Tirso de Molina
Habladme entrando




Personas que hablan en ella:
  • Don PEDRO de Bustos
  • Don ALONSO
  • Don DIEGO Hurtado de Mendoza
  • JUANCHO, vizcaíno
  • Doña ANA Hurtado de Mendoza
  • RODRIGO, criado
  • Don LUIS Hurtado de Mendoza
  • TORIBIA, labradora.
  • LUCIA, criada
  • MENDO, viejo labrador
  • SANCHO, su hijo
  • MUSICOS


ACTO PRIMERO

Salen don PEDRO de Bustos y don ALONSO, su amigo, de noche, con MUSICOS, por una parte, con un CRIADO con una escala, y por otra don DIEGO Hurtado de Mendoza, de camino, con botas y espuelas, y JUANCHO, vizcaíno, cargado con el cojín y la maleta en la cabeza, ridículamente vestido. Arrímanse a una parte, y mientras cantan vayan paseando el tablado don PEDRO y don ALONSO

MUSICOS:       "Si no velaran mis ojos
   no celebraran las dichas
   de los que durmiendo matan,
   de los que matando hechizan.
   Si no durmieran los tuyos, 5
   glorificaran su vista
   los palpitantes despojos
   de las más seguras vidas.
   ¡ Ay, ay, qué desdicha !
   A quien mira su alma, deja sin vida." 10
ALONSO:       ¡ Extraño recogimientol
PEDRO:       ¡ Doña Ana, doña Ana !
DIEGO:                                        Avisa,
   Juancho, al mozo que las mulas
   aleje donde, escondidas,
   aguarden, y vente luego. 15
JUANCHO:       ¿ No las asas y las pringas;
   aún no llegas, ya las tienes
   currucamientos ?
DIEGO:                                 Ves aprisa.
JUANCHO:       ¿ Tienes gana de comer ?
   ¿ Cómo no las necesitas ? 20
   Juancho, matas holandeses
   y ya que piensas venías
   juras a Dios a matar
   holandeses del barriga.
   ¿ Cantadoreas detienen ? 25
   ¡ Al diablo les das venida !

Vase JUANCHO

DIEGO:       Ya que nos trujo la suerte
   cuanto piadosa propicia
   en tan dichosa ocasión,
   encubramos esta esquina 30
   hasta ver de estos galanes
   el intento.
ALONSO:                        ¿ Qué ? ¿ Porfía
   la doncelleja ?
PEDRO:                               Es de suerte,
   que regalos y caricias,
   dádivas que son de amor 35
   la mayor artillería,
   pasando necesidades,
   no han bastado a persuadirla
   a que le niegue al honor
   lo que su sangre le dicta. 40
   Vengo resuelto...
DIEGO:                               (Esto es malo.)       Aparte
PEDRO:       ...a escalar...
DIEGO:                              (Función indigna      Aparte
   de un pecho hidalgo.)
PEDRO:                                        ...su casa,
   si piadosa no acredita
   con terneza los favores 45
   que me debe, pues me anima
   mi amor, mi agravio, la noche,
   no tener quién me lo impida
   por estar su hermano ausente
   en esta ocasión.
ALONSO:                                    Pues mida 50
   tu gusto su voluntad,
   que a tu lado estoy.

Sale JUANCHO

JUANCHO:                                       Retiras
   mulas al mozo, la guardas
   en un callejón metidas,
   gruñes mozo, mulas dije 55
   no comen paja vizcaína,
   no sabe de burlas Juancho
   darle en coz en la barriga;
   confesión pides, bien puedes
   ser su confesor.
DIEGO:                                 No impidas 60
   con tus voces la ocasión
   que, piadoso, en mis desdichas
   me ofrece el cielo.
ALONSO:                                       ¿ Mejor
   no fuera, si pretendía
   tal rompimiento tu amor, 65
   que, sin despertar vecinas,
   curiosos linces de noche,
   parleros duendes de día,
   te valieses del silencio ?
   Porque la música avisa 70
   a los descuidados ojos
   y a la vecindad incita
   a curiosidad.
PEDRO:                              No, primo;
   porque primero querría
   ver si puedo con ternezas, 75
   con músicas, con caricias,
   ablandar este imposible
   dulce hechizo de ml vida.
   Si me ofreciese esperanzas,
   más piadosa, más rendida, 80
   que entreteniendo deseos
   paguen finezas debidas,
   iré engañando temores,
   y si en prudente porfía
   se resiste, atropellando 85
   respetos del oprimirla
   a que por fuerza mitigue
   mis pasiones.
ALONSO:                              Pues prosiga
   tu gusto su intento.
PEDRO:                                       Canten,
   y a aqueste balcón te arrima 90
   para obligarla a que salga
   si se resistiera.
DIEGO:                                       Mira,
   Juancho, que no te divisen.
JUANCHO:       Juras a Dios que barriga
   tienes junto a puerta falsa 95
   y resuello que le quitas.
MUSICOS:       "Abre, pues, divina aurora,
   esa oriental celosía,
   saldrá para el cielo el sol
   y para mi noche el día." 100
PEDRO:       ¡ Ah doña Ana ! ¡ Ah dulce dueño !
   Abre, pues mi amor te anima.
MUSICOS:       "Rayos fulminan tus ojos
   que, a un tiempo matan y miran.
   ¡ Ay, ay, qué desdicha ! 105
   Que quien mira sin alma deja sin vida."

Sale doña ANA Hurtado de Mendoza a la ventana

ANA:       Caballeros, si lo sois,
   pudiera la cortesía
   moveros a no infamar
   los blasones que autorizan 110
   estas antiguas paredes
   que, aunque ausentes, vivifican
   los Hurtados de Mendoza,
   solar de esta casa antigua.
   ¿ Qué pretendéis desluciendo 115
   el honor que me acredita,
   a quien el sol presta rayos
   y a quien el cielo da envidias ?
   ¿ Qué fineza en mí habéis visto,
   qué señales, qué premisas 120
   de mal nacidos deseos,
   de esperanzas mal perdidas ?
   Caballeros que pretenden
   con apariencias fingidas,
   si pensáis que antiguos bandos 125
   y enemistades antiguas
   han de amedrentar mi honor
   para que su fuerza os rinda,
   no debéis de haber mirado
   que alientan la sangre mía 130
   de los Hurtados Mendozas
   las no manchadas reliquias;
   idos luego de la calle,
   o por las luces divinas,
   que en escuadras mal formadas 135
   mis pretensiones animan,
   que en defensa de mi honor,
   que en mi pecho se acredita,
   rayos fulmine mi diestra,
   aborten mis ojos iras. 140
JUANCHO:       Dicho lo dicho señora,
   firme como vizcaína;
   Juancho tienes, tente en buenas
   Curtusca perra judía.

Va a salir y don DIEGO le detiene

DIEGO:       Juancho, detente. ¡ Bien haya 145
   quien a los suyos imita !
JUANCHO:       ¡ Juras a Dios... !
PEDRO:                                 Ana hermosa;
   cánsate de ser esquiva
   con quien hoy se obliga a honrarte
   dándote para que vivas 150
   hacienda, no te resuelvas,
   y advierte que si porfías
   no estimando ofrecimientos
   ni acreditando caricias,
   que, forzado del amor 155
   que mis deseos animan,
   alborotando memorias
   que muertos hoy resucitan,
   me arrojaré...
ANA:                            ¿ Cómo es eso ?
PEDRO:       ...a que por fuerza...
ANA:                                          No digas 160
   razones que, imaginadas,
   ofenden antes que dichas.
   ¿ Tú has de atreverte a violar
   el solio donde autoriza
   mi castidad su pureza, 165
   mi virtud su esencia misma ?
   ¿ No te cansan altiveces ?
   ¿ No te ofenden demasías,
   que ocasionando a mi padre,
   le forzaron a que viva 170
   ausente, si ya no es muerto,
   dejando al tuyo sin vida
   por desmentirle ?
PEDRO:                                    Doña Ana,
   esas memorias me animan;
   abre, o llegaré una escala, 175
   pues hacerlo facilita
   no tener reja el balcón.
ANA:       ¡ Que esto los cielos permitan !
   ¡ Villano ! ¿ Con tal vileza
   piensas lavar el antigua 180
   mancha de tu casa ?
DIEGO:                                     ¡ Ah pesia !
JUANCHO:       ¿ Qué pesia, que te imaginas ?
   ¿ que le aguardas, que no sales,
   y ¡ zis, zas ?
PEDRO:                              Apercebida
   la traigo, llegadla aquí. 185

Llegan la escalera al balcón

ALONSO:       Abre, acaba.
ANA:                               ¡ Fementida
   canalla !   Si no del suelo,
   del cielo aguardo justicia.
PEDRO:       ¡ Oh, pesia tanta paciencia !

Sube don PEDRO

ANA:       ¡ Justicia, cielos !
JUANCHO:                                  ¡ Maldita, 190
   ánima seas ! ¿ qué esperas ?

Sale JUANCHO y apártale don DIEGO

DIEGO:       Quita, aparta. Bien podía.
   Baje acá, hidalgo, aunque miento;
   que quien con mujeres libra
   las venganzas de su espada 195
   tiene mucho de gallina.

Baja don PEDRO de la escalera

   Considere que esta casa
   es, según tengo noticia,
   de un Hurtado de Mendoza
   A quien la fama acredita 200
   con valerosas hazañas;
   de quien, si acaso se olvida,
   dará entera relación
   el luto de la capilla
   adonde su padre yace; 205
   mudo ejemplo que le avisa
   que no se atreva soberbio
   a derramar valentías
   con quien por mujer no tiene
   fuerzas para resistirlas. 210
   ¡ Por cierto, brava facción;
   empresa honrosa y altiva;
   venganza bien satisfecha,
   y a poca costa adquirida !
   ¿ Con una dama rigores ? 215
   Mas no es mucho--¡ por mi vida !--
   que valientes de alfeñique
   tomen venganzas de almibar.
   Esta sí--¡ cuerpo de Dios !--
   era acción bien parecida, 220
   con propia sangre ganada
   y a estocadas adquirida,
   no con mujeres. Acaben,
   dejen la calle.
ANA:                               ¿ Hay tal dicha ?
   ........................... 225
PEDRO:       Hombre o diablo, ¿ quién te obliga
   a que incites mi rigor ?
ANA:       Hombre o ángel, ¿ quién te envía
   a que mi casa defiendas ?
DIEGO:       Sólo la razón me incita. 230
ANA:       Señor, ¡ zis, zas !
PEDRO:                                    Si eres loco,
   presto tendrá tu osadía
   el castigo con la muerte.
ALONSO:       ¡ Matadle ! ¡ Muera !

Embisten todos con él

DIEGO:                                       Oprimida
   la cólera por los ojos, 235
   ardientes rayos conspira.
   Diego Hurtado de Mendoza
   soy, canalla.
ANA:                            ¡ Hermano !
DIEGO:                                              Grita,
   que a castigar mis ofensas
   el mismo cielo me envía. 240
PEDRO:       ¡ Muera, matadle !
JUANCHO:                                 ¡ Zis, zas !
   ¡ Muera esta perra judía !

Métenlos a cuchilladas don DIEGO y JUANCHO

ANA:       ¡ Dios te libre !

Dentro

PEDRO:                                 ¡ Muerto soy !
ALONSO:       Huyamos.
CRIADO 1:                        A la justicia
   llamen.

Salen don DIEGO y JUANCHO

JUANCHO:                   ¡ Juras a Dios, liebres, 245
   si aguardas hago cecinas !
DIEGO:       Muerto queda.
JUANCHO:                               Ya le mueres,
   patadas des en el Chinas;
   confites pides.
DIEGO:                               ¡ Hermana !
ANA:       Diego, ¿ estás herido ?
DIEGO:                                          Aprisa, 250
   échate por esa escala.
ANA:       Ya me arrojo.
JUANCHO:                            Escucha, mira;
   si tienes algo que comas,
   arroja.
ANA:                     No.
DIEGO:                         ¿ Que eso pidas ?
JUANCHO:       ¿ Ni vino ?
ANA:                        Tampoco.
JUANCHO:                                    ¡ El diablo 255
   juras Dios, que caminas !
DIEGO:       Juancho, las mulas volando
   saca de León aprisa
   al camino de Rioseco.
JUANCHO:       ¿ En ayunas ?
DIEGO:                         Qué, ¿ aún porfías ? 260
JUANCHO:       Lleva el diablo las muelas
   que tienes si no ejercitas.

Vase JUANCHO.   Hablan dentro

UNO:       Saquen luces a esas rejas.
OTRO:       A don Pedro--¡ gran desdicha !0--
   han muerto.
OTRO:                         Por aquí van. 265
DIEGO:       La confusa vocería
   nos cerca; ponte en mis brazos,
   que en la diligencia estriba
   nuestro remedio.
ANA:                                 ¡ Ay de mí !
   Hermano, salva tu vida, 270
   que yo no importo.
DIEGO:                                     Acabemos.

Cógela en brazos

   ¡ Adiós, pues, ciudad antigua;
   adiós, casa solariega,
   que mis pasados tenían
   por defensa, por sagrada, 275
   que mi fortuna me obliga
   que deje vuestras paredes !

Dentro

UNO:       Por acá.
DIEGO:                        Mas si porfía
   Diego Hurtado de Mendoza,
   que sus blasones no olvida, 280
   clavará un clavo en su rueda
   por que pare en sus desdichas.

