Tirso de Molina
Amar por señas

Personas que hablan en ella:
  • BEATRIZ, dama, hija de Felipo
  • CLEMENCIA, dama, hija de Felipo y duquesa de Joyosa
  • ARMESINDA, dama-niña, sobrina de Felipo
  • FELIPO, duque de Lorena
  • Don GABRIEL Manrique, galán español
  • CARLOS, galán, duque de Orliens
  • ENRIQUE
  • MONTOYA, gracioso
  • RICARDO
  • CRIADO 1
  • CRIADO 2
  • CRIADO 3
  • Un PAJE
  • DAMA
                                                                                                                                               


ACTO PRIMERO


Salen don GABRIEL y MONTOYA, de camino

MONTOYA:        Echéle las maneotas,
     colgué el freno del arzón,
     maleta y caparazón,
  
     yacen --parece epitafio-- 5
     entre juncia, espliego y grama,
     porque te ministren cama;
     mas yo debo ser un zafio,
     un...   
GABRIEL:                    Empieza ya.   
MONTOYA:                            ... un pollino,
     una mula de alquiler, 10
     pues no merezco saber
     la causa de este camino.
     ¿ Qué mosca te dio ?    No ha una hora
     que con la cara serena
     triunfando te vi en Lorena; 15
     ¿ de qué es la murria de agora ?
     Danzaste a satisfacción
     de todo el salón ducal
     antenoche, sin igual
     Adonis de tal salón. 20
     Cinco premios de la justa
     esta tarde te has mamado,
     de monsiures envidiado
     porque tu cólera adusta
     dio con tres patas arriba, 25
     que del campo sastres fueron,
     pues que la arena midieron.
     ¿ Qué belleza, por esquiva,
     soberbia, qué generosa
     presunción, qué tiranía 30
     de voluntades te vía,
     que con cara cosquillosa
     no te echase bendiciones,
     si siempre que las mirabas
     desde la tela agarrabas 35
     sus almas por los balcones ?
     ¿ Hubo favor de importancia
     que el de Orliens no te haya hecho,
     de tu valor satisfecho,
     hermano del rey de Francia, 40
     y tan tratable contigo
     que, desde que nos sacó
     de España, te sublimó
     a la igualdad de un amigo ?
     ¿ Dónde vas, si no has sacado 45
     monja o doncella, no has muerto,
     no herido, no has encubierto
     ladrones, no te han hallado
     moneda falsa, no joya
     contrahecha, no papel 50
     de conjuración infiel,
     no resistencia ?   
GABRIEL:                              Montoya,
     ya sabes mi condición:     
     servir y callar.   
MONTOYA:                            Apelo
     sola esta vez.   
GABRIEL:                          ¿ Cuándo suelo 55
     tener yo satisfacción
     de ti ni de otro criado ?
     ¿ Comunico yo secretos
     contigo ?   
MONTOYA:                    Muchos discretos
     a sus ministros han dado 60
     cuenta de cosas más graves,
     cuyo consejo remedia
     imposibles.    ¿ Qué comedia
     hay, si las de España sabes,
     en que el gracioso no tenga 65
     privanza, contra las leyes,
     con duques, condes y reyes,
     ya venga bien, ya no venga ?
     ¿ Qué secreto no le fían ?
     ¿ Qué infanta no le da entrada ? 70
     ¿ A qué princesa no agrada ?
GABRIEL:        Los poetas desvarían
     con esas civilidades,
     pues, dando a la pluma prisa,
     por ocasionar la risa, 75
     no excusan impropiedades.
MONTOYA:        Ni hay criado que merezca
     con su amo menos que yo.
GABRIEL:        Basta; no me enojes.   
MONTOYA:                                No.
GABRIEL:        Llámame cuando amanezca, 80
     porque al punto caminemos.
MONTOYA:        (¡ Qué maldita condición !)    Aparte
     Allí un gallo motilón
     canta maitines; podremos,
     si es media noche, dormir 85
     dos o tres horas no más;
     quizá en ellas soñarás
     que te importa no partir.
     Paséome, por guardarte
     el sueño, junto al frisón; 90
     maleta y caparazón
     desean acomodarte
     al pie de aquel chopo viejo.
     Duerme, y ¡ ojalá, el mi dueño,
     mude caprichos tu sueño, 95
     y estimes más mi consejo !

Vase

GABRIEL:        Liviana imaginación,
     huyendo voy de imposibles;
     resistencias invencibles,
     apadríneos la razón. 100
     Volved por vos, opinión;
     que pretende una beldad,
     desluciendo mi lealtad,
     enloquecerme y rendiros;
     más valen cuerdos retiros 105
     que loca temeridad.
     Vi a Beatriz cuando ignoraba
     que pudiera darme enojos,
     sin que advirtiesen mis ojos
     que tan cerca el alma estaba. 110
     Imaginé que feriaba
     deleites, a cuyo alarde,
     ni pechero ni cobarde,
     retirara mi valor;
     pero --¡ ay cielos !-- que el amor 115
     entra presto y sale tarde.
     ¡ Beatriz, hija y sucesora
     del gran duque de Lorena !
     ¡ Carlos de Orliens, cuya pena
     le trae a casarse agora, 120
     si pena quien se enamora !
     ¿ Y yo que le sirvo y sigo,
     amo a Beatriz, y desdigo
     de quien soy ?    ¡ Civil cuidado !
     ¿ Obligaréle criado ? 125
     ¿ Corresponderéle amigo ?
     Alto, amor desvanecido,
     el más eficaz remedio
     será poner tierra en medio,
     pues la razón no lo ha sido. 130
     La ausencia engendra el olvido;
     de Marte es amor despojos;
     la guerra divierte enojos
     que amor pudo ocasionar.
     Si me perdí por mirar, 135
     yo castigaré los ojos.
     Enfrena, Montoya, enfrena;
     que no necesito al día,
     cuando la luna es mi guía;
     lastimada de mi pena, 140
     porque salga de Lorena,
     mi resolución apoya.
     De los incendios de Troya
     huyendo, saco violentos
     penates, mis pensamientos. 145

Sale RICARDO con una maleta debajo del brazo, y se    pone delante de don GABRIEL

GABRIEL:        ¿ Es Montoya ?   
RICARDO:                        No es Montoya.
GABRIEL:        ¿ Quieres algo ?   
RICARDO:                              Lo que llevo.
GABRIEL:        ¿ Qué llevas ?   
RICARDO:                        Todos los bienes
     que en esta maleta tienes.
     Robételos, y me atrevo 150
     a decírtelo.   
GABRIEL:                          ¿ Estás loco ?
RICARDO:        No, pero estoy obligado
     a quien esto me ha mandado,
     y sé que no te ama poco.
GABRIEL:        ¿ Qué dices, hombre ?   
RICARDO:                                  Esto digo. 155
GABRIEL:        ¿ Que me robes te mandó
     quien bien me quiere ?   
RICARDO:                                  Y soy yo
     de sus desvelos testigo.
GABRIEL:        ¿ Y gusta que me des cuenta
     del hurto que has hecho ?   
RICARDO:                                      Sí. 160
GABRIEL:        ¿ Quién es ?   
RICARDO:                      Cerca está de aquí.
GABRIEL:        Dime su nombre.   
RICARDO:                            No intenta
     que le sepas por ahora.
GABRIEL:        ¿ No ? Pues ¿ cuándo ?   
RICARDO:                          Más despacio.
GABRIEL:        ¿ Dónde está ?   
RICARDO:                        ¿ Ves el palacio 165
     del bosque ?    Pues en él mora.
GABRIEL:        Sepa yo cómo se llama.
RICARDO:        Que lo ignores determina.
     ¿ Conoces a la sobrina
     de Felipo ?   
GABRIEL:                          ¡ Hermosa dama ! 170
RICARDO:        Pues no es ésa la curiosa
     inventora de esta empresa.
     ¿ Sabes quién es la duquesa,
     en Lorena, de Joyosa ?
GABRIEL:        Esa es madama Clemencia, 175
     de dos hijas la menor
     del duque.   
RICARDO:                      Pues no es su amor
     quien quiere impedir tu ausencia.
GABRIEL:        Pues ¿ quién ?    Que me vuelves loco.
RICARDO:        Ya conoces a Beatriz. 180
GABRIEL:        ¿ Qué dices ?    ¡ Suerte feliz !
RICARDO:        Pues no es aquésa tampoco.
GABRIEL:        ¡ Oh bárbaro burlador !
     ¡ Viven los cielos... !   
RICARDO:                                Despacio.
     En ese hermoso palacio 185
     te tiene una dama amor,
     que desea conocerte,
     y ver si en España amaste,
     por qué ocasión te ausentaste,
     y agora intentas volverte. 190
     Dióme para esto la traza
     que has visto y ejecuté;
     la maleta te robé;
     que, a no hacerlo, me amenaza
     no menos que en la cabeza; 195
     y harálo; que es poderosa;
     sabrá por ella curiosa
     tu estado, patria y nobleza;
     pues claro está que ha de hallar
     papeles que de esta duda 200
     la saquen.    De intentos muda,
     sin resolverte a ausentar;
     que, puesto que este secreto
     importa lo que no sabes,
     por haber estorbos graves 205
     y serlo tanto el sujeto,
     estimarás tu fortuna
     cuando conozcas quién es,
     porque es una de las tres,
     y de las tres no es ninguna. 210

Vase

GABRIEL:        Fuése, y burlóse de mí;
     pues para que no le siga,
     con disparates me obliga.
     O sueño o es frenesí.
     Ladrón ingenioso, aguarda. 215
     ¿ Que ansí un hombre se me atreva ?
     Seguiréle; que me lleva
     las joyas de mi Gerarda.

Vase

MONTOYA:        ¡ Que me durmiese yo en pie !
     ¿ Hiciera más un lirón ? 220
     Pero ¿ qué es de mi frisón ?
     Maniatado le dejé.
     ¡ Oigan esto ! ¡ Vive Dios,
     que se me acoge con él
     un hombre !    --Cuatrero cruel, 225
     espera, aguarda. --Otros dos
     van corriendo uno tras otro.
     ¡ Ay, también falta el cojín !
     Trampantojos de Merlín
     nos llevan maleta y potro. 230
     La luna me está diciendo
     que es mi amo aquel que corre;
     si él la maleta socorre,
     y yo el caballo defiendo,
     ¡ oh enlunada claraboya ! 235
     sacrificaréte un gallo.
     Franchote, deja el caballo;
     que es pupilo de Montoya.

Quiere entrarse, pero salen dos criados que le    cogen por las espaldas

CRIADO 1:        Tenga, que hay mucho que hacer.
MONTOYA:        ¡ Ay, por detrás y conmigo, 240
     ¿ qué hacen ?   
CRIADO 2:                        Punta en boca, digo.
MONTOYA:        Señores, no es menester
     apuntar bocas; la mano
     meta en esa faltriquera
     el uno; que yo quisiera 245
     ser un príncipe; no gano
     más que una triste ración,
     y con ella veinte reales
     de salario, aun no cabales,
     pues es mi dueño un pelón. 250
     Doce de éstos hallarán
     con otra mosca menuda;
     quien la maleta nos muda,
     si rompe su cordobán,
     desembolsará doblones, 255
     que en Francia llaman del sol;
     yo soy un pobre español.
CRIADO 2:        Acortemos de razones;
     que no nos trae su dinero.
     Atadle esas manos bien. 260

Se las atan atrás

MONTOYA:        ¿ Mi dinero no ?    Pues ¿ quién... ?
CRIADO 2:        Allá lo sabrá.   
MONTOYA:                          Si muero,
     díganme por qué delito.
CRIADO 2:        Con el lienzo le vendad
     los ojos.   
MONTOYA:                      No hice maldad 265
     por obra ni por escrito.
     Si mi dueño derribó
     tres monsiures, ¿ en qué peca
     un lacayo, pica seca,
     que en su vida se metió 270
     en justas ni en pecadoras ?
     Por sólo no tornear,
     dejé en un torno de hablar
     tres monjísimas señoras.
CRIADO 1:        Ande y calle.   
MONTOYA:                            ¿ A dónde bueno 275
     o para qué tantas prisas ?
CRIADO 1:        Diránselo allá.   
MONTOYA:                          ¿ De misas ?
     Luego ¿ a réquiem me condeno ?
CRIADO 2:        En chistando, claro está.
MONTOYA:        No muy claro, pues a escuras 280
     me llevan.    De estas venturas
     la fortuna me dará
     infinitas.    (Hilo a hilo Aparte
     me voy.)   
CRIADO 2:                    Chitón.   
MONTOYA:                            No hablo nada.
     (Labrando voy cera hilada; Aparte 285
     pero fáltala el pabilo.)

Vanse.    Salen RICARDO con la maleta, huyendo, y don    GABRIEL, que le sigue con la espada desnuda

GABRIEL:        Hombre ¿ estás encantado ?
     Cuando corro tras ti, por bosque y prado,
     sus alas te da el viento;
     si te pierdo de vista, a paso lento 290
     me aguardas; y al instante
     que pienso que te alcanzo, la inconstante
     cometa no te iguala.
     Siguiéndote me traes de sala en sala,
     después que en esta quinta 295
     entraste, que de Circe hechizos pinta,
     sola y deshabitada,
     de luces y tapices adornada.
     A nadie en ella veo.
     O loco estoy o lo que sueño creo. 300
RICARDO:        El orden he cumplido
     que me dio quien aquí te ha reducido.
     Consulta con tu suerte,
     español, el ganarte o el perderte;
     porque si eres discreto, 305
     toda tu dicha estriba en tu secreto;
     y no te asombres tanto;
     que ésta es industria toda, no es encanto;
     porque lo que primero
     te dije es, español, tan verdadero, 310
     que de las tres madamas
     la que examina en ti amorosas llamas
     y prueba tu fortuna
     es una de las tres y no es ninguna.

Apaga la luz, vase y cierra la    puerta

GABRIEL:        ¡ Espera !    Fuese y mató 315
     la luz, cerrando la puerta.
     Cuando tanto enigma advierta,
     ¿ podré interpretarle yo ?
     De tres damas que nombró,
     afirma que la una es 320
     quien bien me quiere y, después,
     que no es de las tres ninguna:     
     ¿ cómo si es de las tres una,
     no es ninguna de las tres ?
     No será Beatriz hermosa, 325
     que ha de casarse mañana
     con el de Orliens; no su hermana,
     que ha de ser de Enrique esposa;
     no Armesinda generosa,
     que es muy niña su belleza 330
     para tanta sutileza.
     Pensamientos, poco a poco;
     que me vais volviendo loco,
     y ya mi frenesí empieza.

Salen MONTOYA, CRIADO 1 y CRIADO 2, a quienes se    oye hablar arriba en lo alto de la chimenea

MONTOYA:        ¿ A dónde bueno conmigo, 335
     señores, que, encaramados,
     me han hecho pisar tejados
     a cierraojos.   
CRIADO 2:                          Ya le digo
     que ande y calle, si desea
     vivir. 340
MONTOYA:        Pues ¿ de esto se enojan ?
     ¿ Por dónde diablos me arrojan ?
CRIADO 2:        Sabrálo cuando lo vea.
MONTOYA:        ¿ Si es verdad esto que toco ?
     Sin ser chorizo o jamón, 345
     me han colgado a un cañón
     chimeneo.   
CRIADO 2:                      Poco a poco;
     que si cae se ha de matar.
MONTOYA:        ¿ Quién vio a escuras volatín ?
     ¡ Puf !    Llenóseme de hollín 350
     la boca.    ¿ En qué ha de parar
     mi ciego descendimiento ?
CRIADO 2:        Hombre, calla.   
MONTOYA:                          ¡ Confesión !
     A humo huelo de carbón.
     ¿ Mas si hubiese quemamiento ? 355
     Lástima de mí tened.
GABRIEL:        Una voz se va acercando
     querellosa.   
MONTOYA:                      Bamboleando,
     doy de pared en pared.

Asoma MONTOYA debajo de la campana de la chimenea,    colgado de un cordel, vendados los ojos y atadas las    manos

     Si abajo hay leña encendida, 360
     ¿ qué ha de ser de mi trascara ?
     Mi chamuscación es clara.
     Yo ¿ gomorricé en mi vida ?
     Pues ¿ por qué me carbonizan ?
     ¡ Ay, que pienso que me abraso ! 365
     Si yo buscara el ocaso
     del gregÜesco...   
GABRIEL:                            Atemorizan
     estas voces por venir
     a escuras.    ¡ Cielos ! ¿ qué es esto ?
     Ea, vil temor, dispuesto 370
     estoy, matando, a morir.

Saca la espada

CRIADO 2:        Soltadle; que ya estará
     en el suelo.   

Suéltanle y cae

MONTOYA:                          ¡ Ay, desloméme,
     tullíme, desvencijéme
     del golpe.   
GABRIEL:                      Hombre, tente allá, 375
     si no quieres que te mate.
MONTOYA:        ¿ Qué más tenido me quieres,
     si estoy atado ?   
GABRIEL:                          ¿ Quién eres ?
MONTOYA:        ¡ Ese es gentil disparate !
     Vesme, y no te puedo ver, 380
     ¿ y eso preguntas ?    Yo he sido
     lacayo, y ya soy Cupido
     vendado.    ¿ Quién puede ser
     un hombre cuando no vea ?
GABRIEL:        ¿ Quién eres, en conclusión ? 385
MONTOYA:        Soy tuétano del cañón
     de toda esa chimenea.
     Duélete de un pobre mozo.
GABRIEL:        No te veo.   
MONTOYA:                      ¿ No, por Dios ?
     Luego ¿ estaremos los dos 390
     en el limbo o en el pozo ?
GABRIEL:        ¿ Es Montoya ?   
MONTOYA:                            ¿ Es don Gabriel ?
GABRIEL:        ¿ Cómo o quién te trajo aquí ?
MONTOYA:        ¿ Sélo yo ? Llégate a mí,
     desátame ese cordel 395
     que me tiene estropeado,
     mientras mis dichas te cuento.
GABRIEL:        Pues desataréte a tiento.

Desátale

MONTOYA:        Luego ¿ también te han vendado
     los ojetes, como a mí ? 400
GABRIEL:        No, pero estamos a escuras.
MONTOYA:        ¡ Provechosas aventuras
     nos suceden !    Hacia aquí.
     ¿ Topaste con la lazada ?
GABRIEL:        Alzate.   

