English Summary

Miguel Garci-Gomez

RESUMEN DE LA CELESTINA

ACTO POR ACTO

NOTA: Esta obra consta de 21 actos. El primero, que ocupa el 14% de la obra, es de autor anónimo. Los siguientes pertenecen a Fernando de Rojas y un interpolador. Fue publicada por primera vez en 1499, con 16 Actos, con el título de Comedia de Calisto y Melibea Unos cinco años más tarde le fueron añadidos otros cinco actos, y se la llamó Tragicomedia de Calisto y Melibea. Popularmente se fue imponiendo el título de La Celestina por el papel dominante de este personaje.

Este resumen incluye el ARGUMENTO GENERAL de Fernando de Rojas y los sumarios que aparecen en las ediciones antiguas, seguidos de un resumen de la acción de cada uno de los 21 actos.

ARGUMENTO GENERAL de toda la obra

Calisto fue de noble linaje, de claro ingenio, de gentil disposición, de linda criança, dotado de muchas gracias, de estado mediano. Fue preso en el amor de Melibea, muger moça, muy generosa, de alta y sereníssima sangre, sublimada en próspero estado, vna sola heredera a su padre Pleberio, y de su madre Alisa muy amada. Por solicitud del pungido Calisto, vencido el casto propósito della entreueniendo Celestina, mala y astuta mujer, con dos seruientes del vencido Calisto, engañados y por ésta tornados desleales, presa su fidelidad con anzuelo de codicia y de deleyte, vinieron los amantes y los que les ministraron, en amargo y desastrado fin. Para comienço de lo cual dispuso el aduersa fortuna lugar oportuno, donde a la presencia de Calisto se presento la desseada Melibea.

AUTO I

Sumario: Entrando CALISTO una huerta empos de un falcon suyo, hallo alli a MELIBEA, de cuyo amor preso, comenzole de hablar; de la cual rigurosamente despedido, fue para su casa muy angustiado. [Pasados unos días] hablo con un criado suyo llamado SEMPRONIO, el cual, despues de muchas razones, le enderezo a una vieja llamada Celestina, en cuya casa tenia el mismo criado una enamorada llamada ELICIA, la cual, viniendo SEMPRONIO a casa de CELESTINA con el negocio de su amo, tenia a otro consigo llamado CRITO, al qual escondieron. Entretanto que SEMPRONIO estaba negociando con CELESTINA, CALISTO estaba razonando con otro criado suyo, por nombre PARMENO; el qual razonamiento dura hasta que llega SEMPRONIO y CELESTINA a casa de CALISTO. PARMENO fue conocido de CELESTINA, la cual mucho le dice de los hechos y conocimiento de su madre, induciendole a amor y concordia de SEMPRONIO.

Resumen:

Calisto sueña con Melibea

CALISTO. __ En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios.
MELIBEA. __ ¿ En qué, Calisto?
CAL. __ En dar poder a natura que de tan perfeta hermosura te dotasse y facer a mi inmérito, tanta merced
que verte alcançasse, y en tan conueniente lugar, que mi secreto dolor manifestarte pudiesse.

Con estas palabras saluda Calisto a su deseada Melibea, cuando, según el Argumento General de Francisco de Rojas, ésta se presentó ante aquél en un conveniente lugar. Calisto, se nos dice en el sumario y más adelante en el Acto II del texto, se había enamorado locamente de Melibea un día en que, en busca de su halcón, entró en el huerto donde se encontró con ella. Desde entonces había venido ofreciendo servicio, devoción, sacrificio y obras pías por poder volver a verla. Ese intenso deseo de Calisto se cumple en esta aparición de Melibea, en sueño. Melibea parece rechazar sus insinuaciones. Al despertar, Calisto, desde su cámara, llama a voces a Sempronio, su criado, y le increpa malhumorado. Sempronio y Calisto arguyen sobre el amor y el dolor que ese amor suele traer consigo. Para Calisto, Melibea es su diosa:

por Dios la creo, por Dios la confieso y no creo que ay otro soberano en el cielo; aunque entre nosotros mora.

Más que cristiano, se confiesa melibeo:

Melibeo soy y a Melibea adoro y en Melibea creo y a Melibea amo.

Sempronio, para disuadir al joven amante, acude al leyendas mitológicas de diosas sometidas a animalismo, como Pasifé con el toro de cuya unión nació el Minotauro. A continuación se inventa el cuento de la diosa Minerva con quien él llama un can, en lugar de Vulcán, dios del fuego. Todo esto para llegar a la acusación más grave de todas sobre los abuelos de Calisto: sugiere que su abuela tuvo relaciones con un ximio (mono), poniendo como testigo al cuchillo de su abuelo.

Lo de tu abuela con el ximio, ¿ Hablilla fué? Testigo es el cuchillo de tu abuelo.

Y en todo esto Calisto, que tantas veces montaba en cólera contra el criado, hasta amenazarle de muerte, no encuentra respuesta directa, sino este aparte:

¡ Maldito sea este necio! ¡ Y qué porradas dize!

Sigue el criado esforzándose por convencer a su amo de los males que las mujeres ocasinaron a persoanajes importantes en la historia, Adán, Salomón, David, Aristóteles, Virgilio. A esto le responde Calisto: con una frase elocuente:

¡Ve! mientra más me dizes y más inconuenientes me pones, más la quiero. No sé qué se es.

Y el loco enamorado nos pinta un hermoso cuadro de su amada, muy diferente al de la visión beatífica del comienzo, que encaja por lo general dentro del marco europeo de la época, y se distingue por la introducción, por vez primera en la literatura universal, de un atributo de belleza femenina, los ojos verdes rasgados; rasgo que a lo largo de los siglos se consagraría como un atractivo singular entre otras (y otros) protagonistas de las literaturas y folklore hispánicos.

Comienço por los cabellos. ¿Vees tú las madexas del oro delgado, que hilan en Arabia? Más lindos son y no resplandescen menos. Su longura hasta el postrero assiento de sus pies; después crinados y atados con la delgada cuerda, como ella se los pone, no ha más menester para conuertir los hombres en piedras. ... Los ojos verdes, rasgados; las pestañas luengas; las cejas delgadas y alçadas; la nariz mediana; la boca pequeña; los dientes menudos y blancos; los labrios colorados y grosezuelos; el torno del rostro poco más luengo que redondo ... el pecho alto; la redondez y forma de las pequeñas tetas, ¿Quién te la podría figurar? ¡Que se despereza el hombre quando las mira!

Volviendo a Sempronio, el criado finalmente se rendiría en sus intentos de disuasión y se comprometería a cumplir los deseos de su amo:

Con todo, si de estos aguijones me da, traérsela he hasta la cama.

Para conseguir su promesa, decide solicitar la ayuda de Celestina, una vieja alcahueta. Sempronio va a la casa de Celestina donde encuentra a Elicia, una joven prostituta, amiga suya. Sempronio convence a Celestina a tener confianza en él y seguirlo a la casa de Calisto donde ambos conseguirían provecho y ganancias. En el camino Sempronio le explica a Celestina la dolencia de Calisto. Pármeno ve a los dos acercarse a la puerta y amonesta a su amo sobre la puta vieja, a la que conoce bien todo bicho viviente:

Si pasa por los perros, aquello suena su ladrido; si está cerca las aves, otra cosa no cantan; si cerca los ganados, balando lo pregonan; si cerca las bestias, rebuznando dicen ¡puta vieja! Las ranas de los charcos otra cosa no suelen mentar.

El himno denigrante de Pármeno culminaba en sus notas finales con la referencia al viejo marido de la "la puta vieja," tan cautivado sexualmente, que para fortalecer su libido, se atiborraba de afrodisíacos, "huevos asados," . Se explicaba: incluso las inanimadas piedras gritaban al chocar unas con otras: ¡Puta vieja!

¡O qué comedor de hueuos asados era su marido! ¿Qué quieres más, sino, si una piedra toca con otra, luego suena ¡Puta vieja!

