Fray Luis de León
Obra poética

Preliminares

Censura de José de Valdivielso

Muy Poderoso Señor

La merced que suplica a Vuestra Alteza don Francisco de Quevedo, Caballero de la Orden de Santiago, tiene tanto de justicia como de gracia: porque a las obras del docto y siempre venerable Maestro Fray Luis de León, de justicia se le deben estos honores que le solicita, restituyéndole a la luz para gloria de nuestra nación, por ser del Maestro de la elocuencia Castellana, cuyo nombre es su alabanza, y su ingenio su laurel, pues ningunos pueden ser mayores que los que con él se ha merecido; porque después de las plumas sagradas en todo género de buenas letras es la primera que en nuestro idioma enseñó a bien escribir, y la que trató delgadamente el Hebreo, Griego y Latino. Sean desempeños desta verdad sus libros De los nombres de Cristo, La perfecta casada, Los Cantares, y el Perfecto Predicador, con otros versos escritos, en fin, a la luz, no como los de algunos que en esta edad escriben, de quien se puede conjeturar que dilexerunt magis tenebras, quam luce. No digo yo dellos lo que Cristo Nuestro Señor: erant enim eorum mala opera, a lo menos es de fe que lo eran las de aquellos por quien la primera verdad lo dijo; pero digo lo que un discreto portugués, ponderando los desaciertos de los gobernadores de cierta República, con quanto traballo erraron. Y porque en esta materia, como en todas, con igual agudeza don Francisco de Quevedo escribe un discurso al prólogo destas obras, sólo digo que no hallo en ellas cosa no conforme al dictamen de nuestra santa fe católica, ni que ofenda a las más loables costumbres. Este es mi parecer salvo, etc. En Madrid, 20 de otubre 1629.

El Maestro Ioseph de Valdivielso

Aprobación de Lorenzo Vander Hammen y León

He visto por mandato del señor Licenciado don Juan de Velasco y Acebedo, Vicario General desta villa, y su partido, y del Consejo de su Alteza el serenísimo Cardenal Infante, lo que escribió en verso Castellano el muy Reverendo Padre Maestro Fray Luis de León, religioso agustino y uno de los grandes varones desta edad. Sujeto (si la afición no me engaña) tal, que bastaba él sólo a hacer glorioso el nombre de la Poesía de un polo a otro, cuando faltaran para realce de sus excelencias aquellos hombres que sirvieron de admiración al mundo; y sus obras, de arte para escribir con acierto en la posteridad. Causó su nombre, aún viviendo, respeto y reverencia, por donde sus obras son celebradas de propios y extraños con no gozarse todas: perdiéronse con su muerte algunas, como sucede de ordinario, pero conocemos y admiramos lo que escribió, aunque no todo, en las profesiones debidas a sus letras y estado.

Faltábanos gozar algo de aquello a que inclina un natural bizarro y valiente, como el suyo, para ser cabal en todo, que son las letras humanas, y en especial la Poética, en que fue singularísimo. Y esto es lo que ahora se pretende dar a la estampa. Obra, aunque en verso, grande, pía y docta, por los asuntos, por el estilo, y por el sujeto que lo escribió. No tiene cosa contraria a nuestra santa fe, ni a las costumbres; y así por esto, como por haber sido su autor el primero que abrió camino para escribir en nuestra lengua vulgar cosas altas y grandes, con gravedad y alteza, número y proporción, me parece se debe de justicia dar a don Francisco de Quevedo la licencia que pide, y muchas gracias por hacer común tesoro tan singular, y comunicarnos de aquel sol español rayo de luz tan peregrina. Acción liberalísima, pero muy de la condición deste caballero, aunque contraria a lo que se platica el día de hoy; pero es propio de ingenios mendigos y miserables valerse de vigilias de otros para lucir con ellas. Así lo siento, y firmo. Madrid y setiembre, 14 de 1629.

Don Lorenço Vander Hammen y León

Dedicatoria de Quevedo a don Manuel Sarmiento de Mendoza,

Canónigo Magistral de la Santa Iglesia de Sevilla

Si de la manera que Vuestra Merced ha sido pródigo en alentar los varones que en su tiempo han sido insignes en la virtud y las letras, cuidando con caridad desvelada de preservar sus memorias, y alargar la vida a sus escritos hubiera desembarazado su modestia de escrúpulos encogidos, en que detiene grandes tesoros de sus vigilias en entrambos testamentos, y en toda lección, con mejor fruto se hubiera gastado el papel estos años. Dejome Vuestra Merced estas obras grandes en estas palabras doctas, para que sirviesen de antídoto, en público, a tanta inmensidad de escándalos que se imprimen, donde la ociosidad estudia desenvolturas, cuanto más sabrosas de más peligro. Yo obedecí a su orden de Vuestra Merced y a mi deseo dedicándolas al Conde Duque, en cuya grandeza deben tener amparo, y en cuyo talento con eminencia pueden hallar cabal la estimación de su precio. Así me desempeño con el tutor y con Vuestra Merced, a quien dé Dios larga vida con buena salud.

Al Excelentísimo señor Conde Duque, Gran Canciller, mi señor

Por sí hablan, excelentísimo señor, las obras del reverendísimo fray Luis de León con mejor pluma y lengua que lo podrá hacer algún apasionado suyo. Son en nuestro idioma el singular ornamento y el mejor blasón de la habla castellana; con inclinación tan severa a los estudios varoniles, que aun en el desenfado de las vigilias positivas y escolásticas, (desto le sirvieron los consonantes), nos dio fácil y docta la filosofía de las virtudes; y dispuso tan apacibles a la memoria los tesoros de la verdad (que con logro del entendimiento ocupa su recordación) que, faltos deste decoro, embarazan escritos o vanos o escandalosos.

En la parte primera, que es toda de intentos que eligió la madurez, de su seso, la dicción es grande, propia y hermosa, con facilidad; de tal casta, que ni se desautoriza con lo vulgar, ni se hace peregrina con lo impropio. Todo su estilo con majestad estudiada es decente a lo magnífico de la sentencia, que ni ambiciosa se descubre fuera del cuerpo de la oración, ni tenebrosa se esconde; mejor diré que se pierde en la confusión afectada de figuras, y en la inundación de palabras forasteras. La locución esclarecida hace tratables los retiramientos de las ideas, y da luz a lo escondido y ciego de los conceptos. Esto mandaron con imperio los que escribieron artes de poesía, y escribieron desta suerte los que tienen el imperio de los poemas. Y en todas lenguas, aquellos solos merecieron aclamación universal, que dieron luz a lo oscuro, y facilidad a lo dificultoso; que oscurecer lo claro, es borrar, y no escribir; y quien habla lo que otros no entienden, primero confiesa que no entiende lo que habla. Séneca, epístola XXII, libro 2: Irridenda facundia, quae rem non explicat, sed involvit; «Hase de menospreciar la facundia que antes envuelve la sentencia que la declara».

Y si los que afectan esta noche en sus obras quieren alabanza, por decir tiene dificultad el escribir nudos ciegos, y no ser inteligibles,-san Jerónimo ad Nepotianum los desnuda desta presunción cuando dice: Nihil tam facile, quam vilem plebeculam, et indoctam contionem linguae volubilitale decipere, quae quidquid non intelligit plus miratur; «No hay cosa tan fácil como engañar la indocta plática y la vil plebe con la taravilla de la lengua; porque la gente baja y ignorante más admira lo que menos entiende».

Dispuesto este discurso con tal autoridad, propondré el texto del escándalo, que en la Poética de Aristóteles dice así: De/cewz de\ a)reth\; basta, porque haga más fe, empezar el texto de que es tal la versión: Dictionis autem virtus, et perspicua sit, non tamen humilis; quae igitur ex propriis nominibus constabit, maxime perspicua erit; humilis tamen, exemplum sit Cleophontis Stheneli. Quae poesis illa veneranda, et omne plebeium excludens, quae peregrinis utitur vocabulis: peregrinum voco varietatem linguarum, translationem, extensionem, tam quodcumque a proprio alienum est; «La virtud de la dicción ha de ser perspicua, no humilde: la que constare de nombres propios será perspicua; sea ejemplo de la humilde la poesía de Cleofonte y de Stenelo. Aquella es venerable y excluye lodo lo que es plebeyo, que usa de vocablos peregrinos; peregrino llamo la variedad de lenguas, translación, extensión, y lodo lo que es ajeno de lo propio». Este lugar del filósofo a los que descansaron en este punto la lección (temiendo por larga jornada la de su desengaño, estando en otro renglón inmediato) ha dado ocasión de errar, no modo de escribir; son hombres que despiden el estudio en llegando a la cláusula que desean. Aclaman estos renglones por texto expreso, en disculpa de los barbarismos y solecismos que escriben, de que resulta la enigma; pocos pasos que dieran los ojos en el libro, leyeran el desengaño en estas palabras consecutivas: Verum si quis haec omnia simul congerat, vel aenigma efficiet, vel barbarismum: aenigma quidem si translationes, barbarismum quidem si linguas; «Empero si alguno rebuja todas estas cosas juntas, o hará enigma o barbarismo: enigma, si amontona translaciones; barbarismo, si lenguas». Aquel vel que la versión puso, Aristóteles en el texto lo usurpa por et, (h/ ai/nigma E/zau, h/ Barbarismo/s;/ y débese entender así. Poco duró el alborozo a los mezcladores de lenguas y translaciones. Y porque no se dude qué es enigma en estos estilos, el propio Aristóteles prosiguiendo lo dice: Aenigmatis forma ea erit oratio scilicet, quae ex minime congreuntibus ex se constet; «Aquella será la forma del enigma que constare de cosas menos congruentes entre sí». Hoc itaque per nominum compositionem minime effici potest: ut vidi igne, atque aere virum viro inhaerentem unum; «Y esto por la composición de los nombres no se puede hacer; puede hacerse por la translación desta manera: Vi con fuego y metal, varón a varón encima uno». Quiso decir el escritor enigmático: Vidi virum super viro cucurbitulam aeneam interventu ignis applicantem; fue translación fuego por llama, y segunda translación metal por cucurbita, y tercera aglutinare, que es metáfora, según la proporción. No me malquistaré con aplicar esto, ni decir de qué estilo sea apodo; desde el texto del filósofo es fiscal la cláusula de muchos escritos.

Hablar con vuestra excelencia en verificar este descamino de la pluma, es la autoridad mayor, ya se ve; más docta, ya se sabe: pues siempre ha escrito tan fácil nuestra lengua, y tan sin reprehensión, como se ha leído en la instrucción que vuestra excelencia dio al duque de Medina de las Torres, su hijo; tratado que juntamente le mostró buen padre y buen maestro; discurso que atesorarán las edades por venir, y que obedecerán en ellas los que en grandes lugares quisieren asegurar el acierto, y hacer bienquista la virtud eminente en la buena fortuna. Escribió vuestra excelencia otra carta, que imprimió el duque de Carpiñano, donde con las dudas enseña, y con las preguntas reprehende los halagos que desecha; y pidiendo vuestra excelencia advertimientos para la tolerancia de lo molesto en las audiencias, enseñó al autor lo que debió escribir y lo que pudo excusar sin afectación ni dificultades, enseñando juntamente a escribir y a obrar. Ni ha mostrado vuestra excelencia afición a otro estilo. Admitió con benignidad las obras de Fernando de Herrera, tesoro de la cultura española, siempre admirado de los buenos juicios. Prendas son todas que alentaron este discurso para enriquecerse con su nombre y asegurarse; pues sale cobrando enemigos de balde.

Pues lo que Aristóteles dice no es malicia mía; y menos cuando Demetrio Falereo, en el libro De elocutione, parece que le traslada y le repite: Dictionem autem in hac figura orationis exquisitam, et immutatam, nec nimis vulgarem oportet esse; sic enim amplitudinem, et dignitatem habebit. Propria autem et usitata dictio, dilucida quidem semper est; verum hoc ipso facile contemnitur. Primum igitur translationibus est utendum (hae enim, vel maxime et voluptatem, et amplitudinem conferunt orationibus); non tamen crebris, et frequentibus: alioquin dithirambos loco orationis scribemus: neque longe petitis, sed ex ipsa re, et ex simile sumptis; «Conviene que sea la dicción en esta figura de oración, exquisita, inmutable, y no demasiadamente vulgar; así tendrá amplitud y dignidad. Pero la dicción propia y usada, siempre es dilúcida, pero por eso se desprecia fácilmente. Lo primero, se ha de usar de translaciones, porque estas dan autoridad y ser a la oración, mas no han de ser frecuentes: de otra suerte, en lugar de oración haremos ditirambos. Y no se han de buscar de cosas remotas, sino de las propincuas y semejantes». No deja Demetrio disculpa a los que interpretan mal al filósofo; y es cierto que todos aborrecieron la afectada oscuridad y los enigmas.

Grande ejemplo es el que trae Erasmo en las Apotegmas de los Filósofos, tratando de Augusto: Maecenas vir alias laudatus, in stilo lasciviebat verbis affectatis et compositione insolenti frequenter indulgens. Augustus contra, verbum insolens quasi scopulum fugiendum esse dicebat: «Mecenas, por otras virtudes varón muy celebrado, escribió con estilo lascivo y afectado, y se dejaba llevar de la composición insolente. Al contrario Augusto, la palabra insolente, decía, se debía huir como escollo». Y refiere que solo cuando escribía a Mecenas, por burlar dél le escribía en aquel lenguaje ridículo; y refiere estas locuciones: Vale, mel gentium, metuelle; ebur ex Hetruria, laser Aretinum, adamas supernas, Tiberinum margaritum, Cilneorum smaragde, jaspis figulorum; esto más fue dar vaya a Mecenas que fin a su carta. Y prosigue la nota: Nec Tiberio pepercit interdum reconditas et obsoletas voces aucupanti. Marcum Antonium increpabat velut ea scribentem, quae homines mirentur potius quam intelligant; «Ni perdonó a Tiberio, que a veces usaba de voces recónditas y por la antigÜedad desechadas de la conversación. Reprehendía a Marco Antonio, como a hombre que escribía lo que admirasen los oyentes, y no lo que entendiesen». Este lugar es sentencia contra los que escriben y los que los admiran porque no los entienden, juntándole el lugar que cité de san Jerónimo, habla de la plebe, y dice: Quae quidquid non intelligit plus miratur. «Que admira más lo que no entiende». Y Augusto reprueba en Marco Antonio que escribe antes lo que admiran que lo que entienden. Crédito y respeto se debe al parecer de Augusto, y veneración, cuando le apadrina en esta parte tan gran padre de la Iglesia.

Reprehendió estos escritores, como si hoy los leyera, Francisco Andreini de Pistoya, cómico geloso, en su libro, cuyo título es: Le Bravure del Capitan Spavento, folio 65, página 1: «Io v'intendo voi alle volte usate certe parole che non sono intense cosi da ogn' uno; e fate come fanno certi componitori moderni, i quali gonfiano gli scriti loro d'alcune parole forestiere e composite, che la materia ch'esi trata no diventa non volendo la predica del Piovano Ariotto, la quale non era intesa ne da lui, ne da chi l'ascoltava»; «Hacéis como hacen ciertos poetas modernos, que hinchan sus escritos de algunas palabras forasteras y compuestas, que lo que escriben, sin querer se vuelve plática de Piovano Arlotto, que ni él la entendía ni los que le oían».

Este modo de sentir, con suma elegancia se oye en el donaire de nuestro Marcial, libro X, epigrama XXI:

Scribere te, quae vix intelligat ipse Modestus,

{&}{&}{&}Et vix Claranus; quid, rogo, Sexte, iuvat?
Non leclore tuis opus est, sed Apolline, libris:

    Iudice te major Cinna Marone fuit.
Sic tua laudentur: sane mea carmina, Sexte,


    Grammaticis placeant, et sine grammaticis.

    ¿:Qué aprovecha escribir lo que Modesto
y Clarano entender podrán apenas,
supersticioso Sexto?
No han menester letor tus libros, solo
han menester por adivino a Apolo.
Si lo juzga tu musa peregrina,
mejor poeta que Maron es Cina.
Tal alabanza tus escritos gocen;
pero mis versos, Sexto, yo deseo
que sin gramaticales prevenciones
agraden a los más gramaticones.

Y Estacio, en el libro V de las Silvas (Epicedion in patrem), hablando de los poetas, cuando trata de Licofron, que fue quien en griego enseñó esta seta, dice:

Carmina Battiadae latebrasque Lycophronis atri;

[...] escondrijos del ennegrecido Licofron.

No se pudieron estudiar palabras de mayor oprobio. Latebras atri, «Escondrijos del denegrido Licofron»; y Licofron aun tuvo disculpa, pues escribió un vaticinio, que llama Alexandra. Que la palabra ater es «condenada» en el estilo de los poetas, consta de Horacio en la Arte poética:

Vir bonus et prudens versus reprehendit inertes;
culpabit duros; incomptis allinet atrum
transverso calamo signum; ambitiosa recidet
ornamenta; parum claris lucem dare coget.

Tradúcelos con elegancia el docto y ingenioso Vicente Espinel en sus Rimas:

El varón bueno y de prudente pecho
los versos duros libremente culpa,
los que carecen de arte reprehende;
a los mal adornados, con la pluma
una negra señal los pone encima;
la demasía de ornamento corta;
los poco claros manda que se aclaren.

De suerte que no solo es reprehensible escribir escuro, sino poco claro. No le perdonó esta reprehensión al poeta escuro, en la Alexandra, Falereo cuando dijo; Dictione iniqua. Aristoteles ait, frigidum quatuor modis fieri, scilicet, quando utimur peregrino, et obscuro vocabulo, ut Lycophron, Xerxem, Pelorium hominem; «Con dicción reprobada. Aristóteles dice que la frialdad de cuatro maneras se escribe, conviene a saber: cuando usamos de vocablo peregrino y oscuro, como Licofrón hablando de Jerjes, hombre Pelorio». Súplese esto en Falereo, del tercer libro de la Retórica de Aristóteles; adonde irán por defensa los que escribiendo hoy de galantería a una afición amorosa, escriben estos escondrijos denegridos, cuando Propercio los reprehende, libro I, elegía 9, con tan ingeniosos gritos:

Quid tibi nunc misero prodest grave dicere carmen,
    aut Amphioniae a moenia flere lyrae?
Plus in Amore valet Mimnermi versus Homero,
    carmina mansuetus lenia quaerit Amor.
I, quaeso, et tristes istos depone libellos:
    et scribe quod quaevis nosse puella velit.

Yo con alguna licencia lo imité en estos versos, que pueden pasar por traducción:

    ¿:De qué te sirven, di, los versos graves,
ni de Tebas llorar los fuertes muros,
de Troya el fuego, ni los hechos duros
que los griegos hicieron en las naves?
    Mas en amor Mimnermo blando agrada
que docto y grande el sin igual Homero:
condena blando amor el verso fiero,
y dios desnudo pluma ensangrentada.
    Deja pues de llorar la muerte fiera
que a Turno quiso dar el hado adverso;
y escribe en blando y dulce y fácil verso
cosas que cualquier niña entender pueda.

El arte es acomodar la locución al sujeto. Todo lo dijo Petronio Arbitro mejor que todos; oiga vuestra excelencia sin prolijidad la arte poética en dos renglones:

Effugiendum est ab omni verborum (ut ita dicam) vilitate; et sumendae voces a plebe semotae, ut fiat

Odi profanam vulgus, et arceo;

«Hase de huir de toda la vileza de los vocablos, y hanse de escoger las voces apartadas de la plebe, porque se pueda decir: Aborrecí el vulgo profano». Mas débese juntar esto con lo que dijo al principio de su libro (que más parece, según viene a propósito, fingido que citado); él dice con quienes habla: Pace vestra liceat dixisse, primi omnium eloquentiam perdidistis. Levibus eninm, atque inanibus sonis ludibria quaedam excitando, fecistis ut corpus orationis enervaretur, et caderet. Nondum umbraticus doctor ingenia deleverat... Grandis, et ut ita dicam, pudica oratio non est maculosa, nec turgida; sed naturali pulchritudine exurgit. Nuper ventosa istec et enormis loquacitas Athenas ex Asia commigravit; animosque iuvenum ad magna surgentes, veluti pestilenti quodam sidere adflavit, ac ne carmen quidem sani coloris enituit; «Séame lícito decir, con vuestra licencia, que sois los primeros que echaron a perder toda la elocuencia; y componiendo cosas ridículas con vanos y leves sones, hicistes que el cuerpo de la oración desmayado cayese. Aun no había el dotor escuro y sombrío borrado los ingenios... La grande y decorosa oración no es monstruosa y hinchada, antes se endereza con natural hermosura. Poco ha que esta enorme y fanfarrona parlería de Asia vino a Atenas; y los ánimos de los mancebos que se alentaban a grandes empresas los hirió de contagio a manera de pestilencial constelación, y de verdad ni un verso se vio de buen color». Siempre las razones da Petronio en otra pluma echaran menos sus palabras; mas si bien yo las desaliño con mi versión, no las he borrado las señas que da del dotor umbrático, de la parlería fanfarrona y del verso de mal color. Ni sé qué codicia o qué gloria mueve a los charlatanes de mezclas, y a los que escriben taracea de razonar prosa espuria y voces advenedizas y desconocidas, de tal suerte que una cláusula no se entiende con la otra.

No tiene mucha edad este delirio, que pocos años ha que algunos hipócritas de nominativos empezaron a salpicar de latines nuestra habla que, gastando de su caudal, enriqueció a Europa con tan esclarecidos escritores en prosa y en versos; y hoy duran de aquel tiempo muchos que sirven de antídoto con sus obras a la edad, preservándola de la inundación de jerigonzas; y otros que hoy florecen con admiración de las naciones. Sabrosamente y con sazón bien elegante lo dijo Antífanes, hablando de Filogeno, en sus fragmentos: Longe sane, est supra poetas omnes Philogenus. Primum enim nominibus propriis, et communibus utitur ubique; deinde modorum, et cantuum variationibus et chromatis, ut probe Deus in hominibus temperavit; erat peritus ille, et vere musicam tenebat. Qui vero nunc sunt poetae, hederaceos, fontanos et floridos cantus ac numeros vanis nominibus implicantes, edunt alienos modos: utrum cum dicturus sis ollam, dicam torni purgamentum fabrefactum, in alieno matris assatum tecto? an novelli vero gregis in se coagula lactinutria subjungi corpora irretientem? Dic boni scilicet, et necabis me: si mihi notis verbis et plane dicas, carnium ollam, benedices; «Con muchas ventajas es mejor poeta que todos los demás Filoxeno. Lo primero, usa de nombres propios y comunes en cualquiera parte; demás desto, usa de diferentes modos y variedades de cantos y tonos, como Dios elegantemente ordenó con los hombres; era doctísimo, y sabía con eminencia la música. Mas los poetas que se usan, enyedrados, fontanos y floridos, que revuelven los cantos y los números con nombres vanos, -estos sacan composiciones desconocidas: por ventura queriendo decir olla, ¿:será bien decir del torno purgamento labrado, hecho de la tierra, cocido en ajeno techo de la madre; o los cuerpos del tierno ganado que juntan en sí los coágulos que apremian mezclados los lactinutrios? Por ventura acabarías conmigo si dijeses con palabras conocidas y claramente: carne en la olla; que era hablar bien». Lugar es ajustado y que dice lo uno y lo otro. Cansose deste lenguaje broma el sumamente elegante Aristófanes, en la comedia intitulada Ranas, que hasta el título de la comedia se apropia al estilo, que hace ruido desapacible y no se entiende, y es, por lo escuro y turbio, música del cieno. Acto 4, escena 2: Omnino igitur decet utiliter nos loqui, Euripides. An ergo licabetos et parnasos cum tu memoras, hoc sit bona et aequa dicere, quem humane loqui convenit? «De todas maneras, conviene hablar bien con utilidad, Eurípides. Por ventura, cuando tú dices licabetos y parnasos ¿:es hablar bien y ajustadamente, cuando conviene hablar como humano?».

Excelentísimo señor, hablar como humano llamaban la habla decente y propia a lo que se escribía; así Petronio se burló del poeta: Saepius poetice, quam humano locutus es; «Mas veces has hablado como poeta que como humano». Gravemente afrenta estos fanfarrones de voces Epiteto (apud Arrianum, libro Disertationum) con tales palabras: Scholasticum esse animal quod ab omnibus irridetur; «El culto es animal de quien todos se ríen». No es achaque de mi malicia traducir la palabra escolástico culto: véase lo que dice Ritershusio sobre Salviano en esta propia palabra y sentencia.

De todo esto se asegura quien ama la propiedad y la luz, y la escribe y las razona. Severo censor es Quintiliano, y en el libro 8 de sus Instituciones, capítulo 3, alaba en Virgilio lo que un mal culto usurpador deste buen renombre arrojara por bajo y asqueroso. Virgilio en la Geórgica, libro 4. Saepe exiguus mus: «Muchas veces el pequeño ratón». Pondera el severo Fabio: Nam epitheton exiguus, aptum proprium efficit, ne plus expectaremus; et casus singularis magis decuit, et clausula ipsa unius sylabae non usitata addit gratiam. Imitatus est utrumque Horatius: Nascetur ridiculus mus; «Porque el epíteto pequeño, acomodado y propio previene para que no esperemos más, y el caso singular fue más conveniente, y la cláusula de una sílaba añadió gracia. Las dos cosas imitó Horacio: Nacerá el ridículo ratón».

Diferentes cosas estima Quintiliano que los supersticiosos y legos. En estas cosas se debe imitar a los poetas, no en los achaques que no pudieron excusar por la ley del ritmo: como las transposiciones latinas, que produjo la posición de vocales mudas o líquidas, no el estudio, sino las breves o largas; como se ve:

Inde toro pater Aeneas sic orsus ab alto;
   Desde el asiento padre Eneas así hablo alto.

Más ridícula cosa es que el ratón de Horacio, imitar esto, donde no hay la propia condición de ritmo. Y aun desta mala invención no han sido autores los que presumen de serlo; que ya había escrítose esta demasía en España, como se lee en muchas partes del Cancionero general más antiguo, en Boscán y Garcilaso. Alguna vez Francisco de Figueroa dijo:

Estos y bien serán pasos contados.

El capitán Francisco de Aldana, doctísimo español, elegantísimo poeta, valiente y famoso soldado en muerte y en vida, dijo:

Tantas lo viste flores, que parece.

Léese en Soto Barahona y en don Alonso de Ercilla.

En los griegos, por ser las voces de muchas vocales hubo otra necesidad más frecuente que las transposiciones latinas para medir los versos, y fue el partir las voces en el principio de uno y en el fin del otro. Pindarus Olimpia I.

au)h/r tij e)/lpetai/ ti laqe/-
men e)/rdwn, a(marta/nei.

Vir aliquis desiderat quidpiam late-
re faciens, fallitur.

En español se escribiría así:

Si algún varón desea
que alguna cosa que hizo no se se-
pa, engáñase sin duda.

Y en la primera de los Pitios:

Xrusea fo/rmigc, Apo/llw-
noj.

Aurea cithara Apolli-
nis

Y así muchas veces en cada plana, cosa que disuena y bien áspera al oído y a la vista. Y con todo eso Horacio lo imitó una vez, como se ve en sus obras (Carminum libro 4, ode 2):

Pindarum quisquis studet aemulari, I-
ule, ceratis ope Daedalea;

y pocos ringlones más abajo lo hizo otra vez: aquí trataba de que Píndaro era inimitable, y parece ingenio mostrarlo con la imitación que hace dél en esta parte, que él frecuentó tanto, departir las voces. Sin esta necesidad lo hizo Horacio en el libro 2 Carminum, ode 2:

Labitur (ripa love non probante) U-
    xorius amnis.

Y no faltó quien imitase esto. El capitán Francisco de Aldana en unas estancias, reprehendiendo la codicia, dice:

Aguija, corre, ve, camina, perma-
neciendo triste. Etc.

Y nuestro autor el doctísimo fray Luis de León, en la traducción que hizo de la nave de Horacio, cuando juzgó las traducciones de Francisco de Espinosa, de Francisco Sánchez de las Brozas y de Juan de Almeida. Es tal la tercera estancia:

    No tienes vela sana,
no dioses a quien llames en tu amparo,
aunque te precies vana-
mente de tu linaje noble y claro,
y seas, noble pino,
hijo de pino noble en el Euxino.

Es de advertir que esto no lo hicieron por elegante ni agradable; hiciéronlo por la fuerza del consonante, que era vana, y no mente.

De buena gana lloro la satisfacción con que se llaman hoy algunos cultos, siendo temerarios y monstruosos; osando decir que hoy se sabe hablar la lengua castellana, cuando no se sabe dónde se habla, y en las conversaciones aun de los legos tal algarabía se usa, que parece junta de diferentes naciones, y dicen que la enriquecen los que la confunden.

Excelentísimo señor, en mi poder tengo un libro grande del infante don Enrique de Villena, manuscrito, digno de grande estimación; infante a quien la ignorancia popular ha vuelto el túmulo de piedra que tiene su cuerpo en San Francisco desta corte, en redoma. Entre otras obras suyas de grande utilidad y elegancia, hay una de la Gaya ciencia, que es la arte de escribir versos: dotrina y trabajo digno de admiración, por ver con cuánto cuidado en aquel tiempo se estudiaba la lengua castellana, y el vigor y diligencia con que se pulían las palabras y se facilitaba la pronunciación, cuando por mal acompañadas vocales sonaban ásperas o eran equívocas o dejativas a la lengua o al número, añadiendo y quitando letras; estudio de que no hay un otro libro noticia, y que sin ella mal se puede dar razón de las voces tan afectuosas de Las Partidas.

Hoy, señor, por no decir lo que sin asco ni escrúpulo es lícito, hay algunos que dicen lo que es torpe y abominable; Quintiliano lo enseña: Obscena vitabimus et sordida et humilia. Y en el propio libro 8, capítulo 2, acusa a estos que ni saben dejar ni escoger: Nec video quare clarus orator duratos muria pisces, nitidius esse crediderit, quam ipsum id quod vitabat; «Ni veo por qué el claro creyó era mejor decir los peces con la muria, que lo mismo que quería decir». Sea ejemplo, si en España alguno, por excusar la voz cabrito, que es decente, y no es sucia ni vil ni deshonesta, dijese cuerno; que es todo junto con ignominia, y de mala composición de letras.

No tienen en nuestra España, en los grandes y famosos escritores de aquel tiempo, comparación las obras de fray Luis de León, ni en lo serio y útil de los intentos, ni en la dialéctica de los discursos, ni en la pureza de la lengua, ni en la majestad de la dicción, ni en la facilidad de los números; ni en la claridad, virtud de quien hago tres diferencias: esta es su nomenclatura, a)/gno/thj, e)/uxri/neia, e)/na/rgeia.

Encarécela con tales palabras Antonio Lullo, libro 6 De oratione, capítulo 2: Ac de claritate quidem principio dicendum videtur: quae prima semper et maxima virtus existimata est orationis. Hanc alii puritate et castimonia quadam dictionis assequntur, alii explanatione seu distinctione et elegantia; alii demun evidentia, et subjectione eorum ab oculos quae dicuntur; «Lo primero diremos de la claridad, que siempre es la primera y la mayor virtud de la oración. Ésta, unos la alcanzan con cierta pureza y castidad de las dicciones, otros con la explicación, distinción y elegancia; otros, finalmente, con la evidencia, y poniendo delante de los ojos lo que dicen». Por eso, siendo vulgar sentimiento, dijo Virgilio en el 4 de la Eneida:

I, sequere Italiam ventis.
    Ve, y sigue a Italia.

Y en otra parte:

Quos ego... Sed motos praestat;
    A quien yo... Mas conviene por ahora.

Y al fin:

Hactenus Acca soror, potui.

Y por representar delante do los ojos lo que decía, ni excusó la menudencia en Palinuro:

Madida cum veste gravatum;
    Cargado con mojada vestidura;

y en Dido:

Ter sese adtollens cubitoque innixa levavit:
ter revoluta toro est.
    Tres veces afirmándose en el codo
procuró levantarse.

Y el repetir se, se, «así, así», es poner delante de los ojos las acciones.

Largo ha sido mi discurso, y con todo no llega a medirse con la raíz que ha echado esta cizaña de nuestra habla. No hago cargo a la grandeza de vuestra excelencia, de que por elección mía le dedico escritos de tanto precio, señor; antes ha sido necesidad forzada, porque no conozco otro que con tal afecto y estimación haya admitido autores desta nota, ni quien deje de molestar la atención ajena, hablando o escribiendo, con estas demasías mendigadas, si no es vuestra excelencia.

Estas obras se dividen en propias, y estas en morales o espirituales. Las ajenas, en traducciones de Horacio, Píndaro, Virgilio, Petrarca, Monseñor de la Casa, que es la parte segunda. La tercera, en perífrasis de salmos y cánticos, y capítulos de Job y de los Proverbios. Tan decente volumen obligación fue darle a vuestra excelencia, que con solo recebirle aniquilará la licencia en escribir; pues moderando esta desorden sabrosa, y acogiendo obras como estas (todas de virtud, y todas verdaderamente doctas), la esclarecida memoria de vuestra excelencia tendrá pública aclamación; y el estilo descaminado y extraño, castigo autorizado y eficaz, que en los que hallare vergÜenza dejará enmienda.

Dé Dios a vuestra excelencia su gracia y larga vida, con buena salud, y le defienda de todo mal. En Madrid, 21 de julio 1629. -Excelentísimo Señor. -Besa a vuecelencia la mano. - Don Francisco de Quevedo Villegas.

Dedicatoria de fray Luis de León a don Pedro Portocarrero

Entre las ocupaciones de mis estudios, en mi mocedad y casi en mi niñez, se me cayeron como de entre las manos estas obrecillas, a las cuales me apliqué más por inclinación de mi estrella que por juicio o voluntad. No porque la Poesía, mayormente si se emplea en argumentos debidos, no sea digna de cualquier persona y de cualquier nombre -de lo cual es argumento que convence haber usado Dios della en muchas partes de sus Sagrados Libros, como es notorio-, sino porque conocía los juicios errados de nuestras gentes, y su poca inclinación a todo lo que tiene alguna luz de ingenio o de valor; y entendía las artes y mañas de la ambición y del estudio, del interés propio y de la presunción ignorante, que son plantas que nacen siempre y crecen juntas, y se enseñorean agora de nuestros tiempos.

Y ansí tenía por vanidad excusada, a costa de mi trabajo, ponerme por blanco a los golpes de mil juicios desvariados, y dar materia de hablar a los que no viven de otra cosa. Y señaladamente, siendo yo de mi natural tan aficionado al vivir encubierto, que después de tantos años como ha que vine a este Reino, son tan pocos los que me conocen en él, que, como Vuestra Merced sabe, se pueden contar por los dedos, por esta causa, nunca hice caso de esto que compuse, ni gasté en ello más tiempo del que tomaba para olvidarme de otros trabajos, ni puse en ello más estudio del que merecía lo que nacía para nunca salir a luz; de lo cual ello mismo y las faltas que en ello hay, dan suficiente testimonio.

Pero como suele acontecer a algunos mozos que, maltratados de los padres o ayos, se meten frailes, así estas mis mocedades, teniéndose como por desechadas de mí, se pusieron, según parece, en religión, y tomaron nombre y hábito muy más honrado del que ellas merecían, y han andado debajo dél muchos días en los ojos y en las manos de muchas gentes, haciendo agravio a una persona religiosa y bien conocida de Vuestra Merced, a quien se allegaron, con la cual yo en los años pasados tuve estrecha amistad, y no la nombro aquí por no agravialla más. La ocasión deste error Vuestra Merced la sabe; y porque es para pocos, y decilla aquí sería comunicalla con muchos, no la digo. Basta saber que la persona que he dicho, por condescender con mi gusto, que era vivir desconocido, disimuló, hasta que, fatigado ya con otras cosas que la malicia y envidia de algunos hombres pusieron a sus cuestas -de las cuales Dios le descargó como se ha parecido-, trató conmigo que, si no me era pesado, le librase yo también desta carga.

Si el reconocer mis obras y el publicarme por ellas fuera poner la vida en condición, en un ruego y demanda tan justa lo hiciera; y no aventurando en ello cosa que importe más que es vencer un gusto mío particular, si lo rehusara, no me tuviera por hombre. Y así lo hice, o por mejor decir lo hago agora. Y recogiendo a este mi hijo perdido, y apartándole de mil malas compañías que se le habían juntado, y enmendándole de otros tantos malos siniestros que había cobrado con el andar vagueando, le vuelvo a mi casa y recibo por mío. Y porque no se queje de mí, que le he sacado de la Iglesia adonde él se tenía por seguro, envíole a Vuestra Merced para que le ampare como cosa suya, pues yo lo soy; que con tal trueque bien sé que perderá la queja y se tendrá por dichoso.

Son tres partes las deste libro. En la una van las cosas que yo compuse mías. En las dos postreras, las que traduje de otras lenguas, de autores así profanos como sagrados. Lo profano va en la segunda parte, y lo sagrado, que son algunos salmos y capítulos de Job, van en la tercera.

De lo que yo compuse juzgará cada uno a su voluntad; de lo que es traducido, el que quisiere ser juez, pruebe primero qué cosa es traducir poesías elegantes de una lengua extraña a la suya, sin añadir ni quitar sentencia y guardar cuanto es posible las figuras del original y su donaire, y hacer que hablen en castellano y no como extranjeras y advenedizas, sino como nacidas en él y naturales. No digo que lo he hecho yo, ni soy tan arrogante, mas helo pretendido hacer, y así lo confieso. Y el que dijere que no lo he alcanzado, haga prueba de sí, y entonces podrá ser que estime mi trabajo más; al cual yo me incliné sólo por mostrar que nuestra lengua recibe bien todo lo que se le encomienda, y que no es dura ni pobre, como algunos dicen, sino de cera y abundante para los que la saben tratar.

Mas esto caiga como cayere, que yo no curo mucho dello; sólo deseo agradar a Vuestra Merced, a quien siempre pretendo servir. Y el que no me conociere por mi nombre, conózcame por esto, que es solamente de lo que me precio, y lo que, si en mí hay cosa buena, tiene algún valor.

Poesías --Libro primero--

Obras propias

-- 1 --

Vida retirada

      ¡Qué descansada vida
la del que huye el mundanal rÜido,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
5los pocos sabios que en el mundo han sido!
     Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
10del sabio moro, en jaspes sustentado.
     No cura si la Fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
15 lo que condena la verdad sincera.
     ¿:Qué presta a mi contento,
si soy del vano dedo señalado;
si en busca deste viento
ando desalentado
20con ansias vivas, con mortal cuidado?
     ¡Oh monte, oh fuente, oh río!
¡Oh, secreto seguro, deleitoso!
Roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
25huyo de aqueste mar tempestuoso.
     Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
30de a quien la sangre ensalza o el dinero.
     Despiértenme las aves
con su cantar sabroso, no aprendido;
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
35el que al ajeno arbitrio está atenido.
     Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
40de odio, de esperanzas, de recelo.
     Del monte en la ladera
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera,
de bella flor cubierto,
45ya muestra en esperanza el fruto cierto.
     Y como codiciosa
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
50hasta llegar corriendo se apresura.
     Y luego, sosegada,
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo
55y con diversas flores va esparciendo.
     El aire el huerto orea
y ofrece mil olores al sentido,
los árboles menea
con un manso rÜido,
60que del oro y del cetro pone olvido.
     Ténganse su tesoro
los que de un flaco leño se confían;
no es mío ver el lloro
de los que desconfían
65cuando el cierzo y el ábrego porfían.
     La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna; al cielo suena
confusa vocería,
70y la mar enriquecen a porfía.
     A mí una pobrecilla
mesa, de amable paz bien abastada
me baste; y la vajilla
de fino oro labrada
75sea de quien la mar no teme airada.
     Y mientras miserable-
mente se están los otros abrasando
con sed insaciable
del no durable mando,
80tendido yo a la sombra esté cantando.
     A la sombra tendido,
de yedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al sol dulce, acordado,
85del plecto sabiamente meneado.

Lib I -- 2 --

A don Pedro Portacarrero

      Virtud, hija del cielo,
la más ilustre empresa de la vida,
en el escuro suelo
luz tarde conocida,
5senda que guía al bien poco seguida;
     tú dende la hoguera,
al cielo levantaste al fuerte Alcides;
tú en la más alta esfera
con las estrellas mides
10al Cid, clara victoria de mil lides.
     Por ti el paso desvía
de la profunda noche, y resplandece
muy más que el claro día
de Leda el parto y crece
15el Córdoba a las nubes y florece.
     Y por tu senda agora
traspasa luengo espacio con ligero
pie y ala voladora
el gran Portocarrero,
20osado de ocupar el bien primero.
     Del vulgo se descuesta
hollando sobre el oro; firme aspira
a lo alto de la cuesta;
ni violencia de ira,
25ni dulce y blando engaño le retira.
     Ni mueve más ligera,
ni más igual divide por derecha
el aire y fiel carrera,
o la traciana flecha,
30o la bola tudesca un fuego hecha.
     En pueblo inculto y duro
induce poderoso igual costumbre,
y do se muestra escuro
el cielo, enciende lumbre,
35valiente a ilustrar más alta cumbre.
     Dichosos los que baña
el Miño, los que el mar monstruoso cierra
dende la fiel montaña
hasta el fin de la tierra,
40los que desprecia de Eume la alta sierra.

Lib I -- 3 --

A Francisco de Salinas

      El aire se serena
y viste de hermosura y luz no usada,
Salinas, cuando suena
la música extremada
5por vuestra sabia mano gobernada.
     A cuyo son divino
el alma, que en olvido está sumida,
torna a cobrar el tino
y memoria perdida
10de su origen primera esclarecida.
     Y como se conoce,
en suerte y pensamiento se mejora;
el oro desconoce
que el vulgo vil adora,
15la belleza caduca engañadora.
     Traspasa el aire todo
hasta llegar a la más alta esfera
y oye allí otro modo
de no perecedera
20música, que es la fuente y la primera.
     Ve cómo el gran Maestro,
a aquesta inmensa cítara aplicado,
con movimiento diestro
produce el son sagrado,
25con que este eterno templo es sustentado.
     Y como está compuesta
de números concordes, luego envía
consonante respuesta;
y entre ambos a porfía
30se mezcla una dulcísima armonía.
     Aquí el alma navega
por un mar de dulzura, y finalmente,
en él ansí se anega,
que ningún accidente
35extraño y peregrino oye o siente.
     ¡Oh desmayo dichoso!
¡Oh muerte que das vida! ¡Oh dulce olvido!
¡Durase en tu reposo,
sin ser restituido
40jamás a aqueste bajo y vil sentido!
     A este bien os llamo,
gloria del apolíneo sacro coro,
amigos, a quien amo
sobre todo tesoro,
45que todo lo visible es triste lloro.
     ¡Oh, suene de contino,
Salinas, vuestro son en mis oídos,
por quien al bien divino
despiertan los sentidos,
50quedando a lo demás adormecidos!

Lib I -- 4 --

Canción al nacimiento de la hija del Marqués de Alcañices

      Inspira nuevo canto,
Calíope, en mi pecho aqueste día,
que de los Borjas canto
y Enríquez la alegría
5del rico don que el cielo les envía.
     Hermoso sol luciente,
que el día das y llevas, rodeado
de luz resplandeciente
más de lo acostumbrado,
10sal, y verás nacido tu traslado.
     O si te place agora
en la región contraria hacer manida,
detente allá en buen hora,
que con la luz nacida
15podrá ser nuestra esfera esclarecida.
     Alma divina, en velo
de femeniles miembros encerrada,
cuando veniste al suelo
robaste de pasada
20la celestial riquísima morada.
     Diéronte bien sin cuento,
con voluntad concorde y amorosa,
quien rige el movimiento
sexto, con la alta diosa
25de la tercera rueda poderosa.
     De tu belleza rara
el envidioso viejo mal pagado
torció el paso y la cara,
y el fiero Marte airado
30el camino dejó desocupado.
     Y el rojo y crespo Apolo,
que tus pasos guiando descendía
contigo al bajo polo,
la cítara hería
35y con divino canto ansí decía:
     «Desciende en punto bueno,
espíritu real, al cuerpo hermoso,
que en el ilustre seno
te espera deseoso,
40por dar a tu valor digno reposo.
     él te dará la gloria,
que en el terreno cerco es más tenida,
de agÜelos larga historia,
por quien la no sumida
45nave, -por quien la España fue regida.
     Tú dale, en cambio desto,
de los eternos bienes la nobleza,
deseo alto, honesto,
generosa grandeza,
50claro saber, fe llena de pureza.
     En su rostro se vean
de tu beldad sin par vivas señales;
los sus dos ojos sean
dos luces celestiales,
55que guíen al bien sumo a los mortales.
     El cuerpo delicado,
como cristal lucido y transparente,
tu gracia y bien sagrado,
tu luz, tu continente
60a sus dichosos siglos represente.
     La soberana agÜela,
dechado de virtud y hermosura,
la tía, de quien vuela
la fama, en quien la dura
65muerte mostró lo poco que el bien dura.
     Con todas cuantas precio
de gracia y de belleza hayan tenido,
serán por ti en desprecio
y puestas en olvido,
70cual hace la verdad con lo fingido.
     ¡Ay tristes, ay, dichosos
los ojos que te vieren! Huyan luego,
si fueren poderosos,
antes que prenda el fuego,
75contra quien no valdrá ni oro ni ruego.
     Ilustre y tierna planta,
gozo del claro tronco y generoso,
creciendo te levanta
a estado el más dichoso,
80de cuantos dio ya el cielo venturoso».

Lib I -- 5 --

A Felipe Ruiz

De la Avaricia

     En vano el mar fatiga
la vela portuguesa, que ni el seno
de Persia, ni la amiga
Maluca da árbol bueno,
5que pueda hacer un ánimo sereno.
     No da reposo al pecho,
Felipe, ni la India, ni la rara
esmeralda provecho;
que más tuerce la cara
10cuanto posee más el alma avara.
     Al capitán romano
la vida, y no la sed, quitó el bebido
tesoro persiano;
y Tántalo, metido
15en medio de las aguas, afligido
     de sed está; y más dura
la suerte es del mezquino, que sin tasa
se cansa ansí, y endura
el oro, y la mar pasa
20osado, y no osa abrir la mano escasa,
     ¿:Qué vale el no tocado
tesoro, si corrompe el dulce sueño,
si estrecha el ñudo dado,
si más enturbia el ceño,
25y deja en la riqueza pobre al dueño?

Lib I -- 6 --

De la Magdalena

      Elisa, ya el preciado
cabello, que del oro escarnio hacía,
la nieve ha demudado:
¡Ay! ¿:Yo no te decía:
5«Recoge, Elisa, el pie, que vuela el día»?
     Ya los que prometían
durar en tu servicio eternamente,
ingratos se desvían
por no mirar la frente
10con rugas afeada, el negro diente.
     ¿:Qué tienes del pasado
tiempo sino dolor? ¿:Cuál es el fruto
que tu labor te ha dado,
si no es tristeza y luto,
15y el alma hecha sierva al vicio bruto?
     ¿:Qué fe te guarda el vano,
por quien tú no guardaste la debida
a tu bien soberano,
por quien mal proveída
20perdiste de tu seno la querida
     prenda; por quien velaste;
por quien ardiste en celos; por quien uno
el cielo fatigaste
con gemido importuno;
25por quien nunca tuviste acuerdo alguno
     de ti misma? Y agora
rico de tus despojos, más ligero,
que el ave huye, y adora
a Lida el lisonjero;
30tú quedas entregada al dolor fiero.
     ¡Oh, cuánto mejor fuera
el don de hermosura que del cielo
te vino, a cuyo era
habello dado en velo
35santo, guardado bien del polvo y suelo!
     Mas hora no hay tardía;
tanto nos es el cielo piadoso,
mientras que dura el día;
el pecho hervoroso
40en breve del dolor saca reposo.
     Que la gentil señora
de Mágdalo, bien que perdidamente
dañada, en breve hora
con el amor ferviente
45las llamas apagó del fuego ardiente.
     Las llamas del malvado
amor con otro amor más encendido;
y consiguió el estado,
que no fue concedido
50al huésped arrogante, en bien fingido.
     De amor guiada y pena,
penetra el techo extraño, y atrevida
ofrécese a la ajena
presencia, y sabia olvida
55el ojo mofador, busca la vida.
     Y toda derrocada
a los divinos pies que la traían,
lo que la en sí fiada
gente olvidado habían,
60sus manos, boca y ojos lo hacían.
     Lavaba, larga en lloro
al que su torpe mal lavando estaba;
limpiaba con el oro,
que la cabeza ornaba
65a su limpieza, y paz a su paz daba.
     Decía: «Sólo amparo
de la miseria extrema, medicina
de mi salud, reparo
de tanto mal, inclina
70a aqueste cieno tu piedad divina.
     ¡Ay!, ¿:Qué podrá ofrecerte
quien todo lo perdió? Aquestas manos
osadas de ofenderte,
aquestos ojos vanos
75te ofrezco, y estos labios tan profanos.
     La que sudó en tu ofensa
trabaje en tu servicio, y de mis males
proceda mi defensa;
mis ojos, dos mortales
80fraguas, dos fuentes sean manantiales.
     Bañen tus pies mis ojos;
límpienlos mis cabellos; de tormento
mi boca, y red de enojos
les dé besos sin cuento:
85y lo que me condena te presento.
     Preséntote un sujeto
tan mortalmente herido, cual conviene,
do un médico perfeto
de cuanto saber tiene
90dé muestra, que por siglos mil resuene».

Lib I -- 7 --

Profecía del Tajo

      Folgaba el rey Rodrigo
con la hermosa Cava en la ribera
del Tajo, sin testigo;
el pecho sacó fuera
5el río, y le habló desta manera:
     «En mal punto te goces,
injusto forzador; que ya el sonido
oyo ya, y las voces,
las armas, el bramido
10de Marte, de furor y ardor ceñido.
     ¡Ay, esa tu alegría
qué llantos acarrea! ¡Y esa hermosa,
que vio el sol en mal día,
a España, ay, cuán llorosa,
15y al cetro de los Godos, cuán costosa!
     Llamas, dolores, guerras,
muertes, asolamientos, fieros males
entre tus brazos cierras,
trabajos inmortales
20a ti y a tus vasallos naturales.
     A los que en Constantina
rompen el fértil suelo, a los que baña
el Ebro, a la vecina
Sansueña, a Lusitana,
25a toda la espaciosa y triste España.
     Ya dende Cádiz llama
el injuriado Conde, a la venganza
atento y no a la fama,
la bárbara pujanza,
30en quien para tu daño no hay tardanza.
     Oye que al cielo toca
con temeroso son la trompa fiera,
que en áfrica convoca
el moro a la bandera,
35que al aire desplegada va ligera.
     La lanza ya blandea
el árabe cruel, y hiere el viento,
llamando a la pelea;
innumerable cuento
40de escuadras juntas veo en un momento.
     Cubre la gente el suelo;
debajo de las velas desparece
la mar; la voz al cielo
confusa y varia crece,
45el polvo roba el día y le escurece.
     ¡Ay, que ya presurosos
suben las largas naves! ¡Ay, que tienden
los brazos vigorosos
a los remos, y encienden
50las mares espumosas por do hienden!
     El Eolo derecho
hinche la vela en popa, y larga entrada
por el Hercúleo Estrecho
con la punta acerada
55el gran padre Neptuno da a la armada.
     ¡Ay, triste! ¿:Y aún te tiene
el mal dulce regazo? ¿:Ni llamado
al mal que sobreviene
no acorres? ¿:Ocupado
60no ves ya el puerto a Hércules sagrado?
     Acude, acorre, vuela,
traspasa el alta sierra, ocupa el llano;
no perdones la espuela,
no des paz a la mano,
65menea fulminando el hierro insano.
     ¡Ay, cuánto de fatiga!
¡Ay, cuánto de sudor está presente
al que viste loriga,
al infante valiente,
70a hombres y a caballos juntamente!
     ¡Y tú, Betis divino,
de sangre ajena y tuya amancillado,
darás al mar vecino
cuánto yelmo quebrado,
75cuánto cuerpo de nobles destrozado!
     El furibundo Marte
cinco luces las haces desordena,
igual a cada parte;
la sexta ¡ay! te condena,
80¡oh, cara patria!, a bárbara cadena».

Lib I -- 8 --

Noche serena

A Diego Oloarte

     Cuando contemplo el cielo
de innumerables luces adornado,
y miro hacia el suelo
de noche rodeado,
5en sueño y en olvido sepultado;
     el amor y la pena
despiertan en mi pecho un ansia ardiente,
despiden larga vena
los ojos, hechos fuente,
10Oloarte, y digo al fin con voz doliente:
     «Morada de grandeza,
templo de claridad y hermosura,
el alma, que a tu alteza
nació, ¿:qué desventura
15la tiene en esta cárcel baja, escura?
     ¿:Qué mortal desatino
de la verdad aleja así el sentido,
que de tu bien divino
olvidado, perdido,
20sigue la vana sombra, el bien fingido?
     El hombre está entregado
al sueño, de su suerte no cuidando,
y con paso callado
el cielo, vueltas dando,
25las horas del vivir le va hurtando.
     ¡Ay, despertad, mortales,
mirad con atención en vuestro daño!
Las almas inmortales,
hechas a bien tamaño,
30¿:podrán vivir de sombra y solo engaño?
     ¡Ay, levantad los ojos
a aquesta celestial eterna esfera!;
burlaréis los antojos
de aquesa lisonjera
35vida, con cuanto teme y cuanto espera.
     ¿:Es más que un breve punto
el bajo y torpe suelo, comparado
con ese gran trasunto,
do vive mejorado
40lo que es, lo que será, lo que ha pasado?
     Quien mira el gran concierto
de aquestos resplandores eternales,
su movimiento cierto,
sus pasos desiguales,
45y en proporción concorde tan iguales:
     la luna cómo mueve
la plateada rueda, y va en pos della
la luz do el saber llueve,
y la graciosa estrella
50de Amor le sigue reluciente y bella;
     y cómo otro camino
prosigue el sanguinoso Marte airado,
y el Júpiter benino,
de bienes mil cercado,
55serena el cielo con su rayo amado.
     Rodéase en la cumbre
Saturno, padre de los siglos de oro;
tras él la muchedumbre
del reluciente coro
60su luz va repartiendo y su tesoro.
     ¿:Quién es el que esto mira
y precia la bajeza de la tierra,
y no gime y suspira,
y rompe lo que encierra
65el alma, y destos bienes la destierra?
     Aquí vive el contento,
aquí reina la paz; aquí, asentado
en rico y alto asiento,
está el amor sagrado
70de glorias y deleites rodeado.
     Inmensa hermosura
aquí se muestra toda y resplandece
clarísima luz pura,
que jamás anochece;
75eterna primavera aquí florece.
     ¡Oh campos verdaderos!
¡Oh prados con verdad frescos y amenos!
¡Riquísimos mineros!
¡Oh deleitosos senos!
80¡Repuestos valles de mil bienes llenos!

Lib I -- 9 --

Las serenas

A Querinto

     No te engañe el dorado
vaso, ni de la puesta al bebedero
sabrosa miel cebado,
dentro al pecho, ligero,
5Querinto, no traspases el postrero
     asensio. Ten dudosa
la mano liberal, que esa azucena,
esa purpúrea rosa
que el sentido enajena,
10tocada, pasa al alma y la envenena.
     Retira el pie, que asconde
sierpe mortal el prado, aunque florido,
los ojos roba; adonde
aplace más, metido
15el engañoso lazo está, ascondido.
     Pasó tu primavera;
ya la madura edad te pide el fruto
de gloria verdadera.
¡Ay, pon del cieno bruto
20los pasos en lugar firme y enjuto!
     Antes que la engañosa
Circe, del corazón apoderada,
con copa ponzoñosa
el alma transformada,
25te junte, nueva fiera, a su manada.
     No es dado al que allí asienta,
si ya el cielo dichoso no le mira,
huir la torpe afrenta;
o arde oso en ira,
30o hecho jabalí gime y suspira.
     No fíes en viveza,
atiende al sabio rey solimitano;
no vale fortaleza,
que al vencedor gazano
35condujo a triste fin femenil mano.
     Imita al alto griego
que, sabio, no aplicó la noble entena
al enemigo ruego
de la blanda Serena,
40por do por siglos mil su fama suena.
     Decía conmoviendo
el aire en dulce son: «La vela inclina,
que del viento huyendo
por los mares camina,
45Ulises, de los griegos luz divina.
     Allega, y da reposo
al inmortal cuidado, y entretanto
conocerás curioso
mil historias que canto;
50que todo navegante hace otro tanto.
     Todos de su camino
tuercen a nuestra voz y, satisfecho
con el cantar divino
el deseoso pecho,
55a sus tierras se van con más provecho.
     Que todo lo sabemos
cuanto contiene el suelo, y la reñida
guerra te cantaremos
de Troya y su caída,
60por Grecia y por los dioses destruida».
     Ansí falsa cantaba
ardiendo en crueldad; mas él, prudente,
el camino atajaba
a la voz en su gente
65con la aplicada cera suavemente.
     Si a ti se presentare,
los ojos, sabio, cierra; firme atapa
la oreja, si llamare;
si prendiere la capa,
70huye; que sólo aquel que huye escapa.

