asió del bastón que tenía hincado en el suelo, y, quedándose la mitad dél en la tierra, mostró que servía de vaina a un mediano estoque que en él se ocultaba; y, puesta la que se podía llamar empuñadura en el suelo, con ligero desenfado y determinado propósito se arrojó sobre él, y en un punto mostró la punta sangrienta a las espaldas, con la mitad del acerada cuchilla, quedando el triste bañado en su sangre y tendido en el suelo, de sus mismas armas traspasado.
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Detto questo pigliò il bastone che conficcato era nel terreno, e che parea fatto per nascondere uno stile, e toltane la guaina con gran lentezza e con determinato proposito vi si precipitò sopra, ed in un attimo fece apparire da tergo la punta di una lancia insanguinata, e si vide l′infelice amante bagnato nel suo sangue, e disteso al suolo, trafitto dalle sue proprie armi.
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Acudieron luego sus amigos a favorecerle, condolidos de su miseria y lastimosa desgracia; y, dejando don Quijote a Rocinante, acudió a favorecerle y le tomó en sus brazos, y halló que aún no había espirado. Quisiéronle sacar el estoque, pero el cura, que estaba presente, fue de parecer que no se le sacasen antes de confesarle, porque el sacársele y el espirar sería todo a un tiempo. Pero, volviendo un poco en sí Basilio, con voz doliente y desmayada dijo.
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Volarono per soccorrerlo gli amici suoi, mossi a pietà di tanta tragedia, e don Chisciotte ancora vi accorse lasciando Ronzinante. Lo prese fra le braccia, e trovò che non era ancora spirato: voleva trargli allora la lancia, ma il pievano, che pure eravi presente, fu di avviso che ciò non si facesse prima di averlo confessato, perché il cavargliela e lo spirare sarebbe stato tutt′una cosa. Tornando un cotal poco Basilio in sé, con dolente e fievole voce disse:
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-Si quisieses, cruel Quiteria, darme en este último y forzoso trance la mano de esposa, aún pensaría que mi temeridad tendría desculpa, pues en ella alcancé el bien de ser tuyo.
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— Se ti piacesse, crudele Chilteria, darmi in quest′estremo irreparabile frangente la mano di sposa, spererei ancora che la mia temerità avesse discolpa, mentre col solo mezzo di essa avrei ottenuto il bene di essere tuo. »
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El cura, oyendo lo cual, le dijo que atendiese a la salud del alma antes que a los gustos del cuerpo, y que pidiese muy de veras a Dios perdón de sus pecados y de su desesperada determinación. A lo cual replicó Basilio que en ninguna manera se confesaría si primero Quiteria no le daba la mano de ser su esposa que aquel contento le adobaría la voluntad y le daría aliento para confesarse.
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Il pievano, ciò udito, lo consigliò a pensare alla salute eterna più presto che ai mondani diletti del cuore, e che chiedesse con vero e vivo pentimento perdono a Dio del suo fallo e della sua disperata determinazione. Replicò Basilio che non si confesserebbe se prima Chilteria non diventasse sua moglie, essendoché quel contento gli disporrebbe la volontà, e gl′infonderebbe vigore.
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En oyendo don Quijote la petición del herido, en altas voces dijo que Basilio pedía una cosa muy justa y puesta en razón, y además, muy hacedera, y que el señor Camacho quedaría tan honrado recibiendo a la señora Quiteria viuda del valeroso Basilio como si la recibiera del lado de su padre.
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Subito che don Chisciotte udì la dimanda del ferito disse ad alta voce che Basilio chiedeva cosa molto ragionevole e giusta, e da potersi agevolmente adempiere; e che Camaccio resterebbe tanto onorato ricevendo Chilteria vedova del valente Basilio, quanto se gli venisse dalle mani dello stesso suo padre.
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-Aquí no ha de haber más de un sí, que no tenga otro efecto que el pronunciarle, pues el tálamo de estas bodas ha de ser la sepultura.
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— E basta un sì, soggiunse, che altro non costa che pronunciarlo; poiché il talamo di queste nozze sarà una tomba. »
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Todo lo oía Camacho, y todo le tenía suspenso y confuso, sin saber qué hacer ni qué decir; pero las voces de los amigos de Basilio fueron tantas, pidiéndole que consintiese que Quiteria le diese la mano de esposa, porque su alma no se perdiese, partiendo desesperado desta vida, que le movieron, y aun forzaron, a decir que si Quiteria quería dársela, que él se contentaba, pues todo era dilatar por un momento el cumplimiento de sus deseos.
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Aveva udito, ed era stato presente a tutto Camaccio; il quale sbalordito e confuso non sapeva né che dirsi né che fare; ma tante furono le voci degli amici di Basilio che chiedevano il suo consenso perché Chilteria desse a lui la mano di sposa, affinché non andasse a male l′anima sua uscendo egli disperato da questa vita, che lo persuasero e lo sforzarono ancora a dichiarare che se acconsentisse Chilteria ne sarebbe pur egli contento, mentre ciò non era che protrarre di pochi istanti il compimento delle sue brame.
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Luego acudieron todos a Quiteria, y unos con ruegos, y otros con lágrimas, y otros con eficaces razones, la persuadían que diese la mano al pobre Basilio; y ella, más dura que un mármol y más sesga que una estatua, mostraba que ni sabía ni podía, ni quería responder palabra; ni la respondiera si el cura no la dijera que se determinase presto en lo que había de hacer, porque tenía Basilio ya el alma en los dientes, y no daba lugar a esperar inresolutas determinaciones.
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Allora si volsero tutti a Chilteria, e chi con prieghi e chi con lagrime e chi con efficaci ragioni la persuadevano che sposasse Basilio. Essa, più dura di marmo e più immobile di statua, mostrava di non sapere, né potere, né voler risponder parola: né l′avrebbe risposta se il pievano non avesse detto che non v′era luogo ad indugio, che Basilio era agli estremi, e che non dovevasi restar nella irresoluzione.
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Entonces la hermosa Quiteria, sin responder palabra alguna, turbada, al parecer triste y pesarosa, llegó donde Basilio estaba, ya los ojos vueltos, el aliento corto y apresurado, murmurando entre los dientes el nombre de Quiteria, dando muestras de morir como gentil, y no como cristiano. Llegó, en fin, Quiteria, y, puesta de rodillas, le pidió la mano por señas, y no por palabras. Desencajó los ojos Basilio, y, mirándola atentamente, le dijo.
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La bella Chilteria allora senza replicare parola, tutta turbata in viso, triste e dolente accostossi a Basilio; che cogli occhi a lei rivolti e col respiro stentato e affannoso, e borbottando il nome di Chilteria, dava indizio di voler morire come gentile e non come cristiano. Se gli avvicinò finalmente la donzella, e inginocchiatasi gli prese la mano senza pronunziare alcun motto. Spalancò gli occhi Basilio, ed attentamente guardandola disse:
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-¡Oh Quiteria, que has venido a ser piadosa a tiempo cuando tu piedad ha de servir de cuchillo que me acabe de quitar la vida, pues ya no tengo fuerzas para llevar la gloria que me das en escogerme por tuyo, ni para suspender el dolor que tan apriesa me va cubriendo los ojos con la espantosa sombra de la muerte! Lo que te suplico es, ¡oh fatal estrella mía!, que la mano que me pides y quieres darme no sea por cumplimiento, ni para engañarme de nuevo, sino que confieses y digas que, sin hacer fuerza a tu voluntad, me la entregas y me la das como a tu legítimo esposo; pues no es razón que en un trance como éste me engañes, ni uses de fingimientos con quien tantas verdades ha tratado contigo.
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— Ah Chilteria, tu vieni ad essermi pietosa in un momento che la tua compassione serve di coltello per finire di togliermi la vita; mi mancano le forze per sostenere la gioia che tu mi apporti scegliendomi per tuo sposo, e per raffrenare il dolore che va coprendomi gli occhi colle ombre spaventevoli della morte. Quello di che ti supplico, o funesta mia stella, si è che la mano che mi dimandi, e che ti piace darmi, non sia apparente per compassione o per nuovamente ingannarmi, ma che tu confessi altamente che senza sforzare la tua volontà me la porgi, e la rendi a me come a legittimo sposo; che non è dovere che tu adesso m′inganni o metta in campo finzioni con questo infelice, il quale con lealtà è sempre con te proceduto. »
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Entre estas razones, se desmayaba, de modo que todos los presentes pensaban que cada desmayo se había de llevar el alma consigo. Quiteria, toda honesta y toda vergonzosa, asiendo con su derecha mano la de Basilio, le dijo.
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Nel proferir queste parole si sveniva in modo che gli astanti pensavano che ogni suo movimento fosse per torgli quel piccolo resto di vita. Chilteria tutta onesta e tutta vergognosa, presa colla sua destra quella di Basilio, gli disse:
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-Ninguna fuerza fuera bastante a torcer mi voluntad; y así, con la más libre que tengo te doy la mano de legítima esposa, y recibo la tuya, si es que me la das de tu libre albedrío, sin que la turbe ni contraste la calamidad en que tu discurso acelerado te ha puesto.
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— Non potrebbe forza del mondo fare violenza alla mia volontà, e così con quella più libera che io ho, ti porgo la mano di sposa, e la tua ricevo se a me la dài di tuo libero arbitrio, e senza che te ne turbi o te ne distolga l′angustia in cui ti ritrovi.
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-Sí doy -respondió Basilio-, no turbado ni confuso, sino con el claro entendimiento que el cielo quiso darme; y así, me doy y me entrego por tu esposo.
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— Sì, te la do, rispose Basilio, non turbato o confuso, ma con quella chiarezza di intelletto che ancora piace al Cielo impartirmi, e qua io mi obbligo per tuo sposo.
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-Y yo por tu esposa -respondió Quiteria-, ahora vivas largos años, ahora te lleven de mis brazos a la sepultura.
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— Ed io per tua sposa, replicò Chilteria, o che tu viva per lunghi anni o che ti strappino dalle mie braccia per darti al sepolcro.
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-Para estar tan herido este mancebo -dijo a este punto Sancho Panza-, mucho habla; háganle que se deje de requiebros y que atienda a su alma, que, a mi parecer, más la tiene en la lengua que en los dientes.
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— Fa un gran ciarlare quel moribondo, disse allora Sancio Pancia: sarebbe meglio che lasciasse andar l′amore, e che pensasse all′anima sua, mentre, secondo il mio poco giudizio, la tiene piuttosto colla lingua che coi denti. »
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Estando, pues, asidos de las manos Basilio y Quiteria, el cura, tierno y lloroso, los echó la bendición y pidió al cielo diese buen poso al alma del nuevo desposado; el cual, así como recibió la bendición, con presta ligereza se levantó en pie, y con no vista desenvoltura se sacó el estoque, a quien servía de vaina su cuerpo.
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Impalmati dunque com′erano Basilio e Chilteria, il pievano intenerito e commosso li benedisse, e impetrò pace dal Cielo all′anima del novello sposo. Ricevuta ch′egli ebbe appena la benedizione, con presta leggerezza saltò in piedi, e con disinvoltura non prima vista si trasse la lancia alla quale servia di guaina il suo corpo.
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Quedaron todos los circunstantes admirados, y algunos dellos, más simples que curiosos, en altas voces, comenzaron a decir
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Restarono attoniti i circostanti tutti, e alcuni di essi più semplici che curiosi, gridarono:
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-¡Milagro, milagro.
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« Miracolo, Miracolo! »
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Pero Basilio replicó.
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Ma Basilio soggiunse: — No miracolo, miracolo,
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-¡No "milagro, milagro", sino industria, industria.
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ma industria, industria. »
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El cura, desatentado y atónito, acudió con ambas manos a tentar la herida, y halló que la cuchilla había pasado, no por la carne y costillas de Basilio, sino por un cañón hueco de hierro que, lleno de sangre, en aquel lugar bien acomodado tenía; preparada la sangre, según después se supo, de modo que no se helase.
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Il pievano fuor di sé, e trasecolato accorse a tastare la ferita con ambe le mani, e trovò che il coltello non avea già perforate la carne e le costole di Basilio, ma che tutto era opera di una canna che riempita di sangue avea molto bene accomodata, preparando il sangue (ciò che da poi si seppe) in modo che non si congelasse.
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Finalmente, el cura y Camacho, con todos los más circunstantes, se tuvieron por burlados y escarnidos. La esposa no dio muestras de pesarle de la burla; antes, oyendo decir que aquel casamiento, por haber sido engañoso, no había de ser valedero, dijo que ella le confirmaba de nuevo; de lo cual coligieron todos que de consentimiento y sabiduría de los dos se había trazado aquel caso, de lo que quedó Camacho y sus valedores tan corridos que remitieron su venganza a las manos, y, desenvainando muchas espadas, arremetieron a Basilio, en cuyo favor en un instante se desenvainaron casi otras tantas. Y, tomando la delantera a caballo don Quijote, con la lanza sobre el brazo y bien cubierto de su escudo, se hacía dar lugar de todos. Sancho, a quien jamás pluguieron ni solazaron semejantes fechurías, se acogió a las tinajas, donde había sacado su agradable espuma, pareciéndole aquel lugar como sagrado, que había de ser tenido en respeto. Don Quijote, a grandes voces, decía
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Allora sì che il pievano, Camaccio e gli astanti si tennero per beffati e derisi. La sposa non mostrò che le dispiacesse la burla; ed avendo udito dire che non era punto valido alcun matrimonio fatto con fraude, disse che di nuovo lo confermava, ciò che fece credere che l′avvenimento fosse seguito di consenso e d′intelligenza di ambedue. Camaccio e i suoi aderenti ad altro non pensarono che alla vendetta, e sguainando le loro spade si fecero ad assaltare Basilio, in cui favore altrettante se ne trassero fuori. Don Chisciotte allora montò a cavallo, si mise dinanzi a tutti, e si fece far largo con la sua lancia sul braccio e ben coperto del proprio scudo. Sancio, cui giammai andarono a sangue tali bravate, si ritirò accanto alle pignatte, dalle quali tolta avea la gratissima schiuma, pensando che dovesse, quasi sacro, essere rispettato quel luogo. Ora don Chisciotte sclamò:
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-Teneos, señores, teneos, que no es razón toméis venganza de los agravios que el amor nos hace; y advertid que el amor y la guerra son una misma cosa, y así como en la guerra es cosa lícita y acostumbrada usar de ardides y estratagemas para vencer al enemigo, así en las contiendas y competencias amorosas se tienen por buenos los embustes y marañas que se hacen para conseguir el fin que se desea, como no sean en menoscabo y deshonra de la cosa amada. Quiteria era de Basilio, y Basilio de Quiteria, por justa y favorable disposición de los cielos. Camacho es rico, y podrá comprar su gusto cuando, donde y como quisiere. Basilio no tiene más desta oveja, y no se la ha de quitar alguno, por podeR.JPG@roso que sea; que a los dos que Dios junta no podrá separar el hombre; y el que lo intentare, primero ha de pasar por la punta desta lanza.
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— Fermatevi, signori, fermatevi: non è giusto che prendiate vendetta dei torti che ci fa amore; considerate che l′amore e la guerra sono una cosa stessa, e che come è lecito di usar inganni e strattagemmi per vincere il nemico, al modo stesso sono permessi nelle contese e competenze amorose gli intrighi e gli affascinamenti per conseguire il bramato fine, quando però non tornino a disprezzo e a disonore dell′oggetto che si ama. Chilteria era di Basilio e Basilio di Chilteria mercé una giusta e favorevole disposizione del Cielo: Camaccio è ricco, e potrà a suo talento avere quei che gli piaccia come e quando egli voglia: Basilio non ha che quest′agnelletta, e nessuno gliel′ha a togliere per poderoso che sia; ché ciò che Dio congiunge l′uomo non separa; e chi si accingesse a tentarlo avrebbe da passare prima la punta di questa spada. »
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Y, en esto, la blandió tan fuerte y tan diestramente, que puso pavor en todos los que no le conocían, y tan intensamente se fijó en la imaginación de Camacho el desdén de Quiteria, que se la borró de la memoria en un instante; y así, tuvieron lugar con él las persuasiones del cura, que era varón prudente y bien intencionado, con las cuales quedó Camacho y los de su parcialidad pacíficos y sosegados; en señal de lo cual volvieron las espadas a sus lugares, culpando más a la facilidad de Quiteria que a la industria de Basilio; haciendo discurso Camacho que si Quiteria quería bien a Basilio doncella, también le quisiera casada, y que debía de dar gracias al cielo, más por habérsela quitado que por habérsela dado.
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Nel proferir questi detti la brandì con sì grande forza e destrezza che terrore infuse in tutti quelli che nol conoscevano: e oltre di che sì intensamente l′artifizio di Chilteria restò fitto nel cuore di Camaccio che la cancellò sul momento dalla sua memoria. Le persuasive del pievano, ch′era uomo destro e prudente, furono eziandio efficaci cotanto ch′egli e quelli della sua fazione rimasero pacifici e quieti; in prova di che furono rimesse le spade nei foderi, accusandosi più la facilità di Chilteria che l′industria di Basilio. Si persuase Camaccio che se Chilteria donzella portava amore a Basilio, dovea serbaglielo anche divenuta sposa; e ch′egli perciò dovea ringraziare Dio più per avergliela tolta che per avergliela concessa.
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Consolado, pues, y pacífico Camacho y los de su mesnada, todos los de la de Basilio se sosegaron, y el rico Camacho, por mostrar que no sentía la burla, ni la estimaba en nada, quiso que las fiestas pasasen adelante como si realmente se desposara; pero no quisieron asistir a ellas Basilio ni su esposa ni secuaces; y así, se fueron a la aldea de Basilio, que también los pobres virtuosos y discretos tienen quien los siga, honre y ampare, como los ricos tienen quien los lisonjee y acompañe.
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Racconsolati pertanto e pacificati Camaccio e la sua comitiva, fecero lo stesso quelli dalla parte di Basilio; e il ricco Camaccio per mostrare che non gli pungeva la burla, ed anzi che non se ne curava punto, volle che si proseguisse la festa come s′egli realmente si fosse sposato. Non vi assistettero per altro né Basilio, né la sposa, né i loro seguaci, i quali se ne andarono invece al contado di Basilio: ché anche i poveri virtuosi e discreti hanno chi li segue, onora e difende, come i ricchi hanno chi adula e seconda.
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Llevarónse consigo a don Quijote, estimándole por hombre de valor y de pelo en pecho. A sólo Sancho se le escureció el alma, por verse imposibilitado de aguardar la espléndida comida y fiestas de Camacho, que duraron hasta la noche; y así, asenderado y triste, siguió a su señor, que con la cuadrilla de Basilio iba, y así se dejó atrás las ollas de Egipto, aunque las llevaba en el alma, cuya ya casi consumida y acabada espuma, que en el caldero llevaba, le representaba la gloria y la abundancia del bien que perdía; y así, congojado y pensativo, aunque sin hambre, sin apearse del rucio, siguió las huellas de Rocinante.
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Vollero condurre seco per compagno don Chisciotte valutandolo uomo valoroso e di buon pelo nel petto. Al solo Sancio si rattristò il cuore per trovarsi nella impossibilità di attendere lo splendido desinare e le feste di Camaccio, le quali durarono infino a notte; e perciò mesto e sconsolato seguitò il suo padrone che già marciava colla quadriglia di Basilio. Sancio lasciò le pignatte d′Egitto, sebbene se le portasse scolpite nell′anima; e la già quasi consunta e finita schiuma della caldaia gli teneva presente la felicità del bene che perdeva, ond′è che afflitto e pensieroso, sebbene sfamato, senza smontar dal leardo si tenne sulle pedate di Ronzinante.
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II. Capítulo XXII. Donde se da cuenta de la grande aventura de la cueva de Montesinos, que está en el corazón de la Mancha, a quien dio felice cima el valeroso don Quijote de la Mancha.
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CAPITOLO XXII GRANDE AVVENTURA DELLA GROTTA DI MONTÉSINO SITUATA NEL CUORE DELLA MANCIA ALLA QUALE DIEDE IL VALOROSO DON CHISCIOTTE COMPIMENTO FELICE.
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Grandes fueron y muchos los regalos que los desposados hicieron a don Quijote, obligados de las muestras que había dado defendiendo su causa, y al par de la valentía le graduaron la discreción, teniéndole por un Cid en las armas y por un Cicerón en la elocuencia. El buen Sancho se refociló tres días a costa de los novios, de los cuales se supo que no fue traza comunicada con la hermosa Quiteria el herirse fingidamente, sino industria de Basilio, esperando della el mesmo suceso que se había visto; bien es verdad que confesó que había dado parte de su pensamiento a algunos de sus amigos, para que al tiempo necesario favoreciesen su intención y abonasen su engaño.
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La gratitudine degli sposi verso don Chisciotte, per essersi mostrato disposto alla difesa della loro causa, fu grande. Mettevano a pari del suo valore il suo ingegno, e riputavanlo un Cid nelle armi ed un Cicerone nella eloquenza. Si rifocillò il galantuomo di Sancio per tre giorni a spese degli sposi, dai quali venne a sapere che non erasi già concertato con la bella Chilteria che Basilio avesse a fintamente ferirsi, ma che fu tutta industria di lui sperando da questa sola il successo che si è veduto: vero è bensì che ebbe a confessare di avere messo a parte del proposto divisamento alcuni amici suoi, perché dessero opportunamente favore alla sua intenzione accreditando l′inganno.
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-No se pueden ni deben llamar engaños -dijo don Quijote- los que ponen la mira en virtuosos fines.
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— Non si possono né si debbono chiamare inganni, disse don Chisciotte, quelli che si propongono un virtuoso fine e quello di maritarsi fra persone che si amano è il fine per eccellenza.
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Y que el de casarse los enamorados era el fin de más excelencia, advirtiendo que el mayor contrario que el amor tiene es la hambre y la continua necesidad, porque el amor es todo alegría, regocijo y contento, y más cuando el amante está en posesión de la cosa amada, contra quien son enemigos opuestos y declarados la necesidad y la pobreza; y que todo esto decía con intención de que se dejase el señor Basilio de ejercitar las habilidades que sabe, que, aunque le daban fama, no le daban dineros, y que atendiese a granjear hacienda por medios lícitos e industriosos, que nunca faltan a los prudentes y aplicados.
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Deesi per altro considerare, soggiungeva egli, che il nemico più dichiarato di amore si è la fame e la continua necessità: perché l′amore è tutto allegria, gioia e contento e molto più allora che trovasi l′amante in pieno possedimento della cosa amata; contro cui sono giurati avversarî il bisogno e la povertà. » Tuttociò diceva egli con intenzione di persuadere Basilio di darsi ad altri nuovi esercizî, mentre i soliti, benché gli procurassero riputazione, non gli davano danari; e suggerivagli che si studiasse di rendere migliore la sua condizione con mezzi leciti e ingegnosi, dei quali non mancano mai gli uomini di talento ed amanti della fatica.
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-El pobre honrado, si es que puede ser honrado el pobre, tiene prenda en tener mujer hermosa, que, cuando se la quitan, le quitan la honra y se la matan. La mujer hermosa y honrada, cuyo marido es pobre, merece ser coronada con laureles y palmas de vencimiento y triunfo. La hermosura, por sí sola, atrae las voluntades de cuantos la miran y conocen, y como a señuelo gustoso se le abaten las águilas reales y los pájaros altaneros; pero si a la tal hermosura se le junta la necesidad y la estrecheza, también la embisten los cuervos, los milanos y las otras aves de rapiña; y la que está a tantos encuentros firme bien merece llamarse corona de su marido. Mirad, discreto Basilio -añadió don Quijote- opinión fue de no sé qué sabio que no había en todo el mundo sino una sola mujer buena, y daba por consejo que cada uno pensase y creyese que aquella sola buena era la suya, y así viviría contento. Yo no soy casado, ni hasta agora me ha venido en pensamiento serlo; y, con todo esto, me atrevería a dar consejo al que me lo pidiese del modo que había de buscar la mujer con quien se quisiese casar. Lo primero, le aconsejaría que mirase más a la fama que a la hacienda, porque la buena mujer no alcanza la buena fama solamente con ser buena, sino con parecerlo; que mucho más dañan a las honras de las mujeres las desenvolturas y libertades públicas que las maldades secretas. Si traes buena mujer a tu casa, fácil cosa sería conservarla, y aun mejorarla, en aquella bondad; pero si la traes mala, en trabajo te pondrá el enmendarla que no es muy hacedero pasar de un estremo a otro. Yo no digo que sea imposible, pero téngolo por dificultoso.
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Il povero onorato (se però chi è povero può conseguir onore) possiede una gioia avendo bella consorte; e se tolta gli viene, viene ad un tempo stesso spogliato dell′onore e della vita; la moglie adorna di bellezza e di onore, congiunta ad uomo povero, merita una corona di allori e di palme di vittoria: la beltà sa rendersi schiava la volontà di quanti la vagheggiano, ed è come piacevole zimbello cui si gettano addosso e le aquile reali e gli uccelli di alto volo; ma se alla beltà si aggiugne il bisogno, o se riesce indisciplinabile, la investono allora i corvi, i nibbî e gli altri uccelli rapaci; quella che non cede ai cimenti più pericolosi, si merita a buon diritto di essere chiamata la corona del proprio sposo. Sappiate, o giudizioso Basilio, soggiunse don Chisciotte, che fu parere di non so quale Savio, esservi in tutto il mondo una sola buona moglie, e consigliava ognuno a tenere che quella sola buona fosse la sua propria, poiché così vivrebbe contento: io non sono ammogliato, né finora mi cadde in pensiero di accasarmi, nullostante mi terrei da tanto di saper suggerire ottime regole a chi vuol eleggersi lo stato del matrimonio. Prima di ogni altra cosa lo esorterei ad invaghirsi più della riputazione che della roba, perché la buona moglie non acquista la buona fama col solo carattere della bontà, ma col provare di possederla questa bontà mediante una palese regolare condotta: molto più nuocono all′onore delle donzelle e delle donne le pubbliche irriverenze che le segrete vigliaccherie; se meni a casa tua una buona moglie ti sarà facile il conservarla e il migliorarne anche la bontà; ma se trista te la conduci, troppo ti costerebbe l′emendarla, che non è picciola impresa passare da un estremo all′altro; e non dirò che ciò sia impossibile, ma grandemente difficoltoso. »
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Oía todo esto Sancho, y dijo entre sí.
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Sancio sentiva tutto questo, e diceva tra sé:
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-Este mi amo, cuando yo hablo cosas de meollo y de sustancia suele decir que podría yo tomar un púlpito en las manos y irme por ese mundo adelante predicando lindezas; y yo digo dél que cuando comienza a enhilar sentencias y a dar consejos, no sólo puede tomar púlpito en las manos, sino dos en cada dedo, y andarse por esas plazas a ¿qué quieres boca? ¡Válate el diablo por caballero andante, que tantas cosas sabes! Yo pensaba en mi ánima que sólo podía saber aquello que tocaba a sus caballerías, pero no hay cosa donde no pique y deje de meter su cucharada.
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— Questo mio padrone, quando io parlo di cose di midollo e di sostanza, suol dirmi che potrei prendere un pulpito in mano e andar predicando bei sermoni per lo mondo; ma io dico di lui che quando comincia a infilzare sentenze e a dare consigli, non solo può prendere un pulpito in mano, ma due per ogni dito, e andarsene per le piazze predicando quello che gli viene alla bocca: venga il malanno a questo cavaliere errante che sa tante cose: io credeva, per l′anima mia, che non fosse valente se non che negli affari della cavalleria, ma non c′è cosa che non la pizzichi, ed in cui non sappia dire la sua.
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Murmuraba esto algo Sancho, y entreoyóle su señor, y preguntóle
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Andava Sancio tai parole tra sé borbottando, e intanto il suo padrone che se n′era accorto, gli disse:
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-¿Qué murmuras, Sancho.
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— Che brontoli tu, Sancio?
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-No digo nada, ni murmuro de nada -respondió Sancho-; sólo estaba diciendo entre mí que quisiera haber oído lo que vuesa merced aquí ha dicho antes que me casara, que quizá dijera yo agora "El buey suelto bien se lame".
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— Io non dico niente né brontolo, rispose Sancio, ma andava unicamente dicendo tra me che avrei voluto sentire quello che disse poco fa vossignoria prima che avessi preso moglie, perché direi forse adesso: il bue sciolto bene si leva.
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-¿Tan mala es tu Teresa, Sancho? -dijo don Quijote.
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— Tanto malvagia, o Sancio, disse don Chisciotte, è la tua Teresa?
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-No es muy mala -respondió Sancho-, pero no es muy buena; a lo menos, no es tan buena como yo quisiera.
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— Non è molto cattiva, rispose Sancio, ma neppure è troppo buona, o almanco non lo è come io vorrei.
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-Mal haces, Sancho -dijo don Quijote-, en decir mal de tu mujer, que, en efecto, es madre de tus hijos.
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— Non fai bene, soggiunse don Chisciotte, a dir male di tua moglie, che in sostanza è la madre dei tuoi figliuoli.
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-No nos debemos nada -respondió Sancho-, que también ella dice mal de mí cuando se le antoja, especialmente cuando está celosa, que entonces súfrala el mesmo Satanás.
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— Noi siamo pagati, rispose Sancio, perché ella ancora dice male di me quando va in collera, e specialmente quando la gelosia le dà martello; ché allora neanche Satanasso la può sopportare. »
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Finalmente, tres días estuvieron con los novios, donde fueron regalados y servidos como cuerpos de rey. Pidió don Quijote al diestro licenciado le diese una guía que le encaminase a la cueva de Montesinos, porque tenía gran deseo de entrar en ella y ver a ojos vistas si eran verdaderas las maravillas que de ella se decían por todos aquellos contornos. El licenciado le dijo que le daría a un primo suyo, famoso estudiante y muy aficionado a leer libros de caballerías, el cual con mucha voluntad le pondría a la boca de la mesma cueva, y le enseñaría las lagunas de Ruidera, famosas ansimismo en toda la Mancha, y aun en toda España; y díjole que llevaría con él gustoso entretenimiento, a causa que era mozo que sabía hacer libros para imprimir y para dirigirlos a príncipes. Finalmente, el primo vino con una pollina preñada, cuya albarda cubría un gayado tapete o arpillera. Ensilló Sancho a Rocinante y aderezó al rucio, proveyó sus alforjas, a las cuales acompañaron las del primo, asimismo bien proveídas, y, encomendándose a Dios y despediéndose de todos, se pusieron en camino, tomando la derrota de la famosa cueva de Montesinos.
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Erano già passati tre giorni da che don Chisciotte e lo scudiere dimoravano cogli sposi, dai quali furono serviti e trattati come principi. Chiese don Chisciotte al bravo dottore che gli desse una guida che lo conducesse alla Grotta di Montésino, avendo vivo desiderio di penetrarvi e di vedere cogli occhi propri se vere fossero le meraviglie che di essa erano disseminate per tutti quei contorni. Gli rispose il dottore che gli darebbe a compagno un giovane suo cugino studente e molto affezionato alla lettura dei libri di cavalleria, il quale di assai buona voglia lo condurrebbe alla imboccatura della Grotta istessa, e gl′indicherebbe le lagune di Ruidera famose per tutta la Mancia, o piuttosto per tutta la Spagna. Gli soggiunse che si sarebbe trovato in gustosa conversazione, giacché era un giovane che sapea comporre libri degni di esser dati alle stampe e dedicati ai principi.
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En el camino preguntó don Quijote al primo de qué género y calidad eran sus ejercicios, su profesión y estudios; a lo que él respondió que su profesión era ser humanista; sus ejercicios y estudios, componer libros para dar a la estampa, todos de gran provecho y no menos entretenimiento para la república; que el uno se intitulaba el de las libreas, donde pinta setecientas y tres libreas, con sus colores, motes y cifras, de donde podían sacar y tomar las que quisiesen en tiempo de fiestas y regocijos los caballeros cortesanos, sin andarlas mendigando de nadie, ni lambicando, como dicen, el cerbelo, por sacarlas conformes a sus deseos e intenciones.
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Strada facendo, dimandò don Chisciotte al giovane di che genere e qualità fossero i suoi esercizi, la sua professione, i suoi studî. Cui rispos′egli essere umanista di professione, e che attendeva a compor libri per darli alle stampe come assai profittevoli e di grato trattenimento alla repubblica; che uno s′intitolava: Quello delle livree, dove, diceva: « Ho dipinte settecento e tre livree coi colori, motti e cifre, donde trarre si possono quelle che occorrono in occasione di feste e di allegrezze dei cavalieri di corte, senza andarle mendicando da chicchessia, né lambiccarsi il cervello per ritrovarle conformi ai rispettivi desiderî, e intenzioni,
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-Porque doy al celoso, al desdeñado, al olvidado y al ausente las que les convienen, que les vendrán más justas que pecadoras. Otro libro tengo también, a quien he de llamar Metamorfóseos, o Ovidio español, de invención nueva y rara; porque en él, imitando a Ovidio a lo burlesco, pinto quién fue la Giralda de Sevilla y el Ángel de la Madalena, quién el Caño de Vecinguerra, de Córdoba, quiénes los Toros de Guisando, la Sierra Morena, las fuentes de Leganitos y Lavapiés, en Madrid, no olvidándome de la del Piojo, de la del Caño Dorado y de la Priora; y esto, con sus alegorías, metáforas y translaciones, de modo que alegran, suspenden y enseñan a un mismo punto. Otro libro tengo, que le llamo Suplemento a Virgilio Polidoro, que trata de la invención de las cosas, que es de grande erudición y estudio, a causa que las cosas que se dejó de decir Polidoro de gran sustancia, las averiguo yo, y las declaro por gentil estilo. Olvidósele a Virgilio de declararnos quién fue el primero que tuvo catarro en el mundo, y el primero que tomó las unciones para curarse del morbo gálico, y yo lo declaro al pie de la letra, y lo autorizo con más de veinte y cinco autores porque vea vuesa merced si he trabajado bien y si ha de ser útil el tal libro a todo el mundo.
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mentre io do al geloso, allo sdegnato, allo smemorato ed al lontano quelle che loro convengono e le troveranno a dovere. Ho pure un altro libro che voglio intitolare: Metamorfosi, ovvero Ovidio spagnuolo, di nuova e rara invenzione; perché in esso, imitando Ovidio nel giocoso, dipingo chi fu la Giralda di Siviglia e l′Angelo della Maddalena; che cosa si è la Doccia di Vezinguerra di Cordova, quali i Tori di Ghisando, quale la Sierra Morena, le fonti di Leganitte, di Lavopiez in Madrid, senza dimenticarmi di quella del Pidocchio, di quella del Cane dorato e della Priora; e tutto questo con le sue allegorie, metafore e traslazioni che rallegrano, tengono in curiosità ed insegnano a un punto stesso. Un altro libro io tengo, che intitolo: Supplemento a Polidoro Vergilio, che tratta della invenzione delle cose, e che è fornito di vastissima erudizione e studio, mentre io verifico e dichiaro con istile elegante i fatti ommessi da Polidoro. Si dimenticò Polidoro di narrarci chi sia stato il primo colto dal catarro in questo mondo; il primo che abbia trovate le unzioni opportune a guarire dal morbo gallico, ed io ne proferisco la spiegazione pretta e fedele, e la avvaloro con più di venticinque autori. Da tutte le cose dette comprenda la signoria vostra se lodevole si renda il mio lavoro; e se questo tal libro abbia ad arrecar al mondo utilità straordinaria. »
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Sancho, que había estado muy atento a la narración del primo, le dijo.
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Sancio ch′era stato attento alla narrazione del giovane, gli disse:
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-Dígame, señor, así Dios le dé buena manderecha en la impresión de sus libros ¿sabríame decir, que sí sabrá, pues todo lo sabe, quién fue el primero que se rascó en la cabeza, que yo para mí tengo que debió de ser nuestro padre Adán.
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— Di grazia, o signore, e così Dio le dia buona mano diritta nella impressione dei suoi libri! mi saprebbe ella dire, che già lo saprà, perché tutti lo sanno, chi sia stato il primo che si abbia grattata la testa? quanto a me, tengo che sia stato il padre Adamo.
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-Sí sería -respondió el primo-, porque Adán no hay duda sino que tuvo cabeza y cabellos; y, siendo esto así, y siendo el primer hombre del mundo, alguna vez se rascaría.
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— Debb′essere stato lui senz′altro, rispose il giovane, perché non può revocarsi in dubbio, che Adamo non abbia avuta testa e capelli, e passando così la cosa, ed essendo egli il primo uomo vissuto al mondo, sarà avvenuto ch′egli qualche volta si grattasse la testa.
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-Así lo creo yo -respondió Sancho-; pero dígame ahora ¿quién fue el primer volteador del mundo.
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— Così credo ancor io, rispose Sancio; ma dicami ora; chi fu il primo saltatore al mondo?
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-En verdad, hermano -respondió el primo-, que no me sabré determinar por ahora, hasta que lo estudie. Yo lo estudiaré, en volviendo adonde tengo mis libros, y yo os satisfaré cuando otra vez nos veamos, que no ha de ser ésta la postrera.
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— In verità, fratello, rispose l′altro, che non so determinarmi a dirvelo se prima non mi apparecchio ad accurate indagini: le farò per altro voltando e rivoltando quei mille volumi che tengo, e vi darò soddisfazione un′altra volta che ci rivedremo, poiché questa non ha da essere l′ultima.
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-Pues mire, señor -replicó Sancho-, no tome trabajo en esto, que ahora he caído en la cuenta de lo que le he preguntado. Sepa que el primer volteador del mundo fue Lucifer, cuando le echaron o arrojaron del cielo, que vino volteando hasta los abismos.
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— Oh, signor mio, disse Sancio, non si pigli tanta briga per questo, ché ora mi viene in mente la risposta a dovere alla mia stessa dimanda. Sappia che il primo saltatore del mondo è stato Lucifero quando lo scacciarono o precipitarono dal cielo, poiché allora fece un salto sino agli abissi.
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-Tienes razón, amigo -dijo el primo.
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— Hai ragione, amico, » disse il giovane,
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Y dijo don Quijote.
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e don Chisciotte soggiunse:
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-Esa pregunta y respuesta no es tuya, Sancho a alguno las has oído decir.
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— Di altri e non tue sono queste proposte e risposte.
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-Calle, señor -replicó Sancho-, que a buena fe que si me doy a preguntar y a responder, que no acabe de aquí a mañana. Sí, que para preguntar necedades y responder disparates no he menester yo andar buscando ayuda de vecinos.
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— Stia cheto, Sancio rispose, che se io incomincio a dimandare e a rispondere, per fede mia che non la finisco sino a domani; e poi sì per domandare delle sciocchezze che per rispondere degli spropositi non occorrerebbe che mi allontanassi dai miei vicini.
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-Más has dicho, Sancho, de lo que sabes -dijo don Quijote-; que hay algunos que se cansan en saber y averiguar cosas que, después de sabidas y averiguadas, no importan un ardite al entendimiento ni a la memoria.
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— Hai detto, o Sancio, più di quello che sai, replicò don Chisciotte, mentre tanti si tormentano e si affannano per sapere ed avverare cose, le quali sapute e avverate che le abbiano, non servono poi per niente all′intelletto ed alla memoria. »
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En estas y otras gustosas pláticas se les pasó aquel día, y a la noche se albergaron en una pequeña aldea, adonde el primo dijo a don Quijote que desde allí a la cueva de Montesinos no había más de dos leguas, y que si llevaba determinado de entrar en ella, era menester proverse de sogas, para atarse y descolgarse en su profundidad.
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Fra questi ed altri giocondi ragionamenti passarono tutta la giornata, e pernottarono in un piccolo villaggio, dove il giovane disse a don Chisciotte, che di là alla Grotta di Montésino non vi erano più di due leghe, e che se si determinava ad entrarvi, era necessario provvedersi di funi per legarsi e calarsi sino alla profondità.
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Don Quijote dijo que, aunque llegase al abismo, había de ver dónde paraba; y así, compraron casi cien brazas de soga, y otro día, a las dos de la tarde, llegaron a la cueva, cuya boca es espaciosa y ancha, pero llena de cambroneras y cabrahígos, de zarzas y malezas, tan espesas y intricadas, que de todo en todo la ciegan y encubren. En viéndola, se apearon el primo, Sancho y don Quijote, al cual los dos le ataron luego fortísimamente con las sogas; y, en tanto que le fajaban y ceñían, le dijo Sancho.
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Rispose don Chisciotte che avea stabilito di farlo, dovesse pur anche sprofondarsi fin nell′abisso. Comperarono allora intorno a cento braccia di corda, e il giorno dopo, alle due della sera, pervennero alla Grotta. La sua imboccatura era spaziosa, ma ingombra di spine, di caprifichi, di pruni e di macchie sì spesse e intralciate che la cuoprivano affatto agli occhi dei passeggeri. Veduta appena, smontarono di cavallo Sancio, il giovane e don Chisciotte, il quale venne dai due altri tosto legato fortemente colle funi. Intanto che lo fasciavano, Sancio, alquanto impaurito gli disse:
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-Mire vuestra merced, señor mío, lo que hace no se quiera sepultar en vida, ni se ponga adonde parezca frasco que le ponen a enfriar en algún pozo. Sí, que a vuestra merced no le toca ni atañe ser el escudriñador desta que debe de ser peor que mazmorra.
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— Badi vossignoria a quello che fa, non voglia andarsi a seppellir vivo, né si metta in luogo da essere rinfrescato come i fiaschi di vino che si calano in pozzo; non tocca vossignoria di essere il curioso e di andare ad investigare questa che sarà peggio di spelonca.
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-Ata y calla -respondió don Quijote-, que tal empresa como aquésta, Sancho amigo, para mí estaba guardada.
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— Cingi e taci, rispose don Chisciotte, che a me unicamente è riservata un′impresa tanto strepitosa come la presente. »
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Y entonces dijo la guía.
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Soggiunse allora la guida:
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-Suplico a vuesa merced, señor don Quijote, que mire bien y especule con cien ojos lo que hay allá dentro quizá habrá cosas que las ponga yo en el libro de mis Transformaciones.
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— Prego vossignoria, signor don Chisciotte, di esaminare e speculare con cent′occhi quello che là dentro si rinserra, poiché se saranno cose importanti io potrò metterle nel libro delle mie trasmutazioni.
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-En manos está el pandero que le sabrá bien tañer -respondió Sancho Panza.
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— Eh il cembalo sta in mano di chi lo sa suonare, » replicò Sancio Pancia.
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Dicho esto y acabada la ligadura de don Quijote -que no fue sobre el arnés, sino sobre el jubón de armar-, dijo don Quijote
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Ciò detto, e terminata la legatura di don Chisciotte (che non fu sopra la rotella, ma sopra il giubbone e l′armatura), diss′egli:
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-Inadvertidos hemos andado en no habernos proveído de algún esquilón pequeño, que fuera atado junto a mí en esta mesma soga, con cuyo sonido se entendiera que todavía bajaba y estaba vivo; pero, pues ya no es posible, a la mano de Dios, que me guíe.
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— Siamo stati ben poco accorti nel non provvederci di un campanello da legarsi vicino a me con questa fune medesima: dal suo suono si sarebbe saputo se io tuttavia andassi calando, e se tuttavia fossi vivo; ma poiché adesso non v′è più tempo, Dio sia quello che mi accompagni e mi guidi. »
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Y luego se hincó de rodillas y hizo una oración en voz baja al cielo, pidiendo a Dios le ayudase y le diese buen suceso en aquella, al parecer, peligrosa y nueva aventura, y en voz alta dijo luego.
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E qui postosi ginocchione fece con voce bassa un priego al Cielo, chiedendo aiuto e fortunato successo in quella, che avea aspetto di pericolosa e nuova avventura. Disse poi ad alta voce:
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-¡Oh señora de mis acciones y movimientos, clarísima y sin par Dulcinea del Toboso! Si es posible que lleguen a tus oídos las plegarias y rogaciones deste tu venturoso amante, por tu inaudita belleza te ruego las escuches, que no son otras que rogarte no me niegues tu favor y amparo, ahora que tanto le he menester. Yo voy a despeñarme, a empozarme y a hundirme en el abismo que aquí se me representa, sólo porque conozca el mundo que si tú me favoreces, no habrá imposible a quien yo no acometa y acabe.
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— O signora delle mie azioni e dei miei movimenti, o chiarissima e senza pari Dulcinea del Toboso, se possibile fia che ti giungano all′orecchio gli scongiuri e i voti di questo tuo venturoso amante, ti prego per tua inaudita bellezza di udirli, poiché ad altro non mirano fuorché a supplicarti che tu non mi nieghi il tuo favore ed il tuo aiuto ora che ne ho grande bisogno. Vado a precipitarmi, ad impozzarmi, a piombare, a sprofondarmi nell′abisso che mi si para dinanzi, solo perché si conosca dal mondo che se tu mi dai assistenza, non mi sarà più ripugnante l′accingermi a qualsiasi impresa, né impossibile il felicemente compirla. »
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Y, en diciendo esto, se acercó a la sima; vio no ser posible descolgarse, ni hacer lugar a la entrada, si no era a fuerza de brazos, o a cuchilladas, y así, poniendo mano a la espada, comenzó a derribar y a cortar de aquellas malezas que a la boca de la cueva estaban, por cuyo ruido y estruendo salieron por ella una infinidad de grandísimos cuervos y grajos, tan espesos y con tanta priesa, que dieron con don Quijote en el suelo; y si él fuera tan agorero como católico cristiano, lo tuviera a mala señal y escusara de encerrarse en lugar semejante.
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E detto questo, appressatosi alla imboccatura, conobbe non essere possibile il calarvisi, né farsi luogo all′ingresso, se non usando molta fatica di braccia e infiniti colpi di spada. Trasse tosto la sua e cominciò a tagliare e sgombrare di quei cespugli che alla bocca della Grotta erano d′inciampo; e in forza dello strepito e del fracasso uscì una quantità prodigiosa di corvi e di gracci, e con tanta furia che lo fecero stramazzare.
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Finalmente se levantó, y, viendo que no salían más cuervos ni otras aves noturnas, como fueron murciélagos, que asimismo entre los cuervos salieron, dándole soga el primo y Sancho, se dejó calar al fondo de la caverna espantosa; y, al entrar, echándole Sancho su bendición y haciendo sobre él mil cruces, dijo.
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S′egli fosse stato uomo tanto osservatore degli augurî come lo era della fede cattolica, avrebbe ciò tenuto per tristo presagio, e non avrebbe più pensato a cacciarsi in quell′antro; ma rizzatosi e vedendo che più non uscivano corvi, né altri uccelli notturni, come sono pipistrelli e nottole ed altri simili, il giovane e Sancio cominciarono a dargli fune, e lo calarono al fondo della spaventosa caverna. All′entrarvi, Sancio gli diede la sua benedizione e gli fece sopra mille croci, dicendogli:
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-¡Dios te guíe y la Peña de Francia, junto con la Trinidad de Gaeta, flor, nata y espuma de los caballeros andantes! ¡Allá vas, valentón del mundo, corazón de acero, brazos de bronce! ¡Dios te guíe, otra vez, y te vuelva libre, sano y sin cautela a la luz desta vida, que dejas por enterrarte en esta escuridad que buscas.
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— Dio ti faccia la strada, e la Rocca di Francia e la Trinità di Gaeta, o fiore di latte, o schiuma degli erranti cavalieri! vattene pur là, bravazzo del mondo, cuore d′acciaio, braccio di bronzo: Dio ti faccia strada e ti riconduca libero, sano e salvo, e senza macchia alla luce di questa vita che ora abbandoni per seppellirti volontario in tanta oscurità! »
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Casi las mismas plegarias y deprecaciones hizo el primo.
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Fece il giovane quasi le stesse preghiere e voti.
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Iba don Quijote dando voces que le diesen soga y más soga, y ellos se la daban poco a poco; y cuando las voces, que acanaladas por la cueva salían, dejaron de oírse, ya ellos tenían descolgadas las cien brazas de soga, y fueron de parecer de volver a subir a don Quijote, pues no le podían dar más cuerda. Con todo eso, se detuvieron como media hora, al cabo del cual espacio volvieron a recoger la soga con mucha facilidad y sin peso alguno, señal que les hizo imaginar que don Quijote se quedaba dentro; y, creyéndolo así, Sancho lloraba amargamente y tiraba con mucha priesa por desengañarse, pero, llegando, a su parecer, a poco más de las ochenta brazas, sintieron peso, de que en estremo se alegraron. Finalmente, a las diez vieron distintamente a don Quijote, a quien dio voces Sancho, diciéndole.
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Don Chisciotte andava gridando che gli dessero fune e fune ancora, ed eglino gliela davano a poco a poco; e quando più non si udirono le voci che uscivano volteggianti per la Grotta, già avevano essi calate le cento braccia di fune. Non avendone di più giudicarono di tirare in su don Chisciotte. Rimasero là perplessi per mezz′ora, dopo di che cominciarono a ritrarre sì facilmente e senz′alcun peso la fune, che immaginaronsi che don Chisciotte non vi fosse più attaccato. Sancio Pancia, pensando in effetto che così avvenuto fosse, piangeva dirottamente, e aiutava a tirare in su la fune con affannosa premura per disingannarsi; ma giunti presso alle ottanta braccia sentirono allora soltanto un peso che loro diede improvvisa consolazione. Finalmente scoprirono distintamente don Chisciotte, cui Sancio die′ voce, dicendogli:
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-Sea vuestra merced muy bien vuelto, señor mío, que ya pensábamos que se quedaba allá para casta.
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— Sia vossignoria il ben tornato, o signor mio; oh noi credevamo ch′ella volesse restare là dentro per semente. »
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Pero no respondía palabra don Quijote; y, sacándole del todo, vieron que traía cerrados los ojos, con muestras de estar dormido. Tendiéronle en el suelo y desliáronle, y con todo esto no despertaba; pero tanto le volvieron y revolvieron, sacudieron y menearon, que al cabo de un buen espacio volvió en sí, desperezándose, bien como si de algún grave y profundo sueño despertara; y, mirando a una y otra parte, como espantado, dijo.
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Don Chisciotte non rispondea parola, e quando lo ebbero tratto fuori, videro che tenea gli occhi chiusi quasiché se ne stesse dormendo. Lo distesero in terra, lo slegarono, ma non dava tuttavia segno di svegliarsi: tanto però lo voltarono e rivoltarono, scossero e dimenarono, che dopo qualche spazio di tempo tornò in sé; fregandosi gli occhi stirandosi tutto, come chi da grave e profondo sonno si desta: e portando gli sguardi dall′una parte e dall′altra, qual uomo spaventato, proruppe:
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-Dios os lo perdone, amigos; que me habéis quitado de la más sabrosa y agradable vida y vista que ningún humano ha visto ni pasado. En efecto, ahora acabo de conocer que todos los contentos desta vida pasan como sombra y sueño, o se marchitan como la flor del campo. ¡Oh desdichado Montesinos! ¡Oh mal ferido Durandarte! ¡Oh sin ventura Belerma! ¡Oh lloroso Guadiana, y vosotras sin dicha ijas de Ruidera, que mostráis en vuestras aguas las que lloraron vuestros hermosos ojos.
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— Dio ve lo perdoni, amici, che tolto mi avete dalla più deliziosa e gradevole apparizione che uomo di questo mondo abbia veduto mai. Ora sì che finisco di persuadermi che le allegrezze tutte di questa vita si dileguano come ombra e come sogno, e appassiscono come fiore nel prato. O sventurato Montésino o mal ferito Durandarte! o miseranda Belerma! o piangente Guadiana! o voi tutte sfortunate figlie di Ruidera che mostrate nelle vostre acque le copiose lagrime che piovvero dai vostri begli occhi! »
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Escuchaban el primo y Sancho las palabras de don Quijote, que las decía como si con dolor inmenso las sacara de las entrañas. Suplicáronle les diese a entender lo que decía, y les dijese lo que en aquel infierno había visto.
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Stavano Sancio ed il giovane ascoltando attentissimi le parole di don Chisciotte, il quale le proferiva con tanta forza come se uscite fossero dalle sue viscere dopo il più tormentoso e inesplicabile affanno. Lo pregarono che spiegasse i suoi detti, e che desse conto di ciò che in quell′inferno avea veduto.
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-¿Infierno le llamáis? -dijo don Quijote-; pues no le llaméis ansí, porque no lo merece, como luego veréis.
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— Inferno lo chiamate? disse don Chisciotte: voi gli date tal nome perché non lo avete veduto.
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Pidió que le diesen algo de comer, que traía grandísima hambre. Tendieron la arpillera del primo sobre la verde yerba, acudieron a la despensa de sus alforjas, y, sentados todos tres en buen amor y compaña, merendaron y cenaron, todo junto. Levantada la arpillera, dijo don Quijote de la Mancha.
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Dimandò poi qualche cosa da mangiare, giacché avea grandissima fame, e gli distesero la invoglia del compagno sopra la fresca erbetta; trassero quanto occorreva dalle bisacce, e seduti tutti e tre in santa pace e compagnia merendarono e cenarono ad un tempo. Sparecchiata la invoglia, disse don Chisciotte della Mancia:
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-No se levante nadie, y estadme, hijos, todos atentos.
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— Nessuno si alzi, ed ascoltatemi, figliuoli miei, tutti attenti. »
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II. Capítulo XXIII. De las admirables cosas que el estremado don Quijote contó que había visto en la profunda cueva de Montesinos, cuya imposibilidad y grandeza hace que se tenga esta aventura por apócrifa.
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CAPITOLO XXII MARAVIGLIOSE COSE VEDUTE DAL CELEBRATISSIMO DON CHISCIOTTE NELLA PROFONDA GROTTA DI MONTESINO E DA LUI RACCONTATE, LA CUI GRANDEZZA E IMPOSSIBILITÀ VA A STABILIRE PER APOCRIFA LA PRESENTE VENTURA.
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Las cuatro de la tarde serían cuando el sol, entre nubes cubierto, con luz escasa y templados rayos, dio lugar a don Quijote para que, sin calor y pesadumbre, contase a sus dos clarísimos oyentes lo que en la cueva de Montesinos había visto. Y comenzó en el modo siguiente.
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Il sole verso le quattro della sera velato da nubi, con iscarsa luce e con temperati raggi diè agio a don Chisciotte che senza caldo e molestia potesse accingersi a raccontare ai due suoi illustri uditori ciò che veduto aveva nella Grotta di Montésino; e cominciò nella seguente maniera:
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-A obra de doce o catorce estados de la profundidad desta mazmorra, a la derecha mano, se hace una concavidad y espacio capaz de poder caber en ella un gran carro con sus mulas. Éntrale una pequeña luz por unos resquicios o agujeros, que lejos le responden, abiertos en la superficie de la tierra. Esta concavidad y espacio vi yo a tiempo cuando ya iba cansado y mohíno de verme, pendiente y colgado de la soga, caminar por aquella escura región abajo, sin llevar cierto ni determinado camino; y así, determiné entrarme en ella y descansar un poco. Di voces, pidiéndoos que no descolgásedes más soga hasta que yo os lo dijese, pero no debistes de oírme. Fui recogiendo la soga que enviábades, y, haciendo della una rosca o rimero, me senté sobre él, pensativo además, considerando lo que hacer debía para calar al fondo, no teniendo quién me sustentase; y, estando en este pensamiento y confusión, de repente y sin procurarlo, me salteó un sueño profundísimo; y, cuando menos lo pensaba, sin saber cómo ni cómo no, desperté dél y me hallé en la mitad del más bello, ameno y deleitoso prado que puede criar la naturaleza ni imaginar la más discreta imaginación humana. Despabilé los ojos, limpiémelos, y vi que no dormía, sino que realmente estaba despierto; con todo esto, me tenté la cabeza y los pechos, por certificarme si era yo mismo el que allí estaba, o alguna fantasma vana y contrahecha; pero el tacto, el sentimiento, los discursos concertados que entre mí hacía, me certificaron que yo era allí entonces el que soy aquí ahora. Ofrecióseme luego a la vista un real y suntuoso palacio o alcázar, cuyos muros y paredes parecían de transparente y claro cristal fabricados; del cual abriéndose dos grandes puertas, vi que por ellas salía y hacía mí se venía un venerable anciano, vestido con un capuz de bayeta morada, que por el suelo le arrastraba ceñíale los hombros y los pechos una beca de colegial, de raso verde; cubríale la cabeza una gorra milanesa negra, y la barba, canísima, le pasaba de la cintura; no traía arma ninguna, sino un rosario de cuentas en la mano, mayores que medianas nueces, y los dieces asimismo como huevos medianos de avestruz; el continente, el paso, la gravedad y la anchísima presencia, cada cosa de por sí y todas juntas, me suspendieron y admiraron. Llegóse a mí, y lo primero que hizo fue abrazarme estrechamente, y luego decirme ′′Luengos tiempos ha, valeroso caballero don Quijote de la Mancha, que los que estamos en estas soledades encantados esperamos verte, para que des noticia al mundo de lo que encierra y cubre la profunda cueva por donde has entrado, llamada la cueva de Montesinos hazaña sólo guardada para ser acometida de tu invencible corazón y de tu ánimo stupendo. Ven conmigo, señor clarísimo, que te quiero mostrar las maravillas que este transparente alcázar solapa, de quien yo soy alcaide y guarda mayor perpetua, porque soy el mismo Montesinos, de quien la cueva toma nombre′′. Apenas me dijo que era Montesinos, cuando le pregunté si fue verdad lo que en el mundo de acá arriba se contaba que él había sacado de la mitad del pecho, con una pequeña daga, el corazón de su grande amigo Durandarte y llevádole a la Señora Belerma, como él se lo mandó al punto de su muerte. Respondióme que en todo decían verdad, sino en la daga, porque no fue daga, ni pequeña, sino un puñal buido, más agudo que una lezna.
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« Dodici a quattordici stadi all′incirca, sotto la profondità di questa spelonca, evvi a mano diritta una cavità ed uno spazio atto a contener un gran carro colle sue mule, dove entra piccola luce da certe fessure e pertugi che da lungi vi corrispondono, e che hanno origine dalla superficie della terra. Questa cavità o spazio vid′io quando trovandomi stanco e disgustato dello stare pendente ed attaccato a quella fune camminai per quella oscura regione senza avere direzione alcuna sicura e determinata; e mi persuasi allora di fermarmi e di riposare un poco. Gridai e dissi che non si calasse più fune senz′altro mio avviso; ma credo che voi non mi abbiate udito. Attesi allora a raccorre la fune che stavate calando, facendo di essa una ciambella, e mi vi sedetti sopra pensoso e in dubbio del come appigliarmi per calare sino al fondo, non avendo chi mi sostenesse. D′improvviso e a mio malgrado fui colto da profondissimo sonno, e senza che io ne sappia né l′istante né il come, mi risvegliai trovandomi nel mezzo del più bello, ameno e dilettevole prato che mai formasse natura ovvero creasse la più fervida umana immaginazione. Apersi, ravvivai, stropicciai gli occhi, e mi accorsi che io non dormiva altrimenti; ma ch′ero svegliatissimo: con tutto ciò volli tastarmi e il petto e la testa per accertarmi ch′io era veramente io, e non qualche vana e contraffatta fantasima. Il tatto, il sentimento, il concorde discorso che facea tra me e me tutto m′assicurò ch′ero in effetto io medesimo, e quel medesimo che ora qui vedete. Allora mi si offerse alla vista sontuoso e reale palagio, o castello, le cui pareti sembravano fabbricate di trasparente e lucido cristallo: apertesi due grandi porte dello stesso, vidi che uscia, ed avviavasi alla mia volta un venerabile vecchio, vestito con cappuccio di rovescio pavonazzo che strascinava a terra, con manto da collegiale togato, e tutto di raso verde che gli cingeva gli omeri e il petto, colla testa coperta da berettino alla milanese nero, e con barba bianchissima che gli arrivava fin sotto alla cintura. Nessun′arme portava, ma teneva un rosario in mano coll′avemmarie più grosse che noci ordinarie, e le poste del rosario erano come mezzane ova di struzzo. Il contegno, il passo, la gravità, la maestosissima presenza sua ed ogni altra cosa che in lui ebbi campo di considerare mi tennero maravigliato e fuori di me. Mi si avvicinò, ed il primo suo movimento fu di strettamente abbracciarmi, e poi dirmi: — Èmolto tempo, o valoroso cavaliere don Chisciotte della Mancia, che noi, i quali tra queste solitudini stiamo incantati, attendiamo di vederti, affinché avesse notizia il mondo per mezzo tuo di ciò che rinserra e copre la profonda grotta per dove entrasti, chiamata la grotta di Montésino; grotta visitata per la prima volta dal tuo invincibile cuore e dal maraviglioso tuo braccio. Seguimi adesso, signore preclarissimo, che voglio mostrarti le stupende cose che si celano in questo trasparente castello, di cui io sono il custode e la perpetua guardia maggiore, essendo io quel Montésino medesimo da cui prende il nome questo luogo. » Appena mi ebbe detto ch′egli era Montésino stesso, ch′io gli chiesi se fosse verità ciò che nel mondo di qua raccontavasi, cioè di aver egli cavato dal mezzo del petto con picciola daga il cuore del suo amico Durandarte, e poi inviatolo alla signora Belerma, come quegli comandò e volle al punto del suo morire. Risposemi che tutto era verità, ad eccezione della daga, la quale non fu daga veramente né picciola né grande, ma sì bene pugnale scannellato, più acuto di una lesina.
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-Debía de ser -dijo a este punto Sancho- el tal puñal de Ramón de Hoces, el sevillano.
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— Sarà stato, soggiunse allora Sancio, un pugnale di Ramon di Ozes il sivigliano.
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-No sé -prosiguió don Quijote-, pero no sería dese puñalero, porque Ramón de Hoces fue ayer, y lo de Roncesvalles, donde aconteció esta desgracia, ha muchos años; y esta averiguación no es de importancia, ni turba ni altera la verdad y contesto de la historia.
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— Non lo so, continuò a dire don Chisciotte; ma non può essere di questo venditore di pugnali, perché quello di Ramon di Ozes è moderno, e l′altro di Roncisvalle, ove accadde questo infortunio, conta infinito numero di anni: ma già la verità e il testo di questa istoria non può essere gran fatto alterato dalla verificazione di cotal circostanza.
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-Así es -respondió el primo-; prosiga vuestra merced, señor don Quijote, que le escucho con el mayor gusto del mundo.
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— Così è per lo appunto, soggiunse il giovane; e prosegua la signoria vostra, signor don Chisciotte, che io sto ad ascoltarla con grandissima soddisfazione.
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-No con menor lo cuento yo -respondió don Quijote-; y así, digo que el venerable Montesinos me metió en el cristalino palacio, donde en una sala baja, fresquísima sobremodo y toda de alabastro, estaba un sepulcro de mármol, con gran maestría fabricado, sobre el cual vi a un caballero tendido de largo a largo, no de bronce, ni de mármol, ni de jaspe hecho, como los suele haber en otros sepulcros, sino de pura carne y de puros huesos. Tenía la mano derecha (que, a mi parecer, es algo peluda y nervosa, señal de tener muchas fuerzas su dueño) puesta sobre el lado del corazón, y, antes que preguntase nada a Montesinos, viéndome suspenso mirando al del sepulcro, me dijo ′′Éste es mi amigo Durandarte, flor y espejo de los caballeros enamorados y valientes de su tiempo; tiénele aquí encantado, como me tiene a mí y a otros muchos y muchas, Merlín, aquel francés encantador que dicen que fue hijo del diablo; y lo que yo creo es que no fue hijo del diablo, sino que supo, como dicen, un punto más que el diablo. El cómo o para qué nos encantó nadie lo sabe, y ello dirá andando los tiempos, que no están muy lejos, según imagino. Lo que a mí me admira es que sé, tan cierto como ahora es de día, que Durandarte acabó los de su vida en mis brazos, y que después de muerto le saqué el corazón con mis propias manos; y en verdad que debía de pesar dos libras, porque, según los naturales, el que tiene mayor corazón es dotado de mayor valentía del que le tiene pequeño. Pues siendo esto así, y que realmente murió este caballero, ¿cómo ahora se queja y sospira de cuando en cuando, como si estuviese vivo? ′′ Esto dicho, el mísero Durandarte, dando una gran voz, dijo
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— Né con minore io farò il mio racconto rispose don Chisciotte; e perciò dico che il venerabile Montésino m′introdusse nel cristallino palazzo, dove in una sala terrena, freschissima soprammodo e tutta di alabastro giaceva un marmoreo sepolcro con somma maestria fabbricato; sopra il quale vidi un cavaliero disteso quanto era lungo, e non già di bronzo o di marmo, né formato di diaspro alla foggia di quelli che scorgonsi nei sepolcri di costassù, ma di vera carne e di vere ossa. Teneva la destra mano, che mi parve un po′ pelosa (segno di sua gran forza) posta sul lato del cuore, e prima che io facessi a Montésino richiesta alcuna, vedendomi egli attonito a guardar quello del sepolcro, mi disse: — Questo è l′amico mio Durandarte, fiore e specchio dei cavalieri innamorati e valorosi del tempo suo; il quale (come lo sono io e molti altri) resta qua incantato per opera di Merlino, di quel francese maliardo che dicono essere stato il figliuolo del demonio, ma che per mio avviso non fu già figliuolo del demonio, ma più del demonio saputo di un punto, come suol dirsi. Ognuno ignora la ragione del nostro incantesimo, ma si saprà bene col volger degli anni, che non dovrebbero essere ancora molti per quanto vo immaginando. Quello poi di cui stupirete si è, ch′io sono così certo come adesso che voi siete qui, che Durandarte pose fine ai suoi giorni fra le mie braccia, e che dopo la sua morte io gli cavai colle proprie mani il cuore; il quale, senza esagerare, pesar doveva due libbre: e voi avrete già inteso dai naturalisti che chi ha il cuore di mole grande è dotato di maggiore bravura di chi lo ha piccino. — Passando la cosa dunque in tal modo, ed essendo vero che realmente morì questo cavaliere, come fa egli, io replicai, a dolersi ed a sospirare di tanto in tanto come se fosse ancor vivo? Proferite appena tali parole il misero Durandarte sclamò:
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′′¡Oh, mi primo Montesinos!.
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« O mio cugino Montésino,
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Lo postrero que os rogaba.
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l′ultima mia preghiera
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que cuando yo fuere muerto.
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fu che dopo
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y mi ánima arrancada.
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la mia morte
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que llevéis mi corazón
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tu portassi il mio cuore
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adonde Belerma estaba.
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a Belerma
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sacándomele del pecho.
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traendolo dal mio petto
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ya con puñal, ya con daga.′
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con un pugnale o con una daga. »
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Oyendo lo cual el venerable Montesinos, se puso de rodillas ante el lastimado caballero, y, con lágrimas en los ojos, le dijo ′′Ya, señor Durandarte, carísimo primo mío, ya hice lo que me mandastes en el aciago día de nuestra pérdida yo os saqué el corazón lo mejor que pude, sin que os dejase una mínima parte en el pecho; yo le limpié con un pañizuelo de puntas; yo partí con él de carrera para Francia, habiéndoos primero puesto en el seno de la tierra, con tantas lágrimas, que fueron bastantes a lavarme las manos y limpiarme con ellas la sangre que tenían, de haberos andado en las entrañas; y, por más señas, primo de mi alma, en el primero lugar que topé, saliendo de Roncesvalles, eché un poco de sal en vuestro corazón, porque no oliese mal, y fuese, si no fresco, a lo menos amojamado, a la presencia de la señora Belerma; la cual, con vos, y conmigo, y con Guadiana, vuestro escudero, y con la dueña Ruidera y sus siete hijas y dos sobrinas, y con otros muchos de vuestros conocidos y amigos, nos tiene aquí encantados el sabio Merlín ha muchos años; y, aunque pasan de quinientos, no se ha muerto ninguno de nosotros solamente faltan Ruidera y sus hijas y sobrinas, las cuales llorando, por compasión que debió de tener Merlín dellas, las convirtió en otras tantas lagunas, que ahora, en el mundo de los vivos y en la provincia de la Mancha, las llaman las lagunas de Ruidera; las siete son de los reyes de España, y las dos sobrinas, de los caballeros de una orden santísima, que llaman de San Juan. Guadiana, vuestro escudero, plañendo asimesmo vuestra desgracia, fue convertido en un río llamado de su mesmo nombre; el cual, cuando llegó a la superficie de la tierra y vio el sol del otro cielo, fue tanto el pesar que sintió de ver que os dejaba, que se sumergió en las entrañas de la tierra; pero, como no es posible dejar de acudir a su natural corriente, de cuando en cuando sale y se muestra donde el sol y las gentes le vean. Vanle administrando de sus aguas las referidas lagunas, con las cuales y con otras muchas que se llegan, entra pomposo y grande en Portugal. Pero, con todo esto, por dondequiera que va muestra su tristeza y melancolía, y no se precia de criar en sus aguas peces regalados y de estima, sino burdos y desabridos, bien diferentes de los del Tajo dorado; y esto que agora os digo, ¡oh primo mío!, os lo he dicho muchas veces; y, como no me respondéis, imagino que no me dais crédito, o no me oís, de lo que yo recibo tanta pena cual Dios lo sabe. Unas nuevas os quiero dar ahora, las cuales, ya que no sirvan de alivio a vuestro dolor, no os le aumentarán en ninguna manera. Sabed que tenéis aquí en vuestra presencia, y abrid los ojos y veréislo, aquel gran caballero de quien tantas cosas tiene profetizadas el sabio Merlín, aquel don Quijote de la Mancha, digo, que de nuevo y con mayores ventajas que en los pasados siglos ha resucitado en los presentes la ya olvidada andante caballería, por cuyo medio y favor podría ser que nosotros fuésemos desencantados; que las grandes hazañas para los grandes hombres están guardadas′′. ′′Y cuando así no sea -respondió el lastimado Durandarte con voz desmayada y baja-, cuando así no sea, ¡oh primo!, digo, paciencia y barajar′′. Y, volviéndose de lado, tornó a su acostumbrado silencio, sin hablar más palabra. Oyéronse en esto grandes alaridos y llantos, acompañados de profundos gemidos y angustiados sollozos; volví la cabeza, y vi por las paredes de cristal que por otra sala pasaba una procesión de dos hileras de hermosísimas doncellas, todas vestidas de luto, con turbantes blancos sobre las cabezas, al modo turquesco. Al cabo y fin de las hileras venía una señora, que en la gravedad lo parecía, asimismo vestida de negro, con tocas blancas tan tendidas y largas, que besaban la tierra. Su turbante era mayor dos veces que el mayor de alguna de las otras; era cejijunta y la nariz algo chata; la boca grande, pero colorados los labios; los dientes, que tal vez los descubría, mostraban ser ralos y no bien puestos, aunque eran blancos como unas peladas almendras; traía en las manos un lienzo delgado, y entre él, a lo que pude divisar, un corazón de carne momia, según venía seco y amojamado. Díjome Montesinos como toda aquella gente de la procesión eran sirvientes de Durandarte y de Belerma, que allí con sus dos señores estaban encantados, y que la última, que traía el corazón entre el lienzo y en las manos, era la señora Belerma, la cual con sus doncellas cuatro días en la semana hacían aquella procesión y cantaban, o, por mejor decir, lloraban endechas sobre el cuerpo y sobre el lastimado corazón de su primo; y que si me había parecido algo fea, o no tan hermosa como tenía la fama, era la causa las malas noches y peores días que en aquel encantamento pasaba, como lo podía ver en sus grandes ojeras y en su color quebradiza. ′′Y no toma ocasión su amarillez y sus ojeras de estar con el mal mensil, ordinario en las mujeres, porque ha muchos meses, y aun años, que no le tiene ni asoma por sus puertas, sino del dolor que siente su corazón por el que de contino tiene en las manos, que le renueva y trae a la memoria la desgracia de su mal logrado amante; que si esto no fuera, apenas la igualara en hermosura, donaire y brío la gran Dulcinea del Toboso, tan celebrada en todos estos contornos, y aun en todo el mundo′′. ′′¡Cepos quedos! -dije yo entonces-, señor don Montesinos cuente vuesa merced su historia como debe, que ya sabe que toda comparación es odiosa, y así, no hay para qué comparar a nadie con nadie. La sin par Dulcinea del Toboso es quien es, y la señora doña Belerma es quien es, y quien ha sido, y quédese aquí′′. A lo que él me respondió ′′Señor don Quijote, perdóneme vuesa merced, que yo confieso que anduve mal, y no dije bien en decir que apenas igualara la señora Dulcinea a la señora Belerma, pues me bastaba a mí haber entendido, por no sé qué barruntos, que vuesa merced es su caballero, para que me mordiera la lengua antes de compararla sino con el mismo cielo′′. Con esta satisfación que me dio el gran Montesinos se quietó mi corazón del sobresalto que recebí en oír que a mi señora la comparaban con Belerma.
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Udito, questo, il venerabile Montésino si mise tosto ginocchioni dinanzi al dolente cavaliere, e così proruppe, spartendo un mare di lagrime: — Già, signor Durandarte, carissimo cugino mio, già eseguito ho il comando che mi avete dato nel malaugurato giorno della vostra perdita. Io vi trassi il cuore nel miglior modo che per me si è potuto, senza che ve ne restasse la più picciola parte nel petto; l′ho ripulito io stesso con molta diligenza adoperando un fazzoletto fornito di merli di punto, e me ne andai con esso di carriera verso la Francia, avendovi prima posto in seno alla terra e sepolto con tante lagrime che bastarono a lavarmi le mani ed a mondarmi del sangue che le bruttava per avere maneggiato le vostre viscere. Per più indubitati contrassegni, o cugino dell′anima mia, sappiate che nel primo luogo in cui mi avvenni uscendo di Roncisvalle, posi un po′ di sale su questo vostro cuore, affinché non putisse, e si conservasse se non fresco, almeno non stantìo alla presenza della signora Belerma. Questa vostra diva e voi e me e Guadiana vostro scudiere e la matrona Ruidera e le sue sette figlie e nipoti e molti altri vostri conoscenti siamo qui, come sapete, tutti da tanti anni incantati dal mago Merlino: e benché ne siano già passati da cinquecento, pure non è tuttavia morto alcuno di noi, e mancano soltanto Ruidera e le sue figlie e i nipoti. Ora saprete che queste piangendo, per compassione ch′ebbe Merlino di loro, sono adesso convertite in altrettante lagune, che al mondo dei viventi e nelle provincie della Mancia si chiamano tuttavia le Lagune di Ruidera: le sette sono dei re di Spagna, e le due nipoti dei cavalieri di un ordine santissimo, detto l′Ordine di san Giovanni: anche Guadiana vostro scudiero, piangendo egli ancora la fatalità vostra fu tramutato in un fiume che porta il suo medesimo nome; e questo quando giunse alla superficie della terra e vide il sole dell′altro cielo ebbe tanto affanno in lasciarvi che si sommerse nelle viscere della terra: ma siccome non lascerebbe giammai di seguitare la naturale sua corrente, di tanto in tanto esce e sormonta per essere veduto dal sole e dalle genti. Gli somministrano le loro acque le riferite lagune, in grazia delle quali e di altre molte che se gli aggiungono, entra in Portogallo pomposo e grande: ma ad onta di tutto questo, ovunque egli percorre mostra la tristezza e la malinconia che lo ingombra, né si pregia di alimentare nelle sue onde pesci squisiti e singolari, ma lucci sciocchi ed insipidi e diversi totalmente da quelli del Tago dorato. Quello che ora vi dico, cugino mio, molte volte vel ripetei, ma non avendo da voi mai avuta risposta mi vo figurando che non mi prestiate fede o non mi udiate; di che se io porti viva amarezza nell′animo sallo Iddio! Ora vi aggiungerò altre novelle che se non potranno alleggerire il vostro dolore, non lo accresceranno almeno. Sappiate che sta qui presente al cospetto vostro (aprite gli occhi e ′l vedrete) quel gran cavaliere di cui tante cose ha profetizzato il mago Merlino, quel don Chisciotte della Mancia, il quale io so che di nuovo e con molto maggior eccellenza che nei passati secoli ha risuscitato al presente la già obbliata errante cavalleria. Potrebbe avvenire che per suo mezzo e per il suo favore noi fossimo tratti d′incantesimo, da che le grandi imprese ai grandi uomini soltanto son riserbate — E quando ciò non segua, rispose l′incantanto Durandarte con bassa e fioca voce, quando altrimenti succeda, o cugino mio, bisognerà aver sofferenza e batter le carte. Voltosi allora ad un altro lato tornò all′usato silenzio, né proferì più sillaba alcuna. Grandi ululati e compianti, accompagnati da profondi gemiti e da angosciosi singhiozzi eccheggiarono in quel punto per tutta la Grotta, ed io voltai la testa, e vidi attraverso le cristalline pareti, come per altra sala passava maestosa processione di due fila di bellissime donzelle, tutte vestite a lutto e con turbanti bianchi in testa alla foggia turchesca. A capo di quelle due schiere veniva illustre donna; ché tale rassembrava al portamento vestita pur essa di bruno, con veli bianchi sì distesi e lunghi che si trascinavano sul suolo. Il turbante che ella portava era due volte maggiore del più grande di tutti gli altri; aveva le ciglia incrocicchiate, il naso un po′ infranto, grande la bocca, ma rosse le labbra, e i denti che talvolta scopriva mostravano di essere radi e non bene commessi, tuttoché bianchi come lisce mandorle. Teneva in mano un sottil fazzoletto, entro cui, per quanto si poté scorgere, stava un cuore di carne mummificato; tanto era secco e annerito! Montésino mi disse che tutta la gente che componeva quella processione erano serventi di Durandarte e di Belerma, le quali ivi coi due loro padroni stavano incantate come tutti gli altri; e che l′ultima, la portatrice del cuore nel fazzoletto, era la signora Belerma, che per quattro giorni di ogni settimana colle sue donzelle faceva quella processione, cantando o per meglio dire, piangendo versi di mestizia sulla spoglia e sul compassionevole cuore del suo cugino. Mi avvertì ancora che se a me fosse apparsa un po′ brutta, o non così bella come ne correva il grido, se ne doveano incolpare le triste notti e i dì peggiori ch′ella passava in quell′incantamento, come lo dimostravano le sue grandi occhiaie e il suo colore gialliccio. Se l′affanno del suo cuore, mi disse, che sempre le ricorda la fatal perdita del suo amante nel fiore degli anni, non la amareggiasse, l′agguaglierebbe appena in bellezza, in grazia e in bel garbo la grande Dulcinea del Toboso, sì celebrata per tutti questi contorni ed anche per tutto il mondo. — Adagio un poco, allora diss′io, signor don Montésino: proceda vossignoria nel racconto della sua istoria com′è di dovere, ché odioso è sempre qualunque paragone, e non si dee mettere a confronto questa con quella. La senza pari Dulcinea del Toboso è quello che è, e la signora Belerma è chi è e chi è stata; e basti così. Al che mi rispos′egli: Signor don Chisciotte, perdonimi, vossignoria, ché confesso di essere caduto in errore, e ho detto male nell′asserire che la signora Dulcinea sarebbesi appena pareggiata alla signora Belerma, perché avendo scoperto in voi il suo cavaliere avrei dovuto mordermi la lingua prima di porla a confronto con altri che col cielo. La soddisfazione ch′io ebbi dal gran Montésino mise tranquillità nel mio cuore ch′era molto turbato per quell′odiato confronto della mia signora colla signora Belerma. »
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-Y aun me maravillo yo -dijo Sancho- de cómo vuestra merced no se subió sobre el vejote, y le molió a coces todos los huesos, y le peló las barbas, sin dejarle pelo en ellas.
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— E ancor io mi meraviglio, disse allora Sancio, che vossignoria non siasi scagliato contro il vecchiaccio, e non gli abbia fracassate le ossa e strappati tutti i peli della barba senza lasciargliene pur uno.
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-No, Sancho amigo -respondió don Quijote-, no me estaba a mí bien hacer eso, porque estamos todos obligados a tener respeto a los ancianos, aunque no sean caballeros, y principalmente a los que lo son y están encantados; yo sé bien que no nos quedamos a deber nada en otras muchas demandas y respuestas que entre los dos pasamos.
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— No, amico Sancio, rispose don Chisciotte, non mi conveniva far questo, correndo obbligo a tutti di rispettare i vecchi quantunque non sieno cavalieri, e quelli segnatamente che sono incantati: e posso assicurarti che nulla vi fu di che dire nei successivi ragionamenti occorsi fra noi. »
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A esta sazón dijo el primo.
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Disse a questo passo il giovane:
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-Yo no sé, señor don Quijote, cómo vuestra merced en tan poco espacio de tiempo como ha que está allá bajo, haya visto tantas cosas y hablado y respondido tanto.
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— Non so capire, signor don Chisciotte, come vossignoria nel breve spazio di tempo che stette laggiù, abbia tante cose vedute, né come possono essere corse tante proposte e risposte.
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-¿Cuánto ha que bajé? -preguntó don Quijote.
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— Quanto è che io vi calai? domandò don Chisciotte.
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-Poco más de una hora -respondió Sancho.
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— Poco più di un′ora, rispose Sancio.
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-Eso no puede ser -replicó don Quijote-, porque allá me anocheció y amaneció, y tornó a anochecer y amanecer tres veces; de modo que, a mi cuenta, tres días he estado en aquellas partes remotas y escondidas a la vista nuestra.
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— Ciò non può essere, replicò don Chisciotte, perché in quel soggiorno mi colse la notte, tornò la mattina, fece notte un′altra volta, e tre altre volte mattina, di guisa che, secondo il mio conto, per tre giorni sono rimasto in quelle remote parti, e me ne stetti nascosto alla vista del mondo.
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-Verdad debe de decir mi señor -dijo Sancho-, que, como todas las cosas que le han sucedido son por encantamento, quizá lo que a nosotros nos parece un hora, debe de parecer allá tres días con sus noches.
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— Il mio padrone deve dire la verità, soggiunse Sancio; ché siccome le cose accadute sono tutte per incantesimo, chi sa che quello che a noi pare un′ora, non debba parere agli altri tre giorni colle loro notti.
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-Así será -respondió don Quijote.
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— Sarà così, rispose don Chisciotte.
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-Y ¿ha comido vuestra merced en todo este tiempo, señor mío? -preguntó el primo.
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— E vossignoria, signor mio, soggiunse il giovane, non ha mangiato mai in questo corso di tempo?
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-No me he desayunado de bocado -respondió don Quijote-, ni aun he tenido hambre, ni por pensamiento.
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— Non ho rotto il digiuno nemmeno con un solo boccone, rispose don Chisciotte, né manco ho avuto fame e neppure animo a questo.
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-Y los encantados, ¿comen? -dijo el primo.
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— E gli incantati mangiano essi? dimandò il giovane.
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-No comen -respondió don Quijote-, ni tienen escrementos mayores; aunque es opinión que les crecen las uñas, las barbas y los cabellos.
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— Né mangiano, rispose don Chisciotte, né servono ad altre necessità, tuttoché siavi opinione che crescano loro le ugne, la barba e i capelli.
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-¿Y duermen, por ventura, los encantados, señor? -preguntó Sancho.
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— E dormono almanco gl′incantati? dimandò Sancio.
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-No, por cierto -respondió don Quijote-; a lo menos, en estos tres días que yo he estado con ellos, ninguno ha pegado el ojo, ni yo tampoco.
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— Guardi Dio, rispose don Chisciotte: e certamente che nei tre giorni che siamo insieme vissuti laggiù nessuno chiuse mai occhio.
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-Aquí encaja bien el refrán -dijo Sancho- de dime con quién andas, decirte he quién eres ándase vuestra merced con encantados ayunos y vigilantes, mirad si es mucho que ni coma ni duerma mientras con ellos anduviere. Pero perdóneme vuestra merced, señor mío, si le digo que de todo cuanto aquí ha dicho, lléveme Dios, que iba a decir el diablo, si le creo cosa alguna.
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— Oh adesso quadra bene il proverbio, soggiunse Sancio: dimmi con chi vai e ti dirò chi sei. Se vossignoria va colla gente incantata che non mangia e non dorme, è egli poi gran miracolo se sta digiuno e vigilante quando convive con loro? Oh mi perdoni la signoria vostra, signore e padron mio, ma io protesto, che Dio mi porti (e poco è mancato che non dicessi il diavolo) di non creder niente affatto di tutte le imposture che vossignoria ha raccontate sino a questo momento.
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-¿Cómo no? -dijo el primo-, pues ¿había de mentir el señor don Quijote, que, aunque quisiera, no ha tenido lugar para componer e imaginar tanto millón de mentiras.
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— Come no? disse il giovane. Mentirebbe egli il signor don Chisciotte? anche volendolo, non avrebbe avuto campo di comporre ed immaginare questo milione di menzogne.
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-Yo no creo que mi señor miente -respondió Sancho.
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— Io non intendo mica di voler dire che il mio padrone s′inventi menzogne, rispose Sancio.
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-Si no, ¿qué crees? -le preguntó don Quijote.
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— Ma che credi tu dunque? lo interruppe don Chisciotte.
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-Creo -respondió Sancho- que aquel Merlín, o aquellos encantadores que encantaron a toda la chusma que vuestra merced dice que ha visto y comunicado allá bajo, le encajaron en el magín o la memoria toda esa máquina que nos ha contado, y todo aquello que por contar le queda.
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— Credo, replicò Sancio, che quel Merlino e quegl′incantatori che incantarono tutta quella ciurmaglia che dice vostra signoria di aver veduto laggiù, e con cui asserisce di aver confabulato, abbiano messo nella stravolta sua fantasia tutta questa macchina a noi raccontata, e quella che resta ancora da udire.
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-Todo eso pudiera ser, Sancho -replicó don Quijote-, pero no es así, porque lo que he contado lo vi por mis propios ojos y lo toqué con mis mismas manos. Pero, ¿qué dirás cuando te diga yo ahora cómo, entre otras infinitas cosas y maravillas que me mostró Montesinos, las cuales despacio y a sus tiempos te las iré contando en el discurso de nuestro viaje, por no ser todas deste lugar, me mostró tres labradoras que por aquellos amenísimos campos iban saltando y brincando como cabras; y, apenas las hube visto, cuando conocí ser la una la sin par Dulcinea del Toboso, y las otras dos aquellas mismas labradoras que venían con ella, que hablamos a la salida del Toboso? Pregunté a Montesinos si las conocía, respondióme que no, pero que él imaginaba que debían de ser algunas señoras principales encantadas, que pocos días había que en aquellos prados habían parecido; y que no me maravillase desto, porque allí estaban otras muchas señoras de los pasados y presentes siglos, encantadas en diferentes y estrañas figuras, entre las cuales conocía él a la reina Ginebra y su dueña Quintañona, escanciando el vino a Lanzarote.
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— Questa è cosa che potrebb′essere; ma pur non è, o Sancio, replicò don Chisciotte, avendo io veduto con questi occhi e toccato con queste mani quanto ho qui raccontato. Ma che sarai tu per soggiugnere, quando io ti assicurerò che fra le altre infinite e stupende cose mostratemi da Montésino (che già fra qualche tempo ed opportunamente durante il nostro viaggio ti andrò raccontando) mi fec′egli vedere tre contadine che per quelle amenissime campagne andavano saltando e dimenando le gambe come capre, e che non l′ebbi scoperte appena che conobbi essere una di esse la senza pari Dulcinea del Toboso, e le altre due quelle contadine medesime che a lei si accompagnavano e che noi trovammo all′uscire dal Toboso? Domandai a Montésino se le conosceva, e mi rispos′egli che no, ma figuravasi che fossero signore incantate, di molta nascita e distinzione, e diceva che da poco tempo soltanto erano comparse in quei prati. Aggiunse che non mi maravigliassi di questo, mentre quivi trovavansi molte altre matrone principalissime dei passati e presenti secoli, incantate in differenti e strane figure, fra le quali egli conosceva la regina Ginevra e la matrona Chintagnona, colei che mesceva il vino a Lancilotto, come dice il romanzo,
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cuando de Bretaña vino.
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allora che tornò di Brettagna. »
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Cuando Sancho Panza oyó decir esto a su amo, pensó perder el juicio, o morirse de risa; que, como él sabía la verdad del fingido encanto de Dulcinea, de quien él había sido el encantador y el levantador de tal testimonio, acabó de conocer indubitablemente que su señor estaba fuera de juicio y loco de todo punto; y así, le dijo.
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Quando sentì Sancio dirsi questo dal suo padrone, fu per perdere il senno o per iscoppiare dalle risa, come quegli che ben sapeva il supposto incanto di Dulcinea, della quale era stato egli stesso l′incantatore e l′autore della falsità. Allora terminò di convincersi che il suo padrone perduto il giudizio, era diventato pazzo dichiarato, e quindi gli disse:
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-En mala coyuntura y en peor sazón y en aciago día bajó vuestra merced, caro patrón mío, al otro mundo, y en mal punto se encontró con el señor Montesinos, que tal nos le ha vuelto. Bien se estaba vuestra merced acá arriba con su entero juicio, tal cual Dios se le había dado, hablando sentencias y dando consejos a cada paso, y no agora, contando los mayores disparates que pueden imaginarse.
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— In mala congiuntura, in pessima occasione e in giorno di mal augurio calò vossignoria, mio caro padrone, all′altro mondo, e s′incontrò in mal punto col signor Montésino che l′ha concio in questa maniera. Ella stava in questo mondo fra noi col suo buon giudizio, tal quale glielo concesse Domeneddio, sputando sentenze e dando ad ogni poco consigli, ma adesso ci va infilzando spropositi che non sono credibili né immaginabili.
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-Como te conozco, Sancho -respondió don Quijote-, no hago caso de tus palabras.
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— Siccome io ti conosco, o Sancio, rispose don Chisciotte, così non fo alcun conto delle tue parole.
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-Ni yo tampoco de las de vuestra merced -replicó Sancho-, siquiera me hiera, siquiera me mate por las que le he dicho, o por las que le pienso decir si en las suyas no se corrige y enmienda. Pero dígame vuestra merced, ahora que estamos en paz ¿cómo o en qué conoció a la señora nuestra ama? Y si la habló, ¿qué dijo, y qué le respondió.
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— Né io tampoco di quelle di vossignoria, replicò Sancio; e mi ferisca pure o mi ammazzi per quelle che ho dette, o per quelle che penso di dire, ma è certo che ella ha bisogno di convertirsi e di ravvedersi. E poi dicami vossignoria, ora che siamo in pace: come e con quali contrassegni conobbe ella la signora Dulcinea nostra padrona? E se le ha parlato, che disse e che le rispose?
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-Conocíla -respondió don Quijote- en que trae los mesmos vestidos que traía cuando tú me le mostraste. Habléla, pero no me respondió palabra; antes, me volvió las espaldas, y se fue huyendo con tanta priesa, que no la alcanzara una jara. Quise seguirla, y lo hiciera, si no me aconsejara Montesinos que no me cansase en ello, porque sería en balde, y más porque se llegaba la hora donde me convenía volver a salir de la sima. Díjome asimesmo que, andando el tiempo, se me daría aviso cómo habían de ser desencantados él, y Belerma y Durandarte, con todos los que allí estaban; pero lo que más pena me dio, de las que allí vi y noté, fue que, estándome diciendo Montesinos estas razones, se llegó a mí por un lado, sin que yo la viese venir, una de las dos compañeras de la sin ventura Dulcinea, y, llenos los ojos de lágrimas, con turbada y baja voz, me dijo ′′Mi señora Dulcinea del Toboso besa a vuestra merced las manos, y suplica a vuestra merced se la haga de hacerla saber cómo está; y que, por estar en una gran necesidad, asimismo suplica a vuestra merced, cuan encarecidamente puede, sea servido de prestarle sobre este faldellín que aquí traigo, de cotonía, nuevo, media docena de reales, o los que vuestra merced tuviere, que ella da su palabra de volvérselos con mucha brevedad′′. Suspendióme y admiróme el tal recado, y, volviéndome al señor Montesinos, le pregunté ′′¿Es posible, señor Montesinos, que los encantados principales padecen necesidad?′′ A lo que él me respondió ′′Créame vuestra merced, señor don Quijote de la Mancha, que ésta que llaman necesidad adondequiera se usa, y por todo se estiende, y a todos alcanza, y aun hasta los encantados no perdona; y, pues la señora Dulcinea del Toboso envía a pedir esos seis reales, y la prenda es buena, según parece, no hay sino dárselos; que, sin duda, debe de estar puesta en algún grande aprieto′′. ′′Prenda, no la tomaré yo -le respondí-, ni menos le daré lo que pide, porque no tengo sino solos cuatro reales′′; los cuales le di (que fueron los que tú, Sancho, me diste el otro día para dar limosna a los pobres que topase por los caminos), y le dije ′′Decid, amiga mía, a vuesa señora que a mí me pesa en el alma de sus trabajos, y que quisiera ser un Fúcar para remediarlos; y que le hago saber que yo no puedo ni debo tener salud careciendo de su agradable vista y discreta conversación, y que le suplico, cuan encarecidamente puedo, sea servida su merced de dejarse ver y tratar deste su cautivo servidor y asendereado caballero. Diréisle también que, cuando menos se lo piense, oirá decir como yo he hecho un juramento y voto, a modo de aquel que hizo el marqués de Mantua, de vengar a su sobrino Baldovinos, cuando le halló para espirar en mitad de la montiña, que fue de no comer pan a manteles, con las otras zarandajas que allí añadió, hasta vengarle; y así le haré yo de no sosegar, y de andar las siete partidas del mundo, con más puntualidad que las anduvo el infante don Pedro de Portugal, hasta desencantarla′′. ′′Todo eso, y más, debe vuestra merced a mi señora′′, me respondió la doncella. Y, tomando los cuatro reales, en lugar de hacerme una reverencia, hizo una cabriola, que se levantó dos varas de medir en el aire.
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— Io l′ho conosciuta dal vestito, rispose don Chisciotte, ch′era quello medesimo che portava quando tu me l′hai fatta vedere; le ho parlato, ma non mi rispose sillaba, anzi mi voltò le spalle, e si mise a fuggire con tanta velocità che non l′avrebbe raggiunta una freccia. Volli seguitarla, e fatto lo avrei se Montésino non me ne avesse sconsigliato, sì perché vano sarebbe riuscito ogni mio sforzo ad arrivarla, sì perché si avvicinava il momento ch′io dovea uscire della grotta. Mi disse pure che coll′andare del tempo mi avrebbe reso avvertito del modo con cui dovessero essere disincantati egli, Belerma, Durandarte e gli altri tutti che quivi stavano. Ciò per altro che mi diede maggior fastidio tra le tante cose da me vedute e notate, si fu che facendo questo discorso con Montésino, si avvicinò a me da un lato, e senza ch′io mi accorgessi della sua venuta, una delle due compagne della sventurata Dulcinea, e cogli occhi pieni di lagrime, tutta conturbata, e con bassa voce così si espresse: La mia signora Dulcinea del Toboso bacia le mani a vossignoria, e la supplica istantemente di darle avviso come vossignoria sta; e per ritrovarsi in gran bisogno la supplica ancora di volerle prestare sopra questo gammurino di bambagina nuova, che ho qui, una mezza dozzina di reali, o quello che vossignoria si trovasse avere, ch′ella le dà parola di renderglieli al più presto che potrà. Questa ambasciata mi fece restare sospeso ed attonito e voltomi al signor Montésino gli dissi: Èegli possibile signor Montésino, che gli incantati di alto grado soffrano de′ bisogni? E mi rispos′egli: Credami la signoria vostra, signor don Chisciotte della Mancia, che quello ch′è chiamato bisogno si trova in ogni parte e da per tutto si estende, e arriva a tutti, né la perdona agli incantati medesimi. Poiché dunque la signora Dulcinea del Toboso manda a chiederle questi sei reali, e il pegno (per quanto pare) è buono, non vi è che darglieli senza pensar ad altro; ché senza dubbio dee ella trovarsi in molto grandi strettezze. Non mi toglierò io già ′l pegno, gli risposi, né le darò ciò che chiede, non avendo meco che soli quattro reali (e furono quelli che tu Sancio, mi hai dato l′altro giorno per fare limosina a′ poverelli che si trovavano per le strade), e allora dissi: Amica mia, fate sapere alla vostra che mi dolgono sino al cuore le sue angustie, dalle quali se fossi uomo ricco vorrei liberarla; ditele inoltre che non saprei né potrei godere della salute se restassi privo della deliziosa sua vista e della sua savia conversazione, e che la supplico quanto posso vivamente, che piaccia a sua signoria di lasciarsi vedere e trattenere da questo suo prigioniero servidore e angustiato cavaliere; le direte pur anche che quando meno se lo penserà, sentirà dire ch′io feci giuramento e voto, allo stesso modo di quello che fu fatto dal marchese di Mantova, il quale per vendicar suo nipote Baldovino quando lo trovò spirante in mezzo a quella montagna, non volle mangiare a tavola apparecchiata, con le altre circostanze occorrenti fino alla vendetta. Così farò anch′io e protesto di non posar mai e di scorrere le sette parti del mondo con esattezza maggiore della usata dall′infante don Pietro di Portogallo, e ciò fino al punto in cui mi sarà riuscito di trarla d′incanto. Tutto questo e più ancora è vossignoria in obbligo di fare per la mia padrona, mi disse la donzella; e presisi i quattro reali, in luogo di lasciarmi con una riverenza fece una capriola con cui balzò in aria per due braccia e volò via.
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-¡Oh santo Dios! -dijo a este tiempo dando una gran voz Sancho-. ¿Es posible que tal hay en el mundo, y que tengan en él tanta fuerza los encantadores y encantamentos, que hayan trocado el buen juicio de mi señor en una tan disparatada locura? ¡Oh señor, señor, por quien Dios es, que vuestra merced mire por sí y vuelva por su honra, y no dé crédito a esas vaciedades que le tienen menguado y descabalado el sentido.
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— Buon Dio! buon Dio! sclamò Sancio, è egli dunque possibile che sienvi tali cose al mondo di là, e che abbiano tanta forza gl′incantatori e gl′incantesimi da condurre il mio padrone a perdere affatto il giudizio e a dare in sì spropositate pazzie? Ah signore, signore, io la prego e la scongiuro di stare meglio sopra se stesso, e di tornare in sé per lo suo proprio decoro, e di non credere a tante balordaggini che le hanno affatto guasto e scemo il cervello.
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-Como me quieres bien, Sancho, hablas desa manera -dijo don Quijote-; y, como no estás experimentado en las cosas del mundo, todas las cosas que tienen algo de dificultad te parecen imposibles; pero andará el tiempo, como otra vez he dicho, y yo te contaré algunas de las que allá abajo he visto, que te harán creer las que aquí he contado, cuya verdad ni admite réplica ni disputa.
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— Tu parli, o Sancio, a tal modo, disse don Chisciotte, perché mi ami, e perché non hai sperienza degli affari del mondo: tutte le cose che si presentano a te come difficili, ti sembrano impossibili, ma tempo verrà, come ti ho già detto, che t′informerò delle maraviglie da me viste laggiù, ed esse ti condurranno a prestar fede a quelle che ti ho raccontato, la cui verità non può ammettere replica od opposizione. »
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II. Capítulo XXIV. Donde se cuentan mil zarandajas tan impertinentes como necesarias al verdadero entendimiento desta grande historia
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CAPITOLO XXIV SI RACCONTANO MILLE CHIAPPOLERIE TANTO APPARTENENTI QUANTO NECESSARIE A BEN INTENDERE QUESTA GRANDE ISTORIA.
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Dice el que tradujo esta grande historia del original, de la que escribió su primer autor Cide Hamete Benengeli, que, llegando al capítulo de la aventura de la cueva de Montesinos, en el margen dél estaban escritas, de mano del mesmo Hamete, estas mismas razones.
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Colui che tradusse questa grande istoria dall′originale in cui fu scritta dal primo suo autore Cide Hamet Ben-Engeli, dichiara che pervenuto al capitolo della ventura della grotta di Montésino, trovò scritte al margine, di mano dello stesso Cide Hamete, le seguenti parole:
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′′No me puedo dar a entender, ni me puedo persuadir, que al valeroso don Quijote le pasase puntualmente todo lo que en el antecedente capítulo queda escrito la razón es que todas las aventuras hasta aquí sucedidas han sido contingibles y verisímiles, pero ésta desta cueva no le hallo entrada alguna para tenerla por verdadera, por ir tan fuera de los términos razonables. Pues pensar yo que don Quijote mintiese, siendo el más verdadero hidalgo y el más noble caballero de sus tiempos, no es posible; que no dijera él una mentira si le asaetearan. Por otra parte, considero que él la contó y la dijo con todas las circunstancias dichas, y que no pudo fabricar en tan breve espacio tan gran máquina de disparates; y si esta aventura parece apócrifa, yo no tengo la culpa; y así, sin afirmarla por falsa o verdadera, la escribo. Tú, letor, pues eres prudente, juzga lo que te pareciere, que yo no debo ni puedo más; puesto que se tiene por cierto que al tiempo de su fin y muerte dicen que se retrató della, y dijo que él la había inventado, por parecerle que convenía y cuadraba bien con las aventuras que había leído en sus historias′′.
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« Non mi so dare a credere, né posso persuadermi che sia avvenuto al valoroso don Chisciotte quanto parola per parola sta scritto nell′antecedente capitolo. E dico questo perché le avventure prima di adesso riportate hanno del verisimile, e possono essergli accadute; ma questa della grotta, senza verun carattere di verità, esce da ogni confine del ragionevole. Pure non può supporsi che abbia mentito un cittadino sì veritiero e un cavaliere il più eroico de′ tempi suoi come fu don Chisciotte, che non avrebbe detto una bugia se lo avessero saettato. Considero ancora che ne fece il racconto egli stesso, e che lo espose colle più minute già riferite circostanze, né poté certamente in uno spazio di tempo sì breve fabbricare così grande macchina di spropositi. In ogni modo se sembrasse apocrifa quest′avventura, non è mia colpa, e quindi o vera o falsa che sia, io la scrivo, e tu, o lettore, giudica colla prudenza tua quello che te ne pare, che altro non mi resta da soggiungere. » Si vuole avvertire che al punto della sua morte, alcuno creda che siasi la storico ritrattato, e detto abbia che fu da esso lui inventata sembrandogli analoga e nicchiata bene tra le avventure che aveva lette nelle sue istorie.
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Y luego prosigue, diciendo.
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Intanto egli proseguì dicendo:
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Espantóse el primo, así del atrevimiento de Sancho Panza como de la paciencia de su amo, y juzgó que del contento que tenía de haber visto a su señora Dulcinea del Toboso, aunque encantada, le nacía aquella condición blanda que entonces mostraba; porque, si así no fuera, palabras y razones le dijo Sancho, que merecían molerle a palos; porque realmente le pareció que había andado atrevidillo con su señor, a quien le dijo.
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Fu meravigliato il giovane sì della tememerità di Sancio come della sofferenza del suo padrone, e giudicò che la gioia di avere veduta la signora Dulcinea del Toboso, tuttoché incantata, renduto lo avesse sì tollerante come mostrava di essere. Se ciò non fosse stato, le parole e le ingiurie che dette gli aveva Sancio, gli avrebbero meritato un centinaio di bastonate; perché realmente ecceduto aveva nella sua audacia. Continuò a dire il giovane:
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-Yo, señor don Quijote de la Mancha, doy por bien empleadísima la jornada que con vuestra merced he hecho, porque en ella he granjeado cuatro cosas. La primera, haber conocido a vuestra merced, que lo tengo a gran felicidad. La segunda, haber sabido lo que se encierra en esta cueva de Montesinos, con las mutaciones de Guadiana y de las lagunas de Ruidera, que me servirán para el Ovidio español que traigo entre manos. La tercera, entender la antigüedad de los naipes, que, por lo menos, ya se usaban en tiempo del emperador Carlomagno, según puede colegirse de las palabras que vuesa merced dice que dijo Durandarte, cuando, al cabo de aquel grande espacio que estuvo hablando con él Montesinos, él despertó diciendo ′′Paciencia y barajar′′; y esta razón y modo de hablar no la pudo aprender encantado, sino cuando no lo estaba, en Francia y en tiempo del referido emperador Carlomagno. Y esta averiguación me viene pintiparada para el otro libro que voy componiendo , que es Suplemento de Virgilio Polidoro, en la invención de las antigüedades; y creo que en el suyo no se acordó de poner la de los naipes, como la pondré yo ahora, que será de mucha importancia, y más alegando autor tan grave y tan verdadero como es el señor Durandarte. La cuarta es haber sabido con certidumbre el nacimiento del río Guadiana, hasta ahora ignorado de las gentes.
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— Io signor don Chisciotte della Mancia, ho per bene impiegata la giornata passata con lei, avendo guadagnato quattro cose. La prima di avere conosciuto meglio vossignoria: il che ascrivo a mia grande felicità. La seconda di aver saputo che cosa si rinchiuda nella grotta di Montésino con le metamorfosi di Guadiana e delle Lagune di Ruidera, che mi saranno utili per l′Ovidio spagnuolo che sto componendo. La terza d′intendere l′antichità delle carte, le quali dovettero usarsi al tempo dell′imperatore Carlomagno per lo meno, per quanto si può raccogliere dalle parole che fa credere vossignoria di avere udite da Durandarte, quando dopo quello spazio di tempo in che s′intervenne con Montésino, egli si svegliò e disse: Pazienza e battiamo le carte: modo di esprimersi che non poté certamente apprenderlo quando era incantato, ma quando stava in Francia, vivente il riferito imperadore Carlomagno. Vedrassi patente questa mia spiegazione nell′altro libro che darò alla luce: Supplemento di Polidoro Vergilio della invenzione delle cose, il quale per quanto penso si è dimenticato di parlare di tali carte; ma lo farò ben io, e riuscirà la erudizione di molto peso, potendo allegare un autore sì grave e sì veritiero come è stato il signor Durandarte. La quarta cosa è di avere avuta indubitata contezza della origine del fiume Guadiana, ignota finora a tutte le genti.
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-Vuestra merced tiene razón -dijo don Quijote-, pero querría yo saber, ya que Dios le haga merced de que se le dé licencia para imprimir esos sus libros, que lo dudo, a quién piensa dirigirlos.
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— Ha ragione vossignoria, disse don Chisciotte; ma io bramerei sapere (e così Dio le conceda di ottenere la licenza per la stampa dei suoi libri, del che dubito alquanto) a chi vorrà ella poi dedicarli?
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-Señores y grandes hay en España a quien puedan dirigirse -dijo el primo.
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— In Ispagna, rispose il giovane, vi sono dei signori e dei grandi ai quali li potrei indirizzare.
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-No muchos -respondió don Quijote-; y no porque no lo merezcan, sino que no quieren admitirlos, por no obligarse a la satisfación que parece se debe al trabajo y cortesía de sus autores. Un príncipe conozco yo que puede suplir la falta de los demás, con tantas ventajas que, si me atreviere a decirlas, quizá despertara la invidia en más de cuatro generosos pechos; pero quédese esto aquí para otro tiempo más cómodo, y vamos a buscar adonde recogernos esta noche.
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— Non molti, rispose don Chisciotte: e non già perché non meritino, ma perché non li vogliono accettar per non obbligarsi a quella ricompensa che pare dovuta al lavoro ed alla valentìa degli autori. Io per altro conosco un principe che può supplire alle mancanze degli altri con tanto vantaggio che se lo nominassi desterei l′invidia in più di quattro generosi cuori: ma lasciamo questo a tempo più opportuno, e pensiamo intanto al luogo dove potremo ricovrarci nella notte ventura.
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-No lejos de aquí -respondió el primo- está una ermita, donde hace su habitación un ermitaño, que dicen ha sido soldado, y está en opinión de ser un buen cristiano, y muy discreto y caritativo además. Junto con la ermita tiene una pequeña casa, que él ha labrado a su costa; pero, con todo, aunque chica, es capaz de recibir huéspedes.
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— Non lungi di qua, disse il giovane, evvi il casolare dove soggiorna un eremita, che dicono essere stato già ascritto alla milizia, e che gode riputazione di buon cristiano e di uomo molto discreto e caritativo: ed egli tiene accanto al suo romitorio una picciola casa fabbricata a sue spese; la quale tuttoché ristretta, è atta ad albergare forestieri.
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-¿Tiene por ventura gallinas el tal ermitaño? -preguntó Sancho.
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— Questo romito mantiene galline? domandò Sancio.
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-Pocos ermitaños están sin ellas -respondió don Quijote-, porque no son los que agora se usan como aquellos de los desiertos de Egipto, que se vestían de hojas de palma y comían raíces de la tierra. Y no se entienda que por decir bien de aquéllos no lo digo de aquéstos, sino que quiero decir que al rigor y estrecheza de entonces no llegan las penitencias de los de agora; pero no por esto dejan de ser todos buenos; a lo menos, yo por buenos los juzgo; y, cuando todo corra turbio, menos mal hace el hipócrita que se finge bueno que el público pecador.
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— Pochi romiti sono che non ne mantengano, rispose don Chisciotte, non essendo quelli di oggidì come gli antichi abitatori dei deserti di Egitto, che si vestivano di foglie di palme, e si pascevano di sole radici. E qui nol credasi che per lodare quelli io voglia recare pregiudizio alla riputazione di questi; non intendendo io se non dire che se il rigore e le ristrettezze dei nostri romiti non agguagliano l′austerità di vita degli antichi, che per altro i nostri, se pure non fossero tutti buoni, come si dice, poiché ora va tutto alla peggio, faranno sempre minor male coll′ipocrisia, la quale finge l′uomo dabbene, di coloro che sono pubblicamente malvagi. »
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Estando en esto, vieron que hacia donde ellos estaban venía un hombre a pie, caminando apriesa, y dando varazos a un macho que venía cargado de lanzas y de alabardas. Cuando llegó a ellos, los saludó y pasó de largo. Don Quijote le dijo.
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In questo videro venire alla loro volta un uomo a piedi che camminava con molta celerità e battendo una mula carica di lance e di alabarde. Raggiunti che li ebbe fece loro un saluto e passò innanzi. Don Chisciotte gli disse:
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-Buen hombre, deteneos, que parece que vais con más diligencia que ese macho ha menester.
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— Fermatevi galantuomo, ché mi sembra vedervi andare con più fretta di quello che lo comporti la mula.
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-No me puedo detener, señor -respondió el hombre-, porque las armas que veis que aquí llevo han de servir mañana; y así, me es forzoso el no detenerme, y a Dios. Pero si quisiéredes saber para qué las llevo, en la venta que está más arriba de la ermita pienso alojar esta noche; y si es que hacéis este mesmo camino, allí me hallaréis, donde os contaré maravillas. Y a Dios otra vez.
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— Non posso fermarmi, signore, rispose quell′uomo, perché le armi che qui vedete, debbono mettersi dimani in opera, e non voglio punto indugiare, addio. Se bramate sapere perché le porto, venite (se tenete questa strada voi pure) all′osteria che sta presso al romitorio, dove io passerò la notte, e dove, se vorrete, vi racconterò maraviglie: addio per la seconda volta. »
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Y de tal manera aguijó el macho, que no tuvo lugar don Quijote de preguntarle qué maravillas eran las que pensaba decirles; y, como él era algo curioso y siempre le fatigaban deseos de saber cosas nuevas, ordenó que al momento se partiesen y fuesen a pasar la noche en la venta, sin tocar en la ermita, donde quisiera el primo que se quedaran.
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Detto questo, batté la mula in modo che non fu possibile a don Chisciotte fargli dire di quali meraviglie pensasse informarlo: e siccome era curioso anzi che no, e lo stimolava un continuo desiderio di saper cose nuove, così si dispose di subito alla partenza con intenzione di pernottare nell′osteria senza raggiungere il romitorio, dove il giovane avrebbe voluto che si trattenessero.
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Hízose así, subieron a caballo, y siguieron todos tres el derecho camino de la venta, a la cual llegaron un poco antes de anochecer. Dijo el primo a don Quijote que llegasen a ella a beber un trago. Apenas oyó esto Sancho Panza, cuando encaminó el rucio a la ermita, y lo mismo hicieron don Quijote y el primo; pero la mala suerte de Sancho parece que ordenó que el ermitaño no estuviese en casa; que así se lo dijo una sotaermitaño que en la ermita hallaron. Pidiéronle de lo caro; respondió que su señor no lo tenía, pero que si querían agua barata, que se la daría de muy buena gana.
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Così si fece: salirono a cavallo, e seguitarono tutti la strada che conduceva all′osteria, dove giunsero sulla sera. Il giovane disse a don Chisciotte che si potrebbe andare al romitorio per bere un po′ di vino. Non appena Sancio Pancia udì questo che volse il leardo a quella parte, e gli tennero dietro il giovane e don Chisciotte: ma parve che la cattiva sorte di Sancio ordinasse che l′eremita fosse fuori di casa, il che seppero da un suo assistente. Chiesero a costui del vino più prelibato, al che egli rispose che il padrone n′era senza, e che se avessero voluto bere dell′acqua l′avrebbe loro apprestata di buona volontà.
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-Si yo la tuviera de agua -respondió Sancho-, pozos hay en el camino, donde la hubiera satisfecho. ¡Ah bodas de Camacho y abundancia de la casa de don Diego, y cuántas veces os tengo de echar menos.
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— Se volessi bere dell′acqua, disse Sancio, vi sono dei pozzi per la strada, da dove avrei potuto cavarla: ah, nozze di Camaccio! ah, abbondanza della casa di don Diego, quante e quante volte vi avrò a ricordare! »
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Con esto, dejaron la ermita y picaron hacia la venta; y a poco trecho toparon un mancebito, que delante dellos iba caminando no con mucha priesa; y así, le alcanzaron. Llevaba la espada sobre el hombro, y en ella puesto un bulto o envoltorio, al parecer de sus vestidos; que, al parecer, debían de ser los calzones o greguescos, y herreruelo, y alguna camisa, porque traía puesta una ropilla de terciopelo con algunas vislumbres de raso, y la camisa, de fuera; las medias eran de seda, y los zapatos cuadrados, a uso de corte; la edad llegaría a diez y ocho o diez y nueve años; alegre de rostro, y, al parecer, ágil de su persona. Iba cantando seguidillas, para entretener el trabajo del camino. Cuando llegaron a él, acababa de cantar una, que el primo tomó de memoria, que dicen que decía
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Lasciarono allora il romitorio, spronarono le cavalcature verso l′osteria, e fatti pochi passi, trovarono un garzonotto che li precedeva a passo lento sì che lo raggiunsero. Portava la sua spada in ispalla, e appesovi un involto dei suoi vestiti, forse i calzoni, il ferraiuolo, il bambagine, e qualche camicia, non avendo indosso altro che una casacca di velluto con mostre di raso, e portando calzette di raso, e scarpe spuntate all′uso di Corte. Mostrava intorno a diciotto o diciannove anni, era di allegra fisonomia, molto agile, per quanto parea, della persona, e andava cantando graziose canzoni per alleggerirsi la noia del cammino. Gli furono davvicino quando terminava una canzone che il giovane tenne a mente, e così diceva:
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A la guerra me lleva mi necesidad. si tuviera dineros no fuera, en verdad.
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Alla guerra oggi mi mena La crudel necessità; Se la borsa avessi piena Non v′andrei per verità.
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El primero que le habló fue don Quijote, diciéndole
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Il primo che si mise a favellare con lui fu don Chisciotte, il quale gli disse:
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-Muy a la ligera camina vuesa merced, señor galán. Y ¿adónde bueno? Sepamos, si es que gusta decirlo.
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— Molto alla leggera se ne va camminando vossignoria, signor galante: ov′è ella diretto? Sappiamlo, se non le dispiace. »
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A lo que el mozo respondió.
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Rispose il giovane:
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-El caminar tan a la ligera lo causa el calor y la pobreza, y el adónde voy es a la guerra.
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— Del viaggiare alla leggera ne sono causa il caldo e la povertà; la mia direzione è alla guerra.
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-¿Cómo la pobreza? -preguntó don Quijote-; que por el calor bien puede ser.
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— Come la povertà? replicò don Chisciotte: per lo caldo va bene.
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-Señor -replicó el mancebo-, yo llevo en este envoltorio unos greguescos de terciopelo, compañeros desta ropilla; si los gasto en el camino, no me podré honrar con ellos en la ciudad, y no tengo con qué comprar otros; y, así por esto como por orearme, voy desta manera, hasta alcanzar unas compañías de infantería que no están doce leguas de aquí, donde asentaré mi plaza, y no faltarán bagajes en que caminar de allí adelante hasta el embarcadero, que dicen ha de ser en Cartagena. Y más quiero tener por amo y por señor al rey, y servirle en la guerra, que no a un pelón en la corte.
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— Signore, soggiunse il paggio, io porto in quest′invoglia un paio di calzoni di velluto che accompagnano questa casacca, e se li guastassi nel cammino non potrei farmi onore alla città; che non ho già da comprarne un altro paio. Per questa ragione e per passare la noia io viaggio come vedete, finché avrò raggiunta la compagnia d′infanteria lontana di qui dodici leghe, dove m′ingaggerò, e non mi mancheranno poi cavalcature sino all′imbarco che dicono esser a Cartagena. Io bramo piuttosto di avere il re per mio padrone e signore e di servirlo alla guerra, di quello che essere uno spilorcio in Corte.
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-Y ¿lleva vuesa merced alguna ventaja por ventura? -preguntó el primo.
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— E ne ebbe vossignoria, disse il giovane, qualche distinzione particolare?
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-Si yo hubiera servido a algún grande de España, o algún principal personaje -respondió el mozo-, a buen seguro que yo la llevara, que eso tiene el servir a los buenos que del tinelo suelen salir a ser alférez o capitanes, o con algún buen entretenimiento; pero yo, desventurado, serví siempre a catarriberas y a gente advenediza, de ración y quitación tan mísera y atenuada, que en pagar el almidonar un cuello se consumía la mitad della; y sería tenido a milagro que un paje aventurero alcanzase alguna siquiera razonable ventura.
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— Se avessi servito qualche grande di Spagna o qualche notabile personaggio, rispose il paggio, l′avrei per certo, ché il servire signori di alto grado vi fa uscire di camera o alfieri o capitani o con utile provvedimento; ma io disgraziatamente ho servito soltanto o vagabondi o forestieri di condizione sì trista, e che danno sì misero e stentato salario, che la metà si consuma nell′inamidare il collare, cosicché potria dirsi miracolo che un paggio venturiero trovasse, non dico già grande, ma anche mediocre fortuna.
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-Y dígame, por su vida, amigo -preguntó don Quijote- ¿es posible que en los años que sirvió no ha podido alcanzar alguna librea?.
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— Ditemi, amico, di grazia, dimandò don Chisciotte, è egli possibile che non siavi riuscito negli anni di vostra servitù di mettere da parte almeno una livrea?
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-Dos me han dado -respondió el paje-; pero, así como el que se sale de alguna religión antes de profesar le quitan el hábito y le vuelven sus vestidos, así me volvían a mí los míos mis amos, que, acabados los negocios a que venían a la corte, se volvían a sus casas y recogían las libreas que por sola ostentación habían dado.
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— Due me ne furono date, rispose il paggio; ma come si toglie l′abito e si restituiscono i primi vestiti a colui ch′esce di qualche religione senza professare, così è accaduto a me coi padroni; i quali, dato fine ai loro negozi alla Corte, ritornavano alle loro case, e ridomandavano le livree che aveano somministrate per pura e mera ostentazione.
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-Notable espilorchería, como dice el italiano -dijo don Quijote-; pero, con todo eso, tenga a felice ventura el haber salido de la corte con tan buena intención como lleva; porque no hay otra cosa en la tierra más honrada ni de más provecho que servir a Dios, primeramente, y luego, a su rey y señor natural, especialmente en el ejercicio de las armas, por las cuales se alcanzan, si no más riquezas, a lo menos, más honra que por las letras, como yo tengo dicho muchas veces; que, puesto que han fundado más mayorazgos las letras que las armas, todavía llevan un no sé qué los de las armas a los de las letras, con un sí sé qué de esplendor que se halla en ellos, que los aventaja a todos. Y esto que ahora le quiero decir llévelo en la memoria, que le será de mucho provecho y alivio en sus trabajos; y es que, aparte la imaginación de los sucesos adversos que le podrán venir, que el peor de todos es la muerte, y como ésta sea buena, el mejor de todos es el morir. Preguntáronle a Julio César, aquel valeroso emperador romano, cuál era la mejor muerte; respondió que la impensada, la de repente y no prevista; y, aunque respondió como gentil y ajeno del conocimiento del verdadero Dios, con todo eso, dijo bien, para ahorrarse del sentimiento humano; que, puesto caso que os maten en la primera facción y refriega, o ya de un tiro de artillería, o volado de una mina, ¿qué importa? Todo es morir, y acabóse la obra; y, según Terencio, más bien parece el soldado muerto en la batalla que vivo y salvo en la huida; y tanto alcanza de fama el buen soldado cuanto tiene de obediencia a sus capitanes y a los que mandarle pueden. Y advertid, hijo, que al soldado mejor le está el oler a pólvora que algalia, y que si la vejez os coge en este honroso ejercicio, aunque sea lleno de heridas y estropeado o cojo, a lo menos no os podrá coger sin honra, y tal, que no os la podrá menoscabar la pobreza; cuanto más, que ya se va dando orden cómo se entretengan y remedien los soldados viejos y estropeados, porque no es bien que se haga con ellos lo que suelen hacer los que ahorran y dan libertad a sus negros cuando ya son viejos y no pueden servir, y, echándolos de casa con título de libres, los hacen esclavos de la hambre, de quien no piensan ahorrarse sino con la muerte. Y por ahora no os quiero decir más, sino que subáis a las ancas deste mi caballo hasta la venta, y allí cenaréis conmigo, y por la mañana seguiréis el camino, que os le dé Dios tan bueno como vuestros deseos merecen.
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— Notabile spilorceria! come dice l′Italiano, soggiunse don Chisciotte: contuttociò ascrivete, amico mio, a felice ventura l′esservi tolto dalla Corte con tanto lodevole intenzione quant′è la vostra; poiché in terra non c′è cosa più onorata e di più giovamento che il servire a Dio primieramente e poi al suo re nell′esercizio delle armi. Con questo si acquista, se non dovizie, almeno più onore che colle lettere, il che io ho detto molte altre volte; e tuttoché sieno al presente in credito le lettere più delle armi, ciò non ostante i guerrieri si rendono superiori ai letterati con non so che di splendore che li fa prevalere. Quello che adesso vi dico, o buon giovane, scolpitevelo bene in mente che vi riuscirà di molto profitto e consolazione nelle fatiche: allontanate sempre il pensiero dai contrari successi che vi potrebbero colpire, il peggiore dei quali è la morte; ma ricordatevi che quando questa arrechi gloria, è la migliore ventura. Sappiate che fu chiesto a Giulio Cesare, quel valoroso imperatore romano, quale fosse la miglior morte: La impensata, la repentina, rispos′egli: e benché la sua risposta sia stata da gentile, con tutto ciò disse bene, per rispetto all′evitare le angoscie che prova l′uomo nel morire. Presupposto il caso che vi ammazzino nella prima scaramuccia o con un tiro di artiglieria o con una mina, che importa? tutto è un morire; ed è finita la commedia; anzi al dire di Terenzio, fa di sé miglior mostra il soldato estinto sul campo, che vivo e sano nella fuga. Tanto maggiore è la fama dell′ottimo soldato quanto è maggiore la obbedienza al suo capitano ed a quelli che hanno diritto di comandargli: ed avvertite, o figliuolo, che meglio si conviene al soldato l′olezzare di polvere che di zibetto. Se la vecchiaia vi coglie in esercizio tanto onorevole, tuttoché siate coperto di ferite e storpio e zoppo, almeno non vi coglierà senza onore, e onore tale che la povertà non ve lo potrà diminuire. Ciò è tanto più vero adesso, che si provvede al sostenimento de′ soldati vecchi e storpiati, né si fa come coloro che procacciano libertà ai loro schiavi, perché sono vecchi ed inabili al servire, e chiamandoli liberi li fanno poi schiavi della fame da cui non isperano di sottrarsi se non se colla morte. Non voglio altro dirvi, buon giovane mio, e se vi piace v′invito a salire sulle groppe di questo mio cavallo fino all′osteria, dove cenerete con me, poi domattina proseguirete il vostro viaggio, che Dio ve lo dia buono come lo merita la vostra volontà. »
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El paje no aceptó el convite de las ancas, aunque sí el de cenar con él en la venta; y, a esta sazón, dicen que dijo Sancho entre sí
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Non accettò il paggio di salire sulle groppe, ma sì bene quello della cena all′osteria, ed in tale circostanza si racconta Sancio abbia detto tra sé:
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-¡Válate Dios por señor! Y ¿es posible que hombre que sabe decir tales, tantas y tan buenas cosas como aquí ha dicho, diga que ha visto los disparates imposibles que cuenta de la cueva de Montesinos? Ahora bien, ello dirá.
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— Dio mi aiuti! come mai può egli darsi che un uomo che sa dire tante e sì buone cose come quelle che ha ora dette il mio padrone, vada poi raccontando di aver veduti quegl′impossibili spropositi della grotta di Montésino? Orsù stiamo a vedere quello che accaderà poi. »
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Y en esto, llegaron a la venta, a tiempo que anochecía, y no sin gusto de Sancho, por ver que su señor la juzgó por verdadera venta, y no por castillo, como solía. No hubieron bien entrado, cuando don Quijote preguntó al ventero por el hombre de las lanzas y alabardas; el cual le respondió que en la caballeriza estaba acomodando el macho. Lo mismo hicieron de sus jumentos el primo y Sancho, dando a Rocinante el mejor pesebre y el mejor lugar de la caballeriza.
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In questo pervennero all′osteria che già imbruniva la sera: e Sancio si consolò vedendo che il suo padrone la tenne per vera osteria e non per castello come soleva. Non erano entrati appena, quando don Chisciotte dimandò conto all′oste di colui che portava le lancie e le alabarde, ed ebbe in risposta che stava nella stalla a governare la mula. Fecero lo stesso il giovine e Sancio dei loro giumenti, collocando Ronzinante alla miglior mangiatoia e nel sito migliore di quella stalla.
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II. Capítulo XXV. Donde se apunta la aventura del rebuzno y la graciosa del titerero, con las memorables adivinanzas del mono adivino.
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CAPITOLO XXV AVVENTURA DEL RAGLIO DELL′ASINO, E GRAZIOSO SUCCESSO DEL BAGATTELLIERE COLLE MEMORABILI DIVINAZIONI DELLO SCIMMIOTTO INDOVINO.
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No se le cocía el pan a don Quijote, como suele decirse, hasta oír y saber las maravillas prometidas del hombre condutor de las armas. Fuele a buscar donde el ventero le había dicho que estaba, y hallóle, y díjole que en todo caso le dijese luego lo que le había de decir después, acerca de lo que le había preguntado en el camino. El hombre le respondió.
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Don Chisciotte spasimava di sentire le maraviglie che il portatore delle armi aveva promesso di raccontargli. Andò a cercarlo dove l′oste gli disse che si trovava; e tosto gli espose che era assai voglioso di sapere quello che avesse a narrargli intorno alle vicende accennate durante il cammino. Quell′uomo gli rispose:
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-Más despacio, y no en pie, se ha de tomar el cuento de mis maravillas déjeme vuestra merced, señor bueno, acabar de dar recado a mi bestia, que yo le diré cosas que le admiren.
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— Con comodo e non su due piedi si ha ad udire un racconto ch′è molto singolare; lasci, cortese signor mio, che io termini di governare la mia bestia, e le dirò poi cose che la faranno stupire.
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-No quede por eso -respondió don Quijote-, que yo os ayudaré a todo.
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— Non si metta indugio per questo, disse don Chisciotte, che io vi aiuterò a compiere le vostre faccende:
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Y así lo hizo, ahechándole la cebada y limpiando el pesebre, humildad que obligó al hombre a contarle con buena voluntad lo que le pedía; y, sentándose en un poyo y don Quijote junto a él, teniendo por senado y auditorio al primo, al paje, a Sancho Panza y al ventero, comenzó a decir desta manera
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e lo fece in effetto vagliandogli la biada e nettandogli la mangiatoia: umiltà che impegnò quell′uomo a soddisfare di tutto buon cuore la sua curiosità. Sedutosi pertanto su di un muricciuolo, e don Chisciotte, accanto a lui, avendo per uditore il giovane, il paggio, Sancio Pancia e l′oste, cominciò in tal guisa a parlare.
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-« Sabrán vuesas mercedes que en un lugar que está cuatro leguas y media desta venta sucedió que a un regidor dél, por industria y engaño de una muchacha criada suya, y esto es largo de contar, le faltó un asno, y, aunque el tal regidor hizo las diligencias posibles por hallarle, no fue posible. Quince días serían pasados, según es pública voz y fama,- que el asno faltaba, cuando, estando en la plaza el regidor perdidoso, otro regidor del mismo pueblo le dijo ′′Dadme albricias, compadre, que vuestro jumento ha parecido′′. ′′Yo os las mando y buenas, compadre -respondió el otro-, pero sepamos dónde ha parecido′′. ′′En el monte -respondió el hallador-, le vi esta mañana, sin albarda y sin aparejo alguno, y tan flaco que era una compasión miralle. Quísele antecoger delante de mí y traérosle, pero está ya tan montaraz y tan huraño, que, cuando llegé a él, se fue huyendo y se entró en lo más escondido del monte. Si queréis que volvamos los dos a buscarle, dejadme poner esta borrica en mi casa, que luego vuelvo′′. ′′Mucho placer me haréis -dijo el del jumento-, e yo procuraré pagároslo en la mesma moneda′′. Con estas circunstancias todas, y de la mesma manera que yo lo voy contando, lo cuentan todos aquellos que están enterados en la verdad deste caso. En resolución, los dos regidores, a pie y mano a mano, se fueron al monte, y, llegando al lugar y sitio donde pensaron hallar el asno, no le hallaron, ni pareció por todos aquellos contornos, aunque más le buscaron. Viendo, pues, que no parecía, dijo el regidor que le había visto al otro ′′Mirad, compadre una traza me ha venido al pensamiento, con la cual sin duda alguna podremos descubrir este animal, aunque esté metido en las entrañas de la tierra, no que del monte; y es que yo sé rebuznar maravillosamente; y si vos sabéis algún tanto, dad el hecho por concluido′′. ′′¿Algún tanto decís, compadre? -dijo el otro-; por Dios, que no dé la ventaja a nadie, ni aun a los mesmos asnos′′. ′′Ahora lo veremos -respondió el regidor segundo-, porque tengo determinado que os vais vos por una parte del monte y yo por otra, de modo que le rodeemos y andemos todo, y de trecho en trecho rebuznaréis vos y rebuznaré yo, y no podrá ser menos sino que el asno nos oya y nos responda, si es que está en el monte′′. A lo que respondió el dueño del jumento ′′Digo, compadre, que la traza es excelente y digna de vuestro gran ingenio′′. Y, dividiéndose los dos según el acuerdo, sucedió que casi a un mesmo tiempo rebuznaron, y cada uno engañado del rebuzno del otro, acudieron a buscarse, pensando que ya el jumento había parecido; y, en viéndose, dijo el perdidoso ′′¿Es posible, compadre, que no fue mi asno el que rebuznó?′′ ′′No fue, sino yo′′, respondió el otro. ′′Ahora digo -dijo el dueño-, que de vos a un asno, compadre, no hay alguna diferencia, en cuanto toca al rebuznar, porque en mi vida he visto ni oído cosa más propia′′. ′′Esas alabanzas y encarecimiento -respondió el de la traza-, mejor os atañen y tocan a vos que a mí, compadre; que por el Dios que me crió que podéis dar dos rebuznos de ventaja al mayor y más perito rebuznador del mundo; porque el sonido que tenéis es alto; lo sostenido de la voz, a su tiempo y compás; los dejos, muchos y apresurados, y, en resolución, yo me doy por vencido y os rindo la palma y doy la bandera desta rara habilidad′′. ′′Ahora digo -respondió el dueño-, que me tendré y estimaré en más de aquí adelante, y pensaré que sé alguna cosa, pues tengo alguna gracia; que, puesto que pensara que rebuznaba bien, nunca entendí que llegaba el estremo que decís′′. ′′También diré yo ahora -respondió el segundo- que hay raras habilidades perdidas en el mundo, y que son mal empleadas en aquellos que no saben aprovecharse dellas′′. ′′Las nuestras -respondió el dueño-, si no es en casos semejantes como el que traemos entre manos, no nos pueden servir en otros, y aun en éste plega a Dios que nos sean de provecho′′.
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— Hanno a sapere, vossignorie, che al giudice di un paese quattro leghe e mezza di qua discosto, per accortezza ed inganno di una ragazza sua fante (e questa sarebbe cosa lunga da dire) mancò un asino, né più fu potuto trovarlo per quante diligenze avesse usate. Dovevano essere passati quindici giorni da che l′asino mancava, quando standosene sulla piazza detto giudice, un altro giudice dello stesso paese, gli disse: — Datemi la mancia, compare, ché il vostro asino si è ritrovato. — Ve la darò, e buona, compare, l′altro rispose; ma a buon conto vorrei prima sapere ove fu ritrovato. — Io lo vidi, soggiunse l′altro, in questa mattina sul monte che aggiravasi per la selva senza bardella o altro arnese, e così assottigliato che moveva pietà a guardarlo: gli passai dinanzi per fermarlo e ricondurvelo, ma si è fatto tanto selvatico ed intrattabile, che quando gli giunsi addosso si diede a fuggire, e si nascose nel più folto del bosco: ora se vi piace che ci rechiamo tutti e due a cercarlo, lasciate prima che rimeni a casa questa mia asinella, e io vi sarò compagno nel viaggio. — Ne avrò gran piacere, disse quello dell′asino, e mi studierò di compensarvi di eguale mercede. Con tutte queste circostanze, e uguale in tutto a questo mio racconto, è quanto depongono tutti coloro che sono informati della verità del fatto. In sostanza i due giudici, marciando a piedi a poco a poco giunsero alla montagna, ed arrivati al sito dove credevano di trovar l′asino, nol rinvennero punto, né per diligenza che si facesse si poté mai vedere in tutti quei contorni. Poiché dunque non si trovava, quel giudice che avealo veduto disse all′altro: — Badate a me, compare, che mi è venuto in testa un modo d′imbatterci infallantemente in questo animale, quand′anche si fosse cacciato nelle viscere della terra non che in quelle della selva; ed il modo è questo: io so ragliare a perfezione, e se voi ancora ne sapete un poco vi do la cosa per bella e fatta. — Se ne so un poco? disse l′altro; per vita mia, compare caro, che non la cedo a nessuno, e neppure agli asini stessi. — Dunque alla prova, rispose l′altro: io ho fatto pensiero che voi ve n′andiate per una parte della montagna ed io per l′altra, in maniera che l′attornieremo e gireremo tutta; e di tratto in tratto raglierete voi e raglierò io, e sarà impossibile che l′asino, se sta sulla montagna, non ci senta e non ci risponda. » Disse il padrone dell′asino: — Sono persuaso, o compare, che ottimo sia il modo da voi trovato, e degno della vostra gran mente. » Si separarono ambedue giusta l′accordo fatto, ed avvenne che ragliarono entrambi quasi ad un tempo stesso, ed ingannato ciascuno dal raglio dell′altro corsero a cercarsi, pensando che già l′asino si fosse trovato: e nel rivedersi disse quegli che lo aveva perduto: — Com′è possibile, compare, che il raglio che ho inteso non sia stato quello del mio asino? — Non lo fu, e sono stato io, rispose il secondo giudice. — Vi dico bene in verità, soggiunse il primo, che da voi ad un asino, compare, non passa alcuna differenza, perché non udii in tutta la vita mia un ragliare più al naturale. — Queste lodi ed esagerazioni, rispose quello della invenzione, quadrano meglio e più convengono a voi, compare, che a me; e per quel Dio che mi ha creato, che voi potete dare due ragli di vantaggio al più esperto ragliatore del mondo, poiché il suono acuto che vi esce di gola, la voce sostenuta a battuta, le cadenze molte e preste, e in somma tutto è tale ch′io mi do per vinto, e vi lascio la bandiera in questa sorta di abilità. — Or bene, disse il padrone dell′asino, d′ora innanzi mi terrò uomo da qualche cosa, poiché ho in me sì felice disposizione e sì buon garbo: io già sapevo di ragliare bene, ma non avrei mai creduto di essere giunto a quell′apice che voi dite. — Oh sappiate, rispose il secondo, che nel mondo si trovano dei begl′ingegni che non sono stimati, e talvolta si vedono mal collocate le grazie in chi non ne sa profittare. — Le nostre, rispose il padrone dell′asino, non ci possono esser di giovamento se non in occasioni simili a questa, e Dio voglia che anche in questo caso ci sieno proficue. »
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Esto dicho, se tornaron a dividir y a volver a sus rebuznos, y a cada paso se engañaban y volvían a juntarse, hasta que se dieron por contraseño que, para entender que eran ellos, y no el asno, rebuznasen dos veces, una tras otra. Con esto, doblando a cada paso los rebuznos, rodearon todo el monte sin que el perdido jumento respondiese, ni aun por señas. Mas, ¿cómo había de responder el pobre y mal logrado, si le hallaron en lo más escondido del bosque, comido de lobos? Y, en viéndole, dijo su dueño ′′Ya me maravillaba yo de que él no respondía, pues a no estar muerto, él rebuznara si nos oyera, o no fuera asno; pero, a trueco de haberos oído rebuznar con tanta gracia, compadre, doy por bien empleado el trabajo que he tenido en buscarle, aunque le he hallado muerto′′. ′′En buena mano está, compadre -respondió el otro-, pues si bien canta el abad, no le va en zaga el monacillo′′. Con esto, desconsolados y roncos, se volvieron a su aldea, adonde contaron a sus amigos, vecinos y conocidos cuanto les había acontecido en la busca del asno, exagerando el uno la gracia del otro en el rebuznar; todo lo cual se supo y se estendió por los lugares circunvecinos. Y el diablo, que no duerme, como es amigo de sembrar y derramar rencillas y discordia por doquiera, levantando caramillos en el viento y grandes quimeras de nonada, ordenó e hizo que las gentes de los otros pueblos, en viendo a alguno de nuestra aldea, rebuznase, como dándoles en rostro con el rebuzno de nuestros regidores. Dieron en ello los muchachos, que fue dar en manos y en bocas de todos los demonios del infierno, y fue cundiendo el rebuzno de en uno en otro pueblo, de manera que son conocidos los naturales del pueblo del rebuzno, como son conocidos y diferenciados los negros de los blancos; y ha llegado a tanto la desgracia desta burla, que muchas veces con mano armada y formado escuadrón han salido contra los burladores los burlados a darse la batalla, sin poderlo remediar rey ni roque, ni temor ni vergüenza. Yo creo que mañana o esotro día han de salir en campaña los de mi pueblo, que son los del rebuzno, contra otro lugar que está a dos leguas del nuestro, que es uno de los que más nos persiguen y, por salir bien apercebidos, llevo compradas estas lanzas y alabardas que habéis visto. Y éstas son las maravillas que dije que os había de contar, y si no os lo han parecido, no sé otras.
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Detto ciò, tornarono a dividersi e tornarono ai ragli, e ad ogni tratto s′ingannavano, e tornavano a riunirsi, fino a tanto che si diedero per contrassegno che per intendere ch′erano essi e non l′asino, avrebbero ragliato due volte di seguito. Fatto questo accordo, raddoppiando ad ogni passo i ragli, girarono tutta la selva senzaché il giumento rispondesse in modo alcuno. Ma come potea rispondere il meschino e malcapitato, se poi lo trovarono nel più folto di un bosco quasi divorato dai lupi? Nol vide appena il suo padrone che disse: — Mi meravigliava io bene che non rispondesse; che se non fosse stato morto avrebbe senza dubbio ragliato se ci avesse sentiti, o non sarebbe stato asino: basta, compare, poiché ho sentito voi a ragliare con tanta grazia, fo mio conto di aver bene spesa la fatica sostenuta cercandolo, quantunque adesso lo trovi morto e mangiato. — Così dico anche io, compare, l′altro rispose; che se il prete canta bene non si porta male né anche il chierico. » Sconsolati e rauchi ritornarono ambidue al loro paese, e raccontarono agli amici, vicini e conoscenti ciò ch′era accaduto cercando dell′asino, esagerandosi dall′uno la grazia dell′altro in ragliare, il che si riseppe e andò per le bocche di tutti nei luoghi circonvicini. Il diavolo poi che non dorme, come desideroso di seminare e spargere rancori e discordie ove può, e di mettere chimere e triste voglie nei cervelli fece che le genti degli altri paesi al vedere qualcuno del nostro paese ragliassero, quasi volendo rinfacciare il raglio dei nostri giudici. Se ne accorsero anche i ragazzi, e la fu una disperazione, perché sempre più il raglio si diffuse di uno in altro paese, di maniera che sono adesso distinti i naturali del nostro paese dal raglio come sono differenziati i mori dai bianchi: e tanto innanzi andarono le pessime conseguenze di questa beffa, che più volte coll′arme alla mano e in ben ordinato squadrone i burlati sono venuti in zuffa coi burlatori senza che abbiano potuto apporvi rimedio né re, né rocco, né timore, né vergogna. Credo che dimani o l′altro abbiano ad uscire in campagna i miei paesani, che sono quelli del raglio, contro quelli di un paese discosto due leghe dal nostro, e ch′è appunto il paese che più ci perseguita; ora per armare bene i combattenti io porto queste lancie e queste alabarde. Ed ecco, o signore, le meraviglie che ho promesso di raccontarvi; che se non vi paiono tali io non ne so di altra sorta. »
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Y con esto dio fin a su plática el buen hombre; y, en esto, entró por la puerta de la venta un hombre todo vestido de camuza, medias, greguescos y jubón, y con voz levantada dijo
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Il galantuomo terminò con queste parole il suo racconto, e a questo punto entrò per la porta dell′osteria un uomo con calzette, calzoni e giubbone, tutti di camozza, e con alta voce si fece a dire:
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-Señor huésped, ¿hay posada? Que viene aquí el mono adivino y el retablo de la libertad de Melisendra.
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— Signor oste, avete una stanza? io vengo e porto con me lo scimiotto indovino e il quadro della libertà di Melisendra.
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-¡Cuerpo de tal -dijo el ventero-, que aquí está el señor mase Pedro! Buena noche se nos apareja.
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— Oh affè, sclamò l′oste, ch′è qua il nostro maestro don Pietro! oh ci si apparecchia una buona notte! »
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Olvidábaseme de decir como el tal mase Pedro traía cubierto el ojo izquierdo, y casi medio carrillo, con un parche de tafetán verde, señal que todo aquel lado debía de estar enfermo; y el ventero prosiguió, diciendo.
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Erami dimenticato di dire che questo maestro don Pietro aveva coperto l′occhio destro e pressoché mezza una guancia con un piastrello di taffetà verde, indizio che tutta quella parte fosse malata. Proseguì l′oste dicendo:
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-Sea bien venido vuestra merced, señor mase Pedro. ¿Adónde está el mono y el retablo, que no los veo.
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— Sia ben venuto la signoria vostra, signor maestro don Pietro: ma dove sono lo scimiotto e il casotto de′ fantocci che non li vedo?
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-Ya llegan cerca -respondió el todo camuza-, sino que yo me he adelantado, a saber si hay posada.
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— Eh, sono poco lontani, rispose il tutto camozza, ed io sono venuto avanti per vedere se vi è stanza dove poter albergare.
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-Al mismo duque de Alba se la quitara para dársela al señor mase Pedro -respondió el ventero-; llegue el mono y el retablo, que gente hay esta noche en la venta que pagará el verle y las habilidades del mono.
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— Ne farei star senza sino il gran duca di Alba, disse l′oste, per cederla al mio maestro don Pietro: vengan pure e lo scimiotto ed il casotto, che vi è gente nell′osteria questa notte che pagherà per vederli e per divertirsi colle bravure che sanno fare.
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-Sea en buen hora -respondió el del parche-, que yo moderaré el precio, y con sola la costa me daré por bien pagado; y yo vuelvo a hacer que camine la carreta donde viene el mono y el retablo.
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— Sia in buon′ora, rispose quello del piastrello, ed io metterò il divertimento a buon prezzo contentandomi di cavarne puramente le spese: intanto vado a sollecitare l′arrivo dell′equipaggio; »
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Y luego se volvió a salir de la venta.
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e, detto questo, uscì dell′albergo.
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Preguntó luego don Quijote al ventero qué mase Pedro era aquél, y qué retablo y qué mono traía. A lo que respondió el ventero.
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Dimandò subito don Chisciotte che maestro Pietro fosse colui, e che casotto e scimiotto portasse seco. L′oste rispose:
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-Éste es un famoso titerero, que ha muchos días que anda por esta Mancha de Aragón enseñando un retablo de Melisendra, libertada por el famoso don Gaiferos, que es una de las mejores y más bien representadas historias que de muchos años a esta parte en este reino se han visto. Trae asimismo consigo un mono de la más rara habilidad que se vio entre monos, ni se imaginó entre hombres, porque si le preguntan algo, está atento a lo que le preguntan y luego salta sobre los hombros de su amo, y, llegándosele al oído, le dice la respuesta de lo que le preguntan, y maese Pedro la declara luego; y de las cosas pasadas dice mucho más que de las que están por venir; y, aunque no todas veces acierta en todas, en las más no yerra, de modo que nos hace creer que tiene el diablo en el cuerpo. Dos reales lleva por cada pregunta, si es que el mono responde; quiero decir, si responde el amo por él, después de haberle hablado al oído; y así, se cree que el tal maese Pedro esta riquísimo; y es hombre galante, como dicen en Italia y bon compaño, y dase la mejor vida del mundo; habla más que seis y bebe más que doce, todo a costa de su lengua y de su mono y de su retablo.
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— Questi è quel famoso burattinaio che da molti giorni in qua va attorno per le contrade d′Aragona, mostrando l′istoria di Melisendra liberata dal famoso don Gaifero, ch′è uno degli spettacoli più al naturale e meglio rappresentati che da molti anni siensi veduti in questo nostro regno. Porta anche uno scimiotto di abilità rarissima, anzi vero portento; perché se altri gli fa qualche dimanda, sta attento, salta subito sulle spalle del suo padrone, e parlandogli all′orecchio dà la risposta di quello che si vuole sapere; e subito maestro Pietro la dichiara. Dice molto più delle cose passate che di quelle avvenire; e sebbene non sempre colga nel segno, per lo più per altro indovina, e pare propriamente che abbia il diavolo in corpo. Vuole due reali per ogni dimanda se lo scimiotto risponde, s′intende se il padrone dà la risposta per lui dopo di avergli parlato all′orecchio: e si tiene per certo che sia diventato molto ricco questo maestro Pietro, che è, come dicono gl′Italiani, galantuomo e buon compagnone. Egli conduce la più bella vita del mondo; parla più che sei persone, beve più che dodici, e tutto alle spese della sua lingua, del suo scimiotto e del suo casotto. »
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En esto, volvió maese Pedro, y en una carreta venía el retablo, y el mono, grande y sin cola, con las posaderas de fieltro, pero no de mala cara; y, apenas le vio don Quijote, cuando le preguntó.
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Tornò frattanto maestro Pietro con una carretta su cui stavano gli arnesi e lo scimiotto, grande, senza coda, colle parti deretane ben coperte di pelo e di bell′aspetto. Lo vide appena don Chisciotte, che gli dimandò:
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-Dígame vuestra merced, señor adivino ¿qué peje pillamo? ¿Qué ha de ser de nosotros?. Y vea aquí mis dos reales.
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— Mi dica, la signoria vostra, signor indovino: che pesce pigliamo noi? ci dia la nostra ventura, ed eccole qua i due reali. »
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Y mandó a Sancho que se los diese a maese Pedro, el cual respondió por el mono, y dijo.
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Per mezzo di Sancio li passò a maestro Pietro, il quale rispose per lo scimiotto, e disse:
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-Señor, este animal no responde ni da noticia de las cosas que están por venir; de las pasadas sabe algo, y de las presentes, algún tanto.
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— Signore, questo animale non risponde, né dà notizie delle cose avvenire; delle trascorse sa qualche poco, e un tantino delle presenti.
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-¡Voto a Rus -dijo Sancho-, no dé yo un ardite porque me digan lo que por mí ha pasado!; porque, ¿quién lo puede saber mejor que yo mesmo? Y pagar yo porque me digan lo que sé, sería una gran necedad; pero, pues sabe las cosas presentes, he aquí mis dos reales, y dígame el señor monísimo qué hace ahora mi mujer Teresa Panza, y en qué se entretiene.
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— Perdinci, disse Sancio, che io non ispenderei neppure un quattrino per sapere quello che mi è successo, mentre chi lo può sapere meglio di me? non la sarebbe una balordaggine se andassi cercando di voler sapere quello che so? ma poiché costui sa le cose presenti, proviamolo un poco: Eccovi qua i due reali, e ditemi, caro signor scimiottissimo: che cosa fa adesso mia moglie Teresa Pancia e di che si occupa? »
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No quiso tomar maese Pedro el dinero, diciendo.
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Non volle maestro Pietro prendere il denaro; e disse:
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-No quiero recebir adelantados los premios, sin que hayan precedido los servicios.
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— Non ricevo mai premio alcuno se prima non lo ho meritato; »
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Y, dando con la mano derecha dos golpes sobre el hombro izquierdo, en un brinco se le puso el mono en él, y, llegando la boca al oído, daba diente con diente muy apriesa; y, habiendo hecho este ademán por espacio de un credo, de otro brinco se puso en el suelo, y al punto, con grandísima priesa, se fue maese Pedro a poner de rodillas ante don Quijote, y, abrazándole las piernas, dijo.
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e dando con la destra mano due botte sulla spalla sinistra dello scimiotto, questo in un salto gli montò addosso, e accostata la bocca all′orecchio, sbatté i denti in fretta per lo spazio di un credo, poi diè un altro salto e calò in terra. Maestro Pietro si buttò subito ginocchione davanti a don Chisciotte, e abbracciandogli le gambe gli disse:
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-Estas piernas abrazo, bien así como si abrazara las dos colunas de Hércules, ¡oh resucitador insigne de la ya puesta en olvido andante caballería!; ¡oh no jamás como se debe alabado caballero don Quijote de la Mancha, ánimo de los desmayados, arrimo de los que van a caer, brazo de los caídos, báculo y consuelo de todos los desdichados.
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— Io abbraccio queste gambe come se abbracciassi le due colonne di Ercole; oh risuscitatore insigne della già dimenticata errante cavalleria, oh non mai come si deve lodato abbastanza cavaliere don Chisciotte della Mancia, sostegno dei cadenti, braccio dei caduti, appoggio degli sfortunati, bacolo dei desolati. »
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Quedó pasmado don Quijote, absorto Sancho, suspenso el primo, atónito el paje, abobado el del rebuzno, confuso el ventero, y, finalmente, espantados todos los que oyeron las razones del titerero, el cual prosiguió diciendo.
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Rimasero don Chisciotte stupito, Sancio fuori di sé, sospeso il cugino, attonito il paggio, trasecolato quello del raglio, l′oste confuso, finalmente tutti ammutoliti, quando il burattinaio continuò così a dire:
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-Y tú, ¡oh buen Sancho Panza!, el mejor escudero y del mejor caballero del mundo, alégrate, que tu buena mujer Teresa está buena, y ésta es la hora en que ella está rastrillando una libra de lino, y, por más señas, tiene a su lado izquierdo un jarro desbocado que cabe un buen porqué de vino, con que se entretiene en su trabajo.
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— E tu, o buon Sancio Pancia, il migliore scudiero del più perfetto cavaliere del mondo, consolati pure che la tua buona moglie Teresa sta benissimo, e in questo preciso momento sta pettinando una libbra di lino, e per più contrassegni, ti soggiungo che tiene al suo lato manco un boccale sboccato che può contenere un grosso fiasco di vino di cui si serve per alleggerimento nelle fatiche.
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-Eso creo yo muy bien -respondió Sancho-, porque es ella una bienaventurada, y, a no ser celosa, no la trocara yo por la giganta Andandona, que, según mi señor, fue una mujer muy cabal y muy de pro; y es mi Teresa de aquellas que no se dejan mal pasar, aunque sea a costa de sus herederos.
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— Oh questo debb′essere vero, rispose Sancio, perché Teresa beve molto; e se non patisse di gelosia non la cambierei colla gigantesca Andandona, che secondo il mio padrone fu molto valente e di garbo: la mia Teresa è propriamente una di quelle che ha tanti numeri che sono innumerabili.
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-Ahora digo -dijo a esta sazón don Quijote-, que el que lee mucho y anda mucho, vee mucho y sabe mucho. Digo esto porque, ¿qué persuasión fuera bastante para persuadirme que hay monos en el mundo que adivinen, como lo he visto ahora por mis propios ojos? Porque yo soy el mesmo don Quijote de la Mancha que este buen animal ha dicho, puesto que se ha estendido algún tanto en mis alabanzas; pero comoquiera que yo me sea, doy gracias al cielo, que me dotó de un ánimo blando y compasivo, inclinado siempre a hacer bien a todos, y mal a ninguno.
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— Oh come bene mi persuado, soggiunse don Chisciotte, che chi legge assai e viaggia assai vede molto e fa molto! Chi sarebbe mai stato da tanto di persuadermi che si dieno al mondo scimiotti indovini, come li hanno veduti adesso questi miei occhi, mentre io sono appunto quel don Chisciotte della Mancia nominato da questo mirabile animale? Egli si è diffuso un po′ troppo nelle mie lodi, ma comunque sia, ringrazio il Cielo che mi abbia dotato di un animo dolce e compassionevole, proclive sempre a far bene a tutti e a non far male ad alcuno.
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-Si yo tuviera dineros -dijo el paje-, preguntara al señor mono qué me ha de suceder en la peregrinación que llevo.
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— Se avessi dei denari, disse allora il paggio, dimanderei al signor scimiotto quello che mi ha ad accadere nella mia presente peregrinazione. »
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A lo que respondió maese Pedro, que ya se había levantado de los pies de don Quijote.
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Soggiunse subito maestro Pietro che si era alzato dai piedi di don Chisciotte:
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-Ya he dicho que esta bestezuela no responde a lo por venir; que si respondiera, no importara no haber dineros; que, por servicio del señor don Quijote, que está presente, dejara yo todos los intereses del mundo. Y agora, porque se lo debo, y por darle gusto, quiero armar mi retablo y dar placer a cuantos están en la venta, sin paga alguna.
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— Io già l′ho detto che questa bestiuola non risponde sulle cose future: ché se possedesse questa qualità non occorrerebbero denari per farle rendere anche un tale omaggio al signor don Chisciotte qui presente, per cui porrei in non cale qualunque siasi interesse del mondo. Anzi per compiere il dover mio e per intertenerlo piacevolmente, metterò adesso in ordine il mio casotto, e spero che darò spasso a quanti sono nell′osteria senz′alcun pagamento. »
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Oyendo lo cual el ventero, alegre sobremanera, señaló el lugar donde se podía poner el retablo, que en un punto fue hecho.
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L′oste tutto allegro per questa spontanea disposizione di animo, gl′indicò allora il sito dove poteva collocarlo, e in un subito fu bello e accomodato.
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Don Quijote no estaba muy contento con las adivinanzas del mono, por parecerle no ser a propósito que un mono adivinase, ni las de por venir, ni las pasadas cosas; y así, en tanto que maese Pedro acomodaba el retablo, se retiró don Quijote con Sancho a un rincón de la caballeriza, donde, sin ser oídos de nadie, le dijo.
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Non era molto persuaso don Chisciotte delle indovinazioni dello scimiotto, parendogli impossibile che potesse conoscere e il passato e il presente: e però mentre maestro Pietro andava allestendo il casotto, si ritirò con Sancio in un canto della stalla, dove senza essere inteso da alcuno gli disse:
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-Mira, Sancho, yo he considerado bien la estraña habilidad deste mono, y hallo por mi cuenta que sin duda este maese Pedro, su amo, debe de tener hecho pacto, tácito o espreso, con el demonio.
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— Ascoltami, o Sancio: io ho posto mente alla straordinaria abilità di questo scimiotto e tengo, quanto a me, per indubitato e sicuro che qui vi sia qualche pasticcio di maestro Pietro che se la intenda col demonio.
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-Si el patio es espeso y del demonio -dijo Sancho-, sin duda debe de ser muy sucio patio; pero, ¿de qué provecho le es al tal maese Pedro tener esos patios.
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— Se il pasticcio viene dal demonio, disse Sancio, ha da essere molto sporco: ma che interesse può avere maestro Pietro in questa sorta di pasticcio?
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-No me entiendes, Sancho no quiero decir sino que debe de tener hecho algún concierto con el demonio de que infunda esa habilidad en el mono, con que gane de comer, y después que esté rico le dará su alma, que es lo que este universal enemigo pretende. Y háceme creer esto el ver que el mono no responde sino a las cosas pasadas o presentes, y la sabiduría del diablo no se puede estender a más, que las por venir no las sabe si no es por conjeturas, y no todas veces; que a solo Dios está reservado conocer los tiempos y los momentos, y para Él no hay pasado ni porvenir, que todo es presente. Y, siendo esto así, como lo es, está claro que este mono habla con el estilo del diablo; y estoy maravillado cómo no le han acusado al Santo Oficio, y examinádole y sacádole de cuajo en virtud de quién adivina; porque cierto está que este mono no es astrólogo, ni su amo ni él alzan, ni saben alzar, estas figuras que llaman judiciarias, que tanto ahora se usan en España, que no hay mujercilla, ni paje, ni zapatero de viejo que no presuma de alzar una figura, como si fuera una sota de naipes del suelo, echando a perder con sus mentiras e ignorancias la verdad maravillosa de la ciencia. De una señora sé yo que preguntó a uno destos figureros que si una perrilla de falda pequeña, que tenía, si se empreñaría y pariría, y cuántos y de qué color serían los perros que pariese. A lo que el señor judiciario, después de haber alzado la figura, respondió que la perrica se empreñaría, y pariría tres perricos, el uno verde, el otro encarnado y el otro de mezcla, con tal condición que la tal perra se cubriese entre las once y doce del día, o de la noche, y que fuese en lunes o en sábado; y lo que sucedió fue que de allí a dos días se moría la perra de ahíta, y el señor levantador quedó acreditado en el lugar por acertadísimo judiciario, como lo quedan todos o los más levantadores.
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— Tu non m′intendi bene, o Sancio: altro io non voglio dire se non che debb′essersi convenuto col demonio perché infonda questa abilità allo scimiotto per guadagnarsi il pane: e quando sarà fatto ricco gli darà l′anima sua, che è ciò che pretende questo nostro universale nemico. Io tengo questa opinione perché lo scimiotto non fa mai risposta se non che alle cose passate o presenti, e la sapienza del diavolo non suole estendersi più oltre, mentre l′avvenire non lo può conoscere se non per semplici conghietture, né sempre, che a Dio solo è riserbata la intelligenza dei tempi e dei momenti, né per lui vi è passato o futuro, ma tutto è presente. Quanto più io rifletto sopra questa verità tanto più mi persuado che questo scimiotto parli per suggerimento del diavolo, e mi reca alto stupore che nessuno l′abbia finora accusato al sant′Officio e posto ad esame per trargli di bocca in virtù di chi egli indovini; chiaro essendo che uno scimiotto non è un astrologo, come non lo è il suo padrone: né l′uno né l′altro fan bene alzare le figure che chiamansi giudiziarie, le quali ora sono talmente in voga per la Spagna, che non v′ha donnicciuola, né paggio, né ciabattino che non presuma di alzare la sua figura (come se fosse un fante di carte) da terra, rovinando la mirabile verità della scienza colle menzogne e colla ignoranza. Io conosco una signora la quale domandò ad uno di questi cabalisti, quali e quanti e di qual pelo sarebbero stati i cagnolini che avrebbe partorito una sua cagnuola. Il cabalista, dopo avere alzata la figura, rispose che darebbe alla luce tre cagnolini, verde l′uno, l′altro incarnato e l′altro mischio. Quello che successe fu, che dopo due giorni la cagnuola morì per lo troppo mangiare, e il signor cabalista dalle figure restò in terra; però addio riputazione di gran giudiziario, e finì come tutti o la più gran parte di questi ciarlatani.
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-Con todo eso, querría -dijo Sancho- que vuestra merced dijese a maese Pedro preguntase a su mono si es verdad lo que a vuestra merced le pasó en la cueva de Montesinos; que yo para mí tengo, con perdón de vuestra merced, que todo fue embeleco y mentira, o por lo menos, cosas soñadas.
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— Per altro, disse Sancio, vorrei che vossignoria dimandasse a questo maestro don Pietro alcun che degli affari della grotta di Montésino; perché quanto a me (sia con sopportazione di vossignoria), mi ostino a credere che tutto sia stato intigro o bugia o cose per lo manco da lei sognate.
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-Todo podría ser -respondió don Quijote-, pero yo haré lo que me aconsejas, puesto que me ha de quedar un no sé qué de escrúpulo.
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— Tutto potrebbe essere, rispose don Chisciotte; ed io farò quello che tu mi consigli, quantunque mi resti nel proporre queste tali dimande un tantino di scrupolo. »
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Estando en esto, llegó maese Pedro a buscar a don Quijote y decirle que ya estaba en orden el retablo; que su merced viniese a verle, porque lo merecía. Don Quijote le comunicó su pensamiento, y le rogó preguntase luego a su mono le dijese si ciertas cosas que había pasado en la cueva de Montesinos habían sido soñadas o verdaderas; porque a él le parecía que tenían de todo. A lo que maese Pedro, sin responder palabra, volvió a traer el mono, y, puesto delante de don Quijote y de Sancho, dijo
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Stando in questi discorsi venne maestro Pietro a dimandare di don Chisciotte, e a dirgli che già il casotto era apparecchiato, e che sua signoria andasse a vederlo, che vi era pregio dell′opera. Don Chisciotte gli comunicò i suoi pensamenti, e lo pregò che interpellasse subito il suo scimiotto per sapere se certe cose avvenutegli nella grotta di Montésino fossero state vere o sognate, mentre a lui pareva che pizzicassero dell′uno o dell′altro. Maestro Pietro, senza rispondere sillaba andò per lo scimiotto, e condottolo davanti a don Chisciotte ed a Sancio, disse:
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-Mirad, señor mono, que este caballero quiere saber si ciertas cosas que le pasaron en una cueva llamada de Montesinos, si fueron falsas o verdaderas.
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— Attento, signore scimiotto, che questo cavaliere brama sapere se certe cose che gli accaddero nella grotta, detta di Montésino, sieno state false o vere:
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Y, haciéndole la acostumbrada señal, el mono se le subió en el hombro izquierdo, y, hablándole, al parecer, en el oído, dijo luego maese Pedro.
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e fattogli il consueto segno, lo scimiotto gli balzò sulla spalla sinistra, e parlandogli, come pareva all′orecchio, disse subito maestro Pietro:
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-El mono dice que parte de las cosas que vuesa merced vio, o pasó, en la dicha cueva son falsas, y parte verisímiles; y que esto es lo que sabe, y no otra cosa, en cuanto a esta pregunta; y que si vuesa merced quisiere saber más, que el viernes venidero responderá a todo lo que se le preguntare, que por ahora se le ha acabado la virtud, que no le vendrá hasta el viernes, como dicho tiene.
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— Lo scimiotto dice che parte delle cose vedute e successe nella grotta sono state false e parte verisimili; e che questo è quello che sa, e niente più risponde intorno a questa dimanda. Dice ancora che se vossignoria vuol sapere di più, nel venerdì venturo risponderà ad ogni dimanda, ma per adesso gli manca la virtù, e non gli può tornare sino a venerdì per quanto ha detto.
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-¿No lo decía yo -dijo Sancho-, que no se me podía asentar que todo lo que vuesa merced, señor mío, ha dicho de los acontecimientos de la cueva era verdad, ni aun la mitad.
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— Io aveva bene ragione, soggiunse allora Sancio, di non mandare giù le grosse bugie che vossignoria raccontava dell′accadutole nella grotta, e di non crederle vere nemmeno per la metà.
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-Los sucesos lo dirán, Sancho -respondió don Quijote-; que el tiempo, descubridor de todas las cosas, no se deja ninguna que no las saque a la luz del sol, aunque esté escondida en los senos de la tierra. Y, por hora, baste esto, y vámonos a ver el retablo del buen maese Pedro, que para mí tengo que debe de tener alguna novedad.
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— Agli effetti ci rivedremo, Sancio mio, rispose don Chisciotte, che il tempo è lo scopritore di tutte le cose, né alcuna resta che presto o tardi non esca fuori alla luce del sole, per quanto stiasi rinchiusa nelle viscere della terra: ma ciò basti per ora, e andiamo a veder il casotto del buon maestro Pietro, che io penso che debba avere qualche cosa di nuovo.
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-¿Cómo alguna? -respondió maese Pedro- sesenta mil encierra en sí este mi retablo; dígole a vuesa merced, mi señor don Quijote, que es una de las cosas más de ver que hoy tiene el mundo, y operibus credite, et non verbis; y manos a labor, que se hace tarde y tenemos mucho que hacer y que decir y que mostrar.
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— Come qualche cosa? rispose maestro Pietro: sessantamila ne comprende questo mio casotto ed assicuro la signoria vostra, mio signor don Chisciotte, ch′è uno dei più curiosi soggetti che abbia il mondo. Ma operibus credite et non verbis; e mano all′opera, che si fa tardi, e abbiamo da fare e da dire e da mostrare assai. »
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Obedeciéronle don Quijote y Sancho, y vinieron donde ya estaba el retablo puesto y descubierto, lleno por todas partes de candelillas de cera encendidas, que le hacían vistoso y resplandeciente. En llegando, se metió maese Pedro dentro dél, que era el que había de manejar las figuras del artificio, y fuera se puso un muchacho, criado del maese Pedro, para servir de intérprete y declarador de los misterios del tal retablo tenía una varilla en la mano, con que señalaba las figuras que salían.
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Condiscesero don Chisciotte e Sancio, e si recarono là dove il casotto era collocato, già coperto e illuminato d′ogni intorno con candelette di cera che lo rendeano vistoso e riplendente. Allora maestro Pietro vi si pose entro, perch′egli era quello che doveva maneggiare le artifiziali figure, ed un ragazzo, suo servidore, se ne stette al di fuori per servire d′interprete e dichiaratore di tutte le meraviglie; e tenea in mano una bacchetta con cui indicava le figure che uscivano di tanto in tanto.
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Puestos, pues, todos cuantos había en la venta, y algunos en pie, frontero del retablo, y acomodados don Quijote, Sancho, el paje y el primo en los mejores lugares, el trujamán comenzó a decir lo que oirá y verá el que le oyere o viere el capítulo siguiente.
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Accomodatisi dunque quelli che trovavansi nell′osteria, e rimasti alcuni in piedi, e situati nel posto migliore don Chisciotte, Sancio, il paggio e il cugino, cominciò il ciarlatano a dire quello che udirà o leggerà, chi udirà o leggerà il seguente capitolo.
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II. Capítulo XXVI. Donde se prosigue la graciosa aventura del titerero, con otras cosas en verdad harto buenas.
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CAPITOLO XXVI CONTINUA LA GRAZIOSA AVVENTURA DEL BURATTINAIO, CON ALTRE COSE IN VERITÀ MOLTO GUSTOSE.
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Callaron todos, tirios y troyanos; quiero decir, pendientes estaban todos los que el retablo miraban de la boca del declarador de sus maravillas, cuando se oyeron sonar en el retablo cantidad de atabales y trompetas, y dispararse mucha artillería, cuyo rumor pasó en tiempo breve, y luego alzó la voz el muchacho, y dijo.
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Tacquero tutti e Tirii e Troiani, voglio dire che quelli che tenevano gli occhi immobili verso il casotto stavano pendenti dalla bocca del dimostratore delle sue maraviglie, quando si udirono suonare dietro al casotto molti tamburi e trombette, ed a sparare molta artiglieria; ma quello cessò poi prestamente. Tantosto alzò la voce il ragazzo, e disse:
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-Esta verdadera historia que aquí a vuesas mercedes se representa es sacada al pie de la letra de las corónicas francesas y de los romances españoles que andan en boca de las gentes, y de los muchachos, por esas calles. Trata de la libertad que dio el señor don Gaiferos a su esposa Melisendra, que estaba cautiva en España, en poder de moros, en la ciudad de Sansueña, que así se llamaba entonces la que hoy se llama Zaragoza; y vean vuesas mercedes allí cómo está jugando a las tablas don Gaiferos, según aquello que se canta
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— Questa vera istoria, che qua alle signorie vostre si rappresenta, è tratta fedelmente dalle cronache francesi e dai romanzi spagnuoli che corrono per le bocche di tutti, e che si cantano per le strade dai ragazzi. Tratta della libertà che diede il signor don Gaifero alla sua sposa Melisendra, la quale stava prigioniera in Ispagna in potere dei Mori nella città di Sansuegna; che così chiamavasi allora quella che oggi dicesi Saragozza. Osservino le signorie come don Gaifero sta quivi giuocando agli scacchi giusta la canzone:
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Jugando está a las tablas don Gaiferos.
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Giuocando sta agli scacchi don Gaiféro
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que ya de Melisendra está olvidado.
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Che Melisendra già pose in oblìo.
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Y aquel personaje que allí asoma, con corona en la cabeza y ceptro en las manos, es el emperador Carlomagno, padre putativo de la tal Melisendra, el cual, mohíno de ver el ocio y descuido de su yerno, le sale a reñir; y adviertan con la vehemencia y ahínco que le riñe, que no parece sino que le quiere dar con el ceptro media docena de coscorrones, y aun hay autores que dicen que se los dio, y muy bien dados; y, después de haberle dicho muchas cosas acerca del peligro que corría su honra en no procurar la libertad de su esposa, dicen que le dijo.
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Quel personaggio che vedono là, signori, con la corona in testa e collo scettro in mano è l′imperatore Carlomagno, padre putativo della famosa Melisendra, il quale sdegnato di vedere il genero immerso nell′ozio e nella infingardaggine viene a rimproverarlo; e considerino la veemenza e la bile con cui lo rimprovera, che pare propriamente che gli voglia affibbiare con lo scettro mezza dozzina di scapezzoni: e vi sono autori che dicono che glieli abbia dati e anche molto sodi, dopo avergli detto così:
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′′Harto os he dicho miradlo′′.
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Molto vi dissi, e fatene gran conto.
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Miren vuestras mercedes también cómo el emperador vuelve las espaldas y deja despechado a don Gaiferos, el cual ya ven como arroja, impaciente de la cólera, lejos de sí el tablero y las tablas, y pide apriesa las armas, y a don Roldán, su primo, pide prestada su espada Durindana, y cómo don Roldán no se la quiere prestar, ofreciéndole su compañía en la difícil empresa en que se pone; pero el valeroso enojado no lo quiere aceptar; antes, dice que él solo es bastante para sacar a su esposa, si bien estuviese metida en el más hondo centro de la tierra; y, con esto, se entra a armar, para ponerse luego en camino. Vuelvan vuestras mercedes los ojos a aquella torre que allí parece, que se presupone que es una de las torres del alcázar de Zaragoza, que ahora llaman la Aljafería; y aquella dama que en aquel balcón parece, vestida a lo moro, es la sin par Melisendra, que desde allí muchas veces se ponía a mirar el camino de Francia, y, puesta la imaginación en París y en su esposo, se consolaba en su cautiverio. Miren también un nuevo caso que ahora sucede, quizá no visto jamás. ¿No veen aquel moro que callandico y pasito a paso, puesto el dedo en la boca, se llega por las espaldas de Melisendra? Pues miren cómo la da un beso en mitad de los labios, y la priesa que ella se da a escupir, y a limpiárselos con la blanca manga de su camisa, y cómo se lamenta, y se arranca de pesar sus hermosos cabellos, como si ellos tuvieran la culpa del maleficio. Miren también cómo aquel grave moro que está en aquellos corredores es el rey Marsilio de Sansueña; el cual, por haber visto la insolencia del moro, puesto que era un pariente y gran privado suyo, le mandó luego prender, y que le den docientos azotes, llevándole por las calles acostumbradas de la ciudad.
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Veggano adesso le signorie loro come lo imperadore volta le spalle, e lascia don Gaifero pieno di dispetto, e osservino come egli butta per impeto di collera lungi da sé il tavoliere e scacchi e domanda l′arme sul momento, e chiede a don Roldano suo cugino la spada durlindana; e come don Roldano gliela nega, offrendogli in vece la sua compagnia nell′ardita impresa alla quale si accinge. Vedano il valoroso inviperito che non la vuole accettare, protestando ch′egli solo basta a liberare la sposa, quand′anche fosse nel centro più profondo della terra; e con questo corre ad armarsi per mettersi subito in viaggio. Portino gli occhi le signorie loro su quella torre che di là sorge, e che si crede una di quelle del palazzo reale di Saragozza, chiamata adesso l′Alciaferia. Quella dama che comparisce al balcone vestita alla moresca, è la senza pari Melisendra, che di frequente veniva a guardare la strada di Francia e che portando sempre il pensiero a Parigi e al suo sposo, si consolava della propria prigionia. Osservino pure un nuovo caso che presentemente succede, e che non avranno forse mai veduto: non vedono lor signori quel Moro, che zitto zitto e passo passo, postosi il dito alla bocca viene alle spalle di Melisendra? Or bene osservino come le dà un bacio nel bel mezzo della bocca, e come presto ella lo sputa e lo netta via colla bianca manica della camicia; poi come se ne querela e si strappa i suoi be′ capegli, quasi fossero stati colpevoli dell′oltraggio. Osservino pure quell′altro Moro che con molta gravità sta su quelle ringhiere: quello è il re Marsilio Sansuegna, il quale per avere vista l′insolenza del Moro, tuttoché fosse suo stretto parente e a lui molto caro, lo manda sul fatto a pigliare, e ordina che gli sieno date dugento frustate, e che sia menato per le pubbliche strade della città
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con chilladores delant.
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con banditori innanzi
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y envaramiento detrás.
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e con molti sgherri dietro:
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y veis aquí donde salen a ejecutar la sentencia, aun bien apenas no habiendo sido puesta en ejecución la culpa; porque entre moros no hay "traslado a la parte", ni "a prueba y estése", como entre nosotros.
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ed ecco qua che escono ad eseguire la sentenza (benché la colpa non fosse stata interamente consumata), perché fra i Mori non si danno termini alle parti, né si fa luogo a prove, né a scritture come si usa tra noi.
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-Niño, niño -dijo con voz alta a esta sazón don Quijote-, seguid vuestra historia línea recta, y no os metáis en las curvas o transversales; que, para sacar una verdad en limpio, menester son muchas pruebas y repruebas.
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— Ragazzo, ragazzo, disse don Chisciotte a questo punto con sonora voce, seguita senza più la tua istoria per linea diritta, né volerti mettere nelle curve o trasversali, ché indispensabili sono le prove e le riprove per conoscere limpidamente la verità. »
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También dijo maese Pedro desde dentro
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Maestro Pietro dal di dentro allora si fece a soggiungere:
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-Muchacho, no te metas en dibujos, sino haz lo que ese señor te manda, que será lo más acertado; sigue tu canto llano, y no te metas en contrapuntos, que se suelen quebrar de sotiles.
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— Ragazzo, non uscire di proposito, ma eseguisci i comandi di questo signore, che ciò sarà per il tuo meglio: seguita il canto fermo e non voler impicciarti nel contrappunto, ché chi troppo l′assottiglia la spezza.
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-Yo lo haré así -respondió el muchacho; y prosiguió, diciendo- Esta figura que aquí parece a caballo, cubierta con una capa gascona, es la mesma de don Gaiferos, a quien su esposa, ya vengada del atrevimiento del enamorado moro, con mejor y más sosegado semblante, se ha puesto a los miradores de la torre, y habla con su esposo, creyendo que es algún pasajero, con quien pasó todas aquellas razones y coloquios de aquel romance que dicen.
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— Così farò, rispose il ragazzo, e proseguì dicendo: — Questa figura che comparisce quivi a cavallo, coperta da una cappa guascona, è quella di don Gaifero medesimo, la cui sposa, già vendicata dell′audacia dello innamorato Moro, con migliore e più tranquillo sembiante si è posta alla finestra della torre, e gli parla credendolo qualche passeggero, e adesso segue tutto quel discorso e colloquio della canzone che dice:
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Caballero, si a Francia ides. por Gaiferos preguntad.
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Cavalier, se in Francia andate, Di Gaifero domandate, ecc.
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las cuales no digo yo ahora, porque de la prolijidad se suele engendrar el fastidio; basta ver cómo don Gaiferos se descubre, y que por los ademanes alegres que Melisendra hace se nos da a entender que ella le ha conocido, y más ahora que veemos se descuelga del balcón, para ponerse en las ancas del caballo de su buen esposo. Mas, ¡ay, sin ventura!, que se le ha asido una punta del faldellín de uno de los hierros del balcón, y está pendiente en el aire, sin poder llegar al suelo. Pero veis cómo el piadoso cielo socorre en las mayores necesidades, pues llega don Gaiferos, y, sin mirar si se rasgará o no el rico faldellín, ase della, y mal su grado la hace bajar al suelo, y luego, de un brinco, la pone sobre las ancas de su caballo, a horcajadas como hombre, y la manda que se tenga fuertemente y le eche los brazos por las espaldas, de modo que los cruce en el pecho, porque no se caiga, a causa que no estaba la señora Melisendra acostumbrada a semejantes caballerías. Veis también cómo los relinchos del caballo dan señales que va contento con la valiente y hermosa carga que lleva en su señor y en su señora. Veis cómo vuelven las espaldas y salen de la ciudad, y alegres y regocijados toman de París la vía. ¡Vais en paz, oh par sin par de verdaderos amantes! ¡Lleguéis a salvamento a vuestra deseada patria, sin que la fortuna ponga estorbo en vuestro felice viaje! ¡Los ojos de vuestros amigos y parientes os vean gozar en paz tranquila los días, que los de Néstor sean, que os quedan de la vida.
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Non canterò, signori, la canzone, perché la prolissità genera noia: basta vedere come don Gaifero si scopre. Ora dai gesti allegri che fa Melisendra si comprende che lo ha conosciuto; e adesso maggiormente, che la vediamo calare dal balcone per salire in groppa al cavallo del caro suo sposo. Ma, ahi sventurata! che le si è attaccato un brandello del gammurrino a un ferro del balcone, e resta pendente in aria, e non può più calare al basso. Ma osservino come il pietoso Cielo soccorra nei più urgenti bisogni! Ecco là don Gaifero, che senza por mente se il ricco gammurrino possa stracciarsi o no, la piglia e per forza la fa calare a terra, e poscia di un salto la mette in groppa del suo cavallo a cavalcione come se fosse un uomo: le dice che si tenga forte, e gli passi le braccia attraverso alla vita cingendolo bene nel petto per non cadere; e ciò perché la signora Melisendra non era avvezza a cavalcare a quella maniera. Notino adesso come i nitriti del cavallo fanno prova ch′è assai contento di portare nel padrone e nella padrona il carico più leggiadro e il più geniale. Ecco come voltano le spalle ed escono dalla città tutti giubilanti e prendono la via di Parigi. Andate in pace, o senza pari veraci amanti, e vi rivegga la vostra patria giunti al porto di desiderata salvezza senza che dalla fortuna sia frapposto inciampo al vostro felice viaggio; e così gli occhi dei vostri amici possano godere di vedervi passare in tranquilla pace il resto dei vostri giorni, che sieno pur quelli di Nestore! »
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Aquí alzó otra vez la voz maese Pedro, y dijo
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A questo punto alzò un′altra volta la voce maestro Pietro, e disse al ragazzo:
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-Llaneza, muchacho; no te encumbres, que toda afectación es mala.
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— Non t′innalzare troppo, o ragazzo, che ogni affettazione ritorna a nausea. »
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No respondió nada el intérprete; antes, prosiguió, diciendo.
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L′interprete non rispose, e continuò dicendo:
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-No faltaron algunos ociosos ojos, que lo suelen ver todo, que no viesen la bajada y la subida de Melisendra, de quien dieron noticia al rey Marsilio, el cual mandó luego tocar al arma; y miren con qué priesa, que ya la ciudad se hunde con el son de las campanas que en todas las torres de las mezquitas suenan.
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— Non mancarono alcuni oziosi (ché se ne trovano da per tutto) di notare la discesa dal balcone e la fuga di Melisendra, e ne informarono il re Marsilio: il quale fece subito suonare a martello, e con tanta furia che la città fu tutta quanta sossopra per lo rimbombo delle campane che dalle torri delle meschite assordivano l′aria.
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-¡Eso no! -dijo a esta sazón don Quijote- en esto de las campanas anda muy impropio maese Pedro, porque entre moros no se usan campanas, sino atabales, y un género de dulzainas que parecen nuestras chirimías; y esto de sonar campanas en Sansueña sin duda que es un gran disparate.
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— Oh questo poi no, interruppe don Chisciotte: è una improprietà questa delle campane, che tra i Mori non si usano, ma sì bene quei tamburi e zufoli che assomigliano ai nostri pifferi; e questo del suonare le campane in Sanguegna è un madornale sproposito di maestro Pietro. »
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Lo cual oído por maese Pedro, cesó el tocar y dijo
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Maestro Pietro cessò allora dal contraffar il rombo delle campane e disse:
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-No mire vuesa merced en niñerías, señor don Quijote, ni quiera llevar las cosas tan por el cabo que no se le halle. ¿No se representan por ahí, casi de ordinario, mil comedias llenas de mil impropiedades y disparates, y, con todo eso, corren felicísimamente su carrera, y se escuchan no sólo con aplauso, sino con admiración y todo? Prosigue, muchacho, y deja decir; que, como yo llene mi talego, si quiere represente más impropiedades que tiene átomos el sol.
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— Non si perda vossignoria in frivolezze, signor don Chisciotte, né esamini tanto sottilmente queste nelle quali basta la probabilità. Forsecché non si rappresentano quasi ogni giorno nei nostri teatri commedie zeppe d′improprietà e d′inverisimiglianza? ciò non ostante passano felicemente; e non pure ottengono plauso ma ben anche ammirazione e stupore. Tira pure innanzi ragazzo, e lascia dire chi vuole, mentre purché si guadagni un po′ di danaro noi siamo soliti a vedere che importa poco il metter sulle scene più improprietà che non ha raggi il sole d′intorno a sé.
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-Así es la verdad -replicó don Quijote.
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— Oh questo è vero » replicò don Chisciotte,
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Y el muchacho dijo.
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e il ragazzo proseguì:
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-Miren cuánta y cuán lucida caballería sale de la ciudad en siguimiento de los dos católicos amantes, cuántas trompetas que suenan, cuántas dulzainas que tocan y cuántos atabales y atambores que retumban. Témome que los han de alcanzar, y los han de volver atados a la cola de su mismo caballo, que sería un horrendo espetáculo.
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— Osservino di grazia le signorie loro quanta e quanto bella cavalleria esce della città e va ad inseguire i due cattolici amanti: quante trombette che strepitano, quanti zufoli che suonano, quanti tamburi moreschi e cristiani che rimbombano! Io ho gran paura che li raggiungano, e non li facciano tornare in Corte strascinati a coda di cavallo, il che sarebbe orrendo spettacolo. »
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Viendo y oyendo, pues, tanta morisma y tanto estruendo don Quijote, parecióle ser bien dar ayuda a los que huían; y, levantándose en pie, en voz alta, dijo.
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Parve qui a don Chisciotte di vedere già i Mori, e di udire il grande romore e lo strepitoso calpestìo, e gli venne in mente di prestare il suo aiuto a quelli che fuggivano: quindi rizzatosi cominciò a dire ad alta voce:
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-No consentiré yo en mis días y en mi presencia se le haga superchería a tan famoso caballero y a tan atrevido enamorado como don Gaiferos. ¡Deteneos, mal nacida canalla; no le sigáis ni persigáis; si no, conmigo sois en la batalla.
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— Non consentirò mai che ai miei giorni e in presenza mia si facciano superchierie ad un cavaliere di così grande celebrità, ad un amante sì intraprendente com′è don Gaifero: fermatevi, date indietro, malnata canaglia, non lo inseguite; né sieno i poveri amanti perseguitati, o ch′io vi disfido meco alla battaglia. »
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Y, diciendo y haciendo, desenvainó la espada, y de un brinco se puso junto al retablo, y, con acelerada y nunca vista furia, comenzó a llover cuchilladas sobre la titerera morisma, derribando a unos, descabezando a otros, estropeando a éste, destrozando a aquél, y, entre otros muchos, tiró un altibajo tal, que si maese Pedro no se abaja, se encoge y agazapa, le cercenara la cabeza con más facilidad que si fuera hecha de masa de mazapán. Daba voces maese Pedro, diciendo.
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Detto e fatto egli sguainò la sua spada, di un salto si fece accosto al casotto, e con presta e mai più vista furia cominciò a menar fendenti e manrovesci sopra due fantaccini moreschi, rovinando questo, lasciando senza testa quello, storpiandone uno, mettendone in pezzi un altro, e tra tanti colpi tirò tale soprammano che se maestro Pietro non se ne fosse schermito, raggricchiato e accoccolato, gli avrebbe portata via netta la testa come se fosse stata di pasta di marzapane. Gridava maestro Pietro:
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-Deténgase vuesa merced, señor don Quijote, y advierta que estos que derriba, destroza y mata no son verdaderos moros, sino unas figurillas de pasta. ¡Mire, pecador de mí, que me destruye y echa a perder toda mi hacienda.
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— Si fermi la signoria vostra, signor don Chisciotte, e consideri che quelli che ella qua rovina e calpesta non sono già Mori davvero, ma figurini di pasta: guardi bene, poveraccio di me! che manomette e manda in precipizio tutta la mia bottega. » Non per questo ristava don Chisciotte dal diluvio delle coltellate, imbroccate, soprammani e manrovesci.
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Mas no por esto dejaba de menudear don Quijote cuchilladas, mandobles, tajos y reveses como llovidos. Finalmente, en menos de dos credos dio con todo el retablo en el suelo, hechas pedazos y desmenuzadas todas sus jarcias y figuras el rey Marsilio, mal herido, y el emperador Carlomagno, partida la corona y la cabeza en dos partes. Alborotóse el senado de los oyentes, huyóse el mono por los tejados de la ventana, temió el primo, acobardóse el paje, y hasta el mesmo Sancho Panza tuvo pavor grandísimo, porque, como él juró después de pasada la borrasca, jamás había visto a su señor con tan desatinada cólera. Hecho, pues, el general destrozo del retablo, sosegóse un poco don Quijote y dijo.
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Finalmente in meno di due credo fece voltare sossopra il casotto, e andarono con esso in mille pezzi tutte le bagatelle e le figure e il re Marsilio malferito e l′imperatore Carlomagno colla corona spezzata e colla testa spaccata in due parti. Tutto l′uditorio allora si ammutinò, fuggì lo scimiotto pel tetto dell′osteria, tremò il giovane, si avvilì il paggio, e fino lo stesso Sancio ebbe molto spavento: perché, come poi giurò quando la burrasca era passata, non avea mai più veduto il suo padrone montato in cotanta furia e così pazza e bestiale. Fatta dunque la intera distruzione del casotto, don Chisciotte si calmò alquanto e poi disse:
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-Quisiera yo tener aquí delante en este punto todos aquellos que no creen, ni quieren creer, de cuánto provecho sean en el mundo los caballeros andantes miren, si no me hallara yo aquí presente, qué fuera del buen don Gaiferos y de la hermosa Melisendra; a buen seguro que ésta fuera ya la hora que los hubieran alcanzado estos canes, y les hubieran hecho algún desaguisado. En resolución, ¡viva la andante caballería sobre cuantas cosas hoy viven en la tierra.
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— Vorrei avere qua al mio cospetto tutti coloro che danno fede né vogliono credere di quale profitto siano i cavalieri erranti nel mondo, e certo dovrebbero confessare che se non mi fossi trovato io presente, Dio sa che cosa sarebbe divenuto del bravo don Gaifero e della leggiadra sua Melisendra! Ah adesso appunto quei cani l′avrebbero raggiunta, e n′avrebbero fatto mal governo: eh sì, sì, viva, viva la errante cavalleria sopra quante cose vivono in terra.
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-¡Vivan en hora buena -dijo a esta sazón con voz enfermiza maese Pedro-, y muera yo, pues soy tan desdichado que puedo decir con el rey don Rodrigo.
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— Viva pure, si udì a ripetere con fiacchissima voce maestro Pietro, e muoia io, io disgraziato tanto da dover cantare con don Rodrigo:
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Ayer fui señor de España... . y hoy no tengo una almen. que pueda decir que es mía!
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Jer la Spagna ebbi in balia; Non teng′oggi una bicocca Cui dir possa: tu se′ mia.
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No ha media hora, ni aun un mediano momento, que me vi señor de reyes y de emperadores, llenas mis caballerizas y mis cofres y sacos de infinitos caballos y de innumerables galas, y agora me veo desolado y abatido, pobre y mendigo, y, sobre todo, sin mi mono, que a fe que primero que le vuelva a mi poder me han de sudar los dientes; y todo por la furia mal considerada deste señor caballero, de quien se dice que ampara pupilos, y endereza tuertos, y hace otras obras caritativas; y en mí solo ha venido a faltar su intención generosa, que sean benditos y alabados los cielos, allá donde tienen más levantados sus asientos. En fin, el Caballero de la Triste Figura había de ser aquel que había de desfigurar las mías.
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Non è mezz′ora, né anco mezzo minuto che io era padrone di re e di imperatori, stavansi piene le mie stalle e i miei forzieri e i miei sacchi d′infiniti cavalli e d′innumerevoli arnesi, ed ora mi trovo desolato, abbattuto, povero, mendico, e sopratutto senza il mio scimiotto, ché prima di ricuperarlo mi avranno a sudare i denti; e tutto questo per la furia inconsiderata di questo signor cavaliere, il quale dicono che aiuta pupilli e drizza torti, e fa altre opere caritatevoli. Fatalità vuole che io sia quel solo per cui venne a mancare la sua intenzione generosa: ma sieno pure benedetti e lodati i cieli con tutte le stelle fisse ed erranti, se era scritto che il cavaliere dalla Trista Figura fosse quello che avesse a sfigurare le mie! »
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Enternecióse Sancho Panza con las razones de maese Pedro, y díjole.
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Queste lamentazioni di maestro Pietro commossero Sancio Pancia, e perciò gli disse:
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-No llores, maese Pedro, ni te lamentes, que me quiebras el corazón; porque te hago saber que es mi señor don Quijote tan católico y escrupuloso cristiano, que si él cae en la cuenta de que te ha hecho algún agravio, te lo sabrá y te lo querrá pagar y satisfacer con muchas ventajas.
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— Non piangere, caro maestro don Pietro, non querelarti ché mi dai tante stoccate al cuore; perché voglio che tu sappia che il mio signor don Chisciotte è tanto cattolico e scrupoloso che s′egli si accorge di averti pregiudicato ti saprà o vorrà compensare, e darti anche più di quello che hai perduto per lui.
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-Con que me pagase el señor don Quijote alguna parte de las hechuras que me ha deshecho, quedaría contento, y su merced aseguraría su conciencia, porque no se puede salvar quien tiene lo ajeno contra la voluntad de su dueño y no lo restituye.
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— A me basterebbe, disse maestro Pietro, che il signor don Chisciotte mi pagasse almeno in parte i danni che mi ha cagionati, e sua signoria metterebbe allora la tranquillità nella sua coscienza; perché non può salvarsi chi tiene l′altrui contro la volontà del legittimo padrone, e non lo restituisce.
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-Así es -dijo don Quijote-, pero hasta ahora yo no sé que tenga nada vuestro, maese Pedro.
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— Così è per lo appunto, disse don Chisciotte; ma insino ad ora io non so di avere nulla del vostro, o maestro Pietro.
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-¿Cómo no? -respondió maese Pedro-; y estas reliquias que están por este duro y estéril suelo, ¿quién las esparció y aniquiló, sino la fuerza invencible dese poderoso brazo?, y ¿cúyos eran sus cuerpos sino míos?, y ¿con quién me sustentaba yo sino con ellos.
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— Come no? e chi altri fu eccetto che la forza invincibile del vostro possente braccio che infranse, annichilò e sparse su questo nudo e sterile terreno queste reliquie? e di chi erano que′ corpi se non miei? e con che mi procacciava io il vivere, se non con essi?
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-Ahora acabo de creer -dijo a este punto don Quijote- lo que otras muchas veces he creído que estos encantadores que me persiguen no hacen sino ponerme las figuras como ellas son delante de los ojos, y luego me las mudan y truecan en las que ellos quieren. Real y verdaderamente os digo, señores que me oís, que a mí me pareció todo lo que aquí ha pasado que pasaba al pie de la letra que Melisendra era Melisendra, don Gaiferos don Gaiferos, Marsilio Marsilio, y Carlomagno Carlomagno por eso se me alteró la cólera, y, por cumplir con mi profesión de caballero andante, quise dar ayuda y favor a los que huían, y con este buen propósito hice lo que habéis visto; si me ha salido al revés, no es culpa mía, sino de los malos que me persiguen; y, con todo esto, deste mi yerro, aunque no ha procedido de malicia, quiero yo mismo condenarme en costas vea maese Pedro lo que quiere por las figuras deshechas, que yo me ofrezco a pagárselo luego, en buena y corriente moneda castellana.
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— Conviene pure ch′io mi persuada, disse don Chisciotte a questo passo, di quello che molte altre volte ho pensato, ed è che gli incantatori che mi perseguitano, altro non fanno che mettermi dinanzi agli occhi le figure come sono realmente, e poi me le cambiano in un attimo trasformandole in altre di loro capriccio. Signori che mi udite, con tutta verità e realtà vi protesto che quanto è qua successo mi parve che fosse realmente così, che Melisendra fosse Melisendra, don Gaifero Gaifero, Marsilio Marsilio e Carlomagno Carlomagno; e per questo si suscitò in me la collera che vedeste: e per eseguire il dovere di cavalier errante volli soccorrere i fuggitivi. Con questo solo lodevole divisamento mi sono condotto a fare quello che foste testimoni: che se la cosa è riuscita al rovescio non è mia la colpa, ma sibbene dei maligni dai quali sono perseguitato. Dopo tutto ciò di un errore mio, quantunque non prodotto da malizia, voglio portarne io stesso la pena; e dica maestro Pietro ciò che egli vuole delle figure fracassate, mentre io mi offro a pagargliele tosto in buona e corrente moneta castigliana. »
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Inclinósele maese Pedro, diciéndole.
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S′inchinò allora maestro Pietro, dicendogli:
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-No esperaba yo menos de la inaudita cristiandad del valeroso don Quijote de la Mancha, verdadero socorredor y amparo de todos los necesitados y menesterosos vagamundos; y aquí el señor ventero y el gran Sancho serán medianeros y apreciadores, entre vuesa merced y mí, de lo que valen o podían valer las ya deshechas figuras.
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— Meno non mi attendeva dalla inaudita bontà del valoroso don Chisciotte della Mancia, vero soccorritore e protettore di tutti i miserabili e bisognosi vagabondi, ed il signor oste con il gran Sancio qua presenti saranno i mezzani e quelli che fra la signoria vostra e me decreteranno la somma che possono importare le mie sconquassate figure. »
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El ventero y Sancho dijeron que así lo harían, y luego maese Pedro alzó del suelo, con la cabeza menos, al rey Marsilio de Zaragoza, y dijo.
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Condiscesero e Sancio e l′oste, e subito maestro Pietro raccolse da terra il re Marsilio di Saragozza colla testa tutta infranta e disse:
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-Ya se vee cuán imposible es volver a este rey a su ser primero; y así, me parece, salvo mejor juicio, que se me dé por su muerte, fin y acabamiento cuatro reales y medio.
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— Scorgesi bene quanto sia impossibile di far restituire questo re al suo pristino stato, e mi pare (salvo più retto giudizio) che mi si debbano per la sua morte, distruzione e sepoltura quattro reali e mezzo.
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-¡Adelante! -dijo don Quijote.
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— Tirate innanzi, disse don Chisciotte.
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-Pues por esta abertura de arriba abajo -prosiguió maese Pedro, tomando en las manos al partido emperador Carlomagno-, no sería mucho que pidiese yo cinco reales y un cuartillo.
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— Per le aperture di sopra e di sotto, continuò maestro Pietro pigliando in mano lo spaccato imperadore Carlomagno, non mi sembra troppo il domandare cinque reali e un quarto.
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-No es poco -dijo Sancho.
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— Non è poco disse Sancio.
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-Ni mucho -replicó el ventero-; médiese la partida y señálensele cinco reales.
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— Né molto, soggiunse l′oste, e si restringa la partita a cinque reali.
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-Dénsele todos cinco y cuartillo -dijo don Quijote-, que no está en un cuartillo más a menos la monta desta notable desgracia; y acabe presto maese Pedro, que se hace hora de cenar, y yo tengo ciertos barruntos de hambre.
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— Diamogli pure tutti cinque i reali e un quarto, disse don Chisciotte, che non è da badarsi al poco più o poco meno, attesa sì notabile disavventura: ma sbrighiamocene presto, o maestro Pietro, che si fa ora di cena, ed io mi sento gli stimoli della fame.
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-Por esta figura -dijo maese Pedro- que está sin narices y un ojo menos, que es de la hermosa Melisendra, quiero, y me pongo en lo justo, dos reales y doce maravedís.
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— Per questa figura ch′è qua senza naso, disse maestro Pietro, e senza un occhio, ed è quella della vezzosa Melisendra, domando, e mi metto al giusto, due reali e dodici maravedis.
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-Aun ahí sería el diablo -dijo don Quijote-, si ya no estuviese Melisendra con su esposo, por lo menos, en la raya de Francia; porque el caballo en que iban, a mí me pareció que antes volaba que corría; y así, no hay para qué venderme a mí el gato por liebre, presentándome aquí a Melisendra desnarigada, estando la otra, si viene a mano, ahora holgándose en Francia con su esposo a pierna tendida. Ayude Dios con lo suyo a cada uno, señor maese Pedro, y caminemos todos con pie llano y con intención sana. Y prosiga.
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— Oh ci vorrebbe anche questa, disse don Chisciotte, che non si trovasse a questo momento Melisendra collo sposo don Gaifero per lo meno ai confini di Francia, e tanto più che il cavallo su cui cavalcavano non correva già ma volava: qui si tenta di vendermi gatto per lepre, presentandomi Melisendra senza naso quand′ella se ne sta già in Francia sollazzandosi col suo consorte. Dio conceda a tutti il suo, signor maestro Pietro, e camminiamo tutti per la via diritta e con retta intenzione, e tirate innanzi. »
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Maese Pedro, que vio que don Quijote izquierdeaba y que volvía a su primer tema, no quiso que se le escapase; y así, le dijo.
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Accorgendosi maestro Pietro che don Chisciotte cominciava di bel nuovo ad uscire dal seminato, e non volendo che desse in qualche altra scappata, disse:
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-Ésta no debe de ser Melisendra, sino alguna de las doncellas que la servían; y así, con sesenta maravedís que me den por ella quedaré contento y bien pagado.
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— Questa non sarà forse Melisendra ma sì bene una delle donzelle del suo servigio, e perciò con sessanta maravedis mi terrò per contento e bene pagato. »
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Desta manera fue poniendo precio a otras muchas destrozadas figuras, que después los moderaron los dos jueces árbitros, con satisfación de las partes, que llegaron a cuarenta reales y tres cuartillos; y, además desto, que luego lo desembolsó Sancho, pidió maese Pedro dos reales por el trabajo de tomar el mono.
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In questo modo andò il pazzo attribuendo a molte altre figure un prezzo moderato, che i due giudici arbitri con soddisfazione delle parti fecero poi montare a quaranta reali e tre quarti; ed oltre a questa somma pagata sull′istante da Sancio, domandò maestro Pietro due reali per la fatica di ricuperare lo scimiotto.
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-Dáselos, Sancho -dijo don Quijote-, no para tomar el mono, sino la mona; y docientos diera yo ahora en albricias a quien me dijera con certidumbre que la señora doña Melisendra y el señor don Gaiferos estaban ya en Francia y entre los suyos.
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— Daglili, o Sancio, disse don Chisciotte, per la ricupera dello scimiotto e della scimia ancora se vuole, ché io già ne sborserei dugento per sapere con certezza immancabile che la signora Melisendra e il signor don Gaifero si trovino in questo punto in Francia presso i loro parenti.
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-Ninguno nos lo podrá decir mejor que mi mono -dijo maese Pedro-, pero no habrá diablo que ahora le tome; aunque imagino que el cariño y la hambre le han de forzar a que me busque esta noche, y amanecerá Dios y verémonos.
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— Non potrebbero dirlo alcuno meglio del mio scimiotto, soggiunse maestro Pietro, ma nemmeno il diavolo lo piglia adesso, quando non fosse che l′amore il quale mi porta e l′appetito lo sforzassero questa sera a cercarmi; e se così sarà dimani ci parleremo. »
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En resolución, la borrasca del retablo se acabó y todos cenaron en paz y en buena compañía, a costa de don Quijote, que era liberal en todo estremo.
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In tal modo ebbe fine la burrasca del casotto, e cenarono tutti di buona compagnia e a spese di don Chisciotte che era diventato liberale all′estremo.
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Antes que amaneciese, se fue el que llevaba las lanzas y las alabardas, y ya después de amanecido, se vinieron a despedir de don Quijote el primo y el paje el uno, para volverse a su tierra; y el otro, a proseguir su camino, para ayuda del cual le dio don Quijote una docena de reales. Maese Pedro no quiso volver a entrar en más dimes ni diretes con don Quijote, a quien él conocía muy bien, y así, madrugó antes que el sol, y, cogiendo las reliquias de su retablo y a su mono, se fue también a buscar sus aventuras. El ventero, que no conocía a don Quijote, tan admirado le tenían sus locuras como su liberalidad. Finalmente, Sancho le pagó muy bien, por orden de su señor, y, despidiéndose dél, casi a las ocho del día dejaron la venta y se pusieron en camino, donde los dejaremos ir; que así conviene para dar lugar a contar otras cosas pertenecientes a la declaración desta famosa historia.
