Anónimo
Romancero Español

Cipión destruye a Numancia   (á-o)  (ficha nš: 1380)


Enojada estaba Roma      de ese pueblo soriano:   
envía, que le castigue,      a Cipión el Africano.      2
Sabiendo los de Numancia      que en España había llegado,   
con esfuerzo varonil      lo1 esperan en el campo.      4
A los primeros encuentros      Cipión se ha retirado:   
mas volviendo a la batalla      reciamente ha peleado.      6
Romanos son vencedores      sobre los de Soria han dado:   
matan casi los más de ellos,      los otros se han encerrado.      8
Metidos en la ciudad      Cipión los ha cercado,   
púsoles estancias fuertes,      y un foso desaforado:      10
y tanto les tuvo el cerco,      que el comer les ha faltado   
Púsolos en tanto estrecho,      que en fin han determinado      12
de matar toda la gente      que no tome arma en mano.   
Ponen fuego a la ciudad,      ardiendo de cabo a cabo,      14
y ellos dan en el real      con ánimo denodado:   
pero al fin todos murieron,      que ninguno no ha escapado.      16
Veinte días ardió el fuego,      que dentro ninguno ha entrado.   
Ya que entrar dentro pudieron,      cosa víva no han hallado,      18
sino un mochacho pequeño      que a trece años no ha llegado,   
que se quedó en una cuba,      do el fuego no le ha dañado.      20
Vuélvese Cipión a Roma,      solo el mochacho ha llevado:   
pide que triunfo le den,      pues a Soria había asolado.      22
Visto lo que Cipión pide,      el triunfo le han denegado,   
diciendo, no haber vencido,      pues ellos lo habían causado.      24
Lo que Roma determina      por sentencia del senado:   
que Cipión vuelva a Soria,      y que al mozo, que ha escapado,      26
le ponga sobre una torre,      la más alta que ha quedado,   
y allí le entregue las llaves,      teniéndolas en su mano,      28
y se las tome por fuerza,      como a enemigo cercado,   
y en tomarlas de esta suerte      el triunfo le será dado.      30
A Soria vuelve Cipión,      según que le fue mandado:   
puso el mochacho en la torre      del arte que era acordado.      32
Allí las llaves le pide;      mas él se las ha negado,   
dijo: --No quieran los dioses,      que haga tan mal recaudo.      34
Ni por mí te den el triunfo,      habiendo solo quedado:   
pues que nunca lo ganaste      de los que ante mí han pasado.      36
Estas palabras diciendo,      con las llaves abrazado,   
se echó de la torre abajo      con ánimo muy osado:      38
y así quedó Cipión      sin el triunfo deseado.   

Violación de la casa de Hércules   (á)   (ficha nš: 1381)


Don Rodrigo, rey de España,      por la su corona honrar,   
un torneo en Toledo      ha mandado pregonar;      2
sesenta mil caballeros      en él se han ido a juntar   
Bastecido el gran torneo,      queriéndole1 comenzar,      4
vino gente de Toledo2      por le haber de suplicar3   
que a la antigua casa de Hércules      quisiese un candado echar,      6
como sus antepasados      lo solían acostumbrar.   
El rey no puso el candado,      mas todos los fue a quebrar4      8
pensando que gran tesoro      Hércules fuera a dejar5 .   
Entrando6 dentro en la casa      no fuera otro hallar7      10
sino letras que decían:      « Rey has sido por tu mal   
que el rey que esta casa abriere8      a España tiene quemar. »      12
Un cofre de gran riqueza      hallaron dentro un pilar,   
dentro dél nuevas banderas      con figuras de espantar,      14
alárabes de caballo      sin poderse menear,   
con espadas a los cuellos,      ballestas de buen echar9      16
Don Rodrigo pavoroso      no curó de más mirar.   
Vino un águila del cielo,      la casa fuera [a] quemar10 .      18
Luego envía mucha gente      para Africa conquistar;   
veinte y cinco mil caballero      dió al conde don Julián,      20
y pasándolos el conde      corría fortuna en la mar:   
perdió doscientos navíos,      cien galeras de remar      22
y toda la gente suya,      sitio cuatro mil no mas.   

Amores trata Rodrigo   (á-o)  (ficha nš: 1382)


Amores trata Rodrigo:      descubierto ha su cuidado;   
a la Cava lo decía      de quien era enamorado:      2
miraba su lindo rostro,      miraba su rostro alindado,   
sus lindas y blancas manos      él se las está loando.      4
--Querría que me entendieses      por la vía que te hablo:   
darte hia mi corazon,      y estaría al tu mandado.--      6
La Cava, como es discreta,      a burlas lo había echado.   
El rey le hace juramento      que de veras se lo ha hablado.      8
Todavía lo disimula      y burlando se ha excusado.   
El rey va a tener la siesta,      y en un retreto se ha entrado;      10
con un paje de los suyos      por la Cava ha enviado.   
La Cava, muy descuidada,      cumplió luego su mandado.      12
El rey, luego que la vido,      hale de recio apretado,   
haciéndole mil ofertas,      si ella hacía su rogado.      14
Ella nunca hacerlo quiso,      por cuanto él le ha mandado:   
y así el rey lo hizo por fuerza      con ella, y contra su grado.      16
La Cava se fue enojada,      y en su cámara se ha entrado.   
No sabe si lo decir,      o si lo tener callado.      18
Cada día gime y llora,      su hermosura va gastando.   
Una doncella, su amiga,      mucho en ello había mirado,      20
y hablóle de esta manera,      de esta suerte le ha hablado:   
--Agora siento, la Cava,      mi corazon engañado,      22
en no me decir lo que sientes      de tu tristeza y tu llanto.--   
La Cava no se lo dice;      mas al fin se lo ha otorgado:      24
dice como el rey Rodrigo      la ha por fuerza deshonrado,   
y porque mas bien lo crea,      háselo luego mostrado.      26
La doncella que lo vido      tal consejo le ha dado:   
--Escríbeselo a tu padre,      tu deshonra demostrando.--      28
La Cava lo hizo luego,      como se lo ha aconsejado,   
y da la carta a un doncel      que de la Cava es criado.      30
Enbarcárase en Tarifa,      y en Ceuta la hubo levado,   
donde era su padre, el conde,      y en sus manos la hubo dado.      32
Su madre, como lo supo,      grande llanto ha comenzado.   
El conde la consolaba      con que la haría bien, vengado      34
de la deshonra tan grande      que el rey les había causado.   

Amores trata Rodrigo   (á-o)  (ficha nš: 1383)


Amores trata Rodrigo:      descubierto ha su cuidado;   
a la Cava se lo dice      de quien anda enamorado.      2
- Mira, mi querida Cava,      mira agora que te hablo:   
darte he yo mi corazon,      y estaría a tu mandado. -      4
La Cava, como es discreta,      en1 burlas lo ha tomado,   
respondió muy mesurada      y el gesto bajó humillado:      6
--Pienso que burla tu Alteza      o quiere probar el vado:   
no me lo mandéis señor,      que perderé gran ditado.--      8
Don Rodrigo le responde,      que conceda lo rogado:   
que de este reino2 de España      puedes hacer tu mandado3 .      10
Ella hincada de rodillas,      él la estaba enamorando:   
sacándole está aradores      de su odorífera mano.      12
Fue a dormir el rey la siesta;      por la Cava había4 enviado:   
cumplió el rey su voluntad      más por fuerza que por grado,      14
por lo cual se perdió España      por aquel tan gran pecado.   
La malvada5 de la Cava      a su padre lo ha contado.      16
Don Julian, que es el traidor      con moros se ha concertado   
que destruyesen6 a España      por lo haber así jurado.      18

Amores trata Rodrigo   (á-o)  (ficha nš: 1384)


De amores trata don Rodrigo;      descubierto ha su cuidado;   
a la Cava se lo dice      de quien anda enamorado;      2
sacándole está aradores      en sus haldas reclinado,   
y apretándole la mano      de esta suerte ha proposado:      4
--Sepas, mi querida Cava,      que de ti estó apasionado:   
pido que me dés remedio,      pues todo está a tu mandado:      6
mira, que lo que el rey pide,      ha de ser por fuerza, o grado.--   
La Cava, siendo discreta,      como en burlas lo ha tomado,      8
respondióle mansamente,      el gesto bajo, humillado:   
--Pienso que burla la tu Alteza,      o quiere probar el vado.      10
No me pidas tal, señor,      que perderé gran ditado.--   
Don Rodrigo le responde,      que conceda lo rogado,      12
y será reina de España      y de todo su reinado.   
No concediendo su ruego,      de la Cava se ha ausentado;      14
fuérase a dormir la siesta,      y por ella hubo enviado.   
Cumplió el rey su voluntad      más por fuerza que por grado.      16
La malvada de la Cava      a su padre lo ha contado,   
que es el conde don Julian.      El conde, muy agraviado,      18
de vender a toda España      con moros se ha concertado.   

En Ceuta está don Julián   (á-a)  (ficha nš: 1385)


En Ceupta está Julian,      en Ceupta la bien1 nombrada:   
para las partes de aliende      quiere enviar su embajada;      2
rnoro viejo la escrebia2 ,      y el conde se la notaba3 ;   
después de haberla escripto,      al moro luego matara.      4
Embajada es4 de dolor,      dolor5 para toda España:   
las cartas van al rey moro6      en las cuales le juraba      6
que si le daba aparejo      le dará por suya España.   
Madre España, ¡ay de tí!      en el mundo tan nombrada      8
de las partidas la mejor7      la mejor y más ufana8 ,   
Donde nace el fino oro,      y la plata no faltaba,      10
dotada de hermosura,      y en proezas extremada9 ;   
por un perverso traidor      toda eres abrasada,      12
todas tus ricas ciudades      con su gente tan galana10   
las domeñan hoy11 los moros      por nuestra culpa malvada,      14
si no fueran las Astúrias,      por ser la tierra tan brava.   
El triste rey don Rodrigo,      el que entonces te12 mandaba,      16
viendo sus reinos perdidos      sale a la campal batalla   
el cual en grave dolor      enseña su fuerza brava;      18
mas tantos eran los moros      que han vencido la batalla.   
No paresce el rey Rodrigo,      ni nadie sabe do estaba13 .      20
Maldito de tí, don Orpas,      obispo de mala andanza:   
en esta negra conseja      uno a otro se ayudaba.      22
¡Oh dolor sobre manera!      oh cosa nunca cuidada!   
que por sola una doncella,      la cual Cava se llamaba,      24
causen estos dos traidores      que España sea domeñada,   
y perdido el rey señor,      sin nunca dél saber nada.      26

Las huestes de don Rodrigo   (í-a)     (ficha nš: 1386)


Las huestes de don Rodrigo      desmayaban y huían   
cuándo en la octava batalla      sus enemigos vencían.      2
Rodrigo deja sus tiendas1      y del real se salía:   
solo va el desventurado      que no lleva compañía.      4
El caballo de cansado      ya mudar no se podía:   
camina por donde quiere,      que no le estorba la vía.      6
El rey va tan desmayado      que sentido no tenía:   
muerto va de sed y hambre      que de velle era mancilla;      8
iba tan tinto de sangre,      que una brasa parecía.   
Las armas lleva abolladas,      que eran de gran pedrería;      10
la espada lleva hecha sierra      de los golpes que tenía;   
el almete abollado2      en la cabeza se le hundía;      12
la cara lleva hinchada      del trabajo que sufría.   
Subióse encima de un cerro      el más alto que veía:      14
dende allí mira su gente      cómo iba de vencida.   
De allí mira sus banderas,      y estandartes que tenía,      16
cómo están todos pisados      que la tierra los cubría.   
Mira por los capitanes      que ninguno parescía;      18
mira el campo tinto en sangre,      la cual arroyos corría.   
El triste de ver aquesto      gran mancilla en sí tenía:      20
llorando de los sus ojos      de esta manera decía:   
--Ayer era rey de España,      hoy no lo soy de una villa;      22
ayer villas y castillos,      hoy ninguno poseía;   
ayer tenía criados,      hoy ninguno3 me servía,      24
hoy no tengo una almena      que pueda decir que es mía.   
¡Desdichada fue la hora,      desdichado fue aquel día      26
en que nací y heredé      la tan grande señoría,   
pues lo había de perder      todo junto y en un día!      28
¡Oh muerte! ¿por qué no vienes      y llevas esta alma mía   
de aqueste cuerpo mezquino,      pues te se agradecería?      30

Profecía de la pérdida de España   (í-a)      (ficha nš: 1387)


Los vientos eran contrarios,      la luna estaba crecida,   
los peces daban gemidos      por el mal tiempo que hacía,      2
cuando el rey don Rodrigo      junto a la Cava dormía,   
dentro de una rica tienda      de oro bien guarnescida.      4
Trescientas cuerdas de plata      que la tienda sostenían,   
dentro había cien doncellas      vestidas a maravilla;      6
las cincuenta están tañendo      con muy extraña armonía;   
las cincuenta están cantando      con muy dulce melodía.      8
Allí hablara una doncella      que Fortuna se decía:   
--Si duermes, rey don Rodrigo,      despierta por cortesía,      10
y verás tus malos hados,      tu peor postrimería   
y verás tus gentes muertas,      y tu batalla rompida,      12
y tus villas y ciudades      destruidas en un día.   
Tus castillos fortalezas,      otro señor los regía.      14
Si me pides quién lo ha hecho,      yo muy bien te lo diría:   
ese conde don Julian      por amores de su hija,      16
porque se la deshonraste      y más de ella no tenía.   
Juramento viene echando1      que te ha de costar la vida.--      18
Despertó muy congojado2      con aquella voz que oía;   
con cara triste y penosa      de esta suerte respondía:      20
--Mercedes a ti, Fortuna,      de esta tu mensajería.--   
Estando en esto allegó      uno que nuevas traía:      22
cómo el conde. don Julian      las tierras le destruía.   
Apriesa pide el caballo,      y al encuentro le salía;      24
los enemigos son tantos      que esfuerzo no le valía;   
que capitanes y gentes      huía él que más podía.      26
Rodrigo deja sus tierras,      y del real se salía;*   
solo va el desventurado      que no lleva compañía.      28
El caballo de cansado      ya mudar no se3 podía:   
camina por donde quiere,      que no le estorba la vía.      30
El rey va tan desmayado      que sentido no tenía:   
muerto va de sed y hambre      que de verle era mancilla;      32
iba tan tinto de sangre,      que una brasa parecía.   
Las armas lleva abolladas,      que eran de pedrería;      34
la espada hecha una sierra      de los golpes que tenía;   
el almete de abollado      la cabeza le hundía;      36
la cara lleva hinchada      del trabajo que sufría.   
Subióse encima de un cerro      el más alto que allí había;      38
de allí miraba su gente      cómo iba de vencida.   
De allí mira sus banderas,      y estandartes que tenía,      40
cómo están todos pisados      que la tierra los cubría.   
Mira por los capitanes      que ninguno parescía;      42
mira el campo tinto en sangre,      el cual arroyos corría.   
El triste de ver aquesto      gran mancilla en sí tenía:      44
lloraba de los sus ojos      de esta manera decía:   
--Ayer era rey de España,      hoy no lo soy de una villa;      46
ayer villas y castillos,      hoy ninguno poseía;   
ayer tenía criados,      y gente que me servía,      48
hora4 no tengo una almena      que pueda decir que es mía.   
¡Desdichada fue la hora,      desdichado fue aquel día      50
en que nací y heredé      tan gran reino y señoría,   
pues lo había de perder      todo junto y en un día!      52
¡Oh muerte! ¿por qué no vienes      y llevas esta alma mía   
de aqueste cuerpo mezquino,      pues te se agradecería?      54

Ya se sale de la priesa   (á-o)  (ficha nš: 1388)


Ya se sale de la priesa      el rey Rodrigo cansado;   
pusiérase hacia una parte      por de allí mirar su campo:      2
ve que su gente se apoca,      y como va desmayando.   
Desque esto vido Rodrigo      no curó de mas mirallo,      4
porque bien ve que los suyos      ya no pueden soportallo.   
Volvió las riendas apriesa,      da de espuelas al caballo;      6
huyendo va a más andar.      Por un tremedal1 abajo   
viólo huir Aliastras,      un su capitan honrado;      8
acordó seguir tras él,      mas nunca pudo hallarlo2 .   
Desque vió que no le halla,      a Toledo hubo llegado,      10
donde quedara la corte,      y la reina había quedado.   
Pesábale por llevar      de su rey tan mal recaudo;      12
en entrando por la puerta,      comenzó a decir llorando:   
--Ya, señora, no sois reina,      ya no tenéis ningún mando,      14
porque en ocho batallas      perdistes todo el estado.   
Perdistes al rey Rodrigo      el vuestro marido honrado,      16
porque le vi ir huyendo      muy malamente llagado,   
y que la hora de agora      será muerto ocautivado.--      18
La reina, sin oír mas,      cayó tendida en su estrado:   
después de grandes cuatro horas      en su sentido ha tornado:      20
manda3 Aliastras que cuente      todo como había pasado.   
Aliastras se lo cuenta,      que nada no había dejado.      22
La reina con gran congoja      dijo: --Ya, lo he yo tragado,   
porque la noche pasada      un mal sueño había soñado,      24
y es que vía el rey Rodrigo      con el gesto muy airado,   
los ojos vueltos en sangre,      que iba muy apresurado      26
para ir a vengar la muerte      del desdichado don Sancho,   
y que volvía sangriento,      y su cuerpo mal llagado,      28
y que se llegaba a mí      y me tiraba del brazo,   
y decía estas palabras      muy fuertemente llorando:      30
--Quédate adiós, reina triste,      quédate adiós, que me parto:   
los moros me han ya vencido,      los moros me han sojuzgado.      32
No cures llorar mi muerte,      no cures llorar tu estado,   
procúrate de esconder      allá en lo más apartado.      34
Vete luego a las montañas      de aquel reino Asturiano,   
porque no hay otro remedio      si quiere quedar en salvo,      36
porque España y lo demas      todo está ya sujetado.   

Penitencia del rey don Rodrigo   (í-a)       (ficha nš: 1389)


Después que el rey don Rodrigo      a España perdido había,   
íbase desesperado      por donde más le placía.      2
Métese por las montañas      las más espesas que había1 ,   
porque no lo hallen los moros      que en su seguimiento iban.      4
Topado ha con un pastor      que su ganado traía,   
díjole: --¿Dime, buen hombre,      lo que preguntar quería,      6
si hay por aquí poblado      o alguna casería   
donde pueda descansar,      que gran fatiga traía2 ?      8
El pastor respondió luego      que en balde la buscaría,   
porque en todo aquel desierto      sola una ermita había,      10
adonde estaba un ermitaño,      que hacía muy santa vida.   
El rey fue alegre de esto3      por allí acabar su vida.      12
Pidió al hombre4 que le diese      de comer, si algo tenía.   
el pastor sacó un zurron,      que siempre en él pan traía5 ;      14
dióle dél6 , y de un tasajo      que acaso allí7 echado había   
El pan era muy moreno,      al rey muy mal le sabía;      16
las lágrimas se le salen,      detener no las podía   
acordándose en su tiempo      los manjares que comía.      18
Después que hubo descansado      por la ermita le pedía,   
el pastor le enseñó luego      por donde no erraría.      20
El rey le dió una cadena,      y un anillo que traía:   
joyas son de gran valer8      que el rey en mucho tenía.      22
Comenzando a caminar,      ya cerca el sol se ponía9 ,   
llegado es a la ermita      que el pastor dicho le había.      24
El dando gracias a Dios      luego a rezar se metía;   
después que hubo rezado      para el ermitaño se iba:      26
hombre es de autoridad,      que bien se le parecía.   
Preguntóle el ermitaño      cómo allí fue su venida;      28
el rey, los ojos llorosos,      aquesto le10 respondía:   
--El desdichado Rodrigo      yo soy, que rey ser solía:      30
vengo a hacer penitencia      contigo en tu compañía;   
no recibas pesadumbre      por Dios y Santa María.      32
El ermitaño se espanta,      por consolallo decía:   
--Vos cierto habéis elegido      camino cual convenía      34
para vuestra salvación,      que Dios os perdonaría.--   
El ermitaño ruega a Dios      por si le revelaría      36
la penitencia que diese      al rey que le convenía.   
Fuéle luego revelado,      de parte de Dios un día,      38
que le meta en una tumba      con una culebra viva,   
y esto tome en penitencia      por el mal que hecho había11 .      40
El ermitaño al rey      muy alegre se volvía:   
contóselo todo al rey12      cómo pasado lo había.      42
El rey de esto muy gozoso      luego en obra lo ponía.   
Métese como Dios manda13      para allí acabar su vida;      44
el ermitaño muy santo      mírale el tercero día.   
Dice: --¿Cómo os va, buen rey?      ¿vaos bien con la compañía?      46
--Hasta ahora no me ha tocado14      porque Dios no lo quería:   
ruega por mí, el ermitaño15 ,      porque acabe bien mi vida.      48
El ermitaño lloraba,      gran compasión le tenía:   
comenzóle a consolar      y esforzar cuanto podía.      50
Después vuelve el ermitaño      a ver si ya muerto había16 :   
halla que estaba rezando      y que gemía y plañía      52
Preguntóle cómo estaba:      --Dios es en la ayuda mía,   
respondió el buen rey Rodrigo:      la culebra me comía18 ;      54
cómeme ya por la parte      que todo lo merecía,   
por donde fue el principio      de la mi muy gran desdicha.--      56
El ermitaño lo esfuerza,      el buen rey allí moría19 :   
aquí acabó el rey Rodrigo,      al cielo derecho se iba.      58

Nacimiento de Bernardo del Carpio   (á-a)      (ficha nš: 1390)


En los reinos de León      el casto Alfonso reinaba:   
hermosa hermana tenía,      doña Jimena se llama.      2
Enamorárase de ella      ese conde de Saldaña,   
mas no vivía engañado,      porque la infanta lo amaba.      4
Muchas veces fuéron juntos,      que nadie lo sospechaba;   
de las veces que se vieron      la infanta quedó preñada.      6
La infanta parió a Bernaldo,      y luego monja se entraba;   
mandó el rey prender al conde      y ponerle muy gran guarda.      8

En corte del casto Alfonso   (í-a)      (ficha nš: 1391)


En corte del casto Alfonso      Bernaldo a placer vivía,   
sin saber de la prisión      en que su padre yacía.      2
A muchos pesaba de ella,      mas nadie gelo decía,   
non osaba ninguno,      que el rey gelo defendía,      4
y sobre todos pesaba      a dos deudos que tenía,   
uno era Vasco Melendez,      a quien la prisión dolía,      6
y el otro Suero Velasquez,      que en el alma lo sentia.   
Para descubrir el caso      en su poridad metian      8
a dos dueñas fijas dalgo,      que eran de muy gran valía;   
una era Urraca Sanchez,      la otra dicen María,      10
Melendez era el renombre      que sobre nombre tenía.   
Con estas dueñas fablaron      en gran poridad un día,      12
diciendo: --Nos vos rogamos      señoras, por cortesía,   
que le digáis a Bernaldo,      por cualquier manera ovía,      14
como yace preso el conde      su padre don Sancho Díaz;   
que trabaje de sacarlo,      si pudiere, en cualquier guisa,      16
que nos al rey le jurarnos      que de nos non lo sabría.--   
Las dueñas, cuando lo oyeron,      a Bernaldo lo decían.      18
Cuando Bernaldo lo supo      pesóle a gran demasía,   
tanto que dentro en el cuerpo      la sangre se le volvía.      20
Yendo para su posada      muy grande llanto hacía;   
vestióse paños de duelo,      y delante el rey se iba.      22
El rey cuando así lo vido1      de esta suerte le decía:   
--Bernaldo, ¿por aventura      cobdicias la muerte mía?--      24
Bernaldo dijo: --Señor,      vuestra muerte no quería,   
más duéleme que está preso      mi padre gran tiempo había.      26
Señor, pidoos por merced,      y yo vos lo merecía,   
que me lo mandedes dar.--      Empero el rey, con gran ira,      28
le dijo: --Partíos de mí,      y no tengaís osadía   
de más esto me decir,      ca sabed que os pesaría:      30
ca yo vos juro y prometo      que en cuantos días yo viva   
que de la prisión no veades      fuera a vuestro padre un día.--      32
Bernaldo, con gran tristeza,      aquesto al rey respondía:   
--Señor, rey sois, y farédes      a vuestro querer y guisa:      34
empero yo ruego a Dios,      también a Santa María,   
que vos meta en corazon      que lo soltedes aina,      36
ca yo nunca dejaré      de vos servir todavía.   
Mas el rey con todo esto      amábale en demasía      38
y ansí se pagaba dél      tanto cuanto más le vía,   
por lo cual siempre Bernaldo      ser fijo del rey creía.      40

Alfonso el Casto ofrece el reino a Carlomagno   (á-o)      (ficha nš: 1392)


Andados treinta y seis años      del rey don Alfonso el Casto,   
en la era de ochocientos      y cincuenta y tres ha entrado      2
el número de esta cuenta,      y el rey ha más reposado,   
faciendo en León sus cortes,      y habiendo a ellas llegado      4
los altos hombres del reino      y los de mediano estado,   
mientras las cortes se facen      el rey facer ha mandado      6
generales alegrías,      con que a la corte ha alegrado,   
corriendo cada día toros      y bohordando tablados.      8
Don Arias y don Tibalte,      dos condes de gran estado,   
eran tristes ademas      cuando vieron que Bernaldo      10
no entraba en aquellas fiestas,      a los cuales ha pesado,   
porque no ha entrado en ellas      les era gran menoscabo,      12
y eran menguadas las cortes      no habiendo a ellas andado.   
Después de haberse entre sí      ambos a dos acordado,      14
suplicaron a la reina      que le dijese a Bernaldo,   
que por su amor cabalgase,      y que lanzase al tablado.      16
Folgando la reina de ello,      a Bernaldo lo ha rogado,   
diciéndo: --Yo vos prometo      de que al rey haya hablado,      18
yo le pida a vuestro padre,      ca no me lo habrá negado.--   
Bernaldo cabalgó entonces,      y fue a complir su mandado:      20
llegando delante el rey,      con tanta furia ha tirado,   
que esforzándose en sus fuerzas,      el tablado ha quebrantado.      22
El rey desque esto fue fecho      fuése a yantar al palacio.   
Don Tibalte y Arias, godos,      a la reina le han membrado      24
que cumpliese la merced      que a Bernaldo le ha mandado.   
La reina fue luego al rey,      la cual así le ha fablado:      26
--Mucho vos ruego, señor      que me déis, si os viene en grado,   
al conde don Sancho Díaz,      que tenéis aprisionado;      28
ca este es el primer don      que yo vos he demandado.--   
El rey cuando aquesto oyó      gran pesar hubo tomado,      30
y mostrando grande enojo,      esta respuesta le ha dado:   
--Reina, yo non lo faré,      no vos trabajéis en vano,      32
ca non quiero quebrantar      la jura que hube jurado.--   
La reina fincó muy triste      porque el rey no se lo ha dado,      34
mas Bernaldo en gran manera      fue de esto mal enojado,   
acordando de irse al rey      a suplicarle de cabo      36
le diese a su padre el conde,      y si no, desafiallo.   

En gran pesar y tristeza era el valiente Bernardo   (á-o)      (ficha nš: 1393)


En gran pesar y tristeza      era el valiente Bernaldo,   
por ver a su padre preso,      y no poder libertallo.      2
Vestidos paños de duelo,      y de sus ojos llorando,   
se lo pidió de merced      al rey don Alfonso el Casto,      4
el cual dar no se lo quiso,      mas por respuesta le ha dado:   
--que de decirlo otra vez      no fuese jamás osado,      6
ca si lo osase facer      con su padre haría echarlo.--   
Bernaldo cuando esto vido      al rey así ha fablado:      8
--Señor, por cuanto os serví      ya debiérades soltallo:   
bien remembrarse vos debe,      si non se vos ha olvidado,      10
de cómo vos acorrí      cuando vos tenían cercado   
los moros en Benavente,      andando en la lid lidiando,      12
en la cual sabéis que os vistes      en muy peligroso estado   
con gente del rey Ores      que la tierra os habían1 entrado,      14
y vos dijístesme entonces      que vos pidiese a mi grado   
un don cualquier que quisiese      de vos me sería dado:      16
yo pedíos a mi padre,      y por vos me fue otorgado.   
Otrosí cuando lidiastes      con Alzaman el pagano,      18
que yacía sobre Zamora      teniendo cerco asentado,   
bien sabedes lo que aí fice      para sacaros en salvo;      20
desque la lid fue vencida      vuestra fe me hubistes dado   
de darme a mi padre el conde      libre, suelto2 , vivo y sano.      22
Y también cuando os tenían      cercado en el mismo grado   
los moros cerca del río      que Horbi era llamado,      24
y vos daban muy gran priesa,      que fuera escapar milagro,   
y estando en horas de muerte      llegué yo por aquel cabo,      26
y bien sabéis3 lo que fice,      y cómo os hube librado.   
Agora pues que me veo4      ser de vos tan mal pagado,      28
que a mi padre no me dais,      habiéndomelo mandado,   
de vos me quito, y no quiero      ser ya más vuestro vasallo.      30
Y rieto5 todos aquellos      cuantos son de vuestro bando,   
para en cualquiera lugar      que los hubiere fallado,      32
si más pudiere que ellos,      como enemígo contrario.--   
De esto fue el rey muy sañudo,      y díjole así a Bernaldo:      34
--Bernaldo, puesque así es,      que me salgades, vos mando,   
desde hoy en nueve días      de mi tierra y mi reinado,      36
y no vos falle yo ende;      que vos digo, sí vos fallo   
después que fuere complido      el término que os señalo,      38
que vos mandaré echar      donde vuestro padre ha estado.--   
Bernaldo entóces se fué      para Saldaña enojado,      40
y luego Vasco Melendez,      que en sangre le era llegado,   
y también Suero Velazquez,      que era su deudo cercano,      42
y don Nuño de León,      deudo otrosí de Bernaldo,   
viendo que así se partía      y que del rey iba airado,      44
despidiéronse del rey      y besáronle la mano,   
y fuéronse para Saldaña,      con Bernaldo se han juntado.      46
Bernaldo comenzó entonces      a facer gran mal y daño;   
corrió la tierra de León,      fizo en ella gran estrago.      48
Duraron aquestas guerras,      que hubo entre el rey y Bernaldo,   
gran tiempo, fasta que fué      muerto Alfonso, el rey casto.      50

Por las riberas de Arlanza   (á-a)      (ficha nš: 1394)


Por las riberas de Arlanza      Bernardo del Carpio cabalga   
con un caballo morcillo      enjaezado de grana,      2
gruesa lanza en la su mano,      armado de todas armas.   
Toda la gente de Búrgos      le mira como espantada,      4
porque no se suele armar      sino a cosa señalada   
Tambien lo miraba el rey,      que fuera vuela una garza;      6
diciendo estaba a los suyos:      --Esta es una buena lanza:   
si no es Bernardo del Carpio,      este es Muza él de Granada.--      8
Ellos estando en aquesto,      Bernardo que allí llegaba,   
ya sosegado el caballo,      no quiso dejar la lanza;      10
mas puesta encima del hombro      al rey de esta suerte hablaba:   
--Bastardo me llaman, rey,      siendo hijo de tu hermana      12
y del noble Sancho Díaz,      ese conde de Saldaña   
dicen que ha sido traidor,      y mala mujer tu hermana.      14
Tú y los tuyos lo habéis dicho,      que otro ninguno no osara:   
mas quien quiera que lo ha dicho      miente por medio la barba;      16
mi padre no fue traidor,      ni mi madre mujer mala,   
porque cuando fui engendrado      ya mi madre era casada.      18
Pusiste a mi padre en hierros,      y a mi madre en órden santa,   
y por que no herede yo      quieres dar tu reino a Francia.      20
Morirán los castellanos      antes de ver tal jornada:   
montañeses, y leoneses,      y esa gente esturiana,      22
y ese rey de Zaragoza      rne prestará su compaña   
para salir contra Francia      y darle cruda batalla;      24
y si buena me saliere,      será el bíen de toda España;   
si mala, por la república      moriré yo en tal demanda.      26
Mi padre mando que sueltes      pues me diste la palabra;   
si no, en campo, como quiera      te será bien demandada.      28

Bernardo se entrevista con el rey   (á)      (ficha nš: 1395)


Las cartas y mensajeros      del rey a Bernaldo van:   
que vaya luego a las cortes,      para con él negociar.      2
No quiso ir allá Bernaldo,      que mal recelado se ha,   
las cartas echó en el fuego,      los suyos manda juntar.      4
Desque los tuvo juntados      comenzóles de hablar:   
--Cuatrocientos soys, los míos,      los que coméis el mi pan,      6
nunca fuisteis repartidos,      agora os repartirán:   
en el Carpio queden ciento      para el castillo guardar;      8
y ciento por los caminos,      que a nadie dejéis pasar;   
doscientos iréis comigo      para con el rey hablar.      10
Si mala me la dijere,      peor se la entiendo tornar.--   
Con esto luego se parte      y comienza a caminar,      12
por sus jornadas contadas      llega donde el rey está.   
De los doscientos que lleva      los ciento mandó quedar,      14
para que tengan segura      la puerta de la ciudad;   
con los ciento que le quedan      se va al palacio real,      16
cincuenta deja a la puerta      que a nadie dejen pasar;   
treinta deja a la escalera      por el subir y el bajar;      18
con solamente los veinte      a hablar con el rey se va.   
A la entrada de una sala      con él se vino a topar,      20
allí le pidió la mano;      mas no gela quiso dar.   
--Dios vos mantenga, buen rey,      y a los que con vos están.      22
Decí ¿á qué me habéis llamado,      o qué me queréis mandar?   
Las tierras que vos me distes,      ¿por qué me las queréis quitar?--      24
El rey, como está enojado,      aun no le quiere mirar,   
a cabo de una gran pieza      la cabeza fuera alzar.      26
--Bernaldo, mal seas venido,      traidor, hijo de mal padre,   
díte yo el Carpio en tenencia,      tómastelo en heredad.      28
--Mentides, buen rey, mentides,      que no decides verdad,   
que nunca yo fui traidor,      ni lo hubo en mi linaje.      30
Acordárseos debiera      de aquella del Romeral,   
cuando gentes extranjeras      a vos querían matar.      32
Matáron vos el caballo,      a pie vos vide yo andar;   
Bernaldo como traidor      el suyo vos fuera a dar,      34
con una lanza y adarga      ante vos fue a pelear.   
Allí maté a dos hermanos,      ambos hijos de mi padre,      36
que obispos ni arzobispos      no me quieren perdonar.   
El Carpio entonces me distes,      sin vos lo yo demandar.      38
--Nunca yo tal te mandé,      ni lo tuve en voluntad.   
Prendeldo, mis caballeros,      que atrevido se me ha.--      40
Todos le estaban mirando,      nadie se le osa llegar;   
revolviendo el manto al brazo      la espada fuera a sacar.      42
--¡Aquí, aquí, los mis doscientos,      los que coméis el mi pan!   
que hoy es venido el día      que honra habéis de ganar.      44
El rey como aquesto vido,      procuróle de amansar:   
--Malas mañas has, sobrino,      no las puedes olvidar,      46
lo que hombre te dice en burla      a veras lo quieres tomar;   
si lo tienes en tenencia,      yo te lo do en heredad,      48
y si fuere menester,      yo te lo iré a segurar.--   
Bernaldo que esto le oyera      esta respuesta le da:      50
--El castillo está por mí,      nadie me lo puede dar;   
quien quitármelo quisiere,      procurarle he de guardar.--      52
El rey que le vió tan bravo      dijo por le contentar:   
--Bernaldo, tente en buen hora      con tal que tengamos paz.--      54

Bernardo se entrevista con el rey       (ó)      (ficha nš: 1396)


Con cartas y mensajeros      el rey al Carpio envió;   
Bernaldo, como es discreto,      de traición se receló;      2
las cartas echó en el suelo      y al rnensajero habló:   
--Mensajero eres, amigo,      no mereces culpa, no;      4
mas al rey que acá te envía      dígaslo tú esta razon:   
que no lo estimo yo a él,      ni aun cuantos con él son;      6
mas, por ver lo que me quiere,      todavía allá iré yo.--   
Y mandó juntar los suyos:      de esta suerte les habló:      8
--Cuatrocientos sois, los míos,      los que comedes mi pan:   
los ciento irán al Carpio,      para el Carpio guardar;      10
los ciento por los caminos,      que a nadie dejen pasar;   
doscientos iréis conmigo      para con el rey hablar;      12
si mala me la dijere      peor se la he de tornar.--   
Por sus jornadas contadas      a la corte fue a llegar.      14
--Manténgavos Dios, buen rey,      y a cuantos con vos están.   
--Mal vengades vos Bernaldo,      traidor, hijo de mal padre:      16
díte yo el Carpio en tenencia,      tú tómaslo de heredad.   
--Mentides, el rey, mentides,      que no dices la verdad;      18
que si yo fuese traidor,      a vos os cabria en parte.   
Acordársevos debía      de aquella del Encinal,      20
cuando gentes extranjeras      allí os trataron tan mal,   
que os mataron el caballo,      y aun a vos querían matar.      22
Bernaldo, como traidor,      de entre ellos os fue a sacar:   
allí me distes el Carpio      de juro y de heredad:      24
prometístesme a mi padre,      no me guardastes verdad.   
--Prendeldo, mis caballeros,      que igualado se me ha.      26
--Aquí, aquí, los mis doscientos,      los que comedes mi pan,   
que hoy era venido el día      que honra habemos de ganar.--      28
El rey, de que aquesto viera,      de esta, suerte fue a hablar:   
--¿Qué ha sido aquesto, Bernaldo,      que así enojado te has?      30
¿lo que hombre dice de burla      de véras vas a tomar?   
Yo te dó el Carpio, Bernaldo,      de juro y de heredad.      32
--Aquesas burlas, el rey,      no son burlas de burlar;   
llamástesme de traidor,      traidor, hijo de mal padre:      34
el Carpio yo no lo quiero,      bien lo podéis vos guardar,   
que cuando yo lo quisiere,      muy bien lo sabré ganar.--      36

Desafío de don Urgel y Bernardo   (á-o)      (ficha nš: 1397)


En las cortes de León      gran fiesta se ha pregonado,   
mandáralas pregonar      el rey don Alfonso el Casto.      2
Todos los grandes del reino,      que supieron su mandado,   
como vasallos leales      prestamente se han juntado.      4
Todo género de fiestas      en León se ha celebrado,   
porque el rey muy francamente      sus haberes ha gastado:      6
unos sacan invenciones,      otros salen disfrazados;   
unos muy reñida justa,      otros torneo han cercado;      8
unos juegan a las cañas      otros corren sus caballos;   
unos lidian bravos toros,      otros juegan a los dados.      10
Pero aqueste claro día      envidia lo ha eclipsado:   
un extaño caballero      ante el rey se ha presentado,      12
armado de todas armas      y el caballo encubertado,   
blandiendo una gruesa lanza,      bien apuesto y divisado;      14
demandó seguro al rey      para un caso señaladó.   
Según que lo demandó      por el rey le fue otorgado.      16
Por medio de la gran plaza      dice muy determinado:   
--Si hay algún caballero      que salga conmigo al campo,      18
probaré que soy mejor,      y de mejor rey vasallo.   
Sus palabras descorteses      a todos han alterado;      20
conocido fue de algunos      ser Urgel el esforzado,   
uno de los doce pares,      mucho temido y dudado.      22
Bien había caballeros      que le hubieran demandado   
aquellas locas palabras      que ante su rey ha hablado;      24
mas no osaron por temor,      que el rey estaba enojado   
de una líd que fue otorgada      otra vez sin su mandado;      26
también porque sabían      que el rey estaba inclinado   
para dar el plazo y honra      a su sobrino Bernaldo.      28
Soberbio está don Urgel,      porque nadie lo ha reptado.   
Iban dueñas y doncellas,      todas hacen cruel llanto,      30
porque en la flor de Castilla      un frances se haya nombrado.   
El buen rey con gran enojo      abajóse del andamio      32
por los cantones y plazas      pregonar había mandado:   
que cualquiera que venciese      aquel frances tan osado,      34
le hará grandes mercedes,      y le dará un condado.   
Los castellanos con saña      dicen: --Salga don Bernardo.--      36
A buscallo iba el buen rey      con diligencia y cuidado.   
Dentro en la iglesia mayor      prestamente fue hallado:      38
haciendo estaba oración      al apostol Santiago.   
--Manténgaos Dios, sobrino.      --Señor, seáis bien llegado.--      40
Allí hablara el buen rey,      bien oiréis lo que ha hablado:   
--Todas las gentes de España      han venido a mi llamado;      42
solo vos, mi buen sobrino,      os andáis de mí apartando,   
que no queréis ver mis fiestas,      y estáis de mí despagado.      44
--Aqueso, mi buen señor,      vuestra alteza lo ha causado,   
que tiene preso a mi padre      con guarda y aherrojado,      46
y no es justo, estando preso,      que yo esté regocijado.   
--Pues si vos queréis, sobrino,      obedecer mi mandado,      48
haré libre a vuestro padre,      aunque mal me hubo enojado.--   
Don Bernardo que lo oyera,      en el suelo arrodillado      50
besó las manos al rey      por el bien que le ha otorgado,   
protestando de servillo      como bueno y fiel criado.      52
Luego el rey le dió la cuenta      de todo lo que ha pasado:   
de cómo un frances soberbio      los había desafiado.      54
Don Bernardo que lo supo,      mal lo había amenazado.   
Por todos los ricos hombres      que el rey tenía a su lado,      56
con ricas y fuertes armas      Bernardo fue luego armado:   
danle un caballo del rey,      el mejor y más preciado,      58
terciada lleva la lanza,      y el escudo embrazado,   
contorneando el caballo      a la plaza fue llegado.      60
Quien miraba su postura      le quedaba aficionado:   
era diestro y animoso,      bien dispuesto y mesurado.      62
Para hacer la batalla      jueces les han señalado,   
pártenles el campo y sol,      por que nadie esté agraviado.      64
A la segunda carrera      el frances fue derribado.   
Bernardo con gran presteza      del caballo fue apeado;      66
ponen mano a las espadas,      cada cual muy denodado,   
hiérense por todas partes      con rigor desmesurado,      68
tan bravos golpes se daban,      que el rey estaba espantado.   
De los escudos y mallas      todo el campo está sembrado;      70
mas un punto de flaqueza      ninguno ha demostrado.   
Sin conocerse ventaja      tres horas han peleado.      72
Para recebir aliento      un poco se hán apartado.   
Para tornar a la lid      Bernardo se ha anticipado      74
y con saña que tenía      de esta suerte le ha hablado   
--Desdícete, caballero,      si no, serás castigado.      76
--Aquesto, dijo el frances,      no lo he acostumbrado,   
morir puedo en la batalla;      mas no vivir deshonrado.--      78
De la sangre que perdia      andaba desatinado;   
como muerto cayó en tierra,      de las fuerzas despojado.      80
Don Bernardo lo sacó      de la raya do han lidiado.   
Así quedó vencedor,      y el frances fue deshonrado      82
y después en Roncesvalles      le acabó de dar su pago,   
que en muy reñida batalla      la cabeza le ha cortado.      84

La infanta navarra libera al conde castellano   (í-a)      (ficha nš: 1398)


Preso está Fernán González      el gran conde de Castilla;   
tiénelo el rey de Navarra      maltratado a maravilla.      2
Vino allí un conde normando      que pasaba en romería;   
supo que este hombre famoso      en cárceles padecía.      4
Fuése para Castroviejo,      donde el conde residía   
dádivas daba al alcaide      si dejar velle quería:      6
el alcaide fue contento      y las prisiones le abria.   
Mucho los condes hablaron;      el normando se salía:      8
fuése donde estaba el rey      con lo que pensado había.   
Procuró ver a la infanta,      que era fermosa y cumplida,      10
animosa y muy discreta,      de persona muy crecida.   
Tanto procura de vella,      que esto le hablara un día:      12
--Dios vos lo perdone, infanta,      Dios, también Santa María,   
que por vos se pierde un hombre,      el mejor que se sabía:      14
por vos se causa gran daño,      por vos se pierde Castilla,   
los moros entran en ella      por no ver quien la regía,      16
que por veros muere preso;      por amor de vos moría;   
¡mal pagáis amor, infanta,      a quien tanto en vos confía!      18
Si no remediáis al conde1      seréis muy aborrecida,   
y si por vos saliese      seréis reina de Castilla.--      20
Tan bien le habla el normanno,      que a la infanta enternecía,   
determina de librallo      si por m ujer la quería.      22
El conde selo promete,      a vello la infanta iba.   
--No temáis, dijo, señor,      que, yo os daré la salida.--      24
Y engañando aquel alcaide,      salen los dos de la villa.   
Toda la noche anduvieron      hasta que el alba reía.      26
Escondidos en un bosque,      un arcipreste los vía,   
que venía andando a caza      con un azor que traía.      28
Amenázalos con muerte,      si la infanta no ofrecía,   
de folgar allí con ella,      si no, que al rey los traería.      30
E1 conde, más cruda muerte      quisiera, que lo que oía;   
pero la discreta infanta      dando esfuerzo le decía:      32
--Por vuestra vida, señor,      más que esto hacer debría,   
que no se sabrá esta afrenta      ni se dirá en esta vida.--      34
Priesa daba el arcipreste,      y amenaza todavía:   
con grillos estaba el conde.      y sin armas se veía;      36
mas viendo que era forzado,      como puede se desvía.   
Apártala el arcipreste;      de la mano la traía,      38
y cuando abrazalla quiso      ella de él muy fuerte huía:   
los brazos le ha embarazado,      socorro al conde pedia,      40
el cual vino apresurado,      aunque correr no podía:   
quitádole ha al arcipreste      un cuchillo que traía,      42
y con él le diera el pago      que su aleve merecía.   
Ayudándole la infanta,      camina todo aquel día,      44
a la bajada de un puente      ven muy gran caballería;   
gran rniedo tienen en vella,      porque creen que el rey la envía.      46
La infanta tiembla y se muere,      en el monte se escondía;   
mas el conde, más mirando,      daba voces de alegría:      48
--Salid, salid, doña Sancha,      ved el pendón de Castilla,   
mios son los caballeros,      que a mi socorro venían.      50
La infanta con gran placer      a vellos luego salía.   
Conocidos de los suyos,      con alarido venían:      52
--Castilla, vienen diciendo,      cumplida es la jura hoy día.--   
A los dos besan la mano,      a caballo los subían,      54
así los traen en salvo      al condado de Castilla.   

Castellanos y leoneses   (ó-e)  (ficha nš: 1399)


Castellanos y leoneses      tienen grandes divisiones.   
El conde Fernán González      y el buen rey don Sancho Ordóñez,      2
sobre el partir de las tierras,      y el poner de los mojones1 ,   
llamábanse hi-de-putas2 ,      hijos de padres traidores;      4
echan mano a las espadas,      derriban ricos mantones   
no les pueden poner treguas      cuantos en la corte son,      6
pónenselas dos hermanos3 ,      aquesos benditos monjes4 .   
Pónenlas por quince días,      que no pueden por más, non      8
que se vayan a los prados      que dicen de Carrión.   
Si mucho madruga el rey,      el conde no dormía, no;      10
el conde partió de Búrgos,      y el rey partió de León.   
Venido se han a juntar      al vado de Carrión      12
y a la pasada del río      movieron una quistíon:   
los del rey que pasarían,      y los del conde que non.      14
El rey, como era risueño,      la su mula revolvió;   
el conde con lozanía      su caballo arremetió;      16
con el agua y el arena      al buen rey ensalpicó5   
Allí hablara el buen rey,      su gesto muy demudado:      18
--¡Cómo sois soberbio, el conde!      ¡cómo sois desmesurado!6   
si no fuera por las treguas      que los monjes nos han dado,      20
la cabeza de los hombros      ya vos la hubiera quitado,   
con la sangre que os sacara      yo tiñera aqueste vado.--      22
El conde le respondiera,      como aquel que era osado:   
--Eso que decis, buen rey7 ,      véolo mal aliñado;      24
vos venis en gruesa mula,.      yo en lijero caballo;   
vos traéis sayo de seda,      yo traigo un arnes tranzado;      26
vos traéis alfanje de oro,      yo traigo lanza en mi mano,   
vos traéis cetro8 de rey,      yo un venablo acerado;      28
vos con guantes olorosos,      yo con los de acero claro;   
vos con la gorra de fiesta,      yo con un casco afinado;      30
vos traéis ciento de mula,      yo trescientos de caballo.--   
Ellos en aquesto estando,      los frailes que han allegado:      32
--¡Tate, tate, caballeros!      ¡tate, tate, hijosdalgo!   
¡Cuán mal cumplistes las treguas      que nos habíades mandado!--      34
Allí hablara el buen rey:      --Yo las cumpliré de grado.   
Pero respondiera el conde:      --Yo de pies puesto en el campo.--      36
Cuando vido aquesto el rey,      no quiso pasar el vado;   
vuélvese para sus tierras;      malamente va enojado.      38
Grandes bascas va haciendo,      reciamente va jurando   
que había de matar al conde      y destruir su condado,      40
y mandó llamar a cortes;      por los grandes ha enviado   
todos ellos son venidos,      solo el conde ha faltado.      42
Mensajero se le hace      a que cumpla su mandado:   
el mensajero que fué      de esta suerte le ha hablado.      44

El conde Fernán González llamado a cortes   (ó)      (ficha nš: 1400)


--Buen conde Fernán González,      el rey envía por vos,   
que váyades a las cortes      que se hacían en León;      2
que si vos allá vais, conde,      daros han buen galardon,   
daros ha a Palenzuela      y a Palencia la mayor;      4
daros ha las nueve villas,      con ellas a Carrión;   
daros ha a Torquemada,      la torre de Mormojon1 .      6
Buen conde, si allá no ides,      daros hian por traidor.--   
Allí respondiera el conde      y dijera esta razon:      8
--Mensajero eres, amigo,      no mereces culpa, no,   
que yo no he miedo al rey,      ni a cuantos con él son.      10
Villas y castillos tengo,      todos a mi mandar son,   
de ellos rne dejó mi padre,      de ellos me ganara yo:      12
los que me dejó mi padre      poblélos de ricos hombres,   
las que yo me hube ganado      poblélas de labradores;      14
quien no tenía más de un buey,      dábale otro, que eran dos;   
al que casaba su hija      dóle yo muy rico don2 :      16
cada día que amanece      por mí hacen oración;   
no la hacían por el rey,      que no la merece, non;      18
él les puso muchos pechos      y quitáraselos yo.   

Ardid de la condesa de Castilla para liberar a su marido   (á-o)      (ficha nš: 1401)


Preso está Fernán González,      el buen conde castellano;   
prendiólo don Sancho Ordóñez1 ,      porque no le ha tributado.2      2
En una torre en León      lo tienen a buen recaudo3 .   
Rogaban por él al rey4      muchas personas de estado,      4
y también por él rogaba      ese monje fray5 Pelayo;   
mas el rey, con grande enojo,      nunca quisiera soltallo6 .      6
Sabiéndolo la condesa,      determina ir a sacallo7 :   
cabalgando en una mula,      como siempre lo ha8 usado,      8
consigo lleva dos dueñas,      y dos escuderos ancianos.   
Lleva en su retaguardia9      trescientos10 hijosdalgo      10
armados (le, todas armas,      cada uno buen caballo11 .   
Todos llevan hecho voto      de morir en demandarlo,      12
y de no volver a Búrgos      hasta morir olibrarlo.   
Caminan para León      contino por despoblado:      14
mas12 cerca de la ciudad      en un monte se han entrado.   
La condesa, como es sabía,      mandó ensillar un caballo,      16
y mandóle a un escudero      que al conde quede aguardando,   
y13 que en siendo salido      se lo dé, y le14 ponga en salvo.      18
La condesa con las dueñas      en la ciudad se ha entrado   
como15 viene de camino      vase derecho al palacio16 .      20
Así como el rey la vido,      a ella se ha levantado.   
--¿Adónde bueno, condesa17 ?      --Señor, voy a Santiago,      22
y.víneme por aquí      para besáros las manos.   
Suplícoos me deis licencia      para al conde visitar18 .      24
--Que me place--, dijo el rey19      --pláceme de voluntad20 --.   
Llévenla luego a la, torre,      donde el conde preso está21 .      26
Por amor de la condesa      las prisiones quitádole han22 .   
Desde [h]a rato que llegó23 .      la condesa lo fue a hablar24 :      28
--Levantáos luego, señor25      no es tiempo de echado estar26 :   
y vestíos estas mis ropas,      y tocáos vos mis tocados27 ,      30
y junto con esas dueñas      os salí acompañado,   
y en saliendo, que salgáis,      hallaréis vuestro caballo,      32
íros heis28 para el monte,      do está la gente aguardando.   
Yo me quedaré aquí29      hasta ver vuestro mandado.--      34
Al conde le pareció      que era bien aconsejado;   
vistese las ropas de ella,      largas tocas se ha tocado.      36
Las dueñas son avisadas,      A las guardas han llamado;   
las guardas estaban30 prestas,      quitan de presto el candado;      38
salen las dueñas31 y el conde;      nadie los había mirado.   
Dijo una dueña, a las guardas32      que la andaban rodeando:      40
--Por tener larga jornada      hemos madrugado tanto33 .   
Y así se partieron de ellas34      sin sospecha ni cuidado.      42
Luego que fuera salieron35 ,      halló el conde su caballo,   
el cual tomó su camino      para el monte señalado.      44
Las dueñas y el escudero      hasta el día han aguardado   
subídose han a la torre      do la condesa ha quedado36 .      46
Las guardas, desque37 las vieron,      mucho se han maravillado.   
--Decí, ¿a qué subís38 señoras39 ,      háseos acá olvidado algo40 ?      48
--Abrí, veréis lo que queda,      porque llevemos recaudo.--   
Como las guardas abrieron,      a la condesa han hallado.      50
Como la condesa vido      que las dueñas han tornado41 :   
--Id, decid al señor rey42 ,      que, aquí estoy a su mandado,      52
que haga en mí la justicia43 ,      que el conde ya está librado44 .--   
Como aquesto supo45 el rey,      hallóse muy espantado:      54
tuvo en mucho a la condesa      saber hacer tal engaño.   
Luego la manda46 sacar,      y dalle todo recaudo,      56
y envióla47 luego al conde:      muchos la han acompañado.   
El conde, desque la vido,      holgóse en extremo grado,      58
enviado ha48 decir al rey,      que pues tan bien49 lo ha mirado   
que le mandase pagar      lo del azor y el caballo,      60
si no, que lo pediría      cola la espada en la mano.   
Todo por el rey sabido,      su consejo ha tomado50 ,      62
sumaba tanto la paga,      que no pudo numerallo51 ;   
así que, todo bien visto,      fue por el rey acordado      64
de le soltar el tributo      que el conde le era52 obligado.   
De esta numera el buen conde53 ,      a Castilla ha libertado.      66

Bodas de doña Lambra   (á-o)  (ficha nš: 1402)


A Calatrava la Vieja      lacombaten castellanos   
por cima de Guadiana      derribaron tres pedazos;      2
por los dos salen los moros,      por el uno entran cristianos   
Allá dentro de la plaza      fueron a armar un tablado,      4
que aquel que lo derribare      ganará de oro un escaño.   
Este don Rodrigo de Lara, --.      que ese lo había ganado,      6
del conde Garci-Hernandez, sobrino      y de doñ Sancha es hermano,   
al conde Garci-Hernandez      se lo llevó presentado,      8
que le trate casamiento      con aquesa doña Lambra.   
Ya se trata casamiento,      ¡hecho fue en llora menguada!      10
doña Lambra, de Burueva,      con don Rodrigo de Lara.   
Las bodas fuéron en Búrgos,      las tornabodas en Salas:      12
en bodas y tornabodas      pagaron siete semanas.   
Tantas vienen de las gentes,      que no caben por las plazas,      14
y aun faltaban por venir      los siete infantes de Lara.   
Hélos, hélos por do vienen,      con toda la su compaña:      16
saliólos a recebir      la su madre doña Sancha   
--Bien vengades, los mis hijos,      buena sea vuestra llegada:      18
allá iredes a posar      a esa cal de Canta -ranas;   
hallaréis las mesas puestas,      viandas aparejadas.      20
Desque hayáis comido, hijos,      no salgades a las plazas,   
porque las gentes son muchas,      y trábanse muchas barrajas.      22
Desque todos han comido      , Van a bohordar a la plaza:   
no salen los siete infantes,      que su madre se lo mandara;      24
mas desque hubieron comido      siéntanse a jugar las tablas.   
Tiran unos, tiran otros,      ninguno bien bohordaba.      26
Allí salió un caballero      de los de Córdoba la llana,   
bohordó hácia el tablado      y una vara bien tirara.      28
Allí hablara la novia,      de esta manera hablara:   
--Amad, señoras, amad      cada una en su lugar,      30
que más vale un caballero      de los de Córdoba la llana,   
que no veinte ni treinta      de los de la casa de Lara.--      32
Oídolo había doña Sancha,      de esta manera hablara:   
--No digáis eso, señora,      no digades tal palabra,      34
porque aun hoy os desposaron      con don Rodrigo de Lara   
--Mas calláis vos, doña Sancha,      que no debéis ser encuchada,      36
que siete hijos paristes      como puerca encenagada.--   
Oídolo había el ayo      que a los infantes criaba:      38
de allí se había salido,      triste se fue a su posada-   
halló que estaban jugando      los infantes a las tablas,      40
si no era el menor de ellos,      Gonzalo González se llama;   
recostado lo halló      de pechos en una baranda.      42
--¿Cómo venís triste amo1 ?      decí ¿quién os enojara?--   
Tanto le rogó Gonzalo,      que el ayo se lo contara:      44
--Mas mucho os, ruego, mi hijo,      que no salgáis a la plaza--   
No lo quiso hacer Gonzalo;      mas antes tomó una lanza,      46
caballero en un caballo      vase derecho a la plaza:   
vido estar el tablado      que nadie lo derribara.      48
Enderezóse en la silla,      con él en el suelo daba;   
desque lo hubo derribado      de esta manera hablara:      50
Amade, putas, amad,      cada una en su lugar,   
que más vale un caballero      de los de la casa de Lara,      52
que cuarenta ni cincuenta      de los de Córdoba la llana.   
Doña Hambra que esto oyera      bajóse muy enojada;      54
sin aguardar a los suyos      fuése para su posada,   
halló en ella a don Rodrigo,      de esta manera le habla:      56
--Yo me estaba en Barbadillo2 ,      en esa mi heredad;   
Mal me quieren en Castilla      los que me habían de aguardar3 .      58
Los hijos de doña Sancha      mal amenazado me han   
que me cortarían las faldas      por vergonzoso lugar,      60
y cebarían sus halcones      dentro de mi palomar,   
y me forzarían mis damas4      casadas y por casar.      62
Matáronme un cocinero      so faldas del mi brial.   
Si de esto no me vengáis,      yo mora me iré a tornar.--      64
Allí habló don Rodrigo,      bien oiréis lo que dirá:   
--Calledes, la mi señora,      vos no digades atal.      66
De los infantes de Salas5      yo vos pienso de vengar6 ;   
telilla les tengo ordida7 ,      bien gela cuido tramar,      68
que8 nacidos y por nacer      de ello tengan9 que contar.   

Bodas de doña Lambra   (á-a)  (ficha nš: 1403)


¡Ay Dios, qué. buen caballero      fue don Rodrigo de Lara,   
que mató cinco mil moros      con trescientos que llevaba!      2
Si aqueste muriera entonces      ¡qué gran fama que dejara!   
no matara a sus sobrinos      los siete infantes de Lara,      4
ni vendiera sus cabezas      ni moro que las llevaba.   
Ya se trataban sus bodas      con la linda doña Lambra:      6
las bodas se hacen en Búrgos,      las tornabodas en Salas:   
las bodas y tornabodas      duraron siete semanas;      8
las bodas fuéron muy buenas,      mas las tornabodas malas.   
Ya convidan por Castilla,      por Castilla y por Navarra:      10
tanta viene de la gente      que no hallaban posadas,   
y aun faltan por venir      los siete infantes de Lara.      12
Hélos, hélos por do vienen      por aquella vega llana;   
sálelos a recebir      la su madre doña Sancha.      14
--Bien vengades, los mis hijos,      sea vuestra llegada.   
--Nora buena estéis, señora,      nuestra madre doña Sancha.--      16
Ellos le besan las manos,      ella a ellos en la cara.   
--Huelgo de veros a todos,      que ninguno no faltaba,      18
y más a vos, Gonzalvico,      porque a vos mucho amaba.   
Tornad a cabalgar, hijos,      y tomedes vuestras armas,      20
y allá iréis a posar      al barrio de Cantaranas.   
Por Dios os ruego, mís hijos,      no salgáis de las posadas,      22
porque en semejantes fiestas      se urden buenas lanzadas.--   
Ya cabalgan los infantes      y se van a sus posadas;      24
hallaron las mesas puestas      y viandas aparejadas.   
Después que hubieron comido      pidieron juego de tablas,      26
si no fuera Gonzalvico      que su caballo demanda.   
Muy bien puesto en la silla      se sale para la plaza,      28
y halló a don Rodrigo      que a una torre tira varas,   
con una fuerza crecida      a la otra parte pasa.      30
Gonzalvico que esto viera,      las suyas también tirara:   
las suyas pesan muy mucho,      a lo alto no llegaban.      32
Cuando esto vió doña Lambra,      de esta manera hablara:   
--Adamad, dueñas, amad      cada cual de buena gana,      34
que más vale un1 caballero      que cuatro de los de Salas---   
Cuando esto oyó doña Sancha      respondió muy enojada:      36
--Calledes vos, doña Lambra,      no digáis la tal palabra,   
si los infantes lo saben      ante tí lo matarán.      38
--Callases tú, doña Sancha,      que tienes por qué callar,   
que pariste siete hijos      como puerca en muladar.--      40
Gonzalvico que esto oyera      esta respuesta le da:   
--Yo te cortaré las faldas      por vergonzoso lugar      42
por cima de las rodillas      un palmo y mucho más.--   
Al llanto de doña Lambra      don Rodrigo fue a llegar.      44
--¿Qué es aquesto, doña Lambra?      ¿quién te ha quesido enojar?   
Si me lo dices, yo entiendo      de te lo muy bien vengar,      46
porque a dueña tal cual vos      todos la deben honrar.--   

Quién es aquel caballero   (í-a)      (ficha nš: 1404)


¿Quién es aquel caballero      que tan gran traición hacía?   
Ruy Velazquez es de Lara,      que a sus sobrinos vendía.      2
En el campo de Almenar      a los infantes decía   
que fuesen a correr moros,      que él los acorrería;      4
que habrien muy gran ganancia,      muchos captivos traerían.   
Ellos en aquesto estando      grandes gentes parecían;      6
más de diez mil son los moros,      las señas traen tendidas.   
Los infantes le preguntan      qué gente es la que venía.      8
No hayáis miedo, mis sobrinos, --      Ruy Velazquez respondía,   
--todos son moros astrosos,      moros de poca valía,      10
que viendo que vais a ellos      a huir luego echarían;   
que si ellos vos aguardan      yo en vuestro socorro iría.      12
corrílos yo muchas veces,      ninguno lo defendía.--   
A ellos id, mis sobrinos,      no mostredes cobardía.---      14
¡Palabras son engañosas      y de muy grande falsía!   
Los infantes como buenos      con moros arremetian;      16
caballeros son doscientos      los que su guarda seguían.   
Él a furto de cristianos      a los moros se venía.      18
Díjoles que sus sobrinos      no escape ninguno a vida,   
que les corten las cabezas      que él no los defendería.      20
Doscientos hombres, no más      llevaban en compañía.   
Don Nuño que ir los vido      oido había por su espía,      22
y Cuando oyó las palabras      que a los moros les decía,   
daba muy grandes las voces      que en el cielo las ponía.      24
--¡O Ruy Velazquez traidor,      el mayor que ser podría!   
¿A tus sobrinos infantes      a la muerte los t traías?      26
Mientras el mundo durare      durará tu alevosía,   
y la falsedad que has hecho      contra la tu sangre misma.--      28
Después que esto hobo dicho      a los infantes volvía,   
díjoles: --Armáos mis hijos,      que vuestro tío os vendía:      30
de consuno es con los moros,      ya concertado tenía   
dile os maten a todos juntos.--      Ellos armáronse aina:      32
las quince huestes de moros      a todos cerco ponían;   
don Nuño que era su ayo      gran esfuerzo les ponía:      34
--Esforzáos, no temades,      haced lo que yo hacía:   
a Dios yo vos encomiendo,      mostrad vuestra valencía.--      36
En la delantera haz      don Nuño herido había,   
mató muchos de los moros,      mas a él muerto lo habían.      38
Los infantes arremeten      con la su caballería:   
mezcláronse con los moros,      a muchos quitan la vida.      40
Los cristianos eran pocos,      veinte para uno había;   
mataron a los cristianos,      que a vida ninguno finca;      42
solos quedan los hermanos,      que ninguna ayuda habían.   
Encomendáronse a Dios,      Santiago, valme1 , decían:      44
firieron recio en los moros,      gran matanza les hacían,   
no osan estar delante      que gran braveza traían.      46
Fernán González menor      a sus hermanos decía:   
--Esforzad, los mis hermanos,      lidiemos con valencía,      50
mostremos gran corazon      contra aquesta morería.   
Ya no habernos ayuda,      solo Dios darla podía;      52
ya murió Nuño Salido,      y nuestra caballería;   
venguémoslos omuramos,      nadie muestre cobardía.      54
Que desque estemos cansados      esta sierra nos valdría.--   
Volvieron a pelear,      ¡oh qué reciamente lidian!      56
muchos matan de los moros,      a otros muchos herían;   
muerto han a Fernán González,      seis solos quedado habían.      58
Cansados ya de lidiar      a la sierra se subían;   
limpiáronse los sus rostros      que sangre y polvo tenían.      60

Cansados de pelear   (í-a)      (ficha nš: 1405)


Cansados de pelear      los seis hermanos yacían;   
infantes todos los llaman      que de Lara se decían.      2
No pueden alzar los brazos,      ¡tan cansados los tenían!   
El dolor era crecido      que Viara y Galve habían      4
capitanes de Almanzor:      a su tío maldecían   
en dejar morir hidalgos      de tan alta valentía,      8
mayormente siendo hijos      de una hermana que había.   
Sácanlos de entre los moros,      que matarlos no querían:      8
lleváronlos a sus tiendas;      desarmado los habían:   
mandáronles dar del pan      y también de la bebida.      10
Ruy Velazquez que lo vido      a Viara y Galve decía:   
--¡Muy mal lo hacéis vosotros      dejar aquestos a vida!      12
porque si ellos escapan,      a Castilla no tornaría,   
ca ellos me matarán:      defenderme no podría.--      14
Los moros han gran pesar      de esto que decir le oían.   
El menor de los infantes      con enojo le decía:      16
--¡Oh traidor, falso, malvado,      grande es tu alevosía!   
Trujístenos con tu hueste      a quebrantar la morisma      18
enemigos de la fe,      y a ellos tu nos vendías,   
y dices que aquí nos maten.      ¡De Dios perdon no recibas,      20
ni perdone él tu pecado      tan perverso que hoy hacías!--   
Los moros a los infantes      aquesto les respondían:      22
--No sabemos qué os hacer,      infantes de gran valía,   
que si vivos os dejamos      Ruy Velazquez él se iría      24
a Córdoba al Almanzor      Y moro se tornaría:   
darle ha muy gran poder,      y si contra nos lo envía,      26
a nos buscará gran mal,      que es hombre de gran falsía.   
Vivos tornar vos queremos      do la batalla se hacía:      28
procurad de os defender;      vuestro mal a nos dolía.   
Los infantes se han armado;      y al campo tornado habían,      30
y encomendándose a Dios      a los moros atendían.   
Los moros cuando los vieron      a ellos van con gran grita.      32
¡Muy cruda es la batalla!      ¡Ellos bien se defendían!   
Como los moros son muchos,      poca mella les hacían.      34
Dos mil y sesenta han muerto,      sin los que han dado heridas.   
Don Gonzalo, el menor de ellos,      es el que más mal hacía:      36
¡gran matanza hizo en moros!      ¡la su vida bien vendía!   
Cansados son de lidiar,      moverse ya no podían;      38
matáronles los caballos,      lanza ni espada tenían,   
ni otras armas algunas,      que quebrado las habían.      40
Los moros presos los tienen;      desnudaron sus lorigas;   
descabezado los han;      Ruy Velazquez que lo vía.      42
Don Gonzalo el más pequeño      grande cuita en sí tenía;   
cuando vió descabezados      hermanos que bien quería,      44
cobró muy gran corazon;      quitóse dél que lo asía:   
arremetió con el moro      que la crueldad hacía,      46
dióle tan recia puñada.      muerto en tierra lo ponía.   
De presto tomó la espada,      veinte moros muerto había.      48
V olvieron luego a prenderlo,      descabezado lo habían.   
Quedan los infantes muertos,      Ruy Velazquez se volvía      50
a Burueva su lugar;      por vengado se tenía,   
habiendo hecho traición      la mayor que ser podía.      52

Saliendo de Canicosa   (á-a)  (ficha nš: 1406)


Saliendo de Canicosa      por el val de Arabiana   
donde don Rodrigo espera      los hijos de la su hermana      2
por campo de Palomares      vió venir muy gran compaña,   
muchas armas reluciendo,      mucha adarga bien labrada,      4
mucho caballo lijero,      mucha lanza relumbraba,   
mucho estandarte y bandera      por los aires revolaba.      8
La seña que viene en ellas      es media luna cortada;   
Alá traen por apellido,      a Mahoma a voces llaman;      8
tan altos daban los gritos      que los campos resollaban;   
lo que las voces decían      grande mal significaban:      10
--¡Mueran, mueran, van diciendo,      siete infantes de Lara!   
¡Venguemos a don Rodrigo      pues que tiene de ellos saña!--      12
Allí está Nuño Salido,      el ayo que los criara;   
como veo la gran morisma      de esta manera les habla:      14
--¡Oh los mis amados hijos      ¡quién vivo no se hallara   
por no ver tan gran dolor      como agora se esperaba!      16
Si no os hubiera criado      no sintiera tanta rabia;   
mas quiéroos tanto, mis hijos,      que se me arrancaba el alma.      18
¡Ciertamente nuestra muerte      está bien aparejada!   
No podemos escapar      de tanta gente pagana.      20
Vendamos bien nuestros cuerpos,      y miremos por las almas;   
peleemos como buenos,      las muertes queden vengadas;      22
ya que lleven nuestras vidas,      que las dejen bien pagadas.   
No nos pese de la muerte      pues va tan bien empleada,      24
pues morimos todos juntos      como buenos, en batalla.--   
Como los moros se acercan,      a cada uno por sí abraza;      26
cuando llega a Gonzalvico      en la cara le besara:   
--¡Hijo Gonzalo González;      de lo que más me pesaba      28
es de lo que sentirá      vuestra madre doña Sancha!   
érades su claro espejo;      más que a todos os amaba1 .      30
En esto los moros llegan,      traban con ellos batalla,   
los infantes los reciben      con sus adargas y lanzas:      32
--Santiago, Santiago2 ,      a grandes voces llamaban:   
matan infinitos moros;      mas todos3 allí quedaran.      34

Pártese el moro Alicante   (á)  (ficha nš: 1407)


Pártese el moro Alicante      víspera de sant Cebrián;   
ocho cabezas llevaba      todas de hombres de alta sangre.      2
Sábelo el rey Almanzor,      a recebírselo sale;   
aunque perdió muchos moros,      piensa en esto bien ganar.      4
Manda hacer un tablado      para mejor las mirar,   
mandó traer un cristiano      que estaba en captividad.      8
Como ante sí lo trujeron      empezóle de hablar,   
díjole: --Gonzalo Gustos,      mira quién conocerás;      8
que lidiaron mis poderes      en el campo de Almenar:   
sacaron ocho cabezas,      todas son de gran linaje.      10
Respondió Gonzalo Gustos:      --Presto os diré la verdad.   
Y limpiándoles la sangre      asaz se fuera a turbar;      12
dijo llorando agramente:      --¡Conózcolas por mi mal   
la una es de mi carillo;      ¡las otras me duelen más!      14
de los infantes de Lara      son, mis hijos naturales.--   
Así razona con ellos,      como si vivos hablasen:      16
--¡Dios os salve, el mi compadre,      el mi amigo leal!   
¿Adónde son los mis hijos      que yo os quise encomendar?      18
Muerto sois como buen hombre      como hombre de fiar.--   
Tomara otra cabeza      del hijo mayor de edad:      20
--Sálveos Dios, Diego González,      hombre de niuy gran bondad,   
del conde Fernán González      alferez el principal:      22
a vos amaba yo mucho,      que me habíades de heredar.--   
Alimpiándola con lágrimas      volviérala a su lugar,      24
y toma la del segundo,      Martín Gómez que llamaban:   
--Dios os perdono, el mi hijo,      hijo que mucho preciaba;      26
jugador era de tablas      el mejor de toda España,   
mesurado caballero,      muy buen hablador en plaza.--      28
Y dejándola llorando      la del tercero tomaba:   
--Hijo Suero Gustos,      todo el mundo os estimaba,      30
el rey os tuviera en mucho,      solo para la su caza:   
gran caballero esforzado,      muy buen bracero a ventaja.      32
¡Ruy Gómez vuestro tío      estas bodas ordenara!--   
Y tomando la del cuarto      lasamente la miraba:      34
--¡Oh hijo Fernán González,      (nombre del mejor de España,   
del buen conde de Castilla,      aquel que vos baptizara)      36
matador de puerco espin,      traigo de gran compaña!   
nunca con gente de poco      os vieran en alianza.--      38
Tomó la de Ruy Gómez,      de corazon la abrazaba:   
--¡Hijo mío, hijo mío!      ¿quién como vos se hallara?      40
nunca le oyeron mentira,      nunca por oro ni plata;   
animoso, buen guerrero,      muy gran feridor de espada,      42
que a quien dábades de lleno      tullido omuerto quedaba.--   
Tomando la del menor      el dolor se le doblara:      44
--¡Hijo Gonzalo González!      ¡Los ojos de doña Sancha!   
¡Qué nuevas irán a ella      que a vos más que a todos ama!      46
Tan apuesto de persona,      decidor bueno entre damas,   
repartidor en su haber,      aventajado en la lanza.      48
¡Mejor fuera la mi muerte      que ver tan triste jornada!--   
Al duelo que el viejo hace      toda Córdoba lloraba.      50
El rey Almanzor cuidoso      consigo se lo llevaba,   
y mandó a1 una morica      lo sirviese muy de gana.      52
Esta le torna en prisones,      y con hambre le curaba   
Hermana era del rey,      doncella moza y lozana;      54
con esta Gonzalo Gustos      vino a perder su saña,   
que de ella le nació un hijo      que a los hermanos vengara.      56

Bodas de doña Lambra   (á-a)  (ficha nš: 1408)


Ya se salen de Castilla      castellanos con gran saña,
van a desterrar los moros      a la vieja Calatrava;      2
derribáron tres pedazos      por partes de Guadiana:   
por el uno salen moros      que ningún vagar se daban,      4
por unas sierras arriba      grandes alaridos daban,   
renegando de Mahoma      y de su secta malvada.      8
¡Cuán bien pelea Rodrigo      de una lanza y adarga!   
ganó un escaño tornido      con una tienda romana.      8
Al conde Fernán González      se la envía presentada,   
que le trate casamiento      con la linda doña Lambra.      10
Concertadas son las bodas:      ¡ay Dios, en hora menguada   
a doña Lambra, la linda      con don. Rodrigo de Lara!      12
En bodas y tornabodas      se pasan siete semanas.   
Las bodas fuéron muy buenas,      y las tornabodas malas;      14
las bodas fuéron en Búrgos,      las tornabodas en Sálas.   
Tanta viene de la gente,      no caben en las posadas;      16
y faltaban por venir      los siete infantes de Lara.   
Hélos, hélos por do asoman      con si, compañía honrada.      18
Sálelos a recebir      la su madre doña Sancha.   
--Bien vengades, los mis hijos,      buena sea vuestra llegada:      20
allá iréis a posar, hijos,      a barrios de Cantarranas;   
hallaréis las mesas puestas,      viandas. aparejadas.      22
Y después que hayáis comido      ninguno salga a la plaza,   
porque son las gentes muchas,      siempre trabaréis palabras.--      24
Doña Lambra con fantasía      grandes tablados armara.   
Allí salió un caballero      de los de Córdoba la llana,      26
caballero en un caballo,      y en su mano una vara;   
arremete su caballo,      al tablado la tirara,      28
diciendo: --Amad, señoras,      cada cual como es amada,   
que más vale un caballero      de los de Córdoba la llana,      30
más vale que cuatro ocinco      de los de la flor de Lara.--   
Doña Lambra que lo oyera      de ello mucho se holgara:      32
--¡Oh maldita sea, la dama      que su cuerpo te negaba!   
que si yo casada no fuera      el mío yo te entregara.--      34
Allí habló doña Sancha,      esta respuesta le daba:   
--Calléis, Alambra, calléis,      no digáis tales palabras:      36
que si lo saben mis hijos      habrá grandes barajadas.   
--Callad vos, que a vos os cumple,      que tenéis porque callar,      38
que pariste siete hijos      como puerca en cenegal.--   
Oídolo ha un caballero      que es ayo de los infantes.      40
Llorando de los sus ojos      con gran angustia y pesar,   
se fue para los palacios      do los infantes estaban:      42
unos juegan a los dados,      otros las tablas jugaban,   
sino fuera Gonzalillo      que arrimado se estaba;      44
cuando le vido llorar,      una pregunta le daba,   
comenzóle a preguntar:      46
--¿Qué es aquesto, el ayo mío,      quién vos quisiera enojar?   
Quien a vos hizo enojo      cúmplele de se guardar.--      48
Metiéranse en una sala,      todo se le fue a contar.   
Manda ensillar su caballo,      empiézase de armar.      50
Después que estuvo armado      apriesa fue a cabalgar,   
sálese de los palacios,      y vase para la plaza.      52
En llegando a los tablados      pedido había una vara,   
arremetió su caballo,      al tablado la tiraba,      54
diciendo: --Amad, lindas damas,      cada cual como es amada,   
que más vale un caballero      de los de la flor de Lara,      56
que veinte ni treinta, hombres      de los de Córdoba la llana.--   
Doña Lambra que esto oyera      de sus cabellos tiraba,      58
llorando de los sus ojos      se saliera de la plaza,   
fuérase a los palacios      donde don Rodrigo estaba;      60
en entrando por las puertas      estas querellas le daba:   
--Quéjome a vos, don Rodrigo,      que me puedo bien quejar;      62
los hijos de vuestra hermana      mal abaldonado me han:   
que me cortarían las haldas      por vergonzoso lugar,      64
me pornian rueca en cinta,      y me la harían hilar.   
Y dicen, si algo les digo,      que luego me harían matar.      66
Si de esto no me dáis venganza,      mora me quiero tornar:   
a ese moro Almanzor      me iré a querellar.      68
--Calledes vos, mi señora,      no queráis hablar lo tal:   
que una tela tengo urdida,      otra entiendo de ordenar,      70
que nacidos y por nacer      tuviesen bien que contar.--   
Fuése para los palacios,      donde el buen conde está;      72
en entrando por las puertas      estas palabras fue a hablar:   
--Si matásemos, buen conde,      los hijos de nuestra hermana,      74
mandaréis a Castilla vieja,      y aun los barrios de Sálas,   
donde hablaremos nosotros,      y nuestras personas valdrán1 .--      76
Cuando aquesto oyó el buen conde      comenzóse a santiguar:   
--Eso que dices, Rodrigo,      díceslo por me tentar,      78
que quiero más los infantes      que los ojos de mi faz:   
que muy buenos fuéron ellos      en aquella de Cascajar,      80
que si por ellos no fuera,      no volviéramos acá.--   
Cuando aquello oyó Rodrigo      luego fuera a cabalgar.      82
Encontrado ha con Gregorio,      el su honrado capellan,   
que por fuerza, que por grado      en una iglesia lo hizo entrar;      84
tomárale una jura      sobre un libro misal:   
que lo que allí lo dijese      que nadie no lo sabrá.      86
Después que hubo jurado      papel y tinta le da,   
escribiéron una carta      de poco bien y mucho mal      88
a ese rey Almanzor      con traición y falsedad:   
que le envíe siete reyes      a Campos de Palomar,      90
y aquese moro Aliarde2      venga por su capitan:   
« los siete infantes de Lara      que te los quiero empresentar. »      92
En escribiendo la carta      la hizo luego llevar.   
Fuérase luego el conde      do los infantes están;      94
sentados son a la mesa,      comenzaban a yantar.   
--Nora buena estéis, sobrinos.      --Vos, tío, muy bien vengáis.      96
--Oidme ahora, sobrinos,      lo que os quiero. contar:   
concertado he con los moros,      vuestro padre nos han de dar;      98
salgamos a recebirlo      a Campos de Palomar,   
solos y sin armadura,      armas no hemos de llevar.--      100
Respondiera Gonzalillo,      el menor, y fue a hablar:   
--Tengo ya hecha la jura      sobre un libro misal,      102
que en bodas ni tornabodas      mis armas no he de dejar;   
y para hablar con moros      bien menester nos serán:      104
que con cristiano ninguno      nunca tienen lealtad.   
--Pues yo voy, los mis sobrinos,      y allá os quiero esperar.--      106
En las sierras de Altamira      que dicen de Arabiana,   
aguardaba don Rodrigo      a los hijos de su hermana.      108
No se tardan los infantes;      el traidor mal se quejaba,   
está haciendo la jura      sobre la cruz de la espada:      110
que al que detiene los infantes      él le sacaría el alma.   
Deteníalos Nuño Salido      que buera consejo les daba.      112
Ya todos aconsejados      con ellos él caminaba,   
con ellos va la su madre      una muy larga jornada.      114
Partiéronse los infantes      donde su tío esperaba;   
partióse Nuño Salido      a los agüeros buscar.      116
Después que vió los agüeros      comenzó luego a hablar:   
--Yo salí con los infantes,      salimos por nuestro mal;      118
siete celadas de moros      aguardándonos están.--   
Así allegó a la peña.      do los infantes están,      120
tomáralos a su lado,      empezóles de hablar:   
--Por Dios os ruego, señores,      que me queráis escuchar:      122
que ninguno pase el río,      ni allá quiera pasar,   
que aquel que allá pasare      a Salas no volverá.--      124
Allí hablara Gonzalo      con animo singular,   
era menor en los días,      y muy fuerte en pelear.      126
--No digáis eso, mi ayo,      que allá hemos de llegar.--   
Dió de espuelas al caballo,      el río fuera a pasar.      128
Los hermanos que lo vieron      empiezan a guerrear;   
mas la morisma era tanta,      que no les daban lugar.      130
Uno a uno, dos a dos      degollado se los han.   
Con la empresa que tenían      para Córdoba se van;      132
las alegrías cine hacen      gran cosa era de mirar.   
Alicante con placer      a su tío fue a hablar:      134
--Nora. buena estéis, mi tío.      --Mi sobrino, bien vengáis.   
¿Cómo os ha ido, sobrino,      con las guerrillas de allá?      136
--Guerras os parecerían,      que no guerrillas de allá;   
por siete cabezas que traigo      mil me quedáron allá.--      138
Tomara el rey las cabezas,      al padre las fue a enviar;   
está haciendo la jura,      por su corona real:      140
si el viejo no las conoce      de hacerlo luego matar;   
y si él las conocía,      le haría luego soltar.      142
Toma el viejo las cabezas,      empezara de llorar,   
estas palabras diciendo      empezara de hablar:      144
--No os culpo yo a vosotros,      que érades de poca edad;   
más culpo a Nuño Salido      que no os supo guardar.      146

A cazar va don Rodrigo   (á-a)  (ficha nš: 1409)


A cazar1 va don Rodrigo,      y aun don Rodrigo de Lara2 :   
con la gran siesta que hace      arrimádose ha a una haya,      2
maldiciendo a Mudarrillo,      hijo de la renegada,   
que si a las manos le hubiese3 ,      que le sacaría el alma.      4
El señor estando en esto      Mudarrillo que asomaba.   
--Dios te salve, caballero,      debajo la verde haya.--      8
--Así haga a tí, escudero,      buena sea tu4 llegada.   
--Dígasme tú, el caballero,      ¿cómo era la tu gracia?      8
--A mí dicen don Rodrigo,      y aun don Rodrigo de Lara,   
cuñado de Gonzalo Gustos,      hermano de doña Sancha;      10
por sobrinos me los hube      los siete infantes de Sálas.   
Espero aquí a Mudarrillo      hijo de la renegada;      12
si delante lo tuviese      yo le sacaría el alma.   
--Si a tí dicen don Rodrigo,      y aun don Rodrigo de Lara,      14
a mí Mudarra Gonzáles,      hijo de la renegada,   
de Gonzalo Gustos hijo,      y alnado de doña Sancha5 :      16
por hermanos me los hube      los siete infantes de Sillas:   
tú los vendiste, traidor,      en el val de Arabiana;      18
mas si Dios a mí me ayuda      aquí dejarás el alma.   
--Espéresme, don Gonzalo,      iré a tomar las mis armas.      20
--El espera que tú diste      a los infantes de Lara:   
« aquí morirás, traidor,      enemigo de doña Sancha. »--      22

Casamiento se hacía   (á-o)  (ficha nš: 1410)


Casamiento se hacía      que a Dios ha desagradado:   
casan a doña Teresa      con un moro renegado,      2
rey que era de allende,      por nombre Audalla llamado.   
Casábala el rey su hermano      por mal juicio guiado;      4
perlados ni1 ricos hombres      quc sobre ello se han juntado,   
no ha sido ninguno parte,      para que fuese estorbado.      8
A todos responde el rey      que está muy bien ordenado.   
La infanta desque lo supo      gran sentimiento ha mostrado,      8
las ropas que traía vestidas      de arriba abajo ha rasgado,   
su cara y rubios cabellos      muy mal los había tratado.      10
--¡Ay de tí2 --, decía la infanta,      --cómo te cubrió mal hado,   
tu mocedad y frescura      qué mal que la has empleado!--      12
Aquestas palabras diciendo      por veces se ha desmayado;   
echádole han agua al rostro,      sus damas en sí la han tornado.      14
Desque ya más reposada      un poco en sí había3 tornado,   
de hinojos en el suelo      de esta manera ha hablado.      16
--A tí, señor Dios, me quejo      de tan gran desaguisado,   
que, siendo yo sierva tuya,      con un moro me han casado.      18
Tú sabes que esto es fuerza      y contra todo mi grado;   
mi hermano es él que lo quiere      y él que lo ha ordenado.      20
Miémbrate, señor de mí,      no me hayas desamparado,   
mira el tan gran peligro      que a mí está aparejado.--      22

Diego Laínez y sus hijos   (á-o)  (ficha nš: 1411)


Ese buen Diego Laínez      después que hubo yantado1 ,   
hablando está sobre mesa      con sus hijos todos cuatro.      2
Los tres son de su mujer,      pero el otro era bastardo,   
y aquel que bastardo era,      era el buen Cid castellano.      4
Las palabras que les dice      son de hombre lastimado:   
--Hijos, mirad por la honra,      que yo vivo deshonrado:      8
que porque quité una liebre      a unos galgos que cazando   
hallé del conde famoso      llamado conde Lozano;      8
palabras sucias2 y viles      me ha dicho y ultrajado3 .   
¡A vosotros toca, hijos,      no a mí que soy anciano4 !      10
Estas palabras diciendo,      al mayor había tomado   
queriendo hablarle en secreto,      metióle en un apartado;      12
tomóle el dedo en la boca,      fuertemente le ha apretado:   
con el gran dolor que siente      un grito terrible ha echado.      14
El padre le echara fuera,      que linda le hubo hablado.   
A los dos metiera juntos,      que de los tres han quedado,      16
la misma prueba les hizo,      el mismo grito habían dado.   
Al Cid metiera el postrero,      que era el menor5 y bastardo      18
Tomóle el dedo en la boca,      muy recio se lo ha6 apretado.   
Con el gran dolor que siente      un bofetón le ha amagado.      20
--Aflojad, padre, le dijo,      si no, seré mal criado.--   
El padre que aquesto vido      grandes abrazos le ha dado.      22
--Ven acá tú, hijo mío,      ven acá tú hijo amado,   
a ti encomiendo mis armas      mis armas y aqueste cargo:      24
que tu mates ese conde      si quieres vivir honrado.   
El Cid calló y escuchólo,      respuesta no le ha tornado.      26
A cabo de pocos días      el Cid al conde ha topado;   
hablóle de esta manera      como varon esforzado:      28
--Nunca lo pensara, el conde      fuérades tan mal criado,   
que porque quitó una liebre      mi padre a un vuestro galgo7 ,      30
de palabras ni de obras      fuese de vos denostado.   
¿Cómo queredes que sea      que tiene de ser vengado?      32
El conde tomólo a burlas;      el Cid presto se ha enojado;   
apechugó con el conde      de puñaladas le ha dado.      34

Cabalga Diego Laínez   (á-o)  (ficha nš: 1412)


Cabalga Diego Laínez      al buen rey besar la mano;   
consigo se los llevaba      los trescientos hijosdalgo.      2
Entre ellos iba Rodrigo      el soberbio castellano;   
todos cabalgan a mula      solo Rodrigo a caballo;      4
todos visten oro y seda,      Rodrigo va bien armado;   
todos espadas ceñidas,      Rodrigo estoque dorado;      8
todos con sendas varicas,      Rodrigo lanza en la mano;   
todos guantes olorosos,      Rodrigo guante mallado;      8
todos sombreros muy ricos,      Rodrigo casco afilado1 ,   
y encima del casco lleva      un bonete colorado.      10
Andando por su camino      --loscon otros hablando,   
allegados son a Burgos      con el rey se han encontrado.      12
Los que vienen con el rey      entre sí van razonando:   
uno lo dicen de quedo,      otros lo van preguntando:      14
--Aquí viene entre esta gente      quien rnató al conde Lozano.--   
Como lo oyera Rodrigo      en hito los ha mirado:      16
con alta y soberbia voz      de esta manera ha hablado:   
--Si hay alguno entre vosotros      su pariente oadeudado,      18
que le pese de su muerte      salga luego a demandallo,   
yo se lo defenderé      quiera a pie, quiera a caballo.--      20
Todos responden a una:      --Demándelo su pecado.--   
Todos se apearon juntos      para al rey besar la mano,      22
Rodrigo se quedó2 solo      encima, de su caballo.   
Entonces habló su padre,      bien oiréis lo que ha hablado:      24
_ Apeáos vos, mii hijo3 ,      besaréis al rey la mano,   
porque él es vuestro señor,      vos, hijo, sois su vasallo.--      26
Desque Rodrigo esto oyó      sintióse más agraviado:   
las palabras que responde      son de hombre muy enojado.      28
--Si otro me lo dijera      ya me lo hubiera pagado;   
mas por mandarlo vos, padre,      yo lo haré de buen grado.--      30
Ya se apeaba Rodrigo      para al rey besar la mano;   
al hincar de la rodilla      el estoque se ha arrancado.      32
Espantóse de esto el rey,      y dijo como turbado:   
--Quítate, Rodrigo allá,      quítate me allá, diablo,      34
que tienes el gesto de hombre,      y los hechos de leon bravo.--   
Como Rodrigo esto4 oyó      apriesa pide el caballo:      36
con una voz alterada,      contra el rey así ha hablado:   
--Por besar mano de rey      no me tengo por honrado;      38
porque la besó mi padre      me tengo por afrentado.--   
En diciendo estas palabras      salido se ha del palacio:      40
consigo se los tornaba      los trescientos hijosdalgo:   
si bien vinieron vestidos,      volvieron mejor armados,      42
y si vinieron en mulas      todos vuelven en caballos.   