Lib I -- 10 --

A Felipe Ruiz

      ¿:Cuándo será que pueda,
libre desta prisión volar al cielo,
Felipe, y en la rueda
que huye más del suelo,
5contemplar la verdad pura sin duelo?
     Allí, a mi vida junto,
en luz resplandeciente convertido,
veré distinto y junto
lo que es y lo que ha sido,
10y su principio propio y escondido.
     Entonces veré cómo
la soberana mano echó el cimiento
tan a nivel y plomo,
do estable y firme asiento
15posee el pesadísimo elemento.
     Veré las inmortales
columnas do la tierra está fundada,
las lindes y señales
con que a la mar airada
20la Providencia tiene aprisionada;
     por qué tiembla la tierra,
por qué las hondas mares se embravecen;
dó sale a mover guerra
el cierzo, y por qué crecen
25las aguas del Océano y descrecen;
     de dó manan las fuentes;
quién ceba y quién bastece de los ríos
las perpetuas corrientes;
de los helados fríos
30veré las causas, y de los estíos;
     las soberanas aguas
del aire en la región quién las sostiene;
de los rayos las fraguas;
dó los tesoros tiene
35de nieve Dios, y el trueno de dó viene.
     ¿:No ves, cuando acontece
turbarse el aire todo en el verano?
El día se ennegrece,
sopla el gallego insano
40y sube hasta el cielo el polvo vano.
     Y entre las nubes mueve
su carro Dios, ligero y reluciente;
horrible son conmueve,
relumbra fuego ardiente,
45treme la tierra, humíllase la gente.
     La lluvia baña el techo,
envían largos ríos los collados;
su trabajo deshecho,
los campos anegados
50miran los labradores espantados.
     Y de allí levantado
veré los movimientos celestiales,
ansí el arrebatado
como los naturales,
55las causas de los hados, las señales.
     Quién rige las estrellas
veré, y quién las enciende con hermosas
y eficaces centellas;
por qué están las dos Osas,
60de bañarse en el mar siempre medrosas.
     Veré este fuego eterno,
fuente de vida y luz, dó se mantiene;
y por qué en el invierno
tan presuroso viene,
65por qué en las noches largas se detiene.
     Veré sin movimiento
en la más alta esfera las moradas
del gozo y del contento,
de oro y luz labradas,
70de espíritus dichosos habitadas.

Lib I -- 11 --

Al licenciado Juan de Grial

      Recoge ya en el seno
el campo su hermosura; el cielo aoja
con luz triste el ameno
verdor, y hoja a hoja
5las cimas de los árboles despoja.
     Ya Febo inclina el paso
al resplandor egeo; ya del día
las horas corta escaso;
ya Eolo, al mediodía
10soplando espesas nubes nos envía.
     Ya el ave vengadora
del íbico navega los nublados,
y con voz ronca llora;
y el yugo al cuello atados
15los bueyes van rompiendo los sembrados.
     El tiempo nos convida
a los estudios noble, y la Fama,
Grial, a la subida
del sacro monte llama,
20do no podrá subir la postrer llama.
    Alarga el bien guiado
paso, y la cuesta vence, y sólo gana
la cumbre del collado;
y do más pura mana
25la fuente, satisfaz tu ardiente gana.
     No cures si el perdido
error admira el oro, y va sediento
en pos de un bien fingido,
que no ansí vuela el viento,
30cuanto es fugaz y vano aquel contento.
     Escribe lo que Febo
te dicta favorable, que lo antiguo
iguala y pasa el nuevo
estilo; y, caro amigo,
35no esperes que podré atener contigo.
     Que yo de un torbellino
traidor acometido y derrocado
de en medio del camino
al hondo, el plectro amado
40y del vuelo las alas he quebrado.

Lib I -- 12 --

A Felipe Ruiz

Del moderado y constante

     ¿:Qué vale cuanto vee
do nace y do se pone el sol luciente,
lo que el Indio posee,
lo que da el claro Oriente
5con todo lo que afana la vil gente?
     El uno, mientras cura
dejar rico descanso a su heredero,
vive en pobreza dura,
y perdona al dinero,
10y contra sí se muestra crudo y fiero.
     El otro, que sediento
anhela al señorío, sirve ciego,
y por subir su asiento,
abájase a vil ruego,
15y de la libertad va haciendo entrego.
     Quien de dos claros ojos,
y de un cabello de oro se enamora,
compra con mil enojos
una menguada hora,
20un gozo breve que sin fin se llora.
     Dichoso el que se mide,
Felipe, y de la vida el gozo bueno
a sí solo lo pide,
y mira como ajeno
25aquello que no está dentro en su seno.
     Si resplandece el día,
si Eolo su reino turba, ensaña,
el rostro no varía;
y si la alta montaña
30encima le viniere, no le daña.
     Bien como la ñudosa
carrasca, en alto risco desmochada
con hacha poderosa,
del ser despedazada
35del hierro torna rica y esforzada.
     Querrás hundille, y crece
mayor que de primero; y si porfía
la lucha, más florece,
y firme al suelo envía
40al que por vencedor ya se tenía.
     Exento a todo cuanto
presume la fortuna, sosegado
está y libre de espanto
ante el tirano airado,
45de hierro, de crueza y fuego armado.
     «El fuego -dice- enciende;
aguza el hierro crudo, rompe y llega;
y, si me hallares, prende,
y da a tu hambre ciega
50su cebo deseado y la sosiega.
     ¿:Qué estás? ¿:No ves el pecho
desnudo, flaco, abierto? ¡Oh! ¿:No te cabe
en puño tan estrecho
el corazón, que sabe
55cerrar cielos y tierra con su llave?
     Ahonda más adentro;
desvuelva las entrañas el insano
puñal, penetra al centro:
mas es trabajo vano;
60jamás me alcanzará tu corta mano.
     Rompiste mi cadena
ardiendo por prenderme; al gran consuelo
subido he por tu pena;
ya suelto, encumbro el vuelo,
65traspaso sobre el aire, huello el cielo».

Lib I -- 13 --

De la vida del cielo

      Alma región luciente,
prado de bienandanza que ni al yelo
ni con el rayo ardiente
falleces, fértil suelo,
5producidor eterno de consuelo:
     de púrpura y de nieve
florida la cabeza coronado,
a dulces pastos mueve
sin honda ni cayado,
10el Buen Pastor en ti su hato amado.
     él va, y en pos dichosas
le siguen sus ovejas do las pace
con inmortales rosas,
con flor que siempre nace,
15y cuanto más se goza más renace.
     Ya dentro a la montaña
del alto bien las guía; ya en la vena
del gozo, fiel las baña
y les da mesa llena,
20pastor y pasto él solo y suerte buena.
     Y de su esfera cuando
la cumbre toca, altísimo subido
el sol, él sesteando,
de su hato ceñido,
25con dulce son deleita el santo oído.
     Toca el rabel sonoro,
y el inmortal dulzor al alma pasa,
con que envilece el oro,
y ardiendo se traspasa,
30y lanza en aquel bien libre de tasa.
     ¡Oh son, oh voz, siquiera
pequeña parte alguna decendiese
en mi sentido, y fuera
de sí el alma pusiese
35y toda en ti, oh, Amor, la convirtiese!
     Conocería dónde
sesteas, dulce Esposo, y desatada
desta prisión adonde
padece, a tu manada
40viviera junta, sin vagar errada.

Lib I -- 14 --

Al apartamiento

      ¡Oh ya seguro puerto
de mi tan luengo error! ¡Oh, deseado
para reparo cierto
del grave mal pasado,
5reposo dulce, alegre, descansado!
     Techo pajizo, adonde
jamás hizo morada el enemigo
cuidado, ni se asconde
envidia en rostro amigo,
10ni voz perjura, ni mortal testigo;
     sierra, que vas al cielo
altísima, y que gozas del sosiego
que no conoce el suelo,
adonde el vulgo ciego
15ama el morir ardiendo en vivo fuego.
     Recíbeme en tu cumbre,
recíbeme, que huyo perseguido
la errada muchedumbre,
el trabajar perdido,
20la falsa paz, el mal no merecido;
     y do está más sereno
el aire me coloca, mientras curo
los daños del veneno
que bebí mal seguro,
25mientras el mancillado pecho apuro;
     mientras que poco a poco
borro de la memoria cuanto impreso
dejó allí el vivir loco,
por todo su proceso
30vario entre gozo vano y casi avieso.
     En ti, casi desnudo
deste corporal velo, y de la asida
costumbre roto el ñudo,
traspasaré la vida
35en gozo, en paz, en luz no corrompida.
     De ti en el mar sujeto
con lástima los ojos inclinando,
contemplaré el aprieto
del miserable bando
40que las saladas ondas va cortando.
     El uno, que surgía
alegre ya en el puerto, salteado
del bravo soplo, guía
en alta mar lanzado,
45apenas el navío desarmado;
     el otro, en la encubierta
peña rompe la nave, que al momento
el hondo pide abierta;
al otro calma el viento;
50otro en las bajas sirtes hace asiento;
     a otros roba el claro
día, y el corazón el aguacero;
ofrecen al avaro
Neptuno su dinero;
55otro nadando huye el morir fiero.
     Esfuerza, opón el pecho;
mas, ¿:cómo será parte un afligido
que va, el leño deshecho,
de flaca tabla asido,
60contra un abismo inmenso embravecido?
     ¡Ay, otra vez, y ciento
otras, seguro puerto deseado!,
no me falte tu asiento
y falte cuanto amado,
65cuanto del ciego error es codiciado.

Lib I -- 15 --

A don Pedro Portacarrero

      No siempre es poderosa,
Carrero, la maldad, ni siempre atina
la envidia ponzoñosa,
y la fuerza sin ley que más se empina
5al fin la frente inclina:
que quien se opone al cielo,
cuando más alto sube viene al suelo.
     Testigo es manifiesto
el parto de la Tierra mal osado,
10que cuando tuvo puesto
un monte encima de otro y levantado,
al hondo derrocado,
sin esperanza gime
debajo su edificio que le oprime.
15     Si ya la niebla fría
al rayo que amanece odiosa ofende,
y contra el claro día
las alas escurísimas extiende,
no alcanza lo que emprende,
20al fin y desparece,
y el sol puro en el cielo resplandece.
     No pudo ser vencida,
ni lo será jamás, ni la llaneza,
ni la inocente vida,
25ni la fe sin error, ni la pureza,
por más que la fiereza
del tigre ciña un lado,
y el otro el basilisco emponzoñado.
     Por más que se conjuren
30el odio y el poder y el falso engaño,
y ciegos de ira apuren
lo propio y lo diverso, ajeno, extraño,
jamás le harán daño;
antes, cual fino oro,
35recobra del crisol nuevo tesoro.
     El ánimo constante,
armado de verdad, mil aceradas,
mil puntas de diamante
embota y enflaquece, y, desplegadas
40las fuerzas encerradas,
sobre el opuesto bando
con poderoso pie se ensalza hollando.
     Y con cien voces suena
la Fama, que a la sierpe, al tigre fiero,
45vencidos, los condena
a daño no jamás perecedero;
y con vuelo ligero,
viniendo la Victoria,
corona al vencedor de gozo y gloria.

Lib I -- 16 --

Contra un juez avaro

      Aunque en ricos montones
levantes el cautivo, inútil oro,
y aunque tus posesiones
mejores con ajeno daño y lloro;
5     y aunque, cruel tirano,
oprimas la verdad y tu avaricia,
vestida en nombre vano,
convierta en compra y venta la justicia;
     y aunque engañes los ojos
10del mundo, a quien adoras, no por tanto
no nacerán abrojos
agudos en tu alma; ni el espanto
     no velará en tu lecho,
ni huirás la cuita, la agonía
15el último despecho,
ni la esperanza buena en compañía
     del gozo, tus umbrales
penetrará jamás; ni la Meguera
con llamas infernales,
20con serpentino azote la alta y fiera
y diestra mano armada,
    saldrá de tu aposento sola un hora;
y ni tendrás clavada
la rueda, aunque más puedas, voladora
25     del tiempo, hambriento y crudo,
que viene, con la muerte conjurado,
a dejarte desnudo
del oro y cuanto tienes más amado;
     y quedarás sumido
30en males no finibles y en olvido.

Lib I -- 17 --

En una esperanza que salió vana

      Huid, contentos, de mi triste pecho.
¿:Qué engaño os vuelve a do nunca pudistes
tener asiento, ni hacer provecho?
     Tened en la memoria cuando fuistes
5con público pregón ¡ay! Desterrados
de toda mi comarca y reinos tristes,
     a do ya no veréis sino nublados
y viento y torbellino y lluvia fiera,
suspiros encendidos y cuidados.
10     No pinta el prado aquí la primavera,
ni nuevo sol jamás las nubes dora,
ni canta el ruiseñor lo que antes era.
     La noche aquí se vela, aquí se llora
el día miserable sin consuelo,
15y vence al mal de ayer el mal de agora.
     Guardad vuestro destierro, que ya el suelo
no puede dar contento al alma mía,
si ya mil vueltas diere andando el cielo;
     guardad vuestro destierro, si alegría
20si gozo y si descanso andáis sembrando,
que aqueste campo abrojos cría;
     guardad vuestro destierro, si tornando
de nuevo no queréis ser castigados
con crudo azote y con infame bando;
25     guardad vuestro destierro, que olvidados
de vuestro ser, en mí seréis dolores:
¡tal es la fuerza de mis duros hados!
     Los bienes más queridos y mayores
se mudan y en mi daño se conjuran,
30y son por ofenderme a mí traidores.
     Mancíllanse mis manos, si se apuran;
la paz y la amistad me es cruda guerra;
las culpas faltan, mas las penas duran.
     Quien mis cadenas más estrecha y cierra
35es la memoria mía y la pureza;
cuando ella sube, entonces vengo a tierra.
     Mudó su ley en mí naturaleza,
y pudo en mí dolor lo que no entiende
ni seso humano ni mayor viveza.
40     Cuanto desenlazarse más pretende
el pájaro captivo, más se enliga,
y la defensa mía más me ofende.
     En mí la culpa ajena se castiga
y soy del malhechor ¡ay! prisionero,
45y quieren que de mí la Fama diga:
     ¡Dichoso el que jamás ni ley ni fuero,
ni el alto tribunal, ni las ciudades,
ni conoció del mundo el trato fuero!
     Que por las inocentes soledades
50recoge el pobre cuerpo en vil cabaña
y el ánimo enriquece con verdades;
     cuando la luz el aire y tierras baña
levanta al puro sol las manos puras
sin que se las aplomen odio y saña;
55     sus noches son sabrosas y seguras;
la mesa le bastece alegremente
el campo que no rompen rejas duras;
     lo justo le acompaña y la luciente
verdad, la sencillez en pechos de oro,
60la fe no colorada falsamente;
     de ricas esperanzas almo coro
y paz con su descuido le rodean,
y el gozo, cuyos ojos huye el lloro.
     Allí contento, tus moradas sean;
65allí te lograrás, y a cada uno
de aquellos, que de mí saber desean,
les di que no me viste en tiempo alguno.

Lib I -- 18 --

En la Ascensión

      ¿:Y dejas, Pastor santo,
tu grey en este valle hondo, oscuro,
con soledad y llanto,
y tú rompiendo el puro
5aire, te vas al inmortal seguro?
     Los antes bienhadados,
y los agora tristes y afligidos,
a tus pechos criados,
de ti desposeídos,
10¿:a dó convertirán ya sus sentidos?
     ¿:Qué mirarán los ojos
que vieron de tu rostro la hermosura,
que no les sea enojos?
Quien oyó tu dulzura,
15¿:qué no tendrá por sordo y desventura?
     Aqueste mar turbado,
¿:quién le pondrá ya freno? ¿:Quién concierto
al viento fiero, airado?;
estando tú encubierto,
20¿:qué norte guiará la nave al puerto?
     ¡Ay, nube envidiosa!
aun de este breve gozo, ¿:qué te aquejas?
¿:Dó vuelas presurosa?
¡Cuan rica tú te alejas!
25¡Cuan pobres y cuan ciegos, ay, nos dejas!

Lib I -- 19 --

A todos los santos

      ¿:Qué santo o qué gloriosa
virtud, qué deidad que el cielo admira,
¡oh Musa poderosa!,
en la cristiana lira
5diremos, entre tanto que retira
     el sol con presto vuelo
el rayo fugitivo en este día,
que hace alarde el cielo
de su caballería?
10¿:Qué nombre entre estas breñas a porfía
     repetirá sonando
la imagen de la voz, en la manera
el aire deleitando,
que el Efrateo hiciera
15del sacro y verde Hermón por la ladera?
     A do ceñido el oro
crespo de verde hiedra, la montaña
condujo con sonoro
laúd, con fuerza y maña
20del oso y del león domó la saña.
     Pues ¿:quién diré primero
que el Alto y que el Humilde, y que la vida
por el manjar grosero
restituyó perdida,
25que al cielo levantó nuestra caída?
     Igual al Padre Eterno,
igual al que en la tierra nace y mora,
de quien tiembla el infierno,
a quien el sol adora,
30en quien todo el ser vive y se mejora.
     Después, el vientre entero,
la Madre desta luz será cantada,
clarísimo lucero
en esta mar turbada,
35del linaje humanal fiel abogada.
     Espíritu divino,
no callaré tu voz, tu pecho opuesto
contra el dragón malino;
ni tú en olvido puesto,
40que a defender mi vida estás dispuesto.
     Osado en la promesa,
barquero de la barca no sumida,
a ti mi voz profesa;
y a ti que la lucida
45noche te traspasó de muerte a vida.
    ¿:Quién no dirá tu lloro,
tu bien trocado amor, ¡oh, Magdalena!;
de tu nardo el tesoro,
de cuyo olor la ajena
50casa, la redondez del mundo es llena?
     Del Nilo moradora,
tierna flor del saber y de pureza,
de ti yo canto agora,
que de la santa alteza
55de Arabia esparce luz tu fortaleza.
     ¿:Diré el rayo Africano?,
¿:Diré el estridonés sabio, elocuente?
¿:O del panal Romano?
¿:O del que justamente
60nombraron Boca de oro entre la gente?
     Columna ardiente en fuego,
el firme y gran Basilio al cielo toca,
mayor que el miedo y ruego;
y ante su rica boca
65la lengua de Demóstenes se apoca.
     Cual árbol con los años
la gloria de Francisco sube y crece,
y entre mil ermitaños
el claro Antón parece
70luna que en las estrellas resplandece.
     ¡Ay, Padre! ¿:Y dó se ha ido
aquel raro valor? ¡Oh! ¿:qué malvado
el oro ha destruido
de tu templo sagrado?
75¿:Quién cizañó tan mal tu buen sembrado?
     Adonde la azucena
lucía y el clavel, do el rojo trigo,
reina agora la avena,
la grama, el enemigo
80cardo, la sin justicia, el falso amigo.
     Convierte piadoso
tus ojos, y nos mira, y con tu mano
arranca poderoso
lo malo y lo tirano,
85y planta aquello antiguo, humilde y llano.
     Da paz a aqueste pecho
que hierve con dolor en noche escura;
que, fuera deste estrecho,
diré con más dulzura
90tu nombre, tu grandeza y hermosura.
     No niego, dulce amparo
del alma, que mis males son mayores
que aqueste desamparo;
mas cuanto son peores,
95tanto resonarán más tus loores.

Lib I -- 20 --

A Santiago

      Las selvas conmoviera,
las fieras alimañas, como Orfeo,
si ya mi canto fuera
igual a mi deseo,
5cantando el nombre santo Zebedeo.
     Y fueran sus hazañas
por mí con voz eterna celebradas,
por quien son las Españas
del yugo desatadas
10del bárbaro furor y libertadas.
     Y aquella nao dichosa,
del cielo esclarecer merecedora,
que joya tan preciosa
nos trujo, fuera agora
15cantada del que en Citia y Cairo mora.
     Osa el cruel tirano
ensangrentar en ti su injusta espada:
no fue consejo humano,
estaba a ti ordenada
20la primera corona y consagrada.
     La fe que a Cristo diste
con presta diligencia has ya cumplido;
de su cáliz bebiste,
apenas que subido
25al cielo retornó, de ti partido.
     No sufre larga ausencia,
no sufre, no, el amor que es verdadero;
la muerte y su inclemencia
tiene por muy ligero
30medio, por ver al dulce compañero.
     ¡Oh viva fe constante!
¡Oh verdadero pecho, amor crecido!
Un punto de su amante
no vive dividido,
35síguele por los pasos que había ido.
     Cual suele el fiel sirviente
si en medio la jornada le ha dejado,
que haciendo prestamente
lo que le fue mandado,
40torna buscando al amo ya alejado;
     ansí, entregado al viento,
del mar Egeo al mar Atlante vuela,
do puesto el fundamento
de la cristiana escuela,
45torna buscando a Cristo a remo y vela.
     Allí por la maldita
mano el sagrado cuello, fue cortado:
¡camina en paz, bendita
alma, que ya has llegado
50al término por ti tan deseado!
     A España, a quien amaste
(que siempre al buen principio el fin responde),
tu cuerpo le enviaste
para dar luz adonde
55el sol su resplandor cubre y esconde.
     Por los tendidos mares
la rica navecilla va cortando,
nereidas a millares,
del agua el pecho alzando,
60turbadas entre sí la van mirando.
Y dellas hubo alguna
que, con las manos de la nave asida,
la aguija con la una,
y con la otra tendida
65a las demás que lleguen las convida.
     Ya pasa del Egeo
y vuela por el Jonio, atrás ya deja
el puerto Lilibeo;
de Córcega se aleja,
70y por llegar al nuestro mar se aqueja.
     ¡Esfuerza, viento, esfuerza;
hinche la santa vela, embiste en popa;
el curso haz que no tuerza,
do Abila casi topa
75con Calpe, hasta llegar al fin de Europa!
     Y tú, España, segura
del mal y cautiverio que te espera,
con fe y voluntad pura
ocupa la ribera;
80recibirás tu guarda verdadera.
     Que tiempo será, cuando
de innumerables huestes rodeada,
del cetro real y mando
te verás derrocada;
85en sangre, en llanto y en dolor bañada.
     De hacia el Mediodía
oye que ya la voz amarga suena;
la mar de Berbería
de flotas veo llena;
90hierve la costa en gente, en sol la arena.
     Con voluntad conforme
las proas contra ti se dan al viento,
y con clamor deforme
de pavoroso acento
95avivan del remar el movimiento.
     Y la infernal Meguera,
la frente de culebras rodeada,
guía la delantera
de la morisca armada,
100de fuego, de furor, de muerte armada.
     Cielos, so cuyo amparo
España está, ¡merced en tanta afrenta!
Si ya este suelo caro
os fue, nunca consienta
105vuestra piedad que mal tan crudo sienta.
     Mas ¡ay! que la sentencia
en tablas de diamante está esculpida:
del Godo la potencia
por el suelo caída,
110España en breve tiempo es destruida.
     ¿:Cuál río caudaloso,
que los opuestos muelles ha rompido,
con sonido espantoso
por los campos tendido
115tan presto y tan feroz jamás se vido?
     Mas cese el triste llanto;
recobre el español su bravo pecho,
que ya el Apóstol Santo,
un otro Marte hecho,
120del cielo viene a dalle su derecho.
     Vesle de limpio acero
cercado, y con espada relumbrante,
como un rayo ligero,
cuanto le va delante
125destroza y desbarata en un instante.
     De grave espanto herido,
los rayos de su vista no sostiene
el moro descreído;
por valiente se tiene
130cualquier que para huir ánimo tiene.
     ¡Huye si puedes tanto!
¡Huye! Mas de más es, que no hay huida;
¡bebe dolor y llanto
por la misma medida
135con que ya España fue de ti medida!
     Como león hambriento,
sigue, teñida en sangre espada y mano
de más sangre sediento,
al moro que huye en vano;
140de muertos queda lleno el monte, el llano.
     ¡Oh gloria, oh gran prez nuestra,
escudo fiel, oh, celestial guerrero!
Vencido ya se muestra
el Africano fiero
145por ti, tan orgulloso de primero.
     Por ti del vituperio,
por ti de la afrentosa servidumbre
y duro cautiverio
libres, en clara lumbre
150y de la gloria estamos en la cumbre.
     Siempre venció tu espada,
o fuese de tu mano poderosa,
o fuese meneada
de aquella generosa
155que sigue tu milicia religiosa.
     Las enemigas haces
no sufren de tu nombre el apellido;
con sólo aquesto haces
que el español oído
160sea, y de un polo a otro tan temido.
     De tu virtud divina
la Fama que resuena en toda parte,
siquiera sea vecina,
siquiera más se aparte,
165a las gentes conduce a visitarte.
     El áspero camino
vence con devoción, y al fin te adora
el ranco, el peregrino
que Libia descolora,
170el que en Poniente, el que en Levante mora.

Lib I -- 21 --

A Nuestra Señora

      Virgen que el sol más pura,
gloria de los mortales, luz del cielo,
en quien es la piedad como la alteza:
los ojos vuelve al suelo
5y mira un miserable en cárcel dura,
cercado de tinieblas y tristeza;
y si mayor bajeza
no conoce ni igual el juicio humano,
que el estado en que estoy por culpa ajena,
10con poderosa mano
quiebra, Reina del cielo, la cadena.
     Virgen, en cuyo seno
halló la Deidad digno reposo,
do fue el rigor en dulce amor trocado:
15si blando al riguroso
volviste, bien podrás volver sereno
un corazón de nubes rodeado;
descubre el deseado
rostro, que admira el cielo, el suelo adora,
20las nubes hÜirán, lucirá el día;
tu luz, alta Señora,
venza esta ciega y triste noche mía.
     Virgen y Madre junto,
de tu Hacedor dichosa engendradora,
25a cuyos pechos floreció la vida:
mira cómo empeora
y crece mi dolor más cada punto,
el odio cunde, la amistad se olvida;
si no es de ti valida
30la justicia y verdad que tú engendraste,
¿:a dónde hallarán seguro amparo?
Y pues Madre eres, baste
para contigo el ver mi desamparo.
     Virgen del sol vestida,
35de luces eternales coronada,
que huellas con divinos pies la luna:
envidia emponzoñada,
engaño agudo, lengua fementida,
odio cruel, poder sin ley ninguna
40me hacen guerra a una;
pues, contra un tal ejército maldito,
¿:cuál pobre y desarmado será parte,
si tu nombre bendito,
María, no se muestra por mi parte?
45     Virgen, por quien vencida
llora su perdición la sierpe fiera,
su daño eterno, su burlado intento:
miran de la ribera
seguras muchas gentes mi caída,
50el agua violeta, el flaco aliento,
los unos con contento,
los otros con espanto; el más piadoso
con lástima la inútil voz fatiga;
yo, puesto en ti el lloroso
55rostro, cortando voy onda enemiga.
     Virgen, del Padre Esposa,
dulce Madre del Hijo, templo santo
del inmortal Amor, del hombre escudo:
no veo sino espanto.
60Si miro la morada, es peligrosa;
si la salida incierta, el favor mudo,
el enemigo crudo,
desnuda la verdad, muy proveída
de armas y valedores la mentira:
65la miserable vida
sólo cuando me vuelvo a ti respira.
     Virgen, que al alto ruego
no más humilde diste que honesto,
en quien los cielos contemplar desean:
70como terrero puesto,
los brazos presos, de los ojos ciego,
a cien flechas estoy que me rodean,
que en herirme se emplean.
Siento el dolor, mas no veo la mano,
75ni me es dado el huir ni el escudarme.
Quiera tu soberano
Hijo, Madre de amor, por ti librarme.
     Virgen, lucero amado,
en mar tempestuosa clara guía,
80a cuyo santo rayo calla el viento:
mil olas a porfía
hunden en el abismo un desarmado
leño de vela y remo, que sin tiento
el húmedo elemento
85corre; la noche carga, el aire truena;
ya por el suelo va, ya el cielo toca,
gime la rota antena;
socorre antes que embista en dura roca.
     Virgen, no inficionada
90de la común mancilla y mal primero,
que al humano linaje contamina:
bien sabes que en ti espero
desde mi tierna edad; y si malvada
fuerza que me venció ha hecho indina
95de tu guarda divina
mi vida pecadora, tu clemencia
tanto mostrará más su bien crecido,
cuanto es más la dolencia,
y yo merezco menos ser valido.
100     Virgen, el dolor fiero
añuda ya la lengua, y no consiente
que publique la voz cuanto desea;
mas oye tú al doliente
ánimo que continuo a ti vocea.

Lib I -- 22 --

A don Pedro Portacarrero

      La cana y alta cumbre
de Ilíberi, clarísimo Carrero,
contiene en sí tu lumbre
ya casi un siglo entero,
5y mucho en demasía
detiene nuestro gozo y alegría.
     Los gozos que el deseo
figura ya en tu vuelta y determina,
a do vendrá el Lyéo,
10y de la Cabalina
fuente la moradora,
y Apolo con la cítara cantora.
     Bien eres generoso
pimpollo de ilustrísimos mayores;
15mas esto, aunque glorioso,
son TITulos menores,
que tú, por ti venciendo,
a par de las estrellas vas luciendo.
     Y juntas en tu pecho
20una suma de bienes peregrinos,
por donde con derecho
nos colmas de divinos
gozos con tu presencia,
y de cuidados tristes con tu ausencia.
25     Porque te ha salteado
en medio de la paz la cruda guerra,
que agora el Marte airado
despierta en la alta sierra,
lanzando rabia y sañas
30en las infieles bárbaras entrañas.
     Do mete a sangre y fuego
mil pueblos el morisco descreído,
a quien ya perdón ciego
hubimos concedido,
35a quien en santo baño
teñimos para nuestro mayor daño.
     Para que el nombre amigo
-¡ay, piedad crÜel! -desconociese
el ánimo enemigo,
40y así más ofendiese;
mas tal es la fortuna,
que no sabe durar en cosa alguna.
     Ansí la luz que agora
serena relucía, con nublados
45veréis negra a deshora,
y los vientos alados
amontonando luego
nubes, lluvias, horrores, trueno y fuego.
     Mas tú aquí solamente
50temes al claro Alfonso, que inducido
de la virtud ardiente
del pecho no vencido,
por lo más peligroso
se lanza discurriendo victorioso;
55     como en la ardiente arena
el líbico león las cabras sigue;
las haces desordena,
y rompe y las persigue
armado relumbrando,
60la vida por la gloria aventurando.
     Testigo es la fragosa
Poqueira, cuando él solo y traspasado
con flecha ponzoñosa
sostuvo denodado,
65y convirtió en huida
mil banderas de gente descreída.
     Mas, sobre todo, cuando
los dientes de la muerte agudos fiera
apenas declinando,
70alzó nueva bandera,
mostró bien claramente
de valor no vencible lo excelente.
     él, pues, relumbre claro
sobre sus claros padres; mas tú en tanto,
75dechado de bien raro,
abraza el ocio santo;
que mucho son mejores
los frutos de la paz y muy mayores.

Lib I -- 23 --

Al salir de la cárcel

     Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
5de aqueste mundo malvado,
y con pobre mesa y casa
en el campo deleitoso,
con sólo Dios se compasa,

y a solas su vida pasa
10ni envidiado ni envidioso.

Libro segundo -- Imitaciones --

Imitación de diversos

      Vuestra tirana exención,
y ese vuestro cuello erguido
estoy cierto que Cupido
pondrá en dura sujeción.
5Vivid esquiva y exenta,
que, a mi cuenta,
vos serviréis al amor,
cuando de vuestro dolor
ninguno quiera hacer cuenta.
10     Cuando la dorada cumbre
fuere de nieve esparcida,
y las dos luces de vida
recogieren ya su lumbre;
cuando la ruga enojosa
15en la hermosa
frente y cara se mostrare,
y el tiempo, que vuela, helare
esa fresca y linda rosa.
     Cuando os viéredes perdida,
20os perderéis por querer,
sentiréis que es padecer
querer y no ser querida.
Diréis con dolor, señora,
cada hora:
25«¡Quién tuviera, ay, sin ventura,
o agora aquella hermosura
o antes el amor de agora!».
     A mil gentes que agraviadas
tenéis con vuestra porfía,
30dejaréis en aquel día
alegres y bien vengadas;
y por mil partes volando,
publicando
el Amor irá este cuento,
35para aviso y escarmiento
de quien no sigue su bando.
     ¡Ay, por Dios, señora bella,
mirad por vos, mientras dura
esa flor graciosa y pura,
40que el no gozalla es perdella!
Y pues no menos discreta
y perfeta
sois que bella y desdeñosa,
mirad que ninguna cosa
45hay que a Amor no esté sujeta.
     El amor gobierna el cielo
con ley dulce eternamente,
¿:y pensáis vos ser valiente
contra él acá en el suelo?
50Da movimiento y viveza
a la belleza
el Amor, y es dulce vida;
y la suerte más valida,
sin él es pobre tristeza.
55     ¿:Qué vale el beber en oro,
el vestir seda y brocado,
el techo rico labrado,
y los montes del tesoro?
¿:Y qué vale, si a derecho
60os da pecho
el mundo todo y adora,
si, a la fin, dormís, señora,
en el solo y frío lecho?

Lib II -- Imitación del Petrarca --

     Mi trabajoso día
hacia la tarde un poco declinaba,
y libre ya del grave mal pasado
las fuerzas recogía,
5cuando, sin entender quién me llamaba,
a la entrada me hallé de un verde prado
de flores mil sembrado,
obra do se extremó naturaleza.
El suave olor, la no vista belleza
10me convidó a poner allí mi asiento.
¡Ay, triste, que al momento
la flor quedó marchita
y mi gozo tornó en pena infinita!
    De labor peregrina
15una casa real vi, cual labrada
ninguna fue jamás por sabio moro:
el muro plata fina,
de perlas y rubís era la entrada,
la torre de marfil, el techo de oro;
20riquísimo tesoro
por las claras ventanas descubría;
y dentro una dulcísima armonía,
sonaba, que me puso en esperanza
de eterna bienandanza.
25Entré, que no debiera,
hallé por paraíso cárcel fiera.
     Cercada de frescura,
más clara que el cristal hallé una fuente
en un lugar secreto y deleitoso;
30de entre una peña dura
nacía, y murmurando dulcemente
con su correr hacía el campo hermoso.
Yo, todo deseoso,
lánceme por beber, ¡ay, triste y ciego,
35bebí por agua fresca ardiente fuego!
Y por mayor dolor el cristalino
curso mudó el camino,
que es causa que muriendo
agora viva en sed y pena ardiendo.
40     De blanco y colorado
una paloma, y de oro matizada,
la más bella y más blanca que se vido,
se vino mansa al lado,
cual una de las dos por quien guiada
45la rueda es de quien reina en Pafo y Gnido.
¡Ay, yo de amor vencido,
en el seno la puse, y al instante
en mi pecho lanzó el pico tajante
y me robó, cruel, el alma y vida!
50Y luego, convertida
en águila, alzó el vuelo;
quedé merced pidiendo yo en el suelo.
     Al fin, vi una doncella
con semblante real de gracia lleno,
55de amor rico tesoro y de hermosura;
puesto delante della,
humilde le ofrecí, abierto el seno,
mi corazón y vida con fe pura.
¡Ay, cuan poco el bien dura!
60alegre lo tomó, y dejó bañada
mi alma de dulzor; mas luego, airada,
de mí se retiró por tal manera,
como si no tuviera
en su poder mi suerte.
65¡Ay, dura vida! ¡Ay, perezosa muerte!
Canción, estas visiones
causan en mí encendida
ansia de fenecer tan triste vida.

Lib II -- Imitación de la oda IX de Horacio --

Non semper

      No siempre descendiendo
la lluvia de las nubes baña el suelo:
ni siempre está cubriendo
la tierra el torpe yelo,
5ni está la mar salada
siempre con tempestades alterada.
     Ni en la áspera montaña
los vientos de contino haciendo guerra
ejecutan su saña;
10ni siempre en la alta sierra,
desnuda la arboleda,
sin hoja, Nise, y sin verdor se queda.
     Mas tú continuamente
insistes en llorar a tu robada
15madre, con voz doliente;
y ni la luz dorada
del sol, cuando amanece,
mitiga tu dolor, ni si anochece.
     Pues no lloró al querido
20Antíloco sin fin el padre anciano,
que tres edades vido;
ni siempre en el troyano
suelo fue lamentado
el príncipe Troílo, en flor cortado.
25     Da fin a tus querellas,
y, vuelta al dulce canto que solías,
o canta mis centellas,
o tus duras porfías,
que convierten en ríos
30los siempre lagrimosos ojos míos.
     Di cómo me robaste
de en medio el tierno pecho, el alma y vida;
di cómo me dejaste,
nunca de mí ofendida,
35y cómo tú de ingrata
te precias, y de amar yo a quien me mata.
     Y cómo, aunque fallece
en mí ya la esperanza y alegría,
la fe viviendo crece
40más firme cada día;
y siendo el agraviado
perdón ante tus pies pido humillado.

Lib II -- Imitación de la oda XII, libro 2.°

Nolis

      El canto y lira mía
no dicen las escuadras, las francesas
banderas en Pavía
captivas, ni las armas cordobesas,
5ni el nuevo mundo hallado,
ni el mar con turca sangre hora bañado.
     Al son de trompa clara,
y con heroico verso a ti conviene,
Grial, cantar la rara
10virtud del de Vivar, que par no tiene,
o con más libre pluma
hacer de nuestros hechos rica suma.
     Mi musa no se emplee
más de en la ilustre Nise, en su hermosura
15que el sol igual no vee;
en la luz del mirar, y en la dulzura
de voz que cuando suena
alimpia de dolor el alma y pena.
    ¿:Por dicha habrá tesoro
20que a su rico cabello se compare,
aunque se junte el oro
que el indiano suelo engendra y pare,
y cuanta pedrería
Ormuz a Portugal y Persia envía?
25     ¿:Pues qué sentido os deja?,
¿:Qué libertad no roba cuando inclina
al beso, o falsa aleja
la boca hermosísima, y se indina
amando el ser forzada,
30y a veces ella os besa no rogada?

Lib II -- Del Bembo --

Oración

    Señor, aquel amor por quien forzado
muriendo de mi mal hiciste enmienda,
nos libre de tu ira, y nos defienda.
     Mira, Padre amoroso,
5cuánto es tenaz esta mundana liga,
y cómo el engañoso
contrario con mil lazos nos obliga,
y el dulce con que cubre su enemiga;
por donde, si acontece que nos prenda
10tu blanda piedad a esto atienda.
     ¿:Quién hay que no confiese,
Señor, que son sin fin nuestras maldades?
Mas si culpa no hubiese,
¿:a dó demostrarías tus piedades?,
15¿:en quién relucirían tus bondades?
Las cuales, porque el hombre las entienda,
no tomes a despecho que te ofenda.
     Tú, Padre, nos lanzaste
en este mar, y tú nos saca a puerto;
20y si ya nos amaste,
cuando el suelo te tuvo vivo y muerto,
ámanos también hora, y nuestro tuerto
a tu dulce perdón no ponga rienda,
mas siempre más copioso en nos descienda.

Lib II -- De Joan de la Cassa --

     Ardí, y no solamente la verdura
deste mi breve año, Amor, te he dado;
mas del maduro otoño una gran parte.
Pedía libertad, y hasme apretado
5como a preso que huye, con más dura
cadena, y no me vale ruego ni arte.
¡Ay triste! ¿:Habrá en el mundo alguna parte
segura, en cueva, en monte, en la mar honda,
abismo a do me esconda,
10y libre deste mal que tanto temo,
siquiera de mi vida en el extremo?
Con razón temo tu poder crecido,
que el corazón mil veces me has abierto,
sin hallar contra ti defensa en nada,
15más de con voz humilde y color muerto
confesarme a la clara por vencido.
Cualque región desierta y apartada
buscar quisiera agora que gastada
la fuerza siento y el cabello cano,
20por huir de tu mano,
que entre el fuerte escuadrón que tu bandera
sigue, un soldado flaco, ¿:qué honra espera?
Mas ¡ay triste! ¿:Dó iré? Que por do quiera,
o por la húmeda mar o seca arena
25tomado tiene el paso Amor primero;
do quiera el fuego luce, el arco suena,
y veo contra mí la punta fiera,
de cuyo golpe guarecer no espero,
que el blanco es cierto, el tirador certero.
30Mas ¿:que sirve si el tiempo ha ya secado
mi vigor, y agostado
como yerba, que al sol su fuerza pierde,
y sólo en mí el deseo queda verde?
Tiempo fue, cuando osé de amor vencido,
35delante alguna bella y desdeñosa
presentar mis querellas y tormento;
hallé una voluntad blanda, amorosa,
debajo del desdén, y convertido
mi dolor y mi pena fue en contento.
40Mas ¿:quién oirá de hoy más mi triste acento?
¿:Quién no condenará una edad cansada,
de nuevo enamorada?
La voz está ya ronca, y los sentidos,
como culebra al yelo, entorpecidos.
45Tórname aquel vigor que el tiempo avaro
robó veloz, y torna la viveza
que me alentaba, y tiñe este cabello
cual fue primero, porque en la corteza
el mal secreto no se muestre claro;
50y, si soy tuyo, haz que pueda sello,
que no huyo la guerra, antes en ello
el no poder me duele. Mas mi suerte
si no es ya para el fuerte
oficio tuyo, libertad te pido;
55yo viviré, serás tú bien servido.
El invierno y las nubes de mi vida
sólo te quito, Amor, y aqueste yelo
de tus llamas y ardor tan diferente.
No te debe pesar, si el débil vuelo
60convierto a mejor nido, pues seguida
ha sido ya de mí tan luengamente
tu vida amarga y dulce juntamente,
que justo es ya que sea libertado
un esclavo cansado
65siquiera a la vejez, y así es costumbre,
donde se usa nobleza y mansedumbre.
Mas pues amor ningún consejo quiere,
síguele adonde fuere,
breve canción, y ante mi bien presenta
70el contino dolor que me atormenta.

Lib II -- Sonetos --

Lib II -- Soneto I --

Amor casi de un vuelo me ha encumbrado
adonde no llegó ni el pensamiento;
mas toda esta grandeza de contento
me turba, y entristece este cuidado:
5que temo que no venga derrocado
al suelo por faltarle fundamento;
que en lo que breve sube en alto asiento,
suele desfallecer apresurado.
Mas luego me consuela y asegura
10el ver que soy, señora ilustre, obra
de vuestra sola gracia, y que en vos fío;
porque conservaréis vuestra hechura,
mis faltas supliréis con vuestra sobra,
y vuestro bien hará durable el mío.

Lib II -- Soneto II --

Alargo enfermo el paso y vuelvo, cuanto
alargo el paso, atrás el pensamiento;
no vuelvo, que antes siempre miro atento
la causa de mi gozo y de mi llanto.
5Allí estoy firme y quedo, mas en tanto
llevado del contrario movimiento
cual hace el extendido en el tormento,
padezco fiero mal, fiero quebranto.
En partes, pues, diversas dividida
10el alma, por huir tan cruda pena,
desea dar ya al suelo estos despojos.
Gime, suspira y llora dividida,
y en medio del llorar sólo esto suena:
«¿:Cuándo volveré, Nise, a ver tus ojos?».

Lib II -- Soneto III --

«Agora con la aurora se levanta
mi Luz; agora coge en rico nudo
el hermoso cabello; agora el crudo
pecho ciñe con oro, y la garganta.
5Agora vuelta al cielo, pura y santa,
las manos y ojos bellos alza, y pudo
dolerse agora de mi mal agudo;
agora incomparable tañe y canta».
Ansí digo y del dulce error llevado,
10presente ante mis ojos la imagino,
y lleno de humildad y amor la adoro.
Mas luego vuelve en sí el engañado
ánimo, y conociendo el desatino,
la rienda suelta largamente al lloro.

Lib II -- Soneto IV

¡Oh cortesía, oh dulce acogimiento!
¡Oh celestial saber, oh gracia pura!
¡Oh de valor dotado y de dulzura,
pecho real, honesto pensamiento!
5¡Oh luces, del amor querido asiento!
¡Oh boca donde vive la hermosura!
¡Oh habla suavísima, oh figura
angelical! ¡oh mano, oh sabio acento!
Quien tiene en solo vos atesorado
10su gozo y vida alegre y su consuelo,
su bienaventurada y rica suerte,
cuando de vos se viere desterrado,
¡ay!, ¿:qué le quedará sino recelo,
y noche y amargor y llanto y muerte?

Lib II -- Soneto V

Después que no descubren su lucero
mis ojos lagrimosos noche y día,
llevado del error, sin vela y guía,
navego por un mar amargo y fiero.
5El deseo, la ausencia, el carnicero
recelo, y de la ciega fantasía
las olas muy furiosas a porfía
me llegan al peligro postrimero.
Aquí una voz me dice: cobre aliento,
10señora, con la fe que me habéis dado,
y en mil y mil maneras repetido.
Mas ¿:cuánto de esto allá llevado ha el viento?
respondo; y a las olas entregado,
el puerto desespero, el hondo pido.

Lib II -- Egloga primera de Virgilio --

Títiro y Melibeo

MELIBEO
     Tú, Títiro, a la sombra descansando
de esta tendida haya, con la avena
el verso pastoril vas acordando.
     Nosotros, desterrados; tú, sin pena,
5cantas de tu pastora, alegre, ocioso,
y tu pastora el valle y monte suena.

TITIRO
     Pastor, este descanso tan dichoso
Dios me lo concedió, que reputado
será de mí por dios aquel piadoso,
10     y bañará con sangre su sagrado
altar muy muchas veces el cordero
tierno, de mis ganados degollado.
     Que por su beneficio soy vaquero,
y canto, como ves, pastorilmente
15
 MELIBEO
lo que me da contento y lo que quiero.
     No te envidio tu bien; mas grandemente
me maravillo haberte sucedido
en tanta turbación tan felizmente.
     Todos de nuestro patrio y dulce nido
20andamos alanzados; vesme agora
aquí cuál voy enfermo y dolorido,
     y guío mis cabrillas; y ésta que hora
en medio aquellos árboles parida,
¡ay! con lo que el rebaño se mejora,
25     dejó dos cabritillos, dolorida,
encima de una losa, fatigado,
de mí sobre los hombros es traída.
     ¡Ay triste! que este mal y crudo hado,
a nuestro entendimiento no estar ciego,
30mil veces nos estaba denunciado.
Los robles lo decían ya con fuego
tocados celestial, y lo decía
la siniestra corneja desde luego.
     Mas tú, si no te ofende mi porfía,
35declárame, pastor, abiertamente
quién es aqueste dios de tu alegría.

TITIRO
     Pensaba, Melibeo, neciamente
pensaba yo que aquella que es llamada
Roma, no era en nada diferente
40     de aquesta villa nuestra acostumbrada,
adonde las más veces los pastores
llevamos ya la cría destetada.
     Ansí con los perrillos los mayores,
ansí con las ovejas los corderos,
45y con las cosas grandes las menores
     solía comparar; mas los primeros
lugares, con aquélla comparados,
son como dos extremos verdaderos,
     que son de Roma ansí sobrepujados,
50cual suelen del ciprés, alto y subido,
los bajos romerales ser sobrados.

 MELIBEO
Pues di: ¿:cuál fue la causa que, movido,
a Roma te llevó?

TITIRO
     Fue libertarme;
lo cual, aunque algo tarde, he conseguido,
55     que, al fin, la libertad quiso mirarme
después de luengo tiempo, y, ya sembrado
de canas la cabeza, pudo hallarme;
     después que Galatea me ha dejado,
y soy de la Amarilis prisionero,
60y vivo a su querer todo entregado.
     Que en cuanto duró aquel imperio fiero
en mí de Galatea, yo confieso
que ni curé de mí ni del dinero.
     Llevaba yo a la villa mucho queso;
65vendía al sacrificio algún cordero,
mas no volvía rico yo por eso.

MELIBEO
     ¡Y esto fue aquel semblante lastimero
que tanto en Galatea me espantaba!;
¡esto por que llamaba al cielo «fiero»!
70     ¡Esto por que tristísima dejaba
la fruta sin coger en su cercado,
pues Títiro, su bien, ausente estaba!
     Tú, Títiro, te habías ausentado,
los pinos y las fuentes te llamaban,

75 TITIRO
las yerbas y las flores deste prado.
     ¿:Qué pude? Que mil males me cercaban,
y allí para salir de servidumbre
los cielos más dispuestos se mostraban.
     Que allí vi, Melibeo, aquella cumbre,
80aquel divino mozo por quien uno
mi altar en cada mes enciende lumbre.
     Allí primero dél que de otro alguno
oí: «Paced, vaqueros, libremente,
paced como solía cada uno».

MELIBEO
85     Por manera que a ti perpetuamente
te queda tu heredad ¡oh bienhadado!
aunque pequeña, pero suficiente.
     Bastante para ti demasiado,
aunque de pedregal y de pantano
90lo más de toda ella está ocupado.
     No dañará el vecino grey mal sano
con males pegadizos tu rebaño,
ni hará que tu trabajo salga vano.
     No causará dolencia el pasto extraño
95en lo preñado dél, ni en lo parido
las yerbas extranjeras harán daño.
     Dichoso poseedor, aquí tendido
del fresco gozarás junto a la fuente
a la margen del río do has nacido.
100     Las abejas aquí continuamente,
deste cercado hartas de mil flores,
te adormirán sonando blandamente.
     Debajo la alta peña sus amores
el leñador aquí, cantando al viento,
105esparcirá, y la tórtola dolores.
     La tórtola en el olmo haciendo asiento
repetirá su queja, y tus queridas
palomas sonarán con ronco acento.

TITIRO
     Primero los venados las tendidas
110lagunas pacerán, y el mar primero
denegará a los peces sus manidas.
     Y beberá el germano y parto fiero
trocando sus lugares naturales
el Albi, aquéste, el Tigri, aquél ligero;
115     primero, pues, que aquellas celestiales
figuras de aquel mozo, de mi pecho
borradas, desparezcan las señales.

MELIBEO
     Nosotros pero iremos con despecho
unos a los sedientos africanos,
120otros a los de Scitia, campo estrecho,
     y otros a los montes y a los llanos
de la Creta, y del todo divididos
de nuestra redondez a los britanos.
     Después de muchos días ya corridos
125¡ay! si avendrá que viendo mis majadas,
las pobres chozas, los paternos nidos;
     después de muchas mieses ya pasadas,
si viéndolas diré maravillado:
¡Ay, tierras, ay dolor, mal empleadas!
130     ¿:Tan buenas posesiones un soldado
maldito, y tales mieses tendrá un fiero?
¡Ved para quién hubimos trabajado!
     Ved a cuán miserable y lastimero
estado a los cuitados ciudadanos
135condujo el obstinado pecho entero.
     Ve, pues, ¡oh, Melibeo!, y con tus manos
en orden pon las vides, y curioso
enjiere los perales y manzanos.
     Andad, ganado mío, ya dichoso;
140dichosas ya en un tiempo, id, cabras mías,
que ya no cual solía, alegre, ocioso,
     no estando ya tendido en las sombrías
cuevas os veré lejos ir paciendo,
colgadas por las peñas altas, frías.
145     No cantaré; ni yéndoos yo paciendo,
vosotras ni del cítiso florido,
ni del amargo sauce iréis cogiendo.

TITIRO
     Podrías esta noche aquí tendido
en blanda y verde hoja dar reposo
150al cuerpo flaco, al ánimo afligido.
     Y cenaremos bien, que estoy copioso
de maduras manzanas, de castañas
enjertas, y de queso muy sabroso.
     Y ya las sombras caen de las montañas
155más largas, y convidan al sosiego;
y ya de las aldeas y cabañas
despide por los techos humo el fuego.

Lib II -- Egloga II --

Alexis

     En fuego Coridón, pastor, ardía
por el hermoso Alexi, que dulzura
era de su señor, y conocía
que toda su esperanza era locura.
5Solo, siempre que el sol amanecía,
entrando de unas hayas la espesura,
con los montes a solas razonaba,
y en rudo verso en vano así cantaba:
     «No curas de mi mal, ni das oído
10a mis querellas, crudo, lastimeras,
ni de misericordia algún sentido,
Alexi, en tus entrañas vive fieras.
Yo muero en viva llama consumido;
tú siempre en desamarme perseveras,
15ni sientes mi dolor, ni yo te agrado,
por donde me será el morir forzado.
     Busca el ganado agora lo sombrío,
y por las cambroneras espinosas
metidos los lagartos buscan frío,
20y Téstilis comidas provechosas
compone, a los que abrasa el seco estío,
con ajos y con yerbas olorosas:
conmigo por seguirte, solamente
resuena la cigarra al sol ardiente.
25     ¡Ay triste! ¿:Y no me hubiera mejor sido
las iras de Amarilis, los enojos
y su desdén soberbio haber sufrido,
y haber dado a Menalca mis despojos?
Bien que es Menalca un poco denegrido,
30bien que tú en color, blanco, hermoso en ojos;
mas no fíes en eso, que preciada
sobre la blanca rosa es la violada.
     Despréciasme arrogante, y no te curas
de mí, ni de saber cuánto poseo
35en queso y en ganado; las alturas
pazco con mil ovejas del Liceo;
en el estío, en las heladas duras,
de fresca leche falto no me veo;
y canto como el Anfíon ya cantaba
40las veces que sus vacas convocaba.
     Pues menos soy tan feo, que aun agora
estando el mar en calma he contemplado
mi rostro en la ribera, y si no mora
pasión en mí, con Dafni comparado,
45no temeré tu voz despreciadora,
ni temeré de ti ser condenado:
¡ansí no condenases las cabañas,
el apriscar, la caza, las montañas!
     El perseguir los ciervos temerosos
50con ponzoñosas flechas ¡ay! te agrade;
al pasto los cabritos deseosos
guiar con verde acebo no te enfade;
morar los montes yermos y fragosos,
a ti, ni la cabaña desagrade;
55que puesto entre las selvas y cantando
conmigo irás al dios Pan imitando.
     El Pan fue el que primero sabiamente
en la flauta diversas voces puso;
de grueso y de tamaño diferente,
60con cera muchas cañas Pan compuso.
Pan guarda las ovejas, Pan la gente
del campo; y no te pese hacer al uso
de la docta zampoña el labio bello,
que Amintas se perdía por sabello.
65     Tengo de siete voces bien formada
una sonora flauta que me diera
Dameta, ya muriendo, en la pasada
siega, y diciéndome desta manera:
-«Tú me sucede en ésta, que tocada
70por ti, te acordará de mí siquiera».
Dametas me la dio; quedó lloroso
Amintas, el tontillo, de invidioso.
     Tengo dos corzos que una oveja cría,
de pelo blanco a manchas variados;
75agótanle las tetas cada día,
y fueron con peligro mío hallados;
llevármelos la Téstilis porfía:
yo para ti los tengo muy guardados,
y al fin los llevará, pues en mis dones,
80despreciador, los ojos aun no pones.
     Ofrécente las ninfas oficiosas
sus canastillos de azucenas llenos;
coge para ti Naís, la blanca, rosas,
la viola, los lirios, los amenos
85acantos y amapolas olorosas,
flores de anís y los tomillos buenos,
y casia y otras mil yerbas divinas,
junto con el jazmín las clavelinas.
     Pues yo te cogeré manzanas bellas
90cubiertas de su flor, y las queridas
castañas de Amarilis, y con ellas
ciruelas que merecen ser cogidas.
Tú, mirto, y tú, laurel, iréis sobre ellas,
que juntos oléis bien. ¡Ay, tosco! ¿:Olvidas
95que Alexi de tus dones no hace caso,
y que, si a dones va, no es Yola escaso?
     ¿:Qué hice? ¡Ay, sin sentido! puesto he fuego
en el rosal amado; en la agua pura
lancé los jabalís; turbé el sosiego
100del líquido cristal. ¡Ay! la espesura
del bosque moró Apolo: ¿:qué huyes ciego?
Y el Paris en el bosque halló ventura.
Palas more sus techos suntuosos,
nosotros por los bosques deleitosos.
105     Por las montañas la leona fiera
al ya no osado lobo hambrienta sigue;
el lobo carnicero a la ligera
cabra, de día y noche la persigue;
en pos de la retama y cambronera
110la cabra golosísima prosigue;
yo en pos de ti ¡oh, Alexi! y de consuno
en pos de sus deleites cada uno.
     Su obra ya los bueyes fenecida,
y puesto sobre el yugo el lucio arado,
115se tornan, y la sombra ya extendida
de Febo, que se pone apresurado
huyendo, alarga el paso, y la crecida
llama, que me arde el pecho, no ha menguado
mas ¿:cómo menguará?, ¿:quién puso tasa?,
120¿:quién limitó con ley de amor la brasa?
     ¡Ay, Coridón! ¡Ay, triste! ¿:Y quién te ha hecho,
tan loco, que en tu mal embebecido
la vid aun no has podado? Vuelve al pecho;
recobra el varonil vigor perdido;
125haz algo necesario o de provecho,
de blando junco o mimbre algún tejido:
que si te huye aqueste desdeñoso,
no faltará otro Alexi más sabroso».

Lib II -- Egloga III --

Dametas, Menalcas, Palemón

MENALCAS
Dime, ¿:es de Melibeo este ganado?

 DAMETAS
No es sino de Egón, que el mismo Ego
agora me le había encomendado.

MENALCAS
¡Ovejas desdichadas! Hace entrego
5de sí mismo a Neera, preferido
porque yo no lo sea, y arda en fuego,
y fía su ganado de un perdido;
ordéñasle dos veces en un hora,
la madre dejas seca y desvalido
el hijo.

 DAMETAS
10Paso, amigo, que aun agora
nos acordamos quien... ya me entendistes,
y adónde, aunque la diosa que allí mora
con ojos lo miró no nada tristes,
y de través las cabras lo miraron.

15 MENALCAS
¡Mirad que habláis con hombre! ¿:Bien me oístes?
Sí, sí; en el mismo tiempo que me hallaron
cortando de Miconis las posturas
con mala podadera, y me prendaron.

DAMETAS
O cuando junto a aquellas espesuras
20el arco y la zampoña quebrantabas
de Dafni con entrañas, malo, duras;
en envidiosa rabia te abrasabas,
porque lo había el zagalejo dado,
y si no le dañaras, reventabas.

MENALCAS
25¿:Qué no osará quien puede, si un malvado
ladrón ansí se atreve? Di, atrevido,
¿:no fue por ti un cabrón a Damo hurtado,
y la Licisca al cielo alzó el ladrido?
Grité: «¿:Dó sale aquél? Títiro, mira»,
30 DAMETAStú en la juncada estabas escondido.
Cantando vencí a Damo. ¿:Quién me tira
cobrar lo que mi musa mereciera,
si Damo de lo puesto se retira?
Si no lo sabes, mío el cabrón era,
35y el mismo Damo serlo confesaba;
negábamelo no sé en qué manera.

MENALCAS
¿:Tú a él?, ¿:tú tocas flauta?, ¿:no sonaba
tu caramillo vil por los oteros,
y el verso miserable aún no igualaba?

