Antonio Mira de Amescua
Cuatro milagros de amor



Personajes que hablan en ella:
  • ALBERTO, tío de Lucrecia
  • don SANCHO de Mendoza
  • don JUAN
  • don FERNANDO de Moncada
  • Capitán ALVARADO
  • GOMEZ, escudero
  • doña ANA de Meneses
  • doña LUCRECIA de Castro
  • INES
  • ALDONZA
  • Un COMENDADOR, padre de Sancho



ACTO PRIMERO


Salen LUCRECIA, GOMEZ y ALDONZA

LUCRECIA: Gómez, salga a recibir

a doña Ana; que ya ha entrado.
GOMEZ:      Mucho el alba ha madrugado.
LUCRECIA:      ¿: Siempre está para decir

   impertinencias ?
GOMEZ:                                  Señora,    5

   ¿: cuándo ha sido impertinente

   hablar poéticamente ?
LUCRECIA:      Siempre lo fue, y más agora.
GOMEZ:      Venga en buen hora el valor

   que esta casa estima y precia.    10

Salen doña ANA e INES por otra puerta


   ¿: Siempre está, doña Lucrecia,

   vuestro escudero de humor ?
LUCRECIA:      No le puedo ir a la mano.
GOMEZ:      (A la lengua ha de decir.)          Aparte
LUCRECIA:      ¿: Me venís a persuadir    15

   lo que otras veces ?

                             Si es sano

   mi consejo, ¿: no queréis,

   amiga, que os persüada ?

   Mejor estaréis casada.

   Hacienda y sangre tenéis,    20

   juventud y gallardía.

   Lucrecia, tomad estado.

   Vuestro tío me ha enviado.
LUCRECIA:      Doña Ana, en vano porfía

   el consejo de mi tío.    25

   Propóneme un caballero

   a quien me incliné primero,

   y usando de mi albedrío

   le aborrecí y olvidé,

   venciendo la inclinación    30

   con la luz de la razón.

   Decid, ¿: cómo ?
LUCRECIA:                          Sí, diré.

   Antes que el sol madrugase

   en las auroras de mayo,

   cuidando de mi salud    35

   muchas veces salí al campo,

   y como suelen decir

   que alienta sobre el blanco

   cualquier color fácilmente.

   aunque sea extraordinario,    40

   yo llevaba en blanco el pecho,

   sin amoroso cuidados;

   y dispuesto a que el Amor

   hiciese en él algún rasgo.

   En Término de pintores,    45

   llevaba el pecho imprimado

   para que el Amor hiciese

   algún dibujo gallardo.

   Una, pues, de estas mañanas

   entre las fuentes del Prado,    50

   donde trepan los cristales

   por columnas de alabastro,

   airoso vi a un caballero

   haciendo mal a un caballo,

   tan fogoso que a no ser    55

   repetido en los teatros,

   dijera que era cometa,

   o relámpago animado,

   o que fue aborto del Betis,

   ni bien bruto, ni bien rayo.    60

   Pero esto es ya muy común.

   Al dueño del bruto paso

   y digo que era pintura

   del joven Adonis cuando

   fatigaba monte y fieras,    65

   siendo también un retrato

   del celoso Marte, al fin,

   como de fuerza o de grado,

   quiere Amor tener imperio

   en los afectos humanos,    70

   a mirarle me inclinó

   curiosamente y despacio;

   mas viendo que en el camino

   nuestros ojos se encontraron,

   discurrí; que el caballero    75

   también estaba inclinado,

   o que creyó que encubría

   beldad rara el sutil manto.

   Con unos mismos deseos

   al Prado salimos ambos    80

   otras mañanas, y en fin,

   como a los ojos un sabio

   llamó retóricas lenguas

   porque mudos revelaron

   al corazón los secretos    85

   a que no se atrevió el labio,

   en los suyos conocí

   el regocijo y aplauso

   con que miraba, diciendo:

   "Mi dueño está enamorado".    90

   Viendo, pues, que mis antojos,

   o ya ciegos o ya vanos,

   me despeñaban, no quise

   que amor creciese, triunfando

   de mi albedrío, y aquí    95

   se ofreció, doña Ana, un caso

   que de mi pecho barrió

   las amenazas y amagos

   de amor, que aun no fueron flechas.

   Vergüenza me da contarlo.    100

   Para la huerta del Duque

   traían seis toros bravos

   por San Blas; y el alboroto

   de la plebe iba causando

   más temores que las fieras.    105

   Hallábame yo en el paso.

   Vi a mi amante, consoléme,

   y creyendo que don Sancho

   de Mendoza --éste es su nombre--

   con el sombrero calado,    110

   como dicen, y terciada

   la capa, puesta la mano

   en la espada, con valor

   se me plantara a mi lado,

   pálido le vi, y corriendo    115

   se fue a tomar el caballo

   que dejo para seguirme,

   en quien subiendo turbado,

   huyó del tropel confuso

   de aquellos brutos que mansos    120

   por ir juntos y con vacas

   sin ofenderse pasaron.

   La tempestad fenecida,

   se apareció, preguntando

   cómo me fue; pero yo    125

   con el silencio y el manto

   que hasta el pecho derribé,

   sin que de él hiciese caso,

   mi sentimiento mostré.

   Informéme más despacio    130

   de sus costumbres y supe

   que aunque es rico y es hidalgo

   muy principal, quiere más

   su vida que su honra.    Espanto

   me da; que siendo Mendoza,    135

   sea cobarde.    No ha sacado

   el acero en ocasiones

   en que debiera sacarlo

   jamás, según me refieren.

   ¡ Oh, qué noble tan villano !    140

   Corrida y libre de amor,

   aunque malévolas astros

   me inclinaban, di lugar

   que pretendiese un indiano

   mi casamiento.    Este vino    145

   con ochenta mil ducados

   del Perú, tan cuerdo y noble

   como rico y cortesano;

   pero éste tiene también

   otro defecto tan malo;    150

   que es miserable en extremo.

   De él me cuentan que es esclavo

   de su plata, y su familia

   se cifra en sólo un mulato.

   Hay cuentos de su miseria    155

   y avaricia tan extraños

   que me han quitado el deseo

   de casarme.    Un hombre avaro

   y un cobarde me festejan.

   ¡ Qué dos ánimos bizarros    160

   para mi humor !    ¿: Yo mujer

   de hombre que vuelva agraviado

   tal vez a casa ?    ¿: Yo esposa

   de quien por ídolo vano

   tiene al oro ?    ¡ No en mis días !    165

   Tan generoso y gallardo

   mi dueño ha de ser, que sea

   un César y un Alejandro.

   Sin ánimo y sin valor

   mal será el marido amparo    170

   de la mujer, honra, dueño,

   guarda, defensa, regalo,

   vida, consejo, cabeza,

   mitad, unión, pompa, fausto,

   gala, estimación, lisonja,    175

   alma, bien, gusto y descanso.

   ¿: Valentón le quieres ?    Di.
LUCRECIA:      No le quiero de ese nombre,

   pero el hombre ha de ser hombre

   que sepa volver por sí.    180

   Porque siendo conveniente,

   la vida se ha de arriesgar

   sin recelo; que el guardar

   el honor es ser valiente.

   ¿: Y qué importa la riqueza    185

   si no se goza la vida ?

   ¿: Yo he de vivir deslucida ?

   ¿: Yo vivir con escaseza

   porque juegue mi heredero ?

   ¡ Eso no !    No quiero esposo    190

   tan bárbaro y codicioso

   que idolatre en su dinero.

   Pues, si algo no disimulas,

   no hallarás hombre perfecto.

   ¿: Quién no tiene algún defecto ?    195
GOMEZ:      Eso dicen de las mulas.
LUCRECIA:      Faltas hay, tales que son

   llevadas sin pesadumbre:

   unas son de la costumbre

   y otras de la condición.    200

   Y aquéstas sin aspereza

   pueden llevarse sin duda;

   que el veloz tiempo las muda;

   pero si Naturaleza

   las ha dado, es imposible    205

   que se enmienden.
GOMEZ:                              ¡ Bien ha dicho !

   Todo tu gusto es capricho.

   Humor tienes invencible.

   De ver que incasable seas,

   aun tus criados se admiran.    210

   Cosas hay que si se miran

   de lejos parecen feas;

   mas, de cerca y conocidas,

   son apacibles y hermosas.

   De esta suerte hay muchas cosas    215

   que nos asombran oídas

   y llegando a conocellas,

   echamos de ver que son

   disfamadas sin razón.

   Pequeñas son las estrellas    220

   desde lejos, y diamantes

   se nos antojan, o flores,

   y dicen que son mayores

   que la tierra.    Dos amantes

   de mi dote y opinión    225

   me sirven y yo resisto

   de modo que aun no me han visto

   la cara.    Por relación

   me pretenden y pasean,

   pero siempre me he tapado    230

   en viéndolos.    Con cuidado

   he andado en que no me vean.

   Yo, Lucrecia, he de casarme,

   pues rica aunque fea nací.

   Siendo señora de mí,    235

   nunca pienso enamorarme.

   Mi casamiento he de ser

   por concierto y elección.

   Hasta agora estos dos son

   mis amantes, y escoger    240

   quise en ellos y he sabido

   una falta en cada uno

   con que no admito a ninguno.

   Así es los he aborrecido.

   Un don Juan es uno, amiga,    245

   que anda sin aire y así

   tan descuidado de sí

   que a no estimarle me obliga.

   ¿: A qué mujer de buen gusto

   en esta corte ha agradado    250

   marido desaliñado ?

   No lo puedo ver.
LUCRECIA:                            Ni es justo.

   Es el otro un don Fernando

   de Moncada, y he sabido

   que es muy necio y presumido    255

   y que habla siempre jugando

   del vocablo o por rodeos

   y metáforas, de modo

   que es hombre exquisito en todo,

   y así he tenido deseos    260

   de hablar con él.
LUCRECIA:                                No lo intentes.

   Mi Lucrecia, examinemos

   la noticia que tenemos

   de estos cuatro pretendientes.

   Hablémosles con cuidado.    265

   Quizá el necio es encogido,

   el cobarde cuerdo ha sido,

   sin arte el desaliñado,

   el avariento guardoso,

   y por esto los disfaman.    270
GOMEZ:      Eso piensan los que llaman

   decidor al mentiroso,

   secretario al escribano,

   al ciego, corto de vista,

   y moreno al negro.

                           Embista    275

   el despejo cortesano

   a hacer experiencia fiel

   de éstos que nos han querido.
INES:      Siguiéndonos ha venido

   don Fernando, y un papel    280

   me dio.

                   ¿: Por qué le tomaste ?
LUCRECIA:      Inés hizo bien.    Veamos

   el papel, pues deseamos

   saber a quién te inclinaste.

Lee


   Con el descrédito de la confianza y    285

   valimento de mi amor, es fuerza que esté

   minorada la monarquía de mi libertad, y

   supeditada la razón con deseos intrínsicos,

   y superiores al infausto semblante de mi

   osadía en fúnebres desaciertos, pero los    290

   alientos de la esperanza dan vigor al

   lucimiento de mis pretensiones si esa

   luminosa faz me vaporiza algún favor

   atractivo.    De Vuestra Merced, y tan suyo

   que no es suyo, porque a ser suyo sin ese    295

   cuyo, no supiera con tal cuyo, si era mío

   o si era suyo.
LUCRECIA:      ¡ Ay, amiga, mentecato

   de cuatro costados es !
INES:      El vuelve.

                   Llámale, Inés.    300
LUCRECIA:      No conviene a mi recato

   que entre en casa.
GOMEZ:                                  Yo me obligo

   a que entre sin entender

   el misterio.    De un poder

   ha de entrar a ser testigo    305

   y yo me finjo escribano.

   Ponte mi manto, que así

   ha de tenerte por mí.

   Con el valor soberano

   de tu ingenio y hermosura,    310

   quiero que asombro le des.

   El por qué diré después.

Pónese el manto LUCRECIA


   Entra a ser de una escritura

   testigo, señor galán,

   y perdone.

Dentro

FERNANDO:                      Yo recibo    315

   sumo honor.
GOMEZ:                          (Mientras escribo,      Aparte

   sepan si es tonto.)

Sale don FERNANDO

FERNANDO:                        El imán

   de esa voz atraerme pudo.

   (Rendida a doña Ana dejo.              Aparte

   Obrando va el papelejo,    320

   ¡ pero tal es él de agudo !)
LUCRECIA:      (¿: A éste caballero llamas ?          Aparte

   Con razón necia te digo.)
FERNANDO:      ¿: No valgo para testigo

   de rescriptos ?    ¿: Qué hacen, damas ?    325
LUCRECIA:      Para cosas diferentes

   son testigos tan felices.

Escribe

GOMEZ:      Obligo bienes raíces,

   los bienes y semi-bienes.
FERNANDO:      El portátil aposento    330

   que los cuadrúpedos tiran

   infaustos, seguí, y no giran

   relámpagos en el viento

   como esos ojos radiantes

   con quien intervalos tuve    335

   por el manto, opaca nube

   que gusanos sibilantes

   labraron, nocturnos velos

   del manto, ausentando vaya

   la luz abscondita, y haya    340

   manifestación de cielos.

   Ana, que puede ser Ana

   del tapiz más celestial,

   Anajarte, Ana inmortal,

   ¿: eres Diana ?    Di, Ana.    345
LUCRECIA:      Amiga, ¿: en qué me has metido ?

   Este necio me marea.

   Da lugar a que te vea.
GOMEZ:      Y dio su poder cumplido.
LUCRECIA:      He excusado que me vieses    350

   con porfía de mujer,

   pero esta vez has de ver

   a doña Ana de Meneses.

   Verme y dejarme.    No quiero

   paseos ni pretensiones;    355

   ni ha de causar opiniones

   a mi amor tal caballero.

   Seguir mi coche y rondar

   continuamente mi puerta

   no ha sido acción en que acierta    360

   quien sabe tan bien hablar.
FERNANDO:      Rígida, señora, fuisteis,

   y ya benévola estáis.