Jimena pide justicia   (á)      (ficha nš: 1413)


Cada día que amanece      veo quien mató a mi padre,   
y me pasa por la puerta,      por me dar mayor pesar,      2
con un falcon en la mano      que trae para cazar;   
mátame mis palomillas      que están en mi palomar.      4
Rey que no face justicia      non debía1 de reinar   
ni cabalgar en caballo,      ni con la reina holgar.--      8
El rey cuando aquesto oyera      comenzara de pensar:   
--Si yo prendo omato al Cid,      mis Cortes revolverse han.      8
Mandar le quiero una carta,      mandar le quier llamar.--   
Las palabras no son dichas,      la carta camino va;      10
mensajero que la lleva      dado la había a su padre.   
--Malas mañas habéis, conde,      no vos las puedo quitar,      12
que cartas que el rey vos manda      no me las queréis mostrar.   
--No era nada, mi hijo,      sino que vades allá;      14
quedávos aquí, mi hijo2 ,      yo iré en vuestro lugar.   
--Nunca Dios atal quisiese,      ni santa María lo mande,      16
sino que adonde vos fuéredes      que vaya yo adelante.   

Jimena pide justicia   (á)      (ficha nš: 1414)


En Burgos está el buen rey      asentado a su yantar,   
cuando la Jimena Gómez      se le vino a querellar.      2
Cubierta toda1 de luto,      tocas de negro cendal,   
las rodillas por el suelo      comenzara de fablar:      4
--Con mancilla vivo, rey,      con ella murió mi madre;   
cada día que amanece      veo al que2 mató a mi padre      8
caballero en un caballo,      y en su mano un gavilan;   
por facerme más despecho      cébalo en mi palomar,      8
mátame mis palomillas      criadas y por criar;   
la sangre que Sale de ellas3      teñido me ha mi brial:      10
enviéselo a decir,      envióme a amenazar.   
Hacedme, buen rey, justicia,      no me la queráis negar4 .      12
Rey que non face justicia      non debiera5 de reinar   
ni cabalgar en caballo,      ni con la reina holgar6      14
ni comer pan a manteles,      ni menos armas armar8 .--   
El rey cuando aquesto oyera9      Comenzara10 de pensar:      16
--Si yo prendo omato al Cid11      mis Cortes revolverse han12 ;   
pues si lo dejo de hacer      Dios me lo ha de demandar13 .      18
Mandarle quiero una carta14 ,      mandarle quiero llamar.--   
Las palabras no son dichas,      la carta camino va      20
mensajeroque la lleva      dado la había a su padre.   
Cuando el Cid aquesto supo      así comenzó a fablar      22
Malas mañas habéis, conde,      non vos las puedo quitar,   
que carta, que el rey vos manda      no me la queréis mostrar.      24
--Non era, nada, mi fijo,      si non que vades allá;   
fincad vos acá, mi fijo,      que yo iré en vueso lugar.      26
--Nunca Dios lo tal quisiese      ni Santa María su madre,   
sino que donde vos fuéredes      tengo yo de ir adelante.      28

Jimena pide justicia   (á-o)  (ficha nš: 1415)


Día era de los reyes,      día era, señalado,   
cuando dueñas y doncellas      al rey piden aquinaldo,      2
sino es Jimena Gómez,      hija del conde Lozano,   
que puesta delante el rey,      de esta manera ha hablado:      4
--Con mancilla vivo, rey,      con ella, vive mi madre;   
cada día que amanece      veo quien mató a mi padre      8
caballero en un caballo      y en su mano un gavilán;   
otra, vez con un halcón      que trae para cazar,      8
por me hacer más enojo      cébalo en mi palomar:   
con sangre de mis palomas      ensangrentó mi brial.      10
Enviéselo a decir,      envióme a amenazar   
que me cortará mis haldas      por vergonzoso lugar1 ,      12
me forzará mis doncellas      casadas y por casar;   
matárame un pajecico      so haldas de mi brial.      14
Rey que, no hace justicia      no debía, de reinar,   
ni cabalgar en caballo,      ni espuela de oro calzar,      16
ni comer pan a manteles,      ni con la reina holgar,   
ni oír misa en sagrado,      porque no merece más.--      18
El rey de que aquesto oyera      comenzara de hablar:   
--¡Oh válame Dios del cielo!      quiérame Dios consejar:      20
si yo prendo o mato al Cid,      mis Cortes se volverán;   
y si no hago justicia      mi alma lo pagará.      22
--Tente las tus Cortes, rey,      no te las revuelva nadie,   
al Cid que mató a mi padre      dámelo2 tú por igual,      24
que quien tanto mal me hizo      sé que algún bien me hará.--   
Entonces dijera el rey,      bien oiréis lo que dirá:      26
--Siempre lo oí decir,      y agora veo que es verdad,   
que el seso de las mujeres      que no era natural:      28
hasta aquí pidió justicia,      ya quiere con él casar.   
Yo lo haré de buen grado,      de muy huella voluntad;      30
mandarle quiero una carta,      mandarle quiero llamar.--   
Las palabras no son dichas,      la carta camino va,      32
mensajero que la lleva      dado la había a su padre.   
--Malas mañas habéis, conde,      no vos las puedo quitar,      34
que cartas que el rey vos manda      no me las queréis mostrar.   
--No era nada, mi hijo,      sino que vades allá,      36
quedávos aquí, hijo,      yo iré en vuestro lugar.   
--Nunca Dios atal quisiese      ni Santa María lo mande,      38
sino que adonde vos fuéredes      que vaya yo adelante.--   

El Cid pide parias al moro   (í-a)      (ficha nš: 1416)


Por el Val de las Estacas      pasó el Cid a mediodía,   
en su caballo Babieca:      ¡oh qué bien que parecía!      2
El rey moro que lo supo      a recibirle salía,   
dijo: --Bien vengas, el Cid,      buena sea tu venida,      4
que si quieres ganar sueldo,      muy bueno te lo daría,   
ó si vienes por mujer,      darte he una hermana mía.      8
--Que no quiero vuestro sueldo      ni de nadie lo querría,   
que ni vengo por mujer,      que viva tengo ha mía:      8
vengo a que pagues las parias      que tú debes a Castilla.   
--No te las daré yo, el buen Cid,      Cid, yo no te las daría:      10
si mi padre las pagó      hizo lo que no debía.   
--Si por bien no me las das,      yo por mal las tomaría.      12
--No lo harás así, buen Cid,      que yo buena lanza había.   
--En cuanto a eso, rey moro,      creo nada te debía,      14
que si buena lanza tienes,      por buena tengo la mía:   
mas da sus parias al rey,      a ese buen rey de Castilla.      16
--Por ser vos su mensajero      de buen grado las daría.   

El Cid y el moro Abdalla   (í-a)  (ficha nš: 1417)


Por el val de las Estacas      el buen Cid pasado había:   
a la mano izquierda deja      la villa de Constantina.      2
En su caballo Babieca,      muy gruesa lanza traía:   
va buscando al moro Abdalla1      que enojado le tenía.      4
Travesando un antepecho,      y por una cuesta arriba,   
dábale el sol en las armas,      ¡oh cuán bien que parecía!      8
Vido ir al moro Abdalla      por un llano que allí había,   
armado de fuertes armas;      muy ricas ropas traía.      8
Dábale voces el Cid;      de esta manera decía:   
--Espéresme, moro Abdalla,      no muestres tú2 cobardía.--      10
A las voces que el Cid daba      el moro le respondía:   
--Muchos tiempos ha, el Cid3 ,      que esperaba yo este día,      12
porque no hay hombre nacido      de quien yo me escondería;   
porque desde mi niñez      siempre huí de cobardía.      14
--Alabarte, moro Abdalla,      poco te aprovecharía;   
mas si eres cual tú hablas4      en esfuerzo y valentía      16
a tiempo eres venido5      que menester te sería.--   
Estas palabras diciendo      contra el muro arremetia;      18
en contróle con la lanza,      y en el suelo lo derriba;   
cortárale la cabeza,      sin le hacer cortesía.6      20

El Cid ante el papa romano   (ó)  (ficha nš: 1418)


Rey don Sancho, rey don Sancho*,      cuando en Castilla reinó,   
corrió a Castilla la vieja      de Búrgos hasta León,      2
corrió todas las Asturias      dentro hasta San Salvador,   
también corrió a Santillana,      y dentro en Navarra, entró,      4
y a pesar del rey de Francia,      los puertos de Aspa pasó.   
Siete días con sus noches      en el campo le esperó.      8
Desque vió que no venía      a Castilla se volvió.   
Luego le viniéron cartas      d'ese padre de Aviñón,      8
que se vaya para Roma,      y le alzarán emperador;   
que lleve treinta de mula,      y de caballo que non,      10
y que no lleve consigo      ese Cid campeador;   
que las Cortes estén en paz,      no las revolviese, non.      12
El Cid cuando lo supo      a las Cortes se partió   
con trescientos de a caballo,      todos hijos dalgo son.      14
---Mercedes, buen rey, mercedes,      otorgádmelas señor,   
que cuando fuereis a Roma      que me llevedes con vos,      16
que por las tierras do fuéredes      yo sería el gastador,   
hasta salir de Castilla,      do mis haberes gastando;      18
cuando fuéremos por Francia      el campo iremos robando,   
por ver si algún frances      saldría a demandallo.--      20
A sus jornadas contadas      a Roma se han llegado;   
apeado se ha el buen rey,      al Papa besó la mano;      22
también sus caballeros,      que se lo habían enseñado:   
no lo hizo el buen Cid,      que no lo había acostumbrado.      24
En la capilla de San Pedro      don Rodrigo se ha entrado,   
viera estar siete sillas      de siete reyes cristianos      26
viera la del rey de Francia      par de la del Padre santo,   
y vió estar la de su rey      un estado más abajo:      28
vase a la del rey de Francia,      con el pie la ha derrocado,   
y la silla era de oro,      hecho se ha cuatro pedazos,      30
tomara la de su rey,      y subióla en lo más alto.   
Ende hablara un duque      que dicen el saboyano:      32
--Maldito seas, Rodrigo,      del Papa descomulgado,   
que deshonraste a un rey,      el mejor y más sonado.--      34
Cuando lo oyó el buen Cid      tal respuesta le ha dado:   
--Dejemos los reyes, duque,      ellos son buenos y honrados,      36
y hayámoslo los dos      como muy buenos vasallos.--   
y allegóse cabe el duque,      un gran bofetón le ha dado.      38
Allí hablara el duque:      --¡Demándetelo el diablo!--   
El Papa desque lo supo      quiso allí descomulgallo.      40
Don Rodrigo que lo supo      tal respuesta le hubo dado:   
--Si no me absolvéis, el Papa,      seríaos mal contado:      42
que de vuestras ricas ropas      cubriré yo mi caballo.--   
El Papa desque lo oyera      tal respuesta le hubo dado:      44
--Yo te absuelvo, don Rodrigo,      yo te absuelvo de buen grado,   
que cuanto hicieres en Cortes      seas de ello libertado.      46

A concilio dentro en Roma. F. de Santos   (á-o)      (ficha nš: 1419)


A concilio dentro en Roma,      a concilio habían llamado1 .   
Por obedecer al Papa,      ese noble rey don Sancho      2
para Roma fue derecho,      cou el Cid acompañado.   
Por sus jornadas contadas      en Roma se han apeado:      4
el rey con gran cortesía      al Papa besó la mano,   
y el Cid y sus caballeros      cada cual de grado en grado.      8
En la iglesia de San Pedro      don Rodrigo había entrado,   
do vido las siete sillas      de siete reyes cristianos,      8
y vió la del rey de Francia      junto a la del Padre santo,   
y la del rey su señor      un estado más abajo.      10
Vase2 a la del rey de Francia,      con el pie la ha derribado;   
la silla era de marfil,      hecho la ha cuatro pedazos;      12
tomara3 la de su rey      y subióla en lo más alto.   
Allí hubo un honrado duque      que dicen el saboyano:      14
--Maldito sea, Rodrigo,      del Papa descomulgado,   
porque deshonraste un rey      el mejor y, más preciado.--      16
En oír aquesto el Cid,      tal respuesta le hubo dado:   
--Dejemos los reyes, duque,      y si os sentis agraviado      18
haymoslo los dos solos;      de mi a vos sea demandado.--   
Allegóse cabe el duque,      un gran bofeton4 le ha dado.      20
El duque le respondió5 :      --¡Demándetelo el diablo6 .--   
El Papa cuando lo supo      al Cid ha descomulgado;      22
en saberlo luego el Cid      ante él se ha arrodillado7 .   
--Absolvedme dijo, Papa,      si no, seráos mal contado.--      24
El Papa de piadoso      respondió muy mesurado:   
--Yo te absuelvo, don Rodrigo,      yo te absuelvo de buen grado,      26
con que seas en mi corte      muy cortes y mesurado.   

Muerte del rey Fernando   (á-o)  (ficha nš: 1420)


Doliente estaba, doliente,      buen rey don Fernando;   
los pies tiene cara oriente      y la candela en la mano.      2
A la cabecera tiene      los sus fijos todos cuatro.   
Los tres eran de la reina,      y el uno era bastardo.      4
Ese que bastardo era      quedaba mejor librado;   
arzobispo es de Toledo      y en las Españas perlado1 .      8
--Si yo no muriera, hijo,      vos fuérades Padre santo,   
mas con la renta que os queda,      bien podréis, hijo, alcanzarlo.2      8

Muerte del rey Fernando   (á-o)  (ficha nš: 1421)


Doliente se siente el rey,      ese buen rey don Fernando;   
los pies tiene hácia oriente      y la candela en la mano.      2
A su cabecera tiene      arzobispos y perlados,   
a su man derecha tiene      a sus fijos todos cuatro.      4
Los tres eran de la reina,      y el uno era bastardo:   
ese que bastardo era      quedaba mejor librado.      8
Arzobispo es de Toledo      maestro de Santiago,   
abad era en Zaragoza,      de las Españas primado.      8
--Hijo, si yo no muriera,      vos fuérades Padre santo,   
mas con la renta que os queda,      vos bien podréis alcanzarlo.--      10
Ellos estando en aquesto      entrara Urraca Fernando,   
y vuelta hácia su padre      de esta manera ha hablado.      12

Quejas de doña Urraca   (á-a)  (ficha nš: 1422)


Morir vos queredes, padre,      San Miguel vos haya el alma;   
mandástes las vuestras tierras      a quien se vos antojara,      2
a don Sancho a Castilla,      Castilla la bien nombrada,   
a don Alonso a León,      y a don García a Vizcaya.      4
A mí porque soy, mujer,      dejáisme desheredada:   
irme he yo por esas tierras1      como una mujer errada,      8
y este mi cuerpo daría      a quien se me antojara,   
a los moros por dineros      y a los cristianos de gracia2 :      8
de lo que ganar pudiere      haré bien por la vuestra alma3 .   
--Calledes, hija, calledes,      no digades tal palabra,      10
que mujer que tal decía,      merescia ser quemada.--   
Allá en Castilla la Vieja      un rincon se le olvidaba;      12
Zamora había por nombre,      Zamora la bien cercada;   
de una parte la cerca el Duero,      de otra, Peña tajada;      14
de la otra4 , la Morería:      ¡una cosa muy preciada!   
¡quien vos la tomare5 , hija,      la mi maldición le caiga!      16
Todos dicen amen, amen,      sino don Sancho, que calla.6   

Afuera, afuera Rodrigo   (á-o)  (ficha nš: 1423)


Afuera, afuera, Rodrigo,      el soberbio castellano,   
acordársete debría      de aquel tiempo ya pasado1      2
cuando fuiste caballero2      en el3 altar de Santiago,   
cuando el rey fue tu padrino,      tú, Rodrigo el ahijado:      4
mi padre te dió las armas4 ,      mi madre te dió el caballo,   
yo te calcé las espuelas      porque fueses más honrado,:      8
que pensé casar5 contigo.      No6 lo quiso mi pecado,   
casaste con Jimena Gómez,      hija del conde Lozano:      8
con ella hubiste dineros,      conmigo hubieras estado7 .   
Bien casaste, tú Rodrigo,      muy mejor fueras casado;      10
dejaste hija de rey      por tomar de su vasallo8   
--Si os parece, mi señora,      bien podemos destigallo9 .      12
--Mi ánima penaría      si yo fuese en discrepallo.   
--Afuera, afuera, los míos,      los de a pie y de a caballo,      14
pues de aquella torre mocha      una vira me han tirado.   
No traía el asa hierro10 ,      el corazon me ha pasado,      16
ya ningún remedio siento      sitio vivir más penado.   

Prisión del rey Alfonso en Carrión   (ó)      (ficha nš: 1424)


Entre dos reyes cristianos      hay muy grande división,   
don Sancho rey de Castilla      y don Alonso de León.      2
Don Sancho dice, que el reino      le viene por sucesión;   
don Alonso le1 defiende      y estáse en la posesión;      4
no les pueden poder treguas      cuantos en la corte son,   
perlados, ni ricos hombres,      ni monjes de religión.      8
El. hecho se pone en armas,      y con esta condición:   
que el reino pierda el vencido      sin haber más redempción.      8
Ya juntadas las batallas,      ya trabada es la quistión,   
juntáronse en las vegas,      en las vegas de Carrión.      10
Los leoneses pelean      como hombres de razón;   
los castellanos van malos      venido han en perdición,      12
todos iban de huida      sin ninguna ordenación.   
Don Alonso es piadoso      de su misma inclinación,      14
no quiso seguir l'alcance2      movido de compasión.   
Ellos en aquesto estando,      asomado había un pendón,      16
todo de seda bermeja,      y de oro la guarnición,   
una cruz en medio verde      que traía por devoción.      18
Castellanos eran todos,      castellanos de nación;   
el Cid y toda su gente      era aquella guarnición,      20
que no se halló en la batalla,      porque tuvo ocupación:   
Don Sancho desque lo vido      tomado ha consolación3 ,      22
dan sobre los leoneses      que están sin avisación;   
prendieran al rey don Sancho,      metído le han en prisión.      24
Llevándolo ansí preso      llegó el Cid a la sazón,   
habló Como caballero      muy allegado a razón:      26
--Escuchadme, caballeros,      sea esta la conclusión:   
dádnos nuestro rey, vosotros,      y con buena bendición,      28
y vos daremos el vuestro      luego sin más dilación.--   
Los leoneses4 no quisieron,      con grande orgullo y presunción,      30
temiendo su rey ser muerto,      y que aquello era traición.   
Entonces el Cid en ellos      hizo grande destruición,      32
a su rey ha delibrado,      y a ellos puso en confusión;   
preso llevan al rey don Alonso      que era verle compasión,      34
metídolo han en grillos      sin más consideración.   

Doña Urraca libera a su hermano de prisión   (ó)      (ficha nš: 1425)


Rey don Sancho, rey don Sancho      cuando en Castilla reinó,   
le salían las sus barbas1 ,      ¡y cuán poco las logró!      2
A pesar de los Franceses      los puertos de Aspa pasó;   
siete días con sus noches      en campo los aguardó,      4
y viendo que no venían      a Castilla se volvió.   
Matara el conde de Niebla,      y el condado le quitó,      8
y a su hermano don Alonso      en las cárceles lo echó   
y después que lo echara      mandó hacer un pregón2      8
que él que rogase por él      que lo diesen por traidor.   
No hay caballero, ni dama,      que por él rogase, no,      10
sino fuera una su hermana      que al rey se lo pidió:   
--Rey don Sancho, rey don Sancho,      mi hermano y mi señor,      12
cuando yo era pequeña      prometístesme un don3 ;   
agora que soy crecida,      otorgámelo, señor4 .--      14
--Pedildo vos, mi hermana;      mas con una condición,   
que no me pidáis a Burgos,      a Burgos, ni a León,      16
ni a Valladolid la rica,      ni a Valencia de Aragón:   
de todo lo otro, mi5 hermana,      no se os negará6 , no.      18
--Que no os pido yo7 a Burgos,      a Burgos, ni a León,   
ni a Valladolid la rica,      ni a Valencia de Aragón:      20
mas pídoos8 a mi hermano,      que lo tenéis en prisión.   
--Pláceme, dijo, hermana,      mañana os lo daré yo.      22
--Vivo lo habéis de dar, vivo,      vivo, que no muerto, no.   
--Mal hayas tú, mi9 hermana,      y quien tal te10 aconsejó,      24
que mañana, de mañana,      muerto te11 lo diera yo.   

Rey don Sancho, rey don Sancho, ya te apuntaban las barbas   (á-a)     (ficha nš: 1426)


Rey don Sancho, rey don Sancho,      ya que te apuntan las barbas,   
quien te las vido nacer,      no te las verá logradas.      2
Aquestos tiempos andando      unas Cortes ordenara,   
y por todas las sus tierras      enviaba las sus cartas:      4
las unas iban de ruego,      las otras iban con sana,   
a unos ruega que vengan,      a otros amenazaba.      8
Ya que todos son llegados,      de esta suerte les hablara:   
--Ya sabéis, los mis vasallos,      cuando mi padre finara,      8
cómo repartió sus tierras      a quien bien se le antojara:   
las unas dió a doña Elvira,      las otras a doña Urraca,      10
las otras a mis hermanos        
12todas estas eran mías,      que yo las heredaba.   
Ya que yo se las quitase      ningún agravio aquí usaba,   
14porque quitar lo que es mío      a nadie en esto dañaba.--   
Todos miraban al Cid      por ver si se levantaba,   
16para que responda al rey      lo que en esto le agradaba   
El Cid, que vee que lo miran,      de esta suerte al rey habla:   
18--Ya sabéis, rey mi señor,      como, cuando el rey finara,   
hizo hacer juramento      a cuantos allí se hallaban:   
20que ninguno de nosotros      fuese contra lo que él manda,   
y que ninguno quitase      a quien él sus tierras daba   
22todos dijimos amen,      ninguno lo rehusara   
Pues ir contra el juramento      no hallo ley que lo manda;   
24mas si vos queréis, señor      , hacer lo que os agradaba,   
nos no podemos dejar      de obedecer vuestra manda;   
26mas nunca se logran hijos      que al padre quiebran palabra.--   
Ni tampoco tuvo dicha      en cosa que se ocupaba,   
nunca Dios le hizo merced,      ni es razon que se la haga.      28

Riberas de Duero arriba   (á-o)  (ficha nš: 1427)


Riberas de Duero arriba      cabalgan dos zamoranos   
en caballos alazanes      ricamente enjaezados.      2
Fuertes armas traen secretas      y encima sus ricos mantos   
con sendas lanzas y adargas      como hombres enemistados.      4
--Agrandes voces oímos      estándonos desarmando,   
si habria dos para dos      caballeros zamoranos,      8
que quisiesen tomar lid      con otros dos castellanos;   
y los que las voces daban      padre y hijo son entrambos.      8
padre y hijo eran los hombres,      padre y hijo los caballos.   
Dicen que es don Diego Ordóñez      y su hijo don Hernando,      10
aquel que reptó a Zamora      por muerte del rey don Sancho1 ,   
cuando el traidor de Vellido      le mató con un venablo;      12
y aun2 al pasar de la puente      padre y hijo van hablando3 :   
--No sé si oisteis4 , hijo,      las damas que están mirando5 .      14
--Bien las oí yo6 , señor,      lo que quedan7 razonando,   
que las ancianas decían:      --¡Oh qué viejo tan honrado!      16
Y las doncellas decían:      ¡Oh qué mozo tan lozano!--   
Palabras de gran soberbia      son las que ellos van hablando8 ,      18
que si caso se ofreciese,      y hubiese9 ruido en campo,   
que se matarían con tres      y se matarían10 con cuatro,      20
y si cinco les saliesen11 ,      que no los huirian el campo;   
con tal que no fuesen primos      ni menos fuesen hermanos,      22
ni de las tiendas del Cid      ni de sus paniaguados,   
de la casa de los Arias      salgan seis más esforzados.      24
No falta12 quien los ha oido      lo que ellos van razonando13 .   
Oídolo14 ha Gonzalo Arias.      hijo de Arias Gonzalo.      26
Siete caballeros vienen,      todos siete bien armados,   
cubiertos de sus escudos;      las lanzas van blandeando,      28
y traen por apellido      a San Jorge y Santiago.   
--¡Mueran, mueran los traidores,      mueran y15 dejen el campo!--      30
A recebírselos sale16      don Ordoño y don Hernando:   
a los primeros encuentros      don Ordoño mató cuatro,      32
don Hernando mató dos      y el otro les huyó el campo.   
Por aquel que se les iba      las barbas se están17 mesando;      34
preguntara el padre al hijo:      --Di, hijo, ¿, si estás llagado18 ?   
--Eso os pregunto, señor,      que yo no estoy19 sino sano.      36
--Siempre lo tuvistes, hijo,      mozo y flojo20 en el caballo:   
cuando habéis de cabalgar      cabalgáis trasero y largo.      38
Yo viejo, de los21 sesenta,      a mis pies he muerto cuatro22 ,   
vos, mozo de veinte y cinco23 ,      matáis dos, váscos un gato.      40

Riberas de Duero arriba   (á-o)  (ficha nš: 1428)


Riberas de Duero arriba      cabalgan dos zamoranos:   
las armas llevan blancas,      caballos rucios rodados,      2
con sus espadas ceñidas,      y sus puñales dorados,   
sus adargas a los pechos,      y sus lanzas en las manos,      4
ricas capas aguaderas      por ir más disimulados,   
y por un repecho arriba      arremeten los caballos:      8
que, según dicen, las gentes,      Padre e hijo son entramhos. (sic)   
Palabras de gran soberbia      entre los dos van hablando:      8
que se matarán con tres,      lo mesmo harán con cuatro,   
y si cinco les saliesen      que no les huirian el campo,      10
con tal que no fuesen primos,      ni menos fuesen hermanos,   
ni de la casa del Cid,      ni de sus paniaguados,      12
ni de las tiendas del rey,      ni de sus leales vasallos:   
de todos los otros que haya      salgan los más esforzados.      14
Tres condes lo han oido,      todos tres eran cuñados.   
--Atendédnos, caballeros,      que nos estamos armando.--      16
Mientra los condes se arman      el padre al hijo ha hablado:   
--Tú bien, vees hijo, mío,      aquellos tablados altos      18
donde dueñas y doncellas      nos están de allí mirando,   
si lo haces como bueno      serás de ellas muy honrado;      20
si lo haces corno malo      serás de ellas ultrajado;   
más vale morir con honra      que no vivir deshonrado,      22
que el morir es una cosa      que a cualquier nacido es dado.--   
Estas palabras diciendo      los condes han allegado.      24
A los encuentros primeros      el viejo uno ha derrocado;   
vuelve la cabeza el viejo,      vido al hijo mal tratado,      26
arremete para allá,      y otro conde ha derribado;   
el otro desque esto vido      vuelve riendas al caballo;      28
los dos iban en su alcance:      en Zamora lo han cerrado.   

Riberas de Duero arriba   (á-o)  (ficha nš: 1429)


Riberas del Duero arriba      cabalgan dos zamoranos:   
las divisas llevan verdes,      los caballos alazanos,      2
ricas espadas ceñidas,      sus cuerpos muy bien armados,   
adargas ante sus pechos      gruesas lanzas en sus manos,      4
espuelas llevan ginetas      y los frenos plateados.   
Como son tan bien dispuestos      parecen muy bien armados,      8
y por un repecho arriba      salen1 más recios que galgos,   
y súbenlos2 a mirar      del real del rey don Sancho.      8
Desque a otra parte fuéron      dieron vuelta a los caballos,   
y al cabo de una gran pieza      soberbios ansí3 han fablado:      10
--¿Tendrédes dos para dos4 ,      caballeros castellanos,   
que puedan armas facer5      con otros dos zamoranos,      12
para daros a entender6      no face el rey como hidalgo   
en quitar a doña Urraca      lo que7 su padre lo ha dado?      14
Non queremos ser tenidos,      ni queremos ser honrados,   
Di rey de nos faga cuenta,      ni conde nos ponga al lado,      16
si a los primeros encuentros      no los hemos derribado;   
y siquiera salgan tres,      y siquiera salgan cuatro,      18
y siquiera salgan cinco,      salga siquiera el diablo,   
con tal que no salga el Cid,      ni ese noble rey don Sancho,      20
que lo habemos por señor,      y el Cid nos ha por hermanos:   
de los otros caballeros      salgan los más esforzados.--      22
Oídolo habían dos8 condes      los cuales eran9 cuñados:   
--Atended, los caballeros,      mientras estamos armados10 .--      24
Piden apriesa las armas,      suben en buenos caballos,   
caminan para las tiendas      donde yace11 el rey don Sancho:      26
piden que les dé licencia      que ellos puedan hacer campo   
contra aquellos caballeros,      que con soberbia han hablado.      28
Allí fablara el buen Cid,      que es de los buenos dechado:   
--Los dos contrarios guerreros      non los tengo yo por malos,      30
porque en muchas lides12 de armas      su valor habían mostrado13 ,   
que en el cerco de Zamora      tuvieron14 con siete campo:      32
el mozo mató a los dos,      el viejo mató a los cuatro;   
por uno que se les fuera      las barbas se van pelando15 .--      34
Enojados van los condes      de lo que el Cid ha fablado:   
el rey cuando16 ir los viera      que vuelvan está mandando17 ;      36
otorgó cuanto pedian,      más por fuerza que de grado.   
Mientras los condes se arman,      el padre al hijo está hablando:      38
--Volved, hijo, hácia Zamora,      a Zamora y sus andamios,   
mirad dueñas y doncellas,      cómo nos están mirando:      40
hijo, no miran a mí      porque ya soy viejo y cano;   
mas miran a vos, mi hijo,      que sois mozo y esforzado.      42
Si vos facéis como bueno      seréis de ellas muy honrado;   
si lo facéis de cobarde,      abatido y ultrajado.      44
Afirmáos en los estribos,      terciad la lanza en las manos,   
esa adarga ante los pechos,      y apercebid el caballo,      46
que al que primero acomete      tienen por más esforzado.--   
Apenas esto hubo dicho,      ya los condes han llegado;      48
el uno viene de negro,      y el otro de colorado18 :   
vanse unos para otros,      fuertes encuentros se han dado,      50
mas él19 que al mozo le cupo      derribólo del caballo,   
y el viejo al otro de encuentro      pasóle de claro en claro.      52
El conde20 , de que esto viera,      huyendo sale del campo,   
y los dos van21 a Zamora      con vitoria muy honrados.      54

Junto al muro de Zamora   (í-o)  (ficha nš: 1430)


Junto al muro de Zamora      vide un caballero erguido,   
armado de todas piezas,      sobre un caballo morcillo,      2
a grandes voces diciendo:      --Vélese bien el castillo,   
que al que hallaré velando      ayudarle he con mi grito,      4
y al que hallaré durmiendo      echarle he de arriba vivo;   
pues por la honra de Zamora      yo soy llamado y venido.      8
Si hubiere algún caballero,      salga hacer armas comigo,   
con tál que no fuese el Cid,      ni Bermudez su sobrino.--      8
Las palabras que decía,      el buen Cid las ha oido.   
¿Quién es ese caballero      que hace el tal desafío?      10
--Ortuño me llamo, Cid,      Ortuño es mi apellido.   
--Acordársete debría, Ortuño,      de la pasada del río,      12
cuando yo vencí los moros,      y Babieca iba comigo.   
En aquestos tiempos tales      no eras tan atrevido.--      14
Ortuño, de que esto oyera:      de esta suerte ha respondido:   
--Estonces era novel,      agora soy más crecido,      16
y usando, buen Cid, las armas,      me he hecho tan atrevido.   
Mas no desafío yo a tí,      ni a Bermudez tu sobrino,      18
porque os tengo por señores,      y me tenéis por amigo;   
mas si hay otro caballero,      que salga hacer armas comigo,      20
que aquí en el campo lo espero      con mis armas y rocino.   

Rey don Sancho, rey don Sancho, no digas que no te aviso   (í-o)      (ficha nš: 1431)


--Rey don Sancho, rey don Sancho,      no digas que no te aviso,   
que del cerco de Zamora      traidor había salido:      2
Vellido Dolfos se llama      hijo de Dolfos Vellido,   
a quien él mismo matara      y después echó en el río.      4
Si te engaña, rey don Sancho,      no digas que no lo digo.*--   
Oídolo ha el traidor,      ¡gran enojo ha recibido!      8
Fuése donde estaba el rey;      de aquesta suerte le ha dicho:   
--Bien conoscedes, señor,      el malquerer y homecillo      8
que el malo de Arias Gonzalo      y sus hijos han conmigo:   
en fin hasta tu real      agora me han perseguido:      10
esto, porque les reptaba      que estorbaban tu partido,   
que otorgase doña Urraca      a Zamora en tu servicio.      12
Agora que han bien mirado      como está bien entendido   
que tú prendas a Zamora      por el postigo salido,      14
trabajan buscar tu daño      dañando el crédito mío.   
Si me quieres por vasallo      serviréte sin partido.--      16
El buen rey siendo contento,      dijole: --Muéstrame, amigo,   
por donde tome a Zamora,      que en ella serás tenido      18
mucho más que Arias Gonzalo,      que la manda con desvío.--   
Besóle el traidor la mano,      en gran poridad le dijo:     
--Vámonos tú y yo, señor,      solos, por no hacer bullicio,   
verás lo que me demandas,      y ordenarás tu partido      22
donde se haga una cava,      y lo que manda mi aviso.   
Después con ciento de a pie      matar las guardas me obligo,      24
y se entrarán tus banderas      guardándoles el postigo.--   
Otro día de mañana      cabalgan Sancho y Vellido,      26
el buen rey en su caballo,      y Vellido en su rocino:   
juntos van a ver la cerca,      solos a ver el postigo.      28
Desque el rey lo ha rodeado      saliérase cabe el río,   
do se hubo de apear      por necesidad que ha habido.      30
Encomendóle un venablo      a ese malo de Vellido.   
dorado era y pequeño,      que el rey lo traía consigo.      32
Arrojóselo el traidor,      malamente lo ha herido;   
pasóle por las espaldas,      con la tierra lo ha cosido.      34
Vuelve riendas al caballo      a más correr al postigo.   
La causa de la corrida      le demandaba Rodrigo,      36
el cual dicen de Vivar:      el malo no ha respondido.   
El Cid apriesa cabalga,      sin espuelas lo ha seguido;      38
nunca le pudo alcanzar,      que en la ciudad se ha metido.   
Que le metan en prisión      doña Urraca ha proveido:      40
guárdale Arias Gonzalo      para cuando sea pedido.   
Tornóse el Cid con coraje,      como no prendió a Vellido,      42
maldiciendo vi caballero      que sin espuelas ha ido.   
No sospecha tal desastre,      cuida ser otro el delito,      44
que si lo que era creyera      bien defendiera el postigo   
hasta vengar bien la muerte      del rey don Sancho el querido.      46

Rey don Sancho, rey don Sancho, no digas que no te aviso   (í-o)      (ficha nš: 1432)


--¡Rey don Sancho1 , rey don Sancho*,      no digas que no te aviso   
que de dentro de Zamora      un alevoso ha salido:      2
llámase Vellido Dolfos,      hijo de Dolfos Vellido,   
cuatro traiciones ha hecho,      y con esta serán cinco.      4
Si gran traidor fue el padre,      mayor traidor es el hijo.--   
Gritos dan en el real--      --¡A don Sancho han mal herido:      8
muerto le ha Vellido Dolfos,      gran traición ha cometido!--   
Desque le tuviera muerto,      metióse por un postigo,      8
por las calles de Zamora      va dando voces y gritos:   
--Tiempo era2 , doña Urraca,      de complir3 lo prometido.      10

De Zamora sale Dolfos   (á-o)  (ficha nš: 1433)


De Zamora sale el Dolfos      corriendo y apresurado:   
huyendo va de los hijos      del buen viejo Arias Gonzalo      2
y en la tienda del buen rey,      en ella se había amparado.   
--Manténgate Dios, señor1 .      --Villido, seas bien llegado.      4
--Señor, tu vasallo soy,      tu vasallo y de tu bando,   
y por yo aconsejarle      a aquel viejo Arias Gonzalo,      8
que te entregase a Zamora,      pues que te había quedado2 ,   
hame querido matar,      y de él me soy escapado.      8
A vos3 me vengo, señor,      por ser en vuestro4 mandado,   
con deseo de serviros5 ,      como cualquier fijodalgo,      10
y os6 entregaré a Zamora,      aunque pese a Arias Gonzalo,   
que por un falso postigo      en ella seréis7 entrado.--      12
El buen Arias de8 leal      al rey había avisado,   
desde encima9 del adarve      estas palabras ha hablado10 :      14
--A ti lo digo, el buen rey,      y a todos tus castellanos,   
que allá ha salido Vellido,      Vellido11 un traidor malvado,      16
que si traición te12 ficiere      a nos non sea imputado.--   
Oídolo había Vellido      que, al rey tien, por la mano:      18
--Non lo creades, señor,      lo que contra mí ha fablado,   
que don Arias lo publica      porque el lugar no sea entrado,      20
porque él sabe bien que13 sé      por donde será tomado.--   
Allí fablara el buen rey      de Vellido confiado:      22
--Yo lo creo bien, Vellido      el Dolfos, mi buen criado;   
por tanto, vámonos14 luego      a ver el postigo falso.      24
--Vámonos luego, señor,      id solo, no acompañado.--   
Apartados del real,      el buen rey se había apartado      26
con voluntad de facer      lo que a nadie es excusado:   
el venablo que llevaba      a Vellido se lo ha dado,      28
el cual desque así15 lo vido      de espaldas y descuidado16   
levantóse17 en los estribos,      con fuerza se lo ha tirado;      30
diérale18 por las espaldas,      y a los pechos ha pasado.   
Allí19 cayó luego el rey      muy mortalmente llagado:      32
¡Yióle caer don20 Rodrigo,      que de Vivar es llamado21 ,   
y como le vió ferido22 ,      cabalgara en su caballo:      34
con la priesa que tenía      espuelas no se ha calzado.   
Huyendo iba el traidor,      tras él iba el castellano,      36
si apriesa había salido,      a mayor se había entrado;   
Rodrigo ya lo alcanzaba23 ,      mas viendo a Dolfos en salvo24      38
mil maldiciones25 se echaba      el nieto de Lain Calvo:   
--Maldito sea el caballero      que como yo ha cabalgado,      40
que si yo espuelas trujera,      no se me fuera el malvado.--   
Todos van a ver al rey,      que mortal estaba echado.      42
Todos le dicen lisonjas,      nadie verdad ha fablado,   
sino fue el conde de Cabra,      un buen caballero anciano:      44
--Sois mi rey y mi señor;      y yo soy vueso vasallo;   
comple que miréis por vos,      que es verdad lo que vos fablo,      46
que del ánima curedes,      del cuerpo non fagáis caso26 ;   
a Dios vos encomendad,      pues fue este día aciago.      48
--Buena ventura hayáis27 , conde,      que así me heis28 aconsejado.--   
En diciendo estas palabras,      el alma a Dios había29 dado.      50
De esta suerte murió el rey30      por haberse confiado.   

Ya se sale Diego Ordóñez   (í-o)  (ficha nš: 1434)


Ya cabalga Diego Ordóñez,      del real se había salido   
de dobles piezas armado      y un caballo morcillo:      2
va a reptar los Zamoranos      por la muerte de su primo,   
que mató Vellido Dolfos,      hijo de Dolfos Vellido.      4
--Yo os riepto, los Zamoranos,      por traidores fementidos,   
riepto a todos los muertos,      y con ellos a los vivos;      8
riepto hombres y mujeres,      los por nascer y nascidos;   
riepto a todos los grandes,      a los grandes y los chicos,      8
a las carnes y pescados,      y las aguas de los ríos.--   
Allí habló Arias Gonzalo,      bien oiréis lo que hubo dicho:      10
--¿Qué culpa tienen los viejos?      ¿qué culpa tienen los niños?   
¿qué merecen las mujeres,      y los que no son nascidos?      12
¿por qué rieptas a los muertos,      los ganados y los ríos?   
Bien sabéis vos, Diego Ordóñez,      muy bien lo tenéis sabido,      14
que aquel que riepta concejo      debe de lidiar con cinco.--   
Ordóñez1 le respondió:      --Traidores heis todos sido.--      16

Ya se sale Diego Ordóñez   (í-o)  (ficha nš: 1435)


Sálese Diego Ordóñez,      del real se ha salido   
armado de piezas dobles      en un caballo morcillo:      2
la lanza lleva terciada,      levantado en los estribos.   
Va a rieptar los de Zamora      por la traición de Vellido:      4
vido estar a Arias Gonzalo      asomado en el castillo;   
con un denuedo feroz      estas palabras le ha dicho:      8
--Yo riepto a los de Zamora      por traidores conoscidos,   
porque fueron en la muerte      del rey don Sancho mi primo,      8
y acogieron en la villa      al que esta traición hizo.   
Por eso fuéron traidores,      en consejo, fecho y dicho:      10
por eso riepto a los viejos,      por eso riepto a los niños,   
y a los que están por nascer,      hasta los recien nascidos;      12
riepto al pan, riepto las carnes;      riepto las aguas y el vino,   
desde las hojas del monte      hasta las piedras del río.--      14
Respondióle Arias Gonzalo,      ¡Oh qué bien que ha respondido!   
--Si yo soy cual tú lo dices,      no debiera ser nascido;      16
mas hablas como esforzado,      é no como entendido,   
porque sabes que en Castilla      hay un fuero establecido,      18
que él que riepta concejo      haya de lidiar con cinco,   
y si algullo le venciere,      el concejo queda quito.--      20
Don Diego, que lo oyera,      algo fuera arrepentido;   
mas sin mostrar cobardía,      dijo: --Afírmome a lo dicho,      22
y con esas condiciones      yo acepto el desafío,   
que los mataré en el campo,      o dirán lo que yo he dicho.--      24

Ya se sale Diego Ordóñez   (í-o)  (ficha nš: 1436)


Ya se sale Diego Ordóñez,      del real se había salido   
armado de piezas dobles      en un caballo morcillo.      2
Va a reptar los zamoranos      con gran enojo encendido   
por el alevosa muerte      del rey don Sancho siu primo.      4
Vido estar a Arias Gonzalo      asomado en un castillo;   
puso piernas al caballo,      hácia él corriendo ha ido;      8
con alta voz temerosa      de esta suerte le había dicho:   
--Yo os riepto, zamoranos,      por traidores conocidos:      8
matastes al rey don Sancho,      y en la villa fue acogido   
el traidor, dile hizo este mal:      y traidores habéis sido.      10
Sobre esto riepto lol (sic) muertos,      sobre esto riepto los vivos,   
sobre esto riepto los hombres;      y también riepto los niños:      12
sobre esto riepto las yerbas,      y las aguas de los ríos.--   
Esto oyendo Arias Gonzalo      de esta suerte ha respondido:      14
--Si cuál tú dices soy yo,      no debiera ser nacido;   
mas hablas como enojado,      y no como hombre entendido.      16
¿Qué culpa tienen los muertos      de lo que hacen los vivos?   
Y en lo que hacen los hombres      ¿qué culpa tienen los niños,      18
ni las aguas, ni las yerbas      que son cosas sin sentido?   
Mas bien sabes que en España      antigua costumbre ha sido      20
que hombre que riepto concejo1      el concejo queda quito.   
En oír esto don Diego      hallóse muy arrepiso;      22
dijo---La razón que tengo      me disculpa de lo dicho,   
y si mi lengua ha errado      no mi intención y sentido.      24
Mas yo acepto, Gonzalo      con los cinco el desafío;   
ó los mataré en el campo,      o dirán lo que yo digo.      26
--En buen hora sea, don Dicgo,      Arias Gonzalo le, dijo,   
a Dios pongo por juez      porque es justo su juicio.      28
Plegue a él que así os ayude      como es verdad vuestro dicho   
porque la muerte del rey      permisión de Dios ha sido,      30
porque quebrantó el mandado      que el rey su padre le hizo,   
Así, creo, morirán      los que siguen su partido.--      32
Seis regidores llamaron      de la villa para oillo;   
tres o nueve días de plazo      tomaron para cumplillo.      34

Después que Vellido Dolfos   (á-o)      (ficha nš: 1437)


Después que Vellido Dolfos,      ese traidor afamado,   
derribó con cruda muerte      al valiente rey don Sancho      2
juntáronse en una tienda      los mayores de su campo   
y juntase todo el real      como estaba alborotado.      4
Don Diego Ordóñez de Lara      grandes voces está dando,   
y con coraje encendido      muy presto se había. armado      8
Para retar a Zamora,      junto al muro se ha llegado,   
y lanzando fuego vivo      de esta suerte ha razonado:      8
--Fementidos y traidores      sois todos los zamoranos,   
porque dentro de esa villa      acogistes al malvado      10
de Vellido, ese traidor,      el que mató al rey don Sancho   
mi buen señor, y buen rey,      de quien soy muy lastimado:      12
que los que acogen traidores      traidores sean llamados;   
y por tales yo vos reto,      y a vuestros antepasados,      14
y a los que traidores son      los pongo en el mismo grado,   
y a los panes, y a las aguas      de que sois alimentados      16
y esto os faré conocer,      ansí como estoy armado   
y lidiaré con aquellos      que no quieren confesallo,      18
ó con cinco uno a uno,      como en España, es usado:   
que lidie el que a concejo      como yo había retado.--      20
Arias Gonzalo, ese viejo,      ansí le había fablado,   
después que hubo entendido      lo que Ordoño ha razonado.      22
--Non debiera yo nacer,      si es como tú has contado;   
mas yo aceto el desafío      que por ti es demandado,      24
y te daré a conocer      no ser lo que has publicado.--   
Y a todos los de Zamora      de esta manera ha fablado:      26
--Varones de grande estima      los pequeños y de estado,   
si hay alguno entre vosotros      que en aquesto se haya hallado,      28
dígalo muy prontamente      de decillo no haya empacho;   
mas quiero irme de esta tierra      en Africa desterrado,      30
que no en campo ser vencido      por alevoso y malvado.--   
Todos dicen a una voz,      sin alguno estar callado:      32
--Mal fuego nos mate, conde,      si en tal muerte hemos estado:   
no hay en Zamora ninguno      que tal hubiese mandado.      34
El traidor Vellido Dolfos      por sí solo lo ha acordado:   
muy bien podéis ir seguro      id con Dios, Arias Gonzalo.      36

Tristes van los zamoranos   (á-o)  (ficha nš: 1438)


Tristes van los zamoranos      metidos en gran quebranto;   
reptados son de traidores,      de alevosos son llamados      2
más quieren ser todos muertos,      que no traidores nombrados.   
Dia era de San Millan,      ese día señalado,      4
todos duermen en Zamora;      mas no duerme Arias Gonzalo.   
Acerca de las dos horas      del lecho se ha levantado:      8
castigando está sus hijos,      a todos cuatro está armando:   
las palabras que les dice      son de mancilla y quebranto:      8
--Ayúdeos Dios, hijos míos,      guárdeos Dios, hijos amados,   
pues sabéis cuán falsamente      habemos sido reptados      10
tomad esfuerzo, mis hijos,      si nunca lo habéis tomado,   
acordáos que descendéis      de la sangre de Laín Calvo,      12
cuya noble fama y gloria      hasta hoy no se ha olvidado,   
pues que sabéis que don Diego      es caballero preciado,      14
pero mantiene mentira,      y Dios de ello no es pagado:   
el que de verdad se ayuda      de Dios siempre es ayudado.      16
Uno falta para cinco,      porque no sois más de cuatro,   
yo seré el quinto, y primero,      que quiero salir al campo.      18
Morir quiero, y no ver muerte      de hijos que tanto amo   
Mis hijos, Dios os bendiga      como os bendice mi mano--      20
Sus armas pide el buen viejo,      sus hijos le están armando,   
las grevas le están poniendo,      doña Urraca había entrado;      22
los brazos le echara encima      muy fuertemente llorando:   
¿Dónde vais, mi padre víejo,      o para qué estáis armado?      24
Dejad las armas pesadas,      que ya sois viejo cansado,   
pues que sabéis si vos moris      perdido es todo mi estado.      26
Acordáos que prometistes      a mi padre don Fernando   
de nunca desampararme,      ni dejar de vuestra mano.      28
---Pláceme señora hija,      respondió Arias Gonzalo.   
Cabalgara Pedro D'Arias      su hijo, que era el mediano,      30
que aunque era mozo de días,      era en obras esforzado.   
Dijo: ----Cabalgad, mi hijo,      dile os esperan el campo:      32
vais en tal llora y tal punto      que nos saquéis de cuidado.--   
Sin poner pie en el estribo      Arias Pedro ha cabalgado:      34
por aquel postigo viejo      galopeando ha llegado   
donde estaban los jueces      que le estaban esperando.      36
Partido les han el sol,      dejado les han el campo.   

Entierro de Fernandarias   (á-o)  (ficha nš: 1439)


Por aquel postigo viejo,      que nunca fuera cerrado,   
vi venir pendón bermejo      con trescientos de caballo:      2
en medio de los trescientos      viene un monumento armado   
y dentro de] monumento1      viene un cuerpo de un finado2 ,      4
Fernán3 D'Arias ha por nombre,      fijo de Arias Gonzalo.   
Llorábanle cien doncellas,      todas ciento hijasdalgo,      8
todas eran sus parientas      en tercero y cuarto grado:   
las unas le dicen primo,      otras le llaman hermano,      8
las otras decían tío4 ,      otras lo llaman cuñado.   
Sobre todas lo lloraba,      aquesa Urraca Hernando:      10
¡Y5 cuán bien que la consuela      ese viejo Arias Gonzalo!   
--Calledes, hija, calledes6 ,      12
que si un hijo me han muerto      allí me quedaban cuatro7 .   
No murió por las tabernas,      ni a8 las tablas jugando;      14
mas murió sobre Zamora      vuestra honra resguardando.9   

Entierro de Fernandarias   (á-o)  (ficha nš: 1440)


Por aquel postigo viejo      que nunca fuera cerrado,   
vi venir seña bermeja      con trecientos de caballo:      2
un pendón traen sangriento,      de negro muy bien bordado,   
y en medio de todos ellos      traen un cuerpo finado:      4
Hernan D'Arias ha por nombre,      hijo de Arias Gonzalo,   
que no murió entre las damas      ni menos estando holgando,      8
sí en defensa de Zamora      como caballero honrado:   
matólo don Diego Ordoñea      cuando Zamora ha rieptado,      8
y a la entrada de Zamora      un gran llanto es comenzado.   
Llóranle todas las damas,      y todos los hijosdalgo:      10
unos dicen: ¡Ay, mi primo!      otros dicen: ¡Ay, mi hermano!   
Arias Gonzalo decía:      --¡Quién no te hubiera criado,      12
para verte agora muerto,      Arias Hernando, en mis brazos!--   
Mandan tocar las campanas,      ya lo llevan a enterrallo,      14
allá en la iglesia Mayor      que llaman de Santiago,   
en una tumba muy rica      como requiere su estado.      16

En Toledo estaba Alfonso   (á)   (á)      (ficha nš: 1441)


En Toledo estaba Alfonso,      que non cuidaba reinar;   
desterrárale don Sancho      por su reino le quitar:      2
doña Urraca a don Alfonso      mensajero fue a envíar1 ;   
las nuevas que le traían      a él gran placer le dan.      4
--Rey Alfonso, rey Alfonso,      que te envían a llamar;   
castellanos y leoneses      por rey alzado te han,      8
por la muerte de don Sancho2 ,      que Vellido fue a matar:   
solo entre todos3 Rodrigo      que no te4 quiere acetar,      8
porque amaba mucho al rey      quiere que hayas5 de jurar   
que en la su muerte, señor,      no tuviste6 que culpar.      10
--Bien vengáis, los mensajeros,      secretos queráis estar,   
que si el rey moro lo sabe      él aquí nos detendrá7 .--      12
El conde don Peranzures8      un consejo le fué9 a dar,   
que caballos bien herrados      al reves habían10 de herrar.      14
Descuélganse por el muro,      sálense de la ciudad,   
fuéron a dar a11 Castilla      do esperándolos están.      16
Al rey le besan la mano,      el Cid no quiere besar,   
sus parientes castellanos      todos juntado se han.      18
--Heredero sois, Alfonso,      nadie os lo quiere negar;   
pero si os place, señor,      non vos debe de pesar      20
que nos hagáis juramento      cual vos lo quieren12 tornar,   
vos y doce de los vuesos13 ,      los que vos queráis nombrar14 ,      22
de que en15 la, muerte del rey      non tenedes16 qué culpar.   
--Pláceme, los castellanos,      todo os lo quiero otorgar.--      24
En Santa Gadea de Búrgos      allí el rey se va a jurar;   
Rodrigo tomó17 la jura      sin un punto más tardar18 ,      26
y en un cerrojo bendito19      le comienta a conjurar:   
--Don Alonso, y los leoneses,      veníos vos a salvar20      28
que en la muerte de don Sancho      non tuvisteis que culpar,   
ni tampoco de ella, os plugo,      ni a ella disteis lugar:      30
mala muerte hayáis21 , Alfonso,      si non dijerdes verdad,   
villanos sean en ella      non fidalgos de solar,      32
que non sean castellanos,      por más deshonra vos dar22 ,   
sino de Asturias de Oviedo      que non vos tengan23 piedad.      34
--Amen, amen, dijo el rey,      que non24 fui en tal maldad.--   
Tres veces tomó25 la jura,      tantas le va a preguntar.      36
El rey viéndose afincado,      contra el Cid se fue a airar:   
--Mucho me afincáis, Rodrigo,      en lo que no hay que dudar,      38
cras besarme heis26 la mano,      si27 , agora me hacéis jurar.   
--Sí, señor, dijera el Cid,      si el sueldo me habéis de dar,      40
que en la tierra28 de otros reyes      a fijosdalgos les29 dan.   
Cuyo vasallo yo fuere      también me lo ha de pagar;      42
si vos dármelo quisiéredes,      a mi placer me vendrá30 .--   
El rey por tales razones      contra el Cid se fue a enojar;      44
siempre desde allí31 adelante      gran tiempo le quiso mal.   

Jura de Santa Gadea   (á-o)  (ficha nš: 1442)


En sancta Gadea1 de Burgos      do Juran los hijosdalgo,   
allí le toma la jura2      el Cid al rey castellano.      2
Las juras eran tan fuertes,      que al buen rey3 ponen espanto;   
sobre un cerrojo de hierro      y una ballesta de palo:      4
--Villanos te maten, Alonso,      villanos, que no hidalgos,   
de las Asturias de Oviedo,      que no sean castellanos;      8
mátente con aguijadas,      no con lanzas ni con dardos;   
con cuchillos cachicuernos,      no con puñales dorados;      8
abarcas traigan calzadas,      que no zapatos con lazo4 ;   
capas traigan aguaderas,      no de contray, ni frisado;      10
con camisones de estopa,      no de holanda, ni labrados;   
caballeros vengan5 en burras,      que no en mulas ni en caballos;      12
frenos traigan de cordel,      que no6 cueros fogueados.   
Mátente por las aradas,      que no en villas ni en poblado7 ,      14
sáquente el corazon      po,. el siniestro costado,   
sino dijeres la verdad8      de lo que te fuere9 preguntado,      16
si fuiste, ni10 consentiste      en la muerte de tu hermano.   
Jurado había el rey11 ,      que en tal nunca se ha hallado12 ;      18
pero allí hablara el rey13      malamente y enojado14 :   
--Muy mal me conjuras, Cid,      Cid, muy mal me has conjurado;      20
mas hoy me tomas la jura,      mañana, me besarás15 la mano.--   
--Por besar mano de rey      no me tengo por honrado;      22
porque la besó mi padre      me tengo por afrentado.   
--Vete de mis tierras16 , Cid,      mal caballero probado,      24
y no vengas más a ellas17      dende este día en un año.--   
--Pláceme, dijo el buen Cid,      pláceme, dijo, de grado,      26
por ser la primera cosa,      que mandas en tu reinado.   
Tú me destierras por uno,      yo me destierro por cuatro.--      28
Ya se parte18 el buen Cid,      sin al rey besar la mano,   
con trescientos caballeros,      todos eran19 hijosdalgo;      30
todos son hombres mancebos,      ninguno no había20 cano.   
Todos llevan lanza en puño      y el hierro aciclado21 ,      32
y llevan sendas adargas,      con borlas de colorado;   
mas no le faltó al buen Cid      adonde asentar su campo.22      34

Después que Vellido Dolfos   (á-o)      (ficha nš: 1443)


Después que Vellido Dolfos,      aquel traidor afamado,   
derribó con cruda muerte      al valiente rey don Sancho,      2
se allegan en una tienda      los mayores de su campo:   
júntanse1 todo el real      como estaba alborotado      4
de ver el venablo agudo      que a su rey ha traspasado.   
No se lo quieren sacar      hasta que haya confesado;      8
y ese conde don García      que de Cabra era llamado,   
viendo de tal modo al rey      de esta manera le ha hablado:      8
--¡Oh rey, en quien yo tenía      la esperanza de mi estado!   
véote tan mal herido      que remedio no he hallado      10
sino solo encomendarte      a lo que eres obligado.   
Toma cuenta a tu conciencia,      y mira en lo que has errado      12
contra aquel alto Señor      que te puso en tal estado.   
Al cuerpo no busques cura,      porque su tiempo es pasado;      14
ya son tus días cumplidos,      ya tu plazo es allegado;   
paga lo que te obligaste      cuando fuiste bautizado.      16
La muerte sierva y señora,      no te da largo plazo,   
no consiente apelación      sino que pagues de grado:      18
cumple curar de tu alma,      del cuerpo no hayas cuidado.   
Respondió en aquesto el rey,      todo en lágrimas bañado;      20
temblando tiene la lengua      y el gesto tiene mudado2 :   
--Bien andante seáis, conde,      y en armas aventurado,      22
en todo habláis3 muy bien,      buen consejo me habéis dado;   
yo bien sé cuál es la causa      que en tal4 punto soy llegado      24
por pecados cometidos      al inmenso Dios sagrado,   
y también fue por la jura      que a mi padre hube quebrado      26
en cercar esta ciudad,      que a mí hermana hubo dejado.   
A Dios encomiendo el alma      pites que estoy en tal estado      28
traedme los sacramentos      porque estó a muerte lleigado5 .--   
Y ansí se le salió el alma,      y el cuerpo se le ha enfriado6 .      30
En aquesto sus vasallos      a Zamora han enviado   
aquese don Diego Ordóñez7 ,      un caballero estimado,     
a decir a los vecinos      como a su rey ha matado   
el falso Vellido Dolfos,      vasallo del rey don Sancho,      34
por tanto que desafía      al traidor de Arias Gonzalo,   
y a todos los zamoranos,      pues en ella se han hallado,      36
y a los panes, y a las aguas,      y a lo que no está criado,   
y aun a todos los nacidos      que en Zamora son hallados,      38
y a los grandes y pequeños      aunque no sean engendrados.   
Arias Gonzalo responde      diciendo que ha mal hablado:      40
mandan asinar8 varones      que juzguen en este caso.   
Doce salen de Zamora,      y otros doce van del campo.      42
Arias Gonzalo se armaba,      para combatir el pacto:   
consigo van cuatro hijos      que en el mundo Dios le ha dado.      44
A todos los de Zamora      de esta, manera ha hablado:   
--Varones de gran estima,      los pequeños y de estado,      46
si hay alguno entre vosotros,      que en esto se haya hallado,   
dígalo muy prestamente;      de decillo no haya empacho,      48
mas quiero irme de esta tierra,      en Africa desterrado,   
que no en campo ser vencido      por alevoso y malvado.--      50
Todos dicen prestamente      Sin ninguno estar callado9 :   
--Mal fuego nos queme, conde,      si en tal muerte hemos estado:      52
no hay en Zamora ninguno      que tal hubiese mandado.   
El traidor Vellido Dolfos      por sí solo lo ha acordado:      54
bien podéis vos ir seguro;      id con Dios, Arias Gonzalo.--   
Ya se sale por la puerta,      por la que salían10 al campo,      56
consigo lleva sus hijos      todos juntos a su lado.   
Él quiere ser el primero      porque en tal muerte no ha estado;      58
mas doña Urraca la infanta      la batalla le ha quitado,   
llorando de los sus ojos      y el cabello destrenzado:      60
--¡Ay!, ruégoos por Dios, el conde,      buen conde Arias Gonzalo,   
que dejéis esta batalla      porque sois viejo y cansado:      62
dejaisme desamparada      y todo mi haber cercado;   
ya sabéis lo que mi padre      a vos dejó encomendado      64
que no me desamparéis,      endemas, en tal estado.--   
En oyendo aquesto el conde      mostróse muy enojado:      66
--Dejédesme ir, señora,      que yo estoy desafiado,   
tengo de hacer batalla,      porque fui traidor llamado.--      68
Júntanse diez caballeros,      todos juntos le han rogado   
que les deje la batalla,      que la tomarán de grado.      70
Desque el conde vido aquesto      recibió pesar doblado;   
llamara Sus cuatro hijos,      y al uno de ellos ha dado      72
las sus armas y su escudo,      el su estoque y su caballo;   
échale su bendición      porque era dél muy amado.      74
Pedrarias había nombre11 ,      Pedrarias el castellano.   
Por la puerta de Zamora      se sale fuera y armado;      76
topárase con don Diego      su enemigo y su contrario:   
--Sálveos Dios, don Diego Ordóñez,      y él os haga prosperado,      78
en las armas muy dichoso,      de traiciones libertado:   
ya sabéis que soy venido      para lo que está aplazado,      80
a libertar a Zamora      de lo que le han levantado.--   
Don Diego le respondiera      con soberbia que ha tomado:      82
--Todos juntos sois traidores,      y por tal seréis quedados.--   
Vuelven los dos las espaldas12      por tomar lugar del campo,      84
hiriéronse juntamente      en los pechos muy de grado;   
saltan astas de las lanzas      con el golpe que se han dado;      86
no se hacen mal alguno      porque van muy bien armados.   
Don Diego dió en la cabeza      a Pedrarias desdichado,      88
cortárale todo el yelmo      con un pedazo del casco;   
desque se vido herido      Pedrarias y lastimado,      90
abrazárase a las clines,      y al pescuezo del caballo:   
sacó esfuerzo de flaqueza      aunque estaba mal llagado,      92
quiso herir a don Diego,      mas acertó en el caballo,   
que la sangre que corría      la vista le había quitado:      94
cayó muerto prestamente      Pedrarias el castellano.   
Don Diego que vido aquesto      toma la vara en la mano,      96
dijo a voces a Zamora:      --¿Dónde estás, Arias Gonzalo?   
envía el hijo segundo,      que el primero ya es finado;      98
ya se acabaron sus días      su juventud fin ha dado.--   
Envió el hijo segundo,      que Diego Arias es llamado.      100
Tornara a salir don Diego      con armas y otro caballo,   
y diérale fin a aqueste      como al primero le ha dado.      102
El conde viendo a sus hijos,      que los dos le han ya faltado,   
quiso enviar al tercero      aunque con temor doblado.      104
Llorando de los sus ojos      dijo: --Ve, mi hijo amado,   
haz como buen caballero      y lo que eres obligado:      106
pues sustentas la verdad,      de Dios serás ayudado;   
venga las muertes sin culpa,      que han pasado tus hermanos.--      108
Hernan D'Arias, el tercero,      al palenque había llegado;   
mucho mal quiere a don Diego,      mucho mal y mucho daño.      110
Alzó la mano con saña      un gran golpe le había dado;   
mal herido le ha en el hombro,      en el hombro y en el brazo.      112
Don Diego con el su estoque      le hiriera muy de grado,   
hiriéralo en la cabeza,      en el casco le ha tocado.      114
Recudió el hijo tercero      con un gran golpe al caballo,   
que hizo ir a don Diego      huyendo por todo el campo.      116
Ansí quedó esta batalla      sin quedar averiguado   
cuáles son los vencedores,      los de Zamora odel campo.      118
Quisiera volver don Diego      A la batalla de grado   
mas no quisieron los fieles,      ni liciencia no le han dado.      120
Doña Urraca, la infanta,      mensajeros ha llamado   
que vayan con las sus cartas      a don Alonso su hermano,      122
el cual estaba en Toledo      del rey moro acompañado.   
Toman postas y caballos      los más lijeros y flacos,      124
caminan días y noches      con camino apresurado:   
llegaron presto a Toledo;      en un lugar muy poblado,      126
Olías había por nombre,      Olías el saqueado,   
toparon a Peranzures,      un caballero afamado,      128
que en libertar a su rey      mucho tiempo ha trabajado.   
Llamara a los mensajeros      en un lugar apartado,      130
cortárales las cabezas,      las cartas les ha tomado,   
fuérase para Toledo,      sin a nadie haber topado;      132
fuése para don Alonso      que dél era muy amado,   
contóle toda la muerte      que fue dada al rey don Sancho,      134
y cómo por él venían      para dalle el reinado:   
que lo tuviese secreto,      porque al rey parte no ha dado.      136
Respondió que sí haría      que no tuviese cuidado.   
Fuérase el rey don Alonso,      desque de este se ha apartado,      138
a ese rey Alimaimon,      que a Toledo había tomado.   
Díjole secretamente      todo lo que había pasado,      140
porque siempre don Alonso      fue discreto y avisado,   
y pensó que si estas nuevas13      de otro el rey fuese informado,      142
que no le vendría bien,      sino mucho mal y daño.   
Pero respondióle el rey,      con gran placer que ha tomado:      144
--Yo te doy mi fe y palabra      que tu Dios te ha consejado,   
porque tengo en los caminos      mucha gente de caballo,      146
que te guarden las salidas,      y las entradas y pasos:   
si salieras sin liciencia,      tu fueras despedazado;      148
mas pues eres tan fiel,      galardon te será dado.   
Sentáronse en una mesa      y el ajedrez han tomado:      150
juega tanto don Alonso,      que el rey estaba enojado:   
tres veces le dijo: --Vete,      vete, y salte del palacio.--      152
Don Alonso muy contento,      fuése a su casa de grado   
fuése con él Peranzurez      que de esto mucho ha holgado.      154
Toma14 sogas y maromas      para echar del muro abajo,   
fuera tienen los caballos,      todos están en el campo;      156
sálense a la media noche,      que está todo asosegado,   
cubierto con las estrellas      y con la luna alumbrado.      158
Bajan por Sant Agustin,      un monesterio cercado,   
cerca está de ls ribera      de aquese río de Tajo;      160
sálense hácia la vega      y en el camino han entrado,   
no paran noche ni día      porque no vayan alcanzallos:      162
llegan muy presto a Zamora      que es pueblo muy bien cercado;   
recíbenle sus vasallos      aunque no le habían jurado.      164
Hablando está con su hermana      de la muerte de su hermano   
allí salió un caballero      que Ruy Díaz es15 llamado      166
Este nunca había querido      a su rey besar la mano,   
hasta que por juramento      pruebe ser libre y salvado      168
de la muerte que fue dada      a su hermano el rey don Sancho;   
porque nadie de los suyos      nunca en esto16 ha sido osado      170
de tomar tal juramento      sitio el Cid, que es muy honrado.   
En esto respondió el rey,      bien oiréis lo que ha hablado:      172
--¿Qué es la causa, mis vasallos,      qué es la causa y el pecado   
que solo Ruy Díaz queda      que no me besa la mano?      174
Yo siempre le hice honra,      como mi padre ha mandado,   
Allí respondiera el Cid      con semblante muy airado:      176
--Don Alonso, don Alonso,      por fuerza tenéis vasallos, 178   
que todos tienen sospecha      que vos solo sois culpado   
de la muerte que fue dada      a vuestro hermano en el campo,   
y cualquier que me quisiere      por contino y por vasallo,      180
pagaráme muy buen sueldo,      y si no, soy libertado,   
que ser siervo de traidores      no me cumple ni es mi grado:      182
vos haréis el juramento      que todos han demandado.   
Mucho se holgó el rey      de lo que el Cid ha hablado:      184
--Dios os ponga en honra, el Cid,      en gran honra y tal estado.   
Ruego a la Virgen María      y al su hijo muy amado,      186
que muriese yo tal muerte      como murió el rey don Sancho,   
si yo fui en dicho, ni en hecho,      de17 la muerte de mi hermano,      188
aun18 como sabéis todos      me tenía19 el reino forzado:   
por tanto os ruego, señores,      como amigos y vasallos,      190
que deis orden y manera      como de esto sea librado.--   
Allí respondieran todos      sus vasallos y criados:      192
--Este juramento, el rey,      en Búrgos será jurado,   
en santa Gadea20 , la iglesia,      do juran los hijosdalgo,      194
vos y doce caballeros      de los vuestros toledanos.--   
Él fue de esto muy contento,      luego se parte de21 grado.      196
En santa Gadea22 de Búrgos      estaba el rey asentado,   
cuando se llegó el Cid      con un libro en la su mano,      198
en que están losevangelios      y uu crucifijo pintado.   
Comienza de esta manera,      de esta manera ha hablado:      200
--Todos venís con el rey      porque jure y sea librado:   
si cualquiera de vosotros      en aquesto habéis estado,      202
y si vos, rey don Alonso,      de cruel muerte seáis matado.   
--Amen, amen, dijo el rey,      que de tal no soy culpado.--      204
Entónce los sus vasallos      las llaves le han entregado:   
alzáronle por su rey,      todos le besan las manos,      206
a todos hace mercedes,      de todos es muy amado.  

Las almenas de Toro   (é-a)  (ficha nš: 1444)


En las almenas de Toro,      allí estaba una doncella,   
vestida de paños negros,      reluciente como estrella:      2
pasara el rey don Alonso,      namorado se había de ella,   
dice: --Si es hija de rey      que se casaría con ella,      4
y si es bija de duque      serviria por manceba.--   
Allí hablara el buen Cid,      estas palabras dijera:      8
--Vuestra hermana es, señor,      vuestra hermana es aquella.   
--Si mi hermana es, dijo el rey,      ¡fuego malo encienda en ella!      8
llámenme mis ballesteros;      tírenle sendas saetas,   
y a aquel que la errare      que le corten la cabeza.--      10
Allí hablara el buen Cid,      de esta suerte respondiera:   
--Mas aquel que la tirare      pase por la misma pena.      12
--Ios de mis tiendas, Cid,      no quiero que estéis el ellas.   
--Pláceme, respondió el Cíd,      que son viejas, y no nuevas:      14
irme he yo para las mías,      que son de brocado y seda,   
que no las gané holgando      ni bebiendo en la taberna;      16
ganélas en las batallas      con mi lanza y mi bandera.   

El moro que reta a Valencia   (á-a)      (ficha nš: 1445)


Hélo, hélo, por dó viene      el moro por la calzada,   
caballero a la gineta      encima una yegua baya;      2
borzeguíes marroquíes1      y espuela de oro calzada;   
una adarga ante los pechos      y en su inano una zagaya2      4
Mirando estaba a Valencia,      Valencia la bien cercada:   
!Oh Valencia, oh Valencia,      de mal fuego seas quemada!      8
Primero fuiste de moros      que de cristianos ganada.   
Si la lanza no me miente      a moros serás tornada,      8
aquel perro de aquel Cid      prenderélo3 por la barba:   
su mujer doña Jimena      será de mi captivada,      10
su hija Urraca Hernando4      será mi5 enamorada:   
después que yo harto de ella      la entregaré6 a mi compaña.--      12
El buen Cid no está tan lejos      que todo bien lo escuchaba.   
--Venid vos acá, mi hija,      mi7 hija doña Urraca;      14
dejad las ropas continas8      y vestid ropas de pascua.   
Aquel9 moro hi-de-perro      detenémelo10 en palabras11      16
mientra yo ensillo a Babieca,      y me ciño la mi espada.--   
La doncella muy hermosa      Se paró a una ventana:      18
el moro desque la vido      de esta suerte le hablara:   
--¡Alá te guarde, señora,      mi señora, doña Urraca!      20
--¡Así haga a vos, señor,      buena sea vuestra llegada!   
Siete años ha, rey, siete,      que soy vuestra enamorada.      22
--Otros tantos ha, señora,      que os tengo dentro en mi alma.--   
Ellos estando en aquesto,      el buen Cid que asomaba12 .      24
--Adiós, adiós, mi señora,      la mi linda enamorada,   
que del caballo Babieca      yo bien oigo la patada.--      26
Do la yegua pone el pie,      Babieca pone la pata.   
Allí hablara el caballo13      bien oiréis lo que hablaba14      28
--¡Rebentar debía la madre      que a su hijo no esperaba!--   
Siete vueltas la rodea      al derredor de una jara15 ;      30
la yegua que era ligera16      muy adelante pasaba   
fasta llegar cabe un río17      adonde una barca estaba.      32
El moro desque la vido      con ella bien se holgaba18 ;   
grandes gritos da al barquero      que le allegase la barca:      34
el barquero es diligente,      túvosela19 aparejada,   
embarcó muy presto en ella,      que no se detuvo nada.      36
Estando el moro embarcado      el buen Cid que llegó20 al agua,   
y por ver al moro en salvo      de tristeza rebentaba21 ;      38
mas con la furia22 que tiene      una lanza le arrojaba,   
y dijo: --¡Recoged, mi yerno,      arrecogedme esa lanza23 ,      40
que quizá tiempo verná      que os será bien demandada!   

Búcar huye del Cid   (á-a)      (ficha nš: 1446)


Encontrádose ha el buen Cid      en medio de la batalla   
con aquese moro Búcar,      que tanto le amenazaba.      2
Cuando el moro vido al Cid      vuelto le ha las espaldas;   
hácia la mar iba huyendo,      parece llevaba alas:      4
caballo trae corredor,      muy recio le espoleaba;   
alongado se ha del Cid,      que Babieca no lo alcanza      8
por estar laso y cansado      de la batalla pasada.   
El Cid con gran voluntad      de vengar en él su saña,      8
para escarmiento del moro      y de toda su compaña,   
hiérele de las espuelas,      mas poco le aprovechaba.      10
Cerca llegaba del moro      y la espada le arrojaba,   
en las espaldas le hirió,      mucha sangre derramaba.      12
El moro se entró huyendo      en la barca que le aguarda.   
Apeárase el buen Cid      para tomar la su espada,      14
también tomó la del moro      era buena y muy preciada.   

De concierto están los condes   (á-o)      (ficha nš: 1447)


De concierto están los condes      Hermanos, Diego y Fernando;   
afrentar quieren al Cid,      muy gran traición han armado.      2
Quieren volverse a sus tierras;      sus mujeres han demandado1 ,   
y luego su suegro el Cid,      se las hubo entregado2 .      4
--Mirad yernos, que tratedes      como a dueñas hijasdalgo   
mis hijas, puesque a vosotros      por mujeres las he dado.--      8
Ellos ambos le prometen      de obedecer su mandado.   
Ya cabalgaban los3 condes,      y el buen Cid ya está a caballo      8
con todos sus caballeros,      que le van acompañando;   
por las huertas y jardines      van riendo y festejando;      10
por espacio de una legua,      el Cid los ha acompañado.   
Cuando de ellas4 se despide,      las lágrimas le van saltando;      12
como hombre que ya sospecha      la gran traición que han armado6 ,   
manda, que vaya tras ellos      Alvarañez su criado.      14
Vuélvese el Cid y su gente,      y los condes van de largo.   
Andando con muy gran7 piresa,      en un monte habían entrado8      16
muy espeso, y muy escuro      de altos arboles poblado.   
Mandaron ir toda su gente9      adelante muy gran rato;      18
quédanse con sus mujeres,      tan solos Diego y Fernando.   
Apéanse de los caballos,      y las riendas han quitado;      20
sus mujeres que lo ven,      muy gran llanto han levantado.   
Apéanlas de las mulas      cada cual para su lado10 ;      22
como las parió su madre      ambas11 las han desnudado,   
y luego a sendas encinas      las han fuertemente atado.      24
Cada uno azota la suya12 ,      con riendas de su caballo;   
la sangre que de ellas corre,      el campo tiene bañado;      26
mas no contentos con esto,      allí se las han dejado.   
Su primo dile las fallara,      como hombre muy enojado13      28
a buscar los condes iba,      como no los ha14 hallado,   
volvióse para ellas15 ,      muy pensativo y turbado:      30
en casa de un labrador      allí se las ha dejado.   
Vase para el Cid su tío,      todo se lo16 ha contado.      32
Con muy gran caballería,      por ellas ha17 enviado.   
De aquesta tan grande afrenta,      el Cid al rey se ha quejado;      34
el rey como aquesto vido,      tres Cortes había armado.   

Por Guadalquivir arriba   (ó-e)   (ó-e)      (ficha nš: 1448)


Por Guadalquivir arriba      cabalgan caminadores,   
que, según dicen las gentes,      ellos eran buenos hombres:      2
ricas aljubas vestidas,      y encima sus albornoces;   
capas traen aguaderas,      a guisa de labradores.      4
Daban cebada de día      y caminaban de noche,   
no por miedo de los moros      mas por las grandes calores.      8
Por sus jornadas contadas      llegados son a las Cortes:   
sálelos a recibir      el rey con sus altos hombres.      8
--Viejo que venis, el Cid,      viejo venis y florido.   
--No de holgar con las mujeres;      mas de andar en tu servicio:      10
de pelear con el rey Búcar,      rey que es de gran señorío;   
de ganalle las sus tierras      sus villas y sus castillos;      12
también le gané yo al rey      el su escaño tornido.--   

Tres cortes armara el rey   (ó)  (ficha nš: 1449)


Tres Cortes armara el rey      todas tres a una sazón,   
las unas armara en Búrgos,      las otras en León,      2
las otras armó en Toledo      donde los hidalgos son,   
para cumplir de justicia      al chico con el mayor.      4
Treinta días da de plazo,      treinta días, que más no,   
y el que a la, postre1 viniese      que lo diesen por traidor.      8
Veinte nueve son pasados2 ,      los condes llegados3 son;   
treinta días son pasados4 ,      y el buen Cid no viene, non.      8
Allí hablaran5 los coudes:      --Señor, daldo por traidor.--   
Respondiérales el rey:      --Eso non faría, non,      10
que el buen Cid es Caballero      de batallas vencedor,   
pues que en todas las mis Cortes      no lo había otro mejor.--      12
Ellos en aquesto estando      el buen Cid que asomó   
con trescientos caballeros,      todos hijosdalgo son,      14
todos vestidos de un paño,      de mi paño, y de una color,   
si no fuera el buen Cid      que traía un albornoz6 .      16
--Manténgavos Dios, el rey,      y a vosotros sálveos Dios,   
que no hablo yo a los condes,      que mis enemigos son.7      18

En Valencia está el buen Cid?*   (ó)      (ficha nš: 1450)


Yo me estando en Valencia*,      en Valencia la mayor,   
buen rey, vi yo vuestra seña,      y vuestro honrado pendón.      2
Saliera yo a recebirle,      como vasallo a señor.   
Enviástesme una carta      con un vuestro embajador:      4
que diese yo las mis hijas      a los condes de Carrión.   
No quería Jimena Gómez,      la madre que las parió.      8
Por cumplir vuestro mandado      otorgáraselas yo.   
Treinta días Durán las bodas,      treinta días, que más non;      8
y un día estando comiendo      soltárase un leon.   
Los condes eran cobardes,      luego piensan la traición:      10
pidiéranme las mis hijas      para volver a Carrión.   
Como eran sus mujeres      entregáraselas yo.      12
¡Ay, en medio del camino      cuán mal paradas que son!   
Hallólas un caballero      (¡déle Dios el gualardón!)      14
a la una dió su manto,      y a la otra su ropón.   
Hallólas tan mal paradas      que de ellas hubo compasión.      16
Si el escudero quisiera,      los condes cornudos son.--   
Allí respondieran los condes      una muy mala, razón:      18
--Mentides, el Cid, mentides,      que non éramos traidores.--   
Levantóse Pero Bermudez      el que las damas crió,      20
y al conde que esto hablara      dióle un grande bofetón.   
Allí hablara el rey,      y dijera esta razón:      22
--Afuera, Pero Bermudez      no me revolváis quistión.   
--Otórganos campo, rey,      otórganoslo, señor,      24
que con muy gran dolor vive      la madre que las parió.--   
Ya les otorgaba el campo,      ya les partian el sol.      26
Por el Cid va Nuño Gustos,      hombre de muy gran valor,   
con él va Pero Bermudez      para ser su guardador.      28
Los condes como lo vieron      no consienten campo, non.   
Allí hablara el buen rey,      bien oiréis lo que habló:      30
--Si no otorgáis el campo,      yo haré justicia hoy.--   
Allí hablara un criado      de los condes de Carrión:      32
Ellos otorgan el campo      mañana en saliendo el sol.--   
Allí hablara el buen Cid,      bien oiréis lo que habló:      34
--Si quieren uno a uno,      o si quieren dos a dos:   
allá va Nuño Gustos,      [y] el ayo que las crió.--      36
Dijo el rey: --Pláceme, Cid,      y así lo otorgo yo.--   
Otro día de mañana      muy bien les parten el sol.      38
Los condes vienen de negro,      y los del Cid de color.   
Ya los meten en el campo,      de vellos es gran dolor;      40
luego abajaban las lanzas,      ¡cuán bien combatidos son!   
A los primeros encuentros      los condes vencidos son,      42
y Gustos y Pero Bermudez      quedaron por vencedores.   

El pecho de los cinco maravedís: En esa ciudad de Burgos   (á-o)      (ficha nš: 1451)


En esa ciudad de Búrgos      en Cortes se habían juntado   
el rey que venció las Navas      con todos los hijosdalgo.      2
Habló con don Diego el rey,      con él se había consejado,   
que era señor de Bizcaya      de todos el más privado.      4
--Consejédesme, don Diego,      que estoy muy necesitado,   
que con las guerras que he hecho      gran dinero me ha faltado.      8
Querría llegarme a Cuenca,      no tengo lo necesario;   
sí os pareciese, don Diego,      por mi fuese demandado      8
que cinco maravedís      me peche cada hidalgo.   
--Grave cosa rne parece,      le respondiera el de Haro,      10
que querades vos, señor,      al libre her1 tributario;   
mas por lo mucho que os quiero      de mí seréis ayudado,      12
porque yo soy principal,      de mí os será pagado.   
Siendo juntos en las Cortes,      el rey se lo había hablado;      14
levantado está don Diego,      como ya estaba acordado.   
--Justo es lo que el rey pide,      por nadie le sea negado,      16
mis cinco maravedís      hélos aquí de buen grado.--   
Don Nuño, conde de Lara,      mucho mal se había enojado;      18
pospuesto todo, temor,      de esta manera lia hablado:   
--Aquellos donde venímos      nunca tal pecho han pagado,      20
nos menos lo pagarémos,      ni al rey tal será dado:   
el que quisiere pagarle      quede aquí como villano,      22
váyase luego tras mi      el que fuere hijodalgo.--   
Todos se salen tras él,      de tres mil, tres han quedado.      24
En el campo de la Glera      todos allí se han juntado;   
el pecho que el rey demanda      en las lanzas lo han atado,      26
y envíanle a decir      que el tributo está llegado,   
que envíe sus cogedores      que luego será pagado;      28
mas que si él va en personç*      no será dél2 acatado,   
pero que enviase aquellos      de quien fue aconsejado.--      30
Cuando aquesto oyera el rey      y que solo se ha quedado,   
volvióse para don Diego,      consejo le lia demandado.      32
Don Diego, como sagaz3 ,      este consejo lo ha dado:   
--Desterrédesme, señor,      como que yo lo he causado,      34
y así cobraréis la gracia      de los vuestros hijosdalgo.--   
Otorgó el rey el consejo;      a decir les ha enviado      36
que quien le dió tal consejo      será muy bien castigado,   
que hidalgos de Castilla      no son para haber pechado.      38
Muy alegres fueron todos,      todo se hubo apaciguado;   
desterraron a don Diego      por lo que no había pecado;      40
mas dende a pocos días      a Castilla fue tornado.   
El bien de la libertad      por ningún precio es comprado.      42

El pecho de los cinco maravedís: En Burgos está el buen rey   (á-o)      (ficha nš: 1452)


En Burgos está el buen rey      don Alonso el Deseado,   
el octavo que en Castilla      de tal nombre fue llamado.      2
Mirando andaba las Huelgas,      aquel monesterio honrado;   
míralo de parte a parte,      porque él mismo lo ha fundado.      4
Triste andaba y muy penoso      por verse tan alcanzado,   
que ha gastado los tesoros      que su padre le había dejado      8
haciendo guerra a los moros,      que en su reino habían quedado,   
después que fue destruido1      por desdicha y gran pecado      8
de aquel buen rey don Rodrigo      de los Godos tan nombrado.   
Entre sí mismo decía,      y triste se andaba pensando      10
de dónde habria dineros      para haber de guerreallos.   
Rogando anda a Dios del cielo      que le hubiese ayudado,      12
pues lo hace con tal celo      de su fé haber ensalzado.   
Piensa de favorecerse      de los hombres hijosdalgo,      14
que le ayuden con un pecho      muy pequeño y moderado;   
cinco maravedís tan solos      a cada uno ha demandado,      16
y para esto decirles      a Cortes los ha llamado,   
donde estaba ese don Diego      de su casa más privado;      18
señor era de Vizcaya,      en Castilla el más honrado,   
con el cual tomó consejo      para haber de comenzarlo.      20
Don Diego por le agradar      luego se lo había dado:   
--Creo que será, buen rey,      malo de ser acabado.      22
Comenzaldo vos, señor,      yo os habré bien ayudado;   
pero son tan libertados,      que no querrán haber pechado.      24
Mis cinco maravedís      en su presencia habré dado.   
De esto se tuviera el rey      por muy bien aconsejado.      26
Propuesto este caso en Cortes,      de esta manera lia hablado:   
--Ya sabéis, mis caballeros,      lo mucho que yo he gastado      28
guerreando con los moró      que están en nuestro reinado:   
para hacer lo que querría      me hallo muy alcanzado,      30
que he gastado los tesoros      que mi padre me había dejado;   
de los que me dejó mi aguelo      ninguna cosa me lia quedado.      32
Ya veis que yo no lo despiendo      donde sea mal gastado:   
ayúdeme eii esta guerra      cada hombre hijodalgo      34
con cinco maravedís2 ,      cada uno, en cada un año.   
La cantía es tan poca,      que muy bien podréis pagallo      36
sin vender vuestras haciendas      ni haberos pobres quedado,   
y con ellos ganaré      para haberos bien pagado.--      38
Allí se levantó don Diego,      como fuese tan privado:   
--Bien habemos visto, rey,      lo mucho que habéis gastado;      40
en cuanto cargo vos somos      a todos nos está muy claro;   
que os ayudemos en esto      el reino habrémos honrado;      42
Dios os dé tanta victoria,      que la fé hayáis ensalzado.   
Mis cinco maravedís      hélos aquí de buen grado.--      44
El buen don Nuño de Lara      luego se había levantado:   
--¿Has hablado como varon3      bien discreto y esforzado?      46
no lo quiera Dios del cielo      ni tal hubiese mandado,   
que hijodalgo ninguno      tal pecho hubiese pagado.--      48
Hablando de esta manera,      salido se ha de palacio:   
--Los que quieren ser pecheros      con el rey se hayan quedado,      50
y los que quieren ser libres      hayádesme acompañado.--   
De tres mil que dentro estaban      no quedaron sino cuatro;      52
el uno era don Diego,      y un camarero privado,   
y con él dos pajecicos      que quedaron a su lado.      54
De que fueron en su posada      don Nuño les ha hablado:   
--Haced como caballeros,      no os hayáis atribulado;      56
mirad aquellas hazañas      de los hombres hijosdalgo   
que han hecho en nuestras Españas      del tiempo que es ya pasado:      58
si tomaredes mi consejo      yo os lo daré de grado.--   
Allí hablaron aquellos      caballeros hijosdalgo:      60
--Dédesnoslo vos, señor,      que bien queremos tomallo.   
--Mos a vuestras posadas,      armáos bien a caballo,      62
los cinco maravedís      ataldos bien en un paño;   
en las puntas de las lanzas      los traigáis aquí colgado.--      64
El consejo no fue aun dicho,      cuando todo fue acabado.   
.---Védesnos aquí, don Nuño,      ved que nos habéis mandado;      66
Prestos somos a complillo      sin fuerza, de muy buen grado.--   
Allí hablara, don Nuño,      bien oiréis lo que ha hablado:      68
--Vayan los dos de vosotros      al rey a haber razonado,   
que envíe luego a la pelea,      donde lo están esperando,      70
al cogedor del tributo      que su Alteza había echado;   
allí están los hijosdalgo      para se lo haber pagado.      72
Si el cogedor no volviere      no se haya maravillado,   
que en España los hidalgos      ningún tributo han pagado.      74
Quien el tributo quisiere      muy caro le habrá comprado.   
Así se fuéron los dos      delante el rey a contallo.      76
El rey, vistas sus razones,      se había mal enojado;   
allí hablara don Diego      discreto, sabio, esforzado:      78
--Este hecho vos, buen rey,      a mí me lo hayáis cargado:   
vos me echéis a mí la culpa,      decí que os lo he aconsejado,      80
desterréisme de estos reinos,      mis tierras me hayáis tomado.   
De esta manera, señor,      lo habréis apaciguado.--      82
A don Nuño el buen rey      luego lo había llamado:   
hablando de esta manera,      el caso les ha contado:      84
--Perdonáme, caballeros,      porque yo he sido engañado,   
que don Diego de Vizcaya      rne lo había aconsejado.      86
No quiero vuestro tributo,      antes más libres vos hago.   
Don Diego su mal consejo      muy bien lo habria pagado;      88
destiérrenlo de mis reinos,      sus tierras le han tomado   
porque quien mal aconseja      muy bien sea castigado.--      90
Va desterrado don Diego,      déjanlo deseredado;   
mas a cabo de pocos días      el destierro le han alzado;      92
dábanle todo lo suyo,      y mucho más que le han dado:   
todo fuera a pedimiento      de los hombres hijosdalgo.      94

Querellas de Alfonso X   (í)  (ficha nš: 1453)


Yo salí de la mi tierra      para ir a Dios servir,   
y perdí lo que había      desde inayo hasta abril,      2
todo el reino de Castilla      hasta allá al Guadalquivir.   
Los obispos y prelados      cuidé que metian paz      4
entre mí y el hijo mío      como en su decreto yaz.   
Estos dejaron aquesto,      Y metieron mal asaz,      8
non a excuso, mas a voces,      bien como el añafil faz.   
Falleciéronme parientes,      y amigos que yo había,      8
con haberes y con cuerpos      y con su caballería.   
Ayúdeme Jesucristo      y su madre Santa María,      10
que yo a ellos me encomiendo,      de noche Y también de día.   
No he más a quien lo decir,      ni a quien me querellar,      12
pues los amigos que había      lo me osan ayudar;   
que por medio de don Sancho      desamparado me han:      14
pues Dios no me desampare      cuando por mí ha de enviar;   
ya yo oí otras veces      de otro rey así contar,      16
que con desamparo que hubo,      se metió en alta mar,   
a se morir en las ondas      o las venturas buscar;      18
Apolonio fue aqueste,      é yo haré otro tal.   