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Prima del giorno partì l′uomo dalle lance e dalle alabarde, ed in ora più tarda vennero a pigliare licenza da don Chisciotte il giovane ed il paggio: l′uno per restituirsi al suo paese, l′altro per proseguire il suo viaggio, a render il quale più agiato, don Chisciotte gli regalò una dozzina di reali. Maestro Pietro non volle più avere di che contrastare con don Chisciotte né per diritto né per istorto, poiché lo conosceva molto bene: e così alzatosi prima del comparire del sole, raccolti gli avanzi del suo casotto, e ricuperato lo scimiotto, andò a cercar sue venture. L′oste, che non conosceva punto don Chisciotte, restò maravigliato delle sue pazzie e delle sue largizioni, fu ben pagato da Sancio per comando del suo padrone. Preso commiato verso le otto del giorno, lasciarono tutti l′osteria, e si misero in viaggio, dove li lasceremo andare, ché ciò si conviene per passare a dar conto di altre cose utili alla sempre migliore dichiarazione di questa famosa istoria.
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II. Capítulo XXVII. Donde se da cuenta quiénes eran maese Pedro y su mono, con el mal suceso que don Quijote tuvo en la aventura del rebuzno, que no la acabó como él quisiera y como lo tenía pensado.
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CAPITOLO XXVI SI FA SAPERE CHI FOSSE MAESTRO PIETRO E LO SCIMIOTTO, ED IL MAL SUCCESSO DI DON CHISCIOTTE NELLA VENTURA DEL RAGLIO DELL′ASINOCHE NON LA FINʠCOM′EGLI AVREBBE VOLUTO, E COM′ERASI IMMAGINATO.
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Entra Cide Hamete, coronista desta grande historia, con estas palabras en este capítulo ′′Juro como católico cristiano...′′; a lo que su traductor dice que el jurar Cide Hamete como católico cristiano, siendo él moro, como sin duda lo era, no quiso decir otra cosa sino que, así como el católico cristiano cuando jura, jura, o debe jurar, verdad, y decirla en lo que dijere, así él la decía, como si jurara como cristiano católico, en lo que quería escribir de don Quijote, especialmente en decir quién era maese Pedro, y quién el mono adivino que traía admirados todos aquellos pueblos con sus adivinanzas.
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Comincia il cronista della presente alta istoria, Cide Hamete, questo capitolo colle seguenti espressioni: Giuro da cattolico cristiano... Il suo traduttore osserva che il giuramento da cattolico cristiano, fatto da Cide Hamete, essendo egli moro (di che non v′ha dubbio), altro non può significare se non che, siccome quando giura il cattolico cristiano, giura o dee giurare il vero, così egli prometteva che continuando l′istoria di don Chisciotte, avrebbe detto la verità, sì puramente come quella giurata da un cattolico cristiano; e l′avrebbe fatto adesso specialmente che trattavasi di rendere palese chi fosse maestro Pietro e lo scimiotto, il quale attiravasi la universale maraviglia di quelle genti colle sue indovinazioni.
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Dice, pues, que bien se acordará, el que hubiere leído la primera parte desta historia, de aquel Ginés de Pasamonte, a quien, entre otros galeotes, dio libertad don Quijote en Sierra Morena, beneficio que después le fue mal agradecido y peor pagado de aquella gente maligna y mal acostumbrada. Este Ginés de Pasamonte, a quien don Quijote llamaba Ginesillo de Parapilla, fue el que hurtó a Sancho Panza el rucio; que, por no haberse puesto el cómo ni el cuándo en la primera parte, por culpa de los impresores, ha dado en qué entender a muchos, que atribuían a poca memoria del autor la falta de emprenta. Pero, en resolución, Ginés le hurtó, estando sobre él durmiendo Sancho Panza, usando de la traza y modo que usó Brunelo cuando, estando Sacripante sobre Albraca, le sacó el caballo de entre las piernas, y después le cobró Sancho, como se ha contado. Este Ginés, pues, temeroso de no ser hallado de la justicia, que le buscaba para castigarle de sus infinitas bellaquerías y delitos, que fueron tantos y tales, que él mismo compuso un gran volumen contándolos, determinó pasarse al reino de Aragón y cubrirse el ojo izquierdo, acomodándose al oficio de titerero; que esto y el jugar de manos lo sabía hacer por estremo.
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Dice dunque che molto bene si sovverrà chi lesse la prima parte di questa istoria, di quel Gines di Passamonte, cui, fra gli altri galeotti, diede libertà don Chisciotte in Sierra Morena: benefizio mal ricevuto, e ingratamente corrisposto da tutta quella maligna e infame gentaglia. Questo Gines di Passamonte, che con altro nome era chiamato da don Chisciotte Ginesuccio di Parapiglia, fu quel desso che rubò a Sancio Pancia il leardo, di che non leggendosi (per colpa degli stampatori) il come e il quando nella prima parte della istoria, si fecero molte persone ad accusar l′autore di inesattezza, quando pure doveva ciò ascriversi unicamente a difetto di stampa. Gines infatti rubò a Sancio il leardo, mentre egli vi stava sopra dormendo, e si è valso di quell′astuzia stessa che adoperò Brunello, quando, trovandosi Sacripante al conquisto di Alabracca, gli tolse il cavallo di sotto alle gambe, e fu quindi ricuperato. La ventura di maestro Pietro fu come segue: Gines di Passamonte, temendo di esser colto dalla giustizia, che lo cercava per punirlo delle infinite sue furfanterie, delle quali egli stesso compose un gran volume per darne conto, determinò di passare nel regno di Aragona, e di fingersi cieco dall′occhio sinistro. In quel tempo si dedicò alla professione di burattinaio ciarlatano, poiché in questa, e nel giuocare di mano, egli era eccellente.
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Sucedió, pues, que de unos cristianos ya libres que venían de Berbería compró aquel mono, a quien enseñó que, en haciéndole cierta señal, se le subiese en el hombro y le murmurase, o lo pareciese, al oído. Hecho esto, antes que entrase en el lugar donde entraba con su retablo y mono, se informaba en el lugar más cercano, o de quien él mejor podía, qué cosas particulares hubiesen sucedido en el tal lugar, y a qué personas; y, llevándolas bien en la memoria, lo primero que hacía era mostrar su retablo, el cual unas veces era de una historia, y otras de otra; pero todas alegres y regocijadas y conocidas. Acabada la muestra, proponía las habilidades de su mono, diciendo al pueblo que adivinaba todo lo pasado y lo presente; pero que en lo de por venir no se daba maña. Por la respuesta de cada pregunta pedía dos reales, y de algunas hacía barato, según tomaba el pulso a los preguntantes; y como tal vez llegaba a las casas de quien él sabía los sucesos de los que en ella moraban, aunque no le preguntasen nada por no pagarle, él hacía la seña al mono, y luego decía que le había dicho tal y tal cosa, que venía de molde con lo sucedido. Con esto cobraba crédito inefable, y andábanse todos tras él. Otras veces, como era tan discreto, respondía de manera que las respuestas venían bien con las preguntas; y, como nadie le apuraba ni apretaba a que dijese cómo adevinaba su mono, a todos hacía monas, y llenaba sus esqueros.
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Ora accadde che da un cristiano venuto di Barberia e uscito di cattività, comperò quello scimiotto, e lo addestrò con certi segni a saltargli sulle spalle, ed a fingere di mormorargli qualche cosa all′orecchio; e con questa industria, prima di entrare in qualche paese, dove divisato avea di portarsi col suo casotto e collo scimiotto, informavasi dalle genti del più vicino paese, o da chi più gli cadeva in acconcio, quali cose più singolari fossero nel tale paese avvenute ed a quali persone; e ritenendole bene a mente, cominciava dall′esporre al pubblico il casotto in cui variava, rappresentando ora una storia ora un′altra, sempre però gioconda e festevole ed a tutti nota. Finita che avea quella mostra, metteva in campo le abilità del suo scimiotto, facendo supporre al popolo che egli indovinava il presente, ma che nel futuro non ci aveva grazia. Chiedeva due reali per ogni risposta a qualunque dimanda, ma qualcuna la dava anche a più buon mercato, secondo che conosceva l′umore di quelli che interrogavano. Portandosi qualche volta alle case di gente di cui sapeva qualche successo, sebbene non gli facessero interrogazioni per non pagarlo tuttavia invitava con gli usati cenni lo scimiotto, poi dicea che gli avea rivelata la tale o tal cosa, la quale calzava a pennello con ciò che era avvenuto realmente. Con questi mezzi s′era acquistato gran credito, e veniva desiderato per ogni dove. Altre volte, come colui ch′era di molta astuzia, rispondeva in maniera che le risposte quadravano colle proposte; e siccome non era mai eccitato a ventilarle, né costretto a far conoscere con quale industria divinasse quel suo scimiotto, così ingannava tutti e vuotava a tutti la borsa.
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Así como entró en la venta, conoció a don Quijote y a Sancho, por cuyo conocimiento le fue fácil poner en admiración a don Quijote y a Sancho Panza, y a todos los que en ella estaban; pero hubiérale de costar caro si don Quijote bajara un poco más la mano cuando cortó la cabeza al rey Marsilio y destruyó toda su caballería, como queda dicho en el antecedente capítulo.
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Appena entrato nell′osteria, egli aveva conosciuto don Chisciotte e Sancio, e ciò gli rese facile la strada a far maravigliare il padrone e lo scudiere, e tutti quelli che si trovavano presenti: ma gli sarebbe costata ben cara la sua arte se don Chisciotte avesse abbassato un po′ più la mano, quando recise la testa al re Marsilio e distrusse tutta la cavalleria, siccome si è detto nel precedente capitolo.
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Esto es lo que hay que decir de maese Pedro y de su mono.
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— Questo è tutto quello che può raccontarsi intorno a maestro Pietro e al suo scimiotto.
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Y, volviendo a don Quijote de la Mancha, digo que, después de haber salido de la venta, determinó de ver primero las riberas del río Ebro y todos aquellos contornos, antes de entrar en la ciudad de Zaragoza, pues le daba tiempo para todo el mucho que faltaba desde allí a las justas. Con esta intención siguió su camino, por el cual anduvo dos días sin acontecerle cosa digna de ponerse en escritura, hasta que al tercero, al subir de una loma, oyó un gran rumor de atambores, de trompetas y arcabuces. Al principio pensó que algún tercio de soldados pasaba por aquella parte, y por verlos picó a Rocinante y subió la loma arriba; y cuando estuvo en la cumbre, vio al pie della, a su parecer, más de docientos hombres armados de diferentes suertes de armas, como si dijésemos lanzones, ballestas, partesanas, alabardas y picas, y algunos arcabuces, y muchas rodelas. Bajó del recuesto y acercóse al escuadrón, tanto, que distintamente vio las banderas, juzgó de las colores y notó las empresas que en ellas traían, especialmente una que en un estandarte o jirón de raso blanco venía, en el cual estaba pintado muy al vivo un asno como un pequeño sardesco, la cabeza levantada, la boca abierta y la lengua de fuera, en acto y postura como si estuviera rebuznando; alrededor dél estaban escritos de letras grandes estos dos versos.
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Tornando ora a don Chisciotte della Mancia, soggiungo che dopo essere uscito dall′osteria, stabilì di vedere le belle sponde dell′Ebro e tutti quei contorni, avanti di entrare nella città di Saragozza, avendo opportunità ed agio a farlo per essere tuttavia lontano il tempo in cui doveano seguire le giostre. Con tale divisamento proseguì il suo viaggio, nel quale occupò due giorni, senza che gli accadesse cosa degna di essere memorata; e nel terzo, allo scoprire di una spiaggia, udì gran rumore di tamburi, di trombe e di spari d′archibugi. Diessi a credere sul principio che derivasse questo rumore da qualche passaggio di compagnie militari per quella parte, e perciò, spronando Ronzinante, salì all′alto di quella spiaggia. Quando pervenne sulla eminenza scorse ai piedi, per quanto almeno gliene parve, più di dugento uomini armati con differenti maniere d′armi, come a dire lancioni, balestre, partigiane, alabarde, picche, alquanti archibugi e molte rotelle. Calò ed accostossi allo squadrone in modo che vide distintamente le bandiere, poté giudicare dei colori e notare le imprese che portavano. In una, singolarmente di raso bianco, la quale sventolava sopra uno stendardo o gherone, stava dipinto un asino piccolo come quelli di Sardegna, col capo un po′ alzato, colla bocca aperta e colla lingua al di fuori, in atto e positura come se stesse ragliando, ed all′intorno era scritto a caratteri maiuscoli il seguente motto:
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No rebuznaron en balde el uno y el otro alcalde.
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Non ragliarono invano i nostri due Alcadi.
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Por esta insignia sacó don Quijote que aquella gente debía de ser del pueblo del rebuzno, y así se lo dijo a Sancho, declarándole lo que en el estandarte venía escrito. Díjole también que el que les había dado noticia de aquel caso se había errado en decir que dos regidores habían sido los que rebuznaron; pero que, según los versos del estandarte, no habían sido sino alcaldes. A lo que respondió Sancho Panza.
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Da questa insegna conobbe don Chisciotte che quella gente doveva essere del paese del raglio, e tosto ne fece motto a Sancio, dichiarandogli ciò che stava scritto su quello stendardo. Gli disse pure che chi aveva loro narrato l′avvenimento del raglio, aveva sbagliato nell′asserire che due giudici fossero quelli che ragliarono, perché dal motto dello stendardo erano due alcadi. — Allora Sancio Pancia soggiunse:
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-Señor, en eso no hay que reparar, que bien puede ser que los regidores que entonces rebuznaron viniesen con el tiempo a ser alcaldes de su pueblo, y así, se pueden llamar con entrambos títulos; cuanto más, que no hace al caso a la verdad de la historia ser los rebuznadores alcaldes o regidores, como ellos una por una hayan rebuznado; porque tan a pique está de rebuznar un alcalde como un regidor.
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— Signore, non è da farne caso, mentre potrebb′essere che i giudici che ragliarono allora, fossero poi stati eletti alcadi di questo stesso paese, e perciò stava loro bene l′uno e l′altro titolo. E tanto meno è questa cosa da considerarsi, quanto che nulla monta per la verità della istoria che i due ragliatori sieno alcadi o giudici, perché corre tanto a risico di ragliare un alcade quanto un giudice. »
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Finalmente, conocieron y supieron como el pueblo corrido salía a pelear con otro que le corría más de lo justo y de lo que se debía a la buena vecindad.
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Riconobbero in fine e seppero come il popolo che aveva avuto le beffe, andava ad azzuffarsi con l′altro, il quale si era fatto lecito di schernirlo più che non convenisse al giusto ed alla buona vicinanza.
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Fuese llegando a ellos don Quijote, no con poca pesadumbre de Sancho, que nunca fue amigo de hallarse en semejantes jornadas. Los del escuadrón le recogieron en medio, creyendo que era alguno de los de su parcialidad. Don Quijote, alzando la visera, con gentil brío y continente, llegó hasta el estandarte del asno, y allí se le pusieron alrededor todos los más principales del ejército, por verle, admirados con la admiración acostumbrada en que caían todos aquellos que la vez primera le miraban. Don Quijote, que los vio tan atentos a mirarle, sin que ninguno le hablase ni le preguntase nada, quiso aprovecharse de aquel silencio, y, rompiendo el suyo, alzó la voz y dijo.
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Don Chisciotte si appressò loro, ma con molto dispiacere di Sancio, cui non andò mai a sangue il trovarsi presente in simiglianti giornate. Quelli dello squadrone lo misero nel mezzo, supponendolo uno del loro partito, e don Chisciotte, alzando la visiera con gentilezza e con bel contegno, pervenne fino allo stendardo dell′asino. Ivi se gli accostarono tutti i principali dell′esercito per vederlo, vinti dalla maraviglia in cui erano tutti coloro che l′osservavano per la prima volta. Quando egli si accorse di essere sì attentamente osservato, senzaché veruno gli facesse alcuna domanda, divisò di mettere a profitto l′altrui silenzio, e rompendo il suo, alzò tosto la voce, e così si fece a parlare:
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-Buenos señores, cuan encarecidamente puedo, os suplico que no interrumpáis un razonamiento que quiero haceros, hasta que veáis que os disgusta y enfada; que si esto sucede, con la más mínima señal que me hagáis pondré un sello en mi boca y echaré una mordaza a mi lengua.
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— Quanto per me si possa io sono a pregarvi, miei buoni signori, che non isturbiate la concione che voglio ora farvi, sinché essa non vi dispiaccia o non vi annoi: che se ciò avvenisse, al più piccolo motto che voi farete, porrò alla mia bocca il sigillo e s′infrenerà la mia lingua. »
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Todos le dijeron que dijese lo que quisiese, que de buena gana le escucharían. Don Quijote, con esta licencia, prosiguió diciendo.
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Lo eccitarono tutti a dire ciò che gli tornasse più in grado, assicurandolo che ben volentieri starebbero ad ascoltarlo. Ottenuta quest′approvazione, continuò così:
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Yo, señores míos, soy caballero andante, cuyo ejercicio es el de las armas, y cuya profesión la de favorecer a los necesitados de favor y acudir a los menesterosos. Días ha que he sabido vuestra desgracia y la causa que os mueve a tomar las armas a cada paso, para vengaros de vuestros enemigos; y, habiendo discurrido una y muchas veces en mi entendimiento sobre vuestro negocio, hallo, según las leyes del duelo, que estáis engañados en teneros por afrentados, porque ningún particular puede afrentar a un pueblo entero, si no es retándole de traidor por junto, porque no sabe en particular quién cometió la traición por que le reta. Ejemplo desto tenemos en don Diego Ordóñez de Lara, que retó a todo el pueblo zamorano, porque ignoraba que solo Vellido Dolfos había cometido la traición de matar a su rey; y así, retó a todos, y a todos tocaba la venganza y la respuesta; aunque bien es verdad que el señor don Diego anduvo algo demasiado, y aun pasó muy adelante de los límites del reto, porque no tenía para qué retar a los muertos, a las aguas, ni a los panes, ni a los que estaban por nacer, ni a las otras menudencias que allí se declaran; pero, ¡vaya!, pues cuando la cólera sale de madre, no tiene la lengua padre, ayo ni freno que la corrija. Siendo, pues, esto así, que uno solo no puede afrentar a reino, provincia, ciudad, república ni pueblo entero, queda en limpio que no hay para qué salir a la venganza del reto de la tal afrenta, pues no lo es; porque, ¡bueno sería que se matasen a cada paso los del pueblo de la Reloja con quien se lo llama, ni los cazoleros, berenjeneros, ballenatos, jaboneros, ni los de otros nombres y apellidos que andan por ahí en boca de los muchachos y de gente de poco más a menos! ¡Bueno sería, por cierto, que todos estos insignes pueblos se corriesen y vengasen, y anduviesen contino hechas las espadas sacabuches a cualquier pendencia, por pequeña que fuese! No, no, ni Dios lo permita o quiera. Los varones prudentes, las repúblicas bien concertadas, por cuatro cosas han de tomar las armas y desenvainar las espadas, y poner a riesgo sus personas, vidas y haciendas la primera, por defender la fe católica; la segunda, por defender su vida, que es de ley natural y divina; la tercera, en defensa de su honra, de su familia y hacienda; la cuarta, en servicio de su rey, en la guerra justa; y si le quisiéremos añadir la quinta, que se puede contar por segunda, es en defensa de su patria. A estas cinco causas, como capitales, se pueden agregar algunas otras que sean justas y razonables, y que obliguen a tomar las armas; pero tomarlas por niñerías y por cosas que antes son de risa y pasatiempo que de afrenta, parece que quien las toma carece de todo razonable discurso; cuanto más, que el tomar venganza injusta, que justa no puede haber alguna que lo sea, va derechamente contra la santa ley que profesamos, en la cual se nos manda que hagamos bien a nuestros enemigos y que amemos a los que nos aborrecen; mandamiento que, aunque parece algo dificultoso de cumplir, no lo es sino para aquellos que tienen menos de Dios que del mundo, y más de carne que de espíritu; porque Jesucristo, Dios y hombre verdadero, que nunca mintió, ni pudo ni puede mentir, siendo legislador nuestro, dijo que su yugo era suave y su carga liviana; y así, no nos había de mandar cosa que fuese imposible el cumplirla. Así que, mis señores, vuesas mercedes están obligados por leyes divinas y humanas a sosegarse.
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— Io, miei signori, sono cavaliere errante, il cui esercizio si è il trattare le armi; e la mia professione si manifesta nel dare favore a quelli cui rendesi indispensabile, e nel soccorrere chi trovasi in necessità. Seppi, or sono vari giorni, la disgrazia vostra e la cagione che adesso vi muove alla zuffa per vendicarvi dei vostri nemici. Ho più e più volte fatto meco stesso ragionamento intorno alle vostre discordie, e trovo, secondo che trattano le leggi del duello, che voi andate errati nel tenervi offesi, mentre un intiero popolo non può dirsi affrontato da un solo individuo, quando un tale popolo tutto unito non venga accusato di fellonia, per potere sapere a quale individuo in ispecialità si possa applicare l′accusa. Ne abbiamo un esempio in Diego Ordognez di Lara, il quale accusò tutta la gente zamorana, perché ignorava che il solo Veglido Dolfo si fosse fatto reo di tradimento nella uccisione del suo re; quindi estese su tutti l′accusa, e ad ognuno restava diritto alla vendetta e alla rappresaglia. Egli è ben vero che si lasciò trasportare soverchiamente don Diego, e che ha ecceduto i limiti di un′accusa, perché non facea mestieri ch′egli incolpasse i morti e le acque e le biade e i nascituri ed altre minuzie che si trovano registrate. Ma concedasi ch′egli abbia dirittamente proceduto (per la ragione che quando la collera sormonta non ha freno e governo la lingua), essendoché se un solo non può affrontare un regno, una provincia, una città, una repubblica, un popolo intero, resta chiaro che non vi è ragione di accorrere a vendicare l′accusa di un affronto, perché in questo caso non ha ad essere tenuta per tale. Staremmo freschi, signori miei, se si ammazzassero per un nonnulla quelli che popolano il paese dai ragli con quelli che li deridono per questo nome. I tegamai, i caciaiuoli, i saponai o quelli di altra razza o casato, che vanno tuttodì per le bocche dei fanciulli e della gente vile, sarebbero istigati da collera, non cercherebbero che vendette, ed altro non farebbero che sguainare e riporre le spade per ogni meschina briga. No, no, né a Dio piaccia, né il voglia. Gli uomini prudenti nelle ben ordinate repubbliche, debbono per sole quattro cose dar di piglio all′arme, tirare la spada dal fodero e mettere a repentaglio le persone, le vite e le sostanze. La prima per la difesa della fede cattolica; la seconda per quella della vita, ch′è, secondo ogni legge naturale e divina; la terza per il proprio onore, per la propria famiglia e per i propri averi; la quarta per servire il re in guerra giusta: e volendo aggiungere la quinta, che collocare potrebbesi per seconda, per difesa della propria patria. A queste cause altre aggregarsi possono che sieno giuste e ragionevoli, e che ci obblighino a prendere le armi: ma il pigliarle per cose frivole e più da riso e da sollazzo che di disonore e di affronto, egli è un mancare di buono discernimento. Il fare una vendetta ingiusta (che non si dà giusta vendetta), è direttamente contrario alla santa legge che professiamo; legge che ci comanda di far bene ai nostri nemici, di portar amore a chi ci odia; legge che quantunque ci sembri un po′ dura da osservarsi, tale non è però se non per coloro che Dio pospongono al mondo e lo spirito alla carne, e ricordatevi che il nostro Salvatore, vero Iddio e vero uomo, ed esempio di verità immancabile, essendo nostro legislatore, disse che leggiero è il suo peso e soave il suo giogo, né ci comandò cosa che fosse impossibile eseguire. Ora, signori miei, vi sarà facile il conoscere che per le divine ed umane leggi siete obbligati di mettervi in tranquillità.
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-El diablo me lleve -dijo a esta sazón Sancho entre sí- si este mi amo no es tólogo; y si no lo es, que lo parece como un güevo a otro.
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— Il diavolo mi porti, disse tra sé Sancio a tal punto, se questo mio padrone non è un missionario; o se non lo è, lo assomiglia come uovo ad altro uovo. »
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Tomó un poco de aliento don Quijote, y, viendo que todavía le prestaban silencio, quiso pasar adelante en su plática, como pasara ni no se pusiere en medio la agudeza de Sancho, el cual, viendo que su amo se detenía, tomó la mano por él, diciendo.
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Prese un po′ di fiato don Chisciotte, e vedendo che tuttavia si manteneva il silenzio, già accignevasi a tirare innanzi il suo ragionamento, e lo avrebbe fatto, se non vi si fosse interposta l′acutezza di Sancio, il quale profittando di una breve pausa, prese il padrone per mano, e così disse:
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-Mi señor don Quijote de la Mancha, que un tiempo se llamó el Caballero de la Triste Figura y ahora se llama el Caballero de los Leones, es un hidalgo muy atentado, que sabe latín y romance como un bachiller, y en todo cuanto trata y aconseja procede como muy buen soldado, y tiene todas las leyes y ordenanzas de lo que llaman el duelo en la uña; y así, no hay más que hacer sino dejarse llevar por lo que él dijere, y sobre mí si lo erraren; cuanto más, que ello se está dicho que es necedad correrse por sólo oír un rebuzno, que yo me acuerdo, cuando muchacho, que rebuznaba cada y cuando que se me antojaba, sin que nadie me fuese a la mano, y con tanta gracia y propiedad que, en rebuznando yo, rebuznaban todos los asnos del pueblo, y no por eso dejaba de ser hijo de mis padres, que eran honradísimos; y, aunque por esta habilidad era invidiado de más de cuatro de los estirados de mi pueblo, no se me daba dos ardites. Y, porque se vea que digo verdad, esperen y escuchen, que esta ciencia es como la del nadar que, una vez aprendida, nunca se olvida.
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— Il mio signor don Chisciotte della Mancia, che si chiamò un tempo il cavaliere dalla Trista Figura, e che chiamasi adesso il cavaliere dai Leoni, è un cittadino di gran giudizio, che sa di latino e di volgare quanto un baccelliere, e in ogni cosa che tratta e consiglia procede come soldato bravissimo, e tiene sulla cima delle dita tutte le leggi e le ordinanze di ciò che si chiama duello. Non si ha dunque a far altro se non quel tanto che predica; e tolgo sopra di me ogni male che potesse nascere. E poi, perché non si dovrà ascoltarlo se ha dimostrato ch′è una vera balordaggine l′entrare in valigia per causa del raglio d′un asino? Io mi ricordo bene che quando ero giovane, io ragliavo ogni volta che me ne veniva fantasia, e non vi era chi mi togliesse la mano; e lo facevo con sì bella grazia e proprietà, che appena finito il mio raglio, ragliavano tutti gli asini del paese; ma per questo non cessavo d′essere figlio dei miei genitori, ch′erano onoratissimi; e quantunque la mia virtù promuovesse l′invidia di alquanti dottoroni del mio paese, io non me ne davo per inteso. Perché si vegga che io dico la verità, aspettino e ascoltino; che questa scienza è come quella del nuotatore, imparata una volta non si scorda mai più. »
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Y luego, puesta la mano en las narices, comenzó a rebuznar tan reciamente, que todos los cercanos valles retumbaron. Pero uno de los que estaban junto a él, creyendo que hacía burla dellos, alzó un varapalo que en la mano tenía, y diole tal golpe con él, que, sin ser poderoso a otra cosa, dio con Sancho Panza en el suelo. Don Quijote, que vio tan malparado a Sancho, arremetió al que le había dado, con la lanza sobre mano, pero fueron tantos los que se pusieron en medio, que no fue posible vengarle; antes, viendo que llovía sobre él un nublado de piedras, y que le amenazaban mil encaradas ballestas y no menos cantidad de arcabuces, volvió las riendas a Rocinante, y a todo lo que su galope pudo, se salió de entre ellos, encomendándose de todo corazón a Dios, que de aquel peligro le librase, temiendo a cada paso no le entrase alguna bala por las espaldas y le saliese al pecho; y a cada punto recogía el aliento, por ver si le faltaba.
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E portata sul momento la mano al naso, cominciò a ragliare così sonoramente che tutte le circonvicine valli ne rimbombarono. Uno di quelli che gli stavano accanto, pensò che volesse beffarsi della sua fazione, e subito alzata una grossa e lunga pertica che teneva in mano, gli diè un colpo sì terribile, che il povero Sancio, senza potersene in modo alcuno schermire stramazzò. Don Chisciotte che lo vide così mal concio, andò con la lancia sopra mano ad investire l′assalitore, ma tanti furono quelli che si frapposero che non poté vendicarlo, ed accorgendosi che gli diluviava già addosso un nugolo di pietre, e ch′era minacciato da mille freccie e da non minore quantità di archibugi, voltò la briglia a Ronzinante, e a quanto galoppo poté scappò dalle mani dei nemici, raccomandandosi a Dio di cuore, perché lo facesse uscire libero da tanto pericolo. Temeva ad ogni passo che qualche palla non gli entrasse dalla schiena e gli uscisse pel petto, e a ogni poco raccoglieva il fiato, per timore che non gli mancasse;
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Pero los del escuadrón se contentaron con verle huir, sin tirarle. A Sancho le pusieron sobre su jumento, apenas vuelto en sí, y le dejaron ir tras su amo, no porque él tuviese sentido para regirle; pero el rucio siguió las huellas de Rocinante, sin el cual no se hallaba un punto. Alongado, pues, don Quijote buen trecho, volvió la cabeza y vio que Sancho venía, y atendióle, viendo que ninguno le seguía.
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ma intanto quelli dello squadrone ristettero dal tirargli sopra, contenti di vederlo fuggire. Appena poi che Sancio tornò in sé lo caricarono sopra il suo asino e lo lasciarono seguitare il suo padrone, non perché foss′egli in caso di guidare da sé la bestia, ma perché essa si mise spontanea sulle orme di Ronzinante, con cui era solita convivere. Essendosi don Chisciotte allontanato per un buon tratto di strada, voltò la testa e vide che Sancio lo seguitava, e lo stette aspettando, poiché si accorse che non era più inseguito.
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Los del escuadrón se estuvieron allí hasta la noche, y, por no haber salido a la batalla sus contrarios, se volvieron a su pueblo, regocijados y alegres; y si ellos supieran la costumbre antigua de los griegos, levantaran en aquel lugar y sitio un trofeo.
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Stettero fermi nel campo quelli dello squadrone, perché li colse la notte, e perché non erano usciti in battaglia i loro avversari, e nella mattina seguente, festosi e lieti se ne tornarono al loro paese. Se avessero saputo le costumanze dei Greci antichi avrebbero in quel luogo e in quel sito innalzato un sontuoso trofeo.
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II. Capítulo XXVII. De cosas que dice Benengeli que las sabrá quien le leyere, si las lee con atención.
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CAPITOLO XXVII COSE DETTE DA BENGELI CHE CHI LE LEGGERÀ LE SAPRÀ SE LE LEGGERÀ CON ATTENZIONE.
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Cuando el valiente huye, la superchería está descubierta, y es de varones prudentes guardarse para mejor ocasión. Esta verdad se verificó en don Quijote, el cual, dando lugar a la furia del pueblo y a las malas intenciones de aquel indignado escuadrón, puso pies en polvorosa, y, sin acordarse de Sancho ni del peligro en que le dejaba, se apartó tanto cuanto le pareció que bastaba para estar seguro. Seguíale Sancho, atravesado en su jumento, como queda referido. Llegó, en fin, ya vuelto en su acuerdo, y al llegar, se dejó caer del rucio a los pies de Rocinante, todo ansioso, todo molido y todo apaleado. Apeóse don Quijote para catarle las feridas; pero, como le hallase sano de los pies a la cabeza, con asaz cólera le dijo.
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Quando il valoroso fugge, egli è che l′agguato è scoperto, ed è consiglio da uomo prudente il riserbarsi in questo caso ad altra migliore occasione. Si confermò questa verità in don Chisciotte il quale cedendo alla furia del popolo ed ai malintenzionati di quello sciagurato squadrone, si sottrasse, e senza risovvenirsi di Sancio né del pericolo in cui lo lasciava, tanto si accostò quanto gli parve che potesse bastare per mettersi in luogo di sicurezza. Sancio seguitavalo a ridosso del suo giumento, come si è detto. Lo raggiunse al fine già tornato in cervello, e tosto arrivato si lasciò cadere dal leardo ai piedi di Ronzinante, tutto afflitto e pesto e bastonato. Smontò don Chisciotte per vedere che ferite avesse; ma trovandolo tutto sano, si fece a dirgli con viva collera:
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-¡Tan en hora mala supistes vos rebuznar, Sancho! Y ¿dónde hallastes vos ser bueno el nombrar la soga en casa del ahorcado? A música de rebuznos, ¿qué contrapunto se había de llevar sino de varapalos? Y dad gracias a Dios, Sancho, que ya que os santiguaron con un palo, no os hicieron el per signum crucis con un alfanje.
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— Corpo di... e perché hai tu voluto ragliare in sì cattivo momento? E dove hai tu imparato a parlare di corda in casa dell′appiccato? A musica di raglio che contrappunto si avea egli a fare se non di bastoni? Ringrazia Dio, Sancio, che in luogo di averti segnato con il bastone non ti abbiano fatto il per sognum crucis colla scimitarra.
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-No estoy para responder -respondió Sancho-, porque me parece que hablo por las espaldas. Subamos y apartémonos de aquí, que yo pondré silencio en mis rebuznos, pero no en dejar de decir que los caballeros andantes huyen, y dejan a sus buenos escuderos molidos como alheña, o como cibera, en poder de sus enemigos.
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— Non posso rispondere, disse Sancio, perché mi pare che mi parlino alle spalle: montiamo a cavallo, e togliamoci di qua che io non raglierò mai più, ma non lascierò di dire che i cavalieri erranti scappano via e abbandonano i loro fedeli scudieri in balia dei nemici, triti come polvere di tarlo e macinati come frumento al mulino.
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-No huye el que se retira -respondió don Quijote-, porque has de saber, Sancho, que la valentía que no se funda sobre la basa de la prudencia se llama temeridad, y las hazañas del temerario más se atribuyen a la buena fortuna que a su ánimo. Y así, yo confieso que me he retirado, pero no huido; y en esto he imitado a muchos valientes, que se han guardado para tiempos mejores, y desto están las historias llenas, las cuales, por no serte a ti de provecho ni a mí de gusto, no te las refiero ahora.
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— Non fugge chi si ritira, rispose don Chisciotte; perché hai da sapere, o Sancio, che la bravura quando non si fonda sulla base della prudenza, si chiama temerità, e le prodezze del temerario più si attribuiscono alla buona fortuna che al suo coraggio. Io confesso che mi sono ritirato, ma non sono fuggito, imitando in ciò molti valorosi che si riserbarono a tempi migliori: e di questo son piene le istorie, le quali non potendo esserti di alcun giovamento, né dare a me gusto, giudico bene di non riferirle.
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En esto, ya estaba a caballo Sancho, ayudado de don Quijote, el cual asimismo subió en Rocinante, y poco a poco se fueron a emboscar en una alameda que hasta un cuarto de legua de allí se parecía. De cuando en cuando daba Sancho unos ayes profundísimos y unos gemidos dolorosos; y, preguntándole don Quijote la causa de tan amargo sentimiento, respondió que, desde la punta del espinazo hasta la nuca del celebro, le dolía de manera que le sacaba de sentido.
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In questo stavasi Sancio già montato a cavallo, mercé l′assistenza di don Chisciotte, il quale salì del pari su Ronzinante, e passo passo andarono ad internarsi in un albereto che vedeasi di là discosto circa un quarto di lega. Mandava Sancio ad ora ad ora non pochi profondi ahimè accompagnati da dolorosi gemiti, ed avendogli chiesto don Chisciotte la cagione di sì amari lamenti, rispose che dalla punta del filo della schiena sin alla nuca del cervello gli doleva in maniera da impazzire.
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-La causa dese dolor debe de ser, sin duda -dijo don Quijote-, que, como era el palo con que te dieron largo y tendido, te cogió todas las espaldas, donde entran todas esas partes que te duelen; y si más te cogiera, más te doliera.
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— Questi tuoi dolori, disse don Chisciotte, debbono fuori di dubbio provenire per essere il bastone col quale ti bastonarono molto lungo e tanto disteso che ti acchiappava tutte le spalle dove stanno quelle parti che ora ti dolgono; e se più ti avessero colto più dolore ne avresti.
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-¡Por Dios -dijo Sancho-, que vuesa merced me ha sacado de una gran duda, y que me la ha declarado por lindos términos! ¡Cuerpo de mí! ¿Tan encubierta estaba la causa de mi dolor que ha sido menester decirme que me duele todo todo aquello que alcanzó el palo? Si me dolieran los tobillos, aún pudiera ser que se anduviera adivinando el porqué me dolían, pero dolerme lo que me molieron no es mucho adivinar. A la fe, señor nuestro amo, el mal ajeno de pelo cuelga, y cada día voy descubriendo tierra de lo poco que puedo esperar de la compañía que con vuestra merced tengo; porque si esta vez me ha dejado apalear, otra y otras ciento volveremos a los manteamientos de marras y a otras muchacherías, que si ahora me han salido a las espaldas, después me saldrán a los ojos. Harto mejor haría yo, sino que soy un bárbaro, y no haré nada que bueno sea en toda mi vida; harto mejor haría yo, vuelvo a decir, en volverme a mi casa, y a mi mujer, y a mis hijos, y sustentarla y criarlos con lo que Dios fue servido de darme, y no andarme tras vuesa merced por caminos sin camino y por sendas y carreras que no las tienen, bebiendo mal y comiendo peor. Pues, ¡tomadme el dormir! Contad, hermano escudero, siete pies de tierra, y si quisiéredes más, tomad otros tantos, que en vuestra mano está escudillar, y tendeos a todo vuestro buen talante; que quemado vea yo y hecho polvos al primero que dio puntada en la andante caballería, o, a lo menos, al primero que quiso ser escudero de tales tontos como debieron ser todos los caballeros andantes pasados. De los presentes no digo nada, que, por ser vuestra merced uno dellos, los tengo respeto, y porque sé que sabe vuesa merced un punto más que el diablo en cuanto habla y en cuanto piensa.
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— Per l′anima mia, rispose Sancio, che vossignoria mi ha cavato da un gran dubbio e me lo ha dichiarato a maraviglia. Cospetto! era tanto misteriosa la causa del mio dolore che fosse bisognato dirmi che mi dolgono tutte quelle parti dove arrivò il bastone? Se mi dolessero i nodi del piede potrebbe anche permettersi d′indovinare perché mi dolessero ma ci voleva assai a profetare che in vece si confina il dolore alle parti che furono ammaccate? In fede mia, signor padrone mio buono, che il male degli altri ci dà poco fastidio, e vo scoprendo terreno ogni dì intorno al poco che posso sperare dalla compagnia ch′io faccio alla signoria vostra, perché se questa volta mi ha lasciato bastonare, un′altra e cento altre torneremo allo sbalzamento della coperta che si sa, con tante altre ragazzate: ché se adesso la visita è venuta sino alle spalle, verrà un giorno anche sino agli occhi. Oh quanto meglio farei io, sciagurato che sono! oh quanto meglio farei a tornarmene a casa mia a rivedere la mia moglie ed i miei figliuoli, sostenendo questa ed educando quelli col poco che Domeneddio mi ha dato, e non seguitare altro vossignoria per istrade senza strada e per sentieri e carriere senza riuscita, bevendo male e mangiando peggio; ché del dormire non ne parliamo! Conta pure, fratello scudiere, sei palmi di terra; e se più ne vuoi, pigliane altrettanti, ché sta in tua mano; e distenditi quanto ti piace. Ah ch′io possa vedere bruciato e fatto in polvere quello che ha dato il primo impulso alla errante cavalleria, o almeno quel primo che ha voluto farsi scudiere di questi balordi; ché tali dovettero essere tutti gli erranti cavalieri dei tempi scorsi e non parlo dei presenti che li rispetto, perché la signoria vostra è uno di loro, e perché capisco che vossignoria sa dove il diavolo tiene la coda quando parla e quando pensa.
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-Haría yo una buena apuesta con vos, Sancho -dijo don Quijote- que ahora que vais hablando sin que nadie os vaya a la mano, que no os duele nada en todo vuestro cuerpo. Hablad, hijo mío, todo aquello que os viniere al pensamiento y a la boca; que, a trueco de que a vos no os duela nada, tendré yo por gusto el enfado que me dan vuestras impertinencias. Y si tanto deseáis volveros a vuestra casa con vuestra mujer y hijos, no permita Dios que yo os lo impida; dineros tenéis míos mirad cuánto ha que esta tercera vez salimos de nuestro pueblo, y mirad lo que podéis y debéis ganar cada mes, y pagaos de vuestra mano.
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— Io farei con te buona scommessa, o Sancio, risposegli don Chisciotte; che tu vai chiacchierando così senza modo né fine perché non ti duole più niente in tutto il tuo corpo. Or bene, parla pure, figliuol mio, di tutto ciò che ti viene in testa e in bocca: mentre, purché tu non patisca, terrò per piacere la noia che mi danno tante tue impertinenze: e se poi tanto desideri di tornartene a casa tua, alla moglie e ai figliuoli, a Dio non piaccia che io te lo contrasti. Tu hai danari di mia ragione; fa il conto tu quando egli è che uscimmo questa terza volta dal nostro paese, e valuta quello che puoi e devi guadagnare per ogni mese, e pagati colle tue mani medesime.
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-Cuando yo servía -respondió Sancho- a Tomé Carrasco, el padre del bachiller Sansón Carrasco, que vuestra merced bien conoce, dos ducados ganaba cada mes, amén de la comida; con vuestra merced no sé lo que puedo ganar, puesto que sé que tiene más trabajo el escudero del caballero andante que el que sirve a un labrador; que, en resolución, los que servimos a labradores, por mucho que trabajemos de día, por mal que suceda, a la noche cenamos olla y dormimos en cama, en la cual no he dormido después que ha que sirvo a vuestra merced. Si no ha sido el tiempo breve que estuvimos en casa de don Diego de Miranda, y la jira que tuve con la espuma que saqué de las ollas de Camacho, y lo que comí y bebí y dormí en casa de Basilio, todo el otro tiempo he dormido en la dura tierra, al cielo abierto, sujeto a lo que dicen inclemencias del cielo, sustentándome con rajas de queso y mendrugos de pan, y bebiendo aguas, ya de arroyos, ya de fuentes, de las que encontramos por esos andurriales donde andamos.
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— Quando io serviva, rispose Sancio, don Tommaso Carrasco, il padre del baccelliere Sansone Carrasco molto ben conosciuto da vossignoria, io guadagnava due ducati al mese, oltre agli alimenti; ma con la signoria vostra non dico quello che io posso guadagnare, benché sappia bene che maggior fatica è quella dello scudiere di un cavaliere errante che quella di chi serve un contadino. Ed infatti noi quando serviamo ai contadini, per quanto lavoriamo nel giorno, e per mal che ci vada, abbiamo (a farla magra) alla sera una buona pignatta che bolle, e dormiamo nel nostro letto: cosa che non ho potuto fare da poi che servo vossignoria. Io non ho avuto bene che in quel poco di tempo che siamo dimorati in casa di don Diego de Miranda: e il mio gaudeamus è stato colla schiuma che ho cavata dalle pignatte di Camaccio, e il mangiare, bere e dormire in casa di Basilio; ma in ogni altro tempo ho dormito sopra la nuda terra, a cielo scoperto, soggetto a quelle che chiamano incremenze del cielo, sostentandomi con qualche scheggia di formaggio e con qualche tozzo di pane, e bevendo acqua ora di ruscello ora di fontana, quale s′incontra per queste catapecchie dove noi ci cacciamo.
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-Confieso -dijo don Quijote- que todo lo que dices, Sancho, sea verdad. ¿Cuánto parece que os debo dar más de lo que os daba Tomé Carrasco.
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— Non so negare, o Sancio, disse don Chisciotte, ch′egli è verissimo tutto quello che tu dici. E quanto pare a te ch′io debba darti più di quello che ti pagava Tommaso Carrasco?
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-A mi parecer -dijo Sancho-, con dos reales más que vuestra merced añadiese cada mes me tendría por bien pagado. Esto es cuanto al salario de mi trabajo; pero, en cuanto a satisfacerme a la palabra y promesa que vuestra merced me tiene hecha de darme el gobierno de una ínsula, sería justo que se me añadiesen otros seis reales, que por todos serían treinta.
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— Io mi contenterei, disse Sancio, di due reali di più che vossignoria aggiungesse per ogni mese, e questo in quanto al salario delle mie fatiche; ma in quanto al soddisfarmi della parola e promessa fattami dalla signoria vostra di darmi il governo d′un′isola, sarebbe atto di giustizia che si aumentassero sei altri reali, che in tutto sarebbero trenta.
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-Está muy bien -replicó don Quijote-; y, conforme al salario que vos os habéis señalado, 23 días ha que salimos de nuestro pueblo contad, Sancho, rata por cantidad, y mirad lo que os debo, y pagaos, como os tengo dicho, de vuestra mano.
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— Va benissimo, replicò don Chisciotte, e confermo il salario che tu ti sei attribuito. Corrono venticinque giorni da che siamo partiti dal nostro paese, fa il conto pro rata, e pagati, come già ti ho detto, colle tue stesse mani.
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-¡Oh, cuerpo de mí! -dijo Sancho-, que va vuestra merced muy errado en esta cuenta, porque en lo de la promesa de la ínsula se ha de contar desde el día que vuestra merced me la prometió hasta la presente hora en que estamos.
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— Oh corpo di me! disse Sancio, vossignoria va errato di grosso nel fare questo conto, perché quello della promessa dell′isola si ha da cominciar dal giorno in cui mi fu assicurata, sino a questo in che ora siamo per finir le nostre ragioni.
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-Pues, ¿qué tanto ha, Sancho, que os la prometí? -dijo don Quijote.
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— Or bene, quant′è, disse don Chisciotte, che ti ho fatto la mia promessa?
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-Si yo mal no me acuerdo -respondió Sancho-, debe de haber más de veinte años, tres días más a menos.
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— Se male non mi ricordo, rispose Sancio, saranno più di venti anni, tre giorni più o manco.
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Diose don Quijote una gran palmada en la frente, y comenzó a reír muy de gana, y dijo.
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Don Chisciotte si diede una grande palmata sulla fronte, cominciò a ridere sgangheratamente e disse:
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-Pues no anduve yo en Sierra Morena, ni en todo el discurso de nuestras salidas, sino dos meses apenas, y ¿dices, Sancho, que ha veinte años que te prometí la ínsula? Ahora digo que quieres que se consuman en tus salarios el dinero que tienes mío; y si esto es así, y tú gustas dello, desde aquí te lo doy, y buen provecho te haga; que, a trueco de verme sin tan mal escudero, holgaréme de quedarme pobre y sin blanca. Pero dime, prevaricador de las ordenanzas escuderiles de la andante caballería, ¿ dónde has visto tú, o leído, que ningún escudero de caballero andante se haya puesto con su señor en tanto más cuánto me habéis de dar cada mes porque os sirva? Éntrate, éntrate, malandrín, follón y vestiglo, que todo lo pareces; éntrate, digo, por el mare magnum de sus historias, y si hallares que algún escudero haya dicho, ni pensado, lo que aquí has dicho, quiero que me le claves en la frente, y, por añadidura, me hagas cuatro mamonas selladas en mi rostro. Vuelve las riendas, o el cabestro, al rucio, y vuélvete a tu casa, porque un solo paso desde aquí no has de pasar más adelante conmigo. ¡Oh pan mal conocido!. ¡Oh promesas mal colocadas! ¡Oh hombre que tiene más de bestia que de persona! ¿Ahora, cuando yo pensaba ponerte en estado, y tal, que a pesar de tu mujer te llamaran señoría, te despides? ¿Ahora te vas, cuando yo venía con intención firme y valedera de hacerte señor de la mejor ínsula del mundo? En fin, como tú has dicho otras veces, no es la miel... etc. Asno eres, y asno has de ser, y en asno has de parar cuando se te acabe el curso de la vida; que para mí tengo que antes llegará ella a su último término que tú caigas y des en la cuenta de que eres bestia.
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— Nell′avere percorsa Sierra Morena ed ogni altra peregrinazione, dopo la mia prima uscita, non s′impiegarono che appena due mesi: e tu dici, Sancio, che corrono vent′anni da che ti ho promessa l′isola? Oh m′accorgo io bene che ti sei proposto di volermi consumare nel tuo salario tutto il danaro che tieni di mia ragione. Se questo è, e così ti piace, sia per tutto tuo, che te ne fo un dono e buon pro ti faccia, mentre per allontanare dal mio fianco così cattivo scudiere non mi dispiacerà di restar povero e senza un maravedis. Ma dimmi un poco, o prevaricatore degli ordini scudierili della errante cavalleria, dove hai tu veduto o letto mai che scudiere alcuno di cavaliere errante siasi accinto a contrastare col padrone per crediti di salario, e dire: tanto voglio, tanto mi avete da dare al mese per la mia servitù? Metti, metti, malandrino e furfante e fantasma, ché ben ti sta ognun di questi nomi, metti, ripeto, nel mare magnum delle nostre istorie il tuo dito, e se avviene che tu ti trovi per entro, che scudiere di questo mondo abbia detto o pensato quello che tu dicesti, mi contento che me lo conficchi nella fronte, e per giunta che tu mi faccia quattro castagne sigillate sul viso. Tornati alla briglia od al capestro del tuo leardo, e vattene alla malora a casa tua, che da ora in avanti non hai da restare con me un momento solo. Oh pane malconosciuto! oh mal collocate promesse! oh uomo che ha più della bestia che della persona! Ora, quando che io divisava di metterti al mondo e di farti un signore tale che a dispetto di tua moglie avessero a darti della signoria, tu ti togli licenza? Ora te ne vai, quando col più fermo ed efficace proposito io volea farti padrone della migliore isola della terra? Sì, sì, è vero quello che tu stesso hai detto altre volte, che il miele non è fatto per la bocca dell′asino: tu sei asino, sarai asino e hai da finire asino quando finisca il corso della tua vita; ché quanto a me tengo che prima di arrivare all′ultimo termine avrai ad accorgerti ed a persuaderti bene che sei stato un animale. »
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Miraba Sancho a don Quijote de en hito en hito, en tanto que los tales vituperios le decía, y compungióse de manera que le vinieron las lágrimas a los ojos, y con voz dolorida y enferma le dijo.
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Sancio stava guardando fisso fisso il suo padrone, intanto che ascoltava questi vituperi, ed in un attimo si compunse in modo che gli vennero le lacrime sugli occhi, e con voce dolente ed inferma gli disse:
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-Señor mío, yo confieso que para ser del todo asno no me falta más de la cola; si vuestra merced quiere ponérmela, yo la daré por bien puesta, y le serviré como jumento todos los días que me quedan de mi vida. Vuestra merced me perdone y se duela de mi mocedad, y advierta que sé poco, y que si hablo mucho, más procede de enfermedad que de malicia; mas, quien yerra y se enmienda, a Dios se encomienda.
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— Confesso, signor mio, che per essere asino dal capo ai piedi, altro non mi manca fuorché la coda. Se la signoria vostra me la vuole appiccare, io la terrò per bene aggiunta e starò come giumento a servirla per tutto il resto della mia vita. Mi perdoni vossignoria, e compatisca la mia inesperienza: consideri che io sono ignorante, e che se parlo molto, ciò viene piuttosto da infermità che da malizia: ma chi falla e si emenda, a Dio si raccomanda.
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-Maravillárame yo, Sancho, si no mezclaras algún refrancico en tu coloquio. Ahora bien, yo te perdono, con que te emiendes, y con que no te muestres de aquí adelante tan amigo de tu interés, sino que procures ensanchar el corazón, y te alientes y animes a esperar el cumplimiento de mis promesas, que, aunque se tarda, no se imposibilita.
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— Avrei dovuto maravigliarmi, o Sancio, disse don Chisciotte, che nel tuo discorso tu non avessi immischiato qualche proverbio: ebbene, io ti perdono, a patto però che ti emendi, e che quindi innanzi ti mostri bensì curante dell′interesse, ma che cerchi di rinfrancare il cuore e di animarti ad attendere il compimento delle mie promesse; ché sebbene s′indugia, non si fa impossibile. »
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Sancho respondió que sí haría, aunque sacase fuerzas de flaqueza.
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Rispose Sancio che così farebbe, se pure avesse dovuto cavar sangue dalle rape.
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Con esto, se metieron en la alameda, y don Quijote se acomodó al pie de un olmo, y Sancho al de una haya; que estos tales árboles y otros sus semejantes siempre tienen pies, y no manos. Sancho pasó la noche penosamente, porque el varapalo se hacía más sentir con el sereno. Don Quijote la pasó en sus continuas memorias; pero, con todo eso, dieron los ojos al sueño, y al salir del alba siguieron su camino buscando las riberas del famoso Ebro, donde les sucedió lo que se contará en el capítulo venidero.
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Entrarono con questo nell′albereto: e don Chisciotte si accomodò al piè di un olmo, e Sancio a quello di un faggio. Sancio passò la notte con molto disagio, perché il coricarsi al sereno gli faceva sentire l′effetto delle ricevute bastonate. La passò don Chisciotte immerso nelle sue continue rimembranze, ma contuttociò chiusero ambedue gli occhi, ed ebbero quieto sonno. Allo spuntar dell′alba proseguirono il loro cammino verso le sponde del famoso Ebro, dove loro successe quello che si racconterà nel seguente capitolo.
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II. Capítulo XXIX. De la famosa aventura del barco encantado.
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CAPITOLO XXIX LA FAMOSA VENTURA DELLA BARCA INCANTATA.
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Por sus pasos contados y por contar, dos días después que salieron de la alameda, llegaron don Quijote y Sancho al río Ebro, y el verle fue de gran gusto a don Quijote, porque contempló y miró en él la amenidad de sus riberas, la claridad de sus aguas, el sosiego de su curso y la abundancia de sus líquidos cristales, cuya alegre vista renovó en su memoria mil amorosos pensamientos. Especialmente fue y vino en lo que había visto en la cueva de Montesinos; que, puesto que el mono de maese Pedro le había dicho que parte de aquellas cosas eran verdad y parte mentira, él se atenía más a las verdaderas que a las mentirosas, bien al revés de Sancho, que todas las tenía por la mesma mentira.
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E così adagio adagio, due giorni dopo l′uscita dall′albereto, don Chisciotte e Sancio giunsero al fiume Ebro. Fu di grande soddisfazione a don Chisciotte il vedere e il contemplare le amenità delle sue sponde: la limpidezza delle sue acque, il placido corso e l′abbondanza loro; ed una vista sì ridente e lieta gli chiamò alla memoria mille pensieri, e si ricordò specialmente di tutto quello che avea veduto nella Grotta di Montésino. Quantunque lo scimiotto di maestro Pietro gli avesse detto che parte di quelle cose erano vere e parte false, attenevasi piuttosto a quelle che a queste, a differenza di Sancio, che le giudicava tutte, senz′altro, per solenni bugie.
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Yendo, pues, desta manera, se le ofreció a la vista un pequeño barco sin remos ni otras jarcias algunas, que estaba atado en la orilla a un tronco de un árbol que en la ribera estaba. Miró don Quijote a todas partes, y no vio persona alguna; y luego, sin más ni más, se apeó de Rocinante y mandó a Sancho que lo mesmo hiciese del rucio, y que a entrambas bestias las atase muy bien, juntas, al tronco de un álamo o sauce que allí estaba. Preguntóle Sancho la causa de aquel súbito apeamiento y de aquel ligamiento. Respondió don Quijote.
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Andando eglino a questo modo, scopersero una piccola barca senza remi e senza sarte presso alla sponda legata ad un tronco di albero. Portò don Chisciotte gli occhi per ogni dove, e non vedendo persona viva, smontò dal suo Ronzinante, ed ordinò a Sancio che smontasse egli pure dal suo leardo, e che legasse ambedue le bestie unite insieme al tronco di un albero o salice vicino. Gli dimandò Sancio la cagione di quel subito smontare e legar le bestie, e risposegli don Chisciotte:
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-Has de saber, Sancho, que este barco que aquí está, derechamente y sin poder ser otra cosa en contrario, me está llamando y convidando a que entre en él, y vaya en él a dar socorro a algún caballero, o a otra necesitada y principal persona, que debe de estar puesta en alguna grande cuita, porque éste es estilo de los libros de las historias caballerescas y de los encantadores que en ellas se entremeten y platican cuando algún caballero está puesto en algún trabajo, que no puede ser librado dél sino por la mano de otro caballero, puesto que estén distantes el uno del otro dos o tres mil leguas, y aun más, o le arrebatan en una nube o le deparan un barco donde se entre, y en menos de un abrir y cerrar de ojos le llevan, o por los aires, o por la mar, donde quieren y adonde es menester su ayuda; así que, ¡oh Sancho!, este barco está puesto aquí para el mesmo efecto; y esto es tan verdad como es ahora de día; y antes que éste se pase, ata juntos al rucio y a Rocinante, y a la mano de Dios, que nos guíe, que no dejaré de embarcarme si me lo pidiesen frailes descalzos.
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— Hai da sapere, o Sancio, che questa barca, a diritto pensare e senza che altro se ne possa dire in contrario, mi chiama e invita ad entrarvi per accorrere a dar soccorso a qualche cavaliere od altra bisognosa e signorile persona che dee trovarsi in rischio prossimo e tremendo. Ti dirò adesso qual è lo stile delle cavalleresche istorie e degl′incantatori che vi s′immischiano. Quando un cavaliere trovasi in gran travaglio, da cui non possa essere tolto senza l′aiuto di un altro cavaliere, fossero eglino pure discosti l′uno dall′altro due o tremila leghe, ed anche più, si veggono rapiti in una nuvola, o comparisce loro dinanzi una barca dove possono entrare, e in manco del battere di un occhio, si portano o per l′aria o pel mare, come loro più aggrada, dove sia più opportuno il loro aiuto. Per quest′effetto, Sancio mio, è stata qui posta questa barca, e questo è tanto vero come ora è giorno: sicché per non lasciar fuggire il momento, lega tu pure uniti il leardo e Ronzinante, e la mano di Dio ci conduca, ché io non lascerei d′imbarcarmi, quand′anche mel vietassero i padri Inquisitori.
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-Pues así es -respondió Sancho-, y vuestra merced quiere dar a cada paso en estos que no sé si los llame disparates, no hay sino obedecer y bajar la cabeza, atendiendo al refrán "haz lo que tu amo te manda, y siéntate con él a la mesa"; pero, con todo esto, por lo que toca al descargo de mi conciencia, quiero advertir a vuestra merced que a mí me parece que este tal barco no es de los encantados, sino de algunos pescadores deste río, porque en él se pescan las mejores sabogas del mundo.
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— Se così è, rispose Sancio, e vossignoria vuol dare ad ogni tratto in questi, non so se si chiamano spropositi, altro non occorre che fare a suo modo ed abbassare la testa, attenendosi al proverbio che dice: fa quello che ti comanda il padrone, e mettiti a sedere a tavola con esso lui. Per altro, a scarico di mia coscienza, voglio avvertire la signoria vostra che a me pare che questa barca qui non sia di quelle incantate, ma piuttosto di qualche pescatore di questo fiume, dove si pigliano le lacce migliori e più squisite.»
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Esto decía, mientras ataba las bestias, Sancho, dejándolas a la proteción y amparo de los encantadores, con harto dolor de su ánima. Don Quijote le dijo que no tuviese pena del desamparo de aquellos animales, que el que los llevaría a ellos por tan longincuos caminos y regiones tendría cuenta de sustentarlos.
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Pronunciava Sancio queste parole nell′atto che stava legando le bestie, le quali abbandonava alla protezione ed alla difesa degl′incantatori, con suo grandissimo dolore e dispetto. Don Chisciotte gli disse
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-No entiendo eso de logicuos -dijo Sancho-, ni he oído tal vocablo en todos los días de mi vida.
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che non si pigliasse fastidio dell′abbandono delle bestie, mentre colui che le guidò per tanto rimoti e longinqui paesi, avrebbe pensiere di sostenerle.
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-Longincuos -respondió don Quijote- quiere decir apartados; y no es maravilla que no lo entiendas, que no estás tú obligado a saber latín, como algunos que presumen que lo saben, y lo ignoran.
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— Non intendo questa parole longinqui disse Sancio, né la ho più udita da che uscii dal corpo di mia madre. — Longinqui, rispose don Chisciotte, vuol dire lontani; né mi maraviglio che tu non intenda, per non esser tu obbligato a saper di latino, né ad essere letterato, né essendo tu di quelli che presumendo di sapere, sono affatto ignoranti.
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-Ya están atados -replicó Sancho-. ¿Qué hemos de hacer ahora.
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— Le bestie sono legate, replicò Sancio, ed ora che abbiamo a fare?
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-¿Qué? -respondió don Quijote-. Santiguarnos y levar ferro; quiero decir, embarcarnos y cortar la amarra con que este barco está atado.
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— Che? rispose don Chisciotte, segnarci e andarcene; voglio dire imbarcarci, e tagliar la fune a cui questa barca è raccomandata.»
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Y, dando un salto en él, siguiéndole Sancho, cortó el cordel, y el barco se fue apartando poco a poco de la ribera; y cuando Sancho se vio obra de dos varas dentro del río, comenzó a temblar, temiendo su perdición; pero ninguna cosa le dio más pena que el oír roznar al rucio y el ver que Rocinante pugnaba por desatarse, y díjole a su señor.
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In ciò dire vi saltò dentro; Sancio, che lo seguitò, tagliò il funicello, e la barca andava lentamente scostandosi dalla riva. Quando Sancio si vide in mezzo al fiume ed alquanto distante dalle sponde, cominciò a tremare per lo spavento di andar a perdizione; ma nessuna cosa gli diè tanto affanno quanto l′udir il raglio del suo leardo, e il vedere che Ronzinante faceva ogni sforzo per isciogliersi. Tosto disse al padrone:
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-El rucio rebuzna, condolido de nuestra ausencia, y Rocinante procura ponerse en libertad para arrojarse tras nosotros. ¡Oh carísimos amigos, quedaos en paz, y la locura que nos aparta de vosotros, convertida en desengaño, nos vuelva a vuestra presencia.
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— Sento l′asino che raglia per il dolore che gli reca la nostra lontananza e Ronzinante procura di mettersi in libertà per venirci dietro. Ah no, carissimi amici, restatevi in pace, e la pazzia, che da voi ci divide, convertita in disinganno, torni poi a ricondurci alla vostra presenza.»
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Y, en esto, comenzó a llorar tan amargamente que don Quijote, mohíno y colérico, le dijo.
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Nel fare questa esclamazione, cominciò Sancio a piangere sì dirottamente che don Chisciotte, annoiato e incollerito, si fece a dirgli:
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-¿De qué temes, cobarde criatura? ¿De qué lloras, corazón de mantequillas? ¿Quién te persigue, o quién te acosa, ánimo de ratón casero, o qué te falta, menesteroso en la mitad de las entrañas de la abundancia? ¿Por dicha vas caminando a pie y descalzo por las montañas rifeas, sino sentado en una tabla, como un archiduque, por el sesgo curso deste agradable río, de donde en breve espacio saldremos al mar dilatado? Pero ya habemos de haber salido, y caminado, por lo menos, setecientas o ochocientas leguas; y si yo tuviera aquí un astrolabio con que tomar la altura del polo, yo te dijera las que hemos caminado; aunque, o yo sé poco, o ya hemos pasado, o pasaremos presto, por la línea equinocial, que divide y corta los dos contrapuestos polos en igual distancia.
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— Di che paventi codarda creatura? di che piangi, cuore di ricotta? Chi ti perseguita o chi ti caccia, animo da sorcio casalingo? E che ti manca, uomo bisognoso in mezzo alle viscere dell′abbondanza? Vai tu forse camminando a piedi scalzi per le montagne rifee? Tu stai pure a panciolle sopra una tavola come un arciduca attraversando il corso di questo piacevolissimo fiume, dal quale passeremo fra poco nel grande oceano. Noi dobbiamo già aver viaggiato per lo meno 7 od 800 leghe; e se io avessi qui un astrolabio da misurare l′altezza del polo, ti direi, sebbene poco io me n′intenda, quanto cammino siasi fatto, e se abbiamo passato o se passeremo presto la linea equinoziale che taglia e separa i due contrapposti poli in eguale distanza.
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-Y cuando lleguemos a esa leña que vuestra merced dice -preguntó Sancho-, ¿cuánto habremos caminado.
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— E quando pure saremo arrivati a questa linea che dice vossignoria, dimandò Sancio, quanta strada avremo fatta?
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-Mucho -replicó don Quijote-, porque de trecientos y sesenta grados que contiene el globo, del agua y de la tierra, según el cómputo de Ptolomeo, que fue el mayor cosmógrafo que se sabe, la mitad habremos caminado, llegando a la línea que he dicho.
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— Molta e lunga, replicò don Chisciotte, perché di trecentosessanta gradi che contiene il globo dell′acqua e della terra, giusta i calcoli di Tolomeo, che fu il maggiore cosmografo che si conosca, ne avremo camminata la metà arrivando alla linea che ho detto.
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-Por Dios -dijo Sancho-, que vuesa merced me trae por testigo de lo que dice a una gentil persona, puto y gafo, con la añadidura de meón, o meo, o no sé cómo.
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Rióse don Quijote de la interpretación que Sancho había dado al nombre y al cómputo y cuenta del cosmógrafo Ptolomeo, y díjole.
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-Sabrás, Sancho, que los españoles y los que se embarcan en Cádiz para ir a las Indias Orientales, una de las señales que tienen para entender que han pasado la línea equinocial que te he dicho es que a todos los que van en el navío se les mueren los piojos, sin que les quede ninguno, ni en todo el bajel le hallarán, si le pesan a oro; y así, puedes, Sancho, pasear una mano por un muslo, y si topares cosa viva, saldremos desta duda; y si no, pasado habemos.
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Devi poi anche sapere, o Sancio, che gli Spagnuoli, e quelli che s′imbarcano in Cadice per recarsi alle Indie orientali, hanno per segno indubitato di avere passata la linea equinoziale che ti ho detto, la morte improvvisa di certi tardi e sudici animaletti, che un cavaliere errante ha ribrezzo di nominare, e che per avventura stanno in testa o dispersi per la vita. Giunti alla linea non se ne troverebbe uno solo nel vascello, se si volesse pagarlo a peso d′oro. Cercati adunque in dosso, e se trovi cosa viva, ciò vorrà dire che siamo ancora indietro, e se non la trovi, avremo passata la linea.
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-Yo no creo nada deso -respondió Sancho-, pero, con todo, haré lo que vuesa merced me manda, aunque no sé para qué hay necesidad de hacer esas experiencias, pues yo veo con mis mismos ojos que no nos habemos apartado de la ribera cinco varas, ni hemos decantado de donde están las alemañas dos varas, porque allí están Rocinante y el rucio en el propio lugar do los dejamos; y tomada la mira, como yo la tomo ahora, voto a tal que no nos movemos ni andamos al paso de una hormiga.
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— Io non credo niente di tutto questo, rispose Sancio; tuttavia farò quanto vossignoria mi comanda, abbenché non trovi necessarie queste tali esperienze, vedendo coi miei propri occhi che noi non ci siamo scostati dalla riva più di cinque braccia, né più di dieci siamo lontani dalle nostre bestie, perché ecco là Ronzinante e il leardo nel sito medesimo dove li abbiamo lasciati; e a pigliare la mira, come adesso io la piglio, giuro da quel che sono che noi non ci moviamo, o al più tiriamo innanzi a passo di formica.
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-Haz, Sancho, la averiguación que te he dicho, y no te cures de otra, que tú no sabes qué cosa sean coluros, líneas, paralelos, zodíacos, clíticas, polos, solsticios, equinocios, planetas, signos, puntos, medidas, de que se compone la esfera celeste y terrestre; que si todas estas cosas supieras, o parte dellas, vieras claramente qué de paralelos hemos cortado, qué de signos visto y qué de imágines hemos dejado atrás y vamos dejando ahora. Y tórnote a decir que te tientes y pesques, que yo para mí tengo que estás más limpio que un pliego de papel liso y blanco.
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— Sancio, fa la prova di quello che ti ho esposto, soggiunse don Chisciotte, e lasciane andare ogni altra, ché già tu non potrai mai capire che cosa sieno coluri, linee, paralleli, zodiachi, eclittiche, poli, solstizi, equinozi, pianeti, segni, punti e misure delle quali si compone la sfera celeste e terrestre. Se tu sapessi tutte o parte di siffatte cose, vedresti chiaramente quanti paralleli abbiamo tagliati, quanti segni veduti, e quante cose lasciate indietro, ovvero andiamo ora lasciando; e torno a dire che tu ti tasti e ti cerchi addosso, quantunque io voglio credere che sarai più pulito e più mondo di un foglio di carta liscia e bianca.»
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Tentóse Sancho, y, llegando con la mano bonitamente y con tiento hacia la corva izquierda, alzó la cabeza y miró a su amo, y dijo.
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Sancio si palpò, e portando pian piano la mano verso il polpaccio della gamba sinistra, alzò il capo, guardò il suo padrone e disse:
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-O la experiencia es falsa, o no hemos llegado adonde vuesa merced dice, ni con muchas leguas.
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— O la sperienza è falsa o noi non siamo arrivati dove dice vossignoria.
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-Pues ¿qué? -preguntó don Quijote-, ¿has topado algo?
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— Ebbene, tornò a dimandare don Chisciotte, hai tu pigliato qualche niente?
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-¡Y aun algos! -respondió Sancho.
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— Qualche piccola cosa che si move ho trovato, rispose Sancio.»
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Y, sacudiéndose los dedos, se lavó toda la mano en el río, por el cual sosegadamente se deslizaba el barco por mitad de la corriente, sin que le moviese alguna inteligencia secreta, ni algún encantador escondido, sino el mismo curso del agua, blando entonces y suave.
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E scuotendosi le dita, si lavò tutta la mano nel fiume per il quale sdrucciolava placidamente la barca nel mezzo della corsia, non mossa da veruna segreta intelligenza o da qualche celato incantatore, ma dal corso stesso dell′acqua piacevole allora e tranquilla.
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En esto, descubrieron unas grandes aceñas que en la mitad del río estaban; y apenas las hubo visto don Quijote, cuando con voz alta dijo a Sancho.
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Scoprirono in questo due gran mulini in mezzo al fiume, e don Chisciotte appena li ebbe veduti, che ad alta voce disse a Sancio:
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-¿Vees? Allí, ¡oh amigo!, se descubre la ciudad, castillo o fortaleza donde debe de estar algún caballero oprimido, o alguna reina, infanta o princesa malparada, para cuyo socorro soy aquí traído.
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— Guarda di là, amico Sancio, che scopresi la città, castello o fortezza dove sarà senza dubbio rinchiuso qualche oppresso cavaliere, o qualche regina, o infanta, o principessa infelice, al cui soccorso io sono stato in questa parte condotto.
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-¿Qué diablos de ciudad, fortaleza o castillo dice vuesa merced, señor? -dijo Sancho-. ¿No echa de ver que aquéllas son aceñas que están en el río, donde se muele el trigo?
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— Che diavolo di città, fortezza o castello va dicendo vossignoria? disse Sancio. Non conosce che quelli sono mulini posti in mezzo al fiume per macinare il grano?
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-Calla, Sancho -dijo don Quijote-; que, aunque parecen aceñas, no lo son; y ya te he dicho que todas las cosas trastruecan y mudan de su ser natural los encantos. No quiero decir que las mudan de en uno en otro ser realmente, sino que lo parece, como lo mostró la experiencia en la transformación de Dulcinea, único refugio de mis esperanzas.
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— Taci, Sancio, replicò don Chisciotte, che sebbene paiano mulini non lo sono altrimenti, e ti ho già narrato le tante volte che tutto si muta e si trasforma per opera d′incantamento, abbandonando il suo essere naturale: non già che si mutino veramente di uno in altro essere, ma in modo che pare così come lo mostrò la sperienza nella trasformazione di Dulcinea, unica mia speranza e rifugio.»
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En esto, el barco, entrado en la mitad de la corriente del río, comenzó a caminar no tan lentamente como hasta allí. Los molineros de las aceñas, que vieron venir aquel barco por el río, y que se iba a embocar por el raudal de las ruedas, salieron con presteza muchos dellos con varas largas a detenerle, y, como salían enharinados, y cubiertos los rostros y los vestidos del polvo de la harina, representaban una mala vista. Daban voces grandes, diciendo.
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Tra questi discorsi la barca, entrata in mezzo alla corrente del fiume, cominciò ad accelerare di più il suo corso. I mugnai che videro venir giù quella barca, e che andava a cacciarsi tra le ruote del mulino, uscirono fuora in molti con lunghe stanghe a respingerla; e siccome erano tutti infarinati, coi vestiti e colle facce ricoperte della polvere di farina, e così facevano brutto vedere. Sclamavano fortemente:
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-¡Demonios de hombres! ¿Dónde vais? ¿Venís desesperados? ¿Qué queréis, ahogaros y haceros pedazos en estas ruedas.
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— O uomini indiavolati, dove n′andate voi? Siete disperati? E che? volete affogarvi ed essere fatti a pezzi da queste ruote?
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-¿No te dije yo, Sancho -dijo a esta sazón don Quijote-, que habíamos llegado donde he de mostrar a dó llega el valor de mi brazo? Mira qué de malandrines y follones me salen al encuentro, mira cuántos vestiglos se me oponen, mira cuántas feas cataduras nos hacen cocos... Pues ¡ahora lo veréis, bellacos.
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— Non ti diss′io, o Sancio, soggiunse don Chisciotte allora, che siamo al punto dove si ha da vedere a qual segno giunga il valore del mio braccio? Osserva quanti malandrini e incantatori mi escono all′incontro; guarda quante fantasime mi si oppongono: mira che brutti mostacci tentano di spaventarci; ma ora ve ne accorgerete, o furfanti!»
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Y, puesto en pie en el barco, con grandes voces comenzó a amenazar a los molineros, diciéndoles
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E rizzatosi in piè nella barca cominciò a minacciare ad alta voce i mugnai, dicendo loro:
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-Canalla malvada y peor aconsejada, dejad en su libertad y libre albedrío a la persona que en esa vuestra fortaleza o prisión tenéis oprimida, alta o baja, de cualquiera suerte o calidad que sea, que yo soy , llamado el Caballero de los Leones por otro nombre, a quien está reservada por orden de los altos cielos el dar fin felice a esta aventura.
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— Malvagia canaglia e sconsigliata, lasciate in libertà e in pieno suo arbitrio quella persona che in questa vostra fortezza o piuttosto prigione, tenete oppressa, alta o bassa, o di qualsivoglia altra condizione che siasi, mentr′io sono don Chisciotte della Mancia, chiamato con altro nome il cavaliere dai Leoni, cui è riserbato per comando degli alti cieli di dare felice fine a quest′avventura.»
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Y, diciendo esto, echó mano a su espada y comenzó a esgrimirla en el aire contra los molineros; los cuales, oyendo y no entendiendo aquellas sandeces, se pusieron con sus varas a detener el barco, que ya iba entrando en el raudal y canal de las ruedas.
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Detto questo pose mano alla spada, e cominciò a schermirla per l′aria contro i mugnai, i quali, non udendo né intendendo quelle pazzie, si accinsero colle loro stanghe a tenere indietro la barca che ormai inoltravasi tanto da andare a rompersi tra le ruote.
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Púsose Sancho de rodillas, pidiendo devotamente al cielo le librase de tan manifiesto peligro, como lo hizo, por la industria y presteza de los molineros, que, oponiéndose con sus palos al barco, le detuvieron, pero no de manera que dejasen de trastornar el barco y dar con don Quijote y con Sancho al través en el agua; pero vínole bien a don Quijote, que sabía nadar como un ganso, aunque el peso de las armas le llevó al fondo dos veces; y si no fuera por los molineros, que se arrojaron al agua y los sacaron como en peso a entrambos, allí había sido Troya para los dos.
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Sancio Pancia si pose in ginocchione, pregando a mani giunte il cielo affinché lo facesse uscir libero da sì evidente e sì terribile precipizio: e ciò seguì per l′industria e prestezza dei mulinari che opponendo i loro bastoni alla barca riuscirono a fermarla. Non fu per altro possibile d′impedire che la barca non traboccasse, sicché don Chisciotte e Sancio andarono capovolti nell′acqua: ma nessun male avvenne a don Chisciotte, perché sapeva nuotare come un′oca, ad onta che il peso dell′arme due volte lo avesse portato al fondo. Contuttociò se non fosse stato per l′opera dei mugnai, che gettaronsi nel fiume e li trassero fuori di peso tutti e due, ben si sarebbe potuto dire: Qui fu Troia.
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Puestos, pues, en tierra, más mojados que muertos de sed, Sancho, puesto de rodillas, las manos juntas y los ojos clavados al cielo, pidió a Dios con una larga y devota plegaria le librase de allí adelante de los atrevidos deseos y acometimientos de su señor.
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Posto che ebbero piè a terra, più molli che morti di sete, Sancio, ginocchiatosi di bel nuovo e colle mani giunte e cogli occhi fitti al cielo, pregò Dio con lunga e devota orazione che quindi innanzi lo liberasse dagli arditi desideri e dalle temerarie imprese del suo padrone.
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Llegaron en esto los pescadores dueños del barco, a quien habían hecho pedazos las ruedas de las aceñas; y, viéndole roto, acometieron a desnudar a Sancho, y a pedir a don Quijote se lo pagase; el cual, con gran sosiego, como si no hubiera pasado nada por él, dijo a los molineros y pescadores que él pagaría el barco de bonísima gana, con condición que le diesen libre y sin cautela a la persona o personas que en aquel su castillo estaban oprimidas.
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Giunsero in questo i pescatori, padroni della barca già fracassata dalle ruote dei mulini, e vedendola tutta in pezzi, andarono alla volta di Sancio per ispogliarlo e ad esigere da don Chisciotte che gliela pagasse. Questi con gran sussiego e come se nulla gli fosse avvenuto, disse ai mugnai e pescatori che pagherebbe la barca di buonissima voglia, a condizione che dessero la libertà, e senza guarentigia, alla persona o alle persone che in quel castello stavano oppresse.
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-¿Qué personas o qué castillo dice -respondió uno de los molineros-, hombre sin juicio? ¿Quiéreste llevar por ventura las que vienen a moler trigo a estas aceñas.
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— Di quali persone o di qual castello parli tu, uomo senza giudizio? disse uno di quei mugnai. Vuoi tu forse condurti via le donne che vengono a macinare il grano a questi mulini?
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-¡Basta! -dijo entre sí don Quijote-. Aquí será predicar en desierto querer reducir a esta canalla a que por ruegos haga virtud alguna. Y en esta aventura se deben de haber encontrado dos valientes encantadores, y el uno estorba lo que el otro intenta el uno me deparó el barco, y el otro dio conmigo al través. Dios lo remedie, que todo este mundo es máquinas y trazas, contrarias unas de otras. Yo no puedo más.
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— Basta, disse fra sé don Chisciotte; qua è lo stesso che predicare al deserto, che non è da pensare che questa canaglia, per priego che le si faccia, s′induca al partito della virtù. Oh, debbono in questa ventura essersi incontrati due valenti incantatori, uno dei quali distrugge quello che dall′altro si tenta! l′uno mi mise innanzi la barca, e l′altro mi ha fatto naufragare: Dio sia quello che ci metta rimedio, ché altro non occorrono a questo mondo se non se macchine e intrighi, i quali l′uno coll′altro contrastano.
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Y, alzando la voz, prosiguió diciendo, y mirando a las aceñas.
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Qua non posso più far nulla di bene; e alzando la voce, continuò dicendo e tenendo l′occhio ai mulini:
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-Amigos, cualesquiera que seáis, que en esa prisión quedáis encerrados, perdonadme; que, por mi desgracia y por la vuestra, yo no os puedo sacar de vuestra cuita. Para otro caballero debe de estar guardada y reservada esta aventura.
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— Amici, chiunque voi siate che in questa prigione rinserrati vivete, perdonatemi, se per mia e per vostra disgrazia, non posso cavarvi dalla miseria, ché debb′essere ad altro cavaliere riserbata tanta ventura.»
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En diciendo esto, se concertó con los pescadores, y pagó por el barco cincuenta reales, que los dio Sancho de muy mala gana, diciendo.
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E in così dire, si accordò coi pescatori, e sborsò per la barca cinquanta reali, che Sancio pagò di assai malavoglia, dicendo:
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-A dos barcadas como éstas, daremos con todo el caudal al fondo.
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— Con altre due barcate simili a questa, noi andremmo al fondo con tutto il capitale.»
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Los pescadores y molineros estaban admirados, mirando aquellas dos figuras tan fuera del uso, al parecer, de los otros hombres, y no acababan de entender a dó se encaminaban las razones y preguntas que don Quijote les decía; y, teniéndolos por locos, les dejaron y se recogieron a sus aceñas, y los pescadores a sus ranchos. Volvieron a sus bestias, y a ser bestias, don Quijote y Sancho, y este fin tuvo la aventura del encantado barco.
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Stavano attoniti i pescatori e i mugnai, guardando le due brutte figure sì diverse dalla comune degli altri uomini, né giugneano a comprendere a che fine don Chisciotte dicesse quelle parole e facesse quelle dimande. Avendoli però in conto di due pazzi, li lasciarono andare alla buon′ora, e tornarono i mulinari ai mulini e i pescatori al loro posto. Tornarono alle loro bestie, e continuarono ad essere bestie don Chisciotte e Sancio; e questo fu il fine della ventura della barca incantata.
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II. Capítulo XXX. De lo que le avino a don Quijote con una bella cazadora.
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CAPITOLO XXX DI QUELLO CHE INTERVENNE A DON CHISCIOTTE CON UNA BELLA CACCIATRICE.
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Asaz melancólicos y de mal talante llegaron a sus animales caballero y escudero, especialmente Sancho, a quien llegaba al alma llegar al caudal del dinero, pareciéndole que todo lo que dél se quitaba era quitárselo a él de las niñas de sus ojos. Finalmente, sin hablarse palabra, se pusieron a caballo y se apartaron del famoso río, don Quijote sepultado en los pensamientos de sus amores, y Sancho en los de su acrecentamiento, que por entonces le parecía que estaba bien lejos de tenerle; porque, maguer era tonto, bien se le alcanzaba que las acciones de su amo, todas o las más, eran disparates, y buscaba ocasión de que, sin entrar en cuentas ni en despedimientos con su señor, un día se desgarrase y se fuese a su casa. Pero la fortuna ordenó las cosas muy al revés de lo que él temía.
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Lo scudiere e il cavaliere, assai malinconici, raggiunsero le loro bestie; ma Sancio specialmente, cui stringeva il cuore nel mettere mano al denaro, parendogli che tutto quello che se ne consumava fosse tolto alle pupille degli occhi suoi. Finalmente, senza dir motto si posero a cavallo, e scostaronsi dal famoso fiume, restando don Chisciotte assorto nei pensamenti dei suoi amori, e Sancio in quelli della sua futura grandezza, dalla quale sembravagli essere tuttavia ben lontano: poiché quantunque goffo, comprendeva bene che tutte, o la più parte, delle azioni del suo padrone erano bestialità. Egli andava studiando qualche spediente per poterlo piantare come un cavolo, senza fare altri conti e senz′altri disgusti, e così tornarsene a casa sua: ma la fortuna ordì le cose molto diversamente da quello ch′ei supponeva.
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Sucedió, pues, que otro día, al poner del sol y al salir de una selva, tendió don Quijote la vista por un verde prado, y en lo último dél vio gente, y, llegándose cerca, conoció que eran cazadores de altanería. Llegóse más, y entre ellos vio una gallarda señora sobre un palafrén o hacanea blanquísima, adornada de guarniciones verdes y con un sillón de plata. Venía la señora asimismo vestida de verde, tan bizarra y ricamente que la misma bizarría venía transformada en ella. En la mano izquierda traía un azor, señal que dio a entender a don Quijote ser aquélla alguna gran señora, que debía serlo de todos aquellos cazadores, como era la verdad; y así, dijo a Sancho
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Avvenne dunque che il giorno seguente, al tramontare del sole, uscendo dalla selva, distese don Chisciotte gli occhi per un verde prato, a capo del quale vide gente, che poi conobbe essere cacciatori. Avvicinatosi di più, scoprì ch′era fra loro una bellissima donna sopra un palafreno o chinea bianchissima, ornata di guarnizione verde e con sella messa ad argento. Anche la donna era vestita di verde, con sì grande bizzarria e ricchezza, che la stessa leggiadria pareva che si fosse in lei trasformata. Portava colla sinistra mano un falcone, d′onde argomentò don Chisciotte dover ella essere signora di alto grado e la padrona di tutti quei cacciatori, com′era veramente: e perciò disse a Sancio:
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-Corre, hijo Sancho, y di a aquella señora del palafrén y del azor que yo, el Caballero de los Leones, besa las manos a su gran fermosura, y que si su grandeza me da licencia, se las iré a besar, y a servirla en cuanto mis fuerzas pudieren y su alteza me mandare. Y mira, Sancho, cómo hablas, y ten cuenta de no encajar algún refrán de los tuyos en tu embajada.
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— Corri, figliuolo, e di′ alla signora del palafreno e del falcone, che io, il cavaliere dai Leoni, mi dichiaro servitore alla sua esimia bellezza, e che se dalla grandezza sua si permette, io andrò a baciarle le mani; e a rendermi suo schiavo in quanto le forze mie si estenderanno, e quanto sarà per comandarmi l′altezza sua. Bada o Sancio, di non mescolare spropositi nella tua ambasciata, ed astienti affatto da ogni tuo proverbio.
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-¡Hallado os le habéis el encajador! -respondió Sancho-. ¡A mí con eso! ¡Sí, que no es ésta la vez primera que he llevado embajadas a altas y crecidas señoras en esta vida.
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— Vossignoria ha trovato l′uomo veramente che fa di ogni erba un fascio! rispose Sancio: a me questo, a me? Non è già adesso la prima volta che ho portate ambasciate ad alte e grandi signore di questo mondo.
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-Si no fue la que llevaste a la señora Dulcinea -replicó don Quijote-, yo no sé que hayas llevado otra, a lo menos en mi poder.
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— Se non intendi di quella che tu facesti alla signora Dulcinea, replicò don Chisciotte, non so di qual altra tu voglia dire, nel tempo almeno che sei al mio servigio.
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-Así es verdad -respondió Sancho-, pero al buen pagador no le duelen prendas, y en casa llena presto se guisa la cena; quiero decir que a mí no hay que decirme ni advertirme de nada, que para todo tengo y de todo se me alcanza un poco.
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— Signor mio, rispose Sancio, al buon pagatore non dolgo i pegni, e in casa piena presto si allestisce la cena: e voglio con ciò intender che con me non servono tanti avvertimenti, mentre io sono buono ad ogni cosa e di tutto m′intendo un poco.
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-Yo lo creo, Sancho -dijo don Quijote-; ve en buena hora, y Dios te guíe.
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— Te lo credo, Sancio, disse don Chisciotte, va pur in buon′ora e Dio ti conduca.
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Partió Sancho de carrera, sacando de su paso al rucio, y llegó donde la bella cazadora estaba, y, apeándose, puesto ante ella de hinojos, le dijo.
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Partì Sancio di carriera, facendo trottar forte il leardo, e giunto alla bella cacciatrice, smontò e postesele ginocchioni dinanzi, le disse:
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-Hermosa señora, aquel caballero que allí se parece, llamado el Caballero de los Leones, es mi amo, y yo soy un escudero suyo, a quien llaman en su casa Sancho Panza. Este tal Caballero de los Leones, que no ha mucho que se llamaba el de la Triste Figura, envía por mí a decir a vuestra grandeza sea servida de darle licencia para que, con su propósito y beneplácito y consentimiento, él venga a poner en obra su deseo, que no es otro, según él dice y yo pienso, que de servir a vuestra encumbrada altanería y fermosura; que en dársela vuestra señoría hará cosa que redunde en su pro, y él recibirá señaladísima merced y contento.
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— Bella signora, quel cavaliere che si vede di là, chiamato il cavaliere dai Leoni, è il mio padrone, e io sono un suo scudiere, e al mio paese mi chiamano Sancio Pancia; ora questo tale cavaliere dai Leoni, che non è molto si chiamava quello dalla Trista Figura, mi manda a dire che piaccia alla vostra grandezza concedergli che con sua permissione e beneplacito e consentimento venga a mettere in esecuzione il suo desiderio; che ad altro non si estende, per quanto egli dice ed io penso, fuorché alla premura di servire alla vostra incimata altezzeria ed alla vostra stradiladdirara bellezza; se vostra signoria gli dà questa permissione, ne avrà gusto e riporterà segnalatissima mercede e contento.
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-Por cierto, buen escudero -respondió la señora-, vos habéis dado la embajada vuestra con todas aquellas circunstancias que las tales embajadas piden. Levantaos del suelo, que escudero de tan gran caballero como es el de la Triste Figura, de quien ya tenemos acá mucha noticia, no es justo que esté de hinojos; levantaos, amigo, y decid a vuestro señor que venga mucho en hora buena a servirse de mí y del duque mi marido, en una casa de placer que aquí tenemos.
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— Per certo, o scudiere galante, rispose la signora, che compita avete di tutto punto la vostra ambasceria; alzatevi pure di terra che scudiere di sì alto cavaliere, come si è quello dalla Trista Figura, di cui abbiamo quivi gran novelle, non è dovere che stia ginocchioni: alzatevi, amico, e dite al vostro padrone che venga pure in buon′ora a favorire me ed il duca mio marito nella casa di campagna che abbiamo qui presso.»
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Levantóse Sancho admirado, así de la hermosura de la buena señora como de su mucha crianza y cortesía, y más de lo que le había dicho que tenía noticia de su señor el Caballero de la Triste Figura, y que si no le había llamado el de los Leones, debía de ser por habérsele puesto tan nuevamente. Preguntóle la duquesa, cuyo título aún no se sabe.
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Si levò Sancio, stupito sì della bellezza della buona signora, come della sua molta gentilezza e del molto buon garbo, e dall′avergli ella detto che l′era ben noto il suo padrone, il cavaliere dalla Trista Figura: e immaginò che se non lo chiamava col titolo di cavaliere dai Leoni, ciò doveva essere perché era un titolo di data ancor troppo fresca. Gli replicò la duchessa (di cui s′ignora il nome tuttavia):
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-Decidme, hermano escudero este vuestro señor, ¿no es uno de quien anda impresa una historia que se llama del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, que tiene por señora de su alma a una tal Dulcinea del Toboso.
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— Ditemi, di grazia, fratello scudiere, è egli questo vostro padrone un tale di cui va stampata una istoria, che si chiama: Dell′ingegnoso idalgo don Chisciotte della Mancia, e che tiene per sovrana del suo cuore una tale Dulcinea del Toboso?
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-El mesmo es, señora -respondió Sancho-; y aquel escudero suyo que anda, o debe de andar, en la tal historia, a quien llaman Sancho Panza, soy yo, si no es que me trocaron en la cuna; quiero decir, que me trocaron en la estampa.
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— Oh, egli è quello appunto, signora, rispose Sancio; e quello scudiere che va o deve andare in questa tale istoria, sono io, che mi chiamo Sancio Pancia, se non mi hanno cambiato il nome in culla, o a meglio dire se non lo hanno cambiato nella stampa.
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-De todo eso me huelgo yo mucho -dijo la duquesa-. Id, hermano Panza, y decid a vuestro señor que él sea el bien llegado y el bien venido a mis estados, y que ninguna cosa me pudiera venir que más contento me diera.
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— Molto mi compiaccio di tutto questo, disse la duchessa; andate, fratello Pancia, e dite al vostro padrone che egli sarà il benvenuto in queste mie terre, e che niuna cosa poteva succedermi che mi desse più piacere di questa.»
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Sancho, con esta tan agradable respuesta, con grandísimo gusto volvió a su amo, a quien contó todo lo que la gran señora le había dicho, levantando con sus rústicos términos a los cielos su mucha fermosura, su gran donaire y cortesía. Don Quijote se gallardeó en la silla, púsose bien en los estribos, acomodóse la visera, arremetió a Rocinante, y con gentil denuedo fue a besar las manos a la duquesa; la cual, haciendo llamar al duque, su marido, le contó, en tanto que don Quijote llegaba, toda la embajada suya; y los dos, por haber leído la primera parte desta historia y haber entendido por ella el disparatado humor de don Quijote, con grandísimo gusto y con deseo de conocerle le atendían, con prosupuesto de seguirle el humor y conceder con él en cuanto les dijese, tratándole como a caballero andante los días que con ellos se detuviese, con todas las ceremonias acostumbradas en los libros de caballerías, que ellos habían leído, y aun les eran muy aficionados.
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Sancio, per questa tanto gradita risposta, ritornò con grandissimo contento al padrone, cui replicò tutte le medesime espressioni di quella grande signora, innalzando coi suoi rozzi termini sino alle stelle la sua bellezza e grazia e cortesia. Don Chisciotte si strinse in sella, pose fermo piè nelle staffe, si accomodò la visiera, spronò Ronzinante, e con molta galanteria volò a baciare le mani alla duchessa; la quale, fatto chiamare il duca suo marito, lo aveva informato, prima che don Chisciotte giungesse, della vicenda dell′ambasceria; e avendo letto ambidue la prima parte dell′istoria, ed essendo quindi al fatto del pazzo umore di don Chisciotte, lo attesero con indicibile piacere e con vivo desiderio di conoscerlo. Proposero seco stessi di secondarne le stravaganze, e di concedergli quanto chiedesse, trattandolo alla foggia de′ cavalieri erranti in tutto il tempo che stesse con loro, e senza ommettere alcuna delle cerimonie descritte nei libri di cavalleria che avevano letti, ed ai quali portavano anche qualche affezione.
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En esto, llegó don Quijote, alzada la visera; y, dando muestras de apearse, acudió Sancho a tenerle el estribo; pero fue tan desgraciado que, al apearse del rucio, se le asió un pie en una soga del albarda, de tal modo que no fue posible desenredarle, antes quedó colgado dél, con la boca y los pechos en el suelo. Don Quijote, que no tenía en costumbre apearse sin que le tuviesen el estribo, pensando que ya Sancho había llegado a tenérsele, descargó de golpe el cuerpo, y llevóse tras sí la silla de Rocinante, que debía de estar mal cinchado, y la silla y él vinieron al suelo, no sin vergüenza suya y de muchas maldiciones que entre dientes echó al desdichado de Sancho, que aún todavía tenía el pie en la corma.
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Arrivò intanto don Chisciotte con la visiera alzata, e facendo mostra di smontare, corse Sancio a tenergli la staffa, ma fu sì male avventurato, che nello andare giù dal leardo, gli rimase un piede attaccato alla fune della bardella, per modo che non poté sbarazzarsene, e restò penzolone con la bocca a terra e col petto. Don Chisciotte, non uso a discendere se non tenevano la staffa, credendo che già Sancio fosse giunto a fare il suo officio, abbandossi da un lato per ismontare; ma le cinghie allentaronsi sotto il peso e la sella e il cavaliere caddero a terra, non senza vergogna di lui e non senza scagliare molte maledizioni al disgraziato Sancio, il quale stava tuttavia col piede nella staffa inceppato.
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El duque mandó a sus cazadores que acudiesen al caballero y al escudero, los cuales levantaron a don Quijote maltrecho de la caída, y, renqueando y como pudo, fue a hincar las rodillas ante los dos señores; pero el duque no lo consintió en ninguna manera, antes, apeándose de su caballo, fue a abrazar a don Quijote, diciéndole.
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Ordinò il duca a suoi cacciatori che accorressero a trarre d′impaccio il cavaliere e lo scudiere: ed eglino rizzarono don Chisciotte, sciancato per lo stramazzone, il quale però alla meglio, si trascinò e si pose ginocchioni dinanzi a quei due signori. Il duca non voleva permettere in alcun modo tanta umiliazione, anzi, sceso prestamente di cavallo, abbracciò don Chisciotte e gli disse:
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-A mí me pesa, señor Caballero de la Triste Figura, que la primera que vuesa merced ha hecho en mi tierra haya sido tan mala como se ha visto; pero descuidos de escuderos suelen ser causa de otros peores sucesos.
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— Duolmi, signor cavaliere dalla Trista Figura, che abbia sì disgraziato successo il primo suo ingresso in queste mie terre; ma non è da maravigliarsene, ché i disattenti scudieri possono essere causa di peggiori successi.
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-El que yo he tenido en veros, valeroso príncipe -respondió don Quijote-, es imposible ser malo, aunque mi caída no parara hasta el profundo de los abismos, pues de allí me levantara y me sacara la gloria de haberos visto. Mi escudero, que Dios maldiga, mejor desata la lengua para decir malicias que ata y cincha una silla para que esté firme; pero, comoquiera que yo me halle, caído o levantado, a pie o a caballo, siempre estaré al servicio vuestro y al de mi señora la duquesa, digna consorte vuestra, y digna señora de la hermosura y universal princesa de la cortesía.
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— La fortuna che ho nel vedervi, principe valoroso, rispose don Chisciotte, non mi farebbe sentire alcun male, se pure la mia caduta mi avesse cacciato nel profondo degli abissi, dai quali tratto mi avrebbe la sola gloria di trovarmi al vostro cospetto. Il mio scudiere, che sia sempre maledetto, riesce assai meglio nello sciogliere la lingua per dire malizie, che nel legare e cingere bene una sella: in qualunque stato però che io mi trovi, caduto od alzato, a piedi o a cavallo, sarò sempre al servigio vostro e della signora duchessa, vostra degna consorte e meritissima signora della bellezza, e principessa universale della cortesia.
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-¡Pasito, mi señor don Quijote de la Mancha! -dijo el duque-, que adonde está mi señora doña Dulcinea del Toboso no es razón que se alaben otras fermosuras.
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— Piano, piano, mio signor don Chisciotte della Mancia, padron mio, disse il duca, che dove trovasi di mezzo una signora Dulcinea del Toboso, non è dovere che abbiano encomi le altre bellezze.»
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Ya estaba a esta sazón libre Sancho Panza del lazo, y, hallándose allí cerca, antes que su amo respondiese, dijo.
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Durante questo primo colloquio, Sancio Pancia già liberato dal laccio che gl′involgeva il piede, e trovandosi avvicinato agli altri, prima che don Chisciotte facesse risposta, disse:
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-No se puede negar, sino afirmar, que es muy hermosa mi señora Dulcinea del Toboso, pero donde menos se piensa se levanta la liebre; que yo he oído decir que esto que llaman naturaleza es como un alcaller que hace vasos de barro, y el que hace un vaso hermoso también puede hacer dos, y tres y ciento; dígolo porque mi señora la duquesa a fee que no va en zaga a mi ama la señora Dulcinea del Toboso.
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— Non si può negare, anzi si dee affermare ch′è molto bellissima la mia signora Dulcinea del Toboso: ma la lepre si leva di dove manco si pensa. Ho sentito dire che quella che si chiama natura è come un artigiano fabbricatore di vasi di terra, e quello che fa uno di bello, può fabbricarne due o trecento di eguali; e dico questo perché la mia signora duchessa non è per niente inferiore alla mia padrona signora Dulcinea del Toboso.»
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Volvióse don Quijote a la duquesa y dijo
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Si voltò don Chisciotte alla duchessa e le disse:
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-Vuestra grandeza imagine que no tuvo caballero andante en el mundo escudero más hablador ni más gracioso del que yo tengo, y él me sacará verdadero si algunos días quisiere vuestra gran celsitud servirse de mí.
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— Sia noto alla grandezza vostra che niun cavaliere errante ebbe al mondo scudiere né più cicalone, né più grazioso del mio, e la celsitudine sua ne dovrà con me convenire, se si degnerà di servirsi per qualche giorno della mia opera.»
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A lo que respondió la duquesa.
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Rispose la duchessa:
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-De que Sancho el bueno sea gracioso lo estimo yo en mucho, porque es señal que es discreto; que las gracias y los donaires, señor don Quijote, como vuesa merced bien sabe, no asientan sobre ingenios torpes; y, pues el buen Sancho es gracioso y donairoso, desde aquí le confirmo por discreto.
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— Fo grandissimo conto che il buon Sancio sia grazioso, ciò essendo prova che sarà anche discreto; mentre le grazie ed il brio, come ben sa vossignoria signor don Chisciotte, non hanno il loro seggio nei rozzi ingegni: e se questo buon Sancio è grazioso e galante, mi confermo che egli sarà pur pieno di moderazione.
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-Y hablador -añadió don Quijote.
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— E di ciarle, aggiunse don Chisciotte.
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-Tanto que mejor -dijo el duque-, porque muchas gracias no se pueden decir con pocas palabras. Y, porque no se nos vaya el tiempo en ellas, venga el gran Caballero de la Triste Figura. .
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— Tanto meglio, replicò il duca, mentre graziose cose non si possono dire con poche parole; ma perché non consumiamo adesso soverchiamente il tempo, venga con noi il gran cavaliere dalla Trista Figura...
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-De los Leones ha de decir vuestra alteza -dijo Sancho-, que ya no hay Triste Figura, ni figuro.
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— Dai Leoni, ha da dire vostra altezza, disse Sancio, ché non c′è più Trista Figura.
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-Sea el de los Leones- prosiguió el duque-. Digo que venga el señor Caballero de los Leones a un castillo mío que está aquí cerca, donde se le hará el acogimiento que a tan alta persona se debe justamente, y el que yo y la duquesa solemos hacer a todos los caballeros andantes que a él llegan.
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Soggiunse il duca: — Venga dunque, e ben venga il signor cavaliere dai Leoni, a un mio castello ch′è qui appresso, dove sì alta persona riceverà ogni accoglimento che le è dovuto per giustizia, e quali soglionsi praticare a tutti gli erranti cavalieri che ci visitano.»
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Ya en esto, Sancho había aderezado y cinchado bien la silla a Rocinante; y, subiendo en él don Quijote, y el duque en un hermoso caballo, pusieron a la duquesa en medio y encaminaron al castillo. Mandó la duquesa a Sancho que fuese junto a ella, porque gustaba infinito de oír sus discreciones. No se hizo de rogar Sancho, y entretejióse entre los tres, y hizo cuarto en la conversación, con gran gusto de la duquesa y del duque, que tuvieron a gran ventura acoger en su castillo tal caballero andante y tal escudero andado.
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Aveva già Sancio poco prima cinta e assettata a dovere la sella a Ronzinante, montandovi don Chisciotte, e salito il duca sopra uno snello destriere, misero la duchessa in mezzo, ed al castello si avviarono. Ordinò la duchessa a Sancio che le andasse accanto, piacendole sommamente di sentire le sue curiose sentenze. Sancio non si fece pregare, e postosi fra loro entrò per quarto nella conversazione, con grande diletto della duchessa e del duca, che riputarono a somma ventura di ricettare nel loro castello un tale errante cavaliere ed un tale errato scudiere.
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II. Capítulo XXXI. Que trata de muchas y grandes cosas.
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CAPITOLO XXXI TRATTASI DI MOLTE E MOLTO IMPORTANTI COSE.
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Suma era la alegría que llevaba consigo Sancho, viéndose, a su parecer, en privanza con la duquesa, porque se le figuraba que había de hallar en su castillo lo que en la casa de don Diego y en la de Basilio, siempre aficionado a la buena vida; y así, tomaba la ocasión por la melena en esto del regalarse cada y cuando que se le ofrecía.
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Sancio era allegrissimo vedendosi, a parere suo, dalla duchessa cotanto favorito, e immaginandosi di trovar in quel castello ciò di che aveva goduto in casa di don Diego e in quella pur di Basilio; e proclive com′era a darsi buon tempo, coglieva, come suol dirsi, tutte le occasioni pel ciuffo.
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Cuenta, pues, la historia, que antes que a la casa de placer o castillo llegasen, se adelantó el duque y dio orden a todos sus criados del modo que habían de tratar a don Quijote; el cual, como llegó con la duquesa a las puertas del castillo, al instante salieron dél dos lacayos o palafreneros, vestidos hasta en pies de unas ropas que llaman de levantar, de finísimo raso carmesí, y, cogiendo a don Quijote en brazos, sin ser oído ni visto, le dijeron.
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Ci fa sapere la istoria che prima che giugnessero alla casa di campagna ossia castello, li precedette il duca, e ordinò a′ suoi dipendenti il genere di accoglienza da farsi a don Chisciotte. Arrivato questi colla duchessa al palagio gli vennero tosto incontro due staffieri o palafrenieri con zimarra indosso da capo a piedi, fatta di stoffa che chiamasi di levante, e ch′è un finissimo raso chermisi: e preso don Chisciotte a braccia, lasciandogli appena tempo di udire e di vedere gli dissero:
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-Vaya la vuestra grandeza a apear a mi señora la duquesa.
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— Accorra la grandezza vostra ad assistere la duchessa che smonta.»
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Don Quijote lo hizo, y hubo grandes comedimientos entre los dos sobre el caso; pero, en efecto, venció la porfía de la duquesa, y no quiso decender o bajar del palafrén sino en los brazos del duque, diciendo que no se hallaba digna de dar a tan gran caballero tan inútil carga. En fin, salió el duque a apearla; y al entrar en un gran patio, llegaron dos hermosas doncellas y echaron sobre los hombros a don Quijote un gran manto de finísima escarlata, y en un instante se coronaron todos los corredores del patio de criados y criadas de aquellos señores, diciendo a grandes voces.
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Così fece don Chisciotte, e passarono allora tra l′uno e l′altra grandi cerimonie, ma la vinse la insistenza della duchessa, la quale non volle scender dal palafreno se non in braccio del duca, dicendo che degna non era di dare sì inutile carico a tanto cospicuo cavaliere. Uscì il duca ad aiutarla a smontare, ed all′entrare in un ampio cortile comparvero due vaghe donzelle che misero sulle spalle di don Chisciotte un gran manto di scarlatto finissimo, dopo di che i corridoi del cortile si riempirono in un baleno di servi e di serve che andavano sclamando:
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-¡Bien sea venido la flor y la nata de los caballeros andantes.
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Sia ben venuto il fiore purissimo dei cavalieri erranti!
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Y todos, o los más, derramaban pomos de aguas olorosas sobre don Quijote y sobre los duques, de todo lo cual se admiraba don Quijote; y aquél fue el primer día que de todo en todo conoció y creyó ser caballero andante verdadero, y no fantástico, viéndose tratar del mesmo modo que él había leído se trataban los tales caballeros en los pasados siglos.
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Tutti o quasi tutti spruzzavano di acque odorose le vesti di don Chisciotte e quelle dei duchi, delle quali cerimonie rimaneva don Chisciotte stupefatto; e fu quello il giorno in cui veramente terminò di persuadersi di essere cavaliere errante in tutta la pienezza della parola, vedendosi trattare alla foggia stessa che aveva letto usarsi cogli erranti cavalieri degli andati secoli.
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Sancho, desamparando al rucio, se cosió con la duquesa y se entró en el castillo; y, remordiéndole la conciencia de que dejaba al jumento solo, se llegó a una reverenda dueña, que con otras a recebir a la duquesa había salido, y con voz baja le dijo.
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Sancio abbandonato l′asino, si accostò alla duchessa, ed entrò nel castello: ma rimordendogli la coscienza di avere lasciata sola la bestia, accostossi ad un′attempata e reverenda matrona che unitamente alle altre era uscita incontro alla duchessa, e sotto voce le disse:
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-Señora González, o como es su gracia de vuesa merced... .
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— Signora mia reverenda, come si chiama la grazia della vostra signoria?
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-Doña Rodríguez de Grijalba me llamo -respondió la dueña-. ¿Qué es lo que mandáis, hermano.
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— Io mi chiamo donna Rodrighez di Criscialva, rispose la matrona; e che bramate, o fratello?»
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A lo que respondió Sancho.
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Cui Sancio:
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-Querría que vuesa merced me la hiciese de salir a la puerta del castillo, donde hallará un asno rucio mío; vuesa merced sea servida de mandarle poner, o ponerle, en la caballeriza, porque el pobrecito es un poco medroso, y no se hallará a estar solo en ninguna de las maneras.
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— Vorrei un piacere da vossignoria, ed è che andasse alla porta del castello dove troverà l′asino leardo mio, e ordinasse che fosse tosto messo in istalla, perché la povera bestia è piuttosto paurosa, e male si adatta a star sola.
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-Si tan discreto es el amo como el mozo -respondió la dueña-, ¡medradas estamos! Andad, hermano, mucho de enhoramala para vos y para quien acá os trujo, y tened cuenta con vuestro jumento, que las dueñas desta casa no estamos acostumbradas a semejantes haciendas.
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— Se il padrone è sì discreto come il servitore, disse tra sé la matrona, noi siamo conciate pel dì delle feste! Fratello, andate alla malora voi e chi qua vi ha condotto, e tenete voi in guardia il vostro giumento, che le matrone di questa casa non sono accostumate a queste faccende.
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-Pues en verdad -respondió Sancho- que he oído yo decir a mi señor, que es zahorí de las historias, contando aquella de Lanzarote.
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— Signora, rispose Sancio, il mio padrone, che ha sulle dita tutte le istorie, mi ha detto le tante volte che anche Lancerotte
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cuando de Bretaña vino, que damas curaban dél; y dueñas del su rocino.
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quando tornò in Brettagna, ebbe le dame che si presero cura di lui, e le damigelle del suo ronzino;
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y que en el particular de mi asno, que no le trocara yo con el rocín del señor Lanzarote.
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e inquanto al mio asino io non lo cambierei col ronzino del signor Lancerotte.
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-Hermano, si sois juglar- replicó la dueña-, guardad vuestras gracias para donde lo parezcan y se os paguen, que de mi no podréis llevar sino una higa.
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— Se tu sei burlone, fratello, serba le tue burle e i tuoi garbi, replicò la matrona, per altri luoghi dove sieno più conosciuti e premiati, ché da me non puoi attenderti che un bel diavolo che ti porti.
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-¡Aun bien -respondió Sancho- que será bien madura, pues no perderá vuesa merced la quínola de sus años por punto menos.
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— Or bene, rispose Sancio, se questo è il corriere ci porterà ambedue, e meglio vossignoria ch′è molto più matura di me, e non perderà la primiera dei suoi anni per un punto manco.
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-Hijo de puta -dijo la dueña, toda ya encendida en cólera-, si soy vieja o no, a Dios daré la cuenta, que no a vos, bellaco, harto de ajos.
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— Ah, razza di bastardi! esclamò la matrona tutta accesa e stizzita; se io son vecchia ho da render conto a Dio e non ad un furfante come tu sei, che puzzi di aglio.»
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Y esto dijo en voz tan alta, que lo oyó la duquesa; y, volviendo y viendo a la dueña tan alborotada y tan encarnizados los ojos, le preguntó con quién las había.
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Queste parole furono dette sì sonoramente che la duchessa le udì, e voltossi; e vedendo la matrona tutta invelenita e sconvolta, e con occhi che schizzavano fuori la bile, le chiese che cosa mai avesse.
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-Aquí las he -respondió la dueña- con este buen hombre, que me ha pedido encarecidamente que vaya a poner en la caballeriza a un asno suyo que está a la puerta del castillo, trayéndome por ejemplo que así lo hicieron no sé dónde, que unas damas curaron a un tal Lanzarote, y unas dueñas a su rocino, y, sobre todo, por buen término me ha llamado vieja.
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— Mi lagno, rispose la matrona, di cotestui, che mi ha domandato con insistenza che andassi a metter in istalla il suo asino che sta alla porta del castello, citandomi per esempio che altre dame ebbero cura per certo Lancerotte, e altre damigelle per lo ronzino: e ciò non basta, che costui giunse sino a permettersi di prendersi giuoco della mia età rispettabile.
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-Eso tuviera yo por afrenta -respondió la duquesa-, más que cuantas pudieran decirme.
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— Questo, disse la duchessa, io lo terrei per affronto sopra tutti gli altri che mi potessero esser fatti:
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Y, hablando con Sancho, le dijo.
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e rivoltasi a Sancio,
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-Advertid, Sancho amigo, que doña Rodríguez es muy moza, y que aquellas tocas más las trae por autoridad y por la usanza que por los años.
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gli disse: Avvertite, amico Sancio, che donna Rodrighez è piuttosto giovane, e che porta quei veli più pel suo grado e per usanza che per causa degli anni.
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-Malos sean los que me quedan por vivir -respondió Sancho-, si lo dije por tanto; sólo lo dije porque es tan grande el cariño que tengo a mi jumento, que me pareció que no podía encomendarle a persona más caritativa que a la señora doña Rodríguez.
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— Ch′io non abbia più bene durante la mia vita, rispose Sancio, se ho parlato con animo di farle offesa: e siccome io porto sviscerato amore al mio caro leardo, così non feci altro che raccomandarlo, parendomi che qua non fosse persona più caritativa di questa signora donna Rodrighez.»
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Don Quijote, que todo lo oía, le dijo.
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Don Chisciotte che intese quant′era seguito, gli soggiunse: —
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-¿Pláticas son éstas, Sancho, para este lugar.
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Ti sembrano, Sancio, discorsi questi per un tal luogo?
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-Señor -respondió Sancho-, cada uno ha de hablar de su menester dondequiera que estuviere; aquí se me acordó del rucio, y aquí hablé dél; y si en la caballeriza se me acordara, allí hablara.
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— Signore, rispose Sancio, ognuno ha diritto di parlare del suo bisogno in qualsivoglia parte si trovi: qua mi sono ricordato del leardo, e qua ne ho fatto parola, e se me ne fossi ricordato nella stalla,
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A lo que dijo el duque.
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ivi ne avrei parlato.»
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-Sancho está muy en lo cierto, y no hay que culparle en nada; al rucio se le dará recado a pedir de boca, y descuide Sancho, que se le tratará como a su mesma persona.
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Disse allora il duca: — Non va errato il nostro Sancio, né occorre incolparlo di cos′alcuna: avrà buon governo il leardo, né vi pigliate fastidio, o amico, che sarà trattato come la vostra persona medesima.»
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Con estos razonamientos, gustosos a todos sino a don Quijote, llegaron a lo alto y entraron a don Quijote en una sala adornada de telas riquísimas de oro y de brocado; seis doncellas le desarmaron y sirvieron de pajes, todas industriadas y advertidas del duque y de la duquesa de lo que habían de hacer, y de cómo habían de tratar a don Quijote, para que imaginase y viese que le trataban como caballero andante. Quedó don Quijote, después de desarmado, en sus estrechos greguescos y en su jubón de camuza, seco, alto, tendido, con las quijadas, que por de dentro se besaba la una con la otra; figura que, a no tener cuenta las doncellas que le servían con disimular la risa -que fue una de las precisas órdenes que sus señores les habían dado-, reventaran riendo.
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Tra questi ragionamenti, che furono piacevoli a tutti, salirono al nobile appartamento, ed assegnarono a don Chisciotte una sala ricchissima, tutta parata di drappi d′oro e di broccato, sei donzelle lo disarmarono, servendogli da paggi, tutte avvertite e ammaestrate dal duca e dalla duchessa di ciò che dovessero fare, e del modo con cui dovevano assistere don Chisciotte, affinché vedesse che lo trattavano da cavaliere errante. Deposta l′armatura, restò mezzo spoglio coi suoi calzoncini stretti e col suo giubbone di camozza, secco, alto, lungo, con le ganasce che per di dentro si baciavano l′una con l′altra: figura che avrebbe fatto scoppiar dalle rise le donzelle che lo corteggiavano, se non avessero dovuto astenersene per preciso comando dei loro padroni.
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Pidiéronle que se dejase desnudar para una camisa, pero nunca lo consintió, diciendo que la honestidad parecía tan bien en los caballeros andantes como la valentía. Con todo, dijo que diesen la camisa a Sancho, y, encerrándose con él en una cuadra donde estaba un rico lecho, se desnudó y vistió la camisa; y, viéndose solo con Sancho, le dijo.
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Rimasto poi solo con Sancio, così prese a parlargli:
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-Dime, truhán moderno y majadero antiguo ¿parécete bien deshonrar y afrentar a una dueña tan veneranda y tan digna de respeto como aquélla? ¿Tiempos eran aquéllos para acordarte del rucio, o señores son éstos para dejar mal pasar a las bestias, tratando tan elegantemente a sus dueños? Por quien Dios es, Sancho, que te reportes, y que no descubras la hilaza de manera que caigan en la cuenta de que eres de villana y grosera tela tejido. Mira, pecador de ti, que en tanto más es tenido el señor cuanto tiene más honrados y bien nacidos criados, y que una de las ventajas mayores que llevan los príncipes a los demás hombres es que se sirven de criados tan buenos como ellos. ¿No adviertes, angustiado de ti, y malaventurado de mí, que si veen que tú eres un grosero villano, o un mentecato gracioso, pensarán que yo soy algún echacuervos, o algún caballero de mohatra? No, no, Sancho amigo, huye, huye destos inconvinientes, que quien tropieza en hablador y en gracioso, al primer puntapié cae y da en truhán desgraciado. Enfrena la lengua, considera y rumia las palabras antes que te salgan de la boca, y advierte que hemos llegado a parte donde, con el favor de Dios y valor de mi brazo, hemos de salir mejorados en tercio y quinto en fama y en hacienda.
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— Dimmi, bufalo moderno e pezzo di asino antico, ti par egli ben fatto il disonorare e il fare affronto a matrona venerabile degna di ogni riguardo com′era quella? ti parve quello il tempo opportuno da risovvenirti del tuo leardo? ti paiono questi signori da dimenticar le bestie quando accolgono tanto allegramente i padroni? Ti prego Sancio, per quanto so e posso, che tu voglia serbare più decoroso contegno, e non lasciare scoprire le fila in maniera che qua si accorgano che sei tessuto di tela rustica e grossolana. Pensa, povero ignorante, che in tanto maggior conto è tenuto il padrone quanto più onorevoli e ben nati sono i servi che ha al suo comando, e che uno dei più speziosi vantaggi che hanno i principi sopra gli altri uomini si è quello che si valgono di servitori quasi tanto bene educati quanto essi medesimi. Non consideri, o te meschino e me malavventurato! che se veggono che tu se′ un villano zotico od uno scimunito grazioso, penseranno tosto che io sia qualche giramondo o qualche cavaliere scroccone? Per carità, amico Sancio, fuggi, fuggi questi inconvenienti, ché chi inciampa nell′essere ciarlone e sputa sentenze, presto pericola e va a riuscire sguaiato buffone: raffrena la tua lingua, considera e rumina bene le parole prima che ti escano di bocca, e pensa che siamo giunti in luogo di dove col favore del Cielo e mercé della gagliardia del mio braccio dobbiamo uscire con miglioramento notabilissimo di fama e di sostanze.»
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Sancho le prometió con muchas veras de coserse la boca, o morderse la lengua, antes de hablar palabra que no fuese muy a propósito y bien considerada, como él se lo mandaba, y que descuidase acerca de lo tal, que nunca por él se descubriría quién ellos eran.
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Sancio promise e giurò che si sarebbe cucita la bocca e morsicata la lingua prima di proferire parola mal a proposito o non pensata a dovere, siccome gli comandava, e che se ne stesse per questo conto sicurissimo che mai per colpa sua non si scoprirebbe il netto dell′esser loro.
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Vistióse don Quijote, púsose su tahalí con su espada, echóse el mantón de escarlata a cuestas, púsose una montera de raso verde que las doncellas le dieron, y con este adorno salió a la gran sala, adonde halló a las doncellas puestas en ala, tantas a una parte como a otra, y todas con aderezo de darle aguamanos, la cual le dieron con muchas reverencias y ceremonias.
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Don Chisciotte si vestì, si pose il suo armacollo, cinse la spada, si mise addosso un largo manto di scarlatto, ed una montiera di raso verde datagli dalle donzelle, e con la nuova attilatura si recò nella gran sala dove trovò le donzelle messe in ala tanto da una parte quanto dall′altra, e tutte apparecchiate a dargli l′acqua alle mani: ciò che fecero dopo molte riverenze e cerimonie.
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Luego llegaron doce pajes con el maestresala, para llevarle a comer, que ya los señores le aguardaban. Cogiéronle en medio, y, lleno de pompa y majestad, le llevaron a otra sala, donde estaba puesta una rica mesa con solos cuatro servicios. La duquesa y el duque salieron a la puerta de la sala a recebirle, y con ellos un grave eclesiástico, destos que gobiernan las casas de los príncipes; destos que, como no nacen príncipes, no aciertan a enseñar cómo lo han de ser los que lo son; destos que quieren que la grandeza de los grandes se mida con la estrecheza de sus ánimos; destos que, queriendo mostrar a los que ellos gobiernan a ser limitados, les hacen ser miserables; destos tales, digo que debía de ser el grave religioso que con los duques salió a recebir a don Quijote. Hiciéronse mil corteses comedimientos, y, finalmente, cogiendo a don Quijote en medio, se fueron a sentar a la mesa.
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Sopraggiunsero poi dodici paggi collo scalco per condurlo alla mensa, dov′era dai padroni aspettato. Lo attorniarono dunque pomposamente e con maestà lo condussero in altra sala dove stava apparecchiata ricchissima tavola con soli quattro serviti. La duchessa ed il duca furono alla porta della sala a riceverlo; ed era con essi un grave ecclesiastico di quelli che governano le case dei principi; di quelli, che, non essendo nati grandi, mal possono consigliare i veri signori, e spesso, in vece di parchi, li fanno apparir miserabili. Seguirono allora molto cortesi e gentili offizi, e circondato don Chisciotte con riverenza, passarono a sedere alla mensa.
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Convidó el duque a don Quijote con la cabecera de la mesa, y aunque él lo rehusó, las importunaciones del duque fueron tantas que la hubo de tomar. El eclesiástico se sentó frontero, y el duque y la duquesa a los dos lados.
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Il duca gli offerì il capo di tavola, e tuttoché egli vi si rifiutasse, tanto furono le solleciti e gentili insistenze che gli fu forza accettarlo. L′ecclesiastico si pose dirimpetto, ed il duca e la duchessa ai due lati.
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A todo estaba presente Sancho, embobado y atónito de ver la honra que a su señor aquellos príncipes le hacían; y, viendo las muchas ceremonias y ruegos que pasaron entre el duque y don Quijote para hacerle sentar a la cabecera de la mesa, dijo.
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Presente a tutto questo era Sancio attonito e colla bocca aperta in vedere di quale alto onore andava il suo padrone fregiato per cortesia di quei principi; ed osservando i molti complimenti e prieghi che passarono fra il duca e don Chisciotte per farlo stare a capo di tavola si fece a dire:
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-Si sus mercedes me dan licencia, les contaré un cuento que pasó en mi pueblo acerca desto de los asientos.
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— Se mi permettono le signorie loro io racconterò una cosa accaduta nel mio paese in proposito delle preferenze di posto.»
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Apenas hubo dicho esto Sancho, cuando don Quijote tembló, creyendo sin duda alguna que había de decir alguna necedad. Miróle Sancho y entendióle, y dijo.
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Non avea egli dette appena queste parole che tremò don Chisciotte, immaginandosi che avrebbe dato in alcuna delle sue scappate. Sancio lo guardò, lo intese, e soggiunse:
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-No tema vuesa merced, señor mío, que yo me desmande, ni que diga cosa que no venga muy a pelo, que no se me han olvidado los consejos que poco ha vuesa merced me dio sobre el hablar mucho o poco, o bien o mal.
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— La signoria vostra non dubiti ch′io sia per trasgredire ai suoi comandi, oppure ch′io non dica cosa che non venga a pelo, ché non mi son mica dimenticato dei consigli che poco fa vossignoria mi ha dati intorno al parlare molto o poco, bene o male.
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-Yo no me acuerdo de nada, Sancho -respondió don Quijote-; di lo que quisieres, como lo digas presto.
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— Sancio caro io non mi ricordo di nulla, rispose don Chisciotte; narra ciò che vuoi purché te ne sbrighi.
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-Pues lo que quiero decir -dijo Sancho- es tan verdad, que mi señor don Quijote, que está presente, no me dejará mentir.
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— Quello che voglio dire, soggiunse Sancio, è tanto vero che non mi darà una mentita il mio signor don Chisciotte ch′è qua presente.
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-Por mí -replicó don Quijote-, miente tú, Sancho, cuanto quisieres, que yo no te iré a la mano, pero mira lo que vas a decir.
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— Quanto a me, replicò questi, non ismentirò quel che tu dica, ma guarda bene a quello che tu dici.
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-Tan mirado y remirado lo tengo, que a buen salvo está el que repica, como se verá por la obra.
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— Ho tanto guardato e riguardato, rispose Sancio, che sono sicuro di non proferire cosa che possa esser contradetta, e l′effetto lo farà vedere.
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-Bien será -dijo don Quijote- que vuestras grandezas manden echar de aquí a este tonto, que dirá mil patochadas.
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— Sarebbe migliore avviso, disse allora don Chisciotte rivolto al duca e alla duchessa, che le grandezze vostre facessero scostar di qua questo balordo, il quale potrebbe prorompere in mille scimunitaggini.
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-Por vida del duque -dijo la duquesa-, que no se ha de apartar de mí Sancho un punto quiérole yo mucho, porque sé que es muy discreto.
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— Per la vita del duca, disse la duchessa, che Sancio non deve scostarsi da me di un punto solo, egli mi è assai caro, perché so ch′è molto discreto.
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-Discretos días -dijo Sancho- viva vuestra santidad por el buen crédito que de mí tiene, aunque en mí no lo haya. Y el cuento que quiero decir es éste « Convidó un hidalgo de mi pueblo, muy rico y principal, porque venía de los Álamos de Medina del Campo, que casó con doña Mencía de Quiñones, que fue hija de don Alonso de Marañón, caballero del hábito de Santiago, que se ahogó en la Herradura, por quien hubo aquella pendencia años ha en nuestro lugar, que, a lo que entiendo, mi señor don Quijote se halló en ella, de donde salió herido Tomasillo el Travieso, el hijo de Balbastro el herrero...» ¿No es verdad todo esto, señor nuestro amo? Dígalo, por su vida, porque estos señores no me tengan por algún hablador mentiroso.
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— Discreti giorni, soggiunse Sancio, viva la santità vostra per lo buono concetto che tiene di me, quantunque io sappia di non meritarlo: ma intanto vengo alla istoria che io voglio raccontare. «Un cittadino del mio paese, dei principali e dei più ricchi perché proveniva dagli Alami di Medina del Campo, che si maritò con donna Mencia di Chignones, che fu figlia di don Alfonso di Malagnone, cavaliere di san Jacopo, che si annegò nella Herradura, per cui nacque, or sono molti anni, nella nostra terra quella quistione alla quale, per quanto intesi, si trovò presente il mio signor don Chisciotte, e nella quale rimase ferito Tommasiglio lo Scapigliato, figliuolo di Balaustro il Fabbro... Non è egli vero tutto questo, signor mio padrone? Lo affermi per vita sua, perché questi signori non mi tengano per qualche ciarlone bugiardo. Questo cittadino dunque convinto...
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-Hasta ahora -dijo el eclesiástico-, más os tengo por hablador que por mentiroso, pero de aquí adelante no sé por lo que os tendré.
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— Sin qui, proruppe allora l′ecclesiastico, Sancio si dimostra bugiardo, no, ma ciarlone; vedremo poi in che conto si avrà a tenere.
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-Tú das tantos testigos, Sancho, y tantas señas, que no puedo dejar de decir que debes de decir verdad. Pasa adelante y acorta el cuento, porque llevas camino de no acabar en dos días.
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— Tu metti a campo tante testimonianze e tanti contrassegni, o Sancio, disse don Chisciotte, che non posso dispensarmi dall′asserire che ti esca di bocca la verità; ora tira innanzi; ma accorcia il racconto perché tu hai ciera di non la finire in tre giorni.
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-No ha de acortar tal -dijo la duquesa-, por hacerme a mí placer; antes, le ha de contar de la manera que le sabe, aunque no le acabe en seis días; que si tantos fuesen, serían para mí los mejores que hubiese llevado en mi vida.
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— Non lo accorciate, no, soggiunse la duchessa, per fare piacere a me, mentre io anzi mi diletto assai in sapere la storia come la narrate, e se la finirete in sei giorni tanto più ne avrò gradimento.
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-« Digo, pues, señores míos -prosiguió Sancho-, que este tal hidalgo, que yo conozco como a mis manos, porque no hay de mi casa a la suya un tiro de ballesta, convidó un labrador pobre, pero honrado.
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— Dunque io dico, signori miei, seguitò Sancio, che questo tal cittadino che io conosco come le mie mani, perché dalla mia casa alla sua non vi è un tiro di balestra, convitò un contadino povero ma onorato.
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-Adelante, hermano -dijo a esta sazón el religioso-, que camino lleváis de no parar con vuestro cuento hasta el otro mundo.
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— Avanti fratello, disse l′ecclesiastico, che vi siete posto in un viaggio da non uscirne sino al dì del giudizio.
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-A menos de la mitad pararé, si Dios fuere servido -respondió Sancho-. « Y así, digo que, llegando el tal labrador a casa del dicho hidalgo convidador, que buen poso haya su ánima, que ya es muerto, y por más señas dicen que hizo una muerte de un ángel, que yo no me hallé presente, que había ido por aquel tiempo a segar a Tembleque. .
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— Piacendo a Dio, lo terminerò la metà prima, rispose Sancio. Dico dunque che giunto il tal contadino a casa del detto cittadino convitatore, che il Signore dia riposo all′anima sua mentre è già morto, e per più contrassegni assicurano che fece una morte da angelo, alla quale io non era presente, trovandomi in quel tempo a segare a Temblecche...
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-Por vida vuestra, hijo, que volváis presto de Tembleque, y que, sin enterrar al hidalgo, si no queréis hacer más exequias, acabéis vuestro cuento.
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— Per vita vostra, figliuolo, replicò l′ecclesiastico, accelerate il vostro ritorno da Temblecche e senza dare sepoltura al cittadino (se non ne avete altri da sotterrare) mettete fine al vostro racconto.
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-« Es, pues, el caso -replicó Sancho- que, estando los dos para asentarse a la mesa, que parece que ahora los veo más que nunca. .
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— La conclusione dunque è questa, continuò Sancio, che stando ambedue per mettersi a tavola, ché mi pare in questo momento di vederceli più che mai...»
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Gran gusto recebían los duques del disgusto que mostraba tomar el buen religioso de la dilación y pausas con que Sancho contaba su cuento, y don Quijote se estaba consumiendo en cólera y en rabia.
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Non è da dirsi quanto si divertissero i duchi del fastidio in cui mostrava di esser l′ecclesiastico per tante dilazioni e pause che andava Sancio facendo, e della bile e della rabbia in cui vedeasi che don Chisciotte si consumava.
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-« Digo, así -dijo Sancho-, que, estando, como he dicho, los dos para sentarse a la mesa, el labrador porfiaba con el hidalgo que tomase la cabecera de la mesa, y el hidalgo porfiaba también que el labrador la tomase, porque en su casa se había de hacer lo que él mandase; pero el labrador, que presumía de cortés y bien criado, jamás quiso, hasta que el hidalgo, mohíno, poniéndole ambas manos sobre los hombros, le hizo sentar por fuerza, diciéndole ′′Sentaos, majagranzas, que adondequiera que yo me siente será vuestra cabecera′′. Y éste es el cuento, y en verdad que creo que no ha sido aquí traído fuera de propósito.
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— Dico dunque, riprese Sancio, che stando quei due, come ho già detto, per mettersi a tavola, il contadino perfidiava col cittadino perché si mettesse in capo della tavola, ed il cittadino dal canto suo perfidiava perché l′altro si sedesse egli in quel posto, adducendo che era padrone di comandare le feste in casa sua. Il contadino, che si presumeva di essere cortese e bene creato, non voleva consentirvi, sicché stizzito il cittadino, e postegli ambe le mani sopra le spalle, lo fece sedere per forza, dicendogli: Siedi, ignorantone, che in qualunque posto io mi metta, io sarò sempre il solo capo di tavola. Questo è il racconto che spero certo di non aver fatto fuori di proposito.»
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Púsose don Quijote de mil colores, que sobre lo moreno le jaspeaban y se le parecían; los señores disimularon la risa, porque don Quijote no acabase de correrse, habiendo entendido la malicia de Sancho; y, por mudar de plática y hacer que Sancho no prosiguiese con otros disparates, preguntó la duquesa a don Quijote que qué nuevas tenía de la señora Dulcinea, y que si le había enviado aquellos días algunos presentes de gigantes o malandrines, pues no podía dejar de haber vencido muchos. A lo que don Quijote respondió.
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Don Chisciotte diventò di mille colori, e sino anche sopra la bruna sua tinta naturale tralucevano e campeggiavano. I commensali dissimularono le risa perché egli non montasse in collera, compresa avendo la malizia di Sancio. A fine pertanto di cambiar discorso e impedire a Sancio di tirare innanzi coi suoi spropositi, domandò la duchessa a don Chisciotte che nuove egli recasse della signora Dulcinea, e se in quei giorni le avesse mandato qualche presente di giganti o di malandrini, dei quali egli aveva vinto e soggiogato così gran numero. Cui don Chisciotte rispose:
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-Señora mía, mis desgracias, aunque tuvieron principio, nunca tendrán fin. Gigantes he vencido, y follones y malandrines le he enviado, pero ¿adónde la habían de hallar, si está encantada y vuelta en la más fea labradora que imaginar se puede.
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— Signora mia, le sventure cominciarono pur troppo a percuotermi, e vi ha apparenza che non avranno mai fine. E giganti domati e maliardi e malandrini ho inviati a lei; ma dove l′avevano mai a trovare se stassi incantata e trasformata nella più schifosa contadina che possa mai pensarsi?
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-No sé -dijo Sancho Panza-, a mí me parece la más hermosa criatura del mundo; a lo menos, en la ligereza y en el brincar bien sé yo que no dará ella la ventaja a un volteador; a buena fe, señora duquesa, así salta desde el suelo sobre una borrica como si fuera un gato.
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— Non lo direi io, soggiunse Sancio, e quanto a me mi pare la più bella creatura del mondo, almeno nella lestezza e nel saltare particolarmente che non la cederebbe al più lesto saltatore della Spagna; e mi creda, signora duchessa, in fede mia che salta dalla terra sopra la sua asina come se fosse un gatto.
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-¿Habéisla visto vos encantada, Sancho? -preguntó el duque.
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— L′avete voi veduta incantata, o Sancio? domandò il duca.
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-Y ¡cómo si la he visto! -respondió Sancho-. Pues, ¿quién diablos sino yo fue el primero que cayó en el achaque del encantorio? ¡Tan encantada está como mi padre.
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— E come che la ho veduta, rispose: e chi altri fuori di me si è accorto per la prima volta del suo vero incantamento? Èincantata come mio padre.»
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El eclesiástico, que oyó decir de gigantes, de follones y de encantos, cayó en la cuenta de que aquél debía de ser don Quijote de la Mancha, cuya historia leía el duque de ordinario, y él se lo había reprehendido muchas veces, diciéndole que era disparate leer tales disparates; y, enterándose ser verdad lo que sospechaba, con mucha cólera, hablando con el duque, le dijo.
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L′ecclesiastico che sentì parlare di giganti, di gaglioffi, di malandrini, d′incantamenti, immaginò che si trattasse di don Chisciotte della Mancia, la cui istoria era stata letta dal duca, ed avealo egli stesso le molte volte ripreso, dicendogli ch′era uno sproposito perdere il tempo nel legger tali frascherie. Assicuratosi poscia che non s′ingannava, contegnoso e con isdegno disse al duca medesimo:
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-Vuestra Excelencia, señor mío, tiene que dar cuenta a Nuestro Señor de lo que hace este buen hombre. Este don Quijote, o don Tonto, o como se llama, imagino yo que no debe de ser tan mentecato como Vuestra Excelencia quiere que sea, dándole ocasiones a la mano para que lleve adelante sus sandeces y vaciedades.
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— Vostra eccellenza, signor mio, renderà conto al Signore delle azioni fatte da quest′uomo dabbene. Questo don Chisciotte o don balordo, o come si chiami, io credo che non sia tanto mentecatto quanto vostra eccellenza suppone; e non approvo che se gli mettano occasioni per confermarsi e procedere nelle sue follie e balordaggini.
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Y, volviendo la plática a don Quijote, le dijo.
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Volto poscia il discorso a don Chisciotte, gli disse:
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-Y a vos, alma de cántaro, ¿quién os ha encajado en el celebro que sois caballero andante y que vencéis gigantes y prendéis malandrines? Andad en hora buena, y en tal se os diga volveos a vuestra casa, y criad vuestros hijos, si los tenéis, y curad de vuestra hacienda, y dejad de andar vagando por el mundo, papando viento y dando que reír a cuantos os conocen y no conocen. ¿En dónde, nora tal, habéis vos hallado que hubo ni hay ahora caballeros andantes? ¿Dónde hay gigantes en España, o malandrines en la Mancha, ni Dulcineas encantadas, ni toda la caterva de las simplicidades que de vos se cuentan.
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— E a voi, cervello stravolto, chi vi ha fitto in testa che siate cavaliere errante; che vinciate giganti, soggioghiate malandrini? Andate in buon′ora, che tal sia per voi; andate a casa vostra, educate i vostri figliuoli, se ne avete, prendete cura della vostra roba, e finitela di andare vagando per lo mondo poppando vento e dando di che ridere a quanti vi conoscono e non conoscono. Dove avete voi trovato che fossero mai nel mondo o che vi siano adesso cavalieri erranti? Dove sono eglino i giganti di Spagna, i malandrini della Mancia, le Dulcinee incantate e tutta la caterva delle semplicità e sciempiaggini che escono dal vostro pazzo cervello?»
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Atento estuvo don Quijote a las razones de aquel venerable varón, y, viendo que ya callaba, sin guardar respeto a los duques, con semblante airado y alborotado rostro, se puso en pie y dijo. .
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Stette don Chisciotte attentissimo a tutte le parole del venerabile uomo, e accortosi che stava per finire, senza portare rispetto ai duchi, con sembiante sdegnato e con perturbamento di tutta la persona, rizzatosi in piedi disse...
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Pero esta respuesta capítulo por sí merece.
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ma quello che disse merita un capitolo a parte.
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II. Capítulo XXXII. De la respuesta que dio don Quijote a su reprehensor, con otros graves y graciosos sucesos.
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CAPITOLO XXXII RISPOSTA DI DON CHISCIOTTE AL SUO RIPRENSORE, CON ALTRI IMPORTANTI SUCCESSI.
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Levantado, pues, en pie don Quijote, temblando de los pies a la cabeza como azogado, con presurosa y turbada lengua, dijo.
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Sendosi don Chisciotte levato in piedi, tutto tremante, come un uomo che lavora nelle miniere di argento vivo, con balbuziente e commossa lingua imprese a dire:
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-El lugar donde estoy, y la presencia ante quien me hallo y el respeto que siempre tuve y tengo al estado que vuesa merced profesa tienen y atan las manos de mi justo enojo; y, así por lo que he dicho como por saber que saben todos que las armas de los togados son las mesmas que las de la mujer, que son la lengua, entraré con la mía en igual batalla con vuesa merced, de quien se debía esperar antes buenos consejos que infames vituperios. Las reprehensiones santas y bien intencionadas otras circunstancias requieren y otros puntos piden a lo menos, el haberme reprehendido en público y tan ásperamente ha pasado todos los límites de la buena reprehensión, pues las primeras mejor asientan sobre la blandura que sobre la aspereza, y no es bien que, sin tener conocimiento del pecado que se reprehende, llamar al pecador, sin más ni más, mentecato y tonto. Si no, dígame vuesa merced ¿por cuál de las mentecaterías que en mí ha visto me condena y vitupera, y me manda que me vaya a mi casa a tener cuenta en el gobierno della y de mi mujer y de mis hijos, sin saber si la tengo o los tengo? ¿No hay más sino a troche moche entrarse por las casas ajenas a gobernar sus dueños, y, habiéndose criado algunos en la estrecheza de algún pupilaje, sin haber visto más mundo que el que puede contenerse en veinte o treinta leguas de distrito, meterse de rondón a dar leyes a la caballería y a juzgar de los caballeros andantes? ¿Por ventura es asumpto vano o es tiempo mal gastado el que se gasta en vagar por el mundo, no buscando los regalos dél, sino las asperezas por donde los buenos suben al asiento de la inmortalidad? Si me tuvieran por tonto los caballeros, los magníficos, los generosos, los altamente nacidos, tuviéralo por afrenta inreparable; pero de que me tengan por sandio los estudiantes, que nunca entraron ni pisaron las sendas de la caballería, no se me da un ardite caballero soy y caballero he de morir si place al Altísimo. Unos van por el ancho campo de la ambición soberbia; otros, por el de la adulación servil y baja; otros, por el de la hipocresía engañosa, y algunos, por el de la verdadera religión; pero yo, inclinado de mi estrella, voy por la angosta senda de la caballería andante, por cuyo ejercicio desprecio la hacienda, pero no la honra. Yo he satisfecho agravios, enderezado tuertos, castigado insolencias, vencido gigantes y atropellado vestiglos; yo soy enamorado, no más de porque es forzoso que los caballeros andantes lo sean; y, siéndolo, no soy de los enamorados viciosos, sino de los platónicos continentes. Mis intenciones siempre las enderezo a buenos fines, que son de hacer bien a todos y mal a ninguno; si el que esto entiende, si el que esto obra, si el que desto trata merece ser llamado bobo, díganlo vuestras grandezas, duque y duquesa excelentes.
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— Il luogo dove mi trovo, e le riverenze in che ebbi sempre e tengo tuttora lo stato che vossignoria professa, infrenano a forza il giusto mio sdegno. Perciò, e per essere coerente a quanto dissi altre volte, e sapendo io, come sa tutto il mondo, che gli uomini di toga non conoscono altre armi che quelle delle donne, vale a dire la lingua, non entrerò in una ineguale tenzone con vossignoria, da cui m′aspettavo piuttosto buoni consigli che infami vituperazioni. Le sante e buone e ad utile fine indirette correzioni, altre circostanze dimandano, ed esigono altri argomenti; e certamente egli è un oltrepassare i confini della discreta riprensione, il farla in pubblico e sì aspramente. I buoni consigli si fondano sulla piacevolezza e non sul rigore insopportabile; né certo è ben fatto che si accusi di pazzo e di balordo quel tale che si crede in difetto, se non si conosca bene di che difetto si tratta. E che ciò sia vero, dicami vossignoria, quali sono le follie che in me ha veduto per segnare la mia condanna e per vituperarmi, col trarre la conseguenza e il comando che io torni al buon governo di casa mia, di mia moglie e dei figliuoli, senza sapere neppure se io abbia e casa e moglie e figli? Diremo noi che sia un retto procedere lo entrare all′impazzata nelle case altrui a governare i padroni, e poi per aver data quella misera educazione che può darsi ad un pupillo, colle viste di un basso e vile interesse, e senza aver veduto di tutto il modo più che venti o trenta leghe, alzar cattedra arrogantemente per dar leggi alla cavalleria e per giudicare dei cavalieri erranti? Sarebbe per ventura inutile assunto o tempo male impiegato quello che si consuma in vagare per il mondo, non già cercando le delizie che dare potrebbe, ma sì bene le asprezze, per mezzo delle quali si alzano i buoni al seggio dell′immortalità? Se mi tenessero per insensato, i cavalieri, i potenti, i generosi, quelli di alti natali, io lo avrei per irreparabile affronto; ma nulla io valuto l′essere tale considerato dai saccenti che mai non calcarono i sentieri della cavalleria. Cavaliere son io, e cavaliere morrò, se piaccia all′Altissimo. Vanno taluni per gli spaziosi campi della superba ambizione, altri per quelli dell′adulazione bassa e servile, altri per quelli della ingannevole ipocrisia, e pochi per quelli della vera carità: ed io, guidato dalla mia stella, batto l′angusto calle della errante cavalleria, pel cui esercizio ho in ispregio le ricchezze e tengo nel massimo conto l′onore. Ho vendicato ingiurie, ho drizzato torti, punito temerità, vinto giganti, abbattute fantasime; sono innamorato, ma non altro se non perch′è giuocoforza di esserlo ai cavalieri erranti, ed essendolo, non entro nel novero degl′innamorati viziosi, ma dei platonici continenti: sono poi diretti sempre a buon fine i miei divisamenti, che l′altrui bene hanno in veduta, né pregiudicano alcuno. Se colui che pensa in tal modo, se colui che così opera, se colui che in questo si esercita può chiamarsi balordo, lo dicano le grandezze vostre, duca e duchesse eccellenti.»
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-¡Bien, por Dios! -dijo Sancho-. No diga más vuestra merced, señor y amo mío, en su abono, porque no hay más que decir, ni más que pensar, ni más que perseverar en el mundo. Y más, que, negando este señor, como ha negado, que no ha habido en el mundo, ni los hay, caballeros andantes, ¿qué mucho que no sepa ninguna de las cosas que ha dicho.
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— Parla ottimamente, disse Sancio, e non dica altro la signoria vostra, signore e padrone mio, che già non vi è altro da dire per più accreditarsi, né altro da pensare; e tanto più quantoché negando questo signore, come ha negato, che vissuti siano al mondo o che vivano tuttora cavalieri erranti, che maraviglia è poi ch′egli non sappia quello che si dice?
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-¿Por ventura -dijo el eclesiástico- sois vos, hermano, aquel Sancho Panza que dicen, a quien vuestro amo tiene prometida una ínsula.
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— Sareste voi, forse, disse l′ecclesiastico, quel Sancio Pancia, cui dicono che il suo padrone abbia promesso un′isola da governare?
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-Sí soy -respondió Sancho-; y soy quien la merece tan bien como otro cualquiera; soy quien "júntate a los buenos y serás uno dellos", y soy yo de aquellos "no con quien naces, sino con quien paces", y de los "quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija". Yo me he arrimado a buen señor, y ha muchos meses que ando en su compañía, y he de ser otro como él, Dios queriendo; y viva él y viva yo que ni a él le faltarán imperios que mandar ni a mí ínsulas que gobernar.
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— Appunto, io sono quello, rispose Sancio, e sono quello che la merito come ogni altro; e sono quello che dico: Accostati ai buoni e ne sarai uno; e non con chi nasci ma con chi pasci; e chi a buon albero s′appoggia, buon′ombra il ricopre. Io mi sono appoggiato ad un buon padrone, e corrono molti mesi che vo girando il mondo in sua compagnia, e diventerò un altro lui, a Dio piacendo; e viva egli e viva io, che né a lui mancheranno imperi da comandare, né a me isole da governare.
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-No, por cierto, Sancho amigo -dijo a esta sazón el duque-, que yo, en nombre del señor don Quijote, os mando el gobierno de una que tengo de nones, de no pequeña calidad.
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— No certamente, disse il duca a questo passo, ed io, in nome del signor don Chisciotte, vi prometto il governo di una che posseggo io stesso, ed è molto considerevole.
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-Híncate de rodillas, Sancho -dijo don Quijote-, y besa los pies a Su Excelencia por la merced que te ha hecho.
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— Inginocchiati, o Sancio, disse don Chisciotte, e bacia i piedi a sua eccellenza per lo favore che t′impartisce.»
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Hízolo así Sancho; lo cual visto por el eclesiástico, se levantó de la mesa, mohíno además, diciendo.
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Vista questa commedia, l′ecclesiastico si alzò da tavola tutto irato, dicendo:
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-Por el hábito que tengo, que estoy por decir que es tan sandio Vuestra Excelencia como estos pecadores. ¡Mirad si no han de ser ellos locos, pues los cuerdos canonizan sus locuras! Quédese Vuestra Excelencia con ellos; que, en tanto que estuvieren en casa, me estaré yo en la mía, y me escusaré de reprehender lo que no puedo remediar.
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— Per l′abito che io porto, che sto per asserire che vostra eccellenza darà in pazzia come questi barbagianni. E come non hanno da essere eglino pazzi, se i saggi avvalorano le loro follie? Resti l′eccellenza vostra con loro, e finattantoché avranno qui albergo, io vivrò in casa mia e mi dispenserò dal riprendere quello cui non sono atto a porgere rimedio.»
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Y, sin decir más ni comer más, se fue, sin que fuesen parte a detenerle los ruegos de los duques; aunque el duque no le dijo mucho, impedido de la risa que su impertinente cólera le había causado. Acabó de reír y dijo a don Quijote.
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Senz′altro soggiungere né altro mangiare se ne andò; né furono bastanti a distorlo le preghiere dei duchi, benché non gli dicesse il duca gran cose, impeditone dalle risa che la impertinente sua collera gli avea cagionato. Finì poi di ridere e disse a don Chisciotte:
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-Vuesa merced, señor Caballero de los Leones, ha respondido por sí tan altamente que no le queda cosa por satisfacer deste que, aunque parece agravio, no lo es en ninguna manera; porque, así como no agravian las mujeres, no agravian los eclesiásticos, como vuesa merced mejor sabe.
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— Vossignoria, signor cavaliere dai Leoni, ha per quello che la risguarda, sì altamente risposto, che null′altro occorre per difendere questo, che se ben paia torto, non lo è però in modo alcuno: e siccome le donne non ingiuriano mai, e manco ingiuriano gli ecclesiastici, come vossignoria sa meglio di me.
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-Así es -respondió don Quijote-, y la causa es que el que no puede ser agraviado no puede agraviar a nadie. Las mujeres, los niños y los eclesiásticos, como no pueden defenderse, aunque sean ofendidos, no pueden ser afrentados; porque entre el agravio y la afrenta hay esta diferencia, como mejor Vuestra Excelencia sabe la afrenta viene de parte de quien la puede hacer, y la hace y la sustenta; el agravio puede venir de cualquier parte, sin que afrente. Sea ejemplo está uno en la calle descuidado, llegan diez con mano armada, y, dándole de palos, pone mano a la espada y hace su deber, pero la muchedumbre de los contrarios se le opone, y no le deja salir con su intención, que es de vengarse; este tal queda agraviado, pero no afrentado. Y lo mesmo confirmará otro ejemplo está uno vuelto de espaldas, llega otro y dale de palos, y en dándoselos huye y no espera, y el otro le sigue y no alcanza; este que recibió los palos, recibió agravio, mas no afrenta, porque la afrenta ha de ser sustentada. Si el que le dio los palos, aunque se los dio a hurta cordel, pusiera mano a su espada y se estuviera quedo, haciendo rostro a su enemigo, quedara el apaleado agraviado y afrentado juntamente agraviado, porque le dieron a traición; afrentado, porque el que le dio sustentó lo que había hecho, sin volver las espaldas y a pie quedo. Y así, según las leyes del maldito duelo, yo puedo estar agraviado, mas no afrentado; porque los niños no sienten, ni las mujeres, ni pueden huir, ni tienen para qué esperar, y lo mesmo los constituidos en la sacra religión, porque estos tres géneros de gente carecen de armas ofensivas y defensivas; y así, aunque naturalmente estén obligados a defenderse, no lo están para ofender a nadie. Y, aunque poco ha dije que yo podía estar agraviado, agora digo que no, en ninguna manera, porque quien no puede recebir afrenta, menos la puede dar; por las cuales razones yo no debo sentir, ni siento, las que aquel buen hombre me ha dicho; sólo quisiera que esperara algún poco, para darle a entender en el error en que está en pensar y decir que no ha habido, ni los hay, caballeros andantes en el mundo; que si lo tal oyera Amadís, o uno de los infinitos de su linaje, yo sé que no le fuera bien a su merced.
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— Così è, rispose don Chisciotte, e ciò viene perché colui che non può essere ingiuriato, non può ingiuriare alcuno. Le donne, gli ecclesiastici, quando non riescono a difendersi, tuttoché offesi, non possono, per la stessa ragione, chiamarsi affrontati: perché fra il torto e l′affronto passa, com′è noto a vostra eccellenza, questa differenza, che l′affronto viene da chi è in grado di farlo, e lo fa, e lo sostiene; e il torto può provenire da qualsivoglia parte, senza che produca affronto; e per esempio: uno va per la strada spensierato, e dieci lo assalgono armata mano e il percuotono; egli mette mano alla spada ed eseguisce il dovere, ma sopraffatto dal numero gli è tolto di vendicarsi: questo resta ingiuriato ed offeso, ma non affrontato. Un altro esempio avvalorerà la stessa cosa: gli è uno che sta volto con le spalle; lo raggiunge un altro e gli dà qualche bastonata, e subito data fugge via e non aspetta, l′altro lo insegue, ma non lo arriva; quegli che fu bastonato ha ricevuto un torto, non un affronto, perché l′affronto ha da essere sostenuto: se quello che diede le bastonate, benché a tradimento, avesse posto mano alla spada, e non si fosse mosso, mostrando la faccia al nemico, il bastonato sarebbe rimasto ingiuriato ed affrontato insieme: ingiuriato, per le bastonature a tradimento, affrontato, perché quello che lo bastonò, sostenuto avrebbe il fatto suo senza volgere le spalle. Quindi, giusta le leggi del maledetto duello, io potrei essere ingiuriato ma non affrontato, perché né i fanciulli, né le donne non sentono un oltraggio; né possono fuggire, né v′ha cagione per la quale debbano attender a piè fermo: e lo stesso si può dire di coloro che sono costituiti ecclesiastici, mancando tutti e tre questi generi di persone delle armi offensive e difensive, e quindi, benché sieno obbligati naturalmente a schermirsi, non hanno però alcun debito di fare offesa ad alcuno. Ma sebbene io abbia detto poco fa che potea ricevere ingiuria, potrei anche sostenere l′opposto, perché penso che colui che non può ricevere affronto, meno lo possa fare; per le quali ragioni io non debbo sentire, né sento, quello che mi ha detto questo miserabile ecclesiastico, e null′altro avrei voluto se non ch′egli aspettasse un poco, per fargli conoscere l′errore in cui vive, pensando e dicendo che non vi furono giammai, né vi sono al mondo erranti cavalieri. Oh se lo avessero udito un Amadigi o alcuno degl′infiniti suoi discendenti, io so bene che sua signoria l′avrebbe passata male!
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-Eso juro yo bien -dijo Sancho- cuchillada le hubieran dado que le abrieran de arriba abajo como una granada, o como a un melón muy maduro. ¡Bonitos eran ellos para sufrir semejantes cosquillas! Para mi santiguada, que tengo por cierto que si Reinaldos de Montalbán hubiera oído estas razones al hombrecito, tapaboca le hubiera dado que no hablara más en tres años. ¡No, sino tomárase con ellos y viera cómo escapaba de sus manos!
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— Scommetterei, disse Sancio, che gli avrebbero date coltellate tali da spaccarlo per mezzo come un melo granato o come un popone molto maturo. Immaginatevi se avrebbero tollerato questa sorta di burle! Per questo segno di croce io giuro che se Rinaldo di Montalbano avesse sentito a cinguettare questo uomiciattolo, gli avrebbe pestato il grugno in modo da farlo stare zitto per tre anni; e se poi fosse venuto ad azzuffarsi con loro, avrebbe veduto se scappava più dalle loro mani.»
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Perecía de risa la duquesa en oyendo hablar a Sancho, y en su opinión le tenía por más gracioso y por más loco que a su amo; y muchos hubo en aquel tiempo que fueron deste mismo parecer. Finalmente, don Quijote se sosegó, y la comida se acabó, y, en levantando los manteles, llegaron cuatro doncellas, la una con una fuente de plata, y la otra con un aguamanil, asimismo de plata, y la otra con dos blanquísimas y riquísimas toallas al hombro, y la cuarta descubiertos los brazos hasta la mitad, y en sus blancas manos -que sin duda eran blancas- una redonda pella de jabón napolitano. Llegó la de la fuente, y con gentil donaire y desenvoltura encajó la fuente debajo de la barba de don Quijote; el cual, sin hablar palabra, admirado de semejante ceremonia, creyendo que debía ser usanza de aquella tierra en lugar de las manos lavar las barbas, y así tendió la suya todo cuanto pudo, y al mismo punto comenzó a llover el aguamanil, y la doncella del jabón le manoseó las barbas con mucha priesa, levantando copos de nieve, que no eran menos blancas las jabonaduras, no sólo por las barbas, mas por todo el rostro y por los ojos del obediente caballero, tanto, que se los hicieron cerrar por fuerza.
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La duchessa scoppiava dal ridere, udendo Sancio così parlare, e lo giudicava, per suo avviso, più grazioso e più pazzo del suo padrone; né furono pochi quelli ch′ebbero la stessa opinione. Si acchetò don Chisciotte al fine, e terminò il pranzo. Allo sparecchiarsi della tavola, giunsero quattro donzelle, l′una con bacino, l′altra con mesciroba di argento, l′altra con due bianchissimi e finissimi asciugatoi, e la quarta, sbracciata sino al gomito, che tenea nelle sue mani bianchissime tonda palla di sapone napolitano. Si avanzò quella del bacino, e con gentil garbo e disinvoltura, lo sottopose alla barba di don Chisciotte, il quale senza proferire parole, restò maravigliato di questa cerimonia, credendo che fosse costumanza di quel paese di lavare la barba invece delle mani. Allungò il collo perché il suo mento sporgesse in fuori, e al punto stesso cominciò la mesciroba a far piovere, e la donzella del sapone gli tramenò la barba con gran fretta, facendo fiocchi di neve con quella saponata, e distendendoli non solo per la barba, ma ben anche per tutto il viso e per gli occhi dell′obbediente cavaliere, tantoché dovette chiuderli per forza.
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El duque y la duquesa, que de nada desto eran sabidores, estaban esperando en qué había de parar tan extraordinario lavatorio. La doncella barbera, cuando le tuvo con un palmo de jabonadura, fingió que se le había acabado el agua, y mandó a la del aguamanil fuese por ella, que el señor don Quijote esperaría. Hízolo así, y quedó don Quijote con la más estraña figura y más para hacer reír que se pudiera imaginar.
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Il duca e la duchessa che di ciò non erano consapevoli stavano aspettando il successo di sì straordinario lavacro. La donzella barbiera, quando gli ebbe fatto addosso un palmo di saponata, finse che le fosse mancata l′acqua e ordinò a quella della mesciroba che ne portasse dell′altra, che già il signor cavaliere aspetterebbe. Così fece, e restò don Chisciotte nella più strana e ridicola figura che mai immaginare si possa.
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Mirábanle todos los que presentes estaban, que eran muchos, y como le veían con media vara de cuello, más que medianamente moreno, los ojos cerrados y las barbas llenas de jabón, fue gran maravilla y mucha discreción poder disimular la risa; las doncellas de la burla tenían los ojos bajos, sin osar mirar a sus señores; a ellos les retozaba la cólera y la risa en el cuerpo, y no sabían a qué acudir o a castigar el atrevimiento de las muchachas, o darles premio por el gusto que recibían de ver a don Quijote de aquella suerte.
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Stavano guardando tutti quelli ch′erano presenti, che non erano pochi, ed osservavano quel mezzo braccio di collo più che mezzanamente nerastro, e quegli occhi serrati, e quella barba carica di sapone, e fu gran meraviglia e gran discrezione il poter contenere le risa. Le donzelle della burla se ne stavano cogli occhi bassi, non osando alzarli per guardare i loro padroni, i quali, fra la collera e il riso, non sapevano come regolarsi, se dare castigo all′ardire delle ragazze, o premiarle pel divertimento che gustavano nel vedere don Chisciotte a quel modo.
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Finalmente, la doncella del aguamanil vino, y acabaron de lavar a don Quijote, y luego la que traía las toallas le limpió y le enjugó muy reposadamente; y, haciéndole todas cuatro a la par una grande y profunda inclinación y reverencia, se querían ir; pero el duque, porque don Quijote no cayese en la burla, llamó a la doncella de la fuente, diciéndole.
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Tornò finalmente la donzella del mesciroba, e si terminò di lavare don Chisciotte: indi quella dagli sciugatoi lo ripulì e lo nettò molto posatamente; e fattogli da tutte e quattro in un punto istesso un profondo inchino, fecero per andarsene. Il duca allora, affinché don Chisciotte non si accorgesse della burla, chiamò la donzella del bacino, dicendole:
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-Venid y lavadme a mí, y mirad que no se os acabe el agua.
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— Venite e insaponate me pure, ma badate bene che non sia per mancarvi l′acqua.»
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La muchacha, aguda y diligente, llegó y puso la fuente al duque como a don Quijote, y, dándose prisa, le lavaron y jabonaron muy bien, y, dejándole enjuto y limpio, haciendo reverencias se fueron. Después se supo que había jurado el duque que si a él no le lavaran como a don Quijote, había de castigar su desenvoltura, lo cual habían enmendado discretamente con haberle a él jabonado.
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La ragazza acuta e diligente gli si avvicinò, e pose il bacino sotto al mento del duca, prestamente lo lavò e insaponò bene, e lasciatolo asciutto e pulito, e fattogli riverenza, tutte le donzelle partirono. Si venne poi a sapere che il duca era determinato che se non lo avessero lavato come don Chisciotte, avrebbe loro fatta costar cara una licenza, che abbastanza emendarono coll′avere insaponato anche lui.
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Estaba atento Sancho a las ceremonias de aquel lavatorio, y dijo entre sí.
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Stette attento Sancio alla cerimonia di tutto il lavacro, e disse fra sé:
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-¡Válame Dios! ¿Si será también usanza en esta tierra lavar las barbas a los escuderos como a los caballeros? Porque, en Dios y en mi ánima que lo he bien menester, y aun que si me las rapasen a navaja, lo tendría a más beneficio.
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— Perdinci che bella cosa se in questo paese si usasse di lavare la barba anche agli scudieri, come si fa ai cavalieri! E che bisogno che io ne avrei! e tanto più mi darebbero gusto se me la radessero col rasoio!
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-¿Qué decís entre vos, Sancho? -preguntó la duquesa.
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— Che andate, o Sancio, fra voi mormorando? domandò la duchessa.
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-Digo, señora -respondió él-, que en las cortes de los otros príncipes siempre he oído decir que en levantando los manteles dan agua a las manos, pero no lejía a las barbas; y que por eso es bueno vivir mucho, por ver mucho; aunque también dicen que el que larga vida vive mucho mal ha de pasar, puesto que pasar por un lavatorio de éstos antes es gusto que trabajo.
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— Dico, signora, egli rispose, che nelle corti degli altri principi ho sempre sentito che nel levar le tovaglie dànno bensì l′acqua alle mani, ma non il ranno, e che perciò bisogna vivere assai per vedere assai; come anche si dice che colui che lunga vita vive ha da passare per la trafila dei guai, ma il passare per uno di questi lavacri sarebbe più presto un gusto che un guaio.
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-No tengáis pena, amigo Sancho -dijo la duquesa-, que yo haré que mis doncellas os laven, y aun os metan en colada, si fuere menester.
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— Non vi date fastidio, amico Sancio, disse la duchessa, ch′io farò bene che le mie donzelle vi lavino e vi mettano anche in bucato, se occorra.
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-Con las barbas me contento -respondió Sancho-, por ahora a lo menos, que andando el tiempo, Dios dijo lo que será.
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— Per ora mi contento della barba, disse Sancio, che all′avvenire pensano gli astrologi.
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-Mirad, maestresala -dijo la duquesa-, lo que el buen Sancho pide, y cumplidle su voluntad al pie de la letra.
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— Ehi, scalco, disse allora la duchessa, sentite quello che dimanda il buon Sancio, ed eseguite a puntino i suoi ordini.
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El maestresala respondió que en todo sería servido el señor Sancho, y con esto se fue a comer, y llevó consigo a Sancho, quedándose a la mesa los duques y don Quijote, hablando en muchas y diversas cosas; pero todas tocantes al ejercicio de las armas y de la andante caballería.
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Rispose lo scalco che il signor Sancio sarebbe servito in tutto, e con questo se ne andò a desinare, e menollo seco, restando tuttavia a tavola i duchi e don Chisciotte, discorrendo fra loro di molte cose, tutte analoghe all′esercizio delle armi e della errante cavalleria.
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La duquesa rogó a don Quijote que le delinease y describiese, pues parecía tener felice memoria, la hermosura y facciones de la señora Dulcinea del Toboso; que, según lo que la fama pregonaba de su belleza, tenía por entendido que debía de ser la más bella criatura del orbe, y aun de toda la Mancha. Sospiró don Quijote, oyendo lo que la duquesa le mandaba, y dijo.
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La duchessa pregò don Chisciotte che delineasse e descrivesse (sembrandogli ch′egli avesse una felice memoria), la beltà e le fattezze della sua signora Dulcinea del Toboso, la quale, giusta quanto ne dicea la fama, doveva essere la più bella creatura della terra, ed anche di tutta la Mancia. Alla dimanda della duchessa, don Chisciotte sospirò e disse:
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-Si yo pudiera sacar mi corazón y ponerle ante los ojos de vuestra grandeza, aquí, sobre esta mesa y en un plato, quitara el trabajo a mi lengua de decir lo que apenas se puede pensar, porque Vuestra Excelencia la viera en él toda retratada; pero, ¿para qué es ponerme yo ahora a delinear y describir punto por punto y parte por parte la hermosura de la sin par Dulcinea, siendo carga digna de otros hombros que de los míos, empresa en quien se debían ocupar los pinceles de Parrasio, de Timantes y de Apeles, y los buriles de Lisipo, para pintarla y grabarla en tablas, en mármoles y en bronces, y la retórica ciceroniana y demostina para alabarla.
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— Se potessi cavarmi dal petto il cuore e metterlo davanti agli sguardi dell′altezza vostra in un piatto sopra questa tavola, egli dispenserebbe la mia lingua dall′esporre quello che si può appena pensare, perché l′eccellenza vostra vi vedrebbe il suo ritratto al vivo. Ma come posso accingermi adesso a disegnare e descrivere punto per punto e parte per parte la bellezza della senza pari Dulcinea? Questo è impegno superiore troppo alle forze mie; questa è impresa in cui debbono occuparsi i pennelli di Parrasio, di Timante, di Apelle, e gli scarpelli di Lisippo, per pingerla e scolpirla in tavole, in marmi e in bronzi. La rettorica ciceroniana e demostenica non basterebbero a degnamente encomiarla.
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-¿Qué quiere decir demostina, señor don Quijote -preguntó la duquesa-, que es vocablo que no le he oído en todos los días de mi vida.
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— Che vuol dire demostenica, signor don Chisciotte? domandò la duchessa: non ho più inteso questo vocabolo in vita mia.
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-Retórica demostina -respondió don Quijote- es lo mismo que decir retórica de Demóstenes, como ciceroniana, de Cicerón, que fueron los dos mayores retóricos del mundo.
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— Rettorica demostenica, rispose don Chisciotte, è lo stesso che dire rettorica di Demostene come ciceroniana di Cicerone che furono i due più sublimi rettorici del mondo.
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-Así es -dijo el duque-, y habéis andado deslumbrada en la tal pregunta. Pero, con todo eso, nos daría gran gusto el señor don Quijote si nos la pintase; que a buen seguro que, aunque sea en rasguño y bosquejo, que ella salga tal, que la tengan invidia las más hermosas.
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— Così è, disse il duca, e poco importava che si facesse tale dimanda; con tutto questo ci darebbe gran piacere il signor don Chisciotte, se ci dipingesse tanta bellezza; e se non potesse farlo che in ischizzo, pure riuscirebbe tale da far invidia alle più belle.
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-Sí hiciera, por cierto -respondió don Quijote-, si no me la hubiera borrado de la idea la desgracia que poco ha que le sucedió, que es tal, que más estoy para llorarla que para describirla; porque habrán de saber vuestras grandezas que, yendo los días pasados a besarle las manos, y a recebir su bendición, beneplácito y licencia para esta tercera salida, hallé otra de la que buscaba halléla encantada y convertida de princesa en labradora, de hermosa en fea, de ángel en diablo, de olorosa en pestífera, de bien hablada en rústica, de reposada en brincadora, de luz en tinieblas, y, finalmente, de Dulcinea del Toboso en una villana de Sayago.
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— La dipingerei con animo volonteroso e pronto, rispose don Chisciotte, se cancellata non me l′avesse dalla mente la sventura che poco fa le avvenne: sventura tale che io mi sento più disposto a piangerla che a descriverla. Hanno a sapere le vostre grandezze che recandomi nei passati giorni a baciarle le mani, ed a ricevere la sua benedizione, il suo beneplacito e la licenza per questa mia terza uscita in campagna, la trovai tutt′altro da quello che io cercava. Era incantata, e di principessa convertita in una contadina, di bella in brutta, di angelo in demone, di olezzante in pestilenziale, di cerimoniosa in rustica, di tranquilla in saltatrice, di luce in tenebre e finalmente di Dulcinea del Toboso in villana di Saiago.
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-¡Válame Dios! -dando una gran voz, dijo a este instante el duque-. ¿Quién ha sido el que tanto mal ha hecho al mundo? ¿Quién ha quitado dél la belleza que le alegraba, el donaire que le entretenía y la honestidad que le acreditaba?
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— Che odo io mai! sclamò allora il duca; e chi ha fatto sì gran danno al mondo? Chi ha tolta a lei la bellezza che vi rallegrava? la grazia che vi sosteneva? l′onestà che tenevate in sì alto credito?
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-¿Quién? -respondió don Quijote-. ¿Quién puede ser sino algún maligno encantador de los muchos invidiosos que me persiguen? Esta raza maldita, nacida en el mundo para escurecer y aniquilar las hazañas de los buenos, y para dar luz y levantar los fechos de los malos. Perseguido me han encantadores, encantadores me persiguen y encantadores me persiguirán hasta dar conmigo y con mis altas caballerías en el profundo abismo del olvido; y en aquella parte me dañan y hieren donde veen que más lo siento, porque quitarle a un caballero andante su dama es quitarle los ojos con que mira, y el sol con que se alumbra, y el sustento con que se mantiene. Otras muchas veces lo he dicho, y ahora lo vuelvo a decir que el caballero andante sin dama es como el árbol sin hojas, el edificio sin cimiento y la sombra sin cuerpo de quien se cause.
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— Chi? rispose don Chisciotte, chi può essere mai stato se non se qualche maligno incantatore, tra i molti invidiosi che mi perseguitano; quella maledetta razza, che è nata al mondo per oscurare ed annichilire le prodezze dei buoni, per dar luce e sublimar le azioni dei malvagi? Mi hanno perseguitato incantatori, incantatori mi perseguitano, e incantatori mi perseguiteranno, finché riesca loro di sprofondare me e le mie sublimi cavallerie in un abisso di oblio. Mi condannano essi e mi feriscono là dove ben sanno che più dee dolermi; perché togliere la sua dama a un cavaliere errante è lo stesso che privarlo degli occhi coi quali mira, del sole che lo illumina, e di quello insomma che lo mantiene in vita. Molte altre volte lo dissi, e ′l ripeto adesso, che l′errante cavaliere senza dama è arbore senza le foglie, edifizio senza fondamenti, ombra senza corpo.
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-No hay más que decir -dijo la duquesa-; pero si, con todo eso, hemos de dar crédito a la historia que del señor don Quijote de pocos días a esta parte ha salido a la luz del mundo, con general aplauso de las gentes, della se colige, si mal no me acuerdo, que nunca vuesa merced ha visto a la señora Dulcinea, y que esta tal señora no es en el mundo, sino que es dama fantástica, que vuesa merced la engendró y parió en su entendimiento, y la pintó con todas aquellas gracias y perfeciones que quiso.
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— A questo non v′ha che ridire, soggiunse la duchessa: tuttavia, se dobbiamo prestar fede alla istoria del signor don Chisciotte, che uscì alla luce del mondo con generale applauso da pochi dì in qua, da essa raccogliesi, se male non mi sovviene, che vossignoria non ha visto mai la signora Dulcinea, e che questa tale signora non vive al mondo, ma è una dama fantastica, generata e partorita da vossignoria nel suo intelletto, il quale la dipinse con le grazie e perfezioni tutte che più le tornarono in grado.
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-En eso hay mucho que decir -respondió don Quijote-. Dios sabe si hay Dulcinea o no en el mundo, o si es fantástica o no es fantástica; y éstas no son de las cosas cuya averiguación se ha de llevar hasta el cabo. Ni yo engendré ni parí a mi señora, puesto que la contemplo como conviene que sea una dama que contenga en sí las partes que puedan hacerla famosa en todas las del mundo, como son hermosa, sin tacha, grave sin soberbia, amorosa con honestidad, agradecida por cortés, cortés por bien criada, y, finalmente, alta por linaje, a causa que sobre la buena sangre resplandece y campea la hermosura con más grados de perfeción que en las hermosas humildemente nacidas.
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— In ciò è molto da dire, rispose don Chisciotte: sa Dio se nel mondo viva o no Dulcinea, se sia fantastica o no; queste non sono cose la cui verificazione si abbia a fare a rigore. Non sono io che l′abbia generata o partorita, ed a me basta contemplarla come conviensi a dama che in sé raccolga le parti tutte che possano renderla celebratissima nel mondo, cioè bella senza taccia, decorosa senza superbia, amorosa con onestà, ben creata per cortesia, gentile per eletta educazione, ed infine elevata per nobile sangue; essendoché più splende e campeggia la bellezza in chi procede da alto lignaggio, che in ogni altro che da basso stato deriva.
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-Así es -dijo el duque-; pero hame de dar licencia el señor don Quijote para que diga lo que me fuerza a decir la historia que de sus hazañas he leído, de donde se infiere que, puesto que se conceda que hay Dulcinea, en el Toboso o fuera dél, y que sea hermosa en el sumo grado que vuesa merced nos la pinta, en lo de la alteza del linaje no corre parejas con las Orianas, con las Alastrajareas, con las Madásimas, ni con otras deste jaez, de quien están llenas las historias que vuesa merced bien sabe.
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— Così è, disse il duca: ma dee permettermi il signor don Chisciotte, ch′io gli rammenti quanto mi obbliga a dire la storia che delle sue prodezze ho letto, da cui s′inferisce che concedendosi pure che siavi questa famosa Dulcinea del Toboso, e che vanti quella somma bellezza dalla signoria vostra dipinta, in quanto però al suo lignaggio, non può competere colle Oriane, colle Alastrajiaree, colle Madassime e con altre di questo genere, delle quali vanno zeppe le istorie, a vossignoria pienamente note.
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-A eso puedo decir -respondió don Quijote- que Dulcinea es hija de sus obras, y que las virtudes adoban la sangre, y que en más se ha de estimar y tener un humilde virtuoso que un vicioso levantado; cuanto más, que Dulcinea tiene un jirón que la puede llevar a ser reina de corona y ceptro; que el merecimiento de una mujer hermosa y virtuosa a hacer mayores milagros se estiende, y, aunque no formalmente, virtualmente tiene en sí encerradas mayores venturas.
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— A ciò posso rispondere, disse don Chisciotte, che Dulcinea è nobile per le sue azioni; che le virtù emendano i difetti del sangue, e che più assai è da tenersi conto dell′umile virtuoso, che del vizioso portato ad elevazione. Dulcinea è così ricca di doti da uguagliare regina con trono e con scettro, e il merito di bella virtuosa donna si estende a farci vedere prodigi anche maggiori, poiché se non formalmente, virtualmente tiene in sé raccolte le maggiori venture.
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-Digo, señor don Quijote -dijo la duquesa-, que en todo cuanto vuestra merced dice va con pie de plomo, y, como suele decirse, con la sonda en la mano; y que yo desde aquí adelante creeré y haré creer a todos los de mi casa, y aun al duque mi señor, si fuere menester, que hay Dulcinea en el Toboso, y que vive hoy día, y es hermosa, y principalmente nacida y merecedora que un tal caballero como es el señor don Quijote la sirva; que es lo más que puedo ni sé encarecer. Pero no puedo dejar de formar un escrúpulo, y tener algún no sé qué de ojeriza contra Sancho Panza el escrúpulo es que dice la historia referida que el tal Sancho Panza halló a la tal señora Dulcinea, cuando de parte de vuestra merced le llevó una epístola, ahechando un costal de trigo, y, por más señas, dice que era rubión cosa que me hace dudar en la alteza de su linaje.
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— Io dico, signor don Chisciotte, ripigliò la duchessa, che la signoria vostra cammina con piè di piombo e con lo scandaglio in mano in tutte le sue decisioni; e d′ora innanzi io crederò e farò credere a tutti di casa mia, non meno che al duca mio signore, se occorra, che v′è Dulcinea del Toboso, che vive oggidì, ch′è bella e nobilmente nata, e che merita che un tal cavaliere, quale si è il signor don Chisciotte, la serva: il che è dire tutto in una sola parola. Non posso, per altro trarmi di testa uno scrupolo, né lasciar di covare un non so che di sdegno contro Sancio Pancia, e lo scrupolo è questo. Dice la riferita istoria che Sancio trovò la signora Dulcinea (quando da parte della signoria vostra le recò una lettera), che stava vagliando un sacco di grano, e per più contrassegno soggiunse ch′era grano di segala; la qual cosa mi fa dubitare assai dell′altezza del suo lignaggio.»
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A lo que respondió don Quijote.
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Cui don Chisciotte rispose:
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-Señora mía, sabrá la vuestra grandeza que todas o las más cosas que a mí me suceden van fuera de los términos ordinarios de las que a los otros caballeros andantes acontecen, o ya sean encaminadas por el querer inescrutable de los hados, o ya vengan encaminadas por la malicia de algún encantador invidioso; y, como es cosa ya averiguada que todos o los más caballeros andantes y famosos, uno tenga gracia de no poder ser encantado, otro de ser de tan impenetrables carnes que no pueda ser herido, como lo fue el famoso Roldán, uno de los doce Pares de Francia, de quien se cuenta que no podía ser ferido sino por la planta del pie izquierdo, y que esto había de ser con la punta de un alfiler gordo, y no con otra suerte de arma alguna; y así, cuando Bernardo del Carpio le mató en Roncesvalles, viendo que no le podía llagar con fierro, le levantó del suelo entre los brazos y le ahogó, acordándose entonces de la muerte que dio Hércules a Anteón, aquel feroz gigante que decían ser hijo de la Tierra. Quiero inferir de lo dicho, que podría ser que yo tuviese alguna gracia déstas, no del no poder ser ferido, porque muchas veces la experiencia me ha mostrado que soy de carnes blandas y no nada impenetrables, ni la de no poder ser encantado, que ya me he visto metido en una jaula, donde todo el mundo no fuera poderoso a encerrarme, si no fuera a fuerzas de encantamentos; pero, pues de aquél me libré, quiero creer que no ha de haber otro alguno que me empezca; y así, viendo estos encantadores que con mi persona no pueden usar de sus malas mañas, vénganse en las cosas que más quiero, y quieren quitarme la vida maltratando la de Dulcinea, por quien yo vivo; y así, creo que, cuando mi escudero le llevó mi embajada, se la convirtieron en villana y ocupada en tan bajo ejercicio como es el de ahechar trigo; pero ya tengo yo dicho que aquel trigo ni era rubión ni trigo, sino granos de perlas orientales; y para prueba desta verdad quiero decir a vuestras magnitudes cómo, viniendo poco ha por el Toboso, jamás pude hallar los palacios de Dulcinea; y que otro día, habiéndola visto Sancho, mi escudero, en su mesma figura, que es la más bella del orbe, a mí me pareció una labradora tosca y fea, y no nada bien razonada, siendo la discreción del mundo; y, pues yo no estoy encantado, ni lo puedo estar, según buen discurso, ella es la encantada, la ofendida y la mudada, trocada y trastrocada, y en ella se han vengado de mí mis enemigos, y por ella viviré yo en perpetuas lágrimas, hasta verla en su prístino estado. Todo esto he dicho para que nadie repare en lo que Sancho dijo del cernido ni del ahecho de Dulcinea; que, pues a mí me la mudaron, no es maravilla que a él se la cambiasen. Dulcinea es principal y bien nacida, y de los hidalgos linajes que hay en el Toboso, que son muchos, antiguos y muy buenos, a buen seguro que no le cabe poca parte a la sin par Dulcinea, por quien su lugar será famoso y nombrado en los venideros siglos, como lo ha sido Troya por Elena, y España por la Cava, aunque con mejor título y fama. Por otra parte, quiero que entiendan vuestras señorías que Sancho Panza es uno de los más graciosos escuderos que jamás sirvió a caballero andante; tiene a veces unas simplicidades tan agudas, que el pensar si es simple o agudo causa no pequeño contento; tiene malicias que le condenan por bellaco, y descuidos que le confirman por bobo; duda de todo y créelo todo; cuando pienso que se va a despeñar de tonto, sale con unas discreciones, que le levantan al cielo. Finalmente, yo no le trocaría con otro escudero, aunque me diesen de añadidura una ciudad; y así, estoy en duda si será bien enviarle al gobierno de quien vuestra grandeza le ha hecho merced; aunque veo en él una cierta aptitud para esto de gobernar, que atusándole tantico el entendimiento, se saldría con cualquiera gobierno, como el rey con sus alcabalas; y más, que ya por muchas experiencias sabemos que no es menester ni mucha habilidad ni muchas letras para ser uno gobernador, pues hay por ahí ciento que apenas saber leer, y gobiernan como unos girifaltes; el toque está en que tengan buena intención y deseen acertar en todo; que nunca les faltará quien les aconseje y encamine en lo que han de hacer, como los gobernadores caballeros y no letrados, que sentencian con asesor. Aconsejaríale yo que ni tome cohecho, ni pierda derecho, y otras cosillas que me quedan en el estómago, que saldrán a su tiempo, para utilidad de Sancho y provecho de la ínsula que gobernare.
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— Signora mia, saprà la vostra grandezza, che tutte o la più parte delle cose che mi accadono, escono dai termini ordinari di quelle che agli altri cavalieri erranti intravengono; o che così siano già incamminate dall′inalterabile volere dei fati, o che tali le produca la malizia di alcun incantatore invidioso. Vedesi tutto giorno che fra i cavalieri erranti pervenuti a celebrità, vi ha chi fortunatamente è esente da incanti, e chi è tanto impenetrabile della persona da non poter rimanere giammai ferito. Di questi ultimi fu il famoso Rolando, uno dei dodici Pari di Francia, del quale raccontasi che non poteva essere offeso se non nella pianta del piè sinistro, e colla punta di grosso spilletto, né mai con altre armi: e quindi allorquando Bernardo dal Carpio lo uccise in Roncisvalle, vedendo di non potere ferirlo colla spada, lo alzò da terra e lo soffocò fra le sue braccia, sovvenendosi di quella morte che diede Ercole ad Anteo, a quel feroce gigante che dicevasi figlio della Terra. Voglio inferire, da quanto ho detto, che io potei forse ottenere alcuna di tali grazie, non però andar esente da ferite, poiché mi ha più volte fatto conoscere la sperienza che io sono di carni delicate e morbide, e non punto impenetrabili. Non posso salvarmi nemmeno dall′essere incantato, e già mi sono visto rinchiuso in una gabbia, in cui l′intero mondo non avrebbe avuto possa di rinserrarmi, senza la forza degli incantamenti; ma giacché ne sono uscito libero, mi giova credere che altri non sia per arrecarmi nocumento. Sanno gl′incantori che colla mia persona non possono mettere a campo le loro astuzie, quindi si tolgono di me vendetta nelle cose che più mi son care, e attentano alla mia vita maltrattando quella Dulcinea, per cui vivo. Ora io credo che quando le venne fatta, per mia parte, dal mio scudiere l′imbascieria, l′abbiano trasformata in una contadina occupata in così vile esercizio, come è quello di vagliar grano; ma mi creda, signora duchessa che non era altramente grano, né dell′ordinario, ma grani di perle orientali. In prova di tale verità, voglio dire alle Magnitudini Vostre come recandomi io poco fa nel Toboso, non mi venne mai fatto di ritrovare i palagi di Dulcinea, e che mentre Sancio la vide l′altro dì nella sua stessa figura (ch′è la più bella dell′orbe), a me parve una villana zotica, brutta e di nessuno garbo, quando pure debb′essere la leggiadria stessa in persona. Ora che non sono punto incantato, per regola di buon ragionare inferisco ch′ella è la incantata, la cambiata e ricambiata, la trasformata, e che in lei hanno voluto vendicarsi di me i miei nemici; e io vivrò per lei il più sconsolato uomo, finché restituita non sia alle primitive sue forme. Tutto questo ho detto, perché nessuno faccia conto delle parole di Sancio, rispetto allo stacciare e vagliare di Dulcinea, mentre non è punto a maravigliarsi che, siccome per me, l′abbiano egualmente per esso lui trasformata. Dulcinea, ripeto è di condizione bennata, deriva da nobili prosapie, delle quali abbonda il Toboso; ed è indubitata cosa che brillerà come il sole questa senza pari Dulcinea, e che sarà celebrato il suo paese e memorato nei secoli avvenire, come lo furono Troia per Elena e Spagna per la Cava, e forse con minori diritti alla fama. Sappiano per altro le signorie loro che Sancio Pancia è uno dei più graziosi scudieri che abbiano servito giammai a cavalier errante. Egli scappa fuori talvolta con sì acute semplicità, che dà diletto, o voglia esser goffo od acuto. Ha certe malizie che lo dimostrano per furbo, e certe trascuratezze che lo confermano per balordo; di tutto dubita e ad ogni cosa dà fede; e quando pare che vada a precipitarsi nelle scimunitaggini, eccolo in campo con ragionamenti sì giusti che lo sollevano al cielo; insomma io non lo cambierei con altro scudiere, se pure, per giunta del cambio, mi fosse data una città in dono; e sono ancora in dubbio se io debba inviarlo o no al governo, del quale la grandezza vostra gli ha fatto grazia; quantunque già scorga in lui certa attitudine al governare, che attizzandogli un cotal poco l′intendimento, potrebbe prendere le redini di uno stato con tutta la facilità quanta ne ha il re nell′amministrazione delle sue dogane. Già è noto, per molte sperienze, che somma abilità non richiedesi a governare, né molto sapere per essere governatore, mentre se ne trovano a centinaia che sanno appena leggere, e governano come girifalchi: quello che importa si è l′avere buone intenzioni, l′amministrare con rettitudine, e quanto al resto non mancherà chi lo consigli e guidi, e potrà imitare i governatori cavalieri e non iurisperiti, che nelle sentenze si fanno assistere dall′assessore. Lo consiglierò io per altro a sostenere dignitosamente il suo posto, a non cedere ad altri il suo diritto, ed altre cose che serbo in petto, e che usciranno fuora a suo tempo, per vantaggio di Sancio, e per maggiore utilità dell′isola che gli sarà affidata.»
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A este punto llegaban de su coloquio el duque, la duquesa y don Quijote, cuando oyeron muchas voces y gran rumor de gente en el palacio; y a deshora entró Sancho en la sala, todo asustado, con un cernadero por babador, y tras él muchos mozos, o, por mejor decir, pícaros de cocina y otra gente menuda, y uno venía con un artesoncillo de agua, que en la color y poca limpieza mostraba ser de fregar; seguíale y perseguíale el de la artesa, y procuraba con toda solicitud ponérsela y encajársela debajo de las barbas, y otro pícaro mostraba querérselas lavar.
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Giunti erano a tal passo del colloquio il duca, la duchessa e don Chisciotte, quando molte volte voci e grande rumore di genti si udì nel palagio; e all′improvviso entrò Sancio nella sala tutto spaventato con un ceneracciolo per bavaglio, e dietro lui molti garzoni, o, per meglio dire, guatteri di cucina ed altra gente minuta, uno dei quali portava certa larga scodella di legno piena di acqua, che al colore ed all′immondezza, pareva che rigovernate avesse le stoviglie.
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-¿Qué es esto, hermanos? -preguntó la duquesa-. ¿Qué es esto? ¿Qué queréis a ese buen hombre? ¿Cómo y no consideráis que está electo gobernador.
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Costui inseguiva Sancio, e voleva pure ficcargli il vaso sotto la barba, nell′atto che un altro guattero mostrava di apprestarsi a vogliergliela lavare. — Che cosa è questo? che c′è egli? che pretendete, disse la duchessa, da questo galantuomo? Non sapete voi che egli è eletto governatore?»
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A lo que respondió el pícaro barbero.
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Cui rispose il guattero barbiere:
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-No quiere este señor dejarse lavar, como es usanza, y como se la lavó el duque mi señor y el señor su amo.
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— Questo signorino si rifiuta di lasciarsi lavare com′è l′usanza, e come si lava il duca nostro padrone e il suo signor don Chisciotte.
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-Sí quiero -respondió Sancho con mucha cólera-, pero querría que fuese con toallas más limpias, con lejía mas clara y con manos no tan sucias; que no hay tanta diferencia de mí a mi amo, que a él le laven con agua de ángeles y a mí con lejía de diablos. Las usanzas de las tierras y de los palacios de los príncipes tanto son buenas cuanto no dan pesadumbre, pero la costumbre del lavatorio que aquí se usa peor es que de diciplinantes. Yo estoy limpio de barbas y no tengo necesidad de semejantes refrigerios; y el que se llegare a lavarme ni a tocarme a un pelo de la cabeza, digo, de mi barba, hablando con el debido acatamiento, le daré tal puñada que le deje el puño engastado en los cascos; que estas tales ceremonias y jabonaduras más parecen burlas que gasajos de huéspedes.
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— Non è che io non voglia, rispose Sancio tutto stizzito, lasciarmi lavare, purché si faccia con asciugatoi più puliti, con ranno più chiaro, con mani non così sucide; giacché non corre tra me e il mio padrone tanta differenza, che debba egli essere lavato con acqua d′angeli ed io con la liscivia del diavolo. Le usanze dei paesi e dei palagi dei principi in tanto sono buone in quanto che non riescono moleste; ma il costume dei lavacri, che qua si usa, è peggiore di quello dei fratelli disciplinanti. La mia barba è quanto basta decente, io non ho bisogno di questi refrigerî, e chi si cimenterà a toccarmi un pelo, parlando col dovuto rispetto, avrà un pugno così sodo che gli resterà incastrato nel capo; ché tali cerimonie e insaponamenti hanno più ciera di burle che di accoglienze ospitali.»
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Perecida de risa estaba la duquesa, viendo la cólera y oyendo las razones de Sancho, pero no dio mucho gusto a don Quijote verle tan mal adeliñado con la jaspeada toalla, y tan rodeado de tantos entretenidos de cocina; y así, haciendo una profunda reverencia a los duques, como que les pedía licencia para hablar, con voz reposada dijo a la canalla.
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Era la duchessa per iscoppiare dalle risa, vedendo la stizza e sentendo le parole di Sancio, ma non piacea gran fatto a don Chisciotte di vederlo sì maltrattato con uno sciugatoio tanto sudicio e con tanti provvisionati di cucina all′intorno. Egli fece profondo inchino ai duchi, quasicché domandasse loro licenza di parlare, e poi con tono di gravità disse a quella marmaglia:
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-¡Hola, señores caballeros! Vuesas mercedes dejen al mancebo, y vuélvanse por donde vinieron, o por otra parte si se les antojare, que mi escudero es limpio tanto como otro, y esas artesillas son para él estrechas y penantes búcaros. Tomen mi consejo y déjenle, porque ni él ni yo sabemos de achaque de burlas.
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— Olà, signori gentiluomini, si scostino le signorie loro da questo giovinotto, e tornino per dove sono venuti o per altra parte, se così loro piace, ché il mio scudiere è pulito quanto ogni altro, e queste loro scodelle non sono cose da lui. Colgano il consiglio mio, lo lascino andare, che né egli né io siamo indolenti delle burle.»
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Cogióle la razón de la boca Sancho, y prosiguió diciendo.
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Sancio gli cavò allora la parola di bocca e continuò a dire:
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-¡No, sino lléguense a hacer burla del mostrenco, que así lo sufriré como ahora es de noche! Traigan aquí un peine, o lo que quisieren, y almohácenme estas barbas, y si sacaren dellas cosa que ofenda a la limpieza, que me trasquilen a cruces.
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— Venite, se vi dà il cuore, a tentar l′orso, e vedrete di che io son capace: portate qua un pettine o altra cosa, e visitate la mia barba, e se non sarà netta e pulita, io mi contento di essere tosato sino alla radice.»
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A esta sazón, sin dejar la risa, dijo la duquesa
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Senza lasciar di ridere, soggiunse la duchessa:
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-Sancho Panza tiene razón en todo cuanto ha dicho, y la tendrá en todo cuanto dijere él es limpio, y, como él dice, no tiene necesidad de lavarse; y si nuestra usanza no le contenta, su alma en su palma, cuanto más, que vosotros, ministros de la limpieza, habéis andado demasiadamente de remisos y descuidados, y no sé si diga atrevidos, a traer a tal personaje y a tales barbas, en lugar de fuentes y aguamaniles de oro puro y de alemanas toallas, artesillas y dornajos de palo y rodillas de aparadores. Pero, en fin, sois malos y mal nacidos, y no podéis dejar, como malandrines que sois, de mostrar la ojeriza que tenéis con los escuderos de los andantes caballeros.
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— Sancio Pancia ha ragione in tutto quello che dice, e l′avrà in tutto quello che sarà per dire. Egli è bello e netto, e come asserisce, non ha bisogno di altri lavamenti; e se non gli gradisce la costumanza nostra, pensici egli e tanto più che voi, ministri di pulitezza, avete operato con lentore e con trascuraggine, per non dir con ardire, recando a siffatto personaggio e a siffatta barba, in luogo di bacino e mescirobe di oro puro e sciugatoi alla damaschina, tanti trogoli di legno e stracci da credenza: siete voi tristi e malnati, né potete fare a meno come malandrini, di covare odio contro gli scudieri di cavalieri erranti.»
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Creyeron los apicarados ministros, y aun el maestresala, que venía con ellos, que la duquesa hablaba de veras; y así, quitaron el cernadero del pecho de Sancho, y todos confusos y casi corridos se fueron y le dejaron; el cual, viéndose fuera de aquel, a su parecer, sumo peligro, se fue a hincar de rodillas ante la duquesa y dijo.
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Gli allegri e beffatori servi, lo scalco ancora, che era con loro, credettero che la duchessa parlasse da vero, e perciò levarono lo straccio di dosso a Sancio, e tutti confusi e quasi svergognati se ne partirono. Vedutosi Sancio libero da quello, a parer suo, sommo pericolo, si pose ginocchioni davanti alla duchessa e le disse:
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-De grandes señoras, grandes mercedes se esperan; esta que la vuestra merced hoy me ha fecho no puede pagarse con menos, si no es con desear verme armado caballero andante, para ocuparme todos los días de mi vida en servir a tan alta señora. Labrador soy, Sancho Panza me llamo, casado soy, hijos tengo y de escudero sirvo si con alguna destas cosas puedo servir a vuestra grandeza, menos tardaré yo en obedecer que vuestra señoría en mandar.
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— Da cospicue dame cospicue grazie si aspettano; questa che oggi mi impartì la grandezza vostra non può essere da me pagata con manco che con desiderare di vedermi armato da cavaliere errante per occuparmi in tutto il corso della mia vita al servigio di sì alta signora. Sancio Pancia mi chiamo, sono contadino, ho figliuoli, e servo in qualità di scudiere; se con qualcuna di queste cose posso servire la grandezza vostra, io starò molto meno ad obbedire che voi a comandare.
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-Bien parece, Sancho -respondió la duquesa-, que habéis aprendido a ser cortés en la escuela de la misma cortesía; bien parece, quiero decir, que os habéis criado a los pechos del señor don Quijote, que debe de ser la nata de los comedimientos y la flor de las ceremonias, o cirimonias, como vos decís. Bien haya tal señor y tal criado el uno, por norte de la andante caballería; y el otro, por estrella de la escuderil fidelidad. Levantaos, Sancho amigo, que yo satisfaré vuestras cortesías con hacer que el duque mi señor, lo más presto que pudiere, os cumpla la merced prometida del gobierno.
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— Sembra in verità, o Sancio, rispose la duchessa, che imparato abbiate ad essere cortese nella scuola della stessa cortesia, e voglio dire che si vede chiaramente che voi siete stato nutrito col latte del signor don Chisciotte, ch′è lo specchio di ogni gentil costume ed il fiore delle cerimonie o cenimonie, come voi direste. Abbiano ogni buona ventura tal padrone e tal servo, l′uno quale tramontana della errante cavalleria, l′altro quale stella della scudierile fedeltà. Alzatevi amico Sancio, che io darò compenso alle vostre gentilezze, facendo che il duca mio signore adempia più presto che può la promessa mercede del governo da voi bramato.»
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Con esto cesó la plática, y don Quijote se fue a reposar la siesta, y la duquesa pidió a Sancho que, si no tenía mucha gana de dormir, viniese a pasar la tarde con ella y con sus doncellas en una muy fresca sala. Sancho respondió que, aunque era verdad que tenía por costumbre dormir cuatro o cinco horas las siestas del verano, que, por servir a su bondad, él procuraría con todas sus fuerzas no dormir aquel día ninguna, y vendría obediente a su mandado, y fuese. El duque dio nuevas órdenes como se tratase a don Quijote como a caballero andante, sin salir un punto del estilo como cuentan que se trataban los antiguos caballeros.
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Con questo finì il suo discorso, e don Chisciotte se ne andò a riposare: ma la duchessa disse a Sancio che s′egli non avesse molta voglia di dormire, si recasse la sera a far conversazione a lei ed alle sue donzelle in una sala assai fresca. Rispose Sancio che, quantunque usasse dormire quattro o cinque ore dopo pranzo di estate, tuttavolta, per servire alla sua bontà, procurerebbe con tutte le sue forze di non dormire un istante solo in quel giorno, e sarebbe pronto agli ordini suoi; e detto questo andò via. Diede il duca nuovi ordini intorno al modo con cui dovesse trattarsi don Chisciotte come cavaliere errante, senza trasgredire di un attimo lo stile con cui erano serviti, a quanto raccontasi, i cavalieri antichi.
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II. Capítulo XXXIII. De la sabrosa plática que la duquesa y sus doncellas pasaron con Sancho Panza, digna de que se lea y de que se note.
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CAPITOLO XXXIII SAPORITO RAGIONAMENTO CHE LA DUCHESSA E LE SUE DONZELLE TENNERO CON SANCIO PANCIA DEGNO DI ESSERE LETTO E PONDERATO.
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Cuenta, pues, la historia, que Sancho no durmió aquella siesta, sino que, por cumplir su palabra, vino en comiendo a ver a la duquesa; la cual, con el gusto que tenía de oírle, le hizo sentar junto a sí en una silla baja, aunque Sancho, de puro bien criado, no quería sentarse; pero la duquesa le dijo que se sentase como gobernador y hablase como escudero, puesto que por entrambas cosas merecía el mismo escaño del Cid Ruy Díaz Campeador.
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La storia racconta che Sancio non dormì secondo il suo solito dopo il desinare, ma che per mantenere la data parola recossi dalla duchessa, la quale lo fece sedere vicino a sé su di una sedia bassa, tutto che Sancio, come servo di grande creanza, non vi acconsentisse. La duchessa però gli disse che poteva sedere, ben meritandosi per quel duplice titolo la sedia medesima del Marte Rui Diaz campeggiatore.
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Encogió Sancho los hombros, obedeció y sentóse, y todas las doncellas y dueñas de la duquesa la rodearon, atentas, con grandísimo silencio, a escuchar lo que diría; pero la duquesa fue la que habló primero, diciendo.
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Sancio si strinse le spalle, obbedì, si assise, e le donzelle tutte e le matrone della duchessa gli fecero cerchio, stando attente ed in sommo silenzio per divertirsi co′ suoi discorsi. La duchessa fu la prima a parlare, e così cominciò:
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-Ahora que estamos solos, y que aquí no nos oye nadie, querría yo que el señor gobernador me asolviese ciertas dudas que tengo, nacidas de la historia que del gran don Quijote anda ya impresa; una de las cuales dudas es que, pues el buen Sancho nunca vio a Dulcinea, digo, a la señora Dulcinea del Toboso, ni le llevó la carta del señor don Quijote, porque se quedó en el libro de memoria en Sierra Morena, cómo se atrevió a fingir la respuesta, y aquello de que la halló ahechando trigo, siendo todo burla y mentira, y tan en daño de la buena opinión de la sin par Dulcinea, y todas que no vienen bien con la calidad y fidelidad de los buenos escuderos.
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— Ora che siamo soli, e che non v′ha chi ci ascolti, bramerei che il signor governatore mi sciogliesse certi miei dubbi intorno alla storia del grande don Chisciotte che trovasi già alle stampe. Uno di questi dubbi si è, che non avendo il buon Sancio visto mai Dulcinea, anzi la signora Dulcinea del Toboso, né recatale la lettera del signor don Chisciotte, perché restò unita al libro di memorie in Sierra Morena, come mai osò egli di fingere la risposta e di asserire che la trovò vagliando grano quando tutto era una burla e finzione, e tutto tornava a grave discapito della buona opinione della senza pari Dulcinea? Queste sono cose che non si accordano colle condizioni e colla fedeltà dei buoni scudieri.»
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A estas razones, sin responder con alguna, se levantó Sancho de la silla, y, con pasos quedos, el cuerpo agobiado y el dedo puesto sobre los labios, anduvo por toda la sala levantando los doseles; y luego, esto hecho, se volvió a sentar y dijo.
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Sancio senza rispondere sillaba a quanto aveva inteso si alzò dalla sedia, e pian piano, aggobbato alquanto col corpo, e con un dito sulle labbra girò per la sala, alzandone qua e là gli addobbi, il che fatto tornò a sedere e poi disse:
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-Ahora, señora mía, que he visto que no nos escucha nadie de solapa, fuera de los circunstantes, sin temor ni sobresalto responderé a lo que se me ha preguntado, y a todo aquello que se me preguntare; y lo primero que digo es que yo tengo a mi señor don Quijote por loco rematado, puesto que algunas veces dice cosas que, a mi parecer, y aun de todos aquellos que le escuchan, son tan discretas y por tan buen carril encaminadas, que el mesmo Satanás no las podría decir mejores; pero, con todo esto, verdaderamente y sin escrúpulo, a mí se me ha asentado que es un mentecato. Pues, como yo tengo esto en el magín, me atrevo a hacerle creer lo que no lleva pies ni cabeza, como fue aquello de la respuesta de la carta, y lo de habrá seis o ocho días, que aún no está en historia; conviene a saber lo del encanto de mi señora doña Dulcinea, que le he dado a entender que está encantada, no siendo más verdad que por los cerros de Úbeda.
