Tirso de Molina
El amor no teme peligros

Personas que hablan en ella:
  • Don JUAN [de Urrea]
  • El CONDE Infante
  • Don ALONSO
  • BUÑOL
  • Doña ELENA [Coronel, condesa de Belrosal]
  • ENGRACIA
  • Doña JUSEPA, marquesa de la Luna
  • Un CARCELERO
  • Un ALCAIDE
  • Un PAJE
  • ESCUDEROS


PRIMER ACTO


Salen doña ELENA Coronel, con manto, ENGRACIA, sin él, y don JUAN de Urrea

JUAN: No has de ir, por vida mía.
ELENA: ¿ Vida y tuya ? Toma, Engracia,
allá este manto.

Quítaselo

JUAN:           ¡ Qué gracia !
¡ Qué primor ! ¡ Qué cortesía !
ELENA:      Sólo en tu vida se fía 5
   mi esperanza, y en su esfera
   sus alivios considera;
   que para mí no hay más mal
   que el recelarte mortal,
   porque eterno te quisiera. 10
   Si a sospechas te provoco,
   no, mi don Juan, suelto el manto;
   mas vida que estimo tanto
   no la jures por tan poco.
JUAN:      Con tantas finezas loco, 15
   aunque las adoro y precio,
   mis méritos menosprecio;
   porque llego a conocer,
   mi bien, que no puede ser
   tan dichoso quien no es necio. 20
   Vete, señora, a la mano,
   favores con tiento tasa,
   ¿ qué sol que al nacer abrasa
   ponerse quiere temprano ?
   Lloraré después en vano 25
   si no prosigues empeños
   de tantos primores dueños;
   que amor que empieza en favores,
   soberbio con los mayores
   no se halla con los pequeños. 30
   Querer bien por elección
   y no por razón de estado
   --que aunque este nombre le han dado
   no sé que haya en él razón--
   nunca va en diminución; 35
   y asi agora que niño es,
   en los extremos que ves,
   don Juan mío, te parece
   que mucho te favorece.
   Juzga tú, ¿ qué hará después ? 40
   Como rapaz me desvela
   y, en fe de recién nacido,
   cobarde sale del nido,
   bisoño en amarte vuela.
   Haz cuenta que va a la escuela 45
   y que empieza a deletrear
   el abecé del amar;
   porque, en llegando a crecer,
   si agora aprende a querer,
   presto enseñará a adorar. 50
JUAN:      La hermosura y discreción
   reina pueden coronarte;
   mas, condesa, en esta parte
   no ha acertado tu elección.
   Si amaras con proporción 55
   lograras tus pensamientos;
   pero recela escarmientos
   mi mucha desigualdad:
   fénix tú de la beldad
   y yo sin merecimientos. 60
   ¿ Qué has visto en mí que te obligue
   a tan prodigioso amor ?
   Noble nací; mas valor,
   a quien la dicha no sigue,
   en vez de ayudar, persigue. 65
   Mi padre fue el más valido
   de un rey poco agradecido;
   y bien sabes tú, señora,
   que esto de "fue y no es agora"
   es desaire aborrecido. 70
   Don Pedro el cuarto, --el crÜel,
   le ha intitulado Aragón,
   mas no yo, que este blasón
   no es en los vasallos fiel,--
   don Pedro, pues, cifró en él 75
   de su favor el exceso;
   pero imitó en su suceso
   a los más que se le igualan;
   que los privados resbalan
   oprimidos con el peso. 80
   Quitóle vida y estados;
   que la Fortuna y los reyes
   siguen unas mismas leyes
   con sabios y con privados.
   Heredé solos cuidados 85
   que a mi desdicha añadieron
   lisonjeros que subieron
   por mi padre a la privanza
   y, después, en mi mudanza
   aun pésame no me dieron. 90
   Don Jaime, conde de Urgel,
   conmigo solo propicio
   me recibió en su servicio,
   librando mi suerte en él.
   Digno es que ciña el laurel 95
   de Roma su heroica frente,
   del rey cercano pariente
   y los dos ínclitos nietos
   del cuarto Alfonso, respetos
   con que a su sombra me aliente. 100
   Este es todo mi caudal,
   bellísima Elena mía:
   yo el crepúsculo, tú el día;
   tu sangre de estirpe real,
   condesa de Belrosal, 105
   tu renombre Coronel,
   tan generosa por él
   que hizo el valor que te abona
   de tu "Coronel" corona
   digna del sacro laurel. 110
   Mide agora, hermoso dueño,
   mis prendas con las que tienes.
   Verás cuán grade me vienes.
   Despreciarásme pequeño.
   Pesaráte del empeño 115
   que en mi amor te descamina.
   Estimarásme divina
   y enseñará mi escarmiento;
   que todo lo que es violento
   por sí mismo se arrÜina. 120
ELENA:      Lección nueva al Amor das.
   Sabré por ella a lo menos
   que quien se presume menos
   es digno de amarse más.
   Ocasionándome vas 125
   a creer, cuando atropellas
   tus prendas, que por tenellas
   enajenadas te humillas,
   o que das en deslucillas
   por no deshacerte de ellas. 130
   Disminuye calidades,
   que ponderando las mías
   con esas hipocresías
   a mi fuego fuego añades.
   Soberbias tus humildades, 135
   temiendo mi ingratitud,
   me enseñan en tu inquietud
   que a pesar de ese artificio,
   ni toda soberbia es vicio
   ni toda humildad virtud. 140
   Si es tu sangre casi real,
   bien ves, por más que te abajes,
   que, cuando no me aventajes,
   en nobleza eres mi igual.
   ¿ De la hacienda haces caudal, 145
   don Juan mío ?    Compre y venda
   Amor vil, y ponga tienda;
   que el noble que a reinar viene
   ni Consejo de Indias tiene
   ni vio al Consejo de Hacienda. 150
   Sirve al infante de Urgel,
   digno de mayor corona,
   y pues tus prendas abona,
   déjame que aprenda de él,
   no de don Pedro el crÜel, 155
   la noble satisfacción
   de la discreta afición
   con que su pecho te fía;
   o, pues que culpas la mía,
   culpa también su elección. 160
JUAN:      Tu entendimiento es de suerte
   que la victoria he de darte.
   Vivo, amores, de adorarte;
   fuerza es que tiemble el perderte.
   No por eso has de ofenderte, 165
   que todo desconfiado
   duda del dichoso estado
   en que le encumbra el favor,
   y con celos nunca Amor
   fue bien acondicionado. 170
   Pacífico siglo goza
   Aragón por la blandura
   de nuestro rey, que procura
   cortejar a Zaragoza.
   Sigue la nobleza moza 175
   su apacible inclinación,
   que de las musas patrón
   entre ejercicios diversos
   se deleita con los versos
   y ampara su profesión. 180
   Una comedia que ha escrito
   el primero rey don Juan,
   en los conceptos galán
   y en el asunto erudito.
   Sazona hoy el apetito 185
   del gusto, que en las sentencias,
   consonancias y cadencias
   se alegra de la poesía;
   que el alma es toda harmonía,
   y búscanla sus potencias. 190
   Seis títulos y señores
   la representan; tres damas
   de la reina encienden llamas
   en laberintos de amores;
   el Buen Retiro --entre flores 195
   con que al Ebro el cristal bebe--
   da el teatro en que se atreve
   hurtar a Plauto y Terencio
   aplausos con que al silencio
   admiraciones renueve. 200
   Perder por mí fiestas tales
   será fineza indiscreta
   pues, siendo rey el poeta,
   traza y versos serán reales;
   tu vista aumente sus sales, 205
   aunque has de dar ocasión
   a que pierda su sazón
   porque, ¿ quién ha de tener,
   si una vez te llega a ver,
   en la comedia atención ? 210
ELENA:      ¿ Para qué siembras enojos
   que broten después agravios,
   si me permiten tus labios
   lo que me niegan tus ojos ?
   Don Juan, de ruegos tan flojos 215
   conjeturar mi amor puede
   que tu temor me concede
   lo mismo que te desmaya,
   y que el perdirme que vaya
   es rogarme que me quede. 220

Sale BUÑOL

BUÑOL:      Más ha que por ti pregunta
   el conde infante de una hora.
   Quien siriviendo se enamora,
   contrarios extremos junta.
   Quiere que en la quinta amena 225
   la comedia de palacio
   goces, ¡ y tú, muy despacio,
   París ciego de esta Elena,
   brujuleas regodeos
   del dios "Enrédalo todo." 230
   Vamos, que es tarde.
JUAN:                              ¿ De modo,
   amores, que tus deseos
   he de estoarbar ?    En fin, ¿ quieres
   que sin ti, condesa mía,
   salga la comedia fría ? 235
   ¡ No es justo !    Ven.
ELENA:                              Mas, ¡ cuál eres !
   Anda, don Juan, que yo sé
   lo que el quedarme te agrada.
JUAN:      Después de representada,
   la comedia te traeré. 240
   Leerás su traza discreta
   y advertirásla mejor.
BUÑOL:      No le haces mucho favor
   con eso al dicho poeta,
   porque muchos aplaudidas 245
   con víctores y palmadas
   asombran representadas
   que salen gÜeras leídas.
   Comedia hay que como dama
   se adorna, pule y afeita, 250
   que en el tablado deleita
   y es una sierpe en la cama.
ELENA:      No vas fuera de camino,
   que yo en algunas impresas
   he visto faltas como ésas 255
   pero el ingenio es divino
   del dueño de ésta.
JUAN:                              Mi bien,
   ¿ sola, en efecto, y sin mí ?
ELENA:      ¿ Mientras que contemplo en ti ?
   No lo está quien quiere bien. 260

Vanse los dos [don JUAN y BUÑOL], y sale ENGRACIA

ENGRACIA:      Doña Jusepa de Luna
   a nuestras puertas se apea.
ELENA:      Querrá que con ella vea
   esta fiesta ya importuna
   para mí; mas no es fineza 265
   darle a don Juan pesadumbre.

Sale doña JUSEPA

JUSEPA:      La amistad vuelta en costumbre
   es otra naturaleza.
   Ha tanto, condesa mía,
   que las dos la profesamos, 270
   que si a esta fiesta no vamos
   juntas, suceder podría
   que me pareciese mal
   sin merecerlo su autor.
ELENA:      Débote en ese favor, 275
   marquesa, todo el caudal
   que no tengo, y más agora,
   que un estorbo que no digo
   no me consiente ir contigo.
   Permíteme tu deudora, 280
   hasta que en otra ocasión
   me dé el gusto más espacio.
JUSEPA:      Luego, ¿ no has de ir a palacio ?
ELENA:      En yendo daré ocasión
   a irremediables enojos. 285
   Juramentada me dejan
   celos que de mí se quejan
   que no la han de ver mis ojos,
   y el cumplirlo es tan preciso
   como lo es el respirar. 290
JUSEPA:      Mil cosas que maliciar,
   condesa, me da tu aviso.
   ¿ Qué sería si una traza
   nos quitase, doña Elena,
   fiestas que el Amor ordena 295
   y la sospecha embaraza ?
   ¿ Sírvete el conde de Urgel ?
ELENA:      Logrando en ti su cuidado
   ese miedo es excusado.
   No fuera yo amiga fiel 300
   si, sabiendo que le quieres,
   te le enajenara yo.
JUSEPA:      Poco en respetos miró
   la amistad en las mujeres,
   ni que lo tema te espante, 305
   porque el conde me ha pedido
   con afecto encarecido
   y con recelos de amante
   que, si su quietud deseo,
   pierda esta fiesta por él; 310
   que está celoso el de Urgel
   del rey.
ELENA:                    Tan hermoso empleo
   como el de tu amor, ¿ qué mucho
   que del mismo sol te guarde ?
   Mas si el conde hiciera alarde 315
   de servirme, como escucho
   a tus sospechas, ¿ quién duda
   que en no ir allá te empeñaba,
   porque si me declaraba
   su pasión, hasta aquí muda, 320
   deseoso de obligarme,
   no diese a celos lugar,
   a costa de tu pesar ?
   Y así no había de privarme
   de una fiesta majestad 325
   a quererme el conde bien.
JUSEPA:      Amiga, los celos ven
   más que la seguridad.
   Esto por malicia pase.
ELENA:      Pues agora, ¿ adónde vas ? 330
JUSEPA:      Puede otro precepto más,
   y dudo, si le quebrase,
   esperanzas en vislumbres
   que el pecho obligado esconde.
ELENA:      ¿ Mudable tú ?
JUSEPA:                        Fuélo el conde, 335
   e imito yo sus costumbres.
   Ruégame don Juan de Urrea
   con todo encarecimiento
   que en este entretenimiento
   asista, porque desea 340
   saber a cuál de los dos
   obedecen mis cuidados
   en gustos tan encontrados.
ELENA:      ¿ Qué dices ?    ¡ Válgame Dios !
   ¿ Don Juan te pretende a ti ? 345
   ¿ Don Juan al conde compite ?
JUSEPA:      Pocas lealtades permite
   Amor, ciego frenesí.
ELENA:      ¿ Qué maravillas no harán
   tus divinas perfecciones ? 350
   En efecto, ¿ te dispones
   a atropellar por don Juan
   con el conde ?
JUSEPA:                            De manera
   que, sin que pierda con él,
   cumpla yo con el de Urgel 355
   y con don Juan que me espera.
ELENA:      Si es tu ingenio para tanto,
   mucho tus trazas le deben.
JUSEPA:      Como a esas cosas se atreven
   los disimulos de un manto. 360
   Pero en efecto, ¿ no admites,
   condesa, el venir conmigo ?
ELENA:      Ya mi imposible te digo.
JUSEPA:      En las finezas compites
   con tu hermosura.    Las dos 365
   no somos de un parecer;
   pero, pues sin ti he de ver
   la comedia, amiga, adiós.

Vase

ELENA:      No sé como mi pasión
   ha diisimulado tanto. 370
   Engracia, vuélveme el manto.
   ¿ Disfrazada la traición
   con halagos y caricias ?
   Pero sí, que deslealtades,
   cuando afectan humildades, 375
   nunca vienen sin malicias.