   De rayos me circundáis

   después que ese cielo abristeis.    365

   Vuestra raridad admiro,

   turbida y fea os mintió

   la fama, y después que yo,

   sin obstáculos os miro,

   digo que sois una dea    370

   y que están mis pensamientos

   difusos y turbulentos.

   ¡ Feliz quién os galantea !

   ¿: Con qué cara he de dejar

   de estar viendo cara a cara    375

   la hermosura de esa cara

   que cara me ha de costar ?
LUCRECIA:      (Respóndole por su estilo.)    Aparte

   Valor tan acreditado

   estrépita me ha dejado.    380

   Frases y ambajes afilo

   para exprimir elocuente

   valimentos vigorosos,

   descréditos noticiosos

   que en la idea y en la mente    385

   alternando melodías

   dan nocturnas invasiones,

   infaustas infestaciones

   y graves soberanías.

   Y con esto irse podrá    390

   porque con esto y sin esto

   en esto estás, y por esto

   ésta seré si se está.
FERNANDO:      ¡ Oh, qué lenguaje almicida !

   Duplicado me perdí.    395

   Echale, Gómez, de aquí;

   que estoy de verle corrida.

Lee

GOMEZ:      Esto está hecho en la villa Madrid, a

   treinta y cuatro del mes de febrero.    Ante

   mí, el presente escribano, y el infrascripto    400

   testigo a quien doy fe que conozco, pareció

   la señora doña Lucrecia de Castro que es ésta

   y obligando su persona y bienes, habidos y

   por haber, dijo que vendía y vendió una uña

   de la gran bestia, como el señor don Fernando    405

   es testigo, a la señora doña Ana de Meneses,

   que es ésta; y porque la dicha bestia, no

   quitando la presente, no parece de contado,

   renunció las leyes de la mancomunidad y dando

   su poder in solidum a cuales quier justicias,    410

   dijo que decía y cedió la dicha bestia como

   esta escritura nota, y por no saber firmar

   rogó a un testigo que firmase por ella.

   Firme, Vuestra Merced, y váyase; que ya no

   hay qué hacer.    415
FERNANDO:      Testigo Fénix, ¿: no es vano ?

   ¿: No ocurre otro ?
GOMEZ:                              Cuando es

   como vos, vale por tres.
FERNANDO:      No es estulto el escribano.

   Venga el calino ansarino.    420

   Subminstre con primor

   etiópico color

   a ese vaso cornerino.
GOMEZ:      (La pluma y tintero entiendo      Aparte

   que el señor Moncada dice).    425

Sale don JUAN


   (Ya me he atrevido.    Bien hice.      Aparte

   El coche vine siguiendo

   y escuché que a don Fernando

   llamaban, ¡ oh suerte dura !,

   para hacer una escritura    430

   y aun él mismo está firmando.

   ¡ Vive Dios !    Que se desposan

   y las escrituras hacen.

   Todas mis máquinas yacen.

   En vano mis ansias osan    435

   trepar por el viento.    Fue

   mi esperanza vanidad.)
FERNANDO:      Escriturario, tomad

   la péndola.    Ya firmé.

Lee

GOMEZ:      Don Fernando Fernández de Moncada    440

   por naturaleza, y Meneses por gracia.
FERNANDO:      Dos conceptos son agudos.

   Eso es firmar y decir.
GOMEZ:      (Aquí arriba he de escribir            Aparte

   que me debe cien escudos    445

   este mentecato.)

                             (¿: Cuándo            Aparte

   no elige mal la mujer ?)
LUCRECIA:      Aquí no tenéis qué hacer.

   Idos, señor don Fernando.
FERNANDO:      Quedaros diréis mejor,    450

   pues en quedar ha qué dar;

   que dar el alma es quedar.

   Quedando, quedó el rigor

   y quedándome un favor,

   quedo quedando en quedar,    455

   y por esto ha de decirse:

   ir y quedar y con quedar partirse.

Vase


   (Este es necio con ventura.          Aparte

   Ya mi pecho es un volcán.)

   ¡ Ay, amiga, éste es don Juan.    460
LUCRECIA:      Pues, prosigo mi figura.

   A daros la enhorabuena

   con envidia y con cuidado,

   señora doña Ana, he entrado;

   aunque estás en casa ajena.    465

   Si un simple de vuestro esposo

   las escrituras firmó,

   fuerza fue que muera yo

   si no vengado, envidioso...
LUCRECIA:      Iguales estáis los dos    470

   en lo que habéis motejado;

   que el otro es desaliñado

   en lo que habla como vos

   en lo que vestís.

                             Ya abona

   a un necio vuestro favor.    475

   Señas son de injusto amor.
LUCRECIA:      Enderezad la valona.

   Donde vive Amor, no hay arte;

   mas los vuestros son desvelos

   para divertir mis celos.    480
LUCRECIA:      Levantad el talabarte.

   Casada estáis.    Los recatos

   del manto podéis perder

   dejándoos, señora, ver.
LUCRECIA:      Despabilad los zapatos.    485

   Si burláis, burlo también,

   y aunque grosería sea:

   quien tiene fama de fea

   no ha de usar de ese desdén

   con quien haciendo fineza,    490

   no habiéndoos visto, os adora

   porque conoce y no ignora

   vuestra virtud y nobleza.
LUCRECIA:      Pues, don Juan, para que os vais

   enfadado, y me dejéis    495

   y mi calle no paséis,

   quiero que ya me veáis;

   cesen vuestras pretensiones.

   Una nuestra falla sea;

   que también tiene una fea    500

   desaliño en las facciones.

Descúbrese


   Hasta aquí no he visto el día;

   con envidia habla la fama.

   Ya supe que el mundo os llama

   la fea por ironía.    505

   En veros me sucedió

   con espanto y sin sosiego

   lo que refieren de un ciego

   que ver el sol deseó.

   En medio una noche fría    510

   vista cobró, y una estrella

   adoró como a luz bella

   pensando que el sol sería.

   Salió la luna después,

   y admirado, aquel rabí    515


   dijo a voces:      "Esta sí

   la hermosura del sol es".

   Pero amaneciendo luego,

   como al sol natural vio,

   tanto su luz le pasmó    520

   que otra vez se quedó ciego.
LUCRECIA:      No estáis, don Juan, bien aquí;

   que estamos en casa ajena.

   Idos luego en hora buena.

   Obedezco y voy sin mí.    525
GOMEZ:      Cierto prelado tenía,

   señor don Juan, dos criados

   sucios y desaliñados,

   y aunque santo, les decía:

   "Enamoraos, puercos".

                                 Pues,    530

   y con eso, ¿: qué hay probado ?
GOMEZ:      Que no estáis enamorado.

   Un prodigio mi amor es.

Vase

LUCRECIA:      ¿: De qué importancia fue, amiga,

   esta invención ?

                       Cosa es cierta    535

   que puede andar descubierta

   sin que ninguno me siga

   de los dos.
LUCRECIA:                          Y por librarte

   de tus amantes así,

   que me persigna a mí ?    540

   Estos no han de pasearte.
LUCRECIA:      ¿: Defiéndeme tú, por Dios,

   de los míos ?

                       Sí, lo haré

   porque ya el remedio sé.
ALDONZA:      Y en la calle están los dos.    545
LUCRECIA:      Excusemos tales bodas.

   Ni nos festejen, ni obliguen.
GOMEZ:      Cuatro figuras nos siguen;

   descartémoslas hoy todas.

Vanse.    Salen ALVARADO y don SANCHO

ALVARADO:      El Capitán Alvarado    "65%"

   soy, y de las Indias vine

   a que el duelo determine

   nuestro amoroso cuidado.

   Vos, don Sancho de Mendoza,

   a Lucrecia amáis.    No ignoro    555

   vuestra intención.    Yo la adoro

   y ninguno favor goza.

   Por ser dos, nos estorbamos

   el uno al otro, y así

   quede decidido aquí    560

   cuál la ha de servir.    Riñamos.
SANCHO:      Si apacible no la vemos,

   necedad se ha de decir,

   que vengamos a reñir

   por cosa que no tenemos.    565

   Ni yo favores recibo

   ni vos, y si sucediere

   que el que más le agrada muere,

   ¿: cómo ha de quedar el vivo ?

   Aborrecido.    Y es justo.    570

   No riñemos a sus ojos

   ni le causemos enojos.

   Muriendo el que es de su gusto,

   ¿: qué puede ser ?
ALVARADO:                              Pues, no os halle

   más aquí mi competencia    575

   o no escuséis la pendencia.
SANCHO:      ¿: Y es fineza que en su calle

   riñan dos enamorados ?

   Locura será, no brío.
ALVARADO:      Pues, al campo.
SANCHO:                          ¿: Desafío    580

   y morir descomulgado ?

   Pienso, señor Capitán,

   que hacemos mal.
ALVARADO:                      Pues, ¿: qué medio

   ha de dar corte y remedio

   a que su amante y galán    585

   sea uno solo ?    ¿: No es llano

   que ha de decirlo la espada ?

   ¿: Para cuándo está guardada ?
SANCHO:      (Apretante es el indiano.)          Aparte

   Reportaos, señor, por Dios.    590

   Cuerdo soy y así resisto.

   ¿: Dónde a Lucrecia habéis visto ?
ALVARADO:      En el Prado como vos.
SANCHO:      Yo vi en casos semejantes

   que suelen ir a la dama    595

   y ella declara a quién ama

   dando paz a los amantes.
ALVARADO:      A las comunes mujeres

   se va con demandas tales,

   no a mujeres principales.    600
SANCHO:      (¡ Oh, qué colérico eres !)            Aparte

   A mí, señor, se me ofrece

   para entrar allá ocasión,

   y en nuestra conversación

   se verá a quién favorece.    605
ALVARADO:      (Este es cobarde y hacerle        Aparte

   algún donaire podré

   que descrédito le dé.)
SANCHO:      (Este es mísero.    Ponerle            Aparte

   en ocasión de gastar    610

   será descubrir su falta.)
ALVARADO:      Si habemos de entrar, ¿: qué falta ?

   Llegad, don Sancho a llamar.

Sale GOMEZ

SANCHO:      Señor Gómez, mi señora

   doña Lucrecia, ¿: está en casa ?    615
GOMEZ:      ¡ Ay, no sepa lo que pasa;

   que me engañó la traidora

   de Aldonza.    A un ardiente rayo

   mi señora hará molerme

   si sabe que mientras duerme    620

   las mañanicas de mayo

   vamos al Prado.
SANCHO:                                No entiendo.

Sale ALDONZA

ALDONZA:      ¿: Qué es eso, Gómez ?
GOMEZ:                                  Tus cosas

   atrevidas y engañosas;

   que ya se van descubriendo.    625
ALDONZA:      ¡ Señor, don Sancho !    ¡ Señor

   Capitán !    ¡ Por Dios, les ruego

   que pues burla ha sido y juego

   y son hombres de valor,

   no descubran lo que pasa.    630
ALVARADO:      Esto, ¿: qué misterio tiene ?

Sale ANA


   ¡ Hola !
GOMEZ:                    Mi señora viene.

   Ella nos echa de casa.

   Caballeros, ¿: qué mandáis ?
ALVARADO:      A la señora Lucrecia    635

   buscamos.

                   ¿: No avisáis, necia ?

   Hablando con ella estáis.
SANCHO:      Doña Lucrecia de Castro

   decimos.

                   La misma soy.
ALDONZA:      Ellos dos sacaron hoy    640

   nuestro embuste por el rastro.

   A los dos confusos miro

   y a los dos turbados veo.

   Saber la causa deseo.

   Ea, de nada me admiro.    645

   Decid la verdad.
GOMEZ:                                  Señora,

   nuestra culpa fue pequeña.

   Mari-Ramírez la dueña

   es, a veces, embaidora.

   Estas mañanas de abril    650

   salimos mientras dormías

   hacia el Prado algunos días

   y ella en vez de su monjil

   vestidos tuyos se puso;

   que eras tú misma fingimos,    655

   los dos sirviéndola fuimos

   porque dijo que es ya uso

   que haya abrilas como mayas.

   Viéronla estos dos soldados

   y andan medio enamorados    660

   de Mari-Ramírez.    No hayas

   pesadumbre.

                       Caballeros,

   si a mí os venís a quejar

   de este engaño, castigar

   sabré en mi casa embusteros    665

   sin que disculpa les valga;

   que esto en ella no se enseña.

   ¡ Hola !
INES:                    ¿: Señora ?

                       A esa dueña.
INES:      Señora Ramírez, salga.

Sale LUCRECIA de dueña

LUCRECIA:      ¿: Fue buey de hurto salir    670

   de máscara al Prado un día ?

   ¿: Tanta fue la alevosía

   que he cometido en fingir

   que era mi señora yo

   para que a quejarse vengan    675

   dos barbados y que tengan

   a injuria que los burló

   una pobreta mujer ?

   La ofendida soy, no ellos.

   Yo os cortaré los cabellos;    680

   y esas tocas, que han de ser

   honra de mi estrado, ya

   no serán vuestras.    Inés

   las traerá; que cuerda es,

   o Aldonza se las pondrá.    685

   Perdonad, y yo, en buena hora,

   ya mi enojo la corrige.
GOMEZ:      ¿: Ramírez, no se lo dije ?
ALVARADO:      ¡ Más belleza tiene agora !

   ¡ Vive Dios !    ¡ Que tiene así    690

   tan celestial hermosura !

   ¡ Que le faltase ventura

   a tal ángel !    Al sol vi

   cuando en círculos se mueve

   cercando sus luces francas    695

   piélagos de nubes blancas

   que están preñadas de nieve.

   Más beldad, más gallardía

   con las tocas tiene; tanto

   que cuando del negro manto    700

   de la noche sale el día,

   y entre dos nevadas rocas

   descubre el sol su hermosura,

   es una sombra y pintura

   de este manto y de estas tocas.    705
SANCHO:      Mi inclinación es mayor;

   mas, ¿: qué importa que nobleza

   le falta, si es la belleza

   objeto del amor ?