DAMETAS
40¿:Pues quieres que probemos esos fieros?
Yo pongo esta becerra, que dos cría,
e hinche cada tarde dos lecheros.
Yo pongo, no rehúyas la porfía;
tú di lo que pondrás, y experimenta

45 MENALCAS
a dó llega tu musa, a dó la mía.
Del ganado no pongo, que doy cuenta
por horas a mi padre, y una dura
madrastra aun los cabritos también cuenta.
Mas, si adelante llevas tu locura,
50pondré lo que dirás que es más precioso:
dos vasos ricos de haya y bella hechura.
Labrolos Alcimedon ingenioso;
formó por la redonda entretejido
como de hiedra y vid un lazo hermoso.
55En el medio, de bulto está esculpido
el Conon, y aquel otro que pusiera
el mundo por sus partes repartido;
el que mostró la siega y sementera,
y del arar el tiempo conveniente.

60 DAMETAS
Nuevos los tengo en casa en su vasera.
Del mismo tengo dos extrañamente
hechos: las asas ciñe un verde acanto,
y en medio del relieve está eminente
Orfeo, y su montaña atenta al canto.
65Nunca los estrené; mas comparada
la vaca, los tus vasos no son tanto.

 MENALCAS
Saldré a cualquier partido, y si te agrada
será juez Palemón, que allí viene;
que yo enmudeceré tu voz osada.

DAMETAS
70A ello, que a mí nada me detiene;
mas para escarmentar aqueste osado,
que atiendas bien, Palemón, nos conviene.

PALEMON
Sobre esta yerba donde estoy sentado,
cantad, que agora el tiempo nos convida,
75que viste de verdura y flor el prado.
Agora el bosque cobra la perdida
hoja, y agora el año es más hermoso;
agora inspira el cielo gozo y vida.
Comienza tú, Dameta, y tú, gracioso
80Menalca, le responde alternamente,
que el responderse a veces es sabroso.

DAMETAS
De Júpiter diré primeramente,
que al cielo y a la tierra está vecino,
y escucha mi cantar atentamente.

MENALCAS
85Y a mí Febo me ama, y de contino
sus dones le presento, el colorado
jacinto y el laurel verde, divino.

DAMETAS
Traviesa, Galatea me ha tirado,
perdida por ser vista, una manzana,


90 MENALCAS
y luego entre los sauces se ha lanzado.
Mi dulce fuego, Amintas, de su gana
se viene a mi cabaña, conocido
más ya de mis mastines que Diana.

 DAMETAS
Ya tengo con qué hacer a mi querido
95amor gentil presente, porque veo
adonde dos palomas hacen nido.

MENALCAS
Conforme yo al poder y no al deseo,
diez cidras a mi bien he presentado,
y mañana otras diez darle deseo.

DAMETAS
100¡Oh, cuántas y qué cosas platicado
conmigo ha Galatea! ¡Oh, si el viento
algo dello a los dioses ha llevado!

MENALCAS
¿:Qué me sirve que, Amintas, mi contento
desees, si yo aguardo en la parada,

105 DAMETAS
y sigues tú del gamo el movimiento?
Envíame a la Filis, que es llegada
mi fiesta; y ven tú, Yola, cuando fuere
la vaca por mí a Ceres degollada.

MENALCAS
Amo la hermosa Filis que me quiere,
110y me dijo llorosa en la partida:
«Adiós, gentil zagal, si no te viere».

DAMETAS
El lobo es al ganado, y la avenida
a las mieses, al árbol, enemigo,
el viento, a mí Amarili embravecida.

MENALCAS
115Ama el sembrado el agua, sigue amigo
la rama el cabritillo destetado,
la madre el sáuz, yo a sólo Amintas sigo.

DAMETAS
Mi musa pastoril ha contentado
a Polio; apacentad con mano llena,

120 MENALCAS
Musas, una ternera a vuestro amado.
De versos tiene Polio rica vena:
un toro le criad que a cuerno hiera,
y con los pies esparza ya la arena.

DAMETAS
Quien, Polio, bien te quiere, lo que espera
125le venga, y de la encina dulces dones,
y amomo coja de la zarza fiera.

MENALCAS
Quien no aborrece a Bavio, los borrones
ame de Mevio y lea, y juntamente
las zorras junza, ordeñe los cabrones.

DAMETAS
130Los que robáis el prado floreciente
huid presto ligeros, que se esconde
debajo de la yerba la serpiente.

MENALCAS
Mirad por el ganado, que no ahonde
el paso, que la orilla es mal segura;
135 DAMETAS
¿:no veis cuál se mojó el carnero, y dónde?
No pazcas par del río; a la espesura
guía, Títiro, el hato, que a su hora
yo le bañaré todo en fuente pura.

MENALCAS
Las ovejas, zagal, recoge, que hora
140si las coge el calor, después en vano
se cansará la palma ordeñadora.

DAMETAS
¡Ay, en cuán buenos pastos, cuán mal sano
y flaco estás, mi toro, y al ganado
y al ganadero mata amor insano!

MENALCAS
145El mal de estos corderos no es causado
de amor, y tienen sólo hueso y cuero:
no sé cuál ojo malo os ha mirado.

DAMETAS
¿:Dime dónde -y tendrete por certero,
tendrete por Apolo- deste cielo

150 MENALCAS
apenas se descubre un codo entero?
Mas dime tú ¿:a dó produce el suelo
en las rosas escritos los reales
nombres, y goza a Filis sin recelo?

PALEMON
No es mío el sentenciar contiendas tales
155y tú mereces y éste la becerra,
y quien canta de amor los dulces males,
y quien prueba de amor la larga guerra.

Lib II -- Egloga IV --

Sicelides

     Un poco más alcemos nuestro canto,
Musa, que no conviene a todo oído
decir de las humildes ramas tanto.
     El campo no es de todos recibido,
5y si cantamos campo, el campo sea
que merezca del Cónsul ser oído.
     La postrimera edad de la Cumea,
y la doncella virgen ya es llegada,
y torna el reino de Saturno y Rea.
10     Los siglos tornan de la edad dorada;
de nuevo largos años nos envía
el cielo y nueva, gente en sí engendrada.
     Tú, Luna casta, llena de alegría
favorece, pues reina ya tu Apolo,
15al niño que nació en aqueste día.
     El hierro lanzará del mundo él solo,
y de un linaje de oro el más preciado
el uno poblará y el otro polo.
     En este vuestro, en este consulado,
20Polio, de nuestra edad gran hermosura,
tendrá principio el rico y alto hado.
     En él comenzarán con luz más pura
los bienhadados meses su carrera,
y el mal fenecerá, si alguno dura.
25     Lo que hay de la maldad nuestra primera
deshecho, quedarán ya los humanos
libres de miedo eterno, de ansia fiera.
     Mezclados con los dioses soberanos,
de vida gozarán, cual ellos, llena
30de bienes deleitosos y no vanos.
     Veralos, y verán su suerte buena
y del valor paterno rodeado
cuanto se extiende el mar, cuanto la arena,
     Con paz gobernará. Pues, niño amado,
35este primero don inculto y puro
el campo te presenta de su grado.
     Ya te presenta el campo el bien seguro
bácar, la verde yerba trepadora,
el lirio blanco, el trébol verde oscuro.
40     Y las ovejas mismas a su hora
de leche vienen llenas, sin recelo
de lobo, de león y de onza mora.
     Tus cunas brotan flores, como un velo
derraman sobre ti de blancas rosas,
45y no produce ya ponzoña el suelo,
     ni yerbas, ni serpientes venenosas;
antes sin diferencia ha producido
en todas partes yerbas provechosas.
     Pues cuando ya luciere en ti el sentido
50de la virtud, y fueres ya leyendo
los hechos de tu padre esclarecido,
     De suyo se irá al campo enrojeciendo
con fértiles espigas, y colgadas
las uvas en la zarza irán creciendo.
55     Los robles en las selvas apartadas
miel dulce manarán; mas todavía
habrá del mal antiguo sus pisadas.
     Habrá quien navegando noche y día
corte la honda mar, quien ponga muro
60contra el asalto fiero y batería;
     quien rompa arando el campo seco y duro
habrá otro Tifi, y Argo, otros nombrados
que huyan por la gloria el ocio escuro.
     Habrá otros desafíos aplazados,
65irá otra vez a Troya, conducido
de su virtud, Aquiles y sus hados.
     Mas ya cuando la firme edad crecido
te hiciere ser varón, el marinero
la mar pondrá y las naves en olvido.
70     El pino mercader rico y velero,
no ya de sus confines alejado,
lo propio trocará con lo extranjero.
     Que adondequiera todo será hallado
sin reja y sin esteva o podadera,
75sin que ande al yugo el toro el cuello atado.
     No mudará la lana su primera
color con artificios, enseñada
a demostrarse otra de lo que era.
     Porque en la oveja nace colorada
80con carmesí agradable, y con hermoso
rojo y con amarillo inficionada.
     El sandix, de sí mismo, en el vicioso
prado pacido, viste a los corderos
por hado no mudable ni dudoso.
85     Porque con voz concorde, y sus ligeros
husos las Parcas dicen volteando:
«¡Venid tales los siglos venideros!».
     Emprende, que ya el tiempo viene andando,
pimpollo, ¡oh, divinal obra del cielo!
90lo grande que a ti solo está esperando.
     Mira el redondo mundo, mira el suelo;
mira la mar tendida, el aire, y todo
ledo esperando el siglo de consuelo.
     ¡Oh, si el benigno hado de tal modo
95mis años alargase que pudiese
tus hechos celebrar y bien, del todo!
     Que si conmigo Orfeo contendiese,
y si cantando contendiese Lino,
aunque la madre y padre de éstos fuese
100     Calíope de Orfeo, y del divino
Lino el hermoso Apolo, no sería
mi canto que su canto menos dino.
     Ni el dios de Arcadia, Pan, me vencería;
y aunque fuese juez la Arcadia desto,
105la Arcadia en mi favor pronunciaría.
     Conoce, pues, con blando y dulce gesto,
¡oh, niño! ya a tu madre, que el preñado
por largos meses diez le fue molesto.
     Conócela; que a quien no han halagado
110sus padres con amor y abrazo estrecho,
ni a su mesa los dioses le han sentado,
ni le admiten las diosas a su lecho.

Lib II -- Egloga V --

Menalcas, Mopso

MENALCAS
Pues nos hallamos juntos, Mopso, agora
maestros, tú en tañer suavemente,
y yo en cantar con dulce voz sonora,
¿:por qué no nos sentamos juntamente
5debajo de estos córilos, mezclados
con estos olmos ordenadamente?

MOPSO
Tú eres el mayor; a ti son dados,
Menalca, los derechos de mandarme,
y a mí el obedecer a tus mandados.
10Y pues que ansí te place, aquí sentarme
a la sombra que el céfiro menea,
o quiero, y es mejor, allí llegarme
al canto de la cueva, que rodea,
cual ves, con sus racimos volteando

15 MENALCAS
silvestre vid que en torno la hermosea.
Conmigo mismo estoy imaginando,
que Aminta en nuestro campo es quien contigo
tan sólo competir puede cantando.

MOPSO
¿:Qué mucho es que compita aquél conmigo?

20 MENALCAS
Presumirá vencer al dios de Delo.
Mas di si hay algo nuevo, Mopso, amigo;
di del amor de Fili y desconsuelo,
o di en loor de Alcón, o de los fieros
de Codro; y de tu grey pierde el recelo.

25 MOPSO
Pierde, que habrá quien guarde los corderos.
Antes aquestos versos que he compuesto
quiero probar agora los primeros.
En la corteza escritos los he puesto
de un árbol, y su tono les he dado;
30 MENALCAS
y di compita Amintas después desto.
Cuanto es el blando sáuz sobrepujado
de la amarilla oliva, y el espliego
del rosal es vencido colorado;
tanta ventaja tú, si no estoy ciego,
35haces al mozo Amintas. Mas di agora,
que ya en la cueva estamos, di hora luego.

MOPSO
A Dafni, pastor, muerto con traidora
y muerte crudelísima, lloraban
toda la deidad que el agua mora.
40Testigos son los ríos cuál estaban,
cuando del miserable cuerpo asidos
los padres las estrellas acusaban.
No hubo por quien fuesen conducidos
los bueyes a beber aquellos días,
45ni fueron los ganados mantenidos.
Aun los leones mismos en sus frías
cuevas tu muerte, Dafni, haber llorado
dicen las selvas bravas y sombrías.
Que por tu mano, Dafni, el yugo atado
50al cuello va el león y tigre fiero.
Tú el enramar las lanzas has mostrado;
tú diste a Baco el culto placentero,
tú de tu campo todo y compañía
la hermosura fuiste y bien entero,
55ansí como del olmo es alegría
la vid, y de la vid son las colgadas
uvas, y de la grey el toro es guía;
cual hermosea el toro las vacadas,
como las mieses altas y abundosas
60adornan y enriquecen las aradas.
Y ansí luego que, crudas y envidiosas,
las Parcas te robaron, se partieron
Apolo y sus hermanas muy llorosas.
Palas y Febo el campo aborrecieron,
65y los sulcos que ya llevaban trigo,
de avena y grama estéril se cubrieron.
En vez de la violeta y del amigo
narciso, de sí mismo brota el suelo
espina, y cardo agudo y enemigo.
70Pues esparcid ya rosas, poned velo
a las fuentes de sombra, que servido
así quiere ser Dafni desde el cielo.
Y con dolor, pastores, y gemido,
un túmulo poned, y en el lloroso
75túmulo, aqueste verso esté esculpido:
Yo, Dafni, descansando aquí reposo,
 nombrado entre las selvas hasta el cielo,
de hermosa grey pastor muy más hermoso.

MENALCAS
Cuanto al cansado el sueño en verde suelo,
80cuanto el matar la sed en fresco río,
es causa de deleite y de consuelo,
no menos dulce ha sido al gusto mío
tu canto, y no tan sólo en la poesía,
mas en la voz, si yo no desvarío,
85igualas tu maestro y su armonía.
Dichoso, que por él serás tenido
fuera de toda duda y de porfía.
Mas por corresponder a lo que he oído,
en la forma y manera que pudiere,
90quiero poner mis versos en tu oído.
Al cielo encumbraré, cuanto en mí fuere,
a tu Dafni; diré a tu Dafni en canto,
que Dafni a mí también me quiso y quiere.

MOPSO
No hay don que a mi jÜicio valga tanto,
95y mereció en tus versos ser cantado,
y ya me los loaron con espanto.

MENALCAS
De blanca luz en torno rodeado
con nueva maravilla Dafni mira
el no antes visto cielo ni hollado;
100y puesto so sus plantas, viendo, admira
aquellos eternales resplandores,
y aparta la verdad de la mentira.
Allí, pues, de otras selvas y pastores
alegre y de otros campos goza y prados
105con otras Ninfas trata sus amores.
No temen allí el lobo los ganados,
ni las redes tendidas, ni el cubierto
lazo fabrica engaño a los venados.
Ama el descanso Dafni, y de concierto
110los montes y las peñas pregonando
dicen: «Menalca es dios, éste es dios, cierto».
Favorece, pues, bueno, prosperando
los tuyos y sus cosas amoroso,
los tuyos que tu nombre están cantando.
115Que en este valle agora y bosque umbroso
levanto cuatro aras, y dedico
a Dafni dos, y dos a Febo hermoso.
Y en ellas cada un año sacrifico
de leche dos lecheros apurada,
120y de olio vasos dos te santifico.
Y sobre todo en mesa embriagada,
abundante con vino y alegría,
a la sombra o al fuego colocada.
-A la sombra en verano, mas el día
125en que reinare el yelo, junto al fuego-
tu honor festejaremos a porfía.
Dametas y el Egón cantarán luego;
Alfeo imitará también, saltando
los sátiros con risa y dulce juego.
130Esto tendrás perpetuo, siempre cuando
el día de las Ninfas, cuando fuere
el día que los campos va purgando.
En cuanto por las cumbres ya paciere
del monte el jabalí; en cuanto amare
135el río, y en el agua el pez corriere,
y en cuanto de tomillo se apastare
la abeja, y ansimismo de rocío
la cigarra su pecho sustentare:
tanto tu fama y nombre yo confío
140irá más de contino floreciendo
al yelo siempre el mismo y al estío.
Como a Ceres y a Baco a ti ofreciendo
irán sus sacrificios los pastores,
y sus promesas tú también cumpliendo.

MOPSO
145¿:Qué dones no serán mucho menores
que los que a versos tales es debido,
tales que no es posible ser mejores?
Que a mí no me deleita ansí el sonido
del viento, que silbando se avecina,
150ni las costas heridas con rÜido,
las costas donde azota la marina,
ni el río sonoroso ansí me agrada,
que en valles pedregosos ya y camina.

MENALCAS
Primero, pues, por mí te será dada
155esta flauta, con que el Alexi hermoso
de mí, y la Galatea fue cantada.

MOPSO
Y tú toma este báculo ñudoso,
que Antino mereciendo ser amado,
nunca me le sacó, y es muy vistoso
160en ñudos, y con plomo bien chapado.

Lib II -- Egloga VI --

Prima Siracusio

      Primero con el verso siciliano
se quiso recrear la musa mía,
y no se desdeñó del trato humano
y pastoril vivienda mi Talía.
5Los reyes ya cantaba y Marte insano,
mas al oído Febo me decía:
«Conviénete, mi Títiro, primero
ser guarda de ganado y ser vaquero.
     Conviénele al pastor pacer ganado,
10y que la flauta y verso iguales sean».
Y pues contino, ¡oh, Varo! estás cercado
de tantos que de ti cantar desean,
y que en las tristes guerras su limado
ingenio de contino y verso emplean,
15yo quiero con el son de la pastora
zampoña concertar mi musa agora.
     Mandado soy, y si por caso alguno
algún aficionado me leyere,
de ti, Varo, mi avena, de ti uno,
20en cuanto el cielo en torno se volviera
el pino cantará, el lauro, el pruno,
y todo lo que el bosque produjere:
que no hay cosa que a Febo caiga en grado,
como la carta a do Varo es nombrado.
25     Digamos, pues, Piérides: un día
de Cromis y de Mnasilo, fue hallado
Sileno en una cueva, que yacía
en sueño, y más en vino sepultado;
las venas hinchadísimas tenía
30del vino que bebió el día pasado,
y la guirnalda por el suelo estaba,
mas el barril del asa le colgaba.
     Dieron sobre él los mozos, que burlados
del viejo muchas veces, se dolieron
35acerca de unos versos; y llegados
con su guirnalda misma le prendieron.
Egle llegando ayuda a los turbados,
Egle bella entre cuantas ninfas fueron;
y ya despierto, y viéndolo, la frente
40con moras le pintaron juntamente.
     Entonces él, riendo del engaño:
«¿:A qué fin proseguís en más atarme?
Baste el haber podido hacerme daño,
baste el haber podido aprisionarme;
45los versos que pedís luego os los taño;
podéis seguros, dice, desatarme;
los versos para vos, que a esa hermosa
yo la satisfaré con otra cosa».
     Y comenzó; y del canto la dulzura
50los sátiros movió, movió las fieras,
del roble y de la encina misma dura
las cimas menear a compás vieras;
no se alegró de Pindo más la altura
con Febo y con sus nuevas compañeras,
55ni el Ródope jamás admiró tanto,
ni el Ismaro de Orfeo el dulce canto.
     Cantaba en qué manera en el tendido
vacío descendiendo, derramadas
las menudas simientes, habían sido
60por acertado caso en sí ajuntadas;
de dó la tierra, el aire, el encendido
fuego, las aguas dulces y saladas
nacían de principio, y cuan de presto
el tierno mundo fuera así compuesto.
65     Y cómo comenzó a secarse el suelo,
y a su lugar la mar se retiraba,
y se figura todo; y cómo el cielo
con nuevo sol las tierras alumbraba:
ya toman las ligeras nubes vuelo,
70ya el agua en largos hilos abajaba
ya crece la floresta, y van por ella
los raros animales sin sabella.
     Después dice las piedras alanzadas
por Pirra, y de Saturno el reino de oro;
75las aves en el Cáucaso cebadas
en el sabio ladrón del gran tesoro,
y el Hila por las costas apartadas
buscado por demás con triste lloro,
la fuente do quedó, y la voz contina
80que hinche de ¡Hila!, ¡Hila! la marina.
     Y habla con Pasifae dichosa
si nunca o vaca o toro hubiera habido,
y dice en su consuelo: ¡Ay! ¿:Qué afrentosa
locura, ¡ay desdichada!, te ha venido?
85Jamás apeteció tan torpe cosa
la Preta, aunque bramó por el ejido,
y aunque temió a su cuello el duro arado,
y en su frente los cuernos ha buscado.
     ¡Ay, virgen desdichada! Tú, perdida
90andas por la montaña, y él, echado
debajo un negro roble, en la florida
yerba, reposa el bello y blanco lado,
y pace allí la yerba amortecida;
o por ventura sigue enamorado
95en medio la copiosa y gran vacada
alguna vaca hermosa que le agrada.
     «Cerrad, Ninfas, del bosque las salidas,
Ninfas de las florestas, cerrad luego;
si acaso encontraré con las queridas,
100con las vagas pisadas de mi fuego,
que, o las dehesas verdes y floridas
detienen, o por caso el amor ciego,
siguiendo, algunas vacas le han traído
al gortinio pesebre conocido».
105     Y canta en pos de aquesto la doncella,
de la rica manzana aficionada,
y viste de corteza amarga aquella
hermosa compañía lastimada,
que del fraterno caso se querella,
110y en álamos subidos transformada
y con raíz hondísima los planta,
y con ramas crecidas los levanta.
     Y canta cómo Galo en la ribera
de los ríos de Pérmeso hallado
115por una de las nueve hermanas fuera,
y cómo de la misma fue llevado
al monte de Parnaso, y la manera
que el apolíneo coro levantado
le hizo reverencia, y cómo Lino
120le dijo con acento y son divino.
     De flores coronado, le decía:
«Toma, que te da Euterpe, aquesta avena,
que antes dio al viejo Ascreo, que movía
los árboles las veces que la suena;
125con ella cantarás el alegría
de la gortinia selva y suerte buena,
porque no haya bosque ni floresta
de quien se precie Apolo más que desta».
     ¿:Qué servirá decir cómo cantada
130es la Scila, que a Niso fue traidora,
o la de quien se suena que, cercada
las ingles de fiereza ladradora,
de Ulises fatigó la noble armada,
y en el profundo piélago do mora,
135¡ay triste! los medrosos marineros
despedazó cruel con perros fieros?
     ¿:O cómo refería del Tereo
los miembros transformados, los manjares,
los dones, el convite crudo y feo,
140que le dio Filomela, los pesares
con que vengó su pena? Y dice arreo
las alas que la llevan por lugares
desiertos, con que vuela desdichada
sobre la que antes fuera su morada.
145     Y todo lo que a Febo ya cantando
el bienaventurado Eurota oído
había, y el oíllo continuando
lo habían sus laureles deprendido,
Sileno lo cantaba, y resonando
150los valles, a los cielos va el sonido;
hasta que ya la estrella apareciendo
del pasto las ovejas fue cogiendo.

Lib II -- Egloga VII --

Forte sub arguta

Melibeo, Coridón, Tirsi 

MELIBEO
Debajo un roble que, movido al viento
blando, hacía estruendo, el Dafni estaba,
y Tirsi y Coridón al mismo asiento
su hato cada uno amenazaba;
5el Tirsi conducía ovejas ciento,
cabras el Coridón apacentaba;
ambos zagales bellos, ambos diestros,
y en responder cantando muy maestros.
Allí fue, en cuanto encubro, defendiendo
10los mirtos del mal cierzo, desmandado
del hato un cabrón mío, y yo siguiendo
al Dafni vi, y dél visto fui llamado:
«Aquí ven, Melibeo, aquí corriendo,
-dice- que tu cabrón aquí ha parado
15y si te vaga un poco, aquí tendido
descansarás la priesa que has traído».
Aquí las vacas por el prado y eras
se vienen a beber; aquí florecen
del Mincio en verde hoja las riberas,
20y los enjambres suenan y adormecen.
¿:Mas quién diera recaudo a mis corderas,
que ni Filis ni Alcipe no parecen,
y estaban a cantar desafiados
el Tirsi, el Coridón, y muy trabados?
25Al fin aventajé su canto y ruego
a mi negocio propio, y comenzaron
el uno acometiendo, el otro luego
volviendo la respuesta, y porfiaron
gran pieza así en el dulce y docto juego,
30que a aquesta ley los mismos se obligaron.
El Coridón decía así cantando,
y el Tirsi así cantaba replicando.

CORIDON
Amadas Musas, inspiradme agora
de versos la feliz y docta vena,
35del Codro, que con el que en Delo mora,
cantando a las parejas casi suena;
o si para aquél solo se atesora
el primor todo de la docta avena,
colgada para siempre desde luego
40 TIRSIa aqueste pino mi zampoña entrego.
Este poeta que hora se levanta,
pastores los de Arcadia, coronado
de hiedra, levantad a gloria tanta,
que con envidia el Codro traspasado
45reviente, o si excediere en lo que canta,
el uno le ceñid y el otro lado;
con bácar le ceñid la docta frente,
no prenda en él la lengua maldiciente.

CORIDON
De un jabalí cerdoso te presenta
50esta cabeza el Títiro, ¡oh, Diana!
y estos ramosos cuernos, donde cuenta
el ciervo vividor su vida vana:
y si lo que en el alma representa
por medio de tu mano alcanza y gana,
55de mármol estarás, y con calzado
de tornasol teñido y de violado. TIRSI
Y tú de leche un vaso por ofrenda
de mí tendrás en cada un año cierto;
no es justo que el pequeño don te ofenda,
60pues guardas tú, Priapo, un pobre huerto:
de piedra eres agora, mas si enmienda
el año, de riqueza irás cubierto;
con oro lucirás si acrecentare
la nueva cría el año y mejorare.

CORIDON
65Nerine Galatea, más sabrosa
que el tomillo hibleo, y que el nevado
cisne más blanca mucho, y más hermosa
que el álamo de yedra rodeado;
si vive en tu sentido y si reposa
70de aqueste tu pastor algún cuidado,
vendrás con pie ligero a mi majada,
en tornando del pasto la vacada.

TIRSI
Y yo más que el asensio desabrido,
más áspero que zarza y vil te sea,
75más que las ovas viles; más huido
que el lobo es de la oveja yo me vea,
si no se me figura haber crecido
un siglo aquesta luz odiosa y fea.
Id hartos, id, novillos, a la estanza;

80 CORIDON
que ya es mala vergÜenza tal tardanza.
Fuentes, de verde musgo rodeadas,
y más que el blando sueño yerba amena,
y vos, ramas, que en torno levantadas
hacéis sombra a la pura y fresca vena,
85debajo de vosotras, allegadas,
sesteen las ovejas; que ya suena
el grillo, y la vid brota, y ya camina
viniendo el seco estío y se avecina.

TIRSI
Aquí hay hogar y fuego, aquí la llama
90con tea resinosa siempre dura;
aquí, si el blanco cierzo sopla y brama,
matiza con hollín el techo, escura;
aquí si el blanco cierzo sopla y brama
curamos dél, lo mismo que se cura
95de no robar el río su ribera,
o de guardar la grey el lobo entera.

CORIDON
Debajo de sus árboles caída
yace la fruta, y sobre la montaña
tuerce de su serbal al ramo asida
100la serba, y del castaño la castaña;
la copia por los campos extendida
el valle y monte todo en gozo baña;
mas si Alexis sus ojos relucientes
cubre, se secarán las mismas fuentes.

TIRSI
105Los campos están secos y agostados
por culpa del sereno aire, y muere
la yerba de sedienta en los collados;
tender su hoja ya la vid no quiere.
Serán aquestos daños remediados
110al punto que mi Filis pareciere:
ante ella su verdor cobrará el suelo,
y abajará con lluvia larga el cielo.

CORIDON
El álamo de Alcides es querido,
de Baco la vid sola es estimada,
115el mirto de la Venus siempre ha sido,
y en el laurel por Febo es Dafni amada;
el córilo es de Filis escogido,
del córilo la Filis pues se agrada;
al córilo conozcan por rey solo
120 TIRSIel mirto y el laurel del rojo Apolo.
Bellísimo en el bosque el fresno crece,
el pino es en los huertos hermosura,
el álamo en los ríos bien parece,
la haya de los montes el altura:
125mas cuando ante mis ojos aparece,
¡oh, Lícida divino! tu figura,
el pino de los huertos no es hermoso,
el fresno de los bosques no es vistoso.

Lib II -- Egloga VIII --

Damón y Alfesibeo

El dulce y docto contender cantando
de Alfeo y de Damón, que embebecida
la novilla admiró, casi olvidando
la yerba y el pacer, por quien perdida
5la presa tuvo el lince, y restañando
los ríos sosegaron su corrida;
digamos, pues, el canto y los amores
de Alfeo y de Damón, doctos pastores.
¡Oh, tú, que hora con remo victorioso
10o pasas el Timavo, o la vecina
costa! ¿:Si jamás día tan dichoso
veré, que me conceda con voz dina
cantar tu pecho, y brazo valeroso,
cantar tu verso y musa peregrina,
15a la cual sola dice justamente
la majestad del trágico elocuente?
De ti hizo principio, en ti fenece,
y todo mi cantar en ti se emplea;
recibe aquestos versos que te ofrece
20la voz que tu querer cumplir desea;
al vencedor laurel, que resplandece
en torno de tu frente y la hermosea,
consiente que, allegada y como asida,
aquesta yedra vaya entretejida.
25Apenas de la noche el velo frío
había el claro cielo desechado,
al tiempo que es dulcísimo el rocío
sobre las tiernas yerbas al ganado,
vertiendo de los ojos largo río,
30al tronco de un olivo recostado,
Damón tocó la flauta lastimero
y comenzó a cantar así el primero:

DAMON
«Procede ya, Lucero, ante el sol bello
en tanto que de Nise fementida,
35por vil amor trocado, me querello
y notifico al cielo mi herida
-bien que nunca hallé provecho en ello-
en esta hora postrera de mi vida;
y tú suena y conmigo el son levanta,
40zampoña, como en Ménalo se canta.
En Ménalo contino el bosque suena,
en Ménalo los pinos son cantores,
con la voz pastoril siempre resuena,
y siempre oye sus quejas, sus amores,
45y siempre oye los dioses, de la avena
dulcísima primeros inventores.
Pues suena ya y conmigo el son levanta,
zampoña, como en Ménalo se canta.
Casó Nise con Mopso; ¿:qué mixtura
50no templará el amor? El tigre fiero
pondrá con la paloma, y por ventura
en uno pacerán lobo y cordero.
Dispónete que tuya es la ventura;
¡sus, Mopso, que por ti sale el lucero!
55Y tú suena y conmigo el son levanta,
zampoña, como en Ménalo se canta.
Mas ¡qué bien empleada la que enfado
de todos, arrogante, burla hacías;
la que mi sobrecejo y mi cayado,
60mi barba y mi zampoña aborrecías;
la que de nuestras cosas el cuidado
ajeno de los dioses ser creías!
Pues suena ya y conmigo el son levanta,
zampoña, como en Ménalo se canta.
65Pequeña y con tu madre, y yo por guía,
te vi entre mis frutales hacer daño;
ya dende el suelo yo tocar podía
las ramas, y doblaba el sexto año.
Como te vi, te di, ¡ay!, la alma mía;
70llevome en pos de sí preso el engaño.
Y tú suena y conmigo el son levanta,
zampoña, como en Ménalo se canta.
Ya te conozco, Amor. Entre las breñas,
en fiero punto, en día temeroso,
75ni nuestro en sangre, ni con nuestras señas,
de duros Garamantes, del fragoso
Ródope procediste, y de las peñas
del Ismaro, do bate el mar furioso.
Y tú suena y conmigo el son levanta,
80zampoña, como en Ménalo se canta.
Por ti, crudo, tiñó la cruda mano
en sus hijos Medea ensangrentada;
mas ¿:cuál fue de los dos más inhumano,
o tú, malvado Amor, o tú, malvada?
85Tú fuiste siempre, Amor, un mal tirano;
tú fuiste una cruel desapiadada.
Y tú suena y conmigo el son levanta,
zampoña, como en Ménalo se canta.
Mas ya siquiera huya perseguido
90el lobo de la oveja, y sea arreo
del roble la azucena, y al sonido
del cisne se aventaje el cuervo feo,
y Títiro al Aríon preferido,
a Aríon sea en mar, en monte a Orfeo.
95Y tú suena y conmigo el son levanta,
zampoña, como en Ménalo se canta.
Y siquiera se anegue todo el mundo,
vivid, selvas, por tiempo prolongado;
que yo del alto risco al mar profundo
100venir me determino despeñado;
si no lo fue el primero, este segundo
servicio de ti, Nise, será amado.
¡Ay!, cesa ya, zampoña, y no levantes
el son ni como en Ménalo más cantes».
105Aquí dio fin Damón a su lamento,
y suspiró profunda y tiernamente;
tocó del grave mal el sentimiento
al monte, que responde en son doliente;
y luego, puesto en pie, con nuevo acento,
110sonando la zampoña dulcemente
Alfeo comenzó. Lo que ha cantado,
vos, Musas, lo decid, que a mí no es dado.

ALFEO
«Corona aqueste altar con venda y flores:
agua me da, y enciende la verbena,
115incienso macho enciende; en mis dolores
veré si hay fuerza alguna o arte buena;
veré si torno a Dafni a mis amores;
no falta sino el canto, canta y suena,
y di: Ve, mi conjuro, y la mar pasa
120y vuelve de la villa a Dafni a casa.
El canto y el conjuro es poderoso
a retraer la luna reluciente;
el rostro demudó Circe monstroso
con cantos del Ulises a la gente;
125de canto rodeada vigoroso
revienta por los prados la serpiente.
Ve presto, mi conjuro, y la mar pasa
y vuelve de la villa a Dafni a casa.
Tres cuerdas te rodeo lo primero,
130de su color cada una variada
imagen, y con pie diestro y ligero
acerca de este altar y ara sagrada,
traerte alrededor tres veces quiero,
que el número de tres al cielo agrada.
135Ve presto, mi conjuro, y la mar pasa
y vuelve de la villa a Dafni a casa.
Añuda ¡oh, Amarilis! con tres ñudos
cada uno de estos hilos colorados;
añuda ya, y no estén los labios mudos;
140di en cada ñudo destos por ti dados:
"ñudos de amor, estrechos, ciegos, crudos,
ñudos de amor doy firmes y añudados".
Ve presto, mi conjuro, y la mar pasa
y vuelve de la villa a Dafni a casa.
145Ansí como esta cera torna blanda,
ansí como este barro se endurece
y un mismo fuego en ambas cosas anda
y juntamente seca y enternece,
ansí tú, Amor, conmigo a Dafni ablanda,
150y para las demás le empedernece.
Ve presto, mi conjuro, y la mar pasa
y vuelve de la villa a Dafni a casa.
Esparce ese batido de harina,
de farro y sal mezclada en esa llama;
155al fuego aquel laurel verde avecina,
y encima dél el bálsamo derrama.
Dafni crudo me abrasa a mí mezquina,
yo quemo en su lugar aquesta rama.
Ve presto, mi conjuro, y la mar pasa
160y vuelve de la villa a Dafni a casa.
Cual la novilla de buscar cansada
su toro por los montes, junto al río
se tiende dolorida y olvidada
no huye de la noche ni del frío;
165ansí me busques, Dafni, ansí buscada
en pago del amor te dé desvío.
Ve presto, mi conjuro, y la mar pasa
y vuelve de la villa a Dafni a casa.
En los pasados años aquel ciego
170y desleal me diera estos despojos,
entonces caras prendas, dulce fuego,
agora crudos y ásperos abrojos;
aquestos, tierra, agora yo te entrego,
porque le restituyas a mis ojos.
175Ve presto, mi conjuro, y la mar pasa
y vuelve de la villa a Dafni a casa.
También estas ponzoñas producidas
en Ponto, porque el Ponto es fértil dellas,
de su lugar las mieses traducidas,
180y vuelto en lobo al Meris vi con ellas;
al Meris que las vidas fenecidas,
reduce a ver la luz de las estrellas.
Ve presto, mi conjuro, y la mar pasa
y vuelve de la villa a Dafni a casa.
185Esta ceniza coge y saca fuera;
adonde el agua corre ve a lanzalla;
por las espaldas la echa y ven ligera;
no mires, Amarilis, al echalla.
Con esto tentaré aquel alma fiera.
190Mas ¿:qué canto o qué dios podrá ablandalla?
Ve presto, mi conjuro, y la mar pasa
y vuelve de la villa Dafni a casa.
¿:No ves que las cenizas alzan llama
en cuanto me detengo? Por bien sea.
195¡Ay! Yo no sé quién es, que alguno llama,
que la perrilla en el portal vocea.
¿:Si viene por ventura, o si quien ama
soñando finge aquello que desea?
¡Ay! Pon a tu camino, pon ya tasa,
200conjuro, que mi Dafni es vuelto a casa».

Lib II -- Egloga IX --

Lícidas, Meris

LICIDAS
¿:A do, Meri, los pies te llevan hora?
¿:Por caso vas adonde va el camino?
¿:Por ventura a la villa vas tú agora?

MERIS
¡Oh, Lícida! Por nuestro mal destino
5habemos a ver vivos allegado
lo que en el pensamiento nunca vino.
A que nos diga un malo apoderado
de nuestras heredades, sin mesura:
«Id fuera, que esto todo a mí me es dado».
10Y ansí (¡que se le vuelva en desventura!)
le envío triste agora estos corderos,
pues todo lo trastorna la ventura.

LICIDAS
Oyera yo que desde los oteros
de do vienen cayendo los collados,
15hasta del agua y haya los linderos,
que todos estos pastos y sembrados
por medio de sus versos y poesía
fueron a tu Menalca conservados.

MERIS
Oiríaslo, que ansina se decía.
20Mas versos entre armas pueden tanto
como contra el león el ciervo haría.
Y si ya la corneja con su canto
a fenecer los pleitos como quiera
no me inclinara de contino tanto;
25Si desto ya avisado no estuviera
por cierto ten que agora ni este amigo
tuyo, ni mi Menalca vivo fuera.

LICIDAS
¡Ay! ¿:Cabe tal maldad ni en enemigo?
¡Ay! Casi nuestras fiestas acabadas,
30Menalca, y nuestros gozos ya contigo.
¿:Quién hiciera en las fuentes enramadas?
¿:Quién cantara a las Ninfas de contino?
¿:Quién sembrara con flores las majadas?
¿:O los versos que ayer con arte y tino
35a la Amaril hurté calladamente,
cuando conmigo a solazarse vino?
Títiro, en cuanto vuelvo prestamente
las cabras apacienta, y, en paciendo,
llévalas a la pura y fresca fuente.
40Llévalas, y al llevar ten cuenta yendo
no enojes al cabrón, porque, enojado,
hiere mal con el cuerno acometiendo.

MERIS
O lo que para Varo no acabado,
mas lleno de primor y de dulzura,
45cantaba deleitando monte y prado:
Los cisnes tu loor -si Mantua dura,
si Mantua de Cremona ¡ay! mal vecina-
cantando subirán en grande altura.

LICIDAS
Ansí huya tu enjambre de malina
50árbol; ansí las ubres tu vacada
con pasto bueno ensanche a la contina.
Di, si te acuerdas de algo, que me es dada
la flauta a mí también, y de mi canto
me dicen los pastores les agrada.
55Bien que no les doy fe, ni daré en cuanto
no merezco del Varo ser oído,
mas, como entre los cisnes, ánsar canto.

MERIS
En eso mismo estoy embebecido;
si pudiese tornallo a la memoria,
60que no merece ser puesto en olvido.
¿:Qué pasatiempo hallas, o qué gloria
en las ondas? ¡Oh! Aquí ven, Galatea,
a do de sus esmaltes hace historia;
a do el verano bello hermosea
65y pinta la ribera, pinta el prado,
y todo en derredor cuanto rodea.
Aquí el álamo blanco, levantado,
hace sombra a la cueva deleitosa,
aquí teje la vid verde sobrado;
70aquí hace la vid estanza umbrosa.
Aquí, pues, ven ya, y deja que en la arena
golpee a su placer la mar furiosa.

LICIDAS
¿:Y lo que yo te oyera una serena
noche? Que si los versos hora olvido,
75 MERISsu tono en mis orejas siempre suena.
Dafni, ¿:qué miras, todo convertido
a los antiguos signos? Que más bella
que otra más bella luz ha aparecido.
Mira cuál sale y sube la alta estrella
80de César, con la cual se goza el trigo,
y las uvas colora en la vid ella.
Enjiere con aquesta luz que digo,
enjiere, Dafni, los perales luego;
tus nietos cogerán el fruto amigo.
85Todo lo lleva el tiempo y aún el fuego,
y del gusto el sentir que yo solía
largos soles pasar en canto y juego.
Y agora ya gastada la alma mía,
en demás de mil versos que me olvido,
90aun la voz misma me huye y se desvía.
Primero de los lobos visto he sido;
mas cien veces aquesto todo arreo
te será de Menalca referido.

LICIDAS
Con achaques dilatas mi deseo,
95y el mar se calla agora sosegado,
y ni resuena el viento, según veo.
Sus murmullos los aires han echado,
y éste es el medio espacio; que aparece
a donde el Bianor está enterrado.
100Aquí sentados pues, si te parece,
cantemos; aquí asienta los corderos,
que en la villa estarás cuando anochece.
Y si temes algunos aguaceros
al venir de la noche, ansí cantando
105iremos más alegres y ligeros.
El camino el cantar irá aliviando,
y yo te aliviaré de aqueste peso,
porque cantemos yendo caminando.

MERIS
Pon, Lícida, ya fin a este proceso;
110hagamos lo que hacemos de presente,
que el tiempo y la sazón de todo eso
es cuando aquél tornare a estar presente.

Lib II -- Egloga X --

Extremum

      Este favor de ti que es ya el postrero,
me sea ¡oh, Aretusa! concedido.
De Galo algunos versos decir quiero,
mas versos que convengan al oído
5de la Lícoris, lazo estrecho y fiero,
en que padece preso el afligido;
que ¿:quién jamás con buena y justa excusa
a Galo negará su verso y musa?
     Concédeme, pues, Ninfa, alegremente
10esta merced debida y deseada,
ansí cuando huyendo tu corriente
debajo de la mar va apresurada,
la Doris no inficione osadamente
con su amargor tu agua delicada.
15Comienza ya, y digamos el cuidado
de Galo, mientras pace mi ganado.
     Los montes dan oído a nuestro canto
-que tienen y los montes sus oídos-,
y a cuanto les cantamos otro tanto
20al punto dellos somos respondidos.
Mas, náyades, ¿:qué selva amastes tanto?
¿:Qué bosque ansí ocupó vuestros sentidos,
cuando de amores Galo perecía,
pues ningún monte docto os detenía?
25     Que cierto es que ni el Pindo ni el Parnaso
de algún detenimiento causa os fueron,
ni el Aganipe aonia de Pegaso,
ni la Castalia fuente os detuvieron.
Y fue tan lastimero y duro el caso,
30que dél los insensibles se dolieron;
lloró el pino y lloró el laurel febeo,
y el Ménalo y las peñas del Liceo.
     Y las ovejas mismas lastimadas,
juntas con él estaban de contino;
35a ellas no les pesa ser guiadas
por ti, el mayor poeta y más divino;
no deben ser de ti menospreciadas,
ni juzgues que el ganado no te es dino,
pues fue del bello Adoni apacentado
40por prados y riberas el ganado.
     Y vino el ovejero; y vino luego
el porquerizo, y vino el gordo hinchado
Menalca de bellota: «¿:Y tanto fuego
y tanto amor de dónde?», han preguntado;
45y también vino Apolo, y dice: «Ruego
me digas, qué locura te ha tomado
Lícori, por quien, Galo, estás muriendo,
a otro por las nieves va siguiendo».
    Y vino el dios Silvano, y parecía
50que sacudiendo recio meneaba
los lirios y espadañas que traía,
que con la frente en torno coronaba;
y el dios de Arcadia, Pan, también venía
con rostro rubicundo que agradaba;
55por nuestros ojos mismos visto ha sido,
de negras moras y carmín teñido.
¿:Y cuándo has de dar fin a tu tormento?
Que de estas cosas, dice, Amor no cura;
que nunca amargo lloro y sentimiento
60hartaron del Amor la hambre dura,
ni se vio Amor de lágrimas contento,
ni cabra de pacer rama y verdura,
ni de flor las abejas, ni los prados
de en agua de contino andar bañados.
65él, sin embargo desto, doloroso
y triste respondió: «Vos, los pastores
de Arcadia, cantaréis con lastimoso
verso por vuestros montes mis dolores;
vosotros que en el canto artificioso
70sois únicos maestros y cantores.
Reposará mi alma -¡oh, en qué alegría!-
si canta vuestra voz la suerte mía.
     Y aún ¡oh, si de vosotros fuera yo uno,
o guarda de ganado o viñadero!;
75si amara a Fili, Aminta u otro alguno
-que si es moreno Aminta, no es tan fiero-
tendido so los sauces de consuno,
gozáramos en paz del bien postrero;
la Fili de guirnaldas me cercara,
80y Amintas con su canto me alegrara.
     Aquí prados había deleitosos;
aquí, Lícori, hallaras fuentes frías,
y aquí, si te agradara, en amorosos
deseos traspasáramos los días;
85mas ¡ay! que agora, Amor, por peligrosos
pasos llevas mis locas fantasías,
y entre las armas fieras y el bramido
de Marte tienes preso mi sentido.
     Y de la patria tú, y de mí alejada
90-mas nunca crea yo tal desventura-
sola y sin mí, la nieve alpina helada,
y ves del Rin la sierra helada y dura.
¡Ay!, no ofenda a tu carne delicada
el frío, o menoscabe tu hermosura;
95no corte de tu planta el cuero tierno
la escarcha rigurosa del invierno.
     Lo que en verso calcídico he compuesto,
poner quiero en la flauta siciliana,
y entre las selvas y alimañas puesto
100quiero pasar mi duelo y pena insana;
entallaré en los árboles aquesto,
y tu quebrada fe, Lícori, y vana,
ellos creciendo se harán mayores,
y creceréis con ellos, mis amores.
105     Y a veces con las Ninfas paseando
del Ménalo andaré por los oteros,
o si me diere gusto iré cazando
los tímidos venados y ligeros,
sin ser conmigo parte, ni lanzando
110o nieve el cielo o turbios aguaceros
serán de mí con perros rodeados
los valles del Partenio y los collados.
     Y se me representa ya y figura
que voy por los peñascos discurriendo;
115ya voy por la montaña espesa, escura,
ya encorvo el arco turco ya le extiendo;
¡ay! como si salud a mi locura
diese lo que ora triste voy diciendo,
o como si del mal del pecho humano
120supiese condolerse aquel tirano.
     Mas ya ni quiero ninfas ni cantares;
los versos no me placen, ni los quiero,
ni gusto por montañas ni lugares
ásperos perseguir al puerco fiero;
125las selvas no remedian mis pesares,
ni la cruel herida de que muero,
ni estudio mío, o pena o triste duelo
pueden mudar aquel que abrasa el suelo.
     No pueden, ni si en medio del invierno
130pusiese dentro el pecho el Ebro helado,
ni si cuando del olmo el cuero interno
se seca en los Guineos, su ganado
paciese cometido a mi gobierno,
y cuando el Sol en Cancro está encumbrado.
135Y pues vencido amor todo lo tiene,
rendírnosle de fuerza nos conviene».
     Esto me baste, Musa, haber cantado,
en cuanto un canastillo estoy tejiendo
al Galo, cuyo amor cual bien plantado
140álamo, en mí por horas va creciendo.
¡Alto! que ya a la sombra estar sentado
daña, y de enebro más la sombra siendo;
y aun a las mieses son las sombras frías.
¡Id hartas, que anochece, id, cabras mías!