Vanse.   Salen don LUIS Hurtado de Mendozay RODRIGO, criado, y otros de camino; don LUIS con hábito de Calatrava

LUIS:       Rodrigo, dile al cochero
   que por allí era mejor,
   que éste es mal paso.
RODRIGO:                                          Señor, 285
   sabe...
LUIS:                     Rodrigo, no quiero.
   Déjame ver este campo
   que ha veinte años que dejé.
RODRIGO:       La noche lo impide.
LUIS:                                          A fe
   que adonde la planta estampo 290
   he venido más de dos
   veces a cazar, y allí
   diviso, sí, ya la vi,
   la casa...¡ Válgame Dios,
   cuánto me alegro de vella ! 295
   ...de placer de don Rodrigo.
   Fue mi verdadero amigo;
   todo el tiempo lo atropella,
   pues murió en la juventud
   de su edad, buen caballero, 300
   de cuya desdicha infiero
   que también en la quietud
   llega presto el ramalazo
   de la muerte. Este arroyuelo
   me ha servido de consuelo. 305
   Ya a León corto pedazo
   nos queda. No hay una legua
   si ya no me acuerdo mal.
RODRIGO:       Sabe, pues, que es arenal
   este que pisamos.
LUIS:                                    Tregua 310
   pone al cansancio el gozar
   de estos árboles y fuentes,
   cuyas honradas corrientes
   aun no saben murmurar.
   Cuando pasé por aquí, 315
   mis hijos, aun por criar,
   sin madre a quien apelar
   de mi ausencia, iba sin mí.
   La yegua que me llevaba
   dos mil veces maldecía, 320
   y al paso que ella corría
   mi corazón arrancaba.
   ¡ Cuántas veces por los dos
   hijuelos quise volver !
   Y lo hiciera a no tener 325
   temor y respeto a Dios.
   Envidia a tener llegara
   del muerto, y al mismo punto
   su rostro helado y difunto
   recelé que me llamaba. 330
   Veinte años ha que partí
   de esta ciudad, y otros tantos
   ha que entre tristeza y llantos
   a mis desdichas nací.
   No he sabido de mi casa 335
   en este tiempo, y de mí
   no han sabido.

Dentro

UNO:                               Por aquí.
OTRO:       Seguidlos.
DIEGO:                         ¡ Ah, suerte escasa
   que me persigues !
LUIS:                                       ¿ Qué es esto ?
RODRIGO:       Como ya va amaneciendo 340
   un hombre admiro corriendo,
   señor, hacia aqueste puesto.
LUIS:       Voces distintas escucho.

Dentro

OTRO:       Ataja; por aquí van.

Salen   don DIEGO con doña ANA

DIEGO:       ¿ Dónde, desdichas, irán 345
   mis pasos ? Pero no es mucho,
   si de vosotras nací,
   que me persigáis. ¿ Qué es esto ?
   En más peligro estoy puesto;
   ya la esperanza perdí. 350
ANA:       Diego, procura librarte.
DIEGO:       Sin ti, ¿ cómo he de poder
   dejándote a perecer ?
ANA:       El corazón se me parte.
LUIS:       ¿ Quién va allá ?
DIEGO:                                     Un cuerpo sin alma 355
   a quien persigue la muerte,
   y como el alma le falta,
   aunque le mate, no muere.
   Mas ¿ quién lo pregunta ?
LUIS:                                             Un alma
   que a buscar su cuerpo vuelve, 360
   que ha días que le perdió
   y no vive hasta tenerle.
DIEGO:       La risa de la mañana,
   que sólo en esto parece
   que me es el cielo propicio, 365
   ilustre señor, me advierte
   vuestro venerable aspecto;
   que aquesas sondas de nieve
   son el iris que bonanza
   a mis naufragios promete. 370
   Esa cruz que os cruza el pecho
   me anima, porque no puede
   pecho con tan nobles armas
   no ser piadoso y prudente.
   Soy noble, aquésta es mi hermana; 375
   mujer sabia, ilustre y fuerte,
   afrenta de las pasadas,
   envidia de las presentes;
   de vos me atrevo a fiarla,
   seguro que un noble siempre 380
   de honor favorece y honra
   a quien del quiere valerse.
   Si vais a León, os pido
   que procuréis que no lleguen
   a vengarse mis contrarios 385
   con su infamia o con su muerte,
   metedla en un monasterio;
   si vais a otra parte, denme
   vuestros labios la noticia,
   para que, si el cielo quiere 390
   librarme, vaya a serviros.
LUIS:       Caballero, tiempo es éste
   en que no importan palabras;
   el rey me ha hecho mercedes,
   en premio de mis servicios, 395
   de que en Oviedo gobierne
   su distrito, y voy ahora
   a tomar posesión; quede
   por mi cuenta la opinión
   de esta señora, que en este 400
   punto la he constituido
   por mi hija, y aunque pese
   al mundo, la he de amparar
   aunque mil vidas perdiese.
   Con esto partid seguro; 405
   mirad que llega la gente.
DIEGO:       Guárdeos el cielo.
LUIS:                                    Acabad,
   avisadme a Oviedo.
DIEGO:                                       Queden
   mis esperanzas con vos,
   que si el tiempo les concede 410
   a mis desdichas alivio,
   que me prodiguen y ofenden,
   Diego Hurtado de Mendoza
   pagará tantas mercedes.

Vase don DIEGO

LUIS:       ¿ Cómo, cómo ? Aguarda...
RODRIGO:                                        Al viento 415
   en la ligereza excede.
LUIS:       ¡ Válgate Dios por rapaz
   lo que has crecido !
ANA:                                       Que llegue
   a vuestros pies no os asombre
   quien ya por su padre os tiene. 420
LUIS:       Tomad, señora, mis brazos,
   que, como padre, os ofrecen
   defenderos y serviros.
   ¿ Cómo os llamáis ?
ANA:                                    Si mi suerte
   me hubiera dado ventura, 425
   de noble sangre deciende,
   Ana Hurtado de Mendoza.
LUIS:       Ea, las lágrimas no pueden
   dejar de salir. Rodrigo,
   ve al punto que el coche espere 430
   y mete aquesta señora
   en él, y por que no lleguen
   a conocerla, un volante
   cubra su rostro, y advierte
   al cochero, si llegasen 435
   a reconocer, que siempre
   digo que es doña Ana mi hija
   y que al camino atraviese
   de Oviedo, que no he de entrar
   ya en León.
ANA:                        El cielo aumente . 440
   tu vida.
RODRIGO:                        Vamos, señora.
   ¡ Confuso voy !

Vanse doña ANA y RODRIGO

LUIS:                            ¿ Qué me quieres
   Fortuna ? ¿ Cómo dispones
   mis desdichas de esta suerte ?
   ¿ Cuando pensé que venía 445
   entre los brazos alegres
   de mis hijos, los apartas
   de mis ojos y previenes
   otras mayores desdichas ?
   Cánsate ya de ofenderme. 450
   Bien me pareció el rapaz,
   alentado es y valiente,
   es hijo de buena madre.
   ¿ Qué le obligará que deje
   su casa ? ¡ Qué confusión ! 455
   Dios te libre y Dios te lleve
   a mis ojos. La rapaza
   es como un oro y parece
   varonil. ¡ Dios me la guarde !

Dentro

UNO:       Ataja, que ya está cerca. 460
OTROS:       Por aquí, por aquí.

Sale JUANCHO con dos frenos y la espada desnuda

JUANCHO:                                       Lleves
   el diablo quien tanto corres.
LUIS:       ¿ Quién va allá ?
JUANCHO:                               Un hombre que tienes
   mucha gana de comer
   y menos de que le cuelgues. 465
LUIS:       ¿ De quién huyes ?
JUANCHO:                                  De gallinas
   plumas escribanos tienes,
   garras tienes alguaciles,
   alones tienes corchetes,
   y cuerpo tienes soplones, 470
   mulas quitas lo que sientes
   el freno arranco y les dejo
   sin timón que les gobierne.
   ¿ Tiénele pan su merced ?
LUIS:       Sin duda criado es éste 475
   de Diego. Decid, soldado,
   si acaso decir se puede:
   ¿ servís a don Diego Hurtado
   de Mendoza ?
JUANCHO:                           Mi amo es ése,
   aunque pese al mundo.
LUIS:                                       ¡ Ah noble 480
   nación ! Pues no es tiempo aquéste
   de dejarle; aquesta bolsa
   tomad, amigo, y diréisle
   que su padre se la envía.
JUANCHO:       Su padre ha mucho que mueres. 485
   ¿ Qué diablos dices ?
LUIS:                                     Andad,
   que yo sé bien que él me entiende;
   atravesad ese monte,
   que esos riscos que pretenden
   ser columnas en que estriban 490
   del hemisferio los ejes
   le esconden.
JUANCHO:                            Pues ¿ hacia dónde
   cámina ?
LUIS:                        A mí me parece
   que a Oviedo. JUANCHO.                                  ¡ Juras a Dios
   que si no vienes la muerte 495
   que le tienes de seguir,
   aunque el diablo se le lleve !
   Mas sin bebes y sin comes;
   buen consejo me parece
   poner el freno del mula, 500
   así entretendrás los dientes,

Pónese un freno delante y otro detrás

   Juancho, y el hambre también.
   Ya el uno puesto lo tienes
   y esotro póngole aquí,
   que, pues no comes ni bebes 505
   ya pues de nada le sirves
   hasta que el tiempo le llegues,
   bien es, Juancho sin ventura,
   que ambos agujeros cierres.

Vase con los dos frenos

LUIS:       Ya el coche va atravesando. 510
   Diego, Dios te libre y lleve
   a mis brazos y a mis ojos;
   Ana, venturosa suerte
   te dé el cielo por que entrambos
   seáis en dolor tan fuerte 515
   el báculo de mi vida
   y el descanso de mi muerte.

Vase.   Sale TORIBIA con capa aguadera, a lo asturiano, y con aguijada, y LUCIA, su criada, de la misma suerte; haya ruido de carretas y cantará LUCIA al son del ruido de la carreta

LUCIA:       "Que ya as doncelas de León
   libertadiñas son.
   O rey Mauregato, 520
   menguado y traidor,
   al cordobés moro
   en feudo las dio.
   Dios nos guarde el rey
   que las libertó 525
   que ya as doncelas de León
   libertadiñas son."
TORIBIA:       Locía.
LUCIA:                           ¿ Qué mandas ? %TORIBIA:                                     Ten
   esos gÜeyes aguidados
   y pazcan en esos prados 530
   sin las coyundas también.
   Echales heno.
LUCIA:                                    El mohino
   en la laguna bebió;
   pero luego que acabó
   la echó por otro camino, 535
   aunque poco más sobida
   de color.
TORIBIA:                        Mis gÜeyes son,
   Locía, en toda ocasión,
   de condición muy comprida,
   si un arroyo se desata 540
   y beben por su decoro,
   al punto pagan en oro
   lo que bibieron en prata.
   Cuando los hace cosquillas
   el prado alegre y sotil, 545
   si le comen peregil
   le vuelven albondiguillas.
   Cuando de esta sierra el rizo
   de la nieve el hielo afila
   y a estas faldas se destila 550
   con perpetuo romadizo.
   si de cualquiera manera
   abrigo los damos luego,
   tortas nos dan para el huego
   de bizcocho de galera. 555
   Corteses por maravilla
   son siempre, si en mi conciencia,
   que hacen una reverencia,
   que quiebran una costilla.
   Todas las virtudes se hallan 560
   en ellos, pues, divertidos,
   son gÜenos para maridos
   que sufren, comen y callan.
LUCIA:       Esto de ser saterica,
   ¿ cuál diablo te lo ha enseñado ? 565
TORIBIA:       Cualquier villano es lletrado
   si a las malicias se aprica.
   Desunce los gÜeyes.
LUCIA:                                                 Voy.
   Verá lo que hace el bragado
   zagÜey.

Vase LUCIA

TORIBIA:                     En aqueste prado 570
   me asiento, cansada estoy.
   ¡ Válgame Dios que es de ver
   amanecer la mañana
   con su capote de grana
   cuando juega al esconder 575
   el sol, que aún no conocido
   con halagos lisongeros,
   mos viene haciendo pucheros
   tembrando y recién nacido !
   ¡ Válganme en esta ocasión 580
   todos los siete durmientes !

Echase al pie del monte a dormir, y dice LUCIA dentro

LUCIA:       ¿ Qué toyes ? ¡ Ruego en los dientes
   zagÜey con la maldición !

Canta LUCIA

   "Las tres periñas do ramo--¡ oy !--
   son para vos meo amo." 585

Mientras va cantando asoma por lo alto de un monte don DIEGO, lleno de polvo y mirando abajo

DIEGO:       Ya apenas puedo mover,
   valor, los cansados pasos;
   no sé por dónde descienda,
   que sois tan fragosos y altos,
   que incontrastables os miro 590
   y os admiro temerarios.
   Con las nubes competís
   y ansí podéis alabaros
   de que en tan alto habéis puesto
   un hombre tan desdichado. 595
   Si esta senda permitiera,
   por dicha, bajar al llano,
   fuera alivio de mis penas.

Va bajando

   Parece que ha abierto paso
   el cielo a mis desventuras; 600
   algún arroyo ha dejado
   esta mal formada senda;
   gente parece que abajo
   asiste; unos bueyes miro
   paciendo, y allí cantando 605
   está un pastor. Llamar quiero,
   quizá llevará un bocado
   de pan. ¡ Ah, pastor amigo !
   ¡ Hola ! ¡ Ah, pastor !

Recuerda

TORIBIA:                                    ¿ Quién diabros
   mos corrompe el sueño ?
DIEGO:                                           ¡ Cielo ! 610
   ¡ Parece que estoy soñando !
TORIBIA:       ¿ A quién gritas o qué quieres ?
DIEGO:       Zagala, que esos peñascos
   parece que por deidad
   para mi bien te guardaron, 615
   sabe, pues, que vengo huyendo
   de mí mismo; porque traigo,
   por sombra de mis acciones,
   la desdicha de mis hados.
   Nací en León, donde anoche, 620
   apenas recién llegado
   de Cádiz, donde a mi rey,
   resuelto y determinado
   quise ofrecerle mi vida
   por víctima de mis años, 625
   arriesgada en su defensa,
   en el furioso rebato
   que el inglés le presentó,
   bien a costa de su daño,
   al fin llegando fue fuerza 630
   que, intentando hacerme agravio,
   a un caballero le diera
   muerte; siguiéronme cuantos
   parientes tiene y también
   la justicia, háme guardado 635
   el cielo para que ahora
   viniese a dar en tus manos.
TORIBIA:       Afligido caballero,
   a buen puerto habéis llegado;
   bajad, no tengáis temor, 640
   que por los cielos sagrados,
   que a quien intente ofenderos,
   que a quien presuma enojaron,
   como si fueran gorriones
   los mate con ese palo. 645
   Estas montañas habita
   mi padre, un nobre serrano;
   es dueño de cuanto miran
   vuesos ojos, que esos pagos
   todos le rienden tributos 650
   y le sustentan ganados.
   Tiene dos hijos, que somos
   yo y Sancho Díaz mi hermano.
   Vengo ahora de León
   de vender en esos carros 655
   la manteca y el carbón
   uno prieto y otro blanco,
   ca cá non damos concetos
   como allá los cortesanos.
   Sentaos, que seguro estáis 660
   y comeréis entre tanto,
   que allá en casa se os aliña
   algún locido regalo
   pan y queso, que aquesto es
   el más sabroso en el campo. 665
   Sentaos y descansaréis.