Poniéndose las dos los mantos

   De los encarecimientos
   con que su amor ponderó
   pudiera, a ser cuerda yo,
   conocer sus fingimientos 380
   y saber cuán engañoso
   en mi alabanza le escucho;
   que amor que encarece mucho
   cerca está de mentiroso.
   Registrarán mis enojos 385
   verdades que lloren luego;
   que, puesto que Amor es ciego,
   los Celos son todos ojos.
   Cubre el rostro y ven conmigo.
ENGRACIA:      Esperando el coche está. 390
ELENA:      Más presto que él llegará,
   Engracia, el temor que sigo,
   que lleva alas en los pies.
   No quiero que por el coche
   saquen quién soy esta noche, 395
   dando qué decir después.
ENGRACIA:      Pues, ¿ qué intentas ?
ELENA:                                  Que sin verme
   desgracias pueda mirar;
   que me muero por hallar
   lo que hallado ha de perderme. 400

Vanse y salen el CONDE y don JUAN, como de noche

CONDE:      Confiésote que tiene
   el rey buen gusto, y que es este recreo
   de príncipes empleo,
   porque a cifrarse en la comedia viene
   cuanto entretenimiento deleitoso 405
   es alivio del noble e ingenioso.
JUAN:      De ti, señor, se ampare
   Apolo defenido.
CONDE:      Dichoso hubiera sido
   aunque el rey en su abono se declare, 410
   a celebrar su fama.
   Doña Jusepa, pues con ser su llama
   de las de Amor amiga,
   las musas, que aborrece, desobliga.
   No he podido con ella 415
   que vea la comedia, y te confieso
   --ya sabes que en sus ojos vivo preso--
   que, por no hallarse en ella,
   para mí ha de faltarla
   la sazón que tuviera con mirarla. 420

Llégase doña ELENA de medio ojo al CONDE, y apártale de don JUAN

ELENA:      Vuestra alteza sea servido
   de escucharme dos palabras
   que le han de importar no poco.
CONDE:      Decid; que no hay importancia
   que para mí pueda serlo 425
   como el servir a las damas.
   Pero abreviad, si es posible,
   que advertirá el rey mi falta
   si no asisto en su comedia.
ELENA:      Vos pensáis que queda en casa 430
   la belleza que os hechiza,
   y en prueba de que os engaña,
   disimulada y cubierta
   es oyente de la farsa
   porque cierto amigo vuestro 435
   que os compite se lo manda.
CONDE:      ¿ Qué decís ?
ELENA:                      Lo que es sin duda.
CONDE:      ¿ Y quién es el que maltrata
   obligaciones de amigo,
   fiscal vos de su fe falsa. 440
ELENA:      Eso adivinadla vos
   y registrad circunstancias
   de afectos, cuidados, señas,
   entre los que os acompañan;
   que en fe de que Amor es ciego, 445
   creyendo que todos andan
   de la suerte que él, sin vista,
   pocas veces se recata.
CONDE:      Algo os duele a vos, señora,
   este recelo.
ELENA:                      Me abrasa 450
   la vida su ingratitud,
   el corazón sus mudanzas.
CONDE:      Fiadme, pues, su noticia,
   que, volviendo por mi causa,
   de camino haré la vuestra, 455
   ya que a los dos nos agravia.
ELENA:      No lo he yo de poner todo.
   Lo que os he advertido basta
   para que estudiéis atento
   quién de los que os sirven anda 460
   esta noche en la comedia
   diligenciando tapadas;
   que acciones inadvertidas
   son lenguas que mudas hablan.
CONDE:      Pues, no habéis vos de exmimiros 465
   siendo parte interesada
   de tan precisa advertencia.
ELENA:      ¡ Ay, conde infante !    Que es tanta
   la fuerza de mis congojas
   que, para certificarlas 470
   en fe del mal que han de hacerme
   desvelándose mis ansias,
   aunque me pese, es sin duda
   que será en mi vigilancia
   un lince cada sentido, 475
   un Argos casa pestaña.

Llora.    Saca un lienzo descubierta la mano y si descubrir el rostro, enjuga los ojos

CONDE:      ¡ Qué caros compráis, señora,
   esos celos, pues os sacan
   prendas del alma a los ojos.
   (¡ Ay, mano hermosa !    Tornadla    Aparte 480
   al guante, que es mi homicida,
   y no dando yo la causa
   a las perlas que vertéis,
   no es bien que, por enjugarlas,
   mientras sus niñas socorre 485
   ne tiranice a mí el alma.
   Helada ha casi su nieve
   las no agradecidas llamas
   que encendió las que os desvela,
   y con celos es extraña 490
   novedad que Amor se entibie.
   Pero tales circunstancias
   tiene esa mano hechicera
   que hiela al tiempo que abrasa.)

Sale un PAJE

PAJE:      Ya se han sentado los reyes. 495

Vase

CONDE:      Entrad, señora.    (Si iguala
   el talle a la discreción,
   y a la mano, Amor, la cara,
   a sus celos tengo envidia
   y, aunque ofendido, feriara 500
   con el desleal amigo
   por ésta a Jusepa ingrata.)

Entranse los dos

JUAN:      ¡ Notable facilidad !
   ¡ Válgame Dios !    ¡ Qué contrarias
   son juventud y firmeza 505
   del poder y la inconstancia !
   Confiesa el conde que adora
   a doña Jusepa, y cuantas
   aventuras se le ofrecen
   le llevan tras sí.

Sale BUÑOL

BUÑOL:                            ¿ Qué aguardas ? 510
   ¿ De qué son los soliloquios
   hermitaños ?
JUAN:                      Comparaba
   con el del conde mi amor:
   tan difíciles mis llamas
   de ofender la prenda mía 515
   como las suyas livianas,
   pues cuantas mira apetece.
BUÑOL:      ¿ Qué quieres ?    El conde baila
   al son que doña Jusepa
   le tañe, pues no se cansa, 520
   por enjaularte en su amor,
   de ponernos añagazas.
JUAN:      ¡ Qué inútiles diligencias !
BUÑOL:      Eres la lealtad de España,
   pero veamos las fiestas. 525
JUAN:      ¿ Qué fiestas, necio ?    ¿ Pagara
   finezas de Elena ansí ?
   Prívase ella por mi causa
   de verlas, siendo mujer,
   y cuando se queda en casa 530
   por no ocasionar mis celos,
   ¿ tendré yo gusto en gozarlas ?
   Sólo es objeto mi Elena
   de mis deleites.    No pasa
   mi aplicación de su vista. 535
   Sin vida estoy cuando falta,
   sordo cuando no le escucho,
   ciego vivo sin mirarla,
   cadáver soy si se ausenta.
BUÑOL:      Perfúmate, pues se aparta; 540
   que olerás a cuerpo muerto
   si estás sin ella sin alma.
   Válgaos por ponderadores
   los desatinos que ensartan,
   los hipérboles que tejen, 545
   las locuras que encaraman.
   Ellos son topos y linces,
   corren cojos, mudos hablan,
   penasn glorias, lloran risas,
   mueren soles, nacen albas, 550
   cristal viven, mármol sienten,
   candor tocan, muerden nácar,
   besan jazmines con uñas
   y adoran bostezos de ámbar.
JUAN:      No murmures lo que ignoras, 555
   pero entretanto que gasta
   la comedia el tiempo en burlas,
   las veras que me regalan
   vamos a ver.    Sepa Elena
   que sabe mi amor pagarla 560
   primores del mismo estilo
   que los suyos.
BUÑOL:                    ¿ No es hazaña
   provechosa, si en ti sueña,
   a las doce despertarla ?
   Déjala amar a cierraojos. 565
JUAN:      No duerme quien teme y ama,
   pues quedando recelosa
   de que sin ella en la farsa
   bellas advenedizas
   solicitan mi mudanza, 570
   mal dormirá mi condesa.
BUÑOL:      Mal o bien, si no es fantasma,
   celos y sueños a sorbos,
   ya suspiran, ya descansan.

Sale ENGRACIA cubierta el rostro

ENGRACIA:      La multitud de la gente 575
   que entró de tropel fue tanta
   que nos desencadernó.
   No está don Juan en la sala.
   Buscarále la condesa
   y si de la fiesta falta, 580
   creyéndole en otros gustos,
   tragedias nos amenazan,
   que pagaré yo por todos.
   Esperaréla a que salga,
   pues ha de ser por aquí. 585
   Quiera el cielo que no caiga
   sobre mí este torbellino,
   porque siempre las criadas
   hemos de llevar a cuestas
   los disgustos de las amas. 590
   Las congojas del calor
   me están asando la cara.

Descubre la cara

   Perdióseme el abanillo.
   ¡ Jesús !    Quiero desahogarla;
   que aquí y de noche, no luego 595
   han de dar conmigo.
JUAN:                              ¡ Engracia !
   ¡ Válgame el cielo !    ¿ Aquí y sola ?
BUÑOL:      ¿ Al primer tapón zurrapas ?
JUAN:      Pues, ¿ dónde bueno ?    ¿ A quién buscas ?
   ¿ Con quién vienes ?    ¿ A qué causa, 600
   si entraste a ver la comedia
   la dejas medio empezada ?
   ¡ Ah, Engracia !    Las turbaciones,
   siempre que los labios callan,
   hacen lengua las mejillas 605
   por donde las culpas hablan.
   Lengua es también de vergÜenza
   y sus colores palabras,
   que por escrito atestiguan
   verdades que la acobardan. 610
   Las que tu semblante muestra
   a tu pesar me declaran
   que fueron en tu señora
   de más valor las instancias
   de quien aquí la condujo 615
   que las mías.    ¡ Qué ordinaria
   es la elocuencia ingeniosa
   cuando Amor fingiendo encanta !
   ¡ Qué de finezas me dijo !
   ¡ Qué ufano las escuchaba 620
   mi crédulo amor y pecho !
   ¡ Qué fácilmente se engaña
   la sencillez generosa !
   A ser yo cuerdo, dudara
   de verdades que peligran 625
   cuando son muy ponderadas.
   ¿ No he merecido en efecto
   que una fiesta perdonara
   por excusar mis temores ?
   Quien en lo pequeño falta, 630
   ¿ qué hiciera, Engracia, a pedirla
   dificultades más arduas ?
   ¿ Qué preceptos temió Elena ?
   ¿ Quién es el dueño que manda
   más que yo en su voluntad ? 635
   Dímelo.    Ansí satisfaga,
   eternamente dichosas,
   el cielo tus esperanzas.
ENGRACIA:      Señor don Juan, deteneos.
   Mirad que ciego os arrastran 640
   por extraños descaminos
   los desaires que os abrasan.
   Por lo menos, de más fondo
   es la amante fe que os guarda
   mi señora, pues si duda 645
   no da crédito arrojada.
   Avisáronla, no ha una hora,
   que obligasteis a una dama
   a que, viniendo encubierta,
   os diese lugar de hablarla. 650
   No lo creyó, mas temiólo,
   que el recelar en quien ama
   es fineza, y grosería
   culpar en duda mudanzas.
   Ordenóme que os siguiese, 655
   dióme un caballero entrada,
   discurrí todo el salón
   buscándoos la vigilancia
   de mi solícita agencia
   que fue, os certifico, tanta 660
   que hasta el vestÜario mismo
   registré disimulada.
   Presumí, como no os veía,
   que la comedia os feriaba
   en otra parte ocasiones 665
   con la belleza indiciada,
   y que, fingiendo sospechas,
   obligasteis a que en casa
   se quedase mi señora,
   porque en ésta no os echaran 670
   menos amantes desvelos
   que buscan lo que les daña.
   Sacásteisme mentirosa,
   pues donde no os busco os hallan
   inocente mis quimeras, 675
   si bien en razón fundadas.
   De modo que a un tiempo mismo,
   desvelando a quien os ama,
   os quita a vos la paciencia;
   mas háceos esta ventaja, 680
   don Juan, mi cuerda señora,
   que si teme no amenaza,
   si duda no certifica,
   si fiscaliza no agravia.
JUAN:      Si eso es así, Engracia mía, 685
   en albricias de ser falsas
   mis sospechas, las perdono.
   ¿ Que está mi condesa en casa ?
   ¿ Que a ser mi escolta te envía ?
   ¿ Que si firme amor realzan 690
   celos que le hacen perfecto ?
ENGRACIA:      ¿ Con tanto rigor la tratan
   que han de valerme estas nuevas
   más de dos joyas o galas ?
JUAN:      Lucirán, si en nombre mío, 695
   con ésta las acompañas.

Dale una sortija

ENGRACIA:      Recíbola por ser vuestra;
   y adiós, porque amor que aguarda
   o desengaños o alivios
   juzga eternidades largas 700
   las dilaciones más breves.
JUAN:      Obligarásme, si callas
   malicias de mis sospechas,
   infinito.
ENGRACIA:                    Sosegarla
   pretendo yo, no afligirla. 705
BUÑOL:      Hablaste tan eleganta,
   Engracia, en tu legacía
   que me vas cayendo "en gracia."

Vase ella [ENGRACIA], y sale doña JUSEPA cubierto el rostro

JUSEPA:      ¡ Qué poco, señor don Juan,
   os preciáis de adulador, 710
   cuando del rey el favor
   los que en su comedia están
   afectan !    ¿ Y vos, ingrato,
   por bellezas de acarreo
   que os diviertan el deseo 715
   perdéis tan gustoso rato ?
   ¿ Cómo verla no queréis,
   y a sus umbrales estáis ?
   Cuanto más os acercáis,
   más a su dueño ofendéis; 720
   que el escuchar celebrarla
   es premio del escribirla,
   pero el no querer oírla
   es peor que el murmurarla.
   Poco el amor os abrasa 725
   de la belleza que, ausente,
   empeñandoos obediente,
   se queda por vos en casa,
   pues en pago de las veras
   que en sus afectos lográis, 730
   el gusto vulgarizáis
   con damas aventureras.
   Pero podréis disculparos
   diciendo que, aunque es hermosa,
   la pretendéis para esposa 735
   y queréis ejercitaros
   en manÜales favores;
   que damas de poca estima
   con somo espadas de esgrima
   en que se ensayan amores. 740
   Si ella en mi pecho estuviera,
   sin hacer tanta confianza,
   temiendo vuestra mudanza,
   disimulada viniera,
   dándome crédito a mí, 745
   a ver lo que en vos tenía.
   Pero, don Juan, ¿ qué sería
   si esto hubiese sido ansí ?
   Dígolo porque he advertido
   a los pies de cierto conde 750
   no sé qué manto que esconde,
   con melindre divertido,
   que por deslumbrar enojos
   en el tal conde ocupaba
   los oídos que le daba 755
   y en vuestra busca los ojos.
JUAN:      ¿ Quién seréis vos, mi señora,
   que, fiscal de mis costumbres,
   dais corteses pesadumbres
   y obligáis murmuradora ? 760
   Decidle, que estoy en calma,
   y mientras me examináis,
   palabras que al vuelo echáis
   me van traspasando el alma.
   Mucho sabéis de mis cosas, 765
   pero podré aseguraros
   que habéis venido a engañaros
   con sospechas maliciosas,
   porque por el mismo caso,
   que por cumplir mi deseo 770
   deja mi dama el recreo
   presente.    Suspendió el paso
   cual veis a su misma puerta
   sin verle; que para mí,
   no estando esa dama aquí, 775
   no hay cosa que me divierta.
   Pero, ¿ qué manto, qué conde,
   qué prenda a sus pies es ésa ?
JUSEPA:      Espíritus de condesa
   manifiesta lo que esconde, 780
   y lo bien que os obedece.
   Si os importa conocella,
   el conde sale con ella.
   Ved qué alabanzas merece.

Sale doña ELENA cubierta y el CONDE

ELENA:      No desdore vuestra alteza 785
   generosas cortesías
   que le debe mi recato,
   ni conocerme permita.
CONDE:      No queráis tampoco vos,
   prodigioso y bello enigma 790
   de quien por fe os idolatra,
   que ésta os adore sin vista.
   Yo vi una mano de nieve
   con llamas de suerte activas
   que, incencio de mis potencias, 795
   helándolas son ceniza.
   Yo vi en la fiesta esta noche
   cuantas veces socorría
   congojas el leve avaro
   de ese sol que se me eclipsa, 800
   a pesar del envidioso
   manto que su luz me priva,
   átomo de avaras glorias,
   instantes breves de dichas,
   peregrinos mis deseos 805
   como el que a escuras camina,
   que apenas rayos, abortos
   del relámpago divisa
   cuando a su luz instantánea
   cierra la nube cortinas 810
   y por minutos de cielos
   le vende penas prolijas.
   Amanézcame ya esa alba,
   aliente flores su risa,
   crepúsculos desembuchen, 815
   púrpuras su oriente vista,
   sosieguen dudas misterios,
   salga el sol, descifre el día,
   --no a ruegos--dificultades
   entre esperanzas ambiguas. 820
   Dadme licencia que os vea.
ELENA:      ¡ Ay, infante !    ¡ Y qué distintas
   pasiones nos desconforman
   y mi quietud martirizan !

Señalando a don JUAN que sigue hablando con doña JUSEPA

   Aquel hombre, conde infante, 825
   aquel hombre, que entre indignas
   ingratitudes desmiente
   la fe con que se acredita,
   es quien, perjuro a finezas,
   desdeal os desestima, 830
   descompuesto se os opone,
   tirano mi enojo incita.
   Perdonadme, que impaciencias,
   la vez que se precipitan,
   ni saben guardar respetos 835
   ni advierten en cortesías.