MONTOYA se levanta

MONTOYA:                      ¡ Gracias a Dios ! 405
     ¿ Adónde estamos los dos ?
GABRIEL:        Es una casa encantada.
MONTOYA:        ¡ Encantada !    ¿ Desvarías ?
     ¿ Qué dices ?   
GABRIEL:                      ¿ Qué he de decir,
     si no hay por donde salir ? 410
MONTOYA:        Libro de caballerías
     alquilaba mi ración,
     donde topaba Amadises,
     Esplandianes, Belianises,
     que de región en región, 415
     por barbechos y restrojos
     descuartizando gigantes,
     deshacían, siendo andantes,
     los tuertos, y aun los visojos;
     donde sabios de ventaja 420
     encantaban de una vez
     princesas de diez en diez,
     por "quítame allá esta paja";
     mas siempre estos hechiceros
     --que los más eran traidores--, 425
     encantando a sus señores,
     dejaban los escuderos.
     ¿ Quieres apostar, señor,
     que los monsiures caídos
     nos embaulan, ofendidos 430
     de su afrenta y tu valor ?
GABRIEL:        Tenlo por cierto.   
MONTOYA:                                Emboscados
     y sin cenar nos cogieron;
     pero, en fin, nunca murieron
     de hambre los encantados 435
     --cosa que es bien que se note--,
     mas mis alientos se holgaran
     que esta vez nos encantaran
     cuatro platos de gigote.
GABRIEL:        ¡ Qué diferentes cuidados 440
     son los tuyos de los míos !
MONTOYA:        Diremos mil desvaríos;
     que estamos encantusados.
     Mas mejor fuera buscar
     la puerta de este castillo, 445
     si no han echado el rastrillo.

Llaman dentro, dando golpes en el    torno

GABRIEL:        Oye; ¿ no sientes llamar ?
MONTOYA:        Parece que allí golpean.--
     Diga quien es el que llama.
GABRIEL:        ¿ No responden ?   
MONTOYA:                          Será dama 450
     de las que vernos desean
     encantados; y es sin duda,
     porque, aunque hubiese otros tantos,
     no bastaran mil encantos
     a que una mujer sea muda. 455

Llaman otra vez

GABRIEL:        Segunda vez han tocado.
MONTOYA:        Y es el toque en la madera
     de la puerta.    No quisiera
     que hubiese algún lazo armado
     o trampa por donde voy; 460
     que todo encanto es tramoya.

Vase llegando a tiento al torno

GABRIEL:        Anda, no temas, Montoya.
MONTOYA:        Como no sé donde estoy...
GABRIEL:        En una sala adornada
     de doseles y pinturas. 465
MONTOYA:        Pues la puedes ver a escuras,
     no está para ti encantada.
     Llego a tiento hacia la parte
     que pulsa el tal llamador.
     ¿ Quién llama ?    ¿ Quién es ?   

Llega al torno, que se vuelve, y le coge la    cabeza

                             ¡ Señor ! 470
     ¡ Jesús !   
GABRIEL:                      ¿ Quién puede asombrarte ?
MONTOYA:        Una cosa que se anda
     alrededor y me muerde.
     ¿ Ay, si fuese el dragón verde
     que fue palafrén de Urganda ? 475
     Llega presto, si deseas
     que no me desmaye.   

Llégase don GABRIEL y tienta el    torno

GABRIEL:                              ¡ Loco,
     éste es torno !   
MONTOYA:                          No le toco.
     Llega tú, pues que torneas.

Vuelve el torno con dos luces en candeleros de    plata, recado para escribir y un billete

GABRIEL:        Con dos luces se volvió. 480
MONTOYA:        El "lumen Christi" cantemos;
     di "Deo gratias", pues nos vemos.
GABRIEL:        ¡ Qué es esto, cielos !   
MONTOYA:                                ¿ Quién vio
     monasterios encantados ?
     Mas soy necio; no hallaré 485
     devoto que no lo esté
     como bojes torneados.
GABRIEL:        Todo esto tiene misterio.
MONTOYA:        Seremos por lo ordinario,
     yo el confesor, tú el vicario, 490
     y éste nuestro monasterio.
GABRIEL:        Un billete para mí
     viene y una escribanía.

Toma el papel y lee don GABRIEL el sobrescrito

MONTOYA:        Pues donde hay monjas, ¿ podía
     faltar billeticos ?; di. 495
     Respóndela con ternura;
     que yo seré la andadera.
     ¡ Ojalá con él viniera
     la santa bizcochadura !
     Dichosos fuimos los dos. 500
     ¡ Qué necios discursos hice !
GABRIEL:        Así el sobrescrito dice,
     "Leed sólo para vos".
MONTOYA:        Y ¿ para mí ?   
GABRIEL:                          Aparta allá.
MONTOYA:        En fin, topó tu recato 505
     con horma de tu zapato.
GABRIEL:        Retira; acabemos ya.

Lee

     "Por los papeles que os he usurpado, sé,
     don Gabriel Manrique, parte de vuestros amores.
     Quien temerosa de perderos os ha impedido el 510
     viaje, mal os le consentirá celosa.    El
     cuarto de esta quinta que os detiene está
     deshabitado, y imposible en él vuestra
     salida mientras no juréis, con la seguridad
     que los bien nacidos empeñan palabras, y 515
     las firméis de vuestro nombre, no partiros
     de nuestra corte sin licencia mía, no
     revelar a persona estos secretos, y conjeturar por
     señas cuál de las tres primeras
     damas es la que en palacio os apetece amante. 520
     Resolveos, o en el silencio de esa prisión
     vengarme en vuestra muerte, o disponeros a las
     dichas que os prometo, que por el riesgo que
     publicadas corren, importa por ahora el secreto
     que os fía quien desea hallaros tan 525
     advertido como os ha visto valeroso.    El cielo os
     guarde."
     (¿ Pudo la imaginación Aparte
     en novelas marañosas,
     sutiles por ingeniosas, 530
     deleitar la admiración
     con más estraño suceso ?)

Lee para sí otra vez

MONTOYA:        Sepa yo esa cosicosa.
     ¿ Es verso ?    ¿ Es papel en prosa,
     o anda en el aire tu seso ? 535
     ¡ Vive Cristo, que me apuran
     los peligros que recelo !

Llégase a leer, y saca contra él don    GABRIEL la daga

GABRIEL:        ¡ Loco, necio, vive el cielo... !
MONTOYA:        ¡ Ay !    ¿ Los encantados juran ?
GABRIEL:        ¡ ...si otra vez aquí te llegas... ! 540
MONTOYA:        ¿ Para qué aprendí yo a leer ?
     Si nada tengo de ver,
     más valiera estarme a ciegas.
GABRIEL:        Retírate enhoramala.
MONTOYA:        ¿ Para ti solo que leas 545
     dice el papel ?    Nunca creas
     monja, mientras no regala,
     por más ternezas que escriba.
GABRIEL:        ("Y conjeturar por señas...") Aparte
MONTOYA:        Las monjas son halagÜeñas; 550
     mas si ésta no es donativa,
     tripularla con desdén,
     o acudir con cena y camas.
GABRIEL:        ("...cuál es de las tres madamas    Aparte
     la que en casa os quiere bien...") 555
MONTOYA:        Las dos dan; por Dios, que es tarde.
     ¿ Ni cenado ni dormido ?
     ¡ Bueno va !   
GABRIEL:                      ("...tan advertido...") Aparte
MONTOYA:        ¿ Es paulina ?   
GABRIEL:                      ("...el cielo os guarde." Aparte
     ¿ Si será Beatriz la dama 560
     de tanto artificio autora ?
     Mas no, que a Carlos adora.
     ¿ Si es Clemencia ?    Mas no, que ama
     a Enrique.    ¿ Si es Armesinda ?
     ¡ Despenadme, cielo santo !) 565
MONTOYA:        ¡ Miren si escampa el encanto !
     ¡ Por Dios, que la flema es linda !
GABRIEL:        (Pero séase quien fuere, Aparte
     ¿ dejaréme yo morir
     rebelde, por no admitir 570
     leyes de quien bien me quiere ?
     No me manda este papel
     que ame yo, sino que firme
     ser secreto y no partirme;
     pues ¿ qué riesgo corro en él, 575
     cuando por señas colija
     quién es quien me hace dichoso ?
     Obedecerla es forzoso.
MONTOYA:        ¡ Mala noche y parir hija !
     En fin, ¿ no habemos de hablarnos 580
     en toda esta encantación ?
GABRIEL:        (Respondo a satisfacción.) Aparte

Pone el recado de escribir y una luz sobre un    bufete, y responde

MONTOYA:        Pues, paciencia y pasearnos.
     ¿ Escribes ?    Eres discreto.
     Embillétala, y verás 585
     los regalos que tendrás;
     un villancico o soneto
     conquista diez mazapanes.
     Dila que con la andadera
     la enviarás flores y cera 590
     para uno de los san Juanes;
     que qué puntos calzar suele;
     que si hay ataifor o caja,
     que nos dé flor de borraja,
     o, en fin, que nos bizcotele, 595
     o que nos saque de aquí.
GABRIEL:        ("Haré de mi dicha alarde Aparte
     discreto y fiel. Dios me os guarde.
     Don Gabriel.."    Bueno está ansí.
     Cierro, y no le sobrescribo 600
     porque su nombre no sé.
     Vuelvo al torno.)   

Pone el papel en el torno, y vuélvele con    otra luz

MONTOYA:                              ¿ No podré,
     oh señor el más esquivo
     del orbe para quien vive
     contigo, ver un adarme 605
     del dicho papel ?    ¿ Matarme
     quieres ?    ¿ Qué es lo que te escribe
     la soror encantatriz ?
GABRIEL:        (La esperanza y el temor, Aparte
     con la lealtad y el amor, 610
     desean, bella Beatriz,
     que seáis vos de este empleo
     el dueño, y no los seáis.
     ¿ Qué he de hacer, cuando causáis
     deseo contra deseo, 615
     sino enloquecer confuso ?

Llaman por dentro al torno

MONTOYA:        No está el tiempo para gracias.
     Otra vez llaman.    Deo gratias.

Vuélvese el torno con luz y con un tabaque    grande y curioso lleno de comida; cúbrenle unos manteles,    y sobre ellos viene otro papel

     Sin respondernos, nos puso
     un tabaque provisor. 620
     ¡ Cuerpo de Dios !    Don Gabriel,
     ¡ qué bien que huele !   
GABRIEL:                                Y sobre él
     otro billete.   

Levanta MONTOYA los manteles

MONTOYA:                          ¡ Oh soror,
     la más callada obradora
     de cuantas amor registra ! 625
     ¡ Hágate el cielo ministra,
     abadesa, correctora,
     guardiana, archibispesa,
     pontifista, preste Juana !
GABRIEL:        "Leed para vos."   
MONTOYA:                          ¡ Oh humana 630
     divina !    Ponga la mesa.
     Esta es sopa, éste es capón,
     éstos pichones, estotros
     gazapos, niños o potros;
     ternera ésta; ¡ y qué sazón 635
     para quien está en ayunas !
     Como yo muy bien ternera.
     El pomo con la contera;
     ensalada y aceitunas,
     con la fruta de sartén. 640
     De tales encantamentos
     vengan a dieces y a cientos,
     per omnia saecula, amén.
GABRIEL:        "Cumplid lo jurado; que en amaneciendo,
     hallaréis desembarazada la salida; y 645
     advertid que os va la cabeza en el secreto.    Camas
     hay en que reposéis lo que os han de
     permitir --a lo que juzgo-- mis artificios; cuanto
     más os desvelaren, más tendré
     que agradeceros; aunque a participar vos mis 650
     cuidados, no dormiréis mucho ni poco.    El
     cielo os guarde."
     (¡ Alto, discursos, dejad Aparte
     de atormentar mi sentido;
     obligado, agradecido 655
     he de ser; cualquier beldad
     de las tres puede dar pena
     amorosa al mismo sol,
     cuanto y más a un español
     pobre y estraño en Lorena.) 660
     Toma esa luz.   
MONTOYA:                            ¿ Para qué ?
GABRIEL:        Trae todo eso.   
MONTOYA:                      ¿ A dónde vamos ?
     Si aquí encantados estamos,
     y hay quien regalos nos dé,
     ¿ no es mejor cenarlo aquí 665
     que probar más aventuras ?
     ¿ Qué sabes tú si hay figuras
     de Rufalda y Malgesí,
     que nos lo quiten delante ?
     Que suele salir jayán 670
     que se engulle un ganapán
     con carga y todo.   
GABRIEL:                          Ignorante,
     calla y ven; que prevenida
     nos tiene quien nos regala
     cama y mesa en esa sala. 675
MONTOYA:        Despachemos la comida
     aquí, y entremos después.
GABRIEL:        Acabemos.   
MONTOYA:                      Si te encanta
     cualquier princesa o infanta,
     llámate Partinuplés. 680

Vanse.    Salen BEATRIZ y RICARDO

BEATRIZ:        Hicístelo de suerte
     que infinito tendré que agradecerte.
     Los que te acompañaron,
     en fin, ¿ nada del caso sospecharon ?
RICARDO:        Al criado prendieron, 685
     y donde los mandé le condujeron,
     creyendo, a instancia mía,
     que hacerle alguna burla pretendía.
     No saben otra cosa.
BEATRIZ:        La traza, si se logra, fue ingeniosa. 690
RICARDO:        Los dos son mis criados,
     valientes, pero poco aficionados
     a hacer por conjeturas
     discursos.   
BEATRIZ:                      Mis recelos aseguras;
     alguna vez, Ricardo, 695
     satisfacerte este servicio aguardo.
     Pártete a Italia agora,
     donde el duque mi padre te mejora;
     que el cargo que te ha dado
     en Valencia del Po, cuyo condado 700
     le toca por herencia,
     seguro le tendrás con el agencia
     que queda a cargo mío.
RICARDO:        De ti, señora, mis aumentos fío.
BEATRIZ:        Guarda tú este secreto; 705
     que otros más importantes te prometo.
     Mas mira que es mi gusto
     que hoy te ausentes.   
RICARDO:                                Harélo por ser justo,
     puesto que, aunque en Lorena
     me quedara, el leal no desenfrena 710
     la lengua, ni el respeto
     osara yo perder a tu secreto.
BEATRIZ:        Nunca yo le fiara
     de ti, si tal desaire imaginara;
     mas que te partas digo 715
     en todo caso hoy; lleva contigo
     los que te acompañaron.
RICARDO:        Harélo ansí, no obstante que ignoraron
     el fin de este suceso.
BEATRIZ:        Escríbeme en llegando.   
RICARDO:                                  Tus pies beso. 720

Vase

BEATRIZ:        Temeridades de amor,
     ¿ qué intentáis con arrojaros
     sin ojos a despeñaros
     a los riesgos de mi honor ?
     Aficionóme el valor 725
     de España, que en sus blasones
     cifró todas las acciones
     de un hombre cuyo sujeto
     perdió gallardo el respeto
     a todas mis presunciones. 730
     Su memoria me desvela;
     enamoróme su gala;
     Adonis le vi en la sala,
     airoso Marte en la tela;
     que se me ausente recela 735
     mi libertad, que no es mía,
     porque, enviando una espía
     a informarse de quién es,
     supo Ricardo después
     que esta noche se partía. 740
     Valíme del industrioso
     modo de encerrarle aquí,
     hallándose amor en mí,
     como en otras, ingenioso.
     Crece, porque está celoso, 745
     el fuego que me acobarda;
     de los papeles que guarda,
     y curiosa le usurpé,
     que adora en España sé
     desdenes de una Gerarda. 750
     No sé yo que cuerdo fuese
     Carlos en traer consigo
     a quien para su castigo
     tantas ventajas le hiciese.
     Justo fuera que temiese 755
     tan grande competidor,
     pues si a vistas sale amor,
     y éste es ya mercaduría,
     rústica el alma sería
     que escogiese lo peor. 760

Salen CLEMENCIA y ARMESINDA

CLEMENCIA:        Tus tristezas, Beatriz mía,
     las fiestas nos desazonan;
     tus bodas las ocasionan,
     y tu ausencia las enfría;
     apenas expiró el día 765
     cuando te ausentó tu pena
     de los ojos de Lorena;
     será esta quinta, Beatriz,
     más que la corte feliz
     si en ella te hallas más buena. 770
ARMESINDA:        Prima mía, tu belleza
     trata al de Orliens con rigor,
     si al principio de su amor
     pagas gozos con tristeza;
     Francia te intitula "alteza" 775
     porque has de ser su consorte,
     y, en fe de que eres el norte
     por quien todos nos guiamos,
     tristes la corte dejamos,
     porque tú dejas la corte. 780
     ¿ Qué tienes ?   
BEATRIZ:                          ¡ Ay bella prima !
     ¡ Ay Clemencia !    No es tan grave
     el mal, si el por qué se sabe,
     cuando con causa lastima;
     mis penas son un eni[g]ma 785
     difícil de declarar;
     acrecentando el pesar
     que ocasionan las estrellas;
     mi congoja influyen ellas,
     mi consuelo es el llorar. 790
     Pasar la imaginación
     de libre al temerse ajena
     dará motivo a mi pena,
     materia a mi suspensión.
     Tengo a Carlos afición, 795
     y considero cuán justo
     medra mi gusto en su gusto;
     mas, pues he de ser su esposa,
     tratemos en otra cosa
     que divierta mi disgusto. 800
     A mí me entretiene el dar,
     como a otros el recebir;
     ansí quiero desmentir
     desvelos de mi pesar;
     si me queréis alegrar, 805
     honre, hermana, tu belleza
     los diamantes de esta pieza,
     y los de ésta, hermosa prima,
     tu pecho; tendrán la estima
     que les quita mi tristeza. 810
     De las joyas que me dio
     Carlos, éstas he escogido
     para las dos.   

Da a CLEMENCIA una banda con una lazada de    diamantes, y a ARMESINDA una cruz de los mismos

CLEMENCIA:                          Ofendido
     las has, porque juzgo yo
     que pueden formar querellas, 815
     apartándolas de ti.
BEATRIZ:        Mejores dueños las di.
ARMESINDA:        No las he visto más bellas.
BEATRIZ:        Trújolas Carlos de España.
CLEMENCIA:        Nación en todo dichosa, 820
     hasta en las piedras airosa.
BEATRIZ:        Tal clima las acompaña.
     Ponéoslas luego; estarán
     ahora en su misma esfera.

