Tirso de Molina
Marta la piadosa



Personas que hablan en ella:
  • Doña MARTA
  • Doña LUCIA
  • Doña INES
  • Don FELIPE
  • PASTRANA, gracioso
  • Don GOMEZ, viejo
  • El capitán URBINA
  • El ALFEREZ
  • Don JUAN
  • Don DIEGO
  • LOPEZ, criado


ACTO PRIMERO

Salen doña MARTA, y después doña LUCIA, ambas de luto galán

MARTA:      El tardo buey atado a la coyunda
   la noche espera y la cerviz levanta,
   y el que tiene el cuchillo a la garganta
   en alguna esperanza el vivir funda.
   Espera la bonanza aunque se hunda 5
   la nave que en el mar bate y quebranta;
   sálo el inferno causa pena tanta
   porque de él la esperanza no redunda.
   Es común este bien a los mortales,
   pues quien más ha alcanzado, mas espera 10
   y a veces el que espera, al fin alcanza.
   Mas a mí la esperanza de mis males
   de tal modo me aflige y desespera
   que no puedo esperar ni aun esperanza.

Sale doña LUCIA, hablando para sí

LUCIA:      Que no puedo esperar ni aun esperanza 15
   me dice la Fortuna, aunque inconstante.
   Lloro un hermano muerto, y un amante
   de su vida homicida y mi confianza.
   Esperar vida a un muerto, ¿ quién lo alcanza ?
   Esperar que en la ausencia sea constante 20
   Amor, es esperanza de ignorante;
   que es huésped de la ausencia la mudanza.
   Al homieida de mi hermano adoro.
   ¡ Ved si se iguala a mi tormento alguno,
   pues amo aborreciendo juntamente ! 25
   Dos muertos, aunque el uno vive, lloro;
   que si la ausencia es muerte, todo es uno:
   un muerto hermano y un amante ausente.
MARTA:      ¿ Quién da materia a tus quejas
   --que tantas formas--sin ver 30
   que sabe el temor poner
   a las paredes orejas ?
LUCIA:      ¿ Y por quién las tuyas son,
   que de escuchar tus fatigas,
   a llorar las mías me obligas, 35
   hermana, a tu imitación ?
MARTA:      ¿ Fáltame causa ?    ¿ Es en vano
   la pena que me ha afligido ?
   ¿ No he de llorar, si he perolido
   todo el bien con un hermano ? 40
LUCIA:      ¿ Pues salgo del cuarto grado
   de ese parentesco yo ?
   ¿ O acaso no se murió
   para mí, que te ha pesado
   de que le llore mal muerto 45
   cuando bien le quise vivo ?
MARTA:      ¡ Qué diferente motivo
   da llanto a tu desconcierto !
   Todo, hermana, se me alcanza.
   No dan tus ojos tributo 50
   a muertos, ni son de luto
   lágrimas con esperanza;
   porque ellas mesmas publican,
   por más que lo has encubierto,
   que doblando por un muerto, 55
   por otro vivo repican.
   Ya sé por quién es el llanto.
LUCIA:      Todos, sospecha el ladrón,
   que son de su condición.
   Ereslo tú; no me espanto 60
   que imagines disparates,
   que ha tanto pasan por ti.
MARTA:      ¿ Tan boba te parecí,
   por más que encubrirte trates,
   que jamás eché de ver 65
   lo que a don Felipe quieres ?
   Siempre somos las mujeres
   --si lo pretendes saber--
   mucho más largas de vista
   que los hombres.    Penetramos 70
   las almas cuando miramos
   sin que el cuerpo lo resista.
   A Eva crió después
   Dios que Adán, y aunque postrera,
   fue en ver la fruta primera, 75
   de tan costoso interes.
   No pienses, doña Lucía,
   que has de poder esconder
   tu amor, porque soy mujer
   y veo mucho.
LUCIA:                          Hermana mía, 80
   ¿ tiénesme por hombre a mí
   o miro con cataratas ?
   ¡ Que por lince te retratas,
   y a mí por topo ! Si a ti
   te parece que penetras 85
   los corazones, también
   creo yo que mis ojos ven
   las más escondidas letras.
   No culpes, hermana, al muerto;
   pues solamente es deudor 90
   don Felipe, el matador,
   de ese llanto.
MARTA:                        ¡ Bien por cierto !
   ¿ Luego quise yo jamás
   a don Felipe ?
LUCIA:                          ¡ Jesú !
   ¿ Querer ? ¡ Bonita eres tú ! 95
   Hasle aborrecido más
   que el tordo a las guindas. ¿ Eso
   no es claro ? ¿ Eres tu mujer
   que a nadie había de querer ?
   ¿ Tú no eres de carne y hueso ? 100
MARTA:      A lo menos fuera afrenta
   que amara yo a quien de ti
   es amado.
LUCIA:                      ¿ Cómo así ?
MARTA:      Porque no es hombre de cuenta
   en quien tú los ojos pones 105
   y. cuando tenga valor,
   sólo por tenerle amor
   tú, le pierde.
LUCIA:                          Mil razones
   te sobran.
MARTA:                        Y en conclusión,
   ya sabes lo que perdiera 110
   si elección mi amor hiciera
   de quien tú haces elección;
   porque dijeran de mí,
   teniéndote--aun quien te precia
   y sirve--por fría y necia 115
   que me parecía a ti.
LUCIA:      Soy yo la misma frialdad
   y eres tú el mismo calor.
   Andan perdidos de amor
   los hombres por tu beldad. 120
   Eres un sol en el talle
   y hasle parecido en todo
   de tal suerte que del modo
   que ninguno osa miralle
   porque ciega el resplandor 125
   que visten sus rayos rojos.
   Nadie pone en ti los ojos
   porque los ciegas de amor.
   Y así, aunque abrasa y admira
   tu hermosura de mil modos, 130
   como al sol te alaban todos
   pero ninguno te mira
   porque ninguno hasta agora
   hace de servirte caso.
   Yo, que ni quemo ni abraso 135
   ni soy sol, ni soy aurora,
   de tu discreción me río;
   pues con ser menos perfeta,
   no tan hermosa y discreta,
   por más que hielo y enfrío, 140
   tengo muchos pretendientes
   que, a pesar de tu beldad,
   estiman más mi frialdad
   que no tus rayos ardientes.
MARTA:      Serán amantes felpados 145
   de estos rubios moscateles;
   que, para que no los hieles,
   irán a verte aforrados
   porque como cada día
   truecan las cosas los cielos 150
   y ya se venden los hielos,
   estimaránte por fría.
   Mas que ¿ dices que también
   don Felipe te adoraba
   y con tu nieve templaba 155
   su fuego ?    ¿ Quísote bien ?
LUCIA:      Así le quisiera yo.
MARTA:      ¿ Que no le quieres ?
LUCIA:                                Ni es justo
   gastar el tiempo y el gusto
   qon quien sabes que mató 160
   a mi hermano.    Antes deseo
   que la justicia castigue
   su crueldad, porque mitigue
   la pena que nunca creo
   ha de tener fin en mí. 165
MARTA:      ¿ Qué ? ¿ Te holgaras, por tu vida,
   de ver muerto al homicida ?
LUCIA:      Digo mil veces que sí.
MARTA:      Rigores son excesivos.
LUCIA:      Fuéronlo sus desconciertos. 170
MARTA:      Que perdone Dios los muertos
   y dé salud a los vivos.
LUCIA:      No lo merece su exceso.

Fingiendo

MARTA:      Pues si su muerte te da
   gusto, has de saber que está 175
   don Felipe, hermana, preso.

Alborotada

LUCIA:      ¿ Donde ?
MARTA:                    En Sevilla le sigue
   su culpa.
LUCIA:                    (¡ Ay ! ¡ Fiero tormento !)    Aparte
MARTA:      Y mi padre tan contento
   de que su prisión mitigue 180
   su pena y larga tristeza
   que para que se anticipe
   tu venganza, a don Felipe
   hará cortar la cabeza
   antes de un mes.
LUCIA:                              (¡ Ay de mí)    Aparte 185
MARTA:      Mira si el cielo ha dispuesto
   tu venganza.
LUCIA:                        Que tan presto,
   hermana, ¿ ha de morir ?
MARTA:                                  Sí.
   ¿ Lloras ?
LUCIA:                        ¿ Soy de bronce yo ?
MARTA:      No, mas poco ha que afirmabas 190
   que su muerte deseabas
   porque a tu hermano mató.
LUCIA:      Todo es doña Marta, así;
   pero no has dado en lo cierto.
MARTA:      ¿ No deseas verle muerto ? 195
LUCIA:      Sí, hermana.    Muerto.    (Por mí.      Aparte
   La verdad voy a saber
   de mi padre, y a llorar.)

Vase doña LUCIA

MARTA:      ¡ Qué fácil es de engañar,
   cuando es boba, una mujer ! 200
   Quise fingir su prisión
   para saber su amor, cielos,
   y al fin saqué a luz mis celos
   envueltos en su afición.

Sale don GOMEZ, leyendo una carta, sin reparar en su hija

GOMEZ:      "Entre las muchas causas que me 205
   obligaron a dejar las Indias y volver
   a España, fue la principal el deseo de
   veros y convertir nuestra antigua amistad
   en parentesco. Dios [y] mis hazañas y
   buena diligencia han querido que en diez 210
   años de asistencia haya ganado cien mil
   pesos y más que para que os sirváis con
   ellos ofrezco en arras a mi señora doña
   Marta, hija vuestra, si con perdón de
   mis canas, trueco el nombre de vuestro 215
   amigo por el de yerno. En Illescas estoy
   que, como sabéis, es mi tierra; fiestas
   y toros hay.    Si ellas os obligan y yo lo
   merezco, mi casa os aguarda, vacía de
   hijos--que nunca los he tenirdo--y llena 220
   e deseos que espero cumpliréis. El cielo
   os guarde, etc. --El capitán Urbina."
   Mil veces sea bien venido;
   que estas nuevas solamente
   poner límite han podido 225
   al llanto y pena presente
   por el hijo qne he perdido.
   La misma edad que yo tiene
   el capitán; mas, pues viene
   con mas de cien mil ducados, 230
   años que están tan dorados
   reverenciarlos conviene.
   Darále Marta la mano;
   que no es viejo el interés
   aunque el capitán es cano; 235
   y menos enfermo es
   el invierno que el verano.
   Invierno viejo es mi yerno;
   verano suele llamar
   la juventud a amor tierno; 240
   pero bien podrá pasar
   con tanta ropa este invierno
   mi hija; que de ella fío
   que ha de hacer el gusto mío
   y de el que escribe esta carta; 245
   que es viejo, y compra esta "marta"
   para remediar su frío.
MARTA:      Señor, ¿ qué nuevo contento
   ha puesto fin a tu llanto ?
GOMEZ:      (Encubrirle el casamiento            Aparte 250
   quiero.) Aunque es mi dolor tanto,
   iguala a su sentimiento,
   y aun sobrepuje, el placer
   que de estas nuevas consigo.
   Un hijo vine a perder 255
   y hoy, hija, cobro un amigo
   a quien luego he de ir a ver;
   que aunque el daño considero
   que de mi amado heredero
   hace la falta, colijo 260
   que puede igualarse a un hijo
   un amigo verdadero.
   Viene el capitán Urbina
   conforme me escribe aquí,
   tan galán, que de una mina 265
   sacó el alma al Potosí,
   y las telas a la China.
   Con mas de cien mil ducados
   pone en olvido cuidados.
   En Illescas, Marta, está, 270
   y que vaya a verle allá
   me escribe.    En tiempos pasados
   fuimos los dos una vida
   y un alma.    Con sus tesoros
   y su casa me convida. 275
   Dice que hay fiestas y toros
   mañana allí; y aunque impida
   la muerte de don Antonio
   ver fiestas, en testimonio
   de su amistad esta vez 280
   dispensará mi vejez
   y su rico patrimonio
   con vuestro luto y mi pena.
   A buscar un coche voy;
   que es fresca la tarde y buena 285
   y habemos de partir hoy.
MARTA:      Señor, los pasos refrena
   y vuelve a tener memoria
   de que quitaron la vida
   a mi hermano, y es notoria 290
   la culpa del homicida.
GOMEZ:      Con una requisitoria
   en su seguimiento va
   un aguacil que dará
   lucida satisfación 295
   a mi pena y su traicón.
MARTA:      (¡ Cielo ! En Illescas está;        Aparte
   que así me lo escribió ayer
   y, si las fiestas aguarda,
   qne mi padre intenta ver, 300
   nuevo temor me acobarda
   de que allí le han de prender.

Sale doña LUCIA

LUCIA:      Ya me han contado el suceso
   que te ha alegrado, señor.
GOMEZ:      ¡ Oh Lucía ! ¿ Cómo es eso ! 305
LUCIA:      Dícenme que el matador
   tienes en Sevilla preso.
GOMEZ:      ¡ Válgame el cielo !    Pues ¿ Quién
   de esa nueva autor ha sido ?
LUCIA:      ¿ Eso preguntas ? ¡ Qué bien ! 310
GOMEZ:      ¿ Habrá el alguacil venido ?
   Nobles albricias le den.
   La requisitoria ha hecho
   la diligencia debida
   en Sevilla. Satisfecho 315
   estoy; dárá el homicida
   justa venganza a mi pecho.
   De todo a informarme voy
   y porque partamos hoy
   a Illescas, voy a aprestar 320
   un coche en que caminar.

Vase don GOMEZ

LUCIA:      Confusa y dudosa estoy.
   ¿ Qué camino es éste, hermana ?
   ¿ Qué alguacil es el que viene
   y aquestas albricias gana ? 325
   Si mi padre preso tiene
   a don Felipe, y es llana
   su venganza, ¿ cómo se hace
   de nuevas ?    Mi confusión
   de tantas quimeras nace. 330
MARTA:      Ha sabido la afición
   con que a tu amor satisface
   don Felipe, hermana mía,
   mi padre; y por excusar
   tu pena y melancolía, 335
   no se atreve a declarar
   la causa de su alegría.
   Quiere ir a verle dar muerte
   a Sevilla; y porque advierte,
   --si sabes esto--la pena 340
   que te ha de causar, ordena,
   como ves, entretenerte
   en Illescas cuyas fiestas
   y toros suspenderán
   el llanto que manifiestas. 345
LUCIA:      Fiestas ¿ cómo enjugarán,
   Marta, lágrimas funestas ?
   Mas, pues sé ya sus engaños,
   yo le diré que no intente
   con su muerte nuevos daños 350
   o su venganza inclemente
   verá malograr mis años.
   Si la ira no reporta,
   será mi vida tan corta
   como largo su rigor. 355
MARTA:      Por agora lo mejor
   será callar; que te importa
   llegue a Illescas donde está
   un amigo que ha venido
   de Indias y a verle va; 360
   que por las dos persuadido
   el enojo aplacará
   de mi padre, y de esta suerte
   remediaremos su muerte.
LUCIA:      Buen remedio es ése.
MARTA:                              Extraño. 365
   (¡ Qué bien a esta boba engaño !)      Aparte
LUCIA:      Callar quiero, que ya advierte
   mi sospecha, hermana mía,
   que los celos que tenía
   de ti eran sin razón 370
   pues que con tanta afición
   me favoreces.
MARTA:                        Lucía,
   los celos son el tributo
   que dan intenciones malas:
   ruín el árbol como él fruto. 375
LUCIA:      Vamos, y aprestemos galas,
   las que permitiere el luto.
   (¡ Cielos !    Excusad su muerte.)    Aparte

Vase doña LUCIA

MARTA:      Como no esté en él lugar,
   dichosa será mi suerte. 380
   ¿ Quién dijera que pesar,
   Felipe, me diera el verte ?