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— Ora, signora mia, che mi sono assicurato di non essere inteso da alcuno che possa essersi cacciato qua di soppiatto, risponderò senza timore né angoscia a quanto la signoria vostra mi ha dimandato o fosse per dimandarmi. Comincio dal dire che tengo il mio signor don Chisciotte per un pazzo assoluto e spacciato, sebbene dica alle volte certe cose che al parer mio e di quelli che lo ascoltano sono tanto giudiziose e tanto bene ordinate, che il diavolo non le potrebbe dir meglio. Ma ad onta di tutto questo con verità e senza scrupolo io insisto a credere ch′egli sia uno scimunito; e persuaso di questo, all′uopo mi basta l′animo di dargli ad intendere cose che non hanno né piede né capo, come fu la risposta della lettera, e quello che accadde sei od otto giorni sono (e che non è noto ancora) vale a dire l′incantamento della mia signora Dulcinea la quale egli sulla mia asserzione crede che sia incantata, il che è vero come la montagna di Ubeda.»
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Rogóle la duquesa que le contase aquel encantamento o burla, y Sancho se lo contó todo del mesmo modo que había pasado, de que no poco gusto recibieron los oyentes; y, prosiguiendo en su plática, dijo la duquesa.
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Lo pregò la duchessa che le narrasse l′istoria di quell′incantesimo o burla, e Sancio le fece il racconto esatto de l′avvenuto, di che non ebbero picciolo diletto le ascoltatrici. Proseguendo nel suo discorso, disse la duchessa:
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-De lo que el buen Sancho me ha contado me anda brincando un escrúpulo en el alma y un cierto susurro llega a mis oídos, que me dice ′′Pues don Quijote de la Mancha es loco, menguado y mentecato, y Sancho Panza su escudero lo conoce, y, con todo eso, le sirve y le sigue y va atenido a las vanas promesas suyas, sin duda alguna debe de ser él más loco y tonto que su amo; y, siendo esto así, como lo es, mal contado te será, señora duquesa, si al tal Sancho Panza le das ínsula que gobierne, porque el que no sabe gobernarse a sí, ¿cómo sabrá gobernar a otros?′.
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— Le cose che mi ha raccontate il buon Sancio, mi mettono uno scrupolo in cuore ed un certo bisbiglio agli orecchi che mi dice: Se pazzo da legare è don Chisciotte della Mancia, scioccone e mentecatto è anche Sancio Pancia suo scudiere che lo conosce, e nulla di meno lo serve e lo seguita; anzi siccome dà retta alle vane promesse del suo padrone, così dee essere senz′alcun dubbio più balordo e più folle di lui: e stando la cosa in questi termini, io dico a me stessa: Tu farai grande sproposito, signora duchessa, se a questo tale Sancio Pancia affiderai il governo d′un′isola, che chi non sa governare se stesso, come saprà poi governare gli altri?
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-Par Dios, señora -dijo Sancho-, que ese escrúpulo viene con parto derecho; pero dígale vuesa merced que hable claro, o como quisiere, que yo conozco que dice verdad que si yo fuera discreto, días ha que había de haber dejado a mi amo. Pero ésta fue mi suerte, y ésta mi malandanza; no puedo más, seguirle tengo somos de un mismo lugar, he comido su pan, quiérole bien, es agradecido, diome sus pollinos, y, sobre todo, yo soy fiel; y así, es imposible que nos pueda apartar otro suceso que el de la pala y azadón. Y si vuestra altanería no quisiere que se me dé el prometido gobierno, de menos me hizo Dios, y podría ser que el no dármele redundase en pro de mi conciencia; que, maguera tonto, se me entiende aquel refrán de ′′por su mal le nacieron alas a la hormiga′′; y aun podría ser que se fuese más aína Sancho escudero al cielo, que no Sancho gobernador. Tan buen pan hacen aquí como en Francia; y de noche todos los gatos son pardos, y asaz de desdichada es la persona que a las dos de la tarde no se ha desayunado; y no hay estómago que sea un palmo mayor que otro, el cual se puede llenar, como suele decirse, de paja y de heno; y las avecitas del campo tienen a Dios por su proveedor y despensero; y más calientan cuatro varas de paño de Cuenca que otras cuatro de límiste de Segovia; y al dejar este mundo y meternos la tierra adentro, por tan estrecha senda va el príncipe como el jornalero, y no ocupa más pies de tierra el cuerpo del Papa que el del sacristán, aunque sea más alto el uno que el otro; que al entrar en el hoyo todos nos ajustamos y encogemos, o nos hacen ajustar y encoger, mal que nos pese y a buenas noches. Y torno a decir que si vuestra señoría no me quisiere dar la ínsula por tonto, yo sabré no dárseme nada por discreto; y yo he oído decir que detrás de la cruz está el diablo, y que no es oro todo lo que reluce, y que de entre los bueyes, arados y coyundas sacaron al labrador Wamba para ser rey de España, y de entre los brocados, pasatiempos y riquezas sacaron a Rodrigo para ser comido de culebras, si es que las trovas de los romances antiguos no mienten.
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— Sa ella, vossignoria, disse Sancio, che questo scrupolo tocca proprio nel segno? Continui pure a parlare chiaro la vostra grandezza e come le piace, mentre io conosco che dice la verità: e se avessi giudizio, egli è un pezzo che avrei dovuto lasciare il mio padrone, ma così ha voluto la mia fatalità e la mia mala ventura; non posso fare diversamente, bisogna che io lo seguiti; siamo nati in uno stesso paese, ho mangiato il suo pane, gli voglio bene, è persona gradita, mi donò i suoi poledri; e poi sopra ogni cosa io sono fedele, e così è impossibile che ci possa separare altro successo se non fosse quello di una palla nello stomaco o di una spada nella gola: ora se alla vostra altezzeria non piace che mi sia dato il promesso governo, non me ne importa granfatto, poiché potrebbe ben essere che il non darmelo tornasse in pro della mia coscienza, giacché quantunque balordo io conosco quel proverbio che dice: per suo male nacquero le ali alla formica: e potrebbe anche darsi che andasse meglio al cielo la fama di Sancio scudiere che di Sancio governatore. Tanto si mangia buon pane qui come in Francia: in tempo di notte tutti i gatti sono bigi: è disgraziato chi alle due della sera non ha guasto il digiuno: non si trova stomaco che sia un palmo maggiore dell′altro: ogni ventre può riempirsi di paglia o di fieno: gli uccelletti della campagna hanno Iddio che dà loro alimento: più riscaldano quattro braccia di panno di Cuenca che quattro braccia di peluzzo di Segovia; al lasciare questo mondo per andare sotterra la via è angusta sì al principe che al mercenario: non occupa un piede di terra di più il corpo del papa che quel del sagrestano, tuttoché uno sia più alto dell′altro, che all′entrare nella fossa tutti ci aggiustiamo e ci raggomitoliamo a nostro dispetto, e buona notte e torno a dire che se non piace a vostra signoria di darmi l′isola perché sono un balordo, io, come discreto, saprò non pigliarne fastidio: dietro la croce sta il diavolo: non è oro tutto quello che riluce: e tra buoi, aratri, e gioghi condussero il contadino di Wamba per farlo re di Spagna: e fra i broccati, i solazzi e le dovizie cavarono Rodrigo perché fosse mangiato dalle serpi, quando però non mentano le canzoni antiche.
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-Y ¡cómo que no mienten! -dijo a esta sazón doña Rodríguez la dueña, que era una de las escuchantes- que un romance hay que dice que metieron al rey Rodrigo, vivo vivo, en una tumba llena de sapos, culebras y lagartos, y que de allí a dos días dijo el rey desde dentro de la tumba, con voz doliente y baja.
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— Come! dite se non mentono? soggiunse a tal punto donna Rodrighez, la matrona che era una delle ascoltatrici, quando avvi una canzone la quale dice che posero il re Rodrigo vivo in un′arca piena di rospi, serpi e lucertole, e che dopo due giorni il re mandò dall′interno dell′arca questa voce bassa e dolente.
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Ya me comen, ya me comen por do más pecado había.
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Già mi mangiano, mi mangiano Dove fu maggior la colpa.
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y, según esto, mucha razón tiene este señor en decir que quiere más ser más labrador que rey, si le han de comer sabandijas.
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E però ha gran ragione questo signore nel dire che vuol essere piuttosto contadino che re, per non diventare pasto di animali immondi.»
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No pudo la duquesa tener la risa, oyendo la simplicidad de su dueña, ni dejó de admirarse en oír las razones y refranes de Sancho, a quien dijo
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Non poté la duchessa ritenere le risa udendo la semplicità della sua matrona, né lasciò di essere maravigliata delle ragioni e dei proverbi di Sancio, cui disse:
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-Ya sabe el buen Sancho que lo que una vez promete un caballero procura cumplirlo, aunque le cueste la vida. El duque, mi señor y marido, aunque no es de los andantes, no por eso deja de ser caballero, y así, cumplirá la palabra de la prometida ínsula, a pesar de la invidia y de la malicia del mundo. Esté Sancho de buen ánimo, que cuando menos lo piense se verá sentado en la silla de su ínsula y en la de su estado, y empuñará su gobierno, que con otro de brocado de tres altos lo deseche. Lo que yo le encargo es que mire cómo gobierna sus vasallos, advirtiendo que todos son leales y bien nacidos.
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— Ègià noto al buon Sancio che quando un cavaliere promette, procura, a costo anche della vita, di mandare ad effetto la sua parola. Il duca mio signore e consorte non è degli erranti, ma non lascia per questo di essere cavaliere, e così manterrà la fede dell′isola a dispetto della invidia e della malignità del mondo: stia Sancio di buon animo che quando meno lo penserà si vedrà posto nel seggio della sua isola e del suo stato, e prenderà le redini del suo governo con grande soddisfazione, salvo a cambiarlo con altra occupazione a suo grado qualora così gli talentasse. Quello che io gli raccomando, si è che badi bene come governerà i vassalli suoi, avvertendolo che sono tutti leali e bennati.
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-Eso de gobernarlos bien -respondió Sancho- no hay para qué encargármelo, porque yo soy caritativo de mío y tengo compasión de los pobres; y a quien cuece y amasa, no le hurtes hogaza; y para mi santiguada que no me han de echar dado falso; soy perro viejo, y entiendo todo tus, tus, y sé despabilarme a sus tiempos, y no consiento que me anden musarañas ante los ojos, porque sé dónde me aprieta el zapato dígolo porque los buenos tendrán conmigo mano y concavidad, y los malos, ni pie ni entrada. Y paréceme a mí que en esto de los gobiernos todo es comenzar, y podría ser que a quince días de gobernador me comiese las manos tras el oficio y supiese más dél que de la labor del campo, en que me he criado.
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— In quanto a questo di governarli bene, rispose Sancio, non occorre raccomandarmelo, ché io sono per natura caritativo ed ho compassione dei poveretti, ché a chi cuoce ed impasta non manca il pane; e prometto per quello che sono che non vi sarà chi mi dia ad intendere una cosa per un′altra: io sono volpe vecchia, conosco gl′inganni, e so cacciarmi le mosche a suo tempo, né soffro brutti musi davanti ai miei occhi, perché so dove mi stringe la scarpa; e dico questo perché i buoni ci guadagneranno meco, ed i tristi non ci metteranno né piedi né mani. In quanto al governare, tutto consiste nel cominciar bene; e potrebbe darsi che quindici giorni dopo che sarò stato governatore, mi andasse a sangue il mestiere, e tanto da non poterlo lasciare, e che m′intendessi più di questo che delle cose di campagna nelle quali fui allevato.
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-Vos tenéis razón razón, Sancho -dijo la duquesa-, que nadie nace enseñado, y de los hombres se hacen los obispos, que no de las piedras. Pero, volviendo a la plática que poco ha tratábamos del encanto de la señora Dulcinea, tengo por cosa cierta y más que averiguada que aquella imaginación que Sancho tuvo de burlar a su señor y darle a entender que la labradora era Dulcinea, y que si su señor no la conocía debía de ser por estar encantada, toda fue invención de alguno de los encantadores que al señor don Quijote persiguen; porque real y verdaderamente yo sé de buena parte que la villana que dio el brinco sobre la pollina era y es Dulcinea del Toboso, y que el buen Sancho, pensando ser el engañador, es el engañado; y no hay poner más duda en esta verdad que en las cosas que nunca vimos; y sepa el señor Sancho Panza que también tenemos acá encantadores que nos quieren bien, y nos dicen lo que pasa por el mundo, pura y sencillamente, sin enredos ni máquinas; y créame Sancho que la villana brincadora era y es Dulcinea del Toboso, que está encantada como la madre que la parió; y cuando menos nos pensemos, la habemos de ver en su propia figura, y entonces saldrá Sancho del engaño en que vive.
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— Avete mille ragioni, o Sancio, disse la duchessa, perché nessuno nasce maestro, e degli uomini si fanno vescovi, non già delle pietre; ma tornando un poco all′intralasciato proposito risguardante l′incanto della signora Dulcinea, tengo per cosa certa e più che provata che quella vostra invenzione per burlare il padrone e fargli credere che la contadina era Dulcinea, e che solo da incantagione procedeva il non esser conosciuta da lui, sia stata tutta opera di alcuno degl′incantatori che perseguitano il signor don Chisciotte. Io so realmente e veracemente e da buona parte, che la villana che saltò sull′asina era ed è Dulcinea del Toboso, e che voi, o buon Sancio, credendovi ingannatore foste ingannato; e non è più da revocare in dubbio questa verità, mentre in riguardo alle cose da noi non vedute possiamo unicamente essere indotti in errore. Sappia il signor Sancio Pancia che abbiamo qua degl′incantatori che ci vogliono bene, ci favoriscono e ci raccontano con ogni semplicità e senza imbrogli e macchinazioni tutto quello che passa nel mondo: e Sancio mi creda che la villana saltatrice era ed è Dulcinea del Toboso, la quale è tanto incantata come la madre che la fece, e quando meno ce l′aspettiamo la rivedremo nella sua propria figura, e Sancio uscirà allora dall′inganno in cui vive.
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-Bien puede ser todo eso -dijo Sancho Panza-; y agora quiero creer lo que mi amo cuenta de lo que vio en la cueva de Montesinos, donde dice que vio a la señora Dulcinea del Toboso en el mesmo traje y hábito que yo dije que la había visto cuando la encanté por solo mi gusto; y todo debió de ser al revés, como vuesa merced, señora mía, dice, porque de mi ruin ingenio no se puede ni debe presumir que fabricase en un instante tan agudo embuste, ni creo yo que mi amo es tan loco que con tan flaca y magra persuasión como la mía creyese una cosa tan fuera de todo término. Pero, señora, no por esto será bien que vuestra bondad me tenga por malévolo, pues no está obligado un porro como yo a taladrar los pensamientos y malicias de los pésimos encantadores yo fingí aquello por escaparme de las riñas de mi señor don Quijote, y no con intención de ofenderle; y si ha salido al revés, Dios está en el cielo, que juzga los corazones.
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— Tutto questo può essere, disse Sancio Pancia, ed ora crederò pure ciò che raccontò il padrone delle cose da lui vedute nella grotta di Montésino, dove disse che vide la signora Dulcinea del Toboso nei medesimi arnesi e vestiti che raccontasi di averla veduta io quando la incontrai per solo mio piacere, sicché ogni cosa dev′essere a rovescio, come dice la vostra altezzeria. E per dir il vero come mai potevasi presumere che il mio poco ingegno fabbricasse in un momento tutto quell′imbroglio? E poi il mio padrone non è tanto pazzo che con la debole e scarsa opinione che ha di me, avesse a credere cose che sono tanto fuori di buon termine; ma non per questo ha la dabbenaggine di vostra signoria da tenermi per uomo malevole; perché non è obbligato uno scempiato meschinello come io sono, a trapanare le idee e le malizie dei furbi incantatori. Io ho ordita quella cabala perché mi premeva sottrarmi dalle bravate del mio signor don Chisciotte, né il feci già con intenzione di offenderlo: che se la cosa è andata a rovescio, Dio è in cielo, ed egli giudica i nostri cuori.
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-Así es la verdad -dijo la duquesa-; pero dígame agora, Sancho, qué es esto que dice de la cueva de Montesinos, que gustaría saberlo.
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— Questo è vero, soggiunse la duchessa: ma dicami ora Sancio: che cosa è questo avvenimento della grotta di Montésino? avrei gran piacere di essere informata.»
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Entonces Sancho Panza le contó punto por punto lo que queda dicho acerca de la tal aventura. Oyendo lo cual la duquesa, dijo.
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Sancio Pancia le narrò allora per disteso ciò che si è già detto intorno a tal avventura: lo che udito, la duchessa soggiunse:
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-Deste suceso se puede inferir que, pues el gran don Quijote dice que vio allí a la mesma labradora que Sancho vio a la salida del Toboso, sin duda es Dulcinea, y que andan por aquí los encantadores muy listos y demasiadamente curiosos.
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— Da questo successo si può cavare la conseguenza, che essendo la contadina veduta dal gran don Chisciotte quella medesima che vide Sancio nell′uscire dal Toboso, fosse Dulcinea, senza dubbio, e che gl′incantatori girino per queste contrade con indicibile lestezza, e procurino di sapere tutte quelle cose che vanno succedendo.
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-Eso digo yo -dijo Sancho Panza-, que si mi señora Dulcinea del Toboso está encantada, su daño; que yo no me tengo de tomar, yo, con los enemigos de mi amo, que deben de ser muchos y malos. Verdad sea que la que yo vi fue una labradora, y por labradora la tuve, y por tal labradora la juzgué; y si aquélla era Dulcinea, no ha de estar a mi cuenta, ni ha de correr por mí, o sobre ello, morena. No, sino ándense a cada triquete conmigo a dime y direte, "Sancho lo dijo, Sancho lo hizo, Sancho tornó y Sancho volvió", como si Sancho fuese algún quienquiera, y no fuese el mismo Sancho Panza, el que anda ya en libros por ese mundo adelante, según me dijo Sansón Carrasco, que, por lo menos, es persona bachillerada por Salamanca, y los tales no pueden mentir si no es cuando se les antoja o les viene muy a cuento; así que, no hay para qué nadie se tome conmigo, y pues que tengo buena fama, y, según oí decir a mi señor, que más vale el buen nombre que las muchas riquezas, encájenme ese gobierno y verán maravillas; que quien ha sido buen escudero será buen gobernador.
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— Anch′io sono dello stesso parere disse Sancio Pancia; ma se la mia signora Dulcinea del Toboso sta incantata sia con suo danno, ché io non vo′ pigliarmela coi nemici del mio padrone, che debbono essere molti e tristi. Èper altro verissimo che quella da me veduta fu una contadina, per contadina la tenni, e per contadina la ho giudicata: e s′era poi Dulcinea, questo non ha da venire a mio carico, né si hanno per questo a muovere controversie se non vogliono che ci rompiamo ben bene il capo, che io sono poi ammorbato e sazio di sentire sempre a ripetere Sancio l′ha detto, Sancio l′ha fatto, come se Sancio fosse qualche buffone e non fosse quello stesso Sancio Pancia, che va attorno pel mondo sui libri, per quanto mi ha detto Sansone Carrasco ch′è persona addottorata in Salamanca; e questa è gente che non può mentire se non nel caso che ne abbia voglia, e che le torni conto. Dunque non serve che alcuno si metta a contrastare con me, giacché godo di un buon concetto: e secondo quello che ho inteso dire dal mio padrone, vale più il buon nome che le ricchezze: e m′incassino una volta nel governo, e vedranno certamente grandi maraviglie, che chi è stato buono scudiere sarà anche buon governatore.
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-Todo cuanto aquí ha dicho el buen Sancho -dijo la duquesa- son sentencias catonianas, o, por lo menos, sacadas de las mesmas entrañas del mismo Micael Verino, florentibus occidit annis. En fin, en fin, hablando a su modo, debajo de mala capa suele haber buen bebedor.
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— Le cose fin qui dette, ripigliò la duchessa, sono sentenze catoniane o tratte per lo meno dalle viscere stesse del vero e reale Michele Verino florentibus occidit annis, ed è vero il proverbio: sotto una cattiva coppa suol trovarsi buon bevitore.
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-En verdad, señora -respondió Sancho-, que en mi vida he bebido de malicia; con sed bien podría ser, porque no tengo nada de hipócrita bebo cuando tengo gana, y cuando no la tengo y cuando me lo dan, por no parecer o melindroso o malcriado; que a un brindis de un amigo, ¿qué corazón ha de haber tan de mármol que no haga la razón? Pero, aunque las calzo, no las ensucio; cuanto más, que los escuderos de los caballeros andantes, casi de ordinario beben agua, porque siempre andan por florestas, selvas y prados, montañas y riscos, sin hallar una misericordia de vino, si dan por ella un ojo.
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— Mi creda, o signora, replicò Sancio, che in vita mia non ho mai bevuto con malizia, ma soltanto con sete, e io non conosco la ipocrisia, e bevo quando me ne vien la voglia, e quando me ne danno, per non parere malcreato e schizzinoso, fo un brindisi all′amico; che non ho cuore di marmo da rifiutarmivi; ma mi vesto e non m′imbratto, come suol dirsi: e tanto più che gli scudieri dei cavalieri erranti bevono di ordinario acqua perché vanno sempre per foreste, selve, prati, montagne, rupi, senza trovare una misericordia di vino, se lo pagassero un occhio.
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-Yo lo creo así -respondió la duquesa-. Y por ahora, váyase Sancho a reposar, que después hablaremos más largo y daremos orden como vaya presto a encajarse, como él dice, aquel gobierno.
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— Lo credo, lo credo, rispose la duchessa; ma per ora se ne vada Sancio al riposo che parleremo poi a lungo mettendo ordine perché passi ad incassarsi, come egli dice, sollecitamente nel suo governo.»
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De nuevo le besó las manos Sancho a la duquesa, y le suplicó le hiciese merced de que se tuviese buena cuenta con su rucio, porque era la lumbre de sus ojos.
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Ribaciò Sancio le mani alla duchessa, e calorosamente la supplicò che favorisse di far tener conto del suo leardo, ch′era la luce degli occhi suoi.
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-¿Qué rucio es éste? -preguntó la duquesa.
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— Di che leardo parlate? domandò la duchessa.
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-Mi asno -respondió Sancho-, que por no nombrarle con este nombre, le suelo llamar el rucio; y a esta señora dueña le rogué, cuando entré en este castillo, tuviese cuenta con él, y azoróse de manera como si la hubiera dicho que era fea o vieja, debiendo ser más propio y natural de las dueñas pensar jumentos que autorizar las salas. ¡Oh, válame Dios, y cuán mal estaba con estas señoras un hidalgo de mi lugar! . -Sería algún villano -dijo doña Rodríguez, la dueña-, que si él fuera hidalgo y bien nacido, él las pusiera sobre el cuerno de la luna.
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— Del mio asino, rispose Sancio, che per non dargli questo nome, sono solito chiamarlo leardo. Ho pregato questa vostra signora matrona al mio ingresso nel castello che ne prendesse cura, ma si spaventò come se le avessi detto che era brutta o vecchia, quando pure sarebbe più naturale e più conveniente alle matrone il governar i giumenti che il far mostra di sé per le sale. Oh! un signore del mio paese non le poteva proprio sopportare queste matrone! — Sarà stata qualche bestia villana, disse la matrona donna Rodrighez, ché se fosse stato cittadino e bennato le avrebbe esaltate sopra i corni della luna.
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-Agora bien -dijo la duquesa-, no haya más calle doña Rodríguez y sosiéguese el señor Panza, y quédese a mi cargo el regalo del rucio; que, por ser alhaja de Sancho, le pondré yo sobre las niñas de mis ojos.
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— Basta così, soggiunse la duchessa, non più; donna Rodrighez stia cheta, mettasi in quiete il signor Pancia, e resti sopra di me il governo del leardo, che per essere una delle più care delizie di Sancio lo terrò sopra le pupille degli occhi miei.
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-En la caballeriza basta que esté -respondió Sancho-, que sobre las niñas de los ojos de vuestra grandeza ni él ni yo somos dignos de estar sólo un momento, y así lo consintiría yo como darme de puñaladas; que, aunque dice mi señor que en las cortesías antes se ha de perder por carta de más que de menos, en las jumentiles y así niñas se ha de ir con el compás en la mano y con medido término.
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— Basta che stia in istalla, replicò Sancio, e non sopra le pupille degli occhi della vostra grandezza; né esso né io siamo degni di starvi un momento solo, e piuttosto che acconsentire a questo mi darei mille pugnalate, quantunque dica il mio padrone che si dee più presto mancare nel troppo che nel poco, e quando si tratta di cortesie giumentili e asinine si ha da condursi col compasso alla mano e con termini misurati.
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-Llévele -dijo la duquesa- Sancho al gobierno, y allá le podrá regalar como quisiere, y aun jubilarle del trabajo.
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— Sancio, disse la duchessa, potrà menare il suo asino al nuovo governo, ed ivi potrà regolarlo come gli piace, ed anche giubilarlo perché stia sempre in riposo.
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-No piense vuesa merced, señora duquesa, que ha dicho mucho -dijo Sancho-; que yo he visto ir más de dos asnos a los gobiernos, y que llevase yo el mío no sería cosa nueva.
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— Non pensi, signora duchessa, rispose Sancio di avere detto ora gran cosa, mentre io ho veduto andar più di uno o due asini a governare, né saria cosa nuova se io ci conducessi anche il mio.»
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Las razones de Sancho renovaron en la duquesa la risa y el contento; y, enviándole a reposar, ella fue a dar cuenta al duque de lo que con él había pasado, y entre los dos dieron traza y orden de hacer una burla a don Quijote que fuese famosa y viniese bien con el estilo caballeresco, en el cual le hicieron muchas, tan propias y discretas, que son las mejores aventuras que en esta grande historia se contienen.
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I detti di Sancio fecero rinnovare le risa e il contento nella duchessa, che mandatolo a riposare andò a ridire al duca ciò ch′era passato fra loro. Concertarono allora di fare una burla a don Chisciotte che avesse a riuscir strepitosa, e che si uniformasse collo stile cavalleresco, seguendo il quale ne inventarono alcune sì proprie e sì singolari che possono noverarsi fra le migliori avventure che in questa grande istoria sieno contenute.
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II. Capítulo XXXIV. Que cuenta de la noticia que se tuvo de cómo se había de desencantar la sin par Dulcinea del Toboso, que es una de las aventuras más famosas deste libro.
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CAPITOLO XXXIV PROGETTO PER TRARRE D′INCANTO DULCINEA DEL TOBOSO CHE FORMA UNA DELLE PIנCELEBRI AVVENTURE DI QUESTO LIBRO.
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Grande era el gusto que recebían el duque y la duquesa de la conversación de don Quijote y de la de Sancho Panza; y, confirmándose en la intención que tenían de hacerles algunas burlas que llevasen vislumbres y apariencias de aventuras, tomaron motivo de la que don Quijote ya les había contado de la cueva de Montesinos, para hacerle una que fuese famosa (pero de lo que más la duquesa se admiraba era que la simplicidad de Sancho fuese tanta que hubiese venido a creer ser verdad infalible que Dulcinea del Toboso estuviese encantada, habiendo sido él mesmo el encantador y el embustero de aquel negocio); y así, habiendo dado orden a sus criados de todo lo que habían de hacer, de allí a seis días le llevaron a caza de montería, con tanto aparato de monteros y cazadores como pudiera llevar un rey coronado. Diéronle a don Quijote un vestido de monte y a Sancho otro verde, de finísimo paño; pero don Quijote no se le quiso poner, diciendo que otro día había de volver al duro ejercicio de las armas y que no podía llevar consigo guardarropas ni reposterías. Sancho sí tomó el que le dieron, con intención de venderle en la primera ocasión que pudiese.
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La conversazione con don Chisciotte e con Sancio Pancia riusciva di gran diletto al duca e alla duchessa; e confermandosi nel proposito di fare loro alcune burle che verisimiglianza e apparenza avessero di avventure, trassero argomento da quella avvenuta a don Chisciotte nella grotta di Montésino per farne una che riuscisse famosa. Quello intanto di cui più che di ogni altra cosa stupivasi la duchessa, era che la semplicità di Sancio giugnesse al segno di credere indubitatamente che Dulcinea del Toboso fosse incantata, quando egli stesso era stato di tutta quella faccenda l′incantatore o l′imbrogliatore colle sue malizie. Istruiti pertanto i servi di quello che dovevasi fare, condussero sei giorni dopo don Chisciotte e Sancio alla caccia di animali selvatici con tanto apprestamento di cacciatori che avrebbe potuto intervenirvi un re coronato. Diedero a don Chisciotte un vestito da cacciatore, ed a Sancio un altro verde di panno finissimo; ma don Chisciotte rifiutò il suo col dire che dovendo riprendere quando che fosse il duro esercizio dell′armi non poteva recar seco guardarobe ed arnesi a quello non confacenti. Sancio però si prese il suo proponendosi di venderlo alla prima occasione.
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Llegado, pues, el esperado día, armóse don Quijote, vistióse Sancho, y, encima de su rucio, que no le quiso dejar aunque le daban un caballo, se metió entre la tropa de los monteros. La duquesa salió bizarramente aderezada, y don Quijote, de puro cortés y comedido, tomó la rienda de su palafrén, aunque el duque no quería consentirlo, y, finalmente, llegaron a un bosque que entre dos altísimas montañas estaba, donde, tomados los puestos, paranzas y veredas, y repartida la gente por diferentes puestos, se comenzó la caza con grande estruendo, grita y vocería, de manera que unos a otros no podían oírse, así por el ladrido de los perros como por el son de las bocinas.
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Venuto dunque l′atteso giorno, don Chisciotte comparve armato con Sancio nuovamente vestito sul suo leardo (che non lo avrebbe lasciato quand′anche avesse avuto un cavallo in iscambio), e si mise nella truppa dei cacciatori. Uscì la duchessa sfoggiatamente adorna, e don Chisciotte, come costumato e gentile, prese la briglia del suo palafreno, tuttoché il duca non volesse consentirvi, e così pervennero ad un bosco situato fra due altissime montagne.
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Apeóse la duquesa, y, con un agudo venablo en las manos, se puso en un puesto por donde ella sabía que solían venir algunos jabalíes. Apeóse asimismo el duque y don Quijote, y pusiéronse a sus lados; Sancho se puso detrás de todos, sin apearse del rucio, a quien no osara desamparar, porque no le sucediese algún desmán. Y, apenas habían sentado el pie y puesto en ala con otros muchos criados suyos, cuando, acosado de los perros y seguido de los cazadores, vieron que hacia ellos venía un desmesurado jabalí, crujiendo dientes y colmillos y arrojando espuma por la boca; y en viéndole, embrazando su escudo y puesta mano a su espada, se adelantó a recebirle don Quijote. Lo mesmo hizo el duque con su venablo; pero a todos se adelantara la duquesa, si el duque no se lo estorbara. Sólo Sancho, en viendo al valiente animal, desamparó al rucio y dio a correr cuanto pudo, y, procurando subirse sobre una alta encina, no fue posible; antes, estando ya a la mitad dél, asido de una rama, pugnando subir a la cima, fue tan corto de ventura y tan desgraciado, que se desgajó la rama, y, al venir al suelo, se quedó en el aire, asido de un gancho de la encina, sin poder llegar al suelo. Y, viéndose así, y que el sayo verde se le rasgaba, y pareciéndole que si aquel fiero animal allí allegaba le podía alcanzar, comenzó a dar tantos gritos y a pedir socorro con tanto ahínco, que todos los que le oían y no le veían creyeron que estaba entre los dientes de alguna fiera.
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Smontò la duchessa, e con acuto spiedo in mano si appostò dove sapeva che solevano passare i cinghiali. Occupati ivi con ordine i posti e le posate ed i sentieri che si erano fra loro assegnati, cominciò la caccia con grande fracasso e con grida e rumori di voci in maniera che l′uno non poteva udir l′altro sì pei latrati dei cani come pel frastono delle cornette. Smontarono pure il duca e don Chisciotte, e si misero al fianco di lei, e collocossi Sancio dietro a tutti senza discendere dal leardo, giacché non osava abbandonarlo per timore che non gli succedesse qualche malanno. Avevano appena fermato il piede, e si erano messi in ala con molti servi ed ecco cacciato dai cani ed inseguito dai cacciatori, videro venir alla volta loro uno smisurato cinghiale che digrignava i denti, stendeva le zanne, e gettava schiuma dalla bocca. Vista la fiera belva don Chisciotte andò tosto ad incontrarla collo scudo imbracciato e colla mano sulla spada: lo stesso fece il duca colla sua lancia, e prima di tutti sarebbe ita innanzi la duchessa se non fosse stata dal duca ritenuta. Il solo Sancio allo scorgere il disperato animale abbandonò il leardo, e si diede a correre quanto poté mai, tentando di arrampicarsi sopra alta quercia; il che non essendogli riuscito, e stando attaccato ad un ramo, senza poter salire più in alto, fu sì malamente trattato dall′avversa fortuna che il ramo si ruppe, e nel precipitar giù egli rimase per aria appiccato ad un tronco. Trovatosi a così tristo partito, vedendo che il suo bell′abito verde già si stracciava, e parendogli che se sopraggiugnesse la belva lo potrebbe d′un salto arrivare, cominciò a mandar sì alte grida, e a chiedere sì pietosamente misericordia, che tutti quelli che lo udivano e non lo vedevano, giudicavano che stesse già per esser divorato.
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Finalmente, el colmilludo jabalí quedó atravesado de las cuchillas de muchos venablos que se le pusieron delante; y, volviendo la cabeza don Quijote a los gritos de Sancho, que ya por ellos le había conocido, viole pendiente de la encina y la cabeza abajo, y al rucio junto a él, que no le desamparó en su calamidad; y dice Cide Hamete que pocas veces vio a Sancho Panza sin ver al rucio, ni al rucio sin ver a Sancho tal era la amistad y buena fe que entre los dos se guardaban.
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Lo zannuto cinghiale finalmente fu trapassato dalle molte lance che lo incontrarono, ed allora voltando don Chisciotte la testa alle grida di Sancio, che già per esse lo aveva riconosciuto, lo vide pendente dalla quercia col capo in giù e coll′asino a canto: che la bestia non lo aveva abbandonato in tanta sua disgrazia. Dice a questo proposito Cide Hamete che ben rare volte egli vide Sancio Pancia senza il leardo e il leardo senza Sancio Pancia, tanto era stretto il vincolo di amicizia e di buona fede che passava fra loro.
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Llegó don Quijote y descolgó a Sancho; el cual, viéndose libre y en el suelo, miró lo desgarrado del sayo de monte, y pesóle en el alma; que pensó que tenía en el vestido un mayorazgo. En esto, atravesaron al jabalí poderoso sobre una acémila, y, cubriéndole con matas de romero y con ramas de mirto, le llevaron, como en señal de vitoriosos despojos, a unas grandes tiendas de campaña que en la mitad del bosque estaban puestas, donde hallaron las mesas en orden y la comida aderezada, tan sumptuosa y grande, que se echaba bien de ver en ella la grandeza y magnificencia de quien la daba. Sancho, mostrando las llagas a la duquesa de su roto vestido, dijo.
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Volò don Chisciotte, e spiccò Sancio, il quale trovandosi libero ed a piè fermo, portò gli occhi sulle sdruciture del suo vestito, e ne fu afflittissimo, poiché credeva di possedere in quell′abito un vero e positivo maggiorasco. Posero frattanto attraverso di una mula il poderoso cinghiale, e coprendolo con piante di ramerino e con rami di mirto, lo portarono qual segno di vittoriosa preda, sotto una tenda di campagna posta in mezzo al bosco ove trovarono preparata la mensa: ed erano i cibi apprestati con sì grande profusione e sontuosità che ben faceano conoscere il lusso e la magnificenza del duca. Sancio mostrando alla duchessa le piaghe del suo squarciato vestito, le disse:
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-Si esta caza fuera de liebres o de pajarillos, seguro estuviera mi sayo de verse en este estremo. Yo no sé qué gusto se recibe de esperar a un animal que, si os alcanza con un colmillo, os puede quitar la vida; yo me acuerdo haber oído cantar un romance antiguo que dice.
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— Se questa fosse stata caccia di lepri o di augelletti, il mio povero abito non sarebbe ridotto a questi termini; e non so che gusto vi sia nello stare aspettando il passaggio di un animale che se vi pianta addosso una zanna, tutto è finito per sempre. Mi ricordo la vecchia canzonetta che incominciava: Fin all′ossa fu mangiato Come Favila il Famoso, ecc.
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De los osos seas comido. como Favila el nombrado.
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-Ése fue un rey godo -dijo don Quijote-, que, yendo a caza de montería, le comió un oso.
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— Fu, disse allora don Chisciotte, questo Favila un re goto, che venne divorato da un orso cacciando le fiere nei boschi.
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-Eso es lo que yo digo -respondió Sancho- que no querría yo que los príncipes y los reyes se pusiesen en semejantes peligros, a trueco de un gusto que parece que no le había de ser, pues consiste en matar a un animal que no ha cometido delito alguno.
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— Questo è appunto quello che dico anch′io, replicò Sancio, e non vorrei che i re e i principi si mettessero a tanto rischio per un gusto che non è poi gusto, poiché si tratta di ammazzare una bestia la quale non ha commesso alcun delitto.
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-Antes os engañáis, Sancho -respondió el duque-, porque el ejercicio de la caza de monte es el más conveniente y necesario para los reyes y príncipes que otro alguno. La caza es una imagen de la guerra hay en ella estratagemas, astucias, insidias para vencer a su salvo al enemigo; padécense en ella fríos grandísimos y calores intolerables; menoscábase el ocio y el sueño, corrobóranse las fuerzas, agilítanse los miembros del que la usa, y, en resolución, es ejercicio que se puede hacer sin perjuicio de nadie y con gusto de muchos; y lo mejor que él tiene es que no es para todos, como lo es el de los otros géneros de caza, excepto el de la volatería, que también es sólo para reyes y grandes señores. Así que, ¡oh Sancho!, mudad de opinión, y, cuando seáis gobernador, ocupaos en la caza y veréis como os vale un pan por ciento.
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— Andate errato, o Sancio, rispose il duca, perché l′esercizio di cacciare le fiere è più adatto e necessario ai principi che a qualsiasi altro. La caccia è un′immagine della guerra, e vi s′imparano stratagemmi, astuzie, insidie per vincere a mano salva e senza proprio danno il nemico; si avvezza con essa a soffrire freddi acutissimi e caldi intollerabili: l′ozio si sbandisce e consuma, e il sonno con esso; si corroborano le forze, e si rendono più agili le membra di chi la esercita; in sostanza è un esercizio che occupa piacevolmente senza pregiudizio di alcuno, e con soddisfazione di molti; ed in oltre la caccia particolare delle belve (che non è da tutti come sarebbero tante altre caccie, tranne quella degli uccelli grifagni) è solamente riservata ai grandi personaggi. Sancio mio, voi dovete mutar opinione, e quando sarete governatore vi occuperete nella caccia, e vedrete come un pane vi vale per cento.
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-Eso no -respondió Sancho- el buen gobernador, la pierna quebrada y en casa. ¡Bueno sería que viniesen los negociantes a buscarle fatigados y él estuviese en el monte holgándose! ¡Así enhoramala andaría el gobierno! Mía fe, señor, la caza y los pasatiempos más han de ser para los holgazanes que para los gobernadores. En lo que yo pienso entretenerme es en jugar al triunfo envidado las pascuas, y a los bolos los domingos y fiestas; que esas cazas ni cazos no dicen con mi condición ni hacen con mi conciencia.
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— Oh questo no, rispose Sancio: un savio e buon governatore ha da fare conto di avere le gambe rotte, e ha da stare a casa sua. Sarebbe forse ben fatto che egli si recasse a sollazzo per monti e per selve, e che intanto i poveri negozianti dovessero andare a cercarlo colla rovina dei loro affari? In questo modo i governi vanno alla malora, ed io sono persuaso, o signor duca, che le caccie e i passatempi sieno fatti più per gli scioperati che per i governatori. Quanto a me io fo conto che volendo distrarmi io giuocherò nei dì solenni al trionfo d′invito, e nelle domeniche e nelle altre feste ai rulli o ai piccoli, e la mia coscienza escluderà ogni altro divertimento.
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-Plega a Dios, Sancho, que así sea, porque del dicho al hecho hay gran trecho.
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— Piaccia a Dio che tu ti conduca a questo modo, o Sancio, disse il duca; ma dal detto al fatto corre un gran tratto.
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-Haya lo que hubiere -replicó Sancho-, que al buen pagador no le duelen prendas, y más vale al que Dios ayuda que al que mucho madruga, y tripas llevan pies, que no pies a tripas; quiero decir que si Dios me ayuda, y yo hago lo que debo con buena intención, sin duda que gobernaré mejor que un gerifalte. ¡No, sino pónganme el dedo en la boca y verán si aprieto o no.
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— Corra, quanto si vuole, replicò Sancio, che la pecora non resterà mangiata dal lupo; ed è meglio l′aiuto di Dio che le molte faccende, e le budella non portano i piedi, ma i piedi le budella: e voglio dire che se Iddio mi aiuta, ed io fo l′obbligo mio con buona intenzione, governerò meglio di un girifalco: e che mi mettano un dito alla bocca, e vedranno se lo stringo.
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-¡Maldito seas de Dios y de todos sus santos, Sancho maldito -dijo don Quijote-, y cuándo será el día, como otras muchas veces he dicho, donde yo te vea hablar sin refranes una razón corriente y concertada! Vuestras grandezas dejen a este tonto, señores míos, que les molerá las almas, no sólo puestas entre dos, sino entre dos mil refranes, traídos tan a sazón y tan a tiempo cuanto le dé Dios a él la salud, o a mí si los querría escuchar.
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— Che tu possa essere maledetto, da tutti i Santi, Sancio maledetto, disse don Chisciotte; e quando sarà mai che, come mille altre volte ti ho detto, tu faccia qualche discorso di buon proposito corrente e concertato senza la peste di tante frottole e di tanti proverbi? Le vostre grandezze caccino al diavolo questo balordo, che non già sotto due ma sotto duemila proverbi schiaccerà loro la mente, e sì mal collocati, che così Dio conceda a lui o a me salute come non li vorrei mai sentire.
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-Los refranes de Sancho Panza -dijo la duquesa-, puesto que son más que los del Comendador Griego, no por eso son en menos de estimar, por la brevedad de las sentencias. De mí sé decir que me dan más gusto que otros, aunque sean mejor traídos y con más sazón acomodados.
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— Le frottole ed i proverbi di Sancio Pancia, soggiunse la duchessa, tuttoché fossero più di quelli del commendatore Greco, non per questo sono meno da reputarsi per la brevità dei concetti; e per mio conto vi assicuro che mi dànno gusto più degli altri per quanto fossero meglio citati a proposito ed allegati con sensatezza.»
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Con estos y otros entretenidos razonamientos, salieron de la tienda al bosque, y en requerir algunas paranzas, y presto, se les pasó el día y se les vino la noche, y no tan clara ni tan sesga como la sazón del tiempo pedía, que era en la mitad del verano; pero un cierto claroescuro que trujo consigo ayudó mucho a la intención de los duques; y, así como comenzó a anochecer, un poco más adelante del crepúsculo, a deshora pareció que todo el bosque por todas cuatro partes se ardía, y luego se oyeron por aquí y por allí, y por acá y por acullá, infinitas cornetas y otros instrumentos de guerra, como de muchas tropas de caballería que por el bosque pasaba. La luz del fuego, el son de los bélicos instrumentos, casi cegaron y atronaron los ojos y los oídos de los circunstantes, y aun de todos los que en el bosque estaban. Luego se oyeron infinitos lelilíes, al uso de moros cuando entran en las batallas, sonaron trompetas y clarines, retumbaron tambores, resonaron pífaros, casi todos a un tiempo, tan contino y tan apriesa, que no tuviera sentido el que no quedara sin él al son confuso de tantos intrumentos. Pasmóse el duque, suspendióse la duquesa, admiróse don Quijote, tembló Sancho Panza, y, finalmente, aun hasta los mesmos sabidores de la causa se espantaron. Con el temor les cogió el silencio, y un postillón que en traje de demonio les pasó por delante, tocando en voz de corneta un hueco y desmesurado cuerno, que un ronco y espantoso son despedía.
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Fra questi ed altri ragionamenti uscirono dalla tenda al bosco, e nell′andar cercando nuove posate e nuovi sentieri terminò la giornata, e sopravvenne la notte, non però sì chiara e serena come potea esser per la stagione allora corrente, ch′era nel cuor della state. Era il cielo mezzo fosco, e ciò serviva moltissimo alle intenzioni dei duchi. All′imbrunirsi dunque della sera, e poco innanzi al crepuscolo parve ad un tratto che avvampasse il bosco da tutti quattro i lati, e quindi e quinci si udirono risuonare infiniti corni ed altri strumenti guerreschi, come se fossero molti altri distaccamenti di cavalleria che per lo bosco passasse. Il chiarore del fuoco ed il frastuono degli strumenti accecarono quasi gli occhi e intronarono gli orecchi non pure dei circostanti, ma sì bene di tutti quelli che nel bosco si trovavano. Si udirono poscia moltissime trombe di quelle che usano i Mori quando attaccano nelle battaglie, e si udirono trombe e clarinetti, e rimbombavano i tamburi e risonavano i pifferi quasi tutti a un punto ora interrottamente, ora in fretta, di maniera che avrebbero posta la confusione anche nel cervello il meglio ordinato. Il duca rimase attonito, la duchessa non meno di lui, don Chisciotte faceva le maraviglie, Sancio Pancia era tutto tremante, e finalmente ne trasecolavano perfino coloro che erano ben consapevoli di che si trattasse. Sottentrò il silenzio al timore, quando passò loro dinanzi un postiglione in abito di demonio suonando invece di cornetta, un vôto e smisurato corno, da cui usciva un rombazzo rauco e spaventevole.
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-¡Hola, hermano correo! -dijo el duque-, ¿quién sois, adónde vais, y qué gente de guerra es la que por este bosque parece que atraviesa.
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— Olà, fratel corriere, disse il duca, chi siete voi? dove andate? che gente bellicosa è questa che vuole attraversare questo bosco?»
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A lo que respondió el correo con voz horrísona y desenfadada.
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Rispose il corriere con orribile ed ardita voce:
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-Yo soy el Diablo; voy a buscar a don Quijote de la Mancha; la gente que por aquí viene son seis tropas de encantadores, que sobre un carro triunfante traen a la sin par Dulcinea del Toboso. Encantada viene con el gallardo francés Montesinos, a dar orden a don Quijote de cómo ha de ser desencantada la tal señora.
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— Io sono il demonio che vengo in traccia di don Chisciotte della Mancia: la gente di cui mi chiedete conto, sono sei truppe d′incantatori che sopra un carro trionfale portano la senza pari Dulcinea del Toboso; ella viene incantata in compagnia del galante Montésino, che insegnerà a don Chisciotte come possa egli disincantare questa signora.
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-Si vos fuérades diablo, como decís y como vuestra figura muestra, ya hubiérades conocido al tal caballero don Quijote de la Mancha, pues le tenéis delante.
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— Se foste il demonio come vi annunziate, soggiunse il duca, e come indica la vostra figura, avreste già conosciuto questo tale cavaliere don Chisciotte della Mancia poiché lo avete davanti.
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-En Dios y en mi conciencia -respondió el Diablo- que no miraba en ello, porque traigo en tantas cosas divertidos los pensamientos, que de la principal a que venía se me olvidaba.
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— Giuro a Dio e in coscienza mia, rispose il demonio, che non ci poneva mente, perché ho i pensieri distratti in tante cose ch′erami sviato dalla principale per cui son venuto.
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-Sin duda -dijo Sancho- que este demonio debe de ser hombre de bien y buen cristiano, porque, a no serlo, no jurara en Dios y en mi conciencia. Ahora yo tengo para mí que aun en el mesmo infierno debe de haber buena gente.
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— Questo demonio, disse Sancio, debb′essere senza dubbio uomo dabbene e buon cristiano, mentre se nol fosse non giurerebbe a Dio e nella sua coscienza, e bisogna dire che anche all′inferno vi sia della buona gente.»
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Luego el Demonio, sin apearse, encaminando la vista a don Quijote, dijo.
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Il demonio senza smontare voltossi a don Chisciotte, e gli disse:
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-A ti, el Caballero de los Leones (que entre las garras dellos te vea yo), me envía el desgraciado pero valiente caballero Montesinos, mandándome que de su parte te diga que le esperes en el mismo lugar que te topare, a causa que trae consigo a la que llaman Dulcinea del Toboso, con orden de darte la que es menester para desencantarla. Y, por no ser para más mi venida, no ha de ser más mi estada los demonios como yo queden contigo, y los ángeles buenos con estos señores.
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— A te, cavaliere dai Leoni (che possa io vederti tra i loro artigli), m′invia lo sventurato ma valoroso cavaliere Montésino comandandomi che io ti dica da parte sua che tu debba attenderlo nel luogo dove sarai da lui ritrovato, perché seco si trae quella che viene chiamata Dulcinea del Toboso. Io tengo ordine di somministrarti ciò che fia d′uopo per trarla d′incanto; e per non avere altro oggetto la venuta mia, né più lunga potendo essere qui la mia dimora, restino intanto teco i demoni miei compagni e gli angeli buoni con le altre persone qua presenti.»
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Y, en diciendo esto, tocó el desaforado cuerno, y volvió las espaldas y fuese, sin esperar respuesta de ninguno.
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Detto questo suonò lo smisurato corno, voltò le spalle e sparì senz′attender risposta da chicchessia.
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Renovóse la admiración en todos, especialmente en Sancho y don Quijote en Sancho, en ver que, a despecho de la verdad, querían que estuviese encantada Dulcinea; en don Quijote, por no poder asegurarse si era verdad o no lo que le había pasado en la cueva de Montesinos. Y, estando elevado en estos pensamientos, el duque le dijo.
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Non è da dire se si fosse rinnovata in tutti la maraviglia, e in don Chisciotte e Sancio particolarmente: in Sancio vedendo che a dispetto della verità voleasi pure che Dulcinea fosse incantata: in don Chisciotte non sapendo accertarsi se fosse o no vero ciò ch′eragli avvenuto nella grotta di Montésino. Stando egli assorto in questi pensieri gli disse il duca:
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-¿Piensa vuestra merced esperar, señor don Quijote?
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— Si decide la signoria vostra, signor don Chisciotte, di aspettare?
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-Pues ¿no? -respondió él-. Aquí esperaré intrépido y fuerte, si me viniese a embestir todo el infierno.
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— E perché no? rispos′egli: starei qua intrepido e forte quand′anche venisse ad investirmi tutto l′inferno.
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-Pues si yo veo otro diablo y oigo otro cuerno como el pasado, así esperaré yo aquí como en Flandes -dijo Sancho.
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— Ed io se veggo un altro demonio, e sento un altro corno come il passato, tanto aspetterò qua come in Fiandra,» disse Sancio.
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En esto, se cerró más la noche, y comenzaron a discurrir muchas luces por el bosque, bien así como discurren por el cielo las exhalaciones secas de la tierra, que parecen a nuestra vista estrellas que corren. Oyóse asimismo un espantoso ruido, al modo de aquel que se causa de las ruedas macizas que suelen traer los carros de bueyes, de cuyo chirrío áspero y continuado se dice que huyen los lobos y los osos, si los hay por donde pasan. Añadióse a toda esta tempestad otra que las aumentó todas, que fue que parecía verdaderamente que a las cuatro partes del bosque se estaban dando a un mismo tiempo cuatro rencuentros o batallas, porque allí sonaba el duro estruendo de espantosa artillería, acullá se disparaban infinitas escopetas, cerca casi sonaban las voces de los combatientes, lejos se reiteraban los lililíes agarenos.
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In questa andò la notte inoltrandosi, e cominciarono a scorrere molti lumi pel bosco, al modo stesso come vanno scorrendo pel cielo le aride esalazioni della terra che ai nostri occhi paiono stelle che corrano. Si udì similmente altro spaventoso rumore come di pesanti ruote di carri tirati da buoi al cui aspro e continuato cigolare dicesi che fuggano i lupi e gli orsi se le odono per dove passano. A questa tempesta di orrori altra si aggiunse, e fu che pareva realmente che ai quattro lati del bosco in un tempo stesso ardesse la zuffa di quattro battaglie; poiché da un lato si udiva lo spaventevole fracasso dell′artiglieria, dall′altro lo scoppio di arcobugi infiniti, molto d′appresso si ascoltavano le voci dei combattenti, e più da lungi non ristavano mai le trombe moresche.
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Finalmente, las cornetas, los cuernos, las bocinas, los clarines, las trompetas, los tambores, la artillería, los arcabuces, y, sobre todo, el temeroso ruido de los carros, formaban todos juntos un son tan confuso y tan horrendo, que fue menester que don Quijote se valiese de todo su corazón para sufrirle; pero el de Sancho vino a tierra, y dio con él desmayado en las faldas de la duquesa, la cual le recibió en ellas, y a gran priesa mandó que le echasen agua en el rostro. Hízose así, y él volvió en su acuerdo, a tiempo que ya un carro de las rechinantes ruedas llegaba a aquel puesto.
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Infine i cornetti, i corni, i torti-corni, i clarinetti, le trombette, i tamburi, l′artiglieria, gli arcobugi, e soprattutto il formidabile strepito dei carri formavano tutt′insieme sì orribile e confuso rombazzo che don Chisciotte ebbe d′uopo di tutto il suo cuore per sopportarlo. Il povero Sancio dovette svenire, e nello stramazzare si lasciò cadere sopra un lembo del vestito della duchessa, la quale lo raccolse, e prestamente gli fece spruzzare dell′acqua nel viso. Fatto questo ritornò in sé nel punto che già il carro dalle stridenti ruote arrivava.
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Tirábanle cuatro perezosos bueyes, todos cubiertos de paramentos negros; en cada cuerno traían atada y encendida una grande hacha de cera, y encima del carro venía hecho un asiento alto, sobre el cual venía sentado un venerable viejo, con una barba más blanca que la mesma nieve, y tan luenga que le pasaba de la cintura; su vestidura era una ropa larga de negro bocací, que, por venir el carro lleno de infinitas luces, se podía bien divisar y discernir todo lo que en él venía. Guiábanle dos feos demonios vestidos del mesmo bocací, con tan feos rostros, que Sancho, habiéndolos visto una vez, cerró los ojos por no verlos otra. Llegando, pues, el carro a igualar al puesto, se levantó de su alto asiento el viejo venerable, y, puesto en pie, dando una gran voz, dijo.
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Era tirato da quattro tardi buoi, tutti coperti di nere paramenta, e in ogni cantone portava legata ed accesa grande torcia di cera. Venerabile vecchio con barba che vinceva in candore la neve, e che gli scendeva fino al di sotto della cintura, stava su di un′alta sedia collocata nel mezzo, e portava larghissima zimarra di bottana nera, la quale ben poteasi distinguer per gl′infiniti lumi che il carro rendeano fiammeggiante. Due brutti demoni vestiti anch′essi di bottana e con facce assai rivoltanti erano i guidatori; e avendoli Sancio veduti una sol volta chiuse gli occhi per non rivederli mai più. Arrivato dunque il carro dove erano i circostanti, si alzò dalla sedia il venerabile vecchio e posatamente disse con voce sonora:
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-Yo soy el sabio Lirgandeo.
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«Io sono il Savio Lirgardeo;»
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Y pasó el carro adelante, sin hablar más palabra. Tras éste pasó otro carro de la misma manera, con otro viejo entronizado; el cual, haciendo que el carro se detuviese, con voz no menos grave que el otro, dijo.
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e passò innanzi il carro senza che più si udisse parola. Dopo questo passò un altro carro alla foggia stessa con un altro vecchio seduto in eminente posto, il quale facendo arrestare il carro, con voce meno grave dell′altro, disse:
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-Yo soy el sabio Alquife, el grande amigo de Urganda la Desconocida.
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«Io sono il Savio Alchiffo,
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Y pasó adelante.
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il grande amico di Urganda la sconoscente;» e tirò avanti.
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Luego, por el mismo continente, llegó otro carro; pero el que venía sentado en el trono no era viejo como los demás, sino hombrón robusto y de mala catadura, el cual, al llegar, levantándose en pie, como los otros, dijo con voz más ronca y más endiablada.
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Nella stessa maniera giunse il terzo carro; ma quello che in trono sedeva non era vecchio siccome gli altri, ma sì bene uomaccione robusto e di brutta fisonomia, il quale levatosi in piè come gli altri, disse con voce più rauca e indemoniata:
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-Yo soy Arcaláus el encantador, enemigo mortal de Amadís de Gaula y de toda su parentela.
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«Io sono Arcalausse l′incantatore, il mortale nimico di Amadigi di Gaula e di tutto il suo parentado;» e passò oltre.
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Y pasó adelante. Poco desviados de allí hicieron alto estos tres carros, y cesó el enfadoso ruido de sus ruedas, y luego se oyó otro, no ruido, sino un son de una suave y concertada música formado, con que Sancho se alegró, y lo tuvo a buena señal; y así, dijo a la duquesa, de quien un punto ni un paso se apartaba.
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Non molto di là discosto fecero alto questi carri, e cessò quindi il molesto stridere delle ruote, né altro si sentì allora fuorché soave suono di concertata musica colla quale Sancio si rallegrò, essendo di buon presagio; ond′è che disse alla duchessa da cui non iscostavasi un passo:
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-Señora, donde hay música no puede haber cosa mala.
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— Mia signora, al suono della musica non dovrebbero nascere disgrazie.
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-Tampoco donde hay luces y claridad -respondió la duquesa.
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— E né tampoco dove sono i lumi e splendori, rispose la duchessa.
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A lo que replicó Sancho.
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Cui replicò Sancio:
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-Luz da el fuego y claridad las hogueras, como lo vemos en las que nos cercan, y bien podría ser que nos abrasasen, pero la música siempre es indicio de regocijos y de fiestas.
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— Questa luce viene dal fuoco e questo splendore dall′incendio, e potrebbe anche darsi che ci abbruciassimo, ma la musica è sempre indizio di feste e di allegria.
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-Ello dirá -dijo don Quijote, que todo lo escuchaba.
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— Questo è quello che si vedrà poi, disse don Chisciotte;
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Y dijo bien, como se muestra en el capítulo siguiente.
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e disse bene come si dimostrerà nel capitolo seguente.
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II. Capítulo XXXV. Donde se prosigue la noticia que tuvo don Quijote del desencanto de Dulcinea, con otros admirables sucesos.
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CAPITOLO XXXV SI SEGUITA A PARLARE DEL MODO INDICATO A DON CHISCIOTTE PER TRARRE D′INCANTO DULCINEA, CON ALTRI MARAVIGLIOSI SUCCESSI.
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Al compás de la agradable música vieron que hacia ellos venía un carro de los que llaman triunfales tirado de seis mulas pardas, encubertadas, empero, de lienzo blanco, y sobre cada una venía un diciplinante de luz, asimesmo vestido de blanco, con una hacha de cera grande encendida en la mano. Era el carro dos veces, y aun tres, mayor que los pasados, y los lados, y encima dél, ocupaban doce otros diciplinantes albos como la nieve, todos con sus hachas encendidas, vista que admiraba y espantaba juntamente; y en un levantado trono venía sentada una ninfa, vestida de mil velos de tela de plata, brillando por todos ellos infinitas hojas de argentería de oro, que la hacían, si no rica, a lo menos vistosamente vestida. Traía el rostro cubierto con un transparente y delicado cendal, de modo que, sin impedirlo sus lizos, por entre ellos se descubría un hermosísimo rostro de doncella, y las muchas luces daban lugar para distinguir la belleza y los años, que, al parecer, no llegaban a veinte ni bajaban de diez y siete.
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Intanto a cadenza di soavissima musica videro che avanzavasi un carro di que′ che si chiamano trionfali, tirato da sei mule bigie coperte di bianca tela; e sopra di ognuna stavasene un disciplinante, vestito pure di bianco e con in mano grande torcia di cera accesa che lo rendea risplendente. Era il carro due o tre volte volte maggiore dei già descritti, e tutt′all′intorno v′eran seduti altri dodici disciplinanti, bianchi come la neve e tutti con torce accese: apparato che recava abbagliamento e stupore insieme. Sopra elevato trono era collocata una ninfa ammantata tutta di vesta di tocca argentina assai brillante e con in testa infinite foglie d′oro falso, che la rendevano, se non ricca, almeno di superbo aspetto, e teneva il viso velato da mezzo zendale così trasparente che lasciava scorger al di sotto bellissima faccia di donzella, la cui vaghezza ed età tra i diciassette e i venti anni, chiaramente apparivano mercé lo splendore dei tanti lumi.
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Junto a ella venía una figura vestida de una ropa de las que llaman rozagantes, hasta los pies, cubierta la cabeza con un velo negro; pero, al punto que llegó el carro a estar frente a frente de los duques y de don Quijote, cesó la música de las chirimías, y luego la de las arpas y laúdes que en el carro sonaban; y, levantándose en pie la figura de la ropa, la apartó a entrambos lados, y, quitándose el velo del rostro, descubrió patentemente ser la mesma figura de la muerte, descarnada y fea, de que don Quijote recibió pesadumbre y Sancho miedo, y los duques hicieron algún sentimiento temeroso. Alzada y puesta en pie esta muerte viva, con voz algo dormida y con lengua no muy despierta, comenzó a decir desta manera
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Stavale accanto altra figura vestita di zimarra, di quelle lunghe e strascinanti fino ai piedi, e coperta il capo di nero velo. All′istante in cui arrivò il carro dirimpetto ai duchi e a don Chisciotte, cessò la musica dei pifferi e subito dopo quella delle arpe e dei flauti; ed alzatasi la figura dalla zimarra lasciatala sciolta dai due lati, ed indi toltosi il velo dalla faccia, scoprì patentemente ch′era la figura della morte scarnata e brutta: figura che dispiacque assai a don Chisciotte, che infuse spavento in Sancio, e che lasciò fingere anche nei duchi un senso di vero timore. Rizzatasi questa Morte viva, con voce come sonnolenta, e con lingua non molto sciolta, in questa guisa si espresse:
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-Yo soy Merlín, aquel que las historias dicen que tuve por mi padre al diablo (mentira autorizada de los tiempos) , príncipe de la Mágica y monarca y archivo de la ciencia zoroástrica, émulo a las edades y a los siglos que solapar pretenden las hazañas de los andantes bravos caballeros a quien yo tuve y tengo gran cariño. Y, puesto que es de los encantadores, de los magos o mágicos contino dura la condición, áspera y fuerte, la mía es tierna, blanda y amorosa, y amiga de hacer bien a todas gentes. En las cavernas lóbregas de Dite, donde estaba mi alma entretenida en formar ciertos rombos y caráteres, llegó la voz doliente de la bella y sin par Dulcinea del Toboso. Supe su encantamento y su desgracia, y su trasformación de gentil dama en rústica aldeana; condolíme, y, encerrando mi espíritu en el hueco desta espantosa y fiera notomía, después de haber revuelto cien mil libros desta mi ciencia endemoniada y torpe, vengo a dar el remedio que conviene a tamaño dolor, a mal tamaño. ¡Oh tú, gloria y honor de cuantos visten las túnicas de acero y de diamante, luz y farol, sendero, norte y guía de aquellos que, dejando el torpe sueño y las ociosas plumas, se acomodan a usar el ejercicio intolerable de las sangrientas y pesadas armas! A ti digo ¡oh varón, como se debe por jamás alabado!, a ti, valiente juntamente y discreto don Quijote, de la Mancha esplendor, de España estrella, que para recobrar su estado primo la sin par Dulcinea del Toboso, es menester que Sancho, tu escudero, se dé tres mil azotes y trecientos en ambas sus valientes posaderas, al aire descubiertas, y de modo que le escuezan, le amarguen y le enfaden. Y en esto se resuelven todos cuantos de su desgracia han sido los autores, y a esto es mi venida, mis señores.
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«I′ son Merlin ch′ebbe a padre il diavolo, (Se non menton l′istorie: e se pur mentono, Degli anni il corso accreditò la favola) Sommo della magia monarca e principe, Archivista del senno zoroastrico, Rival del tempo e degl′ingordi secoli, Che l′alte geste d′oscurar procacciano De′ cavalieri erranti, razza intrepida. Per la qual proprio mi disfaccio in zucchero. E benché ne′ stregoni e ne′ malefici E ne′ seguaci lor perversa l′indole Appaia sempre e il cuor crudele e perfido, Io però dolce son, soave, affabile, E a tutti cerco riuscir benefico. Mentre là negli oscuri spechi d′Erebo Stommi con l′alma assorta, e tutto m′applico In formar certi rombi e arcane cifere, Ratto mi giunse della bella ed unica Dulcinea del Toboso il mesto gemito. Seppi la sua sventura e l′incantesimo, Che di dama gentil cambiolla in zotica Paffuta villanzona. Dolor presemi E tosto dell′orribil metamorfosi Mi diedi ad indagar l′occulta origine; E poiché stetti centomila a svolgere Tomi ripieni del saver diabolico, Ecco che a sì reo duolo, a mal sì critico Or acconcio rimedio a porre accingomi. O tu, gloria e splendor di quanti vestono Lucido acciaro e adamantine tuniche, Lume, fanal, sentiero, polo e mentore Di quanti abborron di poltrir nell′ozio E il grave uffizio degli Erranti imprendono; A te annunzio, o baron, non mai qual meriti Lodato assai, a te del par magnanimo Che saggio don Chisciotte, onor di Mancia, Di Spagna stella, che se brami rendere Al primiero esser suo la bella ed unica Dulcinea del Toboso, è necessario Che Sancio tuo scudier tremila diasi Trecento scudisciate in sulle solide Chiappe scoperte all′aria, e con tale impeto Che si ammacchin, si rompano, si scuoino. Sol con questo avverrà che in fumo vadano Quanti del mal di lei fùro gli artefici. Èquesto, miei signor′, verace annunzio.»
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-¡Voto a tal! -dijo a esta sazón Sancho-. No digo yo tres mil azotes, pero así me daré yo tres como tres puñaladas. ¡Válate el diablo por modo de desencantar! ¡Yo no sé qué tienen que ver mis posas con los encantos! ¡Par Dios que si el señor Merlín no ha hallado otra manera como desencantar a la señora Dulcinea del Toboso, encantada se podrá ir a la sepultura!
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— Per la vita mia, soggiunse subito Sancio, non tremila frustate, ma tanto io me ne darei tre sole come tre pugnalate. Ché il canchero roda l′inventore di questo bel modo di trarre d′incanto: e viva Dio che non hanno niente a che fare gl′incantesimi colle mie natiche innocenti; e se questo signor don Merlino non ha altre strade per disincantare la signora Dulcinea del Toboso, io per me non mi oppongo ch′ella vada incantata anche in sepoltura.
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-Tomaros he yo -dijo don Quijote-, don villano, harto de ajos@, y amarraros he a un árbol, desnudo como vuestra madre os parió; y no digo yo tres mil y trecientos, sino seis mil y seiscientos azotes os daré, tan bien pegados que no se os caigan a tres mil y trecientos tirones. Y no me repliquéis palabra, que os arrancaré el alma.
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— Oh la finirà, disse allora don Chisciotte a Sancio Pancia, che io ti piglierò, pezzo di villano distruttore di agli, e ti legherò ad un albero, nudo come sei nato; e se non bastano tremila e trecento, ben seimila e seicento frustate ti regalerò, e sì sode che varranno per tre mila e trecento strappate; né mi stare a replicare sillaba, se non vuoi che io ti cavi il cuore.»
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Oyendo lo cual Merlín, dijo.
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Merlino allora soggiunse:
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-No ha de ser así, porque los azotes que ha de recebir el buen Sancho han de ser por su voluntad, y no por fuerza, y en el tiempo que él quisiere; que no se le pone término señalado; pero permítesele que si él quisiere redemir su vejación por la mitad de este vapulamiento, puede dejar que se los dé ajena mano, aunque sea algo pesada.
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— No, non ha ad essere così, perché le frustate debbono essere ricevute dal buon Sancio volontariamente e giammai per forza, e nel tempo che più gli tornerà a grado, che non gli si prescrive termine fisso: gli resti anzi concesso che volendo ridurre alla metà il travaglio di questa flagellazione, possa lasciarsela affibbiare per mano altrui, purché la mano sia pesante.
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-Ni ajena, ni propia, ni pesada, ni por pesar -replicó Sancho- a mí no me ha de tocar alguna mano. ¿Parí yo, por ventura, a la señora Dulcinea del Toboso, para que paguen mis posas lo que pecaron sus ojos? El señor mi amo sí, que es parte suya, pues la llama a cada paso mi vida, mi alma, sustento y arrimo suyo, se puede y debe azotar por ella y hacer todas las diligencias necesarias para su desencanto; pero, ¿azotarme yo...? ¡Abernuncio.
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— Né per mano altrui, né per propria, né pesante, né da pesare, replicò Sancio, e nessuno mi toccherà. Sono forse stato io che ho partorito la signora Dulcinea, perché il male che hanno fatto i suoi occhi abbia ad essere pagato dal mio corpo? Questo è debito del mio padrone, questa è parte sua, a lui tocca, a lui, che ad ogni passo la chiama vita mia, anima mia, mio sostegno, mia sicurezza. Egli si faccia frustare per lei, e faccia quanto è necessario affinché si disincanti; ma che io frusti me? abernunzio.»
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Apenas acabó de decir esto Sancho, cuando, levantándose en pie la argentada ninfa que junto al espíritu de Merlín venía, quitándose el sutil velo del rostro, le descubrió tal, que a todos pareció mas que demasiadamente hermoso, y, con un desenfado varonil y con una voz no muy adamada, hablando derechamente con Sancho Panza, dijo.
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Non avea appena terminato Sancio di dire queste parole, che rizzatasi in piè l′argentata ninfa che stava accanto allo spirito di Merlino, e toltosi il sottil velo dal viso, si lasciò a tutti vedere, tale che parve più che mezzanamente bella e di grazia piuttosto virile. Con voce non molto donnesca, rivolgendo il discorso direttamente a Sancio, gli disse:
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-¡Oh malaventurado escudero, alma de cántaro, corazón de alcornoque, de entrañas guijeñas y apedernaladas! Si te mandaran, ladrón desuellacaras, que te arrojaras de una alta torre al suelo; si te pidieran, enemigo del género humano, que te comieras una docena de sapos, dos de lagartos y tres de culebras; si te persuadieran a que mataras a tu mujer y a tus hijos con algún truculento y agudo alfanje, no fuera maravilla que te mostraras melindroso y esquivo; pero hacer caso de tres mil y trecientos azotes, que no hay niño de la doctrina, por ruin que sea, que no se los lleve cada mes, admira, adarva, espanta a todas las entrañas piadosas de los que lo escuchan, y aun las de todos aquellos que lo vinieren a saber con el discurso del tiempo. Pon, ¡oh miserable y endurecido animal!, pon, digo, esos tus ojos de machuelo espantadizo en las niñas destos míos, comparados a rutilantes estrellas, y veráslos llorar hilo a hilo y madeja a madeja, haciendo surcos, carreras y sendas por los hermosos campos de mis mejillas. Muévate, socarrón y malintencionado monstro, que la edad tan florida mía, que aún se está todavía en el diez y... de los años, pues tengo diez y nueve y no llego a veinte, se consume y marchita debajo de la corteza de una rústica labradora; y si ahora no lo parezco, es merced particular que me ha hecho el señor Merlín, que está presente, sólo porque te enternezca mi belleza; que las lágrimas de una afligida hermosura vuelven en algodón los riscos, y los tigres en ovejas. Date, date en esas carnazas, bestión indómito, y saca de harón ese brío, que a sólo comer y más comer te inclina, y pon en libertad la lisura de mis carnes, la mansedumbre de mi condición y la belleza de mi faz; y si por mí no quieres ablandarte ni reducirte a algún razonable término, hazlo por ese pobre caballero que a tu lado tienes; por tu amo, digo, de quien estoy viendo el alma, que la tiene atravesada en la garganta, no diez dedos de los labios, que no espera sino tu rígida o blanda repuesta, o para salirse por la boca, o para volverse al estómago.
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— O malavventurato scudiere! animalaccio, cuore di sughero, viscere di macigno, di acciaio! Se ti fosse comandato, o ladrone, o prepotente, di gittarti dall′alto al basso di una torre; se si esigesse da te, nemico dell′uman genere! che avessi ad ingoiarti una dozzina di rospi, due ramarri e tre serpenti; se ti avessero persuaso di ammazzare tua moglie e i tuoi figli con truculenta ed acuta scimitarra, non sarìa maraviglia che ti mostrassi schifo e restìo; ma reca bene sorpresa e sdegno e terrore al pietoso animo di chi ti ascolta e di quanti vivranno dopo di noi, l′udire che tu muovi difficoltà, e ti dai gran pensiero di tremila e trecento frustate, mentre non vi ha bambino di dottrina, per furfantello che sia, che in ogni mese non ne pigli altrettante! Volgi, o miserabile e indurito animale, volgi, ripeto, quei tuoi occhi di muletto ombroso, nelle pupille di questi miei, che sono tante roteanti stelle, e li vedrai a filo a filo, a matassa a matassa, sgorgare lagrime, facendo solchi, carriere e sentieri pei campi delle mie gote. Muovati, volpone e mostro malintenzionato, questa fiorente età mia, che sta nella decina e nella unità, non avendo ancora venti anni, e vedila come si consuma e appassisce sotto la scorza di razza villana. Ella è sola mercede segnalatissima del signor Merlino, che qua è presente, ch′io tale non sembri per solo fine d′intenerirti colla mia vaghezza, mentre le lagrime di beltà desolata convertono in bambagia le rupi e le tigri in agnelli. Ah batti, batti quelle tue carnacce, bestione indomito: spoltra quella tua anima, che pare nata per mangiare e per divorare; inclinati una volta a dare libertà a queste liscie mie carni, alla soavità del mio spirito, alle attrattive del mio sembiante, e se io non valgo ad addolcirti ed a condurti a termini ragionevoli, fallo almeno per quel misero cavaliere che ti sta accanto: fallo per quel tuo padrone, che tiene l′anima attraversata alla gola e non lontana dieci dita dai labbri, e che non aspetta altro fuorché barbara o dolce risposta per uscirgli dalla bocca o ritornargli dentro allo stomaco.»
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Tentóse, oyendo esto, la garganta don Quijote y dijo, volviéndose al duque.
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Dopo questi rimproveri, don Chisciotte si tastò la gola, e volgendosi al duca, disse:
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-Por Dios, señor, que Dulcinea ha dicho la verdad, que aquí tengo el alma atravesada en la garganta, como una nuez de ballesta.
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— Giuro, o signore, che Dulcinea ha detto la verità, mentre io tengo appunto l′anima attraversata alla gola, come una noce di balestra.
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-¿Qué decís vos a esto, Sancho? -preguntó la duquesa.
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— Ebbene, soggiunse la duchessa a Sancio, che rispondete voi adesso?
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-Digo, señora -respondió Sancho-, lo que tengo dicho que de los azotes, abernuncio.
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— Io rispondo, egli disse, quello che ho già detto, che alle frustate abernunzio.
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-Abrenuncio habéis de decir, Sancho, y no como decís -dijo el duque.
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— Abrenuncio, dovete dire, Sancio mio, replicò il duca.
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-Déjeme vuestra grandeza -respondió Sancho-, que no estoy agora para mirar en sotilezas ni en letras más a menos; porque me tienen tan turbado estos azotes que me han de dar, o me tengo de dar, que no sé lo que me digo, ni lo que me hago. Pero querría yo saber de la señora mi señora doña Dulcina del Toboso adónde aprendió el modo de rogar que tiene viene a pedirme que me abra las carnes a azotes, y llámame alma de cántaro y bestión indómito, con una tiramira de malos nombres, que el diablo los sufra. ¿Por ventura son mis carnes de bronce, o vame a mí algo en que se desencante o no? ¿Qué canasta de ropa blanca, de camisas, de tocadores y de escarpines, anque no los gasto, trae delante de sí para ablandarme, sino un vituperio y otro, sabiendo aquel refrán que dicen por ahí, que un asno cargado de oro sube ligero por una montaña, y que dádivas quebrantan peñas, y a Dios rogando y con el mazo dando, y que más vale un "toma" que dos "te daré"? Pues el señor mi amo, que había de traerme la mano por el cerro y halagarme para que yo me hiciese de lana y de algodón cardado, dice que si me coge me amarrará desnudo a un árbol y me doblará la parada de los azotes; y habían de considerar estos lastimados señores que no solamente piden que se azote un escudero, sino un gobernador; como quien dice "bebe con guindas". Aprendan, aprendan mucho de enhoramala a saber rogar, y a saber pedir, y a tener crianza, que no son todos los tiempos unos, ni están los hombres siempre de un buen humor. Estoy yo ahora reventando de pena por ver mi sayo verde roto, y vienen a pedirme que me azote de mi voluntad, estando ella tan ajena dello como de volverme cacique.
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— Per carità, la grandezza e celsitudine vostra mi lasci stare, rispose, che ho altro adesso per la testa che badare a sottigliezze, o se le lettere vadano a puntino al proprio luogo. Costoro mi fanno stare tutto sconvolto, e queste frustate che vogliono affibbiarmi o che debbo regalarmi da me medesimo, sono faccenda tale, che io non so più né quello che mi dica né quello che mi faccia. Ma vorrei sapere dalla mia signora Dulcinea del Toboso, chi è stato colui che le insegnò questi modi di pregare? Vuole che io mi diserti le carni a frustate, e in aggiunta mi favorisce dei titoli di animalaccio, di bestione indomito, con una sequenza di perfidi nomi che non li tollererebbe il demonio? Crede ella ch′io abbia le carni di bronzo? che importa a me ch′ella s′incanti o si disincanti? e poi che compenso mi dà? dov′è almeno una cesta di biancheria o di cuffie o di calzette (quantunque io non ne porti) che possa mitigarmi, senza passare da uno in altro vituperio? Si sa bene il proverbio che un asino carico d′oro monta leggermente sopra una montagna: che i donativi spezzano i sassi; che aiutati che io ti aiuterò; che più vale un prendi che un ti do: e il mio signor padrone, che dovrebbe lisciarmi la coda e incoraggirmi perché mi facessi di lana o di bambagia scardassata, aggiunge ancora egli che se mi piglia, mi lega nudo ad un albero e mi raddoppia la pietanza delle frustate! Dovrebbero considerare, questi sconsolati signori, che non solamente ora dimandano che si frusti uno scudiere, ma un governatore, e che questo non è mica bere un bicchiere di vino di visciole. Imparino, imparino, in loro malora, a saper pregare, a saper domandare e ad avere creanza: che i momenti non sono uguali, né gli uomini si trovano sempre di buon umore. Io sono qua coll′anima tutta amareggiata per vedere in brani il mio vestito verde, e vengono a dimandarmi che mi frusti di quella piena volontà che non ho e non avrò mai!
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-Pues en verdad, amigo Sancho -dijo el duque-, que si no os ablandáis más que una breva madura, que no habéis de empuñar el gobierno. ¡Bueno sería que yo enviase a mis insulanos un gobernador cruel, de entrañas pedernalinas, que no se doblega a las lágrimas de las afligidas doncellas, ni a los ruegos de discretos, imperiosos y antiguos encantadores y sabios! En resolución, Sancho, o vos habéis de ser azotado, o os han de azotar, o no habéis de ser gobernador.
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— In verità, amico Sancio, disse il duca, che se non v′intenerirete più che fico maturo, non arriverete mai a mettere le mani sulle redini d′un governo. Sarebbe egli giusto che io mandassi ai miei isolani un governatore di animo crudele, di viscere pietrine, che non si commuove al pianto delle sconsolate donzelle, né ai prieghi dei discreti, imperiosi ed antichi incantatori e savi? In sostanza, mio Sancio, o dovete frustarvi o dovete lasciarvi frustare; senza di ciò non diventerete mai governatore.
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-Señor -respondió Sancho-, ¿no se me darían dos días de término para pensar lo que me está mejor?
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— Signor mio, ripigliò Sancio, non mi si potrebbe dare due giorni di termine per pensar al mio meglio?
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-No, en ninguna manera -dijo Merlín-; aquí, en este instante y en este lugar, ha de quedar asentado lo que ha de ser deste negocio, o Dulcinea volverá a la cueva de Montesinos y a su prístino estado de labradora, o ya, en el ser que está, será llevada a los Elíseos Campos, donde estará esperando se cumpla el número del vápulo.
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— No, in verun modo disse Merlino: questo è affare che va deciso subito, in questo istante e in questo luogo medesimo: o Dulcinea tornerà alla grotta di Montésino, ed al suo pristino stato di villana, oppure sarà portata, nella forma nella quale ora sta, ai Campi Elisi, ed ivi starà attendendo che compiasi l′intera flagellazione.
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-Ea, buen Sancho -dijo la duquesa-, buen ánimo y buena correspondencia al pan que habéis comido del señor don Quijote, a quien todos debemos servir y agradar, por su buena condición y por sus altas caballerías. Dad el sí, hijo, desta azotaina, y váyase el diablo para diablo y el temor para mezquino; que un buen corazón quebranta mala ventura, como vos bien sabéis.
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— Or via, Sancio buono, disse la duchessa, buon animo e buona corrispondenza al pane che vi ha dato a mangiare il vostro signor don Chisciotte, cui noi tutti dobbiamo servire e piacere per le sue eccellenti qualità e per le sue esimie cavallerie: pronunziate il sì, figliuol mio, di questa frustatura; si sperda il diavolo e muoia la viltà, ché forte cuore, come voi ben sapete, scaccia la mala ventura.»
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A estas razones respondió con éstas disparatadas Sancho, que, hablando con Merlín, le preguntó.
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Dopo queste insinuazioni, Sancio si rivolse a Merlino, e così lo interrogò:
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-Dígame vuesa merced, señor Merlín cuando llegó aquí el diablo correo y dio a mi amo un recado del señor Montesinos, mandándole de su parte que le esperase aquí, porque venía a dar orden de que la señora doña Dulcinea del Toboso se desencantase, y hasta agora no hemos visto a Montesinos, ni a sus semejas.
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— Mi dica la signoria vostra, signor don Merlino, quando è venuto qua il diavolo corriere, e fece al mio padrone l′ambasciata del signor Montésino, ordinandogli da parte sua che lo attendesse in questo sito, disse che sarebbe venuto egli stesso a ordinar quanto occorreva per disincantare la signora Dulcinea del Toboso, ma sino ad ora non si è veduto né Montésino, né niente che lo somigli.
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A lo cual respondió Merlín.
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Merlino gli rispose:
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-El Diablo, amigo Sancho, es un ignorante y un grandísimo bellaco yo le envié en busca de vuestro amo, pero no con recado de Montesinos, sino mío, porque Montesinos se está en su cueva entendiendo, o, por mejor decir, esperando su desencanto, que aún le falta la cola por desollar. Si os debe algo, o tenéis alguna cosa que negociar con él, yo os lo traeré y pondré donde vos más quisiéredes. Y, por agora, acabad de dar el sí desta diciplina, y creedme que os será de mucho provecho, así para el alma como para el cuerpo para el alma, por la caridad con que la haréis; para el cuerpo, porque yo sé que sois de complexión sanguínea, y no os podrá hacer daño sacaros un poco de sangre.
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— Il diavolo, amico Sancio, è un ignorantone ed un grandissimo furbo. L′ho mandato io stesso in traccia del vostro padrone non con l′imbasciata di Montésino, ma a nome mio, perché Montésino sta sempre nella sua grotta, credendo vicino, o a meglio dire, aspettando il suo disincanto, né altro gli resta tuttavia che la coda da scorticare. Se qualche cosa vi dee consegnare, o voi avete di che trattare con lui, io nel trarrò fuori, e lo farò arrivare dove più vi piaccia, ma per adesso finite di dare il sì di questa disciplina, e credetemi che ridonderà a grande vostro giovamento, tanto per l′anima, atteso l′atto caritatevole che siete per eseguire, quando pel corpo, perché io so che siete di complessione sanguigna e non potrà recarvi nocumento il levarvi un poco di sangue.
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-Muchos médicos hay en el mundo hasta los encantadores son médicos -replicó Sancho-; pero, pues todos me lo dicen, aunque yo no me lo veo, digo que soy contento de darme los tres mil y trecientos azotes, con condición que me los tengo de dar cada y cuando que yo quisiere, sin que se me ponga tasa en los días ni en el tiempo; y yo procuraré salir de la deuda lo más presto que sea posible, porque goce el mundo de la hermosura de la señora doña Dulcinea del Toboso, pues, según parece, al revés de lo que yo pensaba, en efecto es hermosa. Ha de ser también condición que no he de estar obligado a sacarme sangre con la diciplina, y que si algunos azotes fueren de mosqueo, se me han de tomar en cuenta. Iten, que si me errare en el número, el señor Merlín, pues lo sabe todo, ha de tener cuidado de contarlos y de avisarme los que me faltan o los que me sobran.
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— Gl′incantatori sono forse anche medici? replicò Sancio. Orsù, giacché tutti vanno ribattendo il chiodo sebbene non vi concorra la mia volontà, dirò che sarò contento di darmi le tremila e trecento frustate, a condizione per altro che me le darò come e quando mi verrà voglia, senza che mi sia segnalato limite nei giorni e nel tempo. Io procurerò d′uscir del debito il più presto che per me si potrà, affinché goda il mondo della bellezza e vaghezza della grande signora donna Dulcinea del Toboso, che per quello che s′è veduto, tuttoché io ne pensassi diversamente, ella è bellissima. Io voglio poi un altro patto, ed è che io non posso essere obbligato a disciplinarmi a sangue, e che se mi darò qualche frustata per cacciare via le mosche, mi si dovrà porre a conto: item che se sbagliassi nel numero il signor Merlino, che sa tutte le cose, ha da aver cura di contare le frustate e di dirmi o quante ne manchino o quante ne avanzino.
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-De las sobras no habrá que avisar -respondió Merlín-, porque, llegando al cabal número, luego quedará de improviso desencantada la señora Dulcinea, y vendrá a buscar, como agradecida, al buen Sancho, y a darle gracias, y aun premios, por la buena obra. Así que no hay de qué tener escrúpulo de las sobras ni de las faltas, ni el cielo permita que yo engañe a nadie, aunque sea en un pelo de la cabeza.
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— Dell′avanzo non occorrerà avvisare, disse Merlino, mentre compito il prescritto numero, seguirà d′improvviso il disincanto della signora Dulcinea, la quale, mossa da gratitudine, si recherà in traccia del buon Sancio a ringraziarlo ed anche a premiarlo per la eccellente opera che avrà compita. E perciò non occorrono scrupoli sull′avanzo, ma stare attenti al mancamento, che non ingannerò mai alcuno al mondo, se bene si trattasse d′un pelo della testa.
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-¡Ea, pues, a la mano de Dios! -dijo Sancho-. Yo consiento en mi mala ventura; digo que yo acepto la penitencia con las condiciones apuntadas.
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— Ebbene alle mani disse Sancio: io consento al mio malanno, e voglio dire che accetto la penitenza colle condizioni sopraccennate.»
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Apenas dijo estas últimas palabras Sancho, cuando volvió a sonar la música de las chirimías y se volvieron a disparar infinitos arcabuces, y don Quijote se colgó del cuello de Sancho, dándole mil besos en la frente y en las mejillas. La duquesa y el duque y todos los circunstantes dieron muestras de haber recebido grandísimo contento, y el carro comenzó a caminar; y, al pasar, la hermosa Dulcinea inclinó la cabeza a los duques y hizo una gran reverencia a Sancho.
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Non aveva appena Sancio terminato di proferire queste ultime parole, che tornossi a sentire suoni di pifferi e di tamburi e a sparar infiniti archibugi, e don Chisciotte abbandonatosi al collo del suo scudiere, lo baciò mille volte in fronte e nelle guancie. La duchessa, il duca ed i circostanti tutti diedero segno di avere provato sommo contento: il carro riprese il cammino, e la vezzosa Dulcinea, passando, inchinò la testa dinanzi ai duchi e fece a Sancio una profonda riverenza.
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Y ya, en esto, se venía a más andar el alba, alegre y risueña las florecillas de los campos se descollaban y erguían, y los líquidos cristales de los arroyuelos, murmurando por entre blancas y pardas guijas, iban a dar tributo a los ríos que los esperaban. La tierra alegre, el cielo claro, el aire limpio, la luz serena, cada uno por sí y todos juntos, daban manifiestas señales que el día, que al aurora venía pisando las faldas, había de ser sereno y claro. Y, satisfechos los duques de la caza y de haber conseguido su intención tan discreta y felicemente, se volvieron a su castillo, con prosupuesto de segundar en sus burlas, que para ellos no había veras que más gusto les diesen.
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Già venia per le poste l′alba lieta e ridente; i fiorellini nei campi spuntavano e germogliavano, e i liquidi cristalli dei fonti, collo scorrere mormorando tra bianca e bigia ghiaia, andavano a dare tributi ai fiumi che li attendevano. La terra allegra, il cielo placido, l′aere puro, la luce serena, ognuno di per sé e tutti congiuntamente mostravano ad evidenza che un giorno preceduto da sì vaga aurora, bello e risplendente dovesse riuscire. Soddisfatti i duchi della caccia e della felice e avveduta riuscita del loro divisamento, tornarono al castello, proponendo seco medesimi di procedere nelle burle, in paragone delle quali non poteva esservi cosa fondata sul vero, da cui ritrarre potessero maggior diletto.
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II. Capítulo XXXVI. Donde se cuenta la estraña y jamás imaginada aventura de la dueña Dolorida, alias de la condesa Trifaldi, con una carta que Sancho Panza escribió a su mujer Teresa Panza.
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CAPITOLO XXXVI RACCONTASI LA STRANA E NON PRIMA IMMAGINATA VENTURA DELLA MATRONA DOLORIDA, DETTA ALTRIMENTI LA CONTESSA TRIFALDI; E SI LEGGERÀ UNA LETTERA SCRITTA DA SANCIO PANCIA A SUA MOGLIE TERESA PANCIA.
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Tenía un mayordomo el duque de muy burlesco y desenfadado ingenio, el cual hizo la figura de Merlín y acomodó todo el aparato de la aventura pasada, compuso los versos y hizo que un paje hiciese a Dulcinea. Finalmente, con intervención de sus señores, ordenó otra del más gracioso y estraño artificio que puede imaginarse.
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L′uomo di più scherzoso e gioviale ingegno nella corte del duca era il maggiordomo. Costui aveva rappresentato Merlino, disposto l′intero apparato della già seguita ventura, composti i versi, ed ammaestrato un paggio ad eseguire le parti di Dulcinea. Ora, col consenso dei duchi, altra burla egli ordì del più grazioso e strano artifizio che possa mai immaginarsi.
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Preguntó la duquesa a Sancho otro día si había comenzado la tarea de la penitencia que había de hacer por el desencanto de Dulcinea. Dijo que sí, y que aquella noche se había dado cinco azotes. Preguntóle la duquesa que con qué se los había dado. Respondió que con la mano.
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In altro giorno la duchessa dimandò a Sancio se avesse cominciato il compito della penitenza da fare pel disincanto di Dulcinea. Rispos′egli di sì, e che già si avea dato nella scorsa notte cinque frustate. Chiese la duchessa di che si era valso a far questo. — Delle mani, diss′egli.
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-Eso -replicó la duquesa- más es darse de palmadas que de azotes. Yo tengo para mí que el sabio Merlín no estará contento con tanta blandura; menester será que el buen Sancho haga alguna diciplina de abrojos, o de las de canelones, que se dejen sentir; porque la letra con sangre entra, y no se ha de dar tan barata la libertad de una tan gran señora como lo es Dulcinea por tan poco precio; y advierta Sancho que las obras de caridad que se hacen tibia y flojamente no tienen mérito ni valen nada.
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— Quest′è, soggiunse la duchessa, piuttosto un darsi palmate che frustate, ed io sono di avviso che il savio Merlino non si contenterà di tanta piacevolezza, e sarà mestieri che il buon Sancio usi di qualche disciplina fatta di stelle di ferro, o di altro genere che squarci un poco le carni; poiché nel comando ci entra il sangue, né si deve mettere a vile prezzo la libertà di una tanto alta signora quanto è Dulcinea del Toboso.»
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A lo que respondió Sancho.
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Al che Sancio rispose:
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-Déme vuestra señoría alguna diciplina o ramal conveniente, que yo me daré con él como no me duela demasiado, porque hago saber a vuesa merced que, aunque soy rústico, mis carnes tienen más de algodón que de esparto, y no será bien que yo me descríe por el provecho ajeno.
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— La vostra grandezza mi appresterà qualche disciplina o verga conveniente, ed io mi batterò con esse, a condizione però che non ne abbia a sentire troppo dolore; perché sappia che quantunque io sia nato in villa, ho le carni morbide come la bambagia, né sono fatte di giunco marino; e poi non sarà conveniente che io faccia male a me per far bene ad altri.
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-Sea en buena hora -respondió la duquesa- yo os daré mañana una diciplina que os venga muy al justo y se acomode con la ternura de vuestras carnes, como si fueran sus hermanas propias.
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— Alla buon′ora, rispose la duchessa, vi darò dimani una disciplina che metterà la cosa ai termini di giustizia, e si adatterà alla tenerezza delle vostre carni, come se fossero proprie sorelle.»
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A lo que dijo Sancho.
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Soggiunse Sancio:
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-Sepa vuestra alteza, señora mía de mi ánima, que yo tengo escrita una carta a mi mujer Teresa Panza, dándole cuenta de todo lo que me ha sucedido después que me aparté della; aquí la tengo en el seno, que no le falta más de ponerle el sobreescrito; querría que vuestra discreción la leyese, porque me parece que va conforme a lo de gobernador, digo, al modo que deben de escribir los gobernadores.
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— Sappia vostra altezza, signora mia cara, che io ho scritto una lettera a mia moglie Teresa Pancia, con la quale la rendo consapevole di tutto quello che mi è successo da quando io la ho lasciata; e l′ho qua in seno, che altro non vi manca che di farle la soprascritta: ora bramerei che la vostra discrezione la leggesse, perché mi pare che sia alla governatoresca, e voglio dire come debbono scrivere i governatori.
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-¿Y quién la notó? -preguntó la duquesa.
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— E chi ne fece la dettatura? dimandò la duchessa.
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-¿Quién la había de notar sino yo, pecador de mí? -respondió Sancho.
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— E chi deve averla dettata altri che io, povero peccatore? rispose Sancio.
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-¿Y escribístesla vos? -dijo la duquesa.
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— La scriveste di vostro pugno? disse la duchessa.
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-Ni por pienso -respondió Sancho-, porque yo no sé leer ni escribir, puesto que sé firmar.
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— Come diamine può vostra altezza supporlo? rispose Sancio; sa bene che io non so né leggere né scrivere, e non so altro che sottoscrivere e mettere la firma.
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-Veámosla -dijo la duquesa-, que a buen seguro que vos mostréis en ella la calidad y suficiencia de vuestro ingenio.
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— Vediamo, soggiunse la duchessa, questa lettera, perché scommetterei che voi spiegherete nella medesima la qualità e sufficienza del vostro ingegno.»
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Sacó Sancho una carta abierta del seno, y, tomándola la duquesa, vio que decía desta manera.
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Sancio cavò fuori dal seno una lettera non sigillata, e leggendola la duchessa, trovò ch′era concepita nei seguenti termini:
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Carta de Sancho Panza a Teresa Panza, su mujer.
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LETTERA DI SANCIO PANCIA A TERESA PANCIA SUA MOGLIE.
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Si buenos azotes me daban, bien caballero me iba; si buen gobierno me tengo, buenos azotes me cuesta. Esto no lo entenderás tú, Teresa mía, por ahora; otra vez lo sabrás. Has de saber, Teresa, que tengo determinado que andes en coche, que es lo que hace al caso, porque todo otro andar es andar a gatas. Mujer de un gobernador eres, ¡mira si te roerá nadie los zancajos! Ahí te envío un vestido verde de cazador, que me dio mi señora la duquesa; acomódale en modo que sirva de saya y cuerpos a nuestra hija. Don Quijote, mi amo, según he oído decir en esta tierra, es un loco cuerdo y un mentecato gracioso, y que yo no le voy en zaga. Hemos estado en la cueva de Montesinos, y el sabio Merlín ha echado mano de mí para el desencanto de Dulcinea del Toboso, que por allá se llama Aldonza Lorenzo con tres mil y trecientos azotes, menos cinco, que me he de dar, quedará desencantada como la madre que la parió. No dirás desto nada a nadie, porque pon lo tuyo en concejo, y unos dirán que es blanco y otros que es negro. De aquí a pocos días me partiré al gobierno, adonde voy con grandísimo deseo de hacer dineros, porque me han dicho que todos los gobernadores nuevos van con este mesmo deseo; tomaréle el pulso, y avisaréte si has de venir a estar conmigo o no. El rucio está bueno, y se te encomienda mucho; y no le pienso dejar, aunque me llevaran a ser Gran Turco. La duquesa mi señora te besa mil veces las manos; vuélvele el retorno con dos mil, que no hay cosa que menos cueste ni valga más barata, según dice mi amo, que los buenos comedimientos. No ha sido Dios servido de depararme otra maleta con otros cien escudos, como la de marras, pero no te dé pena, Teresa mía, que en salvo está el que repica, y todo saldrá en la colada del gobierno; sino que me ha dado gran pena que me dicen que si una vez le pruebo, que me tengo de comer las manos tras él; y si así fuese, no me costaría muy barato, aunque los estropeados y mancos ya se tienen su calonjía en la limosna que piden; así que, por una vía o por otra, tú has de ser rica, de buena ventura. Dios te la dé, como puede, y a mí me guarde para servirte. Deste castillo, a veinte de julio de 1614.
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«Se buone frustate mi davano, io me ne stava bravamente a cavallo: se buon governo io tengo, buone frustate mi costa. Questa cosa tu non la capirai bene, Teresa mia, per adesso, ma la intenderai a puntino in altra occasione. Devi sapere, Teresa, che ho stabilito che tu vada in cocchio: che è quello che importa: perché ogni altra maniera di andare è come andare carpone. Sei moglie d′un governatore. Oh guarda un poco se vi sarà più chi ti taglierà i panni addosso! Ti mando, colla presente lettera, un casaccone verde da cacciatore, che mi fu regalato dalla mia signora duchessa: assettalo in maniera che possa servire di zimarra e di busto alla nostra figliuola. Don Chisciotte mio padrone, per quanto ho inteso dire in questo paese, è un pazzo savio, e un balordone grazioso, né io sono da manco di lui. Siamo stati nella grotta di Montésino, ed il savio Merlino s′è valso di me per disincantare Dulcinea del Toboso, che in codeste nostre bande si chiama Aldonza Lorenzo. Con tremila e trecento frustate da darmi, meno cinque che già mi ho date, resterà Dulcinea disincantata come la madre che l′ha partorita. Bada bene di non dir niente di questo a persona viva, perché se metti la cosa nell′altrui giudizio, altri diranno ch′è bianca, altri ch′è nera. Fra pochi giorni partirò pel mio governo, dove mi porto con grandissimo desiderio di far denari, perché mi viene detto che tutti i governatori nuovi vi vanno con questo proposito. Io tasterò il polso ai miei amministrati, e ti darò avviso se tu debba o no venire a startene meco. L′asino sta bene, ed a te si raccomanda caldamente, ed io fo il mio conto di non scostarmi da lui, quando anche mi facessero diventare il Gran Turco. La duchessa mia signora ti bacia mille volte le mani, e tu rendi ad essa il contraccambio con duemila; che non vi è cosa più a buon mercato, dice il mio padrone, e che meno costi, del procedere con creanza con tutti. Non è piaciuto a Dio di farmi inciampare in qualche altro valigiotto con altri cento scudi, come fu la volta passata, ma non te ne pigliare fastidio, Teresa mia, che non l′andrà male: non la perde chi batte e ribatte, e tutto uscirà in bene col colatoio del governo. Mi dà molto imbarazzo quello che ho inteso dire, che se una volta mi ci metto dentro, me ne mangerò per gran diletto le dita: se la faccenda andasse così, non lo avrei a troppo buon mercato, ma già anche gli storpiati ed i monchi hanno il loro canonicato nella limosina che vanno accattando; perciò in un modo o nell′altro tu hai ad essere ricca e di buona ventura. Dio te la conceda in ogni retto modo, e custodisca me per servirti. Da questo castello, ai 20 di luglio 1614.
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Tu marido el gobernador, Sancho Panza.
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Tuo marito il governatore SANCIO PANCIA.»
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En acabando la duquesa de leer la carta, dijo a Sancho.
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La duchessa, com′ebbe terminato di leggere la lettera, disse a Sancio:
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-En dos cosas anda un poco descaminado el buen gobernador la una, en decir o dar a entender que este gobierno se le han dado por los azotes que se ha de dar, sabiendo él, que no lo puede negar, que cuando el duque, mi señor, se le prometió, no se soñaba haber azotes en el mundo; la otra es que se muestra en ella muy codicioso, y no querría que orégano fuese, porque la codicia rompe el saco, y el gobernador codicioso hace la justicia desgobernada.
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— In due cose esce dal seminato il nostro buon governatore: consiste l′una nell′asserire o nel dare ad intendere che gli sia conferito questo governo per le frustate che si deve dare, mentre sa bene, né può negarlo, che quando che gli è stato promesso dal duca mio signore, egli neppure sognavasi che ci fossero frustate al mondo; l′altra si è che spiega un carattere di grande avarizia, ed io non vorrei che nascesse qualche disordine, perché il soverchio rompe il coperchio, ed il governatore avaro fa che la giustizia resti svergognata.
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-Yo no lo digo por tanto, señora -respondió Sancho-; y si a vuesa merced le parece que la tal carta no va como ha de ir, no hay sino rasgarla y hacer otra nueva, y podría ser que fuese peor si me lo dejan a mi caletre.
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— Le mie parole non mirano a questo fine, rispose Sancio: e se a vossignoria pare che la mia lettera non vada a dovere, costa poca fatica lo stracciarla, e lo scriverne una nuova, la quale, per altro, sarebbe facile che riuscisse peggiore, se si lasciasse fare al mio cervellaccio.
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-No, no -replicó la duquesa-, buena está ésta, y quiero que el duque la vea.
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— No, no, replicò la duchessa, sta bene così, e voglio che il duca la vegga.
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Con esto se fueron a un jardín, donde habían de comer aquel día. Mostró la duquesa la carta de Sancho al duque, de que recibió grandísimo contento. Comieron, y después de alzado los manteles, y después de haberse entretenido un buen espacio con la sabrosa conversación de Sancho, a deshora se oyó el son tristísimo de un pífaro y el de un ronco y destemplado tambor. Todos mostraron alborotarse con la confusa, marcial y triste armonía, especialmente don Quijote, que no cabía en su asiento de puro alborotado; de Sancho no hay que decir sino que el miedo le llevó a su acostumbrado refugio, que era el lado o faldas de la duquesa, porque real y verdaderamente el son que se escuchaba era tristísimo y malencólico.
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Si recarono allora in un giardino dove aveano deliberato di pranzare in quel giorno, e la duchessa mostrò la lettera di Sancio al duca, il quale si mostrò molto persuaso del suo contenuto. Desinarono, e dopo levate le tovaglie e dopo essersi trattenuti per buono spazio di tempo colla saporita conversazione di Sancio, si udì inaspettatamente il mestissimo suono di un piffero e di uno scordato tamburo. Tutti fecero mostra di agitazione, attesa quella confusa, guerriera e malinconica armonia, e don Chisciotte singolarmente, il quale vedeasi che non poteva più star saldo nella sua sedia, pel grande rimescolamento della persona.
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Y, estando todos así suspensos, vieron entrar por el jardín adelante dos hombres vestidos de luto, tan luego y tendido que les arrastraba por el suelo; éstos venían tocando dos grandes tambores, asimismo cubiertos de negro. A su lado venía el pífaro, negro y pizmiento como los demás. Seguía a los tres un personaje de cuerpo agigantado, amantado, no que vestido, con una negrísima loba, cuya falda era asimismo desaforada de grande. Por encima de la loba le ceñía y atravesaba un ancho tahelí, también negro, de quien pendía un desmesurado alfanje de guarniciones y vaina negra. Venía cubierto el rostro con un trasparente velo negro, por quien se entreparecía una longísima barba, blanca como la nieve. Movía el paso al son de los tambores con mucha gravedad y reposo. En fin, su grandeza, su contoneo, su negrura y su acompañamiento pudiera y pudo suspender a todos aquellos que sin conocerle le miraron.
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Non occorre di parlare di Sancio, ché la paura lo trasse al suo consueto rifugio, ch′era il mettersi accanto o sulle falde del vestito della duchessa; e in realtà era quanto si può dire tetro e lugubre il suono che udivasi. Stando tutti così sospesi, videro avanzarsi pel giardino due uomini in abito bruno, sì lungo e disteso, che andavano strascicandolo per terra, e procedevano suonando due grandissimi tamburi, coperti egualmente di nero, tenendo a lato il suonatore di piffero, bruno e nero, anch′egli. Erano questi tre seguitati da un personaggio di gigantesca statura, rivestito e coperto tutto di nerissima zimarra, la cui falda era pure di smisurata grandezza. La zimarra era cinta, nella parte superiore, da un largo armacollo, nero pur esso, e da cui pendeva smisurata scimitarra con fornimenti e con fodero nero, anche il viso era nascosto da nero velo trasparente, che lasciava scoprire lunghissima barba, bianca come la neve; e con molta gravità e posatamente moveva il passo al suono dei tamburi: infine la sua grandezza, l′attitudine, la nerezza ed il suo accompagnamento potevano incutere terrore a tutti quelli che senza conoscerlo lo guardavano.
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Llegó, pues, con el espacio y prosopopeya referida a hincarse de rodillas ante el duque, que en pie, con los demás que allí estaban, le atendía; pero el duque en ninguna manera le consintió hablar hasta que se levantase. Hízolo así el espantajo prodigioso, y, puesto en pie, alzó el antifaz del rostro y hizo patente la más horrenda, la más larga, la más blanca y más poblada barba que hasta entonces humanos ojos habían visto, y luego desencajó y arrancó del ancho y dilatado pecho una voz grave y sonora, y, poniendo los ojos en el duque, dijo.
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Giunse dunque con quelle forme e con quella prosopopea a mettersi ginocchioni dinanzi al duca; il quale ritto attendevalo cogli altri circostanti, e non volle a patto alcuno che movesse parola, se prima non si levasse.Così fece quel prodigioso spauracchio; e quando fu in piedi alzò il velo, e diè a divedere la più bianca e la più folta barba che occhio umano fino allora avesse ravvisato: poscia trasse fuori dal dilatato suo petto grossa e sonora voce, e posti gli occhi sul duca, si fece a dire:
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-Altísimo y poderoso señor, a mí me llaman Trifaldín el de la Barba Blanca; soy escudero de la condesa Trifaldi, por otro nombre llamada la Dueña Dolorida, de parte de la cual traigo a vuestra grandeza una embajada, y es que la vuestra magnificencia sea servida de darla facultad y licencia para entrar a decirle su cuita, que es una de las más nuevas y más admirables que el más cuitado pensamiento del orbe pueda haber pensado. Y primero quiere saber si está en este vuestro castillo el valeroso y jamás vencido caballero don Quijote de la Mancha, en cuya busca viene a pie y sin desayunarse desde el reino de Candaya hasta este vuestro estado, cosa que se puede y debe tener a milagro o a fuerza de encantamento. Ella queda a la puerta desta fortaleza o casa de campo, y no aguarda para entrar sino vuestro beneplácito. Dije.
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— Altissimo e potente signore, io sono denominato Trifaldino dalla barba bianca. Io sono lo scudiere della contessa Trifaldi, chiamata con altro nome la matrona Dolorida, da parte di cui porto un′imbasciata alla grandezza vostra, ed è che piaccia alla vostra magnificenza di darle facoltà e licenza che possa presentarsi a narrare la sua grande sventura, ch′è una delle più straordinarie e maravigliose che possa mai entrare in pensiero. E prima di altro vuol ella sapere se trovasi in questo vostro castello il valoroso e non mai vinto cavaliere don Chisciotte della Mancia; in traccia di cui viene a piedi, avendo digiunato dal regno di Candaia sino a questo vostro stato: cosa che ascrivere si può a miracolo od a forza d′incantamento. Ora ella è rimasta alla porta di questa fortezza o villa, né altro attende, per entrarvi, fuorché la vostra permissione.»
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Y tosió luego y manoseóse la barba de arriba abajo con entrambas manos, y con mucho sosiego estuvo atendiendo la respuesta del duque, que fue.
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Disse, tossì, portò le mani alla barba, dimenandosela, e con sussiego stava aspettando la risposta del duca, che fu questa:
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-Ya, buen escudero Trifaldín de la Blanca Barba, ha muchos días que tenemos noticia de la desgracia de mi señora la condesa Trifaldi, a quien los encantadores la hacen llamar la Dueña Dolorida; bien podéis, estupendo escudero, decirle que entre y que aquí está el valiente caballero don Quijote de la Mancha, de cuya condición generosa puede prometerse con seguridad todo amparo y toda ayuda; y asimismo le podréis decir de mi parte que si mi favor le fuere necesario, no le ha de faltar, pues ya me tiene obligado a dársele el ser caballero, a quien es anejo y concerniente favorecer a toda suerte de mujeres, en especial a las dueñas viudas, menoscabadas y doloridas, cual lo debe estar su señoría.
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— Corrono già, mio buono scudiere Trifaldino dalla bianca barba, molti giorni da che mi è nota la disgrazia della contessa Trifaldi, signora mia, dall′incantatori chiamata la matrona Dolorida. Potete dirle, o maraviglioso scudiere, ch′entri, e che sta qui appunto il gagliardo cavaliere don Chisciotte della Mancia, dal cui generoso animo può promettersi con certezza ogni difesa ed aiuto, e potete dirle ancora da parte mia che se avrà bisogno del mio avere, questo non le mancherà, ché mi tiene obbligato l′essere cavaliere, a cui è debito assoluto di proteggere ogni sorta di donne, ed in special modo le matrone vedove, povere e afflitte, come debbe esserlo la contessa.»
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Oyendo lo cual Trifaldín, inclinó la rodilla hasta el suelo, y, haciendo al pífaro y tambores señal que tocasen, al mismo son y al mismo paso que había entrado, se volvió a salir del jardín, dejando a todos admirados de su presencia y compostura. Y, volviéndose el duque a don Quijote, le dijo.
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Ciò udendo Trifaldino piegò il ginocchio sino terra, e poscia dando segno al piffero ed al tamburino che suonassero, allo stesso suono e allo stesso passo con cui egli era entrato, uscì dal giardino, lasciando tutti trasecolati del suo trasfiguramento. Voltossi il duca a don Chisciotte, e gli disse:
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-En fin, famoso caballero, no pueden las tinieblas de malicia ni de la ignorancia encubrir y escurecer la luz del valor y de la virtud. Digo esto porque apenas ha seis días que la vuestra bondad está en este castillo, cuando ya os vienen a buscar de lueñas y apartadas tierras, y no en carrozas ni en dromedarios, sino a pie y en ayunas; los tristes, los afligidos, confiados que han de hallar en ese fortísimo brazo el remedio de sus cuitas y trabajos, merced a vuestras grandes hazañas, que corren y rodean todo lo descubierto de la tierra.
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— Non può rivocarsi in dubbio, o celebratissimo cavaliere, che lo splendore della virtù non può essere oscurato dalle tenebre della malizia e della ignoranza. Così mi esprimo, perché non conta appena la bontà vostra la dimora di soli sei giorni in questo mio castello, che già viene gente in traccia di voi da lontani e rimoti paesi: né si valgono di carrozze o di dromedari, ma viaggiano a piedi e digiuni i dogliosi e gli afflitti, confidati di trovare nel vostro fortissimo braccio rimedio alle loro sciagure ed ai loro travagli: e tutto questo la mercé delle sublimi imprese vostre, le quali riempiono e sbalordiscono tutta la terra scoperta.
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-Quisiera yo, señor duque -respondió don Quijote-, que estuviera aquí presente aquel bendito religioso que a la mesa el otro día mostró tener tan mal talante y tan mala ojeriza contra los caballeros andantes, para que viera por vista de ojos si los tales caballeros son necesarios en el mundo tocara, por lo menos, con la mano que los extraordinariamente afligidos y desconsolados, en casos grandes y en desdichas inormes no van a buscar su remedio a las casas de los letrados, ni a la de los sacristanes de las aldeas, ni al caballero que nunca ha acertado a salir de los términos de su lugar, ni al perezoso cortesano que antes busca nuevas para referirlas y contarlas, que procura hacer obras y hazañas para que otros las cuenten y las escriban; el remedio de las cuitas, el socorro de las necesidades, el amparo de las doncellas, el consuelo de las viudas, en ninguna suerte de personas se halla mejor que en los caballeros andantes, y de serlo yo doy infinitas gracias al cielo, y doy por muy bien empleado cualquier desmán y trabajo que en este tan honroso ejercicio pueda sucederme. Venga esta dueña y pida lo que quisiere, que yo le libraré su remedio en la fuerza de mi brazo y en la intrépida resolución de mi animoso espíritu.
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— Io vorrei, signor duca, rispose don Chisciotte, che qui presente si trovasse ora quel buon religioso che l′altro giorno alla vostra tavola spiegò sì mal talento e sì mal animo contro i cavalieri erranti: e vedrebbe egli adesso cogli occhi suoi proprï se il mondo abbia necessità o non l′abbia di noi cavalieri; toccherebbe con mano che gli oppressi da straordinarie traversie ed afflizioni, nei casi importanti e nelle grandi disdette, non vanno già a mendicare sovvenimento alle abitazioni dei letterati, né agli alberghi dei sagrestani dei contadi, né al cavaliere che non trovò mai la via di uscire dai confini del suo paese, né al cortigiano infingardo, avido di novelle per divulgarle, anzi che di accingersi a fatti ed a prodezze meritevoli di essere da altri raccontate e descritte. Il porgere rimedio alle sventure, soccorso alle indigenze, protezioni alle donzelle, consolazioni alle vedove, in verun ordine di persone, non trovansi meglio che nei cavalieri erranti. Non finirò mai di rendere grazie al cielo che mi diede di potermi vantare di questo nome, ed avrei per venturosi e ben sofferti i travagli e le disgrazie che in avvenire potesse mai cagionarmi sì onorato esercizio. Vengane pur avanti questa matrona, e mi significhi ciò che brama, mentre io le farò trovare ogni salvezza nel valore del mio braccio e nella intrepida risoluzione dell′animoso mio spirito.
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II. Capítulo XXXVII. Donde se prosigue la famosa aventura de la dueña Dolorida.
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CAPITOLO XXXVII CONTINUA LA FAMOSA VENTURA DELLA MATRONA DOLORIDA.
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En estremo se holgaron el duque y la duquesa de ver cuán bien iba respondiendo a su intención don Quijote, y a esta sazón dijo Sancho.
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Lietissimi furono il duca e la duchessa vedendo con quanta facilità veniva secondata la loro intenzione da don Chisciotte; e Sancio loro disse così:
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-No querría yo que esta señora dueña pusiese algún tropiezo a la promesa de mi gobierno, porque yo he oído decir a un boticario toledano que hablaba como un silguero que donde interviniesen dueñas no podía suceder cosa buena. ¡Válame Dios, y qué mal estaba con ellas el tal boticario! De lo que yo saco que, pues todas las dueñas son enfadosas e impertinentes, de cualquiera calidad y condición que sean, ¿qué serán las que son doloridas, como han dicho que es esta condesa Tres Faldas, o Tres Colas?; que en mi tierra faldas y colas, colas y faldas, todo es uno.
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— Non vorrei veramente che questa signora matrona venisse a far zoppicare la faccenda del mio governo, avendo io inteso dire da uno speziale di Toledo che parlava come un canarino, che dov′entrano matrone, nulla può succedere mai di bene: e sì, per la vita mia, che in mano di lui erano conce per lo dì delle feste! Io cavo tal conseguenza da questo, che se tutte le matrone sono fastidiose e impertinenti, qualunque ne sia la loro condizione e natura, che avranno mai da essere quelle che sono Doloride, come hanno detto esser questa contessa da tre falde o tre code? che falde e code, code e falde nella mia terra suonano una cosa istessa.
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-Calla, Sancho amigo -dijo don Quijote-, que, pues esta señora dueña de tan lueñes tierras viene a buscarme, no debe ser de aquellas que el boticario tenía en su número, cuanto más que ésta es condesa, y cuando las condesas sirven de dueñas, será sirviendo a reinas y a emperatrices, que en sus casas son señorísimas que se sirven de otras dueñas.
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— Taci, amico Sancio, disse don Chisciotte, poiché venendo questa signora matrona da sì lontani paesi a cercarmi non debb′essere posta nel numero di quelle accennate dallo speziale: tanto più che ella ha titolo di contessa, e quando le contesse fanno ufficio di matrone, è mestieri credere che stieno al servigio di regine e d′imperatrici, le quali nelle case loro sono signorissime, e si fanno sempre servir da così fatte matrone.»
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A esto respondió doña Rodríguez, que se halló presente.
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Rispose a questo donna Rodrighez che stava nella conversazione:
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-Dueñas tiene mi señora la duquesa en su servicio, que pudieran ser condesas si la fortuna quisiera, pero allá van leyes do quieren reyes; y nadie diga mal de las dueñas, y más de las antiguas y doncellas; que, aunque yo no lo soy, bien se me alcanza y se me trasluce la ventaja que hace una dueña doncella a una dueña viuda; y quien a nosotras trasquiló, las tijeras le quedaron en la mano.
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— Tiene la duchessa, signora mia, al suo servigio matrone che potrebbero essere contesse quando fossero favorite dalla fortuna; ma le cose seguono il loro destino, e non osi alcuno mormorare delle matrone, e molto meno se sono vecchie e donzelle, che quantunque io non mi trovi in tal caso, pure so ed ho presente la prevalenza delle matrone donzelle sopra le matrone vedove; e, come suol dirsi, chi ci ha tosate, rimase al fine del conto colle forbici in mano.
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-Con todo eso -replicó Sancho-, hay tanto que trasquilar en las dueñas, según mi barbero, cuanto será mejor no menear el arroz, aunque se pegue.
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— Contuttociò, replicò Sancio, vi è da tosare tanto nelle matrone (per quanto diceva il mio barbiere) che sarebbe meglio non rimescolare altro questa faccenda perché la pute.
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-Siempre los escuderos -respondió doña Rodríguez- son enemigos nuestros; que, como son duendes de las antesalas y nos veen a cada paso, los ratos que no rezan, que son muchos, los gastan en murmurar de nosotras, desenterrándonos los huesos y enterrándonos la fama. Pues mándoles yo a los leños movibles, que, mal que les pese, hemos de vivir en el mundo, y en las casas principales, aunque muramos de hambre y cubramos con un negro monjil nuestras delicadas o no delicadas carnes, como quien cubre o tapa un muladar con un tapiz en día de procesión. A fe que si me fuera dado, y el tiempo lo pidiera, que yo diera a entender, no sólo a los presentes, sino a todo el mundo, cómo no hay virtud que no se encierre en una dueña.
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— Sempre gli scudieri, soggiunse donna Rodrighez, sono stati dichiarati nemici nostri, che come quelli che sono i folletti delle anticamere, e ci hanno di continuo sott′occhio, negl′intervalli nei quali non dicono la corona (che sono lunghi), si trattengono a mormorare di noi disotterrandoci le ossa e sotterrandoci la riputazione. Sappiano però codesti legni movibili, che a loro marcio dispetto noi abbiamo a vivere nel mondo e ad essere accolte nelle signorili famiglie anche se vi moriamo di fame, e se copriamo di nera tonaca le nostre delicate e non delicate carni. — Come, disse Sancio, nei giorni di processione si coprono con tappeto i monti delle spazzature. — Oh, continuava a dire la matrona, se mi lasciassero fare, e il tempo lo permettesse, io m′impegnerei di provar ad evidenza non pure a chi adesso mi ascolta, ma sì bene al mondo tutto, come non vi è su questa terra virtù che non alligni in cuore di matrona.
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-Yo creo -dijo la duquesa- que mi buena doña Rodríguez tiene razón, y muy grande; pero conviene que aguarde tiempo para volver por sí y por las demás dueñas, para confundir la mala opinión de aquel mal boticario, y desarraigar la que tiene en su pecho el gran Sancho Panza.
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— Per me, disse la duchessa, credo che la mia buona donna Rodrighez dica il vero, ed abbia pienissima ragione, ma mi pare che le convenga di rimettersi a circostanza più opportuna per parlare di sé e delle sue altre matrone, e così ribattere la mala opinione di quel tristo speziale e sradicare quella che sta in petto al gran Sancio Pancia.»
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A lo que Sancho respondió.
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A questo punto Sancio disse:
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-Después que tengo humos de gobernador se me han quitado los váguidos de escudero, y no se me da por cuantas dueñas hay un cabrahígo.
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— Dopo che ho cominciato ad aver certi fumi da governatore mi ho allontanati i giramenti di capo da scudiere, e non darei un fico secco per quante matrone si trovano sulla terra abitata.»
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Adelante pasaran con el coloquio dueñesco, si no oyeran que el pífaro y los tambores volvían a sonar, por donde entendieron que la dueña Dolorida entraba. Preguntó la duquesa al duque si sería bien ir a recebirla, pues era condesa y persona principal.
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Questo discorso matronile sarebbesi tirato in lungo se non si fosse udito nuovamente il suono dei pifferi e dei tamburi che annunziava l′arrivo della matrona Dolorida. Dimandò la duchessa al duca, se occorresse accoglierla alle scale, perché era contessa e persona di grado distinto.
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-Por lo que tiene de condesa -respondió Sancho, antes que el duque respondiese-, bien estoy en que vuestras grandezas salgan a recebirla; pero por lo de dueña, soy de parecer que no se muevan un paso.
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— Quanto all′essere contessa, disse Sancio, prima che rispondesse il duca, io sono di parere che le vostre grandezze si decidano di andarle incontro, ma quanto poi all′essere matrona io sarei persuaso che non avessero a movere passo.
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-¿Quién te mete a ti en esto, Sancho? -dijo don Quijote.
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— E come, o Sancio, entri tu in questo proposito? disse don Chisciotte.
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-¿Quién, señor? -respondió Sancho-. Yo me meto, que puedo meterme, como escudero que ha aprendido los términos de la cortesía en la escuela de vuesa merced, que es el más cortés y bien criado caballero que hay en toda la cortesanía; y en estas cosas, según he oído decir a vuesa merced, tanto se pierde por carta de más como por carta de menos; y al buen entendedor, pocas palabras.
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— Oh, signore, rispos′egli, ci entro perché ci posso entrare, e perché sono autorizzato come scudiero che ha imparato le regole e i termini della creanza alla scuola di vossignoria, che è il cavaliere più creato che vanti tutta la cortigianeria, e in queste cose ella ha detto che tanto si perde dando nel troppo come nel troppo poco; e a buon intenditor poche parole.
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-Así es, como Sancho dice -dijo el duque- veremos el talle de la condesa, y por él tantearemos la cortesía que se le debe.
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— La cosa passa per lo appunto al modo che dice Sancio, soggiunse il duca, e noi vedremo le disposizioni della contessa, e da queste prenderemo regola per le misure delle nostre accoglienze.»
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En esto, entraron los tambores y el pífaro, como la vez primera.
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In questa entrarono il piffero e i tamburini coll′ordine istesso della prima volta.
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Y aquí, con este breve capítulo, dio fin el autor, y comenzó el otro, siguiendo la mesma aventura, que es una de las más notables de la historia.
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E qui diede fine l′autore a questo breve capitolo, e cominciò il seguente cominciando l′avventura medesima, che è una delle più notabili della nostra istoria.
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II. Capítulo XXXVIII. Donde se cuenta la que dio de su mala andanza la dueña Dolorida.
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CAPITOLO XXXVIII NARRASI CIРCHE FECE LA MATRONA DOLORIDA INTORNO ALLA SUA DISAVVENTURA.
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Detrás de los tristes músicos comenzaron a entrar por el jardín adelante hasta cantidad de doce dueñas, repartidas en dos hileras, todas vestidas de unos monjiles anchos, al parecer, de anascote batanado, con unas tocas blancas de delgado canequí, tan luengas que sólo el ribete del monjil descubrían. Tras ellas venía la condesa Trifaldi, a quien traía de la mano el escudero Trifaldín de la Blanca Barba, vestida de finísima y negra bayeta por frisar, que, a venir frisada, descubriera cada grano del grandor de un garbanzo de los buenos de Martos. La cola, o falda, o como llamarla quisieren, era de tres puntas, las cuales se sustentaban en las manos de tres pajes, asimesmo vestidos de luto, haciendo una vistosa y matemática figura con aquellos tres ángulos acutosque las tres puntas formaban, por lo cual cayeron todos los que la falda puntiaguda miraron que por ella se debía llamar la condesa Trifaldi, como si dijésemos la condesa de las Tres Faldas; y así dice Benengeli que fue verdad, y que de su propio apellido se llama la condesa Lobuna, a causa que se criaban en su condado muchos lobos, y que si como eran lobos fueran zorras, la llamaran la condesa Zorruna, por ser costumbre en aquellas partes tomar los señores la denominación de sus nombres de la cosa o cosas en que más sus estados abundan; empero esta condesa, por favorecer la novedad de su falda, dejó el Lobuna y tomó el Trifaldi.
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Dopo la mesta musica cominciarono a calare dal giardino divise in due file, dodici matrone, tutte vestite con tonache larghe, che sembravano essere di anascotto purgato, e con veli candidi di sottile brabantino e lunghi sino agli orli della tonaca. Erano seguite dalla contessa Trifaldi, tenuta per mano dallo scudiere Trifaldino dalla bianca barba, vestita di finissimo e nero rovescio non cimato; ché se fosse stato cimato, avrebbe ogni pelo formato un ricciolino della grandezza di un cece di quei grossi di Martos. La coda o falda o come vogliamo chiamarla, era a tre punte, ognuna delle quali veniva sostenuta da un paggio vestito pure a bruno, e che faceva vistosa e matematica figura con quei tre angoli acuti formati da quelle tre punte: dal che tutti coloro che quella triplice falda guardavano, inferirono che questa appunto avesse dato il nome alla contessa Trifaldi come se noi dicessimo la contessa dalle tre falde. Asserisce Ben-Engeli che non è ciò da revocarsi in dubbio, e che il suo primitivo cognome era la contessa Lupina, adottato per trovarsi gran quantità di lupi nelle sue terre; e se in luogo di lupi vi fossero state volpi sarebbesi chiamata la contessa Volpina, essendo costumanza appresso quei popoli che tutti i potenti prendano la denominazione dei loro casati dalla cosa o dalle cose che si trovano in maggior copia negli stati loro: ma questa contessa poi a fine di rendere celebre la novità della sua falda, lasciò il cognome Lupina, e assunse quello di Trifaldi.
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Venían las doce dueñas y la señora a paso de procesión, cubiertos los rostros con unos velos negros y no trasparentes como el de Trifaldín, sino tan apretados que ninguna cosa se traslucían.
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Si avanzavano le dodici matrone e la loro signora a passo di processione, portando coperta la faccia con neri veli, non però trasparenti come quello di Trifaldino, anzi tanto serrati che niente traluceva.
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Así como acabó de parecer el dueñesco escuadrón, el duque, la duquesa y don Quijote se pusieron en pie, y todos aquellos que la espaciosa procesión miraban. Pararon las doce dueñas y hicieron calle, por medio de la cual la Dolorida se adelantó, sin dejarla de la mano Trifaldín, viendo lo cual el duque, la duquesa y don Quijote, se adelantaron obra de doce pasos a recebirla. Ella, puesta las rodillas en el suelo, con voz antes basta y ronca que sutil y dilicada, dijo.
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Subito che comparve il matronesco Squadrone, il duca, la duchessa e don Chisciotte levaronsi in piedi, e così tutti quelli che stavano mirando la flemmatica processione. Le dodici matrone lasciarono libera la strada a Dolorida, la quale si avanzò sempre condotta a mano da Trifaldino. Il duca, la duchessa e don Chisciotte vedendo questo, andarono ad incontrarla una dozzina di passi perché fosse eseguito l′accoglimento colle debite forme, e allora Dolorida, poste le ginocchia a terra, con grossa e rauca, piuttosto che sottile e delicata voce, disse:
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-Vuestras grandezas sean servidas de no hacer tanta cortesía a este su criado; digo, a esta su criada, porque, según soy de dolorida, no acertaré a responder a lo que debo, a causa que mi estraña y jamás vista desdicha me ha llevado el entendimiento no sé adónde, y debe de ser muy lejos, pues cuanto más le busco menos le hallo.
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— Non discendano le signorie vostre a tanta cortesia verso questo loro servidore, voglio dire verso questa loro serva, mentre io sono tanto trambasciata che non potrei mai corrispondere debitamente a tanta degnazione. Ah questa mia strana e non mai veduta disgrazia mi ha trasportato non so dove l′intendimento; e debb′essere ito assai lontano, poiché quanto più lo vo cercando tanto meno lo trovo.
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-Sin él estaría -respondió el duque-, señora condesa, el que no descubriese por vuestra persona vuestro valor, el cual, sin más ver, es merecedor de toda la nata de la cortesía y de toda la flor de las bien criadas ceremonias.
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— Potrebbe, rispose il duca, chiamarsi piuttosto senza cervello affatto colui che al solo considerare la persona vostra non conoscesse il merito che vi adorna, il quale senz′altri esami è capace di ogni finezza ed eccellenza di cortesia e di ogni fiore di bene creata cerimonia.»
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Y, levantándola de la mano, la llevó a asentar en una silla junto a la duquesa, la cual la recibió asimismo con mucho comedimiento.
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Aiutandola allora ad alzarsi la fece sedere a canto alla duchessa, da cui pure ricevette ogni tratto gentile.
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Don Quijote callaba, y Sancho andaba muerto por ver el rostro de la Trifaldi y de alguna de sus muchas dueñas, pero no fue posible hasta que ellas de su grado y voluntad se descubrieron.
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Taceva don Chisciotte, e Sancio moriva di voglia di vedere il viso della Trifaldi e di qualcuna delle sue molte matrone; ma non poté appagare questo suo desiderio sino a tanto che non risolsero da per loro stesse a discoprirsi.
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Sosegados todos y puestos en silencio, estaban esperando quién le había de romper, y fue la dueña Dolorida con estas palabras.
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Acchetata e taciturna tutta la compagnia stava aspettando chi fosse il primo a parlare e fu la matrona Dolorida con questi detti.
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-Confiada estoy, señor poderosísimo, hermosísima señora y discretísimos circunstantes, que ha de hallar mi cuitísima en vuestros valerosísimos pechos acogimiento no menos plácido que generoso y doloroso, porque ella es tal, que es bastante a enternecer los mármoles, y a ablandar los diamantes, y a molificar los aceros de los más endurecidos corazones del mundo; pero, antes que salga a la plaza de vuestros oídos, por no decir orejas, quisiera que me hicieran sabidora si está en este gremio, corro y compañía el acendradísimo caballero don Quijote de la Manchísima y su escuderísimo Panza.
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— Ho la più certa fidanza, potentissimo signore, signora bellissima, discretissimi circostanti, che la mia disgrazia abbia a trovare nei vostri petti valorosissimo ricapito, placido non pure ma generoso e doglioso, poiché è tanto strabocchevole la mia sorte che basta ad intenerire marmi, sminuzzare diamanti, a impietosire il più ferreo, feroce cuore. Prima però che pervenga alla piazza dei vostri uditi, per non dire orecchi, bramerei essere informatissima se trovasi in questo grembo e circolo e comitanza il raffinatissimo cavaliere della Mancissima e il suo scuderilissimo Sancio Pancia.» Sancio, prima che altri facesse parola, disse:
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-El Panza -antes que otro respondiese, dijo Sancho- aquí esta, y el don Quijotísimo asimismo; y así, podréis, dolorosísima dueñísima, decir lo que quisieridísimis, que todos estamos prontos y aparejadísimos a ser vuestros servidorísimos.
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— Sancio Pancia è qua in persona, e don Chisciotte ancora, e potrete, dogliosissima matronissima, dire ciò che foste bramosissima di far sapere, ché siamo tutti prontissimi e dispostissimi ad esser vostri servitorissimi.»
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En esto se levantó don Quijote, y, encaminando sus razones a la Dolorida dueña, dijo.
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In questo si rizzò don Chisciotte, e rivolgendo la parola alla Dolorida matrona, disse:
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-Si vuestras cuitas, angustiada señora, se pueden prometer alguna esperanza de remedio por algún valor o fuerzas de algún andante caballero, aquí están las mías, que, aunque flacas y breves, todas se emplearán en vuestro servicio. Yo soy don Quijote de la Mancha, cuyo asumpto es acudir a toda suerte de menesterosos, y, siendo esto así, como lo es, no habéis menester, señora, captar benevolencias ni buscar preámbulos, sino, a la llana y sin rodeos, decir vuestros males, que oídos os escuchan que sabrán, si no remediarlos, dolerse dellos.
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— Se per opera di qualche atto valoroso, o per gagliardia di un cavaliere errante possono, o angustiata signora, promettersi le sciagure vostre qualche speranza di alleggiamento, eccovi il valore e le forze mie, le quali tuttoché deboli e poche, saranno impiegate tutte a servigio vostro. Io sono don Chisciotte della Mancia, il cui animo è di accorrere in favore di ogni maniera di bisognosi; e ciò essendo, come lo è, d′uopo non avrete, o signora, di accattare protezioni, né di mettere in campo preamboli; ma pianamente e senza giri viziosi di parole esponete il tenore dei mali vostri, ché orecchi vi hanno in questo luogo i quali sapranno, se non sanarli compassionarli per lo manco.»
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Oyendo lo cual, la Dolorida dueña hizo señal de querer arrojarse a los pies de don Quijote, y aun se arrojó, y, pugnando por abrazárselos, decía
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Ciò udendo la Dolorida matrona fece segno di gittarsi ai piedi di don Chisciotte, e anche vi si gittò, e facendo ogni sforzo per abbracciarli, dicea:
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-Ante estos pies y piernas me arrojo, ¡oh caballero invicto!, por ser los que son basas y colunas de la andante caballería; estos pies quiero besar, de cuyos pasos pende y cuelga todo el remedio de mi desgracia, ¡oh valeroso andante, cuyas verdaderas fazañas dejan atrás y escurecen las fabulosas de los Amadises, Esplandianes y Belianises!
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— Davanti a questi piedi ed a queste gambe io mi butto, o cavaliere invitto, tenendoli come basi e colonne della errante cavalleria: sì, voglio baciar questi piedi dai passi dei quali dipende ogni mia ventura. Ah valoroso errante le cui veridiche prodezze fanno dimenticare ed annuvolare le favolose degli Amadigi, degli Splandiani e dei Balianigi!»
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Y, dejando a don Quijote, se volvió a Sancho Panza, y, asiéndole de las manos, le dijo.
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E lasciando don Chisciotte, si volse a Sancio Pancia, e pigliatolo per le mani, gli disse:
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-¡Oh tú, el más leal escudero que jamás sirvió a caballero andante en los presentes ni en los pasados siglos, más luengo en bondad que la barba de Trifaldín, mi acompañador, que está presente!, bien puedes preciarte que en servir al gran don Quijote sirves en cifra a toda la caterva de caballeros que han tratado las armas en el mundo. Conjúrote, por lo que debes a tu bondad fidelísima, me seas buen intercesor con tu dueño, para que luego favorezca a esta humilísima y desdichadísima condesa.
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— O tu, il più leale scudiere che abbia avuto in alcun tempo a servigio suo cavaliere errante nei presenti e nei preteriti secoli, più lungo in bontà della barba di Trifaldino, mio accompagnatore qui presente, tu puoi bene darti vanto che nel servir il gran don Chisciotte servi in compendio alla caterva tutta dei cavalieri che trattarono arme sull′orbe. Io ti scongiuro per quello che devi alla tua bontà fedelissima, che tu sia valevole intercessore presso il tuo padrone, perché favorisca questa umilissima e disgraziatissima contessa.»
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A lo que respondió Sancho.
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Cui Sancio rispose:
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-De que sea mi bondad, señoría mía, tan larga y grande como la barba de vuestro escudero, a mí me hace muy poco al caso; barbada y con bigotes tenga yo mi alma cuando desta vida vaya, que es lo que importa, que de las barbas de acá poco o nada me curo; pero, sin esas socaliñas ni plegarias, yo rogaré a mi amo, que sé que me quiere bien, y más agora que me ha menester para cierto negocio, que favorezca y ayude a vuesa merced en todo lo que pudiere. Vuesa merced desembaúle su cuita y cuéntenosla, y deje hacer, que todos nos entenderemos.
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— In quanto all′essere, o signora, la mia bontà tanto lunga e tanto grande quanto la barba del vostro scudiere, questo a niente monta, anche se alla barba aggiungeste le basette e le ciocchette, ché qua si bada a vivere e non a tener conto delle barbe; ma senza tale adulazione io pregherò il mio padrone (il quale so che mi porta amore e molto più adesso che per un certo negozio ha bisogno di me) che dia favore e soccorso alla signoria vostra in quanto sa e può: ora sventri pure vossignoria le sue disgrazie, e le racconti, e lasci fare, che fra noi d′accordo ce la intenderemo.»
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Reventaban de risa con estas cosas los duques, como aquellos que habían tomado el pulso a la tal aventura, y alababan entre sí la agudeza y disimulación de la Trifaldi, la cual, volviéndose a sentar, dijo.
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Scoppiavano i duchi dalle risa per questo dialogo, siccome quelli che ordita avevano la ventura, e davano lode fra loro all′acutezza e dissimulazione della Trifaldi, la quale sedutasi di nuovo, disse:
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-« Del famoso reino de Candaya, que cae entre la gran Trapobana y el mar del Sur, dos leguas más allá del cabo Comorín, fue señora la reina doña Maguncia, viuda del rey Archipiela, su señor y marido, de cuyo matrimonio tuvieron y procrearon a la infanta Antonomasia, heredera del reino, la cual dicha infanta Antonomasia se crió y creció debajo de mi tutela y doctrina, por ser yo la más antigua y la más principal dueña de su madre. Sucedió, pues, que, yendo días y viniendo días, la niña Antonomasia llegó a edad de catorce años, con tan gran perfeción de hermosura, que no la pudo subir más de punto la naturaleza. ¡Pues digamos agora que la discreción era mocosa! . Así era discreta como bella, y era la más bella del mundo, y lo es, si ya los hados invidiosos y las parcas endurecidas no la han cortado la estambre de la vida. Pero no habrán, que no han de permitir los cielos que se haga tanto mal a la tierra como sería llevarse en agraz el racimo del más hermoso veduño del suelo. De esta hermosura, y no como se debe encarecida de mi torpe lengua, se enamoró un número infinito de príncipes, así naturales como estranjeros, entre los cuales osó levantar los pensamientos al cielo de tanta belleza un caballero particular que en la corte estaba, confiado en su mocedad y en su bizarría, y en sus muchas habilidades y gracias, y facilidad y felicidad de ingenio; porque hago saber a vuestras grandezas, si no lo tienen por enojo, que tocaba una guitarra que la hacía hablar, y más que era poeta y gran bailarín, y sabía hacer una jaula de pájaros, que solamente a hacerlas pudiera ganar la vida cuando se viera en estrema necesidad, que todas estas partes y gracias son bastantes a derribar una montaña, no que una delicada doncella. Pero toda su gentileza y buen donaire y todas sus gracias y habilidades fueran poca o ninguna parte para rendir la fortaleza de mi niña, si el ladrón desuellacaras no usara del remedio de rendirme a mí primero. Primero quiso el malandrín y desalmado vagamundo granjearme la voluntad y cohecharme el gusto, para que yo, mal alcaide, le entregase las llaves de la fortaleza que guardaba. En resolución él me aduló el entendimiento y me rindió la voluntad con no sé qué dijes y brincos que me dio, pero lo que más me hizo postrar y dar conmigo por el suelo fueron unas coplas que le oí cantar una noche desde una reja que caía a una callejuela donde él estaba, que, si mal no me acuerdo, decían
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— Del famoso regno di Candaia, che giace fra la gran Trapobana e il mare del sud, due leghe oltre il Capo Comorino, fu signora la regina donna Magunzia: vedova del re Arciperone suo signore e consorte, dal cui matrimonio si procreò la infanta Antonomasia erede del regno, la quale infanta Antonomasia fu allevata e crebbe sotto la mia tutela e dottrina per essere io l′anziana e la principale matrona della sua genitrice. Avvenne dunque che col progresso del tempo la fanciulletta Antonomasia arrivò alla età di quattordici anni, bella, di sì gran perfezione, che di più non poteva la natura innalzarla; e se si trattasse della discrezione, potremmo noi dire che fosse commisurata alla età sua? Era ella così discreta, come vezzosa e la più bella del mondo, e lo è tuttavia quando però gl′invidiosi destini e le parche inesorabili reciso non abbiano lo stame della sua vita. Ma non lo avranno tagliato no, ché non hanno a permettere i cieli che tanto danno abbia la terra: egli sarebbe uno strappare in agresto il grappolo della più bella vite del campo. Di sì esimia bellezza e sì debolmente lodata dalla infeconda mia lingua, s′innamorò un numero infinito di principi sì naturali come snaturali, fra i quali osò alzare i pensieri al cielo di tanta formosità un cavaliere privato che viveva nella corte, confidato nella sua gioventù, nel suo brio, e nelle molte abilità e grazie, accoppiate a facilità e felicità d′ingegno. Io voglio che sappiano le vostre grandezze, se non do loro fastidio, ch′egli suonava la chitarra sì bene che la faceva parlare, e di più, che era poeta e gran ballerino, e sapeva fare gabbie da uccelli tanto perfette, che con sì fatti lavori avrebbe potuto guadagnare da vivere se fosse diventato un pitocco. Queste grazie e queste buone parti sono bastanti ad abbattere una montagna, non che a fare inciampare una delicata donzella; tutta questa sua gentilezza, questo raro brio, queste virtù, unite a tutte le attrattive e ai meriti che lo adornavano, a nulla sarebbero valse per far piegare la fanciulletta, se il vituperevole ladrone non avesse usato il rimedio di sedurre prima la mia persona. Volle il malandrino vagabondo senz′anima entrare a buon conto nella mia grazia, e subornarmi nel mio debole; accioché io, quale disleale castellano, gli dessi le chiavi della fortezza da me custodita. In sostanza egli mi ottenebrò lo intendimento, e sottomise la mia volontà con non so quali gioie ed orecchini che mi donò, ma quello che finì di farmi prostrare e cadere per terra furono certi versi che ho udito cantare una notte in una inferriata, la quale rispondeva in un chiassetto dov′egli stava, e che, se male non mi sovviene, erano così:
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De la dulce mi enemiga. nace un mal que al alma hiere, y, por más tormento, quiere que se sienta y no se diga.
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Dalla dolce mia nemica Nasce un mal che punge il cuore: E per mio maggior dolore: Vuol ch′io ′l senta e non lo dica.
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Parecióme la trova de perlas, y su voz de almíbar, y después acá, digo, desde entonces, viendo el mal en que caí por estos y otros semejantes versos, he considerado que de las buenas y concertadas repúblicas se habían de desterrar los poetas, como aconsejaba Platón, a lo menos, los lascivos, porque escriben unas coplas, no como las del marqués de Mantua, que entretienen y hacen llorar los niños y a las mujeres, sino unas agudezas que, a modo de blandas espinas, os atraviesan el alma, y como rayos os hieren en ella, dejando sano el vestido. Y otra vez cantó.
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La composizione mi è sembrata una perla e la voce una mandorla dolcissima, e d′allora in poi, scorgendo in quale errore io caddi a causa di questi e di altri consimili versi, ho considerato meco stessa che dovrebbero, seguendo il consiglio di Platone, bandirsi tutti i poeti dalle buone e ben regolate repubbliche, o almanco i più scorretti nella lingua, perché scrivono canzoni non già come quelle del marchese di Mantova, che incantano o fanno piangere i fanciulli e le donne, ma sì bene certe acutezze che a foggia di blande spine trapassano l′anima, e la feriscono come saette, lasciando intatto il vestito, e un′altra volta cantò:
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Ven, muerte, tan escondida que no te sienta venir, porque el placer del morir no me torne a dar la vida.
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Morte vieni sì celata Ch′io non senta il tuo venir, Onde il gusto del morir Non mi torni a vita odiata.
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Y deste jaez otras coplitas y estrambotes, que cantados encantan y escritos suspenden. Pues, ¿qué cuando se humillan a componer un género de verso que en Candaya se usaba entonces, a quien ellos llamaban seguidillas? Allí era el brincar de las almas, el retozar de la risa, el desasosiego de los cuerpos y, finalmente, el azogue de todos los sentidos. Y así, digo, señores míos, que los tales trovadores con justo título los debían desterrar a las islas de los Lagartos. Pero no tienen ellos la culpa, sino los simples que los alaban y las bobas que los creen; y si yo fuera la buena dueña que debía, no me habían de mover sus trasnochados conceptos, ni había de creer ser verdad aquel decir "Vivo muriendo, ardo en el yelo, tiemblo en el fuego, espero sin esperanza, pártome y quédome", con otros imposibles desta ralea, de que están sus escritos llenos. Pues, ¿qué cuando prometen el fénix de Arabia, la corona de Aridiana, los caballos del Sol, del Sur las perlas, de Tíbar el oro y de Pancaya el bálsamo? Aquí es donde ellos alargan más la pluma, como les cuesta poco prometer lo que jamás piensan ni pueden cumplir. Pero, ¿dónde me divierto?. ¡Ay de mí, desdichada! ¿Qué locura o qué desatino me lleva a contar las ajenas faltas, teniendo tanto que decir de las mías? ¡Ay de mí, otra vez, sin ventura!, que no me rindieron los versos, sino mi simplicidad; no me ablandaron las músicas, sino mi liviandad mi mucha ignorancia y mi poco advertimiento abrieron el camino y desembarazaron la senda a los pasos de don Clavijo, que éste es el nombre del referido caballero; y así, siendo yo la medianera, él se halló una y muy muchas veces en la estancia de la por mí, y no por él, engañada Antonomasia, debajo del título de verdadero esposo; que, aunque pecadora, no consintiera que sin ser su marido la llegara a la vira de la suela de sus zapatillas. ¡No, no, eso no el matrimonio ha de ir adelante en cualquier negocio destos que por mí se tratare! Solamente hubo un daño en este negocio, que fue el de la desigualdad, por ser don Clavijo un caballero particular, y la infanta Antonomasia heredera, como ya he dicho, del reino. Algunos días estuvo encubierta y solapada en la sagacidad de mi recato esta maraña, hasta que me pareció que la iba descubriendo a más andar no sé qué hinchazón del vientre de Antonomasia, cuyo temor nos hizo entrar en bureo a los tres, y salió dél que, antes que se saliese a luz el mal recado, don Clavijo pidiese ante el vicario por su mujer a Antonomasia, en fe de una cédula que de ser su esposa la infanta le había hecho, notada por mi ingenio, con tanta fuerza, que las de Sansón no pudieran romperla. Hiciéronse las diligencias, vio el vicario la cédula, tomó el tal vicario la confesión a la señora, confesó de plano, mandóla depositar en casa de un alguacil de corte muy honrado. .
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Ed altri versi e strambotti di questa tempera, che cantati incantano, e scritti avvelenano. E che dirò poi quando si applicava a comporre un genere di versi che in Candaia si usava a quei tempi, e che dai poeti erano chiamati Seghidiglie? Oh come balzavano i cuori di gioia, le risa abbondavano, nasceva uno sconvolgimento nei corpi come se fossero stati posti nell′argento vivo! E perciò dico, o signori miei, che tali compositori dovrebbero con giusto titolo essere rilegati nelle isole di Ramarri. Ma la colpa non è no dei poeti, ma di questi semplici uomini che li celebrano, e delle sciocche donne che loro credono: se io fossi stata quella buona matrona che doveva essere, sarebbero riusciti inefficaci per me tanto elucubrati concetti, né avrei creduti veri quei detti: vivo morendo, ardo nel gelo, tremo nel fuoco, spero senza speranza, vado e resto, con altri impossibili di questa natura, dei quali i loro scritti sono pieni zeppi. Che diremo poi quando promettono la fenice di Arabia, la corona del Sole, le perle del Sud, l′oro del Pattolo, il balsamo di Pancaia? Qua è dove distendono più la penna, poco loro costando promettere ciò ch′è parto unicamente della fantasia, né si può adempire in alcun tempo! Ma dove trapasso io mai! Oh me disgraziata! quale follia o quale frenesia mi porta a raccontare i mancamenti altrui, avendo tanto di che dire dei miei! Lo ripeterò, ahi sfortunatissima di me, ahi sventurata? ché non fui già sedotta dai versi, ma dalla mia inesperienza e semplicità. Non m′intenerirono le serenate, ma sì bene la mia leggerezza e la mia crassa ignoranza apersero la via, e sbarattarono il sentiero a don Claviscio, ché il nome è quello del perfido cavaliere. Si riseppe che coll′opera mia una e più volte passò nella stanza della mia signora, la quale tanto fu presa di lui, che non ostante la disuguaglianza del grado, promise di averlo a marito; e senza informare i parenti se ne fece la scritta, e si conchiuse la cosa per modo che più non potea disfarsi, e nemmeno tenersi occulta. Il vicario che per buone ragioni credette di benedire quelle nozze, volendo sottrar Antonomasia al primo impeto di quello sdegno che dovean sentire i parenti quando avessero notizia dell′avvenuto, la fece rifugiare nella casa del servidore di un birro, persona molto onorata.»
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A esta sazón, dijo Sancho.
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A questo passo disse Sancio:
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-También en Candaya hay alguaciles de corte, poetas y seguidillas, por lo que puedo jurar que imagino que todo el mundo es uno. Pero dése vuesa merced priesa, señora Trifaldi, que es tarde y ya me muero por saber el fin desta tan larga historia.
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— Anche in Candaia vi sono birri, con servidori e poeti e seghidiglie? Sempre più mi persuado che tutto il mondo è un paese; ma vossignoria, signora Trifaldi, la finisca, ch′è tardi, e non veggo l′ora di sapere come si è determinata questa scandalosa istoria.
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-Sí haré -respondió la condesa.
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— Sarò a compiacervi,» rispose la contessa.
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II. Capítulo XXXIX. Donde la Trifaldi prosigue su estupenda y memorable historia.
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CAPITOLO XXXIX LA TRIFALDI CONTINUA IL RACCONTO DELLA SUA STUPENDA E MEMORABILE ISTORIA.
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De cualquiera palabra que Sancho decía, la duquesa gustaba tanto como se desesperaba don Quijote; y, mandándole que callase, la Dolorida prosiguió diciendo.
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Da ogni parola di Sancio provava la duchessa tanto piacere quanta era la disperazione di don Chisciotte, il quale gli comandò di tacere. Dolorida allora proseguì in questo modo:
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-« En fin, al cabo de muchas demandas y respuestas, como la infanta se estaba siempre en sus trece, sin salir ni variar de la primera declaración, el vicario sentenció en favor de don Clavijo, y se la entregó por su legítima esposa, de lo que recibió tanto enojo la reina doña Maguncia, madre de la infanta Antonomasia, que dentro de tres días la enterramos.
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— Finalmente dopo molte dimande e risposte, siccome si mostrava immutabile la infanta nel proposto suo senza alterare d′un punto solo la sua prima dichiarazione, così il vicario sentenziò in favore di don Claviscio, al quale consegnò la legittima sposa: di che ebbe sì eccessiva amarezza la regina donna Magunzia, madre di Antonomasia, che dentro lo spazio di tre giorni fu seppellita.
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-Debió de morir, sin duda -dijo Sancho.
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— Dunque è morta? disse Sancio.
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-¡Claro está! -respondió Trifaldín-, que en Candaya no se entierran las personas vivas, sino las muertas.
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— E chi ne dubita? rispose Trifaldino: in Candaia non si seppelliscono le persone vive, ma le morte.
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-Ya se ha visto, señor escudero -replicó Sancho-, enterrar un desmayado creyendo ser muerto, y parecíame a mí que estaba la reina Maguncia obligada a desmayarse antes que a morirse; que con la vida muchas cosas se remedian, y no fue tan grande el disparate de la infanta que obligase a sentirle tanto. Cuando se hubiera casado esa señora con algún paje suyo, o con otro criado de su casa, como han hecho otras muchas, según he oído decir, fuera el daño sin remedio; pero el haberse casado con un caballero tan gentilhombre y tan entendido como aquí nos le han pintado, en verdad en verdad que, aunque fue necedad, no fue tan grande como se piensa; porque, según las reglas de mi señor, que está presente y no me dejará mentir, así como se hacen de los hombres letrados los obispos, se pueden hacer de los caballeros, y más si son andantes, los reyes y los emperadores.
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— Non fate le maraviglie, replicò Sancio, che noi abbiamo veduto nei nostri paesi seppellire come morto un povero svenuto; e pare a me che la regina Magunzia dovesse svenir piuttosto che morire, giacché colla vita si rimedia a molte cose, e non fu poi tanto grande lo sproposito della infanta da ridursi all′estremo passo. Sarebbe stato senza rimedio quando pure questa signora si fosse maritata con qualche suo paggio o con altro servitore di casa sua, come hanno fatto molte altre, per quanto intesi dire; ma l′essere diventata sposa di un cavaliere di garbo, come ce lo avete dipinto, oh davvero che sarà stata, se volete, una balordaggine, ma non tanto grande come voi credete. Secondo le regole del mio padrone, che è qua presente, e che non mi lascerà accusar di menzogna, per quella stessa ragione che i vescovi si eleggono tra i letterati, possono crearsi di cavalieri (e se sono erranti singolarmente) re e imperadori.
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-Razón tienes, Sancho -dijo don Quijote-, porque un caballero andante, como tenga dos dedos de ventura, está en potencia propincua de ser el mayor señor del mundo. Pero, pase adelante la señora Dolorida, que a mí se me trasluce que le falta por contar lo amargo desta hasta aquí dulce historia.
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— Hai ragione, Sancio, disse don Chisciotte: perché un cavaliere errante, solo che abbia due dita di venture, è in potenza propinqua di diventare il più gran signore del mondo: ma passi avanti la signora Dolorida, che, a quanto io penso, le resta di farci sapere l′amaro di questa fino a qui dolce istoria.
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-Y ¡cómo si queda lo amargo! -respondió la condesa-, y tan amargo que en su comparación son dulces las tueras y sabrosas las adelfas. « Muerta, pues, la reina, y no desmayada, la enterramos; y, apenas la cubrimos con la tierra y apenas le dimos el último vale, cuando.
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— Pur troppo mi resta l′amaro! rispose la contessa; e amaro tanto che a confronto suo sono dolci gli assenzi e saporiti gli oleandri. Ora dunque morta la regina e non isvenuta, la mettemmo in sepoltura, e non l′avemmo coperta appena della terra, e datole l′ultimo vale allorché
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quis talia fando temperet a lachrymis?.
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quis talia fando temperet a lacrymis?
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puesto sobre un caballo de madera, pareció encima de la sepultura de la reina el gigante Malambruno, primo cormano de Maguncia, que junto con ser cruel era encantador, el cual con sus artes, en venganza de la muerte de su cormana, y por castigo del atrevimiento de don Clavijo, y por despecho de la demasía de Antonomasia, los dejó encantados sobre la mesma sepultura a ella, convertida en una jimia de bronce, y a él, en un espantoso cocodrilo de un metal no conocido, y entre los dos está un padrón, asimismo de metal, y en él escritas en lengua siríaca unas letras que, habiéndose declarado en la candayesca, y ahora en la castellana, encierran esta sentencia No cobrarán su primera forma estos dos atrevidos amantes hasta que el valeroso manchego venga conmigo a las manos en singular batalla, que para solo su gran valor guardan los hados esta nunca vista aventura". Hecho esto, sacó de la vaina un ancho y desmesurado alfanje, y, asiéndome a mí por los cabellos, hizo finta de querer segarme la gola y cortarme cercen la cabeza. Turbéme, pegóseme la voz a la garganta, quedé mohína en todo estremo, pero, con todo, me esforcé lo más que pude, y, con voz tembladora y doliente, le dije tantas y tales cosas, que le hicieron suspender la ejecución de tan riguroso castigo. Finalmente, hizo traer ante sí todas las dueñas de palacio, que fueron estas que están presentes, y, después de haber exagerado nuestra culpa y vituperado las condiciones de las dueñas, sus malas mañas y peores trazas, y cargando a todas la culpa que yo sola tenía, dijo que no quería con pena capital castigarnos, sino con otras penas dilatadas, que nos diesen una muerte civil y continua; y, en aquel mismo momento y punto que acabó de decir esto, sentimos todas que se nos abrían los poros de la cara, y que por toda ella nos punzaban como con puntas de agujas. Acudimos luego con las manos a los rostros, y hallámonos de la manera que ahora veréis.
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sopra un cavallo di legno comparve sulla misera tomba il gigante Malambruno, fratello cugino di Magunzia, il quale oltre all′essere crudele, era eziandio incantatore. Costui colle sue arti, per vendetta della morte di sua sorella e per castigo dell′ardimento di don Claviscio, non meno che per lo dispetto prodotto in lui dalla scappata di Antonomasia, gittò ogni sorta d′incantesimo sopra la sepoltura, e lasciò i due sposi trasformati, l′uno in scimia di bronzo, l′altro in ispaventoso coccodrillo d′ignoto metallo; e in mezzo ad essi fece apparire una lista di bronzo, in cui stavano scritte in lingua siriaca certe lettere che recate già da quella nella candaiesca ed ora nella castiliana, contengono questa sentenza: «Non ripiglieranno questi due audaci amanti le primiere loro forme, finché il prode Mancego meco non venga a singolare tenzone; ché a lui solo pel suo gran valore riserbano i destini questa non più vista ventura.» Fatto questo, trasse dal fodero larga e smisurata scimitarra, e presami per i capelli, fece vista di segarmi la gola e tagliarmi di netto la testa. Restai turbata, la parola mi si soffocò nelle fauci, ed oltre misura mi confusi; ma contuttociò raccolti possibilmente gli spiriti con tremante e dogliosa voce mi feci a dirgli tante e tali cose, che lo indussero a sospendere l′esecuzione di così inumano gastigo. Finalmente si fecero venire innanzi le matrone tutte di palazzo (che furono quelle stesse che sono qui presenti), e dopo avere esagerata la nostra colpa e vituperata la condizione delle matrone e le loro male tresche e peggiori divisamenti, caricando su d′ognuna la colpa ch′era veramente tutta mia, soggiunse che non voleva estendere la nostra punizione a pena capitale, ma assoggettarci ad altro genere di supplizî pei quali dovessimo sostenere una civile ma continua morte. Fu al momento che così pronunziò che noi sentimmo tutte che ci si aprivano i pori della faccia, e che avevano un punzecchiamento generale, come se fossimo punte da aghi che ci martoriassero. Portammo le mani al viso, e ci trovammo quali ora voi ci vedrete;»
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Y luego la Dolorida y las demás dueñas alzaron los antifaces con que cubiertas venían, y descubrieron los rostros, todos poblados de barbas, cuáles rubias, cuáles negras, cuáles blancas y cuáles albarrazadas, de cuya vista mostraron quedar admirados el duque y la duquesa, pasmados don Quijote y Sancho, y atónitos todos los presentes.
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Ed in ciò dire la Dolorida e le altre matrone alzarono i veli, e scoprirono i loro visi tutti coperti di barbe, quali rosse, quali bianche, e quali castagnicce; alla cui vista il duca e la duchessa mostrarono grande maraviglia, s′inorridì don Chisciotte, Sancio e tutti gli astanti rimasero sbalorditi.
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Y la Trifaldi prosiguió.
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La Trifaldi continuò:
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-« Desta manera nos castigó aquel follón y malintencionado de Malambruno, cubriendo la blandura y morbidez de nuestros rostros con la aspereza destas cerdas, que pluguiera al cielo que antes con su desmesurado alfanje nos hubiera derribado las testas, que no que nos asombrara la luz de nuestras caras con esta borra que nos cubre; porque si entramos en cuenta, señores míos (y esto que voy a decir agora lo quisiera decir hechos mis ojos fuentes, pero la consideración de nuestra desgracia, y los mares que hasta aquí han llovido, los tienen sin humor y secos como aristas, y así, lo diré sin lágrimas), digo, pues, que ¿adónde podrá ir una dueña con barbas? ¿Qué padre o qué madre se dolerá della? ¿Quién la dará ayuda? Pues, aun cuando tiene la tez lisa y el rostro martirizado con mil suertes de menjurjes y mudas, apenas halla quien bien la quiera, ¿qué hará cuando descubra hecho un bosque su rostro? ¡Oh dueñas y compañeras mías, en desdichado punto nacimos, en hora menguada nuestros padres nos engendraron!.
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— Ecco come ci punì quel codardo e male intenzionato di Malambruno, coprendo la morbidezza e il dilicato dei nostri sembianti con l′asperità di queste setole! Fosse almeno piaciuto al Cielo che con la smisurata sua scimitarra ci avesse tronca la testa, che oscurato non avrebbe lo splendore dei nostri volti con questa borra che or ci ricuopre! Consideriamo la cosa seriamente, signori miei (e quello che dirò adesso vorrei esprimerlo sgorgando due fiumi di lagrime se i nostri occhi restati non fossero senza umore, e secchi come lische), e ditemi in fede vostra: dove potrà mai andare una matrona colla barba? quale sarà mai quel padre e quella madre che sosterrà tanta doglia? chi sarà che le presti assistenza? Se colla carnagione liscia, colla faccia martorizzata da mille sorte di mesture e di pomate trova appena un cane che l′ami, che sarà mai quando scopra un viso ch′è diventato un bosco? Ah matrone e compagne mie! in che disgraziato punto siamo noi mai venute al mondo? In che ora nefanda ci procrearono mai i nostri genitori!»
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Y, diciendo esto, dio muestras de desmayarse.
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Dette queste parole, finse di cadere svenuta.
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II. Capítulo XL. De cosas que atañen y tocan a esta aventura y a esta memorable historia.
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CAPITOLO XL SI DICONO COSE APPARTENENTI A QUESTA AVVENTURA ED A SʠMEMORABILE ISTORIA.
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Real y verdaderamente, todos los que gustan de semejantes historias como ésta deben de mostrarse agradecidos a Cide Hamete, su autor primero, por la curiosidad que tuvo en contarnos las semínimas della, sin dejar cosa, por menuda que fuese, que no la sacase a luz distintamente pinta los pensamientos, descubre las imaginaciones, responde a las tácitas, aclara las dudas, resuelve los argumentos; finalmente, los átomos del más curioso deseo manifiesta. ¡Oh autor celebérrimo! ¡Oh don Quijote dichoso! ¡Oh Dulcinea famosa! ¡Oh Sancho Panza gracioso! Todos juntos y cada uno de por sí viváis siglos infinitos, para gusto y general pasatiempo de los vivientes.
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Veramente coloro che assaporano la nostra istoria debbono esser grati assai a Cide Hamete Ben-Engeli, per la singolar esattezza sua nel tener conto delle più minute circostanze, non omettendo mai nulla. Dipinge i pensieri, scuopre le idee, risponde alle questioni taciute, dichiara i dubbi, risolve gli argomenti, manifesta infine e dilucida gli atomi del più curioso desiderio. — O celeberrimo autore! O don Chisciotte fortunato! O famosa Dulcinea! O Sancio Pancia grazioso! Tutti congiuntamente, ed ognuno in ispecialità durerete famosi infiniti secoli per piacere e per passatempo di ogni uomo che viva.
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Dice, pues, la historia que, así como Sancho vio desmayada a la Dolorida, dijo.
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Prosegue dunque la istoria dicendo che Sancio veduto lo svenimento della Dolorida, sclamò:
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-Por la fe de hombre de bien, juro, y por el siglo de todos mis pasados los Panzas, que jamás he oído ni visto, ni mi amo me ha contado, ni en su pensamiento ha cabido, semejante aventura como ésta. Válgate mil satanases, por no maldecirte por encantador y gigante, Malambruno; y ¿no hallaste otro género de castigo que dar a estas pecadoras sino el de barbarlas? ¿Cómo y no fuera mejor, y a ellas les estuviera más a cuento, quitarles la mitad de las narices de medio arriba, aunque hablaran gangoso, que no ponerles barbas? Apostaré yo que no tienen hacienda para pagar a quien las rape.
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— Giuro da galantuomo e per le ombre di tutti i Pancia miei parenti dei secoli passati che una istoria come questa non si è mai più udita né vista, né mai l′avrebbe immaginata neppure il mio padrone. Mille diavoli ti portino, maledetto gigante incantatore Malambruno! Non sapevi tu fantasticare qualche altro gastigo per queste disgraziate da quello in fuori di far loro venire la barba? E che? non sarebbe stato meglio tagliare loro il naso tutto per lungo quando anche avessero dovuto poi sempre uscire le parole da quella parte, piuttosto che appiccar loro la barba? E tanto più che sono sì meschine ch′io giuocherei che non hanno tanto da pagare chi le rada.
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-Así es la verdad, señor -respondió una de las doce-, que no tenemos hacienda para mondarnos; y así, hemos tomado algunas de nosotras por remedio ahorrativo de usar de unos pegotes o parches pegajosos, y aplicándolos a los rostros, y tirando de golpe, quedamos rasas y lisas como fondo de mortero de piedra; que, puesto que hay en Candaya mujeres que andan de casa en casa a quitar el vello y a pulir las cejas y hacer otros menjurjes tocantes a mujeres, nosotras las dueñas de mi señora por jamás quisimos admitirlas, porque las más oliscan a terceras, habiendo dejado de ser primas; y si por el señor don Quijote no somos remediadas, con barbas nos llevarán a la sepultura.
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— Pur troppo è vero, rispose una delle dodici, che noi non abbiamo capitale che basti da farci pelare, e taluna di noi cominciò a fare uso per rimedio economico di certi piastrelli e cerotti attaccaticci, i quali applicati al viso e tirati via subito, ci fanno restare rase e lisce come il fondo di un mortaio di pietra. Per altro in Candaia vi sono donne le quali si recano di casa in casa a levare i peli, a ripulire ciglia e a fare altre misture da donne; ma noi altre matrone della nostra signora non le abbiamo voluto ammettere, essendoché la maggior parte di esse è gente di non so qual brutta professione da non dirsi: e se nel valore del signor don Chisciotte non troveremo rimedio, ci porteranno con la barba alla sepoltura.»
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-Yo me pelaría las mías -dijo don Quijote- en tierra de moros, si no remediase las vuestras.
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— Io vorrei pelata la mia, disse don Chisciotte, in terra di Mori, se non rimediassi alla vostra.»
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A este punto, volvió de su desmayo la Trifaldi y dijo.
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La Trifaldi, ch′era intanto tornata in sé dal suo svenimento, disse:
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-El retintín desa promesa, valeroso caballero, en medio de mi desmayo llegó a mis oídos, y ha sido parte para que yo dél vuelva y cobre todos mis sentidos; y así, de nuevo os suplico, andante ínclito y señor indomable, vuestra graciosa promesa se convierta en obra.
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— Il tintillo di questa promessa, cavaliere valoroso, mi perviene all′udito anche in mezzo al mio perdimento di sensi, ed è bastante per farmi riavere e ricuperare la intelligenza, e però di nuovo vi supplico, errante inclito signore indomabile, che la promessa vostra ponghiate ad effetto.
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-Por mí no quedará -respondió don Quijote- ved, señora, qué es lo que tengo de hacer, que el ánimo está muy pronto para serviros.
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— Nulla ometterò, rispose don Chisciotte, per riuscirvi; ma ditemi, signora, ciò che io debba fare, poiché ho l′animo apparecchiatissimo per servirvi.
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-Es el caso -respondió la Dolorida -que desde aquí al reino de Candaya, si se va por tierra, hay cinco mil leguas, dos más a menos; pero si se va por el aire y por la línea recta, hay tres mil y docientas y veinte y siete. Es también de saber que Malambruno me dijo que cuando la suerte me deparase al caballero nuestro libertador, que él le enviaría una cabalgadura harto mejor y con menos malicias que las que son de retorno, porque ha de ser aquel mesmo caballo de madera sobre quien llevó el valeroso Pierres robada a la linda Magalona, el cual caballo se rige por una clavija que tiene en la frente, que le sirve de freno, y vuela por el aire con tanta ligereza que parece que los mesmos diablos le llevan. Este tal caballo, según es tradición antigua, fue compuesto por aquel sabio Merlín; prestósele a Pierres, que era su amigo, con el cual hizo grandes viajes, y robó, como se ha dicho, a la linda Magalona, llevándola a las ancas por el aire, dejando embobados a cuantos desde la tierra los miraban; y no le prestaba sino a quien él quería, o mejor se lo pagaba; y desde el gran Pierres hasta ahora no sabemos que haya subido alguno en él. De allí le ha sacado Malambruno con sus artes, y le tiene en su poder, y se sirve dél en sus viajes, que los hace por momentos, por diversas partes del mundo, y hoy está aquí y mañana en Francia y otro día en Potosí; y es lo bueno que el tal caballo ni come, ni duerme ni gasta herraduras, y lleva un portante por los aires, sin tener alas, que el que lleva encima puede llevar una taza llena de agua en la mano sin que se le derrame gota, según camina llano y reposado; por lo cual la linda Magalona se holgaba mucho de andar caballera en él.
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— Fatto sta, rispose la Dolorida, che di qua sino al regno di Candaia, viaggiando per terra, vi è la distanza di cinquemila leghe, due più due meno, ma se si va per l′aria o per la linea retta, ve ne sono tre mila e dugentoventisette. E dovete anche sapere che Malambruno mi ha detto che quando la sorte mi facesse abbattere nel cavaliere nostro liberatore, egli invierebbe a lui una cavalcatura molto migliore e meno maliziosa delle consuete, cioè il medesimo cavallo di legno sul quale il valoroso Pierro se ne portò rubata la bella Magalona: cavallo ch′è retto da un bischero che porta in fronte, e che gli serve di freno; e vola per l′aria con tanta leggerezza che sembra portato per opera di demoni. Questo cavallo, secondo quello che si trova anticamente scritto, fu opera del savio Merlino, che lo prestò a Pierro suo amico, e con quello fece grandi viaggi, e rubò, come si è detto, la bella Magalona, menandola in groppa per aria, e lasciando trasecolati quanti fino da costaggiù lo miravano; né lo prestava se non a chi gli tornava a genio o gliene pagava gran prezzo. Dal valoroso Pierro in poi si sa finora che alcun altro siavi salito sopra, ma è noto che lo ha cavato fuori Malambruno con le arti sue, ed hallo in suo potere, e di lui si vale nei viaggi che fa per varie parti del mondo, trovandosi con tal mezzo oggi qua, dimani in Francia, e un altro giorno nel Potosi. Quello poi che fa accrescere lo stupore si è che questo tal cavallo né mangia, né dorme, né consuma ferri, ma senz′aver ali porta per aria chi vi sta sopra, di modo che il cavaliere può tenere in mano un bicchiere pieno di acqua senza timore di versarne goccia, tanto è il suo cammino pari e riposato! e lo sa bene la bella Magalona che provava sì gran diletto nel cavalcarlo.
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A esto dijo Sancho.
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A questo discorso soggiunse Sancio:
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-Para andar reposado y llano, mi rucio, puesto que no anda por los aires; pero por la tierra, yo le cutiré con cuantos portantes hay en el mundo.
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— Se parliamo di camminare pari e riposato non v′è chi superi il mio leardo, tuttoché non vadi per aria; e in quanto all′andare per terra posso metterlo al paragone con quanti portanti si trovano al mondo.»
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Riéronse todos, y la Dolorida prosiguió
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Risero tutti; e la Dolorida proseguì:
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-Y este tal caballo, si es que Malambruno quiere dar fin a nuestra desgracia, antes que sea media hora entrada la noche, estará en nuestra presencia, porque él me significó que la señal que me daría por donde yo entendiese que había hallado el caballero que buscaba, sería enviarme el caballo, donde fuese con comodidad y presteza.
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— Questo siffatto cavallo (se così è che Malambruno voglia dar fine alla nostra sventura) ci si presenterà dinanzi mezz′ora dopoché sarà venuta la notte, perché il Savio mi significò che il segno ch′io avrei da lui per farmi conoscer di aver trovato il cavaliere che cerca, sarebbe inviarmi il cavallo su cui potessi a mia voglia andarmene con prestezza.
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-Y ¿cuántos caben en ese caballo? -preguntó Sancho.
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— E quante persone, disse Sancio, possono stare su questo cavallo?
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La Dolorida respondió.
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— Due, rispose la Dolorida,
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-Dos personas la una en la silla y la otra en las ancas; y, por la mayor parte, estas tales dos personas son caballero y escudero, cuando falta alguna robada doncella.
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una in sella, l′altra in groppa, e queste tali persone sono di ordinario cavaliere e scudiere, quando non vi si aggiunga qualche rubata donzella.
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-Querría yo saber, señora Dolorida -dijo Sancho-, qué nombre tiene ese caballo.
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— Vorrei sapere, signora Dolorida, disse Sancio, il nome di questo cavallo.
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-El nombre -respondió la Dolorida- no es como el caballo de Belorofonte, que se llamaba Pegaso, ni como el del Magno Alejandro, llamado Bucéfalo, ni como el del furioso Orlando, cuyo nombre fue Brilladoro, ni menos Bayarte, que fue el de Reinaldos de Montalbán, ni Frontino, como el de Rugero, ni Bootes ni Peritoa, como dicen que se llaman los del Sol, ni tampoco se llama Orelia, como el caballo en que el desdichado Rodrigo, último rey de los godos, entró en la batalla donde perdió la vida y el reino.
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— Il nome, rispose Dolorida, non è quello del cavallo di Bellorofonte, che si chiamava Pegaso, né quello del grande Alessandro, detto Bucefalo, né quello del furioso Orlando, nomato Brigliadoro, né meno Baiardo, che fu di Rinaldo di Montalbano, né Frontino, che era quello di Ruggero, né Boote, né Pirotoo, come affermano che si chiamino quelli del Sole, né tampoco Orelia, come il cavallo con cui lo sventurato Rodrigo, ultimo re de′ Goti, entrò in quella battaglia in cui perdé il regno e la vita.
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-Yo apostaré -dijo Sancho- que, pues no le han dado ninguno desos famosos nombres de caballos tan conocidos, que tampoco le habrán dado el de mi amo, Rocinante, que en ser propio excede a todos los que se han nombrado.
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— Io scommetterei, disse Sancio, che non essendo stato dato alcuno di quei famosi nomi che avete detti, meriterebbe quello di Ronzinante, cavallo del mio padrone che in quanto alla sua figura supera tutti i cavalli del mondo.
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-Así es -respondió la barbada condesa-, pero todavía le cuadra mucho, porque se llama Clavileño el Alígero, cuyo nombre conviene con el ser de leño, y con la clavija que trae en la frente, y con la ligereza con que camina; y así, en cuanto al nombre, bien puede competir con el famoso Rocinante.
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— Così è, rispose la barbuta contessa; ma però gli calzerebbe molto a proposito, Clavilegno l′aligero, sì per esser di legno quell′ordigno che porta in fronte, come per la leggerezza con cui cammina, e in conclusione anche quanto al nome potrebbe gareggiare col famoso Ronzinante.
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-No me descontenta el nombre -replicó Sancho-, pero ¿con qué freno o con qué jáquima se gobierna.
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— Il nome per verità non mi dispiace, replicò Sancio, ma con che freno o con che cavezza si regge?
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-Ya he dicho -respondió la Trifaldi- que con la clavija, que, volviéndola a una parte o a otra, el caballero que va encima le hace caminar como quiere, o ya por los aires, o ya rastreando y casi barriendo la tierra, o por el medio, que es el que se busca y se ha de tener en todas las acciones bien ordenadas.
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— Dissi già, replicò la Trifaldi, che si regge col mezzo del bischero, perché il cavaliere girandolo dall′una o dall′altra parte lo fa camminare a sua voglia, o per aria o radendo e quasi spazzando la terra, o per quel mezzo a cui ognuno si attiene in tutte le cose ben ordinate.
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-Ya lo querría ver -respondió Sancho-, pero pensar que tengo de subir en él, ni en la silla ni en las ancas, es pedir peras al olmo. ¡Bueno es que apenas puedo tenerme en mi rucio, y sobre un albarda más blanda que la mesma seda, y querrían ahora que me tuviese en unas ancas de tabla, sin cojín ni almohada alguna! Pardiez, yo no me pienso moler por quitar las barbas a nadie cada cual se rape como más le viniere a cuento, que yo no pienso acompañar a mi señor en tan largo viaje. Cuanto más, que yo no debo de hacer al caso para el rapamiento destas barbas como lo soy para el desencanto de mi señora Dulcinea.
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— Vorrei vederlo, rispose Sancio; ma l′immaginarsi ch′io abbia a starvi sopra o in sella o in groppa, egli sarebbe proprio cercar pere nell′olmo: io che posso appena reggermi sul mio leardo e sopra una bardella morbida come la seta, come mai potrei tenermi saldo su di una groppa di legno senza cuscinetto o guanciale? In somma sarebbe migliore spediente di non istare a impazzarsi a levare la barba a nessuno; e ognuno se la rada come più gli mette conto, che io fo pensiero di non accompagnare punto né poco il mio padrone in questo sì lungo viaggio; e tanto più che io non credo di dover essere necessario allo sterminio di queste barbe come lo sono per disincantare la mia signora Dulcinea.
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-Sí sois, amigo -respondió la Trifaldi-, y tanto, que, sin vuestra presencia, entiendo que no haremos nada.
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— Sì, che lo siete, amico mio, rispose la Trifaldi, e a segno tale da persuadermi che nulla si possa fare senza la vostra presenza.
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-¡Aquí del rey! -dijo Sancho- ¿qué tienen que ver los escuderos con las aventuras de sus señores? ¿Hanse de llevar ellos la fama de las que acaban, y hemos de llevar nosotros el trabajo? ¡Cuerpo de mí! Aun si dijesen los historiadores "El tal caballero acabó la tal y tal aventura, pero con ayuda de fulano, su escudero, sin el cual fuera imposible el acabarla". Pero, ¡que escriban a secas "Don Paralipomenón de las Tres Estrellas acabó la aventura de los seis vestiglos", sin nombrar la persona de su escudero, que se halló presente a todo, como si no fuera en el mundo! Ahora, señores, vuelvo a decir que mi señor se puede ir solo, y buen provecho le haga, que yo me quedaré aquí, en compañía de la duquesa mi señora, y podría ser que cuando volviese hallase mejorada la causa de la señora Dulcinea en tercio y quinto; porque pienso, en los ratos ociosos y desocupados, darme una tanda de azotes que no me la cubra pelo.
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— Oh qui ne voglio un ruotolo, disse Sancio: e che hanno di comune gli scudieri con le venture dei loro padroni? e peggio; ché la fama delle imprese condotte a termine fortunato torna sempre a loro profitto, e il travaglio sempre a carico nostro. Pazienza se almeno gli scrittori dicessero: «Il tale cavaliere compì la tale e tale ventura, ma con l′assistenza del tale suo scudiere, senza il quale sarebbe stato impossibile condurla a fine.» Ma scrivono secco secco: Don Paralipomenone dalle tre Stelle ha dato fine alla ventura delle sei fantasime, senzaché mai lo scudiere, il quale si trovò a tutto presente, sia menzionato come se non fosse stato al mondo! Torno a dirvi, signori miei cari, che il mio padrone può andarsene solo e buon pro gli faccia; ma io me ne resterò qua in compagnia della mia signora duchessa e potrebbe darsi ch′egli trovasse al suo ritorno migliorata la causa della signora Dulcinea, in terzo e quinto perché fo conto, nel tempo in cui sarò ozioso e disoccupato, di darmi tal carica di frustate che pelo non si salvi.
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-Con todo eso, le habéis de acompañar si fuere necesario, buen Sancho, porque os lo rogarán buenos; que no han de quedar por vuestro inútil temor tan poblados los rostros destas señoras; que, cierto, sería mal caso.
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— Oh no, Sancio buono, disse il duca, non potreste dispensarvi dall′accompagnare il vostro signore, giacché sarete pregato a farlo da tutte le buone persone, e un vostro inutile timore non ha da produrre l′effetto che restino sì folti di pelo i visi di queste dame, che certo saria una cattiva cosa.
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-¡Aquí del rey otra vez! -replicó Sancho-. Cuando esta caridad se hiciera por algunas doncellas recogidas, o por algunas niñas de la doctrina, pudiera el hombre aventurarse a cualquier trabajo, pero que lo sufra por quitar las barbas a dueñas, ¡mal año! , Mas que las viese yo a todas con barbas, desde la mayor hasta la menor, y de la más melindrosa hasta la más repulgada.
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— Oh qui ne voglio un altro ruotolo, replicò Sancio; come se questa carità si facesse per qualche donzella ritirata o per qualche fanciulletta della dottrina! In questi casi l′uomo potrebbe avventurarsi ad ogni fatica, ma che io la sopporti per levare la barba a matrone? mi colga il malanno se ci penso un′acca, se pure avessero la barba tutte quante dalla più grande sino alla più piccola, dalla più schizzinosa alla più raffazzonata.
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-Mal estáis con las dueñas, Sancho amigo -dijo la duquesa- mucho os vais tras la opinión del boticario toledano. Pues a fe que no tenéis razón; que dueñas hay en mi casa que pueden ser ejemplo de dueñas, que aquí está mi doña Rodríguez, que no me dejará decir otra cosa.
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— Non vi vanno a sangue le matrone, amico Sancio, disse la duchessa, ed io vi veggo troppo attaccato alla opinione dello speziale di Toledo: ma in verità che avete torto, poiché in casa mia vi sono matrone che possono servire di modello; e donna Rodrighez, ch′è qua con noi, non mi lascerà dire altrimenti.
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-Mas que la diga vuestra excelencia -dijo Rodríguez-, que Dios sabe la verdad de todo, y buenas o malas, barbadas o lampiñas que seamos las dueñas, también nos parió nuestra madre como a las otras mujeres; y, pues Dios nos echó en el mundo, Él sabe para qué, y a su misericordia me atengo, y no a las barbas de nadie.
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— Dica pure vostra eccellenza, soggiunse Rodrighez, che Dio sa la verità di ogni cosa: ma o buone o triste, o barbate o senza barbe che siamo, noi altre matrone siamo escite dal ventre materno come ogni altra donna; e se il Signore ci lasciò in vita, egli sa bene il perché, ed alla sua misericordia io mi attengo e non alla barba di chicchesia.
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-Ahora bien, señora Rodríguez -dijo don Quijote-, y señora Trifaldi y compañía, yo espero en el cielo que mirará con buenos ojos vuestras cuitas, que Sancho hará lo que yo le mandare, ya viniese Clavileño y ya me viese con Malambruno; que yo sé que no habría navaja que con más facilidad rapase a vuestras mercedes como mi espada raparía de los hombros la cabeza de Malambruno; que Dios sufre a los malos, pero no para siempre.
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— Orsù, signora Rodrighez, disse don Chisciotte, e voi, signora Trifaldi e Compagnia, io spero che il Cielo mirerà con occhio di clemenza le vostre sventure; che Sancio eseguirà quanto io gli comanderò qualora venga Clavilegno, ed io mi affronterò con Malambruno: e so che non si troverebbe rasoio che con sì grande facilità radesse le signorie vostre, come la mia spada raderebbe dalle spalle la testa di quel gigante; che Dio soffre i malvagi, non però sempre.
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-¡Ay! -dijo a esta sazón la Dolorida-, con benignos ojos miren a vuestra grandeza, valeroso caballero, todas las estrellas de las regiones celestes, e infundan en vuestro ánimo toda prosperidad y valentía para ser escudo y amparo del vituperoso y abatido género dueñesco, abominado de boticarios, murmurado de escuderos y socaliñado de pajes; que mal haya la bellaca que en la flor de su edad no se metió primero a ser monja que a dueña. ¡Desdichadas de nosotras las dueñas, que, aunque vengamos por línea recta, de varón en varón, del mismo Héctor el troyano, no dejaran de echaros un vos nuestras señoras, si pensasen por ello ser reinas! ¡Oh gigante Malambruno, que, aunque eres encantador, eres certísimo en tus promesas!, envíanos ya al sin par Clavileño, para que nuestra desdicha se acabe, que si entra el calor y estas nuestras barbas duran, ¡guay de nuestra ventura.
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— Ah, sclamò allora Dolorida, le stelle tutte delle celesti regioni guardino con occhio benigno la grandezza vostra, valoroso cavaliere, ed infondano nel vostro animo ogni prosperità e gagliardia per essere scudo e difesa del vituperato e afflitto genere matronesco, oggetto di abbominazione agli speziali, di mormorazione agli scudieri e di adulazione ai paggi; che male si abbia la trista, la quale nel fiore dell′età sua non si è fatta prima monaca che matrona. Ah sfortunate noi povere matrone, le quali ancorché venissimo per linea retta di maschio in maschio dallo stesso Ettore Troiano, non pertanto ci sarebbe dato del voi dalle nostre signore, come s′elle credessero che questo voi le facesse diventar regine! Oh gigante Malambruno, che quantunque incantatore sei veracissimo nelle tue promesse, mandaci ormai il senza pari Clavilegno, acciocché abbia fine la nostra sventura; che se viene il caldo, e sussistono tuttavia le nostre barbe, noi siamo perdute per sempre.»
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Dijo esto con tanto sentimiento la Trifaldi, que sacó las lágrimas de los ojos de todos los circunstantes, y aun arrasó los de Sancho, y propuso en su corazón de acompañar a su señor hasta las últimas partes del mundo, si es que en ello consistiese quitar la lana de aquellos venerables rostros.
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Con sì gagliardo impeto proferì la Trifaldi queste parole che trasse le lagrime dagli occhi ai circostanti, ed intenerì Sancio pure, il quale propose in suo cuore di accompagnare il suo padrone fino alle ultime parti dell′orbe, se questo si rendesse indispensabile per levare via la lana da quei sembianti sì venerabili.
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II. Capítulo XLI. De la venida de Clavileño, con el fin desta dilatada aventura.
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CAPITOLO XLI VENUTA DI CLAVILEGNO E FINE DELLA PRESENTE PROLUNGATA VENTURA.
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Llegó en esto la noche, y con ella el punto determinado en que el famoso caballo Clavileño viniese, cuya tardanza fatigaba ya a don Quijote, pareciéndole que, pues Malambruno se detenía en enviarle, o que él no era el caballero para quien estaba guardada aquella aventura, o que Malambruno no osaba venir con él a singular batalla. Pero veis aquí cuando a deshora entraron por el jardín cuatro salvajes, vestidos todos de verde yedra, que sobre sus hombros traían un gran caballo de madera. Pusiéronle de pies en el suelo, y uno de los salvajes dijo.
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La notte arrivò, e con la notte il punto determinato per la venuta del famoso cavallo Clavilegno, la cui tardanza cominciava ad inquietare don Chisciotte, sembrandogli che indugiando Malambruno a mandarlo, o non foss′egli il cavaliere cui riserbata era quella ventura, o non osasse l′incantatore di venire seco lui a conflitto. Ma ecco ch′entrarono d′improvviso in giardino quattro Satiri vestiti tutti di verd′ellera, recando sugli omeri il gran cavallo di legno. Lo posero a terra, e disse uno di questi Satiri:
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-Suba sobre esta máquina el que tuviere ánimo para ello.
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— Chi non si lascia atterrire dai cimenti monti su questa macchina.
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-Aquí -dijo Sancho- yo no subo, porque ni tengo ánimo ni soy caballero.
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— Io non vi monto, disse Sancio, perché ho paura, e perché non sono cavaliere.
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Y el salvaje prosiguió diciendo.
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Continuò il Satiro:
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-Y ocupe las ancas el escudero, si es que lo tiene, y fíese del valeroso Malambruno, que si no fuere de su espada, de ninguna otra, ni de otra malicia, será ofendido; y no hay más que torcer esta clavija que sobre el cuello trae puesta, que él los llevará por los aires adonde los atiende Malambruno; pero, porque la alteza y sublimidad del camino no les cause váguidos, se han de cubrir los ojos hasta que el caballo relinche, que será señal de haber dado fin a su viaje.
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— Se il cavaliere errante ha uno scudiere al suo servigio, monti costui e si fidi del valoroso Malambruno, che se non resterà ferito dalla sua propria spada, non avrà offesa da verun altro acciaro o da verun′altra mal′arte. Egli non ha a fare che torcere il bischero che sta qua sopra il collo, e volerà per l′aria fino dove Malabruno lo sta attendendo; ma perché l′altezza e la sublimità del cammino non gli producano vertigini, bisognerà tener bendati gli occhi, finché annitrirà il destriere, il che sarà segno di aver raggiunto la meta del viaggio.»
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Esto dicho, dejando a Clavileño, con gentil continente se volvieron por donde habían venido. La Dolorida, así como vio al caballo, casi con lágrimas dijo a don Quijote.
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Detto ciò e lasciato ivi Clavilegno, con bella grazia tornarono i Satiri per dove erano venuti. Giunto appena il cavallo, la Trifaldi, quasi con le lagrime agli occhi, disse a don Chisciotte:
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-Valeroso caballero, las promesas de Malambruno han sido ciertas el caballo está en casa, nuestras barbas crecen, y cada una de nosotras y con cada pelo dellas te suplicamos nos rapes y tundas, pues no está en más sino en que subas en él con tu escudero y des felice principio a vuestro nuevo viaje.
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— Valoroso cavaliere, le promesse di Malambruno si sono avverate; ecco qui il cavallo; crescono le nostre barbe, ad ognuna di noi, e per ogni pelo di esse, siamo a supplicarti che tu ce le rada e cimi, null′altro restando a tal fine se non che tu salga col tuo scudiere, e dia felice cominciamento al nuovo viaggio.
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-Eso haré yo, señora condesa Trifaldi, de muy buen grado y de mejor talante, sin ponerme a tomar cojín, ni calzarme espuelas, por no detenerme tanta es la gana que tengo de veros a vos, señora, y a todas estas dueñas rasas y mondas.
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— Lo farò di buonissimo grado, disse don Chisciotte, e della migliore intenzione, o donna Trifaldi, senza andarmene a cercare guanciale, e senza mettermi sproni per non frapporre ritardi: tanto è il desiderio mio di vedere voi o signora e tutte le vostre matrone rase pulite.
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-Eso no haré yo -dijo Sancho-, ni de malo ni de buen talante, en ninguna manera; y si es que este rapamiento no se puede hacer sin que yo suba a las ancas, bien puede buscar mi señor otro escudero que le acompañe, y estas señoras otro modo de alisarse los rostros; que yo no soy brujo, para gustar de andar por los aires. Y ¿qué dirán mis insulanos cuando sepan que su gobernador se anda paseando por los vientos? Y otra cosa más que habiendo tres mil y tantas leguas de aquí a Candaya, si el caballo se cansa o el gigante se enoja, tardaremos en dar la vuelta media docena de años, y ya ni habrá ínsula ni ínsulos en el mundo que me conozan; y, pues se dice comúnmente que en la tardanza va el peligro, y que cuando te dieren la vaquilla acudas con la soguilla, perdónenme las barbas destas señoras, que bien se está San Pedro en Roma; quiero decir que bien me estoy en esta casa, donde tanta merced se me hace y de cuyo dueño tan gran bien espero como es verme gobernador.
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— Ma non lo farò io, disse Sancio, né di buona né di cattiva voglia in modo alcuno e se così è che questa rasura non si possa fare senza che monti in groppa lo scudiere, il mio padrone ne cerchi un altro che lo accompagni, ovvero trovino queste signore altra maniera di nettarsi il muso: ché io non sono già uno stregone da pigliarmi il gusto di andare per aria. E che direbbero gl′isolani miei sudditi quando sapessero che il loro governatore se ne va passeggiando per i venti? E ci è di più, che essendovi di qua a Candaia tremila leghe, se il cavallo si stanca, ovvero se il gigante si adira, noi tarderemo a tornare una mezza dozzina di anni, e non ci saranno più isole o isoli al mondo che mi conoscano. E poiché si suol dire che il pericolo sta nella tardanza: e quando ti dieno la vacchetta provvediti di una funicella, mi perdonino le barbe di queste signore, che bene sta san Pietro in Roma, e voglio dire che io sto bene in questa casa dove mi fanno mille carezze, e dove aspetto la provvidenza promessami dal padrone di diventar finalmente governatore.»
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A lo que el duque dijo.
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Disse allora il duca: — Amico Sancio,
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-Sancho amigo, la ínsula que yo os he prometido no es movible ni fugitiva raíces tiene tan hondas, echadas en los abismos de la tierra, que no la arrancarán ni mudarán de donde está a tres tirones; y, pues vos sabéis que sé yo que no hay ninguno género de oficio destos de mayor cantía que no se granjee con alguna suerte de cohecho, cuál más, cuál menos, el que yo quiero llevar por este gobierno es que vais con vuestro señor don Quijote a dar cima y cabo a esta memorable aventura; que ahora volváis sobre Clavileño con la brevedad que su ligereza promete, ora la contraria fortuna os traiga y vuelva a pie, hecho romero, de mesón en mesón y de venta en venta, siempre que volviéredes hallaréis vuestra ínsula donde la dejáis, y a vuestros insulanos con el mesmo deseo de recebiros por su gobernador que siempre han tenido, y mi voluntad será la mesma; y no pongáis duda en esta verdad, señor Sancho, que sería hacer notorio agravio al deseo que de serviros tengo.
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l′isola che vi ho promessa, non è mobile, né fuggitiva, ed anzi ha radici sì profonde che giungono negli abissi della terra, né potrebbero essere sbarbate né sradicate per piccole strappatelle; e poiché vi è noto che io so non potere darsi officio di maggiore importanza di questo, e che non deve concedersi senza avervi un qualche guadagno, così per la mia ricompensa io mi contento di conferirvi il governo a patto solo che andiate col vostro signor don Chisciotte, a dar fine e compimento a questa memoranda ventura, e che ritorniate su Clavilegno con la celerità che può promettersi dalla sua leggerezza. Se per avversa fortuna doveste anche tornare a piedi, come pellegrino di albergo in albergo, e di osteria in osteria, troverete sempre al ritorno vostro l′isola dove la lasciate, e tutti i vostri isolani collo stesso desiderio che sempre hanno avuto di ricevervi per loro governatore. Sarà immutabile il voler mio, né mettete in dubbio, signor Sancio, questa verità, ché ciò sarebbe fare un torto evidente al desiderio che nutro di farvi piacere.
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-No más, señor -dijo Sancho- yo soy un pobre escudero y no puedo llevar a cuestas tantas cortesías; suba mi amo, tápenme estos ojos y encomiéndenme a Dios, y avísenme si cuando vamos por esas altanerías podré encomendarme a Nuestro Señor o invocar los ángeles que me favorezcan.
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— Basta, basta, disse Sancio: io sono un povero scudiere, né posso sostentare il peso di tante cortesie: monti pur su il mio padrone, mi bendino gli occhi, mi raccomandino a Dio, e mi dicano solo se quando andremo per quelle altitudini, mi sarà permesso d′invocare nostro Signore e gli angeli benedetti affinché mi aiutino.»
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A lo que respondió Trifaldi.
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Rispose la Trifaldi:
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-Sancho, bien podéis encomendaros a Dios o a quien quisiéredes, que Malambruno, aunque es encantador, es cristiano, y hace sus encantamentos con mucha sagacidad y con mucho tiento, sin meterse con nadie.
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— Ben potrete, o Sancio, raccomandarvi a Dio, o chi più vi piaccia, mentre Malambruno, tuttoché incantatore, è cristiano, e con molta sagacità e avvedutezza eseguisce i suoi incantesimi, né cozza con chicchessia.
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-¡Ea, pues -dijo Sancho-, Dios me ayude y la Santísima Trinidad de Gaeta!.
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— Orsù dunque, soggiunse Sancio, mi aiuti Iddio e la Madonna di Gaeta.
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-Desde la memorable aventura de los batanes -dijo don Quijote-, nunca he visto a Sancho con tanto temor como ahora, y si yo fuera tan agorero como otros, su pusilanimidad me hiciera algunas cosquillas en el ánimo. Pero llegaos aquí, Sancho, que con licencia destos señores os quiero hablar aparte dos palabras.
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— Dalla memoranda ventura del gualchiere, in qua, disse don Chisciotte non ho più veduto Sancio compreso da sì grande spavento come lo è adesso; e se io badassi, come altri, ai mali augurii, la pusillanimità sua mi produrrebbe qualche apprensione: ma accostati a me, o Sancio, che con permissione di questi signori voglio dirti due parole a quattr′occhi.»
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Y, apartando a Sancho entre unos árboles del jardín y asiéndole ambas las manos, le dijo.
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Tirato Sancio da parte tra certi alberi del giardino, e pigliategli ambe le mani, gli disse:
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-Ya vees, Sancho hermano, el largo viaje que nos espera, y que sabe Dios cuándo volveremos dél, ni la comodidad y espacio que nos darán los negocios; así, querría que ahora te retirases en tu aposento, como que vas a buscar alguna cosa necesaria para el camino, y, en un daca las pajas, te dieses, a buena cuenta de los tres mil y trecientos azotes a que estás obligado, siquiera quinientos, que dados te los tendrás, que el comenzar las cosas es tenerlas medio acabadas.
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— Tu vedi, fratello Sancio, a qual lungo viaggio stiamo per accingerci, e Dio solo sa quando torneremo dall′averlo compito, e quali cure e incontri possiamo avere nelle nostre imprese, e però io vorrei che tu ti ritirassi nella tua stanza, come in aria d′andartene ad apprestare qualche cosa necessaria pel viaggio, e in un batter di occhio ti dessi a conto delle tremila e trecento frustate alle quali obbligato ti sei, cinquecento sole, che quando sono date non vi si pensa più, e il cominciare le cose è un averle quasi mezzo finite.
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-¡Par Dios -dijo Sancho-, que vuestra merced debe de ser menguado! Esto es como aquello que dicen "¡en priesa me vees y doncellez me demandas!" ¿Ahora que tengo de ir sentado en una tabla rasa, quiere vuestra merced que me lastime las posas? En verdad en verdad que no tiene vuestra merced razón. Vamos ahora a rapar estas dueñas, que a la vuelta yo le prometo a vuestra merced, como quien soy, de darme tanta priesa a salir de mi obligación, que vuestra merced se contente, y no le digo más.
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— Vossignoria è diventato matto? rispose Sancio: questo è come quelli che dicono: vedi che ho fretta, e mi comandi adagio? Ora che devo andarmi a sedere sopra un pezzo di tavola rasa pretenderebbe vossignoria che mi flagellassi? In verità ch′ella esce del seminato: andiamo a radere queste matrone, e da quello che sono prometto che al mio ritorno mi darò tutta la premura di soddisfare al mio obbligo in modo che vossignoria resterà pienamente contento; e non parliamo altro.»
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Y don Quijote respondió.
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Rispose don Chisciotte: — Or via sopra questa tua promessa, Sancio mio galante,
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-Pues con esa promesa, buen Sancho, voy consolado, y creo que la cumplirás, porque, en efecto, aunque tonto, eres hombre verídico.
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io parto consolato ma tengo fermo che la manterrai; perché alla fin fine, benché tu sia sciocco, ti conobbi sempre veridico.
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-No soy verde, sino moreno -dijo Sancho-, pero aunque fuera de mezcla, cumpliera mi palabra.
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— Io non sono verde ma bruno, disse Sancio; ma quand′anche fossi mischio, manterrei la mia parola.»
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Y con esto se volvieron a subir en Clavileño, y al subir dijo don Quijote.
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Con questo tornarono, e si misero in punto di salire su Clavilegno. Stando per montarvi, disse don Chisciotte:
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-Tapaos, Sancho, y subid, Sancho, que quien de tan lueñes tierras envía por nosotros no será para engañarnos, por la poca gloria que le puede redundar de engañar a quien dél se fía; y, puesto que todo sucediese al revés de lo que imagino, la gloria de haber emprendido esta hazaña no la podrá escurecer malicia alguna.
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— Sancio bendati e monta su, che chi da sì longinqui paesi ci manda a chiamare, non può volerci trarre a nessun mal passo per la poca gloria che potrebbe ridondare nell′ingannare chi vive in fede; ed ancorché tutto avvenisse al rovescio di quello che io mi figuro, non potrà venire oscurata da malizia di sorta alcuna la gloria di aver tentata quest′alta e nuova impresa.
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-Vamos, señor -dijo Sancho-, que las barbas y lágrimas destas señoras las tengo clavadas en el corazón, y no comeré bocado que bien me sepa hasta verlas en su primera lisura. Suba vuesa merced y tápese primero, que si yo tengo de ir a las ancas, claro está que primero sube el de la silla.
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— Andiamo, signore, disse Sancio, che le barbe e le lagrime di queste donne le tengo conficcate nel cuore, né mangerò boccone che mi faccia pro se io non le veda ritornate ad esser nette e lisce. Monti prima vossignoria, e si bendi, perché è ben naturale che se io ho da mettermi in groppa, monti prima chi si ha da metter davanti.
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-Así es la verdad -replicó don Quijote.
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— Èvero, è vero, disse don Chisciotte,
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Y, sacando un pañuelo de la faldriquera, pidió a la Dolorida que le cubriese muy bien los ojos, y, habiéndoselos cubierto, se volvió a descubrir y dijo.
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e tratto un fazzoletto di tasca, disse alla Trifaldi che gli bendasse gli occhi a dovere; e dopo ch′ella ebbe ciò fatto, egli li scoperse di nuovo, e disse:
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-Si mal no me acuerdo, yo he leído en Virgilio aquello del Paladión de Troya, que fue un caballo de madera que los griegos presentaron a la diosa Palas, el cual iba preñado de caballeros armados, que después fueron la total ruina de Troya; y así, será bien ver primero lo que Clavileño trae en su estómago.
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— Se male non mi ricordo, io lessi in Virgilio che quello del Palladio di Troia, che fu un cavallo di legno offerto dai Greci alla diva Pallade, era pregno di cavalieri erranti, che poi furono la totale distruzione di Troia, ond′è che sarebbe ben fatto vedere prima quello che Clavilegno ha nel suo ventre.