Pónenselas

CLEMENCIA:        Cuando su valor no fuera 825
     tanto, si gusto te dan
     enajenadas, por ti
     toda estimación merecen.
BEATRIZ:        Bizarramente os parecen.
ARMESINDA:        Los duques vienen aquí. 830

Salen FELIPO, CARLOS y ENRIQUE

CARLOS:        Desde que ganó el aplauso
     común, habiendo salido
     de la justa victorioso
     y de parabienes rico,
     no le he vuelto a ver, y estoy 835
     recelándole peligros,
     porque el valor estranjero
     con gracias medra enemigos.
FELIPO:        Perded, duque, esos cuidados;
     que en Francia siempre han tenido 840
     hidalgas estimaciones
     estranjeros bien nacidos.
     Yo le he enviado a buscar,
     y no ha tanto que le vimos
     honrar a España en Lorena, 845
     a costa de sus vecinos,
     que su falta os desazone.
ENRIQUE:        Ya mis pesares retiro,
     con la presencia olvidados
     de las bellezas que he visto. 850

Hácense cortesía caballeros y    damas

FELIPO:        Hijas, sobrina, quejosa
     nuestra corte, el regocijo
     podrá trocar en tristezas,
     [..............................-í-o.]
     ¿ Por qué tan presto a Floralba ? 855
BEATRIZ:        Juzgo, señor, por prolijo
     el tiempo que aquí no empleo;
     criéme en estos retiros,
     y no sé hallarme sin ellos.
CLEMENCIA:        Como a madama seguimos, 860
     y sin ella estamos solas,
     fuerza el imitarla ha sido.
FELIPO:        Los generosos en Francia,
     por excusar el bullicio
     de la confusión plebeya, 865
     moran quintas y castillos;
     no es mucho que apetezcáis
     la amenidad de este sitio;
     que por lo poco distante
     de Lorena, habréis querido 870
     gozar de uno y otro a tiempos.

Salen don GABRIEL y MONTOYA

MONTOYA:        (Con todos los duques dimos; Aparte
     gracias a nuestra alcaidesa,
     que nos alzó el entredicho.)
GABRIEL:        (Aquí está Beatriz hermosa, Aparte 875
     con ella a Clemencia miro,
     su prima las acompaña;
     ya estoy en el laberinto
     de mi confusión amante;
     discursos, demos principio 880
     a conjeturas dudosas;
     ojos, saquemos en limpio
     por señas mis desengaños.
ENRIQUE:        ¡ Don Gabriel !   
GABRIEL:                          Príncipe mío...
ENRIQUE:        ¿ Retirado y victorioso ? 885
     ¿ Hiciérades más vencido ?
     ¿ Desde ayer tarde sin vernos ?
GABRIEL:        Militares ejercicios,
     honrando, gran señor, cansan;
     dio treguas a su fastidio 890
     y mi sosiego la noche.
ENRIQUE:        Con recelos la he dormido
     de alguna desgracia vuestra.
     Hablad al duque Felipo.
GABRIEL:        Dadme, gran señor, la mano. 895
FELIPO:        De las vuestras necesito
     para derribar con ellas
     soberbias de presumidos.
     Mucho le debéis al cielo,
     pues tanto con vos propicio 900
     como con otros avaro,
     en todo perfecto os hizo.
GABRIEL:        Honra, señor, vueselencia
     estranjeros; y yo estimo
     más el favor que me hace, 905
     y el estar en su servicio,
     que las prendas que encarece
     --y no tengo.   
ENRIQUE:                        Vos sois digno
     de la privanza con Carlos,
     venturoso en elegiros. 910
GABRIEL:        Bésoos la mano mil veces.
ENRIQUE:        Hemos de ser muy amigos.
GABRIEL:        Muy vuestro esclavo, señor,
     es sólo el nombre que admito.

Hablan aparte CARLOS y don GABRIEL

CARLOS:        ¿ Qué juzgas de mis empleos, 915
     don Gabriel ?    ¿ Qué del prodigio
     de la belleza que adoro ?
     ¿ No es milagro ?   
GABRIEL:                          Es un hechizo
     de voluntades, un cielo,
     un sol, un fénix, un...   
CARLOS:                                  Dilo. 920
GABRIEL:        ...un --¡ ay amor que me abraso !--
     querubín de este paraíso.
CARLOS:        Mientras deidad no llamares
     a Clemencia, poco has dicho.
GABRIEL:        ¿ A quién, señor ?   
CARLOS:                            A Clemencia. 925
GABRIEL:        ¿ Y no a Beatriz ?   
CARLOS:                          Desatino;
     vínose a la lengua el alma.
     Si tiene en ella dominio,
     ¿ cómo la desmentiré,
     desmintiéndome a mí mismo ? 930
     Digna es Beatriz del imperio;
     mas no debe hallarse digno
     mi amor de sujeto tanto;
     por eso a Clemencia elijo.
GABRIEL:        (¡ Pedidme albricias, deseos !) Aparte 935
CARLOS:        Por más que llamas resisto,
     ni puedo, Gabriel, ni quiero
     dar licencia a mi albedrío.
     Clemencia ha de ser mi esposa,
     yo su esclavo, tú mi amigo, 940
     como no me disÜadas
     que la adore.   
GABRIEL:                        Yo te sirvo.
CARLOS:        Dilataré por ahora
     mis bodas; de un rey soy hijo,
     del que está reinando hermano; 945
     de su poder participo;
     perdone Beatriz.   

Vase

GABRIEL:                              (Deseos, Aparte
     a mi amor os habilito;
     lealtad, ya os quitan estorbos;
     alma, amad, que no os lo impido. 950
     Los ojos de cuando en cuando
     ocupan en mí benignos
     Clemencia y su prima bella;
     sola Beatriz no ha querido
     favorecerme con ellos. 955
     Si señas sirven de indicios
     a certidumbres dudosas,
     y en Beatriz no las animo,
     no es Beatriz quien bien me quiere.
     ¡ Ay, pensamientos ambiguos ! 960
     Sin competencia de Carlos,
     con mis temores compito.)
ENRIQUE:        Un torneo hemos trazado
     esta noche; mi padrino
     habéis de ser, porque espero 965
     que le mantendré lucido
     como vos en él entréis;
     otorgadlo si os obligo.
GABRIEL:        Favorecéisme hasta en eso;
     que era el vencerme preciso, 970
     a oponerme a vuestras armas.
FELIPO:        Venid, duque, a preveniros.
     ¿ Qué colores son las vuestras ?
ENRIQUE:        Blanco, leonado y pajizo.

Vanse FELIPO y ENRIQUE

MONTOYA:        (¿ Hemos de estarnos aquí Aparte 975
     hasta el día del juicio,
     o rematar con los nuestros,
     guiados de tus caprichos ?)

Cruza ARMESINDA la sala para retirarse

GABRIEL:        (Esta es Armesinda bella; Aparte
     risueña, en sus ojos pinto 980
     esperanzas que no acepto,
     porque a Beatriz las dedico.
     Pero --¡ ay cielos !-- la lazada
     de diamantes y zafiros,
     que entre sus joyas me dio 985
     mi Gerarda al despedirnos,
     honra Armesinda en su banda.
     Amor, ¿ qué más señas pido ?
     ¿ Si fue ella la usurpadora
     del robo que anoche me hizo 990
     el ladrón, todo misterios ?
     En años --¡ cielos !-- tan niños,
     ¿ pueden caber sutilezas
     tan estrañas ?)   
ARMESINDA:                            (Mucho envidio Aparte
     la dama, español bizarro, 995
     dueño de vuestros sentidos;
     que quien a vos os merece
     será en belleza un prodigio.)

Vase

GABRIEL:        (Esto está ya declarado. Aparte
     ¡ Gracias a Dios que averiguo, 1000
     a pesar de obscuridades,
     geroglíficos de Egipto !
     ¡ Ay Beatriz, que he de perder
     mi esperanza, agradecido
     a favores no buscados, 1005
     mas, por cortés, admitidos !

Pasa CLEMENCIA

     Clemencia es ésta, ¡ y aquélla
     la cruz que de mi martirio
     fue instrumento, y de Gerarda,
     no diamantes, sino vidrios. 1010
     ¿ Qué es esto, sueños despiertos ?
     ¿ Ojos, podré desmentiros ?
     ¿ Alma, podré recusaros ?
     ¿ Amor, podré reprimiros ?)

A don GABRIEL

CLEMENCIA:        Yo conozco, don Gabriel, 1015
     cierta dama que me ha dicho
     que tiene el gusto español
     después que en Francia os ha visto.

Vase

MONTOYA:        (Bergamota es esta pera; Aparte
     madura está, ¡ vive Cristo ! 1020
     vaya con cáscara y todo;
     que no has menester cuchillo.)
GABRIEL:        (Yo estoy loco, yo lo sueño; Aparte
     de mí propio me distingo;
     no os doy crédito, ilusiones; 1025
     no os escucho, no os admito.

Pasa por delante de él BEATRIZ sin mirarle,    leyendo un papel

     Beatriz grave y desdeñosa
     aun no me ha juzgado digno
     objeto para sus ojos.
     ¡ Qué imperiosos y qué esquivos ! 1030
     Pero alentaos, esperanzas;
     recobraos, amor perdido,
     pues trae la firmeza al pecho
     que idolatran mis suspiros.
     De señora ha mejorado; 1035
     pasó al hermoso dominio
     de un sol que rayos coronan,
     de un cielo que hospeda signos.
     De Gerarda fue; ofendióla
     --como es mudable-- su olvido; 1040
     firmeza es, busco firmezas;
     si en ellas me hiciese rico,
     guarnezca constelación
     del globo celeste el cinto
     tachonado de oro eterno, 1045
     que al sol adorne el camino.
     Leyendo un memorial pasa.)

Vase BEATRIZ

MONTOYA:        Esta es de casta de pinos;
     rollo espetado y derecho
     parece de pergamino. 1050
GABRIEL:        (Las demás me favorecen Aparte
     hablándome, ¡ y aun no quiso
     siquiera Beatriz mirarme !
     Amor, si sois discursivo,
     filosofead ingenioso. 1055
     ¡ Vive Dios, que hay escondido
     en esto más de un misterio !
     Problemas, ya soy Edipo.
     ¿ De palabras favorables
     las dos y humanas conmigo, 1060
     y Beatriz, toda severa,
     con tal silencio ?    Este aviso
     es examen de mi ingenio;
     certidumbres sois, indicios;
     las señas fueron no hacerlas; 1065
     cifras con cifras descifro.
     Para deslumbrarme más,
     las joyas ha repartido
     en todas; y con no verme,
     quiere que viva advertido 1070
     de lo que el secreto importa.
     Esto es lo cierto, esto sigo;
     amar por señas sin señas
     sabrán los bien entendidos,
     sirviéndoles yo de ejemplo.) 1075
     Vamos, Montoya.   
MONTOYA:                            Bendito
     el amo primero sea
     que "Vamos, Montoya" dijo.


ACTO SEGUNDO


                                                                             

Salen FELIPO, leyendo en voz alta una carta,    CARLOS, ENRIQUE, BEATRIZ, y don GABRIEL

FELIPO:        "Duque primo; aunque con mi gusto y
     permisión se partió mi hermano a 1080
     desposarse con Beatriz vuestra hija,
     importa a mi servicio que por agora
     se suspenda ese casamiento o se ejecute
     con su hermana Clemencia.    Yo estoy
     viudo, Francia sin heredero, Beatriz 1085
     digna de más alta fortuna, vos propincuo
     a nuestra sangre, y mi corona deseosa
     de sujeto que la merezca.    Considera
     las mejoras que de esta acción se os
     siguen, y la obligación que os corre 1090
     a cumplir lo que os ordeno.    Yo el Rey"
     Esto el rey nuestro señor
     me escribe.   
CARLOS:                        Fuerza ha de ser,
     por no irritar su rigor,
     sentir, al obedecer, 1095
     los malogros de mi amor.
     No sin causa mis recelos
     mis bodas apresuraban;
     pues, profetas mis desvelos,
     en calma pronosticaban 1100
     la tormenta de mis celos.
     Deme Clemencia la mano,
     si en tal pérdida merezco
     el bien que con ella gano,
     y sepa que le obedezco 1105
     el rey, mi señor y hermano.
ENRIQUE:        Eso no, duque, eso no;
     prendas que en el alma estimo
     no he de enajenarlas yo;
     mi sangre es real, vuestro primo 1110
     me llama Francia; no os dio
     más acción naturaleza
     que a mí, ni las majestades
     ofenderán su grandeza;
     amor, de las voluntades 1115
     es rey, si vos sois alteza;
     Clemencia está agradecida
     a mi voluntad, Clemencia
     dirá, de vos ofendida,
     que no es el amor herencia 1120
     que se ha de usurpar en vida.
CARLOS:        Duque, yo a Beatriz adoro,
     y a mi rey vivo sujeto;
     su padre está aquí...   
ENRIQUE:                                No ignoro
     que pretendéis en secreto 1125
     mudanzas contra el decoro
     que en su hermosura ofendéis,
     y que al rey, a quien echáis
     la culpa que vos tenéis,
     no es mucho que obedezcáis, 1130
     si os manda lo que queréis.
     Dueño soy de prometido
     de Clemencia; mi fe labra
     en ella amor más que olvido,
     su padre me dio palabra 1135
     de su esposo; ésta le pido,
     y ésta, cuando se me niegue,
     buscará satisfacción
     armada.   
FELIPO:                    Duque, no os ciegue
     sin discurso la pasión 1140
     tanto que a perderos llegue.
     A Clemencia os ofrecí,
     subordinando en mi rey
     palabras que entonces di.
ENRIQUE:        ¿ Esa es nobleza ?    ¿ Esa es ley ? 1145
     No tiene dominio en mí
     el rey de Francia; mi estado
     sólo al César reconoce,
     de Francia privilegiado.
     Primero que Carlos goce 1150
     la prenda que me ha usurpado,
     la venganza y el rigor
     atajará inconvenientes;
     mi agravio tiene valor,
     poder y armas mis parientes, 1155
     celos fuerzas, y yo amor.

Vase

FELIPO:        No sin causa está quejoso;
     que es amante y ofendido.
     Templarle será forzoso;
     que va con razón sentido, 1160
     y es Enrique poderoso.

Vase

BEATRIZ:        Muestras habéis, duque, dado
     en la mudanza presente
     de que sois cuerdo obediente,
     pero poco enamorado. 1165
     El interés coronado
     probar mi firmeza quiso,
     pero ofendida os aviso
     que es tanta la presunción
     de mi altiva inclinación 1170
     que a mis pies sus lises piso.
     Yo apetezco rendimientos,
     finezas y voluntades,
     no ambiciosas majestades
     que amenazan escarmientos. 1175
     Yo penetro pensamientos
     que honestáis con la apariencia
     de la hipócrita obediencia
     que conmigo os disculpó.
     Yo conozco al rey, y yo 1180
     sé que adoráis a Clemencia.

Llora mirando a CARLOS, vuelve luego la cabeza a    don GABRIEL, ríese y se va

CARLOS:        Gabriel, detenla, repara
     que, corrido de ofenderla,
     es un rayo cada perla
     que contra mi amor dispara. 1185
     Cuando nunca adivinara
     las mudanzas que no ignora,
     quien tales hechizos llora
     y ansí mis agravios juzga,
     ¿ qué mucho que me reduzga, 1190
     si castigando enamora ?
     Mejórese mi cuidado;
     alma, mudemos de estilo;
     imagen soy de Perilo;
     mi tormento me he labrado. 1195
     ¡ Ay cielos !    Si enamorado
     mi hermano ocasiona estremos,
     alma, ¿ cómo viviremos ?
     Ciego niño, pues sois dios,
     estudiad palabras vos 1200
     con que la desenojemos.

Vase

GABRIEL:        ¡ Lágrimas a Carlos, cielos,
     y al mesmo tiempo con risa
     mirándome quien me avisa
     que hay gustos entre desvelos ! 1205
     Beatriz llora, y me da celos,
     Beatriz con risas provoca
     mi esperanza, o cuerda o loca;
     ¿ a quién creeremos, enojo,
     a las perlas de sus ojos 1210
     o a la risa de su boca ?
     Llorando, a Carlos miró,
     riyéndose, me asegura;
     con llanto a Carlos conjura,
     con risa mi fe alentó; 1215
     nunca en los ojos mintió
     el amor cuando suspira;
     que el engaño habla y no mira,
     y aposenta la beldad
     en los ojos su verdad, 1220
     en los labios su mentira.
     Según esto, a Carlos dijo
     verdades en que mostraba
     pena porque la olvidaba;
     que amor de la vista es hijo. 1225
     Según esto, ya colijo
     que, en confusión tan precisa,
     quien me desdeña me avisa;
     ¿ quién vio jamás, ciego encanto,
     los favores en el llanto, 1230
     los desdenes en la risa ?
     Pero si Beatriz no fuera
     quien mi esperanza alentara,
     ni con el duque llorara,
     ni conmigo se riyera. 1235
     Llora porque considera
     muerto a Carlos; no me espanto
     si, aborreciéndole tanto
     que sin vida desea verle,
     las obsequias quiso hacerle 1240
     con el luto de su llanto.
     Llore por él, si es castigo
     de su leve voluntad;
     que siempre es noble piedad
     llorar por el enemigo. 1245
     Ríase Beatriz conmigo,
     porque esperanzas pequeñas
     medren con muestras risueñas
     la fe que conservan viva;
     que en ellas mi amor estriba, 1250
     pues tengo de amar por señas.

