II. FABLO MIO ÇID BIEN E TAN MESURADO (7)Mio Cid es una fábula heroica versificada. Fábula, en el sentido de imitación poética de una acción histórica de marcada transcendencia, a la que se subordinan varias acciones parciales.{1} En Mio Cid I la acción principal es la gesta por excelencia, la conquista de Valencia por el Campeador y los suyos; esa acción central va rodeada de varias acciones parciales que la preludian y concluyen. La fábula da comienzos in medias res{2} y cubre unos años de la vida del protagonista. Ni se nos habla de su nacimiento, ni de su muerte. Para el escritor la individualidad de su héroe era su obra, su empresa; dentro de la literatura ejemplar eran las obras de los hombres, no su nacimiento o muerte, lo único que podía servir de objeto de imitación. La conquista de Valencia es la acción central de Mio CidI. Como acción central está encajada dentro de un principio y un final entre sí íntimamente conectados, como origen y resulatdo, respectivamente: el destierro -ira del rey- y las bodas -perdón del rey-. La función de la endocrítica es examinar exponer cómo los comienzos y el final contribuyen a realzar la acción central. Quiere decir que los episodios, incidentes y otros fenómenos de Mio Cid I, desde su primer verso, habrán de enjuiciarse primariamente y en el medida que sea posible en su relación con la gesta del Campeador. Se caracteriza } Cid por una acción rápida, en la que el autor hace patente si instinto artístico por lo esencial; son mínimas las disgresiones, y pocas y cortas las descripciones de puro ornato. El lenguaje parece ir derecho al grano; las ampliaciones literarias, muy numerosas, son de carácter persuasorio. En cuanto al comiezo de la composición, es creencia muy común que Mio Cid I se encuentra mutilado de sus versos iniciales. Esta conjetura se basa en razones externas, como la apariencia física del códice, que carece de una primera hoja, al menos, y el cotejo del texto poético con el de las prosificaciones de las crónicas. Menéndez Pidal trató de reconstruir esa primera hoja en su edición crítica del Poema de Mio Cid, basándose en el relato de la Crónica de Veinte Reyes,{3} La endocrítica no se para a negar que falten hojas al códice; de ser así, lo lamenta. Pero su atención se enfoca a examinar los versos iniciales de la composición y notar si falta algo al principio que injurie la intregridad formal, estructural o estilística de la composición. Mi conclusión a este respecto ha sido -la expondré sin mayores rodeos- que los versos del comienzo del manuscrito de Per Abbat son de un arte proemial tan esmerado, que merecen ser tenidos por encabezamiento de la obra. El umbral de Mio Cid I es el de un escenario muy realista con la escena vacía; un intermitente brillo de ausencias ilumina la presencia del héroe desolado. Su figura es tanto más impresionante cuanto más sorprendentes son las lágrimas en el más bravo soldado de Castilla. El Campeador llora amargamente ante su hacienda reducida a escombros: De los sos ojos tan fuerte mientre lorando El «altísmo poeta» consiguió darnos unos primeros versos muy bien trabajados estilísticamente
o, mejor, retóricamente; acumumlación, enumeración, intensificación polisindética. Así da
comienzo el prológo de Mio Cid I. Sospiro mio Çid ca mucho avie grandes cuidados. Al público se le conduce sutilmente a hacerse una composición de lugar como preámbulo a la
contemplación de una realidad ilusoria. El valiente soldado no es más que un pobre hombre,
«perseguido injustamente por la poderosa parte contraria»,{6} sus enemigos malos. N O T A S1. Para este concepto de fábula y la importancia de la «acción» como elemento básico en la narración dramática, cf. H. Lausberg,Manual de retórica…, II, p. 463 et passim. De acuerdo con las teorías poéticas aristotélicas, la acción era más importante que la delineación del carácter de los personajes, principio puesto en práctica por los dramaturgos españoles en la línea del sentir artístico del Mio Cid. Lo que A. A. Parker decía de nuestro drama español vale para Mio Cid, <st1:City w:st="on">comoimitación de una acción: «We… must accept the fact that the Spanish drama works on the assumption -which after all has the authority of Aristotle behind it- that the plot and not the the characters is the primary thing. We can then judge the action in its own right and see what it has to offer us in terms of human values» (The approach to the Spanish drama of the Golden Age, VUELTA AL TEXTO Londres, 1957, p.4). VUELTA AL TEXTO 2. Algunas retóricas llamaban a este procedimiento de empezar por el medio «orden artificial»; dice así Tony Hunt: «Teaching on the natural and artificial order of narration had already been included in the Viennese scholia on Horace's Art of Poetry, preserved in a codex of the tenth or eleventh century and composed by an unknown author of the Alcuin school: 'omnis ordo aut gesta est; artificialis est. Naturalis ordo est, si quis narret rem ordine quo gesta est; artificialis ordo est, si quis non incipit a prinicpio rei gestae, sed a medio…'.» (The rhetorical background to the Arthurian prologue, «Forum for Modern Language Studies», 6, 1970, p. 9). Expresamente los versos que hoy encabezan Mio Cid han sido aceptados como comienzo real por A. Pardo, en Los versos 1-9 del «Poema de Mio Cid»: ¿No comenzaba ahi el «Poema»?, «Thesaurus», 28, 1972, pp . 261-292. VUELTA AL TEXTO 3. PMC, pp. 99-103. VUELTA AL TEXTO 4. Según Cicerón: «insinuatio est oratio quadam dissimulatione et circumitione obscure subiciens auditoris animum» (De inventione, 1, 15, 20). Para más detalles sobre lainsinuatio y el arte del proemio, cf. H. Lausberg, op. cit., III, p. 84, «exordium», y p. 114, «insinuatio». También es de gran interés el artículo de T. Hunt, citado más arriba, nota 2. VUELTA AL TEXTO 5. Para los usos retóricos de los casos oblicuos y sus efectos al comienzo de las obras que más arriba se mencionaron, cf. H. Lausberg, op. cit., II, pp. 321-322. VUELTA AL TEXTO 6. Cf. Lausberg, op. cit., I, p. 252; allí mismo leemos que entre los diversos modos de granjearse el orador la benevolencia del público se encuentra el que la Rhetorica ad Herenniumdenomina «ab adversariorum persona» (1, 4, 8), que «apunta al vituperio de la parte contraria y a quitarle la simpatía de parte del público». VUELTA AL TEXTO 7. Quintillano (10, 1, 48) hacía notar cómo Homero se granjeaba la benevolencia del público mediante la invocación de las musas: «benevolum auditorem invocatione dearum quas praesidere vatibus creditum est… facit» (cf. H. Lausberg, op. cit. I, p. 251). Más sobre la invocatio en E. R. Curtius, op. cit ., p. 629, «invocation». VUELTA AL TEXTO 8. Este arte juglaresco de esconderse el narrador tras sus personajes se extiende más allá de la invocación y la presentación del estilo. Me limitaré a destacar el hecho de que las frases epitéticas, que caracterizan al Cid, las enuncia primero un personaje; después es cuando las emplea el narrador. Por ejemplo:en buen ora çinxiestes espada (41), en boca de la niña de nuef años; poco después en la del narrador: el que en buen ora fuestes naçido (71); más adelante diría de él el narrador: del que en buen ora nasco (202). Martín Antolínez: al Campeador contado(142); narrador: del Campeador contado (152). Doña Jimena es la primera en admirar la barba de su esposo: barba tan complida(268); después lo haría el narrador: [el de] la barba velida (274). ¿Coincidencia casual? Es presciso aceptarlo como técnica literaria que responde a un sentimiento artístico peculiar. VUELTA AL TEXTO 9. Vida de sancto Domingo de Silos y Vidas de sancta Oria, Virgen, Buenos Aires, 1943, p. 11. VUELTA AL TEXTO 10. El Libro de Alexandre, ed. De R. S. Willis, Jr ., Princeton , 1934, p. 3. VUELTA AL TEXTO 11. Castilla…, p. 161. VUELTA AL TEXTO 12. En torno …, p. 215. VUELTA AL TEXTO 13. Antes de pasar a la explicación del verso 7, creo oportuno poner al lector al corriente de juicios autorizados sobre el carácter técnico del arte miocidiano. Decía Dámaso Alonso: «¡Pero habrá quien crea todavía en la barbarie del poema, en su falta de técnica y pobreza de recursos! Quien escribía así venía, sin duda, detrás de una larga tradición, de una escuela literaria, y poseía una técnica, distina, sí, de la de otra cualquier época, pero sabia, pero maestra, pero perfecta, es decir, adecuada a sus fines» (Ensayo…, p. 82). En estos estudios me propongo contribuir a examinar y aclarar, precisamente, esa técnica, creyéndola el producto de una preparación cultural, escolástica, retórica. Más sobre esta técnica retórica puede aprenderse en el único artículo sobre Mio Cid que trata de estudiar sus aspectos de oratoria; su autor, E. Caldera, dice, entre otras cosas: «Gli aspetti del poema che abbiamo finora presi in esame, ma soprattutto l'esperta tecnica retorica che vari discorsi lasciano trapelare, ci schiudono un mondo in cui l'interesse per il fato oratorio, oltre che esteriore ed emotivo, è anche culturale. Un mondo in cui non solo la figura dell'oratore occupa il posto preminente che le competeva nella società colta del tempo, ma anche un centro de più diffusa cultura.» «Né possiamo dimenticare che la comE