Siéntase y saca de las alforjas pan y queso

DIEGO:       Sólo con veros descanso.
TORIBIA:       Pues si descansáis con verme,
   id comiendo y descansando,
   que yo me pondré aquí enfrente. 670
DIEGO:       En vos, sin duda, juntaron
   la piedad y la hermosura
   mucha gracia en pocos años.

Come.   Sale JUANCHO por lo alto de otro monte con los frenos puestos

JUANCHO:       ¡ Juras a Dios que esta tierra
   es buena para milanos ! 675
   Campo lleno de verrugas,
   ¿ cuándo llegarás al llano ?
   Tú, Juancho, ya que no comes,
   cantando siéntate un rato.

Siéntase y canta mirando abajo

   "¿ Quién quieres pan que lo arrojo, 680
   tres días ha que no como ?"
DIEGO:       ¡ Vive Dios que aquella voz
   la conozco ! ¡ Juancho, ah, Juancho !
JUANCHO:       ¿ Quién llamas Juancho ?   ¿ Qué es esto ?
   ................... -a-o] 685
DIEGO:       Juancho, baja, que aquí tengo,
   que comas.
JUANCHO:                         Estáis soñando,
   pues no tienes por adónde
   mejor bajarás rodando.

Echase a rodar

   ¡ El diablo llevas el frenos ! 690
   Las narices me he quebrado.
DIEGO:       ¿ Cómo los traes ansí ?
JUANCHO:       No es tiempo para contarlo;
   hartaré pan y después
   dirélo. ¿ Quién te le ha dado ? 695
DIEGO:       Esta serrana piadosa
   que hoy ha de ser nuestro amparo.
JUANCHO:       ¡ Oh, serrana panadera !
   Deja besaré el zancajo.
TORIBIA:       Levantaos, Juancho, comed; 700
   que después podréis besarlo.

Sale LUCIA

LUCIA:       Ya es hora, si te parece,
   que nos vamos. ¡ San Hilario !
   ¿ on hombres estás, Toribia ?
TORIBIA:       Calla, que es un hombre honrado, 705
   caballero de León,
   que, huyendo por ciertos casos,
   llegó triste y afligido
   nor entre esos riscos altos
   a pedirme pan; y a fe 710
   que lo hubiera perdonado,
   porque no sé qué cosquillas
   siento en el alma.
LUCIA:                                       Es gallardo.
   ¿ Y estotro quién es ?
TORIBIA:                                       Estotro
   diz que es Juancho, su criado. 715
LUCIA:       Pues, Toribia, a Juancho alojo,
   porque si hubiera arrebato
   adonde muriese Ero,
   es bien que muera Leandro.
   ........................ 720
   En el alma encaramado
   le tengo ya.
JUANCHO:                            ¿ Qué me dices ?
   Hasme un puchero.
LUCIA:                                  Y aun cuatro.
JUANCHO:       Si le tienes algo dentro
   comeremos un bocado. 725
LUCIA:       ¡ Alto, a subir !
JUANCHO:                               Vamos, pues.
   (¡ Matada me llevas, Juancho !            Aparte
   ¿ Al diablo le das amor ?)

Vanse LUCIA y JUANCHO

DIEGO:       No eres para panciflcos.
TORIBIA:       Ya unce Locía, ven 730
   y no me engañes.
DIEGO:                                  Si engaño
   te hago, muera, Toribia,
   a tus bellísimas manos.
TORIBIA:       ¡ Qué de embustes, qué de enredos
   hechiceros cortesanos, 735
   algún diabro os trujo aquí !
DIEGO:       ¿ Queréis darme una mano,
   que estoy cansado ?
TORIBIA:                                       Y aun dos.

Asense de las manos, y va TORIBIA tirando de él

   (¡ Ay Dios, qué blancos pedazos      Aparte
   de ñeve; no sé qué siento 740
   parece que estoy temblando,
   y a un tiempo mismo parece
   me acucian con gozo y llanto,
   aquí, en los ojos, cosquillas;
   aquí, en el pecho, milanos.) 745

Vanse asidos


ACTO SEGUNDO

Salen TORIBIA y LUCIA

TORIBIA:       Como digo de mi cuento,
   en la carreta sobió
   cansado, y lo que pasó
   prega a Dios que sea en descuento
   de mis pecados, amén: 750
   porque cuando me miraba
   blandos ojuelos me echaba,
   más que fruta de sartén.
   Yo, que estaba corrompida,
   queriendo desimular, 755
   aun no le osaba mirar
   vergonzosa y encogida,
   y con palabras fulleras
   comenzándome a agarrar,
   pardiez, que quería pasar 760
   de las burlas a las veras.
   Yo, que turbiada miré
   al mozo, con bravo ahínco
   rempujéle, y con un brinco
   de la carreta salté. 765
   Llegamos a casa, al fin,
   él triste, yo mesurada,
   que este honor, esta nonada
   es de los gustos mal fin.
   Mal haya su opiñón vana, 770
   pues, en casos diferentes,
   les hace hacer a las gentes
   lo que no tienen en gana.
LUCIA:       Crudelia fuiste con él,
   Toribia, sí en mi verdad, 775
   que un pecilgo no es maldad
   que corrompió el arancel.
   Mi Juancho hué más cortés,
   en la carreta sobió,
   y a la larga se tendió 780
   encaramando los pies
   sobre una estaca, y mohino
   porque el vino le faltó,
   al columpio se durmió
   roncando como un cochino. 785
   Nuesa carreta chillaba
   y él, al paso que groñía,
   el contrabajo llevaba.
   Yo pasé muy malos ratos
   porque, como era a porfía, 790
   todo junto parecía
   una capilla de gatos:
   la carreta el ponedor
   donde los libros están,
   el pértigo el sacristán 795
   que los vuelve alrededor,
   y porque esto viene a punto,
   una capilla tan brava
   el un gÜey les enseñaba
   con la cola el contrapunto. 800
TORIBIA:       Padre viene.

Salen MENDO, viejo, y SANCHO su hijo, de villanos, y RODRIGO, don LUIS y doña ANA

LUIS:                           El coche queda
   a la falda de esos riscos,
   a quien coronan lentiscos
   y apacible murta enreda.
   Es tan fragoso el camino, 805
   que por él precipitado,
   siendo mirador del prado,
   fui de las nubes vecino.
   Viendo imposible el remedio
   en fortuna tan crÜel, 810
   sacar a mi hija de él
   tuve por más sano medio,
   y al fin con ella en la yegua
   vengo a que le encaminéis.
MENDO:       Bien presto verle podéis, 815
   que aun no hay un cuarto de legua.
   Sancho, salta en la tordilla
   y por el collado abajo,
   le guía por el atajo
   que pára en la fuentecilla 820
   del Olmo, que por allí
   vendrá a placer.
SANCHO:                                  A eso voy.
   Descansad, mientras que doy
   a vuestro cuidado ansí
   sosiego, hermosa señora. 825
   Si el coche cuidado os da
   no lloréis, porque vendrá
   presto. (¡ Por el coche llora !         Aparte
   ¡ Quién fuera coche ! ¡ Ay de mí !)
MENDO:       Sancho: vuela, acaba pues. 830
SANCHO:       (De promo tengo los pies                Aparte
   después que estos ojos vi.
   ¡ Voto al sol ! Ojos serenos,
   si es que el coche os causa enojos,
   que os traiga el coche en mis ojos 835
   y esto será lo de menos.)

Vase SANCHO

LUIS:       Hija, divierte el cuidado
   que tus tristezas te dan,
   que yo espero que tendrán
   consuelo presto.
ANA:                                    Si enfado 840
   os causa, señor, el ver
   afectos del corazón,
   son hijos de una pasión
   a quien no puedo vencer.
   Si un bien solo que tenía, 845
   cuando apenas le gocé,
   ya su muerte contemplé
   y entre su muerte la mía,
   que celebre no os espante
   con lágrimas mi dolor. 850
TORIBIA:       (A ésa le hirió el Amor                   Aparte
   pues trae dolor semejante.)
   ¡ Para Dios, que no tengamos
   algo en que entendel, Locía.
MENDO:       Descansad, por vida mía, 855
   aquí esta noche.
LUIS:                                    No vamos
   para sosegar, que ponen
   de aquí a Oviedo cinco leguas.
MENDO:       Poned al cansancio treguas,
   pues mis venturas disponen 860
   que tenga esta humilde choza
   todo el bien que ha deseado.
LUIS:       Un afligido cuidado
   mal con temores reposa:
   hoy a Oviedo he de llegar, 865
   que, como os he dicho, allí
   voy a gobierno.
ANA:                                 ¡ Ay, de mí !
MENDO:       Alto, pues; haz aliñar,
   Toribia, algo que comer.
LUIS:       ¿ Es hija ?
MENDO:                        En casa nació 870
   y mi mujer la parió,
   y entonces había de haber
   dos años que nos casamos.
LUIS:       Buenas señas.
MENDO:                                 Llega acá,
   mochacha.
LUIS:                        Razón será, 875
   cuando en vuestra casa estamos,
   señora, que nos mandéis
   en que os podamos servir.
ANA:       No procuréis encubrir
   dos mil gracias que tenéis. 880
TORIBIA:       ¿ Dos mil gracias ? ¿ Soy la cuenta
   de perdón ?
LUIS:                        ¡ Donosa ha andado !
ANA:       Sois tan bella que he dudado
   si alabaros es afrenta,
   porque alabanza no cabe 885
   en la perfección mayor.
TORIBIA:       ¡ Alabáme vos, señor,
   que no hay acá quien me alabe !
   De esta suerte, padre, vos
   alabá aquesta señora; 890
   decidle que es sol y aurora
   y estaremos dos a dos.
LUIS:       ¿ Quién es esotra serrana ?
LUCIA:       ¿ Quieren alabarme ?
TORIBIA:                                       Sí;
   también habrá para ti. 895
LUCIA:       Alaben hasta mañana,
   no doy más que esto.
LUIS:                                           El despejo
   aumenta más su hermosura.
TORIBIA:       Acá nos requiebra el cura,
   pero es amante a lo viejo; 900
   para toda la semana
   tiene requiebros bastantes,
   que, como los estudiantes,
   los enjugó una mañana.
   Los días de carne diz 905
   que es nuestro rostro hechicero,
   más sabroso que el carnero,
   más tierno que la perdiz.
   Los sábados no hay morcilla
   que esté al humero segura, 910
   es nuesa boca asadura,
   nuesos ojos pajarilla.
   Mas yo, a mi mal entender,
   he llegado a pergeñar
   que él pide con requebrar 915
   lo que quijera comer.
   ................    -eta]
   ...................    -osa].
ANA:       Vos sois discreta y hermosa
   y en las dos cosas perfeta. 920
MENDO:       Rapaza, ¿ quién te ha mostrado
   aquesas bachillerías ?
LUCIA:       Ellas vienen con los días,
   que, aunque mos hemos criado
   con las cabras y los gÜeyes, 925
   en buena conversación
   entre estos riscos que son
   su corte, si ellos sus reyes,
   también sabemos habrar.
LUIS:       Donosa es la labradora. 930
MENDO:       Entrad, hermosa señora,
   donde podáis descansar,
   que a fe que vendréis cansada.
   Mochachas, a componer
   lo que habemos de comer. 935
LUCIA:       La olla está aderezada.
MENDO:       Asa un poco de jamón;
   Toribia, ve a la cocina,
   haz matar una gallina,
   y si no mata un capón. 940
LUCIA:       ¿ Qué capón han de matar ?
   ¿ Hamos de matar aquí
   lo que hamos criado ?

Llora

MENDO:                                          Sí.
   ¿ Por aqueso has de llorar ?
LUCIA:       Herodes de esos capones 945
   han sido esos caballeros.
TORIBIA:       Calla, no hagas pucheros.
LUCIA:       No he de sufrir sinrazones...
TORIBIA:       Dalos a la maldición.
   Locía, parte a matallos, 950
   que hay capones que son gallos
   en llegando la ocasión.
LUCIA:       Eso siento si lo dudas,
   que es quedar, aunque lo abones,
   quitándoles los capones 955
   muchas gallinas viudas.
TORIBIA:       ¿ Onde el mi querido hué ?
LUCIA:       Como acabó de almorzar,
   cansado, se entró a acostar,
   y durmiendo le dejé. 960
   El mi Juancho en el pajar
   ronca como un descosido.
TORIBIA:       Esta ninfa ca venido
   ma dado que sospechar.
   No quijera que lo vea 965
   ¡ Prega a Dios !
LUCIA:                                  ¿ Qué pregas ?
TORIBIA:                                              ¿ Qué ?
   Vamos y te lo diré;
   prego que orégano sea.

Vanse las TORIBIA y LUCIA

LUIS:       ¿ Y ha mucho que estáis aquí ?
MENDO:       Más de treinta años habrá 970
   que aquesos presumo que ha
   que para vivir nací.
   Mas esto no es para ahora,
   entremos en casa.
LUIS:                                       Vamos.
MENDO:       Puesto que no merezcamos 975
   veros alegre, señora,
   entrad y descansaréis.
   Comeremos un bocado.
ANA:       En aqueste verde prado
   os suplico me dejéis 980
   un rato por divertir
   con sus flores mi tristeza.
MENDO:       Pensión es de la belleza
   tener siempre que sentir.
LUIS:       Ana, procura alegrarte; 985
   conmigo estás y yo soy
   quien fe y palabra te doy
   que no tengo de faltarte
   aunque mil vidas perdiera.
ANA:       Mi sentimiento, señor, 990
   no pone duda en tu amor.
LUIS:       Sabe el cielo que quisiera
   tu contento y tu quietud
   más que el mío; si, ¡ por Dios !
   Vamos, señora, los dos. 995
   (¡ Quién pudiera esta inquietud      Aparte
   consolar ! Mas no conviene.
   Hija, callemos, quizá
   el callar importará
   al remedio que previene 1000
   mi amor en tan triste suerte,
   pues no siendo conocido
   valdré a mi hijo querido
   librándolo de la muerte.)