Calisto aprecia el consejo, pero ordena al criado que les abra; ambos entran. Sempronio teme que Pármeno eche por tierra sus planes. A Celestina no parece preocuparle demasiado, pues el criado hará lo que el amo le ordene:

Para la mi santiguada do vino el asno vendrá el albarda

Calisto da las gracias a Celestina quien prefiere la paga en metálico por sus servicios. Calisto y Sempronio van arriba para recoger el pago para Celestina. Mientras tanto, Celestina y Pármeno conversan sobre la necesidad de unir fuerzas en el asunto de Melibea. Celestina promete que será provechoso para Pármeno. Este recapacita:

Perplejo estoy. Por una parte, téngote por madre. Por otra a Calisto por amo. Riqueza deseo, pero quien torpemente sube a lo alto, más aína cae que subió. No querría bienes mal ganados.

Tratando de engatusar a Pármeno, Celestina le promete los favores de Areúsa, una de sus chicas. Pármeno se rinde a colaborar con Celestina:

Por eso, manda, que a tu mandado mi consentimiento se humilla

Calisto y Sempronio regresan con cien monedas de oro como primer pago a Celestina. Celestina las acepta con alegría y sale.

AUTO II.

Sumario: [Empieza en este acto la adicción de Rojas] Partida CELESTINA de CALISTO para su casa, queda CALISTO hablando con SEMPRONIO, criado suyo, al cual, como quien en alguna esperenza puesto está, todo aguijar le parece tardanza. enbía de sí a SEMPRONIO a solicitar a CELESTINA para el concebido negocio. Quedan entretanto CALISTO y PARMENO juntos razonando.

Resumen: Calisto está impaciente e irritable. Ordena a Sempronio que acompañe a Celestina y la aliente para que se dé prisa en realizar su compromiso. Sempronio hubiera preferido quedarse acompañando a Calisto en su dolor, pero éste le advierte:

Sempronio, no me parece buen consejo quedar yo acompañado y que vaya sola aquélla que busca el remedio de mi mal. Mejor será que vayas con ella y la aquejes, pues sabes que de su diligencia pende mi salud, de su tardanza mi pena, de su olvido mi desesperanza.

Sale Sempronio. Calisto y Pármeno charlan. El criado le recuerda los acontecimientos del primer encuentro con Melibea, en el huerto de ésta y las consecuencias funestas a las que dio lugar:

Señor, porque perderse el otro día el neblí fue causa de tu entrada en la huerta de Melibea a le buscar, la entrada causa de la ver y hablar, la habla engendró amor, el amor parió tu pena, la pena causará perder tu cuerpo y alma y hazienda. Y lo que más de ello siento es venir a manos de aquella trotaconventos, después de tres veces emplumada.

Finalmente, tras haber luchado en vano por persuadir a su amo, Pármeno se rinde y decide que lo mejor será dejar que Calisto haga lo que quiera.

AUTO III.

Sumario: SEMPRONIO vase a casa de CELESTINA, a la cual reprende por la tardanza. Ponense a buscar que manera tomen en el negocio de CALISTO con MELIBEA. En fin sobreviene ELICIA. Vase CELESTINA a casa de PLEBERIO. Queda SEMPRONIO y ELICIA en casa.

Resumen: Sempronio se dirige hacia la casa de Celestina con el fin de que no se demore en llevar a cabo los deseos de Calisto. Piensa aquél que desde que Calisto le pagó, ella se lo estaba tomando con demasiada calma. Sempronio le recuerda las prisas de Calisto y su disposición a incrementar las ganancias. Los mutuos intereses los unen en su empresa y Celestina no duda de que Pármeno terminará por ponerse de su lado. Celestina habla a Sempronio de Claudina, la madre de Pármeno y su compañera en la putería. El recuerdo de su madre y la promesa de poder gozar de Areúsa terminarán por convencer a Pármeno a colaborar con ellos. Celestina no duda de su éxito en doblegar la voluntad de Melibea:

sé que, aunque al presente la ruegue, al fin me ha de rogar; aunque al principio me amenace, al cabo me ha de halagar.

Podrá entrar en casa de Pleberio, el padre de Melibea, bajo el pretexto de vender ciertas mercancías:

Aquí llevo un poco de hilado en esta mi faltriquera, con otros aparejos, que conmigo siempre traigo, para tener causa de entrar, donde mucho no soy conocida, la primera vez: así como gorgueras, garbines, franjas, rodeos, tenazuelas, alcohol, albayalde y solimán, hasta agujas y alfileres.

Para mayor seguridad, profiere unos conjuros mágicos al dios de los infiernos:

Conjúrote, triste Plutón, señor de la profundidad infernal, emperador de la Corte dañada, capitán soberbio de los condenados ángeles

Y tras confeccionar varias pociones sale hacia la casa de Melibea confiada sobre todo en su propio poder personal, superior al del mismísimo Plutón:

Y así confiando en mi mucho poder, me parto para allá con mi hilado, donde creo te llevo ya envuelto.

AUTO IV

Sumario: CELESTINA, andando por el camino, habla consigo misma hasta llegar a la puerta de PLEBERIO, donde hallo a LUCRECIA, criada de PLEBERIO. Ponese con ella en razones. Sentidas por ALISA, madre de MELIBEA, y sabido que es CELESTINA, hacela entrar en casa. Viene un mensajero a llamar a ALISA. Vase. Queda CELESTINA en casa con MELIBEA y le descubre la causa de su venida.

Resumen: Celestina camina a la casa de Melibea pensando en lo que acontecerá cuando ella llegue. Teme no ser bien recibida y que su visita se tome a ofensa: por un lado pueden que la mantee o la azoten; por otro, si no entra, será objeto de la furia de Calisto. Es más honorable sufrir el castigo que romper la confianza de alguien. Cuando Celestina llega a la casa, Lucrecia, sirviente de Melibea, prima de Elisa, y una amiga suya la saludan a la puerta. Celestina dice que venía de visita; pero Lucrecia duda de eso, pues sabe que Celestina nunca hace nada sin interés de lucro. Celestina explica a Lucrecia que ella viene a ofrecerles unos hilos a Melibea y su madre. Lucrecia dice que Alisa, madre de Melibea, llevaba unos días tejiendo y que el hilo le vendría bien. Alisa pregunta a Lucrecia quien está allí y Lucrecia la dice sin reparos:

la que empicotaron por hechicera, que vendía las mozas a los abades y descasaba mil casados.

Alisa recuerda a Celestina, a la que llama buena pieza y, con todo, la invita a entrar. Alisa está ansiosa de comprar el hilo que Celestina describe como

Delgado como el pelo de la cabeza, igual, recio como cuerdas de vihuela, blanco como el copo de la nieve, hilado todo por estos pulgares, aspado y aderezado. Velo aquí en madejitas.

Repentinamente, Alisa se da cuenta de que ella debe salir a visitar a su hermana que está enferma y deja A Melibea sola con Celestina. Celestina aconseja a Melibea a gozar su lozana juventud antes que llegue la vejez con sus achaques:

Dios la deje gozar su noble juventud y florida mocedad, que es el tiempo en que más placeres y mayores deleites se alcanzarán. Que, a la mi fe, la vejez no es sino mesón de enfermedades, posada de pensamientos, amiga de rencillas, congoja continua, llaga incurable, mancilla de lo pasado, pena de lo presente

Melibea parece complacida con las reflexiones de la vieja y cree que éstos son los sentimientos del pobre y que la gente rica piensa de otra manera. Melibea da gracias a Celestina por su visita y le paga por la compra. Celestina aprovecha esta oportunidad y revela a Melibea la razón altruista de su visita, que ha sido motivada por ajenas necesidades y no mías. A lo que responde la doncella:

Pide lo que querrás, sea para quien fuere.

Celestina se extiende en rodeos sobre la necesidad de curar a los enfermos moribundos; en particular un enfermo que le preocupaba:

¡Doncella graciosa y de alto linaje! tu suave fabla y alegre gesto, junto con el aparejo de liberalidad, que muestras con esta pobre vieja, me dan osadía a te lo decir. Yo dejo un enfermo a la muerte, que con sola una palabra de tu noble boca salida, que le lleve metida en mi seno, tiene por fe que sanará, según la mucha decocción tiene en tu gentileza.

Sigue Celestina con sus digresiones, tras lo cual sigue el siguiente intercambio:

MELIB. __ Por Dios, sin más dilatar, me digas quién es ese doliente, que de mal tan perplejo se siente, que su pasión y remedio salen de una misma fuente.

