THE LIGHTHOUSE

By
Virginia Woolf



EL FARO

de
Virginia Woolf



THE WINDOW

LA VENTANA

1 I
"Yes, of course, if it′s fine tomorrow," said Mrs. Ramsay. "But you′ll have to be up with the lark," she added. Sí, mañana, por supuesto, si hace bueno -dijo Mrs. Ramsay-. Pero tendréis que levantaros con la alondra-agregó.
To her son these words conveyed an extraordinary joy, as if it were settled, the expedition were bound to take place, and the wonder to which he had looked forward, for years and years it seemed, was, after a night′s darkness and a day′s sail, within touch. Since he belonged, even at the age of six, to that great clan which cannot keep this feeling separate from that, but must let future prospects, with their joys and sorrows, cloud what is actually at hand, since to such people even in earliest childhood any turn in the wheel of sensation has the power to crystallise and transfix the moment upon which its gloom or radiance rests, James Ramsay, sitting on the floor cutting out pictures from the illustrated catalogue of the Army and Navy stores, endowed the picture of a refrigerator, as his mother spoke, with heavenly bliss. It was fringed with joy. The wheelbarrow, the lawnmower, the sound of poplar trees, leaves whitening before rain, rooks cawing, brooms knocking, dresses rustling--all these were so coloured and distinguished in his mind that he had already his private code, his secret language, though he appeared the image of stark and uncompromising severity, with his high forehead and his fierce blue eyes, impeccably candid and pure, frowning slightly at the sight of human frailty, so that his mother, watching him guide his scissors neatly round the refrigerator, imagined him all red and ermine on the Bench or directing a stern and momentous enterprise in some crisis of public affairs. Estas palabras proporcionaron a su hijo una alegría extraordinaria, como si la excursión fuera ya cosa hecha; como si toda la ilusión con la que había aguardado este momento, que parecía haber tardado años y años, estuviese, tras la oscuridad de la noche, tras un día de navegación, al alcance de la mano. Pero, puesto que, ya a los seis años, era miembro de ese gran grupo que no consigue mantener en orden los sentimientos, sino que consiente que las esperanzas futuras, con sus penas y alegrías, empañen lo que sí que está al alcance de la mano, y puesto que, para quienes son así, desde la más temprana infancia, cualquier movimiento de la rueda de las emociones tiene el poder de hacer cristalizar y detener el momento sobre el que recae ya la pena, ya la exaltación, James Ramsay, que, sentado en el suelo, recortaba estampas del catálogo ilustrado del economato de la armada y el ejército, mientras su madre hablaba, adomó el cromo del refrigerador con una bienaventuranza celestial. Rodeaba el dibujo un halo de complacencia. La carretilla, la cortadora de césped, el sonido de los álamos, las hojas que blanqueaban antes de la lluvia, el graznido de los grajos, los ruidos de las escobas, el rumor de los vestidos: todo esto tenía en su mente color y forma tan propios que les había dedicado un código personal, una lengua secreta; aunque él, por su parte, era la viva imagen del rigor, de la más inflexible seriedad: frente despejada, apasionados ojos azules, inmaculadamente inocentes y puros, ceño severo ante la fragilidad humana; todo esto hacía pensar a su madre (mientras observaba cómo las tijeras seguían con cuidado el contorno del refrigerador), en los estrados, en visiones de togas rojas y armiños′; o en la responsabilidad de algún asunto a la vez delicado y de gran importancia, algo relacionado con alguna grave crisis de los asuntos públicos.
"But," said his father, stopping in front of the drawing-room window, "it won′t be fine." -Pero no hará bueno -dijo su padre, parado ante la ventana del salón.
Had there been an axe handy, a poker, or any weapon that would have gashed a hole in his father′s breast and killed him, there and then, James would have seized it. Such were the extremes of emotion that Mr. Ramsay excited in his children′s breasts by his mere presence; standing, as now, lean as a knife, narrow as the blade of one, grinning sarcastically, not only with the pleasure of disillusioning his son and casting ridicule upon his wife, who was ten thousand times better in every way than he was (James thought), but also with some secret conceit at his own accuracy of judgement. What he said was true. It was always true. He was incapable of untruth; never tampered with a fact; never altered a disagreeable word to suit the pleasure or convenience of any mortal being, least of all of his own children, who, sprung from his loins, should be aware from childhood that life is difficult; facts uncompromising; and the passage to that fabled land where our brightest hopes are extinguished, our frail barks founder in darkness (here Mr. Ramsay would straighten his back and narrow his little blue eyes upon the horizon), one that needs, above all, courage, truth, and the power to endure. {{}"> "But it may be fine--I expect it will be fine," said Mrs. Ramsay, making some little twist of the reddish brown stocking she was knitting, impatiently. If she finished it tonight, if they did go to the Lighthouse after all, it was to be given to the Lighthouse keeper for his little boy, who was threatened with a tuberculous hip; together with a pile of old magazines, and some tobacco, indeed, whatever she could find lying about, not really wanted, but only littering the room, to give those poor fellows, who must be bored to death sitting all day with nothing to do but polish the lamp and trim the wick and rake about on their scrap of garden, something to amuse them. For how would you like to be shut up for a whole month at a time, and possibly more in stormy weather, upon a rock the size of a tennis lawn? she would ask; and to have no letters or newspapers, and to see nobody; if you were married, not to see your wife, not to know how your children were,--if they were ill, if they had fallen down and broken their legs or arms; to see the same dreary waves breaking week after week, and then a dreadful storm coming, and the windows covered with spray, and birds dashed against the lamp, and the whole place rocking, and not be able to put your nose out of doors for fear of being swept into the sea? How would you like that? she asked, addressing herself particularly to her daughters. So she added, rather differently, one must take them whatever comforts one can. Si hubiera tenido a mano un hacha, un espetón, o cualquier otra arma con la que hubiera podido atravesarle el pecho, y haberlo matado en aquel mismo momento, James habría echado mano de ella. Tan desmesuradas eran las emociones que Mr. Ramsay despertaba entre sus hijos con su sola presencia; ahí estaba: flaco como hoja de cuchillo, cortante, con su sonrisa sarcástica; contento no sólo por el placer de aguar la fiesta a su hijo, y de dejar en ridículo a su esposa, diez mil veces mejor que él en todos los sentidos (creía James), sino por poder exhibir además cierta secreta vanidad por la precisión de sus juicios. Decía la verdad. Siempre decía la verdad. No sabía mentir, nunca desfiguraba la naturaleza de un hecho cierto, jamás modificaría una palabra, por desagradable que fuera, para acomodarla a la conveniencia o el gusto de nadie; y menos aún la modificaría para complacer a sus propios hijos, de su carne y sangre, quienes debían saber desde la infancia que la vida es dificil, que con la realidad no se puede jugar, que para el viaje hacia esa tierra de fábula en la que se extinguen nuestras más ardientes esperanzas, donde naufragan nuestras frágiles barquillas en medio de las tinieblas (aquí Mr. Ramsay se erguía, los ojillos azules se convertían en rendijas dirigidas hacia el horizonte), lo que hace falta es, sobre todo, valor, sinceridad, fuerza para conllevar los padecimientos. -Pero puede que haga bueno, y confio en que haga bueno -dijo Mrs. Ramsay, tirando con un leve movimiento impaciente del hilo de lana castaño-rojiza del calcetín que estaba tejiendo. Si acabara esta tarde, y si, después de todo, fueran al Faro, podría regalarle los calcetines al torrero, para el niño, que tenía síntomas de coxalgia; también les llevaría un buen montón de revistas atrasadas, tabaco y, cómo no, cualquier otra cosa de la que pudiera echar mano, y que no fuera verdaderamente indispensable; cosas de esas que lo único que hacen es estorbar en casa; debían de estar, los pobres, aburridos hasta la desesperación, todo el día allí, de brazos cruzados, sin nada que hacer, excepto cuidar el Faro, atender la mecha, pasar el rastrillo por un jardín no más grande que un pañuelo: necesitaban entretenerse. Porque, se preguntaba, ¿a quién puede gustarle estar encerrado durante todo un mes, o acaso más (cuando había tormentas), en un peñón del tamaño de un campo de tenis?, ¿no recibir cartas ni periódicos?, ¿no ver a nadie?; si estuvieras casado, ¿no ver a tu esposa?, ¿ni saber dónde están tus hijos?, ¿si están enfermos, o si se han caído y se han roto piernas o brazos?; ¿ver siempre las mismas lúgubres olas rompiendo una semana tras otra?; ¿y después la llegada de una horrible tempestad, y las ventanas llenas de espuma, y las aves que se estrellan contra el farol, y el movimiento incesante, sin poder asomar la nariz por temor a que te arrastre la mar? ¿A quién puede gustarle eso?, se preguntaba, dirigiéndose de forma especial a sus hijas. A continuación, cambiando de actitud, añadía que era preciso llevarles todo lo que pudiera hacerles la vida algo más grata.
"It′s due west," said the atheist Tansley, holding his bony fingers spread so that the wind blew through them, for he was sharing Mr. Ramsay′s evening walk up and down, up and down the terrace. That is to say, the wind blew from the worst possible direction for landing at the Lighthouse. Yes, he did say disagreeable things, Mrs. Ramsay admitted; it was odious of him to rub this in, and make James still more disappointed; but at the same time, she would not let them laugh at him. "The atheist," they called him; "the little atheist." Rose mocked him; Prue mocked him; Andrew, Jasper, Roger mocked him; even old Badger without a tooth in his head had bit him, for being (as Nancy put it) the hundred and tenth young man to chase them all the way up to the Hebrides when it was ever so much nicer to be alone. -Sopla de poniente -dijo Tansley, el ateo, abriendo los dedos de forma que el viento pasara entre ellos; compartía con Mr. Ramsay el paseo vespertino por el jardín, de un lado para otro, y vuelta a empezar. Lo que quería decir es que el viento soplaba en la peor dirección posible para desembarcar en el Faro. Sí, hasta Mrs. Ramsay estaba de acuerdo, vaya si le gustaba decir cosas desagradables; era detestable que les refregara eso, y que hiciera que James se sintiera aún más desdichado; sin embargo, no les consentía que se rieran de él. «El ateo -lo llamaban-, el ateazo.» Rose se burlaba de él; Prue se burlaba de él; Andrew, Jasper, Roger se burlaban de él; hasta el viejo y desdentado Badger había intentado morderlo, porque era el joven número ciento diez (eso había dicho Nancy) que los había perseguido hasta las Hébridas, donde lo que de verdad les gustaba era estar solos.
"Nonsense," said Mrs. Ramsay, with great severity. Apart from the habit of exaggeration which they had from her, and from the implication (which was true) that she asked too many people to stay, and had to lodge some in the town, she could not bear incivility to her guests, to young men in particular, who were poor as churchmice, "exceptionally able," her husband said, his great admirers, and come there for a holiday. Indeed, she had the whole of the other sex under her protection; for reasons she could not explain, for their chivalry and valour, for the fact that they negotiated treaties, ruled India, controlled finance; finally for an attitude towards herself which no woman could fail to feel or to find agreeable, something trustful, childlike, reverential; which an old woman could take from a young man without loss of dignity, and woe betide the girl--pray Heaven it was none of her daughters!--who did not feel the worth of it, and all that it implied, to the marrow of her bones! -Bobadas -dijo Mrs. Ramsay, muy seria. Aparte de una muy general tendencia a exagerar, que habían heredado de ella, y aparte de la insinuación (era verdad) de que invitaba a demasiada gente a quedarse con ellos, y que tenía que hospedar a algunos en el pueblo, no podía soportar que nadie fuera descortés con los invitados, especialmente con los jóvenes, porque solían ser pobres de solemnidad; «qué gran talento», decía su marido; eran sus admiradores, e iban a pasar las vacaciones allí. A decir verdad, ella extendía su protección a todos los miembros del sexo opuesto; por razones que no sabría explicar, por su caballerosidad y valor, porque negociaban tratados, gobernaban la India, controlaban el mundo financiero, y, en fin, por una actitud hacia ella misma que no habría mujer que dejara de considerar halagüeña, una actitud que representaba algo en lo que confiar, algo infantil, reverencial; algo que una anciana podría aceptar por parte de un joven sin merma de su dignidad, y ay de la muchacha -¡al cielo rogaba que no fuera ninguna de sus hijas!- que, en lo más íntimo de su ser, no supiera apreciar esto en su verdadero valor, en todo lo que implicaba.
She turned with severity upon Nancy. He had not chased them, she said. He had been asked. Se volvió con severidad hacia Nancy. No los había perseguido, dijo, lo habían invitado.
They must find a way out of it all. There might be some simpler way, some less laborious way, she sighed. When she looked in the glass and saw her hair grey, her cheek sunk, at fifty, she thought, possibly she might have managed things better--her husband; money; his books. But for her own part she would never for a single second regret her decision, evade difficulties, or slur over duties. She was now formidable to behold, and it was only in silence, looking up from their plates, after she had spoken so severely about Charles Tansley, that her daughters, Prue, Nancy, Rose--could sport with infidel ideas which they had brewed for themselves of a life different from hers; in Paris, perhaps; a wilder life; not always taking care of some man or other; for there was in all their minds a mute questioning of deference and chivalry, of the Bank of England and the Indian Empire, of ringed fingers and lace, though to them all there was something in this of the essence of beauty, which called out the manliness in their girlish hearts, and made them, as they sat at table beneath their mother′s eyes, honour her strange severity, her extreme courtesy, like a queen′s raising from the mud to wash a beggar′s dirty foot, when she admonished them so very severely about that wretched atheist who had chased them--or, speaking accurately, been invited to stay with them--in the Isle of Skye. Tenía que haber alguna forma de escaparse de todo esto. Tendría que haber algo más sencillo, algo menos laborioso; suspiró. Cuando se miraba en el espejo, y se veía el pelo gris, las mejillas hundidas, los cincuenta años, pensaba en que quizá podía haber hecho las cosas mejor: su marido, el dinero, los libros de él. Pero, por su parte, ni por un segundo se arrepentía de las decisiones que había tomado, tampoco eludía las dificultades, ni se demoraba en el cumplimiento de su deber. El aspecto que tenía era formidable; y sólo en la intimidad de su conciencia, levantando la mirada de los platos, después de que ella hubiera hablado con tanta seriedad acerca de Charles Tansley, se atrevían sus hijas -Prue, Nancy, Rose- a entretenerse con ideas heréticas, de las que eran responsables exclusivas, acerca de una vida enteramente diferente de la de ella; quizá en París; una vida más animada; no ocupándose siempre del hombre que fuera; porque en todas sus mentes habían brotado dudas inexpresadas acerca de la deferencia, la caballerosidad, el Banco de Inglaterra y el Imperio de la India, las sortijas y los encajes; aunque para todas ellas había en todo esto algún componente fundamental de la belleza, algo que despertaba la admiración por la virilidad en sus corazones infantiles, y que, sentadas a la mesa bajo la mirada de su madre, les hacía honrar aquella extraña severidad, aquella cortesía tan perfecta (como la de una reina que alzara del barro el sucio pie de un pobre para lavarlo), cuando las amonestaba con tanto rigor por lo del desdichado ateo que los había perseguido -hablando con propiedad, a quien habían invitado- hasta la isla de Skye.
"There′ll be no landing at the Lighthouse tomorrow," said Charles Tansley, clapping his hands together as he stood at the window with her husband. Surely, he had said enough. She wished they would both leave her and James alone and go on talking. She looked at him. He was such a miserable specimen, the children said, all humps and hollows. He couldn′t play cricket; he poked; he shuffled. He was a sarcastic brute, Andrew said. They knew what he liked best--to be for ever walking up and down, up and down, with Mr. Ramsay, and saying who had won this, who had won that, who was a "first rate man" at Latin verses, who was "brilliant but I think fundamentally unsound," who was undoubtedly the "ablest fellow in Balliol," who had buried his light temporarily at Bristol or Bedford, but was bound to be heard of later when his Prolegomena, of which Mr. Tansley had the first pages in proof with him if Mr. Ramsay would like to see them, to some branch of mathematics or philosophy saw the light of day. That was what they talked about. -Mañana no se podrá desembarcar donde el Faro -dijo Charles Tansley, dando palmadas, parado ante la ventana, junto a Mr. Ramsay. Vaya si había hablado más de la cuenta. Habría deseado que ambos los hubieran dejado en paz, a ella y a James, y que hubieran seguido hablando de sus cosas. Se le quedó mirando. Según los niños era un espécimen poco afortunado, un escaparate de irregularidades; no sabía jugar al críquet, era gruñón, arrastraba los pies. Un animal insolente, había dicho Ándrew. Sabían muy bien qué era lo que de verdad le gustaba: pasear eternamente, de acá para allá, de allá para acá, con Mr. Ramsay, y hablar de quién había ganado esto, y quién había ganado aquello; quién era un talento «de primera» para la composición poética en latín; quién era «brillante, pero, en el fondo, superficial»; quién era, sin ninguna duda, el «individuo con más talento de Balliol»; quién había sepultado su genio, por poco tiempo, en Bristol o Bedford, pero de quien no se iba a dejar de hablar en cuanto vieran la luz sus Prolegoma dedicados a alguna rama de las ciencias matemáticas o la filosofía, y de los que Mr. Tansley tenía ya las galeradas de las primeras páginas, por si Mr. Ramsay quería leerlas. De cosas como éstas es de lo que hablaban.
She could not help laughing herself sometimes. She said, the other day, something about "waves mountains high." Yes, said Charles Tansley, it was a little rough. A veces ni ella podía contener la risa. Algo había dicho ella acerca de «unas olas como montañas». Sí, estaba algo borrascoso, había respondido Charles Tansley.
"Aren′t you drenched to the skin?" she had said. -¡No se ha calado hasta los huesos? -había dicho ella.
"Damp, not wet through," said Mr. Tansley, pinching his sleeve, feeling his socks. -Algo húmedo, no calado -había respondido Mr. Tansley, pellizcando la manga, tocando los calcetines.
But it was not that they minded, the children said. It was not his face; it was not his manners. It was him--his point of view. When they talked about something interesting, people, music, history, anything, even said it was a fine evening so why not sit out of doors, then what they complained of about Charles Tansley was that until he had turned the whole thing round and made it somehow reflect himself and disparage them--he was not satisfied. And he would go to picture galleries they said, and he would ask one, did one like his tie? God knows, said Rose, one did not. Pero no era eso lo que les preocupaba, decían los niños. No era la cara, ni los modales. Era él, eran sus opiniones. Cuando hablaban de algo interesante, gente, música, historia, cualquier cosa, incluso cuando decían que hacía una buena tarde, y que querían salir a sentarse afuera, lo que les molestaba de Charles Tansley es que no se sentía satisfecho si no daba un rodeo para que fuera lo que fuera lo reflejara a él, y les hiciera sentirse conscientes de su superioridad, hasta conseguir irritarlos con su agria forma de exterminar tanto las flaquezas como la grandeza de la humanidad. Si iba a una exposición de pintura, lo primero que hacía era preguntar por la opinión que les merecía su corbata. Bien sabe Dios, decía Rose, que no era precisamente una corbata que pudiera gustar a cualquiera.
Disappearing as stealthily as stags from the dinner-table directly the meal was over, the eight sons and daughters of Mr. and Mrs. Ramsay sought their bedrooms, their fastness in a house where there was no other privacy to debate anything, everything; Tansley′s tie; the passing of the Reform Bill; sea birds and butterflies; people; while the sun poured into those attics, which a plank alone separated from each other so that every footstep could be plainly heard and the Swiss girl sobbing for her father who was dying of cancer in a valley of the Grisons, and lit up bats, flannels, straw hats, ink-pots, paint-pots, beetles, and the skulls of small birds, while it drew from the long frilled strips of seaweed pinned to the wall a smell of salt and weeds, which was in the towels too, gritty with sand from bathing. Desaparecían de la mesa tan sigilosamente como ciervos, en cuanto terminaban de comer; los ocho hijos e hijas de Mr. y Mrs. Ramsay se dirigían a sus dormitorios, sus fortalezas en una casa en la que no había ninguna otra intimidad para hablar de nada o de todo: de la corbata de Tansley, de la aprobación de la Ley de Reforma′, de las aves marinas y de las mariposas, de la gente; allí caía el sol sobre las habitaciones de los áticos, separadas por una delgada pared que permitía oír las pisadas con toda claridad, y permitía oír también los sollozos de la muchacha suiza cuyo padre agonizaba de cáncer en un valle de los Grisones; caía el sol e iluminaba los palos de críquet, los pantalones de franela, los sombreros de paja, los tinteros, los frascos de pintura, los escarabajos, los cráneos de pajarillos; y extraía el sol de las largas tiras de algas adornadas como con puntillas, pegadas a las paredes, cierto olor a sal y algas, que también se hallaba en las toallas, ásperas de la arena de la playa.
Strife, divisions, difference of opinion, prejudices twisted into the very fibre of being, oh, that they should begin so early, Mrs. Ramsay deplored. They were so critical, her children. They talked such nonsense. She went from the dining-room, holding James by the hand, since he would not go with the others. It seemed to her such nonsense--inventing differences, when people, heaven knows, were different enough without that. The real differences, she thought, standing by the drawing-room window, are enough, quite enough. She had in mind at the moment, rich and poor, high and low; the great in birth receiving from her, half grudging, some respect, for had she not in her veins the blood of that very noble, if slightly mythical, Italian house, whose daughters, scattered about English drawing-rooms in the nineteenth century, had lisped so charmingly, had stormed so wildly, and all her wit and her bearing and her temper came from them, and not from the sluggish English, or the cold Scotch; but more profoundly, she ruminated the other problem, of rich and poor, and the things she saw with her own eyes, weekly, daily, here or in London, when she visited this widow, or that struggling wife in person with a bag on her arm, and a note-book and pencil with which she wrote down in columns carefully ruled for the purpose wages and spendings, employment and unemployment, in the hope that thus she would cease to be a private woman whose charity was half a sop to her own indignation, half a relief to her own curiosity, and become what with her untrained mind she greatly admired, an investigator, elucidating the social problem. Porfías, divisiones, diferencias de opiniones, prejuicios arraigados en lo más íntimo de cado uno; qué pena que se manifestaran tan pronto, se lamentaba Mrs. Ramsay. ¡Sus hijos!, eran tan críticos. Decían tantas tonterías. Salió del comedor, llevaba a James de la mano, porque no quería ir con los demás. Eso de inventarse diferencias, le parecía una tontería muy, muy grande; ya era bastante diferente la gente sin necesidad de hacer más grandes las diferencias de lo que eran. Las diferencias de verdad, pensaba, junto a la ventana del salón, ya son pero que muy profundas, demasiado. En aquel momento pensaba en las diferencias entre ricos y pobres, superiores e inferiores; los de alta cuna recibían de ella, medio a contrapelo, su respeto, porque también corría por sus venas sangre de aquella noble, aunque algo legendaria, casa italiana, cuyas hijas, repartidas por los salones ingleses a lo largo del siglo XIX, habían ceceado con tanto encanto, y se habían divertido tan alocadamente; y todo su ingenio, aspecto y temperamento procedían de ellas, y no de las indolentes inglesas, ni de las frías escocesas; pero el otro problema lo rumiaba con más detenimiento: ricos y pobres; lo que veía con sus propios ojos, todas las semanas, a diario, aquí o en Londres, cuando visitaba a esa viuda, o iba en persona a ver a aquella esposa luchadora, con la cesta bajo el brazo, con el cuaderno y ese lapicero con el que anotaba en columnas cuidadosamente trazadas los ingresos y los gastos, el empleo y el paro, con la esperanza de dejar de ser una ciudadana particular cuya caridad fuese un ejercicio sentimental para justificarse ante sí misma, o fuese un remedio que curase su curiosidad, y se convirtiese en aquello que su mente nada adiestrada más admiraba: en una investigadora, en alguien que se ocupara de resolver en serio los problemas sociales.
Insoluble questions they were, it seemed to her, standing there, holding James by the hand. He had followed her into the drawing-room, that young man they laughed at; he was standing by the table, fidgeting with something, awkwardly, feeling himself out of things, as she knew without looking round. They had all gone--the children; Minta Doyle and Paul Rayley; Augustus Carmichael; her husband--they had all gone. So she turned with a sigh and said, "Would it bore you to come with me, Mr. Tansley?" Problemas irresolubles, se le antojaban, allí, en pie, mientras llevaba a James de la mano. La había seguido hasta el salón, el joven ese del que se reían; estaba junto a la mesa, enredando con algo, torpe, se sentía extraño; sabía todo eso sin necesidad de mirar. Se habían ido todos -los niños, Minta Doyle y Paul Rayley, Augustus Carmichael, Mr. Ramsay-, se habían ido todos. De forma que se volvió con un suspiro, y dijo: «No se aburrirá si le pido que me acompañe, ¿verdad, Mr. Tansley?»
She had a dull errand in the town; she had a letter or two to write; she would be ten minutes perhaps; she would put on her hat. And, with her basket and her parasol, there she was again, ten minutes later, giving out a sense of being ready, of being equipped for a jaunt, which, however, she must interrupt for a moment, as they passed the tennis lawn, to ask Mr. Carmichael, who was basking with his yellow cat′s eyes ajar, so that like a cat′s they seemed to reflect the branches moving or the clouds passing, but to give no inkling of any inner thoughts or emotion whatsoever, if he wanted anything. Tenía que hacer un recado en el pueblo; tenía que escribir una o dos cartas, tardaría unos diez minutos; tenía que ponerse el sombrero. Diez minutos más tarde, con la cesta y el sombrero, ahí estaba de nuevo, daba la impresión de estar preparada, preparada para una excursión, que, no obstante, debía aplazar un momento, al pasar por el campo de tenis, para preguntar a Mr. Carmichael, que tomaba el sol con los ojos entomados, amarillos ojos de gato, que al igual que los de los gatos parecían reflejar el movimiento de las ramas o el paso de las nubes, pero no mostraban señal alguna de ninguna clase de pensamiento o de emoción, ni si quería algo.
For they were making the great expedition, she said, laughing. They were going to the town. "Stamps, writing-paper, tobacco?" she suggested, stopping by his side. But no, he wanted nothing. His hands clasped themselves over his capacious paunch, his eyes blinked, as if he would have liked to reply kindly to these blandishments (she was seductive but a little nervous) but could not, sunk as he was in a grey-green somnolence which embraced them all, without need of words, in a vast and benevolent lethargy of well-wishing; all the house; all the world; all the people in it, for he had slipped into his glass at lunch a few drops of something, which accounted, the children thought, for the vivid streak of canary-yellow in moustache and beard that were otherwise milk white. No, nothing, he murmured. Porque se trataba de una expedición de las de verdad, dijo ella, riéndose. Iban al pueblo. «¿Sellos, papel de cartas, tabaco?», dijo, detenida junto a él. Pero no, no necesitaba nada. Tenía las manos cruzadas sobre la espaciosa panza, parpadeó, como si hubiera querido corresponder a su amabilidad (era seductora, aunque algo nerviosa), pero fuera incapaz, hundido como estaba en una somnolencia verdegrís en la que incluía a todos, sin necesidad de palabras, en un vasto y benévolo letargo de buenas intenciones, y en el que cabía toda la casa, todo el mundo, porque había dejado caer en el vaso, a la hora del almuerzo, unas gotas de algo que, según los niños, explicaba la presencia de las brillantes hebras de color amarillo canario de la barba y el bigote, los cuales eran, si no se contaban esas hebras, blancos como la leche. No necesitaba nada, susurró.
He should have been a great philosopher, said Mrs. Ramsay, as they went down the road to the fishing village, but he had made an unfortunate marriage. Holding her black parasol very erect, and moving with an indescribable air of expectation, as if she were going to meet some one round the corner, she told the story; an affair at Oxford with some girl; an early marriage; poverty; going to India; translating a little poetry "very beautifully, I believe," being willing to teach the boys Persian or Hindustanee, but what really was the use of that?--and then lying, as they saw him, on the lawn. Habría sido un gran filósofo, decía Mrs. Ramsay, ya en la carretera, camino del pueblo pesquero, pero se había casado mal. Llevaba la negra sombrilla muy derecha, y se movía con el indescriptible aire de esperar algo, como si fuera a encontrarse con alguien a la vuelta de la esquina; le contó la historia: hubo algo con una muchacha en Oxford, se casó demasiado pronto, eran pobres, tuvo que irse a la India, tradujo algo de poesía, «algo muy hermoso, según creo», quería enseñar a los niños persa o hindi, pero ¿para qué?; después, ya lo había visto, tumbado ahí sobre la hierba.
It flattered him; snubbed as he had been, it soothed him that Mrs. Ramsay should tell him this. Charles Tansley revived. Insinuating, too, as she did the greatness of man′s intellect, even in its decay, the subjection of all wives--not that she blamed the girl, and the marriage had been happy enough, she believed--to their husband′s labours, she made him feel better pleased with himself than he had done yet, and he would have liked, had they taken a cab, for example, to have paid the fare. As for her little bag, might he not carry that? No, no, she said, she always carried THAT herself. She did too. Yes, he felt that in her. He felt many things, something in particular that excited him and disturbed him for reasons which he could not give. He would like her to see him, gowned and hooded, walking in a procession. A fellowship, a professorship, he felt capable of anything and saw himself--but what was she looking at? At a man pasting a bill. The vast flapping sheet flattened itself out, and each shove of the brush revealed fresh legs, hoops, horses, glistening reds and blues, beautifully smooth, until half the wall was covered with the advertisement of a circus; a hundred horsemen, twenty performing seals, lions, tigers ... Craning forwards, for she was short-sighted, she read it out ... "will visit this town," she read. It was terribly dangerous work for a one-armed man, she exclaimed, to stand on top of a ladder like that--his left arm had been cut off in a reaping machine two years ago. Se sentía halagado; acostumbrado a las humillaciones, le agradaba que Mrs. Ramsay le contara cosas como ésta. Charles Tansley revivió. Como había dado la impresión, además, de que consideraba favorablemente la grandeza de la inteligencia del personaje, incluso en su decadencia, y de que no le parecía mal la sumisión de toda esposa -no es que ella echara la culpa a la muchacha, había sido un matrimonio feliz, según ella- al trabajo de su marido, todo ello le había hecho sentirse más reconciliado consigo mismo que nunca anteriormente; y le habría gustado, si hubieran alquilado un carruaje, por ejemplo, haber pagado la carrera. Pero estaba esa bolsa tan pequeña, ¿le permitiría llevarla? No, de ninguna manera, había respondido, ¡siempre la llevaba ella! También ella estaba contenta. Sí, lo notaba. Sentía él muchas sensaciones, pero había algo que de forma particular lo agitaba y perturbaba, sin saber por qué: le gustaría que ella lo viera, con birrete y muceta, en una procesión académica. Un puesto de profesor, una cátedra... se sentía con fuerzas para cualquier cosa, se veía ya... pero ¿qué miraba? Un hombre que pegaba un cartel. La inmensa hoja que batía el viento se alisaba poco a poco, y cada golpe de la escobilla revelaba nuevas piernas, aros, caballos, deslumbrantes colores rojos y azules, todo perfecto; hasta que media pared estuvo cubierta con el anuncio del circo: un centenar de jinetes, veinte focas malabaristas, leones, tigres... Acercó la cabeza, era algo corta de vista; leyó que iban «a actuar en el pueblo». Es muy peligroso, exclamó, que un manco suba a una escalera de éstas; dos años antes le había amputado el brazo izquierdo una segadora mecánica.
"Let us all go!" she cried, moving on, as if all those riders and horses had filled her with childlike exultation and made her forget her pity. -¡Vayamos todos! -dijo, avanzando, como si tanto jinete y tanto caballo la hubieran llenado de gozo infantil, y le hubieran hecho olvidar su piedad.
"Let′s go," he said, repeating her words, clicking them out, however, with a self-consciousness that made her wince. "Let us all go to the circus." No. He could not say it right. He could not feel it right. But why not? she wondered. What was wrong with him then? She liked him warmly, at the moment. Had they not been taken, she asked, to circuses when they were children? Never, he answered, as if she asked the very thing he wanted; had been longing all these days to say, how they did not go to circuses. It was a large family, nine brothers and sisters, and his father was a working man. "My father is a chemist, Mrs. Ramsay. He keeps a shop." He himself had paid his own way since he was thirteen. Often he went without a greatcoat in winter. He could never "return hospitality" (those were his parched stiff words) at college. He had to make things last twice the time other people did; he smoked the cheapest tobacco; shag; the same the old men did in the quays. He worked hard--seven hours a day; his subject was now the influence of something upon somebody--they were walking on and Mrs. Ramsay did not quite catch the meaning, only the words, here and there ... dissertation ... fellowship ... readership ... lectureship. She could not follow the ugly academic jargon, that rattled itself off so glibly, but said to herself that she saw now why going to the circus had knocked him off his perch, poor little man, and why he came out, instantly, with all that about his father and mother and brothers and sisters, and she would see to it that they didn′t laugh at him any more; she would tell Prue about it. What he would have liked, she supposed, would have been to say how he had gone not to the circus but to Ibsen with the Ramsays. He was an awful prig--oh yes, an insufferable bore. For, though they had reached the town now and were in the main street, with carts grinding past on the cobbles, still he went on talking, about settlements, and teaching, and working men, and helping our own class, and lectures, till she gathered that he had got back entire self-confidence, had recovered from the circus, and was about (and now again she liked him warmly) to tell her--but here, the houses falling away on both sides, they came out on the quay, and the whole bay spread before them and Mrs. Ramsay could not help exclaiming, "Oh, how beautiful!" For the great plateful of blue water was before her; the hoary Lighthouse, distant, austere, in the midst; and on the right, as far as the eye could see, fading and falling, in soft low pleats, the green sand dunes with the wild flowing grasses on them, which always seemed to be running away into some moon country, uninhabited of men. -Vayamos -dijo él, repitiendo las palabras, con un raro tartamudeo que le hizo mirar sorprendida. «Vayamos al circo». No. No lo decía bien. No sabía expresarlo de forma adecuada. Pero ¿por qué no?, se preguntaba, ¿qué le ocurría? En este momento a ella le caía muy bien. En su infancia, preguntó, ¿no lo habían llevado al circo? Nunca, respondió él, como si le hubieran hecho la pregunta a la que precisamente quena responder, como si durante todos estos días hubiera estado deseando decir que en su infancia no había ido nunca al circo. Su familia era muy grande: nueve, contando hermanos y hermanas; su padre era un trabajador. «Mi padre es farmacéutico, Mrs. Ramsay.» Tuvo que pagarse todo desde los trece años. En invierno, más de una vez había tenido que salir sin abrigo. En la universidad nunca pudo «corresponder a las invitaciones» (fueron éstas sus adustas y secas palabras). Todo lo suyo tenía que durar el doble que lo de los demás; fumaba el tabaco más barato, picadura, la que fumaban los viejos del puerto. Trabajaba mucho: siete horas al día; se dedicaba ahora a estudiar la influencia de algo sobre alguien; echaron a andar de nuevo; Mrs. Ramsay no seguía muy bien lo que decía, sólo algunas palabras de vez en cuando... tesis... puesto de profesor... profesor agregado... catedrático. Ella no conocía la fea jerga académica, que tenía tan cadenciosas resonancias, pero se dijo que ahora sí que se daba cuenta de por qué lo de ir al circo lo había abatido tanto, pobrecito, y por qué había salido al momento con lo de su padre, su madre, hermanos y hermanas; ya se encargaría ella de que no se rieran más de él, tenía que decírselo a Prue. Lo que de verdad le habría gustado a él, se imaginó, quizá sería poder decir que había ido a ver a Ibsen con los Ramsay. Era un pedantón, un pelmazo insoportable. Estaban ya en la calle mayor del pueblo, los carros traqueteaban sobre el adoquinado, pero él seguía hablando sobre becas, la enseñanza, los obreros, lo de ayudar a los de nuestra propia clase, y sobre las clases en la universidad, hasta que ella calculó que ya había recobrado toda la confianza en sí mismo, y se le había olvidado lo del circo, y (volvía a gustarle) estaba a punto de decirle... Pero las casas se alejaban en direcciones opuestas, salieron al muelle, y se extendió la bahía ante su mirada; Mrs. Ramsay, ante el enorme cuadro de agua azul, no pudo evitar exclamar: «¡Ah, qué hermoso!» El blanco Faro, lejano, austero, se hallaba en medio; a la derecha, hasta donde alcanzaba la mirada, desvaídas e incesantes, con delicados pliegues, se veían las dunas de verde arena, con sus flores silvestres sobrevolándolas, que parecían correr perpetuamente hacia algún deshabitado país lunar.
That was the view, she said, stopping, growing greyer-eyed, that her husband loved. Ésta era la vista que su marido amaba, dijo, deteniéndose, mientras sus ojos se volvían aún más grises.
She paused a moment. But now, she said, artists had come here. There indeed, only a few paces off, stood one of them, in Panama hat and yellow boots, seriously, softly, absorbedly, for all that he was watched by ten little boys, with an air of profound contentment on his round red face gazing, and then, when he had gazed, dipping; imbuing the tip of his brush in some soft mound of green or pink. Since Mr. Paunceforte had been there, three years before, all the pictures were like that, she said, green and grey, with lemon-coloured sailing-boats, and pink women on the beach. Hizo una breve pausa. Pero ahora, esto estaba lleno de artistas. A decir verdad, a pocos pasos había uno de ellos, con sombrero de paja, zapatos amarillos, grave, tranquilo, absorto; diez niños lo contemplaban; la cara redonda y roja expresaba un íntimo contento, miraba fijamente, y, después de mirar, mojaba el pincel, introducía la punta en una blanda protuberancia verde o rosa. Desde que Mr. Paunceforte estuvo allí, hacía tres años, todos los dibujos eran así, dijo ella, verde y gris, con barcas de pesca de color limón, y con mujeres vestidas de rosa en la playa.
But her grandmother′s friends, she said, glancing discreetly as they passed, took the greatest pains; first they mixed their own colours, and then they ground them, and then they put damp cloths to keep them moist. Pero los amigos de su abuela, dijo ella, mirando con discreción al pasar, tenían más dificultades: para empezar, tenían que mezclar ellos mismos los colores, y los molían, después los colocaban bajo paños húmedos, para mantenerlos frescos.
So Mr. Tansley supposed she meant him to see that that man′s picture was skimpy, was that what one said? The colours weren′t solid? Was that what one said? Under the influence of that extraordinary emotion which had been growing all the walk, had begun in the garden when he had wanted to take her bag, had increased in the town when he had wanted to tell her everything about himself, he was coming to see himself, and everything he had ever known gone crooked a little. It was awfully strange. Supuso que quería que él se diera cuenta de que el dibujo de ese señor era convencional, ¿se decía así?; ¿que los colores no eran consistentes?, ¿es así como había que decirlo? Bajo la influencia de aquella extraordinaria emoción que había ido ganando fuerza durante el paseo, que había nacido cuando, todavía en el jardín, él le había pedido que le dejara llevar la bolsa, que había madurado en el pueblo, cuando quiso contarle toda su vida; bajo esa influencia estaba empezando a verse a sí mismo y a toda su sabiduría como si en el conjunto hubiera alguna leve imperfección. Era algo muy, muy extraño.
There he stood in the parlour of the poky little house where she had taken him, waiting for her, while she went upstairs a moment to see a woman. He heard her quick step above; heard her voice cheerful, then low; looked at the mats, tea-caddies, glass shades; waited quite impatiently; looked forward eagerly to the walk home; determined to carry her bag; then heard her come out; shut a door; say they must keep the windows open and the doors shut, ask at the house for anything they wanted (she must be talking to a child) when, suddenly, in she came, stood for a moment silent (as if she had been pretending up there, and for a moment let herself be now), stood quite motionless for a moment against a picture of Queen Victoria wearing the blue ribbon of the Garter; when all at once he realised that it was this: it was this:--she was the most beautiful person he had ever seen. Se quedó ahí en el salón de la casucha a la que lo había llevado, esperándola, mientras ella subía un momento, a visitar a una señora. Oyó los rápidos pasos que daba por arriba, oyó la voz alegre; luego, más apagada; se quedó mirando las esteras, la bandeja del servicio del té, las pantallas de cristal; esperaba con impaciencia; estaba ansioso por volver a casa caminando con ella, estaba decidido a llevarle la bolsa; después le oyó salir, cerrar una puerta, decir que debían cerrar las puertas y dejar las ventanas abiertas, preguntarles si necesitaban algo (debía de estar hablando con una niña); cuando, de repente, entró, se quedó inmóvil un instante (como si arriba hubiera estado fingiendo, y ahora se permitiera ser ella misma), estaba frente a un retrato de la reina Victoria, que llevaba la banda azul de la Orden de la Jarretera; de repente se dio cuenta, se dio cuenta: era la persona más hermosa que había visto jamás.
With stars in her eyes and veils in her hair, with cyclamen and wild violets--what nonsense was he thinking? She was fifty at least; she had eight children. Stepping through fields of flowers and taking to her breast buds that had broken and lambs that had fallen; with the stars in her eyes and the wind in her hair--He had hold of her bag. Estrellas en los ojos, velos sobre el cabello, ciclamen y violetas silvestres: ¿en qué tonterías estaba pensando? Por lo menos tenía cincuenta años, tenía ocho hijos. Caminaba por campos llenos de flores, y recogía contra el pecho los capullos derribados, los corderos que no podían andar; estrellas en los ojos, el cabello al viento... Le cogió la bolsa.
"Good-bye, Elsie," she said, and they walked up the street, she holding her parasol erect and walking as if she expected to meet some one round the corner, while for the first time in his life Charles Tansley felt an extraordinary pride; a man digging in a drain stopped digging and looked at her, let his arm fall down and looked at her; for the first time in his life Charles Tansley felt an extraordinary pride; felt the wind and the cyclamen and the violets for he was walking with a beautiful woman. He had hold of her bag. «Adiós, Elsie», dijo; salieron a la calle; llevaba la sombrilla derecha, se movía como si esperara encontrarse con alguien a la vuelta de la esquina; por primera vez en toda su vida, Charles Tansley se sintió extraordinariamente orgulloso; un hombre que cavaba en una zanja dejó de trabajar, se quedó mirándola; dejó caer los brazos, siguió mirando. Charles Tansley se sentía extraordinariamente orgulloso; notaba el viento, se daba cuenta de los ciclámenes y las violetas, porque caminaba junto a una mujer hermosa por primera vez en su vida. Le llevaba la bolsa.
2 2
"No going to the Lighthouse, James," he said, as trying in deference to Mrs. Ramsay to soften his voice into some semblance of geniality at least. -No habrá viaje al Faro, James -dijo, en pie, junto a la ventana, pero intentando, como deferencia hacia Mrs. Ramsay, endulzar la voz, como si pretendiera hacer ver, al menos, que lo decía en broma.
Odious little man, thought Mrs. Ramsay, why go on saying that? Hombrecillo detestable, pensó Mrs. Ramsay, ¿es que no puede dejar de recordárselo?
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"Perhaps you will wake up and find the sun shining and the birds singing," she said compassionately, smoothing the little boy′s hair, for her husband, with his caustic saying that it would not be fine, had dashed his spirits she could see. This going to the Lighthouse was a passion of his, she saw, and then, as if her husband had not said enough, with his caustic saying that it would not be fine tomorrow, this odious little man went and rubbed it in all over again. -Cuando amanezca seguro que lucirá el sol y cantarán los pájaros -dijo, compasiva, alisando el cabello del niño, porque era consciente de que su marido, con el enojoso recordatorio de que no haría bueno, había matado la alegría del muchacho. Lo de ir al Faro era algo en lo que el niño había puesto mucha ilusión, y por si fuera poca la burla de su marido, lo de que no haría bueno, ahora venía este hombrecillo detestable a refregárselo de nuevo.
"Perhaps it will be fine tomorrow," she said, smoothing his hair. -Quizá sí que haga bueno -dijo, alisándole el cabello.
All she could do now was to admire the refrigerator, and turn the pages of the Stores list in the hope that she might come upon something like a rake, or a mowing-machine, which, with its prongs and its handles, would need the greatest skill and care in cutting out. All these young men parodied her husband, she reflected; he said it would rain; they said it would be a positive tornado. Lo único que podía hacer era admirar el refrigerador, y pasar las hojas del catálogo del economato para buscar algún rastrillo o alguna máquina de cortar el césped, con muchos dientes y mangos; algo que exigiese una gran atención para recortarlo. Todos estos jóvenes eran parodias de su mando, pensó: si él decía que iba a llover, ellos afirmaban a continuación que habría un huracán.
But here, as she turned the page, suddenly her search for the picture of a rake or a mowing-machine was interrupted. The gruff murmur, irregularly broken by the taking out of pipes and the putting in of pipes which had kept on assuring her, though she could not hear what was said (as she sat in the window which opened on the terrace), that the men were happily talking; this sound, which had lasted now half an hour and had taken its place soothingly in the scale of sounds pressing on top of her, such as the tap of balls upon bats, the sharp, sudden bark now and then, "How′s that? How′s that?" of the children playing cricket, had ceased; so that the monotonous fall of the waves on the beach, which for the most part beat a measured and soothing tattoo to her thoughts and seemed consolingly to repeat over and over again as she sat with the children the words of some old cradle song, murmured by nature, "I am guarding you--I am your support," but at other times suddenly and unexpectedly, especially when her mind raised itself slightly from the task actually in hand, had no such kindly meaning, but like a ghostly roll of drums remorselessly beat the measure of life, made one think of the destruction of the island and its engulfment in the sea, and warned her whose day had slipped past in one quick doing after another that it was all ephemeral as a rainbow--this sound which had been obscured and concealed under the other sounds suddenly thundered hollow in her ears and made her look up with an impulse of terror. Pero no, al pasar la hoja, algo interrumpió la búsqueda de la ilustración del rastrillo o de la máquina de cortar el césped. Aquel huraño rumor, interrumpido de forma irregular por los resoplidos de las pipas al llevarlas a la boca, y al quitarlas de la boca, que no había dejado de asegurarle que los hombres pasaban el tiempo charlando alegremente, aunque la verdad es que no se distinguían las palabras (estaba sentada junto a la ventana); este rumor, que se había prolongado durante una media hora, y que había ocupado su lugar plácidamente entre el surtido de ruidos -ruidos a los que no podía sustraerse: tales como el chocar de las pelotas en los palos de críquet, o los ladridos ocasionales, «¡árbitro!, ¡árbitro!», de los niños-, había cesado; de forma que el monótono romper de las olas en la playa, que en general sonaba como una marcha militar que meciera sus pensamientos, y que parecía repetir de forma consoladora una y otra vez, cuando estaba sentada con los niños, aquella vieja canción de cuna, murmurada en esta ocasión por la naturaleza: «Soy quien te guarda, soy quien te cuida»; pero otras veces, repentina e inesperadamente, en especial cuando su mente se elevaba por encima de la tarea que tuviera entre manos, no tenía un sentido tan grato, sino que era como un siniestro redoble de tambores que señalara sin piedad la caducidad de la vida, e hiciera pensar en la destrucción de la isla, a la que tragaba el mar, y que la avisara de esta forma, cuando el día se le había escurrido de las manos en medio de un sinfin de tareas, de que todo era efimero como un arco iris; este ruido, pues, desfigurado y oculto bajo otros sonidos, de repente atronaba en el interior de su cabeza, y le hacía levantar la mirada víctima de un acceso de terror.
They had ceased to talk; that was the explanation. Falling in one second from the tension which had gripped her to the other extreme which, as if to recoup her for her unnecessary expense of emotion, was cool, amused, and even faintly malicious, she concluded that poor Charles Tansley had been shed. That was of little account to her. If her husband required sacrifices (and indeed he did) she cheerfully offered up to him Charles Tansley, who had snubbed her little boy. La conversación había cesado, eso lo explicaba todo. Pasando, en un segundo, de la tensión que la había agarrotado, al otro extremo, como para indemnizarla por el gasto superfluo de emoción, se sintió tranquila, divertida, e incluso un algo maliciosa, pues pensó que habían plantado al pobre Charles Tansley. Poco le importaba. Si su marido necesitaba sacrificios (los necesitaba), le ofrecía con regocijo a Charles Tansley, por haber fastidiado a su niño.
One moment more, with her head raised, she listened, as if she waited for some habitual sound, some regular mechanical sound; and then, hearing something rhythmical, half said, half chanted, beginning in the garden, as her husband beat up and down the terrace, something between a croak and a song, she was soothed once more, assured again that all was well, and looking down at the book on her knee found the picture of a pocket knife with six blades which could only be cut out if James was very careful. Poco después, con la cabeza erguida, se quedaba atendiendo, como si esperara algún ruido familiar, algún sonido mecánico y regular; después, al oír algo rítmico, algo entre habla y canción, algo que procedía del jardín, mientras su marido seguía paseando de un lado a otro de la terraza, algo intermedio entre el croar y la canción, se persuadió de que todo estaba en orden, y al bajar la mirada al libro que reposaba en sus rodillas halló algo que, si ponía mucho cuidado en ello, podría recortar James: una ilustración de una navaja con seis hojas.
Suddenly a loud cry, as of a sleep-walker, half roused, something about De repente se oyó un grito, como de un sonámbulo, como de entresueño:
Stormed at with shot and shell Stormed at with shot and shell
sung out with the utmost intensity in her ear, made her turn apprehensively to see if anyone had heard him. Only Lily Briscoe, she was glad to find; and that did not matter. But the sight of the girl standing on the edge of the lawn painting reminded her; she was supposed to be keeping her head as much in the same position as possible for Lily′s picture. Lily′s picture! Mrs. Ramsay smiled. With her little Chinese eyes and her puckered-up face, she would never marry; one could not take her painting very seriously; she was an independent little creature, and Mrs. Ramsay liked her for it; so, remembering her promise, she bent her head. Lo oyó como si lo hubieran gritado junto a su oído, y se volvió como si temiera que alguien estuviera oyéndolo. Sólo estaba Lily Briscoe, no pasaba nada. Pero ver a la muchacha al otro lado del jardín, pintando, le hizo pensar en algo: recordó que tenía que mantener la cabeza en la misma posición para el retrato de Lily. ¡El retrato de Lily! Mrs. Ramsay se sonrió. Con esos ojillos rasgados, con tantas arrugas, no se casaría nunca; no había que tomarse muy en serio lo de su pintura; pero era una muchachita independiente, y por ese motivo le gustaba a Mrs. Ramsay, así que, al recordar la promesa, inclinó la cabeza.
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Indeed, he almost knocked her easel over, coming down upon her with his hands waving shouting out, "Boldly we rode and well," but, mercifully, he turned sharp, and rode off, to die gloriously she supposed upon the heights of Balaclava. Never was anybody at once so ridiculous and so alarming. But so long as he kept like that, waving, shouting, she was safe; he would not stand still and look at her picture. And that was what Lily Briscoe could not have endured. Even while she looked at the mass, at the line, at the colour, at Mrs. Ramsay sitting in the window with James, she kept a feeler on her surroundings lest some one should creep up, and suddenly she should find her picture looked at. But now, with all her senses quickened as they were, looking, straining, till the colour of the wall and the jacmanna beyond burnt into her eyes, she was aware of someone coming out of the house, coming towards her; but somehow divined, from the footfall, William Bankes, so that though her brush quivered, she did not, as she would have done had it been Mr. Tansley, Paul Rayley, Minta Doyle, or practically anybody else, turn her canvas upon the grass, but let it stand. William Bankes stood beside her. A decir verdad, casi le derriba el caballete al acercarse gritando: «Pero seguimos cabalgando, valientes», aunque, misericordiosamente, hizo un quiebro, y se alejó galopando para morir de forma gloriosa, pensó ella, en los altos de Balaclava. No conocía ejemplo alguno de alguien a la vez tan ridículo y preocupante. Pero mientras sólo hiciera eso, gesticular, gritar, estaba tranquila; seguro que no se detendría a mirar el cuadro. Eso precisamente es lo único que Lily Briscoe no habría soportado. Incluso cuando consideraba el volumen, la línea, el color, a Mrs. Ramsay sentada en la ventana con James, mantenía una antena dirigida al entorno, no fuera a ser que se acercara alguien, y de repente hubiera alguien mirando el cuadro. Ahora, con los sentidos alerta, por decirlo de algún modo, mirando, esmerándose, hasta que conseguía que los colores de la pared y de la más lejana clemátide ardieran en sus ojos, advirtió que alguien había salido de la casa, y se acercaba a ella; pero supo, de alguna forma, por el modo de pisar, que era William Bankes, de manera que, aunque el pincel acusó un temblor, dejó el lienzo como estaba, no lo inclinó contra el césped, como habría hecho si hubiera sido Mr. Tansley, Paul Rayley, Minta Doyle, o prácticamente cualquier otro. William Bankes se detuvo ante ella.
They had rooms in the village, and so, walking in, walking out, parting late on door-mats, had said little things about the soup, about the children, about one thing and another which made them allies; so that when he stood beside her now in his judicial way (he was old enough to be her father too, a botanist, a widower, smelling of soap, very scrupulous and clean) she just stood there. He just stood there. Her shoes were excellent, he observed. They allowed the toes their natural expansion. Lodging in the same house with her, he had noticed too, how orderly she was, up before breakfast and off to paint, he believed, alone: poor, presumably, and without the complexion or the allurement of Miss Doyle certainly, but with a good sense which made her in his eyes superior to that young lady. Now, for instance, when Ramsay bore down on them, shouting, gesticulating, Miss Briscoe, he felt certain, understood. Se alojaban en el pueblo, de forma que, yendo y viniendo, despidiéndose ante la puerta, hablando de sopas, de los niños, de esto y aquello, se habían convertido en aliados; así, cuando se detuvo junto a ella, con aquel aire de juez (tenía edad como para poder ser su padre, dedicado a la botánica, viudo, olía a jabón, muy exacto y limpio), ella sencillamente no hizo nada. Lo único que hacía era quedarse junto a ella. Buenos zapatos calza, observó él. No son de los que aprietan los dedos de los pies. Como se alojaban en la misma casa, él había observado también que era una mujer muy ordenada; se levantaba antes de que los demás desayunaran, y salía, creía él que sola, a pintar. Era pobre, suponía; carecía de los rasgos o el encanto de Miss Doyle, ciertamente, pero estaba llena de sensatez, lo que a los ojos de él la hacía muy superior a aquella joven dama. Por ejemplo, ahora, cuando Mrs. Ramsay caía sobre ellos, gritando, gesticulando, Miss Briscoe, al menos eso creía él, era capaz de comprender.
Some one had blundered. Some one had blundered
Mr. Ramsay glared at them. He glared at them without seeming to see them. That did make them both vaguely uncomfortable. Together they had seen a thing they had not been meant to see. They had encroached upon a privacy. So, Lily thought, it was probably an excuse of his for moving, for getting out of earshot, that made Mr. Bankes almost immediately say something about its being chilly and suggested taking a stroll. She would come, yes. But it was with difficulty that she took her eyes off her picture. Mr. Ramsey los miraba enfadado. Era una mirada colérica, pero no los veía. Eso los hizo sentirse vagamente incómodos. Habían visto juntos algo que se supone que no deberían haber visto. Habían invadido la intimidad de alguien. Y eso obligó a Mr. Bankes a decir casi a continuación que estaba cogiendo frío, y le propuso que fueran a dar un paseo, pero Lily pensó que se trataba de una excusa para irse, para alejarse donde no se oyera a nadie. Sí, aceptó. Pero le costó separar la mirada del cuadro.
The jacmanna was bright violet; the wall staring white. She would not have considered it honest to tamper with the bright violet and the staring white, since she saw them like that, fashionable though it was, since Mr. Paunceforte′s visit, to see everything pale, elegant, semitransparent. Then beneath the colour there was the shape. She could see it all so clearly, so commandingly, when she looked: it was when she took her brush in hand that the whole thing changed. It was in that moment′s flight between the picture and her canvas that the demons set on her who often brought her to the verge of tears and made this passage from conception to work as dreadful as any down a dark passage for a child. Such she often felt herself--struggling against terrific odds to maintain her courage; to say: "But this is what I see; this is what I see," and so to clasp some miserable remnant of her vision to her breast, which a thousand forces did their best to pluck from her. And it was then too, in that chill and windy way, as she began to paint, that there forced themselves upon her other things, her own inadequacy, her insignificance, keeping house for her father off the Brompton Road, and had much ado to control her impulse to fling herself (thank Heaven she had always resisted so far) at Mrs. Ramsay′s knee and say to her--but what could one say to her? "I′m in love with you?" No, that was not true. "I′m in love with this all," waving her hand at the hedge, at the house, at the children. It was absurd, it was impossible. So now she laid her brushes neatly in the box, side by side, and said to William Bankes: La clemátide era de color violeta intenso, la pared era sorprendentemente blanca. Creía que era poco honrado no reflejar fielmente el violeta intenso y el blanco sorprendente, puesto que así los veía; aunque la moda era, desde la visita de Mr. Paunceforte, ver todo con matices pálidos, elegantes, semitransparentes. Y además del color estaba lo de la forma. Veía ella todo con tanta claridad, con tanta seguridad, cuando dirigía la mirada a la escena; pero todo cambiaba cuando cogía el pincel. Era en ese momento fugaz que se interponía entre la visión y el lienzo cuando la asaltaban los demonios, que, a menudo, la dejaban a punto de echarse a llorar, y convertían ese trayecto entre concepción y trabajo en algo tan horrible como un pasillo oscuro para un niño. Le sucedía con frecuencia: luchaba en inferioridad de condiciones para mantener el valor; tenía que decirse: «Lo veo así, lo veo así», para atesorar algún resto de la visión en el corazón, una visión que un millar de fuerzas se esforzaba en arrancarle. Así, de aquella forma desabrida y destemplada, cuando comenzaba a pintar, se apoderaban de ella estas fuerzas, y se le venían otras cosas a la mente: su propia incompetencia, su insignificancia, lo de cuidar a su padre en su casa cerca de Brompton Road; y tenía que hacer un gran esfuerzo para dominarse y para no arrojarse a los pies de Mrs. Ramsay (gracias a Dios que hasta el momento había sabido resistirse a estos impulsos) y decirle, ¿qué se le podría decir?: «¿Estoy enamorada de usted?» No, no era verdad. ¿«Estoy enamorada de todo esto», señalando con la mano el seto, la casa, los niños? Era absurdo, era imposible. No podía decirse lo que una quería decir. Dejó los pinceles con mucho cuidado en la caja, bien ordenados, y dijo a William Bankes:
"It suddenly gets cold. The sun seems to give less heat," she said, looking about her, for it was bright enough, the grass still a soft deep green, the house starred in its greenery with purple passion flowers, and rooks dropping cool cries from the high blue. But something moved, flashed, turned a silver wing in the air. It was September after all, the middle of September, and past six in the evening. So off they strolled down the garden in the usual direction, past the tennis lawn, past the pampas grass, to that break in the thick hedge, guarded by red hot pokers like brasiers of clear burning coal, between which the blue waters of the bay looked bluer than ever. -De repente hace frío. Parece como si el sol calentara menos -dijo, mientras examinaba los alrededores (porque todavía lucía el sol): la hierba que era todavía de un color verde oscuro, mate; el follaje de la casa en el que lucían estrellas de las flores de la pasión de color púrpura; los grajos que dejaban caer indiferentes graznidos desde el alto azul. Pero algo se movía, algo destellaba, algo movía un ala de plata en el aire. Después de todo, estaban en septiembre, a mediados de septiembre, y eran más de las seis de la tarde. Echaron a caminar por el jardín en la dirección de costumbre, cruzaron el campo de tenis, dejaron atrás la hierba de la pampa, llegaron a la abertura en el espeso seto, flanqueada por dos liliáceas como barras al rojo vivo que brillaran intensamente entre las que las aguas azules de la bahía parecían más azules que nunca.
They came there regularly every evening drawn by some need. It was as if the water floated off and set sailing thoughts which had grown stagnant on dry land, and gave to their bodies even some sort of physical relief. First, the pulse of colour flooded the bay with blue, and the heart expanded with it and the body swam, only the next instant to be checked and chilled by the prickly blackness on the ruffled waves. Then, up behind the great black rock, almost every evening spurted irregularly, so that one had to watch for it and it was a delight when it came, a fountain of white water; and then, while one waited for that, one watched, on the pale semicircular beach, wave after wave shedding again and again smoothly, a film of mother of pearl. Iban al mismo lugar casi todas las tardes, como si los moviera alguna necesidad. Era como si el agua se llevara flotando los pensamientos que se hubieran estancado en la tierra seca, y les pusiera velas, y otorgara a los cuerpos alguna suerte de alivio físico. En primer lugar, el rítmico latido del color inundaba la bahía de azul, y el corazón se ensanchaba con ello, y el cuerpo se echaba a nadar; sólo que al instante siguiente se arrepentía, se detenía y se volvía rígido ante el erizado color negro de las rugosas olas. Luego, tras el peñasco negro, casi todas las tardes se levantaba un chorro irregular, y sólo había que quedarse esperando para sentir la alegría de su presencia: un surtidor de agua blanca; y además, durante la espera, se quedaba uno mirando la llegada de las olas sobre la pálida playa semicircular, una tras otra, que dejaban tras de sí una delicada película de madreperla.
They both smiled, standing there. They both felt a common hilarity, excited by the moving waves; and then by the swift cutting race of a sailing boat, which, having sliced a curve in the bay, stopped; shivered; let its sails drop down; and then, with a natural instinct to complete the picture, after this swift movement, both of them looked at the dunes far away, and instead of merriment felt come over them some sadness--because the thing was completed partly, and partly because distant views seem to outlast by a million years (Lily thought) the gazer and to be communing already with a sky which beholds an earth entirely at rest. Se sonreían, allí en pie. Compartían cierta hilaridad, provocada por el movimiento de las olas; después era el nítido curso de un velero lo que provocaba la hilaridad: describía su trayecto una curva en la bahía, se detenía, se estremecía, amaba las velas; después, como si obedecieran una intuición propia para completar el cuadro, tras ese movimiento elegante, miraban a las lejanas dunas, y, en lugar de alegría, descendía sobre ellos cierta tristeza... porque las cosas estaban ya en parte completas, y en parte porque los paisajes lejanos parecen sobrevivir a los observadores un millón de años (pensaba Lily), y parecían estar ya en comunión con un cielo que contemplase la tierra en perfecto reposo.
Looking at the far sand hills, William Bankes thought of Ramsay: thought of a road in Westmorland, thought of Ramsay striding along a road by himself hung round with that solitude which seemed to be his natural air. But this was suddenly interrupted, William Bankes remembered (and this must refer to some actual incident), by a hen, straddling her wings out in protection of a covey of little chicks, upon which Ramsay, stopping, pointed his stick and said "Pretty--pretty," an odd illumination in to his heart, Bankes had thought it, which showed his simplicity, his sympathy with humble things; but it seemed to him as if their friendship had ceased, there, on that stretch of road. After that, Ramsay had married. After that, what with one thing and another, the pulp had gone out of their friendship. Whose fault it was he could not say, only, after a time, repetition had taken the place of newness. It was to repeat that they met. But in this dumb colloquy with the sand dunes he maintained that his affection for Ramsay had in no way diminished; but there, like the body of a young man laid up in peat for a century, with the red fresh on his lips, was his friendship, in its acuteness and reality, laid up across the bay among the sandhills. Mientras miraba hacia las lejanas dunas, William Bankes pensaba en Ramsay: pensó en una carretera en Westmorland, pensó en Ramsay dando zancadas solo, en algún camino, rodeado de esa soledad que parecía serle natural. Pero de repente hubo una interrupción, recordaba William Bankes (un hecho real), una gallina, que extendía las alas para proteger a los polluelos, ante lo cual Ramsay se paró, señaló con el bastón, y dijo: «Bonito..., bonito.» Una rara luz de su corazón, eso es lo que había pensado Bankes, algo que demostraba su sencillez, su comprensión hacia lo humilde; pero le parecía como si su amistad hubiese terminado allí, en aquel camino. Después, Ramsay se había casado. Y todavía más tarde, con unas cosas y otras, la amistad se había quedado sin sustancia. De quién había sido la culpa, no sabría decirlo; sólo que, tras cierto tiempo, la repetición había ocupado el lugar de la novedad. Se reunían para repetir. Pero en este mudo coloquio que sostuvo con las dunas mantuvo que, por su parte, su afecto hacia Ramsay de ninguna manera había disminuido; pero allí, como el cuerpo de un joven que hubiera reposado en la turba durante un siglo, con los labios de color rojo vivo, estaba su amistad, con su intensidad y su realidad preservadas más allá de la bahía, entre las dunas.
He was anxious for the sake of this friendship and perhaps too in order to clear himself in his own mind from the imputation of having dried and shrunk--for Ramsay lived in a welter of children, whereas Bankes was childless and a widower--he was anxious that Lily Briscoe should not disparage Ramsay (a great man in his own way) yet should understand how things stood between them. Begun long years ago, their friendship had petered out on a Westmorland road, where the hen spread her wings before her chicks; after which Ramsay had married, and their paths lying different ways, there had been, certainly for no one′s fault, some tendency, when they met, to repeat. Le preocupaba esta amistad, y quizá estaba preocupado también porque quería descargar su conciencia de esa imputación que se le había hecho de que era un ser apagado y consumido -porque Ramsay vivía entre un perpetuo bullicio de chiquillos, mientras que Bankes no sólo no tenía hijos, sino que además era viudo-, y quería que Lily Briscoe no desdeñase a Ramsay (a su manera, un gran hombre), y que comprendiese cómo estaban las cosas entre ellos dos. Su amistad había comenzado hacía muchos años, pero se había esfumado en un camino de Westmorland, cuando la gallina extendió las alas sobre los polluelos; después Ramsay se había casado, y sus caminos se habían apartado; había habido, ciertamente, sin culpa de ninguno de los dos, una tendencia a la repetición en sus encuentros.
Yes. That was it. He finished. He turned from the view. And, turning to walk back the other way, up the drive, Mr. Bankes was alive to things which would not have struck him had not those sandhills revealed to him the body of his friendship lying with the red on its lips laid up in peat--for instance, Cam, the little girl, Ramsay′s youngest daughter. She was picking Sweet Alice on the bank. She was wild and fierce. She would not "give a flower to the gentleman" as the nursemaid told her. No! no! no! she would not! She clenched her fist. She stamped. And Mr. Bankes felt aged and saddened and somehow put into the wrong by her about his friendship. He must have dried and shrunk. Sí. Así había sido. Terminó. Volvió la espalda al paisaje. Al volverse, para regresar por el mismo camino, cuesta arriba, Mr. Bankes advirtió cosas que no le habrían llamado la atención si las dunas no le hubieran mostrado el cuerpo de su amistad, con los labios rojos, preservado entre la turba..., por ejemplo: Cam, la más joven, hija de Ramsay. Cogía flores de mastuerzo marítimo junto a la orilla. Era libre y valiente. Y no quería darle «una flor al señor», aunque se lo había pedido la niñera. ¡No, no y no!, ¡no quería! Cerraba el puño. Daba patadas en el suelo. Mr. Bankes se sintió viejo y triste, acaso eso le había hecho sentirse equivocado respecto a su amistad. Seguro que era un individuo apagado y consumido.
The Ramsays were not rich, and it was a wonder how they managed to contrive it all. Eight children! To feed eight children on philosophy! Here was another of them, Jasper this time, strolling past, to have a shot at a bird, he said, nonchalantly, swinging Lily′s hand like a pump-handle as he passed, which caused Mr. Bankes to say, bitterly, how SHE was a favourite. There was education now to be considered (true, Mrs. Ramsay had something of her own perhaps) let alone the daily wear and tear of shoes and stockings which those "great fellows," all well grown, angular, ruthless youngsters, must require. As for being sure which was which, or in what order they came, that was beyond him. He called them privately after the Kings and Queens of England; Cam the Wicked, James the Ruthless, Andrew the Just, Prue the Fair--for Prue would have beauty, he thought, how could she help it?--and Andrew brains. While he walked up the drive and Lily Briscoe said yes and no and capped his comments (for she was in love with them all, in love with this world) he weighed Ramsay′s case, commiserated him, envied him, as if he had seen him divest himself of all those glories of isolation and austerity which crowned him in youth to cumber himself definitely with fluttering wings and clucking domesticities. They gave him something--William Bankes acknowledged that; it would have been pleasant if Cam had stuck a flower in his coat or clambered over his shoulder, as over her father′s, to look at a picture of Vesuvius in eruption; but they had also, his old friends could not but feel, destroyed something. What would a stranger think now? What did this Lily Briscoe think? Could one help noticing that habits grew on him? eccentricities, weaknesses perhaps? It was astonishing that a man of his intellect could stoop so low as he did--but that was too harsh a phrase--could depend so much as he did upon people′s praise. Los Ramsay no eran ricos, y no era poca maravilla que pudieran arreglárselas. ¡Ocho hijos! ¡Alimentar a ocho hijos con los recursos de la filosofía! Aquí había otro, éste era Jasper, pasaba por allí, iba a disparar a los pájaros, dijo, indiferente; le dio la mano a Lily, se la estrechó como si fuera una manivela; esto movió a Mr. Bankes a decir, con amargura, que era ella la preferida. Y había que considerar lo de la educación (cierto: Mrs. Ramsay quizá tuviera algo que decir), por no hablar de cuántos zapatos y calcetines exigían estos «muchachotes»; todos eran de buena estatura, desgarbados, despreocupados. En cuanto a lo de saber quién era cada uno, y quién era mayor o más joven que los demás, eso sí que no sabría decirlo. En privado los llamaba como a los reyes y reinas de Inglaterra: Cam, La Malvada, James, El Despiadado; Andrew, El Justiciero; Prue, La Bella -porque Prue era hermosa, pensó, no podía evitarlo--; Andrew tenía talento. Mientras caminaba por el camino, y Lily Briscoe decía sí y no, y se mostraba de acuerdo con los comentarios (porque ella estaba enamorada de todos, estaba enamorada de este mundo), y él juzgaba el asunto de Ramsay, se apiadaba de él, lo envidiaba, como si lo hubiera visto desprenderse de todas aquellas glorias de aislamiento y austeridad que lo habían coronado en la juventud, y se hubiera cargado irrevocablemente de nerviosos cuidados y de cloqueantes costumbres hogareñas. Algo le daban, William Bankes lo reconocía; habría sido agradable que Cam le hubiera puesto una flor en el abrigo, o que se le hubiera acercado a mirar por encima del hombro una estampa de la erupción del Vesuvio, como hacía con su padre; pero también, los amigos de toda la vida no podían evitar pensarlo, lo habían destruido un poco. ¿Qué es lo que pensaría ahora un desconocido? ¿Qué pensaba esta Lily Briscoe? ¿Quién no se daba cuenta de que empezaba a tener manías, excentricidades, rarezas?, ¿quizá, incluso, flaquezas? Era sorprendente que un hombre de su inteligencia se rebajase de esa forma -quizá ésta era una forma muy grosera de decirlo-, que dependiera tanto de las alabanzas de los demás.
"Oh, but," said Lily, "think of his work!" -¡Ah -dijo Lily-, pero piense en su obra!
Whenever she "thought of his work" she always saw clearly before her a large kitchen table. It was Andrew′s doing. She asked him what his father′s books were about. "Subject and object and the nature of reality," Andrew had said. And when she said Heavens, she had no notion what that meant. "Think of a kitchen table then," he told her, "when you′re not there." Siempre que ella pensaba en su «obra» la veía ante sí, con toda claridad, representada por una enorme mesa de cocina. Andrew tenía la culpa. Una vez le había preguntado ella que de qué trataban los libros de su padre. «El sujeto, el objeto y la naturaleza de la realidad», había respondido Andrew. Y ella exclamó ¡Caramba!, pero no tenía m la menor noción de lo que eso quería decir. «Piense en una mesa de cocina -le había dicho-, cuando usted no está presente.»
So now she always saw, when she thought of Mr. Ramsay′s work, a scrubbed kitchen table. It lodged now in the fork of a pear tree, for they had reached the orchard. And with a painful effort of concentration, she focused her mind, not upon the silver-bossed bark of the tree, or upon its fish-shaped leaves, but upon a phantom kitchen table, one of those scrubbed board tables, grained and knotted, whose virtue seems to have been laid bare by years of muscular integrity, which stuck there, its four legs in air. Naturally, if one′s days were passed in this seeing of angular essences, this reducing of lovely evenings, with all their flamingo clouds and blue and silver to a white deal four-legged table (and it was a mark of the finest minds to do so), naturally one could not be judged like an ordinary person. De forma que, cuando pensaba en la obra de Mr. Ramsay, lo que veía era una mesa de cocina muy refregada. La veía ahora sobre una horquilla del peral, porque acababan de llegar donde los árboles frutales. Con un intenso dolor de concentración, pensó no en la rugosa corteza argentina del árbol, ni en las hojas en forma de pez, sino en una mesa de cocina fantasmal, un tablero de esos relucientemente limpios y refregados, ásperos y con nudos, cuya virtud parecían haber hecho pública los muchos años de vigor invertidos en su limpieza, que estaba allí en medio, con las cuatro patas al aire. Era natural que si alguien se pasaba toda la vida viendo las cosas en su esencia más geométrica, esto de reducir los adorables crepúsculos, las nubes con forma de flamencos y el azul y la plata, a una mesa de blanco pino con sus cuatro patas (esto es lo que convertía en algo aparte a las más refinadas mentes), era lo más natural que no se le pudiera juzgar como a los demás.
Mr. Bankes liked her for bidding him "think of his work." He had thought of it, often and often. Times without number, he had said, "Ramsay is one of those men who do their best work before they are forty." He had made a definite contribution to philosophy in one little book when he was only five and twenty; what came after was more or less amplification, repetition. But the number of men who make a definite contribution to anything whatsoever is very small, he said, pausing by the pear tree, well brushed, scrupulously exact, exquisitely judicial. Suddenly, as if the movement of his hand had released it, the load of her accumulated impressions of him tilted up, and down poured in a ponderous avalanche all she felt about him. That was one sensation. Then up rose in a fume the essence of his being. That was another. She felt herself transfixed by the intensity of her perception; it was his severity; his goodness. I respect you (she addressed silently him in person) in every atom; you are not vain; you are entirely impersonal; you are finer than Mr. Ramsay; you are the finest human being that I know; you have neither wife nor child (without any sexual feeling, she longed to cherish that loneliness), you live for science (involuntarily, sections of potatoes rose before her eyes); praise would be an insult to you; generous, pure-hearted, heroic man! But simultaneously, she remembered how he had brought a valet all the way up here; objected to dogs on chairs; would prose for hours (until Mr. Ramsay slammed out of the room) about salt in vegetables and the iniquity of English cooks. A Mr. Bankes le gustaba la orden que le había dado: «Piense en su obra.» Vaya si había pensado en ella. Eran incontables las veces que se había dicho: «Ramsay es de los que escriben lo más importante antes de los cuarenta.» Su aportación más importante a la filosofía consistía en un librito que había escrito a los veinticinco años; lo que había hecho después había sido más o menos amplificación, repetición. Pero el número de hombres que escriben algo relevante sobre cualquier materia es muy reducido, dijo él, deteniéndose junto al peral, bien peinado, minuciosamente exacto, exquisitamente ponderado. De repente, como si el movimiento de su mano lo hubiera liberado, la carga de impresiones que en ella se habían acumulado acerca de él se deslizó, y se derramó en un verdadero alud en el que afloró todo lo que ella pensaba. Ésa era una sensación. A continuación se elevó entre vapores la esencia del ser de él. Otra sensación. Se quedó inmóvil a causa de la intensidad de la emoción; era su severidad, su bondad. Respeto cada uno de sus átomos (dialogaba con él en silencio): usted no es vano, usted es completamente impersonal, usted es más refinado que Mr. Ramsay, usted es el ser humano más refinado que conozco; usted no tiene esposa ni hijos (aunque sin interés sexual, deseaba ella llevar alegría a esa soledad); usted vive para la ciencia (involuntariamente, aparecieron ante los ojos de ella montones de trozos de patatas); el elogio sería un insulto para usted; ¡hombre generoso, de corazón puro, heroico! Pero al momento recordó que se había traído un ayuda de cámara hasta este remoto lugar; no le gustaba que los perros se subieran a los sillones; durante horas, sabía dar la lata (hasta que Mr. Ramsay daba un portazo) con discursos sobre la sal que debían llevar las verduras, o sobre lo malas que eran las cocineras inglesas.
How then did it work out, all this? How did one judge people, think of them? How did one add up this and that and conclude that it was liking one felt or disliking? And to those words, what meaning attached, after all? Standing now, apparently transfixed, by the pear tree, impressions poured in upon her of those two men, and to follow her thought was like following a voice which speaks too quickly to be taken down by one′s pencil, and the voice was her own voice saying without prompting undeniable, everlasting, contradictory things, so that even the fissures and humps on the bark of the pear tree were irrevocably fixed there for eternity. You have greatness, she continued, but Mr. Ramsay has none of it. He is petty, selfish, vain, egotistical; he is spoilt; he is a tyrant; he wears Mrs. Ramsay to death; but he has what you (she addressed Mr. Bankes) have not; a fiery unworldliness; he knows nothing about trifles; he loves dogs and his children. He has eight. Mr. Bankes has none. Did he not come down in two coats the other night and let Mrs. Ramsay trim his hair into a pudding basin? All of this danced up and down, like a company of gnats, each separate but all marvellously controlled in an invisible elastic net--danced up and down in Lily′s mind, in and about the branches of the pear tree, where still hung in effigy the scrubbed kitchen table, symbol of her profound respect for Mr. Ramsay′s mind, until her thought which had spun quicker and quicker exploded of its own intensity; she felt released; a shot went off close at hand, and there came, flying from its fragments, frightened, effusive, tumultuous, a flock of starlings. ¿Qué pensar?, ¿cómo juzgar a las personas?, ¿qué pensar de ellas?, ¿cómo se sumaba esto y aquello para llegar al resultado de si una persona te gustaba o no? Y en cuanto a esas palabras, después de todo, ¿qué sentido podía atribuírseles? En pie, inmóvil, junto al peral, se derramaban sobre ella las impresiones de esos dos hombres; y seguir sus propios pensamientos era como seguir una voz que hablara tan aprisa que el lapicero no pudiera seguir la palabra; pero la voz era la de ella, y decía, sin que nadie se lo apuntara, cosas evidentes, contradictorias y eternas; de forma que las grietas y rugosidades del árbol quedaban irrevocablemente definidas para toda la eternidad. Usted posee grandeza, pero Mr. Ramsay no. Él es ruin, egoísta, vano, egotista; lo han mimado; es un tirano; va a matar a Mrs. Ramsay; pero posee (se dirigía ahora a Mr. Bankes) lo que usted no tiene: una impertinente falta de tacto social, no se entretiene con bagatelas, ama a los perros y a sus hijos. Tiene ocho. Usted no tiene ninguno. ¿Pues no bajó el otro día con dos chaquetas para que Mrs. Ramsay le cortara el pelo con forma de tazón? Todo esto bailaba de un lado a otro, como una nube de mosquitos, todos separados, pero todos admirablemente controlados por una invisible red elástica: bailaban de un lado a otro en la mente de Lily, en tomo a las ramas del peral, donde todavía colgaba la representación de la refregada mesa de pino, el símbolo de su intenso respeto por la mente de Mr. Ramsay; esto duró hasta el punto en que el pensamiento, que se revolvía cada vez más y más aprisa, estalló a causa de su propia intensidad; se oyó un disparo, y apareció, huyendo de los perdigones, una tumultuosa banda de asustados y efusivos estorninos.
"Jasper!" said Mr. Bankes. They turned the way the starlings flew, over the terrace. Following the scatter of swift-flying birds in the sky they stepped through the gap in the high hedge straight into Mr. Ramsay, who boomed tragically at them, "Some one had blundered!" «¡Jasper!», exclamó Mr. Bankes. Se volvieron hacia donde volaban los estorninos, sobre la terraza. Siguiendo a los rápidos estominos, que se dispersaban en el cielo, se introdujeron por la abertura del seto, y se dieron de bruces con Mr. Ramsay, quien con trágica resonancia exclamó: «¡Alguien había cometido un error!»
His eyes, glazed with emotion, defiant with tragic intensity, met theirs for a second, and trembled on the verge of recognition; but then, raising his hand, half-way to his face as if to avert, to brush off, in an agony of peevish shame, their normal gaze, as if he begged them to withhold for a moment what he knew to be inevitable, as if he impressed upon them his own child-like resentment of interruption, yet even in the moment of discovery was not to be routed utterly, but was determined to hold fast to something of this delicious emotion, this impure rhapsody of which he was ashamed, but in which he revelled--he turned abruptly, slammed his private door on them; and, Lily Briscoe and Mr. Bankes, looking uneasily up into the sky, observed that the flock of starlings which Jasper had routed with his gun had settled on the tops of the elm trees. Aquellos ojos, velados por la emoción, con desafiante intensidad trágica, buscaron los suyos durante un segundo, y temblaron al borde del reconocimiento, pero entonces comenzó a llevarse la mano hacia la cara como para desviar, para rechazar, en la agonía de una mezquina vergüenza, la mirada de ellos, como si les suplicara que evitaran por un momento lo que él sabía que era inevitable, como si quisiera forzarlos a aceptar ese resentimiento infantil que le causaban las interrupciones, que incluso en el momento del descubrimiento no iba a ceder, sino que iba agarrarse a algo que era propio de esta deliciosa emoción, esta impura rapsodia que le avergonzaba, y entonces dio media vuelta ante ellos, como si diera un portazo para refugiarse en su intimidad; y Lily Briscoe y Mr. Bankes miraron algo inquietos hacia el cielo, y advirtieron que la bandada de pájaros que Jasper había alborotado con la carabina ya se había posado en las copas de los olmos.
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"And even if it isn′t fine tomorrow," said Mrs. Ramsay, raising her eyes to glance at William Bankes and Lily Briscoe as they passed, "it will be another day. And now," she said, thinking that Lily′s charm was her Chinese eyes, aslant in her white, puckered little face, but it would take a clever man to see it, "and now stand up, and let me measure your leg," for they might go to the Lighthouse after all, and she must see if the stocking did not need to be an inch or two longer in the leg. -E incluso si mañana no hiciera bueno -dijo Mrs. Ramsay, levantando la mirada cuando pasaban ante ella William Bankes y Lily Briscoe-, habrá más días. Y ahora -dijo, mientras pensaba en que lo que tenía bonito Lily eran los ojos orientales, rasgados, en aquella carita arrugada y pálida, pero que sólo un hombre inteligente se fijaría en ellos- estáte quieto, que voy a medir el calcetín. -Porque, después de todo, quizá podrían ir al Faro, y tenía que ver si el calcetín necesitaba una pulgada o dos más de largo.
Smiling, for it was an admirable idea, that had flashed upon her this very second--William and Lily should marry--she took the heather-mixture stocking, with its criss-cross of steel needles at the mouth of it, and measured it against James′s leg. Sonriendo, porque en ese mismo momento acababa de ocurrírsele una idea extraordinaria -que William y Lily podrían casarse-, cogió el calcetín de lana color de brezo, con sus agujas cruzadas en la parte superior, y lo midió sobre la pierna de james.
"My dear, stand still," she said, for in his jealousy, not liking to serve as measuring block for the Lighthouse keeper′s little boy, James fidgeted purposely; and if he did that, how could she see, was it too long, was it too short? she asked. -Cariño, estáte quieto -dijo, porque no quería hacer de maniquí para el niño del torrero, tenía celos, James no dejaba de moverse intencionadamente; y si no se estaba quieto, ¿cómo iba a medir?, ¿era corto?, ¿largo?, se preguntaba.
She looked up--what demon possessed him, her youngest, her cherished?--and saw the room, saw the chairs, thought them fearfully shabby. Their entrails, as Andrew said the other day, were all over the floor; but then what was the point, she asked, of buying good chairs to let them spoil up here all through the winter when the house, with only one old woman to see to it, positively dripped with wet? Never mind, the rent was precisely twopence half-penny; the children loved it; it did her husband good to be three thousand, or if she must be accurate, three hundred miles from his libraries and his lectures and his disciples; and there was room for visitors. Mats, camp beds, crazy ghosts of chairs and tables whose London life of service was done--they did well enough here; and a photograph or two, and books. Books, she thought, grew of themselves. She never had time to read them. Alas! even the books that had been given her and inscribed by the hand of the poet himself: "For her whose wishes must be obeyed" ... "The happier Helen of our days" ... disgraceful to say, she had never read them. And Croom on the Mind and Bates on the Savage Customs of Polynesia ("My dear, stand still," she said)--neither of those could one send to the Lighthouse. At a certain moment, she supposed, the house would become so shabby that something must be done. If they could be taught to wipe their feet and not bring the beach in with them--that would be something. Crabs, she had to allow, if Andrew really wished to dissect them, or if Jasper believed that one could make soup from seaweed, one could not prevent it; or Rose′s objects--shells, reeds, stones; for they were gifted, her children, but all in quite different ways. And the result of it was, she sighed, taking in the whole room from floor to ceiling, as she held the stocking against James′s leg, that things got shabbier and got shabbier summer after summer. The mat was fading; the wall-paper was flapping. You couldn′t tell any more that those were roses on it. Still, if every door in a house is left perpetually open, and no lockmaker in the whole of Scotland can mend a bolt, things must spoil. What was the use of flinging a green Cashemere shawl over the edge of a picture frame? In two weeks it would be the colour of pea soup. But it was the doors that annoyed her; every door was left open. She listened. The drawing-room door was open; the hall door was open; it sounded as if the bedroom doors were open; and certainly the window on the landing was open, for that she had opened herself. That windows should be open, and doors shut--simple as it was, could none of them remember it? She would go into the maids′ bedrooms at night and find them sealed like ovens, except for Marie′s, the Swiss girl, who would rather go without a bath than without fresh air, but then at home, she had said, "the mountains are so beautiful." She had said that last night looking out of the window with tears in her eyes. "The mountains are so beautiful." Her father was dying there, Mrs. Ramsay knew. He was leaving them fatherless. Scolding and demonstrating (how to make a bed, how to open a window, with hands that shut and spread like a Frenchwoman′s) all had folded itself quietly about her, when the girl spoke, as, after a flight through the sunshine the wings of a bird fold themselves quietly and the blue of its plumage changes from bright steel to soft purple. She had stood there silent for there was nothing to be said. He had cancer of the throat. At the recolection--how she had stood there, how the girl had said, "At home the mountains are so beautiful," and there was no hope, no hope whatever, she had a spasm of irritation, and speaking sharply, said to James: Levantó la mirada, ¿qué demonio se había apoderado de él, del benjamín, de su adorado?; se fijó en la habitación: las sillas, pensó que estaban francamente deterioradas. Las tripas, como había dicho Andrew unos días antes, estaban esparcidas por el suelo; pero ¿para qué, se preguntaba, comprar sillas buenas y dejarlas allí durante todo el invierno, al cargo de una anciana, cuando la casa entera rezumaba humedad? No importa, el alquiler era exactamente de dos peniques y medio; a los niños les encantaba; a su marido le venía muy bien estar a tres mil millas de distancia (trescientas millas, para ser precisa) de su biblioteca, de las clases y de los alumnos; y había sitio para los visitantes. Esteras, camas portátiles, inestables sillas fantasmales y mesas que ya habían cumplido una larga vida de servicio en Londres; todo esto podía volver a ser útil aquí; y una o dos fotografias, y los libros. Los libros, pensó, crecen solos. Nunca tenía tiempo para leer. ¡Ay!, incluso los libros que le habían regalado, y con dedicatoria autógrafa del poeta: «A aquella cuyos deseos son órdenes...» «A la feliz Helena de nuestros tiempos...» Era triste reconocer que no los había leído. Estaba el de Croom, su estudio sobre la Mente; y los estudios de Bates sobre las Costumbres Primitivas en Polinesia («Estáte quieto, cariño», dijo); no, no podía enviarlos al Faro. Llegará el momento, pensó, en que la casa se deterioraría tanto que habrá que hacer algo. Si por lo menos se limpiaran los pies, y no se trajeran con ellos toda la playa a casa, eso al menos ya sería algo. Los cangrejos estaba dispuesta a aceptarlos, si Andrew de verdad deseaba diseccionarlos; o si Jasper se empeñaba en hacer sopa con algas, eso ella no podía impedirlo; o los objetos de Rose: conchas, juncos, piedras; tenían talento, sus hijos, pero eran talentos diversos. El resultado era, suspiró, mientras incluía en el resultado toda la habitación, desde el techo hasta el suelo, sosteniendo el calcetín contra la pierna de James, que las cosas se deterioraban cada vez un poco más, un verano tras otro. La estera se descoloraba, el papel de las paredes se desprendía. Ya no se distinguía si el dibujo eran unas rosas. Más aún, si las puertas se quedaban siempre abiertas, y si no había ni un cerrajero en toda Escocia que supiera reparar una cerradura, entonces estaba claro que las cosas tenían que estropearse. ¿De qué servía poner un hermoso chal de lana de Cachemira por el borde de un marco? En dos semanas habría adquirido un color de sopa de guisantes. Pero lo que le fastidiaba eran las puertas, nadie cerraba una sola puerta. Prestó atención. La puerta del salón estaba abierta, se oía como si las puertas de las habitaciones estuvieran abiertas, y seguro que la ventana del rellano estaba abierta, porque ella misma la había abierto. Las ventanas tenían que estar abiertas; y las puertas, cerradas; era así de sencillo, ¿por qué no lo recordaría nadie? Por la noche entraba en las habitaciones de las criadas, y las encontraba cerradas a cal y canto como si fueran hornos, excepto la de Marie, la muchacha suiza, que antes prescindía del lavado que del aire fresco: en su patria, había dicho: «son tan hermosas las montañas». La noche anterior había dicho eso mientras miraba por la ventana con los ojos llenos de lágrimas. «Son tan hermosas las montañas.» Su padre agonizaba allí. Mrs. Ramsay lo sabía. Las dejaba huérfanas. Refunfuñando y enseñando a hacer las cosas (cómo hacer las camas, cómo abrir las ventanas, con manos que se abrían y cerraban con gestos de francesa), todo se había plegado en tomo a ella, cuando hablaba: como cuando tras un vuelo bajo el sol, las alas del pájaro se pliegan, y el azul de las plumas pasa del brillo del acero al púrpura claro. Se quedó callada, porque no había nada que decir. Tenía cáncer de garganta. Al recordarlo, cómo se había quedado allí, cómo la muchacha había dicho: «En mi patria, son tan hermosas las montañas», y que no había esperanza, ninguna, tuvo un gesto de irritación, y le dijo a James, con severidad:
"Stand still. Don′t be tiresome," so that he knew instantly that her severity was real, and straightened his leg and she measured it. -Quieto, deja de moverte -de forma que el niño se dio cuenta al momento de que estaba enfadada de verdad, y estiró la pierna, y pudo medir el calcetín.