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-No hay para qué -dijo la Dolorida-, que yo le fío y sé que Malambruno no tiene nada de malicioso ni de traidor; vuesa merced, señor don Quijote, suba sin pavor alguno, y a mi daño si alguno le sucediere.
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— Non occorre, disse la Trifaldi; sono io che fo guarentigia, sono inutili le diligenze, mentr′io so bene che Malambruno nulla cova di malizioso, e la signoria vostra, signor don Chisciotte, monti pure francamene e senza timore, e a conto mio vada il male che può nascere.»
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Parecióle a don Quijote que cualquiera cosa que replicase acerca de su seguridad sería poner en detrimento su valentía; y así, sin más altercar, subió sobre Clavileño y le tentó la clavija, que fácilmente se rodeaba; y, como no tenía estribos y le colgaban las piernas, no parecía sino figura de tapiz flamenco pintada o tejida en algún romano triunfo. De mal talante y poco a poco llegó a subir Sancho, y, acomodándose lo mejor que pudo en las ancas, las halló algo duras y no nada blandas, y pidió al duque que, si fuese posible, le acomodasen de algún cojín o de alguna almohada, aunque fuese del estrado de su señora la duquesa, o del lecho de algún paje, porque las ancas de aquel caballo más parecían de mármol que de leño.
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Parve a don Chisciotte che qualunque cosa aggiungesse intorno alla sicurezza sua personale pregiudicherebbe alla sua bravura, e perciò senz′altro salì sopra Clavilegno, e provò a muovere il bischero, che si girava con facilità; e perché mancavano le staffe e teneva ciondolone le gambe, sembrava una figura di tappeto fiammingo dipinta o tessuta in qualche trionfo romano. Di mal animo e adagio adagio montò Sancio, raggruzzolandosi il meglio che poté sulle groppe, che trovò dure alquanto, sicché rivoltandosi al duca, il supplicò che se fosse possibile lo accomodassero di qualche cuscino o guanciale, se bene fosse tolto dallo strato della signora duchessa o dal letto di qualche paggio, mentre la groppa di quel cavallo pareva piuttosto di marmo che di legno.
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A esto dijo la Trifaldi que ningún jaez ni ningún género de adorno sufría sobre sí Clavileño; que lo que podía hacer era ponerse a mujeriegas, y que así no sentiría tanto la dureza. Hízolo así Sancho, y, diciendo ′′a Dios′′, se dejó vendar los ojos, y, ya después de vendados, se volvió a descubrir, y, mirando a todos los del jardín tiernamente y con lágrimas, dijo que le ayudasen en aquel trance con sendos paternostres y sendas avemarías, porque Dios deparase quien por ellos los dijese cuando en semejantes trances se viesen. A lo que dijo don Quijote.
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La Trifaldi allora alzò la voce, e disse che nessuna sorta di bardamento o di morbidezza potea Clavilegno soffrire sul dorso, e che questo solo poteva essergli conceduto, di mettersi a sedere come le donne, che a questo modo non sentirebbe tanto incomodo per la durezza. Sancio così fece e dicendo addio si lasciò bendare gli occhi; ma dopo bendati li tornò anch′egli a scoprire, e dando tenere e piangenti occhiate a tutti quelli che stavano nel giardino, disse che lo aiutassero in quel pericolo con un Pater ed un′Ave perché Iddio desse poi anche loro il ricambio quando si trovassero in simili disastrosi pericoli. Allora disse don Chisciotte:
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-Ladrón, ¿estás puesto en la horca por ventura, o en el último término de la vida, para usar de semejantes plegarias? ¿No estás, desalmada y cobarde criatura, en el mismo lugar que ocupó la linda Magalona, del cual decendió, no a la sepultura, sino a ser reina de Francia, si no mienten las historias? Y yo, que voy a tu lado, ¿no puedo ponerme al del valeroso Pierres, que oprimió este mismo lugar que yo ahora oprimo? Cúbrete, cúbrete, animal descorazonado, y no te salga a la boca el temor que tienes, a lo menos en presencia mía.
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— E come? sei tu forse, ladrone, sul patibolo o in agonia, che tu abbia ad usare di simiglianti preghiere? Non vedi, creatura codarda e pusillanime, che stai nello stesso sito già occupato dalla bella Magalona, da cui ella scese non per entrare in sepoltura, ma per sedere regina sul trono di Francia, se non mentono le istorie? Ed io, che sto al tuo lato, non posso eguagliarmi al valoroso Pierro, che calcò questo stesso luogo che ora io calco? Cuopriti, cuopriti, animale senza cuore, né far sentire la paura che hai, e per lo meno non manifestarla in presenza mia.
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-Tápenme -respondió Sancho-; y, pues no quieren que me encomiende a Dios ni que sea encomendado, ¿qué mucho que tema no ande por aquí alguna región de diablos que den con nosotros en Peralvillo?.
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— Dunque, mi bendino gli occhi, rispose Sancio; e poiché non si vuole neppure che mi raccomandi a Dio, né che sia raccomandato da altri, perché non dovrò io temere di essere trascinato in qualche regione di diavoli che ci menino a Peralviglio.»
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Cubriéronse, y, sintiendo don Quijote que estaba como había de estar, tentó la clavija, y, apenas hubo puesto los dedos en ella, cuando todas las dueñas y cuantos estaban presentes levantaron las voces, diciendo.
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Si bendarono finalmente ambedue, e sentendosi don Chisciotte che stava come dovea giacere, tastò l′ordigno, e l′ebbe toccato appena, che le matrone e quante erano presenti, alzarono la voce, dicendo:
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-¡Dios te guíe, valeroso caballero.
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— Dio ti guidi, valoroso cavaliere:
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-¡Dios sea contigo, escudero intrépido.
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Dio ti accompagni, scudiere intrepido:
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-¡Ya, ya vais por esos aires, rompiéndolos con más velocidad que una saeta!
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eccovi per aria, voi la trapassate come saette,
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-¡Ya comenzáis a suspender y admirar a cuantos desde la tierra os están mirando.
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già cominciate a sospendere, noi tutti siamo stupefatti;
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-¡Tente, valeroso Sancho, que te bamboleas! ¡Mira no cayas, que será peor tu caída que la del atrevido mozo que quiso regir el carro del Sol, su padre.
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tienti forte, valoroso Sancio, ché tu barelli; guarda di non cascare, che la caduta sarebbe peggiore di quella dell′ardito garzone che volle guidare il carro del sole suo padre.»
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Oyó Sancho las voces, y, apretándose con su amo y ciñiéndole con los brazos, le dijo.
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Sancio sentì queste parole, e stringendosi bene al suo padrone, e cingendolo colle braccia gli disse:
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-Señor, ¿cómo dicen éstos que vamos tan altos, si alcanzan acá sus voces, y no parecen sino que están aquí hablando junto a nosotros.
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— Signore, possono asserir costoro che noi montiamo tant′alto, quando sentiamo le parole che ci dicono, e pare che stieno parlando qui accanto a noi?
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-No repares en eso, Sancho, que, como estas cosas y estas volaterías van fuera de los cursos ordinarios, de mil leguas verás y oirás lo que quisieres. Y no me aprietes tanto, que me derribas; y en verdad que no sé de qué te turbas ni te espantas, que osaré jurar que en todos los días de mi vida he subido en cabalgadura de paso más llano no parece sino que no nos movemos de un lugar. Destierra, amigo, el miedo, que, en efecto, la cosa va como ha de ir y el viento llevamos en popa.
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— Non por mente a questo, disse don Chisciotte, che siccome siffatte cose e questi volamenti vanno fuori del corso naturale, tu vedrai e udirai ciò che brami, anche lontano mille leghe: ma non istringermi tanto, che mi fai cadere, e non so comprendere di che ti turbi e ti spaventi, quand′io potrei giurare che in tutto il tempo di vita mia non ho adoperato cavalcatura di passo più posato, e pare proprio che non ci muoviamo: ora sbandisci la paura, che la cosa va infatti come l′ha da andare, e abbiamo il vento in poppa.
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-Así es la verdad -respondió Sancho-, que por este lado me da un viento tan recio, que parece que con mil fuelles me están soplando.
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— Èverissimo, rispose Sancio, perché da questa parte mi fischia un vento sì gagliardo, che pare che mille mantici mi soffino addosso.»
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Y así era ello, que unos grandes fuelles le estaban haciendo aire tan bien trazada estaba la tal aventura por el duque y la duquesa y su mayordomo, que no le faltó requisito que la dejase de hacer perfecta.
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Ed era così per lo appunto, poiché un paio di grossi mantici andava facendo vento; e sì bene ordita era questa ventura dal duca, dalla duchessa e dal suo maggiordomo, che non mancò nulla a renderla perfetta.
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Sintiéndose, pues, soplar don Quijote, dijo
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Sentendosi dunque don Chisciotte venteggiare addosso, soggiunse:
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-Sin duda alguna, Sancho, que ya debemos de llegar a la segunda región del aire, adonde se engendra el granizo, las nieves; los truenos, los relámpagos y los rayos se engendran en la tercera región, y si es que desta manera vamos subiendo, presto daremos en la región del fuego, y no sé yo cómo templar esta clavija para que no subamos donde nos abrasemos.
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— Senza dubbio, o Sancio, che noi ci dobbiamo trovare nella seconda regione dell′aria, dove si genera la grandine e la neve; nella terza regione si generano i tuoni, i lampi e le saette, e seguitando di questo passo arriveremo presto presto alla regione del fuoco, né so come regolare questo ordigno, perché non abbiamo a salire in luogo dove potremmo restare abbruciati.»
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En esto, con unas estopas ligeras de encenderse y apagarse, desde lejos, pendientes de una caña, les calentaban los rostros. Sancho, que sintió el calor, dijo.
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Intanto con certe stoppe facili ad accendersi ed a smorzarsi, e che stavano attaccate ad una canna, i circostanti andavano loro riscaldando la faccia. Sancio, che sentì il calore, disse:
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-Que me maten si no estamos ya en el lugar del fuego, o bien cerca, porque una gran parte de mi barba se me ha chamuscado, y estoy, señor, por descubrirme y ver en qué parte estamos.
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— Possa essere ammazzato se non siamo già arrivati nel luogo del fuoco, o molto a quello vicino, perché gran parte della mia barba mi si è abbrustolita, or ora io sto per cavar via questa benda e voglio vedere in che parte ci ritroviamo.
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-No hagas tal -respondió don Quijote-, y acuérdate del verdadero cuento del licenciado Torralba, a quien llevaron los diablos en volandas por el aire, caballero en una caña, cerrados los ojos, y en doce horas llegó a Roma, y se apeó en Torre de Nona, que es una calle de la ciudad, y vio todo el fracaso y asalto y muerte de Borbón, y por la mañana ya estaba de vuelta en Madrid, donde dio cuenta de todo lo que había visto; el cual asimismo dijo que cuando iba por el aire le mandó el diablo que abriese los ojos, y los abrió, y se vio tan cerca, a su parecer, del cuerpo de la luna, que la pudiera asir con la mano, y que no osó mirar a la tierra por no desvanecerse. Así que, Sancho, no hay para qué descubrirnos; que, el que nos lleva a cargo, él dará cuenta de nosotros, y quizá vamos tomando puntas y subiendo en alto para dejarnos caer de una sobre el reino de Candaya, como hace el sacre o neblí sobre la garza para cogerla, por más que se remonte; y, aunque nos parece que no ha media hora que nos partimos del jardín, creéme que debemos de haber hecho gran camino.
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— Non fare questo, rispose don Chisciotte, e tienti a mente il vero successo del dottor Torralva, che fu portato a volo dai diavoli per aria a cavallo d′una canna, e cogli occhi chiusi andò in dodici ore a Roma, smontò a Torre di Nona, ch′è una strada della città, e vide tutto il fracasso, l′assalto e la morte del Borbone, e poi la mattina istessa era di ritorno a Madrid, dove diè conto di quanto aveva veduto, ed egli disse che mentre viaggiava per aria gli comandò il demonio che aprisse gli occhi, che gli aperse, e si vide tanto vicino, a parer suo, al corpo della luna, che poteva pigliarla colle mani, né ebbe mai ardire di guardare in giù perché non gli girasse il capo. Dunque, o Sancio, non occorre che adesso ci scopriamo, mentre darà conto di noi chi ci tiene a suo carico. Noi andiamo già guadagnando, e salendo in alto ci lasceremo cadere poi sul regno di Candaia, come fa l′uccello pellegrino sopra la gazza, che si eleva moltissimo, per indi calarsi e predarla: e poi sebbene ci paia appena mezz′ora che ci partimmo dal giardino, credimi ch′io tengo per fermo che noi abbiamo già fatto uno sterminato viaggio.
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-No sé lo que es -respondió Sancho Panza-, sólo sé decir que si la señora Magallanes o Magalona se contentó destas ancas, que no debía de ser muy tierna de carnes.
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— Non so quello ch′e′ sia, rispose Sancio; so bene dire che se la signora Magagliana o Magalona si contentò di questa groppa, ella non debb′avere avuto le carni molto tenere.»
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Todas estas pláticas de los dos valientes oían el duque y la duquesa y los del jardín, de que recibían estraordinario contento; y, queriendo dar remate a la estraña y bien fabricada aventura, por la cola de Clavileño le pegaron fuego con unas estopas, y al punto, por estar el caballo lleno de cohetes tronadores, voló por los aires, con estraño ruido, y dio con don Quijote y con Sancho Panza en el suelo, medio chamuscados.
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Tutti questi discorsi dei due valorosi erano uditi dal duca e dalla duchessa e da quei che in giardino si stavano, e se ne pigliavano straordinario piacere. Volendo poscia dar termine alla strana e bene ordita ventura, attaccarono fuoco colla stoppa alla coda di Clavilegno, e al punto stesso, per essere ripieno il cavallo di schioppetti e saltarelli, saltò all′aria con uno strano fracasso, e diede in terra con don Chisciotte e Sancio mezzo abbrustoliti.
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En este tiempo ya se habían desparecido del jardín todo el barbado escuadrón de las dueñas y la Trifaldi y todo, y los del jardín quedaron como desmayados, tendidos por el suelo. Don Quijote y Sancho se levantaron maltrechos, y, mirando a todas partes, quedaron atónitos de verse en el mesmo jardín de donde habían partido y de ver tendido por tierra tanto número de gente; y creció más su admiración cuando a un lado del jardín vieron hincada una gran lanza en el suelo y pendiente della y de dos cordones de seda verde un pergamino liso y blanco, en el cual, con grandes letras de oro, estaba escrito lo siguiente.
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In questo frattempo era già sparito dal giardino tutto il barbato squadrone delle matrone colla Trifaldi, e si videro gittate a terra le altre persone, come se fossero svenute. Don Chisciotte e Sancio rivoltaronsi malconci assai, e portando gli occhi in qua e in là, rimasero attoniti nel vedersi nel giardino medesimo da cui erano partiti, e nel trovare ivi stramazzata sì grande quantità di gente. La meraviglia si accrebbe poi molto più quando videro in un lato del giardino, fitta in terra, una lunga lancia: e pendente da essa una liscia e bianca pergamena attaccata a due cordoni di seta verde, in cui, a grandi lettere d′oro, leggevansi le seguenti parole:
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El ínclito caballero don Quijote de la Mancha feneció y acabó la aventura de la condesa Trifaldi, por otro nombre llamada la dueña Dolorida, y compañía, con sólo intentarla.
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«L′inclito cavaliere don Chisciotte della Mancia pose fine compiutamente, col solo tentarla, alla ventura della contessa Trifaldi, chiamata con altro nome la matrona Dolorida.
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Malambruno se da por contento y satisfecho a toda su voluntad, y las barbas de las dueñas ya quedan lisas y mondas, y los reyes don Clavijo y Antonomasia en su prístino estado. Y, cuando se cumpliere el escuderil vápulo, la blanca paloma se verá libre de los pestíferos girifaltes que la persiguen, y en brazos de su querido arrullador; que así está ordenado por el sabio Merlín, protoencantador de los encantadores.
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Malambruno si dà per contento e soddisfatto nella pienezza dei suoi desiderî: le barbe delle matrone restano rase, lisce e monde; i re don Claviscio e Antonomasia nel pristino loro stato; ed allorché abbia compimento il vapulo scuderile, vedrassi la bianca colomba libera dai pestiferi girifalchi che la perseguitano, e poserà tra le braccia del suo diletto addormentatore. Comanda il savio Merlino, proto-incantatore degl′incantatori.»
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Habiendo, pues, don Quijote leído las letras del pergamino, claro entendió que del desencanto de Dulcinea hablaban; y, dando muchas gracias al cielo de que con tan poco peligro hubiese acabado tan gran fecho, reduciendo a su pasada tez los rostros de las venerables dueñas, que ya no parecían, se fue adonde el duque y la duquesa aún no habían vuelto en sí, y, trabando de la mano al duque, le dijo.
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Lette ch′ebbe don Chisciotte le parole della pergamena, chiaramente comprese che parlavano del disincanto di Dulcinea, e rendendo allora mille grazie al cielo, che concesso gli avesse di dar compimento con sì poco periglio ad impresa di tanta importanza, col rendere al primiero colore e carnagione le facce delle venerande matrone, ch′erano di già sparite, recossi dove stavansene simulatamente svenuti il duca e la duchessa, e presa la mano del duca, gli disse:
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-¡Ea, buen señor, buen ánimo; buen ánimo, que todo es nada! La aventura es ya acabada sin daño de barras, como lo muestra claro el escrito que en aquel padrón está puesto.
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— Allegramente, signor mio, coraggio, coraggio, mio buon amico; che tutto è niente; compita è già la ventura, senza pregiudizio d′alcuno, come chiaramente si conosce dallo scritto ch′è in questo cartello.»
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El duque, poco a poco, y como quien de un pesado sueño recuerda, fue volviendo en sí, y por el mismo tenor la duquesa y todos los que por el jardín estaban caídos, con tales muestras de maravilla y espanto, que casi se podían dar a entender haberles acontecido de veras lo que tan bien sabían fingir de burlas. Leyó el duque el cartel con los ojos medio cerrados, y luego, con los brazos abiertos, fue a abrazar a don Quijote, diciéndole ser el más buen caballero que en ningún siglo se hubiese visto.
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Il duca a poco per volta, e come chi da profondo sonno si desta, cominciò a tornare in sé, e lo stesso fu della duchessa e di quanti altri stavano in quel giardino sdraiati, e con tali apparenze di maraviglia e di spavento, che poteva quasi credersi che fosse loro avvenuto davvero, ciò che seppero colorire con sì destra finzione. Lesse il duca il cartello cogli occhi socchiusi, e poi a braccia aperte strinse don Chisciotte, professando essere egli il più degno cavaliere che visto si fosse nei passati secoli.
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Sancho andaba mirando por la Dolorida, por ver qué rostro tenía sin las barbas, y si era tan hermosa sin ellas como su gallarda disposición prometía, pero dijéronle que, así como Clavileño bajó ardiendo por los aires y dio en el suelo, todo el escuadrón de las dueñas, con la Trifaldi, había desaparecido, y que ya iban rapadas y sin cañones. Preguntó la duquesa a Sancho que cómo le había ido en aquel largo viaje. A lo cual Sancho respondió.
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Andava Sancio ricercando cogli occhi la Dolorida, per vedere quale fosse il suo viso senza la barba, e se fosse sì bella senz′essa, come promettevano il suo vago portamento e la disposizione della persona, ma gli fu detto che quando Clavilegno cadde ardendo per l′aria, e diede in terra, tutto lo squadrone delle matrone era sparito con la Trifaldi, già tutte rase affatto e senza peli. Dimandò la duchessa a Sancio come l′avesse passata in sì lungo viaggio. Al che rispose egli:
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-Yo, señora, sentí que íbamos, según mi señor me dijo, volando por la región del fuego, y quise descubrirme un poco los ojos, pero mi amo, a quien pedí licencia para descubrirme, no la consintió; mas yo, que tengo no sé qué briznas de curioso y de desear saber lo que se me estorba y impide, bonitamente y sin que nadie lo viese, por junto a las narices aparté tanto cuanto el pañizuelo que me tapaba los ojos, y por allí miré hacia la tierra, y parecióme que toda ella no era mayor que un grano de mostaza, y los hombres que andaban sobre ella, poco mayores que avellanas; porque se vea cuán altos debíamos de ir entonces.
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— Io, signora, ho sentito che si andava, a quanto mi ha detto il padrone, e che si volava per la regione del fuoco; io avrei voluto scuoprirmi un poco gli occhi, ma il padrone, a cui ne chiesi licenza, non volle: ma io che mi sento in dosso un non so qual pizzicore di curiosità e la frega di saper quello appunto che mi è proibito, pian piano e senza ch′egli se ne accorgesse, sviai un poco dalla parte del naso la benda che mi copriva, e guardai verso terra. In verità che mi parve tutta insieme poco più piccola di un granello di senapa, e gli uomini che vi camminavano poco più grandi delle nocciuole; dal che si può capire quanto stavamo allora innalzandoci.»
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A esto dijo la duquesa.
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Rispose la duchessa: — Badate, amico Sancio,
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-Sancho amigo, mirad lo que decís, que, a lo que parece, vos no vistes la tierra, sino los hombres que andaban sobre ella; y está claro que si la tierra os pareció como un grano de mostaza, y cada hombre como una avellana, un hombre solo había de cubrir toda la tierra.
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a quello che dite, mentre per quanto si suppone, voi non doveste già aver veduta la terra, ma gli uomini che vi stavano sopra; ed è ben evidente che se la terra vi sembrò un granello di senapa, e ogni uomo una nocciuola, un uomo solo doveva, in questo caso, coprire tutta la terra.
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-Así es verdad -respondió Sancho-, pero, con todo eso, la descubrí por un ladito, y la vi toda.
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— Èvero, rispose Sancio; ma ad onta di ciò, la scopersi da un cantoncino, e la vidi tutta intera.
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-Mirad, Sancho -dijo la duquesa-, que por un ladito no se vee el todo de lo que se mira.
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— Considerate, Sancio, replicò la duchessa; che da un cantoncino non si scopre tutto quello che si ha a vedere.»
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-Yo no sé esas miradas -replicó Sancho- sólo sé que será bien que vuestra señoría entienda que, pues volábamos por encantamento, por encantamento podía yo ver toda la tierra y todos los hombres por doquiera que los mirara; y si esto no se me cree, tampoco creerá vuestra merced cómo, descubriéndome por junto a las cejas, me vi tan junto al cielo que no había de mí a él palmo y medio, y por lo que puedo jurar, señora mía, que es muy grande además. Y sucedió que íbamos por parte donde están las siete cabrillas; y en Dios y en mi ánima que, como yo en mi niñez fui en mi tierra cabrerizo, que así como las vi, ¡me dio una gana de entretenerme con ellas un rato...! Y si no le cumpliera me parece que reventara. Vengo, pues, y tomo, y ¿qué hago?, Sin decir nada a nadie, ni a mi señor tampoco, bonita y pasitamente me apeé de Clavileño, y me entretuve con las cabrillas, que son como unos alhelíes y como unas flores, casi tres cuartos de hora, y Clavileño no se movió de un lugar, ni pasó adelante.
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— Oh io poi non m′intendo, tornò a dir Sancio, di tutte queste guardature; so questo però che sarebbe bene che vossignoria intendesse che se noi volavamo per incantesimo, anche per incantesimo io potei vedere tutta la terra e gli uomini tutti per ogni banda, ch′io o noi li avessimo guardati. Se la signoria vostra non mi crede questo, molto manco crederà poi che, scuoprendomi accanto alle ciglia, io mi trovassi così vicino al cielo, che non correva da me a lui la distanza di un palmo e mezzo, e posso adesso giurare, o signora, che il cielo è grande fuori di misura. L′azzardo volle che noi viaggiassimo dalla parte delle sette capre. — Delle Pleiadi, disse la duchessa. — In fede mia, non m′interrompa, replicò Sancio; sappia che al mio paese si chiamano le sette capre, e sino da bambino io era guardiano di esse. Osservando dunque da quella banda, mi venne gran voglia di trattenermi con loro un poco, ma non le vidi: oh se non me la fossi cavata, mi sarebbe parso di scoppiare. Che pensa ella ch′io facessi allora? Senza dire niente ad alcuno, e nemmeno al padrone, pian piano e senza essere sentito, smonto dal Clavilegno e fo la mia conversazione colle capre per quasi tre quarti d′ora, e intanto Clavilegno non si mosse dal suo posto neppure un momento.»
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-Y, en tanto que el buen Sancho se entretenía con las cabras -preguntó el duque-, ¿en qué se entretenía el señor don Quijote?.
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Durante questo discorso di Sancio intorno alle capre, dimandò il duca a don Chisciotte che cosa stesse pensando.
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A lo que don Quijote respondió.
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Cui questi rispose:
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-Como todas estas cosas y estos tales sucesos van fuera del orden natural, no es mucho que Sancho diga lo que dice. De mí sé decir que ni me descubrí por alto ni por bajo, ni vi el cielo ni la tierra, ni la mar ni las arenas. Bien es verdad que sentí que pasaba por la región del aire, y aun que tocaba a la del fuego; pero que pasásemos de allí no lo puedo creer, pues, estando la región del fuego entre el cielo de la luna y la última región del aire, no podíamos llegar al cielo donde están las siete cabrillas que Sancho dice, sin abrasarnos; y, pues no nos asuramos, o Sancho miente o Sancho sueña.
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— Siccome tutte queste cose e tutti questi successi escono dall′ordine naturale, non è stupore che Sancio dica quello che dice: quanto a me non mi trovai né in alto né a basso, né ho veduto cielo, né terra, né mare, né arene. Vero è bensì che m′accorsi di passar per la regione dell′aria e di toccare eziandio quella del fuoco tra il cielo della luna e l′ultima regione dell′aria, non potevamo arrivare al cielo dove stanno le sette capre, delle quali Sancio parla, senza restarne bruciati: e poiché non avvampammo, o Sancio mente, oppure Sancio sogna.
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-Ni miento ni sueño -respondió Sancho- si no, pregúntenme las señas de las tales cabras, y por ellas verán si digo verdad o no.
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— Né mento, né sogno, rispose Sancio: e se non mi si crede, dimandino i contrassegni della tale o tal altra capra, che per tal modo conosceranno se io dico il vero o non lo dico.
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-Dígalas, pues, Sancho -dijo la duquesa.
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— Orsù, Sancio, diteli, replicò la duchessa.
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-Son -respondió Sancho- las dos verdes, las dos encarnadas, las dos azules, y la una de mezcla.
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— Sono, rispose Sancio, due verdi, due incarnate, due azzurre ed una cangiante.
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-Nueva manera de cabras es ésa -dijo el duque-, y por esta nuestra región del suelo no se usan tales colores; digo, cabras de tales colores.
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— Questa è una razza di capre del tutto nuova, disse il duca: e per la nostra regione della terra non si usano tali coloriti, voglio capre di tali colori.
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-Bien claro está eso -dijo Sancho-; sí, que diferencia ha de haber de las cabras del cielo a las del suelo.
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— La ragione è ben chiara, rispose Sancio, che ci passa gran differenza dalle capre del cielo a quelle della terra.
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-Decidme, Sancho -preguntó el duque- ¿vistes allá en entre esas cabras algún cabrón.
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— Ditemi, o Sancio, soggiunse il duca, vedeste fra quelle capre qualche caprone?
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-No, señor -respondió Sancho-, pero oí decir que ninguno pasaba de los cuernos de la luna.
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— Signor no, rispos′egli, ma intesi dire che niuno lassù supera i corni della luna.
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No quisieron preguntarle más de su viaje, porque les pareció que llevaba Sancho hilo de pasearse por todos los cielos, y dar nuevas de cuanto allá pasaba, sin haberse movido del jardín.
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Bastarono queste domande intorno al viaggio di Sancio, poiché correasi pericolo, altrimenti facendo, ch′egli avesse intenzione di passeggiare per tutti i cieli e di dar conto di quanto lassù si faceva, senza essersi mosso mai dal giardino.
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En resolución, éste fue el fin de la aventura de la dueña Dolorida, que dio que reír a los duques, no sólo aquel tiempo, sino el de toda su vida, y que contar a Sancho siglos, si los viviera; y, llegándose don Quijote a Sancho, al oído le dijo.
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In sostanza questo fu il fine della ventura della matrona Dolorida, che somministrò materia di ridere ai duchi, non solo in quel tempo, ma in tutto il corso della loro vita. Sancio poi avrebbe avuto di che raccontare per secoli, se fosse vissuto. Avvicinatosi don Chisciotte all′orecchio di Sancio, gli disse:
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-Sancho, pues vos queréis que se os crea lo que habéis visto en el cielo, yo quiero que vos me creáis a mí lo que vi en la cueva de Montesinos; y no os digo más.
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— Sancio, se ti piace che io creda che tu vedesti nel cielo le cose da te narrate, io pretendo che tu debba credere a me tutto quello che ti raccontai di aver veduto nella grotta di Montésino; e non dico altro.»
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II. Capítulo XLII. De los consejos que dio don Quijote a Sancho Panza antes que fuese a gobernar la ínsula, con otras cosas bien consideradas.
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CAPITOLO XLII DEI CONSIGLI DATI DA DON CHISCIOTTE A SANCIO PANCIA PRIMA CHE ANDASSE AL GOVERNO DELL′ISOLA CON ALTRE MEMORABILI COSE.
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Con el felice y gracioso suceso de la aventura de la Dolorida, quedaron tan contentos los duques, que determinaron pasar con las burlas adelante, viendo el acomodado sujeto que tenían para que se tuviesen por veras; y así, habiendo dado la traza y órdenes que sus criados y sus vasallos habían de guardar con Sancho en el gobierno de la ínsula prometida, otro día, que fue el que sucedió al vuelo de Clavileño, dijo el duque a Sancho que se adeliñase y compusiese para ir a ser gobernador, que ya sus insulanos le estaban esperando como el agua de mayo. Sancho se le humilló y le dijo
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La graziosa e felice riuscita della ventura della Dolorida riempì gli animi dei duchi di sì grande soddisfazione, che stabilirono di andare innanzi colle burle, vedendosi alle mani uomini nati fatti per crederle tutte vere. Avendo a tal fine dati gli ordini e le tracce che doveano tenere i servi e vassalli loro verso Sancio nel governo della promessagli isola, un altro dì, che fu il susseguente al volo di Clavilegno, disse il duca a Sancio che si apparecchiasse e raffazzonasse per andare ad essere governatore, ché gli isolani suoi già stavanlo attendendo come l′acqua di maggio. S′inchinò Sancio e rispose:
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-Después que bajé del cielo, y después que desde su alta cumbre miré la tierra y la vi tan pequeña, se templó en parte en mí la gana que tenía tan grande de ser gobernador; porque, ¿qué grandeza es mandar en un grano de mostaza, o qué dignidad o imperio el gobernar a media docena de hombres tamaños como avellanas, que, a mi parecer, no había más en toda la tierra? Si vuestra señoría fuese servido de darme una tantica parte del cielo, aunque no fuese más de media legua, la tomaría de mejor gana que la mayor ínsula del mundo.
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— Dal momento in cui io sono calato giù dal cielo, e sino da quando io guardavo da quelle immense cime la terra, e la vedevo sì piccola, si smorzò moltissimo in me quella voglia che avevo di essere governatore; perché qual grandezza è mai il comando ad un granello di senapa? che dignità e che imperio può esser egli il soprastare ad una dozzina di uomini grandi come una nocciuola, che per quanto ho veduto non ve n′erano di più grandi in tutta la terra? Se piacesse alla signoria vostra di darmi un tantino di cielo, se pure non si estendesse che a sola mezza lega, lo piglierei più volentieri della più grand′isola del mondo.»
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-Mirad, amigo Sancho -respondió el duque- yo no puedo dar parte del cielo a nadie, aunque no sea mayor que una uña, que a solo Dios están reservadas esas mercedes y gracias. Lo que puedo dar os doy, que es una ínsula hecha y derecha, redonda y bien proporcionada, y sobremanera fértil y abundosa, donde si vos os sabéis dar maña, podéis con las riquezas de la tierra granjear las del cielo.
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— Considerate, amico Sancio, rispose il duca, ch′io non potrei dare ad alcuno parte del cielo, nemmanco quanto è grande un′ugna: che solo a Dio sono riserbate queste grazie e mercedi. Quello ch′è in poter mio di darvi, e che vi do, egli è un′isola grande e grossa, e tonda e bene proporzionata e molto fertile ed abbondante, dove se terrete giudiziosa condotta, sarete al caso d′acquistare con le ricchezze della terra, anche quelle del cielo.
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-Ahora bien -respondió Sancho-, venga esa ínsula, que yo pugnaré por ser tal gobernador que, a pesar de bellacos, me vaya al cielo; y esto no es por codicia que yo tenga de salir de mis casillas ni de levantarme a mayores, sino por el deseo que tengo de probar a qué sabe el ser gobernador.
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— Venga dunque in nome del Signore quest′isola, rispose Sancio, ché io mi affaticherò per diventar siffatto governatore, che a dispetto dei tristi mi guadagnerò anche il cielo: e accetterò questo incarico, non mica per la smania di trarmi fuori da questi stracci, né per montare in superbia, ma perché mi piacerà di provare che sapore abbia l′essere governatore.
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-Si una vez lo probáis, Sancho -dijo el duque-, comeros heis las manos tras el gobierno, por ser dulcísima cosa el mandar y ser obedecido. A buen seguro que cuando vuestro dueño llegue a ser emperador, que lo será sin duda, según van encaminadas sus cosas, que no se lo arranquen comoquiera, y que le duela y le pese en la mitad del alma del tiempo que hubiere dejado de serlo.
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— Una volta che lo proviate, disse il duca, ve ne leccherete le dita, perché è cosa dolcissima il comandare e l′essere obbedito. Scommetterei ogni gran cosa che quando giungerà il vostro padrone ad essere imperadore (che ci arriverà senza dubbio, proseguendo di questo tenore le cose sue), non gli sbarberanno più di mano quel seggio, e che gli dorrà e rincrescerà sino in mezzo al cuore del tempo perduto e di non esserlo stato prima.
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-Señor -replicó Sancho-, yo imagino que es bueno mandar, aunque sea a un hato de ganado.
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— Signore, replicò Sancio, vado anch′io figurandomi ch′è buona cosa il comandare, quand′anche non fosse che a un branco di porci.
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-Con vos me entierren, Sancho, que sabéis de todo -respondió el duque-, y yo espero que seréis tal gobernador como vuestro juicio promete, y quédese esto aquí y advertid que mañana en ese mesmo día habéis de ir al gobierno de la ínsula, y esta tarde os acomodarán del traje conveniente que habéis de llevar y de todas las cosas necesarias a vuestra partida.
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— Oh m′accorgo bene che voi sì la intendete, o Sancio, rispose il duca, e mi persuado che sarete tale governatore quale ciascuno si può ripromettere dal vostro discernimento, e più non dico. Avvertite che dimani è il giorno stabilito in cui voi andrete al governo dell′isola, e vi accomoderanno in questa sera dell′abito che conviene che portiate e delle altre cose necessarie alla vostra partenza.
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-Vístanme -dijo Sancho- como quisieren, que de cualquier manera que vaya vestido seré Sancho Panza.
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— Che mi mettano indosso quel vestito che vogliono, disse Sancio, ché già io sarò sempre Sancio Pancia.
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-Así es verdad -dijo el duque-, pero los trajes se han de acomodar con el oficio o dignidad que se profesa, que no sería bien que un jurisperito se vistiese como soldado, ni un soldado como un sacerdote. Vos, Sancho, iréis vestido parte de letrado y parte de capitán, porque en la ínsula que os doy tanto son menester las armas como las letras, y las letras como las armas.
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— Oh questo è vero, soggiunse il duca, ma gli abiti debbono accomodarsi all′ufficio o dignità che si professa, ché non si addirebbe al giureconsulto vestire l′abito di un soldato, né al soldato quello di un sacerdote. Voi o Sancio, andrete vestito in parte da dottore in legge e in parte da capitano, perché nel governo dell′isola che vi affido, tanto si rendono necessarie le armi come le lettere, e le lettere come le armi.
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-Letras -respondió Sancho-, pocas tengo, porque aún no sé el A, B, C; pero bástame tener el Christus en la memoria para ser buen gobernador. De las armas manejaré las que me dieren, hasta caer, y Dios delante.
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— Veramente, disse Sancio, ho poche lettere al mio comando, e non conosco l′abbicì, ma in quanto a ciò mi contento di sapere a memoria il Santa Croce per essere governatore: in quanto poi all′armi, io maneggerò quelle che mi saranno date finché mi serviranno le forze; e a Dio mi raccomando.
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-Con tan buena memoria -dijo el duque-, no podrá Sancho errar en nada.
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— Con sì buoni capitali, disse il duca, non potrete cader giammai in errore.
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En esto llegó don Quijote, y, sabiendo lo que pasaba y la celeridad con que Sancho se había de partir a su gobierno, con licencia del duque le tomó por la mano y se fue con él a su estancia, con intención de aconsejarle cómo se había de haber en su oficio.
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Fra questi discorsi sopravvenne don Chisciotte, il quale, informato di ciò che trattavasi, e della celerità con cui dovea Sancio recarsi al promesso governo, avuta licenza dal duca, lo prese per la mano e lo condusse seco nelle sue stanze, con intenzione di consigliarlo in che modo dovesse regolarsi nella nuova dignità.
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Entrados, pues, en su aposento, cerró tras sí la puerta, y hizo casi por fuerza que Sancho se sentase junto a él, y con reposada voz le dijo.
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Entrati dunque, si serrarono dietro la porta; e don Chisciotte fece quasi per forza che Sancio si mettesse a sedere accanto a lui; dopo di che con grave e riposato tuono di voce disse queste memorabili cose:
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-Infinitas gracias doy al cielo, Sancho amigo, de que, antes y primero que yo haya encontrado con alguna buena dicha, te haya salido a ti a recebir y a encontrar la buena ventura. Yo, que en mi buena suerte te tenía librada la paga de tus servicios, me veo en los principios de aventajarme, y tú, antes de tiempo, contra la ley del razonable discurso, te vees premiado de tus deseos. Otros cohechan, importunan, solicitan, madrugan, ruegan, porfían, y no alcanzan lo que pretenden; y llega otro, y sin saber cómo ni cómo no, se halla con el cargo y oficio que otros muchos pretendieron; y aquí entra y encaja bien el decir que hay buena y mala fortuna en las pretensiones. Tú, que para mí, sin duda alguna, eres un porro, sin madrugar ni trasnochar y sin hacer diligencia alguna, con solo el aliento que te ha tocado de la andante caballería, sin más ni más te vees gobernador de una ínsula, como quien no dice nada. Todo esto digo, ¡oh Sancho!, para que no atribuyas a tus merecimientos la merced recebida, sino que des gracias al cielo, que dispone suavemente las cosas, y después las darás a la grandeza que en sí encierra la profesión de la caballería andante. Dispuesto, pues, el corazón a creer lo que te he dicho, está, ¡oh hijo!, atento a este tu Catón, que quiere aconsejarte y ser norte y guía que te encamine y saque a seguro puerto deste mar proceloso donde vas a engolfarte; que los oficios y grandes cargos no son otra cosa sino un golfo profundo de confusiones. Primeramente, ¡oh hijo!, has de temer a Dios, porque en el temerle está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada. Lo segundo, has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el buey, que si esto haces, vendrá a ser feos pies de la rueda de tu locura la consideración de haber guardado puercos en tu tierra.
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— Rendo al cielo infinite grazie, o amico Sancio, che a te sia venuta incontro la buona fortuna, primaché a me sia riuscito di abbattermi in qualche propizia ventura; mentre io che ti avevo assegnato la mercede dei tuoi servigi, non ho appena principiato a fare acquisti di qualche entità, tu innanzi tempo, e quasi contro le leggi di un giusto raziocinio, ti vedi ora portato al colmo dei tuoi voti: ma il mondo è così fatto, poiché altri subornano, importunano, sollecitano, sbalzano dal letto prima del dì, insistono, perfidiano, né ottengono mai quanto vogliono; e viene uno, ed eccoti che, senza sapere come, né da qual parte, si trova di avere conseguito quel posto cui inutilmente aspirarono persone più meritevoli. E qui cade proprio in acconcio il dire che nelle concorrenze molto influisce la buona o la cattiva fortuna: tu che al confronto mio sei sì baggeo, tu che dormi come un tasso, tu che non usi mai le arti fine e la destrezza, coll′alito solo della errante cavalleria, e senza punto fantasticare ti vedi fatto governatore di un′isola, come se fosse una bagatella. Dico tutto questo, Sancio mio, perché tu non attribuisca ai tuoi meriti la ricevuta mercede, ma ringrazii Iddio che sì bene ha disposto le cose, e sii sempre obbligato alla grandezza della errante cavalleria. Disposto dunque che io ti abbia ora il cuore a prestar fede a quanto ti ho detto, sta attento, o figliuolo, ad un Catone mio pari, che vuole consigliarti ed esserti guida e stella per incamminarti e condurti al sicuro porto dell′oceano procelloso in cui ora ti metti; mentre gli offizi e le grandi cariche altro non sono che un golfo profondo di confusioni. Primieramente, o figliuolo, hai da temere Iddio; perché nel temerlo consiste la vera sapienza; e se tu sarai sapiente non commetterai errore in cosa alcuna. In secondo luogo hai da considerare chi sei e cercare di conoscere te stesso; arte più difficile di quello che uno pensa. Se ti conoscerai bene, non ti gonfierai come quel ranocchio che voleva agguagliarsi al bue; e considerandoti sempre come uomo che fu guardiano di porci nel suo paese, vedrai che poggia su brutti piedi la ruota della tua fortuna.
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-Así es la verdad -respondió Sancho-, pero fue cuando muchacho; pero después, algo hombrecillo, gansos fueron los que guardé, que no puercos; pero esto paréceme a mí que no hace al caso, que no todos los que gobiernan vienen de casta de reyes.
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— Èvero, rispose Sancio, ma io guardava i porci quando era tenerello, e cresciuto poi fui guardiano di paperi e non di porci; e poi questo poco importa, perché tutti quelli che governano non vengono da razza di re.
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-Así es verdad -replicó don Quijote-, por lo cual los no de principios nobles deben acompañar la gravedad del cargo que ejercitan con una blanda suavidad que, guiada por la prudencia, los libre de la murmuración maliciosa, de quien no hay estado que se escape. Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje, y no te desprecies de decir que vienes de labradores; porque, viendo que no te corres, ninguno se pondrá a correrte; y préciate más de ser humilde virtuoso que pecador soberbio. Inumerables son aquellos que, de baja estirpe nacidos, han subido a la suma dignidad pontificia e imperatoria; y desta verdad te pudiera traer tantos ejemplos, que te cansaran. Mira, Sancho si tomas por medio a la virtud, y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay para qué tener envidia a los que los tienen de príncipes y señores, porque la sangre se hereda y la virtud se aquista, y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale. Siendo esto así, como lo es, que si acaso viniere a verte cuando estés en tu ínsula alguno de tus parientes, no le deseches ni le afrentes; antes le has de acoger, agasajar y regalar, que con esto satisfarás al cielo, que gusta que nadie se desprecie de lo que él hizo, y corresponderás a lo que debes a la naturaleza bien concertada. Si trujeres a tu mujer contigo (porque no es bien que los que asisten a gobiernos de mucho tiempo estén sin las propias), enséñala, doctrínala y desbástala de su natural rudeza, porque todo lo que suele adquirir un gobernador discreto suele perder y derramar una mujer rústica y tonta. Si acaso enviudares, cosa que puede suceder, y con el cargo mejorares de consorte, no la tomes tal, que te sirva de anzuelo y de caña de pescar, y del no quiero de tu capilla, porque en verdad te digo que de todo aquello que la mujer del juez recibiere ha de dar cuenta el marido en la residencia universal, donde pagará con el cuatro tanto en la muerte las partidas de que no se hubiere hecho cargo en la vida. Nunca te guíes por la ley del encaje, que suele tener mucha cabida con los ignorantes que presumen de agudos. Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia, que las informaciones del rico. Procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico, como por entre los sollozos e importunidades del pobre. Cuando pudiere y debiere tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor de la ley al delincuente, que no es mejor la fama del juez riguroso que la del compasivo. Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia. Cuando te sucediere juzgar algún pleito de algún tu enemigo, aparta las mientes de tu injuria y ponlas en la verdad del caso. No te ciegue la pasión propia en la causa ajena, que los yerros que en ella hicieres, las más veces, serán sin remedio; y si le tuvieren, será a costa de tu crédito, y aun de tu hacienda. Si alguna mujer hermosa veniere a pedirte justicia, quita los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos, y considera de espacio la sustancia de lo que pide, si no quieres que se anegue tu razón en su llanto y tu bondad en sus suspiros. Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones. Al culpado que cayere debajo de tu juridición considérale hombre miserable, sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra, y en todo cuanto fuere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstratele piadoso y clemente, porque, aunque los atributos de Dios todos son iguales, más resplandece y campea a nuestro ver el de la misericordia que el de la justicia. Si estos preceptos y estas reglas sigues, Sancho, serán luengos tus días, tu fama será eterna, tus premios colmados, tu felicidad indecible, casarás tus hijos como quisieres, títulos tendrán ellos y tus nietos, vivirás en paz y beneplácito de las gentes, y en los últimos pasos de la vida te alcanzará el de la muerte, en vejez suave y madura, y cerrarán tus ojos las tiernas y delicadas manos de tus terceros netezuelos. Esto que hasta aquí te he dicho son documentos que han de adornar tu alma; escucha ahora los que han de servir para adorno del cuerpo.
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— Non lo nego, rispose don Chisciotte, ma appunto chi non procede da nobile prosapia, dee accompagnare la gravità della carriera con tal piacevole dolcezza che, guidata dalla prudenza, lo sottragga alle maliziose mormorazioni, dalle quali non v′è chi possa andare esente. Ascrivi, o Sancio, a tuo vanto l′umiltà dei tuoi natali, né avere a schifo di dire che discendi da contadini; perché se poi questo fosse scoperto dagli altri non te ne venga disonore, e non v′abbia ad essere chi ti motteggi: tienti più da umile virtuoso che da peccatore superbo. Sono innumerabili quelli che nati di bassa stirpe salirono sino alle dignità pontificie e imperatorie, e potrei indicarti tanti esempi antichi e moderni da venirti a noia. Considera, o Sancio, che se della virtù ti farai un modello e ti pregierai delle azioni eccellenti, non avrai invidia dei principi e dei signori: perché il sangue si eredita e la virtù si acquista: e questa basta da per sé sola, ciò che non può dirsi della nobiltà. Essendo tutto ciò vero, com′è verissimo, se per caso venisse a visitarti, mentre sarai nella tua isola, alcuno dei tuoi parenti, nol discacciare, né fargli torto immaginabile; lo dèi anzi accogliere amorevolmente, fargli buon viso e carezze, ché così ti renderai grato al cielo, cui piace che non siavi chi rechi a disonore ciò che un tempo egli è stato, e corrisponderai all′obbligo tuo e all′ordine della natura. Se condurrai teco la moglie (perché sta male che quelli che governano le tengano per buon tempo lontane), guidala, dirozzala, ammaestrala, e ricordati che una moglie zotica e balorda manda a male tutto quello che un governatore può guadagnare colla sua saggezza. Se per caso restassi vedovo, il che può succedere, e poi eleggessi altra moglie più agiata, atteso il tuo posto; non la pigliare tale che ti serva di amo e di canna da pescare, e che sottometta a sé la tua volontà; perché ti so dire che di tutto quello che riceve la moglie del giudice, ne rende poi conto il marito nel sindacato generale; ed egli paga alla sua morte il quadruplo delle partite delle quali non si è alleggerito durante la vita. Non lasciarti guidare dalla legge del capriccio che suole predominare negl′ignoranti, i quali presumono di essere avveduti. Trovino facilmente in te compassione le lagrime del povero, ma sia imparziale la tua giustizia tra queste e le ragioni del ricco. Procura di scoprire la verità tanto per entro alle promesse e ai doni del dovizioso, quanto tra i singulti e le importunità dell′indigente. Quando può e dee aver luogo l′equità, non fare che piombi sul reo tutto il rigore della legge; ché non è mai migliore la fama del giudice rigoroso di quella del compassionevole. Se accade che la bacchetta della giustizia si curvi, ciò non avvenga mai per lo peso dei donativi, ma per quello della misericordia. Quando ti occorra di dover giudicare i piati o le liti di qualche tuo nemico, allontana la memoria delle ingiurie, e mettila unicamente nella verità del fatto. Non ti accechi la propria passione nella causa altrui; ché gli errori nei quali tu cadrai, saranno il più delle volte senza rimedio: e se pure lo avessero, ciò tornerebbe a spese della tua riputazione ed anche delle tue sostanze. Se qualche bella donna ti viene a chiedere giustizia, allontana gli occhi dalle sue lagrime, e chiudi gli orecchi ai suoi gemiti: considera posatamente le sue dimande, se non vuoi che la tua ragione vada naufraga nel suo pianto, e la tua bontà nei suoi sospiri. Non maltrattare con parole chi dee ricevere da te castigo con opere, mentre basta allo sventurato la pena del supplizio, senza la giunta delle vituperevoli ingiurie. Nel colpevole ch′è soggetto alla tua giurisdizione, considera l′uom miserabile subordinato alle condizioni della depravata nostra natura; e per quanto si può, senza offendere la parte contraria, ti mostra a lui pietoso e clemente, perché quantunque tutti gli attributi di Dio sieno eguali, più campeggia e risplende ai nostri occhi quello della misericordia che quello della giustizia. Se seguirai, o Sancio, queste regole e questi precetti, saranno durevoli i tuoi giorni, la tua fama eterna, i tuoi premi al colmo, intera la tua felicità; mariterai i tuoi figli con tua soddisfazione, e cresceranno in titoli essi e i loro nipoti, vivrai in pace e ben veduto da tutti, e dopo gli ultimi passi della tua vita, ti arriverà quello della morte in decrepitezza soave e matura, e ti chiuderanno gli occhi le tenerelle e delicate mani de′ tuoi piccioli pronipoti. Quanto ho detto serva d′insegnamento ad adornare la tua anima; ascolta adesso tutto quello che può occorrere per ornamento del corpo.»
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II. Capítulo XLIII. De los consejos segundos que dio don Quijote a Sancho Panza.
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CAPITOLO XLIII DEI SECONDI CONSIGLI DATI A SANCIO PANCIA DA DON CHISCIOTTE.
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¿Quién oyera el pasado razonamiento de don Quijote que no le tuviera por persona muy cuerda y mejor intencionada? Pero, como muchas veces en el progreso desta grande historia queda dicho, solamente disparaba en tocándole en la caballería, y en los demás discursos mostraba tener claro y desenfadado entendimiento, de manera que a cada paso desacreditaban sus obras su juicio, y su juicio sus obras; pero en ésta destos segundos documentos que dio a Sancho, mostró tener gran donaire, y puso su discreción y su locura en un levantado punto.
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Qual sarebbe mai l′uomo che avendo ascoltato il ragionamento di don Chisciotte giudicato non lo avesse persona di molta saggezza e delle più rette intenzioni? Più volte si è veduto nel corso di questa istoria che egli usciva dal seminato subito che si toccavano i discorsi di cavalleria, ma in ogni altro proposito mostrava chiaro e acuto discernimento; di maniera che ad ogni passo le opere discreditavano il giudizio, ed il giudizio faceva contralto alle opere. In questi secondi insegnamenti che diede a Sancio, mostrò di avere molto buon garbo, e fece giugnere all′apice nel tempo istesso la sua discrezione e la sua pazzia.
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Atentísimamente le escuchaba Sancho, y procuraba conservar en la memoria sus consejos, como quien pensaba guardarlos y salir por ellos a buen parto de la preñez de su gobierno. Prosiguió, pues, don Quijote, y dijo.
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Stavalo Sancio attentamente ascoltando, e procurava di tenere a mente i consigli, come colui che era deciso di eseguirli fedelmente, e la loro mercé di condurre a buon termine questa faccenda del suo governo. Proseguì pertanto don Chisciotte nella seguente maniera:
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-En lo que toca a cómo has de gobernar tu persona y casa, Sancho, lo primero que te encargo es que seas limpio, y que te cortes las uñas, sin dejarlas crecer, como algunos hacen, a quien su ignorancia les ha dado a entender que las uñas largas les hermosean las manos, como si aquel escremento y añadidura que se dejan de cortar fuese uña, siendo antes garras de cernícalo lagartijero puerco y extraordinario abuso. No andes, Sancho, desceñido y flojo, que el vestido descompuesto da indicios de ánimo desmazalado, si ya la descompostura y flojedad no cae debajo de socarronería, como se juzgó en la de Julio César. Toma con discreción el pulso a lo que pudiere valer tu oficio, y si sufriere que des librea a tus criados, dásela honesta y provechosa más que vistosa y bizarra, y repártela entre tus criados y los pobres quiero decir que si has de vestir seis pajes, viste tres y otros tres pobres, y así tendrás pajes para el cielo y para el suelo; y este nuevo modo de dar librea no la alcanzan los vanagloriosos. No comas ajos ni cebollas, porque no saquen por el olor tu villanería. Anda despacio; habla con reposo, pero no de manera que parezca que te escuchas a ti mismo, que toda afectación es mala. Come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago. Sé templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto ni cumple palabra. Ten cuenta, Sancho, de no mascar a dos carrillos, ni de erutar delante de nadie.
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— Passando a trattare di ciò che si appartiene al governo della tua persona e della tua casa, quello che ti raccomando, o Sancio, prima di tutto si è che tu ti serbi mondo e pulito, e ti tagli le ugne, non lasciandole crescere, come fanno alcuni così ignoranti da credere che le ugne lunghe abbelliscano le mani; quasi che quell′escremento e quell′aggionta che lasciano di tagliare fosse ugna, quando invece è branca di chieppa o artiglio di lucertola. Guardati dunque da questa sozza usanza. Non andare, o Sancio, scinto o scammanato; ché colui ch′è male in assetto della persona, dà indizio di animo basso, quando bene la compostezza non degeneri in buffoneria, come si giudicò di quella di Giulio Cesare. Esamina accuratamente quanto può rendere il tuo offizio: e se esso comporta che tu dia livrea ai tuoi servidori, eleggila modesta ed utile piuttosto che vistosa e bizzarra; o meglio scompartiscila tra i servi e i poveri, vale a dire che se hai da vestire sei paggi, vestine tre soli, e tre poveri: così allestirai paggi per la terra e pel cielo: dai vanagloriosi non è mai bene inteso questo vero modo di dare livree. Non mangiar agli o cipolle affinché non si scopra dall′odore la tua contadinanza, cammina adagio e parla riposatamente, non però in modo che sembri che tu accarezzi le tue parole: ogni affettazione è pessima. Sia il tuo desinare parco, e più parca ancora la tua cena: la sanità di tutto il corpo si compone nell′officina dello stomaco. Sii temperato anche nel bere, considerando che l′uso eccedente del vino fa violare i segreti e mancare di fede. Avvertisci, o Sancio, di non divorare a quattro ganasce, né di ruttare dinanzi ad alcuno.
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-Eso de erutar no entiendo -dijo Sancho.
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— Questo ruttare io non lo intendo, disse Sancio, e don Chisciotte soggiunse:
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Y don Quijote le dijo.
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— Ruttare, o Sancio,
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-Erutar, Sancho, quiere decir regoldar, y éste es uno de los más torpes vocablos que tiene la lengua castellana, aunque es muy sinificativo; y así, la gente curiosa se ha acogido al latín, y al regoldar dice erutar, y a los regüeldos, erutaciones; y, cuando algunos no entienden estos términos, importa poco, que el uso los irá introduciendo con el tiempo, que con facilidad se entiendan; y esto es enriquecer la lengua, sobre quien tiene poder el vulgo y el uso.
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significa mandar fuori per la bocca il vento ch′è nello stomaco e chiamasi regoldare nel nostro linguaggio castigliano: è vocabolo dei più brutti benché significativo; però i più gentili sono ricorsi al latino e lo hanno cambiato in ruttare, e si è anche formata la parola ruttazione. Se questi termini non sono oggidì bene divulgati fra noi ciò poco importa, ché il tempo ne introdurrà poi l′uso e s′intenderanno, e la lingua si arricchirà avendo su di essa dominio e potere il volgo e la frequenza dell′uso.
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-En verdad, señor -dijo Sancho-, que uno de los consejos y avisos que pienso llevar en la memoria ha de ser el de no regoldar, porque lo suelo hacer muy a menudo.
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— Davvero, o signore, disse Sancio, che uno dei consigli e avvertimenti che penso di tener a memoria ha da esser quello di non regoldare, perché io soleva farlo spessissimo.
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-Erutar, Sancho, que no regoldar -dijo don Quijote.
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— Ruttare, o Sancio, e non regoldare, disse don Chisciotte.
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-Erutar diré de aquí adelante -respondió Sancho-, y a fee que no se me olvide.
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— Ruttare dirò d′ora in avanti, rispose Sancio, e non abbiate paura che me ne dimentichi.
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-También, Sancho, no has de mezclar en tus pláticas la muchedumbre de refranes que sueles; que, puesto que los refranes son sentencias breves, muchas veces los traes tan por los cabellos, que más parecen disparates que sentencias.
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— Tu non devi, mio caro e buon Sancio, introdurre ne′ tuoi discorsi la moltitudine dei proverbi che hai in uso, che sebbene sieno brevi sentenze, pure sciorinandole fuori di tempo come tu fai, hanno più ciera di spropositi che di sentenze.
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-Eso Dios lo puede remediar -respondió Sancho-, porque sé más refranes que un libro, y viénenseme tantos juntos a la boca cuando hablo, que riñen por salir unos con otros, pero la lengua va arrojando los primeros que encuentra, aunque no vengan a pelo. Mas yo tendré cuenta de aquí adelante de decir los que convengan a la gravedad de mi cargo, que en casa llena presto se guisa la cena, y quien destaja no baraja, y a buen salvo está el que repica, y el dar y el tener seso ha menester.
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— Altri che Iddio non vi può rimediare, rispose Sancio, perch′io so più proverbi che non ne sa un libro; e se ne affollano tanti in una volta alla mia memoria quando parlo, che contrastano l′uno con l′altro per uscirsene, la lingua poi butta fuori i primi che incontra, tuttoché non vengano a pelo; ma starò attento per l′avvenire di non lasciare che mi escano di bocca se non quelli che convengono alla gravità della mia carica: in casa piena presto si fa da cena; e patti chiari, amici cari; e chi suona la campana da un lato, è sicuro che il battaglio non gli cascherà addosso: e per dare ed avere, cervello è di mestiere.
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-¡Eso sí, Sancho! -dijo don Quijote- ¡encaja, ensarta, enhila refranes, que nadie te va a la mano! ¡Castígame mi madre, y yo trómpogelas! Estoyte diciendo que escuses refranes, y en un instante has echado aquí una letanía dellos, que así cuadran con lo que vamos tratando como por los cerros de Úbeda. Mira, Sancho, no te digo yo que parece mal un refrán traído a propósito, pero cargar y ensartar refranes a troche moche hace la plática desmayada y baja. Cuando subieres a caballo, no vayas echando el cuerpo sobre el arzón postrero, ni lleves las piernas tiesas y tiradas y desviadas de la barriga del caballo, ni tampoco vayas tan flojo que parezca que vas sobre el rucio que el andar a caballo a unos hace caballeros; a otros, caballerizos. Sea moderado tu sueño, que el que no madruga con el sol, no goza del día; y advierte, ¡oh Sancho!, que la diligencia es madre de la buena ventura, y la pereza, su contraria, jamás llegó al término que pide un buen deseo. Este último consejo que ahora darte quiero, puesto que no sirva para adorno del cuerpo, quiero que le lleves muy en la memoria, que creo que no te será de menos provecho que los que hasta aquí te he dado; y es que jamás te pongas a disputar de linajes, a lo menos, comparándolos entre sí, pues, por fuerza, en los que se comparan uno ha de ser el mejor, y del que abatieres serás aborrecido, y del que levantares en ninguna manera premiado. Tu vestido será calza entera, ropilla larga, herreruelo un poco más largo; greguescos, ni por pienso, que no les están bien ni a los caballeros ni a los gobernadores. Por ahora, esto se me ha ofrecido, Sancho, que aconsejarte; andará el tiempo, y, según las ocasiones, así serán mis documentos, como tú tengas cuidado de avisarme el estado en que te hallares.
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— E via di questo passo, disse don Chisciotte, seguita pure a scodellare, infilzare ed infilare proverbî, poiché nessuno te lo impedisce; ma per la madre che mi ha fatto, ch′io sono pazzo a sfiatarmi per inculcarti che tu li sfugga, quando all′opposto e nel momento stesso ne hai rigurgitato una letania; e tutti fanno a proposito come se si dicesse che gli asini volano. Persuaditi una volta, o Sancio, che non paiono male i proverbî detti opportunatamente, ma lo sciorinarne alla impazzata egli è un rendere il discorso debole e basso. Quando tu monti a cavallo non andare gittando il corpo sull′arcione di dietro, né tenere le gambe intirizzite o stirate o lontane dal corpo del cavallo, non andare sì trascurato che paia che tu vada sopra il leardo: a cavallo alcuni paion gentili uomini altri gentili asini. Non abbandonarti troppo al sonno; che chi non si alza al levare del sole non gode interamente del giorno; e ricordati, o Sancio, che la diligenza è madre della buona ventura, e la infingardaggine sua contraria non giugne mai a conseguire gli effetti di buon desiderio. L′ultimo consiglio che ora ti voglio dare ancoraché non serva per abbellimento della persona, bramo che ti resti bene fitto in mente, poiché credo che non possa esserti di profitto minore degli altri che ti ho qui insinuati: ed egli è che non ti accinga mai a disputare di prosapie, almeno facendo comparazioni fra loro, poiché dal confronto risulta che chi è posto nella bilancia e non ha il vantaggio, odia chi lo abbassa, e da chi egli innalza non ottiene alcun premio. Il tuo vestito sarà calza intera, casacca lunga, ferraiuolo alquanto largo, ma i calzoni neppure ti cadano in mente, ché sconvengono e ai cavalieri e ai governatori. Ti ho detto, o Sancio, quanto mi è occorso alla memoria per consigliarti e andando innanzi, ed a seconda delle occasioni, avrai da me altri insegnamenti purché tu abbia cura di tenermi informato dell′esser tuo.
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-Señor -respondió Sancho-, bien veo que todo cuanto vuestra merced me ha dicho son cosas buenas, santas y provechosas, pero ¿de qué han de servir, si de ninguna me acuerdo? Verdad sea que aquello de no dejarme crecer las uñas y de casarme otra vez, si se ofreciere, no se me pasará del magín, pero esotros badulaques y enredos y revoltillos, no se me acuerda ni acordará más dellos que de las nubes de antaño, y así, será menester que se me den por escrito, que, puesto que no sé leer ni escribir, yo se los daré a mi confesor para que me los encaje y recapacite cuando fuere menester.
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— Vedo molto chiaramente, disse Sancio, che le cose dettemi da vossignoria sono buone, sante e di gran profitto; ma come potrò servirmene se a quest′ora mi sono scappate via tutte dalla memoria? Ma no, non è vero, che mi restano quelle due, l′una di non lasciare crescere le ugne, l′altra di maritarmi un′altra volta se occorresse: fuori di questi gli altri imbrogli, intrighi e inviluppi tanto me li ricordo come i nugoli dell′anno scorso; e sarebbe necessario che li avessi in iscritto, ché quantunque io non sappia né leggere né scrivere, pure potrei consegnarli al mio confessore perché all′occasione me li mettesse in testa, e me ne facesse la spiegazione.
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-¡Ah, pecador de mí -respondió don Quijote-, y qué mal parece en los gobernadores el no saber leer ni escribir!; porque has de saber, ¡oh Sancho!, que no saber un hombre leer, o ser zurdo, arguye una de dos cosas o que fue hijo de padres demasiado de humildes y bajos, o él tan travieso y malo que no pudo entrar en el buen uso ni la buena doctrina. Gran falta es la que llevas contigo, y así, querría que aprendieses a firmar siquiera.
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— Meschino di me! disse don Chisciotte, ah quanto mai sta male che i governatori non sappiano né leggere né scrivere! Tu hai da imparare, o Sancio mio, che di quell′uomo che non sa leggere od è mancino si arguisce una di queste due cose, o che sia figlio di genitori umili e abbietti, o che nella giovinezza fosse sì traviato e cattivo da non lasciare che in lui avessero accesso le buone costumanze e le buone dottrine. Questo è un gran mancamento che tu hai, e vorrei che almanco tu per ora imparassi a firmare, cioè a sottoscriverti.
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-Bien sé firmar mi nombre -respondió Sancho-, que cuando fui prioste en mi lugar, aprendí a hacer unas letras como de marca de fardo, que decían que decía mi nombre; cuanto más, que fingiré que tengo tullida la mano derecha, y haré que firme otro por mí; que para todo hay remedio, si no es para la muerte; y, teniendo yo el mando y el palo, haré lo que quisiere; cuanto más, que el que tiene el padre alcalde... Y, siendo yo gobernador, que es más que ser alcalde, ¡llegaos, que la dejan ver! No, sino popen y calóñenme, que vendrán por lana y volverán trasquilados; y a quien Dios quiere bien, la casa le sabe; y las necedades del rico por sentencias pasan en el mundo; y, siéndolo yo, siendo gobernador y juntamente liberal, como lo pienso ser, no habrá falta que se me parezca. No, sino haceos miel, y paparos han moscas; tanto vales cuanto tienes, decía una mi agüela, y del hombre arraigado no te verás vengado.
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— Il mio nome lo so fare di avvanzo, disse Sancio, poiché quando era priore nel mio paese ho imparato a far certe strisce come quelle delle balle delle mercanzie, che significavano il mio nome; adesso fingerò di aver storpiata la mano diritta, che ad ogni cosa si rimedia fuorché alla morte; ed avendo io il braccio e il comando farò a mia voglia: e tanto più che a chi ha il padre giudice (e io che sono governatore sono più che giudice) non si fanno i conti addosso: a chi mi stuzzica e mi calunnia interverrà come ai pifferi di montagna, verrà per lana e tornerà tosato: a cui Dio vuol bene va a trovarlo in casa; le scioccherie del ricco corrono per sentenze nel mondo, ed essendo io ricco e governatore e liberale ancora, come ho divisato di voler essere, non mi sarà trovato nell′esame difetto alcuno: e non bisogna farsi in questo mondo pecora che il lupo se la mangia: tanto vali quanto tieni, soleva dire mia nonna; e dell′uomo arrabbiato non ti vedrai vendicato.
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-¡Oh, maldito seas de Dios, Sancho! -dijo a esta sazón don Quijote-. ¡Sesenta mil satanases te lleven a ti y a tus refranes! Una hora ha que los estás ensartando y dándome con cada uno tragos de tormento. Yo te aseguro que estos refranes te han de llevar un día a la horca; por ellos te han de quitar el gobierno tus vasallos, o ha de haber entre ellos comunidades. Dime, ¿dónde los hallas, ignorante, o cómo los aplicas, mentecato, que para decir yo uno y aplicarle bien, sudo y trabajo como si cavase.
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— Oh che tu sia maledetto, Sancio, soggiunse don Chisciotte, sessantamila demonî portino via te e i tuoi proverbi, ch′egli è una gross′ora che li stai infilzando facendomi mandare giù mille bocconi di disgusto per ognuno di essi. Ti do parola che questi strambotti ti condurranno alla fine su di un paio di forche, e ti sarà strappato dalle mani il governo, perché prevedo in oltre che userai mille parzialità. Dimmi: dove li trovi o ignorante? O come li applichi, o scimunito, quando per dirne io uno solo e applicarlo a dovere travaglio e sudo come se zappassi la terra?
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-Por Dios, señor nuestro amo -replicó Sancho-, que vuesa merced se queja de bien pocas cosas. ¿A qué diablos se pudre de que yo me sirva de mi hacienda, que ninguna otra tengo, ni otro caudal alguno, sino refranes y más refranes? Y ahora se me ofrecen cuatro que venían aquí pintiparados, o como peras en tabaque, pero no los diré, porque al buen callar llaman Sancho.
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— Ma viva Dio, signor padrone, la signoria vostra sempre si lamenta delle più piccole cose: che fastidio do io a lei se fo uso di quel poco che posseggo, mentre non ho niente altro al mio comando che un capitale di proverbi e sempre proverbi. Ora me ne vengono quattro sulla punta della lingua che starebbero come dipinti, o come pere in un paniere; non li dirò perché dire Sancio, o un buon tacere, è dire una cosa istessa.
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-Ese Sancho no eres tú -dijo don Quijote-, porque no sólo no eres buen callar, sino mal hablar y mal porfiar; y, con todo eso, querría saber qué cuatro refranes te ocurrían ahora a la memoria que venían aquí a propósito, que yo ando recorriendo la mía, que la tengo buena, y ninguno se me ofrece.
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— Eh non sei tu quel Sancio, disse don Chisciotte, perché non solo non sei un buon tacere, ma un mal parlare e un mal perfidiare: dimmi nulla ostante questi tuoi quattro proverbi che asserisci essere tanto a proposito, e che ti sono in memoria, mentre per quanto io vado sollecitando la mia, che è pur eccellente, non me ne sovviene alcuno.
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-¿Qué mejores -dijo Sancho- que "entre dos muelas cordales nunca pongas tus pulgares", y "a idos de mi casa y qué queréis con mi mujer, no hay responder", y "si da el cántaro en la piedra o la piedra en el cántaro, mal para el cántaro", todos los cuales vienen a pelo? Que nadie se tome con su gobernador ni con el que le manda, porque saldrá lastimado, como el que pone el dedo entre dos muelas cordales, y aunque no sean cordales, como sean muelas, no importa; y a lo que dijere el gobernador no hay que replicar, como al "salíos de mi casa y qué queréis con mi mujer". Pues lo de la piedra en el cántaro un ciego lo verá. Así que, es menester que el que vee la mota en el ojo ajeno, vea la viga en el suyo, porque no se diga por él "espantóse la muerta de la degollada", y vuestra merced sabe bien que más sabe el necio en su casa que el cuerdo en la ajena.
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— Può esservi niente di meglio adattato, disse Sancio, che: tra due denti mascellari non mettere mai il dito? E quest′altro: uscitevene di casa mia ché avete a fare colla moglie mia, non c′è che rispondere. E poi se la brocca dà nella pietra o la pietra nella brocca, mal per la brocca; sono tutti proverbî che vengono proprio a pelo, perché gli è come dire: Che nessuno venga a cozzare col suo governatore, né con chi ha le redini del comando, mentre ne uscirà malconcio, come chi mette il suo dito tra due mascellari; e se non sono mascellari non importa, purché siano denti. A quello poi che dice il governatore, non c′è che rispondere, come al proverbio: uscitevene di casa mia, ché avete a fare colla moglie mia; ed a quella della pietra colla brocca sono tanto chiare le applicazioni che le vedrebbe un orbo; di maniera che bisognerebbe conchiuder che chi vede la teccola all′occhio altrui non vegga la trave nel proprio: e non si dirà per lui: la morta si maravigliò della scannata: e a vossignoria è ben noto che sa più uno sciocco in casa sua che un savio in quella degli altri.
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-Eso no, Sancho -respondió don Quijote-, que el necio en su casa ni en la ajena sabe nada, a causa que sobre el aumento de la necedad no asienta ningún discreto edificio. Y dejemos esto aquí, Sancho, que si mal gobernares, tuya será la culpa, y mía la vergüenza; mas consuélome que he hecho lo que debía en aconsejarte con las veras y con la discreción a mí posible con esto salgo de mi obligación y de mi promesa. Dios te guíe, Sancho, y te gobierne en tu gobierno, y a mí me saque del escrúpulo que me queda que has de dar con toda la ínsula patas arriba, cosa que pudiera yo escusar con descubrir al duque quién eres, diciéndole que toda esa gordura y esa personilla que tienes no es otra cosa que un costal lleno de refranes y de malicias.
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— Oh questo no, o Sancio, rispose don Chisciotte, che nulla sa né in casa propria né in casa altrui lo scimunito, poiché sul fondamento della scimunitaggine non si alza mai alcun ben ordinato edifizio: ma non andiamo altro innanzi. Se tu, o Sancio, governerai male, tua sarà la colpa e mia la vergogna; ma mi consolo che ho adempito al dover mio nel consigliarti con ogni efficacia e avvedutezza; e così ho liberata la mia fede. Dio ti guidi e ti governi nel tuo governo, e si allontani da me lo scrupolo in cui resto che tu e la tua isola non abbiate ad andare colle gambe all′aria: cosa che starebbe in me l′evitare se io scoprissi al duca chi sei, e gli dicessi che tutta questa tua epa e questa personcina che hai, altro non sono che un sacco pieno di srambotti e di malizie.
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-Señor -replicó Sancho-, si a vuestra merced le parece que no soy de pro para este gobierno, desde aquí le suelto, que más quiero un solo negro de la uña de mi alma que a todo mi cuerpo; y así me sustentaré Sancho a secas con pan y cebolla, como gobernador con perdices y capones; y más que, mientras se duerme, todos son iguales, los grandes y los menores, los pobres y los ricos; y si vuestra merced mira en ello, verá que sólo vuestra merced me ha puesto en esto de gobernar que yo no sé más de gobiernos de ínsulas que un buitre; y si se imagina que por ser gobernador me ha de llevar el diablo, más me quiero ir Sancho al cielo que gobernador al infierno.
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— Signore, replicò Sancio, se pare alla signoria vostra che io non sia capace di pigliare le redini di questo governo, io lo lascio andare subito alla malora, perché voglio più bene ad un nero dell′ugna dell′anima mia che a tutto il mio corpo, e Sancio sarà tanto contento di passarsela con pane asciutto e con cipolle quanto un governatore con pernici e capponi; massimamente che quando si dorme tutti siamo eguali, e grandi e piccioli e poveri e ricchi. Se la signoria vostra considera bene la cosa, vedrà che questo pizzicore da governare non mi è venuto se non per conto suo; ché io tanto ne so di governo d′Isole come un avoltoio: e se vossignoria si mette in testa che mi abbia da aiutare il diavolo, sappia che Sancio vuole piuttosto andare villano in cielo che governatore all′inferno.
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-Por Dios, Sancho -dijo don Quijote-, que, por solas estas últimas razones que has dicho, juzgo que mereces ser gobernador de mil ínsulas buen natural tienes, sin el cual no hay ciencia que valga; encomiéndate a Dios, y procura no errar en la primera intención; quiero decir que siempre tengas intento y firme propósito de acertar en cuantos negocios te ocurrieren, porque siempre favorece el cielo los buenos deseos. Y vámonos a comer, que creo que ya estos señores nos aguardan.
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— In fede mia, replicò don Chisciotte, che per queste sole ultime tue parole io giudico che ti calzerebbe bene anche il governo di mille isole: tu mostri buon giudizio, senza il quale non vi ha scienza che valga; raccomandati dunque a Dio, e cerca di non andare errato nella prima intenzione; m′intendo dire che tu mantenga fermo proposito di battere il sentiero della bontà e della rettitudine in ogni negozio che dovrai trattare: il Cielo aiuta sempre un buon desiderio. Andiamo a pranzo, ch′io credo che questi signori ci stiano aspettando.»
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II. Capítulo XLIV. Cómo Sancho Panza fue llevado al gobierno, y de la estraña aventura que en el castillo sucedió a don Quijote.
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CAPITOLO XLIV SANCIO PANCIA ÈCONDOTTO AL GOVERNO. — STRANA AVVENTURA ACCADUTA A DON CHISCIOTTE.
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Dicen que en el propio original desta historia se lee que, llegando Cide Hamete a escribir este capítulo, no le tradujo su intérprete como él le había escrito, que fue un modo de queja que tuvo el moro de sí mismo, por haber tomado entre manos una historia tan seca y tan limitada como esta de don Quijote, por parecerle que siempre había de hablar dél y de Sancho, sin osar estenderse a otras digresiones y episodios más graves y más entretenidos; y decía que el ir siempre atenido el entendimiento, la mano y la pluma a escribir de un solo sujeto y hablar por las bocas de pocas personas era un trabajo incomportable, cuyo fruto no redundaba en el de su autor, y que, por huir deste inconveniente, había usado en la primera parte del artificio de algunas novelas, como fueron la del Curioso impertinente y la del Capitán cautivo, que están como separadas de la historia, puesto que las demás que allí se cuentan son casos sucedidos al mismo don Quijote, que no podían dejar de escribirse. También pensó, como él dice, que muchos, llevados de la atención que piden las hazañas de don Quijote, no la darían a las novelas, y pasarían por ellas, o con priesa o con enfado, sin advertir la gala y artificio que en sí contienen, el cual se mostrara bien al descubierto cuando, por sí solas, sin arrimarse a las locuras de don Quijote ni a las sandeces de Sancho, salieran a luz. Y así, en esta segunda parte no quiso ingerir novelas sueltas ni pegadizas, sino algunos episodios que lo pareciesen, nacidos de los mesmos sucesos que la verdad ofrece; y aun éstos, limitadamente y con solas las palabras que bastan a declararlos; y, pues se contiene y cierra en los estrechos límites de la narración, teniendo habilidad, suficiencia y entendimiento para tratar del universo todo, pide no se desprecie su trabajo, y se le den alabanzas, no por lo que escribe, sino por lo que ha dejado de escribir.
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Cid Hamete, per quanto si dice nel genuino originale di questa opera, dovendo scrivere il presente capitolo, lo cominciò con un esordio che l′interprete non tradusse con scrupolosa fedeltà. Perocché lo scrittore Moro duolsi in quell′esordio di avere posto mano ad un′istoria arida e limitata come si è questa di don Chisciotte, in cui continuamente si parla di lui e di Sancio, senza osar di estendersi ad altre digressioni od episodi più gravi e più dilettevoli. Diceva egli che occupare mai sempre l′intelletto, la mano e la penna a scrivere di un solo soggetto, e a parlare colla bocca di poche persone, era un′intollerabile fatica, il cui frutto non ridondava in vantaggio dell′autore. Diceva in oltre che per sottrarsi da questo inconveniente si era valso nella prima Parte dell′artifizio d′inserire alcune Novelle, come furono quelle del Curioso impertinente e del Capitano schiavo, che sono in certo modo separate dalla istoria, essendoché le altre che vi si raccontano, son casi successi al medesimo don Chisciotte, sicché non si potea tralasciare di notarli. Ma d′altra parte pensò, come asserisce egli stesso, che trasportati molti dall′attenzione che esigono le prodezze di don Chisciotte, non sarebbero stati in grado di prestarla alle novellette, ma che le avrebbero scorse o all′infretta o con noia senza por mente alla vaghezza ed all′artifizio che in sé contengono, il quale scopertamente si mostrerebbe quando fossero escite alla luce staccate del tutto dalle pazzie di don Chisciotte e dalle balordaggini di Sancio Pancia. Per questi motivi il citato autore in questa seconda Parte non volle innestare Novelle sciolte né legate, ma introdusse qualche episodio nato dai successi medesimi, il che è più verisimile, e questo pure limitatamente e colle sole parole che bastano a dichiararlo. Si contenne e rinserrò negli stretti limiti della narrazione, benché possedesse abilità, sufficienza e intendimento per trattare dell′universo intero; ed è quindi dovere che non si abbia a vile la sua fatica, anzi gli si dieno lodi, non tanto per quello che scrive, quanto per quello che ha tralasciato di scrivere.
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Y luego prosigue la historia diciendo que, en acabando de comer don Quijote, el día que dio los consejos a Sancho, aquella tarde se los dio escritos, para que él buscase quien se los leyese; pero, apenas se los hubo dado, cuando se le cayeron y vinieron a manos del duque, que los comunicó con la duquesa, y los dos se admiraron de nuevo de la locura y del ingenio de don Quijote; y así, llevando adelante sus burlas, aquella tarde enviaron a Sancho con mucho acompañamiento al lugar que para él había de ser ínsula.
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Dopo questo preambolo, continua la leggenda nel modo seguente: Don Chisciotte dopo terminato il pranzo nel giorno in cui diede i consigli a Sancio, glieli fece tenere nella stessa sera al tardi in iscritto affinché da qualcuno se li facesse leggere; non glieli avea però appena consegnati che caddero, e pervennero in mano del duca, il quale li comunicò alla duchessa, e tutti e due nuovamente stupirono della pazzia e dell′ingegno del cavaliere errante. Tirando eglino innanzi colle burle mandarono quella sera Sancio con grande accompagnamento al paese che per lui dovea essere isola.
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Acaeció, pues, que el que le llevaba a cargo era un mayordomo del duque, muy discreto y muy gracioso -que no puede haber gracia donde no hay discreción-, el cual había hecho la persona de la condesa Trifaldi, con el donaire que queda referido; y con esto, y con ir industriado de sus señores de cómo se había de haber con Sancho, salió con su intento maravillosamente. Digo, pues, que acaeció que, así como Sancho vio al tal mayordomo, se le figuró en su rostro el mesmo de la Trifaldi, y, volviéndose a su señor, le dijo.
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Colui pertanto che lo guidava colla sua responsabilità, era quello stesso maggiordomo del duca molto discreto e grazioso (che non si dà grazia dove non è discrezione), il quale avea rappresentato il personaggio della contessa Trifaldi col buon garbo che abbiamo detto. Quest′uomo bene istrutto e avvertito da′ suoi padroni del modo che dovea tener con Sancio, riuscì a maraviglia nella esecuzione del suo impegno. Ora dunque avvenne che quando Sancio vide tal maggiordomo, raffigurò nel suo viso quello stesso della Trifaldi, e dirizzandosi al suo padrone gli disse:
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-Señor, o a mí me ha de llevar el diablo de aquí de donde estoy, en justo y en creyente, o vuestra merced me ha de confesar que el rostro deste mayordomo del duque, que aquí está, es el mesmo de la Dolorida.
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— O mi ha da portare il diavolo via di qua dove io sono bello ed intero, o mi ha a confessare la signoria vostra che il volto di questo maggiordomo del duca, che sta qui, è quello stesso della Trifaldi.»
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Miró don Quijote atentamente al mayordomo, y, habiéndole mirado, dijo a Sancho.
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Don Chisciotte guardò e riguardò attentamente il maggiordomo, e poi disse a Sancio:
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-No hay para qué te lleve el diablo, Sancho, ni en justo ni en creyente, que no sé lo que quieres decir; que el rostro de la Dolorida es el del mayordomo, pero no por eso el mayordomo es la Dolorida; que, a serlo, implicaría contradición muy grande, y no es tiempo ahora de hacer estas averiguaciones, que sería entrarnos en intricados laberintos. Créeme, amigo, que es menester rogar a Nuestro Señor muy de veras que nos libre a los dos de malos hechiceros y de malos encantadores.
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— Non occorre che il diavolo ti porti, o Sancio, né bello né intero, perché il viso della Trifaldi è proprio quello del maggiordomo: ma non è per questo che il maggiordomo sia la Trifaldi; ché se ciò fosse implicherebbe grandissima contraddizione: ma non è tempo questo di avverare tali circostanze, mentre sarebbe un voler entrare in labirinto molto intricato. Credimi, amico, che fa mestieri pregare nostro Signore con molto affetto, perché ci liberi dai cattivi stregoni e dai tristi incantatori.
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-No es burla, señor -replicó Sancho-, sino que denantes le oí hablar, y no pareció sino que la voz de la Trifaldi me sonaba en los oídos. Ahora bien, yo callaré, pero no dejaré de andar advertido de aquí adelante, a ver si descubre otra señal que confirme o desfaga mi sospecha.
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— Ma questa non è burla, replicò Sancio, perché ho chiaramente intesa la sua voce, e non altro mi è suonato all′orecchio che la voce della Trifaldi. Basta per ora; non si parli altro, ma non tralascerò in avvenire di star cogli occhi aperti per vedere se qualche altro segnale confermi o distrugga i miei sospetti.
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-Así lo has de hacer, Sancho -dijo don Quijote-, y darásme aviso de todo lo que en este caso descubrieres y de todo aquello que en el gobierno te sucediere.
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— Così dèi fare, Sancio, disse don Chisciotte, e mi porrai al chiaro di ogni tua scoperta in tale proposito, e di qualunque cosa che nel governo sarà per succederti.
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Salió, en fin, Sancho, acompañado de mucha gente, vestido a lo letrado, y encima un gabán muy ancho de chamelote de aguas leonado, con una montera de lo mesmo, sobre un macho a la jineta, y detrás dél, por orden del duque, iba el rucio con jaeces y ornamentos jumentiles de seda y flamantes. Volvía Sancho la cabeza de cuando en cuando a mirar a su asno, con cuya compañía iba tan contento que no se trocara con el emperador de Alemaña.
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Sancio in fine partì accompagnato da gran comitiva vestito da legale, con sopra l′abito un gabbano molto splendido e largo di ciambellotto a once, e con berretto pure di ciambellotto. Cavalcava un mulo alla ginetta, e dietro a lui per comando del duca andava il leardo con fornimenti e guarnizioni giumentili di seta fiammeggianti. Sancio voltava il capo di quando in quando per guardare il suo asino, in compagnia del quale andava tanto contento che non l′avrebbe ceduto ad un imperatore.
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Al despedirse de los duques, les besó las manos, y tomó la bendición de su señor, que se la dio con lágrimas, y Sancho la recibió con pucheritos.
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Nel prendere licenza dai duchi baciò loro la mano, e si prese la benedizione del suo signore, che gliela diede colle lagrime agli occhi, e la ricevette Sancio colle gote gonfie, come fanciullo che stia per piangere.
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Deja, lector amable, ir en paz y en hora buena al buen Sancho, y espera dos fanegas de risa, que te ha de causar el saber cómo se portó en su cargo, y, en tanto, atiende a saber lo que le pasó a su amo aquella noche; que si con ello no rieres, por lo menos desplegarás los labios con risa de jimia, porque los sucesos de don Quijote, o se han de celebrar con admiración, o con risa.
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Lascia, o lettor garbato, andare in pace e in buon′ora l′ottimo nostro Sancio, e attenditi due staia di risa che ti ha a produrre il sapere come si portò nel suo governo; frattanto ascolta quello che avvenne in quella notte al suo padrone: che se con questo racconto non riderai, comporrai per lo meno, come suol dirsi, le labbra a ghigno di scimmia; perché gli avvenimenti che riguardan don Chisciotte, od hannosi a celebrare con ammirazione o con festività.
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Cuéntase, pues, que, apenas se hubo partido Sancho, cuando don Quijote sintió su soledad; y si le fuera posible revocarle la comisión y quitarle el gobierno, lo hiciera. Conoció la duquesa su melancolía, y preguntóle que de qué estaba triste; que si era por la ausencia de Sancho, que escuderos, dueñas y doncellas había en su casa que le servirían muy a satisfación de su deseo.
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Raccontasi dunque che appena partito Sancio sentì don Chisciotte il peso della sua solitudine; e se gli fosse stato possibile rivocare la commissione e torgli il governo, lo avrebbe fatto. Fu conosciuta dalla duchessa la sua malinconia, e lo domandò perché stesse di sì malavoglia: che se ciò fosse per la partenza di Sancio, egli avrebbe potuto avere nella sua corte in vece di lui, a suo libero comando altri scudieri, e matrone e donzelle.
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-Verdad es, señora mía -respondió don Quijote-, que siento la ausencia de Sancho, pero no es ésa la causa principal que me hace parecer que estoy triste, y, de los muchos ofrecimientos que vuestra excelencia me hace, solamente acepto y escojo el de la voluntad con que se me hacen, y, en lo demás, suplico a Vuestra Excelencia que dentro de mi aposento consienta y permita que yo solo sea el que me sirva.
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— Èvero, signora, rispose don Chisciotte, che mi pesa la lontananza di Sancio, ma non è questo il principale motivo che mi fa parere malinconico: quanto poi alle molte offerte che mi va facendo la bontà vostra, io non le accetto; solo sono contento della egregia intenzione con cui si fanno, e di nient′altro supplico vostra eccellenza fuorché di consentire e permettere che io nella mia stanza e da per me solo mi serva.
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-En verdad -dijo la duquesa-, señor don Quijote, que no ha de ser así que le han de servir cuatro doncellas de las mías, hermosas como unas flores.
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— In verità, signor don Chisciotte, disse la duchessa, che così non ha da essere, perché intendo che restino ai suoi comandi quattro delle mie donzelle, belle e fresche come tante rose.
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-Para mí -respondió don Quijote- no serán ellas como flores, sino como espinas que me puncen el alma. Así entrarán ellas en mi aposento, ni cosa que lo parezca, como volar. Si es que vuestra grandeza quiere llevar adelante el hacerme merced sin yo merecerla, déjeme que yo me las haya conmigo, y que yo me sirva de mis puertas adentro, que yo ponga una muralla en medio de mis deseos y de mi honestidad; y no quiero perder esta costumbre por la liberalidad que vuestra alteza quiere mostrar conmigo. Y, en resolución, antes dormiré vestido que consentir que nadie me desnude.
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— Non sarebbero rose per me, disse don Chisciotte, ma tante spine che mi pungerebbero l′anima; e tanto è possibile ch′io le lasci entrare nella mia camera com′è possibile ch′elleno volino. Se è vero che piaccia alla vostra grandezza di continuare a spargere su di me i suoi favori con prodiga mano, tuttoché io non li meriti, mi usi quello di lasciarmi in piena balìa. Io prescelgo di essere il servitore di me medesimo nella mia solitudine, dove alzerò una muraglia fra i miei desiderî e la mia onestà, mentre perdere non voglio questo mio costume a cagione della liberalità che l′altezza vostra si compiace impartirmi: in conclusione io torrei di dormir vestito anzi che essere spogliato da chicchesia.
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-No más, no más, señor don Quijote -replicó la duquesa-. Por mí digo que daré orden que ni aun una mosca entre en su estancia, no que una doncella; no soy yo persona, que por mí se ha de descabalar la decencia del señor don Quijote; que, según se me ha traslucido, la que más campea entre sus muchas virtudes es la de la honestidad. Desnúdese vuesa merced y vístase a sus solas y a su modo, como y cuando quisiere, que no habrá quien lo impida, pues dentro de su aposento hallará los vasos necesarios al menester del que duerme a puerta cerrada, porque ninguna natural necesidad le obligue a que la abra. Viva mil siglos la gran Dulcinea del Toboso, y sea su nombre estendido por toda la redondez de la tierra, pues mereció ser amada de tan valiente y tan honesto caballero, y los benignos cielos infundan en el corazón de Sancho Panza, nuestro gobernador, un deseo de acabar presto sus diciplinas, para que vuelva a gozar el mundo de la belleza de tan gran señora.
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— Non più, non più, signor don Chisciotte, replicò la duchessa, che in quanto a me si appartiene, ordino risolutamente che neppure una mosca entri nella sua stanza, non ché una donzella; né io sono una persona la quale voglia mai che per causa mia abbia a venir meno la decenza del signor don Chisciotte; e tanto più che, per quanto ho potuto osservare, nella signoria vostra, campeggia l′onestà tra le tante sue maschie virtù. Vossignoria si spogli e si vesta da sé solo, a suo modo, e come e quando le piace, che non vi sarà chi glielo impedisca, e nella sua stanza troverà quanto mai può bisognare a chi dorme con la porta chiusa affinché nessuna naturale occorrenza la sforzi ad aprirla: viva mille secoli la gran Dulcinea del Toboso, e si estenda il suo nome per tutta la rotondità della terra, poiché ha meritato l′amore di un cavaliere sì valoroso ed onesto; i benigni cieli infondano poi nel cuore di Sancio Pancia, nostro governatore, il desiderio di compiere presto la sua disciplina, affinché il mondo torni a godere della bellezza di sì eccelsa signora.»
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A lo cual dijo don Quijote
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Cui don Chisciotte rispose:
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-Vuestra altitud ha hablado como quien es, que en la boca de las buenas señoras no ha de haber ninguna que sea mala; y más venturosa y más conocida será en el mundo Dulcinea por haberla alabado vuestra grandeza, que por todas las alabanzas que puedan darle los más elocuentes de la tierra.
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— L′altezza vostra ha parlato da sua pari, mentre nessuna cosa disdicevole ha mai da uscire di bocca dalle dame ben educate; e più venturosa e più conosciuta sarà al mondo Dulcinea per esser stata onorata dalle lodi della vostra grandezza, che nol sarebbe per quelle tutte che le avessero date i più grandi eloquenti della terra.
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-Agora bien, señor don Quijote -replicó la duquesa-, la hora de cenar se llega, y el duque debe de esperar venga vuesa merced y cenemos, y acostaráse temprano, que el viaje que ayer hizo de Candaya no fue tan corto que no haya causado algún molimiento.
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— Or via, signor don Chisciotte, replicò la duchessa, l′ora della cena è giunta, ed il duca certamente ci sta aspettando; venga la signoria vostra, ceniamo e poi andrà a letto; perché il viaggio che fece ieri a Candaia non fu sì corto che non debba averle prodotto qualche stracchezza.
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-No siento ninguno, señora -respondió don Quijote-, porque osaré jurar a Vuestra Excelencia que en mi vida he subido sobre bestia más reposada ni de mejor paso que Clavileño; y no sé yo qué le pudo mover a Malambruno para deshacerse de tan ligera y tan gentil cabalgadura, y abrasarla así, sin más ni más.
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— Non ne sento alcuna, o signora, rispose don Chisciotte, perché potrei giurare che in vita mia non ho cavalcato bestia più tranquilla né di miglior passo di Clavilegno; né so concepire quale causa abbia indotto Malambruno a privarsi di sì leggera e buona cavalcatura abbruciandola così male a proposito.
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-A eso se puede imaginar -respondió la duquesa- que, arrepentido del mal que había hecho a la Trifaldi y compañía, y a otras personas, y de las maldades que como hechicero y encantador debía de haber cometido, quiso concluir con todos los instrumentos de su oficio, y, como a principal y que más le traía desasosegado, vagando de tierra en tierra, abrasó a Clavileño; que con sus abrasadas cenizas y con el trofeo del cartel queda eterno el valor del gran don Quijote de la Mancha.
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— Si può immaginare, replicò la duchessa, che a ciò siasi risolto siccome pentito del male fatto alla Trifaldi, alla compagnia e ad altre persone, e delle malvagità che come stregone e incantatore debbe avere commesse; e quindi abbia voluto levarsi dinanzi tutti gl′istrumenti del suo mestiere. Piacquegli d′incenerire il mezzo principale che gli dava maggior rimorso, e col quale inquietava più il mondo vagando di terra in terra; ed era Clavilegno, con le cui abbruciate ceneri e col trofeo del castello si è reso eterno il valore del gran don Chisciotte della Mancia.»
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De nuevo nuevas gracias dio don Quijote a la duquesa, y, en cenando, don Quijote se retiró en su aposento solo, sin consentir que nadie entrase con él a servirle tanto se temía de encontrar ocasiones que le moviesen o forzasen a perder el honesto decoro que a su señora Dulcinea guardaba, siempre puesta en la imaginación la bondad de Amadís, flor y espejo de los andantes caballeros. Cerró tras sí la puerta, y a la luz de dos velas de cera se desnudó, y al descalzarse -¡oh desgracia indigna de tal persona!- se le soltaron, no suspiros, ni otra cosa, que desacreditasen la limpieza de su policía, sino hasta dos docenas de puntos de una media, que quedó hecha celosía. Afligióse en estremo el buen señor, y diera él por tener allí un adarme de seda verde una onza de plata; digo seda verde porque las medias eran verdes.
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Nuovi ringraziamenti fece don Chisciotte alla duchessa, e terminato ch′ebbe di cenare, si ritirò solo nella camera senza permettere ad alcuno di entrare a servirlo: sì grande era il suo timore d′inciampare in occasioni che lo movessero e forzassero a perdere l′onesto decoro che serbava alla sua signora Dulcinea, tenendo sempre d′innanzi alla immaginazione la bontà di Amadigi, fiore e specchio degli erranti cavalieri. Si tirò dietro la porta, e spogliossi al lume di due candele di cera; ma allo scalzarsi (oh disgrazia indegna di sì grande soggetto!) scoppiarono, non già cose che screditassero la limpidezza della sua pulizia, ma intorno a due dozzine di maglie di una calzetta che rimase come un crivello. Si afflisse molto il buon signore, ed avrebbe pagato, per avere quivi un dramma di seta verde, un′oncia di argento; dico di seta verde, perch′erano verdi le calzette.
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Aquí exclamó Benengeli, y, escribiendo, dijo ′′¡Oh pobreza, pobreza! ¡No sé yo con qué razón se movió aquel gran poeta cordobés a llamarte
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— O povertà! povertà! sclama Ben Engeli a questo passo, io non so per qual ragione il poeta cordovese si mosse a chiamarti
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dádiva santa desagradecida! .
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santo dono ingratamente ricevuto!
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Yo, aunque moro, bien sé, por la comunicación que he tenido con cristianos, que la santidad consiste en la caridad, humildad, fee, obediencia y pobreza; pero, con todo eso, digo que ha de tener mucho de Dios el que se viniere a contentar con ser pobre, si no es de aquel modo de pobreza de quien dice uno de sus mayores santos "Tened todas las cosas como si no las tuviésedes"; y a esto llaman pobreza de espíritu; pero tú, segunda pobreza, que eres de la que yo hablo, ¿por qué quieres estrellarte con los hidalgos y bien nacidos más que con la otra gente? ¿Por qué los obligas a dar pantalia a los zapatos, y a que los botones de sus ropillas unos sean de seda, otros de cerdas, y otros de vidro? ¿Por qué sus cuellos, por la mayor parte, han de ser siempre escarolados, y no abiertos con molde?′′ Y en esto se echará de ver que es antiguo el uso del almidón y de los cuellos abiertos. Y prosiguió ′′¡Miserable del bien nacido que va dando pistos a su honra, comiendo mal y a puerta cerrada, haciendo hipócrita al palillo de dientes con que sale a la calle después de no haber comido cosa que le obligue a limpiárselos! ¡Miserable de aquel, digo, que tiene la honra espantadiza, y piensa que desde una legua se le descubre el remiendo del zapato, el trasudor del sombrero, la hilaza del herreruelo y la hambre de su estómago!′.
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io, tuttoché Moro, so benissimo per la corrispondenza tenuta coi cristiani che la santità consiste nella carità, umiltà, fede, ubbidienza e povertà, contuttociò sostengo che ha da avere del divino colui che si contenta di essere povero, quando non fosse di quel genere di povertà di cui parlando dice uno dei maggiori suoi Santi: tenete le cose tutte come se non le aveste, e questa la chiamano povertà di spirito, ma tu, o secondo genere di povertà (ed è quella che io intendo di ricordare) perché vai tu a percuotere gl′idalghi e le persone bennate, piucché altra gente? perché li obblighi tu a rattoppare le scarpe ed a mettere i bottoni delle loro casacche alcuna volta di setole, altra di seta, ed altra di vetro? perché i collari che portano hanno ad essere sparpagliati per la maggior parte e non a lattughe aperte? (e da ciò verrassi a conoscere quanto sia inveterato l′uso dell′amido e dei collari a lattughe); e poi seguitò a questo modo: «Povero è bene colui che uscito da buoni natali va deturpando l′onor suo, mangiando male a porte serrate, portando lo stuzzicadenti fuori di casa per apparenza e per dar altrui ad intendere di avere mangiata cosa per cui si rende necessario pulirli! Povero è bene colui, ripeto, che dall′onore è fatto pauroso, e teme che pur una lega da lungi se gli scuoprano e osservino i tacconi delle scarpe, il sudore del cappello, il tessuto del ferraiuolo, e la fame che lo tormenta!»
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Todo esto se le renovó a don Quijote en la soltura de sus puntos, pero consolóse con ver que Sancho le había dejado unas botas de camino, que pensó ponerse otro día. Finalmente, él se recostó pensativo y pesaroso, así de la falta que Sancho le hacía como de la inreparable desgracia de sus medias, a quien tomara los puntos, aunque fuera con seda de otra color, que es una de las mayores señales de miseria que un hidalgo puede dar en el discurso de su prolija estrecheza. Mató las velas; hacía calor y no podía dormir; levantóse del lecho y abrió un poco la ventana de una reja que daba sobre un hermoso jardín, y, al abrirla, sintió y oyó que andaba y hablaba gente en el jardín. Púsose a escuchar atentamente. Levantaron la voz los de abajo, tanto, que pudo oír estas razones.
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Tutte queste considerazioni si offrirono alla memoria di don Chisciotte quando si sciolsero le maglie della calzetta, ma si racconsolò poi vedendo che Sancio gli aveva lasciato certi stivali da viaggio, che egli divisò di calzare nel dì seguente. Andò finalmente a letto pieno di pensieri e di amarezze, sì per l′assenza di Sancio come per la irreparabile disgrazia delle calzette, le cui maglie avrebbe eziandio rassettate se avesse potuto con seta di altro colore; ch′è uno dei maggiori indizi di miseria che un idalgo ed una persona bennata possa dare nel corso della costante sua povertà. Spense la candela, ma pel gran caldo non poteva dormire. Alzossi dal letto, aperse un cotal poco una finestra che riusciva sopra delizioso giardino, e nell′aprirla conobbe ed udì che vi era gente la quale ragionava. Si mise ad ascoltare con attenzione, e quelli che stavano abbasso alzarono la voce tanto che egli poté udire il seguente discorso:
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-No me porfíes, ¡oh Emerencia!, que cante, pues sabes que, desde el punto que este forastero entró en este castillo y mis ojos le miraron, yo no sé cantar, sino llorar; cuanto más, que el sueño de mi señora tiene más de ligero que de pesado, y no querría que nos hallase aquí por todo el tesoro del mundo. Y, puesto caso que durmiese y no despertase, en vano sería mi canto si duerme y no despierta para oírle este nuevo Eneas, que ha llegado a mis regiones para dejarme escarnida.
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— Non insistere, Emerenzia, perché io canti, mentre ti è noto che dal primo istante in cui il forestiere entrò in questo castello, e lo mirarono gli occhi miei, io non so più cantare ma solamente piangere: e tanto più che il sonno della mia padrona è leggiero anzi che no, né vorrei che ci sorprendesse qua per tutto l′oro del mondo. Oltre di che s′ella in preda al sonno non si destasse, a vuoto riescirebbe il mio canto se dorme, e non si desta a sentirlo il novello Enea ch′è arrivato alle mie regioni per lasciarmi schernita.
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-No des en eso, Altisidora amiga -respondieron-, que sin duda la duquesa y cuantos hay en esa casa duermen, si no es el señor de tu corazón y el despertador de tu alma, porque ahora sentí que abría la ventana de la reja de su estancia, y sin duda debe de estar despierto; canta, lastimada mía, en tono bajo y suave al son de tu arpa, y, cuando la duquesa nos sienta, le echaremos la culpa al calor que hace.
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— Non credere no questo, o amica Altisidora (altra voce diceva), perché la duchessa e quanti soggiornano in questa casa dormono tutti, fuorché il dominatore del tuo cuore, e lo svegliarino della tua anima; ché avendolo io sentito or ora aprire la finestra della sua stanza deve senz′altro essere desto. Canta pure o dogliosa mia, in tono basso e soave al suono della tua arpa; e se pure la duchessa ci sente, noi incolperemo il caldo che ci molesta.
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-No está en eso el punto, ¡oh Emerencia! -respondió la Altisidora-, sino en que no querría que mi canto descubriese mi corazón y fuese juzgada de los que no tienen noticia de las fuerzas poderosas de amor por doncella antojadiza y liviana. Pero venga lo que viniere, que más vale vergüenza en cara que mancilla en corazón.
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— Non istà nel caldo la difficoltà, o Emerenzia, rispose Altisidora: egli è che non vorrei che il mio canto tradisse i segreti del mio cuore, e si facessero giudici miei quelli che non conoscendo quanto sia possente la forza d′amore, mi giudicherebbero forse donzella capricciosa e leggera: ma seguane che vuole, egli è meglio arrossire in viso che rimanere vittima del cordoglio:» ed in così dire cominciò a suonar un′arpa molto soavemente.
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Y, en esto, sintió tocar una arpa suavísimamente. Oyendo lo cual, quedó don Quijote pasmado, porque en aquel instante se le vinieron a la memoria las infinitas aventuras semejantes a aquélla, de ventanas, rejas y jardines, músicas, requiebros y desvanecimientos que en los sus desvanecidos libros de caballerías había leído. Luego imaginó que alguna doncella de la duquesa estaba dél enamorada, y que la honestidad la forzaba a tener secreta su voluntad; temió no le rindiese, y propuso en su pensamiento el no dejarse vencer; y, encomendándose de todo buen ánimo y buen talante a su señora Dulcinea del Toboso, determinó de escuchar la música; y, para dar a entender que allí estaba, dio un fingido estornudo, de que no poco se alegraron las doncellas, que otra cosa no deseaban sino que don Quijote las oyese. Recorrida, pues, y afinada la arpa, Altisidora dio principio a este romance
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Restò don Chisciotte, ciò udendo, trasecolato, perché in quell′istante se gli presentarono alla memoria le infinite venture simili a quella, di finestre, cioè, inferriate, giardini, musiche, concerti amorosi e svenimenti da esso letti nei suoi spropositati libri di cavalleria. S′immaginò subito che qualche donzella della duchessa fosse innamorata di lui, e che l′onestà la sforzasse a tener celate le sue fiamme. Temeva di non esporsi a troppo pericolo, e propose fermamente seco medesimo di non lasciarsi vincere. Raccomandandosi dunque col più vivo del cuore e con ogni buona volontà alla sua signora Dulcinea del Toboso, stabilì di ascoltare la musica: e per far sapere ch′egli era colà, finse di stranutire; di che non poco si rallegrarono le donzelle, le quali altra cosa non desideravano che di essere udite da don Chisciotte. Posta pertanto in ordine ed accordata l′arpa Altisodora cantò la seguente canzone:
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-¡Oh, tú, que estás en tu lecho.
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«O tu che stai
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entre sábanas de holanda.
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nel tuo letto
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durmiendo a pierna tendid.
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fra lenzuola di tela olandese,
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de la noche a la mañana,
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sdraiato dalla sera al mattino.
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caballero el más valient.
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«Valorosissimo de′ cavalieri
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que ha producido la Mancha.
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che mai producesse la Mancia,
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más honesto y más bendit.
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più casto e più puro
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que el oro fino de Arabia.
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del fino oro d′Arabia;
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Oye a una triste doncella.
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«Ascolta una giovane innamorata
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bien crecida y mal lograda.
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mal corrisposta,
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que en la luz de tus dos sole.
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che arde al raggio
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se siente abrasar el alma.
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de′ tuoi due soli.
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Tú buscas tus aventuras.
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«Tu vai cercando venture,
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y ajenas desdichas hallas.
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e intanto sei causa delle sventure altrui;
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das las feridas, y niegas
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tu ferisci e ricusi
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el remedio de sanarlas.
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di rimediar alle piaghe che vai facendo.
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Dime, valeroso joven.
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«Dimmi o giovine valoroso
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que Dios prospere tus ansias.
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(così Dio ti liberi da ogni affanno),
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si te criaste en la Libia.
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sei tu nato nei deserti della Libia
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o en las montañas de Jaca.
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o sulle montagne del Jacca?
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si sierpes te dieron leche.
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«Ti allattarono forse i serpenti?
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si, a dicha, fueron tus amas
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o fosti per avventura allevato
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la aspereza de las selva.
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fra l′orrore delle foreste
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y el horror de las montañas.
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e l′asprezza delle montagne?
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Muy bien puede Dulcinea.
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«Dulcinea! giovine,
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doncella rolliza y sana.
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fresca e di fiorente salute,
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preciarse de que ha rendid.
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può darsi vanto di avere ammansato
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a una tigre y fiera brava.
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una tigre, una belva feroce.
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Por esto será famosa
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«Per questa vittoria essa andrà famosa
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desde Henares a Jarama.
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dall′Henares al Jarame,
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desde el Tajo a Manzanares.
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dal Tago al Manzanare,
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desde Pisuerga hasta Arlanza.
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dalla Pisverga all′Arlanza.
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Trocáreme yo por ella.
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«Quanto volentieri vorrei esser lei;
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y diera encima una say.
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e ne darei anche per sopra mercato
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de las más gayadas mías.
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il più bello dei miei abiti,
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que de oro le adornan franjas.
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quello ornato con frangie d′oro.
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¡Oh, quién se viera en tus brazos.
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«Oh quale felicità! vedersi nelle tue braccia,
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o si no, junto a tu cama.
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od almeno presso
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rascándote la cabez.
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il tuo letto
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y matándote la caspa.
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grattandoti la testa.
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Mucho pido, y no soy dign.
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«So ch′io domando troppo gran cosa,
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de merced tan señalada.
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e della quale non sono degna:
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los pies quisiera traerte.
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vorrei soltanto lavarti i piedi;
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que a una humilde esto le basta.
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questo è pur sufficiente ad una umile amante.
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¡Oh, qué de cofias te diera.
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«Quante cuffie e scarpettine
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qué de escarpines de plata.
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e calze stupende
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qué de calzas de damasco.
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e mantelli d′Olanda
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qué de herreruelos de holanda.
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io ti darei!
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¡Qué de finísimas perlas,
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«Quante fine perle ti donerei
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cada cual como una agalla.
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e sì grosse che per essere senza
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que, a no tener compañeras.
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pari sarebbero
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Las solas fueran llamadas.
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chiamate le uniche.
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No mires de tu Tarpey.
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«Non contentarti di mirare dall′alto
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este incendio que me abrasa.
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della rupe tarpea l′incendio che mi consuma,
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Nerón manchego del mundo.
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o valoroso Mancego, Nerone del mondo,
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ni le avives con tu saña.
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né rinforzar questo incendio col tuo rigore.
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Niña soy, pulcela tierna.
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«Io sono giovine e tenera verginella,
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mi edad de quince no pasa
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la mia età non è maggiore di quindici anni,
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catorce tengo y tres meses.
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perché sull′anima mia e sulla mia coscienza
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te juro en Dios y en mi ánima.
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ne ho soltanto quattordici e tre mesi.
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No soy renca, ni soy coja.
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«Io non sono né gobba né zoppa,
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ni tengo nada de manca.
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non sono rattratta delle mani:
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los cabellos, como lirios.
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ed ho capegli simiglianti a gigli
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que, en pie, por el suelo arrastran.
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che si strascinano sul suolo a′ miei piedi.
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Y, aunque es mi boca aguileña.
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«Comunque sia aquilina la mia bocca,
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y la nariz algo chata.
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e il naso un cotal po′ rincagnato,
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ser mis dientes de topacios.
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ciò non pertanto, perché i miei denti sono topazi,
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mi belleza al cielo ensalza.
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la mia bellezza ne riceve anzi splendore.
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Mi voz, ya ves, si me escuchas.
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«In quanto alla mia voce
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que a la que es más dulce iguala.
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se tu ora mi ascolti potrai persuaderti ch′essa non teme
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y soy de disposición.
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il paragone delle più dolci:
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algo menos que mediana.
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la mia persona è piccioletta anzi che no.
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Estas y otras gracias mías.
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«E tutte queste grazie e tutto quanto posseggo
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son despojos de tu aljaba.
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è spoglia riserbata per te.
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desta casa soy doncella.
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Io sono in questa casa damigella di compagnia;
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y Altisidora me llaman.
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il mio nome Altisodora.»
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Aquí dio fin el canto de la malferida Altisidora, y comenzó el asombro del requirido don Quijote, el cual, dando un gran suspiro, dijo entre sí.
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Qui ebbe fine il canto della malferita giovane, e cominciamento lo stupore da cui fu colto l′amato don Chisciotte; il quale mettendo grande sospiro, disse seco medesimo:
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-¡Que tengo de ser tan desdichado andante, que no ha de haber doncella que me mire que de mí no se enamore...! ¡Que tenga de ser tan corta de ventura la sin par Dulcinea del Toboso, que no la han de dejar a solas gozar de la incomparable firmeza mía...! ¿Qué la queréis, reinas? ¿A qué la perseguís, emperatrices? ¿Para qué la acosáis, doncellas de a catorce a quince años? Dejad, dejad a la miserable que triunfe, se goce y ufane con la suerte que Amor quiso darle en rendirle mi corazón y entregarle mi alma. Mirad, caterva enamorada, que para sola Dulcinea soy de masa y de alfenique, y para todas las demás soy de pedernal; para ella soy miel, y para vosotras acíbar; para mí sola Dulcinea es la hermosa, la discreta, la honesta, la gallarda y la bien nacida, y las demás, las feas, las necias, las livianas y las de peor linaje; para ser yo suyo, y no de otra alguna, me arrojó la naturaleza al mundo. Llore o cante Altisidora; desespérese Madama, por quien me aporrearon en el castillo del moro encantado, que yo tengo de ser de Dulcinea, cocido o asado, limpio, bien criado y honesto, a pesar de todas las potestades hechiceras de la tierra.
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— E che? sarò io dunque cavaliere errante sì sventurato che non possa esistere donzella la quale mi guardi e di me non s′innamori? e dovrà essere sì poco avventurosa la senza pari Dulcinea del Toboso che le sia tolto di godere della incomparabile fermezza mia? O regine, che pretendete da lei? a che la perseguitate o imperatrici? perché la invidiate, o donzelle di quattordici anni? Lasciate, deh lasciate che la meschina trionfi; che goda, vinca ed esulti con la sorte che si piacque donarle Amore quando le rese schiavo il mio cuore e la fede dominatrice dell′anima mia: avvertite bene, o innamorate donzelle, che per lei sola io sono pieghevole come cera, ma sono proprio di marmo per le altre tutte: miele sono io per lei, aloe per voi: per me la sola Dulcinea è adorna di bellezza, discreta, onesta, galante, bennata, e le altre donne mi appaiono brutte, scipite, leggere e del più basso lignaggio: nacqui al mondo per esser suo unicamente e non di verun′altra: pianga o canti Altisodora, si disperi anche quella dama per cui amore mi bastonarono nel castello del Moro incantato, ma io debbo esser di Dulcinea a lesso, a rosto, e pulito, ben creato, onesto a dispetto di tutte le fattucchiere podestà della terra.»
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Y, con esto, cerró de golpe la ventana, y, despechado y pesaroso, como si le hubiera acontecido alguna gran desgracia, se acostó en su lecho, donde le dejaremos por ahora, porque nos está llamando el gran Sancho Panza, que quiere dar principio a su famoso gobierno.
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E con questo chiuse impetuosamente la finestra, e sdegnato e pensoso, come se accaduta gli fosse qualche disgrazia, si rimise nel letto, dove lo lasceremo per adesso, perché ci chiama il gran Sancio Pancia che vuol dare principio al suo famoso governo.
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II. Capítulo XLV. De cómo el gran Sancho Panza tomó la posesión de su ínsula, y del modo que comenzó a gobernar.
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CAPITOLO XLV COME IL GRAN SANCIO PANCIA PRESE IL POSSESSO DELLA SUA ISOLA E IN QUALE MANIERA COMINCIРA GOVERNARLA.
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¡Oh perpetuo descubridor de los antípodas, hacha del mundo, ojo del cielo, meneo dulce de las cantimploras, Timbrio aquí, Febo allí, tirador acá, médico acullá, padre de la Poesía, inventor de la Música tú que siempre sales, y, aunque lo parece, nunca te pones! A ti digo, ¡oh sol, con cuya ayuda el hombre engendra al hombre! ; a ti digo que me favorezcas, y alumbres la escuridad de mi ingenio, para que pueda discurrir por sus puntos en la narración del gobierno del gran Sancho Panza; que sin ti, yo me siento tibio, desmazalado y confuso.
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O tu, perpetuo scuopritore degli antipodi, luce del mondo, occhio del cielo, vaso più riscaldante delle argentee cantimplore, Timbrio qua, Febo là, quivi arciero, colà medico, padre della poesia, inventore della musica, te invoco, ch′esci sempre e mai (che così pare) mai non ti nascondi, te dico, o Sole, coll′aiuto di cui l′uomo genera l′uomo: tu mi dona favore ed illumina la oscurità del mio ingegno, affinché io possa esattamente seguire punto per punto la narrazione del governo tenuto dal gran Sancio Pancia. Mancandomi il tuo soccorso io mi sentirei freddo, sbigottito, confuso.
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Digo, pues, que con todo su acompañamiento llegó Sancho a un lugar de hasta mil vecinos, que era de los mejores que el duque tenía. Diéronle a entender que se llamaba la ínsula Barataria, o ya porque el lugar se llamaba Baratario, o ya por el barato con que se le había dado el gobierno. Al llegar a las puertas de la villa, que era cercada, salió el regimiento del pueblo a recebirle; tocaron las campanas, y todos los vecinos dieron muestras de general alegría, y con mucha pompa le llevaron a la iglesia mayor a dar gracias a Dios, y luego, con algunas ridículas ceremonias, le entregaron las llaves del pueblo, y le admitieron por perpetuo gobernador de la ínsula Barataria.
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Dico dunque che con tutto il suo accompagnamento pervenne Sancio a un paese di mille fuochi incirca, ch′era uno dei migliori possedimenti del duca. Gli diedero ad intendere che chiamavasi l′isola Barattaria, o perché il luogo dicevasi Barattario, o forse pel baratto che allora si faceva, del suo governo. Alle porte del paese, ch′era cinto di mura, concorse ad accoglierlo tutta la comunità; si suonarono le campane, e gli abitatori tutti diedero segni di generale allegrezza. Con solenne pompa lo accompagnarono al duomo a rendere grazie a Dio: indi con ridicole cerimonie gli consegnarono le chiavi del paese, e lo accettarono per governatore perpetuo dell′isola Barattaria.
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El traje, las barbas, la gordura y pequeñez del nuevo gobernador tenía admirada a toda la gente que el busilis del cuento no sabía, y aun a todos los que lo sabían, que eran muchos. Finalmente, en sacándole de la iglesia, le llevaron a la silla del juzgado y le sentaron en ella; y el mayordomo del duque le dijo.
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L′abito, la barba, la grossezza e la piccola statura del nuovo governatore tenevano stupefatta la gente tutta cui era ignoto l′enigma del negozio; e stupivano anche i consapevoli di ogni cosa che non erano pochi. Uscito che ei fu di chiesa, lo condussero alla sala del consiglio, e fattovelo sedere, il maggiordomo del duca gli disse:
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-Es costumbre antigua en esta ínsula, señor gobernador, que el que viene a tomar posesión desta famosa ínsula está obligado a responder a una pregunta que se le hiciere, que sea algo intricada y dificultosa, de cuya respuesta el pueblo toma y toca el pulso del ingenio de su nuevo gobernador; y así, o se alegra o se entristece con su venida.
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— Èinveterato costume in quest′isola, signor governatore, che quegli che viene a prenderne possesso, sia obbligato di rispondere ad un quesito che gli viene fatto alquanto intralciato e difficile, dalla cui risposta il popolo piglia e tocca il polso dell′ingegno del nuovo suo governatore; e così o si rallegra o si rattrista della sua venuta.»
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En tanto que el mayordomo decía esto a Sancho, estaba él mirando unas grandes y muchas letras que en la pared frontera de su silla estaban escritas; y, como él no sabía leer, preguntó que qué eran aquellas pinturas que en aquella pared estaban. Fuele respondido.
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Finché il maggiordomo stava parlando a Sancio andava questi guardando certe grandi lettere ch′erano scritte nella parete dirimpetto alla sua sedia; e siccom′egli non sapea leggere così dimandò che cosa significassero quegli sgorbii, i quali si vedevano sulla muraglia. Gli fu risposto:
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-Señor, allí esta escrito y notado el día en que Vuestra Señoría tomó posesión desta ínsula, y dice el epitafio Hoy día, a tantos de tal mes y de tal año, tomó la posesión desta ínsula el señor don Sancho Panza, que muchos años la goce.
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— O Signore, sta ivi scritto e notato il giorno in cui vossignoria prende il possesso di questa isola e dice l′epitaffio: Quest′oggi, ai tanti del tal mese e del tal anno, prese possesso di questa isola il signor don Sancio Pancia, che molti anni la goda.
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-Y ¿a quién llaman don Sancho Panza? -preguntó Sancho.
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— E chi è questo che chiamasi don Sancio Pancia? dimandò Sancio.
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-A vuestra señoría -respondió el mayordomo-, que en esta ínsula no ha entrado otro Panza sino el que está sentado en esa silla.
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— La signoria vostra, rispose il maggiordomo, che non entrò in questa isola altro Pancia di quello in fuori che sta ora seduto su questa sedia.
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-Pues advertid, hermano -dijo Sancho-, que yo no tengo don, ni en todo mi linaje le ha habido Sancho Panza me llaman a secas, y Sancho se llamó mi padre, y Sancho mi agüelo, y todos fueron Panzas, sin añadiduras de dones ni donas; y yo imagino que en esta ínsula debe de haber más dones que piedras; pero basta Dios me entiende, y podrá ser que, si el gobierno me dura cuatro días, yo escardaré estos dones, que, por la muchedumbre, deben de enfadar como los mosquitos. Pase adelante con su pregunta el señor mayordomo, que yo responderé lo mejor que supiere, ora se entristezca o no se entristezca el pueblo.
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— Or bene avvertite, fratello, disse Sancio, che io non ho il don, né l′ebbe mai alcuno del mio casato. Mi chiamano Sancio Pancia secco secco: Sancio si chiamò mio padre, Sancio mio avolo, e tutti furono Pancia senza giunta di doni né done; ed io m′immagino abbiano a trovarsi in questa isola più doni che pietre; ma basta così, Dio m′intende; e potrà essere che se duro per quattro giorni al governo, io scarti questi doni, che per lo gran numero debbono riuscire molesti come le zanzare. Ora esponga il suo quesito il signor maggiordomo che risponderò il meglio ch′io sappia, sia che abbia o no a contristarsene il popolo.»
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A este instante entraron en el juzgado dos hombres, el uno vestido de labrador y el otro de sastre, porque traía unas tijeras en la mano, y el sastre dijo.
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Entrarono in questo istante in consiglio due uomini, vestito l′uno da contadino, l′altro da sarto con in mano un paio di cesoie; e quest′ultimo si fece a dire:
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-Señor gobernador, yo y este hombre labrador venimos ante vuestra merced en razón que este buen hombre llegó a mi tienda ayer (que yo, con perdón de los presentes, soy sastre examinado, que Dios sea bendito), y, poniéndome un pedazo de paño en las manos, me preguntó ′′Señor, ¿habría en esto paño harto para hacerme una caperuza?′′ Yo, tanteando el paño, le respondí que sí; él debióse de imaginar, a lo que yo imagino, e imaginé bien, que sin duda yo le quería hurtar alguna parte del paño, fundándose en su malicia y en la mala opinión de los sastres, y replicóme que mirase si habría para dos; adivinéle el pensamiento y díjele que sí; y él, caballero en su dañada y primera intención, fue añadiendo caperuzas, y yo añadiendo síes, hasta que llegamos a cinco caperuzas, y ahora en este punto acaba de venir por ellas yo se las doy, y no me quiere pagar la hechura, antes me pide que le pague o vuelva su paño.
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— Signor governatore, io e questo uomo ci presentiamo a vossignoria per causa che questo galantuomo venne ieri alla mia bottega (ché con perdono di chi mi ascolta, sono sarto matricolato) (sia benedetto il Signore), e consegnandomi un pezzo di panno mi fece questa domanda: «Signore, sarebbevi tanto in questo panno da farmi un berretto? — Io, preso tosto in esame il panno, gli risposi che sì: ed egli figurandosi (a ciò che immagino, né certo m′inganno) che gli volessi rubare qualche ritaglio del panno, fondando il dubbio sulla sua malizia e sulla cattiva opinione dei sarti, mi replicò che guardassi se ce ne sarebbe tanto da farne due. Indovinai il suo pensiero, e gli soggiunsi che sì, ed egli stando sempre nella sua riprovevole prima intenzione andò aggiungendo berretti ed io aggiungendo sì; finché giungemmo a cinque berrettini. Egli è qua adesso per essi, ed io glieli do: ma egli ricusa di pagarmi la fattura, e pretende all′opposto che gli paghi o gli renda il suo panno.
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-¿Es todo esto así, hermano? -preguntó Sancho.
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— Va così la faccenda, fratello? dimandò Sancio.
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-Sí, señor -respondió el hombre-, pero hágale vuestra merced que muestre las cinco caperuzas que me ha hecho.
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— Così per lo appunto, rispose l′uomo, ma faccia vostra signoria ch′egli mostri i cinque berretti che ha fatti.
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-De buena gana -respondió el sastre.
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— Molto volentieri, rispose il sarto:
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Y, sacando encontinente la mano debajo del herreruelo, mostró en ella cinco caperuzas puestas en las cinco cabezas de los dedos de la mano, y dijo.
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e, tratta immantinente la mano che teneva sotto il ferraiuolo, fece vedere cinque berretti posti nei cinque capi delle dita della mano, e disse:
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-He aquí las cinco caperuzas que este buen hombre me pide, y en Dios y en mi conciencia que no me ha quedado nada del paño, y yo daré la obra a vista de veedores del oficio.
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— Ecco qua i cinque berrettini che mi vengono da questo buon uomo dimandati, e posso giurare in coscienza mia che nulla mi è rimasto del panno, e sono pronto a far esaminar il lavoro dai consoli del mestiere.
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Todos los presentes se rieron de la multitud de las caperuzas y del nuevo pleito. Sancho se puso a considerar un poco, y dijo.
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Risero gli astanti tutti della moltitudine dei berretti e della novità della questione. Sancio si pose un cotal poco a pensare tra sé e poi disse:
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-Paréceme que en este pleito no ha de haber largas dilaciones, sino juzgar luego a juicio de buen varón; y así, yo doy por sentencia que el sastre pierda las hechuras, y el labrador el paño, y las caperuzas se lleven a los presos de la cárcel, y no haya más.
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— Sembrami che non vi sieno grandi difficoltà a diffinire tal questione senza che si abbia a rimettere al parere di altro intelligente e probo soggetto; e così io do per sentenziato che il sarto perda la fattura e il contadino il panno, e si portino i berretti al servigio dei carcerati né se ne parli mai più.»
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Si la sentencia pasada de la bolsa del ganadero movió a admiración a los circunstantes, ésta les provocó a risa; pero, en fin, se hizo lo que mandó el gobernador; ante el cual se presentaron dos hombres ancianos; el uno traía una cañaheja por báculo, y el sin báculo dijo.
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Se la precedente sentenza della borsa del pastore destò maraviglia nei circostanti, questa li provocò al riso; si eseguì però l′ordine del governatore, dinanzi al quale si presentarono due uomini vecchi, uno dei quali portava un bastone di girasole, e quegli che stava colle mani vuote si fece a dire:
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-Señor, a este buen hombre le presté días ha diez escudos de oro en oro, por hacerle placer y buena obra, con condición que me los volviese cuando se los pidiese; pasáronse muchos días sin pedírselos, por no ponerle en mayor necesidad de volvérmelos que la que él tenía cuando yo se los presté; pero, por parecerme que se descuidaba en la paga, se los he pedido una y muchas veces, y no solamente no me los vuelve, pero me los niega y dice que nunca tales diez escudos le presté, y que si se los presté, que ya me los ha vuelto. Yo no tengo testigos ni del prestado ni de la vuelta, porque no me los ha vuelto; querría que vuestra merced le tomase juramento, y si jurare que me los ha vuelto, yo se los perdono para aquí y para delante de Dios.
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— Signore, giorni sono prestai a questo buon uomo dieci scudi d′oro per fargli piacere e servigio a un tempo medesimo, a condizione però che dovesse ad ogni mia richiesta farmene la restituzione. Scorsero molti giorni ch′io non gliene feci la domanda, per non metterlo in angustie peggiori di quelle nelle quali trovavasi quando mi chiese il prestito; ma sembrandomi ch′egli vada dimenticando il suo debito glieli chiesi una e più volte, ed egli non pure non me li rende, ma me li nega, adducendo che non ebbe mai da me a prestito questo denaro, e che se pure ciò fosse me lo ha già prima d′ora restituito. Io non ho testimoni né del prestito né della restituzione, che non mi ha fatta: vorrei pertanto che la signoria vostra togliesse da lui il giuramento: e s′egli giurerà di avermeli restituiti io glieli rimetto, e qui e dinanzi a Dio.
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-¿Qué decís vos a esto, buen viejo del báculo? -dijo Sancho.
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— Che ne dite voi, buon vecchio del bastone?» disse Sancio.
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A lo que dijo el viejo.
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Cui quel vecchio rispose:
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-Yo, señor, confieso que me los prestó, y baje vuestra merced esa vara; y, pues él lo deja en mi juramento, yo juraré como se los he vuelto y pagado real y verdaderamente.
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— Io confesso o signore, che me ne fece prestito, ed incurvi la signoria vostra questa sua bacchetta di comando ché volendo egli il giuramento io giurerò di averglili restituiti e pagati in moneta sonante.»
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Bajó el gobernador la vara, y, en tanto, el viejo del báculo dio el báculo al otro viejo, que se le tuviese en tanto que juraba, como si le embarazara mucho, y luego puso la mano en la cruz de la vara, diciendo que era verdad que se le habían prestado aquellos diez escudos que se le pedían; pero que él se los había vuelto de su mano a la suya, y que por no caer en ello se los volvía a pedir por momentos. Viendo lo cual el gran gobernador, preguntó al acreedor qué respondía a lo que decía su contrario; y dijo que sin duda alguna su deudor debía de decir verdad, porque le tenía por hombre de bien y buen cristiano, y que a él se le debía de haber olvidado el cómo y cuándo se los había vuelto, y que desde allí en adelante jamás le pidiría nada. Tornó a tomar su báculo el deudor, y, bajando la cabeza, se salió del juzgado. Visto lo cual Sancho, y que sin más ni más se iba, y viendo también la paciencia del demandante, inclinó la cabeza sobre el pecho, y, poniéndose el índice de la mano derecha sobre las cejas y las narices, estuvo como pensativo un pequeño espacio, y luego alzó la cabeza y mandó que le llamasen al viejo del báculo, que ya se había ido. Trujéronsele, y, en viéndole Sancho, le dijo.
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Il governatore abbassò la bacchetta, e frattanto il vecchio consegnò il bastone di girasole all′altro vecchio perché lo custodisse finch′egli giurava, come se quel bastone lo imbarazzasse molto; e posta tantosto la mano sulla bacchetta del governatore disse che confessava bensì di avere avuto a prestito i dieci scudi, ma che li aveva anche restituiti di sua propria mano; ma perché l′altro se n′era dimenticato ad ogni poco tornava a ridomandarglieli.» Ciò udito il governatore disse al creditore che rispondesse alla eccezione del suo avversario, e il creditore disse che doveva senza dubbio essere veritiero il detto del suo debitore, tenendolo per uomo dabbene e buon cristiano: e che convenia credere che si foss′egli dimenticato del tempo e del modo della fattagli restituzione e che quindinnanzi altro non gli avrebbe dimandato. Il debitore ritolse il suo bastone, ed a capo chino se ne uscì dal consiglio. Sancio nel vedere questo e che senza altre cerimonie se ne andava, e riflettendo in oltre sulla rassegnazione del creditore, chinò la testa sul petto, e portando il dito indice della mano destra lungo le narici e le ciglia se ne stette un cotal poco pensoso, e poscia, alzata la testa ordinò che si chiamasse il vecchio del bastone, il quale era già partito. Glielo condussero davanti, e Sancio nel vederlo gli disse:
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-Dadme, buen hombre, ese báculo, que le he menester.
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— Datemi, buon uomo, cotesto bastone che io ne ho bisogno.
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-De muy buena gana -respondió el viejo- hele aquí, señor.
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— Molto volentieri, rispose il vecchio, eccolo, o signore; e glielo mise in mano.
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Y púsosele en la mano. Tomóle Sancho, y, dándosele al otro viejo, le dijo
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Sancio lo prese, e porgendolo all′altro, gli disse:
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-Andad con Dios, que ya vais pagado.
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— Andate con Dio, che già siete pagato.
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-¿Yo, señor? -respondió el viejo-. Pues, ¿vale esta cañaheja diez escudos de oro.
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— Io, signore? soggiunse quegli, e come? questo bastone può egli valere dieci scudi d′oro?
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-Sí -dijo el gobernador-; o si no, yo soy el mayor porro del mundo. Y ahora se verá si tengo yo caletre para gobernar todo un reino.
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— Appunto, disse il governatore, e se non li vale voglio essere il più gran balordo di questo mondo: ed ora si vedrà se ho cervello per governare un regno intero.»
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Y mandó que allí, delante de todos, se rompiese y abriese la caña. Hízose así, y en el corazón della hallaron diez escudos en oro. Quedaron todos admirados, y tuvieron a su gobernador por un nuevo Salomón.
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Detto questo, ordinò che in presenza di tutti si rompesse il bastone. Così fu fatto, e nel vôto interno di esso ritrovaronsi i dieci scudi in oro. Rimasero tutti a bocca aperta, e tennero il loro governatore per un nuovo Salomone.
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Preguntáronle de dónde había colegido que en aquella cañaheja estaban aquellos diez escudos, y respondió que de haberle visto dar el viejo que juraba, a su contrario, aquel báculo, en tanto que hacía el juramento, y jurar que se los había dado real y verdaderamente, y que, en acabando de jurar, le tornó a pedir el báculo, le vino a la imaginación que dentro dél estaba la paga de lo que pedían. De donde se podía colegir que los que gobiernan, aunque sean unos tontos, tal vez los encamina Dios en sus juicios; y más, que él había oído contar otro caso como aquél al cura de su lugar, y que él tenía tan gran memoria, que, a no olvidársele todo aquello de que quería acordarse, no hubiera tal memoria en toda la ínsula. Finalmente, el un viejo corrido y el otro pagado, se fueron, y los presentes quedaron admirados, y el que escribía las palabras, hechos y movimientos de Sancho no acababa de determinarse si le tendría y pondría por tonto o por discreto.
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Gli chiesero su qual fondamento avess′egli congetturato che in quel bastone si rinchiudessero i dieci scudi: rispose che l′avere osservato il modo con cui dal vecchio ch giurava venne dato al suo avversario quel bastone finché faceva giuramento, e la protesta sua di averglieli dati realmente e veridicamente, e l′averlo veduto riprendere il bastone subito dopo il suo giuramento, gli fece nascere il sospetto che dentro di quello vi fosse il danaro che gli si dimandava: dal che soggiunse, si può raccorre che quei che governano, tuttoché siano balordacci, vengono tal volta da Dio guidati nei loro giudizî. — E ciò, aggiunse Sancio tanto più riescì facile a me in quantoché intesi raccontare dal curato del mio paese un avvenimento simile a questo, e son provveduto di memoria sì felice che se non fosse che spesso me ne dimentico appunto nel meglio, non si troverebbe in tutta l′isola chi sapesse più cose a mente di me.» In fine l′uno dei vecchi deriso e l′altro pagato se ne andarono, ed i circostanti rimasero edificati. Quegli che registrava le parole, i fatti e i movimenti di Sancio non sapeva determinarsi se avesse a tenerlo per isciocco o per giudizioso.
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Luego, acabado este pleito, entró en el juzgado una mujer asida fuertemente de un hombre vestido de ganadero rico, la cual venía dando grandes voces, diciendo
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Ora terminato questo piato, entrò nel consiglio una donna che tenea afferrato strettamente un uomo vestito da ricco pastore e veniva sclamando e dicendo:
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-¡Justicia, señor gobernador, justicia, y si no la hallo en la tierra, la iré a buscar al cielo! Señor gobernador de mi ánima, este mal hombre me ha cogido en la mitad dese campo, y se ha aprovechado de mi cuerpo como si fuera trapo mal lavado, y, ¡desdichada de mí!, me ha llevado lo que yo tenía guardado más de veinte y tres años ha, defendiéndolo de moros y cristianos, de naturales y estranjeros; y yo, siempre dura como un alcornoque, conservándome entera como la salamanquesa en el fuego, o como la lana entre las zarzas, para que este buen hombre llegase ahora con sus manos limpias a manosearme.
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— Giustizia, signor governatore, giustizia, e se non la trovo in terra andrò a cercarla nel cielo. O signor governatore dilettissimo, mi ha quest′uomo acchiappata in mezzo alla campagna, ed ha strappazzato il mio corpo come se fosse un cencio mal lavato, mettendo le sue sudicie mani sopra di me, che sempre m′ero per ben ventitré anni difesa dagl′insulti de′ mori e de′ cristiani, dei nazionali e degli stranieri.
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-Aun eso está por averiguar si tiene limpias o no las manos este galán -dijo Sancho.
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— Non trattasi di conoscere adesso se le mani sieno sudice o no, disse Sancio;»
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Y, volviéndose al hombre, le dijo qué decía y respondía a la querella de aquella mujer. El cual, todo turbado, respondió.
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e voltosi all′uomo gli dimandò che cosa opporre potesse alle querimonie di quella donna. Rispose egli tutto turbato:
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-Señores, yo soy un pobre ganadero de ganado de cerda, y esta mañana salía deste lugar de vender, con perdón sea dicho, cuatro puercos, que me llevaron de alcabalas y socaliñas poco menos de lo que ellos valían; volvíame a mi aldea, topé en el camino a esta buena dueña, y el diablo, que todo lo añasca y todo lo cuece, hizo que yogásemos juntos; paguéle lo soficiente, y ella, mal contenta, asió de mí, y no me ha dejado hasta traerme a este puesto. Dice que la forcé, y miente, para el juramento que hago o pienso hacer; y ésta es toda la verdad, sin faltar meaja.
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— Signore, io sono un povero guardiano di bestiami da setole, e questa mattina me ne tornava dall′avere venduto in questo paese (sia detto con permissione) quattro porci, avendo pagato di gabella poco meno di quanto essi valevano. Ora ritornandomene al mio villaggio, m′incontrai per istrada in questa buona matrona, la quale so dire che mente di quanto asserisce.»
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Entonces el gobernador le preguntó si traía consigo algún dinero en plata; él dijo que hasta veinte ducados tenía en el seno, en una bolsa de cuero. Mandó que la sacase y se la entregase, así como estaba, a la querellante; él lo hizo temblando; tomóla la mujer, y, haciendo mil zalemas a todos y rogando a Dios por la vida y salud del señor gobernador, que así miraba por las huérfanas menesterosas y doncellas; y con esto se salió del juzgado, llevando la bolsa asida con entrambas manos, aunque primero miró si era de plata la moneda que llevaba dentro.
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Il governatore gli chiese allora se portasse seco qualche moneta di argento; e rispose che avea in seno venti ducati in una borsa di cuoio. Ordinò che la cavasse fuori e la desse tal quale alla querelante. Lo fece egli tremando, e se la prese la donna facendo mille inchini a tutti e pregando Iddio per la salute e per la vita del signor governatore, il quale difendeva sì bravamente le orfane bisognose e le matrone, e con questo se ne uscì del consiglio recando seco la borsa stretta fra ambedue le mani e visitandola subito per conoscere se avesse dentro argento od oro.
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Apenas salió, cuando Sancho dijo al ganadero, que ya se le saltaban las lágrimas, y los ojos y el corazón se iban tras su bolsa.
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Era appena uscita fuori che Sancio disse a quel guardiano di bestiame che disfacevasi in lagrime, e accompagnava la borsa cogli occhi e col cuore:
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-Buen hombre, id tras aquella mujer y quitadle la bolsa, aunque no quiera, y volved aquí con ella.
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«Buon uomo, tenete dietro a quella donna, e toglietele a forza la borsa, e tornate qui con essa;»
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Y no lo dijo a tonto ni a sordo, porque luego partió como un rayo y fue a lo que se le mandaba. Todos los presentes estaban suspensos, esperando el fin de aquel pleito, y de allí a poco volvieron el hombre y la mujer más asidos y aferrados que la vez primera ella la saya levantada y en el regazo puesta la bolsa, y el hombre pugnando por quitársela; mas no era posible, según la mujer la defendía, la cual daba voces diciendo
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e non lo disse ad un goffo o ad un sordo, perch′egli corse come una saetta sulle pedate della donna, ed eseguì quanto gli fu comandato. Stavano sospesi i circostanti attendendo il fine di quella quistione, e d′indi a poco tornarono la donna e l′uomo, tenendosi più attaccati e afferrati che la prima volta; ella con la zimarra rimboccata e con la borsa in grembo, e l′uomo contrastando per levargliela, ma senza poterlo fare perché la donna si opponeva con forza gridando:
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-¡Justicia de Dios y del mundo! Mire vuestra merced, señor gobernador, la poca vergüenza y el poco temor deste desalmado, que, en mitad de poblado y en mitad de la calle, me ha querido quitar la bolsa que vuestra merced mandó darme.
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— Giustizia di Dio e del mondo! consideri la signoria vostra, signor governatore, la poca vergogna e il poco timore di questo malvagio che in cuor della terra e in mezzo alla strada vorrebbe togliermi la borsa che gli ordinò vossignoria di darmi.
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-Y ¿háosla quitado? -preguntó el gobernador.
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— Ve l′ha egli tolta? Dimandò il governatore.
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-¿Cómo quitar? -respondió la mujer-. Antes me dejara yo quitar la vida que me quiten la bolsa. ¡Bonita es la niña! ¡Otros gatos me han de echar a las barbas, que no este desventurado y asqueroso! ¡Tenazas y martillos, mazos y escoplos no serán bastantes a sacármela de las uñas, ni aun garras de leones antes el ánima de en mitad en mitad de las carnes.
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— A me toglierla? rispose la donna; prima mi lascerei ammazzare piuttosto che cederla; oh vi assicuro che ha trovato pane per i suoi denti! altri gatti vogliono essere quelli che mi vengano al viso, ben diversi da questo miserabile e vigliacco: tanaglie, martelli, mazze e scarpelli non varranno a cavarmela dalle ugne e neppure artigli di leoni; ché mi lascerò prima trarre l′anima dal corpo.
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-Ella tiene razón -dijo el hombre-, y yo me doy por rendido y sin fuerzas, y confieso que las mías no son bastantes para quitársela, y déjola.
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— Ella ha ragione, soggiunse l′uomo, ed io mi do per vinto e privo di forze, e confesso che non basto a toglierle questa benedetta borsa, e mi converrà piegare il collo.»
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Entonces el gobernador dijo a la mujer.
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Allora disse il governatore a costei:
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-Mostrad, honrada y valiente, esa bolsa.
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— Mostrate qua donna onorata e valorosa, cotesta borsa.»
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Ella se la dio luego, y el gobernador se la volvió al hombre, y dijo a la esforzada y no forzada
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Gliela diede ella sul fatto, ed il governatore la consegnò all′uomo, e disse alla sforzata e non isforzata:
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-Hermana mía, si el mismo aliento y valor que habéis mostrado para defender esta bolsa le mostrárades, y aun la mitad menos, para defender vuestro cuerpo, las fuerzas de Hércules no os hicieran fuerza. Andad con Dios, y mucho de enhoramala, y no paréis en toda esta ínsula ni en seis leguas a la redonda, so pena de docientos azotes. ¡Andad luego digo, churrillera, desvergonzada y embaidora.
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— Sorella mia, se la costanza e il valore che avete mostrato per difendere questa borsa li aveste messi a campo, od anche la metà sola per difendere il vostro corpo, non lo avrebbero potuto oltraggiare le forze di Ercole. Andatene dunque con Dio e in mal punto, né osate più comparire in quest′isola, né manco per sei leghe all′intorno, sotto pena di dugento scudisciate: toglietevi di qua sul momento, ripeto, sfacciata, sgualdrina, imbrogliatora.»
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Espantóse la mujer y fuese cabizbaja y mal contenta, y el gobernador dijo al hombre.
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S′impaurì la femmina, e se ne andò via col capo chino e mal contenta; ed il governatore disse a colui:
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-Buen hombre, andad con Dios a vuestro lugar con vuestro dinero, y de aquí adelante, si no le queréis perder, procurad que no os venga en voluntad de yogar con nadie.
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— Buon uomo, andate con Dio al vostro paese coi vostri danari, e d′ora innanzi se non li volete perdere fatevi passare la voglia di ruzzar con chicchesia.»
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El hombre le dio las gracias lo peor que supo, y fuese, y los circunstantes quedaron admirados de nuevo de los juicios y sentencias de su nuevo gobernador. Todo lo cual, notado de su coronista, fue luego escrito al duque, que con gran deseo lo estaba esperando.
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Lo ringraziò quell′uomo goffamente a suo modo, e se n′andò, ed i circostanti rimasero di nuovo maravigliati dei giudizi e delle sentenze del loro nuovo governatore. Tutte queste cose furono notate dallo scrittore della cronaca, e trasmesse al duca che con gran desiderio le stava aspettando.
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Y quédese aquí el buen Sancho, que es mucha la priesa que nos da su amo, alborozado con la música de Altisidora.
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@2,45,54 Resti ora quivi il buon Sancio che grande è la fretta che ci dà il suo padrone già fuori di sé per la musica di Altisidora.
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II. Capítulo XLVI. Del temeroso espanto cencerril y gatuno que recibió don Quijote en el discurso de los amores de la enamorada Altisidora.
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CAPITOLO XLVI FORMIDABILE TERRORE CHE DIEDERO I CAMPANACCI ED I GATTI A DON CHISCIOTTE NEL PROGRESSO DEGLI AMORI COLLA INVAGHITA ALTISIDORA.
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Dejamos al gran don Quijote envuelto en los pensamientos que le habían causado la música de la enamorada doncella Altisidora. Acostóse con ellos, y, como si fueran pulgas, no le dejaron dormir ni sosegar un punto, y juntábansele los que le faltaban de sus medias; pero, como es ligero el tiempo, y no hay barranco que le detenga, corrió caballero en las horas, y con mucha presteza llegó la de la mañana. Lo cual visto por don Quijote, dejó las blandas plumas, y, no nada perezoso, se vistió su acamuzado vestido y se calzó sus botas de camino, por encubrir la desgracia de sus medias; arrojóse encima su mantón de escarlata y púsose en la cabeza una montera de terciopelo verde, guarnecida de pasamanos de plata; colgó el tahelí de sus hombros con su buena y tajadora espada, asió un gran rosario que consigo contino traía, y con gran prosopopeya y contoneo salió a la antesala, donde el duque y la duquesa estaban ya vestidos y como esperándole; y, al pasar por una galería, estaban aposta esperándole Altisidora y la otra doncella su amiga, y, así como Altisidora vio a don Quijote, fingió desmayarse, y su amiga la recogió en sus faldas, y con gran presteza la iba a desabrochar el pecho. Don Quijote, que lo vio, llegándose a ellas, dijo
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Noi lasciammo il gran don Chisciotte ravvolto nei pensieri che gli aveva risvegliati la musica della innamorata donzella Altisidora. Tornò a letto con questi; e, come importune pulci, non lo lasciavano dormire né riposar un momento: e vi si aggiungevano anche gli altri delle sue calzette; ma siccome vola il tempo, e non vi ha cosa che lo trattenga, perciò passarono le ore della notte come lampo, e presto giunsero quelle della mattina. Al suo apparire lasciò don Chisciotte le morbide piume; e per nulla infingardo, si pose indosso il suo camozzato vestito, e si calzò gli stivali da campagna per ricoprire la disgrazia delle calzette. Si mise indosso il suo magnifico manto di scarlatto, e in testa una montiera di velluto verde, guernita con passamani di argento; attaccossi l′armacollo da cui stava ciondolante la sua famosa e tagliente spada; si tolse un gran rosario che sempre portava seco, e così fatto con grande prosopopea ed albagia recossi nell′antisala, dove il duca e la duchessa, di già vestiti, pareva che lo stessero aspettando. Nel passare per una galleria trovavansi a bella posta pronte e ferme Altisidora ed un′altra donzella sua amica; ed Altisidora nol vide appena che finse di svenire, e fu raccolta e sostenuta dalla sua amica, la quale subitamente si mise a slacciarle il vestito sopra il petto. Don Chisciotte, che le vide, si accostò loro e disse:
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-Ya sé yo de qué proceden estos accidentes.
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— Io so molto bene d′onde procedono questi svenimenti.
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-No sé yo de qué -respondió la amiga-, porque Altisidora es la doncella más sana de toda esta casa, y yo nunca la he sentido un ¡ay! en cuanto ha que la conozco, que mal hayan cuantos caballeros andantes hay en el mundo, si es que todos son desagradecidos. Váyase vuesa merced, señor don Quijote, que no volverá en sí esta pobre niña en tanto que vuesa merced aquí estuviere.
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— Così lo sapessi anch′io, rispose l′amica, mentre Altisidora è la donzella più sana di tutta questa casa, né da che la conosco l′ho intesa mai dire un ahi. Che maledetti siano quanti cavalieri erranti vi sono al mondo, se tutti covano in seno l′ingratitudine: vada, vada vossignoria, signor don Chisciotte, che già non potrà mai riaversi questa povera bambina, finattantoché vossignoria non si parte di qui.»
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A lo que respondió don Quijote.
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Cui don Chisciotte rispose:
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-Haga vuesa merced, señora, que se me ponga un laúd esta noche en mi aposento, que yo consolaré lo mejor que pudiere a esta lastimada doncella; que en los principios amorosos los desengaños prestos suelen ser remedios calificados.
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— Fatemi, o signora, trovare per questa sera un liuto nella mia camera, che io consolerò alla meglio quest′addolorata donzella, poiché il presto disinganno suol essere efficace rimedio negli amorosi principî:»
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Y con esto se fue, porque no fuese notado de los que allí le viesen. No se hubo bien apartado, cuando, volviendo en sí la desmayada Altisidora, dijo a su compañera.
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e in ciò dire se n′andò via per non essere notato da chi lo vedesse in quel luogo. Non s′era peranco scostato, che tornando in sé la svenuta Altisidora disse alla sua compagna:
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-Menester será que se le ponga el laúd, que sin duda don Quijote quiere darnos música, y no será mala, siendo suya.
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— Bisognerà mettergli in camera questo liuto, ché senza dubbio don Chisciotte ci vuol dare una musica che buona o cattiva ci procaccerà gran diletto.»
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Fueron luego a dar cuenta a la duquesa de lo que pasaba y del laúd que pedía don Quijote, y ella, alegre sobremodo, concertó con el duque y con sus doncellas de hacerle una burla que fuese más risueña que dañosa, y con mucho contento esperaban la noche, que se vino tan apriesa como se había venido el día, el cual pasaron los duques en sabrosas pláticas con don Quijote. Y la duquesa aquel día real y verdaderamente despachó a un paje suyo, que había hecho en la selva la figura encantada de Dulcinea, a Teresa Panza, con la carta de su marido Sancho Panza, y con el lío de ropa que había dejado para que se le enviase, encargándole le trujese buena relación de todo lo que con ella pasase.
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Dopo ciò corsero ad informare la duchessa dell′avvenuto e del liuto che don Chisciotte chiedea; ed ella allegrissima concertò col duca e colle sue donzelle di fargli una burla che fosse più ridicola che spiacevole. Attesero dunque la notte con molto contento, e sopravvenne sì presto come presto era comparso il giorno, il quale fu speso dai duchi in gustosi discorsi con don Chisciotte. La duchessa immaginò, e veramente e realmente spedì durante il giorno quel suo paggio che rappresentata aveva nel bosco la figura incantata di Dulcinea, a Teresa Pancia con la lettera di Sancio suo marito, e col fagotto dei panni che aveva lasciato da recarle: e incaricò il messaggere di essere attento nel riportare la relazione di ciò che fosse accaduto con essa.
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Hecho esto, y llegadas las once horas de la noche, halló don Quijote una vihuela en su aposento; templóla, abrió la reja, y sintió que andaba gente en el jardín; y, habiendo recorrido los trastes de la vihuela y afinándola lo mejor que supo, escupió y remondóse el pecho, y luego, con una voz ronquilla, aunque entonada, cantó el siguiente romance, que él mismo aquel día había compuesto
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Intanto era passata la giornata non solo, ma erano sopraggiunte le undici della notte, quando don Chisciotte trovò il liuto in camera sua. Egli lo accordò: aprì la finestra, sentì gente a camminare in giardino, e fatta una ricercata per i tasti dello strumento, e ridottolo in tono il meglio che seppe, spurgossi, sputò, e poscia con voce piuttosto rauca ma intonata, cantò la seguente canzone, ch′egli stesso aveva durante il giorno composta:
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-Suelen las fuerzas de amor sacar de quicio a las almas, tomando por instrumento la ociosidad descuidada. Suele el coser y el labrar, y el estar siempre ocupada, ser antídoto al veneno de las amorosas ansias. Las doncellas recogidas que aspiran a ser casadas, la honestidad es la dote y voz de sus alabanzas. Los andantes caballeros, y los que en la corte andan, requiébranse con las libres, con las honestas se casan. Hay amores de levante, que entre huéspedes se tratan, que llegan presto al poniente, porque en el partirse acaban. El amor recién venido, que hoy llegó y se va mañana, las imágines no deja bien impresas en el alma. Pintura sobre pintura ni se muestra ni señala; y do hay primera belleza, la segunda no hace baza. Dulcinea del Toboso del alma en la tabla rasa tengo pintada de modo que es imposible borrarla. La firmeza en los amantes es la parte más preciada, por quien hace amor milagros, y asimesmo los levanta.
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«La gran forza d′amore è usa trar dai cardini le anime, valendosi dell′ozio a modo di leva. «Il cucire, il ricamare e l′attendere di continuo a qualche lavoro, sono il miglior rimedio alla passione amorosa. «Alle fanciulle dabbene e desiderose di ben collocarsi, l′onestà e le lodi meritate sono in luogo di buona dote. «I cavalieri erranti e quelli che vivono alle corti amoreggiano le men riservate, ma sposano poi solamente le oneste. «V′hanno certi amori che nascono col sole e muoiono con quello; tali sono quelli d′ospite ad ospite. «L′amore che oggi nasce e domani se ne va, non lascia nell′anima profonda traccia di sé. «Non può vedersi un dipinto sopra un altro dipinto: dove già sia una prima bellezza, la nuova arrivata non vince la prova. «Sulla tavola rasa della mia anima io porto dipinta Dulcinea del Toboso, di tal maniera che non sarà mai possibile cancellarla. «Negli amanti la più notabile qualità è la costanza; e per l′amore opera prodigi, e gl′innamorati conseguono la felicità.»
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Aquí llegaba don Quijote de su canto, a quien estaban escuchando el duque y la duquesa, Altisidora y casi toda la gente del castillo, cuando de improviso, desde encima de un corredor que sobre la reja de don Quijote a plomo caía, descolgaron un cordel donde venían más de cien cencerros asidos, y luego, tras ellos, derramaron un gran saco de gatos, que asimismo traían cencerros menores atados a las colas. Fue tan grande el ruido de los cencerros y el mayar de los gatos, que, aunque los duques habían sido inventores de la burla, todavía les sobresaltó; y, temeroso, don Quijote quedó pasmado. Y quiso la suerte que dos o tres gatos se entraron por la reja de su estancia, y, dando de una parte a otra, parecía que una región de diablos andaba en ella. Apagaron las velas que en el aposento ardían, y andaban buscando por do escaparse. El descolgar y subir del cordel de los grandes cencerros no cesaba; la mayor parte de la gente del castillo, que no sabía la verdad del caso, estaba suspensa y admirada.
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A questo passo terminò don Chisciotte il suo canto, ch′era ascoltato dal duca, dalla duchessa, da Altisidora e da pressoché tutta la gente del castello, quando d′improvviso dalla cima del corridoio, che rispondeva a piombo sulla inferriata di don Chisciotte, fu calata una funicella cui erano legati più di cento campanacci, e nel momento stesso si aperse un gran sacco di gatti, che portavano altri campanacci più piccoli legati alle loro code. Fu sì grande il fracasso dei campanacci e il miagolare dei gatti che, quantunque la burla fosse fatta per invenzione dei duchi, non pertanto ne furono eglino stessi impauriti, e ne restò spaventato affatto il povero don Chisciotte. Volle la sorte che due o tre gatti penetrassero dalla ferriata nella sua camera, e di qua e di là balzando, pareva che entrata vi fosse una legione di diavoli. Rovesciarono spente le candele che stavano nella camera, e andavano cercando per dove scappare; e intanto il tirarsi su e giù della funicella cui stavano attaccati i campanacci non cessava mai; e la più parte della gente del castello che non sapeva la verità della cosa, stava tutta in confusione.
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Levantóse don Quijote en pie, y, poniendo mano a la espada, comenzó a tirar estocadas por la reja y a decir a grandes voces.
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Rizzossi allora don Chisciotte, che impugnata la spada, cominciò a tirare stoccate contro la inferriata, e cominciò a esclamare:
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-¡Afuera, malignos encantadores! ¡Afuera, canalla hechiceresca, que yo soy don Quijote de la Mancha, contra quien no valen ni tienen fuerza vuestras malas intenciones.
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— Fuori, maligni incantatori, fuori, canaglia stregonesca, che io sono don Chisciotte della Mancia, contro cui né valgono né hanno forza le vostre malnate invenzioni:» e voltosi ai gatti che balzavano per la camera tirava loro molte stoccate.
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Y, volviéndose a los gatos que andaban por el aposento, les tiró muchas cuchilladas; ellos acudieron a la reja, y por allí se salieron, aunque uno, viéndose tan acosado de las cuchilladas de don Quijote, le saltó al rostro y le asió de las narices con las uñas y los dientes, por cuyo dolor don Quijote comenzó a dar los mayores gritos que pudo. Oyendo lo cual el duque y la duquesa, y considerando lo que podía ser, con mucha presteza acudieron a su estancia, y, abriendo con llave maestra, vieron al pobre caballero pugnando con todas sus fuerzas por arrancar el gato de su rostro. Entraron con luces y vieron la desigual pelea; acudió el duque a despartirla, y don Quijote dijo a voces
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Essi presero la via dell′inferriata e per quella parte fuggirono, ma uno, troppo incalzato dalle percosse di don Chisciotte, gli si slanciò al viso e gli strinse le gote e il naso colle ugne e coi denti, in modo che, straziato e addolorato, diede le più forti strida che potesse mai. Ciò udito dai duchi, e considerando quello che poteva essere, volarono subito alla sua camera, ed aprendola con chiave maestra, trovarono il cavaliere alle prese, che a tutta forza tentava di staccarsi il gatto dal volto. Portarono lumi, e veduta meglio la disuguale scaramuccia, andò il duca a spartirla, ma don Chisciotte gridava:
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-¡No me le quite nadie! ¡Déjenme mano a mano con este demonio, con este hechicero, con este encantador, que yo le daré a entender de mí a él quién es don Quijote de la Mancha.
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— Non sia chi lo allontani: lasciatemi combattere a testa a testa con questo demonio, con questo stregone, con questo incantatore, che io gli farò conoscere chi è don Chisciotte.»
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Pero el gato, no curándose destas amenazas, gruñía y apretaba. Mas, en fin, el duque se le desarraigó y le echó por la reja.
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Ma il gatto non curante di queste grida, digrignava e stringeva. Finalmente il duca lo staccò e gittollo fuori della finestra.
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Quedó don Quijote acribado el rostro y no muy sanas las narices, aunque muy despechado porque no le habían dejado fenecer la batalla que tan trabada tenía con aquel malandrín encantador. Hicieron traer aceite de Aparicio, y la misma Altisidora, con sus blanquísimas manos, le puso unas vendas por todo lo herido; y, al ponérselas, con voz baja le dijo.
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Rimase don Chisciotte col viso punzecchiato, con le narici crivellate, pur tutto stizzito perché non gli avevano lasciato dar fine alla zuffa già tanto avanzata con lo incantatore malvagio. Fecero portare dell′olio di lucerna, e la stessa Altisidora colle sue mani bianchissime, gli pose una benda che coprì le ferite, e nell′adattarla, sotto voce gli disse:
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-Todas estas malandanzas te suceden, empedernido caballero, por el pecado de tu dureza y pertinacia; y plega a Dios que se le olvide a Sancho tu escudero el azotarse, porque nunca salga de su encanto esta tan amada tuya Dulcinea, ni tú lo goces, ni llegues a tálamo con ella, a lo menos viviendo yo, que te adoro.
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— Tutte queste sciagure ti succedono, o crudele cavaliere, per lo peccato della tua durezza e pertinacia: e voglia Dio che Sancio Pancia tuo scudiere, si dimentichi di frustarsi, perché non segua mai più il disincantamento della tua Dulcinea, né tu possa mai gioire con lei, né guidarla al talamo, almeno finattantoché io continuerò ad adorarti.»
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A todo esto no respondió don Quijote otra palabra si no fue dar un profundo suspiro, y luego se tendió en su lecho, agradeciendo a los duques la merced, no porque él tenía temor de aquella canalla gatesca, encantadora y cencerruna, sino porque había conocido la buena intención con que habían venido a socorrerle. Los duques le dejaron sosegar, y se fueron, pesarosos del mal suceso de la burla; que no creyeron que tan pesada y costosa le saliera a don Quijote aquella aventura, que le costó cinco días de encerramiento y de cama, donde le sucedió otra aventura más gustosa que la pasada, la cual no quiere su historiador contar ahora, por acudir a Sancho Panza, que andaba muy solícito y muy gracioso en su gobierno.
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Altra parola non rispose don Chisciotte se non che trasse dal cuore un profondo sospiro, e poi si distese nel suo letto, ringraziando i duchi della loro assistenza; non perch′egli avesse timore di quella canaglia gattesca, incantatora e campanacciaia, ma perché aveva conosciuto la buona intenzione con cui erano venuti a dargli soccorsi. I duchi lo lasciarono riposare, e rimasero afflitti del mal successo di questa burla, che non avrebbero pensato mai che fosse per riuscire sì dolorosa al povero don Chisciotte. Gli ebbe a costare la clausura nella sua camera e in letto per cinque interi giorni: nel corso dei quali altra più disgustosa avventura gli accadde, che il suo storico non vuol per adesso narrare, affine di andare a Sancio Pancia, il quale procedeva nel governo dell′isola Barattaria, molto sollecitamente e graziosamente.
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II. Capítulo XLVII. Donde se prosigue cómo se portaba Sancho Panza en su gobierno.
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CAPITOLO XLVII SEGUITA IL RACCONTO DEL MODO CON CUI CONDUCEVASI SANCIO PANCIA NEL SUO GOVERNO.
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Cuenta la historia que desde el juzgado llevaron a Sancho Panza a un suntuoso palacio, adonde en una gran sala estaba puesta una real y limpísima mesa; y, así como Sancho entró en la sala, sonaron chirimías, y salieron cuatro pajes a darle aguamanos, que Sancho recibió con mucha gravedad.
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L′istoria racconta che dal consiglio passò Sancio ad un superbo palazzo, dove trovavasi in magnifica sala allestito regio e sontuoso banchetto. Appena Sancio vi mise il piede, che suonarono i pifferi, ed uscirono quattro paggi a dargli l′acqua alle mani, ricevuta da lui con molta gravità.
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Cesó la música, sentóse Sancho a la cabecera de la mesa, porque no había más de aquel asiento, y no otro servicio en toda ella. Púsose a su lado en pie un personaje, que después mostró ser médico, con una varilla de ballena en la mano. Levantaron una riquísima y blanca toalla con que estaban cubiertas las frutas y mucha diversidad de platos de diversos manjares; uno que parecía estudiante echó la bendición, y un paje puso un babador randado a Sancho; otro que hacía el oficio de maestresala, llegó un plato de fruta delante; pero, apenas hubo comido un bocado, cuando el de la varilla tocando con ella en el plato, se le quitaron de delante con grandísima celeridad; pero el maestresala le llegó otro de otro manjar. Iba a probarle Sancho; pero, antes que llegase a él ni le gustase, ya la varilla había tocado en él, y un paje alzádole con tanta presteza como el de la fruta. Visto lo cual por Sancho, quedó suspenso, y, mirando a todos, preguntó si se había de comer aquella comida como juego de maesecoral. A lo cual respondió el de la vara.
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Cessò la musica, si assise Sancio a capo di tavola, perché non eravi che una sedia sola ed un solo servito. Restò ritto accosto a lui un personaggio, che disse poi di essere il medico, tenendo una bacchetta di balena in mano. Alzarono una ricchissima e bianca tovaglia, con cui stavano coperte le frutta e molte diversità di cibi e di manicaretti. Uno, che pareva studente, diede la benedizione, ed altro paggio mise un bavaglio trinato a Sancio; altro uomo che faceva lo scalco, gli mise davanti un piatto di ghiottonerie; ma non ne ebbe egli appena mangiato un boccone, che colui dalla bacchetta toccò il piatto con essa, e questo gli fu tolto via immantinente. Lo scalco gliene accostò un altro con altre vivande, e Sancio distese tosto la mano per assaggiarlo, ma prima che avesse potuto avvicinarlo alla bocca, già la bacchetta l′aveva tocco, e subito un paggio l′aveva portato via così presto come gli altri manicaretti. Sancio stette alcun poco sospeso, e poi guardando ognuno in viso, dimandò se quelle vivande si avevano a mangiare così, come se si trattasse di un giuoco di mano. Rispose quello della bacchetta:
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-No se ha de comer, señor gobernador, sino como es uso y costumbre en las otras ínsulas donde hay gobernadores. Yo, señor, soy médico, y estoy asalariado en esta ínsula para serlo de los gobernadores della, y miro por su salud mucho más que por la mía, estudiando de noche y de día, y tanteando la complexión del gobernador, para acertar a curarle cuando cayere enfermo; y lo principal que hago es asistir a sus comidas y cenas, y a dejarle comer de lo que me parece que le conviene, y a quitarle lo que imagino que le ha de hacer daño y ser nocivo al estómago; y así, mandé quitar el plato de la fruta, por ser demasiadamente húmeda, y el plato del otro manjar también le mandé quitar, por ser demasiadamente caliente y tener muchas especies, que acrecientan la sed; y el que mucho bebe mata y consume el húmedo radical, donde consiste la vida.
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— Non si ha a mangiare, o signor governatore, se non se osservando religiosamente il costume che tiensi nelle altre isole dove sono i governatori; io, o signore, sono medico e sono salariato in quest′isola per assistere in tal qualità i suoi governatori, ed avendo più cara la loro che la salute mia, studio notte e giorno, e vo scandagliando la complessione del governatore, per non isbagliarne la cura in caso di malattia. La principale cosa in che mi occupo, si è di assistere ai suoi pranzi e alle sue cene, e di non permettergli di non cibarsi se non di quelle cose che mi paiono convenirgli, vietando e levandogli dinnanzi tutto quanto io penso che possa essere nocivo al suo stomaco. Ed ecco la ragione per cui ho comandato che si levi via un piatto di frutta per essere soverchiamente umide, e così l′altra vivanda per essere soverchiamente calida e condita con molti ingredienti, che accrescono la sete; giacché l′uomo che beve assai pregiudica e consuma l′umido radicale in cui consiste la vita.
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-Desa manera, aquel plato de perdices que están allí asadas, y, a mi parecer, bien sazonadas, no me harán algún daño.
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A lo que el médico respondió
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-Ésas no comerá el señor gobernador en tanto que yo tuviere vida.
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-Pues, ¿por qué? -dijo Sancho.
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— E perché? disse Sancio.
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Y el médico respondió.
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— Perché, rispose il medico,
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-Porque nuestro maestro Hipócrates, norte y luz de la medicina, en un aforismo suyo, dice Omnis saturatio mala, perdices autem pessima. Quiere decir "Toda hartazga es mala; pero la de las perdices, malísima".
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il nostro maestro Ippocrate, tramontana e luce dell′arte medica, dice in un suo aforismo: Omnis saturatio mala, perdricis autem pessima; e vuole inferire che pericolosa è ogni indigestione, ma pessima è quella delle pernici.
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-Si eso es así -dijo Sancho-, vea el señor doctor de cuantos manjares hay en esta mesa cuál me hará más provecho y cuál menos daño, y déjeme comer dél sin que me le apalee; porque, por vida del gobernador, y así Dios me le deje gozar, que me muero de hambre, y el negarme la comida, aunque le pese al señor doctor y él más me diga, antes será quitarme la vida que aumentármela.
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— Se così è, disse Sancio, considerate signor dottore, quale delle tante vivande che sono su questa mensa mi sia più confacevole e meno nociva, e lasciatemene mangiare tanto che io mi satolli, perché per la vita del signor governatore, che Dio me la preservi, io mi muoio di fame; ed il proibirmi che io mangi, perché ciò non va a sangue al signor dottore, ed il venire a rompermi la testa, egli non è pensare alla mia esistenza, ma alla mia morte.
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-Vuestra merced tiene razón, señor gobernador -respondió el médico-; y así, es mi parecer que vuestra merced no coma de aquellos conejos guisados que allí están, porque es manjar peliagudo. De aquella ternera, si no fuera asada y en adobo, aún se pudiera probar, pero no hay para qué.
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— Vossignoria ha ragione, signor governatore, rispose il medico, ed ora ella potrebbe forse mangiare di quei conigli in guazzetto, ma non dee farlo perché è un mangiare peloso; potrebbe assaggiare di quella vitella, se non fosse arrosto e stuffata; e benché per un tantino non vi sarebbe gran male, è meglio astenersene affatto.»
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Y Sancho dijo.
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E Sancio disse:
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-Aquel platonazo que está más adelante vahando me parece que es olla podrida, que por la diversidad de cosas que en las tales ollas podridas hay, no podré dejar de topar con alguna que me sea de gusto y de provecho.
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— Quel piattellone ch′è colà innanzi, e che manda fumo, mi pare che sia olla podrida, e tra la diversità delle cose con cui è composta, non può far di manco di non esservene alcuna che mi sia di gusto e di giovamento.
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-Absit! -dijo el médico-. Vaya lejos de nosotros tan mal pensamiento no hay cosa en el mundo de peor mantenimiento que una olla podrida. Allá las ollas podridas para los canónigos, o para los retores de colegios, o para las bodas labradorescas, y déjennos libres las mesas de los gobernadores, donde ha de asistir todo primor y toda atildadura; y la razón es porque siempre y a doquiera y de quienquiera son más estimadas las medicinas simples que las compuestas, porque en las simples no se puede errar y en las compuestas sí, alterando la cantidad de las cosas de que son compuestas; mas lo que yo sé que ha de comer el señor gobernador ahora, para conservar su salud y corroborarla, es un ciento de cañutillos de suplicaciones y unas tajadicas subtiles de carne de membrillo, que le asienten el estómago y le ayuden a la digestión.
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— Absit, disse il medico; lungi, lungi da noi sì pessimo divisamento: non vi è piatto al mondo di peggiore nutrizione della olla podrida. Queste olle sono bocconi da canonici, da rettori di collegio o da nozze di contadini, ma stieno lontane dalle mense dei governatori, dove non dee trovarsi che pulizia e squisitezza: e la ragione si è che sempre e in qualunque luogo sono tenute in più gran conto e pregio le medicine semplici che le composte, perché nelle semplici non si può fallare, ma nelle composte si altera facilmente la quantità degl′ingredienti dei quali sono formate. Quello poi che io so che può mangiare adesso il signor governatore per conservare e corroborare la sue sanità, egli è una dozzina di cialdoncini e alcune fettuccine sottili di cotognata, che gli acconceranno lo stomaco e gli aiuteranno la digestione.»
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Oyendo esto Sancho, se arrimó sobre el espaldar de la silla y miró de hito en hito al tal médico, y con voz grave le preguntó cómo se llamaba y dónde había estudiado. A lo que él respondió.
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Sancio, sentendo questo, si poggiò sulla spalliera della sedia, e si pose a guardare fisso fisso il medico, poi con voce grave gli domandò che nome avesse e dove avesse studiato.
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-Yo, señor gobernador, me llamo el doctor Pedro Recio de Agüero, y soy natural de un lugar llamado Tirteafuera, que está entre Caracuel y Almodóvar del Campo, a la mano derecha, y tengo el grado de doctor por la universidad de Osuna.
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— Io, rispose, o signor governatore, mi chiamo il dottor Pietro Rezio di Aguero, naturale di Tiratinfuora, paese che giace a mano diritta tra Carachel e Almadovar del Campo, ed ho grado di dottore nella università di Ossuna.»
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A lo que respondió Sancho, todo encendido en cólera.
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Cui Sancio imbestialito disse:
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-Pues, señor doctor Pedro Recio de Mal Agüero, natural de Tirteafuera, lugar que está a la derecha mano como vamos de Caracuel a Almodóvar del Campo, graduado en Osuna, quíteseme luego delante, si no, voto al sol que tome un garrote y que a garrotazos, comenzando por él, no me ha de quedar médico en toda la ínsula, a lo menos de aquellos que yo entienda que son ignorantes; que a los médicos sabios, prudentes y discretos los pondré sobre mi cabeza y los honraré como a personas divinas. Y vuelvo a decir que se me vaya, Pedro Recio, de aquí; si no, tomaré esta silla donde estoy sentado y se la estrellaré en la cabeza; y pídanmelo en residencia, que yo me descargaré con decir que hice servicio a Dios en matar a un mal médico, verdugo de la república. Y denme de comer, o si no, tómense su gobierno, que oficio que no da de comer a su dueño no vale dos habas.
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— Orsù, signor dottore Pietro Rezio di male augurio, naturale di Tiratinfuora, che resta a mano diritta fra Charachel e Almadovar del Campo, graduato in Ossuna, toglietevi via di qua, se no giuro a Dio che do mano ad un bastone, e cominciando da voi caccerò via a bastonate tutti i medici di questa mia isola, o almeno tutti quelli che io sappia che sono ignoranti; poiché i medici savi, prudenti e discreti me li metterò sopra la testa, e farò loro onore come persone che esercitano un′arte soprannaturale. Torno a dire che vada di qua Pietro Rezio, altrimenti piglio questa sedia e gli spacco il cervello, e se poi sarò accusato al tribunale, saprò far conoscere che ho reso servigio a Dio coll′ammazzare un pessimo medico carnefice della repubblica; e se non la capiranno, si ripiglieranno questo governo, che non dà da mangiare al suo padrone, e che non vale due fichi secchi.»
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Alborotóse el doctor, viendo tan colérico al gobernador, y quiso hacer tirteafuera de la sala, sino que en aquel instante sonó una corneta de posta en la calle, y, asomándose el maestresala a la ventana, volvió diciendo.
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Il dottore, sentendo la collera del governatore, impaurì e si turbò, e divisava di fare il Tiratinfuora dalla sala, se non che in quell′istante sonò sulla strada una cornetta da posta, ed affacciatosi lo scalco alla finestra, si alzò dicendo:
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-Correo viene del duque mi señor; algún despacho debe de traer de importancia.
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— Arriva un corriere del duca mio signore, che recherà per certo qualche dispaccio d′importanza.
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Entró el correo sudando y asustado, y, sacando un pliego del seno, le puso en las manos del gobernador, y Sancho le puso en las del mayordomo, a quien mandó leyese el sobreescrito, que decía así A don Sancho Panza, gobernador de la ínsula Barataria, en su propia mano o en las de su secretario. Oyendo lo cual, Sancho dijo.
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Entrò il corriere sudato e trangosciato, e tratto un piego dal seno, lo pose in mano al governatore, e Sancio lo passò in quelle del maggiordomo, cui comandò che leggesse la soprascritta, la quale diceva così: A don Sancio Pancia, governatore dell′isola Barattaria, in proprie sue mani o in quelle del suo segretario.
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-¿Quién es aquí mi secretario.
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Sancio, udendo questo disse: — E chi è questo mio segretario?»
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Y uno de los que presentes estaban respondió.
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Uno dei circostanti rispose:
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-Yo, señor, porque sé leer y escribir, y soy vizcaíno.
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— Sono io, o signore, perché so leggere e scrivere, e sono biscaino.
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-Con esa añadidura -dijo Sancho-, bien podéis ser secretario del mismo emperador. Abrid ese pliego, y mirad lo que dice.
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— Con questa aggiunta di biscaino, disse Sancio, potreste anche essere segretario dell′imperatore: aprite questo plico e ditemi il suo contenuto.»
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Hízolo así el recién nacido secretario, y, habiendo leído lo que decía, dijo que era negocio para tratarle a solas. Mandó Sancho despejar la sala, y que no quedasen en ella sino el mayordomo y el maestresala, y los demás y el médico se fueron; y luego el secretario leyó la carta, que así decía.
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Il segretario nato allora come un fungo, lesse e poi disse ch′era negozio da trattarsi con grande segretezza da solo a solo. Comandò Sancio che tutti sgombrassero dalla sala, eccetto il maggiordomo e lo scalco; sicché partirono tutti, ed anche il medico. Subito il segretario lesse la lettera che diceva così:
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A mi noticia ha llegado, señor don Sancho Panza, que unos enemigos míos y desa ínsula la han de dar un asalto furioso, no sé qué noche; conviene velar y estar alerta, porque no le tomen desapercebido. Sé también, por espías verdaderas, que han entrado en ese lugar cuatro personas disfrazadas para quitaros la vida, porque se temen de vuestro ingenio; abrid el ojo, y mirad quién llega a hablaros, y no comáis de cosa que os presentaren. Yo tendré cuidado de socorreros si os viéredes en trabajo, y en todo haréis como se espera de vuestro entendimiento. Deste lugar, a 16 de agosto, a las cuatro de la mañana.
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«Pervenne a mia cognizione, signor don Sancio Pancia, che alcuni nemici e miei e di codesta isola hanno a darvi un formidabile assalto, non so in che notte. Rendesi dunque necessario lo stare all′erta perché non vi acchiappino alla impensata. So ancora per mezzo di certe spie ch′entrarono in codesto paese quattro persone travestite per ammazzarvi, perché hanno paura del vostro molto cervello. Spalancate gli occhi e ponete mente sopra chi si sia che venga a parlarvi, e non mangiate un briciolo di tutto quello che vi è presentato. Io procurerò di soccorrervi se il pericolo si facesse sempre più brutto, ma intanto conducetevi nel modo ch′io mi riprometto dalla vostra buona testa. Di questo luogo, ai 16 agosto a ore 6 di notte.
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Vuestro amigo, El Duque.
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Vostro amico, Il Duca»
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Quedó atónito Sancho, y mostraron quedarlo asimismo los circunstantes; y, volviéndose al mayordomo, le dijo.
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Restò Sancio attonito davvero, mentre anche gli altri facevano le viste di essere in gran pensieri, e voltosi al maggiordomo disse:
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-Lo que agora se ha de hacer, y ha de ser luego, es meter en un calabozo al doctor Recio; porque si alguno me ha de matar, ha de ser él, y de muerte adminícula y pésima, como es la de la hambre.
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— Quello che si deve fare subito, e farlo in questo punto, si è di cacciare in una sotterranea prigione il dottor Rezio, perché se vi è uno che voglia privarmi di vita, e darmi una pessima morte com′è la fame, è senza dubbio questo dottore.
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-También -dijo el maestresala- me parece a mí que vuesa merced no coma de todo lo que está en esta mesa, porque lo han presentado unas monjas, y, como suele decirse, detrás de la cruz está el diablo.
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— Sembrami per la stessa ragione disse lo scalco, che vossignoria nulla abbia a mangiar di tutto ciò che trovasi su questa mensa, perché le hanno presentate cose mascherate: e, come suol dirsi, dietro la croce si asconde il diavolo.
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-No lo niego -respondió Sancho-, y por ahora denme un pedazo de pan y obra de cuatro libras de uvas, que en ellas no podrá venir veneno; porque, en efecto, no puedo pasar sin comer, y si es que hemos de estar prontos para estas batallas que nos amenazan, menester será estar bien mantenidos, porque tripas llevan corazón, que no corazón tripas. Y vos, secretario, responded al duque mi señor y decidle que se cumplirá lo que manda como lo manda, sin faltar punto; y daréis de mi parte un besamanos a mi señora la duquesa, y que le suplico no se le olvide de enviar con un propio mi carta y mi lío a mi mujer Teresa Panza, que en ello recibiré mucha merced, y tendré cuidado de servirla con todo lo que mis fuerzas alcanzaren; y de camino podéis encajar un besamanos a mi señor don Quijote de la Mancha, porque vea que soy pan agradecido; y vos, como buen secretario y como buen vizcaíno, podéis añadir todo lo que quisiéredes y más viniere a cuento. Y álcense estos manteles, y denme a mí de comer, que yo me avendré con cuantas espías y matadores y encantadores vinieren sobre mí y sobre mi ínsula.
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— Non nego, rispose Sancio, datemi dunque un pezzo di pane e quattro libbre all′incirca di uva, che in questi cibi non vi sarà veleno, perché in fatto io non posso poi durarla senza mangiare; e supposto che abbiamo a tenerci pronti per le battaglie dalle quali siam minacciati, bisognerà avere il ventre ben provvisto; perché le budella piene portano il cuore, e non già il cuore le budella. E voi, o segretario, rispondete al duca, e ditegli che si eseguirà quanto comanda, e presenterete da parte mia un baciamano alla mia signora duchessa, aggiungendo che è da me supplicata di non dimenticarsi di mandare per uno a posta la mia lettera e il mio fagotto a mia moglie Teresa Pancia, che le sarò obbligato: e in altro giorno le scriverò ancora, se avrò tempo: e di passaggio potete innestare nella risposta un baciamano al mio signor don Chisciotte della Mancia, perché conosca che io sono pane gradito; e voi, come buon segretario e buon biscaino, potete aggiugnere tutto quello che vi pare e che viene a proposito. Intanto sparecchino questa tavola, e mi dieno da mangiare, che poi me la saprò bene intendere io con quante spie, sicari e incantatori vogliano disturbare la quiete della mia isola.»
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En esto entró un paje, y dijo.
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In questa entrò un paggio e disse:
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-Aquí está un labrador negociante que quiere hablar a Vuestra Señoría en un negocio, según él dice, de mucha importancia.
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— Gli è qua un contadino che brama di parlare alla signoria vostra per certo negozio che, a detto suo, è di somma importanza.
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-Estraño caso es éste -dijo Sancho- destos negociantes. ¿Es posible que sean tan necios, que no echen de ver que semejantes horas como éstas no son en las que han de venir a negociar? ¿Por ventura los que gobernamos, los que somos jueces, no somos hombres de carne y de hueso, y que es menester que nos dejen descansar el tiempo que la necesidad pide, sino que quieren que seamos hechos de piedra marmol? Por Dios y en mi conciencia que si me dura el gobierno (que no durará, según se me trasluce), que yo ponga en pretina a más de un negociante. Agora decid a ese buen hombre que entre; pero adviértase primero no sea alguno de los espías, o matador mío.
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— Sono pure importuni, disse Sancio, questi negozianti! Com′è possibile che sieno tanto sciocchi da non conoscere che queste non sono ore da venire a negoziare? Come se noi altri governatori e noi giudici non fossimo uomini di carne, o non ci fosse indispensabile il tempo che richiedono i nostri bisogni! Credono forse che noi siamo fatti di pietra o di marmo? Oh in coscienza mia, che se dura questo governo (che per quanto prevedo non durerà) voglio fare impazzire più di un negoziante. Orsù, dite a cotesto buon uomo ch′entri: ma badate prima bene che non sia qualche spia o uno de′ miei sicarî.
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-No, señor -respondió el paje-, porque parece una alma de cántaro, y yo sé poco, o él es tan bueno como el buen pan.
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— Non può essere, rispose il paggio, perché egli mi pare un cristianaccio da nulla: non me ne intendo, o è buono come il buon pane.
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-No hay que temer -dijo el mayordomo-, que aquí estamos todos.
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— E poi non c′è di che temere, soggiunse il maggiordomo, ché noi siamo per qualche cosa.
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-¿Sería posible -dijo Sancho-, maestresala, que agora que no está aquí el doctor Pedro Recio, que comiese yo alguna cosa de peso y de sustancia, aunque fuese un pedazo de pan y una cebolla.
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— Dimmi, scalco mio, ripigliò Sancio, adesso che non è più qua il dottore Pietro Rezio, non potrei io mangiare qualche cosa di peso e di sostanza, e se non altro un pezzo di pane con una cipolla?
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-Esta noche, a la cena, se satisfará la falta de la comida, y quedará Vuestra Señoría satisfecho y pagado -dijo el maestresala.
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— Vossignoria si rifarà questa sera a cena del cattivo desinare, e resterà sazio e contento, disse lo scalco.
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-Dios lo haga -respondió Sancho.
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— Dio lo faccia, rispose Sancio.
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Y, en esto, entró el labrador, que era de muy buena presencia, y de mil leguas se le echaba de ver que era bueno y buena alma. Lo primero que dijo fue.
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Intanto entrò il contadino, ch′era di buon aspetto, e potea, anche lontano mille leghe, credersi uno zoticone alla buona. Le sue prime parole furono queste:
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-¿Quién es aquí el señor gobernador.
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— Chi è qua il signor governatore?
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-¿Quién ha de ser -respondió el secretario-, sino el que está sentado en la silla.
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— E chi ha da essere, rispose il segretario, se non se quegli che vedete ivi seduto magistralmente?
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-Humíllome, pues, a su presencia -dijo el labrador.
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— Oh se è desso, disse il contadino, mi inchino alla sua presenza; e mettendosi ginocchioni gli prese la mano per baciargliela.
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Y, poniéndose de rodillas, le pidió la mano para besársela. Negósela Sancho, y mandó que se levantase y dijese lo que quisiese. Hízolo así el labrador, y luego dijo.
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Sancio non lo permise, e gli ordinò d′alzarsi e d′esporre il motivo della sua venuta. Così fece il contadino, e subito disse:
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-Yo, señor, soy labrador, natural de Miguel Turra, un lugar que está dos leguas de Ciudad Real.
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— Io, o signore, sono contadino, nativo di Miguel-Turra, paese lontano due leghe da città reale.
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-¡Otro Tirteafuera tenemos! -dijo Sancho-. Decid, hermano, que lo que yo os sé decir es que sé muy bien a Miguel Turra, y que no está muy lejos de mi pueblo.
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— E′ ci mancava un altro Tiratinfuora, disse Sancio: dite pur su fratello, che conosco molto bene a palmo a palmo il paese di Miguel-Turra, ch′è poco lontano dal mio paese.
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-Es, pues, el caso, señor -prosiguió el labrador-, que yo, por la misericordia de Dios, soy casado en paz y en haz de la Santa Iglesia Católica Romana; tengo dos hijos estudiantes que el menor estudia para bachiller y el mayor para licenciado; soy viudo, porque se murió mi mujer, o, por mejor decir, me la mató un mal médico, que la purgó estando preñada, y si Dios fuera servido que saliera a luz el parto, y fuera hijo, yo le pusiere a estudiar para doctor, porque no tuviera invidia a sus hermanos el bachiller y el licenciado.
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— Il caso è questo, o signore, continuò il contadino, che io per la misericordia di Dio mi sono ammogliato in pace e in seno della santa chiesa cattolica romana; ho due figli che studiano, il minore batte la strada del baccelliere e il maggiore quella del maestro, ma son vedovo perché mi morì la moglie, o, per dirla più giusta, me la ammazzò un cattivo medico, il quale le diede un purgante in tempo di gravidanza: e se fosse piaciuto a Dio che avesse partorito e mi avesse dato un figliuolo io lo avrei incamminato anch′esso a diventar dottore, e così non avrebbe avuto invidia dei suoi fratelli il baccelliere e il maestro.
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-De modo -dijo Sancho- que si vuestra mujer no se hubiera muerto, o la hubieran muerto, vos no fuérades agora viudo.
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— Dimodoché, disse Sancio, se vostra moglie non fosse morta o non l′avessero ammazzata, voi adesso non sareste vedovo.
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-No, señor, en ninguna manera -respondió el labrador.
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— Signor no, non lo sarei, rispose il contadino.
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-¡Medrados estamos! -replicó Sancho-. Adelante, hermano, que es hora de dormir más que de negociar.
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— Siamo consolati per le feste, disse fra sé Sancio. Tirate innanzi, fratello, quantunque questa sia ora più da dormire che da trattare affari.
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-Digo, pues -dijo el labrador-, que este mi hijo que ha de ser bachiller se enamoró en el mesmo pueblo de una doncella llamada Clara Perlerina, hija de Andrés Perlerino, labrador riquísimo; y este nombre de Perlerines no les viene de abolengo ni otra alcurnia, sino porque todos los deste linaje son perláticos, y por mejorar el nombre los llaman Perlerines; aunque, si va decir la verdad, la doncella es como una perla oriental, y, mirada por el lado derecho, parece una flor del campo; por el izquierdo no tanto, porque le falta aquel ojo, que se le saltó de viruelas; y, aunque los hoyos del rostro son muchos y grandes, dicen los que la quieren bien que aquéllos no son hoyos, sino sepulturas donde se sepultan las almas de sus amantes. Es tan limpia que, por no ensuciar la cara, trae las narices, como dicen, arremangadas, que no parece sino que van huyendo de la boca; y, con todo esto, parece bien por estremo, porque tiene la boca grande, y, a no faltarle diez o doce dientes y muelas, pudiera pasar y echar raya entre las más bien formadas. De los labios no tengo qué decir, porque son tan sutiles y delicados que, si se usaran aspar labios, pudieran hacer dellos una madeja; pero, como tienen diferente color de la que en los labios se usa comúnmente, parecen milagrosos, porque son jaspeados de azul y verde y aberenjenado; y perdóneme el señor gobernador si por tan menudo voy pintando las partes de la que al fin al fin ha de ser mi hija, que la quiero bien y no me parece mal.
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— Ora dico, soggiunse il contadino, che questo mio figliuolo che ha da essere baccelliere, s′innamorò nella terra medesima d′una donzella chiamata Chiara Perlerina, figliuola di Andrea Perlerino, contadino straricco; e questo nome non deriva in loro per discendenza o per altro casato, ma perché tutti quelli di tale stirpe sono perlatici; o negozianti di perle, e per migliorare il nome li chiamano Perlerini; ma se si ha da dire la verità, la donzella può rassomigliarsi ad una perla orientale; e guardata dalla parte destra sembra un fiore del campo, ma dalla parte sinistra non lo pare, perché le manca un occhio che le uscì fuora per il vaiuolo; per altro tuttoché le buche o margini del suo viso siano molte e larghe, non pertanto si dice da quei che le vogliono bene, che quelle non sono già buche, ma sepolture dove restano seppellite le anime dei suoi amanti. Ella è tanto pulita, che per non insudiciarsi il viso porta il naso rimboccato, come suol dirsi, e che pare proprio che vada fuggendo via dalla bocca; e contuttociò pare bella fuori di misura. Ella ha la bocca grande, e se non le mancassero dieci o dodici denti potria stare a petto delle più ben formate; non parlerò delle labbra, che sono delicate e sottili, tanto che se si usasse innasparle potrebbesi fare di esse una matassa; ma perché il loro colore è diverso da quello che nelle labbra si usa comunemente, hanno un non so che di miracoloso, essendo brizzolate di turchino, di verde e di pavonazzo oscuro. Mi perdoni il signor governatore se vo dipingendo minutamente tutte le parti di quella che alla fin fine ha da essere mia figliuola; perché io poi gli voglio bene, ed a me non par brutta.
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-Pintad lo que quisiéredes -dijo Sancho-, que yo me voy recreando en la pintura, y si hubiera comido, no hubiera mejor postre para mí que vuestro retrato.
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— Dipingetela pure quanto vi piace, soggiunse Sancio, che io mi vo ricreando della pittura, e questo vostro ritratto mi avrebbe potuto tener luogo di un piatto di frutta saporite se adesso avessi desinato.
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-Eso tengo yo por servir -respondió el labrador-, pero tiempo vendrá en que seamos, si ahora no somos. Y digo, señor, que si pudiera pintar su gentileza y la altura de su cuerpo, fuera cosa de admiración; pero no puede ser, a causa de que ella está agobiada y encogida, y tiene las rodillas con la boca, y, con todo eso, se echa bien de ver que si se pudiera levantar, diera con la cabeza en el techo; y ya ella hubiera dado la mano de esposa a mi bachiller, sino que no la puede estender, que está añudada; y, con todo, en las uñas largas y acanaladas se muestra su bondad y buena hechura.
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— Troppo favore vossignoria mi fa, rispose il contadino, ma verrà tempo che saremo qualche cosa a questo mondo, se ora non siamo considerati per niente. Dico dunque, signor governatore, che se potessi dipingervi la sua gentilezza e la sua alta statura, farei vedere cosa degna di maraviglia, ma non lo fo perché la poveretta è gobba e aggomitolata, ed ha le ginocchia accanto alla bocca; tuttavia si conosce che se potesse levarsi su daria col capo nel tetto; e di già avrebbe dato la mano di sposa al mio baccelliere, ma il male è che non la può distendere, ch′è rattratta, e in ogni modo nelle ugne lunghe e accannellate si scorge la sua bontà e la sua bella disposizione.
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-Está bien -dijo Sancho-, y haced cuenta, hermano, que ya la habéis pintado de los pies a la cabeza. ¿Qué es lo que queréis ahora? Y venid al punto sin rodeos ni callejuelas, ni retazos ni añadiduras.
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— Tutto andrà bene, disse Sancio, ma fate conto di averla già esattamente dipinta dai piedi sino alla testa: che cosa volete voi ora da me? venite alla conclusione senz′altri rigiri, chiassuoli, andirivieni, ritagli e aggiunte.
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-Querría, señor -respondió el labrador-, que vuestra merced me hiciese merced de darme una carta de favor para mi consuegro, suplicándole sea servido de que este casamiento se haga, pues no somos desiguales en los bienes de fortuna, ni en los de la naturaleza; porque, para decir la verdad, señor gobernador, mi hijo es endemoniado, y no hay día que tres o cuatro veces no le atormenten los malignos espíritus; y de haber caído una vez en el fuego, tiene el rostro arrugado como pergamino, y los ojos algo llorosos y manantiales; pero tiene una condición de un ángel, y si no es que se aporrea y se da de puñadas él mesmo a sí mesmo, fuera un bendito.
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— Vorrei, o signore, rispose il contadino, che vossignoria mi facesse il favore di darmi una lettera di raccomandazione pel mio suocero; pregando che gli piaccia di fare che segua questo matrimonio: perché non vi è disparità fra noi né rispetto ai beni di fortuna né rispetto alla prosapia: e se ho a dirle il vero, signor governatore, mio figlio è mezzo spiritato, e non passa giorno che tre o quattro volte i maligni spiriti non lo tormentino: e per essere caduto una volta nel fuoco ha il viso tutto grinzo come carta pecora bagnata, e gli occhi un poco cispi e lagrimosi; per altro ha una bontà d′angelo, e se non fosse che qualche volta si percuote e si dà delle pugna di per sé solo, sarebbe un′anima benedetta.
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-¿Queréis otra cosa, buen hombre? -replicó Sancho.
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— Volete altro, buon uomo? — replicò Sancio.
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-Otra cosa querría -dijo el labrador-, sino que no me atrevo a decirlo; pero vaya, que, en fin, no se me ha de podrir en el pecho, pegue o no pegue. Digo, señor, que querría que vuesa merced me diese trecientos o seiscientos ducados para ayuda a la dote de mi bachiller; digo para ayuda de poner su casa, porque, en fin, han de vivir por sí, sin estar sujetos a las impertinencias de los suegros.
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— Altra cosa bramerei, ma non mi arrisico a domandarla; pure la dirò, che finalmente non mi si ha da marcire nello stomaco, attacchisi o non si attacchi. Io dico dunque che vorrei che vossignoria mi desse trecento o seicento ducati per aiuto della dote del mio baccelliere; li domando perché possa aprire casa da sua posta, e in questo modo non istare soggetto alle impertinenze dei suoceri.
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-Mirad si queréis otra cosa -dijo Sancho-, y no la dejéis de decir por empacho ni por vergüenza.
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— Guardate se altro vi occorre, disse Sancio, né restate a dirlo né per rossore né per vergogna.
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-No, por cierto -respondió el labrador.
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— Io non ho certamente altro, rispose il contadino.»
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Y, apenas dijo esto, cuando, levantándose en pie el gobernador, asió de la silla en que estaba sentado y dijo.
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Non aveva proferite appena queste parole che rizzatosi il governatore die′ di piglio alla sedia su cui stava seduto, e disse:
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-¡Voto a tal, don patán rústico y mal mirado, que si no os apartáis y ascondéis luego de mi presencia, que con esta silla os rompa y abra la cabeza! Hideputa bellaco, pintor del mesmo demonio, ¿y a estas horas te vienes a pedirme seiscientos ducados?; y ¿dónde los tengo yo, hediondo?; y ¿por qué te los había de dar, aunque los tuviera, socarrón y mentecato? ; y ¿qué se me da a mí de Miguel Turra, ni de todo el linaje de los Perlerines? ¡Va de mí, digo; si no, por vida del duque mi señor, que haga lo que tengo dicho! Tú no debes de ser de Miguel Turra, sino algún socarrón que, para tentarme, te ha enviado aquí el infierno. Dime, desalmado, aún no ha día y medio que tengo el gobierno, y ¿ya quieres que tenga seiscientos ducados.
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— Giuro a Dio, villano zotico e impertinente, che se non ti levi di qua e non ti ascondi dalla mia presenza, ti spacco la testa con questa sedia che ho in mano. Furfantone, pittore di quanti diavoli sono all′inferno, e ti dà l′animo di venire a quest′ora a dimandarmi seicento ducati? e dove vuoi tu che io li abbia, pezzo di animale? e quand′anche li avessi, per qual titolo ho io a darli a te, o golponaccio? che importa a me di Miguel-Turra e di tutta la razza dei Perlerini? Levati di qua, replicò, o ch′io per la vita del duca mio signore, metto in esecuzione quello che ho detto. Tu non sei certamente nativo di Miguel-Turra, ma sì bene qualche furbo di prima classe mandato qua dall′inferno per tentarmi. Non è appena un giorno e mezzo ch′io sono governatore, e come vuoi, mal cristiano, che io abbia ammassati seicento ducati?»
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Hizo de señas el maestresala al labrador que se saliese de la sala, el cual lo hizo cabizbajo y, al parecer, temeroso de que el gobernador no ejecutase su cólera, que el bellacón supo hacer muy bien su oficio.
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Lo scalco fe′ cenno al contadino che se n′andasse pei fatti suoi, ed egli uscì fuora col capo chino, e, per quanto pareva impaurito che il governatore non isfogasse la sua collera e le sue minacce; e così il vigliaccone seppe fare molto bene il suo ufficio.
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Pero dejemos con su cólera a Sancho, y ándese la paz en el corro, y volvamos a don Quijote, que le dejamos vendado el rostro y curado de las gatescas heridas, de las cuales no sanó en ocho días, en uno de los cuales le sucedió lo que Cide Hamete promete de contar con la puntualidad y verdad que suele contar las cosas desta historia, por mínimas que sean.
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Ma lasciamo pure Sancio colle sue smanie; diamoci pace, e torniamo a don Chisciotte, che rimasto era colla faccia bendata e medicato delle gattesche ferite, dalle quali non risanò che in otto giorni. In uno di questi gli accadde quello che Cide Hamete promise di raccontare con la esattezza e verità con cui usa di esporre le cose tutte toccanti la istoria presente, per quanto siano minute.
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II. Capítulo XLVIII. De lo que le sucedió a don Quijote con doña Rodríguez, la dueña de la duquesa, con otros acontecimientos dignos de escritura y de memoria eterna.
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CAPITOLO XLVIII DI CIРCHE AVVENNE A DON CHISCIOTTE CON DONNA RODRIGHEZ, MATRONA DELLA DUCHESSA, CON ALTRE VENTURE DEGNE DI ESSERE SCRITTE E CONSERVATE PERPETUAMENTE.
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Además estaba mohíno y malencólico el mal ferido don Quijote, vendado el rostro y señalado, no por la mano de Dios, sino por las uñas de un gato, desdichas anejas a la andante caballería. Seis días estuvo sin salir en público, en una noche de las cuales, estando despierto y desvelado, pensando en sus desgracias y en el perseguimiento de Altisidora, sintió que con una llave abrían la puerta de su aposento, y luego imaginó que la enamorada doncella venía para sobresaltar su honestidad y ponerle en condición de faltar a la fee que guardar debía a su señora Dulcinea del Toboso.
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Tristo e malinconico se ne stava tuttora il mal ferito don Chisciotte col viso bendato e segnato non già dalla mano della natura, ma sì ben dalle ugna di un gatto: disgrazie inseparabili dalla errante cavalleria! Sei giorni egli spese in rigoroso ritiro; ma una notte mentre stava pensando alle sue sventure ed alla persecuzione di Altisidora, sentì che aprivasi con chiave la porta della sua camera. Immaginò subito che la innamorata donzella venisse a tentare la sua pudicizia, ed a metterlo in procinto di mancare alla fede dovuta alla sua signora Dulcinea del Toboso.
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-No -dijo creyendo a su imaginación, y esto, con voz que pudiera ser oída-; no ha de ser parte la mayor hermosura de la tierra para que yo deje de adorar la que tengo grabada y estampada en la mitad de mi corazón y en lo más escondido de mis entrañas, ora estés, señora mía, transformada en cebolluda labradora, ora en ninfa del dorado Tajo, tejiendo telas de oro y sirgo compuestas, ora te tenga Merlín, o Montesinos, donde ellos quisieren; que, adondequiera eres mía, y adoquiera he sido yo, y he de ser, tuyo.
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— No, disse a gran voce, credendo vera la sua supposizione, no, non può la più rara bellezza della terra distogliermi dall′adorare colei che porto incisa e stampata in mezzo al mio cuore e nel più segreto delle mie viscere: sii tu pure, signora mia, o trasformata in cipolluta contadina o in ninfa del dorato Tago, tessendo tele di oro e di seta, o ti tengano Merlino o Montésino dove loro piace, ché dovunque ti troverai sarai mia, e tuo sarò in ogni luogo ove mi porta il destino.
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El acabar estas razones y el abrir de la puerta fue todo uno. Púsose en pie sobre la cama, envuelto de arriba abajo en una colcha de raso amarillo, una galocha en la cabeza, y el rostro y los bigotes vendados el rostro, por los aruños; los bigotes, porque no se le desmayasen y cayesen; en el cual traje parecía la más extraordinaria fantasma que se pudiera pensar.
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Il terminare queste parole e l′aprirsi della porta, fu un punto solo: si rizzò egli sopra il letto, tutto ravviluppato in una coltre di raso giallo, con cuffia in testa, col viso tutto fasciato per cagione dei graffi e colle basette ancora incartocciate affinché stessero ritte. In tale arnese compariva la più strana fantasima che figurare si possa.