Quédase suspenso y no repara en CLEMENCIA    que sale con un billete abierto

CLEMENCIA:        (¿ En el suelo tal papel ?          Aparte
     Poco le debe al cuidado
     de quien perderle ha dejado
     el español don Gabriel. 1255
     En el cuarto de mi hermana
     le dejó el descuido en tierra;
     si es ella quien me hace guerra,
     saldréis, esperanza, vana.
     ¡ Papel de tanta importancia 1260
     y con tan poca advertencia
     que le olvida la imprudencia,
     cuando cada circunstancia
     de las que en él he leído
     amenaza con agravios, 1265
     si le publican los labios,
     a destierros del olvido !
     ¿ Don Gabriel juramentado
     a no partirse, y a amar
     por señas que le han de dar, 1270
     mudo siempre su cuidado ?
     ¿ Y que lo firma, y que ofrece
     alcanzar por conjeturas
     cuál de las tres hermosuras
     en palacio le enloquece ? 1275
     ¿ Si será Beatriz ?    Mas no;
     que ésta ya, toda arrogancia,
     reina se sueña de Francia.
     Pues no soy su autora yo.
     Según esto, nadie ha sido 1280
     sino Armesinda quien quiere
     que esperando desespere
     el español.    No ha tenido
     hasta agora voluntad,
     que yo sepa, a quien desvelos 1285
     deba de amor o de celos;
     que éstos piden más edad.
     Si es ella, pues, sutileza
     notable abona su amor;
     ¿ qué ha de hacer cuando mayor 1290
     quien niña con esto empieza ?
     Ahora bien, por señas quiere
     desmentir publicidades;
     prosigamos novedades
     que no alcance quien las viere. 1295
     Aquí el español está.
     ¡ Qué suspenso, qué elevado !
     El primer enamorado
     sin saber de quién será,
     porque si de tres es una 1300
     y no conoce a quién es,
     mientras pretendiere a tres,
     no vendrá a tener ninguna.)
     ¡ Don Gabriel !   

Don GABRIEL vuelve como de una profunda    suspensión

GABRIEL:                            ¿ Señora mía ?
CLEMENCIA:        Retirado os han los ojos 1305
     contemplativos enojos
     al alma; mas ¿ qué sería
     que mereciese Lorena
     ofreceros la ocasión
     de tan tierna suspensión ? 1310
GABRIEL:        Sabrosa fuera esa pena;
     mas ni yo la he merecido
     ni, estraño aquí, me prometo
     tanto bien.   
CLEMENCIA:                      Siempre el secreto
     es blasón de bien nacido. 1315
     Habíanme dicho a mí
     que una hermosa tiranía
     blasonaba que os tenía
     sin alma.   
GABRIEL:                      ¿ En Lorena ?   
CLEMENCIA:                                  Sí,
     y que, aumentándoos suspiros, 1320
     entre apacible y cruel,
     os obligó en un papel
     a prometer no partiros
     sin gusto suyo.   
GABRIEL:                              (¡ Ay cuidado !      Aparte
     Si señas buscando andáis, 1325
     ya las tenéis; ¿ qué dudáis ?)
     ¿ Papel ?   
CLEMENCIA:                      Y en él empeñado
     el valor que obliga a un hombre
     de vuestra sangre y talento;
     su fiador, un juramento, 1330
     y su firma vuestro nombre.
GABRIEL:        (Probar quiere de la suerte      Aparte
     que cumplo el saber guardar
     secretos; yo he de negar
     las señas con que me advierte, 1335
     mientras más no se declara,
     y a lo contrario me obliga.)
     No sé, señora, qué diga
     a mentira que es tan clara.
     ¿ Yo papel, yo juramentos ? 1340
     ¿ Yo empleo en esta ciudad ?
CLEMENCIA:        Pues lo negáis, escuchad;
     oíd encarecimientos
     que, de puro exagerados,
     vuestro crédito recelan. 1345
GABRIEL:        Si a algún celoso desvelan,
     gran señora, mis cuidados,
     y intenta con ese ardid
     perseguirme...   

CLEMENCIA muestra el papel que él    escribió

CLEMENCIA:                        Don Gabriel,
     vuestro es aqueste papel, 1350
     vuestra aquesta firma.    Oíd.
     "Ensoberbeciérame la dicha de tan no
     esperado bien, si la esperiencia de
     mis pocos méritos no me avisara ser
     más curiosidad de saber a lo que se 1355
     estiende el talento de los españoles
     que empleos fuera de los límites de
     sujeto tanto.    Mas como quiera que sea,
     mi señora, yo estoy dispuesto a
     obedeceros en todo, y ansí desde hoy 1360
     viviré muy subordinado a vuestras
     órdenes, jurando por la fe de caballero
     de no ausentarme de esta corte sin
     vuestro expreso gusto, de desvelar mis
     sentidos hasta averiguar--como mandáis-- 1365
     por señas cuál de las tres bellezas
     superiores de esta casa me dispone a
     tanta dicha, y de no comunicar con
     viviente mercedes tan deudoras del
     silencio, sujetándome al castigo 1370
     propuesto, si le profanare, y apercibiendo
     desde aquí los ojos, en cuyo estudio haré
     alarde de mi suerte.    El cielo os guarde
     para felicidades superiores, etc.
     Don Gabriel Manrique." 1375
     Decid que no es vuestra ahora
     la carta de obligación
     que os tiene casi en prisión.
GABRIEL:        Si habéis vos sido la autora
     del examen que queréis 1380
     hacer de mi ingenio corto,
     y yo la lengua reporto
     con el recato que veis,
     ¿ para qué más confusiones,
     equivocando las señas 1385
     que entre esperanzas pequeñas
     atormentan mis pasiones ?
     Vuecelencia ¿ qué procura ?
     ¿ A qué propósito agora
     leerme el papel, señora, 1390
     que os escribió mi ventura ?
     ¿ He yo acaso delinquido
     contra lo que en él prometo ?
     ¿ Comuniqué su secreto,
     loco de favorecido, 1395
     con persona que se alabe
     que mi palabra rompí ?
     Desde el punto que seguí
     al que vuecelencia sabe,
     favorable robador 1400
     de mi caudal --ya dichoso
     por ser vos su dueño hermoso--
     hasta agora, ¿ en qué el valor
     que profeso os ha ofendido ?
     ¿ He dicho yo la ocasión 1405
     de mi agradable prisión,
     encerrado y detenido
     en el cuarto cuyo adorno
     sólo pudo vuestro ser ?
     ¿ Quién hay que pueda saber 1410
     lo de la sala y el torno,
     la industria ingeniosa y nueva
     de entregarme a mi criado,
     el hospicio regalado,
     de quien sois ilustre prueba, 1415
     los dos papeles discretos
     al paso que misteriosos,
     que me intiman amorosos
     la guarda de estos secretos,
     la afable serenidad 1420
     que, cuando libre salí,
     en vuestro semblante vi,
     y luego... ?   
CLEMENCIA:                      Tened, parad;
     que vais confundiendo cosas
     de algún frenesí compuestas. 1425
     ¿ Qué torno o salas son éstas ?
     ¿ Qué prisiones misteriosas ?
     ¿ Qué robador, qué criado ?
     Don Gabriel, ¿ estáis en vos ?
GABRIEL:        No sé, señora, por Dios; 1430
     débolo de haber soñado.
     Si secretos que sabéis
     esos mismos estrañáis,
     si tantas señas negáis,
     y conmigo os ofendéis 1435
     porque con vos me disculpo,
     mucho os debe de importar
     el verme desatinar.
     Mi atrevida lengua culpo;
     no se trate más en esto. 1440
CLEMENCIA:        ¿ Yo a vos dos papeles ?    Yo
     joyas robadas ?    ¿ Quién vio
     frenesí tan manifiesto ?
GABRIEL:        Ilusión debió de ser.
CLEMENCIA:        ¿ Hacia qué parte de casa 1445
     cae el cuarto donde pasa
     tanto engaño ?    ¿ En qué mujer
     sospecháis que pudo haceros
     burlas que fingiendo estáis ?
GABRIEL:        Si a vos misma os preguntáis, 1450
     podréis por mí responderos;
     que yo no oso declararlo.
CLEMENCIA:        ¿ Un torno decís que había
     en la sala que os tenía
     preso ?   
GABRIEL:                  Debí de soñarlo. 1455
CLEMENCIA:        Enseñad los dos papeles
     que esa dama os escribió.
GABRIEL:        Señora...   
CLEMENCIA:                          Mándooslo yo.
GABRIEL:        Los bien nacidos son fieles.
     Mientras no tenga evidencia 1460
     de que vos la beldad fuistes
     que estas cosas dispusistes,
     bien podrá vuesa excelencia
     con mi muerte en su rigor
     experimentar aprietos, 1465
     mas no saber los secretos
     que hacen prueba en mi valor.
     Morir honrado, eso sí;
     manchar mi fama, eso no.
CLEMENCIA:        ¿ Y os persuadís a que yo 1470
     la dama encubierta fui
     que quiso experimentar
     con traza y modo tan nuevo
     vuestro ingenio ?   
GABRIEL:                                No me atrevo,
     por no ofenderos, a hablar. 1475
CLEMENCIA:        Acabad, no me enojéis;
     éste es mi gusto; que intento
     saber con qué fundamento
     de los discursos que hacéis
     la persona adivináis 1480
     que os obliga a amar por señas.
GABRIEL:        No son, señora, pequeñas
     las que en ese papel dais,
     aunque me arriesgue a arrojarme
     en tal golfo.   
CLEMENCIA:                              ¿ Queréis bien, 1485
     en fin, sin saber a quién ?
GABRIEL:        ¿ De qué sirve examinarme
     en cosas que vos sabéis,
     y yo nunca he de deciros ?
CLEMENCIA:        ¡ Que podáis vos persuadiros 1490
     a que yo os amo !    ¿ No veis   
                   que, siendo Enrique mi igual,
     y vos estraño... ?   

Sale un PAJE

PAJE:                                  Madama,
     a vuestra excelencia llama
     el duque mi señor.   

Vase

CLEMENCIA:                                    Mal
     vuestras señas conjeturan; 1495
     examinadlas mejor.
     A Carlos le debo amor;
     los servicios me aseguran
     de Enrique; estad advertido,
     ya que os habéis empeñado, 1500
     en que no todo llamado
     alcanza ser escogido,
     y que ardides ingeniosos,
     joyas poco defendidas,
     prisiones favorecidas, 1505
     papeles dificultosos,
     torno, salas y ocasiones
     son exámenes discretos
     de vuestro ingenio y secretos;
     id averiguando acciones, 1510
     ya advertid, si imagináis
     que de lo que ha sucedido
     yo, Gabriel, la autora he sido,
     que acertáis y no acertáis.

Vase

GABRIEL:        ¿ Cómo, si acierto, no acierto ? 1515
     ¡ Válgate Dios por mujer !
     Otra vez me vuelvo a ver
     en el golfo y en el puerto;
     otra vez confuso advierto
     la paradoja importuna 1520
     de mi equívoca fortuna.
     No hay que dudar; Clemencia es
     la que es una de las tres,
     y de las tres no es ninguna.
     Acertar y no acertar 1525
     ¿ no es lo mismo ?    ¿ De qué suerte
     será posible que acierte
     en lo que es forzoso errar ?
     Si por señas he de amar,
     que Clemencia me ama es cierto. 1530
     ¡ Ay cielos !    Sueño despierto,
     pierdo cuanto estoy ganando,
     soy lince y a escuras ando,
     y en fin acierto y no acierto.

Sale CARLOS

CARLOS:        Gabriel, Beatriz celosa 1535
     merece por discreta, por hermosa,
     ocupar mis desvelos
     en tierna suspensión, no en darla celos.
     Mas si a Clemencia miro,
     olvidando a Beatriz, luego retiro 1540
     el primer pensamiento;
     y de no darla el alma me arrepiento.
     Inclíname Clemencia,
     móvil de mis sentidos su presencia,
     y, loco en este empleo, 1545
     de ella me aparto, y a su hermana veo,
     que, volviendo a rendirme,
     culpa mi poca fe de poco firme;
     y, entre las dos perdido,
     en círculo mi amor desvanecido, 1550
     de mis deseos esclavo,
     vuelvo ciego a empezar por donde acabo.
     ¿ Qué haré cuando navego
     entre Escila y Caribdis ?   
GABRIEL:                                  (Mal un ciego,      Aparte
     si no es que desvaría, 1555
     a otro ciego servirá de guía.)
CARLOS:        ¿ Qué dices ?   
GABRIEL:                            Que si adora
     a tu Beatriz el rey y te enamora,
     como dices, Clemencia,
     sigas tu inclinación y su obediencia. 1560
CARLOS:        ¡ Ay cielos, que te engañan
     quimeras que mis penas enmarañan !
     A instancia sólo mía
     el desposorio estorba; mi porfía
     y el amor que me tiene 1565
     hizo escribir la carta que previene
     en mí nuevos desvelos.
     ¡ Pluguiera a Dios que el rey me diera celos
     con Beatriz, que a Clemencia
     me obligara a olvidar su competencia ! 1570
     Mira, español discreto,
     amor sin competir pierde el afeto
     con que se perficiona;
     con celos sus quilates proporciona.
     Si a Clemencia ama Enrique, 1575
     ¿ qué mucho que celoso sacrifique
     mi gusto a sus deseos ?
     En lo fácil amor no logra empleos.
     Beatriz no tiene amante
     que en su favor feliz se me adelante; 1580
     por esto en su belleza,
     con ser tanta, se engendra mi tibieza.
     Pienso yo --y es sin duda--
     que, si de objetos mi esperanza muda,
     es porque en mi deseo, 1585
     sin ser difícil, a Beatriz poseo,
     y que en otro empleada
     Clemencia, cuanto más dificultada,
     es más apetecida;
     que amor con imposibles cobra vida. 1590
     Ven acá; haz una cosa,
     y encenderásme tú en Beatriz hermosa;
     dame con ella celos.
GABRIEL:        ¿ Qué dices, gran señor ?   
CARLOS:                                        En ti los cielos
     gracias depositaron, 1595
     Gabriel, que mis deseos envidiaron;
     digno eres que compitas
     con sujeto mayor.   
GABRIEL:                                  Desacreditas
     tu discreción con eso.
CARLOS:        Tú eres mi amigo fiel, yo estoy sin seso; 1600
     finge que, enamorado
     de Beatriz, y en España potentado,
     por verla te humillaste
     a servirla, y tus prendas disfrazaste.
     Si en mi amistad apoyas 1605
     la tuya, don Gabriel, daréte joyas
     con que este engaño ostentes
     y allanes, dadivoso, inconvenientes.
     Reparte, desperdicia,
     gasta Alejandro, colma la codicia 1610
     de avaros medianeros;
     que las alas de amor son los dineros.
     Doradas flechas tira;
     yo apoyaré industrioso tu mentira.
GABRIEL:        Vaya, pues tú lo quieres; 1615
     mas no formes de mí, cuando me vieres
     por tu gusto empeñado,
     quejas que den tormento a tu cuidado.
CARLOS:        ¡ No has de amarla de veras !
GABRIEL:        No, que son mis lealtades verdaderas, 1620
     puesto que amor, que es loco,
     acaba en mucho, aunque comience en poco.
CARLOS:        Ven, que no me fiara
     de ti si en tu lealtad no edificara
     la máquina presente. 1625
     Tenga amor yo a Beatriz perfectamente;
     que en tu amistad presumo
     que si el azogue se resuelve en humo
     después que el oro afina,
     amor que con los celos se examina 1630
     sabrá, apartado de ellos,
     en humo como azogue resolvellos.
GABRIEL:        El que en azogues trata,
     si no la vida, su salud maltrata;
     pues tal vez le sucede 1635
     que con temblores del azogue quede,
     y otro se lleve el oro.
     Teme el riesgo, señor, que yo no ignoro;
     pues dice un avisado
     que es todo uno celoso y azogado. 1640

Vanse. Sale ARMESINDA

ARMESINDA:        El amor y la sospecha
     nacieron en una casa;
     ciego aquél, todo lo abrasa;
     lince ésta, todo lo acecha.
     Después que mal satisfecha 1645
     miro acciones
     de este español, mis pasiones
     conjeturan
     que ausentes penas le apuran
     la paciencia que retira 1650
     el alma.    A solas suspira;
     suspensiones le procuran
     enajenar de beldades
     que, usurpando voluntades,
     materia dan a desvelos, 1655
     porque, sin amor y celos,
     nadie busca soledades.
     ¿ Hablando siempre entre sí
     quien lances de amor ignora ?
     No es posible; luego adora. 1660
     ¿ Dónde, pues, si no es aquí ?
     Será en su patria --¡ ay de mí !--.
     ¡ Que entre engaños
     lloran mis primeros años
     competencias 1665
     que disfrazan apariencias
     y, en tan riguroso extremo,
     temiendo, no sé a quién temo !
     Amo aquí y envidio ausencias
     que ocultas muerte me den; 1670
     ¿ quién quiso hasta ahora bien
     que a comparárseme venga,
     ni quién --¡ cielos !-- hay que tenga
     celos sin saber de quién ?