The stocking was too short by half an inch at least, making allowance for the fact that Sorley′s little boy would be less well grown than James. Al calcetín le faltaba, por lo menos, media pulgada, teniendo en cuenta que el niño de Sorley no estaría tan desarrollado como james.
"It′s too short," she said, "ever so much too short." -Muy corto -dijo-, demasiado.
Never did anybody look so sad. Bitter and black, half-way down, in the darkness, in the shaft which ran from the sunlight to the depths, perhaps a tear formed; a tear fell; the waters swayed this way and that, received it, and were at rest. Never did anybody look so sad. Nunca hubo otra cara con semejante expresión de tristeza. En la oscuridad, amarga y negra, a medio camino, en el rayo que cruzaba de la luz a la más profunda oscuridad, acaso brotó una lágrima, una lágrima cayó; las aguas, inestables, la recibieron, luego se calmaron. Nunca hubo una cara con semejante expresión de tristeza.
But was it nothing but looks, people said? What was there behind it--her beauty and splendour? Had he blown his brains out, they asked, had he died the week before they were married--some other, earlier lover, of whom rumours reached one? Or was there nothing? nothing but an incomparable beauty which she lived behind, and could do nothing to disturb? For easily though she might have said at some moment of intimacy when stories of great passion, of love foiled, of ambition thwarted came her way how she too had known or felt or been through it herself, she never spoke. She was silent always. She knew then--she knew without having learnt. Her simplicity fathomed what clever people falsified. Her singleness of mind made her drop plumb like a stone, alight exact as a bird, gave her, naturally, this swoop and fall of the spirit upon truth which delighted, eased, sustained--falsely perhaps. Pero ¿sólo era asunto del aspecto?, se preguntaba la gente. ¿Qué había detrás de ello, de su belleza, de su esplendor? ¿Se había volado la cabeza, había muerto una semana antes de casarse, aquel otro, aquel otro amante anterior, del que aún llegaban rumores? ¿O no era nada?, ¿nada excepto una belleza incomparable que había dejado atrás en una vida que ya no podía alterar? Porque aunque para ella habría sido muy fácil, cuando se hablaba ante ella en momentos de mucha intimidad de grandes amores, de amor no correspondido, de ambiciones frustradas, habría sido fácil decir que lo había conocido, que lo había sentido, pero invariablemente se callaba. Lo sabía, sabía todo sin haber estudiado. Su sencillez acertaba donde los inteligentes se confundían. La singularidad de su mente, que le hacía caer directa, a plomo, como una piedra, que le hacía aterrizar con la precisión de un ave, le otorgaba de forma natural esta caída, este descenso en picado del espíritu sobre la certeza; un descenso que complacía, tranquilizaba e inspiraba confianza, quizá falsamente.
("Nature has but little clay," said Mr. Bankes once, much moved by her voice on the telephone, though she was only telling him a fact about a train, "like that of which she moulded you." He saw her at the end of the line, Greek, blue-eyed, straight-nosed. How incongruous it seemed to be telephoning to a woman like that. The Graces assembling seemed to have joined hands in meadows of asphodel to compose that face. Yes, he would catch the 10:30 at Euston. («Poco barro le ha quedado a la naturaleza -dijo Mr. Bankes, en una ocasión, mientras hablaba con ella por teléfono, y muy afectado por la conversación, aunque sólo le decía algo sobre un tren- del que utilizó para moldearla a usted.» Se la imaginaba al otro lado de la línea telefónica, griega, con los ojos azules, la nariz recta. Qué incongruente parecía eso de hablar por teléfono con una mujer así. Parecía como si las Gracias se hubieran reunido y hubieran trabajado juntas en campos de asfódelos para crear esa cara. Sí, claro, cogería el de las diez y media en Euston.
"But she′s no more aware of her beauty than a child," said Mr. Bankes, replacing the receiver and crossing the room to see what progress the workmen were making with an hotel which they were building at the back of his house. And he thought of Mrs. Ramsay as he looked at that stir among the unfinished walls. For always, he thought, there was something incongruous to be worked into the harmony of her face. She clapped a deer-stalker′s hat on her head; she ran across the lawn in galoshes to snatch a child from mischief. So that if it was her beauty merely that one thought of, one must remember the quivering thing, the living thing (they were carrying bricks up a little plank as he watched them), and work it into the picture; or if one thought of her simply as a woman, one must endow her with some freak of idiosyncrasy--she did not like admiration--or suppose some latent desire to doff her royalty of form as if her beauty bored her and all that men say of beauty, and she wanted only to be like other people, insignificant. He did not know. He did not know. He must go to his work.) «Pero tiene la conciencia de su belleza que tendría un niño», se dijo Mr. Bankes mientras colgaba el teléfono, y cruzaba la habitación para ver cómo avanzaban las obras de un hotel que estaban construyendo en la parte de atrás de su casa. Pensaba en Mrs. Ramsay mientras contemplaba cómo se afanaban en terminar el trabajo de las paredes. Siempre, pensó, había algo que luchaba de forma incongruente contra la armonía de su cara. Podía ponerse un sombrero como de cazador furtivo de ciervos, o echaba a correr en chanclos para rescatar a un niño que estaba en peligro en el otro extremo del jardín. De forma que si uno recordaba sólo su belleza, debía recordar asimismo aquel temblor, la propia vida -subían ladrillos sobre una tabla mientras observaba-, e introducirla en el cuadro; o si uno pensaba en ella sencillamente como mujer tenía que dotarla con cualquier extravagancia rara; o imaginarse algún deseo oculto, para despojarla de su regia forma, como si su propia belleza la aburriera, y todo lo que los hombres dicen de la belleza, y como si ella quisiera ser como el resto de la gente, insignificante. No lo sabía. No lo sabía. Tenía que volver al trabajo.)
Knitting her reddish-brown hairy stocking, with her head outlined absurdly by the gilt frame, the green shawl which she had tossed over the edge of the frame, and the authenticated masterpiece by Michael Angelo, Mrs. Ramsay smoothed out what had been harsh in her manner a moment before, raised his head, and kissed her little boy on the forehead. "Let us find another picture to cut out," she said. Todavía tejía el calcetín de lana de color castaño rojizo, con la cabeza perfilada absurdamente por el dorado del marco, por el chal verde que había extendido por el borde del marco, y la obra maestra auténtica de Miguel Ángel, cuando Mrs. Ramsay suavizó lo que hacía un momento había sido aspereza; levantó la cabeza, y besó al niño en la frente: « Vamos a buscar otra ilustración para recortar», dijo.
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But what had happened? Pero ¿qué es lo que había sucedido?
Some one had blundered. Alguien había cometido un error.
Starting from her musing she gave meaning to words which she had held meaningless in her mind for a long stretch of time. "Some one had blundered"--Fixing her short-sighted eyes upon her husband, who was now bearing down upon her, she gazed steadily until his closeness revealed to her (the jingle mated itself in her head) that something had happened, some one had blundered. But she could not for the life of her think what. Interrumpidas sus divagaciones, se sobresaltó y dio sentido a esas palabras que durante un rato le había parecido que no tenían sentido: «Alguien había cometido un error.» Fijó sus ojos miopes en su marido, que se acercaba ominosamente hacia ella; lo miró fijamente hasta que la proximidad le reveló (el estribillo se concertó en su mente) que algo había su- cedido, alguien había cometido un error. Pero ni en toda su vida habría averiguado ella de qué se trataba.
He shivered; he quivered. All his vanity, all his satisfaction in his own splendour, riding fell as a thunderbolt, fierce as a hawk at the head of his men through the valley of death, had been shattered, destroyed. Stormed at by shot and shell, boldly we rode and well, flashed through the valley of death, volleyed and thundered--straight into Lily Briscoe and William Bankes. He quivered; he shivered. Temblaba, se estremecía. Toda su vanidad, su satisfacción por el esplendor propio durante la cabalgada, mientras cargaba como un rayo destructor, fiero como un halcón a la cabeza de sus hombres, todo eso se había conmocionado, había sido destruido. Caían sobre ellos bombas y metralla, pero seguimos cabalgando valientes, rápidamente por el valle de la muerte, disparaban, atronaban los cañones, hasta encontrarnos con Lily Briscoe y William Bankes. Temblaba, se estremecía.
Not for the world would she have spoken to him, realising, from the familiar signs, his eyes averted, and some curious gathering together of his person, as if he wrapped himself about and needed privacy into which to regain his equilibrium, that he was outraged and anguished. She stroked James′s head; she transferred to him what she felt for her husband, and, as she watched him chalk yellow the white dress shirt of a gentleman in the Army and Navy Stores catalogue, thought what a delight it would be to her should he turn out a great artist; and why should he not? He had a splendid forehead. Then, looking up, as her husband passed her once more, she was relieved to find that the ruin was veiled; domesticity triumphed; custom crooned its soothing rhythm, so that when stopping deliberately, as his turn came round again, at the window he bent quizzically and whimsically to tickle James′s bare calf with a sprig of something, she twitted him for having dispatched "that poor young man," Charles Tansley. Tansley had had to go in and write his dissertation, he said. Por nada del mundo le habría dirigido la palabra, al darse cuenta, por las señales conocidas -la mirada desviada, y una impresión general, como si se ocultara, y necesitara intimidad, para recobrar el equilibrio-, de que se sentía ultrajado y ofendido. Acarició la cabeza de James, y le transmitió lo que sentía hacia su marido; y, mientras observaba cómo pintaba de color amarillo una blanca camisa de vestir de caballero del catálogo del economato de la armada y del ejército, pensaba en lo maravilloso que sería si se convirtiera en un gran artista, y, ¿por qué no? Tenía una hermosa frente. Luego, al levantar la mirada hacia su marido que pasaba junto a ella de nuevo, la alivió comprobar que un velo había ocultado la catástrofe; había triunfado el instinto hogareño; el hábito salmodiaba sus ritmos tranquilizadores, de forma que cuando se detuvo deliberadamente, cuando apareció de nuevo, junto a la ventana, y extraña y caprichosamente se inclinó para hacer cosquillas a James en la pantorrilla con una ramita que había cogido, ella le reprochó el haberse librado de «ese pobre joven», Charles Tansley. Tansley se había ido porque tenía que escribir su memoria, dijo él.
"James will have to write HIS dissertation one of these days," he added ironically, flicking his sprig. -Lo mismo que james tendrá que escribir la suya uno de estos días -agregó, irónicamente, moviendo la ramita.
Hating his father, James brushed away the tickling spray with which in a manner peculiar to him, compound of severity and humour, he teased his youngest son′s bare leg. Como odiaba a su padre, James apartó la ramita, con la que Mr. Ramsay con ese estilo peculiar, compuesto de severidad y humor, hacía cosquillas en la pierna desnuda de su hijo.
She was trying to get these tiresome stockings finished to send to Sorley′s little boy tomorrow, said Mrs. Ramsay. Pretendía terminar con este aburrido tejer de calcetines para llevarlos al día siguiente al niño de Sorley, dijo.
There wasn′t the slightest possible chance that they could go to the Lighthouse tomorrow, Mr. Ramsay snapped out irascibly. No había ni la más pequeña posibilidad de ir al día siguiente al Faro, dijo irascible Mr. Ramsay.
How did he know? she asked. The wind often changed. ¿Cómo estaba tan seguro?, preguntó, a veces cambiaba el viento.
The extraordinary irrationality of her remark, the folly of women′s minds enraged him. He had ridden through the valley of death, been shattered and shivered; and now, she flew in the face of facts, made his children hope what was utterly out of the question, in effect, told lies. He stamped his foot on the stone step. "Damn you," he said. But what had she said? Simply that it might be fine tomorrow. So it might. La extraordinaria irracionalidad de la observación y la estupidez de la mente femenina le enfurecían. Había cabalgado por el valle de la muerte, había temblado y se había estremecido; y ahora ella desafiaba los hechos, y hacía concebir a sus hijos esperanzas vanas; peor aún: mentía. Dio una patada al escalón. «Maldita seas», dijo. Pero ¿qué es lo que había dicho? Sencillamente que mañana podría hacer bueno. Y podría.
Not with the barometer falling and the wind due west. No con la bajada del barómetro y con el viento soplando del oeste.
To pursue truth with such astonishing lack of consideration for other people′s feelings, to rendthe thin veils of civilization so wantonly, so brutally, was to her so horrible an outrage of human decency that, without replying, dazed and blinded, she bent her head as if to let the pelt of jagged hail, the drench of dirty water, bespatter her unrebuked. There was nothing to be said. Buscar la verdad con tan asombrosa falta de consideración hacia los sentimientos de los demás, rasgar los tenues velos de la civilización con tanta insolencia, tan brutalmente, le parecía a ella que era un horrible ultraje contra la decencia humana, y, sin contestar, sorprendida y cegada, bajó la cabeza, como para dejar pasar el turbión de granizo, la bocanada de agua sucia, y que, sin protesta, la salpicara. No había nada que decir.
He stood by her in silence. Very humbly, at length, he said that he would step over and ask the Coastguards if she liked. Se quedó callado junto a ella. Muy humildemente, tras largo rato, dijo que si quería podía ir a preguntárselo a los guardacostas.
There was nobody whom she reverenced as she reverenced him. A nadie reverenciaba tanto como a él.
She was quite ready to take his word for it, she said. Only then they need not cut sandwiches--that was all. They came to her, naturally, since she was a woman, all day long with this and that; one wanting this, another that; the children were growing up; she often felt she was nothing but a sponge sopped full of human emotions. Then he said, Damn you. He said, It must rain. He said, It won′t rain; and instantly a Heaven of security opened before her. There was nobody she reverenced more. She was not good enough to tie his shoe strings, she felt. Estaba más que dispuesta a creerlo, dijo. Sólo que entonces no tenía que preparar emparedados, eso era todo. Se acercaban a ella, todo el día, incesantemente, porque era mujer: que si esto, que si aquello; uno quería esto; otro, lo de más allá; los niños crecían; a veces se sentía como si no fuera nada más que una esponja empapada de emociones humanas. Y entonces venía él y la maldecía. Él decía que iba a llover. Él decía que no iba a llover; y al momento el cielo y la confianza se abrían ante ella. A nadie reverenciaba más. Pensaba que no era digna de atarle los cordones de los zapatos.
Already ashamed of that petulance, of that gesticulation of the hands when charging at the head of his troops, Mr. Ramsay rather sheepishly prodded his son′s bare legs once more, and then, as if he had her leave for it, with a movement which oddly reminded his wife of the great sea lion at the Zoo tumbling backwards after swallowing his fish and walloping off so that the water in the tank washes from side to side, he dived into the evening air which, already thinner, was taking the substance from leaves and hedges but, as if in return, restoring to roses and pinks a lustre which they had not had by day. Avergonzado de su mal humor, de la gesticulación de las manos cuando dirigía la carga de los soldados, Mr. Ramsay, torpemente, volvió a hacer cosquillas una vez más en la pierna de su hijo, y después, como si ella le hubiera dado permiso, con un movimiento que extrañamente le recordó a su esposa el viejo león marino del zoo, cuando se echaba hacia atrás después de comer la ración de pescado, y rodaba de forma que el agua de la piscina hiciera olas, se sumergió en el aire de la tarde, que ya era muy denso, y despojaba de sustancia las hojas y los setos; pero, como compensación, quizá, les devolvía a las rosas y claveles un lustre que no habían tenido durante el día.
"Some one had blundered," he said again, striding off, up and down the terrace. «Alguien había cometido un error», volvió a decir, mientras paseaba por la terraza dando grandes zancadas.
But how extraordinarily his note had changed! It was like the cuckoo; "in June he gets out of tune"; as if he were trying over, tentatively seeking, some phrase for a new mood, and having only this at hand, used it, cracked though it was. But it sounded ridiculous--"Some one had blundered"--said like that, almost as a question, without any conviction, melodiously. Mrs. Ramsay could not help smiling, and soon, sure enough, walking up and down, he hummed it, dropped it, fell silent. ¡Pero cómo había cambiado el tono! Era como el del cuclillo, «que en junio sigue todo vientecillo»»; como si estuviera buscando, a tientas, alguna frase para un nuevo estado de ánimo, y como si sólo tuviera ésta a mano, y la usara, aunque no fuera muy buena. Pero sonaba ridícula: «Alguien había cometido un error», así la repetía, casi como una pregunta, sin convicción, melodiosamente. Mrs. Ramsay no pudo evitar una sonrisa, y pronto, seguro, se le oiría tararearla de un lado a otro, y luego la dejaría, se quedaría callado.
He was safe, he was restored to his privacy. He stopped to light his pipe, looked once at his wife and son in the window, and as one raises one′s eyes from a page in an express train and sees a farm, a tree, a cluster of cottages as an illustration, a confirmation of something on the printed page to which one returns, fortified, and satisfied, so without his distinguishing either his son or his wife, the sight of them fortified him and satisfied him and consecrated his effort to arrive at a perfectly clear understanding of the problem which now engaged the energies of his splendid mind. Estaba bien, la intimidad se había restaurado. Se detuvo para encender la pipa, miró hacia su esposa e hijo en la ventana, y del mismo modo que alguien levanta la vista de la página que lee cuando va en un tren expreso, y ve en una granja, un árbol y un grupo de casas, como en una ilustración, la confirmación de algo leído en la página impresa a la que se regresa al momento, fortificado, satisfecho; de igual forma, sin fijarse ni en su esposa ni en su hijo, el verlos lo fortificó, lo satisfizo, y consagró sus esfuerzos a la resolución del problema que consumía la energía de su brillante mente.
It was a splendid mind. For if thought is like the keyboard of a piano, divided into so many notes, or like the alphabet is ranged in twenty-six letters all in order, then his splendid mind had no sort of difficulty in running over those letters one by one, firmly and accurately, until it had reached, say, the letter Q. He reached Q. Very few people in the whole of England ever reach Q. Here, stopping for one moment by the stone urn which held the geraniums, he saw, but now far, far away, like children picking up shells, divinely innocent and occupied with little trifles at their feet and somehow entirely defenceless against a doom which he perceived, his wife and son, together, in the window. They needed his protection; he gave it them. But after Q? What comes next? After Q there are a number of letters the last of which is scarcely visible to mortal eyes, but glimmers red in the distance. Z is only reached once by one man in a generation. Still, if he could reach R it would be something. Here at least was Q. He dug his heels in at Q. Q he was sure of. Q he could demonstrate. If Q then is Q--R--. Here he knocked his pipe out, with two or three resonant taps on the handle of the urn, and proceeded. "Then R ..." He braced himself. He clenched himself. Era una mente privilegiada. Porque si el pensamiento es como el teclado de un piano, dividido en otras tantas notas, o como el abecedario, que se organiza en veintisiete letras, todas en su orden, entonces su espléndida mente no tenía dificultad en recorrer esas letras una tras otra, con firmeza y precisión, hasta llegar, por ejemplo, a la letra Q Llegaba a la Q. Muy poca gente en toda Inglaterra llegaba en el curso de su vida a la Q. Y aquí, deteniéndose brevemente junto a la urna de piedra que contenía unos geranios, vio, pero ahora como si estuvieran muy, muy lejos, como niños que cogieran conchas, divinamente inocentes y ocupados en las fruslerías que había a sus pies, y, en cierto modo, completamente indefensos contra una amenaza que él sí advertía, a su esposa y su hijo allí, juntos, en la ventana. Necesitaban su protección, y él se la daba. Pero ¿después de la Q? ¿Qué hay a continuación? Después de la Qhay todavía unas letras, la última de las cuales es apenas visible para los ojos mortales, pero ofrece un destello rojo a lo lejos. Sólo un hombre de cada generación llega a la letra Z. De forma que si él pudiera llegar a la R, eso ya sería mucho. Al menos la Qsí estaba aquí. No tenía dudas respecto de la Q Podía demostrar la Q Y si la Qes la Q.., la R. Y al llegar aquí vació la pipa, dando dos o tres golpes sonoros en el cuerno del carnero que formaba el asa de la urna, y continuó: «Entonces R...»» Cogió aliento, apretó las mandíbulas.
Qualities that would have saved a ship′s company exposed on a broiling sea with six biscuits and a flask of water--endurance and justice, foresight, devotion, skill, came to his help. R is then--what is R? Acudieron en su ayuda esas cualidades que habrían salvado la vida a toda la tripulación de un barco, reducida a una dieta de seis galletas y una garrafa de agua, sometida a la mar airada: paciencia y sentido de la justicia, previsión, dedicación, destreza. Pues R es, ¿qué es R?
A shutter, like the leathern eyelid of a lizard, flickered over the intensity of his gaze and obscured the letter R. In that flash of darkness he heard people saying--he was a failure--that R was beyond him. He would never reach R. On to R, once more. R-- Un pliegue, como el rugoso párpado de un lagarto, se agitó sobre la intensidad de su mirada, y oscureció la letra R. En ese instante de oscuridad oyó lo que decía la gente: que era un fracasado, que nunca entendería lo de la R. Que nunca llegaría a entender el problema de la R. Pero, vuelta con la R, otra vez. R...
Qualities that in a desolate expedition across the icy solitudes of the Polar region would have made him the leader, the guide, the counsellor, whose temper, neither sanguine nor despondent, surveys with equanimity what is to be and faces it, came to his help again. R-- Las cualidades que en una solitaria expedición que cruzara las heladas tierras estériles de la región polar lo habrían convertido en el dirigente, en el guía, en el consejero; cuyo carácter, ni colérico ni despótico, se distingue porque sabe analizar con ecuanimidad lo que hay, porque sabe enfrentarse con los hechos, de nuevo acudieron en su ayuda. R..
The lizard′s eye flickered once more. The veins on his forehead bulged. The geranium in the urn became startlingly visible and, displayed among its leaves, he could see, without wishing it, that old, that obvious distinction between the two classes of men; on the one hand the steady goers of superhuman strength who, plodding and persevering, repeat the whole alphabet in order, twenty-six letters in all, from start to finish; on the other the gifted, the inspired who, miraculously, lump all the letters together in one flash--the way of genius. He had not genius; he laid no claim to that: but he had, or might have had, the power to repeat every letter of the alphabet from A to Z accurately in order. Meanwhile, he stuck at Q. On, then, on to R. El ojo del lagarto parpadeó de nuevo. Se hicieron visibles las venas de la frente. El geranio de la urna se volvió sorprendentemente visible; y expuesta, entre las hojas, advirtió, sin desearlo, aquella antigua y evidente división entre dos clases diferentes de hombres: por una parte los constantes, dotados de fuerzas sobrehumanas, quienes, con fatiga y perseverancia, repiten el abecedario en su orden, las veintisiete letras, de principio a fin; por otra parte los que tienen talento, los inspirados, quienes de forma milagrosa reúnen todas las letras de golpe, los genios. No era un genio, no podía pretenderlo; pero tenía, o podía haber tenido, aquel poder para repetir todas las letras del abecedario de la A a la Z. Pero, mientras tanto, estaba atascado en la Q. Adelante, a la R.
Feelings that would not have disgraced a leader who, now that the snow has begun to fall and the mountain top is covered in mist, knows that he must lay himself down and die before morning comes, stole upon him, paling the colour of his eyes, giving him, even in the two minutes of his turn on the terrace, the bleached look of withered old age. Yet he would not die lying down; he would find some crag of rock, and there, his eyes fixed on the storm, trying to the end to pierce the darkness, he would die standing. He would never reach R. Esa sensación, que no habría sido funesta para un dirigente que, ahora que ya ha comenzado a nevar, y la cumbre de la montaña estaba cubierta de niebla, sabe que debe acostarse y morir antes del amanecer, le sobrevino subrepticiamente, aclarando el color de sus ojos, y tiñéndolo a él, en los dos minutos que le duraba recorrer la terraza, con el ajado color de la vejez. Pero él no iba a morir en la cama, ya hallaría algún barranco; y allí, con los ojos fijos en la tormenta, intentando hasta el último momento perforar la oscuridad, moriría en pie. Nunca llegaría a la R.
He stood stock-still, by the urn, with the geranium flowing over it. How many men in a thousand million, he asked himself, reach Z after all? Surely the leader of a forlorn hope may ask himself that, and answer, without treachery to the expedition behind him, "One perhaps." One in a generation. Is he to be blamed then if he is not that one? provided he has toiled honestly, given to the best of his power, and till he has no more left to give? And his fame lasts how long? It is permissible even for a dying hero to think before he dies how men will speak of him hereafter. His fame lasts perhaps two thousand years. And what are two thousand years? (asked Mr. Ramsay ironically, staring at the hedge). What, indeed, if you look from a mountain top down the long wastes of the ages? The very stone one kicks with one′s boot will outlast Shakespeare. His own little light would shine, not very brightly, for a year or two, and would then be merged in some bigger light, and that in a bigger still. (He looked into the hedge, into the intricacy of the twigs.) Who then could blame the leader of that forlorn party which after all has climbed high enough to see the waste of the years and the perishing of the stars, if before death stiffens his limbs beyond the power of movement he does a little consciously raise his numbed fingers to his brow, and square his shoulders, so that when the search party comes they will find him dead at his post, the fine figure of a soldier? Mr. Ramsay squared his shoulders and stood very upright by the urn. Se quedó en pie completamente inmóvil, junto a la urna del geranio que sobresalía. Pero, después de todo, se preguntaba ¿cuántos hombres en un millar de millones llegan hasta la Z? Seguro que el capitán de una empresa condenada al fracaso puede hacerse esa pregunta; y puede responderse, sin por eso traicionar a quienes lo acompañen: «acaso uno». Uno de cada generación. Siempre y cuando hubiera trabajado honradamente, no hubiera regateado esfuerzos, y hubiera llegado al límite de su fuerza, ¿podría censurársele que no fuera él ese uno? ¿Y cuánto duraría su fama? Se le autorizaría acaso a un héroe agonizante que pensase antes de morir en cómo hablará la posteridad de él. Quizá su fama dure dos millares de años. Pero ¿qué son dos millares de años? (se preguntaba irónicamente Mr. Ramsay mientras miraba atentamente el seto). Y si se mira desde la cumbre del presente hacia los vastos eriales del pasado, ¿qué son? Cualquier piedra a la que se dé un puntapié sobrevivirá a la fama de Shakespeare. Su lucecita acaso brille con luz propia uno o dos años, y después se fundirá en una luz de mayores proporciones, y después en otra aún mayor. (Miraba hacia la oscuridad, entre los intrincados tallos.) ¿Quién censuraría al capitán de esa empresa condenada al fracaso si, después de todo, hubiera subido lo suficiente como para poder ver el erial de los años y la muerte de las estrellas; si, antes de que la muerte agarrotara sus miembros y no pudiera moverse, de manera deliberada, se llevase los entumecidos dedos hasta la frente, y se cuadrase, de forma que cuando el grupo de rescate llegara y lo hallara muerto en su puesto viera la hermosa imagen de un soldado? Mr. Ramsay se cuadró y se quedó muy rígido junto a la urna.
Who shall blame him, if, so standing for a moment he dwells upon fame, upon search parties, upon cairns raised by grateful followers over his bones? Finally, who shall blame the leader of the doomed expedition, if, having adventured to the uttermost, and used his strength wholly to the last ounce and fallen asleep not much caring if he wakes or not, he now perceives by some pricking in his toes that he lives, and does not on the whole object to live, but requires sympathy, and whisky, and some one to tell the story of his suffering to at once? Who shall blame him? Who will not secretly rejoice when the hero puts his armour off, and halts by the window and gazes at his wife and son, who, very distant at first, gradually come closer and closer, till lips and book and head are clearly before him, though still lovely and unfamiliar from the intensity of his isolation and the waste of ages and the perishing of the stars, and finally putting his pipe in his pocket and bending his magnificent head before her--who will blame him if he does homage to the beauty of the world? ¿Quién lo censuraría si, quedándose inmóvil un momento, se demorase en la fama, en las expediciones que acudirían a rescatarlo, en los monumentos fúnebres que se erigirían sobre sus huesos por los agradecidos discípulos? En fin, ¿quién censuraría al dirigente de la expedición condenada al fracaso, si, tras haberse arriesgado hasta el límite, y tras haber puesto toda la fuerza en ello, hasta el último gramo, hasta quedarse dormido sin saber si se despertará o no, advirtiera ahora, a causa de unos pinchazos en los dedos de los pies, que estaba vivo, y que eso de vivir no le desagradaba nada, y que necesitaba consuelo, whisky, y alguien a quien contarle inmediatamente sus penalidades? ¿Quién lo censuraría? ¿Quién no se regocijaría íntimamente cuando el héroe se quitara la armadura, se detuviera junto a la ventana, y se quedara mirando a su esposa e hijo, quienes, distantes al comienzo, se acercarían poco a poco, hasta que los labios y el libro y la cabeza estuvieran ante él, aunque todavía amables y como desconocidos a causa de la intensidad de su aislamiento, y del erial de los tiempos y de la muerte de las estrellas? Finalmente, tras guardar la pipa en el bolsillo, inclinada la magnífica cabeza ante ella, ¿quién lo censuraría si rindiera homenaje a la belleza del mundo?
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But his son hated him. He hated him for coming up to them, for stopping and looking down on them; he hated him for interrupting them; he hated him for the exaltation and sublimity of his gestures; for the magnificence of his head; for his exactingness and egotism (for there he stood, commanding them to attend to him) but most of all he hated the twang and twitter of his father′s emotion which, vibrating round them, disturbed the perfect simplicity and good sense of his relations with his mother. By looking fixedly at the page, he hoped to make him move on; by pointing his finger at a word, he hoped to recall his mother′s attention, which, he knew angrily, wavered instantly his father stopped. But, no. Nothing would make Mr. Ramsay move on. There he stood, demanding sympathy. Pero su hijo lo odiaba. Lo odiaba por acercarse a ellos, por creerse superior, lo odiaba por interrumpir, lo odiaba por la ampulosidad y lo sublime de los gestos, por la espléndida cabeza que tenía, por su precisión y egotismo (ahí estaba otra vez, exigiendo que le prestaran atención), pero, sobre todo, lo odiaba por los chirridos y trinos de sus emociones que, vibrando por toda la habitación, perturbaban la perfecta sencillez y buen sentido de las relaciones con su madre. Esperaba que, si se quedaba mirando con toda atención la página, se fuera; confiaba en llamar la atención de su madre si señalaba una palabra con el dedo; su madre, para su enfado, se quedaba paralizada cuando aparecía su marido. Pero no. Nada obligaría a Mr. Ramsay a moverse. Se quedaba, y exigía consuelos.
Mrs. Ramsay, who had been sitting loosely, folding her son in her arm, braced herself, and, half turning, seemed to raise herself with an effort, and at once to pour erect into the air a rain of energy, a column of spray, looking at the same time animated and alive as if all her energies were being fused into force, burning and illuminating (quietly though she sat, taking up her stocking again), and into this delicious fecundity, this fountain and spray of life, the fatal sterility of the male plunged itself, like a beak of brass, barren and bare. He wanted sympathy. He was a failure, he said. Mrs. Ramsay flashed her needles. Mr. Ramsay repeated, never taking his eyes from her face, that he was a failure. She blew the words back at him. "Charles Tansley..." she said. But he must have more than that. It was sympathy he wanted, to be assured of his genius, first of all, and then to be taken within the circle of life, warmed and soothed, to have his senses restored to him, his barrenness made furtile, and all the rooms of the house made full of life--the drawing-room; behind the drawing-room the kitchen; above the kitchen the bedrooms; and beyond them the nurseries; they must be furnished, they must be filled with life. Mrs. Ramsay, que había estado reclinada, con el brazo sobre su hijo, se irguió, y, medio vuelta, pareció que fuera a levantarse; fue como si hubiera enviado verticalmente al aire una lluvia de energía, una columna de rocío, que pareciera a la vez animada y viva, como si su energía se hubiera fundido con una fuerza con brillo y luz propios (aunque estaba sentada, y había cogido el calcetín de nuevo); y como si en esta deliciosa fecundidad, en este surtidor y fuente de la vida, se hundiera la funesta esterilidad masculina, punzante pico de bronce, estéril y desnudo. Quería consuelos. Era un fracasado, dijo. Destellaron las agujas de Mrs. Ramsay. Mr. Ramsay, sin dejar de mirarla a la cara, repitió lo que había dicho: que era un fracaso. Le devolvió las palabras en un suspiro. «Charles Tansley...», dijo. Pero él quería más. Lo que necesitaba era consuelo: en primer lugar, que le aseguraran que era un genio, y, a continuación, que lo introdujeran en la esfera de la vida, que lo acogieran y calmaran, que le hicieran recobrar la sensatez, que la esterilidad se convirtiera en fertilidad, y que todas las habitaciones de la casa se llenaran de vida: el salón, la cocina tras el salón, los dormitorios sobre la cocina, y más allá, los cuartos de juegos de los niños; había que acomodarlos, llenarlos de vida.
Charles Tansley thought him the greatest metaphysician of the time, she said. But he must have more than that. He must have sympathy. He must be assured that he too lived in the heart of life; was needed; not only here, but all over the world. Flashing her needles, confident, upright, she created drawing-room and kitchen, set them all aglow; bade him take his ease there, go in and out, enjoy himself. She laughed, she knitted. Standing between her knees, very stiff, James felt all her strength flaring up to be drunk and quenched by the beak of brass, the arid scimitar of the male, which smote mercilessly, again and again, demanding sympathy. Charles Tansley pensaba que era el metafisico más importante de su época, dijo ella. Pero él quería algo más. Quería consuelos. Deseaba que le aseguraran que estaba en el centro de la vida, que lo necesitaban; y no sólo aquí, en todo el mundo. Las agujas destellaban, y ella, confiada, erguida, creaba el salón y la cocina, los iluminaba; y le dijo que se calmara, que entrara y que saliera, que se divirtiera. Se reía, tejía. Entre las rodillas de ella, muy envarado, James advertía cómo ardía en llamas toda la fuerza de ella para que la bebiera y sofocara el punzante pico de bronce, la yerma cimitarra del macho, que, una vez tras otra, golpeaba inmisencorde, exigiendo consuelo.
He was a failure, he repeated. Well, look then, feel then. Flashing her needles, glancing round about her, out of the window, into the room, at James himself, she assured him, beyond a shadow of a doubt, by her laugh, her poise, her competence (as a nurse carrying a light across a dark room assures a fractious child), that it was real; the house was full; the garden blowing. If he put implicit faith in her, nothing should hurt him; however deep he buried himself or climed high, not for a second should he find himself without her. So boasting of her capacity to surround and protect, there was scarcely a shell of herself left for her to know herself by; all was so lavished and spent; and James, as he stood stiff between her knees, felt her rise in a rosy-flowered fruit tree laid with leaves and dancing boughs into which the beak of brass, the arid scimitar of his father, the egotistical man, plunged and smote, demanding sympathy. Era un fracasado, repetía. Sí, mira, toca. Destellaron las agujas; tras echar una breve mirada alrededor, más allá de la ventana, al propio James, le aseguró, sin sombra de duda, con su risa, con su actitud, con su eficacia (al igual que la niñera que lleva una luz al dormitorio a oscuras tranquiliza al niño inquieto), que era real, que la casa estaba llena, que el jardín florecía. Si tuviera en ella una fe incondicionada, nada lo heriría; por muy hondo que se enterrara, o por muy alto que escalara, ni durante un segundo estaría sin ella. Así, alardeando de su capacidad para amparar y proteger, apenas había un fragmento de ella misma que le sirviera para conocerse; todo lo gastaba con generosidad; y James, rígido entre las rodillas, sentía como si ella floreciera al modo de un frutal cargado de frutos rosados, lleno de hojas y de ramas bailarinas, en el que el punzante pico de bronce, la árida cimitarra del padre, el egotista, se hundía y golpeaba, mientras exigía consuelo.
Filled with her words, like a child who drops off satisfied, he said, at last, looking at her with humble gratitude, restored, renewed, that he would take a turn; he would watch the children playing cricket. He went. Lleno de las palabras de ella, como el niño que se aparta satisfecho, dijo, finalmente, mirándola con humilde gratitud, restaurado, renovado, que iba a dar un paseo, a ver a los niños jugar al críquet. Se fue.
Immediately, Mrs. Ramsey seemed to fold herself together, one petal closed in another, and the whole fabric fell in exhaustion upon itself, so that she had only strength enough to move her finger, in exquisite abandonment to exhaustion, across the page of Grimm′s fairy story, while there throbbed through her, like a pulse in a spring which has expanded to its full width and now gently ceases to beat, the rapture of successful creation. Al momento, Mrs. Ramsay pareció recogerse sobre sí misma, un pétalo tras otro, y todo el edificio se recogió sobre sí mismo, exhausto, de forma que sólo le quedó fuerza para mover un dedo, con el exquisito abandono del cansancio, por la página del cuento de hadas de Grimm, mientras latía en ella, como el pulso de una primavera que ha alcanzado su expansión máxima y ahora delicadamente deja de latir, el rapto de la creación lograda.
Every throb of this pulse seemed, as he walked away, to enclose her and her husband, and to give to each that solace which two different notes, one high, one low, struck together, seem to give each other as they combine. Yet as the resonance died, and she turned to the Fairy Tale again, Mrs. Ramsey felt not only exhausted in body (afterwards, not at the time, she always felt this) but also there tinged her physical fatigue some faintly disagreeable sensation with another origin. Not that, as she read aloud the story of the Fisherman′s Wife, she knew precisely what it came from; nor did she let herself put into words her dissatisfaction when she realized, at the turn of the page when she stopped and heard dully, ominously, a wave fall, how it came from this: she did not like, even for a second, to feel finer than her husband; and further, could not bear not being entirely sure, when she spoke to him, of the truth of what she said. Universities and people wanting him, lectures and books and their being of the highest importance--all that she did not doubt for a moment; but it was their relation, and his coming to her like that, openly, so that any one could see, that discomposed her; for then people said he depended on her, when they must know that of the two he was infinitely the more important, and what she gave the world, in comparison with what he gave, negligable. But then again, it was the other thing too--not being able to tell him the truth, being afraid, for instance, about the greenhouse roof and the expense it would be, fifty pounds perhaps to mend it; and then about his books, to be afraid that he might guess, what she a little suspected, that his last book was not quite his best book (she gathered that from William Bankes); and then to hide small daily things, and the children seeing it, and the burden it laid on them--all this diminished the entire joy, the pure joy, of the two notes sounding together, and let the sound die on her ear now with a dismal flatness. Cada latido de este pulso parecía, al alejarse él, incluirla a ella y a su marido, y parecía dar a cada uno ese solaz que dos notas diferentes, una alta, otra baja, que sonaran a la vez, parecen ofrecerse una a otra al combinarse. No obstante, al apagarse la resonancia, al volver al cuento de hadas, Mrs. Ramsay se sintió no sólo fisicamente cansada (siempre le ocurría después, nunca en el momento), sirio como si la fatiga se hubiera teñido vagamente de alguna sensación desagradable que tuviera otra causa. Y no es que, al leer en voz alta la historia de la mujer del pescador, ella no supiera exactamente de dónde procedía; ni se permitió traducir a palabras su insatisfacción, cuando se dio cuenta, al pasar la página -cuando se detuvo y oyó aburrida, ominosamente, cómo rompía una ola-, de dónde procedía: no le gustaba, ni un segundo, sentirse mejor que su marido; más aún, no podía soportar no estar completamente segura, cuando hablaba con él, de la verdad de lo que decía. Las universidades y personas que lo necesitaban, las conferencias y los libros que eran tan importantes, ni se le ocurría por un momento dudar de nada de esto; pero lo que la desazonaba era su relación, y el acercarse a ella así, abiertamente, para que lo viera todo el mundo; porque entonces la gente diría que dependía de ella; cuando todos debían saber que de los dos era él infinitamente más importante; y que lo que ella daba al mundo, en comparación con lo que daba él, era una insignificancia. Pero, claro, además estaba lo otro, lo de no ser capaz de decirle la verdad, por ejemplo, respecto de lo del tejado del invernadero, y lo que iba a costar repararlo, unas cincuenta libras, quizá; y luego estaba lo de sus libros, y el temor de que él pudiera enterarse de que ella sospechaba que este último no había sido quizá el mejor que hubiera escrito en su vida (lo había deducido de algún comentario de William Bankes); y también lo de ocultarle cosillas sin importancia, y que se dieran cuenta los niños, y la carga que era para ellos; esto es lo que empañaba toda alegría, la pura alegría, la de las dos notas que sonaban juntas, y dejaba que el sonido lúgubremente desafinado se apagara en su oído.
A shadow was on the page; she looked up. It was Augustus Carmichael shuffling past, precisely now, at the very moment when it was painful to be reminded of the inadequacy of human relationships, that the most perfect was flawed, and could not bear the examination which, loving her husband, with her instinct for truth, she turned upon it; when it was painful to feel herself convicted of unworthiness, and impeded in her proper function by these lies, these exaggerations,--it was at this moment when she was fretted thus ignobly in the wake of her exaltation, that Mr. Carmichael shuffled past, in his yellow slippers, and some demon in her made it necessary for her to call out, as he passed, Oscureció la página una sombra, levantó la mirada. Era Augustus Carmichael, que pasaba arrastrando los pies, justamente ahora, en el momento en que tan doloroso era que le recordaran lo inadecuado de las relaciones humanas, que ni el más perfecto dejaba de tener defectos, y no pudo sufrir el examen que, como quería a su marido, con su pasión por la sinceridad, hizo de sí misma; cuando era tan doloroso sentirse rea de nulidad, y ajena a sus propias funciones por mentiras y exageraciones; justo en este momento, en que más se consumía innoblemente en medio de su exaltación, fue cuando pasó Mr. Carmichael arrastrando los pies, con las zapatillas amarillas, y algún demonio propio la obligó a decir cuando pasaba:
"Going indoors Mr. Carmichael?" -¿Va a casa, Mr. Carmichael?
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He said nothing. He took opium. The children said he had stained his beard yellow with it. Perhaps. What was obvious to her was that the poor man was unhappy, came to them every year as an escape; and yet every year she felt the same thing; he did not trust her. She said, "I am going to the town. Shall I get you stamps, paper, tobacco?" and she felt him wince. He did not trust her. It was his wife′s doing. She remembered that iniquity of his wife′s towards him, which had made her turn to steel and adamant there, in the horrible little room in St John′s Wood, when with her own eyes she had seen that odious woman turn him out of the house. He was unkempt; he dropped things on his coat; he had the tiresomeness of an old man with nothing in the world to do; and she turned him out of the room. She said, in her odious way, "Now, Mrs. Ramsay and I want to have a little talk together," and Mrs. Ramsay could see, as if before her eyes, the innumerable miseries of his life. Had he money enough to buy tobacco? Did he have to ask her for it? half a crown? eighteenpence? Oh, she could not bear to think of the little indignities she made him suffer. And always now (why, she could not guess, except that it came probably from that woman somehow) he shrank from her. He never told her anything. But what more could she have done? There was a sunny room given up to him. The children were good to him. Never did she show a sign of not wanting him. She went out of her way indeed to be friendly. Do you want stamps, do you want tobacco? Here′s a book you might like and so on. And after all--after all (here insensibly she drew herself together, physically, the sense of her own beauty becoming, as it did so seldom, present to her) after all, she had not generally any difficulty in making people like her; for instance, George Manning; Mr. Wallace; famous as they were, they would come to her of an evening, quietly, and talk alone over her fire. She bore about with her, she could not help knowing it, the torch of her beauty; she carried it erect into any room that she entered; and after all, veil it as she might, and shrink from the monotony of bearing that it imposed on her, her beauty was apparent. She had been admired. She had been loved. She had entered rooms where mourners sat. Tears had flown in her presence. Men, and women too, letting go to the multiplicity of things, had allowed themselves with her the relief of simplicity. It injured her that he should shrink. It hurt her. And yet not cleanly, not rightly. That was what she minded, coming as it did on top of her discontent with her husband; the sense she had now when Mr. Carmichael shuffled past, just nodding to her question, with a book beneath his arm, in his yellow slippers, that she was suspected; and that all this desire of hers to give, to help, was vanity. For her own self-satisfaction was it that she wished so instinctively to help, to give, that people might say of her, "O Mrs. Ramsay! dear Mrs. Ramsay ... Mrs. Ramsay, of course!" and need her and send for her and admire her? Was it not secretly this that she wanted, and therefore when Mr. Carmichael shrank away from her, as he did at this moment, making off to some corner where he did acrostics endlessly, she did not feel merely snubbed back in her instinct, but made aware of the pettiness of some part of her, and of human relations, how flawed they are, how despicable, how self-seeking, at their best. Shabby and worn out, and not presumably (her cheeks were hollow, her hair was white) any longer a sight that filled the eyes with joy, she had better devote her mind to the story of the Fisherman and his Wife and so pacify that bundle of sensitiveness (none of her children was as sensitive as he was), her son James. No dijo nada. Tomaba opio. Los niños decían que el opio volvía rubia la barba. Quizá. Lo que sí le parecía evidente es que el pobre era un infeliz, y que se venía con ellos todos los años para huir de algo; y año tras año ella se sentía igual; él no confiaba en ella. Le había dicho: «Voy al pueblo, ¿quiere sellos, papel de cartas, tabaco?», y él se limitó a quedarse parpadeando. No confiaba en ella. Era obra de su mujer. Recordaba la inquina que le tuvo su mujer a Mr. Carmichael, y lo intransigente que era aquella mujercita detestable a quien había visto con sus propios ojos echarlo del minúsculo alojamiento de St. John′s Wood. Era desordenado, se manchaba, y era todo lo pesado que pudiera ser un anciano sin nada que hacer en el mundo; lo había echado de casa. Dijo, con aquella voz tan desagradable: «Sí, Mrs. Ramsay, creo que tenemos que hablar», y Mrs. Ramsay tuvo que escuchar, como si ocurriera ante sus ojos, una relación de las incontables desdichas de la vida de él. ¿Tenía dinero para comprar tabaco? ¿Tenía que pedírselo a ella?, ¿media corona?, ¿dieciocho peniques? Ay, no quería ni pensar en las humillaciones por las que le había hecho pasar. Ahora la evitaba (nunca supo por qué, excepto que, de forma inconcreta, seguro que tenía que ver con aquella mujer). Él nunca le dijo nada. Pero ¿qué otra cosa podría haber hecho ella? Tenían siempre una habitación soleada para él. Los niños eran amables con él. Nunca dio ella muestras de que no quisiera que estuviera con ellos. Hasta se esforzaba en ser amable. ¿Quiere sellos, tabaco? Creo que este libro le gustará..., etcétera. Y después de todo -después de todo (aquí, insensiblemente, ella se refugió en sí misma, fisicamente; se le hizo presente, cosa rara, el sentido de su propia belleza}">-, después de todo, a ella no le costaba nada que la gente se fijara en ella; por ejemplo, George Manning, Mr. Wallace, famosos y todo, se acercaban a visitarla por las tardes, y se quedaban charlando junto al fuego. Sabía llevar con elegancia la antorcha de la belleza, y se sabía bella; exhibía esta antorcha con orgullo dondequiera que entrara; y, después de todo, por mucho que hiciera por velarla, y por mucho que le disgustara la monotonía que eso le imponía, la belleza era evidente. La habían admirado. La habían amado. Había entrado en velatorios. Había visto llorar. Hombres y mujeres, liberados de sus preocupaciones, se habían consentido ante ella el consuelo de la sencillez. La hería que él la evitara. Le dolía. No era claro, no estaba bien. Eso es lo que le importaba: que se agregara esto al enfado con su marido; tenía la sensación, ahora, al pasar Mr. Carmichael arrastrando las zapatillas amarillas, con un libro bajo el brazo, asintiendo con la cabeza, de que no se fiaba de ella; y pensaba que todos sus deseos de dar, de ayudar, eran pura vanidad. Era por amor propio por lo que tan ansiosamente se empeñaba en dar, en ayudar; para que la gente dijera: «¡Oh, Mrs. Ramsay!, querida Mrs. Ramsay... ¡Claro que sí, Mrs. Ramsay!» Para que la necesitaran y la buscaran y la admiraran. ¿No era éste su más secreto deseo?, y, por lo tanto, ¿no era lógico que, cuando Mr. Carmichael la evitaba, como acababa de hacer, y fuera a ocultarse en cualquier rincón donde se dedicaba a hacer crucigramas inacabablemente, no sólo se sintiera desdeñada y contrariada, sino que se le hiciera sentir la mezquindad de una parte de ella, y de las relaciones humanas?; y estas relaciones, en el mejor de los casos, qué imperfectas son, qué despreciables, qué egoístas. Marchita, agotada (las mejillas hundidas, el cabello cano), quizá la imagen de su belleza ya no alegraba a nadie, mejor sería que se dedicara al cuento de El Pescador y su Mujer para apaciguar este manojo de nervios (el más sensible de sus hijos) que era su hijo James.
"The man′s heart grew heavy," she read aloud, "and he would not go. He said to himself, ′It is not right,′ and yet he went. And when he came to the sea the water was quite purple and dark blue, and grey and thick, and no longer so green and yellow, but it was still quiet. And he stood there and said--" -El corazón del hombre se llenó de pesadumbre -leyó en voz alta-, pues no quería ir. Y se dijo: "No está bien, pero fue. Cuando llegó a la orilla del mar, el agua estaba de color púrpura y azul oscuro, y gris y densa, y ya no parecía tan verde y dorada, pero estaba tranquila. Se quedó allí y dijo...»
Mrs. Ramsay could have wished that her husband had not chosen that moment to stop. Why had he not gone as he said to watch the children playing cricket? But he did not speak; he looked; he nodded; he approved; he went on. He slipped, seeing before him that hedge which had over and over again rounded some pause, signified some conclusion, seeing his wife and child, seeing again the urns with the trailing of red geraniums which had so often decorated processes of thought, and bore, written up among their leaves, as if they were scraps of paper on which one scribbles notes in the rush of reading--he slipped, seeing all this, smoothly into speculation suggested by an article in THE TIMES about the number of Americans who visit Shakespeare′s house every year. If Shakespeare had never existed, he asked, would the world have differed much from what it is today? Does the progress of civilization depend upon great men? Is the lot of the average human being better now than in the time of the Pharaohs? Is the lot of the average human being, however, he asked himself, the criterion by which we judge the measure of civilization? Possibly not. Possibly the greatest good requires the existence of a slave class. The liftman in the Tube is an eternal necessity. The thought was distasteful to him. He tossed his head. To avoid it, he would find some way of snubbing the predominance of the arts. He would argue that the world exists for the average human being; that the arts are merely a decoration imposed on the top of human life; they do not express it. Nor is Shakespeare necessary to it. Not knowing precisely why it was that he wanted to disparage Shakespeare and come to the rescue of the man who stands eternally in the door of the lift, he picked a leaf sharply from the hedge. All this would have to be dished up for the young men at Cardiff next month, he thought; here, on his terrace, he was merely foraging and picnicking (he threw away the leaf that he had picked so peevishly) like a man who reaches from his horse to pick a bunch of roses, or stuffs his pockets with nuts as he ambles at his ease through the lanes and fields of a country known to him from boyhood. It was all familiar; this turning, that stile, that cut across the fields. Hours he would spend thus, with his pipe, of an evening, thinking up and down and in and out of the old familiar lanes and commons, which were all stuck about with the history of that campaign there, the life of this statesman here, with poems and with anecdotes, with figures too, this thinker, that soldier; all very brisk and clear; but at length the lane, the field, the common, the fruitful nut-tree and the flowering hedge led him on to that further turn of the road where he dismounted always, tied his horse to a tree, and proceeded on foot alone. He reached the edge of the lawn and looked out on the bay beneath. A Mrs. Ramsay le habría gustado que su marido no hubiera escogido ese momento para detenerse. ¿Por qué no se había ido, como había dicho, a ver a los niños jugar al críquet? Pero no hablaba: miraba, asentía con la cabeza, manifestaba su aprobación; se fue. Se escapó, tras quedarse mirando ese seto que una vez tras otra había señalado una pausa; había llegado a alguna conclusión, había visto a su esposa y a su hijo, había visto las urnas en las que desbordaban los rojos geranios que tantas veces habían adornado el desarrollo de sus pensamientos, y que tenían, entre las hojas, como papelillos en los que se anota algo aprisa; se dejó llevar suavemente, viendo todo esto, a unos pensamientos que le había sugerido la lectura de un artículo en The Times acerca de la cantidad de americanos que visitan anualmente la tumba de Shakespeare. Si Shakespeare no hubiera vivido, se preguntaba, ¿sería muy diferente hoy el mundo? El progreso de la civilización, ¿depende de los grandes hombres? El hombre común, ¿ha mejorado desde los tiempos de los faraones? Pero este hombre común, se preguntó, ¿ha de ser el criterio por el que se juzgue el progreso de la civilización? Quizá no. Acaso el mayor bien exija una clase social de esclavos. El ascensorista del metro siempre será necesario. El pensamiento le desagradó. Movió la cabeza enérgicamente. Para evitarlo, ya hallaría la forma de desdeñar el predominio de las artes. Propondría que el mundo existe para el hombre común, que las artes son una simple decoración impuesta desde un lugar ajeno a la vida humana, pero no la expresan. Ni Shakespeare le es necesario. Sin saber exactamente por qué, quería denigrar a Shakespeare, y quería ayudar al hombre común, al necesario ascensorista; arrancó con cierta violencia una hoja del seto. Todo esto tendría que prepararlo de forma más atractiva para los jóvenes de Cardiff, dentro de un mes, pensó; aquí, en la terraza, lo único que hacía era recopilar ideas de forma deportiva (arrojó la hoja que había arrancado tan enfadado), como quien se apea del caballo para coger un ramillete de rosas, o se llena los bolsillos de avellanas mientras pasea a su sabor por los caminos y senderos de una comarca que conoce desde que era niño. Todo era conocido: el recodo, la portilla, el atajo del campo. Podía pasarse horas así, con la pipa, por las tardes, pensando, yendo de un lado a otro, y de acá para allá, por los caminos de siempre, por los campos conocidos, que estaban llenos de la historia de esta batalla, de la biografía de aquel estadista, llenos de poemas y anécdotas; que poseían figuras también: este pensador, aquel soldado; todo animado y limpio; pero al final, el camino, el campo, la pradera, el avellano lleno de frutos y el seto florecido lo conducían a otro recodo donde invariablemente desmontaba, ataba el caballo a un árbol, y seguía a pie. Llegaba al borde del jardín, y miraba hacia abajo, hacia la bahía.
It was his fate, his peculiarity, whether he wished it or not, to come out thus on a spit of land which the sea is slowly eating away, and there to stand, like a desolate sea-bird, alone. It was his power, his gift, suddenly to shed all superfluities, to shrink and diminish so that he looked barer and felt sparer, even physically, yet lost none of his intensity of mind, and so to stand on his little ledge facing the dark of human ignorance, how we know nothing and the sea eats away the ground we stand on--that was his fate, his gift. But having thrown away, when he dismounted, all gestures and fripperies, all trophies of nuts and roses, and shrunk so that not only fame but even his own name was forgotten by him, kept even in that desolation a vigilance which spared no phantom and luxuriated in no vision, and it was in this guise that he inspired in William Bankes (intermittently) and in Charles Tansley (obsequiously)and in his wife now, when she looked up and saw him standing at the edge of the lawn, profoundly, reverence, and pity, and gratitude too, as a stake driven into the bed of a channel upon which the gulls perch and the waves beat inspires in merry boat-loads a feeling of gratitude for the duty it is taking upon itself of marking the channel out there in the floods alone. Era su destino, su modo de ser, tanto si quería como si no, acercarse así a una lengua de tierra que el mar comía poco a poco, y quedarse allí, como un triste pájaro marino, solo. Era su poder, su don, el saber desprenderse al punto de todo lo superfluo, encogerse y disminuir hasta parecer más agudo, más fino, incluso fisicamente, pero sin perder nada de la intensidad mental, y quedarse en este saliente, enfrente de la oscuridad de la ignorancia humana (que no sabemos nada, y que el mar se come la tierra sobre la que estamos), era su destino, su don. Pero habiéndose desprendido, al desmontar, de gestos y fruslerías, de los trofeos de las avellanas y las rosas, y habiéndose encogido de forma que no sólo la fama, sino que hasta el nombre propio hubiera olvidado, mantuvo incluso en aquella desolación una vigilancia que no perdonaba a un solo fantasma, y no se complacía con ninguna visión, y de esta forma inspiraba en William Bankes (de forma intermitente) y en Charles Tansley (de forma servil) y en su esposa ahora, cuando levantaba la vista y lo veía ahí en pie, en el extremo del jardín, una profunda reverencia y piedad y también gratitud, como si fuera una estaca hundida en el lecho de un canal sobre la que se posaran las gaviotas, y rompieran las olas, e inspirara gratitud en los pasajeros de las barcas de recreo por haberse tomado la molestia de señalar el curso del canal en medio del agua.
"But the father of eight children has no choice." Muttering half aloud, so he broke off, turned, sighed, raised his eyes, sought the figure of his wife reading stories to his little boy, filled his pipe. He turned from the sight of human ignorance and human fate and the sea eating the ground we stand on, which, had he been able to contemplate it fixedly might have led to something; and found consolation in trifles so slight compared with the august theme just now before him that he was disposed to slur that comfort over, to deprecate it, as if to be caught happy in a world of misery was for an honest man the most despicable of crimes. It was true; he was for the most part happy; he had his wife; he had his children; he had promised in six weeks′ time to talk "some nonsense" to the young men of Cardiff about Locke, Hume, Berkeley, and the causes of the French Revolution. But this and his pleasure in it, his glory in the phrases he made, in the ardour of youth, in his wife′s beauty, in the tributes that reached him from Swansea, Cardiff, Exeter, Southampton, Kidderminster, Oxford, Cambridge--all had to be deprecated and concealed under the phrase "talking nonsense," because, in effect, he had not done the thing he might have done. It was a disguise; it was the refuge of a man afraid to own his own feelings, who could not say, This is what I like--this is what I am; and rather pitiable and distasteful to William Bankes and Lily Briscoe, who wondered why such concealments should be necessary; why he needed always praise; why so brave a man in thought should be so timid in life; how strangely he was venerable and laughable at one and the same time. «Pero un padre de ocho hijos no tiene escapatoria...», murmuraba; se alejaba, volvía, suspiraba, levantaba la vista, buscaba la figura de su mujer que leía cuentos al niño, llenaba la pipa. Daba la espalda a la ignorancia de la humanidad, a su destino, y al mar que se comía el suelo sobre el que estamos; el mar que, si se hubiera atrevido a contemplarlo fijamente, le habría permitido llegar a alguna conclusión; y se consolaba con fruslerías tan nimias, comparadas con el asunto augusto con el que se enfrentaba en este momento, que estaba dispuesto a pasar por alto las comodidades, a desdeñarlas; como si fuera el peor delito que alguien averiguara que un hombre honrado era feliz en un mundo tan desdichado como éste. Era verdad: en general era feliz; tenía a su esposa, los hijos, había prometido que dentro de seis semanas les contaría «un puñado de disparates» a los jóvenes de Cardiff acerca de Locke, Hume, Berkeley y los orígenes de la Revolución Francesa. Pero todo esto y el placer que obtenía de ello, de las frases que hacía, del ardor juvenil, de la belleza de su mujer, de los elogios que le tributaban desde Swansea, Cardiff, Exeter, Southampton, Kidderminster, Oxford, Cambridge: todo eso había que censurarlo y ocultarlo bajo la frase «un puñado de disparates», porque, en el fondo, no había hecho lo que podría haber hecho. Era un disfraz, era el refugio de quien temía aceptar sus propios sentimientos, que no podía decir: esto es lo que soy, esto es lo que quiero; alguien digno de piedad, y desagradable a los ojos de William Bankes y Lily Briscoe, que se preguntaban por qué era necesario semejante ocultamiento; por qué necesitaba siempre alabanzas, por qué un hombre tan valiente era tan tímido en los asuntos de su vida; qué extraño era que fuera a la vez adorable y risible.
Teaching and preaching is beyond human power, Lily suspected. (She was putting away her things.) If you are exalted you must somehow come a cropper. Mrs. Ramsay gave him what he asked too easily. Then the change must be so upsetting, Lily said. He comes in from his books and finds us all playing games and talking nonsense. Imagine what a change from the things he thinks about, she said. Lily sospechaba que educar y pronunciar sermones era algo que no estaba entre las facultades del ser humano. (Estaba guardando sus cosas.) Si eres un exaltado, lo más probable es que te des un batacazo. Mrs. Ramsay le daba todo lo que quería con excesiva liberalidad. Pero cambiar debe de ser un trastomo, se dijo Lily. Levanta la mirada de los libros, y nos ve a todos nosotros jugando y diciendo tonterías. Qué cambio respecto de las cosas a las que se dedica, dijo Lily.
He was bearing down upon them. Now he stopped dead and stood looking in silence at the sea. Now he had turned away again. Caía sobre ellos de forma ominosa. De repente se quedaba quieto, se quedaba callado mirando la mar. Se daba la vuelta.
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Yes, Mr. Bankes said, watching him go. It was a thousand pities. (Lily had said something about his frightening her--he changed from one mood to another so suddenly.) Yes, said Mr. Bankes, it was a thousand pities that Ramsay could not behave a little more like other people. (For he liked Lily Briscoe; he could discuss Ramsay with her quite openly.) It was for that reason, he said, that the young don′t read Carlyle. A crusty old grumbler who lost his temper if the porridge was cold, why should he preach to us? was what Mr. Bankes understood that young people said nowadays. It was a thousand pities if you thought, as he did, that Carlyle was one of the great teachers of mankind. Lily was ashamed to say that she had not read Carlyle since she was at school. But in her opinion one liked Mr. Ramsay all the better for thinking that if his little finger ached the whole world must come to an end. It was not THAT she minded. For who could be deceived by him? He asked you quite openly to flatter him, to admire him, his little dodges deceived nobody. What she disliked was his narrowness, his blindness, she said, looking after him. Sí, dijo Mr. Bankes, mirando cómo se alejaba. Qué pena tan grande le daba. (Lily había dicho algo acerca de que la asustaba, porque cambiaba de humor muy bruscamente.) Sí, dijo Mr. Bankes, que pena tan grande que Mr. Ramsay no se comporte como los demás. (Porque a él le gustaba Lily Briscoe, hablaba con ella de Mr. Ramsay con toda franqueza.) Por esa razón, dijo él, es por la que los jóvenes no leían a Carlyle. Un abuelo gruñón que se enfadaba si el porridge del desayuno estaba frío, ¿a cuento de qué se atrevía a sermonearnos?, eso es lo que Mr. Bankes creía que pensaban los jóvenes de hoy. Era una grandísima pena que creyeras, como él, que Carlyle era uno de los grandes maestros de la humanidad. A Lily le daba vergüenza reconocer que no había leído a Carlyle desde los tiempos de la escuela. Pero en su opinión a una le gustaba Mr. Ramsay todavía más porque pensaba que si a él le dolía el dedo meñique, eso significaba, según él, que estaba a punto de llegar el fin del mundo. No, no era precisamente eso lo que a ella le preocupaba. ¿A quién engañaba? Pedía sin subterfugios que lo alabaras, que lo admiraras, y a nadie engañaban sus trucos. Lo que no le gustaba a ella era la estrechez de miras, la ceguera, decía, dirigiendo la mirada hacia él.
"A bit of a hypocrite?" Mr. Bankes suggested, looking too at Mr. Ramsay′s back, for was he not thinking of his friendship, and of Cam refusing to give him a flower, and of all those boys and girls, and his own house, full of comfort, but, since his wife′s death, quiet rather? Of course, he had his work... All the same, he rather wished Lily to agree that Ramsay was, as he said, "a bit of a hypocrite." «¿Algo hipócrita?»», sugirió Mr. Bankes, mirando, también, hacia la espalda de Mr. Ramsay, porque pensaba ahora en la amistad que los unía, en Cam cuando se negó a darle una flor, en todos esos niños y niñas, en su propia casa, llena de comodidades, pero, desde la muerte de su esposa, ¿demasiado tranquila? Sí, claro que tenía el trabajo... Daba igual, lo único que quería era que Lily se mostrara de acuerdo en eso de que era «algo hipócrita».
Lily Briscoe went on putting away her brushes, looking up, looking down. Looking up, there he was--Mr. Ramsay--advancing towards them, swinging, careless, oblivious, remote. A bit of a hypocrite? she repeated. Oh, no--the most sincere of men, the truest (here he was), the best; but, looking down, she thought, he is absorbed in himself, he is tyrannical, he is unjust; and kept looking down, purposely, for only so could she keep steady, staying with the Ramsays. Directly one looked up and saw them, what she called "being in love" flooded them. They became part of that unreal but penetrating and exciting universe which is the world seen through the eyes of love. The sky stuck to them; the birds sang through them. And, what was even more exciting, she felt, too, as she saw Mr. Ramsay bearing down and retreating, and Mrs. Ramsay sitting with James in the window and the cloud moving and the tree bending, how life, from being made up of little separate incidents which one lived one by one, became curled and whole like a wave which bore one up and threw one down with it, there, with a dash on the beach. Lily todavía estaba guardando los pinceles, levantaba los ojos, los bajaba. Los levantaba, y allí estaba Mr. Ramsay, se acercaba a ellos, sin preocuparse, olvidadizo, remoto. ¿Algo hipócrita?, repetía ella. Ah, no... el más sincero, el más fiel (aquí estaba), el mejor; pero, bajaba los ojos, y, pensaba, era un hombre absorto en sí mismo, tiránico, injusto; y no levantaba la mirada, intencionadamente, porque, estando con los Ramsay, sólo así podía conservar la calma. En cuanto una levantaba la vista, y los veía, los envolvía lo que ella llamaba «el amor». Se convertían en parte de ese universo irreal, pero punzante y excitante, que es el mundo cuando se contempla a través de los ojos del amor. El cielo se desplegaba para ellos, los pájaros trinaban por ellos. Y, lo que aún era mas interesante, también ella sentía, al ver a Mr. Ramsay acercarse amenazador, y retirarse, y a Mrs. Ramsay sentada con James en la ventana, y el paso de la nube, y el movimiento del árbol, cómo la vida, de ser una cosa compuesta de muchos incidentes separados que se vivían uno tras otro, se recogía y se hacía una, como si fuera una ola que la arrastrara a una con ella, y la arrojara, de golpe, sobre la playa.
Mr. Bankes expected her to answer. And she was about to say something criticizing Mrs. Ramsay, how she was alarming, too, in her way, high-handed, or words to that effect, when Mr. Bankes made it entirely unnecessary for her to speak by his rapture. For such it was considering his age, turned sixty, and his cleanliness and his impersonality, and the white scientific coat which seemed to clothe him. For him to gaze as Lily saw him gazing at Mrs. Ramsay was a rapture, equivalent, Lily felt, to the loves of dozens of young men (and perhaps Mrs. Ramsay had never excited the loves of dozens of young men). It was love, she thought, pretending to move her canvas, distilled and filtered; love that never attempted to clutch its object; but, like the love which mathematicians bear their symbols, or poets their phrases, was meant to be spread over the world and become part of the human gain. So it was indeed. The world by all means should have shared it, could Mr. Bankes have said why that woman pleased him so; why the sight of her reading a fairy tale to her boy had upon him precisely the same effect as the solution of a scientific problem, so that he rested in contemplation of it, and felt, as he felt when he had proved something absolute about the digestive system of plants, that barbarity was tamed, the reign of chaos subdued. Mr. Bankes esperaba a que ella respondiera. Y ella estaba a punto de decir algo, de expresar alguna censura hacia Mrs. Ramsay: cómo le gustaba impresionar, a su manera; qué arbitraria era; o algo parecido; pero entonces el éxtasis de Mr. Bankes hizo que fuera completamente innecesario que ella hablara. Así eran las cosas: había que pensar en la edad de él, que pasaba de los sesenta, y en su aspecto atildado, y en la impersonalidad, y en la científica bata blanca que se imaginaba una que lo envolvía. Para él, quedarse mirando fijamente a alguien, como había visto que miraba ella a Mrs. Ramsay, era un éxtasis; algo equivalente, pensaba Lily, a los amores de docenas de jóvenes (y quizá Mrs. Ramsay no hubiera despertado el amor de docenas de jóvenes). Era amor, pensaba ella, fingiendo que colocaba el lienzo, destilado y quintaesenciado; un amor que nunca intentaba asir el objeto amado; es igual al que los matemáticos profesan hacia sus símbolos, o los poetas a sus frases, se había concebido para extenderse por el mundo, y para convertirse en propiedad de toda la humanidad. Y así era. Todo el mundo, en efecto, debería haberlo compartido; si así fuera, Mr. Bankes hubiera sido capaz de explicar por qué aquella mujer le gustaba tanto, por qué verla leer un cuento de hadas a su hijo le producía el mismo efecto que el hallar la solución de un problema científico; por qué sentía, como lo había sentido cuando había demostrado algo definitivo acerca del sistema digestivo de las plantas, que lo bárbaro se volvía dócil, que el caos adquiría orden.
Such a rapture--for by what other name could one call it?--made Lily Briscoe forget entirely what she had been about to say. It was nothing of importance; something about Mrs. Ramsay. It paled beside this "rapture," this silent stare, for which she felt intense gratitude; for nothing so solaced her, eased her of the perplexity of life, and miraculously raised its burdens, as this sublime power, this heavenly gift, and one would no more disturb it, while it lasted, than break up the shaft of sunlight, lying level across the floor. Semejante éxtasis -¿qué otro nombre podría dársele?hizo que Lily olvidara por completo lo que había estado a punto de decir. No era nada importante, se trataba de algo acerca de Mrs. Ramsay. Había palidecido ante el «éxtasis», ante la mirada fija, cosas hacia las que ella sólo tenía gratitud; porque no había nada que le agradara tanto, que suavizara las dificultades de la vida, y que le quitara milagrosamente todas las cargas, como este poder sublime, este don de los cielos; y una no debería interrumpirlo, mientras durara; como tampoco una estorbaba un rayo de sol que descansara sobre el suelo.
That people should love like this, that Mr. Bankes should feel this for Mrs. Ramsey (she glanced at him musing) was helpful, was exalting. She wiped one brush after another upon a piece of old rag, menially, on purpose. She took shelter from the reverence which covered all women; she felt herself praised. Let him gaze; she would steal a look at her picture. Que la gente amase así, que Mr. Bankes tuviese esos sentimientos hacia Mrs. Ramsay (le echó una mirada mientras él estaba distraído) era útil, era una forma de exaltación. Limpió los pinceles, uno tras otro, con un trapo viejo, con humildad, esmerándose. Evitaba ella la reverencia que descendía sobre las mujeres; se sentía alabada. Que se quede mirando él si quiere; así ella podría echar una mirada de reojo al cuadro.
She could have wept. It was bad, it was bad, it was infinitely bad! She could have done it differently of course; the colour could have been thinned and faded; the shapes etherealised; that was how Paunceforte would have seen it. But then she did not see it like that. She saw the colour burning on a framework of steel; the light of a butterfly′s wing lying upon the arches of a cathedral. Of all that only a few random marks scrawled upon the canvas remained. And it would never be seen; never be hung even, and there was Mr. Tansley whispering in her ear, "Women can′t paint, women can′t write ..." Le daban ganas de llorar. ¡Era malo, era horrible, era pésimo! Podía haberlo hecho de otra forma, por supuesto; el color debería haber estado más diluido, más difuminado; las formas deberían haber sido más etéreas; así es como lo habría visto Mr. Paunceforte. Pero es que ella no lo veía así. Veía cómo el color ardía dentro de un marco de acero; la luz del ala de una mariposa sobre los arcos de una catedral. De todo eso sólo quedaban sobre el lienzo unas pocas huellas distribuidas por el lienzo. Nadie lo vería nunca; nunca colgaría en una pared; y Mr. Tansley le susurraba al oído: «Las mujeres no saben pintar, las mujeres no saben escribir...»
She now remembered what she had been going to say about Mrs. Ramsay. She did not know how she would have put it; but it would have been something critical. She had been annoyed the other night by some highhandedness. Looking along the level of Mr. Bankes′s glance at her, she thought that no woman could worship another woman in the way he worshipped; they could only seek shelter under the shade which Mr. Bankes extended over them both. Looking along his beam she added to it her different ray, thinking that she was unquestionably the loveliest of people (bowed over her book); the best perhaps; but also, different too from the perfect shape which one saw there. But why different, and how different? she asked herself, scraping her palette of all those mounds of blue and green which seemed to her like clods with no life in them now, yet she vowed, she would inspire them, force them to move, flow, do her bidding tomorrow. How did she differ? What was the spirit in her, the essential thing, by which, had you found a crumpled glove in the corner of a sofa, you would have known it, from its twisted finger, hers indisputably? She was like a bird for speed, an arrow for directness. She was willful; she was commanding (of course, Lily reminded herself, I am thinking of her relations with women, and I am much younger, an insignificant person, living off the Brompton Road). She opened bedroom windows. She shut doors. (So she tried to start the tune of Mrs. Ramsay in her head.) Arriving late at night, with a light tap on one′s bedroom door, wrapped in an old fur coat (for the setting of her beauty was always that--hasty, but apt), she would enact again whatever it might be--Charles Tansley losing his umbrella; Mr. Carmichael snuffling and sniffing; Mr. Bankes saying, "The vegetable salts are lost." All this she would adroitly shape; even maliciously twist; and, moving over to the window, in pretence that she must go,--it was dawn, she could see the sun rising,--half turn back, more intimately, but still always laughing, insist that she must, Minta must, they all must marry, since in the whole world whatever laurels might be tossed to her (but Mrs. Ramsay cared not a fig for her painting), or triumphs won by her (probably Mrs. Ramsay had had her share of those), and here she saddened, darkened, and came back to her chair, there could be no disputing this: an unmarried woman (she lightly took her hand for a moment), an unmarried woman has missed the best of life. The house seemed full of children sleeping and Mrs. Ramsay listening; shaded lights and regular breathing. Recordó lo que había estado a punto de decir sobre Mrs. Ramsay. No sabía de qué forma habría podido expresarlo, pero se trataba de algo crítico. La noche anterior le había fastidiado cierta arbitrariedad. Siguiendo la dirección de la mirada de Mr. Bankes, pensó en que no había mujer que adorase a otra mujer de la forma en que él adoraba; lo único que podían hacer era buscar refugio bajo la sombra protectora que Mr. Bankes extendía sobre ambas. Siguiendo el curso de este rayo de luz, ella agregó su propia luz diferente: pensaba que sin duda era la persona más adorable (inclinada sobre el libro); acaso la mejor; pero, a la vez, algo diferente de la perfecta figura que allí se dejaba ver. Pero ¿por qué?, ¿cómo de diferente?, se preguntaba, limpiando la paleta de los montoncitos de color azul y verde que le parecían inanimados ahora; pero se prometió que al día siguiente ella los animaría, los obligaría a moverse, a moldearse, a obedecerla. ¿En qué era diferente? ¿Cuál era esa esencia de su espíritu que en cuanto veías un guante en un rincón de un sofá tenías la certeza, sólo con ver un dedo torcido, de que era de ella? Era veloz como un ave, directa como una flecha. Tenía su fuerza de voluntad, tenía talento para mandar (claro, se recordó a sí misma Lily, pienso en las relaciones con las mujeres, y yo soy mucho más joven, soy una persona insignificante, soy una que vive cerca de Brompton Road). Abría las ventanas de los dormitorios. Cerraba puertas. (Así intentaba recordar la melodía de Mrs. Ramsay mentalmente.) Llegaba tarde por la noche, y daba un golpe muy suave en la puerta del dormitorio, envuelta en un viejo abrigo de pieles (porque su belleza siempre era igual: apresurada pero convincente), siempre dispuesta a hacer algo una vez más, fuera lo que fuera: que Charles Tansley hubiera perdido el paraguas, que Mr. Carmichael estuviera estornudando e inhalando algo por la nariz, que Mr. Bankes dijera: «¿Dónde están las sales de frutas?» Todo esto lo enderezaba al momento; o lo torcía maliciosamente; y, dirigiéndose hacia la ventana, fingiendo que tenía que irse -amanecía, veía cómo salía el sol-, de lado, más íntimamente, pero siempre riéndose, insistía en que ella, Minta, todas, todas tenían que casarse, porque en todo el mundo, por muchos laureles que pusieran a sus pies (pues a Mrs. Ramsay le importaba muy poco su pintura), o por muchos triunfos que obtuviera (quizá Mrs. Ramsay también los hubiera tenido), y al llegar aquí se entristecía, se ensombrecía, regresaba al sillón, esto no podía ni siquiera discutirse: una mujer que no se hubiera casado (le tomaba la mano con delicadeza un momento), una mujer que no se casa se pierde lo mejor de la vida. La casa parecía estar llena de niños durmiendo, y Mrs. Ramsay escuchaba; luces bajo las pantallas de las lámparas, respiraciones regulares.
Oh, but, Lily would say, there was her father; her home; even, had she dared to say it, her painting. But all this seemed so little, so virginal, against the other. Yet, as the night wore on, and white lights parted the curtains, and even now and then some bird chirped in the garden, gathering a desperate courage she would urge her own exemption from the universal law; plead for it; she liked to be alone; she liked to be herself; she was not made for that; and so have to meet a serious stare from eyes of unparalleled depth, and confront Mrs. Ramsay′s simple certainty (and she was childlike now) that her dear Lily, her little Brisk, was a fool. Then, she remembered, she had laid her head on Mrs. Ramsay′s lap and laughed and laughed and laughed, laughed almost hysterically at the thought of Mrs. Ramsay presiding with immutable calm over destinies which she completely failed to understand. There she sat, simple, serious. She had recovered her sense of her now--this was the glove′s twisted finger. But into what sanctuary had one penetrated? Lily Briscoe had looked up at last, and there was Mrs. Ramsay, unwitting entirely what had caused her laughter, still presiding, but now with every trace of wilfulness abolished, and in its stead, something clear as the space which the clouds at last uncover--the little space of sky which sleeps beside the moon. Ah, pero decía Lily, tenía a su padre, el hogar, e incluso, si se hubiera atrevido a decirlo, la pintura. Pero todo esto parecía tan poca cosa, tan virginal, ante lo otro... Sí, pero al avanzar la noche, y al separar las cortinas la luz, e incluso cuando ya trinaba de vez en cuando algún pájaro en el jardín, juntando todas sus fuerzas con desesperación, le gustaría haberse presentado como excepción a la regla universal; una súplica; quería seguir soltera, le gustaba ser como era, no estaba hecha para lo otro; pero eso suponía que tendría que enfrentarse con esa mirada fija de desconocida profundidad, y tenía que aceptar la sencilla certidumbre de Mrs. Ramsay (y ahora volvía a la infancia) de que la querida Lily, su pequeña Brisk, era tonta. Y entonces recordaba que había reclinado la cabeza en el regazo de Mrs. Ramsay, y no había dejado de reírse, reírse, reírse, reírse hasta casi llegar a la histeria ante la idea de que Mrs. Ramsay decidiera con calma inmutable unos destinos que eran completamente incomprensibles para ella. Ahí estaba sentada, sencilla, seria. Había recobrado el sentido de sí misma: era el dedo torcido del guante. Pero ¿en qué santuario había entrado una? Finalmente Lily Briscoe levantó la mirada, y allí estaba Mrs. Ramsay, completamente ajena a lo que había ocasionado sus risas, que seguía tomando decisiones, pero había desaparecido toda huella de fuerza de voluntad, y en su lugar, había algo claro, como ese espacio que terminan por ocultar las nubes, el pedacito de cielo que duerme junto a la luna.
Was it wisdom? Was it knowledge? Was it, once more, the deceptiveness of beauty, so that all one′s perceptions, half way to truth, were tangled in a golden mesh? or did she lock up within her some secret which certainly Lily Briscoe believed people must have for the world to go on at all? Every one could not be as helter skelter, hand to mouth as she was. But if they knew, could they tell one what they knew? Sitting on the floor with her arms round Mrs. Ramsay′s knees, close as she could get, smiling to think that Mrs. Ramsay would never know the reason of that pressure, she imagined how in the chambers of the mind and heart of the woman who was, physically, touching her, were stood, like the treasures in the tombs of kings, tablets bearing sacred inscriptions, which if one could spell them out, would teach one everything, but they would never be offered openly, never made public. What art was there, known to love or cunning, by which one pressed through into those secret chambers? What device for becoming, like waters poured into one jar, inextricably the same, one with the object one adored? Could the body achieve, or the mind, subtly mingling in the intricate passages of the brain? or the heart? Could loving, as people called it, make her and Mrs. Ramsay one? for it was not knowledge but unity that she desired, not inscriptions on tablets, nothing that could be written in any language known to men, but intimacy itself, which is knowledge, she had thought, leaning her head on Mrs. Ramsay′s knee. ¿Era sabiduría? ¿Era conocimiento? ¿Se trataba, una vez más, del engaño de la belleza, de forma que todas las sensaciones de una, a medio camino de la verdad, terminasen por enredarse en una trampa dorada?, ¿o es que guardaba en su interior algún secreto de los que ciertamente Lily Briscoe creía que todo el mundo tenía que tener para que el mundo siguiera adelante? No todo el mundo podía ser tan atolondrado e irreflexivo como ella. Pero si lo sabían, ¿por qué no le decían lo que sabían? Sentada en el suelo, abrazada a las rodillas de Mrs. Ramsay, todo lo cerca que podía, sonriéndose al pensar que Mrs. Ramsay nunca sabría la razón de la intensidad del abrazo, se imaginaba cómo en las cámaras de la mente y del corazón de esta mujer que físicamente estaba en contacto con ella había, como en los tesoros de los reyes, tablillas con inscripciones sagradas, que si una pudiera leerlas, le enseñarían todo, pero que nunca se ofrecerían libremente, nunca llegarían al público. ¿Cuál era el arte, que el amor o la astucia conocían, con el que una podía entrar en esas cámaras ocultas? ¿Cuál era el resorte que te permitía convertirte, como el agua vertida en la jarra, en una sola cosa inextricablemente unida a la persona amada? ¿Podría lograrlo el cuerpo, o la mente, mezclándose sutilmente en los intrincados pasillos del cerebro?, ¿podría el corazón? ¿Podría el amor, como lo llamaba la gente, convertirlas en una a ella y a Mrs. Ramsay?, porque no era conocimiento, sino esa unidad lo que deseaba; no deseaba inscripciones en las tablillas, nada que pudiera escribirse en una lengua que conocieran los hombres, sino la propia intimidad, que es el conocimiento, pensaba, mientras reclinaba la cabeza sobre las rodillas de Mrs. Ramsay.
Nothing happened. Nothing! Nothing! as she leant her head against Mrs. Ramsay′s knee. And yet, she knew knowledge and wisdom were stored up in Mrs. Ramsay′s heart. How, then, she had asked herself, did one know one thing or another thing about people, sealed as they were? Only like a bee, drawn by some sweetness or sharpness in the air intangible to touch or taste, one haunted the dome-shaped hive, ranged the wastes of the air over the countries of the world alone, and then haunted the hives with their murmurs and their stirrings; the hives, which were people. Mrs. Ramsay rose. Lily rose. Mrs. Ramsay went. For days there hung about her, as after a dream some subtle change is felt in the person one has dreamt of, more vividly than anything she said, the sound of murmuring and, as she sat in the wicker arm-chair in the drawing-room window she wore, to Lily′s eyes, an august shape; the shape of a dome. No sucedió riada. ¡Nada! ¡Nada!, mientras estuvo inclinada sobre la rodilla de Mrs. Ramsay. Sin embargo, sabía que el corazón de Mrs. Ramsay atesoraba conocimientos y sabiduría. ¿Cómo, pues, se preguntaba, podía una saber tal o cual cosa de la gente, si ésta estaba herméticamente sellada? Sólo como las abejas, atraída por alguna fragancia o por alguna nota aguda en el aire, intangible para el tacto o el gusto, visitando la cúpula de la colmena, recorriendo solitaria el desierto aire de todos los países del mundo, frecuentando las colmenas llenas de murmullos e inquietudes; esas colmenas que eran la propia gente. Mrs. Ramsay se levantó. Lily se levantó. Mrs. Ramsay se fue. Durante unos días hubo en torno a ella, como tras un sueño se advierte que la persona en quien una ha soñado ha sufrido alguna transformación sutil, más nítido que sus palabras, un zumbido de murmullos, y, al sentarse en el sillón de mimbre junto a la ventana del salón, ofrecía, a los ojos de Lily, la silueta de una cúpula.
This ray passed level with Mr. Bankes′s ray straight to Mrs. Ramsay sitting reading there with James at her knee. But now while she still looked, Mr. Bankes had done. He had put on his spectacles. He had stepped back. He had raised his hand. He had slightly narrowed his clear blue eyes, when Lily, rousing herself, saw what he was at, and winced like a dog who sees a hand raised to strike it. She would have snatched her picture off the easel, but she said to herself, One must. She braced herself to stand the awful trial of some one looking at her picture. One must, she said, one must. And if it must be seen, Mr. Bankes was less alarming than another. But that any other eyes should see the residue of her thirty-three years, the deposit of each day′s living mixed with something more secret than she had ever spoken or shown in the course of all those days was an agony. At the same time it was immensely exciting. El rayo de luz se unía paralelo al de Mr. Bankes, y ambos llegaban hasta donde Mrs. Ramsay leía con James sobre las rodillas. Pero mientras ella seguía mirando, Mr. Bankes había dejado de hacerlo. Se había puesto las gafas. Había retrocedido un paso. Había levantado una mano. Se habían entrecerrado sus claros ojos azules, y Lily, sobresaltada, vio lo que quería hacer, y cerró los ojos como el perro cuando ve la mano levantada sobre su cabeza. Le habría gustado arrancar el cuadro del caballete, pero se dijo: Hay que aceptarlo. Hizo un esfuerzo, quiso recobrar la confianza, y someterse a la prueba terrible de que alguien examinara su cuadro. Hay que aceptarlo, se dijo, hay que aceptarlo. Y si finalmente alguien iba a verlo, Mr. Bankes era menos preocupante que los demás. Pero que otros ojos pudieran ver el balance de sus treinta y dos años, la sedimentación de cada día de su vida, mezclados con algo más secreto de lo que ella jamás hubiera expresado o mostrado en el curso de todos esos días, eso era una agonía. Pero, a la vez, qué inmensamente excitante era.
Nothing could be cooler and quieter. Taking out a pen-knife, Mr. Bankes tapped the canvas with the bone handle. What did she wish to indicate by the triangular purple shape, "just there"? he asked. No había nadie más desapasionado y tranquilo. Sacó un cortaplumas, y señaló con el mango de hueso en un lugar del lienzo. ¿Qué es lo que quería indicar con esa mancha púrpura triangular que había «justamente ahí»?, preguntó.
It was Mrs. Ramsay reading to James, she said. She knew his objection-- that no one could tell it for a human shape. But she had made no attempt at likeness, she said. For what reason had she introduced them then? he asked. Why indeed?--except that if there, in that corner, it was bright, here, in this, she felt the need of darkness. Simple, obvious, commonplace, as it was, Mr. Bankes was interested. Mother and child then--objects of universal veneration, and in this case the mother was famous for her beauty--might be reduced, he pondered, to a purple shadow without irreverence. Era Mrs. Ramsay mientras leía para james, dijo. Sabía qué le respondería: que nadie diría que se trataba de una forma humana. Pero ella no quería lograr que se pareciera, dijo. Entonces, ¿para qué los había puesto allí?, preguntó. ¿Por qué?, no había razón alguna, excepto que si allí, en aquel rincón, había luz, aquí, en este otro, ella sentía la necesidad de la oscuridad. Sencillo, consabido, trivial, incluso, sin embargo Mr. Bankes pareció interesarse. La madre y el hijo -objetos de la veneración universal, y en este caso, además, la madre era conocida por su belleza- podían reducirse, reflexionaba, a una mancha púrpura sin irreverencia.