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Clavó los ojos en la puerta, y, cuando esperaba ver entrar por ella a la rendida y lastimada Altisidora, vio entrar a una reverendísima dueña con unas tocas blancas repulgadas y luengas, tanto, que la cubrían y enmantaban desde los pies a la cabeza. Entre los dedos de la mano izquierda traía una media vela encendida, y con la derecha se hacía sombra, porque no le diese la luz en los ojos, a quien cubrían unos muy grandes antojos. Venía pisando quedito, y movía los pies blandamente.
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Fissò gli occhi verso la porta, e quando attendevasi di veder entrare la vinta e desolata Altisidora, scorse venire una reverendissima matrona, coperta di veli bianchi dal capo ai piedi. Portava fra le dita della mano sinistra mezza candela accesa, e colla destra faceasi ombra perché gli occhi non avessero disagio, quantunque armati fossero di un bel paio di occhiali. Ella veniva piano piano sulla punta dei piedi e nel più alto silenzio.
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Miróla don Quijote desde su atalaya, y cuando vio su adeliño y notó su silencio, pensó que alguna bruja o maga venía en aquel traje a hacer en él alguna mala fechuría, y comenzó a santiguarse con mucha priesa. Fuese llegando la visión, y, cuando llegó a la mitad del aposento, alzó los ojos y vio la priesa con que se estaba haciendo cruces don Quijote; y si él quedó medroso en ver tal figura, ella quedó espantada en ver la suya, porque, así como le vio tan alto y tan amarillo, con la colcha y con las vendas, que le desfiguraban, dio una gran voz, diciendo.
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La adocchiò don Chisciotte, e quando poté ravvisare la sua acconciatura e notare la sua taciturnità, si fece a credere che qualche fattucchiera o maliarda si recasse ivi a quel modo per comporre alcuna stregheria; perloché cominciò a farsi frequenti segni di croce. La visione andava a poco a poco accostandosi a lui; e giunta alla metà della stanza alzò gli occhi, e si accorse di quei segni di croce che frettolosamente facevasi don Chisciotte. S′egli impaurì nel vedere tale figura, non minore spavento ebb′ella nel raffigurare quella di lui; e nel ravvisarlo sì lungo e macilento con la coltre e le bende che lo sfiguravano, mandò un grido esclamando:
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-¡Jesús! ¿Qué es lo que veo.
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Gesù, che veggo io mai? ed ebbe tal batticuore che le fe′ cadere la candela di mano.
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Y con el sobresalto se le cayó la vela de las manos; y, viéndose a escuras, volvió las espaldas para irse, y con el miedo tropezó en sus faldas y dio consigo una gran caída. Don Quijote, temeroso, comenzó a decir.
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Rimasta all′oscuro, voltò le spalle per andarsene, ma la paura la fece inciampare nelle falde del suo vestito, e diede un sonoro stramazzone per terra. Don Chisciotte atterrito si fece a dire:
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-Conjúrote, fantasma, o lo que eres, que me digas quién eres, y que me digas qué es lo que de mí quieres. Si eres alma en pena, dímelo, que yo haré por ti todo cuanto mis fuerzas alcanzaren, porque soy católico cristiano y amigo de hacer bien a todo el mundo; que para esto tomé la orden de la caballería andante que profeso, cuyo ejercicio aun hasta hacer bien a las ánimas de purgatorio se estiende.
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— Io ti scongiuro, o fantasima, o che altro tu sia, che tu mi dica quello che vuoi da me. Se sei anima in pena, dimmelo, che mi adoprerò per tuo vantaggio con tutte le mie forze, perché sono cattolico cristiano ed amico di operare il bene a pro di tutto il mondo: a cotesto fine ho abbracciato l′ordine dell′errante cavalleria che professo, l′esercizio della quale si estende al segno di fare del bene anche alle anime del purgatorio.
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La brumada dueña, que oyó conjurarse, por su temor coligió el de don Quijote, y con voz afligida y baja le respondió.
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La matrona che sentì scongiurarsi, arguì dalla sua propria la paura di don Chisciotte, e con voce bassa e dolente rispose:
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-Señor don Quijote, si es que acaso vuestra merced es don Quijote, yo no soy fantasma, ni visión, ni alma de purgatorio, como vuestra merced debe de haber pensado, sino doña Rodríguez, la dueña de honor de mi señora la duquesa, que, con una necesidad de aquellas que vuestra merced suele remediar, a vuestra merced vengo.
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— Signor don Chisciotte, se la signoria vostra è don Chisciotte, io non sono fantasima, né visione, né anima del purgatorio, ma sono donna Rodrighez, la matrona di onore della mia signora duchessa che vengo da vostra signoria per una di quelle necessità alle quali voi solo potete apportare rimedio.
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-Dígame, señora doña Rodríguez -dijo don Quijote- ¿por ventura viene vuestra merced a hacer alguna tercería? Porque le hago saber que no soy de provecho para nadie, merced a la sin par belleza de mi señora Dulcinea del Toboso. Digo, en fin, señora doña Rodríguez, que, como vuestra merced salve y deje a una parte todo recado amoroso, puede volver a encender su vela, y vuelva, y departiremos de todo lo que más mandare y más en gusto le viniere, salvando, como digo, todo incitativo melindre.
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— Ebbene, signora donna Rodrighez, soggiunse don Chisciotte, vien′ella per avventura da me come ignobile mezzana degli altrui amori? se così fosse perderebbe tutto il suo tempo, ché io non mi adopro per chi si sia quando si eccettui la senza pari bellezza della mia signora Dulcinea del Toboso; dunque, signora donna Rodrighez, o in questa vostra visita date bando ad ogni proposizione amorosa o potete tornare ad accendere la vostra candela e trattenervi meco di cose nelle quali io possa obbedirvi, eccettuato sempre ogni discorso e ogni gesto incitativo di amore.
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-¿Yo recado de nadie, señor mío? -respondió la dueña-. Mal me conoce vuestra merced; sí, que aún no estoy en edad tan prolongada que me acoja a semejantes niñerías, pues, Dios loado, mi alma me tengo en las carnes, y todos mis dientes y muelas en la boca, amén de unos pocos que me han usurpado unos catarros, que en esta tierra de Aragón son tan ordinarios. Pero espéreme vuestra merced un poco; saldré a encender mi vela, y volveré en un instante a contar mis cuitas, como a remediador de todas las del mundo.
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— Son io forse donna, disse la matrona, di venir a fare tali proposizioni? Mi conosce pur male il signor don Chisciotte se non vede ch′io sono giunta ad età tanto avanzata da non volere certamente dar retta a queste complicità; e, lodato Dio, mi sento ancora vigore nelle carni, ed ho tutti i miei denti e i mascellari in bocca, tranne alcuno corroso per causa di quei catarri che regnano in questa terra di Aragona. Ma mi aspetti un poco vossignoria, che vado a riaccendere il lume e tornerò in un baleno a raccontare a lei le mie peripezie, a lei che sa rimediare a tutte quelle che accadono nel mondo.»
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Y, sin esperar respuesta, se salió del aposento, donde quedó don Quijote sosegado y pensativo esperándola; pero luego le sobrevinieron mil pensamientos acerca de aquella nueva aventura, y parecíale ser mal hecho y peor pensado ponerse en peligro de romper a su señora la fee prometida, y decíase a sí mismo.
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Senz′attendere altra risposta uscì dalla camera dove restò don Chisciotte aspettandola tutto quieto e pensieroso. Gli sopravvennero subito mille pensieri analoghi a questa nuova ventura; e sembravagli cosa malfatta e peggio pensata il cimentarsi di rompere la fede promessa alla sua dama, e andava dicendo fra se stesso:
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-¿Quién sabe si el diablo, que es sutil y mañoso, querrá engañarme agora con una dueña, lo que no ha podido con emperatrices, reinas, duquesas, marquesas ni condesas? Que yo he oído decir muchas veces y a muchos discretos que, si él puede, antes os la dará roma que aguileña. Y ¿quién sabe si esta soledad, esta ocasión y este silencio despertará mis deseos que duermen, y harán que al cabo de mis años venga a caer donde nunca he tropezado? Y, en casos semejantes, mejor es huir que esperar la batalla. Pero yo no debo de estar en mi juicio, pues tales disparates digo y pienso; que no es posible que una dueña toquiblanca, larga y antojuna pueda mover ni levantar pensamiento lascivo en el más desalmado pecho del mundo. ¿Por ventura hay dueña en la tierra que tenga buenas carnes? ¿Por ventura hay dueña en el orbe que deje de ser impertinente, fruncida y melindrosa? ¡Afuera, pues, caterva dueñesca, inútil para ningún humano regalo! ¡Oh, cuán bien hacía aquella señora de quien se dice que tenía dos dueñas de bulto con sus antojos y almohadillas al cabo de su estrado, como que estaban labrando, y tanto le servían para la autoridad de la sala aquellas estatuas como las dueñas verdaderas!
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— Chi sa che il diavolo, ch′è sottile ed astuto, non voglia farmi cadere sedotto da una matrona, quando non hanno prima potuto riuscirvi né imperatrici, né regine, né duchesse, né marchesane, né contesse! In questi casi meglio è fuggire che aspettare la battaglia: ma già mi trasecolo con me medesimo come badare io possa a stramberie di questa fatta, quando non fia mai possibile che una matrona bianco velata, lunga e occhialata possa destare e introdurre disonesti pensieri anche nel più effeminato petto del mondo. Evvi egli per avventura matrona che abbia buone carni? Evvi matrona che non sia impertinente, schizzinosa e piena di smancerie? Lungi, lungi da me, matronesca genia; ché tu non puoi apprestare alcun umano conforto; e la pensava pur bene quella signora la quale dicono che tenesse due matrone di cera con i loro occhiali e cuscini da cucire fingendo che stessero lavorando, e tanto le servivano per decoro della sala quelle due statue come le vere matrone!»
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Y, diciendo esto, se arrojó del lecho, con intención de cerrar la puerta y no dejar entrar a la señora Rodríguez; mas, cuando la llegó a cerrar, ya la señora Rodríguez volvía, encendida una vela de cera blanca, y cuando ella vio a don Quijote de más cerca, envuelto en la colcha, con las vendas, galocha o becoquín, temió de nuevo, y, retirándose atrás como dos pasos, dijo.
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E detto questo, balzò dal letto con animo di chiudere la porta e non permettere l′ingresso alla signora Rodrighez; ma in quel punto eccola di ritorno con candela accesa di cera bianca. Quando ella vide più da vicino don Chisciotte rivolto nella coltre, con le bende, la cuffia, e il berretto fu colta di nuova paura, e, dati due passi indietro, disse:
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-¿Estamos seguras, señor caballero? Porque no tengo a muy honesta señal haberse vuesa merced levantado de su lecho.
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— Sarò io poi sicura, signor cavaliere! L′essere vossignoria balzato dal letto non è molto buon indizio di onesto divisamento.
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-Eso mesmo es bien que yo pregunte, señora -respondió don Quijote-; y así, pregunto si estaré yo seguro de ser acometido y forzado.
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— Quest′è quello ch′è bene che io dimandi alla signoria vostra, rispose don Chisciotte, e voglio sicurtà di non essere assalito o sforzato.
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-¿De quién o a quién pedís, señor caballero, esa seguridad? -respondió la dueña.
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— Da chi e a chi, disse la matrona, domandate voi, o signor cavaliere questa sicurtà?
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-A vos y de vos la pido -replicó don Quijote-, porque ni yo soy de mármol ni vos de bronce, ni ahora son las diez del día, sino media noche, y aun un poco más, según imagino, y en una estancia más cerrada y secreta que lo debió de ser la cueva donde el traidor y atrevido Eneas gozó a la hermosa y piadosa Dido. Pero dadme, señora, la mano, que yo no quiero otra seguridad mayor que la de mi continencia y recato, y la que ofrecen esas reverendísimas tocas.
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— Da voi ed a voi, replicò don Chisciotte ché io non sono di marmo né voi di bronzo, né sono adesso le dieci della mattina, ma la mezzanotte ed è anche passata, e stiamo in una camera più rimota e segreta di quello che potesse essere la grotta dove l′ardito e traditor Enea si trovò colla bella e pietosa Didone. Ma datemi, signora, la vostra mano; ché altra guarentigia non voglio che abbiate maggiore di quella della mia continenza e di quella che posson darmi cotesti vostri reverendissimi veli:»
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Y, diciendo esto, besó su derecha mano, y le asió de la suya, que ella le dio con las mesmas ceremonias.
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e ciò detto le baciò la mano diritta, e le presentò la sua ch′essa ricevette con le medesime cerimonie.
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Aquí hace Cide Hamete un paréntesis, y dice que por Mahoma que diera, por ver ir a los dos así asidos y trabados desde la puerta al lecho, la mejor almalafa de dos que tenía.
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Qui Cide Hamete fa una parentesi, e giura per Macometto che avrebbe pagato la migliore delle due giubbe ch′egli aveva, per vedere quei due presi per mano ed avviati dalla porta al letto.
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Entróse, en fin, don Quijote en su lecho, y quedóse doña Rodríguez sentada en una silla, algo desviada de la cama, no quitándose los antojos ni la vela. Don Quijote se acorrucó y se cubrió todo, no dejando más de el rostro descubierto; y, habiéndose los dos sosegado, el primero que rompió el silencio fue don Quijote, diciendo
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Andò don Chisciotte a giacere, e restò donna Rodrighez seduta su di una sedia un po′ lontanetta senza mai cavarsi gli occhiali né riporre la candela. Don Chisciotte si accoccolò e si coprì tutto, altro non lasciando visibile fuorché la faccia, ed essendo ambedue messi in calma, il primo a rompere il silenzio fu don Chisciotte, che disse:
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-Puede vuesa merced ahora, mi señora doña Rodríguez, descoserse y desbuchar todo aquello que tiene dentro de su cuitado corazón y lastimadas entrañas, que será de mí escuchada con castos oídos, y socorrida con piadosas obras.
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— Può adesso la signoria vostra, signora donna Rodrighez, sgozzarsi e buttare fuori quanto rinchiudesi nel suo misero cuore e nelle sue viscere sconsolate: ché con castissime orecchie da me sarà ascoltata, poi se fia d′uopo sovvenuta con pietose opere.
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-Así lo creo yo -respondió la dueña-, que de la gentil y agradable presencia de vuesa merced no se podía esperar sino tan cristiana respuesta. « Es, pues, el caso, señor don Quijote, que, aunque vuesa merced me vee sentada en esta silla y en la mitad del reino de Aragón, y en hábito de dueña aniquilada y asendereada, soy natural de las Asturias de Oviedo, y de linaje que atraviesan por él muchos de los mejores de aquella provincia; pero mi corta suerte y el descuido de mis padres, que empobrecieron antes de tiempo, sin saber cómo ni cómo no, me trujeron a la corte, a Madrid, donde por bien de paz y por escusar mayores desventuras, mis padres me acomodaron a servir de doncella de labor a una principal señora; y quiero hacer sabidor a vuesa merced que en hacer vainillas y labor blanca ninguna me ha echado el pie adelante en toda la vida. Mis padres me dejaron sirviendo y se volvieron a su tierra, y de allí a pocos años se debieron de ir al cielo, porque eran además buenos y católicos cristianos. Quedé huérfana, y atenida al miserable salario y a las angustiadas mercedes que a las tales criadas se suele dar en palacio; y, en este tiempo, sin que diese yo ocasión a ello, se enamoró de mi un escudero de casa, hombre ya en días, barbudo y apersonado, y, sobre todo, hidalgo como el rey, porque era montañés. No tratamos tan secretamente nuestros amores que no viniesen a noticia de mi señora, la cual, por escusar dimes y diretes, nos casó en paz y en haz de la Santa Madre Iglesia Católica Romana, de cuyo matrimonio nació una hija para rematar con mi ventura, si alguna tenía; no porque yo muriese del parto, que le tuve derecho y en sazón, sino porque desde allí a poco murió mi esposo de un cierto espanto que tuvo, que, a tener ahora lugar para contarle, yo sé que vuestra merced se admirara.
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— E tanto io mi prometto, rispose la matrona; né altro doveva attendermi che sì cristiana risposta dalla bella presenza di vossignoria. Fatto sta, signor don Chisciotte, che quantunque la signoria vostra mi vegga seduta su questa sedia e in mezzo al regno di Aragona e in abito di matrona annichilata e traviata, nativa io sono delle Asturie di Oviedo e di un lignaggio che sorpassa i migliori di quella provincia. La trista mia sorte e la noncuranza de′ miei parenti, che impoverirono innanzi tempo e senza saperne il come, mi trassero alla corte di Madrid, dove per mia maggior quiete e per sottrarmi a più terribili disgrazie i miei genitori stessi mi misero a servire una grande signora in qualità di donzella di lavoro; e voglio che vossignoria sappia che in materia di fare orli a spino ed altre opere di biancheria non vi fu mai chi mi abbia messo piede innanzi in tutto il corso della mia vita. I genitori dunque lasciandomi in quel servigio, tornarono alla loro patria, e dopo qualche anno salirono al cielo, come buoni cristiani ch′essi erano. Rimasi orfana e col solo appoggio di quella scarsa e stentata mercede che suole dai signori assegnarsi alle donzelle della nostra condizione; e in tanto (senza ch′io dessi il minimo motivo) s′invaghì di me uno scudiero di casa, uomo attempato, di gran barba e d′austero aspetto, nobile come il re, perché era montagnese. Non furono i nostri amori condotti con tale riserbatezza che non giungessero a cognizione della padrona; la quale per ovviare ogni contrasto ci maritò in santa pace e in grembo della santa madre Chiesa; e da questo matrimonio nacque una figliuola per mettere a guasto ogni mia ventura seppure io ne avessi alcuna. Non dico questo perché avessi sofferte eccessive doglie nel parto; ché anzi fu prospero e in tempo maturo: ma perché poco tempo dopo morì il mio sposo per certo spavento ch′egli ebbe, e che se avessi tempo di raccontarlo, vossignoria ne resterebbe maravigliato.»
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Y, en esto, comenzó a llorar tiernamente, y dijo.
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E qui cominciò a piangere amaramente e soggiunse:
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-Perdóneme vuestra merced, señor don Quijote, que no va más en mi mano, porque todas las veces que me acuerdo de mi mal logrado se me arrasan los ojos de lágrimas. ¡Válame Dios, y con qué autoridad llevaba a mi señora a las ancas de una poderosa mula, negra como el mismo azabache! Que entonces no se usaban coches ni sillas, como agora dicen que se usan, y las señoras iban a las ancas de sus escuderos. Esto, a lo menos, no puedo dejar de contarlo, porque se note la crianza y puntualidad de mi buen marido. « Al entrar de la calle de Santiago, en Madrid, que es algo estrecha, venía a salir por ella un alcalde de corte con dos alguaciles delante, y, así como mi buen escudero le vio, volvió las riendas a la mula, dando señal de volver a acompañarle. Mi señora, que iba a las ancas, con voz baja le decía ′′-¿Qué hacéis, desventurado? ¿No veis que voy aquí?′′ El alcalde, de comedido, detuvo la rienda al caballo y díjole ′′-Seguid, señor, vuestro camino, que yo soy el que debo acompañar a mi señora doña Casilda′′, que así era el nombre de mi ama. Todavía porfiaba mi marido, con la gorra en la mano, a querer ir acompañando al alcalde, viendo lo cual mi señora, llena de cólera y enojo, sacó un alfiler gordo, o creo que un punzón, del estuche, y clavósele por los lomos, de manera que mi marido dio una gran voz y torció el cuerpo, de suerte que dio con su señora en el suelo. Acudieron dos lacayos suyos a levantarla, y lo mismo hizo el alcalde y los alguaciles; alborotóse la Puerta de Guadalajara, digo, la gente baldía que en ella estaba; vínose a pie mi ama, y mi marido acudió en casa de un barbero diciendo que llevaba pasadas de parte a parte las entrañas. Divulgóse la cortesía de mi esposo, tanto, que los muchachos le corrían por las calles, y por esto y porque él era algún tanto corto de vista, mi señora la duquesa le despidió, de cuyo pesar, sin duda alguna, tengo para mí que se le causó el mal de la muerte. Quedé yo viuda y desamparada, y con hija a cuestas, que iba creciendo en hermosura como la espuma de la mar. Finalmente, como yo tuviese fama de gran labrandera, mi señora la duquesa, que estaba recién casada con el duque mi señor, quiso traerme consigo a este reino de Aragón y a mi hija ni más ni menos, adonde, yendo días y viniendo días, creció mi hija, y con ella todo el donaire del mundo canta como una calandria, danza como el pensamiento, baila como una perdida, lee y escribe como un maestro de escuela, y cuenta como un avariento. De su limpieza no digo nada que el agua que corre no es más limpia, y debe de tener agora, si mal no me acuerdo, diez y seis años, cinco meses y tres días, uno más a menos. En resolución de esta mi muchacha se enamoró un hijo de un labrador riquísimo que está en una aldea del duque mi señor, no muy lejos de aquí. En efecto, no sé cómo ni cómo no, ellos se juntaron, y, debajo de la palabra de ser su esposo, burló a mi hija, y no se la quiere cumplir; y, aunque el duque mi señor lo sabe, porque yo me he quejado a él, no una, sino muchas veces, y pedídole mande que el tal labrador se case con mi hija, hace orejas de mercader y apenas quiere oírme; y es la causa que, como el padre del burlador es tan rico y le presta dineros, y le sale por fiador de sus trampas por momentos, no le quiere descontentar ni dar pesadumbre en ningún modo. Querría, pues, señor mío, que vuesa merced tomase a cargo el deshacer este agravio, o ya por ruegos, o ya por armas, pues, según todo el mundo dice, vuesa merced nació en él para deshacerlos y para enderezar los tuertos y amparar los miserables; y póngasele a vuesa merced por delante la orfandad de mi hija, su gentileza, su mocedad, con todas las buenas partes que he dicho que tiene; que en Dios y en mi conciencia que de cuantas doncellas tiene mi señora, que no hay ninguna que llegue a la suela de su zapato, y que una que llaman Altisidora, que es la que tienen por más desenvuelta y gallarda, puesta en comparación de mi hija, no la llega con dos leguas. Porque quiero que sepa vuesa merced, señor mío, que no es todo oro lo que reluce; porque esta Altisidorilla tiene más de presunción que de hermosura, y más de desenvuelta que de recogida, además que no está muy sana que tiene un cierto allento cansado, que no hay sufrir el estar junto a ella un momento. Y aun mi señora la duquesa... Quiero callar, que se suele decir que las paredes tienen oídos.
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— Mi perdoni la signoria vostra, signor don Chisciotte, se non so più frenarmi, né posso trattenere le lagrime, ricordandomi la sventura dell′acerba morte del povero mio marito. Ah se veduto avesse vossignoria con che sussiego egli guidava la mia signora in groppa di una gran mula nera come l′inchiostro, che non si usavano allora né cocchi né lettighe come adesso, ma le signore andavano in groppa dei loro scudieri. Non posso tralasciare di raccontarvi almanco un caso solo perché notiate la bella creanza e la puntualità che adornavano il mio buon marito. All′entrare nella strada di San Jacopo di Madrid, ch′è alquanto stretta, stava per isboccare da essa un Alcade con due sgherri dinanzi, e nol vide appena il mio buon scudiere che voltò le redini alla mula per accompagnarlo. La padrona che andava in groppa, sotto voce gli stava dicendo: Che fate voi disgraziato? non vedete voi che io sono qui ancora? L′Alcade per creanza ritenne la briglia del suo cavallo e disse: Continuate, o signore, la vostra strada, ch′io resto qui per accompagnare la mia signora donna Casilda, ché così chiamavasi la mia padrona. Mio marito stava nulla di meno col cappello in mano, ed insisteva di voler seguitare l′Alcade. La padrona allora tutta sdegnata, e inviperita, cavò fuori dallo astuccio uno spilletto grosso, o puntaruolo che fosse, e lo ficcò nel fianco del mio povero marito con tanta forza ch′egli diè un grido, contorse il corpo e precipitò in terra colla padrona. Corsero due staffieri a rialzarla, e vi si presentarono pure l′Alcade e gli sgherri: ma intanto si sollevò tutta la porta di Guadalasciara, che vale a dire tutti gli oziosi e scioperati di quella contrada, e fu condotta a casa la mia padrona mentre che mio marito pensò a rifuggirsi presso un barbiere, dicendo che gli erano stati perforati gl′intestini. La creanza del mio marito si divulgò da per tutto che sino i ragazzi per le strade gli davano la burla, e sì per questo e sì perché era corto di vista, la mia signora lo licenziò; ciò che senza dubbio è stato causa della sua morte. Io sono rimasta vedova, senz′appoggio con una figlia sopra le spalle che andava crescendo in bellezza come la spuma del mare; finalmente, godendo io fama di singolare abilità nei lavori, piacque alla mia signora duchessa, che erasi di recente fatta sposa al duca mio signore, di condurmi con lei in questo regno di Aragona unitamente alla mia figliuola, dove col tempo crebb′ella coll′ornamento di tutte le grazie. Essa canta come un′allodoletta, danza leggera come il pensiero, legge e scrive come un maestro di scuola, e sa far conti come un avaro. Non dico niente della sua pulitezza perché non è tanto chiara e monda l′acqua corrente; e deve adesso contare, se non m′inganno, sedici anni, cinque mesi e tre giorni, uno più uno meno. Ora sappia, che s′innamorò di questa mia figliuola il ragazzo di un contadino ricchissimo che abita in una villa del duca mio signore non molto di qui lontana; ed io non saprei adesso dire né il come, né il quando, né il dove, ma la mia figliuola fu tradita da lui col pretesto di farla sposa; ed ora poi non si vuole mantenere più questa promessa. Ne ho informato il mio signor duca, e le ho portate le mie lagnanze, non una ma cento volte, e l′ho pregato che obbligasse il contadino a sposare la ragazza; ma egli fa le orecchie del mercadante, né si degna quasi ascoltarrni. Tutto questo nasce perché il padre del traditore è ricchissimo, e gli presta danari, e ad ogni poco entra in sicurtà de′ suoi imbrogli; ed egli perciò non vuole disgustarlo né recargli ombra di fastidio. Ora io vorrei, o signore mio, che vossignoria pigliasse sopra di sé il disfare questo torto per prieghi o coll′arme, poiché tutto il mondo dice che vossignoria è nata per disfare, o drizzare i torti, ed ai miserabili dare aiuto, consideri l′orfanella della mia figliuola, la sua gentilezza, la sua gioventù con tutte le buone parti che ho dipinte; e posso giurare sulla mia coscienza che nessuna delle tante donzelle che si trovano al servigio della mia signora, è degna di baciare le suola delle scarpe alla mia: ed una poi di esse, che chiamasi Altisidora, quella appunto che tengono per la più ardita e galante, in paragone di mia figlia non l′arriva a due leghe. E sappia vossignoria che non è tutt′oro quello che luce; perché questa Altisidoruccia è più prosuntuosa che bella, più ardita che onesta, e poi non è molto sana, ed ha l′alito noioso a segno che non si può starle accanto un momento, ed anche la mia signora duchessa... ma non voglio parlare altro perché si suol dire che anche le mura hanno gli orecchi.
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-¿Qué tiene mi señora la duquesa, por vida mía, señora doña Rodríguez? -preguntó don Quijote.
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— E che mai, per vita mia, disse don Chisciotte, ha ella la mia signora duchessa? ditemelo, donna Rodrighez.
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-Con ese conjuro -respondió la dueña-, no puedo dejar de responder a lo que se me pregunta con toda verdad. ¿Vee vuesa merced, señor don Quijote, la hermosura de mi señora la duquesa, aquella tez de rostro, que no parece sino de una espada acicalada y tersa, aquellas dos mejillas de leche y de carmín, que en la una tiene el sol y en la otra la luna, y aquella gallardía con que va pisando y aun despreciando el suelo, que no parece sino que va derramando salud donde pasa? Pues sepa vuesa merced que lo puede agradecer, primero, a Dios, y luego, a dos fuentes que tiene en las dos piernas, por donde se desagua todo el mal humor de quien dicen los médicos que está llena.
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— Alla vostra dimanda, rispose la matrona, mi è forza rispondere con ogni candore. Vede vossignoria, signor don Chisciotte, la beltà della mia signora duchessa? quel luccichio del suo viso che pare proprio una spada imbrunita e tersa? quelle due guancie di latte, e di lacca, in una delle quali sta il sole, nell′altra la luna, e quella vivacità con cui va calpestando, e (sto per dire) disprezzando il terreno, che par veramente che vada spargendo salute per tutto ove passa? Ora sappia la signoria vostra che di tanto ella può in prima ringraziare Dio e poscia due rottorii che ha nelle gambe, per dove si scarica tutto quell′umore malsano di cui asseriscono i medici che è ripiena.
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-¡Santa María! -dijo don Quijote-. Y ¿es posible que mi señora la duquesa tenga tales desaguaderos? No lo creyera si me lo dijeran frailes descalzos; pero, pues la señora doña Rodríguez lo dice, debe de ser así. Pero tales fuentes, y en tales lugares, no deben de manar humor, sino ámbar líquido. Verdaderamente que ahora acabo de creer que esto de hacerse fuentes debe de ser cosa importante para salud.
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— Santa Maria! disse don Chisciotte, com′è possibile che la mia signora duchessa abbia tali smaltitoi? non lo avrei creduto se pur me ne avesse assicurato un frate scalzo; ma così debb′essere pur troppo, poiché la signora donna Rodrighez lo dice. Questi rottorii per altro posti in siffatti luoghi non debbono distillare umori infetti ma liquid′ambra; e tanto più mi confermo nell′opinione che il far rottorii debba essere cosa importantissima per la salute.»
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Apenas acabó don Quijote de decir esta razón, cuando con un gran golpe abrieron las puertas del aposento, y del sobresalto del golpe se le cayó a doña Rodríguez la vela de la mano, y quedó la estancia como boca de lobo, como suele decirse. Luego sintió la pobre dueña que la asían de la garganta con dos manos, tan fuertemente que no la dejaban gañir, y que otra persona, con mucha presteza, sin hablar palabra, le alzaba las faldas, y con una, al parecer, chinela, le comenzó a dar tantos azotes, que era una compasión; y, aunque don Quijote se la tenía, no se meneaba del lecho, y no sabía qué podía ser aquello, y estábase quedo y callando, y aun temiendo no viniese por él la tanda y tunda azotesca. Y no fue vano su temor, porque, en dejando molida a la dueña los callados verdugos (la cual no osaba quejarse), acudieron a don Quijote, y, desenvolviéndole de la sábana y de la colcha, le pellizcaron tan a menudo y tan reciamente, que no pudo dejar de defenderse a puñadas, y todo esto en silencio admirable. Duró la batalla casi media hora; saliéronse las fantasmas, recogió doña Rodríguez sus faldas, y, gimiendo su desgracia, se salió por la puerta afuera, sin decir palabra a don Quijote, el cual, doloroso y pellizcado, confuso y pensativo, se quedó solo, donde le dejaremos deseoso de saber quién había sido el perverso encantador que tal le había puesto. Pero ello se dirá a su tiempo, que Sancho Panza nos llama, y el buen concierto de la historia lo pide.
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Terminò appena don Chisciotte di così parlare che fu aperta da forte colpo la porta della camera, e pel tremore della grave percossa cadde la candela di mano a donna Rodrighez, e rimase la stanza buia quanto la bocca di un forno. La povera matrona si sentì sul fatto afferrare con due mani per la gola sì fortemente che le veniva impedito il respiro, e sul fatto stesso altra persona senza proferire parole le alzò i panni e con una pianella cominciò a darle tante e tante picchiate ch′era una compassione. Benché don Chisciotte sentisse tutto, non però si moveva dal suo letto, né sapendo quel che avvenisse stavasene immobile e silenzioso per timore che non assoggettassero lui pure ad un carico e scarico di frustate. E questo timore non fu mal fondato, perché quei taciturni carnefici dopo aver tutta pesta la matrona, che non osava mandare uno zitto, si appressarono a don Chisciotte, e levandogli dattorno il lenzuolo e la coltre lo pizzicarono sì per minuto e con tale veemenza ch′egli non poté far a meno di far ricambio coi pugni; e tutto questo seguiva con maraviglioso silenzio. Durò la battaglia pressoché mezz′ora; poi se ne andarono le fantasime, e donna Rodrighez si ravviò i panni, e gemendo sulla sua sciagura uscì fuora senza dir altro a don Chisciotte; il quale doglioso, pizzicato, confuso e immerso in alti pensieri rimase solo. Noi lo lasceremo con la smania di sapere chi fosse il perverso incantatore che a tale lo aveva ridotto; ma ciò si dirà a suo tempo: ché Sancio Pancia ci chiama, e il buon ordine della istoria esige che ci volgiamo a lui.
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II. Capítulo XLIX. De lo que le sucedió a Sancho Panza rondando su ínsula.
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CAPITOLO XLIX NARRASI CIРCHE AVVENNE A SANCIO PANCIA VISITANDO LA SUA ISOLA.
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Dejamos al gran gobernador enojado y mohíno con el labrador pintor y socarrón, el cual, industriado del mayordomo, y el mayordomo del duque, se burlaban de Sancho; pero él se las tenía tiesas a todos, maguera tonto, bronco y rollizo, y dijo a los que con él estaban, y al doctor Pedro Recio, que, como se acabó el secreto de la carta del duque, había vuelto a entrar en la sala.
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Noi abbiamo lasciato il gran governatore molto irritato e malcontento per causa del contadino impostore e imbroglione, il quale era indettato dal maggiordomo e questi dal duca per darsi buon tempo alle spalle del povero Sancio. Egli però non lasciavasi vincere da alcuno, tuttoché rozzo, zotico e grossolano; e così disse a quelli ch′erano seco e al dottore Pietro Rezio, il quale (come ebbe fine il segreto della lettera del duca) era tornato in sala.
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-Ahora verdaderamente que entiendo que los jueces y gobernadores deben de ser, o han de ser, de bronce, para no sentir las importunidades de los negociantes, que a todas horas y a todos tiempos quieren que los escuchen y despachen, atendiendo sólo a su negocio, venga lo que viniere; y si el pobre del juez no los escucha y despacha, o porque no puede o porque no es aquél el tiempo diputado para darles audiencia, luego les maldicen y murmuran, y les roen los huesos, y aun les deslindan los linajes. Negociante necio, negociante mentecato, no te apresures; espera sazón y coyuntura para negociar no vengas a la hora del comer ni a la del dormir, que los jueces son de carne y de hueso y han de dar a la naturaleza lo que naturalmente les pide, si no es yo, que no le doy de comer a la mía, merced al señor doctor Pedro Recio Tirteafuera, que está delante, que quiere que muera de hambre, y afirma que esta muerte es vida, que así se la dé Dios a él y a todos los de su ralea digo, a la de los malos médicos, que la de los buenos, palmas y lauros merecen.
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— Ora sì, che sono veramente in istato di poter concludere che i giudici e i governatori sono, o debbono essere di bronzo per non sentire le importunità dei negozianti, che ad ogni ora e in ogni tempo, pensando solo al proprio vantaggio, vogliono essere uditi e sbrigati, nasca quello che sa nascere; che se il povero giudice non li ascolta e disbriga, o perché non può o perché non è opportuno il tempo di dar loro udienza, tosto lo maledicono, mormorano, gli tagliano i panni addosso e vanno dissotterrando e scardassando le sue genealogie. O negoziante sciocco, negoziante scimunito, non ti affrettare tanto, attendi che il tempo e le circostanze ti offrano comodità di fare negozi: non presentarti all′ora del pranzo né a quelle del dormire, che i giudici sono di carne e ossa, e debbono anch′essi concedere alla natura quello che essa esige. Ben è vero che io non do alla mia il suo bisogno per cagione del signor dottore Pietro Rezio Tiratinfuora che mi sta dinanzi, il quale vorrebbe farmi morir di fame ostinandosi a dire che questa morte è vita; e così sia per lui e per tutti quelli della sue razza: e ripeto che intendo dei cattivi medici, che quanto ai buoni si può riserbar loro una palma.»
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Todos los que conocían a Sancho Panza se admiraban, oyéndole hablar tan elegantemente, y no sabían a qué atribuirlo, sino a que los oficios y cargos graves, o adoban o entorpecen los entendimientos. Finalmente, el doctor Pedro Recio Agüero de Tirteafuera prometió de darle de cenar aquella noche, aunque excediese de todos los aforismos de Hipócrates. Con esto quedó contento el gobernador, y esperaba con grande ansia llegase la noche y la hora de cenar; y, aunque el tiempo, al parecer suyo, se estaba quedo, sin moverse de un lugar, todavía se llegó por él el tanto deseado, donde le dieron de cenar un salpicón de vaca con cebolla, y unas manos cocidas de ternera algo entrada en días. Entregóse en todo con más gusto que si le hubieran dado francolines de Milán, faisanes de Roma, ternera de Sorrento, perdices de Morón, o gansos de Lavajos; y, entre la cena, volviéndose al doctor, le dijo.
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Restavano ammirati tutti quelli che conoscevano Sancio Pancia udendo sì spiritosamente parlare, né sapevano altro pensare se non che gli uffizi e le cariche di somma importanza raddrizzano o storpiano l′umano intendimento. Finalmente il dottore Pietro Rezio Agurio di Tiratinfuora promise di apprestargli per quella sera la cena, quantunque con ciò trasgredisse le regole ed i precetti degli aforismi tutti d′Ippocrate. Questa promessa soddisfece il governatore, che molto ansioso attendeva la sera e l′ora del refiziarsi: e tuttoché a parer suo il tempo se ne stesse immobile senza scorrere pur un minuto, contuttociò arrivò finalmente il punto tanto da lui bramato nel quale gli apparecchiarono un piccatiglio o carne battuta di vacca con cipolle e con un paio di zampe di vitella attempata. Egli vi si buttò addosso con maggior gusto che se gli avessero dato francolini di Milano, fagiani di Roma, vitelle di Sorrento, pernici di Morone o paperi di Lavascios. Mentre stava cenando, voltandosi al dottore, gli disse:
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-Mirad, señor doctor de aquí adelante no os curéis de darme a comer cosas regaladas ni manjares esquisitos, porque será sacar a mi estómago de sus quicios, el cual está acostumbrado a cabra, a vaca, a tocino, a cecina, a nabos y a cebollas; y, si acaso le dan otros manjares de palacio, los recibe con melindre, y algunas veces con asco. Lo que el maestresala puede hacer es traerme estas que llaman ollas podridas, que mientras más podridas son, mejor huelen, y en ellas puede embaular y encerrar todo lo que él quisiere, como sea de comer, que yo se lo agradeceré y se lo pagaré algún día; y no se burle nadie conmigo, porque o somos o no somos vivamos todos y comamos en buena paz compaña, pues, cuando Dios amanece, para todos amanece. Yo gobernaré esta ínsula sin perdonar derecho ni llevar cohecho, y todo el mundo traiga el ojo alerta y mire por el virote, porque les hago saber que el diablo está en Cantillana, y que, si me dan ocasión, han de ver maravillas. No, sino haceos miel, y comeros han moscas.
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— Avvertite, signor dottore, di non lasciarvi d′ora innanzi cadere in mente di somministrarmi né vivande delicate né squisiti manicaretti; perché sarebbe uno stravolgere il mio stomaco accostumato a nutrirsi di capra, di bue, di prosciutto, di carne salata, di rape e di cipolle. Il volermi costringere a cibi e vivande signorili egli è rendermi schizzinoso e produrmi anche la nausea. Tutto ciò che può fare lo scalco si è di presentarmi di quelle che si chiamano olle podride, che quanto più sono podride tanto meglio per me; ed in esse può frammischiare tutto ciò che vuole, purché sia cosa da mangiare, che io gliene avrò obbligo, e potrà essere che un dì o l′altro io lo ricompensi. E nessuno burli con me perché o siamo o non siamo governatori: viviamo pure tutti e mangiamo in santa pace e in ottima compagnia, che quando Iddio manda il sole lo manda per ognuno. Io governo quest′isola senza perdere quel diritto che mi si compete e senza pigliare più di quello che mi si appartiene: ora ognuno stiasi in cervello, e abbia occhi in testa, perché io gli fo sapere che il diavolo è sottile, e che se sarò provocato farò vedere cose di stupore; che non si ha a fare il miele perché venga mangiato dalle mosche.
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-Por cierto, señor gobernador -dijo el maestresala-, que vuesa merced tiene mucha razón en cuanto ha dicho, y que yo ofrezco en nombre de todos los insulanos desta ínsula que han de servir a vuestra merced con toda puntualidad, amor y benevolencia, porque el suave modo de gobernar que en estos principios vuesa merced ha dado no les da lugar de hacer ni de pensar cosa que en deservicio de vuesa merced redunde.
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— Per certo, signor governatore, disse lo scalco, vossignoria ha tutta la ragione in ciò che dice; ed io guarentisco in nome di tutti gli abitatori di quest′isola che obbediranno a vossignoria con ogni puntualità e amore e benevolenza, perché il soave modo di governare che la signoria vostra ha mostrato in questi primordii, non dà luogo di fare o pensare cosa che ridondi in di lei mal servigio.
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-Yo lo creo -respondió Sancho-, y serían ellos unos necios si otra cosa hiciesen o pensasen. Y vuelvo a decir que se tenga cuenta con mi sustento y con el de mi rucio, que es lo que en este negocio importa y hace más al caso; y, en siendo hora, vamos a rondar, que es mi intención limpiar esta ínsula de todo género de inmundicia y de gente vagamunda, holgazanes, y mal entretenida; porque quiero que sepáis, amigos, que la gente baldía y perezosa es en la república lo mesmo que los zánganos en las colmenas, que se comen la miel que las trabajadoras abejas hacen. Pienso favorecer a los labradores, guardar sus preeminencias a los hidalgos, premiar los virtuosos y, sobre todo, tener respeto a la religión y a la honra de los religiosos. ¿Qué os parece desto, amigos? ¿Digo algo, o quiébrome la cabeza.
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— Lo credo bene, rispose Sancio: e sarebbero una mano d′ignoranti se pensassero ed operassero diversamente: ripeto che abbiasi cura del mio sostentamento e di quello del mio leardo, ch′è ciò che più m′importa e fa più al caso mio; e se adesso è l′ora a proposito andiamo a rondare: giacché è mia intenzione di tener monda quest′isola da ogni genere di sozzure e di gente vagabonda, scioperata ed oziosa. Voglio che sappiate, amici miei, che la gente raminga o infingarda è nelle repubbliche come le cattive api negli alveari, che mangiano il miele lavorato dalle pecchie industriose. Io poi nel mio governo voglio aiutare i contadini, mantener intatti ai cittadini i loro privilegi, premiare i virtuosi, rispettare la religione, onorare i suoi ministri. Che vi pare, o amici di questi miei proponimenti? Se sono buoni, credete voi che gitterò la lisciva e il sapone?
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-Dice tanto vuesa merced, señor gobernador -dijo el mayordomo-, que estoy admirado de ver que un hombre tan sin letras como vuesa merced, que, a lo que creo, no tiene ninguna, diga tales y tantas cosas llenas de sentencias y de avisos, tan fuera de todo aquello que del ingenio de vuesa merced esperaban los que nos enviaron y los que aquí venimos. Cada día se veen cosas nuevas en el mundo las burlas se vuelven en veras y los burladores se hallan burlados.
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— Vossignoria parla con tanto criterio, disse il maggiordomo, che pare impossibile che da un uomo che non sa leggere né scrivere possano scappar fuori sentenze e avvertimenti sì diversi da ciò che si aspettavano quelli che ci hanno mandato qua, e noi altri che ci siamo venuti. Ogni dì si vedono cose nuove nel mondo; le burle si convertono in verità, gl′ingannatori si trovano ingannati.»
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Llegó la noche, y cenó el gobernador, con licencia del señor doctor Recio. Aderezáronse de ronda; salió con el mayordomo, secretario y maestresala, y el coronista que tenía cuidado de poner en memoria sus hechos, y alguaciles y escribanos, tantos que podían formar un mediano escuadrón. Iba Sancho en medio, con su vara, que no había más que ver, y pocas calles andadas del lugar, sintieron ruido de cuchilladas; acudieron allá, y hallaron que eran dos solos hombres los que reñían, los cuales, viendo venir a la justicia, se estuvieron quedos; y el uno dellos dijo.
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Giunse la notte, ed il governatore cenò con licenza del signor dottore Rezio. Allestita poi ogni cosa per la visita dell′isola, uscì egli accompagnato dal maggiordomo, dal segretario, dallo scalco e dall′istorico che aveva la cura di registrare tutte le sue gesta. Lo seguitarono pure gli sgherri, e notai in tanto numero che potea formarsene uno squadrone. Camminava Sancio nel mezzo colla bacchetta del comando in mano, che era un contento il vederlo; e scorse ch′ebbero poche strade della Terra, udirono un fracasso di gente che quistionava. Volarono subito a quel luogo, e trovarono due uomini a duello, i quali, vedendosi sorpresi dalla giustizia, non si mossero, ma uno di loro si fece a dire:
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-¡Aquí de Dios y del rey! ¿Cómo y que se ha de sufrir que roben en poblado en este pueblo, y que salga a saltear en él en la mitad de las calles.
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— Ognuno stia quieto; come si ha a tollerare che in questo paese i ladri rubino di bello mezzogiorno, ed escano ad assassinare in mezzo alla pubblica strada?
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-Sosegaos, hombre de bien -dijo Sancho-, y contadme qué es la causa desta pendencia, que yo soy el gobernador.
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— Fermatevi, galantuomo, disse Sancio, e raccontatemi il motivo di questa contesa, ché io sono governatore.»
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El otro contrario dijo.
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L′uno dei due disse:
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-Señor gobernador, yo la diré con toda brevedad. Vuestra merced sabrá que este gentilhombre acaba de ganar ahora en esta casa de juego que está aquí frontero más de mil reales, y sabe Dios cómo; y, hallándome yo presente, juzgué más de una suerte dudosa en su favor, contra todo aquello que me dictaba la conciencia; alzóse con la ganancia, y, cuando esperaba que me había de dar algún escudo, por lo menos, de barato, como es uso y costumbre darle a los hombres principales como yo, que estamos asistentes para bien y mal pasar, y para apoyar sinrazones y evitar pendencias, él embolsó su dinero y se salió de la casa. Yo vine despechado tras él, y con buenas y corteses palabras le he pedido que me diese siquiera ocho reales, pues sabe que yo soy hombre honrado y que no tengo oficio ni beneficio, porque mis padres no me le enseñaron ni me le dejaron, y el socarrón, que no es más ladrón que Caco, ni más fullero que Andradilla, no quería darme más de cuatro reales; ¡porque vea vuestra merced, señor gobernador, qué poca vergüenza y qué poca conciencia! Pero a fee que, si vuesa merced no llegara, que yo le hiciera vomitar la ganancia, y que había de saber con cuántas entraba la romana.
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— Signor governatore, gliela conterò io e alle brevi: saprà vossignoria che costui ha vinto, poco fa, nella casa di bisca che sta qui dirimpetto, più di mille reali, e chi sa in che maniera; e trovandomi io presente ho giudicato più di un punto dubbioso in suo favore contro a tutto quello che mi dettava la coscienza. Vedendo egli di aver fatto un buon guadagno si alzò per andarsene quando io mi aspettava qualche premio dovuto alle persone autorevoli come sono io, e che stanno al bene e al male per aiutare i torti ed evitare le liti; ma egli intascò i suoi danari e uscì di casa. Io gli tenni dietro subito, e con buone e cortesi parole gli chiesi che mi desse almeno otto reali sapendo che io sono persona onorata, e che non ho arte né parte; perché i miei non me l′hanno insegnate; ma il birbante, che non è manco ladro di Caco né manco mariuolo di Andadiglia, non voleva darmi più di quattro reali; sicché noti, signor governatore, che razza di coscienza ha costui: ma certo che se non arrivava qua vossignoria io gli avrei fatto vomitare il guadagno, e gli avrei insegnato il modo di procedere coi miei pari.
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-¿Qué decís vos a esto? -preguntó Sancho.
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— E voi che ne dite? domando Sancio all′altro.
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Y el otro respondió que era verdad cuanto su contrario decía, y no había querido darle más de cuatro reales porque se los daba muchas veces; y los que esperan barato han de ser comedidos y tomar con rostro alegre lo que les dieren, sin ponerse en cuentas con los gananciosos, si ya no supiesen de cierto que son fulleros y que lo que ganan es mal ganado; y que, para señal que él era hombre de bien y no ladrón, como decía, ninguna había mayor que el no haberle querido dar nada; que siempre los fulleros son tributarios de los mirones que los conocen.
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E questi rispose ch′era vero quanto il suo avversario diceva, ma che non gli aveva offerto se non quattro reali, perché spesso gliene dava altrettanti, e quelli che stanno sulle vincite debbono essere facili e corrivi, e pigliare con viso allegro quanto viene dato loro senza mettersi in lizza con coloro che giuocano, quando non sappiano con certezza che sono barattieri, e che il guadagno è male acquistato. A prova poi ch′egli era onest′uomo, e non ladro, come diceva colui, gli pareva di non dovergli dar nulla; ché sempre i mariuoli sono tributarii degli speculatori di questa razza.
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-Así es -dijo el mayordomo-. Vea vuestra merced, señor gobernador, qué es lo que se ha de hacer destos hombres.
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— E la cosa è per appunto così, disse il maggiordomo, sicché la signoria vostra, signor governatore, decida ciò che si dee fare di questi uomini.
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-Lo que se ha de hacer es esto -respondió Sancho- vos, ganancioso, bueno, o malo, o indiferente, dad luego a este vuestro acuchillador cien reales, y más, habéis de desembolsar treinta para los pobres de la cárcel; y vos, que no tenéis oficio ni beneficio y andáis de nones en esta ínsula, tomad luego esos cien reales, y mañana en todo el día salid desta ínsula desterrado por diez años, so pena, si lo quebrantáredes, los cumpláis en la otra vida, colgándoos yo de una picota, o, a lo menos, el verdugo por mi mandado; y ninguno me replique, que le asentaré la mano.
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— Ecco quello che si dee fare disse Sancio; voi che avete vinto, siate pure di buona o di cattiva fede, o indifferente, pagate subito a questo vostro avversario cento reali, e di più vi condanno a sborsarne trenta a vantaggio dei poveri che stanno in carcere; e voi che non avete arte né parte, e andate a zonzo per quest′isola, siate bandito e per tutto dimani fate di andarne fuori senza potere più tornare per dieci anni, sotto pena che se rompete il confine abbiate da finirlo all′altra vita; perché io vi farò mettere alla berlina, e poi vi consegnerò al boia io medesimo: e nessuno zittisca, altrimenti saprò punirlo col rigore delle leggi.
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Desembolsó el uno, recibió el otro, éste se salió de la ínsula, y aquél se fue a su casa, y el gobernador quedó diciendo.
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L′uno contò il denaro, l′altro lo ricevette; partì questi dall′isola, tornossi quello a casa sua, e il governatore restò quivi dicendo:
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-Ahora, yo podré poco, o quitaré estas casas de juego, que a mí se me trasluce que son muy perjudiciales.
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— O io non ho facoltà, o se la ho, voglio distrutte queste case di giuoco, le quali, per quanto vado conoscendo, sono assai pregiudichevoli.
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-Ésta, a lo menos -dijo un escribano-, no la podrá vuesa merced quitar, porque la tiene un gran personaje, y más es sin comparación lo que él pierde al año que lo que saca de los naipes. Contra otros garitos de menor cantía podrá vuestra merced mostrar su poder, que son los que más daño hacen y más insolencias encubren; que en las casas de los caballeros principales y de los señores no se atreven los famosos fulleros a usar de sus tretas; y, pues el vicio del juego se ha vuelto en ejercicio común, mejor es que se juegue en casas principales que no en la de algún oficial, donde cogen a un desdichado de media noche abajo y le desuellan vivo.
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— Quella però in cui furono questi galantuomini, disse allora un notaio, non potrà farla dimettere, mentre n′è proprietario un gran signore, ed è senza paragone molto più quello che egli perde in capo all′anno che quello che egli guadagna. Vossignoria potrà mostrare la sua autorità contro i perdigiorno di vile razza plebea, ch′è quella che fa maggior danno ed è più scostumata, ma non contro le persone di grado distinto fra cui i famosi mariuoli non osano di mettere in campo le loro trame. E poiché il giuoco si è convertito in un esercizio comune, è meglio che segua nelle case ragguardevoli piuttostoché in quelle di qualche artigiano dove acchiappano l′incauto da mezzanotte in giù, e lo scorticano.
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-Agora, escribano -dijo Sancho-, yo sé que hay mucho que decir en eso.
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— Notaio mio, disse Sancio, molto ci sarebbe da dire su questo proposito.»
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Y, en esto, llegó un corchete que traía asido a un mozo, y dijo.
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Arrivò intanto uno sgherro che conduceva legato un giovane, e disse:
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-Señor gobernador, este mancebo venía hacia nosotros, y, así como columbró la justicia, volvió las espaldas y comenzó a correr como un gamo, señal que debe de ser algún delincuente. Yo partí tras él, y, si no fuera porque tropezó y cayó, no le alcanzara jamás.
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— Signor governatore, costui se n′andava per la strada medesima da noi battuta; ma non iscorse appena la giustizia che voltò le spalle, e si diede a fuggir come un daino: segno ch′è qualche delinquente. Io l′ho inseguito, e se non fosse ch′egli inciampò e cadde, non l′avrei raggiunto mai più.
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-¿Por qué huías, hombre? -preguntó Sancho.
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— E perché fuggivi tu, galantuomo? dimandò Sancio.
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A lo que el mozo respondió.
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— Per sottrarmi, questi rispose,
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-Señor, por escusar de responder a las muchas preguntas que las justicias hacen.
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alle perquisizioni che suole fare la giustizia.
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-¿Qué oficio tienes.
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— Quale è la tua professione?
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-Tejedor.
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— Il tessitore.
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-¿Y qué tejes.
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— E che vai tessendo?
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-Hierros de lanzas, con licencia buena de vuestra merced.
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— Ferri di lancia, con buona licenza di vossignoria.
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-¿Graciosico me sois? ¿De chocarrero os picáis? ¡Está bien! Y ¿adónde íbades ahora.
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— Oh sei grazioso! e′ ti piace di fare il buffone: va bene: e dove andavi adesso?
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-Señor, a tomar el aire.
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— A pigliare un po′ d′aria fresca, o signore.
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-Y ¿adónde se toma el aire en esta ínsula.
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— E dove si piglia in quest′isola?
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-Adonde sopla.
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— Dove soffia.
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-¡Bueno respondéis muy a propósito! Discreto sois, mancebo; pero haced cuenta que yo soy el aire, y que os soplo en popa, y os encamino a la cárcel. ¡Asilde, hola, y llevadle, que yo haré que duerma allí sin aire esta noche.
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— Bravo, mio giovinotto: tu rispondi molto a proposito, e si vede che sei giudizioso: fa dunque conto adesso che io sia l′aria che ti soffia in poppa, e però t′incammino e mando alla prigione. Pigliatelo olà, e menatelo via, poiché intendo che in questa notte dorma in luogo che non abbia aria fresca.
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-¡Par Dios -dijo el mozo-, así me haga vuestra merced dormir en la cárcel como hacerme rey.
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— Oh corpo di... tanto potrà vossignoria farmi dormire in prigione come farmi re.
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-Pues, ¿por qué no te haré yo dormir en la cárcel? -respondió Sancho-. ¿No tengo yo poder para prenderte y soltarte cada y cuando que quisiere.
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— E perché non ti potrò io far dormire in prigione? non è forse in arbitrio mio il prenderti e liberarti come e quando mi piace?
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-Por más poder que vuestra merced tenga -dijo el mozo-, no será bastante para hacerme dormir en la cárcel.
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— Per quanto si estenda il suo potere, ella non sarà mai da tanto da farmi dormire in prigione.
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-¿Cómo que no? -replicó Sancho-. Llevalde luego donde verá por sus ojos el desengaño, aunque más el alcaide quiera usar con él de su interesal liberalidad; que yo le pondré pena de dos mil ducados si te deja salir un paso de la cárcel.
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— E come no? menatevelo subito, disse Sancio agli sgherri; e vedremo se io dico da vero o no: e se mai il bargello volesse con costui usare di qualche liberalità per suo interesse, e lo lasciasse fare un passo solo fuori della carcere, pagherà duemila ducati di multa.
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-Todo eso es cosa de risa -respondió el mozo-. El caso es que no me harán dormir en la cárcel cuantos hoy viven.
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— Tutto questo è da ridere disse il giovinotto: il fatto sta che non mi faranno dormire in prigione quanti uomini oggidì vivono al mondo.
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-Dime, demonio -dijo Sancho-, ¿tienes algún ángel que te saque y que te quite los grillos que te pienso mandar echar.
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— Dimmi, demonio, disse Sancio, hai tu forse qualche angelo che te ne cavi e che possa toglierti quelle catene che fo conto di metterti ai piedi?
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-Ahora, señor gobernador -respondió el mozo con muy buen donaire-, estemos a razón y vengamos al punto. Prosuponga vuestra merced que me manda llevar a la cárcel, y que en ella me echan grillos y cadenas, y que me meten en un calabozo, y se le ponen al alcaide graves penas si me deja salir, y que él lo cumple como se le manda; con todo esto, si yo no quiero dormir, y estarme despierto toda la noche, sin pegar pestaña, ¿será vuestra merced bastante con todo su poder para hacerme dormir, si yo no quiero.
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— Signor governatore, rispose subito il giovane con molto buon garbo, mi ascolti, e veniamo al punto; concediamo che la signoria vostra mi faccia condurre in prigione, e che quivi m′incatenino dalla testa ai piedi, e che mi mettano in un carcere sotterraneo, e che sia minacciato il bargello dei più severi gastighi se mi lascia escire fuora e che egli serve fedelmente al comando: ma, domando io, se non ho volontà di dormire, e se mi piace di stare svegliato tutta la notte senza mai chiudere occhio, potrà vossignoria con tutto il suo gran potere fermi dormire?
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-No, por cierto -dijo el secretario-, y el hombre ha salido con su intención.
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— No, certamente, disse il segretario, e quest′uomo ha conseguito il fine che si è proposto.
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-De modo -dijo Sancho- que no dejaréis de dormir por otra cosa que por vuestra voluntad, y no por contravenir a la mía.
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— Di maniera che, disse Sancio, tu non lascerai di dormire per altro che per tua volontà e non per contravvenire alla mia?
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-No, señor -dijo el mozo-, ni por pienso.
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— Signor no, disse il giovane, neppure per sogno.
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-Pues andad con Dios -dijo Sancho-; idos a dormir a vuestra casa, y Dios os dé buen sueño, que yo no quiero quitárosle; pero aconséjoos que de aquí adelante no os burléis con la justicia, porque toparéis con alguna que os dé con la burla en los cascos.
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— Vattene dunque in pace, disse Sancio, va a dormire a casa tua, e il Cielo ti dia buon sonno, che io non voglio frastornarlo; ma ti consiglio di non ischerzare altra volta colla giustizia perché potrai correre rischio che la giustizia ti dia per burla nella testa.»
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Fuese el mozo, y el gobernador prosiguió con su ronda, y de allí a poco vinieron dos corchetes que traían a un hombre asido, y dijeron
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Partì il giovane, ed il governatore proseguì la sua ronda, ed indi a poco si videro due servi di sgherri che si facevano seguitare da un uomo legato. Costoro dissero così:
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-Señor gobernador, este que parece hombre no lo es, sino mujer, y no fea, que viene vestida en hábito de hombre.
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— Signor governatore, quello che vedete qua, che pare un uomo, non lo è già, ma sì bene femmina e non brutta, travestita in abito virile.»
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Llegáronle a los ojos dos o tres lanternas, a cuyas luces descubrieron un rostro de una mujer, al parecer, de diez y seis o pocos más años, recogidos los cabellos con una redecilla de oro y seda verde, hermosa como mil perlas. Miráronla de arriba abajo, y vieron que venía con unas medias de seda encarnada, con ligas de tafetán blanco y rapacejos de oro y aljófar; los greguescos eran verdes, de tela de oro, y una saltaembarca o ropilla de lo mesmo, suelta, debajo de la cual traía un jubón de tela finísima de oro y blanco, y los zapatos eran blancos y de hombre. No traía espada ceñida, sino una riquísima daga, y en los dedos, muchos y muy buenos anillos. Finalmente, la moza parecía bien a todos, y ninguno la conoció de cuantos la vieron, y los naturales del lugar dijeron que no podían pensar quién fuese, y los consabidores de las burlas que se habían de hacer a Sancho fueron los que más se admiraron, porque aquel suceso y hallazgo no venía ordenado por ellos; y así, estaban dudosos, esperando en qué pararía el caso.
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Le accostarono al viso due o tre lanterne, al chiaror delle quali scoprirono una faccia di donna che sembrava contare sedici anni o poco più; avea i capelli raccolti in bella rete d′oro e di seta verde, ed era leggiadra come un sole. La squadrarono dall′alto al basso, e videro che portava un paio di calzette di taffettà bianco, e frangia ricamata di perle minute; i calzoncini erano verdi di tela d′oro, ed aveva ricca e sciolta casacca, sotto alla quale portava il giubbone di finissima tela d′oro e d′argento. Le scarpe erano bianche e da uomo; non aveva cinta spada, ma daga e pugnale bellissimi, e nelle dita molte e nobilissime anella. La giovane piaceva a tutti, ma non era riconosciuta da niuno fra quanti le posero gli occhi addosso e i naturali del paese dichiararono di non saper immaginare chi fosse. Coloro stessi che erano a parte delle burle che dovevansi fare a Sancio, si maravigliarono più degli altri: perché questa nuova apparizione non era stata da essi predisposta, e perciò se ne stavano dubbiosi aspettando di veder che cosa fosse per accadere.
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Sancho quedó pasmado de la hermosura de la moza, y preguntóle quién era, adónde iba y qué ocasión le había movido para vestirse en aquel hábito. Ella, puestos los ojos en tierra con honestísima vergüenza, respondió.
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Sancio restò mezzo fuori di sé per la beltà della giovane, e le chiese chi fosse, dove volesse andare, e quale motivo l′avesse indotta a mentire quegli abiti. Ella fissando gli occhi in terra con onestissimo rossore, rispose;
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-No puedo, señor, decir tan en público lo que tanto me importaba fuera secreto; una cosa quiero que se entienda que no soy ladrón ni persona facinorosa, sino una doncella desdichada a quien la fuerza de unos celos ha hecho romper el decoro que a la honestidad se debe.
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— Non posso, o signore, far palese pubblicamente ciò ch′esige il più geloso segreto, e voglio soltanto che si tenga per fermo che io non sono un ladro, né persona facinorosa, ma sventurata donzella a cui un eccesso di gelosia fece obbliare il decoro dovuto all′onestà.»
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Oyendo esto el mayordomo, dijo a Sancho.
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Ciò udendo il maggiordomo; disse a Sancio,
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-Haga, señor gobernador, apartar la gente, porque esta señora con menos empacho pueda decir lo que quisiere.
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— Faccia, signor governatore, che si apparti la gente, affinché questa signora possa parlare senza arrossire, e liberamente.»
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Mandólo así el gobernador; apartáronse todos, si no fueron el mayordomo, maestresala y el secretario. Viéndose, pues, solos, la doncella prosiguió diciendo.
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Così comandò il governatore, e tutti si ritirarono eccettuati il maggiordomo, lo scalco e il segretario. Ora vedendosi soli, la donzella seguitò dicendo:
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-« Yo, señores, soy hija de Pedro Pérez Mazorca, arrendador de las lanas deste lugar, el cual suele muchas veces ir en casa de mi padre.
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— Io, o signore, sono figlia di Pietro Perez Masorca, affittatore delle lane di questo paese, il quale suole molte volte recarsi in casa del padre mio.
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-Eso no lleva camino -dijo el mayordomo-, señora, porque yo conozco muy bien a Pedro Pérez y sé que no tiene hijo ninguno, ni varón ni hembra; y más, que decís que es vuestro padre, y luego añadís que suele ir muchas veces en casa de vuestro padre.
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— Ciò non ha apparenza di verità, disse il maggiordomo, giacché io pienamente conosco Pietro Perez, e so ch′egli non ha figliuolo alcuno né maschio né femmina: e tanto più che voi dite ch′è vostro padre, e poi aggiungete che suole molte volte recarsi in casa di vostro padre.
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-Ya yo había dado en ello -dijo Sancho.
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— Io già l′avevo notato fra me, disse Sancio.
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-Ahora, señores, yo estoy turbada, y no sé lo que me digo -respondió la doncella-; pero la verdad es que yo soy hija de Diego de la Llana, que todos vuesas mercedes deben de conocer.
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— Signore, io in questo punto, rispose la donzella, sono turbata a segno che non so quello che mi dica, ma verità è che sono figlia di Diego della Gliana, che dee esser noto a quelli che mi ascoltano.
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-Aún eso lleva camino -respondió el mayordomo-, que yo conozco a Diego de la Llana, y sé que es un hidalgo principal y rico, y que tiene un hijo y una hija, y que después que enviudó no ha habido nadie en todo este lugar que pueda decir que ha visto el rostro de su hija; que la tiene tan encerrada que no da lugar al sol que la vea; y, con todo esto, la fama dice que es en estremo hermosa.
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Questo poi è verosimile, soggiunse il maggiordomo, perché so che ha un figlio e una figlia; e dopo che il padre rimase vedovo, non fu in questo paese chi potesse dire di aver veduto in viso la figliuola, tenendola egli custodita sì rigorosamente, che nemmeno il sole la scorge mai; ma ad onta di ciò è fama che sia bella all′estremo.
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-Así es la verdad -respondió la doncella-, y esa hija soy yo; si la fama miente o no en mi hermosura ya os habréis, señores, desengañado, pues me habéis visto.
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— Quanto voi dite è vero, rispose la donzella, e questa figlia sono io; se menzognera o no sia la fama intorno alla mia bellezza, vi sarete accorti, o signori, avendomi ora veduta;» ed in questo cominciò a piangere dirottamente.
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Y, en esto, comenzó a llorar tiernamente; viendo lo cual el secretario, se llegó al oído del maestresala y le dijo muy paso.
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Il segretario alquanto commosso, si fece all′orecchio dello scalco, e gli disse:
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-Sin duda alguna que a esta pobre doncella le debe de haber sucedido algo de importancia, pues en tal traje, y a tales horas, y siendo tan principal, anda fuera de su casa.
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— Debb′essere infallantemente accaduta a questa povera giovane qualche gran disgrazia, poich′essa è uscita di casa sua e sta, contro il decoro della sua nascita, travestita in quel modo e di quest′ora.
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-No hay dudar en eso -respondió el maestresala-; y más, que esa sospecha la confirman sus lágrimas.
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— Certamente, rispose lo scalco; e tanto più questo sospetto è avvalorato dalle sue lagrime,»
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Sancho la consoló con las mejores razones que él supo, y le pidió que sin temor alguno les dijese lo que le había sucedido; que todos procurarían remediarlo con muchas veras y por todas las vías posibles.
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La consolò Sancio colle migliori parole ch′ei seppe, e la eccitò che senza verun timore rendesse noto quanto erale avvenuto, assicurandola che procurerebbero tutti i modi di rimediarvi colla maggiore volontà e con tutti i mezzi possibili.
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-« Es el caso, señores -respondió ella-, que mi padre me ha tenido encerrada diez años ha, que son los mismos que a mi madre come la tierra. En casa dicen misa en un rico oratorio, y yo en todo este tiempo no he visto que el sol del cielo de día, y la luna y las estrellas de noche, ni sé qué son calles, plazas, ni templos, ni aun hombres, fuera de mi padre y de un hermano mío, y de Pedro Pérez el arrendador, que, por entrar de ordinario en mi casa, se me antojó decir que era mi padre, por no declarar el mío. Este encerramiento y este negarme el salir de casa, siquiera a la iglesia, ha muchos días y meses que me trae muy desconsolada; quisiera yo ver el mundo, o, a lo menos, el pueblo donde nací, pareciéndome que este deseo no iba contra el buen decoro que las doncellas principales deben guardar a sí mesmas. Cuando oía decir que corrían toros y jugaban cañas, y se representaban comedias, preguntaba a mi hermano, que es un año menor que yo, que me dijese qué cosas eran aquéllas y otras muchas que yo no he visto; él me lo declaraba por los mejores modos que sabía, pero todo era encenderme más el deseo de verlo. Finalmente, por abreviar el cuento de mi perdición, digo que yo rogué y pedí a mi hermano, que nunca tal pidiera ni tal rogara...»
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— Il caso è questo, o signori, rispos′ella: mio padre mi tenne rinchiusa per dieci anni continui, che tanti ne corsero da che mancò di vita la mia genitrice. Si celebra la messa in un bell′oratorio di casa mia, dove io intervengo, né altro veggo che il cielo risplendente di giorno, e asperso di stelle nelle tenebre della notte; non conosco né strade, né piazze, né templi, né anco uomini, eccettuato mio padre e mio fratello, e Pietro Perez, l′affittatore, che per vederlo frequentemente in mia casa, mi venne in capriccio di dire ch′era mio padre, e così non ho dichiarato il vero. Quel tenermi rinchiusa e negarmi di escire di casa, sino per andare alla chiesa, corrono molti mesi e giorni che mi fa vivere in somma afflizione. Avrei voluto vedere il mondo, od il paese almeno dove sono nata: parendomi che questa innocente mia voglia non offendesse il buon decoro con cui le donzelle nobili debbono guardare se stesse. Sappiate che quando si facevano caccie da tori, e che s′innalzavano steccati per rappresentar commedie, io domandavo al mio fratello (minore a me nella età di un anno solo), che mi desse conto e di questi e di altri divertimenti a me sconosciuti, ed egli me li dipingeva alla meglio, e tutto serviva ad accendere in me il desiderio di poterne godere.
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Y tornó a renovar el llanto. El mayordomo le dijo.
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Per abbreviarvi la storia della mia rovina, vi dirò che ho pregato e scongiurato mio fratello (così piacesse a Dio che non lo avessi mai né pregato né scongiurato),» e qui si rinnovò il pianto. Il maggiordomo le disse:
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-Prosiga vuestra merced, señora, y acabe de decirnos lo que le ha sucedido, que nos tienen a todos suspensos sus palabras y sus lágrimas.
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— Continuate pure, o signora, e finite di dirci quanto vi accadde, che noi siamo nella impazienza che ispirano i vostri detti e le vostre lagrime.
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-Pocas me quedan por decir -respondió la doncella-, aunque muchas lágrimas sí que llorar, porque los mal colocados deseos no pueden traer consigo otros descuentos que los semejantes.
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— Poco mi resterà a dire, rispose la donzella, ma molte lagrime mi resteranno a versare; ché i desideri mal collocati, altra mercede che questa non possono attendersi.»
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Habíase sentado en el alma del maestresala la belleza de la doncella, y llegó otra vez su lanterna para verla de nuevo; y parecióle que no eran lágrimas las que lloraba, sino aljófar o rocío de los prados, y aun las subía de punto y las llegaba a perlas orientales, y estaba deseando que su desgracia no fuese tanta como daban a entender los indicios de su llanto y de sus suspiros. Desesperábase el gobernador de la tardanza que tenía la moza en dilatar su historia, y díjole que acabase de tenerlos más suspensos, que era tarde y faltaba mucho que andar del pueblo. Ella, entre interrotos sollozos y mal formados suspiros, dijo.
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Erasi già insinuata nell′animo dello scalco l′avvenenza della donzella, il quale tornò ad avvicinarle la lanterna per nuovamente mirarla, e ciò facendo si accorse che non già lagrime le uscivano dagli occhi, ma perle o rugiada di prato, e ingrandivasi la fantasia; immaginando che fossero perle orientali, sicché stava ad attendere con ansietà che il caso di questa giovane tale non fosse quale volevano far supporre i suoi sospiri e i suoi pianti. Disperavasi il governatore del tanto ritardo che faceva la donzella a narrare compitamente la storia sua, e le insinuò che finisse di tenerli più oltre sospesi, giacché l′ora era tarda e molto restava da visitare nel paese. Ella fra interrotti singhiozzi e mal frenati sospiri, disse:
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-« No es otra mi desgracia, ni mi infortunio es otro sino que yo rogué a mi hermano que me vistiese en hábitos de hombre con uno de sus vestidos y que me sacase una noche a ver todo el pueblo, cuando nuestro padre durmiese; él, importunado de mis ruegos, condecendió con mi deseo, y, poniéndome este vestido y él vestiéndose de otro mío, que le está como nacido, porque él no tiene pelo de barba y no parece sino una doncella hermosísima, esta noche, debe de haber una hora, poco más o menos, nos salimos de casa; y, guiados de nuestro mozo y desbaratado discurso, hemos rodeado todo el pueblo, y cuando queríamos volver a casa, vimos venir un gran tropel de gente, y mi hermano me dijo ′′Hermana, ésta debe de ser la ronda aligera los pies y pon alas en ellos, y vente tras mí corriendo, porque no nos conozcan, que nos será mal contado′′. Y, diciendo esto, volvió las espaldas y comenzó, no digo a correr, sino a volar; yo, a menos de seis pasos, caí, con el sobresalto, y entonces llegó el ministro de la justicia que me trujo ante vuestras mercedes, adonde, por mala y antojadiza, me veo avergonzada ante tanta gente.
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— Termina la mia disgrazia e il mio infortunio colla preghiera che ho fatto a mio fratello che mi vestisse da uomo mediante uno dei suoi abiti, e che seco mi conducesse una notte a vedere tutto il paese quando nostro padre dormisse: ed importunato dalle mie istanze, condiscese al mio desiderio. Mettendomi indosso quest′abito, e vestendosi egli con uno dei miei, che gli sta come dipinto, perché non ha tuttavia pelo di barba, e tiene le sembianze tutte di bellissima donzella, questa notte (sarà adesso un′ora, poco più poco meno) siamo esciti di casa, e guidati dal nostro inesperto e inconsiderato raziocinio, ci siamo aggirati per tutto intorno al paese. Quando volevamo tornarcene a casa, vedemmo avvicinarsi un branco di gente, e il fratello mi disse: — Sorella, questo debb′essere la ronda, allunga il passo e metti le ali ai piedi e viemmi dietro correndo, affinché non siamo scoperti, che ne avremmo assai biasimo. Detto questo voltò le spalle e cominciò non dico a correre ma a volare. Per la paura non avevo io fatti sei passi che caddi, e in quel punto mi raggiunse il bargello che mi ha condotto al cospetto delle signorie vostre, dove come giovane cattiva e capricciosa, adesso mi trovo con mia estrema vergogna.
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-¿En efecto, señora -dijo Sancho-, no os ha sucedido otro desmán alguno, ni celos, como vos al principio de vuestro cuento dijistes, no os sacaron de vuestra casa.
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— Insomma, disse Sancio, non vi è accaduto, o signora, altra disgrazia che questa, né altra gelosia vi ha cacciata di casa, come pareva dal principio del vostro discorso? — Niente altro, ella rispose: non la gelosia ma la voglia di vedere il mondo, ed anche questa era confinata a vedere soltanto le strade di questo paese.»
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-No me ha sucedido nada, ni me sacaron celos, sino sólo el deseo de ver mundo, que no se estendía a más que a ver las calles de este lugar.
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La verità di quanto aveva esposto si raffermò al sopraggiungere del suo fratello, colto egli pure dagli sgherri quando era fuggito unitamente alla sorella.
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Y acabó de confirmar ser verdad lo que la doncella decía llegar los corchetes con su hermano preso, a quien alcanzó uno dellos cuando se huyó de su hermana. No traía sino un faldellín rico y una mantellina de damasco azul con pasamanos de oro fino, la cabeza sin toca ni con otra cosa adornada que con sus mesmos cabellos, que eran sortijas de oro, según eran rubios y enrizados. Apartáronse con el gobernador, mayordomo y maestresala, y, sin que lo oyese su hermana, le preguntaron cómo venía en aquel traje, y él, con no menos vergüenza y empacho, contó lo mesmo que su hermana había contado, de que recibió gran gusto el enamorado maestresala. Pero el gobernador les dijo
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Non altro aveva indosso fuorché un gamurrino grazioso ed un guarnello di damasco turchino con passamani d′oro, né in capo teneva alcun velo, né lo adornavano altro che i suoi capelli, che parevano anella d′oro, tanto erano biondi e ricciuti. Il governatore, il maggiordomo e lo scalco lo condussero in luogo appartato, e senzaché sua sorella potesse udire, gli chiesero perché mai vestisse a quel modo. Egli allora con non minore vergogna e imbarazzo, ripeté il racconto già fatto da sua sorella; il che diede non poco piacere e soddisfazione all′invaghitosi scalco; ma il governatore allora disse:
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-Por cierto, señores, que ésta ha sido una gran rapacería, y para contar esta necedad y atrevimiento no eran menester tantas largas, ni tantas lágrimas y suspiros; que con decir ′′Somos fulano y fulana, que nos salimos a espaciar de casa de nuestros padres con esta invención, sólo por curiosidad, sin otro designio alguno′′, se acabara el cuento, y no gemidicos, y lloramicos, y darle.
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— Non è da negarsi, o signori che non sia stata questa la più solenne ragazzata, e per sapere questa scioccheria non occorre tirare tanto in lungo il discorso, né spargere tante lagrime, né mandare tanti sospiri, ma bastava dire: noi siamo il tale e la tale, esciti a passeggiar fuori della casa paterna così travestiti; per pura curiosità e senza alcun fine cattivo; né affibbiarvi tanti piagnistei e spasimi, e non finirla mai più.
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-Así es la verdad -respondió la doncella-, pero sepan vuesas mercedes que la turbación que he tenido ha sido tanta, que no me ha dejado guardar el término que debía.
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— Così è, disse la vergognosa donzella, ma sappiano le signorie loro che tanto grande fu il mio turbamento, che non mi lasciò conoscere il modo con cui dovessi condurmi.
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-No se ha perdido nada -respondió Sancho-. Vamos, y dejaremos a vuesas mercedes en casa de su padre; quizá no los habrá echado menos. Y, de aquí adelante, no se muestren tan niños, ni tan deseosos de ver mundo, que la doncella honrada, la pierna quebrada, y en casa; y la mujer y la gallina, por andar se pierden aína; y la que es deseosa de ver, también tiene deseo de ser vista. No digo más.
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— Non è nato alcun male, rispose Sancio, ma andiamcene: lasceremo vossignoria in casa di suo padre, il quale forse non si sarà accorto: ma da ora innanzi non vogliate l′uno e l′altra mostrarvi sì fanciulli e vogliosi di vedere il mondo: l′onesta donzella e la gamba rotta stanno in casa; e la donna e la gallina per andar attorno si perdono in una mattina: e quella che è desiderosa di vedere, desidera anche di essere veduta; e non vado avanti.»
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El mancebo agradeció al gobernador la merced que quería hacerles de volverlos a su casa, y así, se encaminaron hacia ella, que no estaba muy lejos de allí. Llegaron, pues, y, tirando el hermano una china a una reja, al momento bajó una criada, que los estaba esperando, y les abrió la puerta, y ellos se entraron, dejando a todos admirados, así de su gentileza y hermosura como del deseo que tenían de ver mundo, de noche y sin salir del lugar; pero todo lo atribuyeron a su poca edad.
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Il giovane ringraziò il governatore per la gentilezza che dimostrava di ricondurli a casa, e così si avviarono verso quella, che non era molto lontana. Vi giunsero, e il fratello tirando una pietruzza all′inferriata, subito scese la serva che li stava attendendo, ed aprì loro la porta. Entrarono eglino, lasciando maravigliato ognuno sì della loro gentilezza e venustà, come della brama che spiegarono di vedere il mondo di notte senza escire dal paese: ma li scusarono ed ogni cosa attribuirono alla loro età troppo ancora giovanile.
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Quedó el maestresala traspasado su corazón, y propuso de luego otro día pedírsela por mujer a su padre, teniendo por cierto que no se la negaría, por ser él criado del duque; y aun a Sancho le vinieron deseos y barruntos de casar al mozo con Sanchica, su hija, y determinó de ponerlo en plática a su tiempo, dándose a entender que a una hija de un gobernador ningún marido se le podía negar.
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Restò per altro lo scalco ferito nel cuore, e propose fra sé di chiedere in altro giorno la ragazza in isposa a suo padre, tenendo per certo che negata non gliel′avrebbe per essere egli dipendente dal duca. Entrò nel tempo stesso nella fantasia di Sancio di fare sposo il giovane della Gliana a Sancetta sua figliuola, e stabilì di pensarvi a tempo e luogo; dandosi a credere che niun marito negare si potesse alla figliuola di un governatore.
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Con esto, se acabó la ronda de aquella noche, y de allí a dos días el gobierno, con que se destroncaron y borraron todos sus designios, como se verá adelante.
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Terminò a questo modo la ronda di quella notte, ed il governo non durò che altri due giorni, con che furono tronchi e ridotti a nulla tutti i disegni da Sancio concepiti, come vedrassi più avanti.
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II. Capítulo L. Donde se declara quién fueron los encantadores y verdugos que azotaron a la dueña y pellizcaron y arañaron a don Quijote, con el suceso que tuvo el paje que llevó la carta a Teresa Sancha, mujer de Sancho Panza.
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CAPITOLO L SI DICHIARA QUALI FURONO GL′INCANTATORI E I CARNEFICI CHE FRUSTARONO LA MATRONA E PIZZICARONO DON CHISCIOTTE, E SI NARRA QUANTO ACCADDE AL PAGGIO CHE PORTРLA LETTERA A TERESA, MOGLIE DI SANCIO PANCIA.
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Dice Cide Hamete, puntualísimo escudriñador de los átomos desta verdadera historia, que al tiempo que doña Rodríguez salió de su aposento para ir a la estancia de don Quijote, otra dueña que con ella dormía lo sintió, y que, como todas las dueñas son amigas de saber, entender y oler, se fue tras ella, con tanto silencio, que la buena Rodríguez no lo echó de ver; y, así como la dueña la vio entrar en la estancia de don Quijote, porque no faltase en ella la general costumbre que todas las dueñas tienen de ser chismosas, al momento lo fue a poner en pico a su señora la duquesa, de cómo doña Rodríguez quedaba en el aposento de don Quijote.
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Cid Hamete, puntualissimo investigatore fin anche degli atomi della nostra veridica istoria dice che al momento in cui donna Rodrighez usciva dalla sua stanza per portarsi in quella di don Chisciotte, un′altra matrona che con lei dormiva l′aveva udita: e siccome le matrone tutte sono vaghe di sapere, d′intendere, di fiutare, così cheta cheta l′aveva seguita in modo che la buona Rodrighez non se n′era accorta. Quando la vide entrare in camera di don Chisciotte, non meno ciarliera e parabolana di tutte le altre matrone di questo mondo, si portò subito subito nella camera della signora duchessa a narrarle che donna Rodrighez era rimasta nella stanza del cavaliere errante.
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La duquesa se lo dijo al duque, y le pidió licencia para que ella y Altisidora viniesen a ver lo que aquella dueña quería con don Quijote; el duque se la dio, y las dos, con gran tiento y sosiego, paso ante paso, llegaron a ponerse junto a la puerta del aposento, y tan cerca, que oían todo lo que dentro hablaban; y, cuando oyó la duquesa que Rodríguez había echado en la calle el Aranjuez de sus fuentes, no lo pudo sufrir, ni menos Altisidora; y así, llenas de cólera y deseosas de venganza, entraron de golpe en el aposento, y acrebillaron a don Quijote y vapularon a la dueña del modo que queda contado; porque las afrentas que van derechas contra la hermosura y presunción de las mujeres, despierta en ellas en gran manera la ira y enciende el deseo de vengarse.
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La duchessa ne rese consapevole il duca, e gli domandò la permissione di andar ella stessa con Altisidora a conoscer quello che a don Chisciotte potesse mai ricercare la matrona. Non ebbe il duca alcuna difficoltà da opporre; ed allora ambedue andarono quattone quattone a situarsi a canto alla porta della camera, e sì da vicino che udivano tutto quanto dentro si diceva. Quando la duchessa sentì che donna Rodrighez aveva scoperte a don Chisciotte le sue magagne, non poté più tenersi nei termini e nemmeno Altisidora; ond′è che fumanti di stizza ed avide di vendicarsi, entrarono a furia nella camera, ed acconciarono don Chisciotte e tartassarono la matrona come si è riferito. Le offese che attaccano direttamente o la beltà o la presunzione delle donne, destano fuori di modo lo sdegno e accendono il desiderio della vendetta.
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Contó la duquesa al duque lo que le había pasado, de lo que se holgó mucho, y la duquesa, prosiguiendo con su intención de burlarse y recibir pasatiempo con don Quijote, despachó al paje que había hecho la figura de Dulcinea en el concierto de su desencanto -que tenía bien olvidado Sancho Panza con la ocupación de su gobierno- a Teresa Panza, su mujer, con la carta de su marido, y con otra suya, y con una gran sarta de corales ricos presentados.
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Narrò la duchessa al duca il successo, ed egli ne rise assai, ed intanto seguitando ella nel suo divisamento di prendersi giuoco di don Chisciotte e di Sancio, spedì il paggio (quello che aveva rappresentato il personaggio di Dulcinea nella scena eseguita pel suo disincanto, di che Sancio occupato nel suo governo, per nulla più ricordavasi) a Teresa Pancia con la lettera del suo marito, e con altra sua accompagnata da una filza di bei coralli che le mandò in dono.
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Dice, pues, la historia, que el paje era muy discreto y agudo, y, con deseo de servir a sus señores, partió de muy buena gana al lugar de Sancho; y, antes de entrar en él, vio en un arroyo estar lavando cantidad de mujeres, a quien preguntó si le sabrían decir si en aquel lugar vivía una mujer llamada Teresa Panza, mujer de un cierto Sancho Panza, escudero de un caballero llamado don Quijote de la Mancha, a cuya pregunta se levantó en pie una mozuela que estaba lavando, y dijo.
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Ora ci narra la storia che il paggio era molto avveduto, scaltrito ed assai voglioso di compiacere ai suoi padroni, e che molto volentieri se ne andò al paese di Sancio. Prima di entrarvi vide che stavano parecchie donne lavando presso ad un fiumicino, e dimandò loro se sapessero indicargli se nel paese stesse una donna chiamata Teresa Pancia, moglie di certo Sancio Pancia, scudiere di un cavaliere chiamato don Chisciotte della Mancia.A questa domanda si alzò in piedi una giovinetta che stava anch′essa lavando, e disse:
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-Esa Teresa Panza es mi madre, y ese tal Sancho, mi señor padre, y el tal caballero, nuestro amo.
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— Questa Teresa Pancia è mia madre, e questo tal Sancio è il mio signor padre, ed il cavaliere che dite è il nostro padrone.
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-Pues venid, doncella -dijo el paje-, y mostradme a vuestra madre, porque le traigo una carta y un presente del tal vuestro padre.
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— Venite dunque, o ragazza, disse il paggio, e conducetemi a vostra madre, che io ho da darle una lettera ed un regalo per parte di vostro padre.
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-Eso haré yo de muy buena gana, señor mío -respondió la moza, que mostraba ser de edad de catorce años, poco más a menos.
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— Ben volentieri, signor mio, rispose la ragazza, ch′era di circa quattordici anni:
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Y, dejando la ropa que lavaba a otra compañera, sin tocarse ni calzarse, que estaba en piernas y desgreñada, saltó delante de la cabalgadura del paje, y dijo
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e lasciati i panni che lavava in custodia ad altra sua compagna, senza assettarsi il vestito o mettersi scarpe, a pié scalzi e scapigliata com′era, saltò d′inanzi alla cavalcatura del paggio, e disse:
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-Venga vuesa merced, que a la entrada del pueblo está nuestra casa, y mi madre en ella, con harta pena por no haber sabido muchos días ha de mi señor padre.
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— Venga vossignoria, che la nostra casa sta all′entrare nel paese, e vi troverà mia madre molto appassionata perché sono molti e molti giorni che non ha nuove del mio signor padre.
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-Pues yo se las llevo tan buenas -dijo el paje- que tiene que dar bien gracias a Dios por ellas.
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— Eh, le porto io e buone, disse il paggio: e tanto buone che ne ringrazierà Dio.»
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Finalmente, saltando, corriendo y brincando, llegó al pueblo la muchacha, y, antes de entrar en su casa, dijo a voces desde la puerta.
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Saltellando pertanto e correndo, e tutta giuliva, giunse la giovane al paese, e prima di entrare in casa gridò dalla porta:
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-Salga, madre Teresa, salga, salga, que viene aquí un señor que trae cartas y otras cosas de mi buen padre.
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— Venga giù, mamma Teresa, venga giù, faccia presto, ch′è qua un signore che porta lettere e buone nuove di mio padre.»
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A cuyas voces salió Teresa Panza, su madre, hilando un copo de estopa, con una saya parda. Parecía, según era de corta, que se la habían cortado por vergonzoso lugar, con un corpezuelo asimismo pardo y una camisa de pechos. No era muy vieja, aunque mostraba pasar de los cuarenta, pero fuerte, tiesa, nervuda y avellanada; la cual, viendo a su hija, y al paje a caballo, le dijo.
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A queste grida uscì fuori Teresa Pancia sua madre, che stava filando una matassa di stoppa, ed aveva la zimarra bigia sì corta che lasciava scoperte quasi più che le gambe, con bustarello pure bigio e con iscollatura. Non era vecchia gran fatto, tuttoché mostrasse oltre i quarant′anni, ma forte, soda, nerboruta, fatticcia. Vedendo sua figlia e il paggio a cavallo, disse:
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-¿Qué es esto, niña? ¿Qué señor es éste.
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— Che cosa è di nuovo, figliuola mia? che signore è questo?
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-Es un servidor de mi señora doña Teresa Panza -respondió el paje.
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— Èun servitore della mia signora Teresa Pancia, rispose il paggio;
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Y, diciendo y haciendo, se arrojó del caballo y se fue con mucha humildad a poner de hinojos ante la señora Teresa, diciendo
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e, ciò detto, smontò da cavallo, e venne a mettersi molto umilmente in ginocchio dinanzi alla signora Teresa, dicendole:
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-Déme vuestra merced sus manos, mi señora doña Teresa, bien así como mujer legítima y particular del señor don Sancho Panza, gobernador propio de la ínsula Barataria.
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— Mi dia la signoria vostra le mani, mia signora donna Teresa, legittima e particolare consorte del signor don Sancio Pancia, governatore in anima e corpo dell′isola Barattaria.
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-¡Ay, señor mío, quítese de ahí; no haga eso -respondió Teresa-, que yo no soy nada palaciega, sino una pobre labradora, hija de un estripaterrones y mujer de un escudero andante, y no de gobernador alguno.
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— Eh signor mio, stia cheto, non dica queste cose, rispose Teresa, che io non sono niente palazziera, ma povera contadina, figliuola di un rompilegna, e moglie di uno scudiere errante, e non di governatore.
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-Vuesa merced -respondió el paje- es mujer dignísima de un gobernador archidignísimo; y, para prueba desta verdad, reciba vuesa merced esta carta y este presente.
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— Vossignoria, rispose il paggio, è moglie degnissima di un governatore arcidegnissimo; ed in prova di questa verità pigli questa lettera e questo regalo:»
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Y sacó al instante de la faldriquera una sarta de corales con estremos de oro, y se la echó al cuello y dijo.
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e cavò allora di tasca la filza dei coralli con punte d′oro, e gliela mise al collo dicendo:
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-Esta carta es del señor gobernador, y otra que traigo y estos corales son de mi señora la duquesa, que a vuestra merced me envía.
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— Questa lettera è del signor governatore, e quest′altra con i coralli è della mia signora duchessa che la manda a vossignoria.»
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Quedó pasmada Teresa, y su hija ni más ni menos, y la muchacha dijo.
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Tanto Teresa come sua figliuola erano attonite, e la ragazza disse:
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-Que me maten si no anda por aquí nuestro señor amo don Quijote, que debe de haber dado a padre el gobierno o condado que tantas veces le había prometido.
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— Possa morire se qua non c′è qualche cosa del nostro padrone don Chisciotte, che deve aver dato al mio signor padre il governo o la contea che tante volte gli aveva promesso.
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-Así es la verdad -respondió el paje- que, por respeto del señor don Quijote, es ahora el señor Sancho gobernador de la ínsula Barataria, como se verá por esta carta.
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— Cosi è per lo appunto, rispose il paggio, mentre in contemplazione del signor don Chisciotte è il signor Sancio governatore dell′isola Barattaria, come si leggerà in questa lettera.
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-Léamela vuesa merced, señor gentilhombre -dijo Teresa-, porque, aunque yo sé hilar, no sé leer migaja.
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— Me la legga vossignoria, signor gentiluomo, disse Teresa, perché io so filare, ma non so leggere una parola.
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-Ni yo tampoco -añadió Sanchica-; pero espérenme aquí, que yo iré a llamar quien la lea, ora sea el cura mesmo, o el bachiller Sansón Carrasco, que vendrán de muy buena gana, por saber nuevas de mi padre.
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— E nemmeno io, soggiunse Sancetta; ma favoriscano di aspettare, che io andrò a chiamare o il signor curato o il bacelliere signor Sansone Carrasco, i quali verranno volentieri, la leggeranno e ci daranno le nuove del signor padre.
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-No hay para qué se llame a nadie, que yo no sé hilar, pero sé leer, y la leeré.
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— Eh non occorre chiamare alcuno, soggiunse il paggio, che io non so filare, ma so leggere e la leggerò.»
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Y así, se la leyó toda, que, por quedar ya referida, no se pone aquí; y luego sacó otra de la duquesa, que decía desta manera.
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Allora la lesse per disteso, né qui si ripete per essere già stata riportata più sopra. Ne trasse poi di saccoccia altra della duchessa, la quale diceva così:
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Amiga Teresa.
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«Amica Teresa.
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Las buenas partes de la bondad y del ingenio de vuestro marido Sancho me movieron y obligaron a pedir a mi marido el duque le diese un gobierno de una ínsula, de muchas que tiene. Tengo noticia que gobierna como un girifalte, de lo que yo estoy muy contenta, y el duque mi señor, por el consiguiente; por lo que doy muchas gracias al cielo de no haberme engañado en haberle escogido para el tal gobierno; porque quiero que sepa la señora Teresa que con dificultad se halla un buen gobernador en el mundo, y tal me haga a mí Dios como Sancho gobierna.
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«Le buone parti della bontà e dell′ingegno di vostro marito Sancio, mi mossero ed obbligarono ad interessare il duca mio marito, perché gli desse il governo di una delle molte isole che possiede. Ho notizia che egli governa come un girifalco; di che mi trovo molto soddisfatta, e lo è ancora il mio signor duca. Io ringrazio vivamente il cielo di non essermi ingannata nell′averlo trascelto a quel posto, perché voglio che sappiate, mia signora Teresa, che difficilmente si trova un buon governatore nel mondo, e così mi aiuti Iddio come Sancio governa.
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Ahí le envío, querida mía, una sarta de corales con estremos de oro; yo me holgara que fuera de perlas orientales, pero quien te da el hueso, no te querría ver muerta tiempo vendrá en que nos conozcamos y nos comuniquemos, y Dios sabe lo que será. Encomiéndeme a Sanchica, su hija, y dígale de mi parte que se apareje, que la tengo de casar altamente cuando menos lo piense.
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Vi accompagno, amica mia, con la presente, una filza di coralli con punte d′oro, e vorrei che fossero perle orientali, ma chi ti dà l′osso non ti vorrà vedere morta, e verrà tempo che ci conosceremo e converseremo insieme, e Dio sa quello che sarà.
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Dícenme que en ese lugar hay bellotas gordas envíeme hasta dos docenas, que las estimaré en mucho, por ser de su mano, y escríbame largo, avisándome de su salud y de su bienestar; y si hubiere menester alguna cosa, no tiene que hacer más que boquear que su boca será medida, y Dios me la guarde. Deste lugar.
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Tenetemi raccomandata a Sancetta vostra figliuola, e ditele da parte mia che si apparecchi, che io la voglio maritare altamente quando meno se lo pensi. Mi viene detto che codesto paese abbonda di ghiande grosse; mandatemene un paio di dozzine, che ne terrò molto conto per venire dalle vostre mani. Scrivetemi a lungo, e datemi nuove della vostra salute e del vostro bene stare. Se qualche cosa vi occorre non avete da far altro che aprire la bocca; che sarete servita per lungo e per largo. Dio vi guardi.
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Su amiga, que bien la quiere. La Duquesa.
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«Di questo luogo, la vostra amica che vi vuol bene, «LA DUCHESSA.»
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-¡Ay -dijo Teresa en oyendo la carta-, y qué buena y qué llana y qué humilde señora! Con estas tales señoras me entierren a mí, y no las hidalgas que en este pueblo se usan, que piensan que por ser hidalgas no las ha de tocar el viento, y van a la iglesia con tanta fantasía como si fuesen las mesmas reinas, que no parece sino que tienen a deshonra el mirar a una labradora; y veis aquí donde esta buena señora, con ser duquesa, me llama amiga, y me trata como si fuera su igual, que igual la vea yo con el más alto campanario que hay en la Mancha. Y, en lo que toca a las bellotas, señor mío, yo le enviaré a su señoría un celemín, que por gordas las pueden venir a ver a la mira y a la maravilla. Y por ahora, Sanchica, atiende a que se regale este señor pon en orden este caballo, y saca de la caballeriza güevos, y corta tocino adunia, y démosle de comer como a un príncipe, que las buenas nuevas que nos ha traído y la buena cara que él tiene lo merece todo; y, en tanto, saldré yo a dar a mis vecinas las nuevas de nuestro contento, y al padre cura y a maese Nicolás el barbero, que tan amigos son y han sido de tu padre.
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— Oh! gridò Teresa sentendo la lettera, oh! che buona, che affabile, che umile signora! Ah, con queste sì mi caccino sotto terra, ma non già colle cittadine che usano in questo paese, che si figurano per essere tali che il vento non le abbia da toccare: e vanno alla chiesa con albagia come se fossero regine; e pare proprio che elleno si rechino a disonore di dare un′occhiata ad una contadina! Vedete qua, che questa signora, duchessa com′è, mi chiama amica e mi tratta come se fossi una sua uguale; ma io con tutto il cuore vorrei vederla uguale in altezza al più alto campanile che sia nella Mancia. In quanto poi alle ghiande, signor mio, ne manderò alla sua signora un quartaccio e tanto grosse che le potrà mostrare a tutti per maraviglia. Sancetta resta qua a far accoglienza a questo illustrissimo; conduci poi il suo cavallo dove ha da stare: va per delle uova nella stalla, taglia presciutto all′ingrosso, e diamogli a mangiare come se fosse un principe, perché le buone nuove che ci ha portato e quel buon viso che egli ha, meritano tutto: io corro intanto alle mie vicine per dar loro nuova della nostra allegrezza, e vado dal curato e dal maestro Nicolò barbiere, che sono e sono stati sempre buoni amici di tuo padre.
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-Sí haré, madre -respondió Sanchica-; pero mire que me ha de dar la mitad desa sarta; que no tengo yo por tan boba a mi señora la duquesa, que se la había de enviar a ella toda.
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— Lasciate fare a me che mi porterò bene, madre mia, rispose Sancetta; ma ricordatevi che dovete darmi la metà di questi coralli, perché non credo che la signora duchessa sarà stata tanto balorda da mandarli tutti per voi.
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-Todo es para ti, hija -respondió Teresa-, pero déjamela traer algunos días al cuello, que verdaderamente parece que me alegra el corazón.
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— Tutto è per te, figliuola, rispose Teresa, ma lasciamela portare al collo per alquanti dì, che pare proprio che mi si allarghi il cuore.
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-También se alegrarán -dijo el paje- cuando vean el lío que viene en este portamanteo, que es un vestido de paño finísimo que el gobernador sólo un día llevó a caza, el cual todo le envía para la señora Sanchica.
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— Vossignorie si rallegreranno di più, disse il paggio, allorché vedranno il fagotto che sta in questo portamantello, e che è un vestito di panno sopraffinissimo che il governatore don Sancio portò un giorno solo alla caccia, e questo lo manda tutto intero per uso della signora Sancetta.
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-Que me viva él mil años -respondió Sanchica-, y el que lo trae, ni más ni menos, y aun dos mil, si fuere necesidad.
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— Oh che possa vivere mille anni, soggiunse questa, ed altrettanti chi me lo porta, ed anche duemila se occorre.»
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Salióse en esto Teresa fuera de casa, con las cartas, y con la sarta al cuello, y iba tañendo en las cartas como si fuera en un pandero; y, encontrándose acaso con el cura y Sansón Carrasco, comenzó a bailar y a decir.
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In questo uscì Teresa di casa con le lettere e con la filza al collo, e andava battendo le dita sulle lettere come se suonasse un cimbalo: e trovati a caso il curato e Sansone Carrasco, cominciò a saltellare ed a dire:
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-¡A fee que agora que no hay pariente pobre! ¡Gobiernito tenemos! ¡No, sino tómese conmigo la más pintada hidalga, que yo la pondré como nueva.
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— Alla fe′ che non vi è più parente povero; oh abbiamo adesso un governuccio! vengano mo adesso a contrastare con me queste presuntuose cittadine, che io darò a divedere chi sono.
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-¿Qué es esto, Teresa Panza? ¿Qué locuras son éstas, y qué papeles son ésos.
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— E che vuol dire ciò, Teresa Pancia? che pazzie sono le vostre? che lettere queste? disse il curato.
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-No es otra la locura sino que éstas son cartas de duquesas y de gobernadores, y estos que traigo al cuello son corales finos; las avemarías y los padres nuestros son de oro de martillo, y yo soy gobernadora.
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— La pazzia, ella rispose, non è altro se non che queste sono lettere di duchesse e di governatori, e questi che porto al collo sono coralli fini, e le ave marie e i pater nostri sono di oro a martello, e io sono governatora.
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-De Dios en ayuso, no os entendemos, Teresa, ni sabemos lo que os decís.
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— Noi non v′intendiamo, disse il curato, né sappiamo quello che vogliate dire.
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-Ahí lo podrán ver ellos -respondió Teresa.
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— Adesso capirete tutto, rispose Teresa: e detto fatto mise nelle loro mani le lettere,
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Y dioles las cartas. Leyólas el cura de modo que las oyó Sansón Carrasco, y Sansón y el cura se miraron el uno al otro, como admirados de lo que habían leído; y preguntó el bachiller quién había traído aquellas cartas. Respondió Teresa que se viniesen con ella a su casa y verían el mensajero, que era un mancebo como un pino de oro, y que le traía otro presente que valía más de tanto. Quitóle el cura los corales del cuello, y mirólos y remirólos, y, certificándose que eran finos, tornó a admirarse de nuevo, y dijo.
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Il curato le lesse in maniera che Sansone Carrasco ne intese il contenuto, e l′uno e l′altro si guardarono in faccia come stupefatti di ciò che avevano letto. Il baccelliere dimandò chi avesse recate quelle lettere. Rispose Teresa che la seguitassero fino a casa, e che avrebbero visto il messaggere, che era un giovinotto bello come un angelo, e che le aveva portato altro regalo che valeva quello che sta bene. Il curato le levò i coralli dal collo, li guardò, li tornò a guardare, ed accertatosi che erano dei fini, tornò a fare le meraviglie, e disse:
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-Por el hábito que tengo, que no sé qué me diga ni qué me piense de estas cartas y destos presentes por una parte, veo y toco la fineza de estos corales, y por otra, leo que una duquesa envía a pedir dos docenas de bellotas.
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— Per l′abito che porto che non so né che mi dire, né che pensare intorno a queste lettere ed a questi doni, da una parte veggo e tocco il molto pregio di questi coralli, e dall′altra osservo che una duchessa manda a dimandare due dozzine di ghiande.
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-¡Aderézame esas medidas! -dijo entonces Carrasco-. Agora bien, vamos a ver al portador deste pliego, que dél nos informaremos de las dificultades que se nos ofrecen.
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— Chi l′ha mai da capire, disse allora Carrasco; orsù andiamo a vedere il portatore di questi dispacci, ch′egli ci chiarirà le difficoltà che ci si parano innanzi.» Così fecero, e Teresa se ne tornò a casa in loro compagnia.
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Hiciéronlo así, y volvióse Teresa con ellos. Hallaron al paje cribando un poco de cebada para su cabalgadura, y a Sanchica cortando un torrezno para empedrarle con güevos y dar de comer al paje, cuya presencia y buen adorno contentó mucho a los dos; y, después de haberle saludado cortésmente, y él a ellos, le preguntó Sansón les dijese nuevas así de don Quijote como de Sancho Panza; que, puesto que habían leído las cartas de Sancho y de la señora duquesa, todavía estaban confusos y no acababan de atinar qué sería aquello del gobierno de Sancho, y más de una ínsula, siendo todas o las más que hay en el mar Mediterráneo de Su Majestad. A lo que el paje respondió.
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Trovarono il paggio che stava vagliando un poco di biada per la sua cavalcatura, e Sancetta occupata a tagliare il presciutto per fare una frittata rognosa da darla a mangiare al paggio, della cui presenza e del cui buon arnese rimasero Sansone Carrasco ed il curato assai soddisfatti. Dopo i saluti scambievoli, lo pregò Sansone che gli desse novelle di don Chisciotte e di Sancio Pancia; che sebbene avesse veduto le lettere di Sancio e della signora duchessa, rimaneva tuttavia confuso, né sapeva indovinare che cosa si fosse quel governo di Sancio, né quella isola, perché tutti o la più parte dei governi e le isole del Mediterraneo sono in dominio di sua maestà. Rispose il paggio:
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-De que el señor Sancho Panza sea gobernador, no hay que dudar en ello; de que sea ínsula o no la que gobierna, en eso no me entremeto, pero basta que sea un lugar de más de mil vecinos; y, en cuanto a lo de las bellotas, digo que mi señora la duquesa es tan llana y tan humilde, que no -decía él- enviar a pedir bellotas a una labradora, pero que le acontecía enviar a pedir un peine prestado a una vecina suya. Porque quiero que sepan vuestras mercedes que las señoras de Aragón, aunque son tan principales, no son tan puntuosas y levantadas como las señoras castellanas; con más llaneza tratan con las gentes.
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— Io non vado a far quistione se sia isola o no quella che il signor governatore governa, ma vi basti sapere che è un paese che conta mille fuochi. Quanto all′affare delle ghiande, la signora duchessa è tanto affabile ed umile che non solo manda a chieder ghiande ad una contadina, ma non si astiene talvolta di pigliare a prestito sino il pettine dalle sue vicine. Voglio che sappiano signorie che le signore di Aragona, tuttoché siano di grande nobiltà, non la guardano punto così pel sottile, né sono gonfie e pettorute come le signore castigliane; ma trattano famigliarmente e alla domestica con tutte quante le persone.»
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Estando en la mitad destas pláticas, saltó Sanchica con un halda de güevos, y preguntó al paje.
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Stando così discorrendo, saltò fuori Sancetta con la falda piena di uova; e dimandò al paggio:
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-Dígame, señor ¿mi señor padre trae por ventura calzas atacadas después que es gobernador.
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— Signore, mi dica, di grazia: dopoché il mio signor padre è governatore, porta egli le calzette strette?
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-No he mirado en ello -respondió el paje-, pero sí debe de traer.
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— Non ci ho posto mente, rispose il paggio, ma ardirei dirvi che sì.
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-¡Ay Dios mío -replicó Sanchica-, y que será de ver a mi padre con pedorreras! ¿No es bueno sino que desde que nací tengo deseo de ver a mi padre con calzas atacadas?
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— Ah mio Dio, replicò Sancetta, che bella cosa ha da essere a vedere il mio signor padre con quelle calze! Sappiate che da quando io sono nata e sin da quando era ancora picciola picciola ho sempre avuto gran voglia di vedere il mio signor padre con questa sorta di calze.
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-Como con esas cosas le verá vuestra merced si vive -respondió el paje-. Par Dios, términos lleva de caminar con papahígo, con solos dos meses que le dure el gobierno.
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— Oh purché ei viva, rispose il paggio, lo vedrete andare con altro che con queste cose; e credetemi che se dura governatore per due mesi ancora, si vedrà camminare col pappafico.»
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Bien echaron de ver el cura y el bachiller que el paje hablaba socarronamente, pero la fineza de los corales y el vestido de caza que Sancho enviaba lo deshacía todo; que ya Teresa les había mostrado el vestido. Y no dejaron de reírse del deseo de Sanchica, y más cuando Teresa dijo.
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Si accorsero molto bene il curato e il baccelliere che il paggio andava parlando ironicamente, ma la finezza dei coralli e l′abito da caccia inviato da Sancio, e che Teresa aveva loro mostrato, li mettevano nuovamente in imbarazzo; né lasciarono di ridere del desiderio di Sancetta, e molto più quando Teresa disse:
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-Señor cura, eche cata por ahí si hay alguien que vaya a Madrid, o a Toledo, para que me compre un verdugado redondo, hecho y derecho, y sea al uso y de los mejores que hubiere; que en verdad en verdad que tengo de honrar el gobierno de mi marido en cuanto yo pudiere, y aun que si me enojo, me tengo de ir a esa corte, y echar un coche, como todas; que la que tiene marido gobernador muy bien le puede traer y sustentar.
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— Signor curato, faccia in grazia diligenza per il nostro paese se trova qualcuno che vada a Madrid o a Toledo, che io vorrei che mi comperasse una faldiglia tonda bella e fatta, che sia di moda e delle migliori che si trovino; perché davvero che voglio fare onore al governo di mio marito per quanto mai possa; ed anche se mi salta l′umore sono donna da andare io alla corte e da adoperare un cocchio come le altre; che colei che ha suo marito governatore può molto ben provvederlo e mantenerlo.
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-Y ¡cómo, madre! -dijo Sanchica-. Pluguiese a Dios que fuese antes hoy que mañana, aunque dijesen los que me viesen ir sentada con mi señora madre en aquel coche ′′¡Mirad la tal por cual, hija del harto de ajos, y cómo va sentada y tendida en el coche, como si fuera una papesa!′′ Pero pisen ellos los lodos, y ándeme yo en mi coche, levantados los pies del suelo. ¡Mal año y mal mes para cuantos murmuradores hay en el mundo, y ándeme yo caliente, y ríase la gente! ¿Digo bien, madre mía.
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— Oh parlate pur bene, madre mia, disse Sancetta; e piacesse a Dio che fosse oggi piuttosto che domani, e poco importa che coloro che mi vedessero seduta nel cocchio colla signora madre dicessero: Guardate là la tale e la quale, la figliuola di colui che sempre mangiava agli, guardate là ch′è seduta e distesa che la pare una papessa; ma noi lasceremo che pestino il fango, e intanto anderemo nel cocchio coi piedi alti da terra, e mal anno e mal mese e mala settimana a quanti mormoratori sono nel mondo, purché noi altre abbiamo del bene; e chi non ne ha suo danno: non parlo io bene?» rispose Teresa:
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-Y ¡cómo que dices bien, hija! -respondió Teresa-. Y todas estas venturas, y aun mayores, me las tiene profetizadas mi buen Sancho, y verás tú, hija, cómo no para hasta hacerme condesa que todo es comenzar a ser venturosas; y, como yo he oído decir muchas veces a tu buen padre, que así como lo es tuyo lo es de los refranes, cuando te dieren la vaquilla, corre con soguilla cuando te dieren un gobierno, cógele; cuando te dieren un condado, agárrale, y cuando te hicieren tus, tus, con alguna buena dádiva, envásala. ¡No, sino dormíos, y no respondáis a las venturas y buenas dichas que están llamando a la puerta de vuestra casa.
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— Tutte queste venture ed anche maggiori me le ha profetizzate il mio caro Sancio; e tu vedrai, o figlia, che la finirò col diventare contessa, perché tutto consiste che la fortuna cominci: e come ho sentito dire più volte dal tuo buon padre (che si può anche dire il padre dei proverbi) quando ti diano la vacchetta, corri per la funicella e tienla stretta: se ti concedono un governo, e tu piglialo: se ti danno una contea acchiappala: quando ti stuzzicano con qualche donativo, dágli di mano: e non occorre dormire e fare i sordi alle buone venture che battono alle porte delle casa.
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-Y ¿qué se me da a mí -añadió Sanchica- que diga el que quisiere cuando me vea entonada y fantasiosa "Viose el perro en bragas de cerro. .", y lo demás?.
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— E che importerà a me, disse Sancetta, che quando mi vedranno intonata e fastidiosa, dicano: il cane si è vestito con le brache di lino? con quello che seguita.
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Oyendo lo cual el cura, dijo.
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Ciò udendo il curato, disse:
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-Yo no puedo creer sino que todos los deste linaje de los Panzas nacieron cada uno con un costal de refranes en el cuerpo ninguno dellos he visto que no los derrame a todas horas y en todas las pláticas que tienen.
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— Conviene pure che io confessi che tutti di questa razza dei Pancia nacquero con un sacco di proverbi in corpo, mentre non ho veduto alcuno di costoro che non li diffonda a tutte le ore e in ogni discorso.
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-Así es la verdad -dijo el paje-, que el señor gobernador Sancho a cada paso los dice, y, aunque muchos no vienen a propósito, todavía dan gusto, y mi señora la duquesa y el duque los celebran mucho.
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— Questo è vero, disse il paggio, perché il signor governatore Sancio ad ogni poco ne vuota un sacco, e quantunque pochi cadano a proposito, contuttociò dànno gusto, e la mia signora duchessa e il mio signor duca ne dicono molto bene, e li celebrano quando li sentono.
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-¿Que todavía se afirma vuestra merced, señor mío -dijo el bachiller-, ser verdad esto del gobierno de Sancho, y de que hay duquesa en el mundo que le envíe presentes y le escriba? Porque nosotros, aunque tocamos los presentes y hemos leído las cartas, no lo creemos, y pensamos que ésta es una de las cosas de don Quijote, nuestro compatrioto, que todas piensa que son hechas por encantamento; y así, estoy por decir que quiero tocar y palpar a vuestra merced, por ver si es embajador fantástico o hombre de carne y hueso.
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— Ma come mai, disse allora il baccelliere, può vossignoria insistere nel farci credere che Sancio sia diventato governatore, e che vi sia una duchessa al mondo che gli mandi doni e che gli scriva? Noi altri tuttoché tocchiamo con mano questi regali ed abbiamo vedute queste lettere, non ci prestiamo però fede, e pensiamo che questa sia una delle solite stravaganze di don Chisciotte nostro compatriota, il quale tiene che tutto segua per incantamento.
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-Señores, yo no sé más de mí -respondió el paje- sino que soy embajador verdadero, y que el señor Sancho Panza es gobernador efectivo, y que mis señores duque y duquesa pueden dar, y han dado, el tal gobierno; y que he oído decir que en él se porta valentísimamente el tal Sancho Panza; si en esto hay encantamento o no, vuestras mercedes lo disputen allá entre ellos, que yo no sé otra cosa, para el juramento que hago, que es por vida de mis padres, que los tengo vivos y los amo y los quiero mucho.
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— Signori, altro non so di me, rispose il paggio, se non che io sono imbasciatore davvero, e che il signor Sancio Pancia è governatore effettivo, e che i miei signori duca e duchessa possono conferire ed hanno conferito il tale governo, e che intesi dire che il signor Sancio Pancia si porta valentissimamente; se in tutto questo vi sia incantesimo o no, la disputino fra loro signori; che io, per la vita dei miei genitori che sono vivi e che amo assai, non ne so altro.
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-Bien podrá ello ser así -replicó el bachiller-, pero dubitat Augustinus.
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— Potrà essere ogni cosa, replicò il baccelliere; ma dubitat Augustinus.
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-Dude quien dudare -respondió el paje-, la verdad es la que he dicho, y esta que ha de andar siempre sobre la mentira,como el aceite sobre el agua; y si no, operibus credite, et non verbis véngase alguno de vuesas mercedes conmigo, y verán con los ojos lo que no creen por los oídos.
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— Dubiti chi ne vuole, rispose il paggio; verità è quanto ho esposto, e la verità dee andare sopra la bugia, come l′olio sopra l′acqua; e quando che no, operibus credite et non verbis: e se vuole venire con me qualcuno di lor signori, vedranno coi loro occhi quello che non credono coi loro orecchi.
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-Esa ida a mí toca -dijo Sanchica- lléveme vuestra merced, señor, a las ancas de su rocín, que yo iré de muy buena gana a ver a mi señor padre.
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— Verrò io, verrò io, disse Sancetta, e vossignoria mi porterà in groppa al suo ronzino, e verrò molto volentieri a vedere il mio signor padre.
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-Las hijas de los gobernadores no han de ir solas por los caminos, sino acompañadas de carrozas y literas y de gran número de sirvientes.
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— Le figliuole dei governatori, disse il paggio, non devono andar sole per le strade, ma accompagnate da carrozze e livree e da gran numero di servitori.
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-Par Dios -respondió Sancha-, tan bién me vaya yo sobre una pollina como sobre un coche. ¡Hallado la habéis la melindrosa.
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— Ah ci bado io bene! rispose Sancetta; io sono donna, vedete, da andarmene tanto sopra un asinello come seduta in carrozza; sì che l′avete trovata la schizzinosal
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-Calla, mochacha -dijo Teresa-, que no sabes lo que te dices, y este señor está en lo cierto que tal el tiempo, tal el tiento; cuando Sancho, Sancha, y cuando gobernador, señora, y no sé si diga algo.
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— Taci, ragazza, disse Teresa, ché tu non sai quello che ciarli, e questo signore sa bene come parla quando ci fa capire che chi ha buon senno si regola a seconda dei casi; e quando bisogna Sancio e Sancia, e quando governatore e signora... e insomma entrare nello spirito delle cose.
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-Más dice la señora Teresa de lo que piensa -dijo el paje-; y denme de comer y despáchenme luego, porque pienso volverme esta tarde.
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— La signora Teresa dice più che non pensa, disse il paggio, ma mi diano a mangiare e mi spediscano con sollecitudine, perché fo conto di tornarmene stasera.
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A lo que dijo el cura.
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Disse il curato:
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-Vuestra merced se vendrá a hacer penitencia conmigo, que la señora Teresa más tiene voluntad que alhajas para servir a tan buen huésped.
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— Vossignoria verrà a fare penitenza con me, perché la signora Teresa ha più buona volontà che masserizie per servire degnamente un ospite tanto gentile.»
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Rehusólo el paje; pero, en efecto, lo hubo de conceder por su mejora, y el cura le llevó consigo de buena gana, por tener lugar de preguntarle de espacio por don Quijote y sus hazañas.
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Non voleva il paggio accettare, ma poi la finì col gradire l′invito, per istare a suo miglior agio: il baccelliere si offerse a Teresa per iscrivere la risposta, ma ella non volle che s′immischiasse nei fatti suoi, perché lo teneva piuttosto in conto di burlone.
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El bachiller se ofreció de escribir las cartas a Teresa de la respuesta, pero ella no quiso que el bachiller se metiese en sus cosas, que le tenía por algo burlón; y así, dio un bollo y dos huevos a un monacillo que sabía escribir, el cual le escribió dos cartas, una para su marido y otra para la duquesa, notadas de su mismo caletre, que no son las peores que en esta grande historia se ponen, como se verá adelante.
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Diede una ciambella e una coppia d′uova ad un fratacchione che sapeva scrivere, e questi dettò due lettere, una per suo marito ed un′altra per la duchessa, lettere uscite fuora dal suo cervello: e siccome non sono delle peggiori, così non riescono indegne di essere inserite in questa grande istoria, come si vedrà più avanti.
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II. Capítulo LI. Del progreso del gobierno de Sancho Panza, con otros sucesos tales como buenos.
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CAPITOLO LI DEL PROGRESSO NEL GOVERNO DI SANCIO PANCIA, CON ALTRI AVVENIMENTI IMPORTANTI E CURIOSI.
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Amaneció el día que se siguió a la noche de la ronda del gobernador, la cual el maestresala pasó sin dormir, ocupado el pensamiento en el rostro, brío y belleza de la disfrazada doncella; y el mayordomo ocupó lo que della faltaba en escribir a sus señores lo que Sancho Panza hacía y decía, tan admirado de sus hechos como de sus dichos porque andaban mezcladas sus palabras y sus acciones, con asomos discretos y tontos.
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La mattina spuntò dopo la notte della ronda fatta dal governatore; notte che lo scalco passò senza chiudere occhio, tenendo occupati i pensieri nel volto, nel brio, nella beltà della travestita donzella; notte che il maggiordomo impiegò quasi tutta nello scrivere ai suoi padroni quello che Sancio Pancia andava facendo e dicendo. Egli informava per disteso della maraviglia che in lui destavano i fatti e i detti del nuovo governatore: fatti e detti ch′erano un miscuglio di saggezza e di scioccaggine.
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Levantóse, en fin, el señor gobernador, y, por orden del doctor Pedro Recio, le hicieron desayunar con un poco de conserva y cuatro tragos de agua fría, cosa que la trocara Sancho con un pedazo de pan y un racimo de uvas; pero, viendo que aquello era más fuerza que voluntad, pasó por ello, con harto dolor de su alma y fatiga de su estómago, haciéndole creer Pedro Recio que los manjares pocos y delicados avivaban el ingenio, que era lo que más convenía a las personas constituidas en mandos y en oficios graves, donde se han de aprovechar no tanto de las fuerzas corporales como de las del entendimiento.
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Si alzò Sancio, e per ordine del dottore Pietro Rezio fu ristorato subito con un po′ di conserva e con alquanti sorsi d′acqua fresca: cose che Sancio avrebbe volentieri cambiate in un tozzo di pane e in qualche grappolo d′uva; ma vedendo quello che conveniva fare allora lo fece, se non per amore, per forza, non senza discapito del suo stomaco né senza afflizione del suo spirito. Pietro Rezio andava sempre ripetendogli che le vivande scarse e delicate ravvivano l′ingegno, e che questo è quanto importa soprattutto nelle persone costituite al governo ed ai gravi uffici, nei quali non tanto occorrono le forze materiali del corpo quanto quelle dell′intendimento. Con queste sofisticherie Sancio pativa sì gran fame, che dentro di sé non lasciava di maledire e il governo e chi glielo aveva conferito;
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Con esta sofistería padecía hambre Sancho, y tal, que en su secreto maldecía el gobierno y aun a quien se le había dado; pero, con su hambre y con su conserva, se puso a juzgar aquel día, y lo primero que se le ofreció fue una pregunta que un forastero le hizo, estando presentes a todo el mayordomo y los demás acólitos, que fue.
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tuttavia castigando l′appetito e contentandosi della conserva che aveva trangugiata, passò la mattina al tribunale della giustizia. Il primo ch′ebbe a lui ricorso fu un forestiere che, presenti il maggiordomo e tutti gli altri ministri, gli disse:
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-Señor, un caudaloso río dividía dos términos de un mismo señorío (y esté vuestra merced atento, porque el caso es de importancia y algo dificultoso). Digo, pues, que sobre este río estaba una puente, y al cabo della, una horca y una como casa de audiencia, en la cual de ordinario había cuatro jueces que juzgaban la ley que puso el dueño del río, de la puente y del señorío, que era en esta forma "Si alguno pasare por esta puente de una parte a otra, ha de jurar primero adónde y a qué va; y si jurare verdad, déjenle pasar; y si dijere mentira, muera por ello ahorcado en la horca que allí se muestra, sin remisión alguna". Sabida esta ley y la rigurosa condición della, pasaban muchos, y luego en lo que juraban se echaba de ver que decían verdad, y los jueces los dejaban pasar libremente. Sucedió, pues, que, tomando juramento a un hombre, juró y dijo que para el juramento que hacía, que iba a morir en aquella horca que allí estaba, y no a otra cosa. Repararon los jueces en el juramento y dijeron ′′Si a este hombre le dejamos pasar libremente, mintió en su juramento, y, conforme a la ley, debe morir; y si le ahorcamos, él juró que iba a morir en aquella horca, y, habiendo jurado verdad, por la misma ley debe ser libre′′. Pídese a vuesa merced, señor gobernador, qué harán los jueces del tal hombre; que aun hasta agora están dudosos y suspensos. Y, habiendo tenido noticia del agudo y elevado entendimiento de vuestra merced, me enviaron a mí a que suplicase a vuestra merced de su parte diese su parecer en tan intricado y dudoso caso.
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— Signore, un rapido fiume divideva due confini di un dominio medesimo (presti attenzione la signoria vostra, ché il caso è di rilevanza e alquanto difficile), e sopra questo fiume eravi un ponte, e al capo del ponte un paio di forche, ed una tal casa di audienza o di giustizia in cui stavano di ordinario quattro giudici, che giudicavano sul fondamento della legge imposta dal padrone del fiume, del ponte e del dominio: e la legge era questa: «Se alcuno vuole passare per questo ponte dall′una all′altra parte, deve prima dire e giurare dove e per quale oggetto egli passa; giurando il vero, sia lasciato passare, mentendo, sia impiccato sulle forche che stanno alzate, e ciò senza alcuna remissione.» Resa pubblica questa legge e la rigorosa condizione, molti passavano, e dal tenore del loro giuramento conoscevasi la verità, ed i giudici li lasciavano liberamente andare. Accadde una volta che ricevendo il giuramento dato da un uomo, egli giurò che passava e andava a morire su quelle forche ch′erano ivi alzate, e nulla più aggiunse. Ponderarono i giudici questa cosa e dissero: se noi lasciamo passare liberamente questo uomo, egli avrà mentito nel suo giuramento, e noi conformemente alla legge dovremmo farlo impiccare: ma se noi lo impicchiamo, egli ha giurato che andava a morire su quelle forche, ed avendo giurato il vero, a senso della medesima legge dee restarsene libero. Ora io domando alla signoria vostra, signor governatore, che debbano fare i giudici di questo uomo, standosene eglino tuttavia dubbiosi e sospesi? Èloro noto l′acuto ed elevato intendimento di vossignoria, ed inviarono me a supplicarla da parte loro che dia il parer suo in sì intricato e problematico caso.»
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A lo que respondió Sancho.
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Tosto rispose Sancio:
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-Por cierto que esos señores jueces que a mí os envían lo pudieran haber escusado, porque yo soy un hombre que tengo más de mostrenco que de agudo; pero, con todo eso, repetidme otra vez el negocio de modo que yo le entienda quizá podría ser que diese en el hito.
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— Davvero che questi signori giudici vi mandano da me, potevano fare di manco di questa imbasciata, perché io sono uomo che ha più del bestiale che dell′acuto: contuttociò ripetetemi un′altra volta il caso in modo che io possa intenderlo bene, e forse chi sa che io non dia nel segno.»
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Volvió otra y otra vez el preguntante a referir lo que primero había dicho, y Sancho dijo
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Tornò il messaggiere a ripetere quello che prima aveva detto, e Sancio soggiunse:
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-A mi parecer, este negocio en dos paletas le declararé yo, y es así el tal hombre jura que va a morir en la horca, y si muere en ella, juró verdad, y por la ley puesta merece ser libre y que pase la puente; y si no le ahorcan, juró mentira, y por la misma ley merece que le ahorquen.
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— A giudizio mio questo negozio è deciso in due parole, e dico così: il tal uomo giura che va a morire sulle forche, e se muore su quelle giura il vero, e in tal caso merita, in forza della legge, di andare libero e di passare il ponte; e se non lo impiccano ha giurato il falso, ed in vigore della stessa legge merita di essere impiccato?
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-Así es como el señor gobernador dice -dijo el mensajero-; y cuanto a la entereza y entendimiento del caso, no hay más que pedir ni que dudar.
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— Così e per lo appunto come l′ha intesa il signor governatore, disse il messaggiere; né quanto alla chiara e pienissima intelligenza del caso alcun dubbio si può avere, né altro rimane a desiderarsi.
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-Digo yo, pues, agora -replicó Sancho- que deste hombre aquella parte que juró verdad la dejen pasar, y la que dijo mentira la ahorquen, y desta manera se cumplirá al pie de la letra la condición del pasaje.
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— Dico dunque adesso, replicò Sancio, che quella parte di tal uomo che ha giurato la verità la lascino passare, e l′altra che ha mentito la faccino tosto impiccare, e in questo modo sarà letteralmente adempita la condizione del passaggio.
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-Pues, señor gobernador -replicó el preguntador-, será necesario que el tal hombre se divida en partes, en mentirosa y verdadera; y si se divide, por fuerza ha de morir, y así no se consigue cosa alguna de lo que la ley pide, y es de necesidad espresa que se cumpla con ella.
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— Oh questa è nuova, signor governatore degnissimo! replicò l′interrogante; a questo modo si dovrebbe dividere l′uomo in due parti, in bugiarda ed in vera; ma quando si dividesse egli dovrebbe per forza morire e allora niente conseguirebbe di quello che la legge dimanda e ch′è di necessità che si adempia.
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-Venid acá, señor buen hombre -respondió Sancho-; este pasajero que decís, o yo soy un porro, o él tiene la misma razón para morir que para vivir y pasar la puente; porque si la verdad le salva, la mentira le condena igualmente; y, siendo esto así, como lo es, soy de parecer que digáis a esos señores que a mí os enviaron que, pues están en un fil las razones de condenarle o asolverle, que le dejen pasar libremente, pues siempre es alabado más el hacer bien que mal, y esto lo diera firmado de mi nombre, si supiera firmar; y yo en este caso no he hablado de mío, sino que se me vino a la memoria un precepto, entre otros muchos que me dio mi amo don Quijote la noche antes que viniese a ser gobernador desta ínsula que fue que, cuando la justicia estuviese en duda, me decantase y acogiese a la misericordia; y ha querido Dios que agora se me acordase, por venir en este caso como de molde.
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— Sentite qua, signor buon uomo mio, rispose Sancio; questo passeggiere di cui parlate, o io sono un animale o egli tiene la stessa ragione per morire come per vivere e per passare il ponte: ora se la verità lo salva la bugia lo condanna egualmente; ed essendo così la cosa, siccome è infatti, io sono di opinione che andiate a dire ai signori dai quali siete mandato, che trovandosi in eguale bilancia e le ragioni di condannarlo a quelle di assolverlo, lo lascino passare liberamente: perché sempre meglio fare del bene che del male, e questa decisione ve la darei anche corroborata colla mia firma, se sapessi scrivere. Sappiate poi che nel caso che ora mi avete esposto, io non ho parlato di mia testa, ma dietro i suggerimenti ed i precetti datimi dal mio padrone il signor don Chisciotte, la sera avanti che venissi governatore di quest′isola, poiché egli mi disse che quando la giustizia stesse in dubbio, io abbandonassi il rigore e mi appigliassi alla misericordia: ed è piaciuto a Dio che in questo momento me ne ricordassi, essendo nata occasione tale che la massima vi calza dipinta.
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Así es -respondió el mayordomo-, y tengo para mí que el mismo Licurgo, que dio leyes a los lacedemonios, no pudiera dar mejor sentencia que la que el gran Panza ha dado. Y acábese con esto la audiencia desta mañana, y yo daré orden como el señor gobernador coma muy a su gusto.
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— Così è appunto, disse il maggiordomo, e quanto a me sono persuaso che lo stesso Licurgo, legislatore dei Lacedemoni, non avrebbe potuto dar sentenza più retta di quella che ha pronunziato il gran Sancio Pancia; ma abbia fine la udienza di stamattina ed intanto io disporrò le cose perché il signor governatore possa pranzare a gusto e soddisfazione sua.
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-Eso pido, y barras derechas -dijo Sancho- denme de comer, y lluevan casos y dudas sobre mí, que yo las despabilaré en el aire.
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— Questo è quello che desidero, replicò Sancio; e facciamo a non ingannare; e diluvino pure i casi ed i dubbi, che io saprò risolverli in un batter d′occhio.»
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Cumplió su palabra el mayordomo, pareciéndole ser cargo de conciencia matar de hambre a tan discreto gobernador; y más, que pensaba concluir con él aquella misma noche haciéndole la burla última que traía en comisión de hacerle.
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Il maggiordomo mantenne la sua parola, recandosi a carico di coscienza il far morire dalla fame un governatore tanto savio, massimamente che già si avvicinava l′ora di licenziarlo, mandando in quella sera medesima ad effetto l′ultima burla di cui aveva egli ricevuto l′incarico.
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Sucedió, pues, que, habiendo comido aquel día contra las reglas y aforismos del doctor Tirteafuera, al levantar de los manteles, entró un correo con una carta de don Quijote para el gobernador. Mandó Sancho al secretario que la leyese para sí, y que si no viniese en ella alguna cosa digna de secreto, la leyese en voz alta. Hízolo así el secretario, y, repasándola primero, dijo.
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Ora avvenne che Sancio avendo mangiato in quel giorno contro alle regole ed agli aforismi del dottore Tiratinfuora, entrò allo sparecchiare della tavola un corriere con una lettera di don Chisciotte pel governatore. Ordinò egli al segretario che la leggesse da sé, e che se non contenesse alcuna cosa di segreto, la rileggesse ad alta voce. Obbedì il segretario, e dopo averla scorsa, disse:
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-Bien se puede leer en voz alta, que lo que el señor don Quijote escribe a vuestra merced merece estar estampado y escrito con letras de oro, y dice así.
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— Può leggersi ad alta voce, perché quello che scrive il signor don Chisciotte a vossignoria, è degno di essere stampato e scritto con lettere d′oro. Udite:
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Carta de don Quijote de la Mancha a Sancho Panza, gobernador de la ínsula Baratari.
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Don Chisciotte della Mancia a Sancio Pancia, governatore della isola Barattaria.
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Cuando esperaba oír nuevas de tus descuidos e impertinencias, Sancho amigo, las oí de tus discreciones, de que di por ello gracias particulares al cielo, el cual del estiércol sabe levantar los pobres, y de los tontos hacer discretos. Dícenme que gobiernas como si fueses hombre, y que eres hombre como si fueses bestia, según es la humildad con que te tratas; y quiero que adviertas, Sancho, que muchas veces conviene y es necesario, por la autoridad del oficio, ir contra la humildad del corazón; porque el buen adorno de la persona que está puesta en graves cargos ha de ser conforme a lo que ellos piden, y no a la medida de lo que su humilde condición le inclina. Vístete bien, que un palo compuesto no parece palo. No digo que traigas dijes ni galas, ni que siendo juez te vistas como soldado, sino que te adornes con el hábito que tu oficio requiere, con tal que sea limpio y bien compuesto.
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«Quando io mi aspettava di ricevere nuove delle tue balordaggini e impertinenze, mi arrivano invece, amico Sancio, quelle della tua saggezza; del che rendo grazie speciali al cielo, il quale dallo sterco sa sollevare i miseri, e fare degli sciocchi altrettanti savi e discreti. Mi fanno credere che tu governi come se fossi uomo, e che sei uomo come se fossi bestia; tanto grave è l′umiltà con cui ti conduci. Voglio però avvertirti, o Sancio mio, ch′è molte volte necessario, per l′autorità della carica, andare contro all′umiltà del cuore; perché anche il portamento della persona che presiede a uffici importanti ha da uniformarsi a quanto essi richieggono, e non già alla misura di quell′uomo che a bassa ed umile condizione è inchinevole. Vestiti bene, che un palo bene vestito non pare più palo: ma non ti dico questo perché tu abbia ad ornarti con isfogo puerile e disdicevole, ma cogli abiti che il tuo posto richiede, badando che siano sempre mondi e bene assettati.
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Para ganar la voluntad del pueblo que gobiernas, entre otras has de hacer dos cosas la una, ser bien criado con todos, aunque esto ya otra vez te lo he dicho; y la otra, procurar la abundancia de los mantenimientos; que no hay cosa que más fatigue el corazón de los pobres que la hambre y la carestía.
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Per farti ben volere dal popolo che tu governi, bada a due cose: l′una di essere bencreato con tutti, (che te l′ho già detto ancor per lo passato), l′altra di aver a cuore l′abbondanza delle vettovaglie, che non v′ha cosa che affligga tanto il cuore dei poveri quanto la fame e la carestia.
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No hagas muchas pragmáticas; y si las hicieres, procura que sean buenas, y, sobre todo, que se guarden y cumplan; que las pragmáticas que no se guardan, lo mismo es que si no lo fuesen; antes dan a entender que el príncipe que tuvo discreción y autoridad para hacerlas, no tuvo valor para hacer que se guardasen; y las leyes que atemorizan y no se ejecutan, vienen a ser como la viga, rey de las ranas que al principio las espantó, y con el tiempo la menospreciaron y se subieron sobre ella.
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Non fare tante riforme e tanti decreti; e se li fai procura che siano giusti, e sopratutto che si osservino e si eseguiscano; perché le riforme che si trascurano egli è come se non si promulgassero, e fanno giudicare che il principe il quale ebbe senno ed antevidenza nel prescriverle, manchi poi di energia nel farle eseguire. Quelle leggi che emanano e che poi si dissolvono in fumo, sono come la trave del re dei ranocchi, di cui eglino al principio si spaventarono, e poi per dispregio vi montarono sopra. Ricordati, non sempre rigoroso o sempre indulgente, ma eleggi il mezzo fra quegli due estremi: che in ciò consiste la perfezione della saggezza.
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Sé padre de las virtudes y padrastro de los vicios. No seas siempre riguroso, ni siempre blando, y escoge el medio entre estos dos estremos, que en esto está el punto de la discreción. Visita las cárceles, las carnicerías y las plazas, que la presencia del gobernador en lugares tales es de mucha importancia consuela a los presos, que esperan la brevedad de su despacho; es coco a los carniceros, que por entonces igualan los pesos, y es espantajo a las placeras, por la misma razón. No te muestres, aunque por ventura lo seas -lo cual yo no creo-, codicioso, mujeriego ni glotón; porque, en sabiendo el pueblo y los que te tratan tu inclinación determinada, por allí te darán batería, hasta derribarte en el profundo de la perdición.
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Visita le carceri, i mercati, e sino le beccherie e i macelli; che la presenza del governatore in siffatti luoghi è di estrema importanza: e così tu conforterai i prigioni che attendono di essere restituiti alla libertà, e porrai in sesto le stadere e i pesi, evitando le frodi, ed incutendo il terrore nei rivenditori delle piazze e nei macellai. Non ti mostrare (se anco lo fossi, benché non credo), amico né di robe, né di donne né della ghiottoneria; perché, come il popolo, o chi ha da trattar teco, conosce la piega a cui inchini, si studierà di far in te entrare la corruzione, e tanto ti assalirà, che ne andrai trascinato ad irreparabile perdizione.
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Mira y remira, pasa y repasa los consejos y documentos que te di por escrito antes que de aquí partieses a tu gobierno, y verás como hallas en ellos, si los guardas, una ayuda de costa que te sobrelleve los trabajos y dificultades que a cada paso a los gobernadores se les ofrecen. Escribe a tus señores y muéstrateles agradecido, que la ingratitud es hija de la soberbia, y uno de los mayores pecados que se sabe, y la persona que es agradecida a los que bien le han hecho, da indicio que también lo será a Dios, que tantos bienes le hizo y de contino le hace.
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Guarda e riguarda, leggi e rileggi i consigli e i documenti che ti ho lasciati in iscritto prima che tu partissi alla volta del tuo governo, e troverai in essi, osservandoli, un grande aiuto contro i travagli e le difficoltà in cui ad ogni passo inciampano i governatori. Scrivi ai tuoi padroni, e mostrati loro grato, ché la ingratitudine è figliuola della superbia ed uno dei più grossi peccati; e l′uomo che si mostra gentile a chi gli ha fatto alcun bene, dà indizio che lo sarà anche verso Iddio Signore, che tanti beni gli ha impartiti e tutto giorno gl′imparte.
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La señora duquesa despachó un propio con tu vestido y otro presente a tu mujer Teresa Panza; por momentos esperamos respuesta.
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La signora duchessa ha mandato un uomo a posta col tuo vestito e con un regalo a Teresa Pancia tua moglie, e attendiamo la risposta a momenti.
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Yo he estado un poco mal dispuesto de un cierto gateamiento que me sucedió no muy a cuento de mis narices; pero no fue nada, que si hay encantadores que me maltraten, también los hay que me defiendan.
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Io sono stato piuttosto ammalaticcio per certo gattamento che mi accadde, con pregiudizio del mio naso; ma non è stato poi nulla che se vi hanno incantatori che mi maltrattano, altri ve ne ha dai quali sono difeso.
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Avísame si el mayordomo que está contigo tuvo que ver en las acciones de la Trifaldi, como tú sospechaste, y de todo lo que te sucediere me irás dando aviso, pues es tan corto el camino; cuanto más, que yo pienso dejar presto esta vida ociosa en que estoy, pues no nací para ella.
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Fammi sapere se il maggiordomo che hai teco ebbe parte in quello ch′è avvenuto colla Trifaldi, siccome tu dubitavi, e di tutto ciò che ti accadrà mi andrai informando, essendo corto il cammino che ci divide. Penso di lasciar presto questa vita oziosa ed infingarda che conduco, non essendo io uomo nato per istrascinarla da inerte.
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Un negocio se me ha ofrecido, que creo que me ha de poner en desgracia destos señores; pero, aunque se me da mucho, no se me da nada, pues, en fin en fin, tengo de cumplir antes con mi profesión que con su gusto, conforme a lo que suele decirse amicus Plato, sed magis amica veritas. Dígote este latín porque me doy a entender que, después que eres gobernador, lo habrás aprendido. Y a Dios, el cual te guarde de que ninguno te tenga lástima.
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Mi è accaduto certo negozio per cui temo di poter incorrere nella disgrazia dei signori duchi; ma se per un lato ciò m′importa assai, dall′altro poi non m′importa niente, perché alla fine dei fini io ho a servire ai doveri della mia professione prima che soddisfare i gusti degli altri: comunemente si dice: amicus Plato, sed magis amica veritas. Ti ho detto questo in latino, perché può essere che adesso che sei governatore tu arrivi ad intenderlo. Dio ti guardi in modo che nessuno debba avere compassione dei fatti tuoi.
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Tu amigo,
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Il tuo amico.
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Don Quijote de la Mancha.
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Don Chisciotte Della Mancia.»
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Oyó Sancho la carta con mucha atención, y fue celebrada y tenida por discreta de los que la oyeron; y luego Sancho se levantó de la mesa, y, llamando al secretario, se encerró con él en su estancia, y, sin dilatarlo más, quiso responder luego a su señor don Quijote, y dijo al secretario que, sin añadir ni quitar cosa alguna, fuese escribiendo lo que él le dijese, y así lo hizo; y la carta de la respuesta fue del tenor siguiente.
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Con somma attenzione ascoltò Sancio la lettera, che fu celebrata e tenuta per eccellente da quanti la intesero. Egli si alzò sul fatto da tavola, e chiamato il segretario, si chiuse con lui in camera, e senza frapporre il menomo indugio, volle rispondere adeguatamente al suo signor don Chisciotte. Ordinò pertanto al segretario che senz′aggiungere o levare parola, scrivesse tutto ciò che gli detterebbe. E così fece, e la risposta è la seguente.
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Carta de Sancho Panza a don Quijote de la Mancha.
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Sancio Pancia a don Chisciotte della Mancia.
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La ocupación de mis negocios es tan grande que no tengo lugar para rascarme la cabeza, ni aun para cortarme las uñas; y así, las traigo tan crecidas cual Dios lo remedie. Digo esto, señor mío de mi alma, porque vuesa merced no se espante si hasta agora no he dado aviso de mi bien o mal estar en este gobierno, en el cual tengo más hambre que cuando andábamos los dos por las selvas y por los despoblados.
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«L′occupazione dei miei negozi è tanto grande, che non mi resta tempo da grattarmi la testa, né da tagliarmi le ugne, sicché le porto tanto lunghe come Dio sa. Io dico questo, o signor del mio cuore, perché vossignoria non faccia le meraviglie se prima di adesso non le ho fatto sapere alcuna cosa intorno al mio bene o male stare in questo governo, nel quale patisco più fame di quando noi andavamo insieme per le selve e per i deserti.
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Escribióme el duque, mi señor, el otro día, dándome aviso que habían entrado en esta ínsula ciertas espías para matarme, y hasta agora yo no he descubierto otra que un cierto doctor que está en este lugar asalariado para matar a cuantos gobernadores aquí vinieren llámase el doctor Pedro Recio, y es natural de Tirteafuera ¡porque vea vuesa merced qué nombre para no temer que he de morir a sus manos! Este tal doctor dice él mismo de sí mismo que él no cura las enfermedades cuando las hay, sino que las previene, para que no vengan; y las medecinas que usa son dieta y más dieta, hasta poner la persona en los huesos mondos, como si no fuese mayor mal la flaqueza que la calentura. Finalmente, él me va matando de hambre, y yo me voy muriendo de despecho, pues cuando pensé venir a este gobierno a comer caliente y a beber frío, y a recrear el cuerpo entre sábanas de holanda, sobre colchones de pluma, he venido a hacer penitencia, como si fuera ermitaño; y, como no la hago de mi voluntad, pienso que, al cabo al cabo, me ha de llevar el diablo.
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L′altro dì mi ha scritto il mio signor duca ch′erano entrate in quest′isola delle spie per ammazzarmi, ma sino adesso non ne ho scoperto che una sola, ed è un certo dottore salariato per ammazzare quanti governatori qua arrivano. Costui si chiama il dottore Pietro Rezio, ed è nativo di Tiratinfuora, e veda vossignoria da questo nome solo se non si ha ad aver paura di morire per le sue mani. Questo dottore dice di sé medesimo che non si mette mai a medicare le infermità quando sono attuali, ma che adopera la sua arte perché non succedano; e le medicine che suole usare sono dieta, arcidieta, e tanta dieta che riduce l′uomo a pelle ed ossa, come se la debolezza non fosse peggiore della febbre. Insomma egli mi va ammazzando di fame, ed io mi vo morendo di rabbia; che quando io credeva di venire a questo governo per mangiare caldo e bere fresco, e per ricreare il mio corpo tra lenzuola di Olanda e materasse di piume, sono invece venuto a fare penitenza dei miei peccati, peggio che se fossi un romito: e siccome non lo fo di mia spontanea volontà, temo che al fine dei conti non mi abbia a portar via il diavolo.
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Hasta agora no he tocado derecho ni llevado cohecho, y no puedo pensar en qué va esto; porque aquí me han dicho que los gobernadores que a esta ínsula suelen venir, antes de entrar en ella, o les han dado o les han prestado los del pueblo muchos dineros, y que ésta es ordinaria usanza en los demás que van a gobiernos, no solamente en éste.
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Sino a questo punto la ho fatta magra, e non ho messo da parte alcuna provvisione, di che non posso indovinare il motivo; tanto più che sono stato assicurato che gli altri governatori venuti in quest′isola, anche prima di entrarvi, ricevono dagli abitanti e regali e denari a prestito; e dicono che questa è usanza non solo di questo ma anche degli altri governi.
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Anoche, andando de ronda, topé una muy hermosa doncella en traje de varón y un hermano suyo en hábito de mujer; de la moza se enamoró mi maestresala, y la escogió en su imaginación para su mujer, según él ha dicho, y yo escogí al mozo para mi yerno; hoy los dos pondremos en plática nuestros pensamientos con el padre de entrambos, que es un tal Diego de la Llana, hidalgo y cristiano viejo cuanto se quiere.
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Ieri di notte facendo la ronda per l′isola, incontrai una bella ragazza vestita da uomo con suo fratello da donna. Il mio scalco si è subito innamorato della ragazza, e si è ficcato in testa di volerla per sua sposa, come mi ha detto; ed io ho eletto il ragazzo per mio genero. Oggi stesso comunicheremo le nostre risoluzioni al padre di ambedue, ch′è un tal Diego della Gliana, cittadino e cristiano vecchio quanto vuole.
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Yo visito las plazas, como vuestra merced me lo aconseja, y ayer hallé una tendera que vendía avellanas nuevas, y averigüéle que había mezclado con una hanega de avellanas nuevas otra de viejas, vanas y podridas; apliquélas todas para los niños de la doctrina, que las sabrían bien distinguir, y sentenciéla que por quince días no entrase en la plaza. Hanme dicho que lo hice valerosamente; lo que sé decir a vuestra merced es que es fama en este pueblo que no hay gente más mala que las placeras, porque todas son desvergonzadas, desalmadas y atrevidas, y yo así lo creo, por las que he visto en otros pueblos.
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Io vado visitando i mercati come vossignoria mi consigliò, e ieri ho trovato una fruttaiuola che gridava nocciole nuove, ed aveva frammischiato con le nuove un buono staio di vecchie, vuote, tarlate e guaste. Ho comandato che fossero tutte applicate ai fanciulli delle dottrine, i quali le avranno sapute separar bene, ed ho sentenziato che per quindici giorni la fruttaiuola non comparisse al mercato. Mi hanno detto che mi sono portato benissimo: ma intanto quello che io posso scrivere a vossignoria si è che tutti affermano che in questo paese non vi è gente più briccona delle donne che vendono sul mercato: sono il peggio che si possa dire, svergognate, senza coscienza, temerarie, e così credo anche che sieno sull′esempio di quelle che ho vedute nei mercati degli altri paesi.
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De que mi señora la duquesa haya escrito a mi mujer Teresa Panza y enviádole el presente que vuestra merced dice, estoy muy satisfecho, y procuraré de mostrarme agradecido a su tiempo bésele vuestra merced las manos de mi parte, diciendo que digo yo que no lo ha echado en saco roto, como lo verá por la obra.
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Sono molto contentissimo che la mia signora duchessa abbia scritto a mia moglie Teresa Pancia, e che le abbia mandato il regalo che vossignoria dice: e procurerò di mostrarmi grato a tempo e a luogo. Le bacerà le mani per parte mia, e le dirà che non ha versato in sacco rotto come lo vedrà dagli effetti.
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No querría que vuestra merced tuviese trabacuentas de disgusto con esos mis señores, porque si vuestra merced se enoja con ellos, claro está que ha de redundar en mi daño, y no será bien que, pues se me da a mí por consejo que sea agradecido, que vuestra merced no lo sea con quien tantas mercedes le tiene hechas y con tanto regalo ha sido tratado en su castillo.
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Non vorrei che vossignoria avesse dei disgusti con codesti padroni, perché se vossignoria s′istizza, è cosa chiara che tutto torna a mio danno; e non sarà bene che avendo a me consigliato di farmi ben volere, ella poi non si comporti allo stesso modo verso chi le fa tanti favori, e l′ha trattata con tante carezze in codesto castello.
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Aquello del gateado no entiendo, pero imagino que debe de ser alguna de las malas fechorías que con vuestra merced suelen usar los malos encantadores; yo lo sabré cuando nos veamos.
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Non posso capire l′affare del gattamento, benché m′immagino che sarà qualche burla di quelle che sogliono fare a vossignoria i perfidi incantatori; ma ne saprò poi il netto quando ci rivedremo.
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Quisiera enviarle a vuestra merced alguna cosa, pero no sé qué envíe, si no es algunos cañutos de jeringas, que para con vejigas los hacen en esta ínsula muy curiosos; aunque si me dura el oficio, yo buscaré qué enviar de haldas o de mangas.
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Vorrei mandarle qualche cosa, ma non so che, quando non le mandassi qualche cannoncino da schizzatoi, che se ne fanno in questa isola di curiosissimi. Ad ogni modo se la mia carica durerà, cercherò qualche cosa da mandarle o per fas o per nefas.
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Si me escribiere mi mujer Teresa Panza, pague vuestra merced el porte y envíeme la carta,que tengo grandísimo deseo de saber del estado de mi casa, de mi mujer y de mis hijos. Y con esto, Dios libre a vuestra merced de mal intencionados encantadores, y a mí me saque con bien y en paz deste gobierno, que lo dudo, porque le pienso dejar con la vida, según me trata el doctor Pedro Recio.
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Vossignoria paghi il porto delle lettere che capitassero di mia moglie Teresa Pancia, e me le mandi, perché ho gran voglia di sapere come se la passano in casa mia e la moglie e i figliuoli. E con questo Dio liberi vossignoria dai perfidi incantatori, e faccia che mi cavi sano ed in pace da questo governo, della qual cosa però dubito. Non vorrei lasciarvi la vita per causa dei pessimi trattamenti del dottore Pietro Rezio.
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Criado de vuestra merced.
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Servitore di vossignoria
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Sancho Panza, el Gobernador.
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Sancio Pancia il Governatore.»
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Cerró la carta el secretario y despachó luego al correo; y, juntándose los burladores de Sancho, dieron orden entre sí cómo despacharle del gobierno; y aquella tarde la pasó Sancho en hacer algunas ordenanzas tocantes al buen gobierno de la que él imaginaba ser ínsula, y ordenó que no hubiese regatones de los bastimentos en la república, y que pudiesen meter en ella vino de las partes que quisiesen, con aditamento que declarasen el lugar de donde era, para ponerle el precio según su estimación, bondad y fama, y el que lo aguase o le mudase el nombre, perdiese la vida por ello.
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Il segretario chiuse la lettera e spacciò incontanente il corriere; ed intanto i burlatori di Sancio si concertarono insieme per fargli terminare il governo. Egli si occupò in quella sera nel fare diverse ordinazioni per il buon andamento di quella che figuravasi essere isola. Ordinò fra le altre cose che non avessero a trovarvisi appaltatori di vettovaglie, e che vi si potesse introdurre il vino liberamente, a condizione però che dichiarato fosse il luogo d′onde partiva per assegnare il prezzo secondo la qualità e bontà; pena la testa a colui che lo innacquasse o gli mutasse nome;
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Moderó el precio de todo calzado, principalmente el de los zapatos, por parecerle que corría con exorbitancia; puso tasa en los salarios de los criados, que caminaban a rienda suelta por el camino del interese; puso gravísimas penas a los que cantasen cantares lascivos y descompuestos, ni de noche ni de día. Ordenó que ningún ciego cantase milagro en coplas si no trujese testimonio auténtico de ser verdadero, por parecerle que los más que los ciegos cantan son fingidos, en perjuicio de los verdaderos.
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moderò il prezzo di ogni cosa necessaria a calzarsi, e delle scarpe principalmente, parendogli che fossero eccessivamente costose; mise la tassa ai salari dei servitori, che corrono senza freno sul cammino dell′interesse; stabilì gravissime pene a chi cantasse di notte o di giorno canzoni lascive; e ordinò che niun cieco recitasse miracoli in versi, se però autenticar non potesse la verità di quello che narrava, sembrandogli che la più parte dei prodigi che dai ciechi si sogliono raccogliere, sieno finti, in pregiudizio dei veri;
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Hizo y creó un alguacil de pobres, no para que los persiguiese, sino para que los examinase si lo eran, porque a la sombra de la manquedad fingida y de la llaga falsa andan los brazos ladrones y la salud borracha. En resolución él ordenó cosas tan buenas que hasta hoy se guardan en aquel lugar, y se nombran Las constituciones del gran gobernador Sancho Panza.
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stabilì un birro per i poveri, non già perché avesse a perseguitarli, ma perché dovesse riconoscere se tali fossero davvero, mentre sotto l′ombra di finto storpiamento e di piaghe false rubano a più potere e si ubbriacano: insomma fece sì provvide discipline che sino al presente giorno si osservano in quel paese, e sono chiamate: Le costituzioni del grande governatore Sancio Pancia.
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II. Capítulo LII. Donde se cuenta la aventura de la segunda dueña Dolorida, o Angustiada, llamada por otro nombre doña Rodríguez.
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CAPITOLO LII RACCONTASI L′AVVENTURA DELLA SECONDA MATRONA DOLORIDA, O ANGUSTIATA, CHIAMATA CON ALTRO NOME DONNA RODRIGHEZ.
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Cuenta Cide Hamete que estando ya don Quijote sano de sus aruños, le pareció que la vida que en aquel castillo tenía era contra toda la orden de caballería que profesaba, y así, determinó de pedir licencia a los duques para partirse a Zaragoza, cuyas fiestas llegaban cerca, adonde pensaba ganar el arnés que en las tales fiestas se conquista.
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Cide Hamete racconta che trovandosi già don Chisciotte guarito dalle graffiature, gli sembrò che il tenore del suo vivere in quel castello fosse in opposizione all′ordine di cavalleria da esso lui professato. Determinò pertanto di chiedere licenza ai duchi per andarsene a Saragozza, le cui feste si avvicinavano, sperando di acquistare lo scudo destinato ai vincitori.
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Y, estando un día a la mesa con los duques, y comenzando a poner en obra su intención y pedir la licencia, veis aquí a deshora entrar por la puerta de la gran sala dos mujeres, como después pareció, cubiertas de luto de los pies a la cabeza, y la una dellas, llegándose a don Quijote, se le echó a los pies tendida de largo a largo, la boca cosida con los pies de don Quijote, y daba unos gemidos tan tristes, tan profundos y tan dolorosos, que puso en confusión a todos los que la oían y miraban; y, aunque los duques pensaron que sería alguna burla que sus criados querían hacer a don Quijote, todavía, viendo con el ahínco que la mujer suspiraba, gemía y lloraba, los tuvo dudosos y suspensos, hasta que don Quijote, compasivo, la levantó del suelo y hizo que se descubriese y quitase el manto de sobre la faz llorosa.
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Stando un giorno coi duchi a tavola, e apparecchiandosi a chiedere loro congedo, ecco entrare d′improvviso per la porta della gran sala due donne (come si conobbe di poi) vestite di bruno da capo ai piedi. Appressatasi a don Chisciotte una di esse, si gittò a terra quanto era lunga, tenendo la bocca combaciata coi piedi di don Chisciotte, e mandando fuori gemiti e pianti sì dolorosi e profondi che mise in tutti quelli che la udivano e la osservano la più grande confusione. Tuttoché si avvisassero i duchi che questa dovesse essere una novella burla immaginata dai loro dipendenti, nondimeno vedendo con quanto dolore e con qual veemenza sospirava la donna e gemeva e piangeva, stettero sempre in dubbio e in sospetto fino a tanto che don Chisciotte commosso la sollevò da terra, facendo che si scoprisse e togliesse il velo che nascondeva il lagrimoso suo volto.
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Ella lo hizo así, y mostró ser lo que jamás se pudiera pensar, porque descubrió el rostro de doña Rodríguez, la dueña de casa, y la otra enlutada era su hija, la burlada del hijo del labrador rico. Admiráronse todos aquellos que la conocían, y más los duques que ninguno; que, puesto que la tenían por boba y de buena pasta, no por tanto que viniese a hacer locuras. Finalmente, doña Rodríguez, volviéndose a los señores, les dijo
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Ella ciò eseguì, e mostrò essere quello che non sarebbesi immaginato da chicchessia, mentre scoprissi la faccia di donna Rodrighez, la matrona di casa; e l′altra coperta a bruno era la sua figliuola, la ingannata dal figliuolo del dovizioso contadino. Restarono maravigliati tutti coloro che la conoscevano, e più di tutti i duchi, che la tenevano bensì in conto di sciocca e zotica, ma non mai tale da discendere in siffatte pazzie. Finalmente voltasi donna Rodrighez verso i padroni, disse:
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-Vuesas excelencias sean servidos de darme licencia que yo departa un poco con este caballero, porque así conviene para salir con bien del negocio en que me ha puesto el atrevimiento de un mal intencionado villano.
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— Vogliano le eccellenze vostre concedermi che io un cotal poco mi apparti con questo cavaliere; che ciò mi è assolutamente indispensabile per uscire con onore dall′impegno in cui mi ha posta la temerità di un indegno villano.»
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El duque dijo que él se la daba, y que departiese con el señor don Quijote cuanto le viniese en deseo. Ella, enderezando la voz y el rostro a don Quijote, dijo.
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Rispose il duca che aderiva alla sua inchiesta e che si mettesse pure a suo talento in disparte, e conferisse col signor don Chisciotte. Volgendo ella allora e la faccia e il discorso a don Chisciotte, così disse:
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-Días ha, valeroso caballero, que os tengo dada cuenta de la sinrazón y alevosía que un mal labrador tiene fecha a mi muy querida y amada fija, que es esta desdichada que aquí está presente, y vos me habedes prometido de volver por ella, enderezándole el tuerto que le tienen fecho, y agora ha llegado a mi noticia que os queredes partir deste castillo, en busca de las buenas venturas que Dios os depare; y así, querría que, antes que os escurriésedes por esos caminos, desafiásedes a este rústico indómito, y le hiciésedes que se casase con mi hija, en cumplimiento de la palabra que le dio de ser su esposo, antes y primero que yogase con ella; porque pensar que el duque mi señor me ha de hacer justicia es pedir peras al olmo, por la ocasión que ya a vuesa merced en puridad tengo declarada. Y con esto, Nuestro Señor dé a vuesa merced mucha salud, y a nosotras no nos desampare.
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— Ricordatevi quel giorno, o valoroso cavaliere, che vi ho reso informato del torto e del tradimento usato da malvagio contadino alla mia dolce ed amatissima figliuola, ch′è la disgraziata che vi vedete dinanzi, e voi promesso mi avete di accingervi a difesa sua dirizzando il torto che le venne fatto. Ora è giunto a mia notizia che avete divisato di partire da questo castello per andarvene a cercar buone venture (così Dio ve le presenti), ma io vorrei che prima di cimentarvi ad altra impresa sfidaste questo villano indomito per obbligarlo a prendere la mia figliuola in moglie, adempiendo la parola che le ha dato di essere suo sposo e prima e dopo quello ch′è accaduto fra loro. Lo sperare che mi renda giustizia il mio signor duca è un pretender pere dall′olmo per le ragioni che nettamente ho già fatte conoscere a vossignoria: non dico altro, o signor cavaliere, e Dio conceda alla signoria vostra ogni bene, e non vi lasci mai senza il suo aiuto.»
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A cuyas razones respondió don Quijote, con mucha gravedad y prosopopeya
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A queste parole don Chisciotte rispose con molta gravità e prosopopea.
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-Buena dueña, templad vuestras lágrimas, o, por mejor decir, enjugadlas y ahorrad de vuestros suspiros, que yo tomo a mi cargo el remedio de vuestra hija, a la cual le hubiera estado mejor no haber sido tan fácil en creer promesas de enamorados, las cuales, por la mayor parte, son ligeras de prometer y muy pesadas de cumplir; y así, con licencia del duque mi señor, yo me partiré luego en busca dese desalmado mancebo, y le hallaré, y le desafiaré, y le mataré cada y cuando que se escusare de cumplir la prometida palabra; que el principal asumpto de mi profesión es perdonar a los humildes y castigar a los soberbios; quiero decir acorrer a los miserables y destruir a los rigurosos.
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— Temperate, buona matrona, le vostre lagrime, o a meglio dire rasciugatele e risparmiate i vostri sospiri, che prendo sopra di me il risarcimento dovuto alla vostra figlia cui però sarebbe stato assai più onorevole di non abbandonarsi così alla cieca alle promesse degli innamorati, le quali d′ordinario son facili ad essere fatte, e difficili troppo ad essere mantenute. Io pertanto, con licenza del duca mio signore, mi recherò sull′istante in traccia dello sciagurato giovane senza cuore; lo troverò, lo sfiderò, e lo ammazzerò se negherà di mantenere la promessa fede. Il principale assunto della mia professione è, come sapete, di perdonare agli umili e di gastigare i superbi: ch′è quanto dire di sostenere i miseri e di punire gli arroganti.
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-No es menester -respondió el duque- que vuesa merced se ponga en trabajo de buscar al rústico de quien esta buena dueña se queja, ni es menester tampoco que vuesa merced me pida a mí licencia para desafiarle; que yo le doy por desafiado, y tomo a mi cargo de hacerle saber este desafío, y que le acete, y venga a responder por sí a este mi castillo, donde a entrambos daré campo seguro, guardando todas las condiciones que en tales actos suelen y deben guardarse, guardando igualmente su justicia a cada uno, como están obligados a guardarla todos aquellos príncipes que dan campo franco a los que se combaten en los términos de sus señoríos.
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— Non occorre, disse allora il duca, che la signoria vostra si dia il fastidio di andare in traccia del villano di cui si querela la buona matrona; né importa che a me dimandi la permissione di sfidarlo, che io glielo do già per isfidato, e prendo a carico mio di fargli sapere questo cimento, e di obbligarlo perché lo accetti, e venga a rispondere personalmente in questo mio castello, dove darò ad entrambi campo sicuro, eseguendo le condizioni tutte che in tali atti sogliono e debbono osservarsi; guarentirò egualmente, ad ognuno il giusto come si trovano obbligati tutti i principi che danno campo franco a quelli che combattono nei termini della loro giurisdizione.
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-Pues con ese seguro y con buena licencia de vuestra grandeza -replicó don Quijote-, desde aquí digo que por esta vez renuncio a mi hidalguía, y me allano y ajusto con la llaneza del dañador, y me hago igual con él, habilitándole para poder combatir conmigo; y así, aunque ausente, le desafío y repto, en razón de que hizo mal en defraudar a esta pobre, que fue doncella y ya por su culpa no lo es, y que le ha de cumplir la palabra que le dio de ser su legítimo esposo, o morir en la demanda.
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— Ebbene, con questa certezza e con buona licenza della grandezza vostra, replicò don Chisciotte, dico in questo momento che rinunzio per questa sola volta alla nobiltà, ed umiliandomi mi rendo eguale alla bassezza del malfattore, mi fo suo pari, e lo abilito a poter venir meco a battaglia; e perciò, tutto che assente, lo sfido e lo provoco per aver egli male operato nell′ingannare questa poveretta: egli dee mantenerle la parola una volta datale di essere suo legittimo sposo, o morire.»
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Y luego, descalzándose un guante, le arrojó en mitad de la sala, y el duque le alzó, diciendo que, como ya había dicho, él acetaba el tal desafío en nombre de su vasallo, y señalaba el plazo de allí a seis días; y el campo, en la plaza de aquel castillo; y las armas, las acostumbradas de los caballeros lanza y escudo, y arnés tranzado, con todas las demás piezas, sin engaño, superchería o superstición alguna, examinadas y vistas por los jueces del campo.
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E trattosi incontanente un guanto, lo gittò in mezzo della sala, di dove fu raccolto dal duca, il quale soggiunse che, come aveva detto, accettava la disfida in nome del suo vassallo, e segnava il termine dopo sei giorni e il campo nella piazza del suo castello, e le armi solite dei cavalieri, cioè lancia, scudo e armatura con tutte le altre arme, senza inganno e soverchieria o superstizione di sorta alcuna, e dietro esame da farsi dai giudici del campo.
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-Pero, ante todas cosas, es menester que esta buena dueña y esta mala doncella pongan el derecho de su justicia en manos del señor don Quijote; que de otra manera no se hará nada, ni llegará a debida ejecución el tal desafío.
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— Èperò necessario, continuò il duca, che questa buona matrona e questa cattiva donzella rimettano la ragione della loro giustizia in mano del signor don Chisciotte; che diversamente non si farà nulla, né lascerei che fosse in modo alcuno eseguita tal disfida.
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-Yo sí pongo -respondió la dueña.
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— Io la rimetto, rispose la matrona.
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-Y yo también -añadió la hija, toda llorosa y toda vergonzosa y de mal talante.
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— Ed io egualmente,» aggiunse la figlia tutta in lagrime, vergognosa e di malavoglia.
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Tomado, pues, este apuntamiento, y habiendo imaginado el duque lo que había de hacer en el caso, las enlutadas se fueron, y ordenó la duquesa que de allí adelante no las tratasen como a sus criadas, sino como a señoras aventureras que venían a pedir justicia a su casa; y así, les dieron cuarto aparte y las sirvieron como a forasteras, no sin espanto de las demás criadas, que no sabían en qué había de parar la sandez y desenvoltura de doña Rodríguez y de su malandante hija.
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Concesso pertanto questo appuntamento, mentre il duca andava pensando a ciò che dovesse fare in quel caso, se ne partirono le brune donne, ed ordinò la duchessa che quind′innanzi non fossero più trattate come due serventi, ma come signore venturiere che venivano a dimandare giustizia dinanzi a lei. Fu subito assegnato loro un appartamento separato, e vennero trattate come forestiere, non senza apprensione delle altre donne di corte che non giungevano a intendere dove andasse a parare la follia e la cattiva condotta di donna Rodrighez e della male incamminata figliuola.
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Estando en esto, para acabar de regocijar la fiesta y dar buen fin a la comida, veis aquí donde entró por la sala el paje que llevó las cartas y presentes a Teresa Panza, mujer del gobernador Sancho Panza, de cuya llegada recibieron gran contento los duques, deseosos de saber lo que le había sucedido en su viaje; y, preguntándoselo, respondió el paje que no lo podía decir tan en público ni con breves palabras que sus excelencias fuesen servidos de dejarlo para a solas, y que entretanto se entretuviesen con aquellas cartas. Y, sacando dos cartas, las puso en manos de la duquesa. La una decía en el sobreescrito Carta para mi señora la duquesa tal, de no sé dónde, y la otra A mi marido Sancho Panza, gobernador de la ínsula Barataria, que Dios prospere más años que a mí. No se le cocía el pan, como suele decirse, a la duquesa hasta leer su carta, y abriéndola y leído para sí, y viendo que la podía leer en voz alta para que el duque y los circunstantes la oyesen, leyó desta manera.
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Standosi in questo, e per rallegrare la festa e dare buon termine al desinare, ecco ch′entra in sala quel paggio che recò le lettere e i regali a Teresa Pancia moglie del governatore Sancio Pancia, del cui arrivo ebbero i duchi gran contento, siccome desiderosi di sapere ciò che gli fosse successo nel viaggio. Si affrettavano a interrogarlo; ma egli disse che non avrebbe potuto rispondere così in pubblico né con brevi parole; e perciò che piacesse alle loro eccellenze di riserbarsi a privato colloquio, soddisfacendosi frattanto con quelle lettere. Due ne cavò fuori e le mise in mano alla duchessa. Aveva l′una questa soprascritta: «Lettera per la mia signora duchessa tale di non so dove;» e l′altra: «A mio marito Sancio Pancia governatore dell′isola Barattaria, che Dio prosperi più anni di me.» La duchessa non poteva stare alle mosse, come suol dirsi, per la impazienza di leggere la lettera a lei diretta, ed apertala, e gittatovi lo sguardo, e conosciuto che poteva leggerla ad alta voce perché il duca e i circostanti la udissero, lo fece tosto. Ascoltiamola
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Carta de Teresa Panza a la Duques.
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Teresa Pancia alla duchessa di non so dove.
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Mucho contento me dio, señora mía, la carta que vuesa grandeza me escribió, que en verdad que la tenía bien deseada. La sarta de corales es muy buena, y el vestido de caza de mi marido no le va en zaga. De que vuestra señoría haya hecho gobernador a Sancho, mi consorte, ha recebido mucho gusto todo este lugar, puesto que no hay quien lo crea, principalmente el cura, y mase Nicolás el barbero, y Sansón Carrasco el bachiller; pero a mí no se me da nada; que, como ello sea así, como lo es, diga cada uno lo que quisiere; aunque, si va a decir verdad, a no venir los corales y el vestido, tampoco yo lo creyera, porque en este pueblo todos tienen a mi marido por un porro, y que, sacado de gobernar un hato de cabras, no pueden imaginar para qué gobierno pueda ser bueno. Dios lo haga, y lo encamine como vee que lo han menester sus hijos.
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«Gran contento mi ha dato, signora duchessa, la lettera scrittami da vostra grandezza; che posso veramente dire di averla desiderata per un gran pezzo di tempo. La filza dei coralli è buonissima, e il vestito da caccia di mio marito non lo è niente manco. Molto piacere ha provato tutto questo paese nel sentire che Sancio mio consorte sia stato fatto da vostra signoria governatore, sebbene non vi è alcuno che lo creda, e principalmente il curato e maestro Nicolò il barbiere e Sansone Carrasco il baccelliere; ma a me non importa un fico secco, mentre pur che ciò sia vero, com′egli è, ciarli pur ognuno come gli pare: ma se ho da confessare la verità non lo avrei creduto io medesima se non avessi visti i coralli e il vestito. Perché sappi vossignoria che in questo paese mio marito è tenuto da tutti per una bestia, e nessuno arriva a concepire che governo possa egli essere buono da sostenere, quando non è nato che per governare un branco di capre, Dio lo aiuti e lo incammini pel meglio dei suoi figliuoli.
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Yo, señora de mi alma, estoy determinada, con licencia de vuesa merced, de meter este buen día en mi casa, yéndome a la corte a tenderme en un coche, para quebrar los ojos a mil envidiosos que ya tengo; y así, suplico a vuesa excelencia mande a mi marido me envíe algún dinerillo, y que sea algo qué, porque en la corte son los gastos grandes que el pan vale a real, y la carne, la libra, a treinta maravedís, que es un juicio; y si quisiere que no vaya, que me lo avise con tiempo, porque me están bullendo los pies por ponerme en camino; que me dicen mis amigas y mis vecinas que, si yo y mi hija andamos orondas y pomposas en la corte, vendrá a ser conocido mi marido por mí más que yo por él, siendo forzoso que pregunten muchos ′′-¿Quién son estas señoras deste coche?′′ Y un criado mío responder ′′-La mujer y la hija de Sancho Panza, gobernador de la ínsula Barataria′′; y desta manera será conocido Sancho, y yo seré estimada, y a Roma por todo.
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Io, signora amatissima, sono risoluta con sua buona licenza di mettere questa notizia a profitto della famiglia e di passare a corte, e poi di andarmene lunga distesa in un cocchio per far schizzar gli occhi ai mille invidiosi che tengo. Supplico intanto vostra eccellenza che ordini a mio marito che mi mandi dei denari, e che sia buona somma: perché nella corte le spese sono grandi; che il pane è tanto caro che vale un reale, e la carne trenta maravedis per libbra. Se poi non vuole che io venga me lo faccia sapere a tempo, mentre ho le brace sotto ai piedi per voglia di mettermi in viaggio, che dicono le mie vicine che se io e mia figlia ci faremo vedere con fasto e con pompa alla corte, verrà ad essere conosciuto mio marito più per mezzo mio che per sé proprio. Non potrà la gente far di meno di chiedere: «Chi sono le signore di questo cocchio?» e un mio servitore risponderà: «La moglie e la figliuola di Sancio Pancia governatore dell′isola Barattaria:» e di questa maniera sarà conosciuto Sancio, ed io sarò stimata e a Roma e per tutto.
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Pésame, cuanto pesarme puede, que este año no se han cogido bellotas en este pueblo; con todo eso, envío a vuesa alteza hasta medio celemín, que una a una las fui yo a coger y a escoger al monte, y no las hallé más mayores; yo quisiera que fueran como huevos de avestruz.
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«Mi sa male quanto mai si può dire che non si sieno in quest′anno raccolte che poche ghiande in questo paese, ma con tutto questo ne mando a vostra altezza mezzo quartuccio, che io stessa andai a raccorre nella montagna: non ne trovai di maggiori, eppure avrei voluto che fossero come uova di struzzo.
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No se le olvide a vuestra pomposidad de escribirme, que yo tendré cuidado de la respuesta, avisando de mi salud y de todo lo que hubiere que avisar deste lugar, donde quedo rogando a Nuestro Señor guarde a vuestra grandeza, y a mí no olvide. Sancha, mi hija, y mi hijo besan a vuestra merced las manos.
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Non si dimentichi la vostra pomposità di scrivermi, che io sarò sollecita a rispondere dandole avviso della mia salute e di tutto quello che sarà da farle sapere di questo paese, dove resto pregando Dio che tenga in sua custodia la vostra grandezza, e che non si scordi di me. Sancia mia figliuola e il mio figliuolo baciano a vossignoria le mani.
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La que tiene más deseo de ver a vuestra señoría que de escribirla, su criada. Teresa Panza.
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«Quella che tiene desiderio più grande di vedere V. S. che di scriverle «Sua servitora Teresa Pancia.»
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Grande fue el gusto que todos recibieron de oír la carta de Teresa Panza, principalmente los duques, y la duquesa pidió parecer a don Quijote si sería bien abrir la carta que venía para el gobernador, que imaginaba debía de ser bonísima. Don Quijote dijo que él la abriría por darles gusto, y así lo hizo, y vio que decía desta manera.
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Gran piacere ebbero tutti, e specialmente i duchi, nell′udire questa lettera; e la duchessa chiese consiglio a don Chisciotte se fosse ben fatto aprir l′altra diretta al governatore che s′immaginava dovesse esser singolare. Disse don Chisciotte che l′aprirebbe egli per loro soddisfazione; e, ciò fatto, si trovò ch′era così concepita:
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Carta de Teresa Panza a Sancho Panza su marid.
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Teresa Pancia a Sancio Pancia suo marito.
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Tu carta recibí, Sancho mío de mi alma, y yo te prometo y juro como católica cristiana que no faltaron dos dedos para volverme loca de contento. Mira, hermano cuando yo llegué a oír que eres gobernador, me pensé allí caer muerta de puro gozo, que ya sabes tú que dicen que así mata la alegría súbita como el dolor grande. A Sanchica, tu hija, se le fueron las aguas sin sentirlo, de puro contento. El vestido que me enviaste tenía delante, y los corales que me envió mi señora la duquesa al cuello, y las cartas en las manos, y el portador dellas allí presente, y, con todo eso, creía y pensaba que era todo sueño lo que veía y lo que tocaba; porque, ¿quién podía pensar que un pastor de cabras había de venir a ser gobernador de ínsulas? Ya sabes tú, amigo, que decía mi madre que era menester vivir mucho para ver mucho dígolo porque pienso ver más si vivo más; porque no pienso parar hasta verte arrendador o alcabalero, que son oficios que, aunque lleva el diablo a quien mal los usa, en fin en fin, siempre tienen y manejan dineros. Mi señora la duquesa te dirá el deseo que tengo de ir a la corte; mírate en ello, y avísame de tu gusto, que yo procuraré honrarte en ella andando en coche.
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«Ho ricevuto la tua lettera, Sancio mio dolce, e ti prometto e giuro da cattolica romana che mancarono due dita sole che io non diventassi matta dalla consolazione. Credi pure, fratello, che quando venni a sapere che tu eri governatore, fui all′orlo di cascar morta; che tu sai il proverbio: tanto ammazza improvvisa allegrezza quanto gran dolore. A Sancetta tua figliuola scappò l′acqua senza nemmeno che se ne accorgesse, per lo puro contento. Io avevo davanti agli occhi il vestito che mi hai mandato: tenevo i coralli al collo regalatimi dalla mia signora duchessa; le lettere erano in mia mano, il messo che portò tutte queste cose stava presente: eppure con tutto questo io pensava che fosse un sogno quello che vedevo e toccavo, perché chi poteva figurarsi mai che un povero guidatore di capre dovesse arrivare ad essere governatore d′isole? Già tu sai, amico, che soleva dire mia madre: bisogna vivere molto per vedere molto. Dico questo perché penso di vedere anche più se vivo di più; mentre fo conto di non chetarmi se non arrivo a vederti appaltatore o doganiere, cariche che sebbene il diavolo porti via chi le esercita male, alla fine dei conti danno da possedere e da maneggiare sempre denari. Ti dirà la mia signora duchessa quanto grande sia il mio desiderio di venire alla corte: pensaci, e fammi sapere se ciò ti piace; nel qual caso io procurerò di farti onore, e anderemo in cocchio in compagnia.
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El cura, el barbero, el bachiller y aun el sacristán no pueden creer que eres gobernador, y dicen que todo es embeleco, o cosas de encantamento, como son todas las de don Quijote tu amo; y dice Sansón que ha de ir a buscarte y a sacarte el gobierno de la cabeza, y a don Quijote la locura de los cascos; yo no hago sino reírme, y mirar mi sarta, y dar traza del vestido que tengo de hacer del tuyo a nuestra hija.
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Il curato, il barbiere, il baccelliere ed anche il sagrestano non possono credere che tu sia governatore; e vanno spargendo che tutto questo è imbroglio o cose d′incantesimo, come sono tutte quelle che risguardano il signor don Chisciotte tuo padrone. Sansone Carrasco dice che vuol venirti a trovare per cavare a te il governo dal capo, e la pazzia dal cervello di don Chisciotte. Io rido di tutto questo; e sto guardando il mio vezzo di coralli, e vo pensando come si possa fare a nostra figliuola un vestito di quello che mi hai mandato.
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Unas bellotas envié a mi señora la duquesa; yo quisiera que fueran de oro. Envíame tú algunas sartas de perlas, si se usan en esa ínsula.
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Ho inviate alcune poche ghiande alla mia signora duchessa, le quali avrei voluto che fossero d′oro. Mandami tu qualche filza di perle, se si usano in cotesta tua isola.
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Las nuevas deste lugar son que la Berrueca casó a su hija con un pintor de mala mano, que llegó a este pueblo a pintar lo que saliese; mandóle el Concejo pintar las armas de Su Majestad sobre las puertas del Ayuntamiento, pidió dos ducados, diéronselos adelantados, trabajó ocho días, al cabo de los cuales no pintó nada, y dijo que no acertaba a pintar tantas baratijas; volvió el dinero, y, con todo eso, se casó a título de buen oficial; verdad es que ya ha dejado el pincel y tomado el azada, y va al campo como gentilhombre. El hijo de Pedro de Lobo se ha ordenado de grados y corona, con intención de hacerse clérigo; súpolo Minguilla, la nieta de Mingo Silvato, y hale puesto demanda de que la tiene dada palabra de casamiento; malas lenguas quieren decir que ha estado encinta dél, pero él lo niega a pies juntillas.
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Ti dirò anche le nuove che corrono in questo paese. La Berrucca maritò sua figliuola con un cattivo pittore, il quale è venuto in questo paese a dipingere con cinque dita. Gli fu ordinato dal consiglio di colorire le armi di sua Maestà sopra le porte del comune, ed egli ne chiese due ducati, li ebbe anticipatamente e lavorò otto giorni, in capo dei quali trovossi che non aveva dipinto niente, e disse che non sapeva risolversi a por mano al pennello per queste inezie. Restituì il denaro, e con tutto questo si maritò, per la fama che avea di buon pittore: verità è che ha già abbandonato il pennello, e che ha dato di piglio alla zappa, e va al campo come un gentiluomo. Il figliuolo di Pietro Lupo ha pigliato gli ordini minori con intenzione di farsi prete. Venne a saperlo Menicuccia, la nipote di Menico Silvano, e lo accusò di averle dato parola di tôrla per moglie, e le male lingue dicono qualche cosa di più; ma il giovane a tutta gola protesta che dicono il falso.
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Hogaño no hay aceitunas, ni se halla una gota de vinagre en todo este pueblo. Por aquí pasó una compañía de soldados; lleváronse de camino tres mozas deste pueblo; no te quiero decir quién son quizá volverán, y no faltará quien las tome por mujeres, con sus tachas buenas o malas.
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Siamo senza ulive in quest′anno, né si trova in questo paese goccia di aceto. Passò di qua una cornpagnia di soldati, i quali menarono via tre ragazze del paese. Non voglio dirti chi sono perché forse torneranno, e non mancherà chi le pigli per moglie come saranno.
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Sanchica hace puntas de randas; gana cada día ocho maravedís horros, que los va echando en una alcancía para ayuda a su ajuar; pero ahora que es hija de un gobernador, tú le darás la dote sin que ella lo trabaje. La fuente de la plaza se secó; un rayo cayó en la picota, y allí me las den todas.
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Sancetta fa merletti da reticelle; guadagna ogni dì otto maravedis, e li va mettendo in un ghiandaruolo per suo corredo: ma adesso ch′è figliuola di un governatore, avrà da te la dote senza tanti stenti. La fontana della piazza è seccata. Una saetta è caduta sopra la berlina, che così s′inceneriscano tutte.
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Espero respuesta désta y la resolución de mi ida a la corte; y, con esto, Dios te me guarde más años que a mí o tantos, porque no querría dejarte sin mí en este mundo.
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Attendo risposta alla presente, e la tua risoluzione del mio venire alla corte. Dio con questo ti guardi più anni di me, o quanto sarò io per vivere, perché non vorrei lasciarti senza la mia compagnia in questo mondo.
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Tu mujer. Teresa Panza.
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Tua moglie Teresa Pancia»
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Las cartas fueron solenizadas, reídas, estimadas y admiradas; y, para acabar de echar el sello, llegó el correo, el que traía la que Sancho enviaba a don Quijote, que asimesmo se leyó públicamente, la cual puso en duda la sandez del gobernador.
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Queste lettere furono festeggiate, derise, stimate e soggetto di generale stupore; e per dare compimento all′opera giunse anche il corriere che recava la lettera di Sancio a don Chisciotte, che pure fu letta pubblicamente, e fu cagione che dovessero tutti dubitare se veramente fosse così semplice come pareva.
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Retiróse la duquesa, para saber del paje lo que le había sucedido en el lugar de Sancho, el cual se lo contó muy por estenso, sin dejar circunstancia que no refiriese; diole las bellotas, y más un queso que Teresa le dio, por ser muy bueno, que se aventajaba a los de Tronchón Recibiólo la duquesa con grandísimo gusto, con el cual la dejaremos, por contar el fin que tuvo el gobierno del gran Sancho Panza, flor y espejo de todos los insulanos gobernadores.
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Si appartò la duchessa per essere informata dal paggio dell′avvenutogli nel paese di Sancio, ed egli fece il più minuto racconto senza omettere niuna circostanza. Consegnò le ghiande e di più una forma di cacio che Teresa gli aveva dato, assai buono, e da giudicarsi migliore del marzolino e del parmigiano. La duchessa lo ricevette con grandissimo contento, in cui la lasceremo per raccontare il fine ch′ebbe il governo del gran Sancio Pancia, fiore e specchio di tutti gl′isolani governatori.
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II. Capítulo LIII. Del fatigado fin y remate que tuvo el gobierno de Sancho Panza.
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CAPITOLO LIII DEL TRAVAGLIOSO FINE CH′EBBE IL GOVERNO DI SANCIO PANCIA.
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′′Pensar que en esta vida las cosas della han de durar siempre en un estado es pensar en lo escusado; antes parece que ella anda todo en redondo, digo, a la redonda la primavera sigue al verano, el verano al estío, el estío al otoño, y el otoño al invierno, y el invierno a la primavera, y así torna a andarse el tiempo con esta rueda continua; sola la vida humana corre a su fin ligera más que el tiempo, sin esperar renovarse si no es en la otra, que no tiene términos que la limiten′′. Esto dice Cide Hamete, filósofo mahomético; porque esto de entender la ligereza e instabilidad de la vida presente, y de la duración de la eterna que se espera, muchos sin lumbre de fe, sino con la luz natural, lo han entendido; pero aquí, nuestro autor lo dice por la presteza con que se acabó, se consumió, se deshizo, se fue como en sombra y humo el gobierno de Sancho.
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Credere che in questa umana vita debbano le cose durar sempre ad un modo, gli è un immaginare l′impossibile: mentre vediamo che tutto va alternandosi senza pose. Succede la state alla primavera, l′autunno alla state, il verno all′autunno, ed al verno la primavera: e così torna a girare il tempo con questa ruota continua, e la nostra vita sola scorre presto presto al suo fine, senza speranza di rinnovarsi se non nell′altra, che non ha limiti ed è eterna. Così si esprime Cide Hamete, filosofo maomettano; poi il conoscere la leggerezza e la instabilità di questa vita mortale, e la durazione della eterna, che si spera, è inteso da molti anche senza i lumi della fede, mediante la sola ragione naturale. Il nostro autore pronunziò così grave sentenza, riflettendo alla prestezza con che finì, si consumò, si disfece e dileguossi come ombra e fumo il governo di Sancio.
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El cual, estando la séptima noche de los días de su gobierno en su cama, no harto de pan ni de vino, sino de juzgar y dar pareceres y de hacer estatutos y pragmáticas, cuando el sueño, a despecho y pesar de la hambre, le comenzaba a cerrar los párpados, oyó tan gran ruido de campanas y de voces, que no parecía sino que toda la ínsula se hundía. Sentóse en la cama, y estuvo atento y escuchando, por ver si daba en la cuenta de lo que podía ser la causa de tan grande alboroto; pero no sólo no lo supo, pero, añadiéndose al ruido de voces y campanas el de infinitas trompetas y atambores, quedó más confuso y lleno de temor y espanto; y, levantándose en pie, se puso unas chinelas, por la humedad del suelo, y, sin ponerse sobrerropa de levantar, ni cosa que se pareciese, salió a la puerta de su aposento, a tiempo cuando vio venir por unos corredores más de veinte personas con hachas encendidas en las manos y con las espadas desenvainadas, gritando todos a grandes voces.
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Stava egli la settima notte dei giorni del suo governo a letto, non satollo né di pane né di vino, e soltanto di proferire giudizi, di dar pareri e di fare statuti o prammatiche; ed il sonno a dispetto della fame cominciava a fargli chiudere le palpebre, quando sentì straordinario rumore di campane e di schiamazzi, che propriamente pareva che tutta l′isola avesse a sprofondarsi. Si pose a sedere sul letto, e stette cogli orecchi tesi per conoscere possibilmente d′onde procedesse sì terribile rombazzo: ma non solo non giunse allora a scoprirne la cause, anzi aggiungendosi allo strepito delle grida e delle campane, quello d′infinite trombe e tamburi, rimase egli più confuso che mai e tutto pieno di sospetti e di spavento. Rizzossi, si mise le pianelle per evitare l′umidità del terreno, e senza porsi indosso zimarra od altra veste, venne alla porta della sua camera; ed ecco che vide avanzarsi dal corridoio più di venti persone con torce accese in mano e colle spade sguainate, gridavano tutti il più che potevano:
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-¡Arma, arma, señor gobernador, arma!; que han entrado infinitos enemigos en la ínsula, y somos perdidos si vuestra industria y valor no nos socorre.
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«All′armi, all′armi, signor governatore, all′armi, che sono entrati nell′isola infiniti nemici, e siamo perduti, quando il vostro grande valore non ci soccorra.»
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Con este ruido, furia y alboroto llegaron donde Sancho estaba, atónito y embelesado de lo que oía y veía; y, cuando llegaron a él, uno le dijo.
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Con tutto questo fracasso e furia e sollevamento sorpresero il povero governatore, che rimase tutto sbalordito senza distinguer bene quello che udisse o vedesse. Gli si avvicinò un uomo e gli disse:
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-¡Ármese luego vuestra señoría, si no quiere perderse y que toda esta ínsula se pierda.
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— Presto, si armi vossignoria, se non vuole andare in precipizio con tutta l′isola.
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-¿Qué me tengo de armar -respondió Sancho-, ni qué sé yo de armas ni de socorros? Estas cosas mejor será dejarlas para mi amo don Quijote, que en dos paletas las despachará y pondrá en cobro; que yo, pecador fui a Dios, no se me entiende nada destas priesas.
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— E perché m′ho ad armare? rispose Sancio; e che so io di armi o di soccorsi? Sarà meglio lasciare queste cose al mio padrone don Chisciotte, che in due parole le spedirà e vi troverà ripiego, mentre io, poveraccio, non m′intendo niente di queste frette tanto frettolose.
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-¡Ah, señor gobernador! -dijo otro-. ¿Qué relente es ése? Ármese vuesa merced, que aquí le traemos armas ofensivas y defensivas, y salga a esa plaza, y sea nuestra guía y nuestro capitán, pues de derecho le toca el serlo, siendo nuestro gobernador.
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— Ah signor governatore! disse un altro, che viltà è questa? Dia di piglio all′armi e la finisca, che le portiamo qua armi offensive e difensive, e corra alla piazza e si costituisca nostra guida e nostro capitano; questo le appartiene di diritto come nostro governatore.
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-Ármenme norabuena -replicó Sancho.
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— Mi armino pure, alla buon′ora, replicò Sancio.
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Y al momento le trujeron dos paveses, que venían proveídos dellos, y le pusieron encima de la camisa, sin dejarle tomar otro vestido, un pavés delante y otro detrás, y, por unas concavidades que traían hechas, le sacaron los brazos, y le liaron muy bien con unos cordeles, de modo que quedó emparedado y entablado, derecho como un huso, sin poder doblar las rodillas ni menearse un solo paso. Pusiéronle en las manos una lanza, a la cual se arrimó para poder tenerse en pie. Cuando así le tuvieron, le dijeron que caminase, y los guiase y animase a todos; que, siendo él su norte, su lanterna y su lucero, tendrían buen fin sus negocios.
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Incontanente gli recarono due pavesi, dei quali erano forniti a dovizia, e glieli misero alla camicia (senza lasciargli prendere altro vestito) uno dinanzi e l′altro di dietro: per certe concavità fatte ad arte gli trassero fuori le braccia; e quindi legaronli ben forte con cordicelle, di modo che rimase come murato e intavolato, diritto come un fuso, senza poter piegare le ginocchia, né muovere neanche un passo. Gli posero in mano una lancia sulla quale si appoggiò per reggersi in piedi, e quando lo ebbero così avviluppato, gl′intimarono che camminasse e che a modo di buon condottiere animasse tutti all′impresa: mentre speravano che avendo lui per tramontana, per lanterna e per diana, ogni cosa finirebbe con prospero evento.
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-¿Cómo tengo de caminar, desventurado yo -respondió Sancho-, que no puedo jugar las choquezuelas de las rodillas, porque me lo impiden estas tablas que tan cosidas tengo con mis carnes? Lo que han de hacer es llevarme en brazos y ponerme, atravesado o en pie, en algún postigo, que yo le guardaré, o con esta lanza o con mi cuerpo.
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— Come diavolo volete che io cammini? disgraziato di me, rispose Sancio, se non posso piegar le ginocchia coll′imbarazzo di queste tavole che stanno cucite colle mie carni! Portatemi a braccio, che questo è il meglio che io possa fare: mettetemi o ritto o attraverso in qualche sportello, che lo difenderò con questo lancione e con questo corpo.
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-Ande, señor gobernador -dijo otro-, que más el miedo que las tablas le impiden el paso; acabe y menéese, que es tarde, y los enemigos crecen, y las voces se aumentan y el peligro carga.
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— Eh signor governatore! disse un altro, la paura è quella che le dà fastidio e non mica le tavole: movasi e la finisca, ch′è tardi, e i nemici crescono e le grida incalzano, e il pericolo diventa sempre più terribile.
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Por cuyas persuasiones y vituperios probó el pobre gobernador a moverse, y fue dar consigo en el suelo tan gran golpe, que pensó que se había hecho pedazos. Quedó como galápago encerrado y cubierto con sus conchas, o como medio tocino metido entre dos artesas, o bien así como barca que da al través en la arena; y no por verle caído aquella gente burladora le tuvieron compasión alguna; antes, apagando las antorchas, tornaron a reforzar las voces, y a reiterar el ¡arma! con tan gran priesa, pasando por encima del pobre Sancho, dándole infinitas cuchilladas sobre los paveses, que si él no se recogiera y encogiera, metiendo la cabeza entre los paveses, lo pasara muy mal el pobre gobernador, el cual, en aquella estrecheza recogido, sudaba y trasudaba, y de todo corazón se encomendaba a Dios que de aquel peligro le sacase.
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Il povero governatore, irritato da questi rimproveri, provò a muovere un passo, ma non fece altro che dare uno stramazzone in terra con tale precipizio che gli parve di essersi fatto in pezzi. Se ne restò come testuggine rinserrata dentro al suo nicchio, o come mezzo presciutto messo tra due strettoi, o come barca che dà a traverso nella rena. Ma non per questo ne sentì alcuna compassione quella gente burlona; che anzi smorzando le torcie, rinforzò ancora le grida, e reiterò l′allarme con sì gran furia, passando sul povero Sancio, e dando infiniti colpi sopra i suoi pavesi, che s′egli non si fosse tutto raggomitolato e raggricchiato, ficcando in giù la testa, sarebbe ita la cosa molto male per lui. Chiuso in quelle strettezze, sudava e grondava, raccomandandosi a Dio che di tanto pericolo lo cavasse.
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Unos tropezaban en él, otros caían, y tal hubo que se puso encima un buen espacio, y desde allí, como desde atalaya, gobernaba los ejércitos, y a grandes voces decía.
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Taluno inciampava in lui, altri cadeva, e tale vi fu che gli montò addosso, e di là come da sentinella, dirigeva le squadre e sclamava:
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-¡Aquí de los nuestros, que por esta parte cargan más los enemigos! ¡Aquel portillo se guarde, aquella puerta se cierre, aquellas escalas se tranquen! ¡Vengan alcancías, pez y resina en calderas de aceite ardiendo! ¡Trinchéense las calles con colchones.
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— Passino i nostri da questa parte, che qua fanno forza maggiore i nemici; si difenda quello sportello, quella porta si chiuda, si sbarrino quelle scale, portino qua caroselle e palle infuocate, vengano caldaie con pece ed olio bollente, si alzino trincere di materassi per le strade.
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En fin, él nombraba con todo ahínco todas las baratijas e instrumentos y pertrechos de guerra con que suele defenderse el asalto de una ciudad, y el molido Sancho, que lo escuchaba y sufría todo, decía entre sí.
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Infine passava in rassegna con ardore tutte le cose e gli strumenti e le munizioni di guerra colle quali si suole difendere la città dall′assalto. Il ben macinato Sancio, che ascoltava e sopportava ogni cosa, dicea tra sé stesso:
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-¡Oh, si mi Señor fuese servido que se acabase ya de perder esta ínsula, y me viese yo o muerto o fuera desta grande angustia.
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— Oh piacesse a Dio che i nemici prendessero quest′isola, e che fossi o morto o tolto da tante angustie!
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Oyó el cielo su petición, y, cuando menos lo esperaba, oyó voces que decían.
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Salì al cielo la sua preghiera; poiché quando meno se l′aspettava, udironsi voci che ripetevano:
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-¡Vitoria, vitoria! ¡Los enemigos van de vencida! ¡Ea, señor gobernador, levántese vuesa merced y venga a gozar del vencimiento y a repartir los despojos que se han tomado a los enemigos, por el valor dese invencible brazo.
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«Vittoria, vittoria! i nemici sono in piena rotta; si alzi pure, signor governatore, venga a gioire del trionfo e a dividere le spoglie torte al nemico, mercé il valore del suo invincibile braccio.»
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-Levántenme -dijo con voz doliente el dolorido Sancho.
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— Mi alzino altri, disse Sancio con voce dogliosa.
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Ayudáronle a levantar, y, puesto en pie, dijo.
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E aiutato a rizzarsi quando fu in piedi disse:
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-El enemigo que yo hubiere vencido quiero que me le claven en la frente. Yo no quiero repartir despojos de enemigos, sino pedir y suplicar a algún amigo, si es que le tengo, que me dé un trago de vino, que me seco, y me enjugue este sudor, que me hago agua.
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— Voglio che mi conficchino in fronte il nemico che ho superato, e non voglio io saperne di bottini dei nemici, e mi basta pregare e supplicare qualche amico, se pure ne ho alcuno, che mi dia un sorso di vino perché muoio di sete, e che mi rasciughi questo sudore nel quale mi vado tutto stemperando.
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Limpiáronle, trujéronle el vino, desliáronle los paveses, sentóse sobre su lecho y desmayóse del temor, del sobresalto y del trabajo. Ya les pesaba a los de la burla de habérsela hecho tan pesada; pero el haber vuelto en sí Sancho les templó la pena que les había dado su desmayo. Preguntó qué hora era, respondiéronle que ya amanecía. Calló, y, sin decir otra cosa, comenzó a vestirse, todo sepultado en silencio, y todos le miraban y esperaban en qué había de parar la priesa con que se vestía. Vistióse, en fin, y poco a poco, porque estaba molido y no podía ir mucho a mucho, se fue a la caballeriza, siguiéndole todos los que allí se hallaban, y, llegándose al rucio, le abrazó y le dio un beso de paz en la frente, y, no sin lágrimas en los ojos, le dijo.
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Lo rasciugarono, gli recarono del vino, gli slegarono i pavesi, passò a sedere sopra il suo letto, ma ivi svenne per la paura, per lo batticuore e per lo travaglio. Rincresceva a tutti di avergliela fatta sì sonora; se non che il vedere poi Sancio tornato in sé, mitigò la pena che lo svenimento suo aveva cagionato. Chiese che ora fosse, e gli risposero che si avvicinava il giorno. Tacque, e senza aggiungere parole cominciò presto a vestirsi guardando il più rigoroso silenzio, e intanto stavano tutti osservando, desiderosi di vedere dove andrebbe a finire tale sua fretta. Finalmente si trovò vestito, e a poco a poco (giacché era tutto pesto, né poteva accelerare il passo), recossi alla stalla seguito da quanti quivi trovavansi; ed appressatosi al suo asino, lo abbracciò, gli diede in fronte il bacio di pace, e non senza spargere lacrime dagli occhi, gli indirizzò queste parole:
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-Venid vos acá, compañero mío y amigo mío, y conllevador de mis trabajos y miserias cuando yo me avenía con vos y no tenía otros pensamientos que los que me daban los cuidados de remendar vuestros aparejos y de sustentar vuestro corpezuelo, dichosas eran mis horas, mis días y mis años; pero, después que os dejé y me subí sobre las torres de la ambición y de la soberbia, se me han entrado por el alma adentro mil miserias, mil trabajos y cuatro mil desasosiegos.
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— Vien qua, compagno mio, amico mio, e consolatore de′ miei travagli e delle miserie; quando io era d′accordo con te, né avevo altri pensieri che quelli di racconciare la tua bardella e di sostentare il tuo caro corpicciuolo, felici erano le mie ore e beati i giorni e gli anni: dopo che ti ho abbandonato per salire sopra le torri dell′ambizione e della superbia, mille miserie, mille travagli e quattromila smanie penetrarono dentro il mio cuore.
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Y, en tanto que estas razones iba diciendo, iba asimesmo enalbardando el asno, sin que nadie nada le dijese. Enalbardado, pues, el rucio, con gran pena y pesar subió sobre él, y, encaminando sus palabras y razones al mayordomo, al secretario, al maestresala y a Pedro Recio el doctor, y a otros muchos que allí presentes estaban, dijo.
