HUEVOS ASADOS:

Afrodisiaco para el marido de Celestina

por Miguel Garci-Gomez

NOTA: Ofrezco aquí mi artículo sobre los afrodisíacos, un poco de perspectiva histórica, y el significado plurivalente de huevos asados, publicado con anterioridad (ver referencia en el Curriculum vitae).

Es la ironía un recurso literario tan sutil que se presta a ocasionar graves problemas interpretativos. Y es que el ironista depende en gran manera, para su comprensión, del reconocimiento del lector. El que "por vituperio dice alabança"--por usar la expresión de don Enrique de Villena--, [n1] corre el riesgo de que al final el favor prevalezca en la estima del oyente. Pocos pasajes de la literatura universal podrían aclarar esta proposición mejor que el del auto I de Celestina′, donde Pármeno entona un himno grotesco al renombre de la "puta vieja alcoholada."

Con el fin de disuadir a Calisto de entrar en tratos con Celestina, Pármeno se deja arrebatar de una vigorosa inspiración y prorrumpe en un exaltado y estridente himno cósmico, en el que hombres y animales, bestias domésticas y salvajes, anfibios y aves, seres animados e inanimados proclaman el nombre de la "puta vieja."

PAR. --¿Por qué, señor, te congoxas? ¿E tú piensas que es vituperio en las orejas desta el nombre que la llamé? No lo creas; que assí se glorifica en le oyr, como tú, quando dizen: ¡diestro cauallero es Calisto! E demás desto, es nombrada e por tal título conocida. Si entre cient mugeres va e alguno dize: ¡puta vieja!, sin ningún empacho luego buelue la cabeça e responde con alegre cara. En los conbites, en las fiestas, en las bodas, en las cofadrías, en los mortuorios, en todos los ayuntamientos de gentes, con ella passan tiempo. Si passa por los perros, aquello suena su ladrido; si está cerca las aues, otra cosa no cantan; si cerca los ganados, balando lo pregonan; si cerca las bestias, rebuznando dizen: ¡puta vieja! Las ranas de los charcos otra cosa no suelen mentar. Si va entre los herreros, aquello dizen sus martillos. Carpinteros e armeros, herradores, caldereros, arcadores, todo oficio de instrumento forma en el ayre su nombre. Cántanla los carpinteros, péynanla los peynadores, texedores. Ladradores en las huertas, en las aradas, en las viñas, en las segadas con ella passan el afán cotidiano. Al perder en los tableros, luego suenan sus loores. Todas cosas, que son hazen, a do quiera que ella está, el tal nombre representan. ¡O qué comedor de hueuos asados era su marido! ¿Qué quieres más, sino, si una piedra toca con otra, luego suena ¡puta vieja? (I:68)

La fantasmagoría erótica es de una resonancia verdaderamente estruendosa. Los instrumentos de la amalgamada orquesta los componen yunques, calderos, martillos, sierras, telares, tableros, peines, azadones y arados, cantos rodados. La schola cantorum la integran perros que ladran, aves que graznan, ovejas que balan, asnos que rebuznan, ranas que croan. El discordante concierto resuena en las huertas, en los campos de labranza, en los viñedos, en los talleres, en los casinos, entre el regocijo de los convites y los llantos del velatorio; pues Celestina,

si entre cient mugeres va e alguno dice: ¡puta vieja!,
sin ningún empacho luego buelve la cabeca e responde con alegre cara.

Celestina es la puta por antonomasia, y de ello se enorgullece. No hay en toda la Tragicomedia de Calisto y Melibea un pasaje más rítmico y vigoroso en su lenguaje, más atractivo y musical en sus imágenes, más rico y polivalente en sus sugerencias. La sátira contra la "puta vieja alcoholada" no podía ser más efectiva, más punzante; pero al final --para mayor ironía-- el favor prevalecería en la estima de Calisto, que postrado suspiraría:

Desde aquí adoro la tierra que huellas [Celestina] e en reverencia tuya beso.

El cántico suena a parodia de los salmos 148-50 en los que todo el universo, en enumeración detallada, mares, cetáceos, collados, granizo, nieve, niebla, viento, fieras y aves, con címbalos resonantes, se unen en alabanza de Yavé:

Todo cuanto respira alabe a Yavé. ¡Aleluya! (Salmo 50:6).

En boca de Pármeno el estridente concierto es todo un ininterrumpido crescendo hasta el fortísimo final:

Todas las cosas que son hacen a do quiera que ella está, el tal nombre representan.

Y de pronto, en ese momento de la narración, hay un enmudecimiento de orquesta y coro. El auditorio como si dejara de oír, sólo para poder contemplar con mayor atención la imagen desconcertante del marido de Celestina:

¡O qué comedor de hueuos asados era su marido!

Aquí se quebró el hilo de la narración, para que resaltara más la figura que sin duda constituía el climax de la gradación. Aquí se calló la orquesta, y nuestra imaginación, sobrecogida, se centró en el marido de la "puta vieja," el director de aquella barahúnda. Tras la breve visión de la silueta del marido, se dejaban oír las notas del último compás:

Qué quieres más, sino, que si una piedra toca con otra, luego suena ¡puta vieja![n2].

Puta verdaderamente excepcional debió ser Celestina cuando aun de vieja subyugaba lujuriosamente a su propio marido; en verdad no habría podido éste escapar a los hechizos de quien, como coroboraría Sempronio,

