@§ Conde Dirlos (á-e) (ficha nš: 1588)
Estábase el conde Dirlos, sobrino de don Beltrán,
asentado en sus tierras deleitándose en cazar, 2
cuando le vinieron cartas de Carlos el emperante.
De las cartas placer hubo, de las palabras pesar, 4
que lo que las cartas dicen a él parece muy mal.
--Rogar vos quiero, sobrino, el buen frances natural, 8
lleguéis vuestros caballeros, los que comen vuestro pan;
darles heis1 doblado sueldo del que les soledes dar, 8
dobles armas y caballos, que bien menester los2 han;
darles heis el campo franco de todo lo que ganaren; 10
partiros heis a los reinos del rey moro Aliarde.
Desafiamiento3 me ha dado a mí y a los doce pares 12
grande mengua me sería que todos hobiesen de andar.
No veo caballero en Francia que mejor pueda enviar, 14
sino a vos, el conde Dirlos, esforzado en pelear.--
El conde que esto oyó, tomó tristeza y pesar, 16
no por miedo de los moros ni miedo de pelear,
mas tiene mujer hermosa, mochacha de poca edad. 18
Tres años anduvo en armas para con ella casar,
y el año no era cumplido, de ella lo mandan apartar. 20
De que esto él pensaba tomó de ello gran pesar,
triste estaba y pensativo, no cesa de sospirar; 22
despide los falconeros, los monteros manda pagar,
despide todos aquellos con quien solía deleitarse; 24
no burla con la condesa como solía burlar;
mas muy triste y pensativo siempre le veían andar. 26
La condesa que esto vido, llorando empezó de hablar:
--¡Triste estades vos, el conde, ¡triste, lleno de pesar 28
de esta tan triste partida para mí de tanto mal!
Partir vos queréis, el conde, a los reinos de Aliarde, 30
dejaisme en tierras ajenas sola y sin quien me acompañe.
¿Cuántos años, el buen conde, hacéis cuenta de tardar? 32
Yo volverme he a las tierras, a las tierras de mi padre;
vestirme he de un paño negro, ese4 será mi llevar; 34
rnaldiré mi hermosura, maldiré mi mocedad,
maldiré aquel triste día que con vos quise casar. 36
Mas si vos queredes, conde, yo con vos querría andar;
mas quiero perder la vida, que sin vos de ella gozar. 38
El conde desque esto oyera empezóla de mirar;
con una voz amorosa presto tal respuesta hace: 40
--No lloredes vos, condesa, de mi partida no hayáis pesar;
no quedaréis5 en tierra ajena, sino en vuestra a vuestro mandar, 42
que antes que yo me parta todo vos lo quiero dar.
Podéis vender cualquier villa, y empeñar cualquier ciudad, 44
como principal heredera que nada vos puedan quitar.
Quedaréis encomendada a mi tío don Beltrán 46
y a mi primo Gaiferos, señor de París la grande;
quedaréis encomendada a Oliveros y a Roldán, 48
al emperador, y a los doce que a una mesa comen pan;
porque los reinos son lejos del rey moro Aliarde; 50
que son cerca la Casa Santa allende del nuestro mar.
Siete años, la condesa, todos siete me esperad; 52
si a los ocho no viniere, a los nueve vos casad;
seréis de veinte y siete años que es la mejor edad. 54
El que con vos casare, señora, mis tierras tome en ajuar;
gozará de mujer hermosa, rica y de gran linaje. 56
Bien es verdad, la condesa, que comigo vos querría llevar;
mas yo voy para batallas, y no cierto para holgar. 58
Caballero que va en armas de mujer no debe curar
porque con el bien que os quiero la honra habría de olvidar. 60
Mas aparejad, condesa, mandad vos aparejar,
iréis comigo a las cortes, a París esa ciudad. 62
Toquen, toquen mis trompetas, manden luego cabalgar.
Ya se parte el buen conde, la condesa otro que tal; 64
la vuelta van de París apriesa, no de vagar.
Cuando son a una jornada de Paris esa ciudad 66
el emperador que lo supo a recebir se lo sale.
Con él sale Oliveros, con él sale don Roldán, 68
con él Arderín de Ardeña,*** y Urgel de la fuerza grande;
con él infante Guarinos, almirante de la mar, 70
con él sale el esforzado Renaldos de Montalván,
con él van todos los doce que a una mesa comen pan, 72
sino el infante Gaiferos y el buen conde don Beltrán,
que salieron tres jornadas mas que todos adelante. 74
No quiso el emperador que hubiesen de aposentar,
sino en sus reales palacios posada les mandó dar. 76
Empiezan luego su partida apriesa y no de vagar;
dale diez mil caballeros de Francia más principales, 78
y con mucha otra gente y gran ejército real.