Apártase de él y vase llegando a don JUAN sin descubrirse

CONDE:      (Aquél, ¿ no es don Juan de Urrea ?    Aparte
   Luego, si como me avisa,
   disfrazada esta ponzoña,
   contra su lealtad conspira 840
   y osa hacerme competencia.
   La dama que solicita
   es la marquesa inconstante.
   ¡ Ah, sospechas homicidas !
   Duplicado habéis mis celos, 845
   y con ellos se duplican
   aquí ocultos los pesares,
   allí claras las malicias.
   Celos de doña Jusepa
   justas venganzas me intiman, 850
   y celos de quien no veo
   mi esperanza desatinan.
   Satisfagámoslos todos,
   aunque si bien se averiguan,
   los unos son desengaños 855
   pero los otros envidias.)
JUSEPA:      Don Juan, estimad extremos
   de quien por vos no hace estima
   de blasones coronados
   que mis imperios humillan. 860
   Mudanzas piden mudanzas,
   que en quien agravios castiga
   no hay venganza más airosa
   que olvidar a quien olvida.
   Y, porque llega el infante, 865
   adiós.

Apártase y llégase a doña ELENA y dícele

               ¡ Ay, condesa amiga !
   ¡ Qué de ello don Juan de debe !
   ¡ Qué bien empeños desquita !
   Adorándole, me adora.
   No hay conde que le compita. 870
   No hay rey que se le compare.
   Loco queda, voy perdida.

Vase.    Descubierta [ELENA] a don JUAN

ELENA:      En mitad de mis enojos
   les debo tanto a mis iras,
   desconocido don Juan, 875
   que templada aunque ofendida,
   vengo sólo a preguntaros...

Habla aparte [y responde a sí mismo el CONDE]

CONDE:      (Corrió a la imagen divina
   del sol estorbos molestos
   Amor, ciega monarquía, 880
   ¡ Válgame su luz hermosa !
   ¿ No es la que mis celos miran
   doña Elena, en quien la fama,
   para enmienda de la antigua,
   tanta clausura blasona, 885
   tanto recato nos pinta,
   tanto retiro encarece,
   tanto desdén nos intima ?
   Pues, ¿ cómo sola y de noche
   créditos desautoriza 890
   y, arriesgando honestidades,
   en don Juan desvelos libra ?
   Pero, ¿ cuándo en las bellezas
   no se valió la mentira
   de artificios exteriores 895
   que uno sienten y otro avisan ?
   Nunca, si bien siempre hermosa,
   como agora que me hechiza;
   nunca, aunque siempre discreta,
   como esta noche entendida. 900
   Mas son los celos antojos
   que con una fuerza misma,
   haciendo las cosas grandes,
   encarecen lo que envidian.
   No la merece don Juan 905
   Su amor a Jusepa elija;
   mas no duplicando ofensas
   que a mi nuevo hechizo sirvan.
   Venid, celosos cuidados,
   desbaratemos la dicha.) 910

Sale un PAJE

PAJE:      Conde infante, el rey os llama.

Vase

CONDE:      (Llamas, llamándome, atiza,
   que con lo imposible crecen.
   ¡ Ah, cielos !    ¡ Que en tan precisa
   ocasión el rey me estorbe.) 915

Llégase a don JUAN; ELENA vuelve a cubrirse

   Don Juan, esa dama es cifra
   de todas mis esperanzas
   ni negadas ni admitidas.
   Débola mudos agrados
   esta noche aunque no vista 920
   --que no he sido tan dichoso--
   por lo menos advertida
   a pasiones consultadas.
   Si mi respeto os obliga,
   entre tanto que al rey veo, 925
   detenedla y divertidla,
   que presto daré la vuelta.
   Mirad que me va la vida
   en esto, y que si se ausenta,
   la vuestra, don Juan, peligra. 930

Vase y descúbrese ELENA

JUAN:      Vuelve a preguntarme agora,
   para que inocencias finjas,
   ¿ qué tantas almas me alientan ?
   O, ¿ cómo está dividida,
   si el ser a una sola debo, 935
   en bellezas tan distintas,
   la que tu firmeza agravia,
   la que mi lealtad derriba ?
   Encaréceme primores
   de la fe que desperdicias 940
   en empleos mal pagados
   que al escarmiento retiras.
   Disimula falsedades.
   Di que veniste a esta quinta
   a manifiestas traiciones, 945
   que mi fe desacreditan.
   ¿ Podrás, mudable, podrás,
   cuando desmienta mi vista,
   negar razones al alma
   que el conde tu amante firma ? 950
   ¿ Qué usuras son las que logra
   tu engaño a la hipocresía ?
   ¿ Qué traiciones sin provecho
   nunca Amor las quimeriza ?
   ¿ Qué interesas en burlarme ? 955
   O, ¿ por qué a mi amor te dignas
   si me despeñan mudanzas
   cuando engaños me subliman ?
   ¿ Qué sacas de mis tormentos ?
   ¿ Qué medras porque perdida 960
   mi crédula libertad
   la despeñen tus caricias ?
   Mira, ingrata, si salieron
   mis sospechas profecías,
   falsedades tus finezas, 965
   certidumbres mis desdichas.
   Porque a esta fiesta faltases,
   atravesando mi vida,
   pensé obligarte con ella.
   ¡ Qué primorosa !    ¡ Qué fina ! 970
   Disimulando cautelas
   dijiste, por encubrirlas,
   "¿ Vida y tuya ?    Toma, Engracia,
   allá este manto."    ¡ Ah, fallidas
   confianzas en mujeres ! 975
   ¡ Cuando más se hiperbolizan,
   más lejos de las verdades,
   más cerca de las malicias !
   ¡ Qué necio yo al escucharte !
   "Sólo en tu vida se cifra 980
   mi esperanza, y en su esfera
   todos mis gustos estriban."
   Ponderaba tus ficciones
   y aquellas filosofías
   de "No jures por tan poco 985
   vida en quien vive la mía."
   ¡ Qué mal te salió la traza
   de la mentirosa espía
   que, porque me asegurase,
   vino como tú fingida 990
   a ponderarme obediencias
   de tu fe y que, por lucirlas,
   despreciando obligaciones
   no pagaste cortesías.
   Disimulábate en casa, 995
   cuando en ésta a las festivas
   demonstraciones atenta,
   porque infantes se te rindan,
   áspid, a sus pies, negabas
   lo mismo que apetecías 1000
   porque cenase deseos
   lo difícil de tu vista.
   Ya consiguó diligencias,
   ya a tu cara sacrifica
   llamas de amor inmortales, 1005
   si antes que te viese tibias.
   ¿ Qué más medras ?    Ya te adora.
   ¿ Qué más triunfos ?    Ya le humillas.
   ¿ Qué más lauros ?    Ya te tiembla.
   ¿ Qué más penas ?    Ya me olvidas. 1010
   Si el abecé de tu amor,
   que no ha mucho encarecías,
   te sirvió hasta aquí de escuela,
   ya pasa de él.    Ejercita
   facultades de más tomo. 1015
   Muden tus finezas, niñas.
   ¡ Estudios !    Sube a mayores.
   Postra altezas.    Vuela arriba,
   pero no tan a mi costa;
   que por sacar tus mentiras 1020
   airosas de mis agravios,
   culpas a mi fe.    ¿ Apercibas
   que obligan hoy mi impaciencia ?
ELENA:      ¡ Ah, desleal !    Homicida
   de esperanzas en ti secas, 1025
   ¿ dobleces tuyas me aplicas ?
   Lisonjero me persuades
   a que a las fiestas no asista.
   Por celebrar sin pensiones
   las que tu traición fabrica, 1030
   ¿ e insultos tuyos me cargas ?
   ¡ Ah, cielo !    ¡ Ah, luces divinas !
   ¿ Cómo consentís que sombras
   vuestra claridad persigan ?
   ¡ Qué seguro te juzgabas 1035
   cuando en casa me creías,
   obediente a los preceptos
   de tu lengua fementida,
   diligenciando favores
   de esa leve Luna rica 1040
   con resplandores que hurtados
   propiedades al sol quitan !
   ¡ Qué leal para el infante !
   A estimaciones le obligas
   cuando, de prendas que adora, 1045
   privado tuyo le privas !
   Advertieras, a ser cuerdo,
   que son los celos justicia
   que con el hurto en las manos
   coge engaños que registra. 1050
   No es la Luna en quien te empleas
   lo que a la tierra vecina,
   puesto que [...] monstruo,
   virreina del sol, le imita.
   Luna sí, de espejo frágil, 1055
   que con las acciones mismas
   que su cristal lisonjean,
   adula a cuantos la miran.
   Vióse en ella amante el conde,
   amante también se pinta. 1060
   Tu amor en ella retratas.
   El propio es fuerza te finja
   si tan perdido por ella
   estás como ella me afirma.
   ¿ Qué mucho, siendo tu espejo, 1065
   que vaya por ti perdida ?
   Perdéos, mudables, entrambos,
   mientras que mi amor consiga
   ganancias que le mejoren;
   que yo, para proseguirlas 1070
   con esmaltes de una alteza,
   pretendo desde este día
   sublimar la fe que estaba
   en tu constancia abatida.
   Al infante he de querer. 1075
JUAN:      Ya le quieres; no me digas
   sino que le has de olvidar,
   que en ti con la misma prisa
   que se abrasan tus efectos,
   las mudanzas los entibian. 1080
   Mas, porque mejor los logres,
   yo buscaré medicinas
   en tu ausencia poderosas
   contra el fuego que me hechiza.
   Yo mudable, tu liviana, 1085
   alejaré mi noticia
   de suerte de las memorias
   de mi patria que no impidan
   ambiciones de tu empleo.
   Yo, dicurriendo provincias 1090
   que Aragón, que España ignora,
   que más la aspereza enrisca,
   huyendo Circes que encantan,
   esfinges que precipitan,
   sirenas que lisonjean, 1095
   Medeas que desatinan
   en los desiertos alegre[s]
   donde las fieras habitan,
   donde los áspides moran
   y basiliscos anidan, 1100
   más seguro en su veneno
   que en tus aleves caricias,
   que en tus dobladas ficciones,
   que en tus finezas de alquimia.
   Te vengaré con vengarme 1105
   de mis esperanzas mismas,
   necias por mal empleadas,
   báarbaras por presumidas.
   No aguarden verme tus ojos,
   no nuevas que, compasivas, 1110
   tarde tus lágrimas muevan
   para llorar mis desdichas;
   que no lo son, aunque maten,
   las que, cuerdas fugitivas,
   de tus engaños me ausentan, 1115
   de tus traiciones me libran.
   Pues cuando me rediman,
   serán de mi nafragio alegre calma.

Vase [don JUAN]

ELENA:      ¡ Tenedle, cielos, que me lleva el alma !

Sale el CONDE, [con escuderos]

CONDE:      ¿ Qué es esto ?
ELENA:                        ¡ Ay, hado fiero ! 1120
   Que se ausenta don Juan, que sin él muero,
   que sin remedio lloro.
   Infante, que me deja, que le adoro,
   Id tras él.    Detenelde.
CONDE:      (¡ Ah, rabiosas envidias !    ¡ Ah, rebelde    Aparte 1125
   pasión !)

A los ESCUDEROS

                 Llevadle preso.
   (¡ Dóblarme agravios y quitarme el seso !) Aparte

Vase [el CONDE]

ELENA:      Préndanle, conde, pues nos ha ofendido;
   que más le quiero preso que perdido.


ACTO SEGUNDO


  

Salen doña ELENA y ENGRACIA

ENGRACIA:      Ya te he dicho de la suerte 1130
   que la noche del festín
   a las puertas del jardín
   se quedó por no ofenderte,
   pareciéndole delito
   ver la comedia sin ti, 1135
   sin osar pasar de allí,
ELENA:      ¡ Ay, Engracia !    Que aunque admito
   finezas que me acareces
   sólo porque tú las dices,
   temo lances infelices 1140
   que me asombran cuantas veces
   mis desdichas considero.
   Partióse el rey a Cerdeña
   y el conde, que se despeña
   tras su apetito ligero, 1145
   quedó por gobernador
   o virrey de esta corona.
   Si éste, pues, porque blasona
   que le enloquece mi amor,
   a don Juan mandó prender, 1150
   y para desdicha mía
   guarnece de tiranía
   los presidios del poder,
   ¿ resistirále mi amante ?
   ¿ Qué amenaza, qué promesa, 1155
   porque admita a al marquesa
   por esposa, el conde infante
   ha perdonado ?    ¿ Hay firmeza
   en el más valiente amor
   que, coronado el rigor, 1160
   amenace la cabeza
   del súbdito en tal fortuna
   y ose resistir constante ?
   Don Juan es pobre, el infante
   con la marquesa de Luna 1165
   le ofrece benigna estrella.
   Pídele ésta, enamorada.
   Yo, Engracia, soy desdichada,
   mi contraria rica y bella,
   don Juan solo y perseguido, 1170
   el infante casi rey,
   la necesidad sin ley
   interesable el olvido.
   Contra tantos, ¿ qué podrán
   resistencias del más fuerte ? 1175
   No dudes, pues, de mi muerte
   en dejándome don Juan.
   Luego mejor es morir
   y acabar con mis temores.
ENGRACIA:      Entretanto que eso ignores, 1180
   el esperar y sufrir
   es de ánimos generosos;
   cuanto y más que no sé yo
   si por tu causa olvidó
   los extremos amorosos 1185
   el conde de la marquesa.
   ¿ Qué ? ¿ Te esté mal un amante
   en la calidad infante,
   con quien tu casa interesa
   esperanzas cuyo fin 1190
   te haga reina de Aragón ?
   No tiene el rey sucesión.
   Solamente don Martín
   su hermano, si éste muriese
   sin hijos, es quien le hereda; 1195
   y luego el conde en quien queda
   esta corona.    Si fuese
   tan propicia tu fortuna
   que pasase tu beldad
   de condesa a majestad, 1200
   y la marquesa de Luna
   que agora temes en vano,
   envidiándote después,
   se te postrase a los pies
   y te bese la mano, 1205
   ¿ culparás tu elección ?
ELENA:      Ten, que por verme resinar
   llevas traza de matar
   toda una generación.
   El rey, --déle Dios mil vidas-- 1210
   es mozo y recién casado,
   sin que admita mi cuidado
   esperanzas homicidas.