But the picture was not of them, she said. Or, not in his sense. There were other senses too in which one might reverence them. By a shadow here and a light there, for instance. Her tribute took that form if, as she vaguely supposed, a picture must be a tribute. A mother and child might be reduced to a shadow without irreverence. A light here required a shadow there. He considered. He was interested. He took it scientifically in complete good faith. The truth was that all his prejudices were on the other side, he explained. The largest picture in his drawing-room, which painters had praised, and valued at a higher price than he had given for it, was of the cherry trees in blossom on the banks of the Kennet. He had spent his honeymoon on the banks of the Kennet, he said. Lily must come and see that picture, he said. But now--he turned, with his glasses raised to the scientific examination of her canvas. The question being one of the relations of masses, of lights and shadows, which, to be honest, he had never considered before, he would like to have it explained--what then did she wish to make of it? And he indicated the scene before them. She looked. She could not show him what she wished to make of it, could not see it even herself, without a brush in her hand. She took up once more her old painting position with the dim eyes and the absent-minded manner, subduing all her impressions as a woman to something much more general; becoming once more under the power of that vision which she had seen clearly once and must now grope for among hedges and houses and mothers and children--her picture. It was a question, she remembered, how to connect this mass on the right hand with that on the left. She might do it by bringing the line of the branch across so; or break the vacancy in the foreground by an object (James perhaps) so. But the danger was that by doing that the unity of the whole might be broken. She stopped; she did not want to bore him; she took the canvas lightly off the easel. Pero no se trataba de un retrato de ellos, dijo ella. No, no en ese sentido. Había otros sentidos, además, mediante los que se les podía reverenciar. Mediante una sombra aquí, o una luz allí, por ejemplo. Su ofrenda adquiría esa forma, si, como ella vagamente imaginaba, un cuadro tiene que ser un homenaje. Una madre y un hijo podían reducirse a una sombra sin irreverencia. Una luz aquí pedía una sombra allí. Se quedó pensándolo. Se mostró interesado. Lo aceptó, de forma científica, de buena fe. Lo cierto era que sus prejuicios caminaban todos ellos en sentido opuesto, le explicó. La pintura más grande de su salón, un cuadro que habían alabado los propios pintores, y que se había tasado en un precio muy superior al que él había pagado, era de unos cerezos en flor en las orillas del Kennet. Había pasado la luna de miel en las orillas del Kennet, dijo. Lily tenía que ir a ver el cuadro, dijo. Pero ahora, se volvió, sin las gafas, para examinar científicamente el lienzo. Había que juzgar la relación de los volúmenes, de las luces y sombras, cosas, a decir verdad, en las que nunca anteriormente había pensado, le gustaría que se lo explicaran: ¿qué quería decir eso? Señalaba la escena ante sus ojos. Ella miró. No podía mostrarle lo que quería hacer, ni siquiera ella sabía verlo sin el pincel en la mano. Volvió a su anterior postura de trabajo, con los ojos entrecerrados y aspecto de distraída, sometiendo sus impresiones de mujer a algo más general; cayendo de nuevo bajo el poder de esa visión que había visto con toda claridad una vez, y que ahora debía buscar a tientas entre setos, casas, madres y niños: el cuadro. Se trataba, recordó, de cómo relacionar este volumen con el de la izquierda. Podría hacerlo quizá extendiendo la línea de la rama; o rompiendo el vacío del primer plano con algún objeto (quizá James), así. Pero el peligro consistía en que al hacer eso quizá se perdería la unidad del conjunto. Se detuvo, no quería aburrirlo, quitó el lienzo del caballete sin esfuerzo.
But it had been seen; it had been taken from her. This man had shared with her something profoundly intimate. And, thanking Mr. Ramsay for it and Mrs. Ramsay for it and the hour and the place, crediting the world with a power which she had not suspected--that one could walk away down that long gallery not alone any more but arm in arm with somebody--the strangest feeling in the world, and the most exhilarating--she nicked the catch of her paint-box to, more firmly than was necessary, and the nick seemed to surround in a circle forever the paint-box, the lawn, Mr. Bankes, and that wild villain, Cam, dashing past. Pero alguien lo había visto, se lo habían arrebatado. Este hombre había compartido con ella algo intensamente íntimo. Con gratitud hacia Mr. Ramsay, con gratitud hacia Mrs. Ramsay, agradecida a la ocasión y al lugar, concediendo que el mundo poseía un poder que ella no le hubiera atribuido, el poder de que una pudiera pasar por aquella larga galería ya no sola sino del brazo de alguien -el sentimiento más extraño y más alegre de su vida-, echó el pestillo de la caja de pinturas con más fuerza de la necesaria, y al cerrarla pareció rodear mediante un círculo eterno la propia caja de pinturas, el jardín, a Mr. Bankes y a esa malvada villana, a Cam, que pasaba corriendo.
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For Cam grazed the easel by an inch; she would not stop for Mr. Bankes and Lily Briscoe; though Mr. Bankes, who would have liked a daughter of his own, held out his hand; she would not stop for her father, whom she grazed also by an inch; nor for her mother, who called "Cam! I want you a moment!" as she dashed past. She was off like a bird, bullet, or arrow, impelled by what desire, shot by whom, at what directed, who could say? What, what? Mrs. Ramsay pondered, watching her. It might be a vision--of a shell, of a wheelbarrow, of a fairy kingdom on the far side of the hedge; or it might be the glory of speed; no one knew. But when Mrs. Ramsay called "Cam!" a second time, the projectile dropped in mid career, and Cam came lagging back, pulling a leaf by the way, to her mother. Porque a Cam le había faltado una pulgada para rozar el caballete al pasar; no se fijó en Mr. Bankes ni en Lily Briscoe; a Mr. Bankes le habría gustado tener una hija, y extendió la mano; tampoco se fijó en su padre, a quien también le faltó una pulgada para rozarlo; ni en su madre, que gritó cuando pasaba: «¡Cam!, ¡ven un momento!» Se fue como un pájaro, un bala, una flecha; impulsada por qué deseo, disparada por quién, dirigiéndose hacia dónde, ¿quién sabría decirlo? ¿Qué?, ¿cómo?, pensaba Mrs. Ramsay sin dejar de mirarla. Quizá fuera algo de su imaginación: una concha, una carretilla, un reino de hadas en la otra punta del seto; o quizá lo hiciera por el placer de ir aprisa, nadie lo sabía. Pero cuando por segunda vez Mrs. Ramsay gritó: «¡Cam!», el proyectil detuvo la carrera, y Cam se acercó hacia su madre remoloneando, arrancó una hoja de paso.
What was she dreaming about, Mrs. Ramsay wondered, seeing her engrossed, as she stood there, with some thought of her own, so that she had to repeat the message twice--ask Mildred if Andrew, Miss Doyle, and Mr. Rayley have come back?--The words seemed to be dropped into a well, where, if the waters were clear, they were also so extraordinarily distorting that, even as they descended, one saw them twisting about to make Heaven knows what pattern on the floor of the child′s mind. What message would Cam give the cook? Mrs. Ramsay wondered. And indeed it was only by waiting patiently, and hearing that there was an old woman in the kitchen with very red cheeks, drinking soup out of a basin, that Mrs. Ramsay at last prompted that parrot-like instinct which had picked up Mildred′s words quite accurately and could now produce them, if one waited, in a colourless singsong. Shifting from foot to foot, Cam repeated the words, "No, they haven′t, and I′ve told Ellen to clear away tea." En qué estaría soñando, se preguntaba Mrs. Ramsay, viéndola absorta, ante ella, pensando en sus cosas; tuvo que repetir el recado: pregúntale a Mildred si han regresado Andrew, Miss Doyle y Mr. Rayley. Parecía como si las palabras cayeran en un pozo, en el que, aunque estuvieran claras, las aguas fueran extraordinariamente distorsionantes, de forma que, incluso mientras descendían, se viera cómo se movían formando un dibujo sobre el suelo de la mente de la muchacha. Pero ¿qué clase de recado podría dar Cam a la cocinera?, se preguntaba Mrs. Ramsay. A decir verdad sólo tras paciente espera, y tras escuchar que había una anciana en la cocina, con las mejillas muy rojas, bebiendo sopa de un tazón, pudo Mrs. Ramsay, con paciencia, hacer aflorar ese instinto de loro que había recogido las palabras de Mildred con la suficiente precisión como para reproducirlas ahora en una cantilena incolora. Cam, mientras movía los pies, repitió las palabras: «No, no han vuelto, y le he dicho a Ellen que recoja el servicio del té.»
Minta Doyle and Paul Rayley had not come back then. That could only mean, Mrs. Ramsay thought, one thing. She must accept him, or she must refuse him. This going off after luncheon for a walk, even though Andrew was with them--what could it mean? except that she had decided, rightly, Mrs. Ramsay thought (and she was very, very fond of Minta), to accept that good fellow, who might not be brilliant, but then, thought Mrs. Ramsay, realising that James was tugging at her, to make her go on reading aloud the Fisherman and his Wife, she did in her own heart infinitely prefer boobies to clever men who wrote dissertations; Charles Tansley, for instance. Anyhow it must have happened, one way or the other, by now. Minta Doyle y Paul Rayley no habían regresado. Mrs. Ramsay pensaba que eso sólo podía interpretarse de una forma. Lo ha aceptado o lo ha rechazado. Esto de salir a pasear después de almorzar, incluso aunque fuera en compañía de Andrew, ¿qué otra cosa podría querer decir?, excepto que ella había decidido, correctamente, pensó Mrs. Ramsay (y le tenía mucho afecto a Minta), aceptar a ese buen hombre, que quizá no fuera el más brillante; pero, claro, pensó Mrs. Ramsay, dándose cuenta de que James le pedía que siguiera leyéndole el cuento del pescador y su esposa, en el fondo del corazón preferiría infinitamente los tontorrones a los que escribían tesinas; por ejemplo, a Charles Tansley. En todo caso, fuera lo que fuera, en estos momentos ya había sucedido.
But she read, "Next morning the wife awoke first, and it was just daybreak, and from her bed she saw the beautiful country lying before her. Her husband was still stretching himself..." Siguió leyendo: «A la mañana siguiente la mujer se despertó antes, acababa de amanecer, y desde la cama veía el hermoso paisaje ante ella. Su marido comenzaba a desperezarse...»
But how could Minta say now that she would not have him? Not if she agreed to spend whole afternoons trapesing about the country alone--for Andrew would be off after his crabs--but possibly Nancy was with them. She tried to recall the sight of them standing at the hall door after lunch. There they stood, looking at the sky, wondering about the weather, and she had said, thinking partly to cover their shyness, partly to encourage them to be off (for her sympathies were with Paul), Minta, ¿sería capaz de rechazarlo? No, desde luego, si aceptaba vagabundear sola por los campos con él -Andrew seguro que estaría buscando cangrejos-, aunque quizá Nancy estuviera con ellos. Intentó recordar la imagen del grupo junto a la puerta de entrada tras el almuerzo. Estaban allí, mirando hacia el cielo, preocupados por el tiempo, y ella dijo, en parte para vencer la timidez de ellos, en parte para animarlos a salir (tenía en estima a Paul):
"There isn′t a cloud anywhere within miles," at which she could feel little Charles Tansley, who had followed them out, snigger. But she did it on purpose. Whether Nancy was there or not, she could not be certain, looking from one to the other in her mind′s eye. -No hay ni una nube en muchas millas -tras lo cual advirtió cómo el insignificante Charles Tansley, que los había seguido, sofocaba una risita. Pero lo había hecho intencionadamente. No sabía con certeza si Nancy estaba con ellos o no; en su mente, dirigía alternativamente la mirada a uno y otra.
She read on: "Ah, wife," said the man, "why should we be King? I do not want to be King." "Well," said the wife, "if you won′t be King, I will; go to the Flounder, for I will be King." Siguió leyendo: «"¡Ah!, mujer -dijo el hombre- ¿y para qué quiero ser rey? Yo no quiero ser rey. «Muy bien -dijo la esposa-, si tú no quieres ser rey, yo sí quiero ser reina; ve a ver al pez, porque quiero ser reina.»
"Come in or go out, Cam," she said, knowing that Cam was attracted only by the word "Flounder" and that in a moment she would fidget and fight with James as usual. Cam shot off. Mrs. Ramsay went on reading, relieved, for she and James shared the same tastes and were comfortable together. «Entra o sal, Cam», le dijo, sabiendo que Cam se había quedado atrapada por la palabra «pez», y que dentro de poco estaría importunando a James, y discutiendo con él. Cam echó a correr. Mrs. Ramsay siguió leyendo, aliviada, porque James y ella compartían los mismos gustos, y se sentían a gusto juntos.
"And when he came to the sea, it was quite dark grey, and the water heaved up from below, and smelt putrid. Then he went and stood by it and said, «Y cuando llegó al mar, estaba de color gris oscuro, de lo más profundo del agua subía un olor a putrefacción. Se acercó al agua, y se quedó en pie, y dijo:
′Flounder, flounder, in the sea, Come, I pray thee, here to me; For my wife, good Ilsabil, Wills not as I′d have her will.′ Pececito, que vives en la mar, Ven, te lo ruego, ven, acude aquí, Pues mi mujer, la buena de Ilsebill, no está conforme con mi voluntad.
′Well, what does she want then?′ said the Flounder." And where were they now? Mrs. Ramsay wondered, reading and thinking, quite easily, both at the same time; for the story of the Fisherman and his Wife was like the bass gently accompanying a tune, which now and then ran up unexpectedly into the melody. And when should she be told? If nothing happened, she would have to speak seriously to Minta. For she could not go trapesing about all over the country, even if Nancy were with them (she tried again, unsuccessfully, to visualize their backs going down the path, and to count them). She was responsible to Minta′s parents--the Owl and the Poker. Her nicknames for them shot into her mind as she read. The Owl and the Poker--yes, they would be annoyed if they heard--and they were certain to hear--that Minta, staying with the Ramsays, had been seen etcetera, etcetera, etcetera. "He wore a wig in the House of Commons and she ably assisted him at the head of the stairs," she repeated, fishing them up out of her mind by a phrase which, coming back from some party, she had made to amuse her husband. Dear, dear, Mrs. Ramsay said to herself, how did they produce this incongruous daughter? this tomboy Minta, with a hole in her stocking? How did she exist in that portentous atmosphere where the maid was always removing in a dust-pan the sand that the parrot had scattered, and conversation was almost entirely reduced to the exploits--interesting perhaps, but limited after all--of that bird? Naturally, one had asked her to lunch, tea, dinner, finally to stay with them up at Finlay, which had resulted in some friction with the Owl, her mother, and more calling, and more conversation, and more sand, and really at the end of it, she had told enough lies about parrots to last her a lifetime (so she had said to her husband that night, coming back from the party). However, Minta came...Yes, she came, Mrs. Ramsay thought, suspecting some thorn in the tangle of this thought; and disengaging it found it to be this: a woman had once accused her of "robbing her of her daughter′s affections"; something Mrs. Doyle had said made her remember that charge again. Wishing to dominate, wishing to interfere, making people do what she wished--that was the charge against her, and she thought it most unjust. How could she help being "like that" to look at? No one could accuse her of taking pains to impress. She was often ashamed of her own shabbiness. Nor was she domineering, nor was she tyrannical. It was more true about hospitals and drains and the dairy. About things like that she did feel passionately, and would, if she had the chance, have liked to take people by the scruff of their necks and make them see. No hospital on the whole island. It was a disgrace. Milk delivered at your door in London positively brown with dirt. It should be made illegal. A model dairy and a hospital up here--those two things she would have liked to do, herself. But how? With all these children? When they were older, then perhaps she would have time; when they were all at school. "Pero ¿qué es lo que quiere?", dijo el pececito.» Ahora, ¿dónde estarían?, se preguntaba Mrs. Ramsay, que se entretenía fácilmente con sus pensamientos mientras leía, porque el cuento del pescador y su esposa era como el bajo que acompañaba una canción, que de vez en cuando, de forma inesperada, se convertía en la propia melodía. ¿Cuándo habría que decírselo a ella? Si no hubiera pasado, tendría que hablar muy en serio con Minta. Porque no podía dedicarse a vagabundear por el campo, aunque Nancy estuviera con ellos (intentó de nuevo, sin éxito, visualizar las espaldas de los que iban por el camino, para contarlas). Era responsable ante los padres de Minta: el búho y la badila. Le vinieron a la mente los motes mientras leía. El búho y la badila, a decir verdad, se sentirían muy ofendidos si les contaran, y seguro que se lo contarían, que a Minta, cuando estuvo con los Ramsay, la habían visto, etcétera, etcétera, etcétera. «Él llevaba peluca en la Cámara de los Comunes, y ella le ayudaba muy bien en las recepciones», repitió esto, pescándolo del fondo de los recuerdos, en una ocasión en que al regresar de una fiesta había dicho eso para divertir a su marido. Vaya, vaya, se dijo Mrs. Ramsay, ¿cómo es que esa pareja había tenido una hija tan incongruente como ésta? ¿Esta marimacho de Minta, que llevaba agujeros en las medias? ¿Cómo lograba vivir en aquella atmósfera portentosa en la que la doncella cambiaba la arena que había desperdigado el loro, y la conversación se ceñía de forma estricta a los méritos, interesantes acaso, pero, no obstante, limitados, del ave mencionada? Sí, la había invitado a almorzar, a tomar el té, a cenar, y finalmente la había invitado a quedarse con ellos en Finlay, lo cual había acarreado algún malentendido con el búho, con la madre, y más visitas, más charlas, y más cambios de arena, y en realidad, al final de todo, había dicho tantas mentiras acerca de los loros como para que le durasen toda la vida (eso es lo que le había dicho a su marido aquella noche cuando regresaban de la fiesta). Sin embargo, Minta había venido... Sí, había venido, pensó Mrs. Ramsay, sospechando que había alguna espina en la madeja de estos pensamientos; y al desenredarla se encontró con que era ésta: una mujer la había acusado en una ocasión «de robarle el afecto de su hija»; alguna palabra de Mrs. Doyle le había hecho recordar esa acusación. El deseo de- dominar, el deseo de intervenir, de hacer que la gente cumpliera su voluntad: ésa era la acusación que le hacían, y ella pensaba que era muy injusta. ¿Cómo impedir «ser así» para los demás? No podían acusarla de querer impresionar a nadie. Incluso ella misma se avergonzaba a veces de lo descuidada que iba. Tampoco era dominante ni tiránica. Era más cierto si se referían a su actitud respecto de los hospitales, el alcantarillado, la lechería. Sobre asuntos como ésos sí que se mostraba apasionada, y le habría gustado, si hubiera podido, coger a la gente del cuello y obligarlos a ver las cosas. No había un hospital en toda la isla. Eso sí que era una desdicha. La leche que te dejaban a la puerta en Londres estaba de color pardo a causa de la suciedad: debería prohibirlo la ley. Una granja modelo, y un hospital aquí: esas dos cosas sí que le habría gustado poder hacerlas ella. Pero ¿cómo? ¿Con todos los niños a su cuidado? Cuando fueran mayores, quizá entonces tuviera tiempo; cuando estuvieran todos en el colegio.
Oh, but she never wanted James to grow a day older! or Cam either. These two she would have liked to keep for ever just as they were, demons of wickedness, angels of delight, never to see them grow up into long-legged monsters. Nothing made up up for the loss. When she read just now to James, "and there were numbers of soldiers with kettledrums and trumpets," and his eyes darkened, she thought, why should they grow up and lose all that? He was the most gifted, the most sensitive of her children. But all, she thought, were full of promise. Prue, a perfect angel with the others, and sometimes now, at night especially, she took one′s breath away with her beauty. Andrew--even her husband admitted that his gift for mathematics was extraordinary. And Nancy and Roger, they were both wild creatures now, scampering about over the country all day long. As for Rose, her mouth was too big, but she had a wonderful gift with her hands. If they had charades, Rose made the dresses; made everything; liked best arranging tables, flowers, anything. She did not like it that Jasper should shoot birds; but it was only a stage; they all went through stages. Why, she asked, pressing her chin on James′s head, should they grow up so fast? Why should they go to school? She would have liked always to have had a baby. She was happiest carrying one in her arms. Then people might say she was tyrannical, domineering, masterful, if they chose; she did not mind. And, touching his hair with her lips, she thought, he will never be so happy again, but stopped herself, remembering how it angered her husband that she should say that. Still, it was true. They were happier now than they would ever be again. A tenpenny tea set made Cam happy for days. She heard them stamping and crowing on the floor above her head the moment they awoke. They came bustling along the passage. Then the door sprang open and in they came, fresh as roses, staring, wide awake, as if this coming into the dining-room after breakfast, which they did every day of their lives, was a positive event to them, and so on, with one thing after another, all day long, until she went up to say good-night to them, and found them netted in their cots like birds among cherries and raspberries, still making up stories about some little bit of rubbish--something they had heard, something they had picked up in the garden. They all had their little treasures... And so she went down and said to her husband, Why must they grow up and lose it all? Never will they be so happy again. And he was angry. Why take such a gloomy view of life? he said. It is not sensible. For it was odd; and she believed it to be true; that with all his gloom and desperation he was happier, more hopeful on the whole, than she was. Less exposed to human worries--perhaps that was it. He had always his work to fall back on. Not that she herself was "pessimistic," as he accused her of being. Only she thought life--and a little strip of time presented itself to her eyes--her fifty years. There it was before her--life. Life, she thought--but she did not finish her thought. She took a look at life, for she had a clear sense of it there, something real, something private, which she shared neither with her children nor with her husband. A sort of transaction went on between them, in which she was on one side, and life was on another, and she was always trying to get the better of it, as it was of her; and sometimes they parleyed (when she sat alone); there were, she remembered, great reconciliation scenes; but for the most part, oddly enough, she must admit that she felt this thing that she called life terrible, hostile, and quick to pounce on you if you gave it a chance. There were eternal problems: suffering; death; the poor. There was always a woman dying of cancer even here. And yet she had said to all these children, You shall go through it all. To eight people she had said relentlessly that (and the bill for the greenhouse would be fifty pounds). For that reason, knowing what was before them--love and ambition and being wretched alone in dreary places--she had often the feeling, Why must they grow up and lose it all? And then she said to herself, brandishing her sword at life, Nonsense. They will be perfectly happy. And here she was, she reflected, feeling life rather sinister again, making Minta marry Paul Rayley; because whatever she might feel about her own transaction, she had had experiences which need not happen to every one (she did not name them to herself); she was driven on, too quickly she knew, almost as if it were an escape for her too, to say that people must marry; people must have children. Ah, pero no quería que James ni Cam tuvieran ni un solo día más. Le habría gustado que estos dos se quedaran como eran, como diablillos perversos, como delicados angelitos; y no ver cómo se convertían en monstruos de largas piernas. Nada compensaba la pérdida. Cuando leía, como ahora, a Jarnes, que había «muchos soldados con tambores y trompetas», y se le ensombrecían los ojos, ella pensaba, ¿por qué tenían que crecer, y perder todo eso? Era el que más talento tenía, el más sensible de todos sus hijos. Pero todos, creía, prometían mucho. Prue, un ángel de perfecciones, y ahora, especialmente por las noches, le cortaba la respiración a cualquiera el ver lo hermosa que era. Andrew, hasta su marido admitía que el talento que tenía para las matemáticas era poco común. Nancy y Roger, eran niños salvajes, que pasaban todo el día corriendo por los campos. Y en cuanto a Rose, tenía la boca demasiado grande, pero tenía unas manos maravillosas. Cuando preparaban charadas, Rose hacía los vestidos; hacía todo; pero lo que más le gustaba era arreglar las mesas, las flores, cualquier cosa. No le gustaba que Jasper disparara a los pájaros, pero era una etapa, todos tenían sus diferentes etapas. ¿Por qué, se preguntaba, mientras apoyaba la barbilla sobre la cabeza de James, tenían que crecer tan aprisa? ¿Por qué tenían que ir a la escuela? Le habría gustado tener siempre un niño pequeño. El colmo de la felicidad era llevar un niño en brazos. Si querían, podían decir que era una déspota, dominante, mandona, no le preocupaba. Mientras le rozaba el cabello con los labios, pensaba en que nunca volvería a ser tan feliz el niño, pero se detuvo, pensó en cuánto enfadaba a su marido que pensara eso. Pero era verdad. Ahora eran más felices de lo que llegarían a ser en toda su vida. Un juego de té de diez peniques le proporcionaba a Cam felicidad para diez días. Tan pronto como se despertaban, se oían en el piso de arriba los golpes sobre el suelo, y los gritos de alegría. Avanzaban por el pasillo haciendo ruido. De repente se abría la puerta de golpe, y entraban, frescos como rosas, mirando todo atentamente, despejados, como si entrar así en el comedor tras el desayuno, algo que hacían todos los días, fuera una fiesta para ellos; y el resto del día era idéntico, una cosa tras otra, todo el día, hasta cuando subía para desearles buenas noches, y los encontraba arropados en las camas plegables, como pájaros entre cerezas y frambuesas, todavía contando cuentos sobre cualquier insignificancia: algo que hubieran oído, algo que hubieran cogido en el jardín. Todos tenían sus tesoros... Y bajaba y se lo contaba a su marido, ¿por qué tenían que crecer y perderse todo eso? Nunca volverían a ser tan felices. Y él se enfadaba. ¿Por qué esa opinión tan negativa de la vida?, decía él. No es sensato. Era raro, sí, pero ella pensaba que era verdad; pensaba que, con todo su pesimismo y desesperación, él era más feliz, y en general tenía más esperanza que ella. Quizá estaba menos expuesto a las preocupaciones humanas, quizá era eso. Él siempre podía refugiarse en el trabajo. No es que ella fuera «pesimista», como él decía. Sólo que pensaba en la vida, en la breve cinta que se desarrollaba ante sus ojos, en los cincuenta años. Estaba ante ella, esta vida. La vida: pensaba en ella, pero no llevaba los pensamientos hasta sus últimas consecuencias. Echaba una mirada a la vida, porque tenía una clara percepción de que allí estaba, era algo real, algo íntimo, algo que no compartía ni con sus hijos ni con su marido. Había una especie de transacción, ella estaba a un lado; la vida, a otro; y siempre quería obtener lo mejor de la vida; y la vida hacía lo mismo con ella; y a veces parlamentaban (cuando se sentaba a solas); había, lo recordaba, grandes escenas de reconciliación; en buena medida, extrañamente, tenía que admitir que pensaba que lo que ella llamaba vida era algo terrible, hostil, y que se abalanzaba sobre ti si le dabas la oportunidad. Había problemas eternos: el sufrimiento, la muerte, los pobres. Incluso aquí había siempre una mujer que agonizaba víctima del cáncer. Pero ella decía a los niños: saldréis adelante. Eso había estado diciendo, una y otra vez, a ocho personas (y la factura del invernadero llegaría a las cincuenta libras). Por esa razón, sabiendo lo que les aguardaba -amor, esperanzas, ser desdichado en algún lugar remoto-, había tenido con cierta frecuencia esa sensación, ¿Por qué tenían que crecer y perder todo eso? Y se había dicho, blandiendo la espada ante la vida, tonterías. Serán completamente felices. Y aquí estaba, reflexionó, sintiendo de nuevo que la vida era algo siniestro, haciendo de casamentera con Minta y Paul Rayley; porque fuera lo que fuera lo que sintiera sobre su propia transacción, y había sufrido experiencias que no necesariamente les sucedían a todos (ni ella misma las mencionaba); se sentía obligada, demasiado bien lo sabía, casi como si fuera un escape para ella, además, a decir que la gente tenía que casarse, y que tenían que tener hijos.
Was she wrong in this, she asked herself, reviewing her conduct for the past week or two, and wondering if she had indeed put any pressure upon Minta, who was only twenty-four, to make up her mind. She was uneasy. Had she not laughed about it? Was she not forgetting again how strongly she influenced people? Marriage needed--oh, all sorts of qualities (the bill for the greenhouse would be fifty pounds); one--she need not name it--that was essential; the thing she had with her husband. Had they that? ¿Estaría equivocada?, se preguntaba, repasando su conducta durante la semana pasada o la anterior, y se preguntaba si no habría coaccionado a Minta para que se decidiera; Minta, después de todo, sólo tenía veinticuatro años. Estaba intranquila. ¿No se había reído de ello? ¿No había vuelto a olvidar cuán hondamente impresionaba a la gente? El matrimonio exigía..., ah, sí, toda suerte de buenas cualidades (la factura del invernadero sumaría cincuenta libras); había una -no necesitaba mencionarla-, ¡la verdaderamente esencial!, la que ella tenía con su marido. ¿La tenían?
"Then he put on his trousers and ran away like a madman," she read. "But outside a great storm was raging and blowing so hard that he could scarcely keep his feet; houses and trees toppled over, the mountains trembled, rocks rolled into the sea, the sky was pitch black, and it thundered and lightened, and the sea came in with black waves as high as church towers and mountains, and all with white foam at the top." «Entonces se puso los pantalones, y echó a correr -siguió leyendo-. Pero afuera había una gran tempestad, y el viento soplaba con tal fuerza que apenas se sostenía sobre los pies; se derribaban las casas y los árboles, temblaban las montañas, se despeñaban las rocas en el mar, el cielo estaba negro como la pez, y había truenos y relámpagos, y el mar se aproximaba con negras olas altas como campanarios o montañas, y coronadas de espuma.»
She turned the page; there were only a few lines more, so that she would finish the story, though it was past bed-time. It was getting late. The light in the garden told her that; and the whitening of the flowers and something grey in the leaves conspired together, to rouse in her a feeling of anxiety. What it was about she could not think at first. Then she remembered; Paul and Minta and Andrew had not come back. She summoned before her again the little group on the terrace in front of the hall door, standing looking up into the sky. Andrew had his net and basket. That meant he was going to catch crabs and things. That meant he would climb out on to a rock; he would be cut off. Or coming back single file on one of those little paths above the cliff one of them might slip. He would roll and then crash. It was growing quite dark. Volvió la hoja; unos renglones más, y acababa el cuento; aunque ya había pasado la hora de ir a la cama. Se hacía tarde. Se lo decía la luz del jardín; y el blanco de las flores y algo gris en las hojas conspiraban para despertar en ella una sensación de ansiedad. Al principio no sabía de qué se trataba. Luego lo recordó: Paul y Minta y Andrew no habían regresado. Recordó al grupito cuando estaba ante ella en la terraza, ante la puerta del recibidor, en pie, mirando hacia el cielo. Andrew llevaba el retel y la cesta. Eso quería decir que pensaba coger cangrejos de mar y cosas así; y que tendría que subir a una roca, quizá se había quedado aislado. Tal vez, al regresar en fila india por uno de esos senderos de los acantilados, uno de ellos se hubiera resbalado, se hubiera despeñado. Estaba oscureciendo.
But she did not let her voice change in the least as she finished the story, and added, shutting the book, and speaking the last words as if she had made them up herself, looking into James′s eyes: "And there they are living still at this very time." Pero mientras terminaba de leer el cuento no se permitió que se le alterase la voz ni un poco, y, tras cerrar el libro, añadió unas palabras que parecía que acabara de inventarse, mientras miraba a James a los ojos: «Y ahí es donde siguen hasta hoy.»
"And that′s the end," she said, and she saw in his eyes, as the interest of the story died away in them, something else take its place; something wondering, pale, like the reflection of a light, which at once made him gaze and marvel. Turning, she looked across the bay, and there, sure enough, coming regularly across the waves first two quick strokes and then one long steady stroke, was the light of the Lighthouse. It had been lit. «Y así termina», dijo, y vio cómo en los ojos de él se apagaba el interés por el cuento, desplazado por algo diferente; una interrogación, algo pálido, como el reflejo de una luz, algo que le hacía mirar con atención y le hacía admirarse. Se volvió, y vio, al otro lado de la bahía, imperturbable, sobre las olas, primero los dos destellos, después el haz de luz más intenso y prolongado, la luz del Faro. Ya lo habían encendido.
In a moment he would ask her, "Are we going to the Lighthouse?" And she would have to say, "No: not tomorrow; your father says not." Happily, Mildred came in to fetch them, and the bustle distracted them. But he kept looking back over his shoulder as Mildred carried him out, and she was certain that he was thinking, we are not going to the Lighthouse tomorrow; and she thought, he will remember that all his life. < No tardaría en preguntar: «¿Iremos al Faro?» Y ella tendría que contestar: «No, mañana, no; tu padre ha dicho que no.» Afortunadamente, Mildred vino a buscarlos, y la llegada los distrajo. Pero él no dejaba de mirar por encima del hombro mientras Mildred se lo llevaba, y estaba segura de que pensaba, mañana no iremos al Faro, y estaba segura de que lo recordaría durante toda la vida.
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No, she thought, putting together some of the pictures he had cut out-- a refrigerator, a mowing machine, a gentleman in evening dress-- children never forget. For this reason, it was so important what one said, and what one did, and it was a relief when they went to bed. For now she need not think about anybody. She could be herself, by herself. And that was what now she often felt the need of--to think; well, not even to think. To be silent; to be alone. All the being and the doing, expansive, glittering, vocal, evaporated; and one shrunk, with a sense of solemnity, to being oneself, a wedge-shaped core of darkness, something invisible to others. Although she continued to knit, and sat upright, it was thus that she felt herself; and this self having shed its attachments was free for the strangest adventures. When life sank down for a moment, the range of experience seemed limitless. And to everybody there was always this sense of unlimited resources, she supposed; one after another, she, Lily, Augustus Carmichael, must feel, our apparitions, the things you know us by, are simply childish. Beneath it is all dark, it is all spreading, it is unfathomably deep; but now and again we rise to the surface and that is what you see us by. Her horizon seemed to her limitless. There were all the places she had not seen; the Indian plains; she felt herself pushing aside the thick leather curtain of a church in Rome. This core of darkness could go anywhere, for no one saw it. They could not stop it, she thought, exulting. There was freedom, there was peace, there was, most welcome of all, a summoning together, a resting on a platform of stability. Not as oneself did one find rest ever, in her experience (she accomplished here something dexterous with her needles) but as a wedge of darkness. Losing personality, one lost the fret, the hurry, the stir; and there rose to her lips always some exclamation of triumph over life when things came together in this peace, this rest, this eternity; and pausing there she looked out to meet that stroke of the Lighthouse, the long steady stroke, the last of the three, which was her stroke, for watching them in this mood always at this hour one could not help attaching oneself to one thing especially of the things one saw; and this thing, the long steady stroke, was her stroke. Often she found herself sitting and looking, sitting and looking, with her work in her hands until she became the thing she looked at--that light, for example. And it would lift up on it some little phrase or other which had been lying in her mind like that--"Children don′t forget, children don′t forget"--which she would repeat and begin adding to it, It will end, it will end, she said. It will come, it will come, when suddenly she added, We are in the hands of the Lord. No, pensó, reuniendo algunos de los recortes de las ilustraciones -el refrigerador, la cortadora del césped, un caballero vestido para una fiesta-, los niños no olvidan. Por esto es por lo que era tan importante lo que se decía, lo que se hacía; y era un alivio cuando se iban a la cama. Porque ahora era cuando no tenía que pensar en nadie obligatoriamente. Podía ser ella misma, dedicarse a sí misma. Eso era precisamente lo que ahora necesitaba con tanta frecuencia: pensar; o quizá ni tan siquiera pensar. Estar en silencio, quedarse sola. Todo el ser y el hacer, expansivo y deslumbrante, se evaporaban; y se contraía, con una sensación de solemnidad, hasta ser una misma, un corazón de oscuridad en forma de cuña, algo invisible para los demás. Aunque siguió tejiendo, sentada con la espalda derecha, porque era así como se sentía a sí misma; y este yo, habiéndose desprendido de sus lazos, se sentía libre para participar en las más extrañas aventuras. Cuando la animación cedía unos momentos, el campo de la experiencia parecía ilimitado. Suponía que esta sensación de acercarse a un depósito de recursos ilimitados era algo al alcance de todos; uno tras otro, ella, Lily, Augustus Carmichael, debían sentir que nuestras apariencias, lo que nos da a conocer, es algo sencillamente infantil. Bajo ellas todo es oscuridad, una oscuridad que todo lo envuelve, de insondable profundidad; pero de vez en cuando subimos a la superficie, y por esas señas nos conocen los demás. Su horizonte le parecía ilimitado. Allí estaban todos esos lugares que no había llegado a conocer; las llanuras de la India; sintió como si apartara la pesada cortina de cuero de una iglesia de Roma. Esta semilla de oscuridad podía ir a cualquier lugar, porque era invisible, nadie podía verla. No podían detenerla, pensó exultante. Había en ella paz, había paz, y había, lo mejor de todo, un conjunto de cosas, un apoyo para la estabilidad. No era la clase de descanso que hallaba una siempre, en su propia experiencia (en este momento hizo algo que requería mucha destreza con las agujas), sino que era como una cuña de oscuridad. Al perder la personalidad, se perdían las preocupaciones, las prisas, el afanarse, y le subía a los labios una exclamación como de triunfo sobre la vida, cuando las cosas se reunían en esta paz, en este descanso, en esta eternidad; y al detenerse en este momento, levantó la mirada para ver el rayo del Faro, el destello prolongado, el último de los tres, el suyo; porque al verlos en este estado de ánimo, siempre a esta hora, no podía una desentenderse de alguna cosa, en especial, que viera; y esta cosa, ese destello prolongado, era el suyo. Con frecuencia se sorprendía de sí misma, allí sentada y mirando, sentada y mirando, con la labor entre las manos; hasta que se convertía en aquello que miraba: aquella luz, por ejemplo. Y podía recoger alguna frasecilla u otra que hubiera permanecido de aquella forma en su mente: «Los niños no olvidan, los niños no olvidan.» Que repetía una vez tras otra, y a la que comenzaba a agregar: terminará, terminará. Así será, así será, cuando de repente, añadió: Estamos en manos del Señor.
But instantly she was annoyed with herself for saying that. Who had said it? Not she; she had been trapped into saying something she did not mean. She looked up over her knitting and met the third stroke and it seemed to her like her own eyes meeting her own eyes, searching as she alone could search into her mind and her heart, purifying out of existence that lie, any lie. She praised herself in praising the light, without vanity, for she was stern, she was searching, she was beautiful like that light. It was odd, she thought, how if one was alone, one leant to inanimate things; trees, streams, flowers; felt they expressed one; felt they became one; felt they knew one, in a sense were one; felt an irrational tenderness thus (she looked at that long steady light) as for oneself. There rose, and she looked and looked with her needles suspended, there curled up off the floor of the mind, rose from the lake of one′s being, a mist, a bride to meet her lover. Pero al momento se sintió molesta consigo misma por decir eso. ¿Quién lo había dicho?, no ella; había caído en la trampa de decir algo que no quería decir. Levantó los ojos de la labor, y vio el tercer destello, y le pareció como si sus ojos reflejaran sus propios ojos, buscando como sólo ella sabía hacer en su propia mente y en su corazón, purgando su vida de esa mentira, de todas las mentiras. Se alabó a sí misma al alabar aquella luz, sin vanidad, porque era inflexible, era perspicaz, era hermosa como aquella luz. Era raro, pensaba, cómo, cuando se quedaba sola, tendía a favorecer las cosas, las cosas inanimadas; los árboles, los arroyos, las flores; creía que la expresaban a una, y en cierto sentido eran una misma; sentía una ternura irracional (seguía con la mirada fija en aquel destello prolongado), como por ella misma. Aparecía, y se quedaba con las agujas quietas, y brotaba en el suelo de la mente, en la laguna del propio ser, una niebla, una novia al encuentro de su amante.
What brought her to say that: "We are in the hands of the Lord?" she wondered. The insincerity slipping in among the truths roused her, annoyed her. She returned to her knitting again. How could any Lord have made this world? she asked. With her mind she had always seized the fact that there is no reason, order, justice: but suffering, death, the poor. There was no treachery too base for the world to commit; she knew that. No happiness lasted; she knew that. She knitted with firm composure, slightly pursing her lips and, without being aware of it, so stiffened and composed the lines of her face in a habit of sternness that when her husband passed, though he was chuckling at the thought that Hume, the philosopher, grown enormously fat, had stuck in a bog, he could not help noting, as he passed, the sternness at the heart of her beauty. It saddened him, and her remoteness pained him, and he felt, as he passed, that he could not protect her, and, when he reached the hedge, he was sad. He could do nothing to help her. He must stand by and watch her. Indeed, the infernal truth was, he made things worse for her. He was irritable--he was touchy. He had lost his temper over the Lighthouse. He looked into the hedge, into its intricacy, its darkness. ¿Qué le había hecho decir eso de Estamos en manos del Señor?, se preguntaba. La insinceridad que se deslizaba en medio de las verdades la molestaba, la irritaba. Volvió a la labor. ¿Cómo podría cualquier Señor haber hecho un mundo como éste?, se preguntaba. Mentalmente siempre había sido muy consciente de que no hay razón, orden ni justicia; sino sufrimiento, muerte y pobreza. No había traición lo suficientemente abyecta que no se hubiera cometido en el mundo, lo sabía. La felicidad no duraba, lo sabía. Tejía con deliberada compostura, apretando los labios levemente, sin darse cuenta de ello, tan fijas y regulares eran las arrugas de la cara por ese hábito de inflexibilidad que, cuando pasó su marido ante ella, riéndose para sí al recordar a Hume, el filósofo, que había engordado tanto que se había caído a un charco, y no podía salir, no dejó de darse cuenta, al pasar, de la severidad que había en el fondo de aquella belleza. Eso lo entristecía a él, y lo remota que era lo afligía, y advertía, al pasar, que no podía protegerla, y, cuando llegaba al seto, ya estaba triste. No podía hacer nada para ayudarla. Debía quedarse cerca y vigilar. A decir verdad, la maldita verdad es que la presencia de él hacía que las cosas fueran peor para ella. Era irascible, era susceptible. Se había enfadado con lo del Faro. Miraba hacia el seto, lo intrincado que era, lo oscuro que era.
Always, Mrs. Ramsay felt, one helped oneself out of solitude reluctantly by laying hold of some little odd or end, some sound, some sight. She listened, but it was all very still; cricket was over; the children were in their baths; there was only the sound of the sea. She stopped knitting; she held the long reddish-brown stocking dangling in her hands a moment. She saw the light again. With some irony in her interrogation, for when one woke at all, one′s relations changed, she looked at the steady light, the pitiless, the remorseless, which was so much her, yet so little her, which had her at its beck and call (she woke in the night and saw it bent across their bed, stroking the floor), but for all that she thought, watching it with fascination, hypnotised, as if it were stroking with its silver fingers some sealed vessel in her brain whose bursting would flood her with delight, she had known happiness, exquisite happiness, intense happiness, and it silvered the rough waves a little more brightly, as daylight faded, and the blue went out of the sea and it rolled in waves of pure lemon which curved and swelled and broke upon the beach and the ecstasy burst in her eyes and waves of pure delight raced over the floor of her mind and she felt, It is enough! It is enough! Siempre, pensaba Mrs. Ramsay, podía una por sí sola salir, con renuencia, de la soledad, agarrándose a cualquier cosa, a algún sonido, a alguna imagen. Escuchaba, pero todo estaba callado: había terminado el críquet, los niños estaban bañándose; sólo se oía el rumor de la mar. Dejó de tejer, durante un momento se quedó colgando de sus manos el calcetín de color castaño rojizo. Volvió a ver la luz. Con una punta de ironía en la interrogativa mirada, porque, cuando una estaba bien despierta, las cosas cambiaban, dirigió los ojos hacia la luz, la luz sin piedad, sin remordimiento, que era en buena medida ella misma, pero, a la vez, era tan poco ella misma que la tenía a su capricho (se despertaba por las noches, y se erguía en la cama, y veía cómo barría el suelo); pero, con todo, pensaba, mirando fascinada, hipnotizada, como si la luz palpara con dedos de plata algún vaso oculto de su mente cuya explosión la inundase de satisfacción y placer, había conocido la felicidad, una felicidad exquisita, una felicidad intensa; y ahora argentaba la luz las airadas olas con un brillo algo más intenso, al declinar la luz diurna; y el azul desaparecía de la mar, y se desplegaba ésta en olas de color limón, que crecían y rompían en la playa, y el éxtasis estallaba en sus ojos, y olas de puro deleite recoman el suelo de su mente, y se decía ¡basta!, ¡basta!
He turned and saw her. Ah! She was lovely, lovelier now than ever he thought. But he could not speak to her. He could not interrupt her. He wanted urgently to speak to her now that James was gone and she was alone at last. But he resolved, no; he would not interrupt her. She was aloof from him now in her beauty, in her sadness. He would let her be, and he passed her without a word, though it hurt him that she should look so distant, and he could not reach her, he could do nothing to help her. And again he would have passed her without a word had she not, at that very moment, given him of her own free will what she knew he would never ask, and called to him and taken the green shawl off the picture frame, and gone to him. For he wished, she knew, to protect her. < Se volvió y la vio. ¡Ah! Era un encanto, era más encantadora de lo que hubiera imaginado. Pero no podía hablar con ella. No podía interrumpirla. Tenía urgentes deseos de hablar con ella, ahora que James se había ido, y cuando por fin se había quedado sola. Pero tomó una decisión, no, no quería interrumpir su soledad. Estaba remotamente lejos de él ahora, con su belleza, su tristeza. La dejaría en paz, y pasó junto a ella sin decir una palabra, aunque lo hirió el ver que ella estaba tan lejos, que no podía llegar a ella, que no podía hacer nada para ayudarla. Habría vuelto a pasar junto a ella sin decir una palabra si ella, en ese mismo momento, no le hubiera dado a él por su propia voluntad lo que sabía que él nunca pediría; lo llamó, cogió el chal verde del marco del cuadro, se fue con él. Porque, ella lo sabía, quería protegerla.
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She folded the green shawl about her shoulders. She took his arm. His beauty was so great, she said, beginning to speak of Kennedy the gardener, at once he was so awfully handsome, that she couldn′t dismiss him. There was a ladder against the greenhouse, and little lumps of putty stuck about, for they were beginning to mend the greenhouse. Yes, but as she strolled along with her husband, she felt that that particular source of worry had been placed. She had it on the tip of her tongue to say, as they strolled, "It′ll cost fifty pounds," but instead, for her heart failed her about money, she talked about Jasper shooting birds, and he said, at once, soothing her instantly, that it was natural in a boy, and he trusted he would find better ways of amusing himself before long. Her husband was so sensible, so just. And so she said, "Yes; all children go through stages," and began considering the dahlias in the big bed, and wondering what about next year′s flowers, and had he heard the children′s nickname for Charles Tansley, she asked. The atheist, they called him, the little atheist. "He′s not a polished specimen," said Mr. Ramsay. "Far from it," said Mrs. Ramsay. Se cubrió los hombros con el chal verde. Le dio el brazo. Era tan hermoso, dijo ella, hablando de Kennedy, el jardinero; era tan guapo que no podía despedirlo. Había una escalera apoyada contra el invernadero, y había saquitos de cemento por todas partes, porque estaban comenzando a reparar el invernadero. Sí, pero mientras ella paseaba con su marido sabía que ya había una nueva fuente de inquietudes. Estuvo a punto de decir, mientras paseaban: «Nos costará cincuenta libras»; pero no se atrevió a hablar de dinero, y se dedicó a hablar de los pájaros que mataba Jasper, y él le dijo, para calmarla inmediatamente, que era normal en un muchacho, y que estaba seguro de que no tardaría mucho tiempo en hallar mejores formas de diversión. Era tan sensato su marido, tan justo. Y ella dijo: «Sí, todos los niños pasan por las mismas etapas», y empezaba a pensar en las dalias del parterre grande, y a preguntarse por las flores del año próximo, y que si había oído cómo llamaban los niños a Charles Tansley. El ateo, lo llaman, el ateazo. -No es persona muy refinada -dijo Mr. Ramsay. -Ni mucho menos -dijo ella.
She supposed it was all right leaving him to his own devices, Mrs. Ramsay said, wondering whether it was any use sending down bulbs; did they plant them? "Oh, he has his dissertation to write," said Mr. Ramsay. She knew all about THAT, said Mrs. Ramsay. He talked of nothing else. It was about the influence of somebody upon something. "Well, it′s all he has to count on," said Mr. Ramsay. "Pray Heaven he won′t fall in love with Prue," said Mrs. Ramsay. He′d disinherit her if she married him, said Mr. Ramsay. He did not look at the flowers, which his wife was considering, but at a spot about a foot or so above them. There was no harm in him, he added, and was just about to say that anyhow he was the only young man in England who admired his--when he choked it back. He would not bother her again about his books. These flowers seemed creditable, Mr. Ramsay said, lowering his gaze and noticing something red, something brown. Yes, but then these she had put in with her own hands, said Mrs. Ramsay. The question was, what happened if she sent bulbs down; did Kennedy plant them? It was his incurable laziness; she added, moving on. If she stood over him all day long with a spade in her hand, he did sometimes do a stroke of work. So they strolled along, towards the red-hot pokers. "You′re teaching your daughters to exaggerate," said Mr. Ramsay, reproving her. Her Aunt Camilla was far worse than she was, Mrs. Ramsay remarked. "Nobody ever held up your Aunt Camilla as a model of virtue that I′m aware of," said Mr. Ramsay. "She was the most beautiful woman I ever saw," said Mrs. Ramsay. "Somebody else was that," said Mr. Ramsay. Prue was going to be far more beautiful than she was, said Mrs. Ramsay. He saw no trace of it, said Mr. Ramsay. "Well, then, look tonight," said Mrs. Ramsay. They paused. He wished Andrew could be induced to work harder. He would lose every chance of a scholarship if he didn′t. "Oh, scholarships!" she said. Mr. Ramsay thought her foolish for saying that, about a serious thing, like a scholarship. He should be very proud of Andrew if he got a scholarship, he said. She would be just as proud of him if he didn′t, she answered. They disagreed always about this, but it did not matter. She liked him to believe in scholarships, and he liked her to be proud of Andrew whatever he did. Suddenly she remembered those little paths on the edge of the cliffs. Creía que estaba bien eso de dejarlo solo un rato, dijo Mrs. Ramsay, preguntándose si estaría bien enviarles semillas, ¿las plantarían? -Tiene que escribir la memoria -dijo Mr. Ramsay. Demasiado bien lo sabía, dijo Mrs. Ramsay, no hablaba de otra cosa. Era lo de la influencia de alguien sobre algo. -Bueno, es con lo único que cuenta -dijo Mr. Ramsay. -Al cielo pido que no se enamore de Prue -dijo Mrs. Ramsay. La desheredaría si se casara con él, dijo Mr. Ramsay. No miraba hacia las flores, su esposa sí; él miraba hacia arriba, hacia un punto que estaba a unos treinta centímetros por encima de su cabeza. Era inofensivo, agregó él, y estaba a punto de decir que era el único hombre de Inglaterra que admiraba su..., pero se contuvo. No quería molestarla con sus libros. Las flores eran un logro, dijo Mr. Ramsay, bajando la mirada, y viendo algo rojo, algo de color castaño. Sí, pero éstas las había plantado ella con sus propias manos, dijo Mrs. Ramsay. La pregunta era: ¿qué sucedería si mandaba las semillas?, ¿Kennedy acostumbraba a plantarlas? Qué perezoso era, añadió ella, avanzando. Cuando ella se pasaba todo el día con la azada en la mano, entonces, a veces, él se animaba y hacía algo. Siguieron caminando, hacia las liliáceas como barras al rojo vivo. -Estás enseñando a tus hijas a exagerar -dijo Mr. Ramsay a modo de reproche. Su tía Camilla era mucho peor que ella, observó Mrs. Ramsay. -Que yo sepa, nadie ha dicho que tía Camilla sea un modelo de nada -dijo Mr. Ramsay. -La mujer más guapa que he conocido -dijo Mrs. Ramsay. -Ha habido otras -dijo Mr. Ramsay. Prue iba a ser mucho más guapa que ella, dijo Mrs. Ramsay. No había señales de eso, dijo Mr. Ramsay. -Bueno, fíjate en ella esta noche -dijo Mrs. Ramsay. Se detuvieron. Él dijo que le gustaría hallar el modo de inducir a Andrew a esforzarse más en sus tareas. Si no lo hacía, perdería la ocasión de obtener alguna beca. -¡Ah, las becas! -exclamó ella. Mr. Ramsay pensó que era una tontaina por hablar así de un asunto tan serio como era el de las becas. Sería un orgullo para él que Andrew obtuviera una beca, dijo. Y ella estaría igual de orgullosa aunque no la obtuviera, dijo ella. Nunca se ponían de acuerdo en esto, pero no importaba. A ella le gustaba que él creyera en las becas, y a él le gustaba que ella estuviera orgullosa hiciera lo que hiciera. De repente, ella se acordó de los senderos junto a los acantilados.
Wasn′t it late? she asked. They hadn′t come home yet. He flicked his watch carelessly open. But it was only just past seven. He held his watch open for a moment, deciding that he would tell her what he had felt on the terrace. To begin with, it was not reasonable to be so nervous. Andrew could look after himself. Then, he wanted to tell her that when he was walking on the terrace just now--here he became uncomfortable, as if he were breaking into that solitude, that aloofness, that remoteness of hers. But she pressed him. What had he wanted to tell her, she asked, thinking it was about going to the Lighthouse; that he was sorry he had said "Damn you." But no. He did not like to see her look so sad, he said. Only wool gathering, she protested, flushing a little. They both felt uncomfortable, as if they did not know whether to go on or go back. She had been reading fairy tales to James, she said. No, they could not share that; they could not say that. ¿No se había hecho tarde?, preguntó ella. Aún no habían regresado. Abrió, sin ningún cuidado, la tapa de resorte del reloj. Pero acababan de dar las siete. Mantuvo el reloj abierto durante un momento, estaba decidiendo si le diría o no lo que había estado pensando en la terraza. Para empezar, no era sensato estar tan nerviosa. Andrew sabía cuidarse bien. Entonces quiso decirle que cuando había estado paseando por la terraza, hacía unos minutos... y al llegar a este punto se sintió incómodo, como si estorbara la soledad, el aislamiento, la distancia de ella... Pero ella le pidió que siguiera. Qué es lo que quería decirle, le preguntó, pensando en que se trataba de algo del Faro, que se arrepentía de haberle dicho: «Maldita seas.» Pero no. Es que no le gustaba verla tan triste. Es sólo que pienso en las musarañas, dijo ruborizándose. Ambos se sintieron incómodos, como si no supieran si tenían que seguir paseando o si tenían que volver. Había estado leyéndole cuentos a James, dijo. No, eso no podían compartirlo; no podían decirlo.
They had reached the gap between the two clumps of red-hot pokers, and there was the Lighthouse again, but she would not let herself look at it. Had she known that he was looking at her, she thought, she would not have let herself sit there, thinking. She disliked anything that reminded her that she had been seen sitting thinking. So she looked over her shoulder, at the town. The lights were rippling and running as if they were drops of silver water held firm in a wind. And all the poverty, all the suffering had turned to that, Mrs. Ramsay thought. The lights of the town and of the harbour and of the boats seemed like a phantom net floating there to mark something which had sunk. Well, if he could not share her thoughts, Mr. Ramsay said to himself, he would be off, then, on his own. He wanted to go on thinking, telling himself the story how Hume was stuck in a bog; he wanted to laugh. But first it was nonsense to be anxious about Andrew. When he was Andrew′s age he used to walk about the country all day long, with nothing but a biscuit in his pocket and nobody bothered about him, or thought that he had fallen over a cliff. He said aloud he thought he would be off for a day′s walk if the weather held. He had had about enough of Bankes and of Carmichael. He would like a little solitude. Yes, she said. It annoyed him that she did not protest. She knew that he would never do it. He was too old now to walk all day long with a biscuit in his pocket. She worried about the boys, but not about him. Years ago, before he had married, he thought, looking across the bay, as they stood between the clumps of red-hot pokers, he had walked all day. He had made a meal off bread and cheese in a public house. He had worked ten hours at a stretch; an old woman just popped her head in now and again and saw to the fire. That was the country he liked best, over there; those sandhills dwindling away into darkness. One could walk all day without meeting a soul. There was not a house scarcely, not a single village for miles on end. One could worry things out alone. There were little sandy beaches where no one had been since the beginning of time. The seals sat up and looked at you. It sometimes seemed to him that in a little house out there, alone--he broke off, sighing. He had no right. The father of eight children--he reminded himself. And he would have been a beast and a cur to wish a single thing altered. Andrew would be a better man than he had been. Prue would be a beauty, her mother said. They would stem the flood a bit. That was a good bit of work on the whole--his eight children. They showed he did not damn the poor little universe entirely, for on an evening like this, he thought, looking at the land dwindling away, the little island seemed pathetically small, half swallowed up in the sea. Habían llegado a la abertura en el seto, flanqueada por los dos grupos de liliáceas como barras al rojo vivo, y de nuevo se veía el Faro, pero no quiso mirar en aquella dirección. Si hubiera sabido que la miraba, pensó, no se habría quedado allí. No le gustaba nada que le recordaran que la habían visto sentada, pensativa. Miró por encima del hombro, hacia el pueblo. Las luces hacían ondas, y discurrían como si fueran gotas de agua que el viento sujetara con firmeza. Y toda la pobreza, todo el sufrimiento habían dado en aquello, pensó Mrs. Ramsay. Las luces del pueblo y de la bahía y las de los barcos parecían una red fantasmal que flotara allí como la baliza de señales de algo que se hubiera hundido. Bueno, si él no podía compartir los pensamientos con ella, se dijo Mr. Ramsay, entonces se dedicaría a los suyos, por su cuenta. Quería seguir reflexionando, repetirse la anécdota de cómo Hume se había caído a una charca; quería reírse. Pero, en primer lugar, era una necedad preocuparse demasiado por la ausencia de Andrew. A la edad de Andrew, él solía caminar por los campos durante todo el día, con unas galletas en el bolsillo, y nadie se preocupaba por él, ni temían que se hubiera despeñado por los acantilados. Dijo en voz alta que estaba pensando hacer una marcha de un día si hacía buen tiempo. Ya estaba algo harto de Bankes y Carmichael. Quería algo de soledad. Sí, dijo ella. Le fastidiaba que ella no protestara. Ella estaba segura de que no lo haría. Era demasiado viejo para pasar todo el día de marcha con unas galletas en el bolsillo. Se preocupaba por los niños, pero no por él. Hacía muchos años, antes de casarse, se acordó, mientras miraban al otro lado de la bahía, entre los dos grupos de liliáceas como barras al rojo vivo, de que había estado andando todo un día sin parar. Había almorzado pan con queso en un bar. Había estado caminando diez horas sin detenerse; había una vieja que de vez en cuando entraba en casa y atendía el fuego. Esa era la comarca que le gustaba, por allí, por las colinas arenosas que se difuminaban en la oscuridad. Podía estar uno andando todo el día sin encontrarse con nadie. Apenas había alguna casa o un solo pueblo en muchas millas a la redonda. Podía cualquiera expulsar, en completa soledad, las preocupaciones a fuerza de pensar en ellas. Había pequeñas ensenadas a las que no había llegado nadie desde el principio de los tiempos. Las focas se sentaban y se te quedaban mirando. A veces pensaba que en una casita por allí perdida, solo..., se separó, con un bostezo. No tenía ningún derecho. Tenía ocho hijos: recordó. Habría sido un animal, un bruto si deseara cambiar algo. Andrew sería mejor de lo que había sido él. Prue sería una mujer muy hermosa, según su madre. Apenas un momento podrían detener la marea que subía. No había estado nada mal, lo de los ocho hijos. Demostraban que después de todo no maldecía todo el desdichado y triste universo; porque en una tarde como ésta, al ver cómo la tierra se difuminaba en el horizonte, la islita parecía ridículamente pequeña, medio sepultada por el mar.
"Poor little place," he murmured with a sigh. «Triste lugar», murmuró suspirando.
She heard him. He said the most melancholy things, but she noticed that directly he had said them he always seemed more cheerful than usual. All this phrase-making was a game, she thought, for if she had said half what he said, she would have blown her brains out by now. Lo oyó. El decía siempre cosas muy melancólicas, pero ella se daba cuenta de que en cuanto las había dicho parecía más contento que de costumbre. Ella creía que todo esto de decir frases rotundas era un jueguecito, porque si ella hubiera dicho la mitad de las cosas que decía él, a estas horas le habría estallado la cabeza.
It annoyed her, this phrase-making, and she said to him, in a matter- of-fact way, that it was a perfectly lovely evening. And what was he groaning about, she asked, half laughing, half complaining, for she guessed what he was thinking--he would have written better books if he had not married. La fastidiaba esto de las frases, y, de la forma más natural posible, le dijo que hacía una tarde espléndida. Y que no se quejara, le dijo, medio riéndose, medio quejándose, porque intuía en qué estaba pensando: habría escrito mejores libros si no se hubiera casado.
He was not complaining, he said. She knew that he did not complain. She knew that he had nothing whatever to complain of. And he seized her hand and raised it to his lips and kissed it with an intensity that brought the tears to her eyes, and quickly he dropped it. No se quejaba, dijo. Ella sabía que no se quejaba. Sabía que no tenía de qué quejarse. Le cogió la mano, se la llevó a los labios con tal pasión que hizo que a ella se le llenaran los ojos de lágrimas, y de repente la soltó.
They turned away from the view and began to walk up the path where the silver-green spear-like plants grew, arm in arm. His arm was almost like a young man′s arm, Mrs. Ramsay thought, thin and hard, and she thought with delight how strong he still was, though he was over sixty, and how untamed and optimistic, and how strange it was that being convinced, as he was, of all sorts of horrors, seemed not to depress him, but to cheer him. Was it not odd, she reflected? Indeed he seemed to her sometimes made differently from other people, born blind, deaf, and dumb, to the ordinary things, but to the extraordinary things, with an eye like an eagle′s. His understanding often astonished her. But did he notice the flowers? No. Did he notice the view? No. Did he even notice his own daughter′s beauty, or whether there was pudding on his plate or roast beef? He would sit at table with them like a person in a dream. And his habit of talking aloud, or saying poetry aloud, was growing on him, she was afraid; for sometimes it was awkward-- Dieron la espalda a la vista, comenzaron a subir, cogidos del brazo, por el camino donde crecían unas plantas en forma de lanza, de color verde plateado. El brazo era casi como el de un joven, pensaba Mrs. Ramsay, flaco y duro, y pensó complacida en lo fuerte que era todavía, aunque tenía más de sesenta años, y qué indómito y optimista, y lo extraño que era que, sabiendo lo horroroso que era todo, no pareciera estar muy deprimido, sino, al contrario, alegre. ¿No era raro?, se dijo. A decir verdad, a veces le parecía que era diferente al resto de la gente: ciego, sordo y mudo ante los acontecimientos triviales, pero con una vista de águila para las cosas extraordinarias. Su capacidad de comprensión a veces la asombraba. Pero ¿advertía la presencia de las flores?, no. ¿La del paisaje?, no. ¿Advertía siquiera la belleza de su hija, o si estaba comiendo embutidos o un asado? Se sentaba a la mesa con ellos como si fuera un personaje de un sueño. Y, se temía ella, esa costumbre de hablar en voz alta, o de recitar poesía, se le acentuaba cada vez más; porque a veces era un tanto preocupante:
Best and brightest come away! Best and brightest, come away!
poor Miss Giddings, when he shouted that at her, almost jumped out of her skin. But then, Mrs. Ramsay, though instantly taking his side against all the silly Giddingses in the world, then, she thought, intimating by a little pressure on his arm that he walked up hill too fast for her, and she must stop for a moment to see whether those were fresh molehills on the bank, then, she thought, stooping down to look, a great mind like his must be different in every way from ours. All the great men she had ever known, she thought, deciding that a rabbit must have got in, were like that, and it was good for young men (though the atmosphere of lecture-rooms was stuffy and depressing to her beyond endurance almost) simply to hear him, simply to look at him. But without shooting rabbits, how was one to keep them down? she wondered. It might be a rabbit; it might be a mole. Some creature anyhow was ruining her Evening Primroses. And looking up, she saw above the thin trees the first pulse of the full-throbbing star, and wanted to make her husband look at it; for the sight gave her such keen pleasure. But she stopped herself. He never looked at things. If he did, all he would say would be, Poor little world, with one of his sighs. A la pobrecita Miss Giddings, cuando aparecía gritándole cosas como ésta, casi se le salía el corazón del pecho por el susto. Pero, al momento, Mrs. Ramsay se ponía de su parte contra todas las estúpidas Giddings del mundo; entonces, haciendo una leve presión en el brazo de él, le hizo saber que subían la cuesta demasiado aprisa para ella, y que quería detenerse para ver si las toperas de la orilla eran nuevas; entonces, al agacharse a mirar, pensó que una mente como la de él a la fuerza tenía que ser diferente de las nuestras. Todos los grandes hombres que ella había conocido, pensó, tras concluir que debía de haber dentro un conejo, eran iguales, y estaba bien que los jóvenes (aunque la atmósfera de las clases estaba muy cargada, y la deprimía hasta lo insoportable), sencillamente, se acercaran a escucharle. Pero si no se cazaban los conejos, ¿cómo impedir que proliferaran?, se preguntó. Podría ser un conejo, podría ser un topo. Alguna alimaña le destruía las hierbas de asno. Al levantar la mirada, vio sobre los delgados árboles la primera estrella, y quiso que su marido la viera también; porque ver una estrella le proporcionaba un gran placer. Pero se contuvo. Él nunca miraba las cosas. Si hubiera mirado, lo único que se le habría ocurrido decir sería: Pobrecito mundo, y habría suspirado.
At that moment, he said, "Very fine," to please her, and pretended to admire the flowers. But she knew quite well that he did not admire them, or even realise that they were there. It was only to please her. Ah, but was that not Lily Briscoe strolling along with William Bankes? She focussed her short-sighted eyes upon the backs of a retreating couple. Yes, indeed it was. Did that not mean that they would marry? Yes, it must! What an admirable idea! They must marry! < En aquel momento, dijo, «Muy bonitas»», para complacerla, y fingió que admiraba las flores. Pero demasiado bien sabía ella que no las admiraba, y que ni siquiera se daba cuenta de que estuvieran allí. Sólo era para complacerla... Ah, pero ¿no era Lily Briscoe la que paseaba con William Bankes? Dirigió sus ojos de miope hacia la pareja que se perdía a lo lejos. Sí, era ella. ¿No significaba eso que iban a casarse? ¡Sí, seguro que sí! ¡Qué idea tan buena! ¡Tenían que casarse!
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He had been to Amsterdam, Mr. Bankes was saying as he strolled across the lawn with Lily Briscoe. He had seen the Rembrandts. He had been to Madrid. Unfortunately, it was Good Friday and the Prado was shut. He had been to Rome. Had Miss Briscoe never been to Rome? Oh, she should--It would be a wonderful experience for her--the Sistine Chapel; Michael Angelo; and Padua, with its Giottos. His wife had been in bad health for many years, so that their sight-seeing had been on a modest scale. Conocía Amsterdam, decía Mr. Bankes mientras caminaba por el jardín en compañía de Lily Briscoe. Había estado viendo los Rembrandt. Conocía Madrid. Desdichadamente era Viernes Santo, y el Prado estaba cerrado. También había estado en Roma. ¿Conocía Roma Miss Briscoe? Ah, pues tenía que... sería una experiencia maravillosa para ella... la Capilla Sixtina, Miguel Ángel; los Giotto de Padua. Su mujer había estado muy delicada de salud durante muchos años, de forma que no habían tenido ocasión de ver muchas cosas.
She had been to Brussels; she had been to Paris but only for a flying visit to see an aunt who was ill. She had been to Dresden; there were masses of pictures she had not seen; however, Lily Briscoe reflected, perhaps it was better not to see pictures: they only made one hopelessly discontented with one′s own work. Mr. Bankes thought one could carry that point of view too far. We can′t all be Titians and we can′t all be Darwins, he said; at the same time he doubted whether you could have your Darwin and your Titian if it weren′t for humble people like ourselves. Lily would have liked to pay him a compliment; you′re not humble, Mr. Bankes, she would have liked to have said. But he did not want compliments (most men do, she thought), and she was a little ashamed of her impulse and said nothing while he remarked that perhaps what he was saying did not apply to pictures. Anyhow, said Lily, tossing off her little insincerity, she would always go on painting, because it interested her. Yes, said Mr. Bankes, he was sure she would, and, as they reached the end of the lawn he was asking her whether she had difficulty in finding subjects in London when they turned and saw the Ramsays. So that is marriage, Lily thought, a man and a woman looking at a girl throwing a ball. That is what Mrs. Ramsay tried to tell me the other night, she thought. For she was wearing a green shawl, and they were standing close together watching Prue and Jasper throwing catches. And suddenly the meaning which, for no reason at all, as perhaps they are stepping out of the Tube or ringing a doorbell, descends on people, making them symbolical, making them representative, came upon them, and made them in the dusk standing, looking, the symbols of marriage, husband and wife. Then, after an instant, the symbolical outline which transcended the real figures sank down again, and they became, as they met them, Mr. and Mrs. Ramsay watching the children throwing catches. But still for a moment, though Mrs. Ramsay greeted them with her usual smile (oh, she′s thinking we′re going to get married, Lily thought) and said, "I have triumphed tonight," meaning that for once Mr. Bankes had agreed to dine with them and not run off to his own lodging where his man cooked vegetables properly; still, for one moment, there was a sense of things having been blown apart, of space, of irresponsibility as the ball soared high, and they followed it and lost it and saw the one star and the draped branches. In the failing light they all looked sharp-edged and ethereal and divided by great distances. Then, darting backwards over the vast space (for it seemed as if solidity had vanished altogether), Prue ran full tilt into them and caught the ball brilliantly high up in her left hand, and her mother said, "Haven′t they come back yet?" whereupon the spell was broken. Mr. Ramsay felt free now to laugh out loud at the thought that Hume had stuck in a bog and an old woman rescued him on condition he said the Lord′s Prayer, and chuckling to himself he strolled off to his study. Mrs. Ramsay, bringing Prue back into throwing catches again, from which she had escaped, asked, Ella conocía Bruselas, París, pero aquí estuvo sólo en una visita muy rápida, para ver a una tía enferma. Conocía Dresde, había montañas de cuadros que no había podido ver; sin embargo, Lily Briscoe reflexionó, acaso era mejor no ver los cuadros: le hacían sentirse irremisiblemente descontenta con su propia obra. Mr. Bankes pensaba que ese punto de vista podía llevarse quizá demasiado lejos. No todos podemos ser Tiziano o Darwin, dijo; y, además, creía que los Darwin y los Tiziano existían porque había personas sencillas como nosotros. A Lily le habría gustado decir algo amable sobre él: usted no es una persona cualquiera, Mr. Bankes; eso es lo que le habría gustado decir. Pero a él no le gustaban los cumplidos (aunque sí le gustan a la mayoría de los hombres, pensó), y se sintió un poco avergonzada de esta idea, mientras que le escuchaba decir que acaso esta idea era inaplicable al caso de la pintura. En cualquier caso, dijo Lily, desprendiéndose de su modesta insinceridad, ella nunca dejaría de pintar, porque le interesaba. Sí, dijo Mr. Bankes, estaba convencido de que seguiría, al llegar al extremo del jardín le preguntó si le costaba inspirarse para pintar en Londres; luego, de vuelta, vieron a los Ramsay. Así que eso es el matrimonio, pensó Lily, un hombre y una mujer que miran a una niña que arroja una pelota. Esto es lo que Mrs. Ramsay quería decirme el otro día, pensó. Porque llevaba el chal de color verde, y estaban juntos, miraban cómo Prue y Jasper se arrojaban la pelota. De repente, sin justificación aparente, como cuando alguien salía del metro, o pulsaba el timbre de una puerta, descendía un significado sobre la gente, y la convertía en simbólica, en representativa; acababa de convertirlos, ahí, en pie, en medio del crepúsculo, absortos, en símbolos del matrimonio, marido y mujer. Luego, un momento después, ese perfil simbólico, que había vuelto trascendentes las figuras reales, se desvaneció de nuevo, y volvieron a ser Mr. y Mrs. Ramsay, que miraban cómo los niños se arrojaban la pelota. Pero todavía, durante un momento, aunque Mrs. Ramsay los saludó con la sonrisa de costumbre (ah, estará pensando que vamos a casarnos, pensó Lily), y dijo: «Esta noche he triunfado», con lo que quería decir que, por una vez, Mr. Bankes había aceptado una invitación a cenar, y que no saldría corriendo para ir a su alojamiento donde su criado le cocinaba las verduras a su gusto; todavía, durante un momento, hubo la sensación de que las cosas se habían desperdigado como en una explosión, hubo como una conciencia del espacio, de irresponsabilidad, mientras la pelota ascendía, y la seguían hasta perderla, y veían la estrella solitaria, y las ramas con sus atavíos. En medio de la luz declinante todos parecían más cortantes, más etéreos, y como si estuvieran separados por enormes distancias. Entonces, tras retroceder un buen trecho (parecía como si también la solidez se hubiera desvanecido), Prue comió a toda prisa hacia ellos, y cogió la pelota, con gran destreza, con la mano izquierda, y su madre dijo: -¿No han regresado todavía? -lo cual rompió el encantamiento. Mr. Ramsay se sintió autorizado a reírse de Hume en voz alta, que se había caído a una charca de la que no podía salir, y de donde lo había rescatado una anciana con la condición de que dijera un padrenuestro; se dirigió a su estudio riéndose. Mrs. Ramsay, trayendo de nuevo a Prue al seno de la vida familiar, de la que se había escapado para jugar a tirar la pelota, preguntó:
"Did Nancy go with them?" < -¿Ha ido Nancy con ellos?
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(Certainly, Nancy had gone with them, since Minta Doyle had asked it with her dumb look, holding out her hand, as Nancy made off, after lunch, to her attic, to escape the horror of family life. She supposed she must go then. She did not want to go. She did not want to be drawn into it all. For as they walked along the road to the cliff Minta kept on taking her hand. Then she would let it go. Then she would take it again. What was it she wanted? Nancy asked herself. There was something, of course, that people wanted; for when Minta took her hand and held it, Nancy, reluctantly, saw the whole world spread out beneath her, as if it were Constantinople seen through a mist, and then, however heavy-eyed one might be, one must needs ask, "Is that Santa Sofia?" "Is that the Golden Horn?" So Nancy asked, when Minta took her hand. "What is it that she wants? Is it that?" And what was that? Here and there emerged from the mist (as Nancy looked down upon life spread beneath her) a pinnacle, a dome; prominent things, without names. But when Minta dropped her hand, as she did when they ran down the hillside, all that, the dome, the pinnacle, whatever it was that had protruded through the mist, sank down into it and disappeared. Minta, Andrew observed, was rather a good walker. She wore more sensible clothes that most women. She wore very short skirts and black knickerbockers. She would jump straight into a stream and flounder across. He liked her rashness, but he saw that it would not do--she would kill herself in some idiotic way one of these days. She seemed to be afraid of nothing--except bulls. At the mere sight of a bull in a field she would throw up her arms and fly screaming, which was the very thing to enrage a bull of course. But she did not mind owning up to it in the least; one must admit that. She knew she was an awful coward about bulls, she said. She thought she must have been tossed in her perambulator when she was a baby. She didn′t seem to mind what she said or did. Suddenly now she pitched down on the edge of the cliff and began to sing some song about (Claro que sí, Nancy había ido con ellos, porque Minta Doyle se lo había pedido con una mirada muda, con la mano extendida, cuando Nancy ya se iba, tras el almuerzo, al ático, para escaparse del horror de la vida familiar. Había pensado que tenía que ir. No quería ir. No quería que la arrastraran. Porque cuando caminaban por el sendero de los acantilados Minta le cogía la mano. La soltaba. Volvía a cogérsela. ¿Qué quería? Se preguntaba Nancy. Por supuesto, había algo que la gente quería; porque cuando Minta le cogía de la mano, Nancy, a contrapelo, veía cómo el mundo se extendía bajo ella, como si fuera Constantinopla a través de la niebla, y después, por muy soñolienta que estuviera una, tenía que preguntar: «¿Santa Soga?» «¿El Cuerno de Oro?» De forma que Nancy, cuando Minta le cogía de la mano, se preguntaba: «¿Qué quiere?, ¿es esto?», y ¿qué es esto? De vez en cuando brotaban de la niebla -mientras Nancy miraba cómo la vida se extendía bajo ella- minaretes, cúpulas; cosas prominentes, sin nombres. Pero cuando Minta soltaba la mano, como hizo cuando bajaron la cuesta corriendo, todo aquello, la cúpula, el minarete, todo lo que sobresalía por encima de la niebla, volvía a hundirse, desaparecía. Minta, observó Andrew, era una buena caminante. Llevaba ropas más sensatas que la mayoría de las mujeres. Llevaba faldas muy cortas, y pantalones cortos negros. Se metía sin pensarlo en cualquier arroyo, y lo vadeaba. A él le gustaba lo temeraria que era, pero se daba cuenta de que eso no era bueno: cualquier día se mataría de la forma más idiota. Al parecer, nada le daba miedo... excepto los toros. En cuanto veía un toro en el campo, echaba a correr gritando, que era exactamente lo que enfurecía a los toros. Pero no le importaba nada reconocerlo, había que admitirlo. Sabía que era una miedica con los toros, decía. No le extrañaría que la hubiera derribado uno del cochecito cuando era niña. Pero no parecía darle gran importancia a lo que decía o hacía. Bruscamente se acercó al borde del precipicio, y comenzó a cantar algo sobre:
Damn your eyes, damn your eyes. Malditos tus ojos, malditos tus ojos.
They all had to join in and sing the chorus, and shout out together: Y todos tenían que hacerle el coro, y empezar a gritar:
Damn your eyes, damn your eyes, Malditos tus ojos, malditos tus ojos.
but it would be fatal to let the tide come in and cover up all the good hunting-grounds before they got on to the beach. Pero sería una pena que subiera la marea, y cubriera todos los buenos cotos de caza antes de que pudieran llegar a la playa.
"Fatal," Paul agreed, springing up, and as they went slithering down, he kept quoting the guide-book about "these islands being justly celebrated for their park-like prospects and the extent and variety of their marine curiosities." But it would not do altogether, this shouting and damning your eyes, Andrew felt, picking his way down the cliff, this clapping him on the back, and calling him "old fellow" and all that; it would not altogether do. It was the worst of taking women on walks. Once on the beach they separated, he going out on to the Pope′s Nose, taking his shoes off, and rolling his socks in them and letting that couple look after themselves; Nancy waded out to her own rocks and searched her own pools and let that couple look after themselves. She crouched low down and touched the smooth rubber-like sea anemones, who were stuck like lumps of jelly to the side of the rock. Brooding, she changed the pool into the sea, and made the minnows into sharks and whales, and cast vast clouds over this tiny world by holding her hand against the sun, and so brought darkness and desolation, like God himself, to millions of ignorant and innocent creatures, and then took her hand away suddenly and let the sun stream down. Out on the pale criss-crossed sand, high-stepping, fringed, gauntleted, stalked some fantastic leviathan (she was still enlarging the pool), and slipped into the vast fissures of the mountain side. And then, letting her eyes slide imperceptibly above the pool and rest on that wavering line of sea and sky, on the tree trunks which the smoke of steamers made waver on the horizon, she became with all that power sweeping savagely in and inevitably withdrawing, hypnotised, and the two senses of that vastness and this tininess (the pool had diminished again) flowering within it made her feel that she was bound hand and foot and unable to move by the intensity of feelings which reduced her own body, her own life, and the lives of all the people in the world, for ever, to nothingness. So listening to the waves, crouching over the pool, she brooded. «Una pena», Paul se mostró de acuerdo, y se levantó de repente, y mientras descendían a rastras, no dejaba de leerles, de la guía, que «estas islas son justamente célebres por sus paisajes que parecen parques, y por la cantidad y variedad de sus especies marinas». Pero de nada servía, tanto gritar y tanto maldecir los ojos, pensó Andrew, bajando con cuidado por el acantilado, y esto de darle amistosos golpecitos en la espalda, y eso de decir que era «buen chico», y todo eso, no servía de nada. Era el inconveniente de llevar mujeres en estas expediciones. Se separaron en cuanto llegaron a la playa, él se fue a la Nariz del Papa, se quitó los zapatos, metió los calcetines dentro; Nancy chapoteó hasta sus propias rocas, buscó sus charcas, y dejó que la pareja se las arreglara por su cuenta. Se agachó y palpó las anémonas marinas, suaves como caucho, pegadas como masas de jalea a un costado de la piedra. Meditativa, convirtió la charca en un mar, y los pececillos fueron tiburones y ballenas, y proyectó vastas nubes sobre este diminuto mundo, interponiendo la mano entre el sol y la tierra, y, como el propio Dios, trajo así la oscuridad y el pesar a millones de seres ignorantes y felices; de repente retiró la mano, y dejó que el sol luciera de nuevo. Sobre la pálida arena surcada en todas direcciones, marcando el paso, acorazado, con manoplas, desfilaba un fantástico leviatán -seguía haciendo crecer el charco-, se deslizó hacia las anchas fisuras de la falda de la montaña. Después, la mirada abandonó de forma imperceptible la charca, y descansó en la imprecisa línea en la que se unían el cielo y el mar, en los troncos de los árboles que el humo de los barcos de vapor sobre el horizonte hacía estremecerse; presa del poder del flujo y del inevitable reflujo, se quedó hipnotizada; y los dos sentidos de la inmensidad y la menudencia -e1 charco había disminuido de nuevo- que florecían en medio de estos flujos le hicieron sentir que estaba atada de pies y manos, que no podía moverse a causa de la intensidad de los sentimientos que reducían para siempre su propio cuerpo, su vida, las vidas de todo el mundo, a la nada. Escuchando las olas, agachada junto al charco, en eso meditaba.
And Andrew shouted that the sea was coming in, so she leapt splashing through the shallow waves on to the shore and ran up the beach and was carried by her own impetuosity and her desire for rapid movement right behind a rock and there--oh, heavens! in each other′s arms, were Paul and Minta kissing probably. She was outraged, indignant. She and Andrew put on their shoes and stockings in dead silence without saying a thing about it. Indeed they were rather sharp with each other. She might have called him when she saw the crayfish or whatever it was, Andrew grumbled. However, they both felt, it′s not our fault. They had not wanted this horrid nuisance to happen. All the same it irritated Andrew that Nancy should be a woman, and Nancy that Andrew should be a man, and they tied their shoes very neatly and drew the bows rather tight. Andrew dijo a gritos que subía la marea, dio un salto, comenzó a correr chapoteando sobre las olas que llegaban ya a la orilla; corvó hacia la playa, donde llevada por su propio ímpetu y por el deseo de moverse con rapidez, apareció justo tras una piedra, donde, ¡cielos!, ¡Paul y Minta estaban abrazados!, ¡quizá habían estado besándose! Se sintió afrentada, indignada. Andrew y ella se pusieron los calcetines y los zapatos en completo silencio, no dijeron ni una sola palabra sobre el asunto. A decir verdad, había cierta hostilidad entre ellos. Tenía que haberle llamado en cuanto vio el cangrejo o lo que fuera, gruñía Andrew. Sin embargo, ambos pensaban, no es culpa nuestra. Ellos no querían que hubiera sucedido aquel penoso incidente. No obstante, a Andrew le irritaba que Nancy fuera mujer; y a Nancy, que Andrew fuera hombre; se echaron los cordones, e hicieron los lazos con todo esmero.
It was not until they had climbed right up on to the top of the cliff again that Minta cried out that she had lost her grandmother′s brooch-- her grandmother′s brooch, the sole ornament she possessed--a weeping willow, it was (they must remember it) set in pearls. They must have seen it, she said, with the tears running down her cheeks, the brooch which her grandmother had fastened her cap with till the last day of her life. Now she had lost it. She would rather have lost anything than that! She would go back and look for it. They all went back. They poked and peered and looked. They kept their heads very low, and said things shortly and gruffly. Paul Rayley searched like a madman all about the rock where they had been sitting. All this pother about a brooch really didn′t do at all, Andrew thought, as Paul told him to make a "thorough search between this point and that." The tide was coming in fast. The sea would cover the place where they had sat in a minute. There was not a ghost of a chance of their finding it now. "We shall be cut off!" Minta shrieked, suddenly terrified. As if there were any danger of that! It was the same as the bulls all over again--she had no control over her emotions, Andrew thought. Women hadn′t. The wretched Paul had to pacify her. The men (Andrew and Paul at once became manly, and different from usual) took counsel briefly and decided that they would plant Rayley′s stick where they had sat and come back at low tide again. There was nothing more that could be done now. If the brooch was there, it would still be there in the morning, they assured her, but Minta still sobbed, all the way up to the top of the cliff. It was her grandmother′s brooch; she would rather have lost anything but that, and yet Nancy felt, it might be true that she minded losing her brooch, but she wasn′t crying only for that. She was crying for something else. We might all sit down and cry, she felt. But she did not know what for. Fue cuando llegaron a la cima del acantilado cuando Minta dijo que había perdido el broche de su abuela -el único adorno que poseía-, un sauce llorón, tenían que recordarlo, con perlas engastadas. Tenían que haberlo visto, les decía; lloraba; era el broche que había llevado prendido su abuela en el sombrero hasta el último día de su vida. Y lo había perdido. ¡Podía haber perdido cualquier otra cosa! Tenía que volver a buscarlo. Regresaron. Removieron, miraron, rebuscaron. Agachaban las cabezas, decían cosas en voz baja, refunfuñaban. Paul Rayley buscaba como loco por la piedra en la que habían estado sentados. Todo este ajetreo por el broche no serviría de nada, pensaba Andrew cuando Paul le dijo: «busca entre estos dos puntos». La marea subía aprisa. Pronto el mar ocultaría el lugar en el que habían estado sentados. No tenían ni la más remota posibilidad de hallarlo. «¿Nos quedaremos aislados?», gritó Minta, aterrorizada.¡Como si hubiera peligro de que eso sucediera! Era como con los toros, no controlaba sus emociones, pensó Andrew. Las mujeres no podían. El infeliz Paul intentó calmarla. Los hombres -Andrew y Paul se sintieron de repente varoniles, diferentes de lo que normalmente eran- consideraron el asunto con brevedad, y decidieron dejar plantado el bastón de Paul donde habían estado sentados, para señalar el lugar, y para volver al día siguiente, con la marea baja. Nada podía hacerse ahora. Si el broche estaba ahí, ahí seguiría al -día siguiente, le dijeron para calmarla, pero Minta no dejó de sollozar mientras ascendían de nuevo hasta la cima del acantilado. Era el broche de su abuela; no le habría importado nada perder cualquier otra cosa, pero, aunque de verdad le importaba haberlo perdido, en el fondo, no lloraba sólo por el broche, había algo más. Quizá deberían sentarse todos, y quedarse llorando, pensaba. Pero no sabía por qué.
They drew ahead together, Paul and Minta, and he comforted her, and said how famous he was for finding things. Once when he was a little boy he had found a gold watch. He would get up at daybreak and he was positive he would find it. It seemed to him that it would be almost dark, and he would be alone on the beach, and somehow it would be rather dangerous. He began telling her, however, that he would certainly find it, and she said that she would not hear of his getting up at dawn: it was lost: she knew that: she had had a presentiment when she put it on that afternoon. And secretly he resolved that he would not tell her, but he would slip out of the house at dawn when they were all asleep and if he could not find it he would go to Edinburgh and buy her another, just like it but more beautiful. He would prove what he could do. And as they came out on the hill and saw the lights of the town beneath them, the lights coming out suddenly one by one seemed like things that were going to happen to him--his marriage, his children, his house; and again he thought, as they came out on to the high road, which was shaded with high bushes, how they would retreat into solitude together, and walk on and on, he always leading her, and she pressing close to his side (as she did now). As they turned by the cross roads he thought what an appalling experience he had been through, and he must tell some one--Mrs. Ramsay of course, for it took his breath away to think what he had been and done. It had been far and away the worst moment of his life when he asked Minta to marry him. He would go straight to Mrs. Ramsay, because he felt somehow that she was the person who had made him do it. She had made him think he could do anything. Nobody else took him seriously. But she made him believe that he could do whatever he wanted. He had felt her eyes on him all day today, following him about (though she never said a word) as if she were saying, "Yes, you can do it. I believe in you. I expect it of you." She had made him feel all that, and directly they got back (he looked for the lights of the house above the bay) he would go to her and say, "I′ve done it, Mrs. Ramsay; thanks to you." And so turning into the lane that led to the house he could see lights moving about in the upper windows. They must be awfully late then. People were getting ready for dinner. The house was all lit up, and the lights after the darkness made his eyes feel full, and he said to himself, childishly, as he walked up the drive, Lights, lights, lights, and repeated in a dazed way, Lights, lights, lights, as they came into the house staring about him with his face quite stiff. But, good heavens, he said to himself, putting his hand to his tie, I must not make a fool of myself.) Avanzaban juntos, Paul y Minta; él la consolaba, y le decía que todo el mundo elogiaba el talento que tenía para hallar cosas perdidas. De pequeño, en una ocasión, se había encontrado un reloj de oro. Se levantaría al alba, y estaba seguro de que lo hallaría. Pensaba que casi estaría a oscuras, y que en cierta forma sería bastante peligroso. Comenzó a decirle, sin embargo, que lo hallaría, y ella dijo que no quería oírle decir que tenía que madrugar: lo había perdido para siempre; estaba segura; había tenido un presentimiento al ponérselo por la tarde. Él, sin decir nada, tomó la decisión de levantarse al alba, cuando todavía estuvieran todos dormidos; si no lo encontraba, iría a Edimburgo, a comprar uno nuevo, pero más bonito. Ya le demostraría de lo que era capaz. Al bajar la cuesta, al ver las luces del pueblo encenderse una tras otra, le parecía que eran como cosas que iban a sucederle: casarse, tener hijos, una casa; luego, al llegar al camino principal, al que protegían unos arbustos muy altos, pensaba en que se retirarían juntos a algún lugar tranquilo, se dedicarían a pasear, él la guiaría siempre, y ella se apretaría a él -como hacía en este momento. Al cambiar de dirección en el cruce pensó en qué experiencia tan asombrosa había sido, y en que debía contárselo a alguien: a Mrs. Ramsay, por supuesto, porque se quedó sin aliento al considerar lo que había pasado, lo que había hecho. Con gran diferencia, lo de pedir a Minta que se casara con él había sido el peor momento de su vida. Iría directo a contárselo a Mrs. Ramsay, porque pensaba que había sido ella quien en cierta forma lo había obligado a hacerlo. Le había hecho creer que podía hacer lo que se propusiera. Nadie más lo tomaba en serio. Pero ella le había hecho creer que podía hacer lo que quisiera. Había advertido que hoy había estado mirándolo constantemente, lo había seguido con la vista a todas partes -sin decir una sola palabra-, como si estuviera diciéndole: «Sí, puedes. Tengo confianza en ti. Seguro que te decidirás.» Eso es lo que le había hecho sentir, y en cuanto regresaran -buscaba las luces de la casa, sobre la bahía-, iría a verla, y le diría: «Lo he hecho, Mrs. Ramsay, gracias a usted.» Al entrar en la calleja que llevaba a la casa, vio luces que se movían allí, en las ventanas del piso de arriba. Seguro que se había hecho muy tarde, demasiado. Seguro que estaban a punto de cenar. La casa estaba completamente iluminada, y las luces, cuando había anochecido, proporcionaban a sus ojos una sensación de plenitud, y se dijo, de forma infantil, mientras llegaban a la casa: Luces, luces, luces; al llegar a la casa, se repetía, como hipnotizado: Luces, luces, luces; sin dejar de mirar a todas partes, con cara de haber tomado una decisión. Pero, cielos, se dijo, llevándose la mano a la corbata, no debo dar la impresión de que soy tonto.)