A las duras peñas promouerá e prouocará a luxuria

Al parecer, la frase "comedor de hueuos asados" ha resultado bastante enigmática a los críticos que de ella se han ocupado con cierta detención. P. Goldman extraía la expresión de su contexto para analizarla en la corriente de ciertas prácticas judaicas o ritos de lamentación, en los que era costumbre comer huevos cocidos o asados.[n3] ¿Querría Goldman hacernos creer que sólo los judíos se atiborraban de comida con motivo de los velatorios? En ese caso es que sabía muy poco de costumbres muy generalizadas y vigentes aun en nuestros días de los banquetes póstumos.[n4] Según su interpretación, la alusíón del Pármeno estaría llamada a producir una abrupta ruptura en el hilo del discurso, en el ritmo trepidante del concierto, para anunciar al lector que el marido, como era judío, se desentendía del grostesco cortejo que aclamaba a la "puta vieja," y lloraba, y comía. Es decir, el marido aparecía en el pasaje como víctima afligida y pesarosa del oficio de su mujer, como la única criatura que no se dejaba arrastrar por el omnímodo poder e irresistible hechizo de Celestina; para el comentarista, pues, Pármeno introducía con la alusión al marido un elemento que venía a producir un súbito desmoronamiento de ese colosal monumento al erotismo sin coto de Celestina. Goldman, más interesado en exponer las prácticas judaicas que el contexto del AUTO, quebrantaba con su interpretación foránea la línea de ese ininterrumpido crescendo que consigue que en el marido, comedor de hueuos asados, se encrespe nuestra fantasía para enseguida quebrarse contra las piedras conmovidas, lápida perenne, solemne epitafio con que se sellaba ese gran monumento a la puta. [n5]

Otro gran fallo de la interpretación de Goldman es, sin duda, que en la literatura --y en la vida-- carece de precedentes y de credibilidad el marido de la prostituta que se pasa la vida comiendo huevos y lamentando el oficio de su consorte. Por el contrario, se da con frecuencia el marido de la cortesana que cohabita y gana su subsistencia como su parásito, según nos lo retratan Juvenal[n6] y Ausonio,[n7] o como su chulo, o el alcahuete en lenguaje de Las Siete Partidas, del que se nos dice:

home . . . tan vil que él mismo alcahuetea a su propia muger ( Part. 7, tít. 22, l. l).

Y es que no se concibe que ningún marido aguante al lado de la coima, si no es como cómplice y beneficiario de su carnal comercio.

J. E. Gillet había dado con anterioridad otra explicación de comedor de hueuos asados un tanto más a tono con la tesitura del contexto. Para él, el marido de Celestina comería huevos para poder satisfacer las exigencias eróticas de su mujer:

uno puede deducir que el marido de Celestina estaba locamente enamorado de ella y ansioso de demostrárselo, quizá como prueba ulterior de su sobrecogedora popularidad.[n8]

La obvia timidez de este aserto se debe a que Gillet parecía guiarse por una intuición sin tener a su disposición documentos donde apoyarse; por otro lado, llevado también por ciertas tendencias centrífugas, exocríticas, no se muestra tan interesado en aclarar lo de "comedor," o de ensalzar el arte y la excelencia del discurso, como en justificar y popularizar una tardía variante, introducida en una traducción italiana de la obra: comendador o encomendador de huevos asados.[n9]

Los huevos asados no eran interpretados por J. Gillet como afrodisíaco o estimulante del apetito venéreo, sino más bien como reconstituyentes tras los excesos eróticos:

The restorative effects of eggs might easily be called for after erotic excesses (145).

Y, sin embargo, a continuación cita un texto de Alarcón, donde los huevos se asocian a las cantáridas, uno de los más potentes y populares afrodisíacos:

no he visto tal ardor,
ni aun en la noche primera,
habeis bebido cantáridas
huevos con sal y pimienta.[n10]

Que quisiera decirnos Pármeno que los huevos eran nutritivos y reconstituyentes, sería una perogrullada, con la cual se debilitaría la cuidada gradación de las imágenes. Que aludiera a los huevos como afrodisíaco, cuenta con una larga y fehaciente tradición literaria, a caballo entre la medicina y la magia; como afrodisíaco venían los huevos asados a rematar con brillantez y vigor la gradación climática. Veamos.

Entre otros, recomendaban expresamente los huevos, por su virtud afrodisíaca, Ovidio ( Ars amandi, 2, 4l5 ss.), y el enciclopedista Plinio el Viejo ( Historia naturalis 30, 49), quien enseñaba que comer carne o huevos de ave excitaban el apetito venéreo:

Venerem concitant . . . Passeres in cibo vel ova eorum.

Era, empero, entre los árabes donde los huevos gozaban del mayor prestigio como afrodisíaco. Recoge tales creencias el tunecino Al-Nefzaoui (entre l394-l433) en su obra The Perfumed Garden; en el último capítulo expone la conclusión de su trabajo y trata de cómo la deglución de huevos causaban los buenos efectos de favorecer el coito

Forming the Conclusion of the work, and Treating of the Good Effects of the Deglutition of Eggs as Favourable to the Coitus 248.

A los más exigentes, a los interesados en copular durante toda la noche les recomendaba el autor las siguientes recetas:

Debe hacerse de un gran número de huevos, de manera que pueda comer hasta saciarse, y freírlos con manteca fresca. Una vez listo, debe sumergirlos en miel, trabajando luego bien toda la masa. Entonces debe comer todo lo que pueda con algo de pan, y puede estar seguro que durante toda la noche el miembro no le permitirá descansar.[n11]

El Antiguo Autor de La Celestina, a continuación del texto que aquí se comenta, resaltaría cómo Pármeno era un experto en cuestiones de curas y remedios, perfumes, brebajes y otros hechizos, con un conocimiento preciso de la nomenclatura de los herbolarios y la farmacopea que en su casa guardaba Celestina.[n12]

Pues bien, en los recetarios de medicina medieval erótica se recomendaba con fe, y con frecuencia, un tipo de afrodisíaco que ilustra y enriquece con abigarrados destellos el pasaje de Pármeno; afrodisíaco que, según documentos de la época, sabemos se confeccionaba y administraba en la España de aquel entonces.