Sale don JUAN

JUAN:      Para que me des albricias,
   para excusarte congojas, 1215
   para alegrarte esperanzas
   y para borrar memorias,
   he feriado de mi alcaide
   con dádivas y lisonjas
   permisiones de tu vista 1220
   solamente por media hora.
   Volveréme dentro de ella;
   que dejé mi fe fiadora
   y, aunque la juzgas fallida,
   quien la conoce la abona. 1225
   ¡ Ah, Elena !    A ser yo agorero
   temiera el ver que te nombras
   como la que, por mudable,
   llevó tragedias a Troya.
   No en vano advierten presagios 1230
   que las estrellas apropian
   los nombres a las costumbres,
   porque tal vez se conforman.
   Excusara yo desdichas
   a advertir mi afición loca; 1235
   que fuera asombro ser firme
   siendo Elena y siendo hermosa.
   Deslumbróme mi ignorancia;
   que Amor que ciego se engolfa,
   como no admite discursos, 1240
   aunque es dios, peca de idiota;
   mas no en todo me condenes,
   pues si te acuerdas, no ignoras
   cuán atento a mis peligros
   dudó el alma recelosa 1245
   desigualdades de prendas,
   que siendo tan ventajosas
   en ti, acobardaron llamas
   que a incendios crecen agora.
   Riquezas que te autorizan, 1250
   hermosura con que asombras,
   discreción con que suspendes,
   y calidad que blasonas
   debieran privilegiarte
   de inclinaciones remotas, 1255
   ni durables por violentas,
   ni lícitas por impropias.
   Yo, en todo tan semejanza
   de mi padre que me estorban
   sus heredadas desdichas 1260
   esperanzas aun en sombra,
   ¿ qué intentaba en pretenderte ?
   O tú, ¿ por qué, burladora,
   si a tu empleo me alentabas,
   a tus desprecios me arrojas ? 1265
   Digna de imperios naciste,
   ya pisas casi coronas,
   un infante te apetece,
   con él tus afectos logras.
   Virrey Aragón le adula; 1270
   quítale dos letras solas
   al "Virrey", gozarás, reina,
   majestades a mi costa;
   que para desocuparte
   quien me persigue y te adora 1275
   engaños que me vendiste,
   me notifica que escoja
   o el cuchillo mi garganta
   o esta noche por esposa
   a la marquesa de la Luna. 1280
   ¡ Proposición rigurosa !
   Pues "mar" que empieza en "marquesa"
   y "Luna," inconstancias toda,
   ¿ qué han de dar lunas y mares
   si no son mudanzas y olas ? 1285
   Muera yo, Elena, mil veces,
   qyue por ti mil serán pocas;
   mas porque doña Jusepa,
   que ingrato a su amor me nombra,
   no se queje de mí, dila 1290
   que la coyunda amorosa
   del tálamo pide un alma
   de sus potencias señora,
   y que no es dueño la mía
   de sí, porque me la robas 1295
   ingratitudes mudables
   que tu inconstancia pregonan.
   Que si tú me la volvieras,
   pudiera ser que en dichosas
   correspondencias pagara 1300
   finezas que Amor retorna.
   Mas, pues me parto a morir,
   finge siquiera que lloras
   pérdidas de un amor firme;
   seránme tus penas glorias 1305
   con que, aliviado, fenezca,
   pues disminuyan congojas
   lágrimas del enemigo
   si la compasión las brota.
   Pero no llores, condesa, 1310
   que si entre le jazmín y rosa
   de tus mejillas te atreves
   a finezas tan costosas,
   podrá ser me resucites;
   pues un alma en cada aljófar, 1315
   tras la noche de mi muerte,
   me dará vida tu aurora.
   Y si mil veces me matas
   y otras tantas me revocas
   de la quietud del sepulcro, 1320
   será piedad rigurosa
   para que viva, matarme.
   La parca el estambre rompa;
   que mis desdichas persiggue
   y tus venturas te estorban. 1325
   Goza, ingrata, al conde infante
   y plegue a Dios si le gozas,
   que Aragón con su diadema
   te ofrezca sus barras rojas;
   que yo, si en el otro mundo 1330
   se tiene de éste memoria,
   y Amor al alma acompaña,
   te prevendré protectoras
   la Fortuna y las estrellas
   porque tu dicha dispongan, 1335
   tus esperanzas alegren,
   y fertilicen tus bodas.
   El alma, Elena, te dejo.
   Trátala bien, que fue forma
   de un corazón en que estuvo 1340
   idolatrada tu copia.
   Y adiós, que queda en rehenes
   mi palabra, y más importa
   morir que vivr quien deja
   su fama por sucesora. 1345

Quiérese ir

ELENA:      Espera, mi bien, y advierte
   que aunque airado te retiras,
   que no ofenden con mentiras
   los que están, cual tú, a la muerte.
   Una fortuna, una suerte 1350
   una sospecha, un error,
   una desdicha, un temor,
   nos ocasionan los cielos.
   Precipitáronse celos;
   celos cegaron mi amor. 1355
   ¿ Pero, para qué te digo
   verdades de mi inocencia
   si el tiempo, todo experiencia,
   de mi fe ha de ser testigo ?
   Mientras el hado enemigo 1360
   gasta todo su rigor,
   ¿ no será, don Juan, mejor
   buscar remedios que basten
   para que no nos contrasten
   ni el peligro ni el temor ? 1365
   Dasme el sí de esposo y dueño

Déle la mano

   y del modo que las palmas
   anudándonos las lamas,
   haces de la tuya empeño.
JUAN:      ¡ Ay, dulce prenda !    Pequeño 1370
   mi mérito a tal favor.
   Ya moriré sin temor
   viviendo tú siempre en mí.
   En la brevedad de un sí
   te ofrezco un eterno amor. 1375
ELENA:      Pues ya corre por mi cuenta
   la integridad de tu fama;
   no la abrasará la llama
   de quien profanarla intenta.
   Por la tuya, esposo, asienta 1380
   mi honor.    Velando sobre él
   tú cuidadoso, yo fiel,
   conservémosle de suerte;
   que aunque se oponga la muerte,
   no nos le eclipse el de Urgel. 1385
   Y vuélvete; desempeña
   en la prisión tu palabra.
   Diamantes mi fe te labra.
   Quien piensa ablandarlos sueña.
   Medios la industria me enseña 1390
   con que, antes que la belleza
   del sol trueque la tristeza
   de la noche en alegría,
   si logro la industria mía
   exageres mi firmeza. 1395
JUAN:      En manos de tu consejo
   queda, Elena, nuestro honor.
   ¡ Qué receloso mi amor
   se aparta cuando te dejo !
ELENA:      La honestidad es mi espejo. 1400
JUAN:      Sí, pero los de cristal
   defiéndense, esposa, mal.
ELENA:      A más riesgos, más cuidado,
   porque en lo más delicado
   se desvela el que es leal. 1405
JUAN:      ¿ Si te persiguen ?
ELENA:                                Sufrir.
JUAN:      ¿ Si te combaten ?
ELENA:                            Vencer.
JUAN:      ¿ Si te prenden ?
ELENA:                              Padecer.
JUAN:      ¿ Si te apremian ?
ELENA:                            Resistir.
JUAN:      ¿ Si te violentan ?
ELENA:                              Morir. 1410
JUAN:      Pues en la fortuna extrema,
   mi bien, si dura su tema,
   sufrir, padecer, penar;
   que en la honra, hasta triunfar
   no hay peligros que Amor tema. 1415

éntranse por diferentes puertas.    Salen doña JUSEPA y el CONDE

JUSEPA:      Mudéme porque os mudasteis,
   señor conde; que hasta en esto
   imitándoos las costumbres,
   me debéis el pareceros.
   Dejáisme por la condesa 1420
   y así por don Juan os dejo.
   De celos éste me abrasa
   si aquélla os mata de celos.
   Iguales en las pasiones,
   una fortuna corremos, 1425
   un imposible seguimos,
   una desdicha tememos.
   Sólo nos diferenciamos
   en que vuestro amor, ni cuerdo,
   ni cortés, ni generoso 1430
   --perdonadme, que no puedo
   dejar de decir verdades--
   con el apetito ciego,
   con el poder arrojado,
   con la privanza soberbio, 1435
   tirano os volvéis de amante
   y, atropellando los medios
   que la esperanza consiguen
   os valéis de los violentos.
   Tan leal os ha servido 1440
   don Juan que sus pensamientos,
   con ser átomos del alma,
   no han desmandado deseos
   que merezcan reprimirse,
   pues con saber de los vuestros 1445
   cuán inconstantes se mudan,
   sólo por haberlos puesto
   de burlas en mí, han bastado
   a que me pague en despegos
   finezas que de algún modo 1450
   disminuyen mi respeto.
   Dejóme por no dejaros,
   perdióme por no perderos;
   solicitáisle a su dama,
   tenéisle por ella preso, 1455
   y amenazáisle la vida.
   ¡ Hazaña digna por cierto
   de un infante, de un virrey,
   de un señor que, agradeciendo
   tal lealtad, tales servicios, 1460
   libra a la crueldad los premios,
   las venganzas al verdugo,
   y su garganta al acero !
   Conde infante, yo le adoro,
   envidio, lloro, enloquezco, 1465
   de imposible amor me abraso,
   estoy perdida de celos.
   Pero aunque menospreciada
   de su ingratitud me quejo
   y a la condesa persigo, 1470
   no presumáis que pretendo
   torcer con las amenazas
   la voluntad que apetezco,
   ni que a costa de su vida
   se venguen mis pensamientos. 1475
   Aborrézcame don Juan
   y viva, mientras padezco,
   siglos, para mí de agravios,
   como él se deleite en ellos;
   que si en su conservación 1480
   mis esperanzas aliento,
   ¿ cómo podré sustentarlas,
   yo sin alma y don Juan muerto ?
   No, conde, no haréis tal cosa;
   que es don Juan en este reino 1485
   veneración de los mozos,
   admiración de los viejos,
   el triunfo de las hazañas,
   la escuela de los discretos,
   la envidia de los Narcisos, 1490
   el sol de los caballeros.
   Tiene parientes ilustres,
   tiene la condesa deudos,
   tiene espíritus amantes,
   y yo también, conde, tengo 1495
   resolución generosa,
   armas, vasallos y esfuerzo
   para poner, por librarle,
   mi vida y estado a riesgo.
CONDE:      ¡ Venturoso en sus desgracias 1500
   es don Juan, si alcanzó extremos
   en la condesa y en vos
   semejantes !    ¡ Oh, si el cielo
   de mi fortuna y la suya
   hiciera un lucido trueco, 1505
   dándole yo mis estados,
   dándome él merecimientos
   de tanta experiencia dignos !
   Sazonara yo con ellos
   pobreza y persecuciones 1510
   y no duplicara celos.
   Pero aunque culpáis mi enojo,
   añadiéndome los vuestros,
   no penséis que, destemplado,
   porque le envidio me vengo. 1515
   Quitóle vida y privanza
   a su padre el rey don Pedro
   porque, parcial del navarro
   se carteaba en secreto
   con él, en ofensa suya, 1520
   y a no descubrirse intentos
   de su fallida lealtad,
   alborotara estos reinos.
   Don Juan Jiménez, su hijo,
   es justamente heredero 1525
   de su sangre y sus acciones.
   Enseñaros cifras puedo
   que al segundo don Enrique
   de Castilla remitieron,
   y a don Sancho, el de Navarra, 1530
   don Juan y otros.    Mas, ¿ qué es esto ?

Sale un ALCAIDE

ALCAIDE:      Vuestra alteza, gran señor,
   advierta que la condesa
   de Belrosal atraviesa
   solicitudes de amor 1535
   contra la fe y la lealtad
   que vuestra alteza me fía.
   Corriendo por cuenta mía
   la guarda y seguridad
   de don Juan, no han de torcerme 1540
   promesas de este papel.

Dásele y léele para sí el CONDE

   Pídeme que huya con él
   y promete enriquecerme
   si le saco de Aragón
   y en Navarra le aseguro. 1545
   Pero yo sólo procuro
   cumplir con la obligación
   de la lealtad que es mi espejo.
CONDE:      ¡ Disculpad, marquesa, agora
   a vuestra competidora ! 1550
   Decid que llevarme dejo
   de pasiones y venganzas.
   Ved si don Juan me sacó
   verdadero.
JUSEPA:                    (Ya sé yo            Aparte
   lo que pueden acechanzas 1555
   que buscan contra su vida
   alguna disculpa honesta.)
ALCAIDE:      Doña Elena está dispuesta
   también para la partida.
CONDE:      Según lo que escribe aquí, 1560
   hÜir intenta con él.
JUSEPA:      Aunque puede ese papel
   ser fingido, haced por mí,
   señor infante, una cosa.
   Podrá ser si la alentáis 1565
   que el efecto consigáis
   de vuestra pena amorosa.
   ¿ No decís, alcaide, vos
   que la condesa os escribe
   que esta noche se apercibe 1570
   para salir con los dos
   huyendo de esta corona
   a Navarra ?
CONDE:                    Ansí lo afirma
   esta letra y esta firma.
JUSEPA:      Pues, si la dicha sazona 1575
   mis industrias, no dudéis
   del fin que Amor nos promete.
   Dé a don Juan ese billete
   el alcaide, y vos haréis
   depositar la condesa, 1580
   sacándola de su casa;
   pues, en fe de lo que pasa,
   podéis retirarla presa.
   Estaré yo en su lugar,
   vendrá don Juan, todo amor, 1585
   reconocido a favor
   tan digno de celebrar.
   Persuadiréle amorosa
   que, deudor de mi cuidado,
   yo la libertad le he dado, 1590
   pues su dama, temerosa
   de culpas que la atribuyen,
   sin saberse a dónde, huyó.
   En los nobles bien sé yo
   lo que obligan y concluyen 1595
   beneficios y finezas.
   Siéndolo, pues, don Juan tanto,
   ni descortés a mi llanto,
   ni mármol a mis ternezas,
   ha de dejar de pagarlas. 1600
   Mas, cuando no lo consiga,
   y leal a mi enemiga
   perseverá en despreciarlas,
   viniendo en su busca vos,
   riguroso e indignado 1605
   por la prisión que ha quebrado,
   y hallándonos a los dos
   solos y juntos, diré
   que mi firme voluntad
   se arriesgó a su libertad 1610
   y que él, pagando la fe
   de mi amor, se ofrece a darme
   palabra y mano de esposo.
   Imploraréos generoso,
   y vos, cortés, al postrarme 1615
   a vuestros pies, ya templado,
   diréis que a mi intercesión
   confirmáis con el perdón
   la palabra que me ha dado.
   ¿ Tendrá don Juan en tan poco 1620
   su fama, mi voluntad,
   su vida, su libertad
   que, por doña Elena loco,
   riesgos a riesgos añada
   al poder indignaciones, 1625
   a mis quejas sinrazones,
   y que no le persÜada
   tanto amor, peligro tanto ?
   No, conde, no lo creáis.
   De este modo aseguráis 1630
   la salida de este encanto;
   porque cuando don Juan niegue
   que el sí me ofreció de esposo,
   no será dificultoso
   hacer que el alcaide alegue 1635
   haberse hallado presente
   a nuestro honesto contrato.
   Aborrecerále ingrato
   la condesa, y si es prudente,
   por sólo vengarse de él, 1640
   admitirá vuestro amor.
CONDE:      Aunque pudiera el rigor
   valerse de este papel,
   y atajar con su castigo
   estorbos a mi esperanza, 1645
   venza por vos mi templanza.
   Seréis vos misma testigo
   de que ofendido y celoso
   perdono.    Vaya, Beltrán,
   a la prisión por don Juan. 1650
   PersÜádale ingenioso
   a que, en fe de ser hechura
   de la condesa, que está
   esperándole, pondrá
   su lealtad en aventura. 1655
   Déle el papel que le ha escrito;

Vuévesele

   y en su casa vos, marquesa,
   sazonad cuerda esta empresa
   mientras yo la deposito,
   y ayude Amor mis quimeras 1660
   dando a mis penas salida.
JUSEPA:      (Don Juan, libre yo tu vida,      Aparte
   y más que nunca me quieras.)

Vanse y salen ENGRACIA y BUÑOL, como preso

ENGRACIA:      Vengo a verte en las desgracias
   de tu prisión cada día 1665
   y, ¿ hablasme ansí ?

