Dos filosofías en Mio Cid

por Miguel Garci-Gomez

IV. DOS FILOSOFIAS Como he dicho más arriba, la creencia de los críticos en dos o tres cantares, uno o dos autores, ha respondido a intereses particulares por encontrarle al Cantar un esquema estético o intelectual, fácil de comprender y admirar, o encontrarle a la obra, entre los documentos antiguos, un autor, preferentemente, un Per Abad nombrado en el explicit. Tanto Milá y Fontanals como Lidforss confeccionaron su división tripartita de la obra con el fin de sostener un esquema temático digno de admiración y aprecio, muy claro en su enunciación, ambicioso por un lado y simplificador por otro. Menéndez Pidal, tras haber caracterizado el Cantar como "eminentemente histórico," se dio cuenta que esa característica no se adaptaba por igual a las varias secciones de la obra; para salvar y explicar la peculiaridad del cantar de la "Afrenta," "obra más de ficción," propuso el gran cidólogo su teoría de "dos autores." Los que se entusiasmaron con los Per Abad de los documentos de finales del XII y comienzos del XIII escogieron cada uno a su favorito y le proclamaron autor; el primero fue Floranes en 1780, para quien se trataba de "Per Abad, Chantre de la Clerecía real" (Dos opúsculos 35960); el último, Colin Smith quien, en un delirio de entusiasmo, no escatima ditirambos: su Per Abad no sólo era "laico y abogado" (Estudios 34) sino también "uno de los grandes poetas narrativos y dramáticos [del mundo]" (The making 3).

Ninguno de estos críticos basa sus teorías en el examen y el análisis, minuciosos del texto y contexto del Cantar. Smith, no hay duda, parece haber examinado con mucha mayor curiosidad y atención cientos de documentos de la época. Tras haber consumido tanto tiempo en su estudio y haber escrito tanto en defensa de Per Abad, le es hoy imperativo creer que existe una unidad de composición; dividirla y creerla de dos autores, le restaría mérito a su Per Abad; se explica pues que no le gusten ni las teorías de von Richthofen ni las de Garci-Gómez con respecto a división dual y a la probable distancia temporal en la composición de la Segunda Parte.1

Gesta

Visión fiducial. El examen del Cantar nos descubre dos visiones del mundo muy diferentes. La Gesta está compuesta con una visión grave, directa, fiducial, providencialista, altamente optimista y bondadosa; la Razón con una visión de ironía, ambigüedad, de cierto fatalismo, de escepticismo y dura justicia. En la Gesta se fragua la visión propagandística del expansionismo de Castilla hacia el este; en Valencia se importan de Castilla las estructuras militares con el Cid y sus mesnadas, las estructuras monetarias con las transacciones en marcos europeos de mercaderes cristianos, las estructuras del comercio con los mercaderes Raquel y Vidas, las estructuras eclesiásticas con el obispo don Jerónimo y las estructuras cortesanas con los Infantes de Carrión. Tanto los mercaderes, como el obispo, como los infantes Diego y Fernando son personajes de invención literaria; son personajes universalizados con los que puede más fácilmente identificarse el lector, con los que se hace más eficaz el mensaje de la llamada a los castellanos a salir, a poblar, a expandirse, a enriquecerse. El interés por el mensaje le llevó al autor, por lo normal tan atento a la tradición histórica, a apartarse de lo sabido e inventar unos casamientos de pura ficción. Los casamientos no serían históricos, pero el mensaje de la trayectoria del expansionismo castellano era elocuente, conmovedor, ejemplar, imitable; al no haberse ceñido a personajes concretos, valía para todos.

En la Razón se ensombrece esa visión expansionista de la Gesta; a su autor ya no le mueve esa dinámica de ir y venir, de comprar y vender, de la guerra y su botín; sin prisa y sin pausa, desde el mismo comienzo de su escrito, procede al descuartizar los casamientos de los Infantes de Carrión con las hijas del Cid, hasta sustituirlos al final por los casamientos de éstas con los Infantes de Navarra y Aragón; con los segundos matrimonio, el autor de la Razón, si por una parte se mostraba más cercano a la historia, sacrificaba por otra el mensaje literario que trató de transmitir el autor de la Gesta. Al autor de la Razón no le preocupaba tanto el mensaje de un ejemplo positivo del expansionismo castellano. Sus Infantes de Carrión prefirieron regresar a Castilla; su mensaje sería negativo: por regresar lo perderían todo, cuando ellos creyeron ganar.

Causalidad y racionalidad. El optimismo de la Gesta nos revela un autor con una fe inquebrantable en la relación entre la causa y su efecto correspondiente, entre la plegaria y su cumplimiento; de ahí ese movimiento dramático de progreso ascensional en la narración, sin titubeos, sin saltos ni sobresaltos. En su mundo admitía el autor las lágrimas y el sufrimiento, el hambre y la enemistad, pero creía que los conflictos entre los ciudadanos, incluso de distintas clases sociales y religiosas, podían encontrar solución mediante una dosis de buena voluntad y buenas obras; buenas obras que, para decirlo de manera más descarnada y realista, consistían primariamente en la ganançia mutua, de marcos, de oro y plata, de caballos, de pellizones y mantos o cualquier otro tipo de bienes materiales. Todos los episodios y diversos incidentes van encadenados entre sí, amarrados fuertemente con las argollas de una causación lógica; incluso las lágrimas iniciales del Cid y el saqueo de su hacienda recibirían su explicación de boca de Martín Antolínez:

El Campeador por las parias fue entrado,
grandes haberes priso y mucho sobejanos,
retovo d'ellos quanto que fue algo,
por ende vino a aquesto por que fue acusado (10913).