Vanse MENDO y don LUIS

ANA:       ¡ Buen lance habemos echado ! 1005
   Tras de tantas desventuras
   que en mi daño mal seguras
   ni cesan ni se han cansado,
   yo he llegado
   a la desdicha mayor, 1010
   pues cuando esperé favor
   para mis daños,
   hallo de súpito en años
   recién nacido el amor.
   Cuando, huyendo de mi suerte, 1015
   infelices pasos daba
   y tímida tropezaba
   en los brazos de la muerte
   --¡ trance fuerte !
   ¡ triste estrella ! ¡ adverso hado !-- 1020
   advierto en mi triste estado
   --¡ qué rigor !--
   que es la desdicha menor
   morir para un desdichado.

Sale SANCHO

SANCHO:       Ya por quebrarle los ojos 1025
   a quien os le pudo dar,
   el coche truje a pesar
   suyo.   Cesen los enojos,
   que en despojos
   de tan celestial pintura, 1030
   le pediré a mi ventura
   por favor
   que ya que me dió el amor,
   no me niegue esa hermosura.
   ¡ Pardiez !   Si he de hablar verdad, 1035
   bien se me puede creer
   que sois la primer mujer
   que rindió mi voluntad,
   y pensad
   que me siento tan glorioso 1040
   en este lance amoroso,
   que he creído
   que siendo vuestro vencido
   he quedado victorioso.
   ¡ Mala Pascua me dé Dios 1045
   si en el punto que os miré
   de la suerte no dudé
   cuál fue mayor en los dos !
   Admiro en vos
   una perfección discreta, 1050
   por miraros,
   que la vista más perfeta
   entre prodigios tan raros
   se exhala como cometa,
   y quisiera preguntar, 1055
   porque deseo saber,
   ¿ cómo enseñáis a querer
   a quien, nunca supo amar ?
   Que es de admirar
   que a tantos en las cadenas 1060
   enlacen a manos llenas
   vuestros labios
   a cuchilladas de agravios
   y a puñaladas de penas.
ANA:       Quien tan bien sabe decir 1065
   lo que desea explicar,
   si es que no ha sabido amar,
   ¿ cómo ha sabido sentir ?
   Séos decir
   que si os falta sentimiento, 1070
   que en tan amargo tormento
   puedo enseñaros
   a sentir con obligaros
   sintiendo lo que yo siento;
   y si es que acaso es verdad 1075
   que os debo alguna afición,
   débaos en esta ocasión
   gozar de esta soledad.
SANCHO:       Ordenad
   lo que fuéredes servida; 1080
   la obediencia me convida,
   porque espero
   que conozcáis lo que os quiero,
   pues me aparto de mi vida.

Vase SANCHO.   Salen por otra puerta don DIEGO y JUANCHO

DIEGO:       No he podido sosegar, 1085
   Juancho, porque considero
   la poca seguridad
   que en aquesta casa tengo.
   Mis contrarios me persiguen
   tan furiosos y soberbios, 1090
   que de esos riscos umbrosos
   habrán contado los senos.
   No sé qué remedio intente.
JUANCHO:       Al diablo le das remedio
   y pulgas le das al diablo, 1095
   que en aquel pajar tenemos
   hoy pulga--¡ juras a Dios--
   que piensas que eres barbero
   y pes pega un picotazo
   que dejas a Juancho muerto. 1100
   Pulga hay que bien puede ser
   con cordel mozo de ciego;
   una pulga reverenda
   toda vestida de negro,
   piensa que es fraile benito 1105
   que te sales del convento.
   ¡ Muerto vienes, pobre Juancho !

Asómase TORIBIA al paño con un asador en la mano

TORIBIA:       ¡ Mal sosiega el pensamiento !
   De la cocina me salgo
   y a mi padre en ella dejo, 1110
   que un quillotro no me deja
   poner los pies en el suelo.
   Huí en busca de mi querido
   y no está en el aposento;
   mas helos adonde están. 1115
DIEGO:       Este es el mejor consejo,
   a Madrid parto esta noche
   si me dejan. ¡ Ana !
ANA:                                    ¡ Diego !

Abrázanse

   ¿ Es posible que mis ojos
   tan, gran ventura tuvieron ? 1120
TORIBIA:       (¡ Concertáme estas medidas !)               Aparte
DIEGO:       No creerás a qué buen tiempo
   te ven los míos, doña Ana.
   Sin duda ha querido el cielo
   dar consuelo a mis desdichas 1125
   con tu vista.
JUANCHO:                               ¿ No merezco
   que Juancho besas tus manos ?
ANA:       ¡ Juancho ! Los brazos es premio
   muy corto de tus servicios.
TORIBIA:       (Para todos hay refresco.               Aparte 1130
   ¡ Qué socorrida mujer !
   ¿ Qué haré, que rabio de celos ?)
ANA:       No habrá una hora que llegamos,
   porque ignorando el cochero
   el camino, nos perdimos 1135
   después de varios sucesos,
   que en esos montes pasamos
   esta noche, hasta que el cielo,
   con la luz de la mañana,
   nos dio en esta casa puerto. 1140
   En ella os halló ventura,
   que sólo pudiera serlo
   entre tan grandes desdichas
   como nos siguen; bien veo
   que os ha de añadir disgustos 1145
   lo que contaros pretendo,
   pero acudo al menor daño.
   Diego, aqueste caballero
   en cuyo poder quedé
   no me agrada, porque es cierto 1150
   que goza de la ocasión,
   como otros muchos lo han hecho.
   Desde que me vio la cara,
   con ternezas, con requiebros,
   apretándome las manos, 1155
   dando suspiros al cielo,
   me ha declarado su amor,
   aunque con término honesto.
   Es poderoso, y va a ser
   gobernador en Oviedo, 1160
   cosa que puede animarle
   a conseguir sus intentos.
   Pues la suerte os trajo aquí,
   no conviene ni quiero
   que en su poder me dejéis. 1165
DIEGO:       ¡ Ea, desdichas ! ¡ A un tiempo
   todas juntas, que ya es hora
   de cumplir vuestros deseos !
   ¡ Matadme, que poco falta !
JUANCHO:       ¡ Llévese diablo por viejo ! 1170
   ¡ Juras a Dios que le tienes
   las propiedades del puerco !
TORIBIA:       (¡ Hemos negociado bien !)                Aparte
DIEGO:       ¡ Alto !   Vamos al remedio,
   que las determinaciones 1175
   son hijas de los discretos.
   No quiero que con él vayas
   ni que te quedes, que es cierto
   que aquí no has de estar segura.
   Esta noche, en el silencio 1180
   de su oscuridad, sin dar
   a ninguno cuenta de esto,
   te prevén, que he de llevarte,
   tomando por instrumento
   de las muchas de ese prado, 1185
   dos yeguas, hijas del viento,
   para hacerlo.
JUANCHO:                               Ya le tienes
   juras a Dios lindos frenos
   y yo sabes donde hay sillas,
   y por el corral podemos 1190
   echarlas.
DIEGO:                        Bien lo has pensado.
TORIBIA:       (Muy buen despacho tenemos.            Aparte
   ¿ No hay son echar y freír,
   como si hueran buñuelos ?)
DIEGO:       A las diez en esta puerta 1195
   has de estar, porque al momento
   que Juancho ensilla las yeguas
   nos vamos.
ANA:                        Bien lo has dispuesto;
   pero, porque la Fortuna
   no atropelle mis deseos, 1200
   cuando las tengas a punto,
   háblame en entrando recio,
   porque á la voz te conozca.
DIEGO:       Bien dices, y por más cierto,
   será el hablarme en entrando, 1205
   la seña.
ANA:                      De aquese acuerdo
   quedamos.

Sale RODRIGO

RODRIGO:                         Ya está esperando
   la comida.   ¡ Santos cielos !
   Señor, ¿ en aquesta casa ?
DIEGO:       Ansí el cielo lo ha dispuesto; 1210
   ¿ dónde está vuestro señor ?
RODRIGO:       Aquí esperando le dejo
   a mi señora doña Ana
   para comer.
DIEGO:                           Vamos luego,
   que quiero besar sus manos. 1215
RODRIGO:       Será excesivo el contento
   que tendrá con vuestra vista.
DIEGO:       (Mayor le tuviera entiendo             Aparte
   de no verme.) Ven doña Ana.
JUANCHO:       (Juancho, vamos allá dentro;               Aparte 1220
   buena noche se te espera
   trotando por esos cerros
   como ahora, y harta el tripa,
   que quizá le vendrá tiempo
   en que cuando quieras carne 1225
   matarán al carnicero.)
DIEGO:       Lo dicho, dicho, doña Ana.
ANA:       Y lo dicho, dicho, Diego.
JUANCHO:       Dicho lo dicho, barriga.

Vanse, dejando a TORIBIA sola

TORIBIA:       "Hábrame en entrando," pienso 1230
   caquesta noche ha de ser,
   sin duda, mi finamiento.
   ¡ Qué bien lo amasó el traidor
   que con fingidos requiebros
   embaducar pretendía 1235
   los mis sencillos deseos !
   ¡ Qué he de hacer, triste de mí,
   que me espachurran los celos !
   ca cá dentro juegan cañas,
   siendo la praza del cuerpo. 1240
   ¡ Llorad tristes ojuelos,
   que Amor os tira y son sus frechas celos
   y por sentir las que os están tirando
   decí, Toribia, así, "hábrame en entrando."

Sale LUCIA

LUCIA:       Toribia, padre te llama. 1245
   ¡ Verá el diabro lo que ha hecho !
   ¿ El asador te trajiste ?
   No me ha quedado abujero,
   tizón, artesa, vasar,
   horno, cocina, humero, 1250
   espetera, despensilla,
   que he perdido el sufrimiento
   buscándole. ¿ No respondes ?
   ¿ Qué tienes que haces pucheros ?
TORIBIA:       Tengo un bien que no me entiende, 1255
   tengo un mal que no le entiendo.
   ¿ Has vido al ninfo y la ninfa
   juntos ?
LUCIA:                        Sí.
TORIBIA:                            Pues eso tengo.
LUCIA:       Ya de comer acabaron;
   y ella, desmayos fingiendo, 1260
   diz que se quiere acostar,
   y yo la cama le he hecho
   en la cámara de arriba.
TORIBIA:       Ya esos desmayos entiendo.
   ¡ Mal desmayo le dé Dios ! 1265
   Pues se acuesta, ocasión tengo
   para corromper sus gritos
   y para lograr mi intento.
   Procura tú desnudarla
   y con sotil fingimiento 1270
   los vestidos que le quitas
   los trascuela a mi aposento
   con secreto, que me importa.
LUCIA:       ¿ Qué es lo que has de hacer con ello ?
TORIBIA:       Calla, y haz esto que digo. 1275
LUCIA:       Callo, y hacerlo emprometo.
TORIBIA:       Al cura le oí decir
   que vestido de pellejos
   le hurtó la bendición
   un Jacome al heredero 1280
   de ella; y ansí pienso hacer,
   que esa ropa será el vello
   que la bendición que busco
   magarre por los cabellos.

Vanse.   Salen don DIEGO y don LUIS

LUIS:       Si estáis determinado 1285
   no será porfiaros acertado.
DIEGO:       Yo estoy agradecido
   al gran amor que en vos he conocido;
   llámanme obligaciones
   que no puedo excusar.
LUIS:                                          Las ocasiones 1290
   que pueden suceder mirad primero,
   que es la hermosura un enemigo fiero
   y a quien la adversa suerte
   tanto le dio, camina hacia la muerte
   con mayor brevedad.
DIEGO:                                       (Ese deseo...   Aparte 1295
   en sus palabras ya su intención veo.
   ¡ Que no le haya obligado
   siendo noble el haberle confiado
   mi honor ! ¡ Pierdo el sentido !)
LUIS:       Que, en efecto, señor, solo y perdido 1300
   huyendo de la muerte,
   ¿ os queréis encargar de aquesa suerte
   de una mujer hermosa ?
   No lo acertáis, y, adviértoos una cosa,
   por el hábito santo 1305
   de San Benito, a quien venero tanto;
   por la sangre heredada
   tan limpia y noble como desdichada,
   que estaba en mi poder esa señora
   más bien guardada que no queda ahora, 1310
   y quererla llevar no os lo aseguro;
   no me habéis conocido, que yo os juro
   que a conocerme...
DIEGO:                                  (¡ Ay cielos,         Aparte
   sin duda al viejo le atormentan celos !
   Me he desengañado 1315
   del falso trato que conmigo ha usado.)
   En mi poder está...
LUIS:                                    No está.
DIEGO:                                                ¿ Qué es esto ?
LUIS:       ¡ Dañosas rapazadas ! ¡ Alto, presto !
   Pongan el coche y vamos.
RODRIGO:       Ya está puesto, señor.
LUIS:                                          ¿ A qué aguardamos ? 1320
   Quedaos con ella que, por vida mía,
   que os acordéis de mí quizá algún día...
   Llévola yo a mi casa...
   (¡ Ay, hija amada, el alma se me abrasa !)       Aparte
   ...venís a quitarla 1325
   de quien le daba honor ! ¿ Queréis llevarla
   a que guarde ganado ?
   ¡ Pobre muchacha, lástima me ha dado !
DIEGO:       ¡ Si no mirara...
LUIS:                               ¿ Cómo es eso, cómo ?
   Canas de acero calzan piés de plomo. 1330
   Yo soy quien he tenido
   lo que no puede ser bien parecido.
   Si hacerlo no os agrada,
   no miréis en respetos, que mi espada,
   cansada de matar los enemigos, 1335
   bien sabrá responder a los amigos.
DIEGO:       Ya apretáis demasiado.
   Aquí en vuestra presencia he reparado...
   No sé qué soberanos
   impulsos me enmudecen; que las manos 1340
   aun no acierto a movellas.
   Debe ser unión de las estrellas
   lo que aquí me detiene.
   Idos con Dios, pues tanta fuerza tiene
   que no habiendo temido, 1345
   temo venceros por quedar vencido,
   y no pudiendo hablaros
   temo el oiros. Temo el replicaros.

