Tirso de Molina
El vergonzoso en palacio



Personas que hablan en ella:
  • El DUQUE de Avero   
  • Don Duarte, CONDE de Estremoz   
  • Dos CAZADORES   
  • FIGUEREDO, criado   
  • TARSO, pastor   
  • MELISA, pastora   
  • DORISTO, alcalde   
  • MIRENO, pastor   
  • LARISO, pastor   
  • DENIO, pasto   
  • RUY Lorenzo, secretario   
  • VASCO, lacayo   
  • Doña JUANA   
  • Doña MAGDALENA   
  • Don ANTONIO   
  • Doña SERAFINA   
  • Un PINTOR   
  • LAURO, viejo pastor   
  • BATO, pastor   
  • Un TAMBOR   


ACTO PRIMERO

Salen el DUQUE de Avero, viejo, y el CONDE de Estremoz, de caza

DUQUE:      De industria a esta espesura retirado
   vengo de mis monteros, que siguiendo
   un jabalí ligero, nos han dado
   el lugar que pedís; aunque no entiendo
   con qué intención, confuso y alterado. 5
   Cuando en mis bosques festejar pretendo
   vuestra venida, conde don Duarte,
   ¿ dejáis la caza por hablarme aparte ?
CONDE:      Basta el disimular, sacá el acero
   que, ya olvidado, os comparaba a Numa; 10
   que el que desnudo veis, duque de Avero,
   os dará la respuesta en breve suma.
   De lengua al agraviado caballero
   ha de servir la espada, no la pluma
   que muda dice a voces vuestra mengua. 15

Echan mano

DUQUE:      Lengua es la espada, pues parece lengua;
   y pues con ella estáis, y así os provoca
   a dar quejas de mí, puesto que en vano,
   refrenando las lenguas de la boca,
   hablen solas las lenguas de la mano 20
   si la ocasión que os doy, que será poca
   para ese enojo poco cortesano,
   a que primero la digáis no os mueve;
   pues mi valor ningún agravio os debe.
CONDE:      ¡ Bueno es que así disimuléis los daños 25
   que contra vos el cielo manifiesta !
DUQUE:      ¿ Qué daños, conde ?
CONDE:                              Si en los largos años
   de vuestra edad prolija, agora apresta,
   duque de Avero, excusas, no hay engaños
   que puedan convencerme.    La respuesta 30
   que me pedís, ese papel la afirma
   con vuestro sello, vuestra letra y firma.

Arrójale

   Tomalde, pues es vuestro; que el criado
   que sobornastes para darme muerte
   es, en lealtad, de bronce, y no ha bastado 35
   vuestro interés contra su muro fuerte.
   Por escrito mandastes que en mi estado
   me quitase la vida y, de esta suerte,
   no os espantéis que diga y lo presuma
   que en vez de espada, ejercitáis la pluma. 40
DUQUE:      ¿ Yo mandaros matar ?
CONDE:                                  Aqueste sello,
   ¿ no es vuestro ?
DUQUE:                          Sí.
CONDE:                                ¿ Podéis negar tan poco
   aquesa firma ?    Ved si me querello
   con justa causa.
DUQUE:                          ¿ Estoy despierto o loco ?
CONDE:      Leed ese papel; que con leello 45
   veréis cuán justamente me provoco
   a tomar la venganza por mis manos.
DUQUE:      ¿ Qué enredo es éste, cielos soberanos ?

Lee el DUQUE la carta

   "Para satisfacción de algunos agravios, que con
   la muerte del conde Estremoz se pueden remediar, 50
   no hallo otro medio mejor que la confianza que en
   vos tengo puesta; y para que salga verdadera, me
   importa, pues sois su camarero, seáis también el
   ejecutor de mi venganza; cumplilda, y veníos a mi
   estado; que en él estaréis seguro, y con el premio 55
   que merece el peligro a que os ponéis por mi
   causa.    Sírvaos esta carta de creencia, y dádsela
   a quien os la lleva, advirtiendo lo que importa la
   brevedad y el secreto.    De mi villa de Avero, a
   de marzo de    años.    El Duque." 60
CONDE:      No sé qué injuria os haya jamás hecho
   la casa de Estremoz, de quien soy conde,
   para degenerar del noble pecho
   que a vuestra antigua sangre corresponde.
DUQUE:      Si no es que algún traidor ha contrahecho 65
   mi firma y sello, falso, en quien se esconde
   algún secreto enojo, con que intenta
   con vuestra muerte mi perpetua afrenta,
   ¡ vive el cielo que sabe mi inocencia
   y conoce el autor de este delito, 70
   que jamás en ausencia o en presencia,
   por obra, por palabra, o por escrito,
   procuré vuestro daño !    A la experiencia,
   si queréis aguardarla, me remito;
   que, con su ayuda, en esta misma tarde 75
   tengo de descubrir su autor cobarde.
   Confieso, la razón que habéis tenido;
   y hasta dejaros, conde, satisfecho,
   que suspendáis el justo enojo os pido,
   y soseguéis el alterado pecho. 80
CONDE:      Yo soy contento, duque; persuadido
   me dejáis algún tanto.
DUQUE:                                  (Yo sospecho      Aparte
   quién ha sido el autor de aqueste insulto
   que con mi firma y sella viene oculto;
   pero antes de que dé fin hoy a la caza, 85
   descubriré quién fueron los traidores.)

Salen don CAZADORES

CAZADOR 1:      ¡ Famoso jabalí !
CAZADOR 2:                          Dímosle caza
   y, a pesar de los perros corredores,
   hicieron sus colmillos ancha plaza,
   y escapóse.
DUQUE:                        Estos son mis cazadores. 90
   ¡ Amigos !
CAZADOR 1:                    ¡ Oh, señor !
DUQUE:                                No habréis dejado
   a vida jabalí, corzo y venado.
   ¿ Hay mucha presa ?
CAZADOR 2:                                Habrá la suficiente
   para que tus acémilas no tornen
   vacías.
DUQUE:                  ¿ Qué se ha muerto ?
CAZADOR 2:                                      Más de veinte 95
   coronados venados, porque adornen
   las puertas de palacio con su frente
   y, porque en ellos, cuando a Avero tornen,
   originales, vean sus traslados,
   quien [en] figuras de hombres son venados; 100
   tres jabalíes y un oso temerario,
   sin la caza menor, porque ésta espanta.
DUQUE:      Mátase en este bosque de ordinario
   gran suma de ella.
CAZADOR 1:                              No hay mata ni planta
   que no la críe.

Sale FIGUEREDO

FIGUEREDO:                        ¡ Oh, falso secretario ! 105
DUQUE:      ¿ Qué es esto ?    ¿ Dónde vas con priesa tanta ?
FIGUEREDO:      ¡ Gracias a Dios, señor, que hallarte puedo !
DUQUE:      ¿ Qué alboroto es aqueste, Figueredo ?
FIGUEREDO:      Una traición habemos descubierto
   que, por tu secretario aleve urdida, 110
   al conde de Estremoz hubiera muerto
   si llegara la noche.
CONDE:                              ¿ A mí ?
FIGUEREDO:                                      La vida
   me debéis, conde.
CONDE:                            (Ya la causa advierto    Aparte
   de su enojo y venganza mal cumplida.
   Engañé la hermosura de Leonela, 115
   su hermana, y, alcanzada, despreciéla.)
DUQUE:      ¡ Gracias al cielo, que por la justicia
   del inocente vuelve !    ¿ Y de qué suerte
   se supo la traición de su malicia ?
FIGUEREDO:      Llamó en secreto un mozo pobre y fuerte 120
   y, como puede tanto la codicia,
   prometióle, si al conde daba muerte,
   enriquecerle; y para asegurarle
   dijo que tú, señor, hacías matarle.
   Pudo el vil interés manchar su fama. 125
   Aquesta noche prometió, en efeto,
   cumplillo; mas amaba, que es quien ama
   pródigo de su hacienda y su secreto.
   Dicen que suele ser potro la cama
   donde hace confesar al más discreto 130
   una mujer que da a la lengua y boca
   tormento, no de cuerda, mas de toca.
   Declaróla el concierto que había hecho,
   y encargóla el secreto; mas como era
   el huésped grande, el aposento estrecho, 135
   tuvo dolores hasta echalle fuera.
   Concibió por la oreja; parió el pecho
   por la boca, y fue el parto de manera
   que, cuando el sol doraba el mediodía,
   ya toda Avero la traición sabía. 140
   Prendió al parlero mozo la justicia,
   y Ruy Lorenzo huyó con un criado,
   cómplice en las traiciones y malicia
   que el delincuente preso ha confesado.
   De esto te vengo a dar, señor, noticia. 145
DUQUE:      ¿ Veis, conde, cómo el cielo ha averiguado
   todo el caso y mi honra satisfizo ?
   Ruy Lorenzo mi firma contrahizo.
   Averiguar primero las verdades,
   conde, que despeñarse, fue prudencia 150
   de sabias y discretas calidades.
CONDE:      No sé qué le responda a vueselencia.
   Sólo que, de un ministro, en falsedades
   diestro, pudo causar a mi impaciencia
   el engaño que agora siento en suma; 155
   mas, ¿ qué no engañará una falsa pluma ?
DUQUE:      Yo miraré desde hoy a quien recibo
   por secretario.
CONDE:                            Si el fiar secretos
   importa tanto, ya yo me apercibo
   a elegir más leales que discretos. 160
DUQUE:      Milagro, conde, fue dejaros vivo.
CONDE:      La traición ocasiona estos efetos.
   [Huyó] la deslealtad y la luz pura
   de la verdad, señor, quedó segura.
   ¡ Válgame el cielo !    ¡ Qué dichoso he sido ! 165
DUQUE:      Para un traidor que en esto se desvela,
   todo es poco.
CONDE:                        Perdón humilde os pido.
DUQUE:      A cualquiera engañara su cautela.
   Disculpado estáis, conde.
CONDE:                            (Aquesto ha urdido      Aparte
   la mujeril venganza de Leonela; 170
   pero importa que el duque esté ignorante
   de la ocasión que tuvo, aunque bastante.)
DUQUE:      Pésame que el autor de aqueste exceso
   huyese.    Pero vamos; que buscalle
   haré de suerte que, al que muerto o preso 175
   le trujere, prometo de entregalle
   la hacienda que dejó.
CAZADOR 2:                                Si ofreces eso
   no hará quien no le siga.
DUQUE:                                  Verá dalle
   todo este reino un ejemplar castigo.
CONDE:      La vida os debo.    Pagaréla, amigo. 180

Vanse.    Salen TARSO y MELISA, pastores

MELISA:      ¿ Así me dejas, traidor ?
TARSO:      Melisa, domá otros potros;
   que ya no me hace quillotros
   en el alma vueso amor.
   Con la ausencia de medio año 185
   que ya que ni os busco ni os veo
   curó el tiempo mi deseo,
   la enfermedad de un engaño.
   Dándole a mis celos dieta,
   estoy bueno, poco a poco; 190
   ya, Melisa, no so loco
   porque ya no so poeta.
   ¡ Las copras que a cada paso
   os hice !    ¡ Huego de Dios
   en ellas, en mí y en vos ! 195
   ¡ Si de subir al Parnaso
   por sus musas de alquiler
   me he quedado despeado !
   ¡ Qué de nombre que os he dado:
   luna, estrella, locifer... ! 200
   ¿ Qué tenéis bueno, Melisa,
   que no alabase mi canto ?
   Copras os compuse al llanto,
   copras os hice a la risa,
   copras al dulce mirar, 205
   al suspirar, al toser,
   al callar, al responder,
   al asentarse, al andar,
   al branco color, al prieto,
   a vuesos desdenes locos, 210
   al escopir y a los mocos
   pienso que os hice un soneto.
   Ya me salí del garlito
   do me cogistes, par Dios;
   que no se me da por vos, 215
   ni por vueso amor, un pito.
MELISA:      ¡ Ay Tarso, Tarso, en efeto
   hombre, que es decir olvido !
   ¿ Que una ausencia haya podido
   hacer perderme el respeto 220
   a mí, Tarso ?
TARSO:                          ¡ A vos y a Judas !
   Sois mudable.    ¿ Qué queréis,
   si en señal de eso os ponéis
   en la cara tantas mudas ?
MELISA:      Así, mis prendas me torna, 225
   mis cintas y mis cabellos.
TARSO:      ¿ Luego pensáis que con ellos
   mi pecho o zurrón se adorna ?
   ¡ Qué boba !    Que a estar yo ciego
   trujera conmigo el daño. 230
   Ya, Melisa, habrá medio año
   que con todo di en el huego.
   Cabellos que fueron lazos
   de mi esperanza crÜeles,
   listones, rosas, papeles, 235
   baratijas y embarazos,
   todo el huego lo deshizo
   porque hechizó mi sosiego;
   pues suele echarse en el huego
   porque no empezca, el hechizo. 240
   Hasta el zurrón di a la brasa
   do guardé mis desatinos;
   que por quemar los vecinos
   se pega huego a la casa.

Llora [MELISA]

MELISA:      ¿ Esto he de sufrir ?    ¡ Ay, cielo ! 245
TARSO:      Aunque lloréis un diluvio;
   tenéis el cabello rubio.
   No hay que fiar de ese pelo.
   Ya os conozco, que sois fina.
   ¡ Pues no me habéis de engañar, 250
   par Dios, aunque os vea llorar
   los tuétanos y la orina !
MELISA:      ¡ Traidor !
TARSO:                        ¡ Verá la embinción !
   Enjugad los arcaduces;
   que hacéis el llanto a dos luces 255
   como candil de mesón.
MELISA:      Yo me vengaré, crÜel.
TARSO:      ¿ Cómo ?
MELISA:                  Casándome, ingrato.
TARSO:      Eso es tomar el zapato
   y daros luego con él. 260
MELISA:      Vete de aquí.
TARSO:                          Que me place.
MELISA:      ¿ Que de vas de esa manera ?
TARSO:      ¿ No lo veis ?    Andando.
MELISA:                                Espera.
   ¿ Mas que sé de dónde nace
   tu desamor ?
TARSO:                        ¿ Mas que no ? 265
MELISA:      Celillos son de Mireno.
TARSO:      ¿ Yo celillos ?    ¡ Oh, qué bueno !
   Ya ese tiempo se acabó.
   Mireno, el hijo de Lauro,
   a quien sirvo, y cuyo pan 270
   como, es discreto y galán,
   y como tal le restauro
   vuestro amor; mas yo le miro
   tan libre, que en la ribera
   no hallaréis quien se prefiera 275
   a hacelle dar un sospiro.
   Trújole su padre aquí
   pequeño, y bien sabéis vos
   que murmuran más de dos,
   aunque vive y anda así, 280
   que debajo del sayal
   que le sirve de corteza
   se encubre alguna nobleza
   con que se honra Portugal.
   No hay pastor en todo el Miño 285
   que no le quiera y respete,
   ni libertad que no inquiete
   como a vos; mas ved qué aliño,
   si la muerte hacelle quiso
   tan desdeñoso y crÜel, 290
   que hay dos mil Ecos por él
   de quien es sordo Narciso.
   Como os veis de él despreciada,
   agora os venís acá;
   mas no entraréis porque está 295
   el alma a puerta cerrada.
MELISA:      En fin, ¿ no me quieres ?
TARSO:                                      No.
MELISA:      Pues, para ésta, de un ingrato,
   que yo castigue tu trato.
TARSO:      ¿ Castigarme a mí vos ?
MELISA:                                ¡ Yo ! 300
   Presto verás, fementido,
   si te doy más de un cuidado;
   que nunca el hombre rogado
   ama como aborrecido.
TARSO:      ¡ Bueno !
MELISA:                    Verás lo que pasa. 305
   Celos te dará un pastor;
   que, cuando se pierde amor,
   ellos le vuelven a casa.

Vase [MELISA]

TARSO:      ¿ Sí ?    Andad.    Echome a temer
   alguna burla, aunque hablo; 310
   que no tendrá miedo al diablo
   quien no teme a una mujer.

Sale MIRENO, pastor

MIRENO:      ¿ Es Tarso ?
TARSO:                          ¡ Oh, Mireno !    Soy
   tu amigo fiel, si este nombre
   merece tener un hombre 315
   que te sirve.
MIRENO:                        Todo hoy
   te ando a buscar.
TARSO:                                Melisa
   me ha detenido aquí una hora;
   y cuanto más por mí llora,
   más me muero yo de risa. 320
   Pero, ¿ qué hay de nuevo ?
MIRENO:                                    Amigo,
   la mucha satisfacción
   que tengo de tu afición
   me obliga a tratar contigo
   lo que, a no quererte tanto, 325
   ejecutará sin ti.
TARSO:      De ver que me hables así
   por ser tan nuevo, me espanto.
   Contigo, desde pequeño,
   me crió Lauro, y aunque, 330
   según mi edad, ya podré
   gobernar casa y ser dueño,
   quiero más, por el amor
   que ha tanto que te he cobrado,
   ser en tu casa criado 335
   que en la mía ser señor.
MIRENO:      En fe de haber descubierto
   mi experiencia que es así
   y hallar, Tarso, ingenio en ti,
   puesto que humilde, despierto, 340
   pretendo en tu compañía
   probar si, hasta donde alcanza
   la barra de mi esperanza,
   llega la ventura mía.
   Mucho ha que me tiene triste 345
   mi altiva imaginación
   cuya soberbia ambición
   no sé en qué estriba o consiste.
   Considero algunos ratos
   que los cielos, que pudieron 350
   hacerme noble y me hicieron
   un pastor, fueron ingratos;
   y que, pues con tal bajeza
   me acobardo y avergÜenzo,
   puedo poco, pues no venzo 355
   mi misma naturaleza.
   Tanto el pensamiento cava
   en esto, que ha habido vez
   que, afrentando la vejez
   de Lauro, mi padre, estaba 360
   por dudar si doy su hijo
   o si me hurtó a algún señor;
   aunque de su mucho amor
   mi necio engaño colijo.
   Mil veces, estando a solas, 365
   le he preguntado si acaso
   el mundo, que a cada paso
   honras anega en sus olas,
   le sublimó a su alto asiento
   y derribó del lugar 370
   que intenta otra vez cobrar
   me atrevido pensamiento;
   porque el ser advenedizo
   aquí anima mi opinión,
   y su mucha discreción 375
   dice claro que es postizo
   su grosero oficio y traje,
   por más que en él se reporte,
   pues más es para la corte
   que los montes su lenguaje. 380
   Siempre, Tarso, ha malogrado
   estas imaginaciones,
   y con largas digresiones
   mil sucesos me ha contado,
   que todos paran en ser, 385
   contra mis intentos vanos,
   progenitores villanos
   los que me dieron el ser.
   Esto, que había de humillarme,
   con tal violencia me altera 390
   que de esta vida grosera
   me ha forzado a desterrarme;
   y que a buscar me desmande
   lo que mi estrella destina,
   que a cosas grandes me inclina 395
   y algún bien me aguarda grande;
   que, si tan pobre nací
   como el hado me crió,
   cuanto más me hiciere yo,
   más vendré a deberme a mí. 400
   Si quieres participar
   de mis males o mis bienes,
   buena ocasión, Tarso, tienes;
   déjame de aconsejar
   y determínate luego. 405
TARSO:      Para mí bástame el verte,
   Mireno, de aquesa suerte.
   Ni te aconsejo ni ruego.
   Discreto eres.    Estodiado
   has con el cura.    Yo quiero 410
   seguirte aunque considero
   de Lauro el nuevo cuidado.
MIRENO:      Tarso, si dichoso soy,
   yo espero en Dios de trocar
   en contento su pesar. 415
TARSO:      ¿ Cuándo has de irte ?
MIRENO:                            Luego.
TARSO:                                  ¿ Hoy ?
MIRENO:      Al punto.
TARSO:                        ¿ Y con qué dinero ?
MIRENO:      De dos bueyes que vendí
   lo que basta llevo aquí.
   Vamos derecho a Avero, 420
   y compraréte una espada
   y un sombrero.
TARSO:                        ¡ Plegue a Dios
   que no volvamos los dos
   como perro con pedrada !

Vanse.    Salen RUY Lorenzo y VASCO, lacayo

VASCO:      Señor, vuélvete al bosque, pues conoces 425
   que apenas estaremos aquí una hora
   cuando las postas nos darán alcance;
   y los villanos de estas caserías
   que nos buscan cual galgos a las liebres,
   si nos cogen, harán la remembranza 430
   de Cristo y su prisión hoy con nosotros;
   y quedaremos, por nuestros pecados,
   en vez de remembrados, desmembrados.
RUY:      Ya, Vasco, es imposible que la vida
   podamos conservar; pues cuando el cielo 435
   nos librase de tantos que nos buscan,
   el hambre vil, que con infames armas
   debilita las fuerzas más robustas
   nos tiene de entregar al duque fiero.
VASCO:      Para le hambre y sus armas no hay acero. 440
RUY:      Por vengar la deshonra de mi hermana
   que el conde de Estremoz tiene usurpada,
   su firma en una carta contrahice;
   y, saliéndome inútil esta traza,
   busqué quien con su muerte me vengase; 445
   mas nada se le cumple al desdichado,
   y, pues lo soy, acabe con la vida;
   que no es bien muera de hambre habiendo espada.
VASCO:      ¿ Es posible que un hombre que se tiene
   por hombre, como tú, hecho y derecho, 450
   quisiese averiguar por tales medios
   si fue forzada o no tu hermana ?    Dime,
   ¿ piensas de veras que en el mundo ha habido
   mujer forzada ?
RUY:                        ¿ Agora dudas de eso ?
   ¿ No están llenos los libros, las historias 455
   y las pinturas de violentos raptos
   y forzosos estupros que no cuento ?
VASCO:      Riyérame a no ver que aquesta noche
   los dos habemos de cenar con Cristo,
   aunque hacer colación me contentara 460
   en el mundo, y a oscuras me acostara.
   Ven acá.    Si Leonela no quisiera
   dejar coger las uvas de su viña,
   ¿ no se pudiera hacer toda un ovillo,
   como hace el erizo, y a puñadas, 465
   aruños, coces, gritos, y a bocados,
   dejar burlado a quien su honor maltrata,
   en pie su fama y el melón sin cata ?
   Defiéndese una yegua en medio un campo
   de toda una caterva de rocines, 470
   sin poderse quejar, "¡ Aquí del cielo,
   que me quitan mi honra !" como puedo
   una mujer honrada en aquel trance.
   Escápase una gata como el puño
   de un gato zurdo y otro carriromo 475
   por los caramanchones y tejados
   con sólo decir "miao" y echar un fufo.
   ¿ Y quieren estas daifas persuadirnos
   que no pueden guardar sus pertinencias
   de peligros nocturnos ?    Yo aseguro, 480
   si como echa a galeras la justicia
   los forzados, echara las forzadas,
   que hubiera menos, y ésas más honradas.