Raquel y Vidas se nos muestran altamente motivados a recibir las arcas en empeño; no sólo porque eran amigos caros (103) de Martín Antolínez, sino porque, como todos sabían en Burgos, el Cid se había quedado con las parias y lo que recibían en depósito eran, según creían, dos arcas llenas de oro esmerado (113).

El Cid se mostraría muy compasivo con los moros, para que no dijeran mal de él:1

çiento moros y çiento moras quiero las quitar,
porque lo prise d'ellos, que a mí no digan mal (53455);

Efectivamente, los moros respondieron a los gestos compasivos del Campeador, como era de esperar, con bendiciones:

Los moros y las moras bendiziéndole están (541).

El folón (960) conde de Barcelona no quiso atender el ruego del Cid de que le dejara ir en paz (déxeme ir en paz 978) y salió a su paso para ajustarle las cuentas por las injurias pasadas y presentes:

Lo de antes y de agora todo me lo pechará
¡Sabrá el salido a quién vino a deshondrar! (98081).

Vencido el Conde, el Cid le trata con la mayor hospitalidad, le pone en libertad y le despide con ricos presentes:

Danle tres palafrés muy bien ensellados
y buenas vestiduras de pelliçones y de mantos (106465).

El Conde, al partir, reaccionaría como era de esperar, prometiendo al Cid que por lo que a él tocaba, nunca jamás volvería a atacarle:

de venir a vos buscar sólo no será pensado (1076).

En resumidas cuentas, que el Cid, como leeríamos unos versos más abajo, jamás le había jugado a nadie una mala partida:

¡una deslealtança ca no la fizo a alguandre! (1081).

La lealtad pagaba. El episodio del Conde de Barcelona fue una pequeña muestra del gran problema con el rey Alfonso. Si el rey no se había fiado del Campeador, tampoco habría de esperarse que se fiara el Conde. Si éste terminó por reconciliarse con el Cid, también el monarca terminaría por perdonarle y darle su amor:

aquí vos perdono y dovos mi amor (2034).

No fue un perdón o amor gratuito, sino ganado a fuerza de misivas de Minaya, a fuerza de regalos. En la primera embajada recibió el rey treinta caballos. El rey se mueve a perdonar, por lo pronto, a Minaya. En la segunda embajada recibe de Minaya cien caballos, con lo que consigue la devolución al Cid de los bienes confiscados, a la vez que se lleva a Valencia a la mujer y a las hijas del Campeador con las damas de su séquito. La tercera embajada de Minaya, con el doble de caballos, culmina en el perdón y el amor real.

Ni siquiera el hospedaje de la esposa y las hijas del Cid en el monasterio de Cardeña fue gratuito. El Cid hizo una primera entrega de cincuenta marcos con una promesa de doblarlos en el futuro:

mas porque me vo de tierra, dovos çinquaenta marcos;
si yo algún día visquiere, ser vos han doblados (25051).

La petición de mano de las hijas de Cid obedeció a motivos muy crematísticos, muy humanos. Los Infantes, quizá del bando de los "enemigos malos" que ocasionaron el destierro del héroe, se sintieron atraídos, como era de esperar, hacia las muy celebradas riquezas del Campeador:

Mucho creçen las nuevas de mio Cid el Campeador;
bien casariemos con sus fijas pora huebos de pro (137374).

A los intereses de hacerse ricas obedeció, como era de esperar, la respuesta de las jóvenes a su padre y su propuesta de los casamientos:

Quando vos nos casedes bien seremos ricas (2195).

Es decir, en el movimiento dramático de la Gesta se va trazando progresivamente una trayectoria de enemistad a amistad; los conflictos iniciales terminan en una reconciliación que supera el estado de relaciones tal como existían con anterioridad. No había problema que la ganançia mutua no pudiera solucionar. Todo se cumplía como era de esperar.

Razón:

Vivisión escéptica. En la Razón, por el contrario, el autor no participa de ese optimismo. Sus criaturas nacían con un sino, una predestinación fatal, unas marcas de carácter indelebles. El malo no se convertiría, no importaba qué favores recibiera, sino que tendería a hacerse cada vez peor, hasta recibir el castigo merecido. La lealtad, las buenas obras no conducían necesariamente a la reconciliación; es más, las buenas obras de unos endurecían el corazón de otros, que interpretaban mal sus intenciones; la reconciliación entre los adversarios era inalcanzable. El autor arbitraba que en último término no eran las obras buenas sino la ley, la justicia, ratificada en los duelos, el único medio para el restablecimiento de cierto orden social. La victoria de un partido imponía, es verdad, un orden aparente entre los ciudadanos, al tiempo que hacía más hondo y ancho el foso del odio y la enemistad.