Vase don DIEGO

LUIS:       Muerto va y solo quedo.
RODRIGO:       Declárate señor.
LUIS:                                  Eso no puedo 1350
   que ahora no conviene,
   que quiero ver si algún remedio tiene
   con el cargo que hoy llevo
   su libertad.
RODRIGO:                           Ya se ha escondido Febo,
   quédate aquesta noche 1355
   en esta casa.
LUIS:                              No, camine el coche.
   Pica a Oviedo que importa.
RODRIGO:       A Oviedo pica.
LUIS:                               La jornada es corta.
   (¡ Qué triste fue el mozuelo !               Aparte
   Más triste quedo yo, sábelo el cielo. 1360
   ¡ Ay, mi hija querida,
   aún no gozada cuando ya perdida !
   ¿ Cuándo querrá mi suerte
   que alegre os goce hasta esperar la muerte ?)

Vanse.   Sale LUCIA con un candilón y los vestidos y TORIBIA

TORIBIA:       ¿ Cerraste la puerta ? 1365
LUCIA:       Sí, ya la he cerrado.
TORIBIA:       Cuelga el candilón
   en aquese cravo.
   ¿ Sintióte la ninfa ?
LUCIA:       No, ca al ir entrando, 1370
   por no her roído,
   quité los zapatos.
TORIBIA:       Pues desnuda presto.
LUCIA:       Ya tienes quitado
   la saya y sayuelo. 1375

Siéntase en el suelo

TORIBIA:       Desprende el tocado
   apriesa, Locía,
   mientras me descalzo.

Queda en mantegÜelo

LUCIA:       Ya todo está hecho.
   ¿ Por qué tas quitado 1380
   los zapatos ?
TORIBIA:                            ¡ Bestia !
   ¿ Cabrán en los zancos ?
   Dácalos acá.

Dale los chapines

LUCIA:       Aquí están.
TORIBIA:                           ¡ San Pablo !
   Llega acá, Locía; 1385
   llega, que me caigo.
LUCIA:       Quítatelos, pues.
TORIBIA:       Yo me iré enseñando,
   ca Amor es maestro
   en aquestos casos. 1390
   Daca los corpiños.
LUCIA:       Como están cerrados
   por delante...
TORIBIA:                               Enseña,
   oigan el diabro,
   por detrás se atacan. 1395

Pónese el jubón

LUCIA:       Las damas de hogaño,
   siguiendo lo culto,
   huyen de lo craso.
TORIBIA:       Pon presto.
LUCIA:                            Ya pongo.
   ¡ Cristo soberano, 1400
   cuántos agujeros !
TORIBIA:       No estiraces tanto,
   que me harás caer.
LUCIA:       Todo está atacado;
   ¿ qué quieres ahora ? 1405
TORIBIA:       Dame ese refajo.
LUCIA:       Allá va; ¿ qué es esto ?

Saca las enaguas

TORIBIA:       ¿ Qué trojiste, diabro ?
   ¿ Es frontal de igreja ?
   Ten de aqueste lado. 1410

Extiéndelas todas, qúe han de estar co- sidas por delante

   ¿ Quieres apostar
   que trojiste acaso
   la funda del coche ?
LUCIA:       No, que es muy galano.
TORIBIA:       Ya caigo en lo que es: 1415
   manta de caballo.
LUCIA:       ¿ Tan larga ?
TORIBIA:                        Alto, pues;
   voyme rodeando
   esta faja al cuerpo.

Va dando vueltas TORIBIA, dándose las enaguas, y LUCIA teniendo el otro canto

LUCIA:       Muy bien lo has pensado, 1420
   casi la traía.
TORIBIA:       Ata esos dos cabos;
   venga ahora esotro
   presto.
LUCIA:                     No ha quedado
   ya más que la ropa. 1425

Pónese la ropa

TORIBIA:       ¡ Qué cuello tan alto !
   Lucía, parece
   pescuezo de ganso.
LUCIA:       ¿ Por qué ansí lo hacen ?
TORIBIA:       Porque yo he pensado 1430
   que los traen ansí
   éstas, por si acaso
   algún caballero,
   tierno enamorado,
   quiere visitar 1435
   sus compuestos labios,
   con el pie de amigo
   no pueden lograrlo.
LUCIA:       Esta caja vino
   acá entre los hatos. 1440
TORIBIA:       ¿ Qué hay dentro ?
LUCIA:                                  abellos.
TORIBIA:       ¿ Si sa trasquilado
   con el berrenchín ?
LUCIA:       Que son del tocado
   tienen trazaderas, 1445
   si no es que me engaño,
   estos son pericos.
TORIBIA:       Pon, que no me espanto
   que caiga quien tiene
   perico en los cascos. 1450
   Daca la valona.
LUCIA:       Está como un mayo;
   toma no te ahoje.
TORIBIA:       ¿ Y padre ?
LUCIA:                           Sentado
   quedaba en el huego 1455
   con Sancho tu hermano,
   que de estas visitas
   quedaba cansado.
TORIBIA:       Si por mí pregunta
   di que me he acostado. 1460
LUCIA:       ¿ Qué hará la señora
   cuando ande buscando
   sus vestidos ?
TORIBIA:                               Muera,
   pues me está matando.
   Arrímate á mí. 1465

Toma el candil LUCIA, arrímase a TORIBIA y vanse entrando

LUCIA:       Válgate el calvario
   de Nueso Señor.
   ¡ Linda estás !
TORIBIA:                            ¿ Te agrado ?
   Vete poco a poco.
LUCIA:       Si yo huera macho 1470
   todo estaba hecho.
TORIBIA:       ¡ Ay !   Amante falso,
   aquesto mobriga;
   "hábrame en entrando."

Vanse.   Salen ALONSO de Bustos y otros tres CABALLEROS, con pistolas, botas y espuelas

ALONSO:       Los caballos apartad 1475
   detrás de aquese ribazo,
   que, según traigo noticia,
   presto atajaré los pasos
   del que ya segunda vez
   más afrentas ha intentado. 1480
   Los caballos aun no pueden,
   consumidos del cansancio,
   pacer la hierba.
CABALLERO 2:                                 El postrero
   ha sido bellaco rato
   que han llevado.
CABALLERO 3:                               La noticia 1485
   que nos dio aquel aldeano
   de los bueyes importó.
ALONSO:       Ahí os quedad retirados,
   veré si en aquesta casa
   quizá quieran hospedarnos 1490
   sólo por aquesta noche.

Vanse los tres CABALLEROS

   Yo apostaré que acostados
   estarán ya. ¡ Ah, buena gente !

Da golpes

   Abrid. Habladme en entrando.

Sale TORIBIA

TORIBIA:       La seña es ésta, aquí estoy 1495
   aguardando, Diego Hurtado,
   doña Ana soy.
ALONSO:                               (¡ Santos cielos !      Aparte
   ¿ Qué es esto ?)
TORIBIA:                            ¿ Estan aliñados
   los caballos ?
ALONSO:                            (Fingir quiero.)         Aparte
   Ya están a punto.
TORIBIA:                                    Pues vamos. 1500
   (¡ Voto al sol, que habéis de ser      Aparte
   mi marido !)
ALONSO:                              (El cielo santo,       Aparte
   sin prevenir, la venganza
   la trujo el cielo a mis manos.)

Llévasela.   Sale doña ANA mal vestida de villana

ANA:       ¿ Si habrá mi hermano venido, 1505
   que no sé quién me ha quitado
   los vestidos que tenía
   prevenidos para el caso;
   y en buscar éstos que tengo
   presumo que me he tardado ? 1510
   Si bien más segura voy
   en este traje.

Salen LUIS y RODRIGO

LUIS:                              Cansado
   llego; mas ¿ cómo, Rodrigo,
   tendré sin vida descanso ?
RODRIGO:       Señor, del camino vuelves; 1515
   ¿ qué piensas ?
LUIS:                               He imaginado
   el peligro en que a mi hija
   dejé entre aquestos villanos,
   y ansí he resuelto decirle
   quién soy, y llevarla.
ANA:                                           Pasos 1520
   siento. ¿ Si es Diego ?
LUIS:                                       ¿ Qué es esto ?
   Un bulto, si no me engaño,
   miro a la puerta. ¿ Quién va ?

Llega y agárrala

ANA:       ¡ No es Diego, ay Dios !
LUIS:                                           Sosegaos.
ANA:       Ya os conozco, ya os conozco; 1525
   mirad que vendrá mi hermano,
   y que si intentáis mi ofensa
   tengo valor, tengo manos
   para mataros.
LUIS:                               ¡ Ay, hija !
   ¡ Dame mil veces tus brazos ! 1530
   Soy tu padre, Luis Hurtado
   de Mendoza. Trae, Rodrigo,
   la yegua.

Va RODRIGO por ella

ANA:                        ¡ Oh, padre amado !
   ¿ Es posible que te veo ?
   Dame otra vez esos brazos. 1535

Asómase LUCIA a la puerta y velos abrazar

LUCIA:       ¡ Eso sí, cuerpo de tal !
LUIS:       Vente conmigo.
ANA:                              ¿ Y mi hermano ?
LUIS:       Por ahora no conviene
   que sepa quién soy.
ANA:                                     Pues vamos.
   ¿ Ni ha de saber dónde voy ? 1540
LUIS:       Después.
ANA:                      Besaré tus manos
   dos mil veces:

Sale RODRIGO

RODRIGO:                               Ya está aquí
   la yegua.
ANA:                        ¡ Cielos sagrados,
   tal suerte en tanta desdicha !
LUIS:       ¡ Vamos !

Vanse y llévansela

LUCIA:                        ¡ Hábrame en entrando ! 1545
   Hoy despacha el viejo verde;
   pardiez, lindo lance ha sido.
   ¡ Hola, hao ! Que se la lleva.
   ¡ Oh Mendo, oh señor, oh Sancho !

Salen por una puerta don DIEGO y JUANCHO, y por otra SANCHO

SANCHO:       ¿ De qué das voces ? ¿ Qué ha habido ?    1550
DIEGO:       Alguna desdicha aguardo.
LUCIA:       ¡ Que se llevan a doña Ana !
DIEGO:       ¿ A quién ?
SANCHO:                        ¿ A quién ?
LUCIA:                                        ¡ San Hilario !

A DIEGO

   ¿ Vos estáis aquí ?
DIEGO:                                       Aquí estoy.
LUCIA:       Pues otro "hábrame en entrando" 1555
   [ya se ha llevado] a Toribia.
SANCHO:       ¿ A mi hermana ?
DIEGO:                               ¡ Cielo santo:
   ¿ Qué desdichas son aquéstas ?
JUANCHO:       ¡ Bien habemos negociado !
DIEGO:       Pues ¿ quién se lleva a doña Ana ? 1560
LUCIA:       Ese viejo a cuyo cargo
   vino aquí.
DIEGO:                        ¡ Ah falso, ah traidor !
SANCHO:       Y a mi hermana, ¿ porqué o cuándo
   la llevan ?
LUCIA:                               Eso no sé.
SANCHO:       ¿ Y quién hué ?
LUCIA:                                 "Hábrame en entrando." 1565
DIEGO:       Juancho, vengan esas yeguas;
   ponte en una al punto, Sancho,
   que yo en estotra tras ellos
   al viento ligero igualo;
   busca a tu hermana, que yo 1570
   busco la mía.
SANCHO:                               Yo parto
   sin alma, pues que el honor
   y el amor me han robado.
LUCIA:       Adiós, Juancho.
JUANCHO:                               Adiós, Locía,
   que allá me llevas mi amo. 1575
LUCIA:       Si encontrares a Toribia dile...
JUANCHO:       ¿ Qué ?
LUCIA:                     "Hábrame en entrando."