Lib II -- De Virgilio --

Geórgica primera

     Lo que fecunda el campo, el conveniente
romper del duro suelo, el sazonado
juntar la vid al olmo, y juntamente
cómo se cura el buey, cómo el ganado,
5y de la escasa abeja diligente
su industria, y saber mucho no enseñado,
aquí, Mecenas claro, comenzando
por orden cada cosa iré cantando.
     ¡Oh, vos, lumbreras claras de la vida,
10que el año producís andando el cielo,
alma Ceres y Baco!, si en florida
espiga por don vuestro mudó el suelo
la primera bellota, y la bebida
con las halladas uvas perdió el yelo,
15y vos, dioses propicios del aldea,
venid, Faunos, a do mi voz desea.
     Venid, Faunos, venid, coro lucido
de Dríadas, pues vuestros dones canto:
y tú, Neptuno, a quien el campo herido
20con el grande tridente, con espanto
el caballo produjo, y del florido
bosque el cultivador; y de otro canto
de novillos pastor tres veces ciento,
que pacen de la Cea el grueso asiento.
25     Y tú, pastor de ovejas, Pan, dejados
tus bosques y tus valles de Liceo,
si son de ti tus Ménalos ya amados,
ven presto favorable aquí, ¡oh Tegeo!;
y tú, Minerva, ven, que a los collados
30la gruesa oliva hallando diste arreo;
y el mozo inventador del corvo arado,
y el del ciprés entero por cayado.
     Y vos, dioses y diosas igualmente,
cuantos tenéis por obra y por oficio
35la guarda de los campos, juntamente
aquellos que con vuestro beneficio
las mieses levantáis no sin simiente
y aquellos que enviáis del edificio
del cielo, para el bien de los sembrados,
40largos hilos de lluvia derramados.
     Y finalmente tú, de quien se duda
a cuál divinidad serás alzado,
o si de lo terreno que se muda
querrás y de tu Roma el gran cuidado,
45de arte que, colgada de tu ayuda,
la redondez te adore coronado
con el materno mirto frente y sienes,
señor del aire y campo y de sus bienes.
     O si fueres del mar por dios tenido,
50y a ti solo adorare el marinero,
y Tule lo postrer de lo sabido,
y diere por ti Teti el mar entero,
por ti para su yerno, o añadido
a los meses tardíos por lucero
55en el lugar que está desocupado,
entre Virgo y las Quelas asentado.
     Que, si lo miras, ya para tu asiento
los brazos encogió el Escorpio ardiente,
y más de la mitad con miramiento
60te deja de su silla reluciente;
pues, o te venga de esto más contento,
o seas el que fueres finalmente
-que no te esperará rey el infierno,
ni tú desearás tan mal gobierno,
65     aunque el Elísio campo Grecia admire,
y Proserpina huya demandada
volverse con su madre-, ansí que inspire
en mí tu deidad apiadada
del labrador que ignora por dó tire,
70y da favor a aquesta empresa osada.
Ven, pues, y desde luego acostumbrado
aprende como dios ser invocado.
     En el verano nuevo cuando el frío
humor en la alta sierra desatado
75desciende, convertido en largo río,
y el campo con el céfiro alentado
el seno afloja, que cerraba el frío,
al punto gima el buey con el arado
hincándolo, y la reja, desgastada
80con el arar relumbre como espada.
     Aquella mies sin duda corresponde
con lo que siempre el labrador desea,
que en dos tiempos el yelo en sí la esconde,
y en dos tiempos el sol la ve y recrea;
85sus frutos las paneras rompen, donde
se encierran; mas tu estudio y vela sea
antes de abrir con reja el nuevo suelo,
las mañas conocer el viento y cielo.
     Los vientos y los modos diferentes
90del aire y sus diversas calidades,
lo propio de las tierras, las simientes
qué huyen o a quién hacen amistades;
que aquí se dan los trigos, las ardientes
uvas mejor allí, las variedades
95de frutas hallan dicha en otra parte,
y lo que sin cultura nace y arte.
     ¿:No ves, por aventura, cómo envía
Cilicia su azafrán; el indio feo
nos da el rico marfil? ¿:Y cómo cría
100incienso el viciosísimo Sabeo;
los Cálibes dan hierro, y a porfía
el Ponto el venenoso castoreo;
y Epiro en dar las yeguas tiene gloria,
que en Elis se aventajan con victoria?
105    Que luego, en el principio, divididas,
la suya a su lugar, naturaleza
aquestas leyes puso, establecidas
con liga y ñudo eterno de firmeza;
luego cuando las piedras esparcidas
110lanzó Deucalión por la grandeza
del yermo suelo y tierra espaciosa,
de do los hombres nacen, dura cosa.
     Ansí que, como digo, el mes primero
del año el fuerte buey con el arado
115trastorne el fértil suelo, porque quiero
que cueza con su ardor el quebrantado
terrón el seco estío; y si es ligero
el campo, a la ligera sea tocado;
allí, porque no ahogue yerba el trigo,
120aquí, porque no espire el jugo amigo.
     También harás que a veces repartido
goce el segado campo de reposo,
y que por luengo espacio entorpecido
con moho se endurezca el perezoso;
125o sembrarás cebada allí, venido
su tiempo, de do en vaina sonoroso
o coges el legumbre, o fue arrancada
de do por ti la arveja delicada;
     o de donde sacaste del lupino
130triste la caña flaca vocinglera.
Mas quema, adonde nace, el campo el lino,
y la bañada en sueño dormidera
le quema, y las avenas. El contino
uso trocando, ansí pues se aligera,
135con tal que sin empacho ni recelo
hartes de estiércol grueso el flaco suelo.
     De estiércol y ceniza torpe, inmunda,
esparce largo el campo adelgazado,
que ansí y mudando esquilmo se fecunda
140la tierra; y no es ninguna del no arado
suelo la utilidad. A la infecunda
haza provecho a veces ha causado
quemarla, y que al rastrojo seco asido
corra abrasando el fuego y dé estallido.
145     O porque ansí se esfuerza ocultamente
y más se engruesa el campo, o porque luego,
quemado lo vicioso totalmente
perece, y suda el daño con el fuego;
o porque aquel ardor eficazmente
150descubre más caminos y lo ciego
relaja de los poros, por do venga
el jugo a lo sembrado y lo mantenga;
     o es porque endurece el fuego al suelo,
y aprieta más las venas desatadas,
155a que ni recios soles, ni del cielo
las lluvias muy menudas enviadas,
ni el cierzo penetrable, envuelto en yelo,
le abrase. Y mucho sirve a las aradas
quien rompe los terrones descuidados
160con puntas y con zarzos arrastrados.
     No mira al que esto hace del dorado
cielo la roja Ceres sin provecho,
ni menos al que el brazo atravesado
los lomos que alzó arando en el barbecho,
165los corta de través con el arado,
y al sesgo diligente y al derecho
la tierra sin cesar desasosiega,
y doma y trae sujeta ansí la vega.
     Húmidos equinocios, fríos serenos,
170labradores, pedid, que el polvoroso
yelo da ricos panes, hace amenos
prados; y si presume de abundoso
el suelo de la Frigia, y si sus llenos
campos admira el Gárgaro gozoso,
175desta sazón de tiempo más le viene,
que de cuanta cultura y labor tiene.
     ¿:Qué diré del que luego que ha esparcido
la simiente, prosigue, y del arena
flaca lo amontonado y mal asido
180deshace, y que después con larga vena
del agua que le sigue, el esparcido
campo baña; y lo mismo cuando pena,
y hierve el abrasado suelo ardiendo,
y sus yerbas que en él se van muriendo;
185     al punto de la altura recostada
abre camino el agua, que cayendo
hiere las lisas piedras, y encontrada,
ronco murmullo mueve, y templa yendo
la tierra abierta y seca de abrasada;
190y del que en yerba el vicio va paciendo
de las mieses, que igualan las aradas,
porque después no se echen de granadas?
     ¿:Del que el humor en lagos recogido
con bebedora arena lo destierra?
195El río, mayormente si salido
de madre, y largamente por la tierra
en los inciertos meses extendido,
con cieno que dejó la ocupa y cierra,
por do las anchas fosas llenas sudan
200con aguas que estantías no se mudan.
     Y no -dado que el hombre y buey a una
cultivando la tierra y trabajando,
hayan aquesto hecho- no es ninguna
la ofensa que el mal ánsar hace andando
205y las grullas de Tracia y la importuna
endibia los sembrados enredando
con sus amargas hebras, ni es beleño
las sombras a los panes muy pequeño.
     Que el mismo Padre eterno quiso en parte
210no fuese la labranza del barbecho
fácil, y fue el primero que con arte
los campos meneó, porque de hecho
el cuidado forzoso fuese parte
para aguzar el torpe humano pecho;
215no consintiendo que su monarquía
se entorpeciese con pereza fría.
     Porque ante de su reino por ninguno
el campo ni fue arado ni mollido,
ni el señalar con lindes cada uno
220su parte o el dividir fue permitido;
servían al común sin miedo alguno;
la tierra daba fruto no pedido,
él ansimismo puso mal veneno
a las serpientes negras en el seno.
225     él les mandó a los lobos que salteen;
al mar que se levante, y, sacudida,
quiso que miel las hojas no goteen;
y dél la luz del fuego fue escondida,
los vinos que corrían no se veen,
230que fue por él su vena reprimida,
para que imaginando el uso hiciese
las artes poco a poco y las puliese;
     y para que buscase el trigo arando,
y para que del seno el escondido
235fuego, a los pedernales golpeando,
sacase. Allí primero fue sentido
el barco de los ríos, y allí, cuando
redujo a cierta suma, y su apellido
compuso a cada estrella el marinero,
240Osas, Virgilias, Hiadas, Lucero.
     Y entonces se inventó el cazar las fieras
con lazos, y con ligas engañosas
el enredar las aves, y las fieras
selvas cercar con canes; las undosas
245mares con redes largas barrederas
el uno escudriñaba; y con ñudosas
mangas el otro hiriendo a su albedrío,
el hondo penetró del ancho río.
     Y entonces el rigor del hierro vino,
250y fue la cortadora sierra hallada,
que a fuerza de las cuñas cortó el pino,
fácil para el hender, la edad dorada.
Nacieron muchas artes, que el contino
trabajo pertinaz y la apretada
255falta, que en lo preciso no reposa,
todo lo sobrepuja poderosa.
     Ceres nos enseñó a romper la tierra
con hierro, cuando ya casi faltaba
bellota en el sagrado monte y sierra,
260y la comida Epiro nos negaba;
mas luego al pan le vino nueva guerra,
la niebla dañadora, que gastaba
la espiga, y el baldío y desechado
cardo, que se erizaba en el sembrado.
265     Ahóganse las mieses, sube y crece
selva desagradable, abrojo, espina,
y en lo que cultivado resplandece
reina la grama inútil, la malina
avena; y si tu mano desfallece
270en perseguir con rastro a la contina
el campo, y si no espantas con ruido
las aves, o con honda y estallido;
     si no estrechares tú con podadera
las sombras del umbroso y negro suelo;
275si en el otoño y en la primavera
con votos no pidieres agua al cielo,
en vano ¡ay! los montones de la era
ajena mirarás, y tu consuelo,
con que consolarás tu merecida
280hambre, será la encina sacudida.
     También nos convendrá que dicho quede
qué armas ha de usar el esforzado
rústico, sin las cuales no se puede
sembrar, ni mejorar lo ya sembrado.
285La reja es lo primero, y le sucede
el roble del muy grave y corvo arado,
la carreta de Ceres Eleusina,
que despacio volviéndose camina.
     Los trillos, las rastreras, los pesados
290rastros desigualmente, los tejidos
cestos, alhajas viles, los trabados
zarzos de rama y mimbre, los debidos
arneros al dios Baco, que ayuntados
con acuerdo tendrás y apercibidos
295de antes todos éstos, si la amada
gloria del fértil campo te es guardada.
     Con tiempo, allá en la selva, retorcido
con fuerza valentísima es domado
el olmo para cama, y constreñido
300recibe forma en sí de corvo arado;
de allí por ocho pies sale extendido
derecho ansí el timón, y a cada lado
su oreja y su dental, y de antemano
se corte al yugo el tejo bien liviano.
305     El tejo y la alta haya, y juntamente
la esteva se apareje, que plantada
detrás en el arado prestamente
vuelva las bajas ruedas; y colgada
la leña dura en el hogar caliente,
310allí será del humo examinada.
Y puédote decir otras mil cosas,
que los ancianos mandan provechosas.
     Mil cosas, si te place estar atento,
y tan menuda cuenta no es penosa:
315la era, lo primero, de cimiento
trastórnala, y con greda pegajosa
macízala después, y desde el centro
por toda alderredor con poderosa
y bien rolliza piedra ansí rodando,
320lo desigual del suelo irás quitando,
     porque no nazcan yerbas, ni, hendida,
el polvo en ella reine, ocasionada
a ser de mil cojijos ofendida,
que a veces hace en ella su morada
325y su troj el ratón, y su manida
el topo ciego pone allí cavada,
y el sapo allí se halla cada día,
y cuanta sabandija el suelo cría.
     Y a veces el gorgojo átala y gasta
330grande montón de trigo, y la hormiga
ensila mucho más de lo que basta,
temiendo la vejez pobre y mendiga;
que si tu diligencia no contrasta
mil daños amenazan a la espiga;
335y atenderás también, si te es gustoso,
adivinar lo estéril, lo abundoso.
     Atiende cuando en flor el almendrera
se viste por el campo, y de florida
las ramas encorvare; la panera,
340si el fruto viene a colmo, enriquecida
será por un igual, y grande era
verás con gran calor; mas, si caída
la flor, se fuere en hoja, muy menguadas
espigas trillarás, y mal granadas.
345     Y visto he yo que muchos sembradores
los granos medicinan, y primero
con alpechín los bañan, con licores
otros, para que el fruto más entero
hincha la falsa vaina, y los ardores
350del fuego, aunque pequeño, más ligero
los cuezan y enmollezcan, y aún he vido
el trigo desdecir muy escogido.
     He visto que después de gran cuidado
desdice poco a poco, si el humano
355velar en cada un año lo granado
no escoge y lo mejor con propia mano:
que ansí por ley en todo lo criado
decae y vuelve atrás el ser liviano,
y viene, empeorándole contino,
360a estado menos bueno y menos dino.
     No de otra forma y modo que acontece
al que con remo y fuerza apenas lleva
el barco el agua arriba, si enflaquece,
y si de cuanto puede no hace prueba,
365si acaso el brazo afloja y desfallece;
ya la raudal corriente se le lleva
y al punto en pos de sí arrebatado,
y como cuesta abajo despeñado.
     Y, allende de esto, importa el tener cuenta
370(tanto a nosotros como al marinero,
que el Ponto y que el estrecho Abido tienta
llevado por el mar ventoso y fiero
al patrio y dulce nido donde asienta)
con el Arcturo y con el Carretero,
375sus Cabras y su día y juntamente
con la Culebra austral resplandeciente.
     Cuando la Libra iguales horas diere
al sueño y a la vela, y justamente
la redondez por medio dividiere
380entre la noche y luz, el buey valiente
traed a la melena, y por do fuere
con mano, ¡oh, labradores! diligente
esparcid las cebadas, hasta cuando
lo crudo del invierno venga helando.
385     Y por el mismo modo es apropiado
tiempo para entregar el lino al suelo,
y de la dormidera el dedicado
grano a la santa Ceres sin recelo,
cuando está seco el campo, y el nublado
390alto y suspenso se anda por el cielo;
mas de las habas es la sementera,
cuando aparece ya la primavera,
     Y a ti también, alfalfa, los llovidos
sulcos te acogerán bien en su seno,
395y al mijo en cada un año a sus debidos
cuidados sazón viene y tiempo bueno,
cuando ya el blanco Toro con lucidos
cuernos del año nuevo, y del sereno
aire la puerta abriendo, se pusiere
400el Can contraria estrella, y le cediere.
     Empero si labrares para el trigo
las tierras, o si para las cebadas,
y fueres de los panes sólo amigo,
primero se te escondan las llamadas
405Virgilias, y primero como digo
se esconda la Corona, que entregadas
al sulco las simientes le confíes,
y al suelo sin sazón tu año fíes.
     Que muchos comenzaron, no caída
410la Maya, mas al fin la espiga vana
burló sus esperanzas. Si esparcida
la arveja, o vil faselo, o la gitana
lenteja fuere en precio de ti habida,
su tiempo te dirá, su sazón sana
415sus rayos el Bootes cobijando;
comienza, y llega al yelo ansí sembrando.
     Que por aqueste fin del sol dorado
la redondez del cielo dividida
con número medido y limitado,
420por doce claros signos es regida,
y en cinco zonas todo está cortado;
la una de las cuales encendida
la tiene de contino el sol presente,
y el fuego que la tuesta eternamente.
425     De aquesta alderredor, las dos postreras
por la siniestra y por la diestra mano
se extienden verdinegras, con las fieras
lluvias, con el rigor del yelo insano;
y entre éstas y la media van dos veras
430dadas por don, al hombre, soberano,
y en ambas al través hecho el camino
por do los signos andan de contino.
     Que cuanto se levanta el cielo alzado
encima los alcázares Rifeos,
435tanto se va sumiendo recostado
hacia el ábrego y Libia y los Guineos.
Aqueste quicio vemos ensalzado;
debajo de los pies aquellos feos
y hondos infernales; el Cerbero
440le ve, y del negro lago el mal barquero.
     Aquí va dando vueltas la Serpiente
grandísima, a manera de un gran río,
por entre las dos Osas reluciente;
las Osas que en el mar nunca el pie frío
445lanzaron; mas allí continamente
que es calma, dicen, todo y estantío,
en noche profundísima, espesando
lo escuro las tinieblas y engrosando.
     O dicen que la Aurora, despedida
450de aquí, les lleva el día, y al momento
que torna a descubrírsenos nacida,
y que de sus caballos el aliento
nos toca, de la tarde la lucida
estrella allí con presto movimiento
455sus luces les enciende. Por manera
que el cielo nos es seña verdadera.
     Es seña que nos dice sin engaño
del aire las mudanzas revoltoso,
la mies, la sementera, y cuándo el año
460concede dar el remo al mar undoso;
cuándo se puede al agua echar sin daño
la nave, y cuándo el pino poderoso
con su sazón debida viene a tierra,
cortado en la fragosa y alta sierra.
465     Ansí que no es sin fruto el tener cuenta
en ver si nace el signo, o si se pone,
y el año que con una y justa cuenta
de cuatro tiempos varios se compone.
Si fuere que la lluvia no consienta
470salir al labrador, no se perdone
de hacer mil cosas, que, la nube huida,
convienen y se hacen de corrida.
     Que el labrador la reja allí embotada
afila de su espacio, y cava el leño
475en barco; o si le place, a su manada
almagra, y el montón grande o pequeño
a cuenta le reduce; es aguzada
la horca de dos puntas; alza el dueño
el roto valladar; allí se apresta
480lo que la vid caediza tiene enhiesta.
     Entonces con los mimbres es tejido
el fácil canastillo; tuesta el fuego
entonces las espigas, y es molido
el grano con la piedra, y al sosiego
485santo el hacer también le es permitido
por ley algunas obras, porque el riego
no hay fiesta que lo vede, ni es vedado
cercar con valladares el sembrado.
     Ni menos el armar al ave engaño,
490ni el encender los cardos, ni el roñoso
ganado zabullir en fresco baño;
y a veces sobrepone al espacioso
asnillo el labrador, conforme al año,
aceite o vil manzana, y va y gozoso
495le torna del mercado a su morada
con pez o cualquier piedra aderezada.
     Y para el trabajar, también la luna,
a días, es feliz en su carrera;
huye su quinta luz, en quien a una
500Tesífone nacieron y Meguera,
y el Orco verdinegro y la Laguna;
y en tal día la tierra lanzó afuera
con parto abominable a Tifoeo,
a Jápeto, Porfirio, Reto y Ceo.
505     En tal día produjo infelizmente
a todos los hermanos conjurados
de dar asalto al cielo osadamente.
Tres veces procuraron levantados
sobreponer al Pelio el eminente
510Osa y Olimpo, y fueron derrocados
tres veces con el rayo soberano
los montes, que el furor alzaba en vano.
     Empero es felicísimo el seteno,
que al décimo sucede, en poner vides,
515en el domar los bueyes, y es muy bueno
para tejer lo urdido; y si partides
de vuestra casa, el propio es el noveno
aunque es malo a los hurtos y a sus lides.
Y a cosas es mejor la noche fría,
520o cuando al alba el suelo se rocía.
     De noche muy mejor la paja leve,
de noche mejor mucho el seco prado
se corta, que a las noches se les debe
un correoso humor; y desvelado
525a los candiles largos del sol breve
con hierro aguza alguno delicado
la tea, y su mujer, que también vela,
corre la lanzadera por la tela.
     Corre por el telar, y engaña el duro
530y luengo trabajar ansí cantando,
o cuece el dulce mosto al fuego puro,
el cobre hirviente a tiempos espumando;
mas el estío al trigo ya maduro
la hoz aguda aplica, y volteando
535en la espaciosa era, son trilladas
las mieses, del calor del sol tostadas.
     Ara cuando se puede arar, desnudo,
y siembra por el mismo modo y arte;
que el tiempo del invierno es como nudo,
540que ata al labrador la mano y arte;
que cuando reina el frío y yelo crudo,
los labradores por la mayor parte
gozan de lo allegado, y juntamente
a veces es convidan dulcemente.
545     Convídalos a ello el tiempo helado,
hecho para el regalo, y que del pecho
desata las congojas y cuidado;
como cuando con viento al fin derecho
entran el puerto dulce y deseado
550cargados los navíos de provecho;
alegres con laurel los marineros
coronan a los árboles veleros.
     Bien es verdad que es propio a la cosecha
del roble y del laurel y verde oliva,
555y del sangriento mirto, y que aprovecha
para enredar la grulla fugitiva,
para poner al ciervo en red estrecha,
seguir la liebre, herir la corza esquiva
con honda que estallide, en cuanto al suelo
560la nieve cubre, al río enfrena el yelo.
     ¿:Qué diré del otoño y su mudanza,
ya cuando van los días de corrida,
lo que se ha de velar en la labranza?
¿:Y cuando va el verano de vencida,
565y cuando por los campos la mies lanza
y eriza sus espigas conmovida,
y en las cañas los granos ya cuajados
de leche, se demuestran muy hinchados?
     Que he visto yo en la siega misma, y cuando
570llamaba el labrador los segadores,
de mil contrarios vientos batallando
venir las guerras todas y furores,
que de raíz las mieses arrancando
enteras, por los aires voladores
575subieron; y llevó la caña, el grano,
envuelta en torbellino el soplo insano.
     Y viene muchas veces desde el cielo
de agua innumerable un golpe fiero,
y las nubes derraman sobre el suelo,
580que el cierzo amontonara, un mar entero;
húndese el alto cielo, y lo que al yelo
y al sol labrara el buey, el aguacero
lo anega, y quedan llenos los fosados;
los ríos resonando van hinchados.
585     Crecen los hondos ríos; todo el llano
con olas hervorosas bulle, y luego
del nublo tenebroso la alta mano
lanza tronando rayos hechos fuego
con que la tierra tiembla, con que en vano
590las alimañas huyen, con que el ciego
y abatido pavor generalmente
los ánimos humilla de la gente.
     Mas él con tino ardiente, fervoroso,
o las Ceraunias puntas encumbradas,
595o el Ródope o el Ato montuoso
derrueca; y luego al punto, desplegadas
sus alas, se redobla furioso
el ábrego, y la lluvia, desatadas
las nubes, espesísima; al crecido
600viento la playa y bosques dan bramido.
     Pues con recelo desto pon cuidado
en advertir los meses, las estrellas,
los signos do se esconde el viejo helado,
y a do el Cilenio esparce sus centellas;
605mas sobre todo da lo situado
a las diosas y a Ceres, grande entre ellas,
a quien festejarás con larga mano,
fenecido el invierno, en el verano.
     En las primeras yerbas santo ofrece,
610cuando se viste el campo de hermosura;
entonces el cordero es gordo y crece,
al sueño baña entonces la dulzura;
entonces ya, cocido, se enmollece
el vino, y de la sombra la espesura
615entonce es agradable en la montaña,
entonces, pues, tu rústica compaña.
     Adore, pues, a Ceres lo aldeano,
y tú el panal le mezcla, y leche y vino,
y la dichosa hostia vaya a mano
620tres veces de las mieses el camino;
la gente le acompañe y como ufano
y llame ansí con voces de contino
a Ceres, y ninguno sea osado
la hoz meter primero en lo sembrado;
625     la hoz en las espigas, si primero,
de encina coronado, no dijere
a Ceres su cantar, y placentero
con saltos descompuestos la sirviere.
Y porque con indicio verdadero
630podamos conocer lo que viniere,
las lluvias, los calores, los estíos,
los vientos que producen yelo y fríos:
     el cielo estatuyó lo que la luna
nos dice, que por meses se renueva;
635qué signo aplaca el viento, y lo que una
y muchas veces visto es cierta prueba
para que el labrador por ley ninguna
de la cabana lueñe el hato mueva;
mas junto alrededor de su morada
640apaste receloso su manada.
     Que en yendo ya los vientos a alterarse,
las costas de los mares conmovidos
comienzan enojadas a hincharse,
y se oyen por las sierras estallidos;
645resuenan las riberas, que turbarse
empiezan, o se espesan los ruidos
del bosque y sus murmullos de hora en hora,
indicios de la fuerza movedora.
     Y apenas ya las ondas se contienen
650de hacer a los navíos guerra fiera,
cuando del mar sus cuervos prestos vienen
trayendo vocería a la ribera;
y cuando las cercetas se detienen
y espacian por lo seco, y la junquera
655y los sabidos lagos olvidando,
la garza sobre el nublo va volando.
     Y vemos muchas veces los cometas,
si vientos se aparejan, derrocarse
del cielo, y de sus llamas luengas vetas
660en pos de sí luciendo señalarse,
por las escuras noches y secretas,
y muchas revolando levantarse
las pajas y las hojas ya caídas,
y plumas sobre el agua andar movidas.
665     Mas si fulmina de do el Cierzo espira,
si truena donde el Euro vive y mora,
cuanto del prado y campo el cielo mira
anda nadando todo en breve hora;
y todo marinero en la mar tira
670las velas hechas agua y las mejora;
mas nunca por faltarles el aviso,
la lluvia al hombre ofende de improviso.
     Porque o la grulla luego alzando el vuelo
como el vapor del valle se levanta,
675le huye, o la becerra vuelta al cielo
atrae el aire a sí, o suena y canta
la rana en el charcal su antiguo duelo
o vuela y no se cansa ni quebranta
de andar cercando el laso a la contina
680mil veces la parlera golondrina.
     O saca del secreto de su techo
los huevos de ordinario la hormiga,
cursando su sendero angosto, estrecho;
y por beber las mares se fatiga
685el arco grande de colores hecho;
o el escuadrón de cuervos de la amiga
comida en grande número volviendo,
con las espesas alas hace estruendo.
     También del mar mil aves diferentes,
690y las que en torno de los asios prados
los lagos escudriñan diligentes,
los lagos del Caistro no salados
verás cómo a porfía hombros, frentes
se esparcen y rocían, y en los vados
695ya corren, ya se sumen, y ansí en vano
se estudian de bañar con juego ufano.
     Y la sagaz corneja también llama
la lluvia con voz llena, y se pasea
a solas por la arena; y por la llama
700del odio y vil candil, si centellea,
las siervas que, mandadas de su ama,
velan de noche e hilan su tarea,
conocen el llover, porque producen
las mechas unos hongos que relucen.
705     Y puedes con señales no menores,
llovido, colegir lo raso y puro;
que ni en los celestiales resplandores
se muestra la luz bota, el rayo oscuro,
ni menos en la luna, los tenores
710que siguen de su hermano rojo y puro,
ni andan por el aire derramadas
como unas lanas blancas y delgadas.
     Ni menos en el sol las alas tienden
los alciones de la Teti amados,
715ni los lechones con la boca entienden
en derramar los haces desatados;
mas antes a los valles se descienden,
y en ellos se recuestan rellanados
los húmedos vapores, y en el techo
720apenas abre la lechuza el pecho;
     apenas viendo que es el sol ya ido
canta, y el esmerjón se ve ensalzado
altísimo en el aire; y su debido
paga por el cabello colorado
725la Ciris, que o do quiera que del nido
cortando por el cielo va delgado,
la sigue el enemigo crudo y fiero
con grande estruendo y con volar ligero.
     Sigúela el esmerjón por donde quiera,
730y ella de la parte do él se avía,
con ala el aire líquido ligera
huyendo va cortando, y se desvía;
y sus voces los cuervos o tercera
o cuarta vez repiten a porfía,
735y a veces en los árboles alzados,
no sé con qué dulzura alborozados,
     alegres, más que suelen, travesean
consigo y con las hojas, con ruido;
y cuando ya las lluvias no gotean,
740gustan de reveer su dulce nido,
y sus pequeños hijos. No que sean
por esto más divinos en sentido,
ni, cuanto a lo que creo, que por hado
más cierto o más discurso les sea dado;
745     sino que cuando el tiempo variable,
y el movedizo humor su senda altera,
y el ábrego con soplo deleznable
lo ralo espesa, afloja lo que fuera
espeso; luego aviene que lo instable
750del ánimo se trueca en su manera
y siente agora el pecho un movimiento,
y otro si conduce lluvia el viento.
     De aquí vienen aquellos acordados
cantos que dan las aves gorjeando;
755el juego y el placer de los ganados,
los cuervos con los cuellos pompeando.
Mas si los soles miras presurados,
las lunas que los siguen rodeando,
ni el día venidero hará engaño,
760ni la serena noche burla y daño.
     La luna en el principio que su puro
ardor, que se le torna, va cogiendo,
si con oscuro cuerno el aire oscuro
cercare en sí, gran lluvia apercibiendo
765se va contra la mar y suelo duro;
mas si se colocare apareciendo,
es viento, porque al viento la dorada
luna se pone siempre colorada.
     Mas si en su cuarta luz -que siempre ha sido
770pronóstico la cuarta, verdadero-
con afilado cuerno y con lucido
saliere, aquel día todo entero,
y los demás por todo el mes cumplido
sin vientos lucirán, y el marinero
775dará sus votos, salvo en la ribera,
a Glauco, a Panopea, a Melicera.
     Y el sol, o cuando sale o cuando encierra
sus rayos en las ondas, da señales;
y el sol en sus señales nunca yerra,
780o salga por las puertas orientales,
o láncese debajo de la tierra,
y suban las estrellas celestiales:
que lo que señalare el sol divino,
certísimo sucede de contino.
785     Que si cuando en Oriente se mostrare,
con manchas esparciere su salida,
y nube en la mitad de sí encerrare,
su media redondez ansí escondida;
no dudes de la lluvia si tardare,
790que ya de golpe viene, y de corrida
el Noto, despeñándose furioso,
a hatos, mieses y árboles dañoso.
     Y si por entre el nublo espeso opuesto,
por partes diferentes descubriere,
795nacido el sol, sus rayos, o con gesto
la Aurora deslucido apareciere,
del lecho de Titón, de flor compuesto,
la hoja podrá mucho si pudiere
las uvas defender, según saltando
800con el granizo el techo irá sonando.
     Y aun es más de provecho el tener cuenta
con cuando el sol, pasada su carrera,
se parte ya del cielo, que presenta
entonces cada vez de su manera
805su rostro, como vemos; que, si alienta
la lluvia, es verdinegro; si la fiera
pujanza de los Euros, tiñe luego
su rostro de color de sangre y fuego;
     y si del claro rostro el ardor puro
810con manchas a mezclarse comenzare,
verás en un momento el aire escuro
hervir en lluvia y viento; y, si cerrare
la noche, no será nadie tan duro;
seralo el que en tal noche me rogare
815correr por la mar alta puesta en guerra,
desamarrar la nave de la tierra.
     Mas si y cuando el día el sol conduce,
y cuando nos esconde el que ha traído,
su redondez entera y pura luce,
820en vano el nublo entonce habrás temido;
del cierzo, que a pureza le reduce,
verás la selva y monte ser movido.
Da el sol ciertas señales, finalmente,
de todo lo que al campo es conveniente.
825     él te dirá lo que la luz tardía,
la estrella de la tarde te acarrea;
él te dirá qué piensa el mediodía,
el húmido africano qué desea,
las nubes de dó el viento, y dónde guía,
830él hace que se entienda y que se vea;
que ¿:quién será tan tonto y tan osado,
que diga que el sol burla o que es burlado?
     También el sol avisa a la contina
los ciegos movimientos que se ordenan
835las guerras que se emprenden, y adivina
los fraudes que en secreto se encadenan
del César en la muerte él mismo, indina
por quien ansí los hados nos condenan;
cubrió su luz, temieron los malvados
840siglos en noche eterna ser dejados.
     Aunque también entonces y las tierras,
y los tendidos mares señas dieron,
las aves importunas y las perras;
al Etna muchas veces todos vieron
845hervir y rebosar por campo y sierras,
rompidas las hornazas que tuvieron
los Cíclopes, y en bolas hecho el fuego
lanzar y piedras, hechas polvo luego.
     Sonó por todo el aire en Alemaña
850de armas temeroso y gran sonido;
tembló más de lo usado la montaña
de los fragosos Alpes, y fue oído
en los callados bosques son de extraña
figura, y ya de noche oscurecido,
855fantasmas fueron vistas matizadas
con formas y colores nunca usadas.
     Hablaron los salvajes animales
lo que no es de decir; el curso el río
detuvo; abriose el suelo en los umbrales
860sagrados; sudó el bronce, lloró el frío
marfil, y el Po, venciendo sus canales,
con avenida enorme y desvarío
las selvas trastornaba, y del ejido
las chozas y el ganado lleva asido.
865     Y siempre en aquel tiempo se hallaron
señales de amenaza en la asadura
que abría el sacrificio, y no cesaron
los pozos de manar en sangre pura,
ni las ciudades grandes se excusaron
870de oír aullar los lobos por la escura
noche, ni en luz serena el cielo y clara
tantos rayos jamás de sí lanzara;
     ni tantas veces nunca sé encendieron
los aires con cometas. Y así avino
875que vieron otra vez, los campos vieron
filipos los Romanos, que sin tino
escuadras contra escuadras concurrieron;
ni tuvo el crudo cielo por indino
que Ematia por dos veces ¡ay! bañada
880con nuestra sangre fuese así engrosada.
     Será que en algún tiempo, trastornando
la tierra el labrador con corvo arado,
los hierros de los dardos irá hallando,
el hierro del orín casi gastado;
885y en los vacíos yelmos arrastrando
encontrará con el ligón pesado,
y rotos los sepulcros, allí espesos,
con pasmo mirará los grandes huesos.
     Dioses, de nuestra patria propio amparo,
890dioses, que os traspasastes della al cielo,
y tú, Remo, y tú, Vesta, a quien es caro
el Tibre turbio y el romano suelo;
que al menos este mozo alto y raro
socorra aqueste siglo envuelto en duelo;
895no os pese, que ya asaz con muertes duras
penamos las troyanas falsas juras.
     Que veo que ya el cielo soberano
de ti nos tiene envidia, y se lamenta
que más te ocupes, César, con lo humano,
900do en fuero o desafuero ya no hay cuenta,
do yerve en guerras todo, do el insano
furor en tantas formas se presenta,
la esteva no se precia, los sembrados
se yerman de cultores despojados;
905     llevados los obreros, se ensilvecen;
las hoces se transforman en espadas,
los Partos de una parte se embravecen,
de otra las Germanias alteradas,
los pueblos que vecinos más parecen,
910guerrean ya sus ligas quebrantadas,
esparce por do quiera el Marte crudo
lo fiero, lo sangriento, lo sañudo;
     como cuando del puesto libre extiende
el paso por el campo la cuadrega,
915y cuanto se adelanta más se enciende,
y del correr las alas más desplega,
y en balde el cuadreguero tira, y tiende
las riendas, o le plega o no le plega,
llevado de los potros, de las ruedas,
920que sordas a los frenos no están quedas.

Lib II -- Libro segundo de las Geórgicas de Virgilio --

     Aquesto cuanto al campo y su cultura,
al tiempo y sus sazones dicho sea.
Agora de las vides la postura,
y de Baco mi voz cantar desea;
5de Baco y de otras ramas de frescura,
con que se viste el monte y se hermosea:
y de la verde oliva juntamente,
que crece perezosa y lentamente.
     Aquí ven ¡oh, Leneo!, aquí te aplica,
10pues aquí de tus dones todo es lleno:
que a ti florece el campo, y fructifica
del pampanoso otoño rico el seno,
y la vendimia en las tinajas rica
a ti hirviendo exprime vino bueno,
15y conmigo, y desnudos del calzado
los pies, tiñe en el mosto ansí pisado.
     Pues cuanto a lo primero, es diferente
en lo que es el nacer del arboleda,
su ley y condición; que sin simiente
20hay árboles que nacen, sin que pueda
preciarse de ello el hombre; y finalmente
se nacen de sí mismos, y no queda
ni monte do no crezcan, ni ladera
ni torcida corriente de ribera;
25     cual es el blando mimbre, la hiniesta,
el álamo y el sauce verde escuro,
escuro desta parte, y blanco desta;
hay otros de más tosco ingenio y duro;
no nacen sino de simiente puesta;
30ansí el castaño sube al aire puro,
la carrasca en los bosques señalada,
la encina de los Griegos consultada.
     De las raíces de otros pimpollece
un monte de renuevos casi entero:
35el olmo y el cerezo así parece;
y en bajo la gran sombra del primero
laurel, ansí el pequeño lauro crece:
esto es lo natural, lo que primero
natura estableció, lo con que cría
40las selvas y los montes cada día.
     Sin esto hay otros modos diferentes
del uso y del ingenio demostrados:
unos las ramas verdes y recientes
del cuerpo de sus madres desviados
45extienden por los sulcos; otras gentes
entierran los pimpollos trasplantados;
o plantan las estacas, con cabezas
agudas o hendidas, en sus piezas.
     Y árboles a las veces hay que miran
50forzados como en arcos en la tierra;
sus ramos vivos prenden, y se admiran
en ver cómo renacen; otro afierra
plantado sin raíces, y ansí tiran
seguros del suceso -que no yerra-
55los podadores las más altas ramas,
y danles en el suelo hondas camas.
     También -lo cual es grande maravilla-
los troncos degollados, brota afuera
oliva de cortada y seca astilla;
60y vemos muchas veces de lo que era
mudarse uno en otro, y en la silla
de la manzana injerta dulce pera;
y vestirse de sangre y rojo fino
la salvaje cereza en el endrino.
65     Pues, ea, ¡oh labradores!, poned mientes,
y conoced qué formas de cultura
serán a cada suerte convenientes,
traed a mansedumbre las posturas
salvajes con industria y diligentes;
70no duerman perezosas y seguras
las tierras; la vid reine en el esquivo
Ismaro, en el Taburno el verde olivo.
     Y tú también aspira, y juntamente
conmigo lleva al fin la comenzada
75labor, ¡oh, gloria mía! ¡oh, justamente
la parte de mi fama más preciada,
Mecenas!, y volando al mar patente,
corre el abierto mar con vela hinchada;
mas no pretendo yo en mis versos todo
80ponerlo, ni es posible en ningún modo.
     No, si me fuesen dadas lenguas ciento,
si cien voces, si voz de bronce duro;
pues ven, ya hacia la costa alienta el viento,
la tierra está en la mano; que no curo
85con versos de fingido fundamento,
con versos de rodeo luengo, escuro,
con exordios prolijos y pesados
fatigar tus sentidos ocupados.
     El árbol que a luz viene y se levanta
90de suyo, es el sin fruto; mas lozano,
y fresco y muy valiente se adelanta,
que el suelo le es conforme, propio y sano:
y el mismo si se injiere o se trasplanta,
lo montesino pierde y lo villano;
95y si en beneficiarlo perseveras,
ligero seguirá por donde quieras.
     Y por la misma forma se mejora,
traspuesto en campo abierto, lo nacido
estéril de hondo tronco; porque agora
100lo espeso de las hojas, lo tejido,
la sombra de la madre dañadora
lo tienen asombrado y revenido;
si quiere llevar fruto, se lo quitan;
si lleva, se lo queman y marchitan.
105     Mas si por caso el árbol de sembrada
semilla se levanta, es muy tardío;
dará sombra a los nietos, ya pasada
la cuarta descendencia, en el estío;
su fruta viene a menos, olvidada
110de su primero gusto y su natío;
la vid dará racimos desmenguados,
mesa de pajarillos desmandados.
     Es ello así, que al fin a toda suerte
de árboles se debe su cuidado,
115a todos su labranza, a todos fuerte
brazo, que los reduzca a ley de arado,
a todos mucha costa; mas se advierte
que acuden más conforme al deseado
de cepa las olivas, de sarmiento
120la vid; de firme estaca el mirto lento.
     De planta y de postura el avellano,
y el grande fresno nace, y la corona
de Alcides, árbol alto, verde y vano,
y el que del padre Epíreo se pregona;
125y el tronco de la palma soberano
a este nacimiento se aficiona,
y la derecha haya y muy subida,
a ver los casos de la mar crecida.
     Y en cuanto al injerir, el espinoso
130madroño sale habido de noguera;
y lleva en sí manzano poderoso
el plátano, que estéril por sí fuera;
la haya a la castaña da reposo;
y el roble con las flores de la pera
135blanquísimo encanece, y vemos rota
debajo de los olmos la bellota.
     Ni es uno solamente, ni sencillo
el modo del injerto y del escudo;
porque por do la yema en el ramillo
140se lanza y rompe el velo haciendo ñudo,
allí se hace un seno al arbolillo
ajeno, en que metido aprenda el rudo
en la corteza verde allí y jugosa
soldando, incorporarse en una cosa.
145     O con aguda cuña en los cortados
francos y lisos troncos hondamente
por lo macizo hiende, y encastados
los palos fructuosos brevemente,
dellos con ramos verdes y poblados
150un árbol grande sale a luz patente;
y admírase mirando el tronco lleno
de nuevas hojas, de no su fruto el seno.
     Y más allende de esto, de los fuertes
olmos, del sauce y loto y del Ideo
155ciprés, no hay un linaje ni unas suertes;
ni las olivas grasas sin arreo
de un mismo talle todas; que, si adviertes
hay luenga, hay ocal, hay las que creo
que llaman pausia oliva, a quien ninguna
160iguala en amargura de aceituna.
     Lo mismo en el manzano, en los frutales
de Alcínoo, en los limones acontece;
ni es una misma rama en los perales
la Sira y la que en Crústume florece,
165las grandes y pesadas verdinales;
ni la vendimia misma, que parece
estar de nuestros árboles colgada,
en Medina de Lesbo es vendimiada.
     Hay vid de Tasia, hay blanca vid gitana;
170aquésta es para el grueso, espeso suelo,
aquélla en el ligero más se ufana;
hay psitia, que entre todas alza el vuelo,
para el bastardo vino, hay la temprana;
hay la vestida de purpúreo velo;
175hay la doncel lageos, producida
para tener el pie y la lengua asida.
     Y a ti, rética uva, ¿:con qué canto
agora te diré? Mas si te empino,
no quiero que compitas tú por tanto
180con las bodegas del falerno vino;
hay vides amineas, firmes cuanto
serán ningunos vinos, que el más fino
licor de lidio monte, el de Candía,
les hace reverencia y cortesía.
185     Y la menor argés, con quien ninguna
competirá en ser larga en vino, en vida;
ni yo te callaré, ni a ti, vacuna,
en racimos hinchada y muy crecida;
ni a ti, agradable, rodia, más que alguna
190a los dioses, y al fin de la comida:
mas sus linajes y sus nombres dellos
no hay número que pueda comprendellos.
     No hay número cabal, ni importa nada
en número tenerlo reducido,
195que si quisiere alguno, o si le agrada
saberlo, es desear tener sabido
cuántas arenas turba en la espaciada
playa de Libia el céfiro movido;
o cuánta ola viene a la ribera,
200cuando el fiero Levante el mar altera.
     Y advierte que tampoco es cada tierra
buena para llevar toda arboleda;
que el roble estéril en fragosa sierra,
en la margen del río la sauceda;
205el chopo en el cenoso lago afierra;
al mirto la ribera es cosa leda,
y Baco los recuestos descombrados,
y los cierzos al tejo ama helados.
     Mira las tierras que en los fines doma,
210del mundo, el labrador, y las moradas
del árabe, do el sol naciente asoma,
las gentes gelonesas muy pintadas;
tierras que para sí cada una toma
árboles, por do son diferenciadas;
215el ébano da sólo el indio feo;
la rama del incienso es del sabeo.
     ¿:Pues para qué es decirte del madero,
de donde suda el bálsamo oloroso?
¿:Del fruto del acanto siempre entero
220en su verde vigor y siempre hermoso?
¿:Del bosque cano en lana, que el postrero
etíope cultivó artificioso?
¿:Y cómo el indio oriente en la arboleda
peina los blandos codos de la seda?
225     ¿:O las selvas que la India más vecina
al Océano cría, seno extremo
de todo lo poblado, a do se empina
tan alto la arboleda, que al supremo
cogollo de los árboles no atina
230enviada saeta con extremo
de arte ni de fuerza; y es muy hecha
aquella gente al arco y a la flecha?
     Lleva la Media el agrio zumo, el duro
sabor del feliz árbol, que ligero
235las veces que en el vaso amable y puro
la madrastra cruel con pecho fiero,
mezclando yerbas y no buen conjuro,
inficionó el sencillo bebedero,
viene más que otra cosa presto y bueno
240y lanza de las venas el veneno.
     Es de grandeza el árbol señalada,
y al lauro es por extremo parecido;
y si de sí no diera derramada
otra diversa olor, laurel nacido
245fuera; su hoja en sí tiene enclavada,
por más que sople el viento embravecido:
firme es su flor; con ella, el torpe aliento
cura el medo y el viejo de años ciento.
     Mas ni las selvas medas, rica tierra,
250ni el Ganges de hermosura rodeado,
ni el Hermo, turbio en oro, que en sí encierra,
puede ser con Italia comparado:
no el llano bactriano, ni la sierra,
no el indio de mil bienes abastado:
255ni toda la Panchaya y sus arenas,
de árboles y de incienso todas llenas.
     No trastornan en ella los terrones
toros, que por la boca espiran fuego;
ni con sembrados dientes de dragones,
260en astas y en almetes vueltos, luego,
se eriza la campaña de escuadrones;
mas por do quiera que el mirar desplego,
de mieses está llena, de viñedos,
de olivas verdes, de ganados ledos.
265     De aquí el guerrero potro cuellierguido
se muestra por el campo y verde prado;
de aquí las blancas greyes, o el crecido
toro, mayor ofrenda, en tu sagrado
río, Clitumno, todo zabullido,
270mil veces a los templos han guidado
de Roma los triunfos; y el verano,
o siempre dura o viene más temprano.
     Al año aquí dos veces los ganados
esquilman; y dos veces los frutales
275son útiles con fruta; aquí hallados
ni tigres son, ni fieros animales;
ni son entre las huertas engañados
con yerbas ponzoñosas y mortales
los tristes que las cogen, ni consiente
280que se enrosque o extienda la serpiente.
     Ayuntemos a esto el muy crecido
número de ciudades señaladas;
sus obras de trabajo no creído,
tantas villetas fuertes, torreadas
285en los tajados riscos, donde han sido
a fuerza de los brazos levantadas;
y junto a los antiguos altos muros
los ríos, que ya turbios van, ya puros.
     ¿:Qué contaré dos mares, el que baña
290lo alto de la Italia y el Tirreno?
¿:Los lagos que embellecen la campaña?
¿:Tú, Lari, de espacioso y ancho seno?
¿:Tú, Bénaco, que en olas, furia y saña
te ensalzas como un mar? ¿:O será bueno
295decir los puertos todos del Lucrino,
sus muelles contra el ímpetu marino?
     ¿:Sus muelles, y el enojo y los rumores
de onda rebatida aunque resuena
de lejos, y con voces no menores
300del agua Julia la admitida vena;
lanzándose por medio los licores
del lago Averno la canal Tirrena;
y sobre todo aquesto tanta mina
de oro, de metal, de plata fina?
305     De plata los arroyos, los metales
de cobre que en sus venas ha mostrado,
larga en mineros de oro, en minerales.
La misma ha producido y levantado
gentes de fama y de obras inmortales;
310gentes de firme pecho, denodado:
los marsos, y la juventud sabela,
y el Lígur, hecho al polvo y a la vela;
     el Lígur, y los volscos, siempre armados
de dardo y azagaya; y juntamente
315los Decios y los Marios, los preciados
Camilos; y en las armas el ardiente
valor de los Escipiones señalados;
y a ti, César, que ahora en el Oriente,
último de los límites romanos,
320alejas vencedor los indios vanos.
     ¡Oh, salve, de Saturno tierra amada!,
grande madre de mieses, de varones
tierra producidora, aventajada,
por tu respeto emprendo en mis renglones
325lo que enseñó y preció la edad pasada;
y del Ascreo cisne las canciones,
la sacra fuente osado descerrando,
por los romanos pueblos voy cantando.
     Agora es de decir la diferencia
330de tierras, el vigor de cada una;
lo que podrán llevar, la conveniencia
que algunos frutos tienen con alguna.
La tierra, pues, sin jugo en apariencia
de estéril, pedregosa, de ninguna
335o de espinosas matas; los collados
escasos, arcillosos y delgados;
     y la selva de Palas, vividera,
do gozan, y es señal que en ellos crece
gran copia de acebuche, y por do quiera
340la silvestre aceituna se parece
sembrada por el suelo. Mas la entera,
la gruesa, la que el dulce humor bastece,
el de espeso y jugoso y fértil seno,
el campo de copiosa yerba lleno,
345     cual vemos muchas veces ser los valles
sujetos a los montes, do caminan
arroyos de los riscos, que llevalles
útil grosura suelen; que se inclinan
al ábrego; que crían, sin sembralles,
350helechos que las rejas abominan:
éste, pues, te dará muy poderosas,
y en vino largas vides y abundosas.
     Aquéste es fértil de uva, aquéste en vino,
cual es el que en las anchas tazas de oro
355se vierte en el altar, cuando el divino
músico sopla ya el marfil sonoro,
y vuelve al sacrificio lo que es dino
en fuentes vaheando el sacro coro.
Mas si te aplicas más a los ganados
360de cabras -bien que abrasan los sembrados-,
     de ovejas y de vacas, al baldío
caminad de Tarento, el abastado;
o cual aquel florido campo mío,
que fue a la triste Mantua mal quitado,
365que pace blancos cisnes en el río,
que abunda en fuente pura, en verde prado;
y cuanto corta el diente en luengo día,
repara en breve noche el agua fría.
     La tierra negra casi, y que rompida
370en bajo el corvo arado, su grosura
te muestra, la que está como podrida
-que aquesto mismo arando se procura-
es tierra para mieses escogida:
de tierra no verás por aventura
375venir a tu morada perezosos
de bueyes tantos carros tan copiosos.
     O donde el labrador con mano airada
el campo desmontando, trujo al suelo
la selva muy antigua, ociosa, holgada;
380y de cuajo arrancó sin ningún duelo
las casas poseídas, la morada
antigua de las aves, que hacia el cielo
volaron dando cantos doloridos,
dejando sus amados, dulces nidos.

Lib II -- Odas de Horacio --

Libro primero, Oda primera --

Maecenas atavis

De claros reyes claro descendiente,
Mecenas, mi honra toda y grande amparo,
a unos les agrada la carrera
y polvo del Olimpo, y la columna
5con arte y con destreza no tocada
de la hervorosa rueda, y la victoria
noble, si la consiguen, con los dioses,
señores de la tierra, los iguala.
A otro, si a porfía el variable
10vulgo le sube a grandes dignidades;
a otro, si recoge en sus paneras
cuanto en las eras de áfrica se coge.
Con quien gusta del campo y su labranza
no será parte de Atalo el tesoro
15a menearle dél, y hacer que corra
la mar, hecho medroso navegante.
Mientras que al mercader le dura el miedo,
de cuando el vendaval conmueve guerra
al golfo icario, loa a boca llena
20los prados de su pueblo y el sosiego;
mas luego, a la pobreza no se haciendo,
se torna a rehacer la rota vela.
Algunos hay también a quien no pesa,
con el sabroso vino, ni de día
25sus ciertos ratos darse a buena vida;
a veces so la verde sombra puestos,
a veces a la pura y fresca fuente.
Ama los escuadrones el soldado,
y el son del atambor, y la pelea,
30de las que madres son tan maldecida.
El que la caza sigue, persevera
al yelo y a la nieve, descuidado
de su moza mujer, si acaso han visto
los perros algún corzo, o si ha rompido
35el bravo jabalí las puestas redes.
A mí la hiedra, premio y hermosura
de la gloriosa frente, me parece
una divinidad: el monte, el bosque,
el baile de las Ninfas, sus cantares
40me alejan de la gente, y más si sopla
Euterpe su clarín, y Polimnia
no deja de me dar la lesbia lira.
Y ansí, si tú en el número me pones
de los poetas líricos, al cielo
45que toco pensaré, con la cabeza.

Lib II -- La misma --

Maecenas atavis

      ¡Ilustre descendiente
de reyes, oh, mi dulce y grande amparo,
Mecenas!, verás gente,
a quien el polvoroso Olimpo es caro,
5y la señal cercada
de la rueda que vuela y no tocada;
     y la noble victoria
los pone con los dioses soberanos.
Otro tiene por gloria
10seguir del vulgo los favores vanos;
y otro, si recoge
cuanto en las eras de áfrica se coge.
     Aquel que en la labranza
sosiega de las tierras que ha heredado,
15aunque en otra balanza
le pongas del rey átalo el estado,
del mar Mirtoo dudoso
no será navegante temeroso.
     El miedo, mientras dura,
20del fiero vendaval al mercadante,
alaba la segura
vivienda del aldea, y al instante,
como no sabe hacerse
al ser pobre, en la mar torna a meterse.
25     Habrá también alguno,
que ni el banquete pierda, ni el buen día;
que hurta al importuno
negocio el cuerpo, y dase al alegría,
ya so el árbol florido,
30junto do el agua nace ya tendido.
     Los escuadrones ama,
y el son del atambor el que es guerrero,
y a la trompa que llama
al fiero acometer mueve el primero;
35la batalla le place,
que a las que madres son tanto desplace.
     El que la caza sigue,
al yelo está, de sí mismo olvidado;
si el perro fiel prosigue
40tras del medroso ciervo, o si ha dejado
la red despedazada
el jabalí cerdoso en la parada.
     La hiedra, premio dino
de la cabeza docta, a mí me lleva
45en pos su bien divino;
el bosque fresco, la repuesta cueva,
las ninfas, sus danzares,
me alejan de la gente y sus cantares.
     Euterpe no me niegue
50el soplo de su flauta, y Polimnia
la cítara me entregue
de Lesbo; que, si a tu juicio, es dina
de entrar en este cuento
mi voz, en las estrellas haré asiento.

Lib II -- Oda IV, Libro I --

Solvitur acris

     Ya comienza el invierno riguroso
a templar su furor con la venida
de Favonio sÜave y amoroso,
que nuevo ser da al campo y nueva vida:
5y viendo el mercadante bullicioso,
que a navegar el tiempo le convida,
con máquinas al mar sus naves echa
y el ocio torpe y vil de sí desecha.
     Ya no quiere el ganado en los cerrados
10establos recogerse, ni el villano
huelga de estarse al fuego, ni en los prados
blanquea ya el rocío helado y cano.
Ya Venus con sus Ninfas concertados
bailes ordena, mientras su Vulcano
15con los Cíclopes en la fragua ardiente
está al trabajo atento y diligente.
     Ya de verde arrayán y varias flores,
que a producir el campo alegre empieza,
podemos componer de mil colores
20guirnaldas, que nos ciñan la cabeza.
Ya conviene que al dios de los pastores
demos en sacrificio una cabeza
de nuestro hato, o sea corderillo,
o si él quisiere más, un cabritillo.
25     ¡Qué bien tienes, oh, Sexto, ya entendido
que la muerte amarilla va igualmente
a la choza del pobre desvalido,
y al alcázar real del rey potente!
La vida es tan incierta, y tan medido
30su término, que debe el que es prudente,
enfrenar el deseo y la esperanza
de cosas, cuyo fin tarde se alcanza.
     ¿:Qué sabes si hoy te llevará la muerte
al reino de Plutón, donde mal dado
35jugarás si te cabe a ti la suerte
de ser rey de banquete convidado?:
ni te consentirán entretenerte
con el hermoso Lícida, tu amado,
de cuyo fuego saltarán centellas,
40que enciendan en amor muchas doncellas.

Lib II -- Oda V, Libro I --

Quis multa gracilis

     ¿:Quién es ¡oh, Nise hermosa!
con aguas olorosas rociado,
el que en lecho de rosa
te ciñe el tierno lado?
5¿:Y a quién con nudos bellos,
con simple aseo, Pirra, los cabellos
     ordenas? ¡Cuántas veces
su dicha llorará y tu fe mudada!
y del favor las veces
10¡ay! y la mar airada,
sus vientos, su rencilla
contemplará con nueva maravilla,
     El que te goza agora.
y tiene por de oro, y persuadido
15de liviandad, te adora,
y ser de ti querido
y siempre y solo espera,
no sabio de tu ley mudable y fiera,
     es triste y sin ventura
20en cuyos ojos luces no probada.
Yo, como la pintura,
por voto al templo dada,
lo muestra, he ofrecido
mojado al dios del mar ya mi vestido.

Lib II -- Oda XIII, Libro I --

Cum tu Lydia

     Cuando, Lydia, me alabas
la cerviz bella de color de rosa
de Télefo, y no acabas
de llamar a los brazos y a ella hermosa,
5mi corazón llagado,
hirviendo con la cólera está hinchado.
     Entonces en su asiento
no me queda el color que antes tenía;
mas el dolor que siento,
10por mi rostro las lágrimas envía,
de las cuales presumo
cuán con pequeñas llamas me consumo.
     En rabia y ira ardiendo,
si las burlas con vino demasiado
15tanto fueron creciendo,
que han tus hermosos hombros señalado,
o si el mozo atrevido
tus colorados labios ha mordido.
     Mas temí que, señora,
20no esperaras de ver siempre constante
quien los besos que adora
el verdadero amante,
daño como grosero,
do puso Venus su contento entero.
25     ¡Oh, dichosos amantes,
a quien prendas de amor puro y sincero
entre sí tan constantes
tienen con un amor tan verdadero,
cual no será rompido
30en cuanto al cuerpo el alma habrá regido!

Lib II -- Oda XIV, Libro I --

O navis

      ¿:Tornarás por ventura
a ser de nuevas olas, nao, llevada
a probar la ventura
del mar, que tanto tienes ya probada?
5¡Oh, que es gran desconcierto!;
¡oh, toma ya seguro, estable puerto!
     ¿:No ves desnudo el lado
de remos, y cuál crujen las antenas,
y el mástil quebrantado
10del ábrego ligero, y cómo apenas
podrás ser poderosa
de contrastar así la mar furiosa?
     No tienes vela sana,
ni dioses a quien úames en tu amparo,
15aunque te precies vana-
mente de tu linaje y nombre claro,
y seas noble pino,
hijo de noble selva en el Euxino.
     Del navío pintado
20ninguna cosa fía el marinero,
que está experimentado
y teme de la ola el golpe fiero:
pues guárdate con tiento,
si no es que quieres ser juego del viento.
25     ¡Oh, tú, mi causadora
ya antes de congoja y de pesares,
y de deseo agora
y no poco cuidado, huye las mares,
que corren peligrosas
30entre las islas Cícladas hermosas!

Lib II -- Oda XIX, Libro I --

Mater soeva Cupididum

     La madre de amor cruda,
y el hijo de la Sémeles tebana,
y la lascivia vana,
al alma que ya está suelta y desnuda
5de amar, le mandan luego
que torne y que se abrase en vivo fuego.
     El resplandor me abrasa
de Glícera, que más que el mármol fino
reluce; y me hace brasa,
10su brío desenvuelto, y del divino
rostro un no sé qué que espira,
grande deslizadero a quien le mira.
     Con ímpetu viniendo
en mí la Venus toda desampara
15su Cipro dulce y cara,
que ni el escita quiere, ni el que huyendo
valiente se mantiene,
ni que diga lo que ni va ni viene.
     Aquí incienso y verbena,
20aquí céspedes verdes juntamente,
y aquí poned, mi gente,
de vino de dos hojas una llena
taza; que por ventura
vendrá, sacrificada, menos dura.

Lib II -- Oda XXII, Libro I --

Integer vitae

     El hombre justo y bueno,
el que de culpa está y mancilla puro,
las manos en el seno,
sin dardo ni azagaya va seguro,
5y sin llevar cargada
la aljaba de saeta enherbolada.
     O vaya por la arena
ardiente de la Libia ponzoñosa,
o vaya por do suena
10de Hidaspes la corriente fabulosa,
o por la tierra cruda
de nieve llena y de piedad desnuda.
     De mí sé que al encuentro,
mientras por las montañas vagueando
15más de lo justo entro
sin armas, y de Lálage cantando,
me vido, y más ligero
huyó que rayo, un lobo carnicero.
     Y creo que alimaña
20más fiera y espantosa no mantiene
la más alta Alemaña
en sus espesos bosques, ni la tiene
la tierra donde mora
el moro, de fiereza engendradora.
25     O ya en aquella parte,
que siempre está sujeta al inclemente
cielo, do no se parte
espesa y fría niebla eternamente,
do árbol no se vee,
30ni soplo de aire blando que le oree;
     O ya me ponga alguno
en la región al sol más allegada,
do no vive ninguno,
siempre será de mí Lálage amada,
35la del reír gracioso,
la del parlar muy más que miel sabroso.

Lib II -- Oda XXIII, Libro I --

Vitas himnuleo


     Rehúyes de mí esquiva,
cual el corcillo ¡oh, Cloe! que llamando
la madre fugitiva
por montes sin camino va buscando,
5y no sin vano miedo
de la selva y del viento nunca quedo.
     Porque si o la venida
del céfiro las hojas meneadas
eriza, o si ascondida
10la verde lagartezna las trabadas
zarzas movió, medroso
con pecho y con pie tiembla sin reposo.
     Pues yo no te persigo
para despedazarte crÜelmente,
15o cual tigre enemigo,
o cual león en Libia. Finalmente
deja, ya casadera,
el seguir a tu madre por do quiera.

Lib II -- Oda XXX, Libro I --

O Venus, regina...

     ¡Oh, Venus poderosa,
de Gnido y Pafo reina esclarecida,
     desampara la hermosa
Cipro, do fuiste siempre tan querida,
5     y pásala volando
a do te está mi Glícera llamando!
     Venga en tu compañía
el mozuelo cruel, acelerado;
     y las Ninfas querría
10con las Gracias trujeses a tu lado,
     la mocedad sabrosa,
do, si no bulle amor, es triste cosa.

Lib II -- Oda XXXIII, Libro I --

Albi, ne doleas

      ¡Ay!, no te duelas tanto,
Tíbulo, ni te acuerdes del olvido
     de Glícera, ni en canto
publiques tus querellas dolorido,
5     si, por un bien dispuesto
mozo, la fementida te ha pospuesto.
     Porque sabrás que muere
por Ciro, Licorisa, la hermosa;
     y Ciro no la quiere,
10y vase en pos de Fóloe desdeñosa;
     y yo sé que primero
se amistarán el lobo y el cordero.
     A Venus ansí place
de aprisionar diversos corazones
15     en duro lazo, que hace
compuesto de disformes condiciones,
     y de nuestro error ciego
saca su pasatiempo y crudo juego.
     Por mí lo sé, que siendo
20de un principal amor muy recuestado,
     yo mismo consintiendo,
la Mírtale me tiene aherrojado,
     la cual es medio esclava,
y más enojadiza que mar brava.

Lib II -- Del Libro II, Oda VIII --

Ulla si juris

      Si, Nise, en tiempo alguno
haber quebrado tú la fe jurada
daño tan solo uno
pusiera en ti, afeada
5en la uña siquiera,
o solo un diente en ti se ennegreciera,
     yo te creyera agora:
mas por la misma causa que perjura
te muestras, se mejora
10muy más tu hermosura,
y sales hecha luego
público y general estrago y fuego.
     Y engañas, aunque jures
por las cenizas de tu madre heladas,
15y luego te perjures;
y aunque por las calladas
lumbreras celestiales
jures y por los dioses inmortales;
     Que burlas destas cosas,
20y destas juras, Venus, y el ligero
pecho de las hermosas
Ninfas, y el Amor fiero,
que su saeta ardiente
aguza en crueldad continuamente.
25     Y hácense mayores
creciendo para ti los mozos todos,
y en nuevos servidores
creces, y de tus modos
no huyen crudos, fieros,
30por más que lo amenacen los primeros.
     De ti la cuidadosa
madre guarda sus hijos, y el avaro
padre; de ti la esposa
cela el esposo caro,
35cuitada, si no viene,
pensando que tu vista le detiene.

Lib II -- ODA X, Libro II

Rectius vives

      Si en alta mar, Licino,
no te engolfares mucho, ni temiendo
la tormenta, el camino
te fueres costa a costa prosiguiendo,
5entre la demás gente
sabrosa vivirás y dulcemente.
     Que quien con amor puro
la dulce medianía ama y sigue,
está libre y seguro
10de las miserias en que el pobre vive,
y carece de grado
del palacio real, rico, envidiado.
     Que, al fin, más cruda guerra
el viento hace al pino más crecido;
15la torre viene a tierra
cuanto es más alta con mayor rÜido;
los montes ensalzados
más veces de los rayos son tocados.
     En los casos aviesos
20no pierde la esperanza, ni confía
en los buenos sucesos
el ánimo que está de noche y día,
para ser combatido,
de templanza y valor apercibido.
25     Con lluvia y noche escura,
si el cielo se escurece, él se serena;
no, si falta ventura
agora, ha de durar siempre la pena;
que Apolo ya su musa
30despierta, y ya del arco y flechas usa.
     En las dificultades
te muestra de animoso y fuerte pecho;
y en las prosperidades,
cuando el favor soplare más derecho,
35recoge con buen tiento
la vela, que va hinchada con el viento.

Lib II -- Oda XIV, Libro II --

Eheu! fugaces

      Con paso presuroso
se va huyendo ¡ay Póstumo! la vida;
     y, por más religioso
que seas, no dilatas la venida
5     a la vejez, ni un hora
detienes a la muerte domadora.
     No, aunque en sacrificio
degÜelles, cada día que amanece,
     mil toros por servicio
10del dios Plutón, que nunca se enternece;
     que estrecha la grandeza
del Ticio con las aguas de tristeza,
     por do pasarán todos
cuantos la liberal tierra mantiene,
15     así el que de los godos
desciende, y en su mano el cetro tiene,
     como los labradores
que viven de tan solo sus sudores.
     Y no servirá nada
20no haber en la cruel batalla entrado,
     ni de la mar airada
las bravas olas nunca haber probado,
     y en el otoño en vano
huido habrás el ábrego mal sano;
25     que del Cócito oscuro
las aguas perezosas es forzado
     que veas; y que el duro
trabajo a que Sísifo es condenado,
     y la casta alevosa
30de Dánao y su suerte trabajosa.
     Y que dejes muy presto
la casa, tierra y la mujer amada;
     y que sólo, funesto,
el ciprés te acompañe en la jornada,
35     sólo de todas cuantas
plantas, para dejar en breve, plantas.
     Y tus vinos guardados
debajo de cien llaves, del dichoso
     heredero gastados
40serán, y del licor que en suntuoso
     convite aun no es gustado,
de tu casa andará el suelo bañado.