Salen MIRENO y TARSO

TARSO:      Jurómela Melisa.    ¡ Lindo cuento
   será el ver que la he dado cantonada ! 485
MIRENO:      Mal pagaste su amor.
TARSO:                              Dala a Pilatos,
   que es más mudable que hato de gitanos;
   más arrequives tienen sus amores
   que todo un canto de órgano; no quiero
   sino seguirte a ti por mar y tierra 490
   y trocar los amores por la guerra.
RUY:      Gente suena.
VASCO:                      Es verdad; y aun en mis calzas
   se han sonado de miedo las narices
   del rostro circular, romadizadas.
RUY:      Perdidos somos.
VASCO:                        ¡ Santos estrellados ! 495
   Doleos de quien de miedo está en tortilla;
   y, si hay algún devoto de lacayos,
   sáqueme de este aprieto y yo le juro
   de colgalle mis calzas a la puerta
   de su templo, en lavándolas diez veces 500
   y limpiando la cera de sus barrios;
   que, aunque las enceró mi pena fiera,
   no es buena para ofrendas esta cera.
RUY:      Sosiégate; solos dos villanos,
   sin armas defensivas ni ofensivas. 505
   poco mal han de hacernos.
VASCO:                                  ¡ Plegue al cielo !
RUY:      Cuanto y más que el venir tan descuidados
   nos asegura de lo que tememos.
VASCO:      ¡ Ciégalos, San Antonio !
RUY:                                  Calla.    Lleguemos.
   ¿ Adónde bueno, amigos ?
MIRENO:                                ¿ Oh, señores ! 510
   A la villa, a comprar algunas cosas
   que el hombre ha menester.    ¿ está allá el duque ?
RUY:      Allá quedaba.
MIRENO:                      Déle vida el cielo.
   Y vosotros, ¿ dó bueno ?    Que esta senda
   se aparta del camino real y guía 515
   a unas caserías que se muestran
   al pie de aquella sierra.
RUY:                                    Tus palabras
   declaran tu bondad, pastor amigo.
   Por vengar la deshonra de una hermana
   intenté dar la muerte a un poderoso; 520
   y, sabiendo mi honrado atrevimiento,
   el duque manda que me siga y prenda
   su gente por aquestos despoblados;
   y ya, desesperado de librarme,
   salgo al camino.    Quíteme la vida, 525
   de tantos, por honrada, perseguida.
MIRENO:      Lástima me habéis hecho y, ¡ vive el cielo !,
   que, si como la suerte avara me hizo
   un pastor pobre, más valor me diera,
   por mi cuenta tomara vuestro agravio. 530
   Lo que se puede hacer, de mi consejo,
   es que los dos troquéis esos vestidos
   por aquestos groseros; y encubiertos
   os libraréis mejor hasta que el cielo
   a daros su favor, señor, comience; 535
   porque la industria los trabajos vence.
RUY:      ¡ Oh, noble pecho, que entre paños bastos
   descubre el valor mayor que he visto !
   Páguete el cielo, pues que yo no puedo,
   ese favor.
MIRENO:                    La diligencia importa. 540
   Entremos en lo espeso y trocaremos
   el traje.
RUY:                    Vamos.    ¡ Venturoso he sido !

Vanse los dos

TARSO:      ¿ Y habéis también de darme por mi sayo
   esas abigarradas, con más cosas
   que un menudo de vaca ?
VASCO:                                  Aunque me pese. 545
TARSO:      Pues dos liciones me daréis primero
   porque con ellas pueda hallar el tino,
   entradas y salidas de esa Troya;
   que, pardiez, que aunque el cura sabe tanto,
   que canta un "parce mihi" por do quiere, 550
   no me supo vestir el día del Corpus,
   para her el rey David.
VASCO:                                Vamos; que presto
   os la[s] sabréis poner.
TARSO:                                Como hay maestros
   que enseñan a leer a los muchachos,
   ¿ no pudieran poner en cada villa 555
   maestros con salarios y con pagas
   que mos dieran lición de calzar bragas ?

Salen DORISTO, alcalde, LARISO y DENIO, pastores

DORISTO:      Ya los vestidos y señas
   del amo y criado sé.
   Callad, que yo os lo pondré, 560
   Lariso, cual digan dueñas.
LARISO:      ¿ Que quiso matar al conde ?
   ¿ Verá el bellaco !
DORISTO:                            Par Dios,
   que si los cojo a los dos
   y el diabro no los esconde, 565
   que he de llevarlos a Avero
   con cepo y grillos.
DENIO:                              ¡ Verá !
   ¿ Qué bestia los llevará
   en el cepo ?
DORISTO:                        Regidero,
   no os metáis en eso vos; 570
   que no empuño yo de balde
   el palillo.    ¿ No so alcalde ?
   Pues yo os juro, a non de Dios,
   que ha de her lo que publico
   y que los ha de llevar 575
   con el cepo hasta el lugar
   de Avero vueso borrico.
LARISO:      Busquémoslos; que después
   quillotraremos el modo
   con que han de ir.
DORISTO:                            El monte todo 580
   está cercado.    Por pies
   no se irán.
DENIO:                        Amo y lacayo
   han de estar aquí escondidos.
LARISO:      Las señas de los vestidos,
   sombreros, capas y sayo 585
   del mozo en la cholla llevo.
DORISTO:      Si los prendemos, por paga
   diré al duque no mos haga
   par del olmo, un rollo nuevo.
LARISO:      Hombre sois de gran meollo 590
   si rollo en el puebro hacéis.
DORISTO:      El será tal que os honréis
   que os digan, "Váyase al rollo."

Vanse.    Salen RUY Lorenzo, de pastor, y MIRENO, de galán

RUY:      De tal manera te asienta
   el cortesano vestido 595
   que me hubiera persuadido
   a que eras hombre de cuenta,
   no haber visto primero
   que ocultaba la belleza
   de los miembros la bajeza 600
   de aqueste traje grosero.
   Cuando se viste el villano
   las galas del traje noble,
   parece imagen de roble
   que no mueve pie ni mano; 605
   ni hay quien persuadirse pueda
   sin que es, como sospech[a],
   pared que, de adobes hecha,
   la cubre un tapiz de seda.
   Pero cuando en ti contemplo 610
   el desengaño con que andas
   y el donaire con que mandas
   ese vestido, otro ejemplo
   hallo en ti más natural,
   que vuelve por tu decoro, 615
   llamándote imagen de oro
   con la funda de sayal.
   Alguna nobleza infiero
   que hay en ti; pues te prometo
   que te he cobrado el respeto 620
   que al mismo duque de Avero.
   ¡ Hágate el cielo como él !
MIRENO:      Y a ti, con sosiego y paz
   te vuelva sin el disfraz
   a tu estado; y fuera de él, 625
   con paciencia vencerás
   de la Fortuna el ultraje.
   Si te ve un aquese traje
   mi padre, en él hallarás
   nuevo amparo; en él te fía, 630
   y dile que me destierra
   mi inclinación a la guerra;
   que espero en Dios que algún día
   buena vejez le he de dar.
RUY:      Adiós, gallardo mancebo. 635
   La espada sola me llevo
   para poder evitar,
   si me conocen, mi ofensa.
MIRENO:      Haces bien;    anda con Dios,
   que hasta la villa los dos 640
   aunque vamos sin defensa,
   no tenemos qué temer;
   y allá espadas compraremos.

Sale VASCO, de pastor

VASCO:      Vámonos de aquí.    ¿ Qué hacemos ?
   Que ya me quisiera ver 645
   cien leguas de este lugar.
MIRENO:      ¿ Y Tarso ?
VASCO:                    Allí desenreda
   las calzas, que agora queda
   comenzándose a atacar,
   muy enojado conmigo 650
   porque me llevo la espada,
   sin la cual no valgo nada.
MIRENO:      La tardanza os daña.
RUY:                              Amigo,
   adiós.
VASCO:                    No está malo el sayo.
RUY:      Jamás borrará el olvido 655
   este favor.
VASCO:                      Embutido
   va en un pastor un lacayo.

Vase [RUY Lorenzo y VASCO]

MIRENO:      Del castizo caballo descuidado,
   el hambre y apetito satisface
   la verde hierba que en el campo nace, 660
   el freno duro del arzón colgado;
   mas luego que el jaez de oro esmaltado
   le pone el dueño cuando fiestas hace,
   argenta espumas, céspedes deshace,
   con el pretal sonoro alborotado. 665
   Del mismo modo entre la encina y roble,
   criado con el rústico lenguaje
   y vistiendo sayal tosco, he vivido;
   mas despertó mi pensamiento noble,
   como al caballo, el cortesano traje; 670
   que aumenta la soberbia el buen vestido.

Sale TARSO, de lacayo

TARSO:      ¿ No ves las devanaderas
   que me han forzado a traer ?
   Yo no acabo de entender
   tan intricadas quimeras. 675
   ¿ No notas la confusión
   de calles y encrucijadas ?
   ¿ Has visto más rebanadas
   sin ser mis calzas melón ?
   ¿ Qué astrólogo tuvo esfera, 680
   di, menos inteligible ?
   ¡ Que ha una hora que no es posible
   topar con la faltriquera !
   ¡ Válgame Dios !    ¡ El jÜicio
   que tendría el inventor 685
   de tan confusa labor
   y enmarañado edificio !
   ¡ Qué ingenio !    ¡ Qué entendimiento !
MIRENO:      Basta, Tarso.
TARSO:                        No te asombre;
   que ésta no ha sido obra de hombre. 690
MIRENO:      ¿ Pues de qué ?
TARSO:                        De encantamiento.
   Obra es digna de un Merlín,
   porque en estos astrolabios
   aun no hallarán los más sabios
   ningún principio ni fin. 695
   Pero, ya que enlacayado
   estoy, y tú caballero,
   ¿ qué hemos de hacer ?
MIRENO:                              Ir a Avero,
   que este traje ha levantado
   mi pensamiento de modo 700
   que a nuevos intentos vuelo.
TARSO:      Tú querrás subir al cielo,
   y daremos en el lodo.
   Mas, pues eres ya otro hombre,
   por si acaso adonde fueres 705
   caballero hacerte quieres,
   ¿ no es bien que mudes el nombre ?
   Que si el de Mireno no es bueno
   para nombre de señor.
MIRENO:      Dices bien.    No soy pastor, 710
   ni he de llamarme Mireno.
   Don Dionís en Portugal
   es nombre ilustre y de fama.
   Don Dionís desde hoy me llama.
TARSO:      No le has escogido mal; 715
   que los reyes que ha tenido
   de ese nombre esta nación,
   eterna veneración
   ganaron a su apellido.
   Extremado es el ensayo; 720
   pero, ya que así te ensalzas,
   dame un nombre que a estas calzas
   le venga bien, de lacayo;
   que ya el de Tarso me quito.
MIRENO:      Escógele tú.
TARSO:                        Yo escojo, 725
   si no lo tienes a enojo...
   ¿ No es bueno... ?
MIRENO:                        ¿ Cuál ?
TARSO:                                Gómez Brito.
   ¿ Qué te parece ?
MIRENO:                            ¡ Extremado !
TARSO:      ¡ Gentiles cascos, por Dios !
   Sin ser obispo, los dos 730
   mos habemos confirmado.

Salen DORISTO, LARISO y DENIO y pastores con armas y sogas

DORISTO:      ¡ Válgaos el dimunio, amén !
   ¿ Que nos los hemos de hallar ?
LARISO:      Si no es que saben volar
   imposible es que no estén 735
   entre estas matas y peñas.
DENIO:      Busquémoslos por lo raso.
LARISO:      ¿ No so[n] éstos ?
DORISTO:                          Habrad paso.
LARISO:      Par Dios, conforme las señas,
   que son los propios.
DORISTO:                                Atalde 740
   los brazos, pues veis que están
   sin armas.
DENIO:                    Rendíos, galán.
LARISO:      Tené al rey.
DORISTO:                      Tené al alcalde.

Por detrás los cogen y atan

MIRENO:      ¿ Qué es esto ?
TARSO:                            ¿ Estáis en vosotros ?
   ¿ Por qué no prendéis ?
DORISTO:                                Por gatos. 745
   ¡ Aho !    ¿ No veis qué mojigatos
   hablan ?    Sabéis ser quillotros
   para dar la muerte al conde,
   y, ¿ pescudaisnos por qué
   os prendemos ?
DENIO:                        ¡ Bueno, a fe ! 750
TARSO:      ¿ Qué conde o qué muerte ?    ¿ Adónde
   mos habéis visto otra vez ?
DORISTO:      Allá os lo dirá el verdugo
   cuando os cuelgue cual besugo
   de las agallas y nuez. 755
MIRENO:      A no llevarme la espada,
   ya os fuerais arrepentidos.
TARSO:      El trueco de los vestidos
   mos ha dado esta gatada.
   ¡ Ah, mi señor don Dionís ! 760
   ¿ Es aquésta la ganancia
   de la guerra ?    ¿ Qué ignorancia
   te engañó ?
DORISTO:                    ¿ Qué barbillas ?
TARSO:      Tarso quiero ser, no Brito;
   ganadero, no lacayo. 765
   Por bragas quiero mi sayo.
   Las ollas lloro de Egipto.
LARISO:      ¿ Quieres callar, bellacón ?
   Darle de peñas quiero.
DORISTO:      Alto, a Avero.
MIRENO:                        Pues a Avero 770
   nos llevan, ten corazón;
   que cuando el duque nos vea,
   caerán éstos en su engaño
   sin que nos mande hacer daño.
DORISTO:      Rollo tendrá muesa aldea. 775
DENIO:      Cuando bajo el olmo le hagas,
   en él haremos concejo.
TARSO:      Yo de ninguno me quejo,
   si de estas malditas bragas...
   ¿ Quién ha visto tal ensayo ? 780
MIRENO:      ¿ Qué temes, necio ?    ¿ Qué dudas ?
TARSO:      Si me cuelgan y hago un Judas,
   sin hacer Judas lacayo,
   ¿ no he de llorar y temer ?
   Hoy me cuelgan del cogollo. 785
DORISTO:      En la picota del rollo
   un reloj he de poner.
   Vamos.
LARISO:                    Bien el puebro ensalzas.
TARSO:      Si te quieres escapar
   do no te puedan hallar 790
   métete dentro en mis calzas.

Vanse.    Salen doña JUANA y don ANTONIO, de camino

JUAN:      ¡ Primo don Antonio !
ANTONIO:                                  ¡ Paso !
   No me nombréis; que no quiero
   hagáis de mí tanto caso
   que me conozca en Avero 795
   el duque.    A Galicia paso,
   donde el rey don Juan me llama
   de Castilla; que me ama
   y hace merced; y deseo
   a costa de algún rodeo, 800
   saber si miente la fama
   que ofrece el lugar primero
   de la hermosura de España
   a las hijas del de Avero,
   o si la fama se engaña 805
   y miente el vulgo ligero.
JUANA:      Bien hay que estimar y ver;
   pero no habéis de querer
   que así tan despacio os goce.
ANTONIO:      Si el de Avero me conoce, 810
   y me obliga a detener,
   caer en falta recelo
   con el rey.
JUANA:                      Pues si eso pasa,
   de mi gusto al vuestro apelo;
   mas, si sabe que en su casa 815
   don Antonio de Barcelo,
   conde de Penela, ha estado
   y que encubierto ha pasado
   cuando le pudo servir
   en ella, halo de sentir 820
   con exceso; que en su estado
   jamás llegó caballero
   que por inviolables leyes
   no le hospede.
ANTONIO:                        Así lo infiero;
   que es nieto, en fin, de los reyes 825
   de Portugal el de Avero.
   Pero, dejando esto, prima;
   ¿ tan notable es la beldad
   que en sus dos hijas sublima
   el mundo ?
JUANA:                    ¿ Es curiosidad 830
   o el alma acaso os lastima
   el ciego ?
ANTONIO:                      Mal sus centellas
   me pueden causar querellas
   si de su vista no gozo;
   curiosidades de mozo 835
   a Avero me traen a vellas.
   ¿ Cómo tengo de querer
   lo que no he llegado a ver ?
JUANA:      De que eso digáis me pesa.
   Nuestra nación portuguesa 840
   esta ventaja ha de hacer
   a todas; que porque asista
   aquí Amor, que es su interés,
   ha de amar en su conquista
   de oídas el portugués, 845
   y el castellano, de vista.
   Las hijas del duque son
   dignas de que su alabanza
   celebre nuestra nación.
   La mayor, a quien Berganza 850
   y su duque, con razón,
   pienso que intenta entregar
   al conde de Vasconcelos,
   su heredero, puede dar
   otra vez a Clicie celos, 855
   si el sol la sale a mirar.
   Pues de doña Serafina,
   hermana suya, es divina
   la hermosura.
ANTONIO:                        Y, de las dos,
   ¿ a cuál juzgáis, prima, vos, 860
   por más bella ?
JUANA:                        Mas se inclina
   mi afición a la mayor,
   aunque mi opinión refuta
   en parte el vulgo hablador;
   mas en gustos no hay disputa 865
   y más en cosas de amor.
   En dos bandos se reparte
   Avero, y por cualquier parte
   hay bien que alegar.
ANTONIO:                              ¿ Aquí
   hay algún título ?
JUANA:                            Sí, 870
   don Francisco y don DÜarte.
ANTONIO:      ¿ Y qué hacen ?
JUANA:                            Más de un curioso
   dice que pretende ser
   cada cuan de la una esposo.
ANTONIO:      Prima, yo las he de ver 875
   esta tarde; que es forzoso
   irme luego.
JUANA:                            Yo os pondré
   donde su hermosura os dé,
   podrá ser, más de una pena.
ANTONIO:      ¿ Serafina o Madalena ? 880
JUANA:      Bellas son las dos.    No sé.
   Pero el duque sale aquí
   con ellas.    Ponte a esta parte.

[Don ANTONIO se pone a la puerta o detrás de un cancel].    Sale el DUQUE, el CONDE, [doña] SERAFINA y doña MADALENA.    [El DUQUE habla aparte al CONDE]

DUQUE:      Digo, conde don DÜarte
   que todo se cumpla así. 885
CONDE:      Pues el rey, nuestro señor,
   favorece la privanza
   del hijo del de Berganza,
   y a vuestra hija mayor
   os pide para su esposa, 890
   escriba vuestra excelencia
   que, con su gusto y licencia,
   doña Serafina hermosa
   lo será mía.
DUQUE:                          Está bien.
CONDE:      Pienso que su majestad 895
   me mira con voluntad,
   y que lo tendrán por bien;
   yo y todo le escribiré.
DUQUE:      No lo sepa Serafina
   hasta ver si determina 900
   el rey que la mano os dé;
   que es muchacha; y descuidada,
   aunque portuguesa, vive
   de que tan presto cautive
   su libertad la lazada 905
   o nudo del matrimonio.

[Hablan aparte don ANTONIO y doña JUANA]

JUANA:      Presto os habéis divertido.
   Decid,    ¿ qué os han parecido
   las hermanas, don Antonio ?
ANTONIO:      No sé el alma a cuál se inclina, 910
   ni sé lo que hacer ordena.
   Bella es doña Madalena,
   pero dona Serafina
   es el sol de Portugal.
   Por la vista el alma bebe 915
   llamas de amor entre nieve,
   por el vaso de cristal
   de su divina blancura;
   la fama ha quedado corta
   en su alabanza.
DUQUE:                          Esto importa. 920
ANTONIO:      Fénix es de la hermosura.
DUQUE:      Llegaos, Madalena, aquí.
CONDE:      Pues me da el duque lugar,
   mi serafín, quiero hablar
   si hay atrevimiento en mí 925
   para que vuele tan alto
   que a serafines me iguale.
ANTONIO:      Prima, a ver el alma sale
   por los ojos el asalto
   que Amor le da poco a poco. 930
   Ganárame si me pierdo.
JUANA:      Vos entraste, primo, cuerdo,
   y pienso que saldréis loco.
DUQUE:      Hija, el rey te honra y estima.
   Cuán bien te está considera. 935
MADALENA:      Mi voluntad es de cera.
   Vueselencia en ella imprima
   el sello que más le cuadre,
   porque en mí sólo ha de haber
   callar con obedecer. 940
DUQUE:      ¡ Mil veces dichoso padre
   que oye tal !
CONDE:                            Las dichas mías,
   como han subido al extremo
   de su bien, que caigan temo.
SERAFINA:      Conde, esas filosofías 945
   ni las entiendo ni son
   de mi gusto.
CONDE:                      Un serafín
   bien puede alcanzar el fin
   y el alma de una razón.
   No digáis que no entendéis, 950
   serafín, lo que alcanzáis.
SERAFINA:      ¡ Jesús, qué de ello que habláis !
CONDE:      Si soy hombre, ¿ qué queréis ?
   Por palabras los intentos
   quiere que expliquemos Dios; 955
   que, a ser serafín cual vos,
   con solos los pensamientos
   nos habláramos.
SERAFINA:                            ¿ Que Amor
   habla tanto ?
CONDE:                      ¿ No ha de hablar ?
SERAFINA:      No; que hay poco que fiar 960
   de un niño, y más, hablador.
CONDE:      En todo os hizo perfeta
   el cielo con mano franca.
ANTONIO:      Prima, para ser tan blanca,
   notablemente es discreta. 965
   ¡ Qué agudamente responde !
   Ya han esmaltado los cielos
   el oro de Amor con celos.
   Mucho me enfada este conde.
JUANA:      ¡ Pobre de vuestra esperanza 970
   si tal contrario la asalta !
DUQUE:      Un secretario me falta
   de quien hacer confianza;
   y aunque esta plaza pretenden
   muchos por diversos modos 975
   de favores, entre todos
   pocos este oficio entienden.
   Trabajo me ha de costar
   en tal tiempo estar sin él.
MADALENA:      A ser el pasado fiel 980
   era ingenio singular.
DUQUE:      Sí; mas puso en contingencia
   mi vida y reputación.