El historiador de Fernando el Católico, L. Galíndez de Carvajal, nos cuenta la siguiente anécdota:

En este año [1513] por el mes de marzo adolesció el Rey Católico en Medina del Campo, . . . que se había ido a holgar con la Reina Germana su muger, de un potage frio que le hizo dar la Reina, porque le hicieron entender que se haría preñada luego . . . de la cual enfermedad al cabo ovo de morir el dicho Rey Católico.[n13]

Sexagenario era por entonces el rey Fernando. Que el potaje fuera un estimulante sexual, nos lo confirma el historiador Pedro Mártir de Anglería, quien a su vez nos hace una valiosa aclaración sobre los ingredientes básicos de que estaba confeccionado, nada más y nada menos que de testículos de toro:

El Rey Católico estando muy deseoso de tener prole, sobre todo masculina ... se dice que ingirió ciertos alimentos que activaban su sexualidad. Creía que por ese medio podría conseguirse que su mujer quedara en cinta. Para conseguirlo le dieron a comer un condimento de testículos de toro.[n14]

Aparte de que el rey deseara descendencia --preferiblemente masculina--, compréndase que al mencionar la intención procreadora se le exculpaba al monarca --como se exculpaba a todos los casados-- de pecado mortal en el uso de afrodisíacos, cuyo uso era, por otro lado, ilícito si sólo se pretendía con ellos --como el marido de Celestina-- excitar la libídine. Se enseñaba en Las Siete Partidas:

Excusanza han el marido et la muger a las veces de no pecar quando yacen en uno . . . quando se trabaja el varon por su maldat, porque lo pueda mas facer comiendo letuarios calientes e faciendo otras cosas, et en esta manera peca mortalmiente; ca muy desaguisada cosa face el que quiere usar de su muger tan locamiente como farie de otra mala muger, trabajandose de facer lo que la natura nol da" (Part. 4, tít. 2, 1. 9).

Para Angel Alvarez de Miranda la anécdota del rey Católico era una manifestación de la magia y medicina asociadas al toro en la Península Ibérica; el celebrado investigador de antropología cultural hispánica, dice que lo importante de la anécdota era "la creencia popular de las virtudes genésicas de que es portador el toro," añadiendo con encomiable exactitud que "recetas más o menos semejantes se leían en libros de la antigua medicina clásica, y hombres cultos, como el propio Cristóbal Colón, les prestaban asenso."[n15]

Y es que, efectivamente, el poder afrodisíaco de los testículos de toro no era creencia exclusiva de los iberos; más allá de los Pirineos contaba con el respaldo de tan distinguidos tratadistas como Antonio Mizaldo, quien en una obra publicada en Frankfort en l599, recetaba como estimulante sexual, para el hombre y la mujer, el testículo árido de un toro que fuera completamente rufo.[n16] Sin duda el color rojo sería para el autor indicativo de la mayor potencia sexual del bicho.

Plinio el Viejo, como vimos, recomendaba los huevos como excitantes venéreos, y en otra ocasión hace referencia a las virtudes estimuladoras de los testículos de caballo y el testículo derecho de un asno, con un vaso de vino (animales de grandes atributos sexuales):

Coitus stimula[a]nt . . . testiculi equini aridi, ut potioni interi possint, dexterve asini testis in vino potus" ( Historia 28, 80).

Multiforme fue la influencia de Plinio sobre los medievales, y en cuestiones medicinales gozó de gran autoridad entre los médicos, como puede verse por los recetarios.

Marcelo Empírico, por ejemplo, en su obra De medicamentis libri, de gran popularidad, cuya edición príncipe apareció en 1536, recogió y propagó las creencias sobre los huevos y testículos según Plinio, con algún ligero retoque personal. A los más flojos en cuestiones de sexo les amonestaba Marcelo que más eficaces que los huevos eran los testículos, sobre todo si se preparaban con miel y se comían en ayunas durante tres días consecutivos; su efecto curativo era indudable e inmediato [n17]

Contra gustos no cabían disputas. Los escritores medievales reproducen recetas para todos los paladares --¡y qué paladares!--, algunas de ellas confeccionadas a base de orina y excrementos, de testículos e, incluso, penes de variados animales. Como observa Alan H. Walton, en los escritos de Paulino, muy conocido en el medievo, entre los ingredientes más citados se incluían:

los orines de toro, las gallinazas, los testículos de una liebre o de un ciervo, el pene de un asno."[n18]

San Alberto Magno, preclaro entre los intelectuales, teólogos y alquimistas del medievo, compartía y propagaba la medicina de tipo homeopático, basado en la creencia muy generalizada de similia similibus curantur, que viene a a asemejarse a nuestro refrán "La mancha de una mora con otra verde se quita," o el otro, entre los de La Celestina, "vn clavo con otro se espele." Se creía universalmente que el hombre podía fortalecer sus órganos mediante una alimentación a base de órganos semejantes de ciertos animales.

En la biblioteca de El Escorial, existe un manuscrito en árabe, número 893, posiblemente de mediados del siglo XIV, donde se recoge una multitud de recetas medicinales de carácter homeopático. Afortunadamente contamos con una edición moderna en castellano gracias a la versión de Carmen Ruiz, con el título de Libro de las utilidades de los animales. Me voy a permitir prodigar las citas con el fin de ilustrar con mayor claridad la mentalidad de la época de Rojas y comprender mejor frase de Pármeno en su acepción de testículos:[n19]

Los testículos de ternero, cuando se secan y machacan, y se dan a beber, estimulan y vigorizan el coito (12).

Cuando se seca su [de zorro] testículo y se administra de ello un dirham con agua de dátil día y noche, es afrodisíaco y calienta los riñones (50).

Si se seca el testículo derecho [del erizo grande] y se administra de ello un dirham con miel, quitada la espuma, es afrodisíco y aumenta la intensidad del coito (54).

Su [del cocodrilo] testículo izquierdo, seco y bebido con agua de garbanzo, es afrodisíaco (57).

El pene y los testículos de ganso, si se comen, son afrodisíacos (71).

Entre las utilidades del halcón está la de su carne, si se come, va
bien para la enfermedad llamada dolor de huevo [= posiblemente, testículo] (87 y XXVI).

Así explica Harry E. Wedeck el concepto de medicina homeopática:

La bravura del león reside en el corazón del león. De aquí que el comer su corazón, por una especie de transferencia afectiva, tornará al consumidor humano igualmente valeroso. De manera que el procedimiento se extiende a lo largo de todo el campo erótico. ... Los testículos de oca y el estómago de una liebre, guisados con abundantes especias, ayudan a hacer el amor.[n20]

¡O qué comedor de huevos asados era su marido!