Lib II -- Oda XVIII, Libro II --

Non ebur

      Aunque de marfil y oro
no está en mi casa el techo jaspeado
     con la labor del moro,
ni a las vigas de Himecia han sustentado
5     columnas muy labradas
de los confines de áfrica cortadas;
     y aunque no fui heredero
de las riquezas de átalo y su estado,
     ni tengo en mi granero
10el trigo que en la Apulia se ha sembrado,
     ni envían mis criadas
de Laconia las granas adobadas;
     pero una medianía
con un ingenio y vena razonable
15     tengo, con que me hacía,
aunque pobre, a los ricos agradable;
     y en aquesta pobreza
nunca pedí a los dioses más riqueza.
     Ni pido al poderoso
20amigo que me dé mayor estado,
     pues llamo yo dichoso
al que me da mi granja y campo amado:
     y veo cuál se alejan
los días que vuelan y vejez me dejan.
25     Tú buscas oficiales,
casi entregado a la vejez odiosa,
     que te corten iguales
para tu entierro mármoles y losa,
     casi estando olvidado
30de la muerte, que tienes tan al lado.
     Y poco le parece
a tu avaricia toda la ribera,
     que a edificar se ofrece
dentro del mar, quizá porque acá fuera
35     no te sufre la tierra,
pues allá hallarás quien te haga guerra.
     Tomando vas a todos
tus vasallos la tierra que han comprado,
     y por todos los modos
40que puedes en sus tierras te has entrado;
     y de sal avariento,
sólo a robar lo ajeno estás atento.
     A la mujer cuitada
cargada con sus hijas vas echando
45     de su pobre morada,
su dura suerte y tu crueldad culpando;
     el marido lloroso
venganza pide al cielo poderoso.
     Aquesto les consuela,
50ver que a aqueste señor de grande estado
     el infierno le espera,
do será por menudo castigado
     de cuantas sinrazones
hizo, tomando ajenas posesiones.
55     ¿:Qué andas imaginando
para adquirir aún más de lo adquirido?
     Que la muerte domando
a todos va, cuantos acá han nacido,
     así a los más señores,
60como a los miserables labradores.
     Pues a la centinela,
que la infernal morada está guardando,
     no pienses con cautela
ni con puro dinero ir engañando,
65     pues nunca por dinero
pudo engañar Prometeo al gran portero.
     éste tiene en cadena
a Tántalo y a todo su linaje;
     éste saca de pena
70al pobre que la vida le era ultraje;
     y al que vive contento
le hace gustar la muerte en un momento.

Lib II -- Del Libro III, Oda IV --

Descende caelo

      Desciende ya del cielo,
Calíope, ¡oh, reina de poesía!;
por largo espacio el suelo
hinche de melodía,
5o la flauta sonando,
o ya la dulce cítara tocando.
     ¿:Oís? ¿:O mi locura
dulce me engaña a mí? Porque el sagrado
canto se me figura
10que oigo, y que el amado
bosque paseo ameno,
de frescas aguas, de aire blando lleno.
     En el monte Vulturo
do me crié, en la Apulia, fatigado
15en mi niñez de puro
jugar, todo entregado
al sueño, me cubrieron
unas palomas, que sobrevinieron,
     de verdes hojas, tanto
20que a todos admiró, cuantos la sierra
y risco de Aqueranto,
y la montuosa tierra
de Bata y de Fiñano
moran el abundoso y fértil llano;
25en ver cómo dormía,
ni de osos ni de víboras dañado,
y cómo me cubría
de mirto amontonado
y de laurel un velo,
30que este ánimo en un niño era del cielo.
     Por el alto Sabino
vuestro voy, vuestro, ¡oh Musas! y do quiera
que vaya, o si camino
al Tíbur en ladera,
35o si al Penestre frío,
o si al bayano suelo el paso guío.
     Porque amo vuestros dones,
en los campos filipos en huida
los vueltos escuadrones,
40no cortaron mi vida
ni el tronco malo y duro,
ni en la mar de Sicilia el Palinuro.
     Como os tenga primero
conmigo, tentaré de buena gana,
45o hecho marinero,
del mar la furia insana,
o hecho caminante,
los secos arenales de Levante.
     Por entre los britanos,
50fieros para los huéspedes, seguro,
y por los guipuzcoanos
que brindan sangre puro,
y por la Escitia helada
iré, y por la Gelona de arco armada.
55     Cuando del trabajoso
oficio el alto César, de la guerra
buscando algún reposo,
en los pueblos encierra
la gente de pelea,
60con vosotras se esconde y se recrea.
     Vosotras el templado
consejo y la razón dais, y por gloria
tenéis haberlo dado,
que pública es la historia
65de la titana gente,
cómo la destruyó con rayo ardiente
     quien los mares, ventosos,
quien la pesada tierra, quien los muros
altos y populosos
70y los reinos oscuros
y solo él los mortales,
y los dioses con leyes rige iguales.
     Bien es verdad que puso
aquella fiera gente, confiada
75en sus brazos, confuso
temor en la morada
soberana del cielo,
a do subir quisieron desde el suelo.
     ¿:Mas qué parte podían
80ser Mimas, ni Tifón, ni el desmedido
Porfirio; o qué valían
el Reto, el atrevido
Encélado, que echaba
los árboles al cielo que arrancaba,
85     en contra el espantoso
escudo de la Palas? A su parte
Vulcano herboroso
y Juno estaba, y Marte,
y quien jamás desecha
90de sus hombros la aljaba, ni la flecha,
     y baña en la agua pura
Castalia sus cabellos, y es servido
de Licia en la espesura,
y el bosque do ha nacido
95posee, y el que sólo
en Delo y en Patara reina Apolo.
     De sí mesma es vencida
la fuerza sin consejo y derribada;
mas la cuerda y medida
100del cielo es prosperada,
a quien la valentía
desplace, dada al mal de noche y día.
     Testigo es verdadero
de mis sentencias Gías, el dotado
105de cien manos, y el fiero
Orión, el osado
tentador de Diana,
domado con saeta soberana.
     Duélese la cargada
110tierra sobre sus partos, y agramente
ver su casta lanzada
en el abismo siente,
ni el fuego a la montaña
de Etna sobrepuesto gasta o daña.
115     Ni del vicioso Ticio
jamás se aparte el buitre, ni se muda
a su maldad y vicio
dado por guarda cruda;
y está el enamorado
120Piritoo en mil cadenas apretado.

Lib II -- Oda VII, Libro III --

Quid fles, Asterie

      ¿:Por qué te das tormento,
Asterie? ¿:No será el abril llegado,
que con próspero viento
de riquezas cargado,
5y más de fe cumplido,
tu Giges te será restituido?
     Que en Orico, do agora,
después de las Cabrillas revoltosas,
del viento guiado mora,
10las noches espaciosas
y frías desvelado
pasa, y de largo lloro acompañado.
     Bien que con maña y artes
de su huéspeda Cloe el mensajero
15le tienta por mil partes,
diciendo el dolor fiero,
en que la triste pasa,
y cómo con su fuego ella se abrasa;
     y cómo la alevosa
20Antea movió a Preto con fingida
querella a presurosa-
mente quitar la vida
al casto en demasía
Belerofonte, él mismo le decía.
25     Y cuenta cómo puesto
en el último trance fue Peleo,
mientras que huye, honesto,
la Hipólita, y arreo
le trae toda la historia
30del mal ejemplo el falso a la memoria.
     En balde, porque a cuanto
le dice está más sordo que marina
roca; ni por espanto
ni por ruego se inclina;
35tú huye por tu parte
de Enipeo, tu vecino, enamorarte.
     Aunque ni en la carrera
ninguno se le iguala, ni con mano
revuelve más ligera
40el caballo en el llano,
ni con igual presteza
nadando corta el Tibre y su braveza.
     En siendo anochecido
tu puerta cierra y no abras la ventana
45al canto dolorido
de la flauta alemana;
y aunque mil veces fiera
te llame, tú más dura persevera.

Lib II -- Oda IX, Libro III --

Donec gratus

HORACIO
     Mientras que te agradaba,
y mientras que ninguno más dichoso
los brazos añudaba
al blanco cuello hermoso,

5 LYDIA
\más que el persiano Rey fui venturoso.
     Y yo mientras no amaste
a otra más que a mí, ni, desechada,
por Cloe me dejaste,
de todos alabada,

10 HORACIO
y más fue que la Ilia celebrada.
     A mí me manda agora
la Cloe, que canta y tañe dulcemente
la vihuela sonora;
y porque se acreciente

15 LYDIA
su vida, moriré yo alegremente.
     Y yo con inflamado
amor al Calais quiero y soy querida;
y si el benigno hado
le da más larga vida,

20 HORACIO
la mía daré yo por bien perdida.
     Mas ¿:qué, si torna al juego
Amor, y torna a dar firme lanzada?
¿:Si de mi puerta luego
la rubia Cloe apartada,

25 LYDIA
a Lydia queda abierta y libre entrada?
     Aunque Calais hermoso
es más que el sol, y tú más bravo y fiero
que mar tempestuoso,
más que pluma ligero,
30vivir quiero contigo y morir quiero.

Lib II -- Oda X, Libro III --

Extremum Tanaim

      Aunque de Escitia fueras,
y aunque más bravo fuera tu marido,
condolerte debieras,
Lice, del que ofrecido
5al cierzo tienes en tu umbral tendido.
     ¿:La puerta, la arboleda
oyes del fiero viento combatida,
cuál brama?, ¿:cuál se queda
la nieve ya caída
10del aire agudo en mármol convertida?
     Deja, que es desamada
de Venus esa tu soberbia vana,
no te halles burlada,
no te engendró toscana
15a ser como Penélope inhumana.
     ¡Oh!, aunque a domeñarte
ni tu marido de otro amor tocado,
ni ruego ni oro es parte,
ni del enamorado
20la amarillez teñida de violado,
un poco de mesura
usa conmigo, ¡oh, sierpe, oh, más que yerta
encina y roble dura!
Que no siempre tu puerta
25podré sufrir al agua descubierta.

Lib II -- Oda XVI, Libro III --

Inclusam Danaem

      Asaz tenían guardada
a Dánae de nocturnos amadores
la torre fabricada
de metal, y de perros veladores
5la centinela alerta,
y más fuerte que acero la gran puerta:
     si del padre, medroso
guardador de la virgen, no burlaran
Venus y el poderoso
10Júpiter, y ambos juntos acordaran
ser seguro camino
para entrar, convertirse en oro fino.
     El oro tiene tanta
fuerza, que va por medio de la guerra,
15y las piedras quebranta
con más fuerza que el rayo viene a tierra:
por oro destruida
fue de Amfiarao la casa esclarecida.
     El rey Filipo hendía
20las puertas y los muros torreados
con dones, y vencía
a los reyes contrarios obstinados;
pone el don extranjero
al feroz capitán grillos de acero.
25     Cuanto más va creciendo
la riqueza, el cuidado de guardalla
tanto más va subiendo,
y la sed insaciable de aumentalla;
por esto huí medroso,
30Mecenas, el ser rico y poderoso.
     Al que menos codicia,
le da Dios más, y se harta fácilmente;
desnudo de avaricia,
el bando sigo de la pobre gente,
35y huyo muy contento
del real, del que es rico y avariento.
     Y soy más verdadero
señor de la hacienda no estimada,
que no si en mi granero
40cuanto ara y coge Apulia yo encerrara,
en medio de riqueza
tanta, viviendo en mísera pobreza.
     No entiende el poderoso
señor, que manda el áfrica marina,
45que estado más dichoso
que el suyo me da el agua cristalina
de mi limpio arroyuelo,
mi fértil campo y monte pequeñuelo.
     La calabresa abeja,
50aunque no me da miel blanca y sabrosa,
ni mis vinos añeja
la cueva listrigonia tan famosa,
ni traigo mis ganados
en los pastos de Francia apacentados;
55     ni vivo con pobreza
ni la vida traer suelo alterada;
y si quiero riqueza
mayor, no me será por ti negada.
     Sin la codicia ardiente
60los tributos daré más fácilmente,
que no si poseyere
juntas la Lidia y Tracia poderosas:
a aquel que mucho quiere,
le han de faltar por fuerza muchas cosas.
65     No es mal afortunado,
a quien Dios poco, que le baste, ha dado.

Lib II -- Oda XXVII, Libro III --

Impios parrae

      AgÜero en la jornada
al malo de la voz del pico oída
y la perra preñada,
y la zorra parida,
5y del monte la loba descendida;
     y rompa el comenzado
camino la culebra, que viniendo
ligera por el lado,
al cuártago temiendo
10dejó; que yo no tema nada, habiendo
     con santa voz movido
de adonde nace el sol el cuervo abuelo,
primero que al querido
lago, rayendo el suelo,
15volase la sagaz del negro cielo.
     Dichosa a do quisieres
podrás ir, Galatea, y acordada
de mí vive do fueres;
no veda tu jornada
20ni pico ni corneja desastrada.
     Mas mira cómo lleno
el Orión de furia va al Poniente;
yo sé quién es el seno
del Adria luengamente,
25y cuánto estrago hace el soplo Oriente.
     La tempestad que mueve
el resplandor egeo que amanece,
quien mal quiero la pruebe,
y el mar que brama y crece,
30y las costas azota y estremece.
     Que ansí del engañoso
toro la blanca Europa confiada,
con rostro temeroso
miró la mar cuajada
35de formas espantables, aunque osada.
     La que poco antes era
maestra de guirnaldas, robadora
de la verde ribera,
con breve espacio de hora
40no vio más de agua y cielo y noche, y llora.
     Y luego que se vido
en la poblada Creta, enajenada
de todo su sentido
-¡Oh, padre!, ¡oh, voz amada!-
45por un ciego furor tan mal trocada,
     y dijo: ¡Ay, enemiga
de mí! ¿:Dó y de dó vine? Todo el bando
del mal no me castiga.
¿:Por dicha estoy llorando,
50culpada o inocente estoy soñando?
¿:O velo, o sueño vano
del umbral de marfil aparecido
me burla? ¡Ay, cuán más sano
fuera el prado florido,
55que las olas del mar embravecido!
Si me entregase alguno
aquel novillo malo, en que venía,
con fierro, uno a uno
quebrar me esforzaría
60los cuernos que poco ha tanto quería.
     Desvergonzada, el techo
de mi padre dejé; desvergonzada,
¿:después de lo que he hecho,
respiro? ¡Ay Dios! ¡Cercada
65me viese yo, y de leones ya tragada!
     Antes que se desjugue
la presa, y que magrez aborrecida
el fresco rostro arrugue,
que ansí bella y florida
70deseo antes de tigres ser comida.
     «Europa vil, tu ausente
padre te aprieta el nudo; da, mezquina,
-¿:qué dudas?- prestamente
el cuello a aquesa encina
75con este cordón tuyo, que, adivina
     ceñiste. O si te agrada
el risco agudo y el despeñadero,
¡sus!, muere despeñada,
entrégate al ligero
80viento; si no es que, hija de rey, quiero
obedecer esclava
a bárbara mujer en vil estado».
     Presente al lloro estaba
riyendo, falsa, al lado
85la Venus y su hijo desarmado.
     Y de burlar contenta,
le dijo: «Si aquel mal toro a deshora
tornare, tened cuenta,
no le hiráis, señora,
90ni os le mostréis tan brava como agora.
     Aprende a ser dichosa;
¿:del Júpiter -no llores- no vencido
no ves que eres esposa?
Del orbe dividido,
95el tercio gozará de tu apellido.

Lib II -- Del Libro IV, Oda I --

Intermissa diu

      Después de tantos días,
¡oh, Venus! ¿:otra vez soplas el fuego
     de tus duras porfías?
¡No más, por Dios, no más, por Dios, te ruego!
5     Que no soy cual solía,
cuando a la hermosa Cínara servía.
     No trates más en vano
¡oh, de amor dulce cruda engendradora!
     rendirme, que estoy cano
10y duro para amar. ¡Vete en buen hora;
     revuelve allá tu llama
sobre la gente moza que te llama!
     Si un corazón procuras,
cual debes abrasar y si emplearte
15     debidamente curas,
con Máximo podrás aposentarte;
     haz allí tu manida,
que de nadie serás más bien servida;
     porque es mozo hermoso
20y en todo cuanto hace es agraciado;
     es noble y generoso,
de mil habilidades adornado
     y defensa elocuente
del acuitado reo diligente.
25    él llevará animoso
de tu capitanía la bandera
     y si más poderoso
que el rico contendor le echare fuera,
     por este beneficio
30te servirá con templo y sacrificio.
     De mármol tu figura
pondrá so rico techo colocada
     acerca la agua pura
del lago Albano, a dó serás honrada
35     con incienso abundante,
con cantos y con cítara sonante.
     Dos veces allí al día
las vírgenes y mozos escogidos
     cantarán a porfía
40tu nombre en corro, de la mano asidos,
     y a son yendo cantando,
el suelo herirán de cuando en cuando.
     A mí ya no me agrada
ni mozo, ni mujer, ni aquel ligero
45     esperar, que pagada
me es la voluntad, ni menos quiero
     coronarme de rosa,
ni la embriagada mesa me es gustosa.
     Mas, ¡ay de mí, mezquino!
50¿:qué lágrimas son estas que a deshora
     me caen? ¡Ay, Ligurino!
¡Ay!, di: ¿:Qué novedad es esta que hora
     a mi lengua acontece,
que en medio la palabra se enmudece?
55     De ti en la noche oscura
mil veces que te prendo estoy soñando;
     otras se me figura,
traidor, que en pos de ti, que vas volando,
     ya por el verde prado,
60ya por las raudas aguas sigo a nado.

Lib II -- Oda XIII, Libro IV --

Audivere, Lyce

      Cumpliose mi deseo,
cumpliose, ¡oh, Lice! A la vejez odiosa
     entregada te veo,
y todavía parecer hermosa
5     cuanto puedes procuras,
y burlas y haces mil desenvolturas.
     Y con la voz temblando
cantas por despertar al perezoso
     Amor, que reposando
10se está despacio sobre el rostro hermoso
     de Quía, la cantora,
que de su edad está en la flor agora.
     Que sobre seca rama
no quiere hacer asiento ni manida
15     aquel malo, y desáma-
te ya; porque la boca denegrida
     y las canas te afean,
que en la nevada cumbre ya blanquean.
     Y no son poderosas
20ni las granas de Coo, ni los brocados,
     ni las piedras preciosas
a tornarte los años, que encerrados
     debajo de su llave
dejó la edad, que vuela más que el ave.
25     ¿:Qué se hizo aquel donaire,
aquella tez hermosa? ¿:Dó se ha ido
     del movimiento el aire?
¿:Aquella, aquella, dó ha desparecido,
     aquella en quien bullía
30Amor, que enajenado me tenía?
     No hubo más amada
beldad después de Cínara, más clara,
     de más gracias dotada;
mas, ¡ay! ¿:cómo robó la muerte avara
35     a Cínara temprano,
y con la Lice usó de larga mano?
     Diole que en larga vida
con la antigua corneja compitiese,
     de años consumida,
40para que con gran risa ver pudiese
     la gente moza hirviente,
vuelta en pavesa ya la hacha ardiente.

Lib II -- De los epodos, Oda II --

Beatus ille

 Dichoso el que de pleitos alejado,
     cual los del tiempo antigo,
labra sus heredades no obligado
     al logrero enemigo.
5Ni el arma en los reales le despierta,
     ni tiembla en la mar brava;
huye la plaza y la soberbia puerta
     de la ambición esclava.
Su gusto es o poner la vid crecida
10     al álamo ayuntada,
o contemplar cuál pace desparcida
     el valle su vacada.
Ya poda el ramo inútil, ya injiere
     en su vez el extraño;
15o castra sus colmenas o, si quiere,
     tresquila su rebaño.
Pues cuando el padre Otoño muestra fuera
     su cabeza galana,
¡con cuanto gozo coge la alta pera,
20     las uvas como grana!
Y a ti, sacro Silvano, las presenta,
     que guardas el egido;
debajo un roble antiguo ya se sienta,
     ya en el prado florido.
25El agua en las acequias corre y cantan
     los pájaros sin dueño;
las fuentes al murmullo que levantan,
     despiertan dulce sueño.
Y ya que el año cubre campo y cerros
30     con nieve y con heladas,
o lanza el jabalí con muchos perros
     en las redes paradas;
o los golosos tordos, o con liga
     o con red engañosa,
35o la extranjera grulla en lazo obliga,
     que es presa deleitosa.
Con esto, ¿:quién el pecho no desprende
     cuanto en amor se pasa?
¿:Pues qué, si la mujer honesta atiende
40     los hijos y la casa,
cual hace la sabina o calabresa,
     de andar al sol tostada?
Y ya que viene el amo enciende apriesa
     la leña no mojada;
45y ataja entre los zarzos los ganados,
     y los ordeña luego;
y pone mil manjares no comprados,
     y el vino como fuego.
Ni me serán los rombos más sabrosos,
50     ni las ostras, ni el mero,
si algunos con levantes furiosos
     nos da el invierno fiero.
Ni el pavo caerá por mi garganta,
     ni el francolín greciano,
55más dulce que la oliva que quebranta
     la labradora mano,
la malva o la romaza enamorada
     del vicioso prado;
la oveja en el disanto degollada,
60     el cordero quitado
al lobo. Y mientras como, ver corriendo
     cuál las ovejas vienen;
ver del arar los bueyes que volviendo
     apenas se sostienen:
65ver de esclavillos el hogar cercado,
     enjambre de riqueza.
Ansí, dispuesto un cambio, y al arado
     loaba la pobreza.
Ayer puso a sus ditas todas cobro,
70     más hoy ya torna al logro.

Lib II -- De Tibulo, Libro II, Elegía III --

Rura tenent

      Al campo va mi amor, y va a la aldea.
El hombre que morada un punto solo
hiciere en la ciudad, maldito sea.
     La misma Venus deja el alto polo,
5y a los campos se va; y el dios Cupido
se torna labrador por esto solo.
     ¡Ay, yo con qué placer, si permitido
me fuera ir, donde estás, con el arado
rompiera el fértil campo endurecido,
10     y en hábito de aldea, disfrazado,
siguiera el paso de los bueyes lento,
de tus hermosos ojos sustentado!
     Si me abrasara el sol, ningún tormento
sintiera, ni dolor, ni si la esteva
15las manos me llagara en partes ciento.
     Que Apolo bien ansí en forma nueva
de las vacas de Admeto fue vaquero,
e hizo de su amor ilustre prueba.
     La música y belleza contra el fiero
20Amor no le valió, ni saludable
yerba de cuantas él halló primero.
     Toda su medicina al incurable
golpe quedó rendida, y traspasada
su alma fue con flecha penetrable.
25     Llevó y tornó del pasto la vacada,
la leche fue exprimida por su mano
y en las redondas formas apretada.
     ¡Ay, cuántas veces, cuántas, de su hermano,
que en pos de algún novillo le encontraba,
30se avergonzó Diana; mas en vano!
     El cabello que al oro despreciaba,
revuelto le traía y desgreñado;
que el duro Amor así se lo mandaba.
     ¡Oh, venturosa edad, siglo dorado
35cuando sin deshonor ni inconveniente,
aun a los mismos dioses era dado
servir al dulce amor abiertamente!

Lib II -- De Píndaro --

Olímpicas, Oda I

     El agua es bien precioso,
y entre el rico tesoro,
como el ardiente fuego en noche oscura,
ansí relumbra el oro;
5mas, alma, si es sabroso
cantar de las contiendas la ventura,
ansí como en la altura
no hay rayo más luciente
que el sol, que es rey del día,
10por todo el yermo cielo se demuestra;
ansí es más excelente
la olímpica porfía,
de todas las que canta la voz nuestra;
materia abundante,
15donde todo elegante
ingenio alza la voz, ora cantando
de Rea y de Saturno el engendrado,
y juntamente entrando
el techo de Hierón, alto, preciado.
20     Hierón el que mantiene
el cetro merecido
del abundoso cielo siciliano;
y dentro en sí cogido
lo bueno y la flor tiene
25de cuanto valor cabe en pecho humano.
Y con maestra mano
discanta señalado
en la más dulce parte
del canto, la que infunde más contento,
30y en el banquete amado
mayor dulzor reparte.
Mas toma ya el laúd, si el sentimiento
con dulces fantasías
te colma y alegrías;
35la gracia de Fernico, el que en Alfeo
volando sin espuela en la carrera,
y venciendo el deseo
del amo, le cobró la voz primera.
     Del amo glorioso
40en la caballería,
que en Siracusa tiene el principado,
y rayos de sí envía
su gloria en el famoso
lugar que fue por Pélope fundado;
45por Pélope que amado
fue ya del gran Neptuno,
luego que a ver el cielo
la Cloto lo produjo, relumbrando
en blando marfil uno
50de sus hombros, al suelo
con la extrañez jamás vista admirando.
Hay milagrosos hechos,
y en los humanos pechos
más que no la verdad desafeitada,
55la fábula, con lengua artificiosa
y dulce fabricada,
para lanzar su engaño es poderosa.
     Merced de la poesía,
que es la fabricadora
60de todo lo que es dulce a los oídos,
y así lo enmiela y dora,
que hace cada día
los casos no creíbles ser creídos;
mas los días nacidos
65después ven el engaño.
Lo que conviene al hombre
es fingir de los dioses lo que es dino;
siquiera es menor daño.
Por donde a mí me viene
70al ánimo cantar de ti, divino
Tantálides, diverso
de lo que canta el verso
de los antepasados; y es, que habiendo
a los dioses tu padre convidado,
75y en Sípilo comiendo,
Neptuno te robó de amor forzado.
     Domole amor el pecho,
y en carro reluciente
te puso donde mora su alto hermano:
80a do en la edad siguiente
vino al saturnio lecho
en vuelo el Ganimedes soberano.
Mas como al ojo humano
huiste, y mil mortales,
85que luengo te buscaron,
a tu llorosa madre no trajeron
ni rastro ni señales;
por tanto no faltaron
vecinos envidiosos que dijeron,
90que por cruel manera
en ferviente caldera
cortado miembro a miembro y parte a parte
los dioses te cocieron, y traído
a la mesa desta arte,
95entre ellos te comieron repartido.
     Mas tengo por locura
hacer del vientre esclavo
a celestial alguno, y carnicero.
Yo, al fin, mis manos lavo,
100que de la desmesura
el daño y el desastre es compañero,
y más que de primero
el Tántalo fue amado
de los gobernadores
105del cielo, si lo fue ya algún terreno;
bien que al amontonado
tesoro de favores
no le bastando el pecho de relleno,
rompió en un daño fiero,
110que el Júpiter severo
le sujetó a la peña caediza,
y ansí el huir que siempre fantasea,
y el miedo que le atiza,
ajénale de cuanto se desea.
115     Y de favor desnudo
padece otros tres males
demás deste mal crudo; porque osada-
mente dio a sus iguales
la ambrosía que no pudo,
120y el néctar do los dioses colocada
tienen su bien hadada
y no finible vida.
¡Mas cuánto es loco y ciego
quien fía de encubrir su hecho al cielo!
125Después desta caída
también el hijo luego
tornaron al lloroso y mortal suelo;
y como le apuntaba
la barba ya, y estaba
130el mozo en su vigor y florecía,
al rico y generoso casamiento,
que entonces se ofrecía,
el ánimo aplicó y el pensamiento.
     Ardiendo, pues, desea
135a la Hipodamía,
del claro Pisadón ilustre planta,
y a do la mar batía
cuando la noche afea
el mundo, sólo busca al que quebranta
140las ondas, y levanta
al que encontinente
junto dél aparece,
le dice: «Si contigo aquel pasado
tiempo sabrosamente
145algo puede y merece,
y si ya mi dulzor te vino en grado,
enflaquece la mano,
y lanza de Epomano,
y dame la victoria en Elis puesto,
150que a dilatar las bodas y concierto
el padre está dispuesto,
dado que son ya trece los que ha muerto.
     Lo grande y peligroso
no es para el cobarde;
155el alto y firme pecho lo presume.
Y pues temprano o tarde
es el morir forzoso,
¿:quién es el que sin nombre y vil consume,
y en honda noche sume
160el tiempo de la vida,
de toda prez ajeno?
Al fin estoy resuelto en esta empresa,
y tuya es la salida,
y el dar suceso bueno».
165Y dicho esto calló; mas no fue aviesa
de aquesta su reqÜesta,
la divinal respuesta:
porque dándole nueva valentía,
le puso en carro de oro, en los mejores
170caballos que tenía,
con alas no cansadas voladores.
     Y así alcanzó victoria
del contendor valiente
y fue suya la virgen; y casados
175viviendo luengamente,
de alto hecho y gloria,
seis príncipes, seis hijos engendrados
dejaron; y pasados
los días, yace agora
180en tumba suntuosa
a par del agua alfea, a par del ara,
de las que el mundo adora
la más noble y gloriosa;
y hace que su nombre y fama clara
185por mil partes se extienda
la olímpica contienda,
que se celebra allí, do el pie ligero,
do hacen las osadas fuerzas prueba,
y quien sale primero,
190dulcísimo descanso y gozo lleva
     para toda la vida.
Tanto es precioso y caro
el premio que consigue; y siempre aviene
ser excelente y raro
195el bien que de avenida,
y junto y en un día al hombre viene;
mas a mí me conviene
con alto y noble canto
por más aventajado
200en el veloz caballo coronarte,
Hierón ilustre, y cuanto
a todos en estado
vences, y en claros hechos celebrarte
tanto con más hermosas
205y más artificiosas
canciones yo presumo. Vive y crece,
que Dios tiene a su cargo tu ventura,
y si no desfallece,
aun yo te cantaré con más dulzura.
210     Cantarte he victorioso
en voladora rueda,
y el Cronio, que hacia el sol contino mira,
para que tanto pueda
me infundirá copioso
215don de palabras vivas, que en mí inspira
fortísima y me tira
a sí, hecha señora,
la Musa poderosa;
que cada uno en uno se señala,
220y todo al rey adora.
No busques mayor cosa,
y el cielo que en lo alto de la escala
te puso, te sustente
allí continuamente.
225Y yo, de tan ilustre compañía,
me vea de contino rodeado,
y, claro en poesía,
por todo el griego suelo andar nombrado.

Lib II -- Fragmento de la Andrómaca de Eurípides --

     No trujo esposa a Troya cosa buena,
mas pestilencia mala y desventura,
cuando a su lecho Paris trajo a Elena,
     por quien cayendo ¡oh, Troya! de tu altura,
5el Marte griego de mil naos cercado
con fuego te deshizo y lanza dura.
     y a mi esposo que triste al carro atado
le trajo en torno el muro por el suelo,
[...]
     Y yo de mi alto techo al desconsuelo
10de aquesta triste playa fui traída,
cubierta de cautivo, horrible vuelo.
     ¡Cuánta agua por mi faz cayó vertida,
cuando dejé mi casa y mi marido!
[...]
¡Ay triste! ¿:Para qué veo el sol lucido,
15esclava de Hermione, brava y cruda,
que a aqueste duro estrecho me ha traído?
     Que ansiosa y de mortal favor desnuda,
estoy a aquesta imagen abrazada,
en lloro deshaciéndome, cual suda
20el agua por la piedra destilada.

Lib II -- Otro fragmento de la misma --

     O no nacer jamás escojo y quiero,
o ser de padres buenos,
y en techos suntuosos heredero,
y de nobleza llenos.
5     Que si lo que es difícil acontece,
los que son bien nacidos,
no son de lo que ayuda y favorece
en la escasez validos.
     De la proeza antigua y celebrada
10les viene honra y gloria,
que de los virtuosos no es gastada
con tiempo la memoria.
     Que aun muertos, su virtud les resplandece
como clara lumbrera;
15y ansí es mejor perder lo que se ofrece
por no justa manera,
     que con ofensa odiosa y violenta
hollar a la justicia.
Bien es aqueste dulce, y bien contenta
20a la mortal malicia;
     mas ésta con el tiempo se marchita
su flor, y seca queda,
y afrenta a las familias da infinita
en cuanto el siglo rueda.
25     Por do el vivir que juzgo por debido,
es lo que digo agora,
en lo de la ciudad, en lo escondido
a do cada uno mora.
     El mando de igualdad desamparado
30no debe ser preciado.

Lib II -- Fragmento de Séneca --

De la tragedia de Tiestes

     Esté quien se pagase poderoso
de la corte en la cumbre deleznable,
viva yo en mi sosiego y mi reposo.
     De mí nunca se escriba ni se hable;
5mas en lugar humilde, y olvidado
goce del ocio manso y amigable.
     No sepan si soy vivo, si finado,
los nobles y los grandes, y mi vida
se pase sin oír cosas de Estado.
10     Así cuando la edad fuere cumplida,
y mis días pasados sin rÜido,
la muerte no será mal recibida.
     No moriré enojoso y desabrido:
la muerte llama grave, y no la quiere
15el que de todo el mundo conocido,
sólo de sí desconocido muere.

Libro tercero

Traducciones sagradas

En esta postrera parte van canciones sagradas, en las cuales procuré cuanto pude imitar la sencillez de su fuente y un sabor de antigÜedad que en sí tienen, lleno a mi parecer de dulzura y majestad.
Y nadie debe tener por nuevos o por ajenos de la Sagrada Escritura los versos, porque, antes le son muy propios y tan antiguos, que desde el principio de la Iglesia hasta hoy los han usado en ella muchos hombres grandes en letras y en santidad, que nombrara aquí, si no temiera ser muy prolijo.
Y pluguiese a Dios que reinase esta sola poesía en nuestros oídos, y que sólo este cantar nos fuese dulce, y que en las calles y en las plazas, de noche, no sonasen otros cantares, y que en esto soltase la lengua el niño, y la doncella recogida se solazase con esto, y el oficial que trabaja aliviase su trabajo aquí. Mas ha llegado la perdición del nombre cristiano a tanta desvergÜenza y soltura, que hacemos música de nuestros vicios, y no contentos con lo secreto dellos, cantamos con voces alegres nuestra confusión.
Pero esto ni es mío, ni de este lugar.

Lib III -- Salmo I --

Beatus vir

      Es bienaventurado
varón el que en concilio malicioso
no anduvo descuidado,
ni el paso perezoso
5detuvo del camino peligroso.
     Y huye de la silla
de los que mofan la virtud y al bueno;
y juntos, en gavilla,
arrojan el veneno,
10que anda recogido en lengua y seno.
     Mas en la ley divina
pone su voluntad, su pensamiento,
cuando el día se inclina,
y el claro movimiento,
15lo escuro de la noche en ella atento.
     Será cual verde planta,
que a las corrientes aguas asentada,
al cielo se levanta
con fruta sazonada,
20de hermosas hojas siempre coronada.
     Será en todo dichoso,
seguro de la suerte que se muda.
No así el malo animoso,
cual si el viento sacuda
25la paja de la era muy menuda.
     Por esto al dar la cuenta,
la causa de los malos, como vana,
caerá con grande afrenta;
allí la cortesana,
30santa nación huirá de la liviana.
     Porque Dios el camino
sabe bien de los justos, que es su historia;
del otro desatino
de la maldad memoria
35no habrá, como de baja y vil escoria.

Lib III -- Salmo IV --

Cum invocarem

      Cuando en grave dolencia
del alma te llamé, tú me escuchaste,
Dios, de la inocencia
autor, tú me ensanchaste
5el corazón, que en sueño estrecho hallaste.
     Pues eres piadoso,
derrama sobre mí piadosos dones,
y vuelve tu amoroso
oído a mis razones,
10que más son que mis culpas tus perdones.
     ¡Oh, hombres! ¿:Hasta cuándo
tendréis el corazón endurecido,
la vanidad amando
del bien que os ha mentido,
15siguiendo a rienda suelta su partido?
     Sabed cómo engrandece
a su amigo Dios, su voz oyendo;
mi alma favorece
luego le concediendo
20cuanto en su corazón le está pidiendo.
     Enójeos el pecado,
y no pequéis jamás en vuestros hechos;
corregid lo pasado,
y en vuestros ricos lechos
25sollozaréis en lágrimas deshechos.
     Un sacrificio justo
sacrificad a Dios, que es el que alcanza
perdón a todo injusto;
y tened esperanza,
30que nadie se salvó sin confianza.
     Dicen los pecadores:
«¿:Quién nos dirá dó están las cosas buenas?
¿:No ven los resplandores
de mi rostro y las venas
35de luz, de quien sus almas están llenas?
     Dísteme tu alegría,
joya que gozan solos tus privados;
mas a la compañía
de los que van errados,
40frutos de vino y pan multiplicados.
     De paz favorecido
entre justos y santos reposando,
me quedaré adormido,
porque me estás guardando,
45en confianza eterna descansando».

Lib III -- Salmo VI --

Dómine, ne in furore tuo

      No con furor sañoso
me confundas, Señor, estando airado,
ni con ceño espantoso
me castigues, tasado
5cuanto merece al justo mi pecado.
     Mas antes sin enojo
doliéndote de mí te muestra humano;
pues a tus pies me acojo,
sáname con tu mano,
10que no tiene mi cuerpo hueso sano.
     Mi alma está confusa
entre esperanza y miedo vacilando;
¿:y dónde, Señor, se usa,
que a quien se está finando
15y os llama le dejéis así? ¿:Hasta cuándo?
     Vuelve, Señor, tu cara;
alienta aqueste espíritu afligido,
que tu clemencia rara
no atropella al caído,
20ni quiere hacer justicia en el rendido.
     Que nadie en la agonía
se acordará de Ti sin Ti, por cierto;
y con la losa fría,
de tierra ya cubierto,
25¿:qué gloria puede darte un cuerpo muerto?
     Por esto en un gemido
las noches llevaré todas lavando
el lecho defendido,
que mancillé pecando,
30mi cama con mis lágrimas bañando.
     La fuerza de mi llanto
de mis ojos la vista ha enflaquecido;
y de enemigos tanto
fui siempre combatido,
35que estoy siempre arrugado y consumido.
     ¡Afuera pecadores!
¡No tengáis parte en mí los que habéis sido
de la maldad autores;
porque el Señor ha oído
40el llanto de mis voces y gemido!
     Porque ya de mis quejas
la lamentable voz es recibida
dentro de sus orejas,
y tan bien acogida,
45que luego fui librado en siendo oída.
     Túrbense avergonzados
todos mis enemigos grandemente;
las espaldas tornados
vuelvan confusamente,
50huyendo a rienda suelta, velozmente.

Lib III -- Salmo XI --

Salvum me fac, Domine

      ¡Oh, sálvame, Señor! que no hay ya bueno,
que faltan las verdades;
     y trata aun con quien tiene dentro el seno
cada uno falsedades.
5     Con labios halagÜeños cada uno,
y con dos corazones:
     no dejes de estos labios, Dios, ninguno,
ni destos fanfarrones,
     que dicen: «prometamos largamente;
10mi boca está en mi mano.
     ¿:Qué cuesta el hablar largo, o qué viviente
me estorbará el ser vano?».
     Mas dice Dios: «Ya vengo, conmovido
de los menesterosos,
15     de sus agravios dellos, del gemido
de los pobres llorosos,
     a serles su salud y su bonanza,
y soplo favorable».
     Y son, Señor, tus dichos sin mudanza,
20y son firmeza estable.
     Son en hornaza plata, en fuego ardiente
mil veces apurada:
     y ansí nos librarás eternamente,
Señor, desta malvada,
25     desta malvada gente, que contino
nos cerca a la redonda,
     y crece, porque tu saber divino
y tu grandeza honda
     les da pasar en gozo, y en convites,
30y ansí se lo permites.

Lib III -- Salmo XII --

Usquequo, Domine

      ¡Dios mío!, ¿:hasta cuándo
ha de durar aqueste eterno olvido,
que vas conmigo usando?
¿:Hasta cuándo ofendido
5de mí, tu rostro mostrarás torcido?
     Y entre consejos ciento,
¿:hasta cuándo andaré desatinado?
¡Ay, duro y gran tormento!
¿:Hasta cuándo hollado
10seré del enemigo crudo, airado?
     Convierte ya tu cara,
aplica a mis querellas tus oídos,
¡Dios mío! y con luz clara
alumbra mis sentidos,
15no sean del mortal sueño oprimidos.
     No pueda mi adversario
decir: «Prevalecíle en algún día».
Que si el duro contrario
viese la muerte mía,
20extremos de placer y gozo haría.
     Mas tu misericordia,
en quien, Señor, confío, me asegura;
henchirá la victoria
mi alma de dulzura.
25Yo cantaré, y diré que soy tu hechura.

Lib III -- Salmo XII --

Usquequo, Domine

     ¿:Hasta cuándo, Dics bueno,
hasta cuándo estaréis de mí olvidado?
Y ese rostro sereno,
¿:hasta cuándo de un lado
5ha de estar para mí, triste, cuitado?
     ¿:Hasta cuándo, pasmada,
entre varios consejos vacilando
tendré esta alma cuitada?
Y el dolor, ¿:hasta cuándo
10ha de estar mis entrañas traspasando?
     A mi enemigo airado,
¿:hasta cuándo he de estar, Señor, rendido?
Ya basta lo pasado,
si vos atento oido
15volvéis y rostro alegre al afligido.
     Si sola una centella
de vuestra luz tuviese en mi sentido,
yo quedaré con ella
tan vivo y tan lucido,
20que nunca en mortal sueño esté dormido.
     Y ansí ni mi enemigo
se ufanará de haberme contrastado,
ni dirá que conmigo
sus fuerzas ha mostrado,
25y que me deja ya domesticado.
     Tendrá el que mal me quiere,
si me quiere vencido, gran pujanza;
pero si yo pusiere,
Dios mío, mi esperanza
30en Vos, ¿:quién tomará de mí venganza?
     Mi corazón ya ufano,
tan próspero estará y tan victorioso,
que por tan soberano
bien, al nombre glorioso
35vuestro mil palmas cantará gozoso.

Lib III -- Salmo XVII --

Diligam te, Domine

      Con todas las entrañas de mi pecho
te abrazaré, mi Dios, mi esfuerzo y vida,
mi cierta libertad y mi pertrecho,
     mi roca, donde tengo mi guarida,
5mi escudo fiel, mi estoque victorioso,
mi torre bien murada y bastecida.
     De mil loores digno, Dios glorioso,
siempre que te llamé te tuve al lado,
opuesto al enemigo, a mí amoroso.
10     De lazos de dolor me vi cercado,
y de espantosas olas combatido,
de mil mortales males rodeado.
     Al cielo voceé, triste, afligido;
oyérame el Señor desde su asiento;
15entrada a mi querella dio en su oido.
     Y luego de la tierra el elemento
airado estremeció; turbó el sosiego
eterno de los montes su cimiento.
     Lanzó por las narices humo, y fuego
20por la boca lanzó; turbose el día,
la llama entre las nubes corrió luego.
     Los cielos doblegando descendía,
calzado de tinieblas, y en ligero
caballo por los aires discurría.
25     En Querubín sentado, ardiente y fiero,
en las alas del viento que bramaba,
volando por la tierra y mar velero;
     y de tinieblas todo se cercaba,
metido como en tienda en agua escura
30de nubes celestiales, que espesaba.
     Y como dio señal con su luz pura,
las nubes arrancando acometieron
con rayo abrasador, con piedra dura.
     Tronó, rasgando el cielo; estremecieron
35los montes, y, llamados del tronido,
más rayos y más piedras descendieron.
     Huyó el contrario roto, y desparcido
con tiros y con rayos redoblados,
allí queda uno muerto, allí otro herido.
40     En esto, de las nubes despeñados
con un soplo mil ríos, hasta el centro
dejaron hecha rambla en monte, en prados.
     Lanzó desde su altura el brazo adentro
del agua, y me sacó de un mar profundo;
45librome del hostil y crudo encuentro.
     Librome del mayor poder del mundo;
librome de otros mil perseguidores,
a cuyo brazo el mío es muy segundo.
     Dispuestos en mi daño y veladores
50vinieron de improviso, y ya vencían;
mas socorrió con fuerzas Dios mayores.
     Ya dentro en cerco estrecho me tenían;
mi Dios abrió espacioso y largo paso,
porque mi vida y obras le aplacían.
55     No se mostró en la paga corto, escaso
el premio; y la virtud y mi inocencia
vinieron, y su gracia al mismo paso.
     Porque perpetuamente en mi presencia
sus leyes conservé, sus santos fueros
60ni por amor quebré, ni por violencia.
     Jamás fueron al mal mis pies ligeros;
huí todo lo que es de Dios ajeno,
no me aparté jamás de sus senderos.
     A las llanas anduve entero y bueno
65delante del Señor continuamente,
y siempre a mi apetito puse freno.
     Y ansí correspondió perfectamente
el premio a mi justicia, a mi pureza,
que siempre ante sus ojos fue presente.
70     Que cual cada uno vive, ansí tu Alteza
se hace con el bueno, bueno, y pío
y llano con el que usa de llaneza.
     Con el puro te apuras, Señor mío;
a cautelas, cautela; a mañas, maña;
75y al desvarío pagas desvarío.
     En cuanto el sol rodea y la mar baña,
te muestras al humilde favorable,
y abates la altivez con ira y saña.
     Siempre lució ante mí tu luz amable,
80y en mis peligros todos siempre tuve
de tu bondad consejo saludable.
     Por Ti traspaso el muro, que más sube;
por Ti, por los opuestos escuadrones
rompiendo victorioso y salvo anduve.
85     El caso es que la regla y ley que pones
lo bueno es y lo puro, y ansí escuda
aquellos que le dan sus corazones.
     ¿:Quién hay fuera de Ti, Señor, que acuda,
cuando la fuerza y seso desfallece?
90¿:Qué roca hay que asegure sin tu ayuda?
     Dios es el que me anima y fortalece,
el que todos mis pasos encamina,
y hace que ni caiga ni tropiece.
     Pusiste ligereza en mí vecina
95al gamo; y me defiendes, colocado
en risco que a las nubes se avecina.
     Por Ti la espada esgrimo; tu cuidado
hace mi brazo diestro en la pelea,
y fuerte más que acero bien templado.
100     Tu amparo, como escudo me rodea;
tu diestra me da fuerza, tu blandura
me sube a todo el bien que se desea.
     Dotaste de presteza y de soltura
mis pasos, que jamás en la carrera
105doblaron por trabajo ni longura.
     Seguía, y alcanzaba la bandera
contraria que huía, y no tornaba
sin primero hacer matanza fiera.
     De los que destrozados derrocaba,
110jamás se levantó ningún caído,
y con pie poderoso los hollaba.
     De fortaleza de ánimo ceñido
por Ti fui en la batalla, por Ti vino
el que se rebeló, ante mí rendido.
115     Por Ti, sin corazón y sin camino,
huyó de mi cuchillo el enemigo;
desorden fue a su escuadra y desatino.
     Buscaban voceando algún abrigo,
y no hubo valedor; a Ti llamaron,
120y ni rogado Tú les fuiste amigo.
     En partes menudísimas quedaron
deshechos por mi mano, como el viento,
volando, lleva el polvo, ansí volaron.
     Librástesme, Señor, del movimiento
125del pueblo bandolero: a mi corona
sujetos allegaste pueblos ciento.
     Quien nunca vi, me sirve y me corona;
apenas le hablé, ya me obedece;
a su natural miente, a mí me abona.
130     Esto hace el extraño. El que parece
mío, no mío ya, más extranjero,
cerrado en sus miserias vil perece.
     ¡Vívame, mi Señor, mi verdadero
peñasco, mi bendito, mi ensalzado,
135mi Dios, y mi salud y gozo entero!
     Tú de venganzas justas has hartado
mi pecho, y no contento con vengarme,
mil gentes a mi cetro has sujetado.
     No te satisfaciste con librarme
140del opresor injusto; hasta el cielo
te plugo sobre todos levantarme.
     Por todo el habitable y ancho suelo
celebraré tu nombre, y tus loores,
mi voz de Ti cantando alzará el vuelo.
145     De Ti, que te esmeraste en dar favores
a tu querido Rey, a tu Mesías;
que amparas de David los sucesores,
en cuanto tras las noches van los días.

Lib III -- Salmo XVIII --

Coeli enarrant

      Los Cielos dan pregones de tu gloria,
anuncia el estrellado tus proezas;
     los días te componen clara historia,
las noches manifiestan tus grandezas.
5     No hay habla ni lenguaje tan diverso,
que a las voces del cielo no dé oído;
     corre su voz por todo el universo;
su son de polo a polo ha discurrido.
     Allí hiciste al sol rica morada,
10allí el garrido esposo y bello mora;
     lozano y valeroso su jornada
comienza, y corre y pasa en breve hora.
     Traspasa de la una a la otra parte
el cielo, y con su rayo a todos mira.
15     Mas ¡cuánta mayor luz, Señor, reparte
tu ley, que del pecado nos retira!
     Tus ordenanzas, Dios, no son antojos;
avisos sabios son, al tonto pecho;
     Tus leyes alcohol de nuestros ojos,
20tu mandado alegría y fiel derecho.
     Temerte es bien jamás perecedero,
tus fuerzas son verdad justificada;
     mayor codicia ponen que el dinero,
más dulces son que miel muy apurada.
25     Amarte es abrazar tus mandamientos,
guardallos mil riquezas comprehende;
     mas ¿:quién los guarda, o quién sus movimientos
o todos los nivela o los entiende?
     Tú limpia en mí, Señor, lo que no alcanzo,
30y libra de altivez el alma mía,
     que si victoria deste vicio alcanzo,
derrocaré del mal la tiranía.
     Darasme oído entonces; yo contino
diré: Mi Redentor, mi bien divino.

Lib III -- Salmo XXIV --

Ad te, Domine, levavi

      Aunque con más pesada
mano, mostrando en mí su desvarío
la suerte dura, airada,
me oprima a su albedrío,
5levantaré mi alma a Ti, Dios mío.
     En Ti mi alma repuso
de su bien la defensa y de su vida;
no quedaré confuso,
ni la gente perdida
10se alegrará soberbia en mi caída.
     Porque jamás burlados
los que esperando en Ti permanecieron
serán, ni avergonzados;
confusos siempre fueron
15los que sin causa al bueno persiguieron.
     Enséñame por dónde
caminaré, dónde hay deslizaderos,
y el lazo dó se esconde;
con pie y huellos ligeros,
20Señor, me enseña a andar por tus senderos.
     Guíame de contino,
Señor, por tu camino verdadero,
pues sólo a Ti me inclino,
y a Ti sólo yo quiero,
25y siempre en Ti esperando persevero.
     Que es tuyo el ser piadoso;
esté siempre presente, en tu memoria,
y el número copioso
de tu misericordia
30de que está llena toda antigua historia.
     Conforme a mis maldades
no me mires, Señor, con ojos de ira;
conforme a tus piedades
por tu bondad me mira,
35por tu bondad, por quien todo respira.
     Es bueno, y juntamente
es fiel y justo Dios; al que sin tino
va ciega y locamente
redúcele benino,
40mas con debido azote, al buen camino.
     A los mansos aveza
que sigan de sus huellas las pisadas;
a la humilde llaneza
por sendas acertadas
45la guía, y por razón justificadas.
     Todo es misericordia
y fe, cuanto Dios obra y tiene obrado
por la antigua memoria,
con los que su sagrado
50concierto y lo por Dios testificado
     conservan; y por tanto
que des dulce perdón, Señor, te pido
por el tu nombre santo
a lo que te he ofendido,
55¡ay triste!, que es muy grave y muy crecido.
     Mas ¡cuál y cuán dichoso
aquel varón será, que de Dios fuere
y su ley temeroso!
Irá Dios donde él fuere,
60será su luz en todo lo que hiciere.
     Su alma, en descansada
vida, de bienes mil enriquecida,
reposará abastada;
la tierra poseída
65de su casa será y esclarecida.
     A los que le temieren
hará Dios su secreto manifiesto;
a los que le sirvieren
el tesoro repuesto,
70que en su ley y promesa tiene puesto.
     Mis ojos enclavados
tengo, Señor, en Ti la noche y día,
porque mis pies sacados,
según mi fe confía,
75serán por Ti del lazo y su porfía.
     Tus brazos amorosos
abre, Señor, a mí con rostro amado,
con ojos piadosos,
porque, desamparado,
80soy pobre yo y de todos desechado.
     Los lazos de tormento,
que estrechamente ciñen mi afligida
alma, ya son sin cuento.
¡Ay, Dios, libra mi vida
85de suerte tan amarga y abatida!
     Atiende a mi bajeza;
mira mi abatimiento; de mi pena
contempla la graveza;
con mano de amor llena
90rompe de mis pecados la cadena.
     Y mira cómo crecen
mis enemigos más cada momento;
y cómo me aborrecen
con aborrecimiento
95malo, duro, cruel, fiero, sangriento.
     Por Ti sea guardada
mi alma y mi salud; de tan tirano
poder sea librada;
mi fe no salga en vano,
100pues me puse, Señor, todo en tu mano.
     Al fin, pues que te espero,
valdrame la verdad y la llaneza;
mas sobre todo quiero,
que libre tu grandeza
105a tu pueblo de angustia y de tristeza.

Lib III -- Salmo XXVI --

Dominus illuminatio

      Dios es mi luz y vida,
¿:quién me podrá dañar? Mi fortaleza
es Dios y mi manida;
¿:qué fuerza o qué grandeza
5pondrá en mi corazón miedo o flaqueza?
     Al mismo punto cuando
llegaba por tragarme el descreído,
el enemigo bando,
yo firme y él caído
10quedó, y avergonzado y destruido.
     Si cerco me cercare,
no temerá mi pecho; y si sangrienta
guerra se levantare,
o si mayor tormenta,
15en éste espero yo salir de afrenta.
     A Dios esto he pedido
y pediré, que en cuanto el vivir dura,
repose yo en su nido,
para ver su dulzura
20y remirar su cara y hermosura.
     Que allí en el día duro
debajo de su sombra ahinojado,
y en su secreto muro
me defendió cercado,
25como en roca firmísima ensalzado.
     Y también veré agora
de aquestos que me cercan el quebranto,
y donde Dios se adora,
le ofreceré don santo
30de gozo, de loor, de dulce canto.
     Inclina, ¡oh, Poderoso!
a mi voz, que te llama, tus oídos;
cual siempre piadoso
te muestra a mis gemidos;
35sean de Ti mis ruegos siempre oídos.
     A Ti, dentro en mi pecho,
dijo mi corazón, y con cuidado
en la mesa, en el lecho,
mis ojos te han buscado,
40y buscan hasta ver tu rostro amado.
     No te me escondas, bueno;
no te apartes de mí con faz torcida,
pues ya tu dulce seno
me fue cierta guarida,
45no me deseches, no, Dios de mi vida.
     Mi padre en mi terneza
faltó, y quitó a mi madre el nombre caro
de madre su crueza;
mas Dios con amor raro
50me recogió debajo de su amparo.
     Muéstrame tu camino
guía, Señor, por senda nunca errada
mis pasos de contino,
que no me dañen nada
55los puestos contra mí siempre en celada.
     No me des en la mano
de aquestos que me tienen afligido;
con testimonio vano
crecer de mí han querido,
60y al fin verán que contra sí han mentido.
     Yo espero firmemente,
Señor, que me he de ver en algún día
a tus bienes presente,
en tierra de alegría,
65de paz, de vida y dulce compañía.
     No concibas despecho;
si se detiene Dios, ¡oh, alma!, espera,
dura con fuerte pecho;
con fe acerada, entera,
70aguarda, atiende, sufre, persevera.

Lib III -- Salmo XXXVIII --

Dixi, custodiam

      Dije: sobre mi boca
el dedo asentaré; tendré cerrada
dentro la lengua loca,
porque, desenfrenada
5con el agudo mal, no ofenda en nada.
     Pondrela un lazo estrecho;
mis ansias pasaré graves conmigo;
ahogaré en mi pecho
la voz, mientras testigo
10y de mi mal jÜez es mi enemigo.
     Callando como mudo
estuve, y de eso mismo el detenido
dolor creció más crudo,
y en fuego convertido,
15desenlazó la lengua y el sentido.
     Y dije: manifiesto
el término de tanta desventura
me muestra, Señor, presto;
será no tanto dura,
20si sé cuándo se acaba y cuánto dura.
     ¡Ay, corta ya estos lazos,
pues acortaste tanto la medida,
pues das tan cortos plazos
a mi cansada vida!
25¡Ay, cómo el hombre es burla conocida!
     ¡Ay, cómo es sueño vano,
imagen sin sustancia, que volando
camina! ¡Ay, cuán en vano
se cansa, amontonando
30lo que deja, y no sabe a quién ni cuándo!
     Mas yo, ¿:en qué espero agora
en mal tan miserable mejoría?
En Ti, en quien sólo adora,
en quien sólo confía,
35en quien sólo descansa la alma mía.
     De todos (que sin cuento
mis males son) me libra; y a mi ruego
te muestra blando, atento;
no me pongas por juego
40y burla al ignorante vulgo y ciego.
     En nadie fundo queja
callando, y, mudo, paso mi fatiga;
y digo, si me aqueja,
mi culpa es mi enemiga,
45y que tu justa mano me castiga.
     Mas usa de clemencia;
levanta ya de mí tu mano airada,
tu azote, tu sentencia,
que la carne gastada,
50y la fuerza del alma está acabada.
     No gasta la polilla
así como tu enojo y tu porfía
contra quien se amancilla;
consúmesle en un día,
55que al fin el hombre es sueño y burlería.
     Presta a mi ruego oído;
atiende a mi clamor; sea escuchado
mi lloro dolorido,
pues pobre y desterrado
60como mis padres, vivo a ti allegado.
    ¡Oh, da una pausa poca,
suspende tu furor para que pueda
con risa abrir la boca
en vida libre y leda
65aqueste breve tiempo que me queda!

Lib III -- Salmo XLI --

Quemadmodum desiderat

      Como la cierva brama
por las corrientes aguas, encendida
en sed, bien ansí clama
por verse reducida
5mi alma a Ti, mi Dios, y a tu manida.
     Sed tiene el alma mía
del Señor, del viviente y poderoso.
¡Ay! ¿:cuándo será el día
que tornaré gozoso
10a verme ante tu rostro glorioso?
La noche estoy llorando
y el día, y sólo aquesto es mi sustento,
en ver que preguntando
me están cada momento:
15«¿:Tu Dios, di, dónde está, tu fundamento?».
     Y en lloro desatado
derramo el corazón con la memoria
de cuando rodeado
iba de pueblo y gloria,
20haciendo de tus loas larga historia.
     Mas digo: «¿:Por qué tanto
te afliges? ¡Fía en Dios, oh, alma mía!,
que con divino canto
yo cantaré algún día
25las sus saludes y la mi alegría».
     Y crece más mi pena,
Dios mío, de esto mismo que he cantado,
viéndome en el arena
de Hermón, y despoblado
30de Mizaro, de ti tan acordado.
     Y ansí viene llamada
una tormenta de otra, y con rÜido
descarga una nubada,
apenas que se ha ido
35la otra, y de mil olas soy batido.
     Mas nacerá, yo espero,
el día en que usará de su blandura
mi Dios; en tanto quiero,
mientras la noche dura,
40cantalle y suplicalle con fe pura.
     Decille he: «¡Oh, mi escudo!
¿:Por qué me olvidas, di, por qué has querido
que el enemigo crudo
me traiga así afligido,
45con negro manto de dolor vestido?».
     Como maza pesada
los huesos quebrantó en partes ciento,
la voz desvergonzada,
que cada día siento
50decir: «¿:Do está tu Dios, tu fundamento?».
     Mas no te acuites tanto;
en el Señor espera, ¡oh, alma mía!,
que con debido canto
yo le diré algún día:
55«Mi Dios y mi salud y mi alegría».