   Cisne de cándidas plumas    710

   entre sombras ha salido,

   clavel de grana ha traído

   sobre cristales y espumas.

   Manto y tocas son de suerte

   que en ellos ve el alma mía,    715

   concha y perla, noche y día,

   nubes y sol, vida y muerte.

   Pues, ya estáis desengañados,

   gentiles hombres.    No os halle

   otra vez en esta calle    720

   con pretensión y cuidados.
SANCHO:      ¡ Válgate el cielo por dueña !

   Junto a Lucrecia pareces

   que eres alba que amaneces;

   mas, ¡ ay, que Amor te despeña !    725

   Señora capitán, yo quiero

   hablar a solas, lugar

   si mandáis, me podéis dar.
ALVARADO:      Eso imagino, primero.

   Que os vais me importa.    No dudo    730

   que lo hará tal cortesano.
SANCHO:      (¡ Válgate Dios por indiano              Aparte

   pertinaz y cabezudo !)

   Con gracia fuimos burlados

   de esta criada yo y vos.    735

   Dotémosla entre los dos.

   Yo la mando mil escudos.
ALVARADO:      (¡ Qué extraña proporción !              Aparte

   Loco este hombre debe ser

   o no ha llegado a saber    740

   lo que mil escudos son.)

   Con dádivas no obligamos

   a mujeres principales.
SANCHO:      Fineza es ser liberales.
ALVARADO:      Mejor será que riñamos.    745
SANCHO:      ¿: Qué provecho o qué valor

   se le sigue del reñir ?
ALVARADO:      Verá el acero lucir.
SANCHO:      Darémosle y es mejor.
ALVARADO:      Animo y cólera ardiente    750

   en amor del hombre inflaman.
SANCHO:      También magnánimo llaman

   al que da, como al valiente.
ALVARADO:      Marte no ha tenido igual.
SANCHO:      Júpiter oro ha llovido.    755
ALVARO:      Valiente César ha sido.
SANCHO:      Y Alejandro liberal.
ALVARADO:      ¿: Qué no pudieron amagos ?
SANCHO:      ¿: Qué no penetraron joyas ?
ALVARADO:      Valientes abrasan Troyas.    760
SANCHO:      Pródigos vencen Cartagos.
ALVARADO:      Franco es un prado y un valle.
SANCHO:      Invencibles son las peñas.

En medio

GOMEZ:      Dádivas quebrantan dueñas,

   dice el refrán.
LUCRECIA:                    Gómez, calle.    765
ALVARADO:      Dadme, señora, licencia

   de no sufrir demasías.

Saca la espada

SANCHO:      Necio estuve; las porfías

   siempre paran en pendencia.

   Señor capitán, con vos    770

   no hay enojo que me cuadre,

   y por vida de mi madre

   que habemos de ser los dos

   amigos.    Quedaos a solas.
LUCRECIA:      (¡ Ay, amiga, ¿: madre tiene ?)            Aparte    775
SANCHO:      (¡ Mal haya aquél que se viene          Aparte

   sin un jaco y dos pistolas.)

Vase SANCHO

ALVARADO:      Señora doña Lucrecia,

   mi grande amor os suplica

   que atendáis a una razón    780

   que el aliento y él me dicta.

   Atrevíme al oceano;

   fui a las antárcticas Indias,

   tumbas del sol; que por eso

   en ellas tiene escondidas    785

   sus riquezas.    Truje algunas

   que la industria y la fatiga

   me dieron, por no decir

   la tierra, el mar y la dicha.

   Si agora al tomar estado,    790

   elijo mujer altiva

   de pensamientos, por noble,

   de sangre ilustre y antigua,

   claro está que ha de querer

   gran fausto, mucha familia,    795

   coche, plata, estrado, dueñas,

   pajes, grande casa y silla,

   y, en tiempos tan apretados,

   es forzoso la rüina

   de mi hacienda, y así quiero    800

   mujer humilde y sencilla,

   casera, y que se contente

   con modesta pasadía

   sin altiveces soberbias.

   Mari-Ramírez es digna    805

   de gobernarme mi hacienda.

   Ya yo sé que es mujer limpia

   y honrada; que eso le basta

   para madre de familias.
LUCRECIA:      (¡ Malos años !    Aun no pudo    810

   disimular su avaricia.)

   Con ella debe tratarse.

   Yo quedo bien advertida.
ALVARADO:      Pues, Gómez tome a su cargo

   disponerlo.    Si acredita    815

   mi pretensión, yo le mando

   unas gentiles albricias.
GOMEZ:      ¿: Y no hay algo de contado ?

   ¿: Por qué esperara al Mesías

   quien futura sucesión    820

   de nada quiere en su vida ?
ALVARADO:      No faltará algún socorro

   y en buen moneda.

Saca una bolsilla con muchos nudos

GOMEZ:                        Obliga

   tan generoso animazo

   a que el mundo se le rinda.    825

   (¡ Oh, que enana que es la bolsa !    Aparte

   Doscientos nudos le quita.

   Ya no espero verla abierta.

   Bien la bolsa significa

   la miseria de su dueño.    830

   ¡ Ya sale el preso !)
ALVARADO:                                Reciba,

   buen Gómez, este real

   y en plata; mas por su vida

   que no lo trueque sin premio.
GOMEZ:      Los años del Fénix viva    835

   tan liberal Alejandro.

   ¿: Eres Príncipe ?    ¿: Eres Midas ?

   ¿: Eres el gran Tamorlán ?
ALVARADO:      ¡ Qué beldad tan peregrina !

Vase ALVARADO

GOMEZ:      Gracias a Dios; que ya hay una    840

   dueña en la corte bien quista.
LUCRECIA:      ¿: Qué te ha dado ?
GOMEZ:                            Este real

   pechelí...
LUCRECIA:                      Doña Ana, amiga.

   Doña Ana, al arma desde hoy

   contra esta fiera cuadrilla    845

   de amantes tan imperfectos.

   No te festejen ni sigan

   un necio, un desaseado,

   ni a mí un cobarde me sirva

   ni un avariento me quiera    850

   porque es injuria y desdicha.

Vanse todos






ACTO SEGUNDO


  

Salen LUCRECIA con manto, ALDONZA con tocas, GOMEZ por una puerta y por otra doña ANA

LUCRECIA:      Esta visita te debo.

   Y en nuevas deudas me pones.
LUCRECIA:      Las demás obligaciones    855

   a pagarlas no me atrevo.

   Pienso que vienes huyendo

   de algún pretendiente mío.
LUCRECIA:      Por lo menos de mi tío;

   que me cansa persuadiendo    860

   y con don Sancho me casa.

   ¡ Pero no ha de ser así !

   ¿: Aldonza con tocas ?
LUCRECIA:                                Sí;

   que autorizan una casa.

   Quiero que de tocas use;    865

   que es autoridad y honor

   y las he cobrado amor

   después que yo me las puse.

   ¿: Habemos de ver las fiestas

   que a Baltasar el Primero    870

   hace el Rey ?
LUCRECIA:                        Tu gusto quiero.
GOMEZ:      En ocasiones como éstas...

   ¡ Por acá !    ¿: Qué amante viene ?

   Cuando alguno me pasea,

   hago que luego me vea    875

   y así por otra me tiene

   y se va.
GOMEZ:                          Pues, don Fernando

   el fin de su seso entabla.

   Ya con bordoncillos habla

   y dice que está esperando    880

   ser tuyo; que eres su centro.

   Yo fuera entonces la necia.

   Tu tío viene, Lucrecia.
LUCRECIA:      Retirémonos adentro.

Vanse las dos

GOMEZ:      Yo me quedo a ver qué manda.    885

   No estarás tan zahareña

   pasando plaza de dueña.

   Tocas ese traje ablanda.

Sale ALBERTO leyendo un papel


   Pero leyendo un papel

   viene Alberto.    Aun no me ha visto.    890

   Entrome; pues que conquisto

   a Inés que es menos crüel.

Vase GOMEZ y sale el Capitán ALVARADO

ALVARADO:      Señor Alberto, siguiendo

   vuestros pasos he venido.

   Sospecho que habéís sabido    895

   quién soy y lo que pretendo

   en esta corte.
ALBERTO:                              Ya sé

   que de las Indias venís.

   ¿: Por qué causa lo decís ?
ALVARADO:      Mis intentos propondré.    900

   Lucrecia, vuestra sobrina

   tiene en casa una criada

   con tocas de dueña honrada

   y de beldad peregrina.

   Casarme quiero con ella    905

   sin mirar inconvenientes.
ALBERTO:      No le faltan pretendientes.
ALVARADO:      Todo el Amor lo atropella.

   A mis ojos es hermosa.

   Para mí es bastante prenda.    910

   Tendré quien guarde mi hacienda,

   y no mujer caprichosa

   y vana que la destruya.

   Ella tendrá esposo rico.

   Resuelto estoy y os suplico    915

   que hoy se trate o se concluya.
ALBERTO:      A la vuelta de esa esquina

   un breve rato esperad

   y sabré su voluntad;

   que aquí está con mi sobrina.    920
ALVARADO:      En buen hora amor tan justo

   me disponga la respuesta.

Vase el Capitán ALVARADO

ALBERTO:      ¿: Quién vio pretensión como ésta ?

   ¿: Quién vio tan extraño gusto ?

   Lucrecia, Aldonza, doña Ana,    925

   salid todas acá fuera.

Salen todas

LUCRECIA:      (¿: Con qué vejez y quimera            Aparte

   vendrá mi tío ?)
ALBERTO:                          (Ella gana            Aparte

   en este indiano un marido

   cuerdo, noble, rico, honrado.)    930

   Sabe Aldonza, que he buscado

   tu remedio; que has servido

   bien a Lucrecia y así

   te tengo casada y bien.

   No hay preguntarme con quién.    935

   Basta que me agrade a mí.

   Yo sé que está bien casada.

   Sigue, sigue tu ventura.
ALDONZA:      Replicar fuera locura;

   su esclava soy, no criada.    940

   Deja que tu mano bese.
LUCRECIA:      Todos parabién te damos

   y agradecidas estamos

   a mi tío.
GOMEZ:                        (¡ Que tuviese              Aparte

   hombre en Madrid tan mal gusto !    945

   Huélgome porque temí

   no me achacasen a mí

   este trato.    ¡ Oh, necio adusto,

   cualquiera que tú hayas sido,

   serpientes de Libia son    950

   su cara y la condición !

   Honrado serás marido.)
ALBERTO:      Luego la boda ha de ser.
GOMEZ:      ¡ Colérico desposado !
ALBERTO:      Ponla, doña Ana, en tu estrado.    955

   Idla luego a componer.
LUCRECIA:      Ven, doña Ana.    Si esto pasa,

   ¿: qué tenemos que esperar ?
GOMEZ:      Eso sí.    Empiecen a entrar

   las bodas en esta casa.    960

Vanse todos menos ALBERTO

ALBERTO:      Mal hace quien desconfía.

   ¿: Quién dijera que guardada

   una mísera criada

   esta ventura tenía ?

Sale el Capitán ALVARADO

ALVARADO:      ¿: Qué tenemos ?
ALBERTO:                            Que ya están    965

   previniendo porque sea

   la boda esta noche.
ALVARADO:                                Vea

   esa vejez a quien dan

   plata por canas los cielos

   un siglo asombro español,    970

   y tu edad detenga el sol

   por azules paralelos.

   Voy a prevenir también

   mi casa para venir

   a este cielo a recibir    975

   de su mano tanto bien.

Vase el Capitán ALVARADO

ALBERTO:      Loco está de puro amor,

   y loco de agradecido.

   ¡ Qué dichosa Aldonza ha sido !

   ¡ Oh, señor Comendador !    980

Salen el COMENDADOR y don SANCHO

COMENDADOR:      Señor Alberto, quisiera

   poner a Sancho en estado

   y en esta corte no he hallado

   mejor mujer para nuera

   que Lucrecia.

Don SANCHO está retirado

ALBERTO:                            Yo traté    985

   con ella ese casamiento.

   Mostró al principio contento;

   mas después, no sé por qué,

   ha mudado de opinión.
COMENDADOR:      ¿: Vio algún defecto en mi hijo ?    990
ALBERTO:      Nunca la causa me dijo.
COMENDADOR:      Sabedme, pues, la razón

   por qué a este mozo desprecia.
ALBERTO:      Yo lo pienso disponer.
COMENDADOR:      Llega, Sancho, a agradecer    995

   que te casa con Lucrecia

   Alberto.
SANCHO:                        Yo agradeciera

   más que no tratara de eso.
COMENDADOR:      ¿: Qué mudanza o qué suceso

   te ha puesto de otra manera ?    1000

   ¿: No lo deseabas ?
SANCHO:                                Sí,

   pero la Naturaleza

   sólo a un monte dio firmeza.

   Hombre y no monte nací.
COMENDADOR:      ¡ Ambos se han arrepentido !    1005

Hablan en tanto los viejos

SANCHO:      (Amor, mi muerte dispones;          Aparte

   nuevo linaje de arpones

   son éstas que me han herido.

   Naturaleza indignada,

   ya piadosa o ya crüel,    1010

   pienso que arrojó el pincel,

   y en una humilde criada

   dio con todos los colores

   y sin saber lo que hacía

   quedó hermosa más que el día    1015

   para matarme de amores.

   O la Fortuna envidiosa

   de ver que Naturaleza

   al repartir tu belleza

   se mostró tan generosa    1020

   con una pobre criada,

   dijo con ansias extremas,

   como siempre andan a temas,

   "Yo te hago desdichada".

   ¡ Qué envidie yo con desvelos    1025

   todos los hombres que son

   de menos obligación

   y calidad !    ¡ Que los cielos

   pundonor, sangre y riqueza

   rara en mi daño me den.    1030

   El primero soy a quien

   embarazó su nobleza).
COMENDADOR:      ¿: Por qué eres tan desigual

   que, habiendo amado, después

   a Lucrecia olvidas ?
SANCHO:                                Es    1035

   noble, honrada y principal.

   No hay, [no], mujer que sea

   de más garbo y bizarría.