El sueldo les paga junto por siete años y más. 80
Ya tomadas buenas armas, caballos otro que tal,
enderezan su partida, empiezan de cabalgar; 82
cuando el buen conde Dirlos ruega mucho al emperante
que él y todos los doce se quisiesen ayuntar. 84
Cuando todos fueron juntos en la gran sala real,
entra el conde y la condesa, mano por mano se van. 86
Cuando son en medio de ellos, el conde empezó de hablar:
--A vos lo digo, mi tío, el buen viejo don Beltrán, 88
y a vos, infante Gaiferos, y a mi buen primo carnal,
y esto delante de todos lo quiero mucho rogar 90
y al muy alto emperador, que sepa mi voluntad,
como villas y castillos, y ciudades y lugares 92
los dejo a la condesa, que nadie las pueda quitar;
mas como principal heredera en ellas pueda mandar, 94
en vender cualquiera villa, y empeñar cualquier ciudad.
De aquello que ella hiciere todos se hayan de agradar. 96
Si por tiempo yo no viniere vosotros la queráis casar,
el marido que ella tome mis tierras haya en ajuar; 98
y a vos la encomiendo, tío, en lugar de marido y padre;
y a vos, mi primo Gaiferos, por mí la queráis, honrar; 100
y encomiéndola a Oliveros, y encomiéndola a Roldán,
y encomiéndola a los doce, y a don Carlos el emperante. 102
A todos les place mucho de aquello que el conde hace.
Ya se parte el buen conde de París esa ciudad; 104
la condesa que ir lo vido jamás lo quiso dejar
fasta orillas de la mar do se había de embarcar. 106
Con ella va don Gaiferos, con ella va don Beltrán,
con ella va el esforzado Renaldos de Montalván, 108
sin otros muchos caballeros de Francia más principales.
A tan triste despedida el uno del otro hacen, 110
que si el conde iba triste, la condesa mucho más.
Palabras6 están diciendo que era dolor de escuchar: 112
el conorte que se daban era contino llorar.
Con gran dolor manda el conde hacer vela y navegar. 114
Como sin la condesa se vido navegando por la mar,
movido de muy gran saña, movido de gran pesar, 116
diciendo que por ningún tiempo de ella lo harán apartar.
Sacramento7 tiene hecho sobre un libro misal 118
de jamás volver en Francia, ni en ella comer pan,
ni que nunca enviará carta, porque de él no sepan parte. 120
Siempre triste y pensativo, puesto en pensamiento grande,
navegando en sus jornadas por la tempestuosa mar, 122
llegado es a los reinos del rey moro Aliarde.
Ese gran soldán de Persia, con poderío muy grande 124
ya les estaba aguardando a las orillas del mar.
Cuando vino cerca tierra las naves mandó llegar; 126
con un esfuerzo esforzado los empieza de esforzar.
--¡Oh esforzados caballeros! ¡oh mi compaña leal, 128
acuérdeseos que dejamos nuestra tierra natural!
De ellos dejamos mujeres, de ellos hijos, de ellos padres 130
sólo para ganar honra, y no para ser cobardes.
Pues esforzados, caballeros, esforzad en pelear; 132
yo llevaré la delantera, y no me queráis dejar.
La morisma era tanta, tierra no les dejan tomar. 134
El conde era esforzado y discreto en pelear,
manda toda la8 artillería en las sus barcas posar. 136
Con el ingenio que traía empiézales de tirar;
los tiros eran tan fuertes, que9 por fuerza hacen lugar. 138
Veréis sacar los caballos, y muy apriesa cabalgar;
tan fuerte dan en los moros, que tierra les hacen dejar. 140
En tres años que el buen conde entendió en pelear,
ganados tiene los reinos del rey moro Aliarde. 142
Con todos sus caballeros parte por iguales partes;
tan grande parte da al chico, tanto le da como al grande; 144
Sólo él se retraía sin querer algo tomar.10
Armado de armas blancas, y cuentas para rezar, 146
¡tan triste vida hacía que no se puede contar!
El soldán le hace tributo y los reyes de allende el mar; 148
de los tributos que le daban a todos hacía parte.
A todos hace mandamiento y a los mejores jurar, 150
ninguno sea osado hombre a Francia enviar,
y al que cartas enviase luego le hará matar. 152
Quince años el conde estuvo siempre allende del mar,
que no escribió a la condesa, ni a su tío don Beltrán, 154
ni escribió a los doce, ni menos al emperante.
Unos creían que era muerto, otros anegado en mar. 156
Las barbas y los cabellos nunca los quiso afeitar;
tiénelos fasta la cinta, fasta la cinta, y aun más; 158
la cara mucho quemada del mucho sol y del aire,
con el gesto demudado muy fiero y espantable. 160
Los quince años cumplidos, deciséis querían entrar,
acostóse en su cama con deseo de holgar. 162
Pensando estaba pensando la triste vida que hace,
pensando en aquel tiempo que solía festejar, 164
cuando justas y torneos por la condesa solía armar.
Dormióse con pensamiento y empezara de holgar, 166
cuando hace un triste sueño para él de gran pesar:
que veía estar la condesa en brazos de un infante. 168
Salto diera de la cama con un pensamiento grande,
gritando con altas voces, no cesando de hablar: 170
--¡Toquen, toquen mis trompetas, mi gente manden llegar!--
Pensando que había moros todos llegado11 se han. 172
Desque todos son, llegados, llorando empezó a hablar:
--¡Oh esforzados caballeros! ¡ oh mí compaña leal!, 174
yo conozco aquel ejemplo que dicen, y es12 verdad,
que cualquier13 hombre nacido que es de hueso y de carne, 176
el mayor deseo que tiene14 era en sus tierras holgar.