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Intanto che stava dicendo queste e simili cose, attendeva ad imbardellare la bestia, senza che alcuno gli dicesse sillaba. Finì quella operazione, e con fatica e con istento vi montò sopra; poi indirizzando la parola al maggiordomo, allo scalco ed al dottore Pietro Rezio, non meno che agli altri tutti che quivi erano, disse:
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-Abrid camino, señores míos, y dejadme volver a mi antigua libertad; dejadme que vaya a buscar la vida pasada, para que me resucite de esta muerte presente. Yo no nací para ser gobernador, ni para defender ínsulas ni ciudades de los enemigos que quisieren acometerlas. Mejor se me entiende a mí de arar y cavar, podar y ensarmentar las viñas, que de dar leyes ni de defender provincias ni reinos. Bien se está San Pedro en Roma quiero decir, que bien se está cada uno usando el oficio para que fue nacido. Mejor me está a mí una hoz en la mano que un cetro de gobernador; más quiero hartarme de gazpachos que estar sujeto a la miseria de un médico impertinente que me mate de hambre; y más quiero recostarme a la sombra de una encina en el verano y arroparme con un zamarro de dos pelos en el invierno, en mi libertad, que acostarme con la sujeción del gobierno entre sábanas de holanda y vestirme de martas cebollinas. Vuestras mercedes se queden con Dios, y digan al duque mi señor que, desnudo nací, desnudo me hallo ni pierdo ni gano; quiero decir, que sin blanca entré en este gobierno y sin ella salgo, bien al revés de como suelen salir los gobernadores de otras ínsulas. Y apártense déjenme ir, que me voy a bizmar; que creo que tengo brumadas todas las costillas, merced a los enemigos que esta noche se han paseado sobre mí.
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— Fatemi largo, signori miei, e lasciatemi ritornare all′antica mia libertà; lasciatemi andare a cercar la mia vita passata, affinché io risusciti da questa morte presente: io non son nato per essere governatore, né per difendere isole, né città dai nemici che le vogliono prendere d′assalto; io m′intendo più dell′arare, del zappare, del potare e del propagginare le vigne, che di dare leggi e difendere regni e provincie. Bene sta San Pietro in Roma: e voglio dire che ognuno sta bene nell′ufficio pel quale è nato, e meglio sta a me una sega in mano che uno scettro di governatore; voglio piuttosto satollarmi di pane molle con l′olio, aceto e sale, che stare soggetto alla miseria d′un medico impertinente che mi faccia morire di fame: piuttosto voglio starmene nell′estate sotto l′ombra di un faggio, e coprirmi di sacco nell′inverno, ma in piena libertà, che dormire coi sospetti di un governo, ravvolto in lenzuola d′Olanda e vestito di pelliccie. Le signorie vostre restino con Dio, e dicano al duca mio signore che nacqui ignudo, che ignudo adesso mi trovo, né ho perduto, né ho guadagnato, e voglio dire che sono entrato in questo governo pitocco, e pitocco me ne vado, e che non mi accadde come a tanti altri governatori di altre isole che tornano a casa carichi di bottino. Vossignorie vadano pei fatti loro ché io vo pei fatti miei, ed ho bisogno di sollecitare a mettermi degli empiastri, perché temo di avere le costole tutte rotte, per colpa dei nemici che questa notte hanno passeggiato sopra la mia persona.
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-No ha de ser así, señor gobernador -dijo el doctor Recio-, que yo le daré a vuesa merced una bebida contra caídas y molimientos, que luego le vuelva en su prístina entereza y vigor; y, en lo de la comida, yo prometo a vuesa merced de enmendarme, dejándole comer abundantemente de todo aquello que quisiere.
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— Così non dev′essere, signor governatore, disse il dottor Rezio; ed io somministrerò a vossignoria una bevanda contro le cadute e percosse, per cui ella riacquisterà il primitivo suo vigore e la sua salute; e quanto al mangiare, prometto a lei di emendarmi, concedendole di cibarsi abbondantemente di tutto quello che le piacerà.
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-¡Tarde piache! -respondió Sancho-. Así dejaré de irme como volverme turco. No son estas burlas para dos veces. Por Dios que así me quede en éste, ni admita otro gobierno, aunque me le diesen entre dos platos, como volar al cielo sin alas. Yo soy del linaje de los Panzas, que todos son testarudos, y si una vez dicen nones, nones han de ser, aunque sean pares, a pesar de todo el mundo. Quédense en esta caballeriza las alas de la hormiga, que me levantaron en el aire para que me comiesen vencejos y otros pájaros, y volvámonos a andar por el suelo con pie llano, que, si no le adornaren zapatos picados de cordobán, no le faltarán alpargatas toscas de cuerda. Cada oveja con su pareja, y nadie tienda más la pierna de cuanto fuere larga la sábana; y déjenme pasar, que se me hace tarde.
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— Ètroppo tardi, disse Sancio, e tanto è possibile ch′io non vada, quanto che diventi turco. Oh, di queste burle non se ne fanno due volte, e giuro per la vita mia che non resterò in questo né piglierei altro governo, se pure me lo dessero tra due piatti; e ciò è tanto certo, come è certo che non si può volare senz′ale. La razza dei Pancia, signor dottore mio carissimo, sappiate che quando ha detto una volta no, vi persiste a dispetto di tutto il mondo: restino in questa stalla le ali della formica che mi sollevarono in aria, perché le rondini ed altri uccelli mi avessero a mangiare, e torniamocene pure a camminare per terra a piede sciolto, ché se non sarò fornito di scarpe trinciate di cordovano, non saranno almeno per mancarmi quelle rozze di corda; ognuno co′ suoi pari, e niuno distenda le gambe più di quello che è lungo il lenzuolo; e mi lascino andare, che oramai si fa tardi.
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A lo que el mayordomo dijo.
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Il maggiordomo disse:
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-Señor gobernador, de muy buena gana dejáramos ir a vuesa merced, puesto que nos pesará mucho de perderle, que su ingenio y su cristiano proceder obligan a desearle; pero ya se sabe que todo gobernador está obligado, antes que se ausente de la parte donde ha gobernado, dar primero residencia déla vuesa merced de los diez días que ha que tiene el gobierno, y váyase a la paz de Dios.
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— Signor governatore, noi volentieri la lasceremmo partire, benché molto ci dolga il perderla, che il suo ingegno ed il suo cristiano procedere ci lasceranno di lei un desiderio perpetuo: ma ognuno sa che tutti i governatori sono obbligati prima di lasciare il governo di sottoporsi ad un sindacato: ora vi si addatti vossignoria per questi dieci giorni che ha durato il suo reggimento, e poi se ne vada in santa pace.
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-Nadie me la puede pedir -respondió Sancho-, si no es quien ordenare el duque mi señor; yo voy a verme con él, y a él se la daré de molde; cuanto más que, saliendo yo desnudo, como salgo, no es menester otra señal para dar a entender que he gobernado como un ángel.
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— Nessuno mi può comandare questa cosa, soggiunse Sancio, se non fosse il duca mio signore, che è il solo padrone, ed io vo adesso a trovarlo, e a lui darò conto appuntino e senza difficoltà: perché siccome me ne vo ignudo, così basterà questo a provare che ho governato da angelo.
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-Par Dios que tiene razón el gran Sancho -dijo el doctor Recio-, y que soy de parecer que le dejemos ir, porque el duque ha de gustar infinito de verle.
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— Oh in fede mia, disse il dottor Rezio, che ha ragione il grande Sancio, ed io sono di avviso che lo lasciamo partire, poiché il duca avrà molto contento nel rivederlo.
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Todos vinieron en ello, y le dejaron ir, ofreciéndole primero compañía y todo aquello que quisiese para el regalo de su persona y para la comodidad de su viaje. Sancho dijo que no quería más de un poco de cebada para el rucio y medio queso y medio pan para él; que, pues el camino era tan corto, no había menester mayor ni mejor repostería. Abrazáronle todos, y él, llorando, abrazó a todos, y los dejó admirados, así de sus razones como de su determinación tan resoluta y tan discreta.
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Entrarono tutti in questo parere, e lo lasciarono andare, offrendogli compagnia e tutto quello che più gli piacesse, sì per comodo della sua persona che per vitto nel viaggio. Sancio disse che non voleva altro se non un po′ di biada pel suo leardo, e mezza forma di cacio e mezzo pane per sé, mentre essendo la strada corta non aveva bisogno né di migliore né di peggiore credenza. Tutti lo abbracciarono, e a tutti egli diede il ricambio, lasciandoli edificati de′ suoi detti e delle sue sentenze, non meno che della sua risoluta e discreta determinazione
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II. Capítulo LIV. Que trata de cosas tocantes a esta historia, y no a otra alguna.
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CAPITOLO LIV TRATTASI DI COSE APPARTENENTI A QUESTA E NON AD ALCUN′ALTRA ISTORIA.
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Resolviéronse el duque y la duquesa de que el desafío que don Quijote hizo a su vasallo, por la causa ya referida, pasase adelante; y, puesto que el mozo estaba en Flandes, adonde se había ido huyendo, por no tener por suegra a doña Rodríguez, ordenaron de poner en su lugar a un lacayo gascón, que se llamaba Tosilos, industriándole primero muy bien de todo lo que había de hacer.
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La sfida che don Chisciotte aveva intimata per le ragioni già dette, parve al duca e alla duchessa che dovesse andare innanzi; e poiché il giovanotto stava nelle Fiandre, dove era fuggito per non essere costretto ad accettare donna Rodrighez per suocera, divisarono di sostituirvi uno staffiere guascone, che si chiamava Tosillo, istruendolo prima molto bene di tutto quello ch′egli dovesse fare.
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De allí a dos días dijo el duque a don Quijote como desde allí a cuatro vendría su contrario, y se presentaría en el campo, armado como caballero, y sustentaría como la doncella mentía por mitad de la barba, y aun por toda la barba entera, si se afirmaba que él le hubiese dado palabra de casamiento. Don Quijote recibió mucho gusto con las tales nuevas, y se prometió a sí mismo de hacer maravillas en el caso, y tuvo a gran ventura habérsele ofrecido ocasión donde aquellos señores pudiesen ver hasta dónde se estendía el valor de su poderoso brazo; y así, con alborozo y contento, esperaba los cuatro días, que se le iban haciendo, a la cuenta de su deseo, cuatrocientos siglos.
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In capo di due giorni il duca annunziò a don Chisciotte che di là ad altri quattro verrebbe il suo avversario, e presenterebbesi in campo, armato come cavaliere, apparecchiato a sostenere che la donzella mentiva per metà della barba ed anco per tutta la barba intera, qualora continuasse a dire che le fosse stata data parola di maritaggio. Diede questa novella gran contento a don Chisciotte; il quale promise a se stesso di operare meraviglie, tenendo per buona ventura che se gli fosse offerta occasione in cui mostrare a quei signori fin dove giungesse la forza del poderoso suo braccio: e così tutto baldanzoso e giulivo stava attendendo i quattro giorni, che diventavano quattrocento secoli in comparazione delle sue smanie.
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Dejémoslos pasar nosotros, como dejamos pasar otras cosas, y vamos a acompañar a Sancho, que entre alegre y triste venía caminando sobre el rucio a buscar a su amo, cuya compañía le agradaba más que ser gobernador de todas las ínsulas del mundo.
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Lasciamoli passare noi al modo stesso che lasciato abbiamo passare altre cose, e facciamoci ad accompagnare Sancio, che mezzo allegro e mezzo malinconico se ne veniva sopra il suo leardo in traccia del suo padrone, la cui compagnia eragli molto più gradevole dell′essere governatore di tutte le isole dell′intiero mondo.
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Sucedió, pues, que, no habiéndose alongado mucho de la ínsula del su gobierno -que él nunca se puso a averiguar si era ínsula, ciudad, villa o lugar la que gobernaba-, vio que por el camino por donde él iba venían seis peregrinos con sus bordones, de estos estranjeros que piden la limosna cantando, los cuales, en llegando a él, se pusieron en ala, y, levantando las voces todos juntos, comenzaron a cantar en su lengua lo que Sancho no pudo entender, si no fue una palabra que claramente pronunciaba limosna, por donde entendió que era limosna la que en su canto pedían; y como él, según dice Cide Hamete, era caritativo además, sacó de sus alforjas medio pan y medio queso, de que venía proveído, y dióselo, diciéndoles por señas que no tenía otra cosa que darles. Ellos lo recibieron de muy buena gana, y dijeron.
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Avvenne pertanto che non essendosi ancora molto scostato dall′isola da lui governata (che non seppe mai ben riconoscere se fosse isola, città, paese o castello quella al cui governo era stato posto), vide che per la strada medesima da lui battuta venivano sei pellegrini coi loro bordoni, ed erano di quelli che cantarellando vanno accattone. Giunti presso a lui si misero in ala, ed alzando tutti insieme la voce cominciarono a cantare nel loro idioma quello che Sancio non poté intendere, ad eccezione di una parola che nettamente si faceva sentire, limosina: dal che venne ad inferire cantando accattassero. E siccom′egli, per quanto Cide Hamete riporta, era molto caritativo, trasse dalle sue bisaccie il mezzo pane e la mezza forma di cacio di cui s′era provvisto, e li diede loro facendo intendere a cenni che altro non aveva da dispensare. Assai volentieri accettarono, e dissero:
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-¡Guelte! ¡Guelte.
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— Guelte; guelte.
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-No entiendo -respondió Sancho- qué es lo que me pedís, buena gente.
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— Non intendo, disse Sancio, che cosa voi mi dimandiate, o buona gente.»
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Entonces uno de ellos sacó una bolsa del seno y mostrósela a Sancho, por donde entendió que le pedían dineros; y él, poniéndose el dedo pulgar en la garganta y estendiendo la mano arriba, les dio a entender que no tenía ostugo de moneda, y, picando al rucio, rompió por ellos; y, al pasar, habiéndole estado mirando uno dellos con mucha atención, arremetió a él, echándole los brazos por la cintura; en voz alta y muy castellana, dijo.
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Uno di essi allora cavò una borsa dal seno, e la mostrò a Sancio; il quale venne così a comprendere che gli chiedeano danari: ond′è che mettendosi il dito grosso alla gola, e distendendo la mano su loro fece capire che non aveva un maledetto maravedis al suo comando, e dato di sprone al leardo passò avanti. Essendo stato da uno dei pellegrini guardato con molta attenzione, corse questi alla volta sua, e raggiuntolo, lo abbracciò a dirittura, e con alta voce in castigliano gli disse:
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-¡Válame Dios! ¿Qué es lo que veo? ¿Es posible que tengo en mis brazos al mi caro amigo, al mi buen vecino Sancho Panza? Sí tengo, sin duda, porque yo ni duermo, ni estoy ahora borracho.
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— Oh poffare il mondo! che è questo ch′io veggo? Èegli possibile che io stringa fra le mie braccia il dolce mio amico, il mio buon vicino Sancio Pancia? Ah sì che lo stringo, ed egli è desso: che io già non dormo, né sono ubbriaco.»
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Admiróse Sancho de verse nombrar por su nombre y de verse abrazar del estranjero peregrino, y, después de haberle estado mirando sin hablar palabra, con mucha atención, nunca pudo conocerle; pero, viendo su suspensión el peregrino, le dijo.
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Fece Sancio le maraviglie nel sentirsi chiamare a nome e nel vedersi abbracciare dal pellegrino straniero, e dopo averlo guardato ben bene senza mai proferire parola, non gli venne punto fatto di riconoscerlo. Il pellegrino, per toglierlo dalla sospensione in cui lo vedeva, gli disse:
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-¿Cómo, y es posible, Sancho Panza hermano, que no conoces a tu vecino Ricote el morisco, tendero de tu lugar.
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— Come? E crederò io Sancio, fratel mio, che tu non ravvisi il tuo vicino Ricotte, il moresco che teneva bottega nel tuo paese?»
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Entonces Sancho le miró con más atención y comenzó a rafigurarle, y , finalmente, le vino a conocer de todo punto, y, sin apearse del jumento, le echó los brazos al cuello, y le dijo.
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Lo guardò allora Sancio con maggiore attenzione, e finalmente lo riconobbe appuntino. Senza nemmeno smontare dal giumento, gli gittò le braccia al collo, e gli disse:
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-¿Quién diablos te había de conocer, Ricote, en ese traje de moharracho que traes? Dime ¿quién te ha hecho franchote, y cómo tienes atrevimiento de volver a España, donde si te cogen y conocen tendrás harta mala ventura.
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— Chi diavolo t′aveva a riconoscere, mio caro Ricotte, con quest′abito da mattaccino che porti? che cosa t′hai posto indosso? dimmi, di grazia: e chi ti ha fatto Franciotto? e come hai tanto coraggio di tornare in Ispagna, dove se ti scoprono, e ti acchiappano, mala ventura ti aspetta?
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-Si tú no me descubres, Sancho -respondió el peregrino-, seguro estoy que en este traje no habrá nadie que me conozca; y apartémonos del camino a aquella alameda que allí parece, donde quieren comer y reposar mis compañeros, y allí comerás con ellos, que son muy apacible gente. Yo tendré lugar de contarte lo que me ha sucedido después que me partí de nuestro lugar, por obedecer el bando de Su Majestad, que con tanto rigor a los desdichados de mi nación amenazaba, según oíste.
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— Se tu non sarai quello che mi palesi, o Sancio, rispose il pellegrino, io sono certo che in quest′abito non vi sarà chi mi raffiguri. Appartiamoci, e andiamo in questo vicino albereto (che già anche i miei compagni si vogliono fermare, mangiare e riposare un poco), dove ti ciberai anche tu con noi altri in sollazzevole compagnia, ed io ti metterò al fatto di tutti i miei casi fino dal giorno che dovetti allontanarmi dal nostro paese per ubbidire al bando di sua Maestà, che ha cacciati con tanto rigore tutti i disgraziati della mia nazione, come ti è ben noto.»
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Hízolo así Sancho, y, hablando Ricote a los demás peregrinos, se apartaron a la alameda que se parecía, bien desviados del camino real. Arrojaron los bordones, quitáronse las mucetas o esclavinas y quedaron en pelota, y todos ellos eran mozos y muy gentileshombres, excepto Ricote, que ya era hombre entrado en años. Todos traían alforjas, y todas, según pareció, venían bien proveídas, a lo menos, de cosas incitativas y que llaman a la sed de dos leguas.
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Lo compiacque Sancio; e Ricotte dopo avere parlato agli altri pellegrini, si ridusse con loro all′indicato albereto fuori di mano dalla strada maestra. Gittarono a parte i bordoni, e si levarono le mozzette; e tutti erano giovani e begli uomini, ad eccezione di Ricotte, piuttosto attempato. Aveva ognuno il suo paio di bisacce, e per quanto pareva erano ben provveduti almeno di cose atte a chiamare la sete due leghe lontano.
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Tendiéronse en el suelo, y, haciendo manteles de las yerbas, pusieron sobre ellas pan, sal, cuchillos, nueces, rajas de queso, huesos mondos de jamón, que si no se dejaban mascar, no defendían el ser chupados. Pusieron asimismo un manjar negro que dicen que se llama cavial, y es hecho de huevos de pescados, gran despertador de la colambre. No faltaron aceitunas, aunque secas y sin adobo alguno, pero sabrosas y entretenidas. Pero lo que más campeó en el campo de aquel banquete fueron seis botas de vino, que cada uno sacó la suya de su alforja; hasta el buen Ricote, que se había transformado de morisco en alemán o en tudesco, sacó la suya, que en grandeza podía competir con las cinco.
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Si sdraiarono in terra, e valendosi dell′erba per tovaglie, vi soppraposero pane, sale, coltelli, noci, scheggie di cacio ed ossa spolpate di presciutto, le quali quantunque non si lasciassero masticare, non per questo schivavano di essere ben succhiate. Trassero fuori altresì un camangiare nero, che chiamano caviale, composto di uova di pesce, e grande svegliatore della sete; né vi mancarono ulive, sebbene secche e senza alcun acconcime, ma pur saporite e gustose. Le cose che più campeggiarono nel banchetto, furono sei boracce di vino, avendone ognuno cavata fuori una dalla sua bisaccia; e quella del buon Ricotte, ch′erasi trasformato di moresco in alemanno, poteva con tutte le altre cinque gareggiare e competere.
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Comenzaron a comer con grandísimo gusto y muy de espacio, saboreándose con cada bocado, que le tomaban con la punta del cuchillo, y muy poquito de cada cosa, y luego, al punto, todos a una, levantaron los brazos y las botas en el aire; puestas las bocas en su boca, clavados los ojos en el cielo, no parecía sino que ponían en él la puntería; y desta manera, meneando las cabezas a un lado y a otro, señales que acreditaban el gusto que recebían, se estuvieron un buen espacio, trasegando en sus estómagos las entrañas de las vasijas.
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Cominciarono a mangiare con grandissimo gusto, e con pausa, e ad ogni boccone, pigliato colla punta del coltello, aggiungevano picciola porzione di companatico. Tutt′ad un tratto alzarono d′accordo le braccia e le boracce all′aria, le posero alla bocca e fissarono gli occhi al cielo, che propriamente sembrava che vi pigliassero la mira; e così dimenando la testa da una banda e dall′altra, indizio del gusto che provavano, impiegarono buono spazio di tempo vuotando nei loro stomachi le viscere di quei vasi.
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Todo lo miraba Sancho, y de ninguna cosa se dolía; antes, por cumplir con el refrán, que él muy bien sabía, de "cuando a Roma fueres, haz como vieres", pidió a Ricote la bota, y tomó su puntería como los demás, y no con menos gusto que ellos.
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Sancio osservava e rifletteva sopra questa sua ventura, né gli spiaceva per nulla; ed anche per adattarsi al proverbio: Se vai a Roma dèi vivere alla romana; dimandò a Ricotte la boraccia, pigliò la mira come gli altri, e tracannò con non minor gusto di loro.
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Cuatro veces dieron lugar las botas para ser empinadas; pero la quinta no fue posible, porque ya estaban más enjutas y secas que un esparto, cosa que puso mustia la alegría que hasta allí habían mostrado. De cuando en cuando, juntaba alguno su mano derecha con la de Sancho, y decía
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Per quattro volte permisero le boracce di essere sollevate all′aria, ma non già per la quinta, trovandosi asciutte e secche più di un giunco marino: cosa che avvelenò l′allegria che si era diffusa in quella brigata. Taluno di tanto in tanto congiungeva la destra mano con la sinistra di Sancio, e diceva:
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-Español y tudesqui, tuto uno bon compaño.
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— Spagnuolo e Tedesco un compagno solo.»
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Y Sancho respondía Bon compaño, jura Di.
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Sancio rispondeva: — Buon compagno giura a Dio:»
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Y disparaba con una risa que le duraba un hora, sin acordarse entonces de nada de lo que le había sucedido en su gobierno; porque sobre el rato y tiempo cuando se come y bebe, poca jurisdición suelen tener los cuidados. Finalmente, el acabársele el vino fue principio de un sueño que dio a todos, quedándose dormidos sobre las mismas mesas y manteles; solos Ricote y Sancho quedaron alerta, porque habían comido más y bebido menos; y, apartando Ricote a Sancho, se sentaron al pie de una haya, dejando a los peregrinos sepultados en dulce sueño; y Ricote, sin tropezar nada en su lengua morisca, en la pura castellana le dijo las siguientes razones.
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e mandavano fuori tali risate che duravano un′ora: né Sancio si ricordava più punto né poco di quanto nel governo gli era accaduto; che mentre si mangia e si beve hanno poca giurisdizione sopra di noi i pensieri ed i fastidi. Finalmente la mancanza del vino fu principio di profondo sonno da cui tutti furono colti, e per cui rimasero addormentati sulla tovaglia e sul mantile. Soli Ricotte e Sancio si tennero all′erta, avendo bensì mangiato di più, ma bevuto di meno degli altri; e Ricotte conducendo Sancio da parte, si mise con lui a sedere a pié di una quercia, lasciando gli altri pellegrini sepolti in dolcissimo sonno. Ricotte, senza inciampar mai nel suo dialetto moresco, ma usando della pura lingua castigliana, così si fece a parlare:
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-« Bien sabes, ¡oh Sancho Panza, vecino y amigo mío!, como el pregón y bando que Su Majestad mandó publicar contra los de mi nación puso terror y espanto en todos nosotros; a lo menos, en mí le puso de suerte que me parece que antes del tiempo que se nos concedía para que hiciésemos ausencia de España, ya tenía el rigor de la pena ejecutado en mi persona y en la de mis hijos. Ordené, pues, a mi parecer como prudente, bien así como el que sabe que para tal tiempo le han de quitar la casa donde vive y se provee de otra donde mudarse; ordené, digo, de salir yo solo, sin mi familia, de mi pueblo, y ir a buscar donde llevarla con comodidad y sin la priesa con que los demás salieron; porque bien vi, y vieron todos nuestros ancianos, que aquellos pregones no eran sólo amenazas, como algunos decían, sino verdaderas leyes, que se habían de poner en ejecución a su determinado tiempo; y forzábame a creer esta verdad saber yo los ruines y disparatados intentos que los nuestros tenían, y tales, que me parece que fue inspiración divina la que movió a Su Majestad a poner en efecto tan gallarda resolución, no porque todos fuésemos culpados, que algunos había cristianos firmes y verdaderos; pero eran tan pocos que no se podían oponer a los que no lo eran, y no era bien criar la sierpe en el seno, teniendo los enemigos dentro de casa. Finalmente, con justa razón fuimos castigados con la pena del destierro, blanda y suave al parecer de algunos, pero al nuestro, la más terrible que se nos podía dar. Doquiera que estamos lloramos por España, que, en fin, nacimos en ella y es nuestra patria natural; en ninguna parte hallamos el acogimiento que nuestra desventura desea, y en Berbería, y en todas las partes de África, donde esperábamos ser recebidos, acogidos y regalados, allí es donde más nos ofenden y maltratan. No hemos conocido el bien hasta que le hemos perdido; y es el deseo tan grande, que casi todos tenemos de volver a España, que los más de aquellos, y son muchos, que saben la lengua como yo, se vuelven a ella, y dejan allá sus mujeres y sus hijos desamparados tanto es el amor que la tienen; y agora conozco y experimento lo que suele decirse que es dulce el amor de la patria. Salí, como digo, de nuestro pueblo, entré en Francia, y, aunque allí nos hacían buen acogimiento, quise verlo todo. Pasé a Italia y llegué a Alemania, y allí me pareció que se podía vivir con más libertad, porque sus habitadores no miran en muchas delicadezas cada uno vive como quiere, porque en la mayor parte della se vive con libertad de conciencia. Dejé tomada casa en un pueblo junto a Augusta; juntéme con estos peregrinos, que tienen por costumbre de venir a España muchos dellos, cada año, a visitar los santuarios della, que los tienen por sus Indias, y por certísima granjería y conocida ganancia. Ándanla casi toda, y no hay pueblo ninguno de donde no salgan comidos y bebidos, como suele decirse, y con un real, por lo menos, en dineros, y al cabo de su viaje salen con más de cien escudos de sobra que, trocados en oro, o ya en el hueco de los bordones, o entre los remiendos de las esclavinas, o con la industria que ellos pueden, los sacan del reino y los pasan a sus tierras, a pesar de las guardas de los puestos y puertos donde se registran. Ahora es mi intención, Sancho, sacar el tesoro que dejé enterrado, que por estar fuera del pueblo lo podré hacer sin peligro y escribir o pasar desde Valencia a mi hija y a mi mujer, que sé que está en Argel, y dar traza como traerlas a algún puerto de Francia, y desde allí llevarlas a Alemania, donde esperaremos lo que Dios quisiere hacer de nosotros; que, en resolución, Sancho, yo sé cierto que la Ricota mi hija y Francisca Ricota, mi mujer, son católicas cristianas, y, aunque yo no lo soy tanto, todavía tengo más de cristiano que de moro, y ruego siempre a Dios me abra los ojos del entendimiento y me dé a conocer cómo le tengo de servir. Y lo que me tiene admirado es no saber por qué se fue mi mujer y mi hija antes a Berbería que a Francia, adonde podía vivir como cristiana.
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— Tu sai bene, Sancio, vicino ed amico mio, come il bando fatto pubblicare da sua Maestà contro quelli della mia nazione mise in noi tutti il più grande terrore e raccapriccio. Io per lo manco ne fui colto a modo, che prima ancora del termine accordatoci per uscire di Spagna, sembravami già eseguito il rigore della pena sopra di me e sopra de′ miei figliuoli. Determinai allora con prudente consiglio al parer mio (a guisa di colui che sa di essere cacciato dalla casa dove soggiorna, e si provvede di altra da collocarvisi), determinai, ripeto, di partire dal paese solo e senza la mia famiglia, e di andar a cercare dove poterla condurre con comodità e senza la fretta che ebbero gli altri miei paesani. Vidi benissimo, e tutti i vecchi della mia nazione videro pure, che quei bandi non erano già sole minaccie, ma leggi da dover essere ad un tempo determinato eseguite. E tanto più me ne persuasi: conoscendo gli stolti pensieri che avevano i nostri: pei quali giudicai che una ispirazione divina avesse mossa sua Maestà a tanta determinazione. Non già che fossimo tutti colpevoli (che alcuno v′era fermo e vero cristiano), ma perché il maggior numero essendo tale, sicché non gli si poteano contrapporre i buoni, veniva ad essere cosa prudente il non allevarsi la serpe in seno col tenersi troppi nemici in casa. Furono tutti castigati con la pena del bando; soave e piacevole secondo il parere di taluno, ma la più terribile che ci potesse colpire per quanto a me sembra. Ora, dovunque noi ci troviamo non facciamo che piangere per la cara Spagna; che alla fine siamo nati qui, ed è questa la nostra patria naturale, né troviamo in alcun luogo il rifugio di cui ha bisogno la nostra miseria. In Barberia e in tutte le parti dell′Africa, dove speravamo di esser ricevuti, accolti e assistiti è appunto dove piucché altrove ci offendono e ci strapazzano. Non abbiamo conosciuto il bene se non dopo averlo perduto, e la brama che da quasi tutti noi si alimenta di tornare in Ispagna è sì grande, che la più parte di quelli (e sono in copioso numero) che sanno la lingua come io la so, vi tornano; abbandonando la moglie e i figliuoli: sì eccedente è l′affetto che portano a questo paese! Ora io pure conosco per esperienza che è vero quel detto: Dolce è l′amore della patria. Partii, come dissi, dal mio paese, entrai in Francia, e tuttoché ci facessero ivi molto buona accoglienza, volli vedere altri paesi. Passai in Italia, di là in Alemagna, e mi sembrò quivi di poter vivere con più libertà che altrove: perché i suoi abitanti non badano molto alle minuzie, e vive ognuno a modo suo e per lo più con perfetta libertà di coscenza. Lasciai una casa che avevo tolto a pigione in un paese vicino ad Augusta, e mi accompagnai con questi pellegrini che costumano di venire ogni anno in buon numero a visitare i santuari di Spagna, ch′essi tengono per le loro Indie in considerazione del gran profitto e guadagno che ne traggono. Eglino scorrono quasi tutto questo regno, da dove partono sazi e satolli, come si suol dire; ed un solo reale che tenevano in danari, a poco va ad aumentarsi sino ai cento scudi, i quali cambiano in oro, nascondono nei vani de′ loro bordoni o nelle toppe delle loro schiavine, e con fina industria, a dispetto dei passi e delle dogane, portano l′oro fuori del nostro regno. Ora sappi, o Sancio, che io non sono qua con altra intenzione che quella di cavare un tesoro che lasciai sotterrato; e per essere fuori del paese potrò farlo senza pericolo, studiando poi la maniera di scrivere o di passar io stesso da Valenza in Algeri dove stanno mia moglie e mia figlia, e di condurle in qualche porto di Francia, dal quale passeremo in Alemagna; ed ivi staremo aspettando quello che a Dio piacerà di fare di noi tutti. Lo sai bene, Sancio mio, che tanto Ricottina, mia figlia, quanto Francesca, mia moglie, sono cattoliche cristiane; e sebbene io non lo sia quanto esse, tengo tuttavia più del cristiano che del moro, e prego sempre il Signore che illumini il mio intelletto, e che mi faccia conoscere il modo come io l′ho da servire. Ti dirò per altro che non posso arrivar a capire come mai, tanto mia moglie, quanto mia figlia abbiano prescelto di andarsene in Barberia piuttosto che in Francia, dove potevano vivere come cristiane.
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A lo que respondió Sancho
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— La ragione è chiara, rispose Sancio,
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-Mira, Ricote, eso no debió estar en su mano, porque las llevó Juan Tiopieyo, el hermano de tu mujer; y, como debe de ser fino moro, fuese a lo más bien parado, y séte decir otra cosa que creo que vas en balde a buscar lo que dejaste encerrado; porque tuvimos nuevas que habían quitado a tu cuñado y tu mujer muchas perlas y mucho dinero en oro que llevaban por registrar.
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perché non poterono far di manco; e perché le ha condotte via Giovanni Tiopeyo, il fratello di tua moglie; il quale essendo moro fino, andò dove pensava di stare meglio e più al sicuro: voglio anche che tu sappia un′altra cosa, ed è che penso che tu vada inutilmente a cercare quello che hai lasciato sotterra; perché noi avemmo notizia che fu tolto ogni cosa a tuo cognato e a tua moglie delle molte perle e del molto contante che portavano a registrare.
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-Bien puede ser eso -replicó Ricote-, pero yo sé, Sancho, que no tocaron a mi encierro, porque yo no les descubrí dónde estaba, temeroso de algún desmán; y así, si tú, Sancho, quieres venir conmigo y ayudarme a sacarlo y a encubrirlo, yo te daré docientos escudos, con que podrás remediar tus necesidades, que ya sabes que sé yo que las tienes muchas.
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— Questo potrà essere, disse Ricotte, ma ti so dire, o Sancio, che non possono aver toccato l′oro che io sotterrai, perché non dissi ad alcuno dove fosse, per timore che non mi succedesse qualche disgrazia; e così, se tu vuoi venir meco e aiutarmi a cavarlo e promettermi di mantenere il segreto, io ti farò il regalo di dugento scudi; molto opportuni a′ tuoi bisogni, i quali sai bene ch′io li conosco.
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-Yo lo hiciera -respondió Sancho-, pero no soy nada codicioso; que, a serlo, un oficio dejé yo esta mañana de las manos, donde pudiera hacer las paredes de mi casa de oro, y comer antes de seis meses en platos de plata; y, así por esto como por parecerme haría traición a mi rey en dar favor a sus enemigos, no fuera contigo, si como me prometes docientos escudos, me dieras aquí de contado cuatrocientos.
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— Ti compiacerei, disse Sancio, se fossi ingordo del danaro, ma non me ne curo; e devi sapere che appunto questa mattina mi sono lasciato scappare di mano un posto col quale avrei potuto intonacare d′oro le mura della mia casa, e in manco di sei mesi mangiare in piatti d′argento: ma tanto per quello che ti ho detto, come per parermi che farei tradimento al mio re, prestando aiuto ai suoi nemici, non diventerei tuo compagno né per dugento, né per quattrocento scudi di anticipazione.
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-Y ¿qué oficio es el que has dejado, Sancho? -preguntó Ricote.
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— Che posto è egli questo che tu hai lasciato? disse Ricotte.
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-He dejado de ser gobernador de una ínsula -respondió Sancho-, y tal, que a buena fee que no hallen otra como ella a tres tirones.
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— Ho lasciato, rispose Sancio, di essere governatore di un′isola, e tale che in fede mia la eguale non si trova a tre tirate.
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-¿Y dónde está esa ínsula? -preguntó Ricote.
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— E dove giace quest′isola? chiese Ricotte.
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-¿Adónde? -respondió Sancho-. Dos leguas de aquí, y se llama la ínsula Barataria.
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— Dove? soggiunse Sancio: due leghe di qua lontano, e chiamasi l′isola Barattaria.
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-Calla, Sancho -dijo Ricote-, que las ínsulas están allá dentro de la mar; que no hay ínsulas en la tierra firme.
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— Sta cheto, Sancio, replicò Ricotte, che Isole non si trovano se non in mare, perché non vi sono isole sul continente.
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-¿Cómo no? -replicó Sancho-. Dígote, Ricote amigo, que esta mañana me partí della, y ayer estuve en ella gobernando a mi placer, como un sagitario; pero, con todo eso, la he dejado, por parecerme oficio peligroso el de los gobernadores.
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— Come no? replicò Sancio: torno a dirti, Ricotte, che stamattina sono partito di là, e che ieri io stava governandola a mio piacere come un sagittario: ma con tutto questo ho voluto abbandonarla, sembrandomi uffizio pericoloso quello dei governatori.
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-Y ¿qué has ganado en el gobierno? -preguntó Ricote.
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— E qual guadagno vi facesti? dimandò Ricotte.
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-He ganado -respondió Sancho- el haber conocido que no soy bueno para gobernar, si no es un hato de ganado, y que las riquezas que se ganan en los tales gobiernos son a costa de perder el descanso y el sueño, y aun el sustento; porque en las ínsulas deben de comer poco los gobernadores, especialmente si tienen médicos que miren por su salud.
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— Ho guadagnato, rispose Sancio, la persuasione che non sono buono da governare altro che branchi di bestiame, e che le ricchezze che si acquistano in questi governi, sono l′arrischiare di perdere il riposo, il sonno ed il proprio sostentamento ancora; perché danno molto poco da mangiare ai governatori delle isole, e spezialmente se vi sono medici custodi della sanità.
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-Yo no te entiendo, Sancho -dijo Ricote-, pero paréceme que todo lo que dices es disparate; que, ¿quién te había de dar a ti ínsulas que gobernases? ¿Faltaban hombres en el mundo más hábiles para gobernadores que tú eres? Calla, Sancho, y vuelve en ti, y mira si quieres venir conmigo, como te he dicho, a ayudarme a sacar el tesoro que dejé escondido; que en verdad que es tanto, que se puede llamar tesoro, y te daré con que vivas, como te he dicho.
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— Io non t′intendo, o Sancio, disse Ricotte, e mi pare che tu vada dicendo grandi spropositi; perché chi è mai colui che ti avesse a dare isole da governare? Mancano forse al mondo uomini più abili di te da eleggersi per governatori? Caro Sancio, rientra in te stesso e pensaci ancora una volta se vuoi venire come ti ho detto, per aiutarmi a cavare il tesoro, che ti assicuro ch′è tanto, da poterlo con ragione chiamare tesoro, e potrà dare anche a te molto bene da vivere come ti ho offerto.
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-Ya te he dicho, Ricote -replicó Sancho-, que no quiero; conténtate que por mí no serás descubierto, y prosigue en buena hora tu camino, y déjame seguir el mío; que yo sé que lo bien ganado se pierde, y lo malo, ello y su dueño.
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— Io mi sono già dichiarato, disse Sancio, che vi rinunzio e ti basti la promessa che ti fo di mantenere il segreto, e va in buon′ora pel tuo viaggio e lasciami seguitare il mio; che dice il proverbio che un mal guadagno sfuma presto, e sfuma con lui anche chi l′ha fatto.
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-No quiero porfiar, Sancho -dijo Ricote-, pero dime ¿hallástete en nuestro lugar, cuando se partió dél mi mujer, mi hija y mi cuñado.
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— Non insisterò altro, soggiunse Ricotte; ma dimmi, Sancio, ti trovavi tu nel nostro paese quando mia figliuola e mio cognato se ne partirono?
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-Sí hallé -respondió Sancho-, y séte decir que salió tu hija tan hermosa que salieron a verla cuantos había en el pueblo, y todos decían que era la más bella criatura del mundo. Iba llorando y abrazaba a todas sus amigas y conocidas, y a cuantos llegaban a verla, y a todos pedía la encomendasen a Dios y a Nuestra Señora su madre; y esto, con tanto sentimiento, que a mí me hizo llorar, que no suelo ser muy llorón. Y a fee que muchos tuvieron deseo de esconderla y salir a quitársela en el camino; pero el miedo de ir contra el mandado del rey los detuvo. Principalmente se mostró más apasionado don Pedro Gregorio, aquel mancebo mayorazgo rico que tú conoces, que dicen que la quería mucho, y después que ella se partió, nunca más él ha parecido en nuestro lugar, y todos pensamos que iba tras ella para robarla; pero hasta ahora no se ha sabido nada.
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— Mi vi trovavo benissimo, rispose Sancio, e ti so dire che tua figliuola quando partì era così bella, che accorsero tutti a vederla, e dicevano ch′era la più avvenente creatura che si potesse vedere; ed ella andava via piangendo, ed abbracciava tutte le sue amiche e conoscenti o non solo, ma quanti andavano per mirarla, pregando tutti che la tenessero raccomandata al signore e alla Madonna sua madre: faceva questo con tanta tenerezza che mi misi a piangere anch′io quantunque io non sia gran fatto piagnone. Ti so anche dire che furono alcuni ai quali era venuto voglia di nasconderla o di rapirla durante il viaggio; ma li ritenne la paura di trasgredire ai comandi del re; e sopra tutti si mostrò molto appassionato don Pietro Gregorio, quel ragazzo primogenito e ricco che tu conosci, e dicono che le voleva gran bene; ed egli dopoché la giovane è partita, è sparito dal paese, e tutti credono che sia andato via per rapirla, ma poi sinora non se n′è saputo il netto.
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-Siempre tuve yo mala sospecha -dijo Ricote- de que ese caballero adamaba a mi hija; pero, fiado en el valor de mi Ricota, nunca me dio pesadumbre el saber que la quería bien; que ya habrás oído decir, Sancho, que las moriscas pocas o ninguna vez se mezclaron por amores con cristianos viejos, y mi hija, que, a lo que yo creo, atendía a ser más cristiana que enamorada, no se curaría de las solicitudes de ese señor mayorazgo.
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— Sospettai sempre, disse Ricotte, che quel bel gentiluomo facesse all′amore colla mia figliuola, ma riposando tranquillo sulla onestà della mia cara Ricottina, non mi ha dato gran fastidio il sapere ch′egli la amasse. Tu avrai udito a dire più volte, o Sancio, che le moresche o di raro o non mai si sono frammischiate in amore con cristiani vecchi; e Ricottina, che per quanto credo, badava più ad essere cristiana che innamorata, non si doveva curare molto della passione di questo signor primogenito.
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-Dios lo haga -replicó Sancho-, que a entrambos les estaría mal. Y déjame partir de aquí, Ricote amigo, que quiero llegar esta noche adonde está mi señor don Quijote.
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— Dio lo voglia, replicò Sancio, che sarebbe bene per tutti e due; ma lasciami partire, amico Ricotte, che voglio in questa sera arrivare dove sta il mio padrone il signor don Chisciotte.
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-Dios vaya contigo, Sancho hermano, que ya mis compañeros se rebullen, y también es hora que prosigamos nuestro camino.
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— Parti con Dio, fratello Sancio, soggiunse Ricotte, che già stanno svegliandosi i miei compagni, ed è tempo che anche noi seguitiamo il nostro viaggio.»
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Y luego se abrazaron los dos, y Sancho subió en su rucio, y Ricote se arrimó a su bordón, y se apartaron.
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Si abbracciarono entrambi; Sancio montò sul suo leardo, Ricotte si appoggiò al suo bordone, e ognuno andò per la sua strada.
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II. Capítulo LV. De cosas sucedidas a Sancho en el camino, y otras que no hay más que ver.
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CAPITOLO LV AVVENIMENTI DI SANCIO NEL SUO VIAGGIO, ED ALTRE COSE TANTO SINGOLARI QUANTO MAI SI PUРDIRE.
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El haberse detenido Sancho con Ricote no le dio lugar a que aquel día llegase al castillo del duque, puesto que llegó media legua dél, donde le tomó la noche, algo escura y cerrada; pero, como era verano, no le dio mucha pesadumbre; y así, se apartó del camino con intención de esperar la mañana; y quiso su corta y desventurada suerte que, buscando lugar donde mejor acomodarse, cayeron él y el rucio en una honda y escurísima sima que entre unos edificios muy antiguos estaba, y al tiempo del caer, se encomendó a Dios de todo corazón, pensando que no había de parar hasta el profundo de los abismos. Y no fue así, porque a poco más de tres estados dio fondo el rucio, y él se halló encima dél, sin haber recebido lisión ni daño alguno.
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La riferita conversazione impedì a Sancio di giungere in quel giorno al castello del duca, ma lo colse discosto mezza lega la notte alquanto annuvolata ed oscura. Non si diede gran fastidio per questo, essendo allora stagione di estate; ma uscì dalla strada maestra con intenzione di attendere il novello giorno. Se non che volle la sua disgraziata e nemica sorte che cercando un luogo dove poter accomodarsi, egli cadesse in un col suo asino in profondo ed oscuro antro, che aprivasi tra rottami di fabbriche molto antiche. Nel rotolar giù si raccomandò a Dio di cuore parendogli di precipitar nelle profondità dell′abisso, ma così non fu; perché l′asino non era calato tre canne che si fermò e Sancio vi si trovò sopra salvo ed illeso
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Tentóse todo el cuerpo, y recogió el aliento, por ver si estaba sano o agujereado por alguna parte; y, viéndose bueno, entero y católico de salud, no se hartaba de dar gracias a Dios Nuestro Señor de la merced que le había hecho, porque sin duda pensó que estaba hecho mil pedazos. Tentó asimismo con las manos por las paredes de la sima, por ver si sería posible salir della sin ayuda de nadie; pero todas las halló rasas y sin asidero alguno, de lo que Sancho se congojó mucho, especialmente cuando oyó que el rucio se quejaba tierna y dolorosamente; y no era mucho, ni se lamentaba de vicio, que, a la verdad, no estaba muy bien parado.
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Si tastò tutta la persona e raccolse il fiato per provare se trovavasi sano o pertugiato da qualche banda, ma trovandosi dalla testa ai piedi intero e sanissimo, non saziavasi mai di ringraziare il Cielo che lo avesse preservato dal farsi in mille pezzi. Tastò anche colle mani le pareti dell′antro per tentare di uscirne senza altrui assistenza, ma le trovò tutte rase senza un sasso dove potersi arrampicare; del che si afflisse assai; e il dolore gli si accrebbe di più quando udì che l′asino metteva lamenti lunghi e compassionevoli, né senza ragione, perché è duopo dire che si trovasse a ben tristo partito.
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-¡Ay -dijo entonces Sancho Panza-, y cuán no pensados sucesos suelen suceder a cada paso a los que viven en este miserable mundo! ¿Quién dijera que el que ayer se vio entronizado gobernador de una ínsula, mandando a sus sirvientes y a sus vasallos, hoy se había de ver sepultado en una sima, sin haber persona alguna que le remedie, ni criado ni vasallo que acuda a su socorro? Aquí habremos de perecer de hambre yo y mi jumento, si ya no nos morimos antes, él de molido y quebrantado, y yo de pesaroso. A lo menos, no seré yo tan venturoso como lo fue mi señor cuando decendió y bajó a la cueva de aquel encantado Montesinos, donde halló quien le regalase mejor que en su casa, que no parece sino que se fue a mesa puesta y a cama hecha. Allí vio él visiones hermosas y apacibles, y yo veré aquí, a lo que creo, sapos y culebras. ¡Desdichado de mí, y en qué han parado mis locuras y fantasías! De aquí sacarán mis huesos, cuando el cielo sea servido que me descubran, mondos, blancos y raídos, y los de mi buen rucio con ellos, por donde quizá se echará de ver quién somos, a lo menos de los que tuvieren noticia que nunca Sancho Panza se apartó de su asno, ni su asno de Sancho Panza. Otra vez digo ¡miserables de nosotros, que no ha querido nuestra corta suerte que muriésemos en nuestra patria y entre los nuestros, donde ya que no hallara remedio nuestra desgracia, no faltara quien dello se doliera, y en la hora última de nuestro pasamiento nos cerrara los ojos! ¡Oh compañero y amigo mío, qué mal pago te he dado de tus buenos servicios! Perdóname y pide a la fortuna, en el mejor modo que supieres, que nos saque deste miserable trabajo en que estamos puestos los dos; que yo prometo de ponerte una corona de laurel en la cabeza, que no parezcas sino un laureado poeta, y de darte los piensos doblados.
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— Ahi, disse allora Sancio, quante impensate venture accadono ad ogni tratto a chi vive in questa valle di pianto! Chi mai detto avrebbe che colui che era ieri intronizzato come governatore di un′isola, comandando a servi ed a sudditi, dovesse oggi trovarsi sepolto nelle viscere di una caverna senza che uomo o servo o suddito si presti al suo soccorso? Qua non potrà essere di manco che ed io ed il mio asino non periamo ambidue di fame o di altro; e questo povero leardo morrà forse prima di me, per essere tutto pesto e macinato, ed io morrò dopo di lui per l′afflizione e la disperazione! Ah! fossi almeno fortunato come don Chisciotte quando calò giù nella grotta di quell′incantato Montesino dove trovò migliore accoglienza che in casa sua, sicché gli pareva di andare a tavola apparecchiata e a letto bene guarnito! A lui toccò vedere là dentro visioni belle e graziose, ed io, se non fallo, altro non vedrò qui fuorché rospi e serpenti. Meschino di me! che fine avranno poi avuto i miei sogni e le mie fortune? Caveranno di qua le mie ossa, se pure saranno un giorno scoperte, ridotte monde, rase e bianche, e saranno confuse con quelle del mio asino, e serviranno esse per indizio della nostra sorte, almeno a quelli cui sarà noto che Sancio Pancia non si allontanò mai dal giumento né il giumento da Sancio Pancia! Lo ripeterò un′altra volta: tre o quattro volte infelici noi che l′avara fortuna non avrà voluto che terminassimo la nostra vita in patria e tra le braccia dei nostri cari, dove se pure le disgrazie non hanno rimedio, v′è almeno chi si affligge degli afflitti, e chi ci chiude gli occhi nella nostra ultim′ora! Ah, mio compagno e mio amico, che male mercede ricevi tu de′ tuoi buoni servigi! Perdonami, e invoca la fortuna nel miglior modo che sai, perché ci cavi da tanto travaglio: e se sei da tanto, prometto e giuro che ti cingerò la testa con corona di alloro, sicché parrai proprio un poeta laureato, e ti darò a doppio le profende.»
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Desta manera se lamentaba Sancho Panza, y su jumento le escuchaba sin responderle palabra alguna tal era el aprieto y angustia en que el pobre se hallaba. Finalmente, habiendo pasado toda aquella noche en miserables quejas y lamentaciones, vino el día, con cuya claridad y resplandor vio Sancho que era imposible de toda imposibilidad salir de aquel pozo sin ser ayudado, y comenzó a lamentarse y dar voces, por ver si alguno le oía; pero todas sus voces eran dadas en desierto, pues por todos aquellos contornos no había persona que pudiese escucharle, y entonces se acabó de dar por muerto.
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In questa maniera lagnavasi Sancio Pancia, e l′asino lo stava ascoltando senza rispondergli, che in altro tenevalo occupato l′angustia e il dolore. Passò l′intera notte fra sì triste querele e piagnistei, e tornò poi a comparire il giorno, alla cui luce meglio conobbe Sancio essere impossibile l′uscire della caverna senza l′altrui aiuto. Cominciò a chiamare e a gridare, affinché alcuno lo udisse, ma la sue voce e le sue grida erano mandate al deserto, ché non era anima viva in quei luoghi, sicché nulla più occorse a persuaderlo che quello sarebbe il sito della sua sepoltura.
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Estaba el rucio boca arriba, y Sancho Panza le acomodó de modo que le puso en pie, que apenas se podía tener; y, sacando de las alforjas, que también habían corrido la mesma fortuna de la caída, un pedazo de pan, lo dio a su jumento, que no le supo mal, y díjole Sancho, como si lo entendiera
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Stava l′asino col muso rivolto all′insù, e Sancio tanto fece che lo rizzò, tuttoché appena potesse reggersi; e siccome le sue bisacce avevano corso la medesima buona fortuna della caduta, così poté cavar fuori un tozzo di pane che apprestò alla povera bestia. Le andava dicendo, come se avesse potuto capirlo:
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-Todos los duelos con pan son buenos.
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— Tutti i guai si possono sopportare, se il pane non manca»
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En esto, descubrió a un lado de la sima un agujero, capaz de caber por él una persona, si se agobiaba y encogía. Acudió a él Sancho Panza, y, agazapándose, se entró por él y vio que por de dentro era espacioso y largo, y púdolo ver, porque por lo que se podía llamar techo entraba un rayo de sol que lo descubría todo. Vio también que se dilataba y alargaba por otra concavidad espaciosa; viendo lo cual, volvió a salir adonde estaba el jumento, y con una piedra comenzó a desmoronar la tierra del agujero, de modo que en poco espacio hizo lugar donde con facilidad pudiese entrar el asno, como lo hizo; y, cogiéndole del cabestro, comenzó a caminar por aquella gruta adelante, por ver si hallaba alguna salida por otra parte. A veces iba a escuras, y a veces sin luz, pero ninguna vez sin miedo.
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Intanto le venne scoperta da un lato dell′antro una piccola buca; ove poteva entrare una persona chinandosi; e Sancio vi si accostò, e andando carpone vi entrò dentro. Al suo innoltrarsi vide che la buca era larga e lunga; e bene poté vederlo, perché vi penetrava un benefico raggio di sole. Vide egualmente che la buca si dilatava in altre cavità spaziose, e contento di questa scoperta, tornò dov′era l′asino, e incominciò con un sasso a staccare la terra dal pertugio; e tanto insisté nel lavorìo, che in poco tempo riuscì ad avere un luogo aperto da potervi cacciar dentro l′asino, come in fatti ve lo cacciò. Presolo poi per la cavezza, cominciò ad aggirarsi nella grotta per vedere se trovasse qualche escita, ed ora avanzavasi al buio, ora aveva qualche tenue scintilla di luce, ma sempre camminava con gran paura.
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-¡Válame Dios todopoderoso! -decía entre sí-. Esta que para mí es desventura, mejor fuera para aventura de mi amo don Quijote. Él sí que tuviera estas profundidades y mazmorras por jardines floridos y por palacios de Galiana, y esperara salir de esta escuridad y estrecheza a algún florido prado; pero yo, sin ventura, falto de consejo y menoscabado de ánimo, a cada paso pienso que debajo de los pies de improviso se ha de abrir otra sima más profunda que la otra, que acabe de tragarme. ¡Bien vengas mal, si vienes solo.
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— Misericordia di Dio! andava fra sé dicendo, questa che per conto mio è sventura sarebbe ventura pel mio signor don Chisciotte! Egli terrebbe questi abissi e queste caverne per giardini fioriti, e vi ravviserebbe i palagi di Galiana, e giudicherebbe per certo di passare da questo buio e da queste strettezze ad un prato verde ed ameno: io all′opposto, senza consiglio e senza coraggio, temo ad ogni passo che sotto ai piedi mi si spalanchi altra grotta più profonda di questa, e di dover finire inghiottito: malanno ben venuto se arriverà solo!»
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Desta manera y con estos pensamientos le pareció que habría caminado poco más de media legua, al cabo de la cual descubrió una confusa claridad, que pareció ser ya de día, y que por alguna parte entraba, que daba indicio de tener fin abierto aquel, para él, camino de la otra vida.
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In tal guisa e fra tanti spasimi gli parve di aver fatto circa una mezza lega, e finalmente discoprì un chiarore incerto, che giudicò indizio del giorno, e sperò che per qualche parte entrasse un raggio di luce, la quale avesse da servirgli di direzione per lo cammino all′altra vita.
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Aquí le deja Cide Hamete Benengeli, y vuelve a tratar de don Quijote, que, alborozado y contento, esperaba el plazo de la batalla que había de hacer con el robador de la honra de la hija de doña Rodríguez, a quien pensaba enderezar el tuerto y desaguisado que malamente le tenían fecho.
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A questo punto lo lascia Cide Hamete Ben-Engeli, e torna a trattare di don Chisciotte, che borioso e contento attendeva l′istante della battaglia che far doveva contro il ladro dell′onore della figlia di donna Rodrighez.
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Sucedió, pues, que, saliéndose una mañana a imponerse y ensayarse en lo que había de hacer en el trance en que otro día pensaba verse, dando un repelón o arremetida a Rocinante, llegó a poner los pies tan junto a una cueva, que, a no tirarle fuertemente las riendas, fuera imposible no caer en ella. En fin, le detuvo y no cayó, y, llegándose algo más cerca, sin apearse, miró aquella hondura; y, estándola mirando, oyó grandes voces dentro; y, escuchando atentamente, pudo percebir y entender que el que las daba decía.
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Ora avvenne che andando una mattina per addestrarsi al cimento in cui contava di trovarsi il giorno dopo, Ronzinante urtò dei piedi in luogo dove sarebbe inevitabilmente precipitato, s′egli non avesse tirata in tempo e con forza la briglia. Ritenne il cavallo, né cadde; e fattosi più davvicino, senza però smontare, guardò quella profondità, e sentì gran rumore di voci che uscivano dall′antro. Fattavi maggior attenzione, poté intendere che colui che le mandava, così diceva:
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-¡Ah de arriba! ¿Hay algún cristiano que me escuche, o algún caballero caritativo que se duela de un pecador enterrado en vida, o un desdichado desgobernado gobernador.
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— Olà, dell′alto, evvi qualche cristiano che mi ode? Qualche cavaliere caritatevole che senta compassione di un meschino sepolto vivo? Di un governatore infelice?»
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Parecióle a don Quijote que oía la voz de Sancho Panza, de que quedó suspenso y asombrado, y, levantando la voz todo lo que pudo, dijo.
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Parve a don Chisciotte di sentire la voce di Sancio Pancia, della qual cosa restò sorpreso e stupefatto, e alzando anch′egli la voce gridò:
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-¿Quién está allá bajo? ¿Quién se queja.
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— Chi è laggiù in fondo? chi si lamenta?
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-¿Quién puede estar aquí, o quién se ha de quejar -respondieron-, sino el asendereado de Sancho Panza, gobernador, por sus pecados y por su mala andanza, de la ínsula Barataria, escudero que fue del famoso caballero don Quijote de la Mancha.
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— Chi può essere altri, rispose la voce, che lo sfortunatissimo Sancio Pancia, governatore per i suoi peccati e per la sua mala ventura dell′isola Barattaria, e già scudiere del famoso don Chisciotte della Mancia?»
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Oyendo lo cual don Quijote, se le dobló la admiración y se le acrecentó el pasmo, viniéndosele al pensamiento que Sancho Panza debía de ser muerto, y que estaba allí penando su alma, y llevado desta imaginación dijo
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Don Chisciotte, sentendo questo, trasecolò, e gli si accrebbe lo stupore, immaginando che Sancio fosse morto, e che la sua anima stesse quivi penando. Trasportato da questa fantasia disse:
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-Conjúrote por todo aquello que puedo conjurarte como católico cristiano, que me digas quién eres; y si eres alma en pena, dime qué quieres que haga por ti; que, pues es mi profesión favorecer y acorrer a los necesitados deste mundo, también lo seré para acorrer y ayudar a los menesterosos del otro mundo, que no pueden ayudarse por sí propios.
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— Io ti scongiuro per tutto quello di che scongiurare ti posso come cattolico cristiano, che tu mi dica chi sei: se sei anima in pena, dimmi quello che vuoi ch′io faccia per te; la mia professione è di favorire e soccorrere i bisognosi di questo mondo, e potrà anche estendersi a quelli dell′altro che non possono aiutarsi da per se stessi.
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-Desa manera -respondieron-, vuestra merced que me habla debe de ser mi señor don Quijote de la Mancha, y aun en el órgano de la voz no es otro, sin duda.
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— Se così è, fu risposto, vossignoria che mi parla debb′essere il mio signor don Chisciotte della Mancia, ed anche dalla voce non mi pare altro che lui.
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-Don Quijote soy -replicó don Quijote-, el que profeso socorrer y ayudar en sus necesidades a los vivos y a los muertos. Por eso dime quién eres, que me tienes atónito; porque si eres mi escudero Sancho Panza, y te has muerto, como no te hayan llevado los diablos, y, por la misericordia de Dios, estés en el purgatorio, sufragios tiene nuestra Santa Madre la Iglesia Católica Romana bastantes a sacarte de las penas en que estás, y yo, que lo solicitaré con ella, por mi parte, con cuanto mi hacienda alcanzare; por eso, acaba de declararte y dime quién eres.
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— Sì, don Chisciotte io sono, replicò, che professo di soccorrere e di aiutare nei bisogni e i vivi e i morti. E tu chi sei, che mi fai rimanere attonito? Se mai tu fossi il mio scudiere Sancio Pancia, e non sei in potere dei demoni, o se per pietà divina ti trovi al purgatorio, non mancheranno suffragi per cavarti dalle pene, ed io li solleciterò dal canto mio per quanto lo potranno le mie facoltà. Ti ripeto: dimmi e dichiara chi tu sei.
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-¡Voto a tal! -respondieron-, y por el nacimiento de quien vuesa merced quisiere, juro, señor don Quijote de la Mancha, que yo soy su escudero Sancho Panza, y que nunca me he muerto en todos los días de mi vida; sino que, habiendo dejado mi gobierno por cosas y causas que es menester más espacio para decirlas, anoche caí en esta sima donde yago, el rucio conmigo, que no me dejará mentir, pues, por más señas, está aquí conmigo.
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— Giuro, fu risposto, per la vita di chi più è caro a vossignoria, signor don Chisciotte, che sono io il suo scudiere Sancio Pancia, e che non sono morto in tutto il tempo di vita mia, né altro ho fatto fuorché lasciare il governo per cose e per cause che a raccontarle bisogna aver tempo. Ieri di notte sono precipitato in questa caverna, dove mi trovo col mio asino che non mi lascerà mentire, perché per più contrassegni si potrà provare ch′è qui con me.»
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Y hay más que no parece sino que el jumento entendió lo que Sancho dijo, porque al momento comenzó a rebuznar, tan recio, que toda la cueva retumbaba.
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Il curioso e lo strano si è che, parve proprio che fosse inteso dall′asino quello che Sancio andava dicendo, perché a quel punto si mise a ragliare sì forte, che ne rimbombò tutta la grotta.
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-¡Famoso testigo! -dijo don Quijote-. El rebuzno conozco como si le pariera, y tu voz oigo, Sancho mío. Espérame; iré al castillo del duque, que está aquí cerca, y traeré quien te saque desta sima, donde tus pecados te deben de haber puesto.
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— Non occorre altro testimonio, disse don Chisciotte, conosco il raglio come se fosse uscito dal mio corpo, sento la tua voce, amico Sancio; aspetta che andrò al castello del duca, ch′è qua vicino, e condurrò meco chi possa cavarti fuori da queste spelonche dove i tuoi peccati ti hanno fatto precipitare.
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-Vaya vuesa merced -dijo Sancho-, y vuelva presto, por un solo Dios, que ya no lo puedo llevar el estar aquí sepultado en vida, y me estoy muriendo de miedo.
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— Vossignoria vada, rispose Sancio, ma torni presto per amore di Dio, chè non posso stare più qui sepolto vivo, e me ne vo morendo di spasimo.»
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Dejóle don Quijote, y fue al castillo a contar a los duques el suceso de Sancho Panza, de que no poco se maravillaron, aunque bien entendieron que debía de haber caído por la correspondencia de aquella gruta que de tiempos inmemoriales estaba allí hecha; pero no podían pensar cómo había dejado el gobierno sin tener ellos aviso de su venida. Finalmente, como dicen, llevaron sogas y maromas; y, a costa de mucha gente y de mucho trabajo, sacaron al rucio y a Sancho Panza de aquellas tinieblas a la luz del sol. Viole un estudiante, y dijo
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Lo lasciò don Chisciotte, e recossi al castello, dove narrò ai duchi l′avvenimento di Sancio Pancia, del che stupirono non poco, quantunque giudicassero ch′egli fosse caduto in una delle molte aperture che aveva quella grotta qua e là da lunghissimo tempo. Fecero portar subito e funi e canapi, e mercé l′opera di molta gente, e non senza grande fatica, cavarono fuori dalle tenebre l′asino e Sancio Pancia, a cui parve un miracolo di rivedere la luce del giorno. Uno studente che ivi per caso trovavasi, veduto Sancio, disse:
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-Desta manera habían de salir de sus gobiernos todos los malos gobernadores, como sale este pecador del profundo del abismo muerto de hambre, descolorido, y sin blanca, a lo que yo creo.
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— Tutti i pessimi governatori meritano di essere cacciati via e di uscire dai loro governi siccom′esce per appunto questo tapino dal profondo dell′abisso, morto di fame, scolorito, ed a quanto ne giudico, senza un maravedis.»
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Oyólo Sancho, y dijo.
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Lo udì Sancio, e rispose:
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-Ocho días o diez ha, hermano murmurador, que entré a gobernar la ínsula que me dieron, en los cuales no me vi harto de pan siquiera un hora; en ellos me han perseguido médicos, y enemigos me han brumado los güesos; ni he tenido lugar de hacer cohechos, ni de cobrar derechos; y, siendo esto así, como lo es, no merecía yo, a mi parecer, salir de esta manera; pero el hombre pone y Dios dispone, y Dios sabe lo mejor y lo que le está bien a cada uno; y cual el tiempo, tal el tiento; y nadie diga "desta agua no beberé", que adonde se piensa que hay tocinos, no hay estacas; y Dios me entiende, y basta, y no digo más, aunque pudiera.
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— Fratello mormoratore, sono otto o dieci giorni ch′entrai a governar l′isola che mi affidarono, nei quali giorni non mi vidi un′ora satollo di pane non che di altro. I medici mi hanno perseguitato, i nemici mi pestarono le ossa, mi è mancato il tempo di prendere nemmeno i danari che di ragione mi erano dovuti: se questo è vero, com′è verissimo, io non meritavo, mi pare, di uscirne a questa maniera: ma l′uomo pone e Dio dispone, ed egli sa meglio; e secondo i tempi conviene governarsi; e non vi sia chi dica: Non berrò di quest′acqua: che dove si pensa che stia carne secca, non sono nemmeno le stanghe per attaccarla; e Dio m′intende, e basta, né vado innanzi, tuttoché lo potrei.
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-No te enojes, , ni recibas pesadumbre de lo que oyeres, que será nunca acabar ven tú con segura conciencia, y digan lo que dijeren; y es querer atar las lenguas de los maldicientes lo mesmo que querer poner puertas al campo. Si el gobernador sale rico de su gobierno, dicen dél que ha sido un ladrón, y si sale pobre, que ha sido un para poco y un mentecato.
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— Non adirarti, disse don Chisciotte, o Sancio, né t′infastidiscano le altrui ciarle; ché non si finirebbe mai; tieni la coscenza netta, e lascia gracchiare, mentre il voler legare la lingua ai maldicenti egli è come voler chiudere con porte una campana. Se un governatore esce ricco dal suo governo dicono subito ch′è stato ladro, se n′esce povero, che fu scimunito.
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-A buen seguro -respondió Sancho- que por esta vez antes me han de tener por tonto que por ladrón.
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— Sono d′opinione, rispose Sancio, che mi abbiano da giudicare piuttosto balordo che ladro.»
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En estas pláticas llegaron, rodeados de muchachos y de otra mucha gente, al castillo, adonde en unos corredores estaban ya el duque y la duquesa esperando a don Quijote y a Sancho, el cual no quiso subir a ver al duque sin que primero no hubiese acomodado al rucio en la caballeriza, porque decía que había pasado muy mala noche en la posada; y luego subió a ver a sus señores, ante los cuales, puesto de rodillas, dijo.
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Con questi discorsi, e seguiti da una folla di ragazzi e di altra gente accorsa, giunsero al castello, dove il duca e la duchessa stavano aspettando don Chisciotte e Sancio. Non volle questi vedere il duca senz′avere prima governato bene nella stalla il leardo, sapendo che mala notte aveva passata nell′antro. Andò poi a vedere i suoi padroni, innanzi ai quali postosi ginocchione, disse:
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-Yo, señores, porque lo quiso así vuestra grandeza, sin ningún merecimiento mío, fui a gobernar vuestra ínsula Barataria, en la cual entré desnudo, y desnudo me hallo ni pierdo, ni gano. Si he gobernado bien o mal, testigos he tenido delante, que dirán lo que quisieren. He declarado dudas, sentenciado pleitos, siempre muerto de hambre, por haberlo querido así el doctor Pedro Recio, natural de Tirteafuera, médico insulano y gobernadoresco. Acometiéronnos enemigos de noche, y, habiéndonos puesto en grande aprieto, dicen los de la ínsula que salieron libres y con vitoria por el valor de mi brazo, que tal salud les dé Dios como ellos dicen verdad. En resolución, en este tiempo yo he tanteado las cargas que trae consigo, y las obligaciones, el gobernar, y he hallado por mi cuenta que no las podrán llevar mis hombros, ni son peso de mis costillas, ni flechas de mi aljaba; y así, antes que diese conmigo al través el gobierno, he querido yo dar con el gobierno al través, y ayer de mañana dejé la ínsula como la hallé con las mismas calles, casas y tejados que tenía cuando entré en ella. No he pedido prestado a nadie, ni metídome en granjerías; y, aunque pensaba hacer algunas ordenanzas provechosas, no hice ninguna, temeroso que no se habían de guardar que es lo mesmo hacerlas que no hacerlas. Salí, como digo, de la ínsula sin otro acompañamiento que el de mi rucio; caí en una sima, víneme por ella adelante, hasta que, esta mañana, con la luz del sol, vi la salida, pero no tan fácil que, a no depararme el cielo a mi señor don Quijote, allí me quedara hasta la fin del mundo. Así que, mis señores duque y duquesa, aquí está vuestro gobernador Sancho Panza, que ha granjeado en solos diez días que ha tenido el gobierno a conocer que no se le ha de dar nada por ser gobernador, no que de una ínsula, sino de todo el mundo; y, con este presupuesto, besando a vuestras mercedes los pies, imitando al juego de los muchachos, que dicen "Salta tú, y dámela tú", doy un salto del gobierno, y me paso al servicio de mi señor don Quijote; que, en fin, en él, aunque como el pan con sobresalto, hártome, a lo menos, y para mí, como yo esté harto, eso me hace que sea de zanahorias que de perdices.
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— Io, o signori, poiché così piacque alla vostra grandezza, senza verun mio merito sono stato a governare la vostra isola Barattaria, dove ignudo entrai e di dove ignudo esco, sicché nessuna perdita ho fatto e nessun guadagno: se io abbia governato bene o male, vi furono dei testimoni che ne parleranno a loro talento. Io ho sciolto dubbi, ho giudicato liti e sono quasi morto dalla fame, perché così piacque al dottore Pietro Rezio, naturale di Tiratinfuora, medico isolano e governatoresco. Fui nottetempo assalito dai nemici; e quantunque noi fossimo ridotti tutti a mal termine, quelli dell′isola dicono che ne uscirono liberi e con vittoria mediante il valore del mio braccio: che tanto abbiano sanità quanto dicono il vero. Fatto sta che in questo tempo trascorso io ho bilanciato e scandagliato i carichi e gli obblighi che porta seco il governo, ed al conto che ho fatto, ho veduto che non si potranno adattare mai alle mie spalle, né sono pesi per le mie costole, né frecce per la mia faretra; laonde, primaché il governo mandasse me a traverso ho voluto mandar io a traverso il governo; e ieri mattina lasciai l′isola tale quale la ho ritrovata, con le strade medesime e casa e tetti che aveva quando vi sono entrato io. Non ho dimandato cosa alcuna in prestito a nessuno, non ho voluto punto mercanteggiare; e sebbene avessi pensieri di dare ordini utili, non ne diedi alcuno, temendo che rimanessero inosservati; che in questo caso è il medesimo farli e non farli. In fine sono uscito dall′isola senza che verun altro mi accompagni, dal mio leardo infuori; e sono precipitato dentro una caverna, per la quale andai camminando sino a che questa mattina mediante un raggio di sole, vidi per dove si usciva. Questa escita non mi sarebbe stata possibile, ma il Cielo mi ha parato innanzi per ignote strade il mio signor don Chisciotte, senza il quale sarei forse rimasto nell′antro sino alla fine del mondo. Ora dunque, miei signori duca e duchessa, voi vi vedete davanti il vostro governatore Sancio Pancia che in dieci giorni di governo non ha fatto altro guadagno se non quello di conoscere che non deve importargli un fico di essere governatore, non dico solo di un′isola, ma né anche di tutta la terra. E ciò posto, e baciando i piedi alle signorie vostre, e facendo come i ragazzi al giuoco, che dicono: Salta tu e dammelo tu; io do un salto dal governo, e me ne passo al servigio del mio signor don Chisciotte. Èvero che anche con lui mangio il pane con disagio e con batticuore, ma finalmente poi mi cavo la fame; e quando sono sazio, tanto m′importa che sieno carote, come starne o pernici.
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Con esto dio fin a su larga plática Sancho, temiendo siempre don Quijote que había de decir en ella millares de disparates; y, cuando le vio acabar con tan pocos, dio en su corazón gracias al cielo, y el duque abrazó a Sancho, y le dijo que le pesaba en el alma de que hubiese dejado tan presto el gobierno; pero que él haría de suerte que se le diese en su estado otro oficio de menos carga y de más provecho. Abrazóle la duquesa asimismo, y mandó que le regalasen, porque daba señales de venir mal molido y peor parado.
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Così terminò la diceria di Sancio, non senza paura di don Chisciotte che non desse in migliaia di spropositi: però quando lo udì giunto al fine senza averne detti molti, ringraziò Dio. Il duca abbracciò Sancio, e gli disse che dispiacevagli sino all′anima che avesse rinunziato troppo presto al governo, ma che metterebbe ogni opera perché gli venisse assegnato altro officio di minor conseguenza e di maggior lucro. Lo abbracciò anche la duchessa, e volle che si avesse ogni cura di lui, perché tuttavia mostrava di essere malamente pesto e peggio macinato.
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II. Capítulo LVI. De la descomunal y nunca vista batalla que pasó entre don Quijote de la Mancha y el lacayo Tosilos, en la defensa de la hija de la dueña doña Rodríguez.
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CAPITOLO LVI DELLA SANGUINOSA E NON PIנVISTA BATTAGLIA SEGUITA TRA DON CHISClOTTE E LO STAFFIERE TOSILO, E DEL CONGEDO CHE PRESE DON CHISCIOTTE DAL DUCA.
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No quedaron arrepentidos los duques de la burla hecha a Sancho Panza del gobierno que le dieron; y más, que aquel mismo día vino su mayordomo, y les contó punto por punto, todas casi, las palabras y acciones que Sancho había dicho y hecho en aquellos días, y finalmente les encareció el asalto de la ínsula, y el miedo de Sancho, y su salida, de que no pequeño gusto recibieron.
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La burla fatta a Sancio Pancia col governo affidatogli, recò molto da ridere ai duchi, tanto più che in quel giorno stesso arrivò il loro maggiordomo, e diede contezza di quasi tutte le parole ed azioni che Sancio aveva dette e fatte; e gran cose egli disse intorno all′assalto dell′isola, allo spavento di Sancio ed alla sua partenza, di che s′ebbero ambedue non piccola soddisfazione.
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Después desto, cuenta la historia que se llegó el día de la batalla aplazada, y, habiendo el duque una y muy muchas veces advertido a su lacayo Tosilos cómo se había de avenir con don Quijote para vencerle sin matarle ni herirle, ordenó que se quitasen los hierros a las lanzas, diciendo a don Quijote que no permitía la cristiandad, de que él se preciaba, que aquella batalla fuese con tanto riesgo y peligro de las vidas, y que se contentase con que le daba campo franco en su tierra, puesto que iba contra el decreto del Santo Concilio, que prohíbe los tales desafíos, y no quisiese llevar por todo rigor aquel trance tan fuerte.
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Dopo di ciò racconta la storia che venne il giorno della stabilita battaglia; ed avendo più volte il duca avvertito il suo staffiere Tosilo sul modo di condursi con don Chisciotte, per farlo rimanere soccombente senza torgli la vita e senza nepure ferirlo, ordinò che fossero tolti i ferri alle lancie, e dicendo a don Chisciotte che l′essere cristiano (del che egli tanto pregiavasi) vietava di correre in quella battaglia il risico di perdere la vita; e però fosse contento ch′egli concedeagli campo franco nel suo paese, quantunque facesse cosa contraria ai decreti del santo Concilio, che proibiscono tali disfide: né volesse in quel sì pericoloso frangente portare la cosa all′estremo del rigore.
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Don Quijote dijo que Su Excelencia dispusiese las cosas de aquel negocio como más fuese servido; que él le obedecería en todo. Llegado, pues, el temeroso día, y habiendo mandado el duque que delante de la plaza del castillo se hiciese un espacioso cadahalso, donde estuviesen los jueces del campo y las dueñas, madre y hija, demandantes, había acudido de todos los lugares y aldeas circunvecinas infinita gente, a ver la novedad de aquella batalla; que nunca otra tal no habían visto, ni oído decir en aquella tierra los que vivían ni los que habían muerto.
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Don Chisciotte rispose che fossero pure disposte dalla eccellenza sua a pieno suo beneplacito le cose toccanti quel cimento, mentre si farebbe un dovere d′interamente osservarle. Venuto pertanto il giorno formidabile, ed avendo ordinato il duca che uno spazioso palco si ergesse dinanzi la piazza del castello in cui sedessero i giudici del campo e le matrone madre e figlia instanti; vi accorsero genti da tutti i paesi e da tutte le ville circonvicine per vedere la novità di una battaglia di cui né i vivi né i morti di quel paese non avevano mai avuto idea.
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El primero que entró en el campo y estacada fue el maestro de las ceremonias, que tanteó el campo, y le paseó todo, porque en él no hubiese algún engaño, ni cosa encubierta donde se tropezase y cayese; luego entraron las dueñas y se sentaron en sus asientos, cubiertas con los mantos hasta los ojos y aun hasta los pechos, con muestras de no pequeño sentimiento. Presente don Quijote en la estacada, de allí a poco, acompañado de muchas trompetas, asomó por una parte de la plaza, sobre un poderoso caballo, hundiéndola toda, el grande lacayo Tosilos, calada la visera y todo encambronado, con unas fuertes y lucientes armas. El caballo mostraba ser frisón, ancho y de color tordillo; de cada mano y pie le pendía una arroba de lana.
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Il primo ch′entrò nel campo e nello steccato fu il mastro delle cerimonie, che misurò il campo e lo esaminò da per tutto affinché inganno non vi si nascondesse. Entrarono di poi le matrone e sedettero al loro posto, coperte coi veli fino agli occhi e fino al petto eziandio, dando segni di non piccola compunzione. Don Chisciotte era già nello steccato. Poco dopo, accompagnato da molte trombe, comparve da un lato della piazza sopra un superbo destriero che calpestava il suolo, il grande staffiere Tosilo colla visiera calata e tutto stretto da forti e lucenti armi. Mostrava il cavallo d′essere frigione, largo di petto e di pelame morello, e da ogni piede dinanzi e di dietro pendevagli un fiocco di lana.
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Venía el valeroso combatiente bien informado del duque su señor de cómo se había de portar con el valeroso don Quijote de la Mancha, advertido que en ninguna manera le matase, sino que procurase huir el primer encuentro por escusar el peligro de su muerte, que estaba cierto si de lleno en lleno le encontrase. Paseó la plaza, y, llegando donde las dueñas estaban, se puso algún tanto a mirar a la que por esposo le pedía. Llamó el maese de campo a don Quijote, que ya se había presentado en la plaza, y junto con Tosilos habló a las dueñas, preguntándoles si consentían que volviese por su derecho don Quijote de la Mancha. Ellas dijeron que sí, y que todo lo que en aquel caso hiciese lo daban por bien hecho, por firme y por valedero.
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Il valoroso combattente avanzavasi istruito appieno dal duca suo signore del modo con cui contenersi doveva col bravo don Chisciotte della Mancia, ed era avvertito che non lo uccidesse a verun patto, ma che cercasse di schivare il primo incontro per allontanare il pericolo di sua morte, inevitabile se fosse stato di primo sbalzo colpito. Passeggiò dunque per la piazza, e giunto dove stavano le matrone, si mise a guardar un cotal poco quella che lo domandava in isposo. Il maestro di campo chiamò don Chisciotte, già lesto e pronto; e congiuntamente a Tosilo chiese alle matrone se acconsentissero che don Chisciotte della Mancia fosse il difensore delle loro ragioni. Elleno risposero ch′erano contente, e che quanto fosse da lui operato in quel caso, lo riterrebbero per ben fatto, per fermo e per valido.
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Ya en este tiempo estaban el duque y la duquesa puestos en una galería que caía sobre la estacada, toda la cual estaba coronada de infinita gente, que esperaba ver el riguroso trance nunca visto. Fue condición de los combatientes que si don Quijote vencía, su contrario se había de casar con la hija de doña Rodríguez; y si él fuese vencido, quedaba libre su contendor de la palabra que se le pedía, sin dar otra satisfación alguna.
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Erano già entrati il duca e la duchessa in una galleria che riusciva sopra lo steccato, ed una folla di gente lo riempiva per ogni dove, ansiosa di vedere il terribile e straordinario cimento. Fu condizione dei combattenti che vincendo don Chisciotte, dovesse il suo avversario farsi sposo alla figlia di donna Rodrighez; ma se don Chisciotte rimanesse vinto, fosse tosto svincolato il competitore dalla parola che si pretendeva da lui senza dare alcun′altra soddisfazione.
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Partióles el maestro de las ceremonias el sol, y puso a los dos cada uno en el puesto donde habían de estar. Sonaron los atambores, llenó el aire el son de las trompetas, temblaba debajo de los pies la tierra; estaban suspensos los corazones de la mirante turba, temiendo unos y esperando otros el bueno o el mal suceso de aquel caso. Finalmente, don Quijote, encomendándose de todo su corazón a Dios Nuestro Señor y a la señora Dulcinea del Toboso, estaba aguardando que se le diese señal precisa de la arremetida; empero, nuestro lacayo tenía diferentes pensamientos no pensaba él sino en lo que agora diré.
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Il maestro delle cerimonie assegnò i termini per incontrarsi, e collocò ognuno dei combattenti al posto rispettivo. Suonarono i tamburi, l′aria rimbombò dello squillare delle trombe, tremava sotto ai piedi la terra e sospesi stavano i cuori della turba spettatrice, temendo gli uni, sperando gli altri il felice o mal successo della grande ventura. Don Chisciotte infine, raccomandandosi di tutto cuore al Signore Iddio e alla signora Dulcinea del Toboso, stava aspettando il segnale dello scontro: ma ben diversi erano i pensieri che occupavano il nostro staffiere, il quale null′altro pensava fuorché a quello che ora si saprà.
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Parece ser que, cuando estuvo mirando a su enemiga, le pareció la más hermosa mujer que había visto en toda su vida, y el niño ceguezuelo, a quien suelen llamar de ordinario Amor por esas calles, no quiso perder la ocasión que se le ofreció de triunfar de una alma lacayuna y ponerla en la lista de sus trofeos; y así, llegándose a él bonitamente, sin que nadie le viese, le envasó al pobre lacayo una flecha de dos varas por el lado izquierdo, y le pasó el corazón de parte a parte; y púdolo hacer bien al seguro, porque el Amor es invisible, y entra y sale por do quiere, sin que nadie le pida cuenta de sus hechos.
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Stando costui in osservazione della sua nemica, gli parve che gli offerisse allo sguardo la più bella e graziosa donna che avesse veduto in tempo di sua vita; ed il fanciullo bendato che, attesi simiglianti casi, suol essere chiamato Amore, trascurare non volle l′occasione offertagli di trionfare d′un anima staffieresca e di aggiungerla alla lista de′ suoi trofei. E però, appressatosi a lui pian pianissimo e senz′essere veduto da chicchesia, cacciò nel sinistro lato del povero staffiere una freccia lunga due canne, e gli passò il cuore da banda a banda: e ben poté farlo a man salva, perché invisibile è Amore, ed entra ed esce ove più gli torni, senza che siavi chi gli domandi conto di quanto opera.
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Digo, pues, que, cuando dieron la señal de la arremetida, estaba nuestro lacayo transportado, pensando en la hermosura de la que ya había hecho señora de su libertad, y así, no atendió al son de la trompeta, como hizo don Quijote, que, apenas la hubo oído, cuando arremetió, y, a todo el correr que permitía Rocinante, partió contra su enemigo; y, viéndole partir su buen escudero Sancho, dijo a grandes voces.
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Dico dunque che quando fu dato il segnale dell′assalto, stavasene il nostro staffiere fuori di sé, pensando alla bellezza di colei ch′egli aveva fatta signora della sua libertà, e quindi non si era punto curato del suono della tromba, come fatto aveva don Chisciotte; il quale la intese appena e subito si accinse alla pugna, e col galoppo più veloce che far poteva Ronzinante, andò incontro al nemico. Vedutolo al cimento il suo buon scudiero Sancio Pancia, gridò ad alta voce:
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-¡Dios te guíe, nata y flor de los andantes caballeros! ¡Dios te dé la vitoria, pues llevas la razón de tu parte.
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— Dio ti guardi, o fiore e specchio dei cavalieri erranti: Dio ti faccia riuscir vincitore, poiché la ragione è dalla tua banda.»
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Y, aunque Tosilos vio venir contra sí a don Quijote, no se movió un paso de su puesto; antes, con grandes voces, llamó al maese de campo, el cual venido a ver lo que quería, le dijo.
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Non mosse Tosilo un sol passo contro don Chisciotte, tuttoché lo vedesse venire alla sua volta, anzi chiamò con un grido il maestro del campo, e quando se lo vide vicino gli disse:
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-Señor, ¿esta batalla no se hace porque yo me case, o no me case, con aquella señora.
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— Signore, questa battaglia non è ella fatta perché io diventi o non diventi sposo di quella signora?
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-Así es -le fue respondido.
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— Si fa per questo appunto, rispose il maestro del campo.
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-Pues yo -dijo el lacayo- soy temeroso de mi conciencia, y pondríala en gran cargo si pasase adelante en esta batalla; y así, digo que yo me doy por vencido y que quiero casarme luego con aquella señora.
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— Or bene, soggiunse lo staffiere, io sono timoroso di coscienza e avrei rimorso che la battaglia procedesse più avanti; e tosto dichiaro che mi do per vinto, e che voglio sposarmi subito con quella signora.»
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Quedó admirado el maese de campo de las razones de Tosilos; y, como era uno de los sabidores de la máquina de aquel caso, no le supo responder palabra. Detúvose don Quijote en la mitad de su carrera, viendo que su enemigo no le acometía. El duque no sabía la ocasión porque no se pasaba adelante en la batalla, pero el maese de campo le fue a declarar lo que Tosilos decía, de lo que quedó suspenso y colérico en estremo.
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Restò maravigliato il maestro a queste inaspettate parole di Tosilo, e come colui che conosceva la macchina di questo fatto, non seppe che cosa rispondere. Si fermò don Chisciotte alla metà della sua carriera, vedendo che il suo nemico non lo assaliva e il duca non sapeva intendere come non proseguisse la zuffa: ma il maestro del campo andò a dichiarargli quello che Tosilo aveva detto, del che restò molto turbato e incollerito.
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En tanto que esto pasaba, Tosilos se llegó adonde doña Rodríguez estaba, y dijo a grandes voces.
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Tosilo intanto andò a presentarsi davanti a donna Rodrighez, e con alta e sonora voce le disse:
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-Yo, señora, quiero casarme con vuestra hija, y no quiero alcanzar por pleitos ni contiendas lo que puedo alcanzar por paz y sin peligro de la muerte.
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— Signora, voglio maritarmi colla vostra figliuola, e non voglio per via di liti e di zuffe, avere quello che posso ottenere in pace e senza pericolo della vita.»
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Oyó esto el valeroso don Quijote, y dijo
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Il valoroso don Chisciotte udito queste parole, disse:
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-Pues esto así es, yo quedo libre y suelto de mi promesa cásense en hora buena, y, pues Dios Nuestro Señor se la dio, San Pedro se la bendiga.
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— Poiché così è, io mi dichiaro libero sciolto dalla mia promessa: si sposino alla buon′ora, e se nostro Signore Iddio gliela dà, san Pietro gliela benedica.»
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El duque había bajado a la plaza del castillo, y, llegándose a Tosilos, le dijo.
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Era già calato il duca nella piazza del castello, ed appressatosi a Tosilo, gli disse:
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-¿Es verdad, caballero, que os dais por vencido, y que, instigado de vuestra temerosa conciencia, os queréis casar con esta doncella.
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— Èvero, cavaliere, che voi vi date per vinto, e che morso dai rimorsi della vostra coscienza, volete farvi sposo a questa donzella?
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-Sí, señor -respondió Tosilos.
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— Signor sì, rispose Tosilo.
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-Él hace muy bien -dijo a esta sazón Sancho Panza-, porque lo que has de dar al mur, dalo al gato, y sacarte ha de cuidado.
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— Fai molto bene, soggiunse Sancio, perché quello che tu hai a dare al topo, dallo al gatto, e uscirai da ogni briga.»
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Íbase Tosilos desenlazando la celada, y rogaba que apriesa le ayudasen, porque le iban faltando los espíritus del aliento, y no podía verse encerrado tanto tiempo en la estrecheza de aquel aposento. Quitáronsela apriesa, y quedó descubierto y patente su rostro de lacayo. Viendo lo cual doña Rodríguez y su hija, dando grandes voces, dijeron.
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Andava Tosilo slacciandosi la celata e pregava che ne lo liberassero presto, mentre si sentiva mancare il fiato, né poteva stare più a lungo nella strettezza di quell′arnese. Gliela sciolsero prestamente, e restò chiaro e patente il suo mostaccio da staffiere. Vedendo questo donna Rodrighez e sua figliuola gridarono:
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-¡Éste es engaño, engaño es éste! ¡A Tosilos, el lacayo del duque mi señor, nos han puesto en lugar de mi verdadero esposo! ¡Justicia de Dios y del Rey, de tanta malicia, por no decir bellaquería.
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— Questo è inganno, questo è inganno! hanno messo Tosilo staffiere in luogo del vero sposo; giustizia di Dio e del re per tanta malizia e vigliaccheria.
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-No vos acuitéis, señoras -dijo don Quijote-, que ni ésta es malicia ni es bellaquería; y si la es, y no ha sido la causa el duque, sino los malos encantadores que me persiguen, los cuales, invidiosos de que yo alcanzase la gloria deste vencimiento, han convertido el rostro de vuestro esposo en el de este que decís que es lacayo del duque. Tomad mi consejo, y, a pesar de la malicia de mis enemigos, casaos con él, que sin duda es el mismo que vos deseáis alcanzar por esposo.
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— Non crediate, no, signore mie, né vogliate attribuirne al signor duca la colpa; ma questa è opera dei tristi incantatori che mi perseguitano, e che invidiosi della fama ch′io poteva acquistarmi colla vittoria, hanno trasformata la faccia del vostro sposo in quella di cotestui che dite essere staffiere del duca. Pigliatevi il mio consiglio, e a dispetto della malizia dei miei nemici maritatevi con esso lui, ch′è fuori di dubbio quegli appunto che voi bramate conseguir per marito.»
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El duque, que esto oyó, estuvo por romper en risa toda su cólera, y dijo.
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Il duca, udito questo, fu per voltare in uno scoppio di riso il suo sdegno, e disse:
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-Son tan extraordinarias las cosas que suceden al señor don Quijote que estoy por creer que este mi lacayo no lo es; pero usemos deste ardid y maña dilatemos el casamiento quince días, si quieren, y tengamos encerrado a este personaje que nos tiene dudosos, en los cuales podría ser que volviese a su prístina figura; que no ha de durar tanto el rancor que los encantadores tienen al señor don Quijote, y más, yéndoles tan poco en usar estos embelecos y transformaciones.
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— Sono sì fuori del comune le cose che intravvengono al signor don Chisciotte, ch′io sto per credere che sia costui il mio staffiere; ma si metta a campo lo spediente che adesso io proporrò. Differiamo le nozze per quindici interi giorni, se così vi piace, e teniamo rinserrato questo personaggio che ci rende dubbiosi, perché potrebbe addivenire che rivestisse nel frattempo le primitive sue forme: non ha poi a curare tanto il rancore che professano al signor don Chisciotte gl′incantatori, dovendo considerarsi che poco loro importa di usare simili fattucchierie e trasformazioni.
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-¡Oh señor! -dijo Sancho-, que ya tienen estos malandrines por uso y costumbre de mudar las cosas, de unas en otras, que tocan a mi amo. Un caballero que venció los días pasados, llamado el de los Espejos, le volvieron en la figura del bachiller Sansón Carrasco, natural de nuestro pueblo y grande amigo nuestro, y a mi señora Dulcinea del Toboso la han vuelto en una rústica labradora; y así, imagino que este lacayo ha de morir y vivir lacayo todos los días de su vida.
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— Ah signore, soggiunse Sancio, non sa che questi malandrini hanno per metodo e per costume di cambiare le cose di una in un′altra, quando specialmente si tratta del mio padrone? nei passati giorni egli vinse un cavaliere chiamato dagli Specchi, e lo cambiarono nella figura del baccelliere Sansone Carrasco, naturale del nostro paese e grande nostro amico, anche la mia signora Dulcinea del Toboso la convertirono in brutta villana, ed io scommetterei adesso che questo staffiere avrà da vivere e da morire staffiere per tutto il corso della sua vita.»
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A lo que dijo la hija de Rodríguez.
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Disse allora la figlia di donna Rodrighez:
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-Séase quien fuere este que me pide por esposa, que yo se lo agradezco; que más quiero ser mujer legítima de un lacayo que no amiga y burlada de un caballero, puesto que el que a mí me burló no lo es.
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— Sia chi si voglia costui che mi domanda in isposa, io lo gradisco, e voglio piuttosto esser legittima consorte di uno staffiere che amica e burlata da un cavaliere, benché tale non siasi mostrato chi mi mancò di parola.
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En resolución, todos estos cuentos y sucesos pararon en que Tosilos se recogiese, hasta ver en qué paraba su transformación; aclamaron todos la vitoria por don Quijote, y los más quedaron tristes y melancólicos de ver que no se habían hecho pedazos los tan esperados combatientes, bien así como los mochachos quedan tristes cuando no sale el ahorcado que esperan, porque le ha perdonado, o la parte, o la justicia. Fuese la gente, volviéronse el duque y don Quijote al castillo, encerraron a Tosilos, quedaron doña Rodríguez y su hija contentísimas de ver que, por una vía o por otra, aquel caso había de parar en casamiento, y Tosilos no esperaba menos.
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Queste cose e questi successi ebbero per conclusione che Tosilo fosse rinserrato per vedere l′esito della trasformazione. Si acclamarono le vittorie di don Chisciotte, ma i circostanti rimasero rammaricati di non aver veduto farsi in pezzi due combattenti di tanta aspettazione, simili a quei ragazzi che restano malcontenti quando non viene castigato colui che doveva esserlo, e non lo è perché gli fu concesso il perdono o dalla parte offesa o dalla giustizia. La gente andò via, tornando il duca e don Chisciotte al castello, fu rinchiuso Tosilo, e rimasero donna Rodrighez e sua figlia contentissima di vedere o per una o per altra via risolversi in nozze quella ventura, e Tosilo non aveva altro desiderio che questo.
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II. Capítulo LVII. Que trata de cómo don Quijote se despidió del duque, y de lo que le sucedió con la discreta y desenvuelta Altisidora, doncella de la duquesa.
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CAPITOLO LVII
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Ya le pareció a don Quijote que era bien salir de tanta ociosidad como la que en aquel castillo tenía; que se imaginaba ser grande la falta que su persona hacía en dejarse estar encerrado y perezoso entre los infinitos regalos y deleites que como a caballero andante aquellos señores le hacían, y parecíale que había de dar cuenta estrecha al cielo de aquella ociosidad y encerramiento; y así, pidió un día licencia a los duques para partirse. Diéronsela, con muestras de que en gran manera les pesaba de que los dejase. Dio la duquesa las cartas de su mujer a Sancho Panza, el cual lloró con ellas, y dijo.
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E oramai parve a don Chisciotte che gli convenisse di uscire dall′ozio in cui vissuto era in quel castello, e pensava che gran mancamento fosse lo starsene più a lungo neghittoso e perduto tra le carezze ed i doni che gli erano per le sue qualità di cavaliere errante profusi dagli ospiti, parendogli che avrebbe dovuto rendere stretto conto a Dio se fosse stato in ozio più a lungo. Dimandò un giorno la sua licenza ai duchi, che gliela concedettero con dimostrazioni di dispiacenza, e allora la duchessa consegnò a Sancio le lettere di sue moglie Teresa. Egli le ricevette e piangendovi sopra, disse:
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-¿Quién pensara que esperanzas tan grandes como las que en el pecho de mi mujer Teresa Panza engendraron las nuevas de mi gobierno habían de parar en volverme yo agora a las arrastradas aventuras de mi amo? Con todo esto, me contento de ver que mi Teresa correspondió a ser quien es, enviando las bellotas a la duquesa; que, a no habérselas enviado, quedando yo pesaroso, me mostrara ella desagradecida. Lo que me consuela es que esta dádiva no se le puede dar nombre de cohecho, porque ya tenía yo el gobierno cuando ella las envió, y está puesto en razón que los que reciben algún beneficio, aunque sea con niñerías, se muestren agradecidos. En efecto, yo entré desnudo en el gobierno y salgo desnudo dél; y así, podré decir con segura conciencia, que no es poco "Desnudo nací, desnudo me hallo ni pierdo ni gano".
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— Chi avrebbe detto mai che tante speranze di Teresa Pancia mia moglie avessero avuto a svanire, col farmi adesso tornare alle strascinate venture del mio padrone signor don Chisciotte? Ma se non altro, sono contento di vedere che la buona Teresa ha corrisposto come conveniva ad una sua pari, mandando le ghiande alla duchessa; che se non gliene avesse mandate, procurando a me un dispiacere, si sarebbe mostrata poco riconoscente; e poi mi consola il pensare che questo è dono che non può lasciar sospettare di doppie intenzioni. Ha mandate le ghiande quando io era governatore, ed è dovere che chi ottiene qualche benefizio lo contraccambi anche con bagatelle; né più di così si poteva fare da noi due: tutti potranno affermare che io era spoglio ed ignudo quando cominciai a governare, ed ero ignudo affatto quando ho finito, e posso tornar a dire con sicura coscienza (che non è poco): né ho perduto né ho guadagnato.»
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Esto pasaba entre sí Sancho el día de la partida; y, saliendo don Quijote, habiéndose despedido la noche antes de los duques, una mañana se presentó armado en la plaza del castillo. Mirábanle de los corredores toda la gente del castillo, y asimismo los duques salieron a verle. Estaba Sancho sobre su rucio, con sus alforjas, maleta y repuesto, contentísimo, porque el mayordomo del duque, el que fue la Trifaldi, le había dado un bolsico con docientos escudos de oro, para suplir los menesteres del camino, y esto aún no lo sabía don Quijote.
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Così la discorreva Sancio tra sé medesimo nel giorno della sua partenza: ed intanto don Chisciotte, che aveva la sera innanzi preso finale congedo dai duchi, uscì fuori la mattina, e si presentò armato di tutto punto sulla piazza del castello. Lo stavano osservando tutte le genti dai corridoi, ed anche i duchi erano accorsi a vederlo. Era Sancio montato sopra il suo asino colle bisaccie, col valigiotto e colla dispensa, tutto fuori di sé dall′allegria, perché il maggiordomo del duca (quello che aveva finto di essere la Trifaldi) gli aveva posto in mano un borsellino con dugento scudi d′oro per le spese di viaggio: dono di cui il suo don Chisciotte era affatto all′oscuro.
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Estando, como queda dicho, mirándole todos, a deshora, entre las otras dueñas y doncellas de la duquesa, que le miraban, alzó la voz la desenvuelta y discreta Altisidora, y en son lastimero dijo
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Stando dunque, come si è detto, tutti attenti ad osservare la partenza dei viaggiatori, d′improvviso tra le altre matrone e donzelle, alzò la voce Altisidora lesta e discreta, e con dolente accento così proruppe:
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-Escucha, mal caballero; detén un poco las riendas; no fatigues las ijadas de tu mal regida bestia. Mira, falso, que no huyas de alguna serpiente fiera, sino de una corderilla que está muy lejos de oveja. Tú has burlado, monstruo horrendo, la más hermosa doncella que Dïana vio en sus montes, que Venus miró en sus selvas. Cruel Vireno, fugitivo Eneas, Barrabás te acompañe; allá te avengas. Tú llevas, ¡llevar impío!, en las garras de tus cerras las entrañas de una humilde, como enamorada, tierna. Llévaste tres tocadores, y unas ligas, de unas piernas que al mármol puro se igualan en lisas, blancas y negras. Llévaste dos mil suspiros, que, a ser de fuego, pudieran abrasar a dos mil Troyas, si dos mil Troyas hubiera. Cruel Vireno, fugitivo Eneas, Barrabás te acompañe; allá te avengas. De ese Sancho, tu escudero, las entrañas sean tan tercas y tan duras, que no salga de su encanto Dulcinea. De la culpa que tú tienes lleve la triste la pena; que justos por pecadores tal vez pagan en mi tierra. Tus más finas aventuras en desventuras se vuelvan, en sueños tus pasatiempos, en olvidos tus firmezas. Cruel Vireno, fugitivo Eneas, Barrabás te acompañe; allá te avengas. Seas tenido por falso desde Sevilla a Marchena, desde Granada hasta Loja, de Londres a Inglaterra. Si jugares al reinado, los cientos, o la primera, los reyes huyan de ti; ases ni sietes no veas. Si te cortares los callos, sangre las heridas viertan, y quédente los raigones si te sacares las muelas. Cruel Vireno, fugitivo Eneas, Barrabás te acompañe; allá te avengas.
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«Ascoltami o mal nato cavaliere: tieni un poco le redini, non tormentare i fianchi della tua mal governata bestia. Vedi, o perfido, che tu non fuggi da feroce serpente, ma sibbene da agnelletta ancora molto lontana dall′esser pecora. Schernisti, orrido mostro, la più avvenente donzella che Diana vedesse mai nei suoi monti o Venere nelle sue selve. Crudel Bireno, fuggitivo Enea, Barabba t′accompagni e mal ti dea. Tu ne porti (empio ladroneccio!) ne′ tuoi artigli le viscere di un′amante umile e tenera. E ne porti altresì tre cuffie da notte, e il legaccio di una gamba che vince il bianco e il levigato del marmo. Ne porti duemila sospiri sì ardenti che potrebbero abbruciare duemila Troie, se duemila Troie vi fossero. Crudel Bireno, fuggitivo Enea, Barabba t′accompagni e mal ti dea. Possano tanto indurirsi le viscere di Sancio, che Dulcinea non sia mai più liberata dal suo incantesimo; sicch′ella paghi la pena del tuo delitto; come avviene talvolta nel mio paese, che i giusti paghino il fio invece de′ rei. Le più belle avventure ti si volgano in tristi, i piaceri in vani sogni, la costanza in obblio. Crudel Bireno, fuggitivo Enea, Barabba t′accompagni e mal ti dea. Che da Siviglia a Marchena tutti abbianti in conto di traditore, e così da Granata a Loia, e da Londra fino in Inghilterra. Se mai giuocherai all′ombra od al picchetto, ti fuggano i re, né mai ti vengano alle mani né sette né assi. Qualora tu debba tagliarti un callo, possa fallirti il ferro e trar sangue; e se avrai da strapparti un dente molare, ti resti la radice rotta in bocca. Crudel Bireno, fuggitivo Enea, Barabba t′accompagni e mal ti dea.»
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En tanto que, de la suerte que se ha dicho, se quejaba la lastimada Altisidora, la estuvo mirando don Quijote, y, sin responderla palabra, volviendo el rostro a Sancho, le dijo.
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Frattantoché così querelavasi l′afflitta Altisidora, stava mirandola don Chisciotte senza risponderle parola; voltosi poi a Sancio,disse:
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-Por el siglo de tus pasados, Sancho mío, te conjuro que me digas una verdad. Dime, ¿llevas por ventura los tres tocadores y las ligas que esta enamorada doncella dice.
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— Ti scongiuro, Sancio mio, per lo secolo de′ tuoi morti, che tu mi dica una verità; è egli vero per caso che porti teco le tre cuffie e le legacce delle quali parla questa innamorata donzella?» Cui Sancio rispose:
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A lo que Sancho respondió.
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— Le tre cuffie sì, è vero,
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-Los tres tocadores sí llevo; pero las ligas, como por los cerros de Úbeda.
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ma non ne so niente di legacce io.»
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Quedó la duquesa admirada de la desenvoltura de Altisidora, que, aunque la tenía por atrevida, graciosa y desenvuelta, no en grado que se atreviera a semejantes desenvolturas; y, como no estaba advertida desta burla, creció más su admiración. El duque quiso reforzar el donaire, y dijo.
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Piacque assai alla duchessa la prontezza della sua Altisidora, che per quanto la credesse ardita, vivace e disinvolta, non la giudicava però tale da tessere questa burla. Volle rinforzarla allora anche il duca, e disse:
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-No me parece bien, señor caballero, que, habiendo recebido en este mi castillo el buen acogimiento que en él se os ha hecho, os hayáis atrevido a llevaros tres tocadores, por lo menos, si por lo más las ligas de mi doncella; indicios son de mal pecho y muestras que no corresponden a vuestra fama. Volvedle las ligas; si no, yo os desafío a mortal batalla, sin tener temor que malandrines encantadores me vuelvan ni muden el rostro, como han hecho en el de Tosilos mi lacayo, el que entró con vos en batalla.
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— Non mi pare ben fatto, signor cavaliere, che avendo ricevuto in questo mio castello assai buona accoglienza, abbia osato portarsene tre cuffie per lo manco, oltre alle legacce, della mia donzella; e questo è indizio di vile animo e un fatto che non corrisponde alla celebrità del suo nome; o restituisca le legacce, ovvero lo sfido a battersi senza tema che mi venga cambiata o trasformata la faccia da maligni incantatori, siccome è avvenuto nell′affare del mio staffiere Tosilo.
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-No quiera Dios -respondió don Quijote- que yo desenvaine mi espada contra vuestra ilustrísima persona, de quien tantas mercedes he recebido; los tocadores volveré, porque dice Sancho que los tiene; las ligas es imposible, porque ni yo las he recebido ni él tampoco; y si esta vuestra doncella quisiere mirar sus escondrijos, a buen seguro que las halle. Yo, señor duque, jamás he sido ladrón, ni lo pienso ser en toda mi vida, como Dios no me deje de su mano. Esta doncella habla, como ella dice, como enamorada, de lo que yo no le tengo culpa; y así, no tengo de qué pedirle perdón ni a ella ni a Vuestra Excelencia, a quien suplico me tenga en mejor opinión, y me dé de nuevo licencia para seguir mi camino.
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— A Dio non piaccia, rispose don Chisciotte, ch′io sfoderi la mia spada contro la vostra illustrissima persona, da cui ho ricevuto favori tanto segnalati: restituirò le cuffie, poiché Sancio asserisce di averle seco: ma quanto alle legacce è impossibile, perché nessuno di noi due le ebbe; e se questa vostra donzella visiterà bene tutti i suoi ripostigli, è fuori di dubbio che le troverà; io non sono stato mai ladro, signor duca, e non lo sarò mai finché avrò vita e Iddio mi proteggerà. Questa vostra donzella tiene il linguaggio delle innamorate, ma questo non può tornare a carico mio: né mi credo io in dovere di far atti di scusa né con lei né con la signoria vostra, che supplico a tenermi in migliore concetto ed a rinnovarmi la permissione ch′io possa adesso seguitare la mia strada.
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-Déosle Dios tan bueno -dijo la duquesa-, señor don Quijote, que siempre oigamos buenas nuevas de vuestras fechurías. Y andad con Dios; que, mientras más os detenéis, más aumentáis el fuego en los pechos de las doncellas que os miran; y a la mía yo la castigaré de modo, que de aquí adelante no se desmande con la vista ni con las palabras.
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— Sì, sì, ve la diamo di cuore, disse la duchessa: Iddio vi accompagni, o signor don Chisciotte, e faccia che abbiamo sempre buone nuove delle vostre imprese; andate pure, poiché quanto più indugereste, tanto più si accenderebbe il fuoco nei petti delle donzelle che vi tengono gli occhi addosso; e quanto ad Altisidora, le darò io quel castigo che servirà a renderla più circospetta e premurosa del suo decoro, senza più abusare né degli occhi, né delle parole.
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-Una no más quiero que me escuches, ¡oh valeroso don Quijote! -dijo entonces Altisidora-; y es que te pido perdón del latrocinio de las ligas, porque, en Dios y en mi ánima que las tengo puestas, y he caído en el descuido del que yendo sobre el asno, le buscaba.
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— Una grazia ancora e poi non più, o valoroso signor don Chisciotte, disse allora Altisidora, e la grazia si è, che ella voglia perdonarrni il latrocinio che le imputai delle mie legacce: perché in coscenza mia che le ho sulle gambe, e non me n′era accorta, ed io era come colui che stando a cavallo sull′asino, lo cercava.
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-¿No lo dije yo? -dijo Sancho-. ¡Bonico soy yo para encubrir hurtos! Pues, a quererlos hacer, de paleta me había venido la ocasión en mi gobierno.
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— Non lo aveva detto io? soggiunse Sancio: andate là ch′io era quello da proteggere i furti! io che se avessi voluto farne m′era venuta l′occasione come dipinta quando era governatore!»
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Abajó la cabeza don Quijote y hizo reverencia a los duques y a todos los circunstantes, y, volviendo las riendas a Rocinante, siguiéndole Sancho sobre el rucio, se salió del castillo, enderezando su camino a Zaragoza.
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Don Chisciotte abbassò la testa e fece riverenza ai duchi ed a tutti i circostanti, e volta la briglia a Ronzinante, seguitato da Sancio, già montato sull′asino, uscì dal castello, indirizzando il suo viaggio alla volta di Saragozza.
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II. Capítulo LVIII. Que trata de cómo menudearon sobre don Quijote aventuras tantas, que no se daban vagar unas a otras.
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CAPITOLO LVIII COME PIOVVERO SOPRA DON CHISCIOTTE TANTE VENTURE CHE L′UNA NON ASPETTAVA L′ALTRA.
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Cuando don Quijote se vio en la campaña rasa, libre y desembarazado de los requiebros de Altisidora, le pareció que estaba en su centro, y que los espíritus se le renovaban para proseguir de nuevo el asumpto de sus caballerías, y, volviéndose a Sancho, le dijo.
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Quando don Chisciotte si vide in campagna aperta, libero e sbarazzato dagli amorosi detti di Altisidora, parevagli di trovarsi nel suo centro e di sentirsi rinnovare il coraggio per proseguire le gesta delle sue cavallerie. Rivoltosi a Sancio gli disse:
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-La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres. Digo esto, Sancho, porque bien has visto el regalo, la abundancia que en este castillo que dejamos hemos tenido; pues en metad de aquellos banquetes sazonados y de aquellas bebidas de nieve, me parecía a mí que estaba metido entre las estrechezas de la hambre, porque no lo gozaba con la libertad que lo gozara si fueran míos; que las obligaciones de las recompensas de los beneficios y mercedes recebidas son ataduras que no dejan campear al ánimo libre. ¡Venturoso aquél a quien el cielo dio un pedazo de pan, sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo.
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— La libertà, o Sancio, è uno dei doni più preziosi dal cielo concesso agli uomini: i tesori tutti che si trovano in terra o che stanno ricoperti dal mare non le si possono agguagliare: e per la libertà, come per l′onore, si può avventurare la vita, quando per lo contrario la schiavitù è il peggior male che possa arrivare agli uomini. Io dico questo, o Sancio, perché tu hai ben veduto co′ tuoi occhi le delizie e l′abbondanza da noi godute nel castello or or lasciato; eppure ti assicuro che in mezzo a que′ sontuosi banchetti e a quelle bevande gelate, sembravami di essere nello strettoio della fame. Io non gustava di alcuna cosa con quella soddisfazione con cui gustata l′avrei se fosse stata mia propia, mentre l′obbligo del dovere e della retribuzione ai benefici ed alle grazie ricevute sono altrettanti legami che non lasciano campeggiare l′animo libero. Beato colui cui ha dato il cielo un tozzo di pane senz′altro obbligo fuor quello di essergli grato.
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-Con todo eso -dijo Sancho- que vuesa merced me ha dicho, no es bien que se quede sin agradecimiento de nuestra parte docientos escudos de oro que en una bolsilla me dio el mayordomo del duque, que como píctima y confortativo la llevo puesta sobre el corazón, para lo que se ofreciere; que no siempre hemos de hallar castillos donde nos regalen, que tal vez toparemos con algunas ventas donde nos apaleen.
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— Per altro, rispose Sancio, con tutto quello che vossignoria ha detto, mi pare che non sia bene che restino mal graditi dugento scudi in oro che mi regalò in un borsellino il maggiordomo del duca; i quali, come cordiale confortativo, io porto applicati sul cuore per tutto quello che ci potrà occorrere, mentre non avremo sempre al nostro comando castelli dove ci siano usate tante carezze; ed è probabile che ci troviamo talvolta in qualche osteria che ci costerà salata.
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En estos y otros razonamientos iban los andantes, caballero y escudero, cuando vieron, habiendo andado poco más de una legua, que encima de la yerba de un pradillo verde, encima de sus capas, estaban comiendo hasta una docena de hombres, vestidos de labradores. Junto a sí tenían unas como sábanas blancas, con que cubrían alguna cosa que debajo estaba; estaban empinadas y tendidas, y de trecho a trecho puestas. Llegó don Quijote a los que comían, y, saludándolos primero cortésmente, les preguntó que qué era lo que aquellos lienzos cubrían. Uno dellos le respondió.
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Tra questi ed altri discorsi, andavano seguitando il loro cammino cavaliere e scudiero, quando, dopo avere corso più di una lega, videro che sopra l′erba di un praticello stavano sdraiati nei loro mantelli e quietamente mangiando, dodici uomini vestiti da contadini: Tenevano accanto a loro certe tele che sembravano lenzuola bianche, colle quali coprivano qualche altra cosa che vi era sotto, e stavano ritte, distese e distribuite ogni tanti passi. Giunse don Chisciotte presso quei che mangiavano, e dopo cortesissimo saluto chiese loro che cosa si trovasse nascosto sotto quelle lenzuola. Uno di essi gli rispose:
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-Señor, debajo destos lienzos están unas imágines de relieve y entabladura que han de servir en un retablo que hacemos en nuestra aldea; llevámoslas cubiertas, porque no se desfloren, y en hombros, porque no se quiebren.
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— Sotto a queste tele stanno alcune immagini di rilievo e d′intaglio da servire per una rappresentazione che facciamo nel nostro contado, e le portiamo coperte perché non perdano il lustro, e sulle spalle perché non si rompano.
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-Si sois servidos -respondió don Quijote-, holgaría de verlas, pues imágines que con tanto recato se llevan, sin duda deben de ser buenas.
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— Se vi piacesse, replicò don Chisciottem io vorrei vederle, perché se le portate con tanta circospezione, convien dire che siano di molto pregio.
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-Y ¡cómo si lo son! -dijo otro-. Si no, dígalo lo que cuesta que en verdad que no hay ninguna que no esté en más de cincuenta ducados; y, porque vea vuestra merced esta verdad, espere vuestra merced, y verla ha por vista de ojos.
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— E come lo sono! soggiunse un altro e ne sia prova il loro valore, che non ve n′ha una che costi meno di dugento scudi e se vossignoria se ne vuole meglio persuadere, ora le vedrà co′ suoi occhi.»
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Y, levantándose, dejó de comer y fue a quitar la cubierta de la primera imagen, que mostró ser la de San Jorge puesto a caballo, con una serpiente enroscada a los pies y la lanza atravesada por la boca, con la fiereza que suele pintarse. Toda la imagen parecía una ascua de oro, como suele decirse. Viéndola don Quijote, dijo
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Lasciò costui di mangiare, alzò la tela che copriva la prima immagine, ed era quella di san Giorgio a cavallo che calpesta un serpente e gli caccia la lancia nella gola, nell′attitudine di fierezza con cui suol essere dipinto: il quadro era, come si suol dire, una coppa d′oro. Don Chisciotte, vedendolo, disse:
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-Este caballero fue uno de los mejores andantes que tuvo la milicia divina llamóse don San Jorge, y fue además defendedor de doncellas. Veamos esta otra.
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— Questo cavaliere è stato uno dei più famosi cavalieri erranti che vantar possa la milizia divina: si chiamò san Giorgio, e fu gran difensore delle donzelle. Veggiamo quest′altro.»
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Descubrióla el hombre, y pareció ser la de San Martín puesto a caballo, que partía la capa con el pobre; y, apenas la hubo visto don Quijote, cuando dijo.
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Scoperto che fu, apparì un san Martino a cavallo, che divideva con un povero il suo mantello. Lo vide appena don Chisciotte, che disse:
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-Este caballero también fue de los aventureros cristianos, y creo que fue más liberal que valiente, como lo puedes echar de ver, Sancho, en que está partiendo la capa con el pobre y le da la mitad; y sin duda debía de ser entonces invierno, que, si no, él se la diera toda, según era de caritativo.
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— Anche questo è stato uno dei cristiani venturieri, ed io credo che fosse più liberale che valoroso, come tu puoi vederlo chiaramente, o Sancio, perché sta partendo la sua cappa con un povero, e gliene dà la metà; ed io credo che ciò sia seguito d′inverno, ché se fosse avvenuto di estate gliel′avrebbe data tutta intera, poiché era molto caritativo.
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-No debió de ser eso -dijo Sancho-, sino que se debió de atener al refrán que dicen que para dar y tener, seso es menester.
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— Eh, non sarà per questo, disse Sancio, ma dovette attenersi al proverbio che dice: Che per dare e avere buon cervello si ha da avere.»
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Rióse don Quijote y pidió que quitasen otro lienzo, debajo del cual se descubrió la imagen del Patrón de las Españas a caballo, la espada ensangrentada, atropellando moros y pisando cabezas; y, en viéndola, dijo don Quijote.
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Rise don Chisciotte, e disse che levassero un′altra tela, e si scoperse il patrono delle Spagne a cavallo, colla spada insanguinata, nell′atto d′atterrar Mori e di troncar teste. Subito che don Chisciotte lo vide, disse:
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-Éste sí que es caballero, y de las escuadras de Cristo; éste se llama don San Diego Matamoros, uno de los más valientes santos y caballeros que tuvo el mundo y tiene agora el cielo.
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— Questo sì ch′è cavaliero, e delle squadre di Cristo: questo si chiama Diego Ammazza-Mori, uno dei più valorosi santi e cavalieri ch′abbia un dì vantato il mondo e che adesso possegga il paradiso.»
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Luego descubrieron otro lienzo, y pareció que encubría la caída de San Pablo del caballo abajo, con todas las circunstancias que en el retablo de su conversión suelen pintarse. Cuando le vido tan al vivo, que dijeran que Cristo le hablaba y Pablo respondía.
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Alzarono altra tela, e vide la caduta di san Paolo da cavallo, colle circostanze tutte che sogliono essere dipinte nel quadro della sua conversione. Vedendolo così al vivo raffigurato, che pareva che Cristo gli parlasse e Paolo gli rispondesse:
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-Éste -dijo don Quijote- fue el mayor enemigo que tuvo la Iglesia de Dios Nuestro Señor en su tiempo, y el mayor defensor suyo que tendrá jamás caballero andante por la vida, y santo a pie quedo por la muerte, trabajador incansable en la viña del Señor, doctor de las gentes, a quien sirvieron de escuelas los cielos y de catedrático y maestro que le enseñase el mismo Jesucristo.
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— Questi, disse don Chisciotte, fu già il maggior nemico ch′abbia avuto la chiesa di Dio al tempo suo; cambiato poi nel più ardente difensore che vantare potrà giammai la errante cavalleria; santo il più costante fino alla morte, instancabile coltivatore della vigna del Signore, vero dottore delle genti, cui servono di scuola e di maestro i cieli e Gesù Cristo medesimo.»
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No había más imágines, y así, mandó don Quijote que las volviesen a cubrir, y dijo a los que las llevaban.
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Non restando altre immagini da vedersi, disse don Chisciotte che ritornassero a ricoprirle ed a quelli che le portavano, soggiunse:
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-Por buen agüero he tenido, hermanos, haber visto lo que he visto, porque estos santos y caballeros profesaron lo que yo profeso, que es el ejercicio de las armas; sino que la diferencia que hay entre mí y ellos es que ellos fueron santos y pelearon a lo divino, y yo soy pecador y peleo a lo humano. Ellos conquistaron el cielo a fuerza de brazos, porque el cielo padece fuerza, y yo hasta agora no sé lo que conquisto a fuerza de mis trabajos; pero si mi Dulcinea del Toboso saliese de los que padece, mejorándose mi ventura y adobándoseme el juicio, podría ser que encaminase mis pasos por mejor camino del que llevo.
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— Terrò per buon augurio, o fratelli, di aver veduto quello che mi avete permèsso di vedere; poiché questi santi cavalieri professarono ciò che professo io medesimo, l′esercizio cioè delle armi; ma passa tra noi questa differenza, ch′eglino furono santi e pugnarono spiritualmente, ed io sono peccatore e umanamente combatto: eglino conquistarono il cielo a forza di braccia, perché gran sudore abbisogna per farne guadagno: ma io sino a questo punto non so veramente quello che io conquisti a forza di travagli; pure se la mia signora Dulcinea del Toboso si liberasse da quello che soffre, allora col migliorarsi della mia ventura e col rassodarmisi lo intendimento, potria forse essere ch′io volgessi i miei passi per migliore strada di quella in cui ora procedo.
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-Dios lo oiga y el pecado sea sordo -dijo Sancho a esta ocasión.
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— Dio lo senta e il peccato sia sordo, soggiunse Sancio.
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Admiráronse los hombres, así de la figura como de las razones de don Quijote, sin entender la mitad de lo que en ellas decir quería. Acabaron de comer, cargaron con sus imágines, y, despidiéndose de don Quijote, siguieron su viaje.
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Rimasero maravigliati, questi uomini, sì dalla figura come del discorso di don Chisciotte, senza poter comprendere neppure la metà di quello ch′egli volesse dire. Finirono di mangiare, caricarono le loro immagini e licenziandosi da don Chisciotte, proseguirono il loro viaggio.
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Quedó Sancho de nuevo como si jamás hubiera conocido a su señor, admirado de lo que sabía, pareciéndole que no debía de haber historia en el mundo ni suceso que no lo tuviese cifrado en la uña y clavado en la memoria, y díjole.
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Sancio mostravasi stupefatto, come se non avesse conosciuto il suo padrone, parendogli che non potesse darsi al mondo né istorico, né istoria che non fossero sulle ugne e nella memoria di don Chisciotte, e così prese a dirgli:
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-En verdad, señor nuestramo, que si esto que nos ha sucedido hoy se puede llamar aventura, ella ha sido de las más suaves y dulces que en todo el discurso de nuestra peregrinación nos ha sucedido della habemos salido sin palos y sobresalto alguno, ni hemos echado mano a las espadas, ni hemos batido la tierra con los cuerpos, ni quedamos hambrientos. Bendito sea Dios, que tal me ha dejado ver con mis propios ojos.
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— Certamente, signor padron mio, che se questa che oggi ci è successa si può chiamare ventura, essa è stata delle più blande e delle più quiete che abbiamo avute in tutto il tempo del nostro pellegrinaggio. Ne siamo usciti fuori senza bastonate e senza spaventi, non abbiamo cacciato mano alle spade, non abbiamo battuta la terra stramazzando coi nostri corpi, e non siamo rimasti per niente affamati; sia ringraziato Iddio che ci ha concesso un bene che sarà di buon augurio.
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-Tú dices bien, Sancho -dijo don Quijote-, pero has de advertir que no todos los tiempos son unos, ni corren de una misma suerte, y esto que el vulgo suele llamar comúnmente agüeros, que no se fundan sobre natural razón alguna, del que es discreto han de ser tenidos y juzgar por buenos acontecimientos. Levántase uno destos agoreros por la mañana, sale de su casa, encuéntrase con un fraile de la orden del bienaventurado San Francisco, y, como si hubiera encontrado con un grifo, vuelve las espaldas y vuélvese a su casa. Derrámasele al otro Mendoza la sal encima de la mesa, y derrámasele a él la melancolía por el corazón, como si estuviese obligada la naturaleza a dar señales de las venideras desgracias con cosas tan de poco momento como las referidas. El discreto y cristiano no ha de andar en puntillos con lo que quiere hacer el cielo. Llega Cipión a África, tropieza en saltando en tierra, tiénenlo por mal agüero sus soldados; pero él, abrazándose con el suelo, dijo ′′No te me podrás huir, África, porque te tengo asida y entre mis brazos′′. Así que, Sancho, el haber encontrado con estas imágines ha sido para mí felicísimo acontecimiento.
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— Dici bene, o Sancio, soggiunse don Chisciotte; devi però avvertire che tutti i tempi non sono a un modo, né corrono sempre di una stessa foggia: e quelli che voi, o gente volgare, chiamate augurî, senzaché si fondino sopra alcuna ragione naturale, gli uomini savi giudicano che altra cosa non sieno fuorché buoni avvenimenti. Uno di questi vostri augurî si alza il mattino, esce di casa e incontra un frate del beato e serafico ordine di san Francesco, ed ecco che, come se avesse incontrato un corvo, volta le spalle e torna subito a casa. Un altro è a tavola, e gli si versa il sale, ed ecco che gli si diffonde la malinconia pel cuore, come se la natura avesse disposto di dare segni delle future calamità con cose sì inconcludenti. L′uomo prudente e cristiano non ha da indagare le disposizioni del cielo in queste sciocche fissazioni. Quando Cesare giunse in Africa, saltò fuori dalla nave, inciampò e cadde: i suoi soldati ebbero la caduta per malaugurio, ma egli abbracciando quel terreno, disse: Tu, o Africa, non mi scapperai più dalle mani, poiché sì ti tengo stretta ed abbracciata. Ora dunque, Sancio mio, persisti tu a credere che le figure di questa mattina fossero di buon augurio?
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-Yo así lo creo -respondió Sancho-, y querría que vuestra merced me dijese qué es la causa por que dicen los españoles cuando quieren dar alguna batalla, invocando aquel San Diego Matamoros "¡Santiago, y cierra, España! " ¿Está por ventura España abierta, y de modo que es menester cerrarla, o qué ceremonia es ésta.
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— Io lo credo fermamente, e vorrei che vossignoria mi dicesse per quale motivo quando vogliono dare qualche battaglia, invocando san don Diego Ammazza-Mori, dicono: Santiago e serra Spagna. La Spagna è forse aperta in modo che occorra serrarla? Che cerimonia è questa?
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-Simplicísimo eres, Sancho -respondió don Quijote-; y mira que este gran caballero de la cruz bermeja háselo dado Dios a España por patrón y amparo suyo, especialmente en los rigurosos trances que con los moros los españoles han tenido; y así, le invocan y llaman como a defensor suyo en todas las batallas que acometen, y muchas veces le han visto visiblemente en ellas, derribando, atropellando, destruyendo y matando los agarenos escuadrones; y desta verdad te pudiera traer muchos ejemplos que en las verdaderas historias españolas se cuentan.
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— Tu sei pure un semplicione, o Sancio, rispose don Chisciotte. Sappi che Dio ha concesso alle Spagne per protettore e patrono quel gran cavaliere della croce rossa che la salvò nei conflitti fra gli Spagnuoli ed i Mori; e quindi è invocato in tutte le occasioni di qualche cimento; e molte volte fu visto visibilmente assalire, rovinare, distruggere, annichilire squadroni interi degli Agareni, e potrei addurtene mille esempi che si trovano nelle vere nostre istorie.»
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Mudó Sancho plática, y dijo a su amo.
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Sancio mutò discorso, e disse al suo padrone:
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-Maravillado estoy, señor, de la desenvoltura de Altisidora, la doncella de la duquesa bravamente la debe de tener herida y traspasada aquel que llaman Amor, que dicen que es un rapaz ceguezuelo que, con estar lagañoso, o, por mejor decir, sin vista, si toma por blanco un corazón, por pequeño que sea, le acierta y traspasa de parte a parte con sus flechas. He oído decir también que en la vergüenza y recato de las doncellas se despuntan y embotan las amorosas saetas, pero en esta Altisidora más parece que se aguzan que despuntan.
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— Io sono stato trasecolato, signor mio dell′ardire d′Altisidora, donzella della duchessa, e bisognerà confessare che le abbia proprio trafitto il cuore colui che chiamano Amore; il quale dicono ch′è fraschetta ciecolina od orba affatto, tal che se piglia per bersaglio un cuore, lo coglie, per piccolo che sia, e lo passa tosto da banda a banda colle sue frecce. Io aveva sentito a dire che le frecce si rintuzzano o si spuntano nel pudore e nel contegno delle ragazze, ma in questa Altisidora si aguzzano piuttosto che spuntarsi.
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-Advierte, Sancho -dijo don Quijote-, que el amor ni mira respetos ni guarda términos de razón en sus discursos, y tiene la misma condición que la muerte que así acomete los altos alcázares de los reyes como las humildes chozas de los pastores, y cuando toma entera posesión de una alma, lo primero que hace es quitarle el temor y la vergüenza; y así, sin ella declaró Altisidora sus deseos, que engendraron en mi pecho antes confusión que lástima.
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— Bisogna ricordarsi, o Sancio, disse don Chisciotte, che Amore non guarda rispetti, né termini di ragione, egli è come la morte, che tanto assale le sublimi torri dei re, come le capanne dei pastori: quando s′impadronisce di un cuore, prima di ogni altra cosa ne allontana il timore e la vergogna; e così fu nel nostro caso, in cui Altisidora dichiarò quei suoi desideri che generarono nel mio petto piuttosto confusione che pietà.
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-¡Crueldad notoria! -dijo Sancho-. ¡Desagradecimiento inaudito! Yo de mí sé decir que me rindiera y avasallara la más mínima razón amorosa suya. ¡Hideputa, y qué corazón de mármol, qué entrañas de bronce y qué alma de argamasa! Pero no puedo pensar qué es lo que vio esta doncella en vuestra merced que así la rindiese y avasallase qué gala, qué brío, qué donaire, qué rostro, que cada cosa por sí déstas, o todas juntas, le enamoraron; que en verdad en verdad que muchas veces me paro a mirar a vuestra merced desde la punta del pie hasta el último cabello de la cabeza, y que veo más cosas para espantar que para enamorar; y, habiendo yo también oído decir que la hermosura es la primera y principal parte que enamora, no teniendo vuestra merced ninguna, no sé yo de qué se enamoró la pobre.
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— Vossignoria è una tigre, disse Sancio, è di una barbarie inaudita: se fosse toccata a me questa sorte, mi sarei bene arreso io, e sarei io diventato suo vassallo: che cuore di marmo, che viscere di bronzo! Non so poi capire che cosa mai quella donzella abbia potuto vedere in vossignoria che le facesse tanta impressione da renderla innamorata: dove sono quella galanteria, quel brio, quelle grazie, quel sembiante, quel tutto insieme che ferisce e conquide? Ogni volta che io mi pongo a guardare vossignoria dalla punta dei piedi sino all′ultimo capello della testa, vedo cose da far piuttosto spaventare che innamorare: e se è vero che la bellezza è la prima e la principal cosa che allaccia, non avendone vossignoria neppure un′ombra, quanto a me non so capire di che diavolo mai la poveretta restasse innamorata.
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-Advierte, Sancho -respondió don Quijote-, que hay dos maneras de hermosura una del alma y otra del cuerpo; la del alma campea y se muestra en el entendimiento, en la honestidad, en el buen proceder, en la liberalidad y en la buena crianza, y todas estas partes caben y pueden estar en un hombre feo; y cuando se pone la mira en esta hermosura, y no en la del cuerpo, suele nacer el amor con ímpetu y con ventajas. Yo, Sancho, bien veo que no soy hermoso, pero también conozco que no soy disforme; y bástale a un hombre de bien no ser monstruo para ser bien querido, como tenga los dotes del alma que te he dicho.
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— Devi considerare, o Sancio, rispose don Chisciotte, che due sorta di bellezze vi sono, l′una dell′anima, l′altra del corpo: campeggia la prima, e si spiega nell′intendimento, nell′onestà, nel buon procedere, nella liberalità e buona educazione, e possono queste doti tutte allignare in un uomo o donna di brutte forme: e quando si ha l′animo unicamente a questa bellezza e non già a quella del corpo, si suole pervenire ad un amore vivissimo e imperioso. Ben io mi avviso, o Sancio, di non essere bello, ma conosco ancora che non sono né deforme, né contraffatto: ed all′uomo di vaglia basta non essere mostruoso per ottenere corrispondenza d′affetti, sempreché però egli possegga le doti dell′animo che ti ho detto.»
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En estas razones y pláticas se iban entrando por una selva que fuera del camino estaba, y a deshora, sin pensar en ello, se halló don Quijote enredado entre unas redes de hilo verde, que desde unos árboles a otros estaban tendidas; y, sin poder imaginar qué pudiese ser aquello, dijo a Sancho.
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Facendo questi discorsi, s′innoltrarono in un bosco posto fuori della strada maestra, e d′improvviso senz′aspettarselo, si trovò don Chisciotte avvolto in certe reti di filo verde che da un albero all′altro erano tese, e senza potersi immaginare che cosa si fosse, disse a Sancio:
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-Paréceme, Sancho, que esto destas redes debe de ser una de las más nuevas aventuras que pueda imaginar. Que me maten si los encantadores que me persiguen no quieren enredarme en ellas y detener mi camino, como en venganza de la riguridad que con Altisidora he tenido. Pues mándoles yo que, aunque estas redes, si como son hechas de hilo verde fueran de durísimos diamantes, o más fuertes que aquélla con que el celoso dios de los herreros enredó a Venus y a Marte, así la rompiera como si fuera de juncos marinos o de hilachas de algodón.
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— Sembrami che l′affare di queste reti debba essere una delle più nuove avventure che possano accadere. Scommetterei la mia vita che gl′incantatori che mi perseguitano cercano ora di ravvilupparmi in queste reti perché io non prosegua il mio viaggio, e per vendicarsi della rigidezza che verso Altisidora ho mostrato; ma sappiano costoro che se queste reti, come sono di filo così fossero di diamanti durissimi e più tenaci di quella con cui il geloso Iddio dei fabbri avviluppò Venere e Marte, io nondimeno le romperei come se fossero di giunco marino o di fila di bambagia.»
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Y, queriendo pasar adelante y romperlo todo, al improviso se le ofrecieron delante, saliendo de entre unos árboles, dos hermosísimas pastoras; a lo menos, vestidas como pastoras, sino que los pellicos y sayas eran de fino brocado, digo, que las sayas eran riquísimos faldellines de tabí de oro. Traían los cabellos sueltos por las espaldas, que en rubios podían competir con los rayos del mismo sol; los cuales se coronaban con dos guirnaldas de verde laurel y de rojo amaranto tejidas. La edad, al parecer, ni bajaba de los quince ni pasaba de los diez y ocho.
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In così dire, voleva passare innanzi e rompere ogni cosa, quando improvvisamente gli si fecero avanti, sbalzando fuori tra gli alberi, due leggiadre pastorelle, o almanco come tali vestite; se non che le pellicce e zimarre erano di broccato finissimo, ed erano piuttosto bellissimi guarnelli tutti ornati di tabì d′oro: ondeggiavano i capelli sciolti sulle loro spalle che potevano gareggiare in biondezza coi raggi del sole, ed erano coronati da ghirlande conteste di verde alloro e di rosso amaranto: la loro età poteva credersi né minore di quindici, né maggiore di diciotto anni.
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Vista fue ésta que admiró a Sancho, suspendió a don Quijote, hizo parar al sol en su carrera para verlas, y tuvo en maravilloso silencio a todos cuatro. En fin, quien primero habló fue una de las dos zagalas, que dijo a don Quijote.
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Questa apparizione incantò don Chisciotte, stordì Sancio Pancia, e pareva che arrestasse il sole nel suo corso per compiacenza. Tutti quattro stettero muti. Dopo breve intervallo però, la prima a rompere il silenzio fu una delle due pastorelle, la quale disse a don Chisciotte:
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-Detened, señor caballero, el paso, y no rompáis las redes, que no para daño vuestro, sino para nuestro pasatiempo, ahí están tendidas; y, porque sé que nos habéis de preguntar para qué se han puesto y quién somos, os lo quiero decir en breves palabras. En una aldea que está hasta dos leguas de aquí, donde hay mucha gente principal y muchos hidalgos y ricos, entre muchos amigos y parientes se concertó que con sus hijos, mujeres y hijas, vecinos, amigos y parientes, nos viniésemos a holgar a este sitio, que es uno de los más agradables de todos estos contornos, formando entre todos una nueva y pastoril Arcadia, vistiéndonos las doncellas de zagalas y los mancebos de pastores. Traemos estudiadas dos églogas, una del famoso poeta Garcilaso, y otra del excelentísimo Camoes, en su misma lengua portuguesa, las cuales hasta agora no hemos representado. Ayer fue el primero día que aquí llegamos; tenemos entre estos ramos plantadas algunas tiendas, que dicen se llaman de campaña, en el margen de un abundoso arroyo que todos estos prados fertiliza; tendimos la noche pasada estas redes de estos árboles para engañar los simples pajarillos, que, ojeados con nuestro ruido, vinieren a dar en ellas. Si gustáis, señor, de ser nuestro huésped, seréis agasajado liberal y cortésmente; porque por agora en este sitio no ha de entrar la pesadumbre ni la melancolía.
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— Fermate il passo, signor cavaliere, e non rompete le reti che qua stanno tese non per vostro danno, ma per nostro spasso. Voi dimanderete forse perché vi sono poste; ed io, prevenendo la dimanda, ve ne dico la cagione. Due leghe di qua lontano è un paese dove sono molti ricchi e nobili personaggi tra loro amici e parenti: coi loro figliuoli, colle mogli e coi vicini vollero venire a spasso da questa parte, ch′è una delle più amene di tutti i contorni. Abbiamo formato tra noi una nuova e pastorale Arcadia, travestendo noi fanciulle da pastorelle ed i giovani da pastori, e abbiamo apprese a memoria due egloghe, l′una del famoso Garcilasso e l′altra dell′eccellentissimo Camoens nel suo idioma portoghese, che vorremmo rappresentare. Siamo arrivate qua ieri, ed abbiamo tra queste frondi drizzate le tende, cercando le sponde dei ruscelli che fertilizzano questi prati; e cominciammo iersera dal tendere le reti per fare inganno ai semplici augelletti, che scacciati e spaventati dal nostro rumore v′incapperanno. Se vorrete, o signore, essere nostro ospite, sarete da tutti accolto con cortesia; ché per adesso non hanno da entrare in questo luogo né malinconie, né noie.»
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Calló y no dijo más. A lo que respondió don Quijote
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Tacque, non disse altro, e don Chisciotte così rispose:
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-Por cierto, hermosísima señora, que no debió de quedar más suspenso ni admirado Anteón cuando vio al improviso bañarse en las aguas a Diana, como yo he quedado atónito en ver vuestra belleza. Alabo el asumpto de vuestros entretenimientos, y el de vuestros ofrecimientos agradezco; y, si os puedo servir, con seguridad de ser obedecidas me lo podéis mandar; porque no es ésta la profesión mía, sino de mostrarme agradecido y bienhechor con todo género de gente, en especial con la principal que vuestras personas representa; y, si como estas redes, que deben de ocupar algún pequeño espacio, ocuparan toda la redondez de la tierra, buscara yo nuevos mundos por do pasar sin romperlas; y porque deis algún crédito a esta mi exageración, ved que os lo promete, por lo menos, don Quijote de la Mancha, si es que ha llegado a vuestros oídos este nombre.
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— O bellissima signora, non dovette certamente restare più maravigliato Atteone quando d′improvviso vide Diana bagnarsi nelle acque, di quello che io nel vedere la vostra leggiadria: lodo i passatempi che mi avete accennati, gradisco le vostre offerte, e se qualche cosa potessi fare per obbedirvi, vogliate comandarmi, ché io sono uomo la cui professione è di mostrarsi grato e di essere benefattore ad ogni sorta di gente, ed in particolare alle genti che le vostre persone rappresentano. Se queste reti, le quali non possono occupare che breve spazio di terreno, occupassero tutta la circonferenza della terra, io andrei a cercare nuovi mondi dove passare senza romperle: e perché vi piaccia dare qualche fede a queste inspirate mie parole, vi basti considerare ch′egli è don Chisciotte della Mancia quello che adesso vi parla; giacché credo che questo suo nome non arriverà nuovo ai vostri orecchi.
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-¡Ay, amiga de mi alma -dijo entonces la otra zagala-, y qué ventura tan grande nos ha sucedido! ¿Ves este señor que tenemos delante? Pues hágote saber que es el más valiente, y el más enamorado, y el más comedido que tiene el mundo, si no es que nos miente y nos engaña una historia que de sus hazañas anda impresa y yo he leído. Yo apostaré que este buen hombre que viene consigo es un tal Sancho Panza, su escudero, a cuyas gracias no hay ningunas que se le igualen.
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— Deh! dolcissima amica mia, disse allora la pastorella alla sua compagna, che ventura è mai questa nostra? vedi tu questo signore che ci sta dinanzi? Or bene, sappi ch′è il più valoroso, il più innamorato, il più cortese cavaliere che viva al mondo, se pure non mente o non inganna un′istoria che si è stampata delle sue prodezze e che io ho letta: e scommetterei altresì che questo buon galantuomo che sta in sua compagnia è un tale Sancio Pancia suo scudiere, che non ha pari in graziosità.
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-Así es la verdad -dijo Sancho- que yo soy ese gracioso y ese escudero que vuestra merced dice, y este señor es mi amo, el mismo don Quijote de la Mancha historiado y referido.
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— Èverissimo disse Sancio, io sono appunto quel grazioso e quel scudiere che dice vossignoria, e questo signore è il mio padrone, quello stesso don Chisciotte della Mancia istoriato e riferito.
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-¡Ay! -dijo la otra-. Supliquémosle, amiga, que se quede; que nuestros padres y nuestros hermanos gustarán infinito dello, que también he oído yo decir de su valor y de sus gracias lo mismo que tú me has dicho, y, sobre todo, dicen dél que es el más firme y más leal enamorado que se sabe, y que su dama es una tal Dulcinea del Toboso, a quien en toda España la dan la palma de la hermosura.
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— Deh! l′altra soggiunse, supplichiamolo, o amica, ch′egli non ci abbandoni, ché i nostri genitori e fratelli ne avranno infinito piacere; ed io pure ho sentito raccontare delle grazie e delle prodezze che tu mi hai detto, ed anche mi è stato riferito ch′è il più costante e il più leale innamorato che si conosca, e che la sua dama è una tale Dulcinea del Toboso, la quale vince in bellezza ogni altra donna di Spagna.
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-Con razón se la dan -dijo don Quijote-, si ya no lo pone en duda vuestra sin igual belleza. No os canséis, señoras, en detenerme, porque las precisas obligaciones de mi profesión no me dejan reposar en ningún cabo.
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— E ben a ragione se le dà questo vanto, disse don Chisciotte, qualora non dovesse mettersi in dubbio per la incomparabile bellezza vostra. Ma non vogliate ora, mie signore, tenermi ozioso, perché gli obblighi della mia professione non mi permettono a verun patto di poter riposare.»
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Llegó, en esto, adonde los cuatro estaban un hermano de una de las dos pastoras, vestido asimismo de pastor, con la riqueza y galas que a las de las zagalas correspondía; contáronle ellas que el que con ellas estaba era el valeroso don Quijote de la Mancha, y el otro, su escudero Sancho, de quien tenía él ya noticia, por haber leído su historia. Ofreciósele el gallardo pastor, pidióle que se viniese con él a sus tiendas; húbolo de conceder don Quijote, y así lo hizo.
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Sopraggiunse in questo un fratello di una delle due pastorelle, vestito egli pure da pastore, con leggiadria e bel garbo corrispondente al vestire delle fanciulle; ed elleno gli raccontarono che quel cavaliere con cui conferivano, non era niente manco che lo stesso valoroso don Chisciotte della Mancia e l′altro il suo scudiere Sancio, di cui aveva egli pure notizia, avendo letto la loro storia. Il galante pastore insistette pregando che don Chisciotte si recasse con lui alle sue tende; né questi seppe rifiutarsi più oltre, e si fece a seguirlo.
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Llegó, en esto, el ojeo, llenáronse las redes de pajarillos diferentes que, engañados de la color de las redes, caían en el peligro de que iban huyendo. Juntáronse en aquel sitio más de treinta personas, todas bizarramente de pastores y pastoras vestidas, y en un instante quedaron enteradas de quiénes eran don Quijote y su escudero, de que no poco contento recibieron, porque ya tenían dél noticia por su historia. Acudieron a las tiendas, hallaron las mesas puestas, ricas, abundantes y limpias; honraron a don Quijote dándole el primer lugar en ellas; mirábanle todos, y admirábanse de verle.
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Venne intanto il momento della caccia, ed empironsi le reti di augelli di varie specie, che nel periglio cadevano da cui tentavano di fuggire. Si adunarono in quel sito più di trenta persone, tutte bizzarramente vestite da pastori, e in un momento si divulgò all′intorno ch′erano ivi giunti don Chisciotte e il suo scudiere; di che non poca fu la contentezza, perché tutti sapevano bene le loro gesta. Passarono dopo la caccia alle tende, dove trovarono apprestate tavole con abbondanza e con isplendidezza, ed onorarono don Chisciotte, assegnandogli il primo posto; tutti lo guardavano e davano segni di ammirazione.
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Finalmente, alzados los manteles, con gran reposo alzó don Quijote la voz, y dijo
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Terminato il convito, don Chisciotte si alzò e gravemente disse:
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-Entre los pecados mayores que los hombres cometen, aunque algunos dicen que es la soberbia, yo digo que es el desagradecimiento, ateniéndome a lo que suele decirse que de los desagradecidos está lleno el infierno. Este pecado, en cuanto me ha sido posible, he procurado yo huir desde el instante que tuve uso de razón; y si no puedo pagar las buenas obras que me hacen con otras obras, pongo en su lugar los deseos de hacerlas, y cuando éstos no bastan, las publico; porque quien dice y publica las buenas obras que recibe, también las recompensara con otras, si pudiera; porque, por la mayor parte, los que reciben son inferiores a los que dan; y así, es Dios sobre todos, porque es dador sobre todos y no pueden corresponder las dádivas del hombre a las de Dios con igualdad, por infinita distancia; y esta estrecheza y cortedad, en cierto modo, la suple el agradecimiento. Yo, pues, agradecido a la merced que aquí se me ha hecho, no pudiendo corresponder a la misma medida, conteniéndome en los estrechos límites de mi poderío, ofrezco lo que puedo y lo que tengo de mi cosecha; y así, digo que sustentaré dos días naturales en metad de ese camino real que va a Zaragoza, que estas señoras zagalas contrahechas que aquí están son las más hermosas doncellas y más corteses que hay en el mundo, excetado sólo a la sin par Dulcinea del Toboso, única señora de mis pensamientos, con paz sea dicho de cuantos y cuantas me escuchan.
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— Vogliono alcuni che la superbia sia uno dei peccati più sconci che si commettono dagli uomini: ma io sostengo che più grave è l′ingratitudine, attenendomi al detto che l′inferno è pieno d′ingrati. Per quanto mi è stato possibile, cercai sempre di non essere accusato di questa reità, sino da quando cominciò in me a spiegarsi il discernimento: e quando non posso ricambiare i benefici che impartiti mi vengono, supplisco almeno colla volontà: e se questo non basta, li divulgo per ogni dove, mentre chi fa palese e bandisce il bene che riceve, prova che lo ricambierebbe volentieri, se ciò stesse in sua mano. Avviene d′ordinario che quelli che ricevono siano inferiori a quelli che danno. Dio Signore è sovrano di tutti, perché benefica tutti: né i doni dell′uomo si possono agguagliare a quelli di Dio per la loro infinita distanza: ond′è che la nostra ristrettezza ed impotenza fa in qualche guisa le veci della gratitudine. Pertanto, su queste basi, grato com′io sono agl′infiniti vostri favori, non potendovi corrispondere in egual misura, e contenendomi nei ristretti confini della mia possibilità, offro quello che posso e che tengo di mia natura, e dichiaro che mi tratterrò per due giorni naturali in mezzo a questa strada maestra che va a Saragozza, per sostenere a prova con chi che sia, che queste signore pastorelle in maschera che si trovano qua presenti, sono le più vaghe e cortesi donzelle che vanti il mondo, tranne unicamente la senza pari Dulcinea del Toboso, la sola signora de′ miei pensieri; sia detto con buona pace di quanti e quante mi ascoltano.»
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Oyendo lo cual, Sancho, que con grande atención le había estado escuchando, dando una gran voz, dijo.
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Sentendo questo, Sancio, che con somma attenzione era stato ascoltandolo, mandata fuori una gran voce, soggiunse:
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-¿Es posible que haya en el mundo personas que se atrevan a decir y a jurar que este mi señor es loco? Digan vuestras mercedes, señores pastores ¿hay cura de aldea, por discreto y por estudiante que sea, que pueda decir lo que mi amo ha dicho, ni hay caballero andante, por más fama que tenga de valiente, que pueda ofrecer lo que mi amo aquí ha ofrecido.
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— Come mai può darsi che vi sieno al mondo persone ostinate nel dire e nel giurare che questo mio signor padrone sia pazzo? Mi rispondano, di grazia, le signorie loro, signori pastori: c′è egli curato in villa, per giudizioso e saputo che egli sia, che possa dire ciò che il mio padrone ha detto? C′è egli cavaliere errante, per quanto voglia fare lo smargiasso, che possa offerire più di quello che il mio signore ha offerto?»
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Volvióse don Quijote a Sancho, y, encendido el rostro y colérico, le dijo.
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Don Chisciotte si voltò a Sancio, e infastidito e tutto acceso in viso, gli disse
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-¿Es posible, ¡oh Sancho!, que haya en todo el orbe alguna persona que diga que no eres tonto, aforrado de lo mismo, con no sé qué ribetes de malicioso y de bellaco? ¿Quién te mete a ti en mis cosas, y en averiguar si soy discreto o majadero? Calla y no me repliques, sino ensilla, si está desensillado Rocinante vamos a poner en efecto mi ofrecimiento, que, con la razón que va de mi parte, puedes dar por vencidos a todos cuantos quisieren contradecirla.
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— C′è egli signor Sancio caro, uomo nel mondo che possa dire che tu non sei un vero balordo, foderato di balordaggine, con non so che di passamani di malizioso e di vigliacco? Chi ti ordina d′immischiarti ne′ fatti miei, e di strologare qua se io sia savio o scempiato? Taci, non voglio risposte, metti la sella a Ronzinante se non l′ha, e andiamo a dare esecuzione alle mie offerte; che colla ragione che milita a mio favore, puoi fare tuo conto che sieno belli e vinti tutti coloro che volessero negarmela.»
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Y, con gran furia y muestras de enojo, se levantó de la silla, dejando admirados a los circunstantes, haciéndoles dudar si le podían tener por loco o por cuerdo. Finalmente, habiéndole persuadido que no se pusiese en tal demanda, que ellos daban por bien conocida su agradecida voluntad y que no eran menester nuevas demostraciones para conocer su ánimo valeroso, pues bastaban las que en la historia de sus hechos se referían, con todo esto, salió don Quijote con su intención; y, puesto sobre Rocinante, embrazando su escudo y tomando su lanza, se puso en la mitad de un real camino que no lejos del verde prado estaba. Siguióle Sancho sobre su rucio, con toda la gente del pastoral rebaño, deseosos de ver en qué paraba su arrogante y nunca visto ofrecimiento.
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Con grande furia e con mostra di sdegno si alzò dalla sedia, restarono attoniti tutti i circostanti, essendo in dubbio se dovessero tenerlo per pazzo o per giudizioso. Si affrettò ognuno a renderlo persuaso che non occorrevano tante sue offerte, e che tutti bene conoscevano la gradita sua volontà, né v′era bisogno di altre prove per conoscere l′animo suo valoroso, bastando quelle che nell′istoria delle sue prodezze si raccontavano. Ad onta di tutto questo, don Chisciotte volle eseguire il suo intento: montò su Ronzinante, e imbracciato lo scudo e pigliata la lancia, si pose nel bel mezzo della strada maestra, che dal verde prato non era lontana. Sancio gli andò dietro col suo leardo, con tutta la pastorale comitiva, desiderosa di vedere dove andasse a parare la sua ardimentosa e non mai più udita proposta.
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Puesto, pues, don Quijote en mitad del camino -como os he dicho-, hirió el aire con semejantes palabras.
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Postossi pertanto don Chisciotle in mezzo alla strada, come si è detto, ferì l′aria con queste parole:
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-¡Oh vosotros, pasajeros y viandantes, caballeros, escuderos, gente de a pie y de a caballo que por este camino pasáis, o habéis de pasar en estos dos días siguientes! Sabed que don Quijote de la Mancha, caballero andante, está aquí puesto para defender que a todas las hermosuras y cortesías del mundo exceden las que se encierran en las ninfas habitadoras destos prados y bosques, dejando a un lado a la señora de mi alma Dulcinea del Toboso. Por eso, el que fuere de parecer contrario, acuda, que aquí le espero.
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— O voi altri passeggieri e viandanti, cavalieri, scudieri, genti a piedi ed a cavallo, che dovrete transitare per questa via o passare nei due giorni che a questo succedono, sappiate che don Chisciotte della Mancia, cavaliere errante, sta qui per difendere e per sostenere che le bellezze e cortesie tutte del mondo sono superate da quelle delle ninfe abitatrici di questi boschi e di questi prati, eccettuata soltanto la signora dell′anima mia Dulcinea del Toboso: chi fosse di contrario parere, venga innanzi che lo aspetto di pié fermo.» Due volte ripeté la disfida, ma non vi fu venturiere che sentisse queste parole.
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Dos veces repitió estas mismas razones, y dos veces no fueron oídas de ningún aventurero; pero la suerte, que sus cosas iba encaminando de mejor en mejor, ordenó que de allí a poco se descubriese por el camino muchedumbre de hombres de a caballo, y muchos dellos con lanzas en las manos, caminando todos apiñados, de tropel y a gran priesa. No los hubieron bien visto los que con don Quijote estaban, cuando, volviendo las espaldas, se apartaron bien lejos del camino, porque conocieron que si esperaban les podía suceder algún peligro; sólo don Quijote, con intrépido corazón, se estuvo quedo, y Sancho Panza se escudó con las ancas de Rocinante.
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La fortuna però che andava guidando le sue cose di bene in meglio, dispose che di lì a poco si scoprisse sulla strada una moltitudine di uomini a cavallo, la maggior parte con lance in mano, camminando tutti serrati in truppa e a gran passo. Non furono veduti appena da quelli che stavano appresso a don Chisciotte, che volte le spalle si sviarono lungi dalla strada, poiché conobbero che se li avessero attesi, avrebbe potuto succedere qualche malanno. Il solo don Chisciotte con intrepido cuore non si mosse né punto né poco; e Sancio Pancia si fece scudo delle groppe di Ronzinante.
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Llegó el tropel de los lanceros, y uno dellos, que venía más delante, a grandes voces comenzó a decir a don Quijote.
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Arrivò una mandra condotta da vaccai con lance, e quello che la precedeva disse a don Chisciotte:
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-¡Apártate, hombre del diablo, del camino, que te harán pedazos estos toros.
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— Tirati da banda, asinaccio, che questi tori ti faranno in pezzi.
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-¡Ea, canalla -respondió don Quijote-, para mí no hay toros que valgan, aunque sean de los más bravos que cría Jarama en sus riberas! Confesad, malandrines, así a carga cerrada, que es verdad lo que yo aquí he publicado; si no, conmigo sois en batalla.
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— Che osi tu dire, canaglia? rispose don Chisciotte: che importa a me della forza dei tori, siano anche più feroci di quelli che nudrisce nelle sue rive lo Sciarama? Malandrini, confessate anche a squadrone serrato ch′è vero quanto ho poco fa pubblicato, o vi sfido meco a singolar tenzone.»
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No tuvo lugar de responder el vaquero, ni don Quijote le tuvo de desviarse, aunque quisiera; y así, el tropel de los toros bravos y el de los mansos cabestros, con la multitud de los vaqueros y otras gentes que a encerrar los llevaban a un lugar donde otro día habían de correrse, pasaron sobre don Quijote, y sobre Sancho, Rocinante y el rucio, dando con todos ellos en tierra, echándole a rodar por el suelo. Quedó molido Sancho, espantado don Quijote, aporreado el rucio y no muy católico Rocinante; pero, en fin, se levantaron todos, y don Quijote, a gran priesa, tropezando aquí y cayendo allí, comenzó a correr tras la vacada, diciendo a voces.
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Non ebbe il vaccaio tempo di potergli rispondere, né don Chisciotte di ritirarsi ancorché avesse voluto: perché la truppa dei feroci tori e quella dei domestici capretti, con la moltitudine dei vaccai che li conducevano al paese dove seguir doveva una caccia nel dì seguente, passarono addirittura sopra i corpi di don Chisciotte e di Sancio, di Ronzinante e del leardo, facendoli tutti rotolare per terra. Sancio restò fracassato, don Chisciotte impaurito, pestò il leardo e Ronzinante non troppo cattolico. Finalmente, sebbene con non poca fatica, si rizzarono tutti, e don Chisciotte con gran fretta, inciampando qua e cadendo là, cominciò a correre dietro a quella mandra, ed a sclamare:
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-¡Deteneos y esperad, canalla malandrina, que un solo caballero os espera, el cual no tiene condición ni es de parecer de los que dicen que al enemigo que huye, hacerle la puente de plata.
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— Fermatevi, aspettate, canaglia vera, che qua v′invita un cavaliere solo, che non viene a patti, né è del parere di quelli che dicono: Al nemico che fugge fagli il ponte d′argento.»
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Pero no por eso se detuvieron los apresurados corredores, ni hicieron más caso de sus amenazas que de las nubes de antaño. Detúvole el cansancio a don Quijote, y, más enojado que vengado, se sentó en el camino, esperando a que Sancho, Rocinante y el rucio llegasen. Llegaron, volvieron a subir amo y mozo, y, sin volver a despedirse de la Arcadia fingida o contrahecha, y con más vergüenza que gusto, siguieron su camino.
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Non per questo si fermarono i frettolosi corridori, né fecero più conto delle sue bravate che dei nugoli dell′anno passato. La stanchezza obbligò don Chisciotte a fermarsi, e più incollerito che vendicato, si sdraiò in mezzo alla strada, aspettando che Sancio e Ronzinante e il leardo lo raggiungessero. Vennero, rimontarono a cavallo padrone e servitore, senza andare a togliere licenza dalla finta o contraffatta Arcadia, e con più vergogna che gusto, seguitarono il loro cammino.
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II. Capítulo LIX. Donde se cuenta del extraordinario suceso, que se puede tener por aventura, que le sucedió a don Quijote.
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CAPITOLO LIX STRAORDINARIO CASO CHE SUCCESSE A DON CHISCIOTTE E CHE PUРTENERSI IN CONTO DI VENTURA.
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Al polvo y al cansancio que don Quijote y Sancho sacaron del descomedimiento de los toros, socorrió una fuente clara y limpia que entre una fresca arboleda hallaron, en el margen de la cual, dejando libres, sin jáquima y freno, al rucio y a Rocinante, los dos asendereados amo y mozo se sentaron. Acudió Sancho a la repostería de su alforjas, y dellas sacó de lo que él solía llamar condumio; enjuagóse la boca, lavóse don Quijote el rostro, con cuyo refrigerio cobraron aliento los espíritus desalentados. No comía don Quijote, de puro pesaroso, ni Sancho no osaba tocar a los manjares que delante tenía, de puro comedido, y esperaba a que su señor hiciese la salva; pero, viendo que, llevado de sus imaginaciones, no se acordaba de llevar el pan a la boca, no abrió la suya, y, atropellando por todo género de crianza, comenzó a embaular en el estómago el pan y queso que se le ofrecía.
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Don Chisciotte e Sancio per rimediare al polverio ed alla stanchezza di cui era stata cagione ad entrambi la ferocia dei tori, trovarono necessario il ristoro di una limpida e chiara fonte, al cui margine, lasciando in libertà senza briglia e senza cavezza Ronzinante e il leardo, si assisero i due bersagliati. Visitò Sancio la credenza delle bisacce, e cavò fuori quello ch′egli soleva chiamar camangiare; si risciacquò la bocca, e don Chisciotte si lavò il viso per lo cui refrigerio ravvivò gli spiriti affievoliti. Il grande dispiacere impediva a don Chisciotte di potersi cibare, e non osava Sancio toccar le vivande che aveva dinanzi per dovuto rispetto, aspettando che il suo signore vi mettesse mano pel primo. Vedendo però che assorto nelle sue immaginazioni non curavasi di accostar pane alla bocca, cominciò (sovvertendo ogni genere di creanza) ad insaccare nello stomaco il pane ed il cacio che si vedeva dinanzi.
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-Come, Sancho amigo -dijo don Quijote-, sustenta la vida, que más que a mí te importa, y déjame morir a mí a manos de mis pensamientos y a fuerzas de mis desgracias. Yo, Sancho, nací para vivir muriendo, y tú para morir comiendo; y, porque veas que te digo verdad en esto, considérame impreso en historias, famoso en las armas, comedido en mis acciones, respetado de príncipes, solicitado de doncellas; al cabo al cabo, cuando esperaba palmas, triunfos y coronas, granjeadas y merecidas por mis valerosas hazañas, me he visto esta mañana pisado y acoceado y molido de los pies de animales inmundos y soeces. Esta consideración me embota los dientes, entorpece las muelas, y entomece las manos, y quita de todo en todo la gana del comer, de manera que pienso dejarme morir de hambre muerte la más cruel de las muertes.
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— Mangia pure, amico Sancio, disse don Chisciotte, sostenta quella vita che a te piucché a me piace, e lasciami morire sotto il peso de′ miei pensieri e sotto quello delle mie sventure. Io nacqui, o Sancio, per vivere morendo, e tu per morire mangiando: e perché tu vegga che io dico il vero, considerami impresso nelle istorie, famoso nelle armi, ben creato nelle azioni, rispettato dai principi, tentato dalle donzelle, e al fine dei fini quando mi attendea palme, trionfi e corone guadagnate e meritate colle valorose mie imprese, mi vidi stamane calpestato, rotolato e pesto dai piedi di animali sudici e immondi! Questa considerazione mi allega i denti, m′instupidisce i mascellari, mi intirizzisce la destra e mi toglie in tutto e per tutto la volontà di mangiare; di maniera che penso di lasciarmi morire di fame, morte più crudele di ogni altra morte.
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-Desa manera -dijo Sancho, sin dejar de mascar apriesa- no aprobará vuestra merced aquel refrán que dicen "muera Marta, y muera harta". Yo, a lo menos, no pienso matarme a mí mismo; antes pienso hacer como el zapatero, que tira el cuero con los dientes hasta que le hace llegar donde él quiere; yo tiraré mi vida comiendo hasta que llegue al fin que le tiene determinado el cielo; y sepa, señor, que no hay mayor locura que la que toca en querer desesperarse como vuestra merced, y créame, y después de comido, échese a dormir un poco sobre los colchones verdes destas yerbas, y verá como cuando despierte se halla algo más aliviado.
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— S′è così, disse Sancio sempre masticando a furia, vossignoria approverà quel proverbio che dice: corpo satollo anima consolata; io poi non penso di darmi la morte da me medesimo, che anzi vo′ immaginando di fare come il ciabattino, che stira il cuoio coi denti, né ristà se nol vede al segno che vuole: e fo conto di tirare innanzi mangiando finché arrivi quel termine che il Cielo mi avrà segnato. Si persuada, signor mio, che non si dà pazzia più grande di quella di volersi disperare; e faccia a mio modo, mangi qualche cosa, e poi si metta a dormire sopra i verdi materassi di queste erbe, e vedrà che allo svegliarsi si sentirà rinvigorito lo spirito.»
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Hízolo así don Quijote, pareciéndole que las razones de Sancho más eran de filósofo que de mentecato, y díjole.
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Così fece don Chisciotte, parendogli che le parole di Sancio, fossero più da filosofo che da mentecatto; e gli disse:
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-Si tú, ¡oh Sancho!, quisieses hacer por mí lo que yo ahora te diré, serían mis alivios más ciertos y mis pesadumbres no tan grandes; y es que, mientras yo duermo, obedeciendo tus consejos, tú te desviases un poco lejos de aquí, y con las riendas de Rocinante, echando al aire tus carnes, te dieses trecientos o cuatrocientos azotes a buena cuenta de los tres mil y tantos que te has de dar por el desencanto de Dulcinea; que es lástima no pequeña que aquella pobre señora esté encantada por tu descuido y negligencia.
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— Se tu, o Sancio, far volessi per amor mio quello che ora ti dirò, sarebbe più certo il mio alleviamento, e meno sarebbero gravi gli affanni miei. Io ti supplico che mentre dormo per obbedire ai tuoi consigli, tu ti allontani un poco di qua e colle redini di Ronzinante, spogliandoti ignudo, tu ti dia tre o quattrocento scudisciate a conto delle tremila e tante delle quali sei debitore per ottenere il disincanto di Dulcinea: ché non è piccola afflizione quella di scorgere che per la tua noncuranza e per la tua negligenza stiasene incantata quella povera dama.
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-Hay mucho que decir en eso -dijo Sancho-. Durmamos, por ahora, entrambos, y después, Dios dijo lo que será. Sepa vuestra merced que esto de azotarse un hombre a sangre fría es cosa recia, y más si caen los azotes sobre un cuerpo mal sustentado y peor comido tenga paciencia mi señora Dulcinea, que, cuando menos se cate, me verá hecho una criba, de azotes; y hasta la muerte, todo es vida; quiero decir que aún yo la tengo, junto con el deseo de cumplir con lo que he prometido.
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— Oh, qua c′è da discorrere molto, disse Sancio: dormiamo intanto tutti e due, e poi Dio sa quello che sarà: non è mica piccolo negozio quello di frustarsi di per sé a sangue freddo: e tanto più se le frustate cadono addosso un corpo mal sostenuto e peggio cibato; che la mia signora Dulcinea abbia pazienza, e quando manco se l′aspetterà diventerò un crivello per le frustate: insino alla morte ogni cosa è vita, e voglio dire che io mi tengo in vita col desiderio di mantenere quanto ho promesso.»
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Agradeciéndoselo don Quijote, comió algo, y Sancho mucho, y echáronse a dormir entrambos, dejando a su albedrío y sin orden alguna pacer del abundosa yerba de que aquel prado estaba lleno a los dos continuos compañeros y amigos Rocinante y el rucio. Despertaron algo tarde, volvieron a subir y a seguir su camino, dándose priesa para llegar a una venta que, al parecer, una legua de allí se descubría. Digo que era venta porque don Quijote la llamó así, fuera del uso que tenía de llamar a todas las ventas castillos.
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Allora gradì don Chisciotte la dichiarazione, mangiò un poco e Sancio molto, ed entrambi si misero a dormire, lasciando i due eterni compagni ed amici, Ronzinante e il leardo, in libera loro volontà di pascere l′abbondante erba ch′era nel prato.Si svegliarono ch′era alquanto tardi, e tornarono a cavallo continuando il loro viaggio, affrettandosi per arrivare all′osteria che poteva essere una sola lega lontana. Io la chiamo osteria, perché don Chisciotte così la denominò contro l′usanza sua ch′era quella di chiamare castelli tutte le osterie.
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Llegaron, pues, a ella; preguntaron al huésped si había posada. Fueles respondido que sí, con toda la comodidad y regalo que pudiera hallar en Zaragoza. Apeáronse y recogió Sancho su repostería en un aposento, de quien el huésped le dio la llave; llevó las bestias a la caballeriza, echóles sus piensos, salió a ver lo que don Quijote, que estaba sentado sobre un poyo, le mandaba, dando particulares gracias al cielo de que a su amo no le hubiese parecido castillo aquella venta.
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Giunsero finalmente e dimandarono all′oste se vi fosse da alloggiare. Rispose che sì, e con tanta agiatezza e comodità quanto poteasi trovare in Saragozza. Smontarono da cavallo, e Sancio ripose la sua credenza in una camera di cui l′oste gli consegnò la chiave. Condusse le bestie nella stalla, e diede loro la profenda, ringraziando il Cielo che alla fine l′osteria non fosse parsa un castello al suo padrone. Recossi poi a ricevere i suoi comandi, e lo trovò che stava seduto su di un muricciuolo.
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Llegóse la hora del cenar; recogiéronse a su estancia; preguntó Sancho al huésped que qué tenía para darles de cenar. A lo que el huésped respondió que su boca sería medida; y así, que pidiese lo que quisiese que de las pajaricas del aire, de las aves de la tierra y de los pescados del mar estaba proveída aquella venta.
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Venne l′ora della cena e di recarsi nella stanza, e Sancio chiese all′oste che cosa avesse d′apprestargli. Rispose che dimandasse pure ciò che venivagli in fantasia, non mancando l′osteria di uccelli dell′aria, di quadrupedi della terra e di pesci del mare.
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-No es menester tanto -respondió Sancho-, que con un par de pollos que nos asen tendremos lo suficiente, porque mi señor es delicado y come poco, y yo no soy tragantón en demasía.
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— Non occorre, tanta roba, rispose Sancio; un paio di polli arrosto ci bastano perché il mio padrone è delicato e mangia poco, e io ancora non sono molto divoratore.»
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Respondióle el huésped que no tenía pollos, porque los milanos los tenían asolados.
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Replicò l′oste che mancava di polli avendoglieli il nibbio pigliati tutti.
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-Pues mande el señor huésped -dijo Sancho- asar una polla que sea tierna.
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— Ebbene, fateci dunque arrostire una pollastra che sia tenera.
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-¿Polla? ¡Mi padre!, -respondió el huésped-. En verdad en verdad que envié ayer a la ciudad a vender más de cincuenta; pero, fuera de pollas, pida vuestra merced lo que quisiere.
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— Pollastra, padron mio! l′oste soggiunse: da quel che sono vi assicuro che ne ho mandate ieri alla città più di cinquanta, e dovete favorirmi di dimandare tutt′altro che vi piaccia, di pollastre infuori.
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-Desa manera -dijo Sancho-, no faltará ternera o cabrito.
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— A questo modo, disse Sancio, non potrà essere di manco che non vi sia un poco di vitello o qualche quarto di capretto.
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-En casa, por ahora -respondió el huésped-, no lo hay, porque se ha acabado; pero la semana que viene lo habrá de sobra.
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— In casa non ne ho per adesso, rispose l′oste, essendosi consumato, ma nella ventura settimana ne sarà di avanzo.
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-¡Medrados estamos con eso! -respondió Sancho-. Yo pondré que se vienen a resumirse todas estas faltas en las sobras que debe de haber de tocino y huevos.
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— Stiamo freschi! disse Sancio: scommetterei che tutta questa strepitosa abbondanza va a restringersi in un po′ di prosciutto e in qualche paio di uova.
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-¡Por Dios -respondió el huésped-, que es gentil relente el que mi huésped tiene!, pues hele dicho que ni tengo pollas ni gallinas, y ¿quiere que tenga huevos? Discurra, si quisiere, por otras delicadezas, y déjese de pedir gallinas.
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— Per vita mia, soggiunse l′oste, che il mio signor ospite è un bell′umore: or ora gli ho detto che non tengo né galline, né pollastre, e vuole che abbia delle uova? Di grazia chiedetemi altre ghiottonerie, ma non mi dimandate cose relative a galline.
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-Resolvámonos, cuerpo de mí -dijo Sancho-, y dígame finalmente lo que tiene, y déjese de discurrimientos, señor huésped.
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— Ma finiamola dunque, corpo di me, disse Sancio mezzo in collera, e ditemi voi,
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Dijo el ventero.
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signor oste, quello che avete senza perderci in altri discorsi.»
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-Lo que real y verdaderamente tengo son dos uñas de vaca que parecen manos de ternera, o dos manos de ternera que parecen uñas de vaca; están cocidas con sus garbanzos, cebollas y tocino, y la hora de ahora están diciendo ′′¡Coméme! ¡Coméme! ′.
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Egli rispose:— Quello che realmente e veramente ho in pronto sono due zampe di bue che paiono due piedi di vitella, ovvero due piedi di vitella che paiono due zampe di bue, e sono cotte coi loro ceci, cipolle e prosciutto, e stanno dicendo: Mangiami, mangiami.
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-Por mías las marco desde aquí -dijo Sancho-; y nadie las toque, que yo las pagaré mejor que otro, porque para mí ninguna otra cosa pudiera esperar de más gusto, y no se me daría nada que fuesen manos, como fuesen uñas.
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— Sia dunque finita, disse Sancio: queste sieno per conto mio, e nissuno le tocchi che le pagherò meglio di ogni altro: quanto al mio gusto particolare non cerco di più e mi importerebbe anche poco se fossero piedi piuttosto che zampe.
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-Nadie las tocará -dijo el ventero-, porque otros huéspedes que tengo, de puro principales, traen consigo cocinero, despensero y repostería.
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— Non vi sarà chi le tocchi, disse l′oste, che gli altri miei ospiti sono personaggi che hanno con sé e cuoco e credenza e dispensiere.
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-Si por principales va -dijo Sancho-, ninguno más que mi amo; pero el oficio que él trae no permite despensas ni botillerías ahí nos tendemos en mitad de un prado y nos hartamos de bellotas o de nísperos.
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— Se si tratta di personaggi, disse Sancio, nessuno è più personaggio del mio padrone, ma l′offizio che fa non gli permette di portarsi dietro né dispense, né bottiglierie; perché noi ci distendiamo in mezzo ad un prato, e ci satolliamo sì di ghiande come di nespole.»
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Esta fue la plática que Sancho tuvo con el ventero, sin querer Sancho pasar adelante en responderle; que ya le había preguntado qué oficio o qué ejercicio era el de su amo.
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Questa fu la conversazione di Sancio coll′oste, né Sancio volle passare avanti a rispondere ad altre domande intorno all′uffizio ed all′esercizio del suo padrone. Venne l′ora della cena, e don Chisciotte passò nella sua camera.
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Llegóse, pues, la hora del cenar, recogióse a su estancia don Quijote, trujo el huésped la olla, así como estaba, y sentóse a cenar muy de propósito. Parece ser que en otro aposento que junto al de don Quijote estaba, que no le dividía más que un sutil tabique, oyó decir don Quijote.
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L′oste portò la pignatta come stava, e il cavaliere si mise a cenare a suo bell′agio. Frattanto parvegli di sentir a dire da una stanza divisa dalla sua soltanto da un muro di mezza pietra:
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-Por vida de vuestra merced, señor don Jerónimo, que en tanto que trae la cena leamos otro capítulo de la segunda parte de Don Quijote de la Mancha.
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— Per la vita di vossignoria, signor don Geronimo, che mentre ci recano la cena, vogliamo leggere un altro capitolo della seconda Parte del don Chisciotte della Mancia.»
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Apenas oyó su nombre don Quijote, cuando se puso en pie, y con oído alerto escuchó lo que dél trataban, y oyó que el tal don Jerónimo referido respondió
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Appena che don Chisciotte sentì proferire il suo nome, rizzossi in piedi, e con gli orecchi tesi ascoltando di che si trattasse, udì che quel tale don Geronimo rispondeva:
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-¿Para qué quiere vuestra merced, señor don Juan, que leamos estos disparates? Y el que hubiere leído la primera parte de la historia de don Quijote de la Mancha no es posible que pueda tener gusto en leer esta segunda.
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— E perché vuole, vossignoria, signor don Giovanni che leggiamo questi spropositi? Quegli che ha letto la prima Parte dell′istoria di don Chisciotte della Mancia non può certamente dilettarsi della lettura della seconda.
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-Con todo eso -dijo el don Juan-, será bien leerla, pues no hay libro tan malo que no tenga alguna cosa buena. Lo que a mí en éste más desplace es que pinta a don Quijote ya desenamorado de Dulcinea del Toboso.
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— Contuttociò, rispondeva don Giovanni, non sarà male di leggerla, che non vi è libro tanto cattivo che non contenga qualche cosa di buono: quello che mi dispiace si è che si scopre nella seconda Parte don Chisciotte già disinnamorato di Dulcinea del Toboso.»
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Oyendo lo cual don Quijote, lleno de ira y de despecho, alzó la voz y dijo.
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Don Chisciotte udendo questo, pieno d′ira e di dispetto, alzò la voce e disse:
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-Quienquiera que dijere que don Quijote de la Mancha ha olvidado, ni puede olvidar, a Dulcinea del Toboso, yo le haré entender con armas iguales que va muy lejos de la verdad; porque la sin par Dulcinea del Toboso ni puede ser olvidada, ni en don Quijote puede caber olvido su blasón es la firmeza, y su profesión, el guardarla con suavidad y sin hacerse fuerza alguna.
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— Se vi è chi dice che don Chisciotte della Mancia si sia dimenticato o possa dimenticarsi di Dulcinea del Toboso, io gli proverò con armi eguali che va lontanissimo dalla verità; né la senza pari Dulcinea del Toboso può essere dimenticata, né in don Chisciotte può capire obblivione; la costanza è la sua insegna, sua professione è una memoria gelosa e soave, e non può essere obbligato a far forza a se stesso.
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-¿Quién es el que nos responde? -respondieron del otro aposento.
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— Chi è che ci risponde? fu inteso dire dall′altra stanza.
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-¿Quién ha de ser -respondió Sancho- sino el mismo don Quijote de la Mancha, que hará bueno cuanto ha dicho, y aun cuanto dijere?; que al buen pagador no le duelen prendas.
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— E chi altri può essere, Sancio soggiunse, fuorché lo stesso don Chisciotte della Mancia che manterrà quanto ha detto e quanto sarà per dire ché al buon pagatore non dolgono i pegni.»
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Apenas hubo dicho esto Sancho, cuando entraron por la puerta de su aposento dos caballeros, que tales lo parecían, y uno dellos echando los brazos al cuello de don Quijote, le dijo.
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Non aveva appena finito Sancio di parlare ch′entrarono per la porta della stanza due gentiluomini o tali rassembravano; ed uno di essi gittando le braccia al collo di don Chisciotte, gli disse:
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-Ni vuestra presencia puede desmentir vuestro nombre, ni vuestro nombre puede no acreditar vuestra presencia sin duda, vos, señor, sois el verdadero don Quijote de la Mancha, norte y lucero de la andante caballería, a despecho y pesar del que ha querido usurpar vuestro nombre y aniquilar vuestras hazañas, como lo ha hecho el autor deste libro que aquí os entrego.
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— Né la presenza vostra può smentire il vostro nome, né può il nome vostro non accreditare la vostra presenza. Èfuori di dubbio, o signore, che voi siete il vero don Chisciotte della Mancia, tramontana e stella mattutina della errante cavalleria a marcia vergogna di colui che tentò di usurpare il vostro nome e di annientare le prodezze che vi hanno data celebrità; di colui, dico, ch′è stato l′autore del libro che vi presento.»
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Y, poniéndole un libro en las manos, que traía su compañero, le tomó don Quijote, y, sin responder palabra, comenzó a hojearle, y de allí a un poco se le volvió, diciendo.
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Pose in questo mentre il libro che aveva seco, in mano di don Chisciotte, che ricevutolo, senza proferire parole cominciò a scartabellarlo e d′indi a poco glielo restituì, dicendo:
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-En esto poco que he visto he hallado tres cosas en este autor dignas de reprehensión. La primera es algunas palabras que he leído en el prólogo; la otra, que el lenguaje es aragonés, porque tal vez escribe sin artículos, y la tercera, que más le confirma por ignorante, es que yerra y se desvía de la verdad en lo más principal de la historia; porque aquí dice que la mujer de Sancho Panza mi escudero se llama Mari Gutiérrez, y no llama tal, sino Teresa Panza; y quien en esta parte tan principal yerra, bien se podrá temer que yerra en todas las demás de la historia.
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— Nel poco che ho visto ho trovato tre cose degne di riprensione. La prima risguarda alcune parole che ho letto nel prologo; l′altra che il dialetto è aragonese, perché talvolta scrive senza articoli: e la terza, che lo conferma più delle altre per ignorante, si è che va errato e si svia dalla verità nel punto più importante dell′istoria. Qua dice che la moglie di Sancio Pancia, mio scudiero, chiamasi Maria Guttierez, quando invece è Teresa Pancia; e chi commette spropositi in punto sì rilevante fa sospettare a buon diritto d′infedeltà in tutto il rimanente.»
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A esto dijo Sancho
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E Sancio soggiunse:
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-¡Donosa cosa de historiador! ¡Por cierto, bien debe de estar en el cuento de nuestros sucesos, pues llama a Teresa Panza, mi mujer, Mari Gutiérrez! Torne a tomar el libro, señor, y mire si ando yo por ahí y si me ha mudado el nombre.
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— Oh è ben bello questo signor istoriatore! oh veramente sa per minuto le cose nostre! egli chiama Maria Guttierez mia moglie Teresa Pancia? Caro signore, riprenda il suo libro e guardi un poco se vi sono nominato anch′io, e come mi hanno cambiato il nome.
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-Por lo que he oído hablar, amigo -dijo don Jerónimo-, sin duda debéis de ser Sancho Panza, el escudero del señor don Quijote.
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— Per quello che ho inteso a dire amico mio, disse don Geronimo,
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-Sí soy -respondió Sancho-, y me precio dello.
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voi dovete essere infallantemente Sancio Pancia, lo scudiere del signor don Chisciotte.
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-Pues a fe -dijo el caballero- que no os trata este autor moderno con la limpieza que en vuestra persona se muestra píntaos comedor, y simple, y no nada gracioso, y muy otro del Sancho que en la primera parte de la historia de vuestro amo se describe.
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— Io son quello rispose Sancio, ed anche me ne tengo. — In fede mia, disse il gentiluomo, che questo moderno autore non parla di voi con quella nettezza che si scorge essere nella vostra persona: vi siete dipinto mangiatore, balordo, niente grazioso, affatto diverso dall′altro Sancio descritto nella Parte prima della storia del vostro padrone.
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-Dios se lo perdone -dijo Sancho-. Dejárame en mi rincón, sin acordarse de mí, porque quien las sabe las tañe, y bien se está San Pedro en Roma.
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— Dio gli perdoni, disse Sancio; doveva lasciarmi nelle mie brache e non far parola della mia persona; che per guidare la danza bisogna saper suonare, e San Pietro sta bene soltanto a Roma.»
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Los dos caballeros pidieron a don Quijote se pasase a su estancia a cenar con ellos, que bien sabían que en aquella venta no había cosas pertenecientes para su persona. Don Quijote, que siempre fue comedido, condecenció con su demanda y cenó con ellos; quedóse Sancho con la olla con mero mixto imperio; sentóse en cabecera de mesa, y con él el ventero, que no menos que Sancho estaba de sus manos y de sus uñas aficionado.
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I due gentiluomini pregarono don Chisciotte che si compiacesse di passare a cena nella loro stanza e in loro compagnia; poiché bene sapevano che quell′osteria non avrebbe potuto apprestargli cibi da suo pari. Don Chisciotte che fu sempre cortese e ben creato, condiscese alla dimanda e passò a cenare con loro. Sancio se ne restò con la pignatta di suo mero e misto impero, si pose a sedere in capo di tavola, e tenne l′oste in sua compagnia, che non meno di lui mostravasi affezionato ai piedi ossia zampe di bue.
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En el discurso de la cena preguntó don Juan a don Quijote qué nuevas tenía de la señora Dulcinea del Toboso si se había casado, si estaba parida o preñada, o si, estando en su entereza, se acordaba -guardando su honestidad y buen decoro- de los amorosos pensamientos del señor don Quijote. A lo que él respondió.
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Durante la cena dimandò don Giovanni a don Chisciotte che nuove avesse della signora Dulcinea del Toboso; se si fosse maritata, se avesse partorito, se fosse gravida, o se stando nella sua integrità si ricordasse (gelosa custode dell′onestà e del decoro) delle amorose affezioni del signor don Chisciotte della Mancia. Cui rispos′egli:
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-Dulcinea se está entera, y mis pensamientos, más firmes que nunca; las correspondencias, en su sequedad antigua; su hermosura, en la de una soez labradora transformada.
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— Dulcinea è sempre intatta, e i miei pensieri più fermi che mai; ma la sua bellezza è ora trasformata in quella di brutta villana.»
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Y luego les fue contando punto por punto el encanto de la señora Dulcinea, y lo que le había sucedido en la cueva de Montesinos, con la orden que el sabio Merlín le había dado para desencantarla, que fue la de los azotes de Sancho.
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E qui si fece a raccontare punto per punto l′incantamento della signora Dulcinea e quanto era successo nella grotta di Montèsino, col comando del savio Merlino per disincantarla, consistente nelle frustate che Sancio doveva darsi.
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Sumo fue el contento que los dos caballeros recibieron de oír contar a don Quijote los estraños sucesos de su historia, y así quedaron admirados de sus disparates como del elegante modo con que los contaba. Aquí le tenían por discreto, y allí se les deslizaba por mentecato, sin saber determinarse qué grado le darían entre la discreción y la locura.
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Fu assai grande il piacere ch′ebbero i due gentiluomini udendo raccontare dal medesimo don Chisciotte gli strani successi della sua istoria, e rimasero tanto sorpresi dei suoi spropositi quanto della elegante maniera con cui sapeva raccontarli. Ora lo teneano per saggio, ora per mentecatto, senza sapersi determinare qual grado gli potessero dare tra la saggezza e la pazzia.
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Acabó de cenar Sancho, y, dejando hecho equis al ventero, se pasó a la estancia de su amo; y, en entrando, dijo.
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Terminò Sancio la sua cena, e lasciando ben bene briaco l′oste, passò nella stanza dove trovavasi il suo padrone, ed entrando disse:
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-Que me maten, señores, si el autor deste libro que vuesas mercedes tienen quiere que no comamos buenas migas juntos; yo querría que, ya que me llama comilón, como vuesas mercedes dicen, no me llamase también borracho.
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— Che io possa esser morto se l′autore di questo libro posseduto dalle vostre signorie non vuole che noi mangiamo insieme una buona pignatta di pane grattato; che mi dica mangiatore gliela perdono, ma ubbriaco no certamente.
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-Sí llama -dijo don Jerónimo-, pero no me acuerdo en qué manera, aunque sé que son malsonantes las razones, y además, mentirosas, según yo echo de ver en la fisonomía del buen Sancho que está presente.
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— Eppure vi chiama ubbriaco, disse don Geronimo, non mi ricordo precisamente in qual luogo: ma egli è certo che parla da maligno e da gran bugiardo per quanto posso capire dalla fisonomia del buon Sancio ch′è qua presente.
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-Créanme vuesas mercedes -dijo Sancho- que el Sancho y el don Quijote desa historia deben de ser otros que los que andan en aquella que compuso Cide Hamete Benengeli, que somos nosotros mi amo, valiente, discreto y enamorado; y yo, simple gracioso, y no comedor ni borracho.
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— Si persuadano le signorie loro, disse Sancio, che il Sancio e il don Chisciotte di questa loro istoria debbono essere altre persone diverse da quelle delle quali parla Cide Hamete Ben-Engeli, e che siamo noi, il mio padrone ingegnoso, savio e innamorato, ed io semplice, grazioso e non mangione, né ubbriaco.
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-Yo así lo creo -dijo don Juan-; y si fuera posible, se había de mandar que ninguno fuera osado a tratar de las cosas del gran don Quijote, si no fuese Cide Hamete, su primer autor, bien así como mandó Alejandro que ninguno fuese osado a retratarle sino Apeles.
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— Così credo anch′io, disse don Giovanni: e se fosse possibile si dovrebbe comandare che nessuno osasse trattare delle cose del gran don Chisciotte, da Cide Hamete, suo originario autore, in fuori; nel modo stesso che comandò Alessandro che nessuno ardisse di fare il suo ritratto, eccettuato Apelle.
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-Retráteme el que quisiere -dijo don Quijote-, pero no me maltrate; que muchas veces suele caerse la paciencia cuando la cargan de injurias.
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— Mi ritratti chi vuole, disse don Chisciotte, ma non mi maltratti; ché molte volte può la pazienza messa a cimento, degenerare in isdegno.
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-Ninguna -dijo don Juan- se le puede hacer al señor don Quijote de quien él no se pueda vengar, si no la repara en el escudo de su paciencia, que, a mi parecer, es fuerte y grande.
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— Non v′è ingiuria, disse don Giovanni che si possa fare al signor don Chisciotte della quale non sappia egli vendicarsi; se no la ripara collo scudo della sua tolleranza; ché al parere mio è grande e forte.»
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En estas y otras pláticas se pasó gran parte de la noche; y, aunque don Juan quisiera que don Quijote leyera más del libro, por ver lo que discantaba, no lo pudieron acabar con él, diciendo que él lo daba por leído y lo confirmaba por todo necio, y que no quería, si acaso llegase a noticia de su autor que le había tenido en sus manos, se alegrase con pensar que le había leído; pues de las cosas obscenas y torpes, los pensamientos se han de apartar, cuanto más los ojos. Preguntáronle que adónde llevaba determinado su viaje. Respondió que a Zaragoza, a hallarse en las justas del arnés, que en aquella ciudad suelen hacerse todos los años. Díjole don Juan que aquella nueva historia contaba como don Quijote, sea quien se quisiere, se había hallado en ella en una sortija, falta de invención, pobre de letras, pobrísima de libreas, aunque rica de simplicidades.
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Tra questi ed altri discorsi si consumò gran parte della notte: e tuttoché don Giovanni avesse bramato che procedesse don Chisciotte nella lettura del libro per udire le glose che vi facesse, nol poté a ciò indurre mai, dicendo egli che lo dava per letto e lo confermava per libro sciocco da capo a fondo. Oltre di che non avrebbe voluto che giugnendo a cognizione del suo autore ch′eragli pervenuto alle mani, si compiacesse che lo potesse aver letto, mentre dalle cose turpi ed oscene i pensieri non che gli occhi hanno sempre a stare lontani. Gli chiesero per dove fosse diretto il suo viaggio, rispose; — Alla volta di Saragozza per ritrovarmi alla giostra dello scudo, che in quella città suol farsi ogni anno.» Don Giovanni gli disse che in quella nuova istoria si racconta che don Chisciotte, o chi altro fosse, vi si era trovato a correre un anello, ma che il racconto era privo d′invenzione, povero di motti, poverissimo di ornamenti, e ricco di scimunitaggini.
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-Por el mismo caso -respondió don Quijote-, no pondré los pies en Zaragoza, y así sacaré a la plaza del mundo la mentira dese historiador moderno, y echarán de ver las gentes como yo no soy el don Quijote que él dice.
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Or bene; appunto per questo, rispose don Chisciotte, non metterò più piede in Saragozza, e così renderò notorio al mondo la menzogna di questo moderno istorico, e ognuno conoscerà che io non sono quel don Chisciotte che egli dipinge.
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-Hará muy bien -dijo don Jerónimo-; y otras justas hay en Barcelona, donde podrá el señor don Quijote mostrar su valor.
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— Farà da suo pari, disse don Geronimo: e tanto più che anche in Barcellona si fanno giostre, dove troverà campo il signor don Chisciotte da lasciarvi prove del suo valore.
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-Así lo pienso hacer -dijo don Quijote-; y vuesas mercedes me den licencia, pues ya es hora para irme al lecho, y me tengan y pongan en el número de sus mayores amigos y servidores.
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— Così farò soggiunse don Chisciotte: e mi concedano le signorie vostre, essendo già ora opportuna, ch′io me ne vada a letto, tenendomi ed ascrivendomi nel novero dei loro più grandi amici e servitori.
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-Y a mí también -dijo Sancho- quizá seré bueno para algo.
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— E tengano anche me in questo numero, soggiunse Sancio; che forse potrò essere buono da qualche cosa.»
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Con esto se despidieron, y don Quijote y Sancho se retiraron a su aposento, dejando a don Juan y a don Jerónimo admirados de ver la mezcla que había hecho de su discreción y de su locura; y verdaderamente creyeron que éstos eran los verdaderos don Quijote y Sancho, y no los que describía su autor aragonés.
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Con questo si licenziarono e don Chisciotte e Sancio si ritirarono nella loro camera, lasciando don Giovanni e don Geronimo confusi nel pensare a quello strano miscuglio di saviezza e di pazzia ch′erano i veri caratteri di don Chisciotte e di Sancio, ben diversi da quelli descritti dall′autore aragonese.
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Madrugó don Quijote, y, dando golpes al tabique del otro aposento, se despidió de sus huéspedes. Pagó Sancho al ventero magníficamente, y aconsejóle que alabase menos la provisión de su venta, o la tuviese más proveída.
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Si alzò don Chisciotte di buon mattino: e col dare replicati colpi al muro che tramezzava l′altra camera si congedò dai due ospiti. Sancio pagò l′oste con prodigalità, e lo consigliò che lodasse manco le provvisioni della sua osteria, ma che in vece la tenesse un po′ meglio provvista.
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II. Capítulo LX. De lo que sucedió a don Quijote yendo a Barcelona.
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CAPITOLO LX DI QUELLO CHE AVVENNE A DON CHISCIOTTE ANDANDO A BARCELLONA.
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Era fresca la mañana, y daba muestras de serlo asimesmo el día en que don Quijote salió de la venta, informándose primero cuál era el más derecho camino para ir a Barcelona sin tocar en Zaragoza tal era el deseo que tenía de sacar mentiroso aquel nuevo historiador que tanto decían que le vituperaba.
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La mattina era fresca e dava indizio che tale sarebbe anche il giorno in cui don Chisciotte partì dall′osteria, informandosi prima quale fosse il più diritto cammino per condursi a Barcellona senza toccar Saragozza: sì grande era la sua brama di far restare mentitore quel novello istorico, il quale dicevasi che tanto lo vituperava.
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Sucedió, pues, que en más de seis días no le sucedió cosa digna de ponerse en escritura, al cabo de los cuales, yendo fuera de camino, le tomó la noche entre unas espesas encinas o alcornoques; que en esto no guarda la puntualidad Cide Hamete que en otras cosas suele.
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Ora è da sapere che per più di sei giorni non incontrò ventura degna di essere ricordata; dopo i quali, andando fuori di strada, lo sorprese la notte tra folte quercie e sughereti: ma già nel determinare queste cose non osserva come nelle altre Cide Hamete l′usata puntualità.
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Apeáronse de sus bestias amo y mozo, y, acomodándose a los troncos de los árboles, Sancho, que había merendado aquel día, se dejó entrar de rondón por las puertas del sueño; pero don Quijote, a quien desvelaban sus imaginaciones mucho más que la hambre, no podía pegar sus ojos; antes iba y venía con el pensamiento por mil géneros de lugares. Ya le parecía hallarse en la cueva de Montesinos; ya ver brincar y subir sobre su pollina a la convertida en labradora Dulcinea; ya que le sonaban en los oídos las palabras del sabio Merlín que le referían las condiciones y diligencias que se habían de hacer y tener en el desencanto de Dulcinea. Desesperábase de ver la flojedad y caridad poca de Sancho su escudero, pues, a lo que creía, solos cinco azotes se había dado, número desigual y pequeño para los infinitos que le faltaban; y desto recibió tanta pesadumbre y enojo, que hizo este discurso.
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Smontarono padrone e servitore, e sdraiati sui tronchi degli alberi, Sancio, che aveva bene merendato in quel giorno, si abbandonò subito al sonno. Don Chisciotte cui tenevano desto più assai le sue fantasie che la fame, non poteva chiudere gli occhi, ed andava invece e tornava col pensiero per infiniti e diversi luoghi. Ora sembravagli di essere nella grotta di Montèsino; ora di veder saltare e montare sopra la sua asina la trasformata Dulcinea; ora che gli stessero cantando agli orecchi le parole del savio Merlino, che dichiarava le condizioni ed i patti da eseguirsi per lo disincanto di lei. Disperavasi in considerare la lentezza e poca carità di Sancio suo scudiere, mentre, per quanto sapeva, egli erasi date sole cinque frustate, numero disuguale e minimo a fronte delle infinite che rimanevano. Derivò da tutto questo sì eccessiva tristezza e tant′ira, che tenne tra sé questo ragionamento:
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-Si nudo gordiano cortó el Magno Alejandro, diciendo ′′Tanto monta cortar como desatar′′, y no por eso dejó de ser universal señor de toda la Asia, ni más ni menos podría suceder ahora en el desencanto de Dulcinea, si yo azotase a Sancho a pesar suyo; que si la condición deste remedio está en que Sancho reciba los tres mil y tantos azotes, ¿qué se me da a mí que se los dé él, o que se los dé otro, pues la sustancia está en que él los reciba, lleguen por do llegaren.
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— Se il nodo gordiano fu tagliato dal grande Alessandro col dire: Tanto è tagliare come sciogliere; ed egli non lasciò per questo di essere dominatore dell′Asia intera; né più, né meno potrebbe avvenire adesso riguardo al disincanto di Dulcinea, se io dessi le frustate a Sancio, io medesimo a suo dispetto. Se la condizione del rimedio consiste nel doversi ricevere da Sancio, le tremila e tante frustate, che importa che se le dia da per sé o che le riceva da un altro, quando la sostanza del fatto è ch′egli le riceva, vengano di dove si voglia?»
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Con esta imaginación se llegó a Sancho, habiendo primero tomado las riendas de Rocinante, y acomodádolas en modo que pudiese azotarle con ellas, comenzóle a quitar las cintas, que es opinión que no tenía más que la delantera, en que se sustentaban los greguescos; pero, apenas hubo llegado, cuando Sancho despertó en todo su acuerdo, y dijo.
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Pieno di siffatta immaginazione, si accostò a Sancio avendo prima prese le redini di Ronzinante ed avendole accomodate a modo da potergli con esse dare le scudisciate. Cominciò a sciogliergli le stringhe delle brache: ed è opinione che non avessero se non quella davanti che le reggesse. Ma non gli si accostò appena, che Sancio si svegliò con tutto il suo giudizio, e disse:
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-¿Qué es esto? ¿Quién me toca y desencinta.
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— Chi è che mi tocca, e che mi scioglie le stringhe?
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-Yo soy -respondió don Quijote-, que vengo a suplir tus faltas y a remediar mis trabajos véngote a azotar, Sancho, y a descargar, en parte, la deuda a que te obligaste. Dulcinea perece; tú vives en descuido; yo muero deseando; y así, desatácate por tu voluntad, que la mía es de darte en esta soledad, por lo menos, dos mil azotes.
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— Sono io, rispose don Chisciotte, che vengo a supplire alle tue mancanze e ad alleviare i miei tanti travagli: vengo a frustarti, o Sancio, scaricandoti in parte del debito a cui ti obbligasti. Dulcinea perisce, tu vivi trascuratamente: ed io mi muoio desiderando; ora sciogli le brache di tua volontà: che la mia è inalterabile, e consiste nel consegnarti in queste solitudini duemila frustate per lo manco.
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-Eso no -dijo Sancho-; vuesa merced se esté quedo; si no, por Dios verdadero que nos han de oír los sordos. Los azotes a que yo me obligué han de ser voluntarios, y no por fuerza, y ahora no tengo gana de azotarme; basta que doy a vuesa merced mi palabra de vapularme y mosquearme cuando en voluntad me viniere.
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— Oh questo no, disse Sancio, non lo faccia vossignoria, o viva Dio che mi sentiranno i sordi. Le frustate me le ho da affibbiare io volontariamente; non valgono niente date per forza da altri, e adesso non ho volontà di frustarmi; basti alla signoria vostra la parola che ho dato di cacciarmi le mosche di dosso allorquando me ne verrà desiderio.
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-No hay dejarlo a tu cortesía, Sancho -dijo don Quijote-, porque eres duro de corazón, y, aunque villano, blando de carnes.
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— Non posso rimettere ciò alla tua cortesia, disse don Chisciotte, giacché tu sei di cuore inflessibile, e tuttoché villano, di carni dilicate:»
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Y así, procuraba y pugnaba por desenlazarle. Viendo lo cual Sancho Panza, se puso en pie, y, arremetiendo a su amo, se abrazó con él a brazo partido, y, echándole una zancadilla, dio con él en el suelo boca arriba; púsole la rodilla derecha sobre el pecho, y con las manos le tenía las manos, de modo que ni le dejaba rodear ni alentar. Don Quijote le decía.
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e frattanto procurava e faceva ogni studio per isciogliere le stringhe alle brache. Sancio, vedendo questo, rizzatosi presto ed assalendo il suo padrone, si abbracciò con lui a corpo a corpo, e facendogli un gambetto lo gittò in terra colla bocca all′insù, gli mise il ginocchio diritto sopra il petto, e colle mani gli teneva le mani dimodoché non lo lasciava voltarsi né fiatare. Don Chisciotte gli andava dicendo:
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-¿Cómo, traidor? ¿Contra tu amo y señor natural te desmandas? ¿Con quien te da su pan te atreves.
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— Come, traditore! è possibile che tu giunga a tanto contro al tuo padrone e signore naturale? che tu metta le mani addosso a chi ti alimenta col suo pane?
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-Ni quito rey, ni pongo rey -respondió Sancho-, sino ayúdome a mí, que soy mi señor. Vuesa merced me prometa que se estará quedo, y no tratará de azotarme por agora, que yo le dejaré libre y desembarazado; donde no.
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— Io non levo re, né metto re, Sancio rispose, ma soccorro me stesso che sono il naturale mio signore: mi prometta vossignoria che desisterà dalla sua risoluzione né mi frusterà in alcun tempo, ed io la lascerò libero e sciolto:
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Aquí morirás, traidor.
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e quando che no, tu morrai qua,
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enemigo de doña Sancha.
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traditore nimico di donna Sancia.»
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Prometióselo don Quijote, y juró por vida de sus pensamientos no tocarle en el pelo de la ropa, y que dejaría en toda su voluntad y albedrío el azotarse cuando quisiese.
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Don Chisciotte promise ogni cosa, giurò per la vita de′ suoi pensieri di non toccargli più nemanco un pelo di vestito e di lasciare in piena e libera sua volontà ed arbitrio il frustarsi quando gli piacesse.
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Levantóse Sancho, y desvióse de aquel lugar un buen espacio; y, yendo a arrimarse a otro árbol, sintió que le tocaban en la cabeza, y, alzando las manos, topó con dos pies de persona, con zapatos y calzas. Tembló de miedo; acudió a otro árbol, y sucedióle lo mesmo. Dio voces llamando a don Quijote que le favoreciese. Hízolo así don Quijote, y, preguntándole qué le había sucedido y de qué tenía miedo, le respondió Sancho que todos aquellos árboles estaban llenos de pies y de piernas humanas. Tentólos don Quijote, y cayó luego en la cuenta de lo que podía ser, y díjole a Sancho.