Querellas de Alfonso X   (á)  (ficha nš: 1454)


El viejo rey don Alfonso      iba huyendo a más andar,   
que su hijo el rey don Sancho      desheredado lo ha.      2
Mandóse dar por sentencia      no ser él para reinar.   
Con lágrimas en sus ojos      estas trovas fue a trovar      4
*. --Santa María, señora,      no me quieras olvidar,   
caballeros de Castilla      desamparado me han,      8
y por miedo de don Sancho      no me osan ayudar:   
iréme a tierras ajenas      navegando a más andar,      8
en una galera negra      que denote mi pesar,   
y sin gobierno ni jarcia      me porné por alta mar,      10
que así ficiera Apolonio,      y yo fiaré otro que tal.--   
Enviara su corona      que la fuesen a empeñar      12
a un rey de Berbería      que llaman--Abenyuzaf.   
El rey viendo el mensajero      su consejo fue a juntar,      14
díjoles: --¡oh mis vasallos!      bien me queráis consejar:   
Alfonso, rey de Castilla,      está en gran necesidad,      16
porque su hijo don Sancho      desheredado lo ha.   
Su corona me ha enviado      a que la haya de empeñar,      18
ved en esto qué os parece,      que tengo de él piedad.--   
Allí habló un moro anciano,      anciano y de gran edad,      20
que en España ha guerreado      siendo de más fresca edad:   
--Lo que me parece, oh rey,      es que le hayas de ayudar,      22
que Alfoñso es buen caballero      suélense muy bien pagar.--   
El rey que era valeroso      mandó el cristiano llamar,      24
díjole: --Dirás a Alfonso      que quiera en Dios confiar;   
veinte y cuatro mil caballos      en su favor pasarán,      26
y si aquestos pocos fuéren      mi persona pasará.--   
Dióle sesenta mil doblas,      la corona le fue a dar.      28
Pero no llegó el socorro      por fortuna de la rnar   
donde se perdieron todos      que moro no fue a quedar:      30
pero en ese medio y tiempo      Alfonso tornó a reinar,   
que su hijo el rey don Sancho      no gozo su mocedad.      32

Fernando IV emplazado por los Carvajales   (é-a)      (ficha nš: 1455)


Válasme1 , nuestra señora,      cual dicen, de la Ribera,   
donde el buen res--don Fernando      tuvo la su cuarentena.      2
Desde el miércoles corvillo      hasta el jueves de la Cena,   
que el rey no hizo2 la barba,      ni peinó la3 su cabeza.      4
Una silla era su cama,      un canto por4 cabecera,   
los cuarenta pobres comen5      cada día a la su mesa;      8
de lo que a los pobres sobra      el rey hace6 la su cena,   
con vara de oro en su mano7      bien hace servir la mesa8 .      8
Dícenle sus caballeros:      --¿Dónde irás tener la fiesta?9   
--A Jaen, dice, señores,      con mi señora la reina.--      10
Después que estuvo en Jaen,      Y la fiesta hubo pasado10 ,   
pártese11 para Alcaudete      ese castillo nombrado:      12
el pie tiene en el estribo,      que aun no se había apeado12 ,   
cuando le daban querella      de dos hombres hijosdalgo,      14
y la querella le daban13      dos hombres como villanos:   
abarcas traen calzadas      y aguijadas en las manos.      16
--Justicia, justicia, rey14 ,      pues que somos tus vasallos,   
de don Pedro Caravajal15      y de don Alonso16 su hermano,      18
que nos corren nuestras tierras      y nos robaban el campo17 ,   
y nos fuerzan las mujeres18      a tuerto y desaguisado;      20
comíannos19 la cebada      sin después querer pagallo20   
hacen otras desvergüenzas      que vergüenza era21 contallo.      22
--Yo haré de ello22 justicia,      tornáos a vuestro ganado.--   
Manda al23 pregonar el rey      y por todo su reinado,      24
de24 cualquier que lo25 hallase      le daría buen hallazgo.   
Hallólos el almirante      allá en Medina del Campo,      26
comprando muy ricas armas,      jaeces para26 caballos.   
--Presos, presos, caballeros.      presos, presos, hijosdalgo.      28
No por vos, el almirante,      si de otro no traéis27 mandado.   
Estád presos28 , caballeros,      que del rey traigo recaudo29 .      30
--Plácenos30 , el almirante,      por complir el su mandado31 .   
Por las sus jornadas ciertas      en Jaen habían entrado32 .      32
--Manténgate Dios, el rey.      --Mal vengades, hijosdalgo.--   
Mándales33 cortar los pies.      mándales33 cortar las manos,      34
y mándalos33 despeñar      de aquella peña de Mártos.   
Allí hablara el uno34 de ellos,      el menor y más osado:      36
--¿Por qué lo haces35 , el rey      por qué haces tal mandado36 ?   
Querellámonos, el rey37 ,      para ante el soberano38 ,      38
que dentro de treinta días      vais con nosotros a plazo39   
Y Ponemos por testigos      a San40 Pedro y a San40 Pablo:      40
ponemos por escribano41      al apóstol Santiago.--   
El rey no mirando en ello42      hizo complir su mandado      42
por la falsa información      que los villanos le han dado,   
y muertos los Carvajales,      que lo habían emplazado,      44
antes de los treinta días      él se fallara muy malo:   
y desque fuéron cumplidos,      en el postrer día del plazo      46
fue muerto dentro en León      do la sentencia hubo dado.   

Muerte del maestre de Santiago   (á-o)      (ficha nš: 1456)


--Yo me estaba allá en Coimbra      que yo me la hube1 ganado,   
cuando me vinieron cartas      del rey don Pedro mi hermano      2
que fuese a ver los torneos      que en Sevilla se han armado.   
Yo Maestre sin ventura,      yo Maestre desdichado,      4
tomara trece de mula,      veinte y cinco de caballo,   
todos con cadenas de oro      y jubones de brocado:      8
jornada de quince días      en ocho la había2 andado.   
A la pasada de un río,      pasándole por el vado,      8
cayó mi mula comigo,      perdí mi Puñal dorado,   
ahogáraseme un paje      de los míos más privado,      10
criado era en mi sala3      y de mí muy regalado.   
Con todas estas desdichas      a Sevilla hube llegado;      12
a la puerta Macarena4      encontré5 con un ordenado,   
ordenado de evangelio6      que misa no había cantado:      14
--Manténgate Dios, Maestre,      Maestre, bien seáis llegado.   
Hoy te ha nacido hijo7 ,      hoy cumples8 veinte y un año.      16
Si te pluguiese, Maestre,      volvamos a baptizallo,   
que yo sería el padrino,      tú, Maestre, el ahijado.--      18
Allí hablara el Maestre,      bien oiréis lo que ha hablado:   
--No me lo mandéis, señor,      padre, no queráis mandallo,      20
que voy a ver qué me quiere      el rey don Pedro mi hermano.--   
Dí de espuelas a mi mula,      en Sevilla me hube entrado;      22
de que no vi tela puesta      ni vi caballero armado,   
fuíme para los palacios      del rey don Pedro mi hermano.      24
En entrando por las puertas      las puertas me habían cerrado,   
quitáronme la mi espada,      la que traía a mi lado,      26
quitáronme mi compañía9      la que me había acompañado.   
Los míos desque esto vieron      de traición me han avisado,      28
que rne saliese yo fuera      que ellos me pondrían en salvo.   
Yo como estaba sin culpa      de nada hube10 curado      30
fuíme para el aposento      del rey don Pedro mi hermano.   
--Manténgaos Dios, el rey,      y a todos de cabo a cabo11 .--      32
--Mal hora vengáis, Maestre,      Maestre, mal seáis llegado:   
nunca nos venís a ver      sino una vez en el año,      34
y esta que venís, Maestre,      es por fuerza opor mandado.   
Vuestra cabeza, Maestre,      mandada está en aguinaldo.      36
--¿Por qué es aqueso, buen rey?      nunca12 os hice desaguisado,   
ni os dejé yo13 en la lid,      ni con14 moros peleando.      38
--Venid acá, mis porteros,      hágase lo que he mandado.--   
Aun no lo hubo bien dicho,      la cabeza le han cortado;      40
a doña María de Padilla      en un plato la ha enviado,   
así hablaba con él15      como si estuviera sano.      42
Las palabras que le dice      de esta suerte está hablando16 :   
--Aquí pagaréis, traidor,      lo de antaño y lo de ogaño,      44
el mal consejo que diste      al rey don Pedro tu hermano.   
Asióla por los cabellos,      echado se la ha17 a un alano;      46
el alano es del Maestre,      púsola sobre un estrado, 48   
a los aullidos18 que daba      atronó19 todo el palacio.   
Allí demandara el rey20 :      --¿Quién hace mal a ese alano?--   
Allí respondieron todos      a los cuales lia pesado:      50
--Con la cabeza lo ha, señor,      del Maestre vuestro hermano.--   
Allí hablara una su tia21      que tia era de entrambos:      52
--¡Cuán mal lo mirastes, rey!      rey, ¡qué mal lo habéis mirado!   
por una maja mujer      habéis muerto un tal hermano22 .--      54
Aun no lo había bien23 dicho,      cuando ya le había pesado.   
Fuése para24 doña María,      de esta suerte le ha hablado:      56
--Prendelda, mis caballeros,      ponédmela a buen recado25 ,   
que yo le daré tal castigo      que a todos sea sonado.--      58
En cárceles muy escuras      allí la había aprisíonado26 ;   
él mismo le da a comer,      él mismo con la27 su mano;      60
no se fía de ninguno      sino de un paje que ha criado.28   

Predicción de la muerte del rey don Pedro   (é-o)      (ficha nš: 1457)


Por los campos de Jerez,      a caza ya el rey don Pedro:   
allegóse a una laguna,      allí quiso ver un vuelo.      2
Vió salir de ella una garza,      remontóle un sacre nuevo,   
echóle un neblí preciado,      degollado se le ha luego,      4
a sus pies cayó el neblí,      túvolo por mal agüero.   
Sube la garza muy alta,      parece entrar en el cielo.      8
De hácia Medina Sidonia      vió venir un bulto negro:   
cuanto más se le allegaba,      poniéndole va más miedo.      8
Salió dél un pastorcico,      llorando viene y gimiendo,   
con un bastón en sus manos,      los ojos en tierra puestos,      10
sin bonete su cabeza,      todo vestido de duelo,   
descalzo, lleno de espinas.      De trailla trae un perro,      12
aullidos daba muy tristes,      concertados con su duelo;   
sus cabellos va mesando,      la su cara va rompiendo;      14
el duelo hace tan triste      e al rey hace poner miedo.   
A voces dice: --Castilla,      Castilla, perdéte has cedo,      16
que en tí se vierte la sangre      de tus nobles caballeros,   
mátaslos contra justicia,      reclaman a Dios del cielo.--      18
Los aritos daba muy altos,      todos se espantan de vello.   
Su cara lleva de sangre,      allegóse al rey don Pedro;      20
dijo: --Rey, lo que te digo,      sin duda te verná presto:   
serás inuy acalumniado,      y serás por armas muerto.      22
Quieres mal a doña Blanca,      a Dios ensañas por ello;   
                      perderás por ello el reino.      24
Si quieres volver con ella      darte ha Dios un heredero.--   
El rey fue mucho turbado,      mandó el pastor fuese preso;      26
mandó hacer gran pesquisa      si la reina fuera en esto.   
El pastor se les soltara,      nadie sabe qué se ha hecho.      28
Mandó matar a la reina      ese día a un caballero,   
pareciéndole acababa      con su muerte el mal agüero.      30

Predicción de la muerte del rey don Pedro   (é-o)      (ficha nš: 1458)


Por los campos de Jerez      a caza va el rey don Pedro:   
en llegando a1 una laguna      allí quiso ver un vuelo.2      2
Vido volar una garza,      desparóle un sacre nuevo,   
remontárale un neblí,      a sus pies cayera muerto.      4
A sus pies cayó el neblí,      túvolo por mal agüero.   
Tanto volaba la garza,      parece llegar3 al cielo.      8
Por donde la garza sube      vió bajar un bulto negro;   
mientras más se acerca el bulto,      más temor le va poniendo:      8
con el abajarse tanto4 ,      parece llegar al suelo   
delante de su caballo      a cinco pasos de trecho:      10
dél salió5 un pastorcico      sale llorando y gimiendo,   
la cabeza desgreñada6 ,      revuelto trae el cabello,      12
con los pies llenos de abrojos      el cuerpo lleno de vello;   
y en su mano una culebra      a, la otra un puñal sangriento;      14
en el hombro una mortaja,      una calavera al cuello:   
a su lado de trailla      traía un perro negro:      8
los aullidos que daba      a todos ponían gran miedo,   
y a grandes voces decía:      --Morirás, el rey don Pedro,      18
que mataste sin justicia      los mejores de tu reino:   
mataste tu propio hermano      el Maestre, sin consejo7 ,      20
y desterraste a tu madre:      a Dios darás cuenta de ello.   
Tienes presa a doña Blanca,      enojaste a Dios por ello,      22
que si tornas a quererla8      darte ha Dios un heredero,   
y si no, por cierto sepas9      vendrá desman por ello:      24
serán malas las tus hijas      por tu culpa y mal gobierno,   
y tu hermano don Henrique      te habrá de heredar el reino:      26
morirás a pulñaladas:      tu casa será el infierno.   
Todo esto recontado,      despareció el bulto negro.10      28

El hijo de doña Blanca y del Maestre   (í-a)      (ficha nš: 1459)


Entre la gente se dice,      y no por cosa sabida,   
que del honrado Maestre      don Fadrique de Castilla,      2
hermano del rey don Pedro      que por nombre el Cruel había,   
está la reina preñada;      otros dicen que paría,      4
entre los unos secreto,      entre otros se publica;   
no se sabe por más cierto      de que el vulgo lo decía.      8
El rey don Pedro está lejos,      y de esto nada sabía:   
que si de esto algo supiera,      bien castigado lo habría.      8
La reina, de muy turbada,      no sabe lo que haría   
a la disfamia tan fuerte      que su casa padescia,      10
llamando a un secretario      que el Maestre bien quería,   
Alonso Pérez se llama,      este es su nombre de pila,      12
desque lo tuvo delante      estas palabras decía:   
--Ven acá tú, Alonso Pérez,      dime verdad por mi vida:      14
¿qué es del honrado Maestre?      ¿qué es dél, que no parecía?   
--A caza es ido, señora,      con toda su montería.      16
--Dime, ¿qué te paresce      de lo que dél se decía?   
Quejosa estoy del Maestre      con gran razon que tenía,      18
por ser de sangre real,      y hacer tal villanía,   
que dentro en mis palacios      una doncella paría,      20
de todas las de mi casa      a quien yo muy más quería,   
mi hermana era de leche      que negar no la podía.      22
A la ánima me llegara,      si en el reino se sabía.--   
Alonso Pérez responde,      bien oiréis lo que decía:      24
--Darme el nacido, señora,      que yo me lo criaría.--   
Luego lo mandara dar      envuelto en una faldilla      26
amarilla y encarnada,      que guarnición no tenía.   
Allá le lleva a criar      dentro del Andalucía,      28
a un lugar muy nombrado      que Llerena1 se decía.   
A una ama le ha encargado,      hermosa es a maravilla,      30
Paloma tiene por nombre,      Según se dice por la villa   
hija es de un tornadizo      y de una linda judía.      32
Mientra se cria el infante      sábelo doña María   
aquella falsa traidora      que los reinos revolvía.      34
No estaba bien informada      cuando al rey se lo escrebia:   
--Yo, tu leal servidora,      doña María de Padilla,      36
que no te hice traición,      ni consentir la quería,   
para que sepas, soy cierta      de aquesto te avisaría;      38
quién te la hace, señor,      declarar no se sufría,   
hasta que venga a tiempo      que de mí a tí se diría.      40
No me alargo mas, señor,      en aquesta letra mía.--   
El rey, vista la presente,      que escribe doña María,      42
entró en consejo de aquesto      un lunes ¡qué fuerte día2 !   
dejando por sustituto      en el cargo que tenía      44
en Tarifa la nombrada      los que aquí se nombrarían:   
a don Fadrique de Acuña      que es hombre de gran valía,      46
porque era sabio en la guerra      y en campo muy bien regía,   
y a otro, su primo hermano      don García de Padilla,      48
y al buen Tello de Guzman      que el rey criado había,   
el cual nombraban su ayo,      y él por tal le obedecía.      50
Un miércoles en la tarde      el rey tomaba la vía   
con García Lopez Osorio      de quien sus secretos fía.      52
Llegado han aquella noche      a las puertas de Sevilla,   
las puertas halló cerradas,      no sabe por do entraría,      54
sino por un muladar      que cabe el muro yacía-   
El rey arrima el caballo,      subióse sobre la silla,      56
asido se ha de una almena,      en la ciudad se metia.   
Fuése para sus palacios      donde posarse solía:      58
ansí llamaba a la puerta      como si fuera de día.   
Las guardas están velando,      muy muchas piedras lo tiran:      60
herido han al rey don Pedro      de una mala herida.   
Garcí-Lopez les da voces,      que estas palabras decía:      62
--Tate, tate, que es el rey      este que llegado había.--   
Entonces bajan las guardas      por ver si verdád sería.      64
Abierto le han las puertas,      para su aposento aguija.   
Tres días está secreto,      que no sale por la villa;      66
otro día escribió cartas:      a Caliz aquesa villa,   
al Maestre su hermano,      en las cuales le decía,      68
que viniese a los torneos      que en Sevilla se hacían.   

El hijo de doña Blanca y del Maestre   (í-a)      (ficha nš: 1460)


Entre las gentes se suena,      y no por cosa sabida,   
que de ese buen Maestre      don Fadrique de Castilla      2
la reina estaba preñada;      otros dícen que parida.   
No se sabe por de cierto;      mas el vulgo lo decía:      4
ellos piensan que es secreto,      ya esto no se escondía.   
La reina con su                    por Alonso Pérez envía,      8
mandóle que viniese      de noche y no de día:   
secretario es del Maestre      en quien fiarse podía.      8
Cuando lo tuvo delante      de esta manera decía:   
--¿Adónde está el Maestre?      ¿Qué es dél que no parescía?      10
¡Para ser de sangre real,      hecho ha gran villanía!   
Ha deshonrado mi casa,      y dícese por Sevilla      12
que una de mis doncellas      del Maestre está parida.   
--El Maestre, mi señora,      tiene cercada a Coimbra,      14
y si vuestra Alteza manda      yo luego lo llamaría;   
y sepa vuestra Alteza      que el Maestre no se escondía:      16
lo que vuestra Alteza dice      debe ser muy gran mentira.   
--No lo es, dijo la reina,      que yo te lo mostraría.--      18
Mandara sacar un niño      que en su palacio tenía:   
sacólo su camerera      envuelto en una faldilla.      20
--Mirá, mirá, Alonso Pérez,      el niño, ¿á quién parescía?   
--Al Maestre, mi señora,      Alonso Pérez decía1 .      22
--Pues daldo luego a criar,      y a nadie esto se diga.--   
Sálese Alonso Pérez,      ya se sale de Sevilla;      24
muy triste queda la reina,      que consuelo no tenía;   
llorando de los sus ojos      de la su boca decía:      26
--Yo, desventurada reina,      más que cuantas son nascidas,   
casáronme con el rey      por la desventura mía.      28
De la noche de la boda      nunca más visto lo había,   
y su hermano el Maestre      me ha tenido compañía.      30
Si esto ha pasado      toda la culpa era mía.   
Si el rey don Pedro lo sabe      de ambos se vengaría;      32
mucho más de mí la reina,      por la mala suerte mía.--   
Ya llegaba Alonso Pérez      a Llerena, aquesa villa:      34
puso el infante a criar      en poder de una judía;   
criada fue del Maestre,      Paloma por nombre había;      36
y como el rey don Enrique      reinase luego en Castilla,   
tomara aquel infante      y almirante lo hacía:      38
hijo era de su hermano      como el romance decía.   

Muerte de doña Blanca   (ó)  (ficha nš: 1461)


--Doña María de Padilla,      no os mostredes triste, no:   
si me descasé dos veces      hícelo Por vuestro amor,      2
Y por hacer menosprecio      de1 doña Blanca de Borbón.   
a Medina Sidonia envío2 ,      que me labren un pendón;      4
será de color de sangre,      de lágrimas su labor:   
tal pendón, doña María,      se hace por vuestro amor.--      8
Llamara3 Alonso Ortíz,      que es un honrado varón,   
para que fuese a Medina      a dar fin a la labor.      8
Respondió4 Alonso Ortíz--      --Eso, Señor, no haré yo,   
que quien mata a su señora      es aleve a su señor.--      10
El rey no le respondiera5 ,      en su cámara se entró:   
enviara por dos6 maceros,      los cuales él escogió.      12
Estos fuéron a la reina,      halláronla en oración;   
la reina como los viera7      cási muerta se cayó      14
mas después que en si tornara8      esforzada9 les habló:   
--Ya sé a qué venís amigos,      que mi alma lo sintió;      16
aqueso10 que está ordenado      no se puede excusar, no.   
¡Oh11 Castilla! ¿qué te hice?      no, por cierto, traición.      18
¡Oh Francia, mi dulce tierra!      ¡oh mi casa de Borbón!   
hoy cumplo deciseis años,      a los decisiete12 muero yo.      20
El rey no me ha conocido,      con las vírgenes me vo13 .   
Doña María de Padilla,      esto te pardono14 yo;      22
por quitarte de cuidado      lo hace el rey mi señor.--   
Los maceros le dan priesa,      ella pide confesión:      24
perdonáralos a ellos,      y puesta en su oración15   
danle golpes con las mazas,      y ansí la triste murió.      26

Muerte de doña Blanca   (ó)  (ficha nš: 1462)


Doña María de Padilla,      no os me mostráis triste vos,   
que si me casé dos veces      hícelo por vuestra pro,      2
y por hacer menosprecio      a doña Blanca de Borbón.   
A Medina Sidonia envío      a que me labre un pendón:      4
será el color de su sangre,      de lágrimas la labor.   
Tal pendón, doña María,      le haré hacer por vos.--      8
Y llamara a Íñigo Ortiz,      un excelente varón:   
díjole fuese a Medina      a dar fin a tal labor.      8
Respondiera Íñigo Ortiz:      --Aqueso no faré yo,   
que quien mata a su señora      hace aleve a su señor.--      10
El rey de aquesto enojado      a su cámara se entró,   
y a un ballestero de maza      el rey entregar mandó.      12
Aqueste vino a la reina      y hallóla en oración.   
Cuando vido al ballestero      la su triste muerte vió.      14
Aquel le dijo: --Señora,      el rey acá me envió   
a que ordenéis vuestra alma      con aquel que la crió,      16
que vuestra hora es llegada,      no puedo alargalla yo.   
--Amigo, dijo la reina,      mi muerte os perdono yo:      18
si el rey mi señor lo manda,      hágaselo que ordenó.   
Confesión no se me niegue,      sino pido a Dios perdón.--      20
Sus lágrimas y gemidos,      al macero enterneció,   
con la voz flaca, temblando,      esto a decir comenzó:      22
--¡Oh Francia, mi noble tierra!      ¡oh mi sangre de Borbón!   
hoy cumplo decisiete años      en los deciocho voy:      24
el rey no me ha conocido,      con las vírgenes me voy.   
Castilla, di ¿qué te hice?      no te hice traición.      26
Las coronas que me diste      de sangre y sospiros son;   
mas otra terné en el cielo,      que será a de más valor.--      28
Y dichas estas palabras      el macero la hirió:   
los sesos de su cabeza      por la sala les sembró.      30

El Prior de San Juan y Alfonso XI   (á)      (ficha nš: 1463)


Don García de Padilla,      eso que Dios perdonase,   
tomara al rey por la mano      y apartólo en puridad:      2
--Un castillo hay en Consuegra      que en el mundo no hay su par,   
mejor es para vos, rey,      que lo sabréis sustentar.      4
No sufráis más que le tenga      ese prior de Sant Joan:   
convidédesle, buen rey,      convidédesle a yantar.      8
La comida que le diéredes,      como dió el Toro a don Joan**,   
que le cortéis la cabeza      sin ninguna piedad:      8
desque se la hayáis cortado,      en tenencia me lo dad.--   
Ellos en aquesto estando      el prior llegado ha.      10
--Mantenga Dios a tu Alteza      y a tu corona real.   
--Bien vengáis, el buen prior,      digádesme la verdad:      12
¿el castillo de Consuegra      sepamos por quién está?   
--El castillo con la villa,      señor, a vuestro mandar.      14
--Pues convídoos, el prior,      para conmigo yantar.   
--Pláceme, dijo, buen rey,      de muy buena voluntad:      16
déme licencia tu Alteza,      liceiie, ia me quiera dar:   
monjes nuevos son venidos,      irélos a aposentar.      18
--Vais con Dios, Hernan Rodrigo,      luego vos queráis tornar.--   
Vase para la cocina,      do su cocinero está,      20
así hablaba con él,      como si fuera su igual:   
--Tomes estos mis vestidos,      los tuyos me quieras dar,      22
y a hora de media noche      salirte has a pasear.--   
Vase a la caballeriza      do su macho fuera a hallar.      24
--¡Macho rucio, macho rucio,      Dios te me quiera guardar!   
Ya de dos me has escapado,      con aquesta tres serán;      26
si de aquesta tú me escapas      luego te entiendo ahorrar.--   
Presto le echaba la silla,      comienza de cabalgar;      28
en allegando a Azoguejo      comenzó el macho a roznar.   
Media noche era por filo***,      los gallos querían cantar,      30
cuando entraba por Toledo,      por Toledo, esa ciudad:   
antes que el gallo cantase      a Consuegra fue a llegar.      32
Halló las guardas velando,      comiénzales de hablar:   
--Digádesme, veladores,      digádesme la verdad:      34
¿el castillo de Consuegra      si sabéis por quién está?   
--El castillo con la villa      por el prior de Sant Joan.      36
--Pues abrid luego las puertas;      catalde aquí donde está.--   
La guarda desque lo oyó      abriólas de par en par.      38
--Tomases allá ese macho,      dél muy bien quieras curar:   
déjesme la vela a mí,      que yo la quiera velar.      40
¡Velá velá, veladores,      así mala rabia os mate!   
Que quien a buen señor sirve      este gualardon le dan.--      42
El prior estando en esto      el rey que llegado ha,   
halló las guardas velando,      comenzóles de hablar:      44
--Decidme, los veladores,      que Dios os guarde de mal,   
¿el castillo de Consuegra      por quién se tiene oestá?      46
--El castillo con la villa      por el prior de Sant Joan.   
--Pues abrid luego las puertas      que veislo aquí donde está.      48
--Afuera, afuera, buen rey,      que el prior llegado ha.   
--¡Macho rucio, dijo el rey,      muermo te quiera matar!      50
Siete caballos me has muerto      y con este ocho serán.   
'Ábreme tú, buen prior,      allá me dejes entrar:      52
por mi corona te juro      de no hacerte ningún mal.   
--Hacerlo vos, el buen rey,      agora en mi mano está.--      54
Mandárale abrir la puerta,      dióle muy bien a cenar.   

El Prior de San Juan y Alfonso XI   (á)      (ficha nš: 1464)


Don Rodrigo de Padilla,      aquel que Dios perdonase,   
tomara al rey por la mano      y apartólo en puridad:      2
--Un castillo está en Consuegra      que en el mundo no lo hay tal:   
más vale para vos, el rey,      que para el Prior de Sant Juan.      4
Convidédesle, el buen rey,      convidédesle a cenar,   
la cena que vos le diésedes      fuese como en Toro a don Juan,      8
que le cortéis la cabeza      sin ninguna piedad:   
desque se la hayas cortado,      en tenencia me la dad.--      8
Ellos en aquesto estando      el prior llegado ha.   
--Mantenga Dios a tu Alteza,      y a tu corona real.      10
--Bien vengáis vos, el prior,      el buen prior de San Juan.   
Digádesme, el prior,      digádesme la verdad:      12
El Castillo de Consuegra,      digades, por quién está?   
--El castillo con la villa      está todo a tu mandar.      14
--Pues convídoos, el prior,      para conmigo a cenar.   
--Pláceme, dijo el prior,      de muy buena voluntad.      16
Déme licencia tu Alteza,      licencia me quiera dar,   
mensajeros nuevos tengo,      írlos quiero aposentar.      18
--Vais con Dios, el buen prior,      luego vos queráis tornar.--   
Vase para la cocina,      donde el Cocinero está.      20
así hablaba con él      como si fuera su igual:   
--Tomes estos mis vestidos,      los tuyos me quieras dar;      22
ya después de medio día      saliéseste a pasear.--   
Vase a la caballeriza      donde el macho suele estar.      24
--De tres me has escapado,      con esta cuatro serán,   
y si de esta me escapas      de oro te haré herrar.--      26
Presto le echó la silla,      comienza de caminar.   
Media noche era por filo,      los gallos quieren cantar      28
cuando entra por Toledo,      por Toledo, esa ciudad.   
Antes que el gallo cantase      a Consuegra fue a llegar.      30
Halló las guardas velando,      empiézales de hablar:   
--Digádesme, veladores,      digádesme la verdad,      32
¿el castillo de Consuegra,      digades, por quién está?   
--El castillo con la con la villa      por el prior de Sant Juan.      34
--Pues abrádesme las puertas,      catalde aquí donde está.   
La guarda desque lo vido      abriólas de par en par.      36
--Tomédesme allá este macho,      y dél me queráis curar:   
dejadme a mí la vela      porque yo quiero velar.      38
¡Velá velá, veladores,      que rabia os quiera matar!   
que quien a buen señor sirve      este galardon le dan.--      40
Y él estando en aquesto      el buen rey llegado ha:   
halló a las guardas velando,      comiénzales de hablar:      42
--Digádesme, veladores,      que Dios os quiera guardar,   
¿el castillo de Consuegra,      digades, por quién está?      44
--El castillo con la villa      por el prior de Sant Juan.   
--Pues abrádesme las puertas;      catalde aquí donde está.      46
--Afuera, afuera, el buen rey,      que el Prior llegado ha.   
--i Macho rucio, macho rucio,      muermo te quiera matar!      48
¡siete caballos me cuestas,      y con este ocho serán!   
Abrídme, el buen prior,      allá me dejéis entrar;      50
Por mi corona te juro      de nunca te hacer mal.   
--Harélo eso, el buen rey,      que ahora en mi mano está.--      52

Prisión del duque de Arjona   (á)  (ficha nš: 1465)


En Arjona estaba el duque,      y el buen rey en Gibraltar;   
envióle un mensajero      que le hubiese a hablar.      2
Malaventurado duque      vino luego sin tardar;   
jornada de quince días      en ocho la fuera a andar.      4
Hallaba las mesas puestas      y aparejado el yantar.   
Desque hubieron comido      vanse a un jardín a holgar.      8
Andándose paseando      el rey comenzó a hablar:   
--De vos, el duque de Arjona,      grandes querellas me dan,      8
que forzades las mujeres      casadas y por casar;   
que les bebiades el vino,      y les comiades el pan;      10
que les tomáis la cebada,      sin se la querer pagar.--   
--Quien os lo dijo, buen rey,      no vos dijo la verdad.      12
--Llámenme mi camarero      de mi cámara real,   
que me trajise unas cartas,      que en mi barjuleta están.      14
Védeslas aquí, el duque,      no me lo podéis negar.   
Preso, preso, caballeros,      preso de aquí lo llevad:      16
entregaldo al de Mendoza,      ese mi alcalde el leal.   

Asalto a Baeza   (á-a)      (ficha nš: 1466)


Moricos, los mis moricos,      los que ganáis mi soldada,   
derribédesme a Baeza,      esa villa torreada,      2
y a los viejos y a los niños      los traed en cabalgada,   
y a los mozos y varones      los meted todos a espada,      4
y a ese viejo Pero Díaz      prendédmelo por la barba,   
y aquesa linda Leonor      será la mi enamorada.      8
Id vos, capitan Vanegas,      porque venga más honrada,   
que si vos sois mandadero,      será cierta la jornada.      8

Asalto a Baeza   (á-a)      (ficha nš: 1467)


Moricos, los mis moricos,      los que ganáis mi soldada,   
derribédesme a Baeza,      esa ciudad torreada,      2
y los viejos y las viejas      los meted todos a espada,   
Y los mozos y las mozas      los traé en la cabalgada1 ,      4
y la hija de Pero Díaz2 ,      para ser mi enamorada,   
y a su hermana Leonor,      de quien sea acompañada.      8
Id vos, capitan Vanegas;      porque venga más honrada   
porque enviándoos a vos,      no recelo en la tornada,      8
que recibiréis afrenta      ni cosa desaguisada.--   

Reduán bien se te acuerda   (á-a)  (ficha nš: 1468)


--Reduán, bien se te acuerda,      que me diste la palabra   
que me darías a Jaen      en una noche ganada.      2
Reduán, si tú lo cumples,      daréte paga doblada,   
y si tú no lo cumplieres      desterrarte he de Granada;      4
echarte he en una frontera,      do no goces de tu dama.--   
Reduán le respondía      sin demudarse la cara:      8
--Si lo dije, no me acuerdo      mas cumpliré mi palabra.--   
Reduán pide mil hombres,      el rey cinco mil le daba.      8
Por esa puerta de Elvira      sale muy gran cabalgada.   
¡Cuánto del hidalgo moro!      cuánta de la yegua baya!      10
cuánta de la lanza en puño!      cuánta de la adarga blanca!   
cuánta de marlota verde!      cuánta aljuba de escarlata!      12
cuánta pluma y gentileza!      cuánto capellar de grana!   
cuánto bayo borceguí!.      cuánto lazo que le esmalta!      14
cuánta de la espuela de oro!      cuánta estribera de platal   
Toda es gente valerosa      y experta para batalla:      16
en medio de todos ellos      va el rey Chico de Granada.   
Míranlo las damas moras      de las torres del Alhambra.      18
La reina mora su madre      de esta manera le habla:   
--Alá te guarde, mi hijo,      Mahoma vaya en tu guarda,      20
y te vuelva de Jaen      libre, sano, y con ventaja,   
y te dé paz con tu tío,      señor de Guadix y Baza.      22

El alcaide de Cañete venga a su hijo   (á-o)      (ficha nš: 1469)


--¡Buen alcaide de Cañete,      mal consejo habéis tomado   
en correr a Setenil,      hecho, se había, voluntario!      2
¡Harto hace el caballero      que guarda lo encomendado!   
Pensastes correr seguro,      y celada os han armado.      4
Hernandarias Sayavedra      vuestro padre os ha vengado;   
ca acuerda correr a Ronda,      y a los suyos va hablando:      8
--El mi hijo Hernandarias      muy mala cuanta me ha dado;   
encomendéle a Cañete,      él muerto fuera en el campo.      8
Nunca quiso mi consejo,      siempre fue mozo liviano   
que por alancear un moro      perdiera cualquier estado.      10
Siempre esperé su muerte      en verle tan voluntario.   
Mas hoy los moros de Ronda      conocerán que le amo.--      12
A Gonzalo de Aguilar      en celada le han dejado.   
Viniendo a vista de Ronda      los moros salen al campo.      14
Hernandarias dió una vuelta      con ardid muy concertado,   
y Gonzalo de Aguilar      sale a ellos denodado,      16
blandeando la su lanza      iba diciendo: --¡Santiago,   
a ellos que no son nada,      hoy venguemos a Fernando!--      18
Murió allí Juan Delgadillo,      con hartos buenos cristianos;   
mas por los puertas de Ronda      los moros iban entrando:      20
veinte y cinco traía presos,      trescientos moros matáron;   
mas el viejo Hernandarias      no se tuvo por vengado.      22

El alcaide de Cañete venga a su hijo   (á-o)      (ficha nš: 1470)


--¡Buen alcaide de Cañete,      mal consejo habéis tomado   
en correr a Setenil,      hecho asaz bien excusado!      2
¡Harto hace el caballero      que guarda lo encomendado,   
y muere en la fortaleza      donde lo han juramentado!      4
Siempre lo tuvistes, hijo,      de ser en ardid sobrado,   
sin mirar inconvenientes      sino ver moros en campo.      8
Mas antes de veinte días      yo seré muerto ovengado   
entre esos moros de Ronda      que me han amenazado.--      8
En aquesto Fernandarias      fue al infante don Fernando;   
gente de a pie le ha pedido,      junto con la de a caballo.      10
A Pero Guzman Merino      y a su copero le ha dado,   
y a Gonzalo de Aguilar,      un muy valiente bastardo,      12
junto con Juan Delgadillo,      su maestre-sala y privado.   
Entrada hacen en Ronda;      Cañete quedó a recado.      14
En bosques cabe la vega      gente de armas se ha enboscado:   
con ella Juan Delgadillo,      caballero muy preciado,      16
Fernandarias Sayavedra      cerca de Ronda ha llegado;   
salen a él muchos moros,      con órden se ha retirado;      18
haciendo rostro ha venido      al bosque, disimulado,   
donde estaba la celada      que a los moros ha cercado.      20
A los primeros encuentros      muchos quedan en el campo,   
entre ellos Juan Delgadillo,      con más catorce hijosdalgo:      22
mas a la fin Sayavedra      de ellos fue muy bien vengado,   
que rotos fuéron los moros;      pocos se han escapado.      24
Con honra y gran cabalgada      a Cañete se ha tornado.   

Antequera pide auxilio a su rey   (í-a)      (ficha nš: 1471)


De Antequera partió1 el moro      tres horas antes del día,   
con cartas en la su mano      en que socorro pedía.      2
Escritas iban con sangre,      mas no por falta de tinta.   
El moro que las llevaba      ciento y veinte años había2 ;      4
la barba tenía3 blanca,      la calva le relucia;   
toca llevaba tocada,      muy grande precio valía4 .      8
La mora que la labrara      por su amiga la tenía:   
alhaleme5 en su cabeza      con borlas de seda fina.      8
caballero en una yegua,      que caballo no quería.   
Solo con un pajecico6      que le tenga compañía,      10
no por falta de escuderos,      que en su casa hartos había.   
Siete celadas le ponen      de mucha caballería,      12
mas la yegua era ligera      de entre todos7 se salía   
por los campos de Archidona8      grandes voces decía:      14
--¡Oh buen rey, si tú supieses      mi triste mensajería,   
mesarías tus cabellos      y la tu barba vellida!--      16
El rey, que venir lo vido,      a recebirlo salía   
con trescientos de caballo,      la flor de la morería.      18
--Bien seas venido, el moro,      buena sea tu venida.   
--Alá te mantenga, el rey,      con toda tu compañía.      20
--Dime, ¿qué nuevas me traes      de Antequera, esa mi villa9 ?   
--Yo te las diré, buen rey,      si tú me otorgas la vida.      22
--La vida te es otorgada,      si traición en tí no había.   
--¡Nunca Alá lo permetiese      hacer tan gran10 villanía!      24
mas sepa tu real11 alteza      lo que ya saber debría,   
que esa villa de Antequera      en grande aprieto se vía,      26
que el infante don Fernando      cercada te la tenía.   
Fuertemente la combate      sin cesar noche ni día;      28
manjar que tus moros comen,      cueros de vaca cocida.   
buen rey, si no la socorrse (sic)      muy presto se perdería.--      30
El rey, cuando aquesto oyera,      de pesar se amortecía;   
haciendo gran sentimiento      muchas lágrimas vertia;      32
rasgaba sus vestiduras,      con gran dolor que tenía12 ,   
ninguno le consolaba,      porque no lo permitia;      34
mas después, en sí tornando13 ,      a grandes voces decía:   
--Tóquense mis añafiles,      trompetas de plata fina;      36
júntense mis caballeros      cuantos en mi reino había,   
vayan con mis dos hermanos      a Archidona, esa mi villa,      38
en socorro de Antequera,      llave de mi señoría.--   
Y ansí con este mandado      se juntó gran morería;      40
ochenta14 mil peones15 fuéron      el socorro que venía16 ,   
con cinco mil de caballo,      los mejores que tenía.      42
Ansí17 en la Boca del Asna      este18 real sentado había   
a vista dél del infante19 ,      el cual ya se apercebia,      44
confiando en la gran vitoria20      que ue ellos Dios le daría,   
sus gentes bien ordenadas:      de San Juan era aquel día,      46
cuando se dió la batalla      de los nuestros tan herida21 ,   
que por ciento y veinte muertos      quince mil moros había.      48
Después de aquesta batalla22      fue la villa combatida   
con lombardas23 y pertrechos,      y con una gran bastida,      50
con que le ganan las torres      de donde era defendida.   
Después dieron el castillo      los moros a pleitesía.      52
que libres con sus haciendas      el infante los pornía   
en la villa de Archidona,      lo cual todo se cumplía;      54
Y ansí se ganó Antequera      a loor de Santa María.24   

Pérdida de Antequera y escaramuza de Alcalá   (á-a)      (ficha nš: 1472)


La mañana de sant Joan      al tiempo1 que alboreaba,   
gran fiesta hacen los moros      por la Vega de Granada.      2
Revolviendo sus caballos,      y jugando de las lanzas2 ,   
ricos pendones en ellas      broslados3 por sus amadas,      4
ricas marlotas4 vestidas      tejidas de oro y grana5 :   
el moro que amores tiene      señales de ello mostraba,      8
y el que no tenía amores6      allí no escaramuzaba.   
Las damas moras los miran7      de las torres del Alhambra,      8
también se los mira8 el rey      de dentro de la Alcazaba9 .   
Dando voces vino un moro      con la cara ensangrentada10 :      10
--Con tu licencia. el rey,      te diré una nueva mala:   
el11 infante don Fernando      tiene a Antequera ganada;      12
muchos moros deja muertos12 ,      yo soy quien mejor librara,   
siete lanzadas yo traigo13 ,      el cuerpo todo me pasan14 ;      14
los que conmigo escaparon      en Archidona quedaban.--   
Con la tal nueva el rey      la cara se le demudaba15 :      16
manda juntar16 sus trompetas      que toquen17 todas al arma,   
manda juntar a los suyos18 ,      hace muy19 gran cabalgada,      18
y a las puertas de Alcalá20 ,      que la real se llamaba,   
los cristianos y los moros21      una escaramuza traban22 .      20
Los cristianos eran muchos,      mas llevaban órden mala;   
los moros, que son de guerra,      dádoles han mala carga23 ,      22
De ellos matan, de ellos prenden,      de ellos toman en celada,   
Con la24 victoria, los moros      van la vuelta de Granada25 ,      24
a grandes voces decían:      --¡La victoria ya es cobrada!--26   

El rey moro y la mora cautiva en Antequera   (á-a)      (ficha nš: 1473)


Suspira por Antequera      el rey moro de Granada:   
no suspira por la villa,      que otra mejor le quedaba,      2
sino por una morica      que dentro en la villa estaba;   
blanca, rubia a maravilla,      sobre todas agraciada:      4
deziseis años tenía      en los dezisiete entraba;   
crióla el rey de pequeña,      más que a sus ojos la amaba,      6
y en verla en poder ajeno      sin poder ser remediada,   
suspiros da sin consuelo,      que el alma se le arrancaba.      8
Con lágrimas de sus ojos      Estas palabras hablaba:   
--¡Ay Narcisa de mi vida!      ¡Ay Narcisa de mi alma!      10
Enviéte yo mis cartas      con el alcaide de Alhambra,   
Con palabras amorosas      salidas de mis entrañas,      12
Con mi corazon herido      de una saeta dorada.   
La respuesta que le diste:      que escribir poco importaba.      14
Daría por tu rescate      Almería la nombrada.   
¿Para qué quiero yo bienes      pues mi alma presa estaba?      16
Y cuando esto no bastare      yo me saldré de Granada;   
Yo me iré para Antequera      donde estás presa, alindada,      18
Y serviré de captivo      solo por mirar tu cara.   

Caballeros de Moclín   (é-a)  (ficha nš: 1474)


Caballeros de Moclín,      peones de Colomera,   
entrado habían en acuerdo      en su consejada negra      2
a los campos de Alcalá,      donde irían a hacer presa.   
Allá la van a hacer      a esos molinos de Huelma.      4
Derrocaban los molinos,      derramaban la cibera,   
prendían los molineros      cuantos hay en la ribera.      8
Ahí hablara un viejo,      que era más discreto en guerra:   
--Para tanto caballero      chica cabalgada es esta;      8
soltemos un prisionero      que a Alcalá lleve la nueva;   
démosle tales heridas,      que en llegando luego muera;      10
cortémosle el brazo derecho      porque no nos haga guerra.--   
Por soltar un molinero      un mancebo se les sale1      12
que era nacido y criado      en Jerez de la Frontera,   
que corre más que un gamo      y salta más que una cierva.      14
Por los campos de Alcalá      diciendo va: --¡Afuera, afuera!   
caballeros de Alcalá,      no os alabaréis de aquesta,      16
que por una que hecistes,      y tan caro como cuesta,   
que los moros de Moclín      corrido vos han la ribera,      18
robado vos han el campo,      y llevado vos han la presa.   
Oídolo ha don Pedro      por su desventura negra;      20
cabalgara en su caballo,      que le decían Boca-negra:   
al salir de la ciudad      encontró cou Sayavedra.      22
--No vayades allá, hijo,      si mi maldición os venga:   
que si hoy fuere la suya,      mañana será la vuestra.--      24

Abenámar   (í-a)      (ficha nš: 1475)


--Abenámar, Abenámar,      moro de la morería,   
¿qué castillos son aquellos?      ¡altos son y relucian!2      2
--El Alhambra era, señor.      y la otra es la mezquita;   
los otros los Alixares      labrados a maravilla.      4
El moro que los labró3      cíen doblas ganaba al día4 .   
La otra5 era Granada,      Granada la noblecida      8
de los muchos caballeros,      y de la6 gran ballestería.--   
Allí habla7 el rey don Juan,      bien oiréis lo que diría8 :      8
--Granada, si tú quisieses      contigo me casaría:   
darte he yo en arras y dote      a Córdoba y a Sevilla,      10
y a Jerez de la Frontera      que cabe si la tenía.   
Granada, si más9 quisieses      mucho más yo te daría.--      12
Allí hablara Granada,      al buen rey le10 respondía:   
--Casada so, el rey don Juan,      casada soy, que no viuda;      14
el moro que a mí me tiene      bien defenderme querría11 .--   
Allí habla12 el rey don Juan,      estas palabras decía13 :      16
--Échenme acá mis lombardas14      doña Sancha y doña Elvira,   
tiraremos15 a lo alto,      lo bajo ello se daría.--      18
El combate era tan fuerte      que grande temor ponía:   
los moros del baluarte,      con terrible algacería16      20
trabajan por17 defenderse,      mas facello no podían.18   
El rey moro que esto vido      prestamente se rendía,      22
y cargó19 tres cargas de oro;      al buen rey se las envía20 :   
prometió ser su vasallo      con parias que le daría.      24
Los castellanos quedaron      contentos a maravilla:   
cada cual por do ha venido      se volvió21 para Castilla.      26

Abenámar   (í-a)      (ficha nš: 1476)


--¡Abenámar, Abenámar,      moro de la morería,   
el día que tú naciste,      grandes señales había!      2
Estaba la mar en calma,      la luna estaba crecida:   
moro que en tal signo nace      no debe decir mentira.--      4
Allí respondiera el moro,      bien oiréis lo que decía:   
-Yo te la diré, señor.      aunque me cueste la vida,      8
porque soy hijo de un moro      y una cristiana cautiva;   
siendo yo niño y muchacho      mi madre me lo decía,      8
que mentira no dijese,      que era grande villanía:   
por tanto pregunta, rey,      que la verdad te diría.      10
--Yo te agradezca, Abenámar,      aquesa tu cortesía:   
¿qué castillos son aquellos      ¡altos son y relucian!      12
--El Alhambra era, señor,      y la otra la mezquita;   
los otros los Alixares,      labrados a maravilla.      14
El moro que los labraba      cien doblas ganaba al día,   
y el día que no los labra      otras tantas se perdia.      16
El otro es Generalife,      huerta que par no tenía;   
el otro Torres-Bermejas,      castillo de gran valía.--      18
Allí habló el rey don Juan,      bien oiréis lo que decía:   
--Si tú quisieses, Granada,      contigo me casaría;      20
daréte en arras y dote      a Córdoba y, ! Sevilla.   
--Casada soy, rey don Juan,      casada soy, que no viuda;      22
el moro que a mí me tiene      muy grande bici, me quería.   

Muerte del adelantado en Álora   (í-o)      (ficha nš: 1477)


Álora, la bien cercada,      tú que estás en par del río,   
cercóte el adelantado      una. mañana en domingo,      2
de1 peones y hombres de armas      el campo bien guarnecido;   
con la gran artillería      hecho te había un portillo2 .      4
Viérades moros y moras      todos huir3 al castillo:   
las moras llevaban ropa,      los moros harina y trigo,      8
y las moras de quince años4      llevaban el oro fino,   
y los moricos pequeños      llevaban la pasa y higo.      8
Por cima de la muralla5      su pendón llevan tendido.   
Entre almena y almena6      quedado se había un morico      10
con una ballesta armada,      y en ella puesto un cuadrillo.   
En altas veces decía,      que la gente lo había oido7 :      12
--¡Treguas, treguas, adelantado,      por tuyo se da el castillo!--   
Alza la visera arriba      por ver el que tal le dijo8 :      14
asestárale9 a la frente,      salido le haal colodrillo.   
Sacólo10 Pablo de rienda,      y de mano Jacobillo11 ,      16
estos dos que había criado      en su casa desde chicos12 .   
Lleváronle a los maestros      por ver si será guarido13 :      18
a las primeras palabras      el testamento les dijo.14   

Muerte del conde de Niebla   (á)  (ficha nš: 1478)


--Dadme nuevas, caballeros,      nuevas me querades dar1   
de aquese conde de Niebla,      don Henrique de Guzmán,      2
que hace guerra a los moros,      y haa cercado a Gibraltar.   
Veo hoy lutos2 en mí corte,      Ayer vi fiestas muy grandes3 :      4
ó el príncipe es fallecido4 ,      o alguno5 de mi sangre,   
ó don Alvaro de Luna,      el maestre y condestable.      8
--No es muerto, señora, el príncipe6 ;      mas ha fallecido un grande,   
que veredes a los moros      cuan poco vos temerán,      8
que a este solo temían      y no osaban saltear.   
Es el buen conde de Niebla      que se ha anegado en la mar,      10
por acorrer a los suyos,      nunca se quiso salvar;   
en un batel donde venía      le hicieron trastornar,      12
socorriendo un caballero      que se le íba a anegar.   
La mar andaba tan alta      que no se pudo escapar,      14
teniendo cuasi ganada      la fuerza de Gibraltar.   
Llóranle todas las damas,      galanes otro que tal,      16
llórale gente de guerra      por ser tan buen capítan,   
llóranle duques y condes,      porque a todos sabía honrar.      18
--¡Oh qué nuevas me traedes,      caballeros, de pesar!   
Vístanse todos de jerga,      no se hagan fiestas mas,      20
vaya luego un mensajero,      venga su hijo don Juan:   
confirmalle he lo del padre,      más le quiero acrecentar,      22
y de Medina Sidonia      duque le hago de hoy mas,   
que a hijo de tan buen padre      poco galardon se da.--      24

Batalla de los Alporchones   (á)  (ficha nš: 1479)


Allá en Granada la rica      instrumentos oí tocar   
en la calle de los Gomeles,      a la puerta de Abidbar,      2
el cual es moro valiente      y muy fuerte capitan.   
Manda juntar muchos moros      bien diestros en pelear,      4
porque en el campo de Lorca      se determina de entrar;   
con él salen tres alcaides,      aquí los quiero nombrar.      8
Almoradí de Guadix,      este es de saligre real;   
Abenacízes el otro,      y de Baza natural;      8
y de Vera es Alabez,      de esfuerzo muy singular,   
y en cualquier guerra su gente      bien la sabe acaudillar.      10
Todos se juntan en Vera      para ver lo que harán;   
el campo de Cartagena      acuerdan de saquear.      12
A Alabez, por ser valiente,      lo hacen su general;   
otros doce alcaides moros      con ellos juntado se han,      14
que aquí no digo sus nombres      por quitar prolijidad.   
Ya se partian los moros,      ya comienzan de marchar,      16
por la fuente de Pulpé,      por ser secreto lugar,   
y por el puerto los Peines,      por orillas de la mar.      18
En campos de Cartagena      con furor fuéron a entrar;   
cautivan muchos cristianos,      que era cosa de espantar.      20
Todo lo corren los moros      sin nada se les quedar;   
el rincon de San Gines      y con ellos al Pinátar.      22
Cuando tuvieron gran presa      hácia Vera vuelto se han,   
y en llegando al Puntaron,      consejo tomado han      24
si pasarían por Lorca,      o si irían por la mar.   
Alabez, como es valiente,      por Lorca quería pasar,      26
por tenerla muy en poco      y por hacerle pesar;   
y así con toda su gente      comenzáron de marchar.      28
Lorca y Murcia lo supieron;      luego los van a buscar,   
y el comendador de Aledo,      que Lison suelen llamar,      30
junto de los Alporchones      allí los van a alcanzar.   
Los moros iban pujantes,      no dejaban de marchar;      32
cautivaron un cristiano      caballero principal,   
al cual llaman Quiñonero,      que es de Lorca natural.      34
Alabez, que vió la gente,      comienza de preguntar:   
--Quiñonero, Quiñonero,      dígasme tú la verdad,      36
pues eres buen caballero,      no me la quieras negar:   
¿qué pendones son aquellos      que están en el olivar?--      38
Quiñonero le responde,      tal respuesta le fue a dar:   
--Lorca y Murcia son, señor,      Lorca y Murcia, que no mas,      40
y el comendador de Aledo,      de valor muy singular,   
que de la francesa sangre      es su prosapia real.      42
Los caballos traían gordos,      ganosos de pelear.--   
Allí respondió Alabez,      lleno de rabia y pesar:      44
--Pues por gordos que los traigan,      la Rambla no han de pasar,   
y si ellos la Rambla pasan,      ¡Alá, y qué mala señal!--      46
Estando en estas razones      allegara el mariscal   
y el buen alcaide de Lorca,      con esfuerzo muy sin par.   
Aqueste alcaide es Faxardo,      valeroso en pelear,      48
la gente traen valerosa,      no quieren más aguardar.   
A los primeros encuentros      la Rambla pasado han,      50
y aunque los moros son muchos,      allí lo pasan muy mal.   
Mas el valiente Alabez      hace gran plaza y lugar.      52
Tantos de cristianos matan,      que es dolor de lo mirar.   
Los cristianos son valientes,      nada les pueden ganar;      54
tantos matan de los moros,      que era cosa de espantar.   
Por la sierra de Aguaderas      huyendo sale Abidbar      56
con trescientos de a caballo,      que no pudo más sacar.   
Faxardo prendió a Alabez      con esfuerzo singular.      58
Quitaronle la cabalgada,      que en riqueza no hay su par.   
Abidbar llegó a Granada,      y el rey lo mandó matar.      60

El obispo don Gonzalo   (á-o)  (ficha nš: 1480)


Día era de San Antón1 ,      ese santo2 señalado,
cuando salen de Jaen3      cuatrocientos hijosdalgo;      2
y de Ubeda y Baeza4      se salían otros tantos,   
mozos deseosos de honra,      y los más enamorados.      4
En brazos de sus amigas      van todos juramentados   
de no volver a Jaen      sin dar moro en aguinaldo.      8
La seña5 que ellos llevaban      es pendón rabo de gallo;   
por capitan se lo llevan6      al obispo don Gonzalo,      8
armado de todas armas,.      en un caballo alazano7 :   
todos se visten de verde      el obispo azul y blanco8 .      10
Al castillo de la Guardia9      el obispo había llegado10 :   
sáleselo a recibir      Mexía, el noble hidalgo11 :      12
--Por Dios te ruego, el obispo12 ,      que no pasedes el vado,   
porque los moros son muchos,      a la Guardia13 habían llegado;      14
muerto me han tres caballeros,      de que mucho me ha pesado:   
el uno era tío mío14 .      el otro mi primo hermano15 ,      16
y el otro es un pajecico16      de los míos más preciado17 .   
Démos la vuelta, señores,      démos la vuelta a enterrallos,      18
harémos a Dios servicio,      honrarémos los cristianos.   
Ellos estando en aquesto,      llegó don Diego de Haro:      20
--Adelante, caballeros,      que me llevan el ganado;   
si de algún villano fuera,      ya lo hubiérades quitado;      22
empero alguno está aquí      que le18 place de mi daño;   
no cumple19 decir quién es,      que es el del roquete blanco.--      24
El obispo que lo oyera,      dió de espuelas al caballo;   
el caballo era lijero,      saltado había un vallado;      26
mas al salir de una cuesta,      a la asomada de un llano,   
vido mucha adarga blanca,      mucho albornoz colorado,      28
y muchos hierros de lanzas,      que relucian20 en el campo;   
metídose había por ellos      como leon denodado:      30
de tres batallas de moros      la una21 ha desbaratado,   
mediante la buena ayuda      que en los suyos ha hallado:      32
aunque algunos de ellos mueren,      eterna fama han ganado.   
Los moros son infinitos22 ,      al obispo habían cercado;      34
cansado de pelear      lo derriban del caballo,   
Y los moros victoriosos      a su rey lo han presentado.      36

Derrota de Montejícar   (á-o)  (ficha nš: 1481)


Ya se salen de Jaen      los trescientos hijosdalgo:   
2mozos codiciosos de honra,      pero más enamorados.     
Por amor de sus amigas,      todos van juramentados   
de llegar hasta Granada      y correrles todo el campo,      4
y no dar vuelta sin traer      algún moro en aguinaldo.   
Un lúnes por la mañana      parten todos muy lozanos,      8
con lanzas y con adargas      muy ricamente adrezados.   
Todos visten oro y seda,      todos puñales dorados:      8
¡muy bravos caballos llevan      a la gineta ensillados!   
Los jaeces son azules      de plata y oro broslados;      10
las reatas son listones      que sus damás les han dado.   
Los mozos más orgullosos      son don Juan Ponce y su hermano;      12
y también Pedro de Torres,      Diego Gil, y su cuñado.   
En medio de todos iban      cuatro viejos muy ancianos;      14
estos van diciendo a todos:      --Perdémonos de livianos,   
en querer ir a probar      donde hay moriscos doblados.--      16
Cuando esto oyó don Juan,      con gran enojo ha hablado:   
--No debían ir en guerra      los hombres viejos cansados,      18
porque estorban los ardidos      y pónenles embarazos:   
si en Jaen queréis quedar,      quedaréis más descansados.--      20
Allí respondieron todos      de valientes y esforzados:   
--No lo mande Dios del cielo      que de miedo nos volvamos,      22
que no queremos perder      la honra que hemos ganado.--   
Llegados son a Granada,      dado han vuelta a todo el campo      24
ya que llevaban la presa,      de moros hueste ha asomado:   
más de seis mil son de guerra,      que los estaban mirando.      26
Ven tocar los atambores,      ven pendones campeando,   
ven poner los escuadrones      los de pie y los de caballo;      28
vieron mil moros mancebos,      tanto albornoz colorado;   
vieron tanta yegua overa,      tanto caballo alazano,      30
tanta lanza con dos fierros,      tanto del fierro acerado,   
tantos pendones azules      y de lunas plateados,      32
con tanta adarga ante pechos,      cada cual muy bien armado.   
Los de Jaen esto viendo,      como mozos hijosdalgo,      34
parecióles que el huír      les sería mal contado:   
aborreciendo las vidas      por no vivir deshonrados,      36
comenzaron a llamar      a voz alta, ¡Santiago!   
y entráronse por los moro'      con ánimo peleando.      38
Más han muerto de dos mil,      como leones, rabiando;   
mas cargaron tantos moros      que pocos han escapado:.      40
doscientos y treinta y seis      han muerto y aprisionado,   
por no seguir ni creer      los mozos a los ancianos.      42

Fajardo   (í-a)      (ficha nš: 1482)


Jugando estaba el rey moro1      y aun al ajedrez un día2 ,
con aquese buen3 Fajardo      con amor que le tenía.      2
Fajardo jugaba a Lorca,      y el rey moro4 Almería;   
jaque le dió5 con el roque,      el alferez le prendía6 .      4
A grandes voces dice el moro7 :      --La villa de Lorca es mía.--   
Allí hablara8 Fajardo,      bien oiréis lo que decía9 :      8
--Calles, calles, señor rey10 ,      no tomes la tal porfía11 ,   
que aunque me12 la ganases,      ella13 no se te daría:      8
caballeros tengo dentro,      que te la defenderían14 .--   
Allí hablara el rey moro,      bien oiréis lo que decía15 :      10
No juguemos mas, Fajardo,      ni tengamos más porfía,   
que sois16 tan buen caballero,      que todo el mundo os temía.17      12

Moro alcaide   (í-a)      (ficha nš: 1483)


Moro alcaide, moro alcaide,      él de la barba vellida,   
el rey os manda prender      porque Alhama era perdida.      2
--Si el rey me manda prender      porque es Alhama perdida,   
el rey lo puede hacer;      mas yo nada le debía,      4
porque yo era ido a Ronda      a bodas de una mi prima:   
yo dejé cobro en Alhama,      el mejor que yo podía.--      8
Si el rey perdió su ciudad,      yo perdí cuanto tenía:   
perdí mi mujer y hijos,      la cosa que más quería.      8

Moro alcaide   (á-a)      (ficha nš: 1484)


--Moro alcaide, moro alcaide,      él de la vellida barba,   
el rey te manda prender      por la pérdida de Alhama,      2
y cortarte la cabeza      y ponerla en el Alhambra,   
porque a ti sea castigo      y otros tiemblen en miralla,      4
pues perdiste la tenencia      de una ciudad tan preciada.--   
El alcaide respondía,      de esta manera les habla:      8
--Caballeros y hombres buenos,      los que regis a Granada,   
decid de mi parte al rey,      como no le debo nada;      8
yo me estaba en Antequera      en bodas de una mi hermana:   
¡mal fuego queme las bodas      y quien a ellas me llamara!      10
El rey me dió su licencia,      que yo no me la tomara:   
pedíla por quince días,      diómela por tres semanas.      12
De haberse Alhama perdido      a mí me pesa en el alma,   
que si el rey perdió su tierra,      yo perdí mi honra y fama;      14
perdí hijos y mujer,      las cosas que más amaba;   
perdí una hija doncella,      que era la flor de Granada.      16
El que la tiene cautiva      marqués de Cádiz se llama:   
cien doblas le doy por ella,      no me las estima en nada.      18
La respuesta que me han dado      es que mi hija es crístiana,   
y por nombre le habían puesto      doña María de Alhama;      20
el nombre que ella tenía      mora Fátima se llama.--   
Diciendo esto el alcaide      le llevaron a Granada,      22
y siendo puesto ante el rey,      la sentencia le fue dada,   
que le corten la cabeza      y la lleven al Alhambra:      24
ejecutóse justicia      así como el rey lo manda.   

Ay de mi Alhama [A]   (á-a)  (ficha nš: 1485)


Paseábase el rey moro      por la ciudad de Granada,   
cartas le fuéron venidas1      Alhama era ganada:      2
las cartas echó en el fuego,      y al mensajero matara.   
Echó mano a sus cabellos,      y las2 sus barbas mesaba;      4
apeóse de una mula,      y en un caballo cabalga.   
Mandó tocar sus trompetas,      sus añafiles de plata;      8
porque lo oyesen los moros      que andaban3 por el arada.   
Cuatro a cuatro, cinco a cinco,      juntado se ha gran batalla.      8
Allí habló un moro viejo,      que era alguacil de Granada:   
--¿A qué nos llamaste, rey4 ,      a qué fue nuestra llamada?      10
--Para que sepáis, amigos,      la gran pérdida de Alhama.   
--Bien se te emplea, señor,      señor, bien se te empleaba,      12
por matar los Bencerrajes      que eran la flor de Granada:   
acogiste a los judíos      de Córdoba la nombrada,      14
degollaste un caballero      persona muy estimada;   
muchos se te despidieron      por tu condición trocada.      16
--¡Ay si os pluguiese, mis moros,      que fuésemos a cobralla!   
--Mas si, rey, a Alhama has de ir5 ,      deja buen cobro a Granada,      18
y para Alhama cobrar      menester es grande6 armada,   
que caballero está en ella      que sabrá muy bien guardalla.      20
--¿Quién es este7 caballero      que tanta honra ganara8 ?   
--Don Rodrigo es de León,      marqués de Cáliz9 se llama,      22
otro es Martín Galindo      que primero echó el escalas10 .--   
Luego se van para Alhama      que de ellos no se da nada,      24
combátenla prestamente,      ella está bien defensada.   
De que el rey no pudo mas,      triste se volvió a Granada.      26

Ay de mi Alhama [A]   (á-a)  (ficha nš: 1486)


Paseábase el rey moro      por la ciudad de Granada   
desde la puerta de Elvira      hasta la de Vivarambla.      2
« ¡Ay de mi Alhama! »   
Cartas le fueron venidas      que Alhama era ganada:   
las cartas echó en el fuego      y al mensajero matara.      4
« ¡Ay de mi Alhama! »   
Descabalga de una mula,      y en un caballo cabalga;   
por el Zacatín arriba      subido se había al Alhambra.      6
« ¡Ay de mi Alhama! »   
Como en el Alhambra estuvo,      al mismo punto mandaba   
que se toquen sus trompetas,      sus añafiles de plata.      8
« ¡Ay de mi Alhama! »   
Y que las cajas de guerra      apriesa toquen al arma,   
Porque lo oigan sus moros      los de la Vega y Granada.      10
« ¡Ay de mi Alhama! »   
Los moros que el son oyeron      que al sangriento Marte llama,   
uno a uno y dos a dos      juntado se ha gran batalla.      12
« ¡Ay de mi Alhama! »   
Allí habló un moro viejo,      de esta manera hablara:   
--¿Para qué nos llamas, rey,      para qué es esta llamada?--      14
« ¡Ay de mi Alhama! »   
--Habéis de saber, amigos,      una nueva desdichada;   
que cristianos de braveza      ya nos han ganado Alhama.--      16
« ¡Ay de mi Alhama! »   
Allí habló un alfaquí      de barba cruda y cana--   
--¡Bien se te emplea, buen rey,      buen rey, bien se te empleara!      18
« ¡Ay de mi Alhama! »   
Mataste los Bencerrajes,      que eran la flor de Granada;   
cogiste los tornadizos      de Córdoba la nombrada.      20
« ¡Ay de mi Alhama! »   
Por eso mereces, rey,      una pena muy doblada;   
que te pierdas tú y el reino,      y aquí se pierda Granada.      22
« ¡Ay de mi Alhama! »   

Ay de mi Alhama   (é-a)  (ficha nš: 1487)


Por la ciudad de Granada      el rey moro se pasea,   
desde la puerta de Elvira      llegaba a la Plaza Nueva.      2
Cartas le fuéron venidas      que le dan muy mala nueva:   
que le habían ganado Alhama      con batalla y gran pelea.      4
El rey con aquestas cartas      grande enojo recibiera:   
al moro que se la trajo      mandó cortar la cabeza.      8
Las cartas hizo pedazos      con la saña que le ciega:   
descabalga de una mula      y cabalga en una yegua.      8
Por la cal del Zacatin      al Alhambra se subiera:   
trompetas manda tocar      y las cajas de pelea,      10
porque lo oyeran los moros      de Granada y de la Vega.   
Uno a uno, dos a dos      gran escuadron se hiciera.      12
Cuando los tuviera juntos,      un moro allí le dijera:   
--¿Para qué nos llamáis, rey,      con trompa y caja de guerra?      14
--Habréis de saber, amigos,      que tengo una mala nueva;   
que la mi ciudad de Alhama      ya del rey Fernando era:      16
los cristianos la ganaron      con muy crecida pelea.   
Allí habló un alfaquí,      de esta suerte le dijera;      18
--Bien le te emplea, buen rey,      buen rey, muy bien se te emplea:   
mataste los Bencerrajes,      que eran la flor de esta tierra,      20
acogiste los tornadizos      que de Córdoba vinieran,   
y me parece, buen rey,      que todo el reino se pierda,      22
y que se pierda Granada,      y que te pierdas con ella.   

El tornadizo y la Virgen   (í-a)  (ficha nš: 1488)


Ya se salía2 el rey moro      de Granada para3 Almería,   
con trescientos moros perros4      que lleva en su5 compañía.      2
Jugando van de la lanza      hendo van6 barraganía;   
cada cual iba hablando7      de las gracias de su amiga.      4
Allí habló un tornadizo,      que criado es en Sevilla8 :   
--Pues que9 habéis dicho, señores,      decir quiero10 de la mía:      6
blanca es y colorada11      como el sol cuando salía12 .   
Allí hablara el rey moro,      bien oiréis lo que decía13      8
--Tal amiga como aquesa14      para mí pertenescia.   
--Yo te la daré, buen rey15 ,      si me otorgares la vida,      10
Diésesmela tú, el morico16 ,      que otorgado te seríç.--   
Echara17 mano a su seno,      sacó a la virgen María;      12
desque la vido el rey moro,      a la pared se volvía:   
--Tomáme18 luego este perro,      y llevámelo a Almería:      14
tales prisiones le echá19 ,      de ellas no salga en su vida.--   

El maestre, la reina y Barberín   (é-a)      (ficha nš: 1489)


Por la Vega de Granada      un caballero pasea   
un caballo morcillo      ensillado a la gineta:      2
adarga trae embrazada,      la lanza traía sangrienta   
de los moros que había muerto      antes de entrar en la Vega.      4
Los relinchos del caballo      dentro en el Alhambra suenan;   
oídolo habían las damas      que están vistiendo a la reina:      8
salen de presto a mirar      por allí a ver quién pasea;   
viéron que en su lado izquierdo      traía una cruz vermeja;      8
conociéron ser cristiano,      vanlo a decir a la reina.   
La reina, cuando lo supo,      vistiérase muy de priesa;      10
acompañada de damas      asomóse a una azotea.   
El Maestre la conoce,      bajado le ha la cabeza;      12
la reina le hace mesura,      y las damas reverencia.   
Con un paje que allí estaba      le envía a decir, ¿qué espera?      14
El Maestre le responde:      --Amigo, decí a su Alteza   
que si caballero moro      hubiere que lo merezca,      16
que por servir a las damas      me venga a echar de la Vega.--   
Oidolo ha Barbarin,      que quiere tomar la empresa;      18
las damas lo están armando,      mirándolo está la reina.   
Muy gallardo sale el moro,      caballero en una yegua,      20
por las calles donde iba      va diciendo: --¡Muera, muera!--   
Cuando fue junto al Maestre,      de esta suerte le dijera:      22
--Date por mi prisionero,      que a las damas y a la reina   
he dejado prometido      de llevarles tu cabeza.      24
Si quieres ser mi captivo,      les quitaré la promesa.--   
El Maestre le responde      con voz alta y muy modesta:      26
--Cumple, a ser buen caballero,      si tú quieres, tal empresa.--   
Apártanse uno de otro      con diligencia y presteza,      28
juegan muy bien de las lanzas,      arman muy buena pelea.   
El Maestre era más diestro,      al moro muy mal hiriera:      30
el moro desesperado      las espaldas le volviera.   
El Maestre le da voces,      diciendo: --¡Cobarde, espera,      32
que te afrentarán las damas      si no cumples tu promesa!--   
Y viendo que se le iba,      a más correr le siguiera,      34
enviándole con furia      la lanza por mensajera.   
Acertádole había al moro,      el moro en tierra cayera;      36
apeádose ha el Maestre,      y cortóle la cabeza.   
Con un paje se la envía      a la reina, que la espera,      38
con un recaudo que dice:      --Amigo, decí a la reína,   
que pues el moro no cumple      la palabra que le diera,      40
que yo quedo en su lugar      para servir a su Alteza.   

El maestre de Calatrava y Albayaldos   (á-a)      (ficha nš: 1490)


¡Ay Dios, qué buen caballero      el Maestre de Calatrava!
¡cuán bien que corre los moros      por la vega de Granada,      2
desde la puerta de Elvira      hasta la de Bibarambla!   
Con su brazo arremangado      arrojara la su lanza.      4
Aquesta injuria que hace      nadie osa demandalla;   
cada día mata moros,      cada día los mataba      8
viga abajo, vega arriba,      ¡oh, cómo los acosaba!   
hasta a lanzadas metellos      por las puertas de Granada.      8
Tiénenle tan grande miedo      que nadie salir osaba,   
nunca huyó a ninguno,      a todos los esperaba,      10
hasta que a espaldas vueltas      los hace entrar en Granada.   
El rey con grande temor      siempre encerrado se estaba,      12
no osa salir de día,      de noche bien se guardaba.   

El maestre de Calatrava y Albayaldos   (á-a)      (ficha nš: 1491)


¡Ay Dios, qué buen caballero      el Maestre de Calatrava!   
¡Oh cuán bien corre los moros      por la vega de Granada      2
con trecientos caballeros,      todos con cruz colorada,   
desde la puerta del Pino      hasta la Sierra-Nevada!      4
Por esa puerta de Elvira      arrojara la su1 lanza.   
las puertas eran de hierro,      de banda a banda las pasç,      8
que no hay un2 moro tan fuerte-      que a demandárselo salga.   
Oídolo ha Albayaldos3      en sus tierras donde estaba;      8
arma fustas y galeras,      por la mar gran gente armaba4 :   
sáleselo a recebir      el rey Chico de Granada.      10
--Bien vengáis vos5 , Albayaldos,      buena sea vuestra llegada:   
si venís a ganar sueldo      daros he paga doblada,      12
y si venís por mujer      dárosla he muy galana.   
--Muchas gracias, el buen rey,      por merced tan señalada,      14
que no vengo por mujer,      que la mía me bastaba6 ;   
mas sí porque7 me dijeron,      allende el mar donde estaba,      16
que ese malo del Maestre      tiene cercada a Granada,   
y por servirte, buen rey,      traigo8 yo toda esta armada.      18
--La verdad, dijo el rey moro9 ,      la verdad te fue contada,   
que no hay moro en esta tierra      que lo espere cara a cara,      20
sino fuere el buen Escado10      que era alcaide del Alhama;   
y una vez que le saliera      ¡caro le costó a Granada!      22
veinte mil hombres11 llevó,      y ninguno no tornara;   
él encima de una yegua12      muy herido13 se escapaba.      24
--¡Oh mal hubiese Mahoma      allá do dicen que estaba,   
cuando un freile capilludo14      arrojó en Granada lanza15 !      26
Diésedesme tú16 , buen rey,      la gente que buena estaba,   
los ginetes de Jaen,      los peones de tu casa,      28
que ese malo del Maestre      yo te lo traeré a Granada17 .   
--Calles, calles, Albayaldos,      no digas la tal palabra,      30
dijo un moro, que el Maestre18      es muy fuerte en las batallas19 ,   
si él en campo te toma      haráte temblar la barba.--      32
Respondiérale20 Albayaldos      una muy fea palabra:   
--¡Si no fuera por el rey21      diérate una bofetada!      34
--Esa bofetada, moro,      fuérate muy bien vengada,   
que tres hijos tengo alcaides      en el reino de Granada:      36
el uno tengo en Guadix      y el otro lo22 tengo en Baza,   
el otro le tengo en Lorca23 ,      esa villa muy nombrada,      38
y a mí, porque era muy viejo,      entregáronme al Alhama24 ;   
porque veas, perro moro,      si te fuera bien vengada25 .--      40
El buen rey los puso en paz26 ,      que ninguno mas no habla,   
sino Albayaldos, que pide      licencia le sea dada,      42
porque con sola su gente      quiere cumplir su palabra.   
El rey se la concedió:      mucha gente le acompaña.      44
Por los campos de Jaen      todo el ganado robaba,   
muchas vacas, mucha oveja,      y el pastor que lo guardaba;      46
mucho cristiano mancebo      y mucha linda, cristiana.   
la pasada de un río,      junto a la orilla del agua27      48
soltádosele ha un pastor28      de los que presos llevaba29 .   
por las puertas de Jaen      al Maestre voces daba:      50
--¿Dónde estás tú, el Maestre30 ?      ¿Qué es de tu noble compaña?   
Hoy pierdes toda tu gloria,      y Albayaldos se la gana.--      52
Oídolo ha el Maestre      en sus palacios do estaba.   
--Calles, calles tú, el pastor,      no digas la tal palabra,      54
que si hoy pierdo mi gloria31 ,      mañana será ganada.   
¡Al arma, mis caballeros,      todo hombre, sus, al arma32 !--      56
Luego que en campo se vido33      a los suyos esforzaba;   
a la bajada de un valle      por cima de una asomada34      58
vió cómo iba Abalyaldos**.   
El Maestre que los viera,      de esta suerte razonaba:      60
--A ellos, mis caballeros,      que ninguno se nos vaya.   
Pone35 piernas al caballo      y aprieta muy bien su lanza:      62
al primero que encontró      en tierra muerto le echara.   
Andando en esta, refriega36      Con Albayaldos topara:      64
con la fuerza del Maestre      Albayaldos se desmaya.   
Cae37 muerto del caballo;      y así su vida acabara38 .      66
Los suyos cuando esto vieron      cada cual a huir se daba.   

El maestre de Calatrava y Albayaldos   (á-a)      (ficha nš: 1492)


¡Ay Dios, qué buen Caballero      el Maestre de Calatrava!   
¡Qué bien que corre los moros      por la vega de Granada,      2
dende la puerta de Quiros      hasta la Sierra-Nevada!   
Trecientos comendadores      todos de cruz colorada:      4
dende la puerta de Quiros      les va arrojando la lanza.   
Las puertas eran de pino,      de banda a banda las pasa:      8
tres moricos dejó muertos      de los buenas de Granada,   
que el uno ha nombre Alanese,      el otro Agameser se llama,      8
el otro ha nombre Gonzalo.      hijo de la renegada.   
Sabido lo ha Albayaldos      en un paso que guardaba.      10

El maestre de Calatrava y Albayaldos   (á-a)      (ficha nš: 1493)


¡Santa Fe, cuán bien pareces      en los campos de Granada!   
que en ti están duques y condes      muchos señores de salva,      2
en ti estaba el buen Maestre      que dicen de Calatrava,   
este a quien temen los moros,      esos moros de Granada,      4
y aquese que los corría,      picándolos con su lanza,   
desde la puente de Pinos      hasta la Sierra-Nevada,      8
y después de bien corrida      da la vuelta por Granada.   
Hasta las puertas de Elvira      llegó a hincar su lanza;      8
las puertas eran de pino.      de claro en claro las pasa.   
Sacábales los captivos      que estaban en la barbacana,      10
tómales los bastimentos      que vienen para Granada.   
No tienen ningún moro      que a demandárselo salga,      12
sino fuera un moro viejo      que Penatilar* se llama,   
que salió con dos mil moros,      y volvió huyendo a Granada.      14
Sabido lo ha Albayaldos      allá allende do estaba,   
hiciera armar un navío,      pasara la mar salada.      16
Sálenselo a recebir      esos moros de Granada,   
allá se lo aposentaban      en lo alto de la Alhambra.      18
ibaselo a ver el rey,      el rey Alijar de Granada:   
--Bien vengades, Albayaldos,      buena sea vuestra llegada.      20
Si venís a ganar sueldo      dároslo he de buena gana   
y si venís por mujer,      dárseos ha mora lozana;      22
de tres hijas que yo tengo,      dárseos ha la más gallarda.   
--¡Mahoma te guarde, el rey,      Alá sea en la tu guarda!      24
no vengo a ganar sueldo,      que en mis tierras lo pagaba,   
ni vengo a tomar mujer,      porque yo casado estaba;      26
mas una nueva es venida      de la cual a mí pesaba,   
que vos corría la tierra      el Maestre de Calatrava,      28
y que sin ningún temor      hasta la ciudad llegaba,   
y que por la puerta de Elvira      atestaba la su lanza,      30
y que nadie de vosotros      demandárselo osaba.   
A esto vengo yo, el rey,      a esto fue mi llegada,      32
para prender al Maestre,      y traelle por la barba.--   
Allí habló luego un moro      que era alguacil de Granada:      34
--Calles, calles, Albayaldos,      no digas la tal palabra,   
que si vieses al Maestre      temblar te hia la barba,      36
porque es muy buen caballero      y esforzado en la batalla.   
Cuando lo oyó Albayaldos      enojadamente habla:      38
--Calles, calles, perro moro,      si no, dárte he una bofetada,   
porque yo soy caballero,      y cumpliré mi palabra.      40
--Si me la das, Albayaldos,      serte ha bien demandada.   
El rey desque vió esto      el guante en medio arrojara:      42
--Calledes vos, alguacil,      no se os debe dar nada,   
que Albayaldos es mancebo;      no miró lo que hablaba.--      44
Allí hablara Albayaldos,      al rey de esta suerte habla:   
--Dédesme vos dos mil moros,      los que a mí me agradaban,      46
y a ese fraile capilludo      yo os le traeré por la barba.--   
Diérale el rey dos mil moros,      los que él le señalara:      48
todos los toma mancebos,      casado no le agradaba.   
Sabídolo ha el Maestre      allá en Santa Fe do estaba,      50
salióselos a recebir      por aquella vega llana   
con quinientos comendadores,      que entonces más no alcanzaba.      52
A los primeros encuentros      un comendador a pie anda;   
Avendaño había por nombre,      Avedaño se llamaba.      54
Punchándole anda Albayaldos      con la punta de la lanza,   
a grandes voces diciendo,      con su lanza ensangrentada:      56
--Dáte, dáte, capilludo,      a la casa de Granada.   
--¡Ni por vos, el moro perro,      ni por la vuestra compaña!--      58
Ellos en aquesto estando,      el Maestre que allegaba,   
a grandes voces diciendo:      --¡Santiago! y ¡Calatrava!--      60
Álzase en los estribos,      y la lanza le arrojaba;   
dióle por el corazon,      salido le había a la espalda.      62
Como ovejas sin pastor      que andan descaminadas,   
ansí andaban los moros      desque Albayaldos faltara,      64
que de dos mil y quinientos      treinta solos escaparan,   
los cuales vuelven huyendo,      y se encierran en Granada.      66
Bien lo ha visto el rey moro      de las torres donde estaba;   
si miedo tenía de antes,      mucho más allí cobrara.      68

El maestre y Aliatar [A]   (á-a)      (ficha nš: 1494)


De Granada parte el moro      que Alatar se llamaba,   
primo hermano de Bayaldos1 ,      el que el Maestre matara,      2
caballero en un caballo      que de diez años pasaba:   
tres cristianos se le curan,      y él mismo le da cebada.      4
Una lanza con dos hierros,      que de treinta palmos pasa2 :   
hízola aposta el moro3      para bien señorealla;      8
una adarga ante sus pechos      toda muza y cotellada,   
una toca en su cabeza,      que nueve vueltas le daba:      8
los cabos eran de oro,      de oro y seda de Granada4   
lleva el brazo arremangado      sola la mano alheñada.      10
Tan saludo iba el moro,      que bien demuestra5 su saña,   
que mientras pasa la puente      jamás a Darro mirara.      12
Rogando iba a Mahoma,      y Alá le6 suplicaba,   
le demuestre algún cristiano      en que sangriente7 su lanza.      14
Camino va de Antequera,      parecía que volaba:   
solo va sin compañía      con una furiosa saña.      16
Antes que llegue a Antequera      vido una seña cristiana,   
vuelve riendas al caballo      y para allá8 le guiaba:      18
la lanza iba blandiendo,      parecía que la quebraba.   
Sáleselo9 a recebir      el Maestre de Calatrava,      20
caballero en una yegua      que ese día la ganara   
con esfuerzo y valentía      a ese alcaide del Alhama;      22
armado de todas armas,      hermoso se devisaba;   
una veleta traía      en una lanza acerada.      4
Arremete el uno al otro,      el moro gran grito daba:   
--¡Por Alá, perro cristiano,      te prenderé por la barba!--      26
Y el Maestre entre sí mesmo      a Jesus se encomendaba.   
Ya andaba cansado el moro,      su caballo ya cansaba;      28
el Maestre, que es valiente,      muy gran esfuerzo tomara.   
Acometió recio al moro,      la cabeza le cortara,      30
el caballo, que era bueno,      al rey se lo presentara;   
la cabeza en el arzon      porque supiese la causa.      32

Prisión del rey Chico   (í-o)  (ficha nš: 1495)


Junto al vado de Genil,      por un camino seguido   
viene un moro de a caballo,      de polvo y sangre teñido;      2
corriendo a todo correr      como el que viene huido.   
Llegado junto a Granada,      da gran grito y alarido,      4
publicando malas nuevas      de un caso que ha acontecido:   
--Que se perdió el rey Chiquito      y los que con él han ido,      8
y que no escapó nínguno,      preso, muerto omal herido;   
que de cuantos allí fuéron      yo solo me he guarecido,      8
a traer nueva tan triste      del gran mal que ha sucedido.   
Los que a vuestro1 rey venciéron      sabed, si no habéis sabido,      10
que fue aquel Diego Hernandez,      de Córdoba es su apellido,   
alcaide de los donceles,      hombre sabio y atrevido,      12
y aquel gran conde de Cabra,      que en su ayuda ha venido;   
y este venció la batalla      y aquel trance tan reñido;      14
y otro, Lope de Mendoza,      que de Cabra había salido,   
que andaba entre los peones      como un leon atrevido2 .      16
Y sabed que el rey no es muerto,      más que está en prisión metido3 ,   
que le vide ir en trailla      con acto muy abatido,      18
y llevábanlo4 a Lucena,      junto adonde fue vencido.   
Lloraba toda Granada,      Con grande llanto y gemido;      20
lloraban mozos y viejos      con algazara y ruido;   
lloraban toda, las moras      un llanto muy dolorido;      22
mesan sus cabellos negros5      desgarrando sus vestidos,   
arrañadas blancas caras      y sus rostros tan lucidos:      4
unas por padres y hijos6 ,      otras hermano marido;   
lloran tanto caballero      como allá se hubo perdido;      26
lloraban por su buen rey      tan amado y tan querido.   
Queréllanse de Mahoma7 ,      que ansi ha desfavorecido      28
a su ejército y su rey,      que fuese así destruido,   
prometiendo todas sus joyas8 ,      para que sea redimido,      30
sus ajorcas y tejillos,      atutes de oro subido,   
y con estas y otras cosas      dar su rescate cumplido.      32

Anuncian al rey Chico la llegada de los cristianos   (á-a)   (á-a)      (ficha nš: 1496)


Mensajeros le han entrado      al rey Chico de Granada;   
entran por la puerta Elvira,      y paran en el Alhambra.      2
Ese que primero llega      Mahomad Cegrí se llama;   
herido viene en el brazo      de una muy mala lanzada;      4
y así como ante él llegó,      de esta manera le habla,   
con el rostro demudado,      de color muy fría y blanca:      8
--Nuevas te traigo, señor,      y una muy mala embajada:   
por ese fresco Genil      mucha gente viene armada,      8
sus banderas traen tendidas,      puestos a son de batalla,   
un estandarte dorado,      en el cual viene bordada      10
una muy hermosa cruz,      que más relumbra que plata,   
y un Cristo crucificado      traía por cada banda.      12
General de aquella gente      el rey Fernando se llama;   
todos hacen juramento      en la imágen figurada,      14
de no salir de la vega      hasta ganar a Granada;   
y con esta gente viene      una reina muy preciada,      16
llamada doña Isabel,      de grande nobleza y fama.   
Veisme aquí, que herido vengo      agora de una batalla      18
que entre cristianos y moros      en la vega fue trabada:   
treinta Cegríes quedan muertos,      pasados por el espada      20
de cristianos Bencerrajes      con braveza no pensada,   
con otros acompañados      de la cristiana mesnada.      22
Hicieron aqueste estrago      en la vega de Granada:   
perdóname por Dios, rey,      que no puedo hablar palabra,      24
que me siento desmayado      de la sangre que me falta.--   
Estas palabras diciendo,      el Cegrí allí se desmaya:      26
de esto quedó triste el rey,      y no pudo hablar palabra.   
Quitáron de allí al Cegrí,      y lleváronle a su casa.      28

Anuncian al rey Chico la llegada de los cristianos   (á-o)   (á-o)      (ficha nš: 1497)


Al rey Chico de Granada      mensajeros le han entrado;   
entran por la puerta Elvira,      y en el Alhambra han parado.      2
Ese que primero llega      es ese Cegrí nombrado,   
con una marlota negra,      señal de luto mostrando.      4
Las rodillas por el suelo,      de esta manera ha hablado:   
--Nuevas te traigo, señor,      de dolor en sumo grado:      8
por este fresco Genil      un campo viene marchando,   
todo de lucida gente;      las armas van relumbrando.      8
Las banderas traen tendidas,      y un estandarte dorado.   
El general de esta gente      se llama el rey don Fernando:      10
en el estandarte traen      un Cristo crucificado.   
Todos hacen juramento      morir por el Figurado,      12
Y no salir de la vega,      ni atras volver un paso   
hasta ganar a Granada      y tenerla a su mandado.      14
Y también viene la reina,      mujer del rey don Fernando,   
la cual tiene tanto esfuerzo,      que anima a cualquier soldado.      16
Yo vengo herido, buen rey,      un brazo traigo pasado,   
y un escuadron de tus moros      ha sido desbaratado;      18
todo el campo de Alhendín      queda roto y saqueado.--   
Estas palabras diciendo,      cayó el Cegrí desmayado:      20
mucho lo sintió el rey moro;      del gran dolor ha llorado.   
Quitáron de allí al Cegrí      y a su casa lo llevaron.      22


7.