Vase doña MARTA.    Salen, de camino, PASTRANA y don FELIPE

PASTRANA:      A pie, a caballo, a jumento,
   a mula, a carro y a coche
   he caminado esta noche 385
   sólo por darte contento.
FELIPE:      ¡ Ay Pastrana ! En mis deagracias
   halla mi felicidad
   cierta ayuda en tu amistad,
   y pasatiempo en tus gracias. 390
   Respetos de bien nacido
   te han obligado a seguirme,
   y a alegrarme y divertirme
   tu humor siempre entretenido.
   Si mis desdichas recelas, 395
   sírvate en esta ocasión
   el símbolo del halcón
   con capirote y pigúelas;
   que alivia mi desventura
   el misterioso letrero 400
   donde dice, "Alegre espero
   tras las tinieblas luz pura."
   Ansí yo, si desterrado
   una muerte me hace andar,
   luz cual él puedo esperar 405
   después de tanto nublado.
PASTRANA:      Sí, mas ¿ no fuera mejor,
   ausentándonos mas lejos,
   tomar los sabios consejos
   que al prudente da el temor 410
   y no hacer que tu amor sea
   cual la ciega mariposa
   que la llama peligrosa
   ronda, enamora y pasea
   hasta que a su luz sutil 415
   muere, cuyo ejemplo igualas,
   pues aguardas que las alas
   nos corte algún alguacil ?
FELIPE:      Considera tú un león
   atado, cuando recuerda 420
   caminar cuanto la cuerda
   le permite en la prisión;
   que no extendiéndose a más,
   vuelve a otra parte y no puede.
   Lo mismo, pues, me sucede. 425
   Mal persuadirme podrás
   que de aquí, amigo, me parta,
   qunque vida y honra pierda
   porque no me dan mas cuerda
   memorias de doña Marta. 430
PASTRANA:      Según eso, a buena cuenta
   seremos en esta danza
   don Quijote y Sancho Panza
   parando de venta en venta.
   ¿ No ves que estar en Illescas 435
   agora no es buen discurso
   que es la fiesta y el concurso
   de damos y damas frescas
   donde vendrá a darte enojo
   algún mercaoer de vidas 440
   cuyas varas son medidas
   y en mirando dan mal de ojo ?
   Había ocasión agora
   a medida del deseo;
   pues toda la corte veo 445
   que se parte a la Mamora
   y con cualquier capitán
   pudieras ir disfrazado;
   que a un distraído soldado
   no le conoce Galván. 450
FELIPE:      ¿ Piensas que no me da pena
   no hallarme en ocasión
   de gozar ésa ?
PASTRANA:                        Es razón,
   que para un mancebo es buena.
FELIPE:      ¡ Valor natural de España ! 455
   ¡ Lealtad y obediencia grande !
   Pues sin que el rey se lo mande,
   la ocasión los desengaña
   y los que llenos de olores,
   de galas, fiestas y gustos, 460
   no tratan sino de injustos
   celos, prendas y favores
   si la ocasión los convida,
   salen tan bien enseñados
   como si fueran soldados 465
   de Flandes toda su vida.
PASTRANA:      El señor don Luis Fajardo
   viva mil años, que es gloria
   de España, y quede memoria
   de capitán tan gallardo 470
   y salga Jarife o Muza
   con la morisca galgada
   a probar lo que es su espada;
   que él los dará en caperuza.

Sale LOPEZ

LOPEZ:      Así queda bien, que a todo 475
   sabe acudir Juan Florín.
PASTRANA:      Un hombre viene.    El rÜín
   teme pantanos sin lodo.
   No es sospechoso.    Yo llego.
   Señor hidalgo, ¿ es soldado 480
   de la Mamora ?
LOPEZ:                          Criado
   a lo menos de don Diego
   de Silva.
PASTRANA:                      ¿ Y a qué ha venido
   a Illescas ?    Deseo saber...
LOPEZ:      He venido aquí a traer 485
   jaeces que le han pedido
   dos hidalgos a mi dueño
   y, aunque Juan Florín es hombre
   que su cuidado y su nombre
   florece--que no es pequeño-- 490
   he venido yo en su carro
   por no hacer falta a la fiesta
   que es mañana.
PASTRANA:                          Y la respuesta
   es de ese ingenio bizarro.
   Pero ¿ qué don Diego es ése; 495
   que no le he visto jamás ?
LOPEZ:      (Aun no le importunan más          Aparte
   a un reo a que se confiese.)
   Digo que son dos hermanos
   nobles don Diego y don Juan, 500
   el uno y otro galán
   y entrambos buenos cristianos.
FELIPE:      ¿ Son casados ?
LOPEZ:                            Pretendientes
   de dos hermanas muy bellas
   que en sustancia son doncellas. 505
   Sabe Dios los accidentes.
   Llámanse Marta y Lucía
   con su "don" en cada una.
   Adios, que es cosa importuna
   preguntar tanto en un día. 510
PASTRANA:      Oigase.
LOPEZ:                      Voy a buscar
   posada, que han de venir
   las damas, y a prevenir
   mucho que hay que aderezar.
FELIPE:      ¿ Pues vienen ellas con ellos ? 515
LOPEZ:      Ellas con su padre vienen,
   y ellos también--que previenen
   la Ocasión por los cabellos--
   vienen delante, y desean
   verse juntos dos a dos. 520
PASTRANA:      Adiós.
LOPEZ:                  Adiós.

Vase LOPEZ

FELIPE:                        ¡ Plegue A Dios
   Que vengan y no las vean !
PASTRANA:      ¿ Hay celambre ?
FELIPE:                          No, bien sé
   que entrambas a dos me miran
   con cuidado y que suspiran 525
   aunque a su hermano maté.
   Por mí--y quisiera, por Dios--
   que algún galá conquistase
   a la una, y me dejase
   con la mayor de las dos. 530
PASTRANA:      Otros vienen.
FELIPE:                        ¿ Y quién son ?
PASTRANA:      Dos viejos, un mozo, y más
   damas, y gente atrás.
   Vámonos; que es confusión.
FELIPE:      Mal irme de aquí podré, 535
   y más viniendo mi dama.
PASTRANA:      Descansa pues en la cama
   mientras viene.
FELIPE:                          Así lo haré.

Vanse don FELIPE y PASTRANA.    Salen don GOMEZ, doña MARTA, doña LUCIA, el capitán URBINA, y ALFEREZ

GOMEZ:      ¡ Señor capitán Urbina !
URBINA:      ¡ Famoso don Gómez mío ! 540
   Ya mi contento imagina
   que en mi pecho falta el brío
   para esta gloria divina.
   No cabe en mí tanto bien;
   repartidle en vuestro pecho 545
   aunque el vuestro es mío también;
   que ya quedo satisfecho
   y rico de ver tal bien.
   De Indias traigo ganados,
   caro amigo, cien mil pesos, 550
   que allá llaman ensayados,
   y para tales sucesos
   vendrán muy bien empleados.
   Todos los rindo a los pies
   vuestros y de vuestras prendas, 555
   pues de ellas su dueño es.
GOMEZ:      Habla, hija, no suspendas
   su afición para después.
MARTA:      Por la parte que me alcanza
   de esa merced, mi señor, 560
   os pido, con la esperanza
   que se debe a tal favor,
   esas manos.
URBINA:                      Alabanza
   sois de España. Permitir
   que vos me pidáis las manos 565
   no es bien si os he de servir.
MARTA:      (¡ Cumplimientos cortesanos !          Aparte
   ¡ Qué bien que sabéis fingir !)
GOMEZ:      Luego que supe de vos
   que aquí estábades de asiento, 570
   vine a veros con los dos
   ángeles con que contento
   vivo, agradecido a Dios.

Al capitín URBINA aparte

   En Illescas donde estáis,
   por fin de las fiestas todas 575
   con que al fin nos festejáis
   celebraréis vuestras bodas
   con la que más deseáis.
   No he dicho nada a quien es
   obediente a mi deseo; 580
   basta avisarla después.
ALFEREZ:      (Con gusto las miro y veo.          Aparte
   Dichoso es el interés
   del oro, pues de mi tío
   estiman el casto amor 585
   en más que el juvenil mío.
   ¡ Ay dinero encantador !
   ¡ Qué grande es tu señorío !)

Aparte a su hermana

MARTA:      ¡ Ay Lucía ! Esténse allí
   y hable el viejo con el viejo; 590
   que no sé qué siento en mí.
   Dame en tu amor un consejo.
LUCIA:      Quisiérale para mí;
   que adoro en mi ausente preso.
MARTA:      (¡ Ojalá que ausente esté !)            Aparte 595
LUCIA:      Si le da muerte este exceso,
   Marta, en mí ejecutaré
   la sentencia del proceso.
URBINA:      No es razón que desecanséis;
   que venía al tiempo crudo 600
   de las fiestas. Si queréis
   verlas, vamos.
ALFEREZ:                          (¡ Ay, desnudo
   Amor !    Vencido me habéis.
   Si es ésta doña Lucía,
   a su luz soy mariposa. 605

A doña MARTA

URBINA:      ¿ No venís, señora mía !
MARTA:      Sí, porque toros son cosa
   que dan gusto cada día.
LUCIA:      (¡ Ay mi idolatrado ausente !)      Aparte
MARTA:      (¡ Que en mí el amar y el temer,    Aparte 610
   dn Felipe, me atormente
   tanto, que te desee ver
   y no tenerte presente !)

Vanse todos.    Salen don FELIPE y PASTRANA

PASTRANA:      Menos que en una ventana
   o en un tablado, no esperes 615
   verme en el coso.
FELIPE:                            Pastrana,
   ése es sitio de mujeres
   o de hombres de agua y lana.
   Aguardemos una suerte
   aquí y cobrarás por fuerte 620
   nombre y blasones eternos.
PASTRANA:      No, hermano, que suerte en cuernos
   tiene la punta en la muerte.
FELIPE:      Deja aquesa impertinencia;
   que a no tener experiencia 625
   de tu humor y valentía,
   dijera que es cobardía
   ésa.
PASTRANA:      Yo te doy licencia
   que como quieras la nombres 630
   como no estémos aquí.
FELIPE:      Tú, que te comes los hombres,
   ¿ temes una bestia ?
PASTRANA:                            Sí,
   por más que de eso te asombres,
   reñir con dos o con tres 635
   hombres muchas veces es
   honra y no temeridad
   porque con facilidad,
   por valiente o por cortés,
   se libra y más cuando alcanza 640
   la experiencia de las tretas
   con que nos dejó Carranza,
   líneas oblicuas y retas,
   dando ciencia a la venganza.
   Puede un hombre si acosado, 645
   riñendo, de otro se ve,
   decir, "Yo he experimentado
   que vive en vuestra mercé
   todo el valer abreviado.
   Por servirle y aplacalle, 650
   ni rondaré aquesta calle,
   ni hablaré a Doña Mencía;
   y si de la amistad mía
   gusta, vendré a acompañalle
   desde hoy."    Y si es caballero, 655
   oblígale el buen habla;
   si es capeador, el dinero;
   si es valentón, el quedar
   por más valiente y más fiero.
   En fin, siempre hay esperanza, 660
   por más enojo y venganza
   que al más colerico obligue
   si es hombre que se mitigue
   con dineros o crianza.
   ¡ Pero un toro ! Cuando deja 665
   la capa que despedaza,
   y a las espadas aqueja
   al dueño, dándole caza,
   llega tú, y dile a la oreja,
   "Señor toro, la nobleza 670
   ilustra la fortaleza;
   corte la cólera un poco;
   que es propio del necio y loco
   el dar siempre de cabeza."
   Y verás como repara 675
   si tu amistad le prometes
   y luego vuelves la cara
   abriéndote dos ojetes
   por detrás de a media vara.
FELIPE:      Cobardía es muy discreta. 680
PASTRANA:      No admito yo, aunque me brindas
   con tu inclinación inquieta,
   cólera, que en vez de guindas,
   se aplaca con guindaleta.

Mirando dentro don FELIPE

FELIPE:      Escucha, que a aquel balcón 685
   sale hermosa bizarría.
PASTRANA:      ¡ Fanfarrona ostentación !
FELIPE:      ¡ Pastrana ! Doña Lucía
   y mi doña Marta son.
   ¡ Oh, sol con madejas de oro 690
   que de la noche el silencio
   rompes y enjugas mi lloro.
   desde aquí te reverencio
   y como el indio, te adoro !
   Desde aquí el alma te escribe 695
   de esta ausencia los enojos
   en que muere cuando vive.
   Estafetas son los ojos.
   La carta, Marta, recibe
   y responde el dulce sí 700
   que ml firme amor te ruega.
   Amigo Pastrana, di
   lo mucho que la amo.    Llega.
PASTRANA:      ¿ Desde dónde ?
FELIPE:                        Desde aquí.
PASTRANA:      ¿ Estás borracho ?
FELIPE:                              Haz la salva 705
   que merece su hermosura,
   pues sale en su oriente el alba.
   Di mi amor y fe segara.
PASTRANA:      ¡ Qué buena fe si se salva !
FELIPE:      ¿ No le dirás algo ?
PASTRANA:                                Aparta. 710
   Marta, que perlas ensarta
   si se las compra el platero,
   Marta, martillo, o mortero,
   pues le ves, cócale, Marta.

Suena música dentro

   ¿ Qué es aquesto ?
FELIPE:                              La señal 715
   de soltar toro.
PASTRANA:                          Pues suelto
   las piernas.
FELIPE:                      ¿ Vaste ?
PASTRANA:                              ¡ Y qué tal !
FELIPE:      Mal por tu opinión has vuelto.
PASTRANA:      Peor vuelve un animal
   cuando alcanza en la carrera. 720
FELIPE:      Segura está esta barrera.
   Rejón hay y también lanza.
   Espera.
PASTRANA:                  Mala esperanza
   tiene el que en la muerte espera.
FELIPE:      ¿ Quién es éste del rejón ? 725
PASTRANA:      No le conozco.
FELIPE:                        ¡ Buen talle !
PASTRANA:      Y el toro ¿ es barro ?
FELIPE:                              Un león
   parece.
PASTRANA:                ¡ Mas que ha de dalle
   si le alcanza, topetón !

Voces dentro

VOCES:      ¡ Huchohó !
PASTRANA:                      ¡ Brava grita ! 730
   ¡ Que guste España de ver
   una fiesta tan maldita !

Voces dentro

VOCES:      ¡ Válgate Dios !
PASTRANA:                        El correr
   vidas guarda y capas quita.
FELIPE:      ¡ Ea, el del rejón se pone 735
   a punto.
PASTRANA:                  Aunque más blasone,
   temo, sólo de mirallo,
   que ha de morir a caballo.
FELIPE:      ¡ Buen aire !
PASTRANA:                        Dios le perdone
   si le arrima medio cuerno 740
   porque el que muere, es notorio,
   aquí, por su mal gobierno,
   que sin ver el purgatorio
   se va derecho al infierno.

Suenan dentro cascabeles, como que corren caballos

FELIPE:      Ya los dos están en frente, 745
   toro y caballo, y la gente
   se suspende por mirallo.

Voces dentro

VOCES:      ¡ Bravo golpe !
FELIPE:                        Del caballo
   cayó.

Voces dentro

VOCES:      ¡ Jesús ! ¡ Hombre, tente ! 750
PASTRANA:      ¡ Que le mata !
FELIPE:                          Aquí me llama
   una venturosa suerte.
PASTRANA:      ¿ Suertes haces en Jarama ?
   Morirás.
FELIPE:      ¿ Qué mejor muerte 755
   que a los ojos de mi dama ?

Vase con la capa revuelta al brazo y la espada desnuda

PASTRANA:      ¿ Vióse más desatinada
   temeridad ? Con la espada
   desnuda la capa embraza
   y dando ojos a la plaza 760
   la bestia acomete airada.
   ¡ Grande esfuerzo y gentileza !
   El toro cierra con él.

Voces dentro

VOCES:      ¡ Golpe extraño !
PASTRANA:                          ¡ Gran destreza !
   Digno es de español laurel. 765
   Cercenóle la cabeza
   y la bestia en el arena
   caída, de ella levanta
   al caballero, que ordena
   darle por ayuda tanta 770
   los brazos que ya encadena
   en su cuello.

Salen don FELIPE y el ALFEREZ, a quien sale limpiando la capa

ALFEREZ:                            Otras mil veces
   amigo, me vuelve a dar
   los brazos.
FELIPE:                    ............ -eces] 775
   .............¡ Que en tal lugar
   y a tal ocasión pareces
   después de tan larga ausencia,
   Alférez, que he merecido
   gozar tu noble presencia ! 780
ALFEREZ:      El mar del Sur ha podido
   dar riendas a la paciencia
   como a la esperanza engaños
   para que al fin de diez años
   fuese, don Felipe amigo, 785
   deudor yo propio y testigo
   hoy de tus hechos extraños.
FELIPE:      ¿ Qué tanto habrá, Alférez mío,
   qué estás aquí ?
ALFEREZ:                          Aun no ha un mes.
FELIPE:      ¿ Vive el capitán, tu tío ? 790
ALFEREZ:      La sangre del interés
   anima su cuerpo frío.
   Trae más de cien mil ducados
   y tan mozos los cuidados
   que, aunque a su vejez ofende 795
   como s su salud, pretende
   casarse.
FELIPE:                  ¡ Bien empleados
   dineros y años si son
   del matrimonio despojos !
ALFEREZ:      Amigo, de aquel balcón 800
   me llaman, donde unos ojos
   me han robado el corazón.
   Subid conmigo, que allí
   la vida agradecerán
   que me habéis dado.
FELIPE:                            (¡ Ay de mí !)    Aparte 805
ALFEREZ:      Las dos hermanas que están
   en él ¿ conocéislas ?
FELIPE:                              Sí.
ALFEREZ:      Pues la mayor ha de ser
   hiedra de aquel tronco viejo;
   que ha merecido tener 810
   su lado, y con ser su espejo
   de acero, en él se ha de ver;
   y yo soy de la menor
   menor criado, y mayor
   en amarla.
FELIPE:                    (Yo soy muerto.)          Aparte 815
   ¡ Ay, Alférez ! ¿ Eso es cierto ?
ALFEREZ:      Tan cierto como mi amor.
   Esta noche se desposa
   con mi tío doña Marta.
   ¡ Ved qué lirio con qué rosa ! 820
FELIPE:      (Antes un rayo le parta              Aparte
   y dé muerte rigurosa.)
ALFEREZ:      Subid conmigo al balcón
   si saberlo deseas
   todo. 825
FELIPE:      (¡ Ay, fiera confusión !)            Aparte
   Antes, quiero que encubráis
   mi nombre.
ALFEREZ:                      ¿ Por qué razón ?
FELIPE:      Porque el andar encubierto
   me importa, hasta que me parta. 830
ALFEREZ:      Pues ¿ qué ha sucedido ?
FELIPE:                                He muerto
   de la hermosa doña Marta
   un hermano y sé por cierto
   que me buscan con cuidado.
ALFEREZ:      ¿ Dónde os partís ?
FELIPE:                          A Sevilla. 835
ALFEREZ:      Si mi hacienda, y el sagrado
   que ofrece en aquesta villa,
   la imagen que el ser le ha dado,
   os importa, entre los dos
   cumplimientos lisonjeros 840
   seránlo sólo por vos.
   ¿ Habéis menester dineros ?
FELIPE:      No, andad, que os llaman.
ALFEREZ:                                      Adiós.

