Tirso de Molina
Del enemigo el primer consejo

Personas que hablan en ella:
  • ALFONSO, conde
  • FEDERICO
  • ARNESTO
  • ASCANIO
  • LUCRECIA
  • SERAFINA
  • PORTILLO


ACTO PRIMERO


Salen ALFONSO y ASCANIO, envainando las espadas

ALFONSO:      Vuelve a ocultar el acero
   mientras que pasa esa gente;
   que en lugar menos patente
   concluír, Ascanio, quiero
   dificultades de amor, 5
   que en tu competencia estriban.
ASCANIO:      De ordinario los que privan
   hacen deidad el favor
   que sus príncipes les dan;
   y en señal de su altivez 10
   pasan la raya tal vez
   de la modestia.    Ya están
   en su lugar las espadas,
   y la mía, te prometo
   que--en fe del nuevo respeto 15
   que a privanzas bien logradas,
   en quien usa cuerdo de ellas,
   debe el vasallo de ley,
   porque el gusto de su rey
   mira retratado en ellas-- 20
   no salga, aunque la provoques
   sgunda vez a ofenderte.
   Témplate, conde, y advierte
   que no porque el cielo toques
   del favor que el César te hace 25
   es bien que desalumbrado,
   con laa alas de privado,
   si el sol Icaros deshace,
   te atrevas a quien te iguala
   si no en dicha, en calidad. 30
ALFONSO:      No niego yo la igualdad
   que por noble te señala
   ni al verme favorecido,
   atribuyas intereses
   de venganzas, que corteses 35
   en mi privanza, han tenido
   hasta este punto encerrado
   en el alma mi rigor;
   que a valerme del favor
   con que el César me ha premiado, 40
   con él te descompusiera
   de Milán te desterrara,
   los estados te quitara,
   y su enojo te prendiera
   sin necesitar agora 45
   desafíos permitidos
   generalmente a ofendidos;
   pues tu discreción no ignora
   que el privar suele poner
   freno a quien se le atrevió, 50
   no con las armas cual yo,
   sino con las del poder.
ASCANIO:      Juntas, don Alfonso, en una
   esas dos cosas opuestas;
   agravios me maniflestas 55
   con dichas de la Fortuna
   que con el César alcanzas,
   y hacen tu esfuerzo mayor
   arrojos de tu valor,
   soberbias de tus privanzas. 60
   Y como uno y otro abarca
   la ciega pasión que tienes,
   no miras que a reñir vienes
   con espada más de marca.
   Pero supuesto que yo 65
   ya me dispuse a envainarla,
   sin que intente desnudarla
   contra ti porque te dio
   Autoridad quien te nombra
   esfera de su secreto, 70
   y que en ti al César respeto
   --que en efeto eres su sombra--
   declárame la ocasión
   del enojo que te obliga
   a que conmigo desdiga 75
   tu hasta aquí cuerda opinión.
   Satisfaré tu recelo,
   quardando tu autoridad
   con lenguas de la amistad,
   mejor que con las del duelo. 80
ALFONSO:      Si quién eres ignorara,
   Ascanio, ocasión tenía
   de juzgar a cobardía
   la lealtad que en ti es tan clara;
   Mas no por ese respeto 85
   te procures evadir;
   que hemos los dos de reñir
   en sitio mas solo y quieto,
   hasta que uno quede muerto
   mientras el otro procura 90
   la quietud que no asegura
   viviendo tú o yo; esto es cierto.
   Y así para que no ignores
   quejas que en la voluntad
   engendran mi enemistad 95
   por gustos competidores,
   oye la justa razón
   con que me agravio, y advierte
   que menos que con tu muerte
   no admito satisfacción. 100
   La condesa del Casal,
   si Seraflna en el nombre,
   también en naturaleza
   a tanto combate inmóvil,
   Gonzaga en nombre, y mi prima 105
   en deudo, aunque desconforme
   en la aplicación del alma
   que me olvida y que te escoge,
   quedó sin padres tan niña
   que apenas dio al tiempo en flores 110
   esperanzas su hermosura,
   si para mí sinrazones,
   cuando en la ilustre tutela
   de mi madre, viuda entonces,
   ensayando ingratitudes, 115
   dio el primer fllo a rigores.
   Criámonos los dos juntos,
   puesto que en la edad conformes,
   tan opuestos en las almas,
   en gustos e inclinaciones 120
   que cuanto yo apetecía
   le daba en rostro; desorden
   bella por varia que influyen
   celestes constelaciones.
   Yo adorándola penaba 125
   los instantes que en la noche
   de sn ausencia padecía
   amorosas privaciones;
   y ella, en viéndose presente,
   llorando sembraba en flores 130
   desdenes que ya gigantes
   son de mi imposible montes.
   Jamás en juegos pueriles
   pudieron años menores
   reconciliar amistades 135
   ni recíprocas acciones,
   hasta que aborrecimientos
   contraponiéndose a amores,
   pronosticaron desdicbas
   que ya mis males conocen. 140
   Crecló mi amor con desvíos,
   si hasta allí niño, ya jóven,
   y crecieron sentimientos
   más fleros, cuanto más hombres.
   Parece que en Serafina 145
   los años y disfavores
   sobre apuesta se aumentaban
   al paso que mis temores.
   Ya en el abril nuestra edad,
   a su gusto humilde y dócil, 150
   buscaba con que obligarla;
   tal vez despoblando el bosque
   de amorosos pajarillos,
   en azafates de flores
   nidos la llevaba, o cunas 155
   de géminis ruiseñores;
   tal vez el corzo manchado,
   y tal discurriendo ei monte,
   la di, por prendarla Vénus
   al homicida de Adonis. 160
   Mil fiestas vestí de galas,
   mil galas cubrí de motes,
   mil motes cifraron quejas,
   y mil quejas dieron voces
   contra mil ingratitudes 165
   que, hallando piedad en bronces,
   en ella sólo sirvieron
   de aumentar desprecios dobles.
   Como es Amor mercader
   y, si no le corresponden, 170
   quiebra su caudal fallido
   y por lo más flaco rompe,
   rompió en mí por la salud.
   ¿ Qué mucho ?    Valientes robles
   besan las rústicas plantas 175
   de quien les duplica golpes.
   Llegué a la muerte. ¡ Olalá
   como perdí las colores,
   perdiera el último aliento
   y ahorrara penas atroces 180
   que aumentando de día en día
   agravios a indignaciones,
   para hacerse inespugnables,
   buscan celos coadjutores !
   Vio mi madre mi peligro 185
   y, adivinando de donde
   procedían los efetos
   de causes que el pecho esconde,
   piadosas solicitudes
   inventaron persuasiones, 190
   encaminaron promesas,
   ruegos, caricias y amores
   con que obligar a mi ingrata
   a que añadiendo eslabones
   al parentesco, aceptase 195
   el ser mi amada consorte.
   Propúsola de mi muerte
   los infalibles temores,
   el malogro de mis años,
   las muchas obligaciones 200
   de parienta, de pupila,
   de generosa, de noble,
   y la crueldad que ganaba
   con el cielo y con los hombres
   ocasionando mi muerte; 205
   apoyando persuasiones
   con lágrimas que ablandaran
   a los tigres mss feroces.
   Oyó, si no enternecida,
   atenta, importunaciones 210
   piadosas, no voluntarias;
   pidió plazo, resolvióse,
   al parecer, a pagar
   amantes ejecuciones;
   mas cuando el alma no admite, 215
   ¿ qué importa que el cuerpo otorgue ?
   Dióme salud en albricias
   este contento, y quitóle
   la suya a mi hermoso dueño;
   yo convaleciente entonces 220
   por ver mi amor admitido,
   y ella enferma.    Con un golpe
   nos dieron la vida y muerte
   unas mismas ocasiones.
   Como al paso me aborrece 225
   que quiere mi amor la adore;
   fue la causa mi esperanza
   de sus desesperaciones.
   Llegó al cabo, visitéla;
   y ella, eclipsados los soles, 230
   perdición de mi quietud
   cuando de mis gustos norte,
   gualda el jazmín y el clavel,
   nublados los arreboles,
   los granates ya violetas, 235
   y el rubio oriente ya noche,
   viéndose a solas conmigo,
   animada incorporóse
   en la cama, y tras un "ay,"
   me dijo aquestas razones, 240
   "Don Alfonso de Gonzaga,
   el ordenado desorden
   de las estrellas distingue
   las almas e inclinaciones.
   Si tuvieran las dos nuestras 245
   inflÜencias uniformes
   y la voluntad pagara
   las dendas que os reconoce
   y el cielo imposibilita;
   el ser, que de un tronco noble 250
   en los dos nos da una sangre
   que generosa nos honre;
   la regalada tutela
   que en esta casa da nombre
   más de madre que nutriz 255
   a quien mís años deudores
   mi crianza le confesan;
   las partes que os anteponen
   a todos vuestres iguales
   cuando no a vuestros mayores; 260
   ¿ qué dichas no ocasionaran
   a darme amor los blasones
   que su yugo hacen felices
   que tu paz hacen conformes ?
   No quiso el cielo, no quieren 265
   las opuestas condiciones
   que en los dos se contrarían
   que suerte tan feliz goce.
   Alfonso, yo os aborrezco
   más que la luz --no os asombre-- 270
   a las tinieblas eternas,
   la lealtad a las traiciones.
   ¿ Qué importará que obligada
   el sí a vuestra madre otorgue
   de esposa vuestra si al fin 275
   es fuerza que se malogren
   mis años; que no pudiendo
   amaros, lijeros corren
   en el abril de su curso
   al mar que las vidas sorbe ? 280
   Si sois verdadero amante,
   antepondréis mis pasiones
   a las vuestras--¿ quién lo duda ?--
   y sin sufrir que despoje
   la muerte, que espero cierta, 285
   mi edad en flor, daréis orden
   de olvidarme o permitirme
   que en piélagos no me engolfe
   imposibes de vencer
   porque antes el primer móvil 290
   dejará de arrebatar
   tras sí los celestes orbes
   que yo quereros bien pueda.
   Esto baste y esto sobre
   para quien ama perfeto, 295
   o adquirirá fama torpe."
   Dijo, y con un parasismo
   peligroso, persuadióme
   a los repudios vitales,
   castigo del primer hombre. 300
   ¡ Juzgad vos de qué manera
   queda quien la sentencia oye
   capital, y ve sin vida
   el alma de sus acciones !
   Sentí...pero esto se deje 305
   a amantes contemplaciones;
   que cuanto más las pondero,
   se quedan más inferiores.
   Volvió en sí desde allí a un rato
   y yo, con pasos veloees, 310
   con desengaños mortales,
   con homicidas dolores,
   sin hablarla y despedirme,
   en un caballo de monte,
   solo, aunque no depesares, 315
   cuando espiraba la noche
   salí de Milán, poblando
   de quejas y compasiones
   los aires con mis suspiros,
   con mis desdichas los bosques, 320
   deseando hallar la muerte
   que al infelice se esconde.
   Pasé a Alemania y en ella,
   mudando el traje y el nombre,
   serví al César Federico 325
   que allanaba los cantones
   del esgÜízaro rebelde,
   tudesco y grisón, adonde
   con solamente una pica,
   fueron desesperaciones 330
   hazañas que me ganaron
   si no ventura, blasones.
   Obligado el César de ellas,
   generoso aficionóse
   a honrarme y fuéme premiando 335
   desde los más inferiores
   a los cargos más sublimes
   hasta fiarme en su corte
   el gobierno de su imperio,
   consultas y provisiones. 340
   Como mi apellido y patria
   negué y me llamó don Lope
   de Haro, linaje ilustre
   entre Martes españoles,
   no me conoció ninguno 345
   y así en Milán publicóse
   mi muerte por la codicia
   de intereses sucesores
   que, causándola a mi madre,
   estados y posesiones 350
   dividieron avarientos,
   perdieron disipadores.
   Era yo de Castellón
   y Castelgofredo conde
   que, feudatario al imperio, 355
   no pueden nuevos señores
   poseerle, si del César
   confirmados con el nombre
   e investidura primero
   por dueño no le conocen. 360
   A esta causa Serafina,
   que entre algnuos pretensores
   es la más propincua en sangre
   a mis estados, valióse
   de su acción delante el César; 365
   y mediando intercesiones,
   le suplica que en mi herencia
   la ampare y posesione.
   Supo ser yo su privanza
   y que sólo por mi orden 370
   se gobernaba el imperio
   y buscando protectores,
   sin conocerme, me ruega
   que por su justicia torne
   y no permita, yo muerto, 375
   que ambiciosos la despojen.
   Halléme heredado en vida,
   rogado ofendido, y dióme
   la ocasión a manos llenas
   venganza en satisfacciones; 380
   pero el Amor, siempre hidalgo,
   que crece más con rigores,
   como dios perdona injurias,
   como rey reparte dones,
   pudo más que mis ofensas 385
   y, burlando opositores,
   del modo que antes al alma
   la rendí mis posesiones.
   Ya condesa y yo por ella
   de favor y estados pobre, 390
   con don Alfonso crÜel
   y amorosa con don Lope,
   me escribió agradecimientos
   en cuyas cifras esconde
   deseos que satisfagan 395
   mis servicios acreedores.
   Correspondiónos la pluma
   y quedéle a sus renglones
   deudor, si no a sus palabras
   porqee, aumentando favores 400
   y terciando medianeros,
   Federico al fin me escoge
   por su eaposo, y ella alegre
   fiestas hace y lutos rompe.
   Bajó el César a Milán 405
   porque en ella se corone
   de la segunda diadema
   hasta que en Roma le adorne
   con la tercera dorada
   el mayor de los pastores; 410
   Saliéndole a recebir
   entre grandes y barones
   Serafina, que engañada,
   al punto que me conoce
   alienta aborrecimientos 415
   y repudia obligaciones
   por no cumplirme escrituras
   con frívolas evasiones.
   Jura malograr sus años
   antes que esposo me nombre. 420
   El César, que conociendo
   quien soy junta admiraciones
   a premios con que la obligue
   y su rigor no provoque
   temores y ruegos mezcla; 425
   mas ¿ gué temor hay que importe
   contra su natural rebelde
   dispuesto a persecuciones ?
   Ascanio, yo sé que en vos
   los ojos y el alma pone 430
   después que, desengañada,
   mis serviclos desconoce.
   Si, de competencias libre,
   fueron causa sus rigores
   de voluntarios destierros 435
   cuando a segundarlos torne,
   ¡ juzgad vos cuál volverán
   llevando martirios dobles
   tormentos hasta aquí simples
   y ya con celos disformes ! 440
   ¿ Vos premiado, yo ofendido,
   y que mis años malogre
   para mí Dafne crÜel,
   para vos tierna Leucótoe ?
   No, Ascanio.    O muriendo yo 445
   libre vuestra dicha goce
   bellezas que no merezco,
   o muerto vos, desahoguen
   celos un alma que espera
   salir de estas confusiones. 450
   Mañana al amanecer,
   si acudís--que siendo noble,
   sí haréis--a Valdearrayán
   donde no haya quien estorbe
   o la venganza a mis celos 455
   o el triunfo a vuestros amores.