Salen los pastores, [DORISTO, LARISO Y DENIO] y traen presos a MIRENO y TARSO

DORISTO:      Ande apriesa el bellacón.
LARISO:      Aquí está el duque.
TARSO:                              Paciencia 985
   me dé Herodes.
DENIO:                          ¡ Aho !    Llegá,
   pues sois alcalde y habralde.
DORISTO:      Buen viejo, yo so el alcalde
   y vos el duque.
LARISO:                            ¡ Verá !
   Llegaos más cerca.
DORISTO:                                Y sopimos 990
   yo, el herrero y su mujer
   que mandábades prender
   estos bellacos y fuimos
   Bras Llorente y Gil Bragado...
TARSO:      Aquése yo lo seré 995
   pues por mi mal me embragué.
DORISTO:      Y después de haber llamado
   a concejo el regidero
   Pero Mínguez...    Llegá acá,
   que no sois bestia y habrá. 1000
   Decid lo demás.
LARISO:                        No quiero.
   Decildo vos.
DORISTO:                        No estodié
   sino hasta aquí.    En concrusión,
   éstos los ladrones son
   que por sólo heros mercé 1005
   prendimos yo y Gil Mingollo.
   Haga lo que el puebro pide
   su duquencia, y no se olvide
   lo que le dije del rollo.
DUQUE:      ¡ Hay mayor simplicidad ! 1010
   Ni he entendido a lo que vienen
   ni por qué delito tienen
   así estos hombres.    Soltad
   los presos y decid vos
   qué insulto habéis cometido 1015
   para que os hayan traído
   de aquesa suerte a los dos.

De rodillas

MIRENO:      Si lo es el favorecer,
   gran señor, a un desdichado,
   perseguido y acosado 1020
   de tus gentes y poder,
   y juzgas por temerario
   haber trocado el vestido
   por dalle vida, yo he sido...
DUQUE:      ¿ Tú libraste al secretario ? 1025
   Pero sí; que aquese traje
   era suyo.    Di, traidor,
   ¿ por qué le diste favor ?
MIRENO:      Vueselencia no me ultraje,
   ni ese título me dé; 1030
   que no estoy acostumbrado
   a verme así despreciado.
DUQUE:      ¿ Quién eres ?
MIRENO:                      No soy.    Seré;
   que sólo por pretender
   ser más de lo que hay en mí 1035
   menosprecié lo que fui
   por lo que tengo de ser.
DUQUE:      No te entiendo.
MADALENA:                            (¡ Extraña audacia    Aparte
   de hombre !    El poco temor
   que muestra dice el valor 1040
   que encubre.    De su desgracia
   me pesa.)
DUQUE:                        Di, ¿ conocías
   al traidor que ayuda diste ?
   Mas, pues por él te pusiste
   en tal riesgo, bien sabías 1045
   quién era.
MIRENO:                        Supe que quiso
   dar muerte a quien deshonró
   su hermana, y después te dio
   de su honrado intento aviso;
   y, enviándole a prender, 1050
   le libré de ti, espantado
   por ver que el que esta agraviado
   persigas; debiendo ser
   favorecido por ti,
   por ayudar al que ha puesto 1055
   en riesgo su honor.
CONDE:                              (¿ Qué es esto ?      Aparte
   ¿ Ya anda derramada así
   la injuria que hice a Leonela ?)
DUQUE:      ¿ Sabes tú quién la afrentó ?
MIRENO:      Supiéralo, señor, yo; 1060
   que a sabello...
DUQUE:                          Fue cautela
   del traidor para engañarte.
   Tú sabes adónde está
   y así forzoso será
   si es que pretendes librarte, 1065
   decillo.
MIRENO:                      ¡ Bueno sería,
   cuando adonde está supiera,
   que un hombre como yo hiciera,
   por temor, tal villanía !
DUQUE:      ¿ Villanía es descubrir 1070
   un traidor ?    Llevalde preso;
   que si no ha perdido el seso
   y menosprecia el vivir,
   él dirá dónde se esconde.
MADALENA:      Ya deseo de libralle; 1075
   que no merece su talle
   tal agravio.
DUQUE:                      Intento, conde,
   vengaros.
CONDE:                      El lo dirá.
TARSO:      (¡ Muy gentil ganancia espero !)      Aparte
DUQUE:      Vamos; que responder quiero 1080
   al rey.
TARSO:                  (Medrándose va                Aparte
   con la mudanza de estado
   y nombre de don Dionís !)
DUQUE:      Viviréis si lo decís.
MIRENO:      (La Fortuna ha comenzado            Aparte 1085
   a ayudarme; ánimo ten,
   porque en ella es natural,
   cuando comienza por mal,
   venir a acabar en bien.)
TARSO:      Bragas, si una vez os dejo, 1090
   nunca más transformación.

Llévanlos presos

DUQUE:      Meted una petición
   vosotros en mi consejo
   de lo que queréis; que allí
   se os pagará este servicio. 1095
DORISTO:      Vos, que tenéis buen jÜicio,
   la peticionad.
LARISO:                        Sea así.
DORISTO:      Señor, por este cuidado
   haga un rollo en mi lugar,
   tal que se pueda ahorcar 1100
   en él cualquier hombre honrado.

Vanse los pastores, el DUQUE y el CONDE; quedan los demás

MADALENA:      Mucho, doña Serafina,
   me pesa ver llevar preso
   aquel hombre.
SERAFINA:                        Yo confieso
   que a rogar por él me inclina 1105
   su buen talle.
MADALENA:                            ¿ Eso desea
   tu afición ?    ¿ Ya es bueno el talle ?
   pues no tienes de libralle
   aunque lo intentes.
SERAFINA:                                No sea.

Vanse doña SERAFINA y doña MADALENA

JUANA:      ¿ Habéisos de ir esta tarde ? 1110
ANTONIO:      ¡ Ay, prima !    ¡ Cómo podré
   si me perdí, si cegué,
   si Amor valiente, cobarde,
   todo el tesoro me gana
   del alma y la voluntad ? 1115
   Sólo por ver su beldad
   no he de irme hasta mañana.
JUANA:      ¡ Bueno estáis !    ¿ Que amáis en fin ?
ANTONIO:      Sospecho, prima querida,
   que de mi contento y vida 1120
   Serafina será fin.


ACTO SEGUNDO

Sale doña MADALENA, sola

MADALENA:      ¿ Qué novedades son éstas,
   altanero pensamiento ?
   ¿ Qué torres sin fundamento
   tenéis en el aire puestas ? 1125
   ¿ Cómo andáis tan descompuestas,
   imaginaciones locas ?
   Siendo las causas tan pocas,
   ¿ queréis exponer mis menguas
   a jÜicio de las lenguas 1130
   y a la opinión de las bocas ?
   Ayer guardaban los cielos
   el mal de vuestra esperanza
   con la tranquila bonanza
   que agora inquietan desvelos. 1135
   Al conde de Vasconcelos,
   o a mi padre di, en su nombre,
   el sí; mas, porque me asombre,
   sin que mi honor lo resista
   se entró al alma, a escala vista, 1140
   por la misma vista un hombre.
   Vióle en ella, y fuera exceso,
   digno de culpa mi error,
   a no saber que el Amor
   es niño, ciego y sin seso. 1145
   ¿ A un hombre extranjero y preso,
   a mi pesar, corazón,
   habéis de dar posesión ?
   ¿ Amar al conde no es justo ?
   ¡ Mas, ay !    Que atropella el gusto 1150
   las leyes de la razón.
   Mas, pues, a mi instancia está
   por mi padre libre y suelto,
   mi pensamiento resuelto
   bien remediarse podrá. 1155
   Forastero es; si se va,
   con pequeña resistencia
   podrá sanar la paciencia
   el mal de mis desconciertos;
   pues son médicos expertos 1160
   de Amor el tiempo y la ausencia.
   Pero, ¿ con qué rigor trazo
   el remedio de mi vida ?
   Si puede sanar la herida,
   crueldad es cortar el brazo. 1165
   Démosle a Amor algún plazo,
   pues su vista me provoca;
   que, aunque es la efímera loca,
   ninguno al enfermo quita
   el agua que no permita 1170
   siquiera enjaguar la boca.
   Hacerle quiero llamar.
   --¡ Ah, doña Juana !--    Teneos,
   desenfrenados deseos,
   si no os queréis despeñar. 1175
   ¿ Así vais a publicar
   vuestra afrenta ?    La vergÜenza
   mi loco apetito venza;
   que, si es locura admitillo
   dentro del alma, el decillo 1180
   es locura o desvergÜenza.

Sale doña JUANA

JUANA:      Aquel mancebo dispuesto
   que ha estado preso hasta agora
   y a tu intercesión, señora,
   ya en libertad está puesto, 1185
   pretende hablarte.
MADALENA:                            (¡ Qué presto      Aparte
   valerse el Amor procura
   de la ocasión y ventura
   que ha de ponerse en efeto !
   Mas hace como discreto; 1190
   que Amor todo es coyuntura.)
   ¿ Sabes qué quiere ?
JUANA:                              Pretende
   al favor que ha recibido
   por ti, ser agradecido.
MADALENA:      (Aspides en rosas vende.)        Aparte 1195
JUANA:      ¿ Entrará ?
MADALENA:                    (Si preso prende,        Aparte
   si maltratado maltrata,
   si atado las manos ata
   las de mi gusto resuelto,
   ¿ qué ha de hacer presente y suelto, 1200
   quien ausente y preso mata ?)
   Dile que vuelva a la tarde;
   que agora ocupada estoy.
   Mas oye.    No vuelva.
JUANA:                              Voy.
MADALENA:      Escucha.    Di que se aguarde, 1205
   mas, váyase; que ya es tarde.
JUANA:      ¿ Hase de volver ?
MADALENA:                          ¿ No digo
   que sí ?    Ve.
JUANA:                        Tu gusto sigo.
MADALENA:      Pero torna.    No se queje.
JUANA:      ¿ Pues qué diré ?
MADALENA:                        Que me deje. 1210
   (Y que me lleve consigo.)          Aparte
   Anda.    Di que entre.
JUANA:                                Voy, pues.

Vase [doña JUANA]

MADALENA:      Que, aunque venga a mi presencia,
   vencerá la resistencia
   hoy del valor portugués. 1215
   El desear y ver es
   en la honrada y la no tal,
   apetito natural;
   y si deferencia se halla,
   es en que la honrada calla 1220
   y la otra dice su mal.
   Callaré, pues que presumo
   cubrir mi desasosiego,
   si puede encubrirse el fuego,
   sin manifestalle el humo. 1225
   Mas bien podré, si consumo
   el tiempo a palabras vanas;
   pero las llamas tiranas
   del Amor, es cosa cierta
   que, en cerrándolas la puerta, 1230
   se salen por las ventanas.
   Cuando les cierren la boca,
   por los ojos se saldrán;
   mas no las conocerán
   callando la lengua loca; 1235
   que, si ella a Amor no provoca,
   nunca amorosos despojos
   dan atrevimiento a enojos
   si no es en cosas pequeñas;
   porque al fin hablan por señas 1240
   cuando hablan solos los ojos.

Sale MIRENO, galán, y dice de rodillas

MIRENO:      Aunque ha sido atrevimiento
   el venir a la presencia,
   señora, de vueselencia
   mi poco merecimiento, 1245
   ser agradecido trato
   al recibido favor;
   porque el pecado mayor
   es el que hace un hombre ingrato.
   Por haber favorecido 1250
   de un desdichado la vida,
   que al noble es deuda debida,
   me vi preso y perseguido;
   pero en la misma moneda
   me pagó el cielo, sin duda, 1255
   pues libre, con vuestra ayuda,
   mi vida, señora, queda.
   ¡ Libre dije ?    Mal he hablado;
   que el noble, cuando recibe,
   cautivo y esclavo vive, 1260
   que es lo mismo que obligado.
   Y, ojalá mi vida fuera
   tal que, si esclava quedara,
   alguna parte pagara
   de esta merced, que ella hiciera 1265
   excesos; pero, entre tantas
   que mi humildad envilecen
   y como esclavos ofrecen
   sus cuellos a vuestras plantas,
   a pagar con ella vengo 1270
   la mucha deuda en que estoy;
   pues no os debo más si os doy,
   gran señora, cuanto tengo.
MADALENA:      Levantaos del suelo.
MIRENO:                                  Así
   estoy, gran señora, bien. 1275
MADALENA:      Haced lo que os digo.    (¿ Quién        Aparte
   me ciega el alma ?    ¡ Ay de mí !)
   ¿ Sois portugués ?

Levantándose

MIRENO:                              Imagino
   que sí.
MADALENA:                  ¿ Que lo imagináis ?
   ¿ De esa suerte incierto estáis 1280
   de quién sois ?
MIRENO:                        Mi padre vino
   al lugar adonde habita,
   y es de alguna hacienda dueño,
   trayéndome muy pequeño;
   mas su trato lo acredita. 1285
   Yo creo que en Portugal
   nacimos.
MADALENA:                  ¿ Sois noble ?
MIRENO:                                Creo
   que sí, según lo que veo
   en mi honrado natural,
   que muestra más que hay en mí. 1290
MADALENA:      ¿ Y darán la obras vuestras
   si fuere menester, muestras
   que sois noble ?
MIRENO:                          Creo que sí.
   Nunca de hacellas dejé.
MADALENA:      "Creo," decís a cualquier punto. 1295
   ¿ Creéis, acaso, que os pregunto
   artículos de la fe ?
MIRENO:      Por la que debe guardar
   a la merced recibida
   de vueselencia mi vida, 1300
   bien los puede preguntar,
   que mi fe su gusto es.
MADALENA:      ¡ Qué agradecido venís !
   ¿ Cómo os llamáis ?
MIRENO:                            Don Dionís.
MADALENA:      Ya os tengo por portugués 1305
   y por hombre principal;
   que en este reino no hay hombre
   humilde de vuestro nombre,
   porque es apellido real;
   y sólo el imaginaros 1310
   por noble y honrado ha sido
   causa que haya intercedido
   con mi padre a libertaros.
MIRENO:      Deudor os soy de la vida.
MADALENA:      Pues bien; ya que libre estáis, 1315
   ¿ qué es lo que determináis
   hacer de vuestra partida ?
   ¿ Dónde pensáis ir ?
MIRENO:                                Intento
   ir, señora, donde pueda
   alcanzar fama que exceda 1320
   a mi altivo pensamiento.
   Sólo aquesto me destierra
   de mi patria.
MADALENA:                        ¿ En qué lugar
   pensáis que podéis hallar
   esa ventura ?
MIRENO:                        En la guerra; 1325
   que el esfuerzo hace capaz
   para el valor que procuro.
MADALENA:      ¿ Y no será más seguro
   que la adquiráis en la paz ?
MIRENO:      ¿ De qué modo ?
MADALENA:                            Bien podéis 1330
   granjealle si dais traza
   que mi padre os dé la plaza
   de secretario, que veis
   que está vaca agora, a falta
   de quien la pueda suplir. 1335
MIRENO:      No nació para servir
   mi inclinación, que es más alta.
MADALENA:      Pues cuando volar presuma,
   las plumas la han de ayudar.
MIRENO:      ¿ Cómo he de poder volar 1340
   con solamente una pluma ?
MADALENA:      Con las alas del favor;
   que el vuelo de una privanza
   mil imposibles alcanza.
MIRENO:      Del privar nace el temor, 1345
   como muestra la experiencia;
   y tener temor no es justo.
MADALENA:      Don Dionís, éste es mi gusto.
MIRENO:      ¿ Gusto es de vuesa excelencia
   que sirva al duque ?    Pues, alto. 1350
   Cúmplase, señora, ansí,
   que ya de un vuelo subí
   al primer móvil más alto.
   Pues, si en esto gusto os doy,
   ya no hay que subir más arriba; 1355
   como el duque me reciba,
   secretario suyo soy.
   Vos, señora, lo ordenad.
MADALENA:      Deseo vuestro provecho,
   y ansí lo que veis he hecho; 1360
   que, ya que os di libertad,
   pesárame que en la guerra
   la malograrais.    Yo haré
   cómo esta plaza se os dé
   porque estéis en nuestra tierra. 1365
MIRENO:      Mil años el cielo guarde
   tal grandeza.
MADALENA:                        (Honor, huír        Aparte
   que revienta por salir
   por la boca, Amor cobarde.)

Vase

MIRENO:      Pensamiento, ¿ en qué entendéis ? 1370
   Vos, que a las nubes subís,
   decidme, ¿ qué colegís
   de lo que aquí visto habéis ?
   Declaraos, que bien podéis.
   Decidme, ¿ tanto favor 1375
   nace de sólo el valor
   que a quien honra ennoblece,
   o erraré si me parece
   que ha entrado a la parte Amor ?
   ¡ Jesús !    ¡ Qué gran disparate ! 1380
   ¡ Temerario atrevimiento
   es el vuestro, pensamiento !
   Ni se imagine ni trate.
   Mi humildad el vuelo abate
   con que sube el deseo vario; 1385
   mas, ¿ por qué soy temerario
   si imaginar me prometo
   que me ama en lo secreto
   quien me hace su secretario ?
   ¿ No estoy puesto en libertad 1390
   por ella ?    Y, ya sin enojos,
   por el balcón de sus ojos,
   ¿ no he visto su voluntad ?
   ¡ Amor me tiene !    Callad,
   lengua loca; que es error 1395
   imaginar que el favor
   que de su nobleza nace,
   y generosa me hace,
   está fundado en amor.
   Mas el desear saber 1400
   mi nombre, patria y nobleza,
   ¿ no es amor ?    Esa es bajeza.
   Pues, alma, ¿ qué puede ser ?
   Curiosidad de mujer.
   Si; mas, ¿ dijera, alma, advierte, 1405
   a ser eso de esa suerte
   sin reinar amor injusto,
   "Don Dionís, éste es mi gusto" ?
   Este argumento, ¿ no es fuerte ?
   Mucho; pero mi bajeza 1410
   no se puede persuadir
   que vuele y llegue a subir
   al cielo de tal belleza;
   pero, ¿ cuándo hubo flaqueza
   en mi pecho ?    Esperar quiero; 1415
   que siempre el tiempo ligero
   hace lo dudoso cierto;
   pues mal vivirá encubierto
   el tiempo, amor y dinero.

Sale TARSO

TARSO:      Ya que como a Daniel 1420
   del lago, nos han sacado
   de la cárcel, donde he estado
   con menos paciencia que él,
   siendo la ira del duque
   nuestro profeta Habacú, 1425
   ¿ qué aguardas más aquí tú
   a que el tiempo nos bazuque ?
   ¿ Tanto bien nos hizo Avero
   que en él con tal sorna estás ?
   Vámonos; pero dirás 1430
   que quieres ser caballero.
   Y poco faltó, por Dios,
   para ser en Portugal
   caballeros a lo asnal;
   pues que supimos los dos 1435
   que el duque mandado había
   que, por las acostumbradas
   nos diesen las pespuntadas
   orden de caballería.
MIRENO:      ¡ Brito, amigo !
TARSO:                            No soy Brito 1440
   sino Tarso.
MIRENO:                      Escucha necio.
TARSO:      Estas calzas menosprecio
   que me estorban infinito.
   Ya que en Brito me transformas,
   sácame de aquestos grillos; 1445
   que no fui yo por novillos
   para que me pongas cormas.
   Quítamelas, y no quieras
   que alguna vez huela mal.
MIRENO:      ¡ Peregrino natural ! 1450
   ¿ Que nunca has de hablar de veras ?
   Digo que estás temerario.
TARSO:      Braguirroto di que estoy.
   ¿ Pero qué hay de nuevo ?
MIRENO:                                  Soy,
   por lo menos, secretario 1455
   del duque de Avero.
TARSO:                                ¿ Cómo ?
MIRENO:      La que nos dio libertad
   de esta liberalidad
   es la autora.
TARSO:                        Mejor tomo
   tus cosas; ya estás en zancos. 1460
MIRENO:      Pues aún no lo sabes bien.
TARSO:      Darte quiero el parabién;
   y pues con los amos francos
   si algún favor me has de hacer
   y mi descanso permites, 1465
   lo primero es que me quites
   estas calzas, que sin ser
   presidente, en apretones,
   después que las he calzado,
   en ellas he despachado 1470
   mil húmedas provisiones.