Garcilaso y el Ave María   (á-o)      (ficha nš: 1498)


Cercada está Santa Fe      con mucho lienzo encerado,   
al derredor muchas tiendas      de seda, oro y brocado,      2
donde están duques y condes,      señores de grande estado,   
y otros muchos capitanes      que lleva el rey don Fernando,      4
todos de valor crecido,      como ya habréis notado   
en la guerra que se ha hecho      contra el granadino estado;      8
cuando a las nueve del día      un moro se ha demostrado   
encima un caballo negro      de blancas manchas manchado,      8
cortados ambos hocicos,      porque lo tiene enseñado   
el moro que con sus dientes      despedace a los cristianos.      10
El moro viene vestido      de blanco, azul y encarnado,   
y debajo esta librea      trae un muy fuerte jaco,      12
y una lanza con dos hierros      de acero muy bien templado,   
y una adarga hecha en Fez      de un ante rico estimado.      14
Aqueste perro, con befa,      en la cola del caballo,   
la sagrada Ave María      llevaba, haciendo escarnio.      16
Llegando junto a las tiendas      de esta manera ha hablado:   
--¿Cuál será aquel caballero      que sea tan esforzado      18
que quiera hacer conmigo      batalla en aqueste campo?   
Salga uno, sal an dos,      salgan tres osalgan cuatro:      20
el alcaide de los donceles      salga, que es hombre afamado;   
salga ese conde de Cabra,      en guerra experimentado;      22
salga Gonzalo Fernandez,      que es de Córdoba nombrado,   
ó si no, Martín Galindo,      que es valeroso soldado;      24
salga ese Portocarrero,      señor de Palma nombrado,   
ó el bravo don Manuel      Ponce de León llamado,      26
aquel que sacara el guante      que por industria fue echado   
donde estaban los leones,      y él le sacó muy osado**;      28
y si no salen aquestos,      salga el mismo rey Fernando,   
que yo le daré a entender      si soy de valor sobrado.--      30
Los caballeros del rey      todos le están escuchando   
cada uno pretendía      salir con el moro al campo.      32
Garcilaso estaba allí,      mozo gallardo, esforzado;   
licencia le pide al rey      para salir al pagano.      34
--Garcilaso, sois muy mozo      para emprender este caso;   
otros hay en el real      para poder encargarlo.--      36
Garcilaso se despide      muy confuso y enojado,   
por no tener la licencia      que al rey había demandado.      38
Pero muy secretamente      Garcilaso se había armado,   
y en un caballo morcillo      salido se había al campo.      40
Nadie le ha conocido      porque sale disfrazado;   
fuése donde estaba el moro      y de esta suerte le ha hablado:      42
--¡Ahora verás, el moro,      si tiene el rey don Fernando   
caballeros valerosos      que salgan contigó al campo!      44
Yo soy el menor de todos,      y vengo por su mandado.--   
El moro cuando le vió      en poco le había estimado,      46
y díjole de esta suerte:      --Yo no estoy acostumbrado   
a hacer batalla campal      sino con hombres barbados:      48
Vuélvete, rapaz, le dice.      y venga el más estimado.--   
Garcilaso con enojo      puso piernas al caballo;      50
arremetió para el moro,      y un gran encuentro le ha dado.   
El moro que aquesto vió      revuelve así como un rayo:      52
comienzan la escaramuza      con un furor muy sobrado.   
Garcilaso, aunque era mozo,      mostraba valor sobrado;      54
dióle al moro una lanzada      por debajo del sobaco:   
el moro cayera muerto,      tendido le había en el campo.      56
Garcilaso con presteza      del caballo se ha apeado:   
cortárale la cabeza      y en el arzón la ha colgado:      58
quitó el Ave-María      de la cola del caballo:   
hincado de ambas rodillas      con devoción la ha besado,      60
y en la punta de su lanza      por bandera la ha colgado.   
Subió en su caballo luego,      y el del moro había tomado.      62
Cargado de estos despojos      al real se había tornado,   
do estaban todos los grandes,      también el rey don Fernando.      64
Todos tienen a grandeza      aquel hecho señalado;   
también el rey y la reina      mucho se han maravillado      66
en ser Garcilaso mozo      y haber hecho un tan gran caso.   
Garcilaso de la Vega      desde allí se ha intitulado,      68
porque en la Vega hiciera      campo con aquel pagano.   

Don Manuel y el moro Muza   (á-o)  (ficha nš: 1499)


--¿Cuál será aquel caballero      de los míos más preciado,   
que me traiga la cabeza      de aquel moro señalado      2
que delante de mis ojos      a cuatro ha lanceado,   
pues que las cabezas trae      en el pretal del caballo?--      4
Oídolo ha don Manuel      que andaba allí paseando,   
que de unas viejas heridas      no estaba del todo gano.      8
Apriesa pide las armas,      y en un punto fue armado,   
y por delante el corredor      va arremetiendo el caballo.      8
Con la gran fuerza que puso,      la sangre le ha reventado:   
gran lástima le han las damas      de velle que ya tan flaco.      10
Ruéganle todos que vuelva;      mas él quiere aceptarlo.   
Derecho va para el moro,      que está en la plaza parado.      12
El moro desque lo vido      de esta manera ha hablado:   
--Bien sé yo, don Manuel,      que vienes determinado,      14
y es la causa conocerme      por las nuevas que te han dado;   
mas, porque logres tus días,      vuélvete, y deja el caballo,      16
que yo soy el moro Muza,      ese moro tan nombrado:   
soy de los Almoradíes,      de quien el Cid ha temblado.      18
--Yo te lo agradezco, moro      que de mí tengas cuidado,   
que pues las damas me envían,      no volveré sin recaudo.--      20
Y sin hablar más razones      entrambos han apartado,   
y a los primeros encuentros      el moro deja el caballo,      22
y puso mano a un alfanje,      como valiente soldado.   
Fuése para don Manuel,      que ya le estaba aguardando;      24
mas don Manuel, como diestro,      la lanza le había terciado.   
Vara y media que da fuera,      que le queda blandeando,      26
y desque muerto lo vido      apeose del caballo.   
Cortádole ha la cabeza,      y en la lanza la ha hincado,      28
y por delante las damas      al buen rey la ha presentado.   

Muerte de don Alonso de Aguilar   (á-a)      (ficha nš: 1500)


Estando el rey don Fernando      en conquista de Granada   
con valientes capitanes      de la nobleza de España:      2
armados estaban todos      de ricas y fuertes armas.1   
El rey los llama2 en su tienda      un lúnes por la mañana.      4
Desque los tuviera juntos      de esta manera les habla:   
--¿Cuál será aquel caballero      que, por ensalzar su fama,      8
mostrando su gran esfuerzo      sube a la sierra mañana3 ?--   
Unos a otros se miran,      el sí ninguno le daba,      8
que la ida es peligrosa,      mucho más es la tornada4 ,   
y con el temor que tienen      a todos tiembla la barba.      10
Levantóse don Alonso      que de Aguilar se llamaba.   
--Yo subiré allá, buen rey5 ,      desde6 ahora lo aceptaba;      12
tal empresa como aquesa      para mí estaba guardada.   
Quiero morir ovencer      aquesa gente pagana:      14
que si Dios me da salud7      la injuria será vengada.   
Armóse luego ante el rey      de las sus armas preciadas;      16
saltó sobre un gran caballo,      y su escudo embrazara,   
gruesa lanza con dos hierros      en la su mano llevaba.      18
Valiente va don Alonso,      su esfuerzo gran temor daba;   
van con él sus caballeros,      toda su noble compaña.8      20
Entre moros y cristianos      se traba9 cruel batalla:   
los moros como son muchos      a los cristianos maltratan.      22
Huyendo van los cristianos      huyendo por una playa.   
Esfuérzalos don Alonso      diciendo tales palabras:      24
--¡Vuelta, vuelta, caballeros,      vuelta, vuelta a la batalla!,   
que aunque ellos eran muchos10 ,      cobarde es el que desmaya.      26
Acordáos del gran esfuerzo      de la gente castellana.   
Mejor es aquí morir      ejercitando las armas,      28
que no vivir con deshonra      con vida tan aviltada:   
que muriendo viviremos,      pues vivirá nuestra fama,      30
que la vida presto muere,      la honra mucho duraba.--   
Con estas palabras todos      muy gran esfuerzo tomaban11 ;      32
murieron12 como valientes,      ninguno con vida escapa.   
Solo queda don Alonso,      el cual blandiendo su lanza      34
se mete13 entre los moros      con crecida y grande14 saña:   
a muchos quita la vida,      a otros muy mal los llaga.      36
En torno lo cercan moros      con grita y gran algazara.   
Tantos moros tiene muertos      que sus cuerpos lo amparaba      38
Cércanlo de todas partes,      muy malamente15 lo llagan   
siete lanzadas tenía,      todas el cuerpo le pasan.      40
Muerto yace don Alonso,      su sangre la tierra baña.   
Llorando está, llorando      una captiva cristiana      42
que cuando niño pequeño      a sus pechos le criara.   
Estaba cerca del cuerpo16      arañando la su cara.      44
Tanto llora la captiva      que de llorar se desmaya,   
y después de vuelta en sí      con don Alonso se abraza,      46
besaba el cuerpo defunto,      en lágrimas lo bañaba,   
torcía sus blancas manos,      los ojos al cielo alzaba,      48
los gritos que estaba dando      junto a los cielos llegaban,   
las lástimas que decía      los corazones traspasan:      50
--¡Don Alonso, don Alonso!      ¡Dios perdone la tu alma!,   
que te mataron los moros,      los moros del Alpujarra;      52
no se tiene por buen moro      quien no te daba lanzada.   
Lloren todos como yo,      lloren tu muerte temprana,      54
llórete el rey don Fernando,      tu vida poco lograda,   
llore Aguilar y Montilla      tal señor como le matan,      56
lloren todos los cristianos      pérdida tan lastimada17 ,   
llore ese gran capitan      pérdida tan señalada,      58
que muerte de tal hermano      razon es, la gima y plaña:   
que tu esfuerzo tan crecido      esta muerte te causara.      60
Dechado tomen los buenos      para tomar noble fama,   
pues murió corno valiente,      y no en regalos de damas18 ;      62
murió como caballero      matando gente pagana.   
Y estas palabras diciendo      otra vez se traspasaba.      64
Llegó allí un moro viejo,      la barba crecida y cana.   
--No quiera Alá, dijo a voces19      a ti20 más ofensa se haga.--      66
Echó mano a un alfange,      la cabeza le cortara,   
tomóla por los cabellos,      para su rey la llevaba,      68
diciendo: --Tal caballero      esforzado y de tal fama,   
no es justo siendo muerto,      que tal21 baldon se le haga.--      70
El rey moro que lo vido,      gran pesar de ello cobrara;   
el cuerpo manda22 traer      de allí donde muerto estaba.      72
Enviólo al rey don Fernando,      y la cabeza cortada;   
el rey hubo gran placer      en que muerto le cobraba,      74
que puesto que23 allí muriera      su fama siempre volaba.   

Muerte de don Alonso de Aguilar   (á-a)      (ficha nš: 1501)


Estando el rey don Fernando      en conquísta de Granada,   
donde están duques y condes      y otros señores de salva,      2
con valientes capitanes      de la nobleza de España,   
desque la hubo ganado,      a sus capitanes llama.      4
Cuando los tuviera juntos,      de esta manera les habla:   
--¿Cuál de vosotros, amigos,      irá a la sierra mañana      8
a poner el mi pendón      encima del Alpujarra?--   
Mirábanse unos a otros,      y ninguno el sí le daba,      8
que la ida es peligrosa      y dudosa la tornada,   
y con el temor que tienen,      a todos tiembla la barba,      10
si no fuera a don Alonso      que de Aguilar se llamaba.   
Levantóse en pie ante el rey;      de esta manera le habla:      12
--Aquesta empresa, señor,      para mí estaba guardada,   
que mi señora la reina      ya me la tiene mandada.--      14
Alegróse mucho el rey      por la oferta que le daba.   
Aun no era amanecido      don Alonso ya cabalga      16
con quinientos de a caballo,      y mil infantes llevaba.   
Comienza a subir la sierra      que llamaban la Nevada.      18
Los moros que lo supieron      ordenaron gran batalla,   
y entre ramblas y mil cuestas      se pusíeron en parada.      20
La batalla se comienza      muy cruel y ensangrentada;   
porque los moros son muchos,      tienen la cuesta ganada      22
aquí la caballería      no podía hacer nada,   
y ansí con grandes peñascos      fue en un punto destrozada.      24
Los que escaparon de aquí      vuelven huyendo a Granada.   
Don Alonso y sus infantes      subieron a una llanada;      26
aunque quedan muchos muertos      en una rambla y cañada,   
tantos cargan de los moros,      que a los cristianos mataban.      28
Solo queda don Alonso,      su compaña es acabada:   
pelea como un leon,      mas su esfuerzo vale nada      30
porque los moros son muchos      y ningún vagar le daban.   
En mil partes ya herido      no puede mover la espada;      32
de la sangre que ha perdido      don Alonso se desmaya.   
Al fin cayó muerto en tierra,      a Dios rindiendo su alma;      34
no se tiene por buen moro      el que no le da lanzada.   
Lleváronle a un lugar      que es Ojicar la nombrada;      36
allí le vienen a ver      como a cosa señalada.   
Míranle moros y moras,      de su muerte se holgaban.      38
Llorábale una cautiva,      una cautiva cristiana,   
que de chiquito en la cuna      a sus pechos le criara.      40
A las palabras que dice,      cualquiera mora lloraba:   
--Don Alonso, don Alonso,      Dios perdone la tu alma,      42
que te mataron los moros,      los moros de la Alpujarra.   

Prisión de Sayavedra: Río Verde   (í-a)   (í-a)      (ficha nš: 1502)


¡Río Verde, Río Verde,      más negro vas que la tinta!   
entre tí y Sierra Bermeja      murió gran caballería.      2
Mataron a Ordiales,      Sayavedra huyendo iba;   
con el temor de los moros      entre un jaral se metia.      4
Tres días ha, con sus noches,      que bocado no comia;   
aquejábale la sed      y la hambre que tenía.      8
Por buscar algún remedio      al camino se salía;   
visto lo habían los moros      que andan por la Serranía.      8
Los moros desque lo vieron,      luego para él se venían.   
Unos dicen: --¡Muera, muera!      otros dicen: - ¡Viva, viva!      10
Témanle entre todos ellos;      bien acompañado iba.   
Allá le van a presentar1      al rey de la morería.      12
Desque el rey moro lo vido      bien oiréis lo que decía:   
--¿Quién es ese caballero      que ha escapado con la vida?     
--Sayavedra es, señor,      Sayavedra el de Sevilla,   
el que mataba tus moros      y tu gente destruía,      16
el que hacía cabalgadas      y se encerraba en su manida.--   
Allí hablara el rey moro,      bien oiréis lo que decía:2      18
--Dígasme tú, Sayavedra,      si Alá te alargue la vida,   
si en tu tierra me tuvieses,      ¿qué honra tú me harías?--      20
Allí habló Sayaredra,      de esta suerte le decía:   
--Yo te lo diré, señor,      nada no te mentiria:      22
si cristiano te tornases,      grande honra te haría;   
y si así no lo hicieses,      muy bien te castigaría:      24
la cabeza de los hombros      luego te la cortaría.   
--Calles, calles, Sayavedra,      cese tu malenconía;      26
tórnate moro s quieres,      y verás qué te daría.   
Darte he villas y castillos,      y joyas de gran valía.--      28
Gran pesar ha Sayavedra      de esto que decir oía.3   
Con una voz rigurosa      de esta suerte respondía:      30
--Muera, muera Sayavedra;      la fe no renegaría,   
que mientra vida tuviere      la fe yo defendería.      32
Allí hablara el rey moro,      y de esta suerte decía:   
--Prendeldo, mis caballeros,      y dél me haced justicia.--      34
Echó mano a su espada,      de todos se defendía;   
mas como era uno solo,      allí hizo fin su vida.      36

Prisión de Sayavedra: Río Verde   (í-a)   (í-a)      (ficha nš: 1503)


¡Río Verde, Río Verde!      tinto vas en sangre viva;   
entre ti y Sierra-Bermeja      murió gran caballería.      2
Murieron duques y condes,      señores de gran valía;   
allí murió Urdiales,      hombre de valor y estima.      4
Huyendo va Sayavedra      por una ladera arriba;   
tras dél iba un renegado,      que muy bien lo conocía.      8
Con algazara muy grande      de esta manera decía.   
--Date, date, Sayavedra,      que muy bien te conocia;      8
bien te vide jugar cañas      en la plaza de Sevilla,   
y bien conocí tus padres      y a tu mujer doña Elvira.      10
Siete años fui tu cautivo,      y me diste mala vida;   
ahora lo serás mío,      o me ha de costar la vida.--      12
Sayavedra, que lo oyera,      como un leon revolvía;   
tiróle el moro un cuadrillo      y por alto hizo vía.      14
Sayavedra con su espada      duramente lo hería:   
cayó muerto el renegado      de aquella grande herida.      16
Cercaron a Sayavedra      más de mil moros que había;   
hiciéronle mil pedazos      con saña que dél tenían.      18
Don Alonso en este tiempo      muy gran batalla hacía:   
el caballo le habían muerto,      por muralla le tenía,      20
y arrimado a un gran peñon      con valor se defendía.   
Muchos moros tiene muertos;      mas muy poco le valía,      22
porque sobre él cargan muchos      y le dan grandes heridas,   
tantas que allí cayó muerto      entre la gente enemiga.      24
Tambien el conde de Ureña      mal herido en demasía,   
se sale de la batalla,      llevado por una guía      26
que sabía bien la senda,      que de la sierra salía;   
muchos moros deja muertos,      por su grande valentía.      28
Tambien algunos se escapan      que al buen conde le seguían.   
Don Alonso quedó muerto,      recobrando nueva vida      30
con una fama inmortal      de su esfuerzo y su valía.   

Muerte de Sayavedra y de don Alonso de Aguilar   (á-a)      (ficha nš: 1504)


¡Río Verde, Río Verde!      ¡cuánto cuerpo ti se baña   
de cristianos y de moros      muertos por la dura espada!      2
Y tus ondas cristalinas      de roja sangre se esmaltan,   
entre moros y cristianos      se trabó muy gran batalla.      4
Murieron duques y condes,      grandes señores de salva,   
murió gente de valía      de la nobleza de España.      8
En ti murió don Alonso,      que de Aguilar se llamaba;   
el valeroso Urdiales      con don Alonso acababa.      8
Por una ladera arriba      el buen Sayavedra marcha:   
natural es de Sevilla,      de la gente más granada;      10
tras dél iba un renegado;      de esta manera le habla:   
--Date, date Sayavedra,      no huigas de la batalla;      12
yo te conozco muy bien;      gran tiempo estuve en tu casa,   
y en la plaza de Sevilla      bien te vide jugar cañas;      14
conozco tu padre y madre      y a tu mujer doña Clara.   
Siete años fui tu cautivo;      malamente me tratabas,      16
y ahora lo serás mío,      si Mahorna me ayudara,   
y tan bien te trataré      como tú a mí me tratabas.--      18
Sayavedra, que lo oyera,      al moro volvió la cara.   
Tiróle el moro una flecha,      pero nunca le acertara;      20
mas hirióle Sayavedra      de una herida muy mala.   
Muerto cayó el renegado,      sin poder hablar palabra.      22
Sayavedra fue cercado      de mucha mora canalla,   
y al cabo quedó allí muerto      de una muy mala lanzada.      24
Don Alonso en este tiempo      bravamente peleaba;   
el caballo le habían muerto,      y lo tiene por muralla;      26
mas cargan tantos de moros,      que mal lo hieren y tratan;   
de la sangre que perdia,      don Alonso se desmaya:      38
al fin, al fin, cayó muerto      al pie de una peña alta.   
Tambien el conde de Ureña,      mal herido, se escapaba,      30
guiábalo un adalid,      que sabe bien las entradas.   
Muchos salen tras el conde,      que le siguen las pisadas:      32
muerto quedó don Alonso      eterna fama ganara.   

La galera de Galera   (á)      (ficha nš: 1505)


Mastredajes, marineros      de Huéscar y otro lugar   
han armado una galera      que no la hay tal en la mar.      2
No tiene velas ni remos,      y navega, y hace mal;   
el castillo de la popa      tiene muy bien que mirar.      4
La carena es una pena      muy fuerte para espantar;   
¡quien pudo galafatarla,      bien sabe galafatar!      8
No lleva estopa ni brea,      y el agua no puede entrar,   
sino por escotillon,      hecho a costa principal.      8
Marinero que la rige      sarracino es natural,   
criado acá en nuestra España      por su mal y nuestro mal:      10
Abenhozmín ha por nombre,      y es hombre de gran caudal.   
Confiado en su Galera,      va diciendo este cantar:      12
« ¡Galera, la mi Galera,      Dios te me guarde de mal,   
del mundo, de los peligros      y del principe don Juan,      14
y de su gente española,      que te viene a conquistar!   
Si de este goIfo me sacas      delante pienso pasar      16
a la vuelta de Toledo,      Madrid y el Escorial:   
el Pardo y Aranjuez      los presumo visitar,     
y llegar a las Astúrias,      do otra vez pudo llegar   
Abenhozmín mi pasado,      que vino de atiende el mar,      20
y poseyó las Españas      casi mil años, o mas. »   
Estas palabras diciendo,      la galera fue a encallar;      22
no puede ir adelante,      ni puede volver atras.   
Cristianos la rodearon      para haberla de tomar;      24
toda es gente belicosa,      con ellos el gran don Juan.   
Comienzan de combatirla,      y ella quiere pelear      26
sin darse a ningún partido,      antes quiere allí acabar.   
Fuertemente la combate      el de Austria sin la dejar;      28
con cañones reforzados      comienza a cañonear.   
Poco vale combatirla,      que es fuerte para espantar      30
hasta que le arrojan dentro      pólvora, fuego, alquitran,   
con que la dan cruda guerra,      y al fin la hacen volar:      32
así acabó esta galera      sin poder mas navegar.   

Don Juan de Navarra y la Fortuna   (í-a)      (ficha nš: 1506)


Los aires andan contrarios1 ,      el sol eclipse hacía,   
la luna perdió su lumbre,      el norte no parecía,      2
cuando el triste rey don Juan      en la su cama yacía2 ,   
cercado de pensamientos,      que valer no se podía.      4
--¡Recuerda, buen rey, recuerda,      llorarás tu mancebía!   
¡Cierto no debe3 dormir      el que sin dicha nacía!      8
--¿Quién eres tú, la doncella?      dímelo por cortesía4 .   
8     
--¡Fortuna, cuánto me sigues,      por la gran desdicha mía,   
apartado de los míos,      de los que yo más quería!      10
¿Qué es de ti, mí nuevo amor5 ,      qué es de ti, triste hija mía6 ?,   
que en verdad hija tú tienes,      Estella, por nombradia.      12
¿Qué es de ti, Olite y Tafalla?      qué es de mi genealogía?   
Y ese castillo de Maya      que el duque*** me lo tenía!      14
Pero7 si el rey no me ayuda      la vida me costaría.8   

Ya se asienta el rey Ramiro   (á-e)      (ficha nš: 1507)


Ya se asienta el rey Ramiro,      ya se asienta a sus yantares;   
los tres de sus adalides      se le pararon delante:      2
al uno llaman Armiño,      al otro llaman Galvan,   
al otro Tello, lucero      que los adalides trae.      4
--Manténgaos Dios, señor.      --Adalides, bien vengades:   
¿qué nuevas me traedes1      del campo de Palomares?      8
--Buenas las traemos, señor,      pues que venimos acá:   
siete días anduvimos,      que nunca comimos pan,      8
ni los caballos cebada,      de lo que nos pesa mas;   
ni entramos en poblado,      ni vimos con quien hablar      10
sino siete cazadores      que andaban a cazar.   
Que nos pesó o2 nos plugo,      hubimos de pelear:      12
los cuatro de ellos matamos,      los tres traemos acá,   
Y si lo creéis, buen rey,      si no, ellos lo dirán.--      14

Retraída estaba la reina   (í-a)  (ficha nš: 1508)


Retraída estaba la reina,      la muy casta doña Maríç*,   
mujer de Alfonso el Magno,      fija del rey de Castilla,      2
el, el templo de Diana      do sacrificio fasia.   
Vestida estaba de blanco,      un parche de oro ceñia,      4
collar de jarras*** al cuello      con un grifo que pendía,   
Pater noster en sus manos,      corona de palmería,      8
Acabada su oración,      como quien planto fasia,   
mucho más triste que leda,      sospirando así desia:      8
--¡Maldigo la mi fortuna,      que tanto me perseguía,   
para ser tan mal fadada      ¡muriera cuando nascía!      10
¡Y muriera una vegada      y non tantas cada día!   
¡Oh muriera en aquel punto      que de mí se despedia      12
mi marido y mi señor      para ir en Berbería!   
Ya tocaban trompetas,      la gente se recogía;      14
todos daban mucha priesa      contra mí a la porfía:   
quien izaba, quien bogaba,      quien entraba, quien salía;      16
quien las áncoras levaba,      quien mis entrañas rompía;   
quien próises desataba,      quien mi corazon fería;      18
el terramote era tan grande,      que por cierto parescía   
que la máquina del mundo      del todo se desfasia.      20
¿Quién sufrió nunca dolor      cuál entonces yo sufría?   
Cuando mi cunta flota      y el estol vela fasia,      22
yo quedé desamparada      como vida1 dolorida;   
mis sentidos todos muertos,      cuasi el alma me salía,      24
buscando todos remedios      ninguno no me valía,   
pediendo la muerte quejosa      y menos me obedescia.      26
Dije con lengua rabiosa,      con dolor que me aflegia:   
--« ¡Oh maldita seas Italia,      causa de la pena mía!      28
¿Qué te fise, reina Juana,      que rubaste mi alegría,   
y tomásteme por fijo      un marido que tenía?      30
Feciste perder el fruto      que de mi flor atendía;   
¡oh madre desconsolada      que fija tal parido había      32
y dióme por marido un César      que en todo el mundo no cabia:   
animoso de coraje,      muy sabio con valentía,      34
non nasció por ser regido;      mas por regir a quien regía.   
La fortuna invidiosa      que yo tanto bien tenía,      36
ofrescióle cosas altas      que magnánimo seguía,   
plasientes a su deseo      con fechos de nombradía,      38
.y dióle luego nueva empresa      del realme de Secilia.   
Seguiendo el planeta Mars,      dios de la caballería,      40
dejó sus reinos y tierras,      las ajenas conquería;   
dejó a mí ¡desventurada!      años veinte y dos había,      42
dando leyes en Italia,      mandando a quien más podía;   
sojusgando con su poder      a quien menos lo temía,      44
en África y en Italia      dos reyes vencido había. »   

Quejas de Alfonso V ante Nápoles   (í-a)      (ficha nš: 1509)


Miraba de Campo Viejo      el rey de Aragón un día,   
miraba la mar de España      cómo menguaba y crecía;      2
miraba naos y galeras,      unas van y otras venían;   
unas venían de armada,      otras de mercadería;      4
unas van la vía de Flándes,      otras la de Lombardía.   
Esas que vienen de guerra      ¡oh cuán bien le parecían1 !      8
Miraba la gran ciudad      que Nápoles se decía;   
miraba los tres castillos      que la gran ciudad tenía:      8
Castel novo y Capuana2 ,      Santelmo, que relucia,   
aqueste relumbra entre ellos      como el sol de mediodia.      10
Lloraba de los sus ojos,      de la su boca decía:   
--¡Oh ciudad, cuánto me cuestas      por la gran desdicha mía!      12
cuéstasme duques y condes,      hombres de muy gran valía;3   
cuéstasme un tal hermano4      que por hijo5 le tenía;      14
de esotra gente menuda6      cuento ni par no tenía;   
cuéstasme veinte y dos años,      los mejores de mi vida;      16
que en ti me nacieron barbas,      y en ti las encanecía.   

Quejas de Alfonso V ante Nápoles   (í-a)      (ficha nš: 1510)


Miraba de Campo Viejo      el rey de Aragón un día,   
miraba la mar de España      cómo menguaba y crecía;      2
mira naos y galeras,      unas van y otras venían;   
unas cargadas de sedas,      y otras de ropas finas,      4
unas van para Levante,      otras van para Castilla.   
Miraba la gran ciudad      que Nápoles se decía:      8
- -¡Oh ciudad, cuánto me cuestas      por la gran desdicha mía!*   
Cuéstasme veinte y un años,**      los mejores de mi vida,      8
cuéstasme un tal hermano      que más que un Hector valía,   
querido de caballeros      y de damas de valía;     
cuéstasme los mis tesoros,      los que guardados tenía;   
cuéstasme un pajecico      que más que a mí lo quería.      12

La reina de Nápoles   (í-a)  (ficha nš: 1511)


La triste reina de Nápoles      sola va sin compañía,   
va llorando y gritos dando      do su mal contar podía:      2
--¡Quién amase la tristeza,      y aborreciese alegría,   
porque sepan los mis ojos.      Cuanto lloro yo tenía!      4
Yo lloré el rey mi marido*      las cosas que yo más quería;   
lloré el príncipe don Pedro**      que era la flor de Castilla.      8
Vinome lloro tras lloro,      sin haber consuelo un día.   
Yo me estando en estos lloros,      vínome mensajería      8
de aquese buen rey de Franciç**,      que el mi reino me pedia.   
Subiérame a una torre,      la más alta que tenía:      10
vi venir siete galeras      que en mi socorro venían,   
dentro venía un caballero,      almirante de Castilla.      12
¡Bien vengas, el caballero,      buena sea tu venida!--   

La reina de Nápoles   (í-a)  (ficha nš: 1512)


Emperatrices y reinas      que1 huís del alegría,   
la triste reina de Nápoles      busca vuestra compañía.      2
Va diciendo y gritos dando:      --De mi mal contar podría   
quien amase a la tristeza      y olvidase el alegría,      4
porque viesen los mis ojos      el daño que les venía   
en perder un tal marido      que jamás no cobraría.      8
Lloren damas y doncellas      la reina que en tal se vía2 ;   
quien pensó tener consuelo      mal tras mal le combatía.      8
Un año había y más      que este mal a mí seguía;   
vínome lloro tras lloro      sin haber descanso3 un día.      10
Yo lloré al rey Alfonso4      por la muerte que moría,   
Yo5 lloré a su hermano6      que otro hijo7 no había.      12
Lloré al príncipe don Juan      cuando fraile se metia.**   
Estando en estas congojas      vinome8 mensajería:      14
que ese rey de los Franceses      el mi reino me pedía,   
porque dice que fue suyo,      y que a él pertenecía.      16
Un consuelo me quedaba      para mi postrimería;   
estos fueron9 dos hermanos,      rey y reina de Castilla.      18
Demandéles yo socorro      que de grado les placia;   
subiérame a10 una torre,      la más alta que tenía11 ,      20
para ver si vienen velas      de este reino decía.   
Vi venir unas galeras12 ,      y unas naos vizcainas;      22
mas el tiempo fuera tal      que mi dicha lo13 desvía;   
que las galeras y naos14      vueltas, son Para Castilla.--      24
Ya después de esto pasado15      estas y otras más venían16 ,   
en ellas viene un caballero17      de la noble Andalucía.     
Este fué18 Gonzalo Hernández      con muy gran caballería.   
Quiera19 Dios de le guardar      de muy mala compañía,***      28
y a la reina que es de Nápoles      su muy alta señoría,   
y dejar20 vivir alegre      en los días de su vida.      30

La reina de Nápoles   (í-a)  (ficha nš: 1513)


Emperatrices y reinas      cuantas en el mundo había,   
las que buscáis la tristeza      y huis del alegría,      2
la triste reina de Nápoles      busca vuestra compañía.   
Va llorando y gritos dando      do su mal contar podía.      4
--¡Quíén amase la tristeza      y olvidase el alegría,   
porque lloren los mí ojos      cuanto lloro yo tenía!      8
Vínome lloro tras lloro,      sin haber consuelo un día;   
yo lloré al mí marido      que de este mundo partía;      8
yo lloré al rey Alfonso,      porque su reino perdía;   
lloré al rey don Fernando**,      las cosas que más quería;      10
yo lloré una su hermana,      que era reina de Hungríç**;   
lloré al príncipe don Juan,      q ue era la flor de Cast tillç***,      12
lloré al príncipe mi hijo,      porque fraile se metia.   
Llóranme duques y condes,      y otras gentes de valía;      14
llóranme las cien doncellas      que en mi palacio tenía.   
Estando en estos mis lloros,      vnome mensajería      16
de ese rey de los Franceses      que mi reino me pedía,   
porque dice que era suyo      y que a él pertenecía;      18
y que si no se lo daba      que él me lo tomaría.   
Un consuelo me quedaba      asentado en rica silla:      20
esto eran dos hermanos      rey y reina de Castilla.   
Enviéles por socorro,      que de grado les placia.      22
Subiérame a una torre,      la más alta que tenía,   
por ver si venían velas      de los reinos de Castilla-      24
Vi venir unas galeras      que venían de Andalucía;   
dentro viene un caballero,      el gran capitán***** se decía:      26
bien vengáis, el caballero,      buena sea vuestra venida.   

Notas: *Se echa de ver que las tres versiones antecedentes este romance contienen variantes y adiciones tanto más notables cuanto que por los datos cronológicos a que aluden y que hemos tratado de verificar, se puede determinar casi con exactitud la fecha de su composición sucesiva, así que el romance pimitivo conservado en la versión no. I., debió ser compuesto entre el mes de mayo del año de 1495 cuando es dejó ver la armada castellana en el puerto de Mesina, y el mes de noviembre del mismo año, pues el 19 de este mes falleció el rey don Alonso I. de Nápoles, de cuya muerte aun no hace mención esta versión; --La versión No. 2 se hubo de extender al menos antes del mes de octubre del año de 1496, cuando la muerte del yerno de la reina « de la cosa que más quería », como dice ya expresamente la versión no. II., intercalando el lloro de la muerte del rey don Fernando I de Nápoles, que fue casado con su tia de parte del padre, doña Juana hija de la reina, y cuya muerte por cierto fue la más lastimosa para ella; intercalación que, como hemos anotado, causó la equivocación de la última versión, llamando hermana de don Fernando a la reina de Hungría, al paso que ella lo fue de su padre don Alonso I, de cuya muerte hablan los versos que anteceden inmediatamente a los interpolados.
**Don Fernando I, rey de Nápoles, hijo de don Alonso I y yerno de la reina Juana, fallecó 1496, el 7 de octubre.
***Doña Beatriz, reina de Hungría no fue hermana de don Fernando, sino, como queda dicho, de su padre don Alonso. Regresó a su patria por los años 1492 y falleció en el año de 1508 en la isla de Ischia, después de haber visto aprobada por los papas Alejandro VI. y Julio I su repudiación, y llorado también ella, empobrecida la decadencia de la casa de Nápoles.
****El infante don Juan de Castilla y Aragon, hijo de los reyes Católicos, fallecido en el año de 1497.
*****Gonzalo de Córdoba no fue apellidado « El gran Capitán » sino desde la victoria de Ateia en el año de 1496.

Coimbra rechaza a la reina castellana   (á)      (ficha nš: 1514)


--Yo me estando en Tordesillas      por mi placer y holgar,   
vínome al pensamiento,      vínome a la voluntad      2
de ser reina de Castilla,      infanta de Portugal.   
Mandé hacer unas andas      de plata, que non de al,      4
cubiertas con terciopelo      forradas en1 tafetan.   
Pasé las aguas de Duero,      pasélas yo por mi mal,      8
en los brazos a don Pedro,      y por la mano a don Juan.   
Fuérame para Coimbra,      Coimbra de Portugal:      8
Coimbra desque lo supo      las puertas mandó cerrar.   
Yo triste, que aquesto vi,      recibiera gran pesar:      10
fuérame a un monesterio      que estaba en el arrabal.   
Casa es de religión      y de grande santidad;      12
las monjas están comiendo,      ya que querían acabar.   
Luego yo desque lo supe,      envié con mi mandar      14
a decir a la abadesa      que no se tarde en bajar,   
que la espera doña Isabel      para con ella hablar.      16
La abadesa, que lo supo,      muy poco tardó en bajar;   
tomárame por la mano,      a lo alto me fue a llevar.      18
Hizome poner la mesa      para haber de yantar.   
Después que hube yantado      comenzóme a preguntar      20
cómo vine a la su casa,      cómo no entré en la ciudad.   
Yo le respondí: --Señora,      eso es largo de contar:      22
otro día hablaremos,      cuando tengamos lugar.   

Muerte de Isabel de Liar   (á)  (ficha nš: 1515)


Yo me estando en Giromena      a mi placer y holgar,   
subiérame a un mirador      por más descanso tomar:      2
por los campos de Monvela      caballeros vi asomar:   
ellos no vienen de guerra,      ni menos vienen de paz,      4
vienen en buenos caballos,      lanzas1 y adargas traen:2   
desque yo lo vi, mezquina,      parémelos a mirar.      8
Conociera al uno de ellos      en el cuerpo y cabalgar,   
don Rodrigo de Chavela3 ,      que llaman del Marichal4 ,      8
primo hermano de la reina:      mi enemigo era mortal.   
Desque yo, triste, le viera,5      luego vi mala señal.      10
Tomé mis hijos comigo      y subíme6 al homenaje;   
ya que yo7 iba a subir,      ellos en mi sala están:      12
don Rodrigo es el primero,      y los otros tras él van.   
--Sálveos Dios, doña Isabel.      --Caballeros, bien vengades.8      14
--¿Conoscédesnos, señora,      pues así vais a hablar?   
--¡Ya os conozco, don Rodrigo,      ya os conozco por mi mal!      16
--¿A qué era vuestra venida?      ¿quién os ha enviado acá?9   
--Perdonédesme10 , señora,      por lo que os quiero hablar11 .      18
Sabed que12 la reina mi prima      acá enviado me ha,13   
porque ella es muy mal casada,      y esta culpa en vos está,      20
porque el rey tiene en vos hijos      y en ella nunca14 los ha,   
siendo, como sois, su amiga,      y ella mujer natural:      22
manda que muráis, señora,      paciencia queráis prestar.--   
Respondió doña Isabel      con muy gran15 honestidad:      24
--Siempre fuistes, don Rodrigo,      en toda16 mi contrariedad;   
si vos queredes, señor,17      bien sabedes18 la verdad,      26
que el rey me pidió mi amor,      y yo no se le quise dar,   
temiendo más19 a mi honra,      que no sus reinos mandar.      28
Desque vio que no quería      mis padres fuera a mandar;20   
ellos tan poco quisieron      por la su honra guardar.      30
Desdque todo aquesto vido,      por fuerza me fue a tomar;   
trújome a esta fortaleza,      do estoy en este lugar.      32
Tres años he estado en ella      fuera de mi voluntad,   
y si el rey tiene en mí hijos,      plugo a Dios y a su bondad,      34
y si no los ha en la reina,      es ansí su voluntad.21   
¿Porqué me habéis de dar muerte,      pues que no merezco mal?      36
Una merced os pido, señores,22      no me la queráis negar:23   
desterréisme de estos reinos,      que en ellos no estaré mas;      38
irme he yo para Castilla,      o a Aragón más adelante,   
y si aquesto no bastare,24      a Francia me iré a morar.      40
--Perdonédesme,25 señora,      que no se puede hacer más.   
Aquí está el duque de Bavia      y el marqués de Villa Real,      42
y aquí está el obispo de Oporto,      que os viene a confesar.   
Cabe vos está el verdugo      que os había de degollar,      44
y aun aqueste pajecico      la cabeza ha de llevar.--   
Respondió doña Isabel,      con muy gran honestidad:26      46
--Bien parece que soy sola,      no tengo quien me guardar,27   
ni tengo padre ni madre,      pues no me dejan hablar;28      48
y el rey, no29 está en esta tierra,      que era30 ido allende el mar;   
mas desque él31 sea venido      la mi muerte vengará.      50
--Acabedes ya, señora, ,      acabedes ya de hablar.   
Tomalda, señor obispo,      y metelda a32 confesar.--      52
Mientras en la confesión,33      todos tres hablando están,   
si era bien hecho omal hecho      esta34 dama degollar:      54
los dos dicen que no muera,      que en ella culpa no ha.35   
Don Rodrigo es tan cruel,      dice que la ha de matar.      56
Sale de la confesión      con sus tres hijos delante,36   
el uno dos37 años tiene,      el otro para ellos38 va,      58
y el otro39 era de teta,      dándole sale a mamar,   
toda cubierta de negro;      lástima es de la mirar.      60
--Adiós, adiós, hijos míos;      hoy os quedaréis sin madre:40   
caballeros de alta sangre,41      por mis hijos42 queráis mirar,      62
que al fin son hijos de rey,      aunque son de baja madre.43   
Tiéndenla en un repostero      para habella de degollar:44      64
así murió esta señora,      sin merecer ningún mal.   

El rey don Juan Manuel, que era de Ceuta y Tanjar   (á)      (ficha nš: 1516)


El rey don Juan Manuel      que era de Cepta y Tanjar1 ,
después que venció a los moros      volviérase a Portugal.      2
Desembarcara en Lisboa;      no va do la reina está,   
fuérase para Coinibra      a doña Isabel hablar.      4
Llegando a la fortaleza,      visto había mala señal   
que no halló los porteros,      que la solían guardar;      8
no quiso entrar más adentro,      preguntara en la ciudad:   
¿qué era de doñia Isabel?      ¿qué era de ella odónde está?      8
Dijéronle que la reina      la ha mandado degollar   
por celos que de ella había,      por vella con él holgar,      10
y que cuatro caballeros      lo hubieron de efectuar:   
el uno era don Rodrigo      que dicen del Mariscal      12
los otros tres caballeros,      no saben quién se serán.   
Dos hermanos de la reina      le fueron aconsejar,      14
que la lleven a Viseo      a su cuerpo sepultar.   
Deque aquesto oyó el rey,      no quiso más escuchar,      16
fuése donde está la reina,      triste y con gran pesar,   
y dende a muy pocos días      la reina caído ha mal.      18
No le saben su dolencia,      no la aciertan a curar;   
muerto se había la reina      de encubierta enfermedad.      20
Después que fue enterrada      el rey a Viseo va,   
prender hizo a don Rodrigo      que él solía mucho amar.      22
Vase a la sepultura      do doña Isabel está,   
hecho la había sacar de ella      y luego desenterrar.      24
Encima de un rico estrado,      allí la mandó sentar,   
púsole daga en la mano      y a don Rodrigo delante.      26
El rey le tiene la mano,      de puñaladas le da.   
--Aquí os vengaréis, señora,      de quien os hizo este mal.      28
Luego se casó con ella      así muerta como está,   
porque pudiesen sus hijos      a sus reinos heredar.      30

El rey de Portugal venga a doña Isabel   (á)      (ficha nš: 1517)


En Ceuta estaba el buen rey,      ese rey de Portugal,   
cuando le dieron aviso      de tristeza y de pesar,      2
diciendo que le habían muerto      a doña Isabel Liar,   
y que lo mandó la reina      por su mala voluntad.      4
Don Rodrigo fue el cruel,      el que llaman del Marchal,   
y ese duque de Salinas,      y el marqués de Villareal,      8
con el obispo de Oporto,      que la fuera a confesar.   
Cuando aquesto supo el rey,      no hace sino llorar;      8
juraba por su corona      que la había de vengar.   
Mandó tocar sus trompetas,      el real mandara alzar;      10
vistióse todo de luto,      luego se quiso embarcar   
con solo diez caballeros      que no le quieren dejar.      12
No quiso aguardar la flota,      por no se tanto tardar,   
y dentro de siete días      a Sevilla fue a llegar;      14
y de allí a pocos días      es llegado a Portugal.   
Fuése derecho a palacio,      do solía reposar.      16
La reina cuando lo supo,      vínose a lo visitar,   
mas el rey con mucha saña      de esta suerte le fue a hablar:      18
--Mal vengades vos, la reina,      malo sea vuestro llegar.--   
En diciendo estas razones,      la mandó presto tomar,      20
y en el mismo repostero      do su amiga fue a finar,   
mandó degollar la reina,      don Rodrigo cuartear,      22
y a ese duque de Salinas,      y al marqués de Villareal,   
y al buen obispo de Oporto      le mandó descabezar.      24
Hizo sacar a su amiga      para con ella casar,   
y por heredar sus hijos,      a don Pedro y a don Juan,      26
y después con mucha honra      la mandó luego enterrar:   
de este modo vengó el rey      a doña Isabel Liar.      28

Duquesa de Braganza   (í-a)  (ficha nš: 1518)


Un lunes a las cuatro horas,      ya después de mediodía,   
ese duque de Berganza      con la duquesa reñia:      2
lleno de muy grande enojo      de aquesta suerte decía:   
--Traidora sois, la duquesa,      traidora, fementida.--      4
La duquesa muy turbada      de esta suerte respondía:   
--No so yo traidora, el duque,      ni en mi linaje lo había,      8
nunca salieron traidores      de la casa do venía.   
Yo me lo merezco, el duque,      en venirme de Castilla,      8
para estar en vuestra casa      en tan mala compañía.--   
El duque con grande enojo      la espada sacado había;      10
la duquesa con esfuerzo      en un punto a ella se asia.   
--Suelta la espada, duquesa,      cata, que te cortaría.      12
--No podéis cortar más, duque,      harto cortado me había.--   
Viéndose en este aprieto,      a grandes voces decía:      14
--Socorrédme, caballeros,      los que truje de Castilla.--   
Quiso la desdicha suya      que ninguno parecía,      16
que todos son portugueses      cuantos en la sala había.   

Duquesa de Braganza   (í-a)  (ficha nš: 1519)


Lunes se decía, lunes,      tres horas antes del día,   
cuando el duque de Braganza      con la duquesa reñía.      2
El duque con grande enojo      estas palabras decía:   
--Traidora me sois, duquesa,      traidora, falsa, malina1 ,      4
porque pienso2 que traición      me hacéis y alevosía.   
--No te soy traidora, duque,3      ni en mi linaje lo había.--      8
Echó la mano a la espada,4      viendo que así respondía:   
la duquesa con esfuerzo      con las manos la tenía.      8
--Dejes5 la espada, duquesa,      las manos te cortaría.6   
--Por más cortadas,7 el duque,      a mí nada se daría,      10
si no, vedIo por la sangre      que mi camisa teñía.   
¡Socorred, mis caballeros,      socorred por cortesía!--      12
No hay ninguno allí de aquellos      a quien la favor8 pedia,   
que eran todos9 portugueses      y ninguno10 la entendía,      14
sino era un pajecico      que a la mesa la servía.   
--Dejes11 la duquesa, el duque,      que nada te12 merecía.--      16
El duque muy enojado13      detras del paje corría,   
y cortóle la cabeza      aunque no lo merecía.14      18
Vuelve el duque a la duquesa,      otra vez la persuadia:   
--A morir tenéis, duquesa,15      antes que viniese el día.      20
--En tus manos estoy, duque,      haz de mí a tu fantasía,   
que padre y hermanos16 tengo      que te lo demandarían17 ,      22
y aunque estos estén en España,18      allá muy bien se sabría.   
--No me amenacéis, duquesa,      con ellos yo me avernia.      24
--Confesar me dejes19 , duque,      y mi alma ordenaría20 .   
--Confesáos con Dios, duquesa,      con Dios y Santa María21 .      26
--Mírad, duque, esos hijicos      que entre vos y mí había.   
--No los lloréis mas22 , duquesa,      que yo me los criaría.--      28
Revolvió el duque su espada,      a la duquesa hería:   
dióle sobre su cabeza,      y a sus pies muerta caia.      30
Cuando ya la vido muerta,      y la cabeza volvía,   
vido estar sus dos hijicos      en la cama do dormía,      32
que reían y jugaban      con sus juegos a porfía.   
Cuando así jugar los vido      muy tristes llantos hacía;      34
con lágrimas de sus ojos      les hablaba y les decía:   
--Hijos ¡cuál quedáis sin madre,      a la cual yo muerto había!      36
Matéla sin merecello,      con enojo que tenía.   
¿Dónde irás, el triste duque?      de tu vida ¿qué sería?      38
¿Cómo tan grande pecado      Dios te lo perdonaría?--   

Mujer del duque de Guimaraes   (á-o)      (ficha nš: 1520)


--Quéjome de vos, el rey,      por haber crédito dado   
del buen duque, mi marido,      lo que le fue levantado.      2
Mandástesmelo prender      no siendo en nada culpado.   
¡Mal lo hecistes, señor!,      ¡mal fuistes aconsejado!,      4
que nunca os hizo aleve      para ser tan maltratado;   
antes os sirvió ¡mezquina!      poniendo por vos su Estado:      8
siempre vino a vuestras cortes      por cumplir vuestro mandado.   
No lo hiciera, señor,      si en algo os hubiera errado,      8
que gente y armas tenía      para darse a buen recaudo;   
mas vino, como inocente      que estaba de aquel pecado.      10
Vos, no rairando justicia,      habéismelo degollado.   
No lloro tanto su muerte,      como vello deshonrado      12
con un pregón que decía      lo por él nunca pensado.   
Murió por culpas ajenas      injustamente juzgado:      14
él ganó por ello gloria,      yo para siempre cuidado,   
y prisiones muy esquivas1      en que vos me habéis echado,      16
con una hija que tengo,      que otro bien no me ha quedado;   
que tres hijos que tenía      habéismelos apartado:      18
el uno es muerto en Castilla,      el otro desheredado,   
el otro tiene su ama,      no espero de2 verlo criado:      20
por el cual pueden decir,      inocente, desdichado.   
Y pido de vos enmienda,      rey, señor, primo y hermano,     
a la justicia de Dios      de hecho tan mal mirado,   
por verme a mí con venganza,      y a él, sin culpa, desculpado.3      24

Paris y Elena   (á-o)      (ficha nš: 1521)


--Reina Elena, reina Elena,      ¡Dios prospere tu Estado!1   
si mandáis alguna cosa      veísme aquí a vuestro mandado.      2
--Bien vengades vos, Paris,      Paris el enamorado.   
Paris, ¿dónde vais camino,      dónde tenéis vuestro trato?--      4
--Por la mar ando, señora,      hecho un terrible cosario,   
traigo un navío muy rico,      de plata y oro cargado,      8
llévolo a presentar,      a ese buen rey castellano.--   
Respondérale la reina,      de esta suerte le ha hablado:      8
--Tal navío como aquese      razón era de mirarlo.--   
Respondiérale Paris      muy cortes y mesurado:      10
--El navío y yo, señora,      somos a vuestro mandado.   
--Gran placer tengo, Paris,      como venís bien criado.--      12
--Vayádeslo a ver, señora,      veréis cómo va cargado.--   
--Pláceme, dijo la reina,      por hacer vuestro mandado.--      14
Con trescientas de sus damas      a la mar se había llegado.   
Echó la compuerta Paris      hasta que hubieron entrado.      16
Desque todos fueron dentro      bien oiréis, lo que ha mandado:   
--¡Alzan áncoras, tienden velas!--      y a la reina se ha2 llevado.      18
Lunes era, caballeros,      lunes fuerte y aciago,3   
cuando entró por la sala      aquese rey Menelao,      20
mesándose las sus barbas,      fuertemente sospirando,   
sus ojos, tornados fuentes,      de la su boca hablando:      22
--Reina Elena, reina Elena,      ¿quién de mí os ha apartado?   
Aquese traidor Paris,      el señor de los troyanos,      24
con las sus palabras4 falsas,      malamente os, ha5 engañado!--   
Cuán bien6 se lo consolaba      don Agamenon su hermano:      26
--No lloredes vos, el rey,      no hagades tan gran llanto,   
que llorar y sollozar      a las mujeres es dado:      28
un7 tal rey como vos,      con el espada en la mano.   
Yo os ayudaré, señor,      con treinta mil de caballo.      30
Yo seré capitán de ellos,      y los iré ordenando.8   
Por las tierras donde fuere      iré hiriendo y matando;      32
la villa que se me diere      haréla yo derribar,   
y la que tomare por armas      esa sembraré de sal.      34
Mataré las criaturas      y cuantos en ella9 están,   
y de esta manera iremos      hasta en Troya allegar.      36
--Buen consejo es ese, hermano,      y así lo quiero tomar.--   
Ya se sale el buen rey      por la ciudad a pasear,      38
con trompetas y añafiles      comienzan a pregonar:   
quién quisiere ganar sueldo,      de grado se lo darán.      40
Tanta viene de la gente      que era cosa de espantar.   
Arman naos y galeras,      comiénzanse de embarcar.      42
Agamenon los guiaba,10      todos van a su mandar.   
Por las tierras donde iban      van haciendo mucho mal.      44
Andando noches y días      a Troya van a llegar;   
los troyanos que lo saben      las puertas mandan cerrar.      46
Agamenon que esto vido      mandó apercebir su real11   
pone en orden su gente      como había de estar.      48
Los troyanos eran muchos,      bien reparan su ciudad.   
Otro día de mañana      la comienza de escalar.      50
Derriban el primer paño,      de dentro quieren entrar,   
si no fuera por don Héctor,      que allí se fue a hallar;      52
con él estaba Troilo12      y el esforzado Picar.   
Paris esfuerza su gente      que empiezan de desmayar;      54
las voces eran tan grandes      que al cielo quieren llegar.   
Matan tantos de los griegos      que no los saben contar.      56
Mas, venían de otra parte      que no hay cuento ni par;   
entrado se han por Troya,      ya la empiezan de robar,      68
prenden al rey y a la reina      y al esforzado Picar;   
matan a Troilo y a Héctor      sin ninguna piedad      60
y al gran duque de Troya      ponen en captividad   
y sacan a la reina Elena,      pónenla en su libertad.      62
Todos le besan las manos      como a reina natural.   
Preso llevan a Paris      con mucha riguridad;      64
tres pascuas que hay en el año      le sacan a justiciar:13   
sácanle ambos los ojos,      los ojos de la su faz,      66
córtanle el pie del estribo,      la mano del gavilán;   
treinta quintales de hierro      a sus pies mandan echar      68
y el agua hasta la cinta      por que pierda el cabalgar.   

Por los bosques de Cartago   (í-a)      (ficha nš: 1522)


Por los bosques de Cartago      salía1 a montería   
la reina Dido y Eneas      con muy gran caballería,      2
un sobrino de la reina,      y Junio Ascanio que2 los guía   
por la dehesa de Juno,      donde más caza salía.      4
Preguntando iba la reina      Ascanio3 , qué tal venía,   
y si se4 acuerda de Troya,      si vio cómo se perdia.      8
Eneas tomó la mano,      por el hijo respondía:   
--Pues mandáis, reina Dido,5      renovar la llaga mía,      8
ya os conté cómo vi a Troya,6      que por mil partes ardía:   
vi las doncellas forzadas,      muerta la caballería,      10
y a Hécuba reina troyana,      nadie no la socorría.   
Sus hijos ya sepultados,      Priamo no parecía;      12
a Casandra7 y Policena      muertas cabe si tenía.   
Elena quedaba viuda8      mil veces la maldecía.--      14
Eneas que esto contaba.9      un ciervo que parecía;10   
echó mano a su aljaba11      una saeta le tira.12      16
Él golpe le dio en vano,13      el ciervo muy bien corría.   
Pártense los cazadores,      síguelo el que14 más podía;      18
la reina Dido y Eneas      quedaron sin compañía.15   
Tomárala por la mano,      con turbación le decía:      20
--¡Oh reina, cuán mejor fuera      en Troya perder la vida!16   
Los tristes campos de Frigia,17      fueran sepultura mía;18      22
Héctor19 , Troylo y Paris      tuviérales compañía.20   
¡Oh reina Pantasilea,21      flor de la caballería!      24
¡más envidia he de tu muerte,      que deseo la vida mía!--   
Estas palabras diciendo      muchas lágrimas vertía.      26
La reina le dijo a Eneas:      --Esforzáos por cortesía,   
que los muertos sobre Troya      rescatar no se podían.22      28
--No lloraba yo los muertos,      lloro la desdicha mía,   
que me escapé23 de los griegos      y a las tus manos moría;      30
que tu grande hermosura      de amor me quita la vida.24 --   
--Falso es tu atrevimiento,--      la reina le respondía.      32
--Eneas, vete a tus naves,      sal de esta25 tierra mía;   
que la fe que di a Deyphebos26      yo no la quebrantaria.--      34
Ellos en aquesto estando,      el cielo se revolvía:   
las nubes cubren el sol,      que27 gran escuridad hacía;      36
los relámpagos y truenos      en gran miedo los metía:28   
el granizo era tan grande      que sin piedad llovia.29      38
La reina con gran pavor      del palafren se caía.   
Eneas bajó con ella,30      y con el manto la cobría.      40
Mirando hacia31 todas partes,      una cueva vio vacía;   
tomóla en los sus brazos32      en la cueva la metía.      42
El aposento era estrecho,      revolver no se podía.   
Mientras la reina en sí tornaba,33      Eneas se desenvolvía;34      44
apartóle paños de oro,      los de lienzo le encogía.   
Cuando la reina en sí tornó      de amores se sintió herida.35      46
--¡Oh traidor, hasme burlado!      ¿cuál tratas36 la honra mía?   
Complida37 tu voluntad,      olvidarme has otro día      48
y sí así lo has de hacer, Eneas38 ,      yo misma me mataría.   


Virgilios   (é)      (ficha nš: 1523)


Mandó el rey prender Vergilios      y a buen recaudo poner,   
por una traición que hizo      en los palacios del rey.      2
Porque forzó una doncella      llamada doña Isabel,   
siete años lo tuvo preso,      sin que se acordase d'él;      4
y un domingo estando en misa      mientes se le vino d'él.   
--Mis caballeros, Vergilios,      ¿qué se había hecho d'él?--      8
Allí habló un caballero      que a Vergilios quiere bien:   
--Preso lo tiene tu Alteza,      y en tus cárceles lo tien.--      8
--Via comer, mis caballeros      caballeros, via comer;   
después que hayamos comido,      a Vergilios vamos ver.--      10
Allí hablara la reina:      --Yo no comeré sin él.--   
A las cárceles se van      adonde Vergilios es.      12
--¿Qué hacéis aquí, Vergilios?      Vergilios, ¿aquí qué hacéis?--   
--Señor, peino mis cabellos,      y las mis barbas también:      14
aquí me fueron nacidas,      aquí me han de encanecer;   
que hoy se cumplen siete años      que me mandaste prender.--      16
--Calles, calles tú, Vergilios,      que tres faltan para diez.--   
--Señor, si manda tu Alteza,      toda mi vida estaré.--      18
--Vergilios, por tu paciencia,      comigo irás a comer.--   
--Rotos tengo mis vestidos,      no estoy para parecer.--      20
--Que yo te los daré, Vergilios,      yo dártelos mandaré.--   
Plugo a los caballeros      y a las doncellas también;      22
mucho más plugo a una dueña      llamada Doña Isabel.   
Ya llaman un arzobispo,      ya la desposan con él.      24
Tomárala por la mano,      y llévasela a un vergel.   

Troco requebrado por Salmaci   (á-a)      (ficha nš: 1524)


En el tiempo que Mercurio      en occidente reinaba,   
hubo en Venus su mujer      un hijo que tanto amaba.      2
Púsole por nombre Troco,      porque muy bien le cuadraba;   
criáronsele las diosas      en la montaña Troyana.      4
Era tal su hermosura,      que una estrella semejaba.   
Deseando ver el1 mundo,      sus amas desamparaba.      8
Andando de tierra en tierra      hallóse do no pensaba,   
en una gran pradería      de arrayanes bien poblada,      8
en medio de una laguna      toda de flores cercada.   
Es posada de una diosa      que Salamancia2 se llamaba,      10
diosa de la hermosura,      sobre todas muy nombrada.   
El oficio de esta diosa      era holgarse en su posada,      12
peinar sus lindos cabellos,      componer su linda cara.   
No va con sus compañeras,      no va con ellas a caza;      14
no toma el arco en la mano,      ni los tiros del aljaba,   
ni el sabueso de trailla,      ni en lo tal se ejercitaba.      16
Ella desque vido a Troco      quedó de amores llagada,   
que ni pudo detenerse,      ni quiso verse librada.      18
Mirando su hermosura      de esta manera le habla:   
--Eres mancebo tan lindo,      de hermosura tan sobrada,      20
que no sé determinarme      si eres dios o cosa humana.   
Si eres dios, eres Cupido,      el que de amores nos llaga:      22
si eres hombre, ¡cuán dichosa;      fue aquella que te engendrara!   
Y si hermana alguna tienes,      de hermosura es muy dotada.      24
Mi señor, si eres casado,      hurto quiero que se haga;   
y si casado no eres,      yo seré tuya de gana.--      26
El Troco, como es mancebo,      de vergüenza no hablaba;   
ella cautiva3 de amores      de su cuello le4 abrazaba.      30
El Troco lo dice asi,5      de esta manera le hablaba:6   
--Sí no estáis, señora, queda,7      dejaré vuestra posada.--      32

El baño del Jordán   (á)      (ficha nš: 1525)


--Malas mañas habéis, tío,      no las podéis olvidar:   
más precias matar un puerco      que ganar una ciudad.      2
Vuestros hijos y mujer      en poder de moros van,   
los hijos en una cebra,      y la madre en un cordal.      4
La mujer dice: --¡ay marido!--      los hijos dicen: --¡ay padre!--   
De lástima que les hube      yo me los fuera a quitar;      8
heridas traigo de muerte,      de ellas no puedo escapar.   
Apretádmelas, mi tío,      con tocas de caminar.--      8
Ya le aprieta las heridas,      comienzan de caminar.   
A vuelta de su cabeza      caído lo vido estar.      10
Allá se le fue a caer      dentro del río Jordan;   
como fue dentro caído,      sano le vio levantar.      12

El prisionero   (ó-e)      (ficha nš: 1526)


Que por mayo era, por mayo,      cuando los grandes calores,   
cuando los enamorados      van servir a sus amores,      2
sino yo, triste mezquino,      que yago en estas prisiones,   
que ni sé cuándo es de día,      ni menos cuándo es de noche,      4
sino por una avecilla      que me cantaba al albor.   
Matómela un ballestero;      ¡déle Dios mal galardón!      8

El prisionero   (ó)      (ficha nš: 1527)


Por el mes era de mayo1      cuando hace la calor,   
cuando canta la calandria,      y responde el ruiseñor,      2
cuando los enamorados      van a servir al amor,   
sino yo triste, cuidado,      que vivo en esta prisión,      4
que ni sé cuándo es de día,      ni cuando las noches son,   
sino por una avecilla      que me cantaba al albor:      8
matómela un ballestero;      ¡déle Dios mal galardon!2   
Cabellos de mi cabeza      lléganme al corvejón;      8
abellos de mi barba,      por manteles tengo yo:   
las uñas de las mías manos      por cuchillo tajador.      10
Si lo hacía el buen rey,      hácelo como señor;   
si lo hace el carcelero,      hácelo como traidor.      12
Mas quién ahora me diese      un pájaro hablador,   
siquiera fuese calandria,      o tordico o ruiseñor;      14
criado fuese entre damas      y avezado a la razón,   
que me lleve una embajada      a mi esposa Leonor,      16
que me envíe una empanada,      no de trucha ni salmón,   
sino de una lima sorda      y de un pico tajador:      18
la lima para los hierros      y el pico para la torre.   
Oídolo había el rey,      mandóle quitar la prisión.      20

Rosafresca   (ó)      (ficha nš: 1528)


Rosafresca, Rosafresca,      tan garrida y con amor,   
cuando vos1 tuve en mis brazos,      no vos supe servir, no;      2
y agora que os serviría,      no vos puedo haber, no.   
--Vuestra fue la culpa, amigo,      vuestra fue, que mía no;      4
envístesme una carta      con un vuestro servidor   
y en lugar de recaudar      él dijera otra razón:      8
que érades casado, amigo,      allá en tierras2 de León,   
que tenéis mujer hermosa      y hijos como una flor.      8
--Quien os lo dijo, señora,      no vos dijo verdad, no;   
que yo nunca entré en Castilla      ni allá en tierras de León,      10
sino cuando era pequeño,      que no sabía de amor.   

Rosafresca   (í)      (ficha nš: 1529)


Rosafresca, Rosafresca,      por vos se puede decir   
que nascistes con más gracias      que nadie pudo escrevir,      2
porque vos sola nascistes      para quitar el vivir:   
¡ay de mí, desventurado,      que nascí para sufrir!      4
Yo me vi en tiempo, señora,      que os pudiera bien servir,   
y agora que os serviría      véome triste morir.      8

Fontefrida   (ó)      (ficha nš: 1530)


Fontefrida, fontefrida,      fontefrida y con amor,   
do todas las avecicas      van tomar consolación,      2
sino es la tortolica      que está viuda y con dolor.   
Por allí1 fuera a pasar      el traidor de2 ruiseñor:      4
las palabras que le dice3      llenas son de traicion:   
--Si tú quisieses, señora,      yo sería tu servidor.--      8
--Véte de ahí, enemigo,      malo, falso, engañador,   
que ni poso en ramo verde,      ni en prado que tenga flor;      8
que si el agua hallo clara,4      turbia la, bebía yo;   
que no quiero haber marido,      porque hijos no haya, no:      10
no quiero placer con ellos,      ni menos consolación.   
Déjame, triste enemigo,      malo, falso, mal traidor,      12
que no quiero ser tu amiga      ni casar contigo, no!--   

La buena hija   (á)      (ficha nš: 1531)


Paseábase el buen conde      todo lleno de pesar,   
cuentas negras en sus manos      do suele siempre rezar;      2
palabras tristes diciendo,      palabras para llorar:   
--Véoos, hija, crecida,1      y en edad para casar;      4
el mayor dolor2 que siento      es no tener qué os dar.   
--Calledes, padre, calledes,      No debéis tener pesar:3      8
que quien buena hija tiene,      rico se debe llamar;4   
y el que mala la tenía,      viva la puede enterrar,      8
pues amengua su linaje,      que no debiera amenguar,   
y yo, si no me casare,      en religión puedo entrar.      10

Estaba la linda infanta   (í-a)  (ficha nš: 1532)


Estaba la linda infanta      a sombra de una oliva,   
peine de oro en las sus manos,      los sus cabellos bien cría.      2
Alzó su ojos al cielo      en contra do el sol salía;   
vio venir un fuste armado      por Guadalquivir arriba.      4
Dentro venía Alfonso Ramos,      almirante de Castilla.   
--Bien vengáis, Alfonso Ramos,      buena sea tu venida,      8
¿y qué nuevas me traedes      de mi flota bien guarnida?   
--Nuevas te traigo, señora,      si me seguras la vida.      8
--Diéseslas, Alfonso Ramos,      que segura te sería.   
--Allá llevan a Castilla      los moros de la Berbería.      10
--Si no me fuese por qué,      la cabeza te cortaría.   
--Si la mía me cortases,      la tuya te costaría.--      12

Ricofranco   (é)      (ficha nš: 1533)


A caza iban, a caza      los cazadores del rey,   
ni fallaban ellos caza,      ni fallaban qué traer.      2
Perdido habían los halcones,      ¡mal los amenaza el rey!1   
Arrimáranse a un castillo      que se llamaba Maynés.      4
Dentro estaba una doncella      muy fermosa y muy cortes;   
siete condes la demandan,      y así facían tres reyes.2      8
Robárala Rico Franco,      Rico Franco aragonés:   
Llorando iba la doncella      de sus ojos tan cortes.      8
Falágala Rico Franco,      Rico Franco aragonés:   
--Si lloras tú padre o madre,      Nunca más vos los veréis,      10
si lloras los tus hermanos,      yo los maté todos tres.   
--Ni lloro padre ni madre,      ni hermanos todos tres;      12
mas lloro la mi ventura,      que no sé cuál ha de ser.   
Prestédesme, Rico Franco,      vuestro cuchillo lugués;      14
cortaré fitas al manto,      que no son para traer.--   
Rico Franco de cortese      por las cachas lo fue tender;      16
la doncella, que era artera,      por los pechos se lo fue a meter.   
--Así vengó padre y madre,      y aun hermanos todos tres.      18

Marquillos   (ó)      (ficha nš: 1534)


¡Cuán traidor eres, Marquillos,      cuán traidor de corazón!   
Por dormir con tu señora      habías muerto1 a tu señor;      2
desque lo tuviste muerto,      quitástele el chapiron,   
fuéraste al castillo fuerte      donde está la Blancaflor.      4
--Ábreme,2 linda señora,      que aquí viene mi señor;   
si no lo quieres creer,      véis aquí su chapirón.--      8
Blancaflor desque lo viera      las puertas luego le abrió.   
Echóle brazos al cuello,      allí luego la besó;      8
abrazándola y besando      a un palacio la metió.3   
--Marquillos, por Dios te ruego      que me otorgases4 un don:      10
que no durmieses conmigo      hasta que rayase el sol.--   
Marquillos, como es hidalgo,      el don luego le otorgó;      12
como viene tan5 cansado      en llegando se adurmió.   
Levantóse muy ligera      la hermosa Blancaflor;      14
tomara cuchillo en mano      y a Marquillos degolló.   

Moriana y Galván   (á-e)      (ficha nš: 1535)


Moriana en un1 castillo      juega con el moro Galváne2 *   
juegan los dos a las tablas      por mayor placer3 tomare.      2
Cada vez qu'el moro pierde      bien4 perdía una ciudade,   
cuando Moriana pierde      la rnano le da a5 besare.      4
Del placer qu'el moro toma      adormescido se cae.   
Por aquellos altos montes      caballero vio6 asomar;      8
llorando viene y gimiendo,      las uñas corriendo sangre,   
de amores de Moriana,      hija del rey Moriane.      8
Captiváronla los moros      la mañana de Sant Juane,   
cogiendo rosas y flores      en la huerta de su padre.      10
Alzó los ojos Moriana,      conociérale en mirarle;   
lágrimas de los sus ojos7      en la faz del moro dane.      12
Con pavor recuerda el moro      y empezara de fablar:   
--¿Qué es esto, la mi señora?      ¿Quién vos ha fecho pesar?      14
Si os enojaron mis moros,      luego los faré matare,   
o si las vuesas doncellas,      farélas bien castigare;      16
y si pesar los cristianos,      yo los iré conquistare.   
Mis arreos son las armas,**      mi descanso el peleare,      18
mi cama, las duras peñas,      mi dormir, siempre velare.--   
--Non me enojaron los moros,      ni los mandedes matare,8      20
ni menos las mis doncellas      por mí reciban pesare,   
ni tampoco a los cristianos      vos cumple de conquistare;9      22
pero de este sentimiento      quiero vos decir verdade:   
que por los montes aquellos      caballero vi asomare,      24
el cual pienso que es mi esposo,10      mi querido, mi amor grande.--   
Alzó la su mano11 el moro      un bofeton le fue a dare:      26
teniendo los dientes blancos      de sangre vuelto los hae,   
y mandó que sus porteros      la lleven a degollare      28
allí do viera a12 su esposo,      en aquel mismo lugare.   
Al tiempo de la su muerte      estas voces13 fue a fablare:      30
--Yo muero como cristiana,      y también sin14 confesare   
mis15 amores verdaderos      de mi esposo naturale.      32

Diálogo de Moriana con el verdugo   (á-e)      (ficha nš: 1536)


Rodillada está Moriana,      que la quieren degollare*,   
de sus ojos envendados      non cesando de llorare;      2
atada de pies y manos,      que era lástima mirare;   
los cabellos de oro puro1      que al suelo quieren llegare,      4
y los pechos descubiertos,      más blancos que non2 cristale.   
De ver el verdugo moro      en ella tanta beldade,      8
de su amor estando preso      sin poderlo más celare,   
hablóle en algarabía      como a aquella que la sabe:      8
--Perdonédesme, Moriana,      querdesme perdonare,   
que mandado soy, señora,      por el rey moro Galvane.      10
¡Ojalá viese mi alma      como vos poder3 librar!   
Para libertar dos vidas      que aquí las veo penare.--      12
Moriana dijo: --Moro,      lo que te quiero rogare   
es que cumplas con4 tu oficio      sin un punto más tardare.--      14
Estando los dos en esto      el esposo fue a asomare5   
matando y firiendo moros,      que nadie lo osa esperare.      16
Caballero en su caballo      junto de ella fue a llegare.   
El verdugo la desata,      y le ayuda a cabalgare;      18
los tres van de compañía      sin ningún contrario hallare;   
en el castillo de Breña      se fueron a aposentare.      20

Quejas de Galván abandonado   (á)  (ficha nš: 1537)


Al pie de una verde haya      estaba el moro Galván;   
mira el castillo de Breña1      donde Moriana está;      2
de riendas tiene el caballo,      que non lo quiere soltar.   
Tiene2 el almete quitado      por poder mejor mirar;      4
cuando con voz dolorosa      entre llanto y suspirar,   
comenzó el moro quejando      de esta manera a fablar:      8
--Moriana, Moriana,      principio y fin de mi mal   
¿cómo es posible, señora,      non te duela mi penar,3      8
viendo que por tus amores      muero sin me remediar?   
De aquel buen4 tiempo pasado      te debrías recordar      10
cuando dentro en mi castillo      conmigo solías folgar,   
cuando contigo jugaba,      mi alma debrías mirare      12
cuando ganaba perdienido      porque era el perder ganar,   
cuando merescí ganando      tus bellas manos besar,      14
y más cuando en tu regazo      me solía reclinar,   
y cuando con ti fablando5      durmiendo solía quedar.      16
Si esto non fue amor, señora,      ¿cómo se podrá llamar?   
Y si lo fue, Moriana,      ¿cómo se puede olvidar?6      18
A lo alto de una torre      Moriana fue a asomar,   
y al enamorado moro      aquesto fue a declarar:      20
--Fuye de aquí, perro moro      el que me quiso matar,   
el que me robó doncella,      y dueña me hubo forzar;      22
las caricias que te fice      fueron por de ti burlar y   
y atender mi noble esposo      que viniese a libertar.--      24
Salió de Breña el cristiano      y arremete al buen Galván:   
pasádole ha con la lanza      y el alma del cuerpo sale.      26

Julianesa   (á-e)      (ficha nš: 1538)


--¡Arriba, canes, arriba,      que rabia mala os mate!   
en jueves matáis el puerco      y en viernes coméis la carne.      2
¡Ay, que hoy hace los siete años      que ando por este valle!   
pues traigo los pies descalzos,      las uñas corriendo sangre,      4
pues como las carnes crudas,      y bebo la roja sangre   
buscando triste a Julianesa      la hija del emperante,      8
pues me la han tomado moros      mañanica de sant Juan,   
cogiendo rosas y flores      en un vergel de su padre.      8
Oídolo ha Julianesa,      que en brazos del moro está;   
las lágrimas de sus ojos      al moro dan en la faz.      10

Mis arreos son las armas   (á)  (ficha nš: 1539)


--Mis arreos son las armas,      mi descanso es pelear,   
mi cama las duras peñas,      mi dormir siempre velar.      2
Las manidas son escuras,      los caminos por usar,   
el cielo con sus mudanzas      ha por bien de me dañar,      4
andando de sierra en sierra      por orillas de la mar,   
por probar si mi1 ventura      hay lugar donde avadar.      8
Pero por vos, mi señora,      todo se ha de comportar.--   

Bovalías el pagano   (á-o)      (ficha nš: 1540)


Por las sierras de Moncayo      vi venir un renegado:   
Bovalías ha por nombre,      Bovalías el pagano.      2
Siete veces fuera moro,      y otras tantas mal cristiano;   
y al cabo de las ocho      engañólo su pecado,      4
que dejó la fe de Cristo,      la de Mahoma ha tornado.   
Este fuera el mejor moro      que allende había pasado.      8
Cartás le fueron venidas      que Sevilla está en un llano.   
Arma, naos y galeras      gente de a pie y de caballo:      8
por Guadalquebir arriba      su pendón llevan alzado.   
En el campo de Tablada      su real había asentado      10
con trescientas de las tiendas      de seda, oro y brocado.   
'Nel1 medio de todas ellas      está la del renegado;      12
encima en el chapitel      estaba un rubí preciado:   
tanto relumbra de noche      como el sol en2 día claro.      14

Entre muchos reyes sabios   (í-a)  (ficha nš: 1541)


Entre muchos reyes sabios,      que hubo en la Andalucía   
reinara un moro viejo      que rey Búcar se decía.      2
Siendo ya de muchos años      que amancebado vivía   
por ruegos de su manceba      que amaba mucho y quería      4
llamó a Cortes a sus gentes      para un señalado día   
porque en ellas se tratase      lo que a sus reinos cumplia      8
De muchas leyes que pone      esta de nuevo añadía:   
« que todo hombre enamorado      se casase con su amiga      8
y quien no la obedeciese      la vida le costaría ».   
A todos parece bien,      a muchos les convenía      10
sino a un sobrino del rey,      el cual ante d'él venía;   
con palabras muy quejosas      de esta manera decía:      12
--La ley que tu Alteza puso,      cierto que me desplacía;   
todos se alegran con ella,      yo solo me entristecía      14
que mal puedo yo casarme,      siendo casada la mía:   
casada, y tan mal casada      que gran lástima ponía.      16
Una cosa os digo, rey,      que a nadie no lo diría   
que si yo mucho la quiero,      ella muy más me quería.--      18
Allí hablara el rey Búcar,      esta respuesta le hacía:   
--Siendo casada, cual dices,      la ley no te comprehendía.      20

Cabalgada de Peranzules   (é-o)  (ficha nš: 1542)


Sevilla está en una torre      la más alta de Toledo;   
hermosa es a maravilla,      que el amor por ella es ciego.      2
Púsose entre las almenas      por ver riberas del Tejo,   
y el campo todo enramado,      como está de flores lleno.      4
Por un camino espacioso      vió venir un caballero   
armado de todas armas,      encima un caballo overo.      8
Siete moros traía presos1      aherrojados con fierro;   
en alcance de éste viene      un perro moro moreno,      8
armado de piezas dobles      en un caballo ligero.   
El continente que trae,      a guisa es de buen guerrero;      10
blasfemando de Mahoma,      de sobrada furia lleno.   
Grandes voces viene dando:      --Espera, cristiano perro,      12
que de esos presos que llevas      mí padre es el delantero,   
los otros son mis hermanos,      y amigos que yo bien quiero;      14
si me los das a rescate,      pagártelos he en dinero   
y si hacerlo no quisieres,      quedarás hoy muerto o preso.--      16
En oírlo Peranzules      el caballo volvió luego;   
la lanza puso en el ristre      para el moro se va recio,      18
con tal furia y ligereza      cual suele llevar un trueno.   
A los primeros encuentros      derribádolo ha en el suelo;      20
apeara del caballo,2      el pie le puso en el cuello;   
cortárale la cabeza:      ya después que hizo esto      22
recogió su cabalgada,      metióse dentro3 en Toledo.   

El moro que reta a Valencia   (á-a)      (ficha nš: 1543)


--¡Oh Valencia, eh Valencia!      ¡Oh Valencia valenciana!   
un tiempo fuiste de moros,      y ahora eres cristiana:      2
no pasará mucho tiempo      de moros serás tornada,   
que al rey de los cristianos      yo le cortaré la barba,      4
a la su esposa la reina      la tomaré por criada,   
y a la su hija bonita      la tomaré por mi dama.--      8
Ya quiso el Dios de los cielos      que el buen rey se lo escuchaba;   
va al palacio de la infanta      que en el lecho descansaba.      8
--¡Hija de mi corazón,      oh hija de mis entrañas!,   
levántate al mismo punto,      ponte la ropa de Pascua,      10
y vete hacia el rey moro,      y entreténlo con palabras.--   
--Me dirías, buena niña,      ¿cómo estás tan descuidada?--      12
--Mi padre está en la pelea,      mi madre al lecho descansa,   
y mi hermano mayor      lo han muerto en la campaña.--      14
--Me dirías, buena niña      ¿qué ruido es que sonaba?--   
--Son los pajes de mi padre,      que al caballo dan cebada.--      16
--Me dirías, buena niña      ¿adónde van tantas armas?--   
--Son los pajes de mi padre,      que vienen de la campaña--      18
No pasó espacio de una hora      que al rey moro lo ligaban.   
--Me dirías, buena      ¿qué pena me será dada?--      20
--La pena que merecías:      mereces que te quemaran   
y la ceniza que harás      merece ser aventada.      22

Flores y Blancaflor   (í-a)  (ficha nš: 1544)


--Moro, si vas a la España,      traerás una cautiva   
no sea blanca ni fea,      ni gente de villanía.--      2
Ve venir el conde Flores      que viene de la capilla,   
viene de pedir a Dios      que le dé un hijo o una hija.      4
--Conde Flores, conde Flores,      tu mujer será cautiva.--   
--No será cautiva, no,      antes perderé la vida.--      8
Cuando partió el conde Flores      su mujer quedó cautiva.   
--Aquí traigo, reina mora,      una cristiana, muy linda,      8
que no es blanca ni fea,      ni gente de villanía,   
no es mujer de ningún rey,      lo es del conde de Castilla.--      10
--De las esclavas que tengo      tú serás la más querida,   
aquí te entrego mis llaves      para hacer la mi cocina.--      12
--Yo las tomaré, señora,      pues tan gran dicha es la mía--   
La reina estaba preñada      la cautiva estaba encinta;      14
quiso Dios y la fortuna,      las dos parieron un día.   
La reina parió en el trono,      la esclava en tierra paría.      16
Una hija parió la reina,      la esclava un hijo paría;   
las comadronas son falsas,      truecan el niño y la niña:      18
a la reina dan el hijo,      la esclava toma la hija.   
Cuando un día la apañaba      estas palabras decía:      20
--No llores, hija, no llores,      hija mía y no parida,   
que si fuese a las mis tierras      muy bien te bautizaría      22
y te pondria por nombre      María Flor de la vida,   
que yo tenía una hermana      que este nombre se decía,      24
que yo tenía una hermana      de moros era cautiva,   
que fueron a cautivarla      una mañanita fría      26
cogiendo rosas y flores      en un jardín que tenía.   
La reina ya lo escuchó      del cuarto donde dormía;      28
ya la enviaba a buscar      por un negro que tenía:   
--¿Qué dices, la linda esclava?      ¿qué dices, linda cautiva?--      30
Palabras que hablo, señora      yo también te las diría:   
No llores, hija, no llores,      hija mía y no parida, etc. . . .      32
--Si aquesto fuese verdad      hermana mía serías.   
--Aquesto es verdad, señora,      como el día en que nacía.--      34
Ya se abrazaban las dos      con grande llanto que había.   
El rey moro lo escuchó      del cuarto donde escribía;      36
ya las envía a buscar      por un negro que tenía:   
--¿Qué lloras, regalo mío?      ¿qué lloras, la prenda mía?      38
Tratábamos de casaros      con lo mejor de Turquía.--   
Ya le respondió la reina,      estas palabras decía:      40
--No quiero mezclar mi sangre      con la de perros maldita.--   
Un día mientras paseaban      con su hijo y con su hija,      42
hecho convenio las dos,      a su tierra se volvían.   

Cautivo del renegado   (é-a)  (ficha nš: 1545)


Mi padre era de1 Ronda,      y mi madre de Antequera;   
cativáronme los moros      entre la paz y la guerra,      2
y lleváronme a vender      a Jerez de la Frontera.2   
Siete días con sus noches      anduve en almoneda3      4
no hubo moro ni mora      que por mí diese moneda,4   
si no fuera un moro perro      que por mí cien doblas diera,5      8
y llevárame a su casa,      y echárame una cadena;   
dábame la vida mala,      dábame la vida negra:      8
de día majar6 esparto,      de noche moler7 cibera,   
y echóme un8 freno a la boca,      porque no comiese de ella,      10
mi cabello retorcido      y tornóme a la cadena.9   
Pero plugo a Dios del cielo      que tenía el ama buena:      12
cuando el moro se iba a caza      quitábame la cadena,   
y echárame10 en su regazo,      y espulgóme la cabeza;11      14
por un placer que le hice      otro muy mayor me hiciera:12   
diérame los cien doblones13      y enviárame a mi tierra;      16
y así plugo a Dios del cielo      que en salvo me pusiera.   


Moraima   (á)      (ficha nš: 1546)


Yo m' era mora Moraima1      morilla2 d'un bel catar:   
cristiano vino a mi puerta,      cuitada, por m'engañar.      2
Hablóme en algarabía      como aquel que la bien sabe:   
--Ábrasme las puertas, mora,      si Alá te guarde de mal.      4
--¿Cómo te abriré, mezquina,      que no se quién te serás?--   
--Yo soy el moro3 Mazote,      hermano de la tu madre,      6
que un cristiano dejo muerto,      tras mí venía4 el alcande5   
Si no me abres tú, mi vida,      aquí me verás matar--      8
Cuando esto oí, cuitada,      comencéme a levantar,   
vistiérame una almejía      no hallando mi brial;      10
fuérame para la puerta      y abríla de par en par.   