¿Pudo un mismo autor en el curso de su composición cambiar tan radicalmente de visión? La visión optimista del autor de la Gesta frente a la visión de escepticismo del autor de la Razón consigue su más lograda expresión en la función, en la virtud que uno y otro asignan a las oraciones de sus personajes. Todas las oraciones de la Gesta recibieron crecido cumplimiento. Se cumpliría la oración del Cid por sus hijas, cuando aquél, en su despedida hacia el destierro, rogó por poder verlas algún día casadas:

¡Plega a Dios y a Santa María que aun con mis manos case                                                                                                         [estas mis fijas
do quede ventura y algunos días vida,
y vos, mugier hondrada, de mí seades servida! (28284).

Ninguna de las oraciones de la Gesta resultaría frustrada. Mientras que el vocablo Dios aparece con igual proporción en los dos libros, la oraçió n, la misa, la iglesia, las referencias a Santa María bien la Virgen o su santuario a Santiago o Mahoma y a cristiano, cristiandad y cristianismo, santiguarse, etc., se dan con una frecuencia muy superior en la Gesta:

               Libro   Casos %Real %Esperado Diferencia
                     
lo religioso2  GESTA    134    89%     61%      28%
               RAZON     16    11%     39%     28%
                     
oraçión,3      GESTA     13    93%     61%      32%
etc.           RAZON      1     7%     39%     32%
                     
María Madre4   GESTA      5    83%     61%      22%
               RAZON      1    17%     39%     22%
                     
Santa María5  GESTA      15    83%     61%      22%
              RAZON       3    17%     39%     22%
                     
santiguarse6   GESTA      5    83%     61%      22%
               RAZON      1    17%     39%     22%
                     
santo7         GESTA     27    79%     61%      18%
               RAZON      7    21%     39%     18%
                     
Los personajes de la Gesta estaban convencidos de la eficacia de sus oraciones. Su indefectibilidad se convierte en un recurso de la insinuación a lo largo del discurso. En los versos citados quedaban anunciadas unas venturosas bodas, y con éstas unos venturosos días de vida en unión familiar. Se cumpliría con igual plenitud la oración de doña Jimena por su esposo:

y ruego a San Pedro que me ayude a rogar
por mio Çid el Campeador: que Dios le curie de mal;
quando hoy nos partimos, en vida nos faz juntar (36365).

Y se vería cumplida la oración del Campeador por los suyos:

Yo ruego a Dios y al Padre espiritual:
vos que por mí dexades casas y heredades,
enantes que yo muera, algún bien vos pueda far,
lo que perdedes doblado vos lo cobrar (30003).

La visión escéptica del autor de la Razón se ve expresada en la frustración no solo de los deseos del Campeador sino, lo que es más importante, de sus oraciones. Contraria a los intereses y a la plegaria del Cid fue la probada cobardía de los Infantes:

Aun, si Dios quiere y el Padre que está en alto,
amos los mios yernos buenos serán en campo (234243).
quando agora son buenos, adelante serán preçiados (2463).
que lidiarán conmigo en campo mios yernos amos a dos (2479).

Quedó frustrada la oración del moro Abelgalbón:

Dios lo quiera y lo mande, que de todo el mundo es señor,
d'aqueste casamiento que se grade el Campeador (268485).

Se vio frustrada la oración de doña Jimena al despedir a sus hijas, cuando se disponían éstas a viajar a Carrión:

Andad, fijas, d'aquí el Criador vos vala,
de mí y de vuestro padre bien habedes nuestra graçia.
Id a Carrión do sodes heredadas,
así como yo tengo, bien vos he casadas (260306).

Se vio frustrada, claro está, la oración suplicante de Diego González en los últimos duelos:

¡Váleme Dios glorioso, Señor, y cúriame deste espada! (3665).

¿Pudo un mismo autor en el curso de su composición cambiar tan radicalmente el valor de las oraciones? Las diferencias no sólo nos indican dos "movimientos dramáticos," como opinaba J. Horrent, sino también dos visiones filosóficas en este caso teológicas de difícil reconciliación en un mismo individuo. Los que crean en la composición unitaria del Cantar se verán forzados a inventar a un autor de una enorme reflexión y un soberbio control de recursos, un autor con una impresionante habilidad de camaleón artístico. Un autor, en una palabra, demasiado adelantado para su época. Para creer en un autor de tan gran talento artístico es precisa mayor fe que para creer en dos autores.

El autor de la Gesta, que a lo largo de toda su narración había dado a la oración un poder infalible y que a lo largo de toda su narración había empleado la oración como un anuncio del futuro, al acabar su obra se despidió de sus personajes de los oyentes o lectores, asegurándonos que los recién casados habían gozado de una larga luna de miel, de dos años de ininterrumpida felicidad en Valencia, en compañía de todos. Y al despedirse, les auguró a las jóvenes parejas, con la plena seguridad que sus oraciones garantizaban, que vivirían eternamente felices, en perfecta armonía:

¡Plega a Santa María e al Padre santo
que se pague d'ese casamiento mio Çid o el que lo [hobo dicho a vos] (227475).