   Por hermosa la tenía

   pero es en extremo fea.    1040
ALBERTO:      ¿: Lucrecia fea ?    Es error.

   No hay más hermosa mujer.

   Esta noche la ha de ver

   el señor Comendador;

   que se casa una criada    1045

   y ocasión la boda ha dado

   para entrar allá embozado.
SANCHO:      ¿: Acaso es la desposada

   la que trae tocas de dueña ?
ALBERTO:      La misma.
SANCHO:                      (Muerte me dan.)              Aparte    1050

   ¿: Y el novio ?
ALBERTO:                        Es un Capitán

   de las Indias.
SANCHO:                          (No soy peña.            Aparte

   No soy escollo del mar.

   Déjame, fiero tormento,

   recibir algún aliento    1055

   con qué poder respirar.

   Matadme de amores, cielos,

   no de envidioso rigor.

   Si son hijos del amor

   y de la envidia los celos,    1060

   ¿: por qué con tan noble padre

   no son dulces, no son bellos ?

   ¿: Por qué prevalece en ellos

   lo villano de la madre ?

   Mal el alma se reporta    1065

   si los celos la han herido.)
COMENDADOR:      Parece que los has sentido.

   A ti, Sancho, ¿: qué te importa ?
SANCHO:      [...........    -eses]

   Yo la veré si eso pasa.    1070
ALBERTO:      La boda es en esta casa

   de doña Ana de Meneses.

Vanse y ha salido don JUAN y oye los dos versos


   Teneos, vanas sospechas,

   y no paséis de recelos

   a ser envidia, a ser celos.    1075

   Amor, no trueques las flechas.

   Tu matar es dulce y bueno

   si cuando a doña Ana adoro

   me abrasas con rayos de oro.

   No me mates con veneno.    1080

Sale GOMEZ

GOMEZ:      Póngale ese moño rizo

   a la novia aunque es enano.

   ¿: No es aquéste el escribano

   que las escrituras hizo ?

   ¿: Cuándo es la boda ?    (Yo muero.)      Aparte    1085
GOMEZ:      Esta noche, ¿: no lo ves

   en mi alborozo ?

                       ¿: Y quién es

   el novio ?
GOMEZ:                        Un gran majadero,

   y ya le van a avisar.

Vase por otra puerta


   ¡ Don Fernando de [Moncada]    1090

   ha tenido destinada

   belleza tan singular !

   ¡ Un hombre necio, un figura

   goza prendas celestiales !

   Pero, ¿: quién, si no los tales,    1095

   son dueños de la ventura ?

   Y yo a ser más necio vengo,

   pues cuando por varios modos

   le tienen lástima todos,

   yo solo envidia le tengo.    1100

   Helo aquí.    ¡ Qué necio y grave

   viene al puesto destinado !

   ¡ Qué presto le han avisado !

   Sólo que es dichoso sabe.

Sale don FERNANDO

FERNANDO:      Vos, señor don Precursor,    1105

   digo don Juan de Vellido,

   andáis sin duda herido.

   ¿: Qué es Vellido ?
FERNANDO:                            El autor;

   que siendo bello Cupido,

   y como Dolfos aleve,    1110

   con razón llamarse debe

   bello, bellaco y Vellido.

   Sí, esto pasa, porque pasa

   de raya un paso pequeño.

   Esta casa tiene dueño;    1115

   no paseéis esta casa,

   porque en ella --así--yo fui

   con amor --así--escogido

   y amor --así-- me ha tenido.

   (También es de los de así.)          Aparte    1120

   Bien, don Fernando, he sabido

   la ventura que gozáis,

   que esta noche os desposáis,

   y que a avisaros han ido;

   mas no me habéis de pedir    1125

   que por la calle no pase,

   y que en celos no abrase.

   Doña Ana lo ha de decir;

   de ella lo quiero saber.
FERNANDO:      Salga Anarda a la ventana    1130

   que el albor de la mañana

   su paraninfo ha de ser.

   Su luz salga a lucidar

   los nebulosos vapores

   de nuestras dudas y amores.    1135

   Clandestino he de aguardar.

   Quede el aire verberado

   de sus labios en mi oído.

   Aquí espero submergido

   en ondas de mi cuidado.    1140

   Interrogadla, don Juan;

   que aquí me eclipso en saudades.

Escóndese donde oiga


   Con tan raras necedades

   envidia y celos me dan.

   Señora, doña Ana.

Sale doña ANA a una reja baja


                             ¿: Quién    1145

   llama a doña Ana ?

                         No os quiero,

   señora, a vos.    Aquí espero

   con riguroso desdén

   la que ya no será mía.

   Decid que llama don Juan.    1150

   (¡ Lindo aseo de galán !)                Aparte

Vase doña ANA


   Gentil fea respondía.

Sale LUCRECIA

LUCRECIA:      ¿: Qué es lo que queréis ?

                                 En fin,

   señora, doña Ana, ¿: es

   la boda esta noche ?
LUCRECIA:                                Pues,    1155

   ¿: qué os importa ?
FERNANDO:                            (Un serafín            Aparte

   muy melífluo y sonoroso

   siento parlar.)

                       En efeto,

   ¿: negáis a un hombre discreto

   por un necio ?
FERNANDO:                          (¡ Qué envidioso !)        Aparte    1160
LUCRECIA:      Señor don Juan, no os canséis

   pues ya estás desengañado.

   Discreto os habéis llamado

   y pienso que lo seréis

   porque es propio el desaliño    1165

   de hombres de ingenio.
FERNANDO:                                  Por eso

   soy yo muy limpio y profeso

   de santo oficio y armiño.
LUCRECIA:      Al novio estoy esperando.

   Basta, don Juan, lo que he dicho.    1170

Vase doña LUCRECIA


   ¡ Oh, plega a Dios, enemiga,

   que éste que tuyo se nombra

   como fantástica sombra

   la luz de tus rayos siga.

   Tú vivirás sin amor;    1175

   que si el tormento más cierto

   es atar un vivo a un muerto

   por fuerza ha de ser mayor

   la unión de discreta y necio;

   mas, ¿: cómo ha de ser discreta    1180

   la que a un necio se sujeta ?

   Cólera fue, no desprecio.

   Perdona si te he agraviado

   y en tu boda me he de hallar

   porque viéndote casar,    1185

   quedaré de ti vengado.

Vase don JUAN.    Salen GOMEZ e INES con sillas

GOMEZ:      Saca esas luces, Inés;

   que la noche viene apriesa

   aunque el novio viene a espacio

   y en ello pienso que acierta.    1190

   Alégrate que otro día,

   como dicen en mi tierra,

   llegará tu San Martín

   pues ves a Aldonza de fiesta.

   Echate en remojo tú.    1195
INES:      ¿: Para qué ?
GOMEZ:                        Para estar tierna.

   Algún día dirás "sí"

   con esa boca de perlas

   y labios de cochinilla.
INES:      Eso es decirme de puerca.    1200
GOMEZ:      De grana quise decir.

   Doña Ana y doña Lucrecia

   sacan a la novia ya.

Salen ALDONZA de novia, LUCRECIA y ANA

LUCRECIA:      ¡ Que no sepamos quién sea

   el desposado !
GOMEZ:                            Señora,    1205

   cuando el desposado venga,

   haré lo que un cortesano.
INES:      Bufón estás.    Cuenta, cuenta.
GOMEZ:      Fue a visitar dos casados

   ella vieja, flaca y tuerta,    1210

   y él era calviantojado;

   jugaban a la primera

   y preguntó el visitante:

   --Vuestras Mercedes, ¿: qué juegan ?

   Respondió el marido, --Besos.    1215

   Fuése el cortesano apriesa


   diciéndoles:      --Yo me huyo

   para que darme no puedan,

   barato.

Sale don SANCHO embozado

SANCHO:                      Celoso vengo.

   ¡ Oh, rigurosas estrellas !    1220

   ¿: Envidioso he de mirar

   bodas que son mis obsequias ?

   ¿: Tumba y tálamos se juntan

   para que los hombres vean

   la inconstancia de la vida ?    1225

   ¿: Qué maravilla que tenga

   por el un lado el arpa

   música y sonoras cuerdas,

   y que por otro ataúd

   a nuestros ojos parezca ?    1230

   Si es símbolo de la vida

   donde se juntan y mezclan

   risa y lágrimas a un tiempo,

   vida y muerte, gusto y pena.

Sale por una puerta don JUAN embozado sin valona, con capote y medias de invierno y con lodo

ALDONZA:      ¡ Embozados han entrado !    1235

   ¡ Ah, gómez, cierra las puertas !
GOMEZ:      Yo pensaba que venía

   embozado el novio a verla

   porque quien hace un delito

   procura que no lo vean.    1240

   Voy a cerrar.

Vase.    Sale don JUAN


                       ¿: Hasta cuándo

   reprimiré la tristeza ?

   ¡ Que quiera el alma sanar

   con lágrimas y con quejas !

   ¡ Que venga a ver su desdicha    1245

   un hombre cuerdo !

Sale GOMEZ

GOMEZ:                          ¡ Gran fiesta !

   Banquete nos hace el novio;

   una gallina muy vieja,

   reflaca, por quien se dijo,

   --¡ Oh, más dura que mármol a mis muelas !--    1250

   un cuarterón de confites

   envió para la cena

   el tal novio.
LUCRECIA:                          ¡ Pobre de él !

   Haced, Gómez, que lo vuelvan.
GOMEZ:      Pero ya son dos las aves;    1255

   una gallina que pelan

   y otra que he visto en la sala

   que pone y no cacarea.

   Don Sancho es aquél, señora.
LUCRECIA:      Ya lo sé.    1260

Don FERNANDO dentro

FERNANDO:      ¿: No manifiestan

   las puertas ?    Hacen patente

   la interior circunferencia.


   Decid:      "Atolite portas".

   Dan ingreso.
GOMEZ:                          ¿: Quién vocea ?    1265
FERNANDO:      El consorte.
GOMEZ:                          No entendemos.
FERNANDO:      ¿: He de hablar lengua plebeya ?

   ¡ El novio !
GOMEZ:                        ¡ Gracias a Dios !

   ¡ Alerta, señores, que entra !

Entra de gala ridícula y con un criado alumbrándole con una hacha

FERNANDO:      Cuando el noruego falcón    1270

   cerúleos vientos pasea,

   se ve garzas en plural.

   Dicen que luego penetra

   a cual ha de estropear.

   La comparación es recta:    1275

   halcón soy, y garzas veo.

   ¡ Tres garzas, garzas y bellas !

Hay cuatro sillas.    Siéntase junto a LUCRECIA


   Aquí me siento, sentido

   de que el amor no me sienta;

   que sentado en este asiento    1280

   sentir con sentidos sepa.
GOMEZ:      ¡ Oigan quién el novio ha sido !

   ¡ Que esto sufra, que esto vea !
SANCHO:      ¡ No es el novio el Capitán !

   Deshaz, Amor, tus quimeras.    1285
FERNANDO:      Los desposados; --así--

   a la palabra primera,

   --así-- se turban, --así--.

   Y esto --así-- que me suceda

   --así-- no es --así-- milagro    1290

   si es tanta --así-- su belleza.
LUCRECIA:      Bien dijiste.    Bordoncillos

   le faltaban, él no deja

   estilo de mentecatos

   que no toque y que no encienda.    1295

   Sólo el de culto le falta.
FERNANDO:      No faltan purpúreas hebras

   en ese, ensarzan, cabello,

   [ni] rubicundas planetas.

   Muy, me parece, hermosa.    1300

   No, tan mujer, se vio bella.
LUCRECIA:      Pues, halcón que alozanías

   luciente, aun agora, esfera,

   altiva-, volveréis, --mente

   garza, pretendiendo, aquesta.    1305

   A la blanca, llegad, nieve

   de la hermosamente perla,

   y --así-- veréis vuestra --así--

   novia --así-- que si os alegra

   --así--seréis destrozado    1310

   que --así--gran desdicha tenga.

Levántase LUCRECIA

FERNANDO:      ¿: Dónde va la fugitiva ?

   ¿: Dónde la ola fuese arredra ?
LUCRECIA:      ¡ Ah, dejaos esa silla

   junto a la novia !
FERNANDO:                            Estupenda    1315

   figura ha constitüido

   en el orbe de mi idea.

   Espantádome ha su efigie

   si espanto es Pantasilea.

Adentro el Capitán ALVARADO y ALBERTO

ALVARADO:      Abran aquí al desposado.    1320
ALDONZA:      Abran muy en hora buen[a].

   Poco por medio ha de ser.

   No hay desposado allá fuera;

   que ya le tenemos dentro.
ALBERTO:      Abrid, Gómez.
GOMEZ:                            La voz suena    1325

   de mi señor.    En la voz

   sólo falta su presencia.

Salen los dos

ALBERTO:      Señor Capitán, ocupe

   este asiento.
ALVARADO:                          ¡ Qué belleza !

   Aunque sea humilde y pobre    1330

   me caso alegre con ella.

   ¡ Ah, ingrata, que has de casarte !
LUCRECIA:      ¿: Qué figura es esta nueva ?

   Desembócese, galán.

   ¿: A esta boda no viniera    1335

   con una valona ?

                         Quise.

   [..........    -e-a].
LUCRECIA:      Viniera, pues, aseado

   y así no le conocieran.

   ¡ Qué bellacos pies que trae !    1340

   Son los zapatos y medias

   de invierno y vengo de noche.

   ¿: Hasta cuándo has de ser piedra ?

   Deja de casarte, ingrata.

   ¿: Cuándo sentirás mis penas ?    1345
LUCRECIA:      Mira qué imposibles digo

   cuando él en la corte sea

   el más airoso y galán.

   Aun esperanza me dejas.
ALBERTO:      Dense los novios las manos,    1350

   ¿: qué aguardan ?
ALVARADO:                          Esa licencia.
FERNANDO:      Ese benévolo fiat,

   ese pláceme se espera.

Levántanla los dos

ALVARADO:      Dame, señora, la mano.
FERNANDO:      El carcaj de cinco flechas    1355

   espera vuestro consorte.
LUCRECIA:      ¿: Estáis loco ?    ¿: No es aquélla

   la desposada ?
ALVARADO:                          Otra es.