Estratagema de los sitiados por hambre   (á-e)      (ficha nš: 1547)


Atal anda don García      por una sala1 adelante,   
saetas de oro en la mano,      en la otra un arco trae;      2
maldiciendo a la fortuna,      grandes querellas le dae:   
--Crióme el rey de pequeño,      hízome Dios barragán;      4
dióme armas y caballo,      por do todo hombre más vale,   
diérame a doña María      por mujer y por iguale,      8
diérame a cien doncellas      para ella acompañare,   
dióme el castillo de Urueña2      para con ella casare,      8
diérame cien caballeros      para el castillo guardare;   
basteciómele de vino,      basteciómele de pane,      10
bastecióle de agua dulce      que en el castillo no la haye.   
Cercáronmelo los moros      la mañana de sant Juane:      12
siete años son pasados      el cerco no quieren quitare,   
veo morir a los míos      no teniendo qué les dar,      14
póngolos por las almenas      armados como se están,   
porque pensasen los moros      que podrían pelear.      16
En el castillo de Urueña      no hay sino solo un pan;   
si le doy a los mis hijos,      la mi mujer ¿que hará?      18
si lo como yo, mezquino,      los míos se quejarán--   
Hizo el pan cuatro pedazos      y arrojólos al real.      20
El uno pedazo de aquéllos      a los pies del rey fue a dar.   
--¡Alá pese a mis moros,      Alá le quiera pesar!,      22
de las sobras del castillo      nos bastecen el real.--   
Manda tocar los clarines      y su cerco luego alzare.      24

El guante en la leonera   (á-o)  (ficha nš: 1548)


Ese conde don Manuel,      que de León es nombrado,   
hizo un hecho en la corte      que jamás será olvidado,      2
con doña Ana de Mendoza,      dama de valor y estado:   
y es, que después de comer,      andándose paseando      4
por el palacio del rey,      y otras damas a su lado,   
y caballeros con ellas      que las iban requebrando,      8
a unos altos miradores      por descanso se han parado,   
y encima la leonera,      la doña Ana ha asomado,      8
y con ella casi todos,      cuatro leones mirando,   
cuyos rostros y figuras      ponían temor y espanto.      10
Y la dama por probar      cuál era más esforzado,   
dejóse caer el guante,      al parecer, descuidado.      12
Dice que se le ha caido,      muy a pesar de su grado.   
Con una voz melindrosa      de esta suerte ha proposado:      14
--¿Cuál será aquel caballero      de esfuerzo tan señalado,   
que saque de entre leones      el mi guante tan preciado?,      16
que yo lo doy mi palabra      que será mi requebrado;   
será entre todos querido,      entre todos más amado.--      18
Oido lo ha1 don Manuel,      caballero muy honrado,   
que de la afrenta de todos      también su parte ha alcanzado.      20
Sacó la espada de cinta,      revolvió su manto al brazo;   
entró dentro la leonera      al parecer demudado.      22
Los leones se lo miran,      ninguno se ha meneado;   
salióse libre y exento      por la puerta do había entrado.      24
Volvió la escalera arriba,      el guante en la izquierda mano,   
y antes que el guante a la dama2      un bofetón le hubo dado,      26
diciendo y3 mostrando bien      su esfuerzo y valor sobrado:   
--Tomad, tomad, y otro día,      por un guante desastrado      28
no pornéis en riesgo de honra      a tanto buen fijo dalgo;   
y a quien no le pareciere      bien hecho lo ejecutado,      30
a ley de buen caballero      salga en campo a demandallo.--   
La dama le respondiera      sin mostrar rostro turbado:      32
--No quiero que nadie salga,      basta que tengo probado   
que sedes vos,4 don Manuel,      entre todos más osado;      34
y si de ello sois servido5      a vos quiero por velado:   
marido quiero valiente,      que ose castigar lo malo.      36
En mí el refrán que se canta      se ha cumplido, ejecutado,6   
que dice: « El que bien te quiere,      ese7 te habrá castigado ».--      38
De ver que a virtud y honra      el bofetón ha aplicado,   
y con cuanta mansedumbre      respondió, y cuán delicado,      40
muy contento y satisfecho      don Manuel se lo ha otorgado;   
y allí en presencia de todos,      los dos las manos se han dado.      42

La Condesita   (á)      (ficha nš: 1549)


Grandes guerras se publican      entre España y Portugal:   
pena de la vida tiene      quien no se quiera embarcar.      2
Al conde Sol le nombran      por capitán general;   
del rey se fue a despedir,      de su esposa otro que tal.      4
La condesa que era niña,      todo se le va en llorar.   
--Dime, conde, ¿cuántos años      tienes de echar por allá?      8
--Si a los seis años no vuelvo,      condesa, os podéis casar.--   
Pasan los seis, y los ocho,      pasan diez, y pasan más,      8
y el conde Sol no tornaba      ni nuevas suyas fue a dar.   
Estando en su estancia sola,      fuéla el padre a visitar:      10
--¿Qué tienes, hija querida,      que no cesas de llorar?   
--Padre de toda mi alma,      por la santa Trinidad,      12
que me queráis dar licencia      para al conde ir a encontrar.   
--Mi licencia tenéis, hija,      haced vuestra voluntad.--      14
La condesa al otro día      al conde se fue a buscar,   
triste por Italia y Francia,      por la tierra y por la mar.      16
Ya estaba desesperada,      ya se torna para acá,   
cuando gran vacada un día      devisó allá en un pinar.      18
--Vaquerito, vaquerito,      por la santa Trinidad,   
que me niegues la mentira      y me digas la verdad:      20
¿de quién son estas vaquitas      que en estos montes están?   
--Del conde Sol son, señora,      que manda en este lugar.      22
--¿Y de quién son esos trigos      que cerca están de segar?   
--Señora, del mismo conde,      porque los hizo sembrar.      24
--¿Y de quién tantas ovejas      que a corderos dan mamar?   
--Señora, del conde Sol,      porque los hizo criar.      26
--¿De quién, dime, esos jardines      y ese palacío real?   
--Son del mismo caballero;      porque allí suele habitar.      28
--¿De quién, de quién los caballos      que se oyen relinchar?   
--Del conde Sol, que suele      sobre ellos ir a cazar.      30
--¿Y quién es aquella dama      que un hombre abrazando está?   
--La desposada señora,      con que el conde va a casar.      32
--Vaquerito, vaquerito,      por la santa Soledad,   
toma mi ropa de seda,      y vísteme tu sayal,      34
que ya hallé lo que buscaba,      no lo quiero, no, dejar;   
agárrame de la mano      y a su puerta me pondrás,      36
que a pedirle voy limosna,      por Dios, si la quiere dar.--   
Desque estuvo la condesa      del palacio en el umbral,      38
una limosnica pide      que se la den por piedad,   
y fue tanta su ventura,      aun más que era de esperar,      40
que la limosna demanda      y el conde se la fue a dar:   
--¿De dónde eres, peregrina?      --Soy de España natural.      42
--¿Cómo llegastes aquí?      --Vine mi esposo a buscar   
por tierra pisando abrojos,      pasando riesgos en mar,      44
y cuando le hallé, señor,      supe que se iba a casar,   
supe que olvidó a su esposa,      su esposa que fue leal,      46
su esposa que por buscalle      cuerpo y alma fue a arriesgar.   
--¡Romerica, romerica,      calledes, no digas tal,      48
que eres el diablo sin duda      que me vienes a tentar!   
--No soy el diablo, buen conde,      ni yo te quiero enojar;      50
soy tu mujer verdadera,      y así te vine a buscar.   
El conde cuándo esto oyera,      sin un punto más tardar,      52
un caballo muy ligero      ha mandado aparejar   
con cascabeles de plata      guarnido todo el pretal;      54
con los estribos de oro,      las espuelas otro tal,   
y cabalgando de un salto,      a su esposa fue a tomar,      56
que de alegría y contento      no cesaba de llorar.   
Corriendo iba, corriendo,      corriendo va sin parar,      58
hasta que llegó al castillo      donde es señor natural.   
Quedádose ha la novia      vestidica y sin casar,      60
que quien de lo ajeno viste,      desnudo suele quedar.   

Albaniña   (ó)      (ficha nš: 1550)


--Blanca sois, señora mía,      más que el rayo del sol;   
¿si la dormiré esta noche      desarmado y sin pavor?      2
Que siete años había, siete,      que no me desarmo, no.   
Más negras tengo mis carnes      que un tiznado carbón.      4
--Dormilda, señor, dormilda,      desarmado sin temor,   
que el conde es ido a la caza      a los montes de León.      8
Rabia le mate los perros,      y águilas el su halcón,   
y del monte hasta casa      a él arrastre el morón.      8
Ellos en aquesto estando      su marido que llegó:   
--¿Qué hacéis la Blancaniña,      hija de padre traidor?      10
--Señor, peino mis cabellos,      peínolos con gran dolor,   
que me dejéis a mí sola      y a los montes os vais vos.      12
--Esa palabra, la niña,      no era sino traición:   
¿cuyo es aquel caballo      que allá bajo relinchó?      14
--Señor, era de mi padre,      y envióslo para vos.   
--¿Cuyas son aquellas armas      que están en el corredor?      16
--Señor, eran de mi hermano,      y hoy os las envió.   
--¿Cuya es aquella lanza,      desde aquí la veo yo?--      18
--Tomalda, conde, tomalda,      matadme con ella vos,   
que aquesta muerte, buen conde,      bien os la merezco yo.--      20

<

Albaniña   (ó)      (ficha nš: 1551)


--¡Ay cuan linda que eres, Alba,      más linda que no la flor!   
¡Quién contigo la durmiese      una noche sin temor!      2
Que no lo supiese Albertos,      ese tu primero amor.   
--A caza es ido,1 a caza      a los montes de León.      4
--Si a caza es ido, señora,      caígale2 mi maldición:   
rabia le mate los perros,      aguilillas el falcón,      8
lanzada de moro izquierdo      le traspase3 el corazón.   
--Apead, conde don Grifos,      porque hace gran calor.      8
¡Lindas manos tenéis, conde!      ¡Ay cuán flaco estáis, señor!   
--No os maravilléis, mi vida,      que muero por vuestro amor,      10
y por bien que pene y muera      no alcanzo ningún favor.   
En aquesto estando, Albertos      toca a la puerta mayor.      12
--¿Dónde os pondré yo, don Grifos,      por hacer salvo mi honor?   
Tomáralo de la mano      y subióle a un mirador,      14
y bajóse a abrir4 a Albertos      muy de presto y sin sabor.5   
--¿Qué es lo que tenéis señora?      ¡Mudada estáis de color!      16
¡O habéis bebido del vino,6      o tenéis celado amor!   
--En verdad, amigo Albertos,      no tengo de eso pavor,      18
sino que perdí las llaves,      las llaves del mirador.   
--No toméis enojo, Alba,      de eso no toméis rancor,      20
que si de plata eran ellas,      de oro las haré mejor.7   
¿Cuyas son aquellas armas      que tienen tal resplandor?      22
--Vuestras, que hoy, señor Albertos,      las limpié de ese tenor.   
--¿De quién es aquel caballo      que siento relinchador?--      24
Cuando Alba aquesto oyera      cayó muerta de temor.   

Grifos Lombardo   (á-o)      (ficha nš: 1552)


En aquellas peñas pardas,      en las sierras de Moncayo   
fue do el rey mandó prender      al conde Grifos Lombardo,      2
porque forzó una doncella      camino de Santiago,   
la cual era hija de un duque,      sobrina del Padre Santo.      4
Quejábase ella del fuerzo;      quéjase el conde del grado.   
Allá van a tener pleito      delante de Carlo Magno      8
y mientras que el pleito dura      al conde han encarcelado   
con grillones a los pies,      sus esposas en las manos,      8
una gran cadena al cuello      con eslabones doblados.   
La cadena era muy larga,      rodea todo el palacio;      10
allá se abre y se cierra      en la sala del rey Carlos.   
Siete condes le guardaban,      todos han juramentado      12
que si el conde se revuelve      todos serán a matallo.   
Ellos estando en aquesto,      cartas habían llegado      14
para que casen la infanta      con el conde encarcelado.   

Galiarda y Florencios   (á-e)  (ficha nš: 1553)


--¡Galiarda, Galiarda!      ¡Oh quién contigo holgase,   
y otro día de mañanç*      con los cien moros pelease!      2
Si a todos no los venciese      luego matarme mandases,   
porque con tan gran favor      grande esfuerzo tomaría.***      4
--De dormir, dices**** Florencios,      de dormir, sí dormiréis;   
mas sois niño y mochacho,      luego vos alabaréis.--      8
Miró hacia al cielo Florencios,      y la su espada sacó:   
--A esta muera yo, señora,      si de tal me alabe yo.--      8
Aquella noche Florencios      con Galiarda dormió   
Otro día de mañana      en las cortes se alabó.      10

Galiarda y Florencios   (á-e)  (ficha nš: 1554)


Ya se salía Aliarda      de los baños de bañar;   
le vi sacar su rostro      como la leche y la sangre.      2
Topara al conde Florencios      y comenzó de hablar:   
--¡Aliarda Aliarda!      ¡Oh quién contigo holgase,      4
y otro día en la mañana      con dos mil moros lidiar!   
Si a todos no los venciese,      me mandéis luego matar.      8
--De holgar, conde, conmigo,      bien podrías tú holgar;   
mas eres muchacho y niño,      irte has luego alabar.      8
. . . . . . . . .      . . . . . . . . .   
Y otro día en la mañana      a las cortes se fue a alabar.   

Galiarda y Florencios   (é-a)  (ficha nš: 1555)


--Esta noche, caballeros,      dormí con una doncella,   
que en los días de mi vida      yo no vi cosa más bella.      2
Todos dicen a una voz:      --¡Cierto, Galiarda1 es esa!.--   
Oídolo había un su hermano,      un su hermano que era de ella:      4
--¡Por Dios! te ruego, Florencios,      que te cases con ella.2   
--No quiero hacer, caballeros,      para mí cosa tan fea      8
en tomar yo por mujer      la que tuve por manceba.--   
Aun bien no acabó Florencios      de decir aquella nueva,      8
cuando todos a una voz3      dicen luego: --¡Muera, muera!   
¡muera el4 que ha deshonrado      a Galiarda5 la más bella!--      10
Desque Galiarda lo supo6      gran enojo recibiera:7   
--Pésame, mis caballeros,      hagáis8 cosa tan mal hecha;      12
lo que aquel9 loco decía      no era cosa creedera.   
Hasta saberlo de cierto      no le habíades10 de dar pena.      14

Compañero, compañero   (í-a)  (ficha nš: 1556)


--Compañero, compañero,      casóse mi linda amiga;   
casóse con un villano,      que es lo que más me dolía.      2
Irme quiero a tornar moro      allende la morería;   
cristiano que allá pasare      yo le quítaré la vida.      4
--No lo hagas, compañero      no lo hagas por tu vida;   
de tres hermanas que tengo      darte he yo la más garrida,      8
si la quieres por mujer,      si la quieres por amiga.   
--¡Ni la quiero por mujer,      ni la quiero por amiga,      8
pues que no pude gozar      de aquella que más quería.   

Catalina abandonada   (ó)      (ficha nš: 1557)


Yo me adamé una amiga      dentro en mi corazón;   
Catalina había por nombre,      no la puedo olvidar, no.      2
Rogóme que la llevase      a las tierras de Aragón.   
--Catalina, sois mochacha,1      no podréis caminar, no.--      4
--Tanto andaré, el2 caballero,      tanto andaré como vos;   
si lo dejáis por dineros,      llevaré para los dos,      8
ducados para Castilla,      florines para Aragón.--   
Ellos en aquesto estando,      la justicia que llegó.      8

La bella malmaridada   (í)      (ficha nš: 1558)


--La bella mal maridada,      de las lindas que yo ví,   
véote tan triste, enojada,      la verdad díla tú a mí.      2
Si has de tomar amores      por otro, no dejes a mí,   
que a tu marido, señora,      con otras dueñas lo ví,      4
besando y retozando,      mucho mal dice de ti;   
juraba y perjuraba      que te había de ferir.--      8
Allí habló la señora,      allí habló, y dijo así:   
--Sácame tú, el caballero,      tú sacásesme de aquí;      8
por las tierras donde fueres      bien te sabría yo servir:   
yo te haría bien la cama      en que hayamos de dormir,      10
yo te guisaré la cena      como a caballero gentil,   
de gallinas y de capones      y otras cosas más de mil;      12
que a este mi marido      ya no le puedo sufrir,   
que me da muy mala vida      cual vos bien podéis oír.--      14
Ellos en aquesto estando      su marido hélo aquí:   
--¿Qué hacéis mala traidora?      ¡Hoy habedes de morir!--      16
--¿Y por qué, señor? ¿por qué?,      que nunca os lo merecí.   
Nunca besé a hombre,      mas hombre besó a mí.      18
Las penas que él merecía,      señor, daldas vos a mí:   
con riendas de tu caballo,      señor, azotes a mí;      20
con cordones de oro y sirgo      viva ahorques a mí.   
En la huerta de los naranjos      viva entierres tú a mí,      22
en sepoltura de oro      y labrada de marfil,   
y pongas encima un mote,      señor, que diga así:      24
« Aquí está la flor de las flores,      por amores murió aquí   
cualquier que muere de amores      mándese enterrar aquí      26
que así hice yo, mezquina,      que por amar me perdí. »   

La bella en misa   (ó)      (ficha nš: 1559)


En Sevilla está una ermita      cual dicen de San Simón   
adonde todas las damas      iban a hacer oración;      2
allá va la mi señora,      sobre todas la mejor.   
Saya lleva sobre saya,      mantillo de un tornasol,      4
en a su boca muy linda      lleva un poco de dulzor,   
en la su cara muy blanca      lleva un poco de color      8
y en los sus ojuelos garzos      lleva un poco de alcohol.   
A la entrada de la hermita      relumbrando como el sol,.      8
el abad que dice la misa      no la puede decir, non;   
monacillos que le ayudan      no aciertan responder, non:      10
por decir « amen, amen »,      decían « amor, amor. »   

Esa guirnalda de rosas   (á-a)  (ficha nš: 1560)


--Esa guirnalda de rosas,      hija, ¿quién te la endonara?--   
--Donómela un caballero      que por mi puerta pasara;      2
tomárame por la mano,      a su casa me llevara,   
en un portalico escuro      conmigo se deleitara.      4
Echóme en cama de rosas      en la cual nunca fui echada,   
hízome, no sé qué hizo,      que d'él vengo enamorada;      8
traigo, madre, la camisa      de sangre toda manchada.   
--¡Oh sobresalto rabioso!,      ¡qué mi ánima es turbada!      8
Si dices verdad, mi hija,      tu honra no vale nada,   
que la gente es maldiciente,      luego serás deshonrada.      10
--Calledes, madre, calledes,      calléis madre muy amada,   
que más vale un buen amigo      que no ser mal maridada.      12
Dame el buen amigo, madre,      buen mantillo y buena saya;   
la que cobra mal marido      vive malaventurada.      14
--Hija, pues queréis así,      tú contenta, yo pagada.--   

La dama y el pastor   (é)      (ficha nš: 1561)


--Estáse la gentil dama      paseando en su vergel,   
los pies tenía descalzos      que era maravilla ver;      2
desde lejos me llamara,1      no le quise responder.   
Respondíle con gran saña:      --¿Qué mandáis, gentil mujer?--      4
Con una voz amorosa      comenzó de responder:   
--Ven acá2 el pastorcico,      si quieres tomar placer;      8
siesta es de mediodia,3      que ya es hora de comer;   
si querrás tomar posada      todo es a tu placer.      8
--Que no era tiempo, señora,      que me haya de detener;   
que tengo mujer y hijos,      y casa de mantener,      10
y mi ganado en la sierra      que se me iba a perder,   
y aquellos que me lo guardan      no tenían qué comer.      12
--Vete con Dios, pastorcillo,      no te sabes entender:   
hermosuras de mi cuerpo      yo te las hiciera ver:      14
delgadica en la cintura,      blanca soy como el papel,   
la color tengo mezclada      como rosa en el rosel,      16
el cuello tengo de garza,      los ojos de un esparver,   
las teticas agudicas      que el brial quieren romper.4      18
Pues lo que tengo encubierto      maravilla es de lo ver.   
--Ni aunque más tengáis, señora,      no me puedo detener.--      20

Tristán e Iseo   (á-a)      (ficha nš: 1562)


Ferido está don Tristán      de una mala lanzada;   
diérasela el rey su tío      por zelos que del cataba.      2
El fierro tiene en el cuerpo,      de fuera le tembla el asta:   
valo a ver la reina Iseo      por la su desdicha mala.      4
Júntanse boca con boca      cuanto una misa rezada;   
llora el uno, llora el otro,      la cama bañan en agua.      8
Allí nace un arboledo      que azucena se llamaba:   
cualquier mujer que la come      luego se siente preñada.      8
Comiérala reina Iseo      por la su desdicha mala.   

Tristán e Iseo   (á-a)      (ficha nš: 1563)


Herido está don Tristán      de una muy mala lanzada,   
diérasela el rey su tío      con una lanza herbolada;1      2
diósela desde una torre,      que de cerca no osaba;   
que el hierro tiene en el cuerpo,      de fuera le tiembla el asta.      4
Tan malo está don Tristán,      que a Dios quiere dar el alma.   
Valo a ver la reina Iseo,      la su linda enamorada,      8
cubierta de un paño2 negro      que de luto se llamaba.   
Viéndole tan mal parado,      dice así la triste dama:3      8
--Quien vos hirió, don Tristán,      heridas tenga de rabia,   
que no hallase maestro      que sopiese4 de sanallas.--      10
Tanto están de boca en boca5      como una misa rezada.   
Llora el uno, llora el otro,      toda la cama se baña.      12
El6 agua que de ellos sale      una azucena regaba;   
toda mujer que la bebe      luego se siente7 preñada.      14
Así hice yo, mezquina,      por la mi ventura mala.8   

Lanzarote y el ciervo del pie blanco   (á+á-o+í-a)      (ficha nš: 1564)


Tres hijuelos había el rey,      tres hijuelos, que no más;   
por enojo que hubo de ellos      todos maldito los ha.      2
El uno se tornó ciervo,      el otro se tornó can   
el otro se tornó moro,      pasó las aguas del mar.      4
Andábase Lanzarote      entre las damas holgando,   
grandes voces dio la una:      --Caballero, estad parado.      8
Si fuese la mi ventura,      cumplido fuese mi hado   
que yo casase con vos      y vos comigo de grado      8
y me diésedes en arras      aquel ciervo del pie blanco.--   
--Dároslo he yo, mi señora,      de corazón y de grado      10
y supiese yo las tierras      donde el ciervo era criado.--   
Ya cabalga Lanzarote,      ya cabalga y ya su vía;      12
delante de sí llevaba      los sabuesos por la traílla.   
Llegado había a una ermita,      donde un ermitaño había.      14
--Dios te salve, el hombre bueno.      --Buena sea tu venida:   
Cazador me pareceéis      en los sabuesos que traía.      16
--Dígasme tú, el ermitaño,      tú que haces santa vida,   
ese ciervo del pie blanco,      ¿dónde hace su manida?      18
--Quedáis os aquí, mi hijo,      hasta que sea de día;   
contaros he lo que vi      y todo lo que sabía.      20
Por aquí pasó esta noche      dos horas antes del día,   
siete leones con él      y una leona parida.      22
Siete condes deja muertos      y mucha caballería.   
Siempre Dios te guarde, hijo,      por do quier que fuer tu ida,      24
que quien acá te envió      no te quería dar la vida.   
¡Ay dueña de Quintañones,      de mal fuego seas ardida,      26
que tanto buen caballero      por tí ha perdido la vida!   

Lanzarote y el orgulloso   (í-o)  (ficha nš: 1565)


Nunca fuera caballero      de damas tan bien servido   
como fuera Lanzarote      cuando de Bretaña vino:      2
que dueñas curaban dél,      doncellas del su rocino,   
esa dueña Quintañona,      ésa le escanciaba el vino,      4
la linda reina Ginebra      se lo acostaba consigo.   
Y estando al mejor sabor,      que sueño no había dormido,      8
la reina toda turbada      un pleito ha conmovido.   
--Lanzarote Lanzarote,      si antes hubieras venido      8
no hablara el Orgulloso      las palabras que había dicho,   
que a pesar de vos, señor,      se acostaría comigo.--      10
Ya se arma Lanzarote      de gran pesar conmovido;   
despídese de su amiga,      pregunta por el camino,      12
topó con el Orgulloso      debajo de un verde pino.   
Combátense de las lanzas,      a las hachas han venido.      14
Ya desmaya el Orgulloso,      ya cae en tierra tendido;   
cortárale la cabeza,      sin hacer ningún partido.      16
Vuélvese para su amiga      donde fue bien recibido.   

Ya piensa don Bernaldino   (á)  (ficha nš: 1566)


Ya piensa don Bernaldino      su amiga visitar;   
da voces a los sus pajes,      de vestir le quieran dar.      2
Dábanle calzas de grana,      borceguís de cordobán,   
un jubón rico broslado,      que la corte no hay su par;      4
dábanle una rica gorra      que no se podría apreciar,   
con una letra que dice:      « Mi gloria por bien amar ».      8
La riqueza de su manto      no vos la sabría contar:   
sayo de oro de martillo      que nunca se vio su igual.      8
Una blanca hacanea      mandó luego ataviar   
con quince mozos de espuelas      que le van acompañar.      10
Ocho pajes van con él,      los otros mandó tornar;   
de morado y amarillo      es su vestir y calzar.      12
Allegado han1 a las puertas      do su amiga solía estar;   
fallan2 las puertas cerradas,      empiezan de preguntar:      14
--¿Dónde está doña Leonor      la que aquí solía morar?--   
Respondió un maldito viejo      que él luego mandó matar.      16
--Su padre se la llevó      lejas3 tierras habitar.   
Él rasga sus vestiduras      con enojo y gran pesar      18
y volvióse a los palacios      donde solía reposar.   
Puso una espada a sus pechos      por sus días acabar.      20
Un su amigo que lo supo      veníalo a consolar   
y en entrando por la puerta      vídolo tendido estar.      22
Empieza a dar tales voces      que al cielo quieren llegar;   
vienen todos sus vasallos,      procuran de lo enterrar      24
en un rico monumento      todo hecho de cristal,   
en torno del cual se puso      un letrero singular:      26
« Aquí está don Bernaldino      que murió por bien amar. »   

El infante vengador   (ó)      (ficha nš: 1567)


¡Hélo, hélo por do viene      el infante vengador,   
caballero a la gineta      en un caballo corredor,      2
su manto revuelto al brazo,      demudada la color   
y en la su mano derecha      un venablo cortador.      4
Con la punta del venablo      sacarían un arador.   
Siete veces fue templado      en la sangre de un dragón      8
y otras tantas fue afilado      porque cortase mejor;   
el hierro fue hecho en Francia,      y el asta en Aragón:      8
perfilándoselo iba      en las alas de su halcón.   
Iba buscar a don Cuadros,      a don Cuadros el traidor;      10
allá le fuera a hallar.      junto el1 emperador.   
La vara tiene en la mano,      que era justicia mayor.      12
Siete veces lo pensaba      si lo tiraría o no   
y al cabo de las ocho      el venablo le arrojó.      14
Por dar al dicho don Cuadros      dado ha al emperador,   
pasado le ha manto y sayo      que era de un tornasol;      16
por el suelo ladrillado      más de un palmo le metió.   
Allí le habló el rey,      bien oiréis lo que habló:      18
--¿Por qué me tiraste, infante?      ¿Por qué me tiras, traidor?   
--Perdóneme tu Alteza,      que no tiraba a ti, no;      20
tiraba al traidor de Cuadros;      ese falso engañador,   
que siete hermanos tenía,      no ha dejado, si a mí, no;      22
por eso delante de2 ti,      buen rey, lo desafío yo.   
Todos fían a don Cuadros      y al infante no fían, no,      24
si no fuera una doncella,      hija es del emperador,   
que los tomó por la mano      y en el campo los metió.      26
A los primeros encuentros      Cuadros en tierra cayó.   
Apeárase el infante,      la cabeza le cortó      28
y tomárala en su lanza,      y al buen rey la presentó.   
De que aquesto vido el rey      con su hija le casó.      30

La Infantina   (í-a)      (ficha nš: 1568)


A cazar va el caballero,      a cazar como solía;   
los perros lleva cansados      el falcón perdido había,      2
arrimárase a un roble,      alto es a maravilla.   
En una rama más alta,      viera a estar una infantina;      4
cabellos de su cabeza      todo el roble cobrían.   
--No te espantes, caballero,      ni tengas tamaña grima.      8
Fija soy yo del buen rey      y de la reina de Castilla:   
siete fadas me fadaron      en brazos de una ama mía,      8
que andase los siete años      sola en esta montiña.   
Hoy se cumplian los siete años,      o mañana en aquel día:      10
por Dios te ruego, caballero,      llévesme en tu compañia,   
si quisieres por mujer,      si no, sea por amiga.      12
--Esperéisme vos, señora,      fasta mañana, aquel día,   
iré yo tornar consejo      de una madre que tenía.--      14
La niña le respondiera      y estas palabras decía:   
--¡Oh mal haya el caballero      que sola deja la niña!      16
El se va a tomar consejo,      y ella queda en la montiña.1   
Aconsejóle su madre      que la tomase por amiga.      18
Cuando volvió el caballero      no la hallara en la montiña:2   
vidola que la llevaban      con muy gran caballería.      20
El caballero desque la vido      en el suelo se caía:   
desque en sí hubo tornado      estas palabras decía:      22
--Caballero que tal pierde,      muy gran pena merecía:   
yo mesmo seré el alcalde,      yo me seré la justicia:      24
que le3 corten pies y manos      y lo3 arrastren por la villa.   

La Infantina   (í-a)      (ficha nš: 1569)


O caçador foi à caça,      à caça, como sohia;   
os cães ja leva cançados      O falcão perdido havia.      2
Andando-se lhe fez noite      por u~a mata sombria,   
arrimou-se a umas azinheira,      a mais alta que alli via.      4
Fol a levantar os olhos,      viu colas de maravilha:   
no mais alto da ramada      uma donzella tam linda!      8
Dos cabellos da cabeça      A mesma árvore vestia,   
da luz dos olhos tam viva      todo o bosque se allumia.      8
Alli fallou a donzella,      ja vereis o que dizia:   
--Não te assustes,cavalleiro,      não tenhas tam manha frima.      10
Sou filha de uni rei c'roado,      de uma benditta rainha.   
Sette fadas me fadaram,      nos braços de mi' madrinha,      12
que estivesse aquí sette annos,      sette annos o mais um dia:   
hoje se acabam n'os annos,      ámanhan se conta o dia.      14
Leva-me, por Deus t'o peço,      leva em tua companhia.   
Espera-me aquí, donzella,      té ámanhan que e o dia;      16
que eu vou a tomar conselho,      conselho com minha tia.--   
Responde agora a donzella,      que bem que lhe respondia!      18
--Oh mal haja o cavalleiro      que não teve cortezia:   
deixa a menina no souto      sem lhe fazer companhia!--      20
Ella ficou no seu ramo      ello foi-se a ter co'a tia. . .   
Ja voltava o cavalleiro      apenas que rompe o dia;      22
corre por toda essa mata,      a enzinha não descubria.   
Vai correndo e vai chamando,      donzella não respondia;      24
deitou os olhos ão longe,      viu tanta cavallaria   
de senhores e fidalgos      miuto grande tropelin.      26
Levavam n'a linda infanta,      que era ja contado o dia.   
0 triste do cavalleiro por      por morto no chão cahia;      28
mas ja tornava nos sentidos      e a mão à espada mettia:   
--Oh quem perdeu o que eu perco      grande penar merecia!      30
Justiça faço em mim mesmo      e aquí me acabo co'a vida.--   

Espinelo   (í-a)      (ficha nš: 1570)


Muy malo estaba1 Espinelo,      en una cama yacia,   
los bancos eran de oro,      las tablas de plata fina,      2
los colchones en que duerme      eran de holanda muy rica,2   
las sábanas que le cubren      en el agua no se vían,      4
la colcha que encima tiene,3      sembrada de perlería.   
A su cabecera asiste4      Mataleona su amiga;5      8
con las plumas de un pavón      la su cara le resfría.   
Estando en este solaz      tal demanda le hacía:      8
--Espinelo, Espinelo,      ¡cómo naciste en buen día!   
El día que tú naciste      la luna estaba crecida,      10
que ni punto le faltaba,      ni punto le fallecía.   
contásesme tú, Espinelo,      contásesme la tu vida.6      12
--Yo te la diré, señora,      con amor y cortesía:   
mi padre era de Francia,      mi madre de Lombardía;      14
mi padre con su poder      a toda Francia regía.   
Mi madre, como señora,      una ley introducía:7      16
que8 muger que dos pariese      de un parto y en un día,   
que la den por alevosa,      y la quemen por justicia,      18
o la echen en la mar      porque adulterado había.   
Quiso Dios y mi9 ventura,      que ella dos hijos paría      20
de un parto, y en una hora,      que por deshonra tenía.   
Fuérase a tomar consejo      con tan loca fantasía      22
a una captiva mora,      sabía en10 nigromancía.--   
--¿Qué me aconsejas tú, mora,      por salvar la honra mía?--      24
Respondiérale: --Señora,      yo de parecer sería,   
que tomases a tu hijo,      el que se te antojaría,      26
y lo eches en la mar      en una arca dé valía   
bien embetunada toda,      con mucho oro y joyería11      28
porque quien al niño hallase      de criarlo holgaria.--   
Cayera la suerte en mí      y en la gran mar me ponía,      30
la cual estando muy brava      arrebatado me había   
y púsome en tierra firme      con el furor que traía12      32
a la sombra de una mata      que por nombre Espino había,   
que por eso me pusieron      de Espinelo nombradía.      34
Marineros navegando      halláronme en aquel día,   
lleváronme a presentar,      al gran soldán de Suría.      36
El soldán no tenía hijos,13      por su hijo me tenía;   
el soldán agora es muerto,      yo por el soldán regia.      38

Infante Arnaldos   (á)      (ficha nš: 1571)


¡Quién hubiese tal ventura      sobre las aguas de mar,   
como hubo el conde1 Arnaldos      la mañana de San Juan!      2
Con un falcón en la mano      la caza iba cazar;2   
vio venir una galera      que a tierra quiere llegar:3      4
las velas traía de seda,      la ejercia de un cendal,4   
marinero que la manda5      diciendo viene un cantar6      8
que la mar facía en calma,7      los vientos hace amainar,   
los peces que andan 'nel8 hondo      arriba los hace andar,      8
las aves que andan volando      en el mástel las face posar.9   
Allí fabló el conde Arnaldos,      bien oiréis lo que dirá:      10
--Por Dios te ruego, marinero,      dígasme ora ese cantar.--   
Respondióle el marinero,      tal respuesta, le fue a dar:      12
--Yo no digo esta canción      sino a quien conmigo va.--   

Infante Arnaldos   (á)      (ficha nš: 1572)


¡Quién tuviese tal ventura      con sus amores folgar,   
como el Infante Arnaldos      la mañana de San Juan!      2
Andando a matar lagartos      por riberas de la mar,   
vido venir un navío      navigando por la mar;      4
marinero que dentro viene,      diciendo viene este cantar:   
--Galera, la mi galera,      Dios te me guarde de mal,      8
de los peligros del mundo,      de las ondas de la mar,   
y del golfo de León,      del puerto de Gibraltar,      8
de los castillos de moros      que combaten con la mar.   
Oídolo ha la princesa      en los palacios do está:      10
--Si saliredes, mi madre,      si saliredes de mirar   
y veredes cómo canta      la sirena de la mar.      12
--Que non era la sirena,      la sirena de la mar,   
que non era sino Arnaldos,      Arnaldos era el infante,      14
que por mí muere de amores,      que le quería frustrar.*   
¡Quién le pudiese valer,      que tal pena no pagase!      16

Caballero burlado   (í-a)      (ficha nš: 1573)


De Francia partió la niña      de Francia la bien guarnida;   
íbase para París,      do padre y madre tenía.      2
Errado lleva el camino,      errada lleva la guía,   
arrimárase a un roble      por esperar compañiía;      4
vio venir un caballero      que a París lleva la guía.   
La niña desque lo vido      de esta suerte le decía:      8
--Si te place, caballero,      llévesme en tu compañía.   
--Pláceme,-- dijo, --señora,      pláceme--, dijo,-- mi vida.--      8
Apeóse del caballo      por hacelle cortesía;   
puso la niña en las ancas      y él subiérase en la silla.      10
En el medio del camino      de amores la requería;   
la niña desque lo oyera      díjole con osadía:      12
--Tate, tate, caballero,      no hagáis tal villanía:   
hija soy de un malato      y de una malatía;      14
el hombre que a mí llegase      malato se tornaría.--   
El caballero con temor      palabra no respondía.      16
A la entrada de París      la niña se sonreía.   
--¿De qué vos reís, señora?      ¿de que vos reís, mi vida?      18
--Ríome del caballero,      y de su gran cobardía:   
¡tener la niña en el campo,      y catarle cortesía!--      20
Caballero con vergüenza      estas palabras decía:   
--Vuelta, vuelta, mi señora,      que una cosa se me olvida.--      22
La niña como discreta      dijo: --Yo no volvería,   
ni persona, aunque volviese,      en mi cuerpo tocaría:      24
hija soy del rey de Francia      y de la reina Constantina;   
el hombre que a mí llegase      muy caro lo costaría.--      26

Caballero burlado   (í-a)      (ficha nš: 1574)


De Francia salió la niña,      de Francia la bien guarnida.   
Perdido lleva el camino,      perdida lleva la guía,      2
arrimádose ha a un roble      por atender compañía.   
Vido venir un caballero      dispuesto es a maravilla.      4
Comiénzale de fablar,      tales palabras decía:   
--¿Qué hacéis aquí, mi alma?      ¿Qué hacéis aquí, mi vida?--      8
Allí fabló la doncella,      bien veréis lo que diría:   
--Espero compañía, señor,      para Francia la bien guarnida.--      8
Respóndele el caballero,      tales palabras decía:   
--Si te pluguiere, señora,      conmigo te llevaría:      10
si quieres por mujer,      si quieres por amiga.--   
La niña que sola estaba,      estas palabras decía:      12
--Pláceme,-- dijo --señor,      --pláceme,-- dijo, --mi vida;   
diésesme luego la mano      y luego cabalgaría.--      14
El caballero le da la mano,      la niña cabalgado había.   
Andando por su camino      de amores la requería.      16
allí habló la doncella,      bien oiréis lo que decía:   
--Está, quedo, caballero,      non fagáis tal villanía,      18
fija soy de un malato      que tiene la malatía   
y quien a mí llegare      luego se le pegaría;      20
que si vos a mí llegades      la vida vos costaría.   
Mucho os ruego, señor,      que me catéis cortesía. --      22
Y a la salida de un monte      y asomada de una montiña   
el caballero iba seguro,      la niña se sonreía.      24
Allí fabló el caballero,      bien oiréis lo que decía:   
--¿De qué vos reís, mi alma?      ¿De qué vos reís, mi vida?--      26
La niña, que estaba en salvo,      aquesto le respondía:   
--Ríome del caballero      y de su gran cobardía:      28
que tenía niña en el monte,      y usaba de cortesía.--   
El caballero que esto oyó      ahorcarse quería;      30
con gran enojo que tiene,      estas palabras decía:   
--Caballero que tal pierde      ¿qué pena merescía?      32
él se era el alcalde,      él se era la justicia:   
que le corten pies y manos      y lo cuelguen de una encina.--      34
Y él estándose en aquesto      y que hacerlo quería,   
si no fuera por una fada      que a fablarle venía.      36
Las palabras que le dice,      quien quiera se las sabía:   
--No desesperes, caballero,      no desesperes de tu vida:      38
darte ha Dios grande vitoria      en arte de caballería,   
que con los vivos se sirve a Dios      y su madre santa María.--      40
                    
Deshecha del caballero, que dice con enojo:   
--Plega a Dios que a alguno améis   
como yo, señora, a vos,   
porque rabiéis y penéis,   
sin ser conformes los dos:   
él se goce, y vos rabiéis   
él que diga. ¿vos qué habéis   
vos a él: ¿no me queréis?   
responda: no puedo veros.   

Señas del esposo   (á)      (ficha nš: 1575)


Caballero, si a Francia ides,      por mi señor preguntad;   
y porque le conozcáis      con poca dificultad,      2
daros he las señas d'él      sin ninguna falsedad:   
él es dispuesto de cuerpo,      y de mucha gravedad,      4
blanco, rubio y colorado,      mancebo y de poca edad,   
el cual por ser tan hermoso      temo de su lealtad.      8
Hablaréisle con crianza,      porque en él suele morar;   
decidle que su señora      se le envía a encomendar,      8
que ya me parece tiempo      de venirme a libertar   
de esta prisión en que vivo,      muriendo del soledad;      10
y se acuerde que me deja      sin ninguna libertad,   
que me la llevó consigo      de mi propia voluntad.      12
Y las justas y torneos      yo las supe de verdad;   
la divisa que sacó      en señal de desamar.      14
Y si acaso amores tiene      y no los quiere dejar,   
decidle de parte mía,      sin ningún temor mostrar      16
que ausentes, por los presentes,      ligeros son de olvidar.   

Señas del esposo>   (é)        (ficha nš: 1576)


--Caballero de lejas tierras,      llegáos acá, y paréis,   
hinquedes la lanza en tierra,*      vuestro caballo arrendéis;      2
preguntaros he por nuevas,      si mi esposo conocéis.   
--Vuestro marido señora,      decid ¿de qué señas es?--      4
--Mi marido es mozo y blanco,      gentil hombre y bien cortés,   
muy gran jugador de tablas,      y también del ajedrez.      8
En el pomo de su espada      armas trae de un marqués,   
y un ropón de brocado      y de carmesí al envés:      8
cabe el fierro de la lanza      trae un pendón portugués,   
que ganó en unas justas      a un valiente francés.      10
--Por esas señas, señora,      tu marido muerto es:   
en Valencia le mataron      en casa de un ginovés;      12
sobre el juego de las tablas      lo matara un milanés.   
Muchas damas lo lloraban,      caballeros con arnés,      14
sobre todo lo lloraba      la hija del ginovés;   
todos dicen a una voz      que su enamorada es;      16
si habéis de tomar amores,      por otro a mí no dejéis.   
--No me lo mandéis señor,      señor, no me lo mandéis,      18
que antes que eso hiciese,      señor, monja me veréis.   
--No os metáis monja, señora,      pues que hacello no podéis,      20
que vuestro marido amado      delante de vos lo tenéis.**   

Señas del esposo   (é)      (ficha nš: 1577)


Oiga, oiga, buen soldado,      si solo que parecéis,   
¿a mi marido habéis visto      por la guerra alguna vez?      2
--No lo sé, señora mía,      dadme algunas señal d'él.--   
--Mi marido es gentil hombre,      gentil hombre y muy cortés;      4
monta un potro pelicano      más ligero que uno inglés,   
y en el arzon de la silla      lleva las armas del rey      8
con la su espada ceñida      con cinturón de morlés.--   
--Ese hombre que decís,      habrá ya que murió un mes,      8
y manda en el testamento      que conmigo vos caséis.   
--No permita Dios del cielo,      ni mi madre, santa Inés,      10
que fembra de mi linaje      se case más de una vez:   
de tres hijas que me deja      la primera casaré,      12
la mediana será monja,      la tercera guardaré,   
que me cuide y me acompañe,      que me guise de comer,      14
y me lleve de la mano      en casa del coronel.--   
--No vos acuitéis, señora,      señora, no os acuitéis;      16
miradme, miradme el rostro      por ver si me conoséis.   
--Vos sois Mambrú, dulce esposo,      vos sois mi dueño y querer,      18
vos sois. . . Cayó desmayada      en los brazos de su bien   
la dama desfallecida      con tanto gusto y placer.      20
Después que hubo vuelto en sí,      fuéronse juntos al rey,   
que los recibió en sus brazos      a ir a echarse a sus pies.      22
Este es el Mambrú, señores,      que se canta del revés,   
y una gitana lo canta      en la plaza de Aranjuez.      24

Bodas se hacían en Francia   (í)  (ficha nš: 1578)


Bodas hacían1 en Francia      allá dentro en París;   
¡cuán bien que guía la danza      esta2 doña Beatriz!      2
¡cuán bien que3 se la miraba      el buen4 conde don Martín!   
--¿Qué miráis aquí, buen conde?      conde ¿qué miráis aquí?      4
Decid, si miráis la danza,      o si me miráis5 vos a mí.--   
--Que no miro yo a la danza,      porque muchas danzas vi;      8
miro yo vuestra lindeza      que me hace penar a mí.6   
--Si bien os parezco, conde,      conde, saquéisme de aquí,      8
que el marido tengo viejo      y no puede ir atrás mí.7   

Tiempo es el caballero   (í)  (ficha nš: 1579)


Tiempo es, el caballero,      tiempo es de andar de aquí,   
que ni puedo andar en pie,      ni al emperador servir,      2
que me crece la barriga      y se me acorta el vestir:   
vergüenza he de mis doncellas,      las que me dan el vestir;      4
míranse unas a otras      no hacen sino reír:   
vergüenza he de mis caballeros,      los que sirven ante mí.      8
--Parildo--, dijo, --señora,      que así hizo mi madre a mí;   
8     
La infanta desque esto oyera      comenzóse a maldecir:   
--¡Maldita sea la doncella      que de tal hombre fue a parir!--      10
--No vos maldigáis, señora,      no vos queráis maldecir,   
que hijo soy del rey de Francia,      mi madre es doña Beatriz;      14
cien castillos tengo en Francia,      señora, para os guarir,   
cien doncellas me los guardan,      señora, para os servir.      16

Tiempo es el caballero   (í)  (ficha nš: 1580)


--Tiempo es, el caballero,      tiempo es de andar de aquí,   
que me crece la barriga,      y se me acorta el vestir.      2
Vergüenza he de mis doncellas,      las que me dan el vestir:   
míranse unas a otras,      y no hacen sino reír.      4
Si tenéis algún castillo      donde nos podamos ir.--   
--Paridlo vos, mi señora,      que así hizo mi madre a mí;      8
hijo soy de un labrador      que de cavar es su vivir.--   
--¡Maldita sea yo, princesa      a la hora en que nací!      8
¡Antes reventases, vientre,      que de tal hombre parir!--   
--Calléis, infanta,calléis,      no vos queráis maldecir,      10
que hijo soy del rey de Francia      y de la reina emperatriz,   
villas y castillos tengo      donde vos pueda encobrir.      12

Falsa doncellez de la infanta   (í-a)      (ficha nš: 1581)


Bien se pensaba la reina      que buena hija tenía,   
que del conde don Galván,      tres veces parido había,      2
que no lo sabía ninguno      de los que en la corte había,   
sino fuese una doncella      que en su cámara dormía;      4
y por un1 enojo que hubiera      a la reina lo decía.   
La reina se la llamaba      y a su cámara la metía      8
y estando en este cuidado      de palabras la castiga:   
--Ay, hija, si virgo estáis,      reina seréis de Castilla;      8
hija, si virgo no estáis,      de mal fuego seas2 ardida.--   
--Tan virgo estoy, la mi madre,      como el día que fui nascida.      10
Por Dios os ruego, mi madre,      que no me dedes marido;   
doliente soy del mi cuerpo,      que no soy para servillo.3      12

Infanta parida   (á-a)      (ficha nš: 1582)


Parida estaba la infanta,      la infanta parida estaba;   
para cumplir con el rey      decía que estaba mala.      2
Envió a llamar al conde      que viniese a la su sala;   
el conde siendo llamado      no tardó la su llegada.      4
--¿Qué me queredes, mi vida?      qué me queredes, mi alma?--   
--Que toméis esta criatura,      e la deis a criar a un ama.--      8
Ya la tomaba el buen conde      en los cantos de su capa;   
mas, de la sala saliendo,      con el buen rey encontrara.      8
--¿Qué lleváis, el buen conde,      en cantos de vuestra capa?   
--Unas almendras, señor,      que son para una preñada.      10
--Dédesme de ellas, el conde,      para mi hija la infanta.   
--Perdonedes vos, el rey,      porque las traigo contadas.--      12
Ellos en aquesto estando,      la criatura lloraba.   
--Traidor me sois vos, el conde,      traidor me sois en mi casa.      14
--Yo no soy traidor, el rey,      ni en mi linaje se halla:   
hermanos y primos tengo      los mejores de Granada.--      16
Revolvió el manto al brazo      y arrancó de la su espada;   
el conde, por la criatura,      retiróse por la sala.      18
El rey decía: --Prendeldo; --      mas nadie prenderlo osaba.   
La infanta, que luego oyera      rencilla tan grande e brava,      20
a una de las damas suyas      lo que era preguntaba.   
--Es que el rey, señora, al conde      de traidor lo disfamaba      22
porque en la su falda un niño      del palacio lo sacaba,   
creyendo que a vos, señora,      el conde vos deshonrara.--      24
Sale la infanta de prisa      adonde su padre estaba   
y la espada de la mano      de presto se la quitara      26
diciendo: --Oidme, señor,      una cosa que os contara.--   
El rey, que la quería bien,      que dijese le mandaba.      28
--Mía es la criatura      que el conde, señor, llevaba,   
y el conde es mi marido,      yo por tal lo publicaba.--      30
El rey, que aquello oyera,      triste y espantado estaba:   
por un cabo quería vengarse,      e por otro non osaba.      32
Al fin al mejor consejo      como cuerdo se allegaba:   
con voz alta e amorosa      dijo que les perdonaba.      34
Mándales tomar las manos      a un cardenal que allí estaba,   
e hacer bodas sumptuosas      de que todo el mundo holgaba,      36
y así el pesar pasado      en gran gozo se tornaba.   

Gerineldo   (í-o)      (ficha nš: 1583)


Levantóse Gerineldo      que al rey dejara dormido:   
fuése para la infanta      donde estaba en el castillo.      2
--Abráisme--, dijo, --señora,      abráisme, cuerpo garrido.   
--¿Quién sois vos, el caballero,      que llamáis a mi postigo?      4
--Gerineldo soy, señora,      vuestro tan querido amigo.--   
Tomárala por la mano,      en un lecho la ha metido,      8
y besando y abrazando      Gerineldo se ha dormido.   
Recordado había el rey      de un sueño despavorido;      8
tres veces lo hábia llamado,      ninguna le ha respondido.   
--Gerineldo, Gerineldo,      mi camarero polido,      10
si me andas en traición,      trátasme como a enemigo;   
o dormías con la infanta,      o me has vendido el castillo.--      12
Tomó la espada en la mano,      en gran saña va encendido;   
fuérase para la cama,      donde a Gerineldo vido.      14
Él quisiéralo matar;      mas crióle de chiquito;   
sacara luego la espada,      entre entrambos la ha metido,      16
porque desque recordase      viese cómo era sentido.   
Recordado había la infanta,      e la espada ha conocido.      18
--Recordados, Gerineldo,      que ya érades sentido,   
que la espada de mi padre      yo me la he bien conocido.--      20

Gerineldo   (í-o)      (ficha nš: 1584)


--Gerineldo, Gerineldo,      el mi paje más querido,   
quisiera hablarte esta noche      en este jardín sombrío.      2
--Como soy vuestro criado,      señora, os burláis conmigo.   
--No me burlo, Gerineldo,      que de verdad te lo digo.      4
--¿A qué hora, mi señora,      comprir heis lo prometido?   
--Entre las doce y la una,      que el rey estará dormido.--      8
Tres vueltas da a su palacio      y otras tantas al castillo;   
el calzado se quitó      y del buen rey no es sentido      8
y viendo que todos duermen      do posa la infanta ha ido.   
La infanta que oyera pasos      de esta manera le dijo:      10
--¿Quién a mi estancia se atreve?      ¿Quién a tanto se ha atrevido?   
--No vos turbéis, mi señora,      yo soy vuestro dulce amigo,      12
que acudo a vuestro mandado      humilde y favorecido.--   
Enilda le ase la mano      sin más celar su cariño;      14
cuidando que era su esposo      en el lecho se han metido,   
y se hacen dulces halagos      como mujer y marido.      16
Tantas caricias se hacen      y con tanto fuego vivo,   
que al cansancio se rindieron      y al fin quedaron dormidos.      18
El alba salía apenas      a dar luz al campo amigo,   
cuando el rey quiere vestirse,      mas no encuentra sus vestidos:      20
--Que llamen a Gerineldo      el mi buen paje querido.   
Unos dicen: --No está en casa.--      Otros dicen: --No lo he visto.--      22
Salta el buen rey de su lecho      y vistióse de proviso,   
receloso de algún mal      que puede haberle venido.      24
Al cuarto de Enilda entrara      y en su lecho halla dormidos   
a su hija y a su paje      en estrecho abrazo unidos.      26
Pasmado quedó y parado      el buen rey muy pensativo,   
pensándose qué hará      contra los dos atrevidos.      28
--¿Mataré yo a Gerineldo,      al que cual hijo he querido?   
¡Si yo matare la infanta,      mi reino tengo perdido!--      30
En tal estrecho el buen rey,      para que fuese testigo,   
puso la espada por medio      entre los dos atrevidos.      32
Hecho esto se retira      del jardín a un bosquecillo.   
Enilda al despertarse,      notando que estaba el fila      34
de la espada entre los dos,      dijo asustada a su amigo:   
--Levántate, Gerineldo,      levántate, dueño mío,      36
que del rey la fiera espada      entre los dos ha dormido.   
--¿Adónde iré, mi senora?      ¿Adónde me iré, Dios mío?      38
¿Quién me librará de muerte,      de muerte que he merecido?   
--No te asustes, Gerineldo,      que siempre estaré contigo;      40
márchate por los jardines      que luego al punto te sigo.--   
Luego obedece a la infanta,      haciendo cuanto le ha dicho      42
pero el rey, que está en acecho,      se le hace encontradizo.   
--Dónde vas, buen Gerineldo?      ¿Cómo estás tan sin sentido      44
--Paseaba estos jardines      para ver si han florecido,   
y vi que una fresca rosa      el calor ha deslucido.      46
--Mientes, mientes, Gerineldo,      que con Enilda has dormido.--   
Estando en esto el sultán,      un gran pliego ha recibido      48
ábrelo luego y al punto      todo el color ha perdido.   
--Que prendan a Gerineldo,      que no salga del castillo.--      50
En esto la hermosa Enilda      cuidosa llega a aquel sitio.   
De lo que pasa informada,      y conociendo el peligro,      52
sin esperar a que torne      el buen rey enfurecido,   
salta las tapias ligera      en pos de su amor querido.      54
Huyendo se va aTartaria      con su amante y fiel amigo,   
que en un brioso caballo      la atendía en el egido.      56
Allí antes de casarse      recibe Enilda el bautismo,   
y las joyas que lleva      en dos cajas de oro fino:      58
una vida regalada      a su amante ha prometido.   

El conde de Barcelona rescata a la emperatriz de Alemania   (í-a)      (ficha nš: 1585)


En el tiempo que reinaba      y en virtudes florecía,   
ese conde don Ramón,      flor de la caballería,      2
en Barcelona la grande      que por suya la tenía,   
nuevas ciertas de dolor      de un extranjero sabía:      4
que allá en Alemaña      grande llanto se hacía   
por la noble emperatriz      que en virtud resplandecía,      8
que dos malos caballeros      la acusan de alevosía   
ante el gran emperador      que más que a sí la quería,      8
diciendo: --Sepa tu Alteza,      gran señor, si te placía,   
que nosotros hemos visto      a la emperatriz un día      10
holgar con su camarero,      no mirando que hacía   
traición a tí, señor,      y a su gran genealogía1      12
L'emperador muy turbado2      de esta suerte respondía:   
--Si es verdad, los caballeros,      esa tan gran villanía,   
yo haré un tal castigo      cual conviene a la honra mía.--3      14
Mandóla luego prender      y en prisiones la ponía4   
hasta ser cumplido el plazo      que5 la ley lo disponía.      16
Buscase dos caballeros      que defiendan la su vida   
contra los acusadores,      que en el campo se vería      18
la justicia cuya era,      y a quién Dios favorecía.   
Pues sabida por el conde      esta nueva dolorida,      20
determina de partir      a librarla si podía,   
con no más de un escudero,      de quien él mucho sé fía.      22
Andando por sus jornadas      sin parar noche ni día,   
llegado es a las Cortes      que el emperador tenía      24
para dar la gran sentencia      de allí a6 tercero día   
de quemar la emperatriz,      ¡cosa de muy gran mancilla!      26
pues no había caballero      en tan gran caballería   
que por una tal señora      quiera aventurar su vida,      28
por ser los acusadores      de gran suerte y gran valía.   
Pues el conde ya llegado,      preguntó si ser podría      30
hablar con la emperatriz      por cosa, que le cumplía.   
Supo que ninguno entraba      do estaba su Señoría,7      32
sino es su confesor,      fraile de muy santa vida.   
Vase el Conde para él,      de esta suerte le decía:      34
--Padre, yo soy extranjero;      de lejas tierras venía   
a librar, si Dios quisiese,      o morir en tal porfía,      36
a la gran emperatriz,      que es sin culpa, yo creía;   
mas primero, si es posible,      gran descanso me sería      38
hablar con su Majestad,8      si esto9 hacerse podía.--   
--Yo daré órden, señor,      el buen fraile respondía:      40
tomará vuestra merced      a mi hábito que yo tenía,   
y vestirse ha como fraile      y irá10 en mi compañía.--      42
Ya se parte el buen conde      con el fraile que lo guía.   
Llegados que fueron dentro      en la cárcel do yacía,      44
las rodillas por el suelo      el buen conde así decía:   
--Yo soy, muy alta señora,      de España la noblecida,11      46
y de Barcelona conde,      ciudad de gran nombradía.   
Estando12 en la mi corte      con solaz13 y alegría,      48
por muy cierta nueva supe      la congoja que tenía   
vuestra real14 Majestad,      de la cual yo me dolía,      50
y por eso yo partí15      a poner por vos la vida.--   
La emperatriz que esto oyera      de gozosa16 no cabía;      52
lágrimas de los sus ojos      por su linda faz vertía;   
tomárale por las manos,      de esta suerte le decía:      54
--Bien seáis venido, conde,      buena sea vuestra venida;   
vuestra nobleza y valor,      vuestro esfuerzo y valentía      56
ya me hacen ser muy cierta      de mi honra, vuestra vida;   
mi innocencia os librará,      pues que Dios bien la sabía,      58
de la falsa acusación      que contra mí se ponía.--   
Ya se despide el buen conde,      ya las manos le pedía      60
para haberlas de besar,      mas ella no consentía.   
Vase para su posada;      e ya que el plazo se cumplía;      62
armado de todas armas      bien a punto se ponía,   
y él como era muy dispuesto      ¡oh cuán bien que parecía!      64
Su escudero iba con él17      bien armado, que salía18   
en un caballo morcillo      muy rijoso en demasía.      66
Yendo para la grande plaza      con el orgullo19 que traía,   
encontró con un mochacho      que de vello era mancilla,      68
en ver que luego murió      sin remedio de su vida.   
L'escudero que esto vido,20      con temor que en él había,      70
comenzó luego a huir      cuanto el caballo podía,   
y quedó el conde solo,      mas no de esfuerzo y valentía,      72
y como era valeroso      no dejó de hacer su vía;   
puesto ante los jueces      dijo que él defendería      74
ser maldad y traición,      ser envidia y ser falsía21   
la acusación que le ponen      a su alta Señoría;      76
y que salgan uno a uno      pues está sin compañía.   
Estas palabras diciendo,      ya el acusador venía      78
con trompetas y atabales,      con estruendo y gallardía.   
Parten el sol los jueces,      cada cual tomó22 su vía;      80
arremeten los caballos,      gran encuentro se hacía.   
Del acusador la lanza      en piezas volado había      82
sin herir a don Ramón      ni menearlo de la silla:   
don Ramón a su contrario      de tal encuentro lo hería,      84
que del caballo abajo23      derribado lo había.24   
El conde que así lo vido,      del caballo descendía      86
va para él con denuedo,      donde le quitó la vida.25   
El otro26 acusador      que vio tanta valentía      88
en l'extraño caballero27      gran temor en sí tenía28   
y viendo que falsamente      el acusación hacía,      90
demandó misericordia      y al buen conde se rendía.   
Don Ramón con gran nobleza      de esta suerte respondía:      92
--No soy parte, caballero,      para yo daros la vida;29   
pedilda30 a su Majestad      que es quien dárosla podía.31      94
Y preguntó a los jueces      si más hacer se debía   
por librar la emperatriz      de lo que se le imponía.      96
Respondieron que la honra      él ganada la tenía,   
que en su libertad estaba      de hacer lo que quería.      98
Desque aquesto oyera el conde,      del palenque se salía;   
vase para su posada,      no reposa hora ni día:      100
días encima su caballo      desarmado se salía;   
el camino de su tierra      en breve pasado había.      102
Tornando al emperador,      grande fiesta se hacía;   
sacaron la emperatriz      con muy grande32 alegría,      104
con los juegos y las fiestas      toda la ciudad se hundía.   
Todos iban muy galanos,      cada cual quien más podía.      106
L'emperador muy contento      por el vencedor pedía,   
para hacerle aquella honra      que su bondad merecía.      108
Desque supo que era ido      gran dolor en sí sentía;   
a la emperatriz pregunta      le responda por su vida:33      110
quién era su34 caballero      que tan bien la defendía.35   
Respondiérale: --Señor,      yo jurado le tenía      112
no decir quién era él,36      hasta el tercero día.37   
Mas después de ser pasado      ante muchos lo decía,      114
como era el gran conde      flor de la caballería,   
señor de Cataluña      y de toda su valía.38      116
L'emperador que lo supo      de contento no cabía   
viendo que tan gran señor      de su honra se dolía.      118
La emperatriz determina,      y l'emperador lo quería,39   
de partirse para España,      y así luego se partía      120
para ver su caballero      a quien tanto ella debía.   
Con trescientos de caballo      comenzó hacer su vía,40      122
dos cardenales con ella,      por tenerle compañía;   
muchos duques, muchos condes,      con muy gran caballería.      124
El buen conde que lo supo      gran aparato41 hacía,   
y cerca de Barcelona      a recibirla salía      126
acompañado de los grandes      de su grande42 Señoría;   
y una legua de camino,      y otros más dicen que había,      128
mandó poner grandes mesas      de comer muy bastecidas.43   
Pues, recebida que fue      con muy grande cortesía,44      130
entraron en Barcelona,      la cual estaba guarnida   
de muy ricos paramentos      y de gran tapicería.      132
Hacen justas y torneos      y otras fiestas de alegría.   
De esta manera el buen conde      a la emperatriz servía,      134
hasta que para su tierra      de tornarse fue servida.  

Conde Alarcos   (í-a)      (ficha nš: 1586)


Retraída está la infanta,      bien así como solía,   
viviendo muy descontenta      de la vida que tenía,      2
viendo que ya se pasaba      toda la flor de su vida   
y que el rey no la casaba,      ni tal cuidado tenía.      4
Entre sí estaba pensando      a quién se descubriría,   
acordó llamar al rey      como otras veces solía      8
por decirle su secreto      y la intención que tenía.   
Vino el rey siendo llamado,      que no tardó su venida;      8
vidola estar apartada,      sola está sin compañía;   
su lindo gesto mostraba      ser más triste que solía.      10
Conociera luego el rey      el enojo que tenía.   
--¿Qu'es aquesto, la infanta?      ¿qu'es aquesto, hija mía?      12
Contadme vuestros enojos,      no toméis malenconía,   
que sabiendo la verdad      todo se remediaría.--      14
--Menester será, buen rey,      remediar la vida mía,   
que a vos quedé encomendada      de la madre que tenía.      16
Dédesme, buen rey, marido,      que mi edad ya lo pedía;   
con vergüenza os lo demando,      no con gana que tenía,      18
que aquestos cuidados tales      a vos, rey, pertenecían. --   
Escuchada su demanda,      el buen rey le respondía:      20
--Esa culpa, la infanta,      vuestra era, que no mía,   
que ya fuérades casada      con el príncipe de Hungría;      22
no quesistes escuchar      la embajada que os venía,   
pues acá en las nuestras cortes,      hija, mal recaudo había,      24
porque en todos los mis reinos      vuestro par igual no había,   
sino era el conde Alarcos,      hijos y mujer tenía.      26
--Convidaldo vos, el rey,      al conde Alarcos un día,   
y después que hayáis comido      decilde de parte mía,      28
decilde que se acuerde      de la fe que d'él tenía,   
la cual él me prometió,      que yo no se la pedía      30
de ser siempre mi marido      yo1 que su mujer sería.   
Yo fui de ello muy contenta      y que no me arrepentía;      32
si casó con la condesa,2      que mirase lo que hacía,   
que por él no me casé      con el príncipe de Hungría;      34
si casó con la condesa,      d'él es culpa, que no mía.3   
Perdiera el rey en oírlo      el sentido que tenía,      36
mas después en sí tornado4      con enojo respondía:   
--¡No son estos los consejos,      que vuestra madre os decía!      38
¡Muy mal mirastes infanta      do estaba la honra mía!   
Si verdad es todo eso      vuestra honra ya es perdida:      40
no podéis vos ser casada,      siendo la condesa viva.   
Si se hace el casamiento      por razón o por justicia,      42
en el decir de las gentes      por mala seréis tenida.   
Dadme vos, hija, consejo,      que el mío no bastaría,      44
que ya es muerta vuestra madre      a quien consejo pedía.   
--Yo os lo daré, buen rey,      de este poco que tenía:      46
mate el conde a la condesa,      que nadie no lo sabría,5   
y eche fama que ella es muerta      de un cierto mal que tenía,      48
y tratarse ha el casamiento      como cosa no sabida.   
D'esta manera buen rey,      mi honra se guardaría.      50
De allí se salía el rey,      no con placer que tenía;   
lleno va de pensamientos      con la nueva que sabía.      52
Vido estar al conde Alarcos      entre muchos que decía:   
--¿Qué aprovecha, caballeros,      amar y servir amiga,      54
que son servicios perdidos      donde firmeza no había?   
No pueden por mí decir      aquesto que yo decía,      56
qu'en el tiempo que yo serví      una que tanto quería,   
si muy bien la quise entonces,      agora más la quería;      58
mas por mí pueden decir      « quien bien ama tarde olvida ».--   
Estas palabras diciendo      vido al buen rey que venía,      60
y hablando con el rey      de entre todos se salía.   
Dijo el buen rey al conde      hablando con cortesía:      62
--Convidaros quiero, conde,      por mañana en aquel día,   
que queráis comer comigo      por tenerme compañía.      64
--Que se haga de buen grado      lo que su Alteza decía;   
beso sus reales manos      por la buena cortesía6      66
de tenerme he aquí mañana      aunque estaba de partida,   
que la condesa me espera      según la carta me envía.--      68
Otro día de mañana      el rey de misa salía;   
asentóse luego a comer7      no por gana que tenía,      70
sino por hablar al conde      lo que hablarle quería.   
Allí fueron bien servidos      como a rey pertenecía.      72
Después que hubieron comido,      toda la gente salida,   
quedóse el rey con el conde      en la tabla do comía.      74
Empezó8 de hablar el rey      la embajada que traía:   
--Unas nuevas traigo, conde,      que d'ellas no me placía,      76
por las cuales yo me quejo9      de vuestra descortesía.   
Prometistes a la infanta      lo que ella no vos pedía:      78
de siempre ser su marido,      y a ella que lo placía.   
Si otras cosas pasastes      no entro en esa porfía.10      80
Otra cosa os digo, conde,      de que más os pesaría:   
que matéis a la condesa      que cumple a la honra mía;      82
echéis fama que ella es muerta      de cierto mal que tenía,   
y tratarse ha el casamiento      como cosa no sabida      84
porque no sea deshonrada      hija que tanto quería.--   
Oidas estas razones      el buen conde respondía:      86
--No puedo negar, el rey,      lo que la infanta decía   
sino que otorgo ser verdad      todo cuanto me pedía.      88
Por miedo de vos, el rey,      no casé con quien debía:   
no pensé que vuestra Alteza      en ello consentiría.      90
De casar con la infanta      yo, señor, bien casaría;   
mas matar a la condesa,      señor rey, no lo haría      92
porque no debe morir      la que mal no merecía.--   
--De morir tiene, el buen conde,      por salvar la honra mía      94
pues no mirastes primero      lo que mirar se debía.   
Si no muere la condesa      a vos costará la vida.      96
Por la honra de los reyes      muchos sin culpa morían,   
porque muera11 la condesa      no es mucha maravilla.      98
--Yo la mataré, buen rey,      mas no será la culpa mía;   
vos os avendréis con Dios      en fin de vuestra vida.      100
Y prometo a vuestra Alteza,      a fe de caballería,   
que me tengan12 por traidor      si lo dicho no cumplía      102
de matar a la condesa,      aunque mal no13 merecía.   
Buen rey, si me dais licencia,      yo luego me partiría.      104
--Vayáis con Dios, el buen conde,      ordenad vuestra. partida.--   
Llorando se parte el conde,      llorando sin alegría;      106
llorando por la condesa,      que más que a sí la quería.   
Lloraba también el conde      por tres hijos que tenía,      108
el uno era de teta,      que la condesa lo cría,   
que no quería mamar      de tres amas que tenía      110
sino era de su madre      porque bien la conocía;   
los otros eran pequeños,      poco sentido tenían      112
Antes que llegase el conde      estas razones decía:   
--¡Quién podrá mirar, condesa,      vuestra cara de alegría,      114
que saldréis a recebirme      a la fin de vuestra vida!   
Yo soy el triste culpado,      esta culpa toda es mía.--      116
En diciendo estas palabras      la condesa ya salía,   
que un paje le había dicho      como el conde ya venía.      118
Vido la condesa al conde      la tristeza que tenía,   
vióle los ojos llorosos,      que hinchados los tenía      120
de llorar por el camino      mirando el bien que perdía.   
Dijo la condesa al conde:      --¡Bien vengáis, bien de mi vida!      122
¿Qué habéis, el conde Alarcos?      ¿Por qué llorais, vida mía?,   
que venís tan demudado      que cierto no os conocía.      124
No parece vuestra cara      ni el gesto que ser solía;   
dadme parte del enojo      como dais de la alegría.      126
¡Decídmelo luego, conde,      no matéis la vida mía!   
--Yo vos lo diré, condesa,      cuando la hora sería.      128
--Si no me lo decís, conde,      cierto yo reventaría.--   
--No me fatiguéis señora,14      que no es la hora venida.      130
Cenemos luego,15 condesa,      de aqueso que en casa había.   
--Aparejado está, conde,      como otras veces solía.--      132
Sentóse el conde a la mesa,      no cenaba ni podía,   
con sus hijos al costado,      que muy mucho los quería.      134
Echóse sobre los hombros,      hizo como que dormía;   
de lágrimas de sus ojos      toda la mesa cubría.16      136
Mirándolo17 la condesa,      que la causa no sabía,   
no le preguntaba nada,      que no osaba ni podía.      138
Levantóse luego el conde,      dijo que dormir quería;   
dijo también la condesa      que ella también dormiría;      140
mas entr'ellos no había sueño,      si la verdad se decía.   
Vanse el conde y la condesa      a dormir donde solían,      142
dejan los niños de fuera      que el conde no los quería;   
lleváronse el más chiquito,      el que la condesa cría.      144
Cierra el conde la puerta,      lo que hacer no solía.   
Empezó de hablar el conde      con dolor y con mancilla:      146
--Oh desdichada condesa,      grande fue la tu desdicha!   
--No so desdichada, el conde,      por dichosa me tenía      148
sólo en ser vuestra mujer:      esta fue gran dicha mía.   
--¡Si bien lo sabéis18 condesa,      esa fue vuestra desdicha.      150
Sabed que en tiempo pasado      yo amé a quien servía,19   
la cual era la infanta,      por desdicha vuestra y mía.      152
Prometí casar con ella      y a ella que le placía,   
demándame por marido      por la fe que me tenía.      154
Puédelo muy bien hacer      de razón y de justicia;   
díjomelo el rey su padre      porque de ella lo sabía.      156
Otra cosa manda el rey      que toca en el alma mía:   
manda que muráis, condesa,      a la fin de vuestra vida,20      158
que no puede tener honra      siendo vos, condesa, viva.--   
Desque esto oyó la condesa      cayó en tierra amortecida;      160
mas después en sí tornada      estas palabras decía:   
--Pagos son de mis servicios,      conde, con que yo os servía!      162
si no me matais, el conde,      yo bien os aconsejaría   
enviédesme a mis tierras      que mi padre me ternía;      164
yo criaré vuestros hijos      mejor que la que vernía;   
yo os mantendré castidad      como siempre os mantenía.      166
--De morir habéis, condesa,      en antes que venga el día.   
--¡Bien parece, el conde Alarcos,      yo ser sola en esta vida      168
porque tengo el padre viejo,      mi madre ya es fallecida   
y mataron a mi hermano      el buen conde don García,      170
qu'el rey lo mandó matar      por miedo que d'él tenía!   
No me pesa de mi muerte,      porque yo morir tenía,      172
mas pésame de mis hijos,      que pierden mi compañía;   
hacémelos venir, conde,      y verán mi despedida.      174
--No los veréis más, condesa,      en días de vuestra vida.   
Abrazad este chiquito,      que aqueste es él que os perdía.      176
Pésame de vos, condesa,      cuanto pesar me podía;   
no os puedo valer, señora,      que más me va que la vida.      178
Encomendaos a Dios      que esto hacerse tenía.   
--Dejéisme decir, buen conde,      una oración que sabía.      180
--Decilda presto, condesa,      enantes que venga el día.   
--Presto la habré dicho, conde,      no estaré un Ave María.--      182
Hincó las rodillas en tierra      esta oración decía:   
--En las tus manos, Señor,      encomiendo el alma mía;      184
no me juzgues mis pecados      según que yo merecía,   
mas según tu gran piedad      y la tu gracia infinita.      186
Acabada es ya, buen conde,      la oración que sabía;   
encomiénd'os esos hijos      que entre vos y mí había      188
y rogad a Dios por mí      mientra tuvierdes vida,   
que a ello sois obligado      pues que sin culpa moría.      190
Dédesme acá ese hijo,21      mamará por despedida.   
--No lo despertéis condesa,      dejaldo estar, que dormía,      192
sino que os demando22 perdón      porque ya viene23 el día.   
--A vos yo perdono, conde,      por el amor que os tenía;      194
mas yo no perdono al rey,      ni a la infanta su hija,   
sino que queden citados      delante la alta justicia,      196
que allá vayan a juicio      dentro de los treinta días.--   
Estas palabras diciendo      el conde se apercebía;      198
echóle por la garganta      una toca que tenía,   
apretó con las dos manos      con la fuerza que podía,      200
no le aflojó la garganta      mientra que vida tenía.   
Cuando ya la vido el conde      traspasada y fallecida,      202
desnudóle los vestidos      y las ropas que tenía;   
echóla encima la cama,      cubrióla como solía;      204
desnudóse a su costado,      obra de un Ave María.   
Levantóse dando voces      a la gente que tenía:      206
--¡Socorré, mis escuderos,      que la condesa se fina!--   
Hallan la condesa muerta      los que a socorrer venían.      208
Así murió la condesa      sin razón y sin justicia;   
mas también todos murieron      dentro de los treinta días:      210
los doce días pasados      la infanta ya moría;   
el rey a los veinte y cinco,      el conde al treinteno día;      212
allá fueron a dar cuenta      a la justicia divina.   
Acá nos dé Dios su gracia,      y allá la gloria cumplida.      214

Alarcos   (í-a)     (ficha nš: 1587)


Chorava a infanta Solisa,      chorava e razão havia,   
vivendo tam descontente,      seu pae por casar a tinha.      2
Acordou el rei da cama      com o pranto que fazia:   
--Que tens tu, querida infanta,      que tens tu, ó filha minha?      4
--Senhor pae, o que hei-de eu ter      se fino dixe me pésa a vida?   
De tres irmans que nós eramos      solteira eu só ficaria.      8
Que queres tu que te eu faça?      Mas a culpa não é minha   
Ca vieram embaixadas      de Guitaina e Normandia;      8
nem ouvi-las não quizeste,      nem fazer-lhes cortezia . . .   
Na minha côrte não veio      marido que te daria. . .      10
Só se fosse o conde Yanno,      o esse ja mulher havia   
Ai! ricco pae da minha alma,      pois esse é que eu quería.      12
Se elle tem mulher o filhos      a mim muito mais devia,   
que me não soube guardar      a fé que me promettia.      14
Manda el rei chamar o conde,      sem saber o que faria:   
que lhe viesse fallar . . .      em saber que lhe diría.      16
--Inda agora vim do paço,      ja el rei lá me quería!   
Ai! será para meu bem--      Ai! para meu mal sería?      18
Conde Yanno que chegava,      el rei que a buscar o vinha:   
--Beijo a mão a vossa Alteza,      que quer vossa senhoria?--      20
Responde-lhe agora o rei      com grande merencoria:   
--Beijae, que mercè vos faço:      casaréis com minha filha.--      22
Cuidou de cahir por morto      o conde que tal ouvia:   
--Senhor rei, que sou casado      ja passa mais de anno e día!      24
--Mattaréis vossa mulher,      casaréis com minha filha.   
--Senhor, como hei de mattá-la      se a morte me não mer'cia?      26
--Callae-vos, conde, callae-vos,      não vos quero demazia;   
filhas do réis não se inganham      como uma mulher captiva.      28
Senhor, que é muita razão,      mais razão que ser devia,   
para me mattar a mim      que tanto vos offendia;      30
mas mattar uma innocente      com tammanha aleivozia!   
N'esta vida nem ha outra      Deus m'o não perdoaria.      32
--A condessa ha de morrer      pelo mal que ca facia.   
Quero ver sua cabeça      n'esta doirada bacia.--      34
Foi-se embora o conde Yanno,      muito triste que elle ia   
Adeante uni pagem d'el rei      levava a negra bacia.      36
0 pagam ia de lutto,      de lutto o conde vestia,   
mais dó levava no peito      c'os appertos da agonia.      38
A condessa, que o esperava,      muito longe que o via,   
com o filhinho nos braços      para abraça-lo corría.      40
--Bem vindo sejais, meu conde,      tu vinda minha alegria!--   
Elle sem dizer palavra      pelas escadas subía.      42
Mandou fechar seu palacio,      coisa que nunca fazia;   
mandou logo pôr a cea      como quem lhe appetecia.      44
Sentaram-se ambos a mesa,      nem um nem outro comia;   
as lagrymas era um rio      que pela mesa corría.      46
Foi a beijar o filhinbo      que a mãe aos peitos trazia,   
largou o seio o innocente,      como um anjo lhe surria.      48
Quando tal viu a condessa,      o coração lhe partia;   
desata em tammanho chôro      que em toda a casa se ouvia.      50
--Que tens tu, querido conde,      que tens tu, ó vida minha?   
Tira-me ja d'estas âncias,      el rei o que te quería?--      52
Elle affogava em soluços,      resonder-lhe não podia;   
ella, apertando-o nos braços,      com muito amor lhe dizia:      54
--Abre-me o teu coração,      desaffoga essa agonia,   
da-me da tua tristesa,      dar te hei da minha alegria.--      56
Levantou-se o conde Yanno,      a condessa que o seguía.   
Deitaram-se ambos no leito;      nem um nem otro dormía.      58
Ouvireis a desgraçada,      ouvide ora o que dizia:   
--Peço-te por Deus do ceo      e pela Virgem Maria,      60
antes me mates, meu conde,      que eu ver-te n'essa agonia.   
--Morto seja quem tal manda      máis a sua tyrannia!      62
--Ai! não te intendo meu conde,      dize-me, por tua vida,   
que negra ventura é ésta      que entre nós está mettida?      64
--Ventura da sem ventura,      grande foi tua mofina!   
Manda-me el rei que te matte,      que case com sua filha.--      66
Palavras não eram dittaas,      inda mal lh'as ouviria,   
a desgraçada condessa      por morta no chão cahia.      68
Não quiz Deus que ali morresse . . .      Triste que allí não morria!   
Maior dor do que a da morte      a torna a chamar à vida.      70
--Calla, calla, conde Yanno,      que inda remedio haveria;   
ai! não me mattes, meu conde,      e um alvitre te daria:      72
á meu pae me mandarás,      pa que tanto me quería!   
Ter-me-hão por filha donzella,      eou a fe te guardaria.      74
Criarei este innocente      que a outra não criaria;   
manter-te-hei castidade      como sempre t'a mantia.      76
--Ai! como pôde isso ser,      condessa minha querida,   
se el rei quer tua cabeça      n'esta doirada bacia?      78
--Calla, calla, conde Yanno,      que inda remedio teria   
metter-me-has n'um convento      da ordem da freiraria;      80
dar-me-hão o pão por onça      e a agua por medida;   
eu lá morrerei de pena,      e a infante o não saberia.      82
--Ai! como pôde isso ser,      condessa minha querida,   
se quer ver tua cabeça      n'esta malditta bacia?      84
--Fecháras-me n'uma tôrre      nem sol nem lua veria,   
as horas de minha vida      por meus ais as contaria.      86
--Ai! omo póde iso ser,      condessa minha uerida,   
se el ei quer tua cabeça      n'esta doirada bacia?      88
Palavras não eram dittas,      el rei que à porta batia   
--Se a condessa não é morta,      que então elle a mattaria.      90
--A condessa não é morta      mas está na agonia.   
--Deixa-me dizer, meu conde,      uma oração que eu sabía.      92
--Dizei depressa, condessa,      antes que amanheça o día.   
--Ai! quem podéra rezar,      o virgem sancta Maria!      94
que eu não me pêza da morte,      pêza-me da alevozia;   
mais me pêza de ti, conde,      e da toa covardia.      96
Mattas-me por tuas mãos      só porque el rei o quería!   
Ai! Deus te perdoe, conde,      lá na hora da contia.      98
Deixar-me dizer adeus      á tudo o que eu mais quería:   
ás flores d'este jardim,      ás aguas da fonte fría;      100
adeus cravos, adeus rosas,      adeus flor da Alexandria!   
Guardae-me vós meus amores      que outrem me não guardaria.      102
Deem-me cá esse menino      intranhas de minha vida   
d'este sangue de meu peito      mamará por despedida.      104
Mama, meu filhinho, mama      d'esse leite da agonia;   
que atégora tinhas mãe,      mãe que tanto te quería,      106
ámanhan terás madrasta      de mais alta senhoria. . .--   
Tocam n'os sinos na sé . . .      Ai Jesus! quem morreria?      108
Responde o filhinho ao peito,      respondeu--que maravilha!   
--Morreu, foi a nossa infanta      pelos males que fazia.      110

Conde Dirlos   (á-e)      (ficha nš: 1588)