CEL. __ Bien tendrás, señora, noticia en esta ciudad de un caballero mancebo gentilhombre de clara sangre, que llaman Calisto.

MELIB. __ ¡Ya, ya, ya! Buena vieja, no me digas más, no pases adelante ... ¡Quemada seas, alcahueta falsa, hechizera, enemiga de onestad, causadora de secretos yerros! ¡Jesú, Jesú ! !Quítamela, Lucrecia, de delante, que me fino, que no me ha dexado gota de sangre en el cuerpo! Bien se lo mereçe esto y más, quien a estas tales da oydos. .......... ¡Jesú! No oiga yo mentar más ese loco, saltaparedes, fantasma de noche, luengo como cigÜeña, figura de paramento malpintado; sinó, aquí me caeré muerta.

Melibea, aparentemente enojada, reprende a la vieja por su insolencia. Celestina cree haber triunfado en su cometido:

Más fuerte estaba Troya, y aun otras más bravas he yo amansado! Ninguna tempestad mucho dura

Celestina pide a Melibea una oración en favor de Calisto, para calmar su dolor de muelas. Celestina se disculpa. Melibea le concede lo que pidió. Melibea le da a Celestina el cordón y le pide que pase al día siguiente por la oración. La doncella queda en hacer cualquier cosa que ella pueda en ayuda del paciente. Celestina aprovecha para elogiar las cualidades de Calisto:

Fuerza y esfuerzo, no tuvo Hércules tanta. La presencia y faciones, disposición, desenvoltura, otra lengua había menester para las contar. Todo junto semeja ángel del cielo. Por fe tengo que no era tan hermoso aquel gentil Narciso, que se enamoró de su propia figura, cuando se vio en las aguas de la fuente. Agora, señora, tiénele derribado una sola muela que jamás cesa de quejar.

Lucrecia, que oye la conversación, acusa a Celestina de manipular a Melibea. Celestina, para ponerla de su lado, le promete una lejía para el pelo que lo transforme en oro y unos polvos para los dientes que mitiguen el olor de su aliento.

AUTO V

Sumario: Despedida CELESTINA de MELIBEA, va por la calle sola hablando. Vee a SEMPRONIO y PARMENO que van a la Madalena por su sentilde;or. SEMPRONIO habla con CALISTO. Sobreviene CELESTINA. Van a casa de CALISTO. Declarale CELESTINA su mensaje y negocio recaudado con MELIBEA. Mientra ellos en essas razones estan, PARMENO y SEMPRONIO entre si hablan. Despidese CELESTINA de CALISTO, va para su casa, llama a la puerta. ELICIA le viene a abrir. Cenan y vanse a dormir.

Resumen: Celestina se congratula de haber llevado a cabo su encargo de persuadir a Melibea con gran éxito. Ella está orgullosa de sí misma por haber acertado en lo que tantas otras hubieran fracasado:

¡O cuántas erraran en lo que yo he acertado!

Sempronio está en casa de Celestina esperando su llegada. Está curioso por saber lo que sucedió con Melibea, pero Celestina no quiere contarle nada antes de ver a Calisto:

Delante Calisto oirás maravillas; que será desflorar mi embajada comunicándola con muchos. De mi boca quiero que sepas lo que se ha hecho.

Sempronio y Celestina caminan juntos, en animada conversación. Pármeno los ve acercarse y se lo notifica a Calisto. Este insta al criado a que no se demore en abrirles la puerta. Calisto está ansioso por oír el informe de Celestina, torturado entre la esperanza y la desilusión:

¡Oh, mis tristes oídos! Aparejaos a lo que os viniere, que en su boca de Celestina está agora aposentado el alivio o pena de mi corazón.

AUTO VI

Sumario : Entrada CELESTINA en casa de CALISTO con grande aficion y desseo, CALISTO le pregunta de lo que le ha acontescidon con MELIBEA. Mientras ellos estan hablando, PARMENO, oyendo fablar a CELESTINA de su parte contra SEMPRONIO, a cada razon le pone un mote reprendiendolo SEMPRONIO. En fin la vieja CELESTINA le descubre todo lo negociado y un cordon de MELIBEA. Y despedida de CALISTO, vase para su casa y con ella PARMENO.

Resumen: Calisto está ansioso por saber de Melibea. Celestina, con su característica maestría en digresiones y circunloquios, trata de acrecentar la impaciencia del joven enamorado, a veces haciéndole esperar lo mejor, a veces infundiéndole temores. El joven se impacienta desesperado:

Madre mia, abrevia tu razón o toma esta espada y mátame.

Aprovecha Celestina para resaltar lo arduo de su empresa: cómo tuvo que arriesgar su vida, poniéndola al tablero, y cómo logró al fin ganarse la amistad de Melibea; de tal manera que en adelante le abriría la puerta a pesar de su pobre apariencia:

Buena se puede decir, pues queda abierta puerta para mi tornada y antes me recibirá a mí con esta saya rota, que a otro con seda y brocado.

Calisto seguía impaciente:

CAL. __ Dime, por Dios, señora, ¿Qué hacía? ¿Cómo entraste? ¿Qué tenía vestido? ¿A qué parte de casa estaba? ¿Qué cara te mostró al principio?
CEL. __ Aquella cara, señor, que suelen los bravos toros mostrar contra los que lanzan las agudas flechas en el coso, la que los monteses puercos contra los sabuesos, que mucho los aquejan.
CAL. __ ¿Y a esas llamas señales de salud? Pues ¿cuáles serán mortales? No por cierto la misma muerte: que aquélla alivio sería en tal caso deste mi tormento, que es mayor y duele más.

Pármeno, entre tanto, no deja de entremeter comentarios duros contra Celestina y los locos enamorados; Sempronio trata de contenerle para impedir que eche abajo todo el negocio que están tramando. Calisto se arrodilla en frente de Celestina mientras que ella continúa contándole lo que ocurrió entre ella y Melibea, de manera muy prolija, hasta llegar al cordón que entrega a Calisto. Este cae en el delirio:

CEL. __ ... Toma este cordón, que, si yo no me muero, yo te daré a su ama.
CAL. __ ¡Oh nuevo huésped! !Oh bienaventurado cordón, que tanto poder y merecimiento tuviste de ceñir aquel cuerpo, que yo no soy digno de servir! ¡Oh nudos de mi pasión, vosotros enlazasteis mis deseos!

Celestina solicita recompensa de Calisto por el cordón. Calisto le ofrece todo lo que ella le pida:

Oh, por Dios, toma toda esta casa y cuanto en ella hay y dímelo, o pide lo que querrás ¿Qué dices de manto? ¡Y saya y cuanto yo tengo!

A continuación ordena a Pármeno que acompañe a Celestina hasta su casa.

AUTO VII

Sumario : CELESTINA habla con PARMENO, induziendole a concordia y amistad de SEMPRONIO. Trahele PARMENO a memoria la promessa que le fiziera de le hazer haver a AREUSA, quel mucho amava. Vanse a la casa de AREUSA. Queda ai la noche PARMENO. CELESTINA va para su casa; llama a la puerta. Elicia le viene abrir increpandole su tardança.

Resumen: Celestina se cree con autoridad y derecho de amonestar a Pármeno, quien no debe murmurar y oponerse a sus intereses, pues pueden repercutir en provecho de todos. Le alienta a ser más cariñoso con Sempronio a quien el criado más joven debe tomar como modelo:

Crecería vuestro provecho dándoos el uno al otro la mano, ni aun habría más privados con vuestro amo que vosotros. Pues sabe que es menester que ames si quieres ser amado.

Celestina por fin recurre a recordarle al jovencito que ella no es peor que fue su madre, insinuando que debiera aceptarla en su lugar.