¿Huevos, testículos?[n21] A la mayor parte de los lectores de La Celestina, en contraste con los editores del texto que han solido pasar por alto esta popular acepción del término, no se les habrá escapado la asociación. En Castilla hay costumbre de encargarle los huevos al carnicero. A pesar de esta costumbre tan extendida por la geografía española, en los diccionarios castellanos no suele darse entrada, bajo `huevos′, a su corrientísima acepción de testículos. ¿Demasiado vulgar? Que lo indiquen. ¿Que no existe en otras lenguas romances tal acepción traslaticia? No importa; eso lo hace más peculiarmente castellano, aunque, dicho sea en honor a la verdad, no podremos gloriarnos de haberla inventado en Castilla. Existía tal acepción en el latín tardío, apuntada en glosario del latín medieval de Du Cange, acepción que brillo por su ausencia en muchas ediciones del Diccionario de la Real Academia. Se lee en Du Cange:

Ova, pro testiculis apud Pseudo Ovidium lib. 2. de vetula, initio de semiviris.[n22]

Es bien sabido que los conquistadores, contemporáneos de Pármeno, llevaron consigo al Nuevo Mundo huevos como sinónimo de testículos,[n23] y en esas tierras arraigó e imperó la acepción hasta tal punto, que en naciones como México a los de ave se les llama blanquillos.[n24]

Es forzoso, por otra parte, reconocer que en los textos literarios peninsulares [n25] no abundan los ejemplos en los que huevos se emplee con acepción clara de testículos (tan clara como la del referido texto latino De Vetula). Un ejemplo claro y vulgar se encuentra en este romance erótico que recoge Alzieu (283):

natillas de leche / tengo para darte,
batidas y hechas / con azúcar cande.
huevos encubiertos, / que todos los frailes
(que los tienen buenos) / no los tienen tales.

Su casi total ausencia en los textos es más conspicua por ser su presencia tan frecuente en la calle. Algunos textos de los que aduce el profesor Gillet merecen interpretarse con tal acepción, legítima, si no obligatoria, dado el ambiente germanesco y de bajo erotismo del contexto en que se hallan. [n26] En el pasaje de Pármeno, el sentido doble, ambivalente, sugestivo, enriquece la ironía, colorea y aviva la sátira, intriga, incita, cosquillea y enardece la fantasía. Como consecuencia, todos los elementos que se mencionan en e l contexto resultan más chocantes, más grotescos, desde los perros hasta las piedras, desde la puta que volvía la "alegre cara," hasta el marido que se atiborraba de "hueuos asados." El cuadro total no podía ser más surrealista, más digno del trastornado pincel de El Bosco, o del penumbroso de Goya.

Abundando en la acepción traslaticia de huevos, valga la observación de que en los recetarios antiguos y medievales, desde el de Plinio hasta el de Mizaldo, se especificaba que los testículos debían secarse -- aridi-- y pulverizarse, para ingerirlos como poción. Sin duda que no era sino poción el "potage frío" de que hablaba Galíndez de Carvajal. Nótese que la palabra latina por asado -- assus-- significa también "seco". En los muchos textos citados se ve cómo se aconsejaba que se secaran los testículos. De todas formas, para secar y pulverizar los testículos --los povos de la madre Celestina--, habría que asarlos primero. Sin duda que Pármeno estaba muy al tanto de la culinaria medico-mágica.

Pero, ¿con qué fin comía huevos asados el marido de Celestina? No convence que el viejo alcahuete estuviera locamente enamorado de la "puta vieja." Al-Nefzaoui, el tunecino citado más arriba, hace unos comentarios muy convincentes y que podrán ayudarnos a conceptuar al marido de Celestina como un marido atraído por el irresistible hechizo de su mujer y su comprensible impotencia. Impotente por la edad (piénsese en el sexagenario Fernando el Católico), pero, sobre todo, impotente por el disgusto que, junto con la atracción, naturalmente sentiría por la "puta vieja," en la que solían descargar herreros, carpinteros, labradores, tejedores y todo bicho viviente. Dice el tunecino:

La imposibilidad de realizar el coito, por la ausencia de dureza en el miembro, se debe ... a un sentimiento de celos, inspirado por la reflexión de que la mujer ya no es virgen y con ella han gozado ya otros hombres[n27]

Podemos ver en la sátira de Pármeno, pues, un doble filo: la promiscuidad indiscriminada de la "puta vieja," y la irremediable flaccidez del viejo alcahuete. Guiados por el texto mencionado de Las Siete Partidas comprende- mos que se trataba de un hombre que comía hueuos asados, porque

querie usar de su muger tan locamiente como farie con otra mala muger

un hombre que "en esta manera peca mortalmiente," por esforzarse en hacer lo que "natura nol da."

¡Qué atractivo el de la puta vieja Celestina!. No sólo atraía al coito a herreros, carpinteros, armeros, herradores, caldereros, arcadores, peinadores, tejedores, labradores, sino que en su propio marido podía más la atracción hacia ella que su natural disgusto e impotencia; para vencerla, comía hueuos asados. En fin, no era de extrañar:

¿Qué quieres más, sino, si una piedra toca con otra, luego suena
¡puta vieja?.

En el epigrama de Pármeno se entreven ciertos tonos funerarios --si no macabros-- que nos hacen pensar en la fatalidad del filtro, por un lado, y en la creencia de los antiguos de que la copulación con viejas era letal, por otro. "¡Qué comedor de hueuos asados era su marido!"

Un somero repaso a los recetarios de afrodisíacos, a los repugnantes y nefarios compuestos --bazofias de alcahuetes y brujas--[n28] casi hace enfermar al lector, por lo que no es de extrañar que volviera loco al consumidor, si no lo mataba; baste mencionar los casos del poeta Lucrecio (y Dido), el rey Fernando y el de Wallenstein.[n29]

Las amonestaciones contra los filtros son abundantes, desde Ovidio ( Ars amandi 2, l05-6) entre los romanos, hasta Avicena, el príncipe de los médicos árabes; desde éste (principios del siglo XI), hasta el jesuita, profesor de Salamanca, Martín Del Río (principios del XVII).[n30] Que fuera considerada letal la copulación con mujeres que habían pasado la menopausia, era creencia antigua recogida en Las mil y una noches, en boca de la sabia Tauadud (noche 453):

la mujer vieja es un veneno mortal.[n31]

Mediante un profundo sondeo en la tradición literaria y medico-mágica, he tratado de reconstruir el marco de la mentalidad y la cultura eróticas de la época de La Celestina, con el fin de realzar las reverberaciones artísticas y la potencia satírica del cántico de Pármeno a la "puta vieja alcoholada," y en él, la función catalítica e integradora de la frase "¡Qué comedor de hueuos asados era su marido!"