BUÑOL llorando

BUÑOL:                            Engracia mía,
   no está el tiempo para gracias.
ENGRACIA:      ¿ Lloras ?
BUÑOL:                      Lloro, que el de Urgel,
   por ser de don Juan criado,
   dicen que me ha recetado 1670
   las gárgaras de un cordel.
   Lloro la fortuna ingrata
   del amor que te he tenido,
   pues me juzgué tu marido
   y te he de dejar intacta. 1675
   Lloro las temeridades
   de don Juan, que siempre necias,
   en apreturas tan recias
   repara en puntualidades.
   Consiéntele que visite 1680
   esta noche, por media hora,
   el alcaide a tu señora,
   con tal que le necesite
   su fe y palabra a tornarse
   a la prisión, dentro de ella. 1685
   Sale alegre y suelto a vella,
   y cuando pudo escaparse
   del verdugo y el cuchillo,
   se vuelve, cumplido el plazo,
   a fiar la nuez de un lazo 1690
   y morir de garrotillo.
   Si él entonces se escurriera
   y, aunque preso, me dejara,
   yo después las afufara
   y perro muerto les diera. 1695
   ¿ No pudiéramos los dos
   burlar al conde señero ?
ENGRACIA:      Romper su fe un caballero
   es infamia.
BUÑOL:                      Bien, por Dios.
ENGRACIA:      Pues el noble y bien nacido 1700
   que al valor coronas labra,
   si no apoya en su palabra
   el crédito apetecido,
   ¿ qué honra podrá sacar
   su reputación a plaza ? 1705
BUÑOL:      ¡ Gentil honra o calabaza !
   Sacándole a ajusticiar,
   ¿ para qué diablos será
   en el mundo la honra buena ?
   Esta deleites condena, 1710
   ésta pesadumbres da,
   ésta emborracha ofendidos,
   amotina bandoleros,
   empobrece caballeros,
   y desatina maridos. 1715
   ¡ No estuviera a cargo mío
   el mundo !
ENGRACIA:                    Buen lance echara.
BUÑOL:      Honrilla, yo os desterrara
   de todo mi señorío...
   Aunque bien considerado, 1720
   ¿ dónde podremos hallar
   honras ya que desterrar,
   si en los huesos la han dejado
   sin topar con ningún hombre ?
   Pues honra y trato sencillo 1725
   con dignidades de anillo
   que no tienen más que el nombre.
ENGRACIA:      ¿ Sátiras y sentenciado ?
BUÑOL:      Pues, ¿ quién verdades advierte
   como quien está a la muerte ? 1730
   ¿ Sabes lo que he imaginado ?
   Que la honra, la lealtad,
   el valor, la valentía,
   la virtud, la cortesía,
   la fineza, la amistad 1735
   se han vuelto representantes.
ENGRACIA:      ¿ Qué dices ?
BUÑOL:                      Verdades digo.
   Y si no, busca un amigo
   y hallarásle en consonantes;
   que en el tablado remedia 1740
   riesgos dignos de admirarlos;
   que ya no es posible hallarlos
   si no vas a la comedia.
   Busca una mujer constante,
   pintarátela el poeta. 1745
   Busca una hermosa discreta,
   verás la representante.
   Busca un capitán valiente,
   y saldrá del vestuario,
   un Roldán, un Belisario, 1750
   admiración de la gente.
   Busca un padre a quien desvela
   una hija descÜidada,
   saldrá, desnuda la espada,
   y en otra mano la vela 1755
   examinando rincones
   y registrando tapices.
   Busca, aunque no satirices,
   lleno de imaginaciones,
   a un marido cuidadoso 1760
   de su casa y de su honor,
   saldrá al tablado, el color
   pálido, atento, dudoso,
   adocenando conceptos
   que suspendan al teatro, 1765
   levantándose a las cuatro
   y en soliloquios secretos
   su venganza [a] disponer,
   y después que la fabrique,
   arrojar todo un tabique 1770
   sobre su pobre mujer.
   Todo esto se representa,
   pero ya no se ejercita.
   El pesar la salud quita.
   Ya dan todos en la cuenta 1775
   y, excusando impertinencias
   ni discretas ni seguras,
   la amistad ande en pinturas
   y el honor en apariencias.
ENGRACIA:      Dejémonos de malicias 1780
   que intolerable te han hecho,
   y ensanchando agora el pecho,
   mándame muchas albricias.
BUÑOL:      Mándote quince raciones
   que a cinco cuartos y un pan 1785
   razonable pella harán.
   Mas, ¿ de qué me las propones ?
ENGRACIA:      De que tu señor, su dama,
   tú y yo esta noche salimos
   de Zaragoza, y hÜimos. 1790

Sale un CARCELERO

CARCELERO:      Buñol, el alcaide os llama
   y en casa de la condesa
   os espera con don Juan.
BUÑOL:      ¿ Cómo ?
CARCELERO:                Quedo, que os oirán
   los presos y se interesa 1795
   el perdernos o el ganarnos
   en salir sin que nos sientan.
   Con el alcaide irse intentan,
   y él se ofrece a acompañarnos
   hasta fuera de Aragón. 1800
   Soy su pariente y le sigo.
BUÑOL:      Retrátome, pues, y digo
   que hay honra, que hay compasión
   aun hasta en los carceleros.
   Yo hablé por boca de ganso. 1805
   Vamos, y pisemos manso.
   Noche, no nos saques gÜeros.

Vanse.    Salen el ALCAIDE y don JUAN

ALCAIDE:      Por la condesa he puesto
   la vida, hacienda y honra al manifiesto
   peligro del rigor del conde infante, 1810
   en fe que la condesa me ha criado.
   El sueño su familia ha descuidado;
   apresurar la fuga es importante
   antes que vuelva el día.
   Aquí os aguarda a escuras, que no fía 1815
   de la luz el secreto
   que pide tanto aprieto.
   Entrad callado y disponed prudente
   la salida de tanto inconveniente;
   que yo, entre tanto, prevendré caballos, 1820
   y fuera la ciudad haré llevallos,
   dando la vuelta luego.
JUAN:      El apetito, Amor, del conde ciego
   me obliga por mi honor a tanta ausencia.
   Favoreced, estrella, mi inocencia; 1825
   sed mi segura guía;
   que el hÜir su rigor no es cobardía.

Sale doña JUSEPA

JUSEPA:      (Hablar a don Juan siento.            Aparte
   Buscad, enamorado pensamiento,
   entre las protectoras 1830
   tinieblas de mi engaño encubridoras,
   razones persuasivas,
   de suerte en mi favor ponderativas
   que imaginando soy su doña Elena.
   Airosa salga yo de tanta pena.) 1835
JUAN:      Hermoso dueño mío,
   ¿ sois vos la que acreedora
   del alma que os adora,
   a pesar del celoso desvarío
   de un poderoso ciego 1840
   atropelláis estados y sosiego ?
JUSEPA:      Bajad la voz, don Juan, que cohechados
   domésticos criados,
   puesto que estén durmiendo,
   estorbarán sazones que pretendo, 1845
   y no ponderéis tanto
   el ver que a acompañaros me apercibo,
   pues si es vuestro el aliento con que vivo,
   y faltándome vos, mortal mi llanto,
   si un alma nos anima, 1850
   un yugo nos conforma,
   un espíritu solo nos informa
   y una suerte envidiosa nos lastima,
   cuando, cobarde, ausente os permitiera
   y el temor en mi patria me dejara, 1855
   de mí misma homicida ingrata fuera,
   el cuchillo yo misma me afilara.
   Y así, si amante os sigo,
   a mí misma me obligo,
   a mí me satisfago, 1860
   yo me debo a mí misma, yo me pago.
   Mas, dueño de mis ojos,
   si la prudencia prevenida impide
   con tiempo los enojos,
   y con las ondas el marinero mide, 1865
   --cuando conspira el mar todo amenazas--
   la altura, el fondo tanteando brazas,
   reconociendo arenas,
   los linos amainando a las antenas
   por excusar al náufrago navío 1870
   del banco, del escollo, del bajío,
   desidchas prevengamos,
   prudentes reparemos
   en el bien que adquirimos, con que huyamos,
   o en el mal a que el ánimo exponemos. 1875
   No hagamos incurables
   sucesos, aunque fieros, remediables.
   Prendióte la impaciencia
   del riguroso infante
   por competir con él, por ser mi amante, 1880
   dorando su violencia
   con imputarte insultos
   entre el navarro y tu inocencia ocultos.
   Huyendo, pues, daremos ocasiones
   a las malicias que el furor derrama. 1885
   Peligrará tu fama,
   y tú, que tan celoso siempre de ella
   por sólo defendella,
   la vida has despreciado,
   ¿ querrás vivir sin honra y desterrado ? 1890
   Consúltate a ti mismo, y templa celos.
   Contradecir los cielos
   cuyas disposiciones
   no te permiten mío,
   es ciego desvarío. 1895
   Navegas agua arriba si te opones
   a lo que el hado ordena.
   La marquesa de Luna
   mejorará tu suerte y tu fortuna.
   No te merece, ¡ ay, triste !, doña Elena. 1900
   Paga, aunque muera yo, su fe constante,
   despósate con ella.
   Obligarás al ofendido infante,
   desmentirás a tu enemiga estrella,
   no correrá tu fama 1905
   peligros afrentosos;
   y si temes, bien mío, que la llama
   de mis afectos, en tu amor dichosos
   puesto que malogrados,
   en el infante ocupe mis cuidados, 1910
   primero que consiga
   su aborrecible intento,
   será sólido el viento,
   la noche del planeta cuarto amiga,
   retrocediendo para nuevos daños 1915
   el cielo, el sol, los ríos, y los años.
JUAN:      Tan lejos de creer que hablas de veras,
   tan fuera de pensar que te has mudado
   escucho tus quimeras,
   que a sueño los oídos persÜado, 1920
   y mientras no te veo
   y la voz disimulas,
   o que te finges la que no eres creo
   o que, engañosa, mi temor adulas
   o que, si desmentiste 1925
   el natural liviano en las mujeres,
   trocando lo que fuiste por lo que eres,
   por lo que eres desprecias lo que fuiste;
   porque prodigio fuera
   que en ti perseverara 1930
   constancia que venciera,
   firmeza que triunfara,
   y amor impersuasible,
   que mujer y firmeza no es posible.
   Aun no ha pasado una hora 1935
   que al consagrado nudo
   tu mano aduladora
   necesitarme pudo,
   ¡ y tan presto, inconstante,
   desenlazarla intentas ! 1940
   Olvidárasme amante.
   Llorara yo rigores y no afrentas;
   pero piadosa ingrata hubieras sido
   si agravios no aña dieras a tu olvido.
JUSEPA:      (¿ CrÜel luego a mis males,        Aparte 1945
   de la condesa esposo,
   añadiste imposibles conjugales ?
   ¡ Ah, cielos riguroso !
   ¿ De qué sirven industrias, trazas, medios
   que en vano Amor me advierte, 1950
   si después de la muerte
   salen desesperados los remedios ?)
   Sacad luces, criados.
   Alumbren mis quimeras resplandores,
   pues ya desengañados 1955
   ardides de mi amor, quieren rigores
   quitarme en su venganza
   aun el frágil favor de la esperanza.

Salen BUÑOL y ENGRACIA con luz

BUÑOL:      Engracia, ¡ voces y a escuras !
   Soplonizado nos han. 1960
JUAN:      ¡ Marquesa !
JUSEPA:                      Ingrato don Juan,
   ya que mi vida aventuras
   con la desesperación
   del hallarte enajenado,
   ya que imposibilitado 1965
   das a mi muerte ocasión,
   no la des a la venganza;
   que esta noche, si resistes
   a tu enemigo, entre tristes
   obsequian de mi esperanza 1970
   te han de acabar.    Esto es cierto.
   Sal de tan confuso abismo,
   redímete tú a ti mismo,
   viv[o] ingrato y no fiel muerto.
   Triunfe de mí mi enemiga, 1975
   y pues no medre quimeras,
   suplan tus burlas mis veras.
   Permite que al conde diga
   que a las coyundas unidos
   del tálamo soy tu esposa. 1980
   Dame la mano engañosa,
   estudia afectos fingidos
   que al conde puedan templar,
   para que huyendo de aquí,
   aunque, ingrato, te perdí, 1985
   los dos os podáis librar,
   que mientras que al conde aplaques,
   yo estorbos allanaré.
   Yo, don Juan, trazas daré
   para que a tu esposa saques. 1990
   Testigos tienes aquí
   cuando la mano me des
   que atestiguarán después
   la verdad.    ¿ Qué importa un "sí"
   cuando dice el alma un "no" 1995
   que ha de costarme la vida"
   O júzgame mi homicida
   o libre la tuya yo.
JUAN:      Marquesa, aun ansí rehuso
   ofender mi esposa bella. 2000
BUÑOL:      ¡ Cuerpo de Cristo con ella !
   ¡ Miren qué marido al uso !
   Que may muchos que por mudar
   ropa limpia en todas partes
   se desposan cada martes. 2005
   Sé marido titular
   pues no nos cuesta dinero.
ENGRACIA:      Señor, ¿ por qué desestimas
   remedios con que redimas,
   burlando al conde severo, 2010
   tu vida y la de tu esposa ?
   Testigos somos los dos
   de este engaño.
BUÑOL:                        ¡ Aquí de Dios !
   Esto de morir, ¿ es cosa
   de sorber huevos ?    Acaba. 2015
   Mira que el infante llega.
JUAN:      Desesperado es quien niega
   la fe que tu amor alaba.
   A seguirte estoy dispuesto;
   seráte de hoy más, señora, 2020
   mi vida eterna deudora
   del empleo en que la has puesto.
   ¡ Oh, quién dos almas tuviera
   para pagar con la una
   de la marquesa de Luna 2025
   la piedad más verdadera
   que a historias dieron motivo !
JUSEPA:      No hay favor que satisfaga,
   don Juan, como el que sin paga
   no está atenido al recibo. 2030

Salen el ALCAIDE y doña ELENA

ALCAIDE:      De suerte os ama el infante
   que, aunque indignado, os permite
   vuestra casa.    Solicite
   brevemente vuestro amante
   la jornada prevenida, 2035
   que yo, como os ofrecí,
   cumpliré la fe que os di
   aunque aventure la vida.

Vase

ELENA:      (No alcanzo, confuso cielos      Aparte
   el fin de mi suerte escasa. 2040
   Sacóme el conde de casa
   culpándome sus recelos,
   ¿ y restitúyeme agora,
   cortés y amante ?    ¡ Ay de mí !
   Algún engaño hay aquí 2045
   que en su ofensa el alma ignora.
   Pero, ¿ no es aquél don Juan ?
   ¿ La marquesa, no es aquélla ?
   ¿ Libre en mi casa y con ella ?
   Ya mis sospechas se van 2050
   convirtiendo certidumbres.)
JUSEPA:      ¿ De qué sirve encarecerme
   los que confiesas deberme
   para aumentar pesadumbres ?
   No excedas de agradecido; 2055
   que si es mi vida la tuya,
   cuando te la restituya,
   suficiente paga ha sido
   el permitirme llamar,
   del modo que hemos trazado, 2060
   tu esposa.
ELENA:                    (¿ Cómo ?    ¡ Ay, cuidado !    Aparte
   ¿ Esto venís a escuchar ?
   ¿ De doña Jusepa esposo
   don Juan, y que él lo confiesa ?
   ¿ Su vida de la marquesa 2065
   deudora ?    Amor engañoso,
   no me permitáis más viva.
   Salga el alma por los labios.
   Ponzoña son los agravios.
   A su pena se aperciba 2070
   quien los engendra en mi pecho.
   Muera y mate mi dolor.)

Salen el ALCAIDE, el CONDE y otros

ALCAIDE:      Este es don Juan, gran señor.
CONDE:      No lograrás satisfecho,
   ingrato, desconocido 2075
   a tu lealtad, a tu ley,
   a tu patria, y a tu rey,
   y al favor que me has debido,
   la fuga con que confirmas
   delitos que disfrazaste, 2080
   y de tu padre heredaste.
   Tus papeles y tus firmas
   disculparán la aspereza
   con que el rigor te amenaza.
   Mañana verá en la plaza 2085
   este corte tu cabeza.
JUSEPA:      Corta primero la mía,
   si en tanta severidad
   pierde el blasón la piedad
   que en ti mi esperanza fía. 2090
   Don Juan, gran señor, se ofrece,
   si tu indignación mitigo,
   a desposarse conmigo.
   Lo que la envidia encarece
   desmentirá de este modo. 2095
   No salga con su interés
   la malicia.    En estos pies
   consiste mi amparo todo.
CONDE:      Alzad, señora, del suelo.
   Discreto don Juan ha andado 2100
   en valerse del sagrado
   que en vos imita al del cielo.
   Daos las manos, que yo doy
   por ellas su libertad.
   Vuélvale vuestra beldad 2105
   a mi gracia; que desde hoy
   agravios pongo en olvido.
JUAN:      Si tanta suerte intereso
   por esta mano que beso,
   feliz mi desdicha ha sido. 2110
   En ella mi suerte fía
   mi seguridad.