Sale MONTOYA

MONTOYA:        Cuanto sueño, cuanto miro 1675
     desde la noche pasada
     se me antoja chimeneas,
     guindaletas, tornos, trampas,
     aventuras, estantiguas,
     monjas, jayanes, fantasmas, 1680
     quintas, castillos, quimeras.
     ¡ Válgate el diablo la casa !
ARMESINDA:        (Este sirve a don Gabriel          Aparte
     y, trayéndole de España,
     sabrá quién es la belleza 1685
     que ausente tan mal le trata;
     informarme de él pretendo.)
MONTOYA:        Alrededor se me anda
     cuanto topo, cuanto piso;
     garatusas, musarañas 1690
     me parece cuanto veo.
ARMESINDA:        ¡ Hola !   
MONTOYA:                        Vuescelencia añada
     dos "eles" y una "a" al tal "ola",
     vendréme a llamar "Olalla".
ARMESINDA:        ¿ A quién servís ?   
MONTOYA:                            Pues yo ¿ sélo ? 1695
     Cristiano soy por la gracia
     de Dios; serviréle a él,
     y después de Dios al papa
     que en su iglesia vicariza,
     y tras éste al rey de España, 1700
     hasta tener lamparones
     que me cure el rey de Francia.
     Luego a don Gabriel Manrique,
     a quien en palacio embauca
     un duende monjitornero, 1705
     que invisible nos regala.
ARMESINDA:        Venid acá.   
MONTOYA:                          Estoy venido.
ARMESINDA:        ¿ Sabréis decirme la causa
     que tanto melancoliza
     a vuestro dueño ?   
MONTOYA:                                ¿ No basta 1710
     a entristecer cuatro bodas
     una noche toledana,
     un torno tras un torneo,
     una maleta mamada,
     una cena por tramoya, 1715
     tres billetes y dos camas ?
ARMESINDA:        ¿ Qué decís, estáis en vos ?
MONTOYA:        Debo estar en Guatemala,
     y mi dueño en Guatebuena;
     despertadme vos, madama, 1720
     tirándome las narices.
ARMESINDA:        (Este es loco.)                    Aparte   
MONTOYA:                          ¿ Sois la infanta
     Lindabrides, a lo Febo,
     a lo amadisco, Oriana,
     Gridonia, a lo Primaleón, 1725
     Micomicona, a lo Panza,
     o a lo nuevo quijotil,
     Dulcinea de la Mancha ?
     ¿ Qué desmesura vos puso
     en tanta cuita ?    ¿ Qué fadas, 1730
     qué Artús encantadero
     tal fermosura maltrata ?
     ¿ Quién vos fizo tuerto o vizco ?
     ¡ Mal haya el torno, malhaya
     el sortijo de Brunelo, 1735
     si quien vos busca no os halla !
     No os le volváis a la boca.
ARMESINDA:        Hombre, ¿ sabes con quién hablas ?
MONTOYA:        Con Angélica la bella,
     tan bella como bellaca; 1740
     si no, dígalo Medoro,
     aquel morisco sin barbas,
     que diz que la fizo dueña
     en una choza de paja.
ARMESINDA:        Descortés, descomedido... 1745
MONTOYA:        Si se ensuegra, si enmadrastra
     porque esta nigromancia
     la trampeó lo que pasa,
     oiga verdades tan puras
     que no tienen pizca de agua, 1750
     porque, a tener media gota,
     nunca yo se las contara.
     ¡ Vive Dios, que está mi seso
     con todas las zarandajas
     de cuerdo a prueba de brujos, 1755
     que nos hacen garambainas !
     Va de cuento; mi señor
     --después de las alabanzas
     que en el sarao y torneo
     le dieron duques y daifas--, 1760
     sin comunicar conmigo
     secretos --que me los guarda,
     no sé yo con qué conciencia,
     siendo toda su privanza--,
     sin chistárselo a persona, 1765
     de noche ensillar me manda
     y, dejando estos países,
     iba a enfardelar a Holanda.
     Brindóle el sueño dos millas
     de esta selva encantusada, 1770
     que a esta quinta --o a esta sexta--
     sirve de sombra o guirnalda;
     y, apeándose en su centro,
     mientras convida a ensalada
     a nuestro frisón la yerba, 1775
     perejil de la cebada,
     recostado en el cojín
     y yo dormido en estatua,
     --quiero decir, como grullo--,
     la luna entre yema y clara 1780
     le hurta un hombre la maleta.
     Corre en su alcance, la espada
     "en puribus", por el bosque;
     y yo, abriendo las pestañas,
     oigo cuitas del rocín, 1785
     cuarteado de dos maulas.
     Quise desfacer el tuerto,
     pero por detrás me agarran
     dos Galalones monsiures;
     ojos y boca me embargan 1790
     y, sin decir chus ni mus,
     las manos a las espaldas,
     en la silla atado el cuerpo,
     y en Sansueña presa el alma,
     a escuras corro la posta, 1795
     hasta que después me abajan,
     luego a un tejado me suben
     y, al cabo de esto, me envainan
     por un esmeril de yeso,
     guindándome hasta una sala, 1800
     sin haberse otra vez visto
     lacayo por cerbatana.
     Conocímonos a ciegas
     mi dueño y yo, y a mi instancia,
     desencordelado el cuerpo, 1805
     las lumbreras me destapa;
     pero entrambos tan a escuras
     como antes, porque la cuadra,
     avarienta de un candil,
     sin luz nos desatinaba. 1810
     Alternábamos a versos
     él y yo nuestras desgracias,
     con temor de otras peores,
     y hétele que a un torno llama
     no sé quién; fuimos a tiento 1815
     y, respondiendo "Deo gratias",
     se nos vuelve el bofetón
     y, sin hablarnos palabra,
     nos presenta dos bujías
     encendidas y una carta, 1820
     con papel, pluma y tintero.
     Mi dueño de mí se aparta;
     leyó para sí el billete;
     treinta veces le repasa,
     santiguando el frontispicio; 1825
     pregúntole el por qué, y calla;
     mas, respondiendo con otro,
     vuelve la atahona, y halla
     tercer billete, y con él
     una pródiga canasta 1830
     de potable y comestible.
     Gozamos de la abundancia
     y, acostándonos repletos
     en dos magníficas camas,
     despertamos a las trece, 1835
     hallamos la puerta franca
     y, atravesando salones,
     dignos todos de un patriarca,
     nos hallamos a la vista
     de tres duques, tres madamas 1840
     y tres mil encantamientos.
     Esto, en suma, es lo que pasa,
     y lo que yo alcanzar pude;
     juzgue ahora, siendo alcalda,
     si es maravilla que crea 1845
     que de Medusas y Urgandas
     está este palacio lleno,
     y que alguna nigromanta
     enmaga con su hermosura
     a cuantos viven en casa. 1850
ARMESINDA:        A no teneros por loco
     y juzgar que disparatan
     vuestros discursos enfermos,
     no sé lo que maliciara
     de todas esas quimeras. 1855
MONTOYA:        Voto a toda una semana
     de fiestas y de domingos,
     aunque entre en ellos la pascua,
     que es lo que digo tan cierto
     como que hay bellezas calvas 1860
     que se solapan con moños,
     que hay títulos con mohatras,
     que hay doncelleces con hijos,
     que hay tintoreros de barbas,
     y que hay dientes de alquiler 1865
     que se mudan.   
ARMESINDA:                          Basta, basta.
     En fin, ¿ a vos os trajeron
     a un cuarto de nuestra casa
     y a vuestro señor también,
     por engaño ?   
MONTOYA:                          Por fayancas 1870
     nocturnas y encantatrices.
ARMESINDA:        Pues ¿ qué hizo entonces la espada
     de vuestro dueño que, ociosa,
     de dos hombres no os libraba,
     siendo español tan valiente ? 1875
MONTOYA:        Pues contra encantos ¿ hay armas
     que defiendan a un Golías ?
     Cuando se le antoja, saca
     un libro enano del seno
     el nigromanto o la maga 1880
     y, en leyendo dos renglones,
     a pares los grifos bajan
     que desmayan Palmerines,
     y los llevan en volandas
     a la isla de las lechuzas. 1885
     Poco sabe de las chanzas
     de un Fristón encantador
     contra príncipes de Jauja.
ARMESINDA:        ¿ Torno la pieza tenía ?
MONTOYA:        Mantenía y torneaba, 1890
     pues a las tres torneaduras
     cena nos dio torneada.
ARMESINDA:        ¿ Y no sabéis, en efeto,
     lo que contienen las cartas
     o papeles ?   
MONTOYA:                          Pretendílo; 1895
     pero, sacando la daga
     contra mí --mal le conoce--,
     me echó mucho en hora mala;
     que para vuesa excelencia
     no hay secreto de importancia 1900
     que le reserve mi boca.
ARMESINDA:        Cosas me contáis estrañas.
     Recibid esta cadena.
MONTOYA:        ¿ Para qué ?   
ARMESINDA:                          Para trocarla
     por un secreto que intento 1905
     fiaros.   
MONTOYA:                        ¿ Cadena ?    ¡ Guarda !
     Non fago yo esas sandeces.
ARMESINDA:        ¿ Por qué ?   
MONTOYA:                          Temo, siendo maula,
     que en carbón me la conviertan
     los duendes de esta posada. 1910
ARMESINDA:        Bueno está ya de locuras;
     acabad.   
MONTOYA:                    Tómola.    Vaya
     de interrogación ahora.
ARMESINDA:        ¿ A quién, decid, en España
     tuvo don Gabriel amor ? 1915
MONTOYA:        Una ninfa toledana
     sospechamos que le puso
     tal vez silla y tal albarda
     los que andábamos con él.
ARMESINDA:        ¿ Que lo sospechaste ?   
MONTOYA:                                      Guarda 1920
     mi señor tanto secreto
     que, con darnos leche un ama
     y fiarme la despensa,
     no me fía una palabra.
     Pero como amor es niño, 1925
     y los niños nunca callan,
     sacamos por los gorjeos
     quién es a quien dice "mama".
ARMESINDA:        Y ¿ quién era la dichosa ?
MONTOYA:        Era y es una Gerarda, 1930
     digna de todo un cabildo
     de Píramos.   
ARMESINDA:                          ¿ Muy bizarra ?
MONTOYA:        Tan bizarra y gentil hembra
     que, a no ser desmantelada,
     con guarniciones de fría 1935
     entre desaires de larga
     y presunciones de boba,
     pudiera ser archidama.
ARMESINDA:        Pintámela, si sabéis.
MONTOYA:        Va de pintura en estampa. 1940
     Semirubia de cabellos,
     frente desembarazada,
     cejas buenas, ojinegra
     --ya no se usan ojizarcas--,
     puesto que eran más ojetes 1945
     que ojales las luminarias,
     por lo pequeño y redondo,
     que en las fermosas se rasgan.
     Las mejillas, por estremo,
     ni bien mármol ni bien grana, 1950
     mezcla sí de las dos sierras,
     la Bermeja y la Nevada.
     En proporción las narices,
     ni judaizantes ni chatas,
     ni nabo por corpulentas, 1955
     ni alezna por afiladas.
     Buenos labios, malos dientes,
     porque, aunque era su tez blanca,
     a caballo unos sobre otros,
     tanti-cuanti moriscaban. 1960
     La garganta, cuelli-erguida,
     cándida, gruesa, torneada,
     y tal que hiciera yo un Judas,
     a haber saúcos gargantas.
     Las manos, no hay que pedir 1965
     en ellas porque no daban,
     puesto que ambas recebían,
     y eran muy hermosas ambas.
     Privilegiado de cuartos
     el tallazo; más avara 1970
     en las obras que en el cuerpo...
     Lo demás, el argonauta
     de tal golfo que le pinte,
     si hay quien tenga dicha tanta
     que mida con la experiencia 1975
     los grados del dicho mapa.
ARMESINDA:        ¿ Quiso a vuestro dueño mucho ?
MONTOYA:        Quiso a muchos; que mudaba,
     como si fueran camisas,
     tres a tres cada semana. 1980
ARMESINDA:        ¡ Válgame Dios !    ¿ Mujer noble,
     y tan fácil ?   
MONTOYA:                              Suspiraba
     por lo ido, y lo venido
     la daba al momento en cara.
ARMESINDA:        ¿ Y por qué vuestro señor 1985
     se ausentó ?   
MONTOYA:                          Porque esta daifa
     dicen que escribió contra él
     a nuestro rey quejas falsas,
     y don Gabriel, por servirla,
     cuando vio que deseaba 1990
     rempujarle, puso tierra
     en medio.   
ARMESINDA:                          ¡ Fineza estraña !
MONTOYA:        Dióle al partirse unas joyas,
     pesarosa de esto, ¡ tanta
     es su variedad !   
ARMESINDA:                                ¿ Por qué 1995
     se partió, si le llamaba
     y a su amor se reducía ?
MONTOYA:        Por haber dado palabra
     de acompañar nuestro duque,
     y por ver si la mudanza 2000
     hace en él de las que suele,
     que ésta es general triaca.
     Esto sospécholo yo;
     que, como a puerta cerrada
     pudre don Gabriel secretos 2005
     y ninguno los alcanza,
     hablo a tiento en sus amores.
     Lo que me pesa, madama,
     es que volaron las joyas.
ARMESINDA:        ¿ Cómo ?   
MONTOYA:                          En la maleta estaban 2010
     que nos gazmió el bandolero.
ARMESINDA:        ¿ Eran ricas ?   
MONTOYA:                          Empedradas
     de diamantes, más que un trillo.
ARMESINDA:        ¿ Que, en efeto, nos os engaña
     lo de la prisión y el torno, 2015
     confusiones y desgracias ?
MONTOYA:        Por Dios...   
ARMESINDA:                          Ahora bien, yo quedo
     satisfecha y informada
     --aunque en confuso-- de cosas
     que os han de ser de importancia, 2020
     si sabéis guardar la lengua.
MONTOYA:        ¿ A mí ?   
ARMESINDA:                          A vos.    No digáis nada
     de lo que vos me habéis dicho
     a vuestro dueño.   
MONTOYA:                                Me tapa
     los labios esta cadena. 2025
     Vueselencia, pues es sabia,
     calle también y averigÜe;
     porque si mi amo alcanza
     que me deslicé, no doy
     por mi vida una castaña. 2030

Vase

ARMESINDA:        Amor, ¿ qué es esto que oís ?
     ¿ Quién, decid, os dificulta ?
     ¿ Quién, competidora oculta,
     celos os da y los sufrís ?
     Si con ellos presumís 2035
     crecer, crecerá la pena
     que esperanzas enajena,
     pues temo --¡ congoja estraña !--
     una enemiga en España,
     y otra invisible en Lorena. 2040
     Aquélla ausente me abrasa,
     ésta presente me enciende;
     pero --¡ ay Dios !-- que más ofende
     el enemigo de casa.
     Con Carlos Beatriz se casa, 2045
     porque en él logra su amor,
     aunque un rey competidor
     se le opone, que no estima;
     luego no es Beatriz mi prima
     quien motiva mi temor. 2050
     Clemencia de esta quimera
     la autora ha venido a ser,
     porque con menos poder
     ¿ quién a tanto se atreviera ?
     Sospechas, echemos fuera 2055
     temores, y averigÜemos
     sutilezas que estorbemos
     con industrias que opongamos;
     y, porque las consigamos,
     las suyas desbaratemos. 2060

Salen FELIPO, CARLOS, ENRIQUE, don GABRIEL, BEATRIZ    y CLEMENCIA

BEATRIZ:        Vuestra excelencia, señor,
     no ha de usar hoy de la ley
     de padre conmigo; el rey
     logre en iguales su amor;
     que esta vez yo he de lograr 2065
     las de mi libre albedrío.
     No apetezco señorío
     que, a título de reinar,
     imperioso me lastime
     y me ame con presunción; 2070
     hecha tengo la elección
     de quien templado me estime,
     y no ofenda mi respeto.
     Amor busco, no poder;
     esto, señor, ha de ser; 2075
     entiéndame el más discreto.

Vase

CARLOS:        (Por mí lo dijo.    ¿ Hay amor      Aparte
     semejante ?    Adoraréla;
     por mi sol respetaréla,
     por la firmeza mayor 2080
     que jamás vio el interés.
     Mi mudanza ha sido loca.
     Voy a que estampe en mi boca
     los vestigios de sus pies.)

Vase

ENRIQUE:        (¿ Mas si madama Beatriz,          Aparte 2085
     castigando la mudanza
     de Carlos, me da esperanza
     de ser mi dueño ?    ¡ Feliz
     trueco, si en él me prometo
     tal dicha !    Voy a saber 2090
     si, llegándola a entender,
     vengo a ser el más discreto.)

Vase

FELIPO:        (¡ Que un rey desprecie por Carlos !    Aparte
     Pero sí, que en sus empleos
     su amor empeñó deseos 2095
     y siente en mí el malograrlos.
     El rey es prudente y justo;
     ni yo me atrevo a intentar
     que se case a su pesar,
     ni él querrá mujer sin gusto.) 2100

Vase

GABRIEL:        (Estas señas interpreto,        Aparte
     aunque loco, en mi favor;
     permitidme agora, amor,
     presumirme el más discreto.
     ¿ Risa ayer, cuando lloraba 2105
     con Carlos, y enigmas hoy ?
     Mas si de Clemencia soy,
     si no ha media hora que acaba
     de darme señas escritas,
     ¿ qué intentas, soberbia vana ? 2110
     A Carlos quiere su hermana;
     ¿ para qué me precipitas ?
     ¿ Cuándo, amor, me has de sacar
     de tanto golfo crÜel ?)

CLEMENCIA pasa junto a él disimulada, y le    habla aparte

CLEMENCIA:        ¿ Qué tal os va, don Gabriel, 2115
     de acertar y no acertar ?
GABRIEL:        Mal, pues cuando conjeturan
     discursos que me atormentan,
     hallo señas que desmientan
     las señas que me aseguran.   
                   Ríense de un ignorante, 2120
     gran señora, como yo...

Disimuladamente deja ella caer un guante en el    suelo, y levántale él

     Mire que se le cayó
     a vueselencia este guante.

CLEMENCIA lo toma desdeñosa

CLEMENCIA:        ¿ Qué decís ?   
GABRIEL:                                Se le ha caído,
     y, alzándole yo, pretendo 2125
     con él...   
CLEMENCIA:                          O yo no os entiendo,
     o vos no sois entendido.

Vase

GABRIEL:        (¡ Gracias a Dios, experiencia,    Aparte
     que de dudas me sacáis !
     ¿ Para qué filosofáis, 2130
     temores, en la evidencia ?
     Esto está ya averiguado.)

ARMESINDA se dirige a don GABRIEL, como que va a    entrarse

ARMESINDA:        La toledana es hermosa,
     puesto que ni muy airosa,
     ni muy firme; hanme agradado 2135
     las joyas, pero no el brío
     ni el alma de la Gerarda;
     que, aunque en el alma gallarda,
     hiela a España por lo frío.
     Tiene partes excelentes, 2140
     puesto que la gracia es poca,
     que es gran defecto en la boca
     tan mal avenidos dientes.
     Lo que yo afirmaros puedo,
     que en el aliño y adorno 2145
     puede obligar la del torno
     a olvidar la de Toledo.

Vase

GABRIEL:        ¿ Señas nuevas ?    ¡ Vive Dios,
     que se han las tres concertado
     a enloquecerme !    Cuidado, 2150
     si, confuso entre las dos,
     quieres que el seso las rinda,
     con tres ¿ qué hará mi paciencia ?
     ¿ Señas Beatriz y Clemencia ?
     ¿ Señas también Armesinda ? 2155
     Burlarme intenta cada una;
     solución del enigma es,
     pues son mis damas las tres,
     y de las tres no es ninguna.