Vase don ALFONSO

ASCANIO:      Yo no tengo voluntad
   a Serafina si bien
   conozco de su beldad
   que cuantos sus ojos ven 460
   la rinden su libertad.
   Lucrecia es de mis desvelos
   ocupación peregrina.
   ¿ Qué importa que forma celos
   y se los dé Serafina 465
   a Alfonso, cuando los cielos
   niegan la correspondencia
   que, por oculta aversión
   la aparta de su presencia ?
   Donde no hay inclinación, 470
   no puede haber competencia.
   No inclinándome a su dama,
   mal con él competir puedo;
   si ella muestra que me ama
   y le aborrece, ¿ en qué quedo 475
   culpado yo ?    ¿ A qué me llama
   al campo, o sobre qué estriba
   este enojo mal fundado ?
   Mas la soberbia derriba
   la prudencia en el privado, 480
   y Alfonso muestra que priva.
   Cuando en el campo me aguarde
   y hagan sus celos alarde
   de lo que en mí no es delito,
   aunque con éi no compito, 485
   daré muestras de cobarde
   si al sitio y plazo no acudo;
   y, en acudiendo, el favor
   del César será su escudo.
   Mas cumpla con mi valor 490
   la fama que ofender pudo
   y castigue sinrazones
   la espada, que lengua fue
   contra ciegas objeciones,
   porque dé a las obras fe 495
   quien no oye satisfaciones.

Quédase a un lado del salón, viendo venir el emperador FEDERICO y a SERAFINA

FEDERICO:      Si el ser yo su intercesor
   no baste para obligaros
   y podéis dempeñaros
   de mi gusto y de su amor, 500
   fuerza será, Serafina,
   dar al derecho lugar
   con que Alfonso ha de tornar
   a su estado.
SERAFINA:                      Ni él se inclina,
   gran señor, a preteader 505
   esposa que interesable
   no corresponda agradable
   a su amor ni a mí el perder
   a Castellón.    ¿ Será justo
   que contra mi voluntad 510
   cautive la libertad
   si con ella pierdo el gusto ?
   ¿ Qué aprovechará el deciros
   que le amo por no ofenderos,
   que grato intento teneros, 515
   que el sí le doy por serviros,
   si en muestras de sus enojos
   imposibles de sufrir,
   veis mil veces desmentir
   en mí a la lengua los ojos ? 520
   Quede sin hacienda yo
   y quede con libertad.
FEDERICO:      No os marece esa crueldad
   quien su estado en vida os dio.
SERAFINA:      Confiesa el entendimiento 525
   lo que rebelde resiste
   la voluntad, que consiste
   en el vario movimiento
   de los cielos, que disponen
   que al conde no quiera bien. 530
   Yo misma culpo el desdén
   que mis dichas descomponen;
   mas son de tal calidad,
   que llevándome tras sí,
   ni a él le puedo dar el "sí," 535
   ni de vuestra majestad
   --perdone mi desvarío--
   cumplir el justo deseo.
FEDERICO:      Yo en las estrellas, no creo
   que contra el libre albedrío 540
   haya fuerza.
SERAFINA:                        Esa verdad
   ya es fe, que no es opinión;
   mas causando inclinación
   sin forzar la voluntad,
   me parece desatino 545
   digno de cualquier error
   cautivarme sin amor
   al dueño a quien no me inclino.
   Alfonso su estado cobra
   y estime este desengaño; 550
   que en mí será mayor daño
   quedar cautiva que pobre;
   y crea, pues desoblgo
   con tan libre claridad
   así a vuestra majestad 555
   que no puedo más conmigo.
FEDERICO:      Quedáos con Dios; pero advierta
   vuestro resuelto desdén
   que a mis agravios también
   abrís, señora, la puerta; 560
   y que ya vuestro rigor
   no sólo al conde provoca
   sino que en ofensa toca
   que hacéis al emperador.
   Por el conde intercedí; 565
   mas si yo no os obligare,
   quien con vos se desposare
   me dará pesar a mí.
SERAFINA:      Gran señor...
FEDERICO:                        ¿ Aquí estáis vos,
   Ascanio ?
ASCANIO:                    Siempre me empleo 570
   en que os siga mi deseo
   sirviéndoos.
FEDERICO:                      Quedáos los dos.
   Pienso que así os obligo.
   No sé yo quien se inclina
   a amar más a Serafina 575
   que a ser, Ascanio, mi amigo.

Vase FEDERICO

ASCANIO:      (A mí viene enderezado          Aparte
   este aviso. ¿ Hay cosa igual ?
   ¡ Del conde tratado mal,
   del César amenazado, 580
   y yo libre de ofendellos !)
   Serafina--¡ vive Dios !--
   que he de perderme por vos.
   Yo adoro los ojos bellos
   de Lucreeia. Alfonso os ama. 585
   Federico le apadrina.
   Mi voluntad no se inclina
   a abrasarme en vuestra llama.
   Mi prenda, por vos celosa,
   rayos de enojo me envía. 590
   El conde me desafía.
   La presencia rigurosa
   del augnsto me amenaza.
   Vos perdeis a Castellón
   si mudando de opinión 595
   no dais en esto otra traza.
   Mirad lo que hemos de hacer
   porque si vuestra presencia,
   estando sin competencia,
   en mí no pudo encender 600
   llamas que me den cuidado,
   ya vos veis lo que podrá
   en quien receloso está
   de un monarca y un privado.
SERAFINA:      En el pecho generoso, 605
   Ascanio, la privación
   da apetito a la afición,
   porque en lo dificultoso
   se acredita lo invencible.
   Cuando yo no mereciera 610
   que desvelo vuestro fuera
   mi persuasión apacible,
   el opuesto poderoso
   os había de obligar
   a vencer y porfiar, 615
   o enamorado o temoso;
   que yo después que el augusto
   me pone tasa en quereros
   y con temores severos
   pretende forzar mi gusto, 620
   tanto mi altivez animo
   sin volver un punto atrás
   que al paso que os quiero más
   más al conde desestimo.
   Mirad vos con qué valor 625
   osaréis desobligarme
   cuando habíades de amarme
   por sólo el competidor.
   Mas pues del campo os salís,
   podrán decir los que os ven 630
   no que no me queréis bien,
   mas que de cobarde huís.

Vase SERAFINA

ASCANIO:      ¡ Vive Dios que es caso recio;
   que esto estribe ya en porfía !
   El conde me desafía 635
   y doy causa a mi desprecio
   cediéndole la ventaja.
   Si voy al César irrito.
   Si ve que con él compito,
   Lucrecia el favor ataja 640
   con que mi dicha enriquece.
   Pues ¿ qué medio he de elegir ?
   No amando, ¿ he de competir ?
   Sí, pues que se ensoberbece
   un privado presumido 645
   de su dama desechado.
   Saldré, si no enamorado,
   por lo menos ofendido.
   Y volviendo por mi fama,
   me hallará competidor 650
   el conde de su valor
   puesto que no de su dama.

Vase ASCANIO.    Salen LUCRECIA y PORTILLO

LUCRECIA:      En fin, ¿ vos sois español
   y servís al conde ?
PORTILLO:                            Fui
   español, porqne nací 655
   sobre un pantuflo del sol,
   Pues cuando las colchas alza
   con que le arropa la noche,
   el sol desde el mismo coche
   sacando un pie, se le calza. 660
LUCRECIA:      ¿ Cómo ansí ?
PORTILLO:                        Es el colodrillo
   de Castilla que se llama
   la vieja, honrando su fama
   espárragos de Portillo.
   Su nombre me cupo a mí 665
   y de ella me desterró
   cierto hurgón que despachó
   un alma al limbo.    Salí
   a ver el mundo alemán
   con cargo de mochillero; 670
   fui dos años mosquetero.
   Hizo el césar capitán
   a don Alfonso Gonzaga.
   Aficionóseme luego,
   y desbalijada al juego 675
   como se tardó la paga,
   me ha1ló la necesidad
   faltillo de ropa blanca.
   Como la nobleza es franca,
   valíme de su amistad 680
   y, en fe que le satisfago,
   de cama-rada me dio
   medio nombre porque yo,
   señora, la cama le hago.
LUCRECIA:      Según eso privaréis 685
   mucho con él.
PORTILLO:                      No me ha dado
   nada, y hállome privado
   de todo; mas no penséis
   que me hace poca amistad
   pues me fía su secreto 690
   por continuo y por discreto.
LUCRECIA:      ¿ Tiene mucha voluntad
   a Serafina ?
PORTILLO:                          Eso es plaga.
   Ni a Angélica el paladín,
   sus bemoles a Jusquín, 695
   al hida;go la biznaga,
   a doña Catrina el moño,
   al galán la bigotera,
   a Pérez la lavandera,
   a erizo breva o madroño 700
   causan tan grandes cuidados;
   y, porque ansí le advertimos
   todos los que le servimos
   andamos serafinados.
LUCRECIA:      ¿ Y es posible que con él 705
   no acaban los desengaños
   de curarle en tantos años ?
PORTILLO:      No, señora; ella es crÜel
   con sus ribetes de zaina
   y mi señor que lo ignora, 710
   tal vez, puesto que la adora,
   la llama faldas de Humaina.
   Pero ¿ por qué es el exámen ?
LUCRECIA:      No sé.
PORTILLO:      ¡ Linda damería ! 715
   ¿ Quiérele bien su siría ?
LUCRECIA:      No estimarán que los amen
   los que están acostumbrados
   a vivir de menosprecios.
PORTILLO:      Hay apetitos tan necios 720
   que en fe de andar opilados
   buscan manjares caducos.
   Cierto melindre sé yo
   que en un convite trocó
   perdices por almendrucos. 725
   Quien a lo agrio es inclinado,
   con lo dulce se halla mal;
   la condesa del Casal
   por lo acedo le ha agarrado.
   Avinágrese vusía; 730
   ensuegre tal vez la cara
   porque si en ella repara
   nuestro conde, ser podría
   que antojos de su desdén
   nos le deserafinasen 735
   y agrio por agrio probasen
   cuál de ambas le está más bien,
   y a mi cuenta... Pero quedo;
   que sale el emperador.
LUCRECIA:      Y con él vuestro señor. 740
PORTILLO:      Pues atísbele a lo acedo.

Salen FEDERICO y ALFONSO

FEDERICO:      Ni Serafina ha de usurpar condesa
   a Castellón que su señor os llama,
   ni aunque en su amor el vuestro se interesa,
   vuestra esposa no ha de ser ni vuestra dama. 745
   Mi autoridad en eso se atraviesa,
   no ya por vos, Alfonso; por la fama
   que correrá por el plebeyo abuso
   de que a mi gusto una mujer se opuso.
   Quien al César desprecia medianero, 750
   cuando después os quiera, será en vano;
   pues no es digna que siendo vos lijero,
   mi respeto perdido, os dé la mano;
   ella y yo competimos, y ver quiero
   si mi favor en vos es tan liviano 755
   que atropellando agravios, determina
   amar contra mi gusto a Serafina.
ALFONSO:      Gran señor, si merecen mis servicios
   premio en vuestra piedad...
FEDERICO:                                    Tiene Lucrecia
   El alma puesta en vos, y en mí propicios 760
   favores cuando esotra os menosprecia.
   Estimad amorosos beneficios,
   y altivez desdeñad, que por ser necia,
   merece justamente aborrecella,
   si no es que con vos puedo menos que ella. 765

Vase FEDERICO

LUCRECIA:      Con tal intercesor, no pongo duda
   que agradecido deis a mi esperanza
   correspondiente amor, si es que os desnuda
   de indiscretas pasiones la venganza.
   Sana al enferma que los aires muda; 770
   enfermo estáis de amor.    Haced mudanza
   y hallaréis en Lucrecia un pecho lleno
   de amor, preservación de ese veneno.

Vase LUCRECIA

PORTILLO:      Si en consejos de estado tiene voto
   un mozo de tu cámara, que ignala 775
   la experiencia al deseo, sé piloto
   que en puertos sin provecho no jace cala.
   Lucrecia es bella, el César maniroto;
   váyase Serafina en hora mala
   o los dos nos iremos, si dejamos 780
   esta ocasión, y al César enojamos.

Vase PORTILLO

ALFONSO:      Eso no, firmeza mía;
   con resistencia el valor,
   con imposibles Amor
   alienta su monarquía. 785
   quien de la posesión fía
   premios de gusto agradable,
   su esperanza hace culpable;
   quien sin premio amor procura
   sin dar servcis a usura, 790
   noble es, que no interesable.
   ¿ Qué importa que Serafina
   aborrezca mis intentos ?
   Viva está en mis pensamientos;
   posesión gozo divina. 795
   Desdeñe a quien no se inclina;
   trate mi fe con rigor;
   que la fama haré mayor
   de mi inaudita alabanza
   si amando sin esperanza, 800
   es platónico mi amor.
   Iguales coronas den
   a la suya y mi firmeza;
   ella en mostrarme aspereza,
   yo en quererla siempre bien. 805
   Compita amor y desdén,
   pues en esto iguales son,
   u niegue su inclinación
   la inclinación de mi empleo;
   que más vale ella en deseo 810
   que Lucrecia en posesión.
   Dueño la hice de mi estado;
   gócele aunque aborrecido;
   que el amante bien nacido
   nunca quita lo que ha dado. 815
   Si el César está indignado,
   menos daño es no privar
   que de mí degenerar.
   Haya, como una mujer
   constante en aborrecer, 820
   un hombre firme en amar.