Aquel anuncio del ángel San Gabriel en el sueño mientras que visquiéredes bien se fará lo to 406 se había realizado sin falla. Si el presagio angélico no había fallado, si todas las oraciones se habían cumplido hasta este verso final de la Gesta, habrá razón para pensar que en la mente e intención de su autor se les predestinaba a los jóvenes esposos a una vida eternamente feliz, de la que el Cid y los suyos estarían siempre orgullosos; una vida tan feliz por los siglos de los siglos como lo había sido durante los dos primeros años.

El autor es el lector quien, seguro de que todas las oraciones se cumplían, y de que las dos parejas habían vivido en paz y armonía durante dos años, se alegraba de imaginarse, de identificarse con aquellos personajes eternamente felices, viviendo unos con otros, para siempre, en amor y compaña. FIN.

Una vez que la Razón, a partir de los primeros versos, vino a desmentir la infalibilidad del mensaje angélico y de la plegaria última de la Gesta, valdrá concluir lógicamente que el argumento y tema de esta segunda composición no habrían pasado ni por la imaginación del primer autor. Dado que no existe documento textual o extratextual que nos obligue a pensar en un solo autor para las dos composiciones, el gran peso de la razones expuestas nos obliga a concluir que de veras el autor de la Gesta acabó su obra allí donde nos dijo:

Las coplas d'este cantar aquí se van acabando (2276).

Casualidad e irracionalidad. La meticulosa ilación de causa y efecto, esa narración progresiva ascensional del Cid y todos los suyos, sin titubeos, sin saltos ni sobresaltos a lo largo de la Gesta, esas relaciones de los hombres unos con otros, movidos a actuar por motivos realistas, actuando siempre como era de esperar, se rompió en el pórtico mismo de la Razón con el susto inesperado del león. Frente a la causalidad de la Gesta domina en la Razón la casualidad. Los motivos realistas de los hombres de carne y hueso de la Gesta ceden el paso en la Razón a los motivos de un animal fantasmagórico; sucede lo que no era de esperar. Se apoyan los motivos peculiares de cada composición en dos términos recurrentes y exclusivos de cada una de ellas: el pan de la Gesta y el león de la Razón.

               Libro   Casos %Real %Esperado Diferencia
                     
pan8           GESTA     14   100%     61%      39%
               RAZON      0     0%     39%     39%
                     
león9         GESTA      0     0%     61%     61%
               RAZON     13   100%     39%      61%
                     
Para los que no sepan geografía ni historia o prescindan de ellas, los acontecimientos de la Gesta, sus episodios, son narrados como si fueran históricos y del suelo hispano; si para el historiador muchos de ellos no fueron históricos, para el crítico literario pudieron serlo, debieron serlo. Se narran todos en el estilo de la historia, se describen en el estilo de la geografía. Incluso el sueño del Cid es un fenómeno altamente verosímil; el soñar es común a los mortales. El sueño pertenece a nuestro acontecer diario, y sus mensajes pertenecen al patrimonio de la humanidad. Es inadecuado catalogar el sueño del Cid de la Gesta en la misma categoría de lo misterioso del suceso del león. Todos los sucesos de la Gesta y sus lugares eran de esperar; los acontecimientos se suceden en devenir natural y lógico, y las palabras tienen un sentido propio y común. En la Razón se comienza ya con lo inesperado; aquel león que se escapa de la jaula, que aterra a los vasallos y que, ante la sorpresa de todos, se avergüenza ante el Cid, trasciende las experiencias humanas:

El león, quando lo vio, así envergonçó,
ante mio Çid la cabeza premió y el rostro fincó (229899).

El poyo que se nos había descrito en la Gesta era un lugar que se podía visitar, que se debía visitar; estaba en Mont Real y era verdaderamente maravilloso, grande:

hy fincó en un poyo que es sobre Mont Real,
alto es el poyo, maravilloso y grande (8634).

El robledal de Corpes de la Razón, por el contrario, nadie sabe dónde caía; era un lugar escalofriante, que sobrecogía al imaginárselo:

los montes son altos, las ramas pujan con las nubes,
y las bestias fieras, que andan aderredor (269899).10

Esos episodios y esos lugares de la Razón son de creación literaria, de poder mágico. En ésta la casualidad, la sorpresa, el incidente inesperado se reflejan también en un vocabulario peculiar que examinaremos más adelante. Los personajes de la Razón se mueven en un mundo inestable donde ha dejado de imperar lo pragmático; los individuos se ven expuestos a los vaivenes de los acontecimientos y, consecuentemente, a los vaivenes de sus emociones. Al no poder controlar los hechos, los personajes se ven en la situación de "arrepentirse." Ese arrepentirse va unido a sentimientos de desquite, que vienen expresados en la Razon con términos que le son exclusivos: de vergüenza (envergonçó 1198), de deshonra, traición y otros.

El volverse atrás de lo prometido, o lo ya dado, induce a los personajes a la reclamación, que se expresa en la Razón con los vocablos exclusivos de entergar y de demandar, éste en la acepción de "reclamar judicialmente. " En íntima relación con la reclamación de los bienes está la venganza por los agravios y el reto, como un modo de reclamación de la dignidad y el honor. En la Gesta no cabía el vengarse; todos los sucesos, todos los acontecimientos, todas las acciones procedían en un curso lógico y premeditado.