Vase el ALFEREZ

PASTRANA:      Pues, matatoros, locura
   ha sido aquesta extremada. 845
FELIPE:      Si sientes mi desventura,
   mátame.    Saca esa espada.
PASTRANA:      ¿ Matar yo ? ¿ Soy calentura ?
   ¿ Hay ya casquera ? ¿ Qué pasa ?
FELIPE:      Que doña Marta se casa. 850
PASTRANA:      Que se case en hora buena.
   ¡ Bobazo ! ¿ Eso te da pena ?
FELIPE:      Cuando la envidia me abrasa
   de los celos y me quejo
   como ves, ¿ me hablas ansí ? 855
   ¡ Bien contigo me aconsejo !
PASTRANA:      ¿ Cuándo es la boda ?
FELIPE:                              ¡ Ay de mi !
   ¡ Esta noche y con un viejo !
PASTRANA:      Tu venganza satisfizo
   quien tan mala elección hizo. 860
   Habrá barba betunada
   tos, catarro, orina, hijada
   y mucho diente postizo.
   Bien tu venganza acomodas.
FELIPE:      Mas así mi mal refrescas. 865
PASTRANA:      Será, con quien hace bodas,
   como las casas de Illescas
   que de viejas se caen todas.
   Anda acá, amigo, a Sevilla
   que una ausencia suele dar 870
   a Amor, que es niño, papilla.
FELIPE:      Aquesta noche he de estar...
PASTRANA:      ¿ A ver tu sentencia ?
FELIPE:                              A oílla.
PASTRANA:      ¿ Y si te prendan ?
FELIPE:                              Jamás
   me vio el avariento padre 875
   de doña Marta.
PASTANA:                        Y tendrás
   en viéndola mal de madre
   y luego alborotarás
   la casa, y donde los oros
   triunfan, como eres valiente, 880
   habrá cristianos y moros.
FELIPE:      ¿ Tienes temor ?
PASTRANA:                        No a la gente
   sino a los truenos y toros.
FELIPE:      Pues ven, que la fiesta toda
   tengo de abrasar, por Dios. 885
PASTRANA:      Si un alguacil no lo enloda
   haciéndonos a los dos
   las vacas de aquesta boda.

Vanse don FELIPE y PASTRANA.    Salen don GOMEZ, hablando con doña MARTA, doña LUCIA, URBINA, y el ALFEREZ

GOMEZ:      Querida hija, vuestra edad me obliga
   a daros rico y merecido esposo 890
   de cuyo largo amor el curso siga
   lo que pide su intento generoso.
   Excusado es que os pinte, Marta, y diga
   los méritos del dueño valeroso
   porque las prendas del señor Urbina 895
   muestran todo el valor que se imagina.
MARTA:      (¿ Sus prendas dijo ?    Luego, prenda suya,    Aparte
   es el sobrino.)
ALFEREZ:                            (Pienso que me mira, Aparte
   porque en sus ojos y en su lengua arguya
   que por mi edad y mi valor suspira. 900
   ¡ Dichosa mi afición si fuera tuya,
   Lucía hermosa !)
LUCIA:                          (Temo que es mentira, Aparte
   y sueño lo que veo y no lo creo.
   Cásese Marta y cumpla mi deseo.)
GOMEZ:      Viene el señor Urbina por extremo 905
   rico de Indias, hija, y sólo tiene
   el sobrino que ves.
MARTA:                              (Mirarle temo, Aparte
   porque a su nuevo amor no me condene.)
ALFEREZ:      (Ella me mira, y yo me abraso y quemo    Aparte
   por mi Lucía, cuando no conviene 910
   que elija a doña Marta el gusto mío,
   siempre obediente al de mi viejo tío.)

Salen don JUAN y don DIEGO a una puerta de la sala, en traje de noche.    Hablan aparte

JUAN:      No me ha costado poca diligencia
   saber, don Diego, al punto que be venido
   de estas dos damas la primera ausencia 915
   que tan dañosa a mi esperanza ha sido.
DIEGO:      Casarlas quiere el padre con violencia.
JUAN:      No es en eso prudente, aunque atrevido
   que en este tiempo no parece justo
   casar las hijas contra el propio gusto. 920
   Mas ¿ cásase también doña Lucía ?
DIEGO:      Yo sospecho que sí.
JUAN:                              Mucho me pesa;
   que si la una es vuestra, la otra mía
   --quiero decir, en la amorosa empresa.
GOMEZ:      Así que, Marta cara, estima el día 925
   en que tan gran ventura se interesa
   que el señor capitán y prendas suyas
   quiere ser dueño amado de las tuyas.

Salen don FELIPE y PASTRANA, en hábito de noche a otra puerta de la sala y hablan aparte

FELIPE:      Esto ha de ser.
PASTRANA:                            Es mucho atrevimiento.
FELIPE:      Digo, Pastrana, que aunque muera al punto, 930
   tengo de estar presente al casamiento,
   pues ya me tiene su temor difunto.
URBINA:      Declarad, mi señora, el sentimiento
   de vuestro parecer, pues todo junto,
   mi esperanza, mi bien y mi desvelo 935
   en vuestro dulce "sí" le cifra el cielo.
MARTA:      Aunque el señor Alférez es un hombre
   de tantas partes, tal valor y fama
   que, como me decís, ganó renombre
   con los indios y al fin me estima y ama, 940
   y aunque el señor su tío con el nombre
   le ilustra, y a su herencia al fin le llama,
   y con tanto valor el suyo obliga,
   digo...
GOMEZ:                ¿ Qué ?
MARTA:                    Que no sé lo que me diga.
URBINA:      ¿ Qué tiene que ver ser mi sobrino 945
   honrado y noble para ser el dueño
   de vuestro dulce amor si de él es dino
   mi crédito y valor, aunque pequeño ?
   Yo soy el que casarme determino.
MARTA:      ¿ Vos, mi señor ?
URBINA:                          Yo pues.
MARTA:                                  Parece sueño 950
   ea esperanza que entre verdes años
   viene llena de amor como de engaños.
PASTRANA:      ¿ Que a una muchacha casenn con un viejo ?
   ¡ Maldiga Dios vejez tan seca y verde !
DIEGO:      No ha seguido su padre buen consejo. 955
JUAN:      Ella de pena la paciencia pierde.
MARTA:      Pues aunque yo pudiera, no me quejo
   de este rigor.
FELIPE:                        (Cuando de mí se acuerde, Aparte
   no dará el "sí.")
MARTA:                          (Cuando a Felipe adoro Aparte
   de mi amor vencedor como del toro, 960
   ¡ En vez mi padre de su abril, me ofrece
   este caduco enero ! ¡ Buen empleo !)
URBINA:      Proseguid, mi señora, si merece
   un "sí" tan esperado mi deseo.
MARTA:      Vuestra hacienda y valor mucho merece... 965

Don FELIPE, embozado, llégase rápida- mente a doña MARTA

   (Mas ¡ ay de mí ! que a don Felipe veo.)    Aparte

Don FELIPE habla aparte a doña MARTA

FELIPE:      Ah crÜel, en buen riesgo mi amor pones.

Retírase adonde estaba

PASTRANA:      (Si es potro el casamiento, nones, nones.) Aparte
URBINA:      ¿ Qué decís, mi señora ?
MARTA:                                    Sea testigo
   el que quisiere serlo y escucharme. 970
   El capitán Urbina es noble...y... digo
   que, con ser él quien es, no he de casarme.
GOMEZ:      ¿ Qué dices ?
MARTA:                      No mi gusto en esto sigo
   sino el del cielo solo, que obligarme
   puede a que no me case en esta empresa, 975
   si es digno de guardarle una promesa.

A PASTRANA

FELIPE:      ¡ Ella me ha visto ya !
MARTA:                                (Yo soy perdida;      Aparte
   mas conservando el alma la esperanza
   que tengo en don Felipe, no me pida
   mi padre y su interés hacer mudanza.) 980
GOMEZ:      ¿ Quién te ha podido hacer tan atrevida ?
   Tu darás a mi cólera venganza
   o el "sí" debido al capitán, que es justo.
ALFEREZ:      ¡ Señor !
GOMEZ:                    ¡ O morirá o hará mi gusto !
MARTA:      Espera, padre y señor, 985
   y escúchame como juez
   de mis palabras y voces
   la verdad, si es justa ley.
   Soy mujer de mi palabra;
   que la guardo, aunque mujer. 990
   Heredera de tu sangre
   y de tu hacienda también.
   Nací en Madrid, y sin madre
   desde niña me crié;
   pero con inclinación 995
   virtÜosa como ves.
   Hasta agora no he mostrado
   la obligacion de mi fe
   que la edad no me obligaba
   ni tu amor o tu interés. 1000
   Agora mis confesores
   me mandan, señor, que dé
   razón de mi pensamiento.
   Oye, y responde después.

Aparte don FELIPE y PASTRANA

FELIPE:      ¿ Qué novedades son éstas ? 1005
PASTRANA:      Enredos deben de ser,
   Si no es que se vistió el alma
   esta mañana al revés.
MARTA:      Yo, señores, me casara, 10091010
   porque me estaba muy bien,
   con el señor capitán
   por su mucha hacienda y ser;
   que las mujeres discretas
   no habemos de pretender 1015
   sino dinero, que amores
   no valen nada sin él;
   mas pluguiera a Dios pudiera
   que a no faltarme el poder,
   me casara dos mil veces 1020
   si no bastara una vez.
   Pero los años pasados,
   que agora se cumplen seis,
   por librarme de un peligro
   que no declaro el que fue, 1025
   [hice voto de doncella]
   y pienso que lo he de ser
   hasta que en la virgen tierra
   me entierren a la vejez.
GOMEZ:      Hija, en negocios tan graves 1030
   y que tocan a tu fe,
   yo no puedo resolverme
   sin que tome parecer.
   Démos a Madrid la vuelta;
   que hay teólogos en él 1035
   que mi conciencia aseguren.
MARTA:      Permítamelo Dios, amén.
JUAN:      (¡ Admirado voy !)                    Aparte

Don FELIPE habla aparte a doña MARTA que se halla inmediata a él

FELIPE:                          ¿ Qué es esto ?

Bajo a don FELIPE

MARTA:      Yo te le diré después.

A don JUAN

DIEGO:      Venid, don Juan, que en Madrid 1040
   averiguaré lo que es.
PASTRANA:      (Todos vamos más confusos          Aparte
   que la torre de Babel.)
GOMEZ:      ¿ Que castidad prometiste ?
MARTA:      Sí, señor. (Yo sé con quién.)      Aparte 1045


ACTO SEGUNDO

Salen don GOMEZ y el capitán URBINA

URBINA:      Quise venirme de asiento
   a la corte por saber
   qué suceso ha de tener,
   don Gómez, mi casamiento.
   Tenía yo imaginado, 1050
   siendo doña Marta mía,
   casar a doña Lucía
   con mi sobrino, soldado
   de las banderas de amor
   si de las de Marte ha sido 1055
   Alférez...
GOMEZ:                      Ha sucedido
   todo al revés.
URBINA:                        Mi temor
   lo adivinó.
GOMEZ:                          Doña Marta
   tan mudada y otra está
   que tengo escrúpulo ya, 1060
   si por mi ocasión se aparta
   de su determinación,
   que el cielo no me castigue.
   Con notable extremo sigue
   su nueva reformación. 1065
   En todo es otra.    No gasta
   seda; que dice la inquieta
   una ropa de bayeta,
   ni muy fina, ni muy basta;
   una basquiña a lo llano 1070
   que llamaban de capillo;
   un descanso en un puntillo
   rematado; en el verano
   un abanico sin plata
   y en invierno una estufilla 1075
   de felpa o de cabritilla
   que abriga y es más barata.
   Este es su traje.    Ya no ama
   galas, que está reducida.
   Sólo no muda de vida 1080
   en el comer, ni en la cama;
   pues, aunque está tan perfeta,
   por más ejemplos que tome
   miéntras hay perdiz, no come
   vaca. 1085
URBINA:      Por Dios, que es discreta.
GOMEZ:                      Yo, capitán, gustaría,
   porque el amor he notado
   que el Alférez ha cobrado
   desde que vio a mi Lucía,
   que se casasen los dos; 1090
   que el dote que la he ofrecido
   con la hacienda que ha traído
   y la que espera de vos,
   le dará, a lo que imagino,
   la vida que deseara 1095
   y más, si en casa os quedáis
   vos, como vuestro sobrino;
   pues casándose Lucía,
   doña Marta podrá ser
   que mude de parecer 1100
   y en ella la envidia haría
   lo que consejos no han hecho.
URBINA:      El Alférez quedará
   honrado y me dejará
   obligado y satisfecho 1105
   si en vuestra hija mejora
   mi esperanza. El está ausente;
   que, viendo pasar la gente
   de la corte a la Mamora,
   desde Illescas se partió 1110
   con el duque de Maqueda
   que el valor y sangre hereda
   del padre a quien sucedió.
   Ya no tardará; que ha un mes
   que se partió.    Yo os prometo 1115
   que en viniendo tenga efeto
   su amor.
GOMEZ:                    Importará pues
   porque, aunque Marta se trata,
   como veis, no hay persuadirla
   ni con razán reducirla 1120
   a ser monja o ser beata.
   Dice que no ha de casarse
   por el voto y devoción,
   ni admitir dispensación
   aunque pueda dispensarse, 1125
   ni tomar nunca otro estado
   sino sólo el de doncella.
URBINA:      ¡ Triste vida !
GOMEZ:                        No hay vencella.
URBINA:      Ni es carne ansí ni pescado;
   mas, si el Alférez se casa, 1130
   podrá ser mude opinión.
GOMEZ:      ¡ Melindrosa condición... !
   ¡ Y mísera vida pasa !
   Pero ¿ no es él el que viene ?
   El alférez es.
URBINA:                                 ¿ Qué espero ? 1135
   Los brazos abiertos, quiero
   recebirlo; que ya tiene
   a buen presagio mi amor
   el ver el tiempo a que vino.