Vase ALFONSO.    Salen ASCANIO y SERAFINA

ASCANIO:      El emperador me envía
   a tomar la posesión
   des Casal y Castellón,
   y quiere que en tercería 825
   por don Alfonso y por vos
   se conserve en mi poder
   hasta examinar y ver
   cuál, señora, de los dos
   se cansa de porfiar 830
   y en su gusto corresponde,
   o vos eligiendo al conde,
   o él dejándoos de amar.
   Dad gusto al César, por Dios,
   y sacaréis de cuidado 835
   a Alfonso, al augusto airado,
   a Lucrecia, a mí y a vos.
LUCRECIA:      Conquiste el César ciudades
   que después el conde adquiera,
   y no salga de su esfera 840
   a conquistar voluntades.
   Busque dama con amor
   su privado en quien se abrase;
   que es afrenta que se case,
   despreciado, por favor. 845
   Lucrecia por la ganancia
   os deje, que se le sigue,
   para que mudable obligue
   a más valor mi constancia;
   y vos, Ascanio, mostrad 850
   que sabéis satisfaceros,
   generoso hasta oponeros
   a una pasión majestad;
   que os tendrán por ignorante
   si vuestro amor deslucís, 855
   mientras agravios sufrís
   sin vengar celos amante;
   que yo en esta competencia,
   de Castellón despojada,
   tengo hacienda excepcionada 860
   del César, pues en la herencia
   de mis padres sucedí,
   con autoridad bastante,
   cuando, interesable amante,
   mi dote améis más que a mí; 865
   que si primero os quería
   tibiamente, ya que os veo
   dificultoso, os deseo,
   y crece con mi porfía
   mi amor de suerte que trato, 870
   si no sale vencedor,
   morir; que en lances de amor,
   lo más caro es más barato.
ASCANIO:      Juzgando vos disculpable
   ese desdén que aumentáis, 875
   porque de firme os preciáis,
   ¿ es bien que yo sea mudable ?
   No, Serafina.    Primero
   que os ame--ved si es factible--
   será el conde--si es posible-- 880
   conmigo vuestro tercero,
   que yo, a hacerle agravio llegue.
   No os canséis en porfiar
   porque yo no os he de amar
   mientras él no me lo ruegue. 885

Vase ASCANIO

SERAFINA:      ¿ Por qué si eres niño, Amor,
   en los efetos criatura,
   te ofendes con la blandura,
   te aumentas con el rigor ?
   ¿ No es mejor, 890
   siendo dios, que lo parezcas,
   que apetezcas
   finezas con que te obligues,
   que ingratitudes castigues
   y lealtades agradezcas ? 895
   Pero dirás que es delito
   huír tu jurisdicción;
   que lo que está en posesión,
   es fuga del apetito.
   Solicito 900
   a Ascanio cuyos empleos
   por rodeos
   vencen mis riguridades,
   porque las dificultades
   multiplican los deseos. 905
   Muéstrome al conde crÜel
   porque me sirve; y pudiera
   ser, cuando me aborreciera,
   que me muriera por él.
   Siendo fie1, 910
   su firme lealtad castigo;
   a mi enemigo
   quiero fácil y amo ciega.
   Huyo, Amor, de quien me ruega
   y a quien me desprecia sigo. 915

Sale ALFONSO, de camino

ALFONSO:      Para desocasionaros,
   Serafina, del aprieto
   en que césares rigores
   a vos y a mí nos han puesto;
   aunque de veros me prive, 920
   no hallo mejor remedio
   que ausentarme de Milán,
   si bien del alma me ausento.
   Mándame el emperador
   que segunda vez sea dueño 925
   de los estados que os di,
   y la libertad con ellos.
   A que no os ame me obliga
   como si en tales preceptos
   tuviera jurisdicción 930
   quien la tiene en el imperio.
   Contra vos esta indignado
   porque a influencias del cielo
   correspondéis desdeñosa,
   mis dichas aborreciendo. 935
   Yo no, Serafina mía,
   porque solamente en esto
   de conocer lo que soy
   me puedo llamar discreto.
   Bien sé que no tengo partes, 940
   si bien presunciones tengo
   de amaros, para quererme.
   Bien sé que merecimientos,
   hermosura, discreción
   pudieran, a conoceros 945
   la fortuna que os envidia,
   señora del mundo haceros.
   Sois serafín, más que en nombre
   en prendas que reverencio,
   y sólo otro serafín 950
   es digno de mereceros.
   Yo de partes desvalido,
   en pretensiones soberbio,
   desadichado en esperanzas,
   si dichoso en sus empleos, 955
   pudiera, pues os conozco,
   con faetones escarmientos
   reprimir intentos vanos,
   que han de quedar en intentos.
   Bien hacéis en desdeñarme 960
   y--¡ ojalá como confieso
   cuán loco soy en amaros
   furra sabio en no ofenderos !--
   mas como a vos os obligan
   estrellas y astros opuestos 965
   a aborrecerme indignada,
   a mí me obligan los mesmos
   a adoraros presumido,
   No los culpo, antes les debo,
   venturoso en esta parte, 970
   la gloria del pretenderos.
   Que en Lucrecia mi amor mude
   me manda el César mi dueño
   o que me exponga a rigores,
   de la privanza herederos. 975
   No niego méritos yo
   de su belleza; mas niego
   que a obediencias eoronadas
   pueda amor vivir sujeto.
   Prendas hace en vuestro estado 980
   --que pues os la di ya es vuestro--
   sin ver que andando desnudo
   Amor; nunca estriba en ellos.
   Para excusar, puus, peligros
   que no por mí por vos temo, 985
   notifico a mis pesares
   --¡ ay Dios !--segandos destierros,
   Descansaréis, Serafina,
   no viéndome, y yo contento
   con saber que lo estáis vos, 990
   si no amado, satisfecho
   en que os sirvo, entretendré
   amorosos pensamientos
   que por contemplarlos ricos,
   pienso conservar eternos. 995
   Fernando reina en España,
   Granada llama extranjeros
   que contra el moro sitiado
   ganen valor, si no premios.
   Negaré mi patria y nombre: 1000
   y al César, que por vos dejo,
   forzará a daros mi estado
   la fama de que soy muerto
   si, antes que deje a Milán,
   a las manos y el acero 1005
   de quien amáis y me aguarda
   en el campo, no lo quedo.
   No volverá Italia a verme,
   condesa, viven los cielos,
   si no es que, del alma libre, 1010
   la compasión traiga el cuerpo.
   Ellas es vuestra, ya os la di;
   a Castellón os entrego;
   en vida me sucedéis,
   y en ella me desheredo. 1015
   ¡ Ojalá que como os doy
   el pobre estado que tengo,
   en vuestras sienes honrara
   los tres lauros del imperio !
   Pero el vuestro Ascanio goce, 1020

Enjúgase los ojos

   y perdonad, que los celos
   mis ojos afeminaron,
   y sin consulta salieron
   del alma lágrimas nobles;
   que celos y amor a un tiempo, 1025
   imitación de nublados,
   vierten agua y llueven fuego.

Quiere irse

SERAFINA:      Esperad, conde, esperad;
   que no acredita su esfuerzo
   quien en los trances mayores 1030
   teme el golpe y huye el riesgo.
   Amar sin correspondencia
   de sus damas no es tan nuevo
   que en martirios del amor
   no halléis valientes ejemplos. 1035
   Merecer perseverando
   sin esperanza de premio
   da a la voluntad quilates,
   y corona el sufrimiento.
   Si Federico, que en vos 1040
   restituye su gobierno
   y por el favor que os hace
   se humilla tercero vuestro,
   os ve ausentar por mi causa,
   ¿ quién duda que a los primeros 1045
   añada enojos segundos
   quedando yo blanco de ellos ?
   Yéndoos vos, peligro yo
   y no sólo no sucedo
   en vuestra herencia y estado, 1050
   sino que los propros pierdo.
   ¡ Ved qué traza de buscar
   a mis quietudes remedio,
   si en vuestra ausencia peligra
   la fe vuestra y mi sosiego ! 1055
   Ausentáos si es que intentáis
   vengaros, pues lo merezco;
   pero desnudaos del nombre
   de amante firme y perfeto.
ALFONSO:      Eso no, que es imposible; 1060
   pero ¿ qué traza hallaremos
   que a vos enojos no os cause
   si os quejáis a que me ausento ?
SERAFINA:      Un modo imagino, conde,
   tan difícil como nuevo 1065
   que si vos le ejecutáis,
   os dará el lugar supremo
   de cuantos vasallos honran
   a Amor, y en su golpe ciego
   con hazañas inauditas 1070
   el non plus ultra pusieron.
ALFONSO:      No seré ya desdichado
   si, dándoos a vos contento
   en alqo, puedo alabarme
   que si no alcanzo, merezco. 1075
   Proponedle, pues, señora.
SERAFINA:      Propondréle, si bien temo
   que tiene de deslucir
   las finezas que habéis hecho,
   rehusándole por extraño. 1080
ALFONSO:      Por agraviarme hasta en eso
   dudáis de quien, por serviros,
   es martirio de sí mesmo.
   Lo que os amo acreditad.
SERAFINA:      Ahora bien, no escuchéis cuerdo; 1085
   que para lo que os propongo,
   loco, Alfonso, he menesteros.
   Yo no os tengo voluntad
   ni, aunque lo procuro, puedo
   hacer que el alma rebelde 1090
   se allane al conocimiento.
   El César severo insiste
   en que paguéis los empeños
   de Lucrecia y la sirváis
   amante por    gusto ajeno; 1095
   Desdeña mis pretensiones
   Ascanio, celoso de esto;
   que nadie es cortés con damas
   si tiene por otra celos.
   Yo, que le amaba remisa, 1100
   cuanto más difícil veo
   mi ocupación amorosa,
   más su imposible apetezco.
   Si deseáis, pues, mi gusto
   como afirmáis y lo creo, 1105
   haciendo la costa vos,
   fácil salida hallaremos.
   Fingid que a Lucrecia amáis
   y, obediente a los preceptos
   del César, haced ensayos 1110
   de amor si no verdaderos,
   que en vos no serán posibles,
   cautelosos a lo menos,
   que a Lucrecia persÜadan
   y al César dejen contento. 1115
   Obligad después a Ascanio
   con dádivas y con razones,
   ya animándole a privanzas,
   ya ofreciéndole gobiernos,
   a que su esposa me elija; 1120
   que en él temores y apremios,
   no siendo cual vos constante
   sabrán conseguir tal intento.
   El César entónces, grato
   al fiel reconocimiento 1125
   con que ejecutáis su gusto,
   y apacible a vuestros ruegos,
   me admitirá a vuestro estado,
   con otros satisfaciendo
   vuestra lealtad y servicios, 1130
   pues tiene tantos en feudo;
   y yo, allanando rendida
   dificultades que han hecho
   tan apetecible a Ascanio.
   Si en mi dominio le veo, 1135
   le vendré a menospreciar
   al paso que le pretendo;
   que siempre enfada adquirido
   lo que se envidiaba ajeno.
   Olvidaréle, no hay duda 1140
   y a vos que con otro dueño
   en sus favores prohijado
   os contemplaré extranjero.
   Viéndoos ya dificultoso,
   podrá ser--no os lo prometo-- 1145
   si amante os aborrecía,
   que os apetezca severo.
   Mío fuistes siempre, conde,
   y las mujeres tenemos
   galas y amantes antiguos 1150
   de ordinario en poco precio.
   Barato me habéis costado,
   don Alfonso; encarecéos.
   Hacéos más estimar,
   desviad ojos, dadme celos. 1155
   Mujer soy como las otras.
   Haced diligente en esto
   la prueba, y del enemigo,
   Alfonso, el primer consejo.

Vase SERAFINA

ALFONSO:      ¡ Qué de cosas encontradas 1160
   banderizan pensamientos,
   que antes desesperaciones
   esperanzas van tejiendo !
   ¿ Que no me ausente ? ¿ Que sirva
   a Lucrecia y que ofreciendo 1165
   amistad a Ascanio y cargos
   contra mí sea su tercero ?
   Desafiéle celoso,
   ¿ y mándanme ser a un tiempo
   su abogado y su fiscal ? 1170
   ¡ Qué terrible mandamiento !
   Pero, en fin, lo prometí.
   Palabras de amor perfeto
   en quien las ofrece noble
   traen fuerza de juramiento. 1175
   iSentenda desesperada !
   Mas, si bien la considero,
   a apelaciones convida
   con vislumbres de remedio.
   Que es mujer como las otras 1180
   me avisa, y apeteciendo
   lo difícil las demás,
   lo fácil les es molesto.
   ¿ Qué mucho que las imite !
   Siempre me ha visto sujeto, 1185
   sin resistencia a rigores,
   a las leyes de su imperio.
   Lo continuo causa enfado,
   lo exquisito da deseos,
   y lo que Amor dificulta 1190
   hacen posible los celos.
   Que celos la dé me manda
   y quien me avisa con ellos,
   principios muestra de amor,
   más piedad, rigores meno. 1195
   Ya yo sé que cautelosa
   me facilita con esto
   a persuadir a su amante
   que la corresponda tierno;
   pero tambié hemos visto 1200
   que al contrario más soberbio,
   queriendo acertar, le matan
   tal vez sus ardides mesmos.
   Démosla celos, Amor;
   voluntad encarecéos; 1205
   ojos míos, divertíos;
   asistencia, acudid menos;
   pensamiento, obedezcamos
   a nuestro enemigo en esto
   desde hoy, y del enemigo, 1210
   Amor, el primer consejo.


ACTO SEGUNDO


Salen ALFONSO y ASCANIO

ASCANIO:      Si en mi muerte o en la tuya
   consiste el tener sosiego
   yo u tú, ¿ qué esperas ?
ALFONSO:                                Son luego
   los celos, la fuerza suya 1215
   sólo en la materia estriba
   que sus llamas manifiesta
   y no es posible, cuando ésta
   le falta, que el fueqo viva.
   Túvelos de ti, ya estoy 1220
   de suerte desengañada,
   que no ofendido, obligado,
   con esta espada te doy
   los brazos, si los estimas,
   y esta cédula con ellos 1225
   que obligue a correspondellos,
   pues a mi instancia sublimas
   tu nobleza, ahora mayor.
   El César, conmigo franco,
   provisiones me da en blanco, 1230
   porque conozco mejor
   --según dice, y no se engaña--
   los méritos y sujetos
   de sus vasallos discretos.
   La majestad se acompaña 1235
   siempre de la adulación;
   no sé qué tiene con ellos
   la verdad, que huyendo de ellos,
   tan raras las veces son
   que sigue la autoridad 1240
   de majestades servidas;
   que un rey, si no es por oídas
   no conoce a la verdad.
   Esto inventó los privados,
   que, en fin, como más tratables, 1245
   llanos y comunicables,
   pueden distinguir estados
   y conociendo sugetos,
   premiar los más suficientes,
   pues por segundas agentes 1250
   influye Dios sus efetos;
   y ésta es la causa que en mí
   descanse el César acciones
   y, dándome provisiones
   en blanco, no fíe de sí 1255
   lo que de mi lealtad fía.
   Conozco tu discreción,
   y así la gobernación
   de Milán y de Pavía
   te despacho en nombre suyo. 1260
   Vicario del sacro imperio
   eres; que en su ministerio
   lo que le has de honrar arguyo.
   Bésale al César los pies.
ASCANIO:      Con armas aventajadas 1265
   en las sospeehas pasadas
   te trajo aquí el interés
   amoroso; pero agora
   que, no usando del favor
   que te hace el emperador, 1270
   tu partido se mejora.
   De tu valor das indicios;
   ya yo estoy en tu poder
   porque no hay para vencer
   armas como beneficios. 1275
   Estimo los que me has hecho
   y que conozcas de mí
   que nunca te deserví
   y con esto satisfecho,
   renuncio la dignidad 1280
   que por el César me ofreces;
   pues si por ella apeteces
   que profese tu amistad,
   no por cargos lisonjeros
   se han de obligar mis cuidados 1285
   porque de amigos comprados
   pocos salen verdaderos.
   Desinteresable intento
   servirte, Alfonso.
ALFONSO:                            Ya sé
   Los quilates de tu fe 1290
   y que del entendimiento
   distinta la voluntad,
   para que se facilite
   tal vez cohechos admite;
   pero como es la verdad 1295
   del entendimiento objeto,
   sola ella le satisface;
   que el prudente jamás nace
   al vil interés sujeto.
   Yo a lo menos nunca oí 1300
   que haya por interesados
   entendimteutos cohechados,
   pero voluntades sí.
   La tuya, por ser bidalga,
   ni admite ni paga pechos; 1305
   sólo recibe derechos
   de la mía; y esto valga
   para obligarte a caudales
   de nuestra amistad testigos;
   que no seremos amigos 1310
   perfetos, no siendo iguales.
   Sentirálo Federico
   si desprecias su favor.
ASCANIO:      Por ti soy gobernador
   puesto que te certifico, 1315
   amigo, que para sello
   tuyo yo, no necesitas
   diligencias exquisitas.
ALFONSO:      ¡ Ay, noble Ascanio, y qué de ello
   te he menester !
ASCANIO:                            Dime en que, 1320
   y ¡ ojalá difícil sea
   tanto, que un milagro vea
   en mí de lealtad y fe
   el mundo !
ALFONSO:                      ¿ Me cumplirás
   esa palabra ?
ASCANIO:                      Dudando 1325
   de mí, me estás agraviando.
   Declárate, y lo verás.
ALFONSO:      No te espantes; que ha de ser,
   Ascanio, contra ti mismo
   lo que te pida.    Un abismo 1330
   en mí llegarás a ver
   de contradicciones locas
   si, encerrándote en mi pecho,
   en tu amistad satisfecho,
   las penas que siento tocas. 1335
   Los imperios de un desdén
   me obligan con riesgo igual
   a cosas que me están mal,
   y que no te han de estar bien.
   Mira a qué estado he venido, 1340
   que he de hacerte intercesor
   de un amor que no es amor,
   de un olvido sin olvido.
   Yo te tengo de oblijar
   a una acción que, si la dejas, 1345
   de tu fe formando quejas;
   si la haces, me has de matar.
   A ser tercero te obligo
   por mí, Ascanio contra mí;
   como amigo fío de ti 1350
   lo que hicieras mi enemigo.
   Si no lo cumples, mi vida
   fin trágico ha de tener;
   y en cumpliéndolo, has de ser
   mi bienhechor y homicida. 1355
   ¿ Has oido tú jamás
   paradojas semejantes ?
ASCANIO:      Ponderaciones amantes
   exageran eso y más.
   Acaba de declararte. 1360
ALFONSO:      Yo aborrezco lo que adoro,
   desdeñoso me enamoro
   de quien dudo por amarte;
   que corresponda a mi intento
   con esta has de interceder 1365
   por mí; con la otra has de ser
   agradecido violento.
   Has de aborrecer lo que amas
   y amar a lo que aborreces;
   si lo que adoro apeteces, 1370
   mi agravio vive en tus llamas;
   si a quien amas no desdeñas,
   de ti me quejo ofendido.
   Juzgarásme sin sentido
   o imaginarás que sueñas 1375
   las quimeras que no entiendes;
   mas verás, cuando las sigas,
   que ofendiéndome me obligas
   y obligándome me ofendes.
ASCANIO:      Conde, si no te declaras, 1380
   o imaginaré que pruebas
   en mí amistades, por nuevas,
   dignas de experiencias raras,
   o desacreditarás
   la cordura que hasta aquí 1385
   tanta opinión tuvo en ti.
ALFONSO:      Declárome, Ascanio, más.
   Serafina, competencia
   de la belleza y rigor...