Vala a dar la mano y apartándosela doña ELENA dice

ELENA:                        ¡ Traidor !
   ¡ Y tu dios, mi fe, mi amor !
JUAN:      ¡ Esposa del alma mía !
   ¿ Vos presente y yo inconstante ? 2115
   ¿ Yo cobarde y vos leal ?
   Perdone el riesgo mortal
   que tiene el temor delante.
   Perdone el severo infante,
   la marquesa compasiva, 2120
   la Fortuna ejecutiva,
   las plebeyas opiniones,
   las piadosas persuasiones,
   que sin vos quieren que viva.
   Que, puesto que la clemencia 2125
   de la marquesa me nombra
   su esposo, no más que en sombra,
   su consorte en la apariencia;
   sombra en vuestra presencia
   se atreve a desposeeros 2130
   de los derechos primeros
   que el tálamo pudo daros
   ni aun en sombra ha de agraviaros,
   ni en apariencia ofenderos.
   Conde, en esta hermosa mano 2135

Dásela

   dos almas enlaza Amor
   cuyo nudo es el honor,
   cuyo imperio es soberano.
   Desatarle será en vano
   mientras conformes y unidas 2140
   sus coyundas no dividas.
   Si a Alejandro has de imitar,
   y el romper es desatar,
   rompe el lazo a nuestras vidas.
   Pero si el rey te encomienda 2145
   su imperio, y toda tu acción
   consiste en la obligación
   de que por ti se defienda,
   reino es mi honor.    No pretenda
   ningún tirano usuparle; 2150
   que sabrá mi fe guardarle
   y mi valor defenderle.
   ¡ Perderme por no perderle,
   y morir por conservarle !

Saca la espada y llévase a la CONDESA

CONDE:      ¡ Id tras ellos !    ¡ Deteneldos ! 2155
   ¡ Que un hombre se atreva a tanto !

Vase

JUSEPA:      Encubridlos, cielo santo.
   Noche oscura, defendeldos.
BUÑOL:      ¡ Ah, azadas toscas !    ¡ Oh, bieldos !
   ¡ Oh, tasajos labradores ! 2160
   Seguros de estos temores,
   ¿ quién fuera vuestro gañán ?
JUSEPA:      Líbrese, cielos, don Juan
   y mátenme sus rigores.


ACTO TERCERO


Salen don JUAN como preso, y don ALONSO

ALONSO:      Mándame que os sepulte 2165
   en esta fortaleza
   y, porque mi piedad no dificulte
   tan desconforme acción a su grandeza,
   le han de dar dos testigos
   fe de que muerto os vieron. 2170
   No sabe que los dos somos amigos,
   y así la infeliz noche que os prendieron
   --si resuelto valiente, no advertido--
   me encargó vuestra guarda
   y la acepté gustoso, porque ha sido 2175
   acción de la amistad, cuando es gallarda,
   tomar por cuenta suya su suceso;
   pues a teneros otro que yo preso,
   ¿ quién duda que al infante obedeciera
   y ejecutor de vuestra muerte fuera ? 2180
   En fin, amigo, en tan preciso extremo
   temo al infante, daros muerte temo;
   mas si admitís la traza que aventuro,
   vos viviréis y yo estaré seguro.
   Ved si os parece cuerda 2185
   porque os vos no os perdáis o no me pierda.
JUAN:      Finezas habéis hecho
   por mí tan ventajosas
   que, dejándose atrás las fabulosas
   de los Damones, Pílades, Zopiros, 2190
   admirarlas podré; mas no serviros
   de suerte que a mi empeño satisfaga,
   que al primer beneficio nunca hay paga.
   Pero, si con mi muerte
   sosiega la fortuna tempestades 2195
   y la enemiga suerte
   templa en mi esposa bárbaras crueldades
   con que el infante intenta
   rendir su honesta fe para mi afrenta,
   ¿ no son medios mejores 2200
   que yo desdichas venza y vos temores ?
   Tiénenla sus crueldades retirada,
   de estados y opinión desposeída,
   y tan necesitada
   que aun para lo forzoso de su vida 2205
   desea la condesa
   las sobras de la más mediana mesa.
   Sus parientes, su misma sangre huye
   ampararla, fingiendo aborrecerla;
   que como la atribuye 2210
   el conde tanto insulto y, por torcerla
   con la necesidad, muestra procesos
   de ilícitos excesos,
   tiemblan manchas de honor prudentes todos
   como se le faltara al poder modos 2215
   para verificar cualquier quimera
   contra sus enemigos,
   y en las cortes el oro no supiera
   las firmas falsear y los testigos.
   Muriendo yo, serenarán los cielos, 2220
   volverá a su opinión mi esposa bella,
   casaráse con ella
   el conde sin estorbo de mis celos,
   no temerá mi honor que le desdoren.
   Podrá ser que me lloren 2225
   mis mismos enemigos,
   de mi lealtad testigos,
   puesto que el interés su pecho abrase;
   que no hay rencor que del sepulcro pase.
ALONSO:      La desesperación es cobardía 2230
   indigna del valor que el cielo os fía.
   Yo he de afirmaros muerto.
   Un primo y un hermano
   tengo aquí y sé de cierto
   que vituperan el rigor tirano 2235
   con que el conde os persigue.
   Siendo mi sangre, pues, y ésta piadosa,
   no es mucho que se obligue
   a fingir la tragedia lastimosa
   de vuestra muerte oculta. 2240
   Persuadiránle, pues, que aquí os sepulta,
   en fe de su prece[p]to,
   la noche, la obediencia y el secreto.
   Mostrarémosle luego ensangrentados
   los tres vuestros vestidos. 2245
   Sosegará el recelo a sus cuidados,
   y con otros groseros y fingidos,
   huyendo de las manos de la muerte,
   tendrá que agradecerme vuestra suerte.
   O resolveos en esto 2250
   o no os agrvie que a mi noble trato
   os imagine ingrato.
JUAN:      Segunda vez por vos me engolfe, expuesto
   al mar de los peligros, que excusara
   si en el sepulcro los depositara, 2255
   porque alargar la vida a un desdichado
   no es piedad, es rigor disimulado.
   Pero en efecto, amigo,
   mi gusto por el vuestro contradigo.
   Muera yo para todos, 2260
   viviré para vos, para mi Elena.
   Deberáos los alivios de su pena.
ALONSO:      Sí; mas, don Juan, ya veis si el conde alcanza
   que estáis libre por mí que a su venganza
   me expongo.
JUAN:                      Siempre anduvo recatado, 2265
   don Alonso, el Amor acompañado
   de honor y de recelos advertidos.
   Perdedlos vos, y apercibid vestidos
   que deslumbren curiosas atenciones,
   pues sigo vuestras fieles persuasiones 2270
   entretanto que llega
   nuestro rey; que me afirman que navega,
   Cerdeña sosegada,
   a Barcelona su triunfante armada;
   que en mi inocencia y su justicia espero 2275
   ardides deshacer del conde fiero.

Vanse.    Sale ENGRACIA llorando, que trae unas almohadillas.    Serán de flancas que se abren y las cubiertas de tafetán o raso negro y un azafata de labores curiosas y doña ELENA en hábito muy llano

ELENA:      Yo, mi Engracia, te agradezco
   la lástima y compasión
   que deben a tu afición
   las desdichas que padezco; 2280
   pero a los ojos perdona
   de tu fe tantas señales,
   que no son males los males
   que Amor con gustos sazona.
   ¿ Ves los temosos rigores 2285
   con que el infante crÜel
   intenta que de tropel
   su crueldad y mis temores
   den con mi firmeza en tierra ?
   ¿ Las culpas que a mi lealtad 2290
   levanta ?    ¿ La falsedad
   cohechada ?    ¿ Que me destierra,
   presa a vista de la    corte,
   porque el tenerla presente
   más mis pesares aumente, 2295
   menos mis ansias reporte ?
   ¿ Los estados que me quita ?
   ¿ La hacienda que enajenada,
   y al fiscoreal aplicada,
   lo preciso me limita ? 2300
   ¿ Parientes que se resuelven
   en usurparme mi estado,
   que para el que es desdichado
   deudas los deudos se vuelven ?
   ¿ El extremo a que me humilla ? 2305
   ¿ La estrechez con que estoy presa,
   pues necesita mi mesa
   socorros de la amohadilla ?
   Pues aumenten desleales
   amenazas y rigores; 2310
   que cuanto fueren mayores,
   hay un bien entre estos males
   con que endulzándose van,
   sin que igualen todos ellos
   al gusto de padecellos 2315
   doña Elena por don Juan.
ENGRACIA:      Yo, que tus trabajos siento,
   sin esa ayuda de costa,
   como tengo más angosta
   el alma y el sufrimiento, 2320
   llevo sin paciencia el ver
   que si no labra o dibuja
   curiosidades tu aguja,
   no tenemos qué comer.
   ¿ Condesa y necesitada 2325
   a que nos compre una tienda,
   lo que tu valor la venda,
   de tus deudos olvidada,
   y del conde perseguida ?
ELENA:      Así, Engracia, haré mayor 2330
   la alabanza de mi amor;
   que, puesto que encrecida
   Penélope --porque ausente
   su consorte, los veinte años
   entretuvo con engaños 2335
   tanto amante pretendiente--
   como no necesitaba
   de la tela que tejía,

Siéntase a hacer labor

   si de noche deshacía
   lo que con el sol labraba, 2340
   no fue mucha sutileza
   --cuando la necesidad
   no apretaba en su lealtad
   cordeles de la pobreza--
   la de su ardid engañosa, 2345
   ni gran cosa deshacella,
   no habiendo de comer de ella.
   Dejóla rica su esposo;
   que para obligarla basta
   y sobra.    El milagro fuera 2350
   hallarla, cuando volviera,
   perseguida, pobre y casta.
ENGRACIA:      Para todo hallas salida.
   Celebre el mundo tu amor.
   Tus discursos y labor 2355
   te alivien entretendida.
   Entretanto que llevo ésta
   a quien medra en su barato,
   habla con ese retrato,
   enamorada y honesta; 2360
   que es solamente el caudal
   que escapó del conde infante.
   Tenle tú siempre delante
   que no hay bien para ti igual.

Sobre la puerta esté un retrato de don JUAN todo entero

   Daréme toda la prisa 2365
   posible para volver
   a aliñarte de comer;
   que, pues que el hambre guisa
   manjares de sazón llenos,
   y para ella no hay pan malo, 2370
   si no hallare otro regalo
   los duelos con pan son menos.

Vase.    ELENA hace labor mirando a veces el retrato y sale don JUAN, de labrador, con capote de dos aldas y caperuza, en cuerpo

JUAN:      (Deseo, en violencia tanta,      Aparte
   resistirme.    Es por demás.
   Los pasos que doy atrás 2375
   mi amor me los adelanta.
   Mi muerte se ha divulgado;
   este traje me asegura.
   Teme mi corta ventura
   si a la noticia ha llegado 2380
   que no vivo de mi esposa,
   o que se quite la vida
   o que pobre y perseguida
   se rinda su fe animosa.
   Asegurarla es mejor, 2385
   y excusaré de esta suerte
   o los riesgos de su muerte,
   o los que teme mi honor.
   Pero, ¡ ay cielos !    aquí está,
   que no exhalaran las flores 2390
   de esta quinta los olores
   que su hermosura les da
   a faltarles su presencia.
   Labrando está.    Calidad
   en que la honesta beldad 2395
   hace al vivo resistencia.
   Mi muerte sin duda ignora,
   porque a saberla bordara
   el cambray desde la cara
   con las perlas que amor llora. 2400
   Niño dios, desde estas murtas
   examinemos primores,
   pues para ti no hay favores
   como los que escondido hurtas.)

Al retrato

ELENA:      Bien mío, podreos decir 2405
   que si os he de contemplar,
   ni con vos podré labrar,
   ni sin vos podré vivir.
   Imposible es resistir
   la vista, en cuyos despojos, 2410
   olvidados mis enojos
   y mis sentidos en calma,
   se va la atención al alma,
   y ésta tras vos por los ojos.
   Mirad, mi bien, que le rigor 2415
   con las armas del poder,
   para darme de comer,
   me ejecuta en la labor.
   Por conservar vuestro honor
   es sabroso este cuidado,... 2420

Pícase un dedo con la aguja y exprímese la sangre

   ¡ Ay, cielos !    ¡ Ay, dueño amado !
   Hasta mudos lisonjeros
   me venden tan caro el veros
   que la sangre me ha costado.
   Presagio funesto ha sido. 2425
   ¡ Sangre, amores, por miraros !
   Sacaránla por sacaros
   del pecho en que habéis vivido.
   Mas démosle otro sentido
   favorable a mis antojos 2430
   por divertir mis enojos.
   Digamos contra mi miedo;
   que a veros se asoma al dedo
   envidiosa de los ojos.

Han caído sobre la labor dos gotas de sangre

   Manché al cambray la pureza, 2435
   mas juntos están mejor
   con la sangre de mi amor
   lo blanco de mi limpieza.
   Armas son de la fineza
   que mi amor conservar trata. 2440
   Viértala la suerte ingrata,
   que no parecerán mal
   dos finezas de coral
   en campo honesto de plata.
   Atarla quiero un listón; 2445

Sácale de la almohadilla negro y átasele

   que si a mi esposo ha buscado
   más al vivo retratado
   le tiene en mi corazón.
   En la común opinión
   no tiene Amor otra hacienda 2450
   que la sangre en que se encienda
   y, si sois su aliento vos,
   fineza es que andéis los dos,
   Amor y sangre, con venda.
JUAN:      (¡ Dichosas persecuciones          Aparte 2455
   pues compraron tan barato
   las glorias para un retrato
   que envidian mis atenciones !
   Volved otra vez, prisiones.
   Medrará con vuestra usura 2460
   experiencias mi ventura
   ya feliz, ya no crÜel.)

Halla dentro de la caja ELENA un papel cerrado

ELENA:      ¡ Válgame Dios !    ¿ Qué papel
   turbar mi quietud procura ?
   ¡ Ah, Engracia !    No es tan leal 2465
   la fe que tu amor profes.

Lee

   "A doña Elena, condesa...
   --¡ Ah, cielos !--...de Belrosal..."
JUAN:      (¡ Qué prevenido fiscal                  Aparte
   de mis gozos fue el recelo ! 2470
   ¡ Qué presto marchita el hielo
   las flores de mi esperanza !
   ¡ Qué en breve el mar en bonanza
   se empieza a turbar mi cielo !)
ELENA:      No habéis vos, papel, venido 2475
   a patrocinar mi honor;
   que indicios da de traidor
   el extranjero escondido.
   Pero habéis cuerdo escogido
   el sitio que aquí os oculta, 2480
   pues de su hechura resulta
   un sepulcro y, si se advierte,
   profeta fue de su muerte
   quien en vida se sepulta.
   Como la víbora envuelta 2485
   en la flor, que el hortelano
   apenas la vio en la mano
   cuando medroso la suelta,
   ansí asustada y resuelta
   tiemblo vuestra contagión. 2490
   No os leerá mi turbación;
   que quien recela el engaño
   y le escucha, ya a su daño
   da tácita permisión.
   Volad, llevadle en pedazos 2495
   a vuestro autor la respuesta.

Arrójale en cuatro pedazos

JUAN:      (Hazaña que es tan honesta        Aparte
   corónese con mis brazos.
   Voy a darla mil abrazos.)
ELENA:      Pero,... inadvertencia mía, 2500
   más de mí mi amor confía,
   porque hÜír antes de ver
   del enemigo el poder
   es cupable cobardía.