No me la nombres, fijo, por Dios, que se me hinchen los ojos de agua. ¿Y tuve yo en este mundo otra tal amiga? ¿Otra tal compañera? ¿Tal aliviadora de mis trabajos y fatigas? ¿Quién suplía mis faltas? ¿Quién sabía mis secretos? ¿Quién descubría mi corazón? ¿Quién era todo mi bien y descanso, sino tu madre, más que mi hermana y comadre? ¡O qué graciosa era! ¡O qué desenvuelta, limpia, varonil! Tan sin pena ni temor se andaba a media noche de cimenterio en cimenterio, buscando aparejos para nuestro oficio, como de día. Ni dejaba cristianos ni moros ni judíos, cuyos enterramientos no visitaba. De día los acachaba, de noche los desaterraba. así se holgaba con la noche escura, como tú con el día claro; decía que aquélla era capa de pecadores. ¿Pues maña no tenía con todas las otras gracias? Una cosa te diré, porque veas qué madre perdiste; aunque era para callar. Pero contigo todo pasa. Siete dientes quitó a un ahorcado con unas tenacicas de pelacejas, mientra yo le descalcé los zapatos. Pues entraba en un cerco mejor que yo y con más esfuerzo.

Por si tales recuerdos no bastaran, añade la promesa de darle a Areúsa hacia cuya casa se encaminan. Entra Celestina en la habitación de la chica. Pármeno queda rezagado, nervioso, esperando. Areúsa dice tener un amigo. Celestina trata de convencerla de que amigos tales no merecen tanta fidelidad; elogia su belleza y lozanía y se muestra encantada de mirarla y remirarla bajo las blancas sábanas. Le habla de Pármeno, compañero de Sempronio, amigo de Elicia, su prima, y de los beneficios que puede proporcionarle su amistad. Hace subir a Pármeno e invita a los jóvenes a gozar del amor. Celestina, al verles, se muere de envidia, pues como vieja habría perdido las muelas, pero le quedaba todavía el sabor:

Quedaos adiós, que voyme sola porque me hacéis dentera con vuestro besar y retozar. Que aun el sabor en las encías me quedó: no le perdí con las muelas.

Celestina sale. En su casa la espera Elicia. Elicia y Celestina discuten pero al final se arregla todo entre ellas.

AUTO VIII

Sumario: La mañana viene. Despierta PARMENO. Despedido de AREUSA, va para casa de CALISTO, su señor. Fallo a la puerta a SEMPRONIO. Conciertan su amistad. Van juntos a la camara de CALISTO. Hallanle hablando consigo mismo. Levantado, va a la yglesia.

Resumen: Pármeno se despierta en la cama de Areúsa y se da cuenta de que es ya mediodía; es muy tarde y debe volver a su hogar inmediatamente. Antes de salir él invita a Areúsa a la cena en casa de Celestina. En el camino se cree el hombre más feliz y afortunado del mundo, agradeciendo a Celestina tanta dicha:

!Oh placer singular! !Oh singular alegría! ¿Cuál hombre es ni ha sido más bienaventurado que yo? ¿Cuál más dichoso y bienandante? ... Por cierto, si las traiciones de esta vieja con mi corazón yo pidiese sufrir, de rodillas había de andar a la complacer. ¿Con qué pagaré yo esto?

Al llegar a su casa, Pármeno se reúne con Sempronio quien le reprende por su tardanza Pármeno le cuenta lo sucedido y hace partícipe de su gloria: la gloria de haber alcanzado a Areúsa:

PAR. __ ¿Pues qué es todo el placer que traigo, sino haberla alanzado?

SEMP. __ ¡Cómo se lo dice el bobo! ¡ De risa no puede hablar! ¿A qué llamas haberla alcanzado? ¿Estaba a alguna ventana o qué es eso?

PARM. __ A ponerla en duda si queda preñada o no.

Pármeno se arrepiente de haberse opuesto a los planes de Sempronio y Celestina y está dispuesto a cooperar con ellos en todo, pues reconoce que en el juego de Calisto y Melibea hay oportunidad de ganancias. Sempronio y Pármeno acuerdan olvidar el pasado en vista de un futuro muy prometedor:

SEM. __ Seamos como hermanos, ... sea lo pasado cuestión de Sant Juan y así paz para todo el año. Que las iras de los amigos siempre suelen ser reintegración del amor. Comamos y holguemos, que nuestro amo ayunará por todos.

Entre los dos criados acuerda celebrar una comida en casa de Celestina, con Elicia y Areúsa. Mientras tanto, en la alcoba, como de costumbre, Calisto delira de amor, recitando poesías, entre sueños, sin saber si es hora de despertar o acostarse.

CAL. __ Corazón, bien se te emplea Que penes y viuas triste, Pues tan presto te venciste Del amor de Melibea.

Calisto oye tocar a misa y se dispone para ir a la iglesia. En su atolondramiento, se entrega a la disposición de su criado:

Sempronio mi fiel criado, mi buen consejero, mi leal servidor, sea como a ti te parece. Porque cierto tengo, según tu limpieza de servicio, quieres tanto mi vida como la tuya.

AUTO IX

Sumario: SEMPRONIO y PARMENO van a casa de CELESTINA entre sí hablando. Llegados allá, hallan a ELICIA Y AREUSA. Pónense a comer; entre comer riñe ELICIA con SEMPRONIO. Levántase de la mesa. Tórnanla apaziguar. Estando ellos todos entre sí razonando, viene LUCRECIA, criada de MELIBEA, llamar a CELESTINA que vaya a estar con MELIBEA.

Resumen: Sempronio y Pármeno salen a ir a la casa de Celestina para la comida. Ellos caminan a la iglesia a ver si Celestina pues ésta suele ir cuando en su casa falta comida:

Cuando ella tiene qué hacer, no se acuerda de Dios ni cura de santidades. Cuando hay que roer en casa, sanos están los santos; cuando va a la iglesia con sus cuentas en la mano, no sobra el comer en casa.

Los dos criados saben que Celestina no es mucho de fiar, pero al mismo tiempo creen que, para bien de todos no deben darle publicidad a su ruindad. Elicia y Areúsa están impacientes porque ellos se retrasan. Cuando llegan, los cinco se sientan a la mesa frente a una comida abundante; Celestina entona sus alabanzas al vino:

esto quita la tristeza del corazón, más que el oro ni el coral; esto da esfuerzo al mozo y al viejo fuerza, pone color al descolorido, coraje al cobarde, al flojo diligencia, conforta los celebros, saca el frío del estómago, quita el hedor del anhélito, hace potentes los fríos, hace sufrir los afanes de las labranzas, a los cansados segadores hace sudar toda agua mala, sana el romadizo y las muelas, ...

Elicia, algo celosa, se enoja con Sempronio por los inmerecidos elogios a Melibea.

Aquella hermosura por una moneda se compra de la tienda. Por cierto, que conozco yo en la calle donde ella vive cuatro doncellas en quien Dios más repartió su gracia que no en Melibea, que si algo tiene de hermosura es por buenos atavíos que trae. Ponedlos en un palo, también diréis que es gentil.

Elicia se levanta de la mesa, pero se apacigua eventualmente y la convencen a que regrese y goce de la buena comida. Celestina alienta a las parejas al besarse y abrazarse:

Besaos y abrazaos, que a mí no me queda otra cosa sino gozarme de vello. Mientra a la mesa estáis, de la cinta arriba todo se perdona. Cuando seáis aparte, no quiero poner tasa, pues que el rey no la pone.

Lucrecia llega con un mensaje de Melibea. Areúsa aprovecha para lanzar una durísima diatriba contra las señoras y el servicio en general; ella se cree feliz por no estar sometida:

La mejor honra que en sus casas tienen, es andar hechas callejeras, de dueña en dueña, con sus mensajes a cuestas. Nunca oyen su nombre propio de la boca de ellas; sino puta acá, puta acullá. ... no hay quien las sepa contentar, no quien pueda sufrirlas. Su placer es dar voces, su gloria es reñir. De lo mejor fecho menos contentamiento muestran. Por esto, madre, he querido más vivir en mi pequeña casa, exenta y señora, que no en sus ricos palacios sojuzgada y cautiva.

Celestina secunda sin reserva todo lo dicho por la joven prostituta:

En tu seso has estado, bien sabes lo que haces. Que los sabios dicen: que vale más una migaja de pan con paz, que toda la casa llena de viandas con rencilla.