ACTO TERCERO


                                                                                                                                      

Salen CLEMENCIA y ENRIQUE

CLEMENCIA:        Mi hermana me dijo a mí 2160
     que, interpretando razones
     de contrarias intenciones,
     la amáis.   
ENRIQUE:                      Es, señora, ansí;
     que, como Carlos procura
     con cartas, más negociadas 2165
     que por el rey deseadas,
     desbaratar mi ventura
     y no lo repugnáis vos,
     hallo en vuestro desengaño
     el remedio de mi daño; 2170
     y, compitiendo los dos,
     me parece que es prudencia
     --antes que en celos me ofusque--
     que en madama Beatriz busque
     lo que peligra en Clemencia. 2175
CLEMENCIA:        Cuando él, duque, os compitiera
     y entrada en mi pecho hallara
     que el paso os dificultara,
     ¿ mejor salida no fuera
     --a ser amante de ley-- 2180
     sus ardides desmentir
     que por Beatriz competir
     con un infante y un rey ?
     Confesarlo ansí es forzoso.
     En efeto, hacéis alarde 2185
     de ser el primer cobarde
     que se retira celoso;
     aunque os tendréis por feliz
     si en tan loca competencia
     sois tímido por Clemencia 2190
     y animoso por Beatriz.
ENRIQUE:        Cuando yo no interesara
     más medras de mis intentos
     que el causaros sentimientos
     con que mi amor se repara, 2195
     fue ardid, señora, discreto
     fingir haceros agravios;
     que tal vez suelen ser sabios
     los celos.    Mostré, en efeto,
     que a vuestra hermana servía, 2200
     y fue admirable mi aviso,
     pues mi amor por su orden quiso
     probar lo que en vos tenía.
     Ya que lo sé, a vuestros pies,
     dándoos gracias, perdón pido; 2205
     sosegad vos mi sentido,
     porque os ame más después.
     ¿ De veras que no estimáis
     a Carlos ?    ¿ Que os resistís ?
     ¿ Que en fin, cuando me admitís, 2210
     sois mujer y no os mudáis ?
CLEMENCIA:        Mi inclinación no consiente
     mudanzas; que la firmeza
     es en mí naturaleza,
     si en las otras accidente. 2215
     Yo quise desde el instante
     que di principio al querer
     a quien mi esposo he de ser,
     y nunca mudé de amante.
     Carlos --desvanezca o no 2220
     promesas a su cuidado--
     persona trae a su lado
     que en mi pecho despertó
     desvelos de más momento.
ENRIQUE:        ¿ Cómo es eso ?   
CLEMENCIA:                        ¿ Qué teméis ? 2225
     A don Gabriel le debéis
     amistades, que si os cuento,
     dudaréis satisfacerlas
     en llegando a ponderarlas;
     el principio de pagarlas 2230
     es, duque, el agradecerlas.
     Haceldo ansí; que él ha sido
     a quien fe mi pecho da.
ENRIQUE:        ¿ A don Gabriel ?   
CLEMENCIA:                          El será,
     si me entiende, preferido 2235
     a muchos...Quiero decir,
     en materia de consejos.
ENRIQUE:        Estaba de eso tan lejos,
     viéndole a Carlos servir,
     que, aunque me lo certifique 2240
     vuestro crédito, y sea ansí...
CLEMENCIA:        Cada cual hace por sí
     antes que por otro, Enrique.
ENRIQUE:        Pues él en eso ¿ qué hace
     por sí ?    ¿ Qué es lo que medró ? 2245
CLEMENCIA:        ¿ No es el amigo otro yo
     que a dos almas satisface
     con sola una voluntad,
     si a un mismo fin se encamina ?
ENRIQUE:        Ansí es bien que se difina 2250
     el amigo.   
CLEMENCIA:                      Y su amistad
     ¿ no puede ser tal con vos
     que se verifique en él
     tal fineza ?   
ENRIQUE:                      ¿ Don Gabriel
     contra su dueño ?    Por Dios, 2255
     que ha de quedar asombrado
     quien tal imposible oyere.
CLEMENCIA:        Cuanto más por vos hiciere,
     os tendrá más obligado.
ENRIQUE:        Poco abona su opinión 2260
     quien esa cuenta da de ella.
CLEMENCIA:        Como por eso atropella,
     si es viva, una inclinación.
     Experimentad la mía,
     disculpando a don Gabriel, 2265
     que yo os juro que por él
     dejara una monarquía.
ENRIQUE:        ¿ Cómo por él ?   
CLEMENCIA:                          Pues ¿ no dejo
     la herencia casi de Francia
     con el de Orliens, a su instancia ? 2270
     Inclínome a su consejo,
     de suerte, duque, os prometo,
     que toda mi libertad
     pende de su voluntad.
ENRIQUE:        El español es discreto, 2275
     y si yo alcanzo por él
     que os inclinéis a mi amor,
     le seré eterno deudor.
CLEMENCIA:        Id, Enrique, hablad con él;
     experimentad verdades 2280
     que antes de mucho admiréis;
     solicitadle, y veréis
     prodigios entre amistades,
     que no poco han de importaros.
     Decid que siga la traza 2285
     que amor y su ingenio enlaza;
     que alguna vez saldrán claros
     los cielos, hasta aquí obscuros,
     pues para los animosos
     principios dificultosos 2290
     prometen fines seguros;
     y que esto le aviso yo
     para vuestro buen suceso.
ENRIQUE:        Pues ¿ no sabré yo algo de eso ?
CLEMENCIA:        Por agora, Enrique, no. 2295
ENRIQUE:        Pues ¿ es razón que el tercero
     alcance más que el amante ?
CLEMENCIA:        El medio que es importante
     para los fines que espero,
     con vos me requiere muda, 2300
     y toda lenguas con él.
     Si os regís por don Gabriel,
     presto saldréis de esa duda;
     que hemos dispuesto los dos
     cierta traza sin testigos, 2305
     con que quedéis muy amigos
     mi padre, Carlos y vos.
     Sólo este fin me reporta
     en los labios el secreto;
     vos veréis, duque, en efeto, 2310
     lo que a los dos nos importa.
ENRIQUE:        Alto; si por don Gabriel
     se han de allanar competencias,
     voy a alentar sus agencias.
CLEMENCIA:        Nuestro amor estriba en él. 2315
     Diréisle, pues le confío
     que os industrie y aconseje,
     que por señas no lo deje,
     pues hartas con vos le envío.
ENRIQUE:        Obedecer y callar. 2320
     Voy.
CLEMENCIA:        ¿ Oís ? y que en los dos
     sabrá aquello, yendo vos,
     de acertar y no acertar.

Vase ENRIQUE

CLEMENCIA:        Confuso parte, No es mucho 2325
     que, si imita mis acciones,
     participe confusiones,
     cuando yo con tantas lucho.
     Si señas tienen de ser
     del gallardo español prueba, 2330
     señas Enrique le lleva
     con que me pueda entender.
     ¿ Qué modo hallara yo agora
     para sosegar desvelos
     y conocer de mis celos 2335
     la oculta competidora ?
     Si yo conociese el dueño
     que inadvertida perdió
     el papel que ocasionó
     los riesgos en que me empeño, 2340
     facilitara el cuidado
     que confusa dificulto;
     porque el enemigo oculto
     más daña que el declarado.
     Ahora bien, aquí le hallé; 2345
     vuélvole al mismo lugar;
     que escondida he de sacar
     quién la perdidosa fue.

Echa el papel en el suelo

     Dudo en mi hermana y mi prima,
     si bien con más fundamento 2350
     en la segunda; mi intento
     a nuevas cosas me anima.
     Cualquiera que pase de ellas,
     en viéndole le ha de alzar;
     y, si le perdió, ha de dar 2355
     muestras de gusto, y por ellas
     quedaré informada yo.
     Las dos estaban agora
     en esa cuadra; no ignora
     trazas quien celosa amó. 2360

Sale FELIPO

FELIPO:        Clemencia, de tu elección
     pende la paz de mi estado;
     palabra a Enrique le he dado;
     Carlos te tiene afición;
     ama a Beatriz el de Francia; 2365
     ya tú sabes su poder;
     consultar es menester
     cosas de tanta importancia.
     De tu entendimiento fío
     riesgos que a tu arbitrio dejo. 2370
CLEMENCIA:        En el tuyo mi consejo,
     siendo tuyo, será mío.
FELIPO:        Ven, y estudiemos los dos
     lo que se ha de hacer en esto.
CLEMENCIA:        (¿ Hay estorbo más molesto          Aparte 2375
     que el presente ?    Ciego dios,
     mal podréis averiguar
     quién es mi competidora,
     si dejo el papel agora
     y me obligan a ausentar. 2380
     ¿ Alzaréle ?    Pero no;
     que si mi padre lo ve,
     el crédito arriesgaré
     que mi recato ganó.
     ¿ Qué he de hacer ?    Poco dichosa 2385
     soy en amores.   
FELIPO:                          ¿ No vienes ?
CLEMENCIA:        Sí, señor.   
FELIPO:                      Discreción tienes,
     que es milagro, siendo hermosa;
     busquemos los dos salida
     a confusión tan crÜel. 2390
CLEMENCIA:        (Volveos a perder, papel;            Aparte
     que más que vos voy perdida.)

Vanse.    Sale BEATRIZ

BEATRIZ:        Perdíle y, sin él confusa,
     desvanezco mi sentido.
     ¿ Si acaso se me ha caído 2395
     por aquí ?    No tiene excusa
     mi descuido.    Echéle menos
     agora; guardéle aquí.

Señalando la manga

     No sé cuándo le perdí;
     sé mi desgracia a lo menos. 2400
     ¿ Si le halló mi padre ?    ¡ Cielos !
     ¿ Si alcanzó a saber por él,
     con riesgo de don Gabriel,
     mi osadía y sus desvelos ?
     Negaré disimulada, 2405
     aunque la vida me cueste.
     Mas ¡ válgame Dios !    ¿ No es éste ?

Alzale

     ¡ Ay prenda tan mal guardada
     cuanto con gusto adquirida !
     No saldréis más de mi pecho. 2410
     ¡ Qué de agravios que os he hecho !
     Vos seáis bien parecida.
     Cuando agora por aquí
     con Armesinda pasé,
     se me cayó; ya podré, 2415
     temores, volver en mí.

Salen CARLOS y don GABRIEL.    Hablan aparte a la    puerta

CARLOS:        Yo sé que, dándome celos,
     la he de volver a adorar.
GABRIEL:        Tu estraño modo de amar
     tendrá pocos paralelos. 2420
CARLOS:        Gabriel, madama está aquí.
GABRIEL:        Comencemos tu quimera;
     yo la llego a hablar.   
CARLOS:                                Espera;
     déjame primero a mí
     que con ella te introduzga 2425
     en España poderoso,
     y que me muestre celoso
     porque a tu amor se reduzga,
     y tú después llegarás.
GABRIEL:        Voyme, pues.   
CARLOS:                      Ve y vuelve luego. 2430
GABRIEL:        Más que el amor eres ciego.
CARLOS:        ¿ Qué quieres ?    No puedo más.

Vase don GABRIEL

CARLOS:        Madama, si os desobligo
     y a vuestra hermana pretendo,
     es porque ofendido entiendo 2435
     que truje mi mal conmigo.
     Quiero de suerte a un amigo,
     y queréisle tanto vos,
     que, puesto que sabe Dios
     lo que me cuesta olvidaros, 2440
     no os he he amar, por amaros
     y daros gusto a los dos.
BEATRIZ:        Duque, ¿ qué decís ?    Volved
     por vuestro seso y por mí;
     no os precipitéis ansí, 2445
     y en más mi opinión tened.
     Vuestra mudanza ofended,
     pero no, Carlos, mi fama.
     ¿ Qué amigo es ése ?   
CARLOS:                          Madama,
     no disimuléis conmigo; 2450
     [................-igo]
     y él correspondiente os ama.
     Pródigo intento y cortés
     lograr con él una hazaña;
     tendrá que envidiar España 2455
     desde hoy el valor francés.
BEATRIZ:        Acabemos ya; ¿ quién es
     sujeto tan ponderado ?
CARLOS:        Duque que a Castilla ha dado
     sangre real; duque, en efeto, 2460
     de Nájara, que en secreto
     es mi igual y es mi criado.
BEATRIZ:        ¡ Válgame Dios !    ¿ Don Gabriel
     es duque ?    ¿ Es tan gran señor ?
CARLOS:        En los ojos vuestro amor 2465
     os lleva el alma tras él.
BEATRIZ:        A lo menos, si es más fiel
     que vos y menos mudable,
     fuera ingratitud culpable
     no amarle, cual presumís; 2470
     mas vos ¿ de qué colegís
     defecto en mí tan notable ?
CARLOS:        (Mintamos un poco, amor;          Aparte
     que va hallando esta quimera
     más celos que yo quisiera.) 2475
     Fiado de mi valor,
     hasta el mínimo favor
     me comunica.   
BEATRIZ:                          En efeto,
     ¿ no hay entre los dos secreto ?
CARLOS:        A persuadirme se anima 2480
     que fue por él el enigma
     de "entiéndame el más discreto."
     Presentóme por testigo
     del amor que le mostráis
     señas que disimuláis, 2485
     y él conjetura conmigo.
     Si algunas de éstas os digo,
     ya graves y ya risueñas...
BEATRIZ:        Duque, ¿ qué decís de señas ?
CARLOS:        Señas le apuran el seso. 2490
BEATRIZ:        Pues él ¿ alábase de eso ?
CARLOS:        (Mentira, en mucho me empeñas.)    Aparte
BEATRIZ:        ¿ Señas os ha dicho a vos
     que en mí alientan su esperanza ?
CARLOS:        La amistad todo lo alcanza, 2495
     y es mucha la de los dos.
BEATRIZ:        ¿ Yo señas ? (¡ Válgame Dios !            Aparte
     En hombre que es tan perfeto
     ¿ puede caber tal defeto ?)
CARLOS:        Por él, en fin, determino 2500
     que mude mi amor camino;
     tanto su amistad respeto.
BEATRIZ:        Sois vos todo gentilezas
     que él os podrá agradecer,
     mas no yo, pues llego a ver 2505
     mi agravio en vuestras finezas.
     ¡ Ay cielos !    Si da en flaquezas
     como ésas, presumirá
     señas que dicho os habrá.
CARLOS:        Muchas me contó, aunque oscuras, 2510
     y por esto no seguras,
     que averiguando en vos va.
BEATRIZ:        ¿ Muchas y oscuras decís ?
CARLOS:        Todo su pecho me fía.
BEATRIZ:        (¿ Qué escucháis, desdicha mía ?      Aparte 2515
     Necias industrias, ¿ qué oís ?)
CARLOS:        Parece que lo sentís
     como ofendida.   
BEATRIZ:                          ¿ Qué mucho,
     si mis desdoros escucho
     en quien ansí os engañó ? 2520
CARLOS:        O le amáis, madama, o no.
BEATRIZ:        (¡ Con qué de congojas lucho !)            Aparte
     En fin, ¿ es duque ?   
CARLOS:                                Y marqués
     de Aguilar.   
BEATRIZ:                      No sé qué hiciera
     de mi libertad, si fuera, 2525
     en vez de español, francés.
CARLOS:        (Alto, celoso interés,              Aparte
     ya os hizo mi amor lugar.)
BEATRIZ:        Pero podréisle afirmar
     que alcanzara ventajoso 2530
     suertes que merece airoso,
     y pierde por no callar.

Vase

CARLOS:        Buscaban celos mis daños
     que a mi amor diesen desvelos
     y, andando a caza de celos, 2535
     encontré con desengaños.
     El que por medios estraños
     en nuevos riesgos se arroja,
     cuando coja
     el fruto que yo cogí, 2540
     échese la culpa a sí;
     porque siempre el que se ofusca
     en peligros que aborrece,
     si desdichas apetece,
     halla más de las que busca. 2545

Vase. Salen FELIPO y ARMESINDA

FELIPO:        Esto es lo consultado
     por Clemencia, y de ti tiene cuidado
     de suerte que te estima
     con afectos de hermana más que prima.
     Condesa de Bles eres; 2550
     si al duque Enrique por esposa adquieres,
     y yo le persÜado
     que, olvidando a Clemencia, trueque estado
     y amor en ti, podemos
     mudar en paces guerras que tememos. 2555
ARMESINDA:        Señor, en vueselencia
     libré, muertos mis padres, la obediencia
     que a ellos les debía;
     mi voluntad es tuya más que mía;
     mas cosas de ese porte, 2560
     no es justo que la prisa las acorte.
     Consúltelas despacio,
     pues sobran consejeros en palacio,
     que mirarán prudentes
     si se atajan con eso inconvenientes; 2565
     y yo del mismo modo
     entretanto veré si me acomodo
     a disponer deseos
     tan libres en mi edad de esos empleos.
FELIPO:        Tu discreción, sobrina, 2570
     merece admiración por peregrina.
     Yo voy a consultarlos;
     tú eres la paz del rey, de Enrique y Carlos.

Vase

ARMESINDA:        Examine voluntades
     y haga Felipo experiencia, 2575
     entretanto que en Clemencia
     mis celos sacan verdades
     si quiere al español más
     que obedecer a mi tío;
     que después, pues no soy río, 2580
     bien puedo volverme atrás.

Sale BEATRIZ sin ver a ARMESINDA

BEATRIZ:        ¿ Es posible que tan grave,
     tan cuerdo, tan ententido,
     tan discreto y bien nacido
     --cuando lo que importa sabe-- 2585
     duque don Gabriel Manrique
     el secreto encomendado
     y en fe de noble jurado
     con Carlos le comunique ?
     No, sospechas, no lo creo; 2590
     miente Carlos; conjeturas
     serán las que, mal seguras,
     --porque mude de deseo--
     le inquietan la voluntad.
     Como en mis ojos ha visto 2595
     lo que en la lengua resisto,
     querrá sacar la verdad
     con mentiras que le impone.
     Anda el español buscando
     las señas con que le mando 2600
     que sus dichas ocasione;
     ocupa, cuando le asisto,
     los ojos y el alma en mí;
     y saca Carlos de aquí,
     porque a los dos nos ha visto 2605
     con descuido cuidadoso,
     celos de causas pequeñas.
     Mas ¡ decir lo de las señas !
     Aquí el culparle es forzoso.
     Lo mismo que acuso abono; 2610
     y, entre el sí y el no confusa,
     hallo el agravio en la excusa
     y, condenando, perdono.