Vanse.    Salen don ANTONIO y doña JUANA

ANTONIO:      Prima, a quedarme aquí mi amor me obliga,
   aguarde el rey o no; que mi rey llamo
   sólo mi gusto; que el pesar mitiga
   que me ha de consumir, si ausente amo. 1475
   Pájaro soy; sin ver de Amor la liga.
   Curiosamente me asenté en el ramo
   de la hermosura, donde preso quedo;
   volar pretendo pero más me enredo.
   El conde de Estremoz sirve y merece 1480
   a doña Serafina; yo he sabido
   que el duque sus intentos favorece,
   y hacerla esposa suya ha prometido.
   Quien no parece, dicen que perece.
   Si no parezco, pues, y ya ni olvido 1485
   ni ausencia han de poder darme reposo,
   ¿ qué he de esperar ausente y receloso ?
   Si mi adorado serafín supiera
   quién soy, y con decírselo aguardara
   recíprocos amores con que hiciera 1490
   mi dicha cierta y mi esperanza clara,
   más alegre y seguro me partiera,
   y de su fe mi vida confiara;
   si se puede fiar el que es prudente
   del sol de enero y de mujer ausente. 1495
   No me conoce y mi tormento ignora,
   y así en quedarme mi remedio fundo;
   que me parta después, o vaya agora
   a la presencia de don Juan Segundo,
   importa poco.    Prima mía, señora, 1500
   si no quieres que llore y sepa el mundo
   el lastimoso fin que ausente espero,
   no me aconsejes el salir de Avero.
JUANA:      Don Antonio, bien sabes lo que estimo
   tu gusto, y que el amor que aquí te enseño 1505
   al deudo corresponde que de primo
   nuestra sangre te debe, como a dueño;
   si en que te quedes ves que te reprimo,
   es por ser este pueblo tan pequeño
   que has de dar nota en él.
ANTONIO:                                    Ya yo procuro 1510
   cómo sin que la dé, viva seguro.
   Nunca me ha visto el duque, aunque me ha escrito.
   Yo sé que busca un secretario experto,
   porque al pasado desterró un delito.
JUANA:      Con risa el medio que has buscado advierto. 1515
ANTONIO:      ¿ No te parece, si en palacio habito
   con este cargo, que podré encubierto
   entablar mi esperanza, como acuda
   el tiempo, la ocasión y más tu ayuda ?
JUANA:      La traza es extremada, aunque indecente, 1520
   primo, a tu calidad.
ANTONIO:                              Cualquiera estado
   es noble con amor.    No esté yo ausente
   que con cualquiera oficio estaré honrado.
JUANA:      Búsquese el modo, pues.
ANTONIO:                                El más urgente
   está ya concluído.
JUANA:                          ¿ Cómo ?
ANTONIO:                                  He dado 1525
   un memorial al duque en que le pido
   me dé esta plaza.
JUANA:                            Diligente has sido;
   mas, sin saberlo yo, culparte quiero.
ANTONIO:      Del cuidadoso el venturoso nace;
   hase encargado de él el camarero 1530
   de quien dicen que el duque caudal hace.
JUANA:      Mucho priva con él.
ANTONIO:                              Mi dicha espero
   si el cielo a mis deseos satisface
   y el camarero en la memoria tiene
   esta promesa.
JUANA:                        Primo, el duque viene. 1535

Salen el DUQUE y FIGUEREDO, su camarero

DUQUE:      Ya sabes que requiere aquese oficio
   persona en quien concurran juntamente
   calidad, discreción, presencia y pluma.
FIGUEREDO:      La calidad no sé; de esotras partes
   le puedo asegurar a vueselencia 1540
   que no hay en Portugal quien conforme a ellas
   mejor pueda ocupar aquesa plaza.
   Le letra, el memorial que vueselencia
   tiene suyo podrá satisfacelle;
DUQUE:      Alto; pues tú le abonas, quiero velle. 1545
FIGUEREDO:      Quiérole ir a llamar.    Pero delante
   está de vueselencia.    Llegá, hidalgo,
   que el duque, mi señor, pretende veros.
ANTONIO:      Déme los pies, vueselencia.
DUQUE:                                    Alzaos.
   ¿ De dónde sois ?
ANTONIO:                        Señor, nací en Lisboa. 1550
DUQUE:      ¿ A quién habéis servido ?
ANTONIO:                                    Héme criado
   con don Antonio de Barcelos, conde
   de Penela, y os traigo cartas suyas,
   en que mis pretensiones favorece.
DUQUE:      Quiero yo mucho al conde don Antonio, 1555
   aunque nunca le he visto.    ¿ Por qué causa
   no me las habéis dado ?
ANTONIO:                                No acostumbro
   pretender por favores lo que puedo
   por mi persona, y quise que me viese
   primero vueselencia.
DUQUE:                              Camarero, 1560
   su talle y buen estilo me ha agradado.
   Mi secretario sois.    Cumplan las obras
   lo mucho que promete esa presencia.
ANTONIO:      Remítome, señor, a la experiencia.
DUQUE:      Doña Juana, ¿ qué hacen Serafina 1565
   y Madalena ?
JUANA:                      En el jardín agora
   estaban las dos juntas, aunque entiendo
   que mi señora doña Madalena
   quedaba algo indispuesta.
DUQUE:                                  ¿ Pues qué tiene ?
JUANA:      Habrá dos días que anda melancólica, 1570
   sin saberse la causa de este daño.
DUQUE:      Ya la adivino yo; vamos a vella,
   que, como darla nuevo estado intento,
   la mudanza de vida siempre causa
   tristeza en la mujer honrada y noble; 1575
   y no me maravillo esté afligida
   quien teme un cautiverio de por vida.
   Doña Juana, quedaos; que como viene
   el mensajero de Lisboa, y conoce
   al conde de Penela, vuestro primo, 1580
   tendréis que preguntarle muchas cosas.
JUANA:      Es, gran señor, así.
DUQUE:                              Yo gusto de eso.
   Secretario, quedaos.
ANTONIO:                              Tus plantas beso.

Vanse el DUQUE y FIGUEREDO

ANTONIO:      Venturoso han sido los principios.
JUANA:      Si tienes por ventura ser criado 1585
   de quien eres igual, ventura tienes.
ANTONIO:      Ya por lo menos estaré presente,
   y estorbaré los celos de algún modo
   que el conde de Estremoz me causa, prima.
JUANA:      Dásele de él tan poco a quien adoras, 1590
   y de eso, primo, está tan olvidada,
   que en lo que pone agora su cuidado
   es sólo en estudiar con sus doncellas
   una comedia, que por ser mañana
   Carnestolendas, a su hermana intenta 1595
   representar, sin que lo sepa el duque.
ANTONIO:      ¿ Es inclinada a versos ?
JUANA:                                  Pierde el seso
   por cosas de poesía, y esta tarde
   conmigo sola en el jardín pretende
   ensayar el papel, vestida de hombre. 1600
ANTONIO:      ¿ Así me dices eso, doña Juana ?
JUANA:      Pues, ¿ cómo quieres que lo diga ?
ANTONIO:                                          ¿ Cómo ?
   Pidiéndome la vida, el alma, el seso,
   en pago de que me hagas tan dichoso
   que yo la pueda ver de aquesa suerte. 1605
   Así vivas más años que hay estrellas.
   Así jamás el tiempo riguroso
   consuma la hermosura de que gozas.
   Así tus pensamientos se te logren,
   y el rey de Portugal, enamorado 1610
   de ti, te dé la mano, el cetro y vida.
JUANA:      Paso; que tienes talle de casarme
   con el Papa, según estás sin seso.
   Yo te quiero cumplir aqueste antojo.
   Vamos, y esconderéte en los jazmines 1615
   y murtas que de cercas a los cuadros
   sirven, donde podrás, si no das voces,
   dar un hartazgo al alma.
ANTONIO:                                ¿ Hay en Avero
   algún pintor ?
JUANA:                      Algunos tiene el duque
   famosos; mas, ¿ por qué me lo preguntas ? 1620
ANTONIO:      Quiero llevar conmigo quien retrate
   mi hermoso serafín; pues fácilmente,
   mientras se viste, sacará el bosquejo.
JUANA:      ¿ Y si lo siente doña Serafina
   o el pintor lo publica ?
ANTONIO:                                  Los dineros 1625
   ponen freno a las lenguas y los quitan.
   ¡ O mátame o no impidas mis deseos !
JUANA:      ¡ Nunca yo hablara, o nunca tú lo oyeras,
   que tal prisa me das !    Ahora bien, primero,
   en esto puedes ver lo que te quiero. 1630
   Busca un pinto sin lengua, y no malparas;
   que, según los antojos diferentes
   que tenéis los que andáis enamorados,
   sospecho para mí que andáis preñados.

Vanse.    Salen el DUQUE y doña MADALENA

DUQUE:      Si darme contento es justo, 1635
   no estés, hija, de esa suerte;
   que no consiste mi muerte
   más de en verte a ti sin gusto.
   Esposo te dan los cielos
   para poderte alegrar 1640
   sin merecer tu pesar
   el conde de Vasconcelos.
   A su padre, el de Berganza,
   pues que te escribió, responde;
   escribe también al conde 1645
   y no vea yo mudanza
   en tu rostro ni pesar
   si de mi vejez los días,
   con esas melancolías,
   no pretendes acortar. 1650
MADALENA:      Yo, señor, procuraré
   no tenerlas, por no darte
   pena, si es que un triste es parte
   en sí de que otro lo esté.
DUQUE:      Si te diviertes, bien puedes. 1655
MADALENA:      Yo procuraré servirte;
   y agora quiero pedirte
   entre las muchas mercedes
   que me has hecho, una pequeña.
DUQUE:      Con condición que se olvide 1660
   aquesa tristeza, pide.
MADALENA:      (Honra; el amor os despeña.)      Aparte
   El preso que te pedí
   librases, y ya lo ha sido,
   de todo punto ha querido 1665
   favorecerse de mí.
   Con sólo esto, gran señor,
   parece que me ha obligado;
   y así, a mi cargo he tomado,
   con su aumento, tu favor. 1670
   Es hombre de buena traza
   y tiene extremada pluma.
DUQUE:      Dime lo que quiere en suma.
MADALENA:      Quisiera entrar en la plaza
   de secretario.
DUQUE:                            Bien poco 1675
   ha que dársela pudiera;
   aún no ha un cuarto de hora entera
   que está ocupado.
MADALENA:                            (¡ Amor loco;      Aparte
   muy bien despachado estáis 1680
   Vos perderéis por cobarde
   pues acudiste tan tarde
   que con alas no voláis.)
DUQUE:      Por orden del camarero
   a un mancebo he recibido 1685
   que de Lisboa ha venido
   con aquese intento a Avero;
   y, según lo que en él vi,
   muestra ingenio y suficiencia.
MADALENA:      Si gusta vuestra excelencia 1690
   ya que mi palabra di,
   y él está con esperanza
   que le he de favorecer,
   pues me manda responder
   al conde y al de Berganza, 1695
   sabiendo escribir tan mal,
   quien quiera que se quedara
   en palacio y me enseñara;
   porque en mujer principal
   falta es grande no saber 1700
   escribir cuando recibe
   alguna carta, o si escribe,
   que no se pueda leer.
   Dándome algunas liciones,
   más clara la letra haré. 1705
DUQUE:      Alto, pues;    lición te dé
   con que enmiendes tus borrones;
   que, en fin, con ese ejercicio
   la pena divertirás,
   pues la tienes porque estás 1710
   ociosa; que el ocio es vicio.
   Entre por tu secretario.
MADALENA:      Las manos quiero besarte.

Sale el CONDE don Duarte

CONDE:      Señor...
DUQUE:                  ¡ Conde don DÜarte !
CONDE:      Con contento extraordinario 1715
   vengo.
DUQUE:                  ¿ Cómo ?
CONDE:                          El rey recibe
   con gusto mi pretensión,
   y sobre aquesta razón
   a vuestra excelencia escribe.
   Dice que se servirá 1720
   su majestad de que elija,
   para honrar mi casa, hija
   de vueselencia, y tendrá
   cuidado de aquí adelante
   de hacerme merced.
DUQUE:                            Yo estoy 1725
   contento de eso, y os doy
   nombre de hijo; aunque importante
   será que disimuléis
   mientras doña Serafina
   al nuevo estado se inclina; 1730
   porque ya, conde, sabéis
   cuán pesadamente lleva
   esto de casarse agora.
CONDE:      Hará el alma, que la adora,
   de sus sufrimientos prueba. 1735
DUQUE:      Yo haré las partes por vos;
   con ella perder recelo.
   El conde de Vasconcelos
   vendrá pronto, y de las dos
   las bodas celebraré 1740
   presto.
CONDE:                  El esperar da pena.
DUQUE:      No estéis triste, Madalena.
MADALENA:      Yo, señor, me alegraré
   por dar gusto a vueselencia.
DUQUE:      Vamos a ver lo que escribe 1745
   el rey.
CONDE:                  Quien espera y vive
   bien ha menester paciencia.

Vanse los dos; queda [doña] MADALENA

MADALENA:      Con razón se llama amor
   enfermedad y locura;
   pues siempre el que ama procura, 1750
   como enfermo, lo peor.
   Ya tenéis en casa, honor,
   quien la batalla os ofrece,
   y poco hará, me parece,
   cuando del alma os despoje, 1755
   que quien el peligro escoge
   no es mucho que en él tropiece.
   Los encendidos carbones
   tragó Porcia, y murió luego.
   ¿ Qué haré yo, tragando el fuego, 1760
   por callar, de mis pasiones ?
   Diréle, no por razones,
   sino por señas visibles,
   los tormentos invisibles
   que padezco por no hablar; 1765
   porque mujer y callar
   son cosas incompatibles.

Vase.    Salen doña JUANA, don ANTONIO y un PINTOR

JUANA:      Desde este verde arrayán,
   donde el sitio al Amor hurta[s]
   estos jazmines y murtas 1770
   ser tus celosías podrán;
   pero que calle te aviso
   y tendrá tu amor buen fin.
ANTONIO:      Ya sé que es mi serafín
   ángel de este paraíso; 1775
   y yo, si acaso nos siente,
   será Adán echado de él.
JUANA:      Yo haré que ensaye el papel
   aquí, para que esté enfrente
   del pintor, y retratalla 1780
   con más facilidad pide.
   Vistiéndose de hombre queda,
   pues da en aquesto.    A avisalla
   voy de que solo y cerrado
   está el jardín.    Primo, adiós. 1785

Vase

ANTONIO:      Pintores somos los dos;
   ya yo el retrato he copiado,
   que me enamora y abrasa.
PINTO:      No entiendo ese pensamiento.
ANTONIO:      Naipe es el entendimiento, 1790
   pues la llama tabla rasa,
   a mil pinturas sujeto,
   Aristóteles.
PINTOR:                        Bien dices.
ANTONIO:      Las colores y matices
   son especies del objeto, 1795
   que los ojos que le miran
   al sentido común dan;
   que es obrador donde están
   cosas que el ingenio admiran,
   tan solamente en bosquejo, 1800
   hasta que con luz distinta
   las ilumina y las pinta
   el entendimiento, espejo
   que a todas da claridad.
   Pintadas las pone en venta, 1805
   y para esto las presenta
   a la reina Voluntad,
   mujer de buen gusto y voto,
   que ama el bien perpetuamente,
   verdadero o aparente, 1810
   como no sea bien ignoto;
   que lo que no es conocido
   nunca por ella es amado.
PINTOR:      De esa suerte lo ha enseñado
   el filósofo.
ANTONIO:                      Traído 1815
   de la pintura el caudal,
   todos los lienzos descoge
   y entre ellos compra y escoge
   una vez bien y otras mal.
   Pónele el marco de amor 1820
   y como en velle se huelga,
   en la memoria le cuelga
   que es su camarín mayor.
   Del mismo modo miré
   de mi doña Serafina 1825
   la hermosura peregrina.
   Tomé el pincel, bosquejé.
   Acabó el entendimiento
   de retratar su beldad.
   Compróle la Voluntad, 1830
   guarnecióle el pensamiento;
   que a la memoria le trajo
   y, viendo cuán bien salió,
   luego el pintor escribió
   "Amor me fecit" abajo. 1835
   ¡ Ves cómo pinta quien ama ?
PINTOR:      Pues si ya el retrato tienes,
   ¿ por qué a retratalla vienes
   conmigo ?
ANTONIO:                    Aquéste se llama
   "retrato espiritual;" 1840
   que la Voluntad, ya ves,
   que es sólo espíritu.
PINTOR:                              ¿ Pues ?
ANTONIO:      La vista, que es corporal,
   para contemplar el rato
   que estoy solo su hermosura 1845
   pide agora a tu pintura
   este corporal retrato.
PINTOR:      No hay filosofía que iguale
   a la de un enamorado.
ANTONIO:      Soy en amor gradÜado; 1850
   mas oye, que mi bien sale.

Sale doña SERAFINA, vestida de hombre; el vestido sea negro, y con ella doña JUANA

JUANA:      ¿ Que aquesto de veras haces ?
   ¿ Que en verte así no te ofendes ?
SERAFINA:      Fiestas de Carnestolendas
   todas paran en disfraces. 1855
   Deséome entretener
   de este modo; no te asombre
   que apetezca el traje de hombre
   ya que no lo puedo ser.
JUANA:      Paréceslo de manera 1860
   que me enamoro de ti.
   En fin, ¿ esta noche es ?
SERAFINA:                                Sí.
JUANA:      A mí más gusto me diera
   que te holgaras de otros modos
   y no con representar. 1865
JUANA:      No me podrás tú juntar
   para los sentidos todos
   los deleites que hay diversos
   como en la comedia.
JUANA:                            Calla.
SERAFINA:      ¿ Que fiesta o juego se halla 1870
   que no le ofrezcan los versos
   En la comedia, los ojos
   ¿ no se deleitan y ven
   mil cosas que hacen que estén
   olvidados tus enojos ? 1875
   La música, ¿ no recrea
   el oído y el discreto
   no gusta allí del conceto
   y la traza que desea ?
   Para el alegre, ¿ no hay risa ? 1880
   Para el triste, ¿ no hay tristeza ?
   Para el agudo, ¿ agudeza ?
   Allí el necio, ¿ no se avisa ?
   El ignorante, ¿ no sabe ?
   ¿ No hay guerra para el valiente, 1885
   consejos para el prudente,
   y autoridad para el grave ?
   Moros hay si quieres moros;
   si apetecen tus deseos
   torneos, te hacen torneos; 1890
   si toros, correrán todos.
   ¿ Quieres ver los epitetos
   que de la comedia he hallado ?
   De la vida es un traslado,
   sustento de los discretos, 1895
   dama del entendimiento,
   de los sentidos banquete,
   de los gustos ramillete,
   esfera del pensamiento,
   olvido de los agravios, 1900
   manjar de diversos precios,
   que mata de hambre a los necios
   y satisface a los sabios.
   Mira lo que quieres ser
   de aquestos dos bandos.
JUANA:                                  Digo 1905
   que el de los discretos sigo,
   y que me holgara de ver
   la farsa infinito.
SERAFINA:                                En ella
   ¿ cuál es lo malo que sientes ?
JUANA:      Sólo que tú representes. 1910
SERAFINA:      ¿ Por qué, si sólo han de vella
   mi hermana y sus damas ?    Calla.
   De tu mal gusto me admiro.
ANTONIO:      Suspenso las gracias miro
   con que habla.    A retratalla 1915
   comienza, si humana mano
   al vivo puede copiar
   la belleza singular
   de un serafín.
PINTOR:                        Es humano.
   Bien podré.
ANTONIO:                        ¿ Pues, no te admiras 1920
   de su vista soberana ?
SERAFINA:      El espejo, doña Juana.
   Tocaréme.

Trae [doña JUANA] un espejo

JUANA:                      Si te miras
   en él, ten, señora, aviso,
   no te enamores de ti. 1925
SERAFINA:      ¿ Tan hermosa estoy ansí ?
JUANA:      Temo que has de ser Narciso.
SERAFINA:      ¡ Bueno !    De esta suerte quiero
   los cabellos recoger,
   por no parecer mujer 1930
   cuando me quite el sombrero.
   Pon el espejo.    ¿ A qué fin
   le apartas ?
JUANA:                    Porque así impido
   a un pintor que está escondido
   por copiarte en el jardín. 1935
SERAFINA:      ¿ Cómo es eso ?
PINTOR:                            ¡ Vive Dios,
   que aquesta mujer nos vende !
   Si el duque acaso esto entiende,
   medrado habemos los dos.
SERAFINA:      ¿ En el jardín hay pintor ? 1940
JUANA:      Sí.    Deja que te retrate.
ANTONIO:      ¡ Cielos !    ¿ Hay tal disparate ?
SERAFINA:      ¿ Quién se atrevió a eso ?
JUANA:                                  Amor,
   que, como en Chipre, se esconde
   enamorado de ti 1945
   por retratarte.
ANTONIO:                          Eso sí.
JUANA:      (¡ Cuál estará agora el conde !)        Aparte
SERAFINA:      Humor tienes singular
   aquesta tarde.
PINTOR:                        ¿ Ha de ser
   el vestido de mujer 1950
   con que la he de retratar,
   o como agora está ?
ANTONIO:                                Sí,
   como está; porque se asombre
   el mundo que en traje de hombre
   un serafín ande ansí. 1955
PINTOR:      Sacado tengo el bosquejo.
   En casa lo acabaré.
SERAFINA:      Ya de tocarme acabé.
   Quitar puedes el espejo.
   ¿ No está bien este cabello ? 1960
   ¿ Qué te parezco ?
JUANA:                            Un Medoro.
SERAFINA:      No estoy vestida de moro.
JUANA:      No, mas pareces más bello.
SERAFINA:      Ensayemos el papel,
   pues ya estoy vestida de hombre. 1965
JUANA:      ¿ Cuál es de la farsa el nombre ?
SERAFINA:      "La portuguesa crÜel."
JUANA:      En ti el poeta pensaba
   cuando así la entituló.
SERAFINA:      Portuguesa soy; crÜel no. 1970
JUANA:      Pues a Amor, ¿ que le faltaba
   a no sello ?
SERAFINA:                        ¿ Qué crueldad
   has visto en mí ?
JUANA:                          No tener
   a nadie amor.