Lucrecia comenta sobre lo dificultoso que le sería a Celestina mantener en años anteriores a tantas mozas en el burdel. Celestina responde que no podía estar más equivocada. Aquellos fueron años de apoteosis, con nueve mozas entre los catorce y dieciocho años, que ofrecían sus favores a todos los dignatarios, incluidos los clérigos, entre los que cuales se consideraba duquesa:

Caballeros viejos y mozos, abades de todas dignidades, desde obispos hasta sacristanes. En entrando por la iglesia, vía derrocar bonetes en mi honor, como si yo fuera una duquesa. ... De media legua que me viesen, dejaban las horas. Uno a uno, dos a dos, venían a donde yo estaba a ver si mandaba algo, a preguntarme cada uno por la suya. Que hombre había, que estando diciendo missa, en viéndome entrar, se turbaba, que no hacía ni decía cosa a derechas. \Unos me llamaban señora, otros tía, ...

Lucrecia, a solas con Celestina, le ruega que vaya a casa de su señora Melibea y le lleve el cordón ceñidor, pues aquélla se encontraba afectada por ciertos desmayos y un dolor del corazón y, además, necesitaba sus consejos. Celestina y Lucrecia se encaminan a la casa de Melibea.

AUTO X

Sumario: Mientra andan CELESTINA y LUCRECIA por camino, stá hablando MELIBEA consigo misma. Llegan a la puerta; entra LUCRECIA primero. Haze entrar a CELESTINA. MELIBEA, después de muchas razones, descubre a CELESTINA arder en amor de CALISTO. Veen venir a ALISA, madre de MELIBEA. Despídense den uno. Pregunta ALISA a MELIBEA de los negocios de CELESTINA. Defendióle su mucha conversación.

Resumen: Melibea habla consigo misma acerca de su amor a Calisto. Ella se sentía atribulada por sentimientos opuestos de un amor apasionado y la necesidad de guardar su honor y la pureza.

No se desdore aquella hoja de castidad que tengo asentada sobre este amoroso deseo, publicando ser otro mi dolor, que no el que me atormenta .

Lucrecia entra la habitación de Melibea e invita entrar a Celestina. Melibea espera que Celestina tenga capaz al curar su sufrimiento. Celestina no prescribirá una cura a Melibea hasta que ella admita completamente la naturaleza de sus infortunios. Melibea revela a Celestina su pasión por Calisto. Celestina hará los arreglos para Calisto se reúna con Melibea en las puertas de su casa a la medianoche. Alisa llega y Celestina se ausenta. La madre amonesta a su hija sobre la vieja:

Guarte, hija, della, que es gran traidora; que el sotil ladrón siempre rodea las ricas moradas. Sabe ésta con sus traiciones, con sus falsas mercadurías, mudar los propósitos castos. Daña la fama; a tres veces que entra en una casa, engendra sospecha.

AUTO XI

Sumario: Despedida CELESTINA de MELIBEA, va por la calle sola hablando. Vee a SEMPRONIO y PARMENO que van a la Madalena por su señor. SEMPRONIO habla con CALISTO. Sobreviene CELESTINA. Van a casa de CALISTO. Declarale CELESTINA su mensaje y negocio recaudado con MELIBEA. Mientra ellos en essas razones estan, PARMENO y SEMPRONIO entre si hablan. Despidese CELESTINA de CALISTO, va para su casa, llama a la puerta. ELICIA le viene a abrir. Cenan y vanse a dormir.

Resumen: Celestina sale de la casa de Melibea y se reúne con Sempronio y Pármeno que recogen a Calisto en la iglesia. Celestina da la enhorabuena a Calisto porque ha convertido a Melibea en su servidora:

Pero todo vaya en buena hora, pues tan buen recado traigo, que te traigo muchas buenas palabras de Melibea y la dejo a tu servicio

Calisto se enoja porque el habla de Celestina no es cortés:

Habla cortés, madre, no digas tal cosa, que dirán estos mozos que estás loca. Melibea es mi señora, Melibea es mi Dios, Melibea es mi vida; yo su cautivo, yo su siervo.

Calisto da una cadenilla de oro a Celestina como pago para su buen trabajo. Pármeno y Sempronio saborean la ganancia que su parte de la cadena les supondrá. Pármeno pondera que no daría su parte por medio marco de oro. Celestina insiste en la disposición de Melibea a entregarse a Calisto:

Melibea pena por ti más que tú por ella, Melibea te ama y desea ver, Melibea piensa más horas en tu persona que en la suya, Melibea se llama tuya y esto tiene por título de libertad y con esto amansa el fuego, que más que a ti la quema.

Calisto se siente agobiado, enajenado; se pregunta si estaría soñando; se siente morir de gozo:

Muerto soy de aquí allá, no soy capaz de tanta gloria, no merecedor de tan gran merced, no digno de fablar con tal señora de su voluntad y grado.

Celestina se despide, alegre de la recompensa. Llega a casa donde Elicia le reprocha su tardanza y quiere que reflexione que a su edad no debe andar sola, tan tarde, pues puede tropezar y caerse, y morir. Cenan y se acuestan.

AUTO XII

Sumario : Llegando medianoche, CALISTO, SEMPRONIO y PARMENO, armados, van para casa de MELIBEA. LUCRECIA y MELIBEA estan cabe la puerta, aguardando a CALISTO. Viene CALISTO. Hablale primero LUCRECIA. Llama a MELIBEA. Apartase LUCRECIA. Hablanse por entre las puertas MELIBEA y CALISTO. PARMENO y SEMPRONIO de su cabo departen. Oyen gentes por la calle. Apercibense para huyr. Despidese CALISTO de MELIBEA, dexando concertada la tornada para la noche siguiente. PLEBERIO, al son del ruydo que havia en la calle, despiertase. Llama a su muger, ALISA. Pregunta a MELIBEA quien da patadas en su camara. Responde MELIBEA a su padre, PLEBERIO, fingendo que tenia sed. CALISTO con sus criados va para su casa hablando. Echase a dormir. PARMENO y SEMPRONIO van a casa de CELESTINA. Demandan su parte de la ganancia. Dissimula CELESTINA. Vienen a reñir. Echanle mano a CELESTINA; matanla. Da bozes ELICIA. Viene la justicia y prendelos ambos.

Resumen: Cerca la medianoche, Calisto y sus dos criados salen armados hacia la casa de Melibea. La noche está oscura y quieren prevenirse contra cualquier eventual emboscada. Calisto le encomienda a Pármeno que vaya y mire entre las puertas, a ver si ha llegado Melibea. Pármeno hace saber a amo que es más apropiado que sea a él a quien Melibea vea primero. Calisto se adelanta. Los criados quedan rezagados temerosos. Es Lucrecia, la criada, quien reconoce a Calisto por la voz. Melibea se acerca a la puerta y manda a su criada a la cama. Melibea expresa frialdad y miedo que su honra quede dañada:

no sé qué piensas más sacar de mi amor, de lo que entonces te mostré. Desviad estos vanos y locos pensamientos de ti, porque mi honra y persona estén sin detrimento de mala sospecha seguras.

A Calisto, ante tal frialdad, le asalta el presentimiento de haber sido engañado por criados y alcahueta:

¡Oh malaventurado Calisto! !Oh cuán burlado has sido de tus siruientes! ¡Oh engañosa muger Celestina! !Dejárasme acabar de morir y no tornaras a vivificar mi esperanza, para que tubiese más que gastar el fuego que ya me aqueja!

Melibea asegura a Calisto que con sus palabras solo había tratado de probar su fidelidad, y le confirma su gozo y su entrega:

Tú lloras de tristeza, juzgándome cruel; yo lloro de placer, viéndote tan fiel. ¡Oh mi señor y mi bien todo! ¡Cuánto más alegre me fuera poder ver tu faz, que oíir tu voz! ... Limpia, señor, tus ojos, ordena de mí a tu voluntad.

Ambos maldicen aquellas puertas que les impide gozar plenamente de su amor:

MEL.__ ... las puertas impiden nuestro gozo, las cuales yo maldigo y sus fuertes cerrojos y mis flacas fuerzas, que ni tú estarías quejoso ni yo descontenta. CAL. __ ¿Cómo, señora mia, y mandas que consienta a un palo impedir nuestro gozo? Nunca yo pensé que, demás de tu voluntad, lo pudiera cosa estorbar. ¡Oh molestas y enojosas puertas! Ruego a Dios que tal fuego os abrase, como a mí da guerra: que con la tercia parte seríades en un punto quemadas.