Sale PORTILLO

PORTILLO:      Sabido ha el emperador, 1390
   señores, vuestra pendencia.
   Mirad lo que habéis de hacer
   porque en vuestra busca sale
   hecho un tigre.
ALFONSO:                          Aplacarále
   el llegar a conocer 1395
   la amistad que entre los dos
   hoy empieza a eslabonar
   lazos, que no han de quebrar
   el tiempo o la muerte. Adiós,
   que voy a desengañarle. 1400
   Sígueme, porque después
   que gracias cuerdas le des,
   puedas, con asegurarle,
   ejercitar el gobierno
   que ya te ofrece Milán. 1405
   En confusion te tendrán
   las dudas que del infierno
   de mis ciegas confusiones
   sale, para atormentarme.
   Yo volveré a declararme. 1410
   Sosiega imaginaciones.
   Mientras a cumplir te ofrescas
   leyes de amigo constante,
   Serás a mi ruego amante
   de quien--¡ ojalá !--aborrezcas 1415

Vanse ALFONSO y PORTILLO

ASCANIO:      No es tan esfinge el enigma
   que, Edipo, yo no le entienda.
   A la acción que me encomienda,
   me alienta y me desanima.
   Cosas que le han de estar mal 1420
   y que a mí no me están bien,
   ¿ qué han de ser si no es desdén
   que, con competencia igual,
   en Serafina procura
   correr con su amor parejas ? 1425
   Cuando me intimaban quejas
   desprecios de su hermosura,
   la respondí, "En vano os ciega
   tema que os ha de engañar
   porque yo no os he de amar 1430
   si Alfonso no me lo ruega."
   Puede tanto en la mujer
   el desprecio y disfavor
   que en vez de apagarse amor,
   incendios suele crecer; 1435
   y está de suerte sujeto
   a su gusto el conde amante
   que le obligará arrogante
   a que leal, si indiscreto,
   a su amor me persÜada 1440
   y a mi dama se aficione.
   Por su intercesor me pone;
   la duda está declarada.
   ¿ No me dijo, "Si apeteces
   mi amistad y fiel te llamas, 1445
   has de aborrecer lo que amas,
   y amar a lo que aborreces" ?
   ¿ No me dijo, "Si esto entiendes
   verás, cuando lo prosigas,
   que ofendiéndome me obliqas, 1450
   y obligándome me ofendes."
   ¿ Que tercie no me ha pedido
   por él, solicitador
   de un amor que no es amor,
   de un olvido sin olvido ? 1455
   Luego, fingiendo olvidar
   lo que más éstima y precia,
   me obliga a que hable a Lucrecia
   por él.    ¡ Extraño obligar !
   Mas ¿ qué he de hacer ? Ya le di 1460
   palabra de obedecerle;
   amigo fiel he de serle
   pues ya se lo prometí.
   A esto es bien que se sujete
   quien cohechos admitió 1465
   e ignorante, como yo,
   lo que no sabe promete.
   No me está mal que dé celos
   a Lucrecia, que en el conde
   divertida corresponde 1470
   mal a mis firmes desvelos.
   No la ama Alfonso si bien
   disimula que la adora.
   Si él finge que la enamora,
   finjamos acá también 1475
   y, andando amor por extremos,
   nuestras palabras cumplamos
   porque los dos pretendamos
   lo mismo que aborrecemos.

Vase ASCANIO.    Salen SERAFINA y LUCRECIA

LUCRECIA:      Conntenta te visito 1480
   en fe de que te debo hoy infinito.
   ¡ Ay, bella Serafina !
   Amor correspondido desatina
   de gusto si, agraviado,
   locuras suele tratar desesperado. 1485
   Si al conde Alfonso amaras,
   ¡ qué de esperanzas verdes marchitaras
   y porque le aborreces,
   ¡ qué de favores en mi dicha creces !
   De verme agora acaba 1490
   tan amoroso que me deja esclava.
   Si tu amante primero,
   con límite le quise, ya le quiero
   tan sin él--no te espantes--
   que quinta esencia soy de los amantes. 1495
SERAFINA:      Aplaudo tu ventura:
   no es perfeto el amor que no es locura
   y, tanto de él te toca,
   que en vez de enamorada vienes loca.
   Mi primo el conde es cuerdo; 1500
   en la elección con que pesares pierdo,
   causados de porfías
   opuestas siempre a incliniciones mías
   doyte mil parabienes.
LUCRECIA:      No eres mujer si envidia no me tienes; 1505
   que en nosotras da pena
   voluntad despedida en casa ajena.
   No la tengas tú de esto,
   ni celos formes, ni el pesar molesto
   de que Alfonso te olvide. 1510
   Llamas recuerde que el desdén despide;
   prosigue en desprecialle
   que mientras en tu agrado puerta no halle,
   a mi fe agradecido,
   ni temo celos, ni me asombra olvido. 1515
SERAFINA:      Cuando te sirva en eso,
   no haré mucho si ves lo que profeso.
   El darle pesadumbre
   y que en mí es natural si no es costumbre,
   aumentar sus enojos 1520
   porque su vista es fuga de mis ojos;
   puesto que la experiencia
   que hizo mi desdén en su paciencia
   halla--y otros lo afirman--
   que sequedades el amor confirman, 1525
   y al revés, los favores
   entibian gustos desmayando amores.
LUCRECIA:      Es verdad.    Si no es necio
   el retiro ni pára en menosprecio
   porque éste, en vez de daños, 1530
   entre venganzas logra desengaños.
   Amor que se cultiva
   imita al hortolano que derriba
   de las plantas que poda
   ramas supérfluas, no la cepa toda. 1535
   Quien ve en el mayo bello
   poblar el árbol arrogante el cuello
   y de yemas paridas
   pulular sus criaturas presumidas
   que, llenas de arrogancia, 1540
   le chupan en pimpollos la sustancia;
   y quien ve al hortolano
   con riguroso acero y tosca mano
   cortar cogollos tiernos
   que se soñaban en el tronco eternos, 1545
   juzgará, si no es sabio,
   que en vez de beneficios le hace agravio,
   pero verá el prudente
   que en fe de conservar lo suficiente
   lo que es superfluo arroja 1550
   y por vestirle más, más le despoja;
   pero de suerte puede
   podarle el labrador, que seco quede.
   Así en el amor pasa,
   que presunciones hortolano tasa 1555
   y, tal vez, sus favores
   desdeñoso limita, y corta flores;
   mas no ha de ser de modo
   que por mucho cortar lo pierda todo.
SERAFINA:      ¡ Qué diestra en hortalizas 1560
   ejemplos estudiosa alegorizas !
   Como el conde me enfada,
   cortar que no podar su amor me agrada.
   Deseo que se seque,
   y así no es mucho que instrumentos trueque 1565
   y, en vez de podar ramas,
   derribe el tronco y amortigÜe llamas.
   ¡ Plegue a Dios, ya que en flores
   su abril te alegra, que al coger no llores
   frutos que me apercíbe ! 1570
   Que aunque seco le juzgas, por mí vive
   y, encubriendo congojas,
   por darme el fruto a mí, te paga en hojas.
LUCRECIA:      ¿ Tan en poco me tienes
   que con favores yo, tú con desdenes, 1575
   no sabré trasplantarle
   de tu amor a tu olvido, y regalarle
   de modo que en desprecios
   rinda tributos a desdenes necios ?
   Pues yo te certifico 1580
   que si pobre en tu amor y en mi fe rico,
   --porque vaya adelante
   en metáfora de árbol nuestro amante--
   tan agrio le criabas
   con el desdén que a su lealtad mostrabas, 1585
   ya que a mi amor mudado
   mi posesión le goza trasplantado,
   de tu agrio riguroso,
   y mi favor tratable y amoroso
   salga--tenlo por cierto-- 1590
   porque me envidies, tan sabroso enjetro,
   que agridulce, condesa,
   desabrida sin él juzgues tu mesa.

Sale PORTILLO, y habla a LUCRECIA

PORTILLO:      El conde, en vuestra casa,
   esperándoos, instantes mide y tasa 1595
   por siglos.    Id, señora;
   que Amor, que es niño, sin el ama llora.
   Dadle el pecho al chiquillo
   y entradle a ver por mí; que soy Portillo.
LUCRECIA:      Ya va echando raíces 1600
   el árbol aunque más le esterilices.
   Serafina, ten cuenta
   del modo que en mi empleo se acrecienta.
   Verás que en tu hermosura
   sabe poco tu amor de agricultura. 1605

Vase LUCRECIA y hace que se va PORTILLO

SERAFINA:      ¡ Hola; no os vais vos ! ¿ Oís ?
   Hola.
PORTILLO:      ¿ Soy yo el oleado ?
SERAFINA:      Escuchad.
PORTILLO:                  Voy a un recado.
SERAFINA:      ¿ Que os llamo yo no advertís ? 1610
PORTILLO:      Esperando mi amo está.
SERAFINA:      ¿ Hay mayor descortesía ?
PORTILLO:      Perdone vuseñoría;
   que no somos de acá ya.
   Las que a los amos desprecian 1615
   a los mozos descaminan.
   Si aquí nos deserafinan,
   sepa que allá nos lucrecian.
   Mandar puede a sus criados,
   no a los que no la servimos. 1620

Quiere irse PORTILLO

SERAFINA:      ¡ Hola, oíd !
PORTILLO:                      Convalecimos
   si estábamos oleados.
   Menos holas; más respeto;
   que ya pasaron los díals
   que estábamos en Olías. 1625
   Mi señor es ya discreto.
   Con desdén desdenes paga
   y premia amor con amor;
   yo sigo en esto su humor.
   Soy Portillo y él Gonzaga. 1630
   Toda presunción es necia
   y, como Portillo soy,
   cerrado a vusía estoy
   y abierto para Lucrecia.
   Perdone.
SERAFINA:                    Pues, ¿ sabes vos 1635
   que la quiere mucho ?
PORTILLO:                              Mucho.
   Desde ayer acá le escucho
   extrañas cosas, ¡ por Dios !
SERAFINA:      Pues ¿ tanto priváis con él ?
PORTILLO:      Como en su servicio estoy, 1640
   mozo de cámara soy
   y medro por cuerdo y fiel.
   De cámara en camarada
   mudo el nombre y privo ya,
   pues ya ve cuán cerca está 1645
   la cámara de privada.
   Anoche le escuché a solas
   decir, "Pues que Serafina
   olvidarme determina,
   excusemos carambolas 1650
   y en Lucrecia gustos labren
   firmezas que amor destierra.
   Donde una puerta se cierra,
   muchas dicen que se abren.
   Pagar quiero su afición; 1655
   que es bella moza y, en fin,
   Serafina será fin
   de mi necia pretensión."
   Llamóme, y dijo, "Portillo,
   ¿ qué te parece Lucrecia ?" 1660
   Respondíle, "Moza es, recia.
   Ayer la vi el colodrillo
   que el mundo llama tozuelo
   y--¡ vive Dios !--que me agrada
   del cogote a la papada. 1665
   Ablande este caramelo
   durezas serafininas,
   si bien la condesa es tal,
   que no has de hallar otra igual
   a sus partes peregrinas." 1670
   Airóse y díjome, "¡ Cómo,
   pícaro !    Pues ¿ no es primero
   Lucrecia ?" Asió el candelero,
   y asentómele en el lomo
   como si fuera ventosa. 1675
   Apagósenos la vela;
   volvíla a tomar, sopléla,
   y encendíla, que fué cosa
   que erizándole el cabello,
   me dijo, "Pues ¿ tú la enciendes ?" 1680
   Y respondí, "Luego ¿ entiendes
   que Portillo no es doncello ?"
   Replicóme, "Al mayordomo
   di que saque una librea
   que de las colores sea 1685
   de Lucrecia." Yo que el lomo
   llevaba medio entumido,
   luego le sentí aliviado;
   que en dolores de criado
   es gran récipe un vestido. 1690
   Fuíselo a notificar
   y, cuando le volví a ver,
   "Sola Lucrecia ha de ser,"
   dijo, "quien me ha de sanar."
   Trayéndole un labrador 1695
   un braco de mucho precio,
   dijo, "Llámenle Lucrecio."
   Envióle el emperador
   un papagayo y a un paje
   que le enseñase mandó 1700
   a hablar; pero le advirtió
   que no fuese otro el lenguaje
   sino esta palabra sola
   en quien su venganza estriba,
   "Lucrecia, nuestra ama, viva; 1705
   cola, Serafina, cola."
   Enójase con Tarquino
   porque a Lucrecia obligó
   a matarse, y hoy salió
   a ser de un niño padrino, 1710
   y antes que le remojase
   en el agua santa el cura,
   ordenó que la criatura
   don Lucrecio se llamase.
   Colegid de aquesto vos 1715
   el fin de vuestros desprecios
   pues nos vuelven en Lucrecios
   de Serafinos; y adiós.