[Doña SERAFINA] vase poniendo el cuello y sombrero

SERAFINA:                        ¿ Puede ser
   el no tener voluntad 1975
   a ninguno crueldad ?    Di.
JUANA:      ¿ Pues no ?
SERAFINA:                    ¿ Y será justa cosa,
   por ser para otros piadosa,
   ser yo crÜel para mí ?
PINTOR:      ¡ Par diez, que ella dice bien ! 1980
ANTONIO:      ¡ Pobre del que tal sentencia
   está escuchando !
PINTOR:                          ¡ Paciencia !
ANTONIO:      Mis temores me la den.
SERAFINA:      Déjame ensayar y acaba.
   Verás cuál hago un celoso. 1985
JUANA:      ¿ Qué papel haces ?
SERAFINA:                              ¡ Famoso !
   Un príncipe que sacaba
   al campo, a reñir por celos
   de su dama, a un conde.
JUANA:                                  Pues,
   comienza.
SERAFINA:                    No sé lo que es, 1990
   pero escucha y fingirélos.

Representa

   Conde, vuestro atrevimiento
   a tal término ha venido
   que ya la ley ha rompido
   de mi honrado sufrimiento. 1995
   Espantado estoy, por Dios,
   de vos y de Celia bella;
   de vos, porque habláis con ella;
   de ella porque os oye a vos;
   que supuesto que sabéis 2000
   las conocidas ventajas
   que hace a vuestra prendas bajas
   el valor que conocéis
   en mí, desacato ha sido;
   en vos, por habella amado, 2005
   y en ella por haber dado
   a vuestro amor loco oído.
   Oye, no hay satisfacciones;
   que serán intento vanos,
   pues como no tenéis manos 2010
   queréis vencerme a razones.
   Haga vuestro esfuerzo alarde,
   acábense mis recelos,
   que no es bien que me dé celos
   un hombre que es tan cobarde. 2015

Echa mano

   Muestra tu valor agora,
   medroso, infame enemigo.
   ¡ Muere !
JUANA:                  ¡ Ay, ten !    ¡ Que no es conmigo
   la pesadumbre, señora !
SERAFINA:      ¿ Qué te parece ?
JUANA:                              Temí. 2020
SERAFINA:      Enojéme.
JUANA:                    ¿ Pues qué hicieras,
   a ser los celos de veras
   si te enojas siendo así ?
ANTONIO:      ¿ Hay celos con mayor gracia ?
PINTOR:      Estoy mirándola loco. 2025
   ¡ Donaire extraño !
JUANA:                            Por poco
   sucediera una desgracia,
   de verte tuve temor.
   Un valentón bravo has hecho.
SERAFINA:      Oye agora.    Satisfecho 2030
   de mi dama y de su amor,
   del enojo que la di,
   muy a lo tierno la pido
   me perdone arrepentido.
JUANA:      Eso será bueno.    Di. 2035

Representa

SERAFINA:      Los cielos me son testigos
   si el enojo que te he dado
   al alma no me ha llegado.
   Mi bien, seamos amigos.
   Basta.    No haya más enojos, 2040
   pues yo propio me castigo.
   Vuelvan a jugar conmigo
   las dos niñas de esos ojos.
   Quitad el ceño.    No os note
   mi amor niñas soberanas; 2045
   que dirá que sois villanas
   viéndoos andar con capote.
   ¿ De qué sirve este desdén,
   mi gloria, mi luz, mi cielo,
   mi regalo, mi consuelo, 2050
   mi paz, mi gloria, mi bien ?
   ¿ Que no me quieres mirar ?
   ¡ Que esto no te satisfaga !
   Mátame, toma esta daga.
   Mas no me querrás matar; 2055
   que aunque te enojes, yo sé
   que en mí tu gusto se emplea.
   No hayas más, mi Celia.    ¡ Ea,
   mira que me enojaré !

Va a abrazar a doña JUANA

   Como te adoro, me atrevo; 2060
   no me apartes, no te quites.
JUANA:      Pasito, que te derrites.
   De nieve te has vuelto sebo.
   Nunca has sido, sino agora,
   portuguesa.
ANTONIO:                      ¡ Ah, cielo santo ! 2065
   ¡ Quién la dijera otro tanto
   como ha dicho.
JUANA:                        Di, señora,
   ¿ es posible que quien siente
   y hace así un enamorado
   no tenga amor ?
SERAFINA:                          No me ha dado 2070
   hasta agora ese accidente
   porque su provecho es poco,
   y la pena que da es mucha.
   Aqueste romance escucha.
   ¡ Verás cuán bien finjo un loco ! 2075

Representa

   ¿ Que se casa con el conde
   y me olvida Celia ?    ¡ Cielos !
   Pero mujer y mudanza
   tienen un principio mesmo.
   ¿ Qué se hicieron los favores 2080
   que cual flores prometieron
   el fruto de mi esperanza ?
   Mas fueron flores de almendro;
   un cierzo las ha secado.
   Loco estoy, matarme quiero; 2085
   piérdase también la vida,
   pues ya se ha perdido el seso.
   Mas, no; vamos a las bodas;
   que razón es, pensamiento,
   pues que la costa pagamos, 2090
   que a mi costa nos holguemos.
   En la aldea se desposan
   los dos a lo villanesco;
   que pues se casa en aldea,
   villana su amor ha vuelto. 2095
   Celos, volemos allá
   pues tenéis alas de fuego.
   A lindo tiempo llegamos,
   desde aquí verla podemos.
   Ya salen los convidados, 2100
   el tamboril toca el tiempo,
   porque a su son bailan todos;
   pues ellos bailan, bailemos.
   Va: "Perantón, Perantón...
   . . . . . . . . . . [e-o]" 2105

Baila

   Pues vuestra Celia las hace,
   toca Pero Sastre, el viejo,
   pues que la villa lo paga.
   Ya se entraron allá dentro,
   ya quieren dar colación. 2110
   La capa del sufrimiento

Rebózase

   me rebozaré, que así
   podré llegar encubierto,
   y arrimarme a este rincón
   como mis merecimientos. 2115
   Avellanas y tostones
   dan a todos.    ¡ Hola !    ¡ Ah, necios !
   Llegad, tomaré un puñado.
   ¿ Yo necio ?    Mentís.    ¿ Yo miento ?
   Tomad.    ¿ A mí bofetón ? 2120

Dase un bofetón

   ¡ Muera !    ¡ Ténganse !    ¿ Qué es esto ?

Echa mano

   No fue nada.    Sean amigos.
   Yo lo soy.    Yo serlo quiero.

Envaina

   Ya ha llegado el señor cura.
   Por muchos años y buenos 2125
   se regocije esta casa
   con bodas y casamientos.
   Por vertú de su mercé,
   señor cura, aquí hay asiento.
   ¿ Eso no ?    Tome esta silla 2130
   de costillas.    No haré, cierto.
   Digo que la ha de tomar.
   Este escaño estaba bueno;
   mas por no ser porfiado...
   Ya se ha rellenado el viejo. 2135
   Echá vino, Hernán Alonso.
   Beba el cura y vaya arreo.
   ¡ Oh, cómo sabe a la pega !
   También Celia sabe a celos.
   Ya es hora del desposorio; 2140
   todos están en pie puestos:
   los novios y los padrinos
   en frente y el cura en medio.
   Fabio, ¿ queréis por esposa
   a Celia hermosa ?    Sí, quiero. 2145
   Vos, Celia, ¿ queréis a Fabio ?
   Por mi esposo y por mi dueño.
   ¡ Oh, perros !    ¿ En mi presencia ?

Mete mano

   El príncipe Pinabelo
   soy.    Mueran los desposados, 2150
   el cura, la gente, el pueblo.
   ¡ Ay, que nos mata !    Pegadles,
   celos míos, vuestro incendio
   pues Sansón me he vuelto.    Muera
   Sansón con los Filisteos; 2155
   que no hay quien pueda resistir el fuego
   cuando le enciende amor y soplan celos.
JUANA:      ¡ Pecadora de mí !    ¡ Tente !
   Que no soy Celia ni Celio
   para airarte contra mí. 2160
SERAFINA:      Encendíme, te prometo,
   como Alejandro lo hacía
   llevado del instrumento
   que aquel músico famoso
   le tocaba.
ANTONIO:                    ¿ Pudo el cielo 2165
   juntar más donaire y gracia
   solamente en un sujeto ?
   ¡ Dichoso quien, aunque muera,
   le ofrece sus pensamientos !
JUANA:      Diestra estás; muy bien lo dices. 2170
SERAFINA:      Ven, doña Juana; que quiero
   vestirme sobre este traje
   el mío, hasta que sea tiempo
   de representar.
JUANA:                          A fe,
   que se ha de holgar en extremo 2175
   tu melancólica hermana.
SERAFINA:      Entretenerla deseo.

Vanse los dos

PINTOR:      Ya se fueron.
ANTONIO:                        Ya quedé
   con su ausencia triste y ciego.
PINTOR:      En fin, ¿ quieres que de hombre 2180
   la pinte ?
ANTONIO:                    Sí, que deseo
   contemplar en este traje
   lo que agora visto habemos;
   pero truécala el vestido.
PINTOR:      ¿ Pues no quieres que sea negro ? 2185
ANTONIO:      Dará luto a mi esperanza;
   mejor es color de cielos,
   con oro, y pondrá en él
   otro amor y azul mis celos.
PINTOR:      Norabuena
ANTONIO:                    ¿ Para cuándo 2190
   me le tienes de dar hecho ?
PINTOR:      Para mañana sin falta.
ANTONIO:      No repares en el precio;
   que no trujera Amor desnudo el cuerpo
   a ser interesable y avariento. 2195

Vanse.    Salen doña MADALENA y MIRENO

MADALENA:      Mi maestro habéis de ser
   desde hoy.
MIRENO:                    ¿ Qué ha visto en mí,
   vuestra excelencia, que así
   me procura engrandecer ?
   Dará lición al maestro 2200
   el discípulo desde hoy.
MADALENA:      (¡ Qué claras señales doy              Aparte
   del ciego amor que le muestro !)
MIRENO:      (¿ Qué hay que dudar, esperanza ?    Aparte
   Esto, ¿ no es tenerme amor ? 2205
   Dígalo tanto favor,
   muéstrelo tanta privanza.
   VergÜenza, ¿ por qué impedís
   la ocasión que el cielo os da ?
   Daos por entendido ya.) 2210
MADALENA:      Como tengo, don Dionís
   tanto amor...
MIRENO:                          (¡ Ya se declara,      Aparte
   ya dice que me ama, cielos !
MADALENA:      ...al conde de Vasconcelos,
   antes que venga, gustara, 2215
   no sólo hacer buena letra,
   pero saberle escribir,
   y por palabras decir
   lo que el corazón penetra;
   que el poco uso que en amar 2220
   tengo, pide que me adiestre
   esta experiencia, y me muestre
   cómo podré declarar
   lo que tanto al alma importa,
   y el amor mismo me encarga; 2225
   que soy en quererle larga,
   y en significarlo corta.
   En todo os tengo por diestro;
   y así, me habéis de enseñar
   a escribir y a declarar 2230
   al conde mi amor, maestro.
MIRENO:      (¿ Luego no fue en mi favor,          Aparte
   pensamiento lisonjero
   sino porque sea tercero
   del conde ?    ¿ Veis, loco amor, 2235
   cuán sin fundamento y fruto
   torres habéis levantado
   de quimera, que ya han dado
   en el suelo ?    Como el bruto
   en esta ocasión he sido, 2240
   en que la estatua iba puesta,
   haciéndola el pueblo fiesta
   que loco y desvanecido
   creyó que la reverencia
   no a la imagen que traía 2245
   sino a él solo se hacía,
   y con brutal impaciencia
   arrojalla de sí quiso
   hasta que se apaciguó
   con el castigo, y cayó 2250
   confuso en su necio aviso.
   ¿ Así el favor corresponde
   con que me he desvanecido ?
   Basta; que yo el bruto he sido
   y la estatua es sólo el conde. 2255
   Bien puedo desentonarme
   que no es la fiesta por mí.)
MADALENA:      (Quise deslumbrarle así;              Aparte
   que fue mucho declararme.)
   Mañana comenzaréis, 2260
   maestro, a darme lición.
MIRENO:      Servirte es mi inclinación.
MADALENA:      Triste estáis.
MIRENO:                        ¿ Yo ?
MADALENA:                            ¿ Qué tenéis ?
MIRENO:      Ninguna cosa.
MADALENA:                          (Un favor            Aparte
   me manda Amor que le dé.) 2265

Tropieza y dala la mano MIRENO

   ¡ Válgame Dios !    Tropecé...
   (Que siempre tropieza Amor.)          Aparte
   El chapín se me torció.
MIRENO:      (¡ Cielos !    ¿ Hay ventura igual ?)      Aparte
   ¿ Hízose acaso algún mal 2270
   vueselencia ?
MADALENA:                      Creo que no.
MIRENO:      ¿ Que la mano la tomé ?
MADALENA:      Sabed que al que es cortesano
   le dan, al darle una mano,
   para muchas cosas pie. 2275

Vase

MIRENO:      "¡ Le dan, al darle una mano,
   para muchas cosas pie !"
   De aquí, ¿ qué colegiré ?
   Decid, pensamiento vano.
   ¿ En aquesto pierdo o gano ? 2280
   ¿ Qué confusión, qué recelos
   son aquestos ?    Decid, cielos,
   ¿ esto no es amor ?    Mas no,
   que llevo la estatua yo
   del conde de Vasconcelos. 2285
   Pues, ¿ qué enigma es darme pie
   la que su mano me ha dado ?
   Si sólo el conde es amado,
   ¿ qué es lo que espero ?    ¿ Qué sé ?
   Pie o mano, decid, ¿ por qué 2290
   dais materia a mis desvelos ?
   Confusión, Amor, recelos,
   ¿ soy amado ?    Pero no,
   que llevo la estatua yo
   del conde de Vasconcelos. 2295
   El pie que me dio será
   pie para darla lición
   en que escriba la pasión
   que el conde y su amor la da.
   VergÜenza, sufrí y callá. 2300
   Basta ya, atrevidos vuelos,
   vuestra ambición, si a los cielos
   me desatino os subió;
   que llevo la estatua yo
   del conde de Vasconcelos. 2305


ACTO TERCERO

Salen LAURO, pastor viejo, y RUY Lorenzo, también de pastor

RUY:      Si la edad y la prudencia
   ofrece en la adversidad,
   Lauro discreto, paciencia,
   vuestra prudencia y edad
   pueden hacer la experiencia. 2310
   Dejad el llanto prolijo;
   que, si vuestro ausente hijo
   es causa que lloréis tanto,
   él convertirá ese llanto
   brevemente en regocijo. 2315
   Su virtud misma procura
   honrar vuestra senectud
   y hacer su dicha segura;
   que siempre fue la virtud
   principio de la ventura; 2320
   y pues la tiene por madre,
   no es bien que ese llanto os cuadre.
LAURO:      Eso mis males lo vedan,
   porque los hijos heredan
   las desdichas de su padre. 2325
   No le he dejado otra herencia
   si no es la desdicha mía,
   . . . . . . . . . . -encia;]
   que era el muro que tenía
   mi vejez.
RUY:                    ¿ Esa es prudencia ? 2330
   Si por trabajos un hombre
   es bien que llore y se asombre,
   ¿ quién los tiene como yo
   a quien el cielo quitó
   honra, patria, hacienda y nombre ? 2335
   Un hijo sólo perdéis
   aunque no en las esperanzas
   que de gozalle tenéis;
   pero yo, con las mudanzas
   que de mi vida sabéis, 2340
   ¿ cuándo veré que el furor
   del tiempo y de su rigor
   dejará de hacerme ultraje,
   despreciado en este traje
   y con nombre de traidor ? 2345
   Consoladme vos a mí,
   pues es más lo que perdí.
LAURO:      ¿ Más que un hijo habéis perdido ?
RUY:      El honor, ¿ no es preferido
   a la vida y hijos ?
LAURO:                              Sí. 2350
RUY:      Pues si no tengo esperanza
   de dar a mi honor remedio,
   más pierdo.
LAURO:                      En una venganza
   no es bien que se tome el medio
   deshonrado; el que la alcanza 2355
   con medio que injustos son,
   cuando más vengarse intenta,
   queda con mayor afrenta
   [porque ese color presenta]
   dando color de traición 2360
   el contrahacer firma y sello
   del duque para matar
   al conde, pudiendo hacello
   de otro modo y no manchar
   vuestro honor por socorrello. 2365
   Y pues parece castigo
   el que os da el tiempo enemigo,
   justo es que estéis consolado,
   pues padecéis por culpado;
   pero el que usa conmigo 2370
   mi desdicha es diferente,
   pues, aunque no lo merezco,
   me castiga.
RUY:                    Un hijo ausente
   no es gran daño.
LAURO:                        El que padezco
   tantos años inocente 2375
   os diré, si los ajenos
   daños hacen que sean menos
   los propios males.
RUY:                              No son
   de aquesa falsa opinión
   los generosos y buenos; 2380
   porque el prudente i discreto
   siente el daño ajeno tanto
   como el propio.
LAURO:                        Si secreto
   me guardáis, diraos mi llanto
   su historia.
RUY:                      Yo os le prometo; 2385
   mas llorar un hijo ausente
   un hombre es mucha flaqueza.
LAURO:      Pierdo, con perdelle, mucho.
RUY:      ¿ Qué más extremos hicieras
   a tener tú mis desdichas ? 2390
LAURO:      ¡ Ay, Dios !    Si quien soy supieras,
   ¡ cómo todas tus desgracias
   las juzgaras por pequeñas !
RUY:      Ese enigma me declara.
LAURO:      Pues con ese traje quedas 2395
   en el lugar de mi hijo,
   escucha mi suerte adversa.
   Yo, Ruy Lorenzo, no soy
   hijo de estas asperezas,
   ni el traje que tosco ves 2400
   es mi natural herencia;
   no es de Lauro mi apellido,
   ni mi patria aquesta sierra,
   ni jamás mi sangre noble
   supo cultivar la tierra. 2405
   Don Pedro de Portugal
   me llaman, y de la cepa
   de los reyes lusitanos
   desciendo por línea recta.
   El rey don DÜarte fue 2410
   mi hermano, y el que ahora reina
   es mi sobrino.
RUY:                        ¿ Qué escucho ?
   ¡ Duque de Coímbra !    Deja
   que sellen tus pies mi labios,
   y que mis desdichas tengan 2415
   fin, pues con las tuyas son
   o ningunas o pequeñas.
LAURO:      Alza del suelo y escucha
   si acaso tienes paciencia
   para saber los vaivenes 2420
   de la Fortuna y su rueda.
   Murió el rey de Portugal,
   mi hermano, en la primavera
   de su juventud lozana;
   mas la muerte, ¿ qué no seca ? 2425
   De seis años dejó un hijo
   que agora, ya hombre, intenta
   acabar mi vida y honra;
   y dejando la tutela
   y el gobierno de estos reinos 2430
   solos a mí y a la reina.
   Murió el rey; sobre el gobierno
   hubo algunas diferencias
   entre mí y la reina viuda,
   porque jamás la soberbia 2435
   supo admitir compañía
   en el reinar, y las lenguas
   de envidiosos lisonjeros
   siempre disensiones siembran.
   Metióse el rey de Castilla 2440
   de por medio, porque era
   la reina su hermana.    En fin,
   nuestros enojos concierta
   con que rija en Portugal
   la mitad del reino, y tenga 2445
   en su poder al infante.
   Vine en esta conveniencia;
   mas no por eso cesaron
   las envidias y sospechas,
   hasta alborotar el reino 2450
   asomos de armas y guerras.
   Pero cesó el alboroto
   porque, aunque era moza y bella
   la reina, un mal repentino
   dio con su ambición en tierra. 2455
   Murió en fin; gocé el gobierno
   portugués sin competencia,
   hasta que fue Alfonso Quinto,
   de bastante edad y fuerzas.
   Caséle con una hija 2460
   que me dio el cielo, Isabela
   por nombre aunque desdichada,
   pues ni la estima ni precia.
   Juntáronsele al rey mozo
   mil lisonjeros, que cierran 2465
   a la verdad en palacio,
   como es costumbre, las puertas.
   Entre ellos un mi enemigo,
   de humilde naturaleza,
   Vasco Fernández por nombre, 2470
   gozó, la privanza excelsa;
   y queriendo derribarme
   para asegurarse en ella,
   a mi propio hermano induce,
   y, para engañarle, ordena 2475
   hacerle entender que quiero
   levantarme con sus tierras
   y combatirle a Berganza,
   siendo duque por mí de ella.
   Creyólo, y ambos a dos 2480
   al nuevo rey aconsejan,
   si quiere gozar seguro
   sus estados, que me prenda;
   para lo cual alegaban
   que di muerte con hierbas 2485
   a doña Leonor, su madre,
   y que con traiciones nuevas
   quitalle intentaba el reino,
   pidiendo a Ingalaterra
   socorro, con cartas falsas 2490
   en que mi firma le enseñan.
   Creyólo; desposeyóme
   de mi estado y las riquezas
   que en el gobierno adquirí;
   llevóme a una fortaleza 2495
   donde, sin bastar los ruegos
   ni lágrimas de Isabela,
   mi hija y su esposa, manda
   que me corten la cabeza.
   Supe una noche propicia 2500
   el rigor de la sentencia
   y, ayudándome el temor,
   las sábanas hechas vendas,
   me descolgué de los muros,
   y en aquella noche mesma 2505
   di aviso que me siguiese
   a mi esposa la duquesa.
   Supo el rey mi fuga, y manda
   que al son de roncas trompetas
   me publiquen por traidor, 2510
   dando licencia a cualquiera
   para quitarme la vida,
   poniendo mortales penas
   a quien, sabiendo de mí,
   no me lleve a su presencia. 2515
   Temí el rigor del mandato,
   y como en la suerte adversa
   huye el amistad, no quise
   ver en ellos su experiencia.
   Llegamos hasta estos montes, 2520
   donde de parto y tristeza
   murió mi esposa querida,
   y un hijo hermoso me deja
   que en este traje criado,
   comprando ganado y tierras, 2525
   y hecho de duque pastor,
   ha ya veinte primaveras
   que han dado flores a mayo,
   hierba al prado y a mí penas,
   que el estado en que me ves 2530
   conservo; mas todo fuera
   poco, a no perder la vista
   del hijo en cuya presencia
   olvidaba mis trabajos.
   Mira si es razón que sienta 2535
   la falta que a mi vejez
   hace su vista, y que pierda
   la vida que ya se acaba
   entre lágrimas molestas.
RUY:      Notables son los sucesos 2540
   que en el mundo representa
   el tiempo caduco y loco,
   autor de tantas tragedias.
   La tuya, famoso duque,
   hace que olvide mis penas; 2545
   mas yo espero en Dios que presto
   dará Fortuna la vuelta.
   Bien claras señales daba
   de tu hijo la presencia,
   que, cual ceniza, el sayal 2550
   las llamas de su nobleza
   encubría.    Quiera el cielo
   que rico y próspero el vuelva
   a consolarte.