La época de Pármeno ha sido caracterizada por un historiador de la medicina en España, Félix Martí-Ibáñez, como "una época en la que los afrodisíacos y filtros de amor constituían los medios de apoyo de los tratos libidinosos, y particularmente sobre Celestina comentaba:

La misma Celestina en cierta ocasión aludía a la impotencia que ella podía ocasionar mediante sus encantamientos y el restablecimiento que de modo semejante podía efectuar. Ella era maestra consumada en todos los secretos del complicado control medieval de los poderes del sexo. [n32]

La enumeración de Pármeno es una gradación ascendente en la que el marido ocupa el supremo escalón patético, por ser él el ser menos indicado para dejarse arrastrar de la lujuria de la "puta vieja." Pero Celestina obraba en su marido el nefando portento a base de afrodisíacos, con los que la pasión del marido se hacía-- según Las Partidas--tan mortalmente pecaminosa como la de los herreros y labradores; se hacía tan bestial como la de los perros y las ranas. El himno de Pármeno es un telúrico regÜeldo que le sonaba a Celestina a música empírea, y que escuchaba con "alegre cara."

¿Cómo le sonó a Calisto, en cuya edificación se entonaba? Lo que inspirado y ardoroso recriminaba Pármeno, eso era lo que anhelaba Calisto: si los polvos de la madre Celestina lograban reanimar --¿hasta dar muerte?-- la fláccida libídine del viejo marido,

¡qué no harían en la pujante juventud de Calisto y Melibea!

PD: Años después de haber escrito este ensayo, encontré en la WEB una noticia muy interesante sobre la consumición en nuestros días de huevos asados de toro, preferiblemente colorado, la que informo en la nota




























1. La Eneida traducida, Bib. Nacional (Madrid), ms. l874, fol. l30 vto.

VUELTA AL TEXTO


































2. Pueden verse en el texto de Pármeno reminiscencias de Virgilio, uno de los escritores favoritos del autor del acto I; el latino evoca en la Egloga V una naturaleza que aclama a Dafnis como a un dios, rematando la gradación con

las mismas piedras y los mismos arbustos claman: ¡dios, dios es aquél --ipsae iam carmina rupes, ipsa sonant arbusta: deus, deus ille (vv. 64-65).

Los antiguos comentaristas, según Servio, comentaban: si las piedras y los árboles le llaman dios, es que lo es. VUELTA AL TEXTO


































3. Dice Goldman: "eggs, especially roasted or hardboiled, are the traditional food of mourning among the Jews. If Celestina′s "marido" truly loved her, as a Jew he would then silently signify his grief caused by her infidelity, by eating eggs" (p. 364).
Para mí, el examen de lo judaico es una gran tentación que suele producir eco académico, aunque "lo judaico" no encaje, como aquí. En este caso concreto "lo judaico" nos nubla la visión del exaltado y multiforme erotismo que pretende darnos Pármeno. Por ningún indicio lingÜístico o temático se nos hace ni siquiera sospechar que fueran judíos Celestina y su marido. Y no es que no encuentre yo tentador hacer judía a Celestina, que exhibe tal destreza y habilidad en su arte, que sólo una judía podía conseguir. En La Lozana andaluza no se hace la putería práctica exclusiva de judías, ni mucho menos, pero sí se las menciona como las mejores maestras (ver Mamotreto V, p. 47 en la ed. de B. Damiani. Véase también Sanford Shepard, "Prostitutes and Picaros in Inquisitional Spain," Neo-helicon 3 (l975): 365-372. La misma cuesti¢n vista en un contexto m s universalista, en Harry E. Wedeck, Love potions through the ages. A study of amatory devices and mores. New York, l963, p. 235). VUELTA AL TEXTO


































4. Digo póstumo por considerar tales banquetes como expresión de un hambre de afecto, provocada por la pérdida del ser querido, y que se sustituye por un hambre de comida que tratamos de saciar mediante el hartón. Los psicoanalistas han elaborado sus teorías interesantes sobre este fenómeno del trabajo del duelo (v. Abraham, Selected Papers 433 s y Laplanche 135) que de ninguna manera es una característica de judíos, como Goldman parecía hacernos creer. Entre otros comentarios son de un valor especial, para los interesados en el misterio y la ambigÜedad de la alusión de Pármeno, las reflexiones de Devereux ( Dreams 121). VUELTA AL TEXTO



























5. Téngase en cuenta que los textos que Goldman nos presenta son todos de carácter religioso y místico, faltando en su explicación el eslabón que pudiera conectarlos de alguna manera con el pasaje de Pármeno, satíricos de bajísimo fondo. VUELTA AL TEXTO



























6. Sátiras I, 55 ss. Juvenal ridiculiza al marido que, ansioso de la ganancia, con la nariz en el vaso, roncaba, pretendiendo dormir, mientras la mujer entretenía al cliente; otros textos afines en Horacio, Odas 3, 20 ss., y Ovidio Amores, 2, 5, l3 ss. VUELTA AL TEXTO



























7. Ausonio, Epigramas 93 (en Monumenta Germaniae Historica, Auct. ant., V, p. 220). E. Rodríguez-Solís da esta traducción: "Tú eres varón sólo a medias, Zoila, te has casado con una cortesana. ¡Cuanto vais a lucrar uno y otro! Tu mujer recibirá de su amante, y tú del suyo" ( Historia de la prostitución en España y América, Madrid, p. 29). VUELTA AL TEXTO



























8. One might infer that Celestina′s marido was greatly in love with her and eager to demonstrate it, a further proof, perhaps, of her overwhelming popularity (145). VUELTA AL TEXTO



