Vase PORTILLO

SERAFINA:      El conde cumple fielmente
   cuanto mi amor le ordenó; 1720
   mas no le quisiera yo
   tan puntÜal obediente.
   Que pensamientos aliente
   en Lucrecia, cuando ensaya
   ya burlas, ya veras, vaya; 1725
   pero que de su afición
   se ofenda mi estimación,
   no, amor, que es pasar de raya.
   Para quererle yo bien,
   tan incapaz el gusto hallo 1730
   que sólo de imaginallo,
   vuelve a nacer mi desdén;
   pero que con él me den
   su dama y el criado necio
   pesadumbre, es caso recio. 1735
   ¿ Una ciega, el otro loco ?
   Ni tanto, Amor, ni tan poco;
   olvido sí, no desprecio.
   Coheche ajenas caricias
   el conde; desembarace 1740
   alma que en Lucrecia enlace
   y venga a pedirme albricias;
   mas pretender que malicias
   pena entre celos me den,
   ¡ eso no !    Mírelo bien; 1745
   que, para perder el seso,
   soy mujer, y en dando en eso,
   ¡ a fe que le quiera bien !

Sale ARNESTO

ARNESTO:      El emperador, señora,
   por el conde importunado, 1750
   os restituye en su estado;
   mas con condición que agora
   vais a palacio y le deis
   de esposa a Ascanio la mano.
SERAFINA:      ¿ A quién ?
ARNESTO:                    Con vos más humano 1755
   de lo que vos pretendéis,
   sabiendo que a Ascamio amáis,
   a vuestro amor le ha dispuesto
   con que no os será molesto
   el conde que desdeñáis. 1760
SERAFINA:      Pues, ¿ Ascanio viene en eso ?
ARNESTO:      Hízole el emperador
   de Milán gobernador;
   pierde por Lucrecia el seso
   Alfonso; y ella que estima 1765
   más que vos cumplir el gusto
   del intercesor augusto
   desdenes a Ascanio intima
   y, en el conde trasformada,
   desposorios apresura. 1770
SERAFINA:      Débole yo mi ventura
   al César si ejecutada
   esa traza, el conde deja
   de conquistar mi rigor.
ARNESTO:      Estad cierta que su amor 1775
   memorias vuestras despeja
   del alma, que ocupa toda
   en Lucrecla.
SERAFINA:                      ¿ Tan aprisa ?
ARNESTO:      Vuestro consejo le avisa
   pues dice que de esta boda 1780
   sois vos la casamentera.
SERAFINA:      ¡ Yo ! ¿ Cómo o cuándo ?
ARNESTO:                              No sé;
   pero él afirma que fue
   vuestra toda esta quimera
   porque le habéis persuadido 1785
   que a Ascanio obligue por vos.
   A desposaros los dos
   y en Lpcrecéa divertido,
   ensaye nuevos amores;
   que se haga más desear, 1790
   pues celos suelen causar
   apetitos en rigores.
   Fue vuestro consejo el ayo
   que sus acciones guió;
   su amor con ella ensayó 1795
   y quedóse en l ensayo.
   Lo que me han mandado, os dejo
   dicho: si es premio o castigo,
   vedlo; que del enemigo,
   señora, el primer consejo. 1800

Vase ARNESTO

SERAFINA:      Todos se burlan de mí,
   el conde, el emperador.
   ...Lucrecia, que es lo peor.
   ¡ Provechosa traza di !
   Pero si a Alfonso aborrezco 1805
   y de él ansí me aseguro,
   si amante a Ascanio procuro
   y me dan lo que apetezco,
   ¿ qué envidia es la que me abrasa ?
   ¡ Mas trueca Amor su veneno ! 1810
   Mírole al conde ya ajeno
   y a Ascanio que se entra en casa,
   y en países que se mercan,
   los más vistosos bosquejos
   enamoran desde lejos, 1815
   y enfadan cuando se acercan.
   ¿ Qué remedio ?    A ver iré
   el fin de esto.    Amor tirano,
   de seda he sido el gusano
   pues mi sepulcro labré. 1820

Vase SERAFINA.    Salen FEDERICO y ALFONSO

FEDERICO:      No puedo yo creer que antiguo amante
   a Serafina hayáis aborrecido
   tan presto.    Amor bien puede en un instante
   introducirse, conde, mas no olvido.
ALFONSO:      Es un contrario de otro semejante 1825
   en toda actividad y así ha podido
   gran señor, si el amor se engendra presto
   engendrarse el olvido que es su opuesto.
   La medicina, que imitar procura
   el amor ha enseñado al escarmiento; 1830
   que si cuando la ardiente calentura
   llega al último punto de su aumento,
   se echa a pechos un golpe de agua, cura
   de tal manera su calor violento;
   que sin que vuelva, como coge unidas 1835
   sus fuerzas, de una vez quedan vencidas.
   Creció mi amor hasta su punto activo
   dióme a beber de un golpe el desengaño,
   agua de agravios que en desdén esquivo
   me dio salud, y aniquiló mi daño. 1840
FEDERICO:      Para escuelas guardad ponderativo,
   conde, eee ejemplo si seguro, extraño;
   que el amor y el desprecio aborrecible
   no consisten en punto indivisible.
   Por darme gusto a mí, disimulado, 1845
   fingís olvidos que, aumentando enojos,
   imitarán el fuego que encerrado
   reventará después por boca y ojos.
   Vuestra lealtad de suerte me ha obligado
   que, a pesar de los bárbaros antojos 1850
   de la condesa, ingrata a vuestro gusto
   o os ha de amar, o no he de ser yo augusto.
ALFONSO:      Gran señor, vive el cielo que aunque fuera
   suficiente ocasión para olvidarla
   el mandármelo vos en cuya esfera, 1855
   como mi fe, mi vida se avasalla;
   otra, si no mayor, tan verdadera
   me necesita a que con despreciarla,
   en Lucrecia mejore mis desvelos.
FEDERICO:      Intentaréis con ella darla celos. 1860
ALFONSO:      No es sujeto de celos Serafina.
FEDERICO:      Ahora bien, yo le he dado a vuestra instancia
   vuestros estados todos.    Pues se inclina
   a Ascanio, sea su esposa.
ALFONSO:                                  Es de importancia,
   si Ascanio obedeceros determina, 1865
   para que escarmentada en su inconstancia,
   Lucrecia le aborrezca    y en su olvido
   premie el amor que la he sustitÜido.
FEDERICO:      Que de veras, Alfonso; ¿ tendréis gusto
   en que le dos se casen ?
ALFONSO:                                  Lo deseo 1870
   infinito, señor.
FEDERICO:                          Pues, yo me ajusto
   al vuestro aunque lo escucho y no lo creo.
   Conde, este ciego dios, tirano injusto
   que no estima vitorias si el trofeo
   no establece en humanas monarquías, 1875
   desorden es de las pasiones mías.
   Yo adoro a Serafina.
ALFONSO:                                ¡ Señor !    ¿ Cómo ?
   ¡ La sacra majestad... !
FEDERICO:                                No hay majestades
   contra flechas que, armadas de oro y plomo,
   coronas pisan, postran dignidades. 1880
   Yo, que rebeldes venzo, reyes domo,
   sujeto aquesta vez a livindades
   humanas que este incendio desatina,
   porque os desdeña, adoro a Serafina.
   Turbado estáis. ¡ Qué mal encubren celos 1885
   fingimientos ocultos ! Resistido
   he yo a lo menos cuerdo mis desvelos,
   señal que para más que vos he sido
   mientras dábades quejas a los cielos,
   ella adorada y vos aborrecido, 1890
   sintiendo vuestra pena y su porfía
   lo que culpaba en ella, agradecía;
   mas ya que, aunque fingido, habéis mostrado
   que os es aborrecible su presencia,
   y yo en fe de esto os he comunicado 1895
   secretos que encerraba la prudencia,
   perdonaréis mi amor que, publicado,
   volver atrás en mí será indecencia
   indigna del valor que César sigo
   y en mi disculpa lo que en vos castigo. 1900
ALFONSO:      Señor, mi turbación no nace de eso.
   Es Ascanio mi amigo.
FEDERICO:                              Pues ¿ qué importa ?
ALFONSO:      De sus honras o agravios intereso
   lo mismo que él.    Si vuestra alteza corta
   el hilo a su esperanza y este exceso, 1905
   venciéndose a sí mesmo, no reporta,
   ¿ De qué se espanta que me turbe y sienta
   dividida en mí y él tan grande afrenta ?
FEDERICO:      Yo soy vuestro señor si él vuestro amigo.
   Ved a quien debéis más. Conde, seguro 1910
   pretendo estar de vos; no uséis conmigo
   cautelas que celoso conjeturo.
   Si a la condesa amáis, sois mi enemigo;
   y si la aborrecéis, saber procuro
   de qué suerte en presencia de Lucrecia 1915
   el desdén que mostráis la menosprecia.
   Aquí vendrán las dos, y yo escuchando
   oculto lo que pasa, ver espero:
   amoroso con ésta, tierno y blando,
   cómo sabéis con la otra ser severo. 1920
   Decidla sequedades; yo os lo mando.
   Por mí no reparéis en ser grosero
   con damas esta vez; pues de otro modo
   sospecharé que me engañáis en todo.
   ¿ No respondéis ?
ALFONSO:                              ¿ Qué hay que esperar respuesta 1925
   de quien sirviéndole siempre os fue obediente ?
   Yo haré cuanto mandáis.
FEDERICO:                                Sacadme de esta
   sospecha, y con estado suficiente
   haré vuestra ventura manifiesta
   sin que vuestra privanza que en creciente 1930
   mudanzas del rigor la hagan menguante.

Vase FEDERICO

ALFONSO:      Agora sí, ingratos cielos
   que, apretando los cordeles
   por mostraros más crÜeles,
   celos guarnecéis con celos; 1935
   agora sí, mis desvelos
   que multiplicáis rigores;
   agora sí, mis temores
   que añadir males a males,
   primero celos iguales, 1940
   ya celos emperadores;
   ea, cumplamos agora
   preceptos de Serafina,
   del César que se le inclina,
   de mi suerte burladora. 1945
   Mientras mi mal empeora,
   amor fingido mostremos,
   alma, a quien aborrecemos
   y ofendiendo a quien amamos,
   obedientes padezcamos 1950
   porque a ingratos contentemos.
   Que oprobios descortés diga
   a la condesa, el augusto
   me manda; y contra mi gusto
   al mismo rigor me obliga 1955
   mi cautelosa enemiga.
   ¿ Quién--¡ cielos !--jamás pensara
   que a tal extremo llegara
   mi suerte que en tal quimera
   con amores ofendiera, 1960
   con ofensas obligara ?
   Puedo injuriando vengarme
   y, en vez de satisfacerme,
   será el vengarme perderme
   y el castigar castigarme. 1965
   Llegan los dos a mandarme
   lo que pudiera ofenderlos;
   y cuando el satisfacerlos
   me está bien, por desabrirlos
   me despeño en deservirlos; 1970
   me mato en obedecerlos.
   ¡ Qué he de hacer ?

Sale PORTILLO

PORTILLO:                              La tal condesa
   que después que nos mudamos,
   como nos entarimamos
   nos atisba menos tiesa, 1975
   me embilletó para tí.

Dale un papel

   En lo que escribe repara
   y, si acaso se azucara,
   que no comes dulces di.
ALFONSO:      ¡ Papel agora !    Pues bien, 1980
   ¿ qué nos querrá la condesa ?
PORTILLO:      Bobuna pregunta es ésa.
   Respuesta de ella te den
   letras de ese papelón;
   que pareces...
ALFONSO:                      Bueno está. 1985
PORTILLO:      ...al que, cuando el reloj da,
   pregunta, ¿ las cuántas son ?

Lee

ALFONSO:      Lucecia, mi coadjutora,
   en mi nombre sustituída,
   o necia o desvanecida, 1990
   es mi menospreciadora.
   Ella y yo iremos agora
   a palacio, e importará,
   si pena mi agravio os da
   que, mientras que esté delante, 1995
   os preciéis de muy mi amante;
   que en esto la honra me va.
   Decidme muchas ternezas
   y haced de ella poco caso;
   que injurias que por vos paso 2000
   se han de pagar con finezas.
   Halle en vuestras asperezas
   desengaño manifiesto
   quien soberbia se me ha opuesto.
   No os digo más, conde, adiós; 2005
   que para cumplirlo vos,
   basta que yo guste de esto.
PORTILLO:      ¡ Bueno ! ¿ Qué alcalde de corte
   nos pudiera mandar más ?
   ¡ Vive Dios, que si la das 2010
   gusto... ¡ Gentil pasaporte !
ALFONSO:      Déjame, Portillo, salte
   allá fuera.
PORTILLO:                      Sálgase ella
   del mundo; que no hará mella
   en Milán, cuando nos falte. 2015
ALFONSO:      Ea pues, no seas molesto.
PORTILLO:      Pues dejémosla los dos;
   que para que lo hagáis vos,
   basta que yo guste de esto.

Vase hacia la puerta PORTILLO

ALFONSO:      ¿ Que esté tan apoderada 2020
   esta tirana de mí,
   cielos, que me trate ansí ?

Asomándose a la puerta

PORTILLO:      ¡ Es una desvergouaada !
ALFONSO:      Bárbaro ! ¡ Viven los cielos !
   ¿ Tú te atreves... ?
PORTILLO:                        Soy Portillo; 2025
   no puedo, señor, sufrillo.
   ¿ Sin amor pedimos celos ?
   ¿ Gullorías en bisiesto ?
ALFONSO:      Si no te vas, vive Dios...
PORTILLO:      Que para enojaros vos, 2030
   basta que yo guste de esto.