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"Yes," said Prue, in her considering way, answering her mother′s question, "I think Nancy did go with them." -Sí -dijo Prue, de esa forma suya tan reflexiva, respondiendo a la pregunta de su madre-, creo que Nancy ha ido con ellos.
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Well then, Nancy had gone with them, Mrs. Ramsay supposed, wondering, as she put down a brush, took up a comb, and said "Come in" to a tap at the door (Jasper and Rose came in), whether the fact that Nancy was with them made it less likely or more likely that anything would happen; it made it less likely, somehow, Mrs. Ramsay felt, very irrationally, except that after all holocaust on such a scale was not probable. They could not all be drowned. And again she felt alone in the presence of her old antagonist, life. Bien, entonces Nancy sí que se había ido con ellos, pensó Mrs. Ramsay, preguntándose, mientras dejaba el cepillo, cogía el peine, y decía, «Adelante», al oír que llamaban a la puerta (entraron Jasper y Rose), si el hecho de que Nancy también hubiera ido hacía más probable o menos probable que hubiera sucedido algo; era menos probable; en cierta forma, una forma muy irracional; Mrs. Ramsay había llegado a esa conclusión; además, seguro que no era nada probable que hubiera habido un holocausto de esa magnitud. No podían haberse ahogado todos a la vez. De nuevo se sintió sola ante su eterna antagonista: la vida.
Jasper and Rose said that Mildred wanted to know whether she should wait dinner. Jasper y Rose dijeron que Mildred quería saber si tenía que esperar para servir la cena.
"Not for the Queen of England," said Mrs. Ramsay emphatically. -Ni por la Inglaterra -dijo Mrs. Ramsay con vehemencia-.
"Not for the Empress of Mexico," she added, laughing at Jasper; for he shared his mother′s vice: he, too, exaggerated. Ni por la emperatriz de Méjico -añadió, riéndose de Jasper, porque Jasper compartía ese defecto de su madre: la tendencia a la exageración.
And if Rose liked, she said, while Jasper took the message, she might choose which jewels she was to wear. When there are fifteen people sitting down to dinner, one cannot keep things waiting for ever. She was now beginning to feel annoyed with them for being so late; it was inconsiderate of them, and it annoyed her on top of her anxiety about them, that they should choose this very night to be out late, when, in fact, she wished the dinner to be particularly nice, since William Bankes had at last consented to dine with them; and they were having Mildred′s masterpiece--BOEUF EN DAUBE. Everything depended upon things being served up to the precise moment they were ready. The beef, the bayleaf, and the wine--all must be done to a turn. To keep it waiting was out of the question. Yet of course tonight, of all nights, out they went, and they came in late, and things had to be sent out, things had to be kept hot; the BOEUF EN DAUBE would be entirely spoilt. Si Rose quería, dijo, mientras Jasper llevaba el recado, podía elegirle las joyas. Cuando invita una a quince personas a cenar, no se les puede hacer esperar de forma indefinida. Empezaba a sentirse molesta por la tardanza; demostraba muy poca consideración por parte de ellos, y además de estar preocupada por ellos le molestaba que fuera precisamente esta noche cuando llegaran tarde, porque deseaba que la cena de esta noche fuera especialmente agradable, porque había conseguido que William Bankes aceptara por fin una invitación a cenar con ellos, e iban a comer la obra maestra de Mildred, Bœuf en Daube. Todo dependía de que las cosas se hicieran en su justo punto. El buey, el laurel, el vino: todo tenía que echarse en el momento preciso. No se podía esperar. Y era esta noche, con todas las noches que había en el año, la que habían elegido para salir, para volver tarde, y había que sacar las cosas, mantener caliente la comida; el Bœuf en Daube se estropearía.
Jasper offered her an opal necklace; Rose a gold necklace. Which looked best against her black dress? Which did indeed, said Mrs. Ramsay absent-mindedly, looking at her neck and shoulders (but avoiding her face) in the glass. And then, while the children rummaged among her things, she looked out of the window at a sight which always amused her--the rooks trying to decide which tree to settle on. Every time, they seemed to change their minds and rose up into the air again, because, she thought, the old rook, the father rook, old Joseph was her name for him, was a bird of a very trying and difficult disposition. He was a disreputable old bird, with half his wing feathers missing. He was like some seedy old gentleman in a top hat she had seen playing the horn in front of a public house. Jasper le ofreció un collar de ópalos; Rose, uno de oro, ;cuál le iría mejor al vestido negro?, ;cuál?, dijo Mrs. Ramsay mirando distraída hacia el cuello y hombros (pero evitando la cara) en el espejo. Entonces, mientras los niños enredaban con sus cosas, vio por la ventana una cosa que siempre le divertía: unos grajos tomando la decisión de en qué árbol posarse. Parecían cambiar de intención sin cesar, se elevaban de nuevo, porque, según creía, el grajo más viejo, el grajo padre, José lo llamaba, era un ave de carácter muy difícil y exigente. Era un pájaro viejo y de mala reputación, tenía medio peladas las alas. Era como un anciano caballero con sombrero de copa a quien solía ver tocar la flauta a la puerta de un bar.
"Look!" she said, laughing. They were actually fighting. Joseph and Mary were fighting. Anyhow they all went up again, and the air was shoved aside by their black wings and cut into exquisite scimitar shapes. The movements of the wings beating out, out, out--she could never describe it accurately enough to please herself--was one of the loveliest of all to her. Look at that, she said to Rose, hoping that Rose would see it more clearly than she could. For one′s children so often gave one′s own perceptions a little thrust forwards. «¡Mirad!», decía riéndose. Se peleaban de verdad. María y José peleaban. Echaban a volar de nuevo, barrían el cielo con las negras alas, dibujaban exquisitas formas de cimitarra en el aire. Las alas al moverse, moverse, moverse -nunca había podido describirlo de forma satisfactoria-, eran una de las cosas más maravillosas para ella. Mira, le dijo a Rose, esperando que Rose lo viera con más claridad que ella misma. Porque los hijos a veces mejoraban las percepciones de una.
But which was it to be? They had all the trays of her jewel-case open. The gold necklace, which was Italian, or the opal necklace, which Uncle James had brought her from India; or should she wear her amethysts? Pero ¿cuál? Habían sacado todas las bandejas del estuche. El collar de oro, italiano, o el collar de ópalos, que le había traído el tío James desde la India, o ¿no serían mejor las amatistas?
"Choose, dearests, choose," she said, hoping that they would make haste. -Elegid, elegid -dijo, confiando en que se dieran prisa.
But she let them take their time to choose: she let Rose, particularly, take up this and then that, and hold her jewels against the black dress, for this little ceremony of choosing jewels, which was gone through every night, was what Rose liked best, she knew. She had some hidden reason of her own for attaching great importance to this choosing what her mother was to wear. What was the reason, Mrs. Ramsay wondered, standing still to let her clasp the necklace she had chosen, divining, through her own past, some deep, some buried, some quite speechless feeling that one had for one′s mother at Rose′s age. Like all feelings felt for oneself, Mrs. Ramsay thought, it made one sad. It was so inadequate, what one could give in return; and what Rose felt was quite out of proportion to anything she actually was. And Rose would grow up; and Rose would suffer, she supposed, with these deep feelings, and she said she was ready now, and they would go down, and Jasper, because he was the gentleman, should give her his arm, and Rose, as she was the lady, should carry her handkerchief (she gave her the handkerchief), and what else? oh, yes, it might be cold: a shawl. Choose me a shawl, she said, for that would please Rose, who was bound to suffer so. "There," she said, stopping by the window on the landing, "there they are again." Joseph had settled on another tree- top. "Don′t you think they mind," she said to Jasper, "having their wings broken?" Why did he want to shoot poor old Joseph and Mary? He shuffled a little on the stairs, and felt rebuked, but not seriously, for she did not understand the fun of shooting birds; and they did not feel; and being his mother she lived away in another division of the world, but he rather liked her stories about Mary and Joseph. She made him laugh. But how did she know that those were Mary and Joseph? Did she think the same birds came to the same trees every night? he asked. But here, suddenly, like all grown-up people, she ceased to pay him the least attention. She was listening to a clatter in the hall. Pero les dejó que se tomaran todo el tiempo necesario: en particular dejaba que Rose cogiera una cosa y luego otra, y que presentara las joyas contra el vestido negro, porque esta pequeña ceremonia de la elección de las joyas, que se repetía todas las noches, era lo que más le gustaba a Rose, y ella lo sabía. Tenía alguna razón secreta para atribuir gran importancia al hecho de elegir lo que su madre iba a ponerse. Cuál era esa razón, se preguntaba Mrs. Ramsay, mientras se quedaba quieta y dejaba que le abrochara el collar que hubiera elegido, intentando adivinar, en su propio pasado, alguna sensación incomunicable, oculta e íntima, que, a la edad de Rose, pudiera tener una hacia su propia madre. Como todos los sentimientos que tenía hacia sí misma, pensaba Mrs. Ramsay, la entristecía. Era tan inadecuado lo que una podía devolver; y lo que sentía Rose guardaba tan poca relación con lo que ella era realmente. Rose tenía que crecer, Rose tenía que sufrir, pensaba, con esa sensibilidad tan vehemente que tenía; decía que ya estaba preparada, que tenían que bajar, y Jasper, como era el caballero, tenía que ofrecerle el brazo; Rose, como era la dama de honor, tenía que llevar su pañuelo (le dio el pañuelo); ¿qué más?, ah, sí, podía hacer frío: un chal. Escógeme un chal, le dijo, porque seguro que a Rose, que estaba destinada a sufrir tanto, le gustaba. «Vaya -dijo, mirando por la ventana del rellano-, ya están otra vez.» José se había posado en una copa de árbol diferente. «¿Es que te piensas que no les importa -dijo a Jasper- que les rompan las alas?» ¿Por qué querría disparar contra los buenos de José y María? Remoloneó en las escaleras, se sintió censurado, pero no mucho, porque ella no sabía lo divertido que era disparar a los pájaros; no sentían nada; y al ser su madre vivía en otra esfera, pero le gustaban los cuentos de José y María. Se reía con ellos. Aunque, ¿cómo estaba tan segura de que se trataba de María y José? ¿Creía que eran los mismos pájaros los que se posaban en los mismos árboles todas las noches?, preguntó. Pero entonces, bruscamente, como todos los adultos, dejó de hacerle caso. Escuchaba unos rumores que provenían del recibidor.
"They′ve come back!" she exclaimed, and at once she felt much more annoyed with them than relieved. Then she wondered, had it happened? She would go down and they would tell her--but no. They could not tell her anything, with all these people about. So she must go down and begin dinner and wait. And, like some queen who, finding her people gathered in the hall, looks down upon them, and descends among them, and acknowledges their tributes silently, and accepts their devotion and their prostration before her (Paul did not move a muscle but looked straight before him as she passed) she went down, and crossed the hall and bowed her head very slightly, as if she accepted what they could not say: their tribute to her beauty. «¡Ya han vuelto!», exclamó, y al momento siguiente se sintió más enfadada con ellos que aliviada. A continuación se preguntó, ¿habría pasado? Si bajaba, se lo dirían... pero, no. No podrían decirle nada, con tanta gente alrededor. Así que tenía que bajar, y empezar con lo de la cena, y esperar. Descendió, cruzó el recibidor, como una reina que, al hallar a sus súbditos reunidos en la sala, los mirara desde lo alto, y aceptara su homenaje en silencio, y aceptara su fidelidad y sus genuflexiones (Paul no movió ni un músculo, pero se quedó con la mirada fija hacia delante), siguió andando, hizo una leve inclinación con la cabeza, mientras aceptaba lo que no podían expresar: el homenaje a su belleza.
But she stopped. There was a smell of burning. Could they have let the BOEUF EN DAUBE overboil? she wondered, pray heaven not! when the great clangour of the gong announced solemnly, authoritatively, that all those scattered about, in attics, in bedrooms, on little perches of their own, reading, writing, putting the last smooth to their hair, or fastening dresses, must leave all that, and the little odds and ends on their washing-tables and dressing tables, and the novels on the bed- tables, and the diaries which were so private, and assemble in the dining-room for dinner. Pero se detuvo. Olía a quemado. ¿Sería posible que hubieran dejado que se hiciera demasiado el Bœuf en Daube? se preguntaba. ¡A Dios rogaba que no! El gran clamor del gong anunció con solemnidad, con autoridad, a quienes se hallaban lejos, en al ático, en los dormitorios, en sus escondites, leyendo, escribiendo, peinándose apresuradamente, o abrochándose los vestidos, que tenían que dejar de hacer lo que estuvieran haciendo; y tenían que dejar las cosas de los lavabos, de los tocadores; y tenían que dejar las novelas sobre las camas; y los diarios, tan personales; y tenían que reunirse en el comedor para la cena.
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But what have I done with my life? thought Mrs. Ramsay, taking her place at the head of the table, and looking at all the plates making white circles on it. "William, sit by me," she said. "Lily," she said, wearily, "over there." They had that--Paul Rayley and Minta Doyle--she, only this--an infinitely long table and plates and knives. At the far end was her husband, sitting down, all in a heap, frowning. What at? She did not know. She did not mind. She could not understand how she had ever felt any emotion or affection for him. She had a sense of being past everything, through everything, out of everything, as she helped the soup, as if there was an eddy--there-- and one could be in it, or one could be out of it, and she was out of it. It′s all come to an end, she thought, while they came in one after another, Charles Tansley--"Sit there, please," she said--Augustus Carmichael--and sat down. And meanwhile she waited, passively, for some one to answer her, for something to happen. But this is not a thing, she thought, ladling out soup, that one says. Pero ¿qué he hecho de mi vida?, pensaba Mrs. Ramsay, mientras se dirigía a su lugar en la cabecera de la mesa, y se quedaba mirando los platos, que dibujaban círculos blancos sobre el mantel. -William, siéntese junto a mí -dijo-; Lily -dijo con algo de impaciencia-, allí. Ellos tenían eso -Paul Rayley y Minta Doyle-; ella, sólo esto: una mesa de longitud infinita, platos y cuchillos. En el extremo opuesto estaba su marido, sentado, postrado, con el ceño fruncido. ¿Por qué? No lo sabía. No le importaba. No comprendía cómo era posible que hubiera sentido ningún afecto o cariño hacia él. Tenía la sensación, mientras servía la sopa, de estar más allá de todo, de haber pasado por todo, de haberse librado de todo; como si hubiera un remolino, allí, respecto del cual pudiera una estar dentro o fuera, y le parecía como si ella estuviera fuera. Todo termina, pensaba, mientras se acercaban todos, uno tras otro, Charles Tansley -«siéntese ahí, por favor»-, le dijo a Augustus Carmichael que se sentara y se sentó. Mientras tanto, esperaba, de forma pasiva, a que alguien le respondiera, a que sucediera algo. Pero no se trata de decir algo, pensó, mientras metía el cazo en la sopera, no es eso lo que se hace.
Raising her eyebrows at the discrepancy--that was what she was thinking, this was what she was doing--ladling out soup--she felt, more and more strongly, outside that eddy; or as if a shade had fallen, and, robbed of colour, she saw things truly. The room (she looked round it) was very shabby. There was no beauty anywhere. She forebore to look at Mr. Tansley. Nothing seemed to have merged. They all sat separate. And the whole of the effort of merging and flowing and creating rested on her. Again she felt, as a fact without hostility, the sterility of men, for if she did not do it nobody would do it, and so, giving herself a little shake that one gives a watch that has stopped, the old familiar pulse began beating, as the watch begins ticking--one, two, three, one, two, three. And so on and so on, she repeated, listening to it, sheltering and fostering the still feeble pulse as one might guard a weak flame with a news-paper. And so then, she concluded, addressing herself by bending silently in his direction to William Bankes--poor man! who had no wife, and no children and dined alone in lodgings except for tonight; and in pity for him, life being now strong enough to bear her on again, she began all this business, as a sailor not without weariness sees the wind fill his sail and yet hardly wants to be off again and thinks how, had the ship sunk, he would have whirled round and round and found rest on the floor of the sea. Al levantar las cejas, ante la contradicción -una cosa era lo que pensaba; otra, lo que hacía-, al sacar el cazo de la sopa, advirtió, cada vez con más intensidad, que estaba fuera del remolino; como si hubiera descendido una sombra, y, al quitar el color a todo, viera ahora las cosas como eran. La habitación (la recorrió con la mirada) era una habitación destartalada. No había nada que fuera hermoso. Se abstuvo de mirar a Mr. Tansley. Nada parecía armonizar. Todos estaban separados. Todo el esfuerzo de unir, de hacer armonizar todo, de crear descansaba en ella. De nuevo constató, sin hostilidad, era un hecho, la esterilidad de los hombres; lo que no hiciera ella no lo haría nadie; de suerte que, si se diera a sí misma una pequeña sacudida, como la que se da a un reloj de pulsera que hubiera dejado de funcionar, el viejo pulso de siempre comenzaría a latir de nuevo; el reloj comienza de nuevo a funcionar: un, dos, tres; un, dos, tres. Etcétera, etcétera, se repitió, prestando atención, cuidando y abrigando el todavía tenue latido, al igual que se protege una débil llamita con un periódico que la resguarde. De forma que, al final se dirigió a William Bankes con un gesto mudo, ¡el pobre!, no tenía esposa ni hijos, y siempre, excepto esta noche, cenaba solo en su apartamento; le daba pena, y como la vida ya había afianzado su poder sobre ella, retomó la vieja tarea; como un marino, no sin fatiga, ve cómo se tienden las velas al viento, pero no tiene ningunas ganas de continuar, y piensa que preferiría que el barco se hubiera hundido, para poder descansar en el fondo del mar.
"Did you find your letters? I told them to put them in the hall for you," she said to William Bankes. -¿Ha recogido las cartas? Pedí que las dejaran en el recibidor -le dijo a William Bankes.
Lily Briscoe watched her drifting into that strange no-man′s land where to follow people is impossible and yet their going inflicts such a chill on those who watch them that they always try at least to follow them with their eyes as one follows a fading ship until the sails have sunk beneath the horizon. Lily Briscoe veía cómo se dejaba ir Mrs. Ramsay hacia esa extraña tierra de nadie adonde no se puede seguir a la gente; sin embargo, los que se marchan infligen tal dolor a quienes los ven partir que intentan cuando menos seguirlos con la mirada, como se sigue con la vista los barcos hasta que las velas desaparecen tras la línea del horizonte.
How old she looks, how worn she looks, Lily thought, and how remote. Then when she turned to William Bankes, smiling, it was as if the ship had turned and the sun had struck its sails again, and Lily thought with some amusement because she was relieved, Why does she pity him? For that was the impression she gave, when she told him that his letters were in the hall. Poor William Bankes, she seemed to be saying, as if her own weariness had been partly pitying people, and the life in her, her resolve to live again, had been stirred by pity. And it was not true, Lily thought; it was one of those misjudgments of hers that seemed to be instinctive and to arise from some need of her own rather than of other people′s. He is not in the least pitiable. He has his work, Lily said to herself. She remembered, all of a sudden as if she had found a treasure, that she had her work. In a flash she saw her picture, and thought, Yes, I shall put the tree further in the middle; then I shall avoid that awkward space. That′s what I shall do. That′s what has been puzzling me. She took up the salt cellar and put it down again on a flower pattern in the table-cloth, so as to remind herself to move the tree. Qué vieja está, y qué cansada parece, pensó Lily, y qué remota. A continuación Mrs. Ramsay se volvió hacia William Bankes, sonriendo, parecía como si el barco hubiera cambiado de rumbo, y el sol brillara sobre las velas de nuevo; y Lily pensó, con cierto regocijo, al sentirse aliviada, ¿por qué siente pena por él? Porque ésa era la impresión que había causado, cuando dijo lo de que las cartas estaban en el recibidor. Pobre William Bankes, parecía haber dicho, como si el propio cansancio hubiera provocado en parte el sentir pena por la gente; y la vida, la decisión de revivir, le hubiera resucitado la piedad. No era cierto, pensó Lily, era una de esas equivocaciones de ella que parecían intuitivas, y que parecían nacer de alguna necesidad propia, no de la gente. No hay de qué apiadarse. Tiene su trabajo, se dijo Lily. Recordó, como si hubiera encontrado un tesoro, que también ella tenía un trabajo. De repente vio su cuadro; pensó, sí, centraré el árbol; evitaré así esos enojosos espacios vacíos. Haré eso. Es eso lo que me impedía avanzar. Cogió el salero, y volvió a dejarlo sobre una flor del dibujo del mantel, para recordar que tenía que cambiar el árbol de lugar.
"It′s odd that one scarcely gets anything worth having by post, yet one always wants one′s letters," said Mr. Bankes. -Raro es que venga algo interesante por correo, y, sin embargo, siempre lo espera uno con interés -dijo Mr. Bankes.
What damned rot they talk, thought Charles Tansley, laying down his spoon precisely in the middle of his plate, which he had swept clean, as if, Lily thought (he sat opposite to her with his back to the window precisely in the middle of view), he were determined to make sure of his meals. Everything about him had that meagre fixity, that bare unloveliness. But nevertheless, the fact remained, it was impossible to dislike any one if one looked at them. She liked his eyes; they were blue, deep set, frightening. Qué tonterías dicen, pensaba Charles Tansley, dejando la cuchara con toda precisión en medio del plato, que estaba completamente vacío, como si, pensaba Lily (estaba sentado enfrente de ella, de espaldas a la ventana, justo en medio), quisiera asegurarse de que comía. Todo en él tenía esa mezquina constancia, esa desnuda insensibilidad. Pero, no obstante, las cosas eran como eran, era casi imposible que alguien no gustara si se le prestaba suficiente atención. Le gustaban sus ojos: azules, profundos, imponentes.
"Do you write many letters, Mr. Tansley?" asked Mrs. Ramsay, pitying him too, Lily supposed; for that was true of Mrs. Ramsay--she pitied men always as if they lacked something--women never, as if they had something. He wrote to his mother; otherwise he did not suppose he wrote one letter a month, said Mr. Tansley, shortly. -¿Escribe usted muchas cartas, Mr. Tansley? -preguntó Mrs. Ramsay, apiadándose de él también, supuso Lily; porque eso era una característica de Mrs. Ramsay -le daban pena los hombres, como si creyera que les faltaba algo-; pero no le daban pena las mujeres -como si a ellas les sobraran las cosas. Escribía a su madre; pero fuera de eso, creía que no enviaba más de una carta al mes, dijo Mr. Tansley, con brevedad.
For he was not going to talk the sort of rot these condescended to by these silly women. He had been reading in his room, and now he came down and it all seemed to him silly, superficial, flimsy. Why did they dress? He had come down in his ordinary clothes. He had not got any dress clothes. "One never gets anything worth having by post"--that was the sort of thing they were always saying. They made men say that sort of thing. Yes, it was pretty well true, he thought. They never got anything worth having from one year′s end to another. They did nothing but talk, talk, talk, eat, eat, eat. It was the women′s fault. Women made civilisation impossible with all their "charm," all their silliness. Desde luego él no iba a dedicarse a hablar de las tonterías de las que ellos hablaban. No iba a dejar que estas tontas lo trataran con condescendencia. Había estado leyendo en la habitación, al bajar todo le pareció necio, superficial, frívolo. ¿Por qué se vestían para cenar? Él había bajado con la ropa de costumbre. No tenía ropa elegante. «Raro es que venga algo interesante por correo»: de esto es de lo que hablaban siempre. Obligaban a que los hombres dijeran cosas como ésa. Sí, pues era verdad, pensó. Nunca recibían nada interesante en todo el año. Lo único que hacían era charlar, charlar, charlar, comer, comer, comer. Era culpa de las mujeres. Las mujeres hacían que la civilización fuera imposible, con todo su «encanto» y su necedad.
"No going to the Lighthouse tomorrow, Mrs. Ramsay," he said, asserting himself. He liked her; he admired her; he still thought of the man in the drain-pipe looking up at her; but he felt it necessary to assert himself. -No vamos al Faro mañana, Mrs. Ramsay -dijo con decisión. Le gustaba, la admiraba, todavía se acordaba del hombre del alcantarillado que se había quedado mirándola, pero, para reafirmarse, se sintió en la obligación de expresarse de forma decidida.
He was really, Lily Briscoe thought, in spite of his eyes, but then look at his nose, look at his hands, the most uncharming human being she had ever met. Then why did she mind what he said? Women can′t write, women can′t paint--what did that matter coming from him, since clearly it was not true to him but for some reason helpful to him, and that was why he said it? Why did her whole being bow, like corn under a wind, and erect itself again from this abasement only with a great and rather painful effort? She must make it once more. There′s the sprig on the table-cloth; there′s my painting; I must move the tree to the middle; that matters--nothing else. Could she not hold fast to that, she asked herself, and not lose her temper, and not argue; and if she wanted revenge take it by laughing at him? Realmente, pensaba Lily Briscoe, a pesar de los ojos, era el hombre menos encantador que hubiera conocido en toda su vida. Pero, entonces, ¿por qué le preocupaba lo que dijera? No saben escribir las mujeres, no saben pintar. ¿Qué importaba que lo dijera, si era evidente que no lo decía porque lo creyera, sino porque por algún motivo le era conveniente decirlo, y por ese motivo lo decía? ¿Por qué se inclinaba toda ella, todo su ser, como los cereales bajo el viento, y volvía a erguirse, para vencer esa postración, sólo tras grande y doloroso esfuerzo? Tenía que volver a hacerlo. Aquí está el dibujo del tallo en el mantel; aquí, mi pintura; debo colocar el árbol en medio; eso es lo importante... nada más. ¿No podía aferrarse a eso, se preguntaba, y no perder la paciencia, y no discutir?; y si quería una ración de venganza, ¿no podía reírse de él?
"Oh, Mr. Tansley," she said, "do take me to the Lighthouse with you. I should so love it." -Ah, Mr. Tansley -dijo-, lléveme al Faro. Me encantaría ir.
She was telling lies he could see. She was saying what she did not mean to annoy him, for some reason. She was laughing at him. He was in his old flannel trousers. He had no others. He felt very rough and isolated and lonely. He knew that she was trying to tease him for some reason; she didn′t want to go to the Lighthouse with him; she despised him: so did Prue Ramsay; so did they all. But he was not going to be made a fool of by women, so he turned deliberately in his chair and looked out of the window and said, all in a jerk, very rudely, it would be too rough for her tomorrow. She would be sick. Mentía para que él lo advirtiera. No decía lo que pensaba, para fastidiarlo, por algún motivo. Se reía de él. Llevaba los viejos pantalones de franela. No tenía otros. Se sentía mal, aislado, solo. Sabía que ella intentaba tomarle el pelo por algún motivo; no quería ir al Faro con él; lo despreciaba, al igual que Prue Ramsay, igual que todos los demás. Pero no iba a consentir que unas mujeres le hicieran pasar por tonto, así es que se dio la vuelta en la silla, miró por la ventana, con un movimiento brusco, y con grosería le dijo que haría demasiado malo para ella mañana. Se mareará.
It annoyed him that she should have made him speak like that, with Mrs. Ramsay listening. If only he could be alone in his room working, he thought, among his books. That was where he felt at his ease. And he had never run a penny into debt; he had never cost his father a penny since he was fifteen; he had helped them at home out of his savings; he was educating his sister. Still, he wished he had known how to answer Miss Briscoe properly; he wished it had not come out all in a jerk like that. "You′d be sick." He wished he could think of something to say to Mrs. Ramsay, something which would show her that he was not just a dry prig. That was what they all thought him. He turned to her. But Mrs. Ramsay was talking about people he had never heard of to William Bankes. Le molestaba que ella le hubiera hecho hablar así, porque Mrs. Ramsay estaba escuchando. Si pudiera estar en la habitación, trabajando, pensaba, entre libros. Sólo ahí se hallaba a gusto. Nunca había debido ni un penique a nadie; desde los quince años no le había costado a su padre ni un penique; incluso había ayudado a los de casa con sus ahorros; pagaba la educación de su hermana. No obstante, sí que le habría gustado saber contestar a Miss Briscoe de forma correcta, le habría gustado no haber respondido de esa forma tan tosca. «Se mareará.» Le gustaría haber podido pensar algo que decir a Mrs. Ramsay, algo que demostrara que no era sólo un pedantón. Eso es lo que se pensaban que era. Se dirigió hacia ella. Pero Mrs. Ramsay hablaba con William Bankes de gente a quien él no conocía.
"Yes, take it away," she said briefly, interrupting what she was saying to William Bankes to speak to the maid. "It must have been fifteen-- no, twenty years ago--that I last saw her," she was saying, turning back to him again as if she could not lose a moment of their talk, for she was absorbed by what they were saying. So he had actually heard from her this evening! And was Carrie still living at Marlow, and was everything still the same? Oh, she could remember it as if it were yesterday--on the river, feeling it as if it were yesterday--going on the river, feeling very cold. But if the Mannings made a plan they stuck to it. Never should she forget Herbert killing a wasp with a teaspoon on the bank! And it was still going on, Mrs. Ramsay mused, gliding like a ghost among the chairs and tables of that drawing-room on the banks of the Thames where she had been so very, very cold twenty years ago; but now she went among them like a ghost; and it fascinated her, as if, while she had changed, that particular day, now become very still and beautiful, had remained there, all these years. Had Carrie written to him herself? she asked. -Sí, ya puede llevárselo -dijo, interrumpiendo la conversación con Mr. Bankes, para dirigirse a la sirvienta-. Debe de hacer quince, no, veinte años, que no la veo -decía, dándole la espalda, como si no pudiera perder ni un minuto de esta conversación, absorta, al parecer, en lo que decían. ¡Así que había tenido noticias de ella esta misma tarde! Carrie, ¿vivía todavía en Marlow?, ¿todo seguía igual? Ay, recordaba todo como si hubiera ocurrido ayer: lo de ir al río, el frío. Pero si los Manning decidían ir a algún sitio, iban. ¡Nunca olvidaría cuando Herbert mató una avispa con una cucharilla en la orilla del río! Todo seguía como entonces, murmuraba Mrs. Ramsay, deslizándose como un fantasma entre las sillas y mesas de aquel salón junto a las orillas del Támesis donde hacía veinte años había pasado tanto, ay, tanto frío; pero ahora regresaba como un fantasma; y se sentía fascinada, como si, aunque ella hubiera cambiado, sin embargo, aquel día concreto, ahora tranquilo y hermoso, se hubiera conservado allí, durante todos estos años. ¿Le había escrito la propia Carrie?, le preguntó.
"Yes. She says they′re building a new billiard room," he said. No! No! That was out of the question! Building a new billiard room! It seemed to her impossible. -Sí, me cuenta que están preparando un nuevo salón para el billar -dijo. ¡No! ¡No! ¡Eso es imposible! ¡Preparar un nuevo salón para el billar! A ella le parecía imposible.
Mr. Bankes could not see that there was anything very odd about it. They were very well off now. Should he give her love to Carrie? Mr. Bankes no advertía que hubiera nada tan raro en ello. Ahora estaban en muy buena situación económica. ¿Quería que le diera recuerdos a Carne?
"Oh," said Mrs. Ramsay with a little start, "No," she added, reflecting that she did not know this Carrie who built a new billiard room. But how strange, she repeated, to Mr. Bankes′s amusement, that they should be going on there still. For it was extraordinary to think that they had been capable of going on living all these years when she had not thought of them more than once all that time. How eventful her own life had been, during those same years. Yet perhaps Carrie Manning had not thought about her, either. The thought was strange and distasteful. -¡Ah! -exclamó Mrs. Ramsay, con un leve sobresalto. No -añadió, pensando en que no conocía a esta Carrie que se hacía preparar una nueva sala para el billar. Pero cuán extraño era, repitió, ante la divertida sorpresa de Mr. Bankes, que todo siguiera igual allí. Porque era algo extraordinario pensar que habían podido seguir viviendo allí todos estos años, cuando ella no había pensado en ellos ni una sola vez. Lo llena de acontecimientos que había estado su propia vida duran- te este mismo tiempo. Aunque quizá Carrie Manning tampoco había pensado en ella. Era una idea rara, le disgustaba.
"People soon drift apart," said Mr. Bankes, feeling, however, some satisfaction when he thought that after all he knew both the Mannings and the Ramsays. He had not drifted apart he thought, laying down his spoon and wiping his clean-shaven lips punctiliously. But perhaps he was rather unusual, he thought, in this; he never let himself get into a groove. He had friends in all circles... Mrs. Ramsay had to break off here to tell the maid something about keeping food hot. That was why he preferred dining alone. All those interruptions annoyed him. Well, thought William Bankes, preserving a demeanour of exquisite courtesy and merely spreading the fingers of his left hand on the table-cloth as a mechanic examines a tool beautifully polished and ready for use in an interval of leisure, such are the sacrifices one′s friends ask of one. It would have hurt her if he had refused to come. But it was not worth it for him. Looking at his hand he thought that if he had been alone dinner would have been almost over now; he would have been free to work. Yes, he thought, it is a terrible waste of time. The children were dropping in still. "I wish one of you would run up to Roger′s room," Mrs. Ramsay was saying. How trifling it all is, how boring it all is, he thought, compared with the other thing-- work. Here he sat drumming his fingers on the table-cloth when he might have been--he took a flashing bird′s-eye view of his work. What a waste of time it all was to be sure! Yet, he thought, she is one of my oldest friends. I am by way of being devoted to her. Yet now, at this moment her presence meant absolutely nothing to him: her beauty meant nothing to him; her sitting with her little boy at the window-- nothing, nothing. He wished only to be alone and to take up that book. He felt uncomfortable; he felt treacherous, that he could sit by her side and feel nothing for her. The truth was that he did not enjoy family life. It was in this sort of state that one asked oneself, What does one live for? Why, one asked oneself, does one take all these pains for the human race to go on? Is it so very desirable? Are we attractive as a species? Not so very, he thought, looking at those rather untidy boys. His favourite, Cam, was in bed, he supposed. Foolish questions, vain questions, questions one never asked if one was occupied. Is human life this? Is human life that? One never had time to think about it. But here he was asking himself that sort of question, because Mrs. Ramsay was giving orders to servants, and also because it had struck him, thinking how surprised Mrs. Ramsay was that Carrie Manning should still exist, that friendships, even the best of them, are frail things. One drifts apart. He reproached himself again. He was sitting beside Mrs. Ramsay and he had nothing in the world to say to her. -La gente pierde las relaciones muy pronto -dijo Mr. Bankes, sintiendo, no obstante, cierta satisfacción porque él sí que conocía tanto a los Manning como a los Ramsay. Él no había olvidado las relaciones, pensó, dejando la cuchara, y limpiándose escrupulosamente los labios. Pero quizá él no era un hombre común, pensó, respecto de estos asuntos; nunca le gustó atarse a una rutina. Tenía amigos entre toda clase de gentes... Mrs. Ramsay tuvo que interrumpir la atención para decirle algo a la sirvienta acerca de que mantuvieran la comida caliente. Por esto es por lo que prefería cenar solo: estas interrupciones le fastidiaban. Bueno, pensaba Mr. Bankes, con una actitud fundada en una cortesía exquisita, y extendiendo los dedos de la mano izquierda sobre el mantel, al igual que un mecánico examina una herramienta reluciente y dispuesta para ser usada en un intervalo de ocio, tales son los sacrificios que hay que hacer por los amigos. A ella no le habría gustado que rechazara la invitación. Pero no le había merecido la pena. Mientras miraba la mano, pensaba en que si hubiera cenado solo, en estos momentos, estaría a punto de haber concluido, ya podría estar trabajando. Sí, una tremenda pérdida de tiempo. Todavía no habían llegado todos los niños. -¿Podría subir alguien a la habitación de Roger? -decía Mrs. Ramsay. Qué insignificante era todo esto, qué aburrido es todo, pensaba él, comparado con lo otro, con el trabajo. Aquí estaba, tabaleando con los dedos sobre el mantel, cuando podría estar... vio su propio trabajo como a vista de pájaro. ¡Vaya si era perder el tiempo! Aunque, es una de mis más antiguas amigas. Debo de ser uno de los fieles. Pero ahora, en este preciso momento la presencia de ella no le decía nada; su belleza lo dejaba indiferente; lo de estar sentada junto a la ventana con el niño: nada, nada. Deseaba estar solo, y coger de nuevo el libro. Se sentía incómodo, se sentía falso; lo hacía sentirse así el hecho de estar sentado junto a ella, y no sentir nada. Lo cierto es que él no disfrutaba con la vida familiar. Cuando se hallaba uno en estas circunstancias es cuando se preguntaba, ¿es para que progrese la raza humana para lo que se toma uno tantas molestias? ¿Es eso tan deseable? ¿Somos una especie atractiva? No tanto, pensaba, mirando a los desaseados niños. Su favorita, Cam, pensaba, estaba en la cama. Preguntas necias, preguntas vanas, preguntas que no se hacían cuando había algo que hacer. ¿Es esto la vida? ¿Es aquello? No había tiempo para pensar cosas como ésa. Pero aquí estaba haciéndose estas preguntas, porque Mrs. Ramsay daba instrucciones a las criadas, y también porque le había llamado la atención, pensando en la reacción de Mrs. Ramsay al enterarse de que Carne Manning seguía viva, que las amistades, incluso las mejores, fueran tan frágiles. Nos separamos insensiblemente. Se lo reprochó de nuevo. Estaba sentado junto a Mrs. Ramsay, y no había nada que decir, no sabía qué decirle.
"I′m so sorry," said Mrs. Ramsy, turning to him at last. He felt rigid and barren, like a pair of boots that have been soaked and gone dry so that you can hardly force your feet into them. Yet he must force his feet into them. He must make himself talk. Unless he were very careful, she would find out this treachery of his; that he did not care a straw for her, and that would not be at all pleasant, he thought. So he bent his head courteously in her direction. -Cuánto lo siento -dijo Mrs. Ramsay, dirigiéndose por fin a él. Se sentía envarado y estéril, como un par de zapatos que se hubieran mojado, y luego se hubieran secado, y fuera imposible meter los pies en ellos. Pero no hay remedio, hay que meter los pies. Tenía que obligarse a hablar. Si no tenía cuidado, ella advertiría su falsedad: que ella no le importaba nada; y eso no sería nada grato, pensaba. De forma que, con cortesía, dirigió la cabeza hacia ella.
"How you must detest dining in this bear garden," she said, making use, as she did when she was distracted, of her social manner. So, when there is a strife of tongues, at some meeting, the chairman, to obtain unity, suggests that every one shall speak in French. Perhaps it is bad French; French may not contain the words that express the speaker′s thoughts; nevertheless speaking French imposes some order, some uniformity. Replying to her in the same language, Mr. Bankes said, "No, not at all," and Mr. Tansley, who had no knowledge of this language, even spoke thus in words of one syllable, at once suspected its insincerity. They did talk nonsense, he thought, the Ramsays; and he pounced on this fresh instance with joy, making a note which, one of these days, he would read aloud, to one or two friends. There, in a society where one could say what one liked he would sarcastically describe "staying with the Ramsays" and what nonsense they talked. It was worth while doing it once, he would say; but not again. The women bored one so, he would say. Of course Ramsay had dished himself by marrying a beautiful woman and having eight children. It would shape itself something like that, but now, at this moment, sitting stuck there with an empty seat beside him, nothing had shaped itself at all. It was all in scraps and fragments. He felt extremely, even physically, uncomfortable. He wanted somebody to give him a chance of asserting himself. He wanted it so urgently that he fidgeted in his chair, looked at this person, then at that person, tried to break into their talk, opened his mouth and shut it again. They were talking about the fishing industry. Why did no one ask him his opinion? What did they know about the fishing industry? -Cómo debe de detestar cenar en medio de este tumulto -le dijo, sirviéndose, como solía hacer cuando tenía la cabeza en otra cosa, de sus modales de alta sociedad. Cuando había una disputa de idiomas en alguna reunión, la presidencia recomendaba, para lograr la armonía, que se usara sólo el francés. Quizá el francés no era muy bueno. Puede que en francés no se hallen las palabras del pensamiento que se quería expresar; sin embargo, hablar francés impone una suerte de orden, cierta uniformidad. Contestándole en la misma lengua, Mr. Bankes dijo: -No, no, de eso nada. Mr. Tansley, que no conocía de esta lengua ni siquiera sus más conocidos monosílabos, tuvo la sospecha de que no era sincero. Vaya si decían tonterías, pensó, los Ramsay; y se abalanzó sobre este nuevo ejemplo con alegría, redactando mentalmente una nota, que un día de éstos leería a uno o dos de sus amigos. Entonces, en compañía de quienes le permitían a uno decir lo que quisiera, describiría de forma sarcástica lo de «la temporada con los Ramsay», y las necedades que decían. Merecía la pena ir una vez, diría, pero no repetir. Qué aburridas eran las mujeres, diría. Desde luego, Ramsay se lo merecía, por haberse casado con una mujer hermosa, y por haber tenido ocho hijos. Sería algo parecido a esto, pero ahora, en este momento, sentado, con un asiento vacío junto a él, nada parecido a esto había ocurrido. Todo eran jirones y fragmentos. Se sentía extremadamente, incluso físicamente, incómodo. Quería que alguien le diera la oportunidad de reafirmarse. Lo necesitaba con tanta urgencia que hacía movimientos nerviosos sobre la silla, miraba a una persona; luego, a otra; intentaba participar en la conversación, abría la boca, volvía a cerrarla. Hablaban de las pesquerías. ¿Por qué nadie le preguntaba su opinión? ¿Qué sabían ellos de pesquerías?
Lily Briscoe knew all that. Sitting opposite him, could she not see, as in an X-ray photograph, the ribs and thigh bones of the young man′s desire to impress himself, lying dark in the mist of his flesh--that thin mist which convention had laid over his burning desire to break into the conversation? But, she thought, screwing up her Chinese eyes, and remembering how he sneered at women, "can′t paint, can′t write," why should I help him to relieve himself? Lily Briscoe se daba cuenta de todo. Sentada frente a él, ¿no veía, como en una radiografía, en la oscura tiniebla de su carne, las costillas y fémures del deseo del joven de hacerse visible: esa delgada niebla con la que la convención había recubierto su deseo de participar en la conversación? Pero pensaba, entrecerrando los rasgados ojos, y recordando que se burlaba de las mujeres, «no saben pintar, no saben escribir», ¿por qué tengo que ayudarle a consolarse?
There is a code of behaviour, she knew, whose seventh article (it may be) says that on occasions of this sort it behoves the woman, whatever her own occupation might be, to go to the help of the young man opposite so that he may expose and relieve the thigh bones, the ribs, of his vanity, of his urgent desire to assert himself; as indeed it is their duty, she reflected, in her old maidenly fairness, to help us, suppose the Tube were to burst into flames. Then, she thought, I should certainly expect Mr. Tansley to get me out. But how would it be, she thought, if neither of us did either of these things? So she sat there smiling. Hay un código de conducta, ella lo sabía, en cuyo artículo séptimo (debe de ser) se dice que en ocasiones como ésta compete a la mujer, se dedique a lo que se dedique, ir a ofrecer ayuda al joven que se siente enfrente de ella, para que pueda exhibir y aliviar los fémures, las costillas de su vanidad, su urgente deseo de afirmarse; como, en verdad, es deber de ellos, reflexionaba, con su honradez de solterona, ayudarnos, por ejemplo, en el caso de que el metro se incendiara. En ese caso, ciertamente, esperaría que Mr. Tansley me rescatase. Pero ¿qué pasaría si ninguno de los dos hiciéramos lo que se esperaba? Se sonrió.
"You′re not planning to go to the Lighthouse, are you, Lily," said Mrs. Ramsay. "Remember poor Mr. Langley; he had been round the world dozens of times, but he told me he never suffered as he did when my husband took him there. Are you a good sailor, Mr. Tansley?" she asked. -No querrás ir al Faro, ¿no?, ¿Lily? -dijo Mrs. Ramsay-. Acuérdate del pobre Mr. Langley; ha dado la vuelta al mundo en varias ocasiones, pero me confesó que nunca lo había pasado tan mal como cuando mi marido lo llevó allí. ¿Es usted buen marino, Mr. Tansley? -preguntó.
Mr. Tansley raised a hammer: swung it high in air; but realising, as it descended, that he could not smite that butterfly with such an instrument as this, said only that he had never been sick in his life. But in that one sentence lay compact, like gunpowder, that his grandfather was a fisherman; his father a chemist; that he had worked his way up entirely himself; that he was proud of it; that he was Charles Tansley--a fact that nobody there seemed to realise; but one of these days every single person would know it. He scowled ahead of him. He could almost pity these mild cultivated people, who would be blown sky high, like bales of wool and barrels of apples, one of these days by the gunpowder that was in him. Mr. Tansley levantó un martillo, lo blandió en el aire, pero, al bajarlo, dándose cuenta de que no debía aplastar una mariposa con semejante instrumento, sólo dijo que no se había mareado nunca. Pero en esa oración, compacta como la pólvora, había dejado otra información: que su abuelo había sido marino; su padre era farmacéutico; y él se había labrado su propio futuro con sus propios medios; estaba muy orgulloso de ello; él era Charles Tansley, algo de lo que al parecer nadie se daba cuenta, aunque muy pronto todos lo sabrían. Su desdén los contemplaba desde una gran distancia de ventaja. Hasta casi podía sentir pena por estas personas tan finas, con su cultura, que uno de estos días ascenderían al cielo como balas de algodón o barricas de manzanas; muy pronto, mediante la pólvora que había en el interior de Charles Tansley.
"Will you take me, Mr. Tansley?" said Lily, quickly, kindly, for, of course, if Mrs. Ramsay said to her, as in effect she did, "I am drowning, my dear, in seas of fire. Unless you apply some balm to the anguish of this hour and say something nice to that young man there, life will run upon the rocks--indeed I hear the grating and the growling at this minute. My nerves are taut as fiddle strings. Another touch and they will snap"--when Mrs. Ramsay said all this, as the glance in her eyes said it, of course for the hundred and fiftieth time Lily Briscoe had to renounce the experiment--what happens if one is not nice to that young man there--and be nice. -¿Me llevará Mr. Tansley? -dijo Lily, con rapidez, con amabilidad, porque, por supuesto, si Mrs. Ramsay le hubiera dicho, como, de hecho, le había dicho: «Me ahogo, querida, en un mar de llamas. A menos que apliques algún ungüento balsámico en este momento, y le digas algo amable a ese joven de ahí, la vida se estrellará contra los arrecifes: a decir verdad ya oigo chirridos y murmullos. Tengo los nervios tensos como cuerdas de violín. Un toque más, y saltan», cuando Mrs. Ramsay hubo dicho todo esto, con la mirada, por supuesto, no menos de cincuenta veces, Lily tuvo que renunciar al experimento -qué es lo que sucedería si decidiera no ser buena con aquel joven-, y decidió ser buena.
Judging the turn in her mood correctly--that she was friendly to him now--he was relieved of his egotism, and told her how he had been thrown out of a boat when he was a baby; how his father used to fish him out with a boat-hook; that was how he had learnt to swim. One of his uncles kept the light on some rock or other off the Scottish coast, he said. He had been there with him in a storm. This was said loudly in a pause. They had to listen to him when he said that he had been with his uncle in a lighthouse in a storm. Ah, thought Lily Briscoe, as the conversation took this auspicious turn, and she felt Mrs. Ramsay′s gratitude (for Mrs. Ramsay was free now to talk for a moment herself), ah, she thought, but what haven′t I paid to get it for you? She had not been sincere. Juzgando adecuadamente el cambio de humor -ahora se dirigía hacia él de forma amistosa-, se aplacó su ataque de egotismo, y le dijo que se había caído de una barca cuando era un bebé; y que su padre había tenido que pescarlo con un bichero; y que así es como había aprendido a nadar. Tenía un tío torrero en algún faro escocés, dijo. Había estado con él en una ocasión, durante una tempestad. Esto lo dijo en voz alta, durante un silencio. Escucharon todos que había acompañado a su tío en un faro durante una tempestad. Ay, pensaba Lily Briscoe, al ver que la conversación seguía este curso tan prometedor, advirtió que Mrs. Ramsay le estaba agradecida (porque Mrs. Ramsay se sintió autorizada a hablar de nuevo con quien quisiera), ay, pensaba, pero ¿cuánto me habrá costado esta gratitud? No había sido sincera.
She had done the usual trick--been nice. She would never know him. He would never know her. Human relations were all like that, she thought, and the worst (if it had not been for Mr. Bankes) were between men and women. Inevitably these were extremely insincere she thought. Then her eye caught the salt cellar, which she had placed there to remind her, and she remembered that next morning she would move the tree further towards the middle, and her spirits rose so high at the thought of painting tomorrow that she laughed out loud at what Mr. Tansley was saying. Let him talk all night if he liked it. Había recurrido al truco de siempre: ser buena. Nunca lo conocería. Y él nunca la conocería a ella. Las relaciones humanas eran siempre así, pensaba, y eran peores (salvando a Mr. Bankes) las relaciones entre hombres y mujeres; inevitablemente, aquéllas eran siempre muy insinceras. Entonces vio con el rabillo del ojo el salero, que había dejado ahí para que le recordara algo, y recordó que el día siguiente tenía que colocar el árbol en una posición central, y se sintió tan animada al pensar en que al día siguiente podría pintar que se rió en voz alta de lo que Mr. Tansley estaba diciendo. Que no deje de hablar en toda la noche si lo desea.
"But how long do they leave men on a Lighthouse?" she asked. He told her. He was amazingly well informed. And as he was grateful, and as he liked her, and as he was beginning to enjoy himself, so now, Mrs. Ramsay thought, she could return to that dream land, that unreal but fascinating place, the Mannings′ drawing-room at Marlow twenty years ago; where one moved about without haste or anxiety, for there was no future to worry about. She knew what had happened to them, what to her. It was like reading a good book again, for she knew the end of that story, since it had happened twenty years ago, and life, which shot down even from this dining-room table in cascades, heaven knows where, was sealed up there, and lay, like a lake, placidly between its banks. He said they had built a billiard room--was it possible? Would William go on talking about the Mannings? She wanted him to. But, no--for some reason he was no longer in the mood. She tried. He did not respond. She could not force him. She was disappointed. -Pero ¿cuánto tiempo tienen que estar en el Faro? -preguntó. Él se lo dijo. Estaba sorprendentemente bien informado. Como estaba agradecido, como le gustaba ella, como empezaba a divertirse, era el momento, pensó Mrs. Ramsay, de regresar a aquel lugar soñado, aquel lugar irreal pero fascinante, el salón de los Manning de hace veinte años; donde una podía moverse sin problemas ni preocupaciones, porque no había un futuro del cual preocuparse. Sabía cómo les había ido a cada uno de ellos, y cómo le había ido a ella. Era como releer un buen libro, porque sabía cómo acababa el cuento, porque había ocurrido hacía veinte años, y la vida, que se derramaba profusamente incluso en esta sala, sabe Dios hacia dónde, estaba allí sellada, y era como un lago, apacible, contenida en el interior de las orillas. Decía que habían preparado una sala para el billar, ¿era cierto? ¿Querría William seguir hablando de los Manning? Ella sí quería. Pero no, había algún motivo por el cual él ya no se sentía nada animado. Lo intentó. Pero él no respondió. No podía obligarlo. Se sintió decepcionada.
"The children are disgraceful," she said, sighing. He said something about punctuality being one of the minor virtues which we do not acquire until later in life. -Estos chicos son una desgracia -dijo, con un suspiro. Él dijo algo acerca de que la puntualidad es una de esas virtudes menores que sólo se adquieren cuando uno ya no es niño.
"If at all," said Mrs. Ramsay merely to fill up space, thinking what an old maid William was becoming. Conscious of his treachery, conscious of her wish to talk about something more intimate, yet out of mood for it at present, he felt come over him the disagreeableness of life, sitting there, waiting. Perhaps the others were saying something interesting? What were they saying? -Si se adquiere -dijo Mrs. Ramsay con el único fin de rellenar un vacío, pensando en que Lily estaba convirtiéndose en una solterona. Consciente de su traición, consciente del deseo de ella de hablar de algo más íntimo, pero sin ganas de hacerlo, se le representaron todas las cosas desagradables de la vida: estar allí sentada, esperando. Quizá los demás estuvieran contando algo interesante, ¿de qué hablaban?
That the fishing season was bad; that the men were emigrating. They were talking about wages and unemployment. The young man was abusing the government. William Bankes, thinking what a relief it was to catch on to something of this sort when private life was disagreeable, heard him say something about "one of the most scandalous acts of the present government." Lily was listening; Mrs. Ramsay was listening; they were all listening. But already bored, Lily felt that something was lacking; Mr. Bankes felt that something was lacking. Pulling her shawl round her Mrs. Ramsay felt that something was lacking. All of them bending themselves to listen thought, "Pray heaven that the inside of my mind may not be exposed," for each thought, "The others are feeling this. They are outraged and indignant with the government about the fishermen. Whereas, I feel nothing at all." But perhaps, thought Mr. Bankes, as he looked at Mr. Tansley, here is the man. One was always waiting for the man. There was always a chance. At any moment the leader might arise; the man of genius, in politics as in anything else. Probably he will be extremely disagreeable to us old fogies, thought Mr. Bankes, doing his best to make allowances, for he knew by some curious physical sensation, as of nerves erect in his spine, that he was jealous, for himself partly, partly more probably for his work, for his point of view, for his science; and therefore he was not entirely open- minded or altogether fair, for Mr. Tansley seemed to be saying, You have wasted your lives. You are all of you wrong. Poor old fogies, you′re hopelessly behind the times. He seemed to be rather cocksure, this young man; and his manners were bad. But Mr. Bankes bade himself observe, he had courage; he had ability; he was extremely well up in the facts. Probably, Mr. Bankes thought, as Tansley abused the government, there is a good deal in what he says. Que la temporada de pesca había sido mala, que los hombres emigraban. Hablaban de salarios y del paro. El joven insultaba al Gobierno. William Bankes, pensando en lo satisfactorio que era poder dedicarse a algo semejante cuando la vida íntima era desagradable, le oyó decir que se trataba de «uno de los decretos más escandalosos de este Gobierno». Lily escuchaba, Mrs. Ramsay escuchaba, todos escuchaban. Pero, ya aburrida, Lily pensaba en que había algo de lo que carecían esas palabras; Mrs. Bankes pensaba en que faltaba algo. Mientras se recogía el chal, Mrs. Ramsay pensaba en que faltaba algo. Todos ellos, escuchando atentamente, pensaban: «a los cielos pido que no tenga que dar mi verdadera opinión sobre esto»; porque todos pensaban: «Los demás se sienten igual. Están irritados e indignados con el Gobierno por lo de los pescadores, pero, yo, en el fondo, no siento nada acerca de ello.» Pero quizá, pensaba Mr. Bankes, mirando a Mr. Tansley, sea éste el hombre. Siempre se esperaba al hombre. Había siempre una oportunidad. En cualquier momento podía aparecer un nuevo dirigente; un hombre genial, porque la política no dejaba de ser como las demás actividades. Probablemente a nosotros, los anticuados, nos parecerá desagradable, pensaba Mr. Bankes, intentando ser comprensivo; porque sabía, a través de una curiosa sensación física, como si se le encresparan los nervios de la columna vertebral, que era parte interesada, en cierta medida, porque tenía celos; en parte, más probablemente, por su trabajo, por sus opiniones, por su ciencia; y por lo tanto no era persona muy receptiva, porque Mr. Tansley parecía decir: Han desperdiciado ustedes sus vidas. Están equivocados todos ustedes. Pobres viejos caducos, se han quedado ustedes en el pasado. Parecía demasiado poseído, este joven; y no tenía modales. Pero Mr. Bankes se vio obligado a reconocer que tenía valor, tenía talento, manejaba los datos con aplomo. Quizá, pensaba Mr. Bankes, mientras Mr. Tansley insultaba al Gobierno, haya mucho de cierto en lo que dice.
"Tell me now..." he said. So they argued about politics, and Lily looked at the leaf on the table-cloth; and Mrs. Ramsay, leaving the argument entirely in the hands of the two men, wondered why she was so bored by this talk, and wished, looking at her husband at the other end of the table, that he would say something. One word, she said to herself. For if he said a thing, it would make all the difference. He went to the heart of things. He cared about fishermen and their wages. He could not sleep for thinking of them. It was altogether different when he spoke; one did not feel then, pray heaven you don′t see how little I care, because one did care. Then, realising that it was because she admired him so much that she was waiting for him to speak, she felt as if somebody had been praising her husband to her and their marriage, and she glowed all over withiut realising that it was she herself who had praised him. She looked at him thinking to find this in his face; he would be looking magnificent... But not in the least! He was screwing his face up, he was scowling and frowning, and flushing with anger. What on earth was it about? she wondered. What could be the matter? Only that poor old Augustus had asked for another plate of soup--that was all. It was unthinkable, it was detestable (so he signalled to her across the table) that Augustus should be beginning his soup over again. He loathed people eating when he had finished. She saw his anger fly like a pack of hounds into his eyes, his brow, and she knew that in a moment something violent would explode, and then--thank goodness! she saw him clutch himself and clap a brake on the wheel, and the whole of his body seemed to emit sparks but not words. He sat there scowling. He had said nothing, he would have her observe. Let her give him the credit for that! But why after all should poor Augustus not ask for another plate of soup? He had merely touched Ellen′s arm and said: -Veamos... -decía. Seguían hablando de política, y Lily miraba la hoja del mantel; Mrs. Ramsay, dejando la discusión en manos de los dos hombres, se preguntaba por qué le aburría tanto esta conversación, y deseaba que dijera algo su marido, a quien veía en el otro extremo de la mesa. Una sola palabra, se decía. Porque con una sola cosa que dijera eso sería bastante. No se andaba con rodeos. Le preocupaban los pescadores y sus salarios. Perdía el sueño pensando en ellos. Todo era diferente cuando hablaba, cuando hablaba no había que pensar en suplicar que no se viera lo poco que le importaba a uno, porque sí que le importaba. Entonces, al darse cuenta de que era porque lo admiraba tanto, y que por eso esperaba que hablase, se sintió como si alguien hubiera estaba elogiando a su marido y su matrimonio, y se puso roja, sin darse cuenta de que había sido ella misma quien lo había alabado. Dirigió la mirada hacia él, esperando encontrar todo esto reflejado en su cara, que tendría un aspecto radiante... Pero, ¡nada de eso! Tenía la cara deformada por una mueca, tenía gesto de irritación, tenía el ceño fruncido, estaba rojo de cólera. ¿Qué demonios pasaba? ¿Qué podía haber pasado? Que el pobre Augustus había pedido otro plato de sopa... eso era todo. Era algo inimaginable, era una desdicha (se lo hizo saber mediante señas desde el otro extremo de la mesa) que Augustus se atreviera a comer otro plato de sopa. Le disgustaba profundamente que la gente siquiera comiendo cuando él había terminado. Veía cómo la ira le brotaba en los ojos, como si fuera una jauría de perros; se veía en su ceño; y pensaba que de un momento a otro iba a estallar con gran violencia, pero, ¡gracias a Dios!, le vio tirar de las riendas, y frenarse a sí mismo, y todo su cuerpo pareció desprender chispas, aunque no dijera una palabra. Se quedó sentado, muy enfadado. No había dicho nada, sólo quería que ella se diera cuenta. ¡Por lo menos había sabido controlarse! Pero, después de todo, ¿por qué el pobre Augustus no podía pedir otro plato de sopa? Se había limitado a tocarle el brazo a Ellen, y a decirle:
"Ellen, please, another plate of soup," and then Mr. Ramsay scowled like that. -Ellen, por favor, otro plato de sopa -y entonces Mr. Ramsay se había enfadado.
And why not? Mrs. Ramsay demanded. Surely they could let Augustus have his soup if he wanted it. He hated people wallowing in food, Mr. Ramsay frowned at her. He hated everything dragging on for hours like this. But he had controlled himself, Mr. Ramsay would have her observe, disgusting though the sight was. But why show it so plainly, Mrs. Ramsay demanded (they looked at each other down the long table sending these questions and answers across, each knowing exactly what the other felt). Everybody could see, Mrs. Ramsay thought. There was Rose gazing at her father, there was Roger gazing at his father; both would be off in spasms of laughter in another second, she knew, and so she said promptly (indeed it was time): Pero ¿por qué no?, se preguntaba Mrs. Ramsay. Si quería, ¿por qué no darle otro plato de sopa a Augustus. Odiaba a los que se revolcaban en la comida, Mr. Ramsay la miraba azorado. Detestaba que las cosas se prolongasen durante horas. Pero se había controlado, Mr. Ramsay quería que lo advirtiese, aunque el espectáculo había sido repugnante. Pero ¿por qué demostrarlo de forma evidente?, se preguntaba Mrs. Ramsay (se miraban desde los extremos de la larga mesa, y se enviaban estas preguntas y respuestas; ambos sabían exactamente lo que pensaba el otro). Todos podían haberse dado cuenta, pensaba Mrs. Ramsay. Rose se había quedado mirando a su padre, Roger se había quedado mirando a su padre; ambos comenzarían a reírse de forma incontrolada de un momento a otro; se daba cuenta, y dijo al momento (la verdad es que ya era hora):
"Light the candles," and they jumped up instantly and went and fumbled at the sideboard. -Encended las velas -al momento se levantaron de un salto, y empezaron a rebuscar en el aparador.
Why could he never conceal his feelings? Mrs. Ramsay wondered, and she wondered if Augustus Carmichael had noticed. Perhaps he had; perhaps he had not. She could not help respecting the composure with which he sat there, drinking his soup. If he wanted soup, he asked for soup. Whether people laughed at him or were angry with him he was the same. He did not like her, she knew that; but partly for that very reason she respected him, and looking at him, drinking soup, very large and calm in the failing light, and monumental, and contemplative, she wondered what he did feel then, and why he was always content and dignified; and she thought how devoted he was to Andrew, and would call him into his room, and Andrew said, "show him things." And there he would lie all day long on the lawn brooding presumably over his poetry, till he reminded one of a cat watching birds, and then he clapped his paws together when he had found the word, and her husband said, "Poor old Augustus--he′s a true poet," which was high praise from her husband. ¿Por qué no sabía disimular sus emociones?, se preguntaba Mrs. Ramsay, y se preguntaba también si Augustus se habría dado cuenta. Quizá sí, quizá no. No pudo evitar sentir respeto hacia la compostura con la que estaba sentado, bebiendo la sopa. Si quería sopa, la pedía. Si se reían de él, o se enfadaban por su culpa, le daba igual. A él no le gustaba ella, lo sabía; pero en parte por ese motivo, la respetaba; y al verlo beber la sopa, grande y tranquilo, en la penumbra, monumental, contemplativo, se preguntaba cuáles serían los sentimientos de él, y por qué estaba siempre contento y tenía un aspecto tan digno; y pensó en cuánto quería a Andrew, a quien llamaba a su habitación, y, según decía Andrew, «le enseñaba cosas». Se quedaba todo el día en el jardín, presumiblemente pensando en su poesía, hasta que terminaba por recordarle a una a un gato que estuviera acechando a los pájaros, y luego daba palmas con las zarpas, cuando había dado con la palabra que le faltaba, y su mando decía: «El bueno de Augustus es un poeta de verdad», lo cual en boca de su marido era un gran elogio.
Now eight candles were stood down the table, and after the first stoop the flames stood upright and drew with them into visibility the long table entire, and in the middle a yellow and purple dish of fruit. What had she done with it, Mrs. Ramsay wondered, for Rose′s arrangement of the grapes and pears, of the horny pink-lined shell, of the bananas, made her think of a trophy fetched from the bottom of the sea, of Neptune′s banquet, of the bunch that hangs with vine leaves over the shoulder of Bacchus (in some picture), among the leopard skins and the torches lolloping red and gold... Thus brought up suddenly into the light it seemed possessed of great size and depth, was like a world in which one could take one′s staff and climb hills, she thought, and go down into valleys, and to her pleasure (for it brought them into sympathy momentarily) she saw that Augustus too feasted his eyes on the same plate of fruit, plunged in, broke off a bloom there, a tassel here, and returned, after feasting, to his hive. That was his way of looking, different from hers. But looking together united them. Hubo que poner ocho velas sobre la mesa, y tras la primera vacilación, la llama se irguió, y sacó a la luz toda la mesa, en medio había una fuente de color amarillo y púrpura. Mrs. Ramsay se preguntaba qué había hecho con ella Rose, porque las uvas y peras, las pieles de color rosa, con sus picos, los plátanos, todo le hacía pensar en un trofeo arrebatado al fondo del mar, en el banquete de Neptuno, en el racimo que le cuelga a Baco del hombro (en algún cuadro), entre pieles de leopardo, la procesión de antorchas rojas y doradas... Así, bajo la repentina luz, parecía poseer gran tamaño y profundidad, era un mundo al que podía llevar una su propio cayado, y comenzar a ascender por los montes, pensaba, y bajar a los valles, y con placer (porque los unió fugazmente) veía que también Augustus disfrutaba de la fuente de fruta con los ojos, se zambullía, cortaba una flor aquí, cortaba un esqueje más allá, y regresaba, tras el festín, a su colmena. Era su forma de mirar, diferente de la de ella. Pero el mirar juntos los unía.
Now all the candles were lit up, and the faces on both sides of the table were brought nearer by the candle light, and composed, as they had not been in the twilight, into a party round a table, for the night was now shut off by panes of glass, which, far from giving any accurate view of the outside world, rippled it so strangely that here, inside the room, seemed to be order and dry land; there, outside, a reflection in which things waved and vanished, waterily. Ya estaban encendidas las velas, y las caras a ambos lados de la mesa parecían estar más juntas por efecto de la luz, y formaban, como no lo habían hecho en la luz del anochecer, un grupo reunido en torno a una mesa, porque la noche había sido excluida por los cristales, que, lejos de dar una imagen correcta del mundo exterior, lo mostraba como si estuviera haciendo ondas, de una forma que aquí, en el interior de la habitación, parecía estar el orden y la tierra firme; pero afuera había un reflejo en el que las cosas temblaban y desaparecían, se hacían agua.
Some change at once went through them all, as if this had really happened, and they were all conscious of making a party together in a hollow, on an island; had their common cause against that fluidity out there. Mrs. Ramsay, who had been uneasy, waiting for Paul and Minta to come in, and unable, she felt, to settle to things, now felt her uneasiness changed to expectation. For now they must come, and Lily Briscoe, trying to analyse the cause of the sudden exhilaration, compared it with that moment on the tennis lawn, when solidity suddenly vanished, and such vast spaces lay between them; and now the same effect was got by the many candles in the sparely furnished room, and the uncurtained windows, and the bright mask-like look of faces seen by candlelight. Some weight was taken off them; anything might happen, she felt. They must come now, Mrs. Ramsay thought, looking at the door, and at that instant, Minta Doyle, Paul Rayley, and a maid carrying a great dish in her hands came in together. They were awfully late; they were horribly late, Minta said, as they found their way to different ends of the table. Hubo un cambio que afectó a todos, como si esto hubiera sucedido de verdad, y todos fueran conscientes de ser un grupo en medio del vacío, en una isla; como si los uniera la causa común contra la fluidez del exterior. Mrs. Ramsay, que había estado inquieta, y había esperado con impaciencia a que vinieran Paul y Minta; y que se había sentido impotente para arreglar las cosas, veía ahora que la ansiedad se había trocado en espera. Porque tenían que llegar; y Lily Briscoe, intentando analizar la causa de esta alegría repentina, lo comparaba con aquel otro momento en el campo de tenis, cuando lo sólido de repente se había desvanecido, y se habían interpuesto entre ellos vastos espacios; y ese mismo efecto lo habían obtenido las velas en la habitación, algo escasa de muebles, y las ventanas sin cortinas, y el aspecto como de máscaras de las caras bajo la luz de las velas. Se les había quitado un peso de encima; puede pasar cualquier cosa, pensó. Tienen que venir ya, pensó Mrs. Ramsay mirando hacia la puerta, y en aquel momento, Minta Doyle, Paul Rauley y una doncella con una fuente, entraron a la vez. Llegaban tarde, llegaban muy tarde, dijo Minta, al dirigirse hacia los extremos opuestos de la mesa.
"I lost my brooch--my grandmother′s brooch," said Minta with a sound of lamentation in her voice, and a suffusion in her large brown eyes, looking down, looking up, as she sat by Mr. Ramsay, which roused his chivalry so that he bantered her. -He perdido el broche... el broche de mi abuela -dijo Minta con un tono de lamento en la voz, y con lágrimas en sus grandes ojos castaños, mientras bajaba la mirada, y volvía a mirar hacia arriba, junto a Mr. Ramsay, quien sintió que se despertaban sus sentimientos caballerescos, y quiso tomarle el pelo.
How could she be such a goose, he asked, as to scramble about the rocks in jewels? ¿Cómo podía ser tan boba?, le preguntó, cómo se le había ocurrido eso de ir a saltar por las piedras con las joyas puestas.
She was by way of being terrified of him--he was so fearfully clever, and the first night when she had sat by him, and he talked about George Eliot, she had been really frightened, for she had left the third volume of MIDDLEMARCH in the train and she never knew what happened in the end; but afterwards she got on perfectly, and made herself out even more ignorant than she was, because he liked telling her she was a fool. And so tonight, directly he laughed at her, she was not frightened. Besides, she knew, directly she came into the room that the miracle had happened; she wore her golden haze. Sometimes she had it; sometimes not. She never knew why it came or why it went, or if she had it until she came into the room and then she knew instantly by the way some man looked at her. Yes, tonight she had it, tremendously; she knew that by the way Mr. Ramsay told her not to be a fool. She sat beside him, smiling. A ella en cierta forma la aterrorizaba: le daba miedo su inteligencia; la primera noche de su llegada, se había sentado junto a él, estuvieron hablando de George Eliot, se quedó asustada, porque el tercer volumen de Middlemarch se le había quedado en el tren, y nunca supo cómo acababa la novela; pero después se llevaron muy bien, a ella hasta le gustaba parecer más ignorante de lo que era, porque a él le gustaba llamarla boba. Esta noche, aunque se reía de ella sin rodeos, no le daba miedo. Además, en cuanto entró en la habitación, supo que había ocurrido un milagro; llevaba un halo dorado; a veces lo llevaba; otras, no. No sabía por qué aparecía, o por qué no, o si lo llevaba antes de entrar en la habitación, lo que sí sabía es que se daba cuenta por la forma en que la miraban los hombres. Sí, esta noche lo llevaba, y muy visible; lo sabía por la forma en que Mr. Ramsay le había dicho que no fuera boba. Se sentó a su lado, sonriendo.
It must have happened then, thought Mrs. Ramsay; they are engaged. And for a moment she felt what she had never expected to feel again-- jealousy. For he, her husband, felt it too--Minta′s glow; he liked these girls, these golden-reddish girls, with something flying, something a little wild and harum-scarum about them, who didn′t "scrape their hair off," weren′t, as he said about poor Lily Briscoe, "skimpy". There was some quality which she herself had not, some lustre, some richness, which attracted him, amused him, led him to make favourites of girls like Minta. They might cut his hair from him, plait him watch-chains, or interrupt him at his work, hailing him (she heard them), "Come along, Mr. Ramsay; it′s our turn to beat them now," and out he came to play tennis. Debe de haber sucedido, pensaba Mrs. Ramsay: se han comprometido. Durante un momento sintió lo que creía que nunca volvería a sentir: celos. Porque él, su marido, también los sentía: el esplendor de Minta; a él le gustaban estas chicas, estas muchachas de un rojizo dorado, que eran algo volubles, acaso algo arbitrarias e indomables, que no «se arrancaban el cabello a fuerza de cepillarlo», que no eran, como decía de la pobre Lily Briscoe, unas «cuitadas». Había un rasgo que ni ella poseía, un brillo, una riqueza, que le atraía, que le divertía, que le hacía tener predilección por muchachas como Minta. Y estaban autorizadas a cortarle el pelo, a trenzarle las cadenas del reloj, o incluso a interrumpirle cuando trabajaba, gritándole (las oía gritar): «¡Venga Mr. Ramsay, vamos a ganarles!», y él dejaba el trabajo, y se ponía a jugar al tenis.
But indeed she was not jealous, only, now and then, when she made herself look in her glass, a little resentful that she had grown old, perhaps, by her own fault. (The bill for the greenhouse and all the rest of it.) She was grateful to them for laughing at him. ("How many pipes have you smoked today, Mr. Ramsay?" and so on), till he seemed a young man; a man very attractive to women, not burdened, not weighed down with the greatness of his labours and the sorrows of the world and his fame or his failure, but again as she had first known him, gaunt but gallant; helping her out of a boat, she remembered; with delightful ways, like that (she looked at him, and he looked astonishingly young, teasing Minta). For herself--"Put it down there," she said, helping the Swiss girl to place gently before her the huge brown pot in which was the BOEUF EN DAUBE--for her own part, she liked her boobies. Paul must sit by her. She had kept a place for him. Really, she sometimes thought she liked the boobies best. They did not bother one with their dissertations. How much they missed, after all, these very clever men! How dried up they did become, to be sure. There was something, she thought as he sat down, very charming about Paul. His manners were delightful to her, and his sharp cut nose and his bright blue eyes. He was so considerate. Would he tell her--now that they were all talking again--what had happened? Pero, en el fondo, no era celosa; sólo de vez en cuando, cuando en el espejo aparecía un mirada de resentimiento por haber envejecido, quizá, por su propia culpa. (La factura del invernadero, y todo lo demás.) Les estaba agradecida porque se reían de él («¿Cuántas pipas ha fumado hoy, Mr. Ramsay?», etc.), y hasta parecía más joven; era un hombre muy atractivo para las mujeres, no era un hombre triste, no estaba hundido bajo el peso de su obra, o de los sufrimientos del mundo, ni por su fama o sus fracasos, sino que volvía a ser como lo había conocido: serio, pero galante; que la ayudaba a desembarcar, lo recordaba; con reacciones deliciosas, como ésta (lo miró, y tenía un aspecto asombrosamente joven, mientras le tomaba el pelo a Minta). Porque a ella -«aquí», dijo, y ayudó a la muchacha suiza a colocar con cuidado ante ella la gran cazuela oscura en la que estaba el Bœuf en Daube-, a ella los que le gustaban eran los tontorrones. Paul tenía que sentarse junto a ella. Le había guardado el sitio. A decir verdad, pensaba que lo que más le gustaba de ella eran estos tontorrones. Los que no venían a importunarla a una con lo de sus tesis. ¡Cuánto se perdían, después de todo, estos jóvenes tan inteligentes! Cuán inevitable era que se secaran. Mientras se sentaba, pensaba en que había algo encantador en Paul Rayley. Tenía unos modales encantadores, según ella, tenía una nariz perfecta, y los ojos azules. Era tan considerado. ¿ Le contaría, ahora que los demás habían reanudado la conversación, lo que había sucedido?
"We went back to look for Minta′s brooch," he said, sitting down by her. "We"--that was enough. She knew from the effort, the rise in his voice to surmount a difficult word that it was the first time he had said "we." "We did this, we did that." They′ll say that all their lives, she thought, and an exquisite scent of olives and oil and juice rose from the great brown dish as Marthe, with a little flourish, took the cover off. The cook had spent three days over that dish. And she must take great care, Mrs. Ramsay thought, diving into the soft mass, to choose a specially tender piece for William Bankes. And she peered into the dish, with its shiny walls and its confusion of savoury brown and yellow meats and its bay leaves and its wine, and thought, This will celebrate the occasion--a curious sense rising in her, at once freakish and tender, of celebrating a festival, as if two emotions were called up in her, one profound--for what could be more serious than the love of man for woman, what more commanding, more impressive, bearing in its bosom the seeds of death; at the same time these lovers, these people entering into illusion glittering eyed, must be danced round with mockery, decorated with garlands. -Regresamos, para buscar el broche de Minta -le dijo, tras sentarse junto a ella. «Regresamos»: con eso bastaba. Se dio cuenta, por el esfuerzo, por la elevación del tono de voz para atreverse con una expresión de difícil pronunciación, de que era la primera vez que hablaba de «nosotros». «Hicimos, fuimos.» Seguirían diciéndolo el resto de sus vidas, pensaba. Al destapar Marthe, con un movimiento delicado, la gran cazuela oscura, se desprendió un exquisito olor a aceite, a aceitunas y a jugo. La cocinera se había pasado tres días preparando el plato. Tenía que llevar el mayor cuidado, pensaba Mrs. Ramsay, tenía que investigar entre la blanda masa, para hallar una pieza especialmente tierna para William Bankes. Miraba hacia el interior, hacia las relucientes paredes de la cazuela, hacia la mezcla de jugosas carnes de color castaño y amarillas, con hojas de laurel y vino, y pensaba: Esto servirá para conmemorar este momento; la invadió una rara sensación, extraña y tierna simultáneamente, de estar celebrando una fiesta, como si se hubieran convocado en ella dos emociones diferentes; una profunda: porque, qué hay más importante que el amor del hombre hacia la mujer, qué es más imperioso, más impresionante, pues lleva en su seno las semillas de la muerte; pero, por otra parte, a la vez, estos amantes, estas gentes que inauguraban la ilusión con ojos brillantes, debían ser recibidos con danzas de burla, y debían adornarse con guirnaldas.
"It is a triumph," said Mr. Bankes, laying his knife down for a moment. He had eaten attentively. It was rich; it was tender. It was perfectly cooked. How did she manage these things in the depths of the country? he asked her. She was a wonderful woman. All his love, all his reverence, had returned; and she knew it. -Es un triunfo -dijo Mr. Bankes, dejando, durante unos momentos, el cuchillo sobre la mesa. Había comido con cuidado. Estaba rico, estaba tierno. Se había cocinado de forma perfecta. ¿Cómo se las arreglaba para hacer cosas como ésta en un lugar tan apartado?, le preguntó. Era una mujer maravillosa. Todo el amor que él le tenía, la veneración, habían regresado; ella era consciente de ello.
"It is a French recipe of my grandmother′s," said Mrs. Ramsay, speaking with a ring of great pleasure in her voice. Of course it was French. What passes for cookery in England is an abomination (they agreed). It is putting cabbages in water. It is roasting meat till it is like leather. It is cutting off the delicious skins of vegetables. "In which," said Mr. Bankes, "all the virtue of the vegetable is contained." And the waste, said Mrs. Ramsay. A whole French family could live on what an English cook throws away. Spurred on by her sense that William′s affection had come back to her, and that everything was all right again, and that her suspense was over, and that now she was free both to triumph and to mock, she laughed, she gesticulated, till Lily thought, How childlike, how absurd she was, sitting up there with all her beauty opened again in her, talking about the skins of vegetables. There was something frightening about her. She was irresistible. Always she got her own way in the end, Lily thought. Now she had brought this off--Paul and Minta, one might suppose, were engaged. Mr. Bankes was dining here. She put a spell on them all, by wishing, so simply, so directly, and Lily contrasted that abundance with her own poverty of spirit, and supposed that it was partly that belief (for her face was all lit up--without looking young, she looked radiant) in this strange, this terrifying thing, which made Paul Rayley, sitting at her side, all of a tremor, yet abstract, absorbed, silent. Mrs. Ramsay, Lily felt, as she talked about the skins of vegetables, exalted that, worshipped that; held her hands over it to warm them, to protect it, and yet, having brought it all about, somehow laughed, led her victims, Lily felt, to the altar. It came over her too now--the emotion, the vibration, of love. How inconspicuous she felt herself by Paul′s side! He, glowing, burning; she, aloof, satirical; he, bound for adventure; she, moored to the shore; he, launched, incautious; she solitary, left out--and, ready to implore a share, if it were a disaster, in his disaster, she said shyly: -Es una receta francesa de mi abuela -dijo Mrs. Ramsay, y resonaba en su voz una satisfacción inmensa. Claro que era francesa. Lo que en Inglaterra se toma por alta cocina es abominable (se mostraron de acuerdo). Consiste en poner repollos a remojo. Consiste en asar la carne hasta que se queda como cuero. Consiste en quitar la deliciosa piel a las verduras. «En la que -dijo Mr. Bankes- se contiene toda la virtud de las verduras.» Y es un despilfarro, dijo Mrs. Ramsay. De lo que desperdiciaban las cocineras inglesas, podía vivir toda una familia francesa. Con el acicate del afecto renacido de William, y pensado en que todo estaba bien de nuevo, y en que ya no tenía que estar inquieta, y en que podía disfrutar del triunfo y de las bromas, se reía, hacía gestos, hasta que Lily pensó: Qué infantil, qué absurda era, ahí sentada, con toda su belleza desplegada de nuevo, hablando de las pieles de las verduras. Había algo que asustaba en ella. Era irresistible. Al final siempre conseguía lo que quería, pensaba Lily. Lo había conseguido: Paul y Minta, estaba claro, ya estaban comprometidos. Mr. Bankes había venido a la cena. Hacía alguna magia con todos ellos, sencillamente deseando las cosas de forma inmediata, y Lily comparaba esa abundancia con su propia pobreza de espíritu, y suponía que era en parte la creencia (porque tenía la cara como iluminada; y, aunque no parecía más joven, estaba radiante) en esta cosa extraña, aterradora, lo que convertía a Paul Rayley, el centro de ella, en un temblor, pero abstracto, absorto, mudo. Mrs. Ramsay, al hablar de las pieles de las verduras, exaltaba eso, lo adoraba; imponía las manos sobre ello para calentárselas, para protegerlo; sin embargo, aunque había conseguido que todo esto sucediera así, en cierta forma se reía, guiaba a sus víctimas, pensaba Lily, hasta el altar. Ahora la alcanzó a ella también la emoción, la vibración de amor. ¡Qué insignificante se sentía junto a Paul Rayley! Él estaba radiante, luminoso; ella, distante, crítica; él, destinado a la aventura; ella, anclada a la orilla; ella, solitaria, abandonada; estaba dispuesta a suplicar que le dejaran participar... si fuera en una catástrofe, incluso en esa catástrofe; y dijo con timidez:
"When did Minta lose her brooch?" -¿Cuándo ha perdido Minta el broche?
He smiled the most exquisite smile, veiled by memory, tinged by dreams. He shook his head. "On the beach," he said. Sonrió con su más exquisita sonrisa, velada por los recuerdos, teñida de sueños. Movió la cabeza. -En la playa –dijo-.
"I′m going to find it," he said, "I′m getting up early." This being kept secret from Minta, he lowered his voice, and turned his eyes to where she sat, laughing, beside Mr. Ramsay. Iré a buscarlo -añadió-, me levantaré pronto. Como esto era secreto para Minta, bajó la voz, y dirigió la mirada hacia ella, estaba riéndose, junto a Mr. Ramsay.
Lily wanted to protest violently and outrageously her desire to help him, envisaging how in the dawn on the beach she would be the one to pounce on the brooch half-hidden by some stone, and thus herself be included among the sailors and adventurers. But what did he reply to her offer? She actually said with an emotion that she seldom let appear, "Let me come with you," and he laughed. He meant yes or no-- either perhaps. But it was not his meaning--it was the odd chuckle he gave, as if he had said, Throw yourself over the cliff if you like, I don′t care. He turned on her cheek the heat of love, its horror, its cruelty, its unscrupulosity. It scorched her, and Lily, looking at Minta, being charming to Mr. Ramsay at the other end of the table, flinched for her exposed to these fangs, and was thankful. For at any rate, she said to herself, catching sight of the salt cellar on the pattern, she need not marry, thank Heaven: she need not undergo that degradation. She was saved from that dilution. She would move the tree rather more to the middle. Lily quería mostrar con energía y rabia su deseo de serle útil, previendo que en la madrugada sería ella quien encontrara el broche en la playa, apenas oculto por una piedra, para poder ser una entre los marinos y aventureros. Pero, ¿qué le contestó a su ofrecimiento? Con una emoción que en realidad pocas veces se consentía, dijo: -Déjeme ir con usted -y él se rió. Quiso decir sí o no, o ambos. Pero no era el significado, era la clase de risa con la que había respondido, como si hubiera dicho: Tírese por el acantilado, si lo desea, me da igual. Floreció en la mejilla de ella todo el calor del amor, su horror, su crueldad, su egoísmo. La quemaba, y Lily, dirigiendo la mirada hacia Minta, al otro extremo de la mesa, dirigiéndose con cortés amabilidad a Mr. Ramsay, sintió una contracción al pensar en ella expuesta a esos colmillos, y se sintió agradecida. Porque, en todo caso, se dijo, al ver el salero sobre el dibujo, ella no necesitaba casarse, gracias sean dadas a los cielos: no necesitaba tener que someterse a esa degradación. Se había evitado esa disminución. Llevaría el árbol todavía un poco más hacia el centro.
Such was the complexity of things. For what happened to her, especially staying with the Ramsays, was to be made to feel violently two opposite things at the same time; that′s what you feel, was one; that′s what I feel, was the other, and then they fought together in her mind, as now. It is so beautiful, so exciting, this love, that I tremble on the verge of it, and offer, quite out of my own habit, to look for a brooch on a beach; also it is the stupidest, the most barbaric of human passions, and turns a nice young man with a profile like a gem′s (Paul′s was exquisite) into a bully with a crowbar (he was swaggering, he was insolent) in the Mile End Road. Yet, she said to herself, from the dawn of time odes have been sung to love; wreaths heaped and roses; and if you asked nine people out of ten they would say they wanted nothing but this--love; while the women, judging from her own experience, would all the time be feeling, This is not what we want; there is nothing more tedious, puerile, and inhumane than this; yet it is also beautiful and necessary. Well then, well then? she asked, somehow expecting the others to go on with the argument, as if in an argument like this one threw one′s own little bolt which fell short obviously and left the others to carry it on. So she listened again to what they were saying in case they should throw any light upon the question of love. Tal era la complejidad de las cosas. Porque lo que le había sucedido, en su estancia con los Ramsay, era que ahora sentía a la vez dos cosas completamente opuestas; una cosa es lo que otro siente, eso es una; otra cosa es lo que una siente; y ambas se peleaban en su mente, como sucedía ahora. Es tan hermoso, tan emocionante, este amor, que tiemblo ante su culminación, y, en contra de mis hábitos, me ofrezco para ir a buscar un broche en la playa; y a la vez es la más estúpida, la más bárbara de las pasiones humanas, y convierte a un joven muy agradable, que tiene un perfil como una piedra preciosa (era exquisito el perfil de Paul) en un matón con una barra de hierro (era fanfarrón, insolente) en medio de Mile End Road. Sí, se dijo, desde los albores del tiempo se han cantado odas al amor; se han amontonado guirnaldas y rosas; si se les preguntara, nueve de cada diez personas dirían que es lo único que quieren; mientras que las mujeres, a juzgar por su experiencia, no dejarían de pensar, en todo momento: No es esto lo que queremos; no hay nada más tedioso, pueril, aburrido e inhumano que el amor; aunque también nada es tan hermoso y necesario. Y bien, ¿y bien?, preguntaba, esperando, en cierta forma, que los demás siguieran discutiendo, como si en una discusión como ésta una se limitara a arrojar su dardo que inevitablemente se quedaba corto, y dejara que los demás siguieran adelante. De forma que siguió escuchando lo que decían por si arrojaban alguna luz sobre el asunto del amor.
"Then," said Mr. Bankes, "there is that liquid the English call coffee." -Además está lo de ese líquido -decía Mr. Bankes- al que los ingleses llaman café.
"Oh, coffee!" said Mrs. Ramsay. But it was much rather a question (she was thoroughly roused, Lily could see, and talked very emphatically) of real butter and clean milk. Speaking with warmth and eloquence, she described the iniquity of the English dairy system, and in what state milk was delivered at the door, and was about to prove her charges, for she had gone into the matter, when all round the table, beginning with Andrew in the middle, like a fire leaping from tuft to tuft of furze, her children laughed; her husband laughed; she was laughed at, fire- encircled, and forced to veil her crest, dismount her batteries, and only retaliate by displaying the raillery and ridicule of the table to Mr. Bankes as an example of what one suffered if one attacked the prejudices of the British Public. -¡Ah, claro, el café! -dijo Mrs. Ramsay. En realidad, se trataba (estaba muy animada, se dijo Lily, hablaba con vehemencia) de que hubiera buena mantequilla y de que hubiera leche en buenas condiciones. Hablaba con entusiasmo y elocuencia; describía los inconvenientes de las lecherías inglesas, y en qué estado se dejaba la leche junto a las puertas; estaba a punto de documentar estas acusaciones, porque había investigado ese asunto, cuando toda la mesa, comenzando por Andrew, en el centro, como fuego que saltara de una mata de árgoma a otra, rompió a reír: todos sus hijos se reían, su marido se reía; se reían de ella, era como si la rodeara el fuego; se vio obligada a arriar banderas, a rendir la artillería; su única respuesta consistió en explicar a Mr. Bankes que toda estas chanzas y bromas eran el precio que tenía que pagar por censurar los prejuicios de los ingleses ante ellos mismos.