Un hilo irrompible, el crematístico, de causalidades, había hilvanado entre sí todos los sucesos de la Gesta, desde el primero, el destierro, hasta el último, las bodas. De fibras de sustancia ilusoria en bordado de casualidades parecía estar urdida la Razón, desde aquel imprevisible león del comienzo, hasta aquellos Infantes de Navarra y Aragón que, llovidos del cielo, sorprendieron a todos los de las Cortes con la petición de mano de Doña Elvira y Doña Sol. Aparecieron así, de pronto, como un deus ex machina fulminante y maravilloso:

afé dos caballeros entraron por la corte (3393).
piden sus fijas a mio Çid el Campador ((3398).

El medianero de la Gesta. En la Gesta jugaba un papel importantísimo, en ese hilván de causalidades, el intermediario, al comienzo como enemigo malo, acusador ante el rey, y a lo largo de la acción el intercesor celestial, ángel y santos, o el hombre bueno. En el plano preternatural la corneja del comienzo actuó como portadora de un mensaje divino, trayéndole al desconsolado Cid un rayito de esperanza, un motivo de albricias (v. 14). En el plano más trascendental, entre Dios y los hombres, servía de mediación la plegaria, para que el Criador los librara de mal:

               Libro   Casos %Real %Esperado Diferencia
                     
nos curie11    GESTA     5    83%     61%      22%
de mal         RAZON     1    17%     39%     22%
                     
Aunque no en todos los casos aparezcan con misión de medianeros, la Gesta está poblada de intercesores celestiales: aquí y allí aparece la gran medianera, Santa María; aparece el ángel Gabriel, el anunciador de buenas nuevas, que se le aparece en sueños con un mensaje celestial (v. 406); y aparecen los santos, entre ellos San Pedro, en frase muy enfática: y ruego a San Pedro que me ayude a rogar (263).
               Libro   Casos %Real %Esperado Diferencia
                     
Santa María12  GESTA     15    83%     61%      22%
               RAZON      3    17%     39%     22%
                     
María Madre13  GESTA      5     83%     61%     22%
               RAZON      1     17%     39%    22%
                     
santo14        GESTA     27    79%     61%      18%
               RAZON      7    21%     39%     18%
En el plano terrenal de la Gesta era el mediador el hombre racional movido por un motivo, por un propósito. Encontramos al personaje mediador en situaciones de adversariedad, en simples transacciones de negocio, y en las de arreglo de bodas. Su finalidad es tratar de poner de acuerdo a dos personajes de alto protagonismo antes de que éstos se entrevisten o enfrenten directamente; su misión era precisamente de evitar con esta mediación un resultado sorprendente, el embarazo de un fracaso o la necesidad de recurrir a un tribunal o a las armas.

Entre los hombres buenos se destacaba, claro está, Minaya con sus repetidas embajadas hasta conseguirle al Cid el perdón y el amor del rey. Destacado papel de mediador fue el de Martín Antolínez en los preparativos del empeño de las arcas. Hubo incluso un intento de mediación ante el Conde de Barcelona, cuando éste se disponía a marchar contra el Cid:

Mio Cid quando lo oyó, envió para allá.
Digades al conde no lo tenga a mal,
de lo suyo no lievo nada, déxeme ir en paz (97678).

El medianero era tan importante en la mente del autor que el desatenderle, como en el caso del Conde, sólo servía para acarrearse la derrota. El Conde no se había regido por los cánones de aquella comunidad ideal al gusto del autor de la Gesta; y por ello, no por su rango de nobleza o su condición de franco, fracasó.

El mismo rey, una vez reconciliado con el Campeador, cumple con el papel de medianero entre éste y los Infantes de Carrión:

vuestras fijas vos pido, doña Elvira y doña Sol,
que las dedes por mugieres a los ifantes de Carrión (207576).

En la petición de manos fue mediador el propio monarca; y en las bodas fue Minaya el que asumió la delegación real, el manero (2133), o padrino (2138).

El espía de la Razón. El medianero humano no cabía en la administración del mundo de la Razón. La corneja de la Gesta había aparecido a tiempo, con un presagio de albricias; en la Razón se acordó el Cid de unos agüeros que había visto viólo en los aueros 2615 cuando ya no había remedio. El mensaje le llegó tarde; en la economía del autor de la Razón el mensajero carecía de efectividad. En la novelita psicológica, entre unos personajes y otros se erguía reiteradamente y con exclusividad el espectro del león.15 Habría en ésta otros casamientos, casamientos que carecieron de preparativos, que simplemente se anunciaron y se realizaron así, súbitamente, sin manero ni padrino. Fueron directamente los Infantes de Navarra y Aragón los que aparecieron y solicitaron el casamiento:

afé dos caballeros entraron por la corte;
al uno dizen Ojarra y al otro Inego Ximénez,
el uno es ifante de Navarra,
el otro ifante de Aragón.
Besan las manos al rey don Alfonso,
piden sus fijas a mio Çid el Campeador
por ser reinas de Navarra y de Aragón (339399).16

El medianero de la Gesta era en todos los casos un hombre movido por unos motivos racionales, por unos propósitos de ganancia. El autor de la Razón dio un mentís al prominente papel del intermediario en la Gesta; la labor de mediación paciente, meticulosa y racional del hombre bueno cedió el paso a la del espía que acecha y denuncia. De manera intermitente aparece el león como el justificativo de las actitudes y las acciones de los personajes. Parece incluso que el león escapado vino a hacer el papel de espía preternatural que desenmascaró el ánimo de los Infantes: un ilusorio león que puso en marcha un conflicto ascensional gobernado por la sorpresa, el pánico, la burla, la venganza y la vergüenza. En aquel primer episodio del león se habían esbozado con extraordinaria técnica proemial los elementos estructurales de la acción dramática: las emociones que establecen el envés de la acción de la Gesta, lo inesperado, lo ilógico, lo jocoso, lo brutal y lo vergonzoso; incluso el Cid adquiere unos rasgos de carácter entre lo misterioso y lo fantasmal, próximo al sonambulismo.