ACTO TERCERO

Salen TORIBIA, don ALONSO y tres CABALLEROS

ALONSO:       Pues ¿ qué te obligó a decir,
   pastora, que eras doña Ana ?
TORIBIA:       A ser vos mi confesor 1580
   podiera decir la causa;
   mas ¿ qué mayor la queréis
   que mirarme ataviada ?
   Con don y unos atavíos
   a cualquier mujer honrada 1585
   la sacan de sus casillas.
ALONSO:       ¡ Oh, nunca saliendo el alba
   desengañara las dudas
   de mi dichosa venganza !
TORIBIA:       Dadle a los diabros, que a todos 1590
   mos mata y mos desengaña,
   de que he podido escurrirme.
   Pero ¿ quién, por mi desgracia,
   la seña os dijo ?
ALONSO:                                    Es refrán
   que acostumbro; y como a tantas 1595
   voces nadie respondió,
   pareciendo que callaban
   o por temor o por sueño,
   acaso lo dije. ¡ Extraña
   manera de vestir !   ¿ Cómo 1600
   os pusiste las enaguas,
   labradora, de esa suerte ?
TORIBIA:       Decidme, ¿ cómo se llaman ?
ALONSO:       Enaguas.
TORIBIA:                        ¡ Líbreme Dios !
   .......................    -a-a] 1605
CABALLERO 1:       ¡ Graciosa es la labradora !
ALONSO:       Y tiene extremada cara.
   Ya que hemos errado el tiro,
   entretanto que descansan
   los caballos, recostaos;
   que aquestas umbrosas hayas 1610
   servirán de pabellón,
   cuando os ofrece la cama
   huésped, si bizarro abril
   ella florida y bizarra.
TORIBIA:       Todos podremos hacerlo, 1615
   que, pardiez, de buena gana
   durmiera yo a sueño suelto
   como un lirón.
CABALLERO 1:                            ¡ Linda gracia !
   ¿ Piensas dejarnos durmiendo
   y en un caballo, serrana, 1620
   tomar las de Villadiego ?
TORIBIA:       Nunca malicias os faltan
   ¿ Pues eso había de hacer ?
   Yo os empeño mi palabra
   que heis de echarme menos cuasi 1625
   me vaya.
CABALLERO 2:                      Bien lo declara;
   mas será después de ida.
TORIBIA:       Pues ¿ cuándo ?
CABALLERO 3:                              Denle una estampa
   por el aviso.
TORIBIA:                           Y sepamos,
   si yo no soy de importancia 1630
   ni en nada les he ofendido,
   ¿ qué me quieren ?
ALONSO:                                    Que te vayas;
   mas será después...
TORIBIA:                                    ¿ De qué ?
ALONSO:       De que sepas que me abrasas.
TORIBIA:       Pues apártese de mí. 1635
ALONSO:       Será apartarme del alma.
TORIBIA:       Pues ¿ quién se la tiene ?
ALONSO:                                              Tú.
TORIBIA:       ¿ Dónde ?
ALONSO:                     En esa hermosa cara.
TORIBIA:       El alma de todo un cuerpo
   ¿ cabe en mi cara ?
ALONSO:                                    Serrana, 1640
   en esos ojos la tienes.
TORIBIA:       Aunque fuera de avellana
   es imposible caber.
ALONSO:       Ese donaire me mata
   sin piedad y sin justicia, 1645
   que eres dueño de mi alma;
   que esos labios de coral
   y esas mejillas de grana
   me tienen muerto de amores
   y que me abraso, serrana, 1650
   por servirte.
TORIBIA:                               Gloria a Dios,
   que entramos en la posada;
   ya no hay que pasar de ahí.
ALONSO:       Pues ahora sólo falta
   que, pues el sitio convida, 1655
   conmigo no seáis ingrata;
   vamos, gozaré tus brazos.
TORIBIA:       ¿ Gozarme ? Aqueso no es nada;
   mire si quiere otra cosa;
   el hombre es práctico.
ALONSO:                                          Acaba. 1660
   ¿ No te determinas ? Pues
   considera que a tu casa
   no has de volver si primero
   no haces mi gusto.
TORIBIA:                                 (¡ Mal haya               Aparte
   mi desdicha y no tener 1665
   en aquesta ocasión armas !)
ALONSO:       Quedaos vosotros ahí.
   Vamos, mi bien.
TORIBIA:                               (¿ Esto pasa ?)            Aparte
   ¿ Ello no puede ser menos ?
ALONSO:       ¡ Por ningún caso !
TORIBIA:                                     Pues vaya 1670
   con el diabro.
ALONSO:                               Vamos, pues.
   Loco voy.

Van andando, y al pasar por junto a los criados, TORIBIA le quita la espada a uno

TORIBIA:                           ¡ Fiera canalia !
   Amansad vuesos deseos
   con la punta de esa espada.
ALONSO:       ¿ Qué intentas, bárbara ?

Sale SANCHO

SANCHO:                                             (Creo,       Aparte 1675
   si la vista no me engaña,
   que llegamos a buen tiempo.)
TORIBIA:       ¿ Pensabas que aunque aldeana
   rústica, en aquesas sierras,
   entre sus peñas criada; 1680
   no tengo valor ni manos
   para defender osada
   el honor, preciosa joya,
   vivo caratiel del alma ?
   Engañáisos, que en defensa 1685
   suya os mataré.
ALONSO:                                 Ya pasa
   de locura, lo que emprendes,
   y por esa misma causa
   te he de gozar, o la vida
   has de perder.
TORIBIA:                              ¡ Brava hazaña, 1690
   para un nobre caballero
   es ensangrentar su espada
   en una humilde mujer !
   Mas no importa; ensangrentadla
   si podéis, que--¡ vive Dios !-- 1695
   caballero de mohatra,
   que teniendo de mi parte;,
   la razón que me acompaña,
   la nobre sangre que heredado,
   pienso haceros mil tajadas; 1700
   que los galanes de hogaño
   gastan en calzón y mangas.
   Embestí.
ALONSO:                   ¡ Viven los cielos !
   Que en esta ocasión me holgara
   que en tu defensa tuvieras 1705
   quien estorbar intentara
   mi gusto. Acabad, ¿ qué es esto ?
   Si se defiende, matadla.
SANCHO:       No matarán, que aquí está
   quien, saliendo a la demanda, 1710
   os cumplirá ese deseo.
TORIBIA:       ¡ Hermano, toquen alarma !
   ¡ Muera esta gente roín !
ALONSO:       Agora saco la espada
   para castigarte.
CABALLERO 2:                                    Huid. 1715
SANCHO:       ¡ Huid vosotros, canalla !
   Rayo seré de esas vidas.

Métenlos a cuchilladas SANCHO y TORIBIA

CABALLERO 3:       Esos caballos desata.
   ¡ huyamos !
ALONSO:                        ¿ Qué es esto ? ¿ Ahora
   una espada os acobarda ?
CABALLERO 1:       ¡ Pica !
CABALLERO 2:       ¡ Corre !
CABALLERO 3:                           ¡ Vuela !
ALONSO:                                     ¡ Cielos ! 1720
   Si no vengo injurias tantas,
   ¿ para qué quiero la vida.

Vanse

SANCHO:       Al viento ligero igualan;
   mas ¿ por qué culpo la suya
   si tu ligereza es tanta 1725
   que, atropellando respetos
   de tu sangre y de tu casa,
   como una infame ramera
   te sales de ella y te apartas
   de tu padre y de tu hermano, 1730
   desluciendo con infamia
   nuestro honor ? Dime, ¿ qué ha sido
   de este traje la mudanza,
   de esta deshonra el origen,
   y de esta humildad la causa ? 1735
   ¿ Quién de ella ha sido ocasión ?
TORIBIA:       Ell Amor.

Hace una reverencia

SANCHO:                         Aquesta daga
   te le sacará del pecho,
   y pues mis ofensas callas,
   ella me abrirá otra via 1740
   que me la diga.
TORIBIA:                               Si basta
   decirlo, yo lo diré.
SANCHO:       Di, pues, acaba.
TORIBIA:                                    La causa
   es muy larga para ahora.
   El vestido, de doña Ana, 1745
   que, por gozar la ocasión
   que ella venturosa alcanza,
   me le puse, que el amor
   del forastero que en casa
   estaba, dempués que vino 1750
   ha metido tal cizaña,
   que él ha de ser mi marido
   cumpriéndome la palabra
   que me ha dado. Aquesto es hecho,
   aunque le pese a la ingrata, 1755
   que por él melancoliosa
   tantos enredos trazara,
   o no seré yo Toribia.
SANCHO:       Calla, bestia, que es su hermana.
TORIBIA:       ¿ Mas por Dios ?
SANCHO:                               Y aquesta noche, 1760
   el viejo a quien encargada
   la dejó, se la ha robado.
TORIBIA:       ¿ Qué me cuentas ?
SANCHO:                                 Lo que pasa;
   a Oviedo partió tras ellos.
TORIBIA:       ¿ Y qué ? ¿ Es de veras su hermana ? 1765
SANCHO:       Sin duda.
TORIBIA:                        ¡ Válgame el cielo !
   Parece que ahora el alma
   por el cuerpo se pasea.
SANCHO:       Aquesa yegua desata.
   Vamos, porque he de ir tras él 1770
   que también a mí me alcanza
   gran parte de sus desdichas,
   que a su hermana adoro.
TORIBIA:                                             Basta;
   que baselisco el Amor
   corrompió toda la casa. 1775
   Vamos, hermano, que yo
   te sigo a Oviedo, y las sayas
   renuncio y en otro traje
   si el mi querido se halla,
   pardiez, tengo de valerle 1780
   y en su defensa esta espada
   pasará a Oviedo a cuchillo.
SANCHO:       Vamos a casa, que en casa
   se dispondrá, y a mi padre
   daremos cuenta. ¡ Ay, doña Ana, 1785
   que mereciese tu amor
   un hombre que con más causa
   tu padre pudiera ser
   no tu amante !
TORIBIA:                               Ya es falta
   propia en la hermosura siempre 1790
   el mal gusto; pero calla,
   que por dicha podrá ser
   que sin pensarlo mos salga
   un padre que a ti te quiete
   como me quietó una hermana. 1795

Vanse.   Salen don LUIS con vara, doña ANA, RODRIGO, y acompañamiento

LUIS:       Ha mostrado la ciudad
   su lealtad y su valor;
   débolas un gran amor.
ANA:       Es de mucha calidad
   lo noble de ella.
LUIS:                                        ¿ Pues no ? 1800
   Las reliquias de los godos,
   de quien descendemos todos,
   de aquí su origen tomó.
   Para no estar prevenido,
   ha sido el recebimiento 1805
   muy cumplido.
RODRIGO:                              Estuve atento
   al aseo del vestido
   y del tocado de aquellas
   que delante iban bailando
   de tu persona, admirando 1810
   algunas más que el sol bellas.
   ¡ Extraño traje !
LUIS:                                    ¡ Extremado !
   Es la nobleza de Oviedo
   ésa que bailaba.
ANA:                                  Puedo
   decir que no me he alegrado 1815
   tanto como hoy ningún día.
RODRIGO:       La iglesia mayor es cosa
   excelente.
LUIS:                        Milagrosa.
ANA:       Mientras que se proseguía
   el recibimiento, a mí 1820
   las reliquias me enseñó
   el señor Obispo.
RODRIGO:                                    Y yo
   también, señora, las vi
   contigo, y quedé admirado.
LUIS:       Es este antiguo sagrario 1825
   un divino relicario
   de Europa, a quien han llamado,
   Roma de España.
ANA:                                     Si aquí
   nuestro ausente se hallara,
   con más soseigo gozara 1830
   de las grandezas que vi.
LUIS:       Dios lo dispondrá.   No digas
   a nadie que hermano tienes,
   pues con eso previenes
   aumento a nuestras fatigas. 1835

Sale JUANCHO

JUANCHO:       .................... -el]
   ......................    -ado]
   Juancho, si vienes cansado
   sabes lo Dios.
ANA:                               ¿ No es aquél
   Juancho ?
LUIS:                           Disimula.
JUANCHO:                                        Aquí 1840
   estáis a quien busco yo
   hayas mal quien me parió
   si no fue clérigo, sí,
   no vinieras Juancho ahora,
   sólo de Bilbao pruebas, 1845
   y al viejo verde te llevas
   antes que pasa un hora,
   a que gobiernes infierno.
LUIS:       ¿ Queréis algo ?
JUANCHO:                               Para vos
   traigo este. (¡ Juras a Dios             Aparte 1850
   que te despacho el gobierno !)

Dale un papel y empuña la espada

ANA:       ¡ Juancho, mira !
JUANCHO:                                    ¡ Fuego, fuego,
   en vosotros ! ¿ Qué me quieres ?
   Llevar el diablo mujeres;
   la mejor quemarla luego. 1855
ANA:       ¿ Dónde está mi hermano ?
JUANCHO:                                                   Ha ido
   a cazar grullas.
ANA:                               Di adónde.
JUANCHO:       Juancho en su vida responde
   a mujer.
ANA:                        ¿ Tienes sentido ?
JUANCHO:       A fe que estoy sospechando 1860
   después que os fuisteis los dos
   no digáis--¡ juras a Dios !--
   ahora, "habladme en entrando."
ANA:       ¡ Bárbaro ! ¿ qué dices ?
LUIS:                                              ¡ Cielos !
   Esto escribe y dice ansí. 1865
   ¡ Ay hijo amado !   ¡ Ay de mí !
   ¡ Quién quietara tus desvelosl

Lee

   "Ni sois caballero ni puede ser que seáis
   bien nacido, porque quien no corresponde
   a las obligaciones de serlo, niega lo uno, 1870
   desluciendo lo otro. Fiéme en vos; no
   acudisteis a vuestras obligaciones, cosa
   que no hicierais en tener buena sangre.
   Débeos de animar el verme perseguido;
   pero para que os desengañéis de que en 1875
   cualquier estado tengo el valor que
   heredé de don Luis Hurtado de Mendoza,
   mi ilustre padre, os quedo esperando
   junto a la cruz de Vierzo, donde os
   guiará ese criado.   Solo estoy y mis 1880
   armas son una espada y daga; si os
   pareciesen pocas traed las que
   quisiéredes, y si no os atrevéis solo,
   venga quien os acompañe, que, siendo
   como vos, tanto monta.
                    Don Diego Hurtado de Mendoza" 1885
   ¡ Bien haya quien te parió !
   Si mi valor heredaste,
   Diego, ahora lo mostraste.
   ¡ Qué resuelto que escribió !
   Es valiente. Dios le guarde. 1890
   ¿ Vos me habéis de guiar ?
JUANCHO:                                              Sí.
LUIS:       Pues alto, vamos de aquí,
   que no quiero que me aguarde.
ANA:       ¿ Adónde vas ?
LUIS:                                  Aquí voy.
JUANCHO:       ¡ Juras a Dios, vizcaíno ! 1895
   Solo vas, viejo, al camino,
   muchos palos que le doy.

Vanse don LUIS y SANCHO

ANA:       Rodrigo, temblando quedo.
   Ve tras ellos.
RODRIGO:                               Sí, haré,
   y más gente llevaré. 1900
ANA:       Que no aguarde tengo miedo
   mi hermano, que es arrojado,
   y sin advertir razones,
   en viéndole, ejecuciones
   dará a un caso desdichado; 1905
   que Juancho me dijo agora
   que a mi padre está esperando
   en el campo; estoy temblando.
RODRIGO:       Perdé el recelo, señora,
   que prevenido estaré 1910
   para lo que sucediere,
   y la gente que trujere
   retirada dejaré
   para que, sin embarazos,
   se desengañen los dos. 1915
ANA:       Padre, hermano, traigaos Dios
   a mis ojos y a mis brazos:

Vanse.   Sale don DIEGO

DIEGO:       .................... -arme]
   ....................... -arme]
   ....................... -oria] 1920
   Basta, cansada memoria,
   que dais en atormentarme;
   cuando afligido juzgaba
   que si la vida faltaba
   honor tenía. 1925
   Memoria, si la perdía
   más vitorioso quedaba,
   pues ahora que el honor,
   que fue la prenda mejor
   que he tenido, 1930
   me la arrebató atrevido
   de la Fortuna el rigor,
   memoria, si bien se advierte,
   acordando el trance fuerte,
   --¡ qué pesar !-- 1935
   ¡ Sois la piedra de amolar
   del cuchillo de la muerte !
   ¡ Que una mujer que entendía
   que en poco el mundo tenía,
   --¡ qué crueldad !-- 1940
   intentase sin piedad
   tan notable alevosíal
   ¡ Que un noble me persiguiese,
   que la palabra me diese
   y la quebrase ! 1945
   ¡ Que afligido me dejase
   y que con mi honor se fuese !