Sale el ALFEREZ, de camino y muy galán

GOMEZ:      ¡ Famoso Alférez !
URBINA:                          ¡ Sobrino ! 1140
ALFEREZ:      ¡ Don Gómez noble ! ¡ Señor !
GOMEZ:      Murmurábamos los dos
   de vuestro olvido y tardanza
   no ha un momento y en venganza
   venís a volver por vos. 1145
   ¿ Traéis salud ?
ALFEREZ:                              Y contento
   de que los dos la tengáis.
GOMEZ:      ¡ Gran soldado !    Enamoráis
   con tantas plumas el viento,
   con las hazañas a Marte, 1150
   y a Amor con la bizarría.
URBINA:      Yo sé una doña Lucia
   que, si alguno le da parte
   de vuestra alegre venida,
   le ha de dar albricias buenas. 1155
ALFEREZ:      Si ausencia es madre de penas,
   su memoria las olvida.
   ¿ Qué se dice por acá
   de la Mamora ?
GOMEZ:                          Quimeras,
   para el vulgo verdaderas; 1160
   que es quien crédito las da.
   Mas pues vos habéis venido,
   saber la verdad aguardo
   del blasón de aquel Fajardo
   que en Africa ha merecido 1165
   ser Cipión, y en Madrid
   alcanza renombre inmenso.
ALFEREZ:      Yo os contaré por extenso
   la verdad del caso. Oíd.
   Pagaba el sol la posada 1170
   con el oro que se viste
   al signo sexto, que es virgo
   --si en el sexto hay signo virgen--
   y el antípoda de enero
   a Ceres y a Baco pide 1175
   parias, con cuyos esquilmos
   techos cuelga y trojes hinche
   --quiero decir, que era agosto;
   que no puedo persuadirme
   a que den gusto romances 1180
   con máscara de latines--
   cuando el ilustre Fajardo,
   faja o zona con que ciñen
   los cielos sus diez esferas
   porque su nombre sublimen, 1185
   gozoso de que hayan puesto
   las banderas de Felipe,
   la cruz de España, en Larache,
   cueva de piratas viles
   y deseoso de ver 1190
   por los africanos lindes
   que el padre Océano goze
   sus costas y puertos libres,
   quiso desembarazar
   un rincón de infames tigres 1195
   que asaltan los vellocinos
   que en oro a España el Sur rinde
   y, labrando en la Mamora
   un fuerte casi invencible,
   cortar esperanza y pasos 1200
   a moros y pichelingues,
   juntó para aquesta empresa
   en las columnas de Alcides
   cien velas entre navíos,
   galeras y bergantines, 1205
   y con siete mil soldados
   dignos que el sol los envidie,
   sin la chusma y gastadores,
   izaron velas sutiles.
   Gallardetes y banderas 1210
   verdes, rojas y turquíes,
   retozando con los aires,
   dieron al viento tapices;
   y, porque no se escuchase
   si el mar con los remos gime, 1215
   sus peces sordos oyeron
   la salva de los clarines.
   Vio el espumoso elemento
   en sus ondas mil pensiles,
   juzgando galas y plumas 1220
   por cármenes y jardines
   y, dando vista a Larache
   de cuyas murallas rinden
   salva en partos monstrÜosos
   culebrinas y esmeriles, 1225
   llegaron de la Mamora
   una legua y, porque impide
   tomar tierra el agua escasa
   del mar soberbio--allí humilde--
   dieron fondo en aquel puesto 1230
   y, luego en él los reciben
   dos navíos holandeses
   que el mar enfrenan con diques.
   De ellos supo el general
   que en el puerto estaban quince 1235
   naves que, a herejes cosarios
   ayudando, al moro sirven;
   y el vitorioso Fajardo,
   a pesar de los caribdis
   con que arte y naturaleza 1240
   hacen el paso imposible,
   tomó tierra, siendo en ella
   porque seguro la pise,
   los primeros que saltaron
   cuatro navarros que rigen 1245
   otras tantas compañías
   y de quien la fama escribe
   hazañas que ea bronce y jaspe
   la memoria inmortalice.
   Salió Agar a la defensa 1250
   y al son de su añafiles
   cubrió los montes prados
   de bonetes carmesíes
   e, impidiendo al sol la luz
   las saetas que despiden 1255
   los arcos que dio la guerra,
   si el cielo a la paz dio el íris,
   estorban que desembarquen
   los argonautas insignes
   que el non plus ultra extendieron 1260
   desde Cádiz hasta Chile.
   Mas viendo la multitud
   de bárbaros que resiste
   con voces y con saetas
   que España al Africa pise, 1265
   el de Fernandina y Elda
   --Héctor éste, aquél Aquíles
   los dos dignos que canten
   sus hechos hispanos cisnes--
   puestas en tierra las proas 1270
   de las galeras que humildes
   al hipócrita retratan,
   escupen plomo y salitre.
   No aguardaron el refresco
   que se conserva en barriles 1275
   los idólatras de Meca
   ni osaron hacer al brindis
   de los tiros la razón
   porque, confusos y tristes,
   huyen dejando en la playa 1280
   mil moros muertos, que sirven
   a las pelotas de chazas
   que con su vil sangre tiñen.
   Y entrando sin resistencia
   los españoles felices 1285
   en el fuerte, entonces flaco,
   temerosos aperciben
   sus moradores piratas
   las beréticas cervices
   porque en su sangre blasfema 1290
   las espadas se maticen
   y, dando principio al fuerte
   porque eterno se edifique,
   los que ayer Hércules eran,
   hoy se vuelven albañiles. 1295
   Doscientos mil y más moros
   los nuestros pocos resisten;
   que no asombran tantos donde
   fuerzas españolas viven.
   Pelean mientras trabajan 1300
   y, al mismo punto que esgrimen
   con las diestras las espadas,
   las izquierdas porque admire
   su valor, la cal y arena
   aplican, y hazañas miden 1305
   con tareas, siendo a um tiempo
   capitanes y alarifes.
   Llueven las nubes de Agar
   alarbes que al cerco asisten
   creyendo ganar por hambre 1310
   lo que las fuerzas resisten;
   y el valeroso Fajardo
   a España y su Rey escribe
   el suceso y pide gente
   que sus vitorias anime. 1315
   Ofreció al momento el Bétis
   hijos calientes que piden
   al mar, mientras les dan naves
   que los pasen sus delfines.
   Al fin, la Bética toda, 1320
   hasta los hijos de Ulises
   al socorro van lijeros
   como a la presa los tigres.
   Llegó la nueva a la eorte
   y, para que no peligren 1325
   principios tan venturosos
   parando en trágicos fines,
   dio nuestro monarca muestras
   de que desea y se sirve
   qe la Mamora socorran 1330
   sus cortesanos insignes;
   y, apenas mudas señales
   conceptos del alma exprimen,
   cuando antes que por palabras
   su gusto el rey signifique, 1335
   dejan ánimos gallardos
   regalos del Dios de Chipre
   que con llamas criminales
   abrasa pechos civiles.
   Mil títulos y encomiendas 1340
   truecan harpas por clarines
   y cajas, porque a su son
   sus hipógrifos relinchen;
   mil soldados pretendientes,
   cuyos hechos invencibles 1345
   quiere la paz que en papeles
   mal despachados se cifren,
   despiertan al son de Marte
   y los aceros que ciñen
   se desenvainan sin manos 1350
   de la cárcel en que viven.
   Llevólos el de Maqueda,
   "Mar queda," sangre Manrique,
   saliendo por él de madre
   a los Cárdenas su estirpe 1355
   y, partiéndose con ellos,
   tuve por honra el seguirle;
   que es justo que tal cabeza
   nobles intentos obligue.
   Llegamos a la Mamora 1360
   brevemente y nos reciben
   sus soldados tan alegres
   como sus contrarios tristes.
   En varias escaramuzas
   dio España muestra infalible 1365
   de la ventaja que hace
   al africano su origen
   hasta que un lunes dichoso,
   cuando el alba llora y ríe
   porque la marchita el sol 1370
   sus claveles y jazmines;
   impaciente un moro alcaide
   de que España se glorie
   que contra el Africa toda
   cruces alce y lunas pise; 1375
   después que a todos los moros,
   entre otras afrentas, dice
   que cuelgnen en vez de alfanjes
   ruecas de los tabalíes;
   toma una yegua alazana 1380
   que el viento a carreras mide
   y una lanza de dos hierros
   que en temblar al aire es mimbre,
   y manda tocar a asalto,
   siendo el primero que embiste 1385
   a los no acabados muros,
   más defendidos que firmes.
   Apeóse, y por la lanza
   trepó hasta llegar a asirse
   a los bordes de la cerca 1390
   y, por mas que todos griten,
   "¡ Muera el temerario alarbe !"
   del brazo izquierdo desciñe
   una bandera celeste
   con tres lunas, donde pinten 1395
   su amor menguante los celos;
   y, con presteza increible,
   derribando la cruz roja
   que el valor español rige,
   del muro abajo, y en su asta 1400
   fijando las lunas viles,
   enarboló su estandarte
   y, volviendo a bajar, dice
   "El que quisiere vengar
   aquesta afrenta y ver libre 1405
   la cruz que a pesar de España,
   Alá a mis plantas permite,
   baje, que buena escalera
   le dejo, porque eternice
   en campaña, y no entre muros, 1410
   la fama su nombre insigne."
   Oyó entre otros la arrogancia
   que el moro a voces repite
   un Osorio, peón dos veces,
   pues labrando el muro, riñe; 1415
   y tirándole una piedra,
   el golpe fue tan fellce
   que sembrándole los sesos,
   el mundo vio dos Davides.
   Bajó luego por la lanza 1420
   y, porque en toda le imite,
   con su alanje, de los hombros
   la infiel cabeza divide;
   y, alzando la cruz del suelo,
   por más flechas que le tiren, 1425
   con su tafetán sagrado
   los valientes hombros viste.
   Cercóle la multitud
   y, mientras él los resiste,
   redondillas de repente 1430
   los versos de bronce miden
   y, desbaratados todos,
   las espaldas femeniles
   vuelven al cristiano campo
   que victorioso los sigue. 1435
   Quedó libre la campaña
   y,trocando en menestriles
   el ronco son de los parches
   para que se regocijen,
   vuelven al fuerte triunfando 1440
   y el gran Fajardo divide
   Los despojos que a sus plantas
   el moro blasfemo rinde.
   Fortificóse la fuerza
   y yo, viendo despedirse 1445
   los nobles aventureros,
   quise con ellos partirme
   y, alcanzando del despojo
   dos mil moriscos cequíes,
   a daros de esta vitoria 1450
   la nueva y los brazos, vine.
GOMEZ:      Decirlo, Alférez, tan bien
   que, si en las hazañas fuistes
   Ayax sin lengua y con manos,
   en contarlas sois Ulises. 1455
URBINA:      Vas seáis muy bien venido
   y el rey que gobierna y rige
   las dos esferas o mundos
   bárbaros cuellos humille.
ALFEREZ:      Mi señora doña Marta 1460
   ¿ Cómo está ?
GOMEZ:                        La vida sigue
   y opinión en que quedó
   cuando de Illescas partistes.
ALFEREZ:      ¡ Gran coa ! ¿ Y su hermosa hermana ?
GOMEZ:      Mas bizarra y apacible. 1465
   Ausencias dicen que llora
   Y de su hermana se ríe.
   Mas, quedo, que doña Marta
   es ésta.
ALFEREZ:                    ¿ Anascote viste !
URBINA:      Ha dado notable vuelta 1470
   si no es ya que son melindres.

Salen doña MARTA, vestida de beata y doña INES, ambas con mantos.    Doña MARTA habala aparte a doña INES al salir

MARTA:      Vi a don Felipe en el prado
   llegar, la color perdida
   por la mudanza de vida
   con que a mi padre he engañado; 1475
   pero, viendo que no osaba
   hablarme por el respeto
   que en este traje prometo,
   le dije que le adoraba
   tanto que por su ocasión 1480
   andaba de esta manera;
   pues si estoy devota, él era
   mi imagen de devoción.
   Y, como a mi hermano ha muerto
   y el temor de esto le avisa, 1485
   lo que permitió su prisa
   le hablé, y quedó de concierto
   de venir a hablarme [ansí]
   con un ingenioso enredo;
   que mientras hablabas...

Aparte a doña MARTA

INES:                                  Quedo; 1490
   que están los viejos aquí.
MARTA:      (Pues repúlgome.)              Aparte
                           Dios sea
   con vuesamercedes.
GOMEZ:                                Hija,
   ¿ de dónde vienes ?
MARTA:                            Prolija
   ha sido nuestra tarea. 1495
   Del hospital general
   venimos, señor, las dos
   de ver los pobres de Dios
   y dar alivio a su mal.
GOMEZ:      Aunque yo, Marta, os consienta 1500
   que en eso os ejercitéis,
   ha de ser como no deis
   a vuestros deudos afrenta.
   Una mujer como vos
   no ha de andar por hospitales 1505
   curando asquerosos males
   y haciendo camas.
MARTA:                            ¡ Ay Dios !
   Porque en esto me ejercito,
   ¿ me riñen ? A ser liviana
   y estar siempre en la ventana, 1510
   ¿ qué dijeras ?    ¿ Es delito
   visitar el hospital
   que le riñes como a vicio ?
   ¿ No se emplea en este oficio
   la gente mas principal ? 1515
GOMEZ:      Hazte beata y después
   haz, Marta, lo que gustares;
   pero así es bien que repares
   en lo que dirá después
   la gente.
MARTA:                      No determino, 1520
   aunque ese estado es tan santo
   estrecharme, padre, tanto.
   Yo voy por este camino.
   Déjenme con mi opinión.
GOMEZ:      Cásate pues, y casada, 1525
   más segura y más honrada
   seguirás tu inclinación;
   que el capitán gustará
   de ese empleo y ese oficio.
URBINA:      Ese devoto ejercicio 1530
   mi sol y espejo será.
MARTA:      ¿ Y el voto de castidad ?
GOMEZ:      Con una dispensación
   pues fue simple tu afición,
   cumplirás mi voluntad. 1535
MARTA:      ¡ Dispensación ! No la nombres;
   que si verdad he de hablarte,
   de unos días a esta parte
   me parecen mal los hombres.
   ¡ Jesús ! ¡ Y qué mala cosa ! 1540
   ¿ Yo casada ?    ¡ Ni por pienso !
GOMEZ:      No llores.    Basta.
MARTA:                            ¿ Ese censo
   me echabas ?
ALFEREZ:                      (¡ Qué melindrosa            Aparte
   se ha vuelto !)
MARTA:                            Llévolo mal.
URBINA:      Quitadle al sol el capote 1545
   y no os caséis.
MARTA:                          Con mi dote
   pienso hacer un hospital
   y curar pobres en él.
   Si verme viva deseas,
   padre, déjame y no seas 1550
   en esto estorbo crÜel.
GOMEZ:      Haz hija, lo que quisieres.
   No des voces, bueno está.
   No te diré cosa ya
   a trueco que no te alteres. 1555
   De lo dicho me ha pesado;
   ve a hospitales; haces bien.
MARTA:      Dios se lo perdone, amén;
   que en verdad que me ha enojado.

Don GOMEZ habla aparte con el capitán URBINA

GOMEZ:      Seguirla quiero el humor; 1560
   que yo sé que en el que está,
   nien presto le mudará.
URBINA:      Eso juzgo por mejor.

A doña MARTA

GOMEZ:      ¿ Cómo no hablas al sobrino
   del capitán, que se apea 1565
   agora y verte desea,
MARTA:      ¿ Luego viene de camino ?
GOMEZ:      ¿ No sabes que a la Mamora
   se partió ?
MARTA:                      No había mirado
   en tanto. Como he dejado 1570
   cosas del mundo que ignora
   las de Dios, no le eché ménos.
   ¿ Venís bueno ?
ALFEREZ:                          Y espantado
   de la virtud que os ha honrado.
MARTA:      Dios sabe los que son buenos. 1575
GOMEZ:      Venid, Alférez.    Daréis,
   con vuestra vista, a Lucía
   sin prevenirla, un buen día.
ALFEREZ:      Si dármela a mí queréis,
   ¿ por qué me le dilatáis 1580
   viendo que el alma le aguarda ?
URBINA:      El bien que viene, no tarda.

A doña MARTA

GOMEZ:      ¿ Quédaste ?
MARTA:                    Mientras que estáis
   ocupados, es forzosa
   por acá otra ocupación 1585
   de piedad y devoción.
GOMEZ:      Eres, hija, muy piadosa.

Vanse don GOMEZ, el capitán URBINA y el ALFEREZ por una puerta y sale PASTRANA por otra

PASTRANA:      Besando a vuesasmercedes...
INES:      ¿ Qué ?
PASTRANA:      ...las manos.
INES:                              ¡ Socarrón, 1590
   flemáticas manos son,
   pues en el beso te quedes.
PASTRANA:      Pues en cualquiera suceso,
   ¿ qué venta puedo yo hallar
   donde me pueda quedar 1595
   con más gusto que en un beso ?
   ¿ Cómo va de novedad ?
MARTA:      Linda sangre y humor cría,
   Pastrana, la hipocresía.
   Nunca tuve libertad 1600
   mientras que viví a lo damo
   como agora.    Si intentaba
   salir fuera me costaba
   una riña; ya no llamo
   a la dueña, al escudero, 1605
   ni aguardo la silla y coche,
   ni me riñen si a la noche
   vuelvo.    Voy a donde quiero.
PASTRANA:      Desde que hablaste a tu amante,
   quedó en turrón trasformado, 1610
   alajú por lo picado,
   por lo dulce, de Alicante.
   Hame persuadido, en fin,
   un enredo con que entrar
   a verte que me ha de dar 1615
   nombre de corozaín
   porque dice que fingiendo
   que de Sevilla he llegado
   y soy un don Juan Hurtado
   que de los godos desciendo, 1620
   hable a tu padre y le diga
   que en Sevilla queda preso
   don Felipe y un proceso
   de dos muertes le fatiga;
   y que teniendo noticia 1625
   que a don Antonio mató
   y luego a Sevilla huyó,
   me ha enviado la justicia
   con comisión a que haga
   información verdadera 1630
   y, si darle muerte espera
   para que se satisfaga
   la venganza que procura,
   por mi orden deapachará
   el proceso, y quedará 1635
   por este modo segura
   su vida y nuestra maraña
   y otras mil cosas que aquí
   han de llover sobre mí
   porque el demonio me engaña. 1640
MARTA:      Traza ha sido de los dos,
   Pastrana, y tan importante
   que con tu ayuda mi amante
   entrará en casa.
PASTRANA:                          ¡ Por Dios,
   que va temiendo Pastrana 1645
   si por su ocasión le gozas
   una sarta de corozas;
   pues claro está que tu hermana
   si él en tu casa ha de estar,
   le tiene de conocer. 1650
MARTA:      Su prisión la da a entender;
   que yo la sabré engañar.
PASTRANA:      Bien podré; que no me ha visto
   en su vida.
MARTA:                    Todo está
   de mi parte.
MARTA:                    Y yo soy ya 1655
   Celestino de Calisto.
MARTA:      No es pequeño galardón
   si miras en interés.
PASTRANA:      ¿ Cuál ?
MARTA:                Ser tuya doña Inés.
PASTRANA:      ¿ Mía ?
INES:                  Tuya, socarrón. 1660
PASTRANA:      ¿ Y habrá melindre doncel ?
INES:      Lo que se usa.