Ya cumplidos son quince años, y en deciséis quiere entrar, 178
que somos en estos reinos y estamos en soledad.
Quien dejó15 mujer hermosa vieja la ha de hallar; 180
el que dejó hijos pequeños hallarlos ha hombres grandes;
ni el padre conocerá al hijo, ni el hijo menos al padre. 182
Hora es mis caballeros, de ir a Francia a holgar,
pues llevamos harta honra y dineros mucho más. 184
Lleguen, lleguen luego naves, mándolas aparejar;
ordenemos capitanes para las tierras guardar. 186
Ya todo es aparejado, ya empiezan a navegar.
Cuando todos son llegados a las orillas del mar, 188
llorando de los sus ojos el conde empieza de hablar:16
--¡Oh esforzados caballeros! ¡oh mi compaña leal! 190
una cosa rogar vos quiero, no me la queráis negar;
quien secreto me tuviere yo le he de galardonar, 192
que todos hagáis juramento sobre un libro misal,
que en parte ninguna que sea no me hayáis de nombrar, 194
porque con el gesto que traigo ninguno me conocerá;17
mas viéndome con tanta gente y un ejército real, 196
si vos demandan quién soy no les digáis la verdad,
mas decid que soy mensajero que vengo de allende el mar, 198
que voy con una embajada a don Carlos el emperante
porque es hecho un mal suyo,18 y quiero ver si es verdad. 200
Con el alegría19 que llevan de a Francia se tornar,
todos hacen sacramento de tenerle poridad. 202
Embárcanse muy alegres, empiezan de navegar;
el viento tienen muy fresco que placer es de mirar. 204
Allegados son en Francia, en sus tierras naturales.
Cuando el conde se vio en tierra, empieza de caminar; 206
no va la vuelta de las cortes de Carlos el emperante,
mas va la vuelta de sus tierras las que solía mandar. 208
Ya llegado que es a ellas, por ellas empieza de andar.
Andando por su camino una villa fue a hallar; 210
llegado se había cerca por con alguno hablar.
Alzó los ojos en alto a la puerta del lugar, 212
llorando de los sus ojos comenzara de hablar:
--¡Oh esforzados caballeros, de mi dolor habed pesar, 214
armas que mi padre puso mudadas las veo estar!
O es casada la condesa, o mis tierras van a mal. 216
Allegóse a las puertas con gran enojo y pesar,
y mirando por entre ellas gentes de armas vido estar. 218
Llamando está uno de ellos mas viejo en antigüedad;
de la mano él lo toma y empiézale de hablar: 220
--Por Dios te ruego, el portero, me digas una verdad.
¿De quién son aquellas20 tierras? ¿Quién las solía mandar? 222
--Pláceme--, dijo el portero, --de decir vos la verdad;
ellas eran del conde Dirlos, señor de aqueste lugar, 224
agora son de Celinos de Celinos el infante.--
El conde desque esto oyera vuelto se le ha la sangre; 226
con una voz demudada otra vez le fue a hablar:
--Por Dios te ruego, hermano, no te quieras enojar, 228
que esto que agora me dices tiempo habrá que te lo pague.
¿Díme si las heredó Celinos, o si las fue a mercar? 230
¿o si en juego de dados si las fuera a ganar?
¿o si las tenía por fuerza que no las quiere tornar?-- 232
El portero que esto oyera presto le fue a hablar:
--No las heredó señor, que no le vienen de linaje, 234
que hermanos tiene el conde aunque se querían mal
y sobrinos tiene muchos que las podrían21 heredar, 236
ni menos las ha mercado, que no las basta a pagar,
que Irlos es muy grande ciudad, y ha muchas villas y lugares. 238
Cartas hizo contrahechas, que al conde muerto lo han,
por casar con la condesa que era rica y de linaje; 240
y aun ella no casara, cierto a su voluntad,
sino por fuerza de Oliveros, y a porfía de Roldán, 242
y a ruego de Carlo22 Magno, de Francia rey emperante,
por casar bien a Celinos, y ponerle en buen lugar; 244
mas el casamiento han hecho con una condición tal,
que no allegase a la condesa, ni a ella haya de llegar; 246
mas por él se desposara ese paladín Roldán.
Ricas fiestas se hicieron en Irlos esa ciudad; 248
gastos, galas y torneos muchos, de los doce pares.
El conde de que esto oyera vuelto se le ha la sangre, 250
por mucho que disimula no cesa de sospirar,
diciéndole está: --Hermano, no te enojes de contar, 252
¿quién fue en aquestas bodas? ¿y quien no quiso estar?--
--Señor en ellas fue Oliveros, y el emperador y Roldán 254
fue Belardos y Montesinos, y el gran conde don Grimaldo23
y otros muchos caballeros de aquellos de los doce pares. 256
Pesó mucho a Gaiferos, pesó mucho a don Beltrán,
más pesó a don Galván y al fuerte Merián. 260
Ya que eran desposados, misa les quieran24 dar;
allegó un falconero a don Carlos25 emperante, 262
que venía de aquellas tierras de allá de allende26 el mar.