La aparición al final de los Infantes de Navarra y Aragón debe juzgarse tan directa y sobrecogedora como la del león; venidos de tierras lejanas, surgieron de pronto en medio de todos, para resolver el misterio anunciado en el pórtico por el león, para corroborar aquella supremacía del Cid, para restablecer crecidamente la honra de éste y la de los suyos, y a darles participación en la más alta aristocracia de España:

Ved quál hondra creçe al que en buen hora naçió,
quando señoras son sus fijas de Navarra y de Aragón;
hoy los reyes de España sus parientes son (372224).

Del poder de la espada al de la palabra. Aquellos Infantes de Carrión, como criaturas de la Gesta, se habían interesado en las hijas del Cid por sus riquezas, riquezas ganadas con la espada. Estos Infantes de Navarra y Aragón muestran su interés por las mismas mujeres tras habérseles restituido su honor en las cortes, en virtud de la palabra. El poder de la espada en la Gesta ha cedido en la Razón al poder de la palabra. El personaje en la Gesta tiene como distintivo el çeñir espada, descripción casi exclusiva:

               Libro   Casos %Real %Esperado Diferencia
                     
çeñir espada17 GESTA     12    92%     61%      31%
               RAZON      1     8%     39%     31%
                     
Los personajes de la Razón emplearían la palabra con un poder verdaderamente destructor. El Cid, antes de cortar a Búcar por la mitad, le había tajado con su palabra tajaremos amistad 2411; en las Cortes, el Cid aniquila con su palabra a Don García como analizaré en el siguiente capítulo y cada uno de los vasallos, con anterioridad a los duelos, destruye y desmoraliza con la palabra a sendos hermanos González. En la polémica la lucha es con palabras, de ahí que el Cid exhortara y tratara de infundir valor a Vermúdez, animándole a hablar, en modo imperativo:

Fabla, Pero Mudo, varón que tanto callas (3302).

Al adversario se le desarmaba privándole, imperativamente, de la palabra; la victoria consistiría en reducir al contrincante al silencio y hacerle otorgar o confesar la verdad. Pero Vermúdez reta verbalmente a Fernando:

lengua sin manos, ¡cómo osas fablar!
Di, Fernando, otorga esta razón (332829).

Martín Antolínez arremete así contra Diego:

Calla, alevoso, boca sin verdad (3362).
Al partir de la lid por tu boca lo dirás,
que eres traidor y mintiste de quanto dicho has (337071).

Muño Gustioz embiste contra Ansur:

Calla, alevoso, malo y traidor (3383).
Fazer te he lo decir que tal eres qual digo yo (3389).

Interviene el Rey en las Cortes, para imponer silencio:

dixo el rey Alfonso: calle ya esta razón (3390).

En fin, el verbo callar es exclusivo de la Razón:

               Libro   Casos %Real %Esperado Diferencia
                     
callar, etc18  GESTA      0     0%     61%     61%
               RAZON     12   100%     39%     61 
                     
Si a callar le sumamos otras expresiones perifrásticas relacionadas con el silencio fincar la voz, acabar o dexar la razón encontramos la siguiente desproporción:
               Libro   Casos %Real %Esperado Diferencia
                     
silencio19     GESTA      2    10%     61%     51%
               RAZON     18    90%     39%      51%
                     
No es contradictorio que en la Razón abunde la palabra, por una parte, y el silencio, por otra; el silencio se requiere en el público que quiere, que tiene que escuchar (término exclusivo):20

a esto callaron y ascuchó toda la corte (3401).

La victoria de los del Campeador no consistiría en aquellos duelos del final que vendrían a ser poco más que protocolarios. La victoria consistió en el triunfo de la palabra de los del Cid. El premio al bando vencedor siguió inmediatamente al terminar el combate verbal. Tan pronto como el rey impone silencio y anuncia los retos para un futuro próximo los que han rebtado lidiarán 3391, súbitamente aparecen en la escena los Infantes de Navarra y Aragón a pedir el casamiento con doña Elvira y doña Sol.

Así como acaban esta razón,
afé dos caballeros entraron por la corte;
...
piden sus fijas a mio Çid el Campeador 339293, 3398.