Estábase el conde Dirlos,      sobrino de don Beltrán,   
asentado en sus tierras      deleitándose en cazar,      2
cuando le vinieron cartas      de Carlos el emperante.   
De las cartas placer hubo,      de las palabras pesar,      4
que lo que las cartas dicen      a él parece muy mal.   
--Rogar vos quiero, sobrino,      el buen frances natural,      8
lleguéis vuestros caballeros,      los que comen vuestro pan;   
darles heis1 doblado sueldo      del que les soledes dar,      8
dobles armas y caballos,      que bien menester los2 han;   
darles heis el campo franco      de todo lo que ganaren;      10
partiros heis a los reinos      del rey moro Aliarde.   
Desafiamiento3 me ha dado      a mí y a los doce pares      12
grande mengua me sería      que todos hobiesen de andar.   
No veo caballero en Francia      que mejor pueda enviar,      14
sino a vos, el conde Dirlos,      esforzado en pelear.--   
El conde que esto oyó,      tomó tristeza y pesar,      16
no por miedo de los moros      ni miedo de pelear,   
mas tiene mujer hermosa,      mochacha de poca edad.      18
Tres años anduvo en armas      para con ella casar,   
y el año no era cumplido,      de ella lo mandan apartar.      20
De que esto él pensaba      tomó de ello gran pesar,   
triste estaba y pensativo,      no cesa de sospirar;      22
despide los falconeros,      los monteros manda pagar,   
despide todos aquellos      con quien solía deleitarse;      24
no burla con la condesa      como solía burlar;   
mas muy triste y pensativo      siempre le veían andar.      26
La condesa que esto vido,      llorando empezó de hablar:   
--¡Triste estades vos, el conde,      ¡triste, lleno de pesar      28
de esta tan triste partida      para mí de tanto mal!   
Partir vos queréis, el conde,      a los reinos de Aliarde,      30
dejaisme en tierras ajenas      sola y sin quien me acompañe.   
¿Cuántos años, el buen conde,      hacéis cuenta de tardar?      32
Yo volverme he a las tierras,      a las tierras de mi padre;   
vestirme he de un paño negro,      ese4 será mi llevar;      34
rnaldiré mi hermosura,      maldiré mi mocedad,   
maldiré aquel triste día      que con vos quise casar.      36
Mas si vos queredes, conde,      yo con vos querría andar;   
mas quiero perder la vida,      que sin vos de ella gozar.      38
El conde desque esto oyera      empezóla de mirar;   
con una voz amorosa      presto tal respuesta hace:      40
--No lloredes vos, condesa,      de mi partida no hayáis pesar;   
no quedaréis5 en tierra ajena,      sino en vuestra a vuestro mandar,      42
que antes que yo me parta      todo vos lo quiero dar.   
Podéis vender cualquier villa,      y empeñar cualquier ciudad,      44
como principal heredera      que nada vos puedan quitar.   
Quedaréis encomendada      a mi tío don Beltrán      46
y a mi primo Gaiferos,      señor de París la grande;   
quedaréis encomendada      a Oliveros y a Roldán,      48
al emperador, y a los doce      que a una mesa comen pan;   
porque los reinos son lejos      del rey moro Aliarde;      50
que son cerca la Casa Santa      allende del nuestro mar.   
Siete años, la condesa,      todos siete me esperad;      52
si a los ocho no viniere,      a los nueve vos casad;   
seréis de veinte y siete años      que es la mejor edad.      54
El que con vos casare, señora,      mis tierras tome en ajuar;   
gozará de mujer hermosa,      rica y de gran linaje.      56
Bien es verdad, la condesa,      que comigo vos querría llevar;   
mas yo voy para batallas,      y no cierto para holgar.      58
Caballero que va en armas      de mujer no debe curar   
porque con el bien que os quiero      la honra habría de olvidar.      60
Mas aparejad, condesa,      mandad vos aparejar,   
iréis comigo a las cortes,      a París esa ciudad.      62
Toquen, toquen mis trompetas,      manden luego cabalgar.   
Ya se parte el buen conde,      la condesa otro que tal;      64
la vuelta van de París      apriesa, no de vagar.   
Cuando son a una jornada      de Paris esa ciudad      66
el emperador que lo supo      a recebir se lo sale.   
Con él sale Oliveros,      con él sale don Roldán,      68
con él Arderín de Ardeña,***      y Urgel de la fuerza grande;   
con él infante Guarinos,      almirante de la mar,      70
con él sale el esforzado      Renaldos de Montalván,   
con él van todos los doce      que a una mesa comen pan,      72
sino el infante Gaiferos      y el buen conde don Beltrán,   
que salieron tres jornadas      mas que todos adelante.      74
No quiso el emperador      que hubiesen de aposentar,   
sino en sus reales palacios      posada les mandó dar.      76
Empiezan luego su partida      apriesa y no de vagar;   
dale diez mil caballeros      de Francia más principales,      78
y con mucha otra gente      y gran ejército real.   
El sueldo les paga junto      por siete años y más.      80
Ya tomadas buenas armas,      caballos otro que tal,   
enderezan su partida,      empiezan de cabalgar;      82
cuando el buen conde Dirlos      ruega mucho al emperante   
que él y todos los doce      se quisiesen ayuntar.      84
Cuando todos fueron juntos      en la gran sala real,   
entra el conde y la condesa,      mano por mano se van.      86
Cuando son en medio de ellos,      el conde empezó de hablar:   
--A vos lo digo, mi tío,      el buen viejo don Beltrán,      88
y a vos, infante Gaiferos,      y a mi buen primo carnal,   
y esto delante de todos      lo quiero mucho rogar      90
y al muy alto emperador,      que sepa mi voluntad,   
como villas y castillos,      y ciudades y lugares      92
los dejo a la condesa,      que nadie las pueda quitar;   
mas como principal heredera      en ellas pueda mandar,      94
en vender cualquiera villa,      y empeñar cualquier ciudad.   
De aquello que ella hiciere      todos se hayan de agradar.      96
Si por tiempo yo no viniere      vosotros la queráis casar,   
el marido que ella tome      mis tierras haya en ajuar;      98
y a vos la encomiendo, tío,      en lugar de marido y padre;   
y a vos, mi primo Gaiferos,      por mí la queráis, honrar;      100
y encomiéndola a Oliveros,      y encomiéndola a Roldán,   
y encomiéndola a los doce,      y a don Carlos el emperante.      102
A todos les place mucho      de aquello que el conde hace.   
Ya se parte el buen conde      de París esa ciudad;      104
la condesa que ir lo vido      jamás lo quiso dejar   
fasta orillas de la mar      do se había de embarcar.      106
Con ella va don Gaiferos,      con ella va don Beltrán,   
con ella va el esforzado      Renaldos de Montalván,      108
sin otros muchos caballeros      de Francia más principales.   
A tan triste despedida      el uno del otro hacen,      110
que si el conde iba triste,      la condesa mucho más.   
Palabras6 están diciendo      que era dolor de escuchar:      112
el conorte que se daban      era contino llorar.   
Con gran dolor manda el conde      hacer vela y navegar.      114
Como sin la condesa se vido      navegando por la mar,   
movido de muy gran saña,      movido de gran pesar,      116
diciendo que por ningún tiempo      de ella lo harán apartar.   
Sacramento7 tiene hecho      sobre un libro misal      118
de jamás volver en Francia,      ni en ella comer pan,   
ni que nunca enviará carta,      porque de él no sepan parte.      120
Siempre triste y pensativo,      puesto en pensamiento grande,   
navegando en sus jornadas      por la tempestuosa mar,      122
llegado es a los reinos      del rey moro Aliarde.   
Ese gran soldán de Persia,      con poderío muy grande      124
ya les estaba aguardando      a las orillas del mar.   
Cuando vino cerca tierra      las naves mandó llegar;      126
con un esfuerzo esforzado      los empieza de esforzar.   
--¡Oh esforzados caballeros!      ¡oh mi compaña leal,      128
acuérdeseos que dejamos      nuestra tierra natural!   
De ellos dejamos mujeres,      de ellos hijos, de ellos padres      130
sólo para ganar honra,      y no para ser cobardes.   
Pues esforzados, caballeros,      esforzad en pelear;      132
yo llevaré la delantera,      y no me queráis dejar.   
La morisma era tanta,      tierra no les dejan tomar.      134
El conde era esforzado      y discreto en pelear,   
manda toda la8 artillería      en las sus barcas posar.      136
Con el ingenio que traía      empiézales de tirar;   
los tiros eran tan fuertes,      que9 por fuerza hacen lugar.      138
Veréis sacar los caballos,      y muy apriesa cabalgar;   
tan fuerte dan en los moros,      que tierra les hacen dejar.      140
En tres años que el buen conde      entendió en pelear,   
ganados tiene los reinos      del rey moro Aliarde.      142
Con todos sus caballeros      parte por iguales partes;   
tan grande parte da al chico,      tanto le da como al grande;      144
Sólo él se retraía      sin querer algo tomar.10   
Armado de armas blancas,      y cuentas para rezar,      146
¡tan triste vida hacía      que no se puede contar!   
El soldán le hace tributo      y los reyes de allende el mar;      148
de los tributos que le daban      a todos hacía parte.   
A todos hace mandamiento      y a los mejores jurar,      150
ninguno sea osado      hombre a Francia enviar,   
y al que cartas enviase      luego le hará matar.      152
Quince años el conde estuvo      siempre allende del mar,   
que no escribió a la condesa,      ni a su tío don Beltrán,      154
ni escribió a los doce,      ni menos al emperante.   
Unos creían que era muerto,      otros anegado en mar.      156
Las barbas y los cabellos      nunca los quiso afeitar;   
tiénelos fasta la cinta,      fasta la cinta, y aun más;      158
la cara mucho quemada      del mucho sol y del aire,   
con el gesto demudado      muy fiero y espantable.      160
Los quince años cumplidos,      deciséis querían entrar,   
acostóse en su cama      con deseo de holgar.      162
Pensando estaba pensando      la triste vida que hace,   
pensando en aquel tiempo      que solía festejar,      164
cuando justas y torneos      por la condesa solía armar.   
Dormióse con pensamiento      y empezara de holgar,      166
cuando hace un triste sueño      para él de gran pesar:   
que veía estar la condesa      en brazos de un infante.      168
Salto diera de la cama      con un pensamiento grande,   
gritando con altas voces,      no cesando de hablar:      170
--¡Toquen, toquen mis trompetas,      mi gente manden llegar!--   
Pensando que había moros      todos llegado11 se han.      172
Desque todos son, llegados,      llorando empezó a hablar:   
--¡Oh esforzados caballeros!      ¡ oh mí compaña leal!,      174
yo conozco aquel ejemplo      que dicen, y es12 verdad,   
que cualquier13 hombre nacido      que es de hueso y de carne,      176
el mayor deseo que tiene14      era en sus tierras holgar.   
Ya cumplidos son quince años,      y en deciséis quiere entrar,      178
que somos en estos reinos      y estamos en soledad.   
Quien dejó15 mujer hermosa      vieja la ha de hallar;      180
el que dejó hijos pequeños      hallarlos ha hombres grandes;   
ni el padre conocerá al hijo,      ni el hijo menos al padre.      182
Hora es mis caballeros,      de ir a Francia a holgar,   
pues llevamos harta honra      y dineros mucho más.      184
Lleguen, lleguen luego naves,      mándolas aparejar;   
ordenemos capitanes      para las tierras guardar.      186
Ya todo es aparejado,      ya empiezan a navegar.   
Cuando todos son llegados      a las orillas del mar,      188
llorando de los sus ojos      el conde empieza de hablar:16   
--¡Oh esforzados caballeros!      ¡oh mi compaña leal!      190
una cosa rogar vos quiero,      no me la queráis negar;   
quien secreto me tuviere      yo le he de galardonar,      192
que todos hagáis juramento      sobre un libro misal,   
que en parte ninguna que sea      no me hayáis de nombrar,      194
porque con el gesto que traigo      ninguno me conocerá;17   
mas viéndome con tanta gente      y un ejército real,      196
si vos demandan quién soy      no les digáis la verdad,   
mas decid que soy mensajero      que vengo de allende el mar,      198
que voy con una embajada      a don Carlos el emperante   
porque es hecho un mal suyo,18      y quiero ver si es verdad.      200
Con el alegría19 que llevan      de a Francia se tornar,   
todos hacen sacramento      de tenerle poridad.      202
Embárcanse muy alegres,      empiezan de navegar;   
el viento tienen muy fresco      que placer es de mirar.      204
Allegados son en Francia,      en sus tierras naturales.   
Cuando el conde se vio en tierra,      empieza de caminar;      206
no va la vuelta de las cortes      de Carlos el emperante,   
mas va la vuelta de sus tierras      las que solía mandar.      208
Ya llegado que es a ellas,      por ellas empieza de andar.   
Andando por su camino      una villa fue a hallar;      210
llegado se había cerca      por con alguno hablar.   
Alzó los ojos en alto      a la puerta del lugar,      212
llorando de los sus ojos      comenzara de hablar:   
--¡Oh esforzados caballeros,      de mi dolor habed pesar,      214
armas que mi padre puso      mudadas las veo estar!   
O es casada la condesa,      o mis tierras van a mal.      216
Allegóse a las puertas      con gran enojo y pesar,   
y mirando por entre ellas      gentes de armas vido estar.      218
Llamando está uno de ellos      mas viejo en antigüedad;   
de la mano él lo toma      y empiézale de hablar:      220
--Por Dios te ruego, el portero,      me digas una verdad.   
¿De quién son aquellas20 tierras?      ¿Quién las solía mandar?      222
--Pláceme--, dijo el portero,      --de decir vos la verdad;   
ellas eran del conde Dirlos,      señor de aqueste lugar,      224
agora son de Celinos      de Celinos el infante.--   
El conde desque esto oyera      vuelto se le ha la sangre;      226
con una voz demudada      otra vez le fue a hablar:   
--Por Dios te ruego, hermano,      no te quieras enojar,      228
que esto que agora me dices      tiempo habrá que te lo pague.   
¿Díme si las heredó Celinos,      o si las fue a mercar?      230
¿o si en juego de dados      si las fuera a ganar?   
¿o si las tenía por fuerza      que no las quiere tornar?--      232
El portero que esto oyera      presto le fue a hablar:   
--No las heredó señor,      que no le vienen de linaje,      234
que hermanos tiene el conde      aunque se querían mal   
y sobrinos tiene muchos      que las podrían21 heredar,      236
ni menos las ha mercado,      que no las basta a pagar,   
que Irlos es muy grande ciudad,      y ha muchas villas y lugares.      238
Cartas hizo contrahechas,      que al conde muerto lo han,   
por casar con la condesa      que era rica y de linaje;      240
y aun ella no casara,      cierto a su voluntad,   
sino por fuerza de Oliveros,      y a porfía de Roldán,      242
y a ruego de Carlo22 Magno,      de Francia rey emperante,   
por casar bien a Celinos,      y ponerle en buen lugar;      244
mas el casamiento han hecho      con una condición tal,   
que no allegase a la condesa,      ni a ella haya de llegar;      246
mas por él se desposara      ese paladín Roldán.   
Ricas fiestas se hicieron      en Irlos esa ciudad;      248
gastos, galas y torneos      muchos, de los doce pares.   
El conde de que esto oyera      vuelto se le ha la sangre,      250
por mucho que disimula      no cesa de sospirar,   
diciéndole está: --Hermano,      no te enojes de contar,      252
¿quién fue en aquestas bodas?      ¿y quien no quiso estar?--   
--Señor en ellas fue Oliveros,      y el emperador y Roldán      254
fue Belardos y Montesinos,      y el gran conde don Grimaldo23   
y otros muchos caballeros      de aquellos de los doce pares.      256
Pesó mucho a Gaiferos,      pesó mucho a don Beltrán,   
más pesó a don Galván      y al fuerte Merián.      260
Ya que eran desposados,      misa les quieran24 dar;   
allegó un falconero      a don Carlos25 emperante,      262
que venía de aquellas tierras      de allá de allende26 el mar.   
Dijo que el conde era vivo,      y que traía señal.      264
Plugo mucho a la condesa,      pesó mucho al infante   
porque en las grandes fiestas      hubo grande desbarate.27      266
Allá traen grandes pleitos      en las cortes del emperante,   
por lo cual es vuelta Francia      y todos los doce pares.      268
Ella dice que un año de tiempo      pidió antes de desposar,   
por enviar mensajeros      muchos allende la mar;      270
si el conde era ya muerto,      el casamiento fuese adelante;   
si era vivo, bien sabía      que ella no podía casar.      272
Por ella responde Gaiferos,      Gaiferos y don Beltrán;   
por Celinos era Oliveros,      Oliveros y Roldán.      274
Creemos que es dada sentencia,      o se quería ahora dar,   
porque ayer hubimos cartas      de Carlos el emperante:      276
que quitemos aquellas armas,      pongamos las naturales,   
y que guardemos las tierras      por el Conde don Beltrán;      278
que ninguno de Celinos      en ellas no pueda entrar.   
El conde desque esto oyera,      movido de gran pesar,      280
vuelve riendas al caballo,      en el lugar no quiso entrar;   
mas allá en un verde prado      su gente mandó llegar.      282
Con una voz muy humilde      les empieza de hablar:   
--¡Oh esforzados caballeros!      ¡oh, mi compañía leal!      284
el consejo que os pidiere      bueno me lo queráis dar.   
¿Si me consejáis que vaya      a las cortes del emperante,      286
o que mate a Celinos,      a Celinos el infante?   
¿Volverémos en allende      do seguros podemos estar?      288
Caballeros que esto oyeron      presto tal respuesta hacen:   
--¡Calledes, conde, calledes!      ¡conde, no digáis atal!      290
No miréis a vuestra gana,      mas mirad a don Beltrán,   
y esos buenos caballeros      que tanta honra vos hacen.      292
Si vos matáis a Celinos      dirán que fuistes cobarde;   
si no, que vais a las cortes      de Carlos el emperante;      294
conoceréis quién bien os quiere      y quién vos quería mal.   
Por bueno que es Celinos,      vos sois de tan buen linaje,      296
y tenéis dos tantas tierras      y dineros que gastar.   
Nosotros vos prometemos      con sacramento leal,      298
que somos diez mil caballeros,      y franceses naturales;   
de por vos perder la vida      y cuanto tenemos gastar,      300
quitando al emperador,      contra cualquier otro grande.--   
El conde desque esto oyera,      respuesta ninguna hace;      302
da de espuelas al caballo,      va por el camino adelante.   
La vuelta va de París      como aquel que bien la sabe.      304
Cuando fue a una jornada      de las cortes del emperante,   
otra vez llega a los suyos      y les empieza de hablar:      306
--Esforzados caballeros,      una cosa os quiero rogar:   
siempre tomé vuestro consejo,      el mío queráis tomar      308
porque si entro en París      con ejército real,   
saldrá por mí el emperador      con todos los principales.      310
Si no me conoce de vista,      conocerme ha en el hablar   
y así no sabré de cierto      todo mi bien y mi mal.      312
Al que no tiene dineros      yo le daré que gastar:   
los unos vuelvan a zaga28      los otros pasen adelante,      314
los otros en derredor      posad29 en villas y lugares.   
Yo solo con cient caballeros      entraré en la ciudad      316
de noche y escurecido      que nadie de mí sepa parte.   
Vosotros en ocho días      podreis30 poco a poco entrar;      318
hallaréisme en los palacios      de mi tío don Beltrán,   
aparejarvos he posada      y dineros que gastar.      320
Todos fueron muy contentos,      pues al conde así le place.   
Noche era escurecida      cerca diez horas o más,      322
cuando entró el conde Dirlos      en París esa ciudad.   
Derecho va a los palacios      de su tío don Beltrán,      324
a lo cual atravesaban      por medio de la ciudad.   
Vido asomar tantas hachas,      gente de armas mucho más;      326
por do él pasar había,      por allí van a pasar.   
El conde de que los vido      los suyos manda apartar;      328
desque todos son pasados      el postrero fue a llamar:   
--Por Dios te ruego, escudero,      me digas una verdad:      330
¿quién son esta gente de armas      que agora van por ciudad?--   
El escudero que esto oyera      tal respuesta le fue a dar:      332
--Señor, la condesa Dirlos      viene del palacio real,   
sobre un pleito que traía      con Oliveros y Roldán.      334
Los que la llevan en medio      son Reinaldos31 y don Beltrán:   
aquellos que van zagueros      donde tantas lumbres van      336
son el infante Gaiferos      y el fuerte Merián.--   
El conde de que esto oyera      de la ciudad él se sale.      338
Debajo de una espesura      para cabe los adarves,   
diciendo está a los suyos:      --No es hora de entrar,      340
que desque sean apeados      tornarán a cabalgar.   
Yo quiero entrar en hora      que de mí no sepan parte.--      342
Allí están razonando      de armas y de hechos grandes   
hasta que era media noche,      los gallos querían cantar.      344
Vuelven riendas a los caballos,      y entran en la ciudad.   
La vuelta van de los palacios      del buen conde don Beltrán:      346
antes de llegar a ellos      de dos calles y aun más,   
tantas cadenas hay puestas      que ellos no pueden pasar.      348
Lanzas les ponen a los pechos,      no cesando de hablar:   
--¡Vuelta, vuelta, caballeros,      que por aquí no hay pasaje!      350
que aquí están los palacios      del buen conde don Beltrán,   
enemigo de Oliveros,      enemigo de Roldán,      352
enemigo de Belardos,      y de Celinos el infante.--   
El conde desque esto oyera      presto tal respuesta hace:      354
--Ruégote yo, caballero,      que me quieras escuchar:   
anda, ve, y dile luego      a tu señor don Beltrán,      356
que aquí está un mensajero      que viene de allende el mar:   
cartas traigo del conde Dirlos,      su buen sobrino carnal.      358
El caballero con placer      empieza de aguijar;   
presto las nuevas le daba      al buen conde don Beltrán,      360
el cual ya se acostaba      en su cámara real.   
Desque tal nueva oyera      tornóse a vestir y calzar;      362
caballeros al derredor,      trescientos trae por guardarle;   
hachas muchas encendidas      al patín hizo bajar;      364
mandó que al mensajero      solo lo dejen entrar.   
Cuando fue en el patín      con la mucha claridad      366
mirándole está, mirando,      viéndole como salvaje.   
Como el que está espantado      a él no se osa llegar;      368
bajito el conde le habla      dándole muchas señales.   
Conocióle don Beltrán      entonces en el hablar,      370
y con los brazos abiertos      corre para le abrazar;   
diciéndole está: --¡Sobrino!--,      no cesando de sospirar.      372
El conde le está rogando      que nadie de él sepa parte.   
Envían presto a las plazas,      carnecerías otro que tal,      374
para mercalles32 de cena      y mándales aparejar.   
Mandan que a sus caballeros      todos los dejen entrar;      376
que les tomen los caballos      y los hagan bien pensar.   
Abren muy grandes estudios,      mándanlos aposentar.      378
Allí entra el conde y los suyos,      ningún otro dejan entrar   
porque no conozcan el conde      ni de él supiesen parte.      380
Veréis todos los del palacio      unos con otros hablar,   
si es este el conde Dirlos,      o quién otro puede estar,      382
según el recibimiento      lo ha hecho don Beltrán.   
Oídolo ha la condesa      a las voces que dan grandes;      384
mandó llamar sus doncellas      y encomienza de hablar:   
--¿Qué es aquesto, mis doncellas,      no me lo queráis negar,      386
que esta noche tanta gente      por el palacio siento andar?   
Decidme, ¿do es el señor,      el mi tío don Beltrán?      388
¿Si quizá dentro en mis tierras      Roldán ha hecho algún mal?--      390
Las doncellas que lo oyeran      atal respuesta le hacen:   
--Lo que vos sentís, señora,      no son nuevas de pesar,      392
es venido un caballero      así propio como salvaje;   
muchos caballeros con él,      ¡gran acatamiento le hacen!      394
¡Muy rica cena le guisa      el buen conde don Beltrán!   
Unos dicen que es mensajero      que viene de allende el mar;      396
otros que es el conde Dirlos,      nuestro señor natural.   
Allá se han33 encerrado,      que nadie no puede entrar;      398
según ven el aparejo      creen todos que es verdad.--   
La condesa que esto oyera      de la cama fue a saltar;      400
apriesa demanda el vestido,      apriesa demanda el calzar,   
muchas damas y doncellas      y empiezan de aguijar.      402
A las puertas de los estudios      grandes golpes manda dar,   
llamando a don Beltrán,      que dentro la mande entrar.      404
No quería el conde Dirlos      que la dejasen entrar.   
Don Beltrán salió a la puerta      no cesando de hablar:      406
--Qué es esto, señora prima?      no tengáis priesa tan grande,      408
que aun no sé bien las nuevas      que el mensajero me trae,   
porque es de tierras ajenas      y no entiendo el lenguaje.      410
Mas la condesa por esto      no quiere sino entrar,   
que mensajero de su marido      ella le quiere honrar.      412
De la mano la entraba      ese conde don Beltrán.   
De que ella es de dentro      al mensajero empieza a mirar;      414
él mirar no la osaba,      y no cesa de sospirar,   
meneando la cabeza      los cabellos ponía a la faz.      416
Desque la condesa oyera      a todos callar y no hablar,   
con una voz muy humilde      empieza de razónar:      418
--¡Por Dios vos ruego, mi tío,      por Dios vos quiero rogar,   
pues que este mensajero      viene de tan luengas partes,      420
que si no terná dineros,      ni tuviere qué gastar,   
decid, si algo34 le falta      no cese de demandar!      422
Pagarle hemos su gente,      darle hemos que gastar,   
pues viene por mi señor,      yo no le puedo faltar      424
a él y a todos los suyos,      aunque fuesen muchos más.--   
Estas palabras hablando      no cesaba de llorar.      426
Mancilla hubo su marido      con el amor que le tiene grande;   
pensando de consolarla      acordó de la abrazar,      428
y con los brazos abiertos      iba para la tomar.   
La condesa espantada      púsose tras don Beltrán:      430
el conde con grandes sospiros      comenzóle de hablar:   
--¡So fuyades, la condesa,      ni os queráis espantar,      432
que yo soy el conde Dírlos,      vuestro marido carnal!   
Estos son aquellos brazos      en que soléades holgar.--      434
Con las manos se aparta      los cabellos de la haz;   
conociólo la condesa      entonces en el hablar.      436
En sus brazos ella se echa      no cesando de llorar.   
--¿Qué es aquesto, mi señor?      ¿Quién vos hizo ser salvaje?      438
¡No es este aquel gesto      que vos teníades ante!   
Quiten vos aquestas armas,      otras luego os quieran dar;      440
traigan de aquellos vestidos      que solíades llevar.--   
Ya les paraban las mesas,      ya les daban a cenar,      442
cuando empezó la condesa      a decir y a hablar:   
--¡Cierto parece, señor,      que lo hacernos muy mal,      444
que el conde está ya en sus tierras      y en la su heredad,   
que no avisemos aquellos      que su honra quieren mirar!      446
No lo digo aun por Gaiferos,      ni por su hermano Merián,   
sino por el esforzado      Renaldos de Montalván.      448
!Bien sabedes, señor tío,      cuánto se quiso mostrar,   
siendo siempre con nosotros      contra el paladín Roldán!--      450
Llaman luego dos caballeros      de aquesos más principales,   
el uno envían a Gaiferos,      otro a Renaldos de Montalván.      452
Apriesa viene Gaiferos,      apriesa y no de vagar;   
desque vido la condesa      en brazos de aquel salvaje,      454
a ellos él se allega      y empezóles de hablar.   
Desque el conde lo vido,      levantóse a abrazarle;      456
desque se han conocido      grande acatamiento se hacen.   
Ya puestas eran las mesas,      ya les daban a cenar;      458
la condesa lo servía      y estaba siempre delante   
cuando llegó don Renaldos,      Renaldos de Montalván,      460
y desque el conde lo vido      hubo un placer muy grande.   
Con una voz amorosa      le empezara de hablar:      462
--¡Oh esforzado conde Dirlos      de vuestra venida me place,   
aunque agora vuestros pleitos      mejor se podrán librar!      464
Mas si yo fuera creído,      fueran fechos antes de vos llegar,   
o no me hallárdes vivo,      o al paladín Roldán.--      466
El conde desque esto oyera      grandes mercedes le hace   
diciendo: --Juramento ha hecho      sobre un libro misal,      468
de jamás se quitar las armas,      ni con la condesa holgar,   
hasta que haya complido      toda la su voluntad--      470
El concierto que ellos tienen      por mejor y natural   
es que en el otro día,      cuando yante el emperante,      472
vaya el conde a palacio      por la mano le besar.   
Toda la noche pasaron      descansando, en hablar,      474
cuando vino el otro día,      a la hora del yantar.   
Cabalgara el conde Dirlos,      ¡muy lucidas armas trae!      476
y encima un collar de oro      y una ropa rozagante,   
solo con cient caballeros,      que no quiere llevar más;      478
a la parte izquierda Gaiferos,      a la derecha don Beltrán,   
viénense a los palacios      de Carlos el emperante.      480
Cuantos grandes allí hallan      acatamiento le hacen   
por honra de don Gaiferos,      que era suya la ciudad.      482
Cuando son a la gran sala      hallan allí al emperante   
asentado a la mesa,      que le daban a yantar.      484
Con él está Oliveros,      con él está don Roldán,   
con él está Valdovinos      y Celinos el infante,      486
con él estaban muchos grandes      de Francia la natural.   
Y entrando por la sala      grande reverencia hacen,      488
saludan al emperador      los tres juntos a la par.   
Desque don Roldán los vido      presto se fue a levantar;      490
apriesa demanda a Celinos      no cesando de hablar:   
--Cabalgad presto, Celinos,      no estéis más en la ciudad,      492
que quiero perder la vida,      si bien miráis las señales,   
si aquel no es el conde Dirlos      que viene como salvaje.      494
Yo quedaré por vos, primo,      a lo que querrán demandar.   
Ya, cabalgaba Celinos,      y sale de la ciudad:      496
con él va gran gente de armas      por haberlo de guardar.   
El conde y don Gaiferos      lléganse al emperante,      498
la mano besar le quieren      y él no se la quiere dar;   
mas está muy maravillado,      diciendo: --¿Quién puede estar?      500
El conde que así lo vido      empezóle de hablar:   
--No se maraville vuestra Alteza,      que no es de maravillar,      502
que quien dijo que era muerto,      mentira dijo y no verdad.   
Señor, yo soy el conde Dirlos,      vuestro servidor leal;      504
mas los malos caballeros      siempre presumen el mal.--   
Conocídolo han todos      entonces en el hablar.      506
Levantóse el emperador      y empezó de abrazarle,   
y mandó salir a todos      y las puertas bien cerrar.      508
Sólo queda Oliveros      y el paladín Roldán,   
el conde Dirlos y Gaiferos,      y el buen viejo don Beltrán.      510
Asentóse el emperador      y a todos manda posar;   
entonces con voz humilde      le empezó de hablar:      512
--Esforzado conde Dirlos,      de vuestra venida me place,   
aunque de vuestro enojo      no es de tener pesar,      514
porque no hay cargo ninguno,      ni vergüenza otro que tal,   
que si casó la condesa      no cierto a su voluntad,      516
sino a porfía mía      y a ruego de don Roldán,   
y con tantas condiciones      que sería largo de contar,      518
por do siempre ha mostrado      teneros amor muy grande.   
Si ha errado Celínos,      hízolo con mocedad;      520
en escribir que érades muerto,      pues que no era verdad,   
mas por eso nunca quise      a ella dejar tocar,      522
ni menos a los desposorios      a él no dejé estar;   
mas por él fue presentado      ese paladín Roldán.      524
Mas la culpa, conde, es vuestra      y a vos os la debéis dar;   
para ser vos tan discreto,      esforzado y de linaje,      526
dejastes mujer hermosa,      moza y de poca edad.   
Si de vista no la visitastes,      de cartas la debíades visitar.      528
Si supiera que a la partida      llevábades tan gran pesar,   
no os enviara yo, el conde,      que otros pudiera enviar;      530
mas por ser buen35 caballero      solo a vos quise enviar.--   
El conde de que esto oyera      atal respuesta le hace:      532
--¡Calle, calle vuestra Alteza!,      ¡buen señor, no diga tal!   
que no cabe quejar de Celinos      por ser de tan poca edad,      534
que con tales caballeros      yo no me acostumbro36 honrar;   
mas por él está aquí Oliveros,      y por él está don Roldán,      536
que son buenos caballeros      y los tengo yo por tales.   
¡Consentir ellos tal carta!      y ¡consentir tan gran maldad!      538
¡O me tenían en poco,      o me tienen por cobarde,   
que sabiendo que era vivo      no se lo osaría demandar!      540
Por eso suplico a tu37 Alteza      campo nos38 quiera otorgar;   
pues por él el pleito toman,      el campo pueden aceptar;      542
si quieren uno por uno,      o los dos juntos a la par,   
no perjudicando a los míos      aunque haya hartos de linaje,      544
que a esto y mucho más que esto      recaudo bastan a dar.   
Porque conozcan que sin parientes,      amigos no me han de faltar,      546
tomaré al esforzado      Renaldos de Montalván.--   
Don Roldán que esto oyera      con gran enojo y pesar,      548
no por lo que el conde dijo,      que con razón lo veía estar,   
mas en nombrarle Renaldos,      vuelto se le ha la sangre      550
porque los que mal le quieren,      cuando le quieren hacer pesar   
luego lo dan por los ojos      Renaldos de Montalván.      552
Movido de muy gran saña      luego habló don Roldán:   
--Soy contento, el conde Dirlos,      y tomad este mi guante,      554
y agradeced que sois venido      tan presto sin más tardar,   
que a pesar de quien pesare,      yo los hiciera casar      556
sacando a don Gaiferos,      sobrino del emperante.   
--Calledes--, dijo Gaiferos,      --Roldán, no digáis atal.      558
Por ser soberbio y descortés      mal vos quieren los doce pares;   
que otros tan buenos como vos      defienden la otra parte,      560
que yo faltar no les puedo,      ni dejar pasar lo tal.   
Aunque mi primo es Celinos,      hijo de hermana de madre,      562
bien sabéis que el conde Dirlos      es hijo de hermano de padre,   
por ser hermano de padre,      no le tengo de faltar,      564
ni porque no pase la vuestra,      que a todos ventaja queréis llevar.--   
El conde Dirlos el guante toma,      y de la sala se sale,      566
tras él iba40 Gaiferos,      y tras él va don Beltrán.   
Triste está el emperdor,      haciendo llantos muy grandes,      568
viendo a Francia revuelta      y a todos los doce pares.   
Desque Renaldos lo supo      hubo de ello placer grande:      570
al conde palabras decía,      mostrando tener voluntad:   
--Esforzado conde Dirlos,      de lo que habéis hecho me place      572
y muy mucho más del campo      contra Oliveros y Roldán.   
Una cosa rogar vos quiero,      no me la queráis negar;      574
pues no es principal Oliveros,      ni menos es don Roldán,   
sin perjudicar vuestra honra      con cualquier podéis pelear:      576
tomad vos a Oliveros,      y dejadme a don Roldán.--   
--Pláceme--, dijo el conde,      --Renaldos, pues a vos place.--      578
Desque supieron las nuevas      los grandes y principales   
que es venido el conde Dirlos,      y que está ya en la ciudad,      580
veréis parientes y amigos      qué grandes fiestas le hacen.   
Los que a Roldán mal quieren      al conde Dirlos hacen parte,      582
por lo cual toda la Francia      en armas veréis estar.   
Mas si los doce quisieran,      bien los podían paciguar;      584
mas ninguno por paz se pone,      todos hacen parcialidad   
sino el arzobispo Turpín,      que es de Francia cardenal,      586
sobrino del emperador,      en esfuerzo principal,   
que sólo aquel se ponía      si los podía apaciguar;      588
mas ellos escuchar no quieren,      tanto se han mala voluntad.   
Veréis ir dueñas y doncellas      a unos y a otros rogar.      590
Ni por ruegos ni por cosas      no los pueden apaciguar.   
Sobre todos mostraba saña      el esforzado Merián,      592
hermano del conde Dirlos      y hermano de Durandarte,   
aunque por diferencias      no se solían hablar,      594
de que sabe lo que ha dicho      en el palacio real,   
que si el conde más tardara,      el casamiento ficiera pasar      596
a pesar de todos ellos      y a pesar de don Beltrán.   
Por esto cartas envía      con palabras de pesar,      598
que aquello que él ha dicho      no lo basta hacer verdad;   
que aunque el conde no viniera      había quien lo demandar.      600
El emperador que lo supo      muy grandes llantos que hace;   
por perdida dan a Francia      y a toda la cristiandad.      602
Dicen que alguna de las partes      con moros se irá a juntar.   
Triste iba y pensativo,      no cesando el sospirar;      604
mas los buenos consejeros      aprovechan a la necesidad.   
Consejan al emperador      el remedio que ha de tomar:      606
que mande tocar las trompetas      y a todos mande juntar,   
y al que luego no viniere      por traidor lo mande dar;      608
que le quitará las tierras      y le mandará desterrar;   
mas todos son muy leales,      que todos juntado41 se han.      610
El emperador en medio de ellos      llorando empezó de hablar:   
--¡Esforzados caballeros      y los mis primos carnales!      612
entre vosotros no hay diferencia,      vosotros la queréis buscar:   
todos sois muy esforzados,      todos primos y de linaje,      614
acuérdeseos de morir      y que a Dios hacéis pesar,   
no sólo en perder a vosotros,      mas a toda la cristiandad.      616
Una cosa rogar os quiero,      no vos queráis enojar:   
que sin mi licencia en Francia42      campo no se puede dar.      618
De tal campo no soy contento,      ni a mí cierto me place   
porque yo no veo causa      porque lo haya de dar,      620
ni hay vergüenza ninguna43      que a nadie44 se pueda dar,   
ni al conde han enojado      Oliveros ni Roldán,      622
ni el conde a ellos menos      porque se hayan de matar.   
De ayudar a sus amigos      ya usanza es atal.      624
Si Celinos ha errado      con amor y mocedad,   
pues no ha tocado a la condesa,      no ha hecho tanto mal      626
que de ello merezca muerte,      ni se la deben de dar.   
Ya sabemos que el conde Dirlos      es esforzado y de linaje,      628
y de los grandes señores      que en Francia comen pan,   
que quien a él enojare      él le basta a enojar,      630
aunque fuese el mejor caballero      que en el mundo se hallase.   
Mas porque sea escarmiento      a otros hombres de linaje,      630
que ninguno sea osado,      ni pueda hacer lo tal   
si estimare45 su honra      en esto no osara entrar,      634
que mengüemos a Celinos      por villano, y no de linaje;   
que en el número de los doce      no se haya de contar,      636
ni cuando el conde fuere en cortes      Celinos no haya de46 estar,   
ni do fuere la condesa      él no pueda habitar.      638
Y esta honra, el conde Dirlos,      para siempre os la darán.--   
Don Roldán desque esto oyera      presto tal respuesta hace:      640
--Más quiero perder la vida      que tal haya de pasar.--   
El conde Dirlos que lo oyera      presto se fue a levantar,      642
y con una voz muy alta      empezara de hablar:   
--Pues requiéroos, don Roldán,      por mí y el de Montalván:      644
que de hoy en los tres días      en campo hayáis de estar;   
si no, a vos y a Oliveros      daros hemos por cobardes.      646
--Pláceme--, dijo Roldán,      --y aun si queredes antes.--   
Veréis llantos en el palacio,      que al cielo quieren llegar;      648
dueñas y grandes señoras      casadas y por casar,   
de maridos e hijos      las veréis arrodillar.      650
Gaiferos fue el primero      que ha mancilla de su madre,   
asimesmo don Beltrán      de su hermana carnal,      652
don Roldán de su esposa      que tan tristes llantos hace.   
Retíranse entonces todos      para irse aposentar;      654
los valedores hablando      a voz alta y sin parar:   
--Mejor es, buenos caballeros,      vos hayamos apaciguar,      656
pues no hay cargo ninguno,      que todo se haya de dejar.   
Entonces dijo Roldán      que es contento y que le place,      658
con aquesta condición,      y esto se quiere aturar,   
porque Celinos es mochacho      de quince años y no más,      660
y no es para las armas,      ni aun para pelear:   
que fasta veinte y cinco años,      y fasta en aquella edad,      662
que en el número de los doce      no se haya de contar,   
ni en la mesa redonda      menos pueda comer pan;      664
ni donde fuere el conde y condesa      Celinos no pueda estar:   
desque fuere de veinte años      o puesto en mejor edad,      666
si estimare su honra      que lo pueda demandar,   
y que entonces por las armas      cada cual defienda su parte      668
porque no diga Celinos      que era de rnenor edad.   
Todos fueron muy contentos,      y a ambas partes les place.      670
Entonces el emperador      a todos los hace abrazar;   
todos quedan muy contentos,      todos quedan muy iguales.      672
Otro día el emperador      muy real sala les hace   
a damas y caballeros      convídalos a yantar.      674
El conde se afeita las barbas,      los cabellos otro que tal,   
la condesa en las fiestas      sale muy rica y triunfante.      676
Los mestrasalas que servían      de parte del emperante:   
el uno es don Roldán,      y Renaldos de Montalván,      678
por dar más avinenteza47      que hubiesen de hablar.   
Cuando hubieron yantado,      antes de bailar ni danzar,      680
se levantó el conde Dirlos      delante todos los grandes   
y al emperador entregó      de las villas y lugares      682
las llaves de lo ganado      del rey moro Aliarde;   
por lo cual el emperador      de ello le da muy gran parte      684
y él a sus caballeros      grandes mercedes les hace.   
Los doce tenían en mucho      la gran victoria que trae.      686
De allí quedó con gran honra      y mayor prosperidad.   

Marqués de Mantua   (á)      (ficha nš: 1589)


De Mantua salió el marqués      Danés Urgel el leal;   
allá va a buscar la caza      a las orillas del mar.      2
Con él van sus cazadores      con aves para volar;   
con él van los sus monteros      con perros para cazar;      4
con él van sus caballeros      para haberlo de guardar.   
Por la ribera del Pou      la caza buscando van.      8
El tiempo era caluroso,      víspera era de Sant Juan.   
Métense en una arboleda      para refresco1 tomar;      8
al derredor de una fuente      a todos mandó asentar.   
Viandas aparejadas      traen, procuran yantar.      10
Desque hubieron yantado      comenzaron de hablar   
solamente de la caza      cómo se ha de ordenar.      12
Al pie están de una breña      que junto a la fuente está;   
oyeron un gran ruido      entre las ramas sonar.      14
Todos estuvieron quedos      por ver qué cosa será;   
por las más espesas matas      veen un ciervo asomar.      16
De sed venía fatigado,      al agua se iba a lanzar;   
los monteros a gran priesa      los perros van a soltar.      18
Sueltan lebreles sabuesos      para le haber de tomar.   
El ciervo que los sintió      al monte se vuelve a entrar;      20
caballeros y monteros      comienzan de cabalgar.   
Siguiéndole iban el rastro      con gana de lo alcanzar;      22
cada uno va corriendo      sin uno a otro esperar.   
El que traía buen caballo      corría más por le atajar;      24
apártanse unos de otros      sin al marqués aguardar.   
El ciervo era muy ligero,      mucho se fue adelantar;      26
al ladrido de los perros      los más siguiendo le van.   
El monte era muy espeso,      todos perdido se han.      28
El sol se quería poner,      la noche quería cerrar,   
cuando el buen marqués de Mantua      solo se fuera, a fallar      30
en un bosque tan espeso      que no podía caminar.   
Andando a un cabo y a otro,      mucho alejado se ha;      32
tantas vueltas iba dando      que no sabe donde está.   
La noche era muy escura,      comenzó recio a tronar;      34
el cielo estaba nublado,      no cesa de relampaguear.   
El marqués que así se vido      su bocina fue a tomar;      36
a sus monteros llamando.      tres veces la fue a tocar.   
Los monteros eran lejos,      por demás era el sonar;      38
el caballo iba cansado      de por las breñas saltar;   
a cada paso caía,      no se podía menear.      40
El marqués muy enojado      la rienda le fue a soltar;   
por do el caballo quería      lo dejaba caminar.      42
El caballo era de casta,      esfuerzo fuera a tomar.   
Diez millas ha caminado      sin un momento parar;      44
no va, camino derecho      mas por do podía andar.   
Caminando todavía      un camino va a topar;      46
siguiendo por el camino      va a dar en un pinar.   
Por él anduvo una pieza      sin poder d'él se apartar.      48
Pensó reposar allí      o adelante pasar,   
mas por buscar a los suyos      adelante quiere andar.      50
Del pinar salió muy presto,      por un valle fuera a entrar,   
cuando oyó dar un gran grito      temeroso y de pesar,      52
sin saber que de hombre fuese,      o qué pudiese estar.   
Solo gran dolor mostraba,      otro no pudo notar,      54
de que se turbó el marqués,      todo espeluzado se ha;   
mas aunque viejo de días      empiézase de esforzar.      56
Por su camino adelante      empieza de caminar.   
A pie va que no a caballo,      el caballo va a dejar      58
porque estaba muy cansado      y no podía bien andar;   
en un prado que allí estaba      allí lo fuera a dejar.      60
Cuando llegó a un río,      en medio de un arenal   
un caballo vido2 muerto,      comenzóle de mirar.      62
Armado estaba de guerra      a guisa de pelear;   
los brazos tenía cortados,      las piernas otro que tal;      64
un poco más adelante      una voz sintió hablar:   
--¡Oh Santa María Señora,      lo me quieras olvidar!      66
¡A ti encomiendo mi alma,      plégate de la guardar!   
En este trigo de muerte      esfuerzo me quieras dar;      68
pues a los tristes consuelas,      quieras a mí consolar   
y tu muy3 precioso Hijo      por mí te plega rogar      70
que perdone mis pecados,      mi alma quiera salvar.--   
Cuando aquesto oyó el marqués      luego se fuera apartar;      72
revolvióse el manto al brazo      la espada fuera, a sacar.   
Apartado del camino,      por el monte fuera a entrar;      74
hacia do sintió la voz      empieza de caminar.   
Las ramas iba cortando      para la vuelta acertar;      76
a todas partes miraba      por ver qué cosa será;   
el camino por do iba      cubierto de sangre está.      78
Vínole grande congoja,      todo se fue a demudar,   
que el espíritu le daba      sobresalto de pesar.      80
De donde la voz oyera      muy cerca fuera a llegar;   
al pie de unos altos robles      vido un caballero estar,      82
armado de todas armas      sin estoque ni puñal.   
Tendido estaba en el suelo,      no cesa de se quejar;      84
las lástimas que decía      al marqués hacen llorar.   
Por entender lo que dice      acordó de se acercar.      86
Atento estaba escuchando      sin bullir ni menearse4   
lo que decía el caballero      razón es de lo contar.      88
--¿Dónde estás, señora mía,      que no te pena mi mal?   
De mis pequeñas heridas      compasión solías tomar,      90
¡agora de las mortales      no tienes ningún pesar!   
No te doy culpa, señora,      que descanso en el hablar;      92
mi dolor que es muy sobrado      me hace desatinar.   
Tú no sabes de mi mal5      ni de mi angustia mortal;      94
yo te pedí la licencia      para mi muerte buscar.   
Pues yo la hallé, señora,      a nadie debo culpar,      96
cuanto más a ti, mi bien,      que no me la querías dar;   
mas cuando más no podiste      bien sentí tu gran pesar      98
en la fe de tu querer,      según te vi demsotrar.   
¡Esposa mía y señora!      no cures de me esperar;      100
fasta el día del juicio      no nos podemos juntar.   
Si viviendo me quisiste,      al morir lo has de mostrar,      102
no en hacer grandes extremos,      mas por el alma rogar.   
¡Oh mi primo Montesinos,      Infante don Merín,      104
deshecha es la compañía      en que solíamos andar!   
¡Ya no esperéis más de verme      no os cumple más de buscar,      106
que en balde trabajaréis      pues no me podréis hallar!   
¡Oh esforzado don Renaldos!      ¡Oh buen paladín Roldán!      108
¡Oh valiente don Urgel!      ¡Oh don Ricardo Normante!   
¡Oh marqués don Oliveros!      ¡Oh Durandarte el galán!      110
¡Oh archiduque don Estolfo!      ¡Oh gran duque de Milán!   
¿Dónde sois todos vosotros?      ¿No venís a me ayudar?      112
¡Oh emperador Cárlo Magno,      mi buen señor natural,   
si supieses tú mi muerte      cómo la harías vengar!      114
Aunque me mató tu hijo      justicia querrías6 guardar,   
pues me mató a traición      viniéndole acompañar.      116
¡Oh principe don Carloto!      ¿qué ira tan desigual   
te movió sobre tal caso      a quererme así matar,      118
rogándome que viniese      contigo por7 te guardar?   
¡Oh desventurado yo,      cómo venía sin cuidar      120
que tan alto caballero      pudiese hacer tal maldad!   
Pensando venir a caza,      mi muerte vine a cazar.      122
No me pesa del morir      pues es cosa natural,   
¡mas por morir como muero      sin merecer ningún mal      124
y en tal parte donde nunca      la mi muerte se sabrá!   
¡Oh alto Dios poderoso,      justiciero y de verdad,      126
sobre mi muerte inocente      justicia quieras mostrar!   
¡De esta ánima pecadora      quieras haber piedad!      128
¡Oh triste reina mi madre,      Dios te quiera consolar,   
que ya es quebrado el espejo      en que te solías mirar!      130
Siempre de mí recelaste      recebir algún pesar,   
¡agora de aquí adelante      no te cumple recelar!      132
En las justas y torneos      consejo me solías dar,   
¡agora triste en la muerte      aun no me puedes hablar!      134
¡Oh noble marqués de Mantua,      mi señor tío carnal!   
¿dónde estaís que no ois      mi doloroso quejar?      136
¡Qué nueva tan dolorosa      vos será de gran pesar,   
cuando de mí no supiérdes      ni me pudiérdes hallar!      138
Hecístesme heredero      por vuestro Estado heredar,   
¡mas vos lo habréis de ser mío      aunque sois de más edad!      140
¡Oh mundo desventurado,      nadie debe en ti fiar:   
al que más subido tienes      mayor caída haces dar!      142
Estas palabras diciendo      no cesa de sospirar,   
sospiros muy dolorosos      para el corazón quebrar.      144
Turbado estaba el marqués,      no pudo más escuchar;   
el corazón se le aprieta,      la sangre vuelta se le ha.      146
A los pies del caballero      junto se fue a llegar;   
con la voz muy alterada      empezóle de hablar:      148
--¿Qué mal tenéis?, caballero,      ¿querádesmelo contar?   
¿Tenéis heridas de muerte,      o tenéis otro algún mal?--      150
Cuando lo oyó el caballero      la cabeza probó alzar;   
pensó que era su escudero,      tal respuesta lo fue a dar:      152
--¿Qué dices, amigo mío?      ¿Traes con quien me confesar?   
Que ya el alma se me sale,      la vida quiero acabar;      154
del cuerpo no tengo pena,      que el alma querría salvar.   
Luego le entendió el marqués      por otro le fuera a tomar;      156
respondióle muy turbado      que apenas pudo hablar:   
--Yo no soy vuestro criado,      nunca comí vuestro pan;      158
antes soy un caballero      que por aquí acerté a pasar.   
Vuestras voces dolorosas      aquí me han hecho llegar,      160
a saber qué mal tenéis      o de qué es vuestro penar.   
Pues que caballero sois      querades vos esforzar,      162
que para esto es este mundo      para bien y mal pasar.   
Decidme, señor, quién sois      y de qué es vuestro mal,      164
que si remediarse puede,      yo os prometo de ayudar.   
No dudéis, buen caballero,      de decirme la verdad.--      166
Tornara en sí Valdovinos,      respuesta le fuera a dar:   
--Muchas mercedes, señor,      por la buena voluntad;      168
mi mal es crudo y de muerte,      no se puede remediar.   
Veinte y dos feridas tengo      que cada una es mortal;      170
el mayor dolor que siento,      es morir en tal lugar,   
do no se sabrá mi muerte      para poderse vengar,      172
porque me han muerto a traición      sin merescer ningún mal.   
A lo que habéis preguntado      por mi fe os digo verdad,      174
que a mí dicen Valdovinos,      que el Franco solían llamar:   
hijo soy del rey de Dacia,      hijo soy suyo carnal;      176
uno de los doce pares      que a la mesa comen pan.   
La reina doña Ermeline8      es mi madre natural,      178
el noble marqués de Mantua      era mi tío carnal,   
hermano era de mi padre      sin en nada discrepar;      180
la linda infanta Sevilla      es mi esposa sin dudar.   
Hame ferido Carloto      su hijo del emperante,      182
porque él requirió de amores      a mi esposa con maldad;   
porque no le dio su amor      él en mí se fue, a vengar      184
pensando que por mi muerte      con ella había de casar.   
Hame muerto a traición      viniendo yo a le guardar,      186
porque él me rogó en París      le viniese acompañar   
a dar fin a una aventura      en que se quería probar.      188
Quien quier que seais, caballero,      la nueva os plega llevar   
de mi desastrada muerte      a París esa ciudad,      190
y si hacia París no fuerdes      a Mantua la iréis a dar,   
que el trabajo que ende habréis      muy bien vos lo pagarán,      192
y si no quisiérdes paga,      bien se vos agradecerá.--   
Cuando aquesto oyó el marqués      la habla perdido ha,      194
en el suelo dio consigo,      la espada fue arrojar,   
las barbas de la su cara      empezólas de arrancar,      196
los sus cabellos muy callo      comiénzalos de mesar.   
A cabo de una gran pieza      en pie se fue a levantar;      198
allegóse al caballero      por las armas le quitar.   
Desque le quitó el almete      comenzóle de mirar:      200
estaba bañado en sangre      con la color muy mortal;   
estaba desfigurado,      no lo podía figurar,      202
ni le podía conoscer      en el gesto ni el hablar;   
dudando estaba dudando      si era mentira o verdad.      204
Con un paño que traía      la cara le fue a limpiar:   
desque la hubo limpiado      luego conocido lo ha.      206
En la boca lo besaba,      no cesando de llorar,   
las palabras que decía      dolor es de las contar:      208
--¡Oh sobrino Valdovinos,      mi buen sobrino carnal!   
¿Quién vos trató de tal suerte?      ¿Quién vos trajo a tal lugar?      210
¿Quién es el que a vos mató      que a mi vivo fue a dejar?   
¡Mas valiera la mi muerte      que la vuestra en tal edad!      212
¿No me conocéis, sobrino?      ¡Por Dios me queráis9 hablar!   
--Yo soy el triste marqués      que tío solíades10 llamar,      214
yo soy el marqués de Mantua      que debo de reventar   
llorando la vuestra muerte      por con vida no quedar.      216
¡Oh desventurado viejo!      ¿Quién me podrá conortar?,   
que pérdida tan crecida      más dolor es consolar.      218
Yo la muerte de mis hijos      con vos podría olvidar.   
Agora, mi buen señor,11      de nuevo habré de llorar.      220
A vos tenía por sobrino12      para mi estado heredar;   
agora por mi ventura      yo vos habré de enterrar.      222
Sobrino, de aquí adelante      yo no quiero vivir más;   
ven, muerte, cuando quisieres,      no te quieras detardar;      224
¡mas al que menos te teme      le huyes por más penar!   
¿Quién le llevará las nuevas      amargas de gran pesar?      226
A la triste madre vuestra      ¿quién la podrá consolar?   
Siempre lo oí decir,      agora veo ser13 verdad,      228
que quien larga vida vive      mucho mal ha de pasar.   
Por un placer muy pequeño      pesares ha de gustar.      230
De estas palabras y otras      no cesaba de hablar,   
llorando de los sus ojos      sin poderse conortar.      232
Esforzóse Valdovinos      con el angustia mortal;   
desque conoció a su tío      alivio fuera a tomar.      234
Tomóle entrambas las manos,      muy recio le fue apretar;   
disimulando su pena      comenzó al marqués hablar:      236
--No lloredes, señor tío,      por Dios no queráis llorar,   
que me dais doblada pena      y al alma hacéis penar;      238
mas lo que vos encomiendo      es por mí queráis rogar,   
y no me desamparéis      en este esquivo lugar;      240
fasta que yo haya espirado,      no me querades dejar.   
Encomiéndoos a mi madre,      vos la queráis consolar,      242
que bien creo que mi muerte      su vida habrá de acabar;   
encomiéndoos a mi esposa,      por ella queráis mirar;      244
el mayor dolor que siento      es no la poder hablar.   
Ellos estando en aquesto      su escudero fue a llegar.      246
Un ermitaño traía      que en el bosque fue a hallar,   
hombre de muy santa vida      de órden sacerdotal.      248
Cuando llegó el ermitaño      el alba quería quebrar.   
Esforzando a Valdovinos      comenzóle amonestar      250
que olvidase aqueste mundo      y de Dios se quiera acordar.   
Aparte se fue el marqués      por dalles mejor lugar;      252
el escudero a otra parte      también se fuera apartar.   
E marqués de quebrantado      gran sueño le fue a tomar.      254
Confesóse Valdovinos      a toda su voluntad.   
Estando en su confesión,      ya que quería acabar,      256
las angustias de la, muerte      comienzan de le aquejar.   
Con el dolor que sentía      una gran voz fuera a dar;      258
llama a su tío el marqués,      comenzó así de hablar:   
--Adiós, adiós, mi buen tío,      adiós vos queráis quedar,      260
que yo me voy de este mundo      para la mi cuenta dar.   
Lo que vos ruego y encomiendo      no lo queráis olvidar;      262
dadme vuestra bendición,      la mano para besar.   
Luego perdiera el sentido,      luego perdiera el hablar,      264
los dientes se le cerraron,      los ojos vuelto se le han.   
Recordó luego el marqués,      a él se fuera a llegar,      266
muchas veces lo bendice      no cesando de llorar.   
Absolvióle el ermitaño;      por él comienza a rezar.      268
A cabo de poco rato      Valdovinos fue a espirar.   
El marqués de verlo así      amortecido se ha,      270
consuélalo el ermitaño,      muchos ejemplos le da;   
el marqués como discreto      acuerdo fuera a tomar,      272
pues remediar no se puede,      a haberse de conortar.14   
Lo que hacía el escudero      lástima era de mirar;      274
rescuñaba la su cara,      sus ropas rasgado ha,   
sus barbas y sus cabellos      por tierra los va a lanzar.      276
A cabo de una gran pieza,      que ambos cansados están,   
el marqués al ermitaño      comienza de preguntar:      278
--Pídoos por Dios, padre honrado,      respuesta me queráis dar.   
¿Dónde estamos, o en qué reino,      en qué señorío o lugar?      280
¿Cómo se llama esta tierra?      ¿Cuya es, y a qué mandar?--   
El ermitaño responde:      --Pláceme de voluntad:      282
debéis de saber, señor,      que esta es tierra sin poblar;   
otro tiempo fue poblada,      despoblóse por gran mal,      284
por batallas muy crueles      que hubo en la cristiandad.   
A esta llaman la Floresta      sin ventura y de pesar,      286
porque nunca caballero      en ella se acaeció entrar   
que saliese sin gran daño      o desastre desigual.      288
Esta tierra es del marqués      de Mantua, la gran ciudad:   
fasta Mantua son cien millas,      sin poblado ni lugar,      290
sino sola una ermita      que a seis millas de aquí está,   
donde yo hago mi vida      por del mundo me apartar.      292
El más cercano poblado      a veinte millas está;   
es una villa cercada      del ducado de Milán.      294
Ved lo que queréis, señor,      en que yo os pueda ayudar,   
que por servicio de Dios      lo haré de voluntad,      296
y por vuestro acatamiento,      y por hacer caridad.--   
El marqués que aquesto oyera      comenzóle de rogar      298
que no recibiese pena      de con el cuerpo quedar,   
mientra él y el escudero      el caballo van buscar      300
que allí cerca había dejado      en un prado a descansar.   
Plúgole al ermitaño      allí haberlos de esperar.      302
El marqués y el escudero      el caballo van buscar;   
por el camino do iban      comenzóle a preguntar:      304
--Dígasme, buen escudero,      si Dios te quiera guardar,   
¿qué venía tu señor      por esta tierra buscar      306
y por qué causa lo han muerto,      y quién le fuera a matar?   
Respondió el escudero,      tal respuesta le fue a dar:      308
--Por la fe que debo a Dios      yo no lo puedo pensar,   
porque no lo sé, señor;      lo que vi os quiero contar.      310
Estando dentro en París      en cortes del emperante,   
el príncipe don Carloto      a mi senor envió a llamar.      312
Estuvieron en secreto      todo el día en su hablar;   
cuando la noche cerró      ambos se fueron a armar.      314
Cabalgaron a caballo,      salieron de la ciudad   
armados de todas armas      a guisa de pelear.      316
Yo salí con Valdovinos      y con Carloto un paje;   
ayer hubo quince días      salimos de la ciudad.      318
Luego cuando aquí llegamos      a este bosque de pesar,   
mi señor y don Carloto      mandaron nos esperar.      320
Solos se entraron los dos      por aquel espeso valle;   
el paje estaba cansado,      gran sueño le fue a tomar;      322
yo pensando en Valdovinos      no podía reposar.   
Apartéme del camino      en un árbol fui a pujar,15      324
a todas partes miraba      cuándo los veria tornar.   
A cabo de un gran rato      caballos oí relinchar,      326
vi venir tres caballeros      mi señor no vi tornar.   
Venían bañados en sangre,      luego vi mala señal:      328
el uno era don Carloto,      los dos no pude notar.   
Con gran miedo que tenía,      no les osé preguntar      330
dó quedaba Valdovinos,      dó le fueran a dejar,   
mas abajéme del árbol,      entré por aquel pinar.      332
Desque los16 vi trasponer      yo comencé de buscar   
a mi señor Valdovinos,      mas no lo podía hallar:      334
El rastro de los caballos      no dejaba de mirar.   
A la entrada de un llano,      al pasar de un arenal,      336
vi la huella de otro caballo17      la cual me pareció mal.   
Vi mucha sangre por tierra      de que me fui a espantar;      338
en la orilla del río      el caballo fui a hallar,   
más adelante no mucho      a Valdovinos vi estar.      340
Boca abajo estaba en tierra,      y casi quería espirar,   
todo cubierto de sangre      que apenas podía hablar.      342
Levantáralo de tierra,      comencéle de limpiar;   
por señas me demandó      confesor fuese a buscar.      344
Esto es, noble señor,      lo que sé de este gran mal.--   
En estas cosas hablando      el caballo van topar.      346
Cabalgó en él el marqués,      y a las ancas fuele a tomar;   
a do quedó el ermitaño      presto tornado se han.      348
Desque hablaron un rato      acuerdo van a tomar   
que se fuesen a la ermita,      y el cuerpo allá lo llevar.      350
Pónenlo encima el caballo,      nadie quiso cabalgar.   
El ermitaño los guía,      comienzan de caminar;      352
llevan via de la ermita      apriesa y no de vagar.   
Deque allá hubieron llegado      el cuerpo van desarmar.      354
Quince lanzadas tenía,      cada una era mortal,   
que de la menor de todas      ninguno podría escapar.      356
Cuando así lo vio el marqués      traspasóse de pesar;   
a cabo de una gran pieza,      un gran suspiro fue a dar.      358
Entró dentro en la capilla,      de rodillas se fue a hincar,   
puso la mano en una ara      que estaba sobre el altar      360
en los pies de un crucifijo      jurando, empezó de hablar:   
--Juro por Dios poderoso      por Santa María su Madre,      362
y al santo Sacramento      que aquí suelen celebrar,   
de nunca peinar mis canas      ni las mis barbas cortar,18      364
de no vestir otras ropas      ni renovar mi calzar,   
de no entrar en poblado      ni las armas me quitar,      366
sino fuere una hora19      para mi cuerpo limpiar;20   
de no comer a manteles      ni a mesa me asentar,      368
fasta matar a Carloto      por justicia o pelear,   
o morir en la demanda      manteniendo la verdad,      370
y si justicia me niegan      sobre esta tan gran maldad,   
de con mi Estado y persona      contra Francia guerrear,      372
y manteniendo la guerra      morir o vencer sin paz.21   
Y por este juramento      prometo de no enterrar      374
el cuerpo de Valdovinos      fasta su muerte vengar.   
De que aquesto hubo jurado      mostró no sentir pesar;      376
rogando está al ermitaño      que le quisiese ayudar   
para llevar aquel cuerpo      al más cercano lugar.      378
El ermitaño piadoso      su bestia le fue a dejar;   
amortajaron el cuerpo,      en ella lo van a posar.      380
Con las armas de Valdovinos      el marqués se fue armar;   
cabalgara en su caballo,      comienza de caminar.      382
Camino llevan de la villa      que arriba oistes nombrar.   
Con él iba el ermitaño      por el camino mostrar.      384
Antes que a la villa lleguen      una abadía van fallar   
de la órden de Sant Bernardo22      que en una montaña23 está,      386
a la bajada de un puerto      y a la entrada de un lugar.24   
Allá se fue el marqués      y allí acordó quedar      388
por estar más encubierto,      y el cuerpo en guarda dejar,   
por hacelle25 un ataúd      y habello de embalsamar.      390
Al ermitaño rogaba      dineros quiera tomar;   
desque dineros no quiso      sus ricas26 joyas le da.      392
No quiso ninguna cosa,      su bestia fue a demandar;   
despidióse del marqués,      a Dios le fue encomendar.      394
Después de ser despedido      para su ermita se va;   
por el camino do vuelve      a muchos topado ha      396
que el marqués iban buscando,      llorando por le27 hallar.   
Muchos por él preguntaban,      las señales ciertas dan;      398
por las señas que le dieron      él conocido lo ha,   
a todos les respondía:      --Yo vos digo de verdad,      400
que un hombre de tales señas,      que no sé quién es ni cuál,   
dos días ha que le acompaño28      sin saber adónde va;      402
dejélo en un abadía      que dicen de Flores Valle,   
con un caballero muerto      que acaso fuera a fallar:      404
si allá queréis ir, señores,      fallaréislo de verdad29 .   

De Mantua salen apriesa   (á)  (ficha nš: 1590)


De Mantua salen apriesa      sin tardanza ni vagar   
ese noble conde Dirlos,      visorey de allende el mar,      2
con el duque de Sanson1      de Picardía natural;   
camino van de París,      aunque ninguno lo sabe,      4
que el marqués Danés Urgero      los envía con mensaje   
a ese alto emperador      que estaba en París la grande.      8
Llegados son a París      sin mucho tiempo tardar;   
caballeros son de estima,      de grande estado y linaje,      8
de los doce que a la mesa      redonda comían pan.   
Los grandes que lo supieron      salen por los acompañar.      10
Desque entraron en París      vanse al palacio real;   
preguntan por el emperador      para habelle de hablar.      12
Desque lo supo don Carlos2      luego los mandó entrar;   
desque son delante dél      las rodillas van hincar;      14
demandaronle las manos,      mas no se las quiso dar;   
mandólos alzar de tierra,      comenzóles preguntar:      16
--¿De dónde venides, duque?      ¿de qué parte o qué lugar?   
¿Dónde habéis estado, conde?,      ¿venís de allende la mar?--      18
Respondieron ambos juntos      presto tal respuesta dan:   
--En Francia, habemos estado      en Mantua esa ciudad,      20
con el marqués Danés Urgero      por le haber de acompañar;   
embajada vos traemos,      señor, queráisla escuchar:      22
mandad salir todos fuera,      no quede sino Roldán,   
que después siendo contento,      bien se podrá publicar.--      24
Todos se salieron luego      de la cámara real,   
todos cuatro quedan solos,      las puertas mandan cerrar.      26
De rodillas por el suelo      el conde comenzó a hablar:   
--¡Oh muy alto emperador,      sacra real majestad!      28
tu vasallo soy, señor,      y de Francia natural,   
pues vengo por mensajero      licencia me manda dar      30
para decir mi embajada,      si no recibes pesar.--   
Respondió el emperador      sin el semblante mudar:      32
--Decid, conde, qué queréis,      no vos queráis recelar;3   
bien sabéis que el mensajero      licencia tiene de hablar.      34
Al amigo y enemigo      siempre se debe escuchar,   
por amistad al amigo,      y al otro por se avisar.--      36
Levantóse luego el conde,      una carta fue a mostrar,   
la cual era de creencia,      dióla en manos de Roldán;      38
comenzó de hacer su habla      con discreto razónar:   
--Creyendo hacer más servicio      a tu sacra majestad,      40
acepté, señor, el cargo      de este mensaje explicar,   
porque sin pasión ninguna      la verdad podré contar,      42
según que vengo informado,      sin añadir ni quitar.   
La embajada que yo traigo      es justicia demandar      44
del infante4 don Carloto,      tu propio hijo carnal.   
Dicen que él mató sin culpa5      a Valdovinos el infante,      46
hijo del buen rey de Dacia,      tu vasallo natural;   
dicen que le mató con aleve,      con engaño y falsedad,      48
rogándole que se fuese      con él a le acompañar.   
Por casarse con su esposa      dicen que le fue a matar;      50
de este delito se quejan      muchos hombres de linaje,   
que son parientes del muerto,      y se sienten del tal mal6 .      52
El marqués Danés Urgero      se muestra más principal   
por ser tío de Valdovinos,      hermano del rey su padre.      54
Demás de ser su pariente,      tiene muy mayor pesar   
porque lo falló herido,      casi a punto de espirar,      56
en un bosque muy esquivo,      apartado de lugar.   
El mismo le contó el caso,      a él se fue encomendar;      58
en sus brazos espiró,      razón es no le olvidar:   
y ese maestre de Rodas7      Urgel de la fuerza grande,      60
que es primo del marqués,      tio también del infante;   
y ese duque de Baviera      don Naimo el singular8      62
abuelo de Valdovinos,      padre carnal de su madre9;   
y ese rey de Sansueña,      tu vasallo natural,      64
padre de la infanta Sevilla      que cristiana fue a tornar   
por amor de Valdovinos      para con él se casar;      66
y otros muchos caballeros      también se van a quejar,   
los unos por parentesco,      los otros por amistad;      68
sobre todos esa reina      doña Ermeline,10 su madre.   
Tus naturales y extraños      también te envían a suplicar      70
que si tu hijo los mata      ¿quién los ha de defensar?   
Si no mantienes justicia      dejarán su natural,      72
y se partirán de Francia      a otros reinos a morar.   
El caso es abominable,      y terrible de contar;      74
si tal cosa es, señor,      bien lo debes castigar.   
Acuérdate de Trajano      en la justicia guardar,      76
que no dejó sin castigo      su único hijo carnal;   
aunque perdonó la parte,      él no quiso perdonar.      78
Si niegas, señor, justicia,      mucho te podrán culpar,   
que tal caso como este      no es para dejar pasar.      80
¡Mira bien, señor, en ello!      Respuesta nos manda dar.--   
Turbóse el emperador,      que apenas pudo hablar;      82
la mano tenía en la barba,      muy pensativo además.   
A cabo de una gran pieza      tal respuesta le fue a dar:      84
--¡Si lo que habéis dicho, conde,      se puede hacer verdad;   
mas quisiera que mi hijo      fuera el muerto sin dudar!      86
El morir es una cosa      que a todos es natural,   
la memoria queda viva      del que muere sin fealdad;      88
del que vive deshonrado      se debe tener pesar,   
porque así viviendo muere      olvidado de bondad.      90
Decilde, conde, al marqués      y a cuantos con él están   
que el pesar que de esto tengo      no lo puedo demostrar;      92
mas yo daré tal ejemplo      en esta muerte vengar,   
que la pena del delito      sobrepuje a la maldad      94
porque todos escarmienten      cuantos lo oyeren nombrar.   
Vengan pedir su justicia      que yo la haré guardar      96
como es costumbre de Francia      usada de antigua edad.11   
Si buena verdad trujeren      en mi corte se verá;      98
do mi persona estuviere      la justicia será igual,   
así al pobre como al rico,      así al chico como al grande,      100
y también al extranjero,      como al propio natural.   
¡Mas quiero dejar memoria      de grande riguridad,      102
que dejar sin dar castigo,      al que comete maldad,   
aunque sea mi propio hijo      que me tenía de heredar.      104
Cuando esto oyó el conde12      las manos le fue a besar;   
alabando su respuesta,      el duque comenzó hablar:      106
--Siempre, señor, confiamos      de tu ínclita bondad,   
que por mantener justicia      tal respuesta habías de dar;      108
mas porque el caso requiere      en sí mesmo gravedad,   
y, por ser cosa de hijo,      tú no lo debes juzgar.      110
El marqués Danés Urgero      te envía a suplicar,   
que porque él tiene jurado      de en poblado nunca entrar      112
fasta que alcance derecho      de Carloto el infante   
y él mismo tiene de ser,      el que lo ha de acusar,      114
que no quieras ser presente      para haber de sentenciar;   
mas que nombres caballeros      que puedan determinar      116
según costumbre de Francia,      entre hombres de linaje,   
y que los que señalardes      para este caso mirar.      118
Sean caballeros de estado      de tu consejo imperial   
y que hagan juramento      de administrar la verdad      120
y tu majestad provea      de señalar un lugar   
en el campo, sin poblado,      a do se haya de juzgar      122
para oír ambas las partes      fasta ejecución final.   
Y porque el marqués trae gentes      para se haber de guardar      124
de quien algo le quisiere      y le hubiere de enojar,   
y sus parientes y amigos      vienen por le acompañar,      126
y entre ellos viene Renaldos,      el señor de Montalván,   
el cual está puesto en bandos      con tu sobrino Roldán;      128
porque no sabe el marqués      si recibirás pesar,   
no quiere venir con gentes      sin saber tu voluntad,      130
pues viene a pedir justicia      y no para guerrear,   
que tú, señor, le asegures      y a cuantos con él vernán,      132
mientra que el pleito durare      seguro les mandes dar   
para venida y estada,      y después para tornar.      134
No porque él tema a ninguno,      ni haya de quién se recelar;   
mas por cumplir lo que debe      a tu sacra majestad.      136
De esta manera, señor,      él vendrá sin detardar,   
que ya es partido de Mantua,      no cesa de caminar.      138
Don Renaldos le aposenta      sin hacer daño ni mal,   
en tierras de señoríos      todos recaudo le dan,      140
pagando de sus dineros      lo acostumbrado pagar.   
Para pasar por tus tierras      licencia les manda13 dar,      142
y todos los bastimentos      que hubieren necesidad,   
pagando lo que valiere      no se les debe negar.--      144
Al emperador le plugo,      todo lo fue así otorgar:   
--El marqués venga seguro      y cuantos con él vernán.14      146
Venga siquiera de guerra,      o como le placerá,15   
yo lo tomo so mi amparo,      so mi corona real.      148
Porque más seguro venga      este mi anillo tomad;   
todo lo que os prometo      siempre fallaréis verdad;      150
la licencia que pedís      soy contento de vos dar;   
ordenaldo a vuestra guisa,      que así lo quiero firmar.--      152
Sacó un anillo de oro      con el sello imperial;   
el duque le tomó luego,      las manos le fue a besar.      154
Del emperador se despiden,      a sus posadas se van.   
Don Roldán quedó enojado,      mas no lo quiso mostrar.      156
Luego se supo en la corte      todo lo que fue a pasar,   
la embajada que traían,      lo que venían a demandar.      158
Mucho pesó a don Carloto,      quiérelo disimular;   
fuése al emperador      a haberse de desculpar      160
mas nunca lo quiso oír      sino en16 consejo real.   
La audiencia que le dio      fue mandarlo aprisionar      162
fasta ser determinada      por su corte la verdad.   
Desque preso y a recado      en guarda lo fuera dar      164
a don Arnaldos de Belanda17      que Ayuelos suelen llamar,   
gran condestable de Francia,      y en cortes gran senescal.      166
Mucho pesaba a los grandes      que le tenían amistad,   
sobre todos le pesaba      a ese paladín Roldán.      168
Todos buscaban maneras      para le haber de soltar,   
mas nunca el emperador      a nadie quiso escuchar.      170
Cuanto más por él le ruegan,      tanto más lo hace guardar.   
Cada día entra en consejo,      las leyes hacía mirar,      172
quien tal crímen cometía      qué pena le habían de dar.   
Estando en esto las cosas      el marqués fuera a llegar      174
a tres millas de París      a vista de la ciudad.   
No quiso pasar adelante,      mandó asentar su real.      176
Aposentóle Renaldos      ribera de un río caudal,   
do mejor le pareció      y más seguro lugar;      178
él se pasó adelante      una milla o poco más.   
Armaron luego su tienda,      su bandera mándó alzar;      180
la gente de la ciudad      todos iban a mirar   
el gran campo del marqués,      su concierto singular,      182
la diversidad de gentes,      la órden que el marqués trae.18   
Muchos señores y grandes      al marqués iban hablar      184
por probar algún concierto      y saber su voluntad.   
El estábase en su tienda,      en aquel estado grande,      186
armado de todas armas,      y descubierta la faz,   
el ataúd allí delante      por más dolor demostrar      188
la madre de Valdovinos      y su esposa, allí a la par   
de aquella forma y manera      que arriba oistes nombrar.      190
Los que venían a la tienda      para el marqués visitar,   
desque le veían armado      y de aquella forma estar,      192
habían d'él compasión,      llegaban por le hablar.   
Recibíalos muy bien,      cabe él los hacía sentar;      194
el caso como pasara      a todas iba a contar.   
Cuando algo le rogaban      mostraba mucho pesar;      196
rogaba con cortesía      le quisiesen perdonar   
por no poder complacerlos      como era su voluntad      198
porque él se había quitado      sobre esto la libertad.   
El juramento que hizo      a todos hacía mostrar,      200
porque no tuviesen causa      sobre ello lo importunar.   
Los grandes que allí venían      no le querían fatigar,      202
ni querían sobre tal caso      su dolor le renovar.   
Volvíanse para París      pensativos además,      204
diciendo tener razón      el marqués de se vengar   
de un tan grave delito,      y hacello bien castigar.      206
Cuando el emperador supo      que el marqués fuera a llegar,   
mandó llamar al consejo      en su palacio imperial.      208
Mandó cuando fueron juntos      los embajadores llamar:   
la embajada que trajeron      tornasen a recontar.      210
Levantóse el conde Dirlos      comenzóla de explicar;   
desque la hubo acabado      tornóse luego asentar.      212
Todos se maravillarban      de oír tan gran maldad.   
Por amor del emperador      todos recebían pesar;      214
mirábanse unos a otros,      a todos parecía mal.   
Antes que hablase ninguno      el emperador fue hablar:      216
--Lo que aquí pide el marqués      por primero y principal,   
es que yo nombre jueces      para esto determinar;      218
por ser caso de Carloto      presente no quiero estar.   
Para mejor señalarlos      y todo mi poder dar,      220
que administren la justicia,      en su conciencia y verdad--   
A todos está mirando      y empiézales de hablar:      222
--Los jueces que yo nombro      para justicia guardar,   
el uno es Dardín Dardeña      que el Delfín suelen llamar,      224
de tres estados de Francia,      el primero en consejar;   
el otro el conde de Flándes,      don Alberto el singualr,      226
uno de los tres estados,      y primero en el mandar;   
otro el duque de Borgoña,      primero estado en juzgar,      228
riguroso y justiciero,      en mis reinos principal;   
el otro el duque don Carlos,      mi sargento general;      230
otro el duque de Borbón,      mi cuñado don Grimalte;19   
el otro el conde de Foy,20      y el buen viejo don Beltrán;      232
otro sea don Reyner,      llamado duque de Aste,   
y el conde don Galalón      de Alemaña principal;      234
otro el duque de Vibiano      de Agramonte natural,   
asistente de mi corte      para los pleitos juzgar;      236
otro el duque de Saboya      que venturas fue a buscar   
y en las más partes del mundo      trances ha visto pasar;21      238
otro el duque de Ferrara,      esa nombrada ciudad,   
don Arnao el gran Bastardo,      así se hace intitular;      240
otro sea don Guarinos,      almirante de la mar,   
de todas flotas y armadas      sobre todos general.      242
Y nombro por presidente      para en mi lugar estar   
don Arnaldos de Belanda,      de Francia gran condestable.      244
Para ello le doy mi cetro,      poder soluto en mandar.   
Todos estos juntos puedan      absolver y sentenciar      246
esto que pide el marqués      como se debe juzgar,   
si por prueba de testigos      o trance de pelear.      248
Yo les doy mi comisión      con poder y facultad,   
que la sentencia que dieren      la puedan ejecutar,      250
según costumbre de Francia,      por su propia autoridad,   
dando la pena y castigo      a quien la hubieren de dar.      252
Así por vía de justicia,      como por en campo entrar,   
al cual puedan ser presentes,      y en mi nombre asegurar      254
al marqués Danés Urgero      y a cuantos con él están,   
más que a mi persona propia      nadie le pueda demandar.--22      256
Así como aquí lo dijo      a todos lo va a mandar,   
so pena de ser traidor      quien lo osare quebrantar.      258

En el nombre de Jesús   (á-o)  (ficha nš: 1591)


En el nombre de Jesús      que todo el mundo ha formado,   
y de la Virgen su Madre,      que de niño lo1 ha criado,      2
nosotros: Dardín Dardeña,2      Delfín en Francia llamado;   
don Alberto y don Reyner,      de tres estados nombrado;      4
el conde de Flandes viejo,      consejero delegado,   
con el duque de Borgoña,      el primero en el juzgado,      8
con el buen duque don Carlos,      el regente, el sargentado;   
con el duque de Borbón      don Grimalte,3 fiel cuñado      8
del muy alto emperador,      con su hermana casado;   
el buen viejo don Beltrán      con el conde de Foyxano,4      10
y el conde don Galalón,      con el duque de Vibiano;   
con el duque de Saboya,      que venturas ha buscado;      12
con el duque de Ferrara      don Narván del bastardado;5   
el almirante Guarinos      en las mares estimado;      14
don Arnaldos6 de Belanda,      condestable, diputado   
16en el lugar y mandar      del sumo emperador Carlo,   
todos juntos en consejo      y acuerdo deliberado,   
vista la requisición      que el buen marqués nos ha dado;      18
vista también la demanda      que él mesmo ha procesado;   
vistas todas las respuestas      que don Carloto7 ha enviado,      20
el proceso por entero      con gran fe examinado,   
lo que venía de justicia      y de derecho mirado,      22
ni al uno por el otro      el derecho no quitado;   
teniendo a Dios en la piensa      y en los ojos presentado;      24
visto que claro paresce      por lo que es llegado,   
que según la ley divina      quien mata ha de ser matado,      26
con cuchillo o sin cuchillo      a tal acto ejercitado;   
y visto que traición      don Carloto ha intentado      28
en matar a Valdovinos      en una bosque despoblado,   
según que claro se muestra      por la confesión que ha dado      30
don Carloto a la demanda      que el marqués ha presentado;   
visto que punto por punto      el delito ha confesado      32
por la pena del tormento,      aunque lo había negado;   
y visto que nada obsta      que él se haya sojuzgado      34
a la real audiencia,      pues que le han perdonado8   
lo que viene de justicia,      nada otro no mirado,      36
por esta nuestra sentencia,      cada cual bien informado   
del hecho de la verdad,      según que se ha confesado,      38
condenamos a Carloto:      primero, a ser arrastrado   
por el campo y por la arena      por un rocín mal domado      40
después de lo cual queremos      que sea descabezado   
en un alto cadahalso,      do pueda ser bien mirado      42
de fuera de la ciudad      por donde será llevado;   
después de lo cual cumplido,      y aquesto ser acabado,      44
le corten los pies y manos,      porque quede más pagado,   
después de lo cual mandamos      que sea descuartizado.      46
Lo cual cumplido, queremos      sea un edificio obrado   
de piedra muy bien labrada      y de canto bien picado,      48
que sea en lo venidero      memoria de lo pasado   
de caso de Valdovinos      y de cómo fue vengado.--      50
Don Carloto temeroso,      aunque era muy esforzado,   
tremecióse cuando oyó      lo que se ha publicado.      52
Esforzóse cuanto pudo,      una pluma ha demandado;   
diéronle tinta y papel,      una carta ha ordenado.      54
Con un paje que allí estaba      a don Roldán la ha enviado.   
Nadie sabe lo que envía,      para vello se ha apartado      56
don Roldán, leyó la carta9 ,      todo se ha alterado;   
él de cierto bien quisiera      dar remedio en lo rogado.      58
Doloroso y pensativo      un poco tiempo ha pensado,   
dada si debe10 hacer      lo que le fue suplicado,      60
o si deba dar desvío      a lo que le es recitado.   
Hallóse puesto en gran duda,      en gran estrecho y cuidado;      62
el amor dice que haga,      el temor teme el mandado   
de ese sumo emperador      que al marqués ha segurado.      64
Mas al fin quiere la sangre      perder por la sangre estado.   
Delibera hacer respuesta,      que no esté temorizado,      66
que con parientes y amigos      él saldrá al campo armado   
con deseo de perder      la vida o ser remediado.      68
Sin que gran rato pasase      fue don Carloto informado   
de lo que ordena Roldán,      de que fue algo gozado.      70
Quiérelo disimular,      mas no pudo ser celado;   
allégase el condestable      y el papel le ha tomado.      72
Leído que fue el papel,      por París se ha divulgado   
que don Roldán hace gente      y que ejército ha juntado.      74
El emperador lo sabe,      al marqués ha avisado,   
manda poner a Carloto      a percebido recaudo.      76
Pregonan por la ciudad      que nadie sea osado,   
so pena de perder la vida,      de otro día ir armado.      78
A Roldán envió a decir      que solo no sea osado   
de más estar en París      fasta un año pasado,      80
so pena de ser traidor      y por traidor publicado.   
El marqués que sintió el caso      a Reinaldos ha enviado      82
que otro día en amaneciendo      sea sin falta llegado   
a las puertas de París      con tres mil hombres de estado;      84
de a caballo lleve mil      y que no sea mudado   
fasta tanto que Carloto      en medio sea11 tomado      86
y puesto en el cadahalso      do ha de ser sentenciado   
y que cualquiera que venga      defienda lo encomendado.      88
Otro día de mañana      todo así fue acabado.   
Ya, sacaban a Carloto      con hierros muy bien herrado,      90
los pregoneros delante      su gran maldad publicando.   
Cuando fueron a la puerta      don Renaldos lo ha tomado,      92
en medio de toda su gente      lo ha bien aposentado.   
Cuando son en el lugar      do ha de ser sentenciado,      94
delante toda París.      fue todo ejecutado,   
según que por la sentencia      fue proveído y mandado.      96
Así murió12 don Carloto,      quedando alevosado   
y Valdovino viviendo,      aunque murió muy honrado.      98

Nuño Vero trata de engañar a la fiel esposa de Valdovinos   (á-o)      (ficha nš: 1592)


--Nuño Vero, Nuño Vero,      buen caballero probado,   
hinquedes la lanza en tierra      y arrendedes el caballo;      2
preguntaros he por nuevas      de Baldovinos el franco.--   
--Aquesas nuevas, señora,      yo vos las diré de grado.      4
Esta noche a media noche      entramos en cabalgada,   
y los muchos a los pocos      lleváronnos de arrancada;      8
herieron a Baldovinos      de una mala lanzada.1   
La lanza tenía dentro,      de fuera le tiembla el asta:2      8
o3 esta noche morirá      o de buena madrugada.   
Si te pluguiese, Sebilla,      fueses tú mi enamorada.4      10
--Nuño Vero, Nuño Vero,      mal caballero probado,   
yo lo pregunto por nuevas,      tú respóndesme al contrario,      12
que aquesta noche pasada      conmigo durmiera el franco;   
él me diera una sortija,      y yo lo di un pendón labrado.--      14

Valdovinos suspira   (í-a)      (ficha nš: 1593)


Tan claro hace la luna1      como el sol a mediodía,   
cuando sale Valdovinos      de los caños de Sevilla.      2
Por encuentro se la hubo      una morica garrida,   
y siete años la tuviera      Valdovinos por amiga.      4
Cumpliéndose sus2 siete años      Valdovinos que sospira:   
--Sospirastes, Valdovinos,      amigo que yo3 más quería;      8
o vos habéis miedo a moros,      o adamades otra amiga.   
--Que no tengo miedo a moros,      ni menos tengo otra amiga,      8
que vos mora y yo cristiano,      hacemos la mala vida;   
y como la carne en viernes      que mi ley lo defendía.      10
--Por tus amores4 ,Valdovinos,      yo me tornaré cristiana5   
si quisieres6 por mujer,      si no, sea por amiga.      12

Conde Alemán   (í-a+á)      (ficha nš: 1594)


Atan alta va la luna      como el sol a mediodia,   
cuando el buen conde Alemán      ya1 con la reina dormía.      2
No lo sabe hombre nascido      de cuantos en la corte había,   
sino era la infanta,      aquesta infanta su hija.      4
Su madre le hablaba,      de esta manera decía:   
--Cuanto viéredes tú, infanta,      cuanto vierdes, encobrildo;      8
daros ha el conde Alemán      un manto de oro fino.   
--¡Mal fuego queme, madre,      el manto de oro fino,      8
cuando en vida de mi padre      tuviese padrastro vivo!--   
De allí se fuera llorando:      el rey su padre la ha visto.      10
--¿Por qué lloráis, la infanta,      decí ¿quién llorar os hizo?   
--Yo me estaba aquí comiendo,      comiendo sopas en vino;      12
entró el conde Alemán,      echómelas por el vestido.   
--Calléis, mi hija, calléis;      no toméis de eso pesar,      14
que el conde es niño y mochacho,      hazerlo ía por burlar.   
--¡Mal fuego quemase, padre,      tal reír y tal burlar!      16
Cuando me tomó en sus brazos      conmigo quiso holgar.   
--Si él os tomó en sus brazos      y con vos quiso holgar,      18
en antes que el sol salga      yo lo mandaré matar.   

Gaiferos y Galván   (á)      (ficha nš: 1595)


Estábase la condesa      en su estrado asentada,   
tisericas de oro en mano,      su hijo afeitando estaba.      2
Palabras le está diciendo,      palabras de gran pesar;   
las palabras eran tales      que al niño hacen llorar.      4
--Dios te dé barbas en rostro,      y te haga barragán;1   
déte Dios ventura en armas,      como al paladín Roldán,      8
porque vengases, mi hijo,      la muerte de vuestro padre.   
Matáronlo a tráición      por casar con vuestra madre.      8
Ricas bodas me hicieron      en las cuales Dios no ha parte;   
ricos paños me cortaron,      la reina no los ha tales.--      10
Magüera pequeño el niño,      bien entendido lo ha.   
Allí respondió Gaiferos,      bien oiréis lo que dirá:      12
--Así ruego a Dios del cielo      y a Santa María su Madre.--   
Oídolo había el conde      en los palacios do está:      14
¡Calles, calles, la condesa,      boca mala sin verdad!,   
que yo no matara el conde,      ni lo hiciera matar;      16
mas tus palabras, condesa,      el niño las pagará.--   
Mandó llamar escuderos,      criados son de su padre,      18
para que lleven al niño,      que lo lleven a matar.   
La muerte que él les dijera      mancilla es de la escuchar:      20
--Córtenle el pie del estribo,      la mano del gavilán,   
sáquenle ambos los ojos      por más seguro andar      22
y el dedo y el corazón      traédmelo por señal.--   
Ya lo llevan a Gaiferos,      ya lo llevan a matar;      24
hablaban los escuderos      con mancilla que d'él han:   
--¡Oh válasme Dios del cielo      y Santa María su Madre!,      26
si este niño matamos      ¿qué galardón nos darán?--   
Ellos en aquesto estando,      no sabiendo qué harán,      28
vieron venir una perrita      de la condesa su madre.   
Allí habló el uno de ellos,      bien oiréis lo que dirá:      30
--Matemos esta perrita      por nuestra seguridad,   
saquémosle el corazón      y llevémoslo a Galván,      32
cortémosle el dedo al chico      por llevar mejor señal.--   
Ya tomaban a Gaiferos,      para el dedo le cortar:      34
--Venid acá vos, Gaiferos,      y querednos escuchar;   
vos íos de aquesta tierra      y en ella no parezcáis más.--      36
Ya le daban entre señas      el camino que hará:   
--Irvos heis de tierra en tierra      a do vuestro tío está.--      38
Gaiferos desconsolado      por ese mundo se va;   
los escuderos se volvieron      para do estaba Galván.      40
Danle el dedo y el corazón      y dicen que muerto lo han.   
La condesa que esto oyera      empezara gritos dar;      42
lloraba de los sus ojos      que quería reventar.   
Dejemos a la condesa,      que muy grande llanto hace,      44
y digamos de Gaiferos,      del camino por do va.   
Que de día ni de noche      no hace sino caminar      46
fasta que llegó a la tierra      adonde su tío está.   
Dícele de esta manera,      y empezole de hablar:      48
--Manténgaos Dios, el mi tío.      --Mi sobrino, bien vengáis.   
¿Qué buena venida es esta?,      vos me la queráis contar.      50
--La venida que yo vengo      triste es y con pesar,   
que Galván con grande enojo      mandado me había matar;      52
mas lo que vos ruego, mi tío,      y lo que vos vengo a rogar,   
vamos a vengar la muerte      de vuestro hermano, mi padre.      54
Matáronlo a traición      por casar con la mi madre.   
--Sosegaos, el mi sobrino,      vos queráis asosegar,      56
que la muerte de mi hermano      bien la iremos a vengar.--   
Y ellos así estuvieron      dos años y aun más,      58
fasta que dijo Gaiferos      y empezara de hablar.   

Gaiferos y Galván   (á)      (ficha nš: 1596)


--Vámonos--, dijo, --mi tío,      a París esa ciudad   
en figura de romeros,      no nos conozca Galván,      2
que si Galván nos conoce      mandar nos hía matar.   
Encima ropas de seda      vistamos las de sayal;      4
llevemos nuestras espadas      por más seguros andar;   
llevemos sendos bordones      por la gente asegurar.--      8
Ya se parten los romeros,      ya se parten, ya se van,   
de noche por los caminos,      de día por los jarales.      8
Andando por sus jornadas      a París llegado han;   
las puertas hallan cerradas,      no hallan por donde entrar.      10
Siete vueltas la rodean      por ver si podrán entrar,   
y al cabo de las ocho      un postigo van hallar.      12
Ellos que se vieron dentro      empiezan a demandar;   
no preguntan por mesón,      ni menos por hospital,      14
preguntan por los palacios      donde la condesa está.   
A las puertas del palacio      allí van a demandar.      16
Vieron estar la condesa,      y empezaron de hablar:   
--Dios te salve, la condesa.      --Los romeros, bien vengáis.      18
--Mandedes nos dar limosna      por honor de caridad.   
--Con Dios vades, los romeros,      que no os puedo nada dar,      20
que el conde me había mandado      a romeros no albergar.   
--Dadnos limosna señora,      qu'el conde no lo sabrá;      22
así la den a Gaiferos      en la tierra donde está.--   
Así como oyó Gaiferos      comenzó de sospirar;      24
mandábales dar del vino,      mandábales dar del pan.   
Ellos en aquesto estando      el conde llegado ha.      26
--¿Qué es aquesto, la condesa?      aquesto ¿qué puede estar?   
¿No os tenía yo mandado      a romeros no albergar?--      28
Y alzara la su mano,1      puñada le fuera a dar   
que sus dientes menudicos      en tierra los fuera a echar.      30
Allí hablaran los romeros,      y empiezan2 de hablar:   
--¡Por hacer bien la condesa      cierto no merece mal!      32
--¡Calledes vos, los romeros,      no hayades vuestra parte!--   
34Alzó Gaiferos su espada,      un golpe le fue a dar   
que la cabeza de sus hombros      en tierra la fuera a echar.   
Allí habló la condesa      llorando con gran pesar:      36
--¿Quién érades, los romeros,      que al conde fuistes matar?   
Allí respondió el romero,      tal respuesta le fue a dar:      38
--Yo soy Gaiferos, señora,      vuestro hijo natural.   
--Aquesto no puede ser,      ni era cosa de verdad,      40
que el dedo y el corazón      yo lo tengo por señal.   
--El corazón que vos tenéis      en persona no fue a estar,      42
el dedo bien es aqueste,      que en esta mano me falta.--1   
La condesa que esto oyera      empezóle de abrazar;      44
la tristesa que tenía      en placer se fue a tornar.   