Remedando

PASTRANA:                        "Estése quedo."
   "Aparte, que me da miedo."
   "No pellizque, mal haya él"
   "Sea cortés, si tiene amor." 1665
   "¿ Mas que este cbapín le arrojo ?
   "No chéo."    "A fe, si me enojo !"
   "Mire que vendrá señor."
INES:      ¿ Ya es malo eso ?
PASTRANA:                              Estando en folla,
   no me alumbro a luz de pajas. 1670
   Ni como las zarandajas
   si no es tumbando la olla.

A doña MARTA

   A tu padre voy a hablar.
MARTA:      El Amor te ayude, amén.
PASTRANA:      ¡ Lindo santo !
MARTA:                        Prima, ven. 1675

A doña INES

PASTRANA:      En fin, ¿ nos hemos de amar ?
INES:      Sí.
PASTRANA:      ¿ A lo rubio ?
INES:                              A lo mulato.
PASTRANA:      ¿ Habrá arrullo ?
INES:                            Y chicolío.
PASTRANA:      En fin, ¿ soy tuyo ?
INES:                                Y muy mío. 1680
PASTRANA:      "Mío" es requiebro de gato.

Vanse.    Salen don GOMEZ, don DIEGO, y don JUAN

GOMEZ:      Estimo yo en el alma este respeto
   que a su fama y mi casa habéis guardado
   porque no es digno amante ni discreto
   quien no descubre y muestra su cuidado; 1685
   que guardar a los padres el secreto
   Es robar y usurpar disimulado
   el amor de su dama.    Es falso gusto,
   atrevida afición y amor injusto.
   Ya sabréis, cabelleros--que en la corte 1690
   público pienso que es--como ha mudado
   mi hija doña Marta cielo y norte
   dejando galas y esciguendo estado.
   No hay humana razón que la reporte
   ni persÜada.    Galas ha dejado 1695
   y, aunque mi hacienda casi toda heredo,
   joyas arroja y menosprecia seda.
   Será imposible en la ocasión presente
   persuadirla a aceptar ningún esposo,
   mientras de esta opinión--quizá aparente-- 1700
   no muda parecer más provechoso.
   Ansí que doña Marta no consiente
   el un extremo de ese amor honroso
   ni puede dar el "sí" doña Lucía
   por pedirla un indiano, sangre mía. 1705
   Y porque temo vuestras justas quejas,
   no aguardo la respuesta ni me atrevo;
   que ablanda el alma amor por las orejas
   y oír sin remediar, nunca lo apruebo.
   Adios, señores.
DIEGO:                          Con rigor nos dejas. 1710
GOMEZ:      Saben los cielos el pesar que llevo;
   mas ¿ qué he de hacer si en tan forzoso empeño
   no quiere Marta, y tiene Lucía dueño ?

Vase don GOMEZ

JUAN:      Don Diego, triste quedáis
DIEGO:      Y estarlo con causa puedo. 1715
JUAN:      También yo sin prenda quedo.
DIEGO:      Vos con esperanza estáis.
JUAN:      ¿ Cómo ?
DIEGO:                    Posible sería
   deshacer el casamiento
   y mudar de pensamiento, 1720
   amándoos doña Lucía;
   mas doña Marta que [santa...]
JUAN:      ¿ Santa ?
DIEGO:                  Ya lo empieza a ser.
JUAN:      ¡ Como yo fraile !    Es mujer
   que uno reza y otro canta. 1725
   ¡ Qué presto se os encajó
   esto de la santidad !
DIEGO:      Su padre dijo verdad.
JUAN:      Su padre sí, su hija no.
   ¿ No llaman Marta a la mona ? 1730
DIEGO:      Sí.
JUAN:      Aunque se vista de seda
   la mona, mona se queda
   y así esa buena persona
   es mona de hipocresías 1735
   y se quedará por tal
   y vos por un animal
   si creéis sus monerías.
DIEGO:      A la experiencia lo dejo.
JUAN:      Es Marta disimulada 1740
   zorra que no vale nada
   la carne, sino el pellejo.
   Engañe ella en otras partes
   que, en fin, para mí será
   mal agÜero, porque va 1745
   muy poco de Marta a martes.

Vanse.    Salen don GOMEZ, doña MARTA, doña LUCIA, y doña INES. Don GOMEZ habla a doña LUCIA

GOMEZ:      ¿ Que os han dicho, decís vos,
   que está don Felipe preso
   en Sevilla ?    ¡ Gran suceso !
   Mi venganza cumpla Dios. 1750
LUCIA:      Señor, sí.    En Sevilla queda
   preso el que mató a mi hermano.
GOMEZ:      Castigue Dios al tirano.
MARTA:      No le castigue aunque pueda.
GOMEZ:      ¿ Qué decís vos ?
MARTA:                              ¿ Yo, señor ? 1755
   Que en conciencia para abono
   de mi alma, le perdono
   y que el matarle es rigor.
GOMEZ:      No es contra la justa ley
   dar la muerte a un enemigo. 1760
   Dios es quien hizo el castigo
   y después de Dios el rey.
   Pero lo que siento más
   es que esa nueva es dudosa;
   que persona cuidadosa 1765
   no la descubrió jamás;
   antes dicen que es ardid
   el haberse publicado
   que está preso, y se ha quedado
   y aun anda oculto, en Madrid. 1770
LUCIA:      Doña Marta me lo dijo.
GOMEZ:      ¿ Cómo lo puede saber ?
MARTA:      ¿ Cómo ? ¿ Pues soy yo mujer
   que miento ? De eso me aflijo.
   Presto el mentir se declara, 1775
   por más que el que miente jura;
   que el mentir es calentura
   del alma, y sale a la cara.
   Un hidalgo que venía
   a pedir albricias hoy 1780
   me dio esas nuevas, y estoy
   con mucha melancolía;
   pues con ser tal su delito,
   quisiera mi compasión,
   señor, que por mi ocasión 1785
   no matasen ni a un mosquito.

Mirando hacia una puerta por donde sale PASTRANA

   Pero ya el cielo defiende,
   porque no padezca en algo
   la verdad.    Aqueste hidalgo
   me lo dijo. De él lo entiende. 1790

Sale PASTRANA

PASTRANA:      Pienso que es vuesamerced
   el señor don Gómez.
GOMEZ:                                Sí,
   yo lo soy, y recebí
   de esta visita merced
   y quise esperarla en casa. 1795
PASTRANA:      Digo señor, que en Sevilla
   prendieron--y es maravilla
   que gente que vive y pasa
   con título de valientes
   se prenda ansí--a un caballero, 1800
   un don Felipe, extranjero,
   de estos que matan los gentes
   y, aunque se honre y aventaje
   en lo que toca a jactancia,
   tan soberbia es su arrogancia 1805
   cuanto humilde su linaje.
MARTA:      ¡ Jesús ! ¡ Qué mala palabra
   en el mundo introducida !
   ¿ La humildad, de Dios querida,
   la que mas coronas labra, 1810
   se ha de dar por deshonor ?
   Quitadle al nombre esa tilde.
   No es afrente el ser humilde;
   que la humildad da valor.
GOMEZ:      Hija, déjanos aquí. 1815
   No nos prediques más, Marta.
MARTA:      Padre, la soberbia aparta;
   que aquesto me importa a mí.
LUCIA:      (Es muy grande socarrona          Aparte
   mi hermana o muy recogida. 1820
   No me pago de su vida
   por más virtud que pregona.
   Que aunque no tan adornada
   como yo, en fin se deleita
   y algunas veces se afeita 1825
   y así es virtud afeitada.)
PASTRANA:      En fin, señor, yo venía
   a juntarle los procesos.
   Estilo antiguo de presos
   que se usa cada día. 1830
   Hanme dicho que os ha muerto
   un hijo.    Importa tener
   el proceso y el poder
   y el castigo será cierto.
GOMEZ:      Vos seáis enhorabuena 1835
   venido porque en efeto
   de vuestro trato discreto
   depende el fin de mi pena.
   Por vuestro pliego y por vos
   enviaré el proceso; y digo 1840
   que os he de ser muy amigo
   si por vos me venga Dios.
PASTRANA:      Con tal nombre quedo honrado.
GOMEZ:      Apartaos a hablar aquí.

Hablan aparte a un lado don GOMEZ y PASTRANA, a otro doña MARTA y doña INES; doña LUCIA está algo desviada de ellas

MARTA:      Doña Inés, bueno va.
INES:                              Sí. 1845
GOMEZ:      ¿ Y el nombre ?
PASTRANA:                        Don Juan Hurtado,
   con pestañas de Mendoza.
LUCIA:      (En notable confusión              Aparte
   nos ha puesto esta prisión.)
GOMEZ:      ¡ Honrados títulos goza ! 1850
PASTRANA:      Este orden ha de haber.
GOMEZ:      Ver ya el efeto querría.
INES:      Tu hermana doña Lucía
   temo que lo ha de entender.
MARTA:      No se puede remediar 1855
   todo en una coyuntura.
   Remítase a la ventura
   como el juego del parar.
   No es muy discreta Lucía,
   ni ha de conocerle luego; 1860
   que Amor engaña y es ciego
   y así suceder podría...
GOMEZ:      Hijas, ya os podéis llegar.
   Marta...
MARTA:                Dejo intentos locos.
   En mi rosario de cocos 1865
   cuentas paso.    (Por contar).        Aparte
PASTRANA:      ¿ Rosario de cocos ?
MARTA:                                Pues,
   así se llaman.    ¿ Qué quieres
   si hacen cocos las mujeres
   porque anda el mundo al revés ? 1870
   A lo bueno en estos días
   la devoción va espirando
   pues, si rezan ya, es cocando
   hasta las "Ave Marías."
PASTRANA:      En algunas no son vanos 1875
   los cocos pues, si reparas,
   muchas, cocos en las caras,
   llevan cocos en las manos.
MARTA:      Profánanse ya las suertes.
   Ya la devoción es gala. 1880
   Traigan todas, noramala,
   unos rosarios de muertes
   que sirvan de centinelas;
   que yo desde hoy pienso hacello.
PASTRANA:      ¿ Muertes en rosario al cuello ? 1885
   Parecerán sacamuelas.

Sale don FELIPE, vestido de estudiante pobre

FELIPE:      ¡ Ah de casa ! ¿ Hay quien se acuerde
   de remediar la pobreza
   de un estudiante que empieza
   cánones, y el tiempo pierde 1890
   por la fiera enfermedad
   que mis cursos no consiente ?
   Dad limosna, noble gente,
   si es caridad calidad.
MARTA:      Padre y señor, ¿ ve ese pobre ? 1895
   Pues no sé qué compasión
   las telas del corazón
   me mueve para que cobre
   remedio.    Si un hospital
   el cielo hacer me permite, 1900
   déjeme que me ejercite
   en éste, y cure su mal.
GOMEZ:      Dale un cuarto, y vayasé;
   que en la corte hay pobres hartos.
MARTA:      Si la limosna haces cuartos, 1905
   verdugo tu celo fue.
   Echar al pobre ¿ es razón ?
   Al rico avariento imitas.
   Daréle, pues me le quitas,
   los brazos y el corazón. 1910
   ¡ Ay pobre de mis entrañas !
   Llega al alma que te doy.

Abrasa a don FELIPE.    Hablan aparte los dos

FELIPE:      Marta, mártir tuyo soy.
   Tu amor hace estas hazañas.
MARTA:      ¡ Pobre rico ! ¡ Prenda mía ! 1915
FELIPE:      Mi bien, mi paz, mi interés
GOMEZ:      ¿ Abrázasle ?
MARTA:                    ¿ No lo ves ?

A don FELIPE

GOMEZ:      ¿ Y qué tenéis ?
FELIPE:                        Perlesía.
MARTA:      Mi fé es la que soleniza
   este extremo, y aquí es justo. 1920
GOMEZ:      Marta, apartaos, que no gusto
   de veros tan pegadíza.
MARTA:      Señor, por amor de mí,
   que tenga yo libertad
   de curar su enfermedad. 1925
GOMEZ:      ¿ Curar ? ¿ Cómo, o dónde ?
MARTA:      Aquí; que, si amor límites pasa
   que el respeto considera,
   yo quiero ser su enfermera
   y se ha de curar en casa. 1930
GOMEZ:      ¡ Estás loca ? ¿ Quién vio tal ?
MARTA:      Padre, si fueres crÜel,
   yo me tengo de ir con él.
GOMEZ:      ¿ Dónde ?
MARTA:                ¿ Dónde ? A un hospital.
FELIPE:      Yo la enseñaré latín, 1935
   señor, si en su casa estoy.
MARTA:      Inclinadísima soy,
   puesto que letora ruín
   a lo menos a leer
   en latín. Porque rezar 1940
   sepa, lición me ha de dar.
   Padre mío, esto ha de ser.
LUCIA:      (Don Felipe pienso que es.        Aparte
   Su cara es. ¿ Qué hay que dudar ?
   A Marta quiero ayudar 1945
   y entablar mi amor después.)
GOMEZ:      No ha de estar en casa, Marta.
FELIPE:      Señor, por amor de Dios.
MARTA:      Echaréisnos a los dos.
   Veamos quién nos aparta. 1950

Vuelve a abrazar a don FELIPE

LUCIA:      (¿ No tenéis celos, Lucía ?          Aparte
   Lo que veis, ¿ no os causa enojos ?)
MARTA:      ¡ Ay mi pobre !

Bajo

FELIPE:                        De tus ojos.
MARTA:      ¿ Y qué tenéis ?
FELIPE:                        Perlesía.
GOMEZ:      Idos.

Doña MARTA le detiene a don FELIPE

FELIPE:                  ¡ Yo cosa por fuerza ! 1955
   No lo permita el Señor.
LUCIA:      Padre, parece rigor
   el que a tal crueldad te esfuerza.
   ¿ Qué nos importa que esté
   un estudiante, que al fin 1960
   nos podrá enseñar latín ?
GOMEZ:      Alto.    Basta. Quedesé.
FELIPE:      Eres noble y eres pío.
PASTRANA:      (Nombre de pollo le ha dado.)        Aparte
GOMEZ:      ¿ Cómo os llamáis, licenciado ? 1965
FELIPE:      ¿ Quién ? ¿ Yo ? El dómine Berrío,
GOME2:      Y el tiempo que bueno estéis,
   ¿ podréis servir a algún fin ?
MARTA:      Deseo yo leer latín.
   Decid.    ¿ No me enseñaréis ! 1970
FELIPE:      Y aun gramática, hasta tanto
   que empecéis a conjugar.
MARTA:      Siempre que llego a rezar
   en las horas a algún santo,
   me pesa de no entender 1975
   lo que allí se significa.
FELIPE:      Si a eso el deseo os aplica,
   por mí lo podéis saber.
GOMEZ:      Alto pues. Dadla lición
   y vamos, señor don Juan; 1980
   que el proceso nos darán.
PASTRANA:      (Todo esto anda en tentación;
   pero si de ella me aparta        Aparte
   mi industria, dándoles vaya,
   digo que allá se lo haya 1985
   con sus pollos y amor Marta.)

Vanse don GOMEZ y PASTRANA. Doña MARTA habla a doña INES

MARTA:      Inés, llévame a Lucía
   de aquí.

A doña LUCIA

INES:                    ¿ No vamos las dos ?
LUCIA:      Vamos. (Yo sabré de vos                Aparte
   después la sospecha mía.) 1990

Vanse doña LUCIA y doña INES

MARTA:      ¡ Mi enfermo !
FELIPE:                          Vanos recelos
   asaltan mi corazón
   y, como en el alma son
   los celos pesados hielos
   siempre que el temor los cría, 1995
   sin poderme defender,
   por tu ocasión vengo a ser
   enfermo de perlesía.
MARTA:      Pues si le sana el calor
   y amor mis deseos abrasa, 2000
   perlático de mi casa,
   llega al fuego de mi amor.

Abrázanse y sale don GOMEZ

GOMEZ:      ¡ Ah, sí ! Doña Marta, aquel
   papel adónde está ?
MARTA:                            ¡ Ay de mí !