Dijo que el conde era vivo, y que traía señal. 264
Plugo mucho a la condesa, pesó mucho al infante
porque en las grandes fiestas hubo grande desbarate.27 266
Allá traen grandes pleitos en las cortes del emperante,
por lo cual es vuelta Francia y todos los doce pares. 268
Ella dice que un año de tiempo pidió antes de desposar,
por enviar mensajeros muchos allende la mar; 270
si el conde era ya muerto, el casamiento fuese adelante;
si era vivo, bien sabía que ella no podía casar. 272
Por ella responde Gaiferos, Gaiferos y don Beltrán;
por Celinos era Oliveros, Oliveros y Roldán. 274
Creemos que es dada sentencia, o se quería ahora dar,
porque ayer hubimos cartas de Carlos el emperante: 276
que quitemos aquellas armas, pongamos las naturales,
y que guardemos las tierras por el Conde don Beltrán; 278
que ninguno de Celinos en ellas no pueda entrar.
El conde desque esto oyera, movido de gran pesar, 280
vuelve riendas al caballo, en el lugar no quiso entrar;
mas allá en un verde prado su gente mandó llegar. 282
Con una voz muy humilde les empieza de hablar:
--¡Oh esforzados caballeros! ¡oh, mi compañía leal! 284
el consejo que os pidiere bueno me lo queráis dar.
¿Si me consejáis que vaya a las cortes del emperante, 286
o que mate a Celinos, a Celinos el infante?
¿Volverémos en allende do seguros podemos estar? 288
Caballeros que esto oyeron presto tal respuesta hacen:
--¡Calledes, conde, calledes! ¡conde, no digáis atal! 290
No miréis a vuestra gana, mas mirad a don Beltrán,
y esos buenos caballeros que tanta honra vos hacen. 292
Si vos matáis a Celinos dirán que fuistes cobarde;
si no, que vais a las cortes de Carlos el emperante; 294
conoceréis quién bien os quiere y quién vos quería mal.
Por bueno que es Celinos, vos sois de tan buen linaje, 296
y tenéis dos tantas tierras y dineros que gastar.
Nosotros vos prometemos con sacramento leal, 298
que somos diez mil caballeros, y franceses naturales;
de por vos perder la vida y cuanto tenemos gastar, 300
quitando al emperador, contra cualquier otro grande.--
El conde desque esto oyera, respuesta ninguna hace; 302
da de espuelas al caballo, va por el camino adelante.
La vuelta va de París como aquel que bien la sabe. 304
Cuando fue a una jornada de las cortes del emperante,
otra vez llega a los suyos y les empieza de hablar: 306
--Esforzados caballeros, una cosa os quiero rogar:
siempre tomé vuestro consejo, el mío queráis tomar 308
porque si entro en París con ejército real,
saldrá por mí el emperador con todos los principales. 310
Si no me conoce de vista, conocerme ha en el hablar
y así no sabré de cierto todo mi bien y mi mal. 312
Al que no tiene dineros yo le daré que gastar:
los unos vuelvan a zaga28 los otros pasen adelante, 314
los otros en derredor posad29 en villas y lugares.
Yo solo con cient caballeros entraré en la ciudad 316
de noche y escurecido que nadie de mí sepa parte.
Vosotros en ocho días podreis30 poco a poco entrar; 318
hallaréisme en los palacios de mi tío don Beltrán,
aparejarvos he posada y dineros que gastar. 320
Todos fueron muy contentos, pues al conde así le place.
Noche era escurecida cerca diez horas o más, 322
cuando entró el conde Dirlos en París esa ciudad.
Derecho va a los palacios de su tío don Beltrán, 324
a lo cual atravesaban por medio de la ciudad.
Vido asomar tantas hachas, gente de armas mucho más; 326
por do él pasar había, por allí van a pasar.
El conde de que los vido los suyos manda apartar; 328
desque todos son pasados el postrero fue a llamar:
--Por Dios te ruego, escudero, me digas una verdad: 330
¿quién son esta gente de armas que agora van por ciudad?--
El escudero que esto oyera tal respuesta le fue a dar: 332
--Señor, la condesa Dirlos viene del palacio real,
sobre un pleito que traía con Oliveros y Roldán. 334
Los que la llevan en medio son Reinaldos31 y don Beltrán:
aquellos que van zagueros donde tantas lumbres van 336
son el infante Gaiferos y el fuerte Merián.--
El conde de que esto oyera de la ciudad él se sale. 338
Debajo de una espesura para cabe los adarves,
diciendo está a los suyos: --No es hora de entrar, 340
que desque sean apeados tornarán a cabalgar.
Yo quiero entrar en hora que de mí no sepan parte.-- 342
Allí están razonando de armas y de hechos grandes
hasta que era media noche, los gallos querían cantar. 344
Vuelven riendas a los caballos, y entran en la ciudad.
