Pedro Calderón de la Barca (1600-1681)
LAS CADENAS DEL DEMONIO
PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA
- San BARTOLOME
- El REY Polemón
- LICANORO, príncipe
- CEUSIS, príncipe
- El DEMONIO
- Un SACERDOTE de Astarot
- LIRON, villano
- SILVIA, dama
- FLORA, dama
- LESBIA,villana
- CRIADO
- MUSICOS
- CRIADOS
- GENTE
JORNADA PRIMERA
Salen IRENE, y FLORA y SILVIA
deteniéndola
IRENE: Dejadme las dos.
FLORA: Señora,
mira...
SILVIA: Oye...
FLORA: Advierte...
IRENE: ¿ Qué tengo
de oír, advertir y mirar,
cuando miro, oigo y advierto
cuán desdichada he nacido, 5
sólo para ser ejemplo
del rencor de la Fortuna
y de la saña del tiempo?
Dejad, pues, que con mis manos,
ya que otras armas no tengo, 10
pedazos del corazón
arranque, o que de mi cuello,
sirviéndome ellas de lazo,
ataje el último aliento;
si ya es que, porque no queden 15
de tan mísero sujeto
ni aun cenizas que ser puedan
leves átomos del viento,
no queráis que al mar me arroje
desde ese altivo soberbio 20
homenaje, en fatal ruina
de la prisión que padezco.
SILVIA: ¡ Sosiega!
FLORA: ¡ Descansa!
SILVIA: ¡ Espera!
IRENE: ¿ Qué descanso, qué sosiego
ha de tener quien no tiene 25
ni esperanza de tenerlo?
SILVIA: El entendimiento sabe
moderar los sentimientos.
IRENE: Esa es opinión errada;
que antes el entendimiento 30
aflige más cuanto más
discurre y piensa en los riesgos.
FLORA: Es verdad, pero también...
IRENE: No prosigas; que no quiero
desaprovechar mis iras 35
ahora en tus argumentos.
Dejadme sola, dejadme,
idos, idos de aquí presto.
FLORA: Dejémosla sola, pues
sabes que sólo es el medio 40
de su furor el dejarla.
Vanse FLORA y SILVIA
IRENE: Ya se han ido. Ahora, cielos,
han de entrar con vuestras luces
en cuenta mis sentimientos.
¿ Qué delito cometí 45
contra vosotros naciendo,
que fue de un sepulcro a otro
pasar no más, cuando veo
que la fiera, el pez y el ave
gozan de los privilegios 50
del nacer, siendo su estancia
la tierra, el agua y el viento?
¿ A qué fin, dioses, echasteis
a mal en mi nacimiento
un alma con sus potencias 55
y sus sentidos, haciendo
nueva enigma de la vida
gozarla y perderla, puesto
que la tengo y no la gozo,
o la gozo y no la tengo? 60
O son justas o injustas
vuestras deidades, es cierto;
si justas, ¿ cómo no os mueve
la lástima de mis ruegos?
Y si son injustas, ¿ cómo 65
las da adoración el pueblo?
Ved que por entrambas partes
os concluye el argumento.
Responded a él... pero no
respondáis; porque no quiero 70
deberos esa piedad,
por no llegar a deberos
nada que esté en vuestra mano,
y de vosotros apelo
a los infernales dioses, 75
a quien vida y alma ofrezco,
dando por la libertad
alma y vida.
Sale el DEMONIO
DEMONIO: Yo [la] acepto.
IRENE: ¿ Quién eres, gallardo joven,
que, si las noticias creo 80
de pintados simulacros
que en algunos cuadros tengo,
viva copia eres de aquel
ídolo que en nuestro templo,
con el nombre de Astarot, 85
adora todo este reino,
cuya opinión acredita
haber penetrado el centro
de esta ignorada prisión
sobre las alas del viento? 90
DEMONIO: ¿ Qué mucho que a él me parezca,
Irene, si soy el mesmo,
pues las doy a sus estatuas
alma, vida, voz y aliento?
Yo soy el dios de Astarot, 95
aquél a cuyo precepto
ilumina el sol, la luna
alumbra, los astros bellos
influyen, el cielo todo
se mueve y los elementos 100
en lid se conservan, siempre
amigos y siempre opuestos.