Don FELIPE finge que se desmaya y doña MARTA que le sostiene

GOMEZ:      ¿ Qué es esto ?
FELIPE:                        Hame dado aquí 2005
   este accidente crÜel.
   Como he estado tanto en pie.
   El corazón desfallece.
   ¡ Ay Dios !
MARTA:                    ¡ Ea ! Parece
   que os desmayáis.
FELIPE:                          ¡ Ay !
GOMEZ:                                ¡ Tenle ! 2010
MARTA:      Ayudádmele a llevar,
   padre y señor, a la cama.
GOMEZ:      (¿ Hay tal virtud ?    ¿ Quién no ama Aparte
   tal hija ?)
MARTA:                    ¿ Vuelve a cobrar
   la color ?
GOMEZ:                   Pienso que sí. 2015
MARTA:      Llevémosle los dos, pues.
GOMEZ:      No hagáis vos fuerza en los pies.
FELIPE:      ¡ Ay cielo !
MARTA:                    Arrimáos a mí.
FELIPE:      Tenedme, señora mía;
   dadme la mano, señor. 2020
GOMEZ:      ¿ Cómo estáis ?
FELIPE:                        Algo mejor.
MARTA:      ¿ Qué es lo que os dió ?
FELIPE:                                Perlesía.

Vanse todos


ACTO TERCERO

Salen doña MARTA, don GOMEZ, el capitán URBINA, y el ALFEREZ

URBINA:      Ea amor que os tengo es tal,
   ya no humano, mas divino,
   que por seros liberal 2025
   daros luego determino
   para ayuda al hospital
   que hacéis ocho mil ducados
   que en vos son bien empleados.
MARTA:      Por uno os dé el cielo ciento 2030
   para que con tal aumento
   los gocéis todos doblados.
URBINA:      Escritura os he de hacer
   irrevocable, inter vivos.
MARTA:      ¿ Hoy ?
URBINA:                Vendrá a ser, 2035
   con tan cristianos motivos,
   infinito mi placer.
   Con doce mil que yo tengo
   de dote, si a juntar vengo
   vuestros ocho mil que son 2040
   todos veinte, a Salomón
   nuevo edificio prevengo.
   ¡ Grande hospital ! Buena renta
   dejar en él imagino.
URBINA:      Y pues que casarse intenta 2045
   el Alférez ml sobrino,
   que a su amor llamas aumenta,
   con doña Lucía hermosa,
   en premio de tal esposa,
   otros ocho mil le doy. 2050
MARTA:      A Alejandro excedéis hoy.
ALFEREZ:      Haga tu vejez dichosa
   el cielo y venzas las vidas
   que el mundo vio más cumplidas
   hasta que el siglo dorado 2055
   vuelvas a ver y, cansado
   de vivir, tu muerte pidas.
   ¡ Hermosa doña Lucía !
   ¡ Que has de ser esposa mía !
GOMEZ:      ¿ Y de peregrinos quieres 2060
   que sea ?
MARTA:                  Hombres y mujeres
   que a la corte cada día
   vienen pobres, sin tener
   adonde hospedarse puedan
   mis huéspedes han de ser 2065
   pues ellos mi hacienda heredan,
   y yo, aunque sin merecer
   tal bien, seré tan dichosa
   que gaste mi vida entera
   en esta vida amorosa. 2070
GOMEZ:      Tu virtud es de manera
   que eres Marta la Piadosa.
   Toda la corte te da
   este nombre que has ganado.
MARTA:      (¡ Ay Dios ! ¡ Qué engañada está !)    Aparte 2075
   Hacia la la entrada del Prado
   me parece que estará
   bien el sitio.

Sale don FELIPE, con un arte de gramática en la mano

FELIPE:                          ¿ A dar lición
   no venís ?
MARTA:                    Sí.
GOMEZ:                        En conclusión,
   ¿ habéis dado en aprender 2080
   gramática ?
MARTA:                      Por saber
   lengua de tal perfección
   y que a dómine Berrío
   me enseña tan facilmente,
   esto de mi ingenio fío. 2085
FELIPE:      Declina divinamente
   a hic, haec, hoc, señor mío.
GOMEZ:      Huélgome de ver en ti
   tal virtud e ingenio. ¿ Agora
   has de darla lición ?
FELIPE:                              Sí. 2090
URBINA:      ¿ Y de qué ha de ser ?
FELIPE:                              Decora
   compuestos de quis, vel qui.
GOMEZ:      Pues en mi presencia quiero
   que decline algo primero.
FELIPE:      Yo sé que os ha de espantar. 2095

Aparte con don FELIPE

MARTA:      Mi bien, ¡ mas que hemos de echar
   la soga tras el caldero !
   ¿ Qué es declinar ?
FELIPE:                              Disimula
   y ve conmigo.
GOMEZ:                          Comienza.
MARTA:      La turbación me atribula. 2100
GOMEZ:      ¿ No dices ?
MARTA:                    Tengo vergÜenza.
   (Más latín sabe una mula.        Aparte
   Marañas de amor astutas,
   ¿ quién me ha metido en disputas ?
GOMEZ:      Dadla algún nominativo. 2105
FELIPE:      Decline este relativo.
MARTA:      Vaya.
FELIPE:      ¿ Quis putas ?    ¿ Quae putas ?
MARTA:      ¡ Ay que me ha escandalizado !
   ¡ Jesús !    No quiero aprender 2110
   gamática, licenciado.
FELIPE:      ¿ Pues por qué ?
MARTA:                        Por no saber
   latín tan desvergonzado.
   Quite, quite, que es lascivo
   qquese arte, y no concierta 2115
   con la vida que yo vivo.
   Llame a alguno que convierta
   tan torpe nomnativo.
   ¿ En la boca he de tomar
   tal cosa ?
GOMEZ:                      No hay que receles. 2120
MARTA:      ¿ No ?    Nominativos donceles
   sepa que me ha de dar
   si tengo de declinar.
FELIPE:      ¿ Quis putas ? quiere decir
   ¿ Quién piensas ?
MARTA:                        Pensadlo vos, 2125
   que yo no pienso admitir
   tal cosa. ¡ Jesús, mi Dios !
   No hay hablar, no hay persuadir.
GOMEZ:      ¿ Eso te da pesadumbre ?
   Si la latina costumbre 2130
   lo usa, ¿ por qué refutas
   el declinar a quis putas ?
MARTA:      ¡ Jesús ! ¡ Jesús ! ¡ Ni por lumbre !
URBINA:      Es muy honesta y, en fin,
   el sonido la convida 2135
   a tenerle por rÜín.
MARTA:      No más latín en mi vida.
   ¡ Jesus ! ¿ Esto era latín ?

Sale doña INES

INES:      Señor, aquel sevillano
   por cuya orden y mano 2140
   has despachado el proceso
   a Sevilla de aquel preso,
   te busca.
GOMEZ:                      No viene en vano.
   Nuevas debe de traer
   con que alegre mi esperanza. 2145
   Vamos, si queréis saber
   principios de la venganza
   que en Sevilla pienso ver.
URBINA:      Vamos.
MARTA:                    Tu rigor me espanta.
   ¿ Posible es, padre, que así 2150
   te ciegue venganza tanta ?
   Yo no he de salir de aquí.
GOMEZ:      Pues quédate.
URBINA:                      Es una santa.

Vanse don GOMEZ, Doña INES y URBINA

MARTA:      Mi perlático de perlas,
   Mi estudiante en afición, 2155
   mi maestro en dar lición
   de industrias para saberlas...
FELIPE:      Mi hipócrita enamorada,
   mi escrupulosa fingida,
   mi melindrosa querida, 2160
   mi socarrona taimada,
   Dame esos brazos.

Abrázame y sale doña LUCIA, retirada

LUCIA:                                (Enojos          Aparte
   de penas que me atormentan,
   cuando mis sospechas mientan
   no pueden mentir mis ojos. 2165
   Don Felipe es quien en casa
   con su fingida cautela,
   cuando entre celos me hiela
   con fuego de amor me abrasa
   y mi hermana con su trato 2170
   fingido, goza su amor;
   que no hay engaño mayor
   que el engaño a lo beato.
   Pero aquí los dos están.
   No son mis recelos vanos. 2175
   ¡ Qué divinos tan humanos !
   ¡ Cielos !    ¡ Los brazos se dan !
   Daré voces; pero no;
   mejor es ver escondida
   esta devoción fingida. 2180
   ¡ Miren si lo dije yo !)
MARTA:      Estarás, mi bien, cansado
   de tanto disfraz grosero;
   que es Amor muy caballero
   y quiere andar bien tratado. 2185
   Querrás que en el traje y brío
   tu nobleza participe
   adornos de don Felipe,
   no sotanas de Berrio.
   Ya te debe de cansar 2190
   mi fingido encerramiento.
FELIPE:      Como acabas, Marta, en "miento,"
   mientes llegando a pensar
   que donde está tu hermosura,
   no es libertad vivir preso. 2195
   Como adorarte profeso,
   por ti profeso clausura.
   No echo menos las galas;
   que si ellas sirven de medios
   para amorosos remedios 2200
   y, a merecerte, me igualas.
   Esto me entalla mejor
   que galas y joyas bellas;
   que Amor no se hizo para ellas,
   sino ellas para el Amor. 2205
   Mas precio mi perlersía
   que las perlas de Ceylán.
LUCIA:      (¡ Oh qué devotos que están !      Aparte
   ¡ Bien rezan, por vida mía !)
MARTA:      ¡ Ay dulce dómine mío ! 2210
FELIPE:      ¡ Ay mi hipócrita amorosa !
LUCIA:      (¿ Esta es Marta la Piadosa
   y éste el dómine Berrío ?
   Con tales dominaciones
   también me seré yo buena; 2215
   mas, Amor, ¿ con tanta pena
   treguas en mis celos pones ?
   No hay sufrirlo.)

Adelántase

                           Marta.
MARTA:                                    ¿ Hermana ?
LUCIA:      Mi padre te está aguardando.
   ¿ No vas ?
MARTA:                  Sí, Lucía, en dando 2220
   lición.
LUCIA:                  ¡ Qué buena cristiana !
   Mi padre no ha de esperar.
MARTA:      Dómine, ponga aquí el dedo.

Dale el Arte

   En el vocativo quedo.
   ¡ Que siempre me han de estorbar ! 2225

Vase doña MARTA

LUCIA:      ¿ Conjugabais los dos ?
FELIPE:                                  Sí
   a amor amoris
LUCIA:                                Traidor,
   ya yo he visto vuestro amor,
   y casos suyos oí.
   Ya, Felipe cauteloso, 2230
   disfrazado en la sotana,
   los melindres de mi hermana
   y tu embeleco amoroso
   he conocido.    Ya sé
   que de mi amor olvidado 2235
   porque de ella te has pagado,
   no quieres pagar mi fe.
   Pero pues que desconoces
   mi amor, ingrato, homicida,
   porque te quite la vida 2240
   mi padre, yo daré voces;
   que pues de mí no haces caso
   tu muerte es justa.

Gritando

                           ¡ Ah señor !
   ¡ Aquí está el vil matador
   de mi hermano ! ¡ Ah padre !
FELIPE:                                  Paso. 2245
   (Yo soy perdido.)                Aparte
                           ¡ Ah bien mío !
LUCIA:      ¿ Yo tu bien ? ¡ Qué linda cosa !
   Ve a mi hermana que piadosa
   te ha convertido en Berrío.
   ¡ Ah señor, ven !
FELIPE:                            ¡ Qué porfías ! 2250
LUCIA:      ¡ Ven, verás una maldad
   que con capa de piedad
   encubre bellaquerias !
FELIPE:      Lucía, luz de mis ojos,
   vive Dios que la ocasión 2255
   de tanta trasformación
   y escolásticos despojos
   sólo ha sido par tenella
   de hablar contigo y gozar,
   dándome dicha y lugar, 2260
   de tu amor la ocasión bella.
   Conocióme Marta luego
   que, como ves, vine aquí;
   y que la amaba fingí
   Para apaciguar el fuego 2265
   que contra mi triste vida
   a emprenderse comenzaba
   si quién era declaraba
   viendo que no la quería.
   Si esta firmeza merece 2270
   tan inhumana crueldad,
   da voces.
LUCIA:                      ¿ Eso es verdad ?
FELIPE:      Mi bien, sí.
LUCIA:                        No lo parece.
   Mas para obligarme a mí
   basta, ingrato, que me quieras 2275
   de burlas, y no de veras.
FELIPE:      ¿ Estás enojada ?
LUCIA:                            Sí.
FELIPE:      Desenójate, o escojo
   un lazo...
LUCIA:                    Dejemos lazos;
   que si me quieres, a abrazos 2280
   derriba el Amor su enojo.

Abrázanse y sale doña MARTA, a la puerta

MARTA:      (Voces oí de mi hermana.            Aparte
   ¡ Válgame Dios !    ¿ Qué será ?
   Mas con don Felipe está.
   Cesó mi esperanza vana. 2285
   Quiero escuchar lo que tratan
   escondida desde aquí.
LUCIA:      ¿ Que por mí es el disfraz ?
FELIPE:                                    Sí.
LUCIA:      ¿ Que mis amores te matan ?
   Pues este cuello corona 2290
   otra vez, Felipe amado.

Vuelven a abrazarse

MARTA:      (¡ Bueno está el encadenado !)            Aparte
FELIPE:      Pues ¿ por una hipocritona,
   engañabobos, ¿ querías
   que me disfrazase yo ? 2295
   Sólo tu amor animó,
   mi bien, las industrias mías.
MARTA:      (Celos, si en tales ensayos
   sois nublados del Amor,
   ¿ qué aguarda vuestro rigor ? 2300
   ¡ Lloved fuego, arrojad rayos !)
LUCIA:      Yo sé que la quieres bien;
   no finjas nuevos engaños.
FELIPE:      Mala Pascua y malos años
   la dé Dios a Marta.
LUCIA:                                Amén. 2305
MARTA:      (Para el cara y sacristán.)    Aparte
LUCIA:      ¿ No dicen que estabas preso
   en Sevilla ?    ¿ Y tu proceso,
   no le ha llevado don Juan
   que con diligencia vana 2310
   quiere que muerte te den ?
FELIPE:      Todo eso ha sido, mi bien,
   embelecos de tu hernmana,
   que no goza, para ti;
   y así a tu padre asegura 2315
   y, sin saberlo, procura
   que seas mi esposa.
MARTA:                            (¿ Así ?          Aparte
   Pues yo desharé la trama,
   y arrimando el fingimiento
   me pagará en escarmiento 2320
   mi hermano muerto    y su dama
   que no gozará, si puedo.)
FELIPE:      No darte por entendida,
   Lucía, importa a mi vida.
   Concede con el enredo 2325
   y finge no conocerme;
   que el embeleco que ha ardido
   la hipócrita loca ha sido...
LUCIA:      ¿ Qué ?
FELIPE:      Despertar a quien duerme. 2330
   Presto nos verá a los dos
   juntos, burlándose a sí.
LUCIA:      ¿ En fin soy tu esposa ?
FELIPE:                                Sí.
LUCIA:      ¿ Yo ?
FELIPE:      Tú sola.
LUCIA:                        Adiós.
FELIPE:                            Adiós. 2335

Vase doña LUCIA.    Sale doña MARTA

MARTA:      Engañoso burlador,
   perrillo de muchas bodas,
   danzante que baila en todas,
   hombre, en fin y más, traidor,
   ¿ es ésta paga debida 2340
   al amor que te he cobrado ?
   De un hermano no vengado,
   de una fineza encendida ?
   ¿ De haberte a casa traído
   y de encubrirte de esta suerte ? 2345
   ¿ De impedir tu justa muerte ?
   ¿ De haber tu prisión mentido,
   ¿ Por sola doña Lucía
   ha sido el disfraz, villano ?
   ¿ Para ella alegre y sano ? 2350
   ¿ Para mí con perlesía ?
   Pues no lograrás, traidor,
   tu ingratitud.

Grita

                     ¡ Hola ! ¡ Gente !
   Llevad preso a este insolente
   de mi hermano matador. 2355
   ¡ Padre ! ¡ Alférez ! ¡ Capitán !
FELIPE:      Mi bien oye, que te engañas.
   ¿ Hay quimeras más extrañas ?
   Aquí la muerte me dan.
MARTA:      ¡ Hola ! Prended a este ingrato. 2360
FELIPE:      Mi bien, por los soles dos
   que adoro, por ti, por Dios,
   que ve la verdad que trato,
   que engañé a doña Lucía
   porque oyó cuanto contigo 2365
   hablé temiendo el castigo
   que si quien era decía.
   Me amenazaba.
MARTA:                          Otro tanto
   la has dicho en este lagar
   traidor.    No pienses matar 2370
   dos pájaros con un canto.
   Ya sé que la quieres bien.
FELIPE:      Que todos fueron engaños.
MARTA:      "Mala Pascua y malos años
   le dé Dios a Marta, amén." 2375
   ¿ Fue éste engaño ?
FELIPE:                              Asegurarla
   por ese camino fue.
MARTA:      Que te den la muerte haré.
   No pienses, traidor, gozarla.
FELIPE:      ¿ Que no te obligo a creerme ? 2380
MARTA:      "Si el embeleco que ha urdido
   la hipócrita loca, ha sido...
   ¿ Qué ?    Despertar a quien duerme."
   Antes que de aquí me parta,
   en venganza de los dos 2385
   te han de matar, ¡ vive Dios !