   Es mi dueño y es mi prenda.
FERNANDO:      Mi tálamo conyugal    1360

   es doña Ana.
ALBERTO:                        Pues, ¿: qué intentan ?

   Doña Lucrecia de Castro,

   mi hermosa sobrina, es ésta.
GOMEZ:      Deshízose la maraña.
SANCHO:      Déte el cielo alegres nuevas.    1365

   Si aquí espero, estoy en riesgo;

   que esto parará en pendencia.

   ¡ Oh, qué alegre me rehuyo !

Vase don SANCHO

ALVARADO:      Yo adoraba esa belleza.

   ¿: Qué importa que yerre el nombre ?    1370
FERNANDO:      Tu objeto borró las nieblas

   a mis especies visivas.

   No me place otra diversa.

   Dichoso engaño fue el mío.

Vase don JUAN

LUCRECIA:      Capitán, yo seré vuestra    1375

   cuando seáis liberal.

   (Imposible es la promesa.)          Aparte
FERNANDO:      ¿: Y mía ?
LUCRECIA:                      Cuando discreto

   seáis, hablando la lengua

   castellana lisamente    1380

   sin metáforas ni arengas.
FERNANDO:      Pues sois vos común de dos.

   Más os valiera ser neutra.

Vase don FERNANDO

LUCRECIA:      Ea, despejad la sala.
GOMEZ:      Esta novia salió güera.    1385
LUCRECIA:      Ea, despejad.
GOMEZ:                            Pareces

   alabardera tudesca.
ALVARADO:      Así tomaré venganza.

   Gómez, pues la boda cesa,

   dé la gallina a mi negro    1390

   y cómase la grajea.
GOMEZ:      ¿: La del negro ?
ALVARADO:                          Los confites.
GOMEZ:      Nunca tan pródigo seas;

   que te perderás.
ALVARADO:                            Amor

   suele hacer magnificencias.    1395

Vase el Capitán ALVARADO


   Vuélvete, Aldonza, a tus tocas.
ALDONZA:      A mí, por Gómez, me pesa

   que andará fisgando siempre.

Vanse doña ANA y ALDONZA, y sale por otra puerta don SANCHO embozado

GOMEZ:      Un embozado nos queda.

   Don Sancho es, que vuelve a ver    1400

   si dura la competencia

   aunque también soy rüín

   el refrán dice que venza

   acometiendo primero.

Embózase


   ¿: Quién va ?    ¿: Qué gente ?    ¿: Quién es ?    1405

   Sálgase luego allá fuera.
SANCHO:      Sosiéguese, caballero.

   De paz soy.
GOMEZ:                          Yo soy de guerra.
SANCHO:      A ver si dura la boda

   volví a esta casa.
GOMEZ:                                  Pues vuelva    1410

   el perro de muchas bodas,

   ya que son carnestolendas,

   con esta maza.

Pone mano y dale

SANCHO:                          Señores,

   ¿: tantos a uno ?
GOMEZ:                            ¡ Mal cuenta !
SANCHO:      ¡ Que matan a un caballero !    1415
GOMEZ:      No mataran si él lo fuera.
LUCRECIA:      ¿: Qué es esto, Gómez ?
GOMEZ:                                  No es nada.

   Desollad esa liebre, Luis Quijada.
LUCRECIA:      (Don Sancho es éste. ¡ Que Amor      Aparte

   con este objeto me embista    1420

   aunque el discurso resista

   con prudencia y con valor !

   No ha de salir vencedor.

   La razón nos ponga en paz;

   que si en el fuego eficaz    1425

   de ese amor mi pecho se arde

   también seré yo cobarde

   pues que me vence un rapaz.)
SANCHO:      (A Lucrecia adoro y muero            Aparte

   sin merecer su favor;    1430

   que me falte a mí valor

   siendo un noble caballero.

   Que un lacayo, un escudero

   se me mostrase atrevido

   pero ni noble he nacido    1435

   ni he adorado su belleza;

   que el amor y la nobleza

   siempre valientes han sido.
LUCRECIA:      (Divertido está y confuso.)          Aparte

   Don Sancho.
SANCHO:                      (¡ Que siempre temo            Aparte    1440

   poder pasar a otro extremo

   con la prudencia y el uso !)
LUCRECIA:      ¡ Ah, don Sancho !
SANCHO:                            (¡ Que dispuso          Aparte

   tal defecto en mí mi estrella !)
LUCRECIA:      Fuerte es la memoria.    ¿: En ella    1445

   estáis hoy arrebatado ?

Ve a LUCRECIA

SANCHO:      Fuerza es que esté deslumbrado

   a rayos de luz tan bella.

   Los objetos excelentes

   suelen turbar los sentidos,    1450

   sordos dejan los oídos

   las despeñadas corrientes

   del Nilo, que en siete fuentes

   tiene su cuna primera.

   El sol, que en su ardiente esfera    1455

   forma líneas de amatista

   suele eclipsarnos la vista

   si en un cristal reverbera.
LUCRECIA:      ¿: Quién os enseñó, señor,

   tan altas sofisterías ?    1460
SANCHO:      Como el tiempo con sus días

   suele el retórico amor

   enseñar, y aun es mujer

   maestro de la verdad.
LUCRECIA:      ¿: Luego amáis ?
SANCHO:                          Esa beldad.    1465
LUCRECIA:      ¿: Y es grande Amor ?
SANCHO:                                Extremado.
LUCRECIA:      Al Amor vi yo pintado

   en este emblema, escuchad:

   Volaba amagando el suelo

   gavilán que al sol se empina,    1470

   por robar a una gallina

   algún tímido polluelo.

   Ella espantada del vuelo,

   a morir antes dispuesta,

   el pico y alas apresta    1475

   y en sudor vertiendo espumas

   iba erizando las plumas,

   iba moviendo la cresta.

   Vanos círculos hacía

   aquel pájaro rapante    1480

   y la gallina constante

   en sus alas recogía

   los hijos que ajenos cría

   con una cólera ardiente

   y estaba escrito en su frente    1485

   un mote que dice así:

   "Símbolo del miedo fui,

   pero Amor me hizo valiente".
SANCHO:      El propósito no entiendo.

   Más es enigma que emblema.    1490
LUCRECIA:      El que tiene amor, no tema.
SANCHO:      ¿: Decíslo porque pretendo

   con temor ?    Si no os ofendo,

   ¿: cuándo de vuestro favor

   he de ser merecedor ?    1495
LUCRECIA:      Tarde.    Cuando sin espanto

   sepáis hacer otro tanto.
SANCHO:      Pues, milagros hace Amor.

Vanse y salen el COMENDADOR y ALBERTO

COMENDADOR:      No quise ver a Lucrecia

   hasta saber la ocasión    1500

   del enojo y la pasión

   con que a don Sancho desprecia.
ALBERTO:      Dice, y creerla no quiero,

   que en algunas ocasiones

   falta a las obligaciones,    1505

   don Sancho, de caballero.
COMENDADOR:      ¿: En qué materia ?    ¿: En qué acción ?
ALBERTO:      En las que mostrar debía

   con la espada bizarría.
COMENDADOR:      Tener yo esa presunción    1510

   me causa gran descontento.

   Mientras en Flandes he estado

   con su madre se ha criado

   en mucho recogimiento.
ALBERTO:      ¿: Cómo mujeres ?    Hizo mal    1515

   que el joven ha menester

   salir de noche y vencer

   el recelo natural.
COMENDADOR:      Su madre tuvo cuidado

   que discreto y galán fuese    1520

   don Sancho, no que tuviese

   espíritu denodado.

   Pienso que mi corrección

   le ha de enmendar ese vicio.

   La sangre ha de hacer su oficio.    1525

   Hijos legítimos son

   el valor y bizarría

   de la nobleza.    A escuadrones

   dan ánimo las razones

   del capitán que los guía.    1530
ALBERTO:      Consolado pienso verte.

Sale don SANCHO

SANCHO:      En la voz te he conocido,

   y a acompañarte he venido

   que es hora de recogerte.
COMENDADOR:      Alberto, adiós.
ALBERTO:                                El te guarde    1535

Vase ALBERTO

COMENDADOR:      (Noche, que de estrellas gozas,      Aparte

   ¿: en sangre de los Mendozas

   vive espíritu cobarde ?)
SANCHO:      Padre y señor, ¿: ya no es hora

   de ir a casa ?
COMENDADOR:                          Vos mentís    1540

   cuando padre me decís.

   En la sombra burladora

   os engendró el torpe miedo.

   Hijo no puede ser mío

   hombre sin valor ni brío    1545

   y aun sin honra decir puedo.

   ¿: Vos tenéis atrevimientos

   de tener mi mismo nombre

   no siendo hombre o siendo un hombre

   de cobardes pensamientos ?    1"65%"

   El hijo que como debe

   no corresponde al honor

   del padre, al padre es traidor

   y a su misma sangre aleve.

Vase el COMENDADOR

SANCHO:      Padre y dama de una suerte    1555

   mi honra dejan ofendida.

   ¿: Para qué es buena la vida ?

   Estoy por darme la muerte.

   Pero el darse muerte impía

   de pusilánimos es.    1560

   No incurramos, alma, pues

   en la mayor cobardía.

Salen don FERNANDO y GOMEZ

FERNANDO:      Antes que se devanezca

   la morena noche, tengo

   prevenida una armonía,    1565

   unos sonoros acentos,

   una consonancia dulce

   con gorgoritas de Orfeo.
GOMEZ:      Música quiere decir.
SANCHO:      (¿: Música ha de haber ?    Yo quiero    Aparte    1570

   para no ser conocido,

   ir por otra capa y luego

   oírla pues que se viste

   nuestros humanos afectos.

   Al triste entristece más    1575

   y al alegre alegra.

Vase don SANCHO

GOMEZ:                                  (Pienso          Aparte

   que yerra el buen don Fernando.)
FERNANDO:      Ya me llamo don Lucrecio.

   Lucrecia me vivifica.
GOMEZ:      Si cuando sea discreto    1580

   dijo que lo ha de querer,

   mire, tome mi consejo.

   Retírese a alguna aldea

   y lleve un docto maestro.

   Aprenda filosofía    1585

   y el lenguaje casto y bueno

   de Castilla.
FERNANDO:                        No me incumbe.
GOMEZ:      Lleve libros, aunque en esto

   hay engaños, porque algunos

   están en romance griego    1590

   y le echarán a perder.

   Dese a la lección de versos

   de los poetas que escriben

   alto, claro y con ingenio.
FERNANDO:      No me incumbe.
GOMEZ:                            Oiga comedias;    1595

   que en los teatros oyendo

   un vocablo que disuena,

   lo ponen al margen luego

   un silbo en lugar de un ojo.

Sale don JUAN y escucha

FERNANDO:      No me atañe.
GOMEZ:                            Será necio    1600

   in seculá seculorum.
FERNANDO:      Haré esta noche terrero.

   Por mis anfiones voy.

Vase don FERNANDO


   ¿: Qué dice ese majadero,

   Señor Gómez ? GOMEZ                                Darnos quiere    1605

   una música.

                     Lo mesmo

   pienso hacer.
GOMEZ:                            Señor don Juan,

   nací para consejero.

   Mejor música será

   andar con gala y aseo.    1610

   Tenga cuidado de sí

   pues es rico y es bien hecho.

   Busque un sastre de buen gusto

   que le vista bien en viendo

   con alguna buena gala.    1615

   O señor o caballero

   imite.    Aprenda a danzar

   Para andar con aire.

                             Acepto

   sus consejos y esta noche

   daré esta música.

Vase don JUAN

GOMEZ:                                Quiero    1620

   avisarlas.    ¡ Ah, señora !

Por la ventana que es la reja


   No se recoja tan presto

   pues se queda acá esta noche,

   porque música tenemos

   de don Juan y don Fernando.    1625

Salen doña LUCRECIA y doña ANA

LUCRECIA:      Consentirla será yerro.

   Escucha, Gómez.
GOMEZ:                            Yo,

   mis señoras, ¿: como puedo ?
LUCRECIA:      Si nos han de dar rüido,

   en la calle le queremos    1630

   de espadas, no de guitarras

   y así he pensado el remedio.

Pasa don SANCHO embozado con capa de color y en ella un hábito como el de su padre


   ¿: Quién es ése que ha pasado ?

   Buen talle de caballero

   me parece.
LUCRECIA:                      ¡ Ah, gentilhombre !    1635
SANCHO:      ¿: Qué mandáis ?
LUCRECIA:                          Estoy temiendo

   una música importuna

   y así os suplico y os ruego

   que no permitáis que canten.
SANCHO:      Harélo así.    Cumplirélo    1640

   o moriré en la demanda.

Devíase


   (Aquí espero en este puesto.            Aparte

   Una capa de mi padre

   tomé y agora lo advierto

   que en el hábito reparo.    1645

   Noche es.    No importa.
GOMEZ:                                    Yo entiendo

   que es don Sancho, mi señora.
LUCRECIA:      Yo también.

                     A gentil puerto

   llegamos con la demanda.
GOMEZ:      Véanle venir huyendo.    1650

Vase a él

SANCHO:      (Este viene para mí,                    Aparte

   y es, sin duda, el escudero

   de Lucrecia.    ¡ Vive Dios

   que la emblema me da aliento !

   Honra y amor, ¿: qué no harán ?    1655
GOMEZ:      Gentilhombre, deje el puesto

   porque yo le he menester.

Saca la espada y dale

SANCHO:      De esta manera le dejo.
GOMEZ:      Yo no lo digo por tanto.

   Tente, paladín moderno.    1660

   ¿: Comes hígado de Aquiles ?

Vase retirando


   Engañámonos en ello.

   Don Sancho no puede ser.

Sale el COMENDADOR con rodela

COMENDADOR:      A Sancho vine siguiendo

   para ver con la experiencia    1665

   si aprovechan mis consejos.