La vuelta van de los palacios del buen conde don Beltrán: 346
antes de llegar a ellos de dos calles y aun más,
tantas cadenas hay puestas que ellos no pueden pasar. 348
Lanzas les ponen a los pechos, no cesando de hablar:
--¡Vuelta, vuelta, caballeros, que por aquí no hay pasaje! 350
que aquí están los palacios del buen conde don Beltrán,
enemigo de Oliveros, enemigo de Roldán, 352
enemigo de Belardos, y de Celinos el infante.--
El conde desque esto oyera presto tal respuesta hace: 354
--Ruégote yo, caballero, que me quieras escuchar:
anda, ve, y dile luego a tu señor don Beltrán, 356
que aquí está un mensajero que viene de allende el mar:
cartas traigo del conde Dirlos, su buen sobrino carnal. 358
El caballero con placer empieza de aguijar;
presto las nuevas le daba al buen conde don Beltrán, 360
el cual ya se acostaba en su cámara real.
Desque tal nueva oyera tornóse a vestir y calzar; 362
caballeros al derredor, trescientos trae por guardarle;
hachas muchas encendidas al patín hizo bajar; 364
mandó que al mensajero solo lo dejen entrar.
Cuando fue en el patín con la mucha claridad 366
mirándole está, mirando, viéndole como salvaje.
Como el que está espantado a él no se osa llegar; 368
bajito el conde le habla dándole muchas señales.
Conocióle don Beltrán entonces en el hablar, 370
y con los brazos abiertos corre para le abrazar;
diciéndole está: --¡Sobrino!--, no cesando de sospirar. 372
El conde le está rogando que nadie de él sepa parte.
Envían presto a las plazas, carnecerías otro que tal, 374
para mercalles32 de cena y mándales aparejar.
Mandan que a sus caballeros todos los dejen entrar; 376
que les tomen los caballos y los hagan bien pensar.
Abren muy grandes estudios, mándanlos aposentar. 378
Allí entra el conde y los suyos, ningún otro dejan entrar
porque no conozcan el conde ni de él supiesen parte. 380
Veréis todos los del palacio unos con otros hablar,
si es este el conde Dirlos, o quién otro puede estar, 382
según el recibimiento lo ha hecho don Beltrán.
Oídolo ha la condesa a las voces que dan grandes; 384
mandó llamar sus doncellas y encomienza de hablar:
--¿Qué es aquesto, mis doncellas, no me lo queráis negar, 386
que esta noche tanta gente por el palacio siento andar?
Decidme, ¿do es el señor, el mi tío don Beltrán? 388
¿Si quizá dentro en mis tierras Roldán ha hecho algún mal?-- 390
Las doncellas que lo oyeran atal respuesta le hacen:
--Lo que vos sentís, señora, no son nuevas de pesar, 392
es venido un caballero así propio como salvaje;
muchos caballeros con él, ¡gran acatamiento le hacen! 394
¡Muy rica cena le guisa el buen conde don Beltrán!
Unos dicen que es mensajero que viene de allende el mar; 396
otros que es el conde Dirlos, nuestro señor natural.
Allá se han33 encerrado, que nadie no puede entrar; 398
según ven el aparejo creen todos que es verdad.--
La condesa que esto oyera de la cama fue a saltar; 400
apriesa demanda el vestido, apriesa demanda el calzar,
muchas damas y doncellas y empiezan de aguijar. 402
A las puertas de los estudios grandes golpes manda dar,
llamando a don Beltrán, que dentro la mande entrar. 404
No quería el conde Dirlos que la dejasen entrar.
Don Beltrán salió a la puerta no cesando de hablar: 406
--Qué es esto, señora prima? no tengáis priesa tan grande, 408
que aun no sé bien las nuevas que el mensajero me trae,
porque es de tierras ajenas y no entiendo el lenguaje. 410
Mas la condesa por esto no quiere sino entrar,
que mensajero de su marido ella le quiere honrar. 412
De la mano la entraba ese conde don Beltrán.
De que ella es de dentro al mensajero empieza a mirar; 414
él mirar no la osaba, y no cesa de sospirar,
meneando la cabeza los cabellos ponía a la faz. 416
Desque la condesa oyera a todos callar y no hablar,
con una voz muy humilde empieza de razónar: 418
--¡Por Dios vos ruego, mi tío, por Dios vos quiero rogar,
pues que este mensajero viene de tan luengas partes, 420
que si no terná dineros, ni tuviere qué gastar,
decid, si algo34 le falta no cese de demandar! 422
Pagarle hemos su gente, darle hemos que gastar,
pues viene por mi señor, yo no le puedo faltar 424
a él y a todos los suyos, aunque fuesen muchos más.--
Estas palabras hablando no cesaba de llorar. 426
Mancilla hubo su marido con el amor que le tiene grande;
pensando de consolarla acordó de la abrazar, 428
y con los brazos abiertos iba para la tomar.
La condesa espantada púsose tras don Beltrán: 430
el conde con grandes sospiros comenzóle de hablar:
--¡So fuyades, la condesa, ni os queráis espantar, 432
que yo soy el conde Dírlos, vuestro marido carnal!