Purposely, however, for she had it on her mind that Lily, who had helped her with Mr. Tansley, was out of things, she exempted her from the rest; said "Lily anyhow agrees with me," and so drew her in, a little fluttered, a little startled. (For she was thinking about love.) They were both out of things, Mrs. Ramsay had been thinking, both Lily and Charles Tansley. Both suffered from the glow of the other two. He, it was clear, felt himself utterly in the cold; no woman would look at him with Paul Rayley in the room. Poor fellow! Still, he had his dissertation, the influence of somebody upon something: he could take care of himself. With Lily it was different. She faded, under Minta′s glow; became more inconspicuous than ever, in her little grey dress with her little puckered face and her little Chinese eyes. Everything about her was so small. Yet, thought Mrs. Ramsay, comparing her with Minta, as she claimed her help (for Lily should bear her out she talked no more about her dairies than her husband did about his boots--he would talk by the hour about his boots) of the two, Lily at forty will be the better. There was in Lily a thread of something; a flare of something; something of her own which Mrs. Ramsay liked very much indeed, but no man would, she feared. Obviously, not, unless it were a much older man, like William Bankes. But then he cared, well, Mrs. Ramsay sometimes thought that he cared, since his wife′s death, perhaps for her. He was not "in love" of course; it was one of those unclassified affections of which there are so many. Oh, but nonsense, she thought; William must marry Lily. They have so many things in common. Lily is so fond of flowers. They are both cold and aloof and rather self-sufficing. She must arrange for them to take a long walk together. Sin dudarlo, sin embargo, porque tenía presente que Lily la había ayudado con Mr. Tansley, y no participaba de las burlas, la segregó de los demás; «Lily, al menos, está de acuerdo conmigo»; Lily, un tanto agitada, levemente sobresaltada, fue atraída a su campo. (Pensaba en el amor.) Ni Lily ni Charles Tansley participaban de las burlas, creía Mrs. Ramsay. Ambos padecían por el resplandor de la otra pareja. Evidentemente, él se sentía relegado: en cuanto Paul Rayley estuviera en la misma habitación que él, ni una mujer le dirigiría una mirada. ¡Pobre hombre! Sin embargo siempre tendría su tesis, lo de la influencia de alguien sobre algo: sabía cuidarse solo. Lo de Lily era diferente. Ante el esplendor de Minta, se desvaía; pasaba aún más inadvertida, con el vestidito gris, la carita arrugada, los ojillos orientales. Era tan diminuto todo en ella. Sin embargo, pensaba Mrs. Ramsay, comparándola con Minta, mientras le pedía ayuda (porque Lily podría confirmar que no hablaba ella más sobre las lecherías que su marido acerca de los zapatos: podía pasarse una hora hablando de zapatos), a los cuarenta, Lily sería la mejor de las dos. Lily tenía cabeza, pasión; había algo singular en ella que a Mrs. Ramsay le gustaba mucho, pero se trataba de algo que, se temía, los hombres no advertían. No, claro que no, a menos que fuera un hombre mucho mayor, como William Bankes. Porque a él sí le importaba, es decir, a veces Mrs. Ramsay pensaba que a él sí le importaba ella, quizá desde la muerte de su esposa. No estaba «enamorado», por supuesto; se trataba de una de esas emociones inclasificables de las que hay tantas por ahí. Tonterías, tonterías, pensaba: William tenía que casarse con Lily. Tienen mucho en común. A Lily le encantan las flores. Ambos son fríos, guardan las distancias, saben valerse por sí solos. Tenía que arreglárselas para que dieran un largo paseo juntos.
Foolishly, she had set them opposite each other. That could be remedied tomorrow. If it were fine, they should go for a picnic. Everything seemed possible. Everything seemed right. Just now (but this cannot last, she thought, dissociating herself from the moment while they were all talking about boots) just now she had reached security; she hovered like a hawk suspended; like a flag floated in an element of joy which filled every nerve of her body fully and sweetly, not noisily, solemnly rather, for it arose, she thought, looking at them all eating there, from husband and children and friends; all of which rising in this profound stillness (she was helping William Bankes to one very small piece more, and peered into the depths of the earthenware pot) seemed now for no special reason to stay there like a smoke, like a fume rising upwards, holding them safe together. Nothing need be said; nothing could be said. There it was, all round them. It partook, she felt, carefully helping Mr. Bankes to a specially tender piece, of eternity; as she had already felt about something different once before that afternoon; there is a coherence in things, a stability; something, she meant, is immune from change, and shines out (she glanced at the window with its ripple of reflected lights) in the face of the flowing, the fleeting, the spectral, like a ruby; so that again tonight she had the feeling she had had once today, already, of peace, of rest. Of such moments, she thought, the thing is made that endures. Impensadamente los había colocado a uno enfrente del otro. Eso podría arreglarse mañana. Si hiciera bueno, podrían hacer una excursión. Todo parecía posible. Todo parecía bien. Ahora (pero esto no puede durar, pensaba, disociándose del momento mientras todos hablaban de zapatos), justo ahora había recobrado la calma; planeaba como un halcón en el aire; ondeaba como una bandera en el aire de la alegría que inundaba todos los nervios de su cuerpo plena y dulcemente, sin ruido, con solemnidad; porque nacía esta alegría, pensó, al ver cómo comían, de su marido, de sus hijos, de sus amigos; todo ello brotaba en esta profunda quietud (estaba sirviendo a William Bankes un bocado más, y escrutaba en las profundidades de la cazuela de barro), y se quedaba, sin una razón concreta, como humo, como unos vapores que ascendieran, que los mantuvieran unidos a todos. No hacía falta decir nada, no podía decirse nada. Había algo que los incluía a todos. Participaba, pensaba ella, mientras le servía a Mr. Bankes, con todo cuidado, una pieza particularmente tierna, de la eternidad; como ya lo había sentido respecto de algo diferente aquella misma tarde; hay coherencia en las cosas, estabilidad; algo, quería decir, que es inmune al cambio, algo que deslumbra (echó una mirada fugaz a la ventana con sus ondas de luces reflejadas) en la superficie de lo cambiante, lo fugitivo, lo espectral, como un rubí; de forma que volvió a tener esta noche la sensación que ya había tenido ese mismo día, de paz, de descanso. De momentos semejantes, pensó, se hace la eternidad. Éste era un momento de los que permanecían.
"Yes," she assured William Bankes, "there is plenty for everybody." -Sí, por supuesto -le aseguró a William Bankes-, hay de sobra para todos.
"Andrew," she said, "hold your plate lower, or I shall spill it." (The BOEUF EN DAUBE was a perfect triumph.) Here, she felt, putting the spoon down, where one could move or rest; could wait now (they were all helped) listening; could then, like a hawk which lapses suddenly from its high station, flaunt and sink on laughter easily, resting her whole weight upon what at the other end of the table her husband was saying about the square root of one thousand two hundred and fifty-three. That was the number, it seemed, on his watch. -Andrew -dijo-, baja el plato, o se me va a derramar todo. -El Boeuf en Daube ha sido un triunfo completo. Aquí, sintió, dejando el cucharón, estaba ese espacio en calma que hay en el corazón de las cosas, donde una podía seguir mo-viéndose o descansar; podía esperar (estaban servidos) escuchando; podía, como un halcón que cae de su altura de repente, exhibirse, hundirse en las risas con facilidad, dejar reposar todo su peso sobre lo que en el otro extremo de la mesa decía su marido acerca de una cifra: la raíz cuadrada de mil doscientos cincuenta y tres, que casualmente era el número de su billete del tren.
What did it all mean? To this day she had no notion. A square root? What was that? Her sons knew. She leant on them; on cubes and square roots; that was what they were talking about now; on Voltaire and Madame de Stael; on the character of Napoleon; on the French system of land tenure; on Lord Rosebery; on Creevey′s Memoirs: she let it uphold her and sustain her, this admirable fabric of the masculine intelligence, which ran up and down, crossed this way and that, like iron girders spanning the swaying fabric, upholding the world, so that she could trust herself to it utterly, even shut her eyes, or flicker them for a moment, as a child staring up from its pillow winks at the myriad layers of the leaves of a tree. Then she woke up. It was still being fabricated. William Bankes was praising the Waverly novels. ¿Qué sentido tenía todo esto? No tenía ni la más remota idea. ¿Raíz cuadrada? ¿Qué será eso? Lo sabrán sus hijos. Respecto de raíces cuadradas o cúbicas, dependía de ellos; de eso hablaban; y también de Voltaire, de Madame de Staël, de la personalidad de Napoleón, de los títulos de propiedad de las tierras en Francia, de lord Roseberry, de las memorias de Creevey. Dejaba que la sostuviera, la apoyara este edificio de la inteligencia masculina, que iba de arriba abajo, que cruzaba de acá para allá, como bastidores de hierro que dieran forma a la vacilante tela, que sujetaran el mundo, de forma que podía confiar plenamente en ello, incluso con los ojos cerrados, o parpadeando aprisa, como parpadea un niño al contemplar desde la cama las miríadas de hojas que forman el árbol. Entonces se despertó. Todavía estaba la tela en el telar. William Bakes elogiaba la serie de novelas de Waverley.
He read one of them every six months, he said. And why should that make Charles Tansley angry? He rushed in (all, thought Mrs. Ramsay, because Prue will not be nice to him) and denounced the Waverly novels when he knew nothing about it, nothing about it whatsoever, Mrs. Ramsay thought, observing him rather than listening to what he said. She could see how it was from his manner--he wanted to assert himself, and so it would always be with him till he got his Professorship or married his wife, and so need not be always saying, "I--I--I." For that was what his criticism of poor Sir Walter, or perhaps it was Jane Austen, amounted to. "I---I---I." He was thinking of himself and the impression he was making, as she could tell by the sound of his voice, and his emphasis and his uneasiness. Success would be good for him. At any rate they were off again. Now she need not listen. It could not last, she knew, but at the moment her eyes were so clear that they seemed to go round the table unveiling each of these people, and their thoughts and their feelings, without effort like a light stealing under water so that its ripples and the reeds in it and the minnows balancing themselves, and the sudden silent trout are all lit up hanging, trembling. So she saw them; she heard them; but whatever they said had also this quality, as if what they said was like the movement of a trout when, at the same time, one can see the ripple and the gravel, something to the right, something to the left; and the whole is held together; for whereas in active life she would be netting and separating one thing from another; she would be saying she liked the Waverly novels or had not read them; she would be urging herself forward; now she said nothing. For the moment, she hung suspended. Leía una de la serie cada seis meses, dijo su marido. Pero ¿por qué tendría que enfadarse por eso Charles Tansley? No tardó nada (y todo, pensaba Mrs. Ramsay, porque Prue no le hace ni caso) en censurar agriamente las novelas de Waverley, de las que no sabía nada, nada en absoluto, pensaba Mrs. Ramsay, observándolo, más que atendiendo a lo que decía. Se daba cuenta por los modales: quería afirmarse, sería así hasta que consiguiera la cátedra o se casara, y ya no necesitara decir continuamente «yo, yo, yo.» Porque a eso se reducía su crítica literaria de sir Walter Scott, o quizá se tratara de Jane Austen. «Yo, yo, yo.» Pensaba en él mismo, en la impresión que causaba; lo sabía por el sonido de la voz, por la vehemencia y el nerviosismo. Le vendría bien el éxito. Seguían. No tenía necesidad de seguir escuchando. Sabía que no podía durar, pero en ese momento sus ojos habían adquirido tal clarividencia que podía recorrer la mesa desvelando de cada uno de ellos sus pensamientos y sentimientos, sin dificultad, al igual que esa luz que se introduce en el agua de forma que las ondas y los juncos y los pececillos que parecen buscar su equilibrio, y la repentina trucha silenciosa, todos ellos se iluminan de repente, y aparecen suspendidos, temblorosos. Así los veía, así los escuchaba; dijeran lo que dijeran, siempre tenían esta característica, como si las palabras que decían fueran como el movimiento de la trucha, cuando a la vez se ve la onda y los guijarros, algo a la derecha, algo a la izquierda, y sólo se percibe el conjunto; mientras que en la vida de siempre tenía ella que echar la red, separar una cosa de otra; tendría que haber dicho que le gustaban las novelas de la serie de Waverley, o que no las había leído, tendría que avanzar a toda costa, pero no dijo nada, permaneció como suspendida.
"Ah, but how long do you think it′ll last?" said somebody. It was as if she had antennae trembling out from her, which, intercepting certain sentences, forced them upon her attention. This was one of them. She scented danger for her husband. A question like that would lead, almost certainly, to something being said which reminded him of his own failure. How long would he be read--he would think at once. William Bankes (who was entirely free from all such vanity) laughed, and said he attached no importance to changes in fashion. Who could tell what was going to last--in literature or indeed in anything else? «Sí, pero ¿alguien cree que durará?», dijeron. Era como si proyectara unas temblorosas antenas, que, al interceptar ciertas frases, le obligara a prestarles atención. Ésta era una de ellas. Olfateaba peligro para su marido. Una pregunta como ésta, casi inevitablemente, acabaría recibiendo una respuesta que terminaría por recordarle su propio fracaso. Cuánto tiempo se le seguiría leyendo: lo pensaría al momento. William Bankes (que carecía por completo de esta vanidad) se rió, y dijo que él no atribuía ninguna importancia a los cambios de moda. ¿Quién podría decir qué es lo que iba a durar, ni en literatura ni en ninguna otra cosa?
"Let us enjoy what we do enjoy," he said. His integrity seemed to Mrs. Ramsay quite admirable. He never seemed for a moment to think, But how does this affect me? But then if you had the other temperament, which must have praise, which must have encouragement, naturally you began (and she knew that Mr. Ramsay was beginning) to be uneasy; to want somebody to say, Oh, but your work will last, Mr. Ramsay, or something like that. He showed his uneasiness quite clearly now by saying, with some irritation, that, anyhow, Scott (or was it Shakespeare ?) would last him his lifetime. He said it irritably. Everybody, she thought, felt a little uncomfortable, without knowing why. Then Minta Doyle, whose instinct was fine, said bluffly, absurdly, that she did not believe that any one really enjoyed reading Shakespeare. Mr. Ramsay said grimly (but his mind was turned away again) that very few people liked it as much as they said they did. But, he added, there is considerable merit in some of the plays nevertheless, and Mrs. Ramsay saw that it would be all right for the moment anyhow; he would laugh at Minta, and she, Mrs. Ramsay saw, realising his extreme anxiety about himself, would, in her own way, see that he was taken care of, and praise him, somehow or other. But she wished it was not necessary: perhaps it was her fault that it was necessary. Anyhow, she was free now to listen to what Paul Rayley was trying to say about books one had read as a boy. They lasted, he said. He had read some of Tolstoi at school. There was one he always remembered, but he had forgotten the name. Russian names were impossible, said Mrs. Ramsay. "Vronsky," said Paul. He remembered that because he always thought it such a good name for a villain. "Vronsky," said Mrs. Ramsay; "Oh, ANNA KARENINA," but that did not take them very far; books were not in their line. No, Charles Tansley would put them both right in a second about books, but it was all so mixed up with, Am I saying the right thing? Am I making a good impression? that, after all, one knew more about him than about Tolstoi, whereas, what Paul said was about the thing, simply, not himself, nothing else. Like all stupid people, he had a kind of modesty too, a consideration for what you were feeling, which, once in a way at least, she found attractive. Now he was thinking, not about himself, or about Tolstoi, but whether she was cold, whether she felt a draught, whether she would like a pear. -Disfrutemos de lo que disfrutamos -dijo. Su integridad le parecía a Mrs. Ramsay admirable. Nunca parecía pensar: Pero, esto ¿cómo me afecta? Sin embargo, cuando estaba del otro humor, del que necesitaba alabanzas, premios, era natural que comenzara (bien sabía que Mr. Ramsay estaba comenzando) a sentirse incómodo; a querer que alguien dijera: Ah, no, su obra sí que durará, Mr. Ramsay, o algo parecido. Ahora mostraba su malestar de forma patente, al decir, con cierta irritación, que, en todo caso, Scott (o era Shakespeare?) a él le duraría toda la vida. Lo dijo enfadado. Todos, pensaba ella, se sentían algo incómodos ahora, sin saber por qué. Entonces, Minta Doyle, que tenía un instinto muy fino, dijo un disparate, algo absurdo, que ella pensaba que en el fondo a nadie le gustaba leer a Shakespeare. Mr. Ramsay dijo de forma bastante sombría (aunque ya se había distraído de nuevo) que a pocos les gustaba tanto como decían. Pero, añadió, no obstante, algunas de las obras no carecen de verdadero mérito; Mrs. Ramsay se dio cuenta de que de momento las cosas estaban bien; se reía de Minta, y ella, Mrs. Ramsay vio, al advertir lo preocupado que estaba consigo mismo, a su manera, vio que se ocupaban de él, que lo alababan, de la forma que fuera. Pero deseaba que no fuera necesario, y quizá fuese culpa de ella el que fuera necesario. En todo caso, podía escuchar con toda libertad lo que Paul Rayley decía sobre los libros que se leían en la infancia. Duraban, decía. En la escuela había leído algo de Tolstói. Había uno que no se le había olvidado, aunque no recordaba el nombre. Los nombres rusos son imposibles, dijo Mrs. Ramsay. «Vronski», dijo Paul. Lo recordaba porque siempre había pensado que era un buen nombre para un malvado. «Vronski», dijo Mrs. Ramsay. «Ah, Anna Karénina», pero no siguieron mucho tiempo en esta dirección: los libros no eran lo suyo. No, Charles Tansley, en lo que se refería a libros, los pondría al día en un segundo, pero todo lo mezclaba con cosas como
No, she said, she did not want a pear. Indeed she had been keeping guard over the dish of fruit (without realising it) jealously, hoping that nobody would touch it. Her eyes had been going in and out among the curves and shadows of the fruit, among the rich purples of the lowland grapes, then over the horny ridge of the shell, putting a yellow against a purple, a curved shape against a round shape, without knowing why she did it, or why, every time she did it, she felt more and more serene; until, oh, what a pity that they should do it--a hand reached out, took a pear, and spoilt the whole thing. In sympathy she looked at Rose. She looked at Rose sitting between Jasper and Prue. How odd that one′s child should do that! No, dijo, no quería una pera. A decir verdad había estado de guardia ante el frutero (sin darse cuenta), celosa, con la esperanza de que nadie lo tocara. Había dejado descansar la mirada entre las curvas y sombras de la fruta, entre los ricos púrpuras de las uvas escocesas, por el dentado borde una cáscara, juntando un amarillo con un púrpura, una curva con un círculo, sin saber por qué lo hacía, o por qué, cada vez que lo hacía, se sentía cada vez más serena; hasta que, ay, qué pena que tuviera que pasar, se acercó una mano, cogió una pera, destruyó el efecto. Miraba a Rose con cariño. Miraba a Rose, sentada entre Jasper y Prue. ¡Qué raro que tu propia hija hubiera hecho eso!
How odd to see them sitting there, in a row, her children, Jasper, Rose, Prue, Andrew, almost silent, but with some joke of their own going on, she guessed, from the twitching at their lips. It was something quite apart from everything else, something they were hoarding up to laugh over in their own room. It was not about their father, she hoped. No, she thought not. What was it, she wondered, sadly rather, for it seemed to her that they would laugh when she was not there. There was all that hoarded behind those rather set, still, mask-like faces, for they did not join in easily; they were like watchers, surveyors, a little raised or set apart from the grown-up people. But when she looked at Prue tonight, she saw that this was not now quite true of her. She was just beginning, just moving, just descending. The faintest light was on her face, as if the glow of Minta opposite, some excitement, some anticipation of happiness was reflected in her, as if the sun of the love of men and women rose over the rim of the table-cloth, and without knowing what it was she bent towards it and greeted it. She kept looking at Minta, shyly, yet curiously, so that Mrs. Ramsay looked from one to the other and said, speaking to Prue in her own mind, You will be as happy as she is one of these days. You will be much happier, she added, because you are my daughter, she meant; her own daughter must be happier than other people′s daughters. But dinner was over. It was time to go. They were only playing with things on their plates. She would wait until they had done laughing at some story her husband was telling. He was having a joke with Minta about a bet. Then she would get up. Qué extraño verlos sentados ahí, en fila, sus hijos, Jasper, Rose, Prue, Andrew, apenas hablaban, pero disfrutaban de algún chiste de los suyos, suponía, por cómo se les movían los labios. Era algo completamente diferente de todo lo demás, algo que atesoraban para reírse de ello cuando estuvieran en las habitaciones. No era de su padre, confiaba. No, creía que no. Se preguntaba qué sería, con tristeza, porque pensaba en que se reirían de lo que fuera cuando ella no estuviera delante. Era algo que atesoraban tras esas caras inmóviles, fijas, como máscaras, porque los niños no participaban con facilidad en la conversación; en realidad, eran vigías, inspectores, un poco por encima o aparte de los adultos. Pero al mirar a Prue esta noche, vio que esto no era del todo cierto en lo que se refería a ella. Estaba comenzando, moviéndose, empezaba a descender. Iluminaba su cara una luz muy delicada, como si el color encendido de Minta, sentada frente a ella, con su intensidad, su anticipación de la felicidad, se reflejara en ella, como si el sol del amor entre hombres y mujeres naciera tras el borde del mantel, y sin saber qué era se inclinara hacia él, lo saludara. Se quedaba mirando a Minta, con timidez, pero con curiosidad, de forma que Mrs. Ramsay miraba a una y otra, y decía, hablando mentalmente con Prue: Cualquier día de éstos serás tan feliz como ella. Más feliz, agregaba, porque eres mi hija; su propia hija tenía que ser más feliz que las hijas de otras personas. Pero la cena había terminado. Había que levantarse. Ya sólo jugaban con lo que había en los platos. Sólo esperaba a que terminaran de reírse de algún cuento que había contado su marido. Se reían con Minta respecto de algo sobre una apuesta. Se levantaría en cuanto acabara.
She liked Charles Tansley, she thought, suddenly; she liked his laugh. She liked him for being so angry with Paul and Minta. She liked his awkwardness. There was a lot in that young man after all. And Lily, she thought, putting her napkin beside her plate, she always has some joke of her own. One need never bother about Lily. She waited. She tucked her napkin under the edge of her plate. Well, were they done now? No. That story had led to another story. Her husband was in great spirits tonight, and wishing, she supposed, to make it all right with old Augustus after that scene about the soup, had drawn him in-- they were telling stories about some one they had both known at college. She looked at the window in which the candle flames burnt brighter now that the panes were black, and looking at that outside the voices came to her very strangely, as if they were voices at a service in a cathedral, for she did not listen to the words. The sudden bursts of laughter and then one voice (Minta′s) speaking alone, reminded her of men and boys crying out the Latin words of a service in some Roman Catholic cathedral. She waited. Her husband spoke. He was repeating something, and she knew it was poetry from the rhythm and the ring of exultation, and melancholy in his voice: Le gustaba Charles Tansley, pensó de repente; le gustaba su risa. Le gustaba por estar tan enfadado con Paul y Minta. Le gustaba lo torpe que era. Era un joven interesante, a pesar de todo. También Lily, pensaba, dejando la servilleta junto al plato, siempre tiene algo de qué reírse para sus adentros. No tenía una que preocuparse por Lily. Esperaba. Doblaba la servilleta bajo el borde del plato. Bueno, ¿ya habían terminado? No. El cuento había desembocado en otro cuento. Su marido estaba muy animado esta noche, quería, se figuraba, reconciliarse con el bueno de Augustus, después de lo de la sopa, y lo había unido al grupo..., contaban cuentos de alguien a quien habían conocido en la universidad. Miró hacia la ventana, donde las velas brillaban con más luz ahora que los cristales eran de color negro, y mirando hacia ese exterior las voces le parecían que sonaban muy extrañas, como si fueran las voces de una misa en una catedral, porque no atendía al sentido de las palabras. Las risas repentinas, y luego una sola voz (la de Minta) que hablaba, le recordaba los hombres y niños que cantaban palabras en latín de la misa en una catedral católica. Esperaba. Su marido seguía hablando. Repetía algo, y supo que era poesía por el ritmo, y por el torio exaltado y melancólico de la voz.
Come out and climb the garden path, Luriana Lurilee. The China rose is all abloom and buzzing with the yellow bee. Ven, sube por el sendero del jardín Luriana Lurilee. La rosa china ha florecido, y zumba la amarilla abeja.
The words (she was looking at the window) sounded as if they were floating like flowers on water out there, cut off from them all, as if no one had said them, but they had come into existence of themselves. Las palabras (miraba hacia la ventana) sonaban como si fueran flores que flotaran sobre el agua de afuera, separadas de todos ellos, como si nadie las hubiera pronunciado, como si hubieran ingresado en la vida ellas solas.
And all the lives we ever lived and all the lives to be Are full of trees and changing leaves. Que todas las vidas que vivamos, que todas las vidas que haya Llenas estén acaso de árboles y hojas caducas.
She did not know what they meant, but, like music, the words seemed to be spoken by her own voice, outside her self, saying quite easily and naturally what had been in her mind the whole evening while she said different things. She knew, without looking round, that every one at the table was listening to the voice saying: No sabía lo que querían decir, pero, como música, tal parecía que su propia voz dijera estas palabras, pero fuera de ella misma, explicando con facilidad y naturalidad lo que había habido en su mente durante toda la tarde, aunque hubiera hablado de cosas bien diferentes. Sabía, sin necesidad de mirar alrededor, que todos en la mesa escuchaban:
I wonder if it seems to you, Luriana, Lurilee Me pregunto si te lo parece a ti, Luriana, Lurilee.
with the same sort of relief and pleasure that she had, as if this were, at last, the natural thing to say, this were their own voice speaking. Atendían con la misma clase de gusto y placer que ella, como si eso fuera, por fin, lo que hubiera que decir, como si, por fin, fuera ésta la voz de ellos.
But the voice had stopped. She looked round. She made herself get up. Augustus Carmichael had risen and, holding his table napkin so that it looked like a long white robe he stood chanting: Se interrumpió la voz. Miró alrededor. Se obligó a levantarse. Augustus Carmichael se había levantado, y, sosteniendo la servilleta, como si fuera una larga túnica blanca, comenzó a salmodiar:
To see the Kings go riding by Over lawn and daisy lea With their palm leaves and cedar Luriana, Lurilee, A ver a los reyes montar a caballo Por los prados, por praderas de margaritas, con hojas de palmeras, con ramos de cedro, Luriana, Lurilee.
and as she passed him, he turned slightly towards her repeating the last words: Al pasar junto a él, se volvió hacia ella, repitió las últimas palabras:
Luriana, Lurilee Luriana, Lurilee.
and bowed to her as if he did her homage. Without knowing why, she felt that he liked her better than he ever had done before; and with a feeling of relief and gratitude she returned his bow and passed through the door which he held open for her. Se inclinó ante ella, como si le hiciera una reverencia. Sin saber por qué, se dio cuenta de que le gustaba más de lo que le había gustado en toda su vida; y con una sensación de alivio y agradecimiento, le devolvió la reverencia, y cruzó la puerta que él mantenía abierta para que ella pasara.
It was necessary now to carry everything a step further. With her foot on the threshold she waited a moment longer in a scene which was vanishing even as she looked, and then, as she moved and took Minta′s arm and left the room, it changed, it shaped itself differently; it had become, she knew, giving one last look at it over her shoulder, already the past. Era imprescindible llevar las cosas unos pasos más allá. Con el pie en el umbral, esperó un momento para disfrutar de una escena que se desvanecía mientras ocurría, y, a continuación, se adelantó y cogió a Minta del brazo, y se fue de la habitación, y la escena cambió, se dio a sí misma formas diferentes; ya se había convertido, lo sabía, echando una última mirada por encima del hombro, en pasado.
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As usual, Lily thought. There was always something that had to be done at that precise moment, something that Mrs. Ramsay had decided for reasons of her own to do instantly, it might be with every one standing about making jokes, as now, not being able to decide whether they were going into the smoking-room, into the drawing-room, up to the attics. Then one saw Mrs. Ramsay in the midst of this hubbub standing there with Minta′s arm in hers, bethink her, "Yes, it is time for that now," and so make off at once with an air of secrecy to do something alone. And directly she went a sort of disintegration set in; they wavered about, went different ways, Mr. Bankes took Charles Tansley by the arm and went off to finish on the terrace the discussion they had begun at dinner about politics, thus giving a turn to the whole poise of the evening, making the weight fall in a different direction, as if, Lily thought, seeing them go, and hearing a word or two about the policy of the Labour Party, they had gone up on to the bridge of the ship and were taking their bearings; the change from poetry to politics struck her like that; so Mr. Bankes and Charles Mrs. Ramsay going upstairs in the lamplight alone. Where, Lily wondered, was she going so quickly? Como de costumbre, pensó Lily. Siempre había algo que era obligatorio hacer en ese preciso momento, algo que Mrs. Ramsay había decidido, por razones propias, que era urgente hacer, aunque estuvieran todos contando chistes, como ahora, sin atreverse a decidir si iban a pasar a la biblioteca, al salón, o si iban a subir al ático. De repente veía una a Mrs. Ramsay, en medio de la confusa conversación, en pie, con Minta cogida del brazo, recordándose: «Sí, esto es lo que hay que hacer ahora», para irse a continuación, con aires de secreto, a hacer algo a solas. En cuanto se hubo ido, se separaron: dudaron, se dispersaron; Mr. Bankes cogió a Charles Tansley del brazo, y se fueron a seguir hablando de lo que se había hablado en la mesa, de política: otorgaban una nueva correlación de fuerzas a la velada, haciendo que el peso recayera en un sentido diferente, como si, pensaba Lily, al verlos salir, al oír una o dos palabras sobre la política del Partido Laborista, se hubieran subido al puente del barco para fijar la demora; eso le pareció la sustitución de la poesía por la política; salieron Mr. Bankes y Charles Tansley, mientras que los demás se quedaban mirando cómo Mrs. Ramsay subía sola por las escaleras con la lamparilla. ¿Adónde iba tan aprisa, se preguntaba Lily?
Not that she did in fact run or hurry; she went indeed rather slowly. She felt rather inclined just for a moment to stand still after all that chatter, and pick out one particular thing; the thing that mattered; to detach it; separate it off; clean it of all the emotions and odds and ends of things, and so hold it before her, and bring it to the tribunal where, ranged about in conclave, sat the judges she had set up to decide these things. Is it good, is it bad, is it right or wrong? Where are we all going to? and so on. So she righted herself after the shock of the event, and quite unconsciously and incongruously, used the branches of the elm trees outside to help her to stabilise her position. Her world was changing: they were still. The event had given her a sense of movement. All must be in order. She must get that right and that right, she thought, insensibly approving of the dignity of the trees′ stillness, and now again of the superb upward rise (like the beak of a ship up a wave) of the elm branches as the wind raised them. For it was windy (she stood a moment to look out). It was windy, so that the leaves now and then brushed open a star, and the stars themselves seemed to be shaking and darting light and trying to flash out between the edges of the leaves. Yes, that was done then, accomplished; and as with all things done, became solemn. Now one thought of it, cleared of chatter and emotion, it seemed always to have been, only was shown now and so being shown, struck everything into stability. They would, she thought, going on again, however long they lived, come back to this night; this moon; this wind; this house: and to her too. It flattered her, where she was most susceptible of flattery, to think how, wound about in their hearts, however long they lived she would be woven; and this, and this, and this, she thought, going upstairs, laughing, but affectionately, at the sofa on the landing (her mother′s); at the rocking-chair (her father′s); at the map of the Hebrides. All that would be revived again in the lives of Paul and Minta; "the Rayleys"--she tried the new name over; and she felt, with her hand on the nursery door, that community of feeling with other people which emotion gives as if the walls of partition had become so thin that practically (the feeling was one of relief and happiness) it was all one stream, and chairs, tables, maps, were hers, were theirs, it did not matter whose, and Paul and Minta would carry it on when she was dead. No es que en realidad corriera o pareciera tener prisa; a decir verdad, subía muy lentamente. Se sentía inclinada a quedarse quieta después de tanta charla, y a quedarse con una sola cosa, con la más importante; algo que fuera verdaderamente importante; separarla, aislarla, quitarle todas las emociones y las adherencias extrañas, y contemplarla, llevarla ante un tribunal, diligente como un cónclave, donde se sentaran los jueces que ella hubiera elegido para juzgarla. ¿Es buena?, ¿mala?, ¿está bien?, ¿está mal?, etcétera. Así se recomponía tras la violencia del acontecimiento, y de forma tan inconsciente como incongruente, utilizaba las ramas del olmo de afuera para dar estabilidad a su posición. El mundo de ella cambiaba: ellas estaban quietas. El acontecimiento le había dado una sensación de movimiento. Todo tenía que estar ordenado. Tenía que conseguir que esto estuviera bien, y lo de más allá, pensaba, dando por buena la digna quietud de los árboles; una vez más, y dando por buena también la soberbia elevación (como el pico de un barco sobre la cresta de una ola) de las ramas del olmo cuando el viento las subía. Porque hacía viento (se asomó un momento a mirar). Hacía viento, y las hojas se apartaban a veces, dejaban ver una estrella; las propias estrellas parecían estremecerse, parecían destellar entre los bordes de las hojas. Sí, ya estaba hecho: logrado; y, como todo lo concluido, era solemne. Ahora que lo pensaba, lejos de charlas y emociones, siempre había sido así, y sólo ahora se mostraba como era, y al mostrarse se volvía estable. Pensaba que, para el resto de la vida, siempre tendrían esta noche a la cual recurrir: la luna, el viento, la casa, también a ella. La halagaba, era su punto débil, el pensar que por mucho que vivieran, arraigada en los corazones, siempre estaría en ellos; esto, esto y esto, pensaba, mientras subía por las escaleras, riéndose, aunque afectuosamente, del sofá del rellano (de su madre), de la mecedora (de su padre), del mapa de las Hébridas. Todo esto viviría de nuevo en las vidas de Paul y Minta; «los Rayley», hacía pruebas con el nuevo nombre; y sentía, con la mano en el tirador de la puerta del cuarto de los pequeños, esa comunidad de sentimientos con otras personas que brinda la emoción, como si los tabiques hubieran adelgazado tanto que prácticamente (era una emoción de alivio y felicidad) fuera todo un torrente; como si sillas, mesas y mapas fueran de ella, de ellos, no importaba de quién; como si Paul y Minta cogieran el relevo cuando ella hubiera muerto.
She turned the handle, firmly, lest it should squeak, and went in, pursing her lips slightly, as if to remind herself that she must not speak aloud. But directly she came in she saw, with annoyance, that the precaution was not needed. The children were not asleep. It was most annoying. Mildred should be more careful. There was James wide awake and Cam sitting bolt upright, and Mildred out of bed in her bare feet, and it was almost eleven and they were all talking. What was the matter? It was that horrid skull again. She had told Mildred to move it, but Mildred, of course, had forgotten, and now there was Cam wide awake, and James wide awake quarreling when they ought to have been asleep hours ago. What had possessed Edward to send them this horrid skull? She had been so foolish as to let them nail it up there. It was nailed fast, Mildred said, and Cam couldn′t go to sleep with it in the room, and James screamed if she touched it. Asió el tirador con fuerza, para que no chirriara, y entró, apretando levemente los labios, como si recordara que no tenía que hablar alto. Pero, en cuanto entró, se dio cuenta, con pesar, de que la precaución era innecesaria. Los niños no estaban dormidos. Era un fastidio. Mildred tenía que tener más cuidado. James estaba completamente despierto, Cam estaba sentada en la cama, y Mildred se había levantado, estaba descalza, eran casi las once, y estaban todos hablando. ¿Qué pasaba? Era otra vez el horrible cráneo. Le había dicho a Mildred que se lo llevara, pero a Mildred, por supuesto, se le había olvidado; Cam estaba completamente despierta, James estaba completamente despierto, y estaba disputando, cuando hacía horas que deberían haber estado todos dormidos. ¿En qué estaría pensando Edward para enviar este horroroso cráneo? Había sido demasiado inocente, y había dejado que lo colgaran allí. Estaba clavado, había dicho Mildred; Cam no podía dormir si lo veía, pero James gritaba cuando intentaban quitarlo.
Then Cam must go to sleep (it had great horns said Cam)--must go to sleep and dream of lovely palaces, said Mrs. Ramsay, sitting down on the bed by her side. She could see the horns, Cam said, all over the room. It was true. Wherever they put the light (and James could not sleep without a light) there was always a shadow somewhere. Cam tenía que dormirse (tenía unos cuernos muy grandes, decía...), tenía que dormirse y soñar con bonitos palacios, dijo Mrs. Ramsay, sentándose en la cama, junto a ella. Veía los cuernos, decía Cam, por toda la habitación. Era verdad. Pusieran donde pusieran la luz (James no podía dormir si no había luz) siempre había una sombra de los cuernos en algún sitio.
"But think, Cam, it′s only an old pig," said Mrs. Ramsay, "a nice black pig like the pigs at the farm." But Cam thought it was a horrid thing, branching at her all over the room. -Pero, Cam, piensa que es sólo un cerdo -decía Mrs. Ramsay-, un bonito cerdo negro, como los del campo. Pero Cam pensaba que se trataba de algo horrible, cuyos cuernos la amenazaban desde cualquier punto del dormitorio.
"Well then," said Mrs. Ramsay, "we will cover it up," and they all watched her go to the chest of drawers, and open the little drawers quickly one after another, and not seeing anything that would do, she quickly took her own shawl off and wound it round the skull, round and round and round, and then she came back to Cam and laid her head almost flat on the pillow beside Cam′s and said how lovely it looked now; how the fairies would love it; it was like a bird′s nest; it was like a beautiful mountain such as she had seen abroad, with valleys and flowers and bells ringing and birds singing and little goats and antelopes and... She could see the words echoing as she spoke them rhythmically in Cam′s mind, and Cam was repeating after her how it was like a mountain, a bird′s nest, a garden, and there were little antelopes, and her eyes were opening and shutting, and Mrs. Ramsay went on speaking still more monotonously, and more rhythmically and more nonsensically, how she must shut her eyes and go to sleep and dream of mountains and valleys and stars falling and parrots and antelopes and gardens, and everything lovely, she said, raising her head very slowly and speaking more and more mechanically, until she sat upright and saw that Cam was asleep. -Bueno, bueno -decía Mrs. Ramsay-, lo taparemos. Vieron cómo se dirigía a la cómoda, y cómo abría los cajoncitos con rapidez, uno tras otro; al no ver nada que sirviera, se quitó el chal, y lo enrolló sobre el cráneo, una y otra y otra vuelta; volvió donde Cam, y puso la cabeza casi a la misma altura que la de ella sobre la almohada, y le dijo que ahora tenía un aspecto muy bonito; que a los duendes les gustaría; que era como un nido, como una hermosa montaña de las que había visto en el extranjero, con valles y flores, con campanas que repicaban, con pájaros que trinaban, con cabritos y antílopes... Podía ver cómo las palabras le devolvían el eco del ritmo en la mente de Cam, cómo Cam las repetía a continuación: era una montaña, un nido, un jardín, y había diminutos antílopes; los ojos se abrían y cerraban; y Mrs. Ramsay seguía hablando de forma más monótona, más rítmicamente, más sin sentido; cómo tenía que cerrar los ojos para dormirse, para soñar con montañas y valles y estrellas que caían y loros y antílopes y jardines, y todo maravilloso, decía, levantando la cabeza muy despacio, y hablando cada vez más mecánicamente, hasta que se irguió por completo, y vio que Cam estaba dormida.
Now, she whispered, crossing over to his bed, James must go to sleep too, for see, she said, the boar′s skull was still there; they had not touched it; they had done just what he wanted; it was there quite unhurt. He made sure that the skull was still there under the shawl. But he wanted to ask her something more. Would they go to the Lighthouse tomorrow? Ahora, susurraba, acercándose a su cama, James también tiene que dormirse, porque, mira, decía, el cráneo del jabalí sigue ahí; no lo habían tocado; habían hecho lo que él quería; está ahí, intacto. Le aseguró que el cráneo estaba debajo del chal. Pero él quería hacer otra pregunta. ¿Irían al Faro al día siguiente?
No, not tomorrow, she said, but soon, she promised him; the next fine day. He was very good. He lay down. She covered him up. But he would never forget, she knew, and she felt angry with Charles Tansley, with her husband, and with herself, for she had raised his hopes. Then feeling for her shawl and remembering that she had wrapped it round the boar′s skull, she got up, and pulled the window down another inch or two, and heard the wind, and got a breath of the perfectly indifferent chill night air and murmured good night to Mildred and left the room and let the tongue of the door slowly lengthen in the lock and went out. No, mañana, no, dijo, pero irían pronto, le prometió; el próximo día que hiciera bueno. Era un niño bueno. Se tumbó. Lo arropó. Pero nunca se le olvidaría, ella lo sabía; estaba enfadada con Charles Tansley, con su marido, con ella misma, porque ella le había hecho abrigar esperanzas. Al ir a colocarse bien el chal, recordó que lo había enrollado sobre el cráneo del jabalí; se levantó, bajó la ventana una o dos pulgadas más, escuchó el viento, respiró la fresca brisa de la tranquila noche, susurró buenas noches a Mildred, salió del dormitorio, y dejó que se deslizara con cuidado el resbalón de la cerradura.
She hoped he would not bang his books on the floor above their heads, she thought, still thinking how annoying Charles Tansley was. For neither of them slept well; they were excitable children, and since he said things like that about the Lighthouse, it seemed to her likely that he would knock a pile of books over, just as they were going to sleep, clumsily sweeping them off the table with his elbow. For she supposed that he had gone upstairs to work. Yet he looked so desolate; yet she would feel relieved when he went; yet she would see that he was better treated tomorrow; yet he was admirable with her husband; yet his manners certainly wanted improving; yet she liked his laugh--thinking this, as she came downstairs, she noticed that she could now see the moon itself through the staircase window--the yellow harvest moon-- and turned, and they saw her, standing above them on the stairs. Esperaba que no tirara los libros sobre el suelo en el piso de arriba, pensaba, recordando todavía lo molesto que era Charles Tansley. Porque ninguno de ellos dormía bien, eran niños nerviosos, y como había dicho lo que había dicho sobre el Faro, no le extrañaría nada que derribara una pila de libros, justo cuando estuvieran a punto de dormirse, que los hiciera caer de la mesa de un codazo. Porque supuso que se habría ido arriba a estudiar. Tenía un aspecto tan triste..., pero se sentiría aliviada cuando se fuera; mañana procuraría que lo trataran mejor; sin embargo era admirable con su mando; tenía que cuidar los modales; sin embargo a ella le gustaba cómo se reía; al pensar en esto, mientras bajaba por las escaleras, se dio cuenta de que se veía la luna por la ventana del rellano, la luna amarilla del equinoccio de primavera, se volvió, y la vieron, por encima de ellos, en pie, en las escaleras.
"That′s my mother," thought Prue. Yes; Minta should look at her; Paul Rayley should look at her. That is the thing itself, she felt, as if there were only one person like that in the world; her mother. And, from having been quite grown up, a moment before, talking with the others, she became a child again, and what they had been doing was a game, and would her mother sanction their game, or condemn it, she wondered. And thinking what a chance it was for Minta and Paul and Lily to see her, and feeling what an extraordinary stroke of fortune it was for her, to have her, and how she would never grow up and never leave home, she said, like a child, "We thought of going down to the beach to watch the waves." «Mi madre», pensó Prue. Sí, Minta debería mirarla, Paul debería mirarla. Eso es lo auténtico, sintió, como si sólo hubiera una persona así en todo el mundo; su madre. La adulta que había sido, hacía un momento, cuando hablaba con los demás, volvió a ser una niña; estaban jugando, lo que habían estado haciendo era un juego; y eso, se preguntaba, ¿le gustaría o le disgustaría a su madre? Pensaba en lo afortunados que eran Paul y Minta por poder verla, y en qué suerte tan grande la suya propia por tenerla. No quería crecer, ni irse de casa, y dijo, como una niña pequeña: «Estábamos pensando en bajar a la playa a ver las olas.»
Instantly, for no reason at all, Mrs. Ramsay became like a girl of twenty, full of gaiety. A mood of revelry suddenly took possession of her. Of course they must go; of course they must go, she cried, laughing; and running down the last three or four steps quickly, she began turning from one to the other and laughing and drawing Minta′s wrap round her and saying she only wished she could come too, and would they be very late, and had any of them got a watch? Al momento, sin razón alguna, Mrs. Ramsay se convirtió en una muchacha de veinte años, llena de alegría. Se apoderó de ella, repentinamente, un espíritu festivo. Claro que tenían que ir, claro que tenían que ir, exclamaba, riéndose; y bajó corriendo los últimos tres o cuatro escalones; empezó a ir de uno a otro, a reírse, se puso el chal de Minta, empezó a decir que también a ella le gustaría ir, ¿regresarían muy tarde?, ¿tenía alguien reloj?
"Yes, Paul has," said Minta. Paul slipped a beautiful gold watch out of a little wash-leather case to show her. And as he held it in the palm of his hand before her, he felt, "She knows all about it. I need not say anything." He was saying to her as he showed her the watch, "I′ve done it, Mrs. Ramsay. I owe it all to you." And seeing the gold watch lying in his hand, Mrs. Ramsay felt, How extraordinarily lucky Minta is! She is marrying a man who has a gold watch in a wash- leather bag! -Paul tiene -dijo Minta. Paul extrajo un hermoso reloj de oro de una funda de gamuza para mostrárselo. Al exhibirlo en la palma de la mano, él pensó: «Lo sabe todo. No tengo que decir nada.» Decía al mostrarlo: «Lo he hecho, Mrs. Ramsay. Se lo debo todo a usted.» Al ver el reloj de oro en la palma de la mano, Mrs. Ramsay pensó: ¡Qué extraordinariamente afortunada es Minta! ¡Va a casarse con un hombre que guarda el reloj de oro en una funda de gamuza!
"How I wish I could come with you!" she cried. But she was withheld by something so strong that she never even thought of asking herself what it was. Of course it was impossible for her to go with them. But she would have liked to go, had it not been for the other thing, and tickled by the absurdity of her thought (how lucky to marry a man with a wash-leather bag for his watch) she went with a smile on her lips into the other room, where her husband sat reading. -¡Cómo me gustaría ir con vosotros! -exclamó. Pero algo muy fuerte la retenía, algo que nunca pensó en preguntarse qué era. Claro que era imposible para ella ir con ellos. Pero, si no hubiera sido por lo otro, le habría gustado ir. Divertida por lo absurdo de su idea (qué afortunada por casarse con un hombre que guarda el reloj en una funda de gamuza), se fue con una sonrisa en los labios a la otra habitación, donde leía su marido.
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Of course, she said to herself, coming into the room, she had to come here to get something she wanted. First she wanted to sit down in a particular chair under a particular lamp. But she wanted something more, though she did not know, could not think what it was that she wanted. She looked at her husband (taking up her stocking and beginning to knit), and saw that he did not want to be interrupted-- that was clear. He was reading something that moved him very much. He was half smiling and then she knew he was controlling his emotion. He was tossing the pages over. He was acting it--perhaps he was thinking himself the person in the book. She wondered what book it was. Oh, it was one of old Sir Walter′s she saw, adjusting the shade of her lamp so that the light fell on her knitting. For Charles Tansley had been saying (she looked up as if she expected to hear the crash of books on the floor above), had been saying that people don′t read Scott any more. Then her husband thought, "That′s what they′ll say of me;" so he went and got one of those books. And if he came to the conclusion "That′s true" what Charles Tansley said, he would accept it about Scott. (She could see that he was weighing, considering, putting this with that as he read.) But not about himself. He was always uneasy about himself. That troubled her. He would always be worrying about his own books--will they be read, are they good, why aren′t they better, what do people think of me? Not liking to think of him so, and wondering if they had guessed at dinner why he suddenly became irritable when they talked about fame and books lasting, wondering if the children were laughing at that, she twitched the stockings out, and all the fine gravings came drawn with steel instruments about her lips and forehead, and she grew still like a tree which has been tossing and quivering and now, when the breeze falls, settles, leaf by leaf, into quiet. Por supuesto, se dijo, al entrar en la habitación, había venido a recoger algo que necesitaba. En primer lugar, quería sentarse en un sillón concreto, bajo una lámpara concreta. Pero quería algo más, aunque no sabía qué, no podía pensar en qué es lo que quería. Miró a su marido (cogiendo la labor del calcetín, y comenzando a tejer de nuevo), y advirtió que no quería que lo interrumpieran: era evidente. Leía algo que lo emocionaba como ninguna otra cosa. Esbozaba una sonrisa, se dio cuenta de que intentaba dominar sus emociones. Pasaba las páginas aprisa. Representaba lo que leía: quizá se creía que era uno de los personajes del libro. Se preguntaba de qué libro se trataría. Ah, era uno del bueno de sir Walter, lo vio, al ajustar la luz de la lámpara, para que cayera sobre la labor. Porque Charles Tansley había dicho (levantó la mirada, como si esperase oír el golpe de los libros al caer en el piso de arriba) que ya no se lee a Scott. Entonces su marido había pensado: «Eso es lo que dirán de mí», así es que se había ido a coger un libro de Scott. Si llegaba a esa conclusión: si «es verdad» lo que había dicho Charles Tansley acerca de Scott, lo aceptaría. (Se daba cuenta de que lo sopesaba, lo consideraba, lo tenía en cuenta continuamente al leer.) Lo aceptaría en el caso de Scott, no respecto de sí mismo. Siempre estaba intranquilo respecto de sí mismo. Eso la afligía. Siempre estaba preocupado por sus propios libros: ¿los leerán?, ¿son buenos?, ¿por qué no son mejores?, ¿qué piensan de mí? No le gustaba pensar de él en esos términos, y se preguntaba si a la hora de la cena alguien había advertido por qué se había enfadado de repente cuando hablaban de la fama y de los libros que permanecían, y se preguntaba si los niños se reían de eso, tiró del calcetín, y en su frente y mejillas se dibujaron de repente, como con instrumentos de acero, unas finas líneas, y se quedó quieta como un árbol al que ha zarandeado el viento, y ha estado moviéndose, y de repente cesa la brisa, y las hojas de quedan quietas, una tras otra.
It didn′t matter, any of it, she thought. A great man, a great book, fame--who could tell? She knew nothing about it. But it was his way with him, his truthfulness--for instance at dinner she had been thinking quite instinctively, If only he would speak! She had complete trust in him. And dismissing all this, as one passes in diving now a weed, now a straw, now a bubble, she felt again, sinking deeper, as she had felt in the hall when the others were talking, There is something I want--something I have come to get, and she fell deeper and deeper without knowing quite what it was, with her eyes closed. And she waited a little, knitting, wondering, and slowly rose those words they had said at dinner, "the China rose is all abloom and buzzing with the honey bee," began washing from side to side of her mind rhythmically, and as they washed, words, like little shaded lights, one red, one blue, one yellow, lit up in the dark of her mind, and seemed leaving their perches up there to fly across and across, or to cry out and to be echoed; so she turned and felt on the table beside her for a book. Nada importaba, nada de eso importaba, pensaba. Un gran hombre, un gran libro, la fama: ¿quién sabe? Ella no sabía nada de eso. Pero así era él, ésa era la fidelidad que representaba; por ejemplo, durante la cena, ella había estado deseando de forma bastante intuitiva: ¡Ojalá hable! Tenía una confianza absoluta en él. Dejando todo esto a un lado, como cuando al bucear se deja a un lado un junco, hierbas, unas burbujas, sintió de nuevo, bajando a lo más profundo, lo que había sentido en el recibidor cuando los demás hablaban: Quiero algo... algo que he venido a coger, y cada vez se hundía más y más, sin saber qué era, con los ojos cerrados. Y esperó un poco, tejiendo, interrogándose, y lentamente pensaba en las palabras que habían dicho durante la cena, «la rosa china ha florecido, y zumba la amarilla abeja», y estas palabras empezaron a columpiarse en su mente de un lado a otro rítmicamente, y al columpiarse, las palabras, como débiles luces, roja, azul, amarilla, iluminaban la oscuridad de su mente, y parecía que dejaban sus apoyos de allí, y echaban a volar y volar; o parecían gritar y resonar en ecos; entonces se volvió a la mesa, y palpó con la mano para coger un libro.
And all the lives we ever lived And all the lives to be, Are full of trees and changing leaves, Que todas las vidas que vivamos, Que todas las vidas que haya, Llenas estén acaso de árboles y hojas caducas.
she murmured, sticking her needles into the stocking. And she opened the book and began reading here and there at random, and as she did so, she felt that she was climbing backwards, upwards, shoving her way up under petals that curved over her, so that she only knew this is white, or this is red. She did not know at first what the words meant at all. Murmuró estos versos, insertó las agujas en el calcetín. Abrió el libro, y comenzó a leer aquí y allá, al azar; al hacerlo, sintió que ascendía de espaldas, hacia arriba, abriéndose camino bajo pétalos que se inclinaban sobre ella, de forma que sólo sabía que uno era blanco o rojo. Al principio no entendía qué significaban las palabras.
Steer, hither steer your winged pines, all beaten Mariners Navegad, hacia aquí navegad en vuestros alados pinos, [derrotados marinos.
she read and turned the page, swinging herself, zigzagging this way and that, from one line to another as from one branch to another, from one red and white flower to another, until a little sound roused her--her husband slapping his thighs. Their eyes met for a second; but they did not want to speak to each other. They had nothing to say, but something seemed, nevertheless, to go from him to her. It was the life, it was the power of it, it was the tremendous humour, she knew, that made him slap his thighs. Don′t interrupt me, he seemed to be saying, don′t say anything; just sit there. And he went on reading. His lips twitched. It filled him. It fortified him. He clean forgot all the little rubs and digs of the evening, and how it bored him unutterably to sit still while people ate and drank interminably, and his being so irritable with his wife and so touchy and minding when they passed his books over as if they didn′t exist at all. But now, he felt, it didn′t matter a damn who reached Z (if thought ran like an alphabet from A to Z). Somebody would reach it--if not he, then another. This man′s strength and sanity, his feeling for straight forward simple things, these fishermen, the poor old crazed creature in Mucklebackit′s cottage made him feel so vigorous, so relieved of something that he felt roused and triumphant and could not choke back his tears. Raising the book a little to hide his face, he let them fall and shook his head from side to side and forgot himself completely (but not one or two reflections about morality and French novels and English novels and Scott′s hands being tied but his view perhaps being as true as the other view), forgot his own bothers and failures completely in poor Steenie′s drowning and Mucklebackit′s sorrow (that was Scott at his best) and the astonishing delight and feeling of vigour that it gave him. Leía, pasaba la página, cambiaba de rumbo, se movía en zigzag de un lado a otro, de un verso a otro, de una flor roja y blanca a otra, hasta que la distrajo un ruido: su marido se daba golpes en las piernas. Cruzaron la mirada unos instantes, pero no querían decirse nada. No tenían nada que decir, pero, no obstante, algo pareció ir de él a ella. Era la vida, el poder de ésta, era el incontenible humor, lo sabía, lo que le hacía darse golpes en las piernas. No me interrumpas, parecía decir, no digas nada, quédate ahí sentada. Seguía leyendo. Movía los labios. Se sentía completo. Se sentía fortificado. Había olvidado limpiamente todos los malestares y sinsabores de la velada, y cuánto le aburría estar sentado a la mesa mientras los demás comían y bebían interminablemente, y lo de estar tan arisco con su esposa, y tan picajoso y quisquilloso cuando hablaban de sus libros como si no fueran nada. Pero ahora, creía, le importaba poco quién llegaba a la Z (si es que el pensamiento se organizaba como un abecedario de la A la Z). Alguien llegaría, si no era él, sería otro. La fuerza y cordura de este hombre, su amor por las cosas sencillas y directas, por los pescadores, por la anciana loca en casa de Mucklebackit, esto era lo que le hacía sentirse tan vigoroso, tan aliviado, que se sentía excitado y triunfante, no podía contener las lágrimas. Levantó el libro un poco, para ocultar la cara, y las dejó caer, mientras sacudía la cabeza, y se olvidó de sí mismo por completo (pero no olvidó una o dos reflexiones acerca de la moralidad en las novelas francesas e inglesas, y el hecho de que Scott estuviese maniatado, y que su retrato fuese tan bueno como los de los otros), olvidó sus fastidios y fracasos por completo al ver que el pobre Steenie se había ahogado, y la pena de Mucklebackit (lo mejor de Scott), y el asombroso placer y la vigorosa sensación que le ofrecía.
Well, let them improve upon that, he thought as he finished the chapter. He felt that he had been arguing with somebody, and had got the better of him. They could not improve upon that, whatever they might say; and his own position became more secure. The lovers were fiddlesticks, he thought, collecting it all in his mind again. That′s fiddlesticks, that′s first-rate, he thought, putting one thing beside another. But he must read it again. He could not remember the whole shape of the thing. He had to keep his judgement in suspense. So he returned to the other thought--if young men did not care for this, naturally they did not care for him either. One ought not to complain, thought Mr. Ramsay, trying to stifle his desire to complain to his wife that young men did not admire him. But he was determined; he would not bother her again. Here he looked at her reading. She looked very peaceful, reading. He liked to think that every one had taken themselves off and that he and she were alone. The whole of life did not consist in going to bed with a woman, he thought, returning to Scott and Balzac, to the English novel and the French novel. Bien, que lo mejoren, pensó al concluir el capítulo. Se sentía como si hubiera estado discutiendo con alguien, y como si hubiera ganado. Esto, dijeran lo que dijeran, no podía mejorarse; se sintió más seguro respecto de sí mismo. Los amantes eran un puro sin sentido, pensó, ordenando todo de nuevo en su memoria. Los amantes, un sin sentido; esto otro, de primera; pensaba, colocando unas cosas junto a otras. Pero debía volver a leerlo. No podía ver los contornos del conjunto. Tenía que aplazar su juicio. Regresó a la otra idea: si a los jóvenes no les interesaba esto, era natural que tampoco él les interesara. No debía quejarse, pensaba Mr. Ramsay, intentando sofocar el deseo de quejarse a su esposa de que los jóvenes no le hacían caso. Pero lo había decidido, no volvería a molestarla. Miró cómo leía. Parecía muy tranquila, leía. Le gustaba pensar que todos se habían ido, y que ella y él estaban solos. No todo en la vida consistía en irse a la cama con una mujer, pensó, regresando a Scott y Balzac, a la novela inglesa y la novela francesa.
Mrs. Ramsay raised her head and like a person in a light sleep seemed to say that if he wanted her to wake she would, she really would, but otherwise, might she go on sleeping, just a little longer, just a little longer? She was climbing up those branches, this way and that, laying hands on one flower and then another. Mrs. Ramsay levantó la cabeza como la levantan quienes tienen el sueño ligero, parecía querer decir que si él quería que se despertara, podría despertarse, de verdad, pero si no, ¿podía seguir durmiendo un poquito más?, ¿sólo un poquito más? Iba ascendiendo por las ramas, de un lado a otro; cogía una flor; luego, otra.
Nor praise the deep vermilion in the rose, Ni alabé de la rosa el bermellón intenso.
she read, and so reading she was ascending, she felt, on to the top, on to the summit. How satisfying! How restful! All the odds and ends of the day stuck to this magnet; her mind felt swept, felt clean. And then there it was, suddenly entire; she held it in her hands, beautiful and reasonable, clear and complete, here--the sonnet. Leía, y al leer ascendía, hasta arriba, hasta lo más alto. ¡Qué satisfactorio! ¡Qué descanso! Todo lo fragmentario del día lo atraía este imán; sentía su mente aseada, la sentía limpia. Ahí estaba, con su forma repentina entre sus manos, hermoso y razonable, claro y completo, la esencia extraída de la vida, mostrada aquí en su integridad: el soneto.
But she was becoming conscious of her husband looking at her. He was smiling at her, quizzically, as if he were ridiculing her gently for being asleep in broad daylight, but at the same time he was thinking, Go on reading. You don′t look sad now, he thought. And he wondered what she was reading, and exaggerated her ignorance, her simplicity, for he liked to think that she was not clever, not book-learned at all. He wondered if she understood what she was reading. Probably not, he thought. She was astonishingly beautiful. Her beauty seemed to him, if that were possible, to increase Pero era consciente de que su marido la miraba. La sonreía, divertido, como si se riera con buen humor de que se hubiera dormido a la luz del día, pero como si simultáneamente siguiera pensando: Continúa leyendo. No te pongas triste ahora, pensaba él. Se preguntaba qué estaría leyendo ella, y exageraba la nota de su ignorancia, de su sencillez, porque a él le gustaba pensar que ella no era muy inteligente, no tenía cultura libresca. Se pregunta si entendía lo que leía. Quizá no, pensó. Era asombrosamente hermosa. Y le parecía, como si eso fuera posible, que su hermosura era aún mayor.
Yet seem′d it winter still, and, you away, As with your shadow I with these did play, Mas como parecía invierno, y tú no estabas, yo jugaba con ellas como con sombras tuyas.
she finished. Terminó.
"Well?" she said, echoing his smile dreamily, looking up from her book. -¿Y? -preguntó ella, como si fuera el eco de su sonrisa soñolienta, levantando la mirada del libro.
As with your shadow I with these did play, yo jugaba con ellas como con sombras tuyas.
she murmured, putting the book on the table. [Falta la traducción]
What had happened, she wondered, as she took up her knitting, since she had seen him alone? She remembered dressing, and seeing the moon; Andrew holding his plate too high at dinner; being depressed by something William had said; the birds in the trees; the sofa on the landing; the children being awake; Charles Tansley waking them with his books falling--oh, no, that she had invented; and Paul having a wash- leather case for his watch. Which should she tell him about? ¿Qué había sucedido que fuera importante, pensaba ella, mientras volvía a coger la labor, desde la última vez que lo había visto a solas? Recordaba que se había vestido, que había visto la luna, a Andrew que sostenía el plato muy arriba al servirle la cena, que le había deprimido algo que había dicho William, los pájaros en los árboles, el sofá del rellano, los niños despiertos, Charles Tansley que los despertaba al dejar caer los libros sobre el suelo... ah, no, esto se lo había inventado, lo de la funda de gamuza del reloj que tenía Paul. ¿Cuál de estas cosas le contaría?
"They′re engaged," she said, beginning to knit, "Paul and Minta." -Se han comprometido -dijo, mientras reanudaba la labor-, Paul y Minta.
"So I guessed," he said. There was nothing very much to be said about it. Her mind was still going up and down, up and down with the poetry; he was still feeling very vigorous, very forthright, after reading about Steenie′s funeral. So they sat silent. Then she became aware that she wanted him to say something. -Me lo había figurado -dijo él; no había mucho más que decir. La mente de ella seguía de un lado a otro, de un lado a otro, siguiendo la poesía; él se sentía todavía vigoroso, capaz, después de haber leído lo del funeral de Steenie. Siguieron sentados en silencio. Luego ella se dio cuenta de que quería que él le dijera algo.
Anything, anything, she thought, going on with her knitting. Anything will do. Cualquier cosa, cualquier cosa, pensaba mientras seguía tejiendo, cualquier cosa servirá.
"How nice it would be to marry a man with a wash-leather bag for his watch," she said, for that was the sort of joke they had together. -Qué bonito casarse con un hombre que guarda el reloj en una funda de gamuza -dijo, pero ésta era la clase de broma que sólo ellos compartían.
He snorted. He felt about this engagement as he always felt about any engagement; the girl is much too good for that young man. Slowly it came into her head, why is it then that one wants people to marry? What was the value, the meaning of things? (Every word they said now would be true.) Do say something, she thought, wishing only to hear his voice. For the shadow, the thing folding them in was beginning, she felt, to close round her again. Say anything, she begged, looking at him, as if for help. Resopló con desdén. Pensaba de este compromiso lo que pensaba de todos los compromisos: que la chica valía demasiado para el joven del que se tratara. Lentamente ella comenzó a pensar: ¿por qué querer que se case la gente? ¿Cuál es el valor, el sentido de las cosas? (Las palabras que se dijeran ahora serían la verdad.) Di algo, pensaba ella, con el único deseo de escuchar la voz de él. Porque la sombra, aquella cosa que los incluía a todos, comenzaba a cerrarse sobre ella de nuevo. Di algo, le suplicaba mudamente, mientras lo miraba, como si le pidiera ayuda.
He was silent, swinging the compass on his watch-chain to and fro, and thinking of Scott′s novels and Balzac′s novels. But through the crepuscular walls of their intimacy, for they were drawing together, involuntarily, coming side by side, quite close, she could feel his mind like a raised hand shadowing her mind; and he was beginning, now that her thoughts took a turn he disliked--towards this "pessimism" as he called it--to fidget, though he said nothing, raising his hand to his forehead, twisting a lock of hair, letting it fall again. Él callaba, mientras movía la brújula de un lado a otro suspendida de su cadena, mientras pensaba en las novelas de Scott y en las novelas de Balzac. Pero a través de las paredes crepusculares de su intimidad, porque estaban acercándose, involuntariamente, cada vez más juntos, uno al lado del otro, ella sentía la mente de él como una mano que se alzara y dejara su mente en sombras. Él estaba empezando, ahora que sus pensamientos tomaban un rumbo que a él no le gustaba «pesimismo» lo llamaba él-, a tabalear con los dedos; pero no dijo nada: se llevaba la mano a la frente, enredaba con un rizo del cabello, lo dejaba.
"You won′t finish that stocking tonight," he said, pointing to her stocking. That was what she wanted--the asperity in his voice reproving her. If he says it′s wrong to be pessimistic probably it is wrong, she thought; the marriage will turn out all right. -No acabas el calcetín esta noche, ¿no? -dijo señalando la labor. Eso es lo que ella quería: la asperidad con la que su voz la censuraba. Si dice que está mal ser pesimista, probablemente esté mal, pensaba ella; seguro que el matrimonio saldrá bien.
"No," she said, flattening the stocking out upon her knee, "I shan′t finish it." -No -contestó, alisando el calcetín sobre la rodilla-, no lo termino.
And what then? For she felt that he was still looking at her, but that his look had changed. He wanted something--wanted the thing she always found it so difficult to give him; wanted her to tell him that she loved him. And that, no, she could not do. He found talking so much easier than she did. He could say things--she never could. So naturally it was always he that said the things, and then for some reason he would mind this suddenly, and would reproach her. A heartless woman he called her; she never told him that she loved him. But it was not so--it was not so. It was only that she never could say what she felt. Was there no crumb on his coat? Nothing she could do for him? Getting up, she stood at the window with the reddish-brown stocking in her hands, partly to turn away from him, partly because she remembered how beautiful it often is--the sea at night. But she knew that he had turned his head as she turned; he was watching her. She knew that he was thinking, You are more beautiful than ever. And she felt herself very beautiful. Will you not tell me just for once that you love me? He was thinking that, for he was roused, what with Minta and his book, and its being the end of the day and their having quarrelled about going to the Lighthouse. But she could not do it; she could not say it. Then, knowing that he was watching her, instead of saying anything she turned, holding her stocking, and looked at him. And as she looked at him she began to smile, for though she had not said a word, he knew, of course he knew, that she loved him. He could not deny it. And smiling she looked out of the window and said (thinking to herself, Nothing on earth can equal this happiness)-- Entonces, ¿qué? Porque se daba cuenta de que él se la había quedado mirando, pero había cambiado la forma de mirar. Quería algo: quería algo difícil de cumplir para ella: quería que ella le dijera que lo amaba. Eso no, no podía. Lo de hablar era mucho más fácil para él que para ella. El sabía decir las cosas; ella, no. Era tan natural que él dijera las cosas; luego, a saber por qué, a él no le gustaba esto, y se lo reprochaba a ella. Decía que era una mujer sin corazón, que nunca le decía que lo amaba. Pero no era eso, no era eso. Era sólo que ella no sabía expresar lo que sentía. ¿No se le habrían quedado migas en la chaqueta? ¿No podía ayudarle? Se levantó, se acercó a la ventana, llevaba en las manos el calcetín de color castaño rojizo, en parte para alejarse de él, en parte porque ahora no le importaba contemplar, mientras él la miraba, el Faro. Porque sabía que él la había seguido con la mirada, la miraba. Sabía también en qué pensaba. Estás más hermosa que nunca. Se sintió muy hermosa. ¿No vas a decirme ni una vez siquiera que me amas? Eso es lo que él estaba pensando, porque estaba nervioso, con lo de Minta y su libro, y porque el día se acababa, y porque habían discutido por lo del Faro. Pero no sabía hacerlo, no sabía decirlo. Entonces, sabiendo que él la miraba, en lugar de decir nada, se dio la vuelta, con el calcetín, se quedó mirándolo. Mientras lo miraba, comenzó a sonreír, porque aunque no había dicho una palabra, él sabía, claro que lo sabía, que ella lo amaba. No podía negarlo. Sin dejar de sonreír, miró por la ventana, y dijo (pensando para sí, No hay nada en la tierra semejante a esta felicidad...):
"Yes, you were right. It′s going to be wet tomorrow. You won′t be able to go." And she looked at him smiling. For she had triumphed again. She had not said it: yet he knew. -Sí, tenías razón. Mañana lloverá -no llegó a decirlo, pero él lo sabía. Lo miró sonriendo. Porque ella había vuelto a triunfar.







TIME PASSES PASA EL TIEMPO
1 1
"Well, we must wait for the future to show," said Mr. Bankes, coming in from the terrace. -Habrá que esperar a ver qué trae el futuro -dijo Mr. Bankes, que venía de la terraza.
"It′s almost too dark to see," said Andrew, coming up from the beach. -Casi no se puede ver de oscuro que está -dijo Andrew, que llegaba de la playa.
"One can hardly tell which is the sea and which is the land," said Prue. -Casi no se distingue la tierra del mar -dijo Prue.
"Do we leave that light burning?" said Lily as they took their coats off indoors. -¿Dejamos encendida la luz? -dijo Lily mientras se quitaban los abrigos en el interior.
"No," said Prue, "not if every one′s in." -No -dijo Prue-, no si estamos todos.
"Andrew," she called back, "just put out the light in the hall." -Andrew -gritó Lily-, apaga la luz del recibidor.
One by one the lamps were all extinguished, except that Mr. Carmichael, who liked to lie awake a little reading Virgil, kept his candle burning rather longer than the rest. Una tras otra se apagaron todas las luces, excepto la de Mr. Carmichael, a quien le gustaba quedarse despierto un buen rato, leyendo a Virgilio, y cuya vela seguía ardiendo un rato después de que las demás se hubieran apagado.
2 2
So with the lamps all put out, the moon sunk, and a thin rain drumming on the roof a downpouring of immense darkness began. Nothing, it seemed, could survive the flood, the profusion of darkness which, creeping in at keyholes and crevices, stole round window blinds, came into bedrooms, swallowed up here a jug and basin, there a bowl of red and yellow dahlias, there the sharp edges and firm bulk of a chest of drawers. Not only was furniture confounded; there was scarcely anything left of body or mind by which one could say, "This is he" or "This is she." Sometimes a hand was raised as if to clutch something or ward off something, or somebody groaned, or somebody laughed aloud as if sharing a joke with nothingness. Cuando todas las velas se hubieron apagado, la luna se ocultó, y con el tabaleo de una lluvia muy fina sobre el tejado descendió una inmensa oscuridad. Nada, se diría, podría sobrevivir a esta inundación, a esta profusión de oscuridad que, introduciéndose por los ojos de cerraduras y grietas, por debajo de las persianas, penetraba en los dormitorios, se tragaba aquí una jarra con su palangana; allí, un jarrón de dalias amarillas; y más allá, las nítidas aristas y la mole de una cómoda. No sólo eran los muebles los que se disolvían; apenas quedaba nada, mente o carne, de lo que pudiera decirse: «Esto es ella», o «Esto es él». A veces se alzaba una mano, como si fuera a agarrar algo, o a protegerse de algo, o alguien gruñía, o alguien se reía en voz alta, como si compartiera algún chiste con la nada.
Nothing stirred in the drawing-room or in the dining-room or on the staircase. Only through the rusty hinges and swollen sea-moistened woodwork certain airs, detached from the body of the wind (the house was ramshackle after all) crept round corners and ventured indoors. Almost one might imagine them, as they entered the drawing-room questioning and wondering, toying with the flap of hanging wall-paper, asking, would it hang much longer, when would it fall? Then smoothly brushing the walls, they passed on musingly as if asking the red and yellow roses on the wall-paper whether they would fade, and questioning (gently, for there was time at their disposal) the torn letters in the wastepaper basket, the flowers, the books, all of which were now open to them and asking, Were they allies? Were they enemies? How long would they endure? Nada se movía en el salón, ni en el comedor, ni en la escalera. Sólo atravesando los goznes oxidados, y por entre la hinchada madera, húmeda del mar, ciertos aires, separados del cuerpo de los vientos (la casa, después de todo, estaba deteriorada), sorteaban las esquinas, y se aventuraban a entrar. Casi podían verse con la ayuda de la imaginación, entrando en el salón, preguntando, admirándose de todo, jugando con el desprendido papel de la pared, preguntándose ¿durará mucho?, ¿cuándo se caerá? Casi podían verse rozando delicadamente las paredes, meditando mientras pasaban, como si se preguntaran si las rosas rojas y amarillas del papel se marchitarían, y preguntándose también (con calma, disponían de mucho tiempo) por las cartas rotas de la papelera, por las flores, por los libros, todos abiertos para ellos, que acaso se preguntarían a su vez: ¿Son aliados estos vientos? ¿Son enemigos? ¿Cuánto tiempo resistirían el sufrimiento?
So some random light directing them with its pale footfall upon stair and mat, from some uncovered star, or wandering ship, or the Lighthouse even, with its pale footfall upon stair and mat, the little airs mounted the staircase and nosed round bedroom doors. But here surely, they must cease. Whatever else may perish and disappear, what lies here is steadfast. Here one might say to those sliding lights, those fumbling airs that breathe and bend over the bed itself, here you can neither touch nor destroy. Upon which, wearily, ghostlily, as if they had feather-light fingers and the light persistency of feathers, they would look, once, on the shut eyes, and the loosely clasping fingers, and fold their garments wearily and disappear. And so, nosing, rubbing, they went to the window on the staircase, to the servants′ bedrooms, to the boxes in the attics; descending, blanched the apples on the dining-room table, fumbled the petals of roses, tried the picture on the easel, brushed the mat and blew a little sand along the floor. At length, desisting, all ceased together, gathered together, all sighed together; all together gave off an aimless gust of lamentation to which some door in the kitchen replied; swung wide; admitted nothing; and slammed to. Guiaba estos vientos alguna luz fortuita de cualquier estrella que luciera de repente, o la luz de un barco errante, o del Faro incluso, cuya pálida huella caía sobre la escalera y la estera; y la luz hacía subir las escaleras a los vientecillos, que investigaban en las puertas de los dormitorios. Pero seguro que ahí tenían que detenerse. Aunque todo lo demás pereciera y desapareciera, aquí había algo permanente. Aquí se les podría decir a esas luces escurridizas, a esos aires torpes, que alientan y se ciernen sobre las propias camas, aquí hay algo que no podéis tocar ni destruir. Tras de lo cual, cansados, fantasmales, como con dedos de pluma, y con la delicada insistencia de las plumas, mirarían una sola vez a los ojos cerrados, a los dedos apenas flexionados, se recogerían la ropa, y, cansados, desaparecerían. Así, investigando, rozando todo, llegaban hasta la ventana del rellano, hasta los dormitorios del servicio, hasta los cuartos del ático; descendían, descoloraban las manzanas de la mesa del comedor, se enredaban con los pétalos de las rosas, juzgaban el dibujo del caballete, rozaban la estera, y traían un soplo de arena al suelo. Al cabo, desistían a la vez, y cesaban de moverse a la vez, suspiraban a la vez, y, a la vez, exhalaban su suspiro de queja carente de sentido, al que contestaba la puerta de la cocina, que se abría de par en par, para dar paso a la nada, dando un portazo.
[Here Mr. Carmichael, who was reading Virgil, blew out his candle. It was past midnight.] [Aquí, Mr. Carmichael, que leía a Virgilio, apagaba la vela. Era más de media noche.]
3 3
But what after all is one night? A short space, especially when the darkness dims so soon, and so soon a bird sings, a cock crows, or a faint green quickens, like a turning leaf, in the hollow of the wave. Night, however, succeeds to night. The winter holds a pack of them in store and deals them equally, evenly, with indefatigable fingers. They lengthen; they darken. Some of them hold aloft clear planets, plates of brightness. The autumn trees, ravaged as they are, take on the flash of tattered flags kindling in the gloom of cool cathedral caves where gold letters on marble pages describe death in battle and how bones bleach and burn far away in Indian sands. The autumn trees gleam in the yellow moonlight, in the light of harvest moons, the light which mellows the energy of labour, and smooths the stubble, and brings the wave lapping blue to the shore. Pero, después de todo, ¿qué es una noche? Un espacio muy breve, especialmente cuando oscurece tan temprano, y muy pronto comienzan a cantar los pájaros, los gallos, o a encenderse un débil color verde, o es una hoja la que se da la vuelta en el seno de la ola. La noche, sin embargo, sigue a la noche. El invierno tiene una baraja de noches, y las reparte con justicia, todas iguales; reparte con dedos incansables. Las hay largas y cerradas. Algunas exhiben en lo alto claros planetas, platos brillantes. Los árboles del otoño, expoliados, reciben el reflejo de las deterioradas baldosas que se hallan en los sombríos y fríos nichos de la catedral donde letras de oro sobre páginas de mármol describen las muertes en la batalla, y describen cómo blanquean y arden unos huesos allá lejos, en los desiertos de la India. Los árboles del otoño brillan bajo la luna amarilla, la luz de la luna del equinoccio, la luz que alegra el esfuerzo del trabajo, que pule el rastrojo, que obliga a las olas a lamer la orilla.
It seemed now as if, touched by human penitence and all its toil, divine goodness had parted the curtain and displayed behind it, single, distinct, the hare erect; the wave falling; the boat rocking; which, did we deserve them, should be ours always. But alas, divine goodness, twitching the cord, draws the curtain; it does not please him; he covers his treasures in a drench of hail, and so breaks them, so confuses them that it seems impossible that their calm should ever return or that we should ever compose from their fragments a perfect whole or read in the littered pieces the clear words of truth. For our penitence deserves a glimpse only; our toil respite only. Parecía como si, conmovida por el dolor humano, y por sus fatigas, la divina bondad hubiese descorrido una cortina, y hubiese aparecido tras ella, única, clara, una liebre erguida; o bien la ola que rompe, o la barca que se mece; todas ellas son cosas que, si lo mereciéramos, deberían ser nuestras para siempre. Pero, ay, la divina bondad tira del cordón y corre la cortina; no le agrada; oculta sus tesoros con un diluvio de granizo, y tanto los rompe y confunde que parece imposible que puedan regresar a la calma, o que podamos recomponer con los fragmentos un todo perfecto, o que leamos en esos fragmentos, arrojadas con los desperdicios, las claras palabras de la verdad. Nuestro dolor merece sólo una visión fugaz; nuestras fatigas, una tregua.
The nights now are full of wind and destruction; the trees plunge and bend and their leaves fly helter skelter until the lawn is plastered with them and they lie packed in gutters and choke rain pipes and scatter damp paths. Also the sea tosses itself and breaks itself, and should any sleeper fancying that he might find on the beach an answer to his doubts, a sharer of his solitude, throw off his bedclothes and go down by himself to walk on the sand, no image with semblance of serving and divine promptitude comes readily to hand bringing the night to order and making the world reflect the compass of the soul. The hand dwindles in his hand; the voice bellows in his ear. Almost it would appear that it is useless in such confusion to ask the night those questions as to what, and why, and wherefore, which tempt the sleeper from his bed to seek an answer. Las noches están ahora llenas de viento y destrucción, los árboles se hunden y se doblan, y las hojas vuelan en un remolino hasta que ocultan la hierba, y obstruyen las alcantarillas, y taponan los desagües, y cubren los húmedos senderos. También la mar se agita y se mueve, y si el que duerme se imaginara que podría hallar respuesta a sus preguntas en la playa, y compañía para su soledad, y apartara las ropas, y bajase a pasear por la arena de la playa, ninguna imagen acudiría en su ayuda con prontitud para reducir la noche a orden, y para hacer que el mundo reprodujera la brújula del alma. La mano se esfuma en su mano, la voz ruge en sus oídos. Casi sería inútil en semejante confusión hacerle preguntas a la noche sobre el qué y el porqué y el de qué, preguntas cuyas respuestas tientan a quien duerme en la cama.
[Mr. Ramsay, stumbling along a passage one dark morning, stretched his arms out, but Mrs. Ramsay having died rather suddenly the night before, his arms, though stretched out, remained empty.] [Mr. Ramsay trastrabillando por un pasillo extendía los brazos una oscura mañana, pero Mrs. Ramsay había muerto de repente la noche anterior. Nadie recibía su abrazo.]
4 4
So with the house empty and the doors locked and the mattresses rolled round, those stray airs, advance guards of great armies, blustered in, brushed bare boards, nibbled and fanned, met nothing in bedroom or drawing-room that wholly resisted them but only hangings that flapped, wood that creaked, the bare legs of tables, saucepans and china already furred, tarnished, cracked. What people had shed and left--a pair of shoes, a shooting cap, some faded skirts and coats in wardrobes--those alone kept the human shape and in the emptiness indicated how once they were filled and animated; how once hands were busy with hooks and buttons; how once the looking-glass had held a face; had held a world hollowed out in which a figure turned, a hand flashed, the door opened, in came children rushing and tumbling; and went out again. Now, day after day, light turned, like a flower reflected in water, its sharp image on the wall opposite. Only the shadows of the trees, flourishing in the wind, made obeisance on the wall, and for a moment darkened the pool in which light reflected itself; or birds, flying, made a soft spot flutter slowly across the bedroom floor. De forma que irrumpían esos aires perdidos en la casa vacía; las puertas estaban cerradas; y los colchones, recogidos; los aires eran la vanguardia de ejércitos poderosos; rozaban los desnudos aparadores, mordisqueaban, abanicaban, no hallaban en los dormitorios ni en el salón nada que los detuviera, sólo papeles desprendidos que se movían, madera que rechinaba, las desnudas patas de las mesas, platillos y porcelana sucia, deslucida, desportillada. Lo único que conservaba forma humana era lo que habían abandonado, lo que habían dejado: un par de zapatos, un sombrero de caza, ajados abrigos y faldas en los armarios; y su vaciado indicaba que en otros tiempos estuvieron habitados y llenos de vida: que hubo manos que se afanaron en los corchetes y botones; que el espejo había reflejado una cara; que había contenido un mundo que ahí se abría, en el que giraba una figura, se movía con rapidez una mano, se abría la puerta, entraban aprisa los niños tropezando, volvían a salir. Ahora, un día tras otro, la luz devolvía, como flor que se reflejara en el agua, su clara imagen en la pared de enfrente. Sólo las sombras de los árboles, que florecían en el viento, presentaban sus respetos sobre la pared, y durante un fugaz momento ensombrecían el charquito en el que se reflejaba la propia luz; o los pájaros, al volar, hacían que cruzara lentamente el suelo del dormitorio una delicada manchita.
So loveliness reigned and stillness, and together made the shape of loveliness itself, a form from which life had parted; solitary like a pool at evening, far distant, seen from a train window, vanishing so quickly that the pool, pale in the evening, is scarcely robbed of its solitude, though once seen. Loveliness and stillness clasped hands in the bedroom, and among the shrouded jugs and sheeted chairs even the prying of the wind, and the soft nose of the clammy sea airs, rubbing, snuffling, iterating, and reiterating their questions--"Will you fade? Will you perish?"--scarcely disturbed the peace, the indifference, the air of pure integrity, as if the question they asked scarcely needed that they should answer: we remain. Reinaban el amor y la quietud, y juntos componían la propia imagen del amor, una imagen despojada de vida; solitaria como un charco al atardecer, lejano, visto desde la ventana de un tren, y que tan aprisa se desvanecía que, blanco de crepúsculo, aunque se le llegase a ver, apenas era despojado de su soledad. El amor y la quietud se daban la mano en el dormitorio; y, entre jarras cubiertas y sillones enfundados, ni siquiera turbaban aquella paz la impertinencia del viento o la húmeda nariz de los aires marinos, que rozaban, olisqueaban, repetían, reiteraban las preguntas -«¿Desaparecéis?, ¿morís?»-; tampoco turbaban la indiferencia, el aire de pura integridad, como si las preguntas que hacían apenas exigieran respuesta de ellos: nos quedamos.
Nothing it seemed could break that image, corrupt that innocence, or disturb the swaying mantle of silence which, week after week, in the empty room, wove into itself the falling cries of birds, ships hooting, the drone and hum of the fields, a dog′s bark, a man′s shout, and folded them round the house in silence. Once only a board sprang on the landing; once in the middle of the night with a roar, with a rupture, as after centuries of quiescence, a rock rends itself from the mountain and hurtles crashing into the valley, one fold of the shawl loosened and swung to and fro. Then again peace descended; and the shadow wavered; light bent to its own image in adoration on the bedroom wall; and Mrs. McNab, tearing the veil of silence with hands that had stood in the wash-tub, grinding it with boots that had crunched the shingle, came as directed to open all windows, and dust the bedrooms. Nada, al parecer, podía romper aquella imagen, corromper aquella inocencia, o turbar el inestable manto de silencio que, una semana tras otra, en la habitación vacía, se entretejía con los tenues trinos de los pájaros, con las sirenas de los barcos, con el murmullo y zumbido de los campos que envolvían la silenciosa casa: el ladrido de un perro, el grito de un hombre. Sólo una vez una tabla cayó en el rellano, en medio de la noche, con estruendo, con desgarro; como, tras siglos de quietud, se desgaja una piedra del monte, y se arroja rodando ruidosamente al valle; un pliegue del chal se había desprendido y se movía de un lado a otro. Luego regresó la paz, se estremecieron las sombras; y la luz de nuevo se inclinaba para adorarse a sí misma en la pared de la habitación, cuando he aquí que Mrs. McNab, tras rasgar el velo del silencio con manos que habían frecuentado la tabla de fregar, lo hizo trizas con zapatos que rechinaban sobre la gravilla; venía, como le habían ordenado, a abrir las ventanas, y a limpiar el polvo de las habitaciones.
5 5
As she lurched (for she rolled like a ship at sea) and leered (for her eyes fell on nothing directly, but with a sidelong glance that deprecated the scorn and anger of the world--she was witless, she knew it), as she clutched the banisters and hauled herself upstairs and rolled from room to room, she sang. Rubbing the glass of the long looking-glass and leering sideways at her swinging figure a sound issued from her lips--something that had been gay twenty years before on the stage perhaps, had been hummed and danced to, but now, coming from the toothless, bonneted, care-taking woman, was robbed of meaning, was like the voice of witlessness, humour, persistency itself, trodden down but springing up again, so that as she lurched, dusting, wiping, she seemed to say how it was one long sorrow and trouble, how it was getting up and going to bed again, and bringing things out and putting them away again. It was not easy or snug this world she had known for close on seventy years. Bowed down she was with weariness. How long, she asked, creaking and groaning on her knees under the bed, dusting the boards, how long shall it endure? but hobbled to her feet again, pulled herself up, and again with her sidelong leer which slipped and turned aside even from her own face, and her own sorrows, stood and gaped in the glass, aimlessly smiling, and began again the old amble and hobble, taking up mats, putting down china, looking sideways in the glass, as if, after all, she had her consolations, as if indeed there twined about her dirge some incorrigible hope. Visions of joy there must have been at the wash- tub, say with her children (yet two had been base-born and one had deserted her), at the public-house, drinking; turning over scraps in her drawers. Some cleavage of the dark there must have been, some channel in the depths of obscurity through which light enough issued to twist her face grinning in the glass and make her, turning to her job again, mumble out the old music hall song. The mystic, the visionary, walking the beach on a fine night, stirring a puddle, looking at a stone, asking themselves "What am I," "What is this?" had suddenly an answer vouchsafed them: (they could not say what it was) so that they were warm in the frost and had comfort in the desert. But Mrs. McNab continued to drink and gossip as before. Cantaba mientras se bamboleaba (porque se movía como un barco en la mar) y miraba con enfado de reojo (no miraba de frente, sino de reojo, con una mirada que censuraba el desdén y la ira del mundo: era una ignorante, lo sabía), mientras se agarraba a la balaustrada, y subía con fatiga las escaleras, y mientras pasaba de una habitación a otra; cantaba. Frotaba el vidrio del espejo grande; y seguía mirando de reojo, enfadada, su figura que se movía de un lado a otro; de sus labios salía un sonido: algo que había sido alegre veinte años antes, acaso sobre los escenarios, que se había tarareado, y se había bailado, pero ahora, que procedía de la desdentada mujer de la limpieza con su gorrito, había sido despojado de todo significado: era como la voz de un humor ignorante, persistente, pisoteado, pero erguido de nuevo; de forma que mientras se movía de un lado a otro, al limpiar el polvo, al fregar, parecía decir que la vida consistía en una única y prolongada tristeza, que todo se reducía a levantarse y acostarse, a sacar cosas y guardarlas. No era un mundo cómodo ni fácil, bien que lo conocía desde hacía setenta años. Estaba vencida de cansancio. ¿Cuánto tiempo...?, se preguntaba, dolorida, gruñendo, de rodillas, bajo la cama, limpiando el polvo de los muebles, ¿cuánto tiempo durará esto? Pero al momento se ponía de nuevo en pie con torpes movimientos, cogía fuerza, y de nuevo con la mirada de reojo, que se desviaba de sus propios ojos e incluso de su cara, y de sus penas, se erguía y se miraba en el espejo, sonriendo sin motivo, y comenzaba de nuevo el cansado ir y venir, el trastrabillar: cogiendo esteras, sacando la porcelana, mirando de reojo el espejo, como si, después de todo, tuviera sus consuelos, como si se hubiera enredado en su elegía alguna incorregible esperanza. Seguro que hubo momentos de felicidad ante la tabla de lavar, con sus hijos (aunque dos habían sido naturales, y uno la había abandonado), en el bar, bebiendo, rebuscando en los cajones. Debe de haber habido alguna fisura en la oscuridad, algún venero en la profundidad de la oscuridad con luz suficiente para desfigurar su cara sonriente en el espejo, y hacer, de vuelta al trabajo, que musitara una vieja canción de music hall. Mientras tanto el místico y el visionario paseaban por la playa, removían un charco, miraban una piedra, se preguntaban: «
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The Spring without a leaf to toss, bare and bright like a virgin fierce in her chastity, scornful in her purity, was laid out on fields wide- eyed and watchful and entirely careless of what was done or thought by the beholders. [Prue Ramsay, leaning on her father′s arm, was given in marriage. What, people said, could have been more fitting? And, they added, how beautiful she looked!] La primavera, a la que no le quedaba una hoja por echar, desnuda y deslumbrante como una virgen que defendiera su castidad, desdeñosa a causa de su pureza, se había posado sobre la campiña con los ojos abiertos y vigilante sin cuidarse de lo que hicieran o pensaran los que miraban. [Prue Ramsay, del brazo de su padre, se había casado ese mayo. ¿Qué más apropiado?, decía la gente. Y agregaban: ¡Qué hermosa estaba!]