   Este es, sin duda.
SANCHO:                                Este viene

   la calle reconociendo

   para dar música.
COMENDADOR:                              Amigo,

   deje ese puesto.
SANCHO:                            Grosero    1670

   y villano, ¿: de este modo

   vos tenéis atrevimiento

   de esa acción ?

Acuchíllale

COMENDADOR:                          Esa me alegra.

   (Agora sí te confieso              Aparte

   que eres, don Sancho, mi hijo.)    1675

Vase el COMENDADOR

LUCRECIA:      Saca luz.    Conoceremos

   este hombre.
INES:                          Esta noche puedes

   dejar muy bien satisfecho

   tu capricho de pendencias.

Llega don SANCHO a la ventana y cúbrese mostrando el hábito

LUCRECIA:      Sola la música os ruego    1680

   que estorbéis.
SANCHO:                          Bastan los rayos

   de ese sol y humano cielo.

   No saquéis más luz agora.
LUCRECIA:      Hábito tiene, ya empiezo

   a quererle bien, doña Ana.    1685
SANCHO:      Ya suenan los instrumentos;

   voy a hacer lo que mandáis.

Apártase

LUCRECIA:      ¡ Qué bizarro caballero !

Sale don FERNANDO con músicos

FERNANDO:      Ruiseñores bautizados,

   gorgead aquí.
SANCHO:                          Si dejo    1690

   pluma en ellos.
FERNANDO:                          Filomenas,

   romped nocturnos silencios.
SANCHO:      Cisnes son.    Muriendo cantan.

Acuchilla

FERNANDO:      Hombre argólico, teneos.

   Desmesurado gigante...    1695

   [..........    -e-o]

Vanse don FERNANDO y los músicos.    Salen por otra puerta don JUAN y el Capitán ALVARADO con músicos


   Señor, Capitán, aquí

   pienso que están defendiendo

   la calle.
ALVARADO:                      ¿: Qué importa ?    Así

   desocuparla podemos.    1700

Ponen mano


   Gentilhombre, a su pesar

   una música traemos.
SANCHO:      Esta noche no ha de ser

   a mi pesar, sino al vuestro.

Retíralos

LUCRECIA:      ¡ Quién conocerle pudiera !    1705

   Es un César, es un Héctor.
SANCHO:      La campaña está por mía,

   [............... -echo]
LUCRECIA:      El hábito de ese pecho

   os da tanta bizarría,    1710

   con afecto espero el día.
SANCHO:      ¿: Por qué ?
LUCRECIA:                      Para conocer,

   hombre, a quien debemos ser

   agradecidas las dos.
SANCHO:      Vos misma sois.    Sólo a vos    1715

   os tenéis que agradecer.

   Amo yo por solo amar,

   y el sol que el mundo rodea

   no importa que a nadie vea.

   Basta dejarse mirar.    1720

   Siendo su luz singular,

   nunca ha visto las estrellas

   con ser imágenes bellas

   de su divino pincel;

   que es forzoso al nacer él    1725

   apagarse y morir ellas.
LUCRECIA:      ¿: El amar sin esperar

   es amor y entero ?    No,

   pues la mitad le faltó

   con que yo pudiera amar.    1730

   No dejándoos ver ni hablar,

   no sois perfecto amador,

   pues pudiendo ser mayor

   vuestro amor, no habéis querido;

   que siendo correspondido    1735

   era fuerza el ser mayor.
SANCHO:      Amo, pues, y amando espero.
LUCRECIA:      Esta os dará la esperanza.

Dale una banda

SANCHO:      Gran amor gran premio alcanza.
LUCRECIA:      Pues, ¿: es grande ?
SANCHO:                                Y verdadero.    1740
LUCRECIA:      Decid quién sois, caballero.
SANCHO:      Amante que en penas anda.
LUCRECIA:      Amor decíroslo manda.
SANCHO:      Caballero fue hasta hoy

   del milagro; mas ya soy    1745

   Caballero de la Banda.
LUCRECIA:      Pues, adiós.
SANCHO:                          Iré penando.
LUCRECIA:      ¿: Pretenderéis ?
SANCHO:                          Mereciendo.
LUCRECIA:      ¿: Dejaréis de amar ?
SANCHO:                                Muriendo.
LUCRECIA:      ¿: Cómo viviréis ?
SANCHO:                            Amando.    1750
LUCRECIA:      ¿: Nos veremos más ?
SANCHO:                              Sí.
LUCRECIA:                                  ¿: Cuándo ?
SANCHO:      Siempre me tenéis presente.
LUCRECIA:      Ya siente el alma.
SANCHO:                                ¿: Qué siente ?
LUCRECIA:      Pena.
SANCHO:                  Yo, fe.
LUCRECIA:                          Yo, temor.
SANCHO:      Pues, adiós.
LUCRECIA:                          Gracias a Amor    1755

   que encontré un galán valiente.

Vanse todos






ACTO TERCERO


  

Salen doña LUCRECIA y doña ANA

LUCRECIA:      Acaba, Sol, de esconderte

   en las tumbas del ocaso.

   Arroja el último paso    1760

   a las sombras de tu muerte;

   que con luz más soberana

   te está esperando la Aurora.

   Espira, Fénix, agora

   si has de renacer mañana.    1765

   ¿: Por qué le ruegas así ?
LUCRECIA:      Porque a las sombras primeras

   aguardo luz.

                       Luego, ¿: esperas

   a tu nuevo amante ?
LUCRECIA:                                Sí.

   ¿: Nunca has sabido su nombre ?    1770
LUCRECIA:      Rostro y nombre ha recatado.

   ¿: Ay, que don Sancho ha llegado !
LUCRECIA:      ¡ Oh, cómo me cansa este hombre !

Sale don SANCHO

SANCHO:      Atrevimiento me dio

   el ver que en esta ventana    1775

   estén con luz soberana

   los rayos que el sol negó.

   Ir un hombre tras el día

   y seguir al sol violento

   es lícito atrevimiento,    1780

   es cortesana osadía.

   A su resplandor vivimos,

   y con su luz natural

   es el padre universal.

   En poniéndose morimos    1785

   de tristeza, y de esta suerte

   no fue mi acción atrevida

   pues apetezco la vida

   cuando amenaza la muerte.
LUCRECIA:      ¿: Son menester siglos de años    1790

   para que entiendas que tienes

   siempre en mis ojos desdenes,

   siempre en mi voz desengaños ?

   Perseverar sin ventura,

   importunar sin mudanzas,    1795

   pretender sin esperanzas,

   no es amor sino locura.
SANCHO:      ¿: Cómo es locura querer

   quien se vio favorecido ?

   Pues no hay cosa que haya sido    1800

   que otra vez no vuelva a ser.

   Favorecido me vi,

   aborrecido me veo.

   Adoro siempre y deseo

   volver a ser lo que fui.    1805
LUCRECIA:      Esa esperanza ha faltado

   al que ya muere, y si ha sido

   muerte de amor el olvido,

   mal vivirá el olvidado.
SANCHO:      Bien sé que tanta mudanza    1810

   en ese pecho inconstante

   nace de tener amante

   que sus favores alcanza.

   Bien conozco, ingrata, a quien

   habla de noche a tus rejas.    1815
LUCRECIA:      ¿: eso sabes y no dejas

   de amar en vano también ?

   Dime quién es.
SANCHO:                                Caballero

   que merece tu favor.

   Hombre es de mucho valor.    1820

   (Yo mismo soy mi tercero.)          Aparte

   Quiérele, ingrata, que yo

   voy, pues quieren los cielos,

   a morir de envidia y celos.

   Si venir te prometió,    1825

   mira que anochece ya.

   Haz que éste se vaya luego.
SANCHO:      Sin esperanza y sosiego

   celosa el alma se va.

   Voyme, pues, que ya presumo    1830

   que ha de volver tu rigor,

   mis esperanzas en flor,

   mis pensamientos en humo.

   (Otra capa he prevenido.          Aparte

   Ya es de noche.    Volveré,    1835

   y a un mismo tiempo seré

   amado y aborrecido.)

Vase don SANCHO


   Nunca creí que se fuera

   tan presto este porfiado.
LUCRECIA:      Irá ya desengañado.    1840

   ¡ Oh, si mi amante viniera !

   Si él viene en anocheciendo

   éste pienso que ha de ser.
LUCRECIA:      No dejarse conocer,

   ¿: qué fin tendrá ?

                         No lo entiendo.    1845

Vuelve SANCHO con la capa de color y hábito

SANCHO:      (Enigma como ésta mía.        Aparte

   ¿: quién habrá que no la ignore,

   que a mí de noche me adore

   quien me aborrece de día ?

   La voz finjo en sombra vana.)    1850

   Mi norte busco y lucero.
LUCRECIA:      ¿: Y quién sois ?
SANCHO:                          Es Caballero

   de la Banda.
LUCRECIA:                        El es, doña Ana.

   Mira si viene mi tío;

   que no puede tardar ya,    1855

   porque ha dos días que está

   en mi jardín.

                       Yo te fío

   que puedes hablar segura.

Vase doña ANA

LUCRECIA:      Ave nocturna parezco,

   señor, por vos; que aborrezco,    1860

   esperándoos, la hermosura

   de la luz alegre y pura.

   ¿: Vos esperándome a mí ?

   No, Lucrecia, al otro sí

   vuestro cuidado esperaba.    1865
LUCRECIA:      ¿: A cuál, señor ?
SANCHO:                          Al que estaba.
LUCRECIA:      ¿: Cuándo ?
SANCHO:                    Agora.
LUCRECIA:                          ¿: Dónde ?
SANCHO:                                  Aquí.
LUCRECIA:      Es verdad.    Yo lo concedo.

   Niego que le haya esperado;

   que es un galán muy cansado    1870

   y quererle bien no puedo;

   que conoce mucho al miedo.
SANCHO:      Queredle, señora, bien;

   que aunque sus partes me den

   envidia, yo las confieso.    1875
LUCRECIA:      Pagados estás en eso;

   que él os alaba también.
SANCHO:      Con celos me habéis dejado;

   celos el alma deciden.

   (Dulces son cuando se piden          Aparte    1880

   de falso y de confiado.

   Hasta ver si soy amado,

   encubierto determino

   amar ese sol divino.)
LUCRECIA:      ¡ Oh, qué cauteloso amante !    1885
SANCHO:      Va la prudencia delante

   reconociendo el camino.

   Cuando las alas despliega

   el bajel más atrevido,

   por ver mar no conocido    1890

   con la sonda se navega

   para ver a dónde llega

   el fondo del mar, y así

   cuando el piélago corrí

   de amor, que es dios soberano,    1895

   fui con la sonda en la mano

   para no perderme a mí.

   Bajel de amor sin igual

   no debe engolfarse ciego

   por ondas de nieve y fuego    1900

   de rayos y de cristal.

   Escollo tienen fatal

   mis ojos, ya centinelas

   del mar que abrasas y hielas;

   y así el arte y la razón    1905

   han suspendido el timón

   y han amainado las velas.
LUCRECIA:      Advertid que hay diferencia

   entre el amor y amistad:

   él manda la voluntad    1910

   y ella ordena la prudencia

   con pura correspondencia

   y con honesto favor.

   Confundirlos es error,

   y así infiero que los hombres    1915

   o no distinguen sus nombres

   o no saben qué es amor.
[SANCHO]:      Pues mañana quiero yo

   que de esa duda salgáis.

   ¿: Bastará que me veáis    1920

   con vuestra banda ?
[LUCRECIA]:                                ¿: Pues no ?

Sale doña ANA


   Tu tío viene.
SANCHO:                            Tomad

Dale una sortija


   este anillo con tal arte

   que en dos sortijas se parte.

   La que os doy es la mitad.    1925

   Mi nombre escrito en las dos

   está, y el medio tenéis.
LUCRECIA:      Que lo descifre queréis.
SANCHO:      Adiós, señora.
LUCRECIA:                          Adiós.

Vase don SANCHO y sale ALBERTO por otra puerta

ALBERTO:      ¿: Cómo en ese patio os veo ?    1930

   Esperándote.
ALBERTO:                          Un festín

   tuvimos en el jardín

   de buen gusto.    Fue un torneo,

   y hubo sarao otro día

   y en ambos llevó don Juan    1935

   el premio de más galán.

   ¿: Qué don Juan ?
ALBERTO:                          El que solía

   ser desaliñado amante.

   Sin duda le llamarán

   don Juan de Heredia, el galán,    1940

   las damas de aquí adelante.

   ¿: Visteis las fiestas ayer ?
LUCRECIA:      Sí, señor.
ALBERTO:                        Quisiera oírlas.
LUCRECIA:      No acertará a referirlas

   la lengua de una mujer.    1945

   Cuando el lirio francés ha producido

   un hermoso clavel que al mundo admira

   como el sol que del alba ha renacido,

   y por campañas turquesadas gira,

   o como el ave cuyo ardiente nido    1950

   de flores y de luz es cuna y pira,

   Fénix de España, sol del hemisfero,

   único en nombre, Baltasar Primero.

   No amaneció en España mejor día;

   en octubre se vio la primavera.    1955

   El aplauso común y la alegría

   deidad oculta de las almas era,

   vislumbre pareció de profecía.

   Si la atención el nombre considera

   que Baltasar, cuya hermosura adoro    1960

   significa el que esconde algún tesoro.

   Mas, ya viste el bautismo y te han contado

   las máscaras en quien de Austria el Apolo

   corrió en sus mismos rayos disfrazado,

   el cielo de Madrid de polo a polo,    1965

   tan bizarro aplaudido y celebrado

   que entre sus grandes era un Fénix solo

   y cuando el andaluz Pegaso hería

   exhalación del cielo parecía.

   El día de las fiestas que un retrato    1970

   la plaza de los sirios que blasona

   la antigüedad en gente, en aparato.

   Palestra fue de Marte y de Belona.

   La guarda estaba sólo para ornato;

   que en esta fidelísima corona    1975

   aun las rosas que son inanimadas

   defendiendo a su Rey están armadas.