Estos son aquellos brazos en que soléades holgar.-- 434
Con las manos se aparta los cabellos de la haz;
conociólo la condesa entonces en el hablar. 436
En sus brazos ella se echa no cesando de llorar.
--¿Qué es aquesto, mi señor? ¿Quién vos hizo ser salvaje? 438
¡No es este aquel gesto que vos teníades ante!
Quiten vos aquestas armas, otras luego os quieran dar; 440
traigan de aquellos vestidos que solíades llevar.--
Ya les paraban las mesas, ya les daban a cenar, 442
cuando empezó la condesa a decir y a hablar:
--¡Cierto parece, señor, que lo hacernos muy mal, 444
que el conde está ya en sus tierras y en la su heredad,
que no avisemos aquellos que su honra quieren mirar! 446
No lo digo aun por Gaiferos, ni por su hermano Merián,
sino por el esforzado Renaldos de Montalván. 448
!Bien sabedes, señor tío, cuánto se quiso mostrar,
siendo siempre con nosotros contra el paladín Roldán!-- 450
Llaman luego dos caballeros de aquesos más principales,
el uno envían a Gaiferos, otro a Renaldos de Montalván. 452
Apriesa viene Gaiferos, apriesa y no de vagar;
desque vido la condesa en brazos de aquel salvaje, 454
a ellos él se allega y empezóles de hablar.
Desque el conde lo vido, levantóse a abrazarle; 456
desque se han conocido grande acatamiento se hacen.
Ya puestas eran las mesas, ya les daban a cenar; 458
la condesa lo servía y estaba siempre delante
cuando llegó don Renaldos, Renaldos de Montalván, 460
y desque el conde lo vido hubo un placer muy grande.
Con una voz amorosa le empezara de hablar: 462
--¡Oh esforzado conde Dirlos de vuestra venida me place,
aunque agora vuestros pleitos mejor se podrán librar! 464
Mas si yo fuera creído, fueran fechos antes de vos llegar,
o no me hallárdes vivo, o al paladín Roldán.-- 466
El conde desque esto oyera grandes mercedes le hace
diciendo: --Juramento ha hecho sobre un libro misal, 468
de jamás se quitar las armas, ni con la condesa holgar,
hasta que haya complido toda la su voluntad-- 470
El concierto que ellos tienen por mejor y natural
es que en el otro día, cuando yante el emperante, 472
vaya el conde a palacio por la mano le besar.
Toda la noche pasaron descansando, en hablar, 474
cuando vino el otro día, a la hora del yantar.
Cabalgara el conde Dirlos, ¡muy lucidas armas trae! 476
y encima un collar de oro y una ropa rozagante,
solo con cient caballeros, que no quiere llevar más; 478
a la parte izquierda Gaiferos, a la derecha don Beltrán,
viénense a los palacios de Carlos el emperante. 480
Cuantos grandes allí hallan acatamiento le hacen
por honra de don Gaiferos, que era suya la ciudad. 482
Cuando son a la gran sala hallan allí al emperante
asentado a la mesa, que le daban a yantar. 484
Con él está Oliveros, con él está don Roldán,
con él está Valdovinos y Celinos el infante, 486
con él estaban muchos grandes de Francia la natural.
Y entrando por la sala grande reverencia hacen, 488
saludan al emperador los tres juntos a la par.
Desque don Roldán los vido presto se fue a levantar; 490
apriesa demanda a Celinos no cesando de hablar:
--Cabalgad presto, Celinos, no estéis más en la ciudad, 492
que quiero perder la vida, si bien miráis las señales,
si aquel no es el conde Dirlos que viene como salvaje. 494
Yo quedaré por vos, primo, a lo que querrán demandar.
Ya, cabalgaba Celinos, y sale de la ciudad: 496
con él va gran gente de armas por haberlo de guardar.
El conde y don Gaiferos lléganse al emperante, 498
la mano besar le quieren y él no se la quiere dar;
mas está muy maravillado, diciendo: --¿Quién puede estar? 500
El conde que así lo vido empezóle de hablar:
--No se maraville vuestra Alteza, que no es de maravillar, 502
que quien dijo que era muerto, mentira dijo y no verdad.
Señor, yo soy el conde Dirlos, vuestro servidor leal; 504
mas los malos caballeros siempre presumen el mal.--
Conocídolo han todos entonces en el hablar. 506
Levantóse el emperador y empezó de abrazarle,
y mandó salir a todos y las puertas bien cerrar. 508
Sólo queda Oliveros y el paladín Roldán,
el conde Dirlos y Gaiferos, y el buen viejo don Beltrán. 510
Asentóse el emperador y a todos manda posar;
entonces con voz humilde le empezó de hablar: 512
--Esforzado conde Dirlos, de vuestra venida me place,
aunque de vuestro enojo no es de tener pesar, 514
porque no hay cargo ninguno, ni vergüenza otro que tal,
que si casó la condesa no cierto a su voluntad, 516
sino a porfía mía y a ruego de don Roldán,
y con tantas condiciones que sería largo de contar, 518
por do siempre ha mostrado teneros amor muy grande.