Salen don GOMEZ, el capitán URBINA y el ALFEREZ, que al oír a doña MARTA se quedan a la puerta sin ser vistos

GOMEZ:      "¡ Vive Dios !"    ¡ Jurando Marta
   dando voces ! ¿ Qué es esto ?
URBINA:      ¿ Así una doncella jura ?
ALFEREZ:      No es en virtud muy segura. 2390

Don FELIPE habla bajo a doña MARTA

FELIPE:      ¡ Ah, crÜel ! Véngate presto;
   que aquí están los viejos dos
   y te han oído jurar.
   Ea, acaba, hazme matar.
MARTA:      Disimula.

En voz alta

                 ¿ "Vive Dios," 2395
   ha de jurar un cristiano
   y el mandamiento segundo
   quebrantar que adora el mundo ?
   ¡ El nombre de Dios en vano !
   ¡ Oh licenciado traidor ! 2400
   ¿ Voz jurador ? ¿ Eso pasa ?
   No hay que hablar, salid de casa.
   Salid, falso jurador,
   o besad luego la tierra
   por tan grande desvarío. 2405
   ¿ Vos érades el Berrío ?
   ¿ Esto vuestro pecho encierra ?
   De enojo y ira me abraso.
   ¿ "Vive Dios," osáis jurar ?
   Ea, o salir o besar. 2410
FELIPE:      Dómina, dómina, paso
   que alborotaré a Madrid.
   Vive Dios no es juramento
   grande, si juro y no miento;
   y que he estudiado advertid 2415
   y, si yo he jurado, ha sido
   con verdad.
GOMEZ:                      ¡ Le reprehende
   porque a Dios jurando ofende !
URBINA:      ¡ Qué virtud !
FELIPE:                      Yo me despido.
GOMEZ:      ¿ Vióse perfecció mayor ? 2420
MARTA:      ¿ Que os despedís, enemigo ?
   Pues, de esta suerte castigo
   al hombre que es jurador.

Golpéale

FELIPE:      Pasito, dómina mía.
MARTA:      ¿ Vos jurar a Dios en vano ? 2425

Hablan bajo don FELIPE y doña MARTA

FELIPE:      Ya va de veras.
MARTA:                          Tlrano,
   los celos son de Lucía.

Llegan don GOMEZ con el capitán URBINA y el ALFEREZ a su hija

GOMEZ:      Hija, paso.    ¿ De esa suerte
   te descompones ?
MARTA:                          Juró
   "Vive Dios," y mereció 2430
   el atrevido la muerte;
   que, aunque yo soy pecadora,
   nadie ha de tener licencia
   de jurar en mi presencia;
   que es gran pecado.
URBINA:                            ¡ Ay que llora ! 2435
GOMEZ:      Basta, Marta, que habéis dado
   muestras de vuestra piedad.
   Si ha jurado con verdad,
   no ha sido tan gran pecado.
FELIPE:      Dióme muy grande motivo. 2440
   Mal su condición conoces.
GOMEZ:      ¿ De qué suerte ?
FELIPE:                          Quiso a voces
   decir el acusativo
   de zelos, zeli, y juntarle
   a amor, amoris.    No son 2445
   de una declinación,
   y ella, acusativo, y darle,
   y declinar a los dos.
   Yo, llegándome a enojar,
   dije, "No ha de declinar 2450
   esos nombres, vive Dios."
   Y, porque aquesto juré,
   ya veis los dos lo que pasa.
   Pues no he de estar más en casa.
MARTA:      Es verdad, por eso fue. 2455
FELIPE:      Pues adiós, que es mucho brío
   para quien en virtud da.
MARTA:      ¿ Vase ? Vaya, vuelva acá,
   vuelva, dómine Berrío.
FELIPE:      No hay volver; aunque mi madre 2460
   fuera, no le consintiera
   que en mí las manos pusiera.
   Voyme.    Adiós.
MARTA:                        Téngale, padre.
GOMEZ:      Váyase.
MARTA:                             ¿ Que ansí le envía ?
   ¿ No ve que enojado va ? 2465
GOMEZ:      ¿ Qué importa ?
MARTA:                        ¿ Mas que le da,
   si se va, la perlesía ?
   ¡ Ay Dios !    Su desdicha lloro.
FELIPE:      Déjenme en mi libertad.
MARTA:      Apláquenle, que en verdad 2470
   que es bonito como un oro.
   Reciba yo ésta merced.
   Señores, ¿ será razón
   despedir por mi ocasión
   a nadie ?
GOMEZ:                      Hermano, volved. 2475
URBINA:      No haya más.
FELIPE:                          ¡ En mi persona
   las manos ! ¡ A un licenciado
   en gramática, ordenado
   de grados y de corona !
MARTA:      ¿ Ordenado estaba, hermano ? 2480
   ¿ Ignorélo.    Ya me pesa.
   Perdóneme.
FELIPE:                    Si me besa
   de rodillas esta mano.
MARTA:      Mortificaréme en eso.

Arrodíllase

URBINA:      ¡ Qué nunca vista humildad ! 2485
MARTA:      (Si ello va a decir verdad,          Aparte
   a la miel me supo el beso.)

Sale doña INES, y habla a don GOMEZ

INES:      El sevillano está aqui,
   señor, que a buscarte vuelve.
GOMEZ:      Vamos, pues que se resuelve 2490
   que me parta. ¡ Vienes ?
MARTA:                                  Sí.

Hablan bajo don FELIPE y doña MARTA

FELIPE:      ¿ Somos ya amigos ?
MARTA:                              No es cosa
   tan de prisa.
FELIPE:                      ¡ Ay, amor mío !
MARTA:      ¡ Ay mi dómine Berrío !
FELIPE:      ¡ Ay mi Marta la Piadosa ! 2495

Vanse don GOMEZ, doña MARTA, doña INES y el capitán URBINA

ALFEREZ:      Esperad, dómine, un poco.
FELIPE:      ¿ Qué es, señor, lo que queréis ?
ALFEREZ:      Que una duda me quitéis.
FELIPE:      ¿ Y es ?
ALFEREZ:                  Que yo estoy ciego o loco
   o sois don Felipe vos, 2500
   con traje y con nombre nuevo,
   a quien desde Illescas debo
   la vida después de Dios
   y habéis hecho agravio extraño
   a mi mucha voluntad 2505
   de encubrir a mi amistad
   quién sois, con tan nuevo engaño.

Turbado

FELIPE:      Sí... yo...
ALFEREZ:                        Sin razón buscáis
   modo de encubrir de mí
   la verdad. Ya sé que aquí 2510
   por doña Marta trocáis
   las galas cn la sotana.
   Ya sé el peligro en que amor
   ha puesto vuestro valor.
   También yo adoro a su hermana 2515
   y soy tan amigo vuestro
   que cuando a doña Lucía
   quisiésedes, dejaría
   por vos el amor que muestro.
FELIPE:      No quiero, Alférez amigo, 2520
   si la vida me debéis,
   sino que hoy en pago uséis
   de vuestro valor conmigo.
   Que, siendo vos tan discreto,
   no tendréis a mucha culpa 2525
   el encubrirme, en disculpa
   de que era mi amor secreto
   y más estando mi vida
   tan a riesgo.    Disfrazado,
   como veis, he conquistado 2530
   esta devota fingida
   con quien desposarme espero
   si alentáis la dicha mía.
   Amad a doña Lucia;
   que no os seré mal tercero 2535
   aunque el desdén que os enseña
   he visto.
ALFEREZ:                      El alma la adora;
   y tanto más me enamora
   cuanto me mira zahareña.
   Estad seguro de mí, 2540
   del secreto, y de que os ama
   mi vida y fe.
FELIPE:                        Vuestra dama
   es ésta que viene aquí.
   Dejadme hablarla y veréis
   cómo os la vuelvo de cera. 2545
ALFEREZ:      Esa elocuencia hechicera,
   decid, dónde la aprendéis ?

Sale doña LUCIA

LUCIA:      Dómine, ¿ estáis solo ?

Don FELIPE habla aparte con doña LUCIA

FELIPE:                                  No.
   Quien ama, nunca lo está.
   El Alférez sabe ya 2550
   quién soy, él me conoció
   y diciéndole que a Marta
   quiero, y que por su ocasión
   hice esta trasformación
   los celos del alma aparta 2555
   que formó de mí, y me ruega
   que le sirva de tercero.
   Engaña a este majadero
   que cual mariposa llega,
   Lucía, a tu luz hermosa. 2560
   Di que serás su mujer.
LUCIA:      Yo ?
FELIPE:      Tú, que de no lo hacer,
   mi muerte será forzosa.
LUCIA:      Felipe, si perlesía 2565
   finges tú por mi deseo,
   a mí me da cuando veo
   tu Alférez, alferecía.
FELIPE:      Pues si no lo haces, dirá
   que es Don Felipe Berrío. 2570
LUCIA:      ¿ Qué no haré por ti, bien mío ?
FELIPE:      Alférez, llegáos acá...
ALFEREZ:      ¡ Que el nombre merecí de vuestro amante
   y ver la luz, Lucía, que lucía
   desde que os vio mi alma el primer día 2575
   más que el sol en su esfera radiante !
LUCIA:      El que por dueño adoro está delante.
   Es el rey de la esperanza mía.
FELIPE:      Yo adoro la discreta hipocresía
   de una mujer, con ser mujer, constante. 2580

Hablan aparte don FELIPE y doña LUCIA

LUCIA:      ¿ Y a mí no ?
FELIPE:                        Tú eres sólo el gusto mío.
LUCIA:      ¡ Ay, mi bien !
ALFEREZ:                        ¿ Yo tu bien ? ¡ Que tal escucho !
   Jamás el alma de tu luz se parta.
FELIPE:      (De tus enredos, ciego Amor, me río.) Aparte
ALFEREZ:      Alma, amad mocho pues os aman mucho. 2585
LUCIA:      (¡ Ay Felipe !)                        Aparte

Vase doña LUCIA

ALFEREZ:                        ¡ Ay Lucía !

Vase el ALFEREZ

FELIPE:                                  ¡ Ay bella Marta !

Salen doña MARTA y PASTRANA

MARTA:      A los acentos salí
   de mi nombre.
PASTRANA:                      Tal reclamo
   te llama.
FELIPE:                    No estoy en mí
   sin ti, y por eso te llamo. 2590
PASTRANA:      Chicoleáos, eso sí.
   Loco estoy de admiración
   de ver el confuso abismo
   de tu engaño y discreción
   porque me engaña a mí mismo 2595
   tu fingida devoción.
   De discreta el premio lleves;
   hagas en el mundo raya
   pues tan de veras me mueves
   que be de asirte de la saya 2600
   pues que no te me eleves.
MARTA:      Pues yo quisiera, bien mío,
   por no mostrarme tirana
   de tu gusto y mi albedrío,
   vestirme una vez galana 2605
   e irnos a cenar al río.
PASTRANA:      ¿ Qué río ?
MARTA:                      El de Manzanares.
PASTRANA:      Ríome del río yo.
MARTA:      Antes quiero que repares
   que es río de quien nació 2610
   el rey de todos los mares:
   río de Madrid, que es mar,
   que esas letras tiene en sí.
FELIPE:      Eso es quererle alabar.
PASTRANA:      Yo que del río aprendí, 2615
   no sé más que murmurar.
   Pero sea lo que fuere,
   no has de ir al río.
MARTA:                              No sea
   si no es donde os pareciere.
PASTRANA:      Irémos donde se vea 2620
   lo que el gusto nos pidiere.
   La Huerta del Duque, al Prado.
   es la casa y el jardín,
   del paraíso traslado,
   donde cualqpier querubín 2625
   estará bien empleado.
FELIPE:      Pienso que hacemos la cuenta
   sin la huéspeda.
MARTA:                          ¿ Pues cómo ?
   ¿ Hay huéspeda que la sienta ?
PASTRANA:      ¿ Hay celérin !
MARTA:                        Celos tomo. 2630
PASTRANA:      Pues sosiegue la pimienta;
   que lo dijo su galán,
   no por descuido de amor,
   sino aludiendo al refrán;
   que es la huéspeda en rigor 2635
   tu padre y el capitán
FELIPE:      Es el capitán Urbina
   un lince y tu padre un argos
   que en nuestro amor predomina
   con más ojos y más largos 2640
   que soplo de culebrina,
   y la huéspeda se entiende
   tu hermana doña Lucía
   que también cansa y pretende.
   No hay otra, por vida mía. 2645
MARTA:      ¡ Ay, cómo miente y me vende !
   Mas respondiendo a la duda,
   digo que hoy hace buen día
   y el mismo sol nos ayuda.
   Mi hermana doña Lucía, 2650
   aunque es muy celosa, es ruda.
   Yo la llevaré engañada,
   que trazas hay para todo.
   Los viejos no sabrán nada
   y yo he de salir de modo, 2655
   contigo disimulada,
   que con la reputación
   que tengo y todos me dan,
   creyendo mi inclinación,
   no me conozca Galván 2660
   ni lo sepa Galalón.
PASTRANA:      Esta fiesta se ha de hacer
   y no ha de ser solamente
   fiesta en casa de placer
   sino casarse esta gente 2665
   y acabar ya de temer.
   Yo tengo traza pensada
   --que mi entendimiento es
   pesebre de un alma honrada--
   para que quede después 2670
   esta máquina acabada.
   Lo primero, he dado modo
   con que echemos de Madrid
   los viejos; y lo acomodo
   mejor, porque en este ardid 2675
   consiste el despacho todo.
   Heles de decir... mas siento
   que vienen.
MARTA:                    Y a qué mal punto
   que me ibas dando contento.
PASTRANA:      Yo haré el engaño, que junto 2680
   le tengo en mi entendimiento.

Salen don GOMEZ, doña LUCIA, el capitán URBINA, y el ALFEREZ

GOMEZ:      Sea vuesa merced muy bien hallado,
   señor don Juan.
PASTRANA:                          Aquí, señor, espero
   vuestra venida con mayor cuidado.
   Hoy tuve de Sevilla un mensajero 2685
   con nuevas de que han dado la sentencia
   a don Felipe.
GOMEZ:                          Porque muera, muero.
PASTRANA:      Como han puesto tan grande diligencia
   dineros y favor, le han condenado
   a merecida muerte en el audiencia. 2690
URBINA:      ¿ Qué sentencia ?
PASTRANA:                              Que muera degollado
   y su hacienda la herede el padre viejo
   del caballero a quien la muerte ha dado.
GOMEZ:      Dadme los brazos, noble y claro espejo
   de industria y discreción, que en vuestra mano 2695
   ni justo agravio y su venganza dejo.

Hablan aparte don FELIPE y doña MARTA

MARTA:      ¿ Qué pretende Pastrana ?
FELIPE:                                  Lo es en vano;
   que aunque vuela a otra parte, es hacer punta.
   El volverá a la garza, y lo hará llano.
LUCIA:      (La máquina de engaños que se junta, Aparte 2700
   fuera de mí me tiene y más me admiran
   sus enredos.)

A doña LUCIA

ALFEREZ:                          Escucha a quien pregunta.
   Los viejos y Pastrana se retiran,
   alegres con la nueva mentirosa.
   Hablen las lenguas pues los ojos miran. 2705

PATRANA, don GOMEZ y URBINA se apartan a hablar a un lado

PASTRANA:      Partiendo hoy a Sevilla, es fácil cosa
   hallarse a la tragedia de su muerte,
   y estar presente a la venganza honrosa.
   Vuesa merced ordene hoy y concierte
   la jornada a Sevilla porque vea 2710
   con sus osos su gusto y buena suerte,
   para que luego que difunto sea
   don Felipe, su hacienda se le entregue
   que doña Marta son salud posea.
URBINA:      Digo que os está buen, sin que os lo ruegue 2715
   este señor, y importa la jornada,
   pues no hay inconveniente que la niegue;
   que el ver una venganza tan honrada
   es gran contento, y más juntar la hacienda,
   que estará en otras manos mal lograda. 2720
   ............................
   ............................. -igo]
   ..............................
GOMEZ:      Todos me aconsejáis; de todos sigo 2725
   el gusto y parecer; y así mañana
   será muy cierta mi partida. Amigo,
   no iréis conmigo ves ?
PASTRANA:                                    De buena gana
   fuera yo a ver dar muerte a aquese reo
   por lo que mi amistad en ello gana; 2730
   mas no podré--si bien mucho deseo
   el volver a Sevilla--acompañaros
   por mil negocios que a mi cuenta veo.
   Yo picaré después hasta alcanzaros
   en Córdoba o Carmona por la posta 2735
   dando de quien yo soy indicios claros,
   porque en mi casa--puesto que sea angosta
   para tan grande huésped--es forzoso
   que os haga el aposento y aun la costa.
GOMEZ:      Estimo ese favor tan generoso, 2740
   y le recibiré cuanto a la casa
   por ser el hospedaje tan costoso.