As summer neared, as the evenings lengthened, there came to the wakeful, the hopeful, walking the beach, stirring the pool, imaginations of the strangest kind--of flesh turned to atoms which drove before the wind, of stars flashing in their hearts, of cliff, sea, cloud, and sky brought purposely together to assemble outwardly the scattered parts of the vision within. In those mirrors, the minds of men, in those pools of uneasy water, in which clouds for ever turn and shadows form, dreams persisted, and it was impossible to resist the strange intimation which every gull, flower, tree, man and woman, and the white earth itself seemed to declare (but if questioned at once to withdraw) that good triumphs, happiness prevails, order rules; or to resist the extraordinary stimulus to range hither and thither in search of some absolute good, some crystal of intensity, remote from the known pleasures and familiar virtues, something alien to the processes of domestic life, single, hard, bright, like a diamond in the sand, which would render the possessor secure. Moreover, softened and acquiescent, the spring with her bees humming and gnats dancing threw her cloak about her, veiled her eyes, averted her head, and among passing shadows and flights of small rain seemed to have taken upon her a knowledge of the sorrows of mankind. Al acercarse el verano, al alargarse las tardes, imaginaciones de la más extraña clase visitaban a los despiertos, a los esperanzados que paseaban por la playa, que turbaban la calma del charco: carne que se convertía en átomos que se llevaba el viento, estrellas que rutilaban en sus corazones, acantilados, mar, nube y cielo reunidos intencionadamente para asociar exteriormente las partes desperdigadas de la visión interior. En esos espejos -las mentes de los hombres-, en esos charcos de aguas inquietas, donde las nubes se mueven de forma incesante, y se forman las sombras, persistían los sueños, y era imposible oponerse a la extraña insinuación que cada gaviota, árbol, hombre y mujer y aun la blanca tierra parecían manifestar (pero lo retirarían si se les preguntaba una sola vez): que el bien triunfa, que prevalece la felicidad, que reina el orden; u oponerse al extraño impulso de querer ir de un lado a otro en busca del bien absoluto, de algún cristal precioso, lejos de los placeres conocidos y de las virtudes familiares, algo ajeno a los procesos de la vida hogareña, único, duro, luciente, como un diamante en la arena, que volviera confiado a su posesor. Más aún, velada y complaciente, la primavera, con sus abejas zumbando, con los mosquitos danzando, se ceñía su túnica, velaba sus propios ojos, desviaba la mirada, y entre sombras pasajeras y el vuelo de la menuda lluvia parecía poseer un conocimiento completo de las penas de la humanidad.
[Prue Ramsay died that summer in some illness connected with childbirth, which was indeed a tragedy, people said, everything, they said, had promised so well.] [Prue Ramsay murió durante el verano de alguna enfermedad relacionada con el parto, lo cual, en verdad, fue una tragedia, dijeron. Decían que nadie merecía más la felicidad.]
And now in the heat of summer the wind sent its spies about the house again. Flies wove a web in the sunny rooms; weeds that had grown close to the glass in the night tapped methodically at the window pane. When darkness fell, the stroke of the Lighthouse, which had laid itself with such authority upon the carpet in the darkness, tracing its pattern, came now in the softer light of spring mixed with moonlight gliding gently as if it laid its caress and lingered steathily and looked and came lovingly again. But in the very lull of this loving caress, as the long stroke leant upon the bed, the rock was rent asunder; another fold of the shawl loosened; there it hung, and swayed. Through the short summer nights and the long summer days, when the empty rooms seemed to murmur with the echoes of the fields and the hum of flies, the long streamer waved gently, swayed aimlessly; while the sun so striped and barred the rooms and filled them with yellow haze that Mrs. McNab, when she broke in and lurched about, dusting, sweeping, looked like a tropical fish oaring its way through sun-lanced waters. Ahora, con el calor del verano, el viento enviaba sus espías de nuevo a la casa. Las moscas tejían una tela en las soleadas habitaciones; las hierbas, que habían crecido durante la noche hasta el cristal, llamaban al cristal de la ventana de forma disciplinada. Cuando caía la oscuridad, el haz de luz del Faro, que con tanta autoridad se había posado sobre la alfombra en la oscuridad, grabando un dibujo, aparecía ahora, con la luz más delicada de la primavera, mezclado con luz de luna, deslizándose con suavidad como si depositara sus caricias, y se demorara de forma furtiva, y mirase y regresase amoroso. Pero mientras duraba la canción de cuna de la propia caricia amorosa, mientras la larga luz del Faro se posaba sobre la cama, la piedra se desgajaba; otro pliegue del chal se desprendía, se quedaba colgando, se balanceaba. Durante las cortas noches de verano, y durante los largos días de verano, cuando las habitaciones vacías parecían resonar con los ecos del campo, y con el zumbido de las moscas, la larga enseña se movía con delicadeza, se balanceaba inútil; mientras que el sol decoraba con barras las habitaciones, y las llenaba de una calina amarilla, y Mrs. McNab, cuando irrumpió balanceándose -quitaba el polvo, barría-, parecía un pez tropical que nadara entre aguas atravesadas por los rayos del sol.
But slumber and sleep though it might there came later in the summer ominous sounds like the measured blows of hammers dulled on felt, which, with their repeated shocks still further loosened the shawl and cracked the tea-cups. Now and again some glass tinkled in the cupboard as if a giant voice had shrieked so loud in its agony that tumblers stood inside a cupboard vibrated too. Then again silence fell; and then, night after night, and sometimes in plain mid-day when the roses were bright and light turned on the wall its shape clearly there seemed to drop into this silence, this indifference, this integrity, the thud of something falling. A pesar del sueño y el sopor, por fin llegaban al final del verano los sonidos ominosos como golpes calculados de martillos que cayeran sobre fieltro, que, con su repetido golpear, terminaran por desprender aún más el chal, y por agrietar aún más las tazas de porcelana. De vez en cuando tintineaba en la alacena algún vaso, como si una voz de gigante hubiese chillado tanto en su agonía que las copas de alguna alacena hubiesen vibrado también. Todo quedaba en silencio de nuevo; y entonces, noche tras noche, y a veces a plena luz del mediodía, cuando las rosas lucían, y la luz reflejaba su sombra en la tapia con nitidez, parecía descender sobre este silencio, esta indiferencia, esta integridad, el golpe sordo de algo que caía.
[A shell exploded. Twenty or thirty young men were blown up in France, among them Andrew Ramsay, whose death, mercifully, was instantaneous.] [Estalló una granada. Murieron veinte o treinta jóvenes en Francia; entre ellos, Andrew Ramsay; su muerte, misericordiosamente, fue instantánea.]
At that season those who had gone down to pace the beach and ask of the sea and sky what message they reported or what vision they affirmed had to consider among the usual tokens of divine bounty--the sunset on the sea, the pallor of dawn, the moon rising, fishing-boats against the moon, and children making mud pies or pelting each other with handfuls of grass, something out of harmony with this jocundity and this serenity. There was the silent apparition of an ashen-coloured ship for instance, come, gone; there was a purplish stain upon the bland surface of the sea as if something had boiled and bled, invisibly, beneath. This intrusion into a scene calculated to stir the most sublime reflections and lead to the most comfortable conclusions stayed their pacing. It was difficult blandly to overlook them; to abolish their significance in the landscape; to continue, as one walked by the sea, to marvel how beauty outside mirrored beauty within. En esta estación del año, quienes habían bajado a la playa a pasear y a preguntar a la mar y al cielo qué mensaje enviaban, o qué visión confirmaban, tenían que considerar, entre las muestras comunes de la bondad divina, la puesta de sol sobre la mar, la palidez del crepúsculo, la salida de la luna, las barcas de pesca contra la luna, y los niños tirándose unos a otros puñados de hierbas, si no había algo que disonara en esta alegría, en esta serenidad. Estaba la silenciosa aparición del navío de color ceniciento, por ejemplo: venía, se iba; había una mancha púrpura sobre la delicada superficie de la mar, como si algo hubiera hervido y se hubiera desangrado abajo, invisible, en el interior. Esta intromisión en una escena pensada para promover las reflexiones más sublimes, para conducir a las más placenteras conclusiones entorpecía sus pasos. Era difícil, si se era educado, no prestarles atención, abolir su significación en el paisaje; era difícil continuar, mientras se seguía paseando a la orilla de la mar, maravillándose de cómo la belleza del exterior reflejaba la del interior.
Did Nature supplement what man advanced? Did she complete what he began? With equal complacence she saw his misery, his meanness, and his torture. That dream, of sharing, completing, of finding in solitude on the beach an answer, was then but a reflection in a mirror, and the mirror itself was but the surface glassiness which forms in quiescence when the nobler powers sleep beneath? Impatient, despairing yet loth to go (for beauty offers her lures, has her consolations), to pace the beach was impossible; contemplation was unendurable; the mirror was broken. ¿Complementaba la naturaleza los avances del hombre? ¿Concluía lo que había comenzado? Con la complacencia con la que veía la miseria del hombre, disculpaba su mezquindad, y cohonestaba su tortura. ¿Aquel sueño, pues, de compartir, de completar, de hallar en la soledad de la playa una respuesta, no era sino una imagen en un espejo?; y el propio espejo, ¿no sería sino una superficie pulida que se formase obedeciendo los poderes más nobles que durmieran en su interior? Impacientes, indecisos entre irse o quedarse (porque la belleza ofrece sus atractivos, sus consuelos): pasear por la playa era imposible; la contemplación era insoportable; el espejo estaba roto.
[Mr. Carmichael brought out a volume of poems that spring, which had an unexpected success. The war, people said, had revived their interest in poetry.] [Mr. Carmichael publicó un libro de poemas en primavera, y tuvo un éxito sorprendente. La guerra, decían, había reavivado el interés por la poesía.]
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Night after night, summer and winter, the torment of storms, the arrow- like stillness of fine (had there been any one to listen) from the upper rooms of the empty house only gigantic chaos streaked with lightning could have been heard tumbling and tossing, as the winds and waves disported themselves like the amorphous bulks of leviathans whose brows are pierced by no light of reason, and mounted one on top of another, and lunged and plunged in the darkness or the daylight (for night and day, month and year ran shapelessly together) in idiot games, until it seemed as if the universe were battling and tumbling, in brute confusion and wanton lust aimlessly by itself. Una noche tras otra, verano e invierno, el suplicio de las tormentas, la quietud de flecha del buen tiempo, mantenían su diálogo sin interferencia. Atendiendo (si hubiera habido alguien que escuchara) desde las habitaciones de arriba de la casa vacía podría haberse escuchado sólo un gigantesco caos enhebrado de relámpagos, cayendo, derribándose, mientras vientos y olas jugaban como bultos amorfos de Leviatanes cuya frente careciese de la luz de la razón, que se subiesen los unos encima de los otros, y alborotasen y se moviesen en la oscuridad o a plena luz del día (porque noche y día, mes y año se precipitaban unos sobre otros en confusas formas) dedicándose a juegos idiotas, hasta que tal parecía que todo el universo luchase y se tambalease, en brutal confusión y en insolente e inmotivada lascivia.
In spring the garden urns, casually filled with wind-blown plants, were gay as ever. Violets came and daffodils. But the stillness and the brightness of the day were as strange as the chaos and tumult of night, with the trees standing there, and the flowers standing there, looking before them, looking up, yet beholding nothing, eyeless, and so terrible. En primavera, los jarrones del jardín, llenados al azar con plantas traídas por el viento, estaban tan alegres como de costumbre. Hubo violetas y narcisos. Pero la quietud y el resplandor del día eran tan extraños como el tumulto de la noche, con los árboles ahí erguidos, y las flores, mirando ante ellos, mirando hacia arriba, y sin ver nada, sin ojos, y tan terribles.
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Thinking no harm, for the family would not come, never again, some said, and the house would be sold at Michaelmas perhaps, Mrs. McNab stooped and picked a bunch of flowers to take home with her. She laid them on the table while she dusted. She was fond of flowers. It was a pity to let them waste. Suppose the house were sold (she stood arms akimbo in front of the looking-glass) it would want seeing to--it would. There it had stood all these years without a soul in it. The books and things were mouldy, for, what with the war and help being hard to get, the house had not been cleaned as she could have wished. It was beyond one person′s strength to get it straight now. She was too old. Her legs pained her. All those books needed to be laid out on the grass in the sun; there was plaster fallen in the hall; the rain-pipe had blocked over the study window and let the water in; the carpet was ruined quite. But people should come themselves; they should have sent somebody down to see. For there were clothes in the cupboards; they had left clothes in all the bedrooms. What was she to do with them? They had the moth in them--Mrs. Ramsay′s things. Poor lady! She would never want THEM again. She was dead, they said; years ago, in London. There was the old grey cloak she wore gardening (Mrs. McNab fingered it). She could see her, as she came up the drive with the washing, stooping over her flowers (the garden was a pitiful sight now, all run to riot, and rabbits scuttling at you out of the beds)--she could see her with one of the children by her in that grey cloak. There were boots and shoes; and a brush and comb left on the dressing-table, for all the world as if she expected to come back tomorrow. (She had died very sudden at the end, they said.) And once they had been coming, but had put off coming, what with the war, and travel being so difficult these days; they had never come all these years; just sent her money; but never wrote, never came, and expected to find things as they had left them, ah, dear! Why the dressing-table drawers were full of things (she pulled them open), handkerchiefs, bits of ribbon. Yes, she could see Mrs. Ramsay as she came up the drive with the washing. Creyendo que no hacía nada malo, porque la familia no vendría, nunca más, y la casa la venderían para San Miguel, Mrs. McNab se agachó para coger un ramo de flores, para llevárselo a casa. Las dejó sobre la mesa mientras limpiaba el polvo. Le gustaban las flores. Era una pena dejar que se marchitasen. Si se vendiese la casa (se quedó en pie con los brazos en jarras ante el espejo), habría que cuidarla, seguro. Todos estos años los había pasado sin una sola alma en ella. Los libros y las cosas estaban mohosas, porque, con lo de la guerra, y lo difícil que era conseguir ayuda de nadie, la casa no se había limpiado como a ella le habría gustado. Hacían falta más fuerzas que las de una sola persona para ponerla en orden. Ella era demasiado vieja. Le dolían las piernas. Habría hecho falta poner los libros al sol, sobre la hierba; en el recibidor había caído yeso; el canalón de desagüe de las lluvias se había obstruido sobre la ventana del estudio, y había dejado entrar agua; la alfombra estaba estropeada, mucho. Pero deberían haber venido, deberían haber enviado a alguien. Porque había ropa en los armarios, habían dejado ropa en todos los dormitorios. ¿Qué tenía que hacer con la ropa? Estaba apolillada: lo de Mrs. Ramsay. ¡Pobre señora! ¡Nunca volvería a necesitar sus cosas! Había muerto, le habían dicho; hacía algunos años, en Londres. Aquí estaba el viejo guardapolvo gris que se ponía para trabajar en el jardín (Mrs. McNab lo tocó). Todavía la veía, cuando venía por el camino con la colada, inclinada sobre las flores (daba pena ver el jardín ahora, todo abandonado, y los conejos mirándote desde los parterres); la veía con el guardapolvo, siempre con un niño. Había botas y zapatos; y había un cepillo y un peine en el tocador, como si fuera a venir al día siguiente. (Había muerto de forma repentina, dijeron.) Una vez iban a venir, pero lo pospusieron, con lo de la guerra, y con lo difícil que era viajar en aquellos momentos; sólo le mandaban el dinero; pero no escribían, no venían, y querían encontrar las cosas como las habían dejado, ¡ah, sí! Los cajones de las tocadores estaban llenos de cosas (los abría), pañuelos, cintas. Sí, veía a Mrs. Ramsay cuando subía por el camino con la colada.
"Good-evening, Mrs. McNab," she would say. «Buenas tardes, Mrs. McNab», solía decir.
She had a pleasant way with her. The girls all liked her. But, dear, many things had changed since then (she shut the drawer); many families had lost their dearest. So she was dead; and Mr. Andrew killed; and Miss Prue dead too, they said, with her first baby; but everyone had lost someone these years. Prices had gone up shamefully, and didn′t come down again neither. She could well remember her in her grey cloak. La trataba bien. Les caía bien a las niñas. Pero, sí, habían cambiado muchas cosas desde entonces (cerró el cajón); muchas familias habían perdido a sus seres más queridos. Ella había muerto; a Mr. Andrew lo habían matado; Miss Prue también había muerto, decían, al dar a luz; pero todo el mundo había perdido a alguien durante estos años. Los precios habían subido de una forma lamentable, y no bajaban. Sí que la veía todavía con aquel guardapolvo gris.
"Good-evening, Mrs. McNab," she said, and told cook to keep a plate of milk soup for her--quite thought she wanted it, carrying that heavy basket all the way up from town. She could see her now, stooping over her flowers; and faint and flickering, like a yellow beam or the circle at the end of a telescope, a lady in a grey cloak, stooping over her flowers, went wandering over the bedroom wall, up the dressing-table, across the wash-stand, as Mrs. McNab hobbled and ambled, dusting, straightening. And cook′s name now? Mildred? Marian?--some name like that. Ah, she had forgotten--she did forget things. Fiery, like all red-haired women. Many a laugh they had had. She was always welcome in the kitchen. She made them laugh, she did. Things were better then than now. «Buenas tardes, Mrs. McNab», saludaba, y le decía a la cocinera que le ofreciese un tazón de leche, se daba cuenta de que lo necesitaba, cargada con la pesada bolsa por toda la cuesta desde el pueblo. Todavía la veía, inclinada entre las flores (y cruzaba las paredes del dormitorio, el tocador, el lavabo, desvaída e intermitente, como un rayo amarillo o el círculo al final del telescopio, una dama con un guardapolvo gris, inclinada entre las flores, y Mrs. McNab trastrabillaba y se movía mientras quitaba el polvo, mientras ordenaba las cosas). ¿Cómo se llamaba la cocinera? ¿Mildred? ¿Marian?: algo parecido. Ay, se le había olvidado: cómo se le olvidaban las cosas. Temperamental, como todas las pelirrojas. Mucho se habían reído juntas. Siempre era bien recibida en la cocina. Les hacía reír, vaya que sí. Las cosas estaban mejor entonces que ahora.
She sighed; there was too much work for one woman. She wagged her head this side and that. This had been the nursery. Why, it was all damp in here; the plaster was falling. Whatever did they want to hang a beast′s skull there? gone mouldy too. And rats in all the attics. The rain came in. But they never sent; never came. Some of the locks had gone, so the doors banged. She didn′t like to be up here at dusk alone neither. It was too much for one woman, too much, too much. She creaked, she moaned. She banged the door. She turned the key in the lock, and left the house alone, shut up, locked. Suspiró: demasiado trabajó para una sola mujer. Movía la cabeza hacia acá, hacia allá. Este era el cuarto de los niños, pero, estaba húmedo, vaya, se caía la pintura. ¿Por qué colgaron el cráneo de ese animal ahí?, también estaba mohoso. Había ratas en el ático. Había goteras. Pero no hacían nada, no venían. Algunas cerraduras se habían estropeado, las puertas no encajaban. No le gustaría quedarse sola aquí al anochecer. Demasiado para una mujer, demasiado, demasiado. Se quejaba, gruñía. Dio un portazo. Introdujo la llave en la cerradura, cerró, se fue tras haber cerrado, dejó sola la casa.
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The house was left; the house was deserted. It was left like a shell on a sandhill to fill with dry salt grains now that life had left it. The long night seemed to have set in; the trifling airs, nibbling, the clammy breaths, fumbling, seemed to have triumphed. The saucepan had rusted and the mat decayed. Toads had nosed their way in. Idly, aimlessly, the swaying shawl swung to and fro. A thistle thrust itself between the tiles in the larder. The swallows nested in the drawing- roon; the floor was strewn with straw; the plaster fell in shovelfuls; rafters were laid bare; rats carried off this and that to gnaw behind the wainscots. Tortoise-shell butterflies burst from the chrysalis and pattered their life out on the window-pane. Poppies sowed themselves among the dahlias; the lawn waved with long grass; giant artichokes towered among roses; a fringed carnation flowered among the cabbages; while the gentle tapping of a weed at the window had become, on winters′ nights, a drumming from sturdy trees and thorned briars which made the whole room green in summer. La casa se quedó sola, desierta. Se quedaba como una concha en una duna de la playa: para llenarse de granitos de sal secos, ahora que la había abandonado la vida. Parecía que hubiera descendido una prolongada noche: los aires enredadores, juguetones, los aires con olor a marisma, inquietos, parecían haber triunfado. La cazuela estaba oxidada, la estera estaba deteriorada. Habían entrado sapos. Perezosamente, sin propósito definido, el chal se movía a un lado y a otro. Un cardo se había alojado entre las tejas de la despensa. Las golondrinas anidaban en el salón, el suelo estaba sembrado de paja, el yeso se caía a puñados, se veían las vigas, las ratas se llevaban esto o aquello para roerlo tras los zócalos. De las crisálidas nacían mariposas Vanesa (pavón diurna) que agitaban su vida contra el cristal de la ventana. Las amapolas se sembraban solas entre las dalias; en el césped ondeaban las altas hierbas; sobresalían alcachofas gigantes por encima de las rosas; un clavel reventón florecía entre los repollos; mientras que el delicado golpear de una hierba contra la ventana se había convertido, en las noches de invierno, en un repicar de sólidos árboles y espinosos brezos que volvían verde la habitación en verano.
What power could now prevent the fertility, the insensibility of nature? Mrs. McNab′s dream of a lady, of a child, of a plate of milk soup? It had wavered over the walls like a spot of sunlight and vanished. She had locked the door; she had gone. It was beyond the strength of one woman, she said. They never sent. They never wrote. There were things up there rotting in the drawers--it was a shame to leave them so, she said. The place was gone to rack and ruin. Only the Lighthouse beam entered the rooms for a moment, sent its sudden stare over bed and wall in the darkness of winter, looked with equanimity at the thistle and the swallow, the rat and the straw. Nothing now withstood them; nothing said no to them. Let the wind blow; let the poppy seed itself and the carnation mate with the cabbage. Let the swallow build in the drawing-room, and the thistle thrust aside the tiles, and the butterfly sun itself on the faded chintz of the arm-chairs. Let the broken glass and the china lie out on the lawn and be tangled over with grass and wild berries. ¿Qué fuerza podría oponerse a la fertilidad, a la insensibilidad de la naturaleza? ¿El recuerdo de Mrs. McNab acerca de una dama, de un niño, de un tazón de leche? Había temblado sobre las paredes como el reflejo de una luz, y había desaparecido. Había cerrado la puerta con llave, y se había ido. Era superior a las fuerzas de una sola mujer, había dicho. Nunca venían. Nunca escribían. Había cosas que se pudrían en los cajones: era una verdadera pena dejarlo así, decía. La casa se había echado a perder. Sólo el rayo del Faro entraba en las habitaciones brevemente, enviaba su mirada fija sobre la cama y la pared en la oscuridad del invierno, miraba con ecuanimidad el cardo y la golondrina, la rata y la paja. Nada los detenía ahora, nada les decía que no. Que soplase el viento, que la amapola brotase donde quisiera, que el clavel confraternizase con el repollo. Que la golondrina anidase en el salón, y que el cardo desplazase las tejas, y que las mariposas tomasen el sol sobre la ajada cretona de los sillones. Que los vasos y la porcelana rotos terminen en el césped para que se enreden en ellos la hierba y las bayas silvestres.
For now had come that moment, that hesitation when dawn trembles and night pauses, when if a feather alight in the scale it will be weighed down. One feather, and the house, sinking, falling, would have turned and pitched downwards to the depths of darkness. In the ruined room, picnickers would have lit their kettles; lovers sought shelter there, lying on the bare boards; and the shepherd stored his dinner on the bricks, and the tramp slept with his coat round him to ward off the cold. Then the roof would have fallen; briars and hemlocks would have blotted out path, step and window; would have grown, unequally but lustily over the mound, until some trespasser, losing his way, could have told only by a red-hot poker among the nettles, or a scrap of china in the hemlock, that here once someone had lived; there had been a house. Porque había llegado el momento, esa duda en la que el crepúsculo tiembla y la noche hace una pausa, cuando una pluma sobre un platillo inclina la balanza. Una pluma tan sólo, y la casa, hundiéndose, cayéndose, se habría vencido y se habría precipitado en la más profunda oscuridad. En la habitación destruida, habrían acampado los excursionistas con sus cazos, los amantes habrían buscado refugio en ella, el pastor habría guardado el almuerzo entre ladrillos, y el vagabundo se habría envuelto en su abrigo para protegerse del frío cuando durmiera. Después se habría hundido el tejado; los brezos y la cicuta habrían borrado el sendero, los escalones y las ventanas; habrían crecido, de forma desigual, pero lujuriosamente, sobre el montículo, hasta que algún intruso, que se hubiera extraviado, hubiera podido decir por una liliácea como una barra al rojo vivo entre ortigas, o un trozo de porcelana entre la cicuta, que ahí había vivido alguien, que ahí había habido una casa.
If the feather had fallen, if it had tipped the scale downwards, the whole house would have plunged to the depths to lie upon the sands of oblivion. But there was a force working; something not highly conscious; something that leered, something that lurched; something not inspired to go about its work with dignified ritual or solemn chanting. Mrs. McNab groaned; Mrs. Bast creaked. They were old; they were stiff; their legs ached. They came with their brooms and pails at last; they got to work. All of a sudden, would Mrs. McNab see that the house was ready, one of the young ladies wrote: would she get this done; would she get that done; all in a hurry. They might be coming for the summer; had left everything to the last; expected to find things as they had left them. Slowly and painfully, with broom and pail, mopping, scouring, Mrs. McNab, Mrs. Bast, stayed the corruption and the rot; rescued from the pool of Time that was fast closing over them now a basin, now a cupboard; fetched up from oblivion all the Waverley novels and a tea-set one morning; in the afternoon restored to sun and air a brass fender and a set of steel fire-irons. George, Mrs. Bast′s son, caught the rats, and cut the grass. They had the builders. Attended with the creaking of hinges and the screeching of bolts, the slamming and banging of damp-swollen woodwork, some rusty laborious birth seemed to be taking place, as the women, stooping, rising, groaning, singing, slapped and slammed, upstairs now, now down in the cellars. Oh, they said, the work! Si la pluma hubiera caído, si hubiera vencido la balanza hacia abajo, toda la casa hubiera caído hasta lo más profundo para hundirse en las arenas del olvido. Pero había allí una fuerza, algo no muy consciente, algo que miraba de reojo, algo que se movía de un lado a otro, algo que no había sido estimulado a trabajar con rituales muy dignos ni con cánticos solemnes. Mrs. McNab gruñía, Mrs. Bast refunfuñaba. Eran viejas, estaban entumecidas, les dolían las piernas. Por fin llegaron con escobas y cubos, se pusieron a trabajar. De repente, ¿podría Mrs. McNab arreglar la casa?, una de las jóvenes había escrito. ¿Podría hacer esto?, ¿podría hacer aquello?, todo aprisa. Pudiera ser que vinieran en verano, habían dejado todo para el final, y esperaban hallar todo como lo habían dejado. Lenta y penosamente, con cubo y escoba, barriendo, sacudiendo, Mrs. McNab, Mrs. Bast, detuvieron el avance de la decadencia y la podredumbre; rescataban del charco del Tiempo, que amenazaba con engullirlos, ya una palangana, ya una alacena; por la mañana rescataban del olvido todo el ciclo de novelas de Waverley y un juego de té; por la tarde restituían al sol y al aire una badila de latón y un juego de morillos de hierro. George, el hijo de Mrs. Bast, cazaba las ratas y cortaba la hierba. Había albañiles. Escoltado por los chirridos de los goznes, por el rechinar de las cerraduras, por los golpes y portazos de maderas hinchadas por la humedad, llegaba un laborioso y oxidado nacimiento; mientras las mujeres, inclinándose, levantándose, gruñendo, cantando, daban portazos y golpes, en el piso de arriba, en las bodegas. ¡Ay, decían, qué trabajo!
They drank their tea in the bedroom sometimes, or in the study; breaking off work at mid-day with the smudge on their faces, and their old hands clasped and cramped with the broom handles. Flopped on chairs, they contemplated now the magnificent conquest over taps and bath; now the more arduous, more partial triumph over long rows of books, black as ravens once, now white-stained, breeding pale mushrooms and secreting furtive spiders. Once more, as she felt the tea warm in her, the telescope fitted itself to Mrs. McNab′s eyes, and in a ring of light she saw the old gentleman, lean as a rake, wagging his head, as she came up with the washing, talking to himself, she supposed, on the lawn. He never noticed her. Some said he was dead; some said she was dead. Which was it? Mrs. Bast didn′t know for certain either. The young gentleman was dead. That she was sure. She had read his name in the papers. A veces tomaban el té en el dormitorio, o en el estudio; dejaban el trabajo a mediodía, con las caras sucias, y con las viejas manos, deformes, agarradas a los mangos de las escobas. Sentadas en los sillones, contemplaban la magnífica conquista de grifos y bañera, y el triunfo más laborioso, más parcial, contra las largas hileras de libros, antaño negros como ala de cuervo, manchados de blanco ahora, criando en secreto pálidos hongos, secretando furtivas arañas. Una vez más, al sentir el té caliente, se ajustó el telescopio por sí solo a los ojos de Mrs. McNab, y en medio de un círculo de luz pudo ver al viejo caballero, flaco como un palillo, moviendo la cabeza, cuando ella venía del lavadero, hablando solo, pensaba ella, en el jardín. Nunca se fijaba él en ella. Habían dicho que había muerto; otros, que era ella. ¿Quién sería? Mrs. Bast tampoco estaba segura. El joven caballero sí que había muerto. Eso era seguro. Había leído el nombre en los periódicos.
There was the cook now, Mildred, Marian, some such name as that--a red- headed woman, quick-tempered like all her sort, but kind, too, if you knew the way with her. Many a laugh they had had together. She saved a plate of soup for Maggie; a bite of ham, sometimes; whatever was over. They lived well in those days. They had everything they wanted (glibly, jovially, with the tea hot in her, she unwound her ball of memories, sitting in the wicker arm-chair by the nursery fender). There was always plenty doing, people in the house, twenty staying sometimes, and washing up till long past midnight. Ahora aparecía la cocinera, Mildred, Marian, o un nombre parecido: pelirroja, con mucho carácter, como todas las pelirrojas, pero amable, si sabías tratarla. Mucho se habían reído juntas. Siempre le daba un tazón de leche para Maggie; algo de jamón; lo que hubiera quedado. Vivían bien en aquella época. Tenían todo lo que querían (con facilidad, jovial, tras haber bebido el té caliente, desenredaba la madeja de los recuerdos, sentada en el sillón de mimbre, junto al guardafuegos del cuarto de juegos). Siempre había mucho trabajo, mucha gente en casa; a veces, veinte; y había que quedarse fregando hasta más de media noche.
Mrs. Bast (she had never known them; had lived in Glasgow at that time) wondered, putting her cup down, whatever they hung that beast′s skull there for? Shot in foreign parts no doubt. Mrs. Bast (no había llegado a conocerlos, en aquella época vivía en Glasgow) se preguntaba, mientras dejaba la taza, que para qué demonios habrían colgado allí aquel cráneo. Lo habían cazado en el extranjero, sin duda.
It might well be, said Mrs. McNab, wantoning on with her memories; they had friends in eastern countries; gentlemen staying there, ladies in evening dress; she had seen them once through the dining-room door all sitting at dinner. Twenty she dared say all in their jewellery, and she asked to stay help wash up, might be till after midnight. Bien podría ser, dijo Mrs. McNab, presumiendo con sus recuerdos: tenían amigos en Oriente; había caballeros que venían a visitarlos, damas que se vestían con traje de noche; una vez los había visto a todos sentados para la cena. Se atrevía a decir que eran unos veinte, ellas con todas las joyas; y le pidió que se quedara para ayudar a fregar, pudiera ser que hasta más de la media noche.
Ah, said Mrs. Bast, they′d find it changed. She leant out of the window. She watched her son George scything the grass. They might well ask, what had been done to it? seeing how old Kennedy was supposed to have charge of it, and then his leg got so bad after he fell from the cart; and perhaps then no one for a year, or the better part of one; and then Davie Macdonald, and seeds might be sent, but who should say if they were ever planted? They′d find it changed. Ay, decía Mrs. Bast, van a hallarlo muy cambiado. Se inclinó sobre la ventana. Contempló a su hijo George que segaba la hierba con la guadaña. Bien podrían preguntarse, ¿qué había pasado?, al darse cuenta de que el bueno de Kennedy debería haberse encargado de ello, pero se le había quedado una pierna mal desde que se cayó del carro; y quizá nadie lo cuidó durante un año, o casi un año; y luego estuvo Davie McDonald, y se enviaron semillas, pero ¿llegaron a sembrarse? Lo hallarían muy cambiado.
She watched her son scything. He was a great one for work--one of those quiet ones. Well they must be getting along with the cupboards, she supposed. They hauled themselves up. Observaba cómo movía la guadaña su hijo. Trabajaba bien, era callado. Bueno, tenían que seguir con las alacenas, pensó. Se levantaron.
At last, after days of labour within, of cutting and digging without, dusters were flicked from the windows, the windows were shut to, keys were turned all over the house; the front door was banged; it was finished. Por fin, tras varios días de trabajo en el interior, de podar y excavar en el exterior, sacudieron los polveros en las ventanas, se cerraron las ventanas, se cerraron todas las llaves en la casa, dieron un portazo en la entrada: habían terminado.
And now as if the cleaning and the scrubbing and the scything and the mowing had drowned it there rose that half-heard melody, that intermittent music which the ear half catches but lets fall; a bark, a bleat; irregular, intermittent, yet somehow related; the hum of an insect, the tremor of cut grass, disevered yet somehow belonging; the jar of a dorbeetle, the squeak of a wheel, loud, low, but mysteriously related; which the ear strains to bring together and is always on the verge of harmonising, but they are never quite heard, never fully harmonised, and at last, in the evening, one after another the sounds die out, and the harmony falters, and silence falls. With the sunset sharpness was lost, and like mist rising, quiet rose, quiet spread, the wind settled; loosely the world shook itself down to sleep, darkly here without a light to it, save what came green suffused through leaves, or pale on the white flowers in the bed by the window. Ahora, como si el limpiar y el frotar y el segar la hubieran sofocado, se podía entreoír una melodía, esa música intermitente que el oído recobra y pierde de forma constante: un ladrido, un balido, el zumbido de un insecto, el temblor de la hierba cortada; algo aislado, pero identificable: el chirrido de un escarabajo, el rechinar de una rueda, altos o bajos, pero misteriosamente relacionados; cosas que el oído se esfuerza en juntar, y está siempre a punto de conseguir que agonicen, pero nunca se oyen bien del todo, nunca armonizan plenamente, y finalmente, al atardecer, los sonidos cesan uno tras otro, se quiebra la armonía, y cae el silencio. Con el crepúsculo se perdía la intensidad, y como niebla que se levantara, se alzó el silencio, se extendió el silencio, se calmó el viento; confiadamente, el mundo se preparaba para dormir, oscuramente, sin luz, excepto la luz de color verde que se filtraba entre la enramada, o la luz pálida de las flores blancas de la ventana. [D3]
Lily Briscoe had her bag carried up to the house late one evening in September. Mr. Carmichael came by the same train. Lily Briscoe y su equipaje llegaron una tarde de finales de septiembre. Mr. Carmichael vino en el mismo tren.
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Then indeed peace had come. Messages of peace breathed from the sea to the shore. Never to break its sleep any more, to lull it rather more deeply to rest, and whatever the dreamers dreamt holily, dreamt wisely, to confirm--what else was it murmuring--as Lily Briscoe laid her head on the pillow in the clean still room and heard the sea. Through the open window the voice of the beauty of the world came murmuring, too softly to hear exactly what it said--but what mattered if the meaning were plain? entreating the sleepers (the house was full again; Mrs. Beckwith was staying there, also Mr. Carmichael), if they would not actually come down to the beach itself at least to lift the blind and look out. They would see then night flowing down in purple; his head crowned; his sceptre jewelled; and how in his eyes a child might look. And if they still faltered (Lily was tired out with travelling and slept almost at once; but Mr. Carmichael read a book by candlelight), if they still said no, that it was vapour, this splendour of his, and the dew had more power than he, and they preferred sleeping; gently then without complaint, or argument, the voice would sing its song. Gently the waves would break (Lily heard them in her sleep); tenderly the light fell (it seemed to come through her eyelids). And it all looked, Mr. Carmichael thought, shutting his book, falling asleep, much as it used to look. Por fin había llegado la paz. Llegaban mensajes de paz desde la mar hasta la costa. Prometían no interrumpir el sueño nunca jamás, acunarla más profundamente en el sueño del descanso, y fuera lo que fuera lo que los soñadores soñaran, santa, sabiamente, para confirmar... -algo más susurraba-; mientras tanto Lily Briscoe reclinaba la cabeza sobre la almohada en la habitación clara y limpia, escuchaba la mar. Por la ventana abierta de la habitación entraba el murmullo de la voz de la belleza del mundo, demasiado delicadamente para oír con exactitud lo que decía, pero ¿qué importaba si el sentido era evidente?, y decía con insistencia a los durmientes (la casa estaba llena de nuevo, también había venido Mrs. Beckwith, y Mr. Carmichael) que si de verdad no querían bajar a la playa, podrían al menos levantar la persiana para asomarse a mirar. Verían, si lo hicieran, cómo se extendía la noche de color púrpura, con la cabeza coronada, con el enjoyado cetro, y a qué se parecería un niño que se reflejara en sus ojos. Y si todavía dudaban (Lily estaba cansada del viaje, y casi se durmió al momento, pero Mr. Carmichael leía un libro a la luz de las velas), si todavía decían no, que era vapor ese esplendor suyo, y que el rocío tenía más poder que ella, y seguían prefiriendo el sueño, pues entonces, con delicadeza, sin queja alguna, la voz cantaría su canción. Con delicadeza rompían las olas (Lily las oía en sueños), con suavidad caía la luz (parecía atravesarle a ella los párpados). Todo parecía, pensaba Mr. Carmichael, mientras cerraba el libro, y se dormía, igual que hacía muchos años.
Indeed the voice might resume, as the curtains of dark wrapped themselves over the house, over Mrs. Beckwith, Mr. Carmichael, and Lily Briscoe so that they lay with several folds of blackness on their eyes, why not accept this, be content with this, acquiesce and resign? The sigh of all the seas breaking in measure round the isles soothed them; the night wrapped them; nothing broke their sleep, until, the birds beginning and the dawn weaving their thin voices in to its whiteness, a cart grinding, a dog somewhere barking, the sun lifted the curtains, broke the veil on their eyes, and Lily Briscoe stirring in her sleep. She clutched at her blankets as a faller clutches at the turf on the edge of a cliff. Her eyes opened wide. Here she was again, she thought, sitting bold upright in bed. Awake. A decir verdad, la voz podría volver a preguntar, mientras las cortinas de la oscuridad se corrían sobre la casa, sobre Mrs. Beckwith, Mr. Carmichael y Lily Briscoe, de forma que arroparan los ojos de éstos varios pliegues de oscuridad: ¿por qué no aceptar esto, contentarse con ello, someterse, ceder? El suspiro de todos los mares rompiendo ordenadamente en tomo a las islas los tranquilizaba, la noche los envolvía, nada interrumpiría su sueño hasta que comenzaran los pájaros y el alba a entretejer sus tenues voces en medio de la blancura; hasta que el rechinar de un carro, el ladrido de un perro en alguna parte, rompieran el velo de sus ojos. Lily Briscoe, estirándose en sueños, se agarró a las mantas, como el que cae se agarra a una mata al borde de un acantilado. Abrió los ojos de par en par. Aquí estaba una vez más, pensó, sentada en la cama. Despierta.







THE LIGHTHOUSE EL FARO
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What does it mean then, what can it all mean? Lily Briscoe asked herself, wondering whether, since she had been left alone, it behoved her to go to the kitchen to fetch another cup of coffee or wait here. What does it mean?--a catchword that was, caught up from some book, fitting her thought loosely, for she could not, this first morning with the Ramsays, contract her feelings, could only make a phrase resound to cover the blankness of her mind until these vapours had shrunk. For really, what did she feel, come back after all these years and Mrs. Ramsay dead? Nothing, nothing--nothing that she could express at all. ¿Que significa, qué puede querer decir todo esto?, se decía Lily Briscoe, preguntándose si, al haberla dejado sola, debía acercarse a la cocina a coger otra taza de té, o si debía esperar donde estaba, ¿Qué significa?, estas palabras eran un reclamo, cogidas de algún libro, encajaban entre sus pensamientos vagamente, porque no podía, esta primera mañana con los Ramsay, poner en orden sus sentimientos, sólo podía hacer que esta frase resonase en el vacío de su mente hasta que estos vapores se hubieran desvanecido. Porque, de verdad, ¿qué es lo que sentía al haber regresado tras todos estos años?, ¿tras la muerte de Mrs. Ramsay? Nada, nada, nada que supiera expresar.
She had come late last night when it was all mysterious, dark. Now she was awake, at her old place at the breakfast table, but alone. It was very early too, not yet eight. There was this expedition--they were going to the Lighthouse, Mr. Ramsay, Cam, and James. They should have gone already--they had to catch the tide or something. And Cam was not ready and James was not ready and Nancy had forgotten to order the sandwiches and Mr. Ramsay had lost his temper and banged out of the room. Ayer era todo misterioso y oscuro cuando llegó, era tarde. Ahora estaba despierta, en el lugar de siempre en la mesa de desayuno, pero sola. Era muy pronto, aún no eran las ocho. Estaba lo de la excursión: iban a ir al Faro: Mr. Ramsay, Cam y James. Deberían haber salido ya, tenían que aprovechar la marea o algo así. Pero Cam no estaba, james no estaba, y a Nancy se le había olvidado encargar unos emparedados; Mr. Ramsay se había enfadado y había dado un portazo.
"What′s the use of going now?" he had stormed. «¡Ya no podemos ir!», había exclamado con ira.
Nancy had vanished. There he was, marching up and down the terrace in a rage. One seemed to hear doors slamming and voices calling all over the house. Now Nancy burst in, and asked, looking round the room, in a queer half dazed, half desperate way, "What does one send to the Lighthouse?" as if she were forcing herself to do what she despaired of ever being able to do. Nancy había desaparecido. Ahí estaba, yendo de un lado a otro de la terraza, encolerizado. Parecían oírse portazos y voces por toda la casa. Ahora entraba Nancy de repente, y preguntaba, buscando por la habitación, medio desesperada, medio enloquecida: «¿Qué suele enviarse al Faro?», como si se impusiera la obligación de hacer algo que sabía que nunca sería capaz de hacer.
What does one send to the Lighthouse indeed! At any other time Lily could have suggested reasonably tea, tobacco, newspapers. But this morning everything seemed so extraordinarily queer that a question like Nancy′s--What does one send to the Lighthouse?--opened doors in one′s mind that went banging and swinging to and fro and made one keep asking, in a stupefied gape, What does one send? What does one do? Why is one sitting here, after all? A decir verdad, ¿qué es lo que solía enviarse al Faro? En cualquier otro momento habría sido sensato que Lily hubiera sugerido té, tabaco, periódicos. Pero esta mañana, todo, ante la pregunta de Nancy, parecía muy extraño -¿Qué hay que enviar al Faro?-; la pregunta abría nuevas puertas en la mente de cada uno, y las puertas no dejaban de dar portazos, de abrirse y cerrase; y obligaban a todos a preguntarse sin cesar, con asombro, con la boca abierta: ¿Qué se envía? ¿Qué se hace? Y, en fin: ¿Qué hace uno aquí?
Sitting alone (for Nancy went out again) among the clean cups at the long table, she felt cut off from other people, and able only to go on watching, asking, wondering. The house, the place, the morning, all seemed strangers to her. She had no attachment here, she felt, no relations with it, anything might happen, and whatever did happen, a step outside, a voice calling ("It′s not in the cupboard; it′s on the landing," someone cried), was a question, as if the link that usually bound things together had been cut, and they floated up here, down there, off, anyhow. How aimless it was,, how chaotic, how unreal it was, she thought, looking at her empty coffee cup. Mrs. Ramsay dead; Andrew killed; Prue dead too--repeat it as she might, it roused no feeling in her. And we all get together in a house like this on a morning like this, she said, looking out of the window. It was a beautiful still day. Sentada sola (porque Nancy había vuelto a salir), ante las limpias tazas sobre la larga mesa, se sintió separada del resto de la gente, y sólo podía seguir mirando, preguntando, asombrándose. La casa, el lugar, la mañana, todo le parecía desconocido. No se sentía vinculada, sentía que, al no reconocer ningún lazo, cualquier cosa podría suceder, y sucediera lo que sucediera, una pisada afuera, una voz que se oyese («No está en la alacena, está en el rellano», gritaba alguien), era una interrogación más, como si el eslabón que habitualmente mantuviese juntas las cosas se hubiera cortado, y flotara todo por aquí, por allá, por todas partes. Qué inútil era todo, qué caótico, qué irreal, pensaba, mientras sus ojos se fijaban en la taza de café. Mrs. Ramsay muerta, Andrew cayó en la guerra, Prue también muerta... lo repitiera como lo repitiera, no despertaba nada de esto ningún sentimiento en ella. Aquí estamos todos juntos en una casa como ésta, en una mañana como ésta, decía, asomándose a la ventana: era un día apacible y hermoso.
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Suddenly Mr. Ramsay raised his head as he passed and looked straight at her, with his distraught wild gaze which was yet so penetrating, as if he saw you, for one second, for the first time, forever; and she pretended to drink out of her empty coffee cup so as to escape him--to escape his demand on her, to put aside a moment longer that imperious need. And he shook his head at her, and strode on ("Alone" she heard him say, "Perished" she heard him say) and like everything else this strange morning the words became symbols, wrote themselves all over the grey-green walls. If only she could put them together, she felt, write them out in some sentence, then she would have got at the truth of things. Old Mr. Carmichael came padding softly in, fetched his coffee, took his cup and made off to sit in the sun. The extraordinary unreality was frightening; but it was also exciting. Going to the Lighthouse. But what does one send to the Lighthouse? Perished. Alone. The grey-green light on the wall opposite. The empty places. Such were some of the parts, but how bring them together? she asked. As if any interruption would break the frail shape she was building on the table she turned her back to the window lest Mr. Ramsay should see her. She must escape somewhere, be alone somewhere. Suddenly she remembered. When she had sat there last ten years ago there had been a little sprig or leaf pattern on the table-cloth, which she had looked at in a moment of revelation. There had been a problem about a foreground of a picture. Move the tree to the middle, she had said. She had never finished that picture. She would paint that picture now. It had been knocking about in her mind all these years. Where were her paints, she wondered? Her paints, yes. She had left them in the hall last night. She would start at once. She got up quickly, before Mr. Ramsay turned. De repente Mr. Ramsay levantó la mirada al pasar ante ella, y se quedó mirándola fijamente, con ojos de loco, extraviados, pero penetrantes, como si te viera, durante un segundo, por vez primera, pero como si la mirada fuera para siempre; ella fingió que bebía de la taza vacía, para eludirlo, para eludir sus exigencias, para dejar a un lado, de momento, aquella necesidad imperiosa. Movió la cabeza ante ella, y echó a caminar («a solas», le oyó decir. «Morí», le oyó decir), y, como todo lo demás en esta extraña mañana, las palabras se convirtieron en símbolos, se escribieron solas sobre las tapias verdegrises. Si pudieran ponerse juntas, pensó, concertarse en una frase, entonces habría llegado a la verdad de las cosas. El bueno de Mr. Carmichael entró con pie silencioso, cogió el café, y salió a tomarlo al sol. Esta extraordinaria irrealidad daba miedo, pero no dejaba de ser emocionante. Ir al Faro. Pero ¿qué es lo que se envía al Faro? Morí. A solas. La luz verdegrís en la tapia de enfrente. Las sillas vacías. Éstas eran algunas de las piezas, pero ¿cómo reunirlas?, se preguntaba. Como si cualquier interrupción pudiera destruir la frágil forma que construía sobre la mesa, se volvió de espaldas a la ventana, no fuera que Mr. Ramsay la viera. Tenía que escaparse, tenía que quedarse sola. De repente recordó. Hacía diez años, se había sentado en el mismo sitio, y había un tallo o un ornamento de hojas en el mantel, y se había quedado mirándolo en un momento de revelación. Había un problema con el primer plano de un cuadro. Había que colocar el árbol en el centro, se había dicho. Pero no había acabado aquel cuadro. ¿Dónde estarían sus pinturas?, se preguntó. Las pinturas, sí. Las había dejado en el recibidor la noche anterior. Empezaría ahora mismo. Se levantó aprisa, antes de que Mr. Ramsay regresara.
She fetched herself a chair. She pitched her easel with her precise old-maidish movements on the edge of the lawn, not too close to Mr. Carmichael, but close enough for his protection. Yes, it must have been precisely here that she had stood ten years ago. There was the wall; the hedge; the tree. The question was of some relation between those masses. She had borne it in her mind all these years. It seemed as if the solution had come to her: she knew now what she wanted to do. Cogió una silla. Colocó el caballete en un extremo del jardín con precisos movimientos de solterona, no demasiado cerca de Mr. Carmichael, pero lo suficientemente cerca como para contar con su protección. Sí, aquí es donde debió de estar hace diez años. Ahí están la tapia, el seto, el árbol. El asunto era cómo relacionar estos volúmenes. No se le había ido de la cabeza durante todos estos años. Parecía como si hubiera dado con la solución: ahora sabía qué quería hacer.
But with Mr. Ramsay bearing down on her, she could do nothing. Every time he approached--he was walking up and down the terrace--ruin approached, chaos approached. She could not paint. She stooped, she turned; she took up this rag; she squeezed that tube. But all she did was to ward him off a moment. He made it impossible for her to do anything. For if she gave him the least chance, if he saw her disengaged a moment, looking his way a moment, he would be on her, saying, as he had said last night, "You find us much changed." Last night he had got up and stopped before her, and said that. Dumb and staring though they had all sat, the six children whom they used to call after the Kings and Queens of England--the Red, the Fair, the Wicked, the Ruthless--she felt how they raged under it. Kind old Mrs. Beckwith said something sensible. But it was a house full of unrelated passions--she had felt that all the evening. And on top of this chaos Mr. Ramsay got up, pressed her hand, and said: "You will find us much changed" and none of them had moved or had spoken; but had sat there as if they were forced to let him say it. Only James (certainly the Sullen) scowled at the lamp; and Cam screwed her handkerchief round her finger. Then he reminded them that they were going to the Lighthouse tomorrow. They must be ready, in the hall, on the stroke of half-past seven. Then, with his hand on the door, he stopped; he turned upon them. Did they not want to go? he demanded. Had they dared say No (he had some reason for wanting it) he would have flung himself tragically backwards into the bitter waters of depair. Such a gift he had for gesture. He looked like a king in exile. Doggedly James said yes. Cam stumbled more wretchedly. Yes, oh, yes, they′d both be ready, they said. And it struck her, this was tragedy--not palls, dust, and the shroud; but children coerced, their spirits subdued. James was sixteen, Cam, seventeen, perhaps. She had looked round for someone who was not there, for Mrs. Ramsay, presumably. But there was only kind Mrs. Beckwith turning over her sketches under the lamp. Then, being tired, her mind still rising and falling with the sea, the taste and smell that places have after long absence possessing her, the candles wavering in her eyes, she had lost herself and gone under. It was a wonderful night, starlit; the waves sounded as they went upstairs; the moon surprised them, enormous, pale, as they passed the staircase window. She had slept at once. Pero con Mr. Ramsay a punto de caer sobre ella, no podía hacer nada. Cada vez que se acercaba -paseaba de un lado a otro de la terraza-, se acercaba el desastre, se acercaba el caos. No podía pintar. Se inclinaba, se daba la vuelta, cogía un trapo, cogía un tubo de pintura. Pero todo lo que conseguía era alejarlo brevemente. Le impedía cualquier actividad. Porque si le daba la menor oportunidad, si la veía desocupada, mirando a algún sitio, se acercaba a ella, y le decía, como le había dicho la noche anterior: «Hemos cambiado mucho.» La noche anterior se le había acercado, se había quedado ante ella, y había dicho eso. Mudos y sorprendidos se habían quedado todos, sentados, los seis niños a quienes solían poner apodos de los reyes y reinas de Inglaterra -El Rojo, La Bella, La Malvada, El Despiadado- callaban su ira. La buena de Mrs. Beckwith dijo algo sensato. Pero era una casa de pasiones encontradas: así lo había sentido durante toda la velada. Y encima de todo este caos, se acercaba Mr. Ramsay, le daba la mano, y le decía: «Ya verá cuánto hemos cambiado.» Nadie se movió ni dijo nada; se habían quedado allí como si se sintieran obligados a dejarle decir eso. Sólo James (El Hosco) miró ceñudo a la lámpara; Cam se enrollaba un pañuelo en torno a un dedo. Entonces es cuando les recordó que iban a ir al Faro al día siguiente. Tenían que estar preparados, en el recibidor, a las siete y media en punto. A continuación, con la mano ya en el tirador de la puerta, se detuvo, se dirigió a ellos: ¿No querían ir?, preguntó. Si se hubieran atrevido a decir que no (él tenía algún motivo para desearlo), se habría arrojado de forma trágica a las aguas de la desesperación. Tal era el talento que tenía para los gestos. Parecía un rey en el exilio. James dijo que sí con insistencia. Cam se retrasó con menos gracia. Sí, claro que sí, los dos estarían preparados, dijeron. Le pareció a ella que esto sí que era la tragedia: no los crespones, el polvo y el sudario; la coerción sobre los niños lo era, la sumisión de sus espíritus. James tenía dieciséis años; Cam, diecisiete, quizá. Había levantado la mirada buscando a alguien que no estaba allí, a Mrs. Ramsay, tal vez. Pero sólo estaba la buena de Mrs. Beckwith, que se dedicaba a sus dibujos a la luz de la lámpara. De forma que, como estaba cansada, y su mente aún se mecía con el ritmo de la mar, el sabor y el olor de los lugares que han estado largo tiempo deshabitados se apoderó de ella; las velas temblaban; se sintió libre de repente, bajó. Era una noche hermosa, las estrellas brillaban, las olas se oían cuando subió la escalera; la luna los sorprendió, enorme, pálida, cuando pasaban ante la ventana del rellano. Se había dormido al momento.
She set her clean canvas firmly upon the easel, as a barrier, frail, but she hoped sufficiently substantial to ward off Mr. Ramsay and his exactingness. She did her best to look, when his back was turned, at her picture; that line there, that mass there. But it was out of the question. Let him be fifty feet away, let him not even speak to you, let him not even see you, he permeated, he prevailed, he imposed himself. He changed everything. She could not see the colour; she could not see the lines; even with his back turned to her, she could only think, But he′ll be down on me in a moment, demanding--something she felt she could not give him. She rejected one brush; she chose another. When would those children come? When would they all be off? she fidgeted. That man, she thought, her anger rising in her, never gave; that man took. She, on the other hand, would be forced to give. Mrs. Ramsay had given. Giving, giving, giving, she had died--and had left all this. Really, she was angry with Mrs. Ramsay. With the brush slightly trembling in her fingers she looked at the hedge, the step, the wall. It was all Mrs. Ramsay′s doing. She was dead. Here was Lily, at forty-four, wasting her time, unable to do a thing, standing there, playing at painting, playing at the one thing one did not play at, and it was all Mrs. Ramsay′s fault. She was dead. The step where she used to sit was empty. She was dead. Puso el lienzo con decisión sobre el caballete, como si fuera una barrera, frágil, pero lo bastante buena como para defenderse de Mr. Ramsay y de sus exigencias. Hacía lo que podía, cuando él estaba de espaldas, para mirar el cuadro; aquí, la línea; allí, el volumen. Pero no había manera. Que se vaya a una distancia de cincuenta pies, que no te hable, que no te vea; aun así, se filtraba, prevalecía, lograba imponerse. Todo lo cambiaba. No podía ver el color, no podía ver las líneas; incluso de espaldas, lo único que podía hacer era decirse: Dentro de poco lo tendré aquí, pidiéndome... algo que sabía que ella no podía darle. Rechazaba un pincel, elegía otro. ¿Cuándo vendrán los chicos? ¿Cuándo se irán todos? Se movía nerviosa. Este hombre, pensaba, cada vez más enfadada, nunca ha dado, siempre recibe. Ella, por su parte, se vería obligada a ofrecer. Mrs. Ramsay había dado. Dar, dar, dar. Por eso había muerto, sólo así había podido dejar todo esto. En verdad, estaba enfadada con Mrs. Ramsay. Con el pincel temblando levemente entre los dedos, miró hacia el seto, el escalón, la tapia. Todo era obra de Mrs. Ramsay. Estaba muerta. Aquí estaba Lily, a los cuarenta y cuatro, perdiendo el tiempo, incapaz de hacer nada, ahí puesta, jugando a pintar, jugando a lo que no jugaba nadie, y todo era culpa de Mrs. Ramsay. Había muerto. Estaba vacío el peldaño en el que solía sentarse. Había muerto.
But why repeat this over and over again? Why be always trying to bring up some feeling she had not got? There was a kind of blasphemy in it. It was all dry: all withered: all spent. They ought not to have asked her; she ought not to have come. One can′t waste one′s time at forty- four, she thought. She hated playing at painting. A brush, the one dependable thing in a world of strife, ruin, chaos--that one should not play with, knowingly even: she detested it. But he made her. You shan′t touch your canvas, he seemed to say, bearing down on her, till you′ve given me what I want of you. Here he was, close upon her again, greedy, distraught. Well, thought Lily in despair, letting her right hand fall at her side, it would be simpler then to have it over. Surely, she could imitate from recollection the glow, the rhapsody, the self-surrender, she had seen on so many women′s faces (on Mrs. Ramsay′s, for instance) when on some occasion like this they blazed up--she could remember the look on Mrs. Ramsay′s face--into a rapture of sympathy, of delight in the reward they had, which, though the reason of it escaped her, evidently conferred on them the most supreme bliss of which human nature was capable. Here he was, stopped by her side. She would give him what she could. Pero ¿por qué repetir esto una vez tras otra? ¿Por qué esa pretensión de hacer aflorar unos sentimientos de los que carecía? Había una suerte de blasfemia en ello. Todo estaba seco, ajado, consumido. No deberían haberla invitado. A los cuarenta y cuatro una no puede perder el tiempo, pensaba. Detestaba jugar a pintar. Un pincel, lo único de lo que se fiaba en este mundo de lucha, desdicha y caos: con eso no debería jugar una, ni a sabiendas, era algo que detestaba. Pero él la obligaba. No tocarás el lienzo, parecía decirle, cayendo sobre ella, hasta que no me hayas dado lo que quiero de ti. Aquí estaba una vez más, junto a ella, exigiendo, enfadado. Muy bien, pensaba Lily, desesperada, dejando caer la mano izquierda, más sencillo será darlo por concluido. Seguro que podré pintar de memoria esa luz y la expresión entusiasmada, la rapsodia, la entrega que en tantas caras de mujeres había visto (en la de Mrs. Ramsay, por ejemplo) cuando en alguna ocasión como ésta estaban bañadas -podría recordar la mirada de Mrs. Ramsay- en una efusión de consuelo, de complacencia por la recompensa que recibían, y que, aunque ella no entendiera los motivos, era evidente que les otorgaba la más suprema bienaventuranza de la que la naturaleza humana es capaz. Aquí estaba, junto a ella. Le daría lo que pudiera.
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She seemed to have shriveled slightly, he thought. She looked a little skimpy, wispy; but not unattractive. He liked her. There had been some talk of her marrying William Bankes once, but nothing had come of it. His wife had been fond of her. He had been a little out of temper too at breakfast. And then, and then--this was one of those moments when an enormous need urged him, without being conscious what it was, to approach any woman, to force them, he did not care how, his need was so great, to give him what he wanted: sympathy. Parecía haber encogido, pensaba él. Le parecía algo flaca, descamada, pero era atractiva. Le gustaba. En tiempos se había hablado de que quizá acabaría casándose con William Bankes, pero luego no había pasado nada. Su esposa la quería mucho. Durante el desayuno él había perdido un poco los nervios. Pero, pero... éste era uno de esos momentos en que él era presa de esa necesidad inaplazable, una necesidad de la que no era consciente, de acercarse a cualquier mujer, de obligarla, no le importaba cómo, tan grande era la necesidad, a darle lo que quería: consuelo.
Was anybody looking after her? he said. Had she everything she wanted? ¿La cuidaban bien?, le dijo. ¿Tenía de todo?
"Oh, thanks, everything," said Lily Briscoe nervously. No; she could not do it. She ought to have floated off instantly upon some wave of sympathetic expansion: the pressure on her was tremendous. But she remained stuck. There was an awful pause. They both looked at the sea. Why, thought Mr. Ramsay, should she look at the sea when I am here? She hoped it would be calm enough for them to land at the Lighthouse, she said. The Lighthouse! The Lighthouse! What′s that got to do with it? he thought impatiently. Instantly, with the force of some primeval gust (for really he could not restrain himself any longer), there issued from him such a groan that any other woman in the whole world would have done something, said something--all except myself, thought Lily, girding at herself bitterly, who am not a woman, but a peevish, ill-tempered, dried-up old maid, presumably. «Sí, gracias, de todo», dijo nerviosa Lily Briscoe. No, no podía hacerlo. Debería haberse dejado arrastrar por alguna ola de efusión de consuelo: la exigencia de él era tremenda. Pero se quedó quieta. Hubo una horrible pausa. Ambos miraban la mar. ¿Por qué, pensaba Mr. Ramsay, mira la mar si estoy yo aquí? Deseaba que estuviera en calma, para que pudieran desembarcar en el Faro, dijo ella. ¡El Faro! ¡El Faro! ¿Qué tendrá eso que ver?, pensaba él con impaciencia. Al momento, con la fuerza de un ventarrón primigenio (porque él ya no pudo contenerse más tiempo), salió de él un gemido tal que cualquier otra mujer en el mundo habría hecho algo, habría dicho algo..., cualquiera, pero no yo, pensaba Lily, burlándose amargamente de sí misma, que no soy una mujer, sino seguro que soy una solterona seca, malhumorada y gruñona.
[Mr. Ramsay sighed to the full. He waited. Was she not going to say anything? Did she not see what he wanted from her? Then he said he had a particular reason for wanting to go to the Lighthouse. His wife used to send the men things. There was a poor boy with a tuberculous hip, the lightkeeper′s son. He sighed profoundly. He sighed significantly. All Lily wished was that this enormous flood of grief, this insatiable hunger for sympathy, this demand that she should surrender herself up to him entirely, and even so he had sorrows enough to keep her supplied forever, should leave her, should be diverted (she kept looking at the house, hoping for an interruption) before it swept her down in its flow. Mr. Ramsay suspiró a pleno pulmón. Esperó. ¿Es que no iba a decir nada? ¿Es que no se daba cuenta de qué quería de ella? Entonces le dijo que tenía un motivo personal para desear ir al Faro. Su mujer solía enviar cosas a los de allí. Había un pobre muchacho que tenía coxalgia, el hijo del torrero. Suspiró con todas sus fuerzas. Suspiró de modo significativo. Lo único que Lily deseaba era que esta inmensa inundación de dolor, esta insaciable hambre de consuelo, y esta exigencia de que se rindiera a él incondicionalmente, que, sin embargo, no le impedirían seguir teniendo tristezas para abastecerla durante el resto de su vida, se apartaran de ella (no dejaba de mirar hacia la casa, esperando que de ella procediera alguna interrupción), se desviaran, antes de que la arrastraran sus comentes.
"Such expeditions," said Mr. Ramsay, scraping the ground with his toe, "are very painful." Still Lily said nothing. (She is a stock, she is a stone, he said to himself.) "They are very exhausting," he said, looking, with a sickly look that nauseated her (he was acting, she felt, this great man was dramatising himself), at his beautiful hands. It was horrible, it was indecent. Would they never come, she asked, for she could not sustain this enormous weight of sorrow, support these heavy draperies of grief (he had assumed a pose of extreme decreptitude; he even tottered a little as he stood there) a moment longer. «Estas excursiones -dijo Mr. Ramsay, moviendo la punta del pie sobre el suelo- son muy tristes.» Pero Lily seguía sin decir nada. (Es un mueble, es una piedra, se dijo.) «Cansan mucho», dijo, mirándose las hermosas manos, de forma tan enfermiza que a ella le vinieron náuseas (actuaba, se dijo, estaba interpretándose a sí mismo). ¿Es que no iban a aparecer nunca?, se preguntaba, ya no podía soportar más tiempo el peso de tanta tristeza, no podía soportar, ni por un momento más, los pesados ropajes del dolor (había adoptado una pose de decrepitud superlativa, incluso se movía junto a ella con algo de torpeza).
Still she could say nothing; the whole horizon seemed swept bare of objects to talk about; could only feel, amazedly, as Mr. Ramsay stood there, how his gaze seemed to fall dolefully over the sunny grass and discolour it, and cast over the rubicund, drowsy, entirely contented figure of Mr. Carmichael, reading a French novel on a deck-chair, a veil of crape, as if such an existence, flaunting its prosperity in a world of woe, were enough to provoke the most dismal thoughts of all. Look at him, he seemed to be saying, look at me; and indeed, all the time he was feeling, Think of me, think of me. Ah, could that bulk only be wafted alongside of them, Lily wished; had she only pitched her easel a yard or two closer to him; a man, any man, would staunch this effusion, would stop these lamentations. A woman, she had provoked this horror; a woman, she should have known how to deal with it. It was immensely to her discredit, sexually, to stand there dumb. One said--what did one say?--Oh, Mr. Ramsay! Dear Mr. Ramsay! That was what that kind old lady who sketched, Mrs. Beckwith, would have said instantly, and rightly. But, no. They stood there, isolated from the rest of the world. His immense self-pity, his demand for sympathy poured and spread itself in pools at ther feet, and all she did, miserable sinner that she was, was to draw her skirts a little closer round her ankles, lest she should get wet. In complete silence she stood there, grasping her paint brush. Seguía sin poder decir nada; parecía como si de repente el mundo entero se hubiera quedado vacío de objetos sobre los que poder hablar; se daba cuenta, con algo de sorpresa, de que la mirada de Mr. Ramsay parecía posarse en la hierba, y parecía descolorarla; y que esa misma mirada arrojaba un velo de luto sobre la figura placentera, soñolienta, rubicunda, de Mr. Carmichael, que leía una novela francesa sentado en una tumbona; como si una vida semejante, que mostraba desafiante su prosperidad ante todo un mundo de dolor, le provocase los más negros de los más negros pensamientos. Mírenlo, parecía decir; y mírenme; aunque, a decir verdad, lo que no dejaba de repetirse era: Piensen en mí, piensen en mí. Ay, si ese bulto pudiera acercarse aprisa, pensaba Lily; si hubiera puesto el caballete una yarda o dos más cerca de él; un hombre, cualquier hombre, hubiera detenido esta efusión, habría impedido estos lamentos. Era una mujer, eso es lo que le enfadaba; una mujer debería haber sabido cómo tratar esto. Esto, lo de quedarse muda, la desacreditaba por completo, sexualmente. Había que decir, ¿qué había que decir? ¡Ah, Mr. Ramsay! ¡Querido Mr. Ramsay! Esto es lo que Mrs. Beckwith, esa educada anciana que hacía dibujos, le habría dicho al momento, acertadamente. Pero no. Ahí estaban los dos, aislados del resto del mundo. Toda aquella inmensa compasión de sí, la necesidad de consuelo que se derramaba y extendía en charcos a sus pies, y todo lo que hacía ella, triste pecadora, era recogerse un poco la falda a la altura de los tobillos, para no mojarse. Se quedó quieta en el más completo silencio, agarrada al pincel.
Heaven could never be sufficiently praised! She heard sounds in the house. James and Cam must be coming. But Mr. Ramsay, as if he knew that his time ran short, exerted upon her solitary figure the immense pressure of his concentrated woe; his age; his frailty: his desolation; when suddenly, tossing his head impatiently, in his annoyance--for after all, what woman could resist him?--he noticed that his boot-laces were untied. Remarkable boots they were too, Lily thought, looking down at them: sculptured; colossal; like everything that Mr. Ramsay wore, from his frayed tie to his half-buttoned waistcoat, his own indisputably. She could see them walking to his room of their own accord, expressive in his absence of pathos, surliness, ill-temper, charm. ¡Mil veces fueran loados los cielos! Se oían ruidos en la casa. Debían de estar acercándose James y Cam. Pero Mr. Ramsay, como si supiese que se le acababa el tiempo, ejerció sobre la solitaria figura de ella la fuerza inmensa de su pena quintaesenciada: su fragilidad, su dolor; cuando de repente, al mover la cabeza con impaciencia, con fastidio -porque, después de todo, ¿qué mujer se le iba a resistir?-, se dio cuenta de que no se había echado los cordones de los zapatos. Y eran unos señores zapatos, pensó Lily, mirándolos: esculpidos, colosales; todo lo que llevaba Mr. Ramsay, desde la deshilachada corbata hasta el chaleco en el que algunos botones estaban desabrochados, era innegablemente suyo. Los imaginaba moviéndose por la habitación por decisión propia, expresando en ausencia de él la pasión, la insolencia, el mal humor, el encanto.
"What beautiful boots!" she exclaimed. She was ashamed of herself. To praise his boots when he asked her to solace his soul; when he had shown her his bleeding hands, his lacerated heart, and asked her to pity them, then to say, cheerfully, "Ah, but what beautiful boots you wear!" deserved, she knew, and she looked up expecting to get it in one of his sudden roars of ill-temper complete annihilation. «¡Qué zapatos tan bonitos!», exclamó ella. Estaba avergonzada de sí misma. Alabar los zapatos cuando él le había suplicado que consolara su alma; cuando le había mostrado las manos ensangrentadas, el corazón traspasado, y él le había pedido que se apiadara de ello, y, en lugar de eso, decir alegremente: «¡Ah, pero qué zapatos tan bonitos lleva!», merecía, y bien que lo sabía ella, ser correspondido con uno de sus repentinos rugidos de enfado, una aniquilación completa.
Instead, Mr. Ramsay smiled. His pall, his draperies, his infirmities fell from him. Ah, yes, he said, holding his foot up for her to look at, they were first-rate boots. There was only one man in England who could make boots like that. Boots are among the chief curses of mankind, he said. "Bootmakers make it their business," he exclaimed, "to cripple and torture the human foot." They are also the most obstinate and perverse of mankind. It had taken him the best part of his youth to get boots made as they should be made. He would have her observe (he lifted his right foot and then his left) that she had never seen boots made quite that shape before. They were made of the finest leather in the world, also. Most leather was mere brown paper and cardboard. He looked complacently at his foot, still held in the air. They had reached, she felt, a sunny island where peace dwelt, sanity reigned and the sun for ever shone, the blessed island of good boots. Her heart warmed to him. "Now let me see if you can tie a knot," he said. He poohpoohed her feeble system. He showed her his own invention. Once you tied it, it never came undone. Three times he knotted her shoe; three times he unknotted it. En lugar de esto, Mr. Ramsay sonrió. El crespón, el luto, las enfermedades, todo desapareció. Ah, sí, dijo, mostrando el pie para que lo viera ella, eran zapatos de primera calidad. Sólo había un hombre en Inglaterra que hiciera zapatos como éstos. Los zapatos son una de las mayores maldiciones que afligen a la humanidad, dijo. «El objetivo de los zapateros es -exclamó- el de dañar y torturar el pie humano.» Y además son los seres más obstinados y perversos de la humanidad. Había invertido una buena parte de su juventud en conseguir que le hicieran los zapatos como hay que hacerlos. Quería que ella se diera cuenta (levantó primero un pie; luego, el otro) de que nunca antes había visto zapatos como éstos. Además estaban hechos con el mejor cuero del mundo. El cuero, en su mayor parte, no era sino cartón y papel de estraza. Miraba complacido sus zapatos, todavía en el aire. Habían llegado, pensó ella, a una isla soleada donde habitaba la paz, reinaba la cordura, y el sol brillaba para todos por igual: la bendita isla de los zapatos de buena calidad. Sintió que su corazón se apiadaba de él. «Vamos a ver si sabe echar el lazo», dijo. Se burló del torpe lazo. Le enseñó uno de su invención. Una vez echado, ya no se deshacía. Anudó ella tres veces su propio zapato, tres veces lo desanudó él.
Why, at this completely inappropriate moment, when he was stooping over her shoe, should she be so tormented with sympathy for him that, as she stooped too, the blood rushed to her face, and, thinking of her callousness (she had called him a play-actor) she felt her eyes swell and tingle with tears? Thus occupied he seemed to her a figure of infinite pathos. He tied knots. He bought boots. There was no helping Mr. Ramsay on the journey he was going. But now just as she wished to say something, could have said something, perhaps, here they were--Cam and James. They appeared on the terrace. They came, lagging, side by side, a serious, melancholy couple. ¿Por qué, en este momento tan inadecuado, cuando se inclinaba él sobre el zapato, tenía que sentirse tan afligida por la compasión que sentía hacia él? Inclinada también ella, la sangre afluía a su cara, y, pensando en su insensibilidad (lo había llamado farsante), sentía que se le llenaban de lágrimas los ojos. Así ocupado, le parecía una persona de infinita pasión. Echaba lazos. Compraba zapatos. No había forma de ayudar a Mr. Ramsay en el viaje que bacía. Pero justo ahora cuando sí quería decir algo, cuando quizá lo habría dicho, he aquí que llegaban: Cam y James. Aparecieron en la terraza. Llegaron, despacio, juntos, una pareja seria y melancólica.
But why was it like THAT that they came? She could not help feeling annoyed with them; they might have come more cheerfully; they might have given him what, now that they were off, she would not have the chance of giving him. For she felt a sudden emptiness; a frustration. Her feeling had come too late; there it was ready; but he no longer needed it. He had become a very distinguished, elderly man, who had no need of her whatsoever. She felt snubbed. He slung a knapsack round his shoulders. He shared out the parcels--there were a number of them, ill tied in brown paper. He sent Cam for a cloak. He had all the appearance of a leader making ready for an expedition. Then, wheeling about, he led the way with his firm military tread, in those wonderful boots, carrying brown paper parcels, down the path, his children following him. They looked, she thought, as if fate had devoted them to some stern enterprise, and they went to it, still young enough to be drawn acquiescent in their father′s wake, obediently, but with a pallor in their eyes which made her feel that they suffered something beyond their years in silence. So they passed the edge of the lawn, and it seemed to Lily that she watched a procession go, drawn on by some stress of common feeling which made it, faltering and flagging as it was, a little company bound together and strangely impressive to her. Politely, but very distantly, Mr. Ramsay raised his hand and saluted her as they passed. Pero ¿por qué venían así? No pudo evitar sentirse enojada con ellos, podrían haber aparecido más alegres; podrían haberle ofrecido lo que, ya que ellos habían venido, ella ya no tendría el momento de ofrecerle. Porque de repente sintió un vacío repentino, una frustración. Sus sentimientos habían aparecido demasiado tarde. Se había convertido en un caballero anciano, muy distinguido, que no tenía ninguna necesidad de ella. Se sintió rechazada. Se colgó una mochila. Compartió los paquetes: eran unos cuantos, mal atados, envueltos en papel de estraza. Tenía todo el aspecto de un explorador que se preparara para una expedición. A continuación, por el camino, tras dar unas vueltas, encabezó la marcha con paso militar, con sus maravillosos zapatos, con los paquetes envueltos en papel de estraza; sus hijos iban tras él. Tenían el aspecto, pensó, de haber sido escogidos por el destino para una tarea de gran importancia; y parecían seguir la llamada del destino; eran todavía lo bastante jóvenes como para seguir de buena voluntad la estela de su padre, con obediencia, pero con una palidez que le hacía sentir que sufrían en silencio un dolor superior a sus años. Dejaron atrás el jardín, Lily pensó que estaba viendo la marcha de una procesión, una procesión ligada por un sentimiento común que la convertía, torpe y fatigada como estaba, en una reducida caravana que la impresionaba de forma extraña. De forma educada, pero muy distante, Mr. Ramsay levantó la mano a modo de saludo cuando desaparecían.
But what a face, she thought, immediately finding the sympathy which she had not been asked to give troubling her for expression. What had made it like that? Thinking, night after night, she supposed--about the reality of kitchen tables, she added, remembering the symbol which in her vagueness as to what Mr. Ramsay did think about Andrew had given her. (He had been killed by the splinter of a shell instantly, she bethought her.) The kitchen table was something visionary, austere; something bare, hard, not ornamental. There was no colour to it; it was all edges and angles; it was uncompromisingly plain. But Mr. Ramsay kept always his eyes fixed upon it, never allowed himself to be distracted or deluded, until his face became worn too and ascetic and partook of this unornamented beauty which so deeply impressed her. Then, she recalled (standing where he had left her, holding her brush), worries had fretted it--not so nobly. He must have had his doubts about that table, she supposed; whether the table was a real table; whether it was worth the time he gave to it; whether he was able after all to find it. He had had doubts, she felt, or he would have asked less of people. That was what they talked about late at night sometimes, she suspected; and then next day Mrs. Ramsay looked tired, and Lily flew into a rage with him over some absurd little thing. But now he had nobody to talk to about that table, or his boots, or his knots; and he was like a lion seeking whom he could devour, and his face had that touch of desperation, of exaggeration in it which alarmed her, and made her pull her skirts about her. And then, she recalled, there was that sudden revivification, that sudden flare (when she praised his boots), that sudden recovery of vitality and interest in ordinary human things, which too passed and changed (for he was always changing, and hid nothing) into that other final phase which was new to her and had, she owned, made herself ashamed of her own irritability, when it seemed as if he had shed worries and ambitions, and the hope of sympathy and the desire for praise, had entered some other region, was drawn on, as if by curiosity, in dumb colloquy, whether with himself or another, at the head of that little procession out of one′s range. An extraordinary face! The gate banged. ¡Qué expresión la suya!, pensó, hallando al momento la compasión que no se le había pedido que ofreciera. ¿Qué la hacía así? El pensar: una noche tras otra, suponía; pensar acerca de la realidad de las mesas de cocina, añadió, recordando el símbolo que, en la vaguedad de sus ideas acerca de los pensamientos de Mr. Ramsay, le había ofrecido Andrew. (Lo había matado en un abrir y cerrar de ojos la metralla de una granada, recordó.) La mesa era una visión, era algo austero, desnudo, duro, no ornamental. Carecía de color, era todo bordes y ángulos, era fea sin paliativos. Pero Mr. Ramsay no apartaba los ojos de ella, nunca se consentía distracciones o engaños, hasta que su cara también se deterioró, se hizo ascética, y participó de esta belleza sin ornamentos que tan profundamente la había impresionado. Recordó entonces (donde él la había dejado, todavía con el pincel en la mano) que también había habido preocupaciones que lo consumieron, no tan nobles. Ha debido de tener sus dudas acerca de esa mesa, pensaba ella; si se trataba de una mesa de verdad; si se merecía el tiempo que le dedicaba; si, después de todo, sería capaz de hallarla. Había tenido dudas, pensaba; o si no, habría exigido menos de quienes lo rodeaban. De eso es de lo que se quedaban hablando a veces hasta altas horas de la noche, pensaba; y al día siguiente Mrs. Ramsay tenía aspecto de cansancio, y Lily se enfurecía con él por cualquier cosilla sin importancia. Pero ahora no tenía con quién hablar de esa mesa, ni de los zapatos, ni de los lazos; y era como un león que buscase una presa que devorar, y había un toque de desesperación en su cara, de exageración, que a ella le preocupaba, y que le hacía estirarse la falda cuando estaba ante él. Luego recordó, se trataba de una resurrección repentina, un fulgor intenso (cuando alabó los zapatos), una recuperación repentina de vitalidad e interés en las cosas humanas ordinarias, que también cesó y se transformó (porque cambiaba incesantemente, y no ocultaba nada) en esa otra fase última que a ella le parecía nueva, y que, lo reconocía, le hacía avergonzarse de lo irritable que la volvía, cuando parecía como si él se hubiera desprendido de preocupaciones y ambiciones, y, con la esperanza del consuelo, y con el deseo de ser alabado, hubiera entrado en otra región; lo hubiera colocado, como por curiosidad, inmerso en un mudo coloquio, soliloquio o diálogo, a la cabeza de aquella mínima procesión fuera del alcance de una. ¡Qué expresión tan extraordinaria! Sonó un portazo.
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So they′re gone, she thought, sighing with relief and disappointment. Her sympathy seemed to be cast back on her, like a bramble sprung across her face. She felt curiously divided, as if one part of her were drawn out there--it was a still day, hazy; the Lighthouse looked this morning at an immense distance; the other had fixed itself doggedly, solidly, here on the lawn. She saw her canvas as if it had floated up and placed itself white and uncompromising directly before her. It seemed to rebuke her with its cold stare for all this hurry and agitation; this folly and waste of emotion; it drastically recalled her and spread through her mind first a peace, as her disorderly sensations (he had gone and she had been so sorry for him and she had said nothing) trooped off the field; and then, emptiness. She looked blankly at the canvas, with its uncompromising white stare; from the canvas to the garden. There was something (she stood screwing up her little Chinese eyes in her small puckered face), something she remembered in the relations of those lines cutting across, slicing down, and in the mass of the hedge with its green cave of blues and browns, which had stayed in her mind; which had tied a knot in her mind so that at odds and ends of time, involuntarily, as she walked along the Brompton Road, as she brushed her hair, she found herself painting that picture, passing her eye over it, and untying the knot in imagination. But there was all the difference in the world between this planning airily away from the canvas and actually taking her brush and making the first mark. Así que por fin se han ido, pensó, suspirando a la vez con alivio y decepción. Parecía haber regresado al momento la expresión de felicidad a su cara, como una zarza recién florecida. Se sentía curiosamente indecisa, como si una parte de ella fuera atraída hacia el polo exterior: era un día tranquilo, con algo de calina; el Faro parecía esta mañana hallarse a una gran distancia; el otro polo la fijaba al jardín con perseverancia, de forma irrevocable. Veía el lienzo como si hubiera venido flotando y se hubiera colocado blanco, sin concesiones, directamente ante ella, con su fría mirada en lugar de esta prisa e inquietud; tanta estupidez y desperdicio de emociones; la llamaba imperiosamente, y extendía por su mente en primer lugar la paz, mientras sus desordenadas sensaciones (le había dado pena que por fin se hubiera ido él, pero no le había dicho nada) se alejaran huyendo del campo; a continuación: el vacío. Se quedó con la mirada perdida en el lienzo, con su mirada blanca sin concesiones; después apartaba la miraba del lienzo, se quedaba mirando el jardín. Había algo (se quedó mirando fijamente con sus ojillos orientales, la cara llena de arrugas), algo que recordaba respecto de las relaciones de estas líneas que se cruzaban, que se cortaban entre sí, y también había algo en el volumen del seto con su verde concavidad de azules y castaños; algo que no se le había ido de la cabeza, que había anudado un lazo en su mente de forma que en momentos perdidos, involuntariamente, cuando caminaba por Brompton Road, o cuando se cepillaba el pelo, se hallaba a sí misma pintando este cuadro, mirándolo, y deshaciendo el lazo mentalmente. Pero era completamente diferente lo de imaginar las cosas alegremente lejos del lienzo, frente a la realidad de coger el pincel, y de dejar la primera huella.
She had taken the wrong brush in her agitation at Mr. Ramsay′s presence, and her easel, rammed into the earth so nervously, was at the wrong angle. And now that she had ut that right, and in so doing had subdued the impertinences and irrelevances that plucked her attention and made her remember how she was such and such a person, had such and such relations to people, she took her hand and raised her brush. For a moment it stayed trembling in a painful but exciting ecstasy in the air. Where to begin?--that was the question at what point to make the first mark? One line placed on the canvas committed her to innumerable risks, to frequent and irrevocable decisions. All that in idea seemed simple became in practice immediately complex; as the waves shape themselves symmetrically from the cliff top, but to the swimmer among them are divided by steep gulfs, and foaming crests. Still the risk must be run; the mark made. Había cogido un pincel que no le convenía, por lo nerviosa que le había puesto la presencia de Mr. Ramsay; y el caballete, clavado en el suelo de cualquier forma, ofrecía un ángulo incorrecto; ahora que ya lo había puesto bien, y al hacerlo había sofocado todas las impertinencias e insignificancias que la distraían y le hacían recordar que era una persona de tal y tal forma, y que conocía a ciertas personas, movió la mano, levantó el pincel. Durante un momento se quedó temblando en un doloroso pero excitante éxtasis, detenida la mano en el aire. ¿Por dónde empezar?: éste era el problema; ¿en qué punto hacer la primera señal? La primera línea sobre el lienzo la comprometía a incontables riesgos, a decisiones con frecuencia irrevocables. Todo esto que parecía sencillo desde un punto de vista teórico, se convertía en algo muy complicado desde el punto de vista práctico; al igual que las olas ofrecerán un dibujo evidente a quien las contemple desde lo alto del acantilado, pero para el nadador que se mueva entre ellas serán valles profundos y crestas llenas de espuma. Pero había que correr el riesgo, hizo la primera mancha.