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Sancio si alzò allora, si allontanò buon tratto ed andò ad appoggiarsi ad un albero: ma ecco ch′egli sente toccarsi la testa: ond′è che alzando le mani gli vengono presi due piedi di persona che aveva scarpe e calze. Tremò di paura, si accostò ad altro albero, e gli avvenne lo stesso. Chiamò allora forte don Chisciotte, gridando:
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-No tienes de qué tener miedo, porque estos pies y piernas que tientas y no vees, sin duda son de algunos forajidos y bandoleros que en estos árboles están ahorcados; que por aquí los suele ahorcar la justicia cuando los coge, de veinte en veinte y de treinta en treinta; por donde me doy a entender que debo de estar cerca de Barcelona.
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— Aiuto!» Accorse il padrone, e chiese che cosa mai fosse successo, e da che procedesse sì grande paura. Rispose Sancio che quegli alberi erano pieni di gambe e di piedi umani. Don Chisciotte tastò, si accorse subito di quello che poteva essere, e disse a Sancio: Non è cosa da aver paura: i piedi e le gambe che tu tocchi e non vedi, sono di fuorusciti e assassini; che quando la giustizia li ha nelle mani, li fa appendere qua a venti, a trenta per volta: ed ora congetturo da questo che noi siamo già arrivati presso a Barcellona:»
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Y así era la verdad como él lo había imaginado. Al amanecer Al parecer alzaron los ojos, y vieron los racimos de aquellos árboles, que eran cuerpos de bandoleros. Ya, en esto, amanecía, y si los muertos los habían espantado, no menos los atribularon más de cuarenta bandoleros vivos que de improviso les rodearon, diciéndoles en lengua catalana que estuviesen quedos, y se detuviesen, hasta que llegase su capitán.
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e così era per l′appunto. La notte passò frattanto, e all′apparire del giorno videro quei grappoli sugli alberi, e si confermarono sempre meglio ch′erano corpi di malfattori. Avanzava il giorno, e se i morti avevano dato occasione di spavento, vennero i vivi ad accrescerlo; perché don Chisciotte e Sancio si trovarono contornati da quaranta banditi che all′improvviso li assalirono, e dissero in catalano che non si movessero un passo solo sino a tanto che non arrivasse il loro capo.
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Hallóse don Quijote a pie, su caballo sin freno, su lanza arrimada a un árbol, y, finalmente, sin defensa alguna; y así, tuvo por bien de cruzar las manos e inclinar la cabeza, guardándose para mejor sazón y coyuntura.
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Trovavasi allora don Chisciotte col cavallo senza briglia e colla lancia appoggiata ad un albero, in somma senza alcuna difesa ond′è che giudicò savio partito d′incrocicchiare le mani e di abbassare la testa, riserbandosi a tempi e congiunture migliori.
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Acudieron los bandoleros a espulgar al rucio, y a no dejarle ninguna cosa de cuantas en las alforjas y la maleta traía; y avínole bien a Sancho que en una ventrera que tenía ceñida venían los escudos del duque y los que habían sacado de su tierra, y, con todo eso, aquella buena gente le escardara y le mirara hasta lo que entre el cuero y la carne tuviera escondido, si no llegara en aquella sazón su capitán, el cual mostró ser de hasta edad de treinta y cuatro años, robusto, más que de mediana proporción, de mirar grave y color morena. Venía sobre un poderoso caballo, vestida la acerada cota, y con cuatro pistoletes -que en aquella tierra se llaman pedreñales- a los lados. Vio que sus escuderos, que así llaman a los que andan en aquel ejercicio, iban a despojar a Sancho Panza; mandóles que no lo hiciesen, y fue luego obedecido; y así se escapó la ventrera. Admiróle ver lanza arrimada al árbol, escudo en el suelo, y a don Quijote armado y pensativo, con la más triste y melancólica figura que pudiera formar la misma tristeza. Llegóse a él diciéndole
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I banditi andarono subito a svegliare il leardo, spogliandolo di tutto ciò che portava nelle bisacce e nel valigiotto; e fu buona ventura di Sancio che tenea a cintola gli scudi del duca, ed anche quelli che aveva recati dal suo paese. Non l′avrebbe con tutto questo passata netta, e sarebbe stato frugato tra pelle e carne, se per migliore sua fortuna non fosse sopraggiunto il capo dei banditi, uomo di oltre trent′anni, robusto, di guardatura grave e di color bruno. Avanzavasi sopra poderoso cavallo, con fino giacco indosso e con ai lati quattro pistoletti, che in quel paese si chiamano pedregnali. Vide che gli scudieri (che così sogliono chiamare i loro compagni) si affacendavano a spogliare Sancio Pancia, e tosto comandò che desistessero. Fu ubbidito, e il valigiotto restò illeso. Gittò poi gli occhi ad un albero vicino, e vi osservò con meraviglia appoggiata una lancia e vide uno scudo in terra; indi guatò don Chisciotte tutto pensieroso, e ch′era la più mesta e malinconiosa figura che potesse mai formare la stessa malinconia. Gli si accostò e disse:
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-No estéis tan triste, buen hombre, porque no habéis caído en las manos de algún cruel Osiris, sino en las de Roque Guinart, que tienen más de compasivas que de rigurosas.
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— Non istate di tanta malavoglia, galantuomo, che non siete già caduto nelle mani di qualche crudele Osiride, ma in quelle di Rocco Ghinart, il quale seconda più gl′impulsi della compassione che quei del rigore.
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-No es mi tristeza -respondió don Quijote- haber caído en tu poder, ¡oh valeroso Roque, cuya fama no hay límites en la tierra que la encierren! , sino por haber sido tal mi descuido, que me hayan cogido tus soldados sin el freno, estando yo obligado, según la orden de la andante caballería, que profeso, a vivir contino alerta, siendo a todas horas centinela de mí mismo; porque te hago saber, ¡oh gran Roque!, que si me hallaran sobre mi caballo, con mi lanza y con mi escudo, no les fuera muy fácil rendirme, porque yo soy don Quijote de la Mancha, aquel que de sus hazañas tiene lleno todo el orbe.
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— Non procede la tristezza mia, disse don Chisciotte, dall′essere caduto in tuo potere, valoroso Rocco, la cui celebrità non conosce limiti, ma n′è cagione l′essermi per soverchia trascuratezza lasciato cogliere da′ tuoi soldati senza lancia, quando io era obbligato, conformemente alle leggi della cavalleria errante che professo, a vivere continuamente in attenta veglia per essere a tutte le ore la sentinella di me medesimo: perché voglio che tu sappia, o gran Rocco, che se trovato mi avessero sul mio cavallo con la lancia e con lo scudo imbracciato, non ti sarebbe riuscito sì agevole di fare che mi arrendessi; e basti il dirti ch′io sono don Chisciotte della Mancia, quegli che tutto l′orbe ha riempiuto di sue segnalate prodezze.»
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Luego Roque Guinart conoció que la enfermedad de don Quijote tocaba más en locura que en valentía, y, aunque algunas veces le había oído nombrar, nunca tuvo por verdad sus hechos, ni se pudo persuadir a que semejante humor reinase en corazón de hombre; y holgóse en estremo de haberle encontrado, para tocar de cerca lo que de lejos dél había oído; y así, le dijo.
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Rocco Ghinart conobbe subito che l′infermità di don Chisciotte sapeva più di pazzia che di altro. Quantunque avesse udito più volte mentovare il suo nome, contuttociò non mai tenne per vere le sue bravure, né si persuase mai che in corpo d′uomo allignasse cotal umore; di maniera che si compiacque all′estremo di essersi avvenuto in lui per conoscere da vicino ciò che di lontano erasi divulgato. Gli disse dunque:
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-Valeroso caballero, no os despechéis ni tengáis a siniestra fortuna ésta en que os halláis, que podía ser que en estos tropiezos vuestra torcida suerte se enderezase; que el cielo, por estraños y nunca vistos rodeos, de los hombres no imaginados, suele levantar los caídos y enriquecer los pobres.
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— Valoroso cavaliere, non vi sdegnate, né ascrivete a nemica sorte la presente condizione vostra, perché potrebbe darsi che la vostra tôrta fortuna in questi inciampi si raddrizzasse, mentre il Cielo per i strani e non più visti rigiri, non dagli uomini immaginati, suole sollevare i caduti e arricchire i miseri.»
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Ya le iba a dar las gracias don Quijote, cuando sintieron a sus espaldas un ruido como de tropel de caballos, y no era sino un solo, sobre el cual venía a toda furia un mancebo, al parecer de hasta veinte años, vestido de damasco verde, con pasamanos de oro, greguescos y saltaembarca, con sombrero terciado, a la valona, botas enceradas y justas, espuelas, daga y espada doradas, una escopeta pequeña en las manos y dos pistolas a los lados. Al ruido volvió Roque la cabeza y vio esta hermosa figura, la cual, en llegando a él, dijo.
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Di già accingevasi don Chisciotte a rendergli grazie, quando intesero alle spalle rumore come di molti cavalli; ma era un solo, sul quale veniva a briglia sciolta un giovine di bell′aspetto d′intorno ai vent′anni, vestito di damasco verde, con passamani d′oro, con calzoni e saltambarco, con cappello rimboccato alla vallona, con un paio di stivali incerati e con i sproni, pugnale e spada indorata.
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-En tu busca venía, ¡oh valeroso Roque!, para hallar en ti, si no remedio, a lo menos alivio en mi desdicha; y, por no tenerte suspenso, porque sé que no me has conocido, quiero decirte quién soy y soy Claudia Jerónima, hija de Simón Forte, tu singular amigo y enemigo particular de Clauquel Torrellas, que asimismo lo es tuyo, por ser uno de los de tu contrario bando; y ya sabes que este Torrellas tiene un hijo que don Vicente Torrellas se llama, o, a lo menos, se llamaba no ha dos horas. Éste, pues, por abreviar el cuento de mi desventura, te diré en breves palabras la que me ha causado. Viome, requebróme, escuchéle, enamoréme, a hurto de mi padre; porque no hay mujer, por retirada que esté y recatada que sea, a quien no le sobre tiempo para poner en ejecución y efecto sus atropellados deseos. Finalmente, él me prometió de ser mi esposo, y yo le di la palabra de ser suya, sin que en obras pasásemos adelante. Supe ayer que, olvidado de lo que me debía, se casaba con otra, y que esta mañana iba a desposarse, nueva que me turbó el sentido y acabó la paciencia; y, por no estar mi padre en el lugar, le tuve yo de ponerme en el traje que vees, y apresurando el paso a este caballo, alcancé a don Vicente obra de una legua de aquí; y, sin ponerme a dar quejas ni a oír disculpas, le disparé estas escopetas, y, por añadidura, estas dos pistolas; y, a lo que creo, le debí de encerrar más de dos balas en el cuerpo, abriéndole puertas por donde envuelta en su sangre saliese mi honra. Allí le dejo entre sus criados, que no osaron ni pudieron ponerse en su defensa. Vengo a buscarte para que me pases a Francia, donde tengo parientes con quien viva, y asimesmo a rogarte defiendas a mi padre, porque los muchos de don Vicente no se atrevan a tomar en él desaforada venganza.
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— Io veniva, egli disse, in traccia di te, valoroso Rocco, per trovare nel tuo aiuto, se non rimedio, almeno conforto alla mia sventura; e per non tenerti dubbioso, scorgendo che non mi hai conosciuta, ti dirò ch′io sono Claudia Geronima, figlia di Simone Forte, tuo singolare amico, e nemico particolare di Clauehel Torreglia, altro nemico tuo, e della fazione a te contraria: ti è già noto che questo Torreglia ha un figliuolo, il cui nome è don Vincenzo Torreglia, o almanco così si chiamava due ore fa: ora ti dirò alle corte la mia disgrazia, e tu ascoltami. Egli mi vide, mi parlò di amore, io lo ascoltai, mi accesi di lui senza saputa de′ miei genitori, ché già non vi è donna sì ritirata e circospetta cui manchino occasioni di mettere in esecuzione i suoi precipitosi voleri. Vincenzo promise di essere mio sposo, io di esser sua, né si passò innanzi. Seppi ieri che scordatosi di quella fede che mi aveva giurata, si ammogliava con altra donzella, e che la nuova sposa doveva questa mattina ricevere l′anello. Tutti i miei sensi si sono sconvolti, la sofferenza mi abbandonò, ed essendo mio padre lontano da casa, vestii questo mentito abito, diedi degli sproni a questo cavallo, raggiunsi don Vincenzo mezza lega di qua lontano, e senza perdermi in fare lamenti o in udire discolpe, gli sparai contro questo archibuso e queste due pistole ancora, sicché mi avviso di avergli piantato in corpo più di due palle aprendogli così più di una porta per dove potesse uscire il mio onore rinvolto nel suo sangue. L′ho lasciato in balia de′ suoi servi, che non ardirono fare le sue difese, ed ora vengo a te perché mi faccia scortare in Francia; dove ho parenti che avranno cura di me, e perché tu difenda ad un tempo stesso mio padre per sottrarlo alle crudeli vendette degli amici di don Vincenzo.»
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Roque, admirado de la gallardía, bizarría, buen talle y suceso de la hermosa Claudia, le dijo
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Restò Rocco meravigliato della gagliardia, del coraggio, del successo della bella Claudia, e le disse:
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-Ven, señora, y vamos a ver si es muerto tu enemigo, que después veremos lo que más te importare.
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— Seguimi tosto, e andiamo a riconoscere se il tuo nimico sia morto, e di poi faremo ciò che sarà necessario.
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Don Quijote, que estaba escuchando atentamente lo que Claudia había dicho y lo que Roque Guinart respondió, dijo.
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Don Chisciotte, che aveva attentamente ascoltate le parole di Claudia e la risposta di Rocco Ghinart, disse:
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-No tiene nadie para qué tomar trabajo en defender a esta señora, que lo tomo yo a mi cargo denme mi caballo y mis armas, y espérenme aquí, que yo iré a buscar a ese caballero, y, muerto o vivo, le haré cumplir la palabra prometida a tanta belleza.
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— Non occorre che alcuno si prenda pensiero di accingersi alla difesa di questa signora, mentre tolgo io questa protezione a mio carico: dienmi il mio cavallo e le mie armi, e qua mi aspettino, ché andrò io stesso in traccia di questo cavaliere, e o morto o vivo farò che adempia la parole che diede a tanta bellezza.
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-Nadie dude de esto -dijo Sancho-, porque mi señor tiene muy buena mano para casamentero, pues no ha muchos días que hizo casar a otro que también negaba a otra doncella su palabra; y si no fuera porque los encantadores que le persiguen le mudaron su verdadera figura en la de un lacayo, ésta fuera la hora que ya la tal doncella no lo fuera.
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— Nessuno ne dubiti, disse Sancio, perché il mio padrone ci ha buona mano in materia di far parentadi, e non sono molti giorni che egli obbligò un altro a maritarsi che non voleva mantenere la parola data ad una ragazza: e se non fosse stato che i perfidi incantatori, i quali lo perseguitano, gli cambiarono la vera figura in quella di uno staffiere, adesso non si discorrerebbe più della integrità della giovane.»
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Roque, que atendía más a pensar en el suceso de la hermosa Claudia que en las razones de amo y mozo, no las entendió; y, mandando a sus escuderos que volviesen a Sancho todo cuanto le habían quitado del rucio, mandándoles asimesmo que se retirasen a la parte donde aquella noche habían estado alojados, y luego se partió con Claudia a toda priesa a buscar al herido, o muerto, don Vicente. Llegaron al lugar donde le encontró Claudia, y no hallaron en él sino recién derramada sangre; pero, tendiendo la vista por todas partes, descubrieron por un recuesto arriba alguna gente, y diéronse a entender, como era la verdad, que debía ser don Vicente, a quien sus criados, o muerto o vivo, llevaban, o para curarle, o para enterrarle; diéronse priesa a alcanzarlos, que, como iban de espacio, con facilidad lo hicieron.
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Rocco, che attendeva più all′avvenimento della bella Claudia che alle dicerie del padrone e del servo, senza dare loro retta prescrisse ai suoi scudieri di restituire a Sancio tutto quello che tolto gli avevano dal leardo, e comandò loro egualmente che dovessero ritirarsi nel luogo dove avevano alloggiato la notte precedente, e senz′altro dire partì frettolosamente con Claudia a cercare del ferito o morto don Vincenzo. Giunsero al sito da essa indicato, ma non vi trovarono che sangue sparso di fresco sopra il terreno. Distendendo la vista per ogni banda, scoprirono in lontananza alcune persone, e sospettarono, com′era in fatto, ch′ivi avesse essere don Vincenzo o vivo o morto, trasportato dai servi per medicarlo o per dargli sepoltura. Si affrettarono a raggiungerli: il che loro riuscì ben facile, perché gli altri procedevano con lentezza.
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Hallaron a don Vicente en los brazos de sus criados, a quien con cansada y debilitada voz rogaba que le dejasen allí morir, porque el dolor de las heridas no consentía que más adelante pasase.
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Stava l′infelice tra le braccia de′ suoi domestici, i quali egli pregava con istanca e fiacca voce a lasciarlo ivi morire, che non poteva passar oltre per lo spasimo delle ferite.
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Arrojáronse de los caballos Claudia y Roque, llegáronse a él, temieron los criados la presencia de Roque, y Claudia se turbó en ver la de don Vicente; y así, entre enternecida y rigurosa, se llegó a él, y asiéndole de las manos, le dijo.
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Si slanciarono da cavallo Claudia e Rocco, e si appressarono a lui. I domestici spaventaronsi della presenza di Rocco, e Claudia turbossi tutta in vedere quella di don Vincenzo. Intenerita e sdegnosa ad un tempo, gli si avvicinò, gli prese le mani e gli disse:
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-Si tú me dieras éstas, conforme a nuestro concierto, nunca tú te vieras en este paso.
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— Se tu mi avessi date queste mani conformemente ai nostri patti, non saresti adesso a sì terribile frangente.»
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Abrió los casi cerrados ojos el herido caballero, y, conociendo a Claudia, le dijo
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Il ferito cavaliere aprì gli occhi socchiusi, riconobbe Claudia, e rispose:
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-Bien veo, hermosa y engañada señora, que tú has sido la que me has muerto pena no merecida ni debida a mis deseos, con los cuales, ni con mis obras, jamás quise ni supe ofenderte.
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— Conosco bene, donna ingannata, che tu sei quella che mi ha ucciso, dando pena indegna e non dovuta a quella fede a cui non ho mancato, non avendoti giammai recato offesa.
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-Luego, ¿no es verdad -dijo Claudia- que ibas esta mañana a desposarte con Leonora, la hija del rico Balvastro.
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— Come? non è dunque vero, disse Claudia, che tu andavi in questo giorno a farti sposo alla ricca Eleonora, figlia di Balbastro?
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-No, por cierto -respondió don Vicente-; mi mala fortuna te debió de llevar estas nuevas, para que, celosa, me quitases la vida, la cual, pues la dejo en tus manos y en tus brazos, tengo mi suerte por venturosa. Y, para asegurarte desta verdad, aprieta la mano y recíbeme por esposo, si quisieres, que no tengo otra mayor satisfación que darte del agravio que piensas que de mí has recebido.
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— No certo, rispose don Vincenzo, ma l′avversa mia sorte ti portò queste false nuove, perché nell′eccesso di tua gelosia tu avessi a privarmi della vita, della vita che tengo ancora per venturosa, se termina nelle tue mani e fra le tue braccia. E credimi, o Claudia, e in pegno di mia fede porgimi le tue mani e accettami se vuoi per tuo sposo, che non ho ora altri mezzi per dimostrarti la mia costanza.»
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Apretóle la mano Claudia, y apretósele a ella el corazón, de manera que sobre la sangre y pecho de don Vicente se quedó desmayada, y a él le tomó un mortal parasismo. Confuso estaba Roque, y no sabía qué hacerse. Acudieron los criados a buscar agua que echarles en los rostros, y trujéronla, con que se los bañaron. Volvió de su desmayo Claudia, pero no de su parasismo don Vicente, porque se le acabó la vida. Visto lo cual de Claudia, habiéndose enterado que ya su dulce esposo no vivía, rompió los aires con suspiros, hirió los cielos con quejas, maltrató sus cabellos, entregándolos al viento, afeó su rostro con sus propias manos, con todas las muestras de dolor y sentimiento que de un lastimado pecho pudieran imaginarse.
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Gli strinse Claudia la mano e se le serrò allora il cuore in maniera che svenuta cadde sul petto esangue di Vincenzo; il quale fu sul punto stesso assalito da mortale parossismo. Stava Rocco confuso e non sapeva a che partito appigliarsi. I domestici spruzzavano d′acqua il volto di Claudia; essa si riebbe dal perdimento dei sensi, ma non fu così di Vincenzo, che passò dal parossismo alla morte. Vedendo Claudia ch′era troncato il filo della vita del suo amato sposo, ruppe l′aria coi suoi gemiti, ferì i cieli colle sue stride, si strappò e sparse al vento i capelli, si graffiò il viso e lasciò libero campo al dolore e alla disperazione.
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-¡Oh cruel e inconsiderada mujer -decía-, con qué facilidad te moviste a poner en ejecución tan mal pensamiento! ¡Oh fuerza rabiosa de los celos, a qué desesperado fin conducís a quien os da acogida en su pecho! ¡Oh esposo mío, cuya desdichada suerte, por ser prenda mía, te ha llevado del tálamo a la sepultura.
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— Ah! me crudele e sconsiderata, diceva, con quanta facilità mi lasciai trasportare a sì reo divisamento! ah, arrabbiata forza di gelosia, a che sciagurato fine strascini chi ti dà ricetto in suo cuore! ah sposo mio, quando stavi per essere la mia gioia, fatalmente passasti dal talamo al sepolcro!»
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Tales y tan tristes eran las quejas de Claudia, que sacaron las lágrimas de los ojos de Roque, no acostumbrados a verterlas en ninguna ocasión. Lloraban los criados, desmayábase a cada paso Claudia, y todo aquel circuito parecía campo de tristeza y lugar de desgracia. Finalmente, Roque Guinart ordenó a los criados de don Vicente que llevasen su cuerpo al lugar de su padre, que estaba allí cerca, para que le diesen sepultura. Claudia dijo a Roque que querría irse a un monasterio donde era abadesa una tía suya, en el cual pensaba acabar la vida, de otro mejor esposo y más eterno acompañada. Alabóle Roque su buen propósito, ofreciósele de acompañarla hasta donde quisiese, y de defender a su padre de los parientes y de todo el mundo, si ofenderle quisiese. No quiso su compañía Claudia, en ninguna manera, y, agradeciendo sus ofrecimientos con las mejores razones que supo, se despedió dél llorando. Los criados de don Vicente llevaron su cuerpo, y Roque se volvió a los suyos, y este fin tuvieron los amores de Claudia Jerónima. Pero, ¿qué mucho, si tejieron la trama de su lamentable historia las fuerzas invencibles y rigurosas de los celos.
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Tali e tanto dolenti erano le querele di Claudia che strapparono lagrime dagli occhi di Rocco, non accostumato a mandarne fuori in alcuna occasione. Piagnevano i domestici, Claudia ad ogni tratto ricadeva, e tutta quella campagna era divenuta l′asilo della tristezza e l′albergo della sventura. Finalmente Rocco ordinò ai servi di Vincenzo che portassero l′estinto al paese del suo genitore, ch′era poco discosto, e che ivi gli dessero sepoltura. — Disse Claudia a Rocco che volata sarebbe a rinserrarsi in un monastero dov′era badessa una sua zia, e dove aveva bisogno di terminare gl′infelici suoi giorni, procurando di rendersi non indegna di uno sposo migliore ed eterno. Lodò Rocco questo proposito, si offerse di accompagnarla dove volesse e di difenderla dal genitore di Vincenzo, dai parenti e da chiunque fosse per recarle offesa; ma Claudia non lo volle a suo compagno, e ringraziandolo il meno che potè, in mezzo ad un mare di pianto si licenziò e partì. I servi di Vincenzo trasportarono via il cadavere, Rocco ritornò ai suoi fidi, e così ebbe fine l′innamoramento di Claudia Geromina: né molto è da stupirne, essendo state le rigorose e invincibili forze della gelosia quelle che condussero la trama di questa compassionevole istoria.
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Halló Roque Guinart a sus escuderos en la parte donde les había ordenado, y a don Quijote entre ellos, sobre Rocinante, haciéndoles una plática en que les persuadía dejasen aquel modo de vivir tan peligroso, así para el alma como para el cuerpo; pero, como los más eran gascones, gente rústica y desbaratada, no les entraba bien la plática de don Quijote. Llegado que fue Roque, preguntó a Sancho Panza si le habían vuelto y restituido las alhajas y preseas que los suyos del rucio le habían quitado. Sancho respondió que sí, sino que le faltaban tres tocadores, que valían tres ciudades.
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Ritornato Rocco Ghinart nel luogo di prima, trovò i suoi scudieri e don Chisciotte con essi, il quale salito già sul suo Ronzinante, stava eccitandoli ad abbandonare un tenore di vita pericoloso e all′anima e alle persone: ma essendo la più parte gente guascona, zotica e sregolata, non persuadevasi molto dei suoi sermoni. Rocco domandò a Sancio se gli fossero state restituite le masserizie e le gioie che i suoi avevano derubate dal leardo. Rispose che sì, eccettuate tre cuffie che valevano tre città.
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-¿Qué es lo que dices, hombre? -dijo uno de los presentes-, que yo los tengo, y no valen tres reales.
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— Che dici tu, galantuomo? soggiunse uno di quegli scudieri: io le ho qua, e non valgono tre reali.
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-Así es -dijo don Quijote-, pero estímalos mi escudero en lo que ha dicho, por habérmelos dado quien me los dio.
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— E così è, disse don Chisciotte: ma il mio scudiere le tiene in sì alto pregio per considerazione della persona onde vengono.»
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Mandóselos volver al punto Roque Guinart, y, mandando poner los suyos en ala, mandó traer allí delante todos los vestidos, joyas, y dineros, y todo aquello que desde la última repartición habían robado; y, haciendo brevemente el tanteo, volviendo lo no repartible y reduciéndolo a dineros, lo repartió por toda su compañía, con tanta legalidad y prudencia que no pasó un punto ni defraudó nada de la justicia distributiva. Hecho esto, con lo cual todos quedaron contentos, satisfechos y pagados, dijo Roque a don Quijote.
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Comandò Rocco sul fatto che fossero a Sancio restituite, e ordinò che i suoi si mettessero tutti in ala, prescrivendo che fossero ivi recati dinanzi a lui i vestiti, le gioie, i danari e tutto quello che dopo l′ultimo assalto avevano rubato. Ne fece brevemente lo scandaglio, restituendo ciò che non si poteva dividere, e riducendo ogni cosa a danari, la scompartì fra i compagni suoi con tanta prudenza ed equità, che non mancò di un puntino, né defraudò la giustizia distributiva. Fatto questo, con che restò contento ciascuno e soddisfatto e pagato, disse Rocco a don Chisciotte:
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-Si no se guardase esta puntualidad con éstos, no se podría vivir con ellos.
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— Se non si usasse con questa gente scrupolosa esattezza, non potrebbesi vivere con esso loro.»
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A lo que dijo Sancho.
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Sancio soggiunse:
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-Según lo que aquí he visto, es tan buena la justicia, que es necesaria que se use aun entre los mesmos ladrones.
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— Secondo quello che ho visto adesso si trova tanto buona la giustizia, ch′è necessario che si usi anche tra gli stessi ladroni.»
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Oyólo un escudero, y enarboló el mocho de un arcabuz, con el cual, sin duda, le abriera la cabeza a Sancho, si Roque Guinart no le diera voces que se detuviese. Pasmóse Sancho, y propuso de no descoser los labios en tanto que entre aquella gente estuviese.
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Uno scudiere lo intese, e gli appuntò un archibuso, con cui lo avrebbe senza dubbio spacciato, se Rocco Ghinart non gli avesse gridato che si fermasse. S′impaurì Sancio, e seco stesso propose di non muovere più bocca in tutto il tempo che fosse restato tra quella canaglia.
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Llegó, en esto, uno o algunos de aquellos escuderos que estaban puestos por centinelas por los caminos para ver la gente que por ellos venía y dar aviso a su mayor de lo que pasaba, y éste dijo.
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Sopraggiunsero in questo alcuni di quegli scudieri ch′erano collocati come sentinelle ai vari posti delle strade a spiare la gente che per esse passava, e dare avviso al loro capo di quanto occorrere potesse; ed uno di costoro disse:
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-Señor, no lejos de aquí, por el camino que va a Barcelona, viene un gran tropel de gente.
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— Signore, non lungi di qua e per la strada che va a Barcellona, si avanza una gran truppa.» Cui Rocco rispose:
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A lo que respondió Roque
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— Hai tu visto bene
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-¿Has echado de ver si son de los que nos buscan, o de los que nosotros buscamos.
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se sia di gente che ci venga a cercare, o di quella che cerchiamo noi?
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-No, sino de los que buscamos -respondió el escudero.
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— Èdi quella che noi cerchiamo, ripigliò lo scudiere.
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-Pues salid todos -replicó Roque-, y traédmelos aquí luego, sin que se os escape ninguno.
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— Ebbene, uscite tutti, replicò Rocco, e menatemi qua subito costoro e senzaché pur uno vi scappi.»
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Hiciéronlo así, y, quedándose solos don Quijote, Sancho y Roque, aguardaron a ver lo que los escuderos traían; y, en este entretanto, dijo Roque a don Quijote.
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Ubbidirono, e rimasti soli don Chisciotte, Sancio e Rocco, stavano a vedere che cosa gli scudieri conducessero; frattanto disse Rocco a don Chisciotte:
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-Nueva manera de vida le debe de parecer al señor don Quijote la nuestra, nuevas aventuras, nuevos sucesos, y todos peligrosos; y no me maravillo que así le parezca, porque realmente le confieso que no hay modo de vivir más inquieto ni más sobresaltado que el nuestro. A mí me han puesto en él no sé qué deseos de venganza, que tienen fuerza de turbar los más sosegados corazones; yo, de mi natural, soy compasivo y bien intencionado; pero, como tengo dicho, el querer vengarme de un agravio que se me hizo, así da con todas mis buenas inclinaciones en tierra, que persevero en este estado, a despecho y pesar de lo que entiendo; y, como un abismo llama a otro y un pecado a otro pecado, hanse eslabonado las venganzas de manera que no sólo las mías, pero las ajenas tomo a mi cargo; pero Dios es servido de que, aunque me veo en la mitad del laberinto de mis confusiones, no pierdo la esperanza de salir dél a puerto seguro.
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— Nuovo modo di vivere dee certo sembrare questo nostro al signor don Chisciotte, nuove le avventure, nuovi i successi, e perigliosi tutti: né mi fo maraviglia se così gli apparirà; perché ad onore del vero io confesserò che non avvi tenore di vita più inquieto, né più pauroso del nostro. Mi vi strascinò non so qual desiderio di vendetta, che ha la possa di sconvolgere ogni più riposato cuore; ma io sono di mia natura compassionevole e proclive al ben fare; né fu, come ho detto, se non la voglia di lavare la macchia di un torto sofferto che mi rimosse dalle mie buone inclinazioni, e che mi fa ora perseverare nel presente stato, in onta e in contrapposizione della mia volontà. E siccome un abisso chiama l′altro, e una un′altra colpa, così le vendette si vennero talmente concatenando, che non solo le mie, ma prendo anche le altrui sopra di me. Pure Iddio mi concede, quantunque io viva in mezzo al labirinto delle mie contraddizioni, di non farmi perdere la speranza di uscirne fuori per afferrare un porto di sicurezza.»
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Admirado quedó don Quijote de oír hablar a Roque tan buenas y concertadas razones, porque él se pensaba que, entre los de oficios semejantes de robar, matar y saltear no podía haber alguno que tuviese buen discurso, y respondióle.
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Restò edificato don Chisciotte nell′udire da Rocco sì lodevoli e sensati concetti: e tanto più che davasi egli a credere che in mezzo al mestiere di rubare, di uccidere, di assassinare non vi potesse esser uomo che ragionasse con buoni principii. Soggiunse dunque:
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-Señor Roque, el principio de la salud está en conocer la enfermedad y en querer tomar el enfermo las medicinas que el médico le ordena vuestra merced está enfermo, conoce su dolencia, y el cielo, o Dios, por mejor decir, que es nuestro médico, le aplicará medicinas que le sanen, las cuales suelen sanar poco a poco y no de repente y por milagro; y más, que los pecadores discretos están más cerca de enmendarse que los simples; y, pues vuestra merced ha mostrado en sus razones su prudencia, no hay sino tener buen ánimo y esperar mejoría de la enfermedad de su conciencia; y si vuestra merced quiere ahorrar camino y ponerse con facilidad en el de su salvación, véngase conmigo, que yo le enseñaré a ser caballero andante, donde se pasan tantos trabajos y desventuras que, tomándolas por penitencia, en dos paletas le pondrán en el cielo.
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— Signor Rocco, il fondamento della salute consiste nel conoscere l′indole della malattia e nel cercare che l′infermo prenda le medicine ordinate dal medico. L′infermo siete voi, voi conoscete il vostro male, e il Cielo, o Iddio, a meglio dire, ch′è il nostro medico, vi applicherà medicine atte a guarirvi; le quali sogliono risanare a poco a poco, e non repentinamente e per miracolo: e molto più che i falli dei peccatori di talento sono più presso all′emenda di quelli delli sciocchi. Poiché mi avete nei vostri discorsi data a conoscere molta prudenza non altro occorre se non che vi facciate animo e speriate il miglioramento della vostra coscienza; e se voleste abbreviare il cammino e mettervi con facilità su quello della salute, venite meco, ed io vi insegnerò ad essere cavaliere errante, nel cui esercizio tanti travagli si soffrono e tante sventure, che tolte come penitenza dei nostri peccati, in due salti vi porteranno in cielo.»
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Rióse Roque del consejo de don Quijote, a quien, mudando plática, contó el trágico suceso de Claudia Jerónima, de que le pesó en estremo a Sancho, que no le había parecido mal la belleza, desenvoltura y brío de la moza.
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Rise Rocco del consiglio di don Chisciotte, cui (cambiando discorso) die′ conto del tragico avvenimento di Claudia Geronima, di che ne ebbe gran dolore Sancio, al quale erano andate a sangue la bellezza, il brio e la disinvoltura della giovane.
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Llegaron, en esto, los escuderos de la presa, trayendo consigo dos caballeros a caballo, y dos peregrinos a pie, y un coche de mujeres con hasta seis criados, que a pie y a caballo las acompañaban, con otros dos mozos de mulas que los caballeros traían. Cogiéronlos los escuderos en medio, guardando vencidos y vencedores gran silencio, esperando a que el gran Roque Guinart hablase, el cual preguntó a los caballeros que quién eran y adónde iban, y qué dinero llevaban. Uno dellos le respondió.
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Tornarono due cavalieri a cavallo, due pellegrini a piedi e un cocchio con varie donne, le quali erano seguite da sei servitori, parte a piedi e parte a cavallo, con altri due vetturini che menavano i cavalieri. Tutti stavano attorniati dagli scudieri, conservando e vincitori e vinti gran silenzio, e in attenzione di ciò che il gran Rocco Ghinart fosse per dire. Dimandò egli ai cavalieri chi fossero, ov′erano diretti, e che denari seco recassero. Rispose uno di loro:
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-Señor, nosotros somos dos capitanes de infantería española; tenemos nuestras compañías en Nápoles y vamos a embarcarnos en cuatro galeras, que dicen están en Barcelona con orden de pasar a Sicilia; llevamos hasta docientos o trecientos escudos, con que, a nuestro parecer, vamos ricos y contentos, pues la estrecheza ordinaria de los soldados no permite mayores tesoros.
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— Signore, noi siamo due capitani d′infanteria spagnuola, abbiamo in Napoli le nostre compagnie, e ci rechiamo ad imbarcarci su quattro galee, che dicono starsene in Barcellona pronte alla vela con ordine di passare in Sicilia; siamo possessori di dugento o trecento scudi, coi quali andiamo, secondoché ci pare, ricchi e contenti, perché le ristrettezze inseparabili d′ordinario dai soldati non permettono loro di possedere tesori.»
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Preguntó Roque a los peregrinos lo mesmo que a los capitanes; fuele respondido que iban a embarcarse para pasar a Roma, y que entre entrambos podían llevar hasta sesenta reales. Quiso saber también quién iba en el coche, y adónde, y el dinero que llevaban; y uno de los de a caballo dijo.
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Fece Rocco ai pellegrini la dimanda medesima, ed essi risposero che andavano ad imbarcarsi per passare a Roma, e fra tutti e due contar potevano fino a sessanta reali. Volle anche sapere chi fosse nel cocchio e dove venisse e del denaro che si recava; ed uno tra quelli ch′erano a cavallo disse:
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-Mi señora doña Guiomar de Quiñones, mujer del regente de la Vicaría de Nápoles, con una hija pequeña, una doncella y una dueña, son las que van en el coche; acompañámosla seis criados, y los dineros son seiscientos escudos.
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— La mia signora donna Ghioncar di Chignones, consorte del reggente della vicaria di Napoli, con una figliuoletta, una donzella ed una matrona son quelle che trovansi nel cocchio: e noi siamo sei servitori che le accompagniamo, e seicento scudi sono il totale dei nostri danari.
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-De modo -dijo Roque Guinart-, que ya tenemos aquí novecientos escudos y sesenta reales; mis soldados deben de ser hasta sesenta; mírese a cómo le cabe a cada uno, porque yo soy mal contador.
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— Dimodoché, soggiunse Rocco, noi abbiamo a nostra disposizione novecento scudi e sessanta reali: sessanta sono i soldati miei, facciasi il conto di ciò che ne tocca per testa, giacché io per me sono cattivo aritmetico.»
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Oyendo decir esto los salteadores, levantaron la voz, diciendo.
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Ciò udendosi dagli assassini, alzarono la voce, dicendo:
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-¡Viva Roque Guinart muchos años, a pesar de los lladres que su perdición procuran.
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— Viva mille anni Rocco Ghinart a dispetto dei malvagi che tentano la sua perdizione.»
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Mostraron afligirse los capitanes, entristecióse la señora regenta, y no se holgaron nada los peregrinos, viendo la confiscación de sus bienes. Túvolos así un rato suspensos Roque, pero no quiso que pasase adelante su tristeza, que ya se podía conocer a tiro de arcabuz, y, volviéndose a los capitanes, dijo.
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Se ne mostrano invece afflitti i capitani, si rattristò la signora reggente, e non meno rimasero mortificati i pellegrini, vedendosi confiscato ogni loro piccolo avere. Li tenne Rocco per buona pezza a tal modo sospesi: ma non gli piacque che passasse innanzi tanta tristezza dipinta su tutti quei visi, e voltosi ai capitani, disse:
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-Vuesas mercedes, señores capitanes, por cortesía, sean servidos de prestarme sesenta escudos, y la señora regenta ochenta, para contentar esta escuadra que me acompaña, porque el abad, de lo que canta yanta, y luego puédense ir su camino libre y desembarazadamente, con un salvoconduto que yo les daré, para que, si toparen otras de algunas escuadras mías que tengo divididas por estos contornos, no les hagan daño; que no es mi intención de agraviar a soldados ni a mujer alguna, especialmente a las que son principales.
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— Le signorie vostre, signori capitani si compiacciano di prestarmi sessanta scudi per atto di cortesia; ed ottanta la signora reggente, ad oggetto di rendere soddisfatta questa squadra che mi accompagna: perché l′abate mangia di quello che canta; e poi potranno proseguire liberamente il loro viaggio senza imbarazzo di sorta, mercé il salvacondotto che io loro darò, per cui incontrando taluna delle squadre che io tengo sparse per questi contorni, non ne abbiano danno; ché non è mia intenzione di far torto ai soldati, né a donna alcuna, soprattutto a quelle di condizione distinta.»
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Infinitas y bien dichas fueron las razones con que los capitanes agradecieron a Roque su cortesía y liberalidad, que, por tal la tuvieron, en dejarles su mismo dinero. La señora doña Guiomar de Quiñones se quiso arrojar del coche para besar los pies y las manos del gran Roque, pero él no lo consintió en ninguna manera; antes le pidió perdón del agravio que le hacía, forzado de cumplir con las obligaciones precisas de su mal oficio. Mandó la señora regenta a un criado suyo diese luego los ochenta escudos que le habían repartido, y ya los capitanes habían desembolsado los sesenta. Iban los peregrinos a dar toda su miseria, pero Roque les dijo que se estuviesen quedos, y volviéndose a los suyos, les dijo.
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Infiniti e vivamente espressi furono i concetti dai capitani impiegati a fine di rendere grazie a Rocco per la sua cortesia e liberalità: che tale chiamarono l′aver loro lasciati i danari. La signora donna Ghioncar di Chignones voleva gittarsi dal cocchio per baciare le mani e i piedi al gran Rocco; ma non vi acconsentì egli a verun patto, ed anzi le chiese perdono del dispiacere che le aveva fatto, scusandosi con dire che a ciò lo sforzava il suo sciagurato mestiere. Ordinò la signora reggente ad un suo servidore che gli desse incontanente gli ottanta scudi di sua parte; e già avevano i capitani sborsati i sessanta. Andavano i pellegrini a rassegnare tutto il loro miserabile avere, ma Rocco disse loro che se ne stessero fermi, e voltosi ad un compagno, soggiunse:
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-Destos escudos dos tocan a cada uno, y sobran veinte los diez se den a estos peregrinos, y los otros diez a este buen escudero, porque pueda decir bien de esta aventura.
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— Di questi scudi ne toccano due a ciascuno, e ne avanzano venti: dieci si diano a questi pellegrini, e dieci a questo buon scudiere, affinché possa dir bene di quest′avventura.»
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Y, trayéndole aderezo de escribir, de que siempre andaba proveído, Roque les dio por escrito un salvoconduto para los mayorales de sus escuadras, y, despidiéndose dellos, los dejó ir libres, y admirados de su nobleza, de su gallarda disposición y estraño proceder, teniéndole más por un Alejandro Magno que por ladrón conocido. Uno de los escuderos dijo en su lengua gascona y catalana.
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Cavato poi di saccoccia quanto occorreva per iscrivere, Rocco diede loro in pergamena un salvocondotto per i capi delle sue squadre. Licenziatosi da tutta questa gente la lasciò andare libera e attonita della nobiltà del suo operare, della sua bella disposizione e della sua strana liberalità, riputandolo più un Alessandro Magno che un ladrone. Disse uno degli scudieri in sua lingua guascona o catalana:
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-Este nuestro capitán más es para frade que para bandolero si de aquí adelante quisiere mostrarse liberal séalo con su hacienda y no con la nuestra.
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— Questo nostro capitano sarebbe meglio frate che bandito: ma se da ora in avanti vuol fare l′uomo liberale, lo faccia col suo, e non già col nostro.»
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No lo dijo tan paso el desventurado que dejase de oírlo Roque, el cual, echando mano a la espada, le abrió la cabeza casi en dos partes, diciéndole
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Non parlò quello sventurato sì piano che Rocco non lo avesse inteso, e cacciata fuori la spada, gli spaccò la testa quasi in due parti, dicendo:
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-Desta manera castigo yo a los deslenguados y atrevidos.
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— Punisco in tal modo i linguacciuti ed i temerari.»
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Pasmáronse todos, y ninguno le osó decir palabra tanta era la obediencia que le tenían.
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N′ebbero gli altri spavento, e nessuno osò aggiungere parola: sì grande era l′ubbidienza che gli portavano.
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Apartóse Roque a una parte y escribió una carta a un su amigo, a Barcelona, dándole aviso como estaba consigo el famoso don Quijote de la Mancha, aquel caballero andante de quien tantas cosas se decían; y que le hacía saber que era el más gracioso y el más entendido hombre del mundo, y que de allí a cuatro días, que era el de San Juan Bautista, se le pondría en mitad de la playa de la ciudad, armado de todas sus armas, sobre Rocinante, su caballo, y a su escudero Sancho sobre un asno, y que diese noticia desto a sus amigos los Niarros, para que con él se solazasen; que él quisiera que carecieran deste gusto los Cadells, sus contrarios, pero que esto era imposible, a causa que las locuras y discreciones de don Quijote y los donaires de su escudero Sancho Panza no podían dejar de dar gusto general a todo el mundo. Despachó estas cartas con uno de sus escuderos, que, mudando el traje de bandolero en el de un labrador, entró en Barcelona y la dio a quien iba.
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Si appartò Rocco, e scrisse una lettera ad un suo amico di Barcellona, partecipandogli che aveva seco il famoso don Chisciotte della Mancia, quel cavaliere errante di cui tante cose erano sparse, e facendogli sapere che era il più grazioso ed assennato uomo del mondo, e che dopo quattro giorni, ricorrendo la solennità di san Giovanni Battista, glielo condurrebbe in mezzo alla piazza della città, armato di tutto punto, sopra il cavallo detto Ronzinante, con Sancio scudiere montato sopra il suo asino: che di ciò desse contezza ai Niarri suoi amici, affinché ne pigliassero diletto, non volendo che ne godessero punto i Cadegli suoi avversari, quantunque conoscesse essere impossibile quasi l′ottenere questo, perché le pazzie e discrezioni di don Chisciotte e le graziosità del suo scudiere Sancio Pancia non avrebbero potuto fare a meno di non divertire il mondo intero. Mandò queste lettere per uno de′ suoi scudieri, il quale cambiando l′abito di bandito in quello di contadino, entrò in Barcellona, e le ricapitò a chi erano dirette.
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II. Capítulo LXI. De lo que le sucedió a don Quijote en la entrada de Barcelona, con otras cosas que tienen más de lo verdadero que de lo discreto.
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CAPITOLO LXI DI CIРCHE AVVENNE A DON CHISCIOTTE ENTRANDO A BARCELLONA, CON ALTRE COSE CHE HANNO PIנDEL VERO CHE DEL SAVIO.
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Tres días y tres noches estuvo don Quijote con Roque, y si estuviera trecientos años, no le faltara qué mirar y admirar en el modo de su vida aquí amanecían, acullá comían; unas veces huían, sin saber de quién, y otras esperaban, sin saber a quién. Dormían en pie, interrompiendo el sueño, mudándose de un lugar a otro. Todo era poner espías, escuchar centinelas, soplar las cuerdas de los arcabuces, aunque traían pocos, porque todos se servían de pedreñales. Roque pasaba las noches apartado de los suyos, en partes y lugares donde ellos no pudiesen saber dónde estaba; porque los muchos bandos que el visorrey de Barcelona había echado sobre su vida le traían inquieto y temeroso, y no se osaba fiar de ninguno, temiendo que los mismos suyos, o le habían de matar, o entregar a la justicia vida, por cierto, miserable y enfadosa.
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Don Chisciotte si trattenne con Rocco tre giorni e tre notti: e avrebbe dato di che osservare ed ammirare nel tenore del suo vivere se dimorato fosse con lui trecento anni. Trovavansi di bel mattino in un luogo, e all′ora del desinare in altro; talvolta fuggivano senza sapere da chi, o aspettavano tal′altro senza sapere chi. Dormivano sempre ritti, interrompendo il sonno per cambiarsi da un luogo all′altro, ed occupandosi di continuo nel metter spie, nel tenere sentinelle in ascolto, nel soffiare nelle micce degli archibusi, sebbene ne avessero pochi, perché per lo più si servivano di pistoletti. Rocco passava la notte appartato da′ suoi ed in luoghi a tutti gli altri ignoti, mentre i molti bandi pubblicati dal viceré di Barcellona contro la sua vita lo rendevano timoroso ed inquieto a segno di non fidarsi di chicchessia, e temeva sempre che i suoi stessi compagni o gli togliessero la vita, o lo dessero in potere della giustizia: vita veramente miserabile ed affannosa!
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En fin, por caminos desusados, por atajos y sendas encubiertas, partieron Roque, don Quijote y Sancho con otros seis escuderos a Barcelona. Llegaron a su playa la víspera de San Juan en la noche, y, abrazando Roque a don Quijote y a Sancho, a quien dio los diez escudos prometidos, que hasta entonces no se los había dado, los dejó, con mil ofrecimientos que de la una a la otra parte se hicieron.
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In fine, per istrade inusitate, per tragitti e sentieri coperti partirono Rocco, don Chisciotte e Sancio con sei scudieri alla volta di Barcellona, e pervennero nel suo circuito la notte della vigilia di san Giovanni Battista. Rocco, abbracciati don Chisciotte e Sancio, a cui consegnò i dieci scudi, prima promessi, ma sino allora non isborsati, li lasciò con mille offerte che gli vennero dagli altri due ricambiate, poi tornò addietro e, don Chisciotte, a cavallo come stava, si fece ad attendere il giorno.
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Volvióse Roque; quedóse don Quijote esperando el día, así, a caballo, como estaba, y no tardó mucho cuando comenzó a descubrirse por los balcones del Oriente la faz de la blanca aurora, alegrando las yerbas y las flores, en lugar de alegrar el oído; aunque al mesmo instante alegraron también el oído el son de muchas chirimías y atabales, ruido de cascabeles, ′′¡trapa, trapa, aparta, aparta! ′′ de corredores, que, al parecer, de la ciudad salían. Dio lugar la aurora al sol, que, un rostro mayor que el de una rodela, por el más bajo horizonte, poco a poco, se iba levantando.
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Non tardò molto a scoprire la faccia dai balconi dell′Oriente la bianca Aurora, l′erbe rallegrando ed i fiori, in vece di rallegrare gli orecchi; ma gioirono ben presto anche questi del suono dei molti pifferi, dello strepito dei tamburi, del rumore dei sonagli e d′un frastuono di voci che gridavano: «Fuora, fuora, scappa, scappa:» ed erano voci di corrieri provenienti dalla città. L′aurora diede tempo al sole che con la faccia poco più grande di una rotella andasse a poco a poco sorgendo dal più basso orizzonte,
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Tendieron don Quijote y Sancho la vista por todas partes vieron el mar, hasta entonces dellos no visto; parecióles espaciosísimo y largo, harto más que las lagunas de Ruidera, que en la Mancha habían visto; vieron las galeras que estaban en la playa, las cuales, abatiendo las tiendas, se descubrieron llenas de flámulas y gallardetes, que tremolaban al viento y besaban y barrían el agua; dentro sonaban clarines, trompetas y chirimías, que cerca y lejos llenaban el aire de suaves y belicosos acentos. Comenzaron a moverse y a hacer modo de escaramuza por las sosegadas aguas, correspondiéndoles casi al mismo modo infinitos caballeros que de la ciudad sobre hermosos caballos y con vistosas libreas salían. Los soldados de las galeras disparaban infinita artillería, a quien respondían los que estaban en las murallas y fuertes de la ciudad, y la artillería gruesa con espantoso estruendo rompía los vientos, a quien respondían los cañones de crujía de las galeras. El mar alegre, la tierra jocunda, el aire claro, sólo tal vez turbio del humo de la artillería, parece que iba infundiendo y engendrando gusto súbito en todas las gentes.
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e don Chisciotte e Sancio volsero lo sguardo per ogni dove, e videro il mare fino a quel punto da essi non mai veduto, e sembrò loro spaziosissimo e lungo assai più delle lagune di Ruidera che conoscevano nella Mancia. Si presentarono ai loro sguardi le galere che trovavansi sulla rada, le quali abbassando le tende lasciavano apparire e banderuole e stendardi che tremolavano all′aria e baciavano e rompevano l′acqua; e dal di dentro di esse usciva il suono dei clarinetti, dei pifferi e delle trombe, che da vicino e da lungi risuonavano di accenti soavi e bellicosi. Cominciavano le galere a muoversi ed a fare una specie di scaramuccia per le placide acque, godendo al punto medesimo di una tal quale corrispondenza per mezzo degl′infiniti cavalieri che sopra pomposi cavalli e con isfarzo grande di livree uscivano dalla città. I soldati delle galere sparavano infiniti pezzi di artiglieria, e vi rispondevano quelli che stavan sulle muraglie e sui forti; e l′artiglieria grossa rompeva l′aere con ispaventevole fracasso, facendo tuonare nelle galere i cannoni di corsia. Il mare allegro, gioconda la terra, sereno il cielo e reso torbido unicamente dal fumo delle artiglierie, sembrava che tutto ciò infondesse un subito indicibile piacere in ogni ordine di persone. Sancio, sbalordito di tutto, non sapeva spezialmente immaginare come mai potessero avere tanti piedi quei massi che pel mare si movevano.
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No podía imaginar Sancho cómo pudiesen tener tantos pies aquellos bultos que por el mar se movían. En esto, llegaron corriendo, con grita, lililíes y algazara, los de las libreas adonde don Quijote suspenso y atónito estaba, y uno dellos, que era el avisado de Roque, dijo en alta voz a don Quijote.
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In tanto quelli delle livree correndo con grida moresche e barbariche, giunsero là dove trovavasi don Chisciotte tutto attonito: ed uno, ch′era stato prevenuto da Rocco Ghinart, disse a don Chisciotte con alta voce:
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-Bien sea venido a nuestra ciudad el espejo, el farol, la estrella y el norte de toda la caballería andante, donde más largamente se contiene. Bien sea venido, digo, el valeroso don Quijote de la Mancha no el falso, no el ficticio, no el apócrifo que en falsas historias estos días nos han mostrado, sino el verdadero, el legal y el fiel que nos describió Cide Hamete Benengeli, flor de los historiadores.
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— Sia il ben venuto alla città nostra lo specchio, il fanale, la stella, la tramontana e la guida di tutta l′errante cavalleria che si trova al mondo: ben venuto sia, lo ripeto, il valoroso don Chisciotte della Mancia; non già il falso, il fittizio, l′apocrifo che in questi giorni da adulterate istorie ci venne mostrato, ma il veridico, il legittimo, il fedele che ci ha descritto Cide Hamete Ben-Engeli, fiore dei veri storici.»
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No respondió don Quijote palabra, ni los caballeros esperaron a que la respondiese, sino, volviéndose y revolviéndose con los demás que los seguían, comenzaron a hacer un revuelto caracol al derredor de don Quijote; el cual, volviéndose a Sancho, dijo.
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Non rispose parola don Chisciotte, né i cavalieri aspettarono che la dicesse, ma volgendo il cammino e confondendosi cogli altri che li seguivano, cominciarono a far giravolte intorno a don Chisciotte, il quale allora, guardando Sancio, disse:
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-Éstos bien nos han conocido yo apostaré que han leído nuestra historia y aun la del aragonés recién impresa.
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— Noi siamo stati conosciuti intimamente da cotestoro, e giuocherei quanto ho al mondo che hanno letto la nostra istoria e quella ancora dell′Aragonese poco fa stampata.»
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Volvió otra vez el caballero que habló a don Quijote, y díjole.
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Ritornò di nuovo il cavaliere che parlato avea a don Chisciotte, e si fece a dirgli:
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-Vuesa merced, señor don Quijote, se venga con nosotros, que todos somos sus servidores y grandes amigos de Roque Guinart.
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«Venga con noi la signoria vostra, signor don Chisciotte, venga in nostra compagnia, che noi siamo suoi servidori, come siamo grandi amici di Rocco Ghinart.»
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A lo que don Quijote respondió.
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Don Chisciotte rispose:
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-Si cortesías engendran cortesías, la vuestra, señor caballero, es hija o parienta muy cercana de las del gran Roque. Llevadme do quisiéredes, que yo no tendré otra voluntad que la vuestra, y más si la queréis ocupar en vuestro servicio.
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— Se cortesia nasce da cortesia, la vostra signor cavaliere, è figlia o parente molto stretta di quella del gran Rocco: guidatemi dove meglio vi torna, che io mi uniformerò al voler vostro e con maggiore soddisfazione ancora se m′impiegherete a servirvi.»
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Con palabras no menos comedidas que éstas le respondió el caballero, y, encerrándole todos en medio, al son de las chirimías y de los atabales, se encaminaron con él a la ciudad, al entrar de la cual, el malo, que todo lo malo ordena, y los muchachos, que son más malos que el malo, dos dellos traviesos y atrevidos se entraron por toda la gente, y, alzando el uno de la cola del rucio y el otro la de Rocinante, les pusieron y encajaron sendos manojos de aliagas. Sintieron los pobres animales las nuevas espuelas, y, apretando las colas, aumentaron su disgusto, de manera que, dando mil corcovos, dieron con sus dueños en tierra. Don Quijote, corrido y afrentado, acudió a quitar el plumaje de la cola de su matalote, y Sancho, el de su rucio. Quisieran los que guiaban a don Quijote castigar el atrevimiento de los muchachos, y no fue posible, porque se encerraron entre más de otros mil que los seguían.
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Con espressioni non meno di queste obbliganti rispose il cavaliere, e serrandolo tutti nel mezzo, al suono dei pifferi ed allo strepito dei tamburi, si avviarono verso la città. All′entrarvi, i ragazzi, che sono più cattivi della stessa cattiveria, fecero che due di loro, arditelli e rompicolli, senza riguardo alcuno si cacciassero tra la folla, e alzando la coda del leardo e quella di Ronzinante ficcassero, sotto ad ognuna delle bestie, un mazzo di lappole. I poveri animali che sentivano i nuovi sproni, stringevano le code, ma ciò non faceva che accrescere in loro il pizzicore, in maniera che dando mille corvette fecero strammazzare i loro padroni. Don Chisciotte, tutto svergognato e affrontato andò a levare il pennacchio dalla coda della sua rozza, e Sancio l′altro del suo leardo. Volevano i compagni di don Chisciotte gastigare i ragazzi della sfacciataggine loro, ma non fu possibile, poiché si frammischiarono con mille che li seguitavano.
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Volvieron a subir don Quijote y Sancho; con el mismo aplauso y música llegaron a la casa de su guía, que era grande y principal, en fin, como de caballero rico; donde le dejaremos por agora, porque así lo quiere Cide Hamete.
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Tornarono alle loro cavalcature don Chisciotte e Sancio, e coll′applauso medesimo e colla musica stessa giunsero alla casa della loro guida; casa grande e maestosa, propria insomma di un ricco cavaliere. In questa casa li lasceremo per adesso, così prescrivendoci Cide Hamete.
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II. Capítulo LXII. Que trata de la aventura de la cabeza encantada, con otras niñerías que no pueden dejar de contarse.
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CAPITOLO LXII LA VENTURA DELLA TESTA INCANTATA, CON ALTRE BAGATTELLE CHE NON SI PUРFAR A MENO DI NON RACCONTARE.
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Don Antonio Moreno se llamaba el huésped de don Quijote, caballero rico y discreto, y amigo de holgarse a lo honesto y afable, el cual, viendo en su casa a don Quijote, andaba buscando modos como, sin su perjuicio, sacase a plaza sus locuras; porque no son burlas las que duelen, ni hay pasatiempos que valgan si son con daño de tercero. Lo primero que hizo fue hacer desarmar a don Quijote y sacarle a vistas con aquel su estrecho y acamuzado vestido -como ya otras veces le hemos descrito y pintado- a un balcón que salía a una calle de las más principales de la ciudad, a vista de las gentes y de los muchachos, que como a mona le miraban. Corrieron de nuevo delante dél los de las libreas, como si para él solo, no para alegrar aquel festivo día, se las hubieran puesto; y Sancho estaba contentísimo, por parecerle que se había hallado, sin saber cómo ni cómo no, otras bodas de Camacho, otra casa como la de don Diego de Miranda y otro castillo como el del duque.
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L′ospite di don Chisciotte chiamavasi don Antonio Moreno, ed era cavaliere di affabili modi, ricco, saggio, amante degli onesti passatempi, il quale vedendosi in casa il cavaliere errante, pensò subito a qualche burla innocente per esercitarlo nelle sue pazzie: giacché non sono burle quelle che pungono, né vi ha passatempo che sia permesso se torna a danno altrui. La prima cosa che fece fu disarmare don Chisciotte e farlo vedere in pubblico con quel suo stretto e camozzato vestito (come lo abbiamo già altra volta descritto e dipinto) ad un balcone che corrispondeva sopra una strada delle più frequentate della città, a vista del popolo e dei ragazzi, che stavanlo mirando come fanno delle bertucce. Corsero nuovamente dinanzi a lui quelli dalle livree, come se a sola sua contemplazione e non per rallegrare quel dì festivo se le avessero poste indosso. Sancio era in somma gioia, sembrandogli, senza saperne il come, di trovarsi ancora alle nozze di Camaccio, o nella casa di don Diego di Miranda, o in un castello come era stato quello del duca.
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Comieron aquel día con don Antonio algunos de sus amigos, honrando todos y tratando a don Quijote como a caballero andante, de lo cual, hueco y pomposo, no cabía en sí de contento. Los donaires de Sancho fueron tantos, que de su boca andaban como colgados todos los criados de casa y todos cuantos le oían. Estando a la mesa, dijo don Antonio a Sancho.
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Furono in quel giorno a pranzo con don Antonio alcuni suoi amici, e tutti onoravano e trattavano don Chisciotte come cavaliere errante; della qual cosa egli andava sì gonfio, da non capire in se stesso. Le graziosità di Sancio furono tante, che stavano a bocca aperta ad udirlo i servi tutti di casa e quanti erano a tavola. Don Antonio gli disse:
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-Acá tenemos noticia, buen Sancho, que sois tan amigo de manjar blanco y de albondiguillas, que, si os sobran, las guardáis en el seno para el otro día.
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— Qua è stato riferito, Sancio mio buono, che voi siate amicissimo del buon mangiare e delle polpette a segno di metterne in serbatoio pel dì seguente, se ve ne avanzano.
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-No, señor, no es así -respondió Sancho-, porque tengo más de limpio que de goloso, y mi señor don Quijote, que está delante, sabe bien que con un puño de bellotas, o de nueces, nos solemos pasar entrambos ocho días. Verdad es que si tal vez me sucede que me den la vaquilla, corro con la soguilla; quiero decir que como lo que me dan, y uso de los tiempos como los hallo; y quienquiera que hubiere dicho que yo soy comedor aventajado y no limpio, téngase por dicho que no acierta; y de otra manera dijera esto si no mirara a las barbas honradas que están a la mesa.
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— No signore, non è così, disse Sancio, perché io pecco più in pulitezza che in ghiottoneria, e il mio signor don Chisciotte, che è qua presente, sa bene che noi sogliamo passare gli otto giorni insieme contentandoci di una manata di ghiande o di noci: è per altro vero che se qualche volta mi dànno la vacca, io corro per la funicella, e voglio dire che mangio quello che mi viene presentato, e mi servo dei tempi come li trovo: e chiunque siasi che abbia detto che io sono mangione e poco forbito, tenga per certo vossignoria che s′inganna di grosso e direi ciò in altro modo se non avessi rispetto alle barbe onorate che sono a questa vostra tavola.
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-Por cierto -dijo don Quijote-, que la parsimonia y limpieza con que Sancho come se puede escribir y grabar en láminas de bronce, para que quede en memoria eterna de los siglos venideros. Verdad es que, cuando él tiene hambre, parece algo tragón, porque come apriesa y masca a dos carrillos; pero la limpieza siempre la tiene en su punto, y en el tiempo que fue gobernador aprendió a comer a lo melindroso tanto, que comía con tenedor las uvas y aun los granos de la granada.
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— Èfuori di dubbio, soggiunse don Chisciotte, che la parsimonia e la nettezza con cui Sancio mangia si possono scrivere e incidere anche in lamine di bronzo, affinché restino memorabili eternamente nei secoli avvenire; è però vero che quando ha fame par alquanto divoratore, perché mangia con furia e macina a due ganasce; ma la pulitezza resta sempre, e quando fu governatore apprese a cibarsi tanto alla schizzinosa, che usava della forchetta mangiando anche i granelli dell′uva o quelli delle melagrane.
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-¡Cómo! -dijo don Antonio-. ¿Gobernador ha sido Sancho.
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— Come? disse don Antonio: Sancio fu governatore?
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-Sí -respondió Sancho-, y de una ínsula llamada la Barataria. Diez días la goberné a pedir de boca; en ellos perdí el sosiego, y aprendí a despreciar todos los gobiernos del mundo; salí huyendo della, caí en una cueva, donde me tuve por muerto, de la cual salí vivo por milagro.
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— Appunto, rispose Sancio, di un′isola, chiamata la Barattaria, e la ho governata per dieci giorni nel modo che si poteva meglio desiderare, a costo per altro della mia quiete: ho imparato in quell′occasione ad avere in disprezzo tutti i governi del mondo; sono scappato via dall′isola, e poi sono caduto giù in una grotta dove mi tenni per morto, ma mi è riuscito di uscirne fuori per miracolo.»
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Contó don Quijote por menudo todo el suceso del gobierno de Sancho, con que dio gran gusto a los oyentes.
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Si fece don Chisciotte a raccontare minutamente il successo del governo di Sancio; il che recò sommo piacere agli ascoltanti.
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Levantados los manteles, y tomando don Antonio por la mano a don Quijote, se entró con él en un apartado aposento, en el cual no había otra cosa de adorno que una mesa, al parecer de jaspe, que sobre un pie de lo mesmo se sostenía, sobre la cual estaba puesta, al modo de las cabezas de los emperadores romanos, de los pechos arriba, una que semejaba ser de bronce. Paseóse don Antonio con don Quijote por todo el aposento, rodeando muchas veces la mesa, después de lo cual dijo.
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Sparecchiate le tavole, don Antonio prese don Chisciotte per la mano, ed entrò con lui in una camera appartata, dove non era altro ornamento fuorché un tavolino che pareva di diaspro, coi piedi della stessa pietra, e in cui sopra base simile a quella che suole sostenere le teste degl′imperatori romani dal busto in su, stava collocata una testa che pareva di bronzo. Si mise don Antonio a passeggiare con don Chisciotte d′intorno alla camera e a raggirarsi presso alla tavola, e poco dopo disse:
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-Agora, señor don Quijote, que estoy enterado que no nos oye y escucha alguno, y está cerrada la puerta, quiero contar a vuestra merced una de las más raras aventuras, o, por mejor decir, novedades que imaginarse pueden, con condición que lo que a vuestra merced dijere lo ha de depositar en los últimos retretes del secreto.
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— Ora, signor don Chisciotte, che sono certo che nessuno ci ode o ci può sentire, e sta ben chiusa la porta, voglio narrare a vossignoria una delle più rare venture o, meglio dire, novità che immaginare si possano, a condizione però che vossignoria mi giuri che quanto dirò resterà depositato negli ultimi stanzini della segretezza.
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-Así lo juro -respondió don Quijote-, y aun le echaré una losa encima, para más seguridad; porque quiero que sepa vuestra merced, señor don Antonio -que ya sabía su nombre-, que está hablando con quien, aunque tiene oídos para oír, no tiene lengua para hablar; así que, con seguridad puede vuestra merced trasladar lo que tiene en su pecho en el mío y hacer cuenta que lo ha arrojado en los abismos del silencio.
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— Lo giuro, rispose don Chisciotte, e per maggiore sicurezza vi metterò anche di più una lapide sopra, perché voglio che sappia la signoria vostra, signor don Antonio (già sapeva il suo nome), che adesso ella parla con tale persona che ha bensì orecchie per ascoltare, ma non lingua per favellare: sicché può vossignoria trasfondere nel mio ciò che richiudesi nel suo petto, e far conto di aver seppellito ogni cosa negli ultimi abissi del silenzio.
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-En fee de esa promesa -respondió don Antonio-, quiero poner a vuestra merced en admiración con lo que viere y oyere, y darme a mí algún alivio de la pena que me causa no tener con quien comunicar mis secretos, que no son para fiarse de todos.
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— Sulla fede di questa promessa, rispose don Antonio, voglio che vossignoria resti trasecolato di quanto vedrà che sto facendo per procurar alcun alleviamento alle pene che provo, non avendo a chi versare in seno i miei segreti: che tali non sono da essere comunalmente confidati.»
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Suspenso estaba don Quijote, esperando en qué habían de parar tantas prevenciones. En esto, tomándole la mano don Antonio, se la paseó por la cabeza de bronce y por toda la mesa, y por el pie de jaspe sobre que se sostenía, y luego dijo.
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Stava don Chisciotte ansioso di conoscere il successo e il fine di tanti preamboli; e in questo, pigliandogli don Antonio la mano, gliela fece passeggiare per tutta la testa di bronzo e per tutto il tavolino e per lo piè di diaspro, sopra la quale la testa stava, e poi disse:
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-Esta cabeza, señor don Quijote, ha sido hecha y fabricada por uno de los mayores encantadores y hechiceros que ha tenido el mundo, que creo era polaco de nación y dicípulo del famoso Escotillo, de quien tantas maravillas se cuentan; el cual estuvo aquí en mi casa, y por precio de mil escudos que le di, labró esta cabeza, que tiene propiedad y virtud de responder a cuantas cosas al oído le preguntaren. Guardó rumbos, pintó carácteres, observó astros, miró puntos, y, finalmente, la sacó con la perfeción que veremos mañana, porque los viernes está muda, y hoy, que lo es, nos ha de hacer esperar hasta mañana. En este tiempo podrá vuestra merced prevenirse de lo que querrá preguntar, que por esperiencia sé que dice verdad en cuanto responde.
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— Questa testa, signor don Chisciotte, venne fabbricata ed eretta da uno dei più grandi incantatori e maliardi che siano stati al mondo, polacco di nazione, per quanto credo, e discepolo del grande Scotto, di cui vanno attorno sì alte maraviglie. Fu costui in casa mia, e pel prezzo di mille scudi che gli ho pagati, la lavorò ed essa tiene la proprietà e la virtù di rispondere ad ogni cosa che le si dimandi all′orecchio. L′artefice notò stelle, dipinse caratteri, osservò astri, guardò punti, e la costrusse in fine con tanta perfezione quanta dimani noi ne conosceremo per esperienza: perché in tutti i venerdì resta mutola ed oggi appunto è venerdì. Frattanto la signoria vostra potrà predisporre le dimande che volesse farle, perché in quanto a me io so già per tante prove che non risponde se non per dire la verità.»
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Admirado quedó don Quijote de la virtud y propiedad de la cabeza, y estuvo por no creer a don Antonio; pero, por ver cuán poco tiempo había para hacer la experiencia, no quiso decirle otra cosa sino que le agradecía el haberle descubierto tan gran secreto. Salieron del aposento, cerró la puerta don Antonio con llave, y fuéronse a la sala, donde los demás caballeros estaban. En este tiempo les había contado Sancho muchas de las aventuras y sucesos que a su amo habían acontecido.
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Restò maravigliato don Chisciotte della virtù e della proprietà della testa, e fu tentato di non prestar fede a don Antonio; ma considerando che sì breve spazio di tempo correre doveva per fare lo sperimento, null′altro volle soggiungere fuorché ringraziarlo che gli avesse fatto palese sì alto segreto. Uscirono della stanza, don Antonio ne serrò la porta a chiave, e passarono agli altri cavalieri che trovavansi nella sala. Aveva Sancio fatta intanto la narrazione di molte delle venture accadute al suo padrone.
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Aquella tarde sacaron a pasear a don Quijote, no armado, sino de rúa, vestido un balandrán de paño leonado, que pudiera hacer sudar en aquel tiempo al mismo yelo. Ordenaron con sus criados que entretuviesen a Sancho de modo que no le dejasen salir de casa. Iba don Quijote, no sobre Rocinante, sino sobre un gran macho de paso llano, y muy bien aderezado. Pusiéronle el balandrán, y en las espaldas, sin que lo viese, le cosieron un pargamino, donde le escribieron con letras grandes Éste es don Quijote de la Mancha. En comenzando el paseo, llevaba el rétulo los ojos de cuantos venían a verle, y como leían Éste es don Quijote de la Mancha, admirábase don Quijote de ver que cuantos le miraban le nombraban y conocían; y, volviéndose a don Antonio, que iba a su lado, le dijo
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Condussero quella sera don Chisciotte a diporto, non armato, ma in abito di città, con palandrano di panno lionato indosso, che in quella stagione avrebbe potuto far sudare lo stesso ghiaccio, ed ordinarono ai servi che intertenessero Sancio in modo da non lasciarlo uscire di casa. Andava don Chisciotte non già sopra Ronzinante, ma sopra un gran mulo di passo piano e molto bene assettato. Gli misero il palandrano, e dietro le spalle, senza che egli se ne avvedesse, cucirono un bullettino in pergamena in cui scrissero a lettere maiuscole: COSTUI ÈDON CHISCIOTTE DELLA MANCIA. Cominciato appena il passeggio, ognuno metteva gli occhi e leggeva: Costui è don Chisciotte della Mancia;» e don Chisciotte restava maravigliato nel sentirsi chiamato a nome da tutti quelli che lo guardavano, e nell′essere conosciuto universalmente, ond′è che voltosi a don Antonio gli disse:
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-Grande es la prerrogativa que encierra en sí la andante caballería, pues hace conocido y famoso al que la profesa por todos los términos de la tierra; si no, mire vuestra merced, señor don Antonio, que hasta los muchachos desta ciudad, sin nunca haberme visto, me conocen.
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— Grande si è la prerogativa che in sé racchiude la errante cavalleria, perché rende celebre e famoso chi la professa per ogni parte del mondo. Guardi, signor don Antonio, che fino i ragazzi della città mi riconoscono senz′avermi mai veduto.
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-Así es, señor don Quijote -respondió don Antonio-, que, así como el fuego no puede estar escondido y encerrado, la virtud no puede dejar de ser conocida, y la que se alcanza por la profesión de las armas resplandece y campea sobre todas las otras.
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— Così è per lo appunto, rispose don Antonio, mentre siccome il fuoco non può star rinserrato ed ascoso, per la stessa ragione non può a meno di non essere conosciuta la virtù; e quella che si acquista colla professione delle armi risplende sovra ogni altra e campeggia.»
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Acaeció, pues, que, yendo don Quijote con el aplauso que se ha dicho, un castellano que leyó el rétulo de las espaldas, alzó la voz, diciendo.
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Accadde che procedendo don Chisciotte col riferito applauso, un Castigliano che lesse il cartello affibbiato alle spalle, alzò la voce dicendo:
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-¡Válgate el diablo por don Quijote de la Mancha! ¿Cómo que hasta aquí has llegado, sin haberte muerto los infinitos palos que tienes a cuestas? Tu eres loco, y si lo fueras a solas y dentro de las puertas de tu locura, fuera menos mal; pero tienes propiedad de volver locos y mentecatos a cuantos te tratan y comunican; si no, mírenlo por estos señores que te acompañan. Vuélvete, mentecato, a tu casa, y mira por tu hacienda, por tu mujer y tus hijos, y déjate destas vaciedades que te carcomen el seso y te desnatan el entendimiento.
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— Oh, il diavolo ti porti, don Chisciotte della Mancia! com′è possibile che tu sia giunto fin qua senza essere morto per le infinite bastonate che ti fiaccarono le ossa? Tu sei un pazzo, e manco male se lo fossi per te solo e dentro i cancelli della tua propria pazzia, ma tu hai la proprietà di render pazzi e scimuniti quanti trattano e comunicano con te: e se io dica il vero, lo possono attestare i signori che ti accompagnano: torna, torna, mentecatto, a casa tua, bada alle tue faccende, alla moglie ed ai figlioli, e finiscila con queste balordaggini che t′intarlano il cervello, e ti privano fin del senso comune. —
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-Hermano -dijo don Antonio-, seguid vuestro camino, y no deis consejos a quien no os los pide. El señor don Quijote de la Mancha es muy cuerdo, y nosotros, que le acompañamos, no somos necios; la virtud se ha de honrar dondequiera que se hallare, y andad en hora mala, y no os metáis donde no os llaman.
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Fratello, disse don Antonio, seguitate la vostra strada, né vi affaccendate a porgere consigli a chi non ve li dimanda: il signor don Chisciotte della Mancia è savio quanto basta; e noi altri che lo accompagniamo non siamo bestie: deve essere la virtù onorata ovunque risieda: e andate voi col malanno, né v′impicciate dove non v′è chi vi chiami.
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-Pardiez, vuesa merced tiene razón -respondió el castellano-, que aconsejar a este buen hombre es dar coces contra el aguijón; pero, con todo eso, me da muy gran lástima que el buen ingenio que dicen que tiene en todas las cosas este mentecato se le desagüe por la canal de su andante caballería; y la enhoramala que vuesa merced dijo, sea para mí y para todos mis descendientes si de hoy más, aunque viviese más años que Matusalén, diere consejo a nadie, aunque me lo pida.
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— Per mia fé vossignoria ha ragione, rispose il Castigliano; ché il mettersi in testa di ridurre a partito questo povero uomo sarebbe lo stesso che dar calci alle muraglie: ma con tutto questo mi muove a compassione il vedere che il buon ingegno di cui dicono provveduto questo scioccone in ogni altra cosa, gli si scoli pel canale della sua errante cavalleria: il malanno colga me e tutti i miei discendenti se darò più consigli ad alcuno, quand′anche vivessi più anni di Matusalemme.» E detto questo, il consigliere andò pei fatti suoi.
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Apartóse el consejero; siguió adelante el paseo; pero fue tanta la priesa que los muchachos y toda la gente tenía leyendo el rétulo, que se le hubo de quitar don Antonio, como que le quitaba otra cosa.
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Seguitò il passeggio: ma tanto grande era la folla di ragazzi e di altri, curiosi di leggere il cartello, da rendersi indispensabile che don Antonio glielo levasse via; e ciò fece, fingendo di levarne tutt′altra cosa.
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Llegó la noche, volviéronse a casa; hubo sarao de damas, porque la mujer de don Antonio, que era una señora principal y alegre, hermosa y discreta, convidó a otras sus amigas a que viniesen a honrar a su huésped y a gustar de sus nunca vistas locuras. Vinieron algunas, cenóse espléndidamente y comenzóse el sarao casi a las diez de la noche. Entre las damas había dos de gusto pícaro y burlonas, y, con ser muy honestas, eran algo descompuestas, por dar lugar que las burlas alegrasen sin enfado. Éstas dieron tanta priesa en sacar a danzar a don Quijote, que le molieron, no sólo el cuerpo, pero el ánima. Era cosa de ver la figura de don Quijote, largo, tendido, flaco, amarillo, estrecho en el vestido, desairado, y, sobre todo, no nada ligero. Requebrábanle como a hurto las damiselas, y él, también como a hurto, las desdeñaba; pero, viéndose apretar de requiebros, alzó la voz y dijo
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Sopraggiunse la sera; se ne ritornarono a casa, e seguì un bel festino di dame: perché la moglie di don Antonio, ch′era signora molta ragguardevole, bella e discreta, pregò altre sue amiche che venissero a far onore al suo ospite ed a gustare delle sue amene e singolari pazzie. Alcune vennero in fatto, e vi ebbero splendidissima cena, a cui tenne dietro una danza cominciata verso le dieci della notte. Tra le donne n′erano due di umore furbesco e burlone: e tuttoché onestissime, si mostrarono sfacciatelle alquanto con lasciar luogo a burle che tenevano rallegrata la società. Ebbero tanta premura nell′impegnare don Chisciotte al ballo, che non solo nel corpo, ma lo macinarono sino nell′anima. Era curiosa cosa a vedere la figura di don Chisciotte, lungo, disteso, magro, giallo, stretto nel vestito, sgraziato, niente affatto lesto, e le damigelle che quasi furtivamente gli stavano dicendo amorosi detti ed egli pure che di nascosto faceva loro mal viso. Udendosi egli caricare d′infinite affettuose espressioni, alzò finalmente la voce, e disse:
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-Fugite, partes adversae! dejadme en mi sosiego, pensamientos mal venidos. Allá os avenid, señoras, con vuestros deseos, que la que es reina de los míos, la sin par Dulcinea del Toboso, no consiente que ningunos otros que los suyos me avasallen y rindan.
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Fugite partes adversæ, lasciatemi la mia quiete, malvenuti pensieri, e voi altre o signore, desistete da vostri desiderii, perché la regina dei miei, senza pari Dulcinea del Toboso non acconsente che io sia di altre vassallo e schiavo.»
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Y, diciendo esto, se sentó en mitad de la sala, en el suelo, molido y quebrantado de tan bailador ejercicio. Hizo don Antonio que le llevasen en peso a su lecho, y el primero que asió dél fue Sancho, diciéndole.
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Ed in ciò dire si pose a sedere sulla terra in mezzo alla sala, stracco morto a cagion del soverchio ballare. Ordinò don Antonio che lo portassero di peso sul letto, ed il primo che gli mettesse le mani addosso fu Sancio, dicendogli:
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-¡Nora en tal, señor nuestro amo, lo habéis bailado! ¿Pensáis que todos los valientes son danzadores y todos los andantes caballeros bailarines? Digo que si lo pensáis, que estáis engañado; hombre hay que se atreverá a matar a un gigante antes que hacer una cabriola. Si hubiérades de zapatear, yo supliera vuestra falta, que zapateo como un girifalte; pero en lo del danzar, no doy puntada.
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— Sia maledetta l′ora in cui, signor padrone, vi saltò in testa di mettervi a ballare: pensate voi che tutti i bravi e tutti i cavalieri erranti siano ballerini? Se la pensate così la pensate male assai, perché vi sarà taluno a cui basterà più l′animo di ammazzare un gigante, che di fare una capriola: se si trattasse di sgambettare, io m′ingegnerei forse di supplire al vostro mancamento, perché dimeno anch′io le gambe come un girifalco, ma in materia di ballare non mi ci metto, che non ne so un′acca.»
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Con estas y otras razones dio que reír Sancho a los del sarao, y dio con su amo en la cama, arropándole para que sudase la frialdad de su baile.
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Sancio diede argomento di ridere a quei del festino con queste ed altre tali dicerie, dopo di che mise a letto il padrone, coprendolo bene, affinché sudasse un buon pezzo.
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Otro día le pareció a don Antonio ser bien hacer la experiencia de la cabeza encantada, y con don Quijote, Sancho y otros dos amigos, con las dos señoras que habían molido a don Quijote en el baile, que aquella propia noche se habían quedado con la mujer de don Antonio, se encerró en la estancia donde estaba la cabeza. Contóles la propiedad que tenía, encargóles el secreto y díjoles que aquél era el primero día donde se había de probar la virtud de la tal cabeza encantada; y si no eran los dos amigos de don Antonio, ninguna otra persona sabía el busilis del encanto, y aun si don Antonio no se le hubiera descubierto primero a sus amigos, también ellos cayeran en la admiración en que los demás cayeron, sin ser posible otra cosa con tal traza y tal orden estaba fabricada.
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Parve opportuno a don Antonio nel dì seguente di fare la sperienza sopra la testa incantata: e unitamente a don Chisciotte, a Sancio, ai due amici ed alle due signore che lo avevano macinato nel ballo, e ch′eransi trattenute in quella notte con la moglie di don Antonio, passarono nella camera dove stava la testa. Manifestò a tutti la proprietà che aveva, obbligandoli tutti al segreto, e disse che quello era il primo dì in cui se ne doveva far prova. Non vi era alcuno cui fosse palese il segreto dell′incanto, dai due amici di don Antonio all′infuori: e sarebbero pur essi stati colti da meraviglia se non gli avesse don Antonio preventivamente avvertiti: sì raro e ammirabile era il lavoro di quella macchina!
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El primero que se llegó al oído de la cabeza fue el mismo don Antonio, y díjole en voz sumisa, pero no tanto que de todos no fuese entendida.
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il primo che si accostasse all′orecchio fu don Antonio istesso, che con sommessa voce le disse, ma in modo da essere dagli altri inteso:
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-Dime, cabeza, por la virtud que en ti se encierra ¿qué pensamientos tengo yo agora.
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— Dimmi, o testa, per la virtù che in te rinchiudi, a quali oggetti trovasi applicato il mio pensiero presentemente?»
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Y la cabeza le respondió, sin mover los labios, con voz clara y distinta, de modo que fue de todos entendida, esta razón.
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La testa senza mover labbra, con distinta e chiara voce, e tale da far sentire agli astanti tutte le sue parole, rispose:
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-Yo no juzgo de pensamientos.
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— Io non giudico dei pensieri.»
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Oyendo lo cual, todos quedaron atónitos, y más viendo que en todo el aposento ni al derredor de la mesa no había persona humana que responder pudiese.
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Attoniti rimasero tutti; e tanto più quanto che né per quant′era larga la stanza, né intorno alla tavola eravi persona umana che potesse rispondere.
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-¿Cuántos estamos aquí? -tornó a preguntar don Antonio.
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— Quanti siamo in questa camera?» dimandò don Antonio,
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Y fuele respondido por el propio tenor, paso.
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e gli fu risposto:
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-Estáis tú y tu mujer, con dos amigos tuyos, y dos amigas della, y un caballero famoso llamado don Quijote de la Mancha, y un su escudero que Sancho Panza tiene por nombre.
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— Ci sei tu e due tuoi amici, tua moglie, due sue amiche, un famoso cavaliere, chiamato don Chisciotte della Mancia, il suo scudiere che ha nome Sancio Pancia.»
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¡Aquí sí que fue el admirarse de nuevo, aquí sí que fue el erizarse los cabellos a todos de puro espanto! Y, apartándose don Antonio de la cabeza, dijo.
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Oh qua sì che si accrebbe la maraviglia, e si arricciarono i capelli a tutti per lo spavento. Scostatosi don Antonio dalla testa, disse:
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-Esto me basta para darme a entender que no fui engañado del que te me vendió, ¡cabeza sabia, cabeza habladora, cabeza respondona y admirable cabeza! Llegue otro y pregúntele lo que quisiere.
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— Io non ho più d′uopo di persuadermi che non venni ingannato da colui che mi ti vendé, o testa sapiente, o testa parlatrice, o testa risponditora, o testa ammirabile: un altro vi si accosti, e le chiegga ciò che più gli vada a grado.»
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Y, como las mujeres de ordinario son presurosas y amigas de saber, la primera que se llegó fue una de las dos amigas de la mujer de don Antonio, y lo que le preguntó fue.
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E siccome le donne sono d′ordinario frettolose e curiose di sapere, la prima che le si avvicinasse fu una delle due amiche della moglie di don Antonio; ed ecco la sua dimanda:
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-Dime, cabeza, ¿qué haré yo para ser muy hermosa.
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— Dimmi, o testa, e che cosa potrei
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Y fuele respondido.
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io fare per diventare molto bella?»
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-Sé muy honesta.
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Le fu risposto: — Sii molto onesta.
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-No te pregunto más -dijo la preguntanta.
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— Non ti dimando altro,» disse la signora.
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Llegó luego la compañera, y dijo.
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Successe a lei la compagna sua, e disse:
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-Querría saber, cabeza, si mi marido me quiere bien, o no.
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— Vorrei sapere, o testa, se mio marito mi ami o no.»
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Y respondiéronle
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Le fu risposto: — Guarda come egli comportasi teco
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-Mira las obras que te hace, y echarlo has de ver.
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e da questo lo conoscerai.»
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Apartóse la casada diciendo.
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Si scostò la maritata, dicendo:
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-Esta respuesta no tenía necesidad de pregunta, porque, en efecto, las obras que se hacen declaran la voluntad que tiene el que las hace.
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— Questa risposta non aveva bisogno di domanda, perché in effetto le opere che si fanno spiegano dichiaratamente le intenzioni di chi le fa.»
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Luego llegó uno de los dos amigos de don Antonio, y preguntóle.
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Poscia le andò appresso uno dei due amici di don Antonio, e le chiese: —
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-¿Quién soy yo.
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Chi sono io?
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Y fuele respondido.
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— Tu lo sai,
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-Tú lo sabes.
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gli fu risposto.
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-No te pregunto eso -respondió el caballero-, sino que me digas si me conoces tú.
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— Non ti dimando questo, replicò il cavaliere, ma se tu mi conosci.
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-Sí conozco -le respondieron-, que eres don Pedro Noriz.
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— Ti conosco, rispose, tu sei don Pietro Noriz.
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-No quiero saber más, pues esto basta para entender, ¡oh cabeza!, que lo sabes todo.
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— Non voglio saper altro, e questo basta per persuadermi, o testa, che tu sai ogni cosa.»
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Y, apartándose, llegó el otro amigo y preguntóle
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Allontanatosi costui, si appressò l′altro amico e così interrogò:
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-Dime, cabeza, ¿qué deseos tiene mi hijo el mayorazgo.
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— Dimmi, testa, che desiderii ha il mio figlio maggiore?
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-Ya yo he dicho -le respondieron- que yo no juzgo de deseos, pero, con todo eso, te sé decir que los que tu hijo tiene son de enterrarte.
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— Ho già detto, rispose, che non giudico dei pensieri: ciò non ostante so dirti che quelli del tuo figliuolo sono di vederti sotterra.
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-Eso es -dijo el caballero- lo que veo por los ojos, con el dedo lo señalo.
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— E così è per lo appunto, disse il cavaliere, mentre ciò che veggo cogli occhi tocco colle mani, e di più non dimando.»
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Y no preguntó más. Llegóse la mujer de don Antonio, y dijo.
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Si avvicinò la moglie di don Antonio e disse:
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-Yo no sé, cabeza, qué preguntarte; sólo querría saber de ti si gozaré muchos años de buen marido.
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— Testa, non so quale dimanda farti: vorrei soltanto da te sapere se godrò per lunghi anni la compagnia del mio buon marito.
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Y respondiéronle.
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— La godrai, rispose,
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-Sí gozarás, porque su salud y su templanza en el vivir prometen muchos años de vida, la cual muchos suelen acortar por su destemplanza.
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da che gli promettono molti anni di vita la salute e la sua moderazione del vivere; ché la vita suole essere accorciata dalla intemperanza.»
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Llegóse luego don Quijote, y dijo
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Si accostò finalmente don Chisciotte e disse:
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-Dime tú, el que respondes ¿fue verdad o fue sueño lo que yo cuento que me pasó en la cueva de Montesinos? ¿Serán ciertos los azotes de Sancho mi escudero? ¿Tendrá efeto el desencanto de Dulcinea.
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— Dimmi, o testa, o tu che rispondi; fu verità o sogno quanto mi è accaduto nella grotta di Montèsino? Saranno indispensabili le frustate di Sancio mio scudiere? Avrà compimento il disincanto di Dulcinea?
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-A lo de la cueva -respondieron- hay mucho que decir de todo tiene; los azotes de Sancho irán de espacio, el desencanto de Dulcinea llegará a debida ejecución.
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— Quanto alla grotta, rispose, c′è da dire assai, poiché vi è un po′ di tutto; le frustate di Sancio procederanno troppo adagio; il disincanto di Dulcinea avrà la sua esecuzione.
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-No quiero saber más -dijo don Quijote-; que como yo vea a Dulcinea desencantada, haré cuenta que vienen de golpe todas las venturas que acertare a desear.
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— Non voglio sapere di più, disse don Chisciotte, ché pur ch′io vegga Dulcinea tolta d′incanto, farò conto che mi sieno come arrivate in un fiato quante venture potessi mai desiderare.»
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El último preguntante fue Sancho, y lo que preguntó fue.
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L′ultimo a dimandare fu Sancio, e ciò che chiese fu questo
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-¿Por ventura, cabeza, tendré otro gobierno? ¿Saldré de la estrecheza de escudero? ¿Volveré a ver a mi mujer y a mis hijos.
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— Per fortuna avrò io, o testa, un altro governo? Avrà fine questa meschinità di vita da scudiere? Tornerò a vedere Teresa mia moglie e i miei figliuoli?»
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A lo que le respondieron.
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Rispose:
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-Gobernarás en tu casa; y si vuelves a ella, verás a tu mujer y a tus hijos; y, dejando de servir, dejarás de ser escudero.
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— Avrai il governo della tua casa: se tralascerai di servire non sarai più scudiere: e se ritornerai, rivedrai la moglie e i figliuoli.
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-¡Bueno, par Dios! -dijo Sancho Panza-. Esto yo me lo dijera no dijera más el profeta Perogrullo.
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— E non sai rispondere meglio di così? disse Sancio: queste cose sapeva dirmele anche il profeta Perugrulio.
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-Bestia -dijo don Quijote-, ¿qué quieres que te respondan? ¿No basta que las respuestas que esta cabeza ha dado correspondan a lo que se le pregunta.
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— Bestia, disse don Chisciotte allora: e che cosa volevi tu che ti rispondesse? Non basta egli che le risposte della testa corrispondano alle dimande?
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-Sí basta -respondió Sancho-, pero quisiera yo que se declarara más y me dijera más.
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— Sì, sì, basta, disse Sancio: ma pure io avrei voluto che si fosse spiegata più per disteso, e mi avesse detto cose di più buon senso.»
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Con esto se acabaron las preguntas y las respuestas, pero no se acabó la admiración en que todos quedaron, excepto los dos amigos de don Antonio, que el caso sabían. El cual quiso Cide Hamete Benengeli declarar luego, por no tener suspenso al mundo, creyendo que algún hechicero y extraordinario misterio en la tal cabeza se encerraba; y así, dice que don Antonio Moreno, a imitación de otra cabeza que vio en Madrid, fabricada por un estampero, hizo ésta en su casa, para entretenerse y suspender a los ignorantes; y la fábrica era de esta suerte la tabla de la mesa era de palo, pintada y barnizada como jaspe, y el pie sobre que se sostenía era de lo mesmo, con cuatro garras de águila que dél salían, para mayor firmeza del peso. La cabeza, que parecía medalla y figura de emperador romano, y de color de bronce, estaba toda hueca, y ni más ni menos la tabla de la mesa, en que se encajaba tan justamente, que ninguna señal de juntura se parecía. El pie de la tabla era ansimesmo hueco, que respondía a la garganta y pechos de la cabeza, y todo esto venía a responder a otro aposento que debajo de la estancia de la cabeza estaba. Por todo este hueco de pie, mesa, garganta y pechos de la medalla y figura referida se encaminaba un cañón de hoja de lata, muy justo, que de nadie podía ser visto. En el aposento de abajo correspondiente al de arriba se ponía el que había de responder, pegada la boca con el mesmo cañón, de modo que, a modo de cerbatana, iba la voz de arriba abajo y de abajo arriba, en palabras articuladas y claras; y de esta manera no era posible conocer el embuste. Un sobrino de don Antonio, estudiante agudo y discreto, fue el respondiente; el cual, estando avisado de su señor tío de los que habían de entrar con él en aquel día en el aposento de la cabeza, le fue fácil responder con presteza y puntualidad a la primera pregunta; a las demás respondió por conjeturas, y, como discreto, discretamente. Y dice más Cide Hamete que hasta diez o doce días duró esta maravillosa máquina; pero que, divulgándose por la ciudad que don Antonio tenía en su casa una cabeza encantada, que a cuantos le preguntaban respondía, temiendo no llegase a los oídos de las despiertas centinelas de nuestra Fe, habiendo declarado el caso a los señores inquisidores, le mandaron que lo deshiciese y no pasase más adelante, porque el vulgo ignorante no se escandalizase; pero en la opinión de don Quijote y de Sancho Panza, la cabeza quedó por encantada y por respondona, más a satisfación de don Quijote que de Sancho.
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Le dimande e le risposte con ciò ebbero fine; ma non ebbe fine lo stupore di tutti, ad eccezione dei due amici di don Antonio dai quali sapevasi bene come passava la faccenda. Volle Cide Hamete Ben-Engeli fare una dichiarazione a questo passo per non tenere dubbioso il mondo che alcun maliardo o qualche straordinario mistero nella testa si rinchiudesse; e scrisse che don Antonio Moreno, ad imitazione di altra testa da lui veduta in Madrid e fabbricata da uno stuccatore, avevasi costrutta questa in casa sua ad oggetto di darsi spasso alle spalle degl′ignoranti; ed il meccanismo era a questo modo: la tavola della mensa era di legno dipinta e inverniciata come diaspro, ed il piè che la sosteneva era della materia istessa, con quattro artigli di aquila che dal piede uscivano per più saldo sostegno del peso sovrapposto. La testa, che aveva forma di medaglia e figura d′imperadore romano, e colore di bronzo, era tutta vôta, e lo era pure la tavola della mensa sì esattamente unita che non appariva segno di commessura: vuoto egualmente era il piè della tavola che rispondeva alla gola ed al petto della testa, e ogni cosa aveva corrispondenza in altra camera sottoposta a quella dove stava collocata. Un cannone di latta, perfettamente lavorato e invisibile ad ognuno, stendevasi per tutto l′anzidetto vôto di piede, mensa, gola, petto della medaglia e figura descritta, e nella stanza sottoposta situavasi quello che doveva rispondere colla bocca avvicinata allo stesso cannone, di guisa che a maniera di cerbottana andava su e giù la voce in parole articolate e chiare, ed in questo modo non era possibile che si potesse discoprire l′inganno. Un nipote di don Antonio, studente, discreto ed acuto, era il rispondente; il quale informato dal suo zio intorno a quelli ch′entrare dovevano con lui nella camera dalla testa, poteva senza difficoltà rispondere presto e bene alle prime dimande; alle successive poi replicava per conghietture e con avvedutezza da saggio. Dice di più Cide Hamete Ben-Engeli che durò intorno a dieci o dodici giorni questa macchina maravigliosa, ma divulgatosi per la città che don Antonio teneva in casa sua una testa incantata, la quale rispondeva alle dimande di ogni persona, temette che ciò non giungesse agli orecchi delle vigilanti sentinelle di nostra fede; però avendo dichiarato il caso ai signori dell′inquisizione, comandarono tosto che si disfacesse, né passasse oltre la cosa, affinché non s′ingenerasse scandalo nel volgo ignorante. Nella opinione però di don Chisciotte e di Sancio rimase la testa per incantata e per risponditrice, con soddisfazione di don Chisciotte più che di Sancio Pancia.
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Los caballeros de la ciudad, por complacer a don Antonio y por agasajar a don Quijote y dar lugar a que descubriese sus sandeces, ordenaron de correr sortija de allí a seis días; que no tuvo efecto por la ocasión que se dirá adelante. Diole gana a don Quijote de pasear la ciudad a la llana y a pie, temiendo que, si iba a caballo, le habían de perseguir los mochachos, y así, él y Sancho, con otros dos criados que don Antonio le dio, salieron a pasearse.
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I cavalieri della città, per compiacere don Antonio, per fare cosa gradita a don Chisciotte e per dargli largo campo di rendere solenni le sue pazzie, disposero la corsa dell′anello di là a sei giorni, ma non ebbe effetto per la ragione seguente dallo storico dichiarata. Venne voglia a don Chisciotte di andare a spasso per la città a piedi, temendo la persecuzione dei ragazzi se fosse uscito ancora a cavallo; ond′è ch′egli e Sancio con due servidori, che don Antonio diede loro per compagnia, uscirono al passeggio.
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Sucedió, pues, que, yendo por una calle, alzó los ojos don Quijote, y vio escrito sobre una puerta, con letras muy grandes Aquí se imprimen libros; de lo que se contentó mucho, porque hasta entonces no había visto emprenta alguna, y deseaba saber cómo fuese. Entró dentro, con todo su acompañamiento, y vio tirar en una parte, corregir en otra, componer en ésta, enmendar en aquélla, y, finalmente, toda aquella máquina que en las emprentas grandes se muestra. Llegábase don Quijote a un cajón y preguntaba qué era aquéllo que allí se hacía; dábanle cuenta los oficiales, admirábase y pasaba adelante. Llegó en otras a uno, y preguntóle qué era lo que hacía. El oficial le respondió.
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Ora accadde, che camminando don Chisciotte per una strada, alzò gli occhi, e vide scritto sopra una porta a lettere cubitali: QUI SI STAMPANO LIBRI. Ciò gli piacque fuor di modo, perché sino allora non aveva veduto mai stamperie e desiderava sapere come fossero costrutte. Entrò dentro coi compagni, e vide tirare da una parte, correggere dall′altra, quivi comporre, emendare di là, e infine tutte quelle macchine che nelle grandi stamperie si ritrovano. Accostossi don Chisciotte ad una cassetta, e domandò che cosa si facesse ivi. I lavoranti rispondevano, egli ascoltava con maravigliosa attenzione, e passava avanti. Avvicinatosi ad altra cassetta, dimandò ad uno in che lavorasse; e quegli rispose:
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-Señor, este caballero que aquí está -y enseñóle a un hombre de muy buen talle y parecer y de alguna gravedad- ha traducido un libro toscano en nuestra lengua castellana, y estoyle yo componiendo, para darle a la estampa.
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— Signore, il cavaliere che qua vedete (indicandogli un uomo di bello e grave aspetto) ha tradotto un libro italiano nella nostra lingua castigliana, ed io lo sto componendo perché sia stampato.
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-¿Qué título tiene el libro? -preguntó don Quijote.
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— Che titolo ha?» dimandò don Chisciotte.
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-A lo que el autor respondió.
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L′autore allora soggiunse;
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-Señor, el libro, en toscano, se llama Le bagatele.
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— Signore, il libro in italiano si chiama Le bagattelle,
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-Y ¿qué responde le bagatele en nuestro castellano? -preguntó don Quijote.
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ch′è come se in castigliano dicessimo Los Juguetes:
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-Le bagatele -dijo el autor- es como si en castellano dijésemos los juguetes; y, aunque este libro es en el nombre humilde, contiene y encierra en sí cosas muy buenas y sustanciales.
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e quantunque sia libro umile nel suo titolo, rinserra in sé molte cose ottime ed importanti.
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-Yo -dijo don Quijote- sé algún tanto de el toscano, y me precio de cantar algunas estancias del Ariosto. Pero dígame vuesa merced, señor mío, y no digo esto porque quiero examinar el ingenio de vuestra merced, sino por curiosidad no más ¿ha hallado en su escritura alguna vez nombrar piñata? .
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— Conosco, disse don Chisciotte, un cotal poco la lingua italiana, e mi pregio di cantare qualche stanza dell′Ariosto: ma signor mio, voglia favorirmi di dirmi (e non pensi che la mia dimanda sia diretta a scandagliare il suo ingegno) per mera mia curiosità; ha ella trovato mai che nel suo originale si nomini pignatta?
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-Sí, muchas veces -respondió el autor.
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— Spesse volte, rispose l′autore.
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-Y ¿cómo la traduce vuestra merced en castellano? -preguntó don Quijote.
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— E come, disse don Chisciotte, traduce ella in castigliano questo vocabolo?
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-¿Cómo la había de traducir -replicó el autor-, sino diciendo olla.
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— Come vuol ella, rispose l′autore, che io lo traduca, se non dicendo holla?
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-¡Cuerpo de tal -dijo don Quijote-, y qué adelante está vuesa merced en el toscano idioma! Yo apostaré una buena apuesta que adonde diga en el toscano piache, dice vuesa merced en el castellano place; y adonde diga più, dice más, y el su declara con arriba, y el giù con abajo.
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— Poffar Bacco! soggiunse don Chisciotte, vossignoria è molto infarinato nella lingua italiana! Scommetterei che dove in italiano è detto piace, vossignoria traduce plaze in castigliano; e dove dice più ella traduce mas, e il su lo dichiara coll′arriba e il giù coll′abbascio.
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-Sí declaro, por cierto -dijo el autor-, porque ésas son sus propias correspondencias.
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— Appunto così, rispose, perché queste sono le proprie voci corrispondenti
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-Osaré yo jurar -dijo don Quijote- que no es vuesa merced conocido en el mundo, enemigo siempre de premiar los floridos ingenios ni los loables trabajos. ¡Qué de habilidades hay perdidas por ahí! ¡Qué de ingenios arrinconados! ¡Qué de virtudes menospreciadas! Pero, con todo esto, me parece que el traducir de una lengua en otra, como no sea de las reinas de las lenguas, griega y latina, es como quien mira los tapices flamencos por el revés, que, aunque se veen las figuras, son llenas de hilos que las escurecen, y no se veen con la lisura y tez de la haz; y el traducir de lenguas fáciles, ni arguye ingenio ni elocución, como no le arguye el que traslada ni el que copia un papel de otro papel. Y no por esto quiero inferir que no sea loable este ejercicio del traducir; porque en otras cosas peores se podría ocupar el hombre, y que menos provecho le trujesen. Fuera desta cuenta van los dos famosos traductores el uno, el doctor Cristóbal de Figueroa, en su Pastor Fido, y el otro, don Juan de Jáurigui, en su Aminta, donde felizmente ponen en duda cuál es la tradución o cuál el original. Pero dígame vuestra merced este libro, ¿imprímese por su cuenta, o tiene ya vendido el privilegio a algún librero.
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— Va benissimo, disse don Chisciotte, ma giurerei che vossignoria non è ben rimeritato dal mondo, nemico sempre di premiare i fioriti ingegni e le fatiche più commendevoli. Oh quanti uomini di vaglia che vivono nell′oscurità! quante virtù dispregiate e vilipese! Contuttociò a me pare che il tradurre da una in altra lingua, purché non intendasi delle regine delle lingue, la greca e la latina, egli è come un guardar al rovescio i tappeti di Fiandra, dove, sebbene si distinguano le figure, sono però sempre piene di fila che le imbrattano, e non si scorgono così appariscenti come nel loro diritto. Il tradurre da una lingua facile e molto somigliante non è né indizio d′ingegno, né occasione da far mostra di stile: ed è in tutto come colui che copia una scrittura trasportandola in altro foglio: ma non per questo voglio inferire che lodevole non sia l′esercizio del tradurre, mentre in più basse cose potrebbe l′uomo impiegarsi e di assai minore profitto; vanno però eccettuati dal novero dei volgari traduttori due scrittori nostri, l′uno il dottore Cristoforo di Figheroa nel suo Pastor Fido e l′altro don Giovanni di Sciaureghi nell′Aminta, dove può ognuno restare in dubbio quale sia la traduzione e quale l′originale. Ma vossignoria mi dica: si stampa questo libro a sue spese o ne ha venduto il privilegio al libraio?
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-Por mi cuenta lo imprimo -respondió el autor-, y pienso ganar mil ducados, por lo menos, con esta primera impresión, que ha de ser de dos mil cuerpos, y se han de despachar a seis reales cada uno, en daca las pajas.
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— Si stampa per conto mio, rispose l′autore, e spero di guadagnare mille ducati per lo meno con questa prima impressione, che debb′essere di duemila esemplari, e si hanno a smerciare a sei reali per uno a bocca baciata.
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-¡Bien está vuesa merced en la cuenta! -respondió don Quijote-. Bien parece que no sabe las entradas y salidas de los impresores, y las correspondencias que hay de unos a otros; yo le prometo que, cuando se vea cargado de dos mil cuerpos de libros, vea tan molido su cuerpo, que se espante, y más si el libro es un poco avieso y no nada picante.
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— Ben si conosce che vossignoria, disse don Chisciotte, è poco pratico in materia di stampe e che non sa gli aggiramenti e gl′imbrogli degli stampatori, e le loro misteriose corrispondenze: le do parola che quando vossignoria si troverà carico di duemila esemplari de′ suoi libri, si troverà col corpo sì pesto da pigliarne spavento; e tanto più se il libro non venisse molto bene accolto o non fosse abbastanza mordace.
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-Pues, ¿qué? -dijo el autor-. ¿Quiere vuesa merced que se lo dé a un librero, que me dé por el privilegio tres maravedís, y aún piensa que me hace merced en dármelos? Yo no imprimo mis libros para alcanzar fama en el mundo, que ya en él soy conocido por mis obras provecho quiero, que sin él no vale un cuatrín la buena fama.
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— Ma, soggiunse l′autore, che cosa potrei fare? Dovrei cederlo al libraio, che mi darebbe tre maravedis pel mio privilegio, e pur crederebbe di farmi un regalo nel darmeli? Io non consegno alle stampe i miei libri per acquistarmi celebrità nel mondo, essendo io abbastanza conosciuto per le mie opere: voglio farne guadagno, perché senza questo non vale un quattrino la fama.
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-Dios le dé a vuesa merced buena manderecha -respondió don Quijote.
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— Dio gliela mandi buona,» rispose don Chisciotte:
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Y pasó adelante a otro cajón, donde vio que estaban corrigiendo un pliego de un libro que se intitulaba Luz del alma; y,en viéndole, dijo.
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e passò innanzi ad altra cassetta, dove vide che stavano correggendo il foglio di un libro intitolato Luce dell′anima, e disse:
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-Estos tales libros, aunque hay muchos deste género, son los que se deben imprimir, porque son muchos los pecadores que se usan, y son menester infinitas luces para tantos desalumbrados.
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— Questa sorta di libri, tuttoché ne abbiamo molti dello stesso genere, sono quelli che si debbono stampare, perché troppo grande è il numero oggidì de′ malvagi, e sono necessarie infinite luci per tanti ciechi.»
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Pasó adelante y vio que asimesmo estaban corrigiendo otro libro; y, preguntando su título, le respondieron que se llamaba la Segunda parte del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, compuesta por un tal vecino de Tordesillas.
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Tirò innanzi, e vide che occupavansi nel correggere altra opera, il cui titolo era: La seconda Parte dell′ingegnoso cittadino don Chisciotte della Mancia, composta da un tale nativo di Tordesiglias.
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-Ya yo tengo noticia deste libro -dijo don Quijote-, y en verdad y en mi conciencia que pensé que ya estaba quemado y hecho polvos, por impertinente; pero su San Martín se le llegará, como a cada puerco, que las historias fingidas tanto tienen de buenas y de deleitables cuanto se llegan a la verdad o la semejanza della, y las verdaderas tanto son mejores cuanto son más verdaderas.
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— Questo libro è a mia cognizione, disse don Chisciotte, e posso assicurare in mia coscienza che io lo tenevo già per dato alle fiamme, in castigo delle sue impertinenze; ma verrà il suo sammartino come ad ogni porco, che le istorie fantastiche tanto hanno di buono e di dilettevole quanto si accostano alla verità o la rassomigliano; e le vere tanto sono migliori quanto più sono vere.»
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Y, diciendo esto, con muestras de algún despecho, se salió de la emprenta. Y aquel mesmo día ordenó don Antonio de llevarle a ver las galeras que en la playa estaban, de que Sancho se regocijó mucho, a causa que en su vida las había visto. Avisó don Antonio al cuatralbo de las galeras como aquella tarde había de llevar a verlas a su huésped el famoso don Quijote de la Mancha, de quien ya el cuatralbo y todos los vecinos de la ciudad tenían noticia; y lo que le sucedió en ellas se dirá en el siguiente capítulo.
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Detto questo, uscì dalla stamperia mostrandosi di animo alquanto alterato. Nello stesso giorno don Antonio dispose ch′egli fosse condotto ad osservare le galere che si trovavano sulla rada, del che Sancio si rallegrò molto, non avendone egli veduto mai in vita sua. Il capo delle galere era stato già avvisato da don Antonio che in quel giorno avrebbe avuto una visita del famoso don Chisciotte della Mancia, di cui non solo egli stesso, il capo, ma tutti gli abitatori della città avevano perfetta notizia e quello che nelle galere successe, si leggerà nel capitolo seguente.
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II. Capítulo LXIII. De lo mal que le avino a Sancho Panza con la visita de las galeras, y la nueva aventura de la hermosa morisca.
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CAPITOLO LXIII DEL MALE CHE OCCASIONРA SANCIO LA VISITA DELLE GALERE, E DELLA NUOVA VENTURA DELLA BELLA MORESCA.
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Grandes eran los discursos que don Quijote hacía sobre la respuesta de la encantada cabeza, sin que ninguno dellos diese en el embuste, y todos paraban con la promesa, que él tuvo por cierto, del desencanto de Dulcinea. Allí iba y venía, y se alegraba entre sí mismo, creyendo que había de ver presto su cumplimiento; y Sancho, aunque aborrecía el ser gobernador, como queda dicho, todavía deseaba volver a mandar y a ser obedecido; que esta mala ventura trae consigo el mando, aunque sea de burlas.
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Don Chisciotte faceva congetture continue intorno alle risposte della testa incantata, senza però che alcuna riuscisse mai a scoprirne l′artifizio, od a sospettare d′inganno, ma andavano tutte a finire nelle promesse ch′egli teneva per indubitate, del disincanto di Dulcinea. Non aggiravasi il suo pensiero che sopra tal punto, e gioiva seco medesimo nella speranza di vedere adempiuti i suoi voti. Sancio, benché abborrisse la sola idea di tornare ad essere governatore, come si è detto, avrebbe tuttavia voluto ritornare al piacere di comandare e di vedersi ubbidito: che questa è la mala conseguenza del dominio, per quanto sia di poca considerazione e da burla.
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En resolución, aquella tarde don Antonio Moreno, su huésped, y sus dos amigos, con don Quijote y Sancho, fueron a las galeras. El cuatralbo, que estaba avisado de su buena venida, por ver a los dos tan famosos Quijote y Sancho, apenas llegaron a la marina, cuando todas las galeras abatieron tienda, y sonaron las chirimías; arrojaron luego el esquife al agua, cubierto de ricos tapetes y de almohadas de terciopelo carmesí, y, en poniendo que puso los pies en él don Quijote, disparó la capitana el cañón de crujía, y las otras galeras hicieron lo mesmo, y, al subir don Quijote por la escala derecha, toda la chusma le saludó como es usanza cuando una persona principal entra en la galera, diciendo ¡Hu, hu, hu!′′ tres veces. Diole la mano el general, que con este nombre le llamaremos, que era un principal caballero valenciano; abrazó a don Quijote, diciéndole.
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Finalmente e don Chisciotte e Sancio e l′ospite don Antonio Moreno e i due amici si recarono in quella sera a vedere le galere, ed il capo della squadra li attendeva, ansioso di poter conoscere i due famosi uomini don Chisciotte e Sancio. Appena arrivarono alla marina, le galere tutte fecero tenda, suonarono i pifferi, e gettarono in acqua lo schifo, coperto di ricchi tappeti e di cuscini di velluto chermisino. All′istante che don Chisciotte vi mise il piede, la capitana sparò il cannone di corsia, e le altre galere fecero lo stesso; e al salire egli per la scala esterna venne salutato dalla ciurma tutta come si usa quando persona di grande affare entra nelle galere, dicendo: hu, hu, hu, per tre volte. Gli porse la mano il generale, che così il chiameremo, il quale era un nobilissimo cavaliere valenzano, che abbracciando don Chisciotte, gli disse:
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Este día señalaré yo con piedra blanca, por ser uno de los mejores que pienso llevar en mi vida, habiendo visto al señor don Quijote de la Mancha tiempo y señal que nos muestra que en él se encierra y cifra todo el valor del andante caballería.
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— Io segnerò questo giorno con bianca pietra, essendo uno dei migliori che io possa contare in vita mia, poiché mi è toccato in sorte di vedere il signor don Chisciotte della Mancia, il quale in sé rinserra e tiene compreso tutto il valore dell′errante cavalleria.»
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Con otras no menos corteses razones le respondió don Quijote, alegre sobremanera de verse tratar tan a lo señor. Entraron todos en la popa, que estaba muy bien aderezada, y sentáronse por los bandines, pasóse el cómitre en crujía, y dio señal con el pito que la chusma hiciese fuera ropa, que se hizo en un instante. Sancho, que vio tanta gente en cueros, quedó pasmado, y más cuando vio hacer tienda con tanta priesa, que a él le pareció que todos los diablos andaban allí trabajando; pero esto todo fueron tortas y pan pintado para lo que ahora diré. Estaba Sancho sentado sobre el estanterol, junto al espalder de la mano derecha, el cual ya avisado de lo que había de hacer, asió de Sancho, y, levantándole en los brazos, toda la chusma puesta en pie y alerta, comenzando de la derecha banda, le fue dando y volteando sobre los brazos de la chusma de banco en banco, con tanta priesa, que el pobre Sancho perdió la vista de los ojos, y sin duda pensó que los mismos demonios le llevaban, y no pararon con él hasta volverle por la siniestra banda y ponerle en la popa. Quedó el pobre molido, y jadeando, y trasudando, sin poder imaginar qué fue lo que sucedido le había.
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Gli rispose don Chisciotte con altre non meno gentili espressioni, lieto soprammodo nel vedersi trattare sì alla signorile. Tutti entrarono alla poppa, che stava apparecchiata a festa e sedettero sulle balestriere. Il comite passò alla corsia, e diede segno col fischio che la ciurma facesse fuor camiciola, ciò che eseguì in un baleno. Sancio, che osservò tanta gente ignuda, restò trasecolato, e molto più quando vide far tenda con grande velocità, sicché a lui parve che ogni cosa fosse quivi opera di diavoli: ma tutto finora fu bagattelle a paragone di quelle che sono per riferire. Stava Sancio seduto presso lo stentaruolo, accanto allo spalliere dalla mano dritta; il quale, avvertito di ciò che doveva fare, acchiappò Sancio, e lo gittò come una palla; dopo di che tutta la ciurma ritta in piè e all′erta, cominciò dalla banda dritta ed andò passandolo e rivoltandolo sulle sue braccia di banco in banco, e andava ciò facendo con tanta celerità che il povero Sancio perdette la vista, e si persuase senz′altro che fossero i diavoli che lo gittassero al vento. Non desistettero dal giuoco sino a tanto che non lo ebbero voltato dalla banda sinistra, e poi ripostolo sulla poppa, restò il meschino fracassato ed ansante, mandando fuori il sudore a goccioloni come nocciuole, senza sapere neppur che cosa gli andasse accadendo.
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Don Quijote, que vio el vuelo sin alas de Sancho, preguntó al general si eran ceremonias aquéllas que se usaban con los primeros que entraban en las galeras; porque si acaso lo fuese, él, que no tenía intención de profesar en ellas, no quería hacer semejantes ejercicios, y que votaba a Dios que, si alguno llegaba a asirle para voltearle, que le había de sacar el alma a puntillazos; y, diciendo esto, se levantó en pie y empuñó la espada.
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Don Chisciotte che vide volar Sancio senz′ali, dimandò al generale se quelle fossero cerimonie che si usassero colle persone ch′entravano nelle galere per la prima volta; perché quando ciò fosse per avventura, egli, che non aveva intenzione alcuna di farvi la sua professione, non vorrebbe sottostare a simiglianti esercizi: e giurava da cavaliere, che se osato avesse qualcuno accostarsegli per prenderlo e rivoltarlo, gli avrebbe fatto uscir l′anima a calci; e in così dire rizzossi lesto, ed impugnò la sua spada.
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A este instante abatieron tienda, y con grandísimo ruido dejaron caer la entena de alto abajo. Pensó Sancho que el cielo se desencajaba de sus quicios y venía a dar sobre su cabeza; y, agobiándola, lleno de miedo, la puso entre las piernas. No las tuvo todas consigo don Quijote; que también se estremeció y encogió de hombros y perdió la color del rostro. La chusma izó la entena con la misma priesa y ruido que la habían amainado, y todo esto, callando, como si no tuvieran voz ni aliento. Hizo señal el cómitre que zarpasen el ferro, y, saltando en mitad de la crujía con el corbacho o rebenque, comenzó a mosquear las espaldas de la chusma, y a largarse poco a poco a la mar. Cuando Sancho vio a una moverse tantos pies colorados, que tales pensó él que eran los remos, dijo entre sí.
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In questo istante fecero tenda, e lasciarono cadere con grande frastuono l′antenna dall′alto al basso. Parve a Sancio che il cielo uscisse fuori da′ suoi cardini e fosse per cadergli in testa, cosiché stavasene accovacciato e gobbo e impaurito. Non era in molto miglior condizione il suo signor don Chisciotte, che mezzo spaventato egli pure, stringeva le spalle ed aveva tutto scolorito il viso. La ciurma alzò l′antenna colla stessa fretta e collo stesso fracasso con cui era stata ammainata, e tutto questo nel silenzio, e come se niuno fra tanta gente avesse avuto voce e fiato. Diede segno il comite che raccogliessero le ancore e saltando in mezzo alla corsia col corvaccio e frusta cominciò a scacciare le mosche dalle spalle della ciurma ed allontanarsi a poco a poco dalla riva. Quando Sancio vide muoversi tutti in un punto quei piedi coloriti (ché tali avvisò esser i remi), disse fra sé:
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Éstas sí son verdaderamente cosas encantadas, y no las que mi amo dice. ¿Qué han hecho estos desdichados, que ansí los azotan, y cómo este hombre solo, que anda por aquí silbando, tiene atrevimiento para azotar a tanta gente? Ahora yo digo que éste es infierno, o, por lo menos, el purgatorio.
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— Queste sì che sono cose veramente incantate, e non quelle che il mio padrone suol nominare; che han fatto eglino questi disgraziati, poiché li frustano in tal maniera? E come quest′uomo solo che sta qui fischiando può avere sì grande audacia di frustare tanta gente? Ora sì che avrò ragione di dire che questo è un inferno o per lo manco un purgatorio.»
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Don Quijote, que vio la atención con que Sancho miraba lo que pasaba, le dijo.
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Don Chisciotte, vedendo con quanta attenzione stava Sancio osservando quello che si faceva, disse:
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¡Ah Sancho amigo, y con qué brevedad y cuán a poca costa os podíades vos, si quisiésedes, desnudar de medio cuerpo arriba, y poneros entre estos señores, y acabar con el desencanto de Dulcinea! Pues con la miseria y pena de tantos, no sentiríades vos mucho la vuestra; y más, que podría ser que el sabio Merlín tomase en cuenta cada azote déstos, por ser dados de buena mano, por diez de los que vos finalmente os habéis de dar.
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— Oh, amico Sancio, con quale speditezza e con quanto tuo poco incomodo potresti ora, volendolo, spogliarti ignudo dalla cintola in su, metterti fra questi signori, e dar fine una volta al disincanto di Dulcinea! Quanto poco tu sentiresti la tua miseria confusa colla miseria e la pena di tutta questa ciurmaglia! E tanto più quanto che forse il savio Merlino potrebbe valutare per dieci ognuna delle tue frustate per essere data da buona mano; che già alla fin fine te le dovrai pur affibbiare,»
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Preguntar quería el general qué azotes eran aquéllos, o qué desencanto de Dulcinea, cuando dijo el marinero.
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Voleva sapere il generale di che frustate si trattasse o di che disincanto di Dulcinea, quando un marinaro disse:
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Señal hace Monjuí de que hay bajel de remos en la costa por la banda del poniente.
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— Monscivi fa segno che nella costa ci sono vascelli da remo per la banda di ponente.»
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Esto oído, saltó el general en la crujía, y dijo.
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Ciò udito, saltò il generale nella corsia, e soggiunse
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¡Ea hijos, no se nos vaya! Algún bergantín de cosarios de Argel debe de ser éste que la atalaya nos señala.
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— Orsù, figliuoli, facciamo che non ci scappi qualche brigantino di corsari, e questo che la torre ci accenna debb′essere di Algeri.»
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Llegáronse luego las otras tres galeras a la capitana, a saber lo que se les ordenaba. Mandó el general que las dos saliesen a la mar, y él con la otra iría tierra a tierra, porque ansí el bajel no se les escaparía. Apretó la chusma los remos, impeliendo las galeras con tanta furia, que parecía que volaban. Las que salieron a la mar, a obra de dos millas descubrieron un bajel, que con la vista le marcaron por de hasta catorce o quince bancos, y así era la verdad; el cual bajel, cuando descubrió las galeras, se puso en caza, con intención y esperanza de escaparse por su ligereza; pero avínole mal, porque la galera capitana era de los más ligeros bajeles que en la mar navegaban, y así le fue entrando, que claramente los del bergantín conocieron que no podían escaparse; y así, el arráez quisiera que dejaran los remos y se entregaran, por no irritar a enojo al capitán que nuestras galeras regía. Pero la suerte, que de otra manera lo guiaba, ordenó que, ya que la capitana llegaba tan cerca que podían los del bajel oír las voces que desde ella les decían que se rindiesen, dos toraquís, que es como decir dos turcos borrachos, que en el bergantín venían con estos doce, dispararon dos escopetas, con que dieron muerte a dos soldados que sobre nuestras arrumbadas venían. Viendo lo cual, juró el general de no dejar con vida a todos cuantos en el bajel tomase, y, llegando a embestir con toda furia, se le escapó por debajo de la palamenta. Pasó la galera adelante un buen trecho; los del bajel se vieron perdidos, hicieron vela en tanto que la galera volvía, y de nuevo, a vela y a remo, se pusieron en caza; pero no les aprovechó su diligencia tanto como les dañó su atrevimiento, porque, alcanzándoles la capitana a poco más de media milla, les echó la palamenta encima y los cogió vivos a todos.
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Si appressarono all′istante le altre tre galere alla capitana per ricevere gli ordini, e comandò il generale che due di quelle s′innoltrassero in mare, mentr′egli colle altre avrebbe fatto cammino terra terra, perché con queste precauzioni la capitana sarebbe in istato di far il suo ufficio. La ciurma dié mano ai remi, spingendo le galere con tanta furia che pareva che volassero; e quelle che camminarono al mare scopersero a due miglia un brigantino, il quale parve loro di quattordici o quindici banchi all′incirca e così era. Questo vascello, quando si accorse delle galere, si mise alla fuga con disegno e con isperanza di scappare attesa la sua leggerezza: ma il contrario gli avvenne, perché la capitana era uno dei più leggeri vascelli che navigassero in mare, ond′è che andò accostandosegli siffattamente che quelli del brigantino conobbero a tutta evidenza di non potere più sottrarsi colla fuga. L′arraez avrebbe voluto che, deposti i remi, si fossero tutti arresi per non irritare il capitano che comandava le nostre galere, ma la sorte altramente guidava ogni cosa, e fece avvicinare tanto la capitana che i nemici potevano udire le voci che da essa partivano intimando che si arrendesse. Due Torracchi, ch′è come a dire, due Turchi briachi, i quali stavano sul brigantino, spararono allora alcune archibugiate e uccisero due soldati che maneggiavano le nostre balestriere. Il generale a tal vista giurò di non lasciar vivo uomo di quelli che stavano sul vascello: e fattosi ad investirlo con furia gli riuscì di sottrarsi di sotto alla palamenta. La galera passò innanzi buon tratto, e quelli del vascello, vedendosi allora perduti, fecero vela frattantoché la galera voltava, e di nuovo a vele e a remi tentarono di fuggire: ma infruttuosa riuscì loro ogni diligenza, come inutile era riuscita l′audacia; giacché arrivandoli la capitana, a poco più di mezzo miglio, li gittò sopra la palamenta e li pigliò tutti vivi.
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Llegaron en esto las otras dos galeras, y todas cuatro con la presa volvieron a la playa, donde infinita gente los estaba esperando, deseosos de ver lo que traían. Dio fondo el general cerca de tierra, y conoció que estaba en la marina el virrey de la ciudad. Mandó echar el esquife para traerle, y mandó amainar la entena para ahorcar luego luego al arráez y a los demás turcos que en el bajel había cogido, que serían hasta treinta y seis personas, todos gallardos, y los más, escopeteros turcos. Preguntó el general quién era el arráez del bergantín y fuele respondido por uno de los cautivos, en lengua castellana, que después pareció ser renegado español.
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In questo sopraggiunsero le altre due galere, e tutte e quattro tornarono colla preda alla spiaggia, dove infinita gente era corsa ad attenderle, desiderosa di vedere quello che si portasse. Il generale diede fondo vicino a terra, ed accorgendosi che stava alla marina il viceré della città, fece calare lo schifo per guidarlo alla galera, e ordinò che si ammainasse l′antenna per appiccare subito l′arraez e gli altri Turchi da lui presi e trovati nel vascello, che in tutti arrivavano al numero di trentasei: gente robusta e per la maggior parte della classe degli archibusieri. Dimandò il generale quale di loro fosse l′arraez del brigantino, e gli venne risposto in lingua castigliana da uno dei prigionieri (che si scoperse essere rinnegato spagnuolo):
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Este mancebo, señor, que aquí vees es nuestro arráez.
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— Il giovine che vi vedete dinanzi, o signore, è il nostro arraez,»
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Y mostróle uno de los más bellos y gallardos mozos que pudiera pintar la humana imaginación. La edad, al parecer, no llegaba a veinte años. Preguntóle el general.
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e accennò uno dei più belli e ben disposti garzoni che umana immaginazione figurare potesse; non arrivava egli, per quanto ne pareva, all′età di venti anni. Gli disse il generale:
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Dime, mal aconsejado perro, ¿quién te movió a matarme mis soldados, pues veías ser imposible el escaparte? ¿Ese respeto se guarda a las capitanas? ¿No sabes tú que no es valentía la temeridad? Las esperanzas dudosas han de hacer a los hombres atrevidos, pero no temerarios.
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— Rispondimi, cane malconsigliato, e che ti indusse ad ammazzare i miei soldati, quando vedevi che era per te impossibile la fuga? Èegli questo il rispetto che si porta alle capitane? Non sai tu che la temerità non è bravura? Le speranze dubbie possono bensì rendere audaci gli uomini, ma non temerari.»
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Responder quería el arráez; pero no pudo el general, por entonces, oír la respuesta, por acudir a recebir al virrey, que ya entraba en la galera, con el cual entraron algunos de sus criados y algunas personas del pueblo.
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Voleva ripigliare l′arraez, ma non poté per allora il generale udir la risposta, essendo passato in fretta ad accogliere il viceré, che già entrava nella galea seguitato da alcuni suoi servi e da altre persone della città.
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¡Buena ha estado la caza, señor general! dijo el virrey.
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— Èriuscita bene la caccia? signor generale, disse il viceré.
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Y tan buena respondió el general cual la verá Vuestra Excelencia agora colgada de esta entena.
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— E tanto bene, rispose il generale, che la vedrà vostra eccellenza or ora pendente all′antenna.
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¿Cómo ansí? replicó el virrey.
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— Perché questo? — replicò il viceré.
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Porque me han muerto respondió el general, contra toda ley y contra toda razón y usanza de guerra, dos soldados de los mejores que en estas galeras venían, y yo he jurado de ahorcar a cuantos he cautivado, principalmente a este mozo, que es el arráez del bergantín.
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— Perché, rispose il generale, contro ogni legge e in offesa di ogni diritto e costumanza di guerra furono uccisi due dei migliori soldati che fossero su queste galere; ed io ho giurato d′impiccare quanti ne prendessi, e specialmente l′arraez del brigantino.»
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Y enseñóle al que ya tenía atadas las manos y echado el cordel a la garganta, esperando la muerte.
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In ciò dire accennò il prigioniero, che aveva già legate le mani, e con la fune alla gola stava aspettando la morte.
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Miróle el virrey, y, viéndole tan hermoso, y tan gallardo, y tan humilde, dándole en aquel instante una carta de recomendación su hermosura, le vino deseo de escusar su muerte; y así, le preguntó.
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Lo guardò il viceré, e scorgendolo sì bello, sì ben composto e sì rassegnato, che gli serviva per lettera di raccomandazione la sua leggiadria, gli venne voglia di fargli perdonare la morte. Gli dimandò tosto:
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Dime, arráez, ¿eres turco de nación, o moro, o renegado.
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dimmi, arraez, sei turco tu di nazione, o moro o rinnegato.
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A lo cual el mozo respondió, en lengua asimesmo castellana
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— Cui rispose il giovine in lingua pura castigliana:
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Ni soy turco de nación, ni moro, ni renegado.
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— Né sono turco di nazione, né moro, né rinnegato.
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Pues, ¿qué eres? replicó el virrey.
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— Dunque chi sei? replicò il viceré.
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Mujer cristiana respondió el mancebo.
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— Una donna cristiana, rispose il giovane.
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¿Mujer y cristiana, y en tal traje y en tales pasos? Más es cosa para admirarla que para creerla.
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— Donna e cristiana, in tale abito e in tale cimento? soggiunse il viceré, è cosa più da maravigliarsi che da credersi.
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Suspended dijo el mozo, ¡oh señores!, la ejecución de mi muerte, que no se perderá mucho en que se dilate vuestra venganza en tanto que yo os cuente mi vida.
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— Sospendete, replicò il giovane, l′esecuzione della mia sentenza finché vi dia conto di me, che già non perderete per questo gran tempo a isfogare la vostra vendetta.»
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¿Quién fuera el de corazón tan duro que con estas razones no se ablandara, o, a lo menos, hasta oír las que el triste y lastimado mancebo decir quería? El general le dijo que dijese lo que quisiese, pero que no esperase alcanzar perdón de su conocida culpa. Con esta licencia, el mozo comenzó a decir desta manera.
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Quale sarebbe stato mai quel cuore di pietra che non si fosse intenerito a questi detti, o che non si fosse almeno invogliato di udire quello che l′infelice ed afflitto garzone voleva narrare? Il generale soggiunse che parlasse pure a sua voglia; ma che non isperasse di trovare perdono della conosciuta sua colpa. Ottenuta questa licenza, cominciò il giovane a dire:
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« De aquella nación más desdichada que prudente, sobre quien ha llovido estos días un mar de desgracias, nací yo, de moriscos padres engendrada. En la corriente de su desventura fui yo por dos tíos míos llevada a Berbería, sin que me aprovechase decir que era cristiana, como, en efecto, lo soy, y no de las fingidas ni aparentes, sino de las verdaderas y católicas. No me valió, con los que tenían a cargo nuestro miserable destierro, decir esta verdad, ni mis tíos quisieron creerla; antes la tuvieron por mentira y por invención para quedarme en la tierra donde había nacido, y así, por fuerza más que por grado, me trujeron consigo. Tuve una madre cristiana y un padre discreto y cristiano, ni más ni menos; mamé la fe católica en la leche; criéme con buenas costumbres; ni en la lengua ni en ellas jamás, a mi parecer, di señales de ser morisca. Al par y al paso destas virtudes, que yo creo que lo son, creció mi hermosura, si es que tengo alguna; y, aunque mi recato y mi encerramiento fue mucho, no debió de ser tanto que no tuviese lugar de verme un mancebo caballero, llamado don Gaspar Gregorio, hijo mayorazgo de un caballero que junto a nuestro lugar otro suyo tiene. Cómo me vio, cómo nos hablamos, cómo se vio perdido por mí y cómo yo no muy ganada por él, sería largo de contar, y más en tiempo que estoy temiendo que, entre la lengua y la garganta, se ha de atravesar el riguroso cordel que me amenaza; y así, sólo diré cómo en nuestro destierro quiso acompañarme don Gregorio. Mezclóse con los moriscos que de otros lugares salieron, porque sabía muy bien la lengua, y en el viaje se hizo amigo de dos tíos míos que consigo me traían; porque mi padre, prudente y prevenido, así como oyó el primer bando de nuestro destierro, se salió del lugar y se fue a buscar alguno en los reinos estraños que nos acogiese.
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— Nata di genitori moreschi, io appartenni a quella sfortunata più che prudente nazione sulla quale piovve nei giorni nostri un mare di sciagure, e nella corrente dell′infortunio fui raccolta dai miei due zii in Barberia. A nulla mi giovò l′asserire che io ero cristiana, come in effetto lo sono, né già per finzione o per apparenza, ma con vera ed intima credenza; né vollero prestarmi fede gl′incaricati del nostro luttuoso esiglio, né gli zii medesimi, che piuttosto mi giudicarono menzognera e industriosa ad attaccare quei ripieghi che potessero farmi rimanere nel mio paese naturale; di maniera che più colla forza che colla volontà mi strascinarono seco. Ebbi genitori savii e cristiani, succhiai col latte la fede cattolica, fui allevata nei buoni costumi, né colla lingua, né colle usanze diedi mai indizii di essere moresca. A pari passo di queste virtù (che io tengo per tali) crebbe la mia avvenenza, se ne ho alcuna, e tuttoché il mio vivere solitario e circospetto fosse mantenuto con rigore, ciò non tolse che non potesse vedermi un giovane cavaliere, detto don Gaspare Gregorio, primogenito di un signore che aveva la sua abitazione vicina alla mia. Ebbe il giovane occasione di vedermi e di parlarmi, restò acceso di me ed io non meno di lui; e troppo lungo sarebbe l′informarvi di mille eventi; che fatalmente il divietano e il corto tempo ed il terrore del mio spirito, ora che tra la lingua e la gola vedo la terribile fune che mi minaccia. Sappiate almeno che nel mio esilio ebbi don Gregorio a compagno, ch′egli si confuse tra i moreschi usciti dai vostri regni e dei quali conosceva bene la lingua, e che legò amicizia coi due miei zii che seco mi conducevano. Il mio genitore, scoppiato che fu il primo fulmine contro tutti noi era fuggito e passato in regni stranieri a cercare altro asilo,
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Dejó encerradas y enterradas, en una parte de quien yo sola tengo noticia, muchas perlas y piedras de gran valor, con algunos dineros en cruzados y doblones de oro. Mandóme que no tocase al tesoro que dejaba en ninguna manera, si acaso antes que él volviese nos desterraban. Hícelo así, y con mis tíos, como tengo dicho, y otros parientes y allegados pasamos a Berbería; y el lugar donde hicimos asiento fue en Argel, como si le hiciéramos en el mismo infierno. Tuvo noticia el rey de mi hermosura, y la fama se la dio de mis riquezas, que, en parte, fue ventura mía. Llamóme ante sí, preguntóme de qué parte de España era y qué dineros y qué joyas traía. Díjele el lugar, y que las joyas y dineros quedaban en él enterrados, pero que con facilidad se podrían cobrar si yo misma volviese por ellos. Todo esto le dije, temerosa de que no le cegase mi hermosura, sino su codicia. Estando conmigo en estas pláticas, le llegaron a decir cómo venía conmigo uno de los más gallardos y hermosos mancebos que se podía imaginar. Luego entendí que lo decían por don Gaspar Gregorio, cuya belleza se deja atrás las mayores que encarecer se pueden. Turbéme, considerando el peligro que don Gregorio corría, porque entre aquellos bárbaros turcos en más se tiene y estima un mochacho o mancebo hermoso que una mujer, por bellísima que sea.
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lasciando sotterrate in luogo che io sola conosco, e perle e gemme e argenti ed ori, comandandomi che in nessun modo io toccassi tanti tesori, nemmanco se fossi bandita. Lo ubbidii, e con gli zii ed altri parenti ed amici passammo in Barberia, eleggendo per nostro soggiorno Algeri, che ci parve allora un inferno. Venne a cognizione del re la mia bellezza, ed ebbe sentore di quelle ricchezze alle quali dovetti in parte la mia ventura. Mi chiamò a sé, mi chiese il nome del paese di Spagna che mi aveva veduta nascere, e quali gioie e danari recassi meco. E della patria e delle gioie e dei denari lo resi istrutto, dicendogli che questi erano sotterrati, e che facilmente potevansi ricuperare se io fossi tornata per essi: e tutto questo gli dissi colla speranza che potesse piuttosto accecarlo la sua avarizia che la mia bellezza. Durante il nostro colloquio gli fu riferito che io ero accompagnata da un giovine di belle maniere e di molta avvenenza, né rimasi punto in dubbio che dovesse essere don Gaspare Gregorio, le cui leggiadre forme non avevano pari. Mi turbai tutta considerando il pericolo ch′egli correva fra quella barbara gente.
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Mandó luego el rey que se le trujesen allí delante para verle, y preguntóme si era verdad lo que de aquel mozo le decían. Entonces yo, casi como prevenida del cielo, le dije que sí era; pero que le hacía saber que no era varón, sino mujer como yo, y que le suplicaba me la dejase ir a vestir en su natural traje, para que de todo en todo mostrase su belleza y con menos empacho pareciese ante su presencia. Díjome que fuese en buena hora, y que otro día hablaríamos en el modo que se podía tener para que yo volviese a España a sacar el escondido tesoro. Hablé con don Gaspar, contéle el peligro que corría el mostrar ser hombre; vestíle de mora, y aquella mesma tarde le truje a la presencia del rey, el cual, en viéndole, quedó admirado y hizo disignio de guardarla para hacer presente della al Gran Señor; y, por huir del peligro que en el serrallo de sus mujeres podía tener y temer de sí mismo, la mandó poner en casa de unas principales moras que la guardasen y la sirviesen, adonde le llevaron luego. Lo que los dos sentimos (que no puedo negar que no le quiero) se deje a la consideración de los que se apartan si bien se quieren. Dio luego traza el rey de que yo volviese a España en este bergantín y que me acompañasen dos turcos de nación, que fueron los que mataron vuestros soldados. Vino también conmigo este renegado español señalando al que había hablado primero, del cual sé yo bien que es cristiano encubierto y que viene con más deseo de quedarse en España que de volver a Berbería; la demás chusma del bergantín son moros y turcos, que no sirven de más que de bogar al remo. Los dos turcos, codiciosos e insolentes, sin guardar el orden que traíamos de que a mí y a este renegado en la primer parte de España, en hábito de cristianos, de que venimos proveídos, nos echasen en tierra, primero quisieron barrer esta costa y hacer alguna presa, si pudiesen, temiendo que si primero nos echaban en tierra, por algún acidente que a los dos nos sucediese, podríamos descubrir que quedaba el bergantín en la mar, y si acaso hubiese galeras por esta costa, los tomasen. Anoche descubrimos esta playa, y, sin tener noticia destas cuatro galeras, fuimos descubiertos, y nos ha sucedido lo que habéis visto. En resolución don Gregorio queda en hábito de mujer entre mujeres, con manifiesto peligro de perderse, y yo me veo atadas las manos, esperando, o, por mejor decir, temiendo perder la vida, que ya me cansa. Éste es, señores, el fin de mi lamentable historia, tan verdadera como desdichada; lo que os ruego es que me dejéis morir como cristiana, pues, como ya he dicho, en ninguna cosa he sido culpante de la culpa en que los de mi nación han caído.
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In effetto ordinò il re che gli fosse subito condotto innanzi e chiese a me se io giudicassi veramente sincere le informazioni che gli venivano date. Come se il Cielo stesso mi suggerisse il consiglio, risposi che era appunto così, ma che io doveva confidargli che non era egli altramente uomo, ma donna mia pari, e che lo supplicavo a concedermi che andassi a vestirla de suoi abiti naturali perché potesse far pompa di sua leggiadria e comparirgli dinanzi senza rossore. Ottenni questa permissione, rimettendo ad altro giorno il conferire sul modo da tenersi perché io passassi in Ispagna a dissotterrare il tesoro nascosto. Informai don Gaspare del pericolo che correva restando colle apparenze di uomo, gli posi indosso un vestito da mora, e la sera stessa lo condussi alla presenza del re, il quale restò sorpreso vedendolo, e divisò seco stesso di custodirlo, per poi farne un dono al gran signore. Per evitare ogni pericolo che potesse passare nel serraglio delle sue donne, e non si fidando neppure di se medesimo, volle che andasse a soggiornare in casa di alcune more di grande distinzione perché ottenesse e custodia e assistenza, il che si eseguì senz′altro dire. Il dolore che ambedue provammo (mentre non posso negare che io l′amo) lo immaginino quelli che struggonsi per amore, e che sieno costretti a separarsi. Diede ordine il re che io tornassi in Ispagna su questo brigantino, e che mi accompagnassero due Turchi originari, che furono quelli dai quali furono uccisi i vostri soldati. Si unì meco anche questo rinnegato spagnuolo (accennando colui che aveva parlato il primo), il quale so bene ch′è cristiano celato, e che viene con maggior desiderio di rimanere in Ispagna che tornarsene in Barberia. La ciurma del brigantino è composta di Turchi e di Mori che ad altro non servono se non al remo; e quei due Turchi avari insolenti, disobbedendo agli ordini che avevano di mettermi in terra con questo rinnegato e cogli abiti di cristiani che abbiamo con noi, vollero da prima scorrere tutta la costa per tentare qualche buona preda; e ciò facevano temendo che, postici a terra, non potesse avvenirci qualche accidente pel quale fosse scoperto il loro brigantino, e poi preso con loro. «Sull′imbrunire del giorno arrivammo su questa spiaggia, e senza esserci accorti delle quattro galere fummo scoperti, e voi sapete pur troppo adesso quale fu la nostra disavventura. Don Gregorio rimase tra le more in abito di donna, con manifesto pericolo di perdersi, ed io sono alla presenza vostra colle mani cinte di funi, aspettando, o per meglio dire, paventando di perdere una vita che peraltro mi è ormai venuta a noia. Ho narrato l′istoria che mi risguarda, quanto vera altrettanto infelice, ed ora quello di cui vi prego si è che mi lasciate morire cristiana, da che come vi ho già detto, io non sono rea di alcuna di quelle cose che si considerano come delitto in quelli di mia nazione.
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Y luego calló, preñados los ojos de tiernas lágrimas, a quien acompañaron muchas de los que presentes estaban. El virrey, tierno y compasivo, sin hablarle palabra, se llegó a ella y le quitó con sus manos el cordel que las hermosas de la mora ligaba.
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Tacque, avendo gli occhi pregni di tenere lagrime, le quali vennero accompagnate dal pianto dei circostanti. Il viceré, uomo di animo dolce e compassionevole, senza dir parola si avvicinò e sciolse colle propie sue mani la funicella che stringeva le belle mani della vezzosa mora.
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En tanto, pues, que la morisca cristiana su peregrina historia trataba, tuvo clavados los ojos en ella un anciano peregrino que entró en la galera cuando entró el virrey; y, apenas dio fin a su plática la morisca, cuando él se arrojó a sus pies, y, abrazado dellos, con interrumpidas palabras de mil sollozos y suspiros, le dijo.
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Ora è da sapersi che mentre la moresca cristiana stava narrando la sua storia, teneva in lei fissi gli occhi un vecchio pellegrino, che unitamente ad altri era entrato col viceré nella galera, ed appena aveva ella dato fine al suo discorso, che si lanciò al collo di lei, ed abbracciandola e con parole interrotte da mille singhiozzi e sospiri, così disse:
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¡Oh Ana Félix, desdichada hija mía! Yo soy tu padre Ricote, que volvía a buscarte por no poder vivir sin ti, que eres mi alma.
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— O Anna Felice, o sventurata figliuola mia, io sono Ricotte tuo padre, che ti cerca per ogni dove, e che senza di te non sa vivere, poiché tu sei l′anima mia.»
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A cuyas palabras abrió los ojos Sancho, y alzó la cabeza (que inclinada tenía, pensando en la desgracia de su paseo), y, mirando al peregrino, conoció ser el mismo Ricote que topó el día que salió de su gobierno, y confirmóse que aquélla era su hija, la cual, ya desatada, abrazó a su padre, mezclando sus lágrimas con las suyas; el cual dijo al general y al virrey.
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Spalancò gli occhi Sancio, presente a questi detti, e alzò la testa che teneva china, pensando ancora alla fatalità de′ suoi sbalzi; e osservato bene il pellegrino, lo riconobbe tosto per quel Ricotte stesso in cui si era incontrato nel giorno che lasciato aveva il governo dell′isola. Si scoprì allora che quella era fuori di dubbio la figliuola del pellegrino, la quale, sciolta appena dalle funi volò ad abbracciare suo padre ed a confondere con lui mille lagrime di allegrezza. Ricotte gridò:
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Ésta, señores, es mi hija, más desdichada en sus sucesos que en su nombre. Ana Félix se llama, con el sobrenombre de Ricote, famosa tanto por su hermosura como por mi riqueza. Yo salí de mi patria a buscar en reinos estraños quien nos albergase y recogiese, y, habiéndole hallado en Alemania, volví en este hábito de peregrino, en compañía de otros alemanes, a buscar mi hija y a desenterrar muchas riquezas que dejé escondidas. No hallé a mi hija; hallé el tesoro, que conmigo traigo, y agora, por el estraño rodeo que habéis visto, he hallado el tesoro que más me enriquece, que es a mi querida hija. Si nuestra poca culpa y sus lágrimas y las mías, por la integridad de vuestra justicia, pueden abrir puertas a la misericordia, usadla con nosotros, que jamás tuvimos pensamiento de ofenderos, ni convenimos en ningún modo con la intención de los nuestros, que justamente han sido desterrados.
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— Questa, o signori, è mia figliuola, è Anna Felice, più sfortunata nelle vicende che nel suo nome: è Anna Felice, col soprannome di Ricotte, tanto nota per la sua bellezza quanto per le ricchezze mie. Io dovetti uscire di patria per cercare in regni stranieri chi mi albergasse e accogliesse, e dopo domiciliato in Alemagna, tornai in questo regno sotto le spoglie di pellegrino, in compagnia di altri Tedeschi per rintracciar nuove della figlia e per dissotterrare un importante tesoro, da me nascosto. Non trovai la figlia, trovai bene il tesoro che porto meco, ed ora per quello stravagante giro di vicende che avete udito, anche l′altro tesoro che sopra tutti mi fa ricco, ritrovo nella mia dilettissima Anna Felice. Se il nostro poco fallo, se le sue lagrime, se le mie possono aprire le porte della misericordia senza offesa della giustizia, usatela verso di noi che non avemmo mai in pensiero di offendervi, né conveniamo punto nelle intenzioni dei nostri che sono stati da voi esiliati.»
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Entonces dijo Sancho.
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Allora disse Sancio: — Io conosco molto bene Ricotte ed
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Bien conozco a Ricote, y sé que es verdad lo que dice en cuanto a ser Ana Félix su hija; que en esotras zarandajas de ir y venir, tener buena o mala intención, no me entremeto.
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è verissimo quello che ha detto di Anna Felice, sua figliuola, ma quanto alle altre bagattelle di andare e tornare, di avere buona o cattiva intenzione, io non mi c′intrammetto.»
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Admirados del estraño caso todos los presentes, el general dijo
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In mezzo alla maraviglia prodotta in tutti dallo stranissimo caso, così pronunziò il generale:
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Una por una vuestras lágrimas no me dejarán cumplir mi juramento vivid, hermosa Ana Félix, los años de vida que os tiene determinados el cielo, y lleven la pena de su culpa los insolentes y atrevidos que la cometieron.
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— Certo, le vostre lagrime, o bella Anna Felice, non mi lasceranno dar retta al mio giuramento: vivete, pietosa giovine, gli anni di vita che vi serba il Cielo, e portino la pena del loro delitto gl′indegni e gli audaci che hanno provocato il mio sdegno.»
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Y mandó luego ahorcar de la entena a los dos turcos que a sus dos soldados habían muerto; pero el virrey le pidió encarecidamente no los ahorcase, pues más locura que valentía había sido la suya. Hizo el general lo que el virrey le pedía, porque no se ejecutan bien las venganzas a sangre helada. Procuraron luego dar traza de sacar a don Gaspar Gregorio del peligro en que quedaba. Ofreció Ricote para ello más de dos mil ducados que en perlas y en joyas tenía. Diéronse muchos medios, pero ninguno fue tal como el que dio el renegado español que se ha dicho, el cual se ofreció de volver a Argel en algún barco pequeño, de hasta seis bancos, armado de remeros cristianos, porque él sabía dónde, cómo y cuándo podía y debía desembarcar, y asimismo no ignoraba la casa donde don Gaspar quedaba. Dudaron el general y el virrey el fiarse del renegado, ni confiar de los cristianos que habían de bogar el remo; fióle Ana Félix, y Ricote, su padre, dijo que salía a dar el rescate de los cristianos, si acaso se perdiesen.
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Ordinò sul fatto che fossero impiccati all′antenna i due Turchi che ucciso avevano i suoi soldati: ma il viceré disse affettuosamente che non s′impiccassero, perché erano stati piuttosto pazzi che scellerati. Il generale fece quanto il viceré desiderava: perché l′uomo difficilmente persiste a volersi vendicare quando è cessato il bollore dell′ira. Rivolsero poi ogni cura per trarre don Gaspare Gregorio dal pericolo in cui era rimasto. Ricotte offerì per questo da duemila ducati in perle e gioie che aveva seco. Si tennero varii consigli, ma nessuno fu tanto opportuno quanto quello che diede il rinnegato spagnuolo già ricordato, il quale si offerse di tornare ad Algeri in una piccola barca d′intorno a sei banchi, armata di vogatori cristiani, sapendo egli bene e come e quando poteva e doveva sbarcare, e conoscendo eziandio la casa dove albergava don Gaspare. Dubitavano il generale e il viceré se fosse da prestar fede ad un rinnegato, ed affidare a lui i vogatori cristiani; ma Anna Felice fece sicurtà, e Ricotte suo padre aggiunse che prometteva che avrebbe pagato il riscatto dei cristiani se la mala sorte li avesse condotti a perdersi.
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Firmados, pues, en este parecer, se desembarcó el virrey, y don Antonio Moreno se llevó consigo a la morisca y a su padre, encargándole el virrey que los regalase y acariciase cuanto le fuese posible; que de su parte le ofrecía lo que en su casa hubiese para su regalo. Tanta fue la benevolencia y caridad que la hermosura de Ana Félix infundió en su pecho.
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Così raccomandata ogni cosa, il viceré sbarcò, don Antonio Moreno menò seco la moresca e suo padre, colle raccomandazioni del viceré perché desse loro favore e li accarezzasse per quanto potesse, ed egli stesso, il buon principe, largheggiò in doni: tanto grande era la benevolenza e la carità che le bellezze di Anna Felice infuso avevano nel petto di lui.
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II. Capítulo LXIV. Que trata de la aventura que más pesadumbre dio a don Quijote de cuantas hasta entonces le habían sucedido.
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CAPITOLO LXIV DELLA VENTURA CHE DIEDE PIנMOLESTIA A DON CHISCIOTTE DI QUANTE ALTRE GLI ERANO SUCCESSE.
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La mujer de don Antonio Moreno cuenta la historia que recibió grandísimo contento de ver a Ana Félix en su casa. Recibióla con mucho agrado, así enamorada de su belleza como de su discreción, porque en lo uno y en lo otro era estremada la morisca, y toda la gente de la ciudad, como a campana tañida, venían a verla.
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La moglie di don Antonio, per quanto ci narra la storia, mostrò gran contentezza in ricevere Anna Felice in casa sua, e quindi l′accolse con infinita cortesia, invaghita di quella bellezza e di quella saggezza delle quali era la moresca fornita a dovizia, di maniera che la gente della città, come a suono di campana, recavasi a vederla.
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Dijo don Quijote a don Antonio que el parecer que habían tomado en la libertad de don Gregorio no era bueno, porque tenía más de peligroso que de conveniente, y que sería mejor que le pusiesen a él en Berbería con sus armas y caballo; que él le sacaría a pesar de toda la morisma, como había hecho don Gaiferos a su esposa Melisendra.
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Disse don Chisciotte a don Antonio, che il partito preso per ritornare a don Gregorio la libertà non lo trovava buono, avendo più del pericoloso che del conveniente, e che il meglio sarebbe stato che avessero fatto sbarcare lui stesso in Barberia colle sue armi e col suo Ronzinante, ch′egli tratto ne lo avrebbe a dispetto di tutta la Morea, come fatto aveva don Gaiféro della sposa sua Melisendra.
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Advierta vuesa merced dijo Sancho, oyendo esto que el señor don Gaiferos sacó a sus esposa de tierra firme y la llevó a Francia por tierra firme; pero aquí, si acaso sacamos a don Gregorio, no tenemos por dónde traerle a España, pues está la mar en medio.
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— Si ricordi la signoria vostra, disse Sancio, udendo questa offerta, che il signor don Gaiféro cavò la sua sposa da terraferma e la portò in Francia per terraferma, ma nel caso presente, riuscendo anche di liberare don Gregorio, non sapremmo come condurlo in Ispagna, essendovi il mare di mezzo.
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Para todo hay remedio, si no es para la muerte respondió don Quijote; pues, llegando el barco a la marina, nos podremos embarcar en él, aunque todo el mundo lo impida.
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— A tutto si rimedia dalla morte in fuori, don Chisciotte rispose; mentre giunto che fosse l′imbarco alla marina, noi potremmo entrarvi se anche tutto il mondo ce lo impedisse.
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Muy bien lo pinta y facilita vuestra merced dijo Sancho, pero del dicho al hecho hay gran trecho, y yo me atengo al renegado, que me parece muy hombre de bien y de muy buenas entrañas.
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— Vossignoria fa tutto agevole e si dipinge ogni cosa bella e compiuta, replicò Sancio, ma dal detto al fatto corre un gran tratto, ed io mi attengo al consiglio del rinnegato che mi è parso uomo dabbene e di assai buone viscere.»
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Don Antonio dijo que si el renegado no saliese bien del caso, se tomaría el espediente de que el gran don Quijote pasase en Berbería.
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Disse don Antonio che se male riuscisse al rinnegato il progetto, prenderebbesi allora lo spediente di far passare in Barberia il gran don Chisciotte.
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De allí a dos días partió el renegado en un ligero barco de seis remos por banda, armado de valentísima chusma; y de allí a otros dos se partieron las galeras a Levante, habiendo pedido el general al visorrey fuese servido de avisarle de lo que sucediese en la libertad de don Gregorio y en el caso de Ana Félix; quedó el visorrey de hacerlo así como se lo pedía.
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Partì il rinnegato, dopo due giorni, in una barca leggera di sei remi per parte, armato di ciurma valentissima, e dopo due altri giorni fecero vela le galere per levante, chiesto essendosi dal generale al viceré che gli piacesse informarlo di ciò che fosse per avvenire intorno alla liberazione di don Gregorio ed al successo di Anna Felice; ed il viceré promise di compiacerlo.
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Y una mañana, saliendo don Quijote a pasearse por la playa armado de todas sus armas, porque, como muchas veces decía, ellas eran sus arreos, y su descanso el pelear, y no se hallaba sin ellas un punto, vio venir hacía él un caballero, armado asimismo de punta en blanco, que en el escudo traía pintada una luna resplandeciente; el cual, llegándose a trecho que podía ser oído, en altas voces, encaminando sus razones a don Quijote, dijo.
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Trovandosi un dì don Chisciotte al passeggio sulla spiaggia, armato di tutto punto (perché, come sempre diceva, erano le armi l′ornamento suo, e suo riposo il combattere, né senz′arme poteva vivere un momento), vide venire alla sua volta un cavaliere per tutto armato, il quale portava dipinta nello scudo una luna risplendente. Fattosi questi da vicino tanto da poter essere inteso, e rivolgendosi a don Chisciotte, disse con sonora voce:
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Insigne caballero y jamás como se debe alabado don Quijote de la Mancha, yo soy el Caballero de la Blanca Luna, cuyas inauditas hazañas quizá te le habrán traído a la memoria. Vengo a contender contigo y a probar la fuerza de tus brazos, en razón de hacerte conocer y confesar que mi dama, sea quien fuere, es sin comparación más hermosa que tu Dulcinea del Toboso; la cual verdad si tú la confiesas de llano en llano, escusarás tu muerte y el trabajo que yo he de tomar en dártela; y si tú peleares y yo te venciere, no quiero otra satisfación sino que, dejando las armas y absteniéndote de buscar aventuras, te recojas y retires a tu lugar por tiempo de un año, donde has de vivir sin echar mano a la espada, en paz tranquila y en provechoso sosiego, porque así conviene al aumento de tu hacienda y a la salvación de tu alma; y si tú me vencieres, quedará a tu discreción mi cabeza, y serán tuyos los despojos de mis armas y caballo, y pasará a la tuya la fama de mis hazañas. Mira lo que te está mejor, y respóndeme luego, porque hoy todo el día traigo de término para despachar este negocio.
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— Insigne cavaliere e non mai abbastanza lodato don Chisciotte della Mancia, io sono il cavaliere dalla Bianca Luna, il cui nome già vi sarà noto per certo a cagione delle sue prodezze inaudite. Vengo a combattere con voi ed a provare il valore del vostro braccio per farvi conoscere e confessare che la mia dama, qualunque ella si sia, è senza paragone più bella di Dulcinea del Toboso; verità che se voi volontariamente confessate, scamperà voi dalla morte e me dal disturbo di darvela. Vengo qui a battermi in disfida, e se vi accingete a pugnare ed io vi vinco, altra soddisfazione non voglio se non che deponendo le armi e tralasciando di andar cercando venture, ve ne ritorniate nel vostro paese per l′intero corso di un anno, dove starete senza toccare la spada in disarmata pace e in utile riposo, come richiedono le cure delle vostre facoltà e la salvezza dell′anima vostra: se poi io resterò da voi vinto, porrò la mia testa alla vostra discrezione e vostro sarà lo spoglio delle mie armi e del destriero, e passerà nella vostra la fama delle mie illustri prodezze; guardate bene quello che vi conviene meglio, e rispondetemi incontanente, da che questo giorno solo mi è assegnato per dar compimento a così importante affare.»
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Don Quijote quedó suspenso y atónito, así de la arrogancia del Caballero de la Blanca Luna como de la causa por que le desafiaba; y con reposo y ademán severo le respondió.
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Attonito e sospeso restò don Chisciotte sì dall′arroganza del cavaliere dalla Bianca Luna, come dalla cagione per cui lo sfidava, e con gravità e con arcigno sembiante, rispose:
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Caballero de la Blanca Luna, cuyas hazañas hasta agora no han llegado a mi noticia, yo osaré jurar que jamás habéis visto a la ilustre Dulcinea; que si visto la hubiérades, yo sé que procurárades no poneros en esta demanda, porque su vista os desengañara de que no ha habido ni puede haber belleza que con la suya comparar se pueda; y así, no diciéndoos que mentís, sino que no acertáis en lo propuesto, con las condiciones que habéis referido, aceto vuestro desafío, y luego, porque no se pase el día que traéis determinado; y sólo exceto de las condiciones la de que se pase a mí la fama de vuestras hazañas, porque no sé cuáles ni qué tales sean con las mías me contento, tales cuales ellas son. Tomad, pues, la parte del campo que quisiéredes, que yo haré lo mesmo, y a quien Dios se la diere, San Pedro se la bendiga.
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— O cavaliere dalla Bianca Luna, le cui prodezze non sono giunte peranco a mia cognizione, io giurerei senza esitare che voi non vedeste mai l′illustre mia Dulcinea; che l′avessero i vostri occhi veduta non sareste tanto temerario di proporre la vostra disfida, e la sola sua vista vi trarrebbe d′inganno; poiché non vi è bellezza che possa paragonarsi a quella di Dulcinea. Non vi dirò che mentite, poiché non sapete quello che avete proposto; e dopo ciò alle condizioni da voi intimate accetto il combattimento, e subito, perché non valichi il giorno che solo vi resta; escludo però dai vostri patti quello che passi in me la fama di vostre prodezze, non sapendo io né quali, né quante si sieno, e delle mie mi contento tal quali sono. Ora pigliate pure la parte del campo che meglio vi aggrada, ed io farò lo stesso, e a chi Dio la dà, san Pietro la benedica.»
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Habían descubierto de la ciudad al Caballero de la Blanca Luna, y díchoselo al visorrey que estaba hablando con don Quijote de la Mancha. El visorrey, creyendo sería alguna nueva aventura fabricada por don Antonio Moreno, o por otro algún caballero de la ciudad, salió luego a la playa con don Antonio y con otros muchos caballeros que le acompañaban, a tiempo cuando don Quijote volvía las riendas a Rocinante para tomar del campo lo necesario.
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Erasi già divulgata per la città la venuta del cavaliere dalla Bianca Luna, e il viceré aveva già ricevuto l′avviso ch′egli stava a parlamento con don Chisciotte della Mancia. Giudicando il viceré che fosse questa qualche nuova ventura ordita da don Antonio Moreno o da qualche altro gentiluomo, recossi tosto alla spiaggia unitamente a don Antonio ed a molti cavalieri, e vi giunse appunto all′istante in cui don Chisciotte, volte le redini a Ronzinante, stava per prendere quel campo che gli si rendeva necessario.
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Viendo, pues, el visorrey que daban los dos señales de volverse a encontrar, se puso en medio, preguntándoles qué era la causa que les movía a hacer tan de improviso batalla. El Caballero de la Blanca Luna respondió que era precedencia de hermosura, y en breves razones le dijo las mismas que había dicho a don Quijote, con la acetación de las condiciones del desafío hechas por entrambas partes. Llegóse el visorrey a don Antonio, y preguntóle paso si sabía quién era el tal Caballero de la Blanca Luna, o si era alguna burla que querían hacer a don Quijote. Don Antonio le respondió que ni sabía quién era, ni si era de burlas ni de veras el tal desafío. Esta respuesta tuvo perplejo al visorrey en si les dejaría o no pasar adelante en la batalla; pero, no pudiéndose persuadir a que fuese sino burla, se apartó diciendo
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Vedendoli allora il viceré tutti e due in atto di volersi affrontare, si frappose e domandò loro per qual causa si fossero mossi a sì improvvisa battaglia. Rispose il cavaliere dalla Bianca Luna che trattavasi di precedenza di bellezza, e brevemente disse le cose medesime esposte prima a don Chisciotte, con l′accettazione della disfida, fatta da ambe le parti. Accostossi il viceré a don Antonio e con voce sommessa gli chiese se sapesse egli chi fosse quel cavaliere dalla Bianca Luna, e se si trattasse di qualche burla per togliersi spasso di don Chisciotte. Espose don Antonio che né sapeva chi colui fosse, né se quella disfida si facesse davvero o da giuoco. Questa risposta tenne perplesso il viceré se dovesse lasciar correre o impedire la zuffa; ma persuaso in cuor suo che fosse cosa da scherzo, si appartò dicendo:
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Señores caballeros, si aquí no hay otro remedio sino confesar o morir, y el señor don Quijote está en sus trece y vuestra merced el de la Blanca Luna en sus catorce, a la mano de Dios, y dense.
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— Signori cavalieri, se qua non vi è altro rimedio che confessare o morire, ed il signor don Chisciotte se ne sta nel suo tredici, e vossignoria dalla Bianca Luna, nel suo quattordici, alla buon′ora; si battano e si rompano la testa.»
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Agradeció el de la Blanca Luna con corteses y discretas razones al visorrey la licencia que se les daba, y don Quijote hizo lo mesmo; el cual, encomendándose al cielo de todo corazón y a su Dulcinea como tenía de costumbre al comenzar de las batallas que se le ofrecían, tornó a tomar otro poco más del campo, porque vio que su contrario hacía lo mesmo, y, sin tocar trompeta ni otro instrumento bélico que les diese señal de arremeter, volvieron entrambos a un mesmo punto las riendas a sus caballos; y, como era más ligero el de la Blanca Luna, llegó a don Quijote a dos tercios andados de la carrera, y allí le encontró con tan poderosa fuerza, sin tocarle con la lanza (que la levantó, al parecer, de propósito), que dio con Rocinante y con don Quijote por el suelo una peligrosa caída. Fue luego sobre él, y, poniéndole la lanza sobre la visera, le dijo.
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Il cavaliere dalla Bianca Luna con cortesi e sensate espressioni mostrossi grato alla licenza che dal viceré gli veniva concessa, e don Chisciotte fece lo stesso. Raccomandatosi questi di tutto cuore al Cielo ed alla sua Dulcinea, siccome usava sempre nel principio degli attacchi, tornò a pigliare un po′ più del campo, vedendo che altrettanto faceva il suo nemico, e senza suono di tromba o di altro istrumento guerresco, volsero ambedue le briglie ai loro cavalli. Siccome il destriero del cavalier dalla Bianca Luna era assai leggero, così raggiunse don Chisciotte ad oltre due terzi della carriera, e lo incontrò con forza sì prevalente, che senza toccarlo colla lancia (che per quanto poté giudicarsi, tenne a bella posta alzata) fece dare a don Chisciotte ed al suo Ronzinante uno stramazzone sonoro. Gli andò subito dopo sopra, e postagli la lancia contro la visiera, gli disse:
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Vencido sois, caballero, y aun muerto, si no confesáis las condiciones de nuestro desafío.
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— Siete vinto, cavaliere, ed anche morto, se non confessate le condizioni della nostra pugna.»
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Don Quijote, molido y aturdido, sin alzarse la visera, como si hablara dentro de una tumba, con voz debilitada y enferma, dijo.
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Don Chisciotte, pesto, stordito, senza alzarsi la visiera e come se parlasse dal di dentro di una tomba, con voce debole e inferma, rispose:
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Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer del mundo, y yo el más desdichado caballero de la tierra, y no es bien que mi flaqueza defraude esta verdad. Aprieta, caballero, la lanza, y quítame la vida, pues me has quitado la honra.
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— Dulcinea del Toboso è la più bella creatura che viva, e io il più sventurato cavaliere che cavalchi la terra: e non è bene che la mia debolezza defraudi la verità: stringi pure, o cavaliere, la lancia, toglimi la vita, da che mi togliesti l′onore.
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Eso no haré yo, por cierto dijo el de la Blanca Luna viva, viva en su entereza la fama de la hermosura de la señora Dulcinea del Toboso, que sólo me contento con que el gran don Quijote se retire a su lugar un año, o hasta el tiempo que por mí le fuere mandado, como concertamos antes de entrar en esta batalla.
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— Io nol farò per certo, soggiunse quello dalla Bianca Luna: viva, sì, nella integrità sua, viva la fama della bellezza della signora Dulcinea del Toboso; a me basta che il signor don Chisciotte si ritiri per un anno nel suo paese, o sino a tanto che gli sarà da me comandato, a norma dei nostri patti, prima di entrare nuovamente in battaglia.»
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Todo esto oyeron el visorrey y don Antonio, con otros muchos que allí estaban, y oyeron asimismo que don Quijote respondió que como no le pidiese cosa que fuese en perjuicio de Dulcinea, todo lo demás cumpliría como caballero puntual y verdadero.
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Udirono tutto questo il viceré, don Antonio e molti altri ch′erano presenti, e raccolsero ancora la seguente risposta di don Chisciotte: — Purché non si dimandi cosa che torni in pregiudizio di Dulcinea del Toboso, tutto io accordo da puntuale e leale cavaliere.»
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Hecha esta confesión, volvió las riendas el de la Blanca Luna, y, haciendo mesura con la cabeza al visorrey, a medio galope se entró en la ciudad.
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Ascoltata questa confessione, quello dalla Bianca Luna voltò la briglia, e abbassando il capo verso il viceré, rientrò a mezzo galoppo nella città.
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Mandó el visorrey a don Antonio que fuese tras él, y que en todas maneras supiese quién era. Levantaron a don Quijote, descubriéronle el rostro y halláronle sin color y trasudando. Rocinante, de puro malparado, no se pudo mover por entonces. Sancho, todo triste, todo apesarado, no sabía qué decirse ni qué hacerse parecíale que todo aquel suceso pasaba en sueños y que toda aquella máquina era cosa de encantamento. Veía a su señor rendido y obligado a no tomar armas en un año; imaginaba la luz de la gloria de sus hazañas escurecida, las esperanzas de sus nuevas promesas deshechas, como se deshace el humo con el viento. Temía si quedaría o no contrecho Rocinante, o deslocado su amo; que no fuera poca ventura si deslocado quedara. Finalmente, con una silla de manos, que mandó traer el visorrey, le llevaron a la ciudad, y el visorrey se volvió también a ella, con deseo de saber quién fuese el Caballero de la Blanca Luna, que de tan mal talante había dejado a don Quijote.
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Ordinò il principe a don Antonio che in ogni maniera tentasse di sapere chi costui fosse. Rizzarono poi don Chisciotte, gli scopersero la faccia, e lo trovarono scolorito e trasudato. Ronzinante non si poteva muovere, per essere stato troppo malconcio, e Sancio troppo sconsolato ed afflitto, non sapeva più né che dire, né che fare. Vedeva il suo signore abbattuto, vinto, obbligato a non prendere le armi per un anno, e tutto questo sembravagli un sogno o tutta macchina d′incantesimi. Stava considerando che rimaneva oscurata tutta la luce di gloria per tante imprese, disfatte, come si disfa il fumo dal vento, e svanite per conseguenza tutte le sue speranze: temeva infine che Ronzinante non avesse a restare per sempre storpiato, e storpiato o no, restavagli ognora il dubbio se il suo padrone potesse raddirizzarsi dopo quel colpo. Finalmente sopra una seggetta a mano fatta venire dal viceré, portarono don Chisciotte in città, né lo abbandonò il viceré stesso, sempre desideroso di sapere chi fosse quel cavaliere dalla Bianca Luna che aveva ridotto a sì mal partito il cavaliere dalla Trista Figura, il cavaliere dai Leoni, il famosissimo don Chisciotte della Mancia.
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II. Capítulo LXV. Donde se da noticia quién era el de la Blanca Luna, con la libertad de Don Gregorio, y de otros sucesos.
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CAPITOLO LXV SI VIENE A SAPERE CHI FOSSE IL CAVALIERE DALLA BIANCA LUNA, LIBERAZIONE DI DON GREGORIO ED ALTRI AVVENIMENTI.
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Siguió don Antonio Moreno al Caballero de la Blanca Luna, y siguiéronle también, y aun persiguiéronle, muchos muchachos, hasta que le cerraron en un mesón dentro de la ciudad. Entró el don Antonio con deseo de conocerle; salió un escudero a recebirle y a desarmarle; encerróse en una sala baja, y con él don Antonio, que no se le cocía el pan hasta saber quién fuese. Viendo, pues, el de la Blanca Luna que aquel caballero no le dejaba, le dijo
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Don Antonio Moreno tenne dietro al cavaliere dalla Bianca Luna, e lo seguitarono e perseguitarono molti ragazzi, finché lo videro entrare in un′osteria, nel centro della città. Don Antonio, desideroso assai di conoscerlo, si cacciò pure nell′osteria, ed intanto uno scudiere venne a disarmare l′incognito, che si rinserrò in una stanza a pian terreno. Don Antonio gli si mise d′attorno, che non poteva trovar posa sino a tanto che non arrivasse a saperne il nome. Ora vedendo quello dalla Bianca Luna che l′altro gli stava ostinatamente a lato, gli disse:
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Bien sé, señor, a lo que venís, que es a saber quién soy; y, porque no hay para qué negároslo, en tanto que este mi criado me desarma os lo diré, sin faltar un punto a la verdad del caso. Sabed, señor, que a mí me llaman el bachiller Sansón Carrasco; soy del mesmo lugar de don Quijote de la Mancha, cuya locura y sandez mueve a que le tengamos lástima todos cuantos le conocemos, y entre los que más se la han tenido he sido yo; y, creyendo que está su salud en su reposo y en que se esté en su tierra y en su casa, di traza para hacerle estar en ella; y así, habrá tres meses que le salí al camino como caballero andante, llamándome el Caballero de los Espejos, con intención de pelear con él y vencerle, sin hacerle daño, poniendo por condición de nuestra pelea que el vencido quedase a discreción del vencedor; y lo que yo pensaba pedirle, porque ya le juzgaba por vencido, era que se volviese a su lugar y que no saliese dél en todo un año, en el cual tiempo podría ser curado; pero la suerte lo ordenó de otra manera, porque él me venció a mí y me derribó del caballo, y así, no tuvo efecto mi pensamiento él prosiguió su camino, y yo me volví, vencido, corrido y molido de la caída, que fue además peligrosa; pero no por esto se me quitó el deseo de volver a buscarle y a vencerle, como hoy se ha visto. Y como él es tan puntual en guardar las órdenes de la andante caballería, sin duda alguna guardará la que le he dado, en cumplimiento de su palabra. Esto es, señor, lo que pasa, sin que tenga que deciros otra cosa alguna; suplícoos no me descubráis ni le digáis a don Quijote quién soy, porque tengan efecto los buenos pensamientos míos y vuelva a cobrar su juicio un hombre que le tiene bonísimo, como le dejen las sandeces de la caballería.
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— Signore, bene mi avviso che voi mi venite appresso per sapere ch′io mi sia: e non essendovi ragione alcuna di farvene un segreto, mentre questo mio servitore mi disarma, ve lo dirò colla più candida verità. Sappiate dunque che io mi chiamo il baccelliere Sansone Carrasco, e che sono dell′istesso paese di don Chisciotte, le cui pazzie e balordaggini muovono a compassione tutti quelli che lo conoscono, e me sopra tutti, persuaso come sono che dipender possa la sua salute dal suo riposo e dallo starsene nel suo paese e a casa sua. Ho studiato il modo di ottenere questo intento, e corrono già tre mesi da che escii alla campagna, fingendomi cavaliere errante, chiamandomi il cavaliere dagli Specchi, con intenzione di combattere seco lui, di vincere senza recargli nocumento, e di mettere per condizione della nostra battaglia che il vinto restasse alla discrezione del vincitore. Divisava allora di chiedergli (poiché lo riteneva già per vinto) che tornasse al suo paese, e che non escisse per un anno intero, nel qual tempo potesse essere medicato: ma la sorte dispose altrimenti, perché egli vinse me, e mi fece stramazzare da cavallo, né il mio proponimento ebbe effetto. Allora egli continuò baldanzoso delle sue follie, ed io tornai a casa vinto, smaccato e pesto per caduta assai pericolosa: ma non per questo venne meno in me il desiderio di tornare in traccia di lui e di abbatterlo come oggidì mi è riuscito e come voi avete veduto. Egli ch′è esattissimo nella osservanza delle leggi cavalleresche, sarà rigido esecutore senza dubbio di quella che gl′imposi in adempimento di sua parola, e questo o signore, è il fatto, senzaché mi resti altro a soggiungere. Ora, io vi prego quanto so e posso che non mi discopriate, né facciate sapere a don Chisciotte ch′io mi sia, affinché il mio disegno ottenga buon effetto e si possa veder tornato in cervello quest′uomo che lo ha ottimo, purché dia bando alle fantasticherie della cavalleria.
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¡Oh señor dijo don Antonio, Dios os perdone el agravio que habéis hecho a todo el mundo en querer volver cuerdo al más gracioso loco que hay en él! ¿No veis, señor, que no podrá llegar el provecho que cause la cordura de don Quijote a lo que llega el gusto que da con sus desvaríos? Pero yo imagino que toda la industria del señor bachiller no ha de ser parte para volver cuerdo a un hombre tan rematadamente loco; y si no fuese contra caridad, diría que nunca sane don Quijote, porque con su salud, no solamente perdemos sus gracias, sino las de Sancho Panza, su escudero, que cualquiera dellas puede volver a alegrar a la misma melancolía. Con todo esto, callaré, y no le diré nada, por ver si salgo verdadero en sospechar que no ha de tener efecto la diligencia hecha por el señor Carrasco.
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— Oh, signor mio, disse don Antonio, Dio vi perdoni il discapito che vi proponeste di recare a tutto il mondo col voler far rinsavire il più grazioso pazzo che possa trovarsi. Non vi accorgete, o signore, che il profitto della saviezza di don Chisciotte non sarebbe mai tanto grande quanto il gusto ch′egli dà a tutti co′ suoi vaneggiamenti? Io per altro credo che tutta l′accortezza del signor baccelliere non varrà a ridonare la sua ragione ad uomo fuori di cervello: e se non fosse contro la carità, vorrei che non guarisse mai don Chisciotte, perché colla sua sanità non solamente andremmo a perdere le sue facezie, ma quelle ancora di Sancio, suo scudiere, che sono di natura tale che una sola può mettere la gioia nella stessa melanconia; dopo tutto questo io prometto di tacere, né dirò certamente cosa alcuna, e starò a vedere se riesca vero il mio sospetto che non abbiano punto a conseguire il desiderato intento tutte le cure e le diligenze del signor Carrasco.»
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El cual respondió que ya una por una estaba en buen punto aquel negocio, de quien esperaba feliz suceso. Y, habiéndose ofrecido don Antonio de hacer lo que más le mandase, se despidió dél; y, hecho liar sus armas sobre un macho, luego al mismo punto, sobre el caballo con que entró en la batalla, se salió de la ciudad aquel mismo día y se volvió a su patria, sin sucederle cosa que obligue a contarla en esta verdadera historia.
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Rispose questi che l′affare poteva già dirsi bene incamminato, e che ne sperava fortunato successo: ed essendosi don Antonio offerto di fare quanto potesse da lui dipendere, e licenziatisi, fece Sansone legare sopra un mulo l′arme sue, se ne escì dalla città sul cavallo medesimo su cui era entrato in battaglia, e ritornò alla patria senzaché gl′intravvenisse cosa degna d′essere riportata in questa veritiera istoria.
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Contó don Antonio al visorrey todo lo que Carrasco le había contado, de lo que el visorrey no recibió mucho gusto, porque en el recogimiento de don Quijote se perdía el que podían tener todos aquellos que de sus locuras tuviesen noticia.
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Raccontò don Antonio al viceré quello che Carrasco gli aveva detto, del che egli sentì gran piacere, non senza osservare che per la ritirata di don Chisciotte sarebbe mancato quel diletto che potevano avere tutti quelli ai quali eran note le sue pazzie.
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Seis días estuvo don Quijote en el lecho, marrido, triste, pensativo y mal acondicionado, yendo y viniendo con la imaginación en el desdichado suceso de su vencimiento. Consolábale Sancho, y, entre otras razones, le dijo
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Sei giorni se ne stette don Chisciotte a letto, sbigottito, mesto, pensieroso e maltrattato, andando e tornando incessantemente col pensiero sul disgraziato successo della sua disfatta. Andavalo Sancio racconsolandolo, e fra le altre cose le diceva:
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Señor mío, alce vuestra merced la cabeza y alégrese, si puede, y dé gracias al cielo que, ya que le derribó en la tierra, no salió con alguna costilla quebrada; y, pues sabe que donde las dan las toman, y que no siempre hay tocinos donde hay estacas, dé una higa al médico, pues no le ha menester para que le cure en esta enfermedad volvámonos a nuestra casa y dejémonos de andar buscando aventuras por tierras y lugares que no sabemos; y, si bien se considera, yo soy aquí el más perdidoso, aunque es vuestra merced el más mal parado. Yo, que dejé con el gobierno los deseos de ser más gobernador, no dejé la gana de ser conde, que jamás tendrá efecto si vuesa merced deja de ser rey, dejando el ejercicio de su caballería; y así, vienen a volverse en humo mis esperanzas.
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— Signor mio, alzi la testa e se può si consoli e ringrazi Iddio, che essendogli piaciuto di farla stramazzare, non ne sia escito con qualche costola rotta; e poi ella sa bene che chi la fa l′aspetta, e che non vi è sempre carne secca dove sono gli uncini ai quali appenderla; e facciasi beffe del medico, ché per questa sorte di malattie non ve n′è bisogno, e torniamo a casa nostra, cessando di andar cercando venture per paesi e per luoghi sconosciuti: ché se bene la si consideri, nessuno ha perduto più di me, quantunque vossignoria sia stato peggio trattato. Anch′io dopo avere abbandonato il governo non sono più governatore; e quantunque mi fosse venuta la voglia di diventar conte, neppure questa avrà più effetto se vossignoria non diventa più re e se lascia l′esercizio della sua cavalleria; ed ecco anche le mie speranze convertitesi in fumo.
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Calla, Sancho, pues ves que mi reclusión y retirada no ha de pasar de un año; que luego volveré a mis honrados ejercicios, y no me ha de faltar reino que gane y algún condado que darte.
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— Di grazia, Sancio, sta cheto, disse don Chisciotte: ché già la mia reclusione e ritiro non ha a durare più di un anno; e compìto questo, tornerò ai miei onorati esercizi, né potrà mancarmi il conquisto di un regno, e quindi di qualche contea da regalarti.
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Dios lo oiga dijo Sancho, y el pecado sea sordo, que siempre he oído decir que más vale buena esperanza que ruin posesión.
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— Voglialo il Cielo, disse Sancio, ed il peccato sia sordo; ché sempre ho udito dire ch′è meglio buona speranza che cattivo possedimento.»
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En esto estaban cuando entró don Antonio, diciendo con muestras de grandísimo contento
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Si trattenevano in questi discorsi, quando entrò don Antonio, dicendo con apparenza di somma contentezza:
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¡Albricias, señor don Quijote, que don Gregorio y el renegado que fue por él está en la playa! ¿Qué digo en la playa? Ya está en casa del visorrey, y será aquí al momento.
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— Buone nuove, signor don Chisciotte, mentre don Gregorio, col rinnegato che andò per lui, è giunto salvo alla spiaggia: ma che dico alla spiaggia? egli si trova in casa del viceré, e lo vedremo qui a momenti.»
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Alegróse algún tanto don Quijote, y dijo
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Si rallegrò don Chisciotte un cotal poco e disse:
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En verdad que estoy por decir que me holgara que hubiera sucedido todo al revés, porque me obligara a pasar en Berbería, donde con la fuerza de mi brazo diera libertad no sólo a don Gregorio, sino a cuantos cristianos cautivos hay en Berbería. Pero, ¿qué digo, miserable? ¿No soy yo el vencido? ¿No soy yo el derribado? ¿No soy yo el que no puede tomar arma en un año? Pues, ¿qué prometo? ¿De qué me alabo, si antes me conviene usar de la rueca que de la espada?
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— In verità, sto per dire che bramato avrei che avvenuto fosse il contrario, mentre ciò mi avrebbe obbligato a passare in Barberia, dove col valore del mio braccio avrei donata la libertà non pure a don Gregorio, ma ben anche a quanti schiavi ivi si trovano. Ma che dico io, miserabile di me! Non sono io il vinto? Il caduto non sono io? Non sono io quello che per un intero anno non potrò più toccare arme? Dunque, e che voglio io promettere? Di che mi vanto ora che dovrò maneggiare la rocca in luogo della spada?
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Déjese deso, señor dijo Sancho viva la gallina, aunque con su pepita, que hoy por ti y mañana por mí; y en estas cosas de encuentros y porrazos no hay tomarles tiento alguno, pues el que hoy cae puede levantarse mañana, si no es que se quiere estar en la cama; quiero decir que se deje desmayar, sin cobrar nuevos bríos para nuevas pendencias. Y levántese vuestra merced agora para recebir a don Gregorio, que me parece que anda la gente alborotada, y ya debe de estar en casa.
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— Non si parli di queste cose, disse Sancio: viva la gallina per quanto abbia la pipita, che oggi per te, domani per me: e in questa materia d′incontri e di percosse non è alcuno che ne possa sapere il netto: perché colui che oggi stramazza per terra, può rizzarsi domani, quando non preferisce di starsene a letto; e voglio dire, di lasciarsi sbigottire senza pigliar nuovo animo per nuovi contrasti. Si alzi adesso vossignoria per ricevere don Gregorio, poiché mi pare che tutta la gente stia sottosopra, e debba essere già venuto in questa casa.»
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Y así era la verdad; porque, habiendo ya dado cuenta don Gregorio y el renegado al visorrey de su ida y vuelta, deseoso don Gregorio de ver a Ana Félix, vino con el renegado a casa de don Antonio; y, aunque don Gregorio, cuando le sacaron de Argel, fue con hábitos de mujer, en el barco los trocó por los de un cautivo que salió consigo; pero en cualquiera que viniera, mostrara ser persona para ser codiciada, servida y estimada, porque era hermoso sobremanera, y la edad, al parecer, de diez y siete o diez y ocho años. Ricote y su hija salieron a recebirle el padre con lágrimas y la hija con honestidad. No se abrazaron unos a otros, porque donde hay mucho amor no suele haber demasiada desenvoltura. Las dos bellezas juntas de don Gregorio y Ana Félix admiraron en particular a todos juntos los que presentes estaban. El silencio fue allí el que habló por los dos amantes, y los ojos fueron las lenguas que descubrieron sus alegres y honestos pensamientos.
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Diceva Sancio la verità, perché avendo già don Gregorio ed il rinnegato data notizia al viceré di sua andata e ritorno, desideroso il primo di vedere Anna Felice, erasi recato subito col rinnegato alla casa di don Antonio. Benché don Gregorio quando fu liberato da Algeri portasse ancora gli abiti di donna, li aveva però cambiati in barca con un prigioniero fuggito insieme con lui; ma in qualsivoglia modo fosse venuto, avrebbe fatto conoscere di esser egli persona degna di considerazione e di riguardo non ordinario, essendo bello oltre quanto si potesse mai dire e dell′età tra i diciasette e i diciotto anni. Andarono ad incontrarlo Ricotte e sua figlia; il padre colle lagrime agli occhi e la figliuola col più onesto contegno. Non seguirono abbracciamenti, perché dov′è grande amore non è ostentazione. Si facevano ammirare da tutti gli astanti le due bellezze di don Gregorio e di Anna Felice, l′una appresso all′altra; ed era eloquente il silenzio nei due amanti, e gli occhi erano le lingue che discoprivano i loro lieti e discreti pensieri.
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Contó el renegado la industria y medio que tuvo para sacar a don Gregorio; contó don Gregorio los peligros y aprietos en que se había visto con las mujeres con quien había quedado, no con largo razonamiento, sino con breves palabras, donde mostró que su discreción se adelantaba a sus años. Finalmente, Ricote pagó y satisfizo liberalmente así al renegado como a los que habían bogado al remo. Reincorporóse y redújose el renegado con la Iglesia, y, de miembro podrido, volvió limpio y sano con la penitencia y el arrepentimiento.
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Il rinnegato narrò l′industria ed i mezzi usati per far fuggire don Gregorio, e questi dipinse i pericoli e i cimenti nei quali trovossi colle donne fra cui era costretto di passare la vita: e tutto ciò senza lungo discorso, ma alle brevi, e mostrando un discernimento superiore all′età. Finalmente Ricotte pagò e diede larghi compensi tanto al rinnegato, come a quelli che avevano vogato al remo, ed il rinnegato con pienezza di cuore tornò in grembo alla Chiesa, e d′infetto membro si restituì sano colla penitenza e col pentimento.
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De allí a dos días trató el visorrey con don Antonio qué modo tendrían para que Ana Félix y su padre quedasen en España, pareciéndoles no ser de inconveniente alguno que quedasen en ella hija tan cristiana y padre, al parecer, tan bien intencionado. Don Antonio se ofreció venir a la corte a negociarlo, donde había de venir forzosamente a otros negocios, dando a entender que en ella, por medio del favor y de las dádivas, muchas cosas dificultosas se acaban.
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Passati due giorni, trattò il viceré con don Antonio del modo come Anna Felice e suo padre potessero restarsene in Ispagna, sembrandogli non essere inconveniente che dimorata vi fosse una giovine tanto cristiana ed un padre (a quanto pareva) fornito di sì buone intenzioni; si offerse don Antonio di recarsi alla Corte per trattare questo affare, dovendo già portarvisi a forza per altri suoi interessi, e fece credere che colà pel canale dei favori e dei donativi poteva condursi ogni difficile cosa a termine fortunato.
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No dijo Ricote, que se halló presente a esta plática hay que esperar en favores ni en dádivas, porque con el gran don Bernardino de Velasco, conde de Salazar, a quien dio Su Majestad cargo de nuestra expulsión, no valen ruegos, no promesas, no dádivas, no lástimas; porque, aunque es verdad que él mezcla la misericordia con la justicia, como él vee que todo el cuerpo de nuestra nación está contaminado y podrido, usa con él antes del cauterio que abrasa que del ungüento que molifica; y así, con prudencia, con sagacidad, con diligencia y con miedos que pone, ha llevado sobre sus fuertes hombros a debida ejecución el peso desta gran máquina, sin que nuestras industrias, estratagemas, solicitudes y fraudes hayan podido deslumbrar sus ojos de Argos, que contino tiene alerta, porque no se le quede ni encubra ninguno de los nuestros, que, como raíz escondida, que con el tiempo venga después a brotar, y a echar frutos venenosos en España, ya limpia, ya desembarazada de los temores en que nuestra muchedumbre la tenía. ¡Heroica resolución del gran Filipo Tercero, y inaudita prudencia en haberla encargado al tal don Bernardino de Velasco!
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— No, disse Ricotte, presente a questo discorso, nulla è da sperarsi dalle protezioni e dai regali, da che appresso il grande don Bernardino di Valasco, conte di Salazar, ch′ebbe dalla Maestà sua l′incarico del nostro bando, preghi non valgono, né hanno efficacia veruna le promesse, gl′intercessori e la compassione.
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Una por una, yo haré, puesto allá, las diligencias posibles, y haga el cielo lo que más fuere servido dijo don Antonio. Don Gregorio se irá conmigo a consolar la pena que sus padres deben tener por su ausencia; Ana Félix se quedará con mi mujer en mi casa, o en un monasterio, y yo sé que el señor visorrey gustará se quede en la suya el buen Ricote, hasta ver cómo yo negocio.
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— Per concludere, soggiunse allora don Antonio, quando io sarò alla Corte userò le possibili diligenze: e faccia il Cielo ciò che più gli piaccia: ma intanto don Gregorio verrà meco a consolare il dolore in cui sono immersi i suoi genitori per la sua lontananza. Compagna di mia moglie resterà in casa mia o passerà in un monastero Anna Felice, e spero che piacerà al viceré di lasciare in casa sua il buon Ricotte fino a tanto che si vedrà l′effetto delle mie cure.»
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El visorrey consintió en todo lo propuesto, pero don Gregorio, sabiendo lo que pasaba, dijo que en ninguna manera podía ni quería dejar a doña Ana Félix; pero, teniendo intención de ver a sus padres, y de dar traza de volver por ella, vino en el decretado concierto. Quedóse Ana Félix con la mujer de don Antonio, y Ricote en casa del visorrey.
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Acconsentì il viceré a quanto venne proposto; ma don Gregorio, sapendo come andava la cosa, protestò alle prime che non voleva, né poteva a patto alcuno lasciare donna Felice, ma che intanto si sarebbe di buona voglia recato a rivedere i suoi genitori per trovare poi modo di venire per lei. Rimasero Anna Felice colla moglie di don Antonio, Ricotte in casa del viceré e don Antonio partì.
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Llegóse el día de la partida de don Antonio, y el de don Quijote y Sancho, que fue de allí a otros dos; que la caída no le concedió que más presto se pusiese en camino. Hubo lágrimas, hubo suspiros, desmayos y sollozos al despedirse don Gregorio de Ana Félix. Ofrecióle Ricote a don Gregorio mil escudos, si los quería; pero él no tomó ninguno, sino solos cinco que le prestó don Antonio, prometiendo la paga dellos en la corte. Con esto, se partieron los dos, y don Quijote y Sancho después, como se ha dicho don Quijote desarmado y de camino, Sancho a pie, por ir el rucio cargado con las armas.
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Dopo due giorni si misero in viaggio anche don Chisciotte e Sancio perché la caduta non permise a don Chisciotte di affrettare il suo cammino. Vi furono e sospiri e svenimenti e singhiozzi al dividersi di don Gregorio da Anna Felice, e Ricotte offrì a don Gregorio mille scudi se li bramava, ma egli non ne volle pur uno; soltanto se ne fece prestare cinque da don Antonio; promettendogliene la restituzione alla Corte. Con ciò partirono i due, e poco dopo don Chisciotte e Sancio, come si è detto: don Chisciotte disarmato, e Sancio a piedi, perché il leardo era stato caricato colle armi del suo padrone.
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II. Capítulo LXVI. Que trata de lo que verá el que lo leyere, o lo oirá el que lo escuchare leer.
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<CAPITOLO LXVI TRATTASI DI QUELLO CHE VEDRÀ CHI LEGGE O SARÀ PER UDIRE CHI SI FARÀ LEGGERE.
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Al salir de Barcelona, volvió don Quijote a mirar el sitio donde había caído, y dijo.
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Allorché don Chisciotte uscì di Barcellona, si voltò a guardare il sito dov′era caduto, e disse:
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¡Aquí fue Troya! ¡Aquí mi desdicha, y no mi cobardía, se llevó mis alcanzadas glorias; aquí usó la fortuna conmigo de sus vueltas y revueltas; aquí se escurecieron mis hazañas; aquí, finalmente, cayó mi ventura para jamás levantarse.
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— Qua fu Troia, qua la sventura mia e non la mia viltà mi tolse i trofei e le conquiste; qui la sorte usò meco de′ suoi dritti e de′ suoi torti, qua si oscurò la luce delle mie prodezze; qua infine cadde la mia ventura per non rialzarsi mai più.»
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Oyendo lo cual Sancho, dijo.
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Ciò udendo Sancio, soggiunse:
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Tan de valientes corazones es, señor mío, tener sufrimiento en las desgracias como alegría en las prosperidades; y esto lo juzgo por mí mismo, que si cuando era gobernador estaba alegre, agora que soy escudero de a pie, no estoy triste; porque he oído decir que esta que llaman por ahí Fortuna es una mujer borracha y antojadiza, y, sobre todo, ciega, y así, no vee lo que hace, ni sabe a quién derriba, ni a quién ensalza.
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— Tanto è da bravi cuori, signor mio, l′avere pazienza nelle disgrazie come allegrezza nelle prosperità: e questo lo sostengo per la mia propria esperienza, che se io stava allegro quando ero governatore, non mi abbandono però alla malinconia ora che sono scudiere e a piedi. Ho inteso dire che quella che si chiama Fortuna è femmina briaca e capricciosa, e soprattutto cieca, ond′è che non vede quello che fa, né sa chi abbatta o chi innalzi.
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Muy filósofo estás, Sancho respondió don Quijote, muy a lo discreto hablas no sé quién te lo enseña. Lo que te sé decir es que no hay fortuna en el mundo, ni las cosas que en él suceden, buenas o malas que sean, vienen acaso, sino por particular providencia de los cielos, y de aquí viene lo que suele decirse que cada uno es artífice de su ventura. Yo lo he sido de la mía, pero no con la prudencia necesaria, y así, me han salido al gallarín mis presunciones; pues debiera pensar que al poderoso grandor del caballo del de la Blanca Luna no podía resistir la flaqueza de Rocinante. Atrevíme en fin, hice lo que puede, derribáronme, y, aunque perdí la honra, no perdí, ni puedo perder, la virtud de cumplir mi palabra. Cuando era caballero andante, atrevido y valiente, con mis obras y con mis manos acreditaba mis hechos; y agora, cuando soy escudero pedestre, acreditaré mis palabras cumpliendo la que di de mi promesa. Camina, pues, amigo Sancho, y vamos a tener en nuestra tierra el año del noviciado, con cuyo encerramiento cobraremos virtud nueva para volver al nunca de mí olvidado ejercicio de las armas.
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— Sancio, tu sputi fuori troppa sapienza, disse don Chisciotte, né so da chi tu abbia imparate tante cose; quello che io debbo dirti si è che non si dà fortuna in questo misero mondo, né le cose che qua giù accadono, buone o cattive, vengono a caso, ma per singolare provvidenza del Cielo; e da ciò nasce quello che si suole d′ordinario dire, che ognuno è l′artefice di sua ventura. Io lo fui della mia, non però colla necessaria prudenza, e quindi mi hanno guidato a mal partito le mie presunzioni; mentre io doveva por mente che la fiacchezza del mio Ronzinante non avrebbe potuto far fronte alla straordinaria grandezza del cavallo di quello della Bianca Luna. Mi arrischiai al cimento, feci quanto potei, fui scavalcato; ma tuttoché io abbia perduto l′onore, non mancherà in me la virtù di mantenere la parola che ho data. Quando io era cavaliere errante, da intraprendente e valoroso accreditavo ogni azione colle mie opere e colle mie mani, e adesso che mi trovo essere cavaliere pedestre, darò credito alle mie parole col fedele adempimento delle promesse. Cammina pertanto, o amico Sancio, e andiamo a compiere nel nostro paese l′anno del noviziato, dove raccoglieremo nuove virtù per tornarcene poi all′esercizio delle armi; ché io non sono per abbandonarlo giammai.
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Señor respondió Sancho, no es cosa tan gustosa el caminar a pie, que me mueva e incite a hacer grandes jornadas. Dejemos estas armas colgadas de algún árbol, en lugar de un ahorcado, y, ocupando yo las espaldas del rucio, levantados los pies del suelo, haremos las jornadas como vuestra merced las pidiere y midiere; que pensar que tengo de caminar a pie y hacerlas grandes es pensar en lo escusado.
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— Signore, Sancio rispose, per dire la verità non è cosa troppo gustosa questo camminare a piedi, né si può a questo modo far viaggio sollecito: potremmo lasciare le nostre armi attaccate ad alcuno di questi alberi in cambio di un impiccato; ché montando in sul leardo coi piedi alzati da terra faremmo le giornate corte; mentre il voler pensare che io abbia da andare a piedi e far presto, egli è un volere le cose contro natura.
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Bien has dicho, Sancho respondió don Quijote cuélguense mis armas por trofeo, y al pie dellas, o alrededor dellas, grabaremos en los árboles lo que en el trofeo de las armas de Roldán estaba escrito.
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— Tu dici bene, o Sancio, rispose don Chisciotte; si appendano pure le armi mie per insegna, e appiedi od all′intorno di esse incideremo negli alberi ciò che nel trofeo delle armi d′Orlando stava scritto:
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Nadie las muev.
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Nessun le mova
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que estar no pueda con Roldán a prueba.
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Che star non possa con Orlando a prova.
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Todo eso me parece de perlas respondió Sancho; y, si no fuera por la falta que para el camino nos había de hacer Rocinante, también fuera bien dejarle colgado.
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— Parmi che tutto questo andrà benissimo, rispose Sancio: e se non fosse che la necessità ci obbliga a tenere con noi Ronzinante, egli sarebbe bene d′impiccarlo esso pure.
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¡Pues ni él ni las armas replicó don Quijote quiero que se ahorquen, porque no se diga que a buen servicio, mal galardón.
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— Taci, taci, replicò don Chisciotte; che già mi avviso di non volere che s′impicchino né armi, né Ronzinante, acciocché non si dica: A buon servigio mal guiderdone.
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Muy bien dice vuestra merced respondió Sancho, porque, según opinión de discretos, la culpa del asno no se ha de echar a la albarda; y, pues deste suceso vuestra merced tiene la culpa, castíguese a sí mesmo, y no revienten sus iras por las ya rotas y sangrientas armas, ni por las mansedumbres de Rocinante, ni por la blandura de mis pies, queriendo que caminen más de lo justo.
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— Vossignoria, rispose Sancio, parla per eccellenza: perché, secondo il parere dei prudenti, la colpa dell′asino non resta a carico della bardella; e poiché la colpa n′è tutta di vossignoria, perciò ella castighi se stesso e non rovesci la sua collera sulle armi rotte e insanguinate, né sulla docilità del cavallo, né sulla tenerezza dei miei piedi, esigendo che camminino oltre il dovere.»
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En estas razones y pláticas se les pasó todo aquel día, y aun otros cuatro, sin sucederles cosa que estorbase su camino; y al quinto día, a la entrada de un lugar, hallaron a la puerta de un mesón mucha gente, que, por ser fiesta, se estaba allí solazando. Cuando llegaba a ellos don Quijote, un labrador alzó la voz diciendo.
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Con queste ed altre confabulazioni si consumò tutto quel giorno non solo, ma quattro altri ancora, senzaché accadesse cosa che impedisse il viaggio; ma al quinto giorno, nell′entrare in un paese i viaggiatori trovarono alla porta di un′osteria molta gente, che per essere dì festivo se ne stava colà a sollazzo. Erasi già don Chisciotte avvicinato, quando un contadino con voce alta disse:
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Alguno destos dos señores que aquí vienen, que no conocen las partes, dirá lo que se ha de hacer en nuestra apuesta.