Levántase y coge los pedazos

JUAN:      (Detente, mi bien, no admitas    Aparte 2505
   indicios que la honra teme,
   pues mancha, cuando no queme,
   el fuego que solicitas.)

Asiéntase

   Palabras al aire escritas,
   experimentad en mí; 2510
   que, pues que audiencia os di,
   soy de la lealtad trasunto.
   Los rotos pedazos junto.

Junta los pedazos sobre la almohada

JUAN:      (¡ Ah, cielo !)                      Aparte

Lee

ELENA:                        Y dicen ansí:
   "En la muda oscuridad 2515
   de esta noche sola estriba,
   condesa, que don Juan viva
   y vos cobréis libertad.
   Feriadme vuestra beldad,
   y advertid que es sin provecho 2520
   querer guardar en el pecho
   el honor que me resiste,
   porque éste sólo consiste
   en el nombre y no en el hecho."

Levántese

   Mientes, torpe adulador, 2525
   que no es virtud suficiente
   la que celebra la fente
   si en sí no tiene valor.

Hácele añicos y arrójale

   Hipócrita es el honor
   que temiendo al "qué dirán" 2530
   de la opinión que le dan
   inútil crédito espera.
   ¿ Qué importa que don Juan muera,
   si muere honrado don Juan ?
   Ya mi sangre por primicias 2535
   he consagrado a su fama;
   que la que aquí se derrama
   ganó al honor las albricias.
   A desvanecer malicias
   me lleva mi impulso honesto. 2540
   Responderé al descompuesto
   infante resoluciones
   que avergÜencen persuasiones
   de su amor.    Pero, ¿ qué es esto ?
JUAN:      (Gente ha entrado.    Dilatemos      Aparte 2545
   a coyuntura mejor
   el manifestar, Amor,
   de mi gozo los extremos.
   A la noche volveremos,
   donde pague mi ventura 2550
   empeños de esta pintura,
   mostrando su original
   por una Elena leal,
   la firmeza en la hermosura.)

Vase.    Sale doña JUSEPA, de luto

JUSEPA:      Condesa, don Juan es muerto; 2555
   que piensa el conde engañoso
   facilitarse esperanzas
   quitándolas este estorbo.
   Yo vi, en su sangre bañados,
   los vestidos generosos, 2560
   flores de un mayo apacible
   que ya ha secado el agosto.
   Negará el conde crueldades,
   ofreciéndote a tu esposo
   vivo y libre; que pretende 2565
   este cambio en tus oprobios.
   Pero si de estos ardides
   no sale su engaño airoso,
   cuando viudeces te enluten,
   está prevenido de otros 2570
   que burlen tus esperanzas,
   prometiéndote, en retorno
   de posesiones presentes,
   imposibles desposorios.
   Alegará que, ya libre 2575
   del cautiverio amoroso
   que enajenó tus potencias
   enlazo al tálamo roto,
   mejoras con él de dueño,
   asegurando los votos 2580
   que en sus futuras coyundas
   truequen tu pesar en gozos.
   Ofreceráte la mano;
   mas no, condesa, no ignoro
   que en la sangre de tu dueño 2585
   bañada te cause asombros.
   Los escarmientos te enseñen
   que el deseo caviloso
   vuela en promesas de pluma
   y cumple en plazos de plomo. 2590
   Ejemplo, casada, diste
   a que te celebren todos;
   añade, viuda, a tu fama
   los prodigios mauseolos.
   No te acobarden los riesgos 2595
   con que aleves testimonios
   se oponen a tu inocencia,
   pues tiene el tiempo dos rostros,
   y si te asombra el horrible,
   enseñandote el piadoso, 2600
   verás que al fin la verdad
   corre al engaño rebozos.
   No la pobreza que pasas
   te precipite tampoco;
   riquezas y estados tengo 2605
   dispuestos a tu socorro.
   Idolo de don Juan fuiste;
   como tal te reconozco.
   Los bienes de los difuntos,
   plebeyos o generosos, 2610
   se ponen en almoneda.
   Imagina, pues, que compro,
   en fe que eres prenda suya,
   su amor en ti, y que transformo
   en tu pecho mis cuidados; 2615
   en él a don Juan adoro,
   la casa en que está, la prenda,
   la joya y el escritorio.
   Ya se nos descubre el puerto,
   ya del conjurado golfo 2620
   que tanto te ha derrotado
   la playa nos muestra Apolo.
   Si hasta agora naufragste,
   presto darán penas fondo
   en la venganza que espero 2625
   del rey, afable y piadoso.
   Las costas de Cataluña,
   sosegado el alboroto
   de los sardos, nos le ofrecen
   en sus arenales rojos. 2630
   En busca suya me parto.
   ¿ No creas que, si me postro
   a sus siempre invictos pies,
   si en tu inocencia le informo,
   si del sangriento homicida 2635
   las crueldades le propongo,
   sus desatinos le cuento
   y sus favores imploro,
   que a la sabrosa venganza
   niegue amparos, huya el rostro, 2640
   iras temple, olvide insultos,
   mire ciego, escuche sordo ?
   Mañana me parto a verle.
   Alivia este plazo corto
   congojas con el deseo, 2645
   que he de vengarte si torno.
   Y adiós, amiga del alma,
   que este nombre nos es propio,
   pues ya en desdichas iguales
   tus mismas fortunas corro. 2650

Vase [doña JUSEPA.    Habla doña ELENA] al retrato

ELENA:      No extrañáis, caro inocente,
   el silencio que en mis ojos
   niega conductos al llanto
   y al tormento desahogos;
   que penas que hallan salida 2655
   rompiendo al pesar estorbos
   y, para alivio del alma,
   puedan dilatarse al rostro.
   No son ansias, no son penas.
   Aquel río, sí es furioso, 2660
   que en la estrechez de la madre
   no se divide en arroyos;
   mortal, sí, aquel sentimiento
   que al corazón busca sólo
   y sin derramar sus fuerzas, 2665
   asalta su imperio angosto.
   Lloren pesares pequeños,
   en fe de que son tan flojos
   que, desatándose en agua,
   libran la paga en sollozos; 2670
   que si es quinta esencia el llanto
   de la sangre que provoco
   a la venganza que intento,
   y desperdicio el socorro
   que en ella mi agravio espera, 2675
   ¿ de qué suerte, caro esposo,
   consegguiré sus afectos
   si inadvertida la arrojo ?
   Creyó el aleve homicida
   desanudar amorosos 2680
   lazos que con verdes nudos
   medró la hiedra en el olmo.
   Cortó sus ramas la muerte;
   mas permaneciendo el tronco
   puesto que seco y sin vida, 2685
   ¿ qué importa, si éste es su apoyo ?
   No están sujetas las almas
   al cuchillo riguroso,
   ni a la duración caduca
   amor de los cuerpos toscos. 2690
   Inseparable con ella
   se parte al clima remoto
   donde eternice deleites
   y el pesar no asalte al gozo.
   Mi amor, malogrado mío, 2695
   como accidente forzoso
   del alma que tras vos vuela,
   os sigue a los dulces ocios
   de la quietud que os alista;
   que bien puede --aunque no rotos 2700
   lazos del cuerpo-- buscaros
   en éxtasis y en arrobos.
   Vivo el engaño os me ofrece,
   del conde tirano estorbo,
   en cambio de la torpeza 2705
   que le ha despeñado loco.
   Venzan engaños a engaños,
   ardides triunfen de oprobios,
   crueldades paguen crueldades,
   agravios castiguen monstruos. 2710
   A la torpeza me llama
   con un papel y con otro.
   Las ansias disimulando
   que dentro del alma escondo,
   haré que esta noche venga 2715
   a dar motivo hazañoso
   a los libros, a las plumas,
   al escarmioento, al asombro,
   de que no siempre ha postrado
   al humilde el poderoso, 2720
   el engaño a la inocencia,
   ni a la honestidad el oro.
   Porque yo, prenda querida,
   serviré de ejemplo a todos
   de que no temen peligros 2725
   finezas con que os adoro.

Vase.    Sale don JUAN cubriéndose la cara conn el capote, y BUÑOL que va tras él buscándole el rostro

BUÑOL:      Hombre del diablo, ¿ qué quieres.
   que no hay echarte de aquí ?
   ¡ Una hora andando tras ti
   y nunca saber quién eres ! 2730
   Sombra, trasgo, labrador,
   mirémonos por su tanda,
   que parece que se te anda
   la cabeza alrededor.

Buscándole la cara por los hombros

   Habla siquiera tantico. 2735
   detente, que me enloqueces.
   ¡ Vive el cielo !    Que pareces
   remate del villancico:
   "Linda aplicación te di,
   pues tus plantas nunca quedas: 2740
   Hollando las flores,
   cruzando veredas,
   corriendo y saltando
   de aquí para allí,
   enturbian las fuentes, 2745
   inquietan las ramas,
   tras por acá, mas tras por aquí;
   y las hojas de las retamas
   parecen estrellas
   que imitan las llama 2750
   y cantan al alba
   su quiquiriquí:
   tras por acá, mas tras por aquí."
   Vete, ya que no te he visto,
   pues que la puerta te muestro. 2755

éntrase por las piernas y saca el rostro BUÑOL por entre ellas, dscubriendo el de don JUAN

   Esta es treta de maestro.
   ¡ Cogido os he, vive Cristo !
   ¡ Don Juan !    ¡ Señor de mi vida !
   Pues, ¿ tú con Buñol crÜel,
   en la lealtad lebrel ? 2760
   ¿ Es ésta paga debida
   a lo que por ti he llorado ?
   ¿ Tú escrupuloso conmigo ?
JUAN:      Téngote por mi enemigo.
BUÑOL:      Será por verme criado 2765
   de quien debo aborrecer,
   pero fineza fue mía
   servirte de doble espía,
   y tal vez de entretener
   resoluciones violentas 2770
   del conde descaminado.
JUAN:      Poco sirvió tu cuidado
   pues no reprimiste afrentas
   que algún doméstico vil
   contra mi honor solicita. 2775
BUÑOL:      Engracia al conde visita,
   y su interés feminil
   me ocasiona a maliciar
   el "plegue a Dios" de la aldea,
   con lo de "orégano sea." 2780
   Pues tanto salir y entrar,
   volviendo a la luz la espalda,
   y oliendo el poste primero,
   como gozque forastero
   entre perrillos de falda, 2785
   darme un mantazo en los ojos
   y andarse cuchicheando
   con el infante, buscando
   rincones, son trampantojos.
   Anoche estuvo con él 2790
   y no sé lo que la dio;
   que hasta el amnto se rio
   al despedirse.
JUAN:                          Un papel,
   contra su lealtad Bellido,
   contra mi quietud Sinón. 2795
   En fin, con tanta atención,
   ¿ se te ha, Buñol, escondido
   la muerte que don Alonso
   afirme de mí al infante ?
BUÑOL:      Vivas más que un elefante, 2800
   sin agÜeros de un responso.
   Algún ardid provechoso
   te dio libertad y vida.
   No es bien que agora te pida
   cuenta de él, porque es forzoso 2805
   que el sol que se nos desmaya
   con la noche traiga al conde.
   Por esas matas te esconde;
   volveré cuando se vaya.
JUAN:      Dame esa capa y espada; 2810

Dásela[s] con el sombrero

   que, puesto que mi obediencia
   por señor le reverencia
   y en él tengo retratada
   la person de mi rey
   pues gobierna en su lugar, 2815
   defender y respetar
   me mandan mi honor y ley.
BUÑOL:      Bien pueden compadecerse
   esas dos cosas, mas mira...
JUAN:      La lealtad templa la ira, 2820
   y el honor saber valerse
   de su derecho y acción.
   Yo procuraré cumplir
   con uno y otro, o morir.
BUÑOL:      Si lo estás en su opinión, 2825
   como afirmas, no ocasiones
   que le estés con certidumbre.
JUAN:      No teme amor.
BUÑOL:                        Dios te alumbre
   en los riesgos que te pones.
   Voyle a esperar a la puerta. 2830
   Los biombos de estas ramas,
   ya romeros, ya retamas,
   te encubran; que, pues despierta
   la noche y el sol se duerme,
   no puede el conde tardar. 2835
   (¡ Maretas, y yo en el mar !        Aparte
   Un dedo estoy de perderme.)

Vase.    Sale ENGRACIA

ENGRACIA:      Amor, si al conde has traído,
   y en prueba de que eres dios
   le avisaste por los dos 2840
   de imposibles que ha vencido,
   su amor queda satisfecho,
   y con no más que una acción
   libro a don Juan de prisión,
   a su Elena del estrecho 2845
   en que está, y yo medro albricias
   que el pie me saquen del lodo,
   luego serán para todo
   provechosas mis malicias.
   Pero, ¡ ay cielos !    ¿ Quién se esconde 2850
   aquí ?    ¿ Si acaso me oyó ?

[Don JUAN] rebozado.    Detiénela

JUAN:      No temas, Engracia.
ENGRACIA:                              ¿ No ?
   Pues, ¿ quién sois vos ?
JUAN:                                Soy el conde.
ENGRACIA:      ¿ Conde, y no más ?    ¿ Sin abrazos ?
   ¿ No habéis vos dichas oído 2855
   que mi gozo inadvertido
   desperdició ?    Acorto plazos.
   Conde, no hay artillería,
   sacre, esmeril, escopeta,
   que en una mujer discreta 2860
   allanen la batería
   como un papel sazonado,
   que vuela por lo ligero,
   mueve por lo lisongero,
   hechiza por lo estudiado, 2865
   y por lo amoroso abrasa.
   Poco las palabras valen;
   que por donde entran se salen,
   y un papel se queda en casa
   que repite la lección, 2870
   y sin perdonar al sueño,
   patrocinando a su dueño,
   facilita la ocasión.
   Más pudo vuestro papel
   que promesas, amenazas, 2875
   blanduras, rigores, trazas;
   pues mi señora por él
   os llama, os quiere, os admite,
   y puesto que no os escriba,
   por ser yo respuesta viva, 2880
   franca la puerta os permite
   donde, obligándoos galán,
   en fe de lo que os estima,
   con sus desgracias redima
   la vida de su don Juan. 2885
   Ya conocéis su recato.
   A escuras, conde, os espera;
   que la luz es bachillera.
   Entrad sólo de aquí a un rato,
   y gozad, pues os le ofrece, 2890
   de las sombras el sosiego;
   que como el Amor es ciego
   las tinieblas apetece.

Vase

JUAN:      ¡ Válgame Dios !    ¿ Qué he escuchado ?
   ¿ Qué me ha dicho esta mujer ? 2895
   ¿ Arrojaráse a creer
   imposibles mi cuidado ?
   ¿ Tan cerca, honor lastimado,
   puede en la belleza andar
   el querer del desdeñar ? 2900
   ¿ Del negar el permitir ?
   ¿ Que sea el fin del pedir
   principio del otorgar ?
   ¿ Al conde ?    ¡ Cielo !    ¿ Al infante,
   quien para vengarse de él 2905
   mil piezas hizo el papel
   que admiró su fe constante ?
   ¿ En una hora, en un instante,
   desdén y consentimiento,
   amor y aborrecimiento, 2910
   facilidad y firmeza ?
   ¿ Tendrán tanta ligereza
   el ave, la pluma, el viento ?
   ¿ Qué importó romper razones
   por no obligarse a creellas 2915
   si después, para leellas
   volvió a juntar sus renglones ?
   ¡ Qué de necias presunciones
   al honor han despeñado !
   Leyóle, y como el cuidado 2920
   no dio crédito al temor,
   rasgó honesta el borrador
   y torpe guardó el traslado.
   Intolerable pensión
   del tálamo Amor recibe, 2925
   ¡ válgame el cielo !, que escribe
   en sueños nuestra opinión.
   Sueños las mujeres son.
   ¿ La primera no se cría
   entre sueños ?    ¿ No dormía 2930
   entonces su esposo y dueño ?
   Luego, si no es más que un sueño,
   loco es quien en sueños fía.