   Teniendo, pues, la brevedad del día,

   como su majestad en sus balcones,

   las fieras que Jarama alienta y cría    1980

   salieron a lidiarse.    Eran leones;

   pero su bruta cólera cedía

   al filo de cuchillas y rejones

   y dejaban los vientos suspendidos

   el pueblo a voces y ellas a bramidos.    1985

   La ronca voz de los clarines suena

   cuando el Rey asomó de grana y nieve;

   vestido de clavel y azucena

   el caballo fue cometa leve.

   Las huellas no estampaba en el arena    1990

   aplauso sin lisonja se le debe;

   los ojos suspendió y el regocijo

   en la voz popular "víctor" le dijo.

   Siguióle Carlos, que él solo pudiera

   seguir aquel relámpago animado;    1995

   desprecios padeció la primavera

   con las varias libreas que han entrado.

   La escaramuza fue una igual esfera,

   las cañas diestramente se han tirado.

   Cuando el Rey de la adarga se encubría,    2000

   una perla en su concha parecía.

   ¿: Quién podrá describir cada cuadrilla ?

   Entre sí solamente han competido

   aquellos ricos hombres de Castilla

   que estrellas junto al sol han parecido;    2005

   pues no cayó mejor sobre la silla

   caballero jamás.    La fiesta ha sido

   pasmo del mundo, asombro de las gentes

   que aun respetan al Rey los accidentes.

   Atendían, y entonces la mañana    2010

   del declinar del sol celos tenía,

   la flor de lis de Francia soberana,

   la belleza que está esperando Hungría,

   el laurel y la púrpura romana

   del infante Fernando.    Expiró el día    2015

   y trémolas bajaron, aunque bellas,

   para ser luminarias, las estrella.
ALBERTO:      De naturales y extraños

   Felipo Cuarto es querido.

   Marte y Adonis ha sido.    2020
ALBERTO:      Guárdale Dios muchos años.

Salen el Capitán ALVARADO y GOMEZ

ALVARADO:      Gómez, aunque no te obligo,

   no olvides mi intercesión.
GOMEZ:      En tu misma condición

   tienes un grande enemigo.    2025

   ¿: Qué padre querrá ser suegro,

   si no es por mucho interés,

   de un hombre rico en quien es

   toda su familia un negro ?

   Si a la brida o la jineta    2030

   vas a caballo, te pones,

   por no rozar los calzones,

   unas fundas de baqueta.

   Todos tus regalos son

   hígado y bofes de vaca    2035

   diciendo que son triaca

   para el mal de corazón.

   Un hermano que tenías

   una noche agonizaba

   y ardiendo una vela estaba,    2040

   pero tanto lo sentías

   que le dijiste con duras

   entrañas y airado gesto:

   --Hermano, muérase presto

   o si no, muérase a oscuras.    2045

   Y la apagaste.    ¿: Qué novia

   te querrá con lo que digo

   si fue Alejandro contigo

   el tejedor de Segovia ?

   Aun muerto sientes gastar.    2050

   Platicando en qué manera

   menos mal el morir fuera,

   dijiste tú que en la mar,

   y añadiste la razón:

   porque en la mar no se gasta    2055

   con la parroquia; que basta

   para enterrarse un serón.
ALVARADO:      En efecto, estás de humor.
GOMEZ:      Si tú de amor estuvieras,

   tan miserable no fueras.    2060

   Pródigos hace el Amor.

Vase GOMEZ

ALVARADO:      Bien ha dicho; que peleo

   con mi amor y mi tesoro;

   que dos riquezas adoro,

   dos hermosuras deseo.    2065

   Ser avariento es locura.

   Venza, venza ya mi amor;

   que la riqueza mayor

   para el gusto es la hermosura.

   Si a ser de Lucrecia vengo,    2070

   amando sus ojos bellos,

   oro tendré en sus cabellos,

   rubíes en sus labios tengo.

   Cuando en dos partes adoro,

   una de ellas se desprecia.    2075

   Alma, amemos a Lucrecia,

   aborrezcamos el oro.

   Aunque aborrecer no fue

   el gozarla, entonces sí

   la riqueza aborrecí,    2080

   cuando nunca la gocé.

   ¡ Vea el mundo qué es amar !

   ¡ Gómez, mas que no conoces

   al Capitán !

Sale GOMEZ

GOMEZ:                          ¿: Qué ?    ¿: Das voces ?

   Que al fin dar voces es dar.    2085
ALVARADO:      Desmentiré la opinión

   que ha publicado la fama;

   vean todos, que quien ama

   no consiente imperfección.

   Tome, tome.

Dale una cadena

GOMEZ:                            Esta, ¿: qué vale ?    2090
ALVARADO:      El que ha llamado avariento

   tendrá tanto lucimiento

   que nadie en Madrid le iguale.

   ¡ Y con ánimo español !

   (Ya el pensarlo me alboroza.)    Aparte    2095

   Caballos verá y carroza

   que desprecian los del sol.
GOMEZ:      Capitán, hablemos claro.

   ¿: Esta es bronce o latón ?
ALVARADO:      Siempre sospechosas son    2100

   las dádivas del avaro.

   Ya no soy el que antes era.

   Otro espíritu hay en mí.

   No es tan pródigo el rubí,

   Fénix de la cuarta esfera.    2105
GOMEZ:      Dueño eterno he de llamarte

   y ésta he de pagarte agora

   con hurtar a mi señora

   alguna prenda que darte.

Sale ALDONZA

ALDONZA:      Gómez, mi señora llama.    2110
ALVARADO:      Aldonza, goce también

   las maravillas que ven

   en el alma de quien ama.

   Toma.

Dale un bolsillo lleno

ALDONZA:                      Una esclava has comprado.
GOMEZ:      De esto que en mi pecho cuelgo,    2115

   señor Capitán, me huelgo,

   pero de eso me ha pesado.

Vanse y sale INES

INES:      ¡ Ah, Aldonza !
ALDONZA:                            Ya voy, Inés

   No me dé prisa ni aflija.
ALVARADO:      Toma, Inés, esta sortija    2120

   que de dos diamantes es.
INES:      Señor, ¿: dada ?    ¿: Y para mí ?
ALDONZA:      Necia, el señor Capitán

   es liberal y es galán.

   ¿: Cómo ha de ser si no así ?    2125
ALVARADO:      La primera vez que he dado

   en toda mi vida es hoy.

   Gusto es dar, alegre estoy.

   Dios, de darse ha derivado.

   Con ser hombre que infinita    2130

   grandeza cifrada está,

   Dios, se dice porque da

   y demonio porque quita.

Sale GOMEZ.    Dale una banda como la que dio LUCRECIA

GOMEZ:      Tres o cuatro bandas tiene

   de este color mi señora.    2135

   Trae ésta en su nombre agora.
ALVARADO:      Aunque de tu mano viene,

   la estimo, Gómez, en más

   que un hábito que pretendo;

   del octavo cielo entiendo    2140

   que algún pedazo me das.

Vase el Capitán ALVARADO

GOMEZ:      No lo creo aunque la toco.

   De su valor desespero.

   O es jeringa o candelero,

   o el Capitán está loco.    2145

Sale don JUAN muy galán y saca una banda del mismo color que las otras


   ¡ Oh, Gómez !
GOMEZ:                            Señor don Juan,

   mi consejo os fue de aviso.

   No fue tan galán Narciso.

   No fue Adonis tan galán.

   ¿: Qué banda es ésa ?    ¿: Es favor ?    2150

   No.    La traigo porque vi

   que mi Lucrecia anda así.

   Traer quise su color.
GOMEZ:      (Parece a la que ha llevado    Aparte

   de mi mano el Capitán.)    2155

   Nuevas por acá nos dan

   de que un hábito os han dado.

   Falsas fueron hasta agora,

   pero ciertas han de ser.
GOMEZ:      Escondeos, que he de ver    2160

   si os conoce mi señora.

Escóndese tras del paño y salen doña LUCRECIA, doña ANA, y criados


LUCRECIA:      El amante que cortés

   como recatado anda,

   hoy he de ver con mi banda.    2165

   Pasa. que sepa quién es.

   Ya deseo desde agora

   verle.
ALDONZA:      Galán por galán,

   mi señora, el Capitán.    2170

Muestra el bolsillo

INES:      El Capitán, mi señora.

Mostrando la sortija

GOMEZ:      Al gran Capitán elija

   tu gusto.
LUCRECIA:                      ¿: Qué novedad

   es ésta, necio ?
GOMEZ:                              Hablad,

   cadena, bolsa y sortija.    2175

   El indiano que fue un Nero,

   ya es hijo pródigo, presto

   le habemos de ver con esto

   guardar cochinos.    Empero

   un galán, que puede ser    2180

   de Meliona, está afuera

   y licencia tuya espera.
LUCRECIA:      ¿: Y quién es ?
GOMEZ:                            Alá saber.
LUCRECIA:      Si es galán no conocido,

   él es, doña Ana.    Entre pues    2185

   y salid fuera los tres.
GOMEZ:      Entrar puedes.

                       Ya lo he oído.

Sale don JUAN y vanse los criados


   Aunque licencia me dan

   tus bellos labios, no puedo

   entrar a veros sin miedo.    2190
LUCRECIA:      Ana, ¿: no es éste don Juan ?

   El es y viene lucido.
LUCRECIA:      Milagritos hace Amor.

   Yo pensé que en el color

   de aquesta banda he traído    2195

   padrino con que podría

   ser visto de buena gana.
LUCRECIA:      Peor es esto, doña Ana.

   ¡ Que aquella banda es la mía !

   Si éste de noche te habló,    2200

   ya te puedes consolar.
LUCRECIA:      ¿: Cómo me puede agradar

   lo que una vez me enfadó ?

   ¿: Y el hábito ?

                         Fue fingido;

   pero él será verdadero.    2205
LUCRECIA:      (¡ Que se hiciese caballero        Aparte

   de hábito un hombre atrevido !)

   De otra manera pintado

   le tenía yo en mi mente.

   Si es tan galán y valiente,    2210

   quiérele bien.
LUCRECIA:                          Me ha burlado

   mi propia imaginación.

   Señor don Juan, otro día

   volveréis, por vida mía;

   que os vais agora.

                             Razón    2215

   será estimar esa vida.

Vase don JUAN

LUCRECIA:      Toda mi dicha es pintada,

   toda mi suerte es soñada,

   toda mi gloria es fingida.

   Pensamientos inmortales,    2220

   vuestra máquina ha caído.

   Miren, pues, quién ha venido

   para alivio de mis males.

Sale el Capitán ALVARADO

ALVARADO:      Fuerza es adorar si vi.

   Al hado no hay resistencia.    2225
LUCRECIA:      ¿: Quién os dio, señor, licencia

   para entraros hasta aquí ?
ALVARADO:      Esta banda; que aunque viene

   en mi pecho, como estuvo

   en otro, el dueño que tuvo    2230

   alienta el dueño que tiene.

   Tanto valor recibió

   del pecho donde solía

   ser línea y rasgo del día

   que hasta agora conservó    2235

   su estimación y valor.

   Ved si es mucho que su aliento

   me haya dado atrevimiento.
LUCRECIA:      Ana, ¡ peor que peor !

   Este ha dicho claramente    2240

   que aquella banda es la mía.

   ¿: Y el otro ?
LUCRECIA:                      ¿: No lo decía ?

   ¡ Oh, confusión impaciente !

   ¡ Oh, noche !    ¿: Qué errores hice ?

   ¿: Cómo en el pecho no os veo    2245

   una señal que deseo ?
ALVARADO:      (Por el hábito lo dice.)          Aparte

   No traigo el hábito agora.

   Otra vez vendré con él.
LUCRECIA:      ¿: Qué hay más que dudar si es él ?    2250

   ¡ Oh, noche, vil burladora !

   ¿: Qué amante no se engañó

   en tu oscuridad prolija ?

   Háblale de la sortija

   que partida te dejó    2255

   y verás cierto si es.
LUCRECIA:      En vuestra sortija admiro

   el arte cuando la miro.
ALVARADO:      (La sortija vio de Inés.)        Aparte

   Otra tengo como ella    2260

   si gustáis de verlas juntas.
LUCRECIA:      ¿: De qué sirve más preguntas ?

   ¡ Oh, rigores de mi estrella !

   Echale de aquí, doña Ana.

   Echale de aquí; que muero    2265

   de ver que quiero y no quiero.

   ¡ Falsa luz y sombra vana !

   Idos, Capitán, de aquí.

   Mañana podréis tornar.
ALVARADO:      A ésta pienso regalar    2270

   para que ruegue por mí

Vase el Capitán ALVARADO

LUCRECIA:      Luz de engaños es el día.

   Noche tenebrosa y fea,

   ¿: Por qué has burlado mi idea

   y engañas mi fantasía ?    2275

Sale don SANCHO con la banda

SANCHO:      Hoy dije que me vería

   con su banda.    Cumplirélo.
LUCRECIA:      (¡ Que su importuno desvelo        Aparte

   vaya causando mi muerte !)
SANCHO:      Esta vez me trae a verte    2280

   este pedazo de cielo,

   esta banda, esta señal

   que por tuyo me pusiste

   cuando favores me diste

   con tu mano celestial.    2285
LUCRECIA:      (¿: Qué laberinto mortal            Aparte

   es, corazón, el que ves ?

   Espejo quebrado es

   la desdicha que he tenido;

   que en tres partes dividido    2290

   hace de una cara tres.)

   ¿: Qué es esto, amiga ?

                               Sospecho

   que tu galán ha contado

   los favores que le has dado

   y éstos las bandas han hecho    2295

   para engañarte.
LUCRECIA:                          (¿: Qué pecho        Aparte

   sufrirá las ansias mías ?

   Tú, tiempo, solo podías

   sacarme de estos engaños

   pues vas volando en los años    2300

   como si fuera en los días.)
SANCHO:      Si esta señas estás viendo,

   ¿: de qué te espantas, Lucrecia ?

   ¿: Quién no estima ?    ¿: Quién no precia

   lo mismo que está queriendo ?    2305
LUCRECIA:      Doña Ana, yo no lo entiendo.
SANCHO:      Habiéndome conocido,

   ¿: me recibes con olvido ?
LUCRECIA:      No has imaginado mal;

   caballero desleal    2310

   es aquél que me ha vendido.