Vase PORTILLO

ALFONSO:      Ya ¿ de qué sirve, tormentos,
   mi sufrir y padecer ?
   ¿ De qué importancia ha de ser,
   sin premios merecimientos ? 2035
   ¿ No ha de ser de Ascanio esposa ?
   ¿ No la ama el emperador ?
   ¿ No es ya imposible mi amor ?
   Mi muerte, ¿ no es ya forzosa ?
   Pues dar contento al augusto 2040
   y a mis agravios venganza;
   donde murió la esperanza,
   mueran las leyes del gusto.
   Vive Dios, que he de pagar
   con desprecios su desdén. 2045
   Fingiré que quiero bien
   a quien comienza a envidiar.
   Diréle a sus mismos ojos
   mil caricias, mi; amores;
   que en cambio de disfavores 2050
   no es mucho feriarla enojos
   y si muriese ofendido,
   vengaréme de esta suerte;
   que quien muere dando muerte
   si no vence, no es vencido. 2055

Vase ALFONSO.    Salen SERAFINA y ASCANIO

SERAFINA:      Tengo yo mil razones,
   Ascanio, para ofenderme
   cuando pensáis convencerme
   de amantes obligaciones.
   Deseábaos yo mi amante 2060
   porque de mí presumía
   que para amarme tenía
   prendas de caudal bastante.
   Amáisme por vuestro amigo
   en fe de que os ha obligado 2065
   y no es bien que ejecutado,
   os desempeñéis conmigo.
   Ved cuán justamente dudo,
   agraviada de los dos,
   pues puede el conde con vos, 2070
   lo que mi amor nunca pudo.
   Desvelos del gusto tiernos
   encienden perfetas llamas;
   vos dais a cambios las damas
   trocándolas por gobiernos; 2075
   y temo, siendo esto ansí,
   que si mi amor no os desprecia,
   lo que hoy hacéis de Lucrecia,
   haréis mañana de mí.
   Ese, Ascanio, es desvarío. 2080
   ¡ Bueno es, si os desafió
   el conde, que quede yo
   por premio del desafío
   y que en tan grosero alarde,
   hallando infame salida, 2085
   deis la dama por la vida,
   y os quiera yo por cobarde !
   Andad, Ascanio, con Dios.
ASCANIO:      Diéraos yo satisfacciones
   si convencieran razones 2090
   la poca que he visto en vos.
   Creed que honrados respetos
   me han obligado confuso
   a lo mismo que rehuso,
   y que a declarar secretos 2095
   --que es bien que el alma los guarde--
   quedárades persuadida
   a que sois desvanecida
   harto más que yo cobarde.
   Una cosa sola os digo, 2100
   y está aquí para los dos:
   que a admitir mi oferta vos,
   me diérades más castigo
   que el que entendéis que me dais
   cuando burla de mí hacéis 2105
   porque vos no merecéis
   las prendas que en mí agraviáis.

Vase ASCANIO.    Salen ALFONSO y LUCRECIA.    ALFONSO habla a LUCRECIA cerca de la puerta sin reparar en SERAFINA

ALFONSO:      No pudiera otra que vos,
   señora, sacar del alma
   memorias, que por antiguas 2110
   conservé inmortalizadas.
   Como quien de las mazmorras
   el triste esclavo rescata,
   os debo miéntras viviere
   reconocimiento y gracias. 2115
   Mi restauradora fuistes
   si bien diré que me sacan
   de una prisión por prenderme
   en otra no tan tirana
   pero no menos estrecha. 2120
LUCRECIA:      Alfonso, como palabras
   no corran en vos al uso,
   y en obras se satisfagan,
   yo quedaré tan contenta
   que deberé a mis mudanzas 2125
   reconocimientos justos
   y de memorias contrarias
   sabrán hechizos de Amor
   sacar olvidos que os hagan
   agradecido a mi fe 2130
   y os den de agravios venganzas.
ALFONSO:      Solo en vos mi amor empleo.

Sale ARNESTO y habla aparte con ALFONSO

ARNESTO:      Alfonso, el César me manda
   advertiros que allí oculto,
   lo que os ha ordenado aguarda. 2135
ALFONSO:      Que lo cumplo responded.

Vase ARNESTO

   (¡ Cielos !    Allí está mi ingrata.      Aparte
   Satisfaced con desdenes
   las ofensas que me abrasan.)

A ALFONSO aparte

SERAFINA:      Conde, quien amó de veras 2140
   en las ocasiones arduas,
   olvidando ingratitudes
   cumple leyes de su dama.
   Mirad que estoy yo presente.
ALFONSO:      (Agora es tiempo, venganzas,        Aparte 2145
   que castiguéis presunciones.
   Pues con Ascanio se casa
   y el emperador la adora,
   voluntad menospreciada,
   llegad y decidla oprobios. 2150
   Mataremos pues nos matan.)

A ella

   Verdugo de mis deseos,
   cuando los desdenes pasan
   a desengaños...

Clava la vista en ella y túrbase

                 (¿ Qué importa                Aparte
   que pasen mientras repasan 2155
   rayos de esa luz, divinos,
   pensamientos que restauran
   y, en viéndoos, rigores vuestros
   juzgan bienaventuranzas ?)
   Digo...(¡ Ay, cielos ! ¡ Que la adoro !)      Aparte 2160
   ...digo que el César me manda...
   Miento; que no tiene el César
   jurisdicción en las almas.
   Lucrecia, grata a mi amor...
   (Mas ¿ qué importa que sea grata    Aparte 2165
   si os adoro ?)    Os aborrezco.

Muy turbado

   Iba a decir...La acompañan
   tantas prendas de hermosura...
   No, señora, no son tantas
   como las que en vos me hechizan... 2170
   (¡ Ay, contradiciones vanas !)        Aparte
   Es tan bella... No es tan bella
   como voz.

Van saliendo FEDERICO y ARNESTO a espaldas de los dos en frente de ALFONSO

ALFONSO:                      Y en fin, que salga
   o no el César; que se enoje,
   o se alegre, que deshaga 2175
   en mí el disfavor su hechura ....
   Pero aquí, condesa amada,
   ¿ qué tiene que ver el César ?
   Mas sí tiene pues os ama.
   Pero tenga o no, yo os quiero 2180
   desengañar.

Dirigiéndose a FEDERICO que todavía está retirado, y que a la primera palabra de ALFONSO, le hace una señal amenazadora

                   Ya se acaban
   de declarar, gran señor,
   Mis agravios.    (¡ Me amenaza !        Aparte
   No hay por qué; ya le obedezco.)
   Digo... que os quiero--privanzas, 2185
   adiós--que os quiero, en efeto;
   os quiero más que a mi alma.

Vase ALFONSO

FEDERICO:      Prended aquel desleal,
   Arnesto; ponedle guardas.
   Prended también la condesa. 2190
SERAFINA:      ¿ Pues yo, señor... ?
FEDERICO:                          Vos sois causa
   del desacato presente.
   Tengan por cárcel sus casas;
   que mi rigor hará cuerdos
   locos que mi gusto agravian. 2195

Vanse FEDERICO y ARNESTO

SERAFINA:      Presa voy; mas vencedora.
   Lucrecia, poco se arraigan
   frutales en tierra ajena
   porque, en fin, es su madrastra.
   Aprende otra agricultura. 2200

Vase SERAFINA

LUCRECIA:      Corrida estoy.    Confianzas,
   obligar amor con celos
   es criar silvestres plantas.


ACTO TERCERO


Salen ASCANIO y FEDERICO

ASCANIO:      Preso queda en Montflorel,
   de doce archeros guardado, 2205
   sin permitir que un criado
   siquiera quede con él.
   Sola una legua de aquí
   dista aquesta fortaleza.
FEDERICO:      ¿ Y muestra el conde tristeza ? 2210
ASCANIO:      Podréte afirmar que vi,
   a vuestra alteza, señales
   en su rostro de valor
   humilde, pues ni el temor,
   que con disfavores reales 2215
   suele afeminar sujetos,
   descompuso su semblante
   ni, temerario arrogante,
   atropellando respetos
   destempló la autoridad 2220
   que siempre en él conocimos.
FEDERICO:      ¿ Qué dijo ?
ASCANIO:                    Sólo le oímos
   decir, "De su majestad
   desgraciada hechura soy.
   Pues de esto se satisfizo, 2225
   ¿ qué importa si ayer me hizo
   que a deshacerme vuelva hoy ?
   Del mismo modo en su casa
   está, señor, la condesa
   contenta, puesto que presa. 2230
FEDERICO:      ¿ Contenta ? ¿ De qué ?
ASCANIO:                              Le pasa
   por el pensamiento que es
   cuidado de tus desvelos
   y que la prendes por celos
   del conde, y este interés 2235
   la desvanece.
FEDERICO:                          Sí hará.
   Mas ¿ de qué lo conjetura ?
ASCANIO:      Es soberbia la hermosura.
   Como el conde preso está
   porque en su amor permanece 2240
   prométela su ambición
   triunfos de tu inclinación
   y con ellos se enloquece.
FEDERICO:      Ahora bien, Ascanio, vos
   sucedéis en el lugar 2245
   del conde y quiero mostrar
   que soy César con los dos.
   Con él dándole castigo,
   con vos servicios premiando
   porque rebeldes postrando, 2250
   leales priven conmigo.
   Los titulos que le di,
   los cargos que administró,
   los estados que heredó
   y en feudo vuelven a mí, 2255
   son vuestros, de ellos os hago
   merced.
ASCANIO:                  Y yo, gran señor,
   por tan augusto favor,
   con los labios satisfago
   mi dicha, que en estos pies, 2260
   sellándolos, la sublimo.
   Serviros es lo que estimo
   y mi honor, señor, después.
   De Alfonso, a cuya amistad
   debo toda mi ventura, 2265
   soy agradecida hechura.
   Vuestra sacra majestad
   a su instancia me admitió
   en su cámara y servicio;
   gracias pide el beneficio, 2270
   gran señor, que agravios no.
   Si este puesto he merecido,
   alcance yo fama igual
   con vos de fiel y leal
   y con él de agradecido. 2275
   No murmuren desbocados
   que, cuando por él poseo
   el estado en que me veo,
   le quito yo sus estados.
   Amigos somos los dos; 2280
   yo sé que cuanto más fiel
   me halléis, gran señor, con él
   tendré más lugar con vos
   y que vuestra majestad
   mientras no le sirvo en esto 2285
   en mayor crédito ha puesto
   la opinión de mi lealtad;
   cuanto y más que el conde ha sido
   tan fiel, que por él responde...
FEDERICO:      No me roguéis por el conde 2290
   cuando con él ofendido
   castigo su ingratitud.
   Ascanio, haced lo que os digo.
ASCANIO:      Con vos fiel, con él amigo,
   volviera por la virtud 2295
   que de él publica la fama
   si indignaros no temiera.
FEDERICO:      ¿ Es virtud que el conde quiera
   y solicite a mi dama
   y, habiéndole yo mandado 2300
   que dé la mano a Lucrecia
   cuando por mí le desprecia
   Serafina, deslumbrado
   por su rebelde esperanza,
   me ofende competidor ? 2305
ASCANIO:      Luego, ¿ es cierta, gran señor,
   la amorosa confianza
   que en vos tiene Serafina ?
FEDERICO:      Tanto como el desacato
   que culpo en el conde ingrato. 2310
ASCANIO:      ¿ Y él lo sabe ?
FEDERICO:                        Y determina
   perseverar en amarla.
ASCANIO:      Pintan con facilidad
   apariencias de verdad
   los celos para ofuscarla. 2315
   Mire, señor, vuestra alteza
   que me ha persuadido a mí
   que la sirva porque ansí,
   o por probar su firmeza,
   o por ser mudable en todo, 2320
   se lo mandó Serafina.
   Pues si a su gusto se inclina
   el conde Alfonso de modo
   que contra su mismo amor
   sus pesares solicita, 2325
   ¿ cómo creeré que compita
   con vos el conde, señor ?
FEDERICO:      Esto es cierto; pero ¿ amáis
   vos, Ascanio, a la condesa ?
ASCANIO:      Forzado intenté esa empresa 2330
   si bien después que mostráis
   cuidado en favorecerla,
   aunque antes me quiso bien,
   tratándome con desdén,
   tengo ya que agradecerla. 2335
FEDERICO:      Pues, Ascanio, si os pidió
   eso el conde--que lo dudo--
   con él la condesa pudo
   lo que no he podido yo.
   Ella le bastó a obligar 2340
   que vuestro tercero fuese;
   yo le mandé que sirviese
   a Lucrecia por premiar
   en los dos un mismo amor
   y ansí en sus culpas excede 2345
   si una mujer con él puede
   lo que no un emperador.
   Yo tengo de desterrarle;
   que ir contra mi voluntad
   especie es de deslealtad 2350
   y vos habéis de beredarle
   o seguiréis su fortuna.
ASCANIO:      Señor, si el privar es cosa
   de suyo tan peligrosa
   como al sosiego importuna 2355
   y en el ejemplo presente
   escarmientos solicito,
   pues por tan leve delito
   vos, César el más clemente,
   despedía de vuestra gracia 2360
   a quien tanto habéis querido
   antes que os haya ofendido.
   Menor será mi desgracia
   si al principio del servir
   sus medras vengo a perder; 2365
   que poco teme el caer
   el que comienza a subir.
   Desinteresable sigo
   la amistad que me ha obligado;
   seré sin vos desdichado 2370
   mas no seré falso amigo.
   Ni las envidias dirán
   que la ambición me contrasta,
   cuando...
FEDERICO:                  Basta, Ascanio, basta.
   Salid luego de Milán. 2375
ASCANIO:      Siento el ver que os ofendéis
   de mi lealtad, y Dios sabe...
FEDERICO:      Dadme primero...
ASCANIO:                        La llave...
FEDERICO:      ...los brazos que merecéis
   por amigo incontrastable, 2380
   favorecido clemente,
   desengañador prudente,
   privado no interesable.
   Pruebas hago de lealtades
   que de este modo examinó 2385
   porque apartar determino
   lisonjas de las verdades.
   Vuestro proceder hidalgo
   alabanzas os dé nuevas;
   yo proseguiré estas pruebas 2390
   pues que de ellas tan bien salgo.
   Ya no hay para qué encubriros,
   cuerdas dislmulaciones.
   No ocupo imaginaciones
   de amor con que persuadiros 2395
   que celos de la condesa
   tienen a Alfonso en prisión;
   antes, que en tal opinión
   me hayáis tenido, me pesa.
   Quiero bien al conde, y siento 2400
   que después de tantos años
   ni le curen desengaños
   ni le enseñe el escarmiento
   cuán mal se deja obligar
   una mujer con servicios; 2405
   pues, en ellas, beneficios
   son añadir agua al mar.
   Parecióme que el respeto
   y amor con que me asistió
   siempre el conde, cuando yo 2410
   fingiese amarla en secreto,
   a obligarle bastaría
   para no la pretender,
   y así el temor y el poder
   combatieron su porfía. 2415
   Prometióme de olvidarla
   dando la mano a Lucrecia;
   mas toda promesa es necia,
   de amor, al ejecutarla,
   Mandéle que se mostrase 2420
   tan desdeñoso con ella
   que el no dudar de ofendella
   mis celos asegurase.
   Ofreciólo y, en efeto,
   apenas llegó a mirarla 2425
   cuando, por no disgustarla,
   vino a perderme el respeto.
   Sentílo como era justo,
   si no celoso, indignado;
   que es el conde mi criado 2430
   y debiera hacer mi gusto
   atropellando su amor;
   pues, en fin, si imaginaba
   que yo a Serafina amaba,
   competir con su señor 2435
   ya veis si fue atrevimiento.
   Por esto le hice prender.
   Quise, Ascanio, después ver
   que tan firme fundamento
   en vos tiene su amistad; 2440
   y al cabo de pruebas, hallo
   en vos amigo y vasallo
   y en él amor y lealtad.
ASCANIO:      Pues, gran señor, siendo ansí,
   si como decís le amáis, 2445
   ya quea asegurado estáis
   del conde Alfonso y de mí,
   salga libre y el perdón
   merezca quien vio delante
   su dama y cortés y amante 2450
   obedeció a su afición.
FEDERICO:      No, Ascanio; ya he comenzado
   a hacer experiencias de él
   y le hallo, puesto que fiel,
   algo desacreditado. 2455
   De ayer con publicidad
   preso, si hoy le libertase,
   no es mucho que murmarase
   Milán mi facilidad.
   Saber pretendo, en efeto, 2460
   si a mis pruebas corresponde;
   que, por lo que estimo al conde,
   le deseo muy perfeto.
   Codicioso de que en vos
   he hallado un perfeto amigo, 2465
   mis experiencias prosigo.
   Veamos si sois los dos
   iguales en la lealtad
   y hasta dónde la ley llega
   de Alfonso.
ASCANIO:                    Por él os ruega 2470
   su inocencia y mi amistad
   segura de lo que os ama,
   pues es cosa conocida
   que dará el conde la vlda
   por vos.
FEDERICO:                  Sí, mas no la dama. 2475
ASCANIO:      Es de otro predicamento
   eso aunque, si os importara,
   yo sé que la desterrara
   por vos de su pensamiento.
FEDERICO:      Pues eso quiero probar. 2480
ASCANIO:      ¿ De qué modo, gran señor ?
FEDERICO:      De su pertinaz amor
   tengo de experimentar
   la fineza y, juntamente,
   los quilates de la fe 2485
   con que me sirve; saldré,
   después que lo experimente
   o con un vasallo a prueba
   que nuestros siglos asombre,
   cierto de que no hay hombre 2490
   que perseguido, se atreva
   a permanecer leal.
ASCANIO:      ¡ Gusto extraño !
FEDERICO:                        ¡ Y provechoso !
   Si, saliendo victorioso,
   confío de su caudal 2495
   el peso de mi corona.
   En esto habéis de ayudarme.
ASCANIO:      Bien podéis, señor, fiarme
   pues vuestro favor me abona
   lo que mandáis.
FEDERICO:                            El secreto 2500
   es lo primero.
ASCANIO:                          Y será
   eterno en mí.
FEDERICO:                        No sabrá
   por vos, siendo tan discreto,
   el fin de esta pretensión
   el conde.
ASCANIO:                    Aunque soy su amigo, 2505
   A ser fiel con vos me obligo.
FEDERICO:      ésa es noble obligación.
   Venid, pues, y os daré cuenta
   de cosas que han de admiraros.
ASCANIO:      Ya es delito el replicaros 2510
PEDERICO:      Mi porfía, Ascanio, intenta
   que aborrezca a Serafina
   el conde y le tenga amor
   ella.
ASCANIO:      Difícil, señor, 2515
   es la empresa.
FEDERICO:                        Así examina
   los ánimos mi experiencia,
   de un desdén siempre constante
   y una voluntad amante,
   igual a su resistencia. 2520