Sale CLEMENCIA sin ver ni a BEATRIZ ni a    ARMESINDA

CLEMENCIA:        Si Armesinda lleva bien
     el dar a Enrique la mano, 2615
     salió mi recelo vano;
     poco mis sospechas ven.
     Si rehusa este concierto,
     dándose por ofendida,
     don Gabriel la trae perdida 2620
     y mi temor salió cierto.
ARMESINDA:        Prima, en notable cuidado
     hoy mis aumentos te ven;
     darte puedo el parabién
     de consejera de estado. 2625
     Tu padre, que dificulta
     riesgos que nacen de nuevo,
     me afirma lo que te debo;
     quedaréle a tu consulta
     deudora, que es circunstancia 2630
     mucha que a Enrique se rinda
     la libertad de Armesinda
     porque Beatriz reine en Francia.
BEATRIZ:        (¿ Cómo es esto de reinar ?            Aparte
     ¿ Otra vez vuelve este miedo ? 2635
     Desde aquí escucharlas puedo.)
CLEMENCIA:        ¿ Qué quieres ?    Séte afirmar
     que te estimo de manera
     que por ti me desposeo
     del duque.   
ARMESINDA:                      ¿ Ya yo no veo 2640
     que eres mi casamentera ?
     Débote voluntad tanta
     que no admites y te pesa
     ser con Enrique duquesa,
     por ser con Carlos infanta. 2645
CLEMENCIA:        Prima, reales intereses
     efectuólos la ambición;
     prométote que no son
     mis pensamientos franceses.
ARMESINDA:        Serán españoles, prima. 2650
CLEMENCIA:        ¿ Cómo ?   
ARMESINDA:                  Pues ¿ no han de tener
     alguna patria ?   
CLEMENCIA:                          ¿ Es querer
     pedirme celos ?   
ARMESINDA:                          Enigma
     es ésta que tu amor traza,
     y cuando piensas que está 2655
     secretísima, anda ya
     a pregones por la plaza.
CLEMENCIA:        ¿ Estás en ti ?   
ARMESINDA:                            No te asombres;
     que debe ser tu beldad
     alcalde de la hermandad 2660
     que prende en los campos hombres.
BEATRIZ:        (¡ Ay cielos !    Todo se sabe.        Aparte
     El español fementido
     pródigo indiscreto ha sido;
     perjuro dejó sin llave 2665
     secretos y confianzas.)
ARMESINDA:        Alcaide fue tu cuidado
     del cuarto en que, retirado,
     diste a riesgos confianzas.
     ¡ Qué ingeniosa te apercibes 2670
     de torno, tiniebla y salas !
     ¡ Qué sazonada regalas,
     qué misteriosa que escribes !
     Ya yo he visto los papeles,
     cifras de tu estraño amor. 2675
BEATRIZ:        (Todo lo ha dicho el traidor.)      Aparte
ARMESINDA:        No hay para que te receles;
     que ya el español me fía
     secretos encomendados,
     porque tercie en sus cuidados. 2680
     Luego ¿ piensas, prima mía,
     que no me reveló señas,
     ya en acciones y ya escritas,
     en que dudas facilitas
     y animas cuando despeñas ? 2685
     Pues advierte que me hace
     agente de tus amores,
     y sé todos los favores
     con que intentas que se enlace
     en laberintos dudosos, 2690
     no sé a qué fin prevenidos,
     conceptos con dos sentidos,
     obscuros por misteriosos.
     El papel que te escribió,
     el crédito que con él 2695
     te acredita...   
CLEMENCIA:                      ¿ Don Gabriel
     eso de mí te mintió ?
ARMESINDA:        Eso y otras liviandades
     que callo.    ¿ De qué te admiras ?
     (Amor, digamos mentiras              Aparte 2700
     para averiguar verdades.)
CLEMENCIA:        (¿ Mas si, celosa de mí          Aparte
     mi prima, se ha declarado
     con el, y cuenta la ha dado
     de cosas que presumí 2705
     guardar seguras en él ?
     No hay hombre que no se alabe
     de favores que aun no sabe;
     imitólos don Gabriel.
ARMESINDA:        No hay para qué recelarte 2710
     ya de mí; declaraté
     con los dos.    ¿ Qué le diré,
     prima mía, de tu parte ?
CLEMENCIA:        Dile, prima, que por ti
     facilitarle deseo 2715
     estorbos, y que en tu empleo
     me tiene obligada a mí;
     que no malogre invenciones
     que tanto estudio te cuestan,
     pues ellas le manifiestan, 2720
     aunque en sombra, tus pasiones;
     que las joyas usurpadas
     por tu industria, repartidas
     también por ti, aunque escondidas,
     no engañan disimuladas; 2725
     que fácil se manifiesta
     cualquiera ardid estudiado,
     si se afecta demasiado;
     y en fin...   
ARMESINDA:                      ¿ Qué locura es ésta,
     prima engañosa ?    ¿ A qué efeto 2730
     es tanto disimular ?
     Hácesle desatinar,
     sábese ya tu secreto,
     ¡ y atribúyesme quimeras
     que ni por el pensamiento 2735
     me pasan !   
CLEMENCIA:                      ¡ Donoso cuento !
     Mira, prima, cuando quieras
     que por señas un amante
     sus discursos encamine,
     no le hagas que desatine; 2740
     procura de aquí adelante
     probar su ingenio de modo
     que señas y conjeturas
     ni del todo sean obscuras,
     ni tan patentes del todo 2745
     que los demás las entiendan;
     porque es fuerza que el cuidado
     ame siempre desvelado,
     y que sus ojos pretendan
     registrar en cualquier dama 2750
     acciones que acas[o] hechas
     den motivo a sus sospechas,
     y luego piense que le ama.
ARMESINDA:        ¿ Para qué gastas doctrina
     que tú sola has menester ? 2755
CLEMENCIA:        ¿ Yo ?    Pues mira; has de saber
     que tu español imagina
     que yo soy la arquitectora
     de la máquina que hiciste;
     que como le persuadiste 2760
     a amar por señas, y ignora
     cuál de las tres de esta casa
     es la que ha de obedecer,
     apenas nos llega a ver
     cuando estudiosos nos tasa 2765
     las acciones más pequeñas,
     una risa, un volver de ojos,
     con que al punto sus antojos
     juzgan que le hacemos señas.
     Cayóseme un guante ayer 2770
     y, creyéndole favor,
     ya me imagina en su amor
     perdida; quise volver
     por mí y atajar locuras;
     mas poco me ha aprovechado, 2775
     pues, necio y desbaratado,
     no sé qué salas a escuras,
     tornos y prendas robadas
     alega, con presunción
     de que yo fui la ocasión. 2780
     Como no le persÜadas
     a que eres tú su desvelo,
     contemporizar con él
     es fuerza; que el don Gabriel
     es un español del cielo, 2785
     y no es bien que, ya apurado
     el seso, siendo yo cuerda,
     permita que por ti pierda
     el poco que le has dejado.

Vase. Sale BEATRIZ retirada, sin que ARMESINDA la    vea

ARMESINDA:        Esto es burlarse de mí, 2790
     esto es haber ya sabido
     del criado fementido
     cuanto en este caso oí.
     A no ser ella la autora
     de esta confusa quimera, 2795
     claro está que no supiera
     lo que me refirió agora.
     De celos estoy perdida;
     mas no logrará, si puedo,
     los lances de tanto enredo. 2800
     ¿ Yo burlada ? ¿ Ella querida ?
     Haré que el duque castigue
     arrojos de amor tan loco;
     que en competencias, no es poco
     estorbar quien no consigue. 2805

Vase

BEATRIZ:        No hay en casa quien no sepa
     cuanto al silencio fié.
     ¡ Ay cielos ! ¿ Cómo creeré
     que en semejante hombre quepa
     tal falta, tan vil defecto ? 2810
     Pero culparle es en vano;
     que ya excediera de humano,
     si en todo fuera perfecto.

Sale don GABRIEL

GABRIEL:        Harásele, gran señora,
     a vueselencia de nuevo 2815
     el ver que a hablarla me atrevo,
     cosa rara en mí hasta agora;
     pero alienta mi temor
     quien puede, y por vos se abrasa.
BEATRIZ:        Decid; que no es nuevo en casa 2820
     teneros por hablador.
GABRIEL:        ¿ Hablador yo ?   
BEATRIZ:                            Proseguid.
GABRIEL:        Mal su opinión acredita
     quien la que tengo me quita,
     mintiendo...   
BEATRIZ:                        Decid, decid. 2825
GABRIEL:        ...porque es la más civil mengua
     para mí...   
BEATRIZ:                      Serán antojos
     de quien os buscó todo ojos
     y os ha hallado todo lengua.
     Decid.   
GABRIEL:                      Envidia será 2830
     de quien con vuestra excelencia
     lo que no osa en mi presencia...
BEATRIZ:        Decid, acabemos ya.
GABRIEL:        ...afirma, contra el valor
     que en mí esos desdoros teme. 2835
BEATRIZ:        Don Gabriel, decid o iréme,
     que sois terrible hablador.
GABRIEL:        Si en tal opinión me veo...
BEATRIZ:        Dejad eso, y proseguid.
GABRIEL:        Pues vos lo mandáis, oíd. 2840
     Yo deseo y no deseo
     cumplir leyes y precetos
     de quien a hablaros me envía
     y sus secretos me fía.
BEATRIZ:        ¡ Guardáis vos muy bien secretos ! 2845

Saca y hace que lee un papel

GABRIEL:        Pues ¿ podéis vos ofenderos
     de haberlos quebrado yo ?
BEATRIZ:        ¡ Jesús !    ¿ Vos quebrado ?    No;
     antes los decís enteros.
GABRIEL:        El envidioso ignorante 2850
     que me juzga poco fiel...
BEATRIZ:        Levantad ese papel,
     y proseguid adelante.

Déjale caer de industria ella, y    levántale él mirándole

GABRIEL:        (¡ Ay cielos !    Mi letra es ésta.) Aparte
BEATRIZ:        Dadle acá.   

Tómasele desdeñosa

GABRIEL:                      Señora mía... 2855
BEATRIZ:        Al que secretos os fía
     podéis darle por respuesta
     que estudie en mis escarmientos
     si el fiarse es cosa baja
     de habladores de ventaja 2860
     que infaman sus juramentos.

Vase

GABRIEL:        ¡ Madama !    ¡ Señora mía !
     Rayos mortales arroja.
     Agora, cielos, se enoja,
     que manifestar quería 2865
     obscuridades de amor,
     agora que comenzaba
     mi dicha, y se declaraba,
     ¿ tal desdén en tal favor ?
     ¡ Gentil premio de desvelos ! 2870
     ¡ Bien satisfechos cuidados,
     de habladores infamados !
     ¿ Qué es esto, inclementes cielos ?
     ¿ No vi en manos de Clemencia
     hoy mi papel ?    ¿ No es el mismo 2875
     que hallé agora ?    En tal abismo,
     ¿ quién ha de tener paciencia ?
     ¿ Con quién comunico yo
     secretos tan castigados,
     de injurias galardonados, 2880
     sino con quien me mostró
     como carta de creencia
     el billete que firmé ?
     Si amor por señas juré,
     y hallo señas en Clemencia, 2885
     ¿ es mucho que desatine
     creyendo que es su inventora ?
     Pues ¿ cómo lo sabe agora
     su hermana ?    ¿ Cómo a hallar vine
     en sus manos mi papel ? 2890
     ¿ Cómo Armesinda me aguarda,
     con las señas de Gerarda ?
     ¿ Fue el intrincado vergel
     más confuso de Teseo ?
     No, cielos, no hay más salida 2895
     para no apurar la vida
     --que pienso que lo deseo--
     sino creer que las tres,
     conjuradas contra mí,
     comunican entre sí 2900
     secretos, porque después,
     como cada cuál me engaña,
     entre tanta confusión,
     castiguen la presunción
     que Francia culpa en España. 2905

Sale CLEMENCIA

CLEMENCIA:        (Mi padre, pues yo no puedo,      Aparte
     tanta máquina averigÜe,
     y mis celos apacigÜe;
     desharemos este enredo,
     y saldré yo de cuidado, 2910
     aunque me llamen crÜel.)
     ¿ Aquí estáis vos, don Gabriel ?
     Nunca os veo acompañado;
     mas tampoco lo está Apolo.
GABRIEL:        Es ésta condición mía. 2915
CLEMENCIA:        Sí, pero, sin compañía,
     mucho habláis para estar solo.
GABRIEL:        ¿ También vos formáis agravios ?
CLEMENCIA:        Amante he yo conocido
     que hubiera dichoso sido 2920
     a saber cerrar los labios;
     y alguna en casa ofendida...
GABRIEL:        Diréos, si me dais lugar...
CLEMENCIA:        ¿ Hablarme vos ?    No hay que hablar.
     Guardaos, no os cueste la vida. 2925

Vase

GABRIEL:        ¡ Alto !    Otra vez se eclipsó
     la certidumbre infeliz
     de que madama Beatriz
     conmigo se declaró,
     pues su hermana hizo lo mismo. 2930
     ¿ Cuál de ellas, amor, creeré
     que de esta máquina fue
     la artífice ?    En un abismo,
     con dos vientos encontrados,
     navego sin experiencia; 2935
     ya Beatriz, y ya Clemencia
     la nave de mis cuidados
     combaten; y en tanta mengua
     las dos, intimando agravios,
     una castiga mis labios, 2940
     y otra aborrece mi lengua.

Sale CARLOS

CARLOS:        De la confianza necia
     que en vos mi amistad creyó
     sé que a España se pasó
     la fe fallida de Grecia. 2945
     Basta que a Beatriz amáis
     y, dueño de sus desvelos,
     por darme de veras celos,
     los de burlas excusáis.
     Cuando yo puse los ojos 2950
     en Clemencia, si a su hermana
     amó vuestra fe liviana,
     excusáredes enojos
     diciéndome la verdad,
     que ya en vuestra lengua dudo; 2955
     pero amigo que es tan mudo
     guárdese de mi amistad.

Vase

GABRIEL:        ¡ Señor, gran señor ! --¿ Qué es esto ?
     ¿ Qué concurrencia de males,
     qué espíritus infernales 2960
     tanta maraña han compuesto ?
     A todos los he agraviado;
     todos acusan mi amor;
     con las damas, hablador,
     y con el duque, callado. 2965
     La fortuna intenta verme,
     gustosa en desbaratarme,
     con lengua para culparme.
     sin ella para perderme.

Sale ENRIQUE

ENRIQUE:        Gabriel, Clemencia me envía, 2970
     puesto que entre obscuridades,
     a que agradezca amistades
     que no supe que os debía.
     Afirma que en mi favor
     le habéis propuesto razones 2975
     opuestas a pretensiones
     de Carlos, vuestro señor;
     y como sé la lealtad
     que le guardáis y debéis,
     aunque de mi parte estéis, 2980
     no es tanta nuestra amistad
     que presumiera tal cosa,
     a no tener fundamento
     en que lo hacéis con intento
     de que Beatriz sea su esposa. 2985
     ¡ Digna acción de la cordura
     que en vuestro valor se encierra,
     pues se ataja ansí la guerra
     que de otra suerte aventura !
     Porque, aunque arriesgue el perderme, 2990
     su palabra ha de cumplirme
     Felipo, o yo prevenirme
     contra quien guste ofenderme.
     En efecto, sea por esto
     o por lo que vos sabréis, 2995
     tan persuadida tenéis
     a mi dama que ha propuesto
     no hacer más de lo que vos
     dispusiéredes.   
GABRIEL:                      ¿ Clemencia
     dice que estriba en mi agencia 3000
     el desposaros los dos ?
ENRIQUE:        Y que estos inconvenientes
     bastáis vos solo a atajarlos.
GABRIEL:        ¿ Yo, en deservicio de Carlos ?
ENRIQUE:        Señas me dio suficientes, 3005
     aunque obscuras para mí,
     que sin quererse explicar,
     dice, no podéis negar.
GABRIEL:        (¡ Cielos !    ¿ En qué os ofendí ?      Aparte
     ¿ Amante y casamentero ? 3010
     ¿ Desleal a mi señor ?
     ¿ Ya infamado de hablador,
     ya su esposo, y ya tercero ?)
ENRIQUE:        Que experimente verdades,
     que en vos admire, desea; 3015
     y que obligaciones crea
     de finezas y amistades.
     No sé yo con qué pagaros
     tanto.    Dice que sigáis
     la traza que en esto dais; 3020
     que alguna vez saldrán claros
     los cielos, hasta aquí obscuros;
     pues para los animosos
     principios dificultosos
     prometen fines seguros. 3025
     Don Gabriel, ¿ qué traza es ésta ?
     Que es rigor demasiado,
     siendo yo el interesado,
     ignorarla.   
GABRIEL:                      (¿ Qué respuesta          Aparte
     la daré, confusión mía ?) 3030
ENRIQUE:        Y que, si no me creéis,
     por señas no lo dejéis;
     que hartas conmigo os envía.
GABRIEL:        (¿ Pudo declararse más ?          Aparte
     Luego ¿ no fue Beatriz --¡ cielos !-- 3035
     la autora de mis desvelos ?
     Volved, esperanza, atrás.
     Pero ¿ cómo me condena,
     si no es Beatriz, su rigor
     a delitos de hablador ? 3040
     ¡ Nunca yo entrara en Lorena !
ENRIQUE:        Acabadme de sacar
     del golfo en que me habéis puesto.
     Decid, don Gabriel, ¿ qué es esto
     de acertar y no acertar ? 3045
GABRIEL:        Pues ¿ eso también os dijo ?
ENRIQUE:        Esto al partirse la oí;
     y que entenderéis por mí
     este misterio prolijo
     sin declarárosle a vos, 3050
     afirma; y que es de importancia,
     en tal caso, mi ignorancia.
GABRIEL:        (¡ Extraña mujer, por Dios !)        Aparte
ENRIQUE:        ¿ Queréisme ya despenar ?
     Sacadme de este cuidado. 3055
GABRIEL:        Duque Enrique, hanme obligado
     a ver, oír y callar.
     Si ella afirma que os importa
     que este secreto ignoréis
     y os ama, ¿ qué más queréis ? 3060
ENRIQUE:        ¿ Clemencia conmigo corta,
     y con vos tan liberal ?
     Don Gabriel, ¡ aquí de Dios !
     ¿ Por qué habéis de saber vos
     lo que a mí no me esté mal 3065
     y ha de negárseme a mí ?
GABRIEL:        Eso dígalo Clemencia;
     que yo no tengo licencia.
ENRIQUE:        Mirad que saco de aquí
     conjeturas no pequeñas 3070
     que os desdoran de algún modo.
GABRIEL:        Eso sí, sed vos y todo
     astrólogo de mis señas;
     pero no ingrato a lo mucho
     que afirma que me debéis 3075
     Clemencia.   
ENRIQUE:                      En fin, vos queréis
     que en los misterios que escucho,
     y no acabo de alcanzar,
     pierda el seso.   
GABRIEL:                      ¿ El seso ?    No;
     mas quiero que, como yo, 3080
     tengáis que filosofar.
     Que os prometo que es mi amor
     tan mudo que vive preso
     en el alma, y con todo eso
     me le culpan de hablador. 3085
     No alcanza quien no obedece,
     ni sin peligro hay batalla,
     ni merece quien no calla,
     ni quien malicia merece.
     Esto la dad por respuesta; 3090
     y decid que, pues dispuso
     que os tuviésemos confuso
     y os importa, aunque os molesta,
     la traza entre los dos dada
     se ponga en ejecución, 3095
     porque perderá sazón
     si hoy no queda desposada;
     que os disfrazó pensamientos
     para acendrar vuestra fe,
     porque yo jamás quebré 3100
     palabras ni juramentos.
ENRIQUE:        Amor es loco, sus temas
     imposibles de vencer;
     yo no acabo de entender
     el blanco de estas problemas; 3105
     pero si, cual conjeturo,
     hoy ha de llamarme esposo
     Clemencia, tan venturoso
     seré como el medio obscuro.
     Voy, porque no me hagáis cargo 3110
     de que a malicias me atrevo,
     si bien sabré lo que os debo,
     pues no es el término largo.
     Pero vivid advertido
     en lo que habéis maquinado, 3115
     que, si agradezco obligado,
     me satisfago ofendido.