9. Por principio es inaceptable la corrección de un texto con base en una traducción a una lengua extranjera, y eso es lo que propone Gillet. En l506 apareció en Roma una traducción de Celestina a cargo de Alfonso Ordónez, en la que la expresión de Pármeno era: "o que comandator de boni arrosti era suo marito" (enmendada a su vez en la ed. de Venecia l535: "o que commandator de obi . . . "). No sabemos qué movería al traductor a trocar comedor por comandator, y hueuos por boni; el caso es que en l549, entre los refranes coleccionados por Pedro Vallés, aparece la doble formulación Comedor o comendador de huevos asados (Libros de refranes [Madrid, l9l7], cit. por Gillet, p. l45). Nada nos impide creer que la doble expresión es perfectamente sinomímica, posiblemente procedente de la de Pármeno en sus varias versiones. El italiano comandare (algún alimento) equivale, perfectamente, a nuestro ordenar (que sirvan algo de comer), con lo que la traducción no distaba del original. Más tarde, a comienzos del siglo XVII, la frase sufriría otra alteración en el Vocabulario de refranes de Gustavo Correas: "Encomendador de guevos asados" (cf. Gillet, p. l45), alejándose así cada vez más de la usada por Pármeno. Correas explica que la expresión se predica de uno "por muy cornudo," a quien se le encomendaban los huevos que se ponían a asar, con el fin de que no se quebraran, porque con los cuernos podía defenderlos. La explicación es insustancial y, como reconocía el mismo Gillet, evidentemente viciada. Yo retaria a los que persisten en sustituir comedor de huevos asado por comendador de huevos asados a que explicaran el significado de la enmienda, e cincluso que adujeran su documentación en textos castellanos. De acuerdo con los innumerables textos recogidos en el Corpus del español todos los ejemplos hablan del comendador de un lugar o una orden. A no ser que empleen el término en el sentido próximo al de la traducción italiana de encomendar o recomendar, encargar, para significar que el marido recomendaba a los cilentes los huevos asados. Nunca entendí la explicación de G. Correas, casi 200 años después de Pármeno, Encomendador de gÜevos asados. Es decir que uno es cornudo. Tiene el vulgo habilla y opinión, en burlas no en veras, que encomendando los gÜevos que ponen a asar a un cornudo, no se quebrarán.. Por otra parte, difícilmente cabe el concepto de marido "cornudo" como vituperio en el contexto de Pármeno, en el que la prostitución de Celestina era celebrada por su notoriedad. VUELTA AL TEXTO



























10. Según Alan Walton, "Cantharides was used, not only exclusively, but also carelessly. This `Spanish Fly′ or Lytta Vesicatoria L., was made up in sweetmeats, chocolates, and similar confections; it was also cooked in cakes and biscuits" ( Aphrodisiacs. From legend to prescription, Wesport, Conn., l958, p. l06). VUELTA AL TEXTO

































11. A man who wishes to copulate during a whole night . . . may have recourse to the following recipe: He must get a great number of eggs, so that he may eat to surfeit, and fry them with fresh fat and butter; when done he immerses them in honey, working the whole mass well together. He must then eat of them as much as possible with a little bread, and he may be certain that for the whole night his member will not give him any rest" (l49). La creencia de los árabes en la virtud afrodisíaca de los huevos está bien documentada. Hemos de creer a Walton, cuando dice que España debió jugar el papel de retrasmisora de estas creencias a otras partes de Europa (v. arriba, nota 8, p. 95). VUELTA AL TEXTO

































12. Remito al lector a las numerosas y documentadas notas de Cejador (I, 72-86, especialmente), y a M. Laza Palacios, El laboratorio de "La Celestina" (Málaga, l958). Más información bibliográfica en la nota 24, más abajo. VUELTA AL TEXTO

































13. Anales breves del reinado de los Reyes Católicos, BAE (Madrid, l878), tomo LXX, pp. 560 ss. VUELTA AL TEXTO

































14. Catholicus Rex habendae prolis, masculinae praecipue, est cupidissimus . . . Sumpsisse ibi dicitur cibaria quaedam ed [ sic] Venerem facientia. Putavit, eo medio fore, ut uxor gravideretur. Eo inscio conditi taurini testes in escam fuerunt expositi ad rem optandam. Opus epistolarum, Petri Martyris Anglerii, Amstelodami, apud Danielem Elzevirium, l670: epist. 53l, pp. 290, 29l (citado por Angel Alvarez de Miranda, "Magia y medicina popular," en Obras, Madrid, l959, vol. II, p. 28). VUELTA AL TEXTO

































15. "Magia . . . ," p. 29. Sobre la anécdota comentaba sardónicamente Fernando Sánchez Dragó: "Una vez más, como en las Guerras Púnicas, la mágia del toro ibérico salvaba los destinos peninsulares" ( Gárgoris y Habidis. Una historia mágica de España, Madrid, l979, II, p. 33). VUELTA AL TEXTO

































16. "Si tauri omnino rufi aridum genitale in pluverem convertatur, et ex eo pondus aurei unius mulieri in vino vel iusculo quopiam propinetur, fastidum coitus illi adferet, sicuti scripsit Rasis. Idem pulvis idoneis medicamentis commixtus, languidam as sopitam venerem in viris excitat, Marcello Empirico auctore" ( Centuriae IX, 3, 30). No me ha sido posible consultar al médico árabe Rasis (Al-Raxi), 865-925). He podido comprobar que Marcelo Empírico no recomendaba los testículos de toro con tal finalidad, sino los de tejón (cf. nota siguiente). Por otros textos sabemos que si el toro era manso, sus testículos podían resultar anafrodisíacos (cf. H. Wedeck (n. 4, arriba), p. 227). VUELTA AL TEXTO

































17. Venerem conciliant passeres in cibo sumpti et ova eorum . . . Qui in venerem infirmior erit, testiculos milonis ex aqua fontana, quae perennis est, cum melle decoctos edat ieiunus per triduum; statim remediabitur (33, 6-7). VUELTA AL TEXTO

