Salen don LUIS y JUANCHO

DIEGO:       .....................   
   Espera junto al caballo
   por si fuese menester. 1950
JUANCHO:       Señor, el que está agraviado
   no tiene que hacer más que
   en llegando metes mano,
   y de primer antubión
   el diablo llevas contrario, 1955
   que satisfación si esperas
   no vales higo.

Vase SANCHO

LUIS:                                 (Aguardando            Aparte
   me está ya.) Guárdeos el cielo.
DIEGO:       Hasta que pueda mataros
   solamente lo deseo, 1960
   vil caballero, que cuando
   de vos me fío, mi afrenta
   ejecutáis.                   uml;
LUIS:                            Reportaos
   y escuchadme.
DIEGO:                               ¿ Qué diréis ?
   ¿ Que por remedar el daño 1965
   mayor, piadoso trujisteis
   esa mujer, que me ha dado
   para mi deshonra el cielo,
   para mi aflicción los hados ?
   ¿ Acaso, pregúntoos yo, 1970
   sois mi tutor ?
LUIS:                               (El muchacho            Aparte
   está resuelto. Ya es tiempo
   preciso de declararnos.)
   Diego, veinte años ahora...
DIEGO:       ¿ Qué tienen que ver veinte años, 1975
   con mi agravio ? ¡ Vive el cielo
   que debéis de haber pensado
   que soy loco ! ¡ Alto, sacad
   la espada !
LUIS:                         Terrible caso
   será que no me escuchéis. 1980
DIEGO:       Más terrible fue llevaros
   a mi herniana. Acabad luego,
   ¿ qué os detenéis ? Meted mano.
LUIS:       Digo que veinte años ha
   que por aquel desastrado 1985
   caso.
DIEGO:       ¿ Qué gastáis arengas ?
   Yo no tengo de escucharos.
LUIS:       ¡ Vive Dios que habéis de hacerlo !
DIEGO:       ¡ Vive Dios que he de mataros 1990
   si la espada no sacáis !

Sácala don DIEGO

LUIS:       (¿ Vióse caso más extraño ?               Aparte
   El muchacho está perdido.)
   ¡ Alto ! vamos abreviando.
   ¡ Hijo de mis ojos ! Yo... 1995
DIEGO:       ¿ Ya os acogéis al sagrado
   de la humildad ? Pues conmigo
   no ha de valeros. (Si aguardo         Aparte
   más razones, este viejo
   me ha de aplacar, y mi agravió 2000
   pierde la satisfacción.)
   Pues no queréis meter mano,
   haber si ahora lo hacéis.

Tírale y mete don LUIS mano

LUIS:       ¿ Qué es esto, cielos sagrados ?
   ¡ Amado hijo, yo soy... 2005
DIEGO:       Un caballero villano
   que cuando de él me fié
   mi deshonra ha intentado.

Dice RODRIGO dentro y luego sale con todos los que pudiesen y embisten a don DIEGO

RODRIGO:       Caminad presto, que ya
   los aceros han sacado. 2010

Dentro

   ¡ Favor aquí a la justicia !
DIEGO:       Con celada y con engaño
   saliste.   ¡ No importa !
VOZ 1:                                        ¡ Muera !
LUIS:       Ya no he de poder librarlo,
   que si declaro quien soy, 2015
   no será posible caso
   valerle; quiero callar.
   ¡ Hola, prendedlo o matadlo !
VOZ 2:       ¡ Muera !
VOZ 3:                   ¡ Muera o dése preso !
DIEGO:       Ha de ser hecho pedazos. 2020

Métenlo a cuchilladas

LUIS:       Rodrigo, Rodrigo, mira
   no me lo hieran, cercadlo;
   bien se resiste--¡ ay de mí--
   Mucho le van acosando,
   parece que le han herido. 2025
   ¡ Teneos !

Salen sobre DIEGO y él herido, y cae a los pies del padre y quita las armas

DIEGO:                           ¡ Cielos airados,
   que me perseguís ! ¿ qué es esto ?
   A los pies de mi contrario
   vine a caer.
LUIS:                            ¡ Deteneos,
   insolente temerario ! 2030
   ¡ Vive Dios que habéis de ver
   en un alto cadahalso
   vuestra cabeza ! ¡ Ay de mí !
   ¡ Rodrigo, mira si es algo !
RODRIGO:       En la cabeza es la herida. 2035
LUIS:       ¡ Mal hayan amén las manos
   que se la dieron ! ¿ Qué es esto ?
   ¿ Estáis herido ? Llegadlo
   acá.
DIEGO:       ¡ Airada Fortuna ! 2040
   Es éste el último estado
   en que pudiste ponerme.
LUIS:       No es nada; bien empleado
   fuera el haberos abierto
   la cabeza y aun mataros. 2045
   (No lo quiera Dios.)                      Aparte

A RODRIGO

                                   Tomad
   ese lienzo y apretadlo
   en aquella herida.
DIEGO:                                  ¡ Ah, pesia !
LUIS:       A ver si está bien atado:
   llegad acá, no está bueno. 2050

Salen TORIBIA y LUCIA de hombres, vestidas a lo sayagÜés, SANCHO y MENDO, y JUANCHO por otra puerta

JUANCHO:       Juras a Dios que anda el diablo
   suelto, cazolada tienes
   de gente el viejo bellajo
   escondida.
TORIBIA:                         Anda, Lucía.
LUCIA:       Pardiez que son gÜenos ajos 2055
   éstos.
SANCHO:                   ¿ Qué gente es aquésta ?
MENDO:       Justicia pienso.
SANCHO:                                 O me engaño,
   o es Diego Hurtado el que llevan
   entre aquellos agarrado.
   Padre, ¿ qué habremos de hacer ? 2060
MENDO:       Eso pudieras mirarlo
   antes de salir de casa;
   pero después de hecho el daño,
   llegar, librarle o morir,
   ya que estamos empeñados. 2065
SANCHO:       ¡ Alto, pues ! ¡ Holal ¿ A quién digo ?
MENDO:       ¡ A mochachos !   Retiraos
   a aquesta parte.
LUCIA:                                  ¡ Oh, qué bueno !
   No queremos retirarnos.
TORIBIA:       ¿ Reti... qué ? Aguardad un poco. 2070
   ¡ Hola, fariseos ! dadmos
   el preso.
LUCIA:                           Dadmos el preso.
LUIS:       (¡ Vive Dios que los villanos            Aparte
   del lugar quieren librarle !
   Quizá del cielo guiados 2075
   vengan muy en hora buena.)
   ¿ Qué es lo que emprendéis, serranos ?
   ¿ No miráis que estoy aquí ?
SANCHO:       Por aquese mismo caso
   lo intentamos.
LUIS:                               ¿ Qué es aquesto ? 2080
   ¿ Sois locos ?
MENDO:                           Locos o sabios
   esto ha de ser o sobre ello...
TORIBIA:       Suelten all hombre.
LUIS:                                       Tal caso
   no he visto.
TORIBIA:                           Suelten all hombre.
LUIS:       ¡ Ah villanos, reportaos ! 2085
   Mirad que el gobernador
   de Oviedo os está hablando.
TORIBIA:       ¡ Mentís, que no es caballero
   quien intenta hacer agravios !
LUIS:       ¿ Yo, agravios ?
LUCIA:                                  Lo dicho, dicho. 2090
TORIBIA:       Claro está, que heis de negarlo
   porque sois un... En defeto
   suelten all hombre.
LUIS:                                       En llegando
   a las manos, tú, Rodrigo,
   le suelta, que por milagro, 2095
   a medida del deseo,
   Dios trujo esta gente.
JUANCHO:                                           Juancho,
   buen paliza se te aliña.
DIEGO:       Si me libro de las manos
   del enemigo por ti, 2100
   --¡ oh, pastora !--que aunque extraño
   el traje de hombre conozco
   tu valor, por los sagrados
   cielos, que te he de pagar
   mi libertad, obligando 2105
   mi palabra al beneficio.
LUIS:       ¡ Vil canalla !   ¡ Ya me canso
   de sufrir ! ¡ Hola, prendedles !
   Si se resisten, matadlos.

Embisten con ellos, y en la refriega suelta RODRIGO a don DIEGO y TORIBIA le da su espada y descíñese la honda

SANCHO:       ¡ Padre, a ellos !
MENDO:                                 ¡ Hijo, a ellos ! 2110
JUANCHO:       ¡ A ellos tú también, Juancho !
TORIBIA:       Por ese lado, Locia,
   valiente, ve espechonando.
LUCIA:       Ya te sigo.
VOZ 1:                         ¡ Mueran !
VOZ 2:                                       ¡ Mueran !

Métenlos los villanos a cuchilladas. Salen por otra puerta RODRIGO, asido de don DIEGO.   Hablan dentro

VOZ 1:       ........................ -a-o] 2115
   ¡ Cielos santos, gran furor ?
   ¿ son rayos o hombres ?

Sale don LUIS

LUIS:                                        Rodrigo:
   haz lo que diré
RODRIGO:                                    Libraos,
   Diego Hurtado de Mendoza;
   idos, ya estáis desatado. 2120
DIEGO:       Yo pagaré este servicio.
LUIS:       Tenedle, que se ha soltado.
DIEGO:       ¿ Qué me persigues ? ¿ qué quieres ?
LUIS:       Dios te libre.

Vanse RODRIGO y don LUIS.   Sale TORIBIA

TORIBIA:                               Diego Hurtado.
DIEGO:       Toribia.
TORIBIA:                        Pues ya estás suelto, 2125
   toma esta espada en la mano,
   líbrate, no tengas pena,
   que yo seguire tus pasos
   en sabiendo dónde vas.
DIEGO:       ¿ Cómo he de poder pagaros, 2130
   Toribia, con una vida,
   tantas como me habéis dado ?
TORIBIA:       No es tiempo de maravillas:
   huid.
DIEGO:       Obedezco y parto. 2135

Vase don DIEGO.   Salen SANCHO y MENDO, acuchillándose, por una parte, y por otra, LUCIA, y JUANCHO

TORIBIA:       Mueran, o dense a prisión.
SANCHO:       Antes muerto que entregado.

Salen don LUIS y RODRIGO

LUIS:       ¡ Teneos, teneos ! ¿ Qué es aquesto ?
   Después que habéis alcanzado
   el intento a que venisteis, 2140
   ¿ por qué queréis, temerarios,
   abalanzar vuestras vidas
   cuando miráis alterado
   a Oviedo y que es imposible
   con las vidas escaparos ? 2145
   Daos y creedme, que os juro
   si por la fe de soldado
   y por la de caballero,
   por el hábito que traigo
   y por la vida del rey, 2150
   que guarde Dios muchos años,
   que si os entregáis ahora
   debajo de la que he dado,
   que no recibáis ofensa,
   antes protesto ayudaros, 2155
   pues sabéis que debo hacerlo
   por tenerlo granjeado
   con las pasadas caricias,
   con vuestro noble agasajo.
JUANCHO:       No le creas, no le creas 2160
   con esto quieres pescamos,
   y luego estirar el nuez
   y allá vas con el diablo.
MENDO:       ¿ Qué haremos, hijo ?
SANCHO:                                       Señor,
   si es imposible el librarnos, 2165
   damos con este seguro.
MENDO:       Sea ansí.
LUCIA:                           Ante todos casos,
   señor, ¿ soltaron all hombre ?
TORIBIA:       Sí, bestia, ya le soltaron.
LUCIA:       Pues ahora, aunque me ahorquen, 2170
   no importa, caquí está Juancho.
JUANCHO:       Más valiera no estuvieras.
RODRIGO:       La gente se va acercando.
LUIS:       ¿ Qué resolución tomáis ?
MENDO:       De que debajo tu amparo 2175
   nos entregamos, y advierte
   que el que es noble está obligado
   a libertar a su amigo
   de semejantes trabajos.
LUIS:       Eso es cierto; vamos, pues, 2180
   entregad las armas.

Entréganlas todos

SANCHO:                                        Vamos.
   (¡ Ay doña Ana, si pudiese,            Aparte
   ya que en tus soles me abraso,
   merecer un rayo de ellos !)
JUANCHO:       Allá le llevas a Juancho, 2185
   plegad a Dios que verdugo
   no le des carta de pago.
TORIBIA;                   Loca voy con que mi Diego,
   Locía, se haya librado.
LUCIA:       Yo con ver que en la prisión 2190
   tendré, Toribia, a mi Juancho.