Vase

GABRIEL:        Todos forman de mí queja;
     a tragos la muerte bebo.

Echan por una ventana un billete

     ¿ Qué es esto ? ¿ Hay peligro nuevo ? 3120
     Arrojaron de la reja
     un papel.    Si es semejante
     a sus dos antecesores,
     no más ambiguos amores;
     mude su dueño de amante. 3125

Alzale y léele

     "Ya por experiencia sé
     cuán obediente y discreto
     vive por vos el secreto
     que oculta os encomendé;
     no es bien que el premio lo esté, 3130
     que os ofrece la fortuna;
     ocasión hay oportuna;
     id como la vez primera
     al torno; que allí os espera
     de las tres la una y ninguna." 3135
     Como cumpla lo que dice,
     demos por bien empleado
     todo el desvelo pasado;
     si es que a dudas satisface,
     fortuna, acábese ya 3140
     el tema de estos engaños.

Sale MONTOYA

MONTOYA:        Dos horas, si no dos años,
     anda de acá para allá
     en busca tuya, y no te halla...
GABRIEL:        ¡ Montoya !   
MONTOYA:                      ...cierta señora 3145
     [tapada]...   
GABRIEL:                      Calla, Montoya.
MONTOYA:        ...que embauca.   
GABRIEL:                          Sígueme y calla.
MONTOYA:        Doy a la lengua cien nudos;
     que pues por ti se me estanca,
     aquí pasa Salamanca 3150
     el colegio de los mudos.

Vanse.    Salen FELIPO y CLEMENCIA

CLEMENCIA:        Esto es, señor, lo cierto;
     Armesinda este ardid ha descubierto.
     Lo que de mí has oído
     del modo que te afirmo ha sucedido; 3155
     a Enrique menosprecia,
     no estima a Carlos porque, loca o necia,
     al español adora.
FELIPO:        De tantos embelecos inventora !
     Clemencia, considera 3160
     que parece imposible tal quimera.
     En tan pequeños años
     ¿ puede Armesinda hacer tantos engaños ?
CLEMENCIA:        Para ellos la habilita
     ese cuarto, después que no se habita 3165
     desde el año pasado
     por las muertes que en él hemos llorado
     de mi madre y señora,
     y del duque mi hermano; allí inventora
     de peregrinas trazas, 3170
     con tornos, con papeles y amenazas
     que ingeniosa dispuso,
     del español el seso trae confuso.
FELIPO:        Júzgote con tu prima
     apasionada, viendo que no estima 3175
     a Enrique, cuando quieres
     a Carlos; sois estrañas las mujeres.
CLEMENCIA:        Espera, haz una cosa;
     darásme, si nos sale provechosa,
     el crédito debido. 3180
     Llama aquí al español favorecido,
     como otras veces sueles;
     que entre otros, trae consigo dos papeles
     que le escribió esa dama
     a quien su confusión por señas ama; 3185
     conocerás sin duda
     por la letra la autora amante y muda
     que el estilo profana
     con que amor hasta aquí su imperio allana.
FELIPO:        Bien dices; de ese modo 3190
     sabré quién es y se averigua todo.
     Mandaré que le llamen,
     y en él de estos misterios haré examen.

Sale ARMESINDA

ARMESINDA:        (¿ Qué puede buscar, ¡ cielos !,          Aparte
     don Gabriel en tal parte sino celos 3195
     que apuren mi cuidado ?
     ¿ En el cuarto tanto ha deshabitado,
     y cerrarle la puerta
     luego que entró ?    Sospecha, saldréis cierta,
     si a confirmaros torno; 3200
     allí el teatro oculto, allí está el torno,
     amor, de mi tragedia.
     Si el duque tanto insulto no remedia,
     quedará mi esperanza
     marchita en flor, sin fruto mi venganza.) 3205
FELIPO:        Armesinda, ¿ qué es esto ?
ARMESINDA:        Sutilezas de amor con que ha dispuesto
     Clemencia, señor mío,
     cuando tu ofensa no, su desvarío.
     Esa parte de casa 3210
     que no se vive tu opinión abrasa.
     Mi prima, que atropella
     respetos de quien es, oculta en ella
     a quien te certifique
     la causa por que deja al duque Enrique. 3215
CLEMENCIA:        Desatinada vienes.
     ¿ La culpa me atribuyes que tú tienes ?
     ¿ Perdiste el seso, prima ?
ARMESINDA:        Ya se saben verdades de este eni[g]ma,
     ya el cuarto, el torno y salas 3220
     donde escribes, obligas y regalas
     al español dichoso,
     agora en posesión, antes dudoso.
     Derriba, señor, puertas,
     que sólo están a nuestro agravio abiertas. 3225
FELIPO:        ¿ Qué es esto, cielo santo ?
CLEMENCIA:        Averigua, señor, enredo tanto;
     que si la letra miras
     de los papeles, no podrán mentiras
     desdorar mi inocencia. 3230
ARMESINDA:        Eso pretendo yo, haga experiencia
     la averiguación sabia
     de la agresora que tu casa agravia.
FELIPO:        Echaré por el suelo,
     abrasaré impaciente 3235
     el palacio, la autora, el delincuente
     de tanto ciego insulto.

Vase

ARMESINDA:        No has de lograr tu amor hasta aquí oculto.
CLEMENCIA:        Con frívolas disculpas
     disfrazas evidencias de tus culpas. 3240
ARMESINDA:        ¡ Qué loca te despeñas !
CLEMENCIA:        Pues poco has de lograr tu amor por señas.

Vanse.    Salen don GABRIEL y MONTOYA

MONTOYA:        Segunda vez nos enmonjan
     y, cerrándonos las puertas,
     solos, de noche y a escuras, 3245
     a pares nos emparedan.
     Tú, que sabes lo que pasa,
     ni tienes miedo, ni tiemblas,
     mas yo, que no he merecido
     tantica historia siquiera 3250
     con que sobornar temores,
     ¿ qué he de hacer sino hacer cera ?
GABRIEL:        Todo ha de parar en bien.
MONTOYA:        No pare en la chimenea
     por donde a ciegas me embutan; 3255
     pongan luz y saquen cena,
     y estémonos aquí un siglo.

Llaman dentro al torno

GABRIEL:        Allí llaman.   
MONTOYA:                        Allí llega
     tú, que eres el consiliario;
     que yo en la dicha comedia 3260
     no soy más que el mete-sillas.

Vuélvese el torno con un billete y una    luz

GABRIEL:        ¡ Luz y papel !   
MONTOYA:                          Ansí empiezan
     los actos de nuestra farsa.
GABRIEL:        (Una es la nota y la letra          Aparte
     de éste y de los otros tres, 3265
     y dice de esta manera;

Apártase de MONTOYA y lee

     "Madama Beatriz se alaba
     de que le habéis dado cuenta
     de secretos prometidos
     que el bien nacido conserva; 3270
     Carlos los sabe, Armesinda
     a todos los manifiesta,
     ya se los habrá contado
     a los tres duques Clemencia;
     ved si está puesto en razón 3275
     que quien juramentos quiebra,
     cuando el premio que esperaba
     perdió, pase por la pena.
     Poneos bien con Dios al punto,
     porque dentro de hora y media 3280
     he de hacer que en ese sitio
     encubra siempre la tierra
     lo que no encubristes vos;
     que temo de vuestra lengua,
     si agora no la sepulto, 3285
     que ha de hablar después de muerta."
     Esta es sofística excusa
     de quien cavilosa intenta
     honestar sus liviandades
     al nuevo interés que afecta. 3290
     Ya Clemencia, ya Beatriz,
     ya Armesinda la una sea
     de las tres, la enigma-dama,
     si ama a Carlos la primera,
     la segunda al rey francés, 3295
     y apetece la tercera
     a Enrique, ¿ qué maravilla
     que recele que se sepan
     los arrojos de su gusto ?
     Temerosa de mis quejas, 3300
     con la muerte me amenaza;
     pero primero que muera,
     hará mi valor alarde
     de la sangre que le alienta.)

Saca la espada

     Saca la espada, Montoya. 3305
MONTOYA:        ¿ Para qué la quieres fuera ?
GABRIEL:        Acaba, o te mataré.
MONTOYA:        Pues ¿ tú conmigo pendencias ?
     ¿ A cuchilladas me pagas
     catorce o veinte cuaresmas 3310
     que he ayunado en tu servicio ?
     ¿ No digo yo que andan sueltas
     por este cuarto de ahorcado
     Margarusas ?    (¿ Si me trueca          Aparte
     la cara algún Gacipiro, 3315
     y que soy gigante piensa ?)
     Montoya soy, ¡ vive Apolo !;
     ten, señor, por Dios, vergÜenza
     de ensuciar tus limpias manos
     en sangre lacaya.   
GABRIEL:                          Bestia, 3320
     ¿ qué dices ?   
MONTOYA:                        Las letanías.
GABRIEL:        Mira que a matarnos entran
     traidores disimulados.
MONTOYA:        ¿ Hacia dónde están, que puedas,
     encantados, verlos tú, 3325
     y yo agora llenos tenga
     los ojos de cataratas ?
     A Dios y a ventura, muera
     todo fauno, sierpe o grifo.

Saca la espada

GABRIEL:        Ponte a mi lado, no temas. 3330
MONTOYA:        Si se hallare en toda Europa
     quien más desdichado sea
     que yo...   
GABRIEL:                      ¿ Tiemblas ?   
MONTOYA:                                Tiemblo y sudo;
     olerásme si te acercas.
     ¿ Quieres ver cuán venturoso 3335
     soy ?    Pues escucha.    Una siesta
     soñaba que me había hallado
     tres bolsas y dos talegas
     de doblones de a dos caras;
     tendílos sobre una mesa 3340
     y, cuando empecé a contarlos,
     al primero me despiertan,
     dejándome de la agalla,
     sin permitirme siquiera
     que entre sueños recrease 3345
     mi codicia con su cuenta.
     Soñé otra vez que me daban,
     sacándome a la vergÜenza
     por las calles de la corte,
     cuatrocientos de la penca. 3350
     Iba yo carivinagre,
     llorado de verduleras,
     entre escribas y envarados,
     las espaldas berenjenas.
     Y a cada "ésta es la justicia", 3355
     me pespuntaba el gurrea
     los ribetes cuatro a cuatro,
     cual Dios les dé la manteca.
     Considera tú qué tal
     iría mi reverencia, 3360
     que ¡ vive Dios ! que escocían
     como si fuesen de veras.
     Pues fue mi ventura tanta,
     para que envidia la tengas,
     que hasta el último pencazo 3365
     no desperté; de manera
     que, cuando sueño doblones,
     al primero me recuerdan,
     y, cuando azotes, me obligan
     que hasta el cuatrocientos duerma. 3370
     ¿ Hay bestia más desdichada ?

Golpes grandes a la puerta por dentro.    FELIPO    dentro

FELIPO:        Si no abriere, echad por tierra
     las puertas.   
MONTOYA:                      Descomunal
     jayán Tranquitrinco, espera.
     ¡ Santiago, cierra España ! 3375
     A ellos, señor, o a ellas.

Cae la puerta y salen FELIPO, BEATRIZ, CLEMENCIA,    ARMESINDA, ENRIQUE, criados y damas

CRIADO:        Ya está abierto para todos.
MONTOYA:        ¡ Los duques y las duquesas !
GABRIEL:        (Pues ¿ cómo ?    Quien me amenaza      Aparte
     de muerte, porque no sepa 3380
     ninguno mudanzas suyas,
     ¿ agora con todos entra ?)
FELIPO:        Rendid, español, las armas.
GABRIEL:        A los pies de vuestra alteza,
     ellas, el dueño y la vida. 3385
MONTOYA:        La bolsa, el dinero, y ellas.
FELIPO:        ¿ Es blasón de generoso,
     a costa de su nobleza
     desasosegar palacios
     y, estranjero, hacer ofensa 3390
     a tanto príncipe y dama ?
GABRIEL:        Quien a sustentar se atreva
     que yo...   
FELIPO:                      Ya se sabe todo.
GABRIEL:        ...hice cosa que no deba,
     ni aquí, ni...   
FELIPO:                      Don Gabriel, basta; 3395
     dicho me han de esta quimera
     lo que pasa, aunque en confuso.
GABRIEL:        No yo a los menos; que precia
     mi valor guardar palabras
     que tanto riesgo me cuestan. 3400
     Y, pues contra esto me indician,
     diga madama Clemencia,
     diga Carlos, señor mío,
     Beatriz y su prima bella,
     vuestra alteza, el duque Enrique, 3405
     ¿ cuándo permití a la lengua
     secretos encomendados,
     que de los labios excedan ?

A ARMESINDA

MONTOYA:        Chitón, por amor de Cristo,
     dama en cifra, niña almendra, 3410
     en lo de la sala y torno,
     joyas, papel, noche y cena.
FELIPO:        ¿ Cuál de estas tres, español,
     mandándoos amar por señas,
     es la sutil inventora 3415
     de tanto artificio ?   
GABRIEL:                                Fuera,
     gran señor, yo afortunado,
     a alcanzar mis diligencias
     la solución de esas dudas.
     No lo sé, si bien sospechas 3420
     tengo en todas tres.   
FELIPO:                                Mostrad
     [l]os papeles; que su letra
     alumbrará confusiones.
GABRIEL:        Denme todas tres licencia
     para hacer de ellos alarde; 3425
     que, sin dármela, aunque muera,
     no me atreveré a enseñarlos,
     por no ofendar la una de ellas.
BEATRIZ:        Yo os la prometo.   
CLEMENCIA:                            Yo y todo.
ARMESINDA:        Yo también.   
MONTOYA:                          Traza discreta 3430
     para deshacer pandillas.

Dáselos, y míralos FELIPO

FELIPO:        Ni de Beatriz, ni Clemencia,
     ni de Armesinda es la forma;
     todos son de mano ajena.
MONTOYA:        Pues volvamos a tocar 3435
     tercera vez a tinieblas.
GABRIEL:        Si las tres me lo permiten,
     y perdona vuestra alteza
     de este amor enmarañado
     culpas que no sé que tenga, 3440
     señas ofrezco bastantes,
     [...................e-a]
     para conocer su autora,
     por más que ocultarse quiera.
BEATRIZ:        Ya la tenéis.   
CLEMENCIA:                          Acabad. 3445
FELIPO:        ¿ Qué dices tú ?   
ARMESINDA:                          Que desea
     mi confusión verse libre.
MONTOYA:        (Aquí la trampa se suelta.)        Aparte
GABRIEL:        ¿ Quién, pues, de las tres madamas
     a las dos de vueselencias 3450
     dio las joyas de diamantes
     que las tres sacaron puestas
     la primer vez que me hablaron ?
BEATRIZ:        Leonora, mi camarera,
     debajo mis almohadas 3455
     halló esta cruz, sin que sepa
     cómo o quién allí la puso,
     y también esotras piezas,
     que por saber este enigma
     di a las dos.   
DAMA:                      Es cosa cierta 3460
     lo que mi señora afirma.
FELIPO:        En fin, ¿ que quien nos enreda
     se ha de reír de nosotros ?
MONTOYA:        Desmaráñelo un poeta.
GABRIEL:        Señor, si esta vez no doy 3465
     con el engaño, no tengas
     de averiguarle esperanzas.
FELIPO:        Decid.
MONTOYA:        Ya va la tercera.
GABRIEL:        Cuando agora entré a esta sala 3470
     ¿ estaban con vuestra alteza
     las tres madamas presentes ?
FELIPO:        Sólo Beatriz faltó de ellas.
GABRIEL:        Pues ella estaba en el torno
     y, apurando mi paciencia, 3475
     amenazaba mi vida;
     ella es la dama encubierta
     que se entretiene en burlarme.
FELIPO:        ¿ Qué respondéis ?   
BEATRIZ:                          Que confiesa
     lo que la lengua rehusa 3480
     en la cara la vergÜenza.

Sale CARLOS

CARLOS:        Antes moriré a su lado
     que en Francia persona ofenda
     al de Nájara, mi amigo.
FELIPO:        ¿ Qué es ?   
MONTOYA:                      Es chilindrona nueva. 3485
CARLOS:        Mi hermano el rey se casó
     con Ricarda, infanta inglesa;
     y, muerto en España el duque
     de Nájara, porque queda
     sin sucesión, don Gabriel, 3490
     sobrino suyo, le hereda.
     Pésames y parabienes
     os den juntos estas nuevas,
     y vos, Felipo, a Beatriz,
     permitiendo que merezca 3495
     mi intercesión y amistad
     lo que madama desea,
     que es juntar en don Gabriel
     a Nájara con Lorena.
     Mi esposa será Armesinda, 3500
     dando la mano a Clemencia
     Enrique, porque amistades
     desbaraten competencias.
     Alcance yo vuestro sí.
FELIPO:        Dueño es, señor, vuestra alteza 3505
     de mi voluntad y estado;
     como lo dispone sea.
GABRIEL:        A vuestros pies, gran señor...
CARLOS:        Levantad; que ansí se venga
     de agravios que amor enlaza 3510
     la sangre noble francesa.
MONTOYA:        ¡ Trinidad de desposorios !
     Sólo Montoya se queda
     incasable o celibato,
     paralelo de una dueña. 3515
GABRIEL:        Invencionero ingenioso
     es amor; esta novela,
     senado ilustre, lo diga,
     y en ella el Amar por señas.   


FIN DE LA COMEDIA