18. The urine of the bull, the excrement of poultry (especially the hen), the testes of the hare and the stag, the penis of the donkey . . . " Aphrodisiacs . . ., p. 99. Sobre la continuidad en la trasmisión del recetario culinario comentaba H. Wedeck: "The traditions associated with the ingredients were manifestly read and studied and pondered over and memorized through the ages, and subsequently transmited to later centuries. So that by the Middle Ages there had been accumulated an immense reservoir of available constituents: human and animal matter, herbs, genitalia, liquified elements, excrements" ( Love potions . . ., p. l75). VUELTA AL TEXTO

































19. En ese mismo libro hay recetas que recomiendan distintos guisos de huevos de ave --incluso cangrejos-- por su valor afrodisíaco: El huevo de gallina es el más recomendable de todos y el de mayor efecto afrodisíaco p. 66. Los huevos de pájaro, si se comen cocidos, son afrodisíacos, y si se les añade oruga [una planta], tendrán un efecto más intenso 83. Los huevos de cangrejo son afrodisíacos si se comen después de haber asado el cangrejo 114 VUELTA AL TEXTO

































20. The lion′s bravery resides in the lion′s heart. Hence the eating of the heart, by a kind of sympathetic transference, will render the human consumer equally courageous. So the procedure extends throughout the entire amatory field . . . Goose testes and the stomach of a hare, well seasoned with spices, are amatory aids . . . Love potions . . ., pp. 226-27. De acuerdo con tales supersticiones, no resultará extraño que se mencionen animales a los que se creía dotados de gran potencial sexual, como el ciervo y el gallo. Wedeck refiere, asimismo, algunas prácticas de los tártaros, traídas a occidente por exploradores y viajeros: "Asiatic races were long known for their sexual prowess. Hence the West, through travelers and explorers and adventurers, was eager to acquire such knowledge in its own interest. In the case of the Asiatic Tartars, there were accounts of their strange practices. In one instance,, they used the membrum of the wild horse for its reputed high content of vital fluid. The genitalia of the stag, itself considered an extremely libidinous animal, were similarly regarded" (pp. l60-70). Loren MacKinney, en Early medieval medicine with special reference to France and Chartres Baltimore, l937) dice: "the testicles of roosters were used as a remedy for impotency" (p. 32). John Davenport dice del médico francés Mery (autor de Traité universel des drogues simples) "confidently prescribes . . . the partes genitales of a cock" ( Aphrodisiacs and love stimulants, New York, l966, p. 27), como estimulantes amatorios. VUELTA AL TEXTO

































21. Poco después de salir mi artículo, K. Kish, en colaboración con U. Rittzenhoff, publicó un comentario sumamente enriquecedor y gratificador, en el que demostraba cómo Christof Wirsung, traductor de La Celestina al alemán en 1520, daba a entender que Celestina suministraba testículos a sus clientes para fortalecer su líbido. Más tarde, apareció la edición de Miguel Marciales en la que reconoce sin ambages la referencia a las partes sexuales: "′Comedor de uevos assados′ es lo mismo que ′comegÜevos′, i.e. cinedo, meretriz o ninario. ′Huevo/gÜevo′ = miembro viril en amplísimas zonas de América" (II, 35). VUELTA AL TEXTO

































22. Glossarium mediae et infimae latinitatis, s.v. OVUM. El poema latino De Vetula o De Mutatione Vitae fue considerado por mucho tiempo como de Ovidio: hoy se cree haber sido escrito en Francia en el siglo XIII (cf. Dorothy M. Robathan, The Pseudo- Ovidian `De Vetula′, Amsterdam l968, edición con comentarios y notas). Es curioso el contexto de ova y semiviris, que no puedo menos de asociarlo al de huevos y capón de unos versos de Alonso de Maluenda y otros atribuidos a Quevedo que cita Cela, Diccionario II, 544. VUELTA AL TEXTO

































23. Según Marciales "Los hispanistas y los españoles de allende suelen olvidar que la lengua que vino a América no fue la de Cervantes, sino la de Fernando de Rojas, esto es, la de la Celestina" (II,36). VUELTA AL TEXTO

































24. Es graciosísimo el pasaje de Cantinflas en Los tres mosqueteros, cuando, lamentándose ante la reina de la carestía de la vida, le explicaba cómo en sus días "un huevo costaba un huevo." VUELTA AL TEXTO

































25. El lector interesado en otros textos y bibliografía sobre las acepciones sexuales de huevos, debe consultar el Diccionario del erotismo de Camilo José Cela, las entradas ′hueva′, ′huevazos′, ′huevo′, ′huevudo′. VUELTA AL TEXTO

































26. Debo aclarar que Peter Goldman consideraba el comentario de Gillet "elusive," "ignoring the possible phallic innuendo of the word `hueuos′" (p. 363), alusiones que él mismo pasa por alto en su artículo. Véase la ambigÜedad de sentido y la insinuación fálica en este estribillo que recoge S. Cirac Estopañán ( Los procesos de hechiceria en la Inquisicion de Castilla la Nueva / Tribunales de Toledo y Cuenca/, Madrid, l942, p. l9l, según cita Gillet, p. l46):

Huevos cocidos,
para nuestros maridos,
huevos asados,
para nuestros enamorados.
Al carnero,
para mi le quiero.