Los dos amantes acuerdan verse al día siguiente en el huerto.

MEL.__ ... conténtate con venir mañana a esta hora por las paredes de mi huerto

El diálogo cesa y los jóvenes se apartan cuando Sempronio y Pármeno avisan a su amo de la guardia nocturna que se acerca con hachas. Pleberio, en su alcoba, se despierta ante el bullicio en la habitación de Melibea. Alicia le confirma haberlo oído. Pleberio le pregunta a Melibea qué pasaba. Esta le dice que tenía sed y Lucrecia había salido por un jarro de agua.

Entre tanto, Calisto y sus criados llegan a casa. Calisto se dispone a ir a la cama y aconseja a sus mozos a hacer lo mismo. Sempronio, sin embargo, no deja de pensar en la cadena de oro y en la parte que les correspondía y quiere arreglar cuentas con la vieja Celestina, cuanto antes. Los mozos salen hacia la casa de Celestina. La llaman desde la ventanilla de la alcoba. Celestina les abre. Entran. Declaran que vienen por su parte de la cadena. Celestina, siempre tan astuta, se muestra confusa en sus explicaciones. Les dice se la dio a Elicia, que no sabe dónde la puso, que no es que fuera de mucho valor, añadiendo que se temía que unos familiares que la visitaron se la habrían llevado; y concluye que, en cualquiera de los casos, la cadena le pertenecía a ella y a nadie más:

la cadenilla que traje para que [Elicia] se holgase con ella y no se puede acordar dónde la puso. Que en toda esta noche ella ni yo no habemos dormido sueño de pesar. No por su valor de la cadena, que no era mucho; pero por su mal cobro della y de mi mala dicha. Entraron unos conoscidos y familiares mios en aquella sazón aquí: temo no la hayan llevado, diciendo: si te vi, burléme, etc. así que, hijos, ahora que quiero hablar con entrambos, si algo vuestro amo a mi me dio, debéis mirar que es mío; que de tu jubón de brocado no te pedí yo parte ni la quiero. Sirvamos todos, que a todos dará, según viere que lo merecen. Que si me ha dado algo, dos veces he puesto por él mi vida al tablero.

La disputa sigue; Celestina se da cuenta que la situación se agrava y pide a Elicia que busque a la justicia:

¿Qué es esto? ¿Qué quieren decir tales amenazas en mi casa? ¿Con una oveja mansa tenéis vosotros manos y braveza? ¿Con una gallina atada? ¿Con una vieja de sesenta años? ¡Allá, allá, con los hombres como vosotros, contra los que ciñen espada, mostrad vuestras iras; no contra mi flaca rueca!

Sempronio saca la espada y entre los gritos de Celestina, entre súplicas de ésta a Pármeno para que lo detenga, y entre demandas de éste a Sempronio para que le dé fuerte; Celestina es acuchillada. Ante la gente que acude, Sempronio y Pármeno saltan por la ventana. Caen y mueren descalabrados.

AUTO XIII

Sumario: Despertado CALISTO de dormir, sta hablando consigo mismo. Dende un poco sta llamando a TRISTAN y a otros sus criados. Torna dormir CALISTO. Ponese TRISTAN a la puerta. Viene SOSIA llorando. Preguntado de TRISTAN, SOSIA cuentale la muerte de SEMPRONIO y PARMENO. Van a dezyr las nuevas a CALISTO, el qual, sabiendo la verdad, haze grande lamentacion.

Resumen: Calisto se despierta de un azucarado sueño. Quiere cerciorarse de que lo experimentado aquella noche no había sido pura fantasía. Para ello trata de interrogar a sus criados. Se encuentra con Tristán. Le manda a buscar a Sempronio y Pármeno. En aquellos instantes llega Sosia, el mozo de espuelas, todo desgreñado, con la noticia de que Sempronio y Pármeno han sido degollados públicamente en la plaza. Calisto culpa a la mala fortuna de los incidentes, pondera cómo Celestina era mala y falsa, condenada a morir de mala manera, y se revela contra el destino, decidido a acudir a la cita con Melibea, y sustituir a los criados muertos por Tristán y Sosia, quienes le acompañarán al huerto con escalas:

¡Oh fortuna, cuánto y por cuántas partes me has combatido! Pues, por más que sigas mi morada y seas contraria a mi persona, las adversidades con igual ánimo se han de sufrir y en ellas se prueba el corazón recio o flaco. No ay mejor toque para conocer qué quilates de virtud o esfuerzo tiene el hombre. Pues por más mal y daño que me venga, no dejaré de cumplir el mandado de aquélla por quien todo esto se ha causado. Que más me va en conseguir la ganancia de la gloria que espero, que en la pérdida de morir los que murieron. Ellos eran sobrados y esforzados: ahora o en otro tiempo de pagar habían. La vieja era mala y falsa, según parece que hacía trato con ellos, y así que riñeron sobre la capa del justo. Permisión fue divina que así acabase en pago de muchos adulterios que por su intercessión o causa son cometidos. quiero hacer aderezar a Sosia y a Tristanico. Irán comigo este tan esperado camino. Llevarán escalas, que son muy altas las paredes.

AUTO XIV

Sumario: Está MELIBEA muy affligida hablando con Lucrecia sobre la tardança de CALISTO, el qual le avía hecho voto de venir en aquella noche a visitalla, lo qual cumplió; y con él vinieron SOSIA y TRISTAN. Y después que cumplió su voluntad, bolvieron todos a la posada, y CALISTO se retrae en su palacio y quéxase por aver estado tan poca quantidad de tiempo con MELIBEA, y ruega a Febo que cierre sus rayos, para haver de restaurar su desseo.

Resumen: En el huerto, Melibea y Lucrecia esperan impacientes. Llegan Calisto y sus mozos. Sosia arrima la escalera. Calisto se apresura. Melibea, nerviosa, le aconseja que baje poco a poco. Calisto tiene en sus brazos a Melibea:

¡Oh angélica ymagen! !Oh preciosa perla, ante quien el mundo es feo! ¡ O mi señora y mi gloria! En mis braços te tengo y no lo creo. Mora en mi persona tanta turbación de placer, que me hace no sentir todo el gozo que poseo.

Melibea amonesta a Calisto a no deshonrarla:

MELIB. __ Señor mio, pues me fié en tus manos, pues quise cumplir tu voluntad, no sea de peor condición, por ser piadosa, que si fuera esquiva y sin misericordia; no quieras perderme por tan brevce deleite y en tan poco espacio. ... Goza de lo que yo gozo, que es ver y llegar a tu persona; no pidas ni tomes aquello que, tomado, no será en tu mano bolver. Guarte, señor, de dañar lo que con todos tesoros del mundo no se restaura.

Desde fuera, Tristán y Sosia escuchan a los amantes. Comenta Sosia:

... con su pan se la coma, que bien caro le cuesta: dos mozos entraron en la salsa destos amores.

El reloj da las tres. Calisto se dispone a salir. Manda a sus criados poner la escalera. Al despedirse, comenta Melibea:

Lucrecia, vente acá, que estoy sola. Aquel señor mio es ydo. comigo dexa su corazón, consigo lleva el mío.

Se oyen ruidos afuera.

En la Comedia, primera versión en XVI actos, como se explicó en la nota preliminar, Calisto resbala y muere al bajar de la escalera. Con el fin de alargar la historia de los amores de Calisto y Melibea, se interpolaron varios actos, para reasumir la narración en el Acto XIX, como se hará notar a su debido tiempo.

Calisto y sus criados regresan a la casa. Calisto reflexiona sobre el gozo de haber poseído a Melibea y la deshonra que pueda venirle de la muerte de Sempronio y Pármeno:

¡Oh mezquino yo! Quánto me es agradable de mi natural la solicitud y silencio y escuridad. No sé si lo causa que me vino a la memoria la traición que hize en me departir de aquella señora que tanto amo, hasta que más fuera de día, o el dolor de mi deshonrra. ¡Ay, ay! Que esto es, esta herida es la que siento ahora que se ha resfriado. ahora que está helada la sangre, que ayer hervía; ahora que veo la mengua de mi casa, la falta de mi servicio, la perdición de mi patrimonio, la infamia que tiene mi persona de la muerte que de mis criados se ha seguido.