chi consideri lo stretto, indissolubile legame che associava, nel Medio Evo, retorica e poesia (e la retorica univa alle altre arti liberali), potrebbe essere indotto a congetturare che Medinaceli fosse, oltre chefoco de una producción poética, secondo la definizione del Menéndez Pidal [nota: PMC, 1940, p. 40], anche un centro de più diffusa cultura.» «Né possiamo dimenticare che la composizione del poema si colloca in quella piena fioritura culturale che il Vossler non esitò a definire la "Aufklärung» medieval: la quale traeva particolare stimolo dalla cosiddetta scuola toledana de recente istituzione, oltre che dai vari fiorenti centri monastici degli stati orientali e occidentali della penisola» (L'oratoria nel «PMC», «Miscellanea di Studi Ispanici», 10, 1965, p. 10). VUELTA AL TEXTO 14. En el artículo citado en la nota anterior, E. Caldera explica el sentido retórico del verso 7: «Il primo discorso che s'incontra alle soglie del poema è quello in cui il Cid constata con asciutta amarezza il male che gli hanno arrecato I suoi nemici : Fabló mio Cid bien e tan mesurado: «grado a ti, señor pabre, que estás en alto! »Esto me an buelto mios enemigos malos» (vv. 7-9). »Il significato retorico della locuzione avverbiale bien e tan mesurado è sicuramente attestato» (p.12). Mi interés será proyectar esa expresión adverbial sobre una perspectiva más amplia, para reforzar su significado retórico. Reconozco que Caldera tuvo una valiosa intuición, y quiero aclarar que antes de leer su artículo había llegado yo a semejantes conclusiones. VUELTA AL TEXTO 15. «est autem paean… non syllabarum numero, sedaurium mensura, quod est acrius iudicium et certius, per fere cretico» (De oratore, 3, 183). Ese módulo acústico era denominado numerus, en latín, o ritmo, en griego: «¡Quidquid est enim quod sub aurium mensuram aliquam cadit, etiam si abest a versu… numerus vocatur, qui Graece dicitur» (Cic.,Orator, 67). VUELTA AL TEXTO 16. «poema nemo dubitaverit impetu quodam initio fusum et aurium mensura et similiter decurrentium spatiorum observatione esse generatum, mox in eo repertos pedes» (Inst. orat., 9, 4, 114). VUELTA AL TEXTO 17. Setenario, Buenos Aires, 1945, p. 31. Entiéndase que aurium mensura implica la modulación de la voz. Aunque reconozco que la prosodia latina era de naturaleza diferente de la castellana, sin embargo no deja de interesarme notar cómo los castellanos aprendieron sus teorías de los latinos; por ejemplo, en ese mucho de uagar y muy rrezio de Alfonso X no puedo menos de ver un eco, directo o indirecto, del longior y altior mensura vocis de que hablaba Aulo Gelio: « autem longitudines et altitudines vocis emititur. Longior mensura vocis dicitur, altior . Est at alia species , quae appellatur , per quam syllabarum longarum et brevium et mediocrium iunctura et modus congruens cum principiis geometriae aurium mensura examinatur» (Noctes Atticae, 16, 18, 5). Caldera, que estableció la relación entre el verso 7 de Mio Cid y el pasaje citado del Setenario, decía así de la tradición que enlazada las dos obras: «La sua cultura retorica [del autor de Mio Cid] e quella dell'eroe da lui cantato, non sono in fondo che anelli di una tradizione probabilmente ininterrotta, che s'era radicata in Spagna fin dall'età imperiale e che avrebe raggiunto una sua nova vitale consapevolezza nell'opera de Alfonso X e di Juan Manuel» (art. cit., p. 29). El autor ve en el ejemplo de la Leyenda de los Siete Infantes de Lara, «vos fablades en plaza muy mesurada mientre e muy bien», una alusión a la «publica eloquenza» (p. 13). Para mí, confirma este ejemplo su carácter de tecnicismo definidor del estilo de juglaría. VUELTA AL TEXTO 18. La versificación en Mio Cid ha atraído la diligente curiosidad de muchos críticos; Menéndez Pidal la estudia y nos informa de las opiniones de los críticos precedentes en CMC, I, pp. 77 y ss. Para mayor información bibliográfica sobre este asunto y muchos de los otros recomendamos el trabajo de Donna Sutton, The «Cid»: a tentative bibliography to January 1969, «Boletín de Filología (Universidad de Chile), 21, 1970, pp. 21-173. No he podido consultar la siguiente tesis, escrita recientemente, de H. Soto-Pérez, The semiquinarian caesura of the Latin hexameter in the Spanish medieval epic (La cesura semiquinarian del hexámetro latino en la épica medieval española: Análisis sobre la permanencia de elementos estéticos en la evolución lingüística), tesis doctoral, University of Southern California, 1973. VUELTA AL TEXTO 19. Métrica española, <st1:place w:st="on">Syracuse , 1956, pp . 34-35. VUELTA AL TEXTO |