Yo soy el que en toda el Asia,
por los extraños portentos
de mis milagros, estoy 105
adorado, hallando a un tiempo
su amparo en mí el afligido
y su salud el enfermo.
Compadecido a tu llanto
y enternecido a tu ruego, 110
concurriendo a tus conjuros,
a darte libertad vengo.
Y aunque yo sepa la causa,
oírla de tu boca quiero,
porque caiga nuestro pacto 115
sobre mejor fundamento.
Dime, ¿ qué quieres de mí?
IRENE: Tanto a tu voz me estremezco,
tanto a tu vista me asombro,
tanto a tu semblante tiemblo 120
que no sé si formar pueda
razones; mas oye atento.
Esta provincia de Asia,
a quien los que dividieron
el mundo dieron por nombre 125
inferior Armenia, imperio
es del grande Polemón,
de cuya corona y cetro
hija heredera nací,
si hubiese querido el cielo 130
que se midieran iguales
fortuna y merecimiento.
Quiso mi padre que hiciesen
juicio de mi nacimiento
sus sabios y en él hallaron 135
--¡ de imaginarlo reviento!--
que había de ser mi vida
el más extraño, el más nuevo
prodigio de cuantos dio
la fama a guardar al tiempo; 140
pues de ella resultarían
para todo aqueste imperio
robos, muertes, disensiones,
bandos, tragedias, incendios,
lides, traiciones, insultos, 145
ruinas y escándalos, siendo
en oprobio de los dioses
el principal instrumento
de otra nueva ley de un dios
superior a todos ellos. 150
Con estos temores, dando,
entre tan raros sucesos,
crédito a los vaticinios
y opinión a los agüeros,
equivocando los nombres 155
de piadoso y de severo,
dispuso mi padre el rey
que yo muriese en naciendo.
¿ Quién vio más crüel, tirano,
injusto y torpe decreto 160
que hacer los delitos él
porque yo no llegue a hacerlos?
De esta sentencia apelando
de su ira a su consejo,
él mismo mudó intención, 165
tomando --¡ ay de mí!-- por medio
que en esta torre, fundada
en los ásperos desiertos
de Armenia, viva, si acaso
vive quien vive muriendo. 170
Aquí con solas mujeres
me ha criado, de quien tengo,
por su relación, remotas
noticias del universo.
No sé hasta ahora cómo son 175
sus repúblicas, sus pueblos,
sus políticas, sus leyes,
sus tratos y sus comercios.
El primer hombre que he visto,
si no me miente el objeto 180
tuyo aparente, eres tú;
tan cerca --¡ ay de mí!-- y tan lejos
vivo de lo racional.
Y aun ya pasara por esto,
si hoy no me hubiera una dama<~ 185
dicho que mi padre --¡ ay cielos!--
a dos hijos de Astiages,
su hermano, trajo a su reino;
cuya desesperación
me hizo --¡ de cólera tiemblo!-- 190
salir de mí --¡ de ira rabio!--
hasta --¡ ahógame mi aliento!--
decir que en muerte y en vida
el alma le daré en precio
a cualquiera que me dé 195
la libertad que apetezco.
Y así, si tú, enternecido
de mi llanto y de mis ruegos,
de mi pena y de mi agravio,
de mi voz y mi tormento, 200
me la das, otra vez y otras
mil veces a decir vuelvo
que soy tuya, y lo seré
en vida y en muerte, haciendo
libre donación en vida 205
y muerte de alma y de cuerpo,
para ver si así me libro
de esta prisión que padezco,
de esta esclavitud que lloro,
de esta sujeción que tengo, 210
de esta envidia que publico
y de esta rabia que siento.
DEMONIO: La lástima, hermosa Irene,
de tus extraños sucesos
me ha obligado a tomar hoy 215
esta forma, concurriendo,
como dije, a tus conjuros;
y aunque puedan mis portentos
no sólo de aquí sacarte,
pero todo este soberbio 220
edificio trasladar,
arrancado de su asiento,
a los más remotos climas
de todo el orbe, no quiero
que hoy en tu favor me ayuden 225
tantos prodigiosos medios.
De medios más naturales
me he de valer. (Y es que tengo Aparte
limitada la licencia
de Dios, y así no me atrevo 230
a más de lo que permiten
sus soberanos decretos.)
Yo te pondré en libertad,
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