Lib III -- Salmo XLIV --(Primera versión)

Eructavit

      El pecho fatigado
de sentencias mayores y subidas
me sobra cogolmado;
al Rey van dirigidas
5mis obras y canciones escogidas.
     Vuélase mi ligera
lengua, como la mano ejercitada
a escribir más entera,
sin que se borre nada,
10ni canse hasta el fin muy concertada.
     Hermosísimo Esposo,
más que Adán y sus hijos esparcido
de gracias y sabroso,
y ansina más querido
15y de Dios para siempre bendecido:
     ciñe tu rica espada,
prepotente de gloria y de grandeza
y salga bienhadada
esa tu gentileza,
20y descúbrase a todos tu riqueza,
     sobre sublimes ruedas
de justicia, verdad y mansedumbre;
y verás cómo quedas
de hazañas en la cumbre,
25vencida de enemigos muchedumbre.
     Tus agudas saetas
pueblos derrocarán muchos tendidos.
Rey, todo lo sujetas,
los lados van heridos,
30no se verán de golpes tan crecidos.
     Tu real silla y asiento
dura siempre jamás, Rey poderoso;
de mudanzas exento,
tu cetro muy glorioso,
35cetro de rectitud no riguroso.
     La justicia es tu celo,
y la desigualdad tu aborrecida;
por eso, Dios del cielo
ungió tu esclarecida
40cabeza, en abundante y gran medida.
     Tu precioso vestido
lanza mirra de sí y olor sÜave,
cuando al marfil bruñido
se le quita la llave,
45y se abren los almarios, donde cabe.
     A tu derecha mano
se asentará la Esposa, acompañada
de estado soberano
de reinas rodeada,
50de oro luciente y puro coronada.
     Y vos, linda doncella,
poné a mi razón vuestros oidos;
dejad tierna querella
de padre y conocidos
55y olvidad esos pueblos ya sabidos.
     Ya te es aficionado
el Rey a tu donaire y hermosura;
tenle muy acatado,
mira que eres su hechura,
60postrarse ha la de Tiro a tu figura.
     Y en esto más graciosa,
que de estado real tan eminente
no se te asconda cosa,
y cuando eres presente
65tienes a Rey que manda tanta gente.
     Vestida muy de gala,
con ropas de hilo de oro entretejidas;
te temen en la sala
mil damas bien garridas,
70cantando a tus entradas y salidas.
     Por tus padres cansados
y viejos, de los años consumidos,
de mozos esforzados,
en números crecidos,
75hijos verás por reyes escogidos.
     Muy dentro en mi memoria
mientras durare el sol y su rodeo,
tendré viva la historia
del dichoso himeneo,
80pues dél me mana el bien que así poseo.
     Y por tal beneficio
mil pueblos prontamente conmovidos
a inmortal ejercicio,
los tus loores debidos
85harán eternamente conocidos.

Lib III -- Salmo XLIV (Segunda versión) --

Eructavit

 Un rico y soberano pensamiento
     me bulle dentro el pecho.
A Ti, divino Rey, mi entendimiento
     dedico, y cuanto he hecho
5a Ti yo lo enderezo, y celebrando
     mi lengua tu grandeza,
irá, como escribano, volteando
     la pluma con presteza.
Traspasas en beldad a los nacidos,
10     en gracia estás bañado:
que Dios en ti a sus bienes escogidos,
     eterno asiento ha dado.
¡Sus! Ciñe ya tu espada, poderoso,
     tu prez y hermosura;
15tu prez, y sobre carro glorioso
     con próspera ventura,
ceñido de verdad y de clemencia
     y de bien soberano,
con hechos hazañosos su potencia
20     dirá tu diestra mano.
Los pechos enemigos tus saetas
     traspasen herboladas,
y besen tus pisadas las sujetas
     naciones derrocadas.
25Y durará, Señor, tu trono erguido
     por más de mil edades,
y de tu reino el cetro esclarecido
     cercado de igualdades.
Prosigues con amor lo justo y bueno,
30     lo malo es tu enemigo;
y ansí te colmó, ¡oh Dios!, tu Dios, el seno
     más que a ningún tu amigo.
Las ropas de tu fiesta, producidas
     de los ricos marfiles,
35despiden en ti puestas, descogidas,
     olores mil gentiles.
Son ámbar y son mirra y son preciosa
     algalia sus olores;
rodéate de infantas copia hermosa,
40     ardiendo en tus amores.
Y la querida Reina está a tu lado
     vestida de oro fino.
Pues ¡oh, tú, ilustre hija! pon cuidado,
     atiende de contino.
45Atiende, y mira, y oye lo que digo:
     si amas tu grandeza,
olvidarás de hoy más tu pueblo amigo,
     y tu naturaleza.
Que el Rey por ti se abrasa, y tú le adora,
50     que él solo es Señor tuyo,
y tú también por él serás señora
     de todo el gran bien suyo.
El Tiro y los más ricos mercaderes,
     delante ti humillados,
55te ofrecen desplegando sus haberes,
     los dos más preciados.
Y anidará en ti toda la hermosura,
     y vestirás tesoro,
y al Rey serás llevada en vestidura
60     y en recamados de oro.
Y juntamente al Rey serán llevadas
     contigo otras doncellas;
irán siguiendo todas tus pisadas,
     y tú delante dellas.
65Y con divina fiesta y regocijos
     te llevarán al lecho,
do, en vez de tus abuelos, tendrás hijos
     de claro y alto hecho,
a quien del mundo todo repartido
70     darás el cetro, y mando.
Mi canto por los siglos extendido,
     tu nombre irá ensalzando.
Celebrarán tu gloria eternamente
     toda nación y gente.

Lib III -- Salmo LXXI --

Deus, iudicium

      Señor, da al Rey tu vara
y al hijo del Rey da tu monarquía,
     que con justicia rara
él sólo regirá tu señoría.
5     Alcanzarán derecho
los valles por su mano, y los collados
     no turbarán el pecho
del vulgo, ni los cerros encumbrados
     harán más sinjusticia,
10porque él dará el debido a cada uno:
     al humilde justicia,
salud al injuriado, al importuno
     injuriador quebranto;
serás temido Tú mientras luciere
15     el sol y luna, en cuanto
la rueda de los siglos se volviere.
     Influirá amoroso
cual la menuda lluvia y cual rocío
     en prado deleitoso;
20florecerá en su tiempo el poderío
     del bien, y una pujanza
de paz, que durará no un siglo sólo;
     su reino rico alcanza
de mar a mar y de uno al otro polo.
25     Y, puesto ante él postrado,
el negro montesino, el enemigo,
     el polvo besa hollado.
Los reyes de la mar con pecho amigo,
     y Grecia y los romanos
30con los isleños todos, los sabeos,
     los árabes cercanos,
tributo le darán, y los deseos
     de todos los vivientes
a sí convertirá: las más lucidas
35     coronas de las gentes
todas adorarán ante él caídas;
     por cuanto por su mano
será librado el pobre, que oprimía
     el soberbio tirano,
40el triste a quien amparo fallecía.
     Sobre el menesteroso
derramará perdón; la empobrecida
     alma con don piadoso
será por él del daño redimida,
45     y de la violencia,
la sangre del cuitado muy preciosa
     delante su presencia,
y a vida le reduce muy gloriosa;
     y dale ricos dones.
50Por donde, agradecido de contino,
     con debidos pregones,
ensalzará sus loas su divino
     amor; sin pausa alguna
por él será bendito. ¡Oh, siglos de oro!,
55     cuando tan sola una
espiga sobre el cerro tal tesoro
     producirá sembrada,
de mieses ondeando cual la cumbre
     del Líbano ensalzada;
60cuando con más largueza y muchedumbre
     que el heno, en las ciudades
el trigo crecerá. Por do desplega
     la fama en mil edades
el nombre deste Rey, y al cielo llega
65     el nombre que, primero
que el sol manase luz, resplandecía:
     en quien hasta el postrero
mortal será bendito; a quien de día,
     de noche celebrando,
70las gentes darán loa y bienandanza,
     y dirán alabando:
«Señor, Dios de Israel, ¿:qué lengua alcanza
     a tu debida gloria?
De maravillas solo Autor, bendito
75     Tú seas; tu memoria
vaya de gente en gente en infinito
     espacio, y hincha el suelo
tu sacra majestad, cual hinche el cielo».

Lib III -- Salmo LXXXVII --

Domine Deus salutis meae

      Señor de mi salud, mi solo muro,
jÜez de mi defensa, a Ti voceo,
cuando está el aire claro, cuando escuro.
     Entrada en tu presencia sin rodeo
5y halle en tus oídos libre entrada
la dolorida voz de mi deseo.
     De males crudos, de dolor colmada
el alma, y casi ya en la sepultura
está la vida breve y fatigada.
10     Con los que moran la región escura
y triste, con aquéllos soy contado
a quien faltó el amparo y la ventura.
     Libre y cautivo vivo y sepultado,
cual el que duerme ya en eterno olvido,
15del todo de tu mano desechado.
     Pusísteme en el pozo más sumido,
adonde a la redonda me contienen
abismos, y tinieblas, y gemido.
     Asiento en mí tus sañas firme tienen,
20y sobre mi cabeza sucediendo
de tu furor las olas van y vienen.
     Su rostro mis amigos encubriendo,
porque, Señor, lo quieres, me declinan,
o por mejor decir, se van huyendo.
25     Antes me huyen, antes me abominan;
contalles mis razones yo quisiera,
a quien ¡ay! tus entrañas no se inclinan.
     En cárcel me detienes ansí fiera,
que ni la pluma ni la voz se extiende
30a publicar mi pena lastimera.
     Cegado he con la lluvia que desciende
continua de mis ojos, y contino
el grito a Ti, y los brazos la alma tiende,
     y dice: ¿:si verán tu bien divino
35los polvos, o los huesos enterrados
tus loas si dirán, con canto dino,
     tus hechos en la huesa celebrados?
¿:Será de tus grandezas hecha historia
en la callada tumba, en los finados?
40     ¿:En las tinieblas lucirá tu gloria
o por ventura habrá de tus loores
en la región de olvido gran memoria?
     No ceso de enviarte mil clamores,
y aun antes que despiertes Tú la aurora,
45despierto a referirte mis dolores.
     ¿:Por qué, Señor, tu pecho, do el bien mora,
desprecia ansí las voces de un caído
y huyes de mirarme más cada hora?
     Bien sabes de mi vida cuánto ha sido
50el curso miserable y cuán cuitado
los golpes de tu saña he sostenido.
     Encima de mis cuestas han pasado
las olas de tus iras; tus espantos
me tienen consumido y acabado.
55     Un mar me anega de miseria y llantos;
no en partes, sino juntos me rodean
un escuadrón terrible de quebrantos.
     A los que mi salud y bien desean,
a todos de mí, triste, los destierras,
60y porque en nada a mi dolor provean,
en sus secretos, crudo, los encierras.

Lib III -- Salmo CII --

Benedic, anima mea, Domino, et omnia

      Alaba a Dios contino ¡oh, alma mía!
y todas mis entrañas dad loores
a su glorioso nombre noche y día.
     Alaba, y nunca olvides sus favores,
5sus dones tan diversos del debido
a tus malvados hechos y traidores.
     él te perdona cuanto has ofendido,
y pone saludable medicina
en todo lo que en ti quedó herido.
10     Tu vida, que al sepulcro era vecina,
él mismo la repara y hermosea
con ricos dones de piedad divina.
     Bastécete de cuanto se desea;
cual águila será por él trocada
15en bella juventud tu vejez fea.
     Hace justicia Dios muy apurada;
da Dios a los opresos su derecho,
a los que oprime injusta mano osada.
     Notificó su ingenio y dulce pecho
20al santo Moisén; a su querido
pueblo manifestó su estilo y hecho.
     Y dijo: «Para todo lo nacido
soy de entrañable amor, soy piadoso,
soy largo en perdonar, la ira olvido».
25     No tiene en sus entrañas ni reposo
la saña, ni sosiego, ni le dura
entero en ira el pecho corajoso.
     No fue el castigo cual la desmesura,
mas al contrario incomparablemente
30la pena es menos que la culpa dura.
     Cuanto se encumbra el cielo reluciente
sobre la baja tierra, tanto crece
su amor sobre la humilde y llana gente.
     Lo que hay de do el sol nace a do anochece,
35tanto por su clemencia desviada
de nos nuestra maldad se desparece.
     Con las entrañas que la madre amada
abraza a sus hijuelos, tan amable
te muestras a tu gente regalada.
40     Conoces nuestro barro miserable,
y tienes dibujado en tu memoria,
que nuestro ser es polvo vil, instable.
     De nuestros días la más larga historia
es heno y tierna flor que en un momento
45florece y muere su belleza y gloria.
     Pasó sobre ella un flaco soplo, un viento,
y como si jamás nacido hubiera,
aun no conocerás dó tuvo asiento.
     La gracia de Dios siempre es duradera
50en quien dura en su amor, y sucediendo
por mil generaciones persevera
     en los que su ley santa obedeciendo
la escriben en su alma y sin olvido
y velando la cumplen y durmiendo.
55     No sólo reinas sobre el sol lucido,
mas tu corona alcanza y comprehende
cuanto será jamás y cuanto ha sido.
     El coro que en el cielo amor enciende
te dé loor; el coro poderoso,
60el que a tu voz alerto siempre atiende.
     Bendígate el ejército hermoso
de las eternas lumbres celestiales,
a quien hacer tu gusto es deleitoso.
     Bendígante tus obras inmortales;
65loores dete cuanto el mundo cría:
por todos tus imperios generales.
Y alábete también el alma mía.

Lib III -- Salmo CII (Segunda versión)

Benedic, etc.

Alaba ¡oh, alma! a Dios, y todo cuanto
     encierra en sí tu seno
celebre con loor tu nombre santo
     de mil grandezas lleno.
5Alaba ¡oh, alma! a Dios, y nunca olvide
     ni borre tu memoria
sus dones, en retorno a lo que pide
     tu torpe y fea historia.
Qu' él solo por sí solo te perdona
10     tus culpas y maldades,
y cura lo herido y desencona
     de tus enfermedades.
él mismo de la huesa a la luz bella
     restituyó tu vida;
15cercola con su amor, y puso en ella
     riqueza no creída;
y en eso que te viste y te rodea
     también pone riqueza;
ansí renovarás lo que te afea,
20     cual águila en belleza.
Que, al fin hizo justicia y dio derecho
     al pobre saqueado:
tal es su condición, su estilo y hecho,
     según lo ha revelado.
25Manifestó a Moisén sus condiciones
     en el monte subido,
lo blando de su amor y sus perdones
     a su pueblo escogido.
Y dijo: «Soy amigo y amoroso
30     soportador de males,
muy ancho de narices, muy piadoso
     con todos los mortales».
No riñe y no se amansa; no se aíra,
     y dura siempre airado;
35no hace con nosotros ni nos mira
     conforme a lo pecado.
Mas cuanto al suelo vence y cuanto excede
     el cielo reluciente,
su amor tanto se encumbra y tanto puede
40     sobre la humilde gente.
Cuan lejos de do nace, el sol fenece
     el soberano vuelo,
tan lejos de nosotros desparece
     por su perdón el duelo.
45Y con aquel amor que el padre cura
     sus hijos regalados,
la vida tu piedad y el bien procura
     de tus amedrentados.
Conoces a la fin que es polvo y tierra
50     el hombre, y torpe lodo;
contemplas la miseria que en sí encierra,
     y le compone todo.
Es heno su vivir, es flor temprana,
     que sale y se marchita;
55un flaco soplo, una ocasión liviana
     la vida y ser le quita.
La gracia del Señor es la que dura,
     y firme persevera,
y va de siglo en siglo su blandura
60     en quien en él espera;
en los que su ley guardan y sus fueros
     con viva diligencia,
en ellos, en los nietos y herederos
     por larga descendencia.
65Que ansí do se rodea el sol lucido
     estableció su asiento,
que ni lo que será ni lo que ha sido
     es de su imperio exento.
Pues lóente, Señor, los moradores
70     de tu rica morada,
que emplean valerosos sus ardores
     en lo que más te agrada.
Y alábete el ejército de estrellas,
     que en alto resplandecen,
75que siempre en tus caminos, claras, bellas,
     tus leyes obedecen.
Alábente tus obras, todas cuantas
     la redondez contiene;
los hombres y los brutos y las plantas,
80     y lo que las sostiene.
Y alábete con ellos noche y día
     también el alma mía.

Lib III -- Salmo CIII --

Benedic, anima mea, Domino

 Alaba ¡oh, alma! a Dios: Señor, tu alteza
     ¿:qué lengua hay que la cuente?
Vestido estás de gloria y de belleza
     y luz resplandeciente.
5Encima de los cielos desplegados
     al agua diste asiento;
las nubes son tu carro, tus alados
     caballos son el viento.
Son fuego abrasador tus mensajeros,
10     y trueno y torbellino:
las tierras sobre asientos duraderos
     mantienes de contino.
Los mares las cubrían de primero
     por cima los collados,
15mas visto de tu voz el trueno fiero
     huyeron espantados.
Y luego los subidos montes crecen,
     humíllanse los valles,
si ya entre sí hinchados se embravecen,
20     no pasarán las calles,
las calles que les diste y los linderos,
     ni anegarán las tierras.
Descubres minas de agua en los oteros
     y corre entre las sierras.
25El gamo y las salvajes alimañas
     allí la sed quebrantan;
las aves nadadoras allí bañas
     y por las ramas cantan.
Con lluvia el monte riegas de tus cumbres,
30     y das hartura al llano;
ansí das heno al buey, y mil legumbres
     para el servicio humano.
Ansí se espiga el trigo, y la vid crece
     para nuestra alegría;
35la verde oliva ansí nos resplandece,
     y el pan da valentía.
De allí se viste el bosque y la arboleda,
     y el cedro soberano,
adonde anida la ave, adonde enreda
40     su cámara el milano.
Los riscos a los corzos dan guarida,
     al conejo la peña;
por ti nos mira el sol y su lucida
     hermana nos enseña
45los tiempos. Tú nos das la noche escura,
     en que salen las fieras,
el tigre, que ración con hambre dura
     te pide y voces fieras.
Despiertas el aurora, y de consuno
50     se van a sus moradas.
Da el hombre a su labor sin miedo alguno
     las horas situadas.
¡Cuán nobles son tus hechos y cuán llenos
     de tu sabiduría!
55Pues ¿:quién dirá el gran mar, sus anchos senos
     y cuantos peces cría;
las naves que en él corren, la espantable
     ballena que le azota?
Sustento esperan todos saludable
60     de ti, que el bien no agota.
Tomamos, si tú das; tu larga mano
     nos deja satisfechos;
si huyes, desfallece el ser liviano,
     quedamos polvo hechos.
65Mas tornará tu soplo, y renovado
     repararás el mundo.
Será sin fin tu gloria, y tú alabado
     de todos sin segundo.
Tú que los montes ardes, si los tocas,
70     y al suelo das temblores.
Cien vidas que tuviera y cien mil bocas
     dedico a tus loores.
Mi voz te agradará, y a mí este oficio
     será mi gran contento;
75no se verá en la tierra maleficio,
     ni tirano sangriento.
Sepultará el olvido su memoria:
     tú, alma, a Dios da gloria.

Lib III -- Salmo CVI --

Confitemini Domino

      Cantemos juntamente,
cuán bueno es Dios con todos, cuán clemente.
     Canten los libertados,
los que libró el Señor del poderío
5del áspero enemigo, conducidos
de reinos apartados,
de Oriente, de Poniente y Cierzo frío,
del ábrego templado; que perdidos
por yermos no corridos,
10sin encontrar poblado vagueaban,
ansiosos voceaban
remedio de su mal a Dios rogando;
el cual luego inclinando
su oído con piadoso
15amor, salvos los puso en buen camino
y colocó en reposo.
Pues lóenle contino,
porque hartó la hambre y al cuitado
hizo de ricos dones abastado;
20y digan: «Inmortales
loores ¡oh, Señor! te den tus obras,
tu amor con los mortales,
las no vistas grandezas que en nos obras».
     Aquellos que en cadena
25moraron, en horror, en noche oscura,
de hierros rodeados y pobreza,
padeciendo la pena
debida a su maldad, a su locura,
porque amargaron malos la nobleza
30de la divina alteza,
hollaron su consejo verdadero;
por donde los colmó el pecho mal sano,
sin que favor humano
les valga, con miseria y dolor fiero,
35y libres del primero
error, vueltos al cielo,
llamaron al Señor que abrió la estrecha
cárcel, y vino al suelo
la cadena deshecha;
40celebren el poder por quien quebradas
fueron las cerraduras aceradas,
y digan: «Inmortales
loores ¡oh, Señor! te den tus obras,
tu amor con los mortales,
45las no vistas grandezas que en nos obras».
     Y los hombres livianos,
que por seguir sin orden ni medida
el deleitoso mal, la errada senda,
los miembros firmes, sanos,
50hincheron de dolor, y de la vida
perdieron la más dulce y rica prenda,
que a la dura contienda
no iguales, de la fiebre derrocados
estando, y ya del todo al mal rendidos,
55del vivir despedidos,
contra todo manjar enemistados,
a la muerte llegados,
con miserable lloro
pidieron tu favor; y Tú al momento
60les mandaste un tesoro
de fuerzas y contento;
ofrézcante por este beneficio
agradecido y justo sacrificio,
y digan: «Inmortales
65loores ¡oh, Señor! te den tus obras,
tu amor con los mortales,
las no vistas grandezas que en nos obras».
     También los que corrieron
la mar con flaco leño, volteando
70por las profundas aguas, y probaron
en el abismo y vieron
de Dios las maravillas grandes, cuando
mandándolo él los vientos se enojaron
y las olas alzaron
75al cielo furiosos; ya se apega
con las nubes la nave, ya en el suelo
se hunde, y el recelo
atónitos los turba, ahíla y ciega,
el grito al cielo llega;
80mas luego Dios llamado
los mares allanó, serenó el día,
y dentro el deseado
puerto con alegría
los puso; pues los tales de eminente
85canten de Dios los hechos a la gente,
y digan: «Inmortales
loores ¡oh, Señor! te den tus obras,
tu amor con los mortales,
las no vistas grandezas que en nos obras».
90     Dios secará las fuentes,
agotará los ríos, y la tierra
viciosa yermará por los pecados
de las malvadas gentes,
que moraban en ella; y de la sierra
95estéril hará frescos, verdes prados,
y pondrá allí plantados
los pobres, donde hechos moradores,
la tierra labrarán, que no envidiosa
alegrará copiosa
100con dulce y rico fruto a sus señores;
y con dones mayores
irán siempre creciendo
ellos y sus ganados; porque el daño,
y el ir disminuyendo
105no nace del mal año,
mas de los malos dueños; y por tanto
sobre ellos verterá duelo y quebranto:
y al pobre dio riqueza,
y sucesión ilustre, y gozo al bueno;
110al malo infiel, tristeza.
Y ponga esto el que es sabio dentro el seno.

Lib III -- Salmo CIX --

Dixit Dominus

 Asiéntate, -a mi Rey mi Dios le dice-,
     a mi mano derecha;
que yo pondré lo que te contradice
     peana a tus pies hecha.
5Y de Sión tu vara fuerte envía
     sobre tus enemigos;
que todos tus vasallos en un día
     son nobles, son amigos.
Que Tú tienes en ti del nacimiento
10     la fuerza y el rocío,
con que los haces llenos de contento,
     de luz y santo brío.
Más cierto que da el sol la blanca aurora,
     el parto el vientre lleno;
15y el sacerdocio en ti por siempre mora
     conforme al del Rey bueno.
Que Dios lo juró así, que nunca tira,
     ni muda lo jurado;
y Dios destroza reyes, puesto en ira,
20     a tu derecho lado.
Y pasará a cuchillo el mundo, llenos
     de muertos los fosados;
y los erguidos dél, ni más ni menos
     serán despedazados.
25Mas tú que bebes turbio en la carrera,
     ensalzarás bandera.

Lib III -- Salmo CXIII --

In exitu Israel

      En la feliz salida
del pueblo y casa de Jacob famosa,
de la desconocida,
bárbara y prodigiosa
5tierra de Egipto, idólatra y viciosa,
     la celestial morada,
gloria del mundo y célebre Judea,
fue allí santificada,
con la cual se recrea
10su Dios, y en sólo su favor se emplea.
     Siente el favor glorioso
con que a su pueblo lleva Dios triunfando
al mar, y temeroso
huye, y atrás volando
15vuelve el Jordán su curso levantando.
     Allí de gozo el suelo
(como las ovejuelas y corderos
se alegran al señuelo
de sus pastores veros)
20se alegran montes, valles y oteros.
     ¿:Cuál poderosa mano
reprime ¡oh mar! tus fuerzas y violencia,
y al fiero curso ufano,
Jordán, de tu potencia
25quiere enfrenar y hacerle resistencia?
    ¿:Qué os roba el alegría,
montes, collados que como amorosas
ovejas y su cría
con las yerbas sabrosas
30se alegran, os gozáis con estas cosas?
     El mar furioso y río
ante el aspecto de su Dios sagrado
no teme poderío;
por sólo su mandado
35mueve la tierra a uno y otro lado.
     Y ansí del escabroso,
estéril risco y de la piedra dura,
con ruido sonoroso,
manaron en hartura
40estanques y corrientes de agua pura.
     A Ti se debe sólo
de tan ilustres hechos gloria entera;
que en nuestro humilde polo
ningún mortal hubiera,
45que de tan altas obras digno fuera.
     De tu piadoso celo
tenemos tantos bienes recibidos,
porque el bárbaro suelo,
viéndonos oprimidos,
50no diga: «Están de Dios destituidos».
     Pues desde el sacro asiento
del cielo, do tu espíritu divino
reside, el fundamento
gobiernas, y camino
55das sólo a lo que quiere tu destino.
     Los simulacros vanos,
que bárbaros adoran humilmente,
son obras de sus manos,
de plata reluciente,
60de oro o de metal falso, aparente.
     Su lengua plateada
jamás hará, Señor, humano acento,
y la vista dorada
jamás verá el contento,
65que se le da de sacrificio al viento.
     Los cánticos gozosos
no gozarán, que sordos los oídos
tienen los poderosos,
y olores ofrecidos
70no los percibirán por muy subidos.
     Sus manos veneradas
no palparán su gloria, ni en el suelo
se verán sus pisadas,
ni aún para su consuelo
75podrán ellos gemir su desconsuelo.
     Los bárbaros profanos,
que tales monstruos honran y veneran
y esperan en sus manos,
como plantas se injieran
80en sus miserias, y como ellas mueran.
     La casa ennoblecida
del ilustre Jacob en Dios espera,
dador de eterna vida;
él es su gloria entera,
85esperanza y ayuda verdadera.
     En él la planta bella
de Aarón tuvo florida su esperanza,
pues nunca en la flor della
se vio jamás mudanza,
90creciendo con su ayuda y confianza.
     Los justos temerosos
en su piedad esperan humilmente,
y ansí viven gozosos,
porque con celo ardiente
95él es su ayuda y guarda eternamente.
     Con los que le adoramos
mil bienes está siempre repartiendo;
en su memoria estamos
siempre en favor creciendo,
100y él amoroso estanos bendiciendo.
     De su sagrada mano
la casa de Israel, su dulce amada,
y la del justo hermano,
Aarón, santificada,
105está, y de privilegios adornada.
     A todos, finalmente,
los que con pecho humilde y digno espanto
le adoran rectamente
con celebrado canto,
110los bendice su Dios glorioso y santo.
     Sobre estos ricos dones
con larga mano nuestro Dios anida
tesoros y blasones
de soberana vida,
115a vos y a vuestros hijos sin medida.
     Cuán bienaventurados
seréis, benditos de la firme diestra,
cuyo poder, formados
para riqueza nuestra,
120los claros cielos y la tierra muestra.
     Los príncipes del suelo
tienen de Dios terreno paraíso;
pero el empíreo cielo
para sí mismo quiso
125se reservase eterno e indiviso.
     No alabarán tu gloria
los que del nudo humano desatados
sepultan su memoria,
ni todos los que dados
130están al reino escuro desterrados.
     Solos los que el aliento
vital ayuda, alegres y gozosos,
con dulce y grato acento,
y TITulos gloriosos
135te alabamos, de ti muy deseosos.

Lib III -- Salmo CXXIV --

Qui confidunt

      Como ni trastornado
el monte de Sión, y de su asiento
jamás será mudado,
ansí del mal exento,
5será quien tiene a Dios por fundamento.
     De montes rodeada
está Jerusalén y defendida;
y Dios tiene cercada
a su gente escogida
10con cerca que jamás será rompida.
     Ni entregará al injusto
cetro Dios la virtud, porque la rienda
no suelte acaso el justo,
y en la vedada senda
15no meta el pie, ni al mal la mano extienda.
     Que Dios al bueno ampara,
y ciñe con su gracia y don divino;
y al que con libre cara
sigue por el camino
20derecho, favorece de contino.
Mas los que por torcidos
senderos se desvían engañados,
serán de Dios traídos
a fines desastrados.
25Libre el Señor de mal a sus amados.

Lib III -- Salmo CXXIX --

De profundis

      De lo hondo de mi pecho
te he llamado, Señor, con mil gemidos;
estoy en grande estrecho,
no cierres tus oídos
5a mis llantos y tristes alaridos.
     Si mirares pecados,
delante Ti, Señor, la luz no es clara,
presentes y pasados,
la justicia más rara
10no osará levantar a Ti su cara.
     Mas no eres rigoroso;
a un lado está el perdón, a otro indulgencia:
Tú en medio vas sabroso
a pronunciar sentencia,
15vestido de justicia y de clemencia.
     Y así los pecadores
teniendo en Ti, su Dios, tal esperanza,
te temen y dan loores,
que a tu justa balanza
20saben que está vecina confianza.
     Yo, Señor, en Ti espero,
y esperando le digo al alma mía
que más esperar quiero;
y espero todavía,
25que es tu ley responder al que confía.
     No espera a la mañana
la guarda de la noche desvelada,
ni así con tanta gana
desea la luz dorada,
30cuanto mi alma ser de Ti amparada.
     En tal Señor espera,
Israel, tú, que en sus altas moradas
la piedad es primera;
las lucientes entradas
35tienen mil redenciones rodeadas.
     De aquéllas vendrá alguna
a Israel libertad, ya yo la veo;
a tu buena fortuna
del mal que estabas feo
40sanarás todavía tu deseo.

Lib III -- Salmo CXXXVI --

Super flumina

      Cuando presos pasamos
tus ríos, Babilonia sollozando,
allí nos asentamos
a descansar llorando,
5de ti, dulce Sión, nos acordando.
     Allí, de descontentos,
colgamos de los sauces levantados
los dulces instrumentos,
que en Sión acordados,
10solían tañer a Dios salmos sagrados.
     Colgárnoslos de enojo
de ver que aquellas bárbaras naciones
tuviesen cruel antojo
de oír cantar canciones,
15a quien hacen llorar mil sinrazones.
     Ellos como se vieron
cerca de Babilonia en su región,
«tañé y canta -dijeron-
y no cualquier canción,
20sino uno de los cantos de Sión».
     Con amargos extremos
les respondimos: «¿:Presos y en cadena,
nos mandáis que cantemos
salmos en tierra ajena
25de Dios y de toda cosa buena?
     Si yo mientras viviere,
de ti, Jerusalén, no me acordare,
y doquiera que fuere,
tu ausencia no llorare,
30olvídeme de mí, si te olvidare.
     Si en tal prisión y mengua
puesto, por mí canción fuere cantada,
mi voz ronca y mi lengua
al paladar pegada
35quede de haber cantado castigada
     Si tuviere contento
sin ti, Sión, mi bien y mi alegría,
con áspero tormento
pague el placer de un día
40con mil años de pena el alma mía.
     Y ten, Señor, memoria
de los hijos de Edón en la alegría
de tu ciudad y gloria,
vengando en aquel día
45su furia, crÜeldad y tiranía.
     Castiga a estos feroces
guerreros, que venciendo no contentos
dicen a grandes voces:
"¡Derribad los cimientos,
50asolad, asolad los fundamentos!".
     ¡Oh, Babilonia triste!,
dichoso el que te diere justo pago
del mal que nos hiciste,
y dijere: "Yo hago
55en nombre de Sión aqueste estrago".
     Y en la justa venganza
más bendito será quien más llevare
por rigor la matanza,
y los niños que hallare
60con piedras sin piedad despedazare».

Lib III -- Salmo CXLV --

Lauda, anima mea

      Mientras que gobernare
el alma aquestos miembros, y entre tanto
que el aliento durare,
yo con alegre canto
5mi Dios celebraré y su nombre santo.
     No funde su esperanza
en los reyes ninguno, ni en sujeto
ponga su bienandanza,
en poder imperfeto
10en sí mismo a miserias mil sujeto.
     El alma por sí parte
a su esfera con presto movimiento;
y en polvo la otra parte
se torna, y al momento
15los sus intentos todos lleva el viento.
     Aquél será dichoso
y de buena ventura, que en su ayuda
pone a Dios poderoso,
que en solo Dios se escuda,
20y nunca su fiducia de Dios muda.
     De Dios, que el mar y tierra
y el cielo fabricó resplandeciente,
con cuanto dentro encierra;
de Dios, que a toda gente
25mantiene fe y palabra eternamente.
     Y saca de cadena
los pies injustamente aherrojados;
da pan con mano llena
a los necesitados;
30es fiel justicia de los agraviados.
     Con mano piadosa
levanta y pone en pie al abatido;
da ver la luz hermosa
al ciego, y con crecido
35amor abraza al bueno y su partido.
     A su sombra se acoge
el que anda desterrado y peregrino;
al huérfano recoge,
y a la viudez, y el tino
40hace que pierda el malo en su camino.
     Dios reina sobre cuanto
o fue ya, o es agora, o después fuere;
Dios, que es tu Dios en tanto,
Sión, que mundo hubiere,
45y un siglo a otro siglo sucediere.

Lib III -- Salmo CXLVII --

Lauda, Jerusalem

      Jerusalén gloriosa,
ciudad del cielo amiga y amparada,
loa al Señor, gozosa
de verte dél amada;
5loa a tu Dios, Sión, de Dios amada.
     Porque ves con tus ojos
de tus puertas estar sobrecerrados
candados y cerrojos;
y a tus hijos amados
10bendijo en ti por siglos prolongados.
     De bien y paz ceñida
tanto te guarda Dios, que no hay camino
por do seas ofendida;
y con manjar divino
15te harta y satisface de contino.
     Aqueste Dios envía
a la tierra su voz y mandamiento,
y con presta alegría
le obedece al momento
20sin poder resistir todo elemento.
     Envía y lanza nieve
como copos de lana carmenada;
aqueste es el que llueve,
y esparce niebla helada,
25menuda cual ceniza derramada.
     Envía también del cielo
cual planchas de cristal endurecido
el riguroso yelo,
cuyo frío crecido
30no puede reparar ningún vestido.
     Y aunque está más helado,
se derrite al divino mandamiento;
sopla el sonido airado
de algún lluvioso viento,
35y al punto suelta el agua el fundamento.
     Y aqueste Dios declara
su palabra a Jacob, su pueblo amado;
y en Israel, que ampara,
nos ha depositado
40la ley y ceremonias que ha ordenado.
     No ha hecho Dios tal cosa
con todas las naciones juntamente,
ni con lengua piadosa
manifestó a otra gente
45su corazón tan cierta y tiernamente.

Lib III -- De los proverbios de Salomón --

Capítulo último

     El sabio Salomón aquí pusiera,
lo que para su aviso, de recelo
su madre, de amor llena, le dijera:
     «¡Ay, hijo mío, ay, dulce manojuelo
5de mis entrañas!, ¡ay, mi deseado!
por quien mi voz contino sube al cielo,
     ni yo al amor de hembra te vea dado,
ni en manos de mujer tu fortaleza,
ni en daños de los reyes conjurado.
10     Ni con beodez afees tu grandeza,
que no es para los reyes, no es el vino,
ni para los jÜeces la cerveza.
     Porque, en bebiendo, olvidan el camino
del fuero, y ciegos tuercen el derecho
15del oprimido pobre y del mezquino.
     Al que con pena y ansia está deshecho,
a aquel dad vino vos; la sidra sea
de aquel a quien dolor le sorbe el pecho.
     Beba, y olvídese, y no siempre vea
20presente su dolor adormecido,
húrtese aquel espacio a la pelea.
     Abre tu boca dulce al que afligido
no habla, y tu tratar sea templado
con todos los que corren al olvido.
25     Guarda justicia al pobre y al cuitado;
amparo halle en ti el menesteroso,
que así florecerá tu grande estado.
     Mas ¡oh si fueses, hijo, tan dichoso,
que hubieses por mujer hembra dotada
30de corazón honesto y virtuoso!
     Ni la perla oriental así es preciada,
ni la esmeralda que el Ofir envía,
ni la vena riquísima alejada.
     En ella su marido se confía;
35como en mercaduría gananciosa,
no cura de otro trato o granjería.
     Ella busca su lino hacendosa;
busca algodón y lana, y diligente
despierta allí la mano artificiosa.
40     Con gozo y con placer continuamente
alegra, y con descanso a su marido;
enojo no, jamás, ni pena ardiente.
     Es bien como navío bastecido
por rico mercader, que en sí acarrea
45lo bueno que en mil partes ha cogido.
     Levántase, y apenas alborea,
reparte la ración a sus criados,
su parte a cada uno y su tarea.
     Del fruto de sus dedos y hilados
50compró un heredamiento, que le plugo;
plantó fértil majuelo en los collados.
     Nunca el trabajo honesto le desplugo;
hizo sus ojos firmes a la vela,
sus brazos rodeó con fuerza y jugo.
55     Esle sabroso el torno, el aspa y tela,
el adquirir, la industria, el ser casera;
de noche no se apaga su candela.
     Trae con mano diestra la tortera,
el fuso entre los dedos volteando
60le huye y torna luego a la carrera.
     Abre su pecho al pobre, que llorando
socorro le rogó, y con mano llena
al falto y al mendigo va abrigando.
Al cierzo abrasador que sopla y suena
65y esparce yelo y nieve, bien doblada
de ropa, su familia está sin pena.
     De redes que labró, tiene colgada
su cama, y rica seda es su vestido,
y púrpura finísima preciada.
70     Por ella es acatado su marido
en plaza, en consistorio, en eminente
lugar por todos puesto y bendecido.
     Hace también labores de excelente
obra para vender; vende al joyero
75franjas tejidas bella y sutilmente.
     ¿:Quién cantará su bien? Su verdadero
arreo es el valor, la virtud pura;
alegre llegará al día postrero.
     Cuanto nace en sus labios es cordura;
80de su lengua discreta cuanto mana
es todo piedad, amor, dulzura.
     Discurre por su casa; no está vana,
ni ociosa, ni sin que ya se le deba,
se desayunará por la mañana.
85     El coro de sus hijos crece y lleva
al cielo sus loores, y el querido
padre con voz gozosa los aprueba.
     Y dicen: "Muchas otras han querido
mostrarse valerosas, mas con ella
90compuestas, como si no hubieran sido".
     Es aire la tez clara como estrella,
las hermosas figuras, burlería;
la hembra que a Dios teme esa es la bella».
     Dadle que goce el fruto, el alegría
95de sus ricos trabajos. Los extraños,
los suyos en las plazas a porfía
celebren su loor eternos años.

Libro de Job en tercetos

Capítulo primero

ARGUMENTO

Job, natural de Hus, provincia vecina a Idumea y Arabia, entre gente ajena de Dios gran siervo suyo; y de los bienes de la vida abastado: cercado de hijos, y rico de ganados, y de familia; y por estas causas en su pueblo y en los comarcanos señalado y tenido, para mayor bien suyo, y para ejemplo de virtud a los venideros, es entregado de Dios al demonio a petición suya, no para que le mate, sino para que le tiente y le azote. Quítale la hacienda, mátale los hijos, llágale fea y cruelmente en el cuerpo y tráele a tanto desprecio, que su misma mujer le baldona y le persuade a que se mate a sí mismo. Pues estando así, lleno de miseria y armado de paciencia, y sentado en un muladar, visítanle cuatro hombres principales y sabios de aquella tierra, y grandes sus amigos, con los cuales después de un largo silencio que causó en él el dolor con la vista de los amigos renovado, y en ellos el espanto de una mudanza de fortuna tan grande, al fin, comenzando él y respondiéndole ellos, trábase entre todos un largo y reñido razonamiento; que en substancia de parte de los amigos es decir que Dios, como justo que es, siempre a los malos y pecadores en esta vida los castiga con miserables sucesos; y que ansí le castigaba a él como a gran pecador. Y de parte de Job es defender que Dios ni castiga siempre ni a solos los malos en esta vida, ni él lo era entonces, por ser pecador y malo. Sobre lo cual, ansí por la una como por la otra parte, se dicen razones altísimas, llenas de artificio y de dulzura en las palabras y en las sentencias preñadas de grandes misterios. Píntanse las condiciones de los hombres malvados, el ingenio de los buenos y justos; engrandécese por extrañas maneras la grandeza del poder de Dios y de su saber. Dícese de su grande bondad y justicia, profetízase su venida al mundo, la resurrectión de la carne, el juicio último, con otras cosas de grande cualidad y provecho. Y al fin de todo, sobreviene Dios y habla con Job con forma sensible. Y enséñale que, pues es hombre, no se ponga con Dios en cuentas ni quiera apear sus juicios. Y después, vuelto a los amigos dél, díceles que no han acertado en sus razones y que han afligido sin causa a su amigo, y mándales que se le humillen y le pidan que le ruegue por ellos, y que rogándoselo Job los perdonará. Hácese ansí, y Dios sana a Job y restitúyele a su estado primero con mayor prosperidad que al principio.

     En la región de Hus, en la primera
edad, fue un hombre justo, Job llamado,
ejemplo de virtud simple y entera;
     temeroso de Dios y del pecado
5enemigo mortal, y juntamente
de bienes y riquezas abastado.
     Clarísimo entre todos los d'oriente
hijos y hijas bellas Job tenía
y de servicio innumerable gente.
10     Los anchos campos fértiles rompía
con toros mas de mil, tres mil camellos
y siete mil ovejas poseía.
     Sus hijos por su orden uno dellos
el uno cada día convidaba
15en su casa a comer a todos ellos.
     Acabada la rueda madrugaba
el padre de mañana y con fe pura
por cada uno a Dios ofrenda alzaba.
     Porque decía ansí: «si por ventura
20mis hijos allá dentro de su pecho
usaron contra Dios de desmesura».
     Aquesta fue de Job la vida y hecho
mientras los tiempos claros le duraron
y tuvo el viento próspero y derecho.
25     Mas fue que un día entre otros que pasaron
delante de la majestad divina
Satanás y los ángeles llegaron.
     De Satanás la furia serpentina,
y díjole el Señor como le vido,
30a cuya voz la tierra y mar s'inclina:
    «¿:De dónde vienes tú?». Dice: «He corrido
por la tierra, Señor, y paseado
cuant' es de los mortales poseído».
     Y Dios: «Di, por ventura, ¿:has contemplado
35en mi sirviente Job, que en virtud pasa
a todos cuantos moran lo poblado?».
     -«Por la defensa suya y de su casa
te pones tú por muro díamantino
y es mucho si tus leyes no traspasa».
40     Sigue, dice, Señor, otro camino
toquémosle con mano más pesada:
veréis dó llegará su desatino.
     -«Dispón de su hacienda, reservada
quedando su persona», dijo el alto
45Señor, y la consulta fue acabada.
     Teñido de tristeza y de luz falto
el sol por el oriente se mostraba,
cuando con turbación y sobresalto
     a Job le vino un mozo y le contaba:
50-«tus bueyes, oh señor, iban arando
y el hato de las yeguas junto andaba
     y súbito, su furia demostrando,
sobre nosotros el sabeo viene;
yo sólo me escape por pies volando».
55     Esto contaba el mozo, y sobreviene
un otro luego y dícele afligido
que ni camellos ya ni guardas tiene,
     que el escuadrón caldeo, dividido
en tres partes, lo uno había robado
60los otros a crÜel fierro metido.
     Había aqueste apenas acabado
y llega otro diciéndole qu'el cielo
con fuego las ovejas ha abrasado.
     Y para dar remate al desconsuelo,
65otro con lloro amargo le decía
que vista por sus hijos negro duelo
    porque estando comiendo en compañía,
la casa derrocada de un gran viento
debajo de sí muertos los tenía.
70     Aquí se levantó Job de su asiento,
rompió sus vestiduras, y tendido
por tierra con humilde sentimiento
     dijo: «cual el principio, el fin ha sido;
desnudo vine al mundo, y es forzado
75tornar desnudo allí donde he salido.
     El Señor, que lo dio, se lo ha llevado.
Alabado su nombre santo sea».
En todo aquesto Job nunca ha pecado
ni dicho contra Dios palabra fea.

-- Capítulo II --

ARGUMENTO

Despojado Job de todos sus bienes, y no por eso vencido, torna el demonio a pedir licencia a Dios para afligirle más, y dásela y hiérele el cuerpo con enfermedad y llagas feas. Por donde su mujer, aborreciéndole, le convida a que desespere. A la cual él, con ánimo paciente y varonil, la reprehende y se asienta en el polvo. A donde cuatro amigos suyos que le vienen a ver y se admiran de velle, asentados y callando, y mirándose entre sí, pasan siete días.

     Abrese ya otra vez la etérea entrada
y del eterno padre a la presencia
la corte celestial es convocada.
     Vino toda l'angélica potencia
5y vino allí el demonio juntamente
haciendo su debida reverencia.
     Y preguntole Dios encontinente:
«¿:De dónde vienes tú?». Y dice: «He andado
todo lo que posee la mortal gente».
10     Y Dios: «di, por ventura, ¿:has contemplado
en mi sirviente Job, que resplandece
de perfeta virtud raro dechado,
     y en cómo, perseguido, permanece
entero en su bondad? Tú m'has movido
15sin causa a dalle el mal que no merece».
     «-Todo, dice, lo da por bien perdido,
desde el primero bien hasta el postrero
si queda con salud el afligido.
     Aun este mal no le ha llegado al cuero;
20en lo vivo lo toque vuestra mano:
veréis quién es con testimonio entero.»
     «-No toques en su vida, -el soberano
señor dice-, y dispón de todo el resto».
Y el demonio se parte alegre, ufano.
25     Y con hediondas llagas cuerpo y gesto
hiriéndole cruel le cubre todo
bien como lo llevaba presupuesto.
     Mas él, perseverando en su buen modo
tomó para raerse una corteza,
30sentándose en vil polvo, en torpe lodo.
     «-¿:Y duras todavía en tu simpleza?»
entonces su mujer le dijo airada,
«¡Ahógate, ya y sal de tu bajeza!».
     «-Hablaste como hembra mal mirada
35-responde-; que ¿:por qué do el bien recibo
la pena huiré cuando m' es dada?
     Si Dios nos place bueno, ¿:por qué esquivo
nos ha de desplacer?». En tal manera
el santo no ha pecado en cuanto escribo.
40     La fama voladora y pregonera
en mil naciones cuenta, en mil oídos
de Job la desventura grave y fiera.
     Por do tres sus amigos, conmovidos:
Elfaz el temanés y Zofarano
45el d' Amatos, y Bildaz que en los tendidos
     Suguises imperaba, con humano
intento se disponen, aviniendo,
mover en su consuelo boca y mano.
     Y ya que se acercaban, extendiendo
50los ojos, a Job vieron y espantados
quedaron, lo que vían no creyendo.
     Y levantando el lloro y sus preciados
mantos rasgando, polvo en sí esparcieron
y al cielo le lanzaron a puñados.
55     Y atónitos doliéndose estuvieron
callando muchos días, sin que alguno
su boca desplegase, porque vieron
cuán grande es su dolor, cuán importuno.

-- Capítulo III --

ARGUMENTO

Job a la fin rompe el silencio y maldice el día en que nació y su suerte dura, no por desesperación, ni por impaciencia, sino por aborrecimiento de los trabajos de la vida y de su condición miserable, sujeta por el pecado primero a tan desastrados reveses. Y ansí dice que es mejor el morir qu'el vivir, y la suerte de los muertos más descansada mucho que la de los vivos. Y refiere cuán sin pensar y a su parecer sin merecello, vino sobrél este mal.

     Al fin, creciendo en Job el dolor fiero
gimió del hondo pecho y, convertido
al cielo, lagrimoso habló el primero,
     y dijo, maldiciendo: «¡Ay, destruido
5el día en que nací y la noche fuera
en que mezquino yo fui concebido!
     ¡Tornárase aquel día triste en fiera
tiniebla, y no le viera alegre el cielo
ni resplandor de luz en él luciera!
10     ¡Tuviérale por suyo en negro velo
la muerte rodeada, para asiento
de nubes, de amargor, de horror, recelo!
     ¡Y aquella noche nunca entrara en cuento
con meses, ni con años, condenada
15a tempestad obscura y fiero viento!
     Fue noche solitaria y desastrada;
ni canto sonó en ella, ni alegría,
ni música d'amor dulce, acordada.
     Maldíganla los que su amargo día
20lamentando maldicen; los que hallaron
al fin de su pescar la red vacía.
     En su alba los luceros se anublaron,
el sol no amaneció ni con la aurora
las nubes retocadas variaron,
25     pues de mi ser primero en la triste hora
no puso eterna llave a mi aposento
y me quitó el sentir el mal de agora.
     ¿:Por qué no perecí luego al momento
que vine a aquesta luz, por qué, salido
30del vientre, recogí el común aliento?
     ¿:Por qué de la partera recibido
en el regazo fui? ¿:Por qué a los pechos
maternos, fui con leche mantenido?
     Que si muriera entonces mil provechos
35tuviera, ya durmiendo descansara,
pagara ya a la muerte sus derechos.
     Con muchos altos reyes reposara,
con muchos poderosos que ocuparon
los campos con palacios d'obra rara;
40     y con mil ricos hombres que alcanzaron
de oro grandes sumas, hasta el techo
en sus casas la plata amontonaron.
     ¡Oh, si antes del nacer fuera deshecho
y cual los abortados niños fuera
45que del vientre a la huesa van derecho!
     A do repuesta ya la vista fiera
el violento yace, y los cansados
brazos gozan de holganza verdadera.
     A do de las prisiones libertados
50están, los que ya presos estuvieron,
sin ser del acreedor mas aquejados.
     Los que pequeños y los que altos fueron
mezclados allí son confusamente:
no tienen amo allí los que sirvieron.
55     Que ¿:para qué ha de ver el sol luciente
un miserable, y para qu'es la vida
al que vive en dolor continuamente?
     Al que desea ansioso la venida
de la muerte que huye y la persigue
60más que la rica vena es perseguida.
     Al que se goza alegre si consigue
el fenecer muriendo, y si le es dado
hallar la sepultura aqueso sigue.
     Al qu'es como yo triste, a quien cortado
65le tienen el camino, y uno a uno
los pasos con tinieblas le han cerrado.
     Mi hambre con sospiros desayuno
y como sigue al trueno, a mis gemidos
ansí sigue una lluvia de importuno
70     lloro que me consume. ¡Ay, cuán cumplidos
veo ya mis temores, cuán ligeros,
cuán juntos en mi daño y cuán unidos!
     ¿:En qué merecí yo males tan fieros?;
¿:por dicha no traté templadamente
75con el vecino y con los extranjeros,
y soy ferido ansí severamente?».

-- Capítulo IV --

ARGUMENTO

Ofendiéronse los amigos de Job destas postreras palabras en que parece justificarse; y Elifaz, tomando la mano por todos, pídele primero licencia para hablar, y después reprehéndele lo uno de que se queje tan agriamente y lo otro de que ponga en duda la causa por que es así castigado, como sea notorio, según él dice, venir siempre los malos sucesos a los hombres por sus pecados. Y finalmente le amonesta a que no se justifique delante de Dios y cuéntale lo que en visión acerca desto le fue dicho.

     Elfaz de aqueste fin mal ofendido,
después de con los ojos haber dado
señas a los amigos, con fingido
     hablar, revuelto a Job, «aunque pesado
5y grave, el disputar te será agora
-dice- ¿:quién callará lo qu'ha pensado?
     ¿:Qu'es esto? ¿:Y eres tú el qu'antes d'hora
a todos consejabas?; ¿:los caídos
alzabas con tu voz consoladora?
10     ¿:Eras por quien los brazos descaídos
cobraron nueva fuerza y el medroso
temblor huyó los pechos afligidos?
     Para otros sabio y para ti faltoso
quebraste al primer toque, y un avieso
15caso, nos descubrió tu ser ventoso.
     ¿:Por dicha no demuestra este suceso
que tu derechez era burlería,
tu religión, tu vida, y tu proceso?
     ¿:Qué sirve preguntar cuál culpa mía
20es digna deste mal?; ¿:qué justo ha sido
cortado en la sazón que florecía?
     Como al revés ha siempre acontecido
qu'el hacedor del mal recoge el fruto
conforme a la simiente qu'ha esparcido.
25     Su gozo se convierte en triste luto
en soplando el Señor; ante su aliento
el mal verdor se torna seco, enjuto
     Al bramador león en un momento
y a la fiera leona vuelve mudos
30y quiebra al leoncillo el diente hambriento.
     Y quita de las uñas a los crudos
tigres, la amada presa, y despartidos
los pobres hijos van de bien desnudos.
     No te pregones justo; en mis oídos
35sonó lo que diré y a malas penas
cogieron parte dello mis sentidos.
     Cuando tintas del negro humor las venas
carga la pesadilla al hombre y cuando
la noche ofrece formas d' horror llenas,
40     adentro de los huesos penetrando
un súbito pavor me sobrevino
y sin saber de qué quedé temblando;
     y como soplo, un aire peregrino
pasó sobre mi rostro, y cada pelo
45se puso en mí más yerto qu'el espino;
     y pareció ante mí en obscuro velo,
en pie, no supe quién, vi una figura,
oí como una voz qu'aguza el duelo».
     Y dijo: «¿:a par de Dios por aventura
50s'abonará el mortal?, ¿:la vida humana
ante su facedor mostrarse ha pura?
     Si no dio a su familia soberana
constancia duradera y si no puso
en sus ángeles luz del todo sana,
55     cuánto menos al hombre, que compuso
de polvo, que en terrena casa mora,
qu'el ocio le entorpece y gasta el uso,
     que nace como flor por el aurora
y en la tarde marchito desparece,
60y no queda dél rastro en breve hora,
     porque no tiene apoyo. Ansí acontece
al escogido, al vil; ansí el preciado
y el miserable vulgo ansí perece,
y en esto es con los brutos igualado».

-- Capítulo V --

ARGUMENTO

Prosigue Elifaz en su razón y pide a Job que le muestre que hombre santo haya sido maltratado de Dios, como le mostrará él habello sido siempre los que son malos. Que cual es cada uno, ansí le acontece. Y amonéstale después desto que vuelto a Dios haga penitencia, y le asegura de su favor si así lo hiziere.

     Y añade: «Pero si no soy creído
llama quien te defienda, si parece
alguno, o di cuál santo, cual tú ha sido.
     Cual vive, a cada uno ansí acontece:
5a manos de su antojo el tonto muere,
el malo y revoltoso en lid perece.
     Por más bien arraigado que estuviere,
al malo si le veo le maldigo
y más cuanto más rico y feliz fuere.
10     ¡Ay, cuán amargo trueque, ay triste, digo
te espera! Que tus hijos condenados
por cárceles irán sin bien ni abrigo.
     Langostas comerán los tus sembrados,
ni el seto los defiende ni la espina,
15tus bienes del ladrón serán robados.
     Que cierto es que la tierra no es malina
de suyo, ni jamás produce el suelo
por culpa suya mal o cosa indina.
     El hombre es sólo aquel a quien desvelo
20le viene el producir por culpa pena,
como es a la centella proprio el vuelo.
     Yo juzgo que el valor, la suerte buena
es el buscar a Dios; en el su oído
mi voz y mi oración contino suena.
25     Gran facedor de hazañas que en sentido
no caben, de proezas cuyo cuento
no puede ser por sumas recogido;
     levanta adelgazando el elemento
del agua y vuelto en lluvia le derrama
30por la faz de la tierra en un momento;
     del polvo sube en alto, y encarama
a la bajeza humilde, y al cercado
de noche torna a luz y buena fama.
     Deshace y desbarata el avisado
35intento del engaño y no consiente
que consiga el traidor lo deseado.
     Con sus artes enlaza al más prudente,
con sus avisos mismos y la liga
destruye de la falsa y mala gente.
40     La luz se le ennegrece y da fatiga,
y como en noche oscura estropezando
no sabe el resabido por dó siga.
     Valiente salvador del pobre cuando
le oprime ya el tirano, cuando el crudo
45cuchillo encima dél va relumbrando.
     Es para el desarmado fiel escudo,
él solo, es rico bien, rica esperanza;
al opresor burlado deja, y mudo.
     Dichoso el hombre que de Dios alcanza
50ser corregido aquí. Por esto amigo
sufre su disciplina con templanza,
     que si te pasa el pecho su enemigo
fierro, te sanará su blanda mano:
hará venir el bien tras el castigo.
55     De los trabajos seis el soberano
victoria te dará, del mal seteno
te sacará gozoso alegre y sano.
     él te sustentará si el muy sereno
cielo quemare el campo; en el sonido
60al arma te pondrá dentro en su seno.
     Guardado te tendrá, y como escondido
de la perversa lengua, sano y ledo,
si el aire se dañare corrompido.
     Si la tierra temblare, estarás quedo;
65si la asolare el robo, tu seguro
ni de las bestias fieras habrás miedo.
     Aun los peñascos mismos, aun el duro
roble te acatarán, y la fiereza
se volverá contigo en amor puro.
70     De paz verás cercada y de nobleza
tu casa, y mirarás con diligencia,
y falta no verás en tu grandeza.
     Verás multiplicar tu descendencia
tus pimpollos crecer, cual crece el heno
75a quien el cielo mira con clemencia.
     En la fuesa entrarás de días lleno,
maduro y bien granado como espiga
cogida con sazón en año bueno.
     Aquesto, la verdad que yo te diga
80es todo cuanto alcanzo y cuanto hallo
y cierto es ello ansí. Tu oreja siga
mi voz, tu pecho empléese en pensallo».