Salen el CONDE y don ALONSO

CONDE:      En el alma me pesa
   de mi resolución y vuestra priesa. 2935
   Mandéos darle muerte;
   mas no os creí de modo ejecutivo
   que, presuroso en malograr su suerte,
   muerto me asombre quien me ofende vivo.
   Vos fuistes, en efe[c]to 2940
   más fiel que yo quisiera a mi prece[p]to.
ALONSO:      Gran señor, el deseo
   que tuve de agradaros...
CONDE:      Déboos esa fineza, ya lo veo;
   desempeñarme pienso con honraros 2945
   cual merecéis.    Llegó mi piedad tarde.
   Andad con Dios.
ALONSO:                        Mil años El os guarde.

Vase

CONDE:      ¡ Ah, joven malogrado !
   Mi amor desbaratado,
   báarbaro jardinero, 2950
   cortó las flores de abril primero.
   ¡ Oh, si como el poder las vidas quita
   pudiera restaurarlas !
   El cielo para el bien nos le limita
   y nos deja el pesar para llorarlas. 2955
   ¡ Pluguiera a Dios me hiciera el desengaño
   poderoso en el bien como en el daño !
   Diviértase mi pena
   con la tiniebla oscura
   que, propicia a mi amor, torcer procura 2960
   el rigor invencible de mi Elena.
   En busca voy de Engracia.
   Si me promete mi papel su gracia,
   de puro amante loco,
   poco premio es mi estado, el reino es poco. 2965

Vase

JUAN:      A mi deshonra acude.
   ¡ Qué fácilmente darle muerte pude !
   ¡ Que de ello a mi respeto me he debido !
   A mí mismo me estoy agradecido.
   Vamos, honor, a averiguar quimeras; 2970
   que aun dudo si las sueño.
   No morirá el infante, que es mi dueño;
   yo sí, pesares moriré de veras,
   ya que lo estoy fingido,
   si es verdad que mi esposa me ha ofendido 2975
   y estima en más mi vida que su fama,
   que no teme morir quien su honor ama.

Vase.    Sale doña ELENA de luto, como de noche, con una pistola

ELENA:      Simbolizan los horrores
   de esta negra oscuridad
   con la viuda soledad 2980
   de mis difuntos amores.
   Vístanse de mis colores,
   pues unos y otros mortales,
   a imitación de mis males,
   iguala una misma suerte 2985
   las tinieblas y la muerte
   que a todos nos hace iguales.
   De las dos valerme entiendo
   porque, injurias castigando,
   muera contenta matando, 2990
   pues ya viviré muriendo.
   Al descuido está durmiendo;
   despierte en mí mi cuidado.
   Veréis, dueño malogrado,
   que ni amor sabe temer 2995
   ni es poderoso el poder
   si apura desmasiado.

Salen BUÑOL y don JUAN

BUÑOL:      Esta sala es la que habita
   y aquélla en la que reposa;
   su oscuridad temerosa 3000
   verla te imposibilita.
   Guiándote voy a tiene;
   que de las veces que entré
   de memoria el sitio sé.
   Refrena tu sentimiento, 3005
   por Dios, y hacia aquí te esconde.
   Sabré si vino el infante,
   y avisaréte al instante.

Vase

ELENA:      ¡ Oh, si ya llegase el conde !
JUAN:      ¡ Vida el cielo !    Que le aguarda 3010
   y que su amor impaciente,
   olvidado de mí, siente
   siglos las horas que tarda.
   ¡ Oh, indicios averiguados !
   No imaginé yo creeros, 3015
   mas para ser verdaderos
   bastaba ser desdichados.
   No por darme libertad
   atropella obligaciones
   quien de breves dilaciones 3020
   se queja a la oscuridad.
   Solamente en su firmeza
   se conservaba mi vida.
   Muramos, está perdida,
   ella y yo, pues no hay belleza 3025
   que se resista constante.
ELENA:      (Parece que habla entre sí      Aparte
   no sé quién.    ¿ Si conseguí
   mi esperanza ?)    ¿ Es el infante ?

Llégase y don JUAN disimula la voz

JUAN:      Soy quien, como acostumbrado 3030
   a desprecios y rigores,
   incrédulo a los favores
   que Amor me ha facilitado,
   admirando lo que escucho,
   dudo de lo que no veo. 3035
ELENA:      Imitáis a mi deseo;
   que os juro, conde, que ha mucho
   que trazaba esta ocasión,
   puesto que el vivir mi esposo
   sirvió de estorbo forzoso 3040
   que enfrenó su ejecución.
   Mas, pues ya le goza el cielo,
   y vos, por librarme de él,
   de puro amante crÜel,
   aseguráis mi recelo, 3045
   dueño de mi libertad,
   despondré de ella y de mí.
JUAN:      Luego, ¿ ya sabéis que abrí
   puerta a mi felicidad
   con su muerte ?
ELENA:                            En sus despojos 3050
   me enseñaron mal vertida
   la sangre que el homicida,
   poniéndomela a los ojos,
   quiso que en exceso tanto
   mi pesar la costa hiciese 3055
   porque por ellos vertiese
   su sangre el alma en mi llanto.
JUAN:      (Don Alonso fue, sin duda,        Aparte
   quien, sin permisión del conde,
   experimentó hasta donde 3060
   llegó su fe, y si se muda
   viuda quien ejemplo ha sido
   de la virtud desposada.)
   Todo esto, condesa amada,
   puede un amor atrevido 3065
   que llevaba mal el veros
   empleada en desiguales
   coyundas, cuando las reales
   recelan el mereceros,
   puesto que, amándole tanto, 3070
   admiro el que os consoléis
   tan presto.
ELENA:                        Vos sólo hacéis
   oposición a mi llanto,
   porque es de suerte el deseo
   que me llama a esta ocasión, 3075
   y tal la satisfacción
   que he de sacar de este empleo
   que, a pesar de mis desvelos,
   estimo el aseguraros
   tanto, que aun no quiero daros, 3080
   llorando a un difunto, celos.
JUAN:      Extremos de tanto amor
   no con palabras presumen...
   (¡ Ah, cielos !    Que me consumen        Aparte
   las ansias de mi dolor.) 3085
   ...mis dichas satsifacerlos.
   Dadme de esposa la mano.
ELENA:      (Para vengarme, tirano,          Aparte
   no para corresponderlos.)
   Está la diestra impedida 3090
   que, en efecto, se la di
   a don Juan y le admití
   por dueño en ella; y no ovlida,
   aunque difunto, la fe
   de su amor, puesto que en vano, 3095
   y estando viuda esta mano,
   no es fineza que os la dé.
   Esta otra sí, que más cuerda
   excusó esa obligación,
   y el lado del corazón 3100
   la autoriza, aunque es la izquierda;
   que hasta en esto me debéis
   primores que Amor procura.
JUAN:      (¡ Ah, aleve !    ¡ Ah, ingrata !    ¡ Ah, perjura !) Aparte
   ¿ Qué andáis buscando ?    ¿ Qué hacéis ? 3105
ELENA:      El pecho la mano os toca
   recelosa, y con razón;
   que no afirma el corazón
   lo que publica la boca;
   que juzgo en vos muy distante 3110
   el alma de vuestros labios.
JUAN:      (Vengad, honor, mis agravios.)    Aparte
ELENA:      (Muera, honor, el cruel infante.)    Aparte

Tiéntale [ELENA] con la mano izquierda el pecho y apúntale con la derecha la pistola.    Quiere disparársela y don JUAN saca la daga para darle con ella, y sale BUÑOL con luz

BUÑOL:      El conde ha venido ya.
   ¿ Si con don Juan ha encontrado ? 3115
ELENA:      ¡ Jesús !    ¡ Difunto adorado !
   ¡ Feliz muerte en vuestros bra... !

Cae desamayada en los brazos de don JUAN

BUÑOL:      "Brazos" pronunciar quería
   y el "zos," del demayo fiero,
   quedósele en el tintero. 3120
JUAN:      ¡ Ay, prenda del alma mía !
   ¡ Qué costosos desengaños
   mis sospechas aseguran !
   ¡ Qué presto eclipsar procuran
   felicidades mis daños. 3125
   Si murió, ¿ qué es lo que espera
   mi necia averiguación ?
BUÑOL:      ¿ La pistola al corazón ?
   ¡ Oh, inclemente epistolera !
   Mira que el conde está en casa. 3130
   Peligros, cuerdo, resuelve.
JUAN:      Ven y alumbra, que si vuelve
   mi bien en sí, ¡ ay, suerte escasa !,
   en albricias de su vida,
   gozoso permitiré 3135
   que el conde muerte me dé.
BUÑOL:      Borremos esa partida
   y en esta cuadra te encierra
   donde acostumbra a dormir,
   que esto, señor, de morir 3140
   huele a "¡ puf !" y sabe a tierra.

Vanse y llévale desmayada y salen ENGRACIA con luz, y el CONDE

ENGRACIA:      Hasta aquí, señor infante,
   se extiende todo el distrito
   de mi solícita agencia;
   ese otro está a vuestro arbitrio. 3145
   Sangre real os ennoblece.
   ¿ Quién duda que en el archivo
   de vuestro pecho se esconda
   este piadoso delito ?
   logradle, y quedaos con Dios. 3150

Vase y deja la luz sobre un bufete

CONDE:      Hicieron mis desatinos
   inútiles mis promesas;
   mal la daré a don Juan vivo
   si le sepulta mi engaño.
   Pero ya es usado estilo 3155
   en imposibles como éste
   jurarlos y no cumplirlos.
   Consiga yo mi esperanza;
   que, si las suyas marchito,
   consolaráse con otras; 3160
   que el tiempo amansa suspiros.
   Guiad vos, Amor, mis pasos.

Quiere entrar y detiénese viendo sobre la puerta el retrato de don JUAN

   ¿ Qué cuadro es éste que he visto
   que está guardándola el sueño ?
   La imagen de don Juan miro 3165
   valientemente copiada.
   ¡ Ah, joven inadvertido !
   Competísteme soberbio,
   despeñastete a ti mismo.
   ¿ Qué esperabas, confiado 3170
   en el liviano presidio
   de una mujer que juzgaste
   inexpugnable a los tiros
   del poder en la pobreza ?
   Resistiránse al principio 3175
   ímpetus de honor franceses
   que, al cabo, mueran vencidos.
   Vivo te juzga y te agravia
   que, en efecto, siempre ha sido
   la mejor mujer, mujer, 3180
   y el más firme vidrio, vidrio.
   No estorbarás más mi intento.

Va a entrar y cae el retrato ajustándose con la puerta

   ¡ Válgame Dios !    Ofendido
   en estatua, por la honra
   vuelve el pintado del vivo. 3185
   Ajustóse con la puerta
   de suerte, ¡ extraño prodigio !,
   que parece consultado
   lo que sólo fue fortuito.
   ¡ Qué valiente es la razón ! 3190
   ¡ Qué pusilánime el vicio !
   ¡ Qué independiente el imperio
   del tálamo en su dominio !
   ¿ Hay valor que se le atreva ?
   ¿ Cuál "yo el rey" fue tan temido 3195
   como "yo el dueño y esposo ?"
   Mas es blasón más antiguo
   y debe reconocerse,
   pues tuvo a Dios por ministro,
   y el primer progenitor 3200
   antes que rey fue marido.
   ¡ Por Dios, que le estoy temblando;
   cobarde su copia miro !
   ¿ Qué hiciera en mí el verdadero
   cuando me asombra el fingido ? 3205
   Respetemos su presencia,

Quítase el sombrero

   deseos inadvertidos,
   porque un esposo, aun en sombra,
   de veneración es digno.
   Esta otra puerta está franca, 3210
   ciego Amor, por ella os sigo.
   Desmientan atrevimientos
   lo que malogran hechizos.

Esté en la otra puerta don JUAN, con la espada desnuda, la punta al suelo, en cuerpo y sin moverse

   ¡ Válgame el cielo piadoso !
   ¡ Jesús mil veces !    ¿ Qué he visto ? 3215
   O desatina mi idea
   o mis ciegos descaminos
   para alumbrar escarmientos,
   despeñandose conmigo,
   ejecutor de mi muerte, 3220
   me oponen al que he ofendido.
   ¡ Allí don Juan retratado !
   ¡ Aquí, cielos, don Juan vivo !
   ¿ Dos esposos en dos puertas
   y en entrambas dos el mismo ? 3225
   Hasta los sepulcros se abren,
   adelantándose avisos,
   ¿ y yo,rebelde a los cielos,
   buscando mi precipicio ?

Entrase don JUAN

   ¡ No, desengaños piadosos; 3230
   no, descompuestos sentidos;
   no, aduladores deseos;
   no, pensamientos lascivos !

Llamando a voces

   ¡ Condes, Engracia, criados !

Salen el ALCAIDE y don ALONSO

ALCAIDE:      Infante, y el rey ha venido 3235
   en secreto y a la posta,
   tan indignado contigo
   que peligra tu cabeza
   porque le han encarecido
   los deudos de los que agravia, 3240
   apadrinados de amigos,
   el estado en que los tienes.
CONDE:      No es el primero tu aviso;
   las pinturas me lo han dado,
   los difuntos me lo han dicho. 3245
   Cegáronme amor y celos;
   del real perdón soy indigno.
   CrÜel será su piedad
   si es en mi muerte remiso.

Al retrato

   ¡ Ah, malogrado inocente, 3250
   por honrado perseguido,
   por buen amante mal muerto !
   ¡ Qué tarde, cielos, que vino
   la piedad tras la venganza,
   el pesar tras el delito. 3255
ALONSO:      No tan tarde, gran señor,
   que si con él te mitigo,
   no venga a echarse a tus pies
   seguro, gozoso, y vivo.
   Fingí su muerte, piadoso. 3260
CONDE:      ¿ Qué dices, Alonso amigo ?
   Deberéte, si eso es cierto,
   el alma que fiel te rindo.

Salen de gala y de las manos doña ELENA y don JUAN.    Salen de gala doña JUSEPA, ENGRACIA y BUÑOL

JUAN:      Las nuestras, oh, heroico infante,
   tendrán desde hoy más alivio 3265
   en tu amparo generoso.
CONDE:      Todas mis venturas cifro
   en estos brazos que os doy.
   De patrones necesito
   que enojos del rey aplaquen. 3270
   En vuestras manos, benigno,
   dejaré justos agravios.
JUAN:      Verán en ellas cumplidos
   sus gozos, nuestros deseos;
   que les faltaba el arrimo 3275
   de tal dueño, tal señor,
   tal príncipe, en quien el siglo
   presente venera a un nieto
   del monarca más invicto
   que conoció nuestra España. 3280
JUSEPA:      Yo, don Juan, que he merecido
   veros libre de naufragios
   crÜeles, cuanto prolijos,
   para hacer mayor la fama
   de mi amor constante y limpio, 3285
   contenta con sus memorias,
   no casarme determino,
   porque hereden mis estados
   mis hermanos y sobrinos.
   Y al conde le doy mil gracias, 3290
   pues, venciéndose a sí mismo,
   generoso os favorece
   si os persiguió competido.
   Postraréme a los pies reales
   en fe de que en ellos fío 3295
   clemencias en vuestro abono.
BUÑOL:      ¿ Y habremos comedia visto
   que no acaba en casamientos ?
ENGRACIA:      ¿ Luego, no piensas conmigo
   celebrarlos ?
BUÑOL:                        Ni por pienso. 3300
ENGRACIA:      Pues, ¿ por qué causa, atrevido ?
BUÑOL:      Porque pueda rematarse,
   sin curas y sin padrinos,
   una comedia soltera.
ENGRACIA:      Deseábalo infinito. 3305
JUAN:      Senado, el perfecto amor
   no sabe temer peligros.


FIN DE LA COMEDIA