Si ha errado Celínos, hízolo con mocedad; 520
en escribir que érades muerto, pues que no era verdad,
mas por eso nunca quise a ella dejar tocar, 522
ni menos a los desposorios a él no dejé estar;
mas por él fue presentado ese paladín Roldán. 524
Mas la culpa, conde, es vuestra y a vos os la debéis dar;
para ser vos tan discreto, esforzado y de linaje, 526
dejastes mujer hermosa, moza y de poca edad.
Si de vista no la visitastes, de cartas la debíades visitar. 528
Si supiera que a la partida llevábades tan gran pesar,
no os enviara yo, el conde, que otros pudiera enviar; 530
mas por ser buen35 caballero solo a vos quise enviar.--
El conde de que esto oyera atal respuesta le hace: 532
--¡Calle, calle vuestra Alteza!, ¡buen señor, no diga tal!
que no cabe quejar de Celinos por ser de tan poca edad, 534
que con tales caballeros yo no me acostumbro36 honrar;
mas por él está aquí Oliveros, y por él está don Roldán, 536
que son buenos caballeros y los tengo yo por tales.
¡Consentir ellos tal carta! y ¡consentir tan gran maldad! 538
¡O me tenían en poco, o me tienen por cobarde,
que sabiendo que era vivo no se lo osaría demandar! 540
Por eso suplico a tu37 Alteza campo nos38 quiera otorgar;
pues por él el pleito toman, el campo pueden aceptar; 542
si quieren uno por uno, o los dos juntos a la par,
no perjudicando a los míos aunque haya hartos de linaje, 544
que a esto y mucho más que esto recaudo bastan a dar.
Porque conozcan que sin parientes, amigos no me han de faltar, 546
tomaré al esforzado Renaldos de Montalván.--
Don Roldán que esto oyera con gran enojo y pesar, 548
no por lo que el conde dijo, que con razón lo veía estar,
mas en nombrarle Renaldos, vuelto se le ha la sangre 550
porque los que mal le quieren, cuando le quieren hacer pesar
luego lo dan por los ojos Renaldos de Montalván. 552
Movido de muy gran saña luego habló don Roldán:
--Soy contento, el conde Dirlos, y tomad este mi guante, 554
y agradeced que sois venido tan presto sin más tardar,
que a pesar de quien pesare, yo los hiciera casar 556
sacando a don Gaiferos, sobrino del emperante.
--Calledes--, dijo Gaiferos, --Roldán, no digáis atal. 558
Por ser soberbio y descortés mal vos quieren los doce pares;
que otros tan buenos como vos defienden la otra parte, 560
que yo faltar no les puedo, ni dejar pasar lo tal.
Aunque mi primo es Celinos, hijo de hermana de madre, 562
bien sabéis que el conde Dirlos es hijo de hermano de padre,
por ser hermano de padre, no le tengo de faltar, 564
ni porque no pase la vuestra, que a todos ventaja queréis llevar.--
El conde Dirlos el guante toma, y de la sala se sale, 566
tras él iba40 Gaiferos, y tras él va don Beltrán.
Triste está el emperdor, haciendo llantos muy grandes, 568
viendo a Francia revuelta y a todos los doce pares.
Desque Renaldos lo supo hubo de ello placer grande: 570
al conde palabras decía, mostrando tener voluntad:
--Esforzado conde Dirlos, de lo que habéis hecho me place 572
y muy mucho más del campo contra Oliveros y Roldán.
Una cosa rogar vos quiero, no me la queráis negar; 574
pues no es principal Oliveros, ni menos es don Roldán,
sin perjudicar vuestra honra con cualquier podéis pelear: 576
tomad vos a Oliveros, y dejadme a don Roldán.--
--Pláceme--, dijo el conde, --Renaldos, pues a vos place.-- 578
Desque supieron las nuevas los grandes y principales
que es venido el conde Dirlos, y que está ya en la ciudad, 580
veréis parientes y amigos qué grandes fiestas le hacen.
Los que a Roldán mal quieren al conde Dirlos hacen parte, 582
por lo cual toda la Francia en armas veréis estar.
Mas si los doce quisieran, bien los podían paciguar; 584
mas ninguno por paz se pone, todos hacen parcialidad
sino el arzobispo Turpín, que es de Francia cardenal, 586
sobrino del emperador, en esfuerzo principal,
que sólo aquel se ponía si los podía apaciguar; 588
mas ellos escuchar no quieren, tanto se han mala voluntad.
Veréis ir dueñas y doncellas a unos y a otros rogar. 590
Ni por ruegos ni por cosas no los pueden apaciguar.
Sobre todos mostraba saña el esforzado Merián, 592
hermano del conde Dirlos y hermano de Durandarte,
aunque por diferencias no se solían hablar, 594
de que sabe lo que ha dicho en el palacio real,
que si el conde más tardara, el casamiento ficiera pasar 596
a pesar de todos ellos y a pesar de don Beltrán.