Salen VASCO y BATO, pastores

BATO:                        Nuesamo,
   con cinco carros de leña 2555
   vamos a Avero.    ¿ Mandas algo
   para allá ?
LAURO:                    Bato, que vengas
   presto.
BATO:                ¿ No quieres más ?
LAURO:                                  No.
BATO:      Pues yo sí, porque quisiera
   que, a cuenta de mi soldada, 2560
   ocho veintenes me diera
   para una cofia de pinos
   que me ha pedido Firela.
LAURO:      Ven por ellos.
BATO:                        En mi tarja
   nueve rayas tengo hechas, 2565
   porque otros cinco tostones
   debo no más.
LAURO:                      ¡ Qué simpleza !

Vanse BATO y LAURO

VASCO:      ¿ No podría yo ir allá ?
RUY:      No,    Vasco amigo, si intentas
   no perderte; que ya sabes 2570
   nuestro peligro y afrenta.
VASCO:      ¿ Hasta cuándo quieres que ande
   en esta vida grosera,
   de mis calzas desterrado ?
   Vuélveme, señor, a ellas, 2575
   y líbrame de un mastín
   que anoche desde la puerta
   de Melisa me llevó
   dos cuarterones de pierna.
RUY:      ¿ Pues qué hacías tú de noche 2580
   a su puerta ?
VASCO:                      Hay cosas nuevas.
   Si aquí es el amor quillotro,
   quillotrado estoy por ella.
   Hízome ayer un favor
   en el valle.
RUY:                    ¿ Y fue ?
VASCO:                            Que tiesa 2585
   me dio un pellizco en un brazo,
   terrible, y me hizo señas
   con el ojo zurdo.
RUY:                            ¿ Y ése
   es buen favor ?
VASCO:                        ¡ Linda flema !
   Ansí se imprime el carácter 2590
   del amor en las aldeas.

Vanse.    Salen MIRENO y TARSO

TARSO:      ¿ Más muestras quieres que dé
   que decirte, al "cortesano
   le dan, al dalle una mano,
   para muchas cosas pie ?" 2595
   ¿ Puede decirlos más claro
   una mujer principal ?
   ¿ Qué aguardabas, pese a tal,
   amante corto y avaro,
   que ya te daré este nombre 2600
   pues no te osas atrever ?
   ¿ Esperas que la mujer
   haga el oficio de hombre ?
   ¿ En qué especie de animales
   no es la hembra festejada, 2605
   perseguida y paseada
   con amorosas señales ?
   A solicitalla empieza,
   que lo demás es querer
   el orden sabio romper 2610
   que puso Naturaleza.
   Habla; no pierdas por mudo
   tal mujer y tal estado.
MIRENO:      Un laberinto intricado
   es, Tarso, el que temo y dudo. 2615
   No puedo determinarme
   que me prefieran los cielos
   al conde de Vasconcelos;
   pues llegando a compararme
   con él, sé que es gran señor, 2620
   mozo discreto, heredero
   de Berganza, y desespero,
   viéndome humilde pastor,
   rama vil de un tronco pobre,
   y que tan noble mujer 2625
   no es posible quiera hacer
   más favor que al oro, al cobre.
   Mas después el afición
   con que me honra y favorece,
   las mercedes que me ofrece 2630
   su afable conversación,
   el suspenderse, el mirar,
   las enigmas y rodeos
   con que explica sus deseos,
   el fingir un tropezar 2635
   --si es que fue fingido--el darme
   la mano, con la razón
   que me tiene en confusión
   se animan para animarme,
   y entre esperanza y temor 2640
   como ya, Brito, me abraso,
   llego a hablalla, tengo el paso,
   tira el miedo, impele amor,
   y, cuando más me provoca
   y hablalla el alma comienza, 2645
   enojada la VergÜenza
   llega y tápame la boca.
TARSO:      ¿ VergÜenza ?    ¿ Tal dice un hombre ?
   ¡ Vive Dios, que estoy corrido
   con razón de haberte oído 2650
   tal necedad !    No te asombre
   que así llame a tu temor
   por no llamarle locura.
   ¡ Miren aquí qué criatura
   o qué doncella Teodor, 2655
   para que con este espacio
   diga que vergÜenza tiene !
   No sé yo para qué viene
   el vergonzoso a palacio.
   Amor vergonzoso y mudo 2660
   medrará poco, señor,
   que a tener vergÜenza amor,
   no le pintaran desnudo.
   No hayas miedo que se ofenda
   cuando digas tus enojos; 2665
   vendados tiene los ojos
   pero la boca sin venda.
   Habla, o yo se lo diré
   porque, si callas, es llano
   que quien te dio pie en la mano 2670
   tiene de dejarte a pie.
MIRENO:      Ya, Brito, conozco y veo
   que amor que es mudo no es cuerdo;
   pero, si por hablar pierdo
   lo que callando poseo 2675
   y agora con mi privanza
   e imaginar que me tiene
   amor, vive y se entretiene,
   mi incierta y loca esperanza;
   y declarando, mi amor 2680
   tengo de ver en mi daño
   el castigo y desengaño
   que espero de su rigor,
   ¿ no es mucho más acertado
   aunque la lengua sea muda, 2685
   gozar un amor en duda
   que un desdén averiguado ?
   Mi vergÜenza esto señala,
   esto intenta mi secreto.
TARSO:      Dijo una vez un discreto 2690
   que en tres cosas era mala
   la vergÜenza y el temor.
MIRENO:      ¿ Y eran ?
TARSO:                    Escucha despacio:
   en el púlpito, en palacio
   y en decir uno su amor. 2695
   En palacio estás.    Los cielos
   te abren camino anchuroso.
   No pierdas por vergonzoso.
MIRENO:      Si al conde de Vasconcelos
   ama, ¿ cómo puede ser ? 2700
TARSO:      No lo creas.
MIRENO:                      Si lo veo
   y ell[a] lo dice.
TARSO:                            Es rodeo
   y traza para saber
   si amas.    A hablarla comienza,
   que, par Dios, si la perdemos 2705
   que al monte volver podemos
   a segar.
MIRENO:                    Si la vergÜenza
   me da lugar yo lo haré
   aunque pierda vida y fama.

Sale doña JUANA

JUANA:      Mirad, don Dionís, que os llama 2710
   mi señora...
MIRENO:                      Luego iré.
TARSO:      Animo.
MIRENO:                    (¿ Qué confusión            Aparte
   me entorpece y acobarda ?
JUANA:      Venid presto; que os aguarda.

Vase

TARSO:      Desenvuelve el corazón. 2715
   Háblala, señor, de espacio.
MIRENO:      Tiemblo, Brito.
TARSO:                          Esto es forzoso.
   Bien dicen que al vergonzoso
   le trujo el diablo a palacio.

Vanse.    Sale doña MADALENA

MADALENA:      Ciego Dios, ¿ qué os avergÜenza 2720
   la cortedad de un temor ?
   ¿ De cuándo acá niño amor
   sois hombre y tenéis vergÜenza ?
   ¿ Es posible que vivís
   en don Dionís y que os llama 2725
   su dios ?    Sí, pues si me ama,
   ¿ cómo calla don Dionís ?
   Decláreme sus enojos,
   pues callar un hombre es mengua.
   Dígame una vez su lengua 2730
   lo que me dicen sus ojos.
   Si teme mi calidad
   su bajo y humilde estado,
   bastante ocasión le ha dado
   mi atrevida libertad. 2735
   Ya le han dicho que le adoro
   mis ojos, aunque fue en vano.
   La lengua, al dalle la mano
   a costa de mi decoro,
   ya abrió el camino que pudo 2740
   mi vergÜenza.    Ciego infante,
   ya que me habéis dado amante,
   ¿ para qué me le dais mudo ?
   Mas no me espanto lo sea
   pues tanto Amor me humilló; 2745
   que, aun diciéndoselo yo,
   podrá ser que no lo crea.

Sale doña JUANA

JUANA:      Don Dionís, señora, viene
   a darte lición.

Vase

MADALENA:                          A dar
   lición vendrá de callar 2750
   pues aun palabras no tiene.
   De suerte me trata Amor
   que mi pena no consiente
   más silencio.    Abiertamente
   le declararé mi amor 2755
   contra el común orden y uso;
   mas tiene de ser de modo
   que, diciéndoselo todo,
   le he de dejar más confuso.

Siéntase en una silla.    Finge que duerme y sale MIRENO, descubierto

MIRENO:      ¿ Qué manda vuestra excelencia ? 2760
   ¿ Es hora de dar lición ?
   (Ya comienza el corazón              Aparte
   a temblar en su presencia.
   Pues que calla, no me ha visto;
   sentada sobre la silla 2765
   con la mano en la mejilla
   está.)
MADALENA:                  (En vano me resisto.          Aparte
   Yo quiero dar a entenderme
   como que dormida estoy.)
MIRENO:      Don Dionís, señora, soy. 2770
   ¿ No me responde ?    ¿ Si duerme ?
   Durmiendo está.    Atrevimiento,
   agora es tiempo.    Llegad
   a contemplar la beldad
   que ofusca mi entendimiento. 2775
   Cerrados tiene los ojos.
   Llegar puedo sin temor;
   que, si son flechas de Amor,
   no me podrán dar enojos.
   ¿ Hizo el Autor soberano 2780
   de nuestra naturaleza
   más acabada belleza ?
   Besarla quiero una mano.
   ¿ Llegaré ?    Sí...pero no;
   que es la reliquia divina 2785
   y mi humilde boca indina
   de tocalla.    ¿ Pero yo
   soy hombre y tiemblo ? ¿ Qué es esto ?
   Animo.    ¿ No duerme ?    Sí.

Llega y retírase

   Voy.    ¿ Si despierta ?    ¡ Ay de mí, 2790
   que el peligro es manifiesto
   y moriré si recuerda
   hallándome de este modo !
   Para no perderlo todo
   bien es que esto poco pierda. 2795
   El temor el Amor venza.
   Afuera quiero esperar.
MADALENA:      (¡ Que no se atrevió a llegar !          Aparte
   ¡ Mal haya tanta vergÜenza !)
MIRENO:      No parezco bien aquí 2800
   solo, pues durmiendo está.
   Yo me voy.
MADALENA:                    (¿ Que al fin se va ?)          Aparte

Como que duerme

   Don Dionís...
MIRENO:                        ¿ Llamóme ?    Sí.
   ¡ Qué presto que despertó !
   Miren, ¡ qué bueno quedara 2805
   si mi intento ejecutara !
   ¿ Está despierta ?    Mas no;
   que en sueños pienso que acierta
   mi esperanza entretenida;
   y quien me llama dormida 2810
   no me quiere mal despierta.
   ¿ Si acaso soñando está
   en mí ?    ¡ Ay, cielos !    ¿ Quién supiera
   lo que dice ?

Como que duerme

MADALENA:                        No os vais fuera.
   Llegaos, don Dionís, acá. 2815
MIRENO:      Llegar me manda su sueño.
   ¡ Qué venturosa ocasión !
   Obedecella es razón
   pues, aunque duerme, es mi dueño.
   Amor, acabad de hablar. 2820
   No seáis corto.

Todo lo que hablare ella es como entre sueños

MADALENA:                          Don Dionís,
   ya que a enseñarme venís
   a un tiempo a escribir y amar
   al conde de Vasconcelos...
MIRENO:      ¡ Ay, cielos !    ¿ Qué es lo que veis ? 2825
MADALENA:      ...quisiera ver si sabéis
   qué es amor y qué son celos;
   porque será cosa grave
   que ignorante por vos quede,
   pues que ningún otro puede 2830
   enseñar lo que no sabe.
   Decidme, ¿ tenéis amor ?
   ¿ De qué os ponéis colorado ?
   ¿ Qué vergÜenza os ha turbado ?
   Responded.    Dejá el temor; 2835
   que el amor es un tributo
   y una deuda natural
   en cuantos viven, igual
   desde el ángel hasta el bruto.

Ella misma se pregunta y responde como que duerme

   Si esto es verdad, ¿ para qué 2840
   os avergonzáis así ?
   ¿ Queréis bien ?    --Señora, sí--.
   ¡ Gracias a Dios que os saqué
   una palabra siquiera.
MIRENO:      ¿ Hay sueño más amoroso ? 2845
   ¡ Oh, mil veces venturoso
   quien le escucha y considera !
   Aunque tengo por más cierto
   que yo solamente soy
   el que soñándolo estoy; 2850
   que no debo estar despierto.
MADALENA:      ¿ Ya habéis dicho a vuestra dama
   vuestro amor ?--No me he atrevido--.
   ¿ Luego nunca lo ha sabido ?
   --Como el amor todo es llama, 2855
   bien lo habrá echado de ver
   por los ojos lisonjeros,
   que son mudos pregoneros--.
   La lengua tiene de hacer
   ese oficio; que no entiende 2860
   distintamente quien ama
   esa lengua que se llama
   algarabía de allende.
   ¿ No os ha dado ella ocasión
   para declararos ?--Tanta 2865
   que mi cortedad me espanta--.
   Hablad, que esa suspensión
   hace a vuestro amor agravio.
   --Temo perder por hablar
   lo que gozo por callar--. 2870
   Eso es necedad, que un sabio
   al que calla y tiene amor
   compara a un lienzo pintado
   de Flandes que está arrollado.
   Poco medrará el pintor 2875
   si los lienzos no descoge
   que al vulgo quiere vender
   para que los pueda ver.
   El palacio nunca acoge
   la vergÜenza; esa pintura 2880
   desdoblad, pues que se vende,
   que el mal que nunca se entiende
   difícilmente se cura.
   --Sí; mas la desigualdad
   que hay, señora, entre los dos 2885
   me acobarda--.    ¿ Amor no es dios ?
   --Sí, señora--.    Pues hablad;
   que sus absolutas leyes
   saben abatir monarcas
   e igualar con las abarcas 2890
   la coronas de los reyes.
   Yo os quiero por medianera,
   decidme a mí quién amáis.
   --No me atrevo--.    ¿ Qué dudáis ?
   ¿ Soy mala para tercera ? 2895
   --No, pero temo, ¡ ay de mí !--
   ¿ Y si yo su nombre os doy ?
   ¿ Diréis si es ella si soy
   yo acaso ?    --Señora, sí--.
   ¡ Acabara yo de hablar ! 2900
   ¿ Mas que sé que os causa celos
   el conde de Vasconcelos ?
   --Háceme desesperar;
   que es, señora, vuestro igual
   y heredero de Berganza--. 2905
   La igualdad y semejanza
   no está en que sea principal,
   o humilde y pobre el amante,
   sino en la conformidad
   del alma y la voluntad. 2910
   Declaraos de aquí adelante,
   don Dionís.    A esto os exhorto;
   que en juegos de amor no es cargo
   tan grande un cinco de largo
   como es un cinco de corto. 2915
   Días ha que os preferí
   al conde de Vasconcelos.
MIRENO:      ¿ Qué escucho, piadosos cielos ?

Da un grito MIRENO, y hace que despierte doña MADALENA

MADALENA:      ¡ Ay, Jesús !    ¿ Quién está aquí ?
   ¿ Quién os trujo a mi presencia, 2920
   don Dionís ?
MIRENO:                      Señora mía...
MADALENA:      ¿ Qué hacéis aquí ?
MIRENO:                            Yo venía
   a dar a vuestra excelencia
   lición.    Halléla durmiendo,
   y mientras que despertaba 2925
   aquí, señora, aguardaba.
MADALENA:      Dormíme, en fin, y no entiendo
   de qué pudo sucederme;
   que es gran novedad en mí
   quedarme dormida así. 2930

Levántase

MIRENO:      Si sueña siempre que duerme
   vuestra excelencia del modo
   que agora, ¡ dichoso yo !
MADALENA:      (¡ Gracias al cielo que habló          Aparte
   este mudo !)
MIRENO:                      (¡ Tiemblo todo !)          Aparte 2935
MADALENA:      ¿ Sabéis vos lo que he soñado ?
MIRENO:      Poco es menester saber
   para eso.
MADALENA:                    Debéis de ser
   otro Josef.
MIRENO:                      Su traslado
   en la cortedad he sido 2940
   pero no en adivinar.
MADALENA:      Acabad de declarar
   cómo el sueño habéis sabido.
MIRENO:      Durmiendo vuestra excelencia,
   por palabras le ha explicado. 2945
MADALENA:      ¡ Válame Dios !
MIRENO:                        Y he sacado
   en mi favor la sentencia,
   que falta ser confirmada
   para hacer mi dicha cierta
   por vueselencia despierta. 2950
MADALENA:      Yo no me acuerdo de nada.
   Decídmelo; podrá ser
   que me acuerda de algo agora.
MIRENO:      No me atrevo, gran señora.
MADALENA:      Muy malo debe de ser 2955
   pues no me lo osáis decir.
MIRENO:      No tiene cosa peor
   que haber sido en mi favor.
MADALENA:      Mucho lo deseo oír.
   Acabad ya, por mi vida. 2960
MIRENO:      Es tan grande el juramento
   que anima mi atrevimiento.
   Vuestra excelencia dormida...
   Tengo vergÜenza.
MADALENA:                              Acabad;
   que estáis, don Dionís, pesado. 2965
MIRENO:      Abiertamente ha mostrado
   que me tiene voluntad.
MADALENA:      ¿ Yo ?    ¿ Cómo ?
MIRENO:                          Alumbró mis celos,
   y en sueños me ha prometido...
MADALENA:      ¿ Sí ? 2970
MIRENO:      ...que he de ser preferido
   al conde de Vasconcelos.
   Mire si en esta ocasión
   son los favores pequeños.
MADALENA:      Don Dionís, no creáis en sueños; 2975
   que los sueños sueños son.

Vase

MIRENO:      ¿ Agora sales con eso ?
   Cuando sube mi esperanza,
   carga el desdén la balanza
   y se deja en fiel el peso. 2980
   Con palabras tan resueltas
   dejas mi dicha mudada.
   ¡ Qué mala era para espada
   voluntad con tantas vueltas !
   ¿ Por qué varios arcaduces 2985
   guía el cielo aqueste amor ?
   Con el desdén y favor
   me he quedado entre dos luces.
   No he de hablar más en mi vida
   pues mi desdicha concierta 2990
   que me desprecie despierta
   quien me quiere bien dormida.
   Calla el alma su pasión
   y sirva a mejores dueños,
   sin dar crédito a más sueños; 2995
   que los sueños sueños son.

Sale TARSO

TARSO:      Pues, señor, ¿ cómo te ha ido ?
MIRENO:      ¿ Qué sé yo ?    Ni bien ni mal.
   Con un compás quedo igual:
   amado y aborrecido. 3000
   A mi vergÜenza y recato
   me vuelvo que es lo mejor.
TARSO:      Di, pues, que le fue a tu amor
   como a tres con un zapato.
MIRENO:      Después me hablarás despacio. 3005
TARSO:      Bato, el pasto y vaquero
   de tu padre, está en Avero
   y entrando acaso en palacio
   me ha conocido, y desea
   hablarte y verte; que está 3010
   loco de placer.
MIRENO:                        Sí hará.
   ¡ Oh, llaneza de mi aldea !
   ¡ Cuánto mejor es tu trato
   que el de palacio confuso
   donde el engaño anda al uso ! 3015
   Vamos, Brito, a hablar a Bato,
   y a mi padre escribiré
   de mi fortuna el estado.
   En un lugar apartado
   quiero velle.
TARSO:                      ¿ Pues por qué ? 3020
MIRENO:      Porque tengo, Brito, miedo
   que de mi humilde linaje
   la noticia aquí me ultraje
   antes de ver este enredo
   en qué para.
TARSO:                        Y es razón. 3025
MIRENO:      Ven, porque le satisfagas.
TARSO:      A ti amor y a mí estas bragas
   nos han puesto en confusión.