Gaiferos libera a Melisenda   (á(-e))      (ficha nš: 1597)


Asentado está Gaiferos      en el palacio real,   
asentado al tablero      para las tablas jugar.      2
Los dados tiene en la mano,      que los quiero arrojar   
cuando entró por la sala      don Carlos el emperante.      4
Desque así jugar lo vido      empezóle de mirar;   
hablándol' está hablando      palabras de gran pesar:      8
--¡Si así fuésedes, Gaiferos,      para las armas tomar   
como sois para los dados      y para las tablas jugar!:      8
vuestra esposa tienen moros,      iríadesla a buscar.   
Pésame a mí por ello      por que es mi hija carnal.      10
De muchos fue demandada,      y a nadie quiso tomar;   
pues con vos casó por amores,      amores la hayan de sacar;      12
si con otro fuera casada      no estuviera en catividad.--   
Gaiferos desque esto vido,      movido de gran pesar      14
Levantóse del tablero      no queriendo más jugar;   
y tomáralo en las manos      para haberlo de arrojar,      16
si no por él1 que con él juega      que era hombre de linaje:   
jugaba con él Guarinos,      almirante de la mar.      18
Voces da por el palacio,      que al cielo quíeren llegar:   
preguntando va, preguntando      por su tío don Roldán.      20
Halláralo en el patín,      que quería cabalgar;   
con él era2 Oliveros      y Durandarte el galán;      22
con él muchos caballeros      de aquellos de los doce pares.3   
Gaiferos desque lo vido      empezóle de hablar:      24
--Por Dios vos ruego, mi tío,      por Dios vos quiero rogar:   
vuestras armas y caballo      vos me las4 queráis prestar,      26
que mi tío el emperante      tan mal me quiso tratar,   
diciendo que soy para juego5      y no para las armas tomar.      28
Bien lo sabéis vos, mi tío,      bien sabéis vos la verdad,   
que busqué a mi esposa;      culpa no me deben dar.6      30
Tres años anduve triste      por los montes y los valles,   
comiendo la carne cruda,      bebiendo la roja sangre,      32
trayendo los pies descalzos,      las uñas corriendo sangre.   
Nunca yo hallarla pude      en cuanto pude buscar.      34
Agora sé que está en Sansueña,      en Sansueñia, esa ciudad.   
Sabéis que estoy sin caballo.      sin armas otro que tal,      36
que las tiene Montesinos,      que es ido a festejar   
allá a los reinos de Hungría      para torneos armar.      38
Pues sin armas y caballo      mal la podré yo sacar;   
por esto vos ruego, tío,      las vuestras me queráis dar.--      40
Don Roldán de que esto oyó      tal respuesta lo fue a dar:   
--Calledes, sobrino Gaiferos,      no querades hablar tal;      42
siete años ha que vuestra esposa      ella está en captividad;   
siempre os he visto armas      y caballo otro que tal,      44
agora que no las tenéis      la queréis ir a buscar.   
Sacramento tengo hecho      allá en Sant Juan de Letran      46
a ninguno prestar mis armas,      no me las hagan cobardes;   
mi caballo está bien vezado      mal vezo no te quieran dar.--7      48
Gaiferos que esto oyó      la espada fue a sacar;   
con una voz muy sañosa      empezara de hablar:      50
--¡Bien parece, don Roldán,      que siempre me quesistes mal!   
Si otro me lo dijera      mostrárale si soy cobarde,      52
mas quien a mí ha injuriado      no lo vais por mí a vengar;   
si vos tío no me fuésedes      con vos querría pelear.--      54
Los grandes que allí se hallan      entre los dos puesto se han;   
hablado le ha don Roldán,      empezóle de hablar:      56
--¡Bien parece, don Gaiferos,      que sois de muy poca edad!   
Bien oistes un ejemplo,      que conocéis ser verdad:      58
que aquel que bien os quiere      aquel vos quiere castigar.   
Si fuérades mal caballero,      no vos dijera esto tal;      60
mas porque sé que sois bueno      por esto vos quise castigar.8   
Que mis armas y caballo      a vos no se han de llegar,      62
y si queréis compañía,      yo vos quiero acompañar.   
--Mercedes, dijo Gaiferos,      de la buena voluntad;      64
solo me quiero ir, solo,      para haberla de sacar;   
nunca me dirá ninguno      que me vido ser cobarde.--      66
Luego mandó don Roldán      sus armas aparejar;   
él encubierta el caballo      por mejor lo encubertar;      68
él mesmo lo pone las armas      y le ayudaba a armar.9   
Luego cabalgó10 Gaiferos      con enojo y con pesar.      70
Pésale a don Roldán,      también a los doce pares,   
y más al emperador      desque solo le vido andar;      72
y desque ya se salía      del gran palacio real,   
con una voz amorosa      llamáralo don Roldán:      74
--Esperad un poco, sobrino;      pues solo queréis andar,   
dejédesme vuestra espada,      la mía queráis tomar      76
y aunque vengan dos mil moros      nunca les volváis la haz:   
al caballo dalde rienda      y haga a su voluntad,      78
que si él vee la suya,      bien vos sabrá ayudar,   
y si vee demasía      de ella vos sabrá sacar.--      80
Ya le daba su espada.      y toma la de don Roldán;   
da de espuelas al caballo,      sálese de la ciudad.      82
Don Beltrán que ir lo vido      empezóle de hablar:   
--Tornad acá, hijo Gaiferos,      pues que me tenéis por padre,      84
tan solamente vos vea      la condesa vuestra madre,   
tomará con vos consuelo,      que tan tristes llantos hace;      86
dar vos hia caballeros      los que hayáis necesidad.   
--Consolalda vos, mi tío,      vos la queráis consolar.      88
Acuérdese que me perdió      chiquito y de poca edad;   
haga cuenta que de entonces      no me ha visto jamás. ,      90
Que ya sabéis que en los doce      corren malas voluntades;   
no dirán que vuelvo por ruego,      mas que vuelvo por cobarde;      92
que yo no volveré en Francia      sin Melisenda11 tornar.--   
Don Beltrán desque lo oyera      tan enojado hablar,      94
vuelve riendas al caballo      y entróse en la ciudad.   
Gaiferos en12 tierra de moros      empieza de caminar;      96
jornada de quince días      en ocho la fue a andar.   
Por las sierras de Sansueña      Gaiferos mal airado va;      98
las voces que iba dando      al cielo quieren llegar.   
Maldiciendo iba el vino,      maldiciendo iba el pan,      100
el pan que comían los moros,      mas no de la cristiandad;   
maldiciendo iba la dueña      que tan solo un hijo pare;      102
si enemigos se lo matan      no tiene quien lo vengar;   
maldiciendo iba al caballero      que cabalgaba sin paje;      104
si se le cae el13 espuela      no tiene quién se la calce;   
maldiciendo iba el árbol      que solo en el campo nasce,      106
que todas las aves del mundo      en él van a quebrantar,   
que de rama ni de hoja      al triste no dejan gozar.      108
Dando estas voces y otras      a Sansueña fue a llegar.   
Viernes era en aquel día,      los moros hacen solenidad;14      110
el rey Almanzor va a la mezquita15      para la zalá rezar,   
con todos sus caballeros      cuantos él pudo llevar.      112
Cuando allegó Gaiferos      a Sansueña esa ciudad,   
miraba si vería alguno      a quien pudiese16 demandar.      114
Vido un cativo cristiano      que andaba por los adarbes;   
desque lo vido Gaiferos      empezóle de hablar:      116
--Dios te salve, el cristiano,      y te torne en libertad.   
Nuevas que pedirte quiero,      no me las quieras negar.      118
Tú que andas con los moros,      si les oíste hablar   
si hay aquí alguna cristiana,      que sea de alto linaje.--      120
El cativo que lo oyera      empezara de llorar:   
--¡Tantos tengo de mis duelos,      que de otros non puedo curar!      122
que todo el día los caballos      del rey me hacen pensar17   
y de noche en honda sima      me hacen aprisionar.      124
Bien sé que hay muchas cativas      cristianas de gran linaje,   
especialmente una      que es de Francia natural;      126
el rey Almanzor la trata      como a su hija carnal.   
Sé que muchos reyes moros      con ella quieren casar.      128
Por eso idvos, caballero,      por esa calle adelante;   
verlas heis a las ventanas      del gran palacio real.--      130
Derecho se va a la plaza,18      a la plaza la más grande.   
Allí estaban los palacios      donde el rey solía estar.      132
Alzó los ojos en alto      por los palacios mirar,   
vido estar a Melisenda      en una ventana grande      134
con otras damas cristianas,      que estaban en captividad.   
Melisenda que lo vido      empezara de llorar,      136
no por que lo conociese      en el gesto ni en el traje,19   
mas en verlo con armas blancas      recordóse de los doce pares,      138
recordóse de los palacios      del emperador su padre,   
de justas, galas, torneos,      que por ella solían armar.      140
Con una voz triste, llorosa      le empezara de llamar:   
--Por Dios os ruego, caballero,      a mí vos queráis llegar;20      142
si sois cristiano o moro      no me lo queráis negar.21   
Darvos he unas encomiendas,      bien pagadas vos serán.      144
Caballero si a Francia ides      por Gaiferos preguntad,22   
decilde que la su esposa      se lo envía a encomendar,      146
que ya me parece tiempo      que la debía sacar.   
Si no me deja por miedo      de con los moros pelear,      148
debe tener otros amores ,      de mí no lo dejan recordar:   
¡los ausentes por los presentes      ligeros son de olvidar!      150
Aun le diréis, caballero,      por darle mayor señal,   
que sus justas y torneos      bien las supimos acá.      152
Y si estas encomiendas      no recibe con solaz,   
darlas heis a Oliveros,      darlas heis a don Roldán,      154
darlas heis a mi señor      el emperador mi padre.   
Diréis como estó en Sansueña,      en Sansueña esa ciudad;      156
que si presto no me sacan      mora me quieren tornar:   
casarme han con el rey moro      que está allende la mar.      158
De siete reyes de moros      reina me hacen coronar;   
según los reyes que me traen23      mora me harán tornar;      160
mas amores de Gaiferos      no los puedo yo olvidar.--   
Gaiferos que esto oyera      tal respuesta le fue a dar:      162
--No lloréis vos, mi señora,      no queráis así llorar,   
porque esas encomiendas      vos mesma las podéis dar,      164
que a mí allá dentro en Francia      Gaiferos me suelen nombrar.   
Yo soy el infante Gaiferos      señor de París la grande,      166
primo hermano de Oliveros,      sobrino de don Roldán.   
Amores de Melisenda      son los que acá me traen.--      168
Melisenda que esto vido      conosciólo en el hablar,   
tiróse de la ventana,      la escalera fue a tomar,      170
salióse para la plaza      donde lo vido estar.   
Gaiferos que venir la vido24      presto la fue a tomar;      172
abrázala con sus brazos      para haberla de besar.   
Allí estaba un perro moro      para los cristianos25 guardar;      174
las voces daba tan altas      que al cielo querían llegar.   
Al gran alarido del moro      la ciudad mandan cerrar.      176
Siete veces la rodea Gaiferos,      no halla por donde andar,26   
Presto sale el rey Almanzor      de la mezquita y el rezar.27      178
Veréis tocar las trompetas      apriesa y no de vagar,   
veréis armar caballeros      y en caballos cabalgar;      180
tantos se arman de los moro      que gran cosa es de mirar.   
Melisenda que lo vido      en una priesa tan grande      182
con una voz delicada      le empezara de hablar:   
--Esforzado don Gaiferos,      no querades desmayar,      184
que los buenos caballeros      son para necesidad.   
Si de esta escapáis, Gaiferos,      harto ternéis que contar!      186
¡Ya quisiese Dios del cielo      y Santa María su Madre   
fuese tal vuestro caballo      como él de don Roldán!      188
Muchas veces le oí decir      en palacio del emperante,   
que si se hallaba cercado      de moros en algún lugar,28      190
al caballo aprieta la cincha,      y aflojábale el petral;   
hincábale la espuelas      sin ninguna piedad;      192
el caballo es esforzado,      de otra parte va a saltar.--   
Gaiferos de que esto oyó      presto se fuera a apear;      194
al caballo aprieta la cincha      y aflójale el petral;   
sin poner pie en el estribo      encima fue a cabalgar,      196
y Melisenda a las ancas,      que presto las fue tomar.   
El cuerpo le da por la cintura      por que le pueda abrazar,      198
al caballo hinca las espuelas      sin ninguna piedad.   
Corriendo venían los moros      apriesa y no de vagar;      200
las grande voces que daban      al caballo hacen saltar.   
Cuando fueron cerca los moros      la rienda le fue a largar:      202
el caballo era ligero,      púsolo de la otra parte.   
El rey Almanzor que esto vido      mandó abrir la ciudad;      204
siete batallas de moros      todos de zaga le van.   
Volviéndose iba Gaiferos      mirando a todas partes;29      206
desque vido que los moros      le empezaban de cercar,   
volvióse a Melisenda,      empezóle de hablar:      208
--No os enojéis vos, mi señora,      fuerza vos será apear,   
y en esta grande espesura      podéis, señora aguardar,      210
que los moros son tan cerca,      de fuerza nos han de alcanzar.   
Vos, señora, no traéis armas      para haber de pelear;      212
yo, pues que las traigo buenas,      quiérolas ejercitar.--   
Apeóse Melisenda      no cesando de rezar;      214
las rodillas puso en tierra,      las manos fue a levantar,   
los ojos puestos al cielo      no cesando de rezar.      216
Sin que Gaiferos volviese      el caballo fue a aguijar.   
Cuando huia de los moros      parece que no puede andar      218
y cuando iba hacia ellos      iba con furor tan grande   
que del rigor que llevaba      la tierra hacía temblar.      220
Donde vido la morisma      entre ellos fuera a entrar:   
si bien pelea Gaiferos,      el caballo mucho más.      222
Tantos mata de los moros      que no hay cuento ni par;   
de la sangre que de ellos salía      el campo cubierto se ha.30      224
El rey Almanzor que esto vido      empezara de hablar:   
--¡Oh válasme tú, Alá!      ¿esto qué podía estar?      226
¡que tal fuerza de caballero      en pocos se puede hallar!   
Debe ser el encantado31      ese paladín Roldán,      228
o si es32 el esforzado      Renaldos de Montalván,   
o es Urgel33 de la Marcha      esforzado singular.34      230
No hay ninguno de los doce      que bastase hacer tal.--   
Gaiferos que esto oyó      tal respuesta le fue a dar      232
--Calles, calles, el rey moro,      calles, y no digas tal;   
muchos otros hay en Francia,      que tanto como estos valen.      234
Yo no soy ninguno de ellos      mas yo me quiero nombrar:   
yo soy el infante Gaiferos,      señor de París la grande,      236
primo hermano de Oliveros,      sobrino de don Roldán.--   
El rey Almanzor que lo oyera      con tal esfuerzo hablar,      238
con los más moros que pudo      se entrara en la ciudad.   
Solo quedaba, Gaiferos,      no halló con quien pelear;      240
volvió riendas al caballo      para Melisenda buscar.   
Melisenda desque lo vido      a recebírselo sale;      242
vidole las armas blancas,      tintas en color de sangre.   
Con una voz triste y llorosa      le empezó de preguntar:      244
--Por Dios os ruego, Gaiferos,      por Dios vos quiero rogar,   
si traéis alguna herida      queráismela vos mostrar,      246
que los moros eran tantos      quizá vos han hecho mal.   
Con las mangas de mi camisa      vos las quiero yo apretar,      248
con la toca, que es más grande,35      yo os las entiendo sanar.   
--Calledes--, dijo Gaiferos--      infanta, no digades tal;      250
por más que fueran los moros      no rne podían hacer mal,   
que estas armas y caballo      son de mi tío don Roldán.      252
Caballero que las trae      no podía peligrar.   
Cabalgad presto, señora,      que no es tienipo de aquí estar;      254
antes que los moros tornen      los puertos hemos de pasar.--   
Ya cabalga Melisenda      en un caballo alazán.      256
Razonando van de amores,      de amores, que no de al;   
ni de los moros han miedo      ni de ellos nada se dan;      258
con el placer de ambos juntos      no cesan de caminar.   
De noche por los caminos,      de día por los jarales,      260
comiendo de las yerbas verdes      y agua si pueden hallar,   
hasta que entraron en Francia      y en tierra de cristiandad.      262
Si hasta allí alegres fueron,      mucho más de allí adelante.   
A la entrada de un monte      y a la salida de un valle,      264
caballero de armas blancas      de lejos vieron asomar.   
Gaiferos desque lo vido      la sangre vuelto se le ha,      266
diciendo su señora:      --¡Esto es más de recelar,   
que aquel caballero que asoma      gran esfuerzo es el que trae!      268
Si era cristiano o moro,      forzado me será pelear,36   
apeaos vos, mi señora,      y venidme a la par.      270
De la mano la traía      no cesando de llorar,   
y desque se vieron juntos      comiénzanse aparejar.37      272
Las lanzas y los escudos      en son de bien pelear.   
Los caballos ya de cerca,      comienzan de relinchar;      274
conoció su caballo Gaiferos      y empezara de hablar:   
--Perded cuidado, señora,      y tornad a cabalgar,      276
que el caballo que allí viene      mío es en la verdad;   
yo le di mucha cebada      y más le entiendo de dar;      278
las armas según que veo      mías son otro que tal,   
y aquel es Montesinos      que me viene a buscar,      280
que cuando yo me partí      no estaba en la ciudad.   
Plugo mucho a Melisenda      aquello si38 fuese verdad.      282
Ya que se van acercando      cuasi juntos a la par,   
con voz alta y crecida      empiézanse de interrogar.      284
Conóscense los dos primos      entonces en el hablar;   
apeáronse a gran priesa,      muy grandes fiestas se hacen.      286
Desque hubieron hablado      tornaron a cabalgar;   
razonando van de amores,      de otro no quieren hablar.      288
Andando por sus jornadas      a tierra de cristiandad,   
cuantos caballeros hallan      todos los van acompañar,      290
y dueñas a Melisenda,      doncellas otro que tal.   
Al cabo de pocos días      a París van a llegar.      292
A siete leguas de la ciudad39      el emperador a recebirlos sale;40   
con él sale Oliveros,      con él sale don Roldán,      294
con él el infante Guarinos,      almirante de la mar;   
con él sale don Belmudez      y el buen viejo don Beltrán;      296
con él muchos de los doce      que a su mesa comen pan;   
y con él iba doña Alda,      la esposica de Roldán;      298
con él iba Juliana41      la hija del rey Julian;   
dueñas damas y doncellas      las más altas de linaje.      300
El emperador abraza a su hija,      no cesando de llorar;   
palabras que le decía      dolor eran de escuchar.      302
Los doce a don Gaiferos      gran acatamiento le hacen:   
tiénenlo por esforzado      mucho más de allí adelante      304
pues que sacó a su esposa      de muy gran catividad.   
Las fiestas que le hacían      no tienen cuento ni par.      306

Gaiferos sale de cautividad   (á)  (ficha nš: 1598)


Media noche era por filo,      los gallos querían cantar,   
cuando el infante Gaiferos      salió de captividad;      2
muerto deja al carcelero      y a cuantos con él están.   
Vase por una calle ayuso      como hombre mundanal,      4
hablando en algarabía      como aquel que bien la sabe.   
Mbase para la puerta,      la puerta de la ciudad;      8
halla las puertas cerradas,      no halla por do botar.   
Desque se vido perdido      empezara de llamar:      8
--¡Ábrasme la puerta, el moro,      si Alá te guarde de mal!   
Mensajero soy del rey,      cartas llevo de mensaje.--      10
Allí hablara el moro,      bien oiréis lo que dirá:   
--Si eres mensajero, amigo,      y cartas llevas de mensaje,      12
esperases tú al día,      y con los otros saldrás.--   
Desque esto oyera Gaiferos      bien oiréis lo que dirá:      14
--¡Ábrasme la puerta, el moro,      si Alá te guarde de mal!   
Darte he tres pesantes de oro,      que aquí no traía más.--      16
Oídolo había una morica      que en altas torres está,   
dícele de esta manera,      empezóle de hablar:      18
--Torna los pesantes, moro,      que menester te serán:   
la mujer tienes moza,      hijos chicos de criar.--      20
Desque esto oyó el moro      recio se fue a levantar;   
las puertas que están cerradas      abriólas de par en par.      22
Acordósele a Gaiferos      de una espada que trae;   
la cabeza de los hombros      derribado se la ha.      24
Muerto cae el morico,      en el suelo muerto cae.   
Desque esto vio la morica      empieza de gritos dar;      26
ella los daba tan grandes      que al cielo quieren llegar:   
--¡Abrasmonte, Abrasmonte,      el señor de este lugar!--      28
Cuando acuerdan por Gaiferos,      ya estaba en la cristiandad.   

Grimaldos desterrado y nacimiento de Montesinos   (á)      (ficha nš: 1599)


Muchas veces oí decir      y a los antiguos contar,   
que ninguno por riqueza      no se debe de ensalzar,      2
ni por pobreza que tenga      se debe menospreciar.   
Miren bien, tomando ejemplo1      do buenos suelen mirar,      4
cómo el conde, a quien2 Grimaltos      en3 Francia suelen llamar,   
llegó en las cortes4 del rey      pequeño y de poca edad;      8
fue luego paje del rey      del más secreto lugar   
porque él era muy discreto5      y de él se podía fiar;      8
y después de algunos tiempos,      cuando más entró en edad,   
le mandó ser camarero      y secretario real;      10
y después le dio un condado,      por mayor honra le dar;6   
y por darle mayor honra      y estado en Francia sin par      12
lo hizo gobernador,      que el reino pueda mandar.   
Por su virtud y nobleza,      grande esfuerzo sin par,      14
le quiso tomar por hijo      y con su hija le casar.   
Celebráronse las fiestas      con placer y sin pesar.      16
Ya después de algunos días      de sus honras y holgar,   
el rey le mandó al conde7      que le8 fuese a gobernar      18
y poner cobro en las tierras      que lo fuera a encomendar.   
--Pláceme-- dijera el conde,      pues no se puede excusar.      20
Ya se ordena la partida,      y el rey manda aparejar   
sus caballeros y damas      para haber9 de acompañar.      22
Ya se partía el buen conde      con la condesa a la par,   
y caballeros y damas      que no le quieren10 dejar.      24
Por la gran virtud del conde      no se pueden apartar;   
de París hasta León      le fueron acompañar.      26
Vuélvense para París      después de placer tornar.   
Las nuevas que dan al rey      es descanso de escuchar,      28
de cómo rige a León      y le tiene a su mandar   
y el estado de su Alteza,      cómo lo hacía acatar.      30
De tales nuevas el rey      gran placer fuera11 a tomar.   
No prosigo más del rey,      sino que lo dejo estar.      32
Tornemos a don Grimaltos      cómo empieza a gobernar.   
Bien querido de los grandes,      sin la justicia negar,      34
trata a todos de tal suerte      que a ninguno da pesar.   
Cinco años él12 estuvo      sin al buen rey ir13 a hablar,      36
ni del conde a él ir14 quejas,      ni de sentencia apelar.   
Mas fortuna que es mudable,      y no puede sosegar      38
quiso serle tan contraria      por su estado lo quitar.   
Fue el caso que don15 Tomillas      quiso en traición tocar:      40
revolvióle con el rey      por más le escandalizar,   
diciéndole que su yerno      se le quiere rebelar      42
y que en villas y ciudades      sus armas hace pintar;   
y por señor absoluto      él se manda intitular      44
y en las villas y lugares      guarnición quiere dejar.   
Cuando el rey aquesto oyera      tuvo de ello16 gran pesar,      46
pensando en las mercedes17      que al conde lo fuera a dar.18   
¡Sólo por buenos servicios      le pusiera en tal lugar,      48
y después por galardón      tal traición le ordenar!   
Él ha determinado      de hacerle justiciar.      50
Dejemos lo de la corte,      y al conde quiero tornar,   
que estando con la condesa      una noche a bel folgar,      52
adurmióse el buen conde,      recordara con pesar;   
las palabras que decía      son de dolor y pesar:      54
--¿Qué te hice, vil19 fortuna?      ¿Por qué te quieres mudar   
y quitarme de mi silla,      en que el rey me fue a sentar?      56
¡Por falsedad de traidores      causarme tanto de mal20   
que según yo creo y pienso      no lo puede otro causar.--      58
A las voces que da el conde      su mujer fue a despertar;21   
recordó muy espantada      de verle así hablar      60
y hacer lo que no solía      y de condición mudar.   
--¿Qué habéis, mi señor el conde?      ¿En qué podéis vos pensar?      62
--No pienso en otro22 señora,      sino en cosa de pesar   
porque un triste y mal sueño23      alterado24 me hace estar.      64
Aunque en sueños25 no fiemos,      no sé a qué parte lo echar,   
que parecía muy cierto      que vi una águila volar;      66
siete halcones tras ella      mal aquejándola van,   
y ella por guardarse de ellos      retrújose a mi ciudad;      68
encima de una alta torre      allí se fuera a asentar.   
Por el pico echaba fuego,      por las alas alquitran;      70
el fuego que de ella sale      la ciudad hace quemar;   
a mi quemaba las barbas,      y a vos quemaba26 el brial.      72
¡Cierto tal sueño como éste      no puede ser sino mal!   
Esta es la causa, condesa,      que me sentiste27 quejar.      74
--Bien lo merecéis, buen conde,      si de ello os viene algún mal,   
que bien ha los28 cinco años,      que en corte no os ven estar,      76
y sabéis vos bien, el conde,      quién allí29 os quiere mal,   
que es el traidor de Tomillas,30      que no suele reposar:      78
yo no lo tengo a mucho      que ordene31 alguna maldad.   
Mas, señor, si me creéis,      mañana antes de yantar      80
mandad hacer un pregón      por toda esa ciudad:   
que vengan los caballeros      que están a vuestro mandar      82
y por todas vuestras tierras      también los mandéis llamar,   
que para cierta jornada32      todos se hayan de juntar.      84
Desque todos estén juntos      decirles heis la verdad:   
que queréis ir a París      para con el rey hablar      86
y que se aperciban todos      para en tal caso os honrar.   
Según de ellos sois querido,      creo no os podrán faltar.      88
Iros heis con todos ellos      a París, esa ciudad,   
besaréis la mano al rey      como la soléis besar,      90
y entonces sabréis, señor,33      lo que él os quiere mandar;   
que si enojo de vos tiene      luego os lo demostrará,34      92
y viendo vuestra venida      bien se lo podrá quitar.   
--Pláceme, dijo, señora,      vuestro consejo tomar.      94
Pártese el conde Grimaltos      a París, esa ciudad,   
con todos sus caballeros      y otros que él pudo juntar.      96
Desque fue cerca París      bien quince millas o más,   
mandó parar a su gente,      sus tiendas mandó armar.      98
Hizo aposentar los suyos      cada cual en su lugar.   
Luego el rey de él hubo cartas,      respuesta no quiso dar.      100
Cuando el conde aquesto vido      en París se fue a entrar;   
fuérase para el palacio      donde el rey solía estar;      102
saludó a todos los grandes,      la mano al rey fue a besar:35   
el rey de muy enojado      nunca se la quiso dar,      104
antes más le amenazaba      por su muy sobrado osar,   
que habiendo hecho tal traición      en París osase entrar;      106
jurando que por su vida      se debía maravillar   
cómo, visto lo presente,      no lo hacía degollar;      108
y si no hubiera mirado      su hija no deshonrar,   
que antes que el día pasara      lo hiciera justiciar.      110
Mas por dar a él castigo      y a otros escarmentar,   
le mandó salir del reino      y que en él no pueda estar.      112
Plazo le dan de tres días      para el reino vaciar36   
y el destierro es de esta suerte:      que gente no ha de llevar,      114
caballeros, ni criados      no lo hayan de acompañar,   
ni lleve caballo o mula      en que pueda cabalgar;      116
moneda de plata y oro      deje, y aun la de metal.   
Cuando el conde esto oyera      ¡ved cuál podía estar!37      118
Con voz alta y rigurosa,      cercado de gran pesar,   
como hombre desesperado      tal respuesta le fue a dar:      120
--Por desterrarme tu Alteza,      consiento en mi desterrar;   
mas quien de mí tal ha dicho,38      miente y no dice verdad,      122
que nunca hice traición,      ni pensé en maldad usar;   
mas si Dios me da la vida,      yo haré ver la verdad.      124
Ya se sale de palacio      con doloroso pesar;   
fuése a casa de Oliveros,      y allí halló a don Roldán.      126
Contábales las palabras      que con el rey fue a pasar;   
despidiéndose está de ellos,      pues les dijo la verdad,      128
jurando que nunca en Francia      lo verían asomar,   
si no fuese castigado      quien tal cosa fue a ordenar.      130
Ya se despedia de ellos,      por París comienza a andar   
despidiéndose de todos      con quien solía conversar:      132
despidióse de Valdovinos      y del romano Fincán,   
y del gaston39 Angeleros,      y del viejo don Beltrán,      134
y del duque don Estolfo,      de Malgesí otro que tal,   
y de aquel solo invencible      Reinaldos de Montalván.      136
Ya se despide de todos      para su viaje tomar.   
La condesa fue avisada,      no tardó en París entrar:      138
derecha fue para el rey      sin con el conde hablar,   
diciendo que de su Alteza      se quería maravillar,      140
cómo al buen conde Grimaltos      lo quisiese así tratar;   
que sus obras nunca han sido      de tan mal galardonar,      142
y que suplica a su Alteza      que en ello mande mirar,   
y, si el conde no es culpado      que al traidor haga pagar      144
lo que el conde merecía      si aquello fuese verdad,   
y así será castigado      quien lo tal fue a ordenar.40      146
Cuando el rey aquesto oyera41      luego la mandó callar   
diciendo que si más habla42      como a él la ha de tratar      148
y que le es muy excusado      por el conde le rogar,   
pues quien por traidores ruega      traidor se pueda llamar      150
La condesa que esto oyera ,      llorando con gran pesar,   
descendióse del palacio      para al conde ir a buscar.      152
Viéndose ya con el conde43      se llegó a lo44 abrazar;   
lo que el uno y otro dicen      lástima era de escuchar:      154
--¿Este es el descanso, conde,      que me habíades de dar?   
¡No pensé que mis placeres      tan poco habían de durar!      156
Mas en ver que sin razón,      por placer nos dan pesar,   
quiero que cuando vais, conde,      cuenta de ello sepáis dar.      158
Yo os demando una merced,      no me la queráis negar,   
porque cuando nos casamos      hartas45 me habíades de dar.      160
Yo nunca las he habido,      aun las tengo de cobrar,   
ahora es tiempo, buen conde,      de haberlas de demandar.      162
--Excusado es, la condesa,      eso ahora demandar,   
porque jamás tuve cosa      fuera de46 vuestro mandar,      164
que cuando vos demandéis      por47 mi fe de lo otorgar.   
--Es, señor, que donde fuéredes      con vos me hayáis de llevar.      166
--Por la fe que yo os he dado      no se os puede48 negar;   
mas de las penas que siento      ésta es la más principal      168
porque perderme yo solo      este perder es49 ganar,   
y en perderos vos, señora,      es perder sin más cobrar;      170
mas pues así lo queréis,      no queramos dilatar.   
¡Mucho me pesa, condesa,      porque no podías andar,      172
que siendo niña y preñada,      podríades peligrar!   
Mas pues fortuna lo quiere50      recibidlo sin pesar,      174
que los corazones fuertes      se muestran en tal lugar.--   
Tómanse mano por mano,      sálense de la ciudad;      176
con ellos sale Oliveros,      y ese paladín Roldán,   
también el Dardín Dardeña,      y ese romano Fincán,      178
y ese gastón Angeleros,      y el fuerte Meridán.51   
Con ellos va don Reinaldos,      y Valdovinos el galán,      180
y ese duque don Estolfo,      y Malgesí otro que tal;52   
las dueñas y las53 doncellas      también con ellos se van.      182
Cnco millas de París      los hubieron de dejar.   
El conde y condesa solos      tristes se habían de quedar;      184
cuando partirse tenían      no se podían hablar.   
Llora el conde y la condesa,      sin nadie les consolar,      186
porque no hay grande ni chico      que estuviese sin llorar.   
¡Pues las damas y doncellas,      que allí hubieron de llegar,      188
hacen llantos tan extraños,      que no los oso contar   
porque mientras pienso en ellos      nunca me puedo alegrar!      190
Mas el conde y la condesa      vanse sin nada hablar;   
los otros caen en tierra      con la sobra del pesar;      192
otros crecen más sus lloros      viendo cuán tristes se van.   
Dejo de los caballeros      que a París quieren tornar,      194
vuelvo al conde y la condesa,      que van con gran soledad   
por los yermos y asperezas      do gente no suelo andar.      196
Llegado el tercero día,      en un áspero boscaje   
la condesa de cansada,      triste, no podía andar.      198
Rasgáronse sus servillas,      no tiene ya qué calzar;   
de la aspereza del monte54      los pies no podía alzar;55      200
do quiera que el pie ponía      bien quedaba la señal.   
Cuando el conde aquesto vido,      queriéndola consolar,      202
con gesto muy amoroso      la comenzó de hablar:   
--No desmayedes, condesa,      mi bien, queráis56 esforzar,      204
que aquí está una fresca fuente      do el agua muy fría está;57   
reposaremos, condesa,      y podremos refrescar.--      206
La condesa que esto oyera      algo el paso fue a alargar   
y en llegando a la fuente      las rodillas fue a hincar.      208
Dió gracias a Dios del cielo,      que la trujo en tal lugar,   
diciendo: --¡Buen agua es ésta      para quien tuviese pan!--      210
Estando en estas razones      el parto le fue a tomar,   
y allí pariera un hijo,      que es lástima de mirar      212
la pobreza en que se hallan      sin poderse58 remediar.   
El conde cuando vio el hijo      comenzóse de esforzar;      214
con el sayo que traía      al niño fue a cobijar;   
también se quitó la capa      por a la madre abrigar.59      216
La condesa tomó el niño      para darle de mamar.   
El conde estaba pensando      qué remedio le buscar,      218
que pan ni vino no tienen,      ni cosa con que pasar.   
La condesa con el parto      no se puede levantar;      220
tomóla el conde en los brazos      sin ella el niño dejar,   
súbelos a una alta sierra      para más lejos mirar.      222
En unas breñas muy hondas      grande humo vio esar;60   
tomó su mujer y hijo,      para allá les fue a llevar.      224
Entrando en la espesura      luego al encuentro le sale   
un virtuoso ermitaño      de reverencia muy grande.      226
El ermitaño que los vido      comenzóles de hablar:   
--¡Oh válgame Dios del cielo!      ¿Quién aquí os fue a aportar?      228
Porque en tierra tan extraña      gente no suele habitar,   
sino yo que por penitencia      hago vida en este valle.--      230
El conde lo respondió      con angustia y con pesar.   
--Por Dios te ruego, ermitaño,      que uses de caridad,      232
que después habremos tiempo      de cómo vengo, a contar; :   
mas para esta triste dueña      dame qué le pueda dar,      234
que tres días con sus noches      ha que no ha comido pan;   
que allá en esa fuente fría      el parto le fue a tomar.--      236
El ermitaño que esto oyera,      movido de gran píedad,   
llevóles para la ermita      do él solía habitar.      238
Dióles del pan que tenía,      y agua, que vino no hay.   
Recobró algo la condesa      de su flaqueza muy grande.      240
Allí lo rogó el conde      quiera el niño bautizar,61   
--Pláceme--, dijo, --de grado;      ¿mas cómo le llamarán?      242
--Como quisiéredes, Padre,      el nombre lo podréis dar.   
--Pues nació en ásperos montes      Montesinos le dirán--62      244
Pasando y viniendo días,      todos vida santa hacen;   
bien pasaron quince años,      que el conde de allí no parte,63      246
Mucho trabajó el buen conde      en haberle de enseñar64   
a su hijo Montesinos65      todo el arte militar,      248
la vida de caballero      cómo la había de usar,   
cómo ha de jugar66 las armas,      y qué honra ha de ganar,      250
cómo vengará el enojo67      que al padre fueron a dar.   
Muéstrale en leer y escribir      lo que lo puede enseñar,      252
muéstrale jugar a tablas,      y cebar un gavilán.   
A veinte y cuatro de junio,      día68 era de San Juan,      254
padre y hijo paseando      de la ermita se van;69      256
encima de una alta sierra      se suben a razónar.   
Cuando el conde alto se vido      vido a París la ciudad.      258
Tomó al hijo por la mano,      comenzóle de hablar,   
con lágrimas y sollozos      no deja de suspirar.      260

Montesinos mata a Tomillas   (á(-e))      (ficha nš: 1600)


--Cata Francia, Montesinos,      cata París la ciudad,   
cata las aguas de Duero,      do van a dar en la mar;      2
cata palacios del rey,      cata los de don Beltrán,   
y aquella que ves más alta      y que está en mejor lugar      4
es la casa de Tomillas,      mi enemigo mortal.   
Por su lengua difamada      me mandó el rey desterrar      8
y he pasado a causa de esto      mucha sed, calor y hambre,   
trayendo los pies descalzos,      las uñas corriendo sangre.      8
A la triste madre tuya      por testigo puedo dar,   
que te parió en una fuente      sin tener en qué te echar.      10
Yo triste quité mi sayo      para haber de cobijarte;   
ella me dijo llorando      por te ver tan mal pasar:      12
--Tomes este niño, conde,      y lléveslo a cristianar;   
llamédesle Montesinos      Montesinos le llamad.--      14
Montesinos que lo oyera      los ojos volvió a su padre;   
las rodillas por el suelo      empezóle de rogar      16
le quisiese dar licencia,      que en París quiere pasar,   
y tomar sueldo del rey      si se lo quisiere dar,      18
por vengarse de Tomillas,      su enemigo mortal;   
que si sueldo del rey toma,      todo se puede vengar.      20
Ya que despedirse quieren      a su padre fue a rogar   
que a la triste de su madre      él la quiera consolar      22
y de su parte le diga      que a Tomillas va buscar.**   

Montesinos mata a Tomillas   (á(-e))      (ficha nš: 1601)


--Cata Francia, Montesinos,      y París esa ciudad;   
cata palacio del rey      tu abuelo natural;      2
cata casa de Tomillas      mi enemigo mortal.   
Por su inicua y mala lengua      me mandaron desterrar,      4
do he pasado a causa de esto      mucha sed, calor y hambre,   
aguas, nieves y ventiscos      por estos asperos valles.      8
Y la triste madre tuya      por testigo puedo dar,   
que te parió en un fuente      sin tener cosa en que echarte.      8
Yo triste quité mi sayo      para haber de cobijarte.   
Otras mil angustias tristes      que yo no quería contar,      10
y el traidor de don Tomillas      todo esto quiso ordenar;   
mas si Dios me da la vida      yo lo entiendo de vengar.--      12
Montesino que esto oyera      los ojos volvió a su padre,   
las rodillas puso en tierras      por la mano le besar.      14
Pidió le diese licencia      que a París quiere llegar   
porque él ha oido decir      que sueldo acostumbran dar      16
a los buenos caballeros      que lo quisieren tomar.   
--Por eso, señor, vos ruego,      de ello no toméis pesar;      18
que si el sueldo del rey tomo      todo se podrá vengar.--   
Viendo el conde su deseo,      la bendición le fue a dar.      20
Partiéndose Montesinos      volvió a rogar a su padre,   
que haya por encomendada      a la condesa su madre,      22
y de su parte le diga,      que a Tomillas va a buscar.   
--Pláceme, dijera el conde,      hijo, por te contentar.--      24
Ya se parte Montesinos      para en París entrar,   
y en entrando por las puertas      luego quiso preguntar      26
por los palacios del rey      que se los quieran mostrar.   
Los que se lo oían decir      d'él se empiezan a burlar;      28
viéndolo tan mal vestido      piensan que es loco, o truhán.   
En fin muéstranle el palacio,      por ver qué quiere buscar.      30
Sube alto en el palacio,      entró en la sala real,   
halló que comía el rey,      don Tomillas a la par.      32
Mucha gente está en la sala,      por él no quieren mirar.   
Desque hubieron ya comido      al ajedrez van a jugar      34
solos el rey y Tomillas      sin nadie a ellos hablar,   
si no fuera Montesinos      que llegó a los mirar.      36
Mas el falso de Tomillas,      en quien nunca hubo verdad,   
jugara una treta falsa,      donde no pudo callar      38
el noble de Montesinos,      y publica su maldad.   
Don Tomillas que esto oyera,      con muy gran riguridad      40
levantara la su mano,      un bofetón lo fue a dar.   
Montesinos con el brazo      el golpe lo fue a tomar,      42
y echó mano al tablero,      y a don Tomillas fue a dar   
un tal golpe en la cabeza,      que le hubo de matar.      44
Murió el perverso dañado,      sin valerle su maldad.   
Alborótanse los grandes      cuantos en la sala están;      46
prendieron a Montesinos      y queríanlo matar,   
sino que el rey mandó a todos      que no le hiciesen mal,      48
porque él quería saber      quién le dio tan gran asar;   
que no sin algún misterio      él no osara tal pensar.      50
Cuando el rey le interrogara      él dijera la verdad.   
--Sepa tu real Alteza      soy tu nieto natural;      52
hijo soy de vuestra hija,      la que hicisteis desterrar   
con el conde don Grimaltos,      vuestro servidor leal,      54
y por falsa invención      le quisiste maltratar.   
Mas agora vuestra Alteza      de ello se puede informar:      56
que el falso de don Tomillas      sepan si dijo verdad,   
y si pena yo merezco,      buen rey, mandádmela dar,      58
y también si no la tengo      que me mandásedes soltar,   
y al buen conde y la condesa      los mandéis ir a buscar,      60
y les tornéis a sus tierras      como solía gobernar.--   
Cuando el rey aquesto oyera      no quiso más escuchar.      62
Aunque veía ser él su nieto,      quiso saber la verdad.   
Supo que don Tomillas      ordenió aquella maldad,      64
porque tuvo envidia      viéndole en prosperidad.   
Cuando el rey la verdad supo      al conde hizo ir a buscar      66
Gente de a pie y de a caballo      iban para le acompañar   
y damas por la condesa      como solía llevar.      68
Llegado junto a París      dentro no quieren entrar,   
porque cuando d'él salieron      los dos fueron a jurar      70
que las puertas de París      nunca las vieran pasar.   
Cuando el rey aquello supo      luego mandó derribar      72
un pedazo de la cerca      por do pudiesen pasar   
sin quebrar el juramento      que ellos fueron a jurar.      74
Lleváronlos al palacio      con mucha solemnidad;   
hácenlos muy ricas fiesta,      cuantos en en la corte están.      76
Caballeros, dueñas, damas      los vienen a visitar   
y el rey delante de todos      por mayor honra les dar.      78
Les dijo que había sabido      cómo era todo maldad   
lo que dijo don Tomillas      cuando lo hizo desterrar      80
y porque sea más creído      allí les tornó a afirmar   
todo lo que antes tenían,      y el gobierno general,      82
y que después de sus días,      el reino haya de heredar   
el noble de Montesinos      y así lo mandó firmar.      84

Montesinos y Oliveros desafiados   (á-o)      (ficha nš: 1602)


En las salas de París,      en un palacio sagrado   
ado está el emperador      con los pares razonando,      2
acabando de comer,      un rumor se ha levantado:   
Oliveros y Montesinos      mal se quieren en celado.      4
Oliveros fue el primero      que se había desmesurado:   
--Dicho os he, Montesinos,      días ha que os he rogado,      8
que de amores de Aliarda      no tuviésedes cuidado,   
que no sois para servilla,      ni para ser su criado;      8
si no fuese por el emperador      yo os habría castigado.--   
Montesinos que esto oyera      la color se le ha mudado,      10
así le tiemblan las carnes      como a hombre sentenciado.   
Echó mano a la su espada,      su rico manto abajado,      12
tiró un golpe a Oliveros,      mas no le había acertado.   
Oliveros no tenía armas,      dos saltos atrás ha dado.      14
Metióse la gente en medio,      otra cosa no ha pasado.   
Ellos en aquesto estando      don Roldán había llegado      16
a grandes voces diciendo:   
--¡Viva, viva el emperador,      y el que vive a su mandado!      18
--¡Viva!-- dijo Montesinos,      --mas no de ser ultrajado;   
que si de esto no me vengo,      no entraré más en poblado,      20
ni comeré pan a mesa,      ni oiré misa en sagrado,   
ni me vestiré loriga,      ni cabalgaré en caballo,      22
ni me llamarán en Francia      hijo del conde Grimaldo.--   
Abájase del escala      con pasión, muy lastimado;      24
fuérase al mesón de Burgo      ado estaba aposentado.   
Armóse de una loriga      y de un arnés tranzado,      26
echóse un escudo al cuello:      de todas armas armado,   
sin poner pie en el estribo,      en el caballo había saltado.      28
Sale por la puerta afuera      muy honesto y mesurado,   
por las calles que había gente      íbase muy sosegado,      30
por do vía que no estaba      va corriendo como un gamo.   
En saliendo de París      topara con don Reinaldo,*      32
primo suyo carnal,      en amor más que hermano.   
--¿Adónde vais, Montesinos,      adó vais tan bien armado?      34
0 vais con mensaje a moros,      o venís desafiado.--   
--No voy a nada de aqueso,      ni de ello tengo cuidado;      36
mas Oliveros en palacio      de palabras me ha ultrajado.   
Respondiérale yo a ellas,      mas no quedé bien pagado.      38
Por Dios os ruego, mi primo,      que vais a desafiarlo,   
que le digáis de mi parte      que le espero en el campo,      40
en el campo de san Dionís      bien armado y a caballo.   
--Pláceme, dijo Reinaldo,      pláceme de muy buen grado,      42
decírselo he de boca,      aunque esté muy ocupado.   
Si no quisiere uno por uno,      seremos dos por cuatro,      44
aunque viniese con ellos      don Roldán el encantado.--   
Ellos en aquesto estando      Oliveros que ha llegado      46
con la sobrevista verde.      ¡Oh cuán bien parece armado!   
El gesto trae descubierto,      blanco es y colorado,      48
a grandes voces diciendo:      --Tiraos afuera, Reinaldo,   
lo que ha dicho Montesinos      presto le costará caro.      50
--Pláceme le dijo él,      pláceme de muy buen grado.--   
Volvió riendas al caballo,      en París se había lanzado.      52
Mejor fuera para ellos      no habellos él dejado.   
Pocas palabras se dicen,      metido se han en un prado.      54
Apartóse el uno del otro      cuanto un tiro de dardo.   
De los muy recios encuentros      a tierra se han derrocado.      56
Herido fue Montesinos      en el su izquierdo lado;   
así quedara Oliveros      por medio de su costado,      58
que el hierro de Montesinos      en el cuerpo le ha quedado.   
Levántanse ambos en pie,      las espadas han sacado;      60
entre los dos caballeros      cruel batalla se ha trabado.   
Ellos en aquesto estando      Baldovinos que ha llegado      62
con sus perras de traílla      y su halcín en la mano.   
Rogado les ha por la paz;      d'él nada no se han curado.      64
Batió piernas al caballo,      y el así los ha dejado.   
Fuése al emperador      muy triste, desconsolado.      66
--¿Qué hacéis aquí, señor,      con tan pequeño cuidado?   
Que hoy pierdes dos caballeros,      los mejores de tu estado,      68
en el campo de san Dionís      cada uno mal llagado.   
Si presto no socorréis      el campo será acabado.--      70
Don Carlos cuando lo oyera      temblaba como azogado;   
cabalgó en un palafrén      por no esperar a caballo.      72
Con él iba en compañía      ese conde don Grimaldo,   
con él iban caballeros,      todos eran hijos dalgo.      74
En llegando a san Dionisio      venlos estar en lo llano;   
cada cual caído en tierra,      que no bullen pie ni mano.      76
Cuando así los vido el conde,      de su boca había hablado:   
--¡Qué tal estáis, mi hijo,      el mi hijo mucho amado,      78
por las tierras do yo voy      por vos fuera muy honrado!   
Si habéis herida de muerte      de vuestra alma habed cuidado.      80
Aunque vos muráis, mi hijo,      de mí no seréis llorado,   
que ni moris por mesones,      ni por tableros jugando;      82
moris como caballero      en el campo peleando.   
--Que no moriré, señor,      de lo que estoy agora llagado;      84
mas socorred a Oliveros,      ved si está peor tratado.   
--Con él está acá, mi hijo,      el emperador don Carlos.      86
Mucho estaba mal herido,      vos no estáis muy bien librado.--   
Allí llegó el emperador,      su rostro todo mojado      88
de lágrimas de sus ojos      que por ellos ha llorado.   
--Si sois vivo, Montesinos,      yo quedaré consolado.--      90
--Cuál me hallardes señor,      estoy a vuestro mandado.--   
Con igual honra en París      ambos los han lanzado;      92
con la vida de los dos      el pueblo se ha holgado.   
Mucho más se holgó el conde,      y así hiciera Reinaldo,      94
que del bien de Montesinos      él estaba muy pagado.   

Montesinos y Oliveros desafiados   (á-o)      (ficha nš: 1603)


En las salas de París,      en el palacio sagrado   
donde está el emperador      con su imperial estado,      2
también estaban los doce      que a una mesa se han juntado,   
obispos y arzobispos      y un patriarca honrado.      4
Después que hubieron comido      y las mesas se han alzado,   
ya se levanta la gente,      todos iban paseando      8
por una sala muy grande,      unos con otros hablando.   
Unos hablan de batallas,      los que las han acostumbrado;      8
otros hablan de amores,      los que son enamorados.   
Montesinos y Oliveros      mal se quieren en celado;      10
con palabras injuriosas      Oliveros ha hablado.   
Las palabras fueron tales,      que de esta suerte ha empezado:      12
--Montesinos, Montesinos,      ¡cuánto ha que os he rogado   
que de amores de Aliarda      no tuviésedes cuidado,      14
que no sois para servirla      ni para ser su criado!   
¡Si no por el emperador,      yo os hubiera castigado!--      16
Montesinos que esto oyera      túvose por injuriado;   
la respuesta que le dio      fue como de hombre esforzado:      18
--¡Buen caballero Oliveros,      mucho estoy maravillado,   
siendo hombre de buen linaje      siempre entre buenos criado,      20
que vos a mí deshonrar      bien debía ser excusado;   
que si tuviera yo1 espada      como vos tenéis al lado,      22
las palabras que dijistes      bien las hubiérades pagado!--   
Oliveros que esto oyera      en la espada puso mano;      24
fuése para Montesinos      como hombre muy airado.   
Montesinos no tiene armas,      descendióse del palacio.      26
Los ojos puestos en el cielo      juramento iba echando2   
de nunca vestir loriga      ni cabalgar en caballo,      28
ni comer pan a manteles,      ni nunca entrar en poblado   
y de no rapar sus barbas,      ni de oír misa en sagrado,      30
ni llamarse Montesinos,      hijo del conde Grimaltos,   
hasta que vengue la mengua      que Oliveros le ha dado.      32
En llegando a su posada      fue muy prestamente armado:   
pone el yelmo en su cabeza,      vístese un arnés tranzado,      34
mandó sacar una lanza      que él tenía en apartado,   
que la lanza era muy fuerte,      y el hierro bien acerado.      36
Ya es armado Montesinos,      ya cabalga en su caballo.   
Las cartas que tiene escritas      a un paje las había dado,      38
que las lleve a Oliveros      y se las diese en su mano,   
y le diga que le aguarda      Montesinos en el campo,      40
armado de todas armas      y el caballo encubertado.   
Ya se parte el mensajero      con las cartas que le ha dado;      42
en casa del emperador      a Oliveros ha hallado;   
con muy grande reverencia      el paje lo ha llamado.      44
Oliveros es discreto,      y hombre muy bien criado,   
apartóse con el paje      en un lugar apartado.      46
Preguntó lo que quería,      o quién le había enviado.   
El paje cuando esto oyó      las cartas le hubo mostrado. ,      48
Oliveros que las vido      dijo que él daría recaudo.   
Ya se parte el pajecico,      ya se sale del palacio.      50
El plazo que Montesinos      a Oliveros hubo dado,   
cuatro horas le da de tiempo      que le aguardaría en el campo,      52
y si al plazo no viniese      por traidor sería llamado.   
El acudió de tal suerte,      que seis horas habían pasado.      54
Tanto aguardó Montesinos,      que ya estaba enojado.   
Mientra que en el campo andaba      a Oliveros esperando,      56
vió allí un caballero      que llamaban don Reinaldos,   
que de linaje era su primo,      y en el voluntad más que hermano.      58
Las palabras que le dijo,      de esta manera ha hablado:   
--Montesinos, Montesinos,      ¿qué facéis, mi primo hermano,      60
que según del modo os veo      vos estáis mal enojado?   
Alguno os desafió      y vos lo estáis esperando,      62
porque no siento otra cosa      por qué estuviésedes armado--   
Montesinos que esto oyera      tal respuesta le hubo dado:      64
--La causa que ansí me halláis      vos la contaré de grado:   
un presente hoy me trujeron,      y en él vino este caballo;      66
mas vos sabéis mi costumbre,      que si caballo me han dado,   
el primer día que a mí viene      ha de ser muy bien probado.      68
Yo por ver qué tal es este      he subido en el armado.--   
Don Reinaldos que esto oyera      esta respuesta le ha dado:      70
--Montesinos, Montesinos,      vuestro hablar es excusado;   
vos a mi no me neguéis      por qué estáis desafiado.--      72
Montesinos que esto vido      que lo sabía don Reinaldos,   
luego sin más dilación      la verdad hubo contado.      74
--Vos sabéis, mi señor primo,      que hoy dentro en el palacio   
yo y vuestro primo Oliveros      andábamos paseando.      76
De unas razones en otras      él me ha mal injuriado,   
diciendo que de Aliarda      yo no tuviese cuidado,      78
que no era para servirla      ni para ser su criado;   
que si mirado no hubiese      al gran emperador Carlos,      80
por el enojo que le hice      ya me hubiera castigado.   
Yo le dije que hablaba      mal y muy desmesurado,      82
y él echó mano a la espada      y embrazóse de su manto.   
Yo hallándome sin armas      descendíme del palacio;      84
fuíme para mi posada.      muy triste y muy enojado;   
arméme con estas armas      que vos me halláis armado.      86
Cartas envié a Oliveros      que le aguardaba en el campo;   
cuatro horas le di de tiempo      que le estaría esperando      88
y si en estas no viniese      por traidor sería llamado.   
Desque pasan las3 cuatro lloras,      otras dos habían pasado.      90
Don Reinaldos que esto oyó      esta respuesta le ha dado:   
--Si queréis vos, Montesinos,      yo iré presto a llamarlo,      92
si no quiere oírlo de lengua,      decírselo he por las manos;   
y si él no quiere venir,      para vos y mí, sean cuatro.--      94
Ellos estando en aquesto      Oliveros ha llegado,   
no como hombre de pelea,      sino como enamorado.      96
Él viene muy gentil hombre      mas también muy bien armado.   
En llegando a Montesinos      de esta suerte le hubo hablado:      98
--Montesinos, Monitesinos,      ¿qué es esto, traidor malvado?,   
que la fe que tú me diste      ¡hásmela muy mal guardado!      100
Dijiste que estarías solo,      y hállote acompañado.--   
Montesinos que esto oyó      tal respuesta le hubo dado:      102
--Oliveros, Oliveros      de esto no estéis enojado,   
que si compañía tengo      cierto vos lo habéis causado,      104
que si viniérades a tiempo      del plazo que os hube dado,   
la compañía que tengo      no la hubiérades hallado,      106
que por causa de desdicha      él me halló aquí armado.   
Él me preguntó qué había,      yo bien me hube excusado,      108
mas por importunación      sabed que yo le he contado   
lo que está entre vos y mí      y lo que yo hube pasado.      110
Mas yo os haré juramento      donde vos queráis tomallo,   
que por esta compañía      no seréis perjudicado,      112
sino que él se irá a París      quedando nos en el campo.   
--Pláceme--, dijo Oliveros,      --de eso que habéis hablado.--      114
Reinaldos se entró en París      y ellos quedan en el campo.   
Íbanse de par en par,      y juntos lado con lado,      116
hasta llegar a la huerta      donde el campo se había dado.   
Después que dentro se vieron      Montesinos ha hablado:      118
--Agora es tiempo, Oliveros,      que se vea el más esforzado.--   
Vanse el uno para el otro,      recios encuentros se han dado;      120
los golpes han sido tales      que entrambos se han derribado.   
Media hora y más estuvieron      que ninguno ha hablado.      122
Ya después que esto pasó      el uno se ha levantado;5   
fuése para Oliveros,      de esta suerte le ha hablado:      124
--Buen caballero, no estéis      por tan poco desmayado,   
echemos mano a las hachas,      pues las lanzas se han quebrado.--      126
Oliveros que esto oyera      muy presto fue levantado.   
Danse tan terribles golpes      que presto se han desarmado;      128
las piezas de los arneses      veréis rodar por el campo.   
Oliveros que esto vido      de esta suerte le ha hablado:      130
--Echa mano por la espada      pues que ya estáis desarmado.--   
Montesinos que esto oyera      presto la espada ha sacado:      132
fiérense de tales golpes      que se han mal aparejado.   
Ellos estando en aquesto      un cazador ha llegado;      134
quísose poner entre ellos,      hanle mal amenazado,   
que si entre ellos se pone      que él será muy mal tratado.      136
El cazador que esto oyera      medio muerto y espantado   
se partió para París,      grandes voces iba dando:      138
--Qué es de ti, el emperador,      que hoy pierdes todo tu Estado?   
¡Hoy entre los doce pares      veo gran ruido armado,      140
y el imperio de París      todo escandalizado!--   
Oyólo el emperador,      donde estaba en el palacio:      142
mandó luego que lo llamen      al que tal iba hablando.   
Ya es llegado el cazador      do está el emperador Carlos.      144
Las palabras que le dice      con temor demasiado:6   
--Señor, sepa, vuestra Alteza      que hoy andando cazando      146
en la huerta de sant Dionís,      dentro en ella yo he hallado   
a Montesinos y a Oliveros      que se habían desafiado.      148
La sangre que de ellos corría      teñia las yerbas del campo;   
que si ellos ya no son muertos,      estarán muy mal tratados.--      150
El emperador que esto oyera      muy presto hubo cabalgado   
con todos los caballeros      los que allí hubo hallado.      152
De Oliveros iba un primo,      y también iba un su hermano,   
y el padre de Montesinos,      ese conde don Grimaltos.      154
Cada uno tiene parientes,      iban escandalizados.   
El emperador, que esto vido,      pregonar luego ha mandado:      156
que de manos ni de lengua      ninguno sea osado   
de decir descortesía,      ni quistión hayan buscado7      158
y quien quistión revolviese      fuese luego degollado.   
Por miedo de aquel pregón      todo hombre va limitado.      160
En allegando a la huerta      el emperador hubo entrado.   
Por el rastro de la sangre      los caballeros han hallado,      162
el uno caído a una parte,      otro caído a otro lado.   
Llamó8 a sus caballeros      los que le han acompañado.      164
Cuando la gente los vio      veréis hacer un gran llanto:   
unos dicen: ¡Ay mi primo¡      otros dicen: --¡Ay mi hermano!      166
El conde Grimaltos dice:      --¡Ay mi hijo mal logrado!--   
Cuando el emperador vido      su pueblo escandalizado,      168
mandó traer unas andas      en que hubiesen llevado   
aquellos dos caballeros      que se habían maltratado:      170
que los lleven a París      dentro del real palacio;   
doctores y bachilleres9      que viniesen a curarlos.      172
Fue la voluntad divina      que a poco tiempo pasado   
les hallan gran mejoría,      que se han mucho remediado.      174
Ya sanos los caballeros      y Dios que10 les ha ayudado,   
mandóles el emperador,      que amigos hayan quedado.      176
Cásanlos con sendas damas      las más lindas del palacio,   
y púsoles grandes penas      que ninguno sea osado      178
de hablar con Aliarda,      ni de ser su enamorado,11   
y quien esto quebrantase      de la vida sea privado.      180
Así quedaron amigos      y el imperio asosegado.   
Luego Aliarda casó      con un caballero honrado;      182
quedaron todos contentos      y el romance fue acabado.12   

Guiomar    (á(-e))       (ficha nš: 1604)


Ya se sale Guiomar      de los baños de bañar   
colorada como la rosa,      su rostro como cristal.      2
Cien damas salen con ella      que a su servicio están,   
eran todas fijas dalgo,      muy fermosas en verdad,      4
ricamente ataviadas      que era gloria de mirar.   
Preguntando va Guiomar      por el rey Jafar su padre.      8
Respondiera un caballero      que le estaba delante:   
--Retraído está, señora,      en su palacio real,      8
de dentro de siete puertas      allá se fuera a encerrar,   
y mandó a los porteros      que a nadie dejen entrar      10
sino a sus caballeros,      los del consejo real;   
llorando está de sus ojos      que es dolor de lo mirar,      12
mesábase los cabellos,      sus barbas otro que tal.   
La causa del lloro tan grande      yo no la sabré contar,      14
mas sé que le han venido cartas      de Carlos el emperante,   
lo que contienen aquellas      yo no lo sabré contar.--      16
Guiomar que esto oyera      corriendo va a más andar,   
que ni atiende a sus damas,      ni a nadie quiso esperar;      18
antes se fue al palacio      donde estaba el rey su padre.   
No hay portero que la detenga      ni la osase bablar.      20
Allegara a la gran sala      donde su padre está,   
vió a sus caballeros      que le estaban delante      22
puestos en tan gran silencio      que a nadie oyó hablar   
y allí vido estar al rey      en la su silla real,      24
su mano tenía en el rostro      con un pensamiento grande.   
Allegóse Guiomar,      y humillósele delante,      26
tomándolo por la mano      por habérgela de besar.   
El rey Jafar que la viera      la fue luego a levantar      28
y besándola en el rostro      no pudo estar de llorar.   
Fízole dar una silla,      y cabo él se fue a sentar.      30
Allí fabló Guiomar      y empezara de hablar:   
--Por Dios vos ruego, el rey,      me digades la verdad:      32
¿Qué es la causa del enojo?      ¿Quién vos ha hecho pesar?   
Y acordáos que las mujeres      son para bien y para mal.--      34
Respondiérale el rey      con gran tristeza y pesar:   
--Sabréis, fija Guiomar,      la causa de nuestro mal:      36
que ha dos horas o poco menos      cartas me fueron llegar,   
las cuales envió don Carlos,      capitán de la cristiandad,      38
en que me envía las treguas,      y me tornara las paces,   
y me suelta los tributos,      que ya no los quiere más;      40
mas demándame mis reinos      que se los haya de dejar.   
Y si no lo hago, hija,      los meterá a huego y sangre.      42
Treinta días me dio de plazo,      que más no me quiso dar,   
y la peor señal que veo      y que a mí da mayor pesar,      44
es ver que en riberas de Ebro      tiene asentado su real.   
Y si hago resistencia      serme hia mayor mal,      46
aunque sesenta mil combatientes      bien los puedo yo allegar   
de Aragon y de Castilla,      y Valencia esa ciudad.      48
Mas ¿qué aprovecha? mi hija,      que será doblar mis males;   
que tiene otros tantos,      y con ellos los doce pares,      50
y si más gente quisiere,      a toda la cristiandad.   
Y de todo aquesto, fija,      a vos toca el mayor mal:      52
que de mí ya no me pesa,      que soy viejo y de gran edad;   
mas recibo de vos pena      que sois niña y de poca edad,      54
porque agora venía el tiempo      que habíades de reinar.   
¿Quién gobernará mis reinos,      mis villas y mis ciudades?      56
¿Quién manterná mis caballeros,      los de mi corte real?   
¿Y vos y yo, la mi fija,      dónde iremos a parar?--      58
Guiomar era discreta      si en el mundo había su par,   
y cuanto le dijo el rey      lo fue muy bien a escuchar,      60
respondióle con gran tiento      y empezara de hablar:   
--No desmayes, el buen rey,      no quieras tornar pesar,      62
que si Alá me da la vida      yo lo entiendo remediar   
si vos, rey, me dais licencia      que haga a mi voluntad      64
y que lo que yo hiciere      por hecho lo hayáis de dar.--   
El rey Jafar que esto oyera      tal respuesta le fue a dar:      66
--Por Dios vos ruego, mi fija,      vos me lo queráis contar   
de qué suerte lo haredes,      o cómo pensáis remediar.--      68
Guiomar como obediente      le diera respuesta tal:   
--Que de grado lo diría      por servir su Majestad.      70
Acordaos, rey, de Cellinos      que tovistes en catividad,   
que siete años o más      estuvo sin libertad,      72
y sin decillo a vuestra Alteza      licencia le fuera a dar,   
que se tornase en Francia,      a su tierra natural.      74
Pues estando él en el campo      en algo me ha de ayudar,   
y cuando él no me ayudase,      otro mayor pienso fallar,      76
que allí será Montesinos,      ese esclarecido infante,   
que mucho tiempo me ha servido      en vuestra corte real;      78
por mí ha hecho torneos,      por mí en campo fue a entrar;   
y también sé que don Carlos,      aquel alto emperante,      80
nadie le pidió merced      que el no se la otorgase.   
Y por esto os ruego, padre,      licencia me queráis dar,      82
que delante d'él yo vaya      para merced le demandar:   
que él es tan magnífico hombre      que no me la negará--      84
El rey Jafar que esto oyera      luego se fuera a turbar,   
maldiciendo la fortuna      empezara de llorar      86
diciendo estas palabras      con dolor y sospirar:   
--¡Oh desventurado rey      que en el mundo no hay su par!      88
¡Oh mi hija Guiomar,      espejo de mi mirar!   
¡Oh descanso de mi vida,      reposo de mi pesar!      90
¿Quién vos dará tal licencia,      quién vos la osará dar?   
¿Quién vos asegura, fija,      a vos en la cristiandad,      92
que no os sea hecha deshonra,      o vos hayan de avergonzar?--   
Guiomar que aquesto oyera      tal respuesta le fue a dar:      94
--Yo suplico a vuestra Alteza      que no quiera tal hablar;   
que nunca en campo ninguno      se usó tal platicar      96
que a nadie que fuese de grado      se le oviese de hacer mal.   
Cuanto más do está el gran Carlos      y aquellos doce sin par,      98
así que por ese cabo      bien os podréis segurar.   
Y envía por las trompetas      cuantas en la tierra están,      100
manda hacer un pregón      por su reino general:   
que cualquier dama hermosa      se haya de aparejar,      102
y otro día de mañana      sea al palacio real.   
Viendo el rey que más no pudo      el pregón mandara dar:      104
que obedezcan a Guiomar,      que hagan a su voluntad.   
Viérades la barahunda      que había en la ciudad,      106
de atavíos de las damas      cuál saldría más galana.   
Pues decir de Guiomar      sería largo de contar,      108
que toda la noche en peso      jamás se quiso acostar,   
mas puesta en invenciones      y en vestidos se ensayar.      110
Y no era venido el día      cuando ella en punto está;   
mandó abrir las sus salas      y su palacio real.      112
Viérades entrar las damas      que es placer de lo mirar,   
cada una de su atavío      quién más linda puede andar.      114
Y cuando estuvieron juntas      en su palacio real,   
fablárales Guíomar      a todas en general:      116
--Bien sabéis, hermanas mías,      nuestra gran nesesidad   
y sabéis todas las cosas      que ha escrito el emperante.      118
Y para remediar tal daño      es de gran necesidad   
que vais todas conmigo      a la su tienda real      120
a suplicar a su Alteza,      merced nos quiera otorgar,   
que nos delibre las tierras,      y que nos torne la paz.--      122
Las damas que esto oyeron      le dieron respuesta tal:   
que eran todas muy contentas      por servir su Majestad:      124
Levantóse en pie Guiomar,      agradecióles su voluntad   
y escogió cien damas de ellas      que más le fueron agradar,      126
aunque no fuesen fijas dalgo,      ni de muy alto linaje.   
Y las que no eran tan vestidas      de sus ropas les hacía dar;      128
mandó traer cabalgaduras      para ellas cabalgar,   
ricamente guarnecidas      que era cosa de mirar.      130
Con ellas cien caballeros      por más honestas andar.   
Mandó allegar las trompetas      y atabales otro que tal;      132
hizo venir los instrumentos      que se pudieron hallar.   
Desque todo fue a punto      mandó a todos cabalgar.      134
Vérades cabalgar damas,      caballeros otro que tal;   
ver cuál iba Guiomar      nadie lo sabría contar:      136
encima de una hacanea blanca      que en Francia no la había tal,   
un brial vestido blanco      de chapado singular,      138
mongil de blanco brocado,      enforrado en blanco cendal,   
bordado de pedrería      que no se puede apreciar,      140
una cadena a su cuello      que valía una ciudad.   
Cabellos de su cabeza      sueltos los quiere llevar,      142
que parecen oro fino      en medio de un crista,   
una guirlanda en su cabeza,      que su padre le fue a dár,      144
de muy rica pedrería      que en el mundo no hay su par.   
Ya se parte Guiomar,      ya empieza de caminar,      146
con ella sale el rey Jafar      fasta la puerta de la ciudad.   
Desque fueron a la puerta      Guiomar le fue a hablar,      148
tomándolo de las manos      que se las quiere besar,   
rogándolo mucho de grado      no recibiese pesar      150
El rey Jafar que la oyera      no pudo estar de llorar,   
diciéndole: --Fija mía      no me queráis olvidar,      152
cuando seréis entre cristianos,      de mí os queráis acordar;   
mirad cómo quedo solo      con una angustia mortal.--      154
Dándole su bendición      licencia le fuera a dar.   
Ya se parte Guiomar      para do está el emperante.      156
Siesta era de mediodia,      tiempo de calor muy grande   
cuando el emperador Carlos      se levanta de yantar      158
y con él todos los doce      que a su mesa comen pan.   
Cada uno se va a su tienda      a dormir y a folgar      160
cuando llegó Guiomar      al real del emperante.   
Desque fue cerca las tiendas      las trompetas mandó llamar,      162
que desparasen todos juntos      cuantos instrumentos hay.   
Ya desparan las trompetas,      atabales otro que tal,      164
hacían tan grande estruendo      que la tierra hacen temblar.   
Viérades los franceses      voces que empiezan a dar,      166
diciendo: --¡Al arma, al arma,      todo hombre a cabalgar!,   
que este era el rey Jafar,      o alguna traición grande.--      168
Mas presto llega la guarda      que tenía el emperante,   
y vieron ser Guiomar,      que venía tan triunfante.      170
Presto se tornan las guardas      por la gente asegurar,   
y dieron presto las nuevas      a Carlos el emperante      172
cómo era Guiomar      que venía le hablar,   
y le demanda licencia      si la dejara entrar.      174
El emperador muy contento      de grado se la fue a dar.   
Ya entraba Guiomar      por medio de aquel real.      176
Treinta pasos de la tienda      donde estaba el emperante   
descabalgó Guiomar.      Sus damas mandó apear      178
por hacer acatamiento      a la corona real;   
pasó por medio la guarda      que tenía el emperante,      180
que eran más de dos mil hombres      los que le suelen guardar.   
Y cuando llegó a la puerta      de aquella tienda real,      182
viera estar a don Carlos,      aquel alto emperante.   
Conociólo Guiomar      según dél tenía señal:      184
con aquellas barbas blancas      que tenía por la su faz,   
que jamás pelo en su vida      de la barba fuera a cortar.      186
Guiomar como discreta      ante él se fue a arrodillar,   
tomándolo por las manos      por habérselas de besar.      188
El emperador que la mira      le fue tanto a contentar,   
que la tomó por los brazos,      y la hizo levantar,      190
besándola en el carrillo,      las manos no le quiso dar;   
antes la tomó del brazo,      y en la tienda la hizo entrar,      192
hízole dar una silla,      cabo él la mandó asentar.   
Fablándole muchas palabras      que era placer de escuchar,      194
dícele que le pesaba,      por ser de tan gran edad,   
para ser su caballero,      y de ella se enamorar.      196
Hablando de estos placeres      en que los dos están   
vierades los caballeros      atavíos ensayar,      198
cuál iría más polido,      cuál iría más galán,   
y el que más presto se viste      se ya a la tienda real      200
a ver la gran fermosura,      por ver aquella beldad   
de Guiomar la linda      que en lindez no hay su par.      202
Allí vino Oliveros,      allí vino don Roldán,   
y vienen los doce pares      de Francia la natural.      204
A todos hace dar sillas      aquella real Majestad.   
Ellos en aquesto estando      vieron por la puerta entrar      206
ese infante Montesinos,      sobrino del emperante,   
con una ropa de brocado      que al suelo quiere llegar,      208
una cadena a su cuello      que mil marcos de oro vale.   
Guiomar desque lo viera      al emperador fue suplicar,      210
le quisiese dar licencia      para habelle de halar.   
El emperador de buen grado      luego se la fuera a dar.      212
Salió a la puerta de la tienda      y fuéraselo a abrazar.   
Montesinos que la viera      cuasi se fuera a turbar;      214
la color toda mudada,      le empezara de hablar:   
--Bien sea venida vuestra Alteza,      bueno sea vuestro llegar--      216
Y tomábale las manos      que se las quería besar;   
mas Guiomar no quiso,      nunca se las quiso dar.      218
Montesinos de turbado      no se le fue a acordar,   
que había andado diez pasos      sin la cabeza se cobijar.      220
Guiomar que lo viera      el bonete le hizo tornar.   
El emperador que los viera      luego los hace sentar,      222
desque todos fueron posados      empezaron de hablar   
de aquella gran fermosura      que Dios había querido dar      224
a la infanta Guiomar      y a las damas que con ella van.   
Allí fabló el emperador      a todos en general:      226
--Yo tal fermosura de dama      nunca vi en la cristiandad;   
mas por ser ella tan hermosa      una merced le quiero dar:      228
que yo he dado treinta días      a su padre el rey Jafar   
demandándole las tierras,      y tornándole la paz.      230
Por amor de Guiomar      le quiero dar mucho más:   
yo le doy más cuatro meses,      y estos le quiero dar.--      232
Guiomar que esto oyera      en pie se fue a levantar,   
las rodillas por el suelo      le comenzó de hablar,      234
haciéndole muchas gracias      de la merced que le fue a dar.   
--Mas suplico a vuestra Alteza,      no se quiera enojar,      236
de recebir una merced      la cual yo le quiero dar:   
que tome todos los reinos      que hoy son del rey mi padre,      238
y esto sin hacer guerra,      sino de muy buena voluntad.   
El emperador que esto oyera      fuérase a maravillar,      240
diciendo estas palabras      con un placer atan grande:   
que jamás fallara a nadie      que le llevase ventaja      242
de siempre mercedes      y dar de contino a grandes,   
sino era Guiomar      que con él se quiso igualar;      244
mas que él no consiente,      ni lo quería otorgar;   
que antes le torna las tierras      y le volvía las paces,      246
y le suelta los tributos,      que no los quería más   
y le hacía seguro      de nunca lo enojar:      248
--Mas yo vos pido una gracia      nunca me la queráis negar:   
que se tornase cristiana      y con Montesinos casar.      250
Guiomar que esto oyera      mucho se fuera a turbar;   
estuvo pensando un rato      sin respuesta le tornar;      252
mas Dios todopoderoso      en su corazón fue a entrar,   
y dijo que lo placía      de cristiana se tornar      254
por hacer servicio a su Alteza,      con Montesinos casar:   
--Y esto muy secretamente      que no lo sepa mi padre,      256
pues que era ya tan viejo      y puesto en la postrera edad;   
que desque será muerto      yo lo haré publicar.--      258
Mandó venir un arzobispo      y un perlado cardenal,   
que la hiciesen cristiana,      y la quieran desposar.      260
Esto hecho entre ellos      licencia fue a demandar   
a aquel gran emperador,      que luego se la fue a dar.      262
Y así se fue Guiomar      con muy gran solemnidad.   
Gran fiesta le hizo su padre      cuando la vido tornar.      264

Rosaflorida   (í-a)     (ficha nš: 1605)


En Castilla está un castillo,      que se llama Roca Frida:   
al castillo llaman Roca,      y a la fonte llaman Frida.      2
El pie tenía de oro,      y almenas de plata fina;   
entre almena y almena      está una piedra zafira:      4
tanto relumbra de noche      como el sol a mediodía.   
Dentro estaba una doncella      que llaman Rosaflorida.      8
Siete condes la demandan,      tres duques de Lombardía;   
a todos les desdeñaba,      tanta es su lozanía.      8
Enamoróse de Montesinos      de oídas, que no de vista.   
Una noche estando así,      gritos da Rosaflorida;      10
oyérala un camarero,      que en su cámara dormía.   
--¿Qu' es aquesto, mi señora      qu' es esto, Rosaflorida?      12
O tenedes mal de amores,      o estáis loca sandía.   
--Ni yo tengo mal de amores,      ni estoy loca sandía.      14
Mas llevásesme estas cartas      a Francia la bien guarnida;   
diéseslas a Montesinos,      la cosa que yo más quería.      16
Dile que me venga a ver      para la Pascua florida.   
Darle he yo este mi cuerpo,      el más lindo que hay en Castilla,      18
si no es él de mi hermana,      que de fuego sea ardida;   
y si de mí más quisiere      yo mucho más le daría:      20
darle he siete castillos      los mejores que hay en Castilla.--   

Quejas de la amada de Durandarte   (á-o)      (ficha nš: 1606)


Durandarte, Durandarte,      buen caballero probado,   
yo te ruego que hablemos      en aquel tiempo pasado      2
y dime si se te acuerda      cuando fuiste enamorado,   
cuando en galas e invenciones      publicabas tu cuidado,      4
cuando venciste a los moros      en campo por mí aplazado.   
Agora, desconocido, dí,      ¿por qué me has olvidado?      8
--Palabras son lisonjeras,      señora, de vuestro grado;   
que si yo mudanza hice,      vos lo habéis todo causado,      8
pues amastes a Gaiferos      cuando yo fui desterrado;   
Que si amor queréis comigo      tenéislo muy mal pensado,      10
que por no sufrir ultraje      moriré desesperado.--   

Durandarte envía su corazón a Belerma   (á-a)      (ficha nš: 1607)


¡Oh Belerma!, oh Belerma!,      por mi mal fuiste engendrada!,   
que siete años te serví      sin de ti alcanzar nada;      2
agora que me querías      muero yo en esta batalla.   
No me pesa de mi muerte,      aunque temprano me llama;      4
mas pésame que de verte      y de servirte dejaba.   
¡Oh mi primo Montesinos!      lo que agora yo os rogaba:      8
que cuando yo fuere muerto      y mi ánima arrancada,   
vos llevéis mi corazón      adonde Belerma estaba      8
y servilda de mi parte,      como de vos yo esperaba   
y traelde a la memoria      dos veces cada semana,      10
y diréisle que se acuerde      cuán cara que me costaba;   
y dalde todas mis tierras,      las que yo señoreaba:      12
pues que yo a ella pierdo,      todo el bien con ella vaya.   
Montesinos, Montesinos,      mal me aqueja esta lanzada;      14
el brazo traigo cansado,      y la mano del espada;   
traigo grandes las heridas,      mucha sangre derramada,      16
los extremos tengo fríos,      y el corazón me desmaya.   
¡Que ojos que nos vieron ir      nunca los verán en Francia.      18
Abracéisme, Montesinos,      que ya se me sale el alma;   
de mis ojos ya no veo,      la lengua tengo turbada.      20
Yo vos doy todos mis cargos,      en vos yo los traspasaba.   
--El Señor en quien creéis      él oiga vuestra palabra--1      22
Muerto yace Durandarte      al pie de una alta montaña;   
llorábalo Montesinos      que a su muerte se hallara:      24
quitándole está el almete,      desciñéndole el espada;   
hácele la sepultura      con una pequeña daga,      26
sacábale el corazón,      como él se lo jurara   
para llevar a Belerma,      como él se lo mandara.      28
Las palabras que le dice      de allá le salen del alma:   
--¡Oh mi primo Durandarte!      ¡primo mío de mi alma!      30
¡Espada nunca vencida!,      ¡esfuerzo do2 esfuerzo estaba!   
Quien a vos mató, mi primo,      no sé por qué me dejara.      32

Montesinos cumple la última voluntad de Durandarte   (á-a)      (ficha nš: 1608)


Muerto yace Durandarte      debajo1 de una verde haya,   
con él está Montesinos      que en la muerte se hallara:2      2
la fuesa le está haciendo3      Con una Pequeña daga.4   
Desenlázale el arnes,5      el pecho lo desarmaba;      4
por el costado siniestro      el corazón le sacaba,   
volviéndolo6 en un cendal ,      de mirarlo no cesaba.      8
Con palabras dolorosas      la vista solemnizaba:   
--¡Corazón del más valiente,      que en Francia ceñia espada,      8
ahora seréis llevado      adonde Belerma estaba!   
Para dar clara señal7      de la verdadera llaga      10
será hecho el sacrificio      que ella tanto deseaba   
del amador más leal,      a la más cruel y brava.      12
Use clemencia en la muerte,      pues en vida os la robaba.8   
¡ Si vuestra muerte le duele,      dichosa será la paga,      14
a quien está aguardando9      el contentode su dama,   
que hasta ver la licencia      el cuerpo muerto acompaña!--      16
Allegando Montesinos10      adonde Belerma estaba,   
le dice11 con el semblante      que el dolor lo convidaba:      18
--Si la potencia de amor12      te ha rendido en su batalla,   
muéstralo en saber que es muerto13      el que más que a sí te amaba      20
Belerma con estas nuevas14      no menos que muerta estaba;   
as después que ya tornó,      entre sí se razónaba:      22
--¡Mi buen señor Durandarte,      Dios perdone la tu alma   
que según queda la mía,      presto te tendrá compaña.--15      24

Montesinos cumple la última voluntad de Durandarte   (á-a)      (ficha nš: 1609)


Muerto yace Duran[dar]te      debajo una verde haya   
con él está Montesinos,      que en la su muerte se halla.      2
Haciéndole está la fusa      con una pequeña daga;   
quitándole está el almete,      deciñéndole la espada;      4
por el costado siniestro      el corazón le sacara. .   
Así hablara con él      como cuando vivo estaba:      8
--¡Corazón del más valiente      que en Francia ceñía espada,   
ahora seréis llevado      adonde Belerma estaba!      8
Envolvióle en un cendal,      y consigo lo llevaba.   
Entierra primero al primo;      con gran llanto lamentaba      10
la su tan temprana muerte      y su suerte desdichada.   
Torna a subir en la yegua,      su cara en agua bañada;      12
pónese luego el almete      y muy recio le enlazaba.   
No quiere ser conocido      hasta hacer su embajada      14
y presentarle a Belerma,      según que se le encargara,   
el sangriento corazón      que a Durandarte sacara.      16
Camina triste y penoso,      ninguna cosa le agrada;   
por do quiere andar la yegua      por allí deja que vaya      18
hasta que entró por París,      no sabe en qué parte estaba.   
Derecho va a los palacios      adonde Belerma estaba.      20

Fuga del rey Marsín   (í)      (ficha nš: 1610)


Domingo era de Ramos      la pasión quieren decir,   
cuando moros y cristianos      todos entran en la lid.      2
Ya desmayan los franceses,      ya comienzan de huir.   
¡Oh cuán bien los esforzaba      ese Roldán paladín!      4
--¡Vuelta, vuelta, los franceses,      con corazón, a la lid!   
¡mas vale morir por buenos,      que deshonrados vivir!      8
Ya volvían los franceses      con corazón a la lid;   
a los encuentros primeros      mataron sesenta mil.      8
Por la sierras de Altamira      huyendo va el rey Marsín,   
caballero en una cebra,      no por mengua de rocín.      10
La sangre que dél corría      las yerbas hace teñir;   
las voces que iba dando      al cielo quieren subir.      12
--Reniego de ti, Mahoma,      y de cuánto hice en ti!   
Hícete cuerpo de plata,      pies y manos de un marfil;      14
hícete casa de Meca      donde adorasen en ti,   
y por más te honrar, Mahoma,      cabeza de oro te fiz.      16
Sesenta mil caballeros      a ti te los ofrecí;   
mi mujer la reina mora      te ofreció treinta mil.      18

Sueño de doña Alda   (á-e)      (ficha nš: 1611)


En París está doña Alda,      la esposa de don Roldán,   
trescientas damas con ella      para la acompañar;      2
todas visten un vestido,      todas calzan un calzar,   
todas comen a una mesa,      todas comían de un pan      4
sino era doña Alda,      que era la mayoral.   
Las ciento hilaban oro,      las ciento tejen cendal,      8
las ciento tañen instrumentos      para doña Alda holgar.   
Al son de los instrumentos      doñ' Alda adormido se ha;      8
ensoñado había un sueño,      un sueño de gran pesar.   
Recordó despavorida      y con un pavor muy grande,      10
los gritos daba tan grandes,      que se oían en la ciudad.   
Allí hablaron sus doncellas,      bien oiréis lo que dirán:      12
--¿Qué es aquesto, mi señora?      ¿quién es él que os hizo mal?--   
--Un sueño soñé, doncellas,      que me ha dado gran pesar:      14
que me veía en un monte      en un desierto lugar;   
de so los montes muy altos      un azor vide volar,      16
tras dél viene una aguililla      que lo ahinca muy mal.   
El azor con grande cuita      metióse so mi brial;      18
el aguililla, con grande ira,      de allí lo iba a sacar.   
Con las uñas lo despluma,      con el pico lo deshace.--      20
Allí habló su camarera,      bien oiréis lo que dirá:   
--Aquese sueño, señora,      bien os lo entiendo soltar:      22
el azor es vuestro esposo,      que viene de allén la mar;   
el águila sodes vos,      con la cual ha de casar,      24
y aquel monte es la iglesia      donde os han de velar.   
--Si así es, mi camarera,      bien te lo entiendo pagar.--      26
Otro día de mañana      cartas de fuera le traen;   
tintas venían de dentro,      de fuera escritas con sangre:      28
que su Roldán era muerto      en la caza de Roncesvalles.   

Pérdida de don Beltrán   (á-e+á)  (ficha nš: 1612)


Por la matanza va el viejo*,      por la matanza adelante;   
los brazos lleva cansados      de los muertos rodear:      2
vido a todos los franceses      y no vido a don Beltrán.   
Siete veces echan suertes      quién le volverá a buscar;      4
Echan las tres con malicia,      las cuatro con gran maldad:   
todas siete le cupieron      al buen viejo de su padre.1      8
Vuelve riendas al caballo,      y él se lo vuelve a buscar,   
de noche por el camino,      de día por el jaral.      8
En2 la entrada de un prado,      saliendo de un arena,   
vido estar en esto un moro      que velaba en un3 adarve.      10
Hablóle en algarabía,      como aquel que bien la sabe:4   
--Caballero de armas blancas,      ¿Si lo viste acá pasar?      12
si le tienes preso, moro,      a oro te le pesarán,   
y si tú le tienes muerto,      désmelo para enterrar      14
porque el cuerpo sin el alma      muy pocos dineros vale.5   
--Ese caballero, amigo,      díme tú, ¿qué señas ha?--      16
--Armas blancas son las suyas,      y el caballo es alazán   
y en el carrillo derecho      él tenía una señal,      18
que siendo niño pequeño      se la hizo un gavilán.   
--Ese caballero, amigo,      muerto está en aquel pradal;      20
dentro del6 agua los pies      y el cuerpo en un arenal:   
siete lanzadas tenía,      pasanle de parte a parte.      22

Pérdida de don Beltrán   (á)  (ficha nš: 1613)


En los campos de Alventosa      mataron a don Beltrán;   
nunca lo echaron menos      hasta los puertos pasar.      2
Siete veces ceban suertes      quién lo volverá a buscar,   
todas siete le cupieron      al buen viejo de su padre:      4
las tres fueron por malicia,      y las cuatro con maldad.   
Vuelve riendas al caballo,      y vuélveselo a buscar,      8
de noche por el camino,      de día por el jaral.   
Por la matanza va el viejo,      por la matanza adelante;      8
los brazos lleva cansados      de los muertos rodear;   
no hallaba al que busca,      ni menos la su señal.      10
Vido todos los franceses      y no vido a don Beltrán.   
Maldiciendo iba el vino,*      maldiciendo iba el pan,      12
el que comían los moros,      que no el de la cristiandad;   
maldiciendo iba el árbol      que solo en el campo nasce,      14
que todas las aves del cielo      allí se vienen a asentar,   
que de rama ni de hoja      no la dejaban gozar;      16
maldiciendo iba el caballero,      que cabalgaba sin paje:   
si se le cae la lanza      no tiene quién se la alce      18
y si se le cae la espuela      no tiene quien se la calce;   
maldiciendo iba la mujer      que tan sólo un hijo pare:      20
si enemigos se lo matan,      no tiene quien lo vengar.   
A la entrada de un puerto,      saliendo de un arenal      22
vido en esto estar un moro      que velaba en un adarve;   
hablóle en algarabía,      como aquel que bien la sabe:      24
--Por Dios te ruego, el moro,      me digas una verdad:   
caballero de armas blancas      si lo viste acá pasar;      26
y si tú lo tienes preso,      a oro te lo pesarán,   
y si tú lo tienes muerto      désmelo para enterrar,      28
pues que el cuerpo sin el alma      solo ni dinero no vale.   
--Ese caballero, amigo,      dime tú qué señas trae.      30
--Blancas armas son las suyas,      y el caballo es alazán,   
y en el carrillo derecho      él tenía una señal      32
que siendo niño pequeño      se la hizo un gavilán.   
--Este Caballero, amigo,      muerto está en aquel pradal.      34
Las piernas tiene en el agua,      y el cuerpo en el arenal,   
siete lanzadas tenía      desde el hombro al carcañal      36
y otras tantas su caballo      desde la cincha al pretal.   
No le dés culpa al caballo,      que no se la puedes dar,      38
que siete veces lo sacó      sin herida y sin señal,   
y otras tantas lo volvió      con gana de pelear.      40

Roncesvalles   (á-e)      (ficha nš: 1614)


¡Mala la vistes, franceses,      la caza de Roncesvalles!:   
Don Carlos perdió la honra,      murieron los doce pares,      2
cativaron a Guarinos,      almirante de las mares.   
Los siete reyes de moros      fueron en su cativar;      4
siete veces echan suertes      cuál d' ellos lo ha de llevar;   
todas siete le cupieron      a Marlotes el infante.      8
Más lo preciara Marlotes      que Arabia con su ciudad;   
dícele de esta manera,      y empezóle de hablar:      8
---Por Alá te ruego, Guarinos,      moro te quieras tornar;   
de los bienes d' este mundo      yo te quiero dar asaz:      10
las dos hijas que yo tengo      ambas te las quiero dar,   
la una para el vestir,      para vestir y calzar,      12
la otra para tu mujer,      tu mujer la natural.   
Darte he en arras y dote      Arabia con su ciudad,      14
si más quisieses, Guarinos,      mucho más te quiero dar.--   
Allí hablara Guarinos,      bien oiréis lo que dirá:      16
--¡No lo mande Dios del cielo      ni Santa María su Madre,   
que deje la fe de Cristo      por la de Mahoma tomar,      18
que esposica tengo en Francia,      con ella entiendo casar!--   
Marlotes con gran enojo      en cárceles lo manda echar      20
con esposas a las manos      porque pierda el pelear;   
el agua fasta la cinta      porque pierda el cabalgar;      22
siete quintales de fierro      desde el hombro al calcañar.   
En tres fiestas que hay 'n el año      le mandaba justiciar:      24
la una Pascua de Mayo,      la otra por Navidad,   
la otra Pascua de Flores,      esa fiesta general.      26
Vanse días, vienen días,      venido era el de Sant Juan   
donde cristianos y moros      hacen gran solemnidad.      28
Los cristianos echan juncia,      y los moros arrayán;   
los judíos echan eneas      por la fiesta más honrar.      30
Marlotes con alegría      un tablado mandó armar,   
ni más chico ni más grande      que al cielo quiere llegar.      32
Los moros con alegría      empiézanle de tirar:   
tira el uno, tira el otro,      no llegan a la mitad.      34
Marlotes con enconía      un plegón mandara dar:   
que los chicos no mamasen,      ni los grandes coman pan,      36
fasta que aquel tablado      en tierra haya d' estar.   
Oyó el estruendo Guarinos      en las cárceles do está:      38
--¡Oh válasme Dios del cielo      y Santa María su Madre!   
O casan hija de rey,      o la quieren desposar      40
o era venido el día      que me suelen justiciar.--   
Oídolo ha el carcelero      que cerca se fue a hallar:      42
--No casan hija de rey,      ni la quieren desposar,   
ni es venida la Pascua      que te suelen azotar,      44
mas era venido un día,      el cual llaman de Sant Juan,   
cuando los que están contentos      con placer comen su pan.      46
Marlotes de gran placer      un tablado mandó armar;   
el altura que tenía      al cielo quiere allegar.      48
Hanle tirado los moros,      no le pueden derribar;   
Marlotes de enojado      un plegón mandara dar:      50
que ninguno no comiese      fasta habello de derribar.   
Allí respondió Guarinos,      bien oiréis qué fue a hablar:      52
--Si vos me dais mi caballo,      en que solía cabalgar,   
y me diésedes mis armas,      las que yo solía armar,      54
y me diésedes mi lanza,      la que solía llevar; ,   
aquellos tablados altos      yo los entiendo derribar,      56
y si no los derribase      que me mandasen matar.--   
El carcelero que esto oyera      comenzóle de hablar:      58
--¡Siete años había, siete,      que estás en este lugar,   
que no siento hombre del mundo      que un año pudiese estar,      60
y aún dices que tienes fuerza      para el tablado derribar!   
Mas espera tú, Guarinos,      que yo lo iré a contar      62
a Marlotes el infante      por ver lo que me dirá.--   
Ya se parte el carcelero,      ya se parte, ya se va;      64
como fue cerca del tablado      a Marlotes fue a hablar:   
--Unas nuevas vos traía      queraísmelas escuchar:      66
sabe que aquel prisionero      aquesto dicho me ha,   
que si le diesen su caballo,      que solía cabalgar,      68
le diesen las sus armas,      que él se solía armar,   
que aquestos tablados altos      él los enitiende derribar.--      70
Marlotes de que esto oyera      de allí lo mandó sacar;   
por mirar si en caballo      él podría cabalgar,      72
mandó buscar su caballo,      y mandáraselo dar,   
que siete años son pasados      que andaba llevando cal.      74
Armáronlo de sus armas,      que bien mohosas están.   
Marlotes desque lo vido      con reír y con burlar      76
dice que vaya al tablado      y lo quiera derribar.   
Guarinos con grande furia      un encuentro le fue a dar,      78
que mas de la meitad d' él      en el suelo fue a echar.   
Los moros de que esto vieron      todos le quieren matar;      80
Guarinos, como esforzado,      comenzó de pelear   
con los moros, que eran tantos,      que el sol querían quitar.      82
Peleara de tal suerte      que él se hubo de soltar,   
y se fuera a su tierra      a Francia la natural.      84
Grandes honras le hicieron      cuando le vieron llegar.   