Vanse.   Sale don DIEGO solo por lo alto del monte

DIEGO:       Asperos e intrincados laberintos,
   claro y undoso río
   a quien paga el rocío
   en tributos distintos 2195
   obediente al que debe
   cobrando el que la nieve
   de esos montes destila
   cuando el invierno afila
   sus frígidos bostezos, 2200
   porque con esperezos
   el sol mal abrigado
   sale a invadir de luz el verde prado,
   y la escarcha en sus faldas
   perlas le ofrece en ramos de esmeraldas; 2205
   si lastimáis mi suerte
   piedades lograréis dándome muerte.
   Algo cansado y afligido llego,
   fuente, a vuestra corriente,
   en vos, sed ardiente 2210
   mitigaré que llevo;
   bulliciosa os contemplo
   de mi inquietud ejemplo,
   sed piadosa conmigo.
   ¿ Qué es esto ? A mi enemigo 2215
   en aquel risco veo.
   ¡ Ah infeliz deseo !
   El agua me persigue
   porque mi sed en ella aun no mitigue.
   Caballero, que esos montes, 2220
   quizá pisáis por mi causa
   para añadirme desdichas,
   como si a mí me faltaran,
   bajad, decended al llano,
   que en él un hombre os aguarda 2225
   que, como nunca ha vivido,
   no sabe cómo se llama,
   sólo sabe que la muerte
   bien alegre en sus desgracias,
   ya como cosa perdida 2230
   ni le deja ni le mata.
   Si acaso me conocéis,
   ¿ cómo no movéis las plantas ?
   bajad, matadme.   Con eso
   tendré vida y vos venganza. 2235

Sale don ALONSO

ALONSO:       Caballero, a quien conozco
   para mi daño, dudaba
   hasta ahora que mi suerte
   en mi bien se conformara,
   cierto de ella, aunque avarientas 2240
   me niegan paso estas ramas,
   menospreciando su altura
   esculpiré mis estampas

Arrójase abajo

   en la arena de ese valle,
   y ya que iguales nos halla 2245
   la suerte, pues en la mía
   también es Fortuna avara,
   conformes en el cansancio,
   iguales con las desgracias,
   por lo menos no diréis 2250
   que os he muerto con ventaja.
DIEGO:       La soledad de este sitio
   es tan grande, que no se halla
   que hayan violado sus hierbas
   hasta ahora humanas plantas. 2255
   Siendo nobles, es forzoso
   que quede en esta batalla
   el uno de los dos muerto,
   si no es que la suerte iguala
   los sucesos, y es razón 2260
   que aquí nos demos palabra
   de que el que quedara vivo,
   que es una facción hidalga,
   lleve al otro a que le den
   la sepultura sagrada, 2265
   y hasta tanto no le deje,
   que será desdicha extraña
   que al difunto se la den
   una fiera en sus entrañas.
   Pena de mal caballero, 2270
   si no lo cumpliere...
ALONSO:                                       Es tanta
   razón, que juro cumplirlo,
   y porque también se haga
   lo que la nobleza dicta,
   si llegara vuestra espada 2275
   antes a mi pecho, abriendo
   puerta por do salga el alma,
   yo os perdono desde aquí,
   y a la Aurora soberana,
   madre del Sol verdadero, 2280
   que estrellas lucientes calza,
   pongo por testigo.
DIEGO:                                       Y yo,
   y en fe de ello ya os aguardan
   mis brazos.

Abrázanse

ALONSO:                            Aquestos míos
   confirmarán mis palabras. 2285
DIEGO:       ¡ Alto, pues, aquesto hecho !
   Empiece nuestra batalla.
ALONSO:       Ya os aguardo con la mía,
   meted mano a vuestra espada.
DIEGO:       ¡ Fuerte pulso !
ALONSO:                               ¡ Gran presteza ! 2290
DIEGO:       ¡ Rayo airado !
ALONSO:                               ¡ Furia extraña !
   Mi desgracia estoy temiendo.
DIEGO:       Gran desdicha me amenaza
ALONSO:       ¡ Ah débil mano ! ¿ Qué es esto ?
   ¿ Agora pierdes las armas ? 2295

Cáesele la espada de la mano, va a cogerla y detiénele don DIEGO y cógele la es- pada

DIEGO:       Teneos, que ya esta ventura
   para mí estaba guardada.
ALONSO:       Dadme la espada.
DIEGO:                               No quiero,
   porque es necedad extraña
   dar armas al enemigo 2300
   con que logre su venganza.
ALONSO:       Pues matadme, acabad presto.
DIEGO:       ¿ Confesáis, viéndoos sin arma,
   que tengo agora en mi mano
   ......................    -a-a] 2305
   vuestra vida, y que no hay cosa
   .....................    -a-a]
   que me lo impida, pues es
   haber perdido la espada
   despojo del vencedor, 2310
   si en vos ha sido desgracia ?
ALONSO:       Cuando yo quiera negarlo,
   vuestra dicha lo declara.
DIEGO:       ¿ Ya no estáis muerto ?
ALONSO:                                          Si estoy,
   más que de temor, de rabia. 2315
DIEGO:       Si estáis muerto, perdonadme,
   como disteis la palabra,
   que el testigo que pusisteis,
   cuya pureza sin mancha
   aduro, atento nos mira, 2320
   a quien no podéis negarla;
   y para que echéis de ver
   que no me incitan venganzas
   a que este perdón os pida,
   tomad, tomad vuestra espada, 2325
   tomad la mía también,

Dale las dos espadas

   que aquí rendido os aguarda
   quien ya humilde no os resiste
   cuando soberbio os mataba.

Híncase de rodillas y levántale con los brazos don ALONSO

ALONSO:       ¡ Oh, afrenta de los varones 2330
   ilustres, a quien la fama
   eterniza ! Aquesos brazos
   me da mil veces, que basta
   tu generosa hidalguía
   para que te perdonara, 2335
   no la muerte de mi primo
   de quien soy parte, mas cuantas
   injurias hacer pudieras
   a mi sangre y a mi casa,
   y si quieres que quedemos 2340
   en facciones tan bizarras
   iguales, dame la muerte,
   que pienso, con perdonarla,
   siendo imposible hacer más,
   que no me lleves ventaja. 2345
DIEGO:       Correspondes a quien eres.
ALONSO:       Vamos a Oviedo, que el alma
   acreditará con obras
   lo que ofrece con palabras;
   que en León no te está bien 2350
   entrar hasta que, acabadas,
   estén estas diferencias,
   mientras el perdón se alcanza
   de su majestad.
DIEGO:                                    Amigo,
   tu favor me es de importancia 2355
   en Oviedo, que esta noche,
   si sus tinieblas me amparan,
   pienso, cortando dos cuellos,
   lavar de mi honor la mancha.
ALONSO:       Dispón de mí, pues soy tuyo. 2360
DIEGO:       Vamos pues. ¡ Ay falsa hermana !
   ¡ Ay aleve amigo ! El cielo
   me deje tomar venganza.

Vanse.   Salen don LUIS, TORIBIA, LUCIA, MENDO, SANCHO, doña ANA, RODRIGO, JUANCHO y gente

LUIS:       Haced que se les aliñen
   camas en aquese cuarto, 2365
   y con la guarda bastante,
   Rodrigo, y con el cuidado
   necesario, en su prisión
   los tened, que debo honrarlos
   por el buen alojamiento 2370
   de su casa, aunque han andado
   esta tarde inadvertidos.
RODRIGO:       De hacerlo tendré cuidado.
ANA:       ¡ Ay, señor ! ¿ Vienes herido ?
LUIS:       No, pero vengo cansado. 2375
ANA:       ¡ Qué tal refriega tuviste !
   ¿ Y adónde queda mi hermano ?
LUIS:       Pregúntalo a quien fue causa
   que él escapase a mis manos.
ANA:       ¿ Qué es esto ?   ¿ Qué traje es éste, 2380
   Toribia, que habéis tomado ?
TORIBIA:       Acá es un ciento de nueces.
   Dejadme; íos con el diabro,
   que vuesas habilidades
   nos tienen en este estado. 2385
   ¿ Por qué os huiste, golosmera,
   y dejasteis vuestro hermano ?
JUANCHO:       Porque hombre y vino le quiere
   esta mujer de un tamaño.
ANA:       ¡ Vaya con Dios, qué os parece 2390
   cuál me ponen los villanos !
MENDO:       No son villanos, señora,
   los que estáis vituperando.
   Tan buenos son como vos,
   que los Díaz asturianos 2395
   no deben nada en Oviedo
   a los más nobles hidalgos.
LUIS:       Teniendo aquese apellido
   noble, yo no he de faltaros.
   Escuchadme aparte.

Hablan MENDO y don LUIS aparte

ANA:                                     ¡ Ay cielos ! 2400
   ¿ De qué estás tan triste, Sancho ?
   Muy agradecida estoy
   que por librar a mi hermano
   te pongas en tal peligro.
SANCHO:       A no haber visto tan claro 2405
   que merece vuestro amor
   quien hoy os está gozando
   y quien de mi casa os trujo,
   fuera poco por libraros
   volver a Oviedo en ceniza, 2410
   débil Troya de mis brazos,
   y le hiciera por mi amigo,
   --¡ viven los cielos sagrados !--
   matando a quien le ha ofendido
   si no fuera...
ANA:                            Sancho, Sancho, 2415
   reportaos, quizá algún día,
   cuando estéis desengañado,
   yo podré corresponderos
   y vos podréis sosegaras.
LUCIA:       Juancho, cansada me siento 2420
   y aquesto va muy de espacio.
   ¿ Quieres que aquí mos echemos ?
JUANCHO:       ¡ Dónde !
LUCIA:                      En el suelo.
JUANCHO:                                       Estar blando
   mucho para mis costillas.
TORIBIA:       (Quien tuviera entre los brazos      Aparte 2425
   a Diego. ¡ Ay ausente mío !)
LUCIA:       Gusto me ha dado escucharos
   y conoceros.

Salen don DIEGO y don ALONSO y cogen la llave

DIEGO:                               A tiempo
   me parece que llegamos.
   Cerrad presto.
ALONSO:                              Ya está hecho. 2430
   La llave se quedó acaso
   en aquesta cerradura.

Dale una llave

DIEGO:       Echad la loba; arrimaos,
   don Alonso, en esa puerta,
   no se alboroten hidalgos, 2435
   que acá estamos todos.
LUIS:                                       ¡ Cielos !
   ¿ No es éste Diego ?
RODRIGO:                                     Soñando
   estoy. ¿ Y también no adviertes
   que le viene acompañando
   don Alonso, su enemigo ? 2440
ANA:       Alguna desdicha aguardo.
TOBIBIA:       ¡ Ay, Diego del alma mía !
JUANCHO:       Juras a Dios que es mi amo.
DIEGO:       No quiero gastar el tiempo
   en quejas de vuestro trato, 2445
   que ésas las publica el mundo
   y por aqueso las callo.
   Tampoco quiero quejarme
   de aquesa mujer que al lado
   tenéis, que al fin es mujer, 2450
   y la más fuerte, de barro.
   La pendencia de esta tarde
   tampoco quiero acordaros,
   que aquesa yo os la perdono,
   pues por ella he granjeado 2455
   a don Alonso de Bustos
   por mi amigo y por mi hermano.
   Al fin, yo no vengo a quejas,
   sólo vengo a que la mano
   deis luego a aquesa señora. 2460
   ¿ Qué miráis ? ¿ Qué estáis dudando ?
   ¿ Podéis vos ser mejor que ella ?
   No--¡ voto a Dios !--esto es llano;
   vuestra mujer ha de ser;
   aquí estamos encerrados. 2465
   Esta es la llave, acabemos,
   o os haré tantos pedazos
   que en el aire...
LUIS:                               Caballero,
   escuchadme y reportaos.
   En cuanto a ser su marido, 2470
   eso no puedo negarlo
   que conque un impedimento
   allanéis fácil, es llano
   que me casaré con ella.
   En cuanto haberos quejado 2475
   de que a vuestra hermana truje,
   respondo, señor, que es tanto
   lo que la quiero, que un punto
   fuera imposible apartarnos
   sin que muriera, y ansí 2480
   el Amor en este lazo
   me disculpa, y pues que estoy
   a cuanto me pedis llano,
   contadme vuestro suceso
   con don Alonso.
ALONSO:                               No es caso 2485
   que admite corto progreso;
   sólo sabéis que obligado
   del valor, de la hidalguía,
   digna de esculpirse en mármol,
   de don Diego, a quien le debo 2490
   la vida, le he perdonado
   la muerte, pues que soy parte,
   por ser deudo el más cercano
   de mi primo, y autorizo
   esta amistad con mis brazos. 2495
DIEGO:       Ya que habéis sabido aquesto,
   qué se ha de allanar sepamos;
   porque en habiendo imposibles
   los allane con mataros.
SANCHO:       ¡ Santos cielos, esto es hecho ! 2500
   En brasas estoy temblando.
LUIS:       En fin, ¿ no puede ser menos
   sino que hemos de casarnos ?
DIEGO:       O morir en la demanda.
LUIS:       Pues alto, traigan despachos 2505
   de Roma.
DIEGO:                        Pues ¿ para qué ?
LUIS:       Para que se case, es claro,
   una hija con su padre.
   Dadme esos brazos, amado
   hijo, que tu padre soy. 2510
DIEGO:       ¿ Mi padre ?
TORIBIA:                        ¿ Hábrame en entrando."
LUIS:       ¡ Ay hijo ! ¡ Ay prenda querida !
   Dadme vos también los brazos.

A ALONSO

ALONSO:       Seré desde hoy vuestro hijo.
DIEGO:       ¿ Es posible, padre amado 2515
   que llegue a ver este día ?
LUIS:       Dale tú la mano a Sancho,
   Ana, que estoy satisfecho,
   de que es por linaje hidalgo.
ANA:       Con mucho gusto la doy. 2520
SANCHO:       Yo estoy loco en bienes tantos.
DIEGO:       Siendo así, Toribia mía,
   según me siento obligado,
   no hago nada aunque entrego
   el alma con esta mano. 2525
TORIBIA:       Honor de los zaragÜelles,
   aceto.
LUCIA:                        Querido Juancho,
   ¿ quieres ser mi matrimonio ?
JUANCHO:       Pues que tocas a rebato,
   Juancho, ¿ qué puedes hacer ? 2530
   ¡ Juras a Dios que me caso !
DIEGO:       Don Alonso, a mi prima,
   que es un ángel soberano,
   te ofrezco.
ALONSO:                           Su cielo adoro,
   y ansí quedo bien premiado. 2535
LUIS:       Por el perdón partan luego
   de su majestad, y en tanto
   te doy la ciudad por cárcel.
MENDO:       Gocéisos muy largos años.
RODRIGO:       Ya es hora que descanséis. 2540
TORIBIA:       Y si acaso os ha agradado
   esta comedia, os suplico
   que premiéis nuestro trabajo
   y deseos, con decirnos
   "¡ vitor !"   Habladme en entrando.


FIN DE LA COMEDIA