Vanse.    Salen doña SERAFINA y don ANTONIO

SERAFINA:      No sé, conde, si dé a mi padre aviso
   de vuestro atrevimiento y de su agravio, 3030
   que agravio ha sido suyo el atreveros
   a entrar en su servicio de ese modo
   para engañarme a mí y a él afrentalle.
   Otros medios hallárades mejores,
   pues noble sois, con que obligar al duque, 3035
   sin fingiros así su secretario,
   pues no sé yo, si no es tenerme en poco.
   ¿ Qué liviandad hallasteis en mi pecho
   para atreveros a lo que habéis hecho ?
ANTONIO:      Yo vino de camino a ver mi prima 3040
   y quiso Amor que os viese.
SERAFINA:                                  Conde, basta.
   Yo estoy muy agraviado justamente
   de vuestro atrevimiento.    ¿ Vos creístes
   que en tan poco mi fama y honra tengo
   que descubriéndoos, como lo habéis hecho, 3045
   había de rendirme a vuestro gusto ?
   Imaginarme a mí mujer tan fácil
   ha sido injuria que a mi honor se ha hecho.
   Mi padre ha dado al de Estremoz palabra
   que he de ser su mujer, y aunque mi padre 3050
   no la diera ni yo le obedeciera,
   por castigar aqueste desatino
   me casara con él.    Salid de Avero
   al punto, don Antonio, o daré aviso
   de aquesto a don DÜarte y si lo entiende 3055
   peligraréis, pues corren por su cuenta
   mis agravios.
ANTONIO:                        ¿ Que ansí me desconoces ?
SERAFINA:      Idos, conde, de aquí, que daré voces.
ANTONIO:      Déjame disculpar de los agravios
   que me imputas, que el juez más riguroso 3060
   antes de sentenciar escucha al reo.
SERAFINA:      Conde, ¡ vive los cielos !    Que si una hora
   estáis más en la villa, que esta noche
   me case con el conde por vengarme.
   Yo os aborrezco, conde.    Yo no os quiero. 3065
   ¿ Qué me queréis ?    Aquí la mayor pena
   que me puede afligir es vuestra vista.
   Si a vuestro amor mi amor no corresponde,
   conde, ¿ qué me queréis ?    Dejadme, conde.
ANTONIO:      Aspid, que entre las rosas 3070
   de esa belleza escondes tu veneno,
   ¿ mis quejas amorosas
   desprecias de este modo ?    ¡ Ay, Dios, que peno,
   sin remediar mis males
   en tormentos de penas infernales ! 3075
   Pues que del paraíso
   de tu vista destierras mi ventura,
   hágate Amor Narciso,
   y de tu misma imagen y hermosura
   de suerte te enamores 3080
   que, como lloro, sin remedio llores.
   Yo me voy, pues lo quieres,
   huyendo del rigor crÜel que encierras.
   Agravio de mujeres,
   pues de tu vista hermosa me destierras, 3085
   por quedar satisfecho
   desterraré tu imagen de mi pecho.

Saca el retrato del pecho

   En el mar de tu olvido
   echará tus memorias la venganza
   que a Amor y al cielo pido, 3090
   pues de esta suerte alcanzará bonanza
   el mar en que me anego,
   si es mar donde las ondas son de fuego.
   Borrad, alma, el retrato
   que en vos pinta el Amor, pues que yo arrojo 3095
   aquéste por ingrato,

Arrójale

   castigo justo de mi justo enojo
   por quien mi amor desmedra.
   Adiós, crÜel, retrato de una piedra
   que, pues al tiempo apelo, 3100
   médico sabio que locuras cura.
   Razón es que en el suelo
   os deje, pues que sois de piedra dura,
   si el suelo piedras cría.
   Quédate, fuego, ardiendo en nieve fría. 3105

Vase

SERAFINA:      ¿ Hay locuras semejantes ?
   ¿ Es posible que sujetos
   a tan rabiosos efetos
   estén los pobres amantes ?
   ¡ Dichosa mil veces yo 3110
   que jamás admití el yugo
   de tan tirano verdugo !
   ¿ Qué es lo que en el suelo echó
   y con renombre de ingrato
   tantas injurias le dijo ? 3115
   Quiero verle, que colijo
   mil quimeras.    ¡ Un retrato !

Alzale

   Es de un hombre, y me parece
   que me parece de modo
   que es mi semejanza en todo. 3120
   Cuanto el espejo me ofrece
   miro aquí.    Como en cristal
   bruñido mi imagen propia
   aquí la pintura copia
   y un hombre es su original. 3125
   ¡ Válgame el cielo !    ¿ Quién es,
   pues no es retrato del conde
   que en nada le corresponde ?
   ¿ Pues por qué le echó a mis pies ?
   Decid, Amor, ¿ es encanto 3130
   éste para que me asombre ?
   ¿ Es posible que haya hombre
   que se me parezca tanto ?
   No, porque cuando le hubiera,
   ¿ qué ocasión le ha dado el pobre 3135
   para que tal odio cobre
   con él el conde ?    Si fuera
   mío, pareciera justo
   que en él de mí se vengara,
   y que al suelo le arrojara 3140
   por sólo darme disgusto.
   Algún enredo o maraña
   se encierra en aqueste enima.
   Doña Juana que es su prima
   ha de sabello.    ¡ Qué extraña 3145
   confusión !    Llamalla quiero,
   aunque con ella he reñido
   viendo que la causa ha sido
   que esté su primo en Avero.
   Mas ella sale.

Sale doña JUANA

JUANA:                            Ya está, 3150
   señora, abierto el jardín.
   Entre el clavel y el jazmín
   vuestra excelencia podrá,
   entreteniéndose un rato,
   perder la cólera e ira 3155
   que tiene conmigo.
SERAFINA:                              Mira,
   doña Juana, este retrato.
JUANA:      (Este es el suyo.    ¿ A qué fin      Aparte
   mi primo se le dejó ?
   ¡ Cielos, si sabe que yo 3160
   le metí dentro del jardín !)
SERAFINA:      ¿ Viste semejanza tanta
   en tu vida ?
JUANA:                      No, por cierto.
   (¡ Si aqueste es el que en el huerto      Aparte
   copió el pintor !)
SERAFINA:                            ¿ No te espanta ? 3165
JUANA:      Mucho.
SERAFINA:                    Tu primo, enojado,
   porque su amor tuve en poco,
   con disparates de loco
   le echó en el suelo, y airado
   se fue.    Quise ver lo que era 3170
   y hame causado inquietud
   pues por la similitud
   que tiene, saber quisiera
   a qué fin aquesto ha sido.
   Pues de su pecho las llaves 3175
   tienes, dilo, si lo sabes.
JUANA:      (Basta, que no ha conocido            Aparte
   que es suyo.    La diferencia
   del traje de hombre y color
   que mudó en él el pintor 3180
   es la causa.)    Vueselencia
   me manda diga una cosa
   de que estoy tan ignorante
   como espantada.
SERAFINA:                        Bastante
   es ser yo poco dichosa 3185
   para que lo ignores.    Diera
   cualquier precio de interés
   por sólo saber quién es.
JUANA:      Pues sabedlo...
SERAFINA:                        ¿ Cómo ?
JUAN:                                Espera;
   llamando al conde mi primo, 3190
   y fingiendo algún favor
   con que entretener su amor...
SERAFINA:      La famosa traza estimo;
   mas habráse ya partido.
JUANA:      No habrá.    Yo le iré a llamar. 3195
SERAFINA:      Ve presto.
JUANA:                      (¿ Hay más singular      Aparte
   suceso ?    Castigo ha sido
   del cielo que a su retrato
   ame quien a nadie amó.)

Vase [doña JUANA]

SERAFINA:      No en balde en tierra os echó 3200
   quien con vos ha sido ingrato,
   que si es vuestro original
   tan bello como está aquí
   su traslado, creed de mí
   que no le quisiera mal. 3205
   Y a fe que hubiera alcanzado
   lo que muchos no han podido,
   pues vivos no me han vencido
   y él me venciera pintado.
   Mas, aunque os haga favor, 3210
   no os espante mi mudanza,
   que siempre la semejanza
   ha sido causa de amor.

Salen don ANTONIO y doña JUANA

JUANA:      Esto es cierto.
ANTONIO:                          ¿ Hay tal enredo ?
JUANA:      Lo que has de responder mira. 3215
ANTONIO:      Prima, con una mentira
   tengo de gozar, si puedo,
   la ocasión.
SERAFINA:                        Conde...
ANTONIO:                                ¿ Señora ?
SERAFINA:      Muy colérico sois.
ANTONIO:                              Es
   condición de Portugués, 3220
   y no es mucho, si en media hora
   me mandáis dejar Avero,
   que hiciese extremos de loco.
SERAFINA:      Callad, que sabéis muy poco
   de nuestra condición.    Quiero 3225
   haceros, conde, saber,
   porque os será de importancia,
   que son caballos de Francia
   las iras de una mujer.
   El primer ímpetu, extraño; 3230
   pero al segundo se cansa,
   que el tiempo todo lo amansa.
ANTONIO:      (Prima, todo esto es engaño.)        Aparte
SERAFINA:      No quiero ya que os partáis.
ANTONIO:      De aquesta suerte, el desdén 3235
   pasado doy ya por bien.
SERAFINA:      Pues ya sosegado estáis,
   ¿ no me diréis la razón
   por qué, cuando os apartastes,
   este retrato arrojastes 3240
   en el suelo ?    ¿ Qué ocasión
   os movió a caso tan nuevo ?
   ¿ Cúyo es aqueste retrato ?
ANTONIO:      Deciros, señora, trato
   la verdad; mas no me atrevo. 3245
SERAFINA:      ¿ Pues, por qué ?
ANTONIO:                              Temo un castigo
   terrible.
SERAFINA:                    No hay que temer.
   Yo os aseguro.
ANTONIO:                        Perder
   la vida por un amigo
   no es mucho.    Aquesa presencia 3250
   a declararme me anima.
   (Ya va de mentira, prima.)        Aparte
SERAFINA:      Decid.
ANTONIO:                  Oiga vueselencia:
   Días ha que habrá tenido
   entera y larga noticia 3255
   de la historia lastimosa
   del gran duque de Coímbra,
   gobernador de este reino,
   en guerra y paz maravilla;
   que por ser con vuestro padre 3260
   de una cepa y sangre misma,
   y tan cercanos en deudo
   como esta corona afirma,
   habréis llorado los dos
   la causa de sus desdichas. 3265
SERAFINA:      Ya sé toda aquesa historia.
   Mi padre la contó un día
   a mi hermana en mi presencia.
   Su memoria me lastima.
   Veinte años dicen que habrá 3270
   que le desterró la envidia
   de Portugal con su esposa
   y un tierno infante.    Holgaría
   de saber si aún vive el duque,
   y en qué reino o parte habita. 3275
ANTONIO:      Sola la duquesa es muerta
   porque su memoria viva;
   que [a]l hijo infeliz y [a]l duque,
   con quien mi padre tenía
   deudo y amistad al tiempo 3280
   que de la prisión esquiva
   huyó, le ofreció su amparo
   y arriesgando hacienda y vida.
   Hasta agora le ha tenido
   disfrazado en una quinta, 3285
   donde, entre toscos sayales,
   los dos la tierra cultivan,
   que con sus lágrimas riegan
   dándoles por fruto espinas.
   El hijo, a quien hizo el cielo 3290
   con tantas partes que admiran
   al mundo su discreción,
   su presencia y gallardía
   se crió conmigo, y es
   la mitad del alma mía; 3295
   que el ñudo de la amistad
   hace de dos una vida.
   Quiso el cielo que viniese,
   habrá medio año, a esta villa
   disfrazado de pastor, 3300
   y que tu presencia y vista
   le robase por los ojos
   el alma, cuya homicida,
   respondiendo el valle en ecos,
   pregonan que es Serafina. 3305
   Mil veces determinado
   de decirte sus desdichas,
   le ha detenido el temor
   de ver que el rey le publica
   por traidor a él y a su padre, 3310
   y a quien no diere noticia
   de ellos, que a todos alcanza
   el rigor de la justicia.
   Yo, que como propias siento
   las lágrimas infinitas 3315
   que por ti sin cesar llora,
   le di la palabra un día
   de declararte su amor,
   y de su presencia y vista
   gallarda darte el retrato 3320
   que tienes.    Llegué y, sabida
   tu condición desdeñosa,
   ni inclinada ni rendida
   a las coyundas de Amor
   de quien tan pocos se libran, 3325
   no me atreví abiertamente
   a declararte el enigma
   de sus amorosas penas,
   hasta que la ocasión misma
   me la ofreciese de hablarte, 3330
   y así alcancé de mi prima
   que el duque me recibiese.
   Supe después que quería
   con el de Estremoz casarte
   y, por probar si podía 3335
   estorballo de este modo,
   mostré las llamas fingidas
   de mi mentiroso amor,
   respondiéndome con ira
   y yo, para que mirases 3340
   el retrato que te inclina
   a menos rigor, echéle
   a tus pies, que bien sabía
   que su belleza pintada
   de tu presunción altiva 3345
   presto había de triunfar.
   En fin, bella Serafina,
   el dueño de este retrato
   es don Dionís de Coímbra.
SERAFINA:      Conde, ¿ eso es cierto ?
ANTONIO:                                  Y tan cierto 3350
   que, a estallo él y saber
   que le amabas, sin temer
   el hallarse descubierto,
   pienso que viniera a darte
   el alma.
SERAFINA:                    Si eso es verdad 3355
   no sé si en mi voluntad
   podrá caber don DÜarte.
   ¡ Válgame Dios !    ¡ Que éste es hijo
   de don Pedro !
ANTONIO:                        Su belleza
   dice que sí.
SERAFINA:                        (¿ Qué flaqueza        Aparte 3360
   es la vuestra alma ?    Colijo
   que no sois la que solía;
   mas justamente merece
   quien tanto se me parece
   ser amado.)    ¿ No podría 3365
   velle ?
ANTONIO:                    De noche bien puedes,
   si das a tus penas fin
   y le hablas por el jardín,
   que él saltará sus paredes.
   Mas de día no osará 3370
   porque hay ya quien le ha mirado
   en Avero con cuidado
   y, si más nota en él da,
   ya ves el peligro.
SERAFINA:                                Conde,
   un hombre tan principal, 3375
   a mi calidad igual,
   y que a mi amor corresponde,
   es ingratitud no amalle.
   En todo has sido discreto;
   sélo en guardar más secreto, 3380
   y haz cómo yo pueda hablalle;
   que el alma a dalle comienza
   la libertad que contrasta.
   ¡ Y adiós !
ANTONIO:                    ¿ Vaste ?
SERAFINA:                            Aquesto basta;
   que habla poco la vergÜenza. 3385

Vase

JUANA:      Primo, ¿ es verdad que don Pedro
   el duque vive y su hijo ?
ANTONIO:      Calla, que el alma lo dijo
   viendo lo que en mentir medro.
   Ni sé del duque ni dónde 3390
   su hijo y mujer llevó.
   Don Dionís he de ser yo
   de noche y de día el conde
   de Penela.    Y de esta suerte,
   si Amor su ayuda me da, 3395
   mi industria me entregará
   lo que espero.
JUANA:                        Primo, advierte
   lo que haces.
ANTONIO:                            Engañada
   queda.    Amor mi dicha ordena
   con nombre y ayuda ajena, 3400
   pues por mí no valgo nada.

Vanse.    Salen el duque y doña MADALENA

DUQUE:      Quiero veros dar lición
   que la carta que ayer vi
   para el conde, en que leí
   de el sobre escrito el renglón 3405
   me contentó.    Ya escribís
   muy cierto.
MADALENA:                      Y aún no lo entiende,
   con ser tan claro, y se ofende
   mi maestro don Dionís.

Sale MIRENO

MIRENO:      ¿ Llámame, vuestra excelencia ? 3410
MADALENA:      Sí, que el duque, mi señor,
   quiere ver si algo mejor
   escribo.    Vos experiencia
   tenéis de cuán escribana
   soy.    ¿ No es verdad ?
MIRENO:                              Sí, señora. 3415
MADALENA:      Escribí, no ha cuarto de hora,
   medio dormida, una plana
   tan clara que la entendiera
   aun quien no sabe leer.
   ¿ No me doy bien a entender, 3420
   don Dionís ?
MIRENO:                        Muy bien.
MADALENA:                                Pudiera
   serviros, según fue buena,
   de materias para hablar
   en su loor.
MIRENO:                        Con callar
   la alabo; sólo condena 3425
   mi gusto el postrer renglón
   por más que la pluma excuso
   porque estaba muy confuso.
MADALENA:      Diréislo por el borrón
   que eché a la postre.
MIRENO:                                  ¿ Pues no ? 3430
MADALENA:      Pues adrede lo eché allí.
MIRENO:      Sólo el borrón corregí
   porque lo demás borró.
MADALENA:      Bien lo pudiste quitar
   que un borrón no es mucha mengua. 3435
MIRENO:      ¿ Cómo ?
MADALENA:                  El borrón con la lengua
   se quita, y no con callar.
   Ahora bien, cortá una pluma.

Sacan recado y corta una pluma

MIRENO:      Ya, gran señora, la corto.
MADALENA:      ¡ Acabad, que sois muy corto ! 3440
   Vuestra excelencia presuma
   que de vergÜenza no sabe
   hacer cosa de provecho.
DUQUE:      Con todo, estoy satisfecho
   de su letra.
MADALENA:                      Es cosa grave 3445
   el dalle avisos por puntos
   sin que aproveche.    ¡ Acabad !
DUQUE:      Madalena, reportad.
MIRENO:      ¿ Han de ser cortos los puntos ?
MADALENA:      ¡ Qué amigo que sois de corto ! 3450
   Largos los pido.    Cortaldos
   de aqueste modo o dejaldos.
MIRENO:      Ya, gran señora, los corto.
DUQUE:      ¡ Qué mal acondicionada
   sois ! 3455
MADALENA:      Un hombre vergonzoso
   y corto es siempre enfadoso.
MIRENO:      Ya está la pluma cortada.
MADALENA:      Mostrad.    ¡ Y qué mala !    ¡ Ay, Dios !

Pruébala y arrójala

DUQUE:      ¿ Por qué le echáis en el suelo ? 3460
MADALENA:      ¡ Siempre me la dais con pelo !
   Líbreme el cielo de vos.
   Quitalde con el cuchillo.
   No sé de vos qué presuma,
   siempre con pelo la pluma 3465
   y la lengua con frenillo.
MIRENO:      (Propicios me son los cielos.      Aparte
   Todo esto es en mi favor.)

Sale el CONDE don Duarte

CONDE:      Dadme albricias, gran señor,
   el conde de Vasconcelos 3470
   está sola una jornada
   de vuestra villa.
MADALENA:                            (¡ Ay de mí !)        Aparte
CONDE:      Mañana llegará aquí
   porque trae tan limitada,
   dicen, del rey la licencia 3475
   que no hará más de casarse
   mañana y luego tornarse.
   Apreste vuestra excelencia
   lo necesario, que yo
   voy a recibirle luego. 3480
DUQUE:      ¿ No me escribe ?
CONDE:                        Aqueste pliego.
DUQUE:      Hija, la ocasión llegó
   que deseo.
MADALENA:                        (Saldrá vana.)          Aparte
MIRENO:      (¡ Ay, cielo !)                          Aparte
MADALENA:                        (Mi bien suspira.)      Aparte
DUQUE:      Vamos.    Deja aqueso y mira 3485
   que te has de casar mañana.

Vanse el DUQUE y el CONDE, y pónese a escribir ella

MADALENA:      Don Dionís, en acabando
   de escribir aquí, leed
   este billete y haced
   luego lo que en él os mando. 3490
MIRENO:               (Si ya la ocasión perdí,            Aparte
   ¿ qué he de hacer ?    ¡ Ay, suerte dura !)
MADALENA:      Amor todo es coyuntura.

Vase [doña MADALENA]

MIRENO:      Fuése.    El papel dice ansí:

Lee

   "No da el tiempo más espacio; 3495
   esta noche, en el jardín
   tendrá los temores fin
   del vergonzoso en palacio."
   ¡ Cielos !    ¿ Qué escucho ?    ¿ Qué veo ?
   ¿ Esta noche ?    ¿ Hay más ventura ? 3500
   ¿ Si lo sueño ?    ¿ Si es locura ?
   No es posible.    No lo creo.

Vuelve a leer

   "Esta noche en el jardín..."
   ¡ Vive Dios, que está aquí escrito !
   ¡ Mi bien !    A buscar a Brito 3505
   voy.    ¿ Hay más dichoso fin ?
   Presto en tu florido espacio
   dará envidia entre mis celos
   al conde de Vasconcelos
   el vergonzoso en palacio. 3510

[Vase.]    Salen LAURO, RUY Lorenzo, BATO y MELISA

LAURO:      Buenas nuevas te dé Dios.
   Escoge en albricias, Bato,
   la oveja mejor del hato.
   Poco es una, escoge dos.
   ¿ Que mi hijo está en Avero ? 3515
   ¿ Que del duque es secretario
   mi primo ?    ¡ Ay tiempo voltario !
   Mas, ¿ qué me quejo ?    ¿ Qué espero ?
   Vamos a verle los dos;
   mis ojos su vista gocen. 3520
   Venid.
RUY:                ¿ Y si me conocen ?
LAURO:      No lo permitirá Dios.
   Tiznaos como carbonero
   la cara; que de esta vez
   daré a mi triste vejez 3525
   un buen día hoy en Avero.
   Mi gozo crece por puntos.
   Agora a vivir comienzo.
   Alto.    Vamos, Ruy Lorenzo.
BATO:      Todos podremos ir juntos. 3530
LAURO:      Guardad vosotros la casa.