Vanse FEDERICO y ASCANIO.    Sale ALFONSO

ALFONSO:      ¿ Tan grande fue mi exceso,
   tan pocos mis servicios,
   la indignación de Federico tanta
   que aborrecido y preso,
   a vulgares jÜicios 2525
   me exponga el César que su corte espanta ?
   ¡ Oh, adversidad que santa
   en tí los desengaños
   ojos abren al alma contra engaños,
   que a prosperidad ciega y encanta ! 2530
   ¡ Qué loco desvaría
   quien de los hombres esperanzas fía !
   No tiene coyunturas
   el bruto corpulento
   que en cándido marfil libró su estima 2535
   y ansí en las espesuras
   para cobrar aliento,
   no cama, un tronco escoge a que se arrima;
   mas para que le oprima
   el cazador le asierra; 2540
   recuéstase sobre él y, dando en tierra,
   en lugar de aliviarle, le lástima.
   Nunca me derribara
   si al árbol del favor no me arrimara.
   ¡ Ayer favorecido, 2545
   hoy preso, hoy sin estado !
   ¡ Ayer causando envidia, hoy escarmiento !
   ¿ Tan presto se ha ofendido ?
   ¿ Tan cerca está, cuidado,
   la voluntad del aborrecimiento ? 2550
   Múdase un elemento
   en otro fácilmente;
   región elementar llamó un prudente
   al príncipe. ¡ Qué bien lo experimento !
   ¡ Oh, reales condiciones, 2555
   leves por peregrinas impresiones !
   Mas sin razón me quejo,
   y con ella el augusto
   pretende castigar mi inadvertencia.
   Desprecié su consejo, 2560
   ppúseme a su gusto,
   solicité a quien ama en su presencia.
   Quien hace competencia,
   no a un César, al amante menos noble
   venganza alienta doble. 2565
   Yo mismo contra mí me doy sentencia.
   Yo mismo, mi enemigo,
   pronuncio en mis disculpas mi castigo.

Sale PORTILLO, de carbonero

PORTILLO:      ¡ Diz que no le había de ver !
   ¡ Señor de mi corazón ! 2570
ALFONSO:      ¡ Portillo ! ¿ qué es esto ?
PORTILLO:                                  Son
   industrias que sabe hacer
   el amor con que te pago
   las mercedes que te debo.
   Muchas cosas hay de nuevo; 2575
   la privanza pisa en vago.
   Vedáronme el asistirte
   en la prisión envidiosos
   que, en tu daño poderosos,
   no cesan de perseguirte; 2580
   mas yo que vivir no quiero
   sin tí--española lealtad--
   busqué en la necesidad
   ardides; y carbonero,
   no propietario, de anillo, 2585
   tres rusticos soborné
   y en su compañía entré
   cargado en este castillo
   de una sera de carbón.
   Dejéla al primer zaguán 2590
   y de desván en desván
   en busca de tu prisión
   topo con una azotea.
   Suspiros abajo siento.
   Dije, "Aquí es el prendimiento." 2595
   Encuentro una chimenea,
   subo encima, y atisbando,
   te escuché, aunque no te vi,
   querellas que no entendí.
   Yo, entonces, desañudando 2600
   dos lías para el efeto
   apercebidos, las ato
   al cañón y en breve rato,
   como tuétano me meto
   por la negra cerbatana 2605
   hecho un tizne volatín.
   Nevaban copos de hollín
   hasta que en la losa llana
   hago pie y, por los tapices
   tentando, contigo he dado 2610
   donde haz cuenta que he bajado,
   señor, por unas narices.
ALFONSO:      ¡ Ah, Portillo !    En esto paran
   prosperidades del suelo.
PORTILLO:      Ese, tu Ascanio, recelo, 2615
   según algunos reparan,
   que fue cuervo que criaste
   para sacarnos los ojos.
   Nunca el César tuvo enojos
   contigo, si lo notaste, 2620
   hasta que le introdujiste
   en esta negra privanza.
ALFONSO:      No desdores la alabanza
   que en su amistad siempre viste.
PORTILLO:      No haré; mas cosa es sabida 2625
   si ejemplos he de alear,
   que el que comienza a privar
   juega a salga la panida.
   De tu prisión se ha encargado;
   gobierna la imperial casa; 2630
   todo por su mano pasa;
   que te sirva me ha vedado;
   ya nos mira con capote
   y, a quien las manos le besa,
   habla una palabra, y ésa 2635
   al soslayo de un bigote.
ALFONSO:      ¿ Qué dice Milán de mí ?
PORTILLO:      Lo que en tales novedades
   acostumbren necedades
   plebeyas.    Anoche oí 2640
   Tres o cuatro que a una esquina
   sobre tu prisión echaban
   jÜicios, y me causaban
   a un tiempo risa y mohina.
   Uno dijo, "Yo he sabido 2645
   de persona muy de allá
   cuán culpado el conde está
   y que alzarse ha pretendido
   con Milán y Lombardía
   matando al emperador; 2650
   que, como sin sucesor
   murió Filipo María
   s duque y vuelve el derecho
   al imperio, por llamarse
   duque, quso despeñarse." 2655
   "No es eso, a lo que sospecho;"
   dijo otro, "yo me he informado
   que ha un año que con el conde
   el turco se corresponde
   Y que esperanzas le ha dado 2660
   de entregarle a toda Hungría."
ALFONSO:      ¡ Jesús ! ¡ Qué temeridad !
PORTILLO:      "Que como de poca edad
   a su rey Ladislao cría
   el César en su poder, 2665
   darle muerte es fácil cosa."
   "Esa fama es mentirosa;"
   dijo el tercero, "a mi ver,
   no es sino porque intentaba
   con su hermana la princesa 2670
   casarse, y en esta empresa,
   robándola, imaginaba
   pasarse a Grecia con ella."
   Dijo otro, "¡ Esa es gran locura !"
   "Quien a mí me lo asegura," 2675
   respondió, "lo supo de ella."
   "No hay tal."    "Sí, hay tal." "Es mentira."
   "Quien miente, miente; yo no."
   En esto desenvainó
   espadas el vino e ira; 2680
   que uno y otro anduvo igual
   porque el vino y los aceros
   miéntras se están en los cueros,
   en su vida hicieron mal;
   mas saliendo--es cosa llana 2685
   que luego ha haber peleona--
   asomóse una fregona
   a este tiempo a la ventana
   y, andando todo confuso,
   la mano de un almirez 2690
   tras un "agua va" fue juez
   que en paz a todos los puso.
ALFONSO:      ¡ Buena anda, honor, vuestra fama !
   ¡ Buena, cielos, mi opinión !

Sale ASCANIO

ASCANIO:      Conde, los que amigos son... 2695
PORTILLO:      (Escóndome tras la cama.)          Aparte
ASCANIO:      ¿ Qué es esto ?    ¿ Quién está aquí ?
PORTILLO:      (Vióme.    ¡ Par Diós, de esta vez      Aparte
   hay gargarismo de nuez !)
ASCANIO:      ¿ No respondéis ? PORTILLO;                            Señor, sí. 2700
ASCANIO:      ¿ Quién sois vos ?
PORTILLO:                              ¡ Lo que vosea !
   Novicio soy carbonero.
ASCANIO:      ¿ Quién ?
PORTILLO:                  Decendiente primero
   soy de aquesa chimenea.
   Deseos de mi señor 2705
   me descolgaron abajo.
   Vendo carbón a destajo.
   Perdóneseme este error;
   que no ha podido ser menos
   aunque, mientras que lo trata, 2710
   más vale salta de mata.
   Pardiós, que riego de buenos.

Vase PORTILLO

ASCANIO:      Conde, ¿ así el orden se guarda
   del emperador ?
ALFONSO:                        ¿ En qué
   sus órdenes quebranté 2715
   si preso y con tanta guaeda,
   el fiel reconocimiento
   de en criado aventiró
   su vida, y a verme entró
   no con mi consentimieto ? 2720
   Amigo Ascanio, dejad
   que logre un criado mío
   lealtades; cuando los fío
   de vuestra noble amistad;
   que atrevimientos de amor 2725
   no son dignos de castigo.
   Decid, ¿ cómo está conmigo
   Federico, mi señor ?
   Que trayéndoos a su lado,
   ya su enojo habrá tenido 2730
   fin y habiendo intercedido
   por mí vos tan su privado,
   claro está que envía a sacarme
   de la prrisión; claro está
   que el César os mandará 2735
   a su presencia llevarme.
   ¡ Qué buen apoyo dejé
   en mi adversidad con vos !
   ¿ Calláis ?    Habladme, por Dios.
ASCANIO:      Alfonso, sólo os diré 2740
   que paga mal la condesa
   finezas de vuestro amor
   por ella.    El emperador
   --sabe Dios lo que me pesa
   decíroslo--está dispuesto... 2745
   Fáltame el ánimo, conde.
   Mi turbación os responde.
   Riesgo corréis manifiesto.
   Confiad de mí; que os precia
   de suerte mi voluntad 2750
   que si por vuestra amistad
   de servir dejé a Lucrecia,
   dejara agora el favor
   del César que por vos gozo,
   por impedir el destrozo 2755
   que amenaza vuestro honor.
   No es la muerte el mayor mal
   para quien valor profesa;
   peor es que la condesa
   prueba que sois desleal 2760
   con papeles y testigos.
   Lucrecia, que fiel os ama
   vuestra vida y vuestra fama
   contra envidias y enemigos,
   defender de modo intenta 2765
   que alegando lo que os debo,
   por mandármelo, me atrevo
   a dar de mí mala cuenta.
   Pero en fin por ella y vos,
   mi dama ella, vos mi amigo, 2770
   el orden que me dio sigo,
   obligado de los dos.
   Confuso estáis.    No me espanto,
   mas esta llave y papel
   os aconseje; que fiel, 2775
   por no deteneros tanto,
   hallaréis--si pagar sabe
   extremos vuestro valor--
   en este papel su amor,
   mi amista en esta llave. 2780

Déjaselos, y vase ASCANIO

ALFONSO:      ¿ Qué es esto, cielos ?    ¿ Qué es esto ?
   ¿ Qué enigmas, qué confusiones
   añaden persecusiones
   a riesgo tan manifiesto ?
   ¿ Mal con el César me ha puesto 2785
   Serafina ?    ¿ Desleal yo,
   y que el César lo creyó,
   y que ella fue contra mí ?
   Desamorada, eso sí;
   pero traidora, eso no. 2790
   Mas, si Ascanio lo asegura,
   si lo confirma Lucrecia,
   si en fe de que me desprecia
   rinde al César su hermosura,
   si contra mí se conjura 2795
   el cielo esta vez, crÜel,
   si acometen de tropel
   desdichas a un perseguido,
   ¿ de qué duda mi sentido ?
   Confírmelo este papel. 2800

Lee

   Con Serafina en secreto
   esta noche se desposa
   el César y, cautelosa
   vuestro honor pone en aprieto.
   Contra su imperial respeto 2805
   el estado milanés
   dice, Conde, al francés
   os ofrecéis de entregar
   poque él os promete dar
   a Parma y Milán después. 2810
   Testigos--no serán fieles--
   os acusan a su instancia.
   Cartas enseña de Francia.
   ¡ Tan malo es guardar papeles !
   Los indicios son crÜeles. 2815
   Riesgo corre vuestra vida.
   Yo os amo aunque ofendida,
   aunque no espero obligaros
   quiero quedar, con libraros,
   a mí misma agradecida. 2820
   Ascanio. que pagar sabe
   correspondencias de amigo,
   os favorece conmigo
   por medio de aquesa llave.
   El peligro insta y es grave; 2825
   no hay guarda que la salida
   a media noche os impida.
   Huid, si sois cuerdo, conde,
   y escribidme después donde.
   Líbreos Dios la fama y vida. 2830
   ¡ Ea, Fortuna ! ¡ Ea, cielos !
   Quíteme vuestro rigor.
   Poco es la vida, el honor.
   Mátenme deshonra y celos.
   Los ambiciosos deseos 2835
   de la condesa crÜel
   al César, porque con él
   se casa y mi amor ofende.
   Tras desdeñarme me vende,
   él ingrato y ella infiel. 2840
   ¿ Persuadiréme al consejo
   que me da Lucrecia ?    ¿ Huiré ?
   No fama; que aumentaré
   sospechas si huyendo os dejo.
   Siempre fuisteis, vos mi espejo; 2845
   pero si así como así
   contra vos y contra mí
   afila el rigor la espada,
   no quedáis, honra, manchada;
   matándome el César, sí. 2850
   Mas no; que en morir despierto
   la compasió y piedad;
   que sacará la verdad
   a luz y mi fama al puerto.
   No hay envidias contra un muerto; 2855
   hasta el sepulcro acompaña
   la emulación más extraña
   al que en vida persiguió.
   Sabrá el mundo que mintió
   la que al César ciego engaña. 2860
   Acabemos juntamente
   con mi vida, honra, y con vos.
   Juntos vivimos los dos.
   Morir juntos es decente;
   mas sea estando presente 2865
   quien nos fulmina castigos;
   que, tal vez contra testigos,
   si la pasión no sentencia,
   la cara de la inocencia
   desmiente a los enemigos. 2870
   No es hÜir el presentarse
   al juez; antes es valor.
   Condene el emperador
   mi lealtad sin ausentarse.
   Acabe ya de vengarse 2875
   Serafina, a quien molesto
   fue siempre mi amor honesto;
   que si se excusa de enojos
   por verme muerto a sus ojos,
   servirla quiero hasta en esto. 2880