Por esto cartas envía con palabras de pesar, 598
que aquello que él ha dicho no lo basta hacer verdad;
que aunque el conde no viniera había quien lo demandar. 600
El emperador que lo supo muy grandes llantos que hace;
por perdida dan a Francia y a toda la cristiandad. 602
Dicen que alguna de las partes con moros se irá a juntar.
Triste iba y pensativo, no cesando el sospirar; 604
mas los buenos consejeros aprovechan a la necesidad.
Consejan al emperador el remedio que ha de tomar: 606
que mande tocar las trompetas y a todos mande juntar,
y al que luego no viniere por traidor lo mande dar; 608
que le quitará las tierras y le mandará desterrar;
mas todos son muy leales, que todos juntado41 se han. 610
El emperador en medio de ellos llorando empezó de hablar:
--¡Esforzados caballeros y los mis primos carnales! 612
entre vosotros no hay diferencia, vosotros la queréis buscar:
todos sois muy esforzados, todos primos y de linaje, 614
acuérdeseos de morir y que a Dios hacéis pesar,
no sólo en perder a vosotros, mas a toda la cristiandad. 616
Una cosa rogar os quiero, no vos queráis enojar:
que sin mi licencia en Francia42 campo no se puede dar. 618
De tal campo no soy contento, ni a mí cierto me place
porque yo no veo causa porque lo haya de dar, 620
ni hay vergüenza ninguna43 que a nadie44 se pueda dar,
ni al conde han enojado Oliveros ni Roldán, 622
ni el conde a ellos menos porque se hayan de matar.
De ayudar a sus amigos ya usanza es atal. 624
Si Celinos ha errado con amor y mocedad,
pues no ha tocado a la condesa, no ha hecho tanto mal 626
que de ello merezca muerte, ni se la deben de dar.
Ya sabemos que el conde Dirlos es esforzado y de linaje, 628
y de los grandes señores que en Francia comen pan,
que quien a él enojare él le basta a enojar, 630
aunque fuese el mejor caballero que en el mundo se hallase.
Mas porque sea escarmiento a otros hombres de linaje, 630
que ninguno sea osado, ni pueda hacer lo tal
si estimare45 su honra en esto no osara entrar, 634
que mengüemos a Celinos por villano, y no de linaje;
que en el número de los doce no se haya de contar, 636
ni cuando el conde fuere en cortes Celinos no haya de46 estar,
ni do fuere la condesa él no pueda habitar. 638
Y esta honra, el conde Dirlos, para siempre os la darán.--
Don Roldán desque esto oyera presto tal respuesta hace: 640
--Más quiero perder la vida que tal haya de pasar.--
El conde Dirlos que lo oyera presto se fue a levantar, 642
y con una voz muy alta empezara de hablar:
--Pues requiéroos, don Roldán, por mí y el de Montalván: 644
que de hoy en los tres días en campo hayáis de estar;
si no, a vos y a Oliveros daros hemos por cobardes. 646
--Pláceme--, dijo Roldán, --y aun si queredes antes.--
Veréis llantos en el palacio, que al cielo quieren llegar; 648
dueñas y grandes señoras casadas y por casar,
de maridos e hijos las veréis arrodillar. 650
Gaiferos fue el primero que ha mancilla de su madre,
asimesmo don Beltrán de su hermana carnal, 652
don Roldán de su esposa que tan tristes llantos hace.
Retíranse entonces todos para irse aposentar; 654
los valedores hablando a voz alta y sin parar:
--Mejor es, buenos caballeros, vos hayamos apaciguar, 656
pues no hay cargo ninguno, que todo se haya de dejar.
Entonces dijo Roldán que es contento y que le place, 658
con aquesta condición, y esto se quiere aturar,
porque Celinos es mochacho de quince años y no más, 660
y no es para las armas, ni aun para pelear:
que fasta veinte y cinco años, y fasta en aquella edad, 662
que en el número de los doce no se haya de contar,
ni en la mesa redonda menos pueda comer pan; 664
ni donde fuere el conde y condesa Celinos no pueda estar:
desque fuere de veinte años o puesto en mejor edad, 666
si estimare su honra que lo pueda demandar,
y que entonces por las armas cada cual defienda su parte 668
porque no diga Celinos que era de rnenor edad.
Todos fueron muy contentos, y a ambas partes les place. 670
Entonces el emperador a todos los hace abrazar;
todos quedan muy contentos, todos quedan muy iguales. 672
Otro día el emperador muy real sala les hace
a damas y caballeros convídalos a yantar. 674
El conde se afeita las barbas, los cabellos otro que tal,
la condesa en las fiestas sale muy rica y triunfante. 676
Los mestrasalas que servían de parte del emperante:
el uno es don Roldán, y Renaldos de Montalván, 678
por dar más avinenteza47 que hubiesen de hablar.
Cuando hubieron yantado, antes de bailar ni danzar, 680
se levantó el conde Dirlos delante todos los grandes
y al emperador entregó de las villas y lugares 682
las llaves de lo ganado del rey moro Aliarde;
por lo cual el emperador de ello le da muy gran parte 684
y él a sus caballeros grandes mercedes les hace.
Los doce tenían en mucho la gran victoria que trae. 686
De allí quedó con gran honra y mayor prosperidad.
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