Vanse los dos, [LAURO y RUY Lorenzo]

MELISA:      Sí.    Bercebú que la guarde.
BATO:      ¿ Qué tenéis aquesta tarde ?
MELISA:      ¡ Ay, Bato !    ¡ Que aqueso pasa !
   ¿ Que no preguntó por mí 3535
   Tarso ?
BATO:                  No se le da un pito
   por vos, ni es Tarso.
MELISA:                                ¿ Pues ?
BATO:                                        Brito,
   o Cabrito.
MELISA:                    ¡ Ay !    ¿ Tarso ansí ?
   A verte he de ir esta tarde.
   ¡ CrÜel, tirano, enemigo ! 3540
BATO:      ¿ Sola ?
MELISA:                  Vasco irá conmigo.
BATO:      Buen mastín lleváis que os guarde.
   ¿ Queréisle mucho ?
MELISA:                              Enfinito.
BATO:      Pues en Brito se ha mudado,
   la mitad para casado 3545
   tien...
MELISA:                ¿ Qué ?
BATO:                        De cabrito el Brito.

Vanse.    [Salen] a la ventana doña JUANA y doña SERAFINA

SERAFINA:      ¡ Ay, querida doña Juana !
   Nota de mi fama doy;
   mas si lo dilato hoy
   me casa el duque mañana. 3550
JUANA:      Don Dionís, señora, es tal
   que no llega don DÜarte
   con la más mínima parte
   a su valor.    Portugal
   por su padre llora hoy día. 3555
   Para en uno sois los dos.
   Gozaos mil años.
SERAFINA:                            ¡ Ay, Dios !
JUANA:      No temas, señora mía,
   que mi primo fue por él.
   Presto le traerá consigo. 3560
SERAFINA:      El tiene un notable amigo.
JUANA:      Poco se hallarán como él.

Sale don ANTONIO, como de noche

ANTONIO:      Hoy, Amor, vuestras quimeras
   de noche me han convertido
   en un don Dionís fingido 3565
   y un don Antonio de veras.
   Por y otro he de hablar.
   Gente siento a la ventana.
JUANA:      Ruido suena.    No fue vana
   mi esperanza.

Sale TARSO, de noche

TARSO:                        Este lugar 3570
   mi dichoso don Dionís
   me manda que mire y ronde
   por si hay gente.
JUANA:                            ¡ Ce !    ¿ Es el conde ?
ANTONIO:      Sí, mi señora.
JUANA:                          ¿ Venís
   con don Dionís ?
TARSO:                            (¿ Cómo es esto ?      Aparte 3575
   ¿ Don Dionís ?    La burla es buena.
   ¿ Mas si es doña Madalena ?
   Reconocer este puesto
   me manda, porque le avise
   si anda gente, y me parece 3580
   que otro en su lugar se ofrece,
   y que le ronde, ande y pise.
   ¡ Vaya !    ¿ Mas que es don Dionís ?
   ¡ Eso no !)
ANTONIO:                    Conmigo viene
   un don Dionís, que os previene 3585
   el alma, que ya adquirís,
   para ofrecerse a esas plantas.
   Hablad, don Dionís.    ¿ Qué hacéis ?

Finge que habla don Dionís, mudando la voz

   ¿ Que estoy suspenso, no veis,
   contemplando glorias tantas ? 3590
   Pagar lo mucho que os debo
   con palabras será mengua,
   y ansí refreno la lengua
   porque en ella no me atrevo.
   Mas, señora, Amor es dios 3595
   y por mí podrá pagar.
JUANA:      (¡ Bien sabe disimular              Aparte
   el habla.)
SERAFINA:                    ¿ No tenéis vos
   crédito para pagarme
   esta deuda ?
ANTONIO:                      No lo sé; 3600
   mas buen fiador os daré.
   El conde puede fiarme.

[Habla de por sí]

   Yo os fío.
TARSO:                        (¡ Válgate el diablo !    Aparte
   Sólo un hombre es, vive Dios,
   y parece que son dos. 3605

Disimula la voz

ANTONIO:      Con mucho peligro os hablo
   aquí.    Haced mi dicha cierta
   y tenga mis penas fin.
SERAFINA:      Pues, ¿ qué queréis ?
ANTONIO:                              Del jardín
   tengo ya franca la puerta. 3610
JUANA:      Mira que suele rondarte
   don DÜarte, señora mía,
   y que si aguardas al día
   has de ser de don DÜarte.
   Cualquier dilación es mala. 3615
SERAFINA:      ¡ Ay, Dios !
JUANA:                    ¡ Qué tímida eres !
   ¿ Entrará ?
SERAFINA:                    Haz lo que quisieres.

Como don ANTONIO

ANTONIO:      Don Dionís, Amor te iguala
   a la ventura mayor
   que pudo dar.    Corresponde 3620
   a tu dicha.

Como don Dionís

               Amigo conde,
   por vuestra industria y favor
   he adquirido tanto bien;
   dadme esos brazos.    Yo soy
   tu amigo, conde, desde hoy. 3625

[Como don ANTONIO]

   Yo vuestro esclavo.

[Como don Dionís]

                           Está bien.
   Dará el tiempo testimonio
   de esta deuda.

[Como don ANTONIO]

                     Aquí te aguardo;
   que así mis amigos guardo.
   Entrad.

Como don Dionís]

               Adiós, don Antonio. 3630

Entrase

SERAFINA:      ¿ Entró ?
JUANA:                    Sí.
SERAFINA:                        ¿ Que de este modo
   fuerce Amor a una mujer ?
   Mas por sólo no lo ser
   del de Estremoz, poco es todo.
   ¡ Mi padre y honor perdone ! 3635
JUANA:      Vamos y deja ese miedo.

Vanse las dos

TARSO:      ¿ Hase visto igual enredo ?
   En gran confusión me pone
   este encanto.    Un don Antonio
   que consigo mismo hablaba, 3640
   dijo que aquí se quedaba
   y se entró.    El es demonio.

Sale MIRENO, de noche

MIRENO:      El se debió de quedar
   como acostumbra, dormido.
TARSO:      Ya queda sostituído 3645
   por otro aquí tu lugar.
MIRENO:      ¿ Qué dices, necio ?    Responde.
   Vienes aquí a ver si hay gente,
   ¿ y estáste aquí, impertinente ?
TARSO:      Gente ha habido.
MIRENO:                          ¿ Quién ?
TARSO:                                  Un conde 3650
   y un don Dionís de tu nombre,
   que es uno y parecen dos.
MIRENO:      ¿ Estás sin seso ?
TARSO:                            Por Dios,
   que acaba de entrar un hombre
   con tu doña Madalena 3655
   que, o es colegial trilingue,
   o a sí propio se distingue,
   o es tu alma que anda en pena.
   Más sabe que veinte Ulises.
   Algún traidor te ha burlado, 3660
   o yo este enredo he soñado,
   o aquí hay dos don Dionises.
MIRENO:      Soñástelo.
TARSO:                        ¡ Norabuena !

Sale a la ventana doña MADALENA

MADALENA:      ¿ Si habrá don Dionís venido ?
TARSO:      A la ventana ha salido 3665
   un bulto.
MADALENA:                    ¡ Ay, Dios !    Gente suena.
   ¡ Ce !    ¿ Es don Dionís ?
MIRENO:                                  Mi señora,
   yo soy ese venturoso.
MADALENA:      Entrad, pues, mi vergonzoso.

Vase

MIRENO:      ¿ Crees que lo soñaste agora ? 3670
TARSO:      No sé.
MIRENO:                    Si mi cortedad
   fue vergÜenza, adiós, vergÜenza;
   que seréis, como no os venza,
   desde agora necedad.

Vase

TARSO:      Confuso me voy de aquí 3675
   que debo estar encantado.
   Dos Dionises han entrado
   o yo estoy fuera de mí.
   De estas calzas por momentos
   salen quimeras como ésta; 3680
   ¡ pobre de quien trae acuestas
   dos cestas de encantamientos !

Vase.    Salen LAURO y RUY Lorenzo, de pastores.

LAURO:      Este es, Ruy Lorenzo, Avero.
RUY:      Aquí me vi un tiempo, Lauro,
   rico y próspero, y ya pobre 3685
   y ganadero.
LAURO:                      Altibajos
   son del tiempo y la Fortuna,
   inconstante siempre y vario.
   ¡ Buen palacio tiene el duque !
RUY:      Ahora acaba de labrallo; 3690
   propiedad de la vejez,
   hacellos y no gozallos.
LAURO:      Busquemos a mi Mireno.
RUY:      En palacio aún es temprano;
   que aquí amanece muy tarde 3695
   y hemos mucho madrugado.
LAURO:      ¿ Cuándo durmió el deseoso ?
   ¿ Cuándo Amor buscó descanso ?
   No os espante que madrugue
   que soy padre.    Deseo y amo. 3700

Salen VASCO y MELISA, de pastores

VASCO:      Mucho has podido conmigo,
   Melisa.
MELISA:                  Débote, Vasco,
   gran voluntad.
VASCO:                        ¿ A qué efeto
   me traes, Melisa, a palacio
   desde los montes incultos ? 3705
MELISA:      En ellos sabrás de espacio
   mis intentos.
VASCO:                        Miedo tengo.
MELISA:      (¡ Ay, Tarso, crÜel, ingrato !        Aparte
   Mi imán eres, tras ti voy;
   que soy hierro.)
VASCO:                          Aun sería el diablo 3710
   que ahora me conociese
   algún mozo de caballos,
   colgándome de la horca
   en fe de ser peso falso.
MELISA:      ¡ Ay, Vasco, retírate ! 3715
VASCO:      ¿ Pues qué... ?
MELISA:                        ¿ No ves a nuesamo,
   y al tuyo ?    Si aquí nos topa,
   pendencia hay para dos años.

Tocan cajas

VASCO:      Volvámonos.    Mas, ¿ qué es esto ?
RUY:      ¿ Tan de mañana han tocado 3720
   cajas ?    ¿ A qué fin será ?
LAURO:      No lo sé.
RUY:                    Si no me engaño,
   sale el duque.    Algo hay de nuevo.
LAURO:      A esta parte retirados
   podremos saber lo que es; 3725
   que parece que echan bandos.

Salen el DUQUE [y] el CONDE, con gente, y un ATAMBOR

DUQUE:      Conde, con ningunas nuevas
   pudiera alegrarme tanto
   como con éstas.    Ya cesan
   las desdichas y trabajos 3730
   de don Pedro de Coímbra,
   mi primo, si el cielo santo
   le tiene vivo.
CONDE:                        Sí hará;
   que al cabo de tantos años
   de males querrá que goce 3735
   el premio de su descanso.
LAURO:      ¿ Qué es esto que escucho, cielos ?
   ¿ Soy yo de quien habla acaso
   mi primo el duque de Avero ?
   Mas, no, que soy desdichado. 3740
DUQUE:      Antes que vais, don DÜarte,
   por el yerno, que hoy aguardo,
   quiero que oigáis el pregón
   que el rey manda.    ¡ Echad el bando !
ATAMBOR:      "El rey nuestro señor Alfonso el Quinto 3745
   manda que en todos sus estados reales
   con solemnes y públicos pregones
   se publique el castigo que en Lisboa
   se hizo del traidor Vasco Fernández
   por las traiciones que a su tío el duque 3750
   don Pedro de Coímbra ha levantado,
   a quien da por leal vasallo y noble
   y en todos sus estados restituye.
   Mandando que en cualquier parte que asista,
   si es vivo, le respeten como a él mismo 3755
   y si es muerto, su imagen echa al vivo
   pongan sobre un caballo, y una palma
   en la mano le lleven a su corte,
   saliendo a recibirle los lugares;
   y declara a los hijos que tuviere 3760
   por herederos de su patrimonio,
   dando a Vasco Fernández y a sus hijos
   por traidores, sembrándoles sus casas
   de sal, como es costumbre en estos reinos
   desde el antiguo tiempo de los godos. 3765
   Mándase [esto] pregonar porque venga
   a noticia de todos."

Vase

VASCO:                                ¡ Larga arenga !
MELISA:      [¡ Así digo yo !]    ¡ Buen garguero
   tiene el que ha repiqueteado !
LAURO:      Gracias a vuestra piedad, 3770
   recto juez, clemente y sabio,
   que volvéis por mi justicia.
RUY:      El parabién quiero daros
   con las lágrimas que vierto.
   Gocéisle, duque, mil años. 3775
DUQUE:      ¿ Qué labradores son estos
   que hacen extremos tantos ?
CONDE:      ¡ Ah, buena gente !    Mirad
   que os llama el duque.
LAURO:                                Trabajos,
   si me habéis tenido mudo, 3780
   ya es tiempo de hablar.    ¿ Qué aguardo ?
   Dadme aquesos brazos nobles,
   duque ilustre, primo caro.
   Don Pedro soy.
DUQUE:                        ¡ Santos cielos,
   dos mil gracias quiero daros ! 3785
CONDE:      ¡ Gran duque !    ¿ En aqueste traje ?
LAURO:      En éste me he conservado
   con vida y honra hasta agora.
MELISA:      ¡ Aho !    ¿ Diz que es duque nueso amo ?
VASCO:      Sí. 3790
MELISA:      Démosle el parabién.
VASCO:      ¿ No le ves que está ocupado ?
   Tiempo habrá.    Déjalo agora.
   No nos riña.
MELISA:                        Pues dejallo.
DUQUE:      Es el conde de Estremoz 3795
   a quien la palabra he dado
   de casalle con mi hija
   la menor, y agora aguardo
   al conde de Vasconcelos,
   sobrino vuestro.
LAURO:                          Mi hermano 3800
   estará ya arrepentido,
   si traidores le engañaron.
DUQUE:      Dióle a doña Madalena,
   mi hija mayor.
LAURO:                        Sois sabio
   en escoger tales yernos. 3805
DUQUE:      Y venturoso otro tanto
   en que seréis su padrino.
RUY:      (Aunque el conde me ha mirado,          Aparte
   no me ha conocido.    ¡ Ay, cielos !
   ¿ Quién vengará mis agravios ?) 3810
DUQUE:      Hola, llamad a mis hijas,
   que de suceso tan raro,
   por la parte que les toca,
   es bien darlas cuenta.
MELISA:                                  Vasco,
   verdad es.    Ven y lleguemos. 3815
   Por muchos y buenos años
   goce el duquencio.
LAURO:                            ¿ Melisa
   aquí ?
MELISA:                  Vine a ver a Tarso.
VASCO:      (No oso hablar, no que conozcan;        Aparte
   que está mi vida en mis labios.) 3820

Salen doña MADALENA, SERAFINA y doña JUANA

MADALENA:      ¿ Qué manda vuestra excelencia ?
DUQUE:      Que beséis, hija, las manos
   al gran duque de Coímbra,
   vuestro tío.
MADALENA:                      ¡ Caso raro !
LAURO:      Lloro de contento y gozo. 3825
SERAFINA:      (Mi suerte y ventura alabo.            Aparte
   Ya segura gozaré
   mi don Dionís, pues ha dado
   fin el cielo a sus desdichas.)
LAURO:      Gocéis, sobrinas, mil años 3830
   los esposos que os esperan.
SERAFINA:      El cielo guarde otros tantos
   la vida de vueselencia.
MADALENA:      Si la mía estima en algo,
   le suplico, así propicios 3835
   de aquí adelante los hados
   le dejen ver reyes nietos
   y venguen de sus contrarios
   que este casamiento impida.
DUQUE:      ¿ Cómo es eso ?
MADALENA:                        Aunque el recato 3840
   de la mujeril vergÜenza
   cerrarme intento los labios,
   digo, señor, que ya estoy
   casada.
DUQUE:                  ¿ Cómo ?    ¿ Qué aguardo ?
   ¿ Estáis sin seso, atrevida ? 3845
MADALENA:      El cielo y Amor me han dado
   esposo, aunque humilde y pobre,
   discreto, mozo y gallardo.
DUQUE:      ¿ Qué dices, loca ?    ¿ Pretendes
   que te mate ?
MADALENA:                        El secretario 3850
   que me diste por maestro
   es mi esposo.
DUQUE:                        Cierra el labio.
   ¡ Ay, desdichada vejez !
   Vil, ¿ por un hombre tan bajo
   al conde de Vasconcelos 3855
   desprecias ?
MADALENA:                      Ya le ha igualado
   a mi calidad Amor;
   que sabe humillar los altos
   y ensalzar a los humildes.
DUQUE:      Daréte la muerte.
LAURO:                            Paso, 3860
   que es mi hijo vuestro yerno.
DUQUE:      ¿ Cómo es eso ?
LAURO:                        El secretario
   de mi sobrina vuestra hija,
   es Mireno, a quien ya llamo
   don Dionís y mi heredero. 3865
DUQUE:      Ya vuelvo en mí.    Por bien dado
   doy mi agravio de este modo.
MADALENA:      ¿ Hijo es vuestro ?    ¡ Ay, Dios !    ¿ Qué aguardo
   que no beso vuestros pies ?
SERAFINA:      Eso no, porque es engaño. 3870
   Don Dionís, hijo del duque
   de Coímbra es quien me ha dado
   mano y palabra de esposo.
DUQUE:      ¿ Hay hombre más desdichado ?
SERAFINA:      Doña Juana es buen testigo. 3875
MADALENA:      Don Dionís está en mi cuarto
   y mi recámara.
SERAFINA:                        ¡ Bueno !
   En la mía está encerrado.
LAURO:      Yo no tengo más de un hijo.
DUQUE:      Tráiganlos luego.    ¿ En qué caos 3880
   de confusión estoy puesto ?
MELISA:      ¿ En qué parará esto, Vasco ?
VASCO:      No sé lo que te responda
   pues ni sé si estoy soñando
   ni si es verdad lo que veo. 3885
MELISA:      ¡ Ay, Dios !    ¡ Si saliese Tarso !

Sale MIRENO

MIRENO:      Confuso vengo a tus pies.
LAURO:      Hijo mío, aquesos brazos
   den nueva vida a estas canas.
   Este es don Dionís.
SERAFINA:                              ¿ Qué engaños 3890
   son estos, cielos crÜeles ?
DUQUE:      Abrazadme, ya que ha hallado
   el más gallardo heredero
   de Portugal este estado.
LAURO:      ¿ Qué miras, hijo, perplejo ? 3895
   El nombre tosco ha cesado
   que de Mireno tuviste.
   Ni lo eres, ni soy Lauro
   sino el duque de Coímbra.
   El rey está ya informado 3900
   de mi inocencia.
MIRENO:                            ¿ Qué escucho ?
   ¡ Cielos !    ¡ Amor !    ¡ Bienes tantos !

Sale don ANTONIO

ANTONIO:      Dadme, señor, esos pies.
DUQUE:      ¿ A qué venís, secretario ?
SERAFINA:      Conde, ¿ qué es de don Dionís, 3905
   mi esposo ?
ANTONIO:                    Yo os he engañado.
   En su nombre gocé anoche
   la belleza y bien más alto
   que tiene el Amor.
DUQUE:                            ¡ Oh, infame !
SERAFINA:      ¡ Matadle !
CONDE:                    ¡ Matadle !
JUANA:                              Paso, 3910
   que es el conde de Penela,
   mi primo.
ANTONIO:                    Perdón aguardo,
   duque y señor, a tus pies.
CONDE:      Los cielos lo han ordenado,
   porque vuelven por Leonela 3915
   a quien di palabra y mano
   de esposo y la desprecié
   gozada.
LAURO:                  Aquí está su hermano,
   que por vengar esa injuria,
   aunque no con medio sabio, 3920
   vive pastor abatido.
   Si a interceder por él basto,
   reducidle a vuestra gracia.
RUY:      Perdón pido.
VASCO:                        Y también Vasco.
DUQUE:      Basta, que lo manda el duque. 3925
CONDE:      Recibidme por cuñado,
   que a Leonela he de cumplir
   la palabra que le he dado
   luego que a mi estado vuelva.
   ¿ Dónde está ?
RUY:                        Tu pecho hidalgo 3930
   hace, al fin, como quien es.
SERAFINA:      Y qué, ¿ fué mío el retrato ?
DUQUE:      Dadle, conde don Antonio,
   a Serafina la mano;
   que, pues el de Vasconcelos 3935
   perdió la ocasión por tardo,
   disculpado estoy con él.

A MIRENO

   ¡ Muy bien habéis enseñado
   a escribir a Madalena !
   ¿ Erades vos el callado, 3940
   el cortés, el vergonzoso ?
   Pero, ¿ quién lo fue en palacio ?

Sale TARSO

TARSO:      ¿ Duque Mireno ?    ¿ Qué escucho ?
   Don Dionís, esos zapatos
   te beso, y pido en albricias 3945
   de la esposa y del ducado
   que me quites estas calzas,
   y el día del Jueves Santo
   mandes ponellas a un Judas.
MELISA:      ¡ Ah traidor, mudable, ingrato ! 3950
   Agora me pagarás
   el amor, penas y llanto
   que me debes.    Señor duque,
   de rodillas se lo mando
   que mos case.
TARSO:                      ¿ Estotro es cura ? 3955
MELISA:      Mande que me quiera Tarso.
MIRENO:      Yo se lo mando, y le doy
   por ello tres mil cruzados.
TARSO:      ¿ Por la cara o por la bolsa ?
MIRENO:               Y mi camarero le hago 3960
   para que asista conmigo.
DUQUE:      Doña Juana está a mi cargo.
   Yo le daré un noble esposo.
   A recibir todos vamos
   al conde de Vasconcelos 3965
   porque, viendo el desengaño
   de su amor, sepa la historia
   del vergonzoso en palacio
   y, a pesar de maldicientes,
   las faltas perdone el sabio. 3970


FIN DE LA COMEDIA