With a curious physical sensation, as if she were urged forward and at the same time must hold herself back, she made her first quick decisive stroke. The brush descended. It flickered brown over the white canvas; it left a running mark. A second time she did it--a third time. And so pausing and so flickering, she attained a dancing rhythmical movement, as if the pauses were one part of the rhythm and the strokes another, and all were related; and so, lightly and swiftly pausing, striking, she scored her canvas with brown running nervous lines which had no sooner settled there than they enclosed ( she felt it looming out at her) a space. Down in the hollow of one wave she saw the next wave towering higher and higher above her. For what could be more formidable than that space? Here she was again, she thought, stepping back to look at it, drawn out of gossip, out of living, out of community with people into the presence of this formidable ancient enemy of hers--this other thing, this truth, this reality, which suddenly laid hands on her, emerged stark at the back of appearances and commanded her attention. She was half unwilling, half reluctant. Why always be drawn out and haled away? Why not left in peace, to talk to Mr. Carmichael on the lawn? It was an exacting form of intercourse anyhow. Other worshipful objects were content with worship; men, women, God, all let one kneel prostrate; but this form, were it only the shape of a white lamp-shade looming on a wicker table, roused one to perpetual combat, challenged one to a fight in which one was bound to be worsted. Always (it was in her nature, or in her sex, she did not know which) before she exchanged the fluidity of life for the concentration of painting she had a few moments of nakedness when she seemed like an unborn soul, a soul reft of body, hesitating on some windy pinnacle and exposed without protection to all the blasts of doubt. Why then did she do it? She looked at the canvas, lightly scored with running lines. It would be hung in the servants′ bedrooms. It would be rolled up and stuffed under a sofa. What was the good of doing it then, and she heard some voice saying she couldn′t paint, saying she couldn′t create, as if she were caught up in one of those habitual currents in which after a certain time experience forms in the mind, so that one repeats words without being aware any longer who originally spoke them. Qué sensación física tan curiosa, como si algo la impulsara a seguir y al mismo tiempo la retuviera, había dado la primera y decisiva pincelada. El pincel descendió. Destelló el color castaño sobre el blanco lienzo; dejó una mancha alargada. Hizo un segundo movimiento..., un tercero. Haciendo pausas, interrumpidas por destellos, logró un movimiento de baile, rítmico, como si las pausas fueran una parte del ritmo; y las pinceladas, la otra, y estuvieran todas relacionadas; y así, suave, delicadamente, haciendo pausas, pintando, llenó el lienzo de nerviosas líneas de color castaño que en cuanto se fijaban comprendían en su interior (notaba cómo tomaba forma para ella) todo un espacio. En el seno de una ola, veía cómo la siguiente se erguía cada vez más alta sobre ella. ¿Acaso había algo más formidable que este espacio? Aquí estaba de nuevo, pensaba, retrocediendo un paso para verlo, lejos de los cotilleos, de la vida, de la comunidad de las personas, ante este formidable y viejo enemigo de ella: esta otra cosa, esta verdad, esta realidad que de repente le ponía las manos encima, que se erguía con fuerza ante ella, tras las apariencias de las cosas, y exigía su atención. Medio a contrapelo, en contra de su voluntad. ¿Por qué siempre la arrastraba y tenía que obedecer? ¿Por qué no la dejaba en paz aquí en el jardín?, ¿por qué no le dejaba que hablara con Mr. Carmichael? Vaya si era una forma de relación exigente. Otros objetos de culto se quedaban contentos con el culto; hombres, mujeres, Dios, todos consentían que te postraras de rodillas; pero esta forma, aunque sólo reprodujera la imagen de una pantalla blanca de una lámpara sobre una mesa de mimbre, solicitaba un combate perpetuo, la retaba a una a la lucha, en la que una estaba destinada a perder. Siempre (así era ella, o así era su género, no lo sabía), antes de cambiar la fluidez de la vida por la concentración de la pintura, tenía unos minutos de desnudez, cuando parecía un alma nonata, un alma segregada del cuerpo, un alma que dudara sobre algún ventoso pináculo, y estuviera expuesta sin protección a todos los vientos de la duda. ¿Por qué lo hacía? Miraba el lienzo, tenuemente cubierto de líneas. Lo colgarían en las habitaciones del servicio. Lo enrollarían y lo meterían debajo de algún sofá. De qué servía hacerlo pues, si no hacía más que escuchar aquella voz que le decía que no sabían pintar, que no sabían crear; como si hubiera caído en una de esas rutinas mentales que tras un tiempo la experiencia forma sola, de manera que repite una las palabras sin saber muy bien quién las dijo por primera vez.
Can′t paint, can′t write, she murmured monotonously, anxiously considering what her plan of attack should be. For the mass loomed before her; it protruded; she felt it pressing on her eyeballs. Then, as if some juice necessary for the lubrication of her faculties were spontaneously squirted, she began precariously dipping among the blues and umbers, moving her brush hither and thither, but it was now heavier and went slower, as if it had fallen in with some rhythm which was dictated to her (she kept looking at the hedge, at the canvas) by what she rhythm was strong enough to bear her along with it on its current. Certainly she was losing consciousness of outer things. And as she lost consciousness of outer things, and her name and her personality and her appearance, and whether Mr. Carmichael was there or not, her mind kept throwing up from its depths, scenes, and names, and sayings, and memories and ideas, like a fountain spurting over that glaring, hideously difficult white space, while she modelled it with greens and blues. No saben pintar, no saben escribir, murmuraba de forma monótona, considerando con gran preocupación cuál debería ser el plan de ataque. Porque el volumen tomaba forma ante ella, se hacía visible, sentía la fuerza que ejercía contra sus globos oculares. Entonces, como si algún jugo necesario para la lubricación de sus facultades se hubiera segregado, comenzó de forma titubeante a coger los azules y ámbares, moviendo el pincel aquí y allí, pero ahora estaba más cargado, y se deslizaba más lentamente, como si hubiera adoptado un ritmo que le dictara a ella (no dejaba de mirar al seto, al lienzo) lo que veía, de forma que mientras la mano temblaba llena de vida, el ritmo era lo suficientemente fuerte para arrastrarla en su comente. A decir verdad, había perdido el conocimiento del mundo exterior. Y mientras perdía consciencia del mundo exterior, y se olvidaba de su nombre y personalidad y aspecto, y de si Mr. Carmichael estaba allí o no, su mente continuaba arrojando, desde lo más hondo, escenas, nombres, dichos, recuerdos e ideas, como una fuente cuyo surtidor se derramara sobre aquel deslumbrante e increíblemente difícil espacio en blanco, mientras lo modelaba con verdes y azules.
Charles Tansley used to say that, she remembered, women can′t paint, can′t write. Coming up behind her, he had stood close beside her, a thing she hated, as she painted her on this very spot. "Shag tobacco," he said, "fivepence an ounce," parading his poverty, his principles. (But the war had drawn the sting of her femininity. Poor devils, one thought, poor devils, of both sexes.) He was always carrying a book about under his arm--a purple book. He "worked." He sat, she remembered, working in a blaze of sun. At dinner he would sit right in the middle of the view. But after all, she reflected, there was the scene on the beach. One must remember that. It was a windy morning. They had all gone down to the beach. Mrs. Ramsay sat down and wrote letters by a rock. She wrote and wrote. "Oh," she said, looking up at something floating in the sea, "is it a lobster pot? Is it an upturned boat?" She was so short-sighted that she could not see, and then Charles Tansley became as nice as he could possibly be. He began playing ducks and drakes. They chose little flat black stones and sent them skipping over the waves. Every now and then Mrs. Ramsay looked up over her spectacles and laughed at them. What they said she could not remember, but only she and Charles throwing stones and getting on very well all of a sudden and Mrs. Ramsay watching them. She was highly conscious of that. Mrs. Ramsay, she thought, stepping back and screwing up her eyes. (It must have altered the design a good deal when she was sitting on the step with James. There must have been a shadow.) When she thought of herself and Charles throwing ducks and drakes and of the whole scene on the beach, it seemed to depend somehow upon Mrs. Ramsay sitting under the rock, with a pad on her knee, writing letters. (She wrote innumerable letters, and sometimes the wind took them and she and Charles just saved a page from the sea.) But what a power was in the human soul! she thought. That woman sitting there writing under the rock resolved everything into simplicity; made these angers, irritations fall off like old rags; she brought together this and that and then this, and so made out of that miserable silliness and spite (she and Charles squabbling, sparring, had been silly and spiteful) something--this scene on the beach for example, this moment of friendship and liking--which survived, after all these years complete, so that she dipped into it to re-fashion her memory of him, and there it stayed in the mind affecting one almost like a work of art. Era Charles Tansley quien solía decirlo, se acordaba, lo de que las mujeres no sabían pintar, no sabían escribir. Se le acercaba por detrás, mientras pintaba en este mismo lugar, y ahí se quedaba, cerca; y ella lo detestaba. «Tabaco de picadura -decía él-, a cinco peniques la onza», siempre estaba exhibiendo su pobreza, sus principios. (Pero la guerra le había arrancado el aguijón de su femineidad. Pobres diablos, pensaría cualquiera, pobres diablos de ambos sexos, en qué líos no se meterán.) Siempre llevaba un libro bajo el brazo: un libro de color púrpura. Él «trabajaba». Se sentaba, lo recordaba, y trabajaba a pleno sol. Durante la cena se sentaba en medio del paisaje. Y también estaba, ahora que pensaba en ello, la escena de la playa. Había que recordarlo. Era una mañana de viento. Se habían ido todos a la playa. Mrs. Ramsay estaba sentada junto a una piedra escribiendo cartas. Escribía sin pausa. «¡Ah! -había dicho, levantando la mirada hacia algo que flotaba en la mar-, ¿es una nasa para langostas?, ¿es una barca volcada?» Era tan miope que no veía nada, y Charles Tansley se portó todo lo bien que supo. Empezaron a hacer saltar piedras planas sobre el agua. Elegían piedrecillas negras planas, y las hacían saltar sobre las olas. De vez en cuando Mrs. Ramsay miraba por encima de las gafas, y se reía. No se acordaba de lo que decían, sólo la recordaba a ella y a Charles, que tiraba piedras, y que se había vuelto repentinamente amable, y recordaba que Mrs. Ramsay los miraba. Era muy consciente de aquello. Mrs. Ramsay, pensó, retrocediendo un paso y mirando atentamente. (Seguro que la composición era muy diferente cuando estaba sentada en el escalón con james. Debía de haber alguna sombra.) Mrs. Ramsay. Cuando pensaba en ella y en Charles Tansley tirando piedras al agua, y en toda aquella escena en la playa, todo parecía depender en cierta manera de Mrs. Ramsay, sentada bajo la piedra aquélla, con el cuaderno sobre las rodillas, escribiendo cartas. (Escribía cartas sin parar, y a veces el viento cogía alguna, y ella o Charles rescataban alguna página de la mar.) Pero ¡qué poder el del alma humana!, pensaba. Aquella mujer allí sentada, escribiendo junto a la piedra, hacía que todo adquiriera una repentina sencillez; hacía que aquellas iras, irritaciones, le parecieran cosa de nada; reunía esto y aquello y lo de más allá, y convertía toda esta tontería y desdén (las disputas y porfías de Charles y de ella habían sido necias, desdeñables) en algo -esta escena de la playa, por ejemplo, este momento de amistad y confraternización- que sobrevivía, tras todos estos años, íntegro; de forma que se zambullía en esto de nuevo para revivir los recuerdos de él, recuerdos que permanecían en su mente casi como una obra de arte.
"Like a work of art," she repeated, looking from her canvas to the drawing-room steps and back again. She must rest for a moment. And, resting, looking from one to the other vaguely, the old question which traversed the sky of the soul perpetually, the vast, the general question which was apt to particularise itself at such moments as these, when she released faculties that had been on the strain, stood over her, paused over her, darkened over her. What is the meaning of life? That was all--a simple question; one that tended to close in on one with years. The great revelation had never come. The great revelation perhaps never did come. Instead there were little daily miracles, illuminations, matches struck unexpectedly in the dark; here was one. This, that, and the other; herself and Charles Tansley and the breaking wave; Mrs. Ramsay bringing them together; Mrs. Ramsay saying, "Life stand still here"; Mrs. Ramsay making of the moment something permanent (as in another sphere Lily herself tried to make of the moment something permanent)--this was of the nature of a revelation. In the midst of chaos there was shape; this eternal passing and flowing (she looked at the clouds going and the leaves shaking) was struck into stability. Life stand still here, Mrs. Ramsay said. "Mrs. Ramsay! Mrs. Ramsay!" she repeated. She owed it all to her. «Como una obra de arte», se repitió, mientras miraba desde el lienzo hacia los escalones de la sala, y de nuevo al lienzo. Tenía que descansar unos momentos. Descansando, mirando de uno a otro, de forma inconcreta, la vieja pregunta que de forma perpetua atravesaba el cielo del alma, la pregunta inmensa, general, que fácilmente sabía hacerse concreta en momentos semejantes, cuando daba libertad a facultades que habían estado sometidas a tensiones, se quedaba sobre ella, hacía una pausa sobre ella, se oscurecía sobre ella. ¿Qué sentido tiene la vida? Eso era todo: una sencilla pregunta; que con los años tendía a hacerse más acuciante. Nunca se había producido la gran revelación. La gran revelación quizá no llegaría nunca. En su lugar había pequeños milagros cotidianos, iluminaciones, cerillas que de repente iluminaban la oscuridad; y aquí había una. Esta, aquélla y la de más allá; ella y Charles en la ola que rompía; Mrs. Ramsay uniéndolos; Mrs. Ramsay diciendo: «Vida, deténte aquí»; Mrs. Ramsay convirtiendo el momento en algo permanente (al igual que en una esfera diferente Lily pretendía convertir otro momento también en algo permanente): esto participaba de la naturaleza de las revelaciones. En medio del caos había una forma; este eterno pasar y fluir (dirigió la mirada hacia las nubes que cruzaban el cielo, hacia las hojas que se movían al viento) quedaba fijo en alguna estabilidad. Vida, deténte aquí, había dicho Mrs. Ramsay. «¡Mrs. Ramsay! ¡Mrs. Ramsay!», se repetía. Esta revelación se la debía a ella.
All was silence. Nobody seemed yet to be stirring in the house. She looked at it there sleeping in the early sunlight with its windows green and blue with the reflected leaves. The faint thought she was thinking of Mrs. Ramsay seemed in consonance with this quiet house; this smoke; this fine early morning air. Faint and unreal, it was amazingly pure and exciting. She hoped nobody would open the window or come out of the house, but that she might be left alone to go on thinking, to go on painting. She turned to her canvas. But impelled by some curiosity, driven by the discomfort of the sympathy which she held undischarged, she walked a pace or so to the end of the lawn to see whether, down there on the beach, she could see that little company setting sail. Down there among the little boats which floated, some with their sails furled, some slowly, for it was very calm moving away, there was one rather apart from the others. The sail was even now being hoisted. She decided that there in that very distant and entirely silent little boat Mr. Ramsay was sitting with Cam and James. Now they had got the sail up; now after a little flagging and silence, she watched the boat take its way with deliberation past the other boats out to sea. Todo estaba callado. No se oía a nadie en la casa. Vio cómo dormía el edificio en la primera luz de la mañana, con las ventanas verdes y azules por los reflejos de las hojas. Los delicados pensamientos que había dirigido hacia Mrs. Ramsay parecían rimar con esta casa silenciosa, este humo, este fresco aire del amanecer. Tenue e irreal, este aire era, sin embargo, sorprendentemente puro y embriagador. Confiaba en que nadie abriera una ventana, o saliera de la casa, para que la dejaran en paz con sus pensamientos, para poder seguir pintando. Se volvió al lienzo. Pero, impulsada por alguna clase de curiosidad, atraída por el remordimiento de la compasión que no había sabido manifestar, se acercó unos pasos hasta el borde del jardín, para ver si se veía, abajo, en la playa, cómo se hacía a la mar el grupito. Allí abajo, donde estaban las barcas, algunas tenían las velas recogidas, otras se alejaban poco a poco; era un día de una gran bonanza; había una que se había apartado de las demás. Estaban desplegando la vela en este momento. Decidió que en aquella remota barquita completamente silenciosa se hallaba Mr. Ramsay con Cam y James. Ya habían desplegado la vela, tras unos movimientos de duda, las velas cogieron aire, envueltas en un profundo silencio, y observó cómo la barquita se hacía a la mar con toda deliberación, y dejaba atrás a las demás barcas.
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The sails flapped over their heads. The water chuckled and slapped the sides of the boat, which drowsed motionless in the sun. Now and then the sails rippled with a little breeze in them, but the ripple ran over them and ceased. The boat made no motion at all. Mr. Ramsay sat in the middle of the boat. He would be impatient in a moment, James thought, and Cam thought, looking at her father, who sat in the middle of the boat between them (James steered; Cam sat alone in the bow) with his legs tightly curled. He hated hanging about. Sure enough, after fidgeting a second or two, he said something sharp to Macalister′s boy, who got out his oars and began to row. But their father, they knew, would never be content until they were flying along. He would keep looking for a breeze, fidgeting, saying things under his breath, which Macalister and and Macalister′s boy would overhear, and they would both be made horribly uncomfortable. He had made them come. He had forced them to come. In their anger they hoped that the breeze would never rise, that he might be thwarted in every possible way, since he had forced them to come against their wills. Las velas se movían sobre sus cabezas. El agua bañaba los costados de la barca, soñolienta e inmóvil bajo el sol. De vez en cuando las velas se agitaban con una leve brisa, pero cesaba la brisa y cesaba el movimiento. La barca estaba inmóvil. Mr. Ramsay estaba sentado en medio de la barca. Dentro de poco daría señales de impaciencia, pensaba James; y Cam también lo pensaba, mientras miraba a su padre, sentado en medio de la barca, entre ellos (James llevaba el timón, Cam estaba sentada en la proa), con las piernas recogidas. Detestaba perder el tiempo. Seguro que dentro de unos segundos diría algo del niño de los Macalister, que sacó los remos y empezó a remar. Pero su padre, tras unos movimientos nerviosos, lo sabían, sólo se habría quedado contento si hubieran ido volando. No dejaba de buscar una brisa, moviéndose nervioso, diciendo cosas en voz baja, que Macalister y el hijo de Macalister podían oír, y ambos podían sentirse muy mal. Les había hecho venir. Los había obligado. Como estaban enfadados, esperaban que no soplara el viento, que todo le saliera mal, porque los había obligado a ir en contra de su voluntad.
All the way down to the beach they had lagged behind together, though he bade them "Walk up, walk up," without speaking. Their heads were bent down, their heads were pressed down by some remorseless gale. Speak to him they could not. They must come; they must follow. They must walk behind him carrying brown paper parcels. But they vowed, in silence, as they walked, to stand by each other and carry out the great compact--to resist tyranny to the death. So there they would sit, one at one end of the boat, one at the other, in silence. They would say nothing, only look at him now and then where he sat with his legs twisted, frowning and fidgeting, and pishing and pshawing and muttering things to himself, and waiting impatiently for a breeze. And they hoped it would be calm. They hoped he would be thwarted. They hoped the whole expedition would fail, and they would have to put back, with their parcels, to the beach. Al bajar a la playa, se habían rezagado, aunque les decía: «Venga, venga», pero sin palabras. Miraban al suelo, como si les hiciera bajar las cabezas una galerna implacable. No podían hablarle. Tenían que caminar, tenían que seguirlo. Tenían que seguirlo con los paquetes envueltos en papel de estraza. Pero habían prometido solemnemente, en silencio, mientras caminaban codo con codo, ayudarse y mantener esta gran alianza: enfrentarse con la tiranía hasta morir. Y allí estaban sentados, una en un extremo de la barca, el otro en el opuesto, callados. No decían nada, sólo lo miraban de vez en cuando, sentado, con las piernas recogidas, el ceño fruncido y los movimientos nerviosos, bisbiseando y hablando solo en voz baja, y esperando impaciente a que soplara el viento. Y ellos querían que siguiera la calma. Querían que le saliera mal. Querían que la excursión fuera un completo fracaso, y que tuvieran que regresar, con los paquetes, a la playa.
But now, when Macalister′s boy had rowed a little way out, the sails slowly swung round, the boat quickened itself, flattened itself, and shot off. Instantly, as if some great strain had been relieved, Mr. Ramsay uncurled his legs, took out his tobacco pouch, handed it with a little grunt to Macalister, and felt, they knew, for all they suffered, perfectly content. Now they would sail on for hours like this, and Mr. Ramsay would ask old Macalister a question--about the great storm last winter probably--and old Macalister would answer it, and they would puff their pipes together, and Macalister would take a tarry rope in his fingers, tying or untying some knot, and the boy would fish, and never say a word to any one. James would be forced to keep his eye all the time on the sail. For if he forgot, then the sail puckered and shivered, and the boat slackened, and Mr. Ramsay would say sharply, "Look out! Look out!" and old Macalister would turn slowly on his seat. So they heard Mr. Ramsay asking some question about the great storm at Christmas. "She comes driving round the point," old Macalister said, describing the great storm last Christmas, when ten ships had been driven into the bay for shelter, and he had seen "one there, one there, one there" (he pointed slowly round the bay. Mr. Ramsay followed him, turning his head). He had seen four men clinging to the mast. Then she was gone. "And at last we shoved her off," he went on (but in their anger and their silence they only caught a word here and there, sitting at opposite ends of the boat, united by their compact to fight tyranny to the death). At last they had shoved her off, they had launched the lifeboat, and they had got her out past the point--Macalister told the story; and though they only caught a word here and there, they were conscious all the time of their father--how he leant forward, how he brought his voice into tune with Macalister′s voice; how, puffing at his pipe, and looking there and there where Macalister pointed, he relished the thought of the storm and the dark night and the fishermen striving there. He liked that men should labour and sweat on the windy beach at night; pitting muscle and brain against the waves and the wind; he liked men to work like that, and women to keep house, and sit beside sleeping children indoors, while men were drowned, out there in a storm. So James could tell, so Cam could tell (they looked at him, they looked at each other), from his toss and his vigilance and the ring in his voice, and the little tinge of Scottish accent which came into his voice, making him seem like a peasant himself, as he questioned Macalister about the eleven ships that had been driven into the bay in a storm. Three had sunk. Pero ahora, después de que el hijo de Macalister hubiera remado un poco, las velas giraron lentamente, la barca cogió velocidad, se enderezó, salió volando. Inmediatamente, como si se le hubiera quitado de encima un gran peso, Mr. Ramsay estiró las piernas, sacó la petaca, la ofreció con un gruñido a Macalister, y se sintió, se dieron cuenta, muy contento. Ahora ya podían seguir navegando así durante horas, y Mr. Ramsay le haría una pregunta al bueno de Macalister -quizá sobre la galerna del anterior invierno-, y el bueno de Macalister le respondería, y fumarían juntos las pipas, y Macalister cogería una cuerda embreada e intentaría deshacer o hacer un nudo, y el muchacho se dedicaría a pescar, y no dirían ni una sola palabra. James se sentiría en la obligación de no despegar la vista de la vela. Porque si lo olvidaba, la vela se desinflaría, se quedaría fláccida, la barca perdería velocidad, y Mr. Ramsay diría enfadado: «¡Cuidado! ¡Cuidado!» Y el bueno de Macalister, lentamente, miraría hacia atrás. Oyeron cómo le hacía la pregunta sobre la galerna de la pasada Navidad. «Entró por allí», dijo el bueno de Macalister, describiendo la galerna de Navidad, diez barcos buscaron refugio en la bahía; vio «uno ahí, otro allí, otro más allá» (señalaba despacio hacia la bahía. Mr. Ramsay seguía la explicación, volvía la cabeza hacia atrás). Había visto tres hombres aferrados a un mástil. Luego acabó la tempestad. «Por fin la echamos», siguió (pero enfurecidos, callados, sólo cogían alguna palabra de vez en cuando; estaban sentados en los extremos de la barca, unidos por el juramento de luchar contra la tiranía hasta la muerte). Por fin la habían expulsado, habían botado la barca de salvamento, y la habían llevado hasta más allá de la punta... Macalister contaba la historia; y aunque sólo oían alguna palabra de vez en cuando, eran muy conscientes todo el tiempo de la presencia de su padre: cómo se inclinaba hacia delante, cómo su voz armonizaba con la de Macalister; cómo, al chupar de la pipa, y mirando aquí y allá, hacia donde señalaba Macalister, disfrutaba con la idea de la galerna, y de la noche oscura, y de los pescadores luchando. Le gustaba que los hombres trabajaran y se esforzaran en la playa, batida por el viento, durante la noche, oponiendo los músculos y la mente contra las olas y el viento; le gustaba que los hombres trabajaran así, y que las mujeres se quedaran en casa, y se sentaran a la cabecera de las camas de los niños, mientras los hombres se ahogaban, afuera, en medio de la galerna. James podría afirmar, y Cam podría afirmar (lo miraban, se miraban entre sí), por el movimiento, por la atención, por el timbre de la voz, y por el tenue acento escocés que había adoptado, que también a él le hacía parecer un campesino, al preguntar a Macalister sobre los once barcos que se habían recogido en el interior de la bahía. Tres de ellos naufragaron.
He looked proudly where Macalister pointed; and Cam thought, feeling proud of him without knowing quite why, had he been there he would have launched the lifeboat, he would have reached the wreck, Cam thought. He was so brave, he was so adventurous, Cam thought. But she remembered. There was the compact; to resist tyranny to the death. Their grievance weighed them down. They had been forced; they had been bidden. He had borne them down once more with his gloom and his authority, making them do his bidding, on this fine morning, come, because he wished it, carrying these parcels, to the Lighthouse; take part in these rites he went through for his own pleasure in memory of dead people, which they hated, so that they lagged after him, all the pleasure of the day was spoilt. Miraba orgulloso en la dirección que señalaba Macalister; y Cam pensaba, sintiéndose orgullosa de él, sin saber muy bien por qué, que si él hubiera estado allí, habría lanzado al agua el bote salvavidas, habría llegado hasta el barco naufragado, pensaba Cam. Era tan valiente, le gustaba tanto la aventura, pensaba Cam. Pero se acordó. Estaba el pacto. Enfrentarse con la tiranía hasta morir. Este dolor los apesadumbraba. Se les había obligado, se les había dado una orden. Los había sometido de nuevo con su malhumor y su autoridad, obligándolos a hacer lo que les decía, esta hermosa mañana; obligándolos a venir, porque así lo quería, para llevar los paquetes, al Faro; a tomar parte en estos ritos en los que le gustaba participar por el propio placer de recordar a los muertos; y ellos lo detestaban, remoloneaban tras de él, había despojado el día de todo su placer.
Yes, the breeze was freshening. The boat was leaning, the water was sliced sharply and fell away in green cascades, in bubbles, in cataracts. Cam looked down into the foam, into the sea with all its treasure in it, and its speed hypnotised her, and the tie between her and James sagged a little. It slackened a little. She began to think, How fast it goes. Where are we going? and the movement hypnotised her, while James, with his eye fixed on the sail and on the horizon, steered grimly. But he began to think as he steered that he might escape; he might be quit of it all. They might land somewhere; and be free then. Both of them, looking at each other for a moment, had a sense of escape and exaltation, what with the speed and the change. But the breeze bred in Mr. Ramsay too the same excitement, and, as old Macalister turned to fling his line overboard, he cried out aloud, Sí, la brisa refrescaba. La barca se balanceaba, cortaba el agua en dos, y se derramaba en verdes cataratas, se abría en burbujas, en cascadas. Cam miraba la espuma, la mar con todos sus tesoros; la velocidad la hipnotizaba; y el pacto entre ella y James se debilitaba un poco. Comenzó a pensar: Qué aprisa se mueve. ¿Adónde vamos?, y el movimiento la hipnotizaba; mientras que James, con la mirada en la vela, en el horizonte, llevaba el timón con gesto adusto. Pero comenzaba a pensar también él que mientras llevara el timón podría escapar, podía deshacerse de todo. Podían desembarcar en cualquier parte, ser libres. Ambos, mirándose fugazmente, tuvieron una sensación de huida, de exaltación, a causa de la velocidad y del cambio. Pero la brisa traía idéntica excitación a Mr. Ramsay, y, cuando el bueno de Macalister se volvió para echar el sedal por la borda, gritó:
"We perished," and then again, "each alone." And then with his usual spasm of repentance or shyness, pulled himself up, and waved his hand towards the shore. «Morimos», y después, «a solas». A continuación, con el acceso de costumbre de arrepentimiento y timidez se contuvo, y saludó la costa con la mano.
"See the little house," he said pointing, wishing Cam to look. She raised herself reluctantly and looked. But which was it? She could no longer make out, there on the hillside, which was their house. All looked distant and peaceful and strange. The shore seemed refined, far away, unreal. Already the little distance they had sailed had put them far from it and given it the changed look, the composed look, of something receding in which one has no longer any part. Which was their house? She could not see it. «Mirad la casita», dijo, mientras señalaba, haciendo mirar a Cam. Ella se irguió de mala voluntad, y miró. Pero ¿cuál era? No sabría decir cuál era la casa, allí, en la falda de la colina. Todo parecía lejano, en paz y extraño. La costa parecía muy cuidada, lejana, irreal. La poca distancia que habían recorrido navegando los había alejado mucho, y le había hecho cambiar de aspecto, tenía ahora un aspecto bien cuidado, aspecto de algo que se retrae, algo en lo que uno ha dejado de participar. ¿Cuál era la casa? No sabía identificarla.
"But I beneath a rougher sea," Mr. Ramsay murmured. He had found the house and so seeing it, he had also seen himself there; he had seen himself walking on the terrace, alone. He was walking up and down between the urns; and he seemed to himself very old and bowed. Sitting in the boat, he bowed, he crouched himself, acting instantly his part-- the part of a desolate man, widowed, bereft; and so called up before him in hosts people sympathising with him; staged for himself as he sat in the boat, a little drama; which required of him decrepitude and exhaustion and sorrow (he raised his hands and looked at the thinness of them, to confirm his dream) and then there was given him in abundance women′s sympathy, and he imagined how they would soothe him and sympathise with him, and so getting in his dream some reflection of the exquisite pleasure women′s sympathy was to him, he sighed and said gently and mournfully: «Pero un mar más airado me acogió a mí», murmuraba Mr. Ramsay. Había hallado la casa, y al verla se había visto a sí mismo allí; se había visto paseando por la terraza, solo. Paseaba de un lado a otro entre los grandes jarrones; y se le veía muy envejecido, vencido. Aquí, sentado en la barca, se le veía vencido, se encogió, comenzó al momento a representar su papel: el papel de un infeliz, un viudo, un desposeído; y así conjuraba todo el ejército de quienes se compadecían de él; representaba ante sí mismo, en la barca, una breve tragedia, una tragedia que le exigía estar decrépito y exhausto y tener penas (elevó las manos y vio lo descamadas que estaban, para confirmar su sueño); y a continuación le venía con abundancia la compasión de las mujeres, y se imaginaba cómo lo consolarían v se condolerían de él, y obteniendo de este sueño la idea del exquisito placer del cariño de las mujeres, suspiró, y dijo dulcemente y apesadumbrado:
But I beneath a rougher sea
Was whelmed in deeper gulfs than he,
Morimos, a solas cada uno ,
Pero un mar más airado me acogió a mí.
so that the mournful words were heard quite clearly by them all. Cam half started on her seat. It shocked her--it outraged her. The movement roused her father; and he shuddered, and broke off, exclaiming: "Look! Look!" so urgently that James also turned his head to look over his shoulder at the island. They all looked. They looked at the island. Todos oyeron con claridad las tristes palabras. Cam se sobresaltó un poco. La sorprendió, se encolerizó. El movimiento atrajo la atención de su padre; hizo un movimiento involuntario; de repente, exclamó: «¡Mirad! ¡Mirad!», con tanta vehemencia que James también volvió la cabeza para mirar hacia la isla por encima del hombro. Todos miraban. Miraban hacia la isla.
But Cam could see nothing. She was thinking how all those paths and the lawn, thick and knotted with the lives they had lived there, were gone: were rubbed out; were past; were unreal, and now this was real; the boat and the sail with its patch; Macalister with his earrings; the noise of the waves--all this was real. Thinking this, she was murmuring to herself, "We perished, each alone," for her father′s words broke and broke again in her mind, when her father, seeing her gazing so vaguely, began to tease her. Didn′t she know the points of the compass? he asked. Didn′t she know the North from the South? Did she really think they lived right out there? And he pointed again, and showed her where their house was, there, by those trees. He wished she would try to be more accurate, he said: "Tell me--which is East, which is West?" he said, half laughing at her, half scolding her, for he could not understand the state of mind of any one, not absolutely imbecile, who did not know the points of the compass. Yet she did not know. And seeing her gazing, with her vague, now rather frightened, eyes fixed where no house was Mr. Ramsay forgot his dream; how he walked up and down between the urns on the terrace; how the arms were stretched out to him. He thought, women are always like that; the vagueness of their minds is hopeless; it was a thing he had never been able to understand; but so it was. It had been so with her--his wife. They could not keep anything clearly fixed in their minds. But he had been wrong to be angry with her; moreover, did he not rather like this vagueness in women? It was part of their extraordinary charm. I will make her smile at me, he thought. She looks frightened. She was so silent. He clutched his fingers, and determined that his voice and his face and all the quick expressive gestures which had been at his command making people pity him and praise him all these years should subdue themselves. He would make her smile at him. He would find some simple easy thing to say to her. But what? For, wrapped up in his work as he was, he forgot the sort of thing one said. There was a puppy. They had a puppy. Who was looking after the puppy today? he asked. Yes, thought James pitilessly, seeing his sister′s head against the sail, now she will give way. I shall be left to fight the tyrant alone. The compact would be left to him to carry out. Cam would never resist tyranny to the death, he thought grimly, watching her face, sad, sulky, yielding. And as sometimes happens when a cloud falls on a green hillside and gravity descends and there among all the surrounding hills is gloom and sorrow, and it seems as if the hills themselves must ponder the fate of the clouded, the darkened, either in pity, or maliciously rejoicing in her dismay: so Cam now felt herself overcast, as she sat there among calm, resolute people and wondered how to answer her father about the puppy; how to resist his entreaty--forgive me, care for me; while James the lawgiver, with the tablets of eternal wisdom laid open on his knee (his hand on the tiller had become symbolical to her), said, Resist him. Fight him. He said so rightly; justly. For they must fight tyranny to the death, she thought. Of all human qualities she reverenced justice most. Her brother was most god-like, her father most suppliant. And to which did she yield, she thought, sitting between them, gazing at the shore whose points were all unknown to her, and thinking how the lawn and the terrace and the house were smoothed away now and peace dwelt there. Pero Cam no veía nada. Pensaba en cómo se habían borrado todos esos senderos que cruzaban el césped, densamente poblados con las vidas que habían vivido sobre ellos, habían desaparecido, eran el pasado, eran lo irreal, lo real ahora era esto: la barca y la vela con el remiendo, Macalister con los pendientes, el ruido de las olas; todo esto era lo real. Pensando en esto, murmuraba ella para sí: «Morimos, a solas», porque las palabras de su padre no dejaban de dar vueltas y más vueltas en su mente; cuando su padre, viendo que miraba como sin ver, comenzó a burlarse de ella. ¿Es que no conocía los puntos cardinales?, preguntaba, ¿la brújula? ¿No distinguía el norte del sur? ¿Es que de verdad pensaba que vivían allí? Volvía a señalar, y le mostraba dónde estaba la casa, allí, entre aquellos árboles. Le gustaría que ella fuera más precisa, le decía: «Vamos a ver, ¿dónde está el este, y dónde está el oeste?», le decía, medio riéndose de ella, medio riñéndola, porque no podía comprender qué clase de mente sería la suya, si es que no era completamente imbécil, que no conocía los puntos cardinales. Y ella no lo sabía. Y viendo cómo miraba, sin ver, pero con ojos asustados, y con la mirada dirigida hacia donde no estaba la casa, Mr. Ramsay olvidó su sueño: cómo paseaba de un lado a otro entre los jarrones de la terraza, cómo se extendían los brazos para acogerlo. Pensaba, las mujeres son siempre así; la inconcreción de sus mentes no tiene remedio; era algo que nunca había podido entender, pero así era. Así había sido ella, su propia mujer. No podían conseguir que hubiera algo que se quedara firmemente grabado en sus mentes. Pero no debía haberse enfadado con ella, lo que es más, ¿es que en el fondo no era eso lo que le gustaba de ellas? Era parte de su extraordinario encanto. Haré que ella me sonría, pensaba. Parece asustada. Era tan callada. Cerró la mano, y decidió que su voz y su cara y todos los rápidos gestos expresivos que le habían obedecido y habían hecho que le gente se apiadara de él y lo alabaran durante todos estos años se sosegaran. Conseguiría que le sonriera. Encontraría algo agradable que decirle. Pero ¿qué? Porque, absorto en sus tareas, como lo estaba, había olvidado qué clase de cosas se decían. Estaba el cachorro. Tenían un cachorro. ¿Quién lo atendía hoy?, preguntó. Sí, pensaba James implacable, viendo el perfil de la cabeza de su hermana contra la vela, ahora cederá. Se quedaría solo para luchar contra el tirano. Quedaría él solo para continuar la lucha, para hacer honor al pacto. Cam no será capaz de enfrentarse con la tiranía hasta morir, pensaba sombrío, observando la cara, triste, hosca, débil. Y como con frecuencia sucede cuando una nube cae sobre la verde falda de una colina y desciende la presión barométrica y ahí en medio de las demás colinas está la pena y la tristeza, y parece como si las demás colinas reflexionaran sobre la mala suerte de la nublada, de la ensombrecida, con piedad o maliciosamente regocijadas por su pena, de igual forma, Cam se sentía triste, sentada ahí, en medio de gentes en calma, decididas, y se preguntaba que cómo respondería a su padre respecto del cachorro; cómo resistirse a esta petición: perdóname, atiéndeme; mientras que James, el legislador, con las tablas de la sabiduría eterna abiertas sobre las rodillas (la mano sobre el timón se había convertido en algo simbólico para ella), decía: Resiste. Lucha. Tenía razón, era justo. Porque debían luchar contra la tiranía hasta la muerte, pensaba ella. De todos los valores humanos, era el de la justicia el que más reverenciaba. Su hermano era lo más parecido a un dios; su padre, a alguien que solicitara algo con humildad. Ante quién se rendiría, pensaba, sentada entre ambos, mirando hacia la costa, cuyos puntos eran completamente desconocidos para ella, y pensando en cómo el jardín y la terraza y la casa se habían difuminado, y ahora habitaba allí la paz.
"Jasper," she said sullenly. He′d look after the puppy. «Jasper», dijo de forma hosca. Él cuidará del cachorro.
And what was she going to call him? her father persisted. He had had a dog when he was a little boy, called Frisk. She′ll give way, James thought, as he watched a look come upon her face, a look he remembered. They look down he thought, at their knitting or something. Then suddenly they look up. There was a flash of blue, he remembered, and then somebody sitting with him laughed, surrendered, and he was very angry. It must have been his mother, he thought, sitting on a low chair, with his father standing over her. He began to search among the infinite series of impressions which time had laid down, leaf upon leaf, fold upon fold softly, incessantly upon his brain; among scents, sounds; voices, harsh, hollow, sweet; and lights passing, and brooms tapping; and the wash and hush of the sea, how a man had marched up and down and stopped dead, upright, over them. Meanwhile, he noticed, Cam dabbled her fingers in the water, and stared at the shore and said nothing. No, she won′t give way, he thought; she′s different, he thought. Well, if Cam would not answer him, he would not bother her Mr. Ramsay decided, feeling in his pocket for a book. But she would answer him; she wished, passionately, to move some obstacle that lay upon her tongue and to say, Oh, yes, Frisk. I′ll call him Frisk. She wanted even to say, Was that the dog that found its way over the moor alone? But try as she might, she could think of nothing to say like that, fierce and loyal to the compact, yet passing on to her father, unsuspected by James, a private token of the love she felt for him. For she thought, dabbling her hand (and now Macalister′s boy had caught a mackerel, and it lay kicking on the floor, with blood on its gills) for she thought, looking at James who kept his eyes dispassionately on the sail, or glanced now and then for a second at the horizon, you′re not exposed to it, to this pressure and division of feeling, this extraordinary temptation. Her father was feeling in his pockets; in another second, he would have found his book. For no one attracted her more; his hands were beautiful, and his feet, and his voice, and his words, and his haste, and his temper, and his oddity, and his passion, and his saying straight out before every one, we perish, each alone, and his remoteness. (He had opened his book.) But what remained intolerable, she thought, sitting upright, and watching Macalister′s boy tug the hook out of the gills of another fish, was that crass blindness and tyranny of his which had poisoned her childhood and raised bitter storms, so that even now she woke in the night trembling with rage and remembered some command of his; some insolence: "Do this," "Do that," his dominance: his "Submit to me." ¿Qué nombre iba a ponerle?, su padre persistía. Él había tenido un perro de niño, se llamaba Frisk. Se rendirá, pensaba James, mientras veía cómo le cambiaba la cara, un cambio que recordaba de otras ocasiones. Ellas bajan la mirada, pensaba, miran las labores o cualquier otra cosa. Luego, de repente, la levantan. Hubo un destello azul, recordaba él, y entonces una, que se sentaba a su lado, se rió, se rindió, y él se enfadó mucho. Debió de haber sido su madre, pensaba, tejiendo en la silla baja, y su padre en pie, junto a ella. Comenzó a buscar en la infinita serie de impresiones que el tiempo había depositado en su cerebro: hoja tras hoja, pliegue sobre pliegue, delicada, incesantemente; entre aromas, sonidos (voces, ásperas, huecas, cariñosas), entre las luces que se movían, entre las escobas que barran, entre el ir y venir de la mar, advertía la presencia de un hombre que iba de un lado a otro, y de repente se quedaba inmóvil, erguido, junto a ellos. Mientras tanto, advirtió, Cam mojaba los dedos en el agua, y miraba fijamente la costa, y seguía callada. No, no se rendirá, pensó él; es diferente, pensaba. Muy bien, si Cam no quería contestar, no la molestaría más, decidió Mr. Ramsay, palpándose los bolsillos en busca de un libro. Pero ella sí que quería responder; deseaba, con pasión, poder derribar algún obstáculo que estorbaba su lengua, y quería poder decir: Ah, sí, Frisk. Lo llamaré Frisk. Incluso quería poder decir, ¿era ése el perro que se encontró en el camino después de haberlo perdido en el páramo? Pero, hiciera lo que hiciera, no se le ocurría decir nada parecido a eso; había decidido cumplir con lealtad el pacto, querría hacer llegar a su padre, sin que James lo advirtiera, una muestra privada del amor que sentía hacia él. Porque pensaba, mientras jugaba con el agua (el hijo de Macalister había cogido una caballa, y daba coletazos en el suelo, había sangre en las agallas), porque pensaba, mientras miraba a james, quien, a su vez, no apartaba la ecuánime mirada de la vela, o dirigía la vista fugazmente al horizonte, tú no estás expuesto a correr este riesgo, a esta intensidad y división de sentimientos, a esta tentación extraordinaria. Su padre se palpaba los bolsillos; un segundo más, y hallaría el libro. Porque nadie la atraía más; sus manos le parecían hermosas, y sus pies, y su voz, y sus palabras, y su prisa, y su genio, y sus rarezas, y su pasión, y lo de decir sin miramiento ante cualquiera lo de morimos a solas, y su lejanía. (Ya había abierto el libro.) Pero lo que no dejaba de ser intolerable, pensaba, sentada rígida, y viendo cómo el hijo de Macalister sacaba el anzuelo de las agallas de otro pez, era esa crasa y ciega tiranía suya que había envenenado su infancia, y había levantado amargas tempestades; de forma tal que incluso ahora se despertaba en medio de la noche, temblando de ira, y recordaba alguna orden de él, alguna insolencia: «Haz esto», «Haz aquello»; su autoridad: su «Obedéceme».
So she said nothing, but looked doggedly and sadly at the shore, wrapped in its mantle of peace; as if the people there had fallen asleep, she thought; were free like smoke, were free to come and go like ghosts. They have no suffering there, she thought. De forma que no dijo nada, sino que siguió mirando de forma terca y triste hacia la costa, envuelta en su manto de paz; como si la gente que hubiera en ella se hubiera dormido, pensaba; como si fueran libres como el humo; como si tuvieran la libertad de ir y venir como fantasmas. Allí no hay sufrimiento, pensó.
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Yes, that is their boat, Lily Briscoe decided, standing on the edge of the lawn. It was the boat with greyish-brown sails, which she saw now flatten itself upon the water and shoot off across the bay. There he sits, she thought, and the children are quite silent still. And she could not reach him either. The sympathy she had not given him weighed her down. It made it difficult for her to paint. Sí, aquélla es la barca, concluyó Lily Briscoe, en el extremo del jardín. Era la barca con las velas de color gris rojizo, la que ahora vio enderezarse en el agua, y salir aprisa en medio de la bahía. Ahí está sentado, pensó, y sus hijos siguen callados. Ahí no podía alcanzarlo. Ahora le pesaba el cariño que no le había dado. Hacía difícil poder pintar.
She had always found him difficult. She never had been able to praise him to his face, she remembered. And that reduced their relationship to something neutral, without that element of sex in it which made his manner to Minta so gallant, almost gay. He would pick a flower for her, lend her his books. But could he believe that Minta read them? She dragged them about the garden, sticking in leaves to mark the place. Siempre había pensado que era un hombre difícil. Recordaba que nunca había podido alabarlo estando él presente. Eso hacía que sus relaciones fueran algo indefinido, sin el ingrediente del sexo, ese ingrediente que hacía tan elegantes, casi alegres, las que mantenía con Minta. Cortaba una flor, se la ofrecía, le dejaba libros. Pero ¿de verdad creía que Minta los leía? Los paseaba por el jardín, los llenaba de hojas para señalar por dónde iba.
"D′you remember, Mr. Carmichael?" she was inclined to ask, looking at the old man. But he had pulled his hat half over his forehead; he was asleep, or he was dreaming, or he was lying there catching words, she supposed. Mientras miraba al anciano, sentía tentaciones de hacerle la pregunta: «¿Se acuerda, Mr. Carmichael?» Pero había bajado la visera del sombrero sobre la frente: estaba dormido, o estaba soñando, o estaba cazando palabras, pensó.
"D′you remember?" she felt inclined to ask him as she passed him, thinking again of Mrs. Ramsay on the beach; the cask bobbing up and down; and the pages flying. Why, after all these years had that survived, ringed round, lit up, visible to the last detail, with all before it blank and all after it blank, for miles and miles? «¿Lo recuerda?», sintió tentaciones de preguntárselo al pasar junto a él, pensando de nuevo en Mrs. Ramsay en la playa; el barril que subía y bajaba, las páginas que se movían al viento. ¿Por qué había sobrevivido eso tras todos estos años, rotundo, luminoso, visible hasta el más menudo detalle, y, sin embargo, todo oscuro por delante, por detrás, durante millas y más millas?
"Is it a boat? Is it a cork?" she would say, Lily repeated, turning back, reluctantly again, to her canvas. Heaven be praised for it, the problem of space remained, she thought, taking up her brush again. It glared at her. The whole mass of the picture was poised upon that weight. Beautiful and bright it should be on the surface, feathery and evanescent, one colour melting into another like the colours on a butterfly′s wing; but beneath the fabric must be clamped together with bolts of iron. It was to be a thing you could ruffle with your breath; and a thing you could not dislodge with a team of horses. And she began to lay on a red, a grey, and she began to model her way into the hollow there. At the same time, she seemed to be sitting beside Mrs. Ramsay on the beach. «¿Es una barca?, ¿un corcho?», decía ella, se repetía para sí Lily, regresando, de mala gana, al lienzo. Loados sean los cielos, al menos le quedaba todavía el problema del espacio, pensaba, mientras cogía de nuevo el pincel. Rutilaba ante ella. Todo el volumen del cuadro gravitaba sobre ese punto. La superficie sería hermosa, deslumbrante, como plumas, evanescente, la mezcla de colores debía ser tan natural como la de las alas de la mariposa; pero bajo la superficie, el tejido debería estar trabado como con barras de hierro. Debería ser algo que pudiera estremecerse con un sencillo soplo; y, a la vez, algo que no pudiera mover ni un tiro de caballos. Comenzó a depositar un rojo, un gris, y comenzó a modelar su rumbo en el hueco. Y a la vez le parecía que estaba sentada junto a Mrs. Ramsay en la playa.
"Is it a boat? Is it a cask?" Mrs. Ramsay said. And she began hunting round for her spectacles. And she sat, having found them, silent, looking out to sea. And Lily, painting steadily, felt as if a door had opened, and one went in and stood gazing silently about in a high cathedral-like place, very dark, very solemn. Shouts came from a world far away. Steamers vanished in stalks of smoke on the horizon. Charles threw stones and sent them skipping. «¿Es una barca?, ¿un barril?», se preguntaba Mrs. Ramsay. Comenzó a buscar las gafas. Se quedó sentada, tras haberlas hallado, callada, mirando la mar. Lily, pintando metódicamente, sintió como si una puerta se hubiera abierto, y alguien entrara, y se quedara contemplando todo en silencio, como en una alta catedral, muy oscura, muy solemne. Había unos gritos que procedían de un mundo remoto. Los vapores se desvanecían bajo el humo en forma de columnas en el horizonte. Charles arrojaba piedras, y las hacía rebotar en el agua.
Mrs. Ramsay sat silent. She was glad, Lily thought, to rest in silence, uncommunicative; to rest in the extreme obscurity of human relationships. Who knows what we are, what we feel? Who knows even at the moment of intimacy, This is knowledge? Aren′t things spoilt then, Mrs. Ramsay may have asked (it seemed to have happened so often, this silence by her side) by saying them? Aren′t we more expressive thus? The moment at least seemed extraordinarily fertile. She rammed a little hole in the sand and covered it up, by way of burying in it the perfection of the moment. It was like a drop of silver in which one dipped and illumined the darkness of the past. Mrs. Ramsay estaba sentada, callada. Lily pensaba que estaba contenta por descansar, al fin, sin tener que hablar, no tendría ganas de hablar; por poder alejarse un rato de la extrema oscuridad de las relaciones humanas. ¿Quién sabe lo que somos?, ¿lo que sentimos? ¿Quién sabría decir, incluso en los momentos de intimidad: Esto es el conocimiento? Es que, al decirlas, ¿no se deterioran las cosas?, podría haber preguntado Mrs. Ramsay. (Parecía haber sido tan frecuente, este silencio junto a ella.) ¿Es que no somos más expresivos así? El momento, por decirlo de alguna forma, parecía extraordinariamente fértil. Escarbó un hoyito en la arena, y lo cubrió, como si enterrara la perfección del momento. Era como una gota de plata, en la que mojar el pincel, para que iluminase la oscuridad el pasado.
Lily stepped back to get her canvas--so--into perspective. It was an odd road to be walking, this of painting. Out and out one went, further, until at last one seemed to be on a narrow plank, perfectly alone, over the sea. And as she dipped into the blue paint, she dipped too into the past there. Now Mrs. Ramsay got up, she remembered. It was time to go back to the house--time for luncheon. And they all walked up from the beach together, she walking behind with William Bankes, and there was Minta in front of them with a hole in her stocking. How that little round hole of pink heel seemed to flaunt itself before them! How William Bankes deplored it, without, so far as she could remember, saying anything about it! It meant to him the annihilation of womanhood, and dirt and disorder, and servants leaving and beds not made at mid-day--all the things he most abhorred. He had a way of shuddering and spreading his fingers out as if to cover an unsightly object which he did now--holding his hand in front of him. And Minta walked on ahead, and presumably Paul met her and she went off with Paul in the garden. Lily retrocedió un paso para colocar el lienzo, así, en perspectiva. Extraño camino este de la pintura. Iba una más y más allá, cada vez más lejos, hasta que al final parecía hallarse una en medio de una estrecha tabla, completamente sola, sobre la mar. Al mojar el pincel en el color azul, a la vez, lo hundía en aquel pasado. Ahora Mrs. Ramsay se levantaba, lo recordaba. Era hora de regresar a casa, era la hora del almuerzo. Y todos subieron juntos a casa, desde la playa, ella caminaba detrás de William Bankes, y Minta iba enfrente de ellos, con un agujero en la media. ¡Cómo parecía disfrutar exhibiendo se aquel agujerito sonrosado del talón! ¡Y cómo lo censuraba William Bankes, sin que, según sus recuerdos, hubiera dicho ni una palabra! Para él significaba eso la aniquilación de la feminidad: era la suciedad, el desorden, que los criados no hicieran las camas hasta el mediodía; en fin, todo lo que detestaba. Qué forma tenía de estremecerse y extender la mano como para protegerse de algún objeto desagradable; eso es lo que hacía ahora: extender la mano. Minta caminaba delante, probablemente Paul la esperara, y ambos se dirigirían al jardín.
The Rayleys, thought Lily Briscoe, squeezing her tube of green paint. She collected her impressions of the Rayleys. Their lives appeared to her in a series of scenes; one, on the staircase at dawn. Paul had come in and gone to bed early; Minta was late. There was Minta, wreathed, tinted, garish on the stairs about three o′clock in the morning. Paul came out in his pyjamas carrying a poker in case of burglars. Minta was eating a sandwich, standing half-way up by a window, in the cadaverous early morning light, and the carpet had a hole in it. But what did they say? Lily asked herself, as if by looking she could hear them. Minta went on eating her sandwich, annoyingly, while he spoke something violent, abusing her, in a mutter so as not to wake the children, the two little boys. He was withered, drawn; she flamboyant, careless. For things had worked loose after the first year or so; the marriage had turned out rather badly. Los Rayley, pensaba Lily Briscoe, mientras apretaba el tubo del color verde. Atesoraba las impresiones de los Rayley. Sus vidas se le aparecían como en una serie de escenas; una, en la escalera al atardecer. Paul ya había llegado, se había acostado pronto; Minta se retrasaba. Llegaba Minta, con una guirnalda, multicolor, deslumbrante, en tomo a las tres de la madrugada, se quedaba en la escalera. Paul salía en pijama, con un atizador, por si hubieran entrado ladrones. Minta comía un emparedado, en medio de la escalera, junto a una ventana, bajo la luz cadavérica de la madrugada, y en la alfombra había un agujero. Pero ¿qué es lo que decían? Se preguntaba Lily, como si, mirando, pudiera oír. Algo violento. Minta seguía comiendo el emparedado, desafiante, mientras él hablaba. Estaba indignado, decía palabras que dictaban los celos, la insultaba, en un susurro, como para no despertar a los niños, a los dos niños pequeños. Él estaba envejecido, tenía arrugas; ella deslumbraba, parecía no importarle nada. Porque las cosas, aproximadamente tras el primer año de matrimonio, habían comenzado a ir mal, el matrimonio había salido bastante mal.
And this, Lily thought, taking the green paint on her brush, this making up scenes about them, is what we call "knowing" people, "thinking" of them, "being fond" of them! Not a word of it was true; she had made it up; but it was what she knew them by all the same. She went on tunnelling her way into her picture, into the past. ¡Y esto, pensaba Lily, cogiendo la pintura verde con el pincel, esto de imaginar escenas en las que aparezcan ellos, es lo que decimos que es «conocer» a la gente, «pensar» en ellos, «quererlos»! Ni una sola palabra era cierta; se lo había inventado, pero sólo así podía presumir de conocerlos. Siguió avanzando por el estrecho pasadizo de su pintura, hacia el pasado.
Another time, Paul said he "played chess in coffee-houses." She had built up a whole structure of imagination on that saying too. She remembered how, as he said it, she thought how he rang up the servant, and she said, "Mrs. Rayley′s out, sir," and he decided that he would not come home either. She saw him sitting in the corner of some lugubrious place where the smoke attached itself to the red plush seats, and the waitresses got to know you, and he played chess with a little man who was in the tea trade and lived at Surbiton, but that was all Paul knew about him. And then Minta was out when he came home and then there was that scene on the stairs, when he got the poker in case of burglars (no doubt to frighten her too) and spoke so bitterly, saying she had ruined his life. At any rate when she went down to see them at a cottage near Rickmansworth, things were horribly strained. Paul took her down the garden to look at the Belgian hares which he bred, and Minta followed them, singing, and put her bare arm on his shoulder, lest he should tell her anything. En otra ocasión, Paul había dicho que «jugaba al ajedrez en las cafeterías». También había erigido toda una estructura imaginaria en torno a esa frase. Recordaba cómo, al decirla, lo había imaginado llamando a una criada, y que ésta le decía: «Mrs. Rayley ha salido, señor», y entonces él decidía que tampoco él volvería a casa. Lo veía sentado en un rincón de cualquier lugar lúgubre, donde el humo se pegara a los cojines de terciopelo, y la camarera te conociera, jugando al ajedrez con un hombrecillo que se dedicaba a vender té, y que vivía en Surbiton, y eso era todo lo que Paul sabía de él. Luego iba a casa, y Minta no estaba, y luego estaba la escena de la escalera, cuando iba con el atizador, por si hubiera ladrones (y sin duda para asustarla a ella de paso), y decía aquellas cosas tan amargas, y lo de que le había destrozado la vida. En todo caso, cuando fue a visitarlos en la casita de campo cerca de Rickmansworth, las cosas estaban ya muy mal. Paul la llevó al jardín para que viera los conejos que criaba, y Minta los siguió, cantando, y le pasó el brazo desnudo por los hombros, no fuera a contarle a ella algo.
Minta was bored by hares, Lily thought. But Minta never gave herself away. She never said things like that about playing chess in coffee- houses. She was far too conscious, far too wary. But to go on with their story--they had got through the dangerous stage by now. She had been staying with them last summer some time and the car broke down and Minta had to hand him his tools. He sat on the road mending the car, and it was the way she gave him the tools--business-like, straightforward, friendly--that proved it was all right now. They were "in love" no longer; no, he had taken up with another woman, a serious woman, with her hair in a plait and a case in her hand (Minta had described her gratefully, almost admiringly), who went to meetings and shared Paul′s views (they had got more and more pronounced) about the taxation of land values and a capital levy. Far from breaking up the marriage, that alliance had righted it. They were excellent friends, obviously, as he sat on the road and she handed him his tools. A Minta la aburran los conejos, pensaba Lily. Pero Minta nunca hacía confidencias. Ella nunca habría contado cosas como la de jugar al ajedrez en cafeterías. Era demasiado reservada, circunspecta. Pero, siguiendo con su historia: ahora estaban atravesando una etapa peligrosa. Había pasado parte del verano anterior en casa de ellos, y el automóvil había tenido una avería, y Minta le pasaba las herramientas. Él se sentó en la carretera para reparar la avería, y la forma en que ella le acercaba las herramientas -profesional, directa, amistosa- demostraba que ahora las cosas estaban bien. Ya no estaban «enamorados», no, él tenía ahora a otra mujer, una mujer seria, con el pelo recogido en una trenza, y con un maletín (Minta la había descrito con gratitud, casi con admiración), que asistía a las reuniones políticas, y que compartía las opiniones de Paul (cada vez se hacían más y más inflexibles) acerca de los impuestos sobre las tierras y sobre la nacionalización. Lejos de romper el matrimonio, esta alianza lo había reforzado. Eran excelentes amigos, evidentemente, como lo demostraba que él estuviera sentado en la carretera, y que ella le acercara las herramientas.
So that was the story of the Rayleys, Lily thought. She imagined herself telling it to Mrs. Ramsay, who would be full of curiosity to know what had become of the Rayleys. She would feel a little triumphant, telling Mrs. Ramsay that the marriage had not been a success. De forma que ésta era la historia de los Rayley, Lily se sonrió. Se imaginaba a sí misma contándoselo a Mrs. Ramsay, que estaría deseosa de saber cómo les había ido a los Rayley. Se habría sentido triunfante, al contarle a Mrs. Ramsay que el matrimonio no había salido bien.
But the dead, thought Lily, encountering some obstacle in her design which made her pause and ponder, stepping back a foot or so, oh, the dead! she murmured, one pitied them, one brushed them aside, one had even a little contempt for them. They are at our mercy. Mrs. Ramsay has faded and gone, she thought. We can over-ride her wishes, improve away her limited, old-fashioned ideas. She recedes further and further from us. Mockingly she seemed to see her there at the end of the corridor of years saying, of all incongruous things, "Marry, marry!" (sitting very upright early in the morning with the birds beginning to cheep in the garden outside). And one would have to say to her, It has all gone against your wishes. They′re happy like that; I′m happy like this. Life has changed completely. At that all her being, even her beauty, became for a moment, dusty and out of date. For a moment Lily, standing there, with the sun hot on her back, summing up the Rayleys, triumphed over Mrs. Ramsay, who would never know how Paul went to coffee-houses and had a mistress; how he sat on the ground and Minta handed him his tools; how she stood here painting, had never married, not even William Bankes. Pero los muertos, pensaba Lily, hallando algún obstáculo en el dibujo que le hizo detenerse y reflexionar, retrocediendo más o menos un paso, ¡ay de los muertos!, murmuró, se apiadaba una de ellos, los dejaba a un lado, incluso podía permitirse una cierto grado de desprecio. Están a nuestra merced. Mrs. Ramsay se ha desvanecido, se ha ido, pensaba. Podemos desatender sus deseos, mejorar sus limitadas ideas, pasadas de moda. Se aleja cada vez más de nosotros. Como burla, le parecía estar viéndola al fondo del pasillo de los años diciendo, eso sí que era incongruente: ¡Cásate, cásate! (sentada, muy erguida, al amanecer, y los pájaros que comenzaban a trinar en el jardín). Habría que decirle: No se ha cumplido ni uno solo de sus deseos. Son felices así, soy feliz así. La vida ha cambiado por completo. Ante eso, todo su ser, incluida su belleza, se convirtió repentinamente en polvo, en algo envejecido. Durante un momento, Lily, allí en pie, con el calor del sol en la espalda, resumiendo la biografía de los Rayley, vencía a Mrs. Ramsay, quien nunca llegó a saber que Paul se iba a las cafeterías, que mantenía una querida; m que Paul se sentaba en el suelo, y Minta le acercaba las herramientas; ni que ella estaba en este lugar pintando, y que no se había casado, ni siquiera con William Bankes.
Mrs. Ramsay had planned it. Perhaps, had she lived, she would have compelled it. Already that summer he was "the kindest of men." He was "the first scientist of his age, my husband says." He was also "poor William--it makes me so unhappy, when I go to see him, to find nothing nice in his house--no one to arrange the flowers." So they were sent for walks together, and she was told, with that faint touch of irony that made Mrs. Ramsay slip through one′s fingers, that she had a scientific mind; she liked flowers; she was so exact. What was this mania of hers for marriage? Lily wondered, stepping to and fro from her easel. Mrs. Ramsay lo había planeado todo. Quizá, si hubiera vivido más tiempo, habría logrado lo que se proponía. Ya había sido él aquel verano «el más amable». «El científico más importante de hoy, dice mi marido.» También era «el pobre William..., me siento tan desdichada cuando voy a su casa, cuando veo que no tiene nada bonito, me da tanta pena que nadie le cuide las flores». Los enviaba a pasear juntos, y le decía, con aquel leve y fino toque irónico que hacía que Mrs. Ramsay se le escurriera a una entre los dedos, que ella tenía una mente científica, que le gustaban las flores, que era muy exacta. ¿Qué manía era esta de que todos se casaran? Lily retrocedía o avanzaba ante el caballete.
(Suddenly, as suddenly as a star slides in the sky, a reddish light seemed to burn in her mind, covering Paul Rayley, issuing from him. It rose like a fire sent up in token of some celebration by savages on a distant beach. She heard the roar and the crackle. The whole sea for miles round ran red and gold. Some winey smell mixed with it and intoxicated her, for she felt again her own headlong desire to throw herself off the cliff and be drowned looking for a pearl brooch on a beach. And the roar and the crackle repelled her with fear and disgust, as if while she saw its splendour and power she saw too how it fed on the treasure of the house, greedily, disgustingly, and she loathed it. But for a sight, for a glory it surpassed everything in her experience, and burnt year after year like a signal fire on a desert island at the edge of the sea, and one had only to say "in love" and instantly, as happened now, up rose Paul′s fire again. And it sank and she said to herself, laughing, "The Rayleys"; how Paul went to coffee-houses and played chess.) (De repente, tan de repente como cuando una estrella cruza el cielo, pareció encenderse una luz rojiza en su mente, ocultando a Paul Rayley, saliendo de él. Se elevaba como un fuego que ardiera al modo de una muestra de cualquier rito salvaje que se celebrara en alguna lejana playa. Escuchaba los ruidos y el crepitar. Toda la mar, en muchas millas a la redonda, parecía roja y dorada. Un olor de vino se mezclaba con esto, y la embriagaba, porque ahora sentía de nuevo el deseo irrefrenable de arrojarse por el acantilado, y de ahogarse mientras buscaba un broche perdido en la playa. El ruido y el crepitar la disgustaban y atemorizaban, y quería rechazarlos, como si mientras advirtiera su poder y esplendor, viera también cómo se alimentaban con los tesoros de la casa, con glotonería, de forma repugnante, y ella lo aborrecía. Pero como visión, como gloria, sobrepasaba todo lo que su experiencia conocía, y ardía año tras año, como un fuego que fuera un aviso en una isla desierta al borde de la mar, y una sólo tuviera que decir «enamorada» para que al momento, como sucedía ahora, se elevara de nuevo el fuego de Paul Disminuyó, y se dijo, riéndose: «Los Rayley», y que Paul iba a las cafeterías a jugar al ajedrez.)
She had only escaped by the skin of her teeth though, she thought. She had been looking at the table-cloth, and it had flashed upon her that she would move the tree to the middle, and need never marry anybody, and she had felt an enormous exultation. She had felt, now she could stand up to Mrs. Ramsay--a tribute to the astonishing power that Mrs. Ramsay had over one. Do this, she said, and one did it. Even her shadow at the window with James was full of authority. She remembered how William Bankes had been shocked by her neglect of the significance of mother and son. Did she not admire their beauty? he said. But William, she remembered, had listened to her with his wise child′s eyes when she explained how it was not irreverence: how a light there needed a shadow there and so on. She did not intend to disparage a subject which, they agreed, Raphael had treated divinely. She was not cynical. Quite the contrary. Thanks to his scientific mind he understood--a proof of disinterested intelligence which had pleased her and comforted her enormously. One could talk of painting then seriously to a man. Indeed, his friendship had been one of the pleasures of her life. She loved William Bankes. Se había escapado por los pelos, pensaba. Se había quedado mirando el mantel, y se le había ocurrido que podía desplazar el árbol hacia el centro, y que no tenía por qué casarse, y se había sentido inmensamente feliz. Había pensado que ahora podía enfrentarse con Mrs. Ramsay: un tributo al inmenso poder que Mrs. Ramsay tenía sobre una. Haz esto, decía, y una lo hacía. Incluso su sombra junto a la ventana, con James, tenía gran autoridad. Recordaba cómo William Bankes se había quedado impresionado por qué poco interés había manifestado por la significación de la estampa de la madre y el hijo. ¿No admiraba esta belleza?, dijo. Pero William, lo recordaba, la había escuchado con sus ojos de niño inteligente, cuando le explicó que no se trataba de una irreverencia: cómo una luz en este lugar exigía que en este otro hubiera una sombra, etcétera. No quería subestimar un asunto sobre el que, estaban de acuerdo, Rafael había trabajado de forma divina. No pretendía ser cínica. Muy al contrario. Gracias a su mentalidad científica, lo comprendió: una prueba desinteresada de comprensión que la había complacido y consolado enormemente. Podía hablar una en serio con un hombre. A decir verdad, esta amistad había sido uno de los placeres de su vida. Amaba a William Bankes.
They went to Hampton Court and he always left her, like the perfect gentleman he was, plenty of time to wash her hands, while he strolled by the river. That was typical of their relationship. Many things were left unsaid. Then they strolled through the courtyards, and admired, summer after summer, the proportions and the flowers, and he would tell her things, about perspective, about architecture, as they walked, and he would stop to look at a tree, or the view over the lake, and admire a child--(it was his great grief--he had no daughter) in the vague aloof way that was natural to a man who spent spent so much time in laboratories that the world when he came out seemed to dazzle him, so that he walked slowly, lifted his hand to screen his eyes and paused, with his head thrown back, merely to breathe the air. Then he would tell her how his housekeeper was on her holiday; he must buy a new carpet for the staircase. Perhaps she would go with him to buy a new carpet for the staircase. And once something led him to talk about the Ramsays and he had said how when he first saw her she had been wearing a grey hat; she was not more than nineteen or twenty. She was astonishingly beautiful. There he stood looking down the avenue at Hampton Court as if he could see her there among the fountains. Fueron a Hampton Court, y siempre le dejaba, como un verdadero caballero, que lo era, todo el tiempo que quisiera para lavarse las manos, mientras él se paseaba a la orilla del río. Esto era característico de sus relaciones. Había muchas cosas que no decían. Luego paseaban por los patios, y admiraban, un verano tras otro, las hermosas dimensiones del edificio, y las flores, y él le contaba cosas, sobre la perspectiva, sobre la arquitectura, mientras caminaban; y se detenía él para contemplar un árbol, o la vista del lago, y a admirar a una niña (era su gran pena: no tener una hija) de forma vaga y distante, la propia de un hombre que se pasaba muchas horas en el laboratorio, y que, cuando salía, el mundo parecía aturdirlo, de forma que caminaban lentamente, levantaba la mano para hacer una visera, y hacía una pausa, con la cabeza hacia atrás, sencillamente para respirar. Y entonces le contaba que la mujer que lo atendía estaba de vacaciones, que tenía que comprar una alfombra nueva para la escalera. Quizá no le importaría acompañarlo a comprar una alfombra para la escalera. En una ocasión algo lo indujo a hablar de los Ramsay, y le contó que cuando vio a Mrs. Ramsay por primera vez llevaba un sombrero gris, no tendría más de diecinueve o veinte años. Era asombrosamente hermosa. Se quedó allí contemplando la alameda de Hampton Court, como si todavía pudiera verla entre los surtidores.
She looked now at the drawing-room step. She saw, through William′s eyes, the shape of a woman, peaceful and silent, with downcast eyes. She sat musing, pondering (she was in grey that day, Lily thought). Her eyes were bent. She would never lift them. Yes, thought Lily, looking intently, I must have seen her look like that, but not in grey; nor so still, nor so young, nor so peaceful. The figure came readily enough. She was astonishingly beautiful, as William said. But beauty was not everything. Beauty had this penalty--it came too readily, came too completely. It stilled life--froze it. One forgot the little agitations; the flush, the pallor, some queer distortion, some light or shadow, which made the face unrecognisable for a moment and yet added a quality one saw for ever after. It was simpler to smooth that all out under the cover of beauty. But what was the look she had, Lily wondered, when she clapped her deer-stalkers′s hat on her head, or ran across the grass, or scolded Kennedy, the gardener? Who could tell her? Who could help her? Ahora se quedó mirando el peldaño del salón. Veía, a través de los ojos de William, la sombra de una mujer, tranquila, callada, que miraba hacia abajo. Allí estaba sentada, meditando, reflexionando (iba de gris aquel día, pensaba Lily). Miraba hacia abajo. Nunca levantaba la mirada. Sí, pensaba Lily, mirando con atención, debo de haberla visto mirar así, pero no iba de gris, ni estaba tan tranquila, ni era tan joven, ni había tanta paz. La imagen aparecía con facilidad. Era asombrosamente hermosa, había dicho William. Pero la belleza no lo es todo. La belleza tenía sus inconvenientes: venía con demasiada facilidad, venía de forma demasiado completa. Detenía la vida: la congelaba. Deliberadamente olvidaba una las inquietudes menores: el sofoco, la palidez, alguna rara distorsión, alguna luz o alguna sombra, todo ello hacía la cara irreconocible durante unos instantes, sin embargo añadía algún rasgo que luego una siempre recordaba. Era más sencillo disimular todo, sin prestar demasiada atención a los detalles, bajo el manto de la belleza. Pero ¿qué aspecto tenía, se preguntaba Lily, cuando se ponía el sombrerito de caza, y cruzaba el jardín corriendo, o reñía a Kennedy, el jardinero? ¿Quién podría describirla? ¿Quién podría ayudarla?
Against her will she had come to the surface, and found herself half out of the picture, looking, little dazedly, as if at unreal things, at Mr. Carmichael. He lay on his chair with his hands clasped above his paunch not reading, or sleeping, but basking like a creature gorged with existence. His book had fallen on to the grass. En contra de su voluntad, tuvo que subir a la superficie, y se halló casi fuera de la pintura, mirando a Mr. Carmichael, un poco aturdida, como si las cosas fueran irreales. Estaba en la silla con las manos cruzadas sobre la panza, no leyendo, ni durmiendo, sino tomando el sol como una criatura ahíta de existencia. El libro había caído sobre la hierba.
She wanted to go straight up to him and say, "Mr. Carmichael!" Then he would look up benevolently as always, from his smoky vague green eyes. But one only woke people if one knew what one wanted to say to them. And she wanted to say not one thing, but everything. Little words that broke up the thought and dismembered it said nothing. "About life, about death; about Mrs. Ramsay"--no, she thought, one could say nothing to nobody. The urgency of the moment always missed its mark. Words fluttered sideways and struck the object inches too low. Then one gave it up; then the idea sunk back again; then one became like most middle-aged people, cautious, furtive, with wrinkles between the eyes and a look of perpetual apprehension. For how could one express in words these emotions of the body? express that emptiness there? (She was looking at the drawing-room steps; they looked extraordinarily empty.) It was one′s body feeling, not one′s mind. The physical sensations that went with the bare look of the steps had become suddenly extremely unpleasant. To want and not to have, sent all up her body a hardness, a hollowness, a strain. And then to want and not to have--to want and want--how that wrung the heart, and wrung it again and again! Oh, Mrs. Ramsay! she called out silently, to that essence which sat by the boat, that abstract one made of her, that woman in grey, as if to abuse her for having gone, and then having gone, come back again. It had seemed so safe, thinking of her. Ghost, air, nothingness, a thing you could play with easily and safely at any time of day or night, she had been that, and then suddenly she put her hand out and wrung the heart thus. Suddenly, the empty drawing-room steps, the frill of the chair inside, the puppy tumbling on the terrace, the whole wave and whisper of the garden became like curves and arabesques flourishing round a centre of complete emptiness. Quería ir a donde él, y gritarle: «¡Mr. Carmichael!» Entonces él levantaría la mirada benévolo, con aquellos ojos verdes, distraídos y velados como por humo. Pero sólo se despierta a alguien cuando se sabe qué decirle. Ella no quería decir algo, quería decir todo. Esas palabras de nada que rompen el pensamiento y lo desmembran no dicen nada. «Sobre la vida, sobre la muerte; sobre Mrs. Ramsay.» No, pensaba, no puede decirse nada a nadie. La urgencia del momento era la equivocación. Las palabras, atravesadas, se acercaban cimbrando, y se quedaban siempre unas pulgadas por debajo del blanco. Entonces tenía que dejarlo, y volvía a olvidar la idea; y entonces una se volvía como todos los de edad madura: cauta, furtiva, poniendo ceño, siempre con miedos. Porque, ¿cómo pueden expresar las palabras las emociones del cuerpo?, ¿cómo expresar su vacío? (Miraba hacia los escalones del salón, parecían estar extraordinariamente vacíos.) Era la sensación del cuerpo de una, no de la mente. Las sensaciones físicas que acompañaban el vacío de los peldaños se habían convertido de repente en algo muy desagradable. El querer y no tener volvía rígido el cuerpo, lo vaciaba, lo sometía a tensiones. Porque querer y no tener -querer, querer-, ¡cómo le partía el corazón! ¡Ay, Mrs. Ramsay!, gritaba sin palabras a aquella presencia que se sentaba junto a la barca, a aquella abstracción que era ella, la mujer de gris, como si fuera a insultarla por haberse ido, y, tras haberse ido, regresara. Siempre le había parecido que esto de pensar en ella era algo sencillo. Fantasma, aire, nada, algo con lo que podías jugar fácilmente, sin problemas, a cualquier hora del día o de la noche, eso es lo que había sido; y de repente extendía la mano, y te partía el corazón. De repente los vacíos peldaños del salón, el bordado del sillón en el interior, el cachorro que daba traspiés en la terraza, todas las ondas y rumores del jardín se convertían en curvas y arabescos que florecían en torno al centro de un vacío absoluto.
"What does it mean? How do you explain it all?" she wanted to say, turning to Mr. Carmichael again. For the whole world seemed to have dissolved in this early morning hour into a pool of thought, a deep basin of reality, and one could almost fancy that had Mr. Carmichael spoken, for instance, a little tear would have rent the surface pool. And then? Something would emerge. A hand would be shoved up, a blade would be flashed. It was nonsense of course. «¿Qué significa esto? ¿Cómo lo explica?», eso quería preguntar, y de nuevo se volvió hacia Mr. Carmichael. Porque todo el mundo parecía haberse disuelto en esta hora del amanecer en un charco de pensamiento, en un profundo cuenco de la realidad, y casi podía una fantasear con la idea de que si Mr. Carmichael hubiera hablado, una lagrimita habría desgarrado la superficie del charco. ¿Y luego? Algo subiría a la superficie. Aparecería una mano, destellaría la hoja de un cuchillo. Era un disparate, por supuesto.
A curious notion came to her that he did after all hear the things she could not say. He was an inscrutable old man, with the yellow stain on his beard, and his poetry, and his puzzles, sailing serenely through a world which satisfied all his wants, so that she thought he had only to put down his hand where he lay on the lawn to fish up anything he wanted. She looked at her picture. That would have been his answer, presumably--how "you" and "I" and "she" pass and vanish; nothing stays; all changes; but not words, not paint. Yet it would be hung in the attics, she thought; it would be rolled up and flung under a sofa; yet even so, even of a picture like that, it was true. One might say, even of this scrawl, not of that actual picture, perhaps, but of what it attempted, that it "remained for ever," she was going to say, or, for the words spoken sounded even to herself, too boastful, to hint, wordlessly; when, looking at the picture, she was surprised to find that she could not see it. Her eyes were full of a hot liquid (she did not think of tears at first) which, without disturbing the firmness of her lips, made the air thick, rolled down her cheeks. She had perfect control of herself--Oh, yes!--in every other way. Was she crying then for Mrs. Ramsay, without being aware of any unhappiness? She addressed old Mr. Carmichael again. What was it then? What did it mean? Could things thrust their hands up and grip one; could the blade cut; the fist grasp? Was there no safety? No learning by heart of the ways of the world? No guide, no shelter, but all was miracle, and leaping from the pinnacle of a tower into the air? Could it be, even for elderly people, that this was life?--startling, unexpected, unknown? For one moment she felt that if they both got up, here, now on the lawn, and demanded an explanation, why was it so short, why was it so inexplicable, said it with violence, as two fully equipped human beings from whom nothing should be hid might speak, then, beauty would roll itself up; the space would fill; those empty flourishes would form into shape; if they shouted loud enough Mrs. Ramsay would return. "Mrs. Ramsay!" she said aloud, "Mrs. Ramsay!" The tears ran down her face. Le vino a la mente la curiosa idea de que, después de todo, quizá él sí que hubiera oído lo que ella no sabía decir. Era un anciano misterioso, con sus hebras rubias en la barba, con su poesía, con sus rompecabezas, serenamente surcando un mundo que había satisfecho todos sus deseos; ella pensaba que no tenía nada más que extender la mano hacia el jardín para asir cualquier cosa que necesitara. Miró el cuadro. Tal vez hubiera sido ésta su respuesta: cómo «tú» y «yo» y «ella» pasan y se desvanecen, nada permanece, todo cambia; pero no cambian las palabras, ni la pintura. Seguro que lo colgarán en algún ático, pensaba; lo enrollarán y lo guardarán tras algún sofá; no dejará de ser verdad, sin embargo, aunque la pintura sea ésta. Podría una decir, incluso de este trazo, aunque acaso no del cuadro, lo que valía era el empeño, que «permanecería para siempre»; iba a decir eso, o, como las palabras dichas le parecían incluso a ella misma demasiado pretenciosas, a insinuarlo, sin palabras, cuando, al mirar el cuadro, se quedó sorprendida al darse cuenta de que no lo veía. Tenía los ojos llenos de ese líquido caliente (no se le ocurrió pensar en las lágrimas al principio) que, sin perturbar la firmeza de sus labios, hacía que el aire fuera más denso, se deslizaba por sus mejillas. No había perdido los nervios, ¡claro que no!, de ninguna forma. Entonces, ¿lloraba por Mrs. Ramsay sin ser consciente de ninguna desdicha? Se dirigió una vez más al viejo Mr. Carmichael. ¿De qué se trataba? ¿Qué quería decir? ¿Es que las cosas podían alargar una mano y asirla a una?, ¿la hoja podía cortar?; ¿la mano, asir?, ¿no había seguridad?, ¿no había forma de aprenderse de memoria los hábitos del mundo?, ¿no había guía, ni refugio, sino que todo era milagro, y saltar desde lo alto de una torre al vacío?, ¿pudiera ser que, incluso para los ancianos, fuera esto la vida?: ¿sorprendente, inesperada, desconocida? Por un momento pensó en que si ambos, aquí, ahora, en este jardín, exigieran una explicación, que por qué era tan breve, tan inexplicable, y lo dijeran con violencia, como hablarían dos seres humanos plenamente desarrollados a quienes no se pudiera ocultar nada, entonces, la belleza aparecería al momento; el espacio se poblaría; los vacíos arabescos compondrían una forma concreta; si gritaran con suficiente energía, Mrs. Ramsay regresaría. «¡Mrs. Ramsay!», dijo en voz alta, «¡Mrs. Ramsay!». Las lágrimas rodaban por su cara.
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[Macalister′s boy took one of the fish and cut a square out of its side to bait his hook with. The mutilated body (it was alive still) was thrown back into the sea.] [El hijo de Macalister cogió uno de los peces, y le cortó un cuadrado para cebar el anzuelo. Devolvió a la mar (aún vivo) el cuerpo mutilado.]
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"Mrs. Ramsay!" Lily cried, "Mrs. Ramsay!" But nothing happened. The pain increased. That anguish could reduce one to such a pitch of imbecility, she thought! Anyhow the old man had not heard her. He remained benignant, calm--if one chose to think it, sublime. Heaven be praised, no one had heard her cry that ignominious cry, stop pain, stop! She had not obviously taken leave of her senses. No one had seen her step off her strip of board into the waters of annihilation. She remained a skimpy old maid, holding a paint-brush. «¡Mrs. Ramsay! -gritaba Lily-. ¡Mrs. Ramsay!» Pero no sucedía nada. El dolor crecía. ¡Que la angustia la reduzca a una a este grado de imbecilidad!, pensaba. En todo caso, el viejo no la había oído. Seguía tranquilo, amable; y, si una quería verlo así, incluso sublime. ¡Alabados sean los cielos!, nadie había oído ese grito ignominioso, ¡deténte, dolor, deténte! Evidentemente, no se había despedido del sentido común. Nadie la había visto avanzar por la tabla y arrojarse a las aguas de la aniquilación. Seguía siendo una mezquina solterona que sujetaba un pincel en medio del jardín.
And now slowly the pain of the want, and the bitter anger (to be called back, just as she thought she would never feel sorrow for Mrs. Ramsay again. Had she missed her among the coffee cups at breakfast? not in the least) lessened; and of their anguish left, as antidote, a relief that was balm in itself, and also, but more mysteriously, a sense of some one there, of Mrs. Ramsay, relieved for a moment of the weight that the world had put on her, staying lightly by her side and then (for this was Mrs. Ramsay in all her beauty) raising to her forehead a wreath of white flowers with which she went. Lily squeezed her tubes again. She attacked that problem of the hedge. It was strange how clearly she saw her, stepping with her usual quickness across fields among whose folds, purplish and soft, among whose flowers, hyacinth or lilies, she vanished. It was some trick of the painter′s eye. For days after she had heard of her death she had seen her thus, putting her wreath to her forehead and going unquestioningly with her companion, a shade across the fields. The sight, the phrase, had its power to console. Wherever she happened to be, painting, here, in the country or in London, the vision would come to her, and her eyes, half closing, sought something to base her vision on. She looked down the railway carriage, the omnibus; took a line from shoulder or cheek; looked at the windows opposite; at Piccadilly, lamp-strung in the evening. All had been part of the fields of death. But always something--it might be a face, a voice, a paper boy crying STANDARD, NEWS--thrust through, snubbed her, waked her, required and got in the end an effort of attention, so that the vision must be perpetually remade. Now again, moved as she was by some instinctive need of distance and blue, she looked at the bay beneath her, making hillocks of the blue bars of the waves, and stony fields of the purpler spaces, again she was roused as usual by something incongruous. There was a brown spot in the middle of the bay. It was a boat. Yes, she realised that after a second. But whose boat? Mr. Ramsay′s boat, she replied. Mr. Ramsay; the man who had marched past her, with his hand raised, aloof, at the head of a procession, in his beautiful boots, asking her for sympathy, which she had refused. The boat was now half way across the bay. Lentamente el dolor de la carencia, y la ira amarga (que hubiera regresado, cuando pensabas que nunca más volverías a sentirte triste por Mrs. Ramsay. ¿La había echado de menos a la hora del desayuno entre tazas de café?, nada) cedían; y de su angustia quedaba, como antídoto, un consuelo que en sí mismo era balsámico, y también, pero más misteriosamente, la sensación de que alguien por ahí, Mrs. Ramsay, aliviada por unos momentos del peso que el mundo había depositado sobre ella, intangible, se había quedado junto a ella, y después (porque era Mrs. Ramsay, radiante de belleza) le había ceñido en la cabeza una corona de flores blancas. Lily apretó los tubos de pintura de nuevo. Se enfrentó con el problema del seto. Era extraño lo claramente que la veía, cruzando con su rapidez de costumbre por los prados, llenos de pliegues, púrpura y delicados, entre cuyas flores, jacintos o lirios, se desvanecía. Era algún truco de su ojo de pintora. Porque, unos días después de haberse enterado de su muerte, se la había imaginado así, con la corona en la cabeza, caminando en silencio junto a su compañero, una sombra en medio de los campos. La mirada, las frases, tenían su poder de consolación. Dondequiera que estuviera, pintando, aquí en el campo o en Londres, se le aparecía esta imagen, y con los ojos entrecerrados buscaba algo en lo que fundar esta visión. Miraba hacia el vagón del ferrocarril, hacia el autobús; cogía un rasgo de la cara o del hombro; examinaba las ventanas de enfrente; miraba hacia Picadilly, punteado de farolas al anochecer. Todo había formado parte de los campos de la muerte. Pero siempre algo -una cara, una voz, un vendedor de periódicos gritando Standard, News-, que brotaba como de la nada, la desdeñaba, la despertaba, exigía de ella y lo conseguía finalmente, un esfuerzo de atención, de forma que había que rehacer perpetuamente la visión. Una vez más, espoleada como lo estaba por una necesidad intuitiva de lejanía y azules, echó una mirada a la bahía bajo ella, convirtiendo en colinas las barras azules de las olas, y en campos pedregosos los espacios purpúreos. De nuevo, algo incongruente la estimuló. Había una mancha de color castaño en medio de la bahía. Era una barca. Sí, al momento se dio cuenta de que era eso. Pero ¿de quién era la barca? Era la de Mr. Ramsay, se dijo. Mr. Ramsay, el hombre que había estado junto a ella, quien había echado a andar, quien había saludado con la mano, solo, encabezando una procesión, con sus bonitos zapatos, solicitando un consuelo que ella le había negado. La barca había llegado al centro de la bahía.
So fine was the morning except for a streak of wind here and there that the sea and sky looked all one fabric, as if sails were stuck high up in the sky, or the clouds had dropped down into the sea. A steamer far out at sea had drawn in the air a great scroll of smoke which stayed there curving and circling decoratively, as if the air were a fine gauze which held things and kept them softly in its mesh, only gently swaying them this way and that. And as happens sometimes when the weather is very fine, the cliffs looked as if they were conscious of the ships, and the ships looked as if they were conscious of the cliffs, as if they signalled to each other some message of their own. For sometimes quite close to the shore, the Lighthouse looked this morning in the haze an enormous distance away. Era tan agradable la mañana, si se exceptuaba una racha de viento de vez en cuando, que el mar y el cielo parecían hechos del mismo tejido, como si hubiera velas en el cielo, o se hubieran caído las nubes al mar. En alta mar, un vapor había enviado al aire un bucle de humo inmenso que se había quedado allí haciendo decorativas volutas, como si el aire fuera una fina gasa que sostuviera las cosas y las retuviera delicadamente en su red, meciéndolas con todo cuidado de un lado a otro. Como con frecuencia sucede cuando hace buen tiempo, los acantilados parecía que fueran conscientes de la presencia de los barcos, como si se enviaran los unos a los otros mensajes secretos. Porque a veces parecía que el Faro estaba muy cerca de la costa, pero hoy, con la calina, parecía estar muy lejos.
"Where are they now?" Lily thought, looking out to sea. Where was he, that very old man who had gone past her silently, holding a brown paper parcel under his arm? The boat was in the middle of the bay. «¿Dónde estarán?», pensaba Lily, mirando la mar. ¿Dónde estaba aquel anciano que la había dejado atrás en silencio? ¿que llevaba bajo el brazo un paquete envuelto en papel de estraza? La barca estaba en medio de la bahía.
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They don′t feel a thing there, Cam thought, looking at the shore, which, rising and falling, became steadily more distant and more peaceful. Her hand cut a trail in the sea, as her mind made the green swirls and streaks into patterns and, numbed and shrouded, wandered in imagination in that underworld of waters where the pearls stuck in clusters to white sprays, where in the green light a change came over one′s entire mind and one′s body shone half transparent enveloped in a green cloak. Allí no se dan cuenta de nada, pensaba Cam, mirando hacia la costa, que, subiendo y bajando, parecía estar cada vez más lejos, más tranquila. La mano en el agua dejaba una estela en la mar, al igual que su mente hacía ondas verdes y trazos que se convertían en dibujos, y, paralizada, envuelta en un sudario, se paseaba de forma imaginaria por el submundo de las aguas donde las perlas se arracimaban para formar blanca espuma, donde bajo la luz verde todas las ideas de una se transformaban, y el cuerpo brillaba translúcido, envuelto en una capa de color verde.
Then the eddy slackened round her hand. The rush of the water ceased; the world became full of little creaking and squeaking sounds. One heard the waves breaking and flapping against the side of the boat as if they were anchored in harbour. Everything became very close to one. For the sail, upon which James had his eyes fixed until it had become to him like a person whom he knew, sagged entirely; there they came to a stop, flapping about waiting for a breeze, in the hot sun, miles from shore, miles from the Lighthouse. Everything in the whole world seemed to stand still. The Lighthouse became immovable, and the line of the distant shore became fixed. The sun grew hotter and everybody seemed to come very close together and to feel each other′s presence, which they had almost forgotten. Macalister′s fishing line went plumb down into the sea. But Mr. Ramsay went on reading with his legs curled under him. Luego cesaba de discurrir el agua en torno a la mano. Se detenía el fluir apresurado del agua; el mundo se llenaba de crujidos y chirridos. Oía cómo las olas rompían y sonaban contra la barca, como si hubieran anclado en un puerto. Todo parecía muy cercano. La vela, sobre la que estaban fijos los ojos de James, como si fuera alguien a quien conociera, estaba completamente fláccida; se habían detenido, y esperaban la llegada de una nueva brisa, bajo el sol ardiente, a millas de distancia de la costa, a millas de distancia del Faro. Parecía como si todo el mundo se hubiera detenido. El Faro se convirtió en algo inmóvil, y la lejana línea de la costa se quedó quieta. El sol calentaba cada vez más, y todo el mundo parecía haberse quedado muy junto, y parecían sentir la presencia de los demás, a quienes casi habían olvidado. El sedal de Macalister se introdujo verticalmente en la mar. Pero Mr. Ramsay seguía leyendo con las piernas cruzadas.