Roldán desterrado por defender la honra de Reinaldos   (á)      (ficha nš: 1615)


Día era de Sant Jorge,      día de gran festividad;   
aquel día por más honor      los doce se van a armar      2
para ir con el emperador      y haberle de acompañar.   
Todos vinieron de grado      con un placer singular,      4
sino el bueno de Reinaldos      que se estaba en Montalván,   
y no se halló al presente      en la tal festividad.      8
Allí todos los caballeros      por traidor le van reptar.   
Esto cansó Galalón,      porque le quería mal;      8
revolvióle con el emperador,      con los doce otro que tal.   
Mucho le pesó a Roldán      de vello así maltratar;      10
fuése para el emperador      de priesa y no de vagar.   
Habló con voz enojada,      al emperador fue a hablar:      12
--¡Mucho me pesa, señor,      de ello tengo gran pesar,   
que a Reinaldos en ausencia      tan mal le quieran tratar      14
y si tal cosa pasase      la vida me ha de costar!--   
El emperador con gran enojo      que había de lo escuchar,      16
alzó la mano con saña,      un bofetón le fuera dar   
porque otra vez no fuese osado      al emperador así hablar.      18
Mucho se enojó de aquesto      el bueno de don Roldán;   
allí hizo juramento      encima de un altar:      20
en los días que viviese      en Francia jamás entrar   
hasta que de todos los doce      él se hubiese de vengar.      22
Ya se parte don Roldán,      ya se parte, ya se va   
solo con un pajecico      que le solía acompañar.      24
A sus jornadas contadas      a España fuera llegar.   
Andando por sus caminos      a su ventura buscar,      26
encontró un moro valiente,      cerca estaba de la mar.   
Guarda era de una puente      que a nadie deja pasar      28
sino por fuerza o por grado      con él había de pelear   
porque su señor el rey      así se lo fuera a mandar:      30
que hombre que viniese armado      no lo dejase pasar;   
o que dejase las armas,      o en el reino no había de entrar.      32
Don Roldán con gran enojo      que había de lo escuchar,   
hablóle muy mesurado      tal respuesta le fue a dar:      34
--Que antes las defendería      que no habellas de dejar   
porque nadie fuese osado      de las armas le quitar      36
que no le costase la vida      al menos menos costar.--   
Allí le hablara el moro      bien oiréis lo que dirá:      38
--Pues así queréis,1 caballero,      luego se haya de librar:   
que o vos las2 dejaréis,      o yo quedaré con mal.--      40
Luego abajaron las lanzas,      fuéronse ambos a encontrar.   
A los primeros encuentros      las lanzas quebrado han;      42
echan mano a las espadas      de priesa y no de vagar.   
¡Tan fuertes golpes se daban      que era cosa de mirar!      44
Alzó el moro su espada,      a don Roldán fue acertar   
encima de la cabeza,      que lo hizo arodillar.      46
Don Roldán que aquesto vido      tal golpe le fuera a dar,   
que de la grande herida      luego fue a desmayar.      48
--Dí, moro, ¿qué has sentido?      ¿Ya no curas de hablar?   
--He sentido un airecito3      que por medio me fue a pasar.--      50
Don Roldán le dijo luego,      bien oiréis lo que dirá:   
--Que maldito fuese el hombre      que no sentía su mal.      52
Cálzate ya esa espuela      que se te quiere quitar.--   
Abajóse a mirar la espuela,      no se pudo levantar:      54
murió luego prestamente      sin más un punto pasar.   
Quitóle luego las armas      el bueno de don Roldán,      56
también lo quitó los vestidos,      los suyos le fue a dejar,4   
un sayo de cuatro cuartos      con que solía caminar,      58
y con un pajecico      a Francia lo fue enviar.   
Armado y con sus vestidos      parecía a don Roldán.      60
Díjole que lo llevase      adonde doña Alda está,   
y dijese que era su esposo,      que le hiciese enterrar.      62
Desque el paje fue llegado      a París esa ciudad,   
mostráraselo a doña Alda      con gran angustia y pesar.      64
Desque vido el cuerpo muerto      pensó que era don Roldán;   
los llantos que ella hacía      dolor era de mirar.      66
Por él lloraban los doce,      el emperador otro que tal;   
llórale toda, la corte,      el común en general.      68
Arzobispos y perlados,      cuantos en la corte están,   
con mucho pesar y tristeza      lo llevaron a enterrar.      70
Don Roldán muy bien armado      con las armas que fue a tomar,   
fuérase para las tiendas      do el rey moro suele estar.      72
Era el rey, moro mancebo      ganoso de pelear;   
de los doce pares de Francia      él se quería vengar.      74
Recibióle con mucha honra      allí amor le fue a mostrar,   
pensando que era el moro valiente      que los reinos solía guardar.      76
Díjole cómo en la puente      había muerto a don Roldán.   
El rey luego en aquel día      a Francia lo fue a enviar.      78
Dióle luego mucha gente,      hízole su capitán,   
para ir a buscar los doce      y con ellos pelear.      80
Ya se parte don Roldán      a París a la cercar.   
Los moros que van con él      pensaban en su pensar      82
que era el moro valiente      que los reinos solía guardar.   
Envían luego mensajeros      a París, esa ciudad      84
ya después de allegados,      asentado su real:   
que presto y sin dilación      se le diese la ciudad      86
o los doce salgan luego      si por armas se ha de librar.   
Respondió el emperador,      bien oiréis lo que dirá:      88
que le placía5 de buen grado      de los doce allá enviar.   
Para un día señalado      concertaron el pelear:      90
aquel día salieron los doce      al campo para lidiar.   
Los caballos llevan holgados,      no se hartan de relinchar;      92
con una furia muy grande      en los moros se van lanzar.   
Hácese una batalla      muy cruel en la verdad;      94
mas los moros eran muchos:      todos los fueron captivar,   
y también a Galalón,      así mesmo otro que tal.      96
¡Gran deshonra es de los doce      en dejarse así tomar!   
Visto lo ha el emperador      desde su palacio real;      98
mandó llamar sus caballeros      para su consejo tomar.   
--Ya sabéis que don Reinaldos      es buen vasallo real,      100
y es uno de los doce,      de los buenos el principal.   
Siempre miró por mi honra,      por mi corona imperial;      102
pues los doce le han reptado,      yo le quiero perdonar.--   
Todos holgaron muy mucho      de lo que el emperador fue a fablar.      104
Envían luego a don Reinaldos      a do estaba a Montalván,   
que viniese luego a París      para con el moro pelear      106
porque era cosa que cumplia      a su alta Majestad   
y también porque en Francia      no le hay más singular.      108
Ya se parte don Reinaldos      donde los moros están;   
con aquel moro valiente,      con él iba a pelear.      110
Consigo lleva a doña Alda,      la esposica de Roldán;   
mas bien sabía don Reinaldos      bien sabía la verdad:      112
que aquel moro valiente      era su primo don Roldán,   
que un tío que tenía      le dijera la verdad:      114
que por arte de nigromancia      él lo fuera a hallar.   
Que don Roldán era vivo,      y como estaba en el real.      116
El cuerpo que a París trajeron      era un moro que fue a matar.   
Y andando por sus jornadas      al campo fueron a llegar.      118
Armóse luego don Reinaldos      para con el moro pelear:   
a los primeros encuentros      los primos conocido se han:      120
conociéronse entrambos      en el aire del pelear.   
Cuando iban a encontrarse,      las lanzas desviado han      122
dejado han caer las armas,      al suelo las fueron a echar;   
vanse con mucho amor      el uno al otro abrazar.      124
Allí hubieron gran placer,      olvidado han el pesar.   
Mandó llamar a los moros,      a todos hizo juntar      126
para dalles la razón      de lo que quería hablar:   
--Vosotros tenéis a los doce,      yo los fuera a captivar.      128
Yo no siento ninguno      con quien haya de pelear,   
sino con este hombre solo,      pues vergüenza me será.--      130
Don Roldán y don Reinaldos      comienzan a pelear;   
tantos matan de los moros,      ¡maravilla es de mirar!      132
Después de muertos los moros,      y de todos los matar,   
fue Roldán a su esposica      con ella placer tomar.      134
Cuando lo vido doña Alda,      de placer quería llorar;   
las alegrías que hacen      no se podrían contar.      136
Vanse luego a París      al emperador consolar.   
Cuando el emperador supo      que venía don Roldán,      138
con toda la caballería      salió fuera de la ciudad.   
--¡Bien vengáis vos, mi sobrino,      bueno sea vuestro llegar!6      140
¡gran placer tengo de veros      vivo y sano en verdad!--   
Grandes fiestas se hacían      que no se pueden contar:      142
allí iban todos los doce      que a la mesa comen pan;   
todos hubieron placer      de la venida de don Roldán.      144

Reinaldos roba a la hija de Aliarde   (á)      (ficha nš: 1616)


Estábase don Reinaldos      en París, esa ciudad,   
con su primo Malgesí      que bien sabe adevinar.      2
Estábale preguntando,      el le quería demandar.   
--Primo mío, primo mío,      primo mío natural,      4
mucho os ruego de mi parte      me lo queráis otorgar,   
pues que de nigromancia      es vuestro saber y alcanzar,      6
que me digáis una cosa      que vos quiero demandar:   
--Pláceme, dijo, --mi primo,      pláceme de voluntad.--      8
Luego mandó a un espírito1      que lo dijese la verdad,      10
o se la trajese delante      presto sin más detardar.   
El, como era apremiado,      hizo luego su mandar:      12
que el rey moro Aliarde      tenía una hija de poca edad   
que en el mundo no había otra      que fuese con ella igual.      14
Tiene su reino muy lejos,      tiénelo allende la mar,   
en tierras muy apartadas      que no eran para conquistar.      16
Reinaldos desque esto supo      no quiso más aguardar;   
pidió licencia al emperador;      él se la fue luego a dar:      18
no se la diera de grado,      mas contra su voluntad,   
que se quería ir a los reinos,      que estaban allende el mar,      20
del rey moro Aliarde,      para con su hija hablar.   
Despidióse del emperador,      de los doce otro que tal.      22
Ya se parte don Reinaldos,      ya se parte, ya se va,   
íbase para los reinos      que están allende la mar;      24
con él iba un pajecico      que lo solía acompañar.   
Andando por sus jornada,      al reino fue a llegar;      26
fuérase para la villa      do el rey moro suele estar.   
Hallólo en sus palacios      que se quería armar      28
porque así lo acostumbraba      por más se asegurar,   
y luego que hubo llegado      el rey le fue saludar:      30
--¿De dónde es vuestra venida?,      ¿o cómo os soledes nombrar?--   
--Señor, soy un caballero,      de Francia es mi natural:      32
desterróme el emperador;      de Francia no puedo entrar;   
por eso vengo a servir      a tu Alteza real.      34
--Pues que venís muy cansado      de tan largo caminar,   
reposad en mi palacio,      que podréis2 bien descansar.--      36
Don Reinaldos pidió un laud,      que lo sabía bien tocar,   
ya comienza de tañer,      muy dulcemente a cantar,      38
que todo3 hombre que lo oía      parecía celestial.   
Bien lo oía la infanta      y holgaba de lo escuchar.      40
Desque lo vio tan gracioso,      de gracias muy singular,   
el amor que nunca cesa      en ella fue aposentar.      42
Tales fueron sus amores      que no los podía encelar;   
amores de don Reinaldos      no la dejan reposar.      44
También se enamoró él de ella,      ¡tanta era su beldad!   
Enviólo a llamar la infanta      que viniese a le hablar;      46
muy cortés y mesurado      las manos le fue a besar.   
La infanta era discreta      y no ge las quiso dar,      48
mas antes sus corazones      eran de una conformidad,   
que de verse el tino al otro      luego se fueron a desmayar;      50
desmayaron los corazones,      no desmayó la voluntad.   
Después que fueron recordados      comenzaron de llorar,      52
el uno y el otro decían      palabras de grande amar.   
--Por tus amores, señora,      vine de allende la mar;      54
por venir a vos servir      dejara mi natural.   
He dejado yo mis tierras,      al emperador quise dejar;      56
he dejado muchos amigos,      que me solían honrar;   
he dejado a los doce,      que de ellos era principal.--      58
Allí habló la infanta      bien oiréis lo que dirá:   
--Si por mí os desterrastes      y quesistes acá llegar,      60
tened confianza en mí,      que lo entiendo bien pagar.   
Por eso, amigo mío,      comenzaos de alegrar;      62
mucho os ruego que esta noche      que no querades faltar,   
que vengáis solo en mi cámara      adonde yo suelo estar,      64
porque allí solos entrambos      placer nos podamos dar.   
--¡Nunca quiera Dios, señora,      ni la santa Trinidad,      66
que yo tocase en la honra      a la corona real,   
pues me tiene vuestro padre      por caballero leal!--      68
Respondióle la infanta      enojada de le escuchar:   
--¿Lo que habéis de rogar a mí      os tengo yo a vos4 de rogar?      70
Yo vos juro por mi ley,      por la ley de Mahomad,   
que si no hacéis lo que digo      que luego os mande matar.      72
Don Reinaldos con esfuerzo      tal respuesta le fue a dar:   
que le costase la vida,      que más no podía aventurar,      74
y que sin falta vernía      por hacer su voluntad.   
Aquella noche siguiente      gran placer se fueron dar;      76
otro día de mañana      a su posada se va.   
No pasaron muchos días,      pocos fueron a pasar,      78
que el traidor de Galalón,      aquel traidor desleal,   
envió cartas a Aliarde,      cartas para le avisar      80
que en su corte tenía      a don Reinaldos5 de Montalván,   
que a otra cosa no había ido      sino a le deshonrar;      82
que guardase bien su hija,      no se la quisiese fiar,   
que no fue por otra cosa      sino por amores tomar.      84
El rey que vido las cartas      los suyos mandó llamar,   
para que tomen a Reinaldos      y lo hayan de aprisionar.      86
Tomólo gran gente de armas      por más seguro le tomar;   
echanle en una prisión      de muy grande escuridad.      88
Aconsejóse con los suyos,      tomó consejo real,   
qué debían hacer al triste,      o qué castigo le pueden6 dar.      90
Hallaron por sus derechos,      por la razón natural,   
pues había sido traidor      a la corona real,      92
que era digno de la muerte      y se la hubiesen de dar.   
Todos firman la sentencia,      el rey la fue a firmar;      94
la sentencia ya era dada      para habello de degollar.   
Allí estaba un pajecico      que la infanta fue a criar,      96
va corriendo a la infanta      de priesa y no de vagar.   
Sola estaba la infanta,      a nadie quería escuchar;      98
entra el paje por la puerta,      comiénzale de hablar:   
--Por amor de vos, señora,      hoy se hace gran crueldad,      100
que aquel caballero extraño      por vos le quieren degollar.--   
De lo que dijo el pajecico      ella tuvo gran pesar:      102
vase para el palacio      donde el rey solía estar;   
tal entraba por la puerta      que a todos quería matar.      104
--¿Qué es aquesto, señor padre?      aquesto ¿qué puede estar?   
¿Sin saber cierto las cosas,      al cabo las queréis llevar7 ?      106
La sentencia que habéis dado      vos la queráis8 revocar:   
que si don Reinaldos muere      a mi primero habéis de matar.      108
No sabiendo la verdad,      no me queráis disfamar.   
Las cartas de Galalón      que él vos fue a enviar      110
son por volveros con él,      para hacelle matar,   
por envidia que d' él tiene9      porque en vuestra corte está10      112
que en París ni en toda Francia,      nadie se le puede igualar.   
Por eso os ruego, señor,      la vida le queráis dar.      114
--Pláceme, dijera el rey,      pláceme de voluntad;   
mas con una condicion:      que en mis reinos no ha de estar.--      116
Allí luego la infanta      las manos le fue a besar.   
Mándanle quitar los grillos      y de la prisión sacar      118
y entonces el buen rey      lo mandara desterrar.   
Ya se parte de la corte      con dolor y gran pesar      120
por dejar a su señora,      con ella no poder quedar.   
Maldecía su ventura,      no cesaba de llorar;      122
a sus jornadas contadas      en Francia fue a llegar   
y vase luego derecho      a la villa de Montalván.      124
El rey quedaba pensoso,      a su hija quería casar,   
mas no sabía con quién      a su honra la pudiese dar.      126
Envió cartas por todo el mundo,      todo el mundo en general,   
que quien quisiere heredar su reino,      y con su hija casar,      128
que dentro de treinta días      viniese a su corte real   
para hacer un torneo      para más honra ganar,      130
y el que mejor lo hiciese      con la infanta haya de casar.   
Don Reinaldos cuando lo supo      mucho se fue a alegrar      132
porque si él allá iba      el campo entiende de ganar.   
Luego pidió su caballo,      las armas otro que tal;      134
mucho rogó a su primo,      a su primo don Roldán,   
que se quisiese ir con él      por mayor honra llevar.      136
Ya se parte don Reinaldos,      con él iba don Roldán;   
a sus jornadas contadas      al reino de moros llegado han.      138
Sabido lo ha Galalón      que a tierra de moros van,   
juego envió un mensajero      para al rey moro avisar      140
que su criado don Reinaldos,      y su primo don Roldán   
eran idos a su reino      para habello de matar.      142
Cuando el rey supo tal nueva      de ello se fue a maravillar;   
envió a hombres de armas      que los fuesen a buscar.      144
Allí habló un caballero      bien oiréis lo que dirá:   
--¡Vergüenza es de tanta gente      a dos solos ir a buscar!      146
Dédesme licencia a mí      que yo solo me quiero andar.   
El rey dijo que11 le placía      de muy buena voluntad.      148
Ya se parte aquel moro,      ya se va a los buscar;   
vase para una posada      adonde él solía posar.      150
En entrando por la puerta      con ellos fuera a encontrar;   
conoció a don Reinaldos      que con él solía holgar.      152
--Pésame mucho de vosotros,      en mí tengo gran pesar,   
que el rey sabe que estáis aquí      haos mandado matar;      154
ruego vos mucho, señores,      que me digáis la verdad   
porque el rey tenía cartas      que Galalón le fue a enviar      156
avisándole de cierto      que le queríades matar.   
Respondiera don Reinaldos:      --¡Nunca Dios quiera tal!      158
El rey no es mi enemigo,      ni yo lo quería mal;   
mas hemos venido al campo      que el rey mandó12 pregonar.      160
Mucho se holgó el moro      de tal razón13 escuchar;   
que viniesen en hora buena      para al campo a pelear.      162
Otro día de mañana      comiénzanse de aparejar,   
y sálense luego al campo      donde habían de tornear.      164
Mataron tantos de moros      que no hay cuento ni par.   
Bien veía la infanta      a Reinaldos y a Roldán;14      166
lloraba de los sus ojos      que no les podía ayudar.   
Envióles un pajecico,      que fuesen a le hablar,      168
que se lleguen al castillo      por ver si les podría hablar.   
Ellos rompiendo entre la gente      al castillo llegado han;      170
la infanta cuando los vido      de allí se dejó colgar.   
Tomándola don Reinaldos,      en su caballo la fue a tomar.      172
Mataron tantos de moros      que no tienen cuento ni par;   
por muchos moros que vinieron      no se la pudieron quitar.15      174
A sus jornadas contadas      a París fueron llegar.   
El emperador cuando lo supo      a recebírselos sale,      176
con él salen los doce pares      y toda la corte real.   
Si hasta allí eran esforzados,      agora lo eran mucho más.      178

Reinaldos peregrino y conquistador   (á-o)      (ficha nš: 1617)


Ya que estaba don Renaldos      fuertemente aprisionado,   
para haberlo de sacar      a luego ser ahorcado,      2
porque el gran emperador      ansí lo había mandado,   
cuando llegó don Roldán      de todas armas armado,      4
en el fuerte Briador,      su poderoso caballo   
y la fuerte Durlindana      muy bien ceñida a su lado,      8
la lanza como una entena,      el fuerte escudo embrazado,   
vestido de fuertes armas      y él con ellas encantado.      8
Por la visera del yelmo      fuego venía lanzando.   
Retemblando va la lanza      como un junco muy delgado,      10
y a toda la hueste junta      fieramente amenazando:   
--¡Nadie toque en don Renaldos      si quiere ser bien librado!      12
¡quien otra cosa hiciere,      él será tan bien pagado,   
que todo el resto del mundo      no le escape de su mano,      14
sin quedar hecho pedazos,      o muy bien escarmentado!--   
Serenos estaban todos      hasta ver en qué ha parado;      16
nadie no se removía      contra tan buen ahogado.   
Allí el fuerte don Roldán      junto a Carlos se ha llegado      18
diciendo de esta manera,      de encima de su caballo:   
--No es cosa de emperador      lo que tienes ordenado;      20
el caballero que se viene      de su voluntad y grado,   
¿cómo es esto, señor,      que ansí ha de ser tratado?      22
Endemás la flor del mundo,      como claro está probado,   
siendo de tu propia sangre,      tan cercano emparentado,      24
manso como un corderico      ante tise ha presentado,   
sabiendo tu Majestad,      que nadie hubiera bastado,      26
ni el mundo todo junto      a prendello ni a matallo,   
y más agora, señor,      que estaba tan prosperado.      28
Pudiera correr tus tierras      y más conquistar tu Estado,   
como otras veces solía      tenerte en París cercado,      30
y tú ni nadie por ti      le osaba salir al campo.   
¿Quieres tú quitar la vida      a quien a ti te la ha dado?      32
No una vez sino ciento      de peligros te ha sacado,   
poniéndose a la muerte      por acrecentar tu Estado.      34
¿Y este pago le tenías,      di, señor, aparejado?   
Si a todos pagas así,      tú serás harto afamado      36
¡De excelente pagador      rica fama habrás ganado!--   
Respondió el emperador      como mal aconsejado:      38
--¡Oh cómo hablas, sobrino,      con rostro tan enojado¡   
¿No sabéis que este traidor      muchas veces ha robado?      40
Por caminos y carreras      las gentes ha despojado,   
y muchos piden justicia      de los que él ha salteado      42
y si agora lo soltamos      volverá a lo regostado.--   
Allí dijo don Roldán:      --Eso tú lo has causado;      44
diérasele tú en qué viviera      de cuanto te ha acrescentado.   
¿Y por qué razón, señor,      jamás te has acordado?,      46
que a otros menores que él,      y que menos te han honrado,   
muy muchas villas y tierras      de tu mano les has dado      48
y aqueste que es el mejor      siempre fue de ti olvidado.   
¿De qué había de vivir      andando de contino armado?      50
Con sus vigorosos brazos      muchas veces ha librado   
la cristiandad de peligro      del cruel pueblo pagano.      52
Bien sabéis que ya los moros      todos d' él están temblando,   
y que por su miedo d' él      contigo se han concertado.      54
Por estar seguros d' él      las parias te han enviado,   
y agora si ellos tuviesen      el seguro de su mano,      56
yo sé bien que no tardasen      en haberse levantado,   
por donde la cristiandad      harto mal habría ganado.      58
Digo que no es de perder      en tus reinos tal vasallo;   
tristes serán los cristianos      por tal brazo que han cobrado;      60
si lo perdiesen agora,      no volverán a cobrallo   
porque ya no vuelven todos      por su vida, honra y estado,      62
que hoy todo junto lo pierde,      si de Dios no es remediado.   
¡Oh caballeros de Francia!      decí, ¿habéis olvidado      64
de cuántas graves afrentas      Renaldos vos ha sacado?   
¿Por qué agora consentís      ante vos ser tal tratado      66
vuestro fuerte capitán,      de todos primo y hermano?   
No consienta nadie, no,      tan gran tuerto ser pasado;      68
que juro por Sant Dionís,      y al Eterno soberano,   
que en lo tal yo no consienta,      ni tal será ejecutado,      70
o todo el mundo se guarde      de mi espada y de mi mano,   
que si tal se ejecutare,      será de mi tan bien vengado.      72
Que toda Francia lo llore      por no habello remediado   
y tírense todos afuera,      no sea nadie tan osado      74
de querer luego estrenar      lo que yo tengo jurado.   
¡Sus de presto, Maganceses!      ¡afuera, afuera, priado!      76
No me pare más ninguno,      buscá veredas temprano.--   
Viérades a Galalón      con su Maganza ciscado      78
y tanto que él no quisiera      ser allí entonces hallado.   
Y tornando luego a Carlos,      prosiguiendo en su hablado,      80
dijo: --¿Qué quieres, señor,      que persigues a Renaldos?   
Di, ¿no sabes tú, señor,      y está muy claro probado,      82
que lo más que él tenía      haberlo a moros ganado?   
Debríate ya bastar      que a perder lo has echado,      84
destruyéndole una villa      sola, que Dios le había dado.   
Si la cabeza do sale      todo aquesto en que has andado      86
ella fuese ya cortada,      quedaría sosegado   
todo el tu gran imperio      que no te cantase gallo.--      88
Respondió el emperador      algún tanto ya amansado:   
--¡Oh mi quierido sobrino,      no te tornes tan airado,      90
ni pase más adelante      lo que llevas comenzado!   
Hágase como quisieres      y sea luego soltado;      92
mas con esta condición:      que lo doy por desterrado   
con gran pleitoinenage,      que ante mí haya jurado,      94
que solo y sin compañía      a Jerusalem, descalzo,   
en hábito de romero,      sea luego encaminado,      96
y que más aquí no pare      del tercero día pasado   
y jamás no torne en Francia      sin mi licencia y mandado      98
y que su mujer e hijos      acá se hayan quedado,   
y sus hermanos también,      todos a muy buen recaudo,      100
porque si él algo hiciere      en ellos seré yo vengado.--   
Lo cual así se cumplió,      según de suso contado,      102
que luego al tercero día      Reinaldos se ha aparejado   
de esclavina y de bordón,      y una maleta a su lado,      104
para echar las limosnas      que por Dios le hubiesen dado.   
Vistió una gruesa camisa,      como penitente armado,      106
llorando de los sus ojos      con corazón traspasado.   
Despidiéndose a la corte      de cuantos le han amado      108
y a todos los doce pares      mucho les ha encomendado   
la su mujer e hijitos,      que por ellos hayan mirado,      110
y también por sus hermanos      que en prisión les ha dejado,   
diciendo que por ventura      jamás sería tornado;      112
mas quizá en algún tiempo      les sería bien pagado   
a todos los que miraren      por las prendas que ha dejado.      114
Sus lágrimas eran tantas      que a todos han convidado   
a quebrar sus corazones      de le ver tan lastimado.      116
Ya se va el nuevo romero      del todo desconsolado;   
de toda la cristiandad      iba ya desamparado,      118
aunque él por muchas veces      la había bien abrigado,   
defendiéndola de moros      con corazón esforzado.      120
Capitán de los cristianos      por el mundo era llamado;   
tal fuerza contra paganos      por jamás se ha hallado.      122
Mas al cabo de tres días      que ansí desnudo y descalzo   
caminaba con paciencia      con su bordón en la mano,      124
y con espesos gemidos      y sospiros que iba dando.   
Don Roldán fue en pos de él      en su ligero caballo,      126
y alcanzólo a una montaña      saliendo por un atajo.   
Desque lo vido Renaldos      a mal lo hubo tomado;      128
mas el leal don Roldán      otro llevaba pensado,   
pues le dijo luego ansí      al momento y en llegando:      130
--¡Oh flor de caballería!,      ¿dónde vas tan desmayado?   
¿Qué es de tus caballerías?,      ¿dónde las has ya dejado?      132
¿Qué es de las tus fuertes armas?,      ¿qué es de tu fuerte caballo?   
Ves aquí tu buena espada,      cata aquí do te la traigo.      134
Torna, torna, señor primo,      que yo liaré ser alzado   
el destierro, que te fue      tan a tuerto sentenciado;      136
y no me tengan por Roldán      si no fuere ansí acabado,   
que yo sacaré del mundo      a quien quisiere estorballo,      138
porque tan buen caballero      no sea en Francia faltado:   
que más vales tú que todos      cuantos allá han quedado.      140
Mas por más que le rogó,      nada le fue otorgado,   
ni jamás volvió con él      a lo que le era rogado,      142
por no dejar su camino      a cumplir lo que ha jurado,   
que entre buenos caballeros,      así es acostumbrado:      144
de perder antes la vida      que no hacer quebrantado   
el homenaje que hacen      donde les es demandado.      146
Mas tomó su rica espada      que Roldán le había llevado,   
para la llevar secreta      debajo su pobre hato      148
por si algo le viniere      que tenga de qué echar mano.   
Y ansí se despiden los dos      harto gimiendo y llorando,      150
que peor les fue el partir,      que no morir peleando.   
Mas aquel noble guerrero      mucho se va encomendando      152
al muy alto Jesucristo,      por el cual él fue guiado   
a las tierras del gran Can,      do fue muy maravillado      154
por tan alto caballero      como ante él era llegado   
tan descalzo y tan desnudo,      tan hambriento y fatigado.      156
Mas como quiera que fuesen      en el tiempo ya pasado   
ambos hermanos en armas,      gran fiesta le ha ordenado,      158
y después que le contó      todo su hecho pasado,   
el gran Can le respondió      --¡Oh mi buen señor y hermano!,      160
pídeme lo que quisieres      para volver contra Carlo.   
Ves aquí do tengo junto      nuestro gran poder pagano,      162
que no hay cosa que no hagan      por mi servicio y mandado.   
Irán comigo y contigo      a hacerte bien vengado,      164
y según, señor, tú eres      en armas tan estimado,   
con este tan gran poder      que de acá hayas llevado,      166
muy de presto podrás ser      en cristianos coronado,   
a pesar de quien pesare      sin poder ser estorbado,      168
que más pertenece a ti      que no aquel falso de Carlos,   
pues tan mal ha conoscido      cuanto le has administrado.      170
--No lo mande Dios del cíelo--,      le responde don Renaldos,   
--que yo quiebre el homenaje,      que en Francia hube jurado:      172
que yo ni otro por mí      no vuelva contra cristianos.--   
Vista ya su voluntad,      el gran Can fue acordado      174
por complacer a Renaldos      y subirlo en alto estado,   
que sería bueno ir      con treinta mil de caballo      176
sobre aquel emperador      de Trapisonda nombrado,   
que muy mucho mal hacía      a todos sus comarcanos,      178
usurpándoles las tierras      por fuerza, que no de grado.   
Renaldos que tal oyó      presto fue aparejado,      180
no de esclavina y bordón,      ni menos maleta al lado,   
mas de buen caballo y armas,      en lo que era acostumbrado.      182
Tomando los treinta mil      tales mañas se ha dado,   
como aquel que en ellas era      maestro bien afamado.      184
Halló al emperador      que tenía puesto campo   
sobre una gran ciudad,      cient mil y más de caballo.      186
Pegó con ellos de noche      al mejor sueño tornando:   
recordólos de tal suerte      que pocos han escapado      188
porque el triste campo estaba      durmiendo, tan descuidado,   
que cuando el alba rompió      los más se han abajado      190
con su señor al infierno,      que los estaba esperando,   
salvo aquellos que se dieron      a merced de don Renaldos,      192
por do luego presto fue      emperador coronado,   
sojuzgando muchos reyes      y señores de alto grado,      194
de lo cual luego escribió      a su enemigo Carlo Magno.   
Con riquísimos presentes      mensajes le ha despachado      196
pidiéndole de merced      que allá lo haya enviado   
alguna gente cristiana,      que no hay más de un cristiano,      198
que es el mesmo don Renaldos,      el valiente y esforzado,   
y noble en toda virtud,      hermoso y muy agraciado.      200
Mas tal odio le tenía      el ya dicho Carlo Magno,   
que en lugar de socorrer      a la hora ha pregonado      202
que no vaya nadie allá,      so pena de su mandado,   
ni tampoco le enviasen      la mujer, hijos y hermanos.      204
Mas Roma y Costantinopla      le enviaron tal recaudo,   
que sin ir nadie de Francia      cristianos le han sobrado.      206

Conde Claros preso   (á)      (ficha nš: 1618)


Media noche era por filo,      los gallos querían cantar,   
conde Claros con amores      no podía reposar,      2
dando1 muy grandes sospiro      que el amor le hacía dar,   
por2 amor de Claraniña      no le deja3 sosegar.      4
Cuando vino la mañana      que quería alborear,   
salto diera de la cama      que parece un gavilán.      8
Voces da por el palacio,      y empezara de llamar:   
--Levantá,4 mi camarero,      dáme5 vestir y calzar--      8
Presto estaba el camarero      para habérselo de dar.   
Diérale calzas de grana,      borceguís de cordobán;      10
diérale jubon de seda      aforrado en zarzahan;6   
diérale un manto rico      que no se puede apreciar;      12
trescientas piedras preciosas      al derredor del collar.   
Tráele un rico caballo      que en la corte no hay su par,      14
que la silla con el freno      bien valía una ciudad,   
con trescientos cascabeles      alrededor del petral:      16
los ciento eran de oro,      y los ciento de metal,   
y los ciento son de plata      por los sones concordar.      18
Ívase para el palacio,      para el palacio real.   
A la infanta Claraniña      allí la fuera hallar,      20
trescientas damas con ella      que la van acompanar.   
Tan linda va Claraniña,      que a todos hace penar.      22
Conde Claros que la vido      luego va descabalgar;   
las rodillas por el suelo      le comenzó de hablar:      24
--Mantenga Dios a tu Alteza.      --Conde Claros, bien vengais.--   
Las palabras que prosigue      eran para enamorar:      26
--Conde Claros, conde Claros,      el señor de Montalván,   
¡cómo habéis hermoso cuerpo      para con moros lidiar!      28
Respondiera el conde Claros,      tal respuesta le fue a dar:   
--Mi cuerpo7 tengo, señora,      para con damas holgar.      30
Si yo os tuviese esta noche,      señora, a mi mandar,   
otro día en la mañana8      con cient moros pelear,9      32
si a todos no los venciese      que me mandase10 matar.   
--Calledes, conde, calledes,      y no os queráis alabar.      34
El que quiere servir damas      así lo suele hablar   
y al entrar en las batallas      bien se saben excusar.--      36
--Si no lo creéis, señora,      por las obras se verá:   
siete años son pasados      que os empecé de amar,      38
que de noche yo no duermo,      ni de día puedo holgar.--   
--Siempre os preciastes, conde,      de las damas os burlar.      40
Mas dejáme ir a los baños,      a los baños a bañar;   
cuando yo sea bañada      estoy a vuestro mandar.--      42
Respondiérale el buen conde,      tal respuesta le fue a dar:   
--Bien sabedes vos, señora,      que soy cazador real:      44
caza que tengo en la mano      nunca la puedo dejar.--   
Tomárala por la mano,      para un vergel se van.      46
A la sombra de un aciprés,11      debajo de un rosal,   
de la cintura arriba12      tal dulces besos se dan,      48
de la cintura abajo      como hombre y mujer se han.13   
Mas la fortuna adversa      que a placeres da pesar,14      50
por ahí pasó un cazador,      que no debía de15 pasar,   
detrás de una podenca16      que rabia debía matar.      52
Vido estar al conde Claros      con la infanta a bel17 holgar.   
El conde cuando le vido      empezóle de llamar;      54
--Ven acá tú, el cazador,      así Dios te guarde de mal;   
de todo lo que has visto      tú nos tengas poridad.      56
Darte he yo mil marcos de oro      y si más quisieres, más;   
casarte he con una doncella      que era mi prima carnal;      58
darte he en arras y en dote      la villa de Montalván;   
de otra parte la infanta      mucho más te puede dar.--18      60
El cazador sin ventura      no les quiso escuchar.   
Vase para los palacios      ado19 el buen rey está.      62
--Manténgate Dios, el rey,      y a tu corona real.   
Una nueva yo te traigo      dolorosa y de pesar,      64
que no os cumple20 traer corona      ni en caballo cabalgar.   
La corona de la cabeza      bien la podéis vos2 quitar,      66
si tal deshonra como ésta      la hubieséis de comportar;   
que he hallado la infanta      con Claros de Montalván,      68
besándola y abrazando      en vuestro huerto real:   
de la cintura abajo      como hombre y mujer se han.22      70
El rey con muy grande enojo      al cazador mandó matar   
porque había sido osado      de tales nuevas llevar.23      72
Mandó llamar sus alguaciles      apriesa, no de vagar;   
mandó armar quinientos hombres      que le24 hayan de acompañar      74
para que prendan al conde      y le hayan de tomar25   
y mandó cerrar las puertas,      las puertas de la ciudad.      76
A las puertas del palacio      allá le fueron a hallar.   
Preso llevan al buen conde      con mucha seguridad,26      78
unos grillos a los pies,      que bien pesan un quintal;   
las esposas a las manos,      que era dolor de mirar;      80
una cadena a su cuello,      que de hierro era el collar.   
Cabálganle en una mula      por más deshonra le dar.      82
Metiéronle en una torre      de muy gran escuridad;   
las llaves de la prisión      el rey las quiso llevar,      84
porque sin licencia suya      nadie le pueda hablar.   
Por él rogaban los grandes      cuantos en la corte están:      86
por él robaba Qliveros,      por él rogaba Roldán   
y ruegan los doce pares      de Francia la natural      88
y las monjas de Sant Ana      con las de la Trinidad   
llevaban un crucifijo      para al buen rey27 rogar.      90
Con ellas28 va su arzobispo      y un perlado y cardenal.   
Mas el rey con grande enojo      a nadie quiso escuchar;      92
antes, de muy enojado,      sus grande mandó llamar.   
Cuando ya los tuvo juntos      empezóles de hablar:      94
--Amigos y hijos míos,      a lo que vos hice llamar:   
ya sabéis que el conde Claros,      el señor de Montalván,      96
de cómo29 le he criado      fasta ponello en edad,   
y le he guardado su tierra,      que su padre le fue a dar,      98
el que morir no debiera,      Reinaldos de Montalván;   
y por facelle yo más grande,      de lo mío le quise dar:      100
hícele gobernador      de mi reino natural.   
Él por darme galardón,      mirad en qué fue a tocar:      102
que quiso forzar la infanta,      hija mía natural.   
Hombre que lo tal comete      qué sentencia le han de dar?--      104
Todos dicen a una voz      que lo hayan de degollar,   
y así la sentencia dada      el buen rey la fue a firmar.      106
El arzobispo que esto viera      al buen rey fue a hablar,   
pidiéndole por merced      licencia le quiera dar      108
para ir a ver al conde      y su muerte le denunciar.   
--Pláceme--, dijo el buen rey,      --pláceme de voluntad,      110
mas con esta condicion:      que solo habéis de andar   
con aqueste pajecico      de quien puedo bien fiar.      112
Ya se parte el arzobispo      y a las cárceles se va.   
Las guardas desque lo vieron      luego le dejan entrar;      114
con él iba el pajecico      que le va a acompañar.   
Cuando vido estar al conde      en su prisión y pesar,      116
las palabras que le dice      dolor eran de escuchar:   
--Pésame de vos, el conde30      cuanto me puede pesar,      118
que los yerros por amores      dignos son de perdonar.   
Por vos he rogado al rey,      nunca me quiso escuchar;      120
antes ha dado sentencia      que os hayan de degollar.   
Yo vos lo dije, sobrino,      que vos dejásedes de amar,      122
que el que las mujeres ama      atal galardón le dan:   
que haya de morir por ellas      y en las cárceles penar.--      124
Respondiera el buen conde      con esfuerzo singular:   
--Calledes por Dios, mi tío,      no me queráis enojar,      126
quien no ama las mujeres      no se puede hombre llamar;   
mas la vida que yo tengo      por ellas quiero gastar.--      128
Respondió el pajecico,      tal respuesta le fue a dar:   
--Conde, bienaventurado      siempre os deben de llamar,      130
porque muerte tan honrada      por vos había pasar.   
Mas envidia he de vos, conde31      que mancilla ni pesar;      132
mas querría ser vos, conde,      que el rey que os manda matar   
porque muerte tan honrada      por mí hubiese de pasar.      134
Llaman32 yerro la fortuna      quien no la sabe gozar.   
La priesa del cadahalso      vos, conde, la debéis dar;      136
si no es dada la sentencia,      vos la debéis de firmar. --   
El conde que esto oyera      tal respuestá le fue a dar:      138
--Por Dios te ruego, el paje,      en amor de caridad,   
que vayas a la princesa      de mi parte a le rogar      140
que suplico a su Alteza      que ella me salga a mirar,   
que en la hora de mi muerte      yo la pueda contemplar,      142
que si mis ojos la ven      mi alma no penará.--33   
Ya se parte el pajecico,      ya se parte ya se va,      144
llorando de los sus ojos      que quería reventar.   
Topara con la princesa,      bien oiréis lo que dirá:      146
--Agora es tiempo, señora,      que hayáis de remediar,   
que a vuestro querido, el conde,      lo llevan a degollar.--      148
La infanta que esto oyera      en tierra muerta se cae;34   
damas, dueñas y doncellas      no la pueden retornar,35      150
hasta que llegó su aya      la que la fue a criar.   
--¡Qué es aquesto, la infanta?      aquesto ¿qué puede estar?      152
--¡Ay triste de mí, mezquina,      que no sé qué puede estar!   
¡que si al conde me matan      yo me habré desesperar!36      154
--Saliésedes vos, mi hija,      saliésedes a lo quitar.--37   
Ya se parte la infanta,      ya se parte, ya, se va.      156
Fuése para el mercado      donde lo han de sacar.   
Vido estar el cadahalso      en que lo han de degollar;      158
damas, dueñas y doncellas      que lo salen a mirar.   
Vio venir la gente de armas      que lo traen a matar,      160
los pregoneros delante      por su yerro publicar.   
Con el poder de la gente      ella no podía pasar.      162
--Apartadvos, gente de armas,      todos me haced lugar,   
¡si no por vida del rey,      a todos mande matar!--      164
La gente que la conoce      luego le hace lugar,   
hasta que llegó al conde      y le empezara de hablar:      166
--Esforzá, esforzá, el buen conde,      y no queráis desmayar,   
que aunque yo pierda la vida,      la vuestra se ha de salvar.--      168
El alguacil38 que esto oyera      comenzó de caminar;   
vase para los palacios      adonde el buen rey está.      170
--Cabalgue la vuestra Alteza,      apriesa, no de vagar,   
que salida es la infanta      para el conde nos quitar.      172
Los unos manda que maten,      y los otros enforcar;   
si vuestra39 Alteza no socorre,      yo no puedo remediar.--      174
El buen rey de que esto oyera      comenzó de caminar   
y fuese para el mercado      ado el conde fue a hallar.      176
--¿Qué es esto, la infanta?      aquesto ¿qué puede estar?   
La sentencia que yo he dado      ¿vos la queréis revocar?      178
Yo juro por mi corona,      por mi corona real,   
que si heredero tuviese      que me hubiese de heredar,      180
que a vos y al conde Claros      vivos vos haría quemar.   
--Que vos me matéis, mi padre,      muy bien me podéis matar,      182
mas suplico a vuestra Alteza,      que se quiera él acordar   
de los servicios pasados      de Reinaldos de Montalván,      184
que murió en las batallas,      por tu corona ensalzar;   
por los servicios del padre      al hijo debes galardonar;      186
por malquerer de traidores      vos no le debéis matar,   
que su muerte será causa      que me hayáis de disfamar.      188
Mas suplico a vuestra Alteza      que se quiera consejar,   
que los reyes con furor      no deben de sentenciar      190
porque el conde es de linaje      del reino más principal,   
porque él era de los doce      que a tu mesa comen pan:      192
sus amigos y parientes      todos te querrían mal,   
revolverte hían guerra,      tus reinos se perderán.--      194
El buen rey que esto oyera      comenzara a demandar:   
--Consejo os pido, los míos,      que me queráis consejar.--      196
Luego todos se apartaron      por su consejo tomar.   
El consejo que le dieron,      que le haya de perdonar      198
por quitar males y bregas,      y por la princesa afamar.   
Todos firman el perdón,      el buen rey fue a firmar.      200
También le aconsejaron,      consejo le fueron dar,   
pues la infanta quería al conde,      con él haya de casar.      202
Ya desfierran al buen conde,      ya lo mandan desferrar.   
Descabalga de una mula      el arzobispo a desposar.      204
El tomóles de las manos,      así los hubo de juntar.40   
Los enojos y pesares      en placer hubieron de tornar.41      206

Conde Claros preso   (á)      (ficha nš: 1619)


Pésame de vos, el conde,      porque así os quieren matar,   
porque el yerro que hecistes      no fue mucho de culpar,      2
que los yerros por amores      dignos son de perdonar.   
Supliqué por vos al rey,      que os mandase delibrar,      4
mas el rey con gran enojo      no me quisiera escuchar;   
que la sentencia era dada      no se podía revocar,      8
pues dormistes con la infanta      habiéndola de guardar.   
Mas os valiera, sobrino,      de las damas no curar,      8
que quien más hace por ellas      tal espera de alcanzar,   
que de muerto o de perdido      ninguno puede escapar,      10
que firmeza de mujeres      no puede mucho durar.   
--Que tales palabras, tío,      no las puedo comportar;      12
quiero más morir por ellas      que vivir sin las mirar.**   

Conde Claros en hábito de fraile   (í-a+á(-e))      (ficha nš: 1620)


A caza va el emperador      a Sant Juan de Montiña;   
con él iba el conde Claros      por le tener compañía.      2
Contándole iba, contando,      el gran menester que tenía:   
--No me lo digáis, el conde,      hasta después a la venida.      4
Mis armas tengo empeñadas      por mil marcos de oro y más,   
otros tantos debo en Francia      sobre mi buena verdad.--      8
--Llámenme mi camarero      de mi cámara real;   
dad mil marcos de oro al conde      para sus armas quitar;      8
dad mil marcos de oro al conde      para mantener verdad;   
dalde otros tantos al conde      para vestir y calzar;      10
dalde otros tantos al conde      para las tablas jugar;   
dalde otros tantos al conde      para torneos armar;      12
dalde otros tantos al conde      para con damas folgar.   
--Muchas mercedes, señor,      por esto y por mucho más.      14
A la infanta Claraniña      vos por mujer me la dad.--   
--Tarde acordastos, el conde,      que mandada la tengo ya.--      16
--Vos me la daréis, señor,      acabo que no queráis,   
porque preñada la tengo      de los seis meses o más.--      18
El emperador que esto oyera      tomó de ello gran pesar.   
Vuelve riendas al caballo      y tornóse a la ciudad.      20
Mandó llamar las parteras      para la infanta mirar.   
Allí habló la partera,      bien veréis lo que dirá:      22
--Preñada está la infanta      de los seis meses o más.--   
Mandóla prender su padre      y meter en escuridad,      24
el agua, hasta la cinta      porque pudriese la carne,   
y perezca la criatura,      que no viva de tal padre.      26
Los caballeros de su casa      se la iban a mirar.   
--Pésanos de vos, señora,      cuanto nos puede pesar,      28
que de hoy en quince días      el emperador os manda quemar.--   
--No me pesa de mi muerte      porque es cosa natural,      30
pésame de la criatura,      porque es hijo de buen padre;   
mas si hay aquí alguno      que haya comido mi pan,      32
que me llevase una carta      a don Claros de Montalván.--   
Allí habló un paje suyo,      tal respuesta le fue a dar:      34
--Escribilda vos, señora ,      que yo se la iré a llevar.--   
Ya las cartas son escritas,      el paje les va a llevar;      36
jornada de quince días      en ocho la fuera a andar.   
Llegado había a los palacios      adonde el buen conde está.      38
--Bien vengáis, el pajecico,      de Francia la natural.   
¿Qué nuevas me traéis      de la infanta? ¿cómo está?--      40
--Leed las cartas, señor,      que en ellas os lo dirá.--   
Desque las hubo leído      tal respuesta le fue a dar:      42
--Uno me da que la quemen,      otro1 me da que la maten.--   
Ya se partía el conde,      ya se parte, ya se va,      44
jornada de quince días      en ocho la fuera a andar.   
Fuérase a un monasterio      donde los frailes están;      46
quitóse paños de seda,      vistió hábitos de fraile.   
Fuérase a los palacios      de Carlos el emperante.      48
--Mercedes, señor, mercedes,      queráismelas otorgar,   
que a mi señora la infanta,      vos me la dejáis confesar.--      50
Ya lo llevaban al fraile      a la infanta confesar.   
En lugar de confesarla2      de amores le fue a hablar:      52
--Tate, tate--, dijo, --fraile,      que a mí no llegarás,   
que nunca llegó a mí hombre      que fuese vivo en carne,      54
sino solo aquel don Claros,      don Claros de Montalván,   
que por mis grandes pecados      por él me quieren quemar.      56
No doy nada por mi muerte      pues que es cosa natural,   
mas pésame de la criatura      porque es hijo de buen padre.--      58
Ya se iba el confesor      al emperador hablar:   
--Mercedes, señor, mercedes      queráismelas otorgar,      60
que mi señora la infanta      sin ningún pecado está.--   
--¡Ay!--, habló el caballero      que con ella quería casar,      62
--Mentides, fraile, mentides,      que no decís la verdad.--   
Desafíanse los dos,      al campo van a lidiar;      64
al apretar de las cinchas      conociólo el emperante:   
dijo que el fraile es don Claros,      don Claros de Montalván.      66
Mató el fraile al caballero,      la infanta librado ha;   
en ancas de su caballo      consigo la fue a llevar.      68

Conde Claros y el emperador   (í-a+á(-e))      (ficha nš: 1621)


A misa va el emperador      a san Juan de la Montiña,   
con él iba el conde Claros      por le tener compañía;      2
contándole iba contando      el menester que tenía,   
dícele de esta manera,      de esta manera decía:      4
--Dístesme, el emperador,      el castillo de Montalbán,   
dístesmelo por mi bien,      yo tomélo por mi mal:      8
los moros me lo han cercado      la mañana de san Juan;   
tiénenlo tan bien cercado      que no lo basto a descercar.      8
Por mi gran desaventura      y mi gran necesidad   
mis armas tengo empeñadas      por mil doblas de oro y más,      10
otras tantas debo en Francia      sobre mi buena verdad;   
mis caballeros, el rey,      no hé con qué los gobernar,      12
y una hermana que tengo,      no he con qué la casar:   
que en todos mis palacios      no entiendo que hay un pan.      14
Si yo me lo como, el rey,      ¿los míos qué comerán?   
Si vuestra Alteza no socorre,      yo me iré moro a tornar:      16
que más quiero perder la vida      que yo tal vida pasar.--   
Respondió el emperador      movido de piedad:      18
--No desmayéis, el buen conde,      no querades desmayar,   
que para esto son los hombres      para pasar bien y mal;      20
mas Dios os lo perdone, conde,      que antes debieráis hablar.--   
Mandó llamar a su tesorero,      su tesorero real,      22
dícele de esta manera,      empezóle de mandar:   
--Da mil doblas de oro al conde      para su verdad guardar      24
y darle has otras mil      para sus armas quitar;   
dale también otras mil      para con damas holgar.      26
A Oliveros y Montesinos      mandara luego llamar,   
y también al esforzado,      ese paladín Roldán,      28
y a Urgel de las Marchas,      y al fuerte Merián,   
y que tomasen la gente,      y fuesen luego a Montalbán.--      30
Desque esto oyera el conde      tal respuesta le fue a dar:   
--Muchas gracias, el buen rey,      por la buena voluntad,      32
que yo tengo tantos tesoros      que puedo bien emprestar;   
mas una merced os pido,      ésta no me habéis de negar,      34
que me caséis con la infanta      vuestra hija natural.--   
Respondiera el buen rey,      tal respuesta le fue a dar:      36
--Ya no es tiempo, el conde Claros,      de aqueso vos hablar,   
que la tengo prometida      al honrado don Beltrán      38
y por esto, el buen conde,      a vos no la puedo dar:   
que vos sois niño y mochacho      para tal mujer tomar.--      40
--Yo os beso las manos, rey,      pues me queréis deshonrar.--   
Y fuérase para su casa      para haber de reposar.      42
Ya se retrae el buen conde      la siesta por descansar,   
porque la noche pasada      no la pudo reposar      44
por amores de la infanta      su señora natural.   
Congojas le congojaban,      sospiros no dan lugar,      46
viéndose en tal agonía      comenzara de hablar:   
--¡Oh maldito seas, Cupido!      ¡y Vénus otro que tal!      48
porque así me habéis metido      en este fuego infernal,   
que de noche yo no duermo,      ni de día puedo holgar,      50
que si la causa tal no fuese      me iría a desesperar;   
mas en ser quien es la causa      es dicha poder penar.      52
Si de ello ha de ser servida      ella, pues no tiene par;   
que, aunque mil veces muriese,      es nada por alcanzar      54
de conocer ser querido      por obras o por pensar   
porque sólo su favor      es más que se puede dar.      56
Dió voces al camarero      que se quiere levantar.   
Vístese un jubón chapado      que no se puede estimar,      58
y de oro de martillo**      un mote bien de notar   
en su brazo, que decía:      « ¡Gran dolor es desear! »      60
y unas calzas bigarradas      de perlas ricas sin par   
con un mote que decía:      « No tiene nombre mi mal »      62
Y unos zapatos franceses      de un carmesí singular,   
con unas llamas de fuego,      relumbran como un cristal.      64
El mote que tiene escripto      es este que oiréis nombrar:   
« Aunque de contino arden,      no se acaban de quemar. »      66
Y una ropa rozagante,      sobre ella un rico collar,   
el mote de ella decía:      « Es un dolor desigual ».      68
Y una gorra en la cabeza      que no se puede estimar   
con tres letras coronadas      y el mote muy singular      70
« ¡Es tan alto mi deseo      que no hay más que desear! »   
Cabalgó en una hacanea,      la cual hizo ataviar      72
de una guarnición muy rica,      y las riendas, y el petral   
lleno de unas campanillas      que de oro era el metal,      74
y unas lágrimas sembradas,      y el mote no de olvidar:   
« Sin doleros vos, señora,      no se pueden acabar. »      76
Con doce mozos de espuelas      para le acompañar,   
vestidos de la librea      de aquella dama sin par:      78
los jubones del morado,      sayos de desesperar,   
todas las mangas derechas      les hizo el conde bordar      80
de unas matas de ruda,      que querían ya granar,   
el mote de ellas decía:      « ¡Mas amargo es esperar! »      82
Envía delante un paje      por su Alteza avisar,   
que el conde la quiere ver      por las manos le besar.      84
Antes que el paje tornase      el conde fuera a llegar;   
los porteros que lo veen      las puertas abierto le han.      86
La princesa estaba sola,      retraída por rezar;   
entrara el conde con ella,      y empiézale de contar      88
lo que el rey le había dicho      sin un punto le faltar.   
--Por eso os cumple ir conmigo      al castillo de Montalbán:      90
que quiero ir a vuestro padre      a todo se lo contar.   
Irnos hemos en mi tierras,      poneros he en libertad:      92
allí podréis, señora, parir,      allí podréis, señora, criar;   
que sabé que vuestro padre      a don Beltrán os quiere dar.--      94
Mandó armar trescientos hombres      que la hubiesen de llevar;   
mandó poner en armas su tierra,      si quieren nada demandar.      96
Vase a hablar con el rey,      y apartólo en puridad.   
Dícele de esta manera,      y empezóle de hablar:      98
--Ya sabedes, el buen rey,      lo que os fuera a rogar,   
que me diésedes la infanta      por mi mujer natural.      100
Decís que yo soy mochacho      para tal mujer tomar;   
ahora sabed de cierto,      y en esto no hay que dubdar,      102
que si yo la quiero mucho,      ella a mí mucho más;   
y aun de mí está preñada      que en el mes quería entrar.--      104
Estas palabras diciendo      a huir empezó andar.   
El rey a muy grandes voces      mandábalo ir a tomar.      106
Ya es salido del palacio      en un caballo alazán,   
por las calles de París      lleva muy grande aguijar.      108
Caballeros que lo veen,      sálenlo a acompañar:   
con él iba Oliveros,      con él iba don Roldán.      110
Desque son por el camino      empiézanlo a interrogar:   
--¿Para dónde vais, buen conde?      digádesnos la verdad,      112
que ya sabéis que de nosotros      no vos debéis de guardar.--   
Allí les habló el buen conde      lo que el rey fuera a hablar      114
y como envió la infantá      a tierras de Montalbán.   
Don Roldán que lo oyera      empezóse a maravillar:      116
cómo había sido osado      de tal empresa tomar.   
El consejo que le dieron,      y que le fueron a dar:      118
que se fuese en sus tierras      y se pusiese en libertad   
y que ellos tornarían      al buen rey a le rogar:      120
os la diese por mujer,      pues que allá así le place.   
Ya se torna Oliveros,      ya se torna don Roldán;      122
a las puertas de París      gran gente vieron estar,   
dicenle de esta manera      y empiézanles a demandar:      124
--Esforzados caballeros,      ¿qué tierras vais conquistar?--   
Allí habló el mayor de ellos      que se dice don Beltrán:      126
--Vamos a prender al conde      don Claros de Montalbán,   
que el rey tiene jurado      de hacerlo degollar.--      128
Respondiera Oliveros      y ese paladín Roldán:   
--Esperá un poco, señor,      esforzado don Beltrán,      130
iría por mi caballo,      mis armas me iría armar,   
y yo me iría con vos      para haberos de ayudar:      132
prenderemos al conde Claros,      y a la infanta otro que tal,   
haréis degollar al conde,      y con la infanta vos casarán,      134
pues que os la ha prometido      y que no os la ha de quitar.   
Y despidiéronse d' él      apriesa y no de vagar.      136
Todo esto hacían ellos      por hacerlos esperar,   
y que el conde hubiese tiempo      de a sus tierras llegar.      138
Mbanse a rienda suelta      donde al rey han de hallar:   
dícenle de esta manera,      comiénzanle de hablar;      140
--De vuestro enojo nos pesa      cuanto nos puede pesar;   
venimos a daros consejo      si lo quisiéredes tomar:      142
que casedes a la infanta      con don Claros de Montalbán.--   
El rey, pues que más no pudo,      fuéraselo a otorgar.      144
Enviaban por la infanta,      y por el conde otro que tal;   
ricas bodas le hicieran      en París esa ciudad.      146

Calaínos y Sevilla   (í-a+á-a+á)  (ficha nš: 1622)


Ya cabalga Calaínos      a la sombra de una oliva,   
el pie tiene en el estribo,      cabalga de gallardía.          2
Mirando estaba a Sansueña,      al arrabal1 con la villa,   
por ver si vería algún moro      a quien preguntar podría.          4
Por los palacios venía      la linda infanta Sevilla;2   
vido estar un moro viejo      que a ella guardar solía.          6
Calaínos que lo vido      llegado allá se había;   
las palabras que le dijo      con amor y cortesía:          8
--Por Ala3 te ruego, moro,      si te alargue la vida,   
que me muestres los palacios      donde mi vida vivía,4      10
de quien triste soy cativo      y por quien pena tenía,   
que cierto por sus amores      creo yo perder la vida;      12
mas si por ella la pierdo      no se llamará perdida,   
que quien muere por tal dama,      desque muerto, tiene vida.5      14
Mas porque me entiendas moro      por quien preguntado había:   
es la más hermosa dama      de toda la morería;      16
sepas que a ella la llaman      la grande6 infanta Sevilla.   
Las razones que pasaban      Sevilla bien las oía.      18
Púsose a una ventana,      hermosa a maravilla,   
con muy ricos atavíos,      los mejores que tenía.      20
Ella era tan hermosa,      otra su par no la había.7   
Calaínos que la vido      de esta suerte le decía:      22
--Cartas te traigo, señora,      de un señor a quien servía:   
creo que es el rey tu padre      porque Almanzor se decía:      24
descende de la ventana      sabrás la mensajería.8   
Sevilla cuando lo oyera      presto de allí descendía.      26
Apeóse Calaínos,      gran reverencia le hacía.   
La dama cuando esto vido      tal pregunta le hacía:      28
--¿Quien sois vos el caballero,      que mi padre acá os envía?--   
--Calaínos soy, señora,      Calaínos, el de Arabía;      30
señor de los Montes Claros,      de Costantina la llana,   
y de las tierras del Turco      yo gran tributo llevaba,      32
y el Preste Juan de las Indias      siempre parias me enviaba,   
y el Soldán de Babilonia      a mi mandar siempre estaba.      34
Reyes y principes moros      siempre señor me llamaban,   
sino es el rey vuestro padre,      que yo a su mandado estaba,      36
no porque le he menester,9      mas por nuevas que me daban   
que tenía una hija      a quien Sevilla llamaban,      38
que era más linda mujer      que cuantas moras se hallan.10   
Por vos le serví cinco11 años      sin sueldo12 ni sin soldada;      40
él a mí no me la dio,      ni yo se la demandaba.   
Por tus amores, Sevilla,      pasé yo la mar salada,      42
porque he de perder la vida      o has de ser mi enamorada.   
Cuando Sevilla esto oyera      esta respuesta le daba:      44
--Calaínos, Calaínos,      de aqueso yo no sé nada,13   
que siete amas me criaron,      seis moras y una cristiana.      46
Las moras me daban leche,      la otra me aconsejaba;   
según que me aconsejaba,      bien mostraba ser cristiana.      48
Diérame muy buen consejo,      y a mí bien se me acordaba:14   
que jamás yo prometiese15      de nadie ser namorada,      50
hasta que primero hubiese      algún buen dote o arras.16   
Calaínos que esto oyera      esta respuesta le daba:      52
--Bien podéis pedir, señora,      que no se os negará nada:   
si queréis castillos fuertes,      ciudades en tierra llana,      54
o si queréis plata u oro      o moneda amonedada.--   
Y Sevilla, aquestos dones,      como no los estimaba,      56
respondióle: --Si quería17      tenella por namorada,   
que vaya dentro a París,      que en medio de Francia estaba,18      58
y le traiga tres cabezas      cuales ella demandaba,   
y que si aquesto hiciese      sería su enamorada.--      60
Calaínos cuando oyó      lo que ella le demandaba   
respondióle muy alegre,      aunque19 él se maravillaba:      62
dejar villas y castillos      y los dones que le daba   
por pedirle tres cabezas      que no le costarán nada.      64
Dijo que las señalase,      o diga cómo se llaman.20   
Luego la infanta Sevilla      se las empezó a nombrar:      66
la una es de Oliveros,      la otra de don Roldán,   
la otra del esforzado      Reinaldos de Montalván.      68
Ya señalados los hombres,21      a22 quien había de buscar,   
despídese Calaínos      con muy cortés hablar:      70
--Déme la mano tu Alteza,      que se la quiero besar,   
y la fe y prometimiento      de comigo te casar      72
cuando traiga las cabezas      que quesiste demandar.--   
--Pláceme--, dijo, --de grado      y de buena voluntad.--      74
Allí se toman las manos,      la fe se hubieron de dar   
que el uno ni el otro23      no se pudiesen casar      76
hasta que el buen Calaínos      de allá hubiese de tornar,   
y que si otra cosa fuese,      la enviaria avisar.      78
Ya se parte Calaínos,      ya se parte, ya se va.   
Hace broslar24 sus pendones      y en todos una señal:      80
cubiertos de ricas lunas,      teñidas en sangre van.25   
En camino es Calaínos      a los franceses buscar:26      82
Andando jornadas ciertas      a París llegado ha.   
En la guardia de París      cabe San Juan de Letrán,      84
allí levantó su seña      y empezara de hablar:   
--Tañan luego esas trompetas      como quien va a cabalgar,      86
porque me27 sientan los doce      que dentro en París están.--   
El emperador aquel día      había salido a cazar;      88
con él iba Oliveros,      con él iba don Roldán,   
con él iba el esforzado      Reinaldos de Montalván;      90
también el Dardín Dardeña,      y el buen viejo don Beltrán,   
y ese Gastón y Claros28      con el romano Final.29      92
También iba Valdovinos,      y Urgel en fuerzas sin par,30   
y también iba Guarinos      almirante de la mar.      94
El emperador entre ellos      empezara de hablar:   
--Escuchad, mis caballeros,      que tañen a cabalgar.--31      96
Ellos estando escuchando      vieron un moro pasar;   
armado va a la morisca,      empiézanle de llamar,      98
y ya que es llegado el moro      do el emperador está,   
el emperador que lo vido      empezóle a preguntar:      100
--Di, ¿adónde vas tú, el moro?      ¿cómo en Francia osaste entrar?   
¡Grande osadía tuviste      de hasta París llegar!--      102
El moro cuando esto oyó      tal respuesta le fue a dar:   
--Vo a buscar al emperante32      de Francia la natural,      104
que le traigo una embajada      de un moro principal,   
a quien sirvo de trompeta,      y tengo por capitán.--      106
El emperador que esto oyó      luego le fue a demandar   
que dijese qué quería,      por qué a él iba a buscar;33      108
que él es el emperador Carlos34      de Francia la natural.   
El moro cuando lo supo      empezóle de hablar:      110
--Señor, sepa tu Alteza35      y tu corona36 imperial,   
que ese moro Calaínos,      señor, me ha enviado acá,      112
desafiando a tu Alteza      y a todos los doce pares,37   
que salgan lanza por lanza      para con él pelear.      114
Señor, veis allí su seña,      donde los ha38 de aguardar:   
perdóneme vuestra Alteza,      que respuesta le vo a dar.--      116
Cuando fue partido el moro      el emperador fue a hablar:   
--Cuando yo era mancebo,      que armas solía llevar,      118
nunca moro fue osado      de en toda Francia asomar;   
mas agora que soy viejo      ¡a París los veo llegar!      120
No es mengua de mí solo      pues no puedo pelear,   
mas es mengua de Oliveros,      y asimesmo de Roldán;      122
mengua de todos los doce,      y de cuantos aquí están.   
Por Dios a Roldán me llamen      porque se vaya a pelear39      124
con el moro de la enguardia40      y lo haga de allí quitar;   
que lo traiga muerto o preso,      porque se haya de acordar      126
de cómo viene a París      para me desafiar.--   
Don Roldán cuando esto oyera      empiézale de hablar:      128
--Excusado es, señor,      de enviarme a pelear,   
porque tenéis caballeros      a quien podéis enviar,      130
que cuando son entre damas      bien se saben alabar,   
que aunque vengan dos mil moros      uno los esperará;41      132
cuando son en la batalla      véolos tornar atrás.--   
Todos los doce callaron      si no el menor de edad,      134
al cual llaman Valdovinos,      en el esfuerzo muy grande.42   
Las palabras que dijera      eran con riguridad:43      136
--Mucho estoy maravillado      de vos, señor don Roldán,   
que amengüéis todos los doce44      vos que los habíades de honrar.      138
Si no fuérades mi tío,      con vos me fuera a matar   
porque entre todos los doce      ninguno podéis nombrar,      140
que lo que dice de boca      no lo sepa hacer verdad.--   
Levantóse con enojo      ese paladín Roldán;      142
Valdovinos que esto vido      también se fue a levantar   
el emperador entre ellos      por el enojo quitar.      144
Ellos en aquesto estando,      Valdovinos fue a llamar   
a los mozos que traía;      por las armas fue a enviar.      146
El emperador que esto vido      empezóle de rogar   
que le hiciese un placer,      que no fuese a pelear      148
porque el moro era esforzado,      podríale maltratar:   
--Que aunque ánimo tengáis      la fuerza os podría faltar,      150
y el moro es diestro en armas,      vezado a pelear.--45   
Valdovinos que esto oyó      empezóse a desviar,      152
diciendo al emperador      licencia le fuese a dar   
y que si él no se la diese      que él se la quería tomar.      154
Cuando el emperador vido      que no lo podía excusar,   
cuando llegaron sus armas      él mesmo le ayudó a armar.      156
Dióle licencia que fuese      con el moro a pelear.   
Ya se parte Valdovinos,      ya se parte, ya se va,      158
ya es llegado a la guardia      do Calaínos está.   
Calaínos que lo vido      empezóle así de hablar:      160
--Bien vengáis el francesico46      de Francia la natural,   
si queréis vivir47 comigo      por paje os quiereo llevar;48      162
llevaros he a mis tierras      do placer podáis tomar.--   
Valdovinos que esto oyera      tal respuesta le fue a dar:      164
--Calaínos, Calaínos,      no debíades así de hablar,   
que antes que de aquí me vaya      yo os lo tengo de mostrar      166
que aquí moriréis primero      que por paje me tomar.49   
Cuando el moro aquesto oyera      empezó así de hablar:      168
--Tórnate, el francesico,      a París, esa ciudad,   
que si esa porfía tienes,      caro te habrá de costar      170
porque quien entra en mis manos50      nunca puede bien librar.   
Cuando el mancebo esto oyera      tornóle a porfiar      172
que se aparejase presto      que con él se ha de matar.   
Cuando el moro vio al mancebo      de tal suerte porfiar,      174
díjole: --Vente, cristiano,      presto para me encontrar,   
que antes que de aquí te vayas      conocerás la verdad,      176
que te fuera muy mejor      comigo no pelear.--   
Vanse el uno para el otro,      tan recio que es de espantar.51      178
A los primeros encuentros      el mancebo en tierra está.   
El moro cuando esto vido52      luego se fue apear:      180
sacó un alfanje muy rico      para habelle de matar;   
mas antes que le hiriese      le empezó de preguntar      182
quién o cómo se llamaba,      y si es de los doce pares.   
El mancebo estando en esto      luego dijo la verdad,      184
que le llaman Valdovinos,      sobrino de don Roldán.   
Cuando el moro tal oyó      empezóle de hablar:      186
--Por ser de tan pocos días,      y de esfuerzo singular53   
yo te quiero dar la vida,      y no te quiero matar;      188
mas quiérote llevar preso      porque te venga a buscar   
tu buen pariente Oliveros,      y ese tu tío don Roldán,      190
y ese otro muy esforzado      Reinaldos de Montalván,   
que por esos tres ha sido      mi venida a pelear.--      192
Don Roldán allá do estaba      no hace sino sospirar,   
viendo que el moro ha vencido      a Valdovinos el infante.      194
Sin más hablar con ninguno      don Roldán luego se parte54   
íbase para la guardia      para aquel moro matar.55      196
El moro cuando lo vido      empezóle a preguntar   
quién es o cómo se llama,      o si era de los doce pares.      198
Don Roldán cuando esto oyó      respondiérale muy mal:   
--Esa razón, perro moro,      tú no me la has de tomar,56      200
porque a ese a quien tú tienes57      yo te lo haré soltar.   
Presto aparéjate, moro,      y empieza de pelear.--      202
Vanse el uno para el otro      con un esfuerzo muy grande;58   
danse tan recios encuentros      que el moro caído ha;      204
Roldán que al moro vio en tierra      luego se fue apear:   
tomó el moro por la barba,      empezóle de hablar:      206
--Dime tú, traidor de moro59      no me lo quieras negar;60   
¿cómo tú fuiste61 osado      de en toda Francia parar,      208
ni al buen viejo emperador,      ni a los doce desafiar?62   
¿Cuál díablo te engañó      cerca de París llegar?      210
El moro cuando esto oyera      tal respuesta le fue a dar:   
--Tengo una cativa mora,      mujer de muy gran linaje;63      212
requeríla yo de amores      y ella me fue a demandar   
que le diese tres cabezas      de París, esa ciudad,      214
que si estas yo le llevo      comigo había de casar;   
la una es de Oliveros,      la otra de don Roldán,      216
la otra del esforzado      Reinaldos de Montalván.--   
Don Roldán cuando esto oyera      así le empezó de hablar:      218
--¡Mujer que tal te pedía      cierto te quería mal,   
porque esas no son cabezas      que tú las puedes cortar!,      220
mas porque a ti sea castigo,      y otro se haya de guardar   
de desafiar a los doce,      ni venirlos a buscar,      222
echo mano a un estoque64      para el moro matar.65   
La cabeza de los hombros      luego se la fue a cortar:      224
llevóla al emperador      y fuésela a presentar.   
Los doce cuando esto vieron      toman placer singular66      226
en ver así67 muerto al moro      y por tal mengua le dar.68   
También trajo a Valdovinos      que él misno lo fue a soltar.      228
Así murió Calaínos      en Francia la natural,   
por manos del esforzado,      el buen paladín Roldán.      230

Roldán no admite parigual   (á)  (ficha nš: 1623)


En misa está el emperador      allá en san Juan de Letrán,   
con él está Baldovinos,      y Urgel1 de la fuerza grande,      2
y con él Dardín Dardeña,2      y don Carlos de Montalbán,   
con él está Oliveros,      con él estaba Roldán,      4
con el infante Gaiferos      salido de captividad,   
con él estaban los doce      que a su mesa comen pan;      8
la misa dice un arzobispo,      respóndele un cardenal.   
La misa es cuasi acabada,      que la paz querían dar.      8
Por las enguardas3 de Francia      vieron moros asomar.   
Subióse4 el emperador      en altas torres a mirar      10
y vido un moro esforzado      bien cerca de la ciudad.   
El moro en un pendón      traía una rica señal:      12
broslada de ricas lunas      vueltas en color de sangre   
(moro que tal seña trae      gana trae5 de pelear.)      14
Envió cuatro moros suyos      a don Carlos el emperante   
mandándole desafíos      a él y a los doce pares:      16
que salgan lanza por lanza      para con él se matar.6   
Allí habló el emperador      una razón singular:      18
--Llamédesme a mi sobrino      el esforzado don Roldán;   
aquel moro de la guardia      de allí me lo haga apartar      20
y que arrastre su pendón      por el suelo y su señal,   
por que moro no se alabe      que en Francia osase entrar.--      22
Bien lo oyera don Roldán      que cerca se fuera a hallar,   
la respuesta que le dio      era para lastimar:      24
--¡No me place, el emperador,      ni es de mi voluntad;   
no porque tenga temor      ni vergüenza en pelear,      26
mas caballeros conozco      que hacéis servir y honrar   
y les dais el mesmo sueldo      que dais a mí, don Roldán,      28
y cuando son entre damas      sábense bien alabar;   
mas si vergüenza tuviesen,      a vos no cumpliera hablar.--      30
Allí habló Baldovinos,      niño de poca edad,   
mozo era de quince años,      en diez y seis quiere entrar:      32
--Dadme licencia, emperador,      si no, yo me la iré a tomar.   
Aquel moro de la guardia      de allí lo haré apartar.7      34
Yo le traeré aquí preso,8      y le podréis hacer matar;   
pues mi tío don Roldán      a todos quiso deshonrar,      36
no deshonró a mí solo,      mas a cuantos aquí están;   
que si mi tío no fuera      respuesta le fuera a dar.      38
--Calledes vos, el mi hijo,      sangre mía natural,   
que aquel moro que allí viene      esforzado le veis9 estar      40
y vos sois niño y mochacho      para las armas tomar.--   
Ya se parte Baldovinos,      ya se parte para armar;      42
armóse de todas armas      las que solía llevar:   
hacha de cuarenta y cinco,      y el peso de su pesar,      44
y fuese por su camino      donde el moro ha de hallar.   
Desque fue cerca del moro      empezóle de hablar:      46
--¡Oh moro tan esforzado!      yo te quiero ahora rogar   
que quites tú el pendón,      que quites aquella señal;      48
si no lo haces de grado,10      por fuerza te lo haré quitar.   
--¡Bien vengas, el cristianillo,      el cristianillo,11 bien vengáis!      50
Cierto de tales como vos      para pajes querría tomar;   
si queréis vivir conmigo      a Turquía os he de enviar.--      52
--Calla, moro esforzado,      no quieras tú tal hablar;   
mas echa mano a la lanza      que esta es la que os ha de ayudar.--      54
Echaron mano a las lanzas,      comenzáronse a encontrar.   
Mientra las lanzas duraron      a Baldovinos bien le va;      56
mas ya quebradas las lanzas      de hachas fueron a12 jugar.   
Dado le ha el moro un golpe      que en el suelo le fue a echar.      58
Allí descabalgó el moro      por la cabeza le cortar;   
desque le vido sin barbas      no le quiso degollar.      60
Diciendo iba, diciendo:      --Barbas ando yo a buscar.--   
Mas atóle pies y manos,      manos y pies le fue a atar.      62
Allí habló Baldovinos      palabras de lastimar:   
--¡Oh moro tan esforzado!      yo te quiero ahora rogar,      64
que me acortes la vida,      no me la quieras alargar;   
que más vale morir con honra      que con vergüenza quedar.--      66
Bien se lo vio don Roldán      allá en san Juan de Letrán;   
lágrimas de los sus ojos      corrían por la su faz.      68
Presto se hizo dar sus armas,      y luego se hizo armar;   
armóse de todas armas,      las piernas no pudo armar.      70
Con una mano lleva la silla,      y con la otra el petral;   
con los dientes lleva el freno      por más presto despachar,      72
y fuese a rienda suelta      donde el moro ha de hallar.   
--¡Oh buen moro esforzado!--      yo te quiero ahora rogar      74
que me cuentes tu ventura,      la mía te quiero contar.--   
--Pláceme, dijo el moro,      pláceme de voluntad.      76
Yo soy el moro Bramante,13      que así me hacen llamar,   
de siete reyes de moros      yo era el capitán.      78
Tengo una cristiana captiva      que es de Francia natural,   
estoy enamorado de ella      que de amores quiero finar;      80
mil veces la he requerido      que conmigo quiera14 casar;   
por ninguna razón de estas      no me lo quiso otorgar,      82
sino con una condición      que en arras le hubiese de dar:   
que trajese tres cabezas      de Francia la natural,      84
la una de Oliveros,      la otra de don Roldán,   
la otra de Urgel15 de las Marchas,      esforzado singular:      86
y con estas tres cabezas      mora se ha de tornar.--   
--Calledes, moro esforzado,      y no queráis más hablar,      88
que no hay cabeza de esas      que la vuestra16 no haya de costar.   
Mas yo soy escudero de ellos,      quiero con vos17 mi lanza probar.      90
Echaron mano a las lanzas,      de hachas van a jugar;18   
dió Roldán un golpe al moro      que en el suelo fuera a dar.19      92
Desque el moro fue en el suelo      Roldán empezó de hablar:   
--¡Oh buen moro esforzado!      torna presto a cabalgar,      94
que por derribarte una vez,      por eso no te he de matar,20   
que cuantas veces quisieres      tantas te he yo de esperar;      96
que yo soy aquel Roldán      al que querías la cabeza cortar.--   
Cuando aquesto21 oyera el moro      no quiso más pelear;      98
mas diósele a merced,      a merced se le fue a dar. 100   
--Pues desátame a Baldovinos      apriesa y no de vagar,   
y hágasme juramento,22      juramento me quieras prestar:   
en las tierras do te halles      nunca te hayas de alabar,23      102
que a ninguno de los doce      tú lo hubieses de atar.--   
--Pláceme, dijo el moro,      pláceme de voluntad;      104
mas con una condición      que os quiero demandar:   
que cuando seamos en Roma      delante del emperante,      106
que ninguno de los doce      no me haya de24 maltratar.--   
--Pláceme, dijo Roldán,      pláceme de voluntad;      108
mas los doce son corteses,      no te han de25 enojar,   
que si a ti hacen deshonra26      a mí tocará el pesar.--      110
Todos tres fueron a Roma      donde estaba el emperante,   
y llegado don Roldán      comenzó así de hablar:      112
--¡Oh señor emperador!      yo os quiero ahora rogar,   
que este moro que aquí viene      le servir y honrar,      114
y le deis el mesmo sueldo      que dais a mí don Roldán.27   
Allí estuvo muchos días      a su placer y holgar.      116
Lleváronlo en Turquía,      pusiéronlo en libertad.   
Lloraronlo todos los moros      desque lo vieron llegar,      118
grandes fiestas le hicieron      con mucha solemnidad.   

De Mérida sale el palmero   (á-e / á)          (ficha nš: 1624)


De Mérida sale el palmero,      de Mérida, esa ciudad;   
los pies llevaba descalzos,      las uñas corriendo sangre.      2
Una esclavina trae rota,      que no valía1 un real   
y debajo traía2 otra      bien valía3 una ciudad,      4
que ni rey ni emperador      no alcanzaba4 otra tal.   
Camino lleva derecho5      de París esa ciudad;      8
ni pregunta por mesón      ni menos por hospital,   
pregunta por los palacios      del rey Carlos do está.6      8
Un portero está a la puerta,      empezóle7 de hablar:   
--Dijésesme tú, el portero,      el rey Carlos ¿dónde está?--      10
El portero que lo vido,      mucho8 maravillado se ha,   
cómo un romero tan pobre      por el rey va a preguntar.      12
--Digádesmelo, señor,      d' eso no tengáis pesar.   
--En misa estaba, palmero,9      allá en San Juan de Letrán,      14
que dice misa un arzobispo,      y la oficia10 un cardenal.--   
El palmero que lo oyera      íbase11 para Sant Juan.   
En entrando por la puerta      bien veréis12 lo que hará:      }16
humillóse13 a Dios del cielo      y a Santa María su Madre,   
humillóse14 al arzobispo,      humillóse15 al cardenal      18
porque decía la misa,      no porque merecía más,16   
humillóse17 al emperador      y a su corona real,      20
humillóse18 a los doce      que a una mesa comen pan.   
No se humilla19 a Oliveros,      ni menos a don Roldán,      22
porque un sobrino que tienen      en poder de moros está,   
y pudiéndolo hacer      no le van a rescatar.      24
Desque aquesto vio Oliveros,      desque aquesto vio Roldán,   
sacan ambos las espadas,20      para el palmero se van.      26
El palmero con su bordón      su cuerpo va a mamparar.21   
Allí hablara el buen rey22      bien oiréis lo que dirá:      28
--Tate, tate, Oliveros,      tate, tate, don Roldán,   
o este palmero es loco,      o viene de sangre real.--      30
Tomárale por la mano,      y empiézale de hablar:   
--Dígasme tú, el palmero,      no me niegues la verdad,      32
¿en qué año y en qué mes      pasaste aguas de la mar?--   
--En el mes de mayo, señor,      yo las fuera23 a pasar,      34
porque yo me estaba un día      a orillas de la mar   
en el huerto de mi padre      por haberme de holgar;      36
captiváronme los moros,      pasáronme allende el mar,   
a la infanta de Sansueña      me fueron a presentar.24      38
La infanta desque me vido      de mí se fue a enamorar.   
La vida que yo tenía,      rey, quiérovos la contar.      40
En la su mesa comía,      y en su cama me iba a echar.--   
Allí hablara el buen rey,      bien oiréis lo que dirá:      42
--Tal captividad como esa      quienquiera la tomará.   
Dígasme tú, el palmerico25      ¿si la iría yo a ganar?      44
--No vades allá, el buen rey,      buen rey, no vades allá,   
porque Mérida es muy fuerte,      bien se vos defenderá.      46
Trescientos castillos tiene,      que es cosa de los mirar,   
que el menor de todos ellos      bien se os defenderá.--      48
Allí hablara Oliveros,      allí habló don Roldán:   
--Miente, señor, el palmero,      miente y no dice verdad,26      50
que en Mérida no hay cien castillos,      ni noventa a mi pensar,   
y estos que Mérida tiene      no tiene27 quien los defensar,      52
que ni tenían28 señor,      ni menos quien los guardar.--   
Desque aquesto oyó29 el palmero      movido con gran pesar,      54
alzó su mano derecha,      dió un bofetón a Roldán.30   
Allí hablara el rey      con furia y con gran pesar:31      56
--Tomalde, la mi justicia,      y llevédeslo32 ahorcar.--   
Tomádolo ha la justicia33      para habello de justiciar;      58
y aun allá al pie de la horca      el palmero fuera hablar:   
--¡Oh mal hubieses, rey Carlos!      Dios te quiera hacer mal,      60
que un hijo solo que tienes      tú le mandas ahorcar.--   
Oídolo había la reina      que se le paró a mirar:      62
--Dejédeslo, la justicia,      no le queráis hacer mal,   
que si él era mi hijo      encubrir no se podrá,      64
que en un lado ha de tener      un extremado lunar.--   
Ya le llevan a la reina,      ya se lo van a llevar.      66
Desnúdanle una esclavina      que no valia un real,   
ya le desnudaban otra34      que valía una ciudad:      68
halládole han al infante,      halládole han la señal.   
Alegrías se hicieron      no hay quien las pueda contar.35      70

Benalmerique de Narbona     (í)  (ficha nš: 1625)


Del Soldán de Babilonia,      de ése os quiero decir,   
que le dé Dios mala vida      y a la postre peor fin.      2
Armó naves y galeras,      pasan de sesenta mil,   
para ir a combatir      a Narbona la gentil.      4
Allá van a echar áncoras,      allá al puerto de Sant Gil,   
cativado han al conde,      al conde Benalmenique.1      6
Desciéndenlo de una torre,      cabálganlo en un rocín,   
la cola le dan por riendas      por más deshonrado ir.      8
Cient azotes dan al conde      y otros tantos al rocín:   
al rocín porque anduviese,      y al conde por lo rendir.      10
La condesa desque lo supo      sáleselo a recebir.   
--Pésame de vos, señor      conde, de veros así,      12
daré yo por vos, el conde,      las doblas sesenta mil,   
y si no bastaren, conde,      a Narbona la gentil.      14
Si esto no bastare, el conde,      a tres hijas que yo parí;   
yo las pariera, buen conde,      y vos las hubistes en mí;      16
y si no bastare, conde,      señor, védesme aquí a mí.   
--Muchas mercedes, condesa,      por vuestro tan buen decir;      18
no dedes por mí, señora,      tan solo un maraveí.   
Heridas tengo de muerte,      de ellas no puedo guarir.      20
Adiós, adiós, la condesa,      que ya me mandan ir de aquí.   
--Váyades con Dios, el conde,      y con la gracia de Sant Gil.      22
Dios os lo eche en suerte      a ese Roldán2 paladín.   

Durmiendo está el rey Almanzor   (á-e)          (ficha nš: 1626)


Durmiendo está el rey Almanzor      a un sabor atan grande,   
los siete reyes de moros      no lo osaban acordar.      }2
Recordólo Bobalías,      Bobalías el infante.   
--Si dormides, el mi tío,      si dormides, recordad:      4
mandadme dar las escalas      que fueron del rey mi padre   
y dadme los siete mulos      que las habían de llevar.      6
Y me deis los siete moros      que las habían de armar,   
que amores de la condesa      yo no los puedo olvidar.--      8
--Malas mañas habéis sobrino,      no las podéis olvidar;1   
al mejor sueño que duermo      luego me vais a2 recordar.--      10
Ya le dan3 las escalas      que fueron del rey su padre;   
ya le dan los siete mulos,      que las habían de llevar;      12
ya le dan los siete moros      que las habían de armar.   
A paredes de la condesa      allá las fueron a echar,      14
allá al pie de una torre,      y arriba subido han.   
En brazos del conde Almenique4      la condesa van hallar.      16
El infante la tomó,      y con ella, ido se han.   

Despertar de Melisenda   (á-e)  (ficha nš: 1627)


Todas las gentes dormían      en las que Dios tiene parte,   
mas no duerme Melisenda      la hija del emperante;      2
que amores del conde Ayruelo      no la dejan reposar.   
Salto diera de la cama      como la parió su madre,      4
vistiérase una alcandora      no hallando su brial;   
vase para los palacios      donde sus damas están;      6
dando palmadas en ellas      las empezó de llamar:   
--Si dormís, las mis doncellas,      si dormides, recordad;      8
las que sabedes de amores      consejo me queráis dar;   
las que de amor non sabedes      tengádesme poridad:      10
amores del conde Ayruelo      no me dejan reposar.--   
Allí hablara una vieja,      vieja es de antigua edad:1      12
--Agora es tiempo, señora,      de los placeres tomar,   
que si esperáis a vejez      no vos querrá un rapaz2      14
Desque esto oyó Melisenda      no quiso más esperar3   
y vase a buscar al conde      a los palacios do está.      16
Topara con Hernandillo      un alguacil de su padre.   
--¿Que es aquesto, Melisenda?      ¿Esto qué podía estar?      18
¡0 vos tenéis mal de amores,      o os queréis loca tornar!--   
--Que no tengo mal de amores,      ni tengo por quien penar;      20
mas cuando fue4 pequeña      tuve una enfermedad.   
Prometí tener novenas      allá en San Juan de Letrán;      22
las dueñas iban de día,      doncellas agora van.--   
Desque esto oyera Hernando      puso fin a su hablar;      24
la infanta mal enojada      queriendo d'él se vengar:   
--Prestásesme--, dijo a5 Hernando,      --prestásesme tu puñal,      26
que miedo me tengo, miedo      de los perros de la calle.--   
Tomó el puñal por la punta,      los cabos le fue a dar;      28
diérale tal puñalada      que en el suelo muerto cae.   
Y vase para el6 palacio      a do el conde Ayruelo está;      30
las puertas halló cerradas,      no sabe por do entrar;7   
con arte de encantamento      las abrió de par en par.      32
Al estruendo el conde Ayruelo      empezara de llamar:   
--Socorred, mis caballeros,      socorred sin más tardar;      34
creo son mis enemigos,      que me vienen a matar.--   
La Melisenda discreta      le empezara de hablar:      36
--No te congojes, señor,      no quieras pavor tomar,   
que yo soy una morica      venida de allende el mar.--      38
Desque esto oyera el conde      luego conocido la ha;   
fuése el conde para ella,      las manos le fue a tomar,      40
y a la sombra de un laurel      de Vénus es su jugar.