27. The impossibility of performing the coitus, owing to the abscence of stiffness in the member, is due . . . to a feeling of jealousy, inspired by the reflexion that the woman is no longer a virgin, and has served the pleasures of other men (240). VUELTA AL TEXTO

































28. Estos comentarios de H. Wedeck podrán servirnos para reconstruir un ambiente que los siquiatras y la farmacia moderna han desplazado: "Frequently consulted on erotic difficulties were the ubiquitous witch- es who flourished in the Middle Ages throughout the European continent. In the literature of these mid- dle centuries their amatory brews are used in a variety of passionate situations, to inspire love, to divert it into strange channels, and, sometimes, to craush it. On occasion the repulsive and abhorrent ingredients, both animal and human, are noted with a kind of macabre relish. But the urgent suppliant, bent on his lustful self-appointed mission, rarely hesitated on that account. On the contrary, the rare or obscene nature of the brew was like an added spurt to his frantic libido: and the more distasteful the composition, the more intense the lustfulness that was so inspired" ( Love potions . . ., p. 24l). VUELTA AL TEXTO

































29. Sobre Lucrecio, cf. A. Reifferscheid, C. Suetonii Tranquili reliquiae (Lipsiae, l860), pp. 38-39. Sobre el filtro de Dido, cf. Virgilio, Eneida 4, 5l3-l6. Sobre el caso de Wallenstein y otros, cf. J. Davenport, Aphrodisiacs . . ., pp. 40 ss. VUELTA AL TEXTO

































30. Dice Jules Michelet: "The Arab philosopher Avicenna maintains that the prodigious outbreak of diseases of the skin which mark the thirteenth century resulted from the use of those excitants whereby men at that period sought to awake, or to revive, the flagging energies of love" ( Satanism and witchcraft. A study in Medieval Superstition, New York, l939, p. 78). Desde el siglo trece al diecisiete poco habían combiado las cosad, según nos atestigua Del Rio: "Si vero dentur [philtra] in potum et cibum, solent ut plurimum valetudinem vehementer debilitare, et de statu mentis deiicere, quia eorum ingredientia solent esse ad modum periculosa: ut fluores mentrui, sperma (ut patet ex vetulis libris Poenitentialibus) cerebrum felis, vel asini pulli, uterus hyenae, virga lupi, remora, ossa rubetae, scinci, et prae caeteris (quod vocant) Hippomanes" ( Disquisitionum magicarum libri sex Lugduni, l6l2, p. l62. VUELTA AL TEXTO

































31. Richard F. Burton, en su edición The Book of the Thousand Nights and a Night (s. f.), vol. V, p. 225, n. 3, habla de la antigÜedad de tales creencias. VUELTA AL TEXTO

































32. "an era when aphrodisiacs and love philters were the mainstays of libidinous dealings." Comentando sobre Celestina, en particular: "Celestina herself on a certain occasion alluded to `the impotency I am able to bring about′ by means of her charms and to the recoveries she could similarly effect. She was therefore past mistress in all the secrets of the complicated medieval ("The Medico- Pharmaceutical Arts of La Celestina: A Study of a Fifteenth- Century Spanish Sorceress and Dealer in Love," en Centaur: Essays on the History of Medical Ideas (New York, l960), 163. El articulo fue publicado por vez primera en la re- vista International Record of Medicine and General Practice Clinic, l69 (l956), 233- 249, y más tarde con el titulo de "The Magical Arts of LC" en M.D. (Oct. l967); ll-l6. En el Mismo pasaje citado comentaba el autor: "An age of prudery always produces persons whose mission is to make a mockery of the harsh moral austerity surrounding them. Celestina or Don Juan never could have existed in ancient Greece or during the Renaissance, for they are the offspring of periods of intense sexual repression, such as existed in fifteenth century Spain." VUELTA AL TEXTO



































VUELTA AL TEXTO



































A Gillet, como se ha dicho, se le ocurrió aquello tan raro de "comendador", y a partir de ahí, ha habido que defender la lectura obvia: obvia para mí --y tantos otros, como aseguraba Marciales. Cualquiera que tenga un poquito de picardía, o eso que en inglés llaman "street wise" sabe lo que significa "comedor de huevos asados", y tendría que ir a la universidad para oír a algún "erudito" explicarles que a todo aquel que se casaba con una puta y alcahueta de pueblo o ciudad, incluso aquella que lo fuera de la cuna a la sepultura, le llamaban antiguamente en España "comendador de huevos asados" (para que, una vez asados no se rompieran).

¡Qué importa que lo de "comendador" no se entienda ni se use!. ¡Qué importa que para sostener la interpretación tengamos que añadir una letra o dos, incluso tres, a "comedor"!. Lo han hecho con impunidad los mejores de los filólogos. Además, ¿que sabían los impresores de la época comparados con los eruditos de nuestros días?

Para los que no se fíen todavía de la interpretación de los "street wise" --como Parmeno, Christof Wirsung (1520 y 1534), Garci-Gomez y Marciales--, aquí os mando un mensaje en que se nos asegura que en Nicaragua, hoy en día, los huevos asados de toro se recomiendan a aquel "que necesita más personalidad o más autoridad e incluso tiene una connotación afrodisíaca."



Recuerdo que el cura de mi pueblo le tenía encargado al carnicero que le apartara todos los días los huevos de los corderos. Tantos de vosotros, los "street wise", recordareis tantas otras anécdotas curiosas y pertinentes.

HE AQUI LA RESPUESTA RECIBIDA DE NICARAGUA


De: Plinio Suárez García
Director Ejecutivo Bolsa de Noticias

Ref: Información solicitada sobre "huevos asados de toro"

Estoy contestando a su solicitud de información que envó a María Elsa Suárez G.

Agradecemos su lectura de las diferentes columnas de Bolsa de Noticias y en particular las Medias Verdades y Medias Mentiras que ha sido fusionada ahora en los "Mensajes Cifrados" del Reporte de Contacto y la sección "Fuego y Candela".

Le explico, que la columna es de humor político, fino, tratando de no herir directamente, pero siendo sarcástico, irredento pero respetuoso.

La frase "huevos asados de toro", es muy usada en la tradición nicaragÜense para decirle a alguien que necesita más personalidad o más autoridad e incluso tiene una connotación afrodisíaca. Decir en Nicaragua "necesita comer huevos de toro asados", es decirle que le hace falta fuerza, autoridad y en el caso del hombre, es que necesita un ingrediente para mejorar su actividad sexual. Los huevos suelen ser fritos o asados. El frito es en aceite o manteca y el asado en con leña generalmente y la población lo consume como parte de la dieta especial ya que cuando se destasa una res, los huevos del toro son codiciados por los matadores y los dueños de las fincas y vendidos en los restaurantes como un alimento especial. Además comerse unos "huevos de toro asados" es un delikatesen gastronómica.

Espero que la información le sea de utilidad y me tiene a la orden para cualquier comentario




Plinio Suárez García
Director Ejecutivo
Bolsa de Noticias