Al fin, el recuerdo y el placer recibido triunfan sobre el recuerdo y el dolor de las muertes:

Acuérdate de tu señora y tu bien todo. y pues tu vida no tienes en nada por su servicio, no has de tener las muertes de otros, pues ningún dolor igualará con el recibido plazer .

Tristán y Sosia contemplan por la ventana a Elicia, vestida de luto y llorosa, que entra en casa de Areúsa.

AUTO XV

Sumario: Areúsa dize palabras injuriosas a un rufián llamado CENTURIO, el qual se despide della por la venida de ELICIA, la qual cuenta a Areúsa las muertes que sobre los amores de CALISTO Y MELIBEA se avían ordenado, y conciertan Areúsa y ELICIA que CENTURIO aya de vengar las muertes de los tres en los dos enamorados. En fin, despídese ELICIA de Areúsa, no consintiendo en lo que le ruega, por no perder el buen tiempo que se dava, estando en su asueta casa.

Resumen: Areúsa discute con un rufián llamado Centurio en su casa. Entra Elicia. Sale Centurio. Areúsa se sorprende del aspecto de Elicia. Elicia le informa de que no sólo han muerto Sempronio y Pármeno sino también de que éstos asesinaron a Celestina enfrente de ella. Celestina y Sempronio habían sido su sustento y maldice a Calisto y Melibea por haberle causado tal pérdida:

!Ay, que rabio! ! Ay, mezquina, que salgo de seso! ¡ Ay, que no hallo quién lo sienta como yo! No hay quien pierda lo que yo pierdo. ¡Oh cuánto mejores y más honestas fueran mis lágrimas en pasión ajena, que en la propia mía! ¿A dónde iré, que pierdo madre, manto y abrigo; pierdo amigo y tal que nunca faltaba de mi marido? ¡Oh Celestina sabia, honrrada y autorizada, quántas faltas me encobrías con tu buen saber! ... ¡Oh Calisto y Melibea, causadores de tantas muertes! ¡Mal fin hayan vuestros amores, en mal sabor se convertan vuestros dulces placeres! Tórnese lloro vuestra gloria, trabajo vuestro descanso. las yerbas deleitosas, donde tomais los hurtados solaces, se conviertan en culebras, los cantares se os tornen lloro, los sombrosos árboles del huerto se sequen con vuestra vista, sus flores olorosas se tornen de negra color.

Areúsa cree que el consuelo no está en las lágrimas sino en la venganza:

muchas cosas se pueden vengar que es imposible remediar y ésta tiene el remedio dudoso y la venganza en la mano.

Decide que le pedirá a Centurio que dé muerte a Calisto cuando éste vuelva a salir para reunirse con Melibea. Mientras tanto le pide a Elicia que se mude a su casa. Esta se lo agradece, pero prefiere vivir en la suya. Elicia hará las debidas averiguaciones sobre el encuentro de Calisto y Melibea por medio de Sosia. Sale para su casa.

AUTO XVI

Sumario: Pensando PLEBERIO y ALISA tener su hija MELIBEA el don de la Virginidad conservada, lo qual, según ha parescido, está en contrario, y están razonando sobre el casamiento de MELIBEA, y en tan gran quantidad le dan pena las palabras que de sus padres oye, que embía a LUCRECIA para que sea causa de su silencio en aquel propósito.

Resumen: Pleberio y Alisa conversan sobre el futuro de su hija. Ya tiene edad de casarse. es la única heredera de sus bienes. La doncella reúne en sí además de la riqueza, discreción, honestidad, virginidad. No habría caballero que fuera a rehuir tan casamiento. Alisa se muestra de acuerdo con su marido. Melibea, por su parte, que está oyendo, con Lucrecia, la conversación de sus padres, califica de devaneos tales elucubraciones. No estaban enterados de que llevaba ya un mes viendo a Calisto. La doncella defiende sus amoríos y los compara con otros famosos de la mitología y la historia. Harta de la conversación, recomienda a Lucrecia que entre y los interrumpa con algún tipo de pretexto.

AUTO XVII

Sumario: ELICIA, caresciendo de la castimonia de Penélope, determina de despedir el pesar y luto que por causa de los muertos trae, alabando el consejo de Areúsa en este propósito; la qual va a casa de Areúsa, adonde viene SOSIA, al qual Areúsa con palabras fictas saca todo el secreto que está entre CALISTO y MELIBEA.

Resumen: Elicia se da cuenta de que es insensato llorar la muerte de Sempronio; su luto parece ausentar las visitas a su casa. Recuerda el buen consejo de Celestina:

El diablo me da tener dolor por quien no sé si, yo muerta, lo tuviera. Osadas, que me dijo ella a mí lo cierto: nunca, hermana, traigas ni muestres más pena por el mal ni muerte de otro que él hiciera por ti. Sempronio holgara, yo muerta; pues ¿por qué, loca, me peno yo por él degollado? ¿Y qué sé si me matara a mí, como era acelerado y loco, como hizo a aquella vieja que tenía yo por madre?

Decide quitarse el luto y tramar con Areúsa cómo vengarse de Calisto. Vuelve, pues, a casa de Areúsa. Estando allí, llega Sosia a visitar a Areúsa. Elicia se esconde. Aquella se muestra muy afable y trata de engatusar al recién llegado. Sosia revela la hora y el camino por donde irán al huerto de Melibea. Cuando Sosia sale, Areúsa se felicita por sus mañas para engañar a Sosia tan gran facilidad. Ella no tenía nada que envidiar a Celestina:

Así sé yo tratar los tales, así sale de mis manos los asnos, apaleados como éste; y los locos, corridos; y los discretos, espantados; y los devotos, alterados; y los castos, encendidos. Pues, prima, aprende, que otra arte es ésta que la de Celestina; aunque ella me tenía por boba, porque me quería yo serlo.

Tras sacarle el secreto, despide a Sosia fingiendo tener muchas ocupaciones.

AUTO XVIII

Sumario : Elicia determina de fazer las amistades entre Areúsa y Centurio por precepto de Areúsa y vanse a casa de Centurio, onde ellas le ruegan que aya de vengar las muertes en Calisto y Melibea: el qual lo prometió delante dellas. Y como sea natural a éstos no hazer lo que prometen excúsase como en el proceso paresce.

Resumen: Elicia y Areúsa van a la casa de Centurio para convencerle a tomar la venganza en Calisto y Melibea. Centurio explica que él hará cualquier cosa que Areúsa le pida y que esté dentro de sus posibilidades, entre las que enumera algunas:

Mándame tú, señora, cosa que yo sepa hazer, cosa que sea de mi oficio. Un desafío con tres juntos, y si más vinieren, que no huya, por tu amor; matar un hombre; cortar una pierna o brazo; harpar el gesto de alguna que se haya igualado contigo: estas tales cosas, antes serán hechas que encomendadas.

Areúsa quiere que las vengue, a ella y Elicia, de un caballero llamado Calisto. Centurio está dispuesto a matarle sin darle tiempo a confesarse:

Enviémosle a comer al infierno sin confessión.

Cuando le hacen saber que le acompañarían dos de sus mozos, aprovecha para hacer un elogio a su espada:

Pequeña presa es essa, poco ceuo tiene ay mi espada. Mejor ceuara ella en otra parte esta noche, que estaua concertada. ... Si mi espada dixesse lo que haze, tiempo le faltaría para hablar. ¿Quién sino ella puebla los más cementerios? ¿Quién haze ricos los cirujanos de esta tierra? ¿Quién da contino quehazer a los armeros? ¿Quién destroza la malla muy fina? ¿Quién haze riza de los broqueles de Barcelona? ¿Quién rebana los capacetes de Calatayud, sino ella? Que los caxquetes de Almazén así los corta como si fuessen hechos de melón. Veinte años ha que me da de comer. Por ella soy temido de hombres y querido de mugeres; sino de ti. Por ella le dieron Centurio por nombre a mi abuelo y Centurio se llamó mi padre y Centurio me llamo yo.

Al pedir Elicia que no le mate, que solo le apalee, responde Centurio, que una vez que empiece, no sabrá dónde parar:

Juro por el cuerpo santo de la letanía, no es más en mi brazo derecho dar palos sin matar que en el sol dejar de dar vueltas al cielo.