-- Capítulo VI --

ARGUMENTO

Job de nuevo lastimado con la plática de Elifaz, que oía sus quejas y no sentía sus dolores, desea que lo uno y lo otro se pudiera poner cada uno en su balanza, para que así se viese cuánto es más lo que le duele que lo que se queja. Desea acabar ya con la vida, laméntase del poco consuelo que halla en sus amigos. Y dice

     Los ojos en Lifaz como enclavados
de nuevo dolor lleno y d'amargura
los brazos sobre el pecho ambos cruzados,
     «Ojalá -dice Job- que mi ventura
5tal fuera qu'en un peso se pesara
mi queja juntamente y suerte dura.
     Entonces vieras tú cuál traspasara
a cuál, cuánto es mayor el mal que siento
qu'el lloro, y que la voz me desampara.
10     Agudos pasadores, ¡ay!, sin cuento
me beben sangre y vida ponzoñosos;
soy de dolores mil amargo asiento.
     ¿:Bramó por yerba, dime, en los viciosos
bosques el corzo? O di: ¿:dio el buey bramido
15en los pesebres llenos, abundosos?;
     ¿:o viste que pudiese ser comido
lo amargo, o que lo soso y desalado
no pareciese a todos desabrido?
     Ni el qu'está alegre llora, ni el cuitado
20puede callar su mal: y yo ansí agora,
si querelloso estoy, estoy llagado.
     ¡Oh, quién me concediese en esta hora
aquello que demando!, ¡oh, si cumpliese
mi voluntad el qu'en lo alto mora!
25     Que pues lo comenzó, me deshiciese,
que a su mano soltase ya la rienda
y qu'en menudas piezas me partiese.
     Y me consuele en esto, que no atienda
a si me dolerá, sino que acabe
30seguro que yo nunca me defienda.
     Que ¿:cuál es mi valor para en tan grave
mal no desfallecer?; ¿:qué valentía
para durar al fin que no se sabe?
     ¿:Por dicha es de metal la carne mía?
35¿:Soy bronce, soy acero, o mi dureza
con la del pedernal tiene porfía?
     Ni en mí para valerme hay fortaleza,
ni en los amigos hallo algún consuelo,
sino en lugar d'amor fiera extrañeza.
40     ¡Oh! ¿:Quién viendo al amigo por el suelo
olvida l'amistad? El tal ¿:osado
será a poner las manos en el cielo?
     Mis deudos como arroyo m'han faltado,
como arroyos que corren de avenida
45por los valles con paso acelerado;
     van turbios con la escarcha derretida,
van turbios y crecidos con el yelo
y nieve qu'en sí llevan escondida.
     Mas dende a poco tiempo como en vuelo
50se pasan y deshacen al estío,
por do pasaron seco queda el suelo;
     por do sonaba hinchado un grande río
el paso va torciendo una delgada
vena, que falta y queda al fin vacío.
55     Mirolos desde lejos la calzada
de Temano, mirolos el camino
de Arabia, la en riquezas abastada;
     violos el caminante, a ellos vino
con sed, cuando llegó ya se han pasado:
60confuso condenó su desatino.
     Tal es lo que comigo habéis usado:
venistes a aliviarme, y sin alguna
causa mi duelo habéis acrecentado.
     ¿:Dije, por aventura, dadme una
65parte de vuestro haber? ¿:Mi voz ha sido
en algo pedigÜeña o importuna?
     ¿:O he que me librásedes querido
d'algún grave enemigo temeroso?
¿:Qué bien o qué rescate os he pedido?
70     Habla, si tenéis qué, que con reposo
os prestaré atención. Decidme agora
si os he pecado en algo, o soy penoso.
     ¡Oh, cómo es poderosa y vencedora
en todo la verdad!; ¡oh, cómo en nada
75me empece vuestra voz acusadora!
     En vuestro imaginar está fundada
vuestra reprehensión, de solo el viento
movistes contra mí la voz airada.
     El caso es que en cayendo uno al momento
80todos son contra él. ¿:A un herido,
a un amigo vuestro dais tormento?
     Quered bien atender a mi gemido,
mirad mi razón toda atentamente,
veréis que con vosotros no he excedido.
85     O, si os place, tornemos blandamente
a razonar sobre ello, tornad luego
verase mi razón más claramente.
     No torcerá jamás por mal, por ruego
mi lengua a la maldad; que si me duelo
90si lloro, soy de carne y ardo en fuego
y siento como cuantos tiene el suelo».

-- Capítulo VII --

ARGUMENTO

Prosigue Job en su querella y relata muy por menudo sus males todos; y vuelto a Dios suplícale que les ponga fin o acabándolos o acabándole.

     ¡Ay, no tuviera el hombre un señalado
tiempo para morir!, ¡ay, no tuviera
como el obrero tiene un fin tasado!
     Con el deseo que la sombra espera
5el siervo trabajado, o el jornalero
qu'el sol fenezca aguarda, su carrera,
     ansí esperando yo el día postrero,
en vano muchos meses he contado,
mil noches he tenido en dolor fiero.
10     Cuando me acuesto digo: «ya es llegado
mi fin, no hay levantar»; y a la mañana:
«no hay tarde», y a la fin quedo burlado.
     Alárgase mi mal, toda es temprana
hora para mi fin, aunque vestido
15de podre estoy, ni tengo cosa sana.
     Cual lanzadera en tela, así han corrido
mis días descansados; mi contento
voló, y el mi esperar en vano ha sido.
     ¡Ay, miémbrate de mí, Señor, pues viento
20conoces qu'es mi vida y que, pasada
no tornare a gozar de luz, d'aliento!
     No me podrá más ver vista criada,
si un poco tu clemencia más s'olvida:
cuando me quieras, ver no verás nada.
25     Llovió y pasó la nube, así es la vida;
ansí quien una vez bajó a la escura
región, no halla vuelta, ni subida;
     ni torna más a ver la hermosura
de su dorado techo y alta casa,
30ni le conoce más su misma hechura.
     Si no, yo menos puedo poner tasa
a mi doliente voz, diré mi pena,
diré cuánto amargor el alma pasa.
     ¿:Qué es esto, ¡ay, di señor!, soy yo ballena?,
35¿:soy mar, que a cada lado, a cada parte
yo encuentro en el dolor, ella en la arena?
     Si, digo, del dulzor que el sueño parte
mi lecho no será escaso comigo
allí podré olvidar de mi mal parte.
40     Con temerosas formas enemigo
me tornas el descanso ansí espantoso
qu'el despierto dolor por bueno sigo.
     El lazo estrecho y crudo por sabroso
escoge l'alma mía, y cualquier suerte
45y no este cuerpo flaco y doloroso.
     Aborrezco el vivir, amo la muerte
y pues es fin forzoso, ¡ay!, venga luego,
no guarde a un ser tan vil tu mano fuerte.
     ¿:Cuál es sino bajeza el hombre y juego
50para que cuide dél tu providencia
o le deshaga el hierro, o queme el fuego?,
     ¿:para que en la alborada con clemencia
le mire cada día, y le remire
por horas, por momentos tu excelencia?
55     ¡Ay! ¿:Cuándo has d'acabar? O se retire
de vida sostener tan miserable
tu mano, o dame aliento en que respire.
     Si dicen que pequé, tu ser estable
¿:qué pierde, para que por blanco opuesto
60me tengas, y hecho peso intolerable
    a mí mismo? ¡Ay, señor amansa presto,
amansa ya tu brazo riguroso,
no tengas ya en tus ojos mi mal puesto!
     ¿:No ves que si te tardas vagaroso
65hoy me pondré a dormir en este suelo
y al alba, si me buscas piadoso
no hallarás de mí ni solo un pelo?

-- Capítulo VIII --

ARGUMENTO

Toma la mano otro de los amigos de Job, llamado Bildad, y como si Job hubiera acusado de injusto a Dios, así vuelve por su igualdad y defiende sus partes, afirmando que ni la maldad, por más que se disimule con apariencia de bien, florece, ni la virtud perece, aunque más la persigan; porque Dios justo da siempre favor al que lo merece.

     Aquí Bildad airado abrió la boca:
«¿:qué fin ha de tener tu parlería,
dice, tu presunción ventosa, loca?
     ¿:Hizo jamás Dios sobra o demasía?
5¿:Torció el derecho a nadie, armó la mano,
faltándole razón, con tiranía?
     Si ciegos de su error, tus hijos, vano
pecaron contra él, él justamente
también se les mostró crudo inhumano.
10     Y tú, si con cuidado diligente
agora despertares tus sentidos,
si a Dios los convertieres húmilmente;
     si con pura limpieza en sus oídos
sonares, él también de madrugada
15te colmará de bienes escogidos,
     y quedará zaguera tu pasada
felicidad, riqueza y buena suerte
con tus postrimerías comparada.
     Pregunta a los ancianos, ve y convierte
20tus ojos por los siglos ya primeros;
en los antiguos casos mira, advierte,
     que nos ayer nacimos, y ligeros
volamos más que sombra, y como el viento,
y en el saber quedamos muy postreros.
25     Ellos te enseñarán, con largo cuento
ellos te hablarán; y del divino
pecho producirán razonamiento.
     Dirante qu' es notorio desatino
pedir verdor al junco, ni hermosura
30que no está junto al agua de contino.
     Que si parece estar en su frescura
sin que le toque el hierro, ni la mano
primero que ninguna otra verdura
     se seca; y que ansímismo el ser liviano
35perece de cualquier que a Dios olvida,
de todo falso hipócrita profano.
     Al cual su vanidad a conocida
calamidad conduce, y su esperanza
es tela a do l'araña hace su vida.
40     A do el flaco animal cuando el pie lanza,
no halla do estribar, y aunque procura
caído levantarse, no lo alcanza.
     También te enseñarán que cuando dura
a la planta el humor y el sol benino
45la mira, crece en ramos y frescura.
     Y abriendo por las piedras da camino
a sus firmes raíces, y enredada,
las pasa como acero agudo y fino.
     Y si por caso alguna es arrancada
50de su lugar así, que quien la vido
diga: no queda rastro, ni pisada.
     Entonces es su gozo más crecido,
por uno, mil pimpollos vigorosa
levanta d'entre el polvo removido.
55     Ello es verdad perpetua, no dudosa:
jamás a la bondad Dios desampara,
jamás a la maldad hace dichosa.
     No le dejes tú a él, que él nunca para
hasta que de loor te colme el pecho,
60hasta que bañe en gozo boca y cara.
     Los enemigos tuyos al despecho
entregará confusos: qu'el estado
del bueno nunca viene a ser deshecho,
ni del malo jamás es prosperado.

-- Capítulo IX --

ARGUMENTO

Responde Job a Bildaz. Confiesa qu'es Dios justo y dice grandes cosas de su saber y poder; mas con ser Dios justo, está firme en decir qu'él no ha pecado conforme a lo que padece, y encarece lo que padece por nueva manera.

     Confieso qu'es ansí, que nadie es parte
si Dios, -respondió Job-, al hombre acusa
a con justa razón guardar su parte.
     Que quien con él baraja, si ya usa
5de todo su saber, dará turbado
por mil acusaciones una escusa;
     es de corazón sabio, está dotado
de poderosa fuerza, ¿:quién presume
trayendo lid con él gozar su estado?
10     Los montes encumbrados trueca y sume
con tan presto furor, que apenas vieron
el golpe descender que los consume.
     En tocando él la tierra se movieron
los fundamentos della, y conmovidos
15de su lugar eterno y firme fueron.
     Manda al sol que recoja sus lucidos
rayos y no los muestra, y los sagrados
ardores por él son escurecidos.
     él tiende el aire puro; desplegados
20los cielos son por él; y va y camina
por cima de los mares más hinchados.
     él sólo cría el Norte y la Bocina
y el Carro, y del austral contrario polo
la retirada estrella peregrina.
25     Poderoso obrador, de lo que él solo
entiende; de sus obras y grandeza
comencé el hombre el cuento, mas dejolo.
     Pondráseme delante, y mi rudeza
no le conocerá, subirá el vuelo,
30y no le entenderé, tal es su alteza.
     Pues si de algo asiere, ¿:quién del suelo
le quitará la presa? ¿:Cuál osado
razón demandará al que tuerce el cielo?
     No enfrena con temor su pecho airado
35que del mundo lo alto y lo crecido
debajo de sus pies tiene humillado.
     Pues ¿:cuándo o cómo yo seré atrevido
de razonar con él?; para su audiencia
¿:qué estilo hallaré tan escogido?
40     Que ni sabré tornar por mi inocencia,
por más que limpio sea, mas tremiendo
le rogaré que juzgue con clemencia.
     Y puede acontecer también que habiendo
llamádole responda, y yo no crea
45ni sepa que a mi voz dio entrada oyendo.
     él como torbellino me rodea
y empina y bate al suelo, y presuroso
en añadir dolor en mí se emplea.
     No me concede un punto de reposo,
50ni un solo recoger el flaco aliento:
en amargarme sólo es abundoso.
     Ansí que si va a fuerzas no entra en cuento
la suya; si a derecho no hay criado
que parezca por mí en su acatamiento.
55     Seré yo por mi boca condenado
si hablo en mi defensa; limpio y puro
seré y convencerá que soy culpado.
     Yo mismo no estaré cierto y seguro
de mi justicia misma; lo más claro
60de mi vida tendré por más escuro.
     Mas lo que he dicho y digo es que al avaro
al liberal, al malo, al virtuoso
les rompe de la suerte el hilo caro.
     Mas ya qu'el destruirme le es sabroso
65acábeme de una y no haga juego
del mal de quien jamás le fue enojoso.
     Andáis mal engañados, hace entrego
del mundo, si le place, al enemigo
injusto, que lo pone a sangre y fuego.
70     Y lo trastorna todo, y no hay testigo
ni vara que se oponga a su osadía,
decid ¿:quién se lo dio si no es quien digo?
     Y a mí que no he pecado el corto día
me huye de la vida más ligero
75que posta, y más que sombra mi alegría.
     No corre ansí el navío más velero,
ni menos ansí vuela y se apresura
a la presa el milano carnicero.
     Ni en el pensar jamás tuve soltura,
80jamás dije entre mí: «quiero yo agora
hurtarme al sobrecejo, a la cordura».
     No me desenvolví siquiera un hora,
que siempre ante mis ojos figurada
tu mano truje y fuera vengadora.
85     Mas si, como decís, soy malo, nada
me servirá el rogar, porque si fuese
justo no lo seré si a él le agrada.
     Si puro más que nieve emblanqueciese,
si más que la limpieza misma todo
90en dichos yo y en hechos reluciese,
     ante él pareceré con torpe lodo
revuelto y sucio ansía que mi vestido
huya de mí con asco en nuevo modo.
     ¡Ay! que no es otro yo, no igual, ceñido
95de carne con quien pueda osadamente
ponerme a pleito, oír y ser oído.
     Ni menos hay persona, no hay viviente
que medie entre los dos, que nos presida,
que mida a cada uno justamente.
100     Ponga su vara aparte, su crecida
saña no me estremezca, y yo me obligo
a entrar con él en cuenta de mi vida;
mas ansí como estoy, no estoy comigo.

-- Capítulo X --

ARGUMENTO

Prosigue Job quejándose, y vuelto a Dios, queréllase con él y pídele que mitigue su ira y le deje respirar siquiera un poco. Y dice:

    Este vivir muriendo noche y día
ansí me enfada ya, que sin respeto
la rienda soltaré a la lengua mía.
     Diré mis amarguras, mi secreto.
5Señor, ¿:condenarás a un no oído,
ni me darás razón d'aqueste aprieto?
     ¿:Es bueno ante tus ojos oprimido
tener con violencia al que es tu hechura
y dar calor al malo, a su partido?
10     ¿:Tus ojos son de carne, por ventura?,
¿:tu vista es cual la humana, tu juzgado?,
¿:tu ser, es como el ser de la criatura?
     ¿:Pesquisas lo que dudas engañado
por dicho o por sospecha? ¿:Manifiesto
15no sabes que jamás te fui culpado?
     ¿:No sabes mi inocencia? Mas ni aquesto
ni fuerza, ni saber alguno humano
descargan de mis hombros, lo que has puesto.
     Tus dedos me formaron, con tu mano,
20Señor, me compusiste a la redonda
y agora me despeñas inhumano.
     Acuérdate que soy vileza hedionda,
del polvo me feciste, y cuán en cedo,
harás qu'el mismo polvo en sí m'asconda.
25     Como se forma el queso, ansí yo puedo
decir, que de una leche sazonada
me compusiste con tu sabio dedo.
     Vestísteme de carne cubijada,
de cuero delicado, y sobre estables
30huesos con firmes nervios asentada.
     Vida me diste, y bienes no estimables
con tu visita dura y persevera
mi huelgo flaco y días deleznables.
     Bien sé que no lo olvidas, ni está fuera
35de tu memoria aquesto, y qu'en tu pecho
mora lo que será, lo qu'antes era.
     Si te ofendí, Señor, bien me has deshecho,
si cometí maldad, a buen seguro
que no me iré loando de lo hecho.
40     Y si fui pecador, ¡ay, cuánto es duro
mi azote!; y si fui justo ¿:qué he sacado
más de miseria amarga y dolor puro?
     El cual como león apoderado
de mí, me despedaza; mas soy luego
45por ti para más pena renovado.
     Con milagrosa mano en medio el fuego
por prolongar mi duelo me sustentas,
y muero siempre y nunca al morir llego.
     Renuevas mis azotes, y acrecientas
50tus iras, y mudándolos contino
con un millón de males me atormentas.
     ¡Ay!, di ¿:qué voluntad, Señor, te vino
de producirme a luz? ¡Ay, feneciera
antes que comenzara a ser vecino
55     del mundo, y que mortal ojo me viera
y el vientre se trocara en sepultura,
y como el que no fue jamás, yo fuera!
     Mas pues lo poco que mi vivir dura
conoces, ten, Señor, la mano airada,
60dame un pequeño espacio de holgura.
     Antes que dé principio a la jornada
para nunca volver, antes que vea
la tierra triste de negror bañada,
     la tierra negra tenebrosa y fea
65de confusión y de desorden llena
falta de todo el bien que se desea
adonde es noche, cuando más serena.

-- Capítulo XI --

ARGUMENTO

Sofar, el tercero de los amigos de Job, toma la mano y reprehéndele como los demás con ásperas palabras: llámale arrogante; pide a Dios que le confunda; dice mucho del poderío de Dios. Y a la fin amonéstale a que haga penitencia y prométele buena dicha si la hace.
     ¡Oh, cuánto, Job, lo tienes mal pensado,
si por juntar palabras, no argÜído
si piensas por hablar no ser culpado!,
     dijo el Sofar nemano. Di ¿:rendido
5todo te callará?; ¿:tú solo haciendo burla,
serás de nadie escarnecido?
     Di, falto, ¿:no sonó tu voz diciendo:
«soy libre de maldad, soy limpio y puro
en obras en palabras reluciendo»?
10     ¡Oh, si rompiese Dios su velo escuro
y puesto en clara luz, y boca a boca
hablase con tu pecho terco y duro;
     y descubriese a tu arrogancia loca
su abismo de saber, su derecheza
15y cómo a tu maldad su pena es poca!
     ¿:Por caso has apeado su honda alteza?
¿:al último poder y ser divino
por dicha penetró tu gran viveza?
     Subido es más qu'el cielo cristalino
20pues ¿:cómo llegarás? Es más profundo
qu'el centro, ¿:que fará tu desatino?
     Si mides de una parte a otra el mundo,
mayor es su medida, y con su anchura
compuesto el ancho mar es muy segundo.
25     Si todo lo talare y si en escura
cárcel cerrado todo lo escondiere,
¿:habrá qué se le oponga, criatura?
     Cuanto el mortal y vano pecho hiciere
él lo conoce y cala sus intentos,
30y entiende aun al que a sí no se entendiere.
     Que el hombre es vanidad, sus pensamientos
carecen de substancia, y es movido
como salvaje bruto a todos vientos.
     Mas dígote que si hora convertido
35te vuelves con estable y firme pecho
y tiendes y los brazos y el gemido;
     si alejas de tu mano y de tu hecho
a toda la maldad; si el desafuero
no reposare más dentro en tu pecho,
40     podrás alzar al cielo puro entero
el rostro y sin mancilla, y confiado
no te pondrá temor ningún mal fiero.
     Y tú de aquestos duelos olvidado
no quedará en ti dellos más memoria
45que de las aguas raudas qu'han pasado.
     Será cual mediodía, y más tu gloria
y si rodare el tiempo, como aurora
dará más luz creciendo tu memoria.
     Seguro morirás pues se mejora
50tu suerte, y como si cavado hubieras,
ansí te será el sueño de aquel hora.
     Sin miedo que figura o voces fieras
te asombren o te rompan tu reposo
descansarás las horas postrimeras.
55     Colgados de tu amparo provechoso
te acatarán los tuyos, los extraños,
con que será tu nombre más glorioso.
     Mas ¿:quién dirá del pecador los daños?
El miedo le consume vida y ojos,
60guarida le fallece, y de sus años
el fin son males crudos más que abrojos.

-- Capítulo XII --

ARGUMENTO

Responde Job a Sofar y con algún más desprecio que a los demás amigos, porque se mostró más arrogante que ellos, muestra que él no desconoce el poder y saber de Dios grandísimo; y así dice dél muchas grandezas por hermosa manera. Mas insiste siempre en decir que no siempre es pecador el que es afligido y maltratado.

     Torciendo Job el rostro, dice: «el mundo
sin duda en vos se encierra, y acabado
con vos todo el saber irá al profundo.
     Y yo de entendimiento soy dotado,
5y no menos que vos a lo que creo,
ni quedo en decir esto muy loado.
     Mas pues tan sabio sois, ¿:no veis qu'es feo
reír de un vuestro amigo en tal fortuna?,
¿:no veis que Dios no oirá vuestro deseo?
10     Atiéndeme: una tea ardiendo o una
atocha en rico techo es abatida
y guía bien los pies, cuando no hay luna.
     No porque es maltratada fue perdida
mi vida, ni soy malo aunque azotado,
15que a veces la bondad es afligida.
     ¿:No viste alguna vez de bien colmado
el techo del logrero, y del que adora
el Dios que con su mano ha fabricado?
     Mas Dios es poderoso, ¿:quién lo ignora?
20El ave lo dirá, que el aire vuela,
la fiera que en los bosques altos mora.
     La tierra torpe y bruta es como escuela
que enseña esa verdad; el mar tendido
y cuanto pez por él nadando cuela.
25     ¿:A qué cosa criada es escondido
que Dios con poderosa y sabia mano
crió la tierra y cielo y sol lucido;
     y que de su gobierno soberano
la vida del viviente está colgando,
30y el soplo que gobierna el cuerpo humano?
     De cuanto razonáredes hablando
la oreja es el jÜez, y en los sabores
el gusto es el que tiene el cetro y mando.
     Los viejos son muy grandes sabidores,
35los días y los años prolongados
en caso de saber son los mejores.
     Mas mucho más en Dios aposentados
están todo el saber y valentía
con otros mil tesoros encerrados.
40     Lo que su mano airada al suelo envía
no se edifica más, lo que él encierra
cerrado quedará de noche y día.
     Secáronse las fuentes y la tierra
cuando él detiene el agua, y cuando quiere
45lanzándola destruye campo y sierra.
     Puede cuanto le place, y cuanto hiciere
es ley; y ni a sufrir, ni a poner lloro
es parte algún mortal, si él no quisiere.
     Desnudos dejará de su tesoro
50los pechos donde el seso y ley moraba,
y convirtió en vil soga el cinto d'oro.
     El cinto tachonado que cercaba
los lomos del tirano desatado
le muda en vestidura pobre, esclava.
55     Del sacerdocio santo despojado
por él va el sacerdote, y por su mano
el brazo poderoso es quebrantado.
     A todo el buen decir del pecho humano
deslengua, y si le place en desvarío
60convierte el saber todo y seso anciano.
     Derrama los desprecios como un río
encima de los que resplandecían
subidos o en linaje o señorío.
     Y los que en honda noche se sumían
65los pone en clara luz, y saca al cielo
a los que los abismos ascondían.
     Ya multiplica el pueblo, ya con duelo
lo mengua, y ya lo esparce, y lo destierra
y lo reduce ya a su propio suelo.
70     A las cabezas altas de la tierra
las ciega y por los yermos sin camino
las lleva sin saber a do el pie yerra.
     Como el que en noche escura pierde el tino
y abraza por valerse el aire en vano,
75así van, y cual al que manda el vino
que rompe aquí ya el pie ya allí la mano».

-- Capítulo XIII --

ARGUMENTO

Concluyendo Job en el principio deste capítulo lo que platicaba en el pasado, dice que por lo dicho conocerán su saber. Y volviéndose a todos tres, los reprehende como a hombres que lisonjeaban a Dios, procurando defender su justicia con poner culpa en él sin tenerla, siendo así que Dios no se agrada de la mentira, ni tiene necesidad della para defender lo que hace. Y ansí los deja como a hombres ni bienintencionados ni sabios, y vuelto a Dios se le queja de que sin oírle le castiga, y le sujeta a la pena sin preceder cargo de culpa.

     Y dijo prosiguiendo todo aquesto:
«Lo sé por vista de ojos, y me ha sido
con voces verdaderas manifiesto.
     Que si entendidos sois, soy entendido,
5si sabios, yo soy sabio, y si avisados
de vuestro aviso el mío no es vencido.
     Mas por decir verdad, si ya otorgado
me fuese del Señor, con él deseo
hablar, y deslindar en qué he pecado.
10     Que en vos y en vuestros dichos sólo veo
un modo de mentir artificioso,
un colorar lo falso con rodeo.
     ¡Oh, cuán más sano os fuera, y más honroso
callar, y así callando ser tenidos
15por hombres de prudencia y de reposo!
     Prestadme pues un rato los oídos,
mirad bien lo que arguyo, y cómo quiero
mostrar vuestros errores ascondidos.
     Decidme ¿:en qué ley vistes, o en qué fuero,
20que defendáis a Dios con la mentira,
que honréis con falsedad al verdadero?
     El pleito perderá si no se mira
y si no se respecta su persona,
si no le defendéis su causa espira.
25     ¿:Pensáis que la mentira en él se abona
o cómo la lisonja al hombre agrada
ansí le aplace a él y la perdona?
     Con faz y con palabra dura airada
si la verdad torcéis por su respecto
30será vuestra razón por Dios turbada.
     ¿:Habrá por aventura en vos sujeto
al golpe de su azote, o por ventura
su espanto en vuestro pecho no hace efeto?
     Será vileza y polvo vuestra altura,
35serán vuestras razones afiladas,
el artificio vuestro vil basura.
     Callad no habléis de mí, que a mí son dadas
las voces de mis duelos; yo las quiero
si malas por vosotros son juzgadas.
40     ¿:Por qué si en mí las cuezo, yo me muero,
yo rabio, y me consumo, y me deshago
y con mis dientes despedazo el cuero?
     Hundirme ha, si me quejo, yo lo trago,
direle mi inocencia; darme ha vida,
45que al malo repartió y al bueno el pago.
     Mas sea de vosotros recebida
mi voz; oídme bien lo que hora os digo
y sea mi razón bien entendida.
     En tela de jÜicio yo me obligo
50si oigo y si respondo según fuero
salir libre de culpa, y de castigo.
     Mas cargo no me hace como a reo
ni quiere pleitear comigo un día,
y ansí padezco, y callo, y triste muero.
55     Dos cosas, oh Señor, de mí desvía,
de dos cosas me libra, y me asegura
y trataré ante ti la causa mía.
     Aparta allá tu azote y mano dura,
no me lastimes no, ni con espantos
60me vuelvas la luz clara en noche escura.
     Mis males uno a uno todos cuantos
he hecho me demuestra, y oye luego
o hablo yo, y responde tú a mis llantos.
     Dime con claridad, Señor, te ruego
65cuáles y cuántas son las culpas mías,
las culpas que merecen este fuego.
     ¿:Qué fice que ansí encubres y desvías
tus ojos de mi rostro, y cómo aleve
me huyes y las noches y los días?
70     ¿:Quebrantas una hoja frágil, leve
y en contra de una astilla vil, liviana
tu grandeza, Señor, su brazo mueve?
     No dejas parte de mi carne sana,
hácesme amargo en todo, y heredero
75de mi niñez culpada sin mi gana.
     Prendes los pies del hombre en cepo fiero
y ciérrasle con guardas el entrada,
las piernas con redondo y fuerte acero.
     él finalmente a suerte tan pesada,
80menor y desigual es consumido,
cual leño de carcoma, y cual guardada
ropa, do la polilla puso nido».

-- Capítulo XIV --

[ARGUMENTO]

Por ocasión de lo último que dijo en el capítulo pasado de la miseria del hombre, dice Job en este más largamente della; y luego, vuelto a Dios con una querellosa lástima le pide, que pues hizo mortal la vida, y de plazo tan corto, esto poco que dura aquí se la dé con descanso; y le deje vivir en paz este termino breve. Y dice y encarece esto mismo por muchas y diferentes maneras.

     Y dijo prosiguiendo: «El hombre es nada,
muy hijo de mujer, muy corto en vida,
muy lleno de miseria amontonada.
     Es flor que apenas nace y ya es cogida,
5es sombra que camina y se apresura
en manera ninguna detenida.
     ¿:Y pones en él mientes de tu altura
y tienes por no indigno de tu alteza
trabar pendencia con tan baja hechura?
10     ¿:Quién del cieno sacó jamás limpieza?
¿:Quién puro y reluciente de enconado?
Ninguno a quien firmó naturaleza.
     Pues si el vivir del hombre es limitado,
si término sus días tienen cierto
15con fuero por ninguno traspasado,
     no apesgues mas sobre él, que cedo es muerto,
afloja, que él se acaba, y deseoso
anhela al fin, cual nave anhela al puerto.
     El árbol si es cortado es poderoso
20a renovarse en ramas y en verdura
más firme que primero y más hermoso;
     y si plantado acaso en tierra dura
se seca su raíz y se envejece;
si el tronco muere falto de frescura,
25     en regándole, al punto reverdece
al olor de la vena derivada:
cual fértil planta en tallo y hojas crece.
     Mas del varón la vida si es cortada
cortada quedará: si muere, muere;
30ni vuelve, ni de sí deja pisada.
     En cuanto por secretas minas diere
la mar a las corrientes cebo, y cuanto
la lluvia de las nubes descendiere
     el hombre durará en su sueño, y tanto
35que olvidarán los cielos su carrera
primero que despierte al gozo, al llanto.
     En fuesa sepultado ¿:quién me diera estar,
cuando tu enojo se pasara
y que de mi en pasando acuerdo hubiera?
40     Por mucho que este plazo se alargara,
por muchos que nacieran y murieran,
mi plazo alegremente ansí esperara.
     Cumplido me llamaras y te oyeran
alegres mis oídos y obedientes,
45y que tus obras amas todos vieran.
     Mas hora en mis pisadas pones mientes
en todos mis pecados, y en olvido
pondrás por aventura lo que sientes.
     Cuanto en la edad primera te he ofendido
50debajo de tu sello está guardado
y cuanto sobre aquesto he añadido.
     El monte firme perderá su estado
y el peñasco más duro de su asiento
movido caerá desmenuzado.
55     A la piedra deshace el humor lento
y en el vergel de ayer se nada agora,
mas el morir va fuera deste cuento.
     Irrevocable ley que vencedora
a todos los sujetas, y vendados
60envías a la cruda y postrer hora,
     a donde eternamente sepultados
ni de sus nietos la dichosa suerte
ni los casos sabrán desventurados.
     Y corriendo ansí el hombre a cierta muerte
65en eso poco que en la vida expira
en la carne padece dolor fuerte,
en el alma amargor, tristeza e ira».

-- Capítulo XV --

[ARGUMENTO]

Torna a tomar la mano y la voz del pleito Elifaz el de Temán, y reprehendiendo primero a Job de arrogante para con ellos y de osado y desacatado para con Dios, y notándole de impío acerca de su providencia, después, a fin de reducirle a mejor parecer y de probar la sentencia suya y de sus compañeros que a los malos en esta vida les sucede [siempre mal] pinta con palabras elegantes y copiosamente un tirano en el parecer próspero, y en lo secreto [de la] verdad atormentado de muchas maneras.

     Aquí Elifaz torno a tomar la mano,
Lifaz de aquesta lid autor primero,
osado en el hablar, Lifaz Temano.
     «¿:Es de sabio ser vano y palabrero,
5echar razones d'aire por la boca
desde el principio hasta el fin postrero?
     ¿:Es, dice, de persona que no es loca
hablar sin regla y fin inútilmente,
decir lo que al propósito no toca?
10     Inútil antes falsa y malamente,
que quien a tus razones diere oído
ni teme, ni respecta a Dios viviente.
     El mal del alma al rostro te ha salido,
la lengua reprendió del falso pecho,
15hablaste como habla el más perdido.
     No te condeno yo, tu mismo hecho,
tu boca te condena y tus razones;
por malvado te dan con gran derecho.
     Dime: cuando Dios hizo las naciones
20humanas ¿:fuiste tú el primer formado?
O si después de ti los montes pones
     ¿:Ha Dios contigo por ventura hablado?,
¿:entraste en su consejo, por ventura?,
¿:las venas del saber has tú agotado?
25     ¿:Qué sabes que no sepa?, ¿:qué hondura
alcanzas que no alcance, o qué doctrina
a ti es manifiesta, a mí obscura?
     También en nuestra escuela y disciplina
hay canas y vejez, y quien en días
30a tus padres y agÜelos s'avecina.
     Conozco tus secretas fantasías;
menores, dices, son todos sus bienes
que lo que piden las dolencias mías.
     ¿:Qué te escalienta el pecho?, ¿:qué contienes
35en tu furioso seno?, ¿:qué guiñea,
qué amenaza tu rostro, frente, y sienes?
     ¿:Qué azote, por mayor y mas que sea,
pondrá sobre ti Dios que corresponda
a lo que tu voz mala aquí vocea?
40     ¿:Quién es el hombre, o cuál su masa hedionda
para llamalle limpio?, ¿:quién nacido
de hembra, que a su origen no responda?
     En el coro seráfico escogido
halló flaqueza y mal; y amancillados
45en sus ojos los cielos son y han sido.
     ¿:Cuánto, pues, serán más los desastrados,
los corruptibles hombres, los que beben
como l'agua los males y pecados?
     Atiéndeme que quiero que se ceben
50de aquesto que te anuncio tus sentidos
y no temo los sabios lo reprueben,
     que de ellos lo aprendieron mis oídos
y aun ellos de sus padres y mayores,
que fueron del saber antiguos nidos,
55     porque eran de sus pueblos los señores,
en que el saber perfecto conservaron
sin mezcla peregrina, y sin errores.
     Pues dicen lo que vieron y probaron:
qu'el malo siempre tiembla, y los tiranos
60de luz segura y cierta no gozaron.
     Resuenan de contino con insanos
horrores sus oídos y al sosiego
más suyo, el robador mete las manos.
     No espera del escuro tiempo y ciego,
65de la espantosa noche salir vivo
y junto con la luz ve el fierro luego.
     La mesa a que se allega le es motivo
de espanto miserable, que imagina
envuelto en el manjar bocado esquivo.
70     De ansías por doquiera que camina,
como rey de sus huestes rodeado,
el miedo se le muestra y avecina.
     Porque con el ciego pecho el brazo osado
tendió contra el señor omnipotente
75y opuso contra él su rico estado.
     Descarga Dios sobre él con furia ardiente
y corta la cerviz rolliza y llena
y el peto le traspasa reluciente.
     Diose al regalo muelle y vida amena,
80creció en viciosa carne y en grosura
con que fortaleció más su cadena.
     Edificó palacios de hermosura
en lugares desiertos, retraídos,
criados para montes y espesura.
85     Mas ni sus muchos bienes mal cogidos
ni a colmo llegará su gran riqueza
en breve día en humo convertidos.
     O quemado su ramo o de aspereza
de cielo enflaquecido en lo sombrío
90no brotará rompiendo la corteza.
     Y va tan adelante en desvarío,
que no teme ni el fin de su camino
ni vuelta de fortuna, ni desvío.
     Y ansí los corta el mal que sobrevino
95en su mas claro día no pensado
y sin que llegue a flor su desatino.
     Cual tronco de sus tallos despojado
y como de su hojas verde oliva
en quien con fuerza hiere viento airado.
100     Que en casa de fingidos no deriva
el cielo, como en yermo bien ninguno
y la casa del logro es llama viva.
     Conciben en el ánimo importuno
maldades y quebrantos, y a las manos
105les sale traición sin fruto alguno
y sus designios son engaños vanos».

-- Capítulo XVI --

     Aquí dio fin Lifaz el de Temano,
y Job torciendo el rostro de cansado
y vuelto a él tornó a tomar la mano,
     y dijo: «Ya mil veces he escuchado
5esas... no se cuál llame. Dais sin duda
tormento por consuelo, y grande enfado.
     ¿:Qué fin ha de tener tan vana y ruda
razón?, ¿:cuándo diréis lo que convenga
a aquesto que entre nos s'alterca y duda?
10     Que yo también de coro sé esa arenga,
o troquemos, si os place, la ventura,
y lo que a mí me avino, eso os avenga
     ¡Oh, cómo os consolara, qué blandura,
qué compasión, qué entrañas, con qué afeto
15curara mitigar la suerte dura!
     Mas ¡cuán contrario agora es vuestro efeto!
Forzáisme a que razone lo que es pena
y oiga lo que pone en nuevo aprieto.
     Sin duda qu'el Señor me dio en la vena:
20de cuanto me rodea no ha dejado
en mí, ni en cosas mías, cosa buena.
     Las rugas de qu'el rostro tengo arado
mis males testifican, gran testigo
es este cuerpo magro, y tan gastado.
25     Con ira ardiendo apechugó comigo,
regañó contra mí sus fieros dientes
los ojos me enclavó como enemigo.
     Abrió para tragarme diferentes
bocas; hirió mi cara, y con mi vida
30hartó la cruda hambre de mil gentes.
     Cerrado en paso estrecho y sin salida
en manos me entregó del falso y fiero,
del que de hacer maldades no s'olvida.
     Quebrome cuando estaba más entero
35asiome y arrojome, y quebrantado
me puso a sus saetas por terrero.
     Con mil saetas suyas traspasado
el pecho y la entrañas, tengo el suelo
d'amarga, y miserable hiel bañado.
40     A mal añadió mal, a duelo duelo;
corrió y atropellome fiero y crudo
ajeno de pavor y de recelo.
     Cilicio me vestí sobre el desnudo
cuerpo, y derramé polvo en frente y pecho,
45señales de dolor y mal agudo.
     Del contino llorar está deshecho
mi rostro y afeado: en mis dos ojos
la noche ciega asiento tiene hecho.
     Y no porque mis manos con despojos
50ajenos ensucié, que al cielo puras
d'agravios las alzá siempre, y d'enojos.
     Tierra, a quien nuestras obras son no escuras,
no calles lo que sabes de mis males,
ni les des escondrijo en tus honduras.
55     Mas bien sé que en las sillas celestiales
tengo de mi limpieza fiel testigo,
aunque de lo contrario dé señales.
     Este, y aquel, y aqueste es falso amigo;
yo quiero mis angustias y mis duelos
60tratar con Dios a solas y comigo.
     Presumís engañar a quien los cielos
gobierna como a vuestros semejantes,
cuyos ojos se cubren con mil velos.
     Mas corre y vuela el tiempo y sus instantes,
65y de la cuenta al fin descubre el día,
desengaño de falsos e ignorantes
a do caminan todos a porfía».

-- Capítulo XVII --

     Apenas ya respira en mí el aliento,
mis días acortó mi desventura,
la huesa sola es ya mi bien y asiento.
     Y fuera menos grave esto que dura,
5si de estos palabreros la torpeza
no me bañara l'alma en amargura.
     Contigo, si templaras tu braveza,
contigo razonara, y diera luego
fianza, si la hallara en tal bajeza.
10     Que como del saber les falta el fuego
no alcanzan lo que encubre el mal vestido
y juzgan por la pinta sola el juego.
     Adulan al amigo favorido,
mas si por caso se revuelve el viento
15ni el hijo aunque perezca es conocido.
     Hacen de mi hablilla, hacen cuento
y porque soy herido me condenan
y tiénenme por vil por mi tormento;
     y dicen que mis iras desordenan
20mi lengua, y que fue engaño y sombra vana
lo que en mi virtud mil bocas suenan.
     Y que admirado el bueno, soberana-
mente da gloria a Dios del caso mío,
y dice: al fin el malo aquesto gana.
25     Y que se abraza el bien, y con mas brío
alarga el paso el justo en su carrera
y se mejora con mi desvarío.
     Buscad otra razón más verdadera,
armad otra maraña, que yo espero
30seréis los que habéis sido en la primera.
     Mas ¿:qué contiendas nuevas pido y quiero?
Ni tengo fuerzas ya, ni ser, ni vida,
aun del pensar me priva el dolor fiero.
     Y del contino llanto enflaquecida
35la fuerza, en las tinieblas hondas velo
y es para mí la noche luz nacida.
     Y de la huesa triste el frío suelo
por mucho que m'esfuerce, ya m'espera,
allí será mi estrado y mi consuelo.
40     Al gusano tendré por verdadera
madre, y por mi linaje y parentela
la hediondez y corrupción postrera.
     ¿:Qué puedo yo esperar, pues ya la tela
de mi vivir y bien está cortada
45y en mi daño lo malo y duro vela?
     La sepultura espero arrinconada
su lóbrego secreto y tenebroso,
y aun dudo si mi muerte allí cerrada
y vuelta en polvo alcanzará reposo».

-- Capítulo XVIII --

     Bildad el de Suhí mal satisfecho
de lo que de ambas partes se decía
tornó segunda vez a abrir el pecho:
     «¿:Qué fin ha de tener tu parlería?
5Entiende bien primero nuestro intento
y -dice- caerás de tu porfía.
     ¿:En qué ley cabe de comedimiento
nos trates como a tontos, sin primero
abrir a nuestra voz tu entendimiento?
10     Destrúyete el coraje, saber quiero
si el mundo trocará su estilo usado,
o si por ti tendremos nuevo fuero.
     Es ley que no se muda, que al malvado,
su luz de todo punto se obscurezca
15según que la experiencia lo ha mostrado.
     Y en su misma morada el bien perezca,
su dicha se le acabe, y dentro el pecho
ansia y mortal congoja siempre crezca.
     Sus pasos hallan el camino estrecho
20y su poder antiguo se enflaquece,
y él mismo por sí mismo cae desecho.
     Y cuando en forcejar se desvanece
con su porfía loca más se enreda,
que Dios a su mal paso red le ofrece.
25     Y como el pie enlazado en la red queda
el cazador acude diligente
sin que escaparse de sus lazos pueda.
     Aqueste bien que sigue es quien le miente
debajo de él el lazo está escondido
30y andando por la cuerda no la siente.
     Y al paso que en la red se ve caído
se llena el pecho de terrible espanto,
que allí sus mismos pasos le han metido
     Ocupará sus hijos el quebranto,
35la fuerza de su diestra: a su querida
mujer la aguarda la tristeza y llanto.
     Enfermedad a muerte parecida
sus miembros gastará: será arrancado
el más estable apoyo de su vida.
40     Al miedo y a la muerte ya entregado
vendrá a ser su enemigo el heredero
con que todo su haber quede asolado
     Y ya sin esperanza todo entero,
los ramos con el tronco juntamente
45se acabará por modo lastimero
     Y más, de la memoria de la gente
su fama se caerá ni será puesto
su nombre en plaza pública eminente,
     vendrá su nombre a sepultarse presto
50en noche del olvido, y su memoria
desterrarán del mundo con denuesto.
     No habrá con hijos ni con nietos gloria,
ni quedará de su linaje alguno,
ni de su descendencia larga historia.
55     Y cuando muera a todos de consuno
los mozos y los viejos que lo vieron
el pasmo y el temblor será importuno.
     Este es el fin de los que no sirvieron
a Dios de corazón, y la morada
60de los que como brutos vida hicieron
con este triste fin es derrocada».

-- Capítulo XIX --

[ARGUMENTO]

Responde Job. Cansado ya de oír una cosa por tantas maneras, no replica a sus impertinencias, sino hace de los males que pasa lastimosa historia. Profetiza la resurrectión postrera.

     De tan luengo escuchar atormentado
responde Job, y dice: «¿:Hasta cuándo
seré de vuestros dichos fatigado?
     Ya sobre nueve veces baldonando
5perseveráis mi mal, y cada hora
os vais más contra mí desvergonzando.
     Pues digo lo qu'he dicho hasta agora:
erré, pues quiero errar, y de contino
aqueste error comigo vive y mora.
10     Por más que me digáis que desatino,
por más que porfiéis soberbiamente
que soy de cuanto mal padezco dino.
     Digo, porque entendáis más claramente
que a ser jÜicio aqueste, el soberano
15juez procedería no igualmente.
     Estoy por la siniestra y diestra mano
sitiado en derredor, y si voceo
llamando a quien me ayude llamo en vano.
     Bramo por ser oído, mas no veo
20manera de jÜicio, ni acusado
ni defendido soy, cual suele el reo.
     Veo que Dios los pasos me ha tomado,
cortándome la senda, y con escura
tiniebla mis caminos ha cerrado.
25     Quitó de mi cabeza la hermosura
del rico resplandor con que iba al cielo,
desnudo me dejó con mano dura.
     Cortome al derredor y vine al suelo
cual árbol derrocado; mi esperanza
30el viento la llevó con presto vuelo.
     Mostró de su furor la gran pujanza
airado, y triste yo como si fuera
contrario, ansí de sí me aparta y lanza.
     Corrió como en tropel su escuadra fiera
35y vino y puso cerco a mi morada,
y abrió por medio della gran carrera.
     Hizo de mi dolor muy alejada
la ayuda de mis deudos; mis amigos
huyeron la amistad y fe olvidada:
40     y los vecinos de mi mal testigos
huyeron, ¡ay!, y cuantos me trataban
me son como si fuesen enemigos.
     De mis puertas adentro los que estaban,
mis siervos, como ajeno me extrañaron,
45como si huésped fuera me miraban.
     Estos labios que veis ya vocearon
al siervo que me huye más qu'el viento,
y con palabras blandas le rogaron.
     Y mi propria mujer huyó mi aliento
50con asco y mis abrazos, y rogada
no quiso en su regazo darme asiento.
     ¿:Qué más? Hasta la gente despreciada
me befan, y si dellos me desvío
hacen risa de mí cruel, malvada.
55     Los qu'antes eran del secreto mío
abominan de mí, estos preciados
amigos me maltratan con desvío.
     Mis huesos al pellejo están pegados
y ya de consumidos brotan fuera
60los dientes sobre el cuero señalados.
     Merced habed de mí, merced siquiera
vosotros mis amigos, que la mano
del alto me tocó pesada y fiera.
     Conténteos que no tengo hueso sano
65sin que me acrecentéis mayor tormento,
no hartos de mi mal crudo inhumano.
     ¡Oh, quién me concediese que este cuento
quedase por escrito figurado
en libro que durase siglos ciento!
70     O con buril de acero señalado
en plancha, o para ser más duradero
en pedernal durísimo formado.
     Si bramo, no por eso desespero,
bien sé que hay redemptor para mi vida
75qu'el suelo hollará el día postrero;
     por quien después de rota, y consumida
mi carne reformada y mas dichosa
verá del jÜez alto la venida.
     Yo mismo le veré, su luz hermosa
80verán mis ojos sin estorbo alguno,
esta esperanza firme en mí reposa.
     Dígolo porque todos de consuno
Decís: "demos en él, que d'acosado
dará de su maldad indicio no uno".
85     Temed, por Dios, temed el acerado
cuchillo, aquel cuchillo que apacienta
sus filos en las carnes del malvado
sabiendo que de todo ha de haber cuenta».

-- Capítulo XX --

Torna Sofar a la plática y dice que no se tendría él por quien es si no le respondiese. Dice que a los malos les sucede mal, y pinta para esto un malo levantado y caído; y encarece su caída contando por menudo todos los males della.

ARGUMENTO

     Callábase ya Job, mas el Nemano
Sofar de enojo lleno y de despecho
volviendo contra sí la diestra mano
     «¿:para eso -dice- tengo yo en mi pecho
5saber? ¿:Para ese fin dentro en mí mora
razón, que me reduce a lo derecho?
     Que si disimulando paso agora
afrenta me será cuanto he velado
y viento cuanto el pecho en sí atesora.
10     Dime, ¿:por aventura has olvidado
que desde que la tierra tiene asiento,
desde que en ella el hombre es sustentado,
     el canto del malvado es un momento,
al gozo del hipócrita fingido
15en un abrir del ojo lleva el viento?
     Si levantare al cielo el cuello erguido,
si tocare a las nubes en alteza,
en rico trono altísimo subido.
     Como basura vil con gran presteza
20del todo acabará, los que le vieron
dirán, ¿:qu'es de él?, ¿:qué se hizo su grandeza?
     Cual sueño volador que no pudieron
prenderle desparece, y más ligero
que las nocturnas sombras nunca fueron.
25     Los ojos que le vían de primero
no le verán jamás, ni su morada,
ni el mármol peregrino, ni el madero.
     Sus hijos en pobreza avergonzada,
mendigos andarán y de sus manos
30sustentarán la vida lacerada.
     Pues ocupó sus fuerzas en livianos
hechos de mocedad, tenga por cierto
que irán con él al polvo, a los gusanos.
     Súpole bien el mal, el desconcierto
35al gusto lo aplicó y sin dejar nada
le dio por la garganta paso abierto.
     Dañósele el estómago, llegada
la mal dulce comida, en ponzoñoso
tóxico por las venas transformada.
40     Cuanto tragó sin orden codicioso
lanzó con mortal vasca, y de su seno
lo saca Dios con brazo poderoso.
     Huyendo del vivir tendrá por bueno
qu'el áspide le beba sangre y vida
45o lance en él la víbora el veneno.
     No quiso la vivienda enriquecida
de bienes inocentes del aldea,
de miel y de manteca bastecida.
     Quiso que ajeno mal su censo sea,
50mas no gozará dél, ni de alegría
si rica con mil cambios l'arca vea.
     Pues contra el pobre el brazo convertía,
aunque pueda usurpar la ajena casa
jamás podrá fundar su tiranía.
55     Pues que no conoció su hambre tasa
verá puesto en deseo y en bajeza
que toda ajena mano le es escasa.
     Cruel, no consintió que a la pobreza
sobrase de su mesa algún reparo
60por donde será humo su riqueza.
     Cuando tuviere lleno el vientre avaro
reventará de harto, y cien dolores
harán que el mal bocado le sea caro.
     Y Dios descargará mil pasadores
65vaciando en él la aljaba, y encendido
con ira lloverá sobrél temores.
     Del hierro huirá triste, afligido
dará sobrel acero, de un liviano
peligro dará en otro más crecido.
70     Con la espada desnuda en alta mano,
con el amargo fierro relumbrante
le seguirá terrible el soberano.
     Tendrá por gran riqueza el mal andante
la más cerrada cueva y más escura,
75y allí le lucirá su mal delante.
     Y para más dolor y desventura
en triste soledad será abrasado
en fuego que sin soplo vive y dura.
     El suelo con el cielo concertado
80aqueste de sus vicios hará cuento,
aquel se le opondrá terrible, airado.
     Y Dios destruirá desde el cimiento
su casa, esparcirá toda su gloria
con ira, cual al polvo esparce el viento.
85     Aquesta de los malos es la historia;
su granjería es esta, sus provechos
ansí los paga Dios, esta memoria
envían por los siglos de sus hechos».

-- Capítulo XXI --

     Dio fin al razonar presuntuoso
el Nemano Sofaz; y Job responde
de ver que no le entienden cuidadoso.
     «¿:Vuestro saber -les dice- a dó se esconde?
5Dadme siquiera os ruego este consuelo
que vuestro pecho mi razón ahonde.
     Un rato la escuchad y de mi duelo
acaso os doleréis y si no es buena
mofad de mis trabajos sin recelo
10     ¿:Por ventura no es Dios con quien mi pena
pretendo averiguar? Si le mintiera
¿:mi alma hablara de temor ajena?
     Catad a mi sentencia verdadera
veréis cual os admira y pone espanto
15y enmudece esa lengua tan parlera.
     Que cuando yo lo pienso ansí me espanto
que de temblor mis gÜesos se ven llenos
en ver que el malo vive y crece tanto;
     y que con mano larga Dios los senos
20les enriquece, y pasa con parientes
con hijos y con nietos días serenos.
     Gozan de suma paz entre las gentes,
han hecho con el miedo estable asiento
y nunca vieron del rigor los dientes.
25     Su vaca sin aborto engendra ciento,
sus hijos cual enjambre de riqueza
dan saltos por las plazas de contento.
     Olvidan con el arpa la tristeza,
alegres gozan de perpetuo día
30y pasan por la muerte con presteza.
     Y si miráis su gran sabiduría
dicen a Dios: "de ti nos alejamos,
no queremos tu senda ni tu guía.
     ¿:Quién es el poderoso a quien sirvamos?;
35¿:por quién nuestra fortuna aventajarse
podrá, y que sin empacho le pidamos?".
     Aquesta es su razón, sin acordarse
que no son bienes suyos: mas mi pecho
nunca pudo con estos ajuntarse.
40     Direisme, por ventura, con despecho
que su prosperidad al fin fenece
y en quebranto y dolor queda desecho;
     que vuela como paja que se ofrece
al viento y cual el polvo se deshace,
45que con el torbellino desparece;
     que Dios lo mismo con sus hijos hace:
castígalos también y en la amargura
conoce que su vida a Dios desplace.
     Sus ojos son testigos de la dura
50muerte de sus hijuelos, de su estrago
y bebe del gran Dios la saña pura.
     Mas decid el que cuida de ese trago
después de muerto, y que su gente muera,
demás que este tal vez aun no es su pago.
55     ¿:Acaso entre vosotros hay quien quiera
prestar al alto Dios sabiduría,
o de advertirle de algo se prefiera?
     ¿:Y decirle por qué con alegría
este rico, feliz, y con bonanza
60se muere sin gustar melancolía?
     ¿:Y el otro sin descanso, y sin holganza,
fenece su prolija amarga vida?
Secreto que mortal ninguno alcanza.
     El polvo es de los dos común manida;
65juntos los acompaña el vil gusano,
la corrupción igual allí se anida.
     No podéis encubrirme que es muy llano
que blanco mira vuestro pensamiento
y lo que contra mí forjáis en vano.
70     ¿:Decisme cuál ha sido el firme asiento
de Job el poderoso?: cual ha sido,
cual suele ser del malo el fundamento.
     Preguntad a los hombres que han corrido
la tierra y hallaréis si en su viaje
75esto mismo que digo han conocido.
     Y aun porfiáis por solo darme ultraje
que al malo guarda Dios para el tormento
y para que a la fin pene y trabaje.
     Mas decid: ¿:quién de tanto atrevimiento
80que al tirano en su rostro le condene
y le amenace su vivir exento?
     Que en esta vida en gozo se entretiene
y cuanto en el sepulcro es encerrado
aun puesto allí, entre gentes vida tiene.
85     Reposa en su sepulcro descansado:
y si murió, la muerte no fue pena,
mas suerte general de lo criado.
     Pues ¿:cómo pretendéis mi vida ajena
de gozo consolar si me zahiere
90vuestra razón de mil calumnias llena,
que es el golpe cruel que más me hiere?».

-- Capítulo XXII --

     El Temano Elifaz aún no entendiendo
las razones de Job, muy indignado
la causa de su Dios mal defendiendo
     le dice así: «bien tengo penetrado
5tu pensamiento, Job, lo que tu pecho
con el saber de Dios tiene encerrado.
     Qué dices: ¿:por ventura, de provecho
el hombre a Dios será por más que viva
de su prudencia grande satisfecho?
10     ¿:Obliga acaso a Dios a que reciba
parte de su vivir o cosa alguna
le presta su virtud entera y viva?
     ¿:O acaso por temer la desmesura
del malo le castiga o entra en cuenta?
15¿:Ni al bueno premia Dios ni al malo apura?
     ¡Oh, qué razón tan libre y tan exenta
tu gran maldad castiga, pues sacaste
prenda al deudor sin causa y con afrenta.
     Al que desnudo estaba despojaste,
20negaste aun al sediento la bebida,
la falta del hambriento despreciaste.
     A gente poderosa y más valida
tuviste algún respeto y le ofrecías
tus bienes liberal y sin medida.
25     A la viuda triste no acudías
y sin piedad las fuerzas quebrantabas
de los gÜerfanos tristes que afligías.
     Por esto cuando menos lo pensabas
mil lagos te cercaron de repente,
30que por huir del uno en otros dabas.
     ¿:Gozar pensaste acaso el sol luciente
sin que la noche escura te cogiera,
siendo Job tu maldad tan eminente,
     y siendo tu vivir de tal manera,
35como si el alto Dios allá en el cielo
contando las estrellas no estuviera?
     Decías en tu pecho sin recelo:
no puede ser con tantas nieblas vea
Dios lo que pasa en nuestro bajo suelo;
40     de nubes la espesura le rodea
los hechos de los hombres nunca advierte
y solo por los cielos se pasea.
     Apruebas la razón de aquesta suerte,
de aquellos que en la antigua edad pasaron
45gente en las fuerzas y maldades fuerte.
     Que sin sazón su vida remataron
cual árbol que a mal tiempo fue cortado,
cual casa que crecientes derribaron.
     Los que a su mismo Dios de mano han dado
50y el pecho de los tales le estimaba
como si fuera Dios un apocado.
     Y es él quien con largueza les colmaba
de bienes, de riquezas mil el seno,
mas nunca mi alma su sentir alaba.
55     Veranos algún día el justo y bueno
y mostrarase alegre en su caída
el que se siente de maldad ajeno.
     Dirá con mofa: la cerviz erguida
que tanto se empinaba vino a tierra,
60su raíz en pavesa convertida.
     Ese coraje, pues, de ti destierra;
habla a tu Dios humilde y mansamente,
verás los bienes que tu alma encierra.
     Recibe de su boca ley prudente
65por regla de tus obras y procura
guardarla dentro el pecho diligente.
     Si a él con intención y vida pura
te vuelves, fraguará lo que labrares
y alejará de ti su mano dura.
70     El polvo si en el polvo edificares
volverá en pedernal y hará precioso
oro las duras piedras que tomares.
     Será tu alcázar firme el poderoso;
habrás con gran placer de tu enemigo
75los guardados tesoros vitorioso.
     Tendrasle por tu amparo y por abrigo;
de siglo en siglo crecerá tu gusto
y mirarasle como a fiel amigo.
     Oirá lo que demandas sin disgusto;
80oiralo y cumplirás lo prometido,
tu dicho como ley de lo que es justo
     será de todo el pueblo obedecido;
que lucirá en ti Dios, que a suma alteza
aquí los que se humillan ha subido.
85     Aquel que reconoce su bajeza
nunca le desechó, que el inocente
no solo libra a sí, mas su limpieza
escapa de peligro a mucha gente».