Parece como si el autor de la Razón hubiera querido desmentir o al menos completar al de la Gesta: no es la providencia, o la buena conducta, o la causalidad inherente a toda buena acción, la que rige sin falla los eventos del mundo o las relaciones sociales. El hombre no debe fiarse de la indefectibilidad de las buenas obras; por si fallan, debe poseer el dominio de la palabra persuasoria. Con esta palabra y un poco de suerte (deus ex machina) logrará triunfar:

los primeros [casamientos] fueron grandes, mas                                                                                                 aquéstos son mijores (3720).  VUELTA AL TEXTO

































N O T A S

IV. DOS FILOSOFIAS

1. I do not like von Richthofen's idea about the independent authorship and precedence in time of Cantar II, especially as it requires assumptions about very early dates ... The proposal of Garci-Gómez in his 1975 book and 1977 edition, that Cantar III is an independent unit, a "razón" by a different author, seems to me ill-supported and unhelpful" (The making 73). Más tarde, como he señalado ya, añadiría Smith sobre mi división binaria que le parecía "pervertida e inservible": "perverse and unhelpful" ("On editing" 8).

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2. ángel, apóstol, Belén, Calvarie, campana, capiella, coronado, cristiano, cristiandad, cristianismo, cruz, descreído, diezmo, eglesia, encarnaçión, espiritual, Gabriel, Gaspar, glorificar, Gólgota, hinojos, infierno, Jonás, judío, Longinos, Mahoma, María, Melchor, miraclos, mirra, misa, monesterio, monumento, obispado, oraçión, pastor, pecado, piedad, resuçitar, rezar, santiguarse, Susana, tus (150): GESTA 29, 52, 53, 54, 93, 107, 145, 215, 216, 218, 218, 225, 237, 238, 252, 260, 264, 273, 282, 286, 300, 319, 320, 326, 333, 333, 334, 335, 335, 337, 337, 337, 337, 337, 340, 341, 342, 343, 344, 346, 346, 347, 347, 348, 348, 351, 352, 358, 358, 358, 366, 366, 367, 372, 406, 406, 410, 566, 604, 731, 731, 745, 770, 797, 800, 822, 822, 853, 901, 931, 968, 988, 1027, 1033, 1102, 1116, 1138, 1191, 1199, 1236, 1242, 1267, 1288, 1295, 1299, 1300, 1305, 1316, 1318, 1340, 1353, 1395, 1444, 1460, 1462, 1475, 1501, 1541, 1546, 1580, 1582, 1587, 1631, 1633, 1637, 1651, 1654, 1668, 1674, 1688, 1690, 1700, 1702, 1703, 1705, 1707, 1759, 1788, 1793, 1798, 1799, 1840, 1843, 1993, 2021, 2030, 2039, 2069, 2070, 2237, 2239, 2240, 2241, 2274; RAZON 2346, 2370, 2498, 2524, 2593, 2645, 2729, 2782, 2934, 3061, 3286, 3315, 3384, 3508, 3514, 3583.

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3. capiella, eglesia, oraçión, monesterio (14): GESTA 54, 252, 260, 326, 366, 367, 853, 1353, 1395, 1444, 1580, 2239, 2241; RAZON 3384.  VUELTA AL TEXTO

































4. María Madre (6): GESTA 333, 1267, 1637, 1654, 1668; RAZON 2524.  VUELTA AL TEXTO

































5. Santa María (18): GESTA 52, 215, 218, 273, 282, 333, 822, 1267, 1462, 1475, 1637, 1654, 1668, 2237, 2274; RAZON 2524, 2645, 2782.

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6. santiguarse, siñar (6): GESTA 216, 410, 411, 1340, 1840; RAZON 3508.

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7. santo (34): GESTA 48, 52, 94, 215, 218, 273, 282, 319, 333, 342, 360, 614, 822, 924, 1047, 1267, 1462, 1475, 1637, 1654, 1668, 1750, 2149, 2237, 2274, 2274, 2277; RAZON 2370, 2447, 2524, 2645, 2782, 2928, 3049.

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8. pan (14): GESTA 66, 345, 581, 667, 673, 1025, 1032, 1104, 1173, 1175, 1178, 1643, 1682, 1691. Si a pan le añadimos los otros dos elementos representativos de la alimentación, el agua y el vino (GESTA 66, 66, 345, 345, 345, 526, 555, 581, 661, 667, 667, 673, 1025, 1025, 1032, 1049, 1104, 1104, 1173, 1175, 1178, 1229, 1643, 1682, 1691; RAZON 2798, 2801), la gran disparidad en su empleo en las dos composiciones viene a reforzar el argumento de la diversidad de obras:

                    Libro    Casos  %Real   %Esperado Diferencia
                   ------------------------------------------        

pan, agua, GESTA 25 93% 61% 32%
vino RAZON 2 7% 39% -32% ------------------------------------------



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9. león (13): RAZON 2282, 2295, 2297, 2298, 2548, 2556, 2719, 2762, 3330, 3331, 3337, 3338, 3363. . VUELTA AL TEXTO

































10. Podría sumarse a éstos el rey Búcar, un rey misterioso, no identifica do en la historia. El autor parece retar al oyente, como jugando al acertijo: aqueste era el rey Búcar, si le oiestes contar (2314). Esta frase recuerda a la esotérica expresión de Cristo: "qui potest capere capiat" (Mateo 19, 12).  VUELTA AL TEXTO

































11. que ... nos curie de mal (6): GESTA 329, 364, 1396, 1407, 1410; RAZON 2890. Esta expresión es una fervorosa invocación de contenido conceptual. Hay otras frases de carácter puramente expresivo y de decoro, como Dios vala, por amor del Criador o plega a Dios que aparecen con una diferencia de porcentaje respectivo de 0%, 44% ó 15%, a favor de la Razón.