Hablan aparte don FELIPE y doña MARTA

FELIPE:      ¡ Oh qué adornada de mentira pasa
   la quimera de hoy !
MARTA:                            ¡ Y mi deseo
   la prisa que me da cuando me abrasa ! 2745
URBINA:      Yo iré hasta Illescas, que imagiuo y creo
   que me han de remitir desde Sevilla
   algunos bienes, que en el mar poseo.
   Allí os esperaré; que en esa villa
   --como es al fin mi patria--tengo agora 2750
   más hacienda y negocios que en Castilla.
GOMEZ:      No halle yo en mi casa, hija, mudanza.
MARTA:      Hasta que vuelvas, la ventana y calle
   Se acaban para mí.    Lleva esperanza
   de que la ociosidad purta no halle 2755
   porque en tu ausencia la tendré cerrada.
PASTRANA:      (¡ Oh socarrona ! ¡ Qué haces de engañalle !) Aparte
URRINA:      La obra que tenéis tan bien trazada
   del hospital, señora, se comience
   porque cuando yo vuelva esté empezada. 2760
FELIPE:      (Fácilmente se engaña y se convence    Aparte
   una buena intención.)
GOMEZ:                                  Pues, prenda mía,
   adiós.

Vanse don GOMEZ, el capitán URBINA, y el ALFEREZ

PASTRANA:      Venció mi ardid.
MARTA:                                  Viva quien vence.
PASTRANA:      Metan todos en casa este buen día. 2765
MARTA:      Quedemos los de la danza,
   que la habemos de ensayar.
LUCIA:      ¿ Entro yo en ella ?
MARTA:                            No sé.
LUCIA:      Pues voyme.
MARTA:                      Esperad, no os vais.
   Diréis, hermana Lucía, 2770
   que no entendáis ni aicanzáis
   qué es esto y que hablar yo así
   parece gran novedad.
   Pensaréis que fue fingida
   mi mesura artificial 2775
   y engañosa en la apariencia
   como en rosa el alacrán.
   No, hermana; pero el que es bueno,
   con su virtud natural
   licencia tiene unos días 2780
   para poderse alegrar.
   Yo quiero, pues que es razón,
   cumplir vuestra voluntad
   y que os dé el "sí" don Felipe
   con quien pretendéis casar. 2785
   Porque no pusiese estorbo
   mi padre--que es el que da
   por vos palabra al Alférez--
   para que me agradezcáis
   lo que os quiero, por mi industria 2790
   a Guadalquivir se va
   y en Sevilla busca aquel
   que dentro en su casa está.
   Casaros pienso esta tardé;
   pero pues se queda acá 2795
   el Alférez, cuyo amor
   es menester engañar,
   conviene que ser su esposa
   en lo público finjáis
   porque celoso no quiebre 2800
   la tela que urdida va.
LUCIA:      Harélo de mil amores.
MARTA:      Si lo hacéis así, tendrá
   su pago, y yo le echaré
   en los ojos el agraz. 2805
   Yo quiero ser la madrina
   y así me daréis lugar
   para que a mis joyas vuelva,
   que poco en mí durarán.
   Esto, hermana de mi vida, 2810
   lo hago yo porque entendáis
   que no encubro a don Felipe
   por amor o vanidad,
   sino porque os quiero bien
   y porque quise trazar 2815
   cómo casaros a entrambos,
   que muchos años viváis.
LUCIA:      ¡ Ay hermana de mis ojos !
   Los pies o brazos me da;
   que tus virtudes me dicen 2820
   tu condición liberal.
   Voy a vestirme de boda.
   Esposo mío, ¿ no habláis ?
MARTA:      Yo hablo por él lo que basta;
   que los novios no han de hablar. 2825
LUCIA:      Adiós, mi bien.    Venid luego.

Vase doña LUCIA

PASTRANA:      ¡ Oh qué engañada que vais !
FELIPE:      Linda boba.
MARTA:                      Linda traza.
PASTRANA:      Ven, que allá se lo dirán.
MARTA:      Agora falta el Alférez. 2830
PASTRANA:      Pues yo le voy a buscar.
MARTA:      A mi prima doña Inés
   llevaré.
PASTRANA:                    Yo sé que irá,
   que me tiene por discreto
   y por rico otro que tal. 2835
FELIPE:      El Alférez y Lucía
   se tienen hoy de casar
   y Pastrana y doña Inés.
MARTA:      Y yo y vos.
FELIPE:                    Pues claro está.
PASTRANA:      Pues en saliendo los viejos, 2840
   iremos de par en par.
FELIPE:      ¡ Ay, mi bien !
PASTRANA:                        Cócale, Marta.
MARTA:      Marta soy, y cocos hay.

Vanse don FELIPE, doña MARTA y PASTRANA. Salen don JUAN y don DIEGO

DIEGO:      ¿ Yo basta rogarlo yo ?
   De vos con razón me quejo. 2845
JUAN:      Fácil cosa es dar consejo
   pero recibirle no.
DIEGO:      ¿ Quise bien a Marta ?
JUAN:                                  Sí
   pues
DIEGO:      ¿ No la dejé de amar 2850
   cuando la vi reunciar
   al mundo ?
JUAN:                    Convino así.
DIEGO:      Luego ya supe vencer
   celos, amor y cuidado.
JUAN:      Sí, pero fuiste forzado 2855
   y nadie os pudo ofender;
   pero si doña Lucía
   me quiere a mí, no es razón
   que otra ninguna afición
   pretenda vencer la mía; 2860
   y más afición humana
   de un alférez que a lo bravo
   pretende llevar al cabo
   su pretensión loca y vana.
   Aquí en el Prado le espero. 2865
   Idos, don Diego, por Dios;
   no se asombre de los dos.
DIEGO:      Animo tengo y acero.
   Pero ¿ qué culpa ha tenido
   el pobre que no os conoce 2870
   --cuando de su dama goce
   favores--sí es preferido
   y sé yo cierto que, a vos
   no os ha querido aun mirar ?
   ¿ Por qué os habéis de enojar 2875
   con él ? ¡ No es razón por Dios !
   Vamos a reñir con ella,
   que no os quiere, y no con él,
   pues, si ella le quiere a él,
   quien tiene la culpa es ella. 2880
JUAN:      ¿ Burláisos ?
DIEGO:                        Hemos venido
   a una edad muy diferente;
   que el ser un hombre valiente
   es peligro conocido.
   Alguaciles y escribanos 2885
   son los Hécules después;
   que aquéllos matan por pies
   y estotros vencen por manos;
   y entrambos--porque se dé
   la batalla a su contrario-- 2890
   previenen, si es necesariom
   la pluma, el pico y el pie.

Salen el ALFEREZ sin ver a los dos, y luego PASTRANA

ALFEREZ:      Fuése mi tío, y no quise
   ir con él, que sin Lucía,
   iba sin luz, y sin día. 2895
   No es bien que desdichas pise.
JUAN:      Aquél es.    ¡ Muera !

Don JUAN va a acometer al ALFEREZ y le detiene don DIEGO

DIEGO:                              ¿ Qué os hizo ?
JUAN:      Don Diego, hele de matar.
DIEGO:      ¿ Sois vos médico ?
JUAN:                            ¡ Oh pesar !
DIEGO:      Mátele Dios que le hizo. 2900

Sale PASTRANA

PASTRANA:      ¿ Es el alférez ?
ALFEREZ:                              Yo soy.
PASTRANA:      ¡ Válgame Dios ! ¿ Es posible
   que os hallo ? ¿ Sois invisible ?
   Buscándoos ando todo hoy.
ALFEREZ:      ¿ Qué hay ?
PASTRANA:                      Sabed que hoy es día 2905
   en el cual por mi amistad
   seréis rey de la beldad
   de vuestra doña Lucía.
   Pero entremos en la Huerta
   del Duque.
ALFEREZ:                        Más vale así. 2910
   ¿ Y qué ? ¿ Hoy la alcanzaré ?
PASTRANA:                                    Sí.

Vanse PASTRANA y el ALFEREZ

DIEGO:      Entróse y cerró la puerta.
JUAN:      ¡ Que así se fuesen los dos !
DIEGO:      No se van, que se pasean
   y volverán si desean 2915
   la pendencia.
JUAN:                      ¡ Bien, por Dios !
DIEGO:      Dadle vos prisa a la noche,
   que lo demás cierto está.
JUAN:      Oíd, que viene hacia acá
   derecho y aprisa un coche. 2920
DIEGO:      ¿ Un coche en Madrid espanta ?
JUAN:      No, pero de prisa sí.
   Ya llega y para allí.
DIEGO:      ¿ Qué es esto ?    ¿ Quién os encanta ?
JUAN:      No sé qué es; que me ha turbado 2925
   este coche. ¿ Qué será ?
DIEGO:      El duque, que se vendrá
   a su huerta retirado,
   corridas las cortinas
   sin criados, como suele. 2930
JUAN:      Algo tiene que me duele
   este coche.
DIEGO:                    ¿ Qué imaginas ?

Salen doña MARTA y doña LUCIA, muy bizarras; don FELIPE, de galán; doña INES, el ALFEREZ, y PASTRANA

JUAN:      Dos dama salieron de él.
   Aquélla es doña Lucía.
   Conocíla.    ¡ Ay, prenda mía ! 2935
DIEGO:      ¡ Bueno anda el cascabel !
   No llegues; que me parece
   que viene también con ella
   una dama moza y bella.
JUAN:      ¿ Tambien a ti te enternece ? 2940
DIEGO:      ¡ Ay don Juan !    Espera, aparta.
JUAN:      ¿ Quieres tirar ?
DIEGO:                          Las dos son.
JUAN:      Tu misma imaginación
   tengo.    Aquella es doña Marta.
   Mas ¿ cómo en traje galán 2945
   Marta, con extremos tantos ?
DIEGO:      ¿ Agora sabes que hay santos
   de holanda y de gorgorán ?
JUAN:      Sabré de doña Lucía
   la causa.
DIEGO:                    ¿ Osarásla hablar ? 2950
JUAN:      No sé.    Podremos llegar.

Habla bajo con doña LUCIA

   Desdeñosa prenda mía
   ................. -esa]
   ................... 2955
   ...................   
LUCIA:      No, que es ésta la condesa.
JUAN:      ¿ Que no es doña Marta ?
LUCIA:                                      No.
JUAN:      Parécela por extremo.

Hablan aparte doña MARTA y doña INES

MARTA:      ¡ Ay, doña Inés, que me quemo. 2960
INES:      Alguno te conoció.
LUCIA:      Adiós, don Juan, que a tal hora
   la visita es excusada.

Se encaminan a la Huerta

DIEGO:      ¡ Qué condesa tan callada !
JUAN:      Es grave, y al fin señora. 2965
DIEGO:      Digo que es Marta.
JUAN:                              No es,
   que su traje la asegura
   y ella estará por ventura
   lavando a pobres los pies
   --que es mucha su devoción-- 2970
   si no es que cuentas ensarta.
DIEGO:      Vive Dios, que es doña Marta
   que no miente el corazón.
   Yo tengo de averiguallo.

A PASTRANA

   ¡ Ah, hidalgo !    Saber espero 2975
   quién es este caballero.

Señalando a don FELIPE

PASTRANA:      ¿ Isto ?    O conde.
DIEGO:                            Ahora callo.
JUAN:      Por Dios, que habla portugués.
   ¿ Y la dama ?
PASTRANA:                      E la condesa.

Vase PASTRANA

JUAN:      ¿ Veis como es locura aquésa ? 2980
DIEGO:      ¿ Locura ?    ¡ Embeleco es !

Vanse don JUAN y don DIEGO.    Salen don GOMEZ y el capitán URBINA, de camino. Poco después salen paseándose, doña MARTA, doña LUCIA, doña INES, don FELIPE, PASTRANA y el ALFEREZ; detrás de ellos don JUAN y don DIEGO

URBINA:      Refrenad, señor don Gómez,
   el enojo con las canas,
   asiento de la prudencia.
GOMEZ:      Ya la prudencia no basta. 2985
   ¡ Jesús ! Apénas llegué
   a la Puente Toledana
   para seguir de Sevilla
   la mentirosa jornada,
   cuando me alcanzó un amigo 2990
   y dijo, "¿ Cómo os engaña,
   siendo viejo, un hombre mozo
   y una hipócrita taimada ?
   El preso por quién partís
   a Sevilla, y la venganza 2995
   en su muerte os gasta el seso,
   está preso en vuestra casa.
   Don Felipe, el matador
   de vuestro hijo, dio esta traza
   y se trasforma en Berrío. 3000
   Don Juan Hurtado es Pastrana,
   un su amigo socarrón,
   que os persÜade y encanta
   a que salgáis de Madrid
   porque tienen dada traza, 3005
   en partiéndoos, de casarse
   trocando anascote en galas.
   Hoy en la Huerta del Duque
   yo he sabido lo que pasa
   de su alcaide, que es mi primo." 3010
URBINA:      ¿ Qué me dais cuenta tan larga
   si estuve presente a todo ?
GOMEZ:      Así mi pena descansa.
   Pero ¿ no son éstos ?
URBINA:                              Sí.
GOMEZ:      ¡ No se volviera en espada 3015
   este junco, flaco arrimo
   de mi vejez afrentada !

Viendo salir a sus hijas acompaños de don FELIPE, el ALFEREZ y PASTRANA

   ¡ Ah traidores embusteros !
PASTRANA:           (El lobo ha dado en la trampa.)      Aparte
   No hay, Marta, sino quitarte 3020
   la máscara de la cara.
GOMEZ:      Déjame darle la muerte.

Deteniéndole don JUAN

JUAN:      Paso, que es aquesta dama
   una condesa extranjera.
GOMEZ:      ¿ Condesa... qué ?
URBINA:                        ¿ Otra maraña ? 3025
GOMEZ:      No es sino Marta, mi hija.
FELIPE:      Y don Felipe de Ayala
   yo, que si un hijo os maté,
   aunque no es igual la paga,
   por hijo vuestro me ofrezco. 3030
GOMEZ:      Alférez, dadme esa espada.
JUAN:      ¿ Vos, señor, sois don Felipe ?
   ¡ Jesús ! Fuera de mí estaba
   pues, viéndoos, no os conocí.
   En Valladolid os guarda 3035
   vuestra madre, por ser muerto
   don Pedro Gómez de Ayala,
   diez mil ducados de renta.
FELIPE:      ¿ Qué decís ?
JUAN:                      Por esta carta
   sabréis la verdad de todo. 3040
FELIPE:      Pues renta, ser, vida y alma,
   padre y señor, a esos pies
   rindo; que no quiero nada
   si vos no me dais perdón.
URBINA:      No es de nobles la venganza. 3045
   Perdonadlos; que yo quiero,
   pues su industria ha sido tanta
   que los ocho mil ducados
   que para el hospital daba,
   se queden para su dote. 3050
LUCIA:      ¿ Qué es eso ? ¿ Luego mi hermana
   ha de ser de don Felipe ?
   Eso no.
PASTRANA:                  Ya es excusada
   Vuestra pretensión, Lucía,
   porque manos y palabras 3055
   pararon en obras.
LUCIA:                      ¿ Cómo ?
PASTRANA:      Esposos los dos se llaman
   en faz de la madre Iglesia.
   Yo, testigo.
LUCIA:                        Si así pasa,
   el Alférez es mi esposo. 3060
ALFEREZ:      Con la mano os rindo el alma.
GOMEZ:      Y yo, pues tantos me ruegan
   por vosotros, mi venganza
   trueco en amor.
FELIPE:                          Esos pies...
GOMEZ:      Los brazos son tuyos.    Alza. 3065
PASTRANA:      Doña Inés y yo queremos
   hacer una tiritaña
   de su tinta y de su nieve.
INES:      Pues hoy es de bodas, vaya.
FELIPE:      Don Juan y Don Diego, amigos, 3070
   pues tuvieron mis desgracias
   tan buen fin, vuestra asistencia
   esta vez ha de aumentarlas.
   Nuestros padrinos seréis.
JUAN:      Alto, pues mi amor no alcanza 3075
   ser esposo, sea padrino.
   Yo lo aceto.
DIEGO:                      Y yo, aunque estaba
   por reñir con vos.
FELIPE:                            ¿ Por qué ?
PASTRANA:      Porque dije que la dama
   era condesa sebosa. 3080
DIEGO:      ¡ Buena burla, aunque pesada !
PASTRANA:      ¿ Qué hacemos aquí, señores ?
GOMEZ:      No más dómines en casa;
   que en las hijas predominan
   en vez de latinizarlas. 3085
   ¿ Cómo va de perlesía ?
FELIPE:      Con la comedia se acaba
   de mi Marta la piadosa
   mi mal, mas no nuestras faltas.


FIN DE LA COMEDIA