-- Capítulo XXIII --

     Con esto diera fin el de Temano
de su razonamiento satisfecho
y cual si en él venciera alegre y vano.
     Mas Job tornando a abrir de nuevo el pecho
5le dice: «¡Ay, Elifaz, mal engañado
vives y en tu juzgar no vas derecho!
     En querellas me juzgas demasiado,
condenas mis gemidos por locura
sin atender la causa que me han dado.
10     Pues hoy que con más ansia y amargura
publico a voces el dolor que siento
se engravece al dolor su mano dura.
     ¡Ay, quién me diese que a su erguido asiento
pudiera yo llegar! Alarde hiciera
15allí de lo que encierra el pensamiento.
     Atento sus razones recibiera
mi culpa, y la razón que a tal le mueve
con pureza y verdad de él entendiera.
     Que cierto estoy por lo que a justo debe
20que no me barajara con violencia
seguro a esto el corazón se atreve.
     Siguiera mi derecho en su presencia
adonde la verdad sólo es valiente
y en mi favor se diera la sentencia.
25     Pero aunque más le siga en el oriente
no le descubro, ni en la parte adonde
reposa su calor el sol ardiente.
     De la región del Cierzo no responde,
del alto se nos muestra al mediodía,
30su vista de mis ojos siempre esconde.
     Que pues conoce la inocencia mía
saliera de sus ojos acendrado,
como de sí la fragua el oro invía.
     Estoy de mi inocencia confiado
35pues asenté en sus huellas con firmeza
sin traspasar la ley que el mismo ha dado.
     Mas pudo en mí su ley que la fiereza
de mi pasión que Dios nunca se altera
y su poder se mide a su entereza.
40    Y aqueste mi suceso es verdadera
prueba de lo que el alto puede y sabe
con otros muchos que decir pudiera.
     Por tanto de su faz y aspecto grave
mi alma se turbó y espavorece,
45si en ella aqueste pensamiento cabe.
     Su gran poder mis fuerzas enflaquece
y a tanta desventura el Abastado
me trajo que mi mal perpetuo crece.
     Porque no da lugar que sea cortado
50el hilo de la vida, y que en el manto
obscuro de la noche, ya olvidado,
descanse libre de amargura y llanto».

-- Capítulo XXIV --

     ¡Ay, vos -dice- juzgáis por lo presente!
Forzoso es vuestro error, que el Abastado
que todo lo conoce es diferente.
     Celebra en otros tiempos su juzgado,
5pronuncia su sentencia en otros días
los cuales no conoce el sabio hinchado.
     Que en este a veces baña de alegrías
al que ocupó lo ajeno, al que apacienta
por suyas propias las ovejas mías.
10     Al que de los despojos acrecienta
del gÜérfano su haber y no perdona
el buey de la afligida viuda hambrienta.
     Por quien la patria huye y abandona
el pobre y desampara casa y tierra
15sin ver aun del tirano la persona.
     Otros como el salvaje cebro en sierra
sale presto y feroz y se despierta
al robo que la hambre le destierra.
     Siegan su mies que de continuo acierta,
20acúdenle las viñas de manera
que el fin de su vindimia es suma incierta.
[...]

-- Capítulo XXV --

     Aquí tornó el Suhí a tomar la mano
Bildad el de Suhí fundando hinchado
sentencias grandes de principio vano.
     «Con él -dice- el imperio está asentado,
5con él la majestad y pavor mora,
por él lo alto y bajo es ordenado.
     Por dicha habrá quien sume lo que adora
y sirve en escuadrón a su bandera
gloriosa deste Rey y vencedora.
10     Pues dime, puesto ante él, en qué manera
el hombre será justo, el producido
de hembra será limpio dentro y fuera
     Mira, la luna misma se ha escondido
delante su presencia y se escurece
15las luces celestiales no han lucido.
     ¿:Y piensas lucirá quien se podrece,
quien podre y corrupción por padres tiene,
quien al punto que nace desparece,
quien es gusano y de gusanos viene?».

-- Capítulo XXVI --

     Ceñudo feneció, como si hubiera
sacado a luz algún secreto obscuro
Bildad; y Job le habló desta manera:
     «¿:A quién poner procuras en seguro?
5¿:a quién defiendes, di?; ¿:por aventura
a quien ni cava ciñe, ni alto muro?
     ¿:A quién aconsejaste, a quién de obscura
noche pusiste en luz?; ¿:al que carece
por dicha de saber y de cordura?
10     ¿:Es mudo o serlo acaso te parece
aquel por quien razonas? ¿:No respira
por él cuanto aquí nace y s' envejece?
     Por su mano sumido en mar suspira
el soberbio linaje acompañado
15de cuanto el sol de entonces cerca y mira.
     No hay lugar tan hondo ni alejado,
tan sujeto a tinieblas, tan perdido
que huya de su vista y su cuidado.
     Por él en el vacío fue extendido
20el polo celestial, la grave tierra
sin apoyo por él tenida ha sido.
     En sus nubes recoge el agua y cierra
y en lluvia menudísima formada,
descendiendo fecunda llano y sierra.
25     Encubre a nuestra vista su dorada
silla de majestad con niebla fría
por todo el aire espesa y derramada.
     Al mar que por la tierra s'extendía
con término cerró que permanece
30en cuanto sucediere noche al día.
     Su voz increpadora que estremece
del cielo las altísimas moradas
a quien todo se allana y obedece,
     sonó, con que las aguas apartadas
35dejaron descubierto el ancho suelo
de su altivez primera despojadas.
     Su espíritu esparció por todo el cielo
hermosísimas luces por su mano
tuerce el culebro en el ejido el vuelo.
40     De lo que sabe y hace el soberano
es esta una pequeña y breve parte,
es poco lo que alcanza el seso humano,
que a todas sus grandezas ¿:quién es parte?».

-- Capítulo XXVII --

     Y luego prosiguió principio dando
a nuevos argumentos, hacia el cielo
los ojos y la mano levantando.
     Y dijo: vive el que mantiene el suelo,
5que tiene de amargor mi alma llena
y sin juzgar me hiere tan sin duelo.
     Que en cuanto en mi nariz y pecho suena
el aliento de Dios comunicado
y la muerte mis días no cercena.
10     Jamás lo verdadero he falseado
encubierto jamás lo verdadero
ni lo falso será en mi boca hallado.
[...]

-- Capítulo XXVIII --

     «Tiene la plata -dice- conocidas
minas y sus lugares señalados
con señales el oro muy sabidas.
     De piedras y de polvos golpeados
5se forma el hierro, el cobre se derrama
de terrones con fuego desatados.
     Cuanto en tinieblas tiene asiento y cama
la tiene por un tiempo, y finalmente
por obscura que esté levanta llama.
10     Que a luz vendrá por tiempo aquella gente
que la mar de nosotros dividía
no vista ni pisada de viviente.
     Y en tierra donde agora pan se cría
saldrá volcán de fuego rebosando
15humo que espeso robe el claro día.
     Sus piedras son zafires relumbrando,
y la riqueza allí de asiento mora
oro por el arena derramando.
     No conoce su senda voladora
20ave, ni peregrino y extranjero,
buitres no la fallaron hasta agora.
     Ni con nave atrevida el trajinero,
ni aquellos corazones más altivos,
ni a ella ha penetrado el león fiero.
25     Mas sin embargo desto sus esquivos
riscos serán por hombres trastornados,
rotos con mano osada sus estribos.
     Y de sus ricos montes socavados
el hombre pertinaz con su osadía
30agua saca y tesoros acendrados.
     Y a lo que más del cielo se desvía,
a lo hondo del río cala y llega,
y cuanto dentro encierra saca al día [...]».

-- Capítulo XXIX --

ARGUMENTO

Prosigue Job y cuenta su felicidad pasada y la honra que todos le hacían, el respeto que le tenían. Y con la memoria del bien pasado, acrecienta y aviva el sentido de la miseria presente.

     Y dijo mas: «¡Oh, quién me concediera
el ser lo que fui ya en tiempo pasado,
en tiempo cuando Dios mi guarda era!
     Cuando su resplandor en mi sagrado
5lucía como antorcha, y yo hollaba
la noche con su luz clara guiado.
     Cual fui cuando la edad florida daba
vigor y hermosura al rostro, y cuando
en mi secreto el alto reposaba.
10     Al tiempo que duró perseverando
comigo el poderoso, y me ceñía
colgada mi familia de mi mando.
     Cuando nadaba cuanto poseía
en leche y en manteca, y aun la dura
15peña, de aceite ríos me vertía.
     Cuando de gloria lleno y de hermosura
salía al tribunal, cuando en los grados
mi asiento se mostraba en grande altura.
     Cuando de ante mi faz avergonzados
20los mozos se escondían, los ancianos
en pie me recebían levantados
     ponían sobre su boca las manos
la gente principal en mi presencia,
no osaban razonar por no ser vanos.
25     Los hombres que tenían eminencia
en sangre y en valor enmudecían
atentos esperando mi sentencia.
     Oídos que me oyeron bendecían
mi lengua, y con las señas aprobaban
30los dichos que de mis labios salían.
     Cuando a los pobres que favor clamaban
libraba general amparo, hecho
de cuantos sin abrigo se hallaban.
     Bendito fui de mil a quien mi techo
35dio vida, y de la viuda hice llena
la boca de loor, de gozo el pecho.
     Como de rico manto en luz serena,
así con la justicia me vestía
la rectitud mi joya y mi cadena.
40     Al pobre que de vista carecía,
sus ojos era yo y aun del lisiado
tollido fui sus pies y su fiel guía
     por padre piadoso reputado
de la pobreza fui; si contendían,
45en sus barajas puse mi cuidado.
     A los que violentos oprimían
las muelas les deshice, y de la boca
les arranqué la presa que tenían.
     Y díjeme (mas ¡ay, cuán falsa y loca
50salió la mi esperanza!) en mi reposo
traspasaré esta vida que me toca.
     No faltará a mi tronco copioso
gobierno de las aguas, del rocío
mi campo no será jamás faltoso.
55     Injuria no faré el rigor del frío
a las mis verdes hojas, siempre entero
relucirá en mi mano el arco mío.
     ¡Ay miserable engaño, ay, cuán ligero
voló todo mi bien, cuanto esperaba!;
60¡cuán otro estoy de aquel que fui primero!
     Callaba quien me oía cuando hablaba
por no perder de mis palabras una;
en mí los ojos firmes enclavaba.
     Jamás contra mis dichos hubo alguna
65manera de respuesta, yo influía
como en sujeto humilde sin ninguna
     dificultad. Mi habla descendía
cual lluvia en sus oídos deseosos,
como en sediento suelo agua tardía.
70     Si me reía a ellos de gozosos
apenas lo creían; al sentido
estaban de mi rostro cuidadosos.
     En caminando a ellos, recebido
de todos, me sentaba en cabecera,
75cual rey que de su corte está ceñido,
cual el que da consuelo en pena fiera».

-- Capítulo XXX --

     «Mas ríen los muchachos de mí ahora
cuyos padres yo -dice- no pusiera
por guarda de mis perros por una hora.
     Tan inútil su mano y obra era,
5tan inútil su vida tan no digna
de ver los años de la edad postrera.
     Con hambre dura y mendiguez contina,
sin arte de valerse vagueaban
por donde no se mora ni camina.
10     Con malvas verdes que en la sombra hallaban
y con raíz de árbol tierna o dura
como con pan sus duelos sustentaban.
     Quien su traje miraba y su figura
al punto los lanzaba voceando:
15¡fuera ladrón, afuera desventura! [...]».

-- Capítulo XXXI --

     «Ley tuve de modestia con mis ojos
y de vergÜenza -dice- establecida.
Que ¿:para qué a doncella mis despojos?
     Que ¿:qué merced me fuera concedida
5del que en l'altura mora, o qué heredara
del que hace en el cielo su manida?
     ¿:Por dicha su derecha y justa vara
no desmenuza al malo, y no desvía
al que su ley malvado desampara?
10     ¿:Por dicha la carrera y vida mía
a sus agudos ojos se escondiera,
y cuanto hago y pienso noche y día?
     Si con engaño y fraude yo anduviera,
si con ligero paso acelerado
15en pos de la mentira yo corriera.
     Yo fuese en peso justo y fiel pesado,
en balanzas iguales, verdaderas
vería mi quilate el Abastado.
     Si decliné mis pies de sus carreras,
20si guía al corazón el ojo ha sido,
si el mal tiznó la mano en burla o veras.
     Yo siembre, y mi sembrado sea comido
de otro; y todo cuanto produjere,
ramas, tronco, raíces destruido.
25     Si preso de casada alguien dijere
que tuve el corazón, o que al vecino
la puerta le rondé, mostrar pudiere.
     Ajeno trigo muela en su molino
mi consorte en mis ojos, y sin velo
30al torpe abrazo sirva de contino.
     Bien sé que es gran maldad, bien sé que el cielo
aborrece este hecho, y le condenan
la ley y los jÜeces en el suelo.
     Es fuego abrasador que no l'enfrenan
35hasta dar fin de todo a honra y vida
cuantas olas en mar hinchado suenan.
     Si desdeñé el jÜicio, el ser medida
por igualdad de ley la diferencia
entre mi siervo contra mí movida:
40     que cuando Dios viniere a dar sentencia,
yo creo que respuesta le volviera,
si así su voz sonara en mi consciencia.
     ¿:Por dicha no os formé de una manera,
de un barro, de unos miembros y figura
45a siervos y a señores dentro y fuera?
     Si a pobre deseché con vista dura,
si a viuda que los ojos me enclavaba
con largas la detuve en amargura;
     si mi mesa del pobre retiraba,
50si mi bocado a solas le comía,
si el huérfano su parte no gozaba:
     que entrañas paternales desde el día
que vine a aquesta luz se me imprimieron,
y la piedad en mí, y la edad crecía.

-- Capítulo XXXII --

     Los tres pusieron fin a su porfía
cansados de ver cuán pertinazmente
por justo Job y bueno se tenía.
     Mas luego el Elihú incontinente,
5el Elihú Barceles buziano,
nacido de alta y poderosa gente,
     con ira y con desdén tomó la mano
airado contra Job, porque arrogante
culpaba con su abono el soberano,
10     y airado con los tres que están delante,
que dan a Job por malo y por malvado
sin convencelle con razón bastante:
     que a todas las razones que han pasado
callara por ser el de menos días,
15guardando a la mayor edad su grado.
     Y violos que después de sus porfías
respuesta les faltaba. Grave y fiero
ansí soltó la lengua el de Bucías:
     «Soy yo y ansí me tengo por zaguero;
20como sois más ancianos, encogido
no osé decir lo que hora decir quiero:
     que el sabio razonar, -dice-, y pulido
es proprio de los años, la ancianía
es quien ha de enseñarnos lo escondido.
25     Mas veo agora que esto es burlería,
que el hombre se sustenta de su aliento
y Dios es quien le da sabiduría.
     No es sabio porque ocupa un alto asiento,
ni porque viva uno cien mil días
30por eso tiene más entendimiento.
     Oíd atentos las razones mías,
que yo quiero también mostrar agora
de lo que alcanzo yo las fantasías.
     No os corté la razón, que hasta la hora
35postrera os atendí, hasta que hubistes
dicho cuanto en vosotros se atesora;
     atento estuve a cuanto respondistes:
no veo de ninguno a Job vencido
ni aun respondelle bien nunca supistes.
40     Y porque no digáis, buen seso ha sido
dejar a quien de Dios es desechado,
a quien su ira tiene entontecido.
     Aunque él su falta a mí no ha enderezado,
yo hablaré con él y por camino
45iré que de vosotros no es hollado.
     Ansí que pues pasmastes y no vino
razón a vuestra boca cual cumplía,
ni supistes decir lo que convino,
     pues os sostuve atento noche y día
50y en fin hechos estatuas y pasmados
dejastes no vencida la porfía;
     no quiero yo más ya tener cerrados
mis labios, quitaré a mi lengua el freno
y mostraré de mi saber los grados,
55     que tengo el pecho de razones lleno
y ardo por hablar; y el ardor fiero
ondeando me ruge dentro el seno.
     Reventaré ansí cual nuevo cuero
revienta con el mosto en el cerrado
60cerrado y sin ningún respiradero.
     Dirá la lengua, pues, lo que ha formado
el ánimo, y con ello satisfecho
contento quedaré yo y descansado.
     Dirá más sin lisonja no mirando
65respecto ni con TITulos fingidos
la bajeza del hombre en alto alzando.
     Que nunca de mí fueron conocidos
el mentir ni el fingir, ni sé la hora
cuando en breve mis días fenecidos
70me llevará ante sé el que el hielo mora».

-- Capítulo XXXIII --

     Mas dice prosiguiendo: «tu sentido
aplica Job agora a lo que digo,
pon todas mis palabras en tu oído.
     Que yo mi boca abrir quiero contigo
5y hallé dentro la lengua meneando
decirte mi razón con pecho amigo.
     Del ánimo mi voz no desviando,
del ánimo que el bien tan solo mira
iré purezas llanas pregonando:
10     que quien me trajo a luz ese me inspira,
del soplo de Dios vivo y de su aliento
el ánima alentada en mí respira.
     Si osas responderme, estame atento,
haz de tu ingenio alarde y animoso
15está firme ante mí y de miedo exento.
     Cumpliose tu demanda, ves yo oso
tomar la voz por Dios y soy formado
de lodo como tú vil y asqueroso.
     Y no podrás de mí ser espantado
20con majestad no vista, ni oprimido
con brazo poderoso y muy pesado.
     Pues digo que si bien te he entendido
dijiste: "en mi presencia abiertamente
con mis oídos mismos le he yo oído"».
25     Dijiste: "puro soy, soy inocente,
la ley de Dios rebelde no he pasado
como guardada joya estoy luciente".
     Dijiste: "empero ya de mí enfadado
el amistad conmigo ha Dios rompido
30con quejas coloradas que ha buscado;
     y en duro cepo a mis dos pies metido
y por cortar del todo la huída
con guarda a la redonda me ha ceñido".
     En eso pues tu lengua desmedida
35en eso mismo peca porque excede
el alto a los mortales sin medida.
     Tu seso contender con él no puede,
ni es suyo dar razones por menudo,
que cuanto por su mano acá sucede
40     en una o dos maneras si no pudo
entender el aviso a la primera
declara Dios su vicio al hombre rudo.
     Primero con imagen más ligera
en el lecho en la noche obscura y cuando
45el sueño amodorrece la mollera,
     entonces en la oreja murmurando
avisa y amenaza su castigo
en formas diferentes demostrando,
     a fin que de su obra el pecho duro
50se aparte, y con temprana emienda pueda
cubriendo su pecar hacelle obscuro.
     Y ansí del hado duro la cruel rueda
que la contina culpa apresuraba
torne, cesando ella, estable y queda.
55     Mas si no dio aquí el fruto que esperaba
acude lo segundo con dolores,
despiértale en sus huesos guerra brava,
     y hace que turbados los humores
del manjar de la vida tenga hastío,
60lo dulce lo convierte en amargores,
     deshácese la carne y pierde el brío,
los huesos se descubren escondidos
con el ardor con el rigor del frío.
     Y casi al paso extremo conducidos
65sus días y la muerte le es vecina,
los últimos desmayos doloridos.
     Mas si ni en este estrecho aun no adevina
la causa de su mal, con el tercero
remedio el piadoso a él se inclina.
70     Dichoso si le envía un mensajero
discreto, uno entre mil y bien hablado
que al camino le vuelva verdadero.
     Que de piedad entonces Dios tocado
dirá, no muera ya, tornalde a vida
75que ya para aplacarme he causa hallado.
     Y al punto como a un niño ansí lucida
su carne torna y muelle reducido
al tiempo alegre de su edad florida.
     Alabará al Señor enternecido
80con entrañable amor, y muy gozoso
verale, y verá en sí lo que es y ha sido.
     Y dando a Dios loor en copioso
pueblo dirá: pequé, fui condenado
con ley, y fue en mi pena Dios piadoso.
85     ¿:No veis cuál de la muerte me ha librado
y cómo ha reducido l'alma mía
al viso dulce deste sol dorado?
     Pues ya ves de qué modo Dios porfía
una, dos y tres veces inspirando
90en el varón que ciego al mal corría,
     solo por retraelle que pecando
no muera el miserable y dalle asiento
en luz la que los vivos van gozando.
     Adviérteme bien, Job, estame atento,
95encima de la boca pon el dedo,
óyeme en cuanto sigo lo que siento.
     Si tienes qué decir yo estaré quedo,
yo callo, tú replica y te defiende
que amo tu defensa cuanto puedo.
100     Empero si no puedes lo que ofende
tus dichos rebatir, escucha agora,
la boca cierra y el oído extiende
publicaré el saber que en mi alma mora».

-- Capítulo XXXIV --

     Y a la pasada plática añadiendo
otras razones nuevas y mayores
ansí habló el buzites prosiguiendo:
     «Oíd los qu' os preciáis de sabidores,
5a mis palabras dad atento oído
vosotros de los doctos los mejores.
     Que del buen razonar o del perdido
la oreja es el jÜez y de la buena
vianda el paladar tiene sentido.
10     No reine aquí el enojo y ciega pena,
hablemos sin pasión, templadamente
y luego se verá del bien la vena.
     Y el mismo Job verá, cuán malamente
habló cuando ansí dijo: "No he pecado
15hiriome, sin juzgar, Dios crudamente".
     Y cuando dijo: "¿:Qué, yo a mí malvado
mintiendo me haré? nunca tal sea
quel fiero mal que paso es sin pecado".
     Mas di, por Dios, en cuanto el sol rodea
20¿:quién bebe como tú sin tasa y miedo
la mofa y la blasfemia torpe y fea?
     De pies has dado en cuanto juzgar puedo,
en aprobar del mal la grey perdida
y el ofender a Dios con pecho ledo.
25     Que dices: No por eso ni herida
será ni más feliz la suerte humana
porque ha seguido Dios toda la vida.
     Oídme, pechos sabios, no profana
ni mezcla su bien Dios con el pecado,
30ni mira con favor la ley tirana;
     qu'el hombre que mal hace ansí es pagado:
cual son de cada uno los caminos
tal es el paradero do es llevado.
     Que dios y sus jÜicios son divinos
35derechos, y que ni ira los malea,
ni gracia los corrompe, ni padrinos.
     Que ¿:quién gobierna el mundo y le rodea?
¿:Hay otro sobre Dios que visitando
la tierra en lo qu'él falta lo provea?
40     él sólo le fundó y si mirando
hincare el corazón y blandamente
su aliento así llamare respirando,
     al punto cuanto mira el sol luciente
deshecho caerá y a su primero
45polvo se volverá la humana gente.
     Esta razón te baste; si de entero
seso dotado estás, atiende y mira
que quien gobierna al mundo es justiciero.
     Y allende desto, dime, ¿:sirve a l'ira,
50desama la equidad, quien tan piadoso
nuestras mortales llagas cura y mira?
     ¿:Osas poner mancilla en Dios glorioso?
¿:Decir mal, di, del rey o del privado
tiéneslo por seguro o por honroso?
55     ¡Y cuánto menos dél, que ni ensalzado
respecta, ni le pone antel mendigo
por cuanto él solo a todos ha criado!
     ¿:Dél, que en un punto acaba a su enemigo
y hace que en mitad de su reposo
60le mate en un motín su pueblo amigo?
     ¿:Dél, qu' es tan veedor cuan poderoso
que alcanza con su vista y determina
los pasos del más falso y engañoso?
     No hay tan profunda noche, tan malina
65sombra de obscuridad, do el malo pueda
quitar de sobre sí la luz divina.
     ¿:Dél, que la presurosa eterna rueda
que lleva a ser juzgados los mortales
no dio qu'el malo la tuviese queda?
70     ¿:Dél, que derrueca al suelo mil reales
cetros desmenuzados, y establece
otros después en altos tribunales?
     ¿:Dél, que cuanto vicioso no parece
lo hace manifiesto a sus autores,
75los quebranta en el punto que amanece,
     y bien como a notorios malhechores
los hiere con espada justiciera
en plaza de infinitos miradores.
     Y dice la voz alta, pregonera
80por cuanto no siguieron la divina
huella, ni su doctrina verdadera.
     Hasta que por su causa la mesquina
voz del opreso pobre entró al oído
de aquel que a la humildad su oreja inclina.
85     ¿:A quién da Dios reposo, que nacido
podrá ponelle en mal?; mas si él olvida,
¿:qué hombre o qué reíno no es perdido?
     Al punto se apodera dél torcida
vara que lazos arma do lacere
90la gente pobre y mísera caída.
     Mas, pues es proprio a Dios cuando mas hiere
decir: "la mano alcemos y el castigo
y torne a dulce vida el que ya muere".
     Dile: "Si no miré bien lo que digo
95enséñame, Señor, y si he pecado
a no pecar ya más a ti me obligo".
     ¿:Mofas? ¡Como si fueses tú el dechado
del bien! Mas di: ¿:no hablaste tú primero?;
preguntote en qué cosa has acertado.
100     Los sabios cuyo dicho es verdadero
alaban mis razones, y allegados
los doctos me hacen auditorio entero.
     Tus dichos son los faltos y menguados
de todo buen saber; de entendimiento
105ni de doctrina alguna son dotados.
     ¡Ojalá que arrancado de cimiento
diese fin el señor a este perdido
y fuese de blasfemos escarmiento!
     Porque según procede el atrevido
110añadirá pecados a pecado
y hará con mil visajes sin sentido
un cerro de blasfemia amontonado».

-- Capítulo XXXV --

     Mostrándose por horas más turbado
y calentando el pecho la porfía
el hijo de Barzel ansí ha hablado:
     «¿:Parécete, di, Job, que permitía
5jÜicio, que tu seso a Dios dijese
tu justicia es menor, mayor la mía?
     Que si este mal en ti no se ascondiese
no dijeras: ¿:qué gano de ser bueno?
¿:qué, si como la nieve me volviese?
10     Oye pues de mi voz agora el trueno
que a ti probaré yo y a quien te ayuda
que tú eres, tú, el que ganas en lo bueno.
     Levanta y mira el cielo que se muda
y sube más arriba al estrellado,
15del suelo alejadísimo sin duda.
     Mas lejos está Dios de ser dañado
de los pecados tuyos; si hicieres
un monte de maldad ¿:qué l'has quitado?
     Y por contrario modo, si lucieres
20purísimo ¿:qué das al rey del cielo?
¿:Será él más rico tú si justo fueres?
    A ti y al que cual tú mantiene el suelo
el camino torcido o el derecho
conduce a triste fin o a gran consuelo.
25     Dirás: pues si Dios juzga por derecho
¿:por qué tan grande copia de oprimidos
gritando rompen cada día el pecho?
     ¿:Por qué? Porque no llevan sus gemidos
a Dios que los formó y que en la obscura
30noche despierta al canto sus sentidos;
     y que los alumbró con luz más pura
que a los brutos terrestres animales,
que a las aves que vuelan por l'altura.
     Ansí que no oye Dios a aquestos tales
35librándolos por más que así voceen
del soberbio poder de otros mortales.
     Mas es falso decir que no proveen
las manos del Señor, o que su oído
es sordo, o que sus ojos no nos veen.
40     Antes, cuando estuviere más dormido
a lo que te parece, ten por cierto
que juzga y susténtate en gemido.
     Y aun hora si en ti hubiera algún concierto
debrías confesar que no usa de ira,
45que el castigo es menor que el desconcierto.
     Mas todo es vanidad, todo es mentira
cuanto ha sabido hablar este cuitado,
y ha como hombre tonto o que delira
palabras mil sin seso amontonado».

-- Capítulo XXXVI --

     Y nuevos argumentos añadiendo,
por dar mayor firmeza a lo pasado,
abrió Eliud la boca ansí diciendo:
     «Espérame y atiende, que no he dado
5a mis palabras fin: que todavía
por Dios razones nuevas han quedado.
     De lueñe mi discurso toma y guía
agora la razón, agora quiero
defienda a su hacedor la lengua mía.
10     Firmísimo discurso y verdadero
de quien agora habla, Job, contigo
en perfección de ciencia es el primero.
     Todo ama su igual, todo es amigo
de lo que le semeja: Dios es bueno,
15es sabio, es poderoso, tú el testigo.
     Luego no da favor, no admite al seno
al malo; luego al bueno y afligido
siempre da su derecho entero y lleno.
     No aparta dél los ojos ni el oído,
20y por sus grados ciertos le levanta
al trono por los reyes poseído.
     Mas si dices que a veces los quebranta,
los sujeta a durísima cadena,
los ciñe y cerca con miseria tanta.
25     Es para que conozcan por la pena
algunas faltas suyas que crecían,
de que aun la vida justa es siempre llena.
     Para que oigan lo que oír debían,
los oídos les tuerce, y los advierte
30del camino perdido que seguían.
     Si oye y obedece y se convierte
en paz fenecerá su luenga vida
y la dulzura en él sus bienes vierte.
     Mas si sordo durare en la torcida
35manera de vivir, espere espada,
espere olvido y suerte dolorida.
     Qu'es proprio de la gente muy malvada
cuando encienden a Dios el pecho en ira
callar aunque se vea aprisionada.
40     Por donde a estos Dios su aliento tira
en los floridos años consumidos,
en deleites bañados, en mentira.
     No así con sus humildes y rendidos
que les será salud y entre sus males
45les hablará consuelo a los oídos.
     Y a ti, si tus sentidos fueren tales,
te saca deste estrecho a grande anchura
más dulce que son dulces los panales.
     Tu pleito que hasta agora apena dura
50ansí como a malvado te condena
convertirá en sentencia de soltura.
     Ni cuando sobre ti fulmina y truena
te dejes descaer, ni con regalo
el paso tuerzas; ni con luz serena.
55     Que si perseverares en lo malo
ni oro, ni clamor, ni fuerza o arte
te librará del afrentoso palo.
     No duermas, confiando será parte
el pueblo bullicioso conjurado,
60ni muchos pueblos juntos a librarte.
     ¡Ay, guarda, no prosigas el herrado
camino de maldad que comenzaste
al punto que te viste castigado!
     Mas ¡oh, Señor, cuán alto te encumbraste
65en saber, en poder, en fortaleza,
en cuanto hiciste, y cuánto sentenciaste!
     ¿:Qué ingenio tan subido, qué agudeza
o pudo penetrar tu seso o pudo
argÜir tu justicia de flaqueza?
70     No seas, pues, tú, Job, tan torpe y rudo
que olvides este bien que el mundo admira,
que calles lo que a voces dice el mundo.
     Que todo lo que vive aquí y respira
contempla esta labor maravillosa,
75el que de lueñe y el que de cerca mira.
     Mayor es Dios, mayor que cuanto osa
tu seso presumir, su luenga vida
ni número la encierra ni otra cosa.
     Seca la nube y pónela en huida,
80o si quiere la envía sobre el suelo
en largos hilos de agua convertida.
     Tiende su pabellón por todo el cielo,
de donde menudísimo gotea,
y cubre monte y llano escuro velo.
85     Con temeroso estado se pasea
y envía resplandor que corre y vuela
por cuanto la mar húmida rodea.
     Tiene la disciplina allí y la escuela
del mísero mortal, y juntamente
90de allí con mano llena le consuela.
     El rayo de la luz resplandeciente
asconde en tristes nubes y si quiere
en ellas reverbera reluciente.
     Y antes que el nublado al sol cubriere
95la vaca por él mismo amaestrada
lo avisa al labrador que lo advirtiere
en alto la nariz abierta, alzada».

-- Capítulo XXXVII --

    «Y sobre todo en esto se estremece
mi corazón turbado, y mi sentido
sacado de sus quicios desfallece.
     Que de improviso el uno y otro oído
5os hinche con su voz de espanto llena,
con trueno de su boca producido.
     Primero resplandece y después truena;
primero sobre cuanto cubre el cielo
descubre de su luz tendida vena,
10     y brama luego al punto y tiembla el suelo,
y suena con la voz de su grandeza
que pasa con ligero y presto vuelo.
     Rasga tronando el aire con braveza,
con nueva maravilla, poderoso
15de lo que sobrepuja toda alteza.
     Manda que estén las nubes de reposo
por montes y por llanos, que descienda
el humor de las lluvias copioso.
     Las manos sella el frío y pone rienda
20el rigoroso yelo derramado
para que en su labor el hombre entienda.
     Huyen las alimañas al cerrado
abrigo de sus cuevas, y allí puestas
pasan morando todo el tiempo helado.
25     De las partes del ábrego repuestas
vienen las tempestades, viene el frío
del que limpia de nubes llano y cuestas.
     él sopla y con su soplo enfrena el río
y pierde el agua puesta en duro estrecho
30de su vago correr el desvarío.
     Y a veces con sereno cierzo ha hecho
venir la nube llena de agua fría
que embriaga los campos con provecho.
     Por todo a la redonda el paso guía
35por consejo de quien es gobernada
y hace su querer de noche y día.
     Con ella anega a la nación malvada,
con ella fructifica valle y sierra
y de la pobre gente se apiada.
40     Aparta agora Job, de ti y destierra
la saña, y mira bien y atentamente
las maravillas que en sí Dios encierra.
     ¿:Sabrás, por dicha, tú puntualmente
la causa porque Dios manda al nublado
45que cubra o que descubra el sol luciente?
     ¿:Sabrás quién le extendió y quién colgado
le tiene en cierto peso, maravilla
del que en todo es perfecto y acabado?
     ¿:Por qué la vestidura más sencilla
50si sabes di calienta cuando espira
el que refresca la africana orilla?
     Al cielo Job, los ojos alza y mira,
y di si tú por caso le forjaste
vaciado como espejo en que se mira.
55     Enséñame qué diga, tú que hallaste
la lumbre, que yo puesto en noche escura
ni tengo lengua ni saber que baste.
     Mas ¿:qué razón podrá de criatura
decirlo?, o ¿:quién tan sabio e ingenioso
60que puesto no se pierda en tanta hondura?
     Ya pone escuro el aire y nebuloso,
ya con un blanco soplo desterrada
la nube, resplandece el sol hermoso.
     El norte nos envía luz dorada,
65y Dios por todas partes nos convida
a reverencia con loor mezclada.
     Qu'es grande su poder, no conocida
la suma de sus ricos bienes, santo,
justo, gran amador de justa vida.
70     No subirá en valor ninguno tanto
que no le tema y tiemble, ni habrá alguno,
que hinque en el los ojos sin espanto,
aunque más sabio sea que ninguno».

-- Capítulo XXXVIII --

     Aquí callaron todos, mas queriendo
dar fin con la verdad a las porfías,
d'entre las nubes Dios sonó diciendo:
    «¿:Quién es este que hablando demasías
5su buena causa encubre y oscurece
el consejo de mis sabidurías?
     Ya lo que deseabas se te ofrece.
¡Sus, cíñete varón, y dime ahora
a lo que digo, lo que te parece!
10     ¿:Adónde estabas, dime, al punto y hora
que a plomo cimentaba yo la tierra?
Declara aquí la ciencia que en ti mora.
     ¿:Quién hizo por medida llano y sierra?
¿:Quién levantó nivel, colgó plomada
15en todo lo que el ancho suelo encierra?
     ¿:Qué apoyos, dime, tiene?; ¿:en qué fundada
está su redondez? ¿:Por cúya mano
la piedra de la clave fue asentada?
     Las lumbres celestiales a una mano
20cantaban alabanzas, y el senado
angélico con gozo soberano.
     ¿:Quien, di, con puerta y llave, quién cerrado
detuvo el mar al punto que nacía
de golpe y de tropel soberbio, hinchado?
25     Cuando como con manto le cubría
de nubes, y con niebla espesa escura
como con faja a niño le envolvía.
     Y ley le establecí, que siempre dura,
y púsele firmísimos candados
30y puertas con eterna cerradura.
     Y ven, dije, hasta aquí; los situados
límites no traspases; aquí sean
los bríos de tus olas quebrantados.
     Y di, por aventura, si se emplean
35tus días en los carros del'aurora,
guiándolos al puesto que pasean,
     para que su luz bella alumbre ahora
aquesta zona vuestra, ahora aquella
y la gente destierre malhechora;
40     y mude como cera en que se sella
el traje de la tierra y su figura
seca, verde, florida, yerma, bella.
     Conforme es de los malos la ventura
instable, que si lucen prosperados
45paran en noche eterna y desventura.
     Y dime si por dicha penetrados
han sido ya de ti los hondos mares
los abismos secretos, apartados.
     ¿:Abriose a ti la puerta en los lugares
50a do vive la muerte dolorosa,
la casa de tinieblas y pesares?
    ¿:Sabes, por aventura, la espaciosa
y grande redondez, y sus anchuras,
y la propria razón de cada cosa?
55     Pues dime, si lo alcanzas, ¿:en qué alturas
la luz manida tiene, o en qué cuevas
moran las horas de la noche escuras?
     ¿:Podrás por aventura darme nuevas
de cómo a su morada las conduces
60y guías por las sendas della y llevas?
     O dime, si supiste, a cuántas luces
habías de venir a aquesa vida,
tus años muchos, y tus graves cruces.
    Y dime: ¿:dónde tengo recogida
65la nieve y sus tesoros, dónde tengo
multitud de pedrisco apercebida
     para el amargo día, cuando vengo
con el opuesto ejército a las manos
y a mi furor la rienda no detengo?
70     Y dime los caminos soberanos
por do la luz se esparce, por dó vienen
los soplos calurosos y malsanos.
     Quién abre las acequias que contienen
las lluvias con relámpagos mezcladas,
75con truenos que a los hombres enajenen.
     Por dónde sus corrientes son guiadas
a partes que los hombres nunca vieron,
a selvas y a regiones no holladas.
     Con qué su sed los yermos despidieron
80y hartos de agua fértil y floridos
de flores y de yerba se vistieron.
     Di el padre de las lluvias y estampidos,
de las sabrosas gotas rociadas,
al apuntar del día en los ejidos.
85     ¿:De qué vientre, di, nacen las heladas,
quién engendró la escarcha, quién el yelo,
quién las nieves blanquísimas sentadas?
     Convierte en piedra dura el puro cielo,
las aguas y las traba y las detiene,
90y cubre con ajeno traje y velo.
     ¿:Tu ñudo por ventura en orden tiene
las luces de Chimah?; ¿:al Chesileo
desatas si te place o te conviene?
     Por tu mano e industria a lo que veo
95juntaron sus figuras los luceros
ahora en modo hermoso ahora en feo.
     ¿:Sabes del cielo los eternos fueros?,
¿:o por ventura imprimes tú en la tierra
el ser de aquellos cuerpos verdaderos?
100     ¿:O cubres tú con niebla campo y sierra?;
¿:o porque oyó tu voz y tu mandado
con nube espesa el agua el aire cierra?
     ¿:Por ti, por dicha, el rayo es enviado
y dícete dispuesto y obediente
105tú mandas, que a mi toca el ser mandado?
     ¿:Quién puso en las entrañas de un viviente,
de un hombre terrenal sabiduría?;
¿:y en el gallo un instinto tan prudente?
     ¿:Quién cantará como él de noche y día
110las horas celestiales sus momentos?,
¿:quién contra el sueño alerto ansí porfía?
     Desde que de la tierra los cimientos
sobre el profundo centro se fundaron
desde que los primeros polvos lentos
115en terrones sin cuento se apiñaron».

-- Capítulo XXXIX --

     Y dijo: «¿:Proveerás tú, por ventura,
de caza a la leona que ha parido
o a la hambre de sus hijos dura,
     cuando encorvados dentro su escondido
5acechan por la presa deseada
por el manjar y pasto prometido?
     Al pollo de la cuerva descordada
que grita por comer y me vocea
me digas su ración ¿:por quién l'es dada?
10     De la montesa cabra en la rifea
montaña, o de la cierva temerosa
el parto, y la preñez me di cuál sea.
     Encórvase gimiendo dolorosa
por dar a luz el parto quebrantado,
15el dolor, el gemido no reposa.
     En breve el cervatillo reparado
al pasto por los montes se desvía,
del pecho de la madre ya olvidado.
     Al asno, di, salvaje ¿:quién le guía?,
20¿:quién le soltó las riendas?, ¿:quién le lleva
libre por las montañas noche y día?
     Al cual las soledades di por cueva,
por morada los yermos salitrales
que azada no tocó ni rompió esteva.
25     Desprecia de los míseros mortales
el trato, y del puro alcabalero
las voces no conoce desiguales.
     Contempla de las cumbres del otero
los campos de su pasto, y do florece
30en verde yerba el suelo va ligero.
     De la vada me di si te parece
que te querrá servir, y hacer manida
contigo, cuando el aire se oscurece.
     ¿:Por dicha para el sulco al yugo asida
35della te servirás, osado, haciendo
que tus tierras cultive ansí traída?
     ¿:O por caso su grande fuerza viendo
la fías tu cosecha y sementera
a ella todo el cargo cometiendo?
40     Dime si fiarás que trille l'era,
que todo lo sembrado y producido
lo recoja y encierre en tu panera.
     El avestruz que en ala y cuello erguido
en pluma galanísima, ¿:o es ave
45o puede bien por ave ser tenido?
     Cuando en l'arena al sol sin puerta y llave
deja sus huevos, di, ¿:quién los abriga?
¿:Tú eres, o yo soy el que lo sabe?
     La madre no los cubre ni se obliga
50que el pie no los esparza, ni patee
ni acuerdo tiene dellos, ni fatiga.
     Endurécese cruda y nunca vee
sus hijos, mas no suyos, pues los deja
sin que el temor la aparte ni la ojee.
55     Della el acuerdo y el saber s'aleja;
no le cupo mayor entendimiento,
de su parte no cura ni se aqueja.
     Mas cuando ensalza el ala, en movimiento
al caballo traspasa y caballero,
60ligera en la carrera como el viento.
     ¿:Eres tú, por ventura, el que al guerrero
caballo proveyó de valentía,
quien de relincho le ciñó el garguero?
     ¿:O que con fuerza salte y gallardía,
65o que bufe le das, y ponga miedo
de su nariz el brío y lozanía?
     Cava la uña el suelo, y con denuedo
va para el enemigo y acomete,
ni freno le contiene ni voz quedo.
70     No conoce temor, ni espada mete
espanto en sus entrañas, ni rÜido
de golpes poderosos sobre almete.
     Ni encima dél la aljaba y su sonido,
ni la temida lanza blandeando,
75ni el acerado escudo combatido.
     Herviente y furibundo, deseando
el son de la trompeta sorbe el centro,
no cree que llegará jamás el cuándo.
     Al punto que la oye alza el viento
80y dice ¡halaha!, porque adivina
encuentros, golpes, voces, su contento.
     Y dime si a la muda se avecina
el gavilán por ti, si bate y tiende
las alas renovadas, y se empina.
85     ¿:O eres tú por quien en alto extiende
el águila su vuelo, y hace nido
adonde con la altura se defiende
     en apartadas breñas, en subido
peñasco, en pico altísimo tajado,
90en risco que no puede ser vencido?
     De allí la cara presa ha contemplado,
que de muy lejos ve lo que conviene
para el sustento de su nido amado.
Con sangre de la caza le mantiene
95que huele sangre el pollo, y donde quiera
que siente cuerpo muerto presta viene.
     Ansí le hablara Dios la vez primera
y viéndole que nada respondía,
tornole a preguntar desta manera.
100     ¿:Pues tienes ya por seso y valentía
comigo pleitear? ¿:Ansí ha cesado,
ansí calla quien tanto prometía?».
     «-Soy polvo -dijo entonces-, desechado
pongo en la boca el dedo y solo digo
105una vez y dos veces que no es dado
a mí ni a nadie barajar contigo».

-- Capítulo XL --

     Tornó Dios otra vez a preguntarle
de nubes rodeado y de tronido
a fin de más y más perficionarle.
     Y dícele: «Los lomos, sús, ceñido
5afila tu razón tan acendrada,
y enséñame después de haberme oído.
     Pregunto si por ti será anulada
mi sentencia y si para ser tú bueno
harás que mi bondad sea condenada.
10     Dime: ¿:tienes el pecho y brazo lleno
de fuerza, como yo, y de valentía
o truenas, por ventura, como trueno?
     Si puedes, de grandeza y gallardía
de gloria y resplandores tu persona
15adorna, como adorno yo la mía.
     Ensancha tus narices, alza, entona
la voz contra el soberbio, por el suelo
derrueca la cerviz que s'enarmona.
     Rompe de la arrogancia altiva el velo,
20desnuda su bajeza, y por la tierra
y bajo de tus pies la pon sin duelo.
     A los malos si puedes los destierra
y cubre con mortaja; en sepultura
escura y miserable los entierra.
25     Que si esto haces, yo, por aventura,
confesaré que puedes con tu mano
formar como quisieres tu ventura.
     Mas dime a Behemoth ¿:quién le hizo humano?
tan manso que de yerba se mantiene,
30de yerba como buey y heno vano.
     Con lomos fuertes sobre sí sostiene
con fuerte vientre en lazo estrecho asido
el castillo con cuanto en sí contiene.
     Bien es igual al cedro más crecido
35la cola que menea, y lo allegado
con niervos como ramas muy tejido.
     Sus huesos, cobre con metal mezclado,
canutos son de acero sus canillas
o de hierro durísimo colado.
40     Es una de mis grandes maravillas,
de mis primeras obras señaladas
de las qu'es de mí sólo el destruillas.
     Los montes le dan yerba y las cañadas
lo que por pasto alegre bastaría
45a cuantas alimañas hay juntadas.
     Mora debajo de la sombra fría,
de árboles y cañas, en el cieno
y en el pantano hondo es su alegría.
     El bosque espeso y de ramas lleno
50le cubre con su sombra, y la sauceda
que baña el agua es su descanso ameno.
     Del río adelgazado tiene queda
si bebe, la corriente y se presume
que ni el Jordán henchir su boca pueda.
55     Le sorbe hasta el suelo y le consume
adonde la enterrada estaca aguda
por la nariz herida se le sume.
     ¿:Podrás al Leviatán con red menuda
prenderle o con anzuelo disfrazado
60hacer que al cebo codicioso acuda?
     ¿:Pondrás en su nariz cercillo osado
o puedes travesarle las quijadas
con duro garabato ensortijado?
     Humilde a lo que creo y ya olvidadas
65las iras, te suplica blando en ruego
con palabras graciosas, enmeladas,
     y de sí mismo te hace largo entrego,
y jura no salir de tus prisiones
hasta que al mundo le consuma el fuego.
70     ¿:Como a pájaro preso en los balcones
le tienes de tu casa, por ventura,
y hacen con él fiesta tus garzones?
     ¿:Harás con él banquete en noche escura
por dicha a tus amigos repartido
75por los trinchantes sobre tabla dura?
     En redes como a pez le habrás asido,
en nasas que compone el mimbre verde
en garlitos de junco entretejido.
     Yo fío que escarmiente y que se acuerde
80cualquier que le tocare con el dedo
de no trabar más lid que tanto muerde.
     De su esperanza vana y su denuedo
traído locamente y mal burlado
verá que de mirarle solo el miedo
85le tiende por el suelo desmayado».

-- Capítulo XLI --

    «Mas ¿:quién es tan osado que a tal mostro
despierte a pelear? Pues, y comigo
¿:quién osará ponerse rostro a rostro?
     ¿:Ganome por la mano alguno, digo
5cuanto perficioné las criaturas?
Todas son mías, y ellas son testigo.
     Mas no quiero callar ni las figuras
ni los valientes miembros d'esta fiera,
ni sus facciones, ni sus composturas.
10     La tela que la cubre por de fuera
¿:quién l'alza?, ¿:quién con duro y doble freno
le osa encabestrar la boca fiera?
     Las puertas por do s'entra al hondo seno
de su espantable boca, ¿:quién las vido,
15y el cerco de sus dientes d'horror lleno?
     Las conchas de su cuero endurecido
fortísimos escudos acerados
qu'el uno con el otro está cosido.
     Los unos con los otros tan sellados
20que no descubren chica o grande entrada,
ni para ser del aire penetrados.
     Ansí son sus escamas, tan llegada
cad' una a su vecina, y tan asida
que no podrá jamás ser apartada.
25     Llama sus estornudos encendida,
los ojos rasgadísimos parecen
arreboles del sol en su salida.
     Por la boca despide y resplandecen
centellas poderosas hechas fuego
30que en alto suben y se desparecen.
     De la nariz le sale espeso y ciego
humo como de olla rodeada
de llamas hervorosa y sin sosiego.
     Al ardor de su aliento la mojada
35leña se abrasará, que es rayo ardiente
cuanto le sale por la horrible entrada.
     Es el reposo su cerviz valiente
de todo lo robusto y fuerte, y lleva
el destrozo ante sí continamente.
40     Es maciza su carne y hecha a prueba,
sus partes muy unidas y trabadas,
no hay brazo fuerte qu' apartarlas pueda.
     No hay piedras ni tan duras ni apretadas
cual es su corazón, decirte puedo
45ser más duro que yunques golpeadas
     Si alza la cabeza, no hay denuedo
que baste, que a los hombres esforzados
desata el vientre y corazón su miedo.
     De brazos poderosos arrojados
50ni dardos le traspasan, ni armadura,
ni en sabia fragua estoques bien templados.
     Del hierro no se guarda ni se cura
más que de flacas pajas, y el acero
es palo frágil a su carne dura.
55     No huye ni de flechas ni flechero,
ni de la fuerte piedra rodeada
con estallido de honda y brazo entero.
     La hacha d'armas della es reputada
como si fuese astilla, y se escarnece
60de lanza con cuchilla aguda armada.
     Del sol los rayos cubre y escurece
y se recuesta como en blando lecho
sobre puntas agudas si se ofrece.
     Hace que hierba cuando opone el pecho
65cual olla el hondo mar y cual caldera
adonde los aceites junta han hecho.
     Deja por donde pasa gran carrera
y hace parecer de canas llenos
los espumosos mares por de fuera.
70     No vive ni en la tierra ni en los senos
hondísimos del mar tal terribleza,
de quien todos los miedos son ajenos.
     La más sublime y la mayor alteza
con desprecio soberbio burla y mira
75qu'el cetro de su reino y su grandeza
es sobre cuanto altivo aquí respira».

-- Capítulo XLII --

     Y finalmente Job reconocido
y a los pies del señor todo humillado
dijo, rompiendo el pecho con gemido:
     «Conozco solamente a ti ser dado
5el poder sumo, y el conocimiento
aun de lo que en el pecho está encerrado.
     Pues ¿:quién te encubrirá su pensamiento?
Hablé lo que no supe, y tontamente
tendí las alas sobre mí, y al viento.
10     Mas óyeme, Señor, atentamente
y con amor agora lo que digo,
y respóndeme dulce y blandamente.
     Mi trato antes de ahora era contigo
tan sólo por oídas, mas agora
15en clara luz te veo hablar comigo.
     Por donde yo a mí mismo en esta hora
me acuso y reprehendo, y me condeno,
y envuelta en polvo mi conciencia llora».
     Con esto el rostro demostró sereno
20el amoroso Dios, y vuelto luego
al Temanés habló, revuelto en trueno.
     «Apenas de mi enojo enfreno el fuego
que arde contra ti y tus compañeros
-dice-, que de mi siervo hecistes juego.
25     No habláis con pechos como él sinceros,
mas tomad siete toros no domados
y otros siete purísimos corderos;
     llevádselos, y en santo altar quemados
ofrézcamelos él, que es de quien fío:
30seréis por su respecto perdonados.
     No miraré ya a vuestro desvarío,
ni os imputaré no haber hablado
con la sinceridad qu' el siervo mío».
     Al punto, pues, cumplieron lo mandado
35Lifaz, y el de Namath y el de Suida,
y fue por Job el sacrificio alzado.
     Y Dios templó la ira concebida
en oyendo la voz humilde y pura
de Job por sus amigos ofrecida.
40     Aquí, pues, tuvo fin su desventura
y Dios le reparó; desde aquel día
ha doblado mejor y más ventura.
     Que luego sus hermanos a porfía
hermanas, conocidos, compañeros,
45viniendo le cercaron d'alegría.
     Se condolieron de sus males fieros,
comieron en su casa y le entregaron
su oveja cada uno y sus dineros.
     Bendijo Dios sus fines, que sobraron
50a su feliz principio en gran manera;
en breve las riquezas se allegaron.
     De catorce millares y más era
la copia de la oveja, y los camellos
seis mil, de vacas y asnas gran hilera.
55     Siete hijos garzones, fuertes, bellos
le torna Dios a dar, y juntamente
tres hijas hermosísimas con ellos.
     Yasmina la primera, y la siguiente
llamada fue Quesilda, y la tercera
60Corina en tiernos años floreciente.
     No hubo antes, ni después hubiera
mujeres de belleza más dotadas
que estas qu'engendró en su edad postrera.
     Dejolas muy bien puestas y heredadas
65en medio de su gente y parentela,
de placer y de bienes abastadas.
     Vivió después del fin de aquesta tela
cuarenta grandes soles sobre ciento
y vio sus cuartos nietos, y a la vela
70se hizo de años lleno y de contento.

Dos poemas latinos

(De In Cantica Canticorum Salomonis Explanatio, 1580)

-- Votum

¡Quo mens plena Deo, quantoque exaestuat igne
 inque vicem quanto flagrat amore Deus,
 dum resero interpretes divini carminis, olim
 numinis impulsu quod cecinit Salomon!
5 ¡Supremo, o virgo, penitus dilecta tonanti,

ipse amor e cuius prosiluit gremio!,
 da sensus rectos: da verba decentia: posse
 da sanctos ignes concipere,
 scilicet ut magno perfunctus munere laudes,
10 ¡Diva, tuas grato carmine concelebrem!

-- Ad Dei genitricem Mariam --

Carmen ex voto

      Te servante ratem, maxima virginum,
 iam portum incolumis, iam teneo, licet 
iactatus graviter, dum sua Protheus
      in nos suscitat agmina.
5      Te fas teque pudor nudaque ventas
et recti studium et simplicitas potens
 et frangi indocilis mens bene conscia
 coniuncto sequitur pede.
      His tu me sociis aequoris improbi
10  mersum vorticibus lucis ad aureae
usuram revocas, et melioribus
      laetum constituis locis.
      Et donas facilis, qua sacer Idida
 mulcebat Iebusi culmina barbito,
15  dum flammae impatiens pectora saucia
     pandit carmine nobili.
      Donatum et studiis vilibus eripis,
 illatumque polo lucis ad intima
 admittis pavidum templa, animum et novi
20      inspiras niihi carminis.
    Abscede, impietas, iam penetralia
 caeli sacra patent, iam videor pios
 exaudire sonos, alma canentium
      alterno pede gaudia
25      et sanctos thalamos, hinc bona virginum
sponsum turba sonant, hinc nitidus chorus
 lectorum iuvenum dulcia matris et
      Sponsae nomina concrepant.
 
VIRGINES
     «Audin? Quae teneas, dic, bone, pascua?,
30  Quo, dilecte, cubes dum terit igneus
sol caelis medium, ne vaga montibus
      incerto pede deferar?
 
IUVENES
     O reclude fores, sidere pulchrior
 Virgo, o cur renuis?, nam irruit atra nox
35  et venti resonant, aethereaque aqua
     perfusus madeo caput.
 
VIRGINES
     Quae saltus colitis, calida tendere
 nervos turba, meo dicite virgines
 dilecto ut properet, nam aestuo amoreque

40  IUVENES    
 saevo saucia langueo.
     O nymphae Hermonides, sic capreas manu
 sit certa et celeri cuspide figere,
 dilectae placidum parcite rumpere
      somnum atque alta silentia.
 
VIRGINES
45     Ut silvas reliquas ardua vertice
praecellit Libani culminibus sacris
 cedrus, sic iuvenes inter amor meus
      formosum caput extulit.
 
IUVENES
    Adnatas nitet ut purpureo rosa
50  spinas inter hians ore Sionias,
sic formae egregio lumine virgines,
      o coniux mea, praeteris.
 
VIRGINES
     Aure an ne cupida vocem ego amabilem?
 An fallor potius? quin vocat abditus
55  obiectis foribus, quin caput aureum
     inter reticula emicat!
 
IUVENES
     Quid cessas? abiit pulsa tepentibus
 Auris frigida hiems, iam pluviae graves
 iam cessant, vane floribus enitet
60      tellus multicoloribus.
     Iam cantu quaerulo carmina turtures
 audite canere et iam crepuit iugis
 falx in vitiferis, et sua protulit
      ficus dulcia germina.
65      O surge, o propera, carior o mihi
ipsis vita oculis, surge, columbula,
 exesus paries vel cava saxea
      cui dant grata cubilia.
      Ostende, o!, faciem, vox tua personet
70  aures, sponsa, meas, nam neque dulcius
quicquam est eloquio, nec mage fulgidum
      aut pulchrum facie est tua.
 
VIRGINES
     Quantum cerva micat montibus aviis
 quantumque hinnuleus, dum pavet omnia,
75  seu vox insonuit seu nemus infremit,
     dilecte, haud secus advola».
      Haec lecti iuvenes turbaque virginum
 alternant liquido gutture: caelitum
 applaudit manibus coetus, et insonant
80      caeli laeta palatia.