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12. Santa María (18): GESTA 52, 215, 218, 273, 282, 333, 822, 1267, 1462, 1475, 1637, 1654, 1668, 2237, 2274; RAZON 2524, 2645, 2782.  VUELTA AL TEXTO

































13. María Madre (6): GESTA 333, 1267, 1637, 1654, 1668; RAZON 2524.

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14. santo (34): GESTA 48, 52, 94, 215, 218, 273, 282, 319, 333, 342, 360, 614, 822, 924, 1047, 1267, 1462, 1475, 1637, 1654, 1668, 1750, 2149, 2237, 2274, 2274, 2277; RAZON 2370, 2447, 2524, 2645, 2782, 2928, 3049. <

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15. Para explicar las diferencias entre las dos partes del Cantar se suele recurrir a veces a las razones o exigencias del tema. Dado que en la Razón dominan los conflictos y las desavenencias entre los personajes era de esperar, en ese caso, que el mediador hubiera ocupado un lugar prevalente, y así hubiera sucedido de ser uno y el mismo el autor del Cantar. Al no suceder en la Razón lo que se esperaba, habrá que atribuirla a otro autor.

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16. Así se expresa el manuscrito. Los historicistas (Michael, Smith, Horrent, acudillados por Menéndez Pidal), tras haber admitido que en la "Afrenta" prevalece la ficción, arremeten otra vez aquí contra el texto del original y le añaden partículas y vocablos para acomodarle a sus pretensiones.
el uno es [del] ifante de Navarra [rogador],
y el otro [del] ifante de Aragon.
Michael no intercala rogador, limitándose a interpolar [del]. Smith dice que "hay en el manuscrito un error evidente cuando identifica a los dos hombre, mencionados en el 3394, con los dos príncipes" (ed. 259). ¿En qué se apoya? Si el error consiste en que no se llamaban así los históricos príncipes de estos lugares, tan evidente es el "error" de llamar Elvira y Sol a las hijas del Cid. El error es el de los editores que adulteran el texto, los que manipulan los genes literarios. Ha de preferirse en todo caso la versión del manuscrito; de otra forma cada editor podrá imputarle al autor lo que se le antoje. Es mucho más interesante y sobrecoge dor el creer que fueron los mismísimos infantes los que se levantaron en pie--¡qué deus ex machina tan espectacular!-- en medio de la corte, a pedir la mano de las hijas del Cid. Horrent justifica su reconstrucción del texto por lograrse con ella "la cohérence réalistico-poétique" (ed. 240) entre los primeros casamientos que se hicieron por intermediario y éstos. Pero por mucho que se le dé vueltas al texto, el logro de esa coherencia es imposible. En los primeros casamientos el que le pidió al Cid sus hijas fue el propio rey, según acabamos de ver. A no ser que Horrent --con los otros editores-- pretenda ir más allá aún, y elevar a la misma altura de la mediación real la de esos "dos caballeros" extraños y desconocidos, para él --con los otros editores--, ni histórica ni poéticamente identificables.

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17. çeñir espada (13): GESTA 41, 58, 78, 175, 439, 875, 899, 1574, 1595, 1706, 1961, 2185; RAZON 2615. . VUELTA AL TEXTO

































18. callar, fincar la voz, mudo (12): RAZON 2558, 2953, 3167, 3211, 3302, 3302, 3310, 3362, 3383, 3390, 3401, 3409.

22 VUELTA AL TEXTO

































19. (20): 951, 1348; RAZON 2558, 2953, 3167, 3211, 3293, 3302, 3302, 3310, 3329, 3352, 3362, 3372, 3383, 3390, 3392, 3401, 3409, 3463.

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20. Es curioso que en la Gesta, en la que abundan los ruidos, predomina la expresión inceptora Oíd, Oídme (más en el c. VI), mientras que en la Razón se emplea escuchar, más apropiado cuando su objeto es la palabra.

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21. F. Heer sabe evocar como es debido el ambiente de convivencia que reinaba en la España del siglo Xll, ambiente que inspiró tolerancia en el alma de algunos francos que la visitaron, comentando de esta manera: "Next to these frank intellectuals were those aristocratic, knightly laymen who never lost sight of the humanity of their opponents, even in the heat of battle. Two outstanding examples must suffice. The Spanish epic, Cantar de mio Cid (composed between 1140 and 1160), relates the heroic deeds of the Cid, the Spanish national hero of the Reconquista, a knight of the eleventh century. Based on the day-to-day narrative of one of the Cid's companions, the poem tells its tale with innocent candour and an air of veracity. It describes the Cid's exquisite courtesy in his dealings with the Moorish nobility, his gentle treatment of them and readiness to come to terms (he himself had spent many years in his service). Thus, for example, after taking a castle he would entrust it on his departure to the defeated Moors; and the Moors gave him their blessing as he left" (117). En otros lugares de su obra el historiador destaca cómo Castilla fue un lugar de refugio para los judíos perseguidos en Al-Andalus (250), en Inglaterra, Francia y Alemania (257).