   Don Sancho, yo te confieso

   que a tu favor me incliné.

   No fue mármol, cera fue.

   Otra forma Amor ha impreso.    2315

   Vete de aquí.
SANCHO:                          Voy sin seso.

   Exhalación es mi suerte

   relámpago ha sido fuerte

   mi dicha para mi daño:

   el trueno ha sido mi engaño,    2320

   el rayo ha sido mi muerte.
LUCRECIA:      ¿: Siempre estás impertinente ?
SANCHO:      ¿: Siempre estás falsa y crüel ?
LUCRECIA:      Doña Ana, ¿: puede ser él ?

   ¿: Cómo, si el otro es valiente ?    2325
LUCRECIA:      Dices bien.    La banda miente.

   Vete ya.
SANCHO:                      Saber querrá,

   ¿: cómo aborreces de día

   lo que de noche adoraste ?
LUCRECIA:      Porque sé que me engañaste.    2330
SANCHO:      ¿: Yo ?
LUCRECIA:      Sí.
SANCHO:                      ¿: Cuándo ?
LUCRECIA:                                ¡ Qué porfía !
SANCHO:      ¡ Esa lengua, sí que quiso

   engañarme siempre !    ¡ Ah, cielos !

   Tropezando voy en celos.    2335

   Sombras mortales diviso.

   Aspides son los que piso.

Vase don SANCHO

LUCRECIA:      Y yo he quedado de suerte

   que no sabré responderte.

   Tales mis desdichas son    2340

   que mi misma confusión

   [es] la imagen de mi muerte.

   ¿: Que no te haya dicho el nombre

   de anillo ?
LUCRECIA:                      Gómez está

   adivinándolo ya.    2345

   Todo es enigmas este hombre.

Sale GOMEZ

GOMEZ:      Oye, si no eres ingrata,

   [...........    -uga]

   sin pelo, mancha, ni arruga

   con guarniciones de plata.    2350

   Un escritorio te envía

   el Capitán, en que apenas

   las navetas caben, llenas

   de una y otra bugería:

   perlas y los doce pares    2355

   de guantes, no de París,

   ámbar, pita y ámbar gris,

   coral y piedras bizarras,

   una colcha y pabellón

   que puede ser de Holofernes.    2360

   Lince serás si disciernes

   las bordaduras que son

   hebras que el sol ha envidiado,

   labor que estrellas desprecia.

   Cohecho es éste, Lucrecia.    2365
LUCRECIA:      Gómez, diga si ha acertado.
GOMEZ:      Solas tres las letras son:

   "men" dicen, y voy hallando

   que ésta fue de don Fernando

   y dice "mentecatón";    2370

   aunque no sé lo que digo

   porque decir puede aquí

   "mentiroso", "menjüí",

   "mendo", "menestra" y "mendigo".

Sale ALDONZA

ALDONZA:      Tu licencia está esperando    2375

   un caballero cortés

   y avisado dice que es

   hermano de don Fernando.

   Don Alvaro de Moncada

   se llama.
LUCRECIA:                      Entre, ¡ si es éste !    2380

   ¡ Que tal cuidado te cueste !
LUCRECIA:      Ya le espero alborozada.

Sale don FERNANDO mejor vestido y más al uso

FERNANDO:      ¿: Quién duda que habéis pensado,

   viéndome, señoras, hoy,

   que aquel don Fernando soy    2385

   que tanta risa os ha dado ?

   Próvida Naturaleza

   por no confundir las gentes,

   hizo rostros diferentes,

   pero muestra su grandeza    2390

   de cuando en cuando diciendo:

   --Advertid; que si quisiera,

   siempre unos rostros hiciera.

   Pero daros no pretendo

   la bárbara confusión    2395

   que la semejanza trae.--

   Y por eso hermanos hay

   que, muy parecidos son.

   Por enmendarse Fernando,

   a un jardín se retiró    2400

   y allí la salud perdió

   viéndose ausente y amando.

   Súplica que le enviéis

   un favor; que en tal rigor

   piedad será y no favor.    2405
LUCRECIA:      ¿: Y cómo me conocéis ?
FERNANDO:      Perdonadme y dad licencia

   que entre las mismas estrellas,

   con ser imágenes bellas,

   puso mucha diferencia    2410

   su criador; y jerarquías

   dio a los ángeles, de modo

   que siendo espíritu todo,

   hay entre ellos mayorías.

   La más bella de las dos    2415

   hoy por señas he traído.

   ¿: Qué mucho si he conocido

   que fuiste la causa vos ?

   ¡ Si es don Fernando !
LUCRECIA:                                    Prometo

   que pienso que es y no es.    2420
GOMEZ:      No inventéis, pues sois cortés;

   no finjáis, pues sois discreto.

   En una sortija y fiesta

   un caballero pelón

   se excusó de la invención    2425

   con una letra y fue ésta:

   No saco invención ninguna;

   que los buenos caballeros

   no han de ser invencioneros.

   [..........      -una].    2430
FERNANDO:      Hacerse uno diferente

   puede ser [una] invención.

   Las semejanzas no son

   substancia sino accidente.

   El alma es forma y es guía    2435

   del sujeto y no mintiera

   quien con otra alma dijera

   que no es ya quien ser solía.

   En bosquejo una figura

   parece tosco borrón,    2440

   llega a darle perfección

   el pincel, y la pintura

   le da forma de manera

   que sin quitar ni añadir

   se puede entonces decir    2445

   otra de la que antes era.
LUCRECIA:      ¿: Y quién causará, señor,

   la mudanza en esta parte ?
FERNANDO:      Siendo natural, el arte;

   siendo milagrosa, Amor.    2450
LUCRECIA:      ¿: Qué amor ?
FERNANDO:                    El bueno y honesto,

   que el torpe, como se engendra

   en el apetito, no entra

   en el alma; ejemplo de esto

   se verá en mi amor perfeto.    2455
LUCRECIA:      ¿: Y quién lo declara así ?
FERNANDO:      Un soneto que escribí.

   Oigamos, pues, el soneto.
FERNANDO:      ¿: Viste de un monte las espaldas llenas

   de rizos anchos de la intacta nieve ?    2460

   ¿: Viste una fuente donde el alba bebe

   escondida en celajes de azucenas ?

   ¿: Viste en espumas, viste en las arenas

   reflejos del rubí que el cielo mueve ?

   ¿: O al cisne en su candor cuando se atreve    2465

   a competir la voz de las sirenas ?

   Más cándido, más puro, más brillante

   es el amor que anima el alma mía

   si honesto da otras formas al amante

   y otras especies en la mente cría.    2470

   Sombras son de mi amor puro y constante

   la nieve, el sol, la fuente, el cisne, el día.

   Si a Fernando me inclinaba,

   cuando discreto le veo

   pienso, amiga, que deseo    2475

   lo mismo que deseaba.

   Sea don Fernando o no,

   suya soy; veré si es él

   si Gómez tiene un papel

   que don Fernando le dio.    2480
LUCRECIA:      Pues, en eso, ¿: qué es tu intento ?
GOMEZ:      Sí lo tengo, en blanco está.

   Escribe en él que me da

   palabra de casamiento.

Vase GOMEZ y salen todos

COMENDADOR:      La palabra me habéis dado    2485

   y la tenéis de cumplir

   o tenemos de reñir.
ALBERTO:      Lucrecia, yo te he casado

   con don Sancho.
LUCRECIA:                              Sin mi gusto

   marido en vano me dan.    2490

   Eso defiende don Juan

   por mí y por ella.
ALVARADO:                              No es justo

   que dé esa dicha.    La espada

   la razón le ha de decir.
FERNANDO:      Lo mismo debe advertir    2495

   don Fernando de Moncada.

   Palabra Lucrecia ha dado

   que sería de don Juan

   en siendo airosa y galán.

   Este término ha llegado,    2500

   y si el alma le consagro,

   singular amante fui

   pues el amor hizo en mí

   tan poderoso milagro.

   Nunca se dice el discreto,    2505

   ni el valiente de tal dama

   sino el galán y quien ama

   el ser galán es perfeto.

   Siendo así, de su belleza

   merezco solo el favor,    2510

   pues que tuve tanto amor

   que enmendó a Naturaleza.
ALVARADO:      No tuvo Alejandro igual

   con ser galán y valiente;

   sólo le ha dado la gente    2515

   renombre de liberal.

   Júpiter fue poderoso,

   y galán de Danae ha sido.

   Como galán no ha vencido;

   venció como poderoso.    2520

   El Fénix no da sus plumas

   y teniendo hermosas galas

   nadie para ver sus alas

   navega golfo de espumas.

   Pero al sol, de quien gozamos    2525

   rayos, que prodigios hace,

   cada día que renace

   con novedad le miramos.

   Siendo así merecedor

   solo de Lucrecia he sido;    2530

   mayor amor he tenido

   pues fue el milagro mayor.
FERNANDO:      Ser liberal o aseado

   con amor, virtudes son

   que están en la condición,    2535

   en el gusto o en el cuidado.

   Mudanzas son exteriores

   que no alteran el sujeto;

   mas ser un necio discreto

   nace de causas mayores.    2540

   Y así merezco, y es justo

   esta victoria, esta palma;

   que mi amor obró en el alma

   pero el vuestro obró en el gusto.

   Y cuando el alma es mejor    2545

   que el cuerpo es más eminente

   mi amor, y por consiguiente

   el milagro fue mayor.
SANCHO:      A los dos has conclüído;

   victoria alcanzas, y así    2"65%"

   con que yo te venzo a ti,

   a los tres habré vencido.

   Las almas iguales son;

   sólo diferencia siento

   en el órgano, instrumento    2555

   de su altiva operación.

   De modo que el ser más rudo

   o más discreto precede

   del instrumento que puede

   ser más torpe o más agudo.    2560

   Si es corporal el defeto,

   ¿: no es cosa muy peregrina

   que con ciencia o con doctrina

   venga el necio a ser discreto ?

   Pero que el cobarde pecho    2565

   tenga el ánimo atrevido,

   con valor, milagro ha sido

   que en sólo el alma se ha hecho.

   Ella sola es quien inflama

   en aliento al corazón,    2570

   y por aquesta razón

   ánimo el valor se llama.

   Y así, pasar del extremo

   de villana cobardía

   a la valiente osadía    2575

   el milagro fue supremo.

   Y que a este estado llegué,

   vosotros testigos fuisteis

   una noche que quisisteis

   dar música y no os dejé.    2580

Sale GOMEZ y da un papel a doña ANA


   Y si el ánimo os engaña

   con ésta he de conquistar

   belleza tan singular.

   Salid todos a campaña.
LUCRECIA:      Esperad, señor don Sancho,    2585

   que, pues el árbitro soy,

   quiero daros la sentencia.
SANCHO:      Esa espero en mi favor.
LUCRECIA:      Don Juan está muy galán

   pero esa transformación    2590

   no es milagrosa.    ¿: Cuál ave

   con el pico no pulió

   sus plumas si está celosa ?

   La paloma y el pavón

   con sus bizarros paseos,    2595

   ¿: no serán ejemplos hoy ?

   De modo que hacer galanes

   es una ordinaria acción

   del amor y no es milagro

   de ése que llamaron dios.    2600

   El Capitán Alvarado

   en lo primero que dio,

   ¿: quién duda que se arrancaba

   pedazos del corazón ?

   Milagro digo que ha sido,    2605

   no milagro superior.

   El amante liberal

   es mercader que compró

   su gusto y con su riqueza

   dispone su pretensión.    2610

   En don Fernando parece

   que fue el milagro mayor

   porque es dar alma de nuevo

   dar al necio discreción.

   Si bien con el arte vimos    2615

   dar fineza y dar valor

   al diamante bruto, y oímos

   que hablar el arte enseñó

   a las aves; mas en fin,

   parece que es perfección    2620

   en quien el amor humano

   todo su poder mostró.

   Pero esa hazaña se debe

   sólo a doña Ana; que yo

   de ese milagro no he sido    2625

   primer móvil ni ocasión.

   A doña Ana habló primero

   y de su mano firmó

   esta cédula, el derecho

   contra doña Ana le doy.    2630

Dale la cédula


   Resta agora la victoria

   por don Sancho; que el temor

   es una pasión opuesta

   al amor mismo.    Pasión

   que se ha de vencer por fuerza    2635

   con su contrario, y los dos

   nunca en el alma están juntos;

   uno ha de ser vencedor.

   Pero dudo que amor haga

   esta maravilla en vos.    2640

   Demás de esto tengo dueño

   que ya esperándole estoy.

   El me dio su fe y palabra

   y lo he dado algún favor.

   Iguales os dejo a todos;    2645

   comunes desdichas son.
SANCHO:      Ese amante no vendrá;

   no le esperes porque soy

   a quien mandaste impedir

   la música y quien te dio    2650

   una parte de sortija

   con quien si juntas las dos

   verás que Mendoza dice.

Enseña la sortija

LUCRECIA:      ¿: Y el hábito ?
SANCHO:                          Por error

   capa de mi padre traje.    2655
LUCRECIA:      Aun dura mi confusión,

   viendo tres con bandas.

                                 Esta

   traigo por ser tu color.
ALVARADO:      Y yo he de estimar aquésta

   aunque Gómez me la dio.    2660
LUCRECIA:      ¡ Ah, villano !
SANCHO:                          No te enojes.
LUCRECIA:      Con tanta satisfacción,

   ¿: qué he de hacer sino ser tuya ?
FERNANDO:      Y yo de doña Ana soy

   porque cumpla un avisado    2665

   éste que un necio firmó.

   Pues mi prima, doña Clara,

   a don Juan de Heredia doy.
SANCHO:      Yo al Capitán una hermana.
ALVARADO:      No quiero casarme yo.    2670
LUCRECIA:      Y aquí tiene fin, señores,

   cuatro milagros de amor.

   Si no merecen aplauso,

   merezcan vuestro perdón.


FIN DE LA COMEDIA