Salen Elicia y Areúsa. Centurio recapacita sobre cómo librarse de la empresa encomendada y, y bajo el pretexto de tener otros encargos ineludibles, contrata a Traso, el cojo, y dos compañeros. Su misión sería simplemente acudir a la cita y hacer ruido, golpeando el broquel con el pomo de la espada, con el fin de asustar y ausentar a unos garzones que por allí iban a pasar.

AUTO XIX

Sumario : Yendo CALISTO con SOSIA y TRISTAN al huerto de PLEBERIO a visitar a MELIBEA que lo estava esperando y con ella LUCRECIA, cuenta SOSIA lo que le acontecio con Areúsa. Estando CALISTO dentro del huerto con MELIBEA, viene TRASO y otros por mandado de CENTURIO a complir lo que avia prometido a Areúsa y a ELICIA, a los quales sale SOSIA. Y oyendo CALISTO desde el huerto onde estava con MELIBEA el ruydo que traian, quiso salir fuera, la qual salida fue causa que sus dias peresciessen, porque los tales este don resciben por galardon e por esto han de saber desamar los amadores.

Resumen: De camino al huerto de Melibea, Sosia le comenta a Tristán lo de su nueva amistad con Areúsa, tan hermosa, tan bien arreada, tan bien perfumada, con manos blancas como la nieve, dispuesta a entregársele. Tristán le aconseja ser prudente y no fiarse de ese tipo de mujeres, pues quizás, lo que quería era averiguar el camino por donde iban a ir al huerto. Llegados al huerto, Calisto ordena poner la escalera y callar, pues quiere escuchar las cancioncillas que entona Melebea y Lucrecia. Cantan a dúo:

LUCR. y MELIB. __
Dulces árboles sombrosos,
humilláos quando veays
aquellos ojos graciosos
del que tanto desseays.
Estrellas que relumbrays,
norte y luzero del día,
¿Por qué no le despertays,
si duerme mi alegría?

A continuación concluye Melibea:

Oyeme tú, por mi vida,
que yo quiero cantar sola.
Papagayos, ruiseñores,
que cantais al alborada,
llevad nueva a mis amores,
cómo espero aquí asentada.
La media noche es passada,
y no viene.
Sabedme si hay otra amada
que lo detiene.

Calisto no puede esperar más y se presenta ante Melibea. La anima a que siga cantando. Para ella, la inspiración provenía del deseo de ver a su amado, al que ya tenía delante. Mientras habla, Calisto trata de desnudarla. Melibea muestra ciertos reparos ante la acostumbrada impaciencia y violencia de su amado:

no me destroces ni maltrates como sueles. ¿Qué provecho te trae dañar mis vestiduras?

Calisto, como voraz de halcón que quiere devorar su presa, le responde:

Señora, el que quiere comer el ave, quita primero las plumas.

En el trasfondo, Lucrecia esta observando a los amantes y se deshace de dentera. Del otro lado de la tapia llegan gritos de los criados que parecen estar enzarzados en un altercado con Traso y su pandilla. Calisto, a los ruidos, se desprende de Malibea y sube apresuradamente las escalera para ayudar a sus mozos. Melibea queda nerviosa ante lo que le pueda pasar a su amante. Tristán le dice a su amo que no baje, que solo se traraba de unos bellacos que pasaban dando voces. Recomienda a su amo que baje con cuidado. Calisto resbala y cae pidiendo confesión. Yace en el suelo inerte, sin habla.

Hasta aquí la gran interpolación de la Tragicomedia. Se reasume la narración, interrumpida en el acto XIV).

Meliba y Lucerecia, que escuchan al otro lado de la tapia, oyen decir a Tristán:

¿Oh mi señor y mi bien muerto! ¡Oh mi señor despeñado! ¡Oh triste muerte sin confessión! Coge, Sosia, esos sesos de esos cantos, júntalos con la cabeza del desdichado amo nuestro. ¡Oh día de aziago! !Oh arrebatado fin!

Lucrecia persuade a la doncella a ir a su cámara. Decide llamar a los padres y fingir otro mal.

AUTO XX

Sumario: LUCRECIA llama a la puerta de la cámara de PLEBERIO. Pregúntale PLEBERIO lo que quiere. LUCRECIA le da priessa que vaya a ver a su hija MELIBEA. Levantado PLEBERIO, va a la cámara de MELIBEA. Consuélala, preguntando qué mal tiene. Finge MELIBEA dolor del coraçón. Embía MELIBEA a su padre por algunos estrumentos músicos. Sube ella y LUCRECIA en una torre. Embía de sí a LUCRECIA; cierra tras ella la puerta. Llégasse su padre al pie de la torre. Descúbrele MELIBEA todo el negocio que avía passado. En fin, déxase caer de la torre abaxo.

Resumen: Lucrecia va a la cámara de Pleberio y le pide venir a ver a Melibea. Pleberio se alarma al ver a su hija tan desconsolada:

¿Qué dolor puede ser, que iguale con ver yo el tuyo? Tu madre está sin seso en oir tu mal. No pudo venir a verte de turbada. Esfuerza tu fuerza, abiva tu corazón, arréciate de manera que puedas tú conmigo ir a visitar a ella. Dime, ánima mia, la causa de tu sentimiento.

Melibea quiere subir con su padre a la azotea para mirar el paisaje y los navíos, a ver si así afloja su congoja. Pide que le traigan algún instrumento para acompañar el canto y mitigar así su dolor. Pleberio pide a Lucrecia que le acompañe. Melibea llama a ésta para comunicarle un mensaje que quiere enviar a su madre. Desde lo más alto de la torreta, recita Melibea detalladamente a su padre, quien desde abajo la escucha, sus tratos con Celestina, sus amoríos con Calisto y la muerte del desdichado. Muerto su amor, sería injusto, añade, que ella siguiera con vida.

¿Qué crueldad sería, padre mío, muriendo él despeñado, que viviese yo penada? Su muerte convida a la mía, comvídame y fuerza que sea presto, sin dilación, muéstrame que ha de ser despeñada por seguirle en todo. y así contentarle he en la muerte, pues no tube tiempo en la vida. ¡Oh mi amor y señor Calisto! Espérame, ya voy; detente, si me esperas; no me incuses la tardanza que hago,dando esta ultima cuenta a mi viejo padre, pues le debo mucho más. ¡Oh padre mio muy amado! Ruégote, si amor en esta pasada y penosa vida me has tenido, que sean juntas nuestras sepulturas: juntas nos hagan nuestras exequias. algunas consolatorias palabras te diría antes de mi agradable fin ... veo tus lágrimas malsufridas descender por tu arrugada faz. Salúdame a mi cara y amada madre: sepa de ti largamente la triste razón porque muero ... gran dolor llevo de mí, mayor de ti, muy mayor de mi vieja madre. Dios quede contigo y con ella. A él ofrezco mi ánima. Pon tú en cobro este cuerpo, que allí baxa.

AUTO XXI

Sumario: PLEBERIO, tornado a su cámara con grandísimo llanto, pregúntale ALISA, su muger, la causa de tan súpito mal. Cuéntale la muerte de su hija MELIBEA, mostrándole el cuerpo della todo fecho pedaços, y haziendo su planto, concluye.

Resumen: Pleberio vuelve a su cámara. Alisa le pregunta por qué está tan triste. Pleberio recita una larga lamentación. Lamenta el desengaño y la futilidad de su vida y su trabajo; la inutilidad de las riquezas que había almacenado en beneficio de su hija. Maldice a la fortuna por haberle privado del gran consuelo de su vejez, maldice el amor. Concluye con estas palabras:

Del mundo me quejo, porque en sí me crió, porque no me dando vida, no engendrara en él a Melibea; no nacida, no amara; no amando, cesara mi quejosa y desconsolada postrimería. ¡O hmi compañera buena! ¡mi hija despedaçada! ¿Por qué no quisiste que estorbasse tu muerte? ¿Por qué no hubiste lástima de tu querida y amada madre? ¿Por qué te mostraste tan cruel con tu viejo padre? ¿Por qué me dexaste, quando yo te había de dexar? ¿Por qué me dexaste penado? ¿Por qué me dexaste triste y solo in hac lachrymarum valle [en este valle de lágrimas].

F I N