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— Qualcuno di questi due signori che adesso vengono, e che non conoscono le nostre differenze, dirà quello che si debba fare nella nostra scommessa.
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Sí diré, por cierto respondió don Quijote, con toda rectitud, si es que alcanzo a entenderla.
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— Lo dirò volentieri, rispose don Chisciotte, e con equità, quando io sappia di che si tratti.
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« Es, pues, el caso dijo el labrador, señor bueno, que un vecino deste lugar, tan gordo que pesa once arrobas, desafió a correr a otro su vecino, que no pesa más que cinco. Fue la condición que habían de correr una carrera de cien pasos con pesos iguales; y, habiéndole preguntado al desafiador cómo se había de igualar el peso, dijo que el desafiado, que pesa cinco arrobas, se pusiese seis de hierro a cuestas, y así se igualarían las once arrobas del flaco con las once del gordo.
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— Il caso è questo, mio buon signore, disse il contadino: un abitante di questo paese, ch′è tanto grasso che pesa dugentosettantacinque libbre, sfidò a correre altro suo vicino, che non ne pesa più di centoventicinque, e fu la condizione che dovessero correre cento passi di carriera carichi di peso uguale; e avendo dimandato allo sfidatore come avessi ad aggiustare il peso, disse che lo sfidato che pesa centoventicinque libbre se ne mettesse addosso centocinquanta di ferro; e così si aggiusterebbero le centoventicinque del magro colle dugentosettantacinque del grasso.
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Eso no dijo a esta sazón Sancho, antes que don Quijote respondiese. Y a mí, que ha pocos días que salí de ser gobernador y juez, como todo el mundo sabe, toca averiguar estas dudas y dar parecer en todo pleito.
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— Oh questo no, disse Sancio prima che rispondesse don Chisciotte, e tocca a me che da pochi giorni cessai di essere governatore, come tutti sanno, a decidere questi dubbi e a pronunziare la sentenza su questi litigi.
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Responde en buen hora dijo don Quijote, Sancho amigo, que yo no estoy para dar migas a un gato, según traigo alborotado y trastornado el juicio.
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— Decidi pure in buon′ora, Sancio amico, disse don Chisciotte, ché io non mi sento di poter dare i bricioli al gatto: tanto sconvolto e indebolito ho il povero mio cervello.
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Con esta licencia, dijo Sancho a los labradores, que estaban muchos alrededor dél la boca abierta, esperando la sentencia de la suya.
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— Con questa persuasione, disse Sancio rivolto ai contadini che gli stavano d′intorno colla bocca aperta, io sono a dirvi che la dimanda del grasso non dà nel verosimile,
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Hermanos, lo que el gordo pide no lleva camino, ni tiene sombra de justicia alguna; porque si es verdad lo que se dice, que el desafiado puede escoger las armas, no es bien que éste las escoja tales que le impidan ni estorben el salir vencedor; y así, es mi parecer que el gordo desafiador se escamonde, monde, entresaque, pula y atilde, y saque seis arrobas de sus carnes, de aquí o de allí de su cuerpo, como mejor le pareciere y estuviere; y desta manera, quedando en cinco arrobas de peso, se igualará y ajustará con las cinco de su contrario, y así podrán correr igualmente.
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né ha ombra di giustizia, perché se vero è quello che si suol dire, che lo sfidato ha la scelta delle armi, non è bene che costui le scelga tali che impediscano il conseguimento della vittoria: io porto opinione che il grasso sfidatore si sbucci, mondi, diradi, ripulisca, allestisca, e cavi centocinquanta libbre delle sue carni da questa o quella parte del suo corpo, come meglio gli piace, e restando così sole centoventicinque libbre di peso, si faranno giuste ed eguali le centoventicinque del suo contrario, e a questo modo potranno correre in pari grado.
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¡Voto a tal dijo un labrador que escuchó la sentencia de Sancho que este señor ha hablado como un bendito y sentenciado como un canónigo! Pero a buen seguro que no ha de querer quitarse el gordo una onza de sus carnes, cuanto más seis arrobas.
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— Viva Dio, disse un contadino, che questo signore ha parlato come un benedetto ed ha pronunciato sentenza da canonico: ma io scommetterei che il grasso non si vorrà levare non che centocinquanta libbre, ma neppure un′oncia sola delle sue carni.
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Lo mejor es que no corran respondió otro, porque el flaco no se muela con el peso, ni el gordo se descarne; y échese la mitad de la apuesta en vino, y llevemos estos señores a la taberna de lo caro, y sobre mí la capa cuando llueva.
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— Il meglio che si potrebbe fare, disse allora un altro, sarebbe che non corressero punto né poco, acciocché il magro non si straccasse col peso, né il grasso si scarnasse, e che si spendesse piuttosto la metà della scommessa in tanto vino, e che menassimo questi signori a qualche osteria dove se ne trova del buono: e mettetemi sopra a me la cappa se piove.
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Yo, señores respondió don Quijote, os lo agradezco, pero no puedo detenerme un punto, porque pensamientos y sucesos tristes me hacen parecer descortés y caminar más que de paso.
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— Io, o signori, rispose don Chisciotte, vi ringrazio, ma non posso trattenermi né anche un momento solo, mentre molti pensieri e avvenimenti funesti mi fanno essere scortese; né ora potrei occuparmi di altro che dell′affrettare il mio cammino.»
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Y así, dando de las espuelas a Rocinante, pasó adelante, dejándolos admirados de haber visto y notado así su estraña figura como la discreción de su criado, que por tal juzgaron a Sancho. Y otro de los labradores dijo.
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Diede degli sproni al suo Ronzinante, passò innanzi lasciando tutti maravigliati di avere veduto e notato sì la figura sua stravagante, come l′acutezza del suo servitore; che per tale giudicarono Sancio. Un altro di quei contadini disse:
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Si el criado es tan discreto, ¡cuál debe de ser el amo! Yo apostaré que si van a estudiar a Salamanca, que a un tris han de venir a ser alcaldes de corte; que todo es burla, sino estudiar y más estudiar, y tener favor y ventura; y cuando menos se piensa el hombre, se halla con una vara en la mano o con una mitra en la cabeza.
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— Se il servitore è tanto prudente, che cosa sarà mai il padrone? Io giurerei che se vanno a studiare a Salamanca diventano alcadi di Corte, come è bere un uovo; che ogni cosa è burla fuorché lo studiare e ristudiare, e avere favore e ventura; poi, quando l′uomo meno se l′aspetta, si trova con un governo in mano o con una mitra in testa.»
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Aquella noche la pasaron amo y mozo en mitad del campo, al cielo raso y descubierto; y otro día, siguiendo su camino, vieron que hacia ellos venía un hombre de a pie, con unas alforjas al cuello y una azcona o chuzo en la mano, propio talle de correo de a pie; el cual, como llegó junto a don Quijote, adelantó el paso, y medio corriendo llegó a él, y, abrazándole por el muslo derecho, que no alcanzaba a más, le dijo, con muestras de mucha alegría.
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Là passarono quella notte, padrone e servitore, in mezzo alla campagna, a cielo scoperto, e continuando nel dì seguente il viaggio, videro venire alla volta loro un uomo a piedi, con un paio di bisacce al collo, un bastone in mano con puntale di ferro, ed in arnese propriamente da corriere a piedi. Quando fu da vicino, e conobbe don Chisciotte, accelerò tosto il passo, e vennegli frettoloso incontro, e abbracciandolo per la coscia dritta (ché altrimenti fare non poteva), gli disse con segni di grande allegrezza:
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¡Oh mi señor, y qué gran contento ha de llegar al corazón de mi señor el duque cuando sepa que vuestra merced vuelve a su castillo, que todavía se está en él con mi señora la duquesa.
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— Ah, mio signor don Chisciotte della Mancia! ah che grande contento ha da arrivare fino al cuore del mio signor duca quando sappia che vossignoria torna al suo castello, dove egli sta tuttavia colla mia signora duchessa!
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No os conozco, amigo respondió don Quijote, ni sé quién sois, si vos no me lo decís.
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— Amico, io non vi conosco, rispose don Chisciotte, né so chi voi vi siate se voi non me lo dite.
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Yo, señor don Quijote respondió el correo, soy Tosilos, el lacayo del duque mi señor, que no quise pelear con vuestra merced sobre el casamiento de la hija de doña Rodríguez.
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— Io, rispose il corriere, io sono Tosilo, lo staffiere del mio signor duca, quello che non volle combattere con vossignoria quando si trattò del matrimonio della figliuola di donna Rodrighez.
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¡Válame Dios! dijo don Quijote. ¿Es posible que sois vos el que los encantadores mis enemigos transformaron en ese lacayo que decís, por defraudarme de la honra de aquella batalla?
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— Dio mi aiuti: disse don Chisciotte: e com′è possibile che voi siate quello che i miei nemici incantatori trasformarono nello staffiere che dite per defraudarmi dell′onore della battaglia?
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Calle, señor bueno replicó el cartero, que no hubo encanto alguno ni mudanza de rostro ninguna tan lacayo Tosilos entré en la estacada como Tosilos lacayo salí della. Yo pensé casarme sin pelear, por haberme parecido bien la moza, pero sucedióme al revés mi pensamiento, pues, así como vuestra merced se partió de nuestro castillo, el duque mi señor me hizo dar cien palos por haber contravenido a las ordenanzas que me tenía dadas antes de entrar en la batalla, y todo ha parado en que la muchacha es ya monja, y doña Rodríguez se ha vuelto a Castilla, y yo voy ahora a Barcelona, a llevar un pliego de cartas al virrey, que le envía mi amo. Si vuestra merced quiere un traguito, aunque caliente, puro, aquí llevo una calabaza llena de lo caro, con no sé cuántas rajitas de queso de Tronchón, que servirán de llamativo y despertador de la sed, si acaso está durmiendo.
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— Di grazia, non dite questo, mio buon signore, replicò il corriere, che non fu incanto di sorta, né alcuna mutazione di viso, ma io entrai Tosilo staffiere nello steccato, e Tosilo staffiere ne uscii. Allora pensai di maritarmi senza combattere, per essermi piaciuta la giovane, ma il mio pensiero mi riuscì a rovescio, perché non era appena partito vossignoria dal castello, che il mio signor duca mi fece dare di cento legnate per avere trasgredito gli ordini impartitimi prima di entrare in battaglia, e terminò quel negozio. La ragazza si è fatta monaca, donna Rodrighez è tornata in Castiglia, ed io passo adesso a Barcellona per portare un mazzo di lettere al viceré che gli sono dirette dal mio padrone. Se vossignoria volesse bere un poco, io ne ho una zucchetta piena di buono e pretto, sebbene un po′ caldo, ed ho alquante scheggie di cacio di Lucardo che farebbero venire la sete ad un addormentato.
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Quiero el envite dijo Sancho, y échese el resto de la cortesía, y escancie el buen Tosilos, a despecho y pesar de cuantos encantadores hay en las Indias.
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— Accetto io l′invito, disse Sancio, e vada il resto della cortesia, e mesca allegramente il buon Tosilo a dispetto di tutti gl′incantatori che stanno nelle Indie.
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En fin dijo don Quijote, tú eres, Sancho, el mayor glotón del mundo y el mayor ignorante de la tierra, pues no te persuades que este correo es encantado, y este Tosilos contrahecho. Quédate con él y hártate, que yo me iré adelante poco a poco, esperándote a que vengas.
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— Insomma, disse don Chisciotte, tu sei, o Sancio, il più gran ghiottone ed il più gran ignorante che viva. Non capisci tu che questo corriere è incantato, e questo è un Tosilo contraffatto? Sta pure con lui se ti piace, e satollati, ché io mi avvierò innanzi adagio adagio, aspettando che tu mi raggiunga.»
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Rióse el lacayo, desenvainó su calabaza, desalforjó sus rajas, y, sacando un panecillo, él y Sancho se sentaron sobre la yerba verde, y en buena paz compaña despabilaron y dieron fondo con todo el repuesto de las alforjas, con tan buenos alientos, que lamieron el pliego de las cartas, sólo porque olía a queso. Dijo Tosilos a Sancho.
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Lo staffiere si mise a ridere, cavò fuori la sua zucca, sbisacciò le scheggie di cacio e un pane, e sdraiatosi con Sancio sull′erba, in santa pace e buona compagnia diedero fondo a tutta la provvigione con sì buon appetito, che leccarono anche il mezzo delle lettere solo perché sapeva di cacio. Tosilo diceva a Sancio:
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Sin duda este tu amo, Sancho amigo, debe de ser un loco.
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— Questo tuo padrone, amico mio, deve essere senza dubbio un pazzo.
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¿Cómo debe? respondió Sancho. No debe nada a nadie, que todo lo paga, y más cuando la moneda es locura. Bien lo veo yo, y bien se lo digo a él; pero, ¿qué aprovecha? Y más agora que va rematado, porque va vencido del Caballero de la Blanca Luna.
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— Come deve? rispondeva Sancio: egli non deve niente ad alcuno, ché paga ogni cosa, massime quando la moneta è pazzia. Io veggo le cose come sono, ed anche glielo dico, ma a che pro? E adesso tanto peggio ch′ella è finita, perché è stato vinto dal cavaliere dalla Bianca Luna.»
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Rogóle Tosilos le contase lo que le había sucedido, pero Sancho le respondió que era descortesía dejar que su amo le esperase; que otro día, si se encontrasen, habría lugar para ello. Y, levantándose, después de haberse sacudido el sayo y las migajas de las barbas, antecogió al rucio, y, diciendo a Dios′′, dejó a Tosilos y alcanzó a su amo, que a la sombra de un árbol le estaba esperando.
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Tosilo voleva esserne informato, ma Sancio gli rispose che sarebbe scortesia il farsi aspettare dal suo padrone, e che se si fossero incontrati un altro giorno, gli avrebbe raccontata ogni cosa. Rizzandosi dall′erba, dopo avere scosso il saio, e le briciole della barba, si mise innanzi il leardo, e dicendo: — Addio, Tosilo,» raggiunse il padrone, che sotto l′ombra di un albero lo stava aspettando.
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II. Capítulo LXVII. De la resolución que tomó don Quijote de hacerse pastor y seguir la vida del campo, en tanto que se pasaba el año de su promesa, con otros sucesos en verdad gustosos y buenos.
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CAPITOLO LXVI SI DETERMINA DON CHISCIOTTE DI FARSI PASTORE, E DI CONDURRE LA VITA TRA LE CAMPAGNE, FINCHÉ SCORRA L′ANNO DI SUA PROMESSA, CON ALTRI AVVENIMENTI PIACEVOLI E GUSTOSI.
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Si muchos pensamientos fatigaban a don Quijote antes de ser derribado, muchos más le fatigaron después de caído. A la sombra del árbol estaba, como se ha dicho, y allí, como moscas a la miel, le acudían y picaban pensamientos unos iban al desencanto de Dulcinea y otros a la vida que había de hacer en su forzosa retirada. Llegó Sancho y alabóle la liberal condición del lacayo Tosilos.
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Se tanti pensieri tenevano afflitto don Chisciotte prima ch′ei fosse fatto stramazzare, molti più lo tribolavano dopo la sua sconfitta. Stavasene, come si è detto, sotto un albero all′ombra, e quivi come mosche al mele, un′afflizione era da altra raggiunta, ed ora egli pensava al disincanto di Dulcinea, ora alla vita che dovrebbe fare nell′ozio a cui era obbligato. Lo raggiunse Sancio, e gli fece molti elogi della liberalità dello staffiere Tosilo.
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¿Es posible le dijo don Quijote que todavía, ¡oh Sancho!, pienses que aquél sea verdadero lacayo? Parece que se te ha ido de las mientes haber visto a Dulcinea convertida y transformada en labradora, y al Caballero de los Espejos en el bachiller Carrasco, obras todas de los encantadores que me persiguen. Pero dime agora ¿preguntaste a ese Tosilos que dices qué ha hecho Dios de Altisidora si ha llorado mi ausencia, o si ha dejado ya en las manos del olvido los enamorados pensamientos que en mi presencia la fatigaban?
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— Ed è dunque possibile, o Sancio, dissegli don Chisciotte, che ti sii fitto in capo che colui sia vero e reale staffiere? Si vede bene che ti è uscito di mente d′aver veduto Dulcinea convertita e trasformata in contadina, e il cavaliere dagli Specchi nel baccelliere Sansone Carrasco: opere tutte degl′incantatori che mi perseguitano, ma dimmi un poco: chiedesti tu a questo tuo Tosilo che cosa sia accaduto di Altisidora? se pianse per la mia assenza, se ha dati all′oblio gl′innamorati pensieri che, me presente, la tormentavano?
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No eran respondió Sancho los que yo tenía tales que me diesen lugar a preguntar boberías. ¡Cuerpo de mí!, señor, ¿está vuestra merced ahora en términos de inquirir pensamientos ajenos, especialmente amorosos?
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— Oh, i pensieri che io aveva in testa, disse Sancio, non mi lasciarono tempo d′informarmi di queste inezie; e poi, per l′anima mia, mi pare, signor mio, che adesso dovrebbe vossignoria occuparsi di altro che d′inezie amorose.
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Mira, Sancho dijo don Quijote, mucha diferencia hay de las obras que se hacen por amor a las que se hacen por agradecimiento. Bien puede ser que un caballero sea desamorado, pero no puede ser, hablando en todo rigor, que sea desagradecido. Quísome bien, al parecer, Altisidora; diome los tres tocadores que sabes, lloró en mi partida, maldíjome, vituperóme, quejóse, a despecho de la vergüenza, públicamente señales todas de que me adoraba, que las iras de los amantes suelen parar en maldiciones. Yo no tuve esperanzas que darle, ni tesoros que ofrecerle, porque las mías las tengo entregadas a Dulcinea, y los tesoros de los caballeros andantes son, como los de los duendes, aparentes y falsos, y sólo puedo darle estos acuerdos que della tengo, sin perjuicio, pero, de los que tengo de Dulcinea, a quien tú agravias con la remisión que tienes en azotarte y en castigar esas carnes, que vea yo comidas de lobos, que quieren guardarse antes para los gusanos que para el remedio de aquella pobre señora.
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— Tu dèi riflettere, o Sancio, rispose don Chisciotte, che corre gran differenza dalle opere che si fanno per amore a quelle che provengono da gratitudine: e può darsi benissimo che un cavaliere sia disamorato; ma, parlando con istretto rigore, egli non può essere mai ingrato e sconoscente. Altisidora, per quanto si è veduto, mi volle bene: mi donò le tre cuffie che tu sai, pianse alla mia partenza, mi maledisse, mi vituperò, e a dispetto del pudore mandò pubblici lamenti: segni tutti che mi adorava; giacché gli sdegni degli amanti sogliono finire in maledizioni. Io non mi sono trovato in caso, né di darle speranze né di offrirle tesori, perché le prime furono da me serbate a Dulcinea, e i tesori dei cavalieri erranti sono come quelli dei folletti, apparenti cioè e fallaci: e mi è permesso unicamente mostrare il pegno che da lei tengo, senza pregiudizio però di quello che mi venne da Dulcinea. Ah, Dulcinea! tu sei il bersaglio delle offese di costui che in vituperevole guisa è sempre restio a volersi frustare e a castigare queste sue carni, che possa io vederle divorate dai lupi, poi che vogliono serbarsi a pascolo dei vermi piuttostoché adoperarsi a conforto di una sventurata!
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Señor respondió Sancho, si va a decir la verdad, yo no me puedo persuadir que los azotes de mis posaderas tengan que ver con los desencantos de los encantados, que es como si dijésemos "Si os duele la cabeza, untaos las rodillas". A lo menos, yo osaré jurar que en cuantas historias vuesa merced ha leído que tratan de la andante caballería no ha visto algún desencantado por azotes; pero, por sí o por no, yo me los daré, cuando tenga gana y el tiempo me dé comodidad para castigarme.
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— Signor mio, disse Sancio, se debbo confessare la verità, io non mi posso mettere in testa che le frustate delle mie natiche abbiano che fare con i disincanti degl′incantati: ch′è come si dicesse: Se ti duole il capo, ungiti le ginocchia. Vorrei giurare che in quante storie vossignoria ha letto, e che trattano della cavalleria errante, non si è mai visto alcuno disincantato a prezzo di frustate ma comunque la cosa sia, io mi frusterò quando però me ne verrà la voglia, e ne abbia opportunità.
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Dios lo haga respondió don Quijote, y los cielos te den gracia para que caigas en la cuenta y en la obligación que te corre de ayudar a mi señora, que lo es tuya, pues tú eres mío.
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— Lo faccia il Cielo, rispose don Chisciotte, e ti presti egli favore affinché tu ti ravvegga e conosca l′obbligo che ti corre di aiutare la mia signora, ch′è anche tua, perché tu sei mio.»
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En estas pláticas iban siguiendo su camino, cuando llegaron al mesmo sitio y lugar donde fueron atropellados de los toros. Reconocióle don Quijote; dijo a Sancho.
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Andavano con questi ragionamenti seguitando il loro viaggio, quando giunsero al sito medesimo dove erano già stati scompigliati dai tori. Lo riconobbe don Chisciotte, e disse a Sancio:
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Éste es el prado donde topamos a las bizarras pastoras y gallardos pastores que en él querían renovar e imitar a la pastoral Arcadia, pensamiento tan nuevo como discreto, a cuya imitación, si es que a ti te parece bien, querría, ¡oh Sancho!, que nos convirtiésemos en pastores, siquiera el tiempo que tengo de estar recogido. Yo compraré algunas ovejas, y todas las demás cosas que al pastoral ejercicio son necesarias, y llamándome yo el pastor Quijotiz, y tú el pastor Pancino, nos andaremos por los montes, por las selvas y por los prados, cantando aquí, endechando allí, bebiendo de los líquidos cristales de las fuentes, o ya de los limpios arroyuelos, o de los caudalosos ríos. Daránnos con abundantísima mano de su dulcísimo fruto las encinas, asiento los troncos de los durísimos alcornoques, sombra los sauces, olor las rosas, alfombras de mil colores matizadas los estendidos prados, aliento el aire claro y puro, luz la luna y las estrellas, a pesar de la escuridad de la noche, gusto el canto, alegría el lloro, Apolo versos, el amor conceptos, con que podremos hacernos eternos y famosos, no sólo en los presentes, sino en los venideros siglos.
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«Il prato è questo dove noi c′incontrammo colle bizzarre pastorelle e coi pastori galanti che volevano rinnovare e imitare la pastorale Arcadia: pensiero nuovo altrettanto quanto prudente, ed a cui imitazione io vorrei, o Sancio, se tu approvi il divisamento, che noi ci convertissimo in pastori per tutto il tempo in cui sarò obbligato al ritiro. Io comprerò alquante pecore e le altre cose tutte che al pastorale esercizio son necessarie; mi chiamerò il pastore Chisciotizzo e tu il pastore Pancino, e ce ne andremo per i monti, per le selve e per i prati, qui cantando, querelandoci là, bevendo le onde dei liquidi cristalli delle fonti o dei limpidi ruscelli ovvero dei rapidi fiumi. Ci somministreranno le querce a larga mano le dolcissime loro frutta; ci serviranno di sedia i tronchi dei durissimi sugheri, di ombra i salici, di odore le rose e di tappeti gli spaziosi campi di mille colori dipinti. Sarà nostro alito l′aria chiara e pura; saranno luce la luna e le stelle a dispetto dell′oscurità della notte; avremo allegrezza nel gaudio e nel pianto, e c′inspirerà Apollo i versi e gli amorosi concetti coi quali potremo renderci famosi non pure nei secoli presenti, ma nei futuri.
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Pardiez dijo Sancho, que me ha cuadrado, y aun esquinado, tal género de vida; y más, que no la ha de haber aún bien visto el bachiller Sansón Carrasco y maese Nicolás el barbero, cuando la han de querer seguir, y hacerse pastores con nosotros; y aun quiera Dios no le venga en voluntad al cura de entrar también en el aprisco, según es de alegre y amigo de holgarse.
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— Perdinci, rispose Sancio, che questa maniera di vita sarebbe uno zucchero, e mi andrebbe proprio proprio a sangue; e scommetterei che il baccelliere Carrasco e maestro Nicolò barbiere, non l′avranno saputo appena, che verrà loro la frega di seguitarla e di farsi eglino ancora pastori con noi: e chi sa che non venga il grillo anche al signor curato di entrare nel branco, ch′egli è uomo di allegro umore e molto amico di darsi bel tempo.
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Tú has dicho muy bien dijo don Quijote; y podrá llamarse el bachiller Sansón Carrasco, si entra en el pastoral gremio, como entrará sin duda, el pastor Sansonino, o ya el pastor Carrascón; el barbero Nicolás se podrá llamar Miculoso, como ya el antiguo Boscán se llamó Nemoroso; al cura no sé qué nombre le pongamos, si no es algún derivativo de su nombre, llamándole el pastor Curiambro. Las pastoras de quien hemos de ser amantes, como entre peras podremos escoger sus nombres; y, pues el de mi señora cuadra así al de pastora como al de princesa, no hay para qué cansarme en buscar otro que mejor le venga; tú, Sancho, pondrás a la tuya el que quisieres.
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— Tu hai detto benissimo, soggiunse don Chisciotte, e il baccelliere Sansone Carrasco se entrerà nel pastorale grembo (ché vi entrerà senza dubbio), potremo chiamarlo il pastore Sansonino o il pastore Carrascone. Nicolò barbiere potrà intitolarsi Niccoloso, come già l′antico Boscano si chiamò Nemoroso; non so che nome daremo al curato, se non fosse alcuno derivativo dal suo appellandolo il pastore Curatambro. In riguardo alle pastorelle delle quali dovremo essere seguaci, potremo, come in una cesta di pere, scegliere i loro nomi: e giacché quello della mia signora tanto quadra a pastorella come a principessa, non occorre che io vada a dicervellarmi per cercarne altro che meglio le si convenga: tu, o Sancio, porrai poi alla tua il nome che più ti andrà a genio.
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No pienso respondió Sancho ponerle otro alguno sino el de Teresona, que le vendrá bien con su gordura y con el propio que tiene, pues se llama Teresa; y más, que, celebrándola yo en mis versos, vengo a descubrir mis castos deseos, pues no ando a buscar pan de trastrigo por las casas ajenas. El cura no será bien que tenga pastora, por dar buen ejemplo; y si quisiere el bachiller tenerla, su alma en su palma.
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— Io fo conto, disse Sancio, di non metterle altri nomi che quello di Teresona, che calzerà bene colla sua grassezza; e molto più che celebrandola io nei miei casti desiderii, non andando a cercare miglior pane che di grano per le case altrui; né sarà poi bene che il curato tenga pastora, come colui che ci deve dar buon esempio; e se il baccelliere vorrà averne una, ci pensi egli.
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¡Válame Dios dijo don Quijote, y qué vida nos hemos de dar, Sancho amigo! ¡Qué de churumbelas han de llegar a nuestros oídos, qué de gaitas zamoranas, qué tamborines, y qué de sonajas, y qué de rabeles! Pues, ¡qué si destas diferencias de músicas resuena la de los albogues! Allí se verá casi todos los instrumentos pastorales.
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— Poffare il mondo! disse don Chisciotte, che vita abbiamo a condurre noi, Sancio amico! Quante zampogne ci hanno da rallegrare gli orecchi, quante pive zamorane, quanti tamburini, quante sonagliere, quanti ribecchini! Pensa poi se tra questa diversità di musica ci sarà frammischiata quella degli alboghi! Oh si avranno tra noi quasi tutti i pastorali strumenti.
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¿Qué son albogues preguntó Sancho, que ni los he oído nombrar, ni los he visto en toda mi vida.
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— Che cosa sono questi alboghi? disse Sancio, ché io non li ho sentiti mai a nominare, né li ho visti mai in vita mia.
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Albogues son respondió don Quijote unas chapas a modo de candeleros de azófar, que, dando una con otra por lo vacío y hueco, hace un son, si no muy agradable ni armónico, no descontenta, y viene bien con la rusticidad de la gaita y del tamborín; y este nombre albogues es morisco, como lo son todos aquellos que en nuestra lengua castellana comienzan en al, conviene a saber almohaza, almorzar, alhombra, alguacil, alhucema, almacén, alcancía, y otros semejantes, que deben ser pocos más; y solos tres tiene nuestra lengua que son moriscos y acaban en i, y son borceguí, zaquizamí y maravedí. Alhelí y alfaquí, tanto por el al primero como por el i en que acaban, son conocidos por arábigos. Esto te he dicho, de paso, por habérmelo reducido a la memoria la ocasión de haber nombrado albogues; y hanos de ayudar mucho al parecer en perfeción este ejercicio el ser yo algún tanto poeta, como tú sabes, y el serlo también en estremo el bachiller Sansón Carrasco. Del cura no digo nada; pero yo apostaré que debe de tener sus puntas y collares de poeta; y que las tenga también maese Nicolás, no dudo en ello, porque todos, o los más, son guitarristas y copleros. Yo me quejaré de ausencia; tú te alabarás de firme enamorado; el pastor Carrascón, de desdeñado; y el cura Curiambro, de lo que él más puede servirse, y así, andará la cosa que no haya más que desear.
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— Gli alboghi, rispose don Chisciotte, sono certe piastre come di candelliere d′ottone, che dando una contro l′altra, per lo vôto e vano mandano suono se non molto grato ed armonico, almeno che non dispiace e si accorda colla rusticità della piva e del tamburino. Albogo è vocabolo moresco, come lo sono tutti quelli che nella lingua castigliana cominciano in al; per esempio: almohaza, almozar, alhambra, alguázil, alhuzema, alcuza, almazen, alcanzia, ed altri somiglianti, che debbono essere pochi più: e tre soltanto ne ha la lingua spagnuola che sono moreschi e terminano in i, e sono: borcegui, zaguizami, maravedi: le voci alheli e alfaqui, tanto dall′al onde cominciano, quanto dall′i in cui finiscono, sono conosciute per arabiche. Ti ho detto questo di passaggio e per essermelo ricordato nella occasione di nominare alboghi; e ci ha da giovare assai alla perfezione di questo esercizio l′essere io un cotal poco poeta, come tu sai, e come lo è ancora in grado eccellente il baccelliere Sansone Carrasco: del curato non fo parole, ma scommetterei ch′egli pure non debba avere i suoi merletti ed il collare da poeta, come non dubito che li avrà maestro Niccolò; perché tutti o la maggior parte dei barbieri sono poetastri o chitarristi. Io mi dorrò della lontananza; tu ti vanterai d′innamorato costante; il pastore Carrascone d′essere disprezzato, e il curato Cutacambro di quello che più gli sarà in piacere, ed in tal maniera procederà benissimo la nostra vita.»
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A lo que respondió Sancho.
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Sancio rispose:
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Yo soy, señor, tan desgraciado que temo no ha de llegar el día en que en tal ejercicio me vea. ¡Oh, qué polidas cuchares tengo de hacer cuando pastor me vea! ¡Qué de migas, qué de natas, qué de guirnaldas y qué de zarandajas pastoriles, que, puesto que no me granjeen fama de discreto, no dejarán de granjearme la de ingenioso! Sanchica mi hija nos llevará la comida al hato. Pero, ¡guarda!, que es de buen parecer, y hay pastores más maliciosos que simples, y no querría que fuese por lana y volviese trasquilada; y también suelen andar los amores y los no buenos deseos por los campos como por las ciudades, y por las pastorales chozas como por los reales palacios, y, quitada la causa se quita el pecado; y ojos que no veen, corazón que no quiebra; y más vale salto de mata que ruego de hombres buenos.
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— Signore e mio padrone, io sono tanto disgraziato che ho paura non arriverà mai quel giorno in cui mi vegga in questo beato posto. Che bei cucchiai farei io quando fossi pastore! Quanti pani grattati! Quanti pastorali manicaretti! Rinunzierei allora alla fama di savio, e mi contenterei di quella di grazioso; e Sancetta, mia figliuola, porterebbe da mangiare al gregge: ma attenti bene, ché Sancetta è belluccia, e vi hanno pastori più maliziosi che semplici, né vorrei che andasse per lane, e tornasse tosata; ché nelle campagne come nelle città vi si pecca; e levata la causa, si leva il peccato; e occhio che non vede, cuore non crede; ed è meglio essere uccello di campagna, che di gabbia.
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No más refranes, Sancho dijo don Quijote, pues cualquiera de los que has dicho basta para dar a entender tu pensamiento; y muchas veces te he aconsejado que no seas tan pródigo en refranes y que te vayas a la mano en decirlos; pero paréceme que es predicar en desierto, y "castígame mi madre, y yo trómpogelas".
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— Basta, basta, non più proverbi, o Sancio, disse don Chisciotte, che qualsivoglia di quelli che hai detto basta per esprimere il tuo pensiero. Ti ho consigliato le tante volte a non voler essere sì prodigo di strambotti, ma e′ mi pare di aver predicato al deserto, e come diceva quella buona donna: Forbice, forbice.
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Paréceme respondió Sancho que vuesa merced es como lo que dicen "Dijo la sartén a la caldera Quítate allá ojinegra". Estáme reprehendiendo que no diga yo refranes, y ensártalos vuesa merced de dos en dos.
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— Mi sembra, rispose Sancio, che vossignoria sia come quello che si suole dire, che la padella ha detto al paiuolo: Fatti in là, ché tu mi tingi; ella mi sta correggendo perché mi astenga dal dire proverbi, e intanto vossignoria li va infilzando a due per due.
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Mira, Sancho respondió don Quijote yo traigo los refranes a propósito, y vienen cuando los digo como anillo en el dedo; pero tráeslos tan por los cabellos, que los arrastras, y no los guías; y si no me acuerdo mal, otra vez te he dicho que los refranes son sentencias breves, sacadas de la experiencia y especulación de nuestros antiguos sabios; y el refrán que no viene a propósito, antes es disparate que sentencia. Pero dejémonos desto, y, pues ya viene la noche, retirémonos del camino real algún trecho, donde pasaremos esta noche, y Dios sabe lo que será mañana.
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— Considera, o Sancio, rispose don Chisciotte, che io fo uso dei proverbi a proposito, e calzano a pennello quando io li dico: ma tu li strascichi tanto, che escono fuori di tempo e non in via naturale. Mi ricordo di averti detto altra volta che i proverbi sono sentenze brevi, cavate dalla sperienza e dalle speculazioni dei nostri antichi saggi, e che il proverbio ch′esce senza occasione, è piuttosto sproposito che sentenza. Ma di ciò non si parli più: e giacché si avvicina la sera, appartiamoci alquanto dalla strada maestra, e cerchiamo dove passare la notte, ché dimani Dio sa quello che sarà.»
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Retiráronse, cenaron tarde y mal, bien contra la voluntad de Sancho, a quien se le representaban las estrechezas de la andante caballería usadas en las selvas y en los montes, si bien tal vez la abundancia se mostraba en los castillos y casas, así de don Diego de Miranda como en las bodas del rico Camacho, y de don Antonio Moreno; pero consideraba no ser posible ser siempre de día ni siempre de noche, y así, pasó aquélla durmiendo, y su amo velando.
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Si ritirarono, cenarono tardi e male, e ognuno pensi che ciò seguiva contro la intenzione di Sancio, il quale si ricordava tutte le angustie della errante cavalleria incontrate nelle selve e nei monti, che però vedeva talvolta temperate coll′abbondanza trovata nei castelli e nelle abitazioni sì di don Diego di Miranda, come nelle nozze del ricco Camaccio ed in casa di don Antonio Moreno. Considerando non essere possibile che sia sempre di giorno, né sempre di notte, si addormentò finalmente, lasciando in piena veglia il padrone.
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II. Capítulo LXVIII. De la cerdosa aventura que le aconteció a don Quijote.
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Capitolo LXVIII DELLA SETOLOSA AVVENTURA CHE ACCADDE A DON CHISCIOTTE
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Era la noche algo escura, puesto que la luna estaba en el cielo, pero no en parte que pudiese ser vista que tal vez la señora Diana se va a pasear a los antípodas, y deja los montes negros y los valles escuros. Cumplió don Quijote con la naturaleza durmiendo el primer sueño, sin dar lugar al segundo; bien al revés de Sancho, que nunca tuvo segundo, porque le duraba el sueño desde la noche hasta la mañana, en que se mostraba su buena complexión y pocos cuidados. Los de don Quijote le desvelaron de manera que despertó a Sancho y le dijo
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La notte era alquanto buia, benché la luna fosse in cielo; ma si trovava in sito da non poter essere veduta, perché la dea Diana se ne va talvolta a passeggiare agli antipodi, e lascia neri i monti e oscure le valli. Servì don Chisciotte alla natura, dormendo il primo sonno, che non fu però seguitato dal secondo, tutto al contrario di Sancio, che non fece mai un secondo sonno, perché cominciava la sera per finire la mattina: dal che conoscevansi e la buona complessione e i suoi pochi pensieri. Quelli che occuparono don Chisciotte furono tali da indurlo a svegliar Sancio, ed a dirgli:
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Maravillado estoy, Sancho, de la libertad de tu condición yo imagino que eres hecho de mármol, o de duro bronce, en quien no cabe movimiento ni sentimiento alguno. Yo velo cuando tú duermes, yo lloro cuando cantas, yo me desmayo de ayuno cuanto tú estás perezoso y desalentado de puro harto. De buenos criados es conllevar las penas de sus señores y sentir sus sentimientos, por el bien parecer siquiera. Mira la serenidad desta noche, la soledad en que estamos, que nos convida a entremeter alguna vigilia entre nuestro sueño. Levántate, por tu vida, y desvíate algún trecho de aquí, y con buen ánimo y denuedo agradecido date trecientos o cuatrocientos azotes a buena cuenta de los del desencanto de Dulcinea; y esto rogando te lo suplico, que no quiero venir contigo a los brazos, como la otra vez, porque sé que los tienes pesados. Después que te hayas dado, pasaremos lo que resta de la noche cantando, yo mi ausencia y tú tu firmeza, dando desde agora principio al ejercicio pastoral que hemos de tener en nuestra aldea.
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— Io resto stupito della indole di tua natura, o Sancio, e mi figuro che tu sii fatto di marmo o di bronzo che non ha movimento né senso alcuno: io veglio mentre tu dormi, io piango quando tu ridi, io svengo per lo digiuno, quando tu te ne stai a panciolle e senza far nulla per avere pieno il ventre; ma non sai che debbono i buoni e amorosi servi togliere sopra di loro le pene dei padroni, almeno perché si dice che hanno buon cuore? Guarda adesso la serenità di questa notte e la solitudine in cui ci troviamo, la quale c′invita a frapporre qualche veglia al nostro sonno: levati, per la vita tua, e scostati di qua un cotal poco, e con buon animo e con gradito ardire affibiati tre o quattrocento frustate a buon conto per le occorrenti per lo disincanto di Dulcinea. Te ne prego, te ne supplico, ché non vorrei più far teco alle braccia come altra volta, mentre so quanto pesano. Quando ti sarai ben bene frustato, passeremo il resto della notte cantando, io la mia assenza e tu il tuo coraggio, e daremo tosto principio al pastorale esercizio che dovrà diventare la gradita nostra occupazione.
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Señor respondió Sancho, no soy yo religioso para que desde la mitad de mi sueño me levante y me dicipline, ni menos me parece que del estremo del dolor de los azotes se pueda pasar al de la música. Vuesa merced me deje dormir y no me apriete en lo del azotarme; que me hará hacer juramento de no tocarme jamás al pelo del sayo, no que al de mis carnes.
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— Padrone mio, rispose Sancio, io non sono frate che mi abbia a svegliare sul bel mezzo del sonno per disciplinarmi, né manco mi pare che dall′estremo dolore delle frustate si possa passare in un attimo a cantare di musica: mi lasci vossignoria a dormire e non mi stia a sollecitare altro di frustarmi, ché giuro sull′anima mia che non vorrei ora torcermi né anche un pelo della casacca.
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¡Oh alma endurecida! ¡Oh escudero sin piedad! ¡Oh pan mal empleado y mercedes mal consideradas las que te he hecho y pienso de hacerte! Por mí te has visto gobernador, y por mí te vees con esperanzas propincuas de ser conde, o tener otro título equivalente, y no tardará el cumplimiento de ellas más de cuanto tarde en pasar este año; que yo post tenebras spero lucem.
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— Ah, anima indurita! sclamò don Chisciotte, scudiere senza pietà, pane mal impiegato, mercedi mal valutate e quello che avesti, e quello che avevo pensato di darti! In grazia mia ti sei visto governatore, in grazia mia ti trovi con vicina speranza di essere conte o di tenere altro equivalente titolo, e non tarderà a passare quest′anno, ché io post tenebras spero lucem!
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No entiendo eso replico Sancho; sólo entiendo que, en tanto que duermo, ni tengo temor, ni esperanza, ni trabajo ni gloria; y bien haya el que inventó el sueño, capa que cubre todos los humanos pensamientos, manjar que quita la hambre, agua que ahuyenta la sed, fuego que calienta el frío, frío que templa el ardor, y, finalmente, moneda general con que todas las cosas se compran, balanza y peso que iguala al pastor con el rey y al simple con el discreto. Sola una cosa tiene mala el sueño, según he oído decir, y es que se parece a la muerte, pues de un dormido a un muerto hay muy poca diferencia.
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— Io non intendo niente di questo, disse Sancio, e intendo solo che fino a tanto che dormo non sento né timore, né speranza, né travaglio, né gloria: che benedetto sia pure chi inventò il sonno, cappa che copre tutti gli umani pensieri, cibo che toglie la fame, acqua che estingue la sete, fuoco per cui fugge il freddo, freddo che tempra l′ardore, moneta generale con cui tutto si compra, bilancia e peso che rende eguale il re al pastore ed il saggio allo zotico: no, il sonno non ha in sé altro di cattivo, da quanto ho inteso dire più volte, se non che rassomiglia alla morte, passando poca differenza da uomo morto ad addormentato.
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Nunca te he oído hablar, Sancho dijo don Quijote, tan elegantemente como ahora, por donde vengo a conocer ser verdad el refrán que tú algunas veces sueles decir No con quien naces, sino con quien paces".
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— Non ti ho sentito mai, o Sancio, disse don Chisciotte, a parlare con tanta eleganza come adesso, e vengo a comprendere essere vero il tuo proverbio: Non con chi tu nasci, ma con chi tu pasci.
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¡Ah, pesia tal replicó Sancho, señor nuestro amo! No soy yo ahora el que ensarta refranes, que también a vuestra merced se le caen de la boca de dos en dos mejor que a mí, sino que debe de haber entre los míos y los suyos esta diferencia que los de vuestra merced vendrán a tiempo y los míos a deshora; pero, en efecto, todos son refranes.
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— Oh, corpo del diavolo! replicò Sancio, non sono poi io quello che infilza proverbi, ché anche alla signoria vostra snocciolano fuori di bocca a coppie meglio che a me, e non vi è altra differenza tra i miei ed i suoi se non che quelli di vossignoria sono buttati là a tempo, ed i miei fuori di stagione, ma poi sono tutti proverbi.»
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En esto estaban, cuando sintieron un sordo estruendo y un áspero ruido, que por todos aquellos valles se estendía. Levantóse en pie don Quijote y puso mano a la espada, y Sancho se agazapó debajo del rucio, poniéndose a los lados el lío de las armas, y la albarda de su jumento, tan temblando de miedo como alborotado don Quijote. De punto en punto iba creciendo el ruido, y, llegándose cerca a los dos temerosos; a lo menos, al uno, que al otro, ya se sabe su valentía.
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In questa guisa continuava il dialogo, quando s′intese ad un tratto sordo fracasso e noioso rumore che per tutte quelli valli si distendeva. Rizzossi don Chisciotte, e pose mano alla spada, e Sancio si rannicchiò sotto al leardo, mettendosi ai fianchi il fagotto delle armi e la bardella del suo giumento, e tremando tutto di paura. Non restò senza perturbarsi né anche don Chisciotte per lo rombazzo che veniva crescendo e appressandosi.
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Es, pues, el caso que llevaban unos hombres a vender a una feria más de seiscientos puercos, con los cuales caminaban a aquellas horas, y era tanto el ruido que llevaban y el gruñir y el bufar, que ensordecieron los oídos de don Quijote y de Sancho, que no advirtieron lo que ser podía. Llegó de tropel la estendida y gruñidora piara, y, sin tener respeto a la autoridad de don Quijote, ni a la de Sancho, pasaron por cima de los dos, deshaciendo las trincheas de Sancho, y derribando no sólo a don Quijote, sino llevando por añadidura a Rocinante. El tropel, el gruñir, la presteza con que llegaron los animales inmundos, puso en confusión y por el suelo a la albarda, a las armas, al rucio, a Rocinante, a Sancho y a don Quijote.
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Ora avvenne che certi uomini menando a vendere ad un mercato più di seicento porci, con essi a quell′ora avanzavano cammino, ed era il rumore causato dal degrignare e dallo stridere che facevano quegli animali, e con cui assordavano gli orecchi di don Chisciotte e di Sancio senzaché potessero capire che cosa si fosse. Arrivò in truppa il gregge grugnitore, e senza portar rispetto all′autorità del valoroso don Chisciotte, passò di sopra ad esso ed a Sancio, disfacendo le trincee e facendo cadere tutto ad un fiato e don Chisciotte ed anche il suo Ronzinante. Il gran numero, il grugnire e la prestezza con cui arrivarono quegl′immondi animali, produssero estrema confusione, gittando sottosopra la bardella, le armi, il leardo, Ronzinante, Sancio e don Chisciotte.
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Levantóse Sancho como mejor pudo, y pidió a su amo la espada, diciéndole que quería matar media docena de aquellos señores y descomedidos puercos, que ya había conocido que lo eran. Don Quijote le dijo.
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Si rizzò Sancio alla meglio, ed infuriato dimandò la spada al padrone, dicendogli che voleva ammazzare una dozzina di quei signori e malcreati porci, che già li aveva benissimo conosciuti. Don Chisciotte gli disse:
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Déjalos estar, amigo, que esta afrenta es pena de mi pecado, y justo castigo del cielo es que a un caballero andante vencido le coman adivas, y le piquen avispas y le hollen puercos.
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— Lasciali andare, amico, che questo affronto è pena del mio peccato, ed è giusto castigo del Cielo che un cavaliere errante abbattuto sia mangiato dal gavocciolo, punto dalle vespe, calpestato dai porci.
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También debe de ser castigo del cielo respondió Sancho que a los escuderos de los caballeros vencidos los puncen moscas, los coman piojos y les embista la hambre. Si los escuderos fuéramos hijos de los caballeros a quien servimos, o parientes suyos muy cercanos, no fuera mucho que nos alcanzara la pena de sus culpas hasta la cuarta generación; pero, ¿qué tienen que ver los Panzas con los Quijotes? Ahora bien tornémonos a acomodar y durmamos lo poco que queda de la noche, y amanecerá Dios y medraremos.
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— Deve pure, Sancio rispose, essere castigo del Cielo che gli scudieri dei vinti cavalieri erranti siano dalle mosche punzecchiati, mangiati dagl′insetti e investiti dalla fame? Se gli scudieri fossero figliuoli dei cavalieri ai quali servono, o loro prossimi parenti, non ci sarebbe che dire quando li colpisse la pena dei falli sino alla quarta generazione: ma che hanno mai a fare i Pancia con i Chisciotti? Basta, torniamoci a coricare, e dormiamo il poco che rimane della notte; ché domani qualche santo ci aiuterà.
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Duerme tú, Sancho respondió don Quijote, que naciste para dormir; que yo, que nací para velar, en el tiempo que falta de aquí al día, daré rienda a mis pensamientos, y los desfogaré en un madrigalete, que, sin que tú lo sepas, anoche compuse en la memoria.
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— Dormi tu, o Sancio, rispose don Chisciotte, tu che sei nato per dormire, quando io nacqui per vegliare. Nel poco di tempo che manca sino all′alba, io lascerò libero il corso ai miei pensieri, e li sfogherò in un madrigaletto, che composi stanotte nella mia fantasia senza farne teco parola.
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A mí me parece respondió Sancho que los pensamientos que dan lugar a hacer coplas no deben de ser muchos. Vuesa merced coplee cuanto quisiere, que yo dormiré cuanto pudiere.
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— Pare a me, rispose Sancio, che i pensieri che possono esprimersi in versi non debbano essere molto seri, ma vossignoria versifichi pure a suo piacere, ché intanto io dormirò il meglio che potrò.»
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Y luego, tomando en el suelo cuanto quiso, se acurrucó y durmió a sueño suelto, sin que fianzas, ni deudas, ni dolor alguno se lo estorbase. Don Quijote, arrimado a un tronco de una haya o de un alcornoque que Cide Hamete Benengeli no distingue el árbol que era, al son de sus mesmos suspiros, cantó de esta suerte
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E sdraiandosi sulla terra, si accoccolò e tornò a dormire saporitamente senzaché mallevadorie, debiti o dolore alcuno ne lo sturbassero. Don Chisciotte, appoggiato al tronco di un faggio o sughero (ché Cide Hamete Ben-Engeli non ha distinto bene di che qualità fosse l′albero), cantò al suono dei suoi stessi sospiri i versi seguenti:
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Amor, cuando yo pienso en el mal que me das, terrible y fuerte, voy corriendo a la muerte, pensando así acabar mi mal inmenso; mas, en llegando al paso que es puerto en este mar de mi tormento, tanta alegría siento, que la vida se esfuerza y no le paso. Así el vivir me mata, que la muerte me torna a dar la vida. ¡Oh condición no oída, la que conmigo muerte y vida trata!
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Amore, allorch′io penso Quanto il mal che mi dài sia grande e forte, Vommi incontro alla morte, Sperando di finir mio male immenso. Ma giunto appena al passo, Che è porto a questo mar del mio tormento, Tanta letizia sento Che la vita s′afforza e nol trapasso. Così il viver m′uccide, E la morte fa sì ch′io torni in vita: Vedi sorte inaudita, Che ognor tra vita e morte mi divide!
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Cada verso déstos acompañaba con muchos suspiros y no pocas lágrimas, bien como aquél cuyo corazón tenía traspasado con el dolor del vencimiento y con la ausencia de Dulcinea.
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Accompagnato era da molti gemiti e da non poche lagrime ognuno di questi versi, come parto di un cuore trafitto dal cruccio dell′essere stato vinto e da quello dell′assenza di Dulcinea.
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Llegóse en esto el día, dio el sol con sus rayos en los ojos a Sancho, despertó y esperezóse, sacudiéndose y estirándose los perezosos miembros; miró el destrozo que habían hecho los puercos en su repostería, y maldijo la piara y aun más adelante. Finalmente, volvieron los dos a su comenzado camino, y al declinar de la tarde vieron que hacia ellos venían hasta diez hombres de a caballo y cuatro o cinco de a pie. Sobresaltóse el corazón de don Quijote y azoróse el de Sancho, porque la gente que se les llegaba traía lanzas y adargas y venía muy a punto de guerra. Volvióse don Quijote a Sancho, y díjole
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Venne il giorno, ed il sole colpì co′ suoi raggi gli occhi di Sancio, che si destò, si stirò, e scuotendo e dilungando le infingarde membra, mirò il mal governo che avevano fatto i porci della sua credenza, e maledisse il gregge, e andò anche più avanti colle imprecazioni. Tornarono finalmente ambidue all′intrapreso cammino, e al declinare del giorno si accorsero che venivano alla volta loro intorno a dieci uomini a cavallo, e quattro o cinque a piedi. Si destò il coraggio a don Chisciotte, e si avvilì quello di Sancio, perché quella gente portava lance e targhe, e sembrava disposta a combattere. Don Chisciotte si voltò a Sancio e gli disse:
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Si yo pudiera, Sancho, ejercitar mis armas, y mi promesa no me hubiera atado los brazos, esta máquina que sobre nosotros viene la tuviera yo por tortas y pan pintado, pero podría ser fuese otra cosa de la que tememos.
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— Se io potessi, o Sancio, trattare le armi, e non fossi sì legato nelle braccia della mia fede, io valuterei meno di uno zero le nuove diavolerie che ci minacciano: ma potrebbe anche essere che fosse altra cosa differente da quella che noi temiamo.»
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Llegaron, en esto, los de a caballo, y arbolando las lanzas, sin hablar palabra alguna rodearon a don Quijote y se las pusieron a las espaldas y pechos, amenazándole de muerte. Uno de los de a pie, puesto un dedo en la boca, en señal de que callase, asió del freno de Rocinante y le sacó del camino; y los demás de a pie, antecogiendo a Sancho y al rucio, guardando todos maravilloso silencio, siguieron los pasos del que llevaba a don Quijote, el cual dos o tres veces quiso preguntar adónde le llevaban o qué querían; pero, apenas comenzaba a mover los labios, cuando se los iban a cerrar con los hierros de las lanzas; y a Sancho le acontecía lo mismo, porque, apenas daba muestras de hablar, cuando uno de los de a pie, con un aguijón, le punzaba, y al rucio ni más ni menos como si hablar quisiera. Cerró la noche, apresuraron el paso, creció en los dos presos el miedo, y más cuando oyeron que de cuando en cuando les decían
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Giunsero in quell′istante due di quelli a cavallo, e inalberando le lance, senza dir parole circondarono don Chisciotte, e gliele appuntarono alle spalle ed al petto, minacciando di volerlo ammazzare. Uno di quelli a piedi si avvicinò un dito alla bocca in segno che ciascuno dovesse osservare il silenzio, pigliò Ronzinante per la briglia e lo tirò fuori di strada; gli altri a piedi cacciaronsi dinanzi Sancio e il leardo, e serbando ognuno alto e costante silenzio, seguitò i passi di colui che menava don Chisciotte, il quale due o tre volte tentò di chiedere dove lo conducessero o quello che da lui si pretendesse. Ma cominciava egli appena a movere le labbra, e tosto erano pronte a chiuderle i ferri delle lance; e lo stesso avveniva a Sancio subito che faceva mostra di voler parlare: ed uno di quei pedoni punzecchiava con un pungolo lui e il leardo ancora, come se anche questo desse intenzione di voler parlare. Venne la notte, accelerando il passo, crebbe la paura nei due prigioni, e più ancora quando udirono che di tanto in tanto dicevasi loro:
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¡Caminad, trogloditas.
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— Camminate, trogloditi;
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¡Callad, bárbaros.
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tacete, barbari;
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¡Pagad, antropófagos.
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pagate, antropofaghi;
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¡No os quejéis, scitas, ni abráis los ojos, Polifemos matadores, leones carniceros.
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non vi lagnate, sciti; non aprite gli occhi, Polifemi ammazzatori, leoni divoratori;»
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Y otros nombres semejantes a éstos, con que atormentaban los oídos de los miserables amo y mozo. Sancho iba diciendo entre sí.
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ed altri nomi simili a questi coi quali tormentavano l′udito dei miserabili padrone e servitore. Andava Sancio fra sé dicendo:
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¿Nosotros tortolitas? ¿Nosotros barberos ni estropajos? ¿Nosotros perritas, a quien dicen cita, cita? No me contentan nada estos nombres a mal viento va esta parva; todo el mal nos viene junto, como al perro los palos, y ¡ojalá parase en ellos lo que amenaza esta aventura tan desventurada.
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— A noi tortoliti? a noi barbieri, a noi troppo fango! Eh, non mi piacciono per niente questi titoli; tira un cattivo vento a quest′aia: tutto il male viene in una volta come al cane le bastonate, e volesse Dio che fossero almeno le ultime tra tante nostre sventurate venture.»
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Iba don Quijote embelesado, sin poder atinar con cuantos discursos hacía qué serían aquellos nombres llenos de vituperios que les ponían, de los cuales sacaba en limpio no esperar ningún bien y temer mucho mal. Llegaron, en esto, un hora casi de la noche, a un castillo, que bien conoció don Quijote que era el del duque, donde había poco que habían estado.
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Don Chisciotte marciava come un uomo mezzo fuori di sé e senza cogliere nel segno, per quanti ragionamenti facesse a fine di conoscere la causa che l′esponeva a tanti oltraggi, dai quali in sostanza veniva a conchiudere ch′ei non poteva sperar nulla di bene. Pervennero quasi ad un′ora di notte in un castello, che fu conosciuto da don Chisciotte per quello del duca, da dove non era molto che aveva fatto partenza.
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¡Váleme Dios! dijo, así como conoció la estancia y ¿qué será esto? Sí que en esta casa todo es cortesía y buen comedimiento, pero para los vencidos el bien se vuelve en mal y el mal en peor.
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— Mi aiuti il Cielo! diss′egli come l′ebbe meglio riconosciuto: che sarà mai? Non è questa la casa della cortesia e della buona creanza? Ma per i vinti il bene si converte in male e il male in peggio.»
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Entraron al patio principal del castillo, y viéronle aderezado y puesto de manera que les acrecentó la admiración y les dobló el miedo, como se verá en el siguiente capítulo.
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Entrarono nell′andito principale del castello, e lo videro preparato e disposto in maniera che si accrebbe in loro la meraviglia, e si raddoppiò la paura, come si vedrà nel capitolo seguente.
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II. Capítulo LXIX. Del más raro y más nuevo suceso que en todo el discurso desta grande historia avino a don Quijote.
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CAPITOLO LXIX SI NARRA IL PIנRARO E IL PIנNUOVO SUCCESSO CHE NELL′INTERO CORSO DI QUESTA GRANDE ISTORIA AVVENUTO SIA A DON CHISCIOTTE.
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Apeáronse los de a caballo, y, junto con los de a pie, tomando en peso y arrebatadamente a Sancho y a don Quijote, los entraron en el patio, alrededor del cual ardían casi cien hachas, puestas en sus blandones, y, por los corredores del patio, más de quinientas luminarias; de modo que, a pesar de la noche, que se mostraba algo escura, no se echaba de ver la falta del día. En medio del patio se levantaba un túmulo como dos varas del suelo, cubierto todo con un grandísimo dosel de terciopelo negro, alrededor del cual, por sus gradas, ardían velas de cera blanca sobre más de cien candeleros de plata; encima del cual túmulo se mostraba un cuerpo muerto de una tan hermosa doncella, que hacía parecer con su hermosura hermosa a la misma muerte. Tenía la cabeza sobre una almohada de brocado, coronada con una guirnalda de diversas y odoríferas flores tejida, las manos cruzadas sobre el pecho, y, entre ellas, un ramo de amarilla y vencedora palma.
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Gli uomini venuti a cavallo, insieme agli altri che li seguitavano a piedi, pigliando di peso e con somma prestezza Sancio e don Chisciotte li misero nell′andito, intorno a cui ardevano da circa cento torce poste sui loro candelabri; e pei corridoi dell′andito stesso stavano più di cinquecento lumi, di maniera che in onta alla notte, che mostravasi alquanto oscura, non si conosceva il mancamento del giorno. In mezzo all′andito stava un catafalco alto più che due braccia da terra, coperto tutto con grandissimo baldacchino di velluto nero, all′intorno del quale, sui varî gradini, ardevano candele di cera bianca sopra più di cento candellieri d′argento: sulla sommità del catafalco scorgeasi estinto corpo di donzella adorna di sì esimia bellezza, da far parere bella la morte medesima. Teneva la testa posata sopra un guanciale di broccato, era coronata d′una ghirlanda di vari e odorosi fiori; colle mani messe in croce sul petto, e tra esse un ramo di palma in segno di trionfo.
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A un lado del patio estaba puesto un teatro, y en dos sillas sentados dos personajes, que, por tener coronas en la cabeza y ceptros en las manos, daban señales de ser algunos reyes, ya verdaderos o ya fingidos. Al lado deste teatro, adonde se subía por algunas gradas, estaban otras dos sillas, sobre las cuales los que trujeron los presos sentaron a don Quijote y a Sancho, todo esto callando y dándoles a entender con señales a los dos que asimismo callasen; pero, sin que se lo señalaran, callaron ellos, porque la admiración de lo que estaban mirando les tenía atadas las lenguas.
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Vi era un teatro ad un lato dell′andito, dove seduti si stavano due personaggi, i quali col portare corona in testa e scettro in mano mostravano di essere re veri o finti. Accanto a questo apparente teatro, dove salivasi per alcuni gradini, si trovavano altre due sedie, sulle quali posero i due prigioni don Chisciotte e Sancio, facendoveli adagiare; e tutto ciò in grande silenzio e indicando loro con segni che dovessero sempre tacere: ma senza bisogno di questi segni sarebbero già rimasti taciturni, mentre l′alta meraviglia prodotta in loro dagli oggetti che avevano dinanzi agli occhi ne teneva legate le lingue.
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Subieron, en esto, al teatro, con mucho acompañamiento, dos principales personajes, que luego fueron conocidos de don Quijote ser el duque y la duquesa, sus huéspedes, los cuales se sentaron en dos riquísimas sillas, junto a los dos que parecían reyes. ¿Quién no se había de admirar con esto, añadiéndose a ello haber conocido don Quijote que el cuerpo muerto que estaba sobre el túmulo era el de la hermosa Altisidora?
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Salirono sul teatro con grande accompagnamento due personaggi d′importanza, che vennero da don Chisciotte riconosciuti sul fatto pel duca e la duchessa suoi ospiti, e si assisero su due sedie ricchissime, accanto a quelli che avevano figura di re. Chi mai non doveva essere meravigliato, quando aggiungasi che si riconobbe da don Chisciotte che il corpo morto, il quale giaceva sul catafalco, era quello della vezzosa Altisidora!
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Al subir el duque y la duquesa en el teatro, se levantaron don Quijote y Sancho y les hicieron una profunda humillación, y los duques hicieron lo mesmo, inclinando algún tanto las cabezas.
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Al giungere del duca e della duchessa in teatro, si alzarono don Chisciotte e Sancio, e fecero loro profonda riverenza, cui ricambiarono i duchi inchinando un poco la testa.
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Salió, en esto, de través un ministro, y, llegándose a Sancho, le echó una ropa de bocací negro encima, toda pintada con llamas de fuego, y, quitándole la caperuza, le puso en la cabeza una coroza, al modo de las que sacan los penitenciados por el Santo Oficio; y díjole al oído que no descosiese los labios, porque le echarían una mordaza, o le quitarían la vida. Mirábase Sancho de arriba abajo, veíase ardiendo en llamas, pero como no le quemaban, no las estimaba en dos ardites. Quitóse la coroza, viola pintada de diablos, volviósela a poner, diciendo entre sí.
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In questo apparve uno staffiere, che appressatosi a Sancio, gli mise indosso una zimarra di tela bottana nera, a fiamme di fuoco, e levandogli il capuccio, gli pose sulla testa una mitra simile a quelle che si dànno agl′inquisiti del Santo Officio, e gli disse all′orecchio che non movesse labbra, altrimenti gli si applicherebbe un paio di morse o sarebbe spacciato sul fatto. Sancio si guardava da capo a piedi, vedevasi tutto in fiamme ma poiché non si sentiva ardere, non ne faceva gran caso. Si levò la mitra, e vide che vi erano dipinti dei diavoli; se la rimise e disse fra sé:
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Aún bien, que ni ellas me abrasan ni ellos me llevan.
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— Fortuna mia che né quelli mi abbruciano, né questi mi portano via.»
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Mirábale también don Quijote, y, aunque el temor le tenía suspensos los sentidos, no dejó de reírse de ver la figura de Sancho. Comenzó, en esto, a salir, al parecer, debajo del túmulo un son sumiso y agradable de flautas, que, por no ser impedido de alguna humana voz, porque en aquel sitio el mesmo silencio guardaba silencio a sí mismo, se mostraba blando y amoroso. Luego hizo de sí improvisa muestra, junto a la almohada del, al parecer, cadáver, un hermoso mancebo vestido a lo romano, que, al son de una arpa, que él mismo tocaba, cantó con suavísima y clara voz estas dos estancias.
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Anche don Chisciotte lo stava squadrando minutamente, e tuttoché la paura tenesse sospesi i suoi sensi, non poté a meno di non sogghignare vedendo la figura di Sancio. Frattanto si cominciò a far sentire un suono poetico, ma soave di flauto, che pareva uscire dal di sotto del catafalco, e che non essendo sturbato da alcuna umana voce (perché in quel sito il silenzio stesso era rigido custode di sé medesimo) spiegava carattere di dolcezza e di amore. D′improvviso comparve poi accanto di quello che sembrava cadavere, un bel garzone vestito alla romana, il quale, al suono di armoniosa arpa, toccata da lui medesimo, cantò con soavissima e chiara voce queste due stanze:
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En tanto que en sí vuelve Altisidora, muerta por la crueldad de don Quijote, y en tanto que en la corte encantadora se vistieren las damas de picote, y en tanto que a sus dueñas mi señora vistiere de bayeta y de anascote, cantaré su belleza y su desgracia, con mejor plectro que el cantor de Tracia. Y aun no se me figura que me toca aqueste oficio solamente en vida; mas, con la lengua muerta y fría en la boca, pienso mover la voz a ti debida. Libre mi alma de su estrecha roca, por el estigio lago conducida, celebrándote irá, y aquel sonido hará parar las aguas del olvido.
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Finché non riede Altisidora al giorno Per crudeltà di don Chisciotte uccisa, Finché di questo incantator soggiorno Vestita a brun la Corte si ravvisa, E la padrona a quante dame ha intorno Di saia e rascia appresta la divisa, Canterò sua bellezza e il destin reo Con miglior plettro dell′odrisio Orfeo. E quest′officio a me, credo, non tocca Sol mentre dura la mortal mia vita, Ma con la lingua morta e fredda in bocca Per te io moverò la voce ardita: Deh! perché morte omai il suo stral non scocca. Ché in riva a Stige, ove il destin m′invita, Andrò di te cantando, e al suono mio L′onda immobil starà del pigro Oblio.
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No más dijo a esta sazón uno de los dos que parecían reyes no más, cantor divino; que sería proceder en infinito representarnos ahora la muerte y las gracias de la sin par Altisidora, no muerta, como el mundo ignorante piensa, sino viva en las lenguas de la Fama, y en la pena que para volverla a la perdida luz ha de pasar Sancho Panza, que está presente; y así, ¡oh tú, Radamanto, que conmigo juzgas en las cavernas lóbregas de Lite!, pues sabes todo aquello que en los inescrutables hados está determinado acerca de volver en sí esta doncella, dilo y decláralo luego, porque no se nos dilate el bien que con su nueva vuelta esperamos.
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— Non più, disse a tal punto uno dei due che parevano re: non più, o divino cantore, che sarebbe un procedere all′infinito il farci ora il quadro della morte e delle grazie di Altisidora senza pari; non morta già, come fassi a credere il volgo ignorante, ma viva nelle lingue della fama e nel castigo cui deve soggiacere Sancio Pancia, qua presente, per restituirla alla perduta luce. Tu dunque, o Radamanto, che meco giudice siedi nelle tenebrose caverne di Dite, giacché ti è noto quanto negl′impenetrabili destini è statuito a far rivivere questa donzella, dillo, dichiaralo qui incontanente e lo spiega, affìnché quel bene non si indugi che col suo rinascere ci facciamo a sperare.»
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Apenas hubo dicho esto Minos, juez y compañero de Radamanto, cuando, levantándose en pie Radamanto, dijo.
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Profferì appena tai detti Minosse, giudice e compagno di Radamanto, che rizzatosi questi in piedi, così sclamò:
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¡Ea, ministros de esta casa, altos y bajos, grandes y chicos, acudid unos tras otros y sellad el rostro de Sancho con veinte y cuatro mamonas, y doce pellizcos y seis alfilerazos en brazos y lomos, que en esta ceremonia consiste la salud de Altisidora.
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— Su, o ministri di questa casa, alti e bassi, grandi e piccoli, venite l′uno dopo l′altro, e si stampino da voi sul viso di Sancio ventiquattro guanciate, colla giunta di dodici pizzicotti e di sei punture di spilletto alle braccia e ai lombi, che in questa cerimonia consiste la risurrezione di Altisidora.
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Oyendo lo cual Sancho Panza, rompió el silencio, y dijo.
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Sancio, udito questo, così ruppe il silenzio:
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¡Voto a tal, así me deje yo sellar el rostro ni manosearme la cara como volverme moro! ¡Cuerpo de mí! ¿Qué tiene que ver manosearme el rostro con la resurreción desta doncella? Regostóse la vieja a los bledos. Encantan a Dulcinea, y azótanme para que se desencante; muérese Altisidora de males que Dios quiso darle, y hanla de resucitar hacerme a mí veinte y cuatro mamonas, y acribarme el cuerpo a alfilerazos y acardenalarme los brazos a pellizcos. ¡Esas burlas, a un cuñado, que yo soy perro viejo, y no hay conmigo tus, tus!
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— Tanto mi lascio schiaffeggiare il viso e tramenarmi la faccia come farmi moro; che ha da fare, corpo di... lo strapazzare la mia persona col far tornare l′anima in corpo di quella ragazza? Date da bere al prete, ché il chierico ha sete; incantano Dulcinea, e vogliono frustar me perché io la disincanti. Altisidora muore del male che Dio le manda, e risusciterà se mi daranno ventiquattro schiaffi, e faranno un crivello del mio corpo a furia di spille, e vogliono illividirmi le braccia di pizzicotti? Vadano a fare queste burle a tutt′altri, ché io sono cane vecchio, e da una volta in fuori non mi si mena mica pel naso.
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¡Morirás! dijo en alta voz Radamanto. Ablándate, tigre; humíllate, Nembrot soberbio, y sufre y calla, pues no te piden imposibles. Y no te metas en averiguar las dificultades deste negocio mamonado has de ser, acrebillado te has de ver, pellizcado has de gemir. ¡Ea, digo, ministros, cumplid mi mandamiento; si no, por la fe de hombre de bien, que habéis de ver para lo que nacistes.
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— Tu morrai, disse ad alta voce Radamanto; ammànsati, o tigre; umiliati, o superbo Nembrotte; soffri e taci, ché non si vogliono da te cose impossibili; né andar ad investigare quante spine abbia questo negozio. Hai ad esser schiaffeggiato, bucherato, pertugiato, e i pizzicotti ti hanno a far piangere: orsù, ministri, eseguite il comando, altrimenti io vi farò conoscere il vostro dovere.»
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Parecieron, en esto, que por el patio venían, hasta seis dueñas en procesión, una tras otra, las cuatro con antojos, y todas levantadas las manos derechas en alto, con cuatro dedos de muñecas de fuera, para hacer las manos más largas, como ahora se usa. No las hubo visto Sancho, cuando, bramando como un toro, dijo.
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Parve in questo istante che si avanzassero per l′andito sei matrone processionalmente una dietro l′altra, quattro con occhiali, e tutte colla mano destra alzata con quattro dita di polso fuor delle maniche per fare più lunghe le mani, siccome è la costumanza di oggidì.
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Bien podré yo dejarme manosear de todo el mundo, pero consentir que me toquen dueñas, ¡eso no! Gatéenme el rostro, como hicieron a mi amo en este mesmo castillo; traspásenme el cuerpo con puntas de dagas buidas; atenácenme los brazos con tenazas de fuego, que yo lo llevaré en paciencia, o serviré a estos señores; pero que me toquen dueñas no lo consentiré, si me llevase el diablo.
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Non le ebbe Sancio vedute appena, che muggendo come un toro, gridò: — Pazienza se mi malmenerà tutto il mondo, ma matrone no, no che non voglio esser toccato da matrone; non vi acconsento se il diavolo mi porti: e mi facciano graffiare il muso dai gatti, come al mio padrone, mi trapassino il corpo con punte di pugnali, mi attanaglino le braccia con ferri infuocati, soffrirò tutto con pazienza e servirò questi signori, ma non vengano a toccarmi matrone.»
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Rompió también el silencio don Quijote, diciendo a Sancho.
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Don Chisciotte allora rivolto a Sancio, disse:
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Ten paciencia, hijo, y da gusto a estos señores, y muchas gracias al cielo por haber puesto tal virtud en tu persona, que con el martirio della desencantes los encantados y resucites los muertos.
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— Figliuolo, abbi pazienza, contenta chi comanda, e rendi grazie al Cielo che tale virtù ripose in questo tuo corpo, che pel suo martirio trovino disincanto le incantate persone, ed abbiano sino i morti a risuscitare.»
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Ya estaban las dueñas cerca de Sancho, cuando él, más blando y más persuadido, poniéndose bien en la silla, dio rostro y barba a la primera, la cual la hizo una mamona muy bien sellada, y luego una gran reverencia.
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Si erano già le matrone avvicinate a Sancio, quando egli ammansato già e persuaso, accomodandosi ben bene nella sedia, porse il viso e la barba alla prima, la quale gli diede una guanciata potentissima, e dopo gli fece una riverenza profonda.
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¡Menos cortesía; menos mudas, señora dueña dijo Sancho; que por Dios que traéis las manos oliendo a vinagrillo.
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— Manco riverenze, manco smorfie, signora matrona, disse Sancio, ché, per vita mia, avete le mani che sanno di odore acetino.»
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Finalmente, todas las dueñas le sellaron, y otra mucha gente de casa le pellizcaron; pero lo que él no pudo sufrir fue el punzamiento de los alfileres; y así, se levantó de la silla, al parecer mohíno, y, asiendo de una hacha encendida que junto a él estaba, dio tras las dueñas, y tras todos su verdugos, diciendo.
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Vennero le altre matrone a schiaffeggiarlo una dopo l′altra, ed ebbe dall′altra gente di casa pizzicotti, che pur tollerava: ma quello che poi non poté sopportare fu il pungimento degli spilletti ond′è che alzatosi dalla sedia tutto sdegnato, diede di piglio ad una torcia che stavagli appresso, corse a ridosso delle matrone e di tutti i suoi carnefici, e disse:
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¡Afuera, ministros infernales, que no soy yo de bronce, para no sentir tan extraordinarios martirios.
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— Fuora di qua, ministri infernali, ché non sono io di bronzo da non sentire questi martirii.»
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En esto, Altisidora, que debía de estar cansada por haber estado tanto tiempo supina, se volvió de un lado; visto lo cual por los circunstantes, casi todos a una voz dijeron.
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Allora Altisidora, che doveva trovarsi stracca per essere stata sì a lungo supina, si voltò di fianco; il che veduto dai circostanti, proruppero tutti ad una voce: —
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¡Viva es Altisidora! ¡Altisidora vive.
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Altisidora vive! Vive Altisidora!»
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Mandó Radamanto a Sancho que depusiese la ira, pues ya se había alcanzado el intento que se procuraba.
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Ordinò Radamanto a Sancio che calmasse lo sdegno, essendosi già conseguito l′intento che si voleva.
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Así como don Quijote vio rebullir a Altisidora, se fue a poner de rodillas delante de Sancho, diciéndole.
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Tostoché don Chisciotte vide Altisidora dar segni di vita, corse a mettersi ginocchioni dinanzi a Sancio, così dicendogli:
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Agora es tiempo, hijo de mis entrañas, no que escudero mío, que te des algunos de los azotes que estás obligado a dar por el desencanto de Dulcinea. Ahora, digo, que es el tiempo donde tienes sazonada la virtud, y con eficacia de obrar el bien que de ti se espera.
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— Ecco, ecco il tempo, o figlio delle mie viscere, non che tu ti dia alcuna delle frustate che sei obbligato affibbiarti pel disincanto di Dulcinea senza pari: ecco, ripeto, il tempo in cui la tua virtù è maturata e perfezionata, e può operare con isperanza di ottenere il bene che da te si attende.»
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A lo que respondió Sancho.
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Sancio rispose:
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Esto me parece argado sobre argado, y no miel sobre hojuelas. Bueno sería que tras pellizcos, mamonas y alfilerazos viniesen ahora los azotes. No tienen más que hacer sino tomar una gran piedra, y atármela al cuello, y dar conmigo en un pozo, de lo que a mí no pesaría mucho, si es que para curar los males ajenos tengo yo de ser la vaca de la boda. Déjenme; si no, por Dios que lo arroje y lo eche todo a trece, aunque no se venda.
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— Qua piove un malanno sopra all′altro: qua non si mette mele sulle frittelle: starei fresco se dopo i pizzicotti, gli schiaffi e le punture, venisse il sopraccarico delle frustate: non vi resterebbe altro che pigliare una pietra, legarmela al collo e buttarmi in un pozzo, ché anche questo dovrei sopportare, poiché per medicare i mali che fanno gli altri, ho ad essere io la vacca delle nozze; mi lascino stare, per la vita mia, o che io gitto e mando tutti all′inferno.»
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Ya en esto, se había sentado en el túmulo Altisidora, y al mismo instante sonaron las chirimías, a quien acompañaron las flautas y las voces de todos, que aclamaban.
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Di già Altisidora alzata, si era posta a sedere sul catafalco, e al tempo stesso suonarono i pifferi accompagnati da flauti e dalle voci di tutti, che gridavano:
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¡Viva Altisidora! ¡Altisidora viva!
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Viva Altisidora! Altisidora viva!»
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Levantáronse los duques y los reyes Minos y Radamanto, y todos juntos, con don Quijote y Sancho, fueron a recebir a Altisidora y a bajarla del túmulo; la cual, haciendo de la desmayada, se inclinó a los duques y a los reyes, y, mirando de través a don Quijote, le dijo.
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Si levarono i duchi e i due re Minosse e Radamanto, e tutti congiuntemente a don Chisciotte e a Sancio, andarono a ricevere Altisidora, aiutandola a calare dal catafalco; ed essa, facendo la svenuta, s′inchinò ai duchi e ai re, e guardando per traverso don Chisciotte, gli disse:
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Dios te lo perdone, desamorado caballero, pues por tu crueldad he estado en el otro mundo, a mi parecer, más de mil años; y a ti, ¡oh el más compasivo escudero que contiene el orbe!, te agradezco la vida que poseo. Dispón desde hoy más, amigo Sancho, de seis camisas mías que te mando para que hagas otras seis para ti; y, si no son todas sanas, a lo menos son todas limpias.
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— Il Cielo ti perdoni, o disamorato cavaliere: ché per la tua crudeltà sono stata all′altro mondo (a quanto mi parve) più di mille anni; ed a te, il più compassionevole di tutti gli scudieri che vivano sulla terra, rendo grazie della vita che a solo tuo merito ho ricuperata: disponi da oggi in avanti, o Sancio amico, di sei delle mie camicie che ti dono, affinché tu ne faccia altre sei per tuo uso, e se non le troverai tutte sane, le troverai almeno tutte nette.»
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Besóle por ello las manos Sancho, con la coroza en la mano y las rodillas en el suelo. Mandó el duque que se la quitasen, y le volviesen su caperuza, y le pusiesen el sayo, y le quitasen la ropa de las llamas. Suplicó Sancho al duque que le dejasen la ropa y mitra, que las quería llevar a su tierra, por señal y memoria de aquel nunca visto suceso. La duquesa respondió que sí dejarían, que ya sabía él cuán grande amiga suya era. Mandó el duque despejar el patio, y que todos se recogiesen a sus estancias, y que a don Quijote y a Sancho los llevasen a las que ellos ya se sabían.
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Sancio, colle ginocchia in terra, levatasi la mitra, le baciò le mani. Ordinò il duca lo spogliassero, e gli restituissero il suo cappuccio e il suo casaccone, e gli togliessero di dosso la zimarra fiammante, ma Sancio pregò allora il duca che la zimarra e la mitra gli fossero regalate, perché contava di portarle al suo paese in segno e memoria del non più veduto successo. La duchessa gli disse che tutto gli sarebbe concesso, mentre egli sapeva bene quanto gli fosse amica. Ordinò il duca che l′andito gli fosse sbarazzato, che tutti si ritirassero alle loro stanze, e che don Chisciotte e Sancio fossero condotti in quelle che ben conoscevano.
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II. Capítulo LXX. Que sigue al de sesenta y nueve, y trata de cosas no escusadas para la claridad desta historia.
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CAPITOLO LXX CHE TIEN DIETRO AL CAPITOLO SESSANTASETTE, E TRATTA DI COSE NECESSARIE A SAPERSI PER MAGGIOR CHIAREZZA DI QUESTA STORIA.
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Durmió Sancho aquella noche en una carriola, en el mesmo aposento de don Quijote, cosa que él quisiera escusarla, si pudiera, porque bien sabía que su amo no le había de dejar dormir a preguntas y a respuestas, y no se hallaba en disposición de hablar mucho, porque los dolores de los martirios pasados los tenía presentes, y no le dejaban libre la lengua, y viniérale más a cuento dormir en una choza solo, que no en aquella rica estancia acompañado. Salióle su temor tan verdadero y su sospecha tan cierta, que, apenas hubo entrado su señor en el lecho, cuando dijo.
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Sancio dormì quella notte in una carriuola nella stanza medesima di don Chisciotte; ma avrebbe voluto poter farne a meno, sapendo benissimo che il suo padrone non gli avrebbe lasciato chiuder occhio a furia di domande, e risposte, e non trovavasi egli in disposizione di parlar molto; come colui che pel sofferto martirio non aveva la lingua spedita, sicché gli sarebbe tornato assai meglio il dormire soletto in qual si fosse stanzaccia piuttosto che in compagnia in bellissima camera. Il suo timore gli riuscì sì vero, e il dubbio sì certo, che coricatosi appena, il suo padrone gli disse:
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¿Qué te parece, Sancho, del suceso desta noche? Grande y poderosa es la fuerza del desdén desamorado, como por tus mismos ojos has visto muerta a Altisidora, no con otras saetas, ni con otra espada, ni con otro instrumento bélico, ni con venenos mortíferos, sino con la consideración del rigor y el desdén con que yo siempre la he tratado.
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— Che te ne pare, Sancio, di quello ch′è accaduto in questa notte? Non si può negare che non sia grande e terribile la forza di una disperazione amorosa, poiché cogli occhi tuoi stessi vedesti morta Altisidora non per altri dardi o per altra spada, né uccisa con altro istrumento o con altro mortifero veleno, che col solo riflesso del rigore e della trascuranza che ho dimostrata per lei.
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Muriérase ella en hora buena cuanto quisiera y como quisiera respondió Sancho, y dejárame a mí en mi casa, pues ni yo la enamoré ni la desdeñé en mi vida. Yo no sé ni puedo pensar cómo sea que la salud de Altisidora, doncella más antojadiza que discreta, tenga que ver, como otra vez he dicho, con los martirios de Sancho Panza. Agora sí que vengo a conocer clara y distintamente que hay encantadores y encantos en el mundo, de quien Dios me libre, pues yo no me sé librar; con todo esto, suplico a vuestra merced me deje dormir y no me pregunte más, si no quiere que me arroje por una ventana abajo.
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— Fosse pure andata alla malora, rispose Sancio, quanto e come avesse voluto, ed avesse lasciato stare me in libertà, ché io non l′ho innamorata mai, né curata mai: e non posso capire come sia questa cosa che la sanità di Altisidora, più capricciosa che savia, abbia a che fare, come dissi altra volta, coi martirii del povero Sancio Pancia: basta, bisogna pure persuadersi che vanno pel mondo incantatori ed incanti, dei quali mi scampi Dio, poiché non so liberarmene da mia posta: e contuttociò supplico vossignoria che mi lasci dormire, né mi faccia altre dimande se non vuole che io mi disperi e mi getti da una finestra.
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Duerme, Sancho amigo respondió don Quijote, si es que te dan lugar los alfilerazos y pellizcos recebidos, y las mamonas hechas.
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— Dormi pure, amico Sancio, rispose don Chisciotte, se lo puoi in onta delle ricevute spillettate, dei pizzicotti e delle guanciate che ti hanno dato.
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Ningún dolor replicó Sancho llegó a la afrenta de las mamonas, no por otra cosa que por habérmelas hecho dueña, que confundidas sean; y torno a suplicar a vuesa merced me deje dormir, porque el sueño es alivio de las miserias de los que las tienen despiertas.
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— Nessun dolore, Sancio replicò, fu tanto grande quanto l′affronto degli schiaffi, non per altro se non perché li ho ricevuti per mano di matrone, che possano tutte profondare negli abissi; ma torno a pregare vossignoria che mi lasci dormire; mentre il sonno è un sollievo delle miserie per quelli che ne sono sopraccaricati.
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Sea así dijo don Quijote, y Dios te acompañe.
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— Orsù, dormi a tua voglia, disse don Chisciotte, e Dio ti accompagni.»
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Durmiéronse los dos, y en este tiempo quiso escribir y dar cuenta Cide Hamete, autor desta grande historia, qué les movió a los duques a levantar el edificio de la máquina referida. Y dice que, no habiéndosele olvidado al bachiller Sansón Carrasco cuando el Caballero de los Espejos fue vencido y derribado por don Quijote, cuyo vencimiento y caída borró y deshizo todos sus designios, quiso volver a probar la mano, esperando mejor suceso que el pasado; y así, informándose del paje que llevó la carta y presente a Teresa Panza, mujer de Sancho, adónde don Quijote quedaba, buscó nuevas armas y caballo, y puso en el escudo la blanca luna, llevándolo todo sobre un macho, a quien guiaba un labrador, y no Tomé Cecial, su antiguo escudero, porque no fuese conocido de Sancho ni de don Quijote.
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Si posero a dormire tutti e due, e intanto piacque a Cide Hamete, autore di questa grande istoria, di scrivere e di dar conto della ragione che mosse i duchi a ordire l′edifizio della macchina riferita. Ripiglia egli pertanto col dire che non essendosi dimenticato mai il baccelliere Carrasco di quando fu vinto e scavalcato da don Chisciotte, volle tentar nuova sorte, confidando di cavarne miglior successo. Informatosi dunque dal paggio che recò la lettera e i donativi a Teresa Pancia, moglie di Sancio, dove fosse rimasto don Chisciotte, aveva cercato nuove armi e nuovo cavallo, e aggiunta al suo scudo la bianca luna, portando ogni cosa sopra un mulo condotto da un contadino, ma non da Tomaso Zeziale, suo antico scudiere, perché non fosse riconosciuto da Sancio, né dal suo padrone.
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Llegó, pues, al castillo del duque, que le informó el camino y derrota que don Quijote llevaba, con intento de hallarse en las justas de Zaragoza. Díjole asimismo las burlas que le había hecho con la traza del desencanto de Dulcinea, que había de ser a costa de las posaderas de Sancho. En fin, dio cuenta de la burla que Sancho había hecho a su amo, dándole a entender que Dulcinea estaba encantada y transformada en labradora, y cómo la duquesa su mujer había dado a entender a Sancho que él era el que se engañaba, porque verdaderamente estaba encantada Dulcinea; de que no poco se rió y admiró el bachiller, considerando la agudeza y simplicidad de Sancho, como del estremo de la locura de don Quijote.
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Giunto al castello del duca venne informato che don Chisciotte erasi avviato alla giostra di Saragozza, e delle burle che s′era prese di lui e di Sancio; delle quali cose tutte rise non poco e fe′ le maraviglie il baccelliere, che teneva sempre la mente rivolta all′acutezza e semplicità di Sancio, ed all′estremo della pazzia di don Chisciotte.
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Pidióle el duque que si le hallase, y le venciese o no, se volviese por allí a darle cuenta del suceso. Hízolo así el bachiller; partióse en su busca, no le halló en Zaragoza, pasó adelante y sucedióle lo que queda referido.
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Così fatto aveva il baccelliere: partì cercando di lui, nol trovò in Saragozza, passò avanti, e gli accadde quanto si è raccontato:
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Volvióse por el castillo del duque y contóselo todo, con las condiciones de la batalla, y que ya don Quijote volvía a cumplir, como buen caballero andante, la palabra de retirarse un año en su aldea, en el cual tiempo podía ser, dijo el bachiller, que sanase de su locura; que ésta era la intención que le había movido a hacer aquellas transformaciones, por ser cosa de lástima que un hidalgo tan bien entendido como don Quijote fuese loco. Con esto, se despidió del duque, y se volvió a su lugar, esperando en él a don Quijote, que tras él venía.
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tornato poi al castello del duca, gli disse ogni cosa colle condizioni della battaglia, e che già don Chisciotte era pronto, come buon cavaliere errante, a mantenere la sua promessa e starsene ritirato pel corso di un anno nel suo paese; nel qual tempo poteva accadere (soggiunse il baccelliere) che risanasse della sua pazzia. Assicurò che questa era l′unica intenzione che lo aveva mosso a fare quelle trasformazioni, per impedire che un cittadino tanto sensato com′era don Chisciotte, finisse pazzo del tutto, e partì poi dalla casa del duca, e tornò al suo paese, aspettandovi don Chisciotte che fedelmente lo seguitava.
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De aquí tomó ocasión el duque de hacerle aquella burla tanto era lo que gustaba de las cosas de Sancho y de don Quijote; y haciendo tomar los caminos cerca y lejos del castillo por todas las partes que imaginó que podría volver don Quijote, con muchos criados suyos de a pie y de a caballo, para que por fuerza o de grado le trujesen al castillo, si le hallasen. Halláronle, dieron aviso al duque, el cual, ya prevenido de todo lo que había de hacer, así como tuvo noticia de su llegada, mandó encender las hachas y las luminarias del patio y poner a Altisidora sobre el túmulo, con todos los aparatos que se han contado, tan al vivo, y tan bien hechos, que de la verdad a ellos había bien poca diferencia.
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Tutte queste notizie furono causa delle bizzarrie del duca nel fargli le narrate burle: sì grande era lo spasso che si prendeva egli delle cose di Sancio e di don Chisciotte; ond′è che nelle lontane strade, per dove pensò che don Chisciotte dovesse passare, aveva inviati i suoi servi a piedi e a cavallo, affinché trovandolo, o per forza o per amore seco lo menassero al castello. Lo raggiunsero, e ne resero informato il duca, il quale disposto avendo ciò che immaginava di fare, non ebbe appena notizia del suo arrivo, che ordinò che fossero accese le torce e le candele dell′andito, e che Altisidora si coricasse sul catafalco con tutti gli apparati già descritti.
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Y dice más Cide Hamete que tiene para sí ser tan locos los burladores como los burlados, y que no estaban los duques dos dedos de parecer tontos, pues tanto ahínco ponían en burlarse de dos tontos.
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Dice qui Cide Hamete Ben-Engeli che quanto a lui egli giudica senza esitare che fossero tanto pazzi i burlatori quanto i burlati, e che i duchi non erano due dita lontani dal meritarsi il titolo di balordi per quella loro grande smania di farsi giuoco di due scimuniti;
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Los cuales, el uno durmiendo a sueño suelto, y el otro velando a pensamientos desatados, les tomó el día y la gana de levantarse; que las ociosas plumas, ni vencido ni vencedor, jamás dieron gusto a don Quijote.
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i quali (per ritornare alla nostra narrazione) l′uno dormendo saporitamente e l′altro vegliando coi suoi fantastici pensieri, furono colti dal giorno e dalla voglia di alzarsi: ché le oziose piume, né come vinto, né come vincitore, piacquero mai a don Chisciotte.
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Altisidora en la opinión de don Quijote, vuelta de muerte a vida, siguiendo el humor de sus señores, coronada con la misma guirnalda que en el túmulo tenía, y vestida una tunicela de tafetán blanco, sembrada de flores de oro, y sueltos los cabellos por las espaldas, arrimada a un báculo de negro y finísimo ébano, entró en el aposento de don Quijote, con cuya presencia turbado y confuso, se encogió y cubrió casi todo con las sábanas y colchas de la cama, muda la lengua, sin que acertase a hacerle cortesía ninguna. Sentóse Altisidora en una silla, junto a su cabecera, y, después de haber dado un gran suspiro, con voz tierna y debilitada le dijo.
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Altisidora risuscitata, secondando l′umore dei suoi padroni, coronata colla ghirlanda medesima di cui era adorna sul catafalco, e vestita con tunicella di taffettà bianco seminata di fiori d′oro, coi capegli sciolti giù per le spalle ed appoggiata a bastone di nero e finissimo ebano, entrò nella camera di don Chisciotte. La vide egli appena, che turbato e confuso si ravvolse e coprì tutto col lenzuolo e colla coltre del letto, non articolando parola, né sapendo come trovare la via per farle alcun segno di cortesia e di riverenza. Altisidora si pose a sedere in una sedia accanto al letto, e dopo avere mandato il più profondo sospiro, con tenera e fioca voce gli disse:
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Cuando las mujeres principales y las recatadas doncellas atropellan por la honra, y dan licencia a la lengua que rompa por todo inconveniente, dando noticia en público de los secretos que su corazón encierra, en estrecho término se hallan. Yo, señor don Quijote de la Mancha, soy una déstas, apretada, vencida y enamorada; pero, con todo esto, sufrida y honesta; tanto que, por serlo tanto, reventó mi alma por mi silencio y perdí la vida. Dos días ha que con la consideración del rigor con que me has tratado.
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— Quando le donne di alta nascita e le ritirate donzelle dànno bando all′onore, e libertà alla lingua di parlare senz′avvertenza, facendo pubblici i segreti sepolti nel loro cuore, si trovano al cattivo termine in cui io sono. Io, o signor Don Chisciotte della Mancia, sono una di queste, miserabile, vinta e innamorata; ma contuttociò onesta e sofferente tanto, che per esserlo a sì alto grado questa mia anima scoppiò pel silenzio, ed io ne perdetti la vita. Corrono due giorni da che riflettendo alla crudeltà con cui mi trattasti, o più duro del marmo alle querele mie,
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¡Oh más duro que mármol a mis quejas.
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o perfidioso cavaliere, io ho dovuto restar morta od essere almeno giudicata tale da chi mi ha veduta:
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empedernido caballero!, he estado muerta, o, a lo menos, juzgada por tal de los que me han visto; y si no fuera porque el Amor, condoliéndose de mí, depositó mi remedio en los martirios deste buen escudero, allá me quedara en el otro mundo.
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e se stato non fosse l′Amore, che sentendo pietà del caso mio, depositò il mio rimedio nei martirii di questo buono scudiere, mi troverei di già all′altro mondo.
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Bien pudiera el Amor dijo Sancho depositarlos en los de mi asno, que yo se lo agradeciera. Pero dígame, señora, así el cielo la acomode con otro más blando amante que mi amo ¿qué es lo que vio en el otro mundo? ¿Qué hay en el infierno? Porque quien muere desesperado, por fuerza ha de tener aquel paradero.
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— Sarebbe stato meglio, disse Sancio, che Amore avesse depositato il rimedio nei martirii del mio asino, che io gliene avrei anche avuto obbligo; ma mi dica di grazia, o signora (che il cielo la accomodi di altro amante più tenero del mio padrone), che cosa ha veduto ella nell′altro mondo? Che cosa c′è egli all′inferno? Donde viene che chi muore disperato abbia ad andare colaggiù per forza?
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La verdad que os diga respondió Altisidora, yo no debí de morir del todo, pues no entré en el infierno; que, si allá entrara, una por una no pudiera salir dél, aunque quisiera. La verdad es que llegué a la puerta, adonde estaban jugando hasta una docena de diablos a la pelota, todos en calzas y en jubón, con valonas guarnecidas con puntas de randas flamencas, y con unas vueltas de lo mismo, que les servían de puños, con cuatro dedos de brazo de fuera, porque pareciesen las manos más largas, en las cuales tenían unas palas de fuego; y lo que más me admiró fue que les servían, en lugar de pelotas, libros, al parecer, llenos de viento y de borra, cosa maravillosa y nueva; pero esto no me admiró tanto como el ver que, siendo natural de los jugadores el alegrarse los gananciosos y entristecerse los que pierden, allí en aquel juego todos gruñían, todos regañaban y todos se maldecían.
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— A dirvi il vero, rispose Altisidora, io non dovetti morire interamente, giacché non entrai nell′inferno; ché se ciò fosse stato non ne avrei potuto uscire a patto alcuno: vero è bensì che giunsi sino alla porta dove stavano una dozzina di diavoli giocando alle pallottole, tutti in calze e giubbone, con collari guerniti di merletti e di reticelle fiamminghe, e con manichini che loro servivano di ribecchini a lattughe, dai quali uscivano quattro dita di braccia, acciocché le mani paressero più lunghe. In esse tenevano molte pallottole di fuoco, e quello che più mi fece stupire si fu che per formarle servivansi di certi libri all′apparenza pieni di vento e di borra, cosa mirabile e nuova; ma non fu questa la sola causa del mio stordimento, giacché lo fu pure il vedere che essendo proprio dei giuocatori il rallegrarsi chi vince e rattristarsi chi perde, a quel giuoco stavano tutti col grugno e brontolavano, e tutti si arrabbiavano e tutti si maledicevano.
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Eso no es maravilla respondió Sancho, porque los diablos, jueguen o no jueguen, nunca pueden estar contentos, ganen o no ganen.
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— Di questa cosa non è da farsi alcuna maraviglia, rispose Sancio, perché i diavoli o giuochino o no, non possono essere mai contenti né quando perdono, né quando vincono.
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Así debe de ser respondió Altisidora; mas hay otra cosa que también me admira, quiero decir me admiró entonces, y fue que al primer voleo no quedaba pelota en pie, ni de provecho para servir otra vez; y así, menudeaban libros nuevos y viejos, que era una maravilla. A uno dellos, nuevo, flamante y bien encuadernado, le dieron un papirotazo que le sacaron las tripas y le esparcieron las hojas. Dijo un diablo a otro Mirad qué libro es ése′′. Y el diablo le respondió Esta es la Segunda parte de la historia de don Quijote de la Mancha, no compuesta por Cide Hamete, su primer autor, sino por un aragonés, que él dice ser natural de Tordesillas′′. Quitádmele de ahí respondió el otro diablo, y metedle en los abismos del infierno no le vean más mis ojos′′. ¿Tan malo es?′′, respondió el otro. Tan malo replicó el primero, que si de propósito yo mismo me pusiera a hacerle peor, no acertara′′. Prosiguieron su juego, peloteando otros libros, y yo, por haber oído nombrar a don Quijote, a quien tanto adamo y quiero, procuré que se me quedase en la memoria esta visión.
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— Così debb′essere, rispose Altisidora; ma c′è altra cosa che mi fece trasecolare, e fu che al primo balzo non rimaneva più palla sana, o almeno che fosse buona da giuocare altra volta, e così balzavano e si distruggevano qua e là i libri che era uno stupore. Ad uno di essi, nuovo e fiammante e ben legato, diedero sì terribile colpo da fargli schizzare fuora le budella, ond′è che le carte andarono disperse; e disse uno ad un altro diavolo: — Guarda un poco che libro è codesto? E il diavolo rispose: — Questo è la seconda Parte della storia di don Chisciotte della Mancia, non già composta da Cide Hamete, suo primo autore, ma dall′Aragonese che dice essere naturale di Tordesiglia. — Toglietemelo via dagli occhi, l′altro diavolo rispose, e sprofondatelo nell′abisso dell′inferno, sicché le mie pupille mai più non lo veggano. — Tanto egli è pessimo? rispondeva l′altro. — Tanto pessimo, soggiungeva il primo, che se io medesimo mi fossi accinto a comporlo, non ne avrei potuto fare uno peggiore;» e così seguitarono il giuoco con altri libri: ed io avendo sentito il nome di don Chisciotte, che tanto apprezzo ed amo, procurai di tenermi bene in mente quella visione.
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Visión debió de ser, sin duda dijo don Quijote, porque no hay otro yo en el mundo, y ya esa historia anda por acá de mano en mano, pero no para en ninguna, porque todos la dan del pie. Yo no me he alterado en oír que ando como cuerpo fantástico por las tinieblas del abismo, ni por la claridad de la tierra, porque no soy aquel de quien esa historia trata. Si ella fuere buena, fiel y verdadera, tendrá siglos de vida; pero si fuere mala, de su parto a la sepultura no será muy largo el camino.
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— Visione debb′essere stata senza dubbio, disse don Chisciotte, perché al mondo non v′è un altro io; e già cotesta storia va attorno da una in altra mano, ma in alcuna non resta, poiché ognuno le dà un calcio né io mi sono punto alterato nell′udire che vo come corpo fantastico per le tenebre dell′abisso e per la luce della terra, non essendo io quegli di cui tratta cotale spuria istoria: e poi se fosse buona, fedele e veridica, vivrebbe dei secoli; ma siccome è cattiva, molto corto sarà il passo tra il suo nascere e il suo morire.»
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Iba Altisidora a proseguir en quejarse de don Quijote, cuando le dijo don Quijote
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Voleva Altisidora continuare a dolersi di don Chisciotte, quand′egli la interruppe, dicendo:
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Muchas veces os he dicho, señora, que a mí me pesa de que hayáis colocado en mí vuestros pensamientos, pues de los míos antes pueden ser agradecidos que remediados; yo nací para ser de Dulcinea del Toboso, y los hados, si los hubiera, me dedicaron para ella; y pensar que otra alguna hermosura ha de ocupar el lugar que en mi alma tiene es pensar lo imposible. Suficiente desengaño es éste para que os retiréis en los límites de vuestra honestidad, pues nadie se puede obligar a lo imposible.
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«Già vi dichiarai molte volte, o signora, che mi dispiace che voi abbiate in me collocati i vostri pensieri, perché io posso piuttosto gradirli che secondarli. Nacqui per essere di Dulcinea del Toboso; e i destini, se pure vi sono, mi hanno fatto per lei: ed è pensare all′impossibile l′immaginarsi che altra bellezza riesca ad occupare quella fede che a lei sola ho serbata: e questo vi serva di disinganno, ritirandovi nei limiti della vostra onestà, che nessuno si potrà mai obbligare a quello che non può essere.»
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Oyendo lo cual Altisidora, mostrando enojarse y alterarse, le dijo.
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Sentendo questo, Altisidora fece vista di entrare in collera e di alterarsi, e gli disse:
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¡Vive el Señor, don bacallao, alma de almirez, cuesco de dátil, más terco y duro que villano rogado cuando tiene la suya sobre el hito, que si arremeto a vos, que os tengo de sacar los ojos! ¿Pensáis por ventura, don vencido y don molido a palos, que yo me he muerto por vos? Todo lo que habéis visto esta noche ha sido fingido; que no soy yo mujer que por semejantes camellos había de dejar que me doliese un negro de la uña, cuanto más morirme.
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— Viva Dio! don Merluzzo, anima di mortaio, nocciuolo di dattero, più ostinato e duro di villano pregato quando diventa cavaliero, che se io mi metto attorno ti cavo codesti occhiacci: pensi tu forse, signor don fracassato a bastonate, che io mi sia morta per causa tua? Tutto quello che stanotte hai visto è stato finzione, ché io non sono donna che per somiglianti capelli abbia a soffrire il dolore di un solo nero di ugna, non che morirmi.
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Eso creo yo muy bien dijo Sancho, que esto del morirse los enamorados es cosa de risa bien lo pueden ellos decir, pero hacer, créalo Judas.
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— E io ne sono pienamente persuaso, soggiunse Sancio, che queste morti degli innamorati sono tutte baie: e possono bene decantarle, ma che poi le mettano in esecuzione credalo Giuda.»
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Estando en estas pláticas, entró el músico, cantor y poeta que había cantado las dos ya referidas estancias, el cual, haciendo una gran reverencia a don Quijote, dijo
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Stando in questi ragionamenti, entrò il musico cantatore e poeta, che aveva gorgheggiate le due già riferite ottave, il quale, fatta a don Chisciotte profonda riverenza, disse:
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Vuestra merced, señor caballero, me cuente y tenga en el número de sus mayores servidores, porque ha muchos días que le soy muy aficionado, así por su fama como por sus hazañas.
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— Mi conti vossignoria, signor cavaliere e mi tenga nel novero dei suoi più fidati servidori, ch′è molto tempo che io me le sono affezionato sì per la celebrità ch′ella gode come per le imprese che vanta.»
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Don Quijote le respondió
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Don Chisciotte gli rispose:
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Vuestra merced me diga quién es, porque mi cortesía responda a sus merecimientos.
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— Mi dica la signoria vostra chi ella è, affinché la mia civiltà corrisponder possa ai suoi meriti.»
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El mozo respondió que era el músico y panegírico de la noche antes.
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Rispose il giovane: — Io sono il musico ed il panegirista della notte scorsa.
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Por cierto replicó don Quijote, que vuestra merced tiene estremada voz, pero lo que cantó no me parece que fue muy a propósito; porque, ¿qué tienen que ver las estancias de Garcilaso con la muerte desta señora.
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— Per certo; replicò don Chisciotte, ch′ella ha voce eccellentissima, ma quello ch′ella cantò non mi parve che cadesse gran fatto a proposito, che hanno a fare le ottave di Garcilasso con la morte di questa signora?
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No se maraville vuestra merced deso respondió el músico, que ya entre los intonsos poetas de nuestra edad se usa que cada uno escriba como quisiere, y hurte de quien quisiere, venga o no venga a pelo de su intento, y ya no hay necedad que canten o escriban que no se atribuya a licencia poética.
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— Di questo non si meravigli vossignoria, riprese il musico, ché tra gl′intonsi poeti dell′età nostra è alla moda la piena libertà dello scrivere e del rubare dagli altri autori; e venga o non venga a proposito quello che scrivono, non vi è scioccheria che non mettano in versi e in musica attribuendola a licenza poetica.»
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Responder quisiera don Quijote, pero estorbáronlo el duque y la duquesa, que entraron a verle, entre los cuales pasaron una larga y dulce plática, en la cual dijo Sancho tantos donaires y tantas malicias, que dejaron de nuevo admirados a los duques, así con su simplicidad como con su agudeza. Don Quijote les suplicó le diesen licencia para partirse aquel mismo día, pues a los vencidos caballeros, como él, más les convenía habitar una zahúrda que no reales palacios. Diéronsela de muy buena gana, y la duquesa le preguntó si quedaba en su gracia Altisidora. Él le respondió.
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Don Chisciotte avrebbe voluto replicare, ma ne fu impedito dai duchi venuti essi pure a visitarlo, e coi quali tenne lungo piacevole dialogo, prendendovi parte anche Sancio, il quale disse tante facezie e tante malizie, che i duchi non si saziavano mai di sentire tanta furia di semplicità e di acutezze. Li supplicò don Chisciotte che lo lasciassero partire in quel giorno medesimo, poiché ai vinti cavalieri come lui conveniva meglio di soggiornare in porcile che in palagio reale. Vi acconsentirono di buon grado, e la duchessa gli dimandò se Altisidora restata fosse nella sua buona grazia. Rispose:
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Señora mía, sepa Vuestra Señoría que todo el mal desta doncella nace de ociosidad, cuyo remedio es la ocupación honesta y continua. Ella me ha dicho aquí que se usan randas en el infierno; y, pues ella las debe de saber hacer, no las deje de la mano, que, ocupada en menear los palillos, no se menearán en su imaginación la imagen o imágines de lo que bien quiere; y ésta es la verdad, éste mi parecer y éste es mi consejo.
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— Sappia, signora mia, che tutto il male di questa donzella nasce dal suo ozio, il cui rimedio non in altro consisterebbe che in una onesta ed incessante occupazione. Mi disse poco fa che nell′inferno si usano le reticelle e siccome ella deve saperle fare, badi ad ordirne, e così occupandosi in dimenare i piombini, la sua immaginazione non troverà pascolo negli oggetti ai quali ha donato il suo cuore; è questa verità, è questo il mio parere, è questo il mio consiglio.
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Y el mío añadió Sancho, pues no he visto en toda mi vida randera que por amor se haya muerto; que las doncellas ocupadas más ponen sus pensamientos en acabar sus tareas que en pensar en sus amores. Por mí lo digo, pues, mientras estoy cavando, no me acuerdo de mi oíslo; digo, de mi Teresa Panza, a quien quiero más que a las pestañas de mis ojos.
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— Ed anche il mio, soggiunse Sancio, che parlando per esperienza dico che non ho visto mai reticellaia che sia morta per innamoramento. Una donzella occupata nel lavoro pone più presto i suoi pensieri in finire il suo compito che in pensare agli amori; e in questo pigli esempio da me, che quando sto zappando non mi ricordo punto del mio idolo, voglio dire se la mia Teresa Pancia mi voglia bene più che alle pupille dei suoi occhi.
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Vos decís muy bien, Sancho dijo la duquesa, y yo haré que mi Altisidora se ocupe de aquí adelante en hacer alguna labor blanca, que la sabe hacer por estremo.
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— Voi parlate da grande uomo, disse la duchessa, ed io farò che la mia Altisidora si impieghi da ora innanzi in cucire lenzuola e camicie ed altra biancheria; lavori ch′ella conosce molto bene.
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No hay para qué, señora respondió Altisidora, usar dese remedio, pues la consideración de las crueldades que conmigo ha usado este malandrín mostrenco me le borrarán de la memoria sin otro artificio alguno. Y, con licencia de vuestra grandeza, me quiero quitar de aquí, por no ver delante de mis ojos ya no su triste figura, sino su fea y abominable catadura.
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— Non occorrerà, disse allora Altisidora, che la signoria vostra si serva di questo rimedio, mentre basterà a cancellare dalla mia memoria questo maledetto bestione con la considerazione della sua crudeltà; e con licenza di vostra grandezza voglio levarmi di qua per non vedermi più davanti agli occhi, non dirò la sua trista figura, ma il suo brutto ed abbominevole mostaccio.
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Eso me parece dijo el duque a lo que suele decirse
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— Mi pare, signorina mia; disse allora il duca,
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Porque aquel que dice injurias. cerca está de perdonar.
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che siamo a quello che si suol dire: Chi ingiuria è prossimo a perdonare.»
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Hizo Altisidora muestra de limpiarse las lágrimas con un pañuelo, y, haciendo reverencia a sus señores, se salió del aposento.
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Altisidora fece vista di rasciugarsi le lagrime col fazzoletto, e riveriti sommessamente i suoi padroni, se ne uscì dalla camera.
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Mándote yo dijo Sancho, pobre doncella, mándote, digo, mala ventura, pues las has habido con una alma de esparto y con un corazón de encina. ¡A fee que si las hubieras conmigo, que otro gallo te cantara.
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— Io ti annunzio, o povera donzella, disse Sancio, io ti annuncio malaventura: poiché tu te la sei pur questa volta pigliata con animuccia di giunco marino e con cuore di quercia, ma affé che se fossi stato io il provocato da te, tu sentiresti adesso altro suono.
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Acabóse la plática, vistióse don Quijote, comió con los duques, y partióse aquella tarde.
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Il discorso terminò; don Chisciotte si vestì, desinò coi duchi e partì quella stessa sera.
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II. Capítulo LXXI. De lo que a don Quijote le sucedió con su escudero Sancho yendo a su aldea.
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CAPITOLO LXXI DI CIРCHE ACCADDE A DON CHISCIOTTE CON SANCIO NEL RESTITUIRSI AL PAESE NATIVO.
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Iba el vencido y asendereado don Quijote pensativo además por una parte, y muy alegre por otra. Causaba su tristeza el vencimiento; y la alegría, el considerar en la virtud de Sancho, como lo había mostrado en la resurreción de Altisidora, aunque con algún escrúpulo se persuadía a que la enamorada doncella fuese muerta de veras. No iba nada Sancho alegre, porque le entristecía ver que Altisidora no le había cumplido la palabra de darle las camisas; y, yendo y viniendo en esto, dijo a su amo.
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La mente di don Chisciotte era per una parte molto concentrata nei suoi pensieri, e molto lieta per l′altra. La sua tristezza procedeva dall′essere stato vinto, e la sua allegrezza dal considerare la virtù mostrata da Sancio nel procurare il ritorno in vita di Altisidora, tuttoché egli covasse in sé qualche dubbio che la innamorata donzella non fosse morta daddovero. Sancio non andava lieto per niente; ché gli doleva che Altisidora non gli avesse mantenuta la promessa di dargli le sei camicie; e pensando e ripensando a questa cosa sola, disse al padrone:
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En verdad, señor, que soy el más desgraciado médico que se debe de hallar en el mundo, en el cual hay físicos que, con matar al enfermo que curan, quieren ser pagados de su trabajo, que no es otro sino firmar una cedulilla de algunas medicinas, que no las hace él, sino el boticario, y cátalo cantusado; y a mí, que la salud ajena me cuesta gotas de sangre, mamonas, pellizcos, alfilerazos y azotes, no me dan un ardite. Pues yo les voto a tal que si me traen a las manos otro algún enfermo, que, antes que le cure, me han de untar las mías; que el abad de donde canta yanta, y no quiero creer que me haya dado el cielo la virtud que tengo para que yo la comunique con otros de bóbilis, bóbilis.
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— Certo, signor padrone, che io sono il medico più sfortunato che viva al mondo; poiché se ne trovano molti che dopo aver ammazzati gli infermi, vogliono essere pagati delle loro fatiche; e queste consistono in firmare una polizzetta di certi rimedii che non fanno essi, ma sono figli della testa dello speziale. A me invece la sanità degli altri è costata gocce di sangue, schiaffi, pizzicotti, punture e frustate, e non mi hanno dato neppure un maravedis. Giuro a Dio che se mi mettono per le mani un altro infermo, prima che io lo medichi mi hanno da ungere bene le mani, che l′abate mangia di quello ch′egli canta, né mi persuaderò mai che Dio mi abbia dato questa virtù, perché la comunichi agli altri amore et gratia.
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Tú tienes razón, Sancho amigo respondió don Quijote, y halo hecho muy mal Altisidora en no haberte dado las prometidas camisas; y, puesto que tu virtud es gratis data, que no te ha costado estudio alguno, más que estudio es recebir martirios en tu persona. De mí te sé decir que si quisieras paga por los azotes del desencanto de Dulcinea, ya te la hubiera dado tal como buena; pero no sé si vendrá bien con la cura la paga, y no querría que impidiese el premio a la medicina. Con todo eso, me parece que no se perderá nada en probarlo mira, Sancho, el que quieres, y azótate luego, y págate de contado y de tu propia mano, pues tienes dineros míos.
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— Tu hai ragione, amico Sancio, rispose don Chisciotte, e Altisidora si è portata male assai nel non darti le promesse camicie, ma pensa che la virtù che possiedi è gratis data, perché non ti costò veruno studio, ché non si vuole studio di sorta per farsi martoriare la persona: ti dirò ben io che se tu avessi voluto essere pagato per le frustate indispensabili al disincanto di Dulcinea, io ti avrei dato il più generoso guiderdone, quando però non mi fosse venuto il sospetto che il premio non avesse resa inefficace la medicina: ma già mi pare che non si perderà niente a farne la prova. Orsù, veniamo a patti, Sancio mio caro, guarda quanto pretendi, e frustati subito e pagati in moneta sonante, giacché tu hai i miei danari nelle tue mani.»
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A cuyos ofrecimientos abrió Sancho los ojos y las orejas de un palmo, y dio consentimiento en su corazón a azotarse de buena gana; y dijo a su amo
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Sancio spalancò gli occhi ed allungò il collo a questa offerta, ed in cuor suo stabilì di frustarsi di molta buona voglia, sicché disse al padrone:
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Agora bien, señor, yo quiero disponerme a dar gusto a vuestra merced en lo que desea, con provecho mío; que el amor de mis hijos y de mi mujer me hace que me muestre interesado. Dígame vuestra merced ¿cuánto me dará por cada azote que me diere.
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— Penso di dare gusto a vossignoria in quello che desidera con mio utile; perché l′amore che porto a Teresa Pancia ed ai figliuoli è causa che mi abbia a dimostrare interessato. Ora mi dica a quanto mi pagherà ogni frustata.
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Si yo te hubiera de pagar, Sancho respondió don Quijote, conforme lo que merece la grandeza y calidad deste remedio, el tesoro de Venecia, las minas del Potosí fueran poco para pagarte; toma tú el tiento a lo que llevas mío, y pon el precio a cada azote.
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— Se ti avessi a pagare, o Sancio, rispose don Chisciotte, nella misura che merita la grandezza e qualità di questo rimedio, sarebbero poca cosa i tesori di Venezia e le miniere del Potosi, ma fa conto su quello che tieni di ragion mia, e metti tu stesso la tassa ad ogni frustata.
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Ellos respondió Sancho son tres mil y trecientos y tantos; de ellos me he dado hasta cinco quedan los demás; entren entre los tantos estos cinco, y vengamos a los tres mil y trecientos, que a cuartillo cada uno, que no llevaré menos si todo el mundo me lo mandase, montan tres mil y trecientos cuartillos, que son los tres mil, mil y quinientos medios reales, que hacen setecientos y cincuenta reales; y los trecientos hacen ciento y cincuenta medios reales, que vienen a hacer setenta y cinco reales, que, juntándose a los setecientos y cincuenta, son por todos ochocientos y veinte y cinco reales. Éstos desfalcaré yo de los que tengo de vuestra merced, y entraré en mi casa rico y contento, aunque bien azotado; porque no se toman truchas..., y no digo más.
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— Sono, rispose Sancio, tremila trecento e tante: cinque, me ne ho date a conto, e restano le più; e entrino tra le tante le cinque, e riduciamoli a tremila e trecento, che ad un quarticello per una (che non ne vorrei meno se tutto il mondo me lo comandasse) ammontano, per le tremila, a tremila quarticelli che sono mille e cinquecento mezzi reali, che vengono a formare settecento cinquanta reali, e le trecento fanno centocinquanta mezzi reali, che vengono ad essere settantacinque reali, i quali aggiunti ai settecentocinquanta, sono in tutto ottocento venticinque reali. Questi io li diffalcherò da quelli che tengo di ragione di vossignoria, e provveduto e contento tornerò in casa mia, comunque bene frustato; ché già non si può avere il male senza le mosche.
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¡Oh Sancho bendito! ¡Oh Sancho amable respondió don Quijote, y cuán obligados hemos de quedar Dulcinea y yo a servirte todos los días que el cielo nos diere de vida! Si ella vuelve al ser perdido, que no es posible sino que vuelva, su desdicha habrá sido dicha, y mi vencimiento, felicísimo triunfo. Y mira, Sancho, cuándo quieres comenzar la diciplina, que porque la abrevies te añado cien reales.
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— O Sancio benedetto! Sancio amabile! rispose don Chisciotte, oh quanto ci troveremo obbligati, Dulcinea ed io, a servirti nei giorni tutti che ci donerà il cielo di vita! Se torna Dulcinea al primiero suo essere (che non è possibile che non torni) fortuna si potrà dire la sua disgrazia, felicissima e trionfante la mia passata sconfitta. Ora pensa tu quand′è che vuoi dare principio alla disciplina, che io per abbreviarne il termine ti aggiungo dieci reali.
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¿Cuándo? replicó Sancho. Esta noche, sin falta. Procure vuestra merced que la tengamos en el campo, al cielo abierto, que yo me abriré mis carnes.
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— Quando? disse Sancio: in questa notte senza alcun fallo; e procuri vossignoria che ci troviamo in campagna a cielo scoperto, che io diserterò queste mie povere carni.»
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Llegó la noche, esperada de don Quijote con la mayor ansia del mundo, pareciéndole que las ruedas del carro de Apolo se habían quebrado, y que el día se alargaba más de lo acostumbrado, bien así como acontece a los enamorados, que jamás ajustan la cuenta de sus deseos. Finalmente, se entraron entre unos amenos árboles que poco desviados del camino estaban, donde, dejando vacías la silla y albarda de Rocinante y el rucio, se tendieron sobre la verde yerba y cenaron del repuesto de Sancho; el cual, haciendo del cabestro y de la jáquima del rucio un poderoso y flexible azote, se retiró hasta veinte pasos de su amo, entre unas hayas. Don Quijote, que le vio ir con denuedo y con brío, le dijo.
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Giunse la notte attesa da don Chisciotte colla maggiore ansietà, sembrandogli che le ruote del carro di Apollo si fossero fracassate e che si allungasse il giorno oltre l′usato; al modo appunto che accade agli innamorati, i quali non aggiustano mai la partita dei loro desiderii. Penetrarono finalmente in un albereto poco distante dalla strada maestra, dove lasciando vôta la sella e la bardella di Ronzinante e del leardo, si coricarono sulla verde erba, e cenarono della provvisione che seco portava Sancio; il quale, facendo del capestro e della cavezza del leardo una forte e pieghevole disciplina, si scostò dal suo padrone intorno a venti passi, e andò presso alcuni faggi. Don Chisciotte che lo vide andare con animo risoluto ed ardito, gli disse:
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Mira, amigo, que no te hagas pedazos; da lugar que unos azotes aguarden a otros; no quieras apresurarte tanto en la carrera, que en la mitad della te falte el aliento; quiero decir que no te des tan recio que te falte la vida antes de llegar al número deseado. Y, porque no pierdas por carta de más ni de menos, yo estaré desde aparte contando por este mi rosario los azotes que te dieres. Favorézcate el cielo conforme tu buena intención merece.
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— Bada, amico, di non maltrattarti soverchiamente; lascia tempo tra una frustata e l′altra, né accelerarne troppo il corso, affinché sul bel mezzo non ti venga a mancare il fiato; e voglio dire che le frustate non sieno tanto terribili che ti abbia a mancare la vita prima che si compia il numero stabilito: ma perché tu non pecchi nel troppo né nel troppo poco, io starò qui in un canto e conterò con questa corona le frustate che ti darai; ed ora il cielo ti secondi conformemente al merito della tua buona intenzione.
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Al buen pagador no le duelen prendas respondió Sancho yo pienso darme de manera que, sin matarme, me duela; que en esto debe de consistir la sustancia deste milagro.
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— Al buon pagatore non gli dolgono i pegni, disse Sancio, ed io penso di disciplinarmi in maniera da sentire il dolore, ma senza ammazzarmi, che in questo appunto deve consistere la sostanza del miracolo.»
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Desnudóse luego de medio cuerpo arriba, y, arrebatando el cordel, comenzó a darse, y comenzó don Quijote a contar los azotes.
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Si spogliò dalla cintola all′insù, e acchiappata la funicella, cominciò a flagellarsi, e don Chisciotte a noverare le frustate. Doveva aversene date Sancio intorno a sei o otto, che gli parve troppo brutto il giuoco e troppo vile il prezzo, e fermandosi un poco disse al padrone,
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Hasta seis o ocho se habría dado Sancho, cuando le pareció ser pesada la burla y muy barato el precio della, y, deteniéndose un poco, dijo a su amo que se llamaba a engaño, porque merecía cada azote de aquéllos ser pagado a medio real, no que a cuartillo.
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che protestava di essersi ingannato, perché ognuna di quelle frustate meritava mezzo reale, e non un solo quartuccio.
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Prosigue, Sancho amigo, y no desmayes le dijo don Quijote, que yo doblo la parada del precio.
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— Tira pure innanzi Sancio mio, non perderti di animo, gli rispose don Chisciotte, che raddoppierò la posta.
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Dese modo dijo Sancho, ¡a la mano de Dios, y lluevan azotes!
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— Se così è, disse Sancio, piovano le frustate;»
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Pero el socarrón dejó de dárselos en las espaldas, y daba en los árboles, con unos suspiros de cuando en cuando, que parecía que con cada uno dellos se le arrancaba el alma. Tierna la de don Quijote, temeroso de que no se le acabase la vida, y no consiguiese su deseo por la imprudencia de Sancho, le dijo.
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ma il volpone in vece di battersi le spalle andava battendo gli alberi, e mandava di tanto in quanto certi gemiti sì lunghi che ad ognuno di essi pareva che l′anima dovesse scappargli fuori. Don Chisciotte, ch′era tenero di cuore e timoroso che Sancio non lasciasse la vita, e in conseguenza non potesse egli giungere al suo intento per la imprudenza dello scudiere, si fece a dirgli:
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Por tu vida, amigo, que se quede en este punto este negocio, que me parece muy áspera esta medicina, y será bien dar tiempo al tiempo; que no se ganó Zamora en un hora. Más de mil azotes, si yo no he contado mal, te has dado bastan por agora; que el asno, hablando a lo grosero, sufre la carga, mas no la sobrecarga.
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Per vita tua, amico, non tirare più innanzi, che questa medicina mi pare crudele, e sarà bene dar tempo al tempo, che Roma non si costrusse in un′ora: ti sei date, se non ho contato male, più di mille frustate, e bastino queste per ora, ché l′asino sopporta il carico, ma non il sopraccarico.
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No, no, señor respondió Sancho, no se ha de decir por mí "a dineros pagados, brazos quebrados". Apártese vuestra merced otro poco y déjeme dar otros mil azotes siquiera, que a dos levadas déstas habremos cumplido con esta partida, y aún nos sobrará ropa.
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— No, no, signor mio non voglio che si dica di me: Chi paga innanzi è servito dopo; si scosti un poco, e mi lasci dare non meno di altre mille frustate, ché a due levate di queste avremo saldata la partita ed anche ne sopravanzeranno. — Poiché sei in sì buona disposizione, replicò don Chisciotte, il cielo ti aiuti, e continua pure che io mi metto d′accanto.»
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Pues tú te hallas con tan buena disposición dijo don Quijote, el cielo te ayude, y pégate, que yo me aparto.
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Tornò Sancio al suo giuoco con tanto fervore, che aveva già levata la corteccia al tronco dell′albero:
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Volvió Sancho a su tarea con tanto denuedo, que ya había quitado las cortezas a muchos árboles tal era la riguridad con que se azotaba; y, alzando una vez la voz, y dando un desaforado azote en una haya, dijo.
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sì grande era la violenza con cui frustava; ed una volta con voce sonora dando una fortissima scudisciata ad un faggio, disse:
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¡Aquí morirás, Sansón, y cuantos con él son.
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— Qua morrai, Sansone, e quanti sono con te.»
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Acudió don Quijote luego al son de la lastimada voz y del golpe del riguroso azote, y, asiendo del torcido cabestro que le servía de corbacho a Sancho, le dijo.
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All′udire questo doglioso accento, e al colpo della strepitosa percossa volò don Chisciotte e prendendo il torto capestro che servì a Sancio per istrumento di disciplina, gli disse:
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No permita la suerte, Sancho amigo, que por el gusto mío pierdas tú la vida, que ha de servir para sustentar a tu mujer y a tus hijos espere Dulcinea mejor coyuntura, que yo me contendré en los límites de la esperanza propincua, y esperaré que cobres fuerzas nuevas, para que se concluya este negocio a gusto de todos.
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— Non permetta la sorte, o Sancio amico che per soddisfar me, tu perda una vita che deve servire per sostentare la tua moglie e i tuoi figliuoli; aspetti pure Dulcinea migliore congiuntura, che io mi conterrò nei limiti di una propinqua speranza, e attenderò che nuove forze tu riacquisti, perché abbia termine questo negozio con soddisfazione di tutti i noi.
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Pues vuestra merced, señor mío, lo quiere así respondió Sancho, sea en buena hora, y écheme su ferreruelo sobre estas espaldas, que estoy sudando y no querría resfriarme; que los nuevos diciplinantes corren este peligro.
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— Poiché così piace a vossignoria, rispose Sancio, così sia alla buon′ora, e intanto mi getti il suo ferraiuolo sopra le spalle, che io sto sudando, e non vorrei raffreddarmi, ché questo è il risico in cui incappano tutti i nuovi disciplinati.»
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Hízolo así don Quijote, y, quedándose en pelota, abrigó a Sancho, el cual se durmió hasta que le despertó el sol, y luego volvieron a proseguir su camino, a quien dieron fin, por entonces, en un lugar que tres leguas de allí estaba. Apeáronse en un mesón, que por tal le reconoció don Quijote, y no por castillo de cava honda, torres, rastrillos y puente levadiza; que, después que le vencieron, con más juicio en todas las cosas discurría, como agora se dirá. Alojáronle en una sala baja, a quien servían de guadameciles unas sargas viejas pintadas, como se usan en las aldeas. En una dellas estaba pintada de malísima mano el robo de Elena, cuando el atrevido huésped se la llevó a Menalao, y en otra estaba la historia de Dido y de Eneas, ella sobre una alta torre, como que hacía señas con una media sábana al fugitivo huésped, que por el mar, sobre una fragata o bergantín, se iba huyendo.
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Don Chisciotte secondò le preghiere di Sancio, e restando in farsetto, lo coprì, ed egli si addormentò sino a tanto che lo destò il sole, e poi continuarono il viaggio, il quale per allora ebbe fine in un paese ch′era di là lontano tre leghe. Presero alloggio all′osteria, che don Chisciotte riconobbe per tale e non per castello circondato di fosse, di torri, di rastelli, con ponte levatoio; mentre dopo la sua ultima disfatta cominciava ad essere un poco più ragionevole, come ora si dirà. Si posero in una sala terrena addobbata, in vece di paramenti, con cuoi di sargie vecchie, dipinte, come si usa tra i contadini. In una di esse era figurato da pessima mano il ratto di Elena, quando il perfido ospite la tolse a Menelao, ed in altra vedeasi la storia di Didone e di Enea, ella su un′alta torre in atto di far segno con un pannolino all′ospite fuggitivo, ed egli che andava navigando per mare su una fregata o brigantino.
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Notó en las dos historias que Elena no iba de muy mala gana, porque se reía a socapa y a lo socarrón; pero la hermosa Dido mostraba verter lágrimas del tamaño de nueces por los ojos. Viendo lo cual don Quijote, dijo.
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Notò Sancio nelle due istorie che Elena non andava di malavoglia, perché rideva di soppiatto e maliziosamente, ma che la bella Didone sgorgava dagli occhi lagrime grosse quanto una noce. Vedendo ciò don Chisciotte disse:
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Estas dos señoras fueron desdichadísimas, por no haber nacido en esta edad, y yo sobre todos desdichado en no haber nacido en la suya encontrara a aquestos señores, ni fuera abrasada Troya, ni Cartago destruida, pues con sólo que yo matara a Paris se escusaran tantas desgracias.
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— Furono sventuratissime ambedue queste donne per non essere nate nella età nostra, ed io disgraziato sopra tutti per non avere nella età loro veduto la luce del giorno: ché se io fossi stato a quei tempi, né arsa sarebbe Troia, né distrutta Cartagine, e solo che io avessi ammazzato Paride sarebbesi ovviate tante disgrazie.
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Yo apostaré dijo Sancho que antes de mucho tiempo no ha de haber bodegón, venta ni mesón, o tienda de barbero, donde no ande pintada la historia de nuestras hazañas. Pero querría yo que la pintasen manos de otro mejor pintor que el que ha pintado a éstas.
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— Io mi farò turco, disse Sancio, se non accadrà fra alquanti anni che in ogni bettola, in ogni osteria, in ogni bottega di barbiere si avrà a vedere dipinta l′istoria delle nostre prodezze; ma vorrei che la dipingessero pittori più esperti di colui che ha sgorbiate queste.
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Tienes razón, Sancho dijo don Quijote, porque este pintor es como Orbaneja, un pintor que estaba en Úbeda; que, cuando le preguntaban qué pintaba, respondía Lo que saliere′′; y si por ventura pintaba un gallo, escribía debajo "Éste es gallo", porque no pensasen que era zorra. Desta manera me parece a mí, Sancho, que debe de ser el pintor o escritor, que todo es uno, que sacó a luz la historia deste nuevo don Quijote que ha salido que pintó o escribió lo que saliere; o habrá sido como un poeta que andaba los años pasados en la corte, llamado Mauleón, el cual respondía de repente a cuanto le preguntaban; y, preguntándole uno que qué quería decir Deum de Deo, respondió Dé donde diere′′. Pero, dejando esto aparte, dime si piensas, Sancho, darte otra tanda esta noche, y si quieres que sea debajo de techado, o al cielo abierto.
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— Hai ragione, o Sancio, disse don Chisciotte, perché questo pittore è come Orbanescia di Ubeda, il quale interrogato che cosa dipingesse, rispondeva: Quello che verrà fuori; e se dipingeva un gallo vi scriveva di sotto: Questo è un gallo; affinché qualcuno non lo credesse una volpe. Ed a costui sembrami, o Sancio, che assomigliare si possa lo scrittore che mise in luce la storia del nuovo don Chisciotte, in cui è gettato giù tutto quello che dalla penna usciva, senza criterio; e si potrebbe anche dire ch′egli abbia fatto come un poeta che trovavasi alla Corte negli anni andati, chiamato Maulone, il quale rispondeva improvvisando a quante cose gli domandavano; chiedendogli un tale che cosa significasse Deum de Deo? rispose: Dia dove dia. Ma lasciando questo da parte, dimmi se fai pensiero, o Sancio, di affibbiarti un′altra frustatura stanotte, e se vuoi che sia piuttosto sotto il tetto che a cielo scoperto.
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Pardiez, señor respondió Sancho, que para lo que yo pienso darme, eso se me da en casa que en el campo; pero, con todo eso, querría que fuese entre árboles, que parece que me acompañan y me ayudan a llevar mi trabajo maravillosamente.
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— Per dinci, Sancio rispose, che per quello che io penso di darmi, tanto fa che sia in casa come in campagna: per altro vorrei che fosse tra gli alberi, mentre mi pare che mi accompagnino e mi aiutino mirabilmente a sopportare tanta fatica.
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Pues no ha de ser así, Sancho amigo respondió don Quijote, sino que para que tomes fuerzas, lo hemos de guardar para nuestra aldea, que, a lo más tarde, llegaremos allá después de mañana.
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— Non ha da essere per questa notte né l′uno, né l′altro, rispose don Chisciotte, affinché tu abbia agio di rinfrescare le tue forze e arrivare in buon essere alla nostra Teresa, presso cui giungeremo al più tardi domani.»
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Sancho respondió que hiciese su gusto, pero que él quisiera concluir con brevedad aquel negocio a sangre caliente y cuando estaba picado el molino, porque en la tardanza suele estar muchas veces el peligro; y a Dios rogando y con el mazo dando, y que más valía un "toma" que dos "te daré", y el pájaro en la mano que el buitre volando.
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Sancio rispose che facesse il piacer suo, ma ch′egli bramava sollecitare la conclusione di quel negozio a sangue caldo, e quando gliene veniva voglia, perché l′indugio suole apportare pericolo; e aiutati che ti aiuterò, ed è meglio uccelletto in mano che avvoltoio in aria.
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No más refranes, Sancho, por un solo Dios dijo don Quijote, que parece que te vuelves al sicut erat; habla a lo llano, a lo liso, a lo no intricado, como muchas veces te he dicho, y verás como te vale un pan por ciento.
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— Non più proverbi, o Sancio, te ne scongiuro, disse don Chisciotte, che sembra che tu ritorni al sicut erat; parla pianamente e alla liscia e senza contorcimenti, come tante volte ti ho detto, e vedrai come un pane ti vale per cento.
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No sé qué mala ventura es esta mía respondió Sancho, que no sé decir razón sin refrán, ni refrán que no me parezca razón; pero yo me enmendaré, si pudiere.
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— Io non so che maledetta disgrazia sia la mia, disse Sancio, che non posso dire parola senza che c′incorpori qualche proverbio, né dire proverbio che non mi paia parola, ma se potrò mai mi emenderò;»
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Y, con esto, cesó por entonces su plática.
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e con questo cessò per allora il ragionamento.
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II. Capítulo LXXII. De cómo don Quijote y Sancho llegaron a su aldea.
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CAPITOLO LXXII DON CHISCIOTTE E SANCIO ARRIVANO AL LORO PAESE.
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Todo aquel día, esperando la noche, estuvieron en aquel lugar y mesón don Quijote y Sancho el uno, para acabar en la campaña rasa la tanda de su diciplina, y el otro, para ver el fin della, en el cual consistía el de su deseo. Llegó en esto al mesón un caminante a caballo, con tres o cuatro criados, uno de los cuales dijo al que el señor dellos parecía.
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Tutto quel giorno si trattennero don Chisciotte e Sancio in quel paese e in quell′osteria aspettando la notte, Sancio per finire in campagna aperta l′intero compito della sua disciplina, e don Chisciotte per vederne il fine in cui consisteva quello di ogni suo desiderio. Giunse frattanto all′osteria un passeggero a cavallo, seguito da tre o quattro servi, uno dei quali disse a colui che pareva essere il padrone:
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Aquí puede vuestra merced, señor don Álvaro Tarfe, pasar hoy la siesta la posada parece limpia y fresca.
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— Può la signoria vostra, signor don Alvaro Tarfe, starsene qua a passare le ore più calde giacché le stanze mi paiono pulite e fresche.»
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Oyendo esto don Quijote, le dijo a Sancho.
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Sentendo questo, don Chisciotte disse a Sancio:
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Mira, Sancho cuando yo hojeé aquel libro de la segunda parte de mi historia, me parece que de pasada topé allí este nombre de don Álvaro Tarfe.
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— Ascoltami, Sancio, quando io scartabellai quel libro della seconda parte della mia istoria, mi parve di avervi trovato di passaggio questo nome di don Alvaro Tarfe.
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Bien podrá ser respondió Sancho. Dejémosle apear, que después se lo preguntaremos.
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— Questo può essere, rispose Sancio; ma aspettiamo un poco che venga questo signore, e gliene dimanderemo.»
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El caballero se apeó, y, frontero del aposento de don Quijote, la huéspeda le dio una sala baja, enjaezada con otras pintadas sargas, como las que tenía la estancia de don Quijote. Púsose el recién venido caballero a lo de verano, y, saliéndose al portal del mesón, que era espacioso y fresco, por el cual se paseaba don Quijote, le preguntó.
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Smontò il cavaliere, e l′ostessa lo fece entrare in una sala terrena dirimpetto alla stanza di don Chisciotte, adorna di vecchie sargie dipinte come quelle che trovavansi nell′altra camera contigua. Si pose il cavaliere arrivato di fresco un vestito d′estate e passando al portico dell′osteria, che era spazioso e fresco, ed ove stava don Chisciotte passeggiando così lo interrogò:
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¿Adónde bueno camina vuestra merced, señor gentilhombre.
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— Per dove è diretto, galante signor mio?»
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Y don Quijote le respondió
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E don Chisciotte rispose;
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A una aldea que está aquí cerca, de donde soy natural. Y vuestra merced, ¿dónde camina.
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— Per il paese ch′è qua vicino, dove io sono nato; e vossignoria per dove?
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Yo, señor respondió el caballero, voy a Granada, que es mi patria.
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— Io, o signore, rispose il cavaliere, vado a Granata mia patria.
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¡Y buena patria! replicó don Quijote. Pero, dígame vuestra merced, por cortesía, su nombre, porque me parece que me ha de importar saberlo más de lo que buenamente podré decir.
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— Èbella patria, replicò don Chisciotte; ma dicami per favore come si chiama vossignoria, poiché ho un presentimento che debba importarmi il saperlo.
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Mi nombre es don Álvaro Tarfe respondió el huésped.
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— Don Alvaro Tarfe è il mio nome,»
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A lo que replicó don Quijote.
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rispose il viaggiatore, cui don Chisciotte replicò:
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Sin duda alguna pienso que vuestra merced debe de ser aquel don Álvaro Tarfe que anda impreso en la Segunda parte de la historia de, recién impresa y dada a la luz del mundo por un autor moderno.
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— Crederei senza tema d′ingannarmi che dovesse essere vossignoria quel don Alvaro Tarfe che va impresso nella seconda parte dell′istoria di don Chisciotte della Mancia, scritta di recente e data alla luce del mondo da un moderno autore?
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El mismo soy respondió el caballero, y el tal don Quijote, sujeto principal de la tal historia, fue grandísimo amigo mío, y yo fui el que le sacó de su tierra, o, a lo menos, le moví a que viniese a unas justas que se hacían en Zaragoza, adonde yo iba; y, en verdad en verdad que le hice muchas amistades, y que le quité de que no le palmease las espaldas el verdugo, por ser demasiadamente atrevido.
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— Io sono quel desso appunto, rispose il cavaliere; e Chisciotte, soggetto primario di quella storia, fu mio grandissimo amico, e quello io fui che lo cavai dal suo paese, od almeno lo indussi a seguitarmi per certa giostra che si faceva in Saragozza dov′io era diretto, e davvero che gli ho prestati molti buoni servigi, ed ho il merito io solo di aver fatto che il boia non gli cacciasse le mosche dalle spalle; per essere egli uomo audacissimo.
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Y, dígame vuestra merced, señor don Álvaro, ¿parezco yo en algo a ese tal don Quijote que vuestra merced dice.
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— Dicami, di grazia, soggiunse don Chisciotte, pare a lei, signor don Alvaro, che io somigli a questo tale don Chisciotte che ricorda vossignoria?
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No, por cierto respondió el huésped en ninguna manera.
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— No certamente, rispose l′altro; no a patto alcuno.
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Y ese don Quijote dijo el nuestro, ¿traía consigo a un escudero llamado Sancho Panza?
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— E questo don Chisciotte, soggiunse il nostro, aveva egli seco uno scudiere Sancio Pancia?
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Sí traía respondió don Álvaro; y, aunque tenía fama de muy gracioso, nunca le oí decir gracia que la tuviese.
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— Sì, lo aveva, soggiunse don Alvaro, e tuttoché avesse fama di essere graziosissimo, io non ho mai sentito da lui cosa detta con garbo.
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Eso creo yo muy bien dijo a esta sazón Sancho, porque el decir gracias no es para todos, y ese Sancho que vuestra merced dice, señor gentilhombre, debe de ser algún grandísimo bellaco, frión y ladrón juntamente, que el verdadero Sancho Panza soy yo, que tengo más gracias que llovidas; y si no, haga vuestra merced la experiencia, y ándese tras de mí, por los menos un año, y verá que se me caen a cada paso, y tales y tantas que, sin saber yo las más veces lo que me digo, hago reír a cuantos me escuchan; y el verdadero don Quijote de la Mancha, el famoso, el valiente y el discreto, el enamorado, el desfacedor de agravios, el tutor de pupilos y huérfanos, el amparo de las viudas, el matador de las doncellas, el que tiene por única señora a la sin par Dulcinea del Toboso, es este señor que está presente, que es mi amo; todo cualquier otro don Quijote y cualquier otro Sancho Panza es burlería y cosa de sueño.
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— Lo credo anch′io, disse allora Sancio, perché il dire galanterie e cose graziose non è da tutti; e questo Sancio di cui ella parla, signor galante, debb′essere stato qualche birbone e sgarbato ed anche ladro; mentre il vero Sancio Pancia sono io che ho tante gentilezze che pare mi sieno piovute addosso; e se vossignoria non lo crede, facciane l′esperienza, e vengami dietro per un anno almanco, e vedrà che ad ogni tratto mi scappano fuori tanto frequenti, che senza ch′io sappia il più delle volte quello ch′io mi dica, fo ridere quanti mi ascoltano. Il vero don Chisciotte della Mancia, il famoso, il valente, il discreto, l′innamorato, il disfacitore di torti, il tutore dei pupilli e degli orfani, il protettore delle vedove, l′ammazzatore delle donzelle, quello che tiene per unica sua signora la senza pari Dulcinea del Toboso, è poi questo signore ch′ella vede qua in corpo ed in anima, e che è il mio padrone: ed ogni altro don Chisciotte, ed ogni altro Sancio Pancia, sono cose da burla e da sogno.
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¡Por Dios que lo creo! respondió don Álvaro, porque más gracias habéis dicho vos, amigo, en cuatro razones que habéis hablado, que el otro Sancho Panza en cuantas yo le oí hablar, que fueron muchas. Más tenía de comilón que de bien hablado, y más de tonto que de gracioso, y tengo por sin duda que los encantadores que persiguen a don Quijote el bueno han querido perseguirme a mí con don Quijote el malo. Pero no sé qué me diga; que osaré yo jurar que le dejo metido en la casa del Nuncio, en Toledo, para que le curen, y agora remanece aquí otro don Quijote, aunque bien diferente del mío.
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— Per mia fe′, che lo credo, rispose don Alvaro, mentre voi avete detto più grazie, o amico, in queste poche parole che adesso ho sentite, di quante io ne abbia raccolte dall′altro Sancio Pancia comunque parlasse pur molto. Egli aveva più del ghiotto che del garbato, più del goffo che del grazioso, ed io tengo per cosa certa che gli incantatori che perseguitano don Chisciotte il buono, abbiano voluto perseguitare anche me in don Chisciotte il cattivo; né intendo punto quello che voi mi dite, perché potrei giurare che l′ho lasciato rinchiuso nello spedale dei pazzarelli in Toledo affinché lo curino, e poi trovo ora qua altro don Chisciotte ben diverso dal mio.
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Yo dijo don Quijote no sé si soy bueno, pero sé decir que no soy el malo; para prueba de lo cual quiero que sepa vuesa merced, mi señor don Álvaro Tarfe, que en todos los días de mi vida no he estado en Zaragoza; antes, por haberme dicho que ese don Quijote fantástico se había hallado en las justas desa ciudad, no quise yo entrar en ella, por sacar a las barbas del mundo su mentira; y así, me pasé de claro a Barcelona, archivo de la cortesía, albergue de los estranjeros, hospital de los pobres, patria de los valientes, venganza de los ofendidos y correspondencia grata de firmes amistades, y, en sitio y en belleza, única. Y, aunque los sucesos que en ella me han sucedido no son de mucho gusto, sino de mucha pesadumbre, los llevo sin ella, sólo por haberla visto. Finalmente, señor don Álvaro Tarfe, yo soy don Quijote de la Mancha, el mismo que dice la fama, y no ese desventurado que ha querido usurpar mi nombre y honrarse con mis pensamientos. A vuestra merced suplico, por lo que debe a ser caballero, sea servido de hacer una declaración ante el alcalde deste lugar, de que vuestra merced no me ha visto en todos los días de su vida hasta agora, y de que yo no soy el don Quijote impreso en la segunda parte, ni este Sancho Panza mi escudero es aquél que vuestra merced conoció.
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— Io, disse don Chisciotte, non so se mi sia il buono: so bene che non sono il cattivo, e in prova di ciò bramo che sappia vossignoria, il mio signor don Alvaro Tarfe, che per tutto il corso di mia vita non ho messo mai piede in Saragozza: anzi, per essermi stato detto che cotesto don Chisciotte fantastico erasi trovato alla giostra in quella città, non volli neppure entrarvi, a fine di costituirlo mentitore in faccia a tutto il mondo: e così me ne andai a dilungo in Barcellona, sede della cortesia, albergo dei forestieri, spedale dei poveri, patria dei valorosi, ricetto degli offesi, esempio di reciproche, leali amicizie, ed in sito ed in bellezza città unica. Tuttoché le cose che quivi mi sono accadute non sieno punto piacevoli e mi abbiano dato molto rammarico, nientedimeno io le sopporto volentieri pel piacere di averla veduta: insomma persuadasi, signor don Alvaro Tarfe, che io sono il verace don Chisciotte della Mancia, quello stesso cui bandisce la fama, e non quel disgraziato che ha voluto usurpare il mio nome ed onorare se stesso coi miei pensieri; ed ora supplico vossignoria per obbligo che ha come cavaliere, che le piaccia dichiarare dinanzi al giudice di questo paese che ella mi ha veduto oggi per la prima volta, e ch′io non sono quel don Chisciotte che va impresso nella seconda parte, né questo Sancio Pancia, mio scudiere, è quello che fu conosciuto da vossignoria.
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Eso haré yo de muy buena gana respondió don Álvaro, puesto que cause admiración ver dos don Quijotes y dos Sanchos a un mismo tiempo, tan conformes en los nombres como diferentes en las acciones; y vuelvo a decir y me afirmo que no he visto lo que he visto, ni ha pasado por mí lo que ha pasado.
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— Vi servirò di molta buona voglia, rispose don Alvaro, quantunque riesca stravagante il vedere due Chisciotti e due Sanci ad un tempo, tanto conformi nei nomi e tanto diversi nelle azioni, e torno a dire, che dovrò confessare di non aver veduto quello che ho veduto; e che non sia successo quello che è successo.
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Sin duda dijo Sancho que vuestra merced debe de estar encantado, como mi señora Dulcinea del Toboso, y pluguiera al cielo que estuviera su desencanto de vuestra merced en darme otros tres mil y tantos azotes como me doy por ella, que yo me los diera sin interés alguno.
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— Certamente, disse Sancio, che la signoria vostra debba essere incantata come lo è la mia signora Dulcinea: e volesse Dio che io valessi a disincantarla col darmi tremila e tante frustate, che me le darei senza alcun interesse.
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No entiendo eso de azotes dijo don Álvaro.
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— Non so quello che voi vogliate dire di frustate,» disse don Alvaro;
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Y Sancho le respondió que era largo de contar, pero que él se lo contaría si acaso iban un mesmo camino.
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e Sancio rispose ch′era cosa lunga da raccontare, ma ch′egli avrebbe detto tutto se fossero andati insieme per la stessa strada.
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Llegóse en esto la hora de comer; comieron juntos don Quijote y don Álvaro. Entró acaso el alcalde del pueblo en el mesón, con un escribano, ante el cual alcalde pidió don Quijote, por una petición, de que a su derecho convenía de que don Álvaro Tarfe, aquel caballero que allí estaba presente, declarase ante su merced como no conocía a don Quijote de la Mancha, que asimismo estaba allí presente, y que no era aquél que andaba impreso en una historia intitulada Segunda parte de don Quijote de la Mancha, compuesta por un tal de Avellaneda, natural de Tordesillas. Finalmente, el alcalde proveyó jurídicamente; la declaración se hizo con todas las fuerzas que en tales casos debían hacerse, con lo que quedaron don Quijote y Sancho muy alegres, como si les importara mucho semejante declaración y no mostrara claro la diferencia de los dos don Quijotes y la de los dos Sanchos sus obras y sus palabras. Muchas de cortesías y ofrecimientos pasaron entre don Álvaro y don Quijote, en las cuales mostró el gran manchego su discreción, de modo que desengañó a don Álvaro Tarfe del error en que estaba; el cual se dio a entender que debía de estar encantado, pues tocaba con la mano dos tan contrarios don Quijotes.
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Giunse frattanto l′ora del pranzo, nel quale si fanno compagni don Chisciotte e don Alvaro, e mentre desinavano giunse per caso il giudice del comune nell′osteria con un notaio. Al cospetto di esso giudice fece don Chisciotte una domanda in tutta equità la quale era che don Alvaro Tarfe ivi presente dichiarasse dinanzi a sua signoria che conosceva quel don Chisciotte della Mancia, che era ivi presente, ma ch′era diverso di quello che si andava stampando in una storia intitolata: Seconda parte di don Chisciotte della Mancia, composta da un tale Avelloneda nativo di Tordesiglias. Il giudice provvide giuridicamente ed il notaio fece la dichiarazione colle forme. Rimasero allora molto lieti don Chisciotte e Sancio, come se quella dichiarazione fosse cosa per loro di somma importanza onde mostrare con ogni chiarezza la differenza fra i due don Chisciotti e i due Sanci, fra le loro opere e le loro parole. Si fecero molti complimenti ed offerte fra don Alvaro e don Chisciotte, e il gran Mancego mostrò la sua saggezza cavando don Alvaro dall′errore in cui stava, e facendogli credere di essere stato incantato, poiché toccava palpabilmente due don Chisciotti sì diversi l′uno dall′altro.
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Llegó la tarde, partiéronse de aquel lugar, y a obra de media legua se apartaban dos caminos diferentes, el uno que guiaba a la aldea de don Quijote, y el otro el que había de llevar don Álvaro. En este poco espacio le contó don Quijote la desgracia de su vencimiento y el encanto y el remedio de Dulcinea, que todo puso en nueva admiración a don Álvaro, el cual, abrazando a don Quijote y a Sancho, siguió su camino, y don Quijote el suyo, que aquella noche la pasó entre otros árboles, por dar lugar a Sancho de cumplir su penitencia, que la cumplió del mismo modo que la pasada noche, a costa de las cortezas de las hayas, harto más que de sus espaldas, que las guardó tanto, que no pudieran quitar los azotes una mosca, aunque la tuviera encima.
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Venne la notte, partironsi da quell′osteria, ed alla distanza di mezza lega presero due differenti strade, l′una che menava alla patria di don Chisciotte, l′altra che era quella intrapresa già da don Alvaro. Nel breve spazio di tempo che furono in compagnia, don Chisciotte confessò la disgrazia della sua disfatta e l′incanto e il rimedio di Dulcinea, cose tutte che accrebbero l′ammirazione in don Alvaro, il quale abbracciati don Chisciotte e Sancio, seguitò la sua strada. Don Chisciotte consumò la vegnente notte fra gli alberi, per dar campo a Sancio di compire la sua penitenza, che la terminò nel modo stesso dalla notte antecedente, più a spese delle cortecce dei faggi che delle sue spalle, le quali custodì con gelosia tale che le frustate non avrebbero potuto cacciare una mosca se vi si fosse posta.
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No perdió el engañado don Quijote un solo golpe de la cuenta, y halló que con los de la noche pasada era tres mil y veinte y nueve. Parece que había madrugado el sol a ver el sacrificio, con cuya luz volvieron a proseguir su camino, tratando entre los dos del engaño de don Álvaro y de cuán bien acordado había sido tomar su declaración ante la justicia, y tan auténticamente.
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L′ingannato don Chisciotte non isbagliò nel conto di un solo colpo, e trovò che, con quelle dell′altra notte, sommavano a tremila e ventinove. Pare che il sole avesse anticipato il suo nascere per essere testimonio di quel sagrifizio, ed alla sua luce, ripreso il cammino, padrone e scudiere ragionavano insieme sull′inganno di don Alvaro e molto lodavansi dell′aver voluto pigliare la sua dichiarazione per via di giustizia e con tutta l′autenticità.
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Aquel día y aquella noche caminaron sin sucederles cosa digna de contarse, si no fue que en ella acabó Sancho su tarea, de que quedó don Quijote contento sobremodo, y esperaba el día, por ver si en el camino topaba ya desencantada a Dulcinea su señora; y, siguiendo su camino, no topaba mujer ninguna que no iba a reconocer si era Dulcinea del Toboso, teniendo por infalible no poder mentir las promesas de Merlín.
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In quel giorno, e nella notte seguente, viaggiarono senzaché accadesse loro cosa degna di essere memorata, se non fosse che Sancio diede intero compimento alla sua frustatura, di che rimase don Chisciotte soprammodo contento, ed aspettavasi già di trovare per istrada al rinascere del dì la sua Dulcinea disincantata. Infatti non si abbatteva egli in donna senza bene esaminarla per riconoscere se fosse Dulcinea del Toboso, tenendo per cosa infallibile che non avessero a riuscire mendaci le promesse di Merlino.
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Con estos pensamientos y deseos subieron una cuesta arriba, desde la cual descubrieron su aldea, la cual, vista de Sancho, se hincó de rodillas y dijo.
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Con siffatti pensieri e desiderii montarono su un′altura, da dove scopersero il loro paese, alla cui vista Sancio si pose ginocchione e disse:
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Abre los ojos, deseada patria, y mira que vuelve a ti Sancho Panza, tu hijo, si no muy rico, muy bien azotado. Abre los brazos y recibe también tu hijo don Quijote, que si viene vencido de los brazos ajenos, viene vencedor de sí mismo; que, según él me ha dicho, es el mayor vencimiento que desearse puede. Dineros llevo, porque si buenos azotes me daban, bien caballero me iba.
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— Spalanca gli occhi, o sospirata mia patria, e guarda che torna a te Sancio Pancia, tuo figliuolo, se non molto ricco, almanco molto bene frustato; stendi le braccia, e ricevi similmente il tuo figliuolo don Chisciotte, che se fu vinto dalle braccia altrui, torna però vincitore di sé medesimo, lo che, per quanto egli mi ha insegnato, è la vittoria più grande che possa darsi. Io porto meco danari, perché se mi sono frustato non l′ho fatto senza mio interesse.
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Déjate desas sandeces dijo don Quijote, y vamos con pie derecho a entrar en nuestro lugar, donde daremos vado a nuestras imaginaciones, y la traza que en la pastoral vida pensamos ejercitar.
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— Pon fine a coteste stoltezze, disse don Chisciotte, ed entriamo in buon′ora nella nostra terra, dove daremo pascolo alle nostre immaginazioni e ordine alla vita pastorale che abbiamo pensato di esercitare.
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Con esto, bajaron de la cuesta y se fueron a su pueblo.
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Con questo vennero alla china, e si avviarono al loro paese.
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II. Capítulo LXXIII . De los agüeros que tuvo don Quijote al entrar de su aldea, con otros sucesos que adornan y acreditan esta grande historia.
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CAPITOLO LXXIII DEGLI AUGURI CH′EBBE DON CHISCIOTTE ALL′ENTRARE NEL SUO PAESE CON ALTRI AVVENIMENTI CHE ADORNANO E ACCREDITANO QUESTA GRANDE ISTORIA.
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A la entrada del cual, según dice Cide Hamete, vio don Quijote que en las eras del lugar estaban riñendo dos mochachos, y el uno dijo al otro.
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All′ingresso nella terra natale, per quanto ci narra Cide Hamete Ben-Engeli, vide don Chisciotte che stavano in piazza a contendere due ragazzi e l′uno diceva all′altro:
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No te canses Periquillo, que no la has de ver en todos los días de tu vida.
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— Non ti affaticare, Periquillo,
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Oyólo don Quijote, y dijo a Sancho
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ché tu non la vedrai se campassi mille anni.»
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¿No adviertes, amigo, lo que aquel mochacho ha dicho no la has de ver en todos los días de tu vida′′.
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Udì questo don Chisciotte e disse a Sancio:
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Pues bien, ¿qué importa respondió Sancho que haya dicho eso el mochacho.
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— Hai tu sentito quello che ha detto quel ragazzo? Tu non la vedrai se campassi mille anni. — Che importa a noi che abbia dette queste parole? rispose Sancio.
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¿Qué? replicó don Quijote. ¿No vees tú que, aplicando aquella palabra a mi intención, quiere significar que no tengo de ver más a Dulcinea.
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— Che importa? replicò don Chisciotte: non comprendi tu che applicandole alle mie intenzioni vogliono significare ch′io non rivedrò la senza pari Dulcinea del Toboso?»
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Queríale responder Sancho, cuando se lo estorbó ver que por aquella campaña venía huyendo una liebre, seguida de muchos galgos y cazadores, la cual, temerosa, se vino a recoger y a agazapar debajo de los pies del rucio. Cogióla Sancho a mano salva y presentósela a don Quijote, el cual estaba diciendo.
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Stava Sancio per rispondergli, quando ne fu distolto dal vedere una lepre che fuggiva perseguitata dai levrieri e dai cacciatori, e che tutta impaurita venne ad accovacciarsi sotto le gambe del suo leardo. La pigliò Sancio a mano salva, e la presentò a don Chisciotte, il quale esclamò:
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Malum signum! Malum signum! Liebre huye, galgos la siguen ¡Dulcinea no parece.
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— Male signum, male signum! Che malaugurio può mai cavarsene?»
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Estraño es vuesa merced dijo Sancho. Presupongamos que esta liebre es Dulcinea del Toboso y estos galgos que la persiguen son los malandrines encantadores que la transformaron en labradora ella huye, yo la cojo y la pongo en poder de vuesa merced, que la tiene en sus brazos y la regala ¿qué mala señal es ésta, ni qué mal agüero se puede tomar de aquí.
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Los dos mochachos de la pendencia se llegaron a ver la liebre, y al uno dellos preguntó Sancho que por qué reñían. Y fuele respondido por el que había dicho no la verás más en toda tu vida′′, que él había tomado al otro mochacho una jaula de grillos, la cual no pensaba volvérsela en toda su vida. Sacó Sancho cuatro cuartos de la faltriquera y dióselos al mochacho por la jaula, y púsosela en las manos a don Quijote, diciendo.
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I due ragazzi che contrastavano corsero a vedere la lepre, e Sancio dimandò ad uno di essi perché contendessero. Quello che aveva detto: — Tu non la vedrai se campassi mille anni,» rispose che aveva tolta al suo compagno una gabbia da grilli, ed aveva protestato di non restituirgliela mai più.
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He aquí, señor, rompidos y desbaratados estos agüeros, que no tienen que ver más con nuestros sucesos, según que yo imagino, aunque tonto, que con las nubes de antaño. Y si no me acuerdo mal, he oído decir al cura de nuestro pueblo que no es de personas cristianas ni discretas mirar en estas niñerías; y aun vuesa merced mismo me lo dijo los días pasados, dándome a entender que eran tontos todos aquellos cristianos que miraban en agüeros. Y no es menester hacer hincapié en esto, sino pasemos adelante y entremos en nuestra aldea.
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Llegaron los cazadores, pidieron su liebre, y diósela don Quijote; pasaron adelante, y, a la entrada del pueblo, toparon en un pradecillo rezando al cura y al bachiller Carrasco. Y es de saber que Sancho Panza había echado sobre el rucio y sobre el lío de las armas, para que sirviese de repostero, la túnica de bocací, pintada de llamas de fuego que le vistieron en el castillo del duque la noche que volvió en sí Altisidora. Acomodóle también la coroza en la cabeza, que fue la más nueva transformación y adorno con que se vio jamás jumento en el mundo.
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Arrivarono intanto i cacciatori, domandarono della lepre, e don Chisciotte la consegnò.
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Fueron luego conocidos los dos del cura y del bachiller, que se vinieron a ellos con los brazos abiertos. Apeóse don Quijote y abrazólos estrechamente; y los mochachos, que son linces no escusados, divisaron la coroza del jumento y acudieron a verle, y decían unos a otros.
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Continuavano la loro strada quando incontrarono all′improvviso il baccelliere Sansone Carrasco ed il curato che recitava l′uffizio. Smontò don Chisciotte, e li abbracciò strettamente.
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Venid, mochachos, y veréis el asno de Sancho Panza más galán que Mingo, y la bestia de don Quijote más flaca hoy que el primer día.
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Finalmente, rodeados de mochachos y acompañados del cura y del bachiller, entraron en el pueblo, y se fueron a casa de don Quijote, y hallaron a la puerta della al ama y a su sobrina, a quien ya habían llegado las nuevas de su venida. Ni más ni menos se las habían dado a Teresa Panza, mujer de Sancho, la cual, desgreñada y medio desnuda, trayendo de la mano a Sanchica, su hija, acudió a ver a su marido; y, viéndole no tan bien adeliñado como ella se pensaba que había de estar un gobernador, le dijo.
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Stavano sulla porta la serva e la nipote, le quali avevano già avuto nuova del suo arrivo e l′avevano anche data a Teresa Pancia, moglie di Sancio, la quale tutta scapigliata, in carpetta, e menando per mano Sancetta, sua figliuola, corse a vedere il marito. Scorgendo che non era sì bene assettato della persona come pensava che dovesse essere un governatore, gli disse:
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¿Cómo venís así, marido mío, que me parece que venís a pie y despeado, y más traéis semejanza de desgobernado que de gobernador.
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— Che vuol dire, marito mio, che tu torni a questa maniera? Ei mi pare di vedere un mascalzone, un pelapiedi, e tu hai più cera da disgovernato che da governatore.
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Calla, Teresa respondió Sancho, que muchas veces donde hay estacas no hay tocinos, y vámonos a nuestra casa, que allá oirás maravillas. Dineros traigo, que es lo que importa, ganados por mi industria y sin daño de nadie.
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— Taci, taci, Teresa, rispose Sancio, che il più delle volte l′uomo pensa che sia una cosa, ed è un′altra, né sempre dove sono stanghe v′è carne secca, e andiamo a casa che ti racconterò maraviglie e ti mostrerò i denari (che importa più di tutto) guadagnati colla mia industria, e senza danno di alcuno.
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Traed vos dinero, mi buen marido dijo Teresa, y sean ganados por aquí o por allí, que, comoquiera que los hayáis ganado, no habréis hecho usanza nueva en el mundo.
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Abrazó Sanchica a su padre, y preguntóle si traía algo, que le estaba esperando como el agua de mayo; y, asiéndole de un lado del cinto, y su mujer de la mano, tirando su hija al rucio, se fueron a su casa, dejando a don Quijote en la suya, en poder de su sobrina y de su ama, y en compañía del cura y del bachiller.
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Don Quijote, sin guardar términos ni horas, en aquel mismo punto se apartó a solas con el bachiller y el cura, y en breves razones les contó su vencimiento, y la obligación en que había quedado de no salir de su aldea en un año, la cual pensaba guardar al pie de la letra, sin traspasarla en un átomo, bien así como caballero andante, obligado por la puntualidad y orden de la andante caballería, y que tenía pensado de hacerse aquel año pastor, y entretenerse en la soledad de los campos, donde a rienda suelta podía dar vado a sus amorosos pensamientos, ejercitándose en el pastoral y virtuoso ejercicio; y que les suplicaba, si no tenían mucho que hacer y no estaban impedidos en negocios más importantes, quisiesen ser sus compañeros; que él compraría ovejas y ganado suficiente que les diese nombre de pastores; y que les hacía saber que lo más principal de aquel negocio estaba hecho, porque les tenía puestos los nombres, que les vendrían como de molde. Díjole el cura que los dijese. Respondió don Quijote que él se había de llamar el pastor Quijotiz; y el bachiller, el pastor Carrascón; y el cura, el pastor Curambro; y Sancho Panza, el pastor Pancino.
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Don Chisciotte, senza aspettare termini, né ore, si appartò nello stesso punto col baccelliere e col curato, e confessò loro alle brevi la sua disfatta e l′obbligo in cui era di non uscire più, durante un anno, dal suo paese; il che avrebbe eseguito con rigore, né sarebbe uscito per un minuto, a solo fine di non trasgredire alla puntualità dovutasi all′ordine dell′errante cavalleria. Raccontò poi che aveva divisato di farsi, durante quell′anno, pastore. Supplicò in fine i suoi due amici, che se non avessero avuto grandi faccende, volessero diventare compagni suoi, che già aveva pensato a tutto. Il curato gli disse: — Vorrei sapere quali saranno i nostri nomi. Rispose don Chisciotte che aveva a sé imposto il nome di Chisciottizzo pastore, al dottore quello di Carrascone, al curato quello di Curatambo, e a Sancio Pancia quello di pastore Pancino.
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Pasmáronse todos de ver la nueva locura de don Quijote; pero, porque no se les fuese otra vez del pueblo a sus caballerías, esperando que en aquel año podría ser curado, concedieron con su nueva intención, y aprobaron por discreta su locura, ofreciéndosele por compañeros en su ejercicio.
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Ognuno della casa stupì della nuova pazzia di don Chisciotte; ma perché non lasciasse un′altra volta il paese, né se ne tornasse alle sue cavallerie, si offrirono per compagni suoi nel suo nuovo esercizio.
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Y más dijo Sansón Carrasco, que, como ya todo el mundo sabe, yo soy celebérrimo poeta y a cada paso compondré versos pastoriles, o cortesanos, o como más me viniere a cuento, para que nos entretengamos por esos andurriales donde habemos de andar; y lo que más es menester, señores míos, es que cada uno escoja el nombre de la pastora que piensa celebrar en sus versos, y que no dejemos árbol, por duro que sea, donde no la retule y grabe su nombre, como es uso y costumbre de los enamorados pastores.
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— E tanto più volentieri, disse Sansone Carrasco, che, come sa tutto il mondo, io sono poeta celeberrimo, e potrò ad ogni istante comporre versi pastorali e cortigiani, e come mi verrà meglio, purché non meniamo vita oziosa tra quelle catapecchie che dovremo abitare: ma poi importerà molto, signori miei, che ciascuno di noi elegga il nome della pastora, che sarà da celebrarsi nei nostri componimenti e che non si lasci arbore per duro che sia senzaché porti inciso il suo nome, com′è uso e costume di tutti gl′innamorati pastorelli.
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Eso está de molde respondió don Quijote, puesto que yo estoy libre de buscar nombre de pastora fingida, pues está ahí la sin par Dulcinea del Toboso, gloria de estas riberas, adorno de estos prados, sustento de la hermosura, nata de los donaires, y, finalmente, sujeto sobre quien puede asentar bien toda alabanza, por hipérbole que sea.
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— Stupenda è questa osservazione, disse don Chisciotte, ma a me non accade di eleggere il nome della mia pastora, mentre voglio conservare quello della senza pari Dulcinea del Toboso, gloria di queste spiagge, ornamento di questi prati, sostegno della bellezza, modello della grazia, soggetto in somma su cui potrebbe fondarsi bene ogni lode per iperbolica che si fosse.
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Así es verdad dijo el cura, pero nosotros buscaremos por ahí pastoras mañeruelas, que si no nos cuadraren, nos esquinen.
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— Va benissimo, soggiunse il curato, quanto a voi, e quanto a noi andremo cercando dove vorrà la sorte pastorelle più dozzinali, che se non ci quadreranno bene non possano almeno annoiarci.
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A lo que añadió Sansón Carrasco.
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— Quanto a questo, disse Sansone Carrasco,
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Y cuando faltaren, darémosles los nombres de las estampadas e impresas, de quien está lleno el mundo Fílidas, Amarilis, Dianas, Fléridas, Galateas y Belisardas; que, pues las venden en las plazas, bien las podemos comprar nosotros y tenerlas por nuestras. Si mi dama, o, por mejor decir, mi pastora, por ventura se llamare Ana, la celebraré debajo del nombre de Anarda; y si Francisca, la llamaré yo Francenia; y si Lucía, Lucinda, que todo se sale allá; y Sancho Panza, si es que ha de entrar en esta cofadría, podrá celebrar a su mujer Teresa Panza con nombre de Teresaina.
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se fossimo imbarazzati sulla scelta dei nomi, non ci mancherebbero quegli che sono in istampa e dei quali è pieno il mondo: Fillide, Amarilli, Diana, Florida, Galatea, Belisarda, già si vendono per le piazze, e non sarà poi gran cosa se verranno comprati da noi, e tenuti per nostri, e se per sorte la mia dama pastora si chiamasse Anna, io la celebrerei sotto il nome di Anarda, e se Francesca, la chiamerei Francenia, e se Lucia, Lucinda; che tutto viene ad essere una pietanza medesima: e Sancio Pancia (se pure avrà luogo nella nostra compagnia) potrà celebrare sua moglie Teresa Pancia col nome di Teresaina.»
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Rióse don Quijote de la aplicación del nombre, y el cura le alabó infinito su honesta y honrada resolución, y se ofreció de nuevo a hacerle compañía todo el tiempo que le vacase de atender a sus forzosas obligaciones. Con esto, se despidieron dél, y le rogaron y aconsejaron tuviese cuenta con su salud, con regalarse lo que fuese bueno.
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Rise don Chisciotte dell′applicazione del nome, ed il curato portò alle stelle l′onorata ed onesta sua risoluzione, e si offrì di nuovo a tenergli compagnia in tutto il tempo che potrebbe disporre dopo adempiti gli obblighi suoi. Dopo questi discorsi si licenziarono, e pregarono e consigliarono don Chisciotte che avesse cura della sua salute e che badasse a governarsi il più che potesse.
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Quiso la suerte que su sobrina y el ama oyeron la plática de los tres; y, así como se fueron, se entraron entrambas con don Quijote, y la sobrina le dijo.
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La nipote e la serva avevano ascoltato tutto il dialogo seguìto fra i tre, e subito che i due se ne furono andati, l′una e l′altra entrarono nella camera di don Chisciotte, e la nipote gli disse:
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¿Qué es esto, señor tío? ¿Ahora que pensábamos nosotras que vuestra merced volvía a reducirse en su casa, y pasar en ella una vida quieta y honrada, se quiere meter en nuevos laberintos, haciéndose
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— Che faccenda è questa, signor zio? Adesso che noi altre pensavamo che vossignoria tornasse a ridursi a casa sua ed a condurre con noi vita quieta e onorata, ella vuole entrare in nuovi
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Pastorcillo, tú que vienes, pastorcico, tú que vas.
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labirinti facendosi pastorello! Oh il bel pastorello!
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Pues en verdad que está ya duro el alcacel para zampoñas.
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Vien qua, passa di là; eh! sappia pure che coll′orzo verde non si fanno zampogne.»
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A lo que añadió el ama
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Soggiunse la serva:
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Y ¿podrá vuestra merced pasar en el campo las siestas del verano, los serenos del invierno, el aullido de los lobos? No, por cierto, que éste es ejercicio y oficio de hombres robustos, curtidos y criados para tal ministerio casi desde las fajas y mantillas. Aun, mal por mal, mejor es ser caballero andante que pastor. Mire, señor, tome mi consejo, que no se le doy sobre estar harta de pan y vino, sino en ayunas, y sobre cincuenta años que tengo de edad estése en su casa, atienda a su hacienda, confiese a menudo, favorezca a los pobres, y sobre mi ánima si mal le fuere.
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— Come potrebbe vossignoria sopportare alla campagna i calori della state, i freddi dell′inverno, gli urli dei lupi? Questi sono esercizi da uomini forti e robusti, e allevati a quel mestiere sino dalle fascie, e sarebbe forse manco male l′essere cavaliere errante piuttosto che pastore: ci pensi vossignoria, pigli il mio consiglio, ché non glielo do mica dopo essere satolla di pane e di vino, ma a corpo digiuno e con i cinquant′anni che ho sulle spalle: stia a casa sua, tenga occhio attento alla sua roba, si confessi spesso, soccorra i poveretti, e se gliene riesce male dica che io sono cattiva femmina.
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Callad, hijas les respondió don Quijote, que yo sé bien lo que me cumple. Llevadme al lecho, que me parece que no estoy muy bueno, y tened por cierto que, ahora sea caballero andante o pastor por andar, no dejaré siempre de acudir a lo que hubiéredes menester, como lo veréis por la obra.
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— Tacete, figliuole, rispose don Chisciotte, ché io so benissimo quello che mi conviene, e infrattanto menatemi a letto che mi pare di non istar troppo bene. Tenete per certa cosa che, divenga io cavaliere errante o pastorello, non mancherò mai di aiutarvi di quello che avrete bisogno, e di accudire ai miei affari, come lo sperimenterete in effetto.»
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Y las buenas hijas que lo eran sin duda ama y sobrina le llevaron a la cama, donde le dieron de comer y regalaron lo posible. **
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Le buone donne, ché tali erano senza dubbio serva e nipote, lo condussero a letto, e gli apprestarono il cibo ed ogni più affettuosa assistenza.
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II. Capítulo LXXIV. De cómo don Quijote cayó malo, y del testamento que hizo, y su muerte.
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CAPITOLO LXXIV COME DON CHISCIOTTE CADDE AMMALATO, E DEL TESTAMENTO CHE FECE E DELLA SUA MORTE.
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Como las cosas humanas no sean eternas, yendo siempre en declinación de sus principios hasta llegar a su último fin, especialmente las vidas de los hombres, y como la de don Quijote no tuviese privilegio del cielo para detener el curso de la suya, llegó su fin y acabamiento cuando él menos lo pensaba; porque, o ya fuese de la melancolía que le causaba el verse vencido, o ya por la disposición del cielo, que así lo ordenaba, se le arraigó una calentura que le tuvo seis días en la cama, en los cuales fue visitado muchas veces del cura, del bachiller y del barbero, sus amigos, sin quitársele de la cabecera Sancho Panza, su buen escudero.
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Conciossiacosaché le umane cose non possono essere eterne, declinando elleno sempre dai loro principî finché giungono all′ultimo fine, e ciò è specialmente proprio delle vite degli uomini, così non avendo la vita di don Chisciotte alcun particolare privilegio dal Cielo che la conservasse, pervenne al suo termine ed all′ultima sua ora quando egli meno se la aspettava. O fosse la malinconia che s′ingenerava in lui per essere stato vinto, ovvero la disposizione del Cielo che così ordinava, fu preso da una febbre che lo tenne sei giorni a letto, nei quali era sempre visitato dal curato, dal baccelliere e dal barbiere, suoi amici, oltre di che il suo buon scudiere Sancio Pancia non si discostò mai dal suo capezzale.
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Éstos, creyendo que la pesadumbre de verse vencido y de no ver cumplido su deseo en la libertad y desencanto de Dulcinea le tenía de aquella suerte, por todas las vías posibles procuraban alegrarle, diciéndole el bachiller que se animase y levantase, para comenzar su pastoral ejercicio, para el cual tenía ya compuesta una écloga, que mal año para cuantas Sanazaro había compuesto, y que ya tenía comprados de su propio dinero dos famosos perros para guardar el ganado el uno llamado Barcino, y el otro Butrón, que se los había vendido un ganadero del Quintanar. Pero no por esto dejaba don Quijote sus tristezas.
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Sospettavano tutti che il cordoglio di essere stato vinto e di non poter vedere compiti i suoi voti colla libertà e col disincanto di Dulcinea lo avesse ridotto a quello stato, e però tentavano ogni via per distrarlo, dicendogli il baccelliere che stesse di buon animo e pensasse ad escire dal letto a fine di dare cominciamento al pastorale esercizio, per cui aveva già apparecchiata un′egloga che ne disgradava quante ne avesse composte il celebre Sanazzaro; ed in oltre che aveva già comperato co′ suoi propri danari due valentissimi cani per custodia del bestiame, l′uno chiamato Barcino, l′altro Butrone, venduti a lui da un pecoraio di Chintanar. Ma non per questo don Chisciotte poteva togliersi d′intorno la malinconia.
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Llamaron sus amigos al médico, tomóle el pulso, y no le contentó mucho, y dijo que, por sí o por no, atendiese a la salud de su alma, porque la del cuerpo corría peligro. Oyólo don Quijote con ánimo sosegado, pero no lo oyeron así su ama, su sobrina y su escudero, los cuales comenzaron a llorar tiernamente, como si ya le tuvieran muerto delante. Fue el parecer del médico que melancolías y desabrimientos le acababan. Rogó don Quijote que le dejasen solo, porque quería dormir un poco. Hiciéronlo así y durmió de un tirón, como dicen, más de seis horas; tanto, que pensaron el ama y la sobrina que se había de quedar en el sueño. Despertó al cabo del tiempo dicho, y, dando una gran voz, dijo.
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I suoi amici chiamarono allora il medico, che gli tastò il polso, e non se ne mostrò punto contento: anzi disse che era bene attendere alla salute dell′anima, perché quella del corpo stava in pericolo. Don Chisciotte lo ascoltò con animo riposato, ma non così fu della sua serva, della nipote e dello scudiere, i quali cominciarono a lagrimare dirottamente, come se già se lo vedessero morto. Il parere del medico fu che stesse per consumarsi una vita troppo oppressa di disgusti e di afflizioni. Pregò allora don Chisciotte che lo lasciassero solo, perché voleva dormire un poco, e così fecero; ed egli dormì un sonno di oltre sei ore, così profondo, che la serva e la nipote temevano che non si avesse a risvegliare mai più. Si destò finalmente, passato quel tempo, e con alta e sonora voce disse:
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¡Bendito sea el poderoso Dios, que tanto bien me ha hecho! En fin, sus misericordias no tienen límite, ni las abrevian ni impiden los pecados de los hombres.
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— Benedetto sia l′onnipotente Iddio che tanto bene ci ha fatto! Le sue misericordie non hanno confine né dai peccati degli uomini vengono mai impedite o menomate!»
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Estuvo atenta la sobrina a las razones del tío, y pareciéronle más concertadas que él solía decirlas, a lo menos, en aquella enfermedad, y preguntóle.
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Stette la nipote attenta alle parole dello zio, e le parvero più a proposito di quelle ch′egli solesse dire, durante almeno quella malattia. Ella gli dimandò:
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¿Qué es lo que vuestra merced dice, señor? ¿Tenemos algo de nuevo? ¿Qué misericordias son éstas, o qué pecados de los hombres.
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— Che cosa dice signor zio? Vi è niente di nuovo? Di che misericordie intende ella? Di che peccati degli uomini?
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Las misericordias respondió don Quijote, sobrina, son las que en este instante ha usado Dios conmigo, a quien, como dije, no las impiden mis pecados. Yo tengo juicio ya, libre y claro, sin las sombras caliginosas de la ignorancia, que sobre él me pusieron mi amarga y continua leyenda de los detestables libros de las caballerías. Ya conozco sus disparates y sus embelecos, y no me pesa sino que este desengaño ha llegado tan tarde, que no me deja tiempo para hacer alguna recompensa, leyendo otros que sean luz del alma. Yo me siento, sobrina, a punto de muerte; querría hacerla de tal modo, que diese a entender que no había sido mi vida tan mala que dejase renombre de loco, que, puesto que lo he sido, no querría confirmar esta verdad en mi muerte. Llámame, amiga, a mis buenos amigos el cura, al bachiller Sansón Carrasco y a maese Nicolás, el barbero, que quiero confesarme y hacer mi testamento.
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— Le misericordie, o nipote mia, rispose don Chisciotte, sono quelle che in questo istante ha usato meco Domeneddio, le quali, come ho detto, non sono menomate dai miei peccati: io tengo già il giudizio libero e sano, scevro dalle ombre caliginose dell′ignoranza in cui mi aveva posto una continua e detestabile lettura dei libri di cavalleria; conosco adesso i passati spropositi e imbrogli, e mi duole soltanto di essermene avveduto troppo tardi senz′avere più mezzo di risarcire il tempo perduto colla lettura di altri libri che siano luce dell′anima. Mi sento, nipote mia dolcissima, presso alla mia ultima ora, la quale vorrei passare in modo da far giudicare a tutti che la mia trascorsa vita non è stata tanto sciagurata da lasciare dopo di me la riputazione di pazzo; e sebbene io fui tale pur troppo, vorrei togliere dal mondo questo mal odore di me in questi estremi momenti. Chiamami, ti prego, o figliuola, i miei buoni amici, il curato, il baccelliere Sansone Carrasco e mastro Niccolò barbiere, che ora voglio confessarmi e fare il mio testamento.
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Pero de este trabajo se escusó la sobrina con la entrada de los tres. Apenas los vio don Quijote, cuando dijo.
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La nipote risparmiò la fatica di andarli a chiamare, poiché entrarono in quel punto tutti e tre nella stanza. Appena don Chisciotte li vide, disse loro:
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Dadme albricias, buenos señores, de que ya yo no soy don Quijote de la Mancha, sino Alonso Quijano, a quien mis costumbres me dieron renombre de Bueno. Ya soy enemigo de Amadís de Gaula y de toda la infinita caterva de su linaje, ya me son odiosas todas las historias profanas del andante caballería, ya conozco mi necedad y el peligro en que me pusieron haberlas leído, ya, por misericordia de Dios, escarmentando en cabeza propia, las abomino.
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— Congratulatevi meco, miei buoni amici, che io ho cessato di essere don Chisciotte della Mancia, e sono quell′Alonso Chisciano che per i miei esemplari costumi ero chiamato il buono. Dinanzi a voi mi dichiaro nemico di Amadigi di Gaula e di tutto l′infinito stuolo della sua stirpe; adesso mi vengono in odio tutte le storie profane della cavalleria errante; adesso conosco la mia balordaggine ed il pericolo che ho corso nelle mie letture; adesso per misericordia del Signore Iddio imparo a mio costo a dispregiarle e ad averle in abbominazione.»
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Cuando esto le oyeron decir los tres, creyeron, sin duda, que alguna nueva locura le había tomado. Y Sansón le dijo.
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Quando tutti e tre udirono questo discorso, giudicarono senz′altro che lo avesse colto qualche nuova pazzia, ed il baccelliere Sansone Carrasco disse:
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¿Ahora, señor don Quijote, que tenemos nueva que está desencantada la señora Dulcinea, sale vuestra merced con eso? Y ¿agora que estamos tan a pique de ser pastores, para pasar cantando la vida, como unos príncipes, quiere vuesa merced hacerse ermitaño? Calle, por su vida, vuelva en sí, y déjese de cuentos.
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— E che è questo, o signor don Chisciotte? Ora che abbiamo nuove che la signora Dulcinea non è più incantata e che ci manca tanto poco per diventare pastori e passare cantando la nostra vita beatamente, vossignoria si vuol far romito? Si accheti un poco, torni in se stesso, sbandisca dall′animo le malinconie.
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Los de hasta aquí replicó don Quijote, que han sido verdaderos en mi daño, los ha de volver mi muerte, con ayuda del cielo, en mi provecho. Yo, señores, siento que me voy muriendo a toda priesa; déjense burlas aparte, y traíganme un confesor que me confiese y un escribano que haga mi testamento, que en tales trances como éste no se ha de burlar el hombre con el alma; y así, suplico que, en tanto que el señor cura me confiesa, vayan por el escribano.
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— Quelle, replicò don Chisciotte, che mi hanno recato tanto danno sinora, spero che la morte le convertirà in mio vantaggio col divino aiuto: io sento, o signori, che vado morendo a gran passi; però lasciamo le burle, e conducetemi tosto un confessore che mi ascolti ed un notaio che scriva il mio testamento; nel frangente in cui sono non resta più da scherzare; e voi, signor curato, usatemi la carità di confessarmi, e vadano gli altri pel notaio.»
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Miráronse unos a otros, admirados de las razones de don Quijote, y, aunque en duda, le quisieron creer; y una de las señales por donde conjeturaron se moría fue el haber vuelto con tanta facilidad de loco a cuerdo, porque a las ya dichas razones añadió otras muchas tan bien dichas, tan cristianas y con tanto concierto, que del todo les vino a quitar la duda, y a creer que estaba cuerdo.
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Tutti si guardarono in faccia l′un l′altro, attoniti alle parole che don Chisciotte aveva dette, e quantunque dubbiosi, vollero prestargli fede. Uno degl′indizi da cui conghietturarono ch′egli si avvicinasse alla morte, fu il suo rapidissimo passaggio dalla follia alla saggezza, poiché ai discorsi già riferiti altri ne aggiunse sì bene pensati, sì cristiani, sì giusti, che tolta affatto ogni perplessità, si persuasero che fosse realmente tornato in buon cervello.
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Hizo salir la gente el cura, y quedóse solo con él, y confesóle.
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Il curato fece uscire di camera tutti, e rimasto solo con lui, lo confessò.
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El bachiller fue por el escribano, y de allí a poco volvió con él y con Sancho Panza; el cual Sancho, que ya sabía por nuevas del bachiller en qué estado estaba su señor, hallando a la ama y a la sobrina llorosas, comenzó a hacer pucheros y a derramar lágrimas. Acabóse la confesión, y salió el cura, diciendo
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Il baccelliere Carrasco andò pel notaio, e tornò presto con esso e con Sancio Pancia, il quale già informato dal baccelliere dell′estremo pericolo in cui stava il suo padrone, si unì tosto alla serva e alla nipote, e si mise a fare le boccacce ed a strillare disperatamente. Finì la confessione, ed il curato escì fuori dicendo:
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Verdaderamente se muere, y verdaderamente está cuerdo Alonso Quijano el Bueno; bien podemos entrar para que haga su testamento.
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— Muore daddovero e muore con sana mente Alonso Chisciano il buono: potete entrare, miei signori, perché ora faccia il suo testamento.»
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Estas nuevas dieron un terrible empujón a los ojos preñados de ama, sobrina y de Sancho Panza, su buen escudero, de tal manera, que los hizo reventar las lágrimas de los ojos y mil profundos suspiros del pecho; porque, verdaderamente, como alguna vez se ha dicho, en tanto que don Quijote fue Alonso Quijano el Bueno, a secas, y en tanto que fue don Quijote de la Mancha, fue siempre de apacible condición y de agradable trato, y por esto no sólo era bien querido de los de su casa, sino de todos cuantos le conocían.
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Diedero, queste nuove, terribile spinta ai gravidi occhi della nipote, della serva e di Sancio, di maniera che sgorgavano a torrenti le lagrime, e uscivano dal loro petto mille profondi sospiri. Si è già alcuna volta osservato che sino a tanto che don Chisciotte fu Alfonso Chisciano il buono, e non altro, ed anche quando fu don Chisciotte della Mancia, si mantenne egli di piacevole condizione e di tratto urbano, e quindi era ben veduto non solo da quelli di casa sua, ma ben anche da quanti lo conoscevano.
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Entró el escribano con los demás, y, después de haber hecho la cabeza del testamento y ordenado su alma don Quijote, con todas aquellas circunstancias cristianas que se requieren, llegando a las mandas, dijo.
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Il notaio entrò con tutti gli altri in camera, e dopo avere scritto l′introduzione del testamento, e raccomandata a Dio l′anima di don Chisciotte con tutte le forme cristiane che sono d′uso, venendo ai legati, disse:
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Ítem, es mi voluntad que de ciertos dineros que Sancho Panza, a quien en mi locura hice mi escudero, tiene, que, porque ha habido entre él y mí ciertas cuentas, y dares y tomares, quiero que no se le haga cargo dellos, ni se le pida cuenta alguna, sino que si sobrare alguno, después de haberse pagado de lo que le debo, el restante sea suyo, que será bien poco, y buen provecho le haga; y, si como estando yo loco fui parte para darle el gobierno de la ínsula, pudiera agora, estando cuerdo, darle el de un reino, se le diera, porque la sencillez de su condición y fidelidad de su trato lo merece.
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— Item, è mia volontà che a Sancio Pancia, il quale nella mia pazzia io m′avevo eletto scudiere, non sia cercato verun conto dei danari che teneva di mia ragione, essendo corse fra lui e me varie partite e disgusti e differenze. Se ne sopravanzassero, dopo essersi pagato di quanto gli debbo, il restante sia tutto suo che già sarà poca cosa, e in ogni modo buon pro gli faccia; e se quando io era pazzo mi era proposto di dargli il governo d′un′isola, ora che sono in giudizio gli darei il governo di un regno, se lo avessi, perché la strettezza della sua condizione e la fedeltà meritano ogni cosa.
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Y, volviéndose a Sancho, le dijo.
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Rivoltosi a Sancio, gli disse:
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Perdóname, amigo, de la ocasión que te he dado de parecer loco como yo, haciéndote caer en el error en que yo he caído, de que hubo y hay caballeros andantes en el mundo.
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— Perdonami amico, le occasioni che ti ho date di parer pazzo con me, facendoti cadere nell′errore in cui io era che vi fossero o vi siano al mondo cavalieri erranti.
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¡Ay! respondió Sancho, llorando no se muera vuestra merced, señor mío, sino tome mi consejo y viva muchos años, porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía. Mire no sea perezoso, sino levántese desa cama, y vámonos al campo vestidos de pastores, como tenemos concertado quizá tras de alguna mata hallaremos a la señora doña Dulcinea desencantada, que no haya más que ver. Si es que se muere de pesar de verse vencido, écheme a mí la culpa, diciendo que por haber yo cinchado mal a Rocinante le derribaron; cuanto más, que vuestra merced habrá visto en sus libros de caballerías ser cosa ordinaria derribarse unos caballeros a otros, y el que es vencido hoy ser vencedor mañana.
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— Ahi, rispose Sancio in mezzo ai singulti, vossignoria non muoia signor mio, pigli il mio consiglio, badi a vivere, ché non può fare l′uomo peggiore bestialità in questa vita del lasciarsi morire così alla babbalà, senzaché nessuno lo ammazzi né altre mani lo finiscano fuorché quelle della malinconia; non si lasci per carità cogliere dalla poltroneria, e si levi da questo letto che anderemo in campagna vestiti da pastori come siamo rimasti d′accordo; e chi sa che dietro a qualche bosco non troviamo la signora donna Dulcinea non più incantata, com′è comune nostro desiderio: e se per caso vossignoria muore del dolore di essere stato vinto, ne dia a me tutta la colpa, e dica che se avessi strette un poco le cinghie a Ronzinante, non sarebbe stramazzato; e già vossignoria avrà letto molte volte nei suoi libri di cavalleria che i cavalieri erano soliti scavalcarsi l′un l′altro, e che quello che oggi è vinto, dimani è vincitore.
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Así es dijo Sansón, y el buen Sancho Panza está muy en la verdad destos casos.
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— Così è, disse Sansone Carrasco, e il buon Sancio è molto pratico di questi casi.
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Señores dijo don Quijote, vámonos poco a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño yo fui loco, y ya soy cuerdo; fui don Quijote de la Mancha, y soy agora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno. Pueda con vuestras mercedes mi arrepentimiento y mi verdad volverme a la estimación que de mí se tenía, y prosiga adelante el señor escribano.
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— Signori, replicò don Chisciotte, andiamo pian piano, ché adesso nei nidi dell′anno passato non sono più uccelli; poc′anzi fui pazzo, ed ora sono savio, fui don Chisciotte della Mancia, ed ora, ripeto, non sono altro che Alfonso Chisciano il buono: possano il mio pentimento e la mia ingenuità riguadagnarmi presso di voi, o amici, quella riputazione di cui una volta ho goduto; e seguiti a scrivere il signor notaio.
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» Ítem, mando toda mi hacienda, a puerta cerrada, a Antonia Quijana, mi sobrina, que está presente, habiendo sacado primero de lo más bien parado della lo que fuere menester para cumplir las mandas que dejo hechas; y la primera satisfación que se haga quiero que sea pagar el salario que debo del tiempo que mi ama me ha servido, y más veinte ducados para un vestido. Dejo por mis albaceas al señor cura y al señor bachiller Sansón Carrasco, que están presentes.
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— Item, lascio la mia facoltà ad Antonia Chisciana, mia nipote, ch′è qui presente, levando prima da essa quanto occorre per soddisfare a tutti i legati da me istituiti, ed il primo intendo che sia quello di pagare il salario che devo alla mia serva per tutto il tempo che mi ha prestato la sua assistenza, e di più venti ducati da farsi un vestito. Nomino per esecutori testamentari il signor curato ed il signor baccelliere Sansone Carrasco, qua presenti.
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» Ítem, es mi voluntad que si Antonia Quijana, mi sobrina, quisiere casarse, se case con hombre de quien primero se haya hecho información que no sabe qué cosas sean libros de caballerías; y, en caso que se averiguare que lo sabe, y, con todo eso, mi sobrina quisiere casarse con él, y se casare, pierda todo lo que le he mandado, lo cual puedan mis albaceas distribuir en obras pías a su voluntad.
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Item, è mia volontà che se Antonia Chisciana, mia nipote, vorrà maritarsi, si accompagni ad un uomo del quale si sappia per certo che non abbia letto mai libri di cavalleria; e nel caso che gli avessi letti, e che nullostante mia nipote lo volesse sposare, lo sposi pure, ma perda tutto quello che le ho lasciato, ed i miei esecutori possano a loro beneplacito distribuirlo in opere pie.
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» Ítem, suplico a los dichos señores mis albaceas que si la buena suerte les trujere a conocer al autor que dicen que compuso una historia que anda por ahí con el título de Segunda parte de las hazañas de don Quijote de la Mancha, de mi parte le pidan, cuan encarecidamente ser pueda, perdone la ocasión que sin yo pensarlo le di de haber escrito tantos y tan grandes disparates como en ella escribe, porque parto desta vida con escrúpulo de haberle dado motivo para escribirlos.
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Item, supplico i detti miei esecutori testamentari che se la buona sorte facesse loro conoscere l′autore, il quale si dice che abbia scritta l′istoria che corre impressa col titolo di Seconda parte delle prodezze di don Chisciotte della Mancia, gli dimandino perdono da parte mia con ogni affetto possibile per l′occasione che io gli ho data, senza volerlo, di scrivere quei tanti e sì grossi spropositi che in essa si leggono, perché io mi distacco da questa vita collo scrupolo di avergliene dato motivo.»
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Cerró con esto el testamento, y, tomándole un desmayo, se tendió de largo a largo en la cama. Alborotáronse todos y acudieron a su remedio, y en tres días que vivió después deste donde hizo el testamento, se desmayaba muy a menudo. Andaba la casa alborotada; pero, con todo, comía la sobrina, brindaba el ama, y se regocijaba Sancho Panza; que esto del heredar algo borra o templa en el heredero la memoria de la pena que es razón que deje el muerto.
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Chiuse con queste ultime parole il suo testamento, e colto da uno svenimento, si distese nel letto quanto era lungo. Allora fu generale il disordine della famiglia, e tutti accorsero a dargli soccorso nei tre giorni che sopravvisse al testamento, cadendo di tratto in tratto in totale perdimento di sensi. Ad onta del generale scompiglio, si pensava per altro al refrigerio, e la nipote mangiava, la serva brindeggiava e Sancio gozzovigliava; giacché il fare eredità cancella o tempera negli eredi la memoria del dolore ch′è ben ragionevole che il morto lasci.
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En fin, llegó el último de don Quijote, después de recebidos todos los sacramentos, y después de haber abominado con muchas y eficaces razones de los libros de caballerías. Hallóse el escribano presente, y dijo que nunca había leído en ningún libro de caballerías que algún caballero andante hubiese muerto en su lecho tan sosegadamente y tan cristiano como don Quijote; el cual, entre compasiones y lágrimas de los que allí se hallaron, dio su espíritu quiero decir que se murió.
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Giunse finalmente l′ultima ora di don Chisciotte, dopo avere avuti tutti i sacramenti e dopo avere abbominati con molte e sode ragioni tutti i libri di cavalleria. Il notaio allora disse ad alta voce: — Non ho mai letto in alcuna opera di cavalleria che un cavaliere errante sia morto nel suo letto così tranquillo e così cristianamente rassegnato come don Chisciotte.» Tra la compassione ed il pianto dei circostanti egli dunque esalò lo spirito, e voglio dire, morì:
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Viendo lo cual el cura, pidió al escribano le diese por testimonio como Alonso Quijano el Bueno, llamado comúnmente don Quijote de la Mancha, había pasado desta presente vida y muerto naturalmente; y que el tal testimonio pedía para quitar la ocasión de algún otro autor que Cide Hamete Benengeli le resucitase falsamente, y hiciese inacabables historias de sus hazañas.
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d il curato ottenne dal notaio la legale testimonianza che «Alonso Chisciano il buono, chiamato comunemente don Chisciotte della Mancia, era passato da questa presente vita, e morto naturalmente.» Si volle questa giurata prova per togliere l′occasione che qualche altro autore, diverso da Cide Hamete Ben-Engeli, lo facesse risuscitare con falsità e dettasse interminabili storie delle sue prodezze.
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Este fin tuvo el Ingenioso Hidalgo de la Mancha, cuyo lugar no quiso poner Cide Hamete puntualmente, por dejar que todas las villas y lugares de la Mancha contendiesen entre sí por ahijársele y tenérsele por suyo, como contendieron las siete ciudades de Grecia por Homero.
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E questo fu il fine dell′ingegnoso Idalgo della Mancia, la cui patria non volle Cide Hamete rendere chiaramente nota per lasciare che tutti i paesi e i villaggi della Mancia contendessero tra loro per affigliarselo e tenerlo per suo, come contesero per Omero le sette città della Grecia.
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Déjanse de poner aquí los llantos de Sancho, sobrina y ama de don Quijote, los nuevos epitafios de su sepultura, aunque Sansón Carrasco le puso éste
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Non si registrano in questo luogo le lamentazioni di Sancio, della nipote e della serva di don Chisciotte, né i nuovi epitaffi della sua sepoltura. Sansone Carrasco però gli pose il seguente:
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Yace aquí el Hidalgo fuerte que a tanto estremo llegó de valiente, que se advierte que la muerte no triunfó de su vida con su muerte. Tuvo a todo el mundo en poco; fue el espantajo y el coco del mundo, en tal coyuntura, que acreditó su ventura morir cuerdo y vivir loco.
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«Giace qui il forte Idalgo salito a tal grado di valore, che morte non poté trionfare di lui nel suo morire. «Affrontò tutto il mondo e vi recò lo spavento; e fu sua ventura viver pazzo e morir rinsavito.»
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Y el prudentísimo Cide Hamete dijo a su pluma.
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Qui poi il prudentissimo Cide Hamete, rivoltosi alla sua penna, disse:
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Aquí quedarás, colgada desta espetera y deste hilo de alambre, ni sé si bien cortada o mal tajada péñola mía, adonde vivirás luengos siglos, si presuntuosos y malandrines historiadores no te descuelgan para profanarte. Pero, antes que a ti lleguen, les puedes advertir, y decirles en el mejor modo que pudieres
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— O pennuzza mia, tu rimarrai qua attaccata a questo uncino e a questo filo di rame, non so quanto ben temperata, e tu vivrai per lunghi secoli, se presuntuosi e malevoli istorici non ti vengano a distaccare per profanarti; ma primaché ti tocchino, li puoi avvertire e dir loro nel miglior modo che sia:
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¡Tate, tate, folloncicos! De ninguno sea tocada; porque esta impresa, buen rey, para mí estaba guardada.
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«Via, gente perversa, che nessuno mi tocchi; perocché questa impresa, o buon re, era serbata a me solo.»
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Para mí sola nació don Quijote, y yo para él; él supo obrar y yo escribir; solos los dos somos para en uno, a despecho y pesar del escritor fingido y tordesillesco que se atrevió, o se ha de atrever, a escribir con pluma de avestruz grosera y mal deliñada las hazañas de mi valeroso caballero, porque no es carga de sus hombros ni asunto de su resfriado ingenio; a quien advertirás, si acaso llegas a conocerle, que deje reposar en la sepultura los cansados y ya podridos huesos de don Quijote, y no le quiera llevar, contra todos los fueros de la muerte, a Castilla la Vieja, haciéndole salir de la fuesa donde real y verdaderamente yace tendido de largo a largo, imposibilitado de hacer tercera jornada y salida nueva; que, para hacer burla de tantas como hicieron tantos andantes caballeros, bastan las dos que él hizo, tan a gusto y beneplácito de las gentes a cuya noticia llegaron, así en éstos como en los estraños reinos′′. Y con esto cumplirás con tu cristiana profesión, aconsejando bien a quien mal te quiere, y yo quedaré satisfecho y ufano de haber sido el primero que gozó el fruto de sus escritos enteramente, como deseaba, pues no ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballerías, que, por las de mi verdadero don Quijote, van ya tropezando, y han de caer del todo, sin duda alguna. Vale.
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Per te sola nacque don Chisciotte, e tu per lui; egli seppe fare e tu scrivere; voi due soli siete d′accordo ad onta e dispetto dello scrittore finto e tordesigliesco, il quale ardì o vorrà ancora ardire di scrivere con mal temperata penna di struzzo le prodezze del valoroso nostro cavaliere, il che non è peso delle sue spalle, né opera del suo agghiacciato ingegno. Lo avvertirai, o penna, se giugni per caso a conoscerlo, che lasci riposare in pace nella tomba le stanche e già guaste ossa di don Chisciotte, e non lo voglia portare a Castiglia la vecchia, facendo escire dalla fossa dove realmente e veridicamente giace disteso quanto egli è lungo, e nell′assoluta impossibilità di fare la terza giornata od altre nuove peregrinazioni. Per pigliarsi giuoco delle tante che fecero tutti i cavalieri erranti, bastano bene le due ch′egli ha eseguite con tanto gusto e diletto delle genti che n′ebbero notizia sì in questi come in altri regni stranieri. Resterà così satisfatta la cristiana tua professione consigliando al bene chi ti vuol male; ed io autore rimarrò assai contento di essere stato il primo che abbia goduto per intero il frutto degli scritti miei, com′era mio desiderio. Non altro volli se non che mettere in abborrimento degli uomini le finte e spropositate istorie dei libri di cavalleria, i quali, la mercé delle venture accadute al mio vero don Chisciotte, vanno a quest′ora inciampando, e senz′alcun dubbio cadranno poi onninamente.
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