Vase ALFONSO.    Salen SERAFINA y ASCANIO

ASCANIO:      Dicen en fin, condesa,
   que de casar con vos os da promesa
   el duque de Saboya
   si sus intentos vuestro amor apoya,
   y admitís en secreto 2885
   presidio en el Casal para que a efeto
   pueda llegar el trato
   de asaltar una noche a Monferrato.
   Federico ofendido,
   a daros muerte estaba persuadido 2890
   si Alfonso, vuestro amante,
   no os amparara, y con valor constante
   testigos desmintiera
   y a informarse mejor le persuadiera.
   En fin, ni asegurado 2895
   el César por el conde, ni indignado
   contra vos totalmente,
   el medio que halla en tanto inconveniente
   es mandaros que luego
   al conde deis la mano y en sosiego 2900
   pongais alteraciones
   que empiezan a culpar vuestras acciones;
   pues siendo vos su esposa,
   se asegura ésta fama peligrosa,
   quedando desmentidos 2905
   indicios de envidiosos y atrevidos.
SERAFINA:      Yo, Ascanio, no me altero
   oyendo falsedades; que es de acero
   mi valor y en la cara
   el leal o el traidor lo que es declara. 2910
   Esta verdad supuesta,
   desengañadme antes que os dé respuesta.
   ¿ De qué manera el conde
   me ampara con el César y responde
   en mi defensa a insultos 2915
   que afirma algún traidor conservo ocultos
   si por él mismo preso,
   indiciado también del propio exceso,
   en vez de hacer favores,
   necesita cual yo de intercesores ? 2920
ASCANIO:      habéisos engañado;
   no está en prisión el conde que es privado
   del César, en quien fía
   el peso de su augusta monarquía.
   Creyó, como os amaba, 2925
   que por vos con el duque conspiraba;
   pero ya satisfecho,
   nuevas mercodes su favor le ha hecho
   y tanto con él puede
   que no viviréis vos si él no intercede. 2930
SERAFINA:      ¿ No le prendió por celos ?
ASCANIO:      Privilegiaron de ese mal los cielos
   al César que ni os ama
   ni dio jurisdicción a torpe llama
   du pecho victorioso 2935
   jamás a asaltos del amor ocioso.
   Si no le ocasionaran
   a prenderos sospechas que reparan
   medios que os he propuesto,
   no fuera vuestro risgo manifiesto. 2940
   Sed vos de Alfonso esposa;
   saldréis de estos peligros victoriosa.
SERAFINA:      Ascanio, es desatino
   doblar mi inclinación por tal camino.
   Sangre Gonzaga tengo; 2945
   antiguo es mi valor; de reyes vengo
   y nunca vio traidores
   Italia en sus ilustres sucesores.
   Examine verdades
   el César y no ofenda calidades; 2950
   que yo no soy persona
   que de ese modo su lealtad abona
   ni dejo satisfecha,
   con dar la mano al conde, la sospecha
   que con tan necia traza 2955
   en vez de averiguarla, la disfraza.
   Cuando yo al conde amara
   --que en mí fuera prodigio--rehusara
   que esposo mío fuera
   quien darme en cara cada vez pudiera 2960
   que, por verme señora
   de Monferrato, al César fui traidora.
   No, Ascanio: haga el augusto
   información bastante, pues es justo;
   que si salgo inocente, 2965
   ya podrá ser que al conde amar intente.
ASCANIO:      El órden que me ha dado,
   condesa, os he leal notificado;
   pues le rehusáis, el cielo
   os libre del peligro que recelo. 2970

Vase ASCANIO

SERAFINA:      Con Lucrecia compito.
   ¿ Si es ella quien me impone este delito ?
   ¡ Ay locas presunciones !
   ¿ En esto paran imaginaciones
   que Amor facilitaba, 2975
   creyendo yo que el César me adoraba ?
   ¡ No sólo no me estima
   pero indignado mi opinión lastima !

Sale ALFONSO, hablande de dentro

ALFONSO:      Dejadme entrar, o por fuerza...
SERAFINA:      ¿ Qué es esto ?
ALFONSO:                        Inútiles guardas 2980
   ¿ de qué sirven a quien siempre
   halló la puerta cerrada
   a amantes correspondencias ?
SERAFINA:      ¡ Conde !
ALFONSO:                    Véngate, tirana,
   de quien siempre aborreciste 2985
   si hay sin injurias venganzas.
   Igualmente compitieron
   tu desdén y mi constancia,
   mi amor y tu ingratitud,
   tu menosprecio y mis ansias. 2990
   Venció tu aborrecimiento
   sin que obligaciones tantas
   torcer tus rigores puedan
   con ser la mujer mudanza.
   Ejemplo de amantes fui, 2995
   ejemplo serás de ingratas;
   empeños de amor me debes,
   moneda de agravios pagas.
   Servíte siempre, adoréte
   desde mi primera infancia. 3000
   Déjame alegar servicios.
   Serán las últimas mandas
   que en trágico testamento,
   deudora, heredera te hagan
   de mis estados y vida 3005
   ilustre con pruebas tantas.
   Niño te ame, y desde entonces,
   tiranizándome el alma,
   te idolatro como a dueño;
   tratástela como a esclava, 3010
   quitásteme la salud,
   sacásteme de mi patria,
   desheredásteme en vida,
   perdí por tí mi privanza,
   por tí desprecié a Lucrecia, 3015
   de mi prisión fuiste causa
   y, ocasionando mi muerte,
   la opinión que conservaba
   también tu rigor destroza
   porque despojado vaya 3020
   de la lealtad y la hacienda,
   de la vida y de la fama.
   Si te adora Federico,
   si ya, emperatriz, te casas
   para que de estas prisiones 3025
   a gozar su laurel salgas,
   ¿ por qué mi opinión lastimas ?
   ¿ Por qué mi sangre maltratas
   cuando traiciones me impones,
   cuando lealtades agravias ? 3030
   ¡ Yo conspirador aleve
   contra el César ! ¡ Yo al de Franela
   le entrego a Milán ! ¡ Yo intento
   gozar afrentoso a Parma !
   Si, como siempre te he sido 3035
   aborrecible, te cansas
   de que viva en tu presencia
   y piensas que la esperanza
   del imperio que apeteces
   mis celos te desbaratan, 3040
   quítame leal la vida
   no el honor que despedazas.
   Para servirte hasta en esto,
   de las prisiones me sacan
   imperios de tu desdén. 3045
   Mi muerte huyendo excusara
   a no ver que la deseas,
   a no recelar mi infamia,
   a no obedecer tu gusto,
   a no dilatar mis ansias. 3050
   Si el tálamo de tus bodas
   ha de ser éste, haz, tirana,
   que el túmulo de mi muerte
   también sea; al César llama,
   pisa lealtades, crÜel, 3055
   y, mi cabeza a tus plantas,
   pon su diadema en la tuya
   y verá el mundo en entrambas
   la firmeza en la desdicha,
   la crueldad en la constancia, 3060
   y, castigando inocencias,
   la ingratitud coronada.
SERAFINA:      ¿ Qué es esto, conde ? ¿ Qué es éste ?
   Cuando el César me amenaza,
   deslealtades me atribuyen, 3065
   testimonios me levantan,
   vuestro favor me defiende
   y, con segundas privanzas,
   a Milán causáis asombros,
   a la envidia quebráis alas. 3070
   ¿ Decís que os desautorizo,
   qe por mí el César os mata,
   que destruyo vuestro honor,
   que a vuestra prisión doy causa ?
   Si son coronas augustas 3075
   sentencias, notificadas
   por Ascanio, de la muerte
   que ya mi desdicha aguarda,
   bien decís, pues enemigos
   intentan con pruebas falsas 3080
   desacreditar mi honor
   y dar qué decir a Italia.
   Ya sé lo que en esto os debo,
   ya sé que el César me manda
   casar con vos o morir. 3085
   ¡ Ojalá que no quedara
   mi opinión, después de muerta,
   a discreción de la fama
   del vulgo que las más veces
   deshonra y ninguna alaba ! 3090
   ¿ Querréisme vos por esposa
   cuando yo, conde, os amara
   --que ni puedo, ni es razón
   forzar potencias hidalgas--
   con opinión de traidora 3095
   para que entibiando llamas
   la posesión del deseo,
   me deis cada vez en cara
   que fui desleal al César ?
   No, Alfonso, la muerte acaba 3100
   si no deshonra la vida.
   Muera yo dando venganza
   a vuestra leal firmeza
   y saldréis vos a la causa
   de mi crédito, si en muerte 3105
   como en vida, el que es noble ama.
ALFONSO:      ¿ Qué decís, señora mía ?
   ¿ Vos desleal ?

Salen ASCANIO y ARNESTO

ASCANIO:                        Quien quebranta
   prisiones, no está inocente;
   que el hÜír, culpas señala. 3110
   ¿ Qué es esto, conde ?
ALFONSO:                              Morir
   delante de quien me agravia
   en fe que a su ingratitud
   mi amor constante se iguala.
ARNESTO:      Condesa, el César me envía. 3115
   Escuchad lo que os encarga
   aparte.

ARNESTO se desvía con SERAFINA a un lado

                 A que os notifique:
   o salir en su desgracia
   desterrada de su imperio,
   o desmintiendo probanzas 3120
   que a vuestra opinión se oponen
   dar a Alfonso fe y palabra
   de esposa.

Sale LUCRECIA, dirigiéndose a ALFONSO y hablando aparte con él a otro lado

LUCRECIA:                      El emperador
   me envía a que os persÜada,
   conde, si desvanecer 3125
   queréis testigos y cartas
   que vuestro valor desdoran,
   y que paguéis la constancia
   de mi amor, siendo mi esposo,
   pena de ser en Italia 3130
   de desdichados ejemplo,
   dándoos muerte.    Interesada
   en vuestra vida, os suplico
   si no por quien tanto os ama
   como yo, por vuestro honor, 3135
   que obedezáis lo que os manda.
ALFONSO:      Perdonad, Lucrecia hermosa,
   que quien tiene enajenada
   la libertad, ya no puede
   serviros ni retirarla. 3140
   ¿ Dé qué servirá ofreceros
   un cuerpo que está sin alma
   ni una voluntad cautiva ?
   De mi vida el César haga
   su gusto; que no sé yo 3145
   que dándoos la mano, salga
   de mi lealtad ofendida
   la opinión limpia y sin mancha.
   Reconozco lo que os debo
   pero, en quien el caudal falta, 3150
   cuando las obras no pueden,
   agradecimientos bastan.
SERAFINA:      Responded, Arnesto, al César
   que siendo acción voluntaria
   la que tálamos admite 3155
   y, yo de sangre Gonzaga,
   mo pago pechos por fuerza
   ni en mí podrán amenazas
   lo que el tiempo no ha podido
   que me doy por desterrada. 3160
ASCANIO:      Apercebíos pues, Alfonso;
   que habéis de morir mañana.
SERAFINA:      ¿ Cómo ?    ¿ Quién ha de morir ?
ASCANIO:      El conde Alfonso.
SERAFINA:                          ¡ Qué extraña
   resolución ! ¿ Qué hizo el conde ? 3165
ASCANIO:      Servicios, que vos, ingrata,
   ni pagáis, ni conocéis
   siempre rebelde y tirana
   a la voluntad del César;
   que a persuadiros no basta: 3170
   probar ansí que con vos
   se conjura, y al de Francia
   vender a Milán pretende.
SERAFINA:      Pues si muere por mi causa,
   lo que ni mi inclinación 3175
   ni imperiales circunstancias
   pudieron conmigo, puedan
   de su amor las pruehas raras.
   Muera, si muere, mi esposo.
   Dadme esa mano.
ALFONSO:                          ¡ Qué gracias 3180
   no debo dar a la muerte
   pues mi fe por ella alcanza
   lo que no merecí vivo !
   ¡ Ojalá resucitara
   para morir muchas veces 3185
   obligándoos otras tantas !

Danse las manos

   En mi muerte hallé mi dicha.
LUCRECIA:      Serafina, si desgracias
   de Alfonso excusar queréis,
   el César me dio palabra 3190
   de volverle a su favor,
   siendo mi esposo.    Dad traza
   que lo sea, o morirá.
SERAFINA:      ¿ Cómo, si el César me manda
   por mi dueño le admita, 3195
   quedando su fe obligada,
   como yo cumpla en gusto,
   a volverle a su privanza ?
LUCRECIA:      Engañado os han, condesa.
SERAFINA:      Los Césares nunca engañan. 3200

Sale FEDERICO

FEDERICO:      Es verdad; pruebas han sido
   que para vuestra alabanza
   hizo el amor y el poder
   dándoos a los dos la palma
   de constantes invencibles 3205
   y a mí el premio de esta hazaña
   pues lo que el conde no pudo
   con vos, industrias acaban
   que he puesto en ejecución,
   ufano de ver que enlazan 3210
   opuestas inclinaciones
   coyundas de amor sagradas.
   En fin, conde, victorioso
   habéis salido, a mi instancia,
   del desdén de la condesa. 3215
   Duques sois los dos de Mantua
   y de Valencia del Po;
   conde Ascanio, si se casa
   con Lucrecia.
ALFONSO:                      Ensalce el mundo
   blasones de tal monarca. 3220
FEDERICO:      No hay quien vuestra lealtad culpe.
   Fingida ha sido esta traza
   para conseguir el fin
   que en dichas muda desgracias.
   Vuestro padrino he de ser. 3225

Sale PORTILLO

PORTILLO:      Si al conde mi señor matan,
   muera a su lado Portillo
   y honre lealtades de España.
ALFONSO:      La tuya premiaré yo,
   digna de que de mi casa 3230
   tengas el gobierno todo.
PORTILLO:      Dame a besar treinta patas;
   pero ¿ no hay degollamiento ?
ALFONSO:      Antes el César levanta
   mi lealtad a nuevas dichas. 3235
PORTILLO:      Viva más que vivió el arca
   de Noé.
ALFONSO:                  El amante firme
   que inclinaciones contrasta,
   dando su estado y sufriendo,
   méritos como yo alcanza. 3240
   Dar, sufrir y merecer
   son las partes necesarias
   que doblan inclinaciones.
   Aprenda en mí quien bien ama.


FIN DE LA COMEDIA