He was reading a little shiny book with covers mottled like a plover′s egg. Now and again, as they hung about in that horrid calm, he turned a page. And James felt that each page was turned with a peculiar gesture aimed at him; now assertively, now commandingly; now with the intention of making people pity him; and all the time, as his father read and turned one after another of those little pages, James kept dreading the moment when he would look up and speak sharply to him about something or other. Why were they lagging about here? he would demand, or something quite unreasonable like that. And if he does, James thought, then I shall take a knife and strike him to the heart. Leía un librito algo desgastado, con las pastas jaspeadas como un huevo de chorlito. De vez en cuando, mientras seguían en la horrible calma, pasaba una hoja. James pensaba que cada página que pasaba se acompañaba de un gesto peculiar que le parecía que se dirigía a él: ya con confianza, ya con autoridad, ya con la intención de que la gente se apiadase de él; y todo el tiempo, mientras su padre leía y pasaba hojas sin cesar, James temía que llegara el momento en que levantase la mirada, y preguntase con mal humor por esto o por aquello. ¿Por qué estaban aquí perdiendo el tiempo?, preguntaría, o haría cualquier otra cosa no menos irracional. Si lo hace, pensaba James, sacaré un puñal y se lo clavaré en el pecho.
He had always kept this old symbol of taking a knife and striking his father to the heart. Only now, as he grew older, and sat staring at his father in an impotent rage, it was not him, that old man reading, whom he wanted to kill, but it was the thing that descended on him--without his knowing it perhaps: that fierce sudden black-winged harpy, with its talons and its beak all cold and hard, that struck and struck at you (he could feel the beak on his bare legs, where it had struck when he was a child) and then made off, and there he was again, an old man, very sad, reading his book. That he would kill, that he would strike to the heart. Whatever he did--(and he might do anything, he felt, looking at the Lighthouse and the distant shore) whether he was in a business, in a bank, a barrister, a man at the head of some enterprise, that he would fight, that he would track down and stamp out--tyranny, despotism, he called it--making people do what they did not want to do, cutting off their right to speak. How could any of them say, But I won′t, when he said, Come to the Lighthouse. Do this. Fetch me that. The black wings spread, and the hard beak tore. And then next moment, there he sat reading his book; and he might look up--one never knew--quite reasonably. He might talk to the Macalisters. He might be pressing a sovereign into some frozen old woman′s hand in the street, James thought, and he might be shouting out at some fisherman′s sports; he might be waving his arms in the air with excitement. Or he might sit at the head of the table dead silent from one end of dinner to the other. Yes, thought James, while the boat slapped and dawdled there in the hot sun; there was a waste of snow and rock very lonely and austere; and there he had come to feel, quite often lately, when his father said something or did something which surprised the others, there were two pairs of footprints only; his own and his father′s. They alone knew each other. What then was this terror, this hatred? Turning back among the many leaves which the past had folded in him, peering into the heart of that forest where light and shade so chequer each other that all shape is distorted, and one blunders, now with the sun in one′s eyes, now with a dark shadow, he sought an image to cool and detach and round off his feeling in a concrete shape. Suppose then that as a child sitting helpless in a perambulator, or on some one′s knee, he had seen a waggon crush ignorantly and innocently, some one′s foot? Suppose he had seen the foot first, in the grass, smooth, and whole; then the wheel; and the same foot, purple, crushed. But the wheel was innocent. So now, when his father came striding down the passage knocking them up early in the morning to go to the Lighthouse down it came over his foot, over Cam′s foot, over anybody′s foot. One sat and watched it. Todavía conservaba el viejo símbolo de sacar un cuchillo y atravesarle el corazón a su padre. Sólo que ahora, al hacerse mayor, mientras, presa de una rabia impotente, contemplaba a su padre sentado, no era a él, al anciano que leía, a quien quería matar, sino a lo que se cernía sobre él, sin saberlo quizá: aquella violenta e inesperada harpía de negras alas, de picos y espolones fríos y duros como acero, que caía una y otra vez (sentía el pico en las piernas desnudas, donde le había atacado en la infancia), y a continuación se escapaba; pero aquí estaba de nuevo, un anciano, muy triste, que leía un libro. Lo mataría, le atravesaría el corazón. Fuera lo que fuera (y podría ser cualquiera, pensaba, mirando hacia el Faro y hacia la lejana costa), comerciante, empleado de banca, abogado, director de cualquier empresa, se opondría a él, lo seguiría y lo eliminaría. Llamaba tiranía y despotismo a eso de hacer que la gente hiciera algo en contra de su voluntad, a lo de recortar la libertad de expresión. Quién se atrevería a decir: No quiero, cuando él decía: Vamos al Faro. Haz esto. Tráeme aquello. Se extendían las negras alas, y el duro pico desgarraba. A continuación, allí estaba sentado leyendo un libro; y podía levantar la mirada, nunca se sabía, era bastante probable. Podría dirigirse a los Macalister. También podía deslizar un soberano en la mano helada de alguna mujer en cualquier calle, pensaba james; o podría dar gritos de aliento en cualquier deporte de marinos; podría saludar con los brazos, a causa de la emoción; o podía presidir la mesa completamente mudo desde principio al final de la cena. Sí, pensaba James, mientras la barca se mecía y chapoteaba bajo el sol, había un páramo de nieve y piedra, muy solitario y austero; y había llegado a pensar, con frecuencia, en los últimos tiempos, cuando su padre decía algo que sorprendía a los demás, que allí sólo había dos pares de huellas de pisadas: el suyo y el de su padre. Sólo ellos se conocían mutuamente. ¿A qué entonces este terror, este odio? Regresando hacia las muchas hojas que el pasado había acumulado sobre él, escrutando en el corazón de aquel bosque en el que la luz y la sombra se entrecruzarían de forma que distorsionaran toda forma, y se cometieran graves errores, tan cegadores el sol como la oscuridad, buscaba una imagen que enfriara, que aislara este sentimiento, que le diera una forma concreta y simétrica. Supóngase, pues, que, como un niño pequeñito sentado indefenso en la sillita, o sentado sobre las rodillas de alguien, hubiera visto cómo un vehículo aplastaba, sin intención, de forma inocente, el pie de alguien. Supóngase que él hubiera visto el pie antes, sobre la hierba, delicado, íntegro; y después, la rueda; y luego, el mismo pie, amoratado, aplastado. Pero la rueda era inocente. De forma que ahora, cuando se acercaba su padre dando zancadas por el pasillo, levantándolos de madrugada para ir al Faro, le pisaba el pie, se lo pisaba a Cam, lo pisaría a cualquiera. Lo único que podía hacer uno era sentarse y quedarse mirando.
But whose foot was he thinking of, and in what garden did all this happen? For one had settings for these scenes; trees that grew there; flowers; a certain light; a few figures. Everything tended to set itself in a garden where there was none of this gloom. None of this throwing of hands about; people spoke in an ordinary tone of voice. They went in and out all day long. There was an old woman gossiping in the kitchen; and the blinds were sucked in and out by the breeze; all was blowing, all was growing; and over all those plates and bowls and tall brandishing red and yellow flowers a very thin yellow veil would be drawn, like a vine leaf, at night. Things became stiller and darker at night. But the leaf-like veil was so fine, that lights lifted it, voices crinkled it; he could see through it a figure stooping, hear, coming close, going away, some dress rustling, some chain tinkling. Pero ¿en el pie de quién estaba pensando?, ¿en qué jardín había pasado todo esto? Porque uno tenía escenarios para estos acontecimientos: había árboles, flores, cierta clase de luz, unas cuantas figuras. Todo tendía a aparecer en un jardín donde no hubiera esta tristeza, y donde no hubiera esto de mover tanto las manos; la gente hablaba con un tono de voz común. Estaban todo el día entrando y saliendo. Había una anciana que cotilleaba en la cocina, y la brisa movía las cortinas dentro y fuera de las ventanas; todo se movía, todo crecía; y sobre aquellos platos y bandejas y aquellas altas flores rojas y amarillas podía tenderse un velo muy fino, como una hoja de parra, al anochecer. Las cosas se quedaban aún más quietas y oscuras al anochecer. Pero el velo que parecía una hoja de parra era tan fino que las luces lo levantaban, las voces lo arrugaban; a través de él podía ver cómo se agachaba una figura, escuchaba, se acercaba, se alejaba; escuchaba el rumor de un vestido, el sonido metálico de una cadena.
It was in this world that the wheel went over the person′s foot. Something, he remembered, stayed flourished up in the air, something arid and sharp descended even there, like a blade, a scimitar, smiting through the leaves and flowers even of that happy world and making it shrivel and fall. Era en este mundo donde una rueda le aplastaba el pie a alguien. Algo, recordaba, se detenía y se cernía oscuramente sobre él; se quedaba inmóvil; algo se movía en el aire, incluso allí algo estéril y agudo descendía, como una hoja, una cimitarra, cortando hierbas y flores, incluso en aquel mundo, derribándolas, ajándolas.
"It will rain," he remembered his father saying. "You won′t be able to go to the Lighthouse." «Lloverá -recordaba a su padre diciéndolo-. No podréis ir al Faro.»
The Lighthouse was then a silvery, misty-looking tower with a yellow eye, that opened suddenly, and softly in the evening. Now-- El Faro era entonces una torre brumosa, plateada, con un ojo amarillo que se abría de repente, delicadamente, al anochecer. Ahora...
James looked at the Lighthouse. He could see the white-washed rocks; the tower, stark and straight; he could see that it was barred with black and white; he could see windows in it; he could even see washing spread on the rocks to dry. So that was the Lighthouse, was it? James miraba al Faro. Veía las rocas, blancas de espuma; veía la torre, erguida, recta; veía que tenía ventanas; veía incluso ropa tendida sobre las piedras, puesta a secar. De forma que, por fin, esto era el Faro, ¿no?
No, the other was also the Lighthouse. For nothing was simply one thing. The other Lighthouse was true too. It was sometimes hardly to be seen across the bay. In the evening one looked up and saw the eye opening and shutting and the light seemed to reach them in that airy sunny garden where they sat. No, lo otro también era el Faro. Porque nada era sencillamente una sola cosa. También el otro era el Faro. A veces costaba verlo desde el otro lado de la bahía. Al anochecer levantaba uno la mirada y veía cómo el ojo parpadeaba, y la luz parecía llegar hasta ellos en aquel jardín soleado y fresco en el que se sentaban.
But he pulled himself up. Whenever he said "they" or "a person," and then began hearing the rustle of some one coming, the tinkle of some one going, he became extremely sensitive to the presence of whoever might be in the room. It was his father now. The strain was acute. For in one moment if there was no breeze, his father would slap the covers of his book together, and say: "What′s happening now? What are we dawdling about here for, eh?" as, once before he had brought his blade down among them on the terrace and she had gone stiff all over, and if there had been an axe handy, a knife, or anything with a sharp point he would have seized it and struck his father through the heart. She had gone stiff all over, and then, her arm slackening, so that he felt she listened to him no longer, she had risen somehow and gone away and left him there, impotent, ridiculous, sitting on the floor grasping a pair of scissors. Pero se detuvo. Siempre que decía «ellos» o «alguien», y comenzaba a oír el rumor de alguien que se aproximaba, el sonido de alguien que se marchaba, se volvía hipersensible respecto de quien lo acompañara. Ahora era su padre. El dolor podía ser agudo. Porque en cualquier momento, si seguía sin soplar el viento, su padre cerraría el libro de golpe, y diría: «¿Qué es lo que ocurre?, ¿por qué estamos aquí perdiendo el tiempo?, ¿eh?», como aquella vez en la terraza, cuando dejó caer la hoja sobre ellos, y ella se había quedado rígida, y si hubiera tenido un hacha a mano, un cuchillo, cualquier objeto afilado, lo habría cogido y le habría travesado el corazón a su padre. Su madre se había puesto rígida, luego el brazo se había relajado, de forma que se dio cuenta de que ya no le escuchaba a él, en cierta forma se había levantado y se había marchado a algún lugar lejano, y lo había dejado allí, en el suelo, impotente, ridículo, con las tijeras en la mano.
Not a breath of wind blew. The water chuckled and gurgled in the bottom of the boat where three or four mackerel beat their tails up and down in a pool of water not deep enough to cover them. At any moment Mr. Ramsay (he scarcely dared look at him) might rouse himself, shut his book, and say something sharp; but for the moment he was reading, so that James stealthily, as if he were stealing downstairs on bare feet, afraid of waking a watchdog by a creaking board, went on thinking what was she like, where did she go that day? He began following her from room to room and at last they came to a room where in a blue light, as if the reflection came from many china dishes, she talked to somebody; he listened to her talking. She talked to a servant, saying simply whatever came into her head. She alone spoke the truth; to her alone could he speak it. That was the source of her everlasting attraction for him, perhaps; she was a person to whom one could say what came into one′s head. But all the time he thought of her, he was conscious of his father following his thought, surveying it, making it shiver and falter. At last he ceased to think. No venía ni un soplo de aire. El agua se reía y gorgoteaba en el fondo de la barca donde dos o tres caballas movían las colas a un lado y otro en un charquito de agua que no llegaba a cubrirlas. En cualquier momento, Mr. Ramsay (James casi no se atrevía a mirarlo) se daría cuenta, cerraría el libro, diría algo ofensivo; pero, de momento, seguía leyendo, y James, furtivamente, como si bajara la escalera descalzo, con miedo de despertar al perro si chirriaba un peldaño, seguía pensando en cómo sería ella, en dónde habría ido aquel día. Había comenzado a seguirla de habitación en habitación, y por fin llegaron a una habitación de luz azul, como si se reflejase en millares de platos de porcelana, en la que hablaba con alguien; él escuchaba. Hablaba con una criada, y decía, con toda sencillez, lo que pensaba. «Esta noche necesitaremos la fuente grande. ¿Dónde está... la azul?» Sólo ella decía la verdad; sólo a ella se le podía decir. Ése era el origen de su perenne atractivo para él, era consciente de que su padre le había adivinado los pensamientos, los ensombrecía, los hacía ajarse, le hacía titubear.
There he sat with his hand on the tiller in the sun, staring at the Lighthouse, powerless to move, powerless to flick off these grains of misery which settled on his mind one after another. A rope seemed to bind him there, and his father had knotted it and he could only escape by taking a knife and plunging it... But at that moment the sail swung slowly round, filled slowly out, the boat seemed to shake herself, and then to move off half conscious in her sleep, and then she woke and shot through the waves. The relief was extraordinary. They all seemed to fall away from each other again and to be at their ease, and the fishing-lines slanted taut across the side of the boat. But his father did not rouse himself. He only raised his right hand mysteriously high in the air, and let it fall upon his knee again as if he were conducting some secret symphony. Por fin dejó de pensar; estaba ahí sentado al sol con la mano en la barra del timón, mirando fijamente al Faro, incapaz de moverse, incapaz de sacudirse los granos de tristeza que, uno tras otro, se depositaban en su mente. Parecía que lo ataba una maroma, y que su padre había hecho el nudo, y sólo podía sacar un cuchillo y hundirlo... Pero en aquel momento la vela comenzó a moverse poco a poco, se hinchó lentamente; la barca sintió un sacudida, comenzó a moverse, apenas consciente, dormida; de repente se despertó, salió disparada entre las olas. Fue un alivio extraordinario. Todos parecieron perder importancia relativa ante los demás, y parecían estar bien, y los sedales se tensaron formando un ángulo agudo en los costados de la barca. Pero su padre no pareció haber advertido nada. Sólo hizo un gesto misterioso con la mano derecha en el aire, y la dejó reposar de nuevo sobre la rodilla, como si estuviera dirigiendo alguna sinfonía secreta.
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[The sea without a stain on it, thought Lily Briscoe, still standing and looking out over the bay. The sea stretched like silk across the bay. Distance had an extraordinary power; they had been swallowed up in it, she felt, they were gone for ever, they had become part of the nature of things. It was so calm; it was so quiet. The steamer itself had vanished, but the great scroll of smoke still hung in the air and drooped like a flag mournfully in valediction.] [La mar estaba inmaculada, pensaba Lily Briscoe, todavía allí, vigilando la bahía. La mar se extendía como si fuera seda sobre la bahía. La distancia tenía un gran poder; se los había tragado, pensaba, se habían ido para siempre, se habían convertido en parte de la naturaleza de las cosas. Hasta el vapor había desaparecido, pero el gran bucle de humo aún flotaba en el aire, y, amado como una bandera, parecía una despedida triste.]
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It was like that then, the island, thought Cam, once more drawing her fingers through the waves. She had never seen it from out at sea before. It lay like that on the sea, did it, with a dent in the middle and two sharp crags, and the sea swept in there, and spread away for miles and miles on either side of the island. It was very small; shaped something like a leaf stood on end. So we took a little boat, she thought, beginning to tell herself a story of adventure about escaping from a sinking ship. But with the sea streaming through her fingers, a spray of seaweed vanishing behind them, she did not want to tell herself seriously a story; it was the sense of adventure and escape that she wanted, for she was thinking, as the boat sailed on, how her father′s anger about the points of the compass, James′s obstinacy about the compact, and her own anguish, all had slipped, all had passed, all had streamed away. What then came next? Where were they going? From her hand, ice cold, held deep in the sea, there spurted up a fountain of joy at the change, at the escape, at the adventure (that she should be alive, that she should be there). And the drops falling from this sudden and unthinking fountain of joy fell here and there on the dark, the slumbrous shapes in her mind; shapes of a world not realised but turning in their darkness, catching here and there, a spark of light; Greece, Rome, Constantinople. Small as it was, and shaped something like a leaf stood on its end with the gold- sprinkled waters flowing in and about it, it had, she supposed, a place in the universe--even that little island? The old gentlemen in the study she thought could have told her. Sometimes she strayed in from the garden purposely to catch them at it. There they were (it might be Mr. Carmichael or Mr. Bankes who was sitting with her father) sitting opposite each other in their low arm-chairs. They were crackling in front of them the pages of THE TIMES, when she came in from the garden, all in a muddle, about something some one had said about Christ, or hearing that a mammoth had been dug up in a London street, or wondering what Napoleon was like. Then they took all this with their clean hands (they wore grey-coloured clothes; they smelt of heather) and they brushed the scraps together, turning the paper, crossing their knees, and said something now and then very brief. Just to please herself she would take a book from the shelf and stand there, watching her father write, so equally, so neatly from one side of the page to another, with a little cough now and then, or something said briefly to the other old gentleman opposite. And she thought, standing there with her book open, one could let whatever one thought expand here like a leaf in water; and if it did well here, among the old gentlemen smoking and THE TIMES crackling then it was right. And watching her father as he wrote in his study, she thought (now sitting in the boat) he was not vain, nor a tyrant and did not wish to make you pity him. Indeed, if he saw she was there, reading a book, he would ask her, as gently as any one could, Was there nothing he could give her? Así era, pues, la isla, pensaba Cam, volviendo a meter los dedos en el agua. Nunca la había visto desde la mar. Así es como se veía desde la mar, sí, con un entrante en medio, y dos acantilados casi verticales, y la mar entraba por ahí, y luego se extendía durante millas y más millas a ambos lados de la isla. Era muy pequeña; con una forma que recordaba vagamente a una hoja sujeta por un extremo. Así que nos subimos a una barquita, pensaba, comenzando a contarse un cuento de aventuras en el que se escapaba de un barco que se hundía. Pero la mar discurra entre sus dedos, y se desvanecía tras ellos una colonia de algas; no quería contarse un cuento de verdad, lo que quería era la sensación de aventura, de huida de algo, porque pensaba, mientras avanzaba la barca, en cómo la irritación de su padre con lo de los puntos cardinales, la terquedad de James con su pacto, y su propia angustia, cómo todo había desaparecido, todo había quedado atrás, ahora ondeaba en el pasado. ¿Qué había, pues, a continuación? ¿Adónde iban? De su mano, hundida en la mar, procedía todo un surtidor de contento ante la idea del cambio, de la escapada, de la aventura (de estar viva, de estar ahí). Las gotas que procedían de esta repentina e impremeditada fuente de contento caían aquí y allá, en la oscuridad, en las formas dormidas de su propia mente; formas de un mundo nonato, pero que se movía en la oscuridad, cogiendo aquí y allá un chispa de luz: Grecia, Roma, Constantinopla. Con lo pequeña que era, con forma como de hoja sujeta por un extremo, y con el dorado rocío de las aguas que la rodeaban, ¿tenía, se preguntaba, su lugar en el universo también esta islita? Pensaba que los sabios ancianos podrían haberla informado. A veces hacía como si se hubiera extraviado en el jardín, para ver qué hacían. Y allí estaban (podría tratarse de Mr. Carmichael, o de Mr. Bankes, muy viejos, muy solemnes) sentados uno enfrente de otro en las tumbonas. Se oía el rumor de las páginas de The Times, que sostenían ante sí, cuando entró desde el jardín, y todo era confusión, acerca de algo que alguien había dicho acerca de Jesucristo; acerca de un mamut que habían encontrado en unas excavaciones en alguna calle de Londres, ¿cómo había sido Napoleón? Después cogían todo esto con sus manos limpias (llevaban ropas de color gris, olían a brezo), y se sacudían las migas a la vez, pasando hojas, cruzando las piernas, y diciendo algo, muy breve, de vez en cuando. En una suerte de éxtasis, ella cogía un libro de la estantería, y se quedaba allí, mirando cómo escribía su padre, tan regular; y lo pulcramente que llegaban los renglones de un extremo al otro de la página, con una tosecilla de vez en cuando; o decía algo, muy breve, al caballero que se sentaba enfrente. Pensaba, allí, en pie, con el libro abierto, que aquí podría dejar una que se abriera cualquier pensamiento como una planta bien regada, y si se abría bien, ante estos caballeros que fumaban, tras las sonoras hojas de The Times, entonces es que era un pensamiento correcto; y mientras veía cómo escribía su padre en el estudio, pensaba (sentada ahora en la barca) que era adorable, que era el más sabio; no era vanidoso, no era un tirano. A decir verdad, cuando la veía leyendo un libro, con mucha amabilidad, le preguntaba: ¿Qué más quieres leer?
Lest this should be wrong, she looked at him reading the little book with the shiny cover mottled like a plover′s egg. No; it was right. Look at him now, she wanted to say aloud to James. (But James had his eye on the sail.) He is a sarcastic brute, James would say. He brings the talk round to himself and his books, James would say. He is intolerably egotistical. Worst of all, he is a tyrant. But look! she said, looking at him. Look at him now. She looked at him reading the little book with his legs curled; the little book whose yellowish pages she knew, without knowing what was written on them. It was small; it was closely printed; on the fly-leaf, she knew, he had written that he had spent fifteen francs on dinner; the wine had been so much; he had given so much to the waiter; all was added up neatly at the bottom of the page. But what might be written in the book which had rounded its edges off in his pocket, she did not know. What he thought they none of them knew. But he was absorbed in it, so that when he looked up, as he did now for an instant, it was not to see anything; it was to pin down some thought more exactly. That done, his mind flew back again and he plunged into his reading. He read, she thought, as if he were guiding something, or wheedling a large flock of sheep, or pushing his way up and up a single narrow path; and sometimes he went fast and straight, and broke his way through the bramble, and sometimes it seemed a branch struck at him, a bramble blinded him, but he was not going to let himself be beaten by that; on he went, tossing over page after page. And she went on telling herself a story about escaping from a sinking ship, for she was safe, while he sat there; safe, as she felt herself when she crept in from the garden, and took a book down, and the old gentleman, lowering the paper suddenly, said something very brief over the top of it about the character of Napoleon. Temiendo equivocarse, se quedó mirando a su padre que leía el librito de la cubierta reluciente, moteada como huevo de chorlito. No, estaba bien. Quería decirle a james: Míralo. (Pero James no quitaba ojo a la vela.) Es un animal dañino, contestaría james. Siempre acababa hablando de sí y de sus libros, diría James. Es egotista hasta extremos intolerables. Peor aún, es un tirano. Pero, ¡mira!, decía, mirándolo. Míralo ahora. Veía cómo leía el libro con las piernas recogidas; el libro cuyas hojas amarillentas conocía muy bien, pero no sabía de qué trataba. Era un volumen pequeño, la letra era muy pequeña; en una de las guardas, lo sabía, había escrito que se había gastado quince francos en un almuerzo: tanto el vino, tanto de propina; lo había sumado todo pulcramente al pie de la página. Pero de qué trataba este libro que tenía los cantos fatigados de llevarlo en el bolsillo, eso no lo sabía. Tampoco sabía nadie en qué pensaba. Pero se quedaba absorto, de forma que cuando levantaba la mirada, como acababa de hacer fugazmente, no era para ver nada, era para fijar más adecuadamente algún pensamiento. Una vez hecho esto, su mente regresaba volando a zambullirse en la lectura. Leía, pensaba ella, como si llevara el rumbo de algo, o como si cuidara de un rebaño de ovejas, o como si ascendiera por un estrecho sendero; a veces iba aprisa y directo, y se abría camino por la maleza; otras veces parecía que una rama lo golpeaba, una zarza lo cegaba, pero no dejaba que eso lo intimidara; seguía avanzando, pasando una página tras otra. Ella seguía contándose un cuento acerca de huir de un barco que había naufragado, porque ella estaba a salvo, mientras que él seguía ahí sentado; a salvo, como se había sentido cuando entró sigilosa desde el jardín, y cogió un libro, y el anciano caballero, bajando el periódico de repente, dijo algo muy breve por encima del periódico acerca de la personalidad de Napoleón.
She gazed back over the sea, at the island. But the leaf was losing its sharpness. It was very small; it was very distant. The sea was more important now than the shore. Waves were all round them, tossing and sinking, with a log wallowing down one wave; a gull riding on another. About here, she thought, dabbling her fingers in the water, a ship had sunk, and she murmured, dreamily half asleep, how we perished, each alone. Miró de nuevo la mar, la isla. Pero la hoja había perdido su filo. Era muy pequeña, estaba muy lejos. La mar era más importante ahora que la costa. Las olas los rodeaban, subiendo y bajando, un tronco rodando en el seno de una ola, una gaviota cabalgando en la cresta de una ola. Por allí, pensó, mojando los dedos en el agua, se hundió un barco, y murmuró, soñolienta, medio dormida, cómo morimos, solos.
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So much depends then, thought Lily Briscoe, looking at the sea which had scarcely a stain on it, which was so soft that the sails and the clouds seemed set in its blue, so much depends, she thought, upon distance: whether people are near us or far from us; for her feeling for Mr. Ramsay changed as he sailed further and further across the bay. It seemed to be elongated, stretched out; he seemed to become more and more remote. He and his children seemed to be swallowed up in that blue, that distance; but here, on the lawn, close at hand, Mr. Carmichael suddenly grunted. She laughed. He clawed his book up from the grass. He settled into his chair again puffing and blowing like some sea monster. That was different altogether, because he was so near. And now again all was quiet. They must be out of bed by this time, she supposed, looking at the house, but nothing appeared there. But then, she remembered, they had always made off directly a meal was over, on business of their own. It was all in keeping with this silence, this emptiness, and the unreality of the early morning hour. It was a way things had sometimes, she thought, lingering for a moment and looking at the long glittering windows and the plume of blue smoke: they became illness, before habits had spun themselves across the surface, one felt that same unreality, which was so startling; felt something emerge. Life was most vivid then. One could be at one′s ease. Mercifully one need not say, very briskly, crossing the lawn to greet old Mrs. Beckwith, who would be coming out to find a corner to sit in, "Oh, good-morning, Mrs. Beckwith! What a lovely day! Are you going to be so bold as to sit in the sun? Jasper′s hidden the chairs. Do let me find you one!" and all the rest of the usual chatter. One need not speak at all. One glided, one shook one′s sails (there was a good deal of movement in the bay, boats were starting off) between things, beyond things. Empty it was not, but full to the brim. She seemed to be standing up to the lips in some substance, to move and float and sink in it, yes, for these waters were unfathomably deep. Into them had spilled so many lives. The Ramsays′; the children′s; and all sorts of waifs and strays of things besides. A washer-woman with her basket; a rook, a red-hot poker; the purples and grey-greens of flowers: some common feeling which held the whole together. Tanto es lo que depende, pues, pensaba Lily Briscoe, mirando hacia la mar casi completamente sin manchas, tan delicada que las velas y las nubes parecían incrustadas en el azul, tanto depende, pensaba, de la distancia, de si la gente está cerca de nosotros, o lejos de nosotros; porque sus sentimientos hacia Mr. Ramsay habían cambiado mientras se alejaba navegando más y más por la bahía. Parecía lejano, remoto; parecía cada vez más lejano. Parecía como si la mar, en aquel azul, en aquella lejanía, se los hubiera tragado a él y a sus hijos; pero aquí, en el jardín, a mano, Mr. Carmichael de repente gruñó. Ella se echó a reír. Agarró el libro que se hallaba sobre el césped. Se movió en la tumbona, resoplando como si fuera algún monstruo marino. Esto era diferente, porque estaba muy cerca. Volvía todo de nuevo a la calma. A estas horas ya se habrían levantado todos, supuso, mirando a la casa, pero no vio a nadie. Recordó: siempre se iban corriendo en cuanto terminaban la comida, cada uno a lo suyo. Todo armonizaba con este silencio, con este vacío, con la irrealidad de la madrugada. Era una forma que las cosas tenían a veces, pensaba, demorándose durante un momento, y mirando hacia alguna de las luminosas ventanas, hacia el penacho de humo azul: se convertían en algo irreal. A veces, al regresar de un viaje, o tras una enfermedad, antes de que los viejos hábitos hubieran vuelto a aflorar, sentía una la misma clase de irrealidad, una irrealidad muy sorprendente; sentía que había algo que brotaba. La vida en esos momentos era más animada. Podía estar completamente tranquila. Afortunadamente no tenía que decir, muy animada, al cruzar el jardín para saludar a la buena de Mrs. Beckwith, que buscaba un rincón en el que sentarse: «¡Ah, buenos días, Mrs. Beckwith!, ¡Qué día tan maravilloso! ¿Se atreve a sentarse al sol? Jaspers ha escondido las sillas. ¡Voy a buscarle una!»; la cháchara de costumbre. No tenía una por qué abrir la boca. Se dejaba ir, con las velas desplegadas (ya había movimiento en la bahía, las barcas zarpaban) en medio de las cosas, más allá de las cosas. No estaba vacía, sino llena a rebosar. Parecía estar inmersa en alguna clase de sustancia que le llegaba a los labios, parecía moverse, flotar y hundirse en ella; sí, porque estas aguas eran profundas hasta lo insondable. Muchas vidas se habían derramado en ellas. Las de los Ramsay, las de los niños, y toda clase de restos y retales de las cosas. Una lavandera con la cesta; una liliácea como una barra al rojo vivo, los púrpuras y verdegrises de las flores: algún sentimiento común que unía todas las cosas.
It was some such feeling of completeness perhaps which, ten years ago, standing almost where she stood now, had made her say that she must be in love with the place. Love had a thousand shapes. There might be lovers whose gift it was to choose out the elements of things and place them together and so, giving them a wholeness not theirs in life, make of some scene, or meeting of people (all now gone and separate), one of those globed compacted things over which thought lingers, and love plays. Era quizá un sentimiento semejante de algo completo el que, hace diez años, en pie, casi en el mismo lugar donde ahora estaba, le había hecho decir que debía de estar enamorada de este lugar. El amor tiene millares de formas. Pudiera haber amantes entre cuyos dones se contara el de poder elegir los elementos de las cosas, el de ponerlos juntos, para así, dándoles una integridad de la que carecían en la vida real, convertirlos en una escena, o en una reunión de personas (todas ahora desaparecidas o separadas), una de esas confabulaciones en la que se demora el pensamiento, y con la que juega el amor.
Her eyes rested on the brown speck of Mr. Ramsay′s sailing boat. They would be at the Lighthouse by lunch time she supposed. But the wind had freshened, and, as the sky changed slightly and the sea changed slightly and the boats altered their positions, the view, which a moment before had seemed miraculously fixed, was now unsatisfactory. The wind had blown the trail of smoke about; there was something displeasing about the placing of the ships. Sus ojos reposaban en la mancha de color castaño de la barca de Mr. Ramsay. Llegarán al Faro a la hora del almuerzo, pensaba. Pero el viento había refrescado, y el cielo cambió imperceptiblemente, las barcas habían cambiado de posición, y el paisaje, que el momento anterior parecía fijado para la eternidad, no era nada agradable ahora. El viento había revuelto la estela de humo, había algo desagradable en la nueva posición de las barcas.
The disproportion there seemed to upset some harmony in her own mind. She felt an obscure distress. It was confirmed when she turned to her picture. She had been wasting her morning. For whatever reason she could not achieve that razor edge of balance between two opposite forces; Mr. Ramsay and the picture; which was necessary. There was something perhaps wrong with the design? Was it, she wondered, that the line of the wall wanted breaking, was it that the mass of the trees was too heavy? She smiled ironically; for had she not thought, when she began, that she had solved her problem? La incongruencia ante ella parecía haber alterado alguna armonía de su propia mente. Sintió una pena sorda. Se le confirmó cuando regresó al cuadro. Había desperdiciado la mañana. Por algún motivo no podía lograr ese equilibrio como de filo de navaja de las dos fuerzas enfrentadas: Mr. Ramsay y el cuadro, y el equilibrio era imprescindible. ¿Quizá había algo incorrecto en el dibujo? ¿Era, se preguntaba, que la línea de la tapia necesitaba una interrupción?, ¿era el volumen del arbolado demasiado pesado? Se sonrió irónicamente; ¿es que no se había dicho, al comienzo, que había resuelto el problema?
What was the problem then? She must try to get hold of something tht evaded her. It evaded her when she thought of Mrs. Ramsay; it evaded her now when she thought of her picture. Phrases came. Visions came. Beautiful pictures. Beautiful phrases. But what she wished to get hold of was that very jar on the nerves, the thing itself before it has been made anything. Get that and start afresh; get that and start afresh; she said desperately, pitching herself firmly again before her easel. It was a miserable machine, an inefficient machine, she thought, the human apparatus for painting or for feeling; it always broke down at the critical moment; heroically, one must force it on. She stared, frowning. There was the hedge, sure enough. But one got nothing by soliciting urgently. One got only a glare in the eye from looking at the line of the wall, or from thinking--she wore a grey hat. She was astonishingly beautiful. Let it come, she thought, if it will come. For there are moments when one can neither think nor feel. And if one can neither think nor feel, she thought, where is one? ¿Cuál era, pues, el problema? Tenía que intentar asir algo que la eludía. La eludía cuando pensaba en Mrs. Ramsay, la eludía cuando pensaba en el cuadro. Acudían las palabras. Acudían las imágenes. Hermosas pinturas. Hermosas frases. Pero lo que quería asir era el temblor en los nervios, la cosa en sí, antes de que se convirtiera en otra cosa. Conseguir eso y empezar de cero, conseguirlo y empezar de cero, se decía con desesperación, colocándose con firmeza ante el caballete. Era una máquina triste, una máquina ineficaz, pensaba, el aparato humano, para pintar o para sentir, siempre se estropeaba en el momento crítico; con heroísmo, debe obligarse una a seguir. Se quedó mirando con el entrecejo fruncido. Ahí estaba el seto, no cabía duda. Pero no se conseguía nada pidiendo con insistencia. Lo único que conseguía una era que te deslumbrara el mirar tanto tiempo la línea de la tapia, o el pensar... llevaba un sombrero gris. Era sorprendentemente hermosa. Que venga, pensó, si ha de venir. Porque hay momentos en que una no puede ni pensar ni sentir. Pero sin pensar ni sentir, ¿dónde está una?
Here on the grass, on the ground, she thought, sitting down, and examining with her brush a little colony of plantains. For the lawn was very rough. Here sitting on the world, she thought, for she could not shake herself free from the sense that everything this morning was happening for the first time, perhaps for the last time, as a traveller, even though he is half asleep, knows, looking out of the train window, that he must look now, for he will never see that town, or that mule-cart, or that woman at work in the fields, again. The lawn was the world; they were up here together, on this exalted station, she thought, looking at old Mr. Carmichael, who seemed (though they had not said a word all this time) to share her thoughts. And she would never see him again perhaps. He was growing old. Also, she remembered, smiling at the slipper that dangled from his foot, he was growing famous. People said that his poetry was "so beautiful." They went and published things he had written forty years ago. There was a famous man now called Carmichael, she smiled, thinking how many shapes one person might wear, how he was that in the newspapers, but here the same as he had always been. He looked the same--greyer, rather. Yes, he looked the same, but somebody had said, she recalled, that when he had heard of Andrew Ramsay′s death (he was killed in a second by a shell; he should have been a great mathematician) Mr. Carmichael had "lost all interest in life." What did it mean--that? she wondered. Had he marched through Trafalgar Square grasping a big stick? Had he turned pages over and over, without reading them, sitting in his room in St. John′s Wood alone? She did not know what he had done, when he heard that Andrew was killed, but she felt it in him all the same. They only mumbled at each other on staircases; they looked up at the sky and said it will be fine or it won′t be fine. But this was one way of knowing people, she thought: to know the outline, not the detail, to sit in one′s garden and look at the slopes of a hill running purple down into the distant heather. She knew him in that way. She knew that he had changed somehow. She had never read a line of his poetry. She thought that she knew how it went though, slowly and sonorously. It was seasoned and mellow. It was about the desert and the camel. It was about the palm tree and the sunset. It was extremely impersonal; it said something about death; it said very little about love. There was an impersonality about him. He wanted very little of other people. Had he not always lurched rather awkwardly past the drawing-room window with some newspaper under his arm, trying to avoid Mrs. Ramsay whom for some reason he did not much like? On that account, of course, she would always try to make him stop. He would bow to her. He would halt unwillingly and bow profoundly. Annoyed that he did not want anything of her, Mrs. Ramsay would ask him (Lily could hear her) wouldn′t he like a coat, a rug, a newspaper? No, he wanted nothing. (Here he bowed.) There was some quality in her which he did not much like. It was perhaps her masterfulness, her positiveness, something matter-of-fact in her. She was so direct. Aquí, en el jardín, en este césped, pensaba, sentándose, y examinando con el pincel una diminuta colonia de llantenes. Porque el césped estaba descuidado. Sentada aquí en el mundo, pensaba en que no podía desprenderse de esa idea de que todo esta mañana estaba sucediendo por primera vez, o quizá por última vez; al igual que un viajero sabe, incluso medio dormido, con sólo mirar por la ventanilla del tren, que es ahora cuando debe mirar, porque no volverá a ver nunca esta ciudad, o el carro tirado por una mula, o aquella labradora de aquel campo. El jardín era el mundo; allí estaban juntos, en esta condición de exaltación, pensaba, mirando al bueno de Mr. Carmichael, que parecía (aunque no se habían hablado en todo el tiempo) compartir sus pensamientos. Quizá no volvería a verlo. Se hacía viejo. Recordó, sonriendo ante la zapatilla que se movía en la punta del pie, que cada vez era más famoso. Decían que su poesía era «muy hermosa». Seguían publicando cosas que había escrito hacía cuarenta años. Ahora había un hombre famoso que se llamaba Carmichael; se sonrió, pensando en la cantidad de formas que podía adoptar un hombre, cómo era una persona que aparecía en los periódicos, pero también era el mismo que había sido siempre. Parecía que era el de siempre... quizá alguna cana más. Sí, el mismo aspecto de siempre, pero alguien había dicho, lo recordaba, que cuando se enteró de la muerte de Andrew Ramsay (murió instantáneamente, una granada; habría llegado a ser un gran matemático), Mr. Carmichael había «perdido todo interés en la vida». ¿Qué querían decir?, se preguntaba. ¿Había ido a manifestarse a Trafalgar Square armado con un buen palo? ¿Había empezado a pasar páginas y más páginas sin leerlas, sentado en su habitación de St. John′s Wood? No sabía qué es lo que había hecho, cuando se enteró de que Andrew había muerto, pero en todo caso ella advertía que algo le había ocurrido. Ellos dos sólo se saludaban con susurros en la escalera, miraban al cielo, decían que haría bueno, o que no haría bueno. Pero ésta era una de las formas de conocerse la gente, pensaba: de conocer el conjunto, no los detalles, sentarse en el jardín de cualquiera, y ver cómo las faldas de una colina se volvían de color purpúreo en una lejanía de brezos. Así es como ella lo conocía. Sabía que en cierta forma había cambiado. Nunca había leído un solo verso de él. No obstante, pensaba que sabía cómo era su poesía, lenta y sonora. Era madura y sabrosa. Trataba del desierto y del camello. De las palmeras y de los crepúsculos. Era extraordinariamente impersonal; algo decía acerca de la muerte; pero decía muy poco sobre el amor. Había una cierta lejanía en él. Necesitaba muy poco de los demás. ¿No había cruzado siempre a trompicones por la puerta de la sala hacia el jardín con el periódico bajo el brazo, intentando evitar a Mrs. Ramsay, a quien por algún motivo no apreciaba mucho? Por ello mismo, ella, por supuesto, siempre intentaba que se detuviera. Él le hacía una reverencia. Se paraba en contra de su voluntad, y hacía una gran reverencia. A ella le fastidiaba que él no quisiera nada de ella, y Mrs. Ramsay le preguntaba si no quería el abrigo, una alfombra, el periódico. No, no quería nada. (Ahora era cuando él se inclinaba.) Había algún rasgo de ella que a él no le gustaba mucho. Quizá era lo dominante que era, lo positiva que era, lo de ir directa al grano. Era muy sincera.
(A noise drew her attention to the drawing-room window--the squeak of a hinge. The light breeze was toying with the window.) (Un ruido que procedía de la ventana de la sala la distrajo, el chirrido de un gozne. Una leve brisa jugaba con la ventana.)
There must have been people who disliked her very much, Lily thought (Yes; she realised that the drawing-room step was empty, but it had no effect on her whatever. She did not want Mrs. Ramsay now.)--People who thought her too sure, too drastic. Debe de haber habido personas a quienes no les gustara ella, pensaba Lily. (Sí, se daba cuenta de que el peldaño de la sala estaba vacío, pero no le afectaba de ninguna manera. Ahora no necesitaba a Mrs. Ramsay.) Había quien pensaba que era demasiado segura, demasiado radical.
Also, her beauty offended people probably. How monotonous, they would say, and the same always! They preferred another type--the dark, the vivacious. Then she was weak with her husband. She let him make those scenes. Then she was reserved. Nobody knew exactly what had happened to her. And (to go back to Mr. Carmichael and his dislike) one could not imagine Mrs. Ramsay standing painting, lying reading, a whole morning on the lawn. It was unthinkable. Without saying a word, the only token of her errand a basket on her arm, she went off to the town, to the poor, to sit in some stuffy little bedroom. Often and often Lily had seen her go silently in the midst of some game, some discussion, with her basket on her arm, very upright. She had noted her return. She had thought, half laughing (she was so methodical with the tea cups), half moved (her beauty took one′s breath away), eyes that are closing in pain have looked on you. You have been with them there. Quizá incluso su belleza ofendía a algunos. ¡Qué monótono, seguro que era eso lo que decían, siempre igual! Las preferían de otra clase: morenas, animadas. Además era débil con su marido. Le dejaba hacer escenas. Además era reservada. Nadie sabía con exactitud qué es lo que le pasaba. Y en fin (para volver de nuevo a la antipatía de Mr. Carmichael), no podía una imaginarse a Mrs. Ramsay pintando, o tendida, leyendo toda una mañana en el jardín. Era impensable. Sin decir una palabra, la única muestra de su actividad era la cesta que colgaba de su brazo, se iba al pueblo, a ver a los pobres, a sentarse en algún dormitorio diminuto y asfixiante. Una vez tras otra, Lily la había visto irse en silencio en medio de algún juego, de alguna conversación, con la cesta bajo el brazo, muy erguida. Había advertido el regreso. Había pensado, medio riéndose (era tan metódica con lo de las tazas de té), medio emocionada (su belleza le cortaba la respiración a una): hay ojos a los que cierra el dolor que la han contemplado. Ha estado con ellos.
And then Mrs. Ramsay would be annoyed because somebody was late, or the butter not fresh, or the teapot chipped. And all the time she was saying that the butter was not fresh one would be thinking of Greek temples, and how beauty had been with them there in that stuffy little room. She never talked of it--she went, punctually, directly. It was her instinct to go, an instinct like the swallows for the south, the artichokes for the sun, turning her infallibly to the human race, making her nest in its heart. And this, like all instincts, was a little distressing to people who did not share it; to Mr. Carmichael perhaps, to herself certainly. Some notion was in both of them about the ineffectiveness of action, the supremacy of thought. Her going was a reproach to them, gave a different twist to the world, so that they were led to protest, seeing their own prepossessions disappear, and clutch at them vanishing. Charles Tansley did that too: it was part of the reason why one disliked him. He upset the proportions of one′s world. And what had happened to him, she wondered, idly stirring the platains with her brush. He had got his fellowship. He had married; he lived at Golder′s Green. Luego Mrs. Ramsay se sentía fastidiada porque alguien llegaba tarde, o porque la mantequilla estaba rancia, o porque se había desportillado la tetera. Durante todo el rato en que no había dejado de decir que la mantequilla estaba rancia, una pensaba en templos griegos, y en cómo la belleza había residido allí en ellos. Nunca hablaba de ello: se iba, puntual, directa. Su intuición le pedía que se fuera, al igual que las golondrinas buscan el sur; las alcachofas, el sol; se dirigía de forma infalible hacia la especie humana, anidaba en su corazón. Ésta, como todas las intuiciones, apenaba un tanto a quienes no participaban de ella; quizá, a Mr. Carmichael; a ella, por supuesto. Alguna idea tenían ambos acerca de lo ineficaz de la acción, de la supremacía del pensamiento. Su marcha era un reproche hacia ellos, daba un leve cambio al rumbo del mundo, de forma que se veían obligados a protestar, advirtiendo que sus propios juicios desaparecían, y que en vano intentaban asirlos mientras se esfumaban. Charles Tansley también lo hacía: por eso, en parte, no gustaba a nadie. Trastomaba las proporciones del mundo. Qué habría sido de él, se preguntaba, moviendo distraída los llantenes con el pincel. Tenía su puesto de profesor. Se había casado, vivía en Golders Green.
She had gone one day into a Hall and heard him speaking during the war. He was denouncing something: he was condemning somebody. He was preaching brotherly love. And all she felt was how could he love his kind who did not know one picture from another, who had stood behind her smoking shag ("fivepence an ounce, Miss Briscoe") and making it his business to tell her women can′t write, women can′t paint, not so much that he believed it, as that for some odd reason he wished it? There he was lean and red and raucous, preaching love from a platform (there were ants crawling about among the plantains which she disturbed with her brush--red, energetic, shiny ants, rather like Charles Tansley). She had looked at him ironically from her seat in the half-empty hall, pumping love into that chilly space, and suddenly, there was the old cask or whatever it was bobbing up and down among the waves and Mrs. Ramsay looking for her spectacle case among the pebbles. "Oh, dear! What a nuisance! Lost again. Don′t bother, Mr. Tansley. I lose thousands every summer," at which he pressed his chin back against his collar, as if afraid to sanction such exaggeration, but could stand it in her whom he liked, and smiled very charmingly. He must have confided in her on one of those long expeditions when people got separated and walked back alone. He was educating his little sister, Mrs. Ramsay had told her. It was immensely to his credit. Her own idea of him was grotesque, Lily knew well, stirring the plantains with her brush. Half one′s notions of other people were, after all, grotesque. They served private purposes of one′s own. He did for her instead of a whipping-boy. She found herself flagellating his lean flanks when she was out of temper. If she wanted to be serious about him she had to help herself to Mrs. Ramsay′s sayings, to look at him through her eyes. En una ocasión había entrado en una sala, durante la guerra, y él daba una conferencia. Denunciaba algo, condenaba a alguien. Predicaba el amor fraternal. Le sorprendió que hablara de amor a los semejantes quien no sabía distinguir un cuadro de otro, quien había fumado junto a ella picadura de tabaco («a cinco peniques la onza, Miss Briscoe»), quien se dedicaba a decirle que las mujeres no saben escribir, no saben pintar, ¿quizá no tanto porque lo creyera sino porque, por alguna rara razón, deseara creerlo? Ahí estaba, flaco, rojo y tosco, predicando el amor desde un estrado (había hormigas entre los llantenes a las que molestaba con el pincel: hormigas rojas, enérgicas, bastante parecidas a Charles Tansley). Se había quedado mirándolo de forma irónica, en la sala medio vacía, llenando de amor todo aquel espacio helado, y, de repente, apareció de nuevo el viejo barril o lo que fuera rodando por las olas, y Mrs. Ramsay que buscaba la funda de las gafas entre las piedras. «¡Vaya!, otra vez las he perdido, ¡qué fastidio! No se moleste, Mr. Tansley, las pierdo a millares todos los veranos», ante lo cual, él apretaba la barbilla contra el cuello, como si temiera que tuviera que dar por buena semejante exageración, pero la aceptara en aquella persona que le gustaba, y le dirigió una sonrisa llena de encanto. Debía de haberse sincerado con ella en alguna de aquellas largas excursiones en las que luego se desperdigaban y regresaban a casa separados. Pagaba la educación de su hermana menor, le había dicho a Lily Mrs. Ramsay. Lo cual hablaba muy elocuentemente en favor de él. La idea que ella tenía de él era grotesca, Lily lo sabía muy bien; movía los llantenes con el pincel. Después de todo, la mitad de las ideas que tenía cualquiera sobre los demás eran grotescas. Servían para fines particulares de cada uno. A ella le servían de chivo expiatorio. Se hallaba a sí misma flagelando sus flacos costillares cuando estaba de mal humor. Cuando quería tomárselo en serio, tenía que servirse de las frases de Mrs. Ramsay, para verlo con los ojos de ella.
She raised a little mountain for the ants to climb over. She reduced them to a frenzy of indecision by this interference in their cosmogony. Some ran this way, others that. Levantó un montoncito de arena para que se subieran a ella las hormigas. Las redujo a un frenesí de indecisiones al interferir en su cosmogonía. Unas corrían en una dirección; otras, en otra.
One wanted fifty pairs of eyes to see with, she reflected. Fifty pairs of eyes were not enough to get round that one woman with, she thought. Among them, must be one that was stone blind to her beauty. One wanted most some secret sense, fine as air, with which to steal through keyholes and surround her where she sat knitting, talking, sitting silent in the window alone; which took to itself and treasured up like the air which held the smoke of the steamer, her thoughts, her imaginations, her desires. What did the hedge mean to her, what did the garden mean to her, what did it mean to her when a wave broke? (Lily looked up, as she had seen Mrs. Ramsay look up; she too heard a wave falling on the beach.) And then what stirred and trembled in her mind when the children cried, "How′s that? How′s that?" cricketing? She would stop knitting for a second. She would look intent. Then she would lapse again, and suddenly Mr. Ramsay stopped dead in his pacing in front of her and some curious shock passed through her and seemed to rock her in profound agitation on its breast when stopping there he stood over her and looked down at her. Lily could see him. Necesitaba una cincuenta pares de ojos para ver, reflexionó. Cincuenta pares de ojos no bastaban para completar el retrato de esa mujer, pensó. Entre ellos, debería de haber un par que fuera completamente ciego ante su belleza. Lo que una verdaderamente necesitaba era alguna clase de sentido secreto, fino como el aire, con el cual introducirse por los ojos de las cerraduras, y rodearla cuando estuviera sentada tejiendo, hablando, sentada en silencio, sola, en la ventana; que tomara y atesorara -como el aire que contenía el penacho de humo del vapor- sus pensamientos, su imaginación, sus deseos. ¿Qué significaba el seto para ella?, ¿qué significaba el jardín para ella?, ¿qué significaba para ella que rompiera una ola? (Lily levantó la mirada, de la misma forma en que Mrs. Ramsay la levantaba; también ella oyó cómo una ola rompía en la playa.) Entonces, ¿qué era lo que se agitaba y temblaba en su mente cuando los niños decían: «árbitro, árbitro», cuando jugaban al críquet? Dejaba de tejer durante un segundo. Miraba con atención. Luego volvía a su estado anterior, y de repente los pasos de Mr. Ramsay se detenían frente a ella, alguna curiosa conmoción parecía recorrerla, y parecía mecerse ella en el seno de alguna profunda agitación, cuando se quedaba allí, y la miraba desde arriba. Lily estaba viéndolo a él.
He stretched out his hand and raised her from her chair. It seemed somehow as if he had done it before; as if he had once bent in the same way and raised her from a boat which, lying a few inches off some island, had required that the ladies should thus be helped on shore by the gentlemen. An old-fashioned scene that was, which required, very nearly, crinolines and peg-top trousers. Letting herself be helped by him, Mrs. Ramsay had thought (Lily supposed) the time has come now. Yes, she would say it now. Yes, she would marry him. And she stepped slowly, quietly on shore. Probably she said one word only, letting her hand rest still in his. I will marry you, she might have said, with her hand in his; but no more. Time after time the same thrill had passed between them--obviously it had, Lily thought, smoothing a way for her ants. She was not inventing; she was only trying to smooth out something she had been given years ago folded up; something she had seen. For in the rough and tumble of daily life, with all those children about, all those visitors, one had constantly a sense of repetition--of one thing falling where another had fallen, and so setting up an echo which chimed in the air and made it full of vibrations. Él alargaba la mano, y la ayudaba a levantarse. Parecía, en cierta forma, como si ya lo hubiera hecho anteriormente, como si ya se hubiera inclinado anteriormente, y la hubiera ayudado a descender de una barca que, a unas pocas pulgadas de alguna isla, hubiera requerido que a las damas las ayudaran los caballeros de esta forma. Una escena anticuada era ésta, que requería, sin duda, miriñaques y pantalones de etiqueta. Al dejar que él la ayudara, Mrs. Ramsay había pensado (suponía Lily) que había llegado el momento; sí, se lo diría ahora. Sí, se casaría con él. Bajó lenta, tranquilamente a la orilla. Quizá sólo dijo una palabra, dejando su mano en la de él. Nos casaremos, quizá había dicho, con la mano en la de él, pero nada más. Una vez tras otra pasaba entre ambos la misma emoción: era obvio que sí, pensó Lily, mientras disponía un camino para las hormigas. No se lo inventaba, estaba arreglando algo bastante liado que le había entregado hacía unos años, algo que había visto. Porque en el desorden de la vida diaria, con todos aquellos niños por allí, todos aquellos visitantes, una tenía constantemente un sentido de que todo se repetía, de que algo caía donde anteriormente hubiera caído otra cosa, despertando un eco que resonara en el aire, y lo llenara de vibraciones.
But it would be a mistake, she thought, thinking how they walked off together, arm in arm, past the greenhouse, to simplify their relationship. It was no monotony of bliss--she with her impulses and quicknesses; he with his shudders and glooms. Oh, no. The bedroom door would slam violently early in the morning. He would start from the table in a temper. He would whizz his plate through the window. Then all through the house there would be a sense of doors slamming and blinds fluttering, as if a gusty wind were blowing and people scudded about trying in a hasty way to fasten hatches and make things ship- shape. She had met Paul Rayley like that one day on the stairs. They had laughed and laughed, like a couple of children, all because Mr. Ramsay, finding an earwig in his milk at breakfast had sent the whole thing flying through the air on to the terrace outside. ′An earwig, Prue murmured, awestruck, ′in his milk.′ Other people might find centipedes. But he had built round him such a fence of sanctity, and occupied the space with such a demeanour of majesty that an earwig in his milk was a monster. Pero sería un error, pensaba, reflexionando en cómo habían salido a pasear juntos, ella con el chal verde, él con la corbata al viento, del brazo, más allá del invernadero, para simplificar sus relaciones. No era la monotonía de la felicidad: ella con sus impulsos y su rapidez; él con sus estremecimientos y sus depresiones. Ah, no. La puerta de la habitación bien podía dar un portazo de madrugada. Él quizá lanzaba zumbando el plato por la ventana. A continuación la casa se llenaba de portazos y de cortinas que volasen como si soplara el viento de repente, y la gente volase a echar los cierres para que todo estuviese en orden. Así se había encontrado un día a Paul Rayley en la escalera. Se habían reído sin cesar, como una pareja de niños, y todo porque Mr. Ramsay se había encontrado una tijereta en la leche al desayunar, y había tirado todo hacia la terraza. «Una tijereta -murmuraba Prue, sorprendida-, en la leche.» Los demás quizá se encontraran un ciempiés. Pero él había levantado tal muralla de santidad, y ocupaba el espacio con una solemnidad tan majestuosa, que una tijereta en su leche era un monstruo.
But it tired Mrs. Ramsay, it cowed her a little--the plates whizzing and the doors slamming. And there would fall between them sometimes long rigid silences, when, in a state of mind which annoyed Lily in her, half plaintive, half resentful, she seemed unable to surmount the tempest calmly, or to laugh as they laughed, but in her weariness perhaps concealed something. She brooded and sat silent. After a time he would hang stealthily about the places where she was--roaming under the window where she sat writing letters or talking, for she would take care to be busy when he passed, and evade him, and pretend not to see him. Then he would turn smooth as silk, affable, urbane, and try to win her so. Still she would hold off, and now she would assert for a brief season some of those prides and airs the due of her beauty which she was generally utterly without; would turn her head; would look so, over her shoulder, always with some Minta, Paul, or William Bankes at her side. At length, standing outside the group the very figure of a famished wolfhound (Lily got up off the grass and stood looking at the steps, at the window, where she had seen him), he would say her name, once only, for all the world like a wolf barking in the snow, but still she held back; and he would say it once more, and this time something in the tone would rouse her, and she would go to him, leaving them all of a sudden, and they would walk off together among the pear trees, the cabbages, and the raspberry beds. They would have it out together. But with what attitudes and with what words? Such a dignity was theirs in this relationship that, turning away, she and Paul and Minta would hide their curiosity and their discomfort, and begin picking flowers, throwing balls, chattering, until it was time for dinner, and there they were, he at one end of the table, she at the other, as usual. Pero asustaba a Mrs. Ramsay, la intimidaba un poco esto de que los platos salieran zumbando por el aire, que las puertas dieran portazos. Se interponían entre ellos largos y embarazosos silencios, cuando, en un estado mental que no le gustaba a Lily ver en ella, medio quejumbrosa, medio enfadada, parecía incapaz de sufrir la tempestad con calma, o de reírse cuando los demás se reían; aunque tal vez el cansancio ocultase algo. Se quedaba pensativa, callada. Al rato, él se acercaba de forma furtiva a donde ella solía estar, paseaba junto a la ventana donde ella solía sentarse a escribir cartas o a charlar, porque ella se cuidaba mucho de parecer muy ocupada cuando él aparecía, para evitarlo, para fingir que no lo veía. Luego él volvía a ser suave como la seda, afable, cortés, e intentaba congraciarse con ella. A pesar de todo, ella mantenía las distancias, y ahora le tocaba a ella durante un periodo breve exhibir algunos de esos orgullos y aires que eran la consecuencia de su belleza, de los que, en general, prescindía por completo; volvía la cabeza, miraba por encima del hombro; siempre con alguna Minta, Paul o William Bankes junto a ella. Al cabo del tiempo, siempre él fuera del grupo, la viva imagen de un lobo hambriento (Lily salió del jardín, se acercó a mirar los escalones de la sala, se acercó a la ventana, donde lo vio en aquella ocasión), él pronunciaba el nombre de ella, sólo una vez, en todo parecido a un lobo que aullase en medio de la nieve, pero ella seguía resistiéndose; lo repetía, y esta vez algo en el tono la afectaba a ella, y se acercaba a él, dejándolos a todos de repente, y desaparecían entre los perales, los repollos y las frambuesas. Y lo solucionaban juntos. Pero ¿con qué gestos?, ¿con qué palabras? Tal era la dignidad que caracterizaba su relación que, desentendiéndose, Paul, Minta y ella escondían su curiosidad y su malestar, y comenzaban a cortar flores, a jugar con el balón, o a charlar, hasta que llegara la hora de la cena; y entonces volvían los dos como si nada hubiera pasado, él en un extremo de la mesa, ella en el otro.
"Why don′t some of you take up botany?.. With all those legs and arms why doesn′t one of you...?" So they would talk as usual, laughing, among the children. All would be as usual, save only for some quiver, as of a blade in the air, which came and went between them as if the usual sight of the children sitting round their soup plates had freshened itself in their eyes after that hour among the pears and the cabbages. Especially, Lily thought, Mrs. Ramsay would glance at Prue. She sat in the middle between brothers and sisters, always occupied, it seemed, seeing that nothing went wrong so that she scarcely spoke herself. How Prue must have blamed herself for that earwig in the milk How white she had gone when Mr. Ramsay threw his plate through the window! How she drooped under those long silences between them! Anyhow, her mother now would seem to be making it up to her; assuring her that everything was well; promising her that one of these days that same happiness would be hers. She had enjoyed it for less than a year, however. «¿Cómo es que no os interesa a ninguno la botánica...? Con esos brazos y piernas, ¿por qué no ...?» Así es como hablaban ordinariamente, riéndose, entre los niños. Todo volvía a ser como siempre, excepto por algún que otro mínimo temblor, como de una hoja al viento, que fuera y viniera entre ellos, como si la estampa de costumbre de los niños sentados en torno a los platos de sopa se hubiera remozado a sus ojos tras pasar aquella hora entre peras y repollos. Mrs. Ramsay, pensaba Lily, miraba de forma especial, aunque fugazmente, a Prue. Allí estaba sentada, una hermana más entre hermanos, siempre tan atareada; procurando, al parecer, que nada saliera mal, apenas hablaba. ¡Cómo se habrá enfadado consigo misma por lo de la tijereta en la leche! ¡Qué pálida se había quedado cuando Mr. Ramsay arrojó el plato zumbando a través de la ventana! ¡Cómo sufría en los intervalos de silencio que había entre ellos! En todo caso su madre parecía estar intentando consolarla ahora, le confirmaba que todo estaba bien, le prometía que cualquier día de éstos ella obtendría una felicidad idéntica. Sin embargo, menos de un año había disfrutado de esa clase de felicidad.
She had let the flowers fall from her basket, Lily thought, screwing up her eyes and standing back as if to look at her picture, which she was not touching, however, with all her faculties in a trance, frozen over superficially but moving underneath with extreme speed. Había dejado caer las flores de la cesta, pensaba Lily, entrecerrando los ojos, retrocediendo como si fuera a mirar el cuadro, al que no tocaba, sin embargo, con todas sus facultades como en trance, helada la superficie, pero moviéndose algo por debajo con gran velocidad.
She let her flowers fall from her basket, scattered and tumbled them on to the grass and, reluctantly and hesitatingly, but without question or complaint--had she not the faculty of obedience to perfection?--went too. Down fields, across valleys, white, flower-strewn--that was how she would have painted it. The hills were austere. It was rocky; it was steep. The waves sounded hoarse on the stones beneath. They went, the three of them together, Mrs. Ramsay walking rather fast in front, as if she expected to meet some one round the corner. Había dejado caer las flores de la cesta, las arrojó y esparció por el jardín, y, con desgana y titubeante, pero sin preguntas ni quejas -¿no poseía la facultad de obedecer los dictados de la perfección?-, se fue. Campo abajo, cruzando los valles, blanca, adornada con flores, así es como le habría gustado pintarla. Las olas sonaban con agrio ruido en las rocas bajo ella. Se fueron, los tres juntos, Mrs. Ramsay iba a la cabeza, caminando más aprisa que los demás, como si confiara en ver a alguien a la vuelta de la esquina.
Suddenly the window at which she was looking was whitened by some light stuff behind it. At last then somebody had come into the drawing-room; somebody was sitting in the chair. For Heaven′s sake, she prayed, let them sit still there and not come floundering out to talk to her. Mercifully, whoever it was stayed still inside; had settled by some stroke of luck so as to throw an odd-shaped triangular shadow over the step. It altered the composition of the picture a little. It was interesting. It might be useful. Her mood was coming back to her. One must keep on looking without for a second relaxing the intensity of emotion, the determination not to be put off, not to be bamboozled. One must hold the scene--so--in a vise and let nothing come in and spoil it. One wanted, she thought, dipping her brush deliberately, to be on a level with ordinary experience, to feel simply that′s a chair, that′s a table, and yet at the same time, It′s a miracle, it′s an ecstasy. The problem might be solved after all. Ah, but what had happened? Some wave of white went over the window pane. The air must have stirred some flounce in the room. Her heart leapt at her and seized her and tortured her. De repente, la ventana a la que miraba se iluminó con alguna luz que se había encendido en el interior. Por fin había entrado alguien en la sala, alguien se había sentado en el sillón. Por el amor de Dios, rogaba, que se quede ahí en el sillón, y que no se sienta obligado a venir a hablar conmigo. Misericordiosamente, quienquiera que fuese se había quedado en el interior, y se había acomodado de forma que por una verdadera suerte proyectaba una sombra en forma de triángulo irregular sobre el escalón. Alteraba un tanto la composición del cuadro. Era interesante. Podría ser útil. Estaba volviéndole la inspiración. Tenía que seguir mirando, sin relajar ni un segundo la intensidad de la emoción, la determinación de no dejarse desanimar, de no dejarse engañar. Había que sujetar la escena, así, como si estuviera en un tomo de ebanista, y no podía consentir que nada lo estropeara. Lo que quería una, pensaba, cogiendo intencionadamente pintura con el pincel, era mantenerse a la altura de las experiencias ordinarias de la vida, sentir sencillamente que esto es una silla, que eso es una mesa, y, sin embargo, a la vez, quería sentir: Esto es un milagro, es un éxtasis. Quizá después de todo podría resolverse el problema. Ay, pero ¿qué es lo que había sucedido? Una sombra blanca había pasado por el cristal de la ventana. El viento debió de haberse movido en el interior de la habitación. Le dio un salto el corazón, y se apoderaron de ella los nervios, se sintió mal.
"Mrs. Ramsay! Mrs. Ramsay!" she cried, feeling the old horror come back--to want and want and not to have. Could she inflict that still? And then, quietly, as if she refrained, that too became part of ordinary experience, was on a level with the chair, with the table. Mrs. Ramsay--it was part of her perfect goodness--sat there quite simply, in the chair, flicked her needles to and fro, knitted her reddish-brown stocking, cast her shadow on the step. There she sat. «¡Mrs. Ramsay! ¡Mrs. Ramsay!», gritaba, sintiendo que volvía a ella el antiguo horror: querer y querer y no tener. ¿Es que aún tenía ese poder? Luego, al calmarse, tranquilamente, también eso se convirtió en parte de la vida cotidiana, estaba a la altura de la silla, de la mesa. Mrs. Ramsay -era eso parte de la perfecta benevolencia con la que siempre había considerado a Lily- se sentaba allí con toda sencillez, en el sillón; las agujas destellaban de vez en cuando, tejía el calcetín de color castaño rojizo, proyectaba una sombra sobre el escalón. Allí es donde se sentaba.
And as if she had something she must share, yet could hardly leave her easel, so full her mind was of what she was thinking, of what she was seeing, Lily went past Mr. Carmichael holding her brush to the edge of the lawn. Where was that boat now? And Mr. Ramsay? She wanted him. Como si tuviera algo más que pudiera compartir, pero apenas fuera capaz de dejar el caballete, tan absorta estaba en las ideas que ocupaban su cabeza, por causa de lo que estaba viendo, Lily fue más allá de donde estaba Mr. Carmichael, con el pincel, hasta el borde del jardín. ¿Dónde estaba la barca en estos momentos? ¿Mr. Ramsay? Lo necesitaba.
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Mr. Ramsay had almost done reading. One hand hovered over the page as if to be in readiness to turn it the very instant he had finished it. He sat there bareheaded with the wind blowing his hair about, extraordinarily exposed to everything. He looked very old. He looked, James thought, getting his head now against the Lighthouse, now against the waste of waters running away into the open, like some old stone lying on the sand; he looked as if he had become physically what was always at the back of both of their minds--that loneliness which was for both of them the truth about things. Mr. Ramsay casi había acabado el libro. Sobrevolaba la página la mano, como si aguardara para descender el momento preciso en que hubiera terminado. Allí estaba sentado, sin sombrero, el viento lo despeinaba, estaba francamente desprotegido. Parecía muy viejo. Parecía, pensaba James, al ver la cabeza recortada contra el Faro, o ante la inmensidad de las aguas que se perdían en el horizonte, como una piedra en medio de la arena de la playa; parecía como si se hubiera convertido físicamente en lo que en el fondo de sus mentes ellos pensaban que era: en aquella soledad que era para ambos la verdad más cierta.
He was reading very quickly, as if he were eager to get to the end. Indeed they were very close to the Lighthouse now. There it loomed up, stark and straight, glaring white and black, and one could see the waves breaking in white splinters like smashed glass upon the rocks. One could see lines and creases in the rocks. One could see the windows clearly; a dab of white on one of them, and a little tuft of green on the rock. A man had come out and looked at them through a glass and gone in again. So it was like that, James thought, the Lighthouse one had seen across the bay all these years; it was a stark tower on a bare rock. It satisfied him. It confirmed some obscure feeling of his about his own character. The old ladies, he thought, thinking of the garden at home, went dragging their chairs about on the lawn. Old Mrs. Beckwith, for example, was always saying how nice it was and how sweet it was and how they ought to be so proud and they ought to be so happy, but as a matter of fact, James thought, looking at the Lighthouse stood there on its rock, it′s like that. He looked at his father reading fiercely with his legs curled tight. They shared that knowledge. "We are driving before a gale--we must sink," he began saying to himself, half aloud, exactly as his father said it. Leía con gran rapidez, como si tuviera ganas de llegar al final. A decir verdad, estaban ya muy cerca del Faro. Ahí se erguía, desnudo y derecho, deslumbrantemente blanco y negro, y podían verse las olas deshaciéndose en agujas blancas, como cristal que se arrojara contra las rocas. Veía una las ventanas con toda claridad; una pincelada blanca en una de ellas, y una gavilla de verde sobre la roca. Había salido un hombre que los miraba a través de un catalejo, y había entrado de nuevo. Así que esto era, pensaba James, el Faro que había estado viendo durante todos estos años desde el otro lado de la bahía; era una torre desnuda sobre una roca pelada. Le complacía. Confirmaba algún oscuro sentimiento acerca de su propio carácter. Las ancianas, se decía, pensando en el jardín de casa, estarían arrastrando las sillas por el césped. La buena de Mrs. Beckwith, por ejemplo, siempre estaba diciendo lo bonito que era esto, y lo bonito que era lo otro, y que deberían estar contentos por poder ser tan felices, pero, de hecho, james pensaba, mirando cómo se levantaba el Faro sobre la roca, es así. Veía cómo su padre leía con pasión, con las piernas recogidas. Compartían ese conocimiento. «Navegamos en medio de una tempestad, nos hundimos», comenzó a recitar para sí, murmurando, justo como lo hacía su padre.
Nobody seemed to have spoken for an age. Cam was tired of looking at the sea. Little bits of black cork had floated past; the fish were dead in the bottom of the boat. Still her father read, and James looked at him and she looked at him, and they vowed that they would fight tyranny to the death, and he went on reading quite unconscious of what they thought. It was thus that he escaped, she thought. Yes, with his great forehead and his great nose, holding his little mottled book firmly in front of him, he escaped. You might try to lay hands on him, but then like a bird, he spread his wings, he floated off to settle out of your reach somewhere far away on some desolate stump. She gazed at the immense expanse of the sea. The island had grown so small that it scarcely looked like a leaf any longer. It looked like the top of a rock which some wave bigger than the rest would cover. Yet in its frailty were all those paths, those terraces, those bedrooms-- all those innumberable things. But as, just before sleep, things simplify themselves so that only one of all the myriad details has power to assert itself, so, she felt, looking drowsily at the island, all those paths and terraces and bedrooms were fading and disappearing, and nothing was left but a pale blue censer swinging rhythmically this way and that across her mind. It was a hanging garden; it was a valley, full of birds, and flowers, and antelopes... She was falling asleep. Parecía como si hiciera siglos que nadie hubiera hablado. Cam estaba cansada de mirar hacia la mar. Pasaban flotando trocitos de corcho negro. Los peces en el fondo de la barca estaban muertos. Pero su padre seguía leyendo, y James lo miraba, y ella lo miraba, y habían prometido que se enfrentarían con la tiranía hasta morir, pero él seguía leyendo muy ajeno a lo que ellos pensaban. Así es como se escapa, pensaba ella. Sí, con aquella frente despejada, la nariz grande, manteniendo ante sí con firmeza aquel librito moteado, así se escapaba. Ya podía uno pretender cogerlo, porque él, como un pájaro, extendía las alas, se alejaba planeando, para posarse fuera de tu alcance, sobre alguna estaca solitaria. Se quedó mirando la inmensa extensión de agua. La isla se había convertido en algo tan diminuto que apenas parecía una hoja ahora. Parecía el extremo superior de una roca que corriera el peligro de ser cubierta por una ola en cualquier momento. Sin embargo, era en esta minúscula fragilidad donde había todos estos caminos, esas terrazas, estos dormitorios; tantas cosas incontables. Pero como, justo antes de dormir, las cosas se simplifican solas, de forma que sólo una, de toda la miríada de detalles, tiene poder para hacerse valer; de igual forma, creía, mirando soñolienta hacia la isla, todos esos caminos y terrazas y dormitorios se desvanecían y desaparecían, y no quedaba nada sino un incensario de color azul celeste que se movía de un lado a otro en su mente. Era un jardín colgante, era un valle, lleno de pájaros, de flores, de antílopes... Se dormía.
"Come now," said Mr. Ramsay, suddenly shutting his book. -Vamos -dijo Mr. Ramsay, cerrando el libro de repente.
Come where? To what extraordinary adventure? She woke with a start. To land somewhere, to climb somewhere? Where was he leading them? For after his immense silence the words startled them. But it was absurd. He was hungry, he said. It was time for lunch. Besides, look, he said. "There′s the Lighthouse. We′re almost there." -Vamos, ¿adónde?, ¿a qué extraordinaria aventura? Se despertó sobresaltada. ¿A desembarcar en cualquier lugar, a subir a cualquier lugar? Porque tras este inmenso silencio las palabras los sobresaltaban. Pero era absurdo. Tenía hambre, había dicho él. Era la hora del almuerzo. Además, mirad, había dicho. Ahí está el Faro. Casi hemos llegado.
"He′s doing very well," said Macalister, praising James. "He′s keeping her very steady." a-Lo está haciendo muy bien -dijo Macalister, alabando james-, la maneja muy bien.
But his father never praised him, James thought grimly. Pero su propio padre nunca lo alababa, se dijo James de forma sombría.
Mr. Ramsay opened the parcel and shared out the sandwiches among them. Now he was happy, eating bread and cheese with these fishermen. He would have liked to live in a cottage and lounge about in the harbour spitting with the other old men, James thought, watching him slice his cheese into thin yellow sheets with his penknife. Mr. Ramsay abrió el paquete, repartió los emparedados. Ahora era feliz, comiendo pan y queso con los pescadores. Le habría gustado vivir en una casita de campo, holgazanear por la bahía, y escupir como los demás marinos, pensaba James, viendo cómo partía el queso en finas láminas amarillas con la navaja.
This is right, this is it, Cam kept feeling, as she peeled her hard- boiled egg. Now she felt as she did in the study when the old men were reading THE TIMES. Now I can go on thinking whatever I like, and I shan′t fall over a precipice or be drowned, for there he is, keeping his eye on me, she thought. Está bien, así es, pensaba Cam, mientras desprendía la cáscara del huevo duro. Se sentía ahora como cuando entraba en el estudio, y los mayores leían The Times. Ahora puedo seguir pensando en lo que quiera, no me despeñaré por un barranco, ni me ahogaré, porque está ahí, no me quita ojo, se dijo.
At the same time they were sailing so fast along by the rocks that it was very exciting--it seemed as if they were doing two things at once; they were eating their lunch here in the sun and they were also making for safety in a great storm after a shipwreck. Would the water last? Would the provisions last? she asked herself, telling herself a story but knowing at the same time what was the truth. A la vez navegaban tan aprisa junto a los acantilados que era excitante, parecía como si estuvieran haciendo dos cosas a la vez; comían unos emparedados al sol aquí, y se dirigían a puerto en medio de una gran tormenta, tras haber naufragado. ¿Durará el agua? ¿Durarán las provisiones?, se preguntaba, contándose un cuento, pero muy consciente a la vez de la verdad.
They would soon be out of it, Mr. Ramsay was saying to old Macalister; but their children would see some strange things. Macalister said he was seventy-five last March; Mr. Ramsay was seventy-one. Macalister said he had never seen a doctor; he had never lost a tooth. And that′s the way I′d like my children to live--Cam was sure that her father was thinking that, for he stopped her throwing a sandwich into the sea and told her, as if he were thinking of the fishermen and how they lived, that if she did not want it she should put it back in the parcel. She should not waste it. He said it so wisely, as if he knew so well all the things that happened in the world that she put it back at once, and then he gave her, from his own parcel, a gingerbread nut, as if he were a great Spanish gentleman, she thought, handing a flower to a lady at a window (so courteous his manner was). He was shabby, and simple, eating bread and cheese; and yet he was leading them on a great expedition where, for all she knew, they would be drowned. Pronto llegarían, le decía Mr. Ramsay al bueno de Macalister, pero sus hijos verían cosas sorprendentes. Macalister dijo que había cumplido setenta y cinco en marzo; Mr. Ramsay tenía setenta y uno. Macalister dijo que nunca había ido al médico, que tenía la dentadura completa. Y así es como me gustaría que vivieran mis hijos: Cam estaba segura de que eso es lo que estaba pensando su padre, porque le dijo que dejara de arrojar migas del emparedado a la mar, y añadió, como si estuviera pensando en los pescadores y en sus hábitos, que si no lo quería, lo que tenía que hacer era volver a envolverlo. No debía desperdiciarlo. Lo dijo con un conocimiento tan seguro, como si tuviera conocimientos precisos acerca de todo lo que ocurría en el mundo, que lo guardó al momento, y entonces él le dio, de su propia bolsa, un pastelillo de jengibre, como si fuera un noble español que ofreciera una flor a una dama en la reja (tan floridos eran sus modales). Pero era un hombre descuidado, sencillo, que comía pan con queso; y no obstante era el guía de una expedición en la que, por lo que ella sabía, podían ahogarse.
"That was where she sunk," said Macalister′s boy suddenly. -Ahí se hundió -dijo de repente el hijo de Macalister.
Three men were drowned where we are now, the old man said. He had seen them clinging to the mast himself. And Mr. Ramsay taking a look at the spot was about, James and Cam were afraid, to burst out: -Hubo tres ahogados en este mismo sitio en el que estamos -dijo el viejo. Él mismo los había visto agarrados al palo mayor. James y Cam temían que Mr. Ramsay, que miraba al sitio que señalaban, estuviera a punto de empezar a declamar:
But I beneath a rougher sea, Pero un mar más airado me acogió a mí.
and if he did, they could not bear it; they would shriek aloud; they could not endure another explosion of the passion that boiled in him; but to their surprise all he said was "Ah" as if he thought to himself. But why make a fuss about that? Naturally men are drowned in a storm, but it is a perfectly straightforward affair, and the depths of the sea (he sprinkled the crumbs from his sandwich paper over them) are only water after all. Then having lighted his pipe he took out his watch. He looked at it attentively; he made, perhaps, some mathematical calculation. At last he said, triumphantly: Si lo hiciera, no lo soportarían, empezarían a chillar, no podrían soportar otro estallido de aquella pasión que hervía en su interior; pero ante su sorpresa, lo único que dijo fue: «¡Ah!», como si estuviera pensando: ¿Por qué armar tanto jaleo por esto? Es natural que los hombres se ahoguen en las tormentas, pero es un asunto sencillo, y en el fondo de la mar (sacudía las migas del emparedado sobre ellos), después de todo, no había mas que agua. Luego, tras haber encendido la pipa, sacó el reloj. Lo miró con atención, como si hiciera, quizá, algún cálculo aritmético. Y exclamó con expresión triunfal:
"Well done!" James had steered them like a born sailor. -¡Muy bien! James los había llevado como un piloto profesional.
There! Cam thought, addressing herself silently to James. You′ve got it at last. For she knew that this was what James had been wanting, and she knew that now he had got it he was so pleased that he would not look at her or at his father or at any one. There he sat with his hand on the tiller sitting bolt upright, looking rather sulky and frowning slightly. He was so pleased that he was not going to let anybody share a grain of his pleasure. His father had praised him. They must think that he was perfectly indifferent. But you′ve got it now, Cam thought. ¡Vaya!, pensaba Cam, dirigiéndose en silencio a James. Al final te has salido con la tuya. Porque sabía que esto es lo que había estado deseando James, y sabía que ahora que lo tenía estaba tan contento que no la miraría a ella, ni a su padre, ni a nadie. Estaba sentado con la mano en la barra del timón, atento, con aspecto hosco, fruncía levemente el entrecejo. Estaba tan contento que no le dejaba ni a ella ni a nadie que le quitaran ni un gramo de satisfacción. Su padre lo había alabado. Tenía que pensar que le era indiferente. Pero te has salido con la tuya, pensaba Cam.
They had tacked, and they were sailing swiftly, buoyantly on long rocking waves which handed them on from one to another with an extraordinary lilt and exhilaration beside the reef. On the left a row of rocks showed brown through the water which thinned and became greener and on one, a higher rock, a wave incessantly broke and spurted a little column of drops which fell down in a shower. One could hear the slap of the water and the patter of falling drops and a kind of hushing and hissing sound from the waves rolling and gambolling and slapping the rocks as if they were wild creatures who were perfectly free and tossed and tumbled and sported like this for ever. Habían cambiado la derrota, navegaban ahora rápidamente, con ligereza, sobre largas olas que se reemplazaban con un movimiento extrañamente armónico y excitante, junto al acantilado. A la izquierda se veía una hilera de piedras de color pardo bajo el agua, el agua se hacía más transparente, algunas rocas eran verdes; sobre una, una roca más alta, había una ola que rompía sin cesar, y brotaba una columna de gotas que caían como una ducha. Se escuchaba el pías de la ola, y el rumor de las gotas que caían, y una especie de rumor y siseo de las olas que rodaban, jugaban y salpicaban las rocas, como si fueran animales salvajes libres, que perpetuamente corrieran y jugaran de esta forma.
Now they could see two men on the Lighthouse, watching them and making ready to meet them. Ahora se veían dos hombres en el Faro, los observaban, se disponían a recibirlos.
Mr. Ramsay buttoned his coat, and turned up his trousers. He took the large, badly packed, brown paper parcel which Nancy had got ready and sat with it on his knee. Thus in complete readiness to land he sat looking back at the island. With his long-sighted eyes perhaps he could see the dwindled leaf-like shape standing on end on a plate of gold quite clearly. What could he see? Cam wondered. It was all a blur to her. What was he thinking now? she wondered. What was it he sought, so fixedly, so intently, so silently? They watched him, both of them, sitting bareheaded with his parcel on his knee staring and staring at the frail blue shape which seemed like the vapour of something that had burnt itself away. What do you want? they both wanted to ask. They both wanted to say, Ask us anything and we will give it you. But he did not ask them anything. He sat and looked at the island and he might be thinking, We perished, each alone, or he might be thinking, I have reached it. I have found it; but he said nothing. Mr. Ramsay se abotonó el abrigo, se subió los bajos de los pantalones. Cogió el paquete grande, mal envuelto, con papel de estraza, el que había preparado Nancy, se sentó con él en las rodillas. Así, dispuesto a desembarcar, se sentó mirando hacia atrás, a la isla. Su mirada penetrante quizá podía ver con claridad la forma diminuta, semejante a una hoja, que se erguía sobre un plato dorado. ¿Qué es lo que veía?, se preguntaba Cam. Todo era confuso para ella. ¿En qué estaría pensando ahora?, se preguntaba. ¿Qué buscaba, tan decidido, tan tenaz, tan callado? Lo observaban, ambos, sentado con la cabeza descubierta, con el paquete sobre las rodillas, mirando fijamente, sin desviar la mirada, la frágil sombra azul que parecía como el vapor de algo que se hubiera quemado. ¿Qué quieres?, les gustaría preguntarle. Ambos querían decir: Pídenos, y te lo daremos. Pero no les pidió nada. Se quedó sentado, mirando la isla, y podría estar pensando: Morimos, a solas cada uno, o podría estar pensando: He llegado. Lo he hallado; pero no dijo nada.
Then he put on his hat. Se puso el sombrero.
"Bring those parcels," he said, nodding his head at the things Nancy had done up for them to take to the Lighthouse. "The parcels for the Lighthouse men," he said. He rose and stood in the bow of the boat, very straight and tall, for all the world, James thought, as if he were saying, "There is no God," and Cam thought, as if he were leaping into space, and they both rose to follow him as he sprang, lightly like a young man, holding his parcel, on to the rock. -Traed esos paquetes -dijo, señalando con un movimiento de la cabeza hacia las cosas que había preparado Nancy para que llevaran al Faro. Los paquetes para los del Faro -dijo. Se levantó y se dirigió a la proa de la barca, erguido, alto, y tal parecía como si, pensaba james, estuviera diciendo: «Dios no existe»; y Cam pensaba, parece como si fuera a dar un salto en el vacío; ambos se levantaron para saltar tras él; saltó, con ligereza, como un joven, con el paquete; llegó a la piedra.
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"He must have reached it," said Lily Briscoe aloud, feeling suddenly completely tired out. For the Lighthouse had become almost invisible, had melted away into a blue haze, and the effort of looking at it and the effort of thinking of him landing there, which both seemed to be one and the same effort, had stretched her body and mind to the utmost. Ah, but she was relieved. Whatever she had wanted to give him, when he left her that morning, she had given him at last. «Debe de haber llegado», dijo Lily Briscoe en voz alta, sintiéndose de repente muy cansada. Porque el Faro era ahora casi invisible, casi se había disuelto en una niebla azul, y el esfuerzo de fijar la mirada en él, y el esfuerzo de imaginárselo desembarcando allí, que parecían ser ambos el mismo esfuerzo, habían cansado su cuerpo y su mente de forma extraordinaria. Ah, sí, pero se sentía aliviada. Fuera lo que fuera lo que hubiera querido darle por la mañana, cuando se separó de ella, al final se lo había dado.
"He has landed," she said aloud. "It is finished." Then, surging up, puffing slightly, old Mr. Carmichael stood beside her, looking like an old pagan god, shaggy, with weeds in his hair and the trident (it was only a French novel) in his hand. He stood by her on the edge of the lawn, swaying a little in his bulk and said, shading his eyes with his hand: "They will have landed," and she felt that she had been right. They had not needed to speak. They had been thinking the same things and he had answered her without her asking him anything. He stood there as if he were spreading his hands over all the weakness and suffering of mankind; she thought he was surveying, tolerantly and compassionately, their final destiny. Now he has crowned the occasion, she thought, when his hand slowly fell, as if she had seen him let fall from his great height a wreath of violets and asphodels which, fluttering slowly, lay at length upon the earth. «Ha desembarcado -se dijo en voz alta-. Ha concluido.» Entonces, el bueno de Mr. Carmichael, avanzando como una ola, resoplando ligeramente, con el aspecto de un viejo dios pagano, descuidado, con algas en el pelo y el tridente en la mano (en realidad, una novela francesa), se acercó donde ella. Se quedó junto a ella, al borde del jardín, apenas moviéndose, y dijo, haciendo una visera con la mano sobre los ojos: -Ya habrán desembarcado -ella pensaba que tenía razón. No necesitaban hablar. Habían estado pensando en lo mismo, y él le había respondido sin necesidad de hacer la pregunta. Se quedó allí, extendiendo las manos sobre las debilidades y el sufrimiento de la humanidad; pensaba que él observaba, de forma tolerante, compasiva, este destino final. Ha cumplido, pensaba ella, cuando cayó blandamente la mano de él, como si hubiera visto que el hubiera dejado caer desde su altura enorme un ramo de violetas y asfódelos que, tras revolotear lentamente, yacieran finalmente sobre la tierra.
Quickly, as if she were recalled by something over there, she turned to her canvas. There it was--her picture. Yes, with all its greens and blues, its lines running up and across, its attempt at something. It would be hung in the attics, she thought; it would be destroyed. But what did that matter? she asked herself, taking up her brush again. She looked at the steps; they were empty; she looked at her canvas; it was blurred. With a sudden intensity, as if she saw it clear for a second, she drew a line there, in the centre. It was done; it was finished. Yes, she thought, laying down her brush in extreme fatigue, I have had my vision. Rápidamente, como si algo se lo hubiera recordado, se volvió hacia el lienzo. Ahí estaba, el cuadro. Sí, eran todos azules y verdes, con líneas que se prolongaban, se cruzaban, que pretendían algo. Lo colgarán en alguna buhardilla, pensaba, lo destruirán. Pero, y eso, ¿qué importaba?, se preguntó, mientras cogía el pincel de nuevo. Miró otra vez a los peldaños: estaban vacíos; miró hacia el lienzo: era borroso. Con repentina deliberación, como si durante un segundo hubiera visto con absoluta claridad, trazó una línea, en medio. Estaba hecho, había terminado. Sí, pensó, dejando el pincel, extraordinariamente fatigada, ésta